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COLOSENSES 3:1-2.

BUSCAD LAS COSAS DE ARRIBA, DONDE ESTÁ CRISTO

1Si habéis pues resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado á la diestra
de Dios. 2Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.

“Si habéis pues resucitado con Cristo” (v. 1a). En capítulo 2, Pablo les dijo a los cristianos colosenses que
habían sido sepultados con Cristo en el bautizo y que habían resucitado de la muerte con él (2:12). Ese
versículo se paralela a lo que Pablo dijo en Romanos 6:3-5, donde habló del bautizo como un entierro y
resurrección con Cristo – el entierro de la persona que era antes de Cristo y su resurrección a la nueva
vida después de Cristo.

Pablo lo dice en más detalle en su carta a Gálatas 2:20:

Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la
carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

“buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado á la diestra de Dios” (v. 1b). La palabra “buscad”
está en el presente, que en griego indica una acción que continúa. Es decir, Pablo les dice que busquen y
que sigan buscando las cosas de arriba. Esta búsqueda dura toda la vida.

Como consecuencia de su nueva vida en Cristo, estos cristianos deben subir los ojos del barro que tienen
bajo los pies y mirar hacia las estrellas de arriba. Deben dejar atrás su preocupación con las cosas
mundanas del kosmos para enfocarse en “las cosas de arriba.” Además, arriba es donde Cristo vive y
reina ahora – el mismo Cristo al que se unieron en el bautizo y resurrección. El que está “sentado á la
diestra de Dios” – el lugar más honorado.

En su carta a los filipenses Pablo dijo que, ya que Jesucristo obedeció hasta morir en una cruz,

“Dios también le ensalzó á lo sumo,

y dióle un nombre que es sobre todo nombre;

Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla

de los que están en los cielos, y de los que en la tierra, y de los que debajo de la tierra;

Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor,

á la gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:9-11).


“Poned la mira(phroneite) en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (v. 2). En versículo 1, Pablo pidió a
estos cristianos que buscaran “las cosas de arriba.” Ahora, les dice que pongan “la mira en las cosas de
arriba.” La palabra griega phroneite tiene que ver con nuestro entendimiento – nuestras actitudes –
nuestra manera de pensar.

En su carta a los filipenses, Pablo les pidió adoptar la mente de Cristo, que era igual con Dios, pero no
creía que esa igualdad se pudiera obtener. En cambio, Cristo se vació, vino a la tierra en forma humana, y
obedeció hasta morir en una cruz (Filipenses 2:5-8). Por lo tanto, Dios le ha exaltado.

En su carta a los romanos Pablo dijo:

“Y no os conforméis á este siglo;

mas reformaos por la renovación de vuestro entendimiento,

para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios,

agradable y perfecta” (Romanos 12:2).

Muchos piensan que una “religión de corazón” o una fe basada en las emociones es superior a una
“religión de la cabeza” o una fe con menos contenido emocional. Aunque una fe apasionada puede ser
algo bueno, la Biblia habla más a menudo de lo que podríamos llamar una “religión de cabeza” que de
una “religión de corazón.” Aunque “corazón” es una traducción literal de la palabra griega kardia, la
gente de los tiempos bíblicos pensaba que el corazón era el centro del intelecto y la voluntad, y no el
centro de las emociones. La Biblia nos alienta a creer una y otra vez – una actividad basada en la cabeza.

No debemos preguntarnos porque la Biblia enfatiza tanto la cabeza – el intelecto – nuestras creencias.
Personas tienden a actuar según sus creencias. Si creen cosas que no son verdad, actuarán según esas
falsas creencias y sufrirán las consecuencias. Si han aprendido a creer en lo que sí es verdad,
beneficiarán muchísimo de esa enseñanza – y de sus verdaderas creencias.

Además, fe tiene raíces en la creencia, y la fe es la clave del discipulado y la salvación (Romanos 3:28, 30;
4:5, 11-16; 5:1-2; 9:30-32; 10:6; Gálatas 2:16; 3:8ff; 5:5).
En este versículo, Pablo contrasta “las cosas de arriba” con “las cosas de la tierra.” Aunque no define
ninguna de las dos, sus comentarios en versículos 5-9 nos dan bastante información de lo podríamos
considerar cosas “de la tierra” – inmoralidad sexual, inmundicia, y todo lo demás.

COLOSENSES 3:3-4. TAMBIÉN SERÉIS MANIFESTADOS CON ÉL EN GLORIA

3Porque muertos sois, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 4Cuando Cristo, vuestra vida, se
manifestare, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.

“Porque muertos sois” (v. 3a). La muerte es una grave transición. Trae el fin de todo. En este caso, los
cristianos colosenses han muerto al antiguo orden. Lo que eran antes ya no existe. A pesar de esto, para
ellos la muerte no ha sido el final. Han “resucitado con Cristo” (v. 1) – han resucitado a una vida nueva.

“y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios” (v. 3b). Hay mucho escondido o misterioso que se
asocia con Dios. Al fin y al cabo, Dios dice:

“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos,

ni vuestros caminos mis caminos….

Como son más altos los cielos que la tierra,

así son mis caminos más altos que vuestros caminos,

y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8-9).

¿Cómo puede ser de otra manera? ¿Cómo podríamos nosotros, los creados, llegar al fondo de quien nos
creó?

Sin embargo, no hemos tenido que llegar al fondo para conocer a Dios. Dios se nos ha revelado por
medio de la ley y los profetas – a través de su larga historia con el pueblo de Israel – a través de
Jesucristo (Juan 14:9; véase también Mateo 16:17) – y a través del trabajo de los apóstoles (Efesios 3:8-
9).

Sin embargo, las cosas de Dios siguen sin conocerse, menos para aquéllos que han escogido creer. Para
los que no tienen fe, los secretos divinos permanecen tan impenetrables como siempre (1 Corintios 2:7-
8, 14-15; 2 Corintios 4:4).

Es en ese sentido que la vida de estos cristianos colosenses “está escondida con Cristo en Dios.”
Habiendo nacido de nuevo a través de su bautizo – su muerte y resurrección con Cristo – los cristianos
colosenses han cambiado en maneras que los que no creen no pueden entender. Como los secretos
divinos, estos cristianos están “escondidos con Cristo en Dios” – doblemente ocultos.

“Cuando Cristo, vuestra vida, se manifestare” (v. 4a). Lo primero que hay que anotar es que Pablo dice
que Cristo es “nuestra vida.” En su carta a la iglesia filipense dijo, “Porque para mí el vivir es Cristo”
(Filipenses 1:21). En su carta a la iglesia en Gálatas dijo, “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo,
no ya yo, mas vive Cristo en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual
me amó, y se entregó á sí mismo por mí” (Gálatas 2:20). Ahora sugiere que lo que es verdad para él es
verdad para todo cristiano – que Cristo es su vida.

¿Cuáles son las implicaciones prácticas de Cristo como nuestra vida? Para empezar, Cristo nos abre el
camino a la vida eterna, incluyendo la vida que vivimos aquí y la vida que anticipamos en el más allá. En
la oración de sumo sacerdocio que rezó justo antes de morir, Jesús dijo, “Esta empero es la vida eterna:
que te conozcan el solo Dios verdadero, y á Jesucristo, al cual has enviado” (Juan 17:3). La vida eterna
tiene tanto que ver con la calidad de vida como con su cantidad. La vida eterna empieza aquí y ahora, y
continúa más allá del tiempo.

Esto significa que una vida centrada en Cristo adopta un carácter nuevo y mucho más positivo que
nuestra vida antes de tener a Cristo. Como un navegante cuya brújula siempre le dirige al norte
verdadero, podemos confiar que Cristo nos lleva por el buen camino. Quizá no podamos ver lo que hay
detrás de la esquina – y pasaremos por momentos difíciles – pero nuestra meta y dirección están
aseguradas. Vivimos con la promesa que “al Padre ha placido daros el reino” (Lucas 12:32).

“se manifestare” (v. 4a). Esta manifestación vendrá con la Segunda Venida de Cristo, cuando todos verán
quién es – el Mesías (palabra hebrea) – el Cristo (palabra griega) – el Hijo de Dios – el Salvador del
mundo (2 Tesalónicos 1:7; 1 Corintios 1:7; 1 Pedro 1:7, 13). Por eso, “en el nombre de Jesús se doble
(doblará) toda rodilla de los que están en los cielos, y de los que en la tierra, y de los que debajo de la
tierra” (Filipenses 2:10).

“entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (v. 4b). Cuando Cristo sea revelado en
su gloria, compartirá ese día con sus discípulos – los que han creído en él y han tratado de seguir su
dirección. Nosotros, también, seremos manifestados – manifestados en gloria, como Cristo fue
manifestado en gloria. Juan lo confirma al decir, “sabemos que cuando él apareciere, seremos
semejantes á él” (1 Juan 3:2).

COLOSENSES 3:5-6: AMORTIGUAD VUESTRA INMORALIDAD Y MALOS DESEOS

5Amortiguad, pues, vuestros miembros que están sobre la tierra: fornicación, inmundicia, molicie, mala
concupiscencia, y avaricia, que es idolatría: 6Por las cuales cosas la ira de Dios viene sobre los hijos de
rebelión.

“Amortiguad, pues, vuestros miembros que están sobre la tierra” (v. 5a). Miremos primero la palabra
“pues” (griego: oon). Esta pequeña palabra conecta versículos 1-4 con versículos 5-9. En versículos 1-4,
Pablo animó a los cristianos colosenses a buscar “las cosas de arriba, donde está Cristo” (v. 1) – y a poner
sus mentes en “las cosas de arriba” (v. 2). Razonó “Porque muertos sois, y vuestra vida está escondida
con Cristo en Dios” (v. 3). Es decir, cuando se hicieron cristianos, murieron a su vida anterior y renacieron
a una vida nueva (2:12; véase también Romanos 6:1-8).

Ahora, con la palabra “pues,” Pablo les muestra las consecuencias naturales de su nuevo estatus como
cristianos. Ya que han muerto a su vida anterior y han resucitado a una vida nueva con Cristo, es natural
que sus pensamientos y comportamientos concuerden con su nueva identidad.

El resultado lógico de su nuevo estatus es que ellos deben “amortiguad” (aplacar, aminorar, o contar
como muerto) sus “miembros que están sobre la tierra.” La palabra griega traducida como “miembros”
se refiere a miembros o partes del cuerpo. Se podría mal interpretar este versículo de la misma manera
que algunos han mal interpretado las palabras de Jesús en Mateo 5:29-30 – pensando que habla de
algún tipo de mutilación propia. Esto no es lo que Pablo, ni Jesús, decían. Aquí Pablo enfatiza que estos
cristianos colosenses han muerto a su previo ser y han resucitado en un ser nuevo y redimido. Por eso
deben cumplir con su nuevo papel. Deben dejar atrás el comportamiento previo que acompañaba a su
ser anterior – y deben llevar vidas según su nuevo ser.

Entonces Pablo redacta una lista de comportamientos específicos – empezando con el más obvio (la
inmoralidad sexual) y volviendo hacia los problemas que dan comienzo al pecado (molicie, mala
concupiscencia, y avaricia).

Esta lista no es exhaustiva, pero sí sirve para ilustrar. En versículos 8 y 9, Pablo incluye otra lista
completamente diferente.

“fornicación” (porneia) (v. 5b). Porneia tiene que ver con relaciones sexuales e ilícitas. Pablo ha utilizado
porneia para hablar de una relación incestuosa entre un hombre y la esposa de su padre (1 Corintios
5:1). Aconsejó a los cristianos que no tuvieran nada que ver con gente que dice ser cristiana pero que
practica porneia (1 Corintios 5-9). Les dijo que no ensuciaran sus cuerpos teniendo relaciones con una
prostituta (pornes) (1 Corintios 6:15). Efesios 5:3-5 aconseja a los cristianos que ni siquiera hablen de la
inmoralidad sexual (porneia), y advierte que “ningún fornicario… tiene herencia en el reino de Cristo y de
Dios.”

El énfasis en la inmoralidad sexual tiene profundas raíces en el Antiguo Testamento. No solo se prohibía
el adulterio, sino que se podía castigar con la muerte (Éxodo 20:14; Levítico 18:20, 20:10; Deuteronomio
5:18; 22:22-24). Las mujeres debían permanecer vírgenes hasta casarse (Deuteronomio 22:13-21). Se
prohibía el incesto (Levítico 18:6-18; 20:10-21), igual que otros comportamientos sexuales (Levítico
18:22; 20:13-15).

“inmundicia” (akatharsia) (v. 5c). La palabra akatharsia connota suciedad física o moral. En 2 Corintios
12:21 y Gálatas 5:19, Pablo usa esta palabra para hablar de inmundicia sexual – pero también se puede
referir a otros tipos de inmundicia moral.

“molicie (pathos), mala concupiscencia” (epithumia kaken) (v. 5d). La palabra pathos no se refiere
necesariamente a una pasión depravada – y en este versículo no hay otra palabra en el griego original
que se podría traducir como ‘depravado.’ Sin embargo, el hecho de que aquí se encuentre junto a “mala
concupiscencia” (kaken es la palabra griega para ‘mala’) sugiere que aquí Pablo está hablando de una
“pasión depravada.”
“y avaricia (pleonexia), que es idolatría” (v. 5e). La palabra pleonexia viene de dos palabras griegas,pleon
(más) y exo (tener) – y significa avaricia o codicia.

La avaricia es un deseo excesivo por algo que pertenece a otro – un deseo tan intenso que puede
provocar a la persona avariciosa a actuar de cualquier manera para conseguir lo que quiere. El último
mandamiento prohíbe codiciar la casa de un vecino, o su mujer, o su siervo o buey o asno “ni cosa
alguna de tu prójimo” (Éxodo 20:17). La avaricia, entonces, da raíz a muchos otros pecados.

Pablo iguala la avaricia a la idolatría, porque se trata de amar algo que no es Dios con un amor insaciable
– alabar algo que no es Dios – hacer algo en que Dios no es la prioridad principal.

¿Qué podemos hacer para no caer en la avaricia? ¿Podemos controlar nuestras emociones así? ¿Nos
requiere Pablo algo imposible?

No hay duda que nuestras emociones son importantes. Sin embargo, NO es verdad que estemos a la
merced de nuestras emociones – que no podamos ejercer control sobre ellas. El primer paso es seguir
las disciplinas espirituales tradicionales que nos mantienen equilibrados, como la oración, la lectura de la
Biblia, la participación en alabanza pública y el compañerismo cristiano.

El autor de Efesios nos dice “tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo”
(Efesios 6:13). Esta armadura consiste del cinto de la verdad, la cota de justicia, el evangelio de la paz, el
escudo de la fe, el yelmo de la salvación, “y la espada del Espíritu; que es la palabra de Dios” (6:14-17).
Recomienda que oremos “en todo tiempo con toda deprecación y súplica en el Espíritu” (6:18).

“Por las cuales cosas la ira de Dios viene sobre los hijos de rebelión” (v. 6). Con “las cuales cosas” Pablo
se refiere a lo que ya mencionó en versículo 5 – “fornicación, inmundicia, molicie, mala concupiscencia, y
avaricia.”

Pablo avisa que participar en estos vicios provocará la ira de Dios sobre los hijos de la desobediencia.
Dios es santo y no puede soportar la falta de santidad.
En algunos casos, estas consecuencias tienen una característica automática. Gente que cae adicta a las
drogas o al alcohol casi siempre sufre las consecuencias de su adicción en su vida física, mental,
económica, social, y espiritual. Gente que practica una sexualidad promiscua a menudo se contagia de
alguna enfermedad – o se encuentra con un embarazo que no desea.

En otros casos, quizá no veamos las consecuencias en el momento. Pero eso no significa que Dios no
arreglará las cosas en el futuro.

COLOSENSES 3:7-8. DEJAD TAMBIÉN VUESTRA IRA Y TORPES PALABRAS

7En las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo viviendo en ellas. 8Mas ahora, dejad
también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, maledicencia, torpes palabras de vuestra boca.

“En las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo viviendo en ellas” (v. 7). Pablo les recuerda a
los cristianos colosenses que una vez fueron culpables de los pecados que aparecen en versículo 5 –
fornicación, inmundicia, molicie, mala concupiscencia, y avaricia. Saben lo que es llevar ese tipo de vida y
han escogido dejarla atrás para hacerse cristianos. Estaban perdidos, pero ahora han sido encontrados.
¿Por qué volver a sus antiguos hábitos?

“Mas ahora, dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, maledicencia, torpes palabras
de vuestra boca” (v. 8). Pablo clama a estos cristianos colosenses que dejen atrás el comportamiento
pecaminoso que una vez regía sus vidas – y les hace una lista de cosas específicas – sentimientos y
comportamientos destructivos, ambos para ellos y para las personas a su alrededor.

“ira (orge), enojo” (thumos) (v. 8b). El tipo de ira que representa la palabra griega orge es ira que
permanece a fuego lento bajo la superficie, esperando cualquier excusa para estallar. Hoy, un psicólogo
lo podría llamar hostilidad.

La ira que representa la palabra thumos es más activa. Si orge cuece a fuego lento, thumos es ira
explosiva – orge liberado de su jaula.

El nuevo testamento repetidamente alienta cristianos a dejar atrás su ira y enojo:


• Jesús advirtió, “mas cualquiera que matare, será culpado del juicio. Mas yo os digo, que cualquiera que
se enojare locamente con su hermano, será culpado del juicio; y cualquiera que dijere á su hermano,
Raca, será culpado del concejo; y cualquiera que dijere, Fatuo, será culpado del infierno del fuego”
(Mateo 5:21-22).

• Pablo citó Deuteronomio 32:35 diciendo, “No os venguéis vosotros mismos, amados míos; antes dad
lugar á la ira; porque escrito está: Mía es la venganza: yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12:19).

• En su carta a Gálatas, entre las obras de la carne Pablo incluyó enemistades, pleitos, celos, iras,
contiendas, y disensiones, y advirtió, “los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas
5:20).

• El escritor de Efesios citó Salmo 4:4 diciendo, “Airaos (orgidzo de orge), y no pequéis; no se ponga el sol
sobre vuestro enojo” (paraorgismos de para y orge)… “Toda amargura, y enojó, é ira, y voces, y
maledicencia sea quitada de vosotros, y toda malicia: Antes sed los unos con los otros benignos,
misericordiosos, perdonándoos los unos á los otros, como también Dios os perdonó en Cristo” (Efesios
4:26, 31-32).

• Cuando advirtió del juicio venidero, el autor de Hebreos recuerda a sus lectores que Dios dijo, “Mía es
la venganza, yo daré el pago” (Hebreos 10:30).

Es fácil reconocer el valor del consejo de Pablo acerca de la ira. La ira es mortal. En su libro, Wishful
Thinking, Frederik Buechner dice, “De los siete pecados cardenales, ira es posiblemente el más divertido.
Lamerte las heridas, chasquear los labios sobre antiguos desacuerdos, pasar por la boca la posibilidad de
amargas confrontaciones aún por llegar, saborear el último pedacito del dolor que te han dado y el dolor
que devuelves – en muchas maneras se parece a un banquete hecho para un rey. El mayor inconveniente
es que lo que comes eres tú mismo. El esqueleto del banquete eres tú.”

Pero no solo es uno mismo lo que está en riesgo. La ira de una persona amenaza el bienestar de sus
familiares, amigos, compañeros de trabajo, miembros de su congregación, y todos los demás. Es
probable que una persona enojada lastime a otros con palabras de ira – y a veces con violencia física.
También, aunque pueda parecer que ira produce resultados a corto plazo, a la larga suele ser contra
productiva. Un amigo consejero me dijo una vez, “ira engancha ira.” Es decir, gente suele responder a
una persona enojada, enojándose – y esa dinámica produce calor en vez de luz.

Alguien podría responder con ejemplos de gente enojada que ha logrado hacer cosas – y sí, hay muchos
ejemplos. La cuestión es si se puede lograr aún más controlando más efectivamente la ira.

¿Pero cómo podemos controlar nuestra ira? ¿Cómo podemos eliminarla?

• El primer paso es lograr entender su naturaleza corrosiva y así motivarnos a controlarla.

• El segundo paso es recordar que Dios dice, “Mía es la venganza, yo daré el pago” (Hebreos 10:30).
Justicia no depende de nosotros y nuestra ira.

• El tercer paso es involucrarse en las disciplinas espirituales tradicionales como la oración, la lectura de
la Biblia, participar en alabanza pública y practicar compañerismo cristiano. Estas disciplinas nos pueden
ayudar a desarrollar auto disciplina en lo que se refiere a la ira – y en muchas otras cosas.

“malicia” (kakia) (v. 8c). La palabra griega kakia significa malicia o mala voluntad. La persona maliciosa
está motivada a lastimar a otra persona.

“maledicencia” (blasphemia) (v. 8e). Cuando se usa blasphemia en relación a Dios, significa blasfemia.
Cuando se usa en relación a otras personas, significa calumniar o difamar (véase Mateo 15:19; Marcos
7:22; Efesios 4:31; 1 Timoteo 6:4; Judas 1:9).

“torpes palabras” (aischrologia) (v. 8f). Esto es el uso de lenguaje vulgar – palabras que otros pensarían
ofensivas.

Palabras (habladas o escritas) son poderosas y tienen la capacidad de usarse para el bien o para el mal.
Santiago describe la lengua como la brida de un caballo o el timón de un barco. Son relativamente
pequeñas, pero tienen gran poder en cuanto a la dirección que toma la vida de cada persona. Igual que
un fuego pequeño puede destruir un gran bosque, así también la lengua es un fuego que puede
contaminar todo el cuerpo.

Santiago dice que solemos domar animales, pero “ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal
que no puede ser refrenado; llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella
maldecimos á los hombres, los cuales son hechos á la semejanza de Dios. De una misma boca proceden
bendición y maldición. Hermanos míos, no conviene que estas cosas sean así hechas. ¿Echa alguna
fuente por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede la higuera producir
aceitunas, ó la vid higos? Así ninguna fuente puede hacer agua salada y dulce” (Santiago 3:3-12, vv. 8-12
en particular). El punto de Santiago, claro, es que nuestro hablar nace de lo que está en nuestro corazón.
Si nos hemos convertido en gente de Dios, nuestro hablar debe reflejar la nueva persona en que nos
hemos convertido.

COLOSENSES 3:9-11. NO MINTÁIS LOS UNOS A LOS OTROS

9No mintáis (pseudomai) los unos á los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos,
10Y revestídoos del nuevo, el cual por el conocimiento es renovado conforme á la imagen del que lo crió;
11Donde no hay Griego ni Judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni Scytha, siervo ni libre; mas
Cristo es el todo, y en todos.

“No mintáis los unos á los otros” (v. 9a). La palabra griega pseudomai significa mentir – decir algo que no
es verdad – pero también significa engañar o defraudar.

Ambos el Antiguo y el Nuevo Testamento prohíben la falsedad y honran la verdad:

• Los Diez Mandamientos prohíben rendir falso testimonio contra un prójimo (Éxodo 20:16;
Deuteronomio 5:20).

• Una persona que “negare á su prójimo lo encomendado ó dejado en su mano, ó bien robare… lo
restituirá… añadirá á ello la quinta parte” (Levítico 6:2-5).

• “y no engañaréis, ni mentiréis ninguno á su prójimo. Y no juraréis en mi nombre con mentira, ni


profanarás el nombre de tu Dios” (Levítico 19:11b-12).
• “Destruirás á los que hablan mentira: Al hombre de sangres y de engaño abominará Jehová” (Salmo
5:6).

• Una de las seis cosas que Dios aborrece es “la lengua mentirosa” (Proverbios 6:17).

• El Nuevo Testamento tiene palabras fuertes para los falsos profetas (Mateo 7:15; 24:11, 24; Marcos
13:22; Lucas 6:26; 2 Pedro 2:1; 1 Juan 4:1; Apocalipsis 16:13; 19-20; 20:10). Jesús dijo, “Y conoceréis la
verdad, y la verdad os libertará” (Juan 8:32).

• “Por lo cual, dejada la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo” (Efesios 4:25).

• “Si nosotros dijéremos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no
hacemos la verdad” (1 Juan 1:6).

• Del Nuevo Jerusalén, Juan dice, “No entrará en ella ninguna cosa sucia, ó que hace abominación y
mentira” (Apocalipsis 21:27).

Ahora Pablo les pide a los cristianos colosenses que no se mientan unos a otros – que no se engañen.

“habiéndoos despojado (apekduomai de apo y ekduo) del viejo hombre con sus hechos, y revestídoos
(enduo) del nuevo” (vv. 9b-10a). Las palabras, ekduo (quitarse) y enduo (ponerse) se solían usar para
hablar de ponerse o quitarse la ropa – vestirse o desvestirse.

La razón por que Pablo les pide a estos cristianos colosenses que no mientan es porque se han
despojado del viejo hombre y se han revestido del nuevo. Reconoce que este “despojar” y “revestir” ya
ha pasado. No les pide que lo hagan, porque ya lo han hecho.

Pablo utiliza esta metáfora de la ropa para recordarles a los cristianos colosenses que ya se han
“despojado del viejo hombre con sus hechos” y se han revestido “del nuevo” (3:9b-10) – queriendo decir
que al hacerse cristianos, se hicieron personas nuevas. Dejaron atrás su persona pecaminosa y han
tomado el papel de una nueva persona guiada por el Espíritu Santo. La llamada de Pablo hacia la
honestidad concuerda con su llamada para que actúen como las nuevas personas en las que se han
convertido – que descarten su viejo comportamiento y que adapten el nuevo (véase también Romanos
13:14).

“el cual por el conocimiento es renovado” (epignosis) (v. 10b). El hombre “nuevo” (v. 10a) es el que “por
el conocimiento es renovado.”

Si gnosis es conocimiento (y lo es), entonces epignosis es un conocimiento más profundo y verdadero –


el tipo de conocimiento que no podemos sacar de un libro – el conocimiento que viene solo con la
experiencia de la vida.

Pablo habla de este tipo de renovación en otros lugares:

• Les aseguró a los cristianos colosenses que “antes aunque este nuestro hombre exterior se va
desgastando, el interior empero se renueva de día en día” (2 Corintios 4:16). Estas son buenas noticias
para los que envejecemos y vemos que nuestra habilidad física disminuye día a día.

• Les imploró a los romanos, “no os conforméis á este siglo; mas reformaos por la renovación de vuestro
entendimiento, para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”
(Romanos 12:2; véase también Colosenses 1:9).

“conforme á la imagen (eikon) del que lo crió” (v. 10c). El propósito de ser renovado en conocimiento es
reflejar más fielmente la imagen (eikon) de nuestro creador.

• Esto se refiere a la historia de la creación en Génesis donde dice, “Y crió Dios al hombre á su imagen, á
imagen de Dios lo crió; varón y hembra los crió” (Génesis 1:27).

• Pablo les dijo a los romanos que Dios predestinó a los que ya conocía “para que fuesen hechos
conformes á la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos
8:29).

• También dijo, “Y como trajimos la imagen del terreno, traeremos también la imagen del celestial” (1
Corintios 15:49) – el “terreno” se refiere al ambiente de nuestra persona anterior y “celestial” al
ambiente de nuestra nueva identidad en Cristo.

Llevar la imagen del creador es importante. Si no podemos llevar la imagen de Dios con lealtad,
comprometemos nuestro testimonio de Dios y nuestra capacidad de cumplir con la Gran Comisión
(Mateo 28:19-20). Cuando otros nos ven, deben ver la marca de Dios en nuestras vidas.

“Donde no hay Griego ni Judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni Scytha, siervo ni libre” (v. 11a;
véase también Gálatas 3:28). Una vez que nos hemos despojado “del viejo” y nos ponemos “el nuevo,”
(v. 9), entramos en una zona sin barreras donde antiguas divisiones ya no existen.

Pablo nos da varios ejemplos de divisiones sociales que ya no aplican para el cristiano:

“Griego ni Judío.” Este es un ejemplo obvio en el que “griego” es sinónimo de “gentil.”

No debemos perder de vista que Dios mandó la separación entre judío y gentil. Dios escogió a Abram
como padre del pueblo judío, y prometió que le haría una gran nación (Génesis 12:2). El Tora requería
circuncisión y restricciones dietéticas – practicas diseñadas, en parte, para ayudar al pueblo judío a
mantenerse distinto de las culturas que lo rodeaban. Cuando los israelitas entraron en la Tierra
Prometida, Yahvé dejó claro que no se debían casar con habitantes locales (Deuteronomio 7:3; véase
también Josué 23:12-13; Esdras 9:1-2, 10; 10:1-4). Cuando Salomón tomó a mujeres extranjeras como
esposas, ellas “inclinaron su corazón tras dioses ajenos… E hizo Salomón lo malo en los ojos de Jehová, y
no fue cumplidamente tras Jehová como David su padre” (1 Reyes 11:4, 6).

Los primeros cristianos eran judíos, y la iglesia requería que conversos gentiles varones se sometieran a
la circuncisión. Pero entonces Felipe bautizó a un eunuco etiopio – un hombre que, por su defecto físico
(castración) no podría entrar plenamente en la comunidad judía (Hechos 8). Entonces Saúl recibió una
visión de Cristo en camino a Damasco – una visión que le llevó a llamarse Pablo, el gran apóstol a los
gentiles (Hechos 9). Por último, Pedro tuvo una visión en la que se le requería comer animales impuros,
según la ley judía. Esto resultó en un entendimiento más amplio para Pedro: “Vosotros sabéis que es
abominable á un varón Judío juntarse ó llegarse á extranjero; mas me ha mostrado Dios que á ningún
hombre llame común ó inmundo” (Hechos 10:28) – y “Por verdad hallo que Dios no hace acepción de
personas; Sino que de cualquiera nación que le teme y obra justicia, se agrada” (Hechos 10:34-35; véase
también Hechos 15).

Después de eso, Pablo, el apóstol a los gentiles, asciende en importancia y empezamos a oír poco de
Pedro (el antiguo defensor del legalismo judío) en el resto del libro de Hechos.

“circuncisión ni incircuncisión” es otra manera de decir judío y gentil. El Tora requería circuncidar los
varones al octavo día después de nacer para marcar su pertenencia en el pacto con la nación de Israel
(Levítico 12:2-3).

Sin embargo, como Cristianos no tenemos necesidad de circuncisión porque hemos recibido una
circuncisión no hecha con las manos – una obra de Dios en lugar del hombre – una circuncisión espiritual
en lugar de física – una circuncisión del corazón (Deuteronomio 10:16; Jeremías 4:4; Romanos 2:29;
véase también Hechos 15:1-29; Gálatas 2:1-10).

“bárbaro ni Scytha.” A diferencia de los ejemplos anteriores (judío y gentil – circuncisión y


incircuncisión), bárbaro y Scytha no están opuestos. Los griegos pensaban de quienes no eran griegos
como bárbaros – gente que hablaba un idioma salvaje y vivía de manera salvaje. Los Schytha vivían un
tipo de barbarismo extremo conocido por sus salvajadas y prácticas alarmantes, como la de beber la
sangre de sus enemigos.

“siervo (doulos) ni libre.” La palabra doulos se traduce siervo o esclavo, y sugiere servidumbre
involuntaria. Un doulos es subordinado a su amo y se le exige obedecer las órdenes de su amo. Un
hombre libre, en contraste, no es solo libre, pero también podía ser dueño de sus propios esclavos.

Pablo escribió una carta a Filemón, cristiano y dueño de esclavos, acerca de Onésimo, un esclavo de
Filemón que seguramente se había escapado. Pablo devolvió Onésimo a Filemón, pidiéndole que
recibiera a Onésimo “No ya como siervo, antes más que siervo, como hermano amado, mayormente de
mí, pero cuánto más de ti, en la carne y en el Señor. Así que, si me tienes por compañero, recíbele como
á mí” (Filemón 16-17).
“mas Cristo es el todo, y en todos” (v. 11b). Todas las categorías incluidas en versículo 11a se reúnen bajo
la dirección de Cristo, que “es el todo, y en todos.” En Cristo, las antiguas categorías ya no tienen
significado. Todos han pecado. Todos son perdonados. Todos tienen el mismo acceso a la cena del Señor.
Todos son hermanos y hermanas. Todos son “uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28).

TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada
enhttp://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de
dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).

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Copyright 2014, Richard Niell Donovan


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