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YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA

CITA BIBLICA:

Juan 11:25-26 “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el
que vive y cree en mí, no morirá jamás”. 

OBJETIVO:

Entender que Jesus no solamente explicaba las enseñanzas, sino que  demostraba mientras


enseñaba.

INTRODUCCION

Cristo es la fuente de todo, el principio de vida. Todo el universo le debe su existencia. Tú y yo


existimos porque Él nos dio vida. Si en este momento tu corazón está latiendo, es porque el Señor te
sostiene. Por eso nuestras vidas deben honrarlo y glorificarlo a Él como nuestro dador de la vida.

Jesus no solo “da” vida: Él es la vida misma. Jesus viene a ser luz para la humanidad perdida, muerta
en sus delitos y pecados.

Cristo es la vida, y como tal da existencia a todo lo creado, pero también es la resurrección,
volviendo a la vida todo aquello que estaba destruido y muerto por el pecado. La resurrección,
entonces, implica que primero hubo muerte, y que esa muerte debió ser deshecha, revertida por un
acto sobrenatural y lleno de poder, y que sólo el Señor, quien tiene vida en sí mismo, puede realizar.
1 Juan. 3:8

Por eso dice la Escritura: “Pero ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicias de los que
durmieron” (1 Co. 15:20, NBLH). La Escritura hace una hermosa comparación con la cosecha, donde los
primeros frutos son llamados “primicia”. Es decir, Cristo es el primer fruto de la resurrección gloriosa que
ocurrirá el día final, cuando los que son de Cristo serán renovados en gloria, en una gran cosecha de vida en un
campo que había sido arrasado por la muerte.

A través del libro de Juan vemos los 7 “Yo soy” de Jesús y sabemos que el propósito de estos, así
como de todo el libro es: testificar de la deidad de Cristo y para llevarnos a la salvación
(20:31). El último versículo del libro de Juan menciona que él no pudo escribir sobre todo lo que
Cristo hizo, sino que eligió estos 7 milagros que daban testimonio inconfundible de Su deidad.  

De los 7 milagros, el levantar a Lázaro de la muerte después de 4 días de haber muerto, es por


mucho, el más poderoso. Esta no es la primera vez que Cristo resucita a alguien porque ya lo había
hecho con la hija de Jairo justo cuando acaba de morir (Mr. 5:21-43), y con el hijo de la
viuda que también recientemente había muerto pues estaban en el proceso de llevarlo al sepulcro
(Lc. 7:11-17). La muerte de Lázaro fue diferente porque tenía 4 días de muerto antes
de la resurrección y seguramente la descomposición del cuerpo se encontraba en estado avanzado.  

Hay varios puntos en esta historia que nos llaman la atención. Primero, los miembros de esta
familia eran muy cercanos a Jesús, y obviamente habían pasado mucho tiempo con el Maestro
porque la conversación de Marta con Jesús demostró su conocimiento de la teología que Cristo
mismo le había enseñado. Ella sabía que había un día final donde
todos resucitarán (Jn. 11:24), ella reconocía que Jesús era el Mesías (Jn. 11:27), y sabía que Él era
capaz de sanar a los enfermos; sin embargo, a pesar de que había
resucitado personas anteriormente, Marta todavía no lo había visto como ¡la Vida!  

Él es el creador de todo (Col. 1:16) y aquel que puede crear de la nada (Gen. 1:1) puede resucitar a la
vida porque su naturaleza es Vida. Él no recibió la vida como nosotras, sino que Él mismo nos dio
vida. La vida existe en Él, y como Él es eterno, entonces nuestra vida también. Es por ello por lo
que, al momento de morir iremos a uno de 2 lugares, el cielo con eterno gozo, o al infierno con
eterno sufrimiento. De todas las decisiones que hacemos en nuestra vida, esta es la más importante
que tomaremos, porque determina nuestra vida después de la muerte. Y la decisión es, si Jesucristo
es tu Salvador y Señor. 

¿Cuántas de nosotras somos como Marta? Lo conocemos, hemos pasado tiempo con Él y, aun
así, nos falta convicción para obedecerlo. Leemos la Biblia, sin embargo, no la estudiamos y aunque
sabemos mucho de Él, no hemos experimentado personalmente lo que Él es capaz de hacer.  

Jesús esperó 2 días para ir donde sus amigos porque Él tuvo un plan para glorificarse, un plan mucho
mejor que sanar a Lázaro. Marta y María no lo entendían y se quejaban (Juan 11:21 y 32).  En
nuestros tiempos difíciles cuando no entendemos lo que está ocurriendo ¿lo acusamos de no venir
dónde nosotras? 

Para poner esta historia en perspectiva, Lázaro murió días antes de la crucifixión de Jesús y, por
ende, Él estaba aumentando la fe de sus discípulos y preparándolos por un milagro mucho mas
grande que este: Su resurrección.  Se ve claramente que el mismo evento aumentaba la fe de sus
hijos mientras que también aumentaba la condenación en aquellos que lo rechazaban. Esta
decisión es tan importante porque determina nuestro destino.  

Otro aspecto de esta historia que nos llama la atención es que Jesús está demostrando lo que había
dicho en Juan 5:21 “Porque así como el Padre levanta a los muertos y les
da vida, asimismo el Hijo también da vida a los que El quiere”. Y en los versículos 28-29 El termina
con “No os admiréis de esto, porque viene la hora en que todos los
que están en los sepulcros oirán su voz, y saldrán: los que hicieron lo bueno, a resurrección de vida,
y los que practicaron lo malo, a resurrección de juicio.” Cristo no es solamente El Salvador, sino que
Él es el juez al que cada una de nosotras nos enfrentaremos. Notemos la paradoja, ¡Jesús da vida a
los hombres mientras Él entrega su vida para que la recibamos! 
El tercer aspecto que nos llama la atención se nota en Juan 11:35 “Jesús lloró.” Es
increíble cuanto nos pueden enseñar tan solo dos palabras. La palabra griega utilizada aquí
era ‘dakryo” y significa “estallido repentino de llanto”. Es un sentir de dolor emocional profundo, y
puede ser de enojo, tristeza, duelo o indignación. Él sabía que Lázaro no quedaría muerto (Jn. 11:4),
entonces el duelo no provocó el llanto.  

El pastor John MacArthur especula que Cristo sentía todo el impacto de lo que el pecado había


producido. Él dice: “Es que cada emoción fue sentida profundamente en su espíritu, en su interior, Él
fue conmovido o permitió que el problema lo sacudiera emocionalmente. Se dejó sentir todo.”  

Como Betania estaba en el camino de Jerusalén a Jericó, había muchas personas viajando porque fue


cerca del tiempo de la Pascua. Jesús estaba rodeado por muchas personas, algunas quienes
estaban pasando por el dolor de perder un ser querido, otras que lo atravesaría en el futuro y la
gran mayoría morirían sin aceptarlo como el Mesías, personas que vivirían en una eternidad de
condenación.  

En este momento Él, siendo Dios, fue el único que entendía el poder del pecado, la realidad de este,


pues Su creación era perfecta y por causa del pecado, de la caída era el único que podía entender la
profundidad del castigo para aquellos que pasarían la eternidad bajo el juicio de Dios; y como
hombre, también fue abrumado. La muerte no es el final como muchos piensan sino, es una
transición de la vida física a la vida espiritual.  

El último aspecto que quiero hacer notar es cuando Jesús llama a Lázaro en el versículo 43


“Habiendo dicho esto, gritó con fuerte voz: ¡Lázaro, ven fuera!” ¿Y qué ocurrió? ¡Lázaro recuperó la
vida! ¿Cómo fue que Cristo creó al mundo? ¡Con Su palabra! La palabra de un Dios Todopoderoso es
suficiente para dar vida. ¡Y esto no es diferente a cuando Él nos llama a su redil! (Mt. 9:9). Pero
notamos también que Lázaro salió como entró, atado con vendas y Jesús manda a aquellos
alrededor de desatarlo (Juan 11:44).   

Cuando Él nos llama al redil, entramos con toda nuestra cosmovisión mundana. Como mujeres
debemos enseñar a las jóvenes en la fe (Tit. 2:3-6) y todas debemos humildemente seguir a nuestros
líderes (Heb. 13:7). Cristo regenera nuestras mentes, sin embargo, hay un proceso para quitar
mentiras y reemplazarlas con la verdad. Como vimos en esta historia, evitar el sufrimiento no es
una señal del amor de Dios, sino dándonos a Él mismo y con ello recibir el regalo de pasar
la eternidad a Su lado.  

Su plan y tiempo son perfectos, y cuando confiamos en Él, sus revelaciones son más profundas y
gloriosas mientras atravesamos por el valle del sufrimiento y la muerte caminando con Él (Salmos
23:4).    
Pero finalmente el Señor nos hace pasar por todas estas cosas porque la gloria que está después de estas
aflicciones para sus hijos, es muchísimo mayor que el dolor que estamos viviendo. Y al final, cuando veamos a
Dios manifestado, cuando veamos su propósito revelado, su sabiduría perfecta, comprobaremos que Él siempre
estuvo a nuestro cuidado, que siempre estuvo en control, y estuvo pendiente de nosotros como un Padre, como
Pastor de las ovejas. Entenderemos que todo esto tuvo sentido, que es la gloria del Señor y nuestra propia
santificación; y esto nos invita a seguir confiando en Él, perseverando sabiendo que Dios sabe lo que está
haciendo. Tenemos que aprender a amar esa mano que nos hiere para sanarnos.

Por eso, a veces no veremos claramente el propósito del Señor en todo lo que nos está ocurriendo. Vemos que la
aflicción y la angustia nos rodean, pero también sabemos que el Señor ha prometido estar con nosotros y no
desampararnos. En esos momentos, tendremos que avanzar con los ojos de la fe, debemos recordar en la
oscuridad aquello que aprendimos en la luz.

Esas palabras de Cristo, “Yo soy la resurrección y la vida”, tuvieron un efecto profundo, deben haber calado tan
hondo en el corazón de Marta, que la confesión que dijo como respuesta salió de forma natural. Fueron el eco
obvio ante esa declaración de Cristo, que debió haber sonado como un rugido de león, como siete truenos o
como el bramido del mar. Los ojos de Marta fueron abiertos, para ver por la fe a Cristo como el Mesías, el Hijo
de David que reinará para siempre sobre todo reino y nación.

La pregunta que Cristo hizo a María: “¿Crees esto?” viene también ahora para ti. ¿Crees esto? Y considéralo
bien, es el mismo Jesús a través de su Palabra Santa quien te lo pregunta hoy: ¿CREES ESTO? ¡Tu respuesta
es de vida o muerte! Y hablo de vida eterna o muerte eterna.
Quien crea en Cristo, aunque esté muerto vivirá; pero quien no crea en Cristo, aunque hoy parezca estar vivo, en
realidad está muerto: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la
vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Jn. 3:36). Quien ha rechazado creer en el Hijo, es alguien que tiene
sobre su cabeza la terrible y pesada espada de la ira de Dios, colgando de un delgado hilo que un día se cortará.
Sólo está separado del infierno eterno por el latido de su corazón.

Cristo Jesús está ofreciendo vida, vida eterna, a todos los que se atrevan a creer.

Jesús conquistó la victoria sobre la muerte. Él quiere darle vida ahora y por la eternidad.
Arrepiéntase de su pecado y acepte su oferta de perdón y vida. ¿Desea hacerlo ahora?

Nosotros tenemos la seguridad que después de esta


vida, hay esperanza. El Señor nos a prometido una
resurrección y vida eterna en El. Con razón el
Apóstol Pablo decía en Filipenses 1:21, “ Porque
para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.” El
reconocía que después de esta vida le esperaba una
vida mejor, una vida eterna.
YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA

Juan 11:1-57

La frase que hoy trataremos está contenida en (Jn. 11:25-26), cuando Jesús dice: “Yo soy la
resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en
mí, no morirá eternamente.” Cuando leemos esta porción de la Escritura tenemos que reconocer
que llegamos a palabras mayores, en el sentido de que ahora el Señor nos está hablando de vida,
muerte y resurrección.

Para estudiar sobre este tema, es necesario que comencemos a ver la realidad de nuestra existencia
y pongamos los pies sobre la tierra. Es muy común escuchar a algunas personas decir que no les
gusta oír cosas desagradables, refiriéndose a las realidades de la vida; lo penoso de esto, es que
vivimos en un mundo anestesiado e insensato, ya que todos buscan salir de la realidad que les
rodea, de alguna manera, a base de:

· Filosofías etéreas,

· Meditación Trascendental,

· Movimientos religiosos,

· Control mental, Drogas,

· Terapias de Grupo,

· Movimientos de autosugestión.

El éxito de la estrategia de Satanás es llevar al hombre a no sentir, ni palpar la responsabilidad que


como ser, tiene que afrontar dentro de la sociedad que le rodea; para ellos, sólo es importante no
pensar, para creer que la vida es color de rosa cuando el color que tiene no les conviene.

Ahora bien, sabemos que por el hecho de que el mundo huya de la realidad, la realidad no deja de
ser una genuina realidad. Cualquier ser humano quisiera hacerles un cuento de hadas, satisfaciendo
la búsqueda de algunos que buscan oír lo que quieren oír y no la verdad de Dios, pero los verdaderos
siervos de Dios han sido puestos por testigos suyos y seríamos unos hipócritas si no predicamos lo
que él quiere que oigamos.

Sabemos que los sueños traen una dulce paz, pero esto, hasta que despertamos y enfrentamos la
cruda realidad. Ahora, en esta oportunidad, Dios nos ofrece una paz perdurable hasta la eternidad,
en un mundo que cada día se destruye más. Sepa que la oferta que hace Dios es eterna y
perdurable.

Para poder lograr esta paz, tenemos que conocer algunas verdades que veremos a través del
bosquejo que sigue a continuación:
I) LA REALIDAD DE LA MUERTE

II) LA REALIDAD DE LA RESURRECCION DEL CREYENTE

III) LA REALIDAD DE LA VIDA ETERNA

Veamos primeramente:

I. LA REALIDAD DE LA MUERTE

(Jn. 11:1-24)

A. LA MUERTE ES LA ÚNICA REALIDAD VERDADERA PARA EL QUE VIVE

1. Físicamente, la muerte es la separación de la unidad tripartita del hombre según nos dice (1
Tes. 5:23), la cual se compone de cuerpo, alma y espíritu. Algunos entienden que el hombre es
bipartita, entendiendo que el espíritu y el alma son una misma cosa basando su teoría en (Ec. 12:7)
donde solo se menciona el cuerpo y el espíritu.

2. Sin importar cual sea nuestro pensamiento, sabemos que la muerte física es separación del
alma del cuerpo. Ahora bien, si analizamos el contexto del pasaje donde Jesús hace esta declaración,
veremos que para hablar de resurrección y vida, Jesús esperó que Lázaro muriera (v. 6), porque él
deseaba dejar claro su enseñanza con respecto a la muerte.

3. En esta porción notamos: Lázaro estuvo muerto (v. 14), Lázaro estuvo descompuesto (v. 39).
Todos hemos de ver la realidad de la muerte como parte del juicio de Dios por el pecado cometido
por nuestros primeros padres, Adán y Eva. Ya Dios les había declarado en (Gn. 2:17) que el día en
que comieran del árbol del conocimiento de la ciencia del bien y del mal, ciertamente morirían. Por
esto en Adán todos morimos (1 Co. 15:22).

Recordar el saludo de las monjas de la orden LA TRAPPE, en Francia, año 1,140 el cual reza así:
“MORIR HABEMOS”.

B. JESÚS DENOTA LA REALIDAD DE LA MUERTE ESPIRITUAL QUE POSEEN MUCHOS QUE ESTAN
VIVOS FÍSICAMENTE

1. Ya hemos dicho que la muerte física es la separación del alma del cuerpo, ahora tenemos
que definir que la muerte espiritual no es más que la separación de nuestra alma del dador de la
vida, que es Dios. Dios es vida y todo aquel que está separado de él por el pecado, está muerto
espiritualmente.
2. En (Ro. 5:12) encontramos como la muerte espiritual pasó a todos los hombres por
causa del pecado cuando dice: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre
(Adán), y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos
pecaron.” Esto nos deja dicho que tanto la muerte física como la muerte espiritual viene por causa
del pecado e invade a todos los hombres, por cuanto todos somos pecadores.

3. En esta porción, Jesús deja claramente establecida esta realidad. Él denota esta verdad
cuando ve a los que se lamentaban por Lázaro según nos dicen los (vv. 32-33). Estos lloraban por
Lázaro cuando debían estar llorando también por su alma. Verdaderamente que son muchos los que
estando vivos físicamente, están muertos espiritualmente delante de Dios.

C. FRENTE A LA REALIDAD INELUDIBLE DE LA MUERTE FÍSICA, JESÚS DECLARA COMO ELUDIR LA


ESPIRITUAL

1. Jesús nos quiere llevar a darnos cuenta de la realidad ineludible de la muerte física y sus
consecuencias. Esto lo notamos en el hecho de que Jesús, habiendo podido ir a tiempo para sanar a
Lázaro, espera que muera. De esta manera su familia tendría que experimentar las consecuencias de
la muerte.

2. Frente a esta realidad de la muerte, Jesús lleva nuestra mente a preocuparnos por nosotros
mismos, cuando enfrenta a Marta y le dice: Tu hermano resucitará. El propósito de Jesús era llevar a
esta joven a pensar en la esperanza de Dios frente a la realidad de la muerte que ella misma había
sentido en carne propia.

3. Tantas veces que Marta había oído hablar de esta palabra, pero había oído hablar de la
muerte y de la resurrección como algo que a ella nunca le iba a tocar, como pensamos muchos hasta
que la muerte nos toca cerca. La respuesta de Marta explica su pensar, (v. 24): “Yo sé que resucitará
en la resurrección, en el día postrero.” Esta es una respuesta vacía para Jesús. Es como si ella hubiera
dicho: “Si, Señor, yo he oído de esto pero, Señor, mi hermano esta muerto.”

Y de esta expresión, Jesús nos lleva a comprender:

II. LA REALIDAD DE LA RESURRECCIÓN DEL CREYENTE

(Jn. 11:25-37)

A. LA RESURRECCIÓN ERA UNA PROMESA DE LA ANTIGUEDAD


1. En pasajes como (Is. 26:19); (Dn. 12:1-3); (Ez. 37:1-10), se nos habla de la promesa de la
resurrección. Este era un tema predilecto para los profetas y estudiosos de la Biblia, de hecho, las
sectas religiosas de los días de Jesús estaban en plena discusión con respecto a la resurrección (Mt.
22:23-33). Los Saduceos la negaban y los Fariseos la creían y como vemos ahora Marta tenía esto en
su mente, pero no vivía por ello.

2. Marta conocía sobre la promesa de la resurrección pero ella no vivía por ello. Ella no estaba
convencida de la realidad de la resurrección como un hecho tal que calmara su alma con respecto a
las personas queridas que ella había visto partir. Esta es la enseñanza que el apóstol Pablo nos
brinda en (1 Tes. 4:13) para que no nos entristezcamos como aquellos que no tienen esperanzas.

3. Pero, al parecer, esta verdad era algo muy lejano y no dominaba el corazón de Marta, ni el de
sus familiares y amigos. Lo que estamos diciendo es que esta gente no tenía convicción suficiente
con respecto a esta promesa, de forma tal que en vez de estar desesperados porque Lázaro había
muerto, debían estar dando gracias a Dios por la promesa de que un día él iba a resucitar. Marta de
hecho respondió como si dijera: “Si, yo lo sé Señor, que mi hermano resucitará, pero éste no es mi
problema ahora, mi problema es que yo no lo quiero en la tumba, sino vivo, ahora.”

B. LA FE EN LA RESURRECCIÓN ES LA BASE DE LA VIDA ETERNA

1. Marta y los demás tenían que entender la verdad de esta promesa, por esta razón Jesús
declara lo que vemos en el (v. 25): “Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí,
aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.” Las
palabras de Jesús son conclusivas y directas a crear convicción en el corazón de los que han de creer
en el poder de la resurrección.

2. Esta gente, no sólo debía conocer esta promesa, sino que esta promesa tenía que ser la base
de su fe y de su existencia; por lo que Jesús lleva a Marta a la pregunta final: “¿Crees esto?” La
pregunta que hace Jesús ahora a Marta tiene como propósito, traerle a confesar. La Biblia no solo
nos llama a creer, sino que nos llama a confesar con nuestra boca como dice (Romanos 10:9,10).

3. Marta, da una respuesta satisfactoria para testimonio de ella ante Jesús y ante los demás.
Notemos que ella no dice: “Sí, creo” y nada más; si no que ella declara que Jesús es la resurrección.
Notemos: “Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el hijo de Dios, que has venido al
mundo.” Con esta declaración, Marta deja claro ante el Señor cuales son sus convicciones ante la
realidad de la muerte de su hermano. Ahora podía decir: Muera o viva mi hermano, yo sé quien tú
eres Señor.

C. SU FE EN LA RESURRECCIÓN SERÁ RECOMPENSADA POR EL PODER DE JESÚS


1. Jesús, frente a la incredulidad de los demás confirmaría la fe de Marta y de su hermana
María. Marta hasta ahora es la única del grupo que ha entendido la enseñanza que Jesús quiere aquí
traer para la gloria de Dios. Los demás han de ser enfrentados ahora.

2. Notemos el (v. 37) cuando nos narra como Jesús esperaba el momento crítico, cuando ya
Lázaro había muerto, había sido enterrado y hedía, para hacer la obra que traería gloria al Padre.
Esto fue lo que había declarado a sus discípulos en el (v. 4), cuando dijo: “Esta enfermedad no es
para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.”

3. En esta última porción de esta sección, Jesús enfrenta a María, ve la desesperación de los que
amaban a Lázaro y aún el texto nos muestra como el mismo Jesús se conmovió y lloró frente a la
tumba de su amigo. También tuvo que oír a los incrédulos que cuestionaban y decían si él no había
podido evitar que Lázaro pasase por la cruda realidad de la muerte.

Analicemos ahora:

III) LA REALIDAD DE LA VIDA ETERNA

(Jn. 11:38-57)

A. JESÚS DEMOSTRARÍA AHORA SU PODER SOBRE LA MUERTE Y SOBRE LA VIDA

1. Jesús esperó el momento en que los hombres no podían hacer nada por Lázaro, y conmovido
por el escenario que tenía a su alrededor, se dispuso a actuar (v. 38). El texto destaca
dramáticamente los sentimientos del Señor cuando dice: “Jesús, profundamente conmovido otra
vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima.”

2. Frente a la tumba comenzó a ordenar y a declarar que hiciesen lo que él pedía diciendo:
“Quitad la piedra.” Notemos que Jesús no hace nada que nosotros podamos hacer, sino que hace
todo lo que nosotros NO podemos hacer. Ellos podían quitar la piedra, pero ellos no podían hacer lo
que ahora Jesús ha de hacer.

3. Notemos el detalle que recoge el evangelista Juan, antes del milagro (v. 39): “Marta, la
hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.” Esto nos indica
que Marta había creído pero todavía ella no había entendido todo el poder que radicaba en Cristo y
cómo él tendría poder más allá de la fuerza de la naturaleza.

B. JESÚS DEMOSTRARÍA SU PODER FRENTE A LA MUERTE


1. Se declaran dos detalles importantes sobre la condición de Lázaro, que son: Estaba muerto y
su muerte era fácilmente confirmada por el olor que despedía la tumba. (Se declara que su cuerpo
hedía por tener cuatro días de haber muerto). Marta quiere advertir al Señor de la condición del
cuerpo de su hermano, ella no sabía que Jesús conocía todas las cosas sin que el hombre le dijese
nada.

2. Jesús había esperado precisamente que todo esto llegara a este punto, para demostrar hasta
donde llegaba en él, el poder sobre la muerte. Esto no dependería de la condición de Lázaro, sino del
poder que él tenía sobre la vida y sobre la muerte. Por esto, para que nadie tuviera dudas, le dice a
Marta: “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?”

3. La fe tiene que venir antes de ver la evidencia del poder de Dios. (He. 11:1) nos dice: “Es pues
la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” Jesús estaba exigiendo a Marta
y a los demás, fe antes de ver lo que él haría. Porque esto es fundamental ante Dios.

C. JESÚS CONFIRMABA AHORA LA FE DE LOS CREYENTES, DÁNDOLES LA SEGURIDAD SOBRE LA VIDA


ETERNA

1. Ahora, Jesús ora al Padre en su condición de Dios hecho hombre, para que el Padre
confirmara su poder, con la señal que en este momento haría. En los (vv. 41-42) se declara:
“Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo
alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por
causa de la multitud que esta alrededor, para que crean que tú me has enviado.”

2. Cuando Jesús oró al Padre como evidencia a los que le rodeaban, y a nosotros que en este
momento estudiamos las Escrituras, declaró con voz de autoridad: “Lázaro, ven fuera.” Es evidente
que esta petición de Jesús a un muerto era un verdadero reto ante la muerte. La muerte ahora
entregaba a Lázaro para que volviera a vivir como lo había hecho antes.

3. El (v. 44) nos declara la victoria de Jesús frente a la muerte maldita. Cuando Lázaro sale de la
tumba, envuelto en el sudario con que lo habían enterrado, solo quedaba decirle a los demás:
“Desatadle, y dejadle ir.” Ya él no tenia que hacer más nada por su amigo, ya los demás podían
ejecutar esta petición.

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:

Desde el (v. 45 al 57) vemos la reacción de sus enemigos y la manera en que sin saberlo profetizan
de la obra sustitutiva de Jesús. Ahora no solo esta gente tenía la promesa sobre la resurrección, sino
que ahora tenía la seguridad de que la resurrección era un hecho posible, además de saber donde
radicaba el poder de la misma. La fe de los que habían creído estaba fortalecida por esta señal y
podían decir con toda propiedad, “Jesús es la resurrección y la vida.” Pero el corazón de sus
enemigos estaba ahora más duro que nunca.

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