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INI. Richard J.

Bemstein

Praxis y acción
Enfoques contemporáneos
de la actividad humana

Versión española de
Gabriel Bello Reguera
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INDICE
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Parte primera.—Praxis: Marx y la herencia hegeliana ... 25


Parte segunda.—Conciencia, existencia y acción: Kierkegaard y Sartre. 96
Parte tercera.—Acción, conducta e investigación: Peirce y Dewey ... 173
Parte cuarta.—El concepto de acción: la filosofía analítica . . 236
1
307
322
334 )
Indice de materias ... 357
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PREFACIO

A Caro!
KOLVa TdCQ Tdc TC.51/ cp0aav
Platón, Fedro

El título de este libro «Praxis y acción», puede parecer redun-


dante, pero la redundancia es a propósito. El término griego «praxis»
ordinariamente tiene un significado que se corresponde aproximada-
mente al sentido que se suele dar en general a «acción» o «hacer»,
y frecuentemente se traduce al castellano por «práctica». Como
Lobkowicz apunta. «El verbo wpaacrui ("prasso") tiene unos cuan-
tos significados estrechamente relacionados tales como "yo llevo acabo
(por ejemplo, un viaje)", "yo dirijo (digamos, unos asuntos)", "yo
me encuentro" o "me va (por ejemplo, bien o mal)" y, en general,
"yo actúo o realizo alguna actividad".» 1
Aunque estos usos son bastante comunes en griego, «praxis»
adquiere en Aristóteles un significado especial y casi-técnico. Aristó-
teles continúa usando la expresión en sentido general para referirse
a diversas actividades vitales, pero también usa «praxis» para desig-
nar uno de los modos de vida accesibles al hombre libre y para
designar las ciencias y las artes que versan sobre las actividades
características de la dimensión ética y política del hombre. En este

1
Nicholas Lobkowicz, Theory and Practice: History of a Concept /rom
Aristotle to Marx, p. 9. (El lugar y la fecha de todos los libros citados en
el texto serán dados en la bibliografía.) Esta es una buena fuente para una
discusión más extensa del significado y alcance de la distinción entre teoría
y práctica en Aristóteles y para seguir las vicisitudes de esta distinción a
través de la historia, culminando en un detallado examen del pensamiento
de Marx.
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Richard J. Bernstein Praxis y acción 11
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contexto, el contraste que establece Aristóteles es entre «theoria» obstáculos y tropiezos del mundo, cuyos aspectos «material» y «prác-
y «praxis», donde la primera expresión significa aquellas ciencias y tico» le importan ante todo. Consecuentemente, una persona cuya
actividades interesadas en el conocimiento por sí mismo. Este con- mentalidad responda a este sentido contemporáneo de lo «práctico»,
traste es un precedente de la distinción entre teoría y práctica, distin- puede quedar en principio perpleja al constatar que lo que ahora
ción que ha sido central para casi todo gran filósofo occidental desde denominamos «practico» tiene poco que ver con lo que Aristóteles
Aristóteles. entendía por «praxis».
A veces, Aristóteles introduce una distinción más refinada entre La ambigüedad de lo que podríamos rotular sentidos «alto» y
«poesis» y «praxis». Lo que importa aquí es distinguir entre activi- «bajo» de «práctico», ha sido la fuente de innumerables confusiones,
dades y disciplinas que son primordialmente una forma de hacer incluso entre filósofos. Cuando, por ejemplo, los pragmatistas ponían
(edificar una casa, escribir una obra), y el obrar propiamente tal, don- el acento en la importancia de lo «práctico» para la vida, ante todo
de el fin o telos de la actividad no es primariamente la producción estaban desarrollando una categoría derivada del sentido «alto» de
o construcción de un artefacto, sino, más bien, la realización de una práctico; estaban próximos en espíritu a la «praxis» aristotélica.
actividad determinada de una cierta manera, es decir, realizar la Pero muchos de sus críticos los han interpretado —a veces por
actividad bien: «eupraxia». ignorancia, otras por malicia— como si estuvieran santificando el
Praxis en este sentido más restringido, significa las disciplinas sentido bajo de «práctico».
y actividades predominantes en la vida ética y política del hombre. No fue sólo pensando en Aristóteles como se introdujo el término
Estas disciplinas que requieren conocimiento y sapiencia práctica, «praxis» en el título de este libro, aun cuando hemos de ver que en
pueden contraponerse a «theoria» porque su objetivo no es el co- el uso moderno de este término nunca se pierde el especial matiz
nocer o el saber práctico por sí mismo, sino el actuar —el bien aristotélico sugeridor de aquella manera de desarrollar la auténtica
vivir. Si añadimos que para Aristóteles, la actividad ética individual actividad humana que tiene lugar en la vida de la polis. En la historia
es propiamente una parte del estudio de la actividad politica —acti- de la filosofía hay momentos en que un concepto capta la atención
vidad en la «polis»— , entonces podemos decir que «praxis» signi-
11 1 de un grupo de pensadores. En tales períodos, el concepto en cues-
fica la actividad libre (así como las disciplinas interesadas en esta tión puede poseer un significado casi mágico, que sugiere un modo
actividad) en la «polis» ?. global de ver las cosas, todo un enjambre de implicaciones y proble-
Debemos tener cuidado de no tergiversar el espíritu de las dis- mas a afrontar. En Alemania, hacia 1840, «praxis» tuvo este poder
tinciones aristotélicas. Aun cuando «theoria», que es la fuente etimo- entre los jóvenes hegelianos de izquierda. Dichos pensadores se sumer-
lógica de nuestra palabra «teoría», se traduce a veces por «contem- gieron profundamente en las sinuosidades del pensamiento hegeliano,
plación», «contemplación» tiende a sugerir un estado mental pasivo pero en sus propios intentos de hacerse con el control de la proble-
y receptivo. Pero para Aristóteles, «theoria» es una forma de vida mática de su tiempo, sentían que algo había ido desesperanzadora-
que implica actividad ardua y disciplinada. No es enteramente exacto mente mal en el sistema hegeliano. Había una urgente necesidad
denominar «theoria» y «praxis» a formas o modos de vida, pues de ir «más allá» de Hegel. En esta búsqueda apareció el concepto
de «praxis» en el horizonte. Parece que fue Cieszkowski quien acuñó
según Aristóteles ambas emergen como dos dimensiones de la vida
auténticamente humana y libre. este nuevo uso de «praxis» y declaró que el papel de la filosofía era
Podemos detectar ya una importante ambigüedad que se mani- «llegar a ser una filosofía práctica o, más bien, una filosofía de la
fiesta en la disparidad entre el significado aristotélico de «praxis» y actividad práctica, de la "praxis", que ejerciera una influencia direc-
la traducción castellana «práctica». Pues «práctica» y su pariente ta en la vida social y desarrollara el futuro en el ámbito de la activi-
«práctico» apuntan a una actividad o carácter mundano y mixto. El dad concreta» 3. Entre los hegelianos de izquierda, el entusiasmo
hombre práctico es el que no está interesado en la teoría (hasta es anti- que producía el discurso de la praxis era comparable sólo a la vague-
teorético o anti-intelectual), que sabe cómo seguir adelante en los dad con que se usaba la expresión. Marx formaba parte de este
movimiento y se apropió la idea de sus contemporáneos (como hizo
2Para un ambicioso intento de sistematizar y revivir este significado
3
A. V. Cieszkowsld, Prolegomena zur Historiosophie, p. 129. Esté pasaje
aristotélico de la actividad política libre, ver Hannah Arendt, The Human está traducido y citado por David McLellan, The Young Hegelians and Karl
Marx, p. 10.
Condition.
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con otras muchas de sus ideas-clave). Lo que distingue a Marx de redundantes, pero si se considera el papel que estos conceptos han
los otros hegelianos de izquierda es que en seguida se sintió insatis- desempeñado en el pensamiento marxista y en la filosofía analítica
fecho de la vaguedad con que se hablaba acerca de la praxis y esto respectivamente, aparecen como indicadores de dos actitudes intelec-
le llevó a desarrollar una teoría de 'la praxis completa, sistemática y tuales independientes e incomunicables. El uso de estos dos términos
comprensiva, una teoría, diría yo, que proporciona la clave para en- er, el título de esta obra responde explícitamente a la intención de
tender su actividad mental básica desde sus tempranas especulaciones avivar la tensión y postular una investigación única de estos dos influ-
hasta la madurez de su pensamiento. Hasta hace poco, el concepto yentes movimientos.
de «praxis» no desempeñaba un papel fundamental en las interpre- Si ensanchamos nuestro horizonte para incluir otras tendencias
taciones tradicionales u «ortodoxas» del marxismo. Pero con el rena- filosóficas que han contribuido a modelar nuestra conciencia moder-
cimiento del interés por Marx después de la Segunda Guerra Mundial, na, descubrimos en seguida que el centrar la atención en la praxis
dicho concepto ha revivido otra vez, y ha revivido con la idea de y la acción no es exclusiva del pensamiento marxista ni de la filosofía
evocar lo que .se considera más vital y básico en la orientación mar- postwittgensteiniana contemporánea, sino que tiene un alcance más
xista. El nuevo interés por la «praxis» está indicado por el papel vasto. El texto de Cieszkowski citado hace poco podría haber sido
fundamental que desempeña en la Crítica de la razón dialéctica de escrito por Dewey. Dewey, como Marx, fue influido muy pronto
Sartre y por la aparición de la revista internacional, publicada en en su desarrollo intelectual por Hegel y los hegelianos. El propio
Yugoslavia, Praxis, que se ha convertido en el vehículo del revivir Dewey postuló una filosofía que «se habría de convertir en una
de la interpretación humanística de Marx y del Marxismo. filosofía práctica o mejor una filosofía de la actividad práctica». Es
Del mismo modo que el concepto de praxis ha llegado a tener bien sabido que los filósofos pragmatistas se preocuparon por la
un enorme poder al .sugerir una especial lectura de Marx y una naturaleza de la acción humana y de la práctica, pero subsiste aún
interpretación humanística del marxismo, encontramos, en un con- mucha confusión sobre qué entendieron los pragmatistas por «acción»
texto muy diferente, que el concepto de acción ha llegado a poseer y qué papel desempeñó o debe desempeñar justamente la acción en
el mismo tipo de significado evocador para los filósofos analíticos. la comprensión de la vida humana.
Entre los filósofos formados en o simpatizantes dela filosofía analí- El movimiento pragmatista ha sido un movimiento característico
tica, especialmente la de Wittgenstein, el concepto de acción se ha de América (aunque la moderna filosofía anglosajona está penetrada
convertido en el punto focal de las investigaciones postwittgensteinia- por, temas pragmatistas). En Europa apenas se ha apreciado o com-
nas. En la parte IV indagaré cómo y por qué ha llegado a ocurrir esto. prendido la contribución pragmatista a la investigación filosófica 4.
Apenas pasa un mes sin que aparezca un artículo o un libro en torno Sin embargo si nos volvemos a Europa, descubrimos que en el mo-
a algún aspecto del concepto de acción. «Acción», en este contexto, ha vimiento fenomenológico, especialmente en el pensamiento existen-
llegado a significar una compleja maraña de implicaciones en la com- cialista, la cuestión central resulta ser otra vez la naturaleza de la
prensión de «intención», .«motivo», «propósito», «razones», y «expli- acción humana. Como el marxismo y el pragmatismo de Dewey, el
cadón teleológica» que ha dominado la investigación analítica en existencialismo sólo puede ser comprendido propiamente como emer-
las dos últimas décadas. Irónicamente, aun cuando los significados giendo de y reaccionando violentamente contra el hegelianismo.
de «praxis» y de «acción» están muy próximos, pocos filósofos han El principio rector de este estudio es que la investigación de la
planteado la cuestión de si había alguna relación entre las discusio- naturaleza, el status y el sentido de la praxis y de la acción se ha
nes analíticas del concepto de acción y el interés por la praxis de los convertido en el tema dominante de los movimientos filosóficos más
pensadores marxistas. No quiero sugerir que en esencia ambos mo-
vimientos estén tratando las mismas cuestiones básicas. Hemos de
4
Hay algunos signos muy acusados de que esta situación ha estado cam-
biando durante la pasada década, especialmente en Alemania. Peirce es el
ver que no lo están. Pero sí quiero sostener —esta es, en parte, la filósofo pragmatista que está siendo «descubierto» por los filósofos alemanes.
justificación de este libro— que es importante y fecundo investigar A la traducción de los escritos de Peirce al alemán podemos añadir un cier-
la entraña y el sentido de estos conceptos centrales en ambas tra- to número de estudios agudos y afinados de la filosofía de Peirce. Habría
diciones. que destacar un filósofo alemán, Jürgen Habermas, por su serio encuentro
crítico con la filosofía de Peirce. Ver su Erkenntnis und Interesse, traducido
En consecuencia, si ignoramos los contextos de las investiga- recientemente al inglés con el título Knowledge and Human Interest, por
ciones filosóficas recientes, «praxis» y «acción» pueden parecer Beacon Press.
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importantes desde Hegel. La aspiración esencial de este estudio es sumamente ilustrada y filosófica. Mi mujer ni mecanografió este
comprender lo que cada uno de estos movimientos nos ha estado manuscrito ni colaboró en detalles técnicos, pero como compañera
diciendo sobre la acción, cómo debe ser caracterizada, qué cuestiones intelectual arrimó el hombro más de lo que puedo decir. A ella está
han de ser afrontadas para introducirnos en los problemas de la acción dedicado el libro.
y cuál es la significación de la acción en el intento de comprender Muchas personas me han ayudado a escribir este libro. Marcel
lo que es el hombre. Gutwirth, Charles Kahn, y mi mujer, Carol, han leído y comentado
Las semillas intelectuales de este estudio fueron sembradas y el manuscrito completo. Partes del mismo han sido leídas por Shlomo
cultivadas durante la década que pasé en Yale, primero como post- Avineri, Stephan Crites, Louis Mackey y Richard Rorty. Me he bene-
graduado y después como miembro de la Facultad. Fue John E. Smith ficiado enormemente de sus comentarios críticos. Catherine Schweit-
el primero en abrir mis ojos a la riqueza, variedad y vitalidad de la zer, Judy Perloe y Bjorg Miehle ayudaron en muchos detalles técnicos.
filosofía pragmatista. Durante el curso académico 1953-1954 tuve la Adeline Taraborelli mecanografió pacientemente el manuscrito. Ana
suerte de participar en un seminario sobre la Fenomenología de Hegel Taraborelli colaboró en la compilación del índice.
dado por George Schrader. Mis intereses filosóficos inmediatos ha- A través de todo el libro he seguido la técnica de citar traduc-
bían de tomar otros rumbos, pero nunca he olvidado mi traumático ciones inglesas disponibles cuando habían sido traducidas las obras
y excitante primer encuentro con Hegel. Hasta mi interés por John originales. Cuando había más de una traducción he utilizado la que
Dewey estuvo matizado por mi manera de verlo intentando naturali- considero que es la mejor o más conveniente (por ejemplo, del pre-
zar a Hegel y volverlo más degustable para el pensador contemporá- facio de la Fenomenología de Hegel he tomado citas de Walter
fi neo. Desde aquel tiempo yo mismo he dado seminarios sobre Hegel Kaufmann y no de la traducción original de Baile). Sin embargo,
y he llegado a sentir cada vez más que toda la filosofía contemporá- he procurado dar la referencia de la fuente original para todas las
nea, incluida la filosofía analítica, como mejor puede ser entendida obras citadas cuando estaban escritas en alemán o francés. El único
es como una excrecencia de, o una reacción contra las afirmaciones caso en que he recelado de este procedimiento es al citar pasajes
profundamente presuntuosas de Hegel. Tuve la buena fortuna de • Hegel. Mientras que las traducciones recientes de Hegel son
ser introducido en la filosofía analítica por Rulon Wells y C. G. Hem- aceptables, no lo son algunas de las anteriores. Esto es especialmente
pel. Poco más tarde, Wilfrid Sellars me hizo ver —con su propio válido para la traducción de Baillie de la Phiinomenologie des Geistes
ejemplo— cómo se pueden usar las herramientas analíticas para que él traduce como «The Phenomenology of Mind». Por razones
abordar las cuestiones filosóficas perennes. Charles Hendel, un uni- que quedarán claras yo me refiero a esta obra como «The Phenomeno-
versitario de grandes cualidades humanas, tenía el raro privilegio de logy of Spirit». Baillie acomete la heroica tarea de traducir la Feno-
abrir nuevos horizontes a sus estudiantes y colegas. Fue el que me menología, y es precisamente por esta traducción por la que se conoce
encarriló en d descubrimiento del pensamiento marxista y existen- tal obra entre los lectores ingleses, si es que se conoce realmente.
cialista. Me sería muy difícil especificar qué es lo que he aprendido Pero para las normas académicas contemporáneas su traducción
de Paul Weiss —siempre hemos estado en desacuerdo en las posi- deja mucho que desear en cuanto a exactitud, legibilidad e inteligibi-
ciones filosóficas básicas—, pero sé que durante los años que asistí lidad. He estado tentado de ofrecer una nueva traducción de todos
a sus clases, en que discutí con él encarnizadamente como colega y los pasajes de la Fenomenología que cito, pero me he contenido por
diariamente aprendí de él en mi condición de editor adjunto de la dos razones. Primero, porque actualmente se está preparando una
Review of Metaphysics, nadie mejor que él me enseñó lo que es ser nueva traducción de la Fenomenología y hubiera sido improcedente
un filósofo. Fue el primero en sugerirme que escribiera este libro. introducir confusión ofreciendo mis propias traducciones. Segundo,
Aunque las ideas de esta obra se gestaron en Yale, la investiga- porque traducir a Hegel implica decisiones básicas sobre los equiva-
ción sólo se convirtió en auténtico placer cuando me vinculé a la lentes ingleses de sus conceptos-clave. E introducir nuevos términos
facultad de Haverford. Haverford es una rara y frágil institución —es- para algunos de estos conceptos sin cambiar sistemáticamente la
pecialmente en estos caóticos tiempos— donde todavía subsiste un terminología es insatisfactorio. En pocos casos, he utilizado la ex-
frágil equilibrio entre el eros intelectual y la serenidad necesaria para presión alemana original cuando ninguna traducción captaba su
y conducente a la investigación académica. Quiero expresar mi gra- riqueza.
titud a mis vivaces alumnos y colegas y a una administración R. J. B.
INTRODUCCION Praxis y acción 17

cuestiones filosóficas importantes, los tipos de consideraciones rele-


vantes para investigarlas y hasta sobre la naturaleza de la filosofía
misma. El desacuerdo significativo presupone un común universo
de discurso en cuyo ámbito los hombres pueden diferir. Uno se vería
en serias - dificultades al especificar cualquier universo de discurso
común que pudiera abarcar la variedad de las orientaciones filosóficas
contemporáneas. Las diferencias son frecuentemente tan extremas
que virtualmente no existe comunicación alguna entre los represen-
tantes de los diversos estilos filosóficos de pensamiento. Esto no
es una novedad en filosofía. Cuando volvemos la vista atrás sobre
el pasado, la historia de la filosofía aparece mucho más ordenada y
coherente. Pero si inspeccionamos más cuidadosamente cualquier
período de actividad filosófica intensiva, descubriremos una situación
igualmente pluralista. ¿Qué hacer ante esto? ¿Qué se nos podría
decir sobre la naturaleza de la tarea filosófica?
Han sido diversos los modos en que los filósofos han abordado
los problemas de esta apariencia pluralista. Quizás el más típico, al
menos en la filosofía moderna, ha sido el proclamar que, «finalmen-
te», uno ha dado con el método, enfoque o criterios correctos para
Esta investigación está interesada por los temas de la praxis y la el verdadero filosofar. Entonces uno puede determinar el éxito o
acción dentro de cuatro movimientos filosóficos: marxismo, exis- fracaso de otros enfoques conmensurándolos con la norma recién
tencialismo, pragmatismo y filosofía analítica. Debido a las profun, descubierta. Por diferentes caminos ésta es la «solución» de Descar-
das diferencias de acento, intereses, terminología y enfoque repre- tes; Hume, Kant, los primeros positivistas lógicos, Husserl y muchos
sentadas por estos estilos de pensamiento, es infrecuente que estos otros. Cada uno de estos filósofos o movimientos nos asegura que
cuatro movimientos sean considerados en una única investigación. finalmente hemos llegado a un punto donde podemos contar con
Muchos filósofos creen que las semejanzas entre estos movimientos un fundamento firme y seguro para la filosofía, que ha sido descu-
son superficiales y que una investigación global de los mismos única- bierto el método mediante el cual podemos distinguir el conocimien-
mente revelaría diferencias desesperanzadoramente infranqueables.
Aunque respetando las genuinas y fundamentales diferencias entre to de la mera opinión, la verdad de la falsedad y el sentido del sin
estos movimientos, esta investigación está empeñada en la idea de sentido. Aunque es típico de los filósofos modernos hacer borrón
mostrar que hay importantes temas y motivos comunes en lo que a y cuenta nueva, todos sabemos por experiencia que lo que en prin-
primera vista parece ser un clamor caótico de voces. Intento mos- cipio parecía ser claro y distinto, seguro e incontrovertible, se torna
trar que el tema del hombre como agente ha sido el centro prima- un avispero de ambigüedades y de supuestos solapados. Pero aun
rio de interés de cada uno de estos movimientos y aún más, que así, muchos filósofos continúan por esta línea. De este modo, cuando
cada uno ha contribuido con algo permanente e importante a nues- los filósofos analíticos se permiten husmear en la fenomenología y el
tra comprensión de la naturaleza y el contexto de la actividad hu- existencialismo continentales, generalmente lo hacen con la intención
mana. Pero la posibilidad y legitimidad de tal investigación requiere de asegurarnos que son el verdadero recinto del oscurantismo y de
antes que nada una confrontación entre las tendencias suscitadas los embrollos mentales de los cuales la filosofía analítica nos ha
por el manifiesto pluralismo de posiciones y movimientos filosó- liberado «finalmente». El cumplido les es devuelto desde la otra
ficos. parte bajo la acusación de que la filosofía analítica es un muestrario
Estos problemas pueden parecer más agudos en nuestro tiempo de trivialidad y ofrece interés sólo en la medida en que pone de
debido a que los filósofos no sólo están en desacuerdo en las cuestio- manifiesto hasta qué punto el hombre moderno se ha dejado caer
nes fundamentales, sino que también difieren sobre cuáles son las en la alienación.
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18 Richard J. Bernstein Praxis y acción 19

Para el escéptico, el pluralismo de las actitudes filosóficas es la tro quehacer filosófico es la ignorancia y la suspicacia hacia los otros
prueba de la futilidad de la filosofía. Su sabiduría consiste (piensa él) estilos de pensamiento, mezclada con la convicción obstinada de que
en ver que el emperador está desnudo. Los filósofos con todas sus el método propio de filosofar es el único que merece la pena '.
pretensiones de investigar la verdad y contarnos cómo es, son víc- En la medida en que las cuestiones suscitadas en el variopinto plu-
1
timas de una gran ilusión. Sus batallas son, cuando más, batallas ralismo de las posiciones filosóficas contemporáneas son centrales
de ideologías rivales o sistemas de creencias sin .fundamento racional. para la marcha de este estudio, es necesario que yo articule mis
Si es que hay verdad y conocimiento genuino, deben ser fundamen- propias presuposiciones. En esta etapa preliminar, sólo pueden ser esta-
tados en alguna otra parte, no en la filosofía. El escéptico puede blecidas como tendencias, pero en ningún modo son prejuicios arbi-
permanecer seguro en su escepticismo retando a cualquier filósofo a trarios. Quedarán justificados en el curso de la investigación.
que le mencione una sola proposición que no haya sido contradicha Hay dos extremos que deben ser evitados. Por una parte, el
o denegada por algún otro filósofo. provincialismo tan de moda entre los «verdaderos creyentes» de las
Hay otras formas más generosas de enfrentar el pluralismo de diferentes orientaciones filosóficas puede enceguecernos para una com-
la filosofía. Un filósofo puede llegar a considerar las posiciones con- prensión seria y abierta de filósofos que están trabajando en -diferen-
flictivas como aproximaciones parciales al punto de vista correcto tes idiomas. Las vehementes polémicas de los que proponen las di-
que necesita ser entendido y sintetizado adecuadamente. Esto puede ferentes posiciones están entre los aspectos menos iluminadores,
ser llevado a cabo con sencillez, como lo hace Aristóteles en el primer informativos y duraderos de la investigación filosófica. La idea de
libro de su Metafísica donde pasa revista a la más primitiva filosofía que existe el método correcto de filosofar es un mito o una ilusión.
griega con la aspiración de mostrar cómo su doctrina de las cuatro Por otra parte, es falso pensar que todas las posturas filosóficas
causas sistematiza las intuiciones de los filósofos primitivos y corrige significativas son correctas, de tal modo que si hemos comprendido
sus respectivas parcialidades. La variedad de afirmaciones opuestas lo que un filósofo está diciendo y por qué lo está diciendo, entonces
pueden ser reconciliadas como tentativas hacia un punto de vista desaparece todo desacuerdo brusco. Frecuentemente, diferentes orien-
correcto. Por otro lado, un filósofo puede intentar la unificación en taciones filosóficas tienen en común más de lo que parece en un
gran estilo, como lo hizo Hegel. Hegel no sólo afirma que las más principio, pero también encierran diferencias agudas de énfasis, estilo
grandes posiciones filosóficas que habían surgido en el curso de la y doctrina que no se puede pensar en remover.
filosofía Occidental forman. parte de una única y coherente trama . Si bien las consideraciones hechas hace poco son aplicables a
racional, también afirma que el modo como esta trama se desenvuelve cualquier período de la historia de la filosofía, alcanzan un especial
es a través de posiciones conflictivas y contradictorias. Desde esta relieve a la hora de batallar con los problemas del pluralismo de la
perspectiva, el pluralismo del pasado filosófico no es una fuente
1 Si bien creo que esta ignorancia es aún la característica dominante de
r. de desesperanza y frustración, sino una virtud y una necesidad —es
nuestro tiempo, hay algunas excepciones notables que (esperanzadoramente)
el instrumento mediante el que la verdad se hace manifiesta. w sugieren la posibilidad de una confrontación mucho más seria entre las orien-
Lo que es tan turbador en el estado de la filosofía en nuestro taciones filosóficas anglosajona y europea. Stuart Hampshire( Alaisdair Maclntyre
propio tiempo es que nunca antes ha existido una mejor oportunidad y Charles Taylor son filósofos prominentes formados inicialmente en la filo-
para la comunicación entre filósofos de orientaciones radicalmente sofía analítica. Sus obras despliegan atención y sensibilidad hacia las princi-
pales cuestiones de la filosofía europea. En Alemania, Jürgen Habermas y
diferentes. En ninguna otra época han estado disponibles las traduc- algunos de sus discípulos que se habían movido en la filosofía continental
ciones con tanta rapidez. Nunca antes ha sido tan accesible oír y de los siglos xix y xx están intentando una confrontación seria entre el prag-
hablar con otros filósofos. Todavía la comunicación significativa matismo y la filosofía analítica. Habermas, cuya obra está comenzando a ser
entre representantes de diversas tendencias filosóficas es mínima. traducida al inglés, todavía no es suficientemente conocido y apreciado en el
mundo anglosajón. Creo que su obra proporciona una base renovada e inci-
Hay conferencias y reuniones deslavazadas donde los diferentes tipos tante para un encuentro intelectual serio entre intereses y movimientos filo-
de filósofos se meten juntos, pero raramente sale de ello algo pro- sóficos que han permanecido relativamente aislados. El tipo de diálogo filo-
ductivo. Nuestras revistas filosóficas están llenas de artículos en los sófico que Habermas intenta mantener al hablar ante todo a filósofos fami-
cuales cualquiera descubre en seguida semejanzas entre filósofos liarizados con la filosofía europea continental es muy similar en espíritu al
que modestamente intento suscitar entre filósofos cuyas raíces prenden en las
y aproximaciones diversas, cuando el prejuicio inicial nos decía que tradiciones filosóficas anglosajonas. Para las obras de Hampshire, Maclntyre,
había sólo diferencias. Pero la característica dominante de nues- Taylor y Habermas, ver la Bibliografía.
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20 Richard J. Bernstein Praxis y acción

filosofía contemporánea. Es más fácil detectar coherencia en lo que cimiento directo e intuitivo de los objetos. Es esta última afirmación
es un largo pasado que encontrarla en el torbellino intelectual que la que Peirce considera como el meollo del cartesianismo y el dogma
uno está viviendo. Por todo esto puede ser de utilidad para el lector central de la filosofía moderna. Los temas desarrollados en estos
conocer algo de la trayectoria intelectual que desembocó en este artículos y la concepción alternativa del conocimiento y la investi-
libro. gación esbozados por Peirce no sólo le preocuparon a él a lo largo
Como muchos estudiantes de filosofía, inicialmente me sentí de su vida, sino que fueron retomados y profundizados por John
excitado y confuso por la abundancia de orientaciones filosóficas Dewey en su Logic: The Theory of Inquiry.
contemporáneas. Estudiar pensadores tan diferentes como Hegel, Es chocante que con todas sus diferencias, los mismos motivos
Wittgenstein, Dewey, Marx y Kierkegaard, constituyó una fuente —el mismo ataque al intuicionismo y a lo que ha sido llamado el
de entusiasmo y frustración. Mientras fue posible «dejarse llevar» «mito de lo dado»— se encuentre en las Philosophic Investigations
por cada uno de estos pensadores y apreciar sus intuiciones caracte- de Wittgenstein. Miss Anscombe habla por muchos filósofos analí-
rísticas, no parecía haber forma alguna ni siquiera de empezar a recon- ticos postwittgensteinianos influidos por Wittgenstein cuando escribe:
ciliar los enfoques rivales. Gradualmente comencé a vislumbrar un
cierto orden que emergía de lo que parecía ser un puro caos. Al prin- Ciertamente en la filosofía moderna tenemos una concepción del conoci-
miento incorregiblemente contemplativa. Conocimiento debe ser algo que es
cipio fue la postura negativa común a los filósofos contemporáneos juzgado corno tal por estar en correspondencia con los hechos. Los hechos,
lo que mayor impacto me produjo. La mayor parte de ellos se han
rebelado contra el sistema cartesiano. Descartes pasa frecuentemente la realidad, son primarios, y dictan qué es lo que debe ser dicho, si ese
es un conocimiento . Y ésta es la explicación de la completa oscuridad en que
por ser el padre de la filosofía moderna. A juzgar por la filosofía de 3
nos encontramos .
los últimos cien años, como mejor se siente este título es en sen-
tido freudiano. Es una característica común de muchos filósofos Encontramos una actitud crítica similar y un ataque a la concep-
contemporáneos el haber experimentado la sensación de derribar y ción cartesiana del conocimiento en un pensador que comparte con
destrozar al padre. Miss Anscombe pocas otras cosas: Marx. Desde luego, Marx apenas
Encontrarnos este rasgo en los pensadores pragmatistas. La serie se ha interesado por las disputas epistemológicas y metafísicas de la
de artículos de Peirce escritos en 1868 aún constituye la crítica más filosofía moderna. Su famosa tesis once sobre Feuerbach fue escrita
brillante y devastadora del sistema cartesiano 2. (Hablo del «sistema teniendo en la mente más a Hegel y a sus discípulos que a Descartes.
cartesiano» más bien que de «Descartes» porque subsiste la seria Sin embargo, es perfectamente aplicable a lo que Miss Anscombe
cuestión de si lo que está siendo atacado es realmente el Descartes llama la «concepción contemplativa del conocimiento», así como
histórico). En un duro ataque Peirce creyó demoler los motivos a lo que Peirce denomina el «sistema cartesiano». «Los filósofos
interrelacionados que hicieron surgir el cartesianismo. Arremete con- hasta ahora sólo han interpretado el mundo de muchas maneras pero
tra la dualidad ontológica de mente y cuerpo; el individualismo sub- 4 En esta tesis Marx está caracterizando lo
jetivo implícito en su apelación en último término a la verificación la cuestión es cámbiarlo» .
que él cree ser la aspiración de la filosofía —una aspiración encade-
directa y personal; el método de la duda universal que supuesta- nada por la tradición cartesiana—, pero postulando la necesidad de ir
mente nos conducía a verdades indubitables; la doctrina de que el «más allá» de la filosofía.
lenguaje y los signos son un disfraz externo para el pensamiento; Los pensadores existencialistas están viciados por la tendencia
la doctrina de que la vaguedad es irreal y de que el esfuerzo filosófico subjetivista implícita en el cartesianismo, no en vano, en fin de cuen-
consiste en el conocimiento de una realidad completamente determi- tas, su interés se centra en la existencia individual, pero no son
nada; y más fundamentalmente, la doctrina de que podemos romper menos vehementes en su ataque a la concepción cartesiana de lo que
el lodazal de nuestro lenguaje o sistema de signos y lograr un cono-
3 G. E. M. Anscombe, Intention, p. 57.
2
«Questions Concerning Certain Faculties Claimed for Man», «Some Con- 4 Las «Theses on Feuerbach», de Marx, traducidas y reimpresas en Writings
sequences of Four Incapacities» y «Grounds of Validity of the Laws of of the Young Marx on Philosophy and Society, ed. por Loyd D. Easton y
Logic: Further Consequences of Four Incapacities». Estos artículos han sido Kurt H. Guddat, p. 402. Marx/Engels, Werke, Bd. 3, p. 7. Las referencias
reimpresos en Collected Papers of Charles Sanders Peirce, al texto alemán o francés vienen dadas inmediatamente después de la referen-
por Charles Hart-
ahorne y Paul Weiss, vol. V. cia inglesa [o castellana; en este caso se indicará oportunamente, N. del
22 Richard J. Bernstein Praxis y acción 23

supone ser un existente individual, y a la distorsión que resulta de cogen lo que ellos creen ser la intuición y «verdad» implícitas en
una «concepción del conocimiento incorregiblemente contemplativa». otros enfoques, y rechazan lo que consideran equivocado y falso.
Hay una base común en lo que los filósofos contemporáneos han Nuestra primera tarea es comprender, y comprender de tal manera
atacado, aun a pesar de que los puntos de ataque, las estrategias y el que podamos resaltar lo que es importante y consistente. En conse-
énfasis son completamente diferentes. ¿Qué ofrecen ellos para reem- cuencia estoy en vivo desacuerdo con Hegel, quien en alguno de sus
plazar las bases tradicionales de la filosofía moderna? Gradualmente grandes momentos, se pronunció como si el problema planteado a la
se ha hecho más claro para mí que también hay temas positivamente filosofía por el pluralismo estuviera resuelto de una vez por todas
comunes y «aires de familia» entre las diversas filosofías contempo- —de forma que ahora podríamos (Hegel) ver el logos inherente en
ráneas. La dificultad experimentada por muchos filósofos contem- el desenvolvimiento de la filosofía. Lo que Hegel parece haber toma-
poráneos con las corrientes fundamentales de la filosofía moderna y do a veces como una verdad establecida, es mejor tomarlo como un
aun de la más antigua, ha sido que la concepción del hombre que principio heurístico: no eludir el pluralismo radical y manifiesto de
habíamos heredado estaba tergiversada. Y lo estaba no sólo por la las posiciones filosóficas rivales, sino más bien intentar entender cada
preocupación del hombre como cognoscente, sino por cierta manera una de ellas, apreciar tanto las contribuciones peculiares como las
de enfocar lo que el conocimiento es o. debe ser: la que le ve «incorre- limitaciones de cada una. Esta es realmente una vieja idea en filosofía;
giblemente contemplativo». Para corregir esta desviación, para al- para la concepción de la justicia es central conceder a cada homl7re
canzar una comprensión mejor acerca de qué clase de criatura es o y a cada argumento lo suyo. Este es el espíritu con que se ha empren-
debe ser el hombre, necesitamos comprenderlo como agente, como dido esta investigación.
un ser activo, metido en la práctica por los cuatro costados. Pero En un estudio de esta índole debe operar una drástica selección
es necesario tener mucho cuidado con esto. Hay una tendencia a si uno quiere hacer justicia a los pensadores y tendencias estudiados.
pensar o abrigar la esperanza de que en un estudio de este género, Hay filósofos mayores de los siglos xIx y xx, incluyendo a Nietzsche,
deberíamos llegar en suma a una gran síntesis en la cual cada cosa Husserl, Heidegger y Whitehead que no se discuten aquí. Mi inten-
encontrara su sitio apropiado. Yo no creo que tal síntesis exista. ción primera era la de ofrecer una visión panorámica de la filosofía
La filosofía contemporánea como la vida contemporánea, es frag- de los últimos 150 años, en cuyo caso estas omisiones hubieran
mentaria. Pero no es absolutamente caótica. Nos hemos de haber sido imperdonables. Aún más creo que cada uno de estos pensadores
con serias diferencias y conflictos arduos que no se someten a ningún puede ser proveedor de contribuciones a nuestro conocimiento del
modelo general claro, pero tal vez el lector llegue a comprender hombre en tanto que agente y actor. No obstante, he intentado esta-
cabalmente las raíces y significación de estas diferencias. blecer un equilibrio entre tratar pensadores y tendencias genuinamen-
Se verá claro cuál es mi propia actitud hacia el manifiesto plu- te representativas de las corrientes fundamentales que han conformado
ralismo de la filosofía contemporánea. Rechazo el punto de vista la conciencia moderna, y llegar a ser abrumado por la complejidad y
de que una de estas perspectivas filosóficas es el verdadero camino diversidad de la filosofía contemporánea. Tengo la. esperanza de que
hacia el conocimiento, en tanto que las otras están equivocadas, este libro proporcione una guía y una orientación para introducirse
confundidas o desviadas. Cada una de las direcciones filosóficas dis- en la problemática de otras figuras dominantes de no menos impor-
cutidas en este libro merece un estudio serio, no sólo por la simplici- tancia en una consideración completa de la historia de la filosofía
dad de que proceden de filósofos meditabundos, sino porque cada de nuestro tiempo.
una de ellas tiene algo importante que decirnos acerca de lo que En la Parte I, «Praxis», el objeto primordial es comprender el
supone ser un ser pensante y activo. papel de este concepto en el pensamiento de Marx en contraste con
El escéptico, en resumidas cuentas, puede estar en lo cierto en el fondo de lucha dialéctica del propio Marx con Hegel. En la Par-
su juicio sobre la filosofía, aun cuando yo no lo crea. Pero está daro te II, «Conciencia, existencia y acción», se explora, en el pensamiento
que la evaluación de lo que afirman sólo puede tener lugar después de Kierkegaard y Sartre, una reacción contra Hegel de tipo diferente.
de un estudio cuidadoso y paciente, y no como un supuesto a priori La Parte III, «Acción, conducta e investigación», versa exclusivamen-
fundado en la ignorancia. Hay más sapiencia en el modo de hacer te sobre Peirce y Dewey. No es que menosprecie la significación de
de Aristóteles o Hegel. La mayoría de los auténticos grandes filósofos James o Mead para el movimiento pragmatista, pero en 'mis propó-
han ambicionado hacernos ver cómo sus propios puntos de vista re- sitos no entra el hacer la historia del pragmatismo. Me centro sobre
I1 24 Parte primera
Richard J. Bernstein
Peirce y Dewey teniendo en cuenta que fue Peirce el que elaboró PRAXIS: MARX Y LA HERENCIA HEGELIANA
una comprensión lógica de la acción y la conducta de un modo más
sistemático y riguroso, en tanto que la atención de Dewey se centró
en las implicaciones sociales de la concepción pragmática de la acción.
Finalmente en la Parte IV, «El concento de acción», se investiga
dicho concepto siguiendo el desarrollo de la filosofía analítica. Debido
a que la filosofía analítica se ha caracterizado por un diálogo intenso
en el que se han visto envueltos innumerables pensadores, no trato
exclusivamente a pensadores individuales. A lo que se aspira es a
recrear e interpretar la dialéctica interna que ha llevado al interés por
la acción y conceptos afines, y a explorar las diversas opciones que
en estos momentos se abren para nosotros. El epílogo con que
termino, no es una conclusión o resumen, sino una serie de reflexio-
nes en torno al punto en el que nuestra investigación nos ha dejado.
Me he refrenado por no sobrecargar cada parte con elaboradas
referencias y discusiones de diferencias y semejanzas entre los cuatro
enfoques estudiados. Ya es todo un desafío el entender en profundi-
dad cada una de ellas. El lector puede extraer conclusiones diferentes
a las mías, pero abrigo la esperanza de que la evidencia de mi lectura,
del tema de la praxis y la acción en el pensamiento contemporáneo Tesis de Marx «sobre Feuerbach»
ha de manifestarse con nitidez.
(1)

La falla fundamental de todo el materialismo precedente (inclu-


yendo el de Feuerbach) reside en que sólo capta la cosa (Gegenstand),
la realidad, lo sensible, bajo la forma de objeto (Objekt) o de la com-
templación (Anschauung), no como- actividad humana sensorial, como
-
práctica; no de un modo sübjeTivo. fueie
desarrollado de siracto, en contraposición al materialismo
por el idealismo, el cual, naturalmente, no conoce la actividad real,
sensorial, ei cuanto tal. Feuerbach aspira a objetos sensibles, real-
mente distintos de los objetos conceptuales, pero no concibe la acti-
vidad humana misma como una actividad objetiva (gegenstlindliche).
Por eso en La esencia del Cristianismo sólo se considera como autén-
ticamente humano el comportamiento teórico, y, en cambio, la prác-
tica sólo se acepta bajo su sucia forma judía de manifestarse. De
1
«Theses on Feuerbach», en Writings of the Young Marx on Philosophy
and Society, ed. por Loyd D. Easton y Kurt H. Guddat, pp. 400-402. En
adelante nos referiremos a ella como Young Marx; Marx/Engels, Werk, Bd. 3,
páginas 5-7. Para un análisis detallado de las «Tesis sobre Feuerbach», y los
supuestos filosóficos de las mismas, ver Nathan Rotenstreich, Basic Problems
of Marx Philosophy. (El texto castellano está tomado de E. Tierno Galván,
Antología de Marx, Cuadernos para el Diálogo, Madrid, 1972, N. del T.).
25
26 Richard J. Bernstein Praxis y acción 27

ahí que Feuerbach no comprenda la importancia de la actividad «re- (6)


volucionaria», de la actividad «crítico-práctica».
Feuerbach resuelve la esencia religiosa en la esencia humana.
-
ro—ra éntitirthitánalio éi agiiabstracto o inmanente a cada indi-
-
Pe-
(2) viduo. Es, en realidad, el conjunto de las relaciones sociales.
Feuerbach que no entra en la crítica de esta esencia real, se ve,
El problema de si puede atribuirse al pensamiento humano una por tanto, obligado:
verdad objetiva no es un problema teórico, sino un problema práctico. 1.. A prescindir del proceso histórico, plasmando el sentimiento
Es en la práctica donde el hombre debe demostrar la verdad, es decir, religioso de por sT-y—bresuponiendo un individuo humano abstracto
la realidad y el poder, la terrenalidad de su pensamiento. La disputa aislado.
en torno a la realidad o irrealidad del pensamiento —aislado de la 2. La esencia sólo puede concebirse, por tanto, de un modo
práctica— es un problema puramente escolástico. «genérico», como una generalidad interna, muda, que une de un
modo- ñatural a los individuos.
(3)
(7)
La teoría materialista del cambio de las circunstancias y de la
educación olvida que las circunstancias las, cambiar los hom- Feuerbach no ve, por tanto, que el «sentimiento, relig,kso» es a su
bres y el educador necesita, a su vez, ser ehCacio. -11-eiiI;-pu-és-,`Ipie vez un producto social y que el individuo abstracto queéránariia
distinguir en la sociedad dos partes, una de las cuales se halla colo- -
VEfeha-E" a uhi détermihada formación social.
cada por encima de ella.
La coincidencia del cambio de las circunstancias con el de la acti-
vidad humana o cambio de los hombres mismo sólo puede concebirse (8)
y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria. Toda vida social es esencialmente práctica. Todos los misterios
que inducen a la teoría, al misticismo, encuentran su solución ra-
(4)
cional en la práctica humana y en la comprensión de esta práctica.

Feuerbach parte del hecho de la autoena'enación religiosa, del


desdoblamiento del mundo en un mun o re 'gloso y otro terrenal. (9)
Pero el hecho de que el fundamento terrenal se separe de sí mismo Lo más a que puede llegar el materialismo contemplativo, es
para plasmarse como un reino independiente que flota en las nubes decir, el que no concibe lo sensorial como una actividad práctica, es
es algo que sólo puede explicarse por el propio desarraigamiento a contemplar los diversos individuos sueltos y a la sociedad civil.
y de la contradicción de este fundamento terrenal consigo mismo.
Por ende, es necesario tanto comprenderlo en su propia contradicción
como revolucionarlo prácticamente. Así, pues, por ejemplo, después (10)
de descubrir la familia terrenal con el secreto de la familia sagrada,
hay que aniquilar prácticamente la primera. El punto de vista del materialismo antiguo es la sociedad civil;
el del materialismo moderno, la sociedad humana o la humanidad
social.
(5)
(11)
Feuerbach no se da por satisfecho con el pensamiento abstracto
y recurre a la contemplación (Anschauung); pero no concibe lo sen- Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo dé distintos
sorial como actividad sensorial-humana práctica. modos; de lo que se trata es de transformarlo.
, •-
28 29
Richard J. Bernstein Praxis y acción
Las once tesis sobre Feuerbach esbozadas por Marx en 1845 samente en la misma medida que praxis lo es en el pensamiento de
cuando tenía solamente veintisiete años, pero publicadas con 4una Marx. Ningún tema o asunto hegeliano deja de reconducir a la na-
revisión sólo después de su muerte como apéndice al Ludwig Feuer- turaleza y a la dinámica del Geist, y lo propio se puede decir de la im-
bach de Engels, constituye uno de los documentos más notables y portancia de praxis en Marx.[Praxis, como intentaré hacer ver, es el
fascinantes del pensamiento moderno. Estas tesis fueron escritas resultado de la crítica dialéctica del Geist de Hegen
después de un período de estudio filosófico intenso y de un profundo El de Geist es el más seductor y a la vez el más escurridizo de los
interés por la política y la economía. Contienen la quintaesencia del conceptos. Reaparece en todos los lugares de la filosofía de Hegel
pensamiento de Marx en esa época, articulado más detalladamente y desempeña diferentes papeles. Si queremos captar de algún modo
en los famosos Manuscritos de París de 1844
(Manuscritos de econo- lo que Hegel significa por Geist, debemos aproximarnos a él desde
mía y filosofía), y en La ideología alemana, escrita menos de un año varias perspectivas pardales (Hegel diría «abstractas»). Hegel intenta-
después de estas tesis. Era este un período en el que los diversos es- con plena conciencia integrar y sintetizar en un solo concepto dos
tudios e intereses de Marx se desarrollaron hacia una perspectiva ideas rectoras que han configurado el pensamiento occidental. La pri-
coherente, y las tesis pueden servir de base para entender su desarro- mera es la de Razón o No:2s, en el sentido especial que heredó de la
llo posterior, incluido El Capital. [Todas estas tesis giran en torno filosofía griega. La segunda es la de Dios como Espíritu en el sentido
al significado y alcance de la praxis. Praxis es el concepto central en que emerge de la tradición judeocristiana en la que se concibe a Dios
la perspectiva marxiana —la dave para entender sus -especulaciones corno un Ser omniscente, omnipotente y activo que se automani-
filosóficas tempranas y su detallado análisis posterior de la estructura fiesta en la Historia y la guía como Providencia Divina.
del capitalismo. Proporciona la perspectiva adecuada para captar la Para apreciar lo que Hegel se propone cuando nos dice que d
concepción de Marx del hombre como «conjunto de relaciones socia- Espíritu es racional o Razón, debemos hacer abstracción de ciertas
les», así como su insistencia en la producción; es la base de com- concepciones modernas de la razón y retroproyectarnos hacia la con-
prensión de lo que Marx quiere dar a entender con la expresión cepción griega, especialmente aristotélica del Notis. Gran parte del
«práctica revolucionaria». Las tesis encierran importantes consecuen- pensamiento moderno acerca de la razón ha sido conformado por la
cias críticas y prácticas; también encierran ramificaciones metafísicas doctrina de Hume que la separa de la experiencia y de las pasiones
y epistemológicas;IPara comprender estas tesis en detalle, debemos y la concibe como una facultad de los hombres individuales carente
volver la vista atrás en pos del orizil del concepto de praxis, y tener
en cuenta de qué modo afecta este concepto' al desarrollo posterior
to de Hegel más directamente relevantes para sus intereses. Marx, Kierkegaard,
de Marx. Para comprender lo que Marx entiende por praxis es nece- Sartre, Pelee y Dewey, todos han criticado a Hegel y en cada caso subsiste la
sario excavar en Hegel. Y no hay que olvidar que fue Feuerbach importante cuestión de si lo han interpretado correctamente. En muchos casos
está claro que no lo han hecho así. Como mi aspiración es comprender el
quien ayudó a Marx a apreciar lo bueno y lo malo de la filosofía carácter peculiar de su pensamiento y esto las más de las veces depende de
hegeliana. Pero como bien dejan en claro las tesis, Marx fue un cómo ellos hayan interpretado a Hegel, he procurado poner en primer plano su
severo crítico de la solución dada por Feuerbach al «enigma» hege- lectura de Hegel y de los hegelianos en vez de entretenerme en discutir la correc-
liano. ción de sus interpretaciones. Existen también problemas complejos sobre el
grado de familiaridad de cada uno de estos pensadores con las obras de Hegel.
Si bien está claro que Marx poseía un conocimiento profundo del corpus hege-
liano no lo está tanto de los otros. Al aproximarnos a cada uno de estos pen-
El espíritu 2 sadores desde la perspectiva de su reacción contra Hegel no he partido del
supuesto de que uno a uno, conscientemente parten de una crítica a Hegel.
Geist (que está mejor traducido como «espíritu» que como «men- Más bien pienso que podemos entender el pensamiento de estos filósofos por
referencia a la «problemática» que puede ser localizada en el pensamiento
te») es el concepto más fundamental en la filosofía de Hegel, preci- hegeliano.
Hasta hace poco el interés académico por Hegel en el área inglesa ha sido
2
Cualquier discusión concisa de Hegel está condenada a ser inadecuada o, muy esporádico y bastante menos sofisticado si lo comparamos con los estudios
para usar la jerga hegeliana, «abstracta» y «falsa». He explorado el pensa- franceses y alemanes, entre los que ha habido una larga tradición de interés
miento hegeliano sólo en la medida de su necesidad para entender a los pen- serio por Hegel. Para una bibliografía breve de algunas de las mejores obras
sadores y movimientos que o bien reaccionaron contra Hegel o bien resaltaron sobre Hegel ver la de Walter Kaufmann, Hegel: Reinterpretation, Text and
un aspecto parcial del mismo. Es más, discuto aquellos aspectos del pensamien- Commentary.
30 Richard J. Bernstein Praxis y acción 31

de todo conatus o fuerza dinámica propia. La razón no es más que Para Hegel estas afirmaciones generales sobre la razón son «abs-
la facultad instrumental para obtener consecuencias lógicas. A excep- tractas», y, en consecuencia, «falsas» hasta que no hayamos mosiii-d3'
ción de la reducida dase de verdades analíticas (en terminología —Cor
-Ter'etamente en detalle precisamente cómo la razón está realizada
de Hume «relaciones de ideas»), la razón no puede hacer inferencias en el mundo. Cuando Hegel comenta la crítica deSWiátérlTá
sin presuponer premisas o puntos de partida que no estén funda- áriirni-clIn de Anaxágoras de que la Razón regula el mundo dice:
mentados en la experiencia. La famosa doctrina de Hume de que «la «Es evidente que la insuficiencia que encuentra Sócrates en el prin-
razón es y debe ser únicamente esclava de las pasiones» 3, no debe cipio de Anaxágoras no tiene nada que ver con el principio mismo,
ser tomada como un salvaconducto para la irracionalidad, sino más sino con el fallo de Anaxágoras al aplicarlo a la naturaleza concreta.
bien como un toque de atención sobre la impotencia de la razón La naturaleza no era entendida o comprendida a través de este prin-
cuando no está motivada por las pasiones. Más aún, la «razón» es cipio; el principio permanecía abstracto y la naturaleza no era• enten-
realmente un predicado y no un sujeto. La razón por sí misma, no dida como desarrollo de la razón, como una organización llevada a
hace nada. Hablar de la razón es hablar de una abstracción. Es el cabo por ella» 4. Geist es, para Hegel, Razón o Noús tal como fue
individuo humano el que razona; la razón es una facultad que po-
seen en ejercicio los hombres. Sonaría muy extraño para un oído 4
Reason in History, trad. e introducción de Robert S. Hartmann, p. 14.
moderno decir, por ejemplo, que «la razón conoce el mundo», o «Vorlesungen über die Philosophie der Weltgeschichte», ed. por J. Hoff-
que «la razón estructura el mundo». Pero si pensamos en cómo se meister, p. 38. Hegel nunca publicó un libro con el título «Die Vernunft in
ha entendido la razón en la corriente principal de la filosofía occi- der Geschichte», o Vorlesungen iiber die Philosophie der Weltgeschichte. Estas
dental nos damos cuenta de que la concepción de Hume es tributaria «Lecturas» son esencialmente apuntes de clase; de forma que la edición ale-
mana es básicamente una versión editada de las notas de Hegel. Más aún, el
de dicha corriente. De Anaxágoras a Spínoza los filósofos no han expe- texto alemán está completado con notas de los mismos estudiantes. La edición
rimentado empacho intelectual alguno al hablar de la razón misma de Eduard Gans apareció en 1837. Karl, un hijo de Hegel, preparó una edi-
como un sujeto con su propia dinámica y su telos. Desde este punto ción corregida y aumentada que fue publicada en 1840. Karl Hegel publicó aún
de vista, nosotros somos racionales en la medida en que manifesta- otra edición en 1843. Georg Lasson preparó una edición completamente nueva
en cuatro volúmenes (1917-1920). Desde la edición original de Lasson han apa-
mos o participamos en la razón universal o Noús -una Rálóir recido cuatro ediciones más del volumen I, Die Vernunft in der Geschichte:
versal estrechamente asociada al concepto -de lo Divino. Para Aris- Einleitung in die Philosophie der Weltgeschichte. La más reciente es la de
tóteles igual que para muchos racionalistas modernos, somos más Hoffmeister aparecida en 1955, reimpresa en 1963. La Reason in History de
Hartmann es un pastiche. Está basada en la segunda edición de. Karl Hegel;
semejantes a Díos cuando expresamos nuestra razón. Desde la pers- pero Hartmann interpola pasajes tanto de otras ediciones como de su propia
pectiva de esta tradición, la razón no es pura y simplemente una cosecha.
facultad, capacidad o potencialidad, es una realidad. Cuando la razón Lo que precede da una idea breve de los problemas editoriales que plantean
las citas de Hegel. Hegel durante su vida publicó únicamente cuatro libros y
está plenamente realizada, tanto er entender como 10 entendido se algunos artículos y reseñas de libros. La mayor parte de lo que hoy se consi-
caracterizan como racionales; y, según Aristóteles, son idénticos. dera sus Werke fueron publicadas póstumamente y algunas de ellas reconstrui-
Cuando se entiende la razón de esta manera, la aspiración o telos das y completadas sobre la base de notas de clase. Los problemas están agran-
dados por el hecho de que Hegel sigue la costumbre alemana del siglo xIx de
de la filosofía en tanto que forma más elevada de theoria es interpre- revisar por extenso y reescribir sus obras cuando publicaba nuevas ediciones
tar el mundo —desentrañar sus principios racionales últimos y con- de ellas. He hecho uso de todos los tipos de obras de Hegel, incluidas las
templar la naturaleza de la realidad. Realidad que solamente es bien póstumas y las notas de estudiantes publicadas con ellas; por ello creo que
cada pasaje citado es fiel reflejo de su pensamiento y puede ser apoyado por
entendida cuando se logra captar el orden racional inherente a ella. textos de las obras consideradas como de más autoridad. Para una buena dis-
No es una metáfora hablar de una razón inviscerada en el mundo; cusión del estado de las ediciones y traducciones de las obras hegelianas ver
es una verdad literal y fundamental. Decir que la razón regula el Walter ICauffmann, Hegel: Reinterpretation, Texts and Comentary, en especial
su «Bibliografía». Ver también la iluminadora discusión de Otto Pbggler sobre
mundo es decir que existen principios racionales o leyes inmutables la historia editorial de las obras de Hegel en estrecha relación con la investiga-
que gobiernan el mundo. ción hegeliana, «Hegel-editing and Hegel Research». Este artículo será publi-
cado en un volumen de actas del Simposio sobre Hegel celebrado en 1970 bajo
el patrocinio de la Marquette University. Para una discusión de los problemas
3
David Hume, A Treatise of Human Nature, ed., por L. A. Selby-Bigge, textuales referentes a Die Vernunft in der Geschichte, ver la edición de Hoff-
página 415. meister, pp. 272 ss.
32 pis y acción 33
Richard J. Bernstein

caracterizada por los griegos, pero el Geist no es comprensión «abs- último del mundo» 8. El Geist, de acuerdo con Hegel, resulta no ser }
tracta», no es Verstand; es Razón (VernunIt) plenamente realizada sólo la causa final del mundo sino también la material, la eficiente (
en el mundo. y la formal. Es la causa material en la forma de los reinos natural y
El comentario anterior sobre Anaxágoras, en especial la frase espiritual (la realidad espiritual es la realidad de la historia). Es la
«el desarrollo de la razón», revela una importante distinción en causa eficiente porque gradas a la «astucia de la razón» (List der
Hegel y sugiere una segunda perspectiva para entender el Geist. La Vernunft) que progresa por caminos extraños a través de las pasiones
distinción es entre naturaleza y espíritu.[En último término el Geist de los hombres, el Geist es el agente del desarrollo histórico. Causa
es omnicomprensivo, pero en el curso de su desenvolyimiwo se. formal lo es porque, como No:1s, es la fuente de la estructura racional
desdobla en la realidad de la naturaléiz y, en la realidad del espíritu. o forma del mundo. Y es causa final porque el Geist guía la historia
«La vida espiiiHár-Se- hacia su máxima y verdadera aspiración: la completa realización de
la animal, en esto, que no permanece en sí misma simplemente, sino la libertad. Hegel afirma que si tomamos la perspectiva del mundo
que es para sí misma» s. Hegel hace aquí hincapié en el hecho de que histórico podemos ver que hay un logos oculto en lo que parece ser
lo que distingue la vida espiritual de la natural es el desarrollo de la una multiplicidad caótica de acontecimientos. Dicho logos posee una
conciencia, y, en último término, la autoconciencia. Pero este desdo- forma teleológica. [Hay una especie de trama o unidad argumental
blamiento del Geist en esferas natürZT esPiritual será aufgehoben 6 que puede ser descubierta en la historia —es la épica de los diversos
en el desarrollo pleno del Geist] «La naturaleza no es en modo alguno modos en los que el Geist se autorrealiza desplazándose desde su
algo fijo y acabado en sí mismo, que pudiera darse sin el espíritu: libertad y autodeterminación como idea abstracta hasta su encarna-
más bien alcanza su sentido y su verdad en el espíritu. Justo así el ción concreta en las instituciones humanas.) -
espíritu, por su parte, no es algo abstracto al margen de la naturaleza, Hegel es plenamente consciente de que estas grandes afirmaciones
sino que existe verdaderamente y se muestra a sí mismo como espí- son ambiciosas, en principio inverosímiles y vacías. Reconoce que lo
ritu en la medida que contiene a la naturaleza como subyugada que pretende es .armonizar dinámicamente las dos tradiciones más
a sí» 7. profundas que se han forjado en la cultura occidental —la tradición
Cuando Hegel habla del Geist de este modo, está pensando en él griega - clásica y la Judeo-cristiana. Como él mismo recalca estas
Geist como Dios que no abandona al mundo a su suerte y al acaso, afirmaciones son vacías y abstractas porque no proporcionan un
z sino que le guía mediante su Providencia. «La verdad de que la significado claro de Geist ni una prueba de que esté realmente ma-
Providencia, esto es, una Providencia divina supervisa los aconteci- nifiesto. Pero-si ahondamos en las afirmaciones hegelianas, podemos
mientos del mundo corresponde a nuestro principio; pues la Provi- ver ya lo que tendría que haber hecho para volver concretas estas
dencia divina es sabiduría dotada de poder infinito que realiza su abstractas afirmaciones y validarlas. Nos debería haber mostrado
detallada y sistemáticamente cómo- el Geist se manifiesta a sí mismo.
propia aspiración, esto es, que realiza el plan absoluto, racional y
5
a
Esto es justamente lo que pretendió hácer. El sistema hegeliano
entero puede ser visto como un intento de desentrañar el signifi-
La traducción de este pasaje y del siguiente son de J. N. Findlay, Hegel:
A Re-examination, p. 37. Ver también William Wallace The Logic of Hegel, cado y demostrar la verdad de estas afirmaciones. Por eso, (en la
páginas 54-55 (desde ahora nos referiremos a ella como Hegel's Logic); Hegel,
Werke, Bd. VI, p. 55. La traducción de Wallace está hecha sobre la base de Fenomenología del Espíritu anuncia que ya está maduro el tiem-
la primera parte de la Encyclopaedia, y se la conoce comúnmente por «The po para hacer patente de una vez que la filosofía puede abando-
Lesser Logic» para distinguirla de la Ciencia de la Lógica que ha aparecido re- nar su nombre de amor a la sabiduría y convertirse por fin en autén-
cientemente en una nueva traducción: Hegel's Science of Logic, por A. V. Miller.
6
tica sabiduría; la filosofía está a punto de ser elevada a la categoría
No hay ninguna palabra inglesa que capte el significado de «aufheben», de una ciencia que pone al descubierto la inherente necesidad de
tal como lo entiende Hegel. «Superar» (ato sublate», de la traducción de
Baillie), «sublimar» («to sublimate», de la de Kaufmann) son sustitutos muy la verdad del Geist 9.1
desdibujados. «Aufheben» es negar, afirmar y trascender, o ir más allá. Y no se
trata de tres momentos distintos; ocurren en el mismo proceso. Por ello uso 8
Reason in History, p. 15; Vorlesungen über die Philosopby der Welt-
la expresión alemana. Su significado pleno en Hegel y Marx quedará fuera del geschichte, p. 39.
contexto en que fue usado. 9
Ver «The Preface to the Phenomenology», traducido por Walter Kauf-
7
Findlay, op. cit., p. 37; Hegel's, Logic, p. 180; Hegel, Werke, Bd. VI, mann, Hegel: Reinterpretation, Texts and Comentary, p. 372. Phfinomeno-
páginas 190-191. logie des Geistes, ed. por J. Hoffmeister, p. 12. Las citas del «Prefacio» pro-
34 Richard J. Bemstein Praxis y acción 35

¿Pero cómo se autorrealiza el Geist o cómo se manifiesta a sí cialmente conceptos estáticos y representan de manera muy inade-
mismo? Llegamos así a una tercera perspectiva para entender el Geist. cuada lo que Hegel entiende por «dialéctica» 9. La dialéctica del
La lógica o la estructura dinámica del Geist manifestándose a sí mis- Geist es un proceso esencialmente dinámico y orgánico. Un «mo-
mo no constituye un desvelamiento inmediato de su naturaleza. mento» del proceso dialéctico, cuando está plenámente desarro-
llado o entendido genera su propia negación; no enfrentada mecánica-
La transición de su posibilidad a la realidad está medida por la conciencia mente a una antítesis. El proceso aquí se parece más al de la tragedia
y la voluntad. Estas están primariamente ellas mismas inmersas en su vida
orgánica inmediata; su objeto y meta en esta existencia natural como tal. Pero en la que la «caída» del héroe trágico emerge de la dinámica del desen-
más tarde, una vez animadas por el Espíritu, se hacen más exigentes, ricas volvimiento de su propio carácter. Cuando el espíritu se desdobla,
y poderosas. De este modo el Espíritu está en guerra consigo mismo. Debe alienándose a sí mismo, se desencadena una lucha feroz entre los dos
superarse a sí mismo en tanto que enemigo de sí y obstáculo formidable. El «momentos». Más allá de este conflicto y de esta lucha, más allá
desarrollo, que en la naturaleza se revela callado y sereno, en el Espíritu cons- de esta negatividad, aparece otro «momento» que niega, afirma y,
tituye una lucha sorda e infinita contra sí mismo lo. a la vez, trasciende los «momentos» implicados en la lucha —estos
momentos primitivos son aufgehoben. En el curso de la autorreali-
1
El Geist se autoaliena sin cesar, escindiéndose y luchando consigo zación del Geist, este proceso que encierra una etapa de autoaliena-
mismo. Pero no se trata de una lucha sin sentido. El Geist emerge ción que subsiguientemente es aufgehoben, es continuo, implacable,
triunfante y se autorrealiza a través de la lucha de la vida con la infinito.[La lógica del desarrollo del Geist es dialéctica y según ella,
muerte. Hegel utiliza y modifica la imagen oriental de Fénix como el Geist lucha con lo que aparece como «otro» que él —una limita-
soporte del significado de la naturaleza de la actividad incesante del ción u obstáculo que debe ser superado./ El Geist «retorna a sí
Geist. El Fénix dispone su propia pira y se consume a sí mismo «de mismo» cuando supera el obstáculo específico que encuentra, pero
manera que de las cenizas surge continuamente una vida nueva, reju- sólo para renovar otra vez el proceso dialéctico LE1 Geist «retorna a
venecida y fresca» 11. Hegel sigue con el siguiente comentario: sí mismo» finalmente cuando han sido superados todos los obstácu-
los y determinaciones, cuando cualquier cosa que aparece como «lo
Desde luego, esta imagen es asiática; oriental, no occidental. El Espíritu, otro» ha sido apropiada totalmente y, por lo tanto, subjetivizadaj
devorando su propia envoltura mundana, no sólo pasa a otra envoltura, no sólo Esta es la aspiración y objeto último del Geist. La negatividad y la
surge rejuvenecido de las renbas de su encarnación, sino que de ellas emerge
actividad del Geist ocupan el lugar central en esta caracterización
exaltado, transfigurado y más puro. Es verdad que lucha contra sí mismo
y devora su propia existencia. Pero al hacerlo está laborando en ella; su en-
carnación se hace material para que su trabajo lo eleve a sí mismo a una
nueva encarnación 12. La muerte... es lo más espantoso, y el retener lo muerto lo que requiere
una mayor fuerza. La belleza carente de fuerza odia al entendimiento porque
éste exige de ella lo que no está en condiciones de dar. Pero la vida del
Para no pensar que Hegel está tejiendo metáforas especulativas, espíritu no es la vida que se asusta ante la muerte y se mantiene pura de la
debemos tener en cuenta lo en serio que toma la imagen de la eterna desolación, sino la que sabe afrontarla y mantenerse en ella. El espíritu sólo
lucha en las entrañas del Geist. Encontramos aquí el meollo de lo conquista su verdad cuando es capaz de encontrarse a sí mismo en el abso-
que Hegel entiende por «dialéctica». Se han dicho muchas vague- luto desgarramiento. El espíritu no es esta potencia como lo positivo que se
dades sobre la dialéctica deTrerer,Como el movimiento de la tesis mantiene apartado de lo negativo, como cuando decimos de algo que no es nada
a la antítesis y a la síntesis. Pero estos conceptos no sólo juegan o que es falso y, hecho esto, pasamos sín más a otra cosa, sino que sólo es
esta potencia cuando mira cara a cara a lo negativo y permanece cerca de ello.
un papel insignificante en la filosofía de Hegel, sino que son esen- Esta permanencia es la fuerza mágica que hace que lo negativo vuelva al
ser 14
ceden de la mencionada traducción de Kaufmann a la que nos referiremos en
adelante corno Hegel: Reinterpretation. 13
Ver Gustav Emil Müller, «The Hegel Legend of "Thesis-Antithesis-
Reason in History, p. 69; Vorlesungen über die Philosophie der Weltge- Síntesis"», en Journal of the History of Ideas, 19 (junio 1958).
schichte, pp. 151-152. 14 Hegel: Reinterpretation, pp. 406-408; Phiinomenologie des Geistes, pá-
11
Reason in History, p. 89; Hegel, Werke, Bd. IX, p. 90. ginas 29-30. (Texto castellano de W. Roces, en su versión de Fondo de Cultura
Reason in History, p. 89; Hegel, Werke, Bd. IX, pp. 90-91. Económica, México, 1966, p. 24, N. del T.)
36 Richard J. Bernstein 37
praxis y acción
La autorrealización y el autocumplimiento del espíritu sólo puede nos brinda la mutación dialéctica de la esfera a su imagen occidental,
tener lugar mediante la autodestrucción. Este poder portentoso de la actividad dialéctica es más como una espiral que como un círculo
lo negativo tiene consecuencias dramáticas para d'estudio de la his- o esfera. Lo que es potencial e implícito en el Geist se hace real y
toria. La historia es el escenario de una lucha perpetua y de una explícito. La estructura lógica interna del Geist es siempre la misma.
autodestrucción incesante en la que todas las instituciones sociales Para entender la historia es esencial saber apreciar la actividad in-
finitas son destruidas y aufgehoben. La historia es «el altar donde
cesante del Geist, y lo mismo para entender el ascenso y la caída de
han sido sacrificadas la felicidad de los pueblos, la sabiduría de los las instituciones políticas y sociales, y el desarrollo de las etapas de
Estados y las virtudes de los individuos» ". Pero el poder de la,,nega- la conciencia. Sin embargo, desde la perspectiva de la Lógica, del
tivided no viene a parar en una destrucción sin sentido. Ees el medio Geist como Noús o Razón, el Geist despliega una estructura externa,
que instrumenta el desarrollo progresivo hacia la realización deIá necesaria y racional. En consecuencia, cuando Hegel escribe una ló-
libertad concreta.; gica poniendo al descubierto las categorías fundamentales del Con-
Debería ser evidente que/ Hegel entiende por «negatividad» un cepto (Begriff); o una fenomenología del desarrollo de las etapas de
proceso activo. El Geist es el principio mismo de la autoactividad. la conciencia, la autoconciencia y el espíritu; o un análisis filosófico
«La verdadera esencia del espíritu es la acción. Se hace a sí mismo del mundo, de la historia o de la evolución política de la sociedad,
lo que esencialmente es; es su propio pió-d.-Jet-
o- ysu propio trabajo» 16. no nos cuenta «historias» diferentes, sino la misma historia del Geist,
Esta es la dimensión del Geist hegeliano que fascinó y penetró en desde perspectivas diferentes.
Marx más profundamente.] Una vez más, Hegel nos dice que «el Cuando Hegel trata movimientos dialécticos específicos, puede
criterio del espíritu es su acción, su esencia activa» ". Si retenemos que nos rebelemos contra lo que a primera vista parece ser mitifica-
en la mente que es el hombre el que según Hegel refleja el desarrollo ción, pero no podemos por menos de sentirnos impresionados por el
del Geist y es el agente a través del cual el Geist se expresa a sí
mismo en la historia, entonces podremos entender adónde quiere poder de su visión del Geist. Esto es especialmente verdadero en lo
que respecta a los desarrollos trazados en la Fenomenología del Es-
llegar cuando dice: «el hombre es su propia acción, aquella secuencia
de sus acciones, a través de la cual se ha hecho a sí mismo» ". El píritu. La Fenomenología nos presenta otra perspectiva para captar
Geist es lo que hace y el hombre es lo que él hace. Esta tensión Si
la naturaleza del Geist. Sigue las etapas del desarrollo de la con-
- -
en el pensamiento de Hegel ha ejercido una profunda influencia en ciencia desde su estadio más primto7iasta la etapa ffiZael" CoUo-
-
cimienid iliídtits5. nidvimierito gen éiiriferireltgeisi se repite en
r el pensar posthegeliano. Veremos hasta qué punto es fundamental
esta concepción del hombre —como un ser que es lo que hace— el espfriiii incliVidual. «El individuo también debe pasar a través
para Marx y cómo este motivo está en el centro del pensamiento de los contenidos de las etapas educativas del espíritu general, pero
existencialista. como formas que han sido ampliamente superadas por el espíritu,
Pero necesitamos equilibrar la negatividad y actividad del Geist, como estadios y modos que han sido preparados y nivelados para
con una imagen opuesta que al mismo tiempo es importante y básica él» ". Para leer la Fenomenología correctamente, hay que establecer
para Hegel. Se trata de una imagen que data de los griegos (y hasta tres ángulos de visión. Se trata de una fenomenología del Geist y,
de más atrás) y que ejerce en Hegel una especial fascinación. Es la como tal, no es simplemente el estudio de las etapas que atraviesa'
imagen del movimiento circular o esférico. La esfera que gira está cada espíritu individual. A pesar de ello Hegel mantiene el «prin-
a la vez en movimiento continuo y siempre en reposo. La actividad cipio ontogenético»,_según el cual las etapas del Geist se repiten en
incesante del Geist corresponde a la esfera en movimiento continuo. el espíritu izietívjual. Finalmente, debemos reconocer que hay un
Pero el Geist también es eterno, infinito e inmutable; el Geist es «nosotros» filosófico que está describiendo e interpretando las eta-
siempre el yo mismo, siempre en «reposo». Hegel, de la misma pas dé-la conciencia —un nosotros que conoce ya el fin de la narra-
manera que hizo un arreglo de la imagen oriental del Fénix, también
Reason
19
Hegel: Reinterpretation, p. 402; Phánomenologie des Geistes, p. 27.
15
in History, p. 27; Hegel, Werke, Bd. IX, p. 27. Para una discusión crítica de las diversas interpretaciones del «punto de vista»
i° Reason in History, p. 89; Hegel, Werke, Bd. IX, p. 91.
17
Reason in History, p. 51; Hegel, Siimtliche Werke, Bd. VIII, 2, p. 93. de la Fenomenología y en especial el status del «nosotros» filosófico, ver. Kenley
18 Reason R. Dove, «Hegel's Phenomenological Method», Tbe Review o/ Metaphysics,
in History, p. 51; Hegel, Slimtliche Werke, Bd. VIII, 2, p. 93. 23 (junio 1970).
Richard J. Bernstein Praxis y acción 39
38
ción y es capaz de detectar el movimiento dialéctico englobante Cuando nosotros (o más propiamente «nosotros» en tanto que

que tiene lugar en cada etapa del desarrollo del Geist. encarnación del Geist) hemos superado los tres estadios primeros de

Hegelcomienza su Fenomenología con lo que hoy se denominaría la conciencia y nos damos cuenta exacta de que lo que conocemos,

W<<epistemológica». Examina tres estadios de nuestra


una orientac
aquello que está como objeto para la conciencia, 11,9 es nada más que

conciencia cognoscitiva de los objetos: certeza sensorial, percepción otra orna aSmisma conciencia, álcanzatins la etapa de la «Auto-

y entendimiento. En cada una de estas etapas progresivas, la con- concieiicrá».Ilesiimiendo los resultados de l'os tres primeros estidioá
de la conciencia, Hegel dice:
ciencia intenta conocer directa e inmediatamente el objeto que tiene
enfrente; la conciencia intenta plenificarse a sí misma y asegurarse
Lo que el objeto era inmediatamente en sí mismo —una mera cualidad en
un fundamento firme. Y en cada estadio surgen contradicciones" y
la certeza sensible, una cosa concreta en la percepción, o una fuerza en el caso
conflictos en la búsqueda de certeza inmediata que obligan a ir a un
del entendimiento— se torna, en verdad, como no siendo esta realidad; por
estadio «más elevado». Por ejemplo, pensamos que al afrontar objetos el contrario, esta naturaleza en sí (Ansicb) se acredita como un modo de ser
tan simples como los denotados por expresiones como «aquí» y «aho- para otro (Fen., p. 107; p. 141).
ra» captamos directamente los particulares que sin duda están delante
- --
d e nosotros. Pero Hegel no se conforma con hacer patente lo es- (Con este reconocimiento de que la conciencia en su intento de
pecioso de la afirmación acerca del conocimiento inmediato de los conocer lo «otro» —un objeto verdaderamente independiente de la
particulares y de la ilusión según la cual la certeza sensorial nos conciencia— se está conociendo realmente a sí misma, la trayectoria
proveería de un «tipo de conocimiento más rico» —«un conocimien- del Geist -
tofiriuxrgiro Característicamente práctico. La tarea del Geist
to de la infinitud del mundo» (Fen., p. 63; p. 79) 2° quiere meternos consiste en hacerse «a sí mismo lo que es esencialmente; esto es, su
h os» que están
por los ojos que la opaca objetividad de los «hec propio producto, su propia obra»122. En la etapa de la «Autoconcien-
delante de nosotros se disuelve en subjetividad. Esto nos fuerza cia» el Geist intenta establecer su propia autocerteza 73. Pero la auto-
a un estadio más comprensivo de la percepción en el que nuestra conciencia no puede reconocerse plenamente, plenificirse, o Cono-
categoría básica es la cosa o sustancia que manifiesta diversas pro- cerie sr misma si no es reconociera por otra autoconciencia. «La
piedades. Pero esta etapa, a su vez, es inestable y nos sentimos autoconciencia es en y par a sí en cuanto que y porque es en sí y
impulsados a la próxima en la que postulamos entidades que ni son para sí para otra autoconciencia; es decir, sólo es en cuanto se la
sentidas ni son percibidas, con el fin de lograr una consideración reconoce» (Fen., p. 113; p. 141). Es ist dr: Selbstbewusstsein für ein
adecuada de lo que se nos opone como objeto 21. Selbstbewusstsein. Así es como comienza Hegel una de las secciones
más famosas de la Fenomenología del Espíritu, «Señorío y servidum-
20 La referencia a las páginas de la Fenomenología están incluidas en el bre» (Herrschaft und Knechtschaft). Unicamente cuando la auto-
texto. Los números de las páginas de la traducción castellana van seguidos del
número de las páginas del texto alemán. (Los textos castellanos están tomados conciencia llega al estadio en el cual es reconocida plenamente y se
de la traducción de W. Roces, Fondo de Cultura Económica, México, 1966, refleja en otra autoconciencia, habrá completado su recorrido y
N. del T.). obtendrá la satisfacción y el cumplimiento de ser libre en acto y
21
La sección que abre la Fenomenología, «Conciencia», que trata de la
«certeza sensible», la «percepción» y el «entendimiento» raramente es leída o autodeterminada. Al término de este recorrido todas las fuerzas de
discutida por filósofos contemporáneos. Esto es una pena porque estas secciones objetivación y alienación serán aufgehoben. El lenguaje aquí es carac-
pueden ser leídas como un comentario incisivo y crítico de un desarrollo dia- terísticamente hegeliano, pero su sentido evoca el reino de los fines
léctico en epistemología que ha sido repetido en la filosofía analítica contem-
poránea. Las etapas de la investigación epistemológica contemporánea que se de Kant (en el que se trata a los demás no como medios sino como
ha desplazado desde el fenomenalismo fundado en los «datos sensoriales» hasta fines en sí mismos). Está también prefigurada aquí la utopía de
el énfasis en el «lenguaje-objeto» como fundamento epistemológico y hasta la
constatación de la importancia de las «construcciones teóricas», y, finalmente,
el «nuevo» interés en conjuntos conceptuales totales o «juegos de lenguaje» se del progreso dialéctico de las posiciones epistemológicas que se ha repetido en
corresponde estrechamente con el desarrollo esbozado por Hegel en las pri- nuestro tiempo según la moda lingüística.
meras secciones de la Fenomenología. Se pueden encontrar analogías en el des-
22
Reason in History, p. 89; Hegel, Werke, Bd. IX, p. 91.
arrollo de la epistemología durante los cincuenta últimos años con las dificul-
23
La primera sección de «Autoconciencia» (Selbstbewusstsein) trata. de «la
tades que Hegel localiza en cada una de las etapas dialécticas. No pretendo verdad de la autocerteza». Para una discusión de esta sección, ver parte II,
sugerir que Hegel era un profeta, sino más bien que tenía una intuición genuina páginas 85-86.
40 Richard J. Bernstein 41
Praxis Y acción
Marx de una sociedad humanizada en la que nuestro trabajo es «una las cosas que éste produce para el amo, sino que la vida del esclavo
manifestación libre de la vida y un gozar de la vida», donde «nues- depende de los caprichos del señor. El señor es el poder que domina
tras• producciones serían otros tantos espejos que reflejan nuestra al esclavo y lo mantiene en la esclavitud al consumir los objetos
naturaleza», y en la que yo no sólo «habría objetivizado mi individua- que el esclavo produce. «En estos dos momentos deviene para el
lidad en su particularidad, sino que sería afirmado en el pensamiento
señor el ser reconocido por medio de otra conciencia; pues ésta se
y en el amor de mis camaradas» 24. pone en ellos como algo no esencial, de una parte en la transforma-
La etapa de una autoconciencia plenamente desarrollada y libre
que sea reconocida y reflejada en otra autoconciencia es el final de la ción de la cosa y, de otra parte, en la dependencia con respecto a
una determinada existencia» (Fen., p. 118; p. 147). Pudiera parecer
historia de la trayectoria del Geist. En «Señorío y servidumbre» que el señor consigue su propósito de autoafirmarse a sí mismo y
Hegel nos brinda una descripción de la primera etapa del encuentro negar cualquier limitación haciendo al esclavo servidor y dependiente
entre dos autoconciencias en el que el señor o amo intenta recono- de sí. Pero irónicamente (y aquí encontramos uno de los giros dialéc-
cerse a sí mismo y obtener el reconocimiento mediante la dominación ticos típicos de Hegel) cuanto más éxito tiene el señor, más fracasa.
del siervo o esclavo. La exigencia del Geist en cualquiera de sus for- «... en aquello que el señor ha realizado plenamente deviene para
mas es la de hacerse infinito, demostrarse a sí mismo que es verda- él algo totalmente otro que una conciencia independiente. No es
deramente infinito y autosuficiente. En la forma de señorío intenta para él una conciencia tal, sino una conciencia dependiente» (Fen.,
hacer ver que «no está vinculado a ningún ser allí determinado» página 119; p. 147). En su intento desesperado por llegar a conver-
(Fen., p. 116; p. 144). La autoconciencia debe ponerse a sí misma
tirse en una conciencia independiente, un auténtico señor, se ha
a prueba. La existencia de un «otro» (otra autoconciencia) inicial- esclavizado a sí mismo, se ha hecho a sí mismo dependiente del escla-
mente es una amenaza, una limitación a la autosuficiencia del Señor. vo en su existencia qua señor. Es en virtud del esclavo, tomado en
«Por consiguiente el comportamiento de las dos autoconciencias se principio como inesencial, que el señor ha logrado señorío. El
halla determinado de tal modo que se ponen a prueba por sí mismas esclavo entonces no es realltente inesencial, es la realidad esencial
la una a la otra mediante la lucha a vida o muerte» (Fen., p. 116; 1 'del señor, es decir, es la condición esencial de que el señor puede ser
página 144). Hegel insiste en que «solamente arriesgando la vida se lo que es. Este es el movimiento dialéctico por el cual el proyecto del
mantiene la libertad» (Fen., p. 116; -p. 1214)11511.b—á
cía lógrá' d'éltiliirrteralmente, a su oponente, no por ello obtiene el señor acaba en fracaso, un fracaso que resulta del proceso de intentar
conseguir un señorío plenamente cumplido. Pero veamos lo que ocu-
éxito en su proyecto. No consigue obtener el reconocimiento que rre desde la perspectiva del esclavo o siervo.
exige el autoafirmarse como autoconciencia plenamente desarrollada En tanto que una autoconciencia, el esclavo toma al señor ini-
y libre. La muerte se convierte en una «Ilegación abstracta, no la
cialmente por su realidad esencial (la del esclavo). Pues el esclavo
negación de la conciencia, la cual supera detal manera que man- es lo que es en virtud del señor. El esclavo vive en el temor de su
tiene y conserva lo superado, sobreviviendo con ello a su llegar propio ser, siente «el miedo de la muerte, del señor absoluto»
a ser superada» (Fen., p. 117; p. 145). Esta última forma de nega-
(Fen., p. 119; p. 148). Aún más, la naturaleza esencial del esclavo
ción es la de dominio o subyugación. Una de las autoconciencias es es reconocida en su trabajo, en la obra que hace para satisfacer al
«independiente, y tiene el ser para sí por esencia; la otra es la con- señor. Ve su propia conciencia esencial expresada en los objetos que
ciencia dependiente, cuya esencia es la vida o el ser para otro; la produce, en los productos de su trabajo. Mediante su trabajó el
primera es el Señor, la segunda el Siervo» (Fen., p. 117; p. 146). Ser
esclavo da forma y figura a los objetos y por lo mismo se exterioriza
Señor o amo requiere un siervo o esclavo. El esclavo trabaja o pro- a sí mismo. «La conciencia que trabaja llega, pues, a la intuición
duce para el señor. La naturaleza esencial del esclavo se expresa en del ser independiente como de sí mismo» (Fen., p. 120; p. 144).
las cosas que produce para el Señor. Su esencia toma forma de Pero en el momento en que el esclavo está lo más estrechamente
«coseidad». La relación del amo al esclavo rió sóro—está ine-ctiáda -por
reducido a la nada, en la situación en que él se vacía a sí mismo en
forma de objetos que elabora y produce para el señor, llega a hacerse-
24
Young Marx, p. 281; Karl Marx/Friedrich Engels, Historisch-kritische consciente de que tiene una «mente propia» —.de que no es simpTe-
Gesamtausgabe, ed. por D. Rjazanov y V. Adoratskij, 1, 3, p. 546. Desde ahora Itientruirtreess;---qtre-giriiáhitáréig- esericiarno se agota en las cosas
en adelante nos referiremos a ella como MEGA.
que produce. Unicamente cuando el esclavo está conformado por
Richard J. Bernstein
1 Praxis y acción 43
42
exclusivamente entre diferentes autoconciencias individuales, ni siquie-
el temor absoluto, únicamente cuando su conciencia ha sido «amena- ra entre clases de hombres; tiene lugar también dentro de una misma
zada y aterrorizada» (Fen., p. 121; p. 150), reconoce el esclavo que «conciencia
no es simplemente un instrumento del señor sino una autoconciencia Antes deinfeliz»
dejar 26.
nuestro análisis preliminar de lo que Hegel en-
por derecho propio. «En el señor, el ser para sí es para ella un otro Geist,
tiende por debemos examinar un aspecto más de la naturaleza
o solamente para ella; en el temor el ser para sí es en ella misma;
en la formación el ser para sí deviene como su propio ser para del Geist. Se trata de la cuestión del «idealismo» de Hegel, pues
encierra consecuencias significativas para e--n-t-énd-ear--á Hegel y el
ella y se revela a la conciencia como es ella misma en y para sí»
«materialismo» de Marx. Casi todo el mundo admite que Hegel
(Fen., p. 120; p. 149). Este es el comienzo de la propia libertad es un idealista; prima facie, parece ser perfectamente sensato colocar
del esclavo. Al principio es solamente una libertad abstracta que no a Hegel el rótulo de idealista. El Geist es espíritu y es la realidad
se resuelve en ninguna acción concreta específica; se reduce a ser omniindusiva y omniabarcadora. El resultado final de la Fenomeno-
la constatación de que él también es una autoconciencia indepen-
diente, pero esta libertad abstracta es la simiente de donde nacerá logía es hacernos ver que cuando pensamos que estamos ante algo
distinto de la conciencia, lo que ocurre es que este «otro» no es más
la libertad concreta. Irónicamente (o dialécticamente) el esclavo
que una forma alienada de la conciencia. ¿No está daro que Hegel
llega a hacerse consciente de su propia autoexistencia y de su liber-
está afirmando poderosamente su idealismo cuando declara: «Sólo
tad precisamente desde o a causa de su trabajo, el cual, en principio,
lo espiritual es lo real; es (I) la esencia o el ser-en-sí; (II) aquello
es trabajo para otro (para el señor). «Precisamente en el trabajo,
que se refiere a sí mismo y es determinado, lo que es otro y para sí
en el que él sólo parecía ser algo extraño, eÍ esclavo se-hace cons-
-- mismo, y (III) lo que en su determinabilidad y ser fuera de sí per-
ciente de tener y ser una "menteu_opier: por médiii d¿'eltéreencon- manece en sí mismo o, en otras palabras, es en y para sí mismo»? v.
trarse por sí mismo sentido propio» (Fen., p. 120; p. 149). Encontramos el mismo tipo de énfasis en la Lógica cuando Hegel
Hemos presentado el análisis de Hegel de la dialéctica del amo
introduce la etapa del «Ser-para-sí» (Fürsichsein); pues anuncia que
y del esclavo por varias razones. Es una paradigma de lo que Hegel
«en el ser-para-sí entra la categoría de idealidad»
entiende por dialéctica y pone de manifiesto lo que Hegel quiere
Aun a pesar de todo esto, quiero mantener que pensar en Hegel
decir mediante el Geist reconociéndose a través de su propia «nega- como un idealista puede ser extraordinariamente equivocado.
ción». Este movimiento dialéctico particular es uno de los más ricos
El término clasificatorio «idealismo» se opone normalmente a
y sugestivos de Hegel. En la literatura del siglo veinte ha ejercido
«materialismo» o «realismo». Estos términos de contraste tan de
una fascinación especial y ha hecho surgir diversas variaciones de
moda en la filosofía moderna, se entienden mejor sobre el trasfondo
la dialéctica del amo y del esclavo. Encontramos ecos de este tema
del dualismo cartesano. Si se excluye el status de Dios (la única
en Marx, Nietzsche, Freud, Sartre... en sus propios intentos de
sustancia plenamente independiente), Descartes divide la realidad en
desentrañar los conflictos y paradojas de la psique individual en sus
dos tipos: sustancia pensante y sustancia extensa. La mente es la
relaciones con los demás. Hay intérpretes de Hegel tales como Kojéve
- sustancia pensante, mientras que el cuerpo o la materia es la sustan-
(cuya lectura de Hegel ha ejercido enorme influencia en la tifosofia
cia extensa. Gran parte de la filosofía moderna desde Descartes ha
francesa contemporánea) que ve en este movimiento la quintaesencia
presupuesto este esquema dualista. Hasta los filósofos que han ne-
de su pensamiento 25. Debemos tener cuidado, no obstante, y no gado la realidad—ontológica—déiiho -
mirar este pasaje desde un punto de vista exclusivamente social, de estos dos tipos de sustancia,
y han afirmado que todo es realmente mental o que todo es realmente
pues la Fenomenología es un estudio de las etapas del desarrollo del material, básicamente han aceptado la dicotomía idealista/materialis-
Geist, y «Señorío y Servidumbre» no pasa de ser un breve momento ta.(Pero si pensamos en el idealismo.-desde esta óptica -.7-en contraste
en la realización del Geist. Como ponen de manifiesto las secciones con el materialisrno entonces Hegel no es ciertamente idealista.
subsiguientes de la Fenomenología («Estoicismo», «Escepticismo» y La global de su filosofía es hacia lo concreto, a hacer ver
«Conciencia infeliz»), la dialéctica del amo y del esclavo no ocurre
26
Cf. la discusión de George Armstrong Kelley, «Notes en Hegel's Lord-
ship and Bondage», The Reviera of Metaphysics, 19 (junio 1966). •
25
Ver Alexandre KojIye, Introduction a la lecture de Hegel, ed. por Ray- Hegel: Reinterpretation, p. 396; Phiinomenologie des Geistes, p. 24.
mond Queneau. Parte de este libro ha aparecido en traducción inglesa: Intro- 2
8 Hegel's Logic, p. 178; Hegel, Werke, 13d. VI, p. 188.
duction to the Reading of Hegel, ed. por Allan Bloom.
44 Richard J. Bernstein Praxis y acción 45

que lo que puede aparecer como lo «otro» que el Geist, es realmente o la «pura» viene,a dku: tn. una_abs_tracción_yglai Cada una
idealidad---
espiritual en su verdadera naturaleza.]De esta manera, cuando, por —
ne re"—
sita "aii ZOtri» Para completarse a sí misma, para cumplir
ejemplo, Hegel trata de la historia no la ve como un desfile de o realizar lo que hay en ella misma El punto de vista general está
pálidas abstracciones mentales. «Las acciones de los hombres brotan claramente ilustrado en uno de los aditamentos informales (Zusatze)
de sus propias pasiones, de sus necesidades, de sus intereses, de sus a la Lógica:
caracteres, y de sus talentos» 29. La historia es el drama del agotarse
de las pasiones más profundamente sentidas por los hombres. Hegel Las diversas sustancias en que consiste la cosa son potencialmente las mis-
insiste en la irracionalidad prima facie de la historia con más vehe- mas de otra. Así tomamos una materia en general a la cual se la vincula
mencia que cualquier materialista clásico. Lo que Hegel afirma, sin expresamente desde fuera la diferencia y como una forma desnuda. Esta teoría
embargo, es que las pasiones de los hombres no son algo diferente que sostiene que todas las cosas de nuestro entorno poseen una y la misma
del Geist, «constituyen los instrumentos y los medios del Mundo materia en el fondo, y difieren sólo externamente por lo que respecta a la
forma, está de moda para el pensamiento reflexivo. La materia en ese caso
del Espíritu para conseguir su propósito, hacerlo consciente y reali- pasa por ser naturalmente indeterminada, pero susceptible de cualquier deter-
zarlo» 30. De la misma manera cuando intentamos comprender la minación; mientras que, al mismo tiempo, es enteramente permanente y con-
naturaleza y la realización de la libertad en la esfera política, no po- tinúa siendo la misma en medio de todo cambio y alteración. Y esta diferencia
demos limitarnos a una Razón «abstracta»; pues el «material» del de la materia respecto a cualquier forma determinada se deja ver ciertamente,
Geist consiste en las instituciones humanas y políticas reales que al menos en las cosas finitas. Por ejemplo, no importa que un bloque de
ii existen y han existido. En todas las esferas del pensamiento de Hegel mármol reciba la imagen de esta estatua o la otra, o si es el caso, de una
hay una tendencia a desenmascarar la otra cara de lo que parece ser columna Es notorio, sin embargo, que un bloque de mármol sólo relativamente
la recalcitrante facticidad; no a negar su status ontológico, sino a puede ser indiferente a la forma, esto es, por referencia al escultor: de ninguna
hacer patente que el Geist opera en y a través de ella. Hasta su manera es puramente informal. Y así el mineralogista considera la informalidad
relativa del bloque de mármol como una formación especial de roca, que
uso de la terminología de actividad en la caracterización del papel difiere' de otras formaciones igualmente especiales, tales como el pórfido o la
del Geist puede ser, malentendido en la medida que parece sugerir arenisca. por ello 'decimos que es una abstracción del entendimiento la que
una imagen de la materia, del inundo o de la historia pasiva por aísla la materia dentro de una cierta informalidad natural. Pues propiamente, el
naturaleza, en espera del requerimiento del Geist. El• Geist, literal- pensar acerca de la materia incluye en todo él el principio de la forma, y por
mente, informa la materia del mundo.[Lo que Hegel pretende en lo mismo nunca puede aparecer en la experiencia como existente una materia
realidad es conseguir una Aufhebung de la dicotomía entre idealidad Informal 3u
y materialidad. Para descubrir el trabajo del Geist debemos entender
su concreto laborar sobre el «material» del mundo] - Más bien que clasificar a Hegel simplemente como idealista y,
Este mismo aspecto —el intento delguar una Aufhebung de por lo mismo, alinearlo con otros filósofos que quieren negar que
la dicotomía –idealista/materialista— pue verSe en la -
en el mundo posee un sustrato material; es más perspicaz ver que está
especiar a' ra segunda–parte que trata de la Esencia (Wesen). Hegel desafiando radicalmente la base conceptual de la que surge la dicoto-
examina las dicotomías metafísicas de más relevancia para la filosofía mía idealista/materialista. La filosofía de Hegel puede ser conside-
occidental, incluidas las de identidad (Identitiit) y diferencia (Un- rada con justicia como una forma de «materialismo», pues es tan
terschied); fundamento (Grund) y existencia (Existenz); materia verdadero como elemental para su punto de vista sobre el mundo el
(Materie) y forma (Form;) contenido (Inhalt) y forma (Form). reconocer que nuestro acceso al Geist y a su dinámica tiene lugar
Intenta demostrarnos que si se aísla uno de estos conceptos en con- a través de sus manifestaciones concretas en el mundo. No pretendo
traste con su «otro», el resultado es una contradicción insostenible. ignorar el hecho de que la Aufhebung hegeliana de la dicotomía
En última instancia estos conceptos no aíslan dualidades o dicoto- idealista/materialista está ligeramente desviada en el sentido de ver
mías ontológicas; son momentos de una misma totalidad (Totalitát) la materia como autoalienación del Geist. Hegel pretende o intenta
unificada. De este modo, el intento de aislar la materialidad «pura» ser un idealista. Pero quiero insistir en que considerarle
-
un idealista
tradicional supone malentender su posiciéli drIsticaniente. Can&
29 Reason In History, p. 26; Hegel, Werke, Bd. IX, p. 26.
3
° Reason in History, p. 31; Hegel, Werke, Bd. IX, p. 32. Hegel's Logic, p. 236; Hegel; Werke, Bd. VI, pp. 257-258.
46 Richard J. Bernstein
Praxis y acción 47
examinemos el pensamiento de Marx, veremos —a despecho de sus Para agregar algo más sobre la pretensión de enseñar cómo debe ser el
frecuentes polémicas con el idealismo de Hegel y la filosofía— que mundo, señalemos, por otra parte, que la filosofía llega _siempre tarde. En
su materialismo sólo adquiere sentido destacándose sobre el fondo cuanto pensamiento del mundo, apárece en el tiempo—sólo después que la tea-
- -
de la transformación efectuada por Hegel de la dicotomía idealista/ - lidad'Há lonsumadíi'iii lijo:Cs
-
:o de formaC4 y se halia ya lista . y terminada
í materialista. Lo que enseña el concepto, lo muestra con la misma necesidad la historia:
El carácter erróneo de la dicotomía idealista/materialista nos sólo en la madurez de la realidad aparece lo ideal frente a lo real, y erige a
lleva a otras dos dicotomías que han desempeñado un papel central este mismo mundo, aprehendido en su sustancia, en la figura de un reino
intelectual. Cuando la filosofía pinta con sus tonos grises, ya ha envejecido
en la filosofía moderna y que pueden incidir en la forma de entender una figura de la vida que sus penumbras no pueden rejuvenecer, sino sólo
la filosofía de Hegel. Se trata de las dicotomías entre razón y pasión conocer; el búho de Minerva sólo alza su vuelo en el ocaso 32.
o afección; entre teoría y práctica. Nuestra conciencia moderna ha
sido configurada por un dtiki -conttaste entre la razón y las pasiones.
Este pasaje de La Filosofía del Derecho es fascinador. Indica lo
Una vez más traemos a la memoria la elegante dicotomía de Hume.
Pero hasta en Kant, crítico severo de la concepción de la razón de consciente que era Hegel de las limitaciones de la filosofía, incluida
Hume, encontramos una variante de esta dicotomía en la distinción la suya propia. Y posee una ambigüedad crucial. Si es verdad —como
de la razón pura respecto a los deseos e inclinaciones de los hom- escribe Hegel a veces— que la historia está a punto de alcanzar su
plenitud, entonces la filosofía, .en tanto que mundo «aprehendido en
bres. Ya hemos hecho notar que la concepción hegeliana del Geist
pensamiento» está también a punto de lograr la suya. El final de la
como razón es muy similar en espíritu al Noíis universal de Arist&. historia como cumplimiento del telos implícito en sí misma, señala
teles. Hegel también estaría de acuerdo con la fusión de eros y logos el acabamiento de la filosofía. Pero en la medida que uno arguye
que Platón ilustró tan bellamente en el Fedro. Hegel desafía la clico- quélYtoria y la cultura todavía ne han alcanzado su plenitud, en-
tomía moderna entre razón y pasión. La razón sid-p— asión- esta vacía, tonces hay que aceptar que la tarea de la filosofía está aún por cum-
- -
--pero la pasión sín razón:esCiega. .F1'éüél busca por todos los mécli6Suna plirse 33.
AUThibungde la dicotomía moderna entre razón y pasión con el fin El pasaje anterior pone de relieve agudamente la afirmación
de restaurar lo que creía ser la verdad inherente a la perspectiva de Marx de que los filósofos hasta ahora se han limitado a inter-
clásica griega de una unidad y armonía orgánica y final de las dimen- pretar el mundo de varias maneras. Esto no hay que verlo (tal como
siones racionales y afectivas de la vida humana. Una vez más, sar se ha interpretado con frecuencia) como una condena solapada de la
,' en el Geist como razón universal, distinto del mundo fenomemco e filosofía; se trata de una caracterización de lo que la filosofía es.
l'is—Páltoliérktélós-1 - —
.6iiihfes„cre sus afectos y sus inEllnaciónes ven Iróhicamente Marx está perfectamente de acuerdo con la propia carac-
' dría a resultar una comprensión abstracta y «falsa» del mismo. terización de Hegel de la filosofía. Marx añade un «pero» que señala
Encontramos esta misma tendencia a la Aufhebung de todas las su distanciamiento de Hegel. Es como si Marx estuvieradiciendo
---
dicotomías que la filosofía moderna ha tomado como fundamentales a Hegel: «SI, usted tiene razón, la tarea jaiifil s'orla es interpretar
en la reflexión hegeliana sobre la teoría y la práctica. Desde una el luneto, pero con su sistema, esta tarea está ya cumplida y nosotros
cierta perspectiva, Hegel se sitúa claramente en la tradición clásica podemos ahora entender la filosofía por lb que realmente es e ir más
que concibe la filosofía como la forma más alta de theoria cuyo telos allá de ella o sobrepasarla. Alipra la cjiestión es cambiar el mundo.
es interpretar, entender y comprender la realidad. Lo que se necesita es una Aufhebung de la filosofía»,

La tarea de la filosofía es concebir lo que es, pues lo que es es la razón. 32


Hegel's Philosophy of Right, traducción y notas de T. M. Knox, pp. 11-13;
En lo que respecta- al individuo, cada uno es, por otra parte, hijo de su tiempo; Grundlinien der Philosophie des Rechts, pp. 16-17. (Texto castellano de la ver-
del mismo modo, la filosofía es su tiempo aprehendido en pensamientos. Es sin de J. Luis Vernal, Buenos Aires, Ed. Sudamericana, 1975, pp. 24 y 26.)
igualmente insensato creer que una filosofía puede ir más allá de su tiempo 33
Para un examen de la ambigüedad de la concepción de Hegel del tiempo
presente como que un individuo puede saltar por encima de su tiempo, más allá y la eternidad y su importancia para entender la naturaleza de la filosofía, ver
de Rodas. Pero si su teoría va en realidad más allá y se construye un mundo Nathan Rotenstreich, «The Essential and the Epochal Aspects of Philosophy»,
tal como debe ser, éste existirá por cierto, pero sólo en su opinar, elemento The Review of Metaphysics, 23 (junio 1970); Alexandre Kojéve también discu-
dúctil en el que se puede plasmar cualquier cosa. te el concepto de tiempo y eternidad en su Introduction to the Reading of
Hegel.
48 Richard J. Bernstein 49
Praxis y acción
[¿Cómo podría el pasaje anterior, que parece poner de manifiesto se reunían en cervecerías y tugurios, escribían versos medio sediciosos, profe-
la importancia de la filosofía —la más elevada forma de theoria- saban un odio violento al Rey, a la Iglesia, a la, burguesía y ante todo se
amparaban en último término en la teología hegeliana"
fundamentar la cuestión de la práctica? La filosofía no dirige y,19
puede dirigir la práctica. La, única taréadfla. filosolía, es corow:m.
der efectivahten te real,, es lo efectivamente «aprehendido en pen- Hablar de la «conversión» de Marx puede ser exagerado, pues
- Marx nunca fue un discípiZoservil del hegelianismo. Desde su pri-
sainieritós». ¿Paró qué es ToefeCthtarriente real? Ñuestra discusión
del Geist7 nos da la respuesta, pues la realidad es el Geist realizán- mer encuentro batalló por criticar a Hegel; sintió profundamente
dose activamente a sí mismo en el mundo. Lo efectivamente real no que en el hegelianismo había algo esencialmente correcto y algo
desespera(ramen qnlypca_cjo. Durante Vos Chico años "siguiesesin-
es una realidad estática, sino un procesó o actividad qné se mani-
fiesta en una variedad de fórinas. El Geist, como la actividad misma, n- e te sistematizar para sí mismo lo que era de valor
tentó repeildám
es praxis. La theoria, en su forma más pura, como filosofía, no es perdurable en el hegelianismo y lo que había que rechazar como
mistificación. En rápida sucesión; absorbió, utilizó y rechazó instru-
más que la articulación del ingrediente racional de la praxis. Según
mentos críticos que había entresacado de los jóvenes hegelianos de
ello hay una armonía última entre teoría y práctica —theoria y pra-
xis— no en el sentido de que la filosofía guía la acción, sino en el izquierda 35. Los apresurados escritos de Marx sobre Hegel, especial-
mente durante 1843-1844, ponen de manifiesto su temperamento
sentido de que la_filosofía elia_comurenlión.de lo que el; la com-
presión del logos que, entra como ingrediente ep la ,praxis eLdecir, talmúdico. Su procedimiento consistía en copiar textos de Hegel y
praxis. en tanto autoactividad del Gest. Hay una unidad 'última de escribir a continuación comentarios laboriosos e intrincados sobre
teoría- y "pi-dx.ü, Una unidad . que se hace inteligible cuando llegamos ellos. La mayor parte de este material jamás fue publicado en
a entender que el Geist es a la vez praxis y, en su forma autorre- vida de Marx; no pasaban de ser ejercicios de delimitación, prueba
flexiva, theoria. Veremos que Marx acepta esta unidad de iheoria y y formulación de sus propias ideas. La publicación póstuma de estos
praxis, pero la transforma dialécticamente —en Marx, la unidad documentos revela la intensidad de sus debates con Hegel. Marx
hegeliana de theoria y praxis está aufgehoben.1 comenzó con una crítica de la filosofía política de Hegel, pero pron-
-
to se enfrentó a la Fenomenología y la Lógica. Una temprana obser-
vación sobre Feuerbach, a quien Marx creía el primero en señalar el
Origen hegeliano de la praxis camino para una crítica total de Hegel, manifiesta hacia dónde iba
el propio pensamiento de Marx. En carta a Ruge fechada en marzo
de 1843,/Marx escribe el siguiente comentario sobre las provocativas
Sabemos que el primer encuentro de Marx con la filosofía de Hegel
Thesen de Feuerbach: «Lo único que no me gusta de los aforismos
fue traumático. Su descubrimiento de Hegel durante sus años de es-
de Feuerbach es que habla demasiado de la naturaleza y demasiado
tudiante en la Universidad de Berlín presenta muchas de las señales -
poco de política. Esto último es el único miclio que púedéper-
de una «conversión religiosa». Isaiah Berlin describe elocuentemente 36
mitif a ta fillSoffa actual llegar a ser una realidad» Esta observa-
este período de la vida de Marx.
ción es especialmente reveladora puesto que la primera crítica deta-
llada y sistemática de Marx a Hegel, fue en la filosofía política que
En principio el hegelianismo causó repelencia a una inteligencia positivista
por naturaleza. En una carta larga e íntima a su padre describe sus esfuerzos 34
Isaiah Berlin, Karl Marx: His Life and Environment, pp. 67-68. Para
por construir un sistema rival; después de noches insomnes y días desordenados una descripción de los primeros tiempos de la vida de Marx, ver David McLel-
gastados en la lucha con el adversario, cayó enfermo y abandonó Berlín para lan, Marx Before Marxism; Auguste Cornu, Karl Marx. Sa vie et son oeuvre y
recuperarse. Retornó con sensación de fracaso y frustración, incapaz de traba- Karl Marx et Friedrich Engels: leur vie et oeuvre; Maximilien Rubel, Karl
jar y de reposar. Su padre le escribió una larga carta, paternal, instándole a Marx: essai de biographie intellectuelle.
no malgastar su tiempo en inútiles especulaciones metafísicas cuando tenía por
35
El reciente estudio de David McLellan, The Young Hegelians and Karl
delante una carrera en la que pensar. Pero sus palabras cayeron en oídos sordos. Marx, presenta una buena sinopsis del pensamiento de los distintos hegelianos.
Este estudio muestra con claridad lo que Hegel tomó (y en último término
Marx se zambulló resolutivamente en un estudio exhaustivo de la obra de rechazó) de sus contemporáneos. Ver también Sydney Hook, From Hegel to
Hegel, leía día y noche, y después de tres semanas anunció su completa Marx, 2' ed., y William J. Brazill, The Young Hegelians.
conversión. El broche de oro fue hacerse miembro del Doctorklub (Club de 36
Tomado de McLellan, The Young Hegelians, p. 113; MEGA, I. i. 2,
graduados), una asociación de intelectuales universitarios librepensadores, que Página 308.
Praxis y acción 51
50 Richard J. Bernstein
sea una pérdida total
de humanidad y que únicamente pueda redimirse a sí
fue sometida a ataques devastadores. Hasta hace poco, la Crítica de misma mediante la redención total de la humanidad. Esta disolución de la socie-
la Filosofía del Derecho de Hegel de Marx, un comentario a los dad, como clase particular, es el proletariado 39.
parágrafos 261-313 de la Rechtsphilosophie de Hegel, generalmente
ha sido ignorada y oscurecida por los demás famosos Manuscritos de De este modo, Avineri nos muestra también cómo en una oscura
París de 1844. Pero Shlomo Avineri ha demostrado brillantemente sección de la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, podemos
que una lectura cuidadosa de este documento muestra la emergencia detectar los orígenes de la concepción de Marx de la propiedad priva-
de muchas de las ideas características de Marx antes de que estudiara da. Mediante incursiones dialécticas en la defensa hegeliana del de-
seriamente economía política 37. Por ejemplo, en la crítica a los análisis recho de primogenitura, Marx esboza lo que se ha convertido en su
de Hegel de la burocracia como clase universal, Marx argumenta tesis principal, según la cual, es una ilusión pensar que, en un siste-
que pensar que la burocracia tiene intereses verdaderamente univer- ma de propiedad privada, el hombre es de verdad dueño de sus
sales es un fraude. La burocracia identifica el interés del Estado cosas. El hombre se hace a sí mismo objeto de propiedad y sus
como sus propios objetivos privados. Pero Marx no rechaza la idea propios productos le dominan y le esclavizan'". Una por una, Marx
de una «dase universal», «historiza el término, y como un término somete todas las afirmaciones de Hegel en la Filosofía del Derecho
dinámico parece sumamente amplio en la evolución de su pensa- al mismo tipo de crítica dialéctica.
miento hacia el proletariado» 38. Como hace notar Avineri, cuando El procedimiento de Marx en este manuscrito inédito, puede
Marx menciona el proletariado por primera vez en «En torno a la parecer retorcido al lector contemporáneo. Por qué dedicar toda
Crítica del Derecho de Hegel: Introducción» (1843), la descripción esta energía a la crítica de la obra de otro filósofo para llegar a un
de Marx está dominada por atributos universalistas. análisis correcto de las instituciones políticas existentes. Para enten-
der lo que Marx está haciendo debemos reconocer lo en serio que
Debe ser constituida una clase que está radicalmente encadenada, una clase toma el proyecto hegeliano. La Filosofía del Derecho no puede ser
en la sociedad civil que no es una clase de la sociedad civil, una clase que es
la disolución de todas las clases, una esfera de sociedad que tiene un carácter vista como una serie de pensamientos marginales o un apéndice del
universal porque su sufrimiento es universal, y que no dama por un desagravio sistema hegeliano.. Si se torna la tendencia hegeliana a lo concreto
particular porque el mal que se le ha hecho no es un mal particular, sino el con total seriedad, veremos que la Prueba de fuego -del sistema
mal general. Debe constituirse una esfera de sociedad que postule no el es su capladad Pqra explicar y, entender las instituciones políticas
-
status tradicional, sino el status humano, una esfera que no se oponga a conse- existentes. Y ésta es una exigencia implicada por las más profundas
cuencias particulares, sino que sea totalmente opuesta a los supuestos del siste- convicciones de Hegel sobre lo que es la filosofía. No es que Marx
ma político alemán; una esfera, finalmente, que no pueda emanciparse a sí rechace el postulado de que una comprensión teorética correcta puede
misma sin emanciparse de todas las otras esferas de la sociedad, y sin, por lo y debe explicar lo que existe. Pero los resultados acumulativos de
mismo, emancipar a todas las otras esferas: una clase que, en pocas palabras, esta crítica a Hegel es que ha fracasado —globalmente y en detalle-
37
Shlomo Avineri, The Social and Political Thought of Karl Marx. Este 39
Tomado de «The Hegelian Origins of Marx's Political Thought», p. 41;
es en la actualidad uno de los mejores libros en inglés sobre el pensamiento
político y social de Marx. Estoy en deuda con S. Avineri no sólo por su Frühe Schriften, I, p. 503. McLellan ha sugerido recientemente que la concep-
ción de Marx del proletariado en esta época estaba «fundamentada empírica-
demostración de la importancia de la Crítica de la filosofía del derecho de Hegel, mente» y «la afirmación por parte de Marx del papel-clave del proletariado
de Marx, sino también por otros muchos aspectos discutidos en esta parte. Ver era una aplicación contemporánea del análisis de la revolución francesa que él
también su «The Hegelian Origins of Marx's Political Thought», The Review había perfilado más atrás en su artículo, cuando hablaba de una esfera social
of Metaphysics, 21 (septiembre 1967). Para discusiones ulteriores de la Crítica particular "sometida a un notorio crimen de la sociedad en pleno, de tal forma
de la filosofía del derecho de Hegel, ver Louis Dupré, The Philosophical Foun- que la emancipación de esta esfera aparecería como una autoemancipación gene-
dations of Marxism; Henri Lefebvre, The Sociology of Marx; Jean Hyppolite, ral"» (David McLellan, Marx Before Marxism, pp. 156 ss.). No creo que esto
«Marx's Critique of the Hegelian Concept of the State», Studies on Marx and reduzca la significación del origen hegeliano del pensamiento de Marx. La
Hegel; J. Barion, Hegel und die Marxistische Staatslehre. Han sido traducidas cuestión primordial no es la de si Marx poseía alguna evidencia empírica para
secciones de la Critique como Writings of the Y oung Marx on Philosophy and su concepto del proletariado, sino la de cómo interpretó esta evidencia. El
Society, ed. por L. Easton y K. Guddat. El manuscrito completo ha sido tra- texto anterior deja claro que en esta etapa temprana de su carrera, la concep-
ducido por Joseph O'Malley. Esta traducción, publicada por Cambridge Uni- ción de Marx del proletariado estaba conformada por categorías hegelianas.
versity Press, no estaba disponible al escribir este libro. 4
° «The Hegelian Origins of Marx's Political Thought», pp. 42 ss.
38
«The Hegelians Origins of Marx's Political Thought», loc. cit., p. 39.
52 53
Richard J. Berristein Praxis y acción
en la comprensión de la naturaleza y del significado de las institu- gr
ande de la aportación y de la discreta sencillez con que Feuerbach la da al
dones políticas existentes mundo están en sorprendente contraste con el comportamiento contrario.
el encubre las contradicciones reales La gran hazaña de Feuerbach es: (I) la prueba de que la filosofía no es sino
y fundamentales de estas instuuciories. -11 que Marx Eace es aplicar
1
la religión puesta en ideas y desarrollada discursivamente; que es, por tanto,
el propio criterio de Hé-gel a Ti eVaruadón de la filosofía política
del mismo Hegel. Fré-gel sería el primero en insistir en que si se tan condenable como aquélla y no representa sino otra forma, otro modo de
- existencia de la enajenación del ser humano; (II) la fundación del verdadero
descubren- cafllEtós - nd resülhos o contradicanes, basta eso como
materialismo y de la ciencia real, en cuanto que Feuerbach hace igualmente de
señal de que no se ha llegado a una consideración enteramente la relación social «del hombre al hombre» el principio fundamental de la teo-
racional de lo que es. El ataque de Marx en la Crítica de la Filosofía-. ría; (III) en cuanto contrapuso a la negación de la negación, que afirma ser lo
del Derecho es una crítica dialéctica al propio maestro; sólo podía positivo absoluto, lo positivo que descansa sobre él mismo y se funda positiva-
haber sido hecha por alguien que se identificara con el proyecto mente en sí mismo. (Y. M., pp. 316-317; I, p. 639).
hegeliano de comprensión racional.]
[El método que usa Marx en su manuscrito lo tomó de Feuerbach: Una vez que Marx encontró un camino hacia la comprensión y
el método _transformativo. Según Feuerbach, la filosofía hegeliana «conquista» de Hegel, sus ojos se abrieron a una nueva lectura de
es zza .--ZTaiiiificaacián» por la sencilla razón de que invierte la rela- la Fenomenología —una lectura que nos da la &Ve del papel que
( ción sujeto-predicado. «Es importante el hecho de que Hegel con- va a desempeñar la prqxis en Warx.
, vierte siempre la Idea en sujeto y al sujeto real particular, tal como
La Fenomenología, de esta manera, es una crítica oculta y mistificadora,
1
"sentimiento político", en predicado» (Y. M., p. 159; I., p. 266) 4'. El
Geist o Razón no es un sujeto; no es una fuente de actividad. Es un oscura para si misma, pero considerando que ha prendido en ella firmemente
la alienación del hombre —a pesar de que el hombre aparece sólo como con-
predicado, el resultado de sujetos activos y reales. Pero Hegel, así lo ciencia—, están implícitos en ella todos los elementos de la crítica, ya
preparados
afirma Marx, ha confundido estos sujetos reales con meras conse- y elaborados de forma que sobrepasan el punto de vista hegeliano.
q ill cuencias, efectos, o predicados del Geist. Marx, intenta hacer ver una Lo grande de la Fenomenología de Hegel y de su resultado final —la
f11111 y otra vez que los detallados análisis de Hegel pecan de esta inver- dialéctica de lo negativo como principio motor y generador— está en que
sión o mistificación. El método transformativo puede parecer una Hegel entiende el autodesarrollo del hombre como un proceso, objetificación
1'1 artimaña lógica, y es demasiado simple decir que tanto Marx como como desobjetivación, como alienación y superación de esa alienación; en que,
Feuerbach lo único que hicieron fue reinvertir el papel del sujeto por lo mismo, comprende la naturaleza del trabajo y comprende al hombre
objetivo, auténtico en tanto que real, como resultado de su propio trabajo.
y del predicado en Hegel. Pero tampoco se pueden subestimar las La relación real, activa del hombre consigo mismo como ser genérico o la
poderosas consecuencias de esta transformación. Lo que Feuezbach confirmación de su especificidad como realmente es, esto es, como ser humano,
hizo notar —y que Marx tomó de Feuerbach— fue que la grandiosa es sólo posible en la medida en que lleva adelante sus poderes específicos
dialéctica del Geist es básicamente un mito. Pero como los grandes —lo cual, a su vez, sólo es posible mediante el esfuerzo colectivo del género
mitos encierra una verdad latente que necesita ser descubierta. La humano, sólo como resultado de la historia— y los trata como objetos, algo
narración
.. del desarrollo del Geist con todos sus atributos divinos que inmediatamente es sólo posible, una vez más, en la forma de alienación
que aCaba en la realización deo la libertad no es más que la narración (Y. M., pp. 320-321; I, pp. 644-645).
del desarrollo del hombre con sus atributos humanos ideares. Y las
formas sucesivas de autoalienación del Geist resultan no ser otra cosa Este pasaje escrito bajo la influencia dominante de Feuerbach,
que las formas de autoalienación humanajEn los Manuscritos de Pa- especialmente en su relación con el concepto de «ser genérico», pre-
rís de 1844, escribe Marx: ción
figura el propio análisis de Marx de la praxis y muestra la direc
que estaba tomando en su crítica dialéctica de Hegel.[La «profunda»
Feuerbach es el único que tiene respecto a la dialéctica hegeliana una lectura que Marx hace de Hegel pone de manifiesto que la Fenomeno-
actitud seria, crítica, y el único que ha hecho verdaderos descubrimientos en
logía propiamente no es una fenomenología del Geist sino del hom-
este terreno. En general es el verdadero vencedor de la vieja filosofía. Lo
bre. La cuestión está aquí en cómo Marx transforma el significado
La referencia a las páginas de los pasajes citados de Young Marx (Y. M.)
41 de la actividad del Geist y de su autorrealización en la historia. En
van en el texto, seguidos de la referencia a la fuente alemana de Frühe
realidad ésta es una forma encubierta de describir y criticar 'el «des-
Schriften, 1. arrollo del hombre como un proceso». «Proceso» no es un término
54 Richard J. Bernstein Praxis y acción 55

general vago: refiere a la actividad humana en la forma de trabajo. en un ser degradado, esclavizado, desheredado y despreciable...»
De la misma manera que hay que entender las objetivaciones del Geist (Y. M., p. 257-258; /, p. 497).,rHay una continuidad dialéctica desde
propiamente, según Hegel, como las formas en- que el Geist se con- la crítica a Hegel a la crítica de la economía política y (como veremos)
gela a sí mismo, se objetifica y por ello se aliena, así los productos a los análisis que diagnostican las contradicciones inherentes al
del hombre no son productos accidentales; son objetivación, la ex- capitalismo .
42 -1
presión concreta de lo que es el hombre. Y bajo las condiciones vi-
gentes de la economía politica es el mismo proceso de objetivación,
1

la producción, el que viene a parar en alienación humana. La aliena- La praxis como actividad y alienación humanas
ción humana es el verdadero contenido latente del mito hegeliano
del Geist. A pesar de ello la alienación humana encuentra su ex- Hemos detectado ya en el comentario de Marx a la Fenomenolo-
presión en las instituciones políticas y sociales reales que forman gía las semillas del concepto de praxis. Esto nos proporciona una
el entorno humano. Existen en el mundo contradicciones prácticas; base para entender la primera tesis sobre Feuerbach.
contradicciones cuyas consecuencias deshumanizan al hombre y le
separan de su verdadero ser genérico. Y de la misma manera que La falla fundamental de todo el materialismo precedente (incluyendo el de
en Hegel hay una tendencia incesante a superar (Aufheben) todas Feuerbach), reside en que sólo capta las cosas (Gegenstand), la realidad, lo
las contradicciones, de la misma manera Marx ve claramente la sensible, bajo la forma de objeto (Objekt) o de contemplación (Anschauung),
exigencia de una Aufhebung de las contradicciones prácticas real- no como actividad humana sensorial, como práctica; no de un modo subjetivo.
mente existentes... Falta sólo un paso para el requerimiento de De ahí que en contraposición al materialismo el lado activo fuese desarro-
llado de un modo abstracto por el idealismo, el cual, naturalmente, no conoce la
una «praxis revolucionaria» como la única manera de superar las actividad real, sensorial, en cuanto tal ".
formas de alienación humana que han existido hasta ahora y lograr
una sociedad humana en la cual el hombre se reapropie de su propia Marx desarrolla el tema que hemos encontrado ya en su crítica de
esencia, de su propia vida específica,"
Si la crítica dialéctica de Marx al hegelianismo se hubiera de- la Fenomenología de Hegel. [El idealismo (y aquí Marx piensa no
sólo en Hegel, sino también en Fichte) pone el acento en la dimen-
tenido aquí podría haber tenido para nosotros la misma importancia sión especialmente activa de la vida humana. «Actividad» tiene aquí
y significación que tienen hoy los otros jóvenes hegelianos de izquier-
da. Mucho de lo que hasta ahora se ha atribuido a Marx, fue dicho la misma resonancia que la actividad del Geist descrita por Hegel,
por otros jóvenes hegelianos e intelectuales de la época. Hicimos 42 Debería estar claro por lo dicho hasta aquí que comparto el punto de

notar ya que no fue Marx el primero en enfatizar la praxis. Pero vista de aquellos intérpretes de Marx que insisten en la continuidad dialéctica
allí donde los otros se contentaron con llegar Marx indaga implaca- de su desarrollo. Con esto quiero decir que Marx estuvo comprometido en un
blemente más profundo. «Ser radical», declara Marx, «es coger las proceso continuo de autocrítica en el que creyó desentrañar la «verdad»
implícita en sus hipótesis primitivas, rechazó lo que consideró vago e indeter-
cosas por la raíz» (Y. M., p. 257; I, p. 497). En 1845, Marx había minado, inadecuado y equivocado y fue más allá hacia intuiciones e hipótesis
ido más allá que la mayoría de sus contemporáneos. El itinerario in- nuevas. Esta es una característica que recorre el pensamiento de Marx desde
telectual que había comenzado con la crítica a Hegel culminó con la sus primeros intentos hasta sus últimos fragmentos. Leer a Marx de esta ma-
crítica de la economía política. Con sus contemporáneos, Marx se nera exige que seamos sensibles a lo que reabsorbió y refinó, tanto como a lo
que rechazó en el curso de su desarrollo intelectual. Para demostrar que esta
empeño en la crítica de la filosofía, la crítica del Estado y del derecho, es una manera correcta de leer a Marx sería imprescindible un estudio deta-
la crítica de la religión. Pero la crítica de la religión vino a parar llado y exhaustivo de su desarrollo intelectual que no menospreciara pero tam-
en la necesidad de desenmascarar «la autoalienación humana en sus poco exagerara ninguna etapa de su carrera. El lector, en todo caso, puede estar
formas profanas...» (Y. M., p. 251; I, p. 489). «El sufrimiento avisado de que rechazo aquellas interpretaciones de Marx que creen encontrar
brechas radicales e infranqueables en su desarrollo, y creen que la primera fase
religioso es la expresión del sufrimiento real y, al mismo tiempo, la de su pensamiento ha de ser rechazada en su totalidad como falsa. La lectura
protesta contra el sufrimiento real» (Y. M., 250; I, p. 488). «La más sofisticada de Marx en el sentido que se acaba de mencionar es la de
crítica de la religión viene a parar a la doctrina de que el hombre es Louis Althusser, Pcur Marx. Para una discusión crítica de Althusser ver Gajo
el ser superior para el hombre, de donde el imperativo categórico Petrovic, «The Development and Essence of Marx's Thought», Praxis, 3/4
de arrumbar todas las condiciones en las que el hombre se convierte (1968).
43
Young Marx, p. 400; Marx/Engels, Werke, 13d. III, p. 5.
56 Praxis y acción 57
Richard J. Bernstein
donde el Geist produce, objetiva y, por lo mismo se autoaliena con Desde sus orígenes en 1840 hasta su desarrollo posterior el ma-
el único fin de empeñarse en un poderoso esfuerzo por superar terialismo de Marx es entendido propiamente como una síntesis tanto
las formas de alienación. Hegel mistificó su verdad esencial al conce- del materialismo como del idealismo tradicionales. Más atrás he he-
birla primordialmente en términos de «objeto de pensamiento» —al cho observar que Hegel insiste en que el Geist se manifiesta en
menos ésta es la opinión de Marx. La gran aportación del materialis- sus formas de vida materiales, y que nuestro acceso a él es a través
mo ha consistido en poner en su sitio esta dimensión del Geist, en de estas manifestaciones concretas. Hegel no pretende conferir un
verlo como lo que realmente es,(«actividad humana sensorial») Nada énfasis materialista a estas afirmaciones. Pero éste es el verdadero
puede estar más alejado de lo que Marx tiene en la mente que el aspecto de la filosofía de Hegel en el que insiste Marx. El materia-
materialismo mecanicista clásico de partículas elementales básicas lismo de Marx se entiende mejor como una Authebung —y precisa-
o átomos en movimiento: la materia regulada por leyes mecánicas. mente en el sentido en que usa Hegel este concepto— de las doc-
El fallo del materialismo clásico está en no entender que la realidad trinas materialistas e idealistas anteriores; Marx, a la vez, niega,
básica es activa, no pasiva) Todavía no se ha disipado la confusión afirma y va más allá de estos «momentos» polares.
originada al • malinterpretar que cuando Marx caracteriza su propia Consecuencia extraordinariamente importante de esta «síntesis»
posición como «materialismo», se refiere a una variante del materia- sugerida ya por la primera tesis sobre Feuerbach es la recuperación
lismo mecanicista 44. Ni siquiera en las polémicas más estridentes. o reinterpretación de la «conciencia». La «conciencia» no es otra
contra el «idealismo», el contraste con que Marx operaba era el de cosa que la «actividad humana sensorial» o praxis. Debe ser enten-
mecanicismo versus teleología. El materialismo de Marx es esencial- dida como un momento o aspecto de la praxis misma. Más aún,
mente teleológico, pero no en el sentido de que la teleología nos las formas que adopta la «conciencia» en la sociedad deben ser en-
compromete con la noción fantástica de una causa final que precede tendidas dentro del concepto de praxis social.
en el tiempo a un evento dado y le dirige de alguna manera, sino Hay otro aspecto de cómo entiende Marx la actividad humana
en el sentido empírico de teleología según el que distinguimos la o praxis que necesita ser tenido en cuenta desde el principio. Desde
actividad orientada por objetivos prefijados de la regularidad mecá- la perspectiva de las categorías del sentido común, puede parecer
nica de la materia en movimiento. HastaCcuando Marx es más explíd- que hablar del Geist autoobjetivándose o de la actividad humana
to sobre su materialismo — en. El Capital— caracteriza la actividad objetivándose a sí misma es, cuanto más, «meramente» metafórico.
humana en forma de trabajo dirigido por propósitos.] Si aceptamos una imagen del mundo —que está muy de moda entre
los filósofos analíticos contemporáneos— según la cual las entidades
Aquí partimos del supuesto del trabajo plasmado ya bajo una forma en la básicas son cosas y personas, nos sentiremos inclinados a pensar en
que pertenece exclusivamente al hombre. Una araña ejecuta operaciones que
las personas trabajando sobre las cosas, dándoles forma o usándolas
semejan las manipulaciones del tejedor, y la construcción de los panales de las de algún modo. Pero diremos que la persona y la cosa a la que con-
abejas podría avergonzar, por su perfección, a más de un maestro de obrai.
Pero hay algo en que el peor maestro de obras aventaja, desde luego, a la figura son distintas, que pertenecen a categorías ontológicas dife-
mejor abeja, y es el hecho de que, antes de ejecutar, la construcción la proyecta rentes. Pensar en personas y cosas bajo la misma categoría constituiría
en su cerebro. Al final del proceso de trabajo, brota un resultado que antes el tipo más grosero de «error categorial».
de comenzar el proceso existía ya en la mente del obrero; es decir, un resultado Pues bien, tanto Hegel como Marx desafían esta división onto-
que tenía ya existencia ideal. El obrero no se limita a hacer cambiar de forma lógica. El objeto o producto producido es algo «simplemente» ex-
la materia que le brinda la naturaleza, sino que, al mismo tiempo, realiza en terno e indiferente respecto a la naturaleza del productor. Es su
ella su fin, fin que rige como una ley las modalidades de su acción y al que actividad en forma objetiva o congelada. Hemos tropezado con esta
tiene necesariamente que supeditar su voluntad. Y esta supeditación no consti- idea en la afirmación de Hegel de que el Geist se objetiva continua-
tuye un acto aislado. Mientras permanezca trabajando, además de esforzar los
órganos que trabajan, el obrero ha de aportar esa voluntad consciente del fin mente a sí mismo, y además disponemos de una representación
que llamamos intención... 45. particular en la descripción del esclavo cuya esencia viene expresada
44
Ver la discusión del «materialismo» de Marx de Jürgen Habermas en página 193. (Los textos castellanos que se citan en lugar de los de la traduc-
Theorie und Praxis, p. 269. ción inglesa anterior de El Capital están tomados de la traducción de Wences-
45
Karl Marx, Capital, ed. por Friedrich Engels y traducido por Samuel lao Roces, 3 vols., Méjico, Fondo de Cultura Económica, 1968. [Este, de I, pá-
Moore y Edward Aveling, 3 vols., I, p. 178; Marx/Engels, Werke, Bd. 23, gina 130, N. del T.]
58 Richard J. Bernstein Praxis y acción 59

en forma de coseidad.aodo lo que pueda haber de relevante en el Geist llegue a su plena realización. Pero Marx distingue drástica-
Marx depende de captar su manera de entender la relación de los mente la objetivación de la alienación y acusa a Hegel de haberlos
objetos que el hombre produce con su actividad: esto es esencial confundido La objetivación es la condición ineludible de la exis-
para entender lo que significa la praxis, el sentido preciso de la tencia humana material. Dejando a un lado la"_ jerga hegeliana, el
alienación humana, el concepto de «naturaleza humanizada» y hasta hombre, lisa y llanamente, no puede sobrevivir sin reproducir, sin
la teoría del valor-trabajo que domina El Capital. Haciéndose eco trabajar y sin utilizar sus productos. Nos dice Marx en La ideología
de la afirmación de Hegel de que el sujeto es lo que hace, Marx alemana que «el hombre puede distinguirse del animal en el mo-
sostiene que el hombre es lo que hace. Eri consecuencia, la auténti- mento en que empieza a producir sus medios de subsistencia, un
ca naturaleza o carácter del hombre viene determinado por lo que paso exigido por su propia organización física. Mediante la produc-
hace, es decir, por su praxis, y sus productos son encarnaciones con- ción de alimentos el hombre produce indirectamente su propia mate-
cretas de su actividad. En una sociedad alienada, el hombre no sólo ria vital» 48. Marx insiste esencialmente en el mismo punto en El
está alienado de los productos a los que él da forma, sino que la mis- Capital, en su caracterización de la «fuerza de trabajo». «La fuerza
ma actividad mediante la cual produce dichos objetos está ella misma de trabajo existe sólo como capacidad, como potencia de vida indivi-
alienada. El hombre es alienado por sus conciudadanos, pero también dual. Su producción presupone evidentemente su existencia. Dado un
por sí mismo. Más claramente, toda alienación puede ser entendida individuo, la producción de la fuerza de trabajo consiste en la repro-
como una forma de autoalienación. La alienación no resulta de que - ducción de sí mismo, de su manutención. Para ello requiere una
el hombre se objetive o produzca objetos —éste es su carácter dis- cierta cantidad de medios de subsistencia» ". Aún más, Marx ridicu-
tintivo. La alienación ocurre cuando se produce de tal manera liza la noción hegeliana de naturaleza como espíritu objetivado o
(condicionado por la economía política en la que se encuentra inserto) congelado. Por el contrario, la naturaleza es la fuente de los objetos
que sus productos no son la expresión de su fuerza de trabajo y por que el hombre emplea y consume para satisfacer sus necesidades y
lo mismo no manifiestan espontáneamente sus potencialidades —lo deseos. En la naturaleza intrínseca de la producción u objetivación
que Marx, siguiendo a Feuerbach, llama su «ser .genérico». Sus pro- no hay nada que la haga devenir alienación. Pero la alienación es
ductos se vuelven hostiles para él; le nieganan y le deshumanizan.,En una forma de objetivación. La objetivación sólo se convierte en alie-
pocas palabras, para entender a Marx debemos captar el sentido, en el nación en formaciones sociales históricas. Cuando el hombre se en-
que un producto puede ser o no ser, a la vez, la expresión del pro- cuentra en una situación social en la que los objetos que produce y
ductor (justamente tal y como para Hegel el esclavo es y no es su el' «sistema» según el que se intercambian es tal que el producto
propio producto). Es el productor en cuanto que es una forma con- llega a dominarle y a deshumanizarle, entonces esta forma de obje-
gelada de su atributo distintivo: la actividad. Pero en una sociedad tivación es alienación. La alienación no tiene un status ontológico, es
alienada no lo es en el sentido que el producto asume una dimensión una condición histórica y una de las obsesiones de Marx fue la de
independiente, hostil, que deshumaniza al productor llegar a poner al desnudo las estructuras de las situaciones sociales
[Con el fin de hacer más claro el sentido de la alienación en e históricas en las que la objetivación se convierte en alienación 90.2
Marx, y para ver en qué punto se aparta de Hegel, es necesario
distinguir entre objetivación (Vergegenstiindlichung) y alienación 47
La distinción entre «objetificación (Vergegenstándlichung) y «alienación»
(Entfremdung). La objetivación, para Hegel, representa la; etapas (Entfremdung) que representa una forma histórica de objetivación es en extre-
finitas en el desarrollo del Geist en las que se desdobla, así como la mo importante para Marx. Esta es la base de su convicción de que la condición
superación de estas escisiones. Todas las formas de objetivación han alienada puede ser superada por la praxis revolucionaria. Pero la afirmación
de ser superadas, aufgehoben. «Según mi punto de vista, que se de Marx de que Hegel se olvida de esta distinción es muy dudosa, en tanto
que Hegel nunca dijo que todas las formas de objetificación fueran formas de
justifica a sí mismo a lo largo del sistema, todo depende de esto, alienación. Este es un ejemplo más de cuando Marx está interpretando (o
que comprendamos y expresemos la verdad no como sustancia, sino malinterpretando) a Hegel con el fin de aclarar su propia posición.
más bien como sujeto» 46. Para Hegel la misma Naturaleza es una 48
Young Mar; p. 409; Marx/Engels, Werke, Bd. 3, p. 21.
forma congelada del Geist y debe ser totalmente subjetivizada cuando
49
Capital, I, p: ‘126; Marx/Engels, Werke, Bd. 23, p. 185.
5
° Para una discusión más profunda de la distinción entre «objetifica-
ción» (Vergegenstándlichung) y álienación (Entfremdung), ver Avineri, The
46
Hegel: Reinterpretation, p. 388; Phánomenologie des Geistes, p. 19. Social and The Political Thought of Karl Marx, pp. 97 ss. Jean Hyppolite, Stu-
60 Richard J. Bernstein praxis y acción 61

Marx caracteriza este proceso tal como tiene lugar en la sociedad alternativa a una sociedad alienada no está en otra en la que la obje-
capitalista en los. Manuscritos de París de 1844. tivación queda excluida de una vez por todas —esto es imposible.
Por el contrario, tiene lugar una forma de objetivación radicalmente
El incremento del valor en el mundo de las cosas es directamente proporcio- diferente, cuando los objetos que produce el hombre no son ya más
nal al decrecimiento del valor en el mundo humano... El objeto que produce las cadenas de su alienación; sino los medios que k permiten expre-
el trabajo, su producto, se le opone como una cosa alienada, como un poder
independiente del próductor. El producto del trabajo es trabajo corporizado y sarse socialmente de forma humana, libre, en la actividad auténtica
que él realiza, así como en los productos de dicha actividad. Una
objetivado en una cosa. Es la objetivación del trabajo. La realización del trabajo
es la objetivación. Desde el punto de vista de la economía política la realización sociedad no alienada es aquella, en la que ya nunca se da el caso de
del trabajo aparece como disminución del trabajador, la objetivación como que «el proceso de producción encadena al hombre» 52, sino que
pérdida y subordinación del objeto, y la apropiación como alienación (Ent- es controlado por él para satisfacer y dar expresión a sus necesidades
fremdung), como externalización (Entásserung) 51. y deseos humanos.] Entre las notas inéditas de Marx, escritas en
1844 hay una descripción casi profética de cómo podría ser una
Pero a diferencia de muchos existencialistas que han centrado su sociedad no alienada.
atención en este aspecto de Hegel, [Marx es perfectamente dato en
el sentido de que la objetivación per se no deviene alienación. La Supongamos que como seres humanos hemos producido cosas: en su
producción cada uno de nosotros se habría afirmado doblemente: a sí mismo
dies on Marx and Hegel, traducción de John O'Neill, pp. 70 ss.; Jean Paul y al otro. (1) En mi péoducción yo habría objetivado mi individualidad y su
Sartre, Search for a Method, trad. de Hazel E. Barnes, pp. 150 ss. particularidad, y en el curso de la actividad yo habría disfrutado de una vida
Una de las afirmaciones más explícitas acerca de la importancia de la distin- individual; en la visión del objeto yo habría disfrutado del goce individual de
ción entre «objetificación» y «alienación» aparece en los escritos del Marx conocer mi personalidad como una capacidad objetiva, perceptible sensorialmente
«maduro». En los Grundrisse, escribe: «La cuestión no está en la condición de e indubitable. (2) En el uso y en la satisfacción por parte de otro de mi
objetivación, sino de alienación, externalización, extrañamiento: en el hecho
de que el inmenso poder objetivo construido por el trabajo social, como uno producto habría tenido la satisfacción directa y consciente de que mi trabajo
de sus momentos frente a -si mismo, no pertenece al trabajador, sino a las con- satisfacía una necesidad humana, de que objetivaba la naturaleza humana, y de
diciones de producción personificadas, es decir, al capital. Teniendo en cuenta que creaba un objeto apropiado a la necesidad de otro ser humano. (3) Yo habría
que desde el punto de vista del capital y del trabajo asalariado, la producción sido el mediador entre otro y la especie y el otro me habría experimentado
de este cuerpo objetivo de actividad se desdobla en oposición a la fuerza de como renovación de su propia naturaleza y como parte necesaria de sí mismo:
trabajo directa —este proceso de objetivación de hecho aparece como un pro- yo me habrig afirmado en su pensamiento lo mismo que en su amor. (4) En
ceso de alienación desde el punto de vista del trabajo y como apropiación del mi vida individual yo habría creado directamente la vida de otro; en mi acti-
trabajo ajeno desde el punto de vista del capital— esta perversión o inversión vidad individual habría confirmado y realizado de modo inmediato mi verdadera
es real, no imaginaria; no se limita a existir en la mente de los trabajadores naturaleza humana y socia1 53.
y los capitalistas.. Pero, obviamente, este proceso de inversión es sólo una ne-
cesidad histórica; se trata de una necesidad de desarrollo para las fuerzas pro-
ductivas desde un determinado punto de partida o base, pero no implica una Podemos extraer ahora cierto número de consecuencias que nos
necesidad absoluta de producción como tal; más bien, es una necesidad que ayndarán a centrar el significado de «alienación» en Marx y, por lo
desaparece, y el resultado y fin que es inmanente a este proceso es la supera-
ción de esta base y de esta particular forma de objetificación. Los economistas mismo, a rescatar este concepto de los abusos y vulgarizaciones a que
burgueses están tan aferrados a representaciones de una etapa de desarrollo ha sido sometido recientemente. Sn primer lugar la alienación es,
social histórica determinada que, a sus ojos, la objetivación necesaria de la para Marx, una categoría social —una categoría para entender la
fuerza social del trabajo es inseparable de la alienación posterior necesaria del «economía política», en ningún modo una categoría ontológica en-
trabajo vivo. Sin embargo, con la supresión del carácter directo del trabajo vivo
como meramente individual —o como sólo interna o externamente universal— raizada en la naturaleza del hombre2 La alienación no es ni más ni
con la constitución de la actividad individual como directamente universal, es menos fundamental que determinado conjunto de instituciones y
decir, actividad social, los momentos objetivos de la producción se verán libres prácticas políticas y sociales 54 . Si se transforma radicalmente a éstas
de esta forma de alienación; se constituirán como propiedad, como el cuerpo or-
gánico de la sociedad en el que los individuos se producen a sí mismos como
individuos, pero como individuos sociales». Grundrisse der Kritik der poli- 52
Capital, I, p. 45; Marx/Engels, Werke, Bd. 23, p. 95.
tischen ókonomie (Rohentwurf), p. 716. El pasaje anterior está tomado de la Young Marx, p. 281; MEGA, I, 3, pp. 546-547.
obra de I. Mészáros, Marx's Theory of Alienation, p. 329. 54 La discusión más aceptable en inglés del tema de la alienación en Marx
51
Young Marx, p. 289; MEGA, I, 3, pp. 82-83. se puede encontrar en I. Mészáros, Marx's Theory of Alienation. La bibliogra-
Richard J. Bernstein Praxis y acción 63
62
(y esta transformación es posible), entonces la alienación será erra- la catástrofe que ven en el avance de la técnica la fuente de todas las
miserias humanas y de toda forma de alienación. [Marx no sólo es
dicada (Aufgehoben). completamente frío con la técnica, ve en ella el único medio de
En segundo lugar, recientemente se ha usado el término «aliena-
superar la alienación. Con el desarrollo de la técnica el hombre,
2 ción» para designar cierto tipo de condición psicológica en la cual por primera vez en la historia, ha conseguido dominar la naturaleza;
los individuos se sienten frustrados, insatisfechos y vacíos. Sin em- posee los medios de satisfacer las necesidades humanas básicas. La
bargo, la dimensión psicológica de la alienación no es primaria en
Marx, sino secundaria y derivada. Uno puede estar en una condición sociedad comunista o humanista que Marx ve surgir de las entrañas
alienada y aceptarla sin tener plena conciencia de la condición alienada del capitalismo tecnológicamente avanzado es una sociedad post-
industrial . y tecnológica no una utopía pastoral preindustria1.1 Esta
del hombre. Esta es la que Marx cree ser la condición de las clases
es la razón por la que Marx ataca a los socialistas «sentimentales y
trabajadoras en nuestro tiempo.CLa cuestión no está primordialmente utópicos» que están fijados en una edad de oro pasada, imaginaria,
en cómo uno —o una dase de personas, si se quiere— piensa o
siente acerca de sí mismo. La cuestión, por el contrario, está en las en vez de concentrarse en la que está emergiendo de las condiciones
presentes.
condiciones objetivas y en las relaciones que regulan el trabajo y la Nuestro intento inicial por esclarecer el significado de la praxis
producción de los hombres A Marx no le afectó en absoluto el hecho
de que los explotados por la sociedad capitalista estuvieran conten- nos ha llevado a verla como actividad humana, con el reconocimiento
tos con su suerte. Recordemos que en la dialéctica del amo y del de que esta actividad humana es para Marx la característica básica
esclavo en. Hegel, llega un momento en que el esdavo ve su reali- y distintiva del hombre. También hemos visto que esta perspectiva
dad y su naturaleza esencial bajo la condición de ser esclavo de un del hombre nos ayuda a comprender en qué sentido han sido aufgeho-
amo. Esta es una de las razones de más peso por las que Marx critica ben en Marx el materialismo mecanicista clásico y el idealismo.
sin piedad a aquellos que piensan que una mejora de las frustraciones Hemos comenzado a ver el concepto de praxis en Marx como una
transformación dialéctica del Geist hegeliano; sería imposible captar
básicas de las clases trabajadoras atacaría las raíces económicas y el sentido de la praxis sin tener en cuenta el trasfondo hegeliano.
políticas de la alienación. Muy al contrario, la dave de la tarea del Pero justo como el Geist debe ser entendido como un principio uni-
líder revolucionario «El educador que debe ser educado», es fomen-
tar y desarrollar en el explotado la conciencia de su condición aliena- ficador y activo, y como la capacidad de negación qué erradica su
propia alienación, así hay que entender la praxis en esta perspectiva
da básica .f..Marx nos lo hace palpar en una temprana carta a Ruge: doble. La praxis en su forma histórica presente es una actividad
«La reforma de la conciencia existirá solamente si llega a ser un
hecho el hacer al mundo consciente de que tiene conciencia, si uno alienante. Pero el verdadero análisis de la alienación realizado por
despierta al mundo de su propio sueño, si alguien explica al mundo Marx, y el sentido de su distinción respecto al concepto genérico de
sus propios actos. Nuestra meta consiste solamente (tal como es el objetivación, comienzan ya a apuntar en la dirección de la superación
caso en la crítica de Feuerbach a la religión) en situar los problemas histórica de la alienación. Pero hasta aquí be sido (también Marx)
religiosos y políticos en el terreno de la autoconciencia humana excesivamente vago acerca de cómo hay que realizar esta superación.
Es necesario tratar más directamente el desarrollo del pensamiento
(Y. M., p. 214; I, ,pp. 449-450). de Marx acerca de la significación de la praxis.
En tercer lugar,la tecnología generada por el capitalismo y que
sigue desarrollándose no es ni la fuente intrínseca ni la causa de
la alienación humana: También aquí debemos diferenciar cuidadosa- De la «crítica implacable» a la «práctica revolucionaria»
mente la concepción de Marx de los profetas contemporáneos de
Entre los jóvenes hegelianos había un fuerte sentimiento de vivir
fía de este libro constituye una guía inteligente de la abundante literatura sobre un tiempo de crisis profunda, un tiempo en el que el viejo mundo
este tema. Después de un análisis detallado del significado de alienación en los
primeros escritos de Marx, Mészáros nos muestra cómo este concepto impregna y la vieja filosofía estaban al borde del colapso, y de que ellos eran
los escritos del Marx «maduro». Una limitación del estudio de Mészáros es que la vanguardia de una nueva era radical e incitante. Su entusiasmo por
no examina detalladamente el modo cómo el tema de la alienación se trans- los grandes cambios que iban a suceder, les cegaba a veces para la
forma y adquiere mayor especificidad en los escritos más tardíos de Marx. consideración del asunto más mundano de qué cambios serían po-
Ver también Jean-Yves Cálvez, La pensée de Karl Marx.
111
64 Richard J. Bernstein praxis y acción 65

sibles y en qué forma. Estaban de acuerdo en que, como intelectua- toda crítica: las formas de alienación y las contradicciones prácticas
les, su arma era la crítica, pero a la hora de especificar qué debía ser inherentes a las instituciones actuales de la economía política. «Nues-
criticado y cómo podría ser efectiva la crítica, surgía una gran po: tro slogan, por lo tanto, debe 'ser:. reforma de la conciencia, pero
lémica, pero muy poca claridad. no mediante dogmas, sino a través del análisis de la conciencia mis-
Uno de los primeros lugares donde Marx habla directamente de tificada que está entenebrecida en sí misma, ya sea en religión o en
esta cuestión fue en unas cartas que intercambió con Ruge en primave- política» (Y. M., p. 214; p. 450).,1
ra y otoño de 1843, publicadas en la primera y última tirada del - Las observaciones de Marx nos ayudan a apreciar la gran preocu-
Deutsch-Franziisische Jahrbücher en febrero de 1844. Ruge, quien pación de su vida por entender las instituciones presentes más que por
por poco tiempo actuó de mentor de Marx, expresó su profundo especular acerca del futuro. Proyectar posibilidades futuras, especu-
pesimismo sobre la prospección de una revolución en Alemania. lar con la naturaleza de sociedades utópicas futuras resulta vacío e
Marx aceptó el desafío directamente; él era mucho más optimista irrelevante. Se debe captar ante todo las tendencias inherentes a las
acerca de la posibilidad de la revolución —no precisamente porque instituciones presentes. En muchas etapas de su carrera Marx insistió
hubiera detectado los comienzos de una clase revolucionaria, sino en que sólo mediante la comprensión y la crítica de lo que ocurre en
porque estaba convencido de que en Alemania se estaban deteriorando el presente, podremos llegar a comprender cuáles son las posibilidades
las condiciones de vida a pasos agigantados. Era consciente de la reales para la sociedad. Estas reflexiones también arrojan luz sobre
tarea que «nosotros los intelectuales» debíamos realizar llevando 'a el punto de vista de Marx sobre la ideología, la concepción general
cabo la revolución. «Es verdad», afirma Marx, «que el viejo mundo del mundo aceptada por los hombres. La ideología no se conforma a
pertenece a los filisteos» (Y. M., p. 212; I, p. 432). «Habrá que las cosas tal y como son, a pesar de que nos hable de cosas im-
despertar otra vez en esos hombres la libertad y el sentido de la dig- portantes acerca de la realidad social. LNo es accidental que los hom-
nidad humana. Sólo este sentimiento que desapareció del mundo con bres conciban la realidad social según el modelo de sus prácticas.
los griegos y, con el Cristianismo, se evaporó entre las nubes del Sus «formas de pensar» son el reflejo de su realidad, sólo que no la
paraíso, puede otra vez transformar la sociedad en una comunidad de entienden .j En, un, pasaje .citado,frecuentemente y„.mal entendido a
hombres para lograr sus objetivos más altos, un estado democráticó» Menudo, Marx explica lo que entiende por ideología.
(Y. M., p. 206; I, p. 433). Marx habla aquí todavía el lenguaje
del liberalismo radical alemán. ¿Pero cómo es exactamente este sen-- El sufrimiento religioso es la expresión del sufrimiento real y al mismo
timiento de la «dignidad humana» que hay que despertar? ¿Cuál es tiempo la protesta contra el mismo. La- religión es la expresión de la criatura
el papel que ha de jugar aquí el intelectual? Marx lo explicita en una oprimida, el corazón de un mundo sin entrañas, es el espíritu en condiciones
carta posterior: «Queremos encontrar un mundo nuevo a través dei desespiritualizadas. Es el opio del pueblo.
la crítica del viejo.» Marx sigue diciendo —expresando opiniones La abolición de la religión como felicidad ilusoria del pueblo <a la exigencia
de la felicidad real. La exigencia de abandonar las ilusiones acerca de su
personales de hondo sentido para él— :«Aun cuando no es nuestra condición es la exigencia de abandonar la condición que genera las ilusiones.
tarea la construcción del futuro ni completarlo para todos los tiem- La crítica de la religión constituye la crítica en embrión del valle de lágrimas
pos, lo que nosotros debemos hacer en esta hora está totalmente cuyo halo es la religión (Y. M., p. 250; I, pp. 488-489).
claro: la crítica implacable de todas las condiciones existentes, im-
placable en el sentido de que la crítica no debe temer a sus descu- La crítica, entonces, no es asunto de condenar arbitrariamente
brimientos y ni siquiera conturbarse ante el conflicto posible con el una institución o creencia sino entenderlas. Marx no ve la religión
poder» (Y. M., p. 212; I, p. 447). como una estupidez accidental de los hombres, broma pesada per-
Muchos de los jóvenes hegelianos habrían capitaneado este ma- petrada por la clase sacerdotal. La religión es una ilusión, pero en-
nifiesto, pero había una enorme diferencia entre el sentido que ellos raizada en la realidad social existente, el reflejo de la alienación real
le daban y lo que Marx pretendía. Fundamentalmente, los jóvenes que sufren los hombres. También es una protesta contra esta con-
hegelianos pensaban en la «crítica implacable» como crítica de la dición. La crítica de la religión lleva a la comprensión del significado,
religión y de la filosofía. Para Marx esto era sólo el comienzo, no las causas y la resolución última del contenido «latente» del sufri-
el objetivo final de la crítica.LLa crítica de la religión, de la filosofía miento religioso «manifiesto». El programa que proyecta Marx en
y hasta de la politica estatal lleva inevitablemente a las raíces de estos escritos de juventud es aquel que permitiría realizar una crítica
66 Richard J. Bernstein Praxis y acción 67

similar en las leyes, la filosofía, la teología, la política y la economía (Y. M., p. 257; /, p. 497). «La teoría se realiza en un pueblo sólo
política SS. en la medida en que él realiza sus ideas» (Y. M., p. 259; p. 498).
El rasgo más saliente de estas tempranas reflexiones es el de ser- Marx no creía en mayor medida que Hegel que los hombres están
vir de indicadores de lo que la praxis significa originariamente para motivados primordialmente por consideraciones racionales conscien-
Marx. A pesar de que sus ideas fueron articuladas en seguida, nunca tes. Para ambos la historia es la palestra de las más arraigadas pa-
abandonó el punto de vista según el cual la tarea del intelectual siones de los hombres. La razón por la que la crítica puede ser eficaz
revolucionario —«el educador»— consiste, en primera instancia, en es porque habla directamente a estas pasiones. Tiene el poder no
«la crítica implacable de todas las instituciones existentes»,Luna de perfilar algún ideal utópico por el que hay que luchar, sino el de
crítica que exige un análisis teorético correcto de las instituciones exis- revelar a los hombres la comprensión crítica de por qué están su-
tentes y de las contradicciones inherentes a ellas:"I A lo largo de su vida friendo. A menos que la crítica consiga esto no pasará de ser una
Marx acumuló desprecio contra aquellos que están dispuestos a lan- especulación vacía ; la prueba de fuego de la corrección de una crí-
zarse a la acción sin tal comprensión crítica. Aquí está el quid tica radical es su capacidad para llevar los conflictos y sufrimientos
de su condena de los «verdaderos» socialistas y su ataque devastador de los hombres a una «forma de autoconciencia humana».rEste es el
al Programa de Gotha ss. Este último presenta nada más que un significado de la segunda tesis sobre Feuerbach: «La cuestión de si
slogan sentimental. Marx irrumpe en el documento linea a línea, el entendimiento humano puede lograr la verdad objetiva, no es una
expone sus fallas de «crítica implacable» y sugiere que este progra- cuestión teórica sino práctica. En la práctica el hombre puede poner
ma debería haber sido escrito una vez fundamentado en una com- a prueba la verdad, esto es, la realidad y el poder, la terrenalidad
prensión crítica de la realidad social. del pensamiento» 511
¿Pero cómo podría ser eficaz este programa de crítica? ¿Qué La unión de teoría y práctica que Marx desarrolla es la culmina-
razones hay para creer que incluso una comprensión crítica «correcta» ción de sus varias direcciones de investigación. Su temprana Crítica
de las instituciones existentes acabaría en la transformación de las de la Filosofía del Derecho de Hegel es una prueba de la aceptación
mismas? Marx se vuelve contra sus compañeros los jóvenes hegelia- por parte de Marx del principio hegeliano de que un análisis teórico
nos quienes frecuentemente habían escrito y actuado como si su correcto de la política y de la economía política —al servicio del
postura intelectual fuera a hacer retemblar el mundo. Encontramos Sistema— lleva a una comprensión crítica de las instituciones exis-
aquí un segundo «momento» en el desarrollo del concepto de praxis tentes. Su dura crítica de Hegel no pone en cuestión este principio,
en Marx. En su artículo «Hacia la crítica del Derecho de Hegel: pero ataca la adecuación de los análisis teóricos de la política realizados
Introducción» escrito en 1843, dice Marx: «El arma de la crítica no por Hegel. Hegel era culpable del peor pecado hegeliano posible,
debe sustituir obviamente la crítica de las armas.» La fuerza material de racionalizar en vez de proporcionar conocimientos verdaderos.
debe ser arrumbada por la fuerza material. Pero la teoría también Pero si, como Marx afirma, es verdad que el lugar de los conflictos
puede ser una fuerza material una vez que ha prendido en las masas. y de las contradicciones está en las instituciones verdaderamente
La teoría es capaz de prender en las masas cuando argumenta ad ho- existentes, entonces éstas pueden ser aufgehoben mediante una trans-
minem, y es capaz de argumentar ad hominem cuando se hace radical» formación radical. Esta es la conclusión a la que apuntan todas las
primeras críticas de Marx.
55
Economía política» (politische Oekonomie) para Marx tiene un signifi- Marx aún habla como un filósofo, postulando nuevos derroteros
cado especial. Usa la experiencia de modo característico para referirse a la eco- para la filosofía. Expone mucho cuando afirma que «del mismo modo
nomía burguesa real o a las teorías y explicaciones de esta economía por parte que la filosofía encuentra sus armas materiales en el proletariado, el
de los economistas clásicos. Ya en su ensayo «Sobre la cuestión judía» (1843), proletariado encuentra sus armas intelectuales en la filosofía. Una vez
Marx distinguía entre el nivel de la «Política» y el más básico de la «economía
política». Critica a Bauer por limitarse a la emancipación política. La emanci- que la luz del pensamiento haya descendido a la tierra virgen del
pación real —la emancipación humana— exige una transformación de la eco- pueblo, los alemanes se emanciparán a sí mismos para hacerse hom-
nomía política. bres» (Y. M., p. 263; I, p. 504).
56
«Critique of the Gotha Program», en Marx and Engels: Basic Writings
on Politics and Philosophy, ed. por Lewis S. Feuer; Marx/Engels, Werke,
Bd. 19. Young Marx, p. 401; Marx/Engels, Werke, Bd. 3, p. 5.
68 Richard J. Bernstein
Praxis y acción 69
Pero hasta en el artículo en el que Marx expresa este mano a
mano entre el proletariado y la filosofía, se proyectaba ya más allá ticó sus propias investigaciones Resulta irónico que muchos estu-
diosos marxistas hayan fallado en apreciar el carácter dialéctico del
de este punto de vista hacia un tercer «momento» en la comprensión
propio desarrollo de Marx —dialéctico en el sentido preciso en el
de la praxis. Habla de trascender la filosofía y advierte que «no se
que Hegel usó este concepto según el cual los estadios eran aufgeho-
puede trascender (aufheben) la filosofía sin realizarla» (Y. M., p. 256;
I, p. 495). Pero[cuando escribía la undécima tesis sobre Feuerbach, ben: negados, afirmados y trascendidos. Pero los abogados de esta
dicotomía especiosa o ruptura en el pensamiento de Marx nos acusa-
este aspecto de la perspectiva de Marx sobre la praxis había cristaliza-
rían probablemente de fundamentar nuestra interpretación preferen-
do. La actividad «práctico-crítica» deviene práctica revolucionaria. La
mente en los escritos de juventud. Harán notar no ya que el concep-
propia crítica de la filosofía llevó a Marx más allá de la filosofía
to sino hasta el término praxis desapareció virtualmente del Marx
—éste es el sentido de la última tesis; no se trata de un llamamiento
maduro ". Para no dar las espaldas a esta acusación y para profundi-
a un nuevo derrotero de la filosofía. La filosofía que había culmi-
nado en Hegel, había desembocado en la sistematización de la exigen- SS A pesar de que Avineri no está interesado primordialmente en atacar
cia de realizar la libertad —no la libertad del Geist, sino la libertad el mito de los dos Marx, su libro, The Social and Political Thought of Karl
de los individuos humanos sensibles. Pero la filosofía era impo- Marx, pone de manifiesto sin lugar a dudas lo especioso de tal mito. Ver tam-
tente para realizar esta libertad, impotente para llevar a cabo la bién I. Mészáros, Marx's Tbeory of Alienation.
La literatura publicada en torno al problema del «joven» Marx y el Marx
revolución. Esto había sido revelado por la filosofía misma. La crítica «maduro» constituye ya toda una biblioteca, y el debate se está haciendo «esco-
de la filosofía había llevado a Marx dialécticamente a la conclusión lástico» por momentos, en el sentido de que toda posible variación de este tema
de que la revolución sólo era posible mediante una comprensión ha sido propuesta. Hasta hace poco era escandaloso el abandono en este debate
correcta y detallada de las instituciones sociales existentes. La raíz de los Grundrisse der Kritik der politiscben Oekonomie (Rohentwurf), de
Marx. Se trata de un enorme volumen de escritos de 1857-1858. Estos escritos
de toda crítica es la crítica de la economía política:1 Después de 1840 fueron publicados por primera vez en dos partes por el Instituto Marx/Engels/
Marx no tendrá mucho que decir de la filosofía: la tarea se ha con- Lenin de Moscú entre 1939-1941. Pero esta edición es poco conocida y casi
vertido ahora en cambiar el mundo. Pero ní siquiera esta declaración inabordable. En 1953 la casa Dietz de Berlín volvió a publicar los dos volúme-
era una llamada a la «acción directa», sino al rconocimiento teórico nes con la inclusión de algunos fragmentos y apuntes de Marx de 1850-51. Esta
edición está por ahora agotada. Se ha traducido al inglés un fragmento de los
concreto que puede dirigir la praxis revolucionariaz! Grundrisse con el título Pre-Capitalist Economic Formations con una introduc-
ción de E. B. Hobsbawm. El título indica el modo frecuente en que los
Grundrisse han sido leídos como notas para la redacción de El Capital. En
La praxis como fuerza de trabajo París, en 1967-1968, se publicó una traducción distorsionada que minimiza las
influencias hegelianas de esta obra. Está anunciada para 1971 una traducción
inglesa de textos escogidos, y se proyecta una traducción completa de toda la
Una de las cuestiones más populares y estériles de la erudición obra. A pesar del carácter fragmentario y reiterativo de esta obra, creo que en
marxista durante las pasadas décadas ha sido el debate acerca del el momento en que se la conozca mejor y sea más estudiada se convertirá en
«joven» Marx versus el Marx «maduro». El debate parte del hecho una de las obras más valiosas de Marx —si no su obra fundamental. Respecto
a la cuestión del «joven» Marx versus el Marx «maduro», los Grundrisse ele-
de que los escritos del Marx joven son de tono mucho más filosófico varán el grado de sofisticación del debate. Pues si algo hay claro en los
y especulativo que su última investigación, detallada y técnica sobre Grundrisse es la facilidad con que se mueve Marx desde la jerga hegeliana a
el capitalismo. El problema, entonces, es el de «reconciliar» estos una jerga más «científica». Pone de manifiesto de modo conclusivo la falsedad
dos aspectos de Marx. Son numerosas las variaciones sobre este in- de la afirmación según la cual Marx habría abandonado toda discusión de los
conceptos de «alienación» y «praxis» a partir de 1840.
tento de reconciliación. En un extremo están los que piensan que el Los Grundrisse tienen una significación mucho mayor que la de ayudar a
Marx joven es el Marx verdaderamente humanista y que el Marx clarificar la cuestión del desarrollo intelectual de Marx. Estamos comenzando
de El Capital representa una posición rígida y degenerada. Ya hemos a descubrir en dicha obra una fuente riquísima al ver a Marx elaborando
sugerido que éste es un pseudoproblema, que el sostener que existen hipótesis sobre la naturaleza de los conflictos de clase, la teoría de la plusvalía,
dos Marx es una ficción. Existen el desarrollo y la continuidad dialéc- la importancia de la producción para entender el capitalismo y la comprensión
del «modo de producción asiático». El alcance de los Grundrisse es mucho
tica de una perspectiva única y total que no puede ser entendida a más amplio que el de El Capital. Cada vez se hace más claro que los tres
menos que sepamos apreciar sus orígenes hegelianos y las diversas volúmenes de El Capital representan sólo un pequeño fragmento de la teoría
direcciones en las que Marx continuamente afinó, especificó y cri- comprehensiva proyectada en los Grundrisse. En lugar de ver a los Grundrisse
como un esbozo fragmentario en vista a las doctrinas de El Capital, El Capital
Praxis y acción 71
70 Richard J. Bernstein
derar las categorías económicas como referidas a una dimensión única
zar en nuestra comprensión de la praxis es imprescindible poner al y abstracta de la vida humana es hacerse culpables de lo que el mismo
descubierto su desarrollo en El Capital. Marx denominó «fetichismo». El último de los postulados anteriores
Se han sentado tres postulados famosos acerca del punto de vista: es el más equivocado .1Ciertamente es verdad que para Marx el siste-
del Marx «maduro» en El Capital. El primero, que Marx rechaza sus ma económico, especillmente el capitalista, manifiesta una regulari-
especulaciones filosóficas tempranas y, con ellas, la terminología do- dad y una legalidad que conforman a los que funcionan en él. Y
minante en sus primeros escritos, induidos los conceptos de «praxis» también es verdad que Marx intenta poner al desnudo y entender
y «alienación». El segundo, que en El Capital está dara y explícita los mecanismos dinámicos fundamentales que operan en la sociedad
la «reducción» de todas las categorías básicas a categorías económi- capitalista. Pero estos mecanismos no son inmutables ni eternos;
cas. El tercero, que la imagen del hombre que surge de El Capital surgen y pasarán en la historia. Son tendencias históricas que mani-
es la de una especie de animal arrastrado por una maraña de fuerzas fiestan una de las formas que ha tomado la praxis. Pero un objetivo
impersonales dotadas de una regularidad semejante a la de las leyes fundamental, si no el que más, del análisis de Marx del capitalismo
—leyes que determinan qué es el hombre y sobre las que él no posee es el de desenmascarar las formas de mixtificación de la ideología
control alguno. capitalista: los modos según los que con facilidad suprema podemos
Estos tres postulados interrelacionados son falsos. Al contrario perder de vista el hecho básico de que bajo el complejo de relaciones
de lo que pretenden, no se podría encontrar mucho sentido en El que ocurren en la sociedad capitalista laten y existen diversas formas
Capital sin darse cuenta de cómo los temas del principio surgen de trabajo humano congelado. Los apologistas del capitalismo han
dialécticamente en él, en especial los de praxis y alienación. Aún pretendido justificarlo apelando a leyes económicas rígidas; y esto
más, es extremadamente equivocado considerar El Capital como un es precisamente lo que Marx ataca y critica. Lo que se desprende
estudio de economía en el sentidó contemporáneo del término «eco- de El Capital no es la santificación o la reificación de las leyes eco-
nomía». Normalmente consideramos la economía como una ciencia nómicas, sino todo lo contrario: la demostración de la mutabilidad
social, entre la ciencia política, la sociología, la antropología, la psi- de las así llamadas leyes económicas, las formas de aparición, las
cología, etc. Las categorías económicas posiblemente localizan sólo contradicciones dinámicas internas que albergan, y cómo desaparecen.
un aspecto de la actividad humana. Pero la fuerza de El Capital Marx descubre el «largo y penoso proceso de desarrollo» a través
está en hacer ver que bajo las categorías económicas abstractas e im- del que los hombres no han controlado su propia actividad y han sido
personales está ocurriendo un profundo drama humano. La economía, arrastrados por el proceso de producción en el que se encuentran ellos
o, para emplear el término de Marx, la «economía política», no es mismos. La comprensión crítica de este proceso abre la posibilidad real
una dimensión selectiva y única de la vida humana; es una forma de una sociedad de «hombres asociados libremente» en la que «su
congelada y cristalizada de la actividad humana: de la praxis. Consi- producción es regulada por ellos conscientemente de acuerdo con un
plan establecido» 60. La fuerza de El Capital y de todo el pensamiento
representa una pequeña parte de una teoría total esbozada en los Grundrisse. de Marx no está en afirmar la impotencia del hombre frente a fuerzas -
Tres artículos recientes en inglés discuten con entusiasmo tanto la significación impersonales, sino más bien en afirmar la posibilidad real de una
cuanto el contenido de los Grundrisse. Ver Martin Nicolaus, «The Unknown
Marx», The New Left Reader, ed. por C. Ogelsby, y «Proletariat and Middle comprensión crítica del mundo que permite al hombre controlar
Class in Marx: Hegelian Coreography and the Capitalist Dialectic», For a eventualmente su propio destino.
New America, ed. por J. Weinstein y D. W. Eakins. Ver también David Con el fin de dar sustantividad a nuestra argumentación contra
McLellan, «The Missing Link» Encounter, 35 (noviembre 1970). I. Mészáros los tres prejuicios ampliamente sostenidos que hemos revisado, co-
cita numerosos pasajes de los ,Grundrisse que discuten la alienación. George
Lichtheim ha examinado la teoría del «modo de producción asiático», tal como menzaremos volviendo al comentario de Marx sobre la Fenomenología
se desarrolla en los Grundrisse, y dice: «Expreso una opinión netamente perso- de Hegel en sus Manuscritos de París dé 1844.
nal al decir que el argumento perfilado en las pp. 375-396 de los Grundrisse
me parece uno de los más brillantes e incisivos de los escritos de Marx», Lo grandioso de la Fenomenología hegt!!ina y de su resultado final (la
George Lichtheim, «Oriental Despotism», The Concept of Ideology and Other dialéctica de la negatividad como principio motor y generador) es, pues, en
Essays, p. 85. Otras apreciaciones de los Grundrisse en Maximilien Rubel,
«Contributions a PHistoire de la génése du Capital», Revue d'Histoire econo-
migue et sociale, 2 (1950); André Gorz Strategy for Labour, pp. 128-130; 60
Capital, I, p. 44; Marx/Engels, Werke, /3d. 23, p. 94.
y Herbert Marcuse, One Dimensional Man, pp. 35-36.
72 Richard J. Bernstein
praxis y acción 73
primer lugar, que Hegel concibe la autogeneración del hombre como un
proceso, la objetivación .como desobjetivación, como enajenación y como En nuestras formas avanzadas de economía de intercambio, pensa-
supresión de esta enajenación; capta la esencia del trabajo y concibe el hombre mos y actuamos en relación a los artículos que intercambiamos y
objetivo, verdadero porque real, como resultado de su propio trabajo" , usamos como si fueran cosas físicas impersonales. Según Marx, ésta
es una forma de fetichismo 63. Fracasamos en reconocer que estas mer-
Esta «gran verdad» se ha convertido en el meollo de lo que Marx cancías sofi productos sociales y que el valor que poseen (el valor-
entiende por praxis./En el proceso de la praxis como actividad huma- trabajo) no es nada más que una forma materializada de actividad
na, los productos que produce el hombre son formas congeladas laboral.
cristalizadas de su actividad o de su trabajo. Cuando el producto logra
un poder independiente y hostil, cuando el sistema de economía polí- Por tanto, los hombres no relacionan entre sí los productos de su trabajo
tica en el que los hombres producen y trabajan es tal que su actividad como valores porque estos objetos les parezcan envolturas simplemente materia-
práctica está en conflicto consigo mismo, es decir, su actividad es`, les de un trabajo humano igual. Es al revés. Al equiparar unos con otros
esencialmente una actividad forzada y no una actividad libre, entonces en el cambio, como valores, sus diversos productos, lo que hacen es equiparar
los hombres están alienados de sus propios productos, de sus seme-, entre sí sus diversos trabajos, como modalidades de trabajo humano. No lo
jantes y de sí mismos. saben, pero lo hacen. Por tanto, el valor no lleva escrito en la frente lo que
es. Lejos de ello convierte a todos los productos del trabajo en jeroglíficos socia-
Este concepto de praxis brinda la orientación necesaria para les. Luego, vienen los hombres y se esfuerzan por descifrar el sentido de estos
entender la categoría básica de El Capital, el concepto de valor ó, jeroglíficos, por descubrir el secreto de su propio producto social, pues es
más específicamente, el valor-trabajo. El valor de un producto pro- evidente que el concebir los objetos útiles como valores es obra social suya
ducido por un hombre es una forma cristalizada de valor-trabajo ni más ni menos que el lenguaje. El descubrimiento científico tardío de que
los productos del trabajo, considerados como valores, no son más que expre-
6rYoung Marx, p. 321; MEGA, I. 3, p. 156. siones materiales del trabajo humano invertido en su producción, es un descubri-
(2
En los dos artículos mencionados de Martin Nicolaus se describe deta- miento que hace época en la historia del progreso humano, pero que no
lladamente la sustitución que tiene lugar en los Grundrisse de una economía d disipa ni mucho menos la sombra material que acompaña al carácter social
«competición» por una economía de «producción». Esta sustitución está refl del trabajo. Y lo que sólo tiene razón de ser en esta forma concreta de produc-
jada en la importancia que asigna Marx al concepto de fuerza de trabajo ción, en la producción de mercancías, es saber: que el carácter específicamente
(Arbeitskraft) en contraste con el de trabajo (Arbeit). Esta nueva categoría per- social de los trabajos privados independientes los unos de los otros reside en
mite a _Marx explicar la aparición de la «plusvalía. Lo que .vende el, trabaja- lo que tienen de igual como modalidades que son del trabajo humano, revis-
dor no es "trabajo", sino fuerza de trabajo (Arbeitskraft); no una mercancía
como otra cualquiera, sino una mercancía única. Sólo el trabajo tiene la ca- tiendo la forma del carácter de valor de los productos del trabajo; sigue siendo
pacidad de crear valores donde no existían antes, o de crear valores más para los espíritus cautivos en las redes de producción de mercancías, aun des-
grandes de aquellos que exige para mantenerse a sí mismo. En pocas palabras, pués de hecho aquel descubrimiento, algo tan perenne y definitivo como las
sólo el trabajo es capaz de crear plusvalía. El capitalista adquiere el control tesis de que la descomposición científica del aire en sus elementos deja intan-
sobre su poder creativo, y dispone esta fuerza de forma que se comprometa en gible la forma del aire como forma física material«.
la 'producción 'de mercancías para el intercambio durante un número determi-
nado de horas. La cesión por parte del trabajador del control sobre su fuerza
creativa es denominado por Marx explotación, Martin Nicolaus, «The Unk- La concepción del valor-trabajo establecida en el pasaje anterior
nown Marx», p. 98. funciona como leit-motif a lo largo de El Capital. A medida que
Si bien pienso que Nicolaus está en lo cierto al enfatizar este recurso al Marx introduce metódicamente distinciones analíticas cada vez más
concepto de Arbeitskraft como clave de la comprensión de la plusvalía, exagera
cuando dice que la oscilación del concepto de Arbeit al de Arbeitskraft «cons- complejas con el fin de comprender críticamente las complejidades
tituye la diferenciación crucial sobre la que gira la distinción total entre la de una sociedad capitalista, en la medida que explica los conceptos
economía marxista y no marxista —y de igual modo la distinción entre el. de dinero, capital constante, capital variable, plusvalía, ganancia,
«joven» Marx y el Marx «maduro» (Martin Nicolaus, «Proletariat and Middle
Class in Marx: Hegelian Coreography and the Capitalist Dialectic», p. 267).
Nicolaus sugiere pero no acierta a explicar que la insistencia de la «madurez» sible que tuviera sentido el fundamento de la afirmación de que sólo el trabajo
en la producción y en la fuerza de trabajo como fuente de la plusvalía está crea valores donde antes no existían, o valores más grandes que los que necesita
en armonía con y desarrolla la comprensión primera de Marx del concepto de para reproducirse.
praxis. Desde luego sin tal comprensión de la praxis, mediante la cual el objeto
63
Ver la sección «El fetichismo de la mercancía y su secreto», en El Ca-
producido es entendido como una forma de actividad congelada, sería impo- pital, I, pp. 36-47. Marx/Engels, Werke, Bd. 23, pp. 85-98.
" Capital, I, pp. 39-40; Marx/Engels, Werke, Bd. 23, p. 88.
Praxis y acción 75
74 Richard J. Bemstein
«economía» y su afirmación de que la propiedad tiene un origen
interés, etc., arguye que mientras (tales entidades) aparecen para lo¿ extraeconómico. Criticando a Proudhon observa Marx:
miembros de una sociedad capitalista como fuerzas impersonales, en
realidad son —cuando se las desmitifica de su apariencia reificada y Pero afirmar que la historia preburguesa y cada una de sus fases posee su
fetichista— formas variadas de praxis o trabajo social. economía propia ffiekonomie) y una base económica de su movimiento, en el
El subtítulo de El Capital es Una crítica de la economía política, y fondo no es más que establecer la tautología de que la vida humana se apoya
hay una continuidad dialéctica entre el sentido de «crítica» tal como s siempre en algún modo de producción —producción social— cuyas relaciones
es usado aquí y el sentido en el que era usada en la primera «crítica» son precisamente lo que llamamos relaciones económicas.
Las condiciones originales de producción no pueden ser producidas ellas
de Marx en la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel. De la mismas inicialmente —no son resultados de la producción. (En lugar de con-
misma manera que Marx creyó desmitificar la Filosofía del Derecho diciones originales de producción podríamos decir: pues si esta reproducción
de Hegel, ahora pretende desmitificar la economía política; hacernos aparece por una parte como apropiación de objetos por parte de sujetos,
ver qué es lo que realmente ocurre bajo las elaboradas formas de' por otra aparece igualmente como el amoldarse, el prenderse del objeto al pro-
reificación del mundo de las «cosas» económicas dentro del que ope= pósito subjetivo; la transformación del objeto en producto y Jepósito de la
ramos. Y justo como la primera crítica nos llevó a la idea de praxis actividad subjetiva.) Lo que requiere explicación no es la unidad de un ser
como el «secreto» de la comprensión de Hegel, así ahora Marx nos,-- humano vivo y activo con sus condiciones naturales inorgánicas de metabolismo
hace palpar el significado concreto de praxis en tanto que producción con la naturaleza; ni esto es el resultado de un proceso histórico. Lo que debe-
y trabajo humano. «El proceso vital de la sociedad, o lo que es 1 mos explicar es la separación de estas condiciones inorgánicas de la existencia
humana de su existencia activa, una separación que sólo se reali'a plenamente en
mismo, el proceso material de producción, sólo se despojará de su el complejo de relaciones que median entre el trabajo asalariado y el capital 65.
halo místico cuando ese proceso sea obra de hombres libremente
socializados y puesto bajo su mando consciente y racional. Mas paré; Las lineas maestras de lo que podemos denominar la «antropolo-
ello, la sociedad necesitará contar con una base material o con una gía» de Marx deberían estar claras ahora. 11 hombre es un animal
serie de condiciones materiales de existencia que son, a su vez, frut, activo y productivo por naturaleza. «Por naturaleza» significa sim-
65
natural de una larga y penosa evolución» . plemente que el hombre es una criatura que no puede sobrevivir a
El Capital es el drama de la praxis como trabajo y producció menos que produzca —ejercite su fuerza de trabajo— con el único
en la sociedad moderna. Es un drama kvorque el efecto acumulad fin de mantenerse a sí mismo. Esta dimensión esencialmente pro-
tivo del aparentemente desangelado y técnico análisis de Marx deseo ductiva de la vida humana es la praxis. Pero las formas sociales que
mascara las formas alienadas de trabajo —las formas de explotación adopta el trabajo están condicionadas históricamente. En el curso
del trabajador. Mientras que la explotación o la alienación llegan a sil de la historia se han desarrollado formas sociales de producción dife-
apogeo en la sociedad capitalista avanzada, las contradicciones diná rentes y cada vez más complejas. Más aún, estos modos de produc-
micas inherentes al capitalismo proporcionan el «fundamento mat ción están dotados de una estructura racional o logos en el sentido
rial» para sobrepasar los limites del capitalismo, la etapa en la que de que podemos descubrir cómo ocurre que un modo de producción,
la alienación y la explotación de la sociedad son finalmente aufgeho- cuando se ha desarrollado plenamente (especialmente en las socieda-
ben. El capitalismo, entonces, no es más que una de las formas his- des occidentales) tiende a socavar las condiciones que lo han originado
tóricas adoptadas por la praxis humana, y El Capital se interesa por, y a proporcionar eventualmente la base para un nuevo modo de pro-
los orígenes del conjunto de las condiciones históricas, así como pot ducción. En este proceso hay una separación creciente «de las condi-
la superación de esta forma alienada de praxis o trabajo. ciones inorgánicas de la vida humana respecto de la existencia activa»,
Las consideraciones anteriores modifican significativamente uní una separación que alcanza su climax en la sociedad capitalista. De
estrecha lectura «económica» de El Capital, pero Marx es totalmente la misma manera que los modos de producción previos (se trata de
explícito acerca de sus pretensiones con respecto al uso de categorías los modos de producción occidentales en tanto distintos del modo
económicas. En los Grundrisse der Kritik der politischen Oekonomie,
Marx encara la cuestión de la estrecha concepción de Proudhon de la 65
Karl Marx, Pre-Capitalist Economic Formations, trad. de Jack Cohen;
edición e introducción de E. J. Hobsbawm, pp. 86-87; Marx, Grundrisse des
Kritik der politischen okonomie, pp. 388-389.
65
Capital, I, p. 44; Marx/Engels, Werke, Bd. 23, p. 94.
76 Richard J. Bernstein 77
Praxis y acción
de producción asiático) 67 se han destruido a sí mismos en el curso Este pasaje profundiza un aspecto destacado ya antes —el de que
de su desarrollo pleno, Marx muestra en El Capital que esta misma Marx ve la sociedad moderna burguesa y capitalista como el desarro-
inestabilidad es inherente al modo de producción capitalista. Sin em:
bargo, con la superación del capitalismo, se abre la posibilidad real llo de las condiciones materiales requeridas para el pleno desarrollo
del hombre. Muestra que el concepto de «alienación» todavía es
(no la necesidad lógica), de que la «separación» o «alienación» caras- f undamental para el pensamiento del Marx «maduro». Más aún, la
terística da desarrollo del hombre hasta entonces, sea también supe-',5 afirmación de que «la elaboración completa de lo que subyace en
rada, aufgehoben, y la praxis humana logre su realización plena, el hombre, aparece como una alienación total», es fundamental (como
creativa y positiva3En otro lugar de los Grundrisse, en el que Marx 1- veremos en la sección siguiente) para entender el interés primordial
distingue agudamente las potencialidades presentes de la praxis de la de Marx por el presente y por qué desprecia las especulaciones sobre
nostalgia de una pasada «edad de oro», escribe: sociedades futuras que no arraiguen en la crítica sistemática de las
De este modo, la concepción antigua, en la que el hombre siempre aparecía instituciones presentes. Pero además este pasaje confiere sustanti-
(en una definición, sin embargo, estrechamente nacional, religiosa o política) vidad a nuestra afirmación de que para entender el uso de categorías
como el fin de la producción parece mucho más elevada que en el mundo «económicas» por parte de Marx, debemos verlas como modos funda-
moderno, en el que el fin del hombre es la producción y el fin de la produc. mentales encapsule dcr. de producción humana: praxis.
eh:5n la riqueza. De hecho, cuando la raquítica forma burguesa es puesta al Debemos tratar ahora de justificar nuestra tercera contrapropues-
descubierto, ¿qué es la riqueza sino la universalidad de las necesidades, capa- ta de que El Capital no trata de santificar la inmutabilidad de las
cidades, goces, fuerzas productivas, etc., de los individuos producidas en «leyes económicas», sino poner de manifiesto su mutabilidad histó-
intercambio universal? ¿Qué, si no es el desarrollo pleno del control humano
sobre las fuerzas de la naturaleza —las de su propia naturaleza, así como las
rica. La sociedad capitalista implantó la forma de alienación más
de la así llamada «naturaleza»? ¿Qué, si no es la elaboración absoluta de sus ‘1 completa y total que haya existido. Para usar el lenguaje característico
disposiciones creativas sin ninguna otra precondición que la evolución histórica de El Capital, el capitalismo se apoya en la explotación creciente o
antecedente que realiza la totalidad de esta evolución —es decir, la evolución de en el uso «racional» y eficiente de la plusvalía para incrementar el
todas las capacidades humanas como tales, inconmensurables con ninguna unidad capital. Sin la plusvalía —el valor del producto apropiado por el
de medida previa— y acaba en sí mismo? ¿Qué es esto, sino la situación en la capitalista y que sobrepasa a la parte de valor necesaria para el sus-
que el hombre no se reproduce a sí mismo en forma determinada alguna sino tento del trabajador y de los medios de producción— no hay capitalis-
a
que produce su totalidad? ¿Dónde no intenta permanecer informado de algún mo. Pero la historia que cuenta Marx a lo largo de los tres volú-
modo por el pasado, en lugar de situarse en el movimiento absoluto del de-
venir? En la economía política burguesa, y en la época de producción corres-
menes de El Capital es la de un modo de producción económico que
pondiente, esta elaboración completa de lo que subyace en el hombre, apare- es intrínsecamente inestable y contradictorio. Cuanto más éxito tenga
cería como una alienación total, y la destrucción de todos los objetivos prefija- el capitalismo en amontonar capital, tanto más va minando sus
dos desde un punto de vista particular, como el sacrificio del fin en sí mismo propios cimientos. Cerca del final del volumen III (en un pasaje
ante una compulsión totalmente externa. Desde esta perspectiva el mundo infan- tomado de los fragmentos de Marx publicado póstumamente por
til de los antiguos parece ser superior; pero esto ocurre en la medida en que Engels) Marx reflexiona sobre el punto a donde le han llevado sus
anhelamos configuraciones cerradas y acabadas y establecemos limites. Los complejas e intrincadas investigaciones sobre el capitalismo. Y hasta
antiguos nos transmiten satisfacciones muy restringidas, mientras el mundo el lenguaje de esta sección («La fórmula trinitaria») recoge el eco
moderno nos deja insatisfechos o, donde parece haber algo satisfecho consigo del lenguaje de los primeros escritos de Marx.
mismo, es vulgar y ordinario 68.
Ya al estudiar las categorías más simples del régimen capitalista de pro-
67
El punto de vista de Marx sobre el modo de producción asiático no sólo
posee importancia intrínseca, sino que ayuda a destruir el mito de que Marx ducción e incluso de la producción de mercancías, las categorías mercancía y
dispone únicamente de una teoría histórica rígida del desarrollo económico apli- dinero, hemos puesto de relieve el fenómeno de la mistificación que convierte
cable a todas las sociedades. Una discusión excelente de las reflexiones de Marx las relaciones sociales de las que son exponentes los elementos materiales de
sobre el modo de producción asiático, en George Lichtheim, «Oriental Despo- la riqueza en la producción en propiedades de estas mismas cosas (mercancías),
tism», The Concept o/ Ideology and Other Essays, y Shlomo Avineri, Karl llegando incluso a convertir en un objeto (dinero) la misma relación de pro-
Marx: On Colonialism and Modernization. ducción. Todas las formas de sociedad, cualquiera que ellas sean, al llegar' a la
68
Pre-Capitalist Economique Formations, pp. 84-85; Marx, Grundrisse der producción de mercancías y la circulación de dinero, incurren en esta inversión.
Kritik der politischen ókonomie, pp. 387-388.
Pero este mundo encantado e invertido se desarrolla todavía más bajo el

Cfi
Richard J. Bernstein Praxis y acción 79
78
régimen capitalista de producción y con el capital, que constituye su categoría típico de su desarrollo dialéctico progresivo en el que niega, afirma
69
dominante, su relación dominante de producción . y supera una etapa anterior de su pensamiento. Marx emplea pesada-
mente este concepto en sus escritos de la década de 1840. El ser
Marx pasa revista a la «mixtificación completa del modo de genérico constituye la naturaleza verdadera o ideal del hombre y
producción capitalista» por la cual es perfectamente natural que «los llega a hacerse manifiesto plenamente sólo cuando la alienación hu-
agentes reales de la producción se sientan plenamente a gusto, como mana sea erradicada. Ya en 1845 en su sexta tesis sobre Feuerbach,
en su casa, dentro de estas formas enajenadas e irracionales de capi- Marx adopta una actitud crítica hacia este concepto.
tal-interés, tierra-renta del suelo y trabajo-salario, pues son precisa-
mente las formas de la apariencia en que ellos se mueven y con la Feuerbach resuelve la esencia religiosa en la esencia humana. Pero la esen-
cia humana no es algo abstracto e inmanente a cada individuo. Es, en su
que conviven diariamente» 70.EPara Hegel, el final de la Historia, el realidad, el conjunto de las relaciones sociales 72.
Lelos del Geist, es la realización concreta de la libertad. En orden
a conseguir esta libertad el Geist debe atravesar un largo y penoso
proceso. Del mismo modo para Marx, la larga y dolorosa historia Feuerbach se siente impulsado a «considerar la esencia del hom-
bre como especie simplemente, como una generalidad íntima y muda
de la praxis en la forma de los modos de producción que han culmi- que unifica a los individuos de modo «natural» ". Marx no sólo
nado en el modo de producción capitalista es la condición necesaria
para la libertad por la que son rebasadas (aufgehehen) las «leyes critica a Feuerbach, sino que también se critica a sí mismo. Aunque
económicas» de la sociedad capitalista. La libertad «sólo puede con- Marx usa el concepto de «ser genérico» en los Manuscritos de París
de 1844 para referirse a la naturaleza histórica del hombre, no fija
sistir en que el hombre socializado, los productores asociados, regulen tv
racionalmente este su intercambio de materias con la naturaleza, lo el significado preciso y la justificación de este concepto. Vamos a
pongan bajo su control común en vez de dejarse dominar por él como pasar revista a los estadios de la propia aceptación de Marx del con-
por un poder ciego, y lo llevan a cabo con el menor gasto posible de 4.1 cepto de «ser genérico» y del subsiguiente rechazo.
1-Feuerbach desempeñó el papel de ayudar a Marx a ver que cuando
fuerzas y en las condiciones adecuadas y más dignas de la naturaleza
humana»". El final de la historia —o como Marx gusta decir, el se ha desmitificado la filosofía de Hegel —una vez que se ha des-
final de la prehistoria y el inicio de la historia humana— comienza cubierto el contenido latente del gran «mito» de Hegel— nos damos
cuenta de que el Geist no es más que un modo de hablar metafó-
finalmente en el momento en que el hombre triunfa sobre las «ciegas
fuerzas de la naturaleza» y las regularidades y leyes económicas que if rico sobre el hombre o la humanidad.)Recogiendo el eco, pero, a la
hasta entonces determinaban su modo de ser,Lpero rlo en el sentido vez, transformando la narración de Hegel del desarrollo del Espíritu,
Marx escribe en sus Manuscritos de 1844: «Toda vez que para el
de que por fin el hombre se ve libre de toda regularidad legaliforme, hombre socialista, sin embargo, el así llamado mundo histórico entero
sino en el de que él regula racional y libremente su vida del modo
más adecuado y digno a su naturaleza humana.] no es más que la creación del hombre a través del trabajo humano
y el desarrollo de la naturaleza para el hombre, posee la prueba evi-
dente e incontrovertible de su autocreación, su propio proceso de
Ser genérico, praxis y alienación formación» ". Para entender la dinámica del Geist (y, en consecuen-
cia, la de la praxis) es necesaria una doble perspectiva. El Geist
A lo largo de nuestra discusión hemos seguido a Marx un tanto se realiza en concreto en las etapas efectivamente reales de la bis-
acríticamente en su uso de los conceptos de «ser genérico» y «natura- toria y es la dinámica pqtencial que ha de superar todas las formas 2
leza humana». Pero los problemas planteados por dichos conceptos de alienación. Sin esta doble perspectiva no tendría sentido decir
tienen una importancia fundamental tanto para Marx como para que el Geist no queda «satisfecho» o «realizado» en cualquiera de
entender la praxis. El uso temprano por parte de Marx del concepto sus determinaciones. Ni se podría decir que el Geist «se esfuerza»
de «ser genérico» y su crítica subsiguiente del mismo es un ejemplo sin descanso por superar todas sus determinaciones y objetificaciones
69
Capital, III, p. 765; Marx/Engels, Werke, Bd. 25, p. 835.
72
Young Marx, p. 402; Marx/Engels, Werke, Bd. 3, p. 6.
7
° Capital, III, p. 768; Marx/Engels, Werke, Bd. 25, p. 838.
73
Young Marx, p. 402; Marx/Engels, Werke, Bd. 3, p. 6.
' Young Marx, p. 314; MEGA, I, 3, p. 125.
71
Capital, III, p. 759; Marx/Engels, Werke, Bd. 25, p. 828.
80 Richard J. Bernstein 81
Praxis y acción

tratando de hacerse infinito. También es necesaria la misma doble porque como especie presente y viva se considera a sí mismo un ser universal y,
76
perspectiva para considerar el propio análisis de la praxis como alie- , por lo mismo, libre .
nación humana por parte de Marx. El verdadero significado de «alie-•
nación» parece presuponer una intuición, un ideal o norma de lo que.; Pero a pesar de toda la importancia que encierra para Marx el
puede llegar a ser el hombre cuando su potencial creativo esté plena: c
oncepto de ser genérico en estos primeros escritos, no se ve un in-
y libremente desarrollado. tento serio de analizar y fundamentar este concepto verdaderamente
Para Feuerbach este ideal de lo que el hombre puede llegar (y crudal.[Cuando lo critica en la sexta tesis sobre Feuerbach y dice
llegará) a ser viene expresado en el concepto de ser genérico —ésta que la esencia del hombre es «el conjunto de relaciones sociales
es la verdad implícita en la noción hegeliana del Geist una vez que reales», está prefigurando el concepto de clase como la categoría
se le ha aplicado el método transformativo. La idea de una «especie» social adecuada para entender lo que es el hombre.] Lo que en prin-
(Gattung) popularizada por D. F:Strauss fue retomada por Feuerbach. cipio parece ser un alejamiento de Hegel hacia la concreción (desde
La Esencia del Cristianismo de Feuerbach comienza diciendo que el el Geist hacia el ser genérico) se torna una nueva forma de concre-
hombre se distingue de los animales porque solamente él es conscien- ción errónea. Este es el tipo de crítica en que envuelve Marx a
te de sí mismo no sólo como individuo, sino también como especie 75. todos los jóvenes hegelianos (incluidos sus propios esfuerzos más
Dios, para Feuerbach, es una proyección y una reificación de la primitivos). No eran suficientemente radicales; no llegaban hasta
especie humana. Cuando el hombre actúa de forma autoconsciente las «raíces».
como ser genérico, sus actos son cualitativamente diferentes de los En la época en que escribió El Capital, Marx fue totalmente ex-
que ejecuta como simple individuo. La idea de una especie humana plícito sobre el abandono del concepto de ser genérico y su susti-
es la del conjunto de todas las perfecciones humanas concretamente tución por el concepto de clase. Al comienzo de El Capital, cuando
realizadas. introduce el concepto de cambio, dice Marx: «Aquí las personas sólo
Marx inicialmente estaba impresionado por el humanismo de La existen las unas para las otras como representantes de, o lo que es
Esencia del Cristianismo. Se puede detectar esta influencia en su ensa- lo mismo, como poseedores de, mercancías. En el transcurso de nues-
yo «La cuestión judía», así como en los Manuscritos de 1844 en los tra investigación, hemos de ver constantemente que los papeles
que adopta el concepto de Feuerbach de «ser genérico» como el terre- económicos representados por los hombres no son más que otras
no de análisis de la alienación humana. En «La cuestión judía» en la tantas personificaciones de las relaciones económicas en representa-
que Marx critica la noción de emancipación política que no es una ción de las cuales se enfrentan los unos con los otros» n.
emancipación plenamente humana, dice: Pero la crítica del concepto de ser genérico iba a crear a Marx
un serio problema intelectual. En sus escritos de 1840 se aprecia un
La democracia política es cristiana en tanto se refiere al hombre —no sim- tono moralizante. La crudeza con que describe los diversos tipos de
plemente a uno sino a cada hombre— como soberano y supremo. Pero esto alienación y deshumanización sirven únicamente para realzar su visión
se refiere al hombre en su aspecto incivilizado y asocial, en su existencia fortuita positiva de lo que el hombre puede y «debe» llegar a ser —el kom-
y tal como es, corrompido por la organización entera de nuestra sociedad,
perdido y alienado de sí mismo, oprimido por relaciones y elementos inhuma-
bre como ser genérico real. ¿Pues qué sentido puede tener hablar
nos —en una palabra, un hombre que no es un ser genérico real (Y. M., p. 231; de deshumanización a menos que se tenga un ideal o norma viable
I, p. 468). de lo que significa ser un ser humano? La misma noción de aliena-
ción con su resonancia peyorativa parece presuponer algún punto
También en los Manuscritos de 1844 dice Marx repitiendo a de vista positivo de lo que significa estar desalienado, pero este
Feuerbach: punto de vista exige que se lo sistematice y justifique. Muchos crí-
ticos y algunos seguidores de Marx le han interpretado como si ante
El hombre es un ser genérico (Gattungswesen) no sólo porque realiza todo fuera un moralista, un profeta que mantiene ante nosotros una
su propia especificidad práctica y teóricamente al igual que la de otras cosas visión de lo que el hombre ha de llegar a ser. Muchos han sostenido
que objetiva, sino también —lo cual es decir lo mismo con otras palabras-
75
Ludwig Feuerbach, The Essence of Christianity, trad. de George Eliot, 76
Young Marx, p. 293; MEGA, I, 3, p. 87.
Página 1. T1
Capital, I, pp. 84-85; Marx/Engels, Werke, Bd. 23, pp. 99-100.
II
82 Richard J. Bernstein Praxis y acción 83

que es aquí donde se puede detectar la confusión esencial de la -


humana I La concepción de Marx de las potencialidades humanas como
posición de Marx. Marx, según estos críticos, está confundiendo e
nraizadas en la historia, prefigura los temas que han ocupado el
continuamente afirmaciones descriptivas y valorativas, afirmaciones centro de la atención de la fenomenología contemporánea - con su
valorativas que jamás justifica. Los problemas suscitados por esta veta insistencia en que la realidad básica que el hombre encuentra es su
crítica son fundamentales para nuestra concepción de Marx y de lá -- Lebenswelt, y únicamente penetrando con sensibilidad en este Le-
praxis y es necesario enfrentarse con ellos. benswelt se pueden descubrir nuevas potencialidades humanas.
[Quiero salir al paso de la afirmación de que Marx presupone un La potencia esencial del desarrollo dialéctico de Marx pone de
ideal de lo que el hombre puede y debe llegar a ser y que en rela= relieve otra objeción muy común a sus puntos de vista y desvanece
ción a esta cierta norma ideal condena la realidad social existente: una perplejidad que han experimentado muchos lectores. Se ha señala-
Esta interpretación de Marx tergiversa por completo el intento fun- do con frecuencia que Marx únicamente esboza los trazos generales
damental de su obra. El pensamiento nuclear de Marx consiste en de cómo será la sociedad comunista o humanista futura. Algunos
que la comprensión correcta de la economía politica actual así como lectores se han quedado perplejos ante el desprecio radical de Marx
de sus orígenes históricos proporciona la base única y exclusiva para hacia el pensamiento utópico. 'Para Marx lo mismo que para Hegel
desvelar las potencialidades genuinamente humanas.] Este punto de la especulación sobre posibilidades futuras que no arraiguen en la
vista está expresado nítidamente por Lobkowicz cuando dice:r«Ni comprensión crítica de las instituciones presentes, es vacía e irreal.]
Hegel ni Marx determinan el "estado alienado" del hombre compa- Marx está totalmente de acuerdo con Hegel cuando dice en el Pre-
rándolo con una naturaleza humana transhistórica o con un futuro facio a La Filosofía del Derecho que «si... la teoría va más allá
"pedeterminado lógicamente". Más bien, lo determinan comparándo- del mundo tal como es y construye un ideal tal como debería ser,
lo con la potencialidad humana que aunque inicialmente surge en este mundo existe verdaderamente, pero sólo en el pensamiento, un
un estado alienado, nos permite imaginar una posibilidad previamen- elemento insustancial en el que imaginativamente se puede construir
te desconocida de la autorrealización humana final» ":! todo lo que se quiera» 79. En muchas ocasiones Marx advierte que a
Esta orientación incide en el verdadero meollo del dogma mo- él le interesan el comunismo y el socialismo en tanto que surgen de
derno según el cual hay una brecha infranqueable entre lo descrip- los entresijos del capitalismo —de las instituciones politicas y econó-
tivo y lo prescriptivo, entre hecho y valor o entre el «es» y el «debe». micas presehtes.[Marx no comienza con una imagen o norma de lo
[Para Marx la alienación humana es una condición social objetiva. que debe ser para criticar en seguida lo que es a la luz de aquella
Sobre la base de una comprensión crítica de las causas y raíces dé - norma. Su posición (como la de Hegel) es severamente crítica con esta
esta alienación podemos llegar a descubrir potencialidades humanas tendencia kantianaa Tiene pleno sentido —desde la perspectiva del
reales e «imaginar una posibilidad previamente desconocida de la desarrollo dialéctico del pensamiento de Marx— el que El Capital
autorrealización humana final».1Las implicaciones metafísicas y ebis- igual que los otros escritos posteriores a 1840 estén dedicados casi
temológicas de esta posición recogen el eco del punto de vista griego exdusivamente a una comprensión crítica de las instituciones y des-
más clásico, en especial el de Aristóteles, sobre el hombre, que sostie- arrollos presentes.
ne que solamente si comprendemos lo que es el hombre —su reali- El esquema anterior no sólo pone de manifiesto la dirección del
dad— podemos apreciar lo que puede llegar a ser —su potencia- pensamiento de Marx, también encierra implicaciones metafísicas y
lidad. Del mismo modo que no existe en Aristóteles una clara epistemológicas esenciales. Los conceptos, centrales en Marx, tales
dicotomía «hecho-valor» o «es-debe», tampoco hay ninguna en Marx. como alienación y praxis exigen un replanteamiento de los conceptos
No obstante esta semejanza no debe oscurecer las agudas diferencias epistemológicos más fundamentales que han preocupado a los filóso-
que existen entre las respectivas concepciones de Marx y de Aristó- fos modernos. Marx no solamente es consciente de esto: podemos
teles de la «realidad» y la «potencialidad». 'la diferencia más dra- encontrar en sus escritos señales de esta epistemología radical, que
mática está en que para Marx tanto la realidad como la potencialidad desafía lo que he denominado el dogma epistemológico principal de
del hombre cambian en el curso de su desarrollo histórico. Surgen la filosofía moderna.
potencialidades genuinamente nuevas como resultado de la praxis
" Philosophy of Right, p. 11; Grundlinien des Philosophie de; Rechts,

1
Lobkowicz, op. cit., p. 315. página 16.
1111 1.

84
Richard J. Bernstel praxis y acción 85
No han sido razonamientos superficiales o descuidados los qu
han llevado a los filósofos modernos a mantener dicotomías entre é esto «alienación» estamos haciendo un juicio de valor lógicamente
es y el debe, lo descriptivo y lo prescriptivo, el hecho y el valok. independiente. El mismo concepto de potencialidad es sospechoso
De diversas
cual maneras los filósofos han defendido la idea de que se
sea el status desde la perspectiva de un empirismo obtuso y obcecado; no es más
que asignemos a los valores, las normas, los ideales,a que una posición o constructo fundado sobre lo directamente obser-
etcétera.,
en no son fenómenos objetivos que puedan ser descubiertos
la naturaleza. vable. Es precisamente esta noción aséptica de observación —y más
La ciencia, nuestro medio más en general— el punto de vista de que nuestras categorías cognitivas
de explorar la naturaleza, sólo nos poderoso y eficaz son valorativamente neutrales lo que Marx (y Hegel) atacan como
puede decir lo que es; puede falsas.[A su manera, Marx ataca la noción del «mito de lo dado» e°
describir, explicar predecir, pero lo que debe ser no nos lo puede de- -
cir en ningún sentido categorial. Si queremos encontrar los argumento —la idea de que podemos distinguir tajantemente lo que nos es dado
filosóficos que apoyan esta posición, nos basta con estudiar las obrass i inmediatamente en el conocimiento de lo que es construido, inferido,
de las figuras y movimiento o interpretado por nosotros: En este aspecto hay un marcado «aire
s
(en algunas de sus facetas), Kant, más relevantes desde Descartes. Hume ,
el materialism de familia» entre lo que Marx sostiene y lo que se ha estado man-
vismo y el empirismo o clásico, el positi-
teniendo por parte de muchos de los filósofos contemporáneos más so-
lógico estarían todos de acuerdo respecto a
este «dogma». Pero es precisamente este dogma lo que constituye fisticados, ya estén orientados analítica o fenomenológicamente. Marx
el centro del blanco del ataque de Marx (y del de Hegel). estaría de acuerdo con que toda observación está «cargada teóricamen-
En una carta introspectiva escrita a su padre en 1837 cuando te» 81, y con que la realidad que conocemos y con que nos encontra-
Marx tenía dieciocho años, anticipa ya esta preocupación: «... estaba mos está condicionada por las «formas de vida» en las instituciones
muy preocupad o sociales.
por el conflicto entre lo que es y lo que debe ser...
En la expresión concreta del mundo vivo del pensamiento —como (En este punto el motivo central puede ser rastreado hasta Kant
en las leyes, el Estado, la naturaleza y la filosofía como un todo— quien insistió en el carácter constructivo y categorial del juicio. Pero
el objeto mismo debe ser estudiado en su desarrollo; no deben existir " a diferencia de Kant, Marx no cree que exista ninguna Ding-an-sich
clasificaciones arbitrarias ;
lo racional de la cosa misma debe ser des- marginada del conocimiento humano, y, más .aún, sostendría que
glosado en toda su contradictoried nuestras categorías básicas cambian y se desarrollan históricamente.
mismo» (Y. M., pp. 42-43; ad y descubrir su unidad en sí
I, Tampoco simpatiza Marx con aquellos pensadores que ven la pers-
p. 9). El pensamiento de Marx aquí
se está incoando aún, pero ya está clara la dirección JLo que Marx en- pectiva cognoscitiva del hombre como un acto de la voluntad in-
cuentra en Hegel es un intento, y verdaderament dividual o una convención arbitraria. Lo que caracteriza las reflexio-
de la filosofía postkantiana, de superar la dicotomía el máselambicioso
e
entre «es» y el nes de Marx acerca del conocimiento humano es la manera como
«debe»
en y, a lo largo de su vida, Marx polemiza contra los que insisten
alguna lo relaciona con la evolución de las necesidades prácticas del hombre
empleada en versión dea esta
criticar Hegel.'dicotomía con no menos acritud que la expresadas en la vida social. Es la praxis la que se convierte' en la
clave para entender todo el panorama .del desarrollo de las activida-
Para agudizar nuestra sensibilidad hacia los problemas en juego,
consideremo des cognoscitivas.
s
otra vez el pasaje de Lobkowicz, ya citado, en el Fue Georg Lukács el primero que señaló este aspecto del pen-
que dice que tanto Hegel como Marx determinan el estado alienado
del hombre «contrastándolo samiento de Marx y más recientemente Leszek Kolakowski ha siste-
con una potencialidad humana que, matizado la epistemología implícita en los primeros escritos de Marx
a pesar de que en principio emerge en un estado alienado, nos per-
mite imaginar una posibilidad previamente desconocida de la auto- y nos ha hecho ver que la relación práctica del hombre con los
rrealización última humana». Desde el punto de vista de la filosofía
80
omoderna esta afirmación es, a lo mejor, equivocada y, a lo peor, falsa Esta expresión ha sido popularizada recientemente por Wilfrid Sellars.
sin sentido. La alienación humana estrictamente hablando, no es Sus propias investigaciones filosóficas representan una crítica sostenida del
«mito de lo dado» en sus múltiples formas. Ver Science, Perception and Reality,
un fenómeno objetivo. Se trata de algo que no es observable directa especialmente el cap. 5, «Empiricism and the Philosophy of Mind».
ni siquiera indirectamente. Hablando con propiedad, diríamos que 81
Ver N. R. Hanson, Patterns of Discovery; Paul Feyerabend, «Explana-
observamos ciertas cualidades libres de valores y cuando rotulamos tions, Reduction and Empiricism», Minnesota Studies in the Philosophy of
Science, vol. 3.
86 Richard J. Bernstein 87
Praxis y acción
objetos y con el mundo que tiene enfrente es la base para entender didas. Esta dicotomía está fundamentada en una comprensión falsa
la relación cognoscitiva del hombre con el mundo 82. de la relación práctico-cognoscitiva del hombre con el mundo. «Los
La conciencia humana, el entendimiento práctico, aunque no produce exis- valores y preferencias prácticas que hemos puesto en este mundo
tencia, produce existencia compuesta de individuos y dividida en especies y quedan encubiertos dentro de él, y ya no distinguimos más las
géneros. Desde el momento en que el hombre en su onto y filogénesis comienza marcas que hemos impreso en el mundo y en su coeficiente humano
a dominar el mundo de las cosas intelectualmente —desde el momento que pue- permanente» 86. Cuando Marx describe la condición del hombre
de inventar instrumentos y organizarlos y expresar esta organización en pala- alienado, no está imponiendo un juicio de valor arbitrario en un
bras— encuentra este mundo ya construido y diferenciado, pero no de acuerdo mundo axiológicamente neutral; lo que hace es descubrir y revelar la
con alguna supuesta clasificación natural, sino según una clasificación impuesta realidad social en la que nos encontramos nosotros mismos. Pero esta
por las necesidades prácticas de orientación en el propio entorno 83. realidad social no es la realidad permanente y fija del hombre. Ella
misma es el resultado de la praxis social congelada en un mundo de
El mundo que el hombre encuentra, intenta dominar, en el que «cosas» y de instituciones alienadas. Esto es lo que Marx da a en-
halla satisfacciones y quiere conocer, no es un mundo que existe en tender cuando dice que «en la economía política burguesa —y en la
y por sí mismo independientemente de las relaciones del hombre con época de producción que le corresponde— la elaboración completa
él. Debemos tener cuidado aquí. Pues mientras queTMarx se está apro- de lo que se encierra en el hombre, aparece como alienación total
piando de una intuición central para el idealisnó, rechaza la con- y la destrucción de propósitos prefijados desde un punto de vista
cepción hegeliana según la cual la naturaleza es el Geist externalizado. particular como el sacrificio del fin en sí mismo a la compulsión total-
Siempre queda un «substrato natural» no humanizado o «materia mente externa» ".[Es esta comprensión de nuestra condición presente
prima» que el hombre trabaja y al que da forma. Es un ser natural objetiva alienada la que pone al descubierto la posibilidad de una
entre otros seres naturales) Y existe «una realidad común a todos naturaleza humanizada —aquella en la que la realidad que el hom-
los pueblos que permanece siempre en estado de comienzo» M. Pero bre trabaja y configura ya no tendrá más un carácter hostil, alienado,.
Kolakowski está realmente en lo cierto cuando caracteriza las ideas sino que será un mundo en el que
básicas de Marx como sigue:
el hombre se apropia para sí mismo su esencia múltiple de todas las formas
que el hombre en tanto que ser cognoscitivo es sólo una parte del hombre posibles, esto es, como un hombre total. Cada una de sus relaciones humanas
como un todo; que esta parte está implicada continuamente en un proceso con el mundo —ver, oír, reír, gustar, sentir, pensar, percibir, desear, actuar,
de autonomización progresiva, a pesar de lo cual no puede ser entendido de amar— en pocas palabras, todos los órganos de su individualidad que inmediata-
otro modo que como una función del diálogo continuo entre las necesidades mente son comunitarios en su forma, constituyen una apreciación del objeto
humanas y sus objetos. Este diálogo, llamado trabajo, es creado tanto por la en su relación objetiva (Verhalten) o en su relación a él. Esta apropiación de
especie humana cuanto por el mundo externo que, por ello, se hace accesible la realidad humana y de su relación al objeto es la confirmación de la realidad
al hombre sólo en su forma humana 85 humana u

¿Pero de qué modo inciden estas consideraciones epistemológicas Pero si es verdad que la realidad y el mundo presentes del hombre
en la cuestión de la dicotomía entre descripción y prescripción, hecho están objetivamente alienados,Ila posibilidad abstracta de «humanizar
y valor? Las verdaderas raíces de esta dicotomía no están bien enten- el mundo» sólo se hace posibilidad real mediante una transformación
radical de esta condición objetiva alienada —mediante la praxis
-
82
Georg Lukács, Geschichte und Klassenbewusstsein; Leszek Kolakowski, revolucionaria. '
«Karl Marx and the Clasical Definition of Truth», en Towards a Marxist Quidro ser todo lo explicito que pueda y aclarar mi posición sobre
Humanism, trad. de Jane Zielonko Peel. Sartre, en una nota a pie de página la orientación básica de Marx —la que surge de su comprensión de
muy clarividente apunta las implicaciones epistemológicas del concepto de la praxis. No pretendo decir que Marx resolvió de una vez por todas
«praxis»: Search for a Methode, pp. 32-33; Critique de la raison dialectique, I,
páginas 30-31.
83
Kolakowski, op. cit., p. 46.
88
Kolakowski, p. 63.
Kolakowski, op. cit., p. 46.
87
Karl Marx, Pre-Capitalist Economique Formations, p. 85; Marx, Grun-
85
Kolakowski, p. 66. drisse der Kritik der politischen Oekonomie, p. 387.
88
Y oung Marx, p. 307; MECA, I, 3, p. 118.
89
88 Praxis y acción
Richard J. Bernstein
Pero antes echemos una ojeada al reciente resurgimiento del in-
el problema del hecho y del valor, o la dicotomía del «es-debe».
Lo que estoy sosteniendo, no obstante, es que aproximarse a Marx terés por Marx. Durante las últimas décadas ninguna otra figura ha
desde la perspectiva de estas dicotomías es desfigurar lo que él creyó sido tan discutida ni ha ejercido tan profunda influencia en el pen-
haber conseguido. Marx sólo se interesó accidentalmente por cues- samiento mundial. La influencia de Marx no es condición suficiente
tiones metafísicas y epistemológicas, y después de sus escritos de para justificar la validez de su orientación, pero puede proporcionar
claves de la penetración y fuerza de su pensamiento. El resurgimiento
juventud pasaron al plano de los presupuestos. Encontramos, cuando
más, indicaciones y sugerencias, no una teoría bien desarrollada. A del interés en que pienso, no tiene nada que ver con la dogmática de la
pesar de ello no hay peligro de excederse al señalar el cambio de interpretación marxista que se ha convertido en una variante esco-
lástica en muchos países y para muchos partidos comunistas. Se
perspectiva sobre la realidad social que Marx intentó llevar a cabo
—aquella que justificaría una comprensión del hombre desde la cual trata de un resurgimiento que representa un contramoximiento y sale
se podría afirmar con entera legitimidad que «En la economía política al paso de la dogmática comunista. Cortando por lo sano, podemos
burguesa —y en la época correspondiente de su producción— esta clasificar este resurgir del interés por Marx en tres tipos: académico,
elaboración completa de lo que se encierra en el hombre, aparece religioso y político.
como la alienación total...» (subrayado mío). Recientemente ha habido un interés académico enorme por in-
Las complejas cuestiones implicadas aquí son fundamentales no terpretar y redescubrir al Marx «histórico». En parte ha sido estimu-
sólo para la comprensión de Marx —su desprecio del pensamiento lado por la publicación de las primeras obras de Marx que única-
utópico, su crítica implacable de las instituciones existentes en la eco- mente se han hecho accesibles desde 1930. En estas investigaciones
nomía política, sus ataques a los kantianos de todas las variedades— han participado estudiosos de casi todos los países del Este y Oeste
sino que también han constituido la problemática esencial de gran y lo propio ha ocurrido con los problemas y conflictos generados por
parte de la historia del pensamiento marxista desde Marx. Muchos la diversidad de interpretaciones. Aun cuando podemos dejar a un
han leído a Marx como si fuera un cripto-moralista y algunos como lado este aspecto del resurgir marxista como un interés académico
un cripto-positivista que anuncia la llegada de una ciencia del hombre «objetivo», frecuentemente existe una motivación o fundamento
41i
nueva y última. Ambos extremos, así como las innumerables variacio- latente para esta interpretación académicamente «nueva» de Marx.
nes de los mismos, menosprecian las formas en que la comprensión Es demasiado simple pensar que este interés queda suficientemente
de Marx de la praxis y la alienación presentan un desafío básico explicado por el hecho de que Marx es considerado el filósofo «ofi-
44 cial» o el portavoz intelectual de las sociedades comunistas. El Marx
a la dicotomía de lo descriptivó y lo prescriptivo que ha configurado
gran parte del pensamiento moderno y su presuposición por parte que está siendo redescubierto es drásticamente diferente del Marx
de un gran sector de la ciencia social contemporánea. Para aquellos «oficial» de los ideólogos comunistas. Como frecuentemente ocurre
que intentan desarrollar una perspectiva marxista, la tarea más im- en la historia de las investigaciones académicas, el examen de un pen-
portante y ardua es desarrollar ulteriormente, explorar y justificar la sador se convierte en tema central porque existe una creencia profun-
«antropología radical» de Marx. da en la relevancia de sus ideas para nuestra situación presente. Cierta-
mente esta motivación está clara en muchos de los mejores escritores
Hemos intentado justificar nuestra afirmación de que la praxis es sobre Marx de nuestro tiempo. A pesar de que los profesionales de la
el concepto central del punto de vista de Marx y sistematizar el sig- historia han de atenerse a los cánones de la investigación y de la
nificado que le confiere. Lo que en principio parece ser una maraña objetividad históricas, pueden seleccionar y a menudo seleccionan
caótica de significados — praxis. como actividad humana, producción,
sus materias porque sienten especial simpatía por ellas, porque
trabajo, alienación, crítica implacable y práctica revolucionaria— son piensan que la comprensión adecuada de las reflexiones de los gran-
aspectos de una teoría del hombre y su mundo única, abarcadora y des pensadores no sólo nos puede enseñar cosas acerca del pasado,
coherente. Nuestra atención ha estado concentrada ante todo en el sino también sobre nosotros mismos. ¿Pero qué es lo que hay en
desarrollo de una interpretación del significado y del lugar central de Marx que aún puede «decir algo» a muchos intelectuales? Podemos
la praxis en Marx, pero ahora debemos preguntarnos de manera más
ensayar una respuesta parcial considerando el interés «religiosb» por
directa, en qué medida han contribuido Marx y el marxismo a nuestra
comprensión de la acción humana. la obra de Marx.
90 Richard J. Bernstein Praxis y acción 91
En principio podría parecer sorprendente que Marx, un crítico son Jean-Paul Sartre y Maurice Merleau-Ponty. En Alemania Occi-
acerbo de la religión y de la teología tuviera una relevancia especial dental y aun en círculos no oficiales de Alemania del Este, Ernst
para pensadores religiosos. Pero algunas de las mejores interpreta- Bloch ha servido para estimular esta dimensión del interés contem-
ciones y discusiones de Marx en Francia, Alemania y aun en América poráneo por el marxismo. La «Escuela de Francfort», incluidos
se deben a pensadores religiosos. Tal vez se pueda pensar que esto Adorno, Horkheimer, Marcuse y Habermas, representan uno de los
no va más allá del puro y simple «conocer al adversario», pero una desarrollos más creativos del pensamiento marxista. En Italia se está
vez más pienso que ésta es una respuesta excesivamente superficial. redescubriendo la obra de Antonio Gramsci. Y para muchos marxistas
En nuestra discusión de la praxis y de la alienación humanas vimos del Este y del Oeste la figura central de la nueva lectura humanista
que Marx puede ser interpretado como desarrollando una antropolo- de Marx ha sido el marxista húngaro Georg Lukács. Hasta en
gía «filosófica» sistemática y comprensiva. Cuanto más se penetra en América, que jamás ha sido acogedora con el marxismo como una
la quintaesencia del pensamiento de Marx más se aprecia la presen- orientación política válida, se puede ver que los temas básicos que
cia de temas (en formas secularizadas) que han preocupado a los han jugado un papel predominante en el reciente resurgir europeo del
pensadores religiosos a través de los tiempos —la gravedad de la marxismo, han suscitado una respuesta similar entre un grupo redu-
alienación humana, el sentido apocalíptico de la eminencia de la cido, pero compacto, de pensadores radicales alienados en una orien-
revolución que se avecina, y la aspiración mesiánica que infunde gran tación política para afrontar y criticar las instituciones existentes.
parte del pensamiento de Marx. Hasta el mismo temperamento y la Lo que es común a los diversos tipos de interés por Marx —aca-
visión de Marx están en la vena de los profetas bíblicos. Paradójica- démico, religioso y político— y a los diversos pensadores interesados
mente, del mismo modo que Marx creyó descubrir la verdad oculta en Marx no es tanto un acuerdo fundamental acerca de qué prin-
en el ascetismo religioso, muchos intérpretes religiosos contemporá- cipios del marxismo son correctos o aun más importantes. Penetra
neos de Marx pretenden descubrir el sentido religioso de su pensa- todo este resurgir un sentimiento generalizado de que Marx y el
miento secular. Teólogos contemporáneos afirman que Marx habla marxismo constituyen un fondo de intuiciones, propuestas audaces,
mucho más directamente a la condición religiosa del hombre de lo sugerencias e hipótesis altamente significativas para entender lo que
que muchos «pensadores religiosos» estarían dispuestos a admitir. es el hombre, para afrontar problemas existentes, y para proseguir
Marx, en especial el de la primera época, ha llegado a ser utilizado la «crítica radical de todas las instituciones existentes». Y aunque
como base de crítica de las más superficiales creencias religiosas y no hay ni una sola afirmación o tesis de las establecidas por Marx
teológicas. El pensamiento de Marx no solamente expresa los temas que no exija una revisión crítica significativa, el partir de las refle-
dominantes de la historia de la Cultura Occidental, también habla a xiones de Marx sobre la praxis constituye uno de los indicadores más
nuestras aspiraciones y esperanzas más arraigadas: que llegará el día claros para comprender críticamente nuestra realidad social presente,
en que el hombre será libre y creativamente y para llegar a una comprensión mejor de lo que el hombre es y
El tercer aspecto del resurgir del interés por Marx es, según puede llegar a ser.
creo, el más relevante y de más considerable importancia. A pesar Una manera de juzgar el valor y la significación de una orienta-
de que se disfraza de interés académico —especialmente en los países ción intelectual es por los problemas que plantea, los desafíos que
del Este— tiene una significación política explosiva. En países como nos fuerza a afrontar, las hipótesis que sugiere y las intuiciones que
Polonia, Checoslovaquia y Yugoslavia, el redescubrimiento del «autén- aporta sobre diversas cuestiones —por lo cual Whitehead lo deno-
tico» marxismo ha constituido el arma intelectual básica para criticar minó alguna vez el «sentido de importancia. Sobre estas bases
las tendencias burocráticas y totalitarias de los regímenes comunistas el marxismo —y en especial la concepción marxista de la praxis—
existentes. Implícitamente —a veces explícita— el argumento funda- debe ser visto como una de las orientaciones más ricas y vitales de
mental que surge es que las sociedades comunistas no representan nuestro tiempo. Se ha sentenciado la «muerte» del marxismo repe-
la realización histórica del marxismo, sino su traición. Este interés tidas veces, pero sería tremendamente difícil determinar otra orienta-
político subterráneo encuentra su contrapartida en el Oeste. Dos ción intelectual que haya producido un pensamiento tan original.
pensadores prominentes que han intentado enriquecer al marxismo Como llevaremos hasta el final los temas de la praxis y la acción
con la intención de que proporcione el contexto adecuado para llegar en los otros pensadores y corrientes a explorar, veremos vívidamente
a captar los problemas políticos, económicos y sociales del presente hasta qué punto el pensamiento de Marx funciona como correctivo
Praxis y acción 93
92 Richard J. Benistein
de muchos países comunistas) continúa perpetuando la alienación y
y a la vez como estimulante (sí bien también él necesita ser comple-,,
mentado por estos otros movimientos). Al trazar la «lógica» del penb: la explotación del hombre. Si somos honestos con la inadecuación
samiento existencialista hemos de ver cómo arrostra el riesgo de,, de la fe de Dewey en la inteligencia creativa, en su creencia funda-
mental de que mediante la educación podemos crear un tipo nuevo
derivar hacia una modalidad del solipsismo romántico en el que eliak
interés obsesivo por el existente individual lo expone a perder de < de hombre y una nueva sociedad, no nos está permitido echar en
saco roto las críticas de Marx. Las crisis que estamos atravesando
vista todo contacto con la realidad social. Esta tendencia está ardua-,
mente ilustrada en la biografía intelectual de Sartre, quien después, en América en las relaciones entre las razas, en la desintegración
de haber desarrollado una esmerada ontología en la que el individuo, de nuestras ciudades, en los fracasos de nuestro sistema escolar, en
la constatación de la impotencia del control gubernamental ante la
queda aislado virtualmente de sus conciudadanos (a despecho de las. ,..11 polución creciente, son indicadores de la inutilidad de un liberalismo
protestas del mismo Sartre), durante los últimos treinta años ha •
reformista para afrontar enérgicamente los problemas sociales y las
estado intentando desesperadamente encontrar la salida de este ato-,
lladero. No es accidental el que en su intento sistemático por llegar crisis que a todos nos hacen frente. Pero desde el lado de Dewey y
a los problemas de la realidad social y a su compleja facticidad y. los pragmatistas no podemos olvidar la facilidad con que la exigencia
de un humanismo y una emancipación humana absolutos puede dege-
dinámica, Sartre se haya vuelto a Marx —y, en particular, al con-
cepto de praxis en busca de inspiración. nerar en su contrario: el absoluto totalitarismo. El radicalismo, no
simplemente como ideal intelectual que se profesa, sino como práctica
Veremos también cuando entremos en discusión con el pragma-
tismo que hay semejanzas y diferencias con el marxismo. Los prag-, politica actual, presenta un doble filo. A veces puede terminar, y
de hecho así ha ocurrido, destruyendo los ideales básicos profesados
autistas han poseído una sensibilidad aguda para las consecuencias
epistemológicas y metafísicas de la orientación centrada en el hom- por los radicales más celosos. Podemos decir, desde la posición ven-
tajosa de la objetividad académica, que los crímenes cometidos en
bre como ser activo que da forma y a la vez es formado por las
nombre del marxismo «ortodoxo» constituyen la más grande perver-
prácticas existentes. El papel dominante de la categoría de lo práctico;
el énfasis en las categorías sociales para entender al hombre y sus_ sión tanto de la letra cuanto del espíritu de la obra de Marx, y que
el marxismo representado por Stalin es una tergiversación absoluta
formas de funcionar en una comunidad, y hasta para entender las ,
actividades cognoscitivas del hombre desde la perspectiva de su acti-, de Marx. Pero una afirmación como ésta, muy socorrida hoy en día,
vidad práctica, son temas que impregnan las investigaciones de los tiende a ser ingenua respecto a los elementos del marxismo que dan
pragmatistas. A pesar de que Peirce fue casi enteramente indiferente pie a tales malinterpretaciones y perversión. Reconozco que no se
a los problemas de la filosofía social y política, Dewey los considera puede condenar a Marx por las barbaridades cometidas en su nombre.
nucleares para una filosofía reconstruida. Paradójicamente Dewey Pero creo que debemos prestar seria atención a aquellos elementos
—entre todos los pensadores considerados— es el más profunda- que pueden ser la raíz de estas perversiones. Pienso que aquí los
mente alejado de Marx. Dewey, en el fondo, es un reformador. Es pragmatistas podrían ser de utilidad Pues ellos poseían una com-
prensión más afinada de cuáles deben ser las normas de una investiga-
profundamente escéptico ante la exigencia de una revolución tal como
la entiende Marx. La defensa de Dewey de una reforma liberal ha ción objetiva y autocrítica. Epistemológica y prácticamente, han sido
podido ser interpretada como una amenaza no pequeña a la praxis conscientes de que cualquier teoría, hipótesis o doctrina puede con-
genuinamente revolucionaria, y no me cabe la menor duda de que vertirse en dogma demasiado fácilmente. El propio Marx practicó
Marx hubiera atacado a Dewey tan implacablemente como lo hizo con lo que los pragmatistas predicaron acerca de la investigación auto-
los «verdaderos socialistas». La dialéctica que puede prender entre correctiva. Aunque propone y defiende sus tesis valientemente y
Marx y Dewey es la dialéctica política de nuestro tiempo. En el lado ataca a sus adversarios con polémicas punzantes y críticas severas,
marxista subsiste la dura crítica de que el liberalismo puede autoen- siempre estuvo dispuesto a volver sus críticas contra sí mismo y
gañarse y sanciona lo que intenta cambiar. Desde un punto de vista rechazar lo que creía poco claro, desviado o superficial. Pero no se
marxista, el liberalismo reformista que constituye la variante de puede decir lo mismo de los que se autodenominan «marxistas». Con
Dewey, no va hasta las raíces y su fallo está en no darse cuenta de demasiada frecuencia y con resultados trágicos caen en una nueva
que las condiciones de la economía tal como ahora existen en las forma de dogmatismo acrítico. No creo que haya una solución élara
sociedades capitArstas avanzadas (incluido el capitalismo de Estado a las propuestas y contrapropuestas de un Marx y un Dewey, pero
94 Richard J. Bernarein Praxis y acción 95

estoy convencido que las cuestiones que surgen de esta confrontación' explicar y arrojar luz crítica sobre todas las instituciones sociales
son las que ocupan el núcleo de la filosofía social de nuestro tiempoK existentes, no sólo sobre las politicas y económicas reconocidas por
g Las cuestiones y la orientación características del marxismo y dé' todos, sino sobre aquellas que afectan a aspectos más profundos de
la filosofía analítica están extremadamente alejadas entre sí. Histó-' la vida y de la actividad humanas. Cualesquiera que puedan ser
I1 ricamente esto es innegable. Pero también aquí existe la posibilidad` nuestras reservas y conclusiones acerca de la teoría de Marx, no se
real de una dialéctica creativa. Por lo que respecta a la filosofía atm-- puede negar que pone ante nuestros ojos la posibilidad y la impor-
lítica tal vez ningún otro movimiento en la historia de la filosofía tancia de plantear y de intentar responder cuestiones que los filóso-
ha concedido tan alta prioridad a la claridad, al rigor y a la sutileza.) fos analíticos apenas si comenzaron a plantearse —cuestiones con-
Nos ha hecho tomar conciencia de los modelos intelectuales que hay 1 cernientes al origen y naturaleza de las instituciones sociales que
que aplicar a cualquier posición intelectual válida, incluido el marxis impregnan y configuran la vida humana. Estas cuestiones no pueden
mo. Emplaza al marxismo a encarar seriamente las intuiciones, dis-' ser relegadas sin más a otros enfoques o disciplinas; son cuestiones
tinciones y propuestas en que han fructificado las investigaciones, que deben ser encaradas si se quiere progresar en los problemas
analíticas. Condenar todo el movimiento analítico como si fuera una verdaderamente centrales para la filosofía analítica. La riqueza, la
excrecencia monstruosa de una superestructura idealista y burguesa variedad de posibles direcciones de exploración, los desafíos lanzados
es incurrir en la peor clase de provincialismo. Es traicionar algo que a toda otra orientación intelectual contemporánea, la profundidad
para el mismo Marx tenía enorme importancia, la voluntad y la capa- de las reflexiones de Marx sobre la praxis continúan proporcionando
cidad de realizar una crítica cuidadosa de orientaciones intelectuales la matriz de nuestra comprensión de lo que significa ser un ser huma-
alternativas. Pero la filosofía analitica ha pagado un alto precio por su' no activo.
claridad y su rigor. También se ha hecho culpable de incluir pre-:
misas y convicciones solapadas. En mayor medida de la deseable la
filosofía analítica se ha aislado de los intereses prácticos de los horn-1
bres, de aquellos que Dewey denominaba los «problemas de los
hombres». Su contribución a la filosofía política y social ha sido
virtualmente inexistente, y la ética analítica se ha convertido en uw
laberinto árido y escolástico. Los filósofos analíticos y en especial T
los estudiosos jóvenes de este movimiento se están haciendo implaj
cables con los límites artificiales autoimpuestos por el movimiento.1
No estoy haciendo la socorrida pero falsa acusación de que la filosofía
analítica fracasa ante los «grandes e importantes» problemas de la
vida. Veremos que esto no es verdad. Mi queja es inmanente, y sólo
podrá ser justificada cuando hayamos examinado en detalle la filo-
sofía analítica, pero algo podemos adelantar aquí. La filosofía analí-
tica ha afirmado desde diversos ángulos la relevancia de las institu-
ciones y prácticas sociales para entender al hombre desde diversos
puntos de vista —su lenguaje, su moral, y sobre todo su actividad.
Pero los filósofos analíticos tienden a detener sus investigaciones
justo allí donde Marx y los marxistas comienzan a plantear los pro-
blemas. Entre los filósofos analíticos no ha habido virtualmente
ningún intento de presionar ulteriormente, de plantear cuestiones
críticas sobre los orígenes y desarrollo de las instituciones y prácticas
que configuran lo que somos. En principio estos filósofos están
abiertos a estas cuestiones. Pero de hecho no se las han planteado
en serio. Marx creyó haber descubierto un modelo general que podría
97
Parte segunda Praxis y acción

CONCIENCIA, EXISTENCIA Y ACCION: que conlleva ser un existente humano no son más que variaciones
KIERKEGAARD Y SARTRE de la descripción fenomenológica de la conciencia infeliz.
Hegel no está describiendo simplemente las figuras posibles de
la conciencia desde un punto de vista externo.- Las etapas, en la
Fenomenología, son formas de conciencia en las que el Geist (concre-
tamente, los hombres) ha vivido. Kierkegaard y Sartre no sólo están
hablando de la conciencia infeliz; sus propios proyectos vitales y sus
luchas intelectuales más íntimas la ejemplifican. Pero si la conciencia
infeliz y su esencial escisión interna no es una etapa pasajera en el
desarrollo del género humano, sino una situación existencial de la
vida humana sin salida, entonces se siguen consecuencias drásticas
para la comprensión de la naturaleza y significación de la libertad
humana y de la acción. Del nuevo giro que estos pensadores impri-
mieron a la dialéctica hegeliana surge una nueva perspectiva de la
acción.

La conciencia infeliz
Comenzamos nuestro recorrido de la Fenomenología con el con-
He argumentado en la primera parte que la peculiar orientación; vencimiento de que lo que tenemos inmediatamente ante nosotros no
de Marx emerge de una crítica radical de la filosofía de Hegel. Ele es solamente la fundamentación segura de todo conocimiento, sino
concepto dominante de praxis, en Marx representa una transformació «el. tipo más rico de conocimiento». En cada etapa de la conciencia,
dialéctica del Geist hegeliano, y el propio análisis de Marx de li inicialmente estamos convencidos de habex encontrado, por fin, algo
lucha de clases puede _ser interpretado como un comentario crítico genuinamente distinto, independiente, fijo y seguro. Pero la culmi-
del breve pero penetrante análisis hegeliano de la dinámica de nación de la dialéctica de la conciencia revela que lo que fue tomado
Señorío y Servidumbre. como «otro» que nosotros y auténticamente objetivo, viene a ser nada
En esta parte, quiero hacer patente que otro de los grandes in- más que una forma cristalizada de la conciencia misma. Al darnos
tentos de la filosofía contemporánea también se puede interpretar . cuenta de esto, es decir, que la distinción sujeto-objeto no es aplicable
como una crítica dialéctica de Hegel. Las ideas rectoras del pensa-, a la conciencia y a algo pretendidamente distinto de la conciencia,
sino a dos momentos dentro de la conciencia, llegamos a la etapa de la
miento existencialista pueden ser interpretadas como comentario
crítico de otro capítulo de la Fenomenología, a saber, «La conciencia , Autoconciencia (Selbstbewusstsein).
infeliz» (Das Unglückliche Bewusstsein). Conciencia Infeliz, como Subyacente a la Fenomenología está el empeño del yo por des-
cubrirse a sí mismo, el sí mismo pleno, por realizar toda su libertad
Señorío y Servidumbre, no son más que una etapa en el gran auto- potencial y autoconocerse. Hegel describe ahora las formas en que el
desenvolvimiento progresivo del Geist —una etapa que, como otras yo (como autoconciencia) intenta concluir su proyecto. La primera
etapas de la realización del espíritu, debe ser aufgehoben. Pero etapa de la autoconciencia es la verdad de la autocerteza (Die
muchos pensadores posthegelianos han afirmado que la transición que Wahrheit der Gewissheit seiner selbst). Descubrimos aquí un movi-
se hace en la Fenomenología más allá de la conciencia infeliz es espe- miento dialéctico típico a través del cual emergen la contradicción y
ciosa. Está en juego mucho más que un asunto de interpretación el vacío en el propio intento de autoafirmación del yo. El yo en esta
académica. La dialéctica de la Conciencia Infeliz se ha tomado como etapa inicial de la autoconciencia se representa como un puro deseo
un retrato de la condición existencial humana básica —no como una y pretende afirmar su autonomía mediante la gratificación y satisfac-
etapa del Espíritu que puede ser aufgehoben. Quiero dejar claro que ción de sus deseos. Desde la perspectiva interna de esta etapa, el
tanto la concepción esencial de Kierkegaard como la de Sartre de lo mundo es visto únicamente como una fuente de gratificación, como
96
98 Richard J. Bemstein Praxis y acción 99

si existiera solamente en función del yo deseante. El yo intenta que es la etapa final de la autoconciencia, tenemos uno de los ejem-
ponerse a sí mismo a prueba «negando» todos los objetos —tomán. plos más claros de cómo un estadio posterior abarca otros anteriores.
dolos como objetos para sí mismo, para su propia gratificación. Una En consecuencia, es decisivo que sigamos paso a paso la dialéctica
representación excelente y concreta de la actitud que Hegel intenta - de Hegel desde su etapa primitiva o autoconciencia como deseo hasta
describir aquí está desarrollada por Kierkegaard sensitiva y detallada. 't su culminación en la conciencia infeliz.
mente en la primera parte de O lo uno o lo otro donde la «personali- Más atrás, seguimos en detalle la dialéctica del amo y del esclavo.
dad estética» está íntima y gráficamente retratada. El proyecto de A, Ahora necesitamos retomar la historia del desarrollo de la autocon-
el esteta anónimo de O lo uno o lo otro, busca ingeniosamente la ciencia donde termina aquella dialéctica. El esclavo, en el momento
gratificación de todos sus deseos sensuales. Intenta superar también en que está más oprimido, cuando ya ha sido reducido a la «aparien-
su satisfacción reflexionando sobre los placeres de la gratificación'. cia de cosa», cuando el contenido natural completo de su conciencia ha
Pero, como Kierkegaard nos muestra y Hegel nos dice, el proyecto sido «desbaratado y arruinado» llega a darse cuenta de que tiene una
de una gratificación inmediata, autosuficiente y completa acaba en «mente propia», de que no es una cosa pura y simplemente, sino
el fracaso y la desesperanza. «La apetencia y la certeza de sí misma una conciencia independiente que no puede ser reducida a la «aparien-
alcanzada en su satisfacción se hallan condicionadas por el objeto, cia» de cosa (Fen., p. 121; p. 147 ss.). Este es el comienzo de su
ya que la satisfacción se ha obtenido mediante la superación de este libertad. Pero se trata de una libertad muy primitiva y abstracta,
otro; para que esta superación sea, tiene que ser este otro» (Fen., pá- una libertad que se manifiesta a sí misma primeramente en la forma
gina 112; p. 139) 2. El esteta está cogido en una trampa dialéctica. de conciencia que Hegel llama «Estoicismo».
Busca afirmar su autonomía superando o negando el mundo, tomán- «La esencia de esta conciencia (estoica) consiste en ser libre tanto
dolo exclusivamente como fuente de gratificación. Pero llega al reco- sobre el trono cuanto bajo las cadenas, en toda dependencia de su
nocimiento de que en realidad no es autónomo ni independiente. En ser allí singular, en conservar la carencia de vida que constantemente
su ser esencial como puro deseo depende de la existencia de los se retrotrae a la esencialidad del pensamiento retirándose del movi-
objetos que son otros que él y le condicionan. Descubre que su forma miento del ser allí, tanto del obrar como del padecer» (Fen., p. 123;
de conciencia es en verdad la de una conciencia dependiente. página 153). El proyecto de la conciencia estoica consiste en lograr
La conclusión de la dialéctica de la autocerteza en la que el yo su libertad mediante el intento de identificarse a sí misma con la
ha intentado conseguir una autonomía genuina mediante la gratifica- «simple esencialidad del pensamiento». La conciencia estoica busca
ción del deseo y ha fracasado, es la constatación de que el yo (como► a sí misma de lo provisorio y contingente de la existencia
autoconciencia) necesita ser reconocido por otra autoconciencia para determinada y morar en la abstracta y pura realidad del pensamiento
lograr libertad y autonomía genuinas. En este momento se introduce mismo —el reino que es la propia esfera apropiada de la liber-
la dialéctica del amo y del esclavo para clarificar la dinámica del tad. Hegel llama a esta forma (Gestalt) de conciencia, «Estoi-
«primer» encuentro entre autoconciencias independientes. cismo» porque cree que esta concepción de la libertad «sólo podía
Hegel sostiene que cada etapa «superior» del proceso dialéctico – surgir en una época de temor y servidumbre universales, pero tam-
contiene la verdad implícita en las etapas anteriores, así como la di- bién de cultura universal, en la que la cultura se había elevado
námica de dichas etapas que han sido aufgehoben. Verosímilmente hasta el plano del pensamiento» (Fen., p. 123; p. 153). Se trata
podríamos leer la Fenomenología hacia atrás y encontrar reflejadas de una actitud que puede ser compartida por el amo (Marco Aurelio)
en la etapa final todas las anteriores. Sin embargo, aun cuando la y el esclavo (Epicteto). Pero cuanto más intenta esta forma de con-
relación de los estadios anteriores con los posteriores puede ser cierta ciencia identificarse con la realidad del pensamiento puro, más mani-
de acuerdo con la concepción que Hegel tiene de la dialéctica, no fiesto se hace su fallo radical. «La libertad en el pensamiento tiene
siempre fue explícito acerca del modo preciso en que un estadio «infe- solamente como su verdad el pensamiento puro, verdad que, así, no
rior» estaba contenido en otro «superior». En la conciencia infeliz parece llena del contenido de la vida, y es, por tanto, solamente el
concepto de libertad, y no la libertad viva misma, ya que para ella
S. Kierkegaard, Either/Or.
1

La referencia a las páginas de la Fenomenología del espíritu va incluida


2 la esencia es el pensamiento en general, la forma como tal que, al
en el texto. Los números de página de la traducción castellana van seguidos margen de la independencia de las cosas, se ha retrotraído a sí 'mis-
de los del texto alemán (cf. nota 20, parte I [N. del T.]). ma» (Fen., p. 123; p. 153).
100 Richard J. Bernstein Praxis y acción 101

Cuando Hegel afirma esto, está hablando desde la perspectiva ella, ciertamente, tan sólo como pensamiento determinado y como la deter-
de la filosofía del «nosotros» filosófico —lo que él llama «für minabilidad en cuanto tal (Fen., p. 124; p. 154).
uns»—: quienes estamos testificando y comprendiendo el movimiento
dialéctico de las etapas del Geist. Pero no debemos olvidar que cada El escepticismo es la forma de conciencia que intenta negar la
una de las etapas de la Fenomenología no es únicamente un estadio «existencia independiente o la determinabilidad permanente» que
que está ahí para ser captado desde fuera por nosotros, sino un es- para el estoicismo «había desaparecido de hecho de la infinitud
tadio que el Geist (y, por consiguiente, el hombre) ha «recorrido del pensamiento». «El pensamiento deviene el pensar completo que
vitalmente». La conciencia estoica comienza a hacer crisis cuando destruye el ser del mundo múltiplemente determinado, y la negativi-
reconoce que nunca tendrá éxito en negar por completo e ignorar la dad de la autoconciencia libre se convierte, ante esta múltiple configu-
realidad contingente y determinada de la que intenta escabullirse 3. ración de la vida, en negatividad real» (Fen., pp. 124-155). Hegel no
Independientemente de cómo valoremos la relación entre la des- ve la conciencia escéptica limitada a una actitud filosófica epistemoló-
cripción hegeliana de la conciencia estoica y el Estoicismo histórico gica. Se trata de una forma de vida o actitud básica que invade la
en su época (creo que a esta conexión se la desdeña), debemos admitir experiencia. Su proyecto es ponerse a sí misma a prueba mediante la
que Hegel consiguió retratar brillantemente un modo básico de con- versatilidad de negar todo lo que le sale al paso.
ciencia —o, en un lenguaje más mundano— una respuesta típicamen- Una vez que hemos penetrado en la jerga hegeliana podemos
te humana a la angustiosa contingencia del mundo. Es la respuesta captar en concreto lo que está describiendo. La conciencia escéptica
que intenta sustraerse al dolor y a la frustración de la facticidad de es la representación de la libertad negativa —una actitud fundamen-
la vida negando su realidad, y retirándose a la realidad del pensa- tal con la que muchos han coqueteado, especialmente en los últimos
miento puro intocado por esta contingencia. Como Hegel vio con tiempos. Uno llega a hacerse consciente del propio poder y libertad
gran penetración, este proyecto es como autodestructor, pues el es- únicamente por el acto de negar y aniquilar —la libertad es exclusiva-
fuerzo que se requiere para intentar rehuir la contingencia e iden- mente libertad contra algo. Todas las instituciones, todos los objetos,
tificarse uno mismo con la enrarecida realidad del pensamiento puro, cualquier cosa que parezca ser permanente, fija y determinada debe
reconoce implícitamente la particularidad, la individualidad, y la ser destruida. Es la anarquía llevada a sus últimos extremos. Es
contingencia que la conciencia estoica encontraba tan ofensiva. como «el vértigo de un desorden que se produce constantemente
Hay otra forma de conciencia que emerge del estoicismo y que una y otra vez» (Fen., p. 126; p. 157). Esta actitud también está
Hegel denomina «escepticismo». «El escepticismo es la realización atrapada en la autocontradicción. Cuantos más éxitos obtenga en la
de aquello de que el estoicismo es solamente el concepto, y la expe- negación de todo lo que sea externo a él, y hasta se vuelva contra sí
riencia real de lo que es la libertad de pensamiento; ésta es lo nega- misma, negando cualquier forma determinada que pudiera adoptar,
tivo en sí y tiene necesariamente que presentarse como tal» (Fen., más conseguirá afirmarse como una autoidentidad universal». Lo
página 124; pp. 154-155). (También aquí es más iluminador prestar que Hegel quiere decir acerca del dilema de la conciencia escéptica
atención a lo que dice Hegel acerca de la conciencia escéptica, que llevada a sus extremos está claramente ilustrado por Hume cuando
pensar en el esceptismo histórico.) Hegel describe la transición del escribe:
estoicismo al escepticismo como sigue:
Cuando más íntimamente penetro en lo que llamo yo mismo, más tropiezo
Esta conciencia pensante, tal y como se ha determinado como la libertad siempre con alguna percepción particular sea la que sea, de calor o frío, luz
abstracta, no es, por tanto, más que la negación imperfecta del ser otro. o tinieblas, amor u odio, gozo o dolor. Nunca me capto a mí mismo sin una
No habiendo hecho otra cosa que replegarse del ser allí sobre sí misma, no se percepción, y nunca puedo observar algo más que percepciones 4.
ha consumado como negación absoluta de la misma. El contenido vale para
¿Quién es aquí este «yo» que está realizando el mirar y el perci-
bir, que recuerda no haber encontrado nunca en sí más que percep-
3
Es paradójico que muchos de los críticos de Hegel, en especial Kierke- ciones, que puede comparar y contrastar percepciones sucesivas y que
gaard, le hayan imputado el fallo que a describe tan penetrantemente en
afirma esta verdad? Cuanto más sistemática y completamente . paye
«Estoicismo». Es una crítica maliciosa y falsa a Hegel el afirmar que se pierde
en una región especulativa del «pensamiento puro», que «pasa por alto el sen-
tido concreto de la vida». 4
A Treatise Human Nature, p. 252.
102 Richard J. Bernstein Praxis y acción
103
que en mí hay algo permanente y fijo, y cuanto más reafirme que En cada etapa de la autoconciencia —deseo, señorío y esclavitud,
no soy nada más que un agregado de «percepciones sucesivas», en- estoicismo y escepticismo— nosotros, los observadores de este desarro-
tonces, en consecuencia, lo que hago es afirmar cada vez más que hay llo, hemos caído en la cuenta del fracaso y de la contradicción interna.
«algo, que no sé qué es» que está «mirando» dentro de mí mismo. Hemos acabado por encontrar el «camino de la desesperanza». Todos
Esta es la paradoja que la conciencia escéptica llega a reconocer, pero estos estadios han sido abordados por el yo para autorrealizarse y
continúa viviendo dentro de esta contradicción. afirmar su propia autonomía, y todos han terminado en el fracaso.
Todos estos estadios de la autoconciencia están ahora repetidos en
Esta conciencia es, por tanto, un desatino inconsciente que consiste en pasar
a cada paso de un extremo a otro, del extremo de la autoconciencia igual a
la conciencia infeliz, pero con una diferencia significativa. La con-
sí misma al de la conciencia fortuita, confusa y engendradora de confusión, y ciencia infeliz —o la experiencia individual de esta forma de con-
viceversa. Ella misma no logra aglutinar estos dos pensamientos de ella mis- ciencia— ahora es ella misma consciente de lo que habíamos estado
ma; de una parte, reconoce su libertad como elevación por encima de toda testificando desde fuera —esto es, un alma alienada.
confusión y el carácter contingente del ser allí y, de otra parte, confiesa ser,
a su vez, un retomo a lo esencial y a un dar vueltas en torno a ello. Hace Esta conciencia desgraciada, desdoblada en sí misma, debe, por tanto, nece-
desaparecer en su pensamiento el contenido no esencial, pero es por ello mismo la sariamente, puesto que esta contradicción de su esencia es para sí una sola
conciencia de algo inesencial; proclama la desaparición absoluta, pero esta conciencia, tener siempre en una conciencia también la otra, por donde se ve
proclamación es, y esta conciencia es la desaparición proclamada; proclama la expulsada de un modo inmediato de cada una, cuando cree haber llegado al
nulidad de las esencialidades éticas y ella misma las erige en potencias de su triunfo y a la quietud de la unidad... Ella misma es la contemplación de una
conducta... Su actuación y sus palabras se contradicen siempre... (Fen., p. 127; autoconciencia en otra y ella misma es ambas y la unidad de ambas es también
página 157). para ella la esencia; pero para sí no es todavía esa esencia misma, no es todavía
la unidad de ambas (Fen., p. 128; pp. 158-159).
El escepticismo, como el estoicismo, ejemplifica lo que Sartre
hábilmente denomina «mala fe» (la mauvais foi). En ambas formas de Este es el resumen de lo que Hegel entiende por alienación. La
conciencia se dan a la vez el reconocimiento del fracaso del proyecto alienación no es simplemente una brecha que separa, una duplicidad,
intentado —la libertad por la huida al pensamiento puro, la libertad y ni siquiera la conciencia de que algo nos es ajeno u hostil. Es el
por el escape a un «embrollo absolutamente fortuito»— y una inca- hecho de que una única conciencia o una conciencia indivisa, sea
pacidad para reconocer y encarar los problemas de este fracaso. consciente de que ella misma consiste en dos «yoes» opuestos y con-
El escepticismo vive en una condición autocontradictoria, pero tradictorios. Esencialmente ambas son lo que es el alma alienada.
no tiene conciencia plena de que su condición sea ésta. «Su charla Mientras ella intenta desesperadamente armonizar, reconciliar y sinte-
es, en realidad, una disputa de muchachos testarudos uno de los tizar (aufheben) esta duplicidad interna, el yo en esta condición
cuales dice A cuando el otro dice B y B si aquél dice A y que, alienada aún no ha podido lograr la superación de su propia contra-
contradiciéndose cada uno de ellos consigo mismo, se dan la satis- dicción interna. Este «todavía no» es muy importante. Para Hegel
facción de permanecer en contradicción el uno con el otro» (Fen., y Marx este «todavía no» significa únicamente un estadio, una tran-
página 127; p. 158). sición en el desarrollo del Geist ( Hegel), o de la praxis revolucio-
La conciencia infeliz surge cuando existe un movimiento hacía el
naria (Marx). Pero para Kierkegaard y Sartre pensar que este «toda-
devenir consciente de la condición contradictoria que caracteriza al vía no» puede ser aufgehoben es un fraude. Para ellos, este «todavía
escepticismo. Mas, en general, nos hacemos plenamente conscientes
de todas las etapas de la autoconciencia. Hasta la condición de estar no» significa la grieta ontológica que caracteriza la existencia huma-
dividida en dos autoconciencias, en la dialéctica del amo y del esclavo, na y demanda acción decisiva.
se internaliza ahora como si fuera una autoconciencia única. La con- La dialéctica de la conciencia infeliz está descrita por Hegel muy
ciencia infeliz surge cuando el individuo se hace consciente de sí detalladamente y su argumentación es extremadamente complicada.
mismo como un ser contradictorio. Es la «conciencia desventurada (Esta Sección es tan grande como las cuatro precedentes de la Auto-
que es la conciencia de sí como de la esencia duplicada y solamente conciencia. Aunque Hegel no hace mención explícita del Cristianismo,
contradictoria» (Fen., p. 128; p. 158). no puede resistir la tentación de hacer alusiones a los diferentes as-
104 Richard J. Bernstein Praxis y acción 105

pectos de la conciencia cristiana. La riqueza de detalles podría dis- mente contingente. Ahora luchamos por reconciliar la oposición
traernos de lo esencial. Lo mismo que en las Secciones correspondien- interna no negando uno de los momentos de la oposición, sino in-
tes al señorío y la esclavitud, el estoicismo y el escepticismo, las tentando encontrar alguna manera de conjuntar positivamente nuestra
referencias históricas no pasan de tener un valor accidental. En la universalidad y nuestra particularidad y reconciliarlas.
Fenomenología, Hegel no se propuso hacer justicia a los movimientos Intentamos preservar la «verdad» del estoicismo que afirma la
históricos reales. Usa el material histórico heurísticamente en orden realidad de lo universal puro, el pensamiento, y «se aleja de los
a ilustrar las formas de desarrollo de la conciencia. Las instituciones particulares en conjunto», lo mismo que la «verdad» del escepticismo
obtenidas de la descripción de cada una de las etapas trasciende los que ha culminado en la pura «particularidad en el sentido de la
movimientos históricos. La conciencia infeliz describe una actitud contradicción sin objeto y del proceso frenético del pensamiento con-
que ha sido ilustrada por el cristianismo, pero que también puede tradictorio» (Fen., p. 132; p. 163). La conciencia infeliz ha ido más
encarnarse en formas seculares. Es necesario insistir en estos aspectos allá de estas dos etapas, pues:
con el fin de distinguir con claridad lo que es accidental en esta
Sección (las alusiones a Dios como Juez, Cristo y la comunidad reli- dicha conciencia se remonta sobre ambos, aglutina y cohesiona el pensamiento
giosa), de lo que es esencial —el movimiento dialéctico de una con- puro y la singularidad, pero no se eleva aún hasta el pensamiento aquel para
ciencia alienada que es consciente de su propia duplicidad interna. el cual la singularidad de la conciencia se reconcilia con el pensamiento puro
mismo. Se habla más bien en ese término medio en el que el pensamiento
La estructura general de la conciencia infeliz es la de una con- abstracto entra en contacto con la singularidad de la conciencia como singu-
ciencia única que es consciente de ser a la vez universal o inmutable laridad. Ella misma es ese contacto; es la unidad del pensamiento puro y la
y radicalmente contingente o particular. Hegel describe tres modos singularidad; y es también para ella esta singularidad pensante o el pensa-
en que la conciencia infeliz intenta superar su oposición interna: la miento puro y lo inmutable mismo esencialmente como singularidad. Pero no
conciencia infeliz trata de negarse a sí misma como particular y con- es para ella el que este su objeto, lo inmutable, que tiene esencialmente
tingente; se niega a sí misma como inmutable; finalmente intenta para ella la figura de la singularidad, sea ella misma la singularidad de la concien-
armonizar elta oposición mediante el «descubrimiento» de lo inmu- cia (Fan., p. 123; p. 163).
table en la forma de su particularidad.
A pesar de que aquí el lenguaje de Hegel parece «abstracto»,
Estamos, por tanto, ante una lucha contra un enemigo frente al cual el está describiendo una forma de la conciencia infeliz que ha sido
triunfar es más bien sucumbir y el alcanzar lo uno es más bien perderlo en su esencial para el pensamiento occidental tanto en su manifestación
contrario. La conciencia de la vida, de su ser allí y de su acción es solamente religiosa como secular. Es este esfuerzo desesperado por reconciliar y
el dolor en relación con este ser allí y esta acción, ya que sólo encuentra aquí superar la condición del yo alienado, que Kierkegaard denomina «La
la conciencia de su contrario como la conciencia de la esencia y de la propia
nulidad. Remontándose sobre esto pasa a lo inmutable. Pero esta elevación enfermedad mortal» y su libro del mismo título es un comentario
es ella misma esta conciencia; es, por tanto, de modo inmediato la conciencia sobre los modos desviados mediante los que el yo intenta llevar a
del contrario, a saber, la conciencia de sí misma como lo singular. cabo la reconciliación de sus oposiciones internas, intento que acaba
Y, cabalmente con ello, lo inmutable que entra en la conciencia es tocado en la desesperación. Y cuando Sartre examina los diversos tipos de
al mismo tiempo por lo singular y solamente se presenta con esto; en vez de «mala fe», descubrimos cómo la conciencia intenta el autoengaño
haberlo extinguido en la conciencia de lo inmutable, se limita a aparecer pensando que ha efectuado una síntesis de sí misma.
constantemente de nuevo en ella (Fen., p. 129; pp. 159-160). La propia descripción de Hegel de la lucha de la conciencia in-
feliz consigo misma «apunta» a la reconciliación que hay que legrar.
El pasaje anterior describe los dos primeros movimientos más En la última proposición de esta Sección Hegel declara que en el
importantes mediante los que la conciencia infeliz intenta enfrentarse curso de las diversas actitudes de la conciencia infeliz «deviene para
a su autodivisibilidad —intento que pretende sin éxito negar uno de ella la representación de la razón, de la certeza de la conciencia de ser,
los momentos de esta tensión. En el mismo proceso de llevar a cabo en su singularidad, absoluta en sí o toda realidad» (Fen., p. 139;
esta negación, la conciencia infeliz logra afirmar o reconocer lo que página 171). Posiblemente la oposición que el yo experimenta tan
intentaba negar. El desenlace de esta lucha es una consciencia inten- profundamente en la conciencia infeliz podrá ser aufgehoben a través
sificada de que la conciencia infeliz es a la vez inmutable y radical- de la mediación de la razón.
106 Richard J. Bernstein Praxis y acción 107

La transición que Hegel opera ahora de la conciencia infeliz a conciencia —desde la certeza sensible hasta la conciencia infeliz—
la razón es tan esencial para la Fenomenología y para captar la con- han contribuido a sacar a luz esta revelación: que «la razón es la
cepción de Hegel de la naturaleza y de la significación de la razón, consciente certeza de ser toda realidad». Hemos llegado a lo que se
que merece la pena citar el pasaje completo. anuncia en el pasaje más famoso de la Filosofía del Derecho: «Lo
que es racional es real y lo que es real es racional». (Was verniinftig
En el pensamiento captado por ella de que la conciencia singular es en sí ist, das ist wirklich; und was wirklich ist, das ist vernünftig)5 . Desde
esencia absoluta, la conciencia retorna a sí misma. Para la conciencia desven- este momento en adelante, el Geist es consciente de sí mismo como
turada el ser en sí es el más allá de sí misma. Pero su movimiento la ha razón —la razón que lo abarca todo— y vuelve su atención a la
llevado al siguiente resultado: la singularidad en su desarrollo total, o la singu-
laridad que es conciencia real, ha sido puesta como lo negativo de sí misma,
tarea de establecer esta verdad para sí mismo, hacer concreta la ver-
es decir, como el extremo objetivo o ha desgajado de sí su ser para sí, convir- dad «abstracta», y con ello nos brinda para siempre estadios más
tiéndolo en el ser; de este modo ha devenido también para la conciencia su altos de autodesarrollo espiritual. El idealismo de Hegel —el princi-
unidad con el universal que, para nosotros, no cae ya fuera de ella, puesto que pio de que lo que es racional es real y lo que es real es racional—
lo singular superado es lo universal; y, como la conciencia se mantiene a sí queda ahora a las claras.
misma en esta negatividad, su esencia es en ella como tal. Su verdad es Es justamente aquí donde Kierkegaard y Sartre hacen oír sus
aquello que en el silogismo, en el que los extremos aparecían absolutamente voces de protesta: la transición descrita hace poco es fraudulenta.
disociados, se manifestaba como el término medio que anuncia a la conciencia Si Hegel está equivocado lo que se impone es repensar las cate-
inmutable que lo singular ha renunciado a sí y a lo singular, que lo inmutable gorías básicas y tratar de ver cómo y por qué lo está, por qué el
no es ya un extremo para él, sino que se ha reconciliado con él. Este término
medio es la unidad que encierra un saber inmediato de ambos y los reconcilia hombre no podrá «rebasar» nunca la conciencia infeliz y cómo la
entre sí y la conciencia de su unidad que anuncia a la conciencia, y en ello mediación de la razón, piedra angular de la filosofía de Hegel, no es
se anuncia a sí misma la certeza de ser toda verdad. más que una ilusión y de las grandes. Si no podemos «ir más allá»
Por cuanto que la autoconciencia es razón, su actitud hasta ahora negativa de la conciencia infeliz entonces debemos afrontar con autenticidad el
ante el ser otro se trueca en una actitud positiva. Hasta ahora sólo le preocupa- desafío que nos lanza esta situación a vivir nuestra vida como seres
ban su independencia y su libertad, para salvarse y mantenerse para sí misma individuales cuya indeclinable condición humana es el vivir alienados.
a costa del mundo o de su propia realidad, ya que ambos se le manifestaban Si de verdad este reto llega hasta nosotros, entonces, la conciencia, la
como lo negativo de su esencia. Pero, como razón, segura ya de sí misma, se existencia y la acción llegan a ser importantes en condiciones que
pone en paz con el mundo y con su propia realidad y puede soportarlos, pues
ahora tiene la certeza de sí misma como de la realidad o de que toda realidad
Hegel (según afirman Kierkegaard y Sartre) jamás entendió realmente.
no es otra cosa que ella; su pensamiento mismo es, de modo inmediato, la
realidad; se comporta pues, hacia ella, como idealismo. Para ella, al captarse
a sí, es como si el mundo , deviniese por vez primera; antes, no lo comprendía; Kierkegaard: «la poética de la interioridad» 6
lo apetecía y lo elaboraba, se replegaba de él sobre sí misma, lo cancelaba para
sí y se cancelaba a sí misma como conciencia, como conciencia del mundo en Cualquier intento de leer e interpretar a Kierkegaard está mina-
tanto que conciencia de la esencia, lo mismo que como conciencia de su nulidad. do de peligros y trampas. Kierkegaard es un ironizador supremo,
Solamente ahora, después de haber perdido el sepulcro de su verdad, después
de haber cancelado la cancelación misma de su realidad y cuando ya la singu- 5
Hegel's Philosophy of Right, p. 10; Grundlinien der Philosophie des
laridad de la conciencia es para ella en sí la esencia absoluta, descubre la con- Rechts, p. 14.
ciencia el mundo como su nuevo mundo real, que ahora le interesa en su 6
La expresión «The Poetry of Inwardness» está tomada del artículo de
permanencia, como antes le interesaba solamente en su desaparición; pues su Louis Mackey con este título en Existential Philosophers: Kierkegaard to
subsistencia se convierte para ella en su propia verdad y en su propia presencia; Merleau-Ponty, ed. por George Alfred Schrader, Jr. Me interesan ante todo las
la conciencia tiene ahora la certeza de experimentarse solamente en él. reflexiones de Kierkegaard en tanto se refieren a la naturaleza de la acción
La razón es la certeza de la conciencia de ser toda la realidad; de este humana, pero la elocuente interpretación de Mackey de Kierkegaard es la mejor
modo expresa el idealismo el concepto de razón (Fen., pp. 143-143; pp. 175-176). introducción general al ámbito del pensamiento kierkegaardiano. Quiero reco-
nocer mi gran débito a los escritos de Mackey sobre Kierkegaard. Ver también
su «Kierkegaard and the problem of Existential Philosophy», en T he Review
El ilimitado optimismo de Hegel alienta bajo la plomiza pesadez of Metaphysics, 9 (marzo/junio 1956). A pesar de que el enfoque de Josiah
del párrafo. Todas las luchas de la conciencia infeliz y de la auto- Thompson de los escritos con pseudónimo de Kierkegaard es bastante diferente
108 Richard J. Bemstein Praxis y acción 109

igualado sólo por aquel otro gran irónico al que él admiró tan pro, En el Tractatus, Wittgenstein abre una brecha profunda e infran-
fundamente, Sócrates. Muchas de las obras que han servido como queable entre lo que puede ser dicho y lo que puede ser mostrado.
base para comprender a Kierkegaard fueron publicadas bajo seudó-)- Lo que puede ser mostrado no, puede, estrictamente hablando, ser
nimo. Una lectura atenta de las mismas revela que los seudónimos dicho. Kierkegaard hubiera simpatizado con esta distinción y sus
representan diferentes papeles en diferentes obras. Si no queremos comentarios sobre la «comunicación indirecta» y la «doble refle-
correr el peligro de extraviarnos, debemos prestar atención y dis- xión (C. U. P.,pp. 67 ss.) 7, revelan el conocimiento de esta diversidad
cernimiento a lo que se está diciendo y a cuál es la relación entre el —y del problema de usar el lenguaje para decir lo que no puede ser
carácter poético creado y Kierkegaard mismo. Es desastroso pensaf dicho, sino sólo intuido directa e íntimamente.
que las obras con seudónimo son vehículos directos de sus ideas. Cuando alguien está hablando o escribiendo en estos términos
Hay otra presuposición desorientadora que afecta los estudios a uno le entra la sospecha de que le están tomando el pelo, y en el
kierkegaardianos. Con frecuencia existe una suposición implicita de ( mejor de los casos si se dispone de penetración y capacidad de discer-
que a través de las diversas máscaras uno puede descubrir el secreto nimiento uno puede decir lo que el autor considera inefable. Podía-
o la clave de las verdaderas creencias de Kierkegaard —creencias que, mos arriesgarnos a resumir la perspectiva kierkegaardiana afirmando
con mucho cuidado y precaución, podrían ser expresadas en propo- como muchos lo han hecho (siguiendo a Johannes Clímacus, autor seu-
siciones. Pero el mismo Kierkegaard nos advierte contra esta forma dónimo del Postcripto Incientílico conclusivo) que «la verdad es la
de leer —uno de los efectos dramáticos de sus escritos es desa- subjetividad», o «la verdad es la interioridad». Pero el mismo Kier-
fiar este tipo de comprensión. Hasta el pensar en Kierkegaard como kegaard supo librarse de esta tentación —una tentación que ha se-
si fuera un filósofo o creer que adopta puntos de vista filosóficos ducido a muchos filósofos existencialistas que han intentado construir
puede llevarnos por mal camino, a pesar de que utilice la filosofía y una filosofía «nueva» sobre la base de las frases de Kierkegaard
eche mano de la argumentación dialéctica. Si consideramos la filosofía (especialmente de Clímaco).
como una disciplina empeñada en sistematizar una verdad objetiva
—independientemente 'de lo alejada que esté del sentido común o Supongamos que alguien intentara dar a conocer la idea siguiente: la verdad
de las creencias habituales— y que su función primordial es defender es la interioridad; no hay ninguna verdad objetiva, sino que la verdad consiste
en una apropiación personal. Supongamos que ese alguien despliega celo y
y explicar tal verdad, en ese caso la preocupación dominante de entusiasmo inusitados en propagar esta verdad, pues sólo si se conseguía hacer
Kierkegaard no es filosófica. Si bien no niega que exista la verdad que la gente escuchara esto se podría salvar; supongamos que anuncia esto en
objetiva —insiste sobre ello— lo que él pretende es entender el toda posible ocasión, y le acompaña el éxito en convencer no sólo a los de
papel que juega en la vida humana. Pone de manifiesto cómo el carácter débil, sino también a los duros y materializados; ¿qué ocurriría en-
«cebo» de la verdad objetiva puede llegar a ser una tentación que nos tonces? ¿Por qué, entonces, habrían de encontrarse sin lugar a dudas unos
pocos trabajadores que hasta aquel momento estaban ociosos en la plaza, y
ciega al reconocimiento de lo que implica ser un existente individual.
sólo después de oír esta llamada acuden al trabajo en la viña con el compromiso
Kierkegaard utiliza recursos filosóficos mezclados con recursos poéticos de propagar esta doctrina a todos? Y después, ¿qué? Entonces se habría con-
para hacernos entender de qué está hablando. La frase «de qué está tradicho a sí mismo más aún, igual que se había contradicho desde el principio;
hablando» puede ser también una trampa, pues Kierkegaard está pues el celo y el entusiasmo que había dirigido a conseguir hablar y ser es-
siempre tratando de impulsarnos —a sus lectores individuales— y cuchado, es en sí mismo un malentendido. Su objetivo primordial era, desde
de lanzarse a sí mismo a un cara a cara con los arduos dilemas exis- luego, ser entendido, pero la esencia de tal comprensión habría de consistir
precisamente en que cada individuo llegara a entenderlo por sí mismo. Ahora
tenciales que nos hacen frente a cada uno de nosotros como individuos hasta es posible que haya tenido éxito en reunir un grupo de pregoneros de la
únicos. interioridad, pero un pregonero de la interioridad es verdaderamente un animal
de rara especie. Realmente, comunicar tal convicción exigiría a la vez un arte
del de Mackey y está en conflicto con él, también me he beneficiado de sus especial y autocontrol: autocontrol para entender en lo íntimo que las relacio-
extremadamente finos análisis. Aun cuando sospecho que uno y otro estarían nes del hombre individual con Dios es el asunto primario en importancia, y
en desacuerdo con mí interpretación, pienso que tanto Louis Mackey como
Josiah Thompson han contribuido a una aguda conciencia de cómo la vida y
las obras de Kierkegaard ejemplifican la dialéctica de la conciencia infeliz. Ver 7
Las páginas de referencia al Concluding Unscientific Postscript están in-
Josiah Thompson, The Lonely Labyrinth: Kierkegaard's Pseudonymus Works. cluidas en el texto.
110 Richard J. Bernstein Praxis y acción 111
que la laboriosa mediación de terceras partes implica un allanamiento de la tiendo que esto no es más que una tentativa que hay que tomar con
morada íntima, un exceso estúpido de bondad, y el arte suficiente para adap- un toque de ironía.
tarse a las inexhaustibles variedades de la doble reflexión de la comunicación,
tan inexhaustible como la misma interioridad (C.U.P., pp. 71-72). 1.k .

Este pasaje puesto en boca de Johannes Clímacus (que no entien- El enfrentamiento con Hegel lo
de del todo lo que está diciendo), nos proporciona una clave acerca
de cómo leer y entender a Kierkegaard. Si la «interioridad», inexhaus- La primera parte de La enfermedad mortal: una exposición
tibie en sí misma, es el centro de nuestro interés, entonces lo que cristiano-psicológica para edificación y despertamiento (publicada
necesitamos es una forma de arte que nos pueda iluminar y dirigir bajo el seudónimo de Anti-Clímacus y «editada por S. Kierkegaard)
hacia la interioridad. «Tanto más grande es el talento artístico más comienza con un párrafo que casi llega a ser una parodia de Hegel.
profunda es la intimidad» (C.U.P., p. 72). La variedad de los escritos
kierkegaardianos, así como los múltiples recursos y técnicas que utili- El hombre es espíritu. Pero ¿qué es el espíritu? El espíritu es el yo. Pero
za son esbozos en una especie de arte. Su aspiración esencial es ¿qué es el yo? El yo es una relación que se relaciona a sí misma con su propio
revelar de una vez por todas lo que está oculto en nosotros, pero ser, o es lo que en la relación (que lo explica) relaciona a ésta con su mismidad,
siempre ante nosotros —nuestra propia intimidad. La apropiada el yo no es la relación, pero (consiste en el hecho) de que la relación se rela-
expresión de Louis Mackey «La poética de la interioridad» capta ciona a sí misma con su propia mismidad. El hombre es una síntesis de lo
finito y lo infinito, de lo temporal y lo eterno, de la libertad y la necesidad,
el matiz esencial de los escritos kierkegaardianos. en suma, es una síntesis. Una síntesis es una relación entre dos factores. Visto
así, el hombre no es aún un yo 11.
La poética de Kierkegaard es una retórica pensada para impulsar al lector
a la libertad. Mediante la apasionada indiferencia con que orienta los resortes
de su espíritu, le va llevando a la necesidad de actuar al mismo tiempo que le Después de continuar con quiebros y recovecos dialécticos de
aparta de cualquier norma de acción que no sea su libertad. El corpus Kier- esta catadura, Anti-Clímacus concluye:
kegaardiano no puede ser «creído» ni «seguido»: su significación es y fue
la de ser —poéticamente— el impulso, la ocasión y la exigencia al lector de
La discordancia de la desesperación no es una pura no-relación, sino la dis-
un avance hacia su propia intimidad y hacia un encuentro solitario con lo
cordancia de una relación que se relaciona consigo misma y que ha sido esta-
divino. No exhortándolo a esta o a aquella línea de conducta, no ofreciéndole
blecida por otro, de manera que la discordancia de esta autorrelación se
la ocasión de que el conocimiento y la admiración le llevaran hasta las raíces
refleja infinitamente en relación al poder que la fundamenta.
mismas de la decisión, sino evocándole vívidamente la riqueza y el riesgo
inherentes a su libertad. Las obras de Kierkegaard brindan al «individuo» que Entonces, la fórmula que describe la condición del yo cuando la desespe-
es su verdadero lector, la oportunidad y la necesidad de lograr para sí mismo la ración ha sido erradicada del todo consiste en que mediante la autorrelación y
el deseo de ser sí mismo, el yo se funde lúcidamente en el Poder que lo cons-
visión de Dios a. tituyó 12.
Si leemos las obras de Kierkegaard de esta manera, como sugiere 10
Quiero reiterar lo que ya he sugerido. Al enfocar a Kierkegaard desde la
la «poética de la interioridad» que «impulsa al lector a través de la9 perspectiva de Hegel no estoy afirmando que Kierkegaard haya comenzado sus
calma de la contemplación hasta la pasión de la autoapropiación» , reflexiones criticando explícitamente la filosofía de Hegel, ni aprobando la
podremos, a pesar de todo, intentar aprehender (no importa lo que crítica de Kierkegaard y la parodia de Hegel. Más bien pienso que enfocar a
podamos aproximarnos) lo que Kierkegaard entiende por «libertad», Kierkegaard desde este ángulo nos capacita para captar el núcleo de su pensa-
miento, en especial su concepción de la acción y de la interioridad. Sabemos
«interioridad», «mismidad», «riesgo» —en una palabra, qué entiende que el objetivo primario de las observaciones polémicas de Kierkegaard eran
por ser «un existente individual» y las consecuencias correspondien- los hegelianos daneses, más que el mismo Hegel. Para una discusión de las
tes para entender la acción humana. Para esto utilizaremos algunas relaciones entre Kierkegaard y los hegelianos, ver Niels Thulstrup, Kierkegaard's
de las discusiones filosóficas que aparecen en sus obras, pero advir- forhold tul Hegel of til den speculative idealisme intil, 1846 (Copenhague:
Gyldendal, 1967). Quedo en deuda con Josiah Thompson por haberme infor-
mado sobre esta discusión.
8 «The Poetry of Inwardness», loc. cit., p. 105. 11
The Sickness nao Death, trad. de Walter Lowrie, p. 146.
9 «The Poetry of Inwardness», loc. cit., p. 105. 12
The Sickness finto Death, p. 147.
112 Richard J. Bernstein Praxis y acción 113

Un lector que encuentra por primera vez estos textos, difícilmente del libro con la esperanza de encontrar algún indicio de la Razón,
se resistiría a pensar que son algo más que una jerga absurda. puede que sufra una especie de colapso cuando Anti-Clinueo afirma
Anti-Clímacus, desde luego, no nos da una explicación filosófica limpiamente la oposición del pecado y la fe, y conduye diciendo que
de lo que da a entender. En lugar de eso pasaremos a la discusión «esta oposición es reafirmada a lo largo de toda la obra, que ya en
de la desesperanza y del pecado, su universalidad y las diversas for- la primera sección en seguida... construía la fórmula para aquella
mas que pueden asumir. situación en la que no cabe ofensa alguna: "A través de la relación
Pero hasta a los propios lectores de Kierkegaard podrían pasarles del yo con su propia mismidad y mediante la voluntad de ser él
desapercibidos los armónicos hegelianos de los pasajes anteriores. mismo, el yo está fundado transparentemente en el Podek que lo
Un «buen» hegeliano podría haber acusado a Anti-Clímacus de constituye." Y esta fórmula, una vez más, tal como a menudo se ha
plagiar a Hegel, pues los textos en cuestión son notablemente hecho notar, es la definición de la fe» ".
parecidos al estilo propio de Hegel cuando trata de la conciencia Pero todavía un hegeliano que intentara leer a Kierkegaard en
infeliz. Después de todo, por lo demás, no deja de ser Hegel quien términos de las categorías hegelianas podría seguir explicando esta
nos dice que el hombre es un espíritu, y que el espíritu es el yo. «conclusión». Anti-Climaco simplemente se habría olvidado de pres-
Pero el yo, en el curso de su desarrollo, es desmembrado, arrancado tar antención a la mediación de la Razón en el momento de superar
de sí mismo, alienado. En la conciencia infeliz hemos descubierto un la alienación del yo y de efectuar una síntesis genuina. Desde el mo-
estadio de la autoconciencia en el que el yo se hace consciente de sus mento en que Hegel demostró la armonía final y la compatibilidad
contradicciones internas. No podemos identificar plenamente el yo de la razón y la fe, lo único que necesitamos es devolver a la razón
con el «yo» que es consciente de esta duplicidad, ni podemos identi- lo que es suyo y con ello llegaremos a una lectura «correcta» de lo
ficarlo con uno de los dos «yoes» que constituyen la duplicidad que están diciendo Anti-Climaco y Kierkegaard. Pero este «final
—«el yo no es la relación, pero (consiste en el hecho) de que la feliz» es un tanto demasiado fácil. La fe y la razón no se reconcilian
relación se relacione a sí misma con su mismidad». El hombre o el -» tan a la llana. Viene a resultar que la fe no es una forma de conoci-
yo es sólo potencialmente una síntesis de lo finito y lo infinito, de lo =• miento ni un acto de voluntad. La fe es un milagro: es paradójica y
temporal y lo eterno, de libertad y necesidad. El hombre todavía tiene por objeto La Paradoja absoluta. La fe se asienta en una oposi-
no es un yo plenamente desarrollado o real. Nuestro crítico hegeliano ción radical y eso constituye una ofensa a la Razón.
podría seguir argumentando que fue Hegel y no Climaco o Kierke- Lo que podría conturbar a un hegeliano agudo —que no estuviera
gaard el primero que llamó la atención sobre el hecho de que el yo cegado por sus propias categorías hasta el punto de no ver más allá
en su condición alienada sufre una gran variedad de formas de de la reflexión de Hegel— no serían los ataques fuertemente polé-
desesperanza. El coupe de gráce de esta interpretación de textos micos y las caricaturas de Hegel que descubriría, sino algo mucho
estaría en que Anti-Climaco, como Hegel antes que él, reconoce que más profundo. Kierkegaard, o más bien, seudónimos como Anti-Clí-
la fórmula auténtica para entender la estructura de la desesperación, maco o Johannes Clímacus, dan la impresión de que parten de con-
sugiere un estadio ulterior «en el que la desesperación queda total- ceptos y categorías similares a las que constituyen el punto de
mente erradicada». partida de Hegel, y sin embargo, llegan —como en La enfermedad
Pero si el crítico hegeliano sigue leyendo, se sentirá muy con- mortal— a «conclusiones» abiertamente diferentes, conclusiones dia-
turbado con lo que descubre. En lugar de encontrarse con la transi- lécticamente opuestas a las de Hegel. A veces da la impresión de
ción, el movimiento que lleva más allá de la desesperanza, la adver- haber algo turbadoramente equivocado. El hegeliano puede empezar
tencia de que surge la razón para hacer de intermediario en la a sospechar que es víctima de una parodia picaresca.
alienación, se sorprenderá con la obsesión de Anti-Clímaco por la Consideremos ahora otro lugar donde la dialéctica hegeliana pa-
conciencia infeliz, así como por las variedades de desesperación. Es rece tomar un rumbo perverso. En el «Interludio» de los Fragmentos
como si jamás lográramos sobrepasar la desesperación. En vez de in- filosóficos, Johannes Clímacus analiza las relaciones que median en-
dicarnos la manera de superar la desesperanza que provoca la con- tre las tres modalidades —posibilidad, realidad y necesidad. Un
dición alienada del yo, la síntesis de lo finito y lo infinito, de lo hegeliano conoce la importancia de estas categorías e inicialmente
temporal y lo eterno, de la libertad y la necesidad se hace cada vez
más imposible. Si nuestro hegeliano de marras llega a la última página The Sickness into Death, p. 262.
114 Richard J. Bernstein Praxis y acción 115

puede dar la bienvenida a la apreciación de dicha importancia por mente si se compara con el tratamiento de las modalidades por parte
parte de J. Clímacus. Este pregunta: «¿Puede lo necesario llegar a la de Hegel.
existencia? Venir a la existencia es cambiar, pero lo necesario, por su Hegel hace algo parecido en su Lógica con respecto a la semejan-
propia naturaleza es lo inmutable, lo que es, y no puede experimentar za y la diferencia entre la posibilidad y la realidad; no difieren en
cambios. Desde el momento en que llegar a la existencia es sufrir su naturaleza esencial. Hegel hace notar que «nuestro pensamiento
un cambio, lo necesario, por eso mismo, no puede hacerse existente. representativo está en principio dispuesto a ver en la posibilidad lo
Cualquier cosa que viene a la existencia pone de manifiesto por ese más rico y comprehensivo, y en la realidad, la categoría más pobre y
mismo hecho que no es necesaria, puesto que lo necesario es» 14. abstracta. Se suele decir que cualquier cosa es posible, pero cualquier
Clímaco pregunta otra vez: «Entonces, ¿no es la necesidad la sín- cosa que es posible no es, por eso mismo, real. Verdaderamente, sin
tesis de la realidad y de la posibilidad?,¿qué podría significar esto? embargo, si las tratamos como pensadas, la realidad es más compren-
La posibilidad y la realidad no difieren en esencia sino en ser, ¿cómo siva porque es el pensamiento concreto el que incluye a la posibilidad
podría llegar a formarse una síntesis de esta diferencia que diera como un elemento abstracto» ". Hasta aquí parece que Clímaco y
como resultado la necesidad, la cual no es una determinación del ser, Hegel están de acuerdo; ambos insisten en la identidad de la estruc-
sino una determinación de la esencia, ya que ser es de la esencia de tura o esencia entre la realidad y la posibilidad; y ambos están de
lo necesario?» ". acuerdo en que la realidad es la categoría más rica y comprehensiva
Para aclarar lo que quiere decir Clímaco, consideremos una po- en el sentido de que «contiene» a la posibilidad, pero la realidad es
sibilidad como pueda ser un proyecto de matrimonio. Hay toda algo «más» que la mera posibilidad. No obstante, aquí surge una
la diferencia del mundo entre este plan como posibilidad y su reali- gran divergencia. Hegel sigue afirmando que «si se dan todas las
dad: las nupcias reales. Pero la diferencia no está en la esencia, se condiciones, el hecho (evento) debe ser real; y el hecho mismo es
trata de una diferencia en el ser, tanto la posibilidad como la reali- una de las condiciones... la realidad desarrollada como la alternancia
dad comparten una misma esencia. Si se tratara de una diferencia coincidente de lo externo y lo interno, la alternancia de sus movi-
de esencia, no tendría sentido alguno decir que la posibilidad de mientos opuestos combinados en un único movimiento, es la Nece-
casarse ha de ser realizada o actualizada. La esencia de la posibili- sidad» ". Según Hegel, la necesidad es precisamente la unión de la
dad y de la realidad son idénticas. Una posibilidad llega a la exis- posibilidad y de la realidad, es la transición misma de la posibilidad
tencia, «el cambio implicado en llegar a la existencia es la reali- a la realidad. Hemos llegado a conclusiones contradictorias desde lo
dad...» '6. que parecían ser puntos de partida semejantes.
¿Pero podemos decir que la necesidad es una síntesis de la posi- Lo que Hegel cree ser la quintaesencia del Geist o de la razón
bilidad y la realidad? Esto es absurdo. Lo que distingue una posi- misma concretamente realizada —la transición necesaria de la posi-
bilidad específica de su realización es su «llegar a la existencia», pero bilidad a la realidad— según Clímaco es imposible y absurda. Otra
lo necesario jamás (por su misma naturaleza) puede venir a la exis- vez parece que algo ha ido desesperadamente mal. Nuestro hipoté-
tencia. Clímaco denomina «libertad» al paso de la posibilidad a la tico intérprete hegeliano de Kierkegaard, ha sido cogido en una
realidad, y nos dice que «todo paso a la existencia tiene lugar en «trampa». ¡Ni Clímaco ni Anti-Clímaco reflejan el pensamiento de
la libertad no en la necesidad. Nada llega a la existencia en virtud Hegel, más bien son personificaciones del Anti-Hegel! Las profundas
de un fundamento lógico, sino sólo de una causa. Cualquier causa «intuiciones» de Hegel han sido caricaturizadas. La unión y la recon-
acaba en una causa que efectúa libremente» ". ciliación de la libertad y de la necesidad, de lo finito y lo infinito, de
Todo esto parece no ser más que un juego de imaginación con lo universal y de lo particular —lo cual era la tarea de la Razón—
«categorías abstractas» (y en cierto modo lo es), pero veremos las es exactamente lo que para Johannes Clímacus caracteriza el absurdo
consecuencias dramáticas, concretas y prácticas que esto acarrea para y la «Paradoja Absoluta». La discusión de Clímaco de la Paradoja
la comprensión de lo que implica ser un existente humano, especial- Absoluta es una zona de tinieblas donde todo es a la vez el mismo
y su opuesto. Pues la Paradoja Absoluta , lo eterno haciéndose tem-
14
Fragments, trad. de David F. Swenson, 2.' ed., p. 91.
Philosophical Fragments, pp. 91-92.
Philosophical Fragments, pp. 93.
18
Hegel's Logic, p. 261; Hegel, Werke, Bd. VI, p. 265.
17
Philosophical Fragments, p. 93.
19
Hegel's Logic, p. 267;Hegel, Werke, Bd. VI, p. 292.

1
116 Richard J. Bernstein 117
Praxis y acción

poral y lo infinito convirtiéndose en lo finito —el pensamiento más su nombre lo cual no significa olvidar una designación, sino más bien la esencia
absurdo y lógicamente contradictorio que puede ofender la razón-- característica de su propio ser.) Por otro, puede concentrar toda su energía
es lo que Hegel precisamente ha tomado como carácter distintivo en el hecho de ser un existente individual. Es por esta línea, la del primer
de la Razón. caso, por la que habría que plantear serias objeciones a la filosofía moderna;
no en el sentido de que sus supuestos son erróneos, sino en el de que son
Si volvemos al pasaje citado más atrás donde Hegel describe la cómicos, debidos a haber olvidado, en una suerte de absentismo histórico, lo
superación de la conciencia infeliz podemos desenredar la caprichosa que significa ser un existente individual. Pero no, desde luego, lo que significa
tracería de Clímaco en su uso de la dialéctica. De la dialéctica de la ser un existente individual en general; porque esto sería algo que nos llevaría
conciencia infeliz no surge la «idea de la Razón», una idea que prome- al terreno del filósofo especulativo; de lo que se trata es de qué significa que
te la mediación racional en la autoalienación experimentada tan yo y tú y él seamos seres humanos, pero cada uno en sí mismo (C.U.P., p. 109).
profundamente por la conciencia infeliz, sino la idea de una impo-
sibilidad absoluta de mediación racional de esta condición alienada. ¿Por qué es «cómica» la primera alternativa? ¿Cuál es la «supo-
La dialéctica de la conciencia infeliz nos sitúa ante los umbrales de sición cómica» que hace? La clave para entender esta acusación hay
la Paradoja Absoluta. que buscarla en las reflexiones de Clímacus sobre la posibilidad, la
Pero ¿qué implican estas inversiones y estas parodias de la realidad y la necesidad en los Fragmentos filosóficos. Clímaco afirma
dialéctica hegeliana? ¿Cuál es la alternativa sugerida a la que nos que en tanto que la posibilidad y la realidad no difieren en esencia,
estamos dirigiendo? Hablar de una alternativa sugerida es perfecta- hay entre ellas una radical diferencia en cuanto al ser —una dife-
mente apropiado desde el momento que Johannes Clímacus no rencia indicada veladamente al decir que una posibilidad ha «llegado
argumenta directamente en favor de una posición alternativa. El la a la existencia». Pero la existencia es aquel modo de ser que es
sugiere, la ofrece como una posibilidad, habla de ella en el lenguaje inconmensurable con pensamiento alguno, con cualquier tipo de
hipotético y condicional. Cuanto más cuidadosamente atendemos universalidad o con cualquier tipo de abstracción. La existencia
a este modo de hablar hipotético más nos damos cuenta de que no es algo que se pueda probar (ni la existencia de Díos ni siquiera
Kierkegaard, por la boca de los diversos «autores» creados por él, mi propia existencia). Razonamos desde la existencia no hacia la
no se nos presenta con una filosofía en el sentido tradicional del existencia. La existencia jamás puede ser aufgehoben por el pensa-
término, sino «evocando vívidamente ante nosotros la riqueza y el miento o la razón.
riesgo inherentes a (nuestra) libertad» 20. La parodia, específicamente Veamos ahora lo que Clímaco toma de Hegel y lo que rechaza.
la parodia de los hegelianos, es una de las armas más eficaces de El idealismo de Hegel, el principio anunciado al final de La concien-
Kierkegaard en esta tarea. cia Infeliz, intenta establecer que el pensamiento y el ser son radical-
mente idénticos, que lo real es racional y que lo racional es real.
Cuando el Geist está plenamente realizado, su esencia y su existencia
La existencia son idénticas. El sistema de Hegel en la medida en que pretende
una demostración de la realidad del Geist es un argumento ontoló-
En el Postcripto incientífico conclusivo, Johannes Clímacus de- gico de largos alcances. La esencia del Geist (en tanto que Dios)
clara: necesita su propia existencia. En la medida en que la esencia del
hombres es Geist, existe también una unidad y armonía últimas entre
Para un existente individual se abren dos caminos: Por un lado, puede hacer la esencia del hombre y su existencia. En el curso de la argumentación
lo que esté a su alcance para olvidar que es un existente individual, con lo cual
hacia esta gran conclusión, realmente en el auténtico primer capítulo
se convertirá en una figura cómica, desde el momento en que la existencia
posee la característica fundamental de impeler al existente individual a existir de la Fenomenología, Hegel arguye que aun cuando nosotros (como
como tal, lo quiera o no. (La cómica contradicción de querer ser lo que uno forma de la conciencia de la certeza sensible) podemos pensar que
no es, como cuando un hombre quiere ser un pájaro, no es más cómica que la captamos o nos enfrentamos a lo que existe en su particularidad
contradicción del que no quiere ser lo que es, como in casu un existente indi- y unicidad, en realidad sólo captamos y conocemos lo que es univer-
vidual; así también, lingüísticamente hablando, es cómico que un hombre olvide sal. Climaco está de acuerdo acerca del objeto de esta couciencía
20
cognoscitiva. Pero en este punto inicial Hegel ridiculiza a aquellos
«The Poetry of Inwardness», loc. cit., p. 105. que sostienen que algo queda fuera, algo irracional, algún elemento
118 Richard J. Bernstein Praxis y acción 119

existencial irreductible que no cae bajo las categorías del pensamien- captada del todo por el pensamiento y el lenguaje. El mundo en que
to a pesar de lo cual posee una realidad auténtica. «Si realmente vivimos ni se caracteriza por una realidad de puras posibilidades es-
quisieran decir este trozo de papel que suponen y esto es lo que táticas, ni por una necesidad inmutable. Es un mundo en el que
quieren decir, esto es imposible, ya que el esto sensible supuesto las posibilidades se están realizando sin cesar, en el que el tiempo es
es inaprensible al lenguaje, que pertenece a la conciencia, a lo uni- real, con lo que constituyen un mundo en el cual se da un genuino
versal en sí. Por tanto, bajo el intento real de decirlo se desintegra- llegar a ser: un continuo «venir a la existencia». Esta transición, este
ría... por tanto, lo que se llama lo inexpresable no es sino lo ver- hacerse «ocurre con libertad», una libertad que excluye toda nece-
dadero, lo no racional, lo simplemente supuesto» (Fen., pp. 159460). sidad.
Climaco no está realmente en desacuerdo con Hegel en este punto, Pero seguramente la necesidad se da en la Historia. Lo que ha
pero con un leve retoque introduce toda la diferencia del mundo. ocurrido, y no puede ser deshecho, no admite el cambio. Aquí entré
Es verdad que la existencia per se, sea la existencia de «este trozo de en liza un aspecto cardinal de la doctrina hegeliana en el sentido de
papel» o mi propia existencia elude las categorías de pensamiento que la filosofía concebida como sistema aspira ante todo a descubrir la
y lenguaje —categorías que son esencialmente universales. También necesidad inherente al desarrollo histórico del Geist. A donde apunta
es verdad que la existencia per se es «inefable». ¡Pero no implica Climaco es a que Hegel confundió la inmutabilidad del pasado con
que no sea nada! La existencia es aquel modo de ser que está más la inmutabilidad de la necesidad. Echando una mirada retrospectiva
allá de y a la vez es presupuesto por toda inteligencia, abstracción, hay que reconocer que ahora no puede ocurrir cambio alguno en el
pensamiento y lenguaje. Esto es lo que Hegel, los hegelianos y los pasado. El pasado mismo «llegó a la existencia» y «el llegar a la
2
filósofos modernos han relegado al olvido. La dialéctica hegeliana existencia es el cambio de la realidad provocado por la libertad» '.
se mueve únicamente dentro de la esfera de realidad del pensamiento Lo histórico, sea pasado, presente o futuro, es propiamente el reino
y del lenguaje. Como dialéctica del pensamiento es irreprochable. Pero del devenir, del «venir a la existencia», y, como tal, es la realidad
el gran error de Hegel o, mejor, su presuposición cómica está en ha- de la libertad, no de la necesidad.
ber olvidado que él mismo es un existente individual que nunca puede Estas reflexiones son abstractas, y si queremos penetrar más
lograr identificarse con el puro pensamiento. En su apasionamiento profundamente, debemos intentar entender lo que significa existir
por el mundo histórico, lo universal y la razón, la filosofía moderna para un ser humano. Un ser humano no es algo que existe como
olvida este «pequeño detalle». Pero es este «pequeño detalle» el que una piedra. Se distingue por el hecho de que es consciente; espiritual.
condena y ejecuta a la filosofía moderna la cual concentró todas sus Pero como ser pensante el contenido de su pensamiento es abstracto
fuerzas en «olvidar» que somos existentes individuales. Todos los y universal. Aun cuando se esfuerza en pensar en sí mismo como un
escritos de Kierkegaard van encaminados en último término a ha- existente individual ha de enfrentarse (como Hegel ha hecho ver)
cernos salir de nuestro «olvido» y a orientarnos hacia las consecuen- con lo que es universal. Puede tener la intención de pensar en su
cias que hay que afrontar cuando de verdad nos encaramos con existencia única e irrepetible, pero no puede hacerlo a causa de la
nuestra propia existencia. La filosofía de Hegel, entonces, es una co- naturaleza verdadera de su conciencia. La «naturaleza divina» del
media, porque olvida lo que significa ser un existente humano, y pensamiento y del lenguaje le traiciona «invirtiendo inmediatamente
no tiene en cuenta que, para un ser humano, la tarea de identificarse la "suposición" para convertirla en algo distinto...» (Fen., p. 160;
con los resultados de la filosofía especulativa y de la razón pura no página 70).
sólo es muy difícil sino imposible. La paradoja de ser hombre queda expresada al decir que es un
Pero aun si la existencia en sí misma es inefable, todavía no existente espiritual. Como espíritu es un ser pensante capaz de
está claro a qué se refiere Climaco con el concepto de existencia. pensamiento abstracto, y hasta capaz de esforzarse en comprender
Siguiendo el método de la teología negativa, la mejor manera de lo eterno. Pero como existente individual jamás podrá identificarse
aproximarse al significado de la existencia es tener bien claro lo que con el sentido o con el contenido de su pensamiento. Debe intentarlo,
no es. A Climaco no le interesa desarrollar una metafísica general, pero los resultados son siempre cómicos (a veces trágicos), porque
cuanto entender la existencia como propia de un existente humano. está intentando eludir lo ineludible, su única existencia, «pues la
La existencia no es un carácter estático o fijo de algo. Si así fuera
no habría razón alguna por la que la existencia no pudiera ser 21
Philosophical Fragments, p. 96.
120 Richard J. Bernstein Praxis y acción 121

existencia posee el carácter fundamental de obligar al existente a ¿Pero cuál es el problema existencial de un ser espiritual, el
existir lo quiera o no». Louis Mackey ha resumido sucintamente los problema que no puede ser «formulado, mucho menos resuelto» en
resultados de los ejercicios dialécticos de Clímaco como sigue: términos de las categorías objetivas del pensamiento y de la esencia?
Podemos captar ahora, finalmente, el papel distintivo de la capacidad
la relación del pensamiento y el ser en el sentido de la idea objetiva y del de decisión y de la acción en la vida humana.
reino de la esencia, es una simple identidad. Pero la relación del pensar real y de
la existencia real al ser esencial y a la idea objetiva es un problema. Un proble-
ma que no puede ser resuelto en términos de ideas objetivas y de esencias, Capacidad de decisión y acción
desde el momento en que Kierkegaard (Clímaco) se da cuenta de que ni siquiera
ha surgido en ese nivel... El problema de las relaciones entre dos modos de
ser distintos no puede ser formulado, cuanto más resuelto, por un pensar que Como nuestro procedimiento consiste en seguir el laberinto hacia
opera en términos de uno solo de los modos implicados. La oposición metafí- aquello que Kierkegaard y hasta Clímaco quieren forzarnos a encarar,
sica de Kierkegaard (Clímaco) a Hegel está justamente aquí, que la existencia podemos ver en cada etapa lo mucho y lo poco que se concede a
es «explicada» en términos del pensamiento puro —la dialéctica de la recon- Hegel y los hegelianos. En la medida en que nos confinamos en el
ciliación y la mediación— cuando el problema está en otra parte. La explicación ámbito de la razón hegeliana —la realidad del pensamiento objeti-
hegeliana de la existencia en realidad es una supresión de la misma, y su res- vo— «la dificultad inherente a la existencia y al enfrentamiento con
puesta al problema de las relaciones entre el pensamiento y el ser es una
pseudorrespuesta a un pseudoproblema. La cuestión real para un filósofo no
el existente individual nunca puede ser realmente expresada... He-
es ¿cómo pueden entender la verdad eterna seres eternos?, sino ¿cómo puede gel está completa y absolutamente en lo cierto al afirmar que desde
ser aprehendida la verdad eterna temporalmente por alguien que existe en el el punto de vista de lo eterno, sub specie aeterni, no hay ninguna al-
tiempo? 22 . ternativa, ningún "lo uno o lo otro" en el lenguaje de la abstracción,
en el pensamiento puro o en el puro ser» (C.U.P., p. 270). Si real-
Este es el problema que obsesionó a Kíerkegaard durante su vida, mente fuésemos seres divinos, si en verdad fuésemos capaces de vivir
y cada vez que a o uno de sus seudónimos intentan un acercamiento nuestras vidas sub specie aeterni, entonces todas las contradicciones
en profundidad a una respuesta que pudiera ser conceptualmente serían finalmente aufgehoben y mediadas por la razón. Pero Clímaco
satisfactoria nos encontramos con que su ironía brillante y afilada sigue diciendo que «Hegel está igualmente equivocado cuando,
desenmascara la tentación. Hasta Clímaco, como veremos, llega a olvidando la abstracción de su pensamiento, se lama a la realidad
convertirse en una figura grotesca; no es el verdadero portador de de la existencia con el fin de anular con energía y firmeza el doble
las «verdaderas creencias» de Kierkegaard. Kierkegaard no sólo estuvo aut. Y esto es imposible hacerlo con la existencia por la razón pura
obsesionado por comprender su condición de conciencia infeliz, sino y sencilla de que, al hacerlo, el pensador elimina de un plumazo la
que su larga lucha vital con su propia interioridad fue una verdadera existencia» (C.U.P., p. 271). ¿Pero por qué se elimina la existencia?
encarnación de la conciencia infeliz 23. Clímaco sugiere una respuesta en la que hay una indicación de cuál
es el problema de la existencia, cuando plantea una serie de pre-
22
«Kierkegaard and the Problem of Existencial Phílosophy», loc. cit., pá- guntas 'al filósofo especulativo.
ginas 412-413.
23
La lucha de Kierkegaard con la «enfermedad de la conciencia» ha sido ¿Se encuentra él a sí mismo sub specie aeterni cuando duerme, come, se
agudamente investigada por Josiah Thompson en The Lonely Labyrinth. El
tema que descubre Thompson en los diarios de Kierkegaard y en las obras pu- suena las narices o hace cualquier otra cosa propia de un ser humano? ¿Es
blicadas con pseudónimo es que: «Soterrada en lo profundo de la lucha de
Kierkegaard por la pureza late oculta una verdad sutil que concierne a la dia- que es necesaria para la conciencia. ¿Para qué existe el estado de "ser cons-
léctica de la conciencia consigo misma. Su lucha no es ideosincrática, ni su en- dente" si no es esta distinción entre el sujeto y el objeto, el yo y el mundo?
fermedad es una peculiaridad del yo de la psicopatología. Su lucha y su enfer- Y ¿cuál es finalmente el soporte de esa distinción sino la mera conciencia de
medad tienen más bien una base universal, emergiendo como lo hacen por el ella? De este modo, el extrañamiento que experimenta Kierkegaard no es más
mero hecho de ser consciente. La lucha de Kierkegaard es nada menos que con que la intensificación de un término de la dialéctica de la conciencia —de
un adversario como la conciencia misma, pues es finalmente la conciencia la aquella fisura que existe entre el yo y el mundo que la conciencia necesita»,
que provee tanto de la fuente del extrañamiento cuanto de la tensión para op. cit., p. 46. Comparar esta descripción de la lucha de Kierkegaard cod el
superarla. Su conciencia del mundo como enajenado e "infectado" no es más análisis de la Conciencia Infeliz como «la enfermedad del alma» en J. Lowen-
que una determinación de la distinción más general entre el yo y el mundo berg, Heget's Phenomenology, pp. 97 y ss.
122 Richard J. Bernstein Praxis y acción 123

él para sf mismo el puro «yo soy yo»? Esta idea seguramente nunca se le ha Pero antes de pasar demasiado de prisa a esta «conclusión», de-
ocurrido a ningún filósofo, si no ¿en qué posición existencial está respecto a bemos demorarnos en la consideración de una ambigüedad de la
esta entidad, y mediante qué determinaciones mediadoras se apoya la responsa. «existencia». Después de todo, si es verdad que el hombre es un
bilidad ética en él, considerado propiamente como un existente individual?
¿Existe él de hecho? Y si realmente existe ¿no está, entonces, en un proceso
existente individual, entonces indiferentemente de lo que haga siem-
de llegar a ser? Y si está en proceso de llegar a ser ¿no está abocado al pre está existiendo. ¿Qué papel especial juegan la capacidad de de-
futuro? ¿Y no está abocado al futuro por el camino de la acción? Y si no es éste cisión y la pasión? Clímaco es perfectamente consciente del sentido
el caso, ¿no llegará a olvidar su individualidad ética para decir con tanta pasión «amplio» u «ordinario» de la existencia. «Ordinariamente se ve al
como dramática verdad que él es un asno? Pero si actúa sensu eminenti, ¿no existir como un asunto no muy complicado, mucho menos un arte,
se enfrenta al futuro con pasión infinita? ¿No hay, entonces, para él un lo uno pues todos existimos; pero el pensamiento abstracto adquiere el rango
o lo otro? (C.U.P., p. 271). de una realización» (C.U.P., p. 273). La mayoría de los hombres
existen en este sentido —no tienen la menor idea de lo que es un
Los términos de la descripción «alternativa» a la que C,limaco ser humano. La mayoría de nuestras «decisiones», acciones», e «in-
nos está llevando comienzan a situarse en su sitio. El pensar abstracto tentos» tienen lugar sin reflexión, sin la acongojada autoconciencia
de un ser espiritual le encara con posibilidades existenciales alter- de lo que significa realmente existir. «Pero existir realmente, de forma
nativas, modos alternativos de vivir su vida, de afrontar su futuro. que la existencia se vea empapada de conciencia, eterna y al mismo
Con imaginación, agudeza y habilidad dialéctica puede llegar a esbozar tiempo como si fuera llevada lejos de la existencia, y aun también
estas alternativas hasta detalles mínimos. Pero pensar, llegue hasta presente en la existencia al tiempo que en el proceso del hacerse: esto
el grado de concreción que llegue, no es decidir o elegir, ni siquiera es verdaderamente difícil» (C.U.P., p. 273). Existir realmente —vivir
la condición suficiente para una elección. Las posibilidades existen- con autenticidad— es «empapar la propia existencia de conciencia»;
ciales con las que trata un pensador individual muy bien pueden ser es incrementar la propia conciencia de las posibilidades existenciales
compatibles en el reino del pensamiento abstracto. Pero no lo son en a las que nos enfrentamos constantemente e incrementar la propia
la realidad, en la existencia. Un existente individual, autoconsciente conciencia de la exigencia de decisión, una elección que nunca viene
de su condición, constantemente está enfrentado a un aut-aut, a un determinada por las condiciones anteriores. El hombre es, o, más
lo uno o lo otro. Ni el pensamiento sólo ni cualquiera de las condi- bien, llega a ser lo que él mismo elige llegar a ser y el problema de
ciones que emergen de su pasado pueden determinar para él, cómo la , elección se le pone delante en cualquier momento de su vida.
ha de vivir su vida individual —en cada momento de su devenir. En este sentido elevado en el cual la conciencia penetra por
Debe elegir y actuar entre posibilidades competitivas, y esta elección todos los poros de nuestra existencia es imposible existir sin pasión.
es radicalmente contingente y libre. Nada le anticipa lo que ha de Es esta elevada conciencia de nuestra condición la que estimula el
llegar a ser —aquí no hay ningún tipo de necesidad— a excepción «entusiasmo pasional». «Todos los problemas existenciales son pro-
de su elección radicalmente libre. Aun lo más significativo y relevan- blemas apasionados, porque cuando la existencia se interpenetra
te para él como existente individual depende de esta elección; lo que
haya de llegar a ser viene determinado por su propia capacidad de posibles, o hasta como un argumento entre adversarios de diferentes alternativas,
decisión. Esta terrible libertad es la condición de un existente indi- marra la cuestión. En la medida en que lo hace, se limita a sí mismo al reino
del pensamiento abstracto donde no hay «esto/lo otro» que valga. Pero en la
vidual en cada momento de su vida. Todo el tiempo que esté vivo medida en que lo lee como presentándole diversas posibilidades de vida, hacien-
estará «viniendo a la existencia» ininterrumpidamente» 24. do una llamada a su decisión, así como a la apropiación apasionada de sí mismo,
entonces lee el libro como un existente individual que lucha y se ve forzado a
24 La localización existencial de esto/lo otro proporciona una orientación elegir entre alternativas existenciales. Para él tiene lugar un genuino aut-aut.
para leer las obras de Kierkegaard publicadas con pseudónimo incluido el libro Hablando de Esto/Lo otro, Climacus dice: «Es una confusión fundamental en
con el título Either/or. Nos presentan posibilidades existenciales —posibles la filosofía reciente el tomar la consideración abstracta de un punto de vista
proyectos o estilos de vida. Como posibilidades son abstractas; existen en el por la existencia, de manera que cuando un hombre tiene conocimiento de este
reino del pensamiento, y a pesar de la viveza de la descripción, son imperso- o aquel punto de vista se supone a sí mismo existiendo en él; cada existente
nales. El título EithlrlOr (Esto/Lo otro) únicamente tiene sentido cuando individual puede, precisamente en tanto que existente, estar más o menos de
reconocemos que hay un «tercer término» implicado en la distinción, a saber, un lado. Desde el punto de vista abstracto no hay conflicto alguno entre puptos
un existente individual que lee y entiende el libro. Si lee el libro (o cualquiera de vista porque la abstracción, precisamente, elimina aquello en que prende
de las obras con pseudónimo) sólo como un esbozo de varios proyectos de vida la decisión: el sujeto existente (C.U.P., p. 262).
124 Richard J. Bernstein Praxis y acción 125

de reflexión genera pasión. Pensar en los problemas existenciales infeliz. La apropiación apasionada de una posibilidad existencial o
intentando separarlos de la pasión equivale a no pensar en ellos en estilo de vida no supera de una, vez por todas la tensión entre la
absoluto, pues es olvidar lo esencial, que el pensador es en sí mismo existencia y la conciencia de un ser espiritual existente. Es existencial-
un existente individual» (C.U.P., p. 313). mente imposible rellenar con éxito .y definitivamente esta brecha.
La alternativa que surge de la investigación de Clímaco es la de En la medida que un hombre está «viniendo a la existencia» con-
una dialéctica existencial que a la vez que juega cómicamente con tinuamente ha de encarar una y otra vez la situación de elección y de
ella, diverge profundamente de la dialéctica hegeliana del Geist. La decisión existenciales. Esta es la diferencia profunda entre la dialéctica
acusación contra Hegel es la de haber marginado la consideración de existencial de Clímaco y la de Hegel. Nos proporciona la perspectiva
un momento esencial de la dialéctica vital —el de la existencia— o esencial para entender lo que Kierkegaard quiere hacernos ver
mejor, desde el momento en que Hegel entiende la existencia como especialmente en sus escritos con seudónimo. Estos escritos no sólo
reflejada en el pensamiento y en la razón por eso mismo abstrae y presentan en detalles vivos los diversos tipos de posibilidades exis-
olvida la existencia concreta. Una vez dado este paso, al que Clímaco tenciales que se ofrecen a un hombre, nos hacen ver también que
denomina el «postulado lunático» (C.U.P., p. 279), cualquier cosa el apasionarse por vivir al margen de estas posibilidades conduce
manifiesta buen sentido en grado eminente. En el reino del pensa- a la desesperanza. Esto es válido sobre todo para el individuo que
miento y de la razón, las contradicciones pueden ser mediadas y auf- intenta vivir una vida estética y a la vez ética. Vale también para
gehoben. Pero supongamos que Hegel está equivocado. Supongamos el individuo que lleva la vida religiosa. El ser íntimamente consciente
que Climaco consigue ofrecer una descripción ajustada de lo que es de que cada proyecto del que un individuo se apropia apasionada-
realmente nuestra condición humana. Entonces nos vemos abocados mente está condenado al fracaso, puede llevarle a un incremento de
sin remedio a llegar a «conclusiones» drásticamente antihegelianas. la intensidad de su desesperanza, y a la conciencia de culpa y, en
El lugar de la dialéctica experimentada por un hombre no se encuen- último término, a la locura. ¿No hay salida alguna para esta situación
tra en la realidad del pensamiento, sino entre el mismo como exis- desesperada? Como el Libro de Job en el que la voz de la Tempestad
tente individual y él mismo como ser consciente de que piensa...No habla a Job,. Kierkegaard nos brinda una respuesta que no es una
puede haber ninguna mediación, ninguna síntesis superior, en la que respuesta.
se reconcilien felizmente la existencia y el pensamiento. Cada hombre La cuestión que fija el contexto para las investigaciones de Clima-
es solitario y no encuentra consuelo alguno en ser llevado adelante co en el Postcripto incientífico conclusivo es: «¿De qué manera yo,
por un espíritu mundano e histórico, pues un pensamiento de -estas Johannes Clímacus; puedo participar de-la felicidad prometida por
características no es más que la tentación de eludir lo ineludible. Un el Cristianismo?» Al plantearse esta cuestión Clímaco está encarando
hombre vive en tensión constante consigo mismo: jamás podrá huir el Cristianismo como una posibilidad existencial. Sin embargo, ya
sabemos que cuando la cuestión se plantea en estos términos no
de la condición de infelicidad de la conciencia mediante alguno de sus
propios esfuerzos. Su tarea no es pensar en sí mismo al margen de puede ser resuelta. ,
esta condición: tal intento es cómico y patético. Su tarea consiste , Entonces ¿cómo puede un hombre hacerse cristiano? Johannes Clímacus
en llegar a ser un existente individual, lo cual significa hacerse sub- —«Juan el Escalador»— no puede responder por la realidad. Su nombre y su
jetivo, no objetivo, apropiarse apasionadamente de las posibilidades testimonio revelan que a mismo está aún en camino, que todavía no ha llegado.
existenciales que se abren ante él, e identificarse con ellas. En la tarea Pero la condición —la posibilidad— de llegar a ser cristiano está todavía
en trámite: Primero hazte hombre, y cuando hayas hecho uso de ello y hayas
de hacerse subjetivo el hombre se enfrenta continuamente a un lo logrado entrar en las congojas de la desesperanza, cuando hayas logrado con-
uno o lo otro. Precisamente en el punto de unión donde Hegel señala vertirte en espíritu mediante el reconocimiento de que la libertad absoluta
la posibilidad (y la necesidad) de la razón mediadora en la autoes- es idéntica a la absoluta dependencia, cuando estés solo con el temor y el
cisión del alma desgarrada, Climaco reivindica la pasión, la capacidad temblor, sin apoyo de la naturaleza, del conocimiento ni de la sociedad, sin
de decisión y la acción. Pero no debemos pensar que la elección ningún recurso más que Dios —entonces y sólo entonces puede surgir del
apasionada de una posibilidad existencial es análogo al papel me- abismo, redentor, el consuelo de la promesa del Cristianismo 3.
diador de la razón. No hay resolución alguna de la condición aliena-
da en el sentido en el que la razón resuelve la tensión de la conciencia 25
Mackey, «The Poetry of Inwardness», loc. cit., p. 91.
126 Richard J. Bemstein Praxis y acción 127

La acción implicada en la elección apasionada de una posibili- humana como atrapada en la conciencia inféliz, la alternativa de una
dad existencial es inconmensurable con ningún criterio externo; es la dialéctica existencial a la dialéctica del Geist, las reflexiones sobre
capacidad de decisión y la acción de la interioridad. Aun cuando las relaciones de la posibilidad, la realidad y la necesidad, la afirma-
Climaco pudiera estar de acuerdo con la fórmula hegeliana y marxista ción de que cualquier «llegar a la existencia» excluye cualquier ne-
de que el hombre es lo que hace, la explicación de Climaco del sig- cesidad, nos llevan a la constatación de que convertirse en un exis-
nificado de esta fórmula es antihegeliana y antimarxista. «La acción tente individual —la más difícil de las tareas humanas— requiere una
real no es el acto externo, sino la decisión interna mediante la cual interioridad apasionada, capacidad de decisión y acción.
el individuo lleva a término la mera posibilidad y se identifica a sí Pero aquí hay que andar con cuidado. Es tremendamente fácil
mismo con el contenido de su pensamiento con el fin de existir en él. malinterpretar a Kierkegaard en este punto crucial. Hemos visto que
Eso es la acción» (C.U.P., pp. 302-303). Esto es lo que significa ser los hilos del pensamiento de Kierkegaard nos conducen a una elevada
un existente individual. Pero esta concepción de la acción no es un significación de la acción como capacidad de decisión interior. Este
retroceso a la «ética de la intención». «La acción real se confunde a es el problema existencial básico, un problema que se yergue ante el
menudo con toda suerte de nociones, intenciones, aproximaciones hombre en todo momento de su existencia. También hemos visto que
a la decisión, y así sucesivamente, y no se niega el hecho de que es la acción humana no debe ser confundida con la praxis social, o por lo
raro que alguien actúe realmente... Pero tomemos un acto sensu menos con ninguna de sus manifestaciones externas. La acción, aquí,
eminenti en el que cada cosa aparece meridianamente clara. El ele- es una forma de interioridad. Más aún, esta no es una conclusión
mento externo de la acción de Lutero fue su presentación ante la «accidental», es el núcleo de lo que Kierkegaard sitúa en el centro
Dieta de Worms; pero desde el momento que se había comprometido de nuestra atención vital. Después de todo ¿no nos está diciendo
a sí mismo con pasión enteramente subjetiva a su decisión, de forma Kierkegaard que no existe nada que nos pueda dar un empujón hacia
que cualquier relación de posibilidad lateral con esta acción era inter- lo que vamos a ser? Toda apelación a circunstancias pasadas, condi-
pretada por él como una tentación —desde ese momento él había ciones sociales, etc., no son más que excusas decepcionantes. Somos
actuado» (C.U.P., p. 304). Con pedantería típica añade Climaco la radical y completamente libres de elegir lo que vamos a ser. Nunca
siguiente nota a pie de página. estamos cogidos por decisiones pasadas. Es terriblemente importante
encarar nuestra libertad fundamental, pero al mismo tiempo es esti-
En general, la diferencia entre la acción como concebida y la acción como mulante.
interiormente real, consiste en que en el caso de la primera cualquier conside- Tal lectura de Kierkegaard puede pasar por alto lo que es tan
ración adicional es bienvenida, mientras que en relación a la segunda es vista crucial en su intuición. Pues es muy fácil que olvidemos que el
como una tentación. Si a pesar de esto alguna consideración adicional se revelara
de suficiente importancia como para merecer atención, esto significa que el
problema de la elección es un problema imposible. Kierkegaard no
camino hacia una nueva resolución pasa por el arrepentimiento. Cuando estoy nos está diciendo que nos plantemos delante de nuestras posibilidades
deliberando, mi tarea consiste en tener en cuenta cada posibilidad; pero cuando existenciales y elijamos con coraje y autenticidad lo que hayamos de
ya he decidido y, en consecuencia, actuado interiormente, un cambio que se llegar a ser. Ni nos dice que somos libres de elegir la vida estética,
produzca ocurre en el sentido de que ahora mi tarea es encararme con una la ética o la religiosa. Por el contrario, intenta hacernos ver que
deliberación más profunda, con la excepción única de que haya algo que exija cualquier elección, decisión y acción acaban en la desesperanza. Nunca
la no actuación. La decisión externa no es más que una tontería; pero cuanto lograremos identificamos a nosotros mismos como una de las posibili-
más perezosamente vive un individuo tanto más es la decisión externa la única dades existenciales. Por la sencilla razón de que siempre las desbor-
de la que sabe algo. A menudo la gente no tiene ni idea de la seguridad de
la decisión que un hombre puede hacer interiormente; por el contrario, creen
damos, estamos siempre «llegando a la existencia». Y la dialéctica
que únicamente se ha decidido cuando la decisión ha sido registrada en un de un existente consciente o de un ser espiritual es tal que cada vez
trozo de papel timbrado, pero no antes (C.U.P., pp. 304-305). aumenta la autoconciencia de este fracaso y de esta impotencia. Cuan-
to más intentamos subjetivizarnos, cuanto más apasionadamente in-
Todos los temas que hemos estado perfilando sobre los escritos tentamos apropiarnos de una posibilidad existencial, cuanto más in-
de Kierkegaard culminan en la concepción de la acción como decisión tentamos actuar, tanto más conscientes nos hacemos de la imposibi-
interna y en la exigencia de que cado uno de nosotros elija lo que lidad de realizarlo. La «dialéctica existencial» de Kierkegaard conduce
ha de ser. La confrontación con Hegel, el retrato de la condición de un modo curioso y desesperado a un sentimiento abrumador de

1
128 Praxis y acción 129
Richard J. Bernstein

nuestra propia impotencia, al vacío de la «eterna decisión que el un souffleur que ha creado poéticamente los autores, cuyos prefacios de turno
son sus propias creaciones, hasta con su nombre propio. De esta manera en las
individuo puede hacer en su interior». Verdaderamente, como Kier- obras bajo seudónimo no hay una sola obra que sea mía, no tengo una opinión
kegaard lo vio claramente, aquellos que piensan que podemos escapar propia acerca de estas obras a no ser la de la tercera persona, ningún conocimien-
de la desesperanza comprometiéndonos a nosotros mismos auténtica to de su significado a no ser el del lector, ni la más remota relación privada con
y apasionadamente con alguna posibilidad existencial son culpables ellas, ya que tal cosa es imposible en el caso de una comunicación de doble
de dejarse seducir por una tentación —una tentación que no es más reflexión. Una sola palabra mía usada personalmente en mi propio nombre,
que una variación de la tentación hegeliana de identificamos de una sería un ejemplo de olvido presuntuoso, y visto dialécticamente incurriría con
vez por todas con una posibilidad abstracta. No son precisamente una palabra en el delito de aniquilar el seudónimo (C.U.P., p. 511).
los hegelianos los culpables de establecer el «postulado lunático»,
porque ésta es la condición de un filósofo existencial que se engaña Seguramente podemos protestar de que esto es una exageración.
a sí mismo al pensar que el compromiso apasionado es la única forma ¿Qué puede significar decir «no hay aquí una sola palabra que sea
de superar la desesperanza de la conciencia infeliz. Irónicamente el mía», y yo «no tengo ni una relación remota privada con ellas?» El
punto de vista de Kierkegaard no lleva a la consagración del actuar Postcripto incientífico conclusivo no debe ser interpretado como un
interior, sino a la completa desesperanza que inunda a uno al cons- argumento en favor de una posición filosófica, sino como la presen-
tatar la imposibilidad de esta situación. No hay escape de esta deses- tación de una posibilidad existencial, la posibilidad articulada en la
peración a no ser por un «milagro» —el milagro de la fe, pero sólo persona de Clímaco, no de Kierkegaard. Si de verdad captamos la
es dado a aquellos que son tocados por la gracia de Dios. significación de lo que Clímaco nos dice, entonces nosotros, lectores,
nos daríamos cuenta de que nuestro problema existencial como indi-
viduos únicos e irrepetibles no puede ser expresado en términos del
Postcripto pensamiento de ningún otro. No existe un problema que pueda ser
resuelto o afrontado por pensamiento alguno sea lo convincente o
En una «Primera y última declaración» incluida al final del Post- ingenioso que se quiera. Estamos abocados a la «doble reflexión» de
cripto incientífico conclusivo, Kierkegaard, escribiendo en nombre esta forma de comunicación, a apropiarnos subjetivamente de nos-
propio, reconoce que él es el verdadero autor del Postcripto lo mismo otros mismos, a afrontar nuestra propia libertad y, por lo mismo,
que de otros libros publicados bajo diversos seudónimos. Explica a actuar interiormente. Kierkegaard no está jugando con nosotros,
el haber recurrido a seudónimos como sigue: al declinar modestamente la responsabilidad en sus propias obras
bajo seudónimo. Llama nuestra atención sobre lo que ha estado in-
Mi seudonimia o polinimia no tenían un fundamento causal en mi persona tentando hacemos ver a lo largo de ellas. La comunicación sobre
(ciertamente no era por temor a una sanción legal, pues en este aspecto yo
estaba seguro de no haber cometido fechoría alguna, y en el tiempo en que
nuestra propia interioridad debe ser indirecta a causa de que nadie
se publicaban los libros no sólo el impresor sino también el censor, en tanto que puede presumir la usurpación de nuestra libertad radical, nadie puede
funcionario público, estaba informado oficialmente de quién era el autor), rellenar el abismo que se abre ante cada individuo al actuar decisiva-
pero había un fundamento esencial en el carácter de la producción la cual, a mente y elegir apasionadamente sus propias posibilidades existencia-
causa de las líneas atribuidas a los autores y a la diferenciación tan variada les. Pretenderlo sería un ejemplo de «autoolvido presuntuoso».
sicológicamente de las individualidades implicadas poéticamente requerían una Kierkegaard en «Una primera y última declaración», sigue
completa indiferencia en la dirección de lo bueno y de lo malo, de la contric-
ción de los espíritus elevados, de la desesperanza y la presunción, del sufri-
diciendo que «Mi deseo, mi súplica, es que, si pudiera ocurrir que
miento y la alegría exultante, etc., limitada idealmente sólo por la coherencia alguien citara una expresión particular de los libros, debería hacer-
sicológica, y a la que las personas reales actuales en las limitaciones morales me el favor de citar el nombre del seudónimo correspondiente...»
reales no se permitirían a sí mismas conceder indulgencia, ni serían capaces (C.U.P., p. 522). Pero a pesar de estas advertencias, subsiste la
de desear. Por todo ello, lo que está escrito es, de hecho, mío, pero sólo en tentación irresistible de considerar los seudónimos —en especial
la medida en que puse en la boca de la individualidad poética de turno que yo a Johannes Clímacus— como portavoces de las «verdaderas creen-
había producido su perspectiva vital en registros audibles. Pues mi relación es
aún más externa que la del poeta que crea caracteres, y hasta en el prefacio es
cias» de Kierkegaard. Después de todo, Clímaco no deja de des- s
el mismo el autor. Pero yo soy impersonal, o soy personal en segunda persona, arrollar un punto de vista, ni de usar una dialéctica y una argu-
130 Richard J. Bernstein
Praxis y acción 131
mentación —a veces brillante— con el fin de sugerir una alternativa que nos ofrece Climaco es una tentación aún más grande que la
a Hegel. Pero a lo largo de nuestra explicación de este punto de filosofía objetiva de Hege1 26. Es una tentación a rehuir la impor-
vista, nos hemos referido a su dialéctica como jocosa y llegamos tancia que representa para nosotros nuestra propia existencia. Nos
a sugerir que no 'acierta a entender algunas de las cosas que dice. sentimos seducidos por el pensamiento de que Clímaco nos está
Puede chocar a . algunos de los lectores que Johannes Clímacus de- ofreciendo el punto de vista «verdadero». Podemos también, con
clare en el «Apéndice» que no es cristiano, sino que él es «un demasiada facilidad, despistarnos pensando haber comprendido a
humorista», contento con su situación en este momento, esperando Climaco y a Kierkegaard cuando formulamos la nueva verdad
que algo superior pueda estarle concediendo su gracia, se siente filosófica de que vivimos en una condición de conciencia infeliz
a sí mismo singularmente afortunado, aun en el peor de los casos, y de que no existe ni puede existir mediación posible en nuestra
de haber nacido precisamente en un siglo especulativo y teo- existencia como individuos. Fácilmente podemos caer en la trampa
céntrico» (C.U.P., p. 545). ¿Qué dase de estratagema se oculta aquí? de convertirnos en voceros de la interioridad. Podemos autoenga-
Es Hegel el que ha sido caracterizado como un comediante. Su fiarnos asegurando que el cristianismo es paradójico, pero que si
sistema ha sido rebajado a la categoría de comedia porque Hegel estamos interesados en nuestra felicidad eterna es mejor aceptar
se había olvidado de que era un existente individual y se había el riesgo de la fe. Hasta podemos pensar que el salto de la fe es
movido sólo dentro de los límites del pensamiento puramente como una caricatura del salto que sugiere Clímaco. «Cierra los
especulativo. Uno hubiera pensado que si el proyecto de Hegel es ojos, amárrate por el cuello... y entonces —y entonces estarás del
cómico, entonces el de Climaco es eminentemente serio. ¿Qué sig- otro lado, del otro lado del sentido común, en la tierra prometida
nificado puede tener después de esto que Clímacus se confiese humo- de la filosofía sistemática (o de la fe cristiana) (C.U.P., p. 91).
rista? La cuestión es de enorme importancia. Dicho brevemente, podemos dejar a un lado este libro convenci-
Leer el Postcripto incientífico conclusivo como un desarrollo
directo y lineal de una nueva filosofía existencial, o como la base de dos de que hemos llegado a una nueva verdad objetiva, según la
una aproximación existencial a cuestiones teológicas (bajo este ángulo cual se declara que la verdad es la interioridad o la subjetividad.
han visto a Kierkegaard muchos de sus admiradores) es fallar rotunda- Con esto neutralizamos a Kierkegaard tal como él mismo (y Clí-
mente en la apreciación de la profundidad de las incisiones de la maco) habían profetizado. El propio Kierkegaard era plenamente
ironía kierkegaardiana. ¿Qué está haciendo aquí Climaco? Johannes consciente de lo arraigada que está en nosotros esta tendencia,
Clímacus, el foráneo, el que se autodeclara no-cristiano, quiere en- sobre todo en los que poseen más ansias de conocer. Intentamos
tender el cristianismo y en especial de qué manera puede participar dejar a un lado la lectura del Postcripto incientífico conclusivo
en la felicidad eterna prometida por él. A despecho de todas sus como un ejercicio poético en forma de comunicación indirecta, cuya
críticas a la filosofía especulativa y sus ataques a Hegel y los He- intención esencial es forzar a cada uno de nosotros a enfrentarse
gelianos, Clímaco es realmente una imagen especular del filósofo a su propia interioridad y realizar de una vez su propia decisión
especulativo. En su parodia de la filosofía especulativa y de Hegel, existencial. Kierkegaard y Climaco ya nos han advertido de que
presenta una vía alternativa de hacerse cristiano y, por lo mismo, estas decisiones no pueden ser justificadas, recomendadas o dic-
de alcanzar la salvación. Si prestamos la suficiente atención a sus tadas por algún otro —ni siquiera por un dialéctico «avispado»
propias palabras nos daríamos cuenta de que es esto precisamente al estilo de Johannes Clímacus.
lo que no se debe hacer. Además de Kierkegaard, que «ha creado
poéticamente» a Climaco, y Johannes Clímacus, que ha desarrollado
26
Varios intérpretes son particularmente sensibles a esta «doble ironía»
del Postcripto Incientífico conclusivo y se han dado cuenta de la forma en que
una perspectiva para nosotros, hay un tercer personaje implicado la «filosofía» del Clímaco es una parodia. Ver Louis Mackey, «The Poetry of
en el Postcripto incientífico conclusivo, a saber, el lector. Y el Inwardness», loc. cit., p. 89, donde dice que el Postcripto Incientífico con-
clusivo «es un libro caprichoso con un objetivo veladamente terrorífico: dejar
lector puede detectar la diferencia entre lo que Climaco dice y lo a su lector fuera del camino de la alegría, asomarle al abismo insondable de la
que él cree que dice. Hay aquí ironía por partida doble: una re- libertad y sorprenderle con la responsabilidad atroz de sostener su propia vida».
lación irónica entre Kierkegaard y Clímaco e, igualmente, una im- Ver también Henry Allison, «Christianity and Nonsense», The Review of
Metaphysics, 19 (marzo 1966), y Herbert Garelick, The Anti-Christianity of
portante relación de ironía entre Climaco y nosotros. La «filosofía» Kierkegaard.
132 Richard J. Bernstein 133
Praxis y acción
Kierkegaard mismo estuvo poseído e impulsado por esta dia- Sartre: Ontología fenomenológica
léctica existencial. Cuando se leen sus obras, incluidas aquellas en
las que reconoce que es él «en sentido totalmente literal el autor.... He tenido dudas acerca de denominar a Kierkegaard «filósofo»,
y de cada una de sus palabras» (C.U.P., p. 552), y sus diarios, y de buscar en sus escritos el desarrollo de un nuevo punto de
se hace cada vez más claro que la interioridad, la resolutividad vista sobre la condición humana. Las razones de esto deberían
la acción requeridas por la fe cristiana se convierten obsesivamente estar ahora claras. El proyecto fundamental de Kierkegaard no con-
en sus preocupaciones esenciales. Todas las ilusiones, todas las siste en desarrollar una perspectiva filosófica nueva. Nos pone en
tretas y artimañas de la imaginación, todo intento de engañarse guardia contra una lectura de esta clase. Hacerlo sería apartarnos
a sí mismo a los que se ha enfrentado hasta esta decisión definitiva a nosotros de lo uno o lo otro existencial de nuestra propia inte-
fueron arrancados de cuajo. El mismo Kierkegaard fue «más allá» rioridad. Como Marx, sólo que de manera drásticamente diferente,
de la dialéctica caprichosa y chocarrera de Johannes Clímacus. Pocos Kierkegaard quiere forzarnos a ir «más allá» de la filosofía. Kier-
meses antes de su muerte, en 1855, escribía en su diario: kegaard estaría de acuerdo con Marx en que los filósofos solo han
interpretado el mundo, pero añadiría que la cuestión es cambiarnos
Ser cristiano a nosotros mismos como individuos únicos.
Pero aun después de haber añadido todas las cualificaciones
De todos los tormentos, el más terrible es ser cristiano; es —y es como necesarias acerca de la «comunicación indirecta» y de la «doble
debería serlo— conocer el infierno en esta vida. reflexión», estos últimos conceptos se vuelven inteligibles única-
¿Qué es lo más terrible de un ser humano? Con mayor probabilidad el mente a la luz de una imagen alternativa de la condición humana
morir, y, por encima de todo, la agonía, de ahí el desear que sea lo más breve sugerida por Kierkegaard y sus seudónimos. Ser un ser humano es
posible.
Pero ser cristiano significa estar en trance de muerte —(puedes morir, abo- ser un individuo cuya existencia es la de una conciencia infeliz que
rrécete)— y, lo que es peor, ¡después de haber vivido en este estado tal vez jamás es aufgehoben. En concreto esto significa que cada uno de
cuarenta años! (Nos estremecemos al leer los sufrimientos que soporta un nosotros encara su propio futuro como un aut-aut en cuyo ámbito
animal sometido a vivisección; pues esto no es más que un pálido atisbo de debemos reAliwir elecciones existenciales ante las que nos enfren-
la congOja implicada en ser cristiano: mantenerse vivo en estado de muerte n. tamos. Esto exige el más alto grado de concentración interior y
de pasión. Pero jamás conseguiremos identificamos con las posibi-
Cuanto más de cerca se intenta seguir a Kierkegaard por los lidades impersonales por las que nos hemos decidido. Somos siem-
vericuetos de la desesperación, más consciente se hace uno de la pre seres individuales, «más allá» de cualquier posibilidad. Estamos
morbidez, perversidad y carácter paradójico de esta conciencia in- siempre en proceso de devenir y de elegir lo que hayamos de llegar
feliz. Hasta la interioridad, la resolutividad, la elección y la acción
a ser. Estar vivo implica encarar el abismo del futuro con el re-
que están en el centro de su visión de lo que es un existente indi-
vidual, se tornan sus opuestos. Podemos haber llegado a pensar que conocimiento plenamente consciente de que nada nos hará lo que
«ser cristiano», junto con otras posibilidades existenciales presen- hayamos de ser; nos enfrentamos al futuro con libertad radical.
tadas por Kierkegaard poéticamente, exige acción interior por nues- Cualquier proyecto vital que busque plenitud, satisfacción e iden-
tra parte. Pero resulta que al final, la fe exigida a un cristiano no tificación con la posibilidad existencial por la que se ha decidido,
es en absoluto lo que parece ser, no pertenece a nuestro propio sea estética, ética o religiosa, inevitablemente acabará en el fracaso
hacer. Solamente aquellos que «se mantienen vivos en estado de y en la desesperación. No disponemos de razón alguna para esperar
muerte» están «maduros para la Eternidad» 28, sólo aquellos —y que podamos escabullirnos de este aprieto. La única esperanza es
es esta la más incomprensible de las paradojas humanas— están absurda y paradójica. Unicamente aquellos individuos que sufren
dispuestos para ser salvados por la gracia de Dios. la desesperación hasta el extremo, quienes «llevan hasta este punto
el taedium vitae, son capaces de mantenerse firmes hasta el ,pensa-
n Tomado de The Lonely Labyrintb, p. 212.
2
miento de que Dios actúa desde el amor, de tal manera que, en
Tomado de Tbe Lonely Labyrinth, p. 212. su alma ni siquiera en los rincones más recónditos, haya permaneci-
Praxis y acción 135
134 Richard J. Bernstein
consiste en demostrar que «la realidad humana... es por naturaleza
do una duda agazapada de que Dios es verdaderamente amor: una conciencia desgraciada sin posibilidad alguna de superar este
estos, únicamente, están maduros para la Eternidad» .
29 estado de desgracia» (E.N., p. 34) 31, establecer la base ontológica
Kierkegaard y sus seudónimos sugieren esta imagen de la con- de esta condición y extraer las consecuencias fenomenológicas de
dición humana: no la afirman. La presentan a modo de un «como esta ontología.
si...», no como «las cosas son realmente así». Pero en los pen- En los análisis de Marx y Kierkegaard he sostenido que el ba-
sadores de la tradición existencial que vienen después de Kierke- lance general de nuestras reflexiones representa un encuentro dia-
gaard, esta posibilidad de lo que significa ser un ser humano do- léctico con Hegel. Ahora quiero dejar bien claro hasta qué punto
mina sus reflexiones. Con Sartre, quien difiere temperamental e también es esto válido en el caso de Sartre. No fue Hegel la pri-
intelectualmente de Kierkegaard en muchos aspectos, el «como mera influencia histórica sobre Sartre; Husserl y Heidegger fueron
si...» de Kierkegaard ya no se concibe más como una posibilidad, sus mentores intelectuales. Pero el espectro de Hegel está planeando
sino como la condición ontológica fundamental del sentido que sobre la ontología fenomenológica de Sartre. El es el gigante inte-
lectual que directamente hay que encarar y derribar.
encierra ser un ser humano. En este aspecto, Sartre se adapta con El Ser y la Nada de Sartre es un comentario irónico de Hegel
más facilidad al núcleo de la gran tradición filosófica. El Ser y la y los hegelianos, precisamente como lo era ya el título de Kierke-
33
Nada es «un ensayo de ontología fenomenológica» . Su objetivo gaard, «Postcripto incientífico conclusivo». Ser y nada son los dos
primeros conceptos introducidos por Hegel en su Lógica 32. A partir
29
Tomado de The Lonely Labyrinth, p. 212. de la dialéctica generada por estos conceptos, Hegel pretende de-
° Este es el subtítulo de El ser y la nada (L'étre et le néant; essais d'on-
3
mostrar la necesidad de todos los conceptos de la lógica y, por
tologie phenomenologique). Mi tratamiento de la ontología fenomenológica se
desenvolverá casi exclusivamente dentro de su desarrollo en L'étre et le néant lo mismo, dejar patente la necesidad inherente y la completitud
Un examen más abarcador de Sartre debería desde luego tener en cuenta su del Sistema. Como Marx y Kierkegaard, Sartre sabe que si se quiere
obra literaria, sus ensayos populares y su gigantesca obra Critique de la raison criticar con éxito a Hegel, hay que atacarle en su punto de partida.
dialectique. Las diferencias de tono y de doctrina entre las dos grandes obras
filosóficas de Sartre, el giro explícito al marxismo y especialmente la afirmación El procedimiento que se seguirá en la discusión de Sartre será
de Sartre «considero el marxismo la única filosofía de nuestro tiempo que no el que se ha seguido en los casos de Marx y Kierkegaard. Después
puede ser superada... y yo sostengo que la ideología de la existencia y su de sentar la posición de Hegel, será examinada la crítica a que le
método "comprensivo" son un enclave dentro del marxismo que simultánea- somete Sartre. Una vez más, la discusión habrá de comenzar con lo
mente .le engendra y le rechaza» (Search for a Method, p. XXXIV; Critique
de la raison dialectique, pp. 9-10), proporciona una ocasión más que oportuna que a primera vista parecerán consideraciones altamente abstractas
para la disputa académica entre el «primer» Sartre y el «segundo». Mi razón y lejanas. Pero encierran consecuencias muy relevantes para nuestra
primordial para centrarme en L'étre et le néant consiste en que pienso que comprensión de la acción humana. El comienzo de la Lógica de
Sartre ha desarrollado una imagen poderosa de lo que supone ser un ser Hegel cae bajo el ataque de la ontología fenomenológica de Sartre,
humano y de lo que significa para el hombre elegir y actuar —una imagen que
directamente no ha sido superada por su obra posterior. Aun cuando no voy a pero la crítica sartreana de la Lógica converge con su crítica de
discutir aquí la Critique, quiero hacer la observación de que la difícil síntesis la Fenomenología.
de existencialismo y marxismo que sugiere Sartre y que intenta justificar en la
Critique es un fracaso. Si tomamos en serio la ontología fenomenológica des- como para libros en inglés sobre Sartre, ver Allen J. Belkind, Jean-Paul Sartre
arrollada en L'étre et le néan, las investigaciones filosóficas a partir de este in English: A Bibliographical Guide.
libro han de ser consideradas como ejemplificaciones de su propia categoría
31 La referencia a las páginas de L'étre et le neant van incluidas en el texto
de «mala fe» —intentos de escapar de la nada que late en el fondo del ser (se refieren sólo al texto francés. N. del T.).
humano. Sartre cree escapar de las conclusiones nihilistas que emergen de
32
En su versión de L'étre et le neant Hazel E. Barnes ha traducido «le
L'étre et le néant, pero jamás ha llevado a cabo la reconsideración de sus pos- neant» como «Nothingness». William Wallace en su traducción de la Lógica
turas ontológicas. Esto es precisamente lo que tal síntesis requiere. de Hegel traduce «Nichts» por «Nothing». Como aquí se usan las dos traduc-
La mejor perspectiva global del desarrollo intelectual de Sartre en inglés ciones, utilizaremos a veces el nombre «Nothing» (la nada) y a veces, especial-
es la de Joseph H. McMahon. Human Being: The World of Jean-Paul Sartre. mente al referirnos a Sartre, «Nothingnessl: 1,1a nada). Ambas expresiones se re-
McMahon, sin embargo, presta más atención a la dimensión literaria del pen- fieren al mismo concepto. (En la presente versión se usará el término "nada"
samiento de Sartre que a las dimensiones filosóficas. Su bibliografía es una para traducir «nothing» y «nothingness», y el término "negatividad" pará tradu-
buena guía de la obra de y sobre Sartre. Para una bibliografía más completa y cir «Nothingness» y «negativity»; se han seguido criterios contextuales .
comentada de Sartre, ver Michael Contat y Michel Rybalka, Les ecrits de N. del T.).
Sartre. Para una bibliografía de las obras de Sartre traducidas al inglés, así
136 Richard J. Bernstein
Praxis y acción 137
El Ser y la Nada
Hegel es plenamente consciente de lo inusual de esta identifi-
La doctrina del ser configura la primera división de la Lógica cación del puro Ser y la pura Nada. «Cuando la oposición en esta
de Hegel. «Ser». se ha dicho, «es la noción (Begriff) puramente inmediatividad es expresada como ser y como nada, su nulidad pa-
en sí» (Lógica, p. 109; Bd. VI, p. 163) 33. «Este ser, así como sus rece demasiado chocante para que no se intente fijar el ser e im-
determinaciones ulteriores, no sólo del ser, sino las determinaciones pedirle pasar a su contrario» (Lógica, p. 112; Bd. VI, p. 169). En
lógicas, en general, pueden ser consideradas como definiciones del la historia de la filosofía encontramos intentos de identificar el ser
absoluto, como las definiciones metafísicas de Dios...» (Lógica, pá- con algo que no sea susceptible de evaporarse en la Nada, o sea, la
gina 109; Bd VI, p. 163). Como seguimos los estadios de la Lógica identificación del Ser con la materia prima que persiste en medio de
estamos trazando el desarollo lógico del concepto (Begriff). Este todo cambio.
desarrollo parte de los conceptos más vacíos y pobres y avanza Todo intento de fijar el ser en algún carácter «no nos da ya
hacía conceptos cada vez más determinados. El intento de la Ló- el ser como puro ser, cual es aquí, inmediatamente, en el comienzo»
gica tomada como un todo es el de poner ante nuestros ojos bien (Lógica, p. 112; Bd. VI, p. 169). Nosotros, desde luego, intentamos
establecida la completitud del Sistema del pensamiento y del ser. distinguir el Ser de la pura Nada; no pensamos que son idénticos,
De acuerdo con Hegel, hay «tres grados» (drei Stufen) de Ser: pero hemos perdido el camino para llegar a esta distinción; la dis-
cualidad, cantidad y medida (Lógica, p. 110; Bd VI, p. 164). Es en tinción es «sólo en la intención» (nur gemeint).
el primer grado, la cualidad, donde Hegel discute la relación entre
el Ser y la Nada. La distinción entre el ser y la nada está, en primer lugar, sólo implícita, y
«El puro Ser realiza el comienzo: porque, por un lado, es pen- aún no está realizada: hasta ahora deben ser distinguidos. Una distinción, desde
samiento puro, y, por otro, el elemento inmediato simple e indeter- luego, implica dos cosas, y que una de ellas posea un atributo que no esté
minado; y el primer comienzo no puede ser nada mediado ni de- radicado en la otra. El Ser, no obstante, es la ausencia absoluta de atributos,
terminado con más precisión» (Lógica, p. 110, Bd. VI, p. 165). y así es la nada. De aquí que la distinción entre los dos sólo puede ser mental;
es una distinción completamente nominal que, a la vez, no es distinción
El puro' ser es la vaciedad de todos los conceptos. Como un mo- (Lógica, p. 163, Bd. VI, p. 170).
mento abstracto en el desarrollo del concepto (Begriff), está al
margen de toda determinación o negación. El puro ser es comple- Si nos detenemos en esta primera «oposición», entonces no se
tamente indeterminado (ausencia de cualquier forma o carácter puede seguir diciendo que el Ser y la Nada sean lo mismo; ambos
determinado). «Lo indeterminado, tal como lo tenemos aquí, es están «vacíos» y desprovistos de toda determinación. Hegel realiza
el vacío con el que comenzamos, no una determinabilidad obtenida ahora una de sus famosas transiciones, de las que hemos hablado:
por abstracción, ni la eliminación de todo carácter, sino la deter- «La nada es, pues, considerada como este inmediato igual a sí
minabilidad original que antecede a todo carácter determinado mismo, lo que el Ser es. La verdad del Ser, como de la nada, es,
y es el auténtico principio de todo» (Lógica, p. 159; Bd VI, p. 166). pues, la unidad dé entrambos: esta unidad es el devenir» (Lógica,
Si el puro ser está falto de todo carácter, cualquiera que él sea, página 113; Bd. VI, p. 171).
en ese caso lo único que se puede decir del ser es que es. Más ¿Pero cómo llegamos a esta conclusión? ¿Cómo se las arregla
aún, «es», aquí, está en un estadio anterior a toda especificidad Hegel para derivar el Devenir de la unidad del Ser y la Nada?
¿Qué significa esto? Lo esencial de Hegel en esta transición «lógi-
y determinación. Lo que esto implica es que, en realidad, no esta- ca» es similar a lo que señala Platón cuando caracteriza el Devenir
mos diciendo nada (es decir, nada determinado), cuando decimos que como «mezcla» de lo que es real y de lo que no lo es, del ser y del
el puro Ser es. El puro Ser se torna en su opuesto: es la Nada. no-ser. No estamos afirmando una contradicción al decir que el De-
33
La referencia a las páginas de la Lógica de Hegel van incluidas en el venir es y no es. Lo que estamos haciendo es distinguiendo al
texto. Los números de las páginas de la traducción inglesa van seguidos de los Devenir de una concepción estática y rígida del Ser. El Devenir no
números de las páginas de las Werke, de HegeL Las referencias son a la «Lesser es el Ser, pero tampoco es la pura Nada. Hegel dice que la idea
Logic» incluida en la Encyclopedia. Para las secciones correspondientes de la del Devenir la encontramos en un estadio anterior a Platón. `«En
Gran Lógica, ver Hegel's Science of Logic, trad. por A. V. Miller, pp. 79 y ss.
la historia de la filosofía este estadio de la Idea lógica encuentra
su análogo en Heráclito. Cuando Heráclito dice 'todo es fluyente'...
Praxis y acción
138 Richard J. Bernstein
abstracto con el ser determinado y modificado, ello implica cierta percepción
del hecho de que, a pesar de que en el ser determinado está implicado un
enuncia el Devenir como nervio de la existencia, en tanto que los elemento de negación, este elemento en principio está oculto, como si dijéramos,
eléatas... vieron sólo la verdad en el Ser, en la perduración rígida y únicamente pasa a primer plano y adquiere lo que le es propio en el Ser-para-sí
del Ser» (Lógica, p. 168; Bd. VI, pp. 176-177). El primer pen- (Fürsichsein) (Lógica, pp. 171-172; Bd. VI, 180-181) 35.
samiento concreto es el del Devenir.
Si se quisiera destacar el paso más importante en la Lógica de
El Devenir es el primer pensamiento concreto, y por ello la noción primera: Hegel habría que recurrir a esta introducción del Dasein. Y desde
mientras el ser y la nada son abstracciones vacías. La noción del Ser, por esto,
de la que hablamos a veces, puede significar el Devenir; no la mera determi-
el punto de vista de Sartre, este es el error más fundamental de
nación del Ser, que es la Nada vacía, nada más que la Nada, que es el Ser Hegel. La culminación del desenvolvimiento lógico a partir del puro
vado. En el Ser, entonces, tenemos la Nada y en la Nada el Ser: pero este ser, la nada y el Devenir debe ser fundamentado en el Dasein
Ser que no se pierde en la Nada es el Devenir. Pero tampoco debemos olvidar (Ser Determinado). El Dasein es intrínsecamente positivo y negativo.
la distinción aunque insistamos en la unidad del Devenir: sin la distinción La negatividad subyace en el mismo corazón del ser como Dasein.
volveríamos atrás, hasta el puro Ser. El Devenir es únicamente la afirmación El Dasein no se determina sobre o en contraste con el ser puro,
explícita de lo que el Ser es en su verdad (Lógica, p. 167; Bd. VI, pp. 176477). o Ser-en-sí. El Dasein es la verdad del puro ser: es precisamente
lo que se «descubre» que es el puro ser cuando se vuelve explícito
Pero en el concepto del Devenir no debemos leer más de lo lo que estaba implícito en él. Como Hegel procede a desarrollar
que Hegel hizo explícito. Todavía estamos a un nivel de análisis ulteriores categorías, en la Lógica hay una realización progresiva
muy abstracto. «'Devenir' es un término extremadamente pobre» por parte de la negatividad que anida en el corazón del ser. El
(Lógica, p. 168; Bd. VI, p. 177). Sería equivocado identificar el tercer estadio importante de la doctrina del Ser, el Ser-para-sí,
Devenir con el cambio, puesto que el cambio presupone algún subs- ya está implícito en la caracterización de Hegel del Dasein. Este
3`
trato o entidad determinada que cambie . Y hasta ahora no hemos es el momento que Hegel denomina Idealidad. En consecuencia,
explicitado categoría alguna que pueda corresponder a ninguna en- si aceptamos las afirmaciones de Hegel sobre el carácter del Dasein,
tidad. Esto constituye el próximo estadio en la dialéctica de Hegel. estamos abocados al idealismo.
En el Devenir, el ser que es uno con la nada, y la nada que es una con el El Ser-para-sí (Fürsichsein) debe ser descrito como idealidad, de la misma
ser, sólo son factores evanescentes: el Devenir coincide, mediante su contra- manera que el ser-allí-y-entonces (Dasein) fue descrito como realidad. Se ha dicho
dicción en sí, con la unidad, en la cual son suprimidos los dos; su resultado que además de la realidad también hay idealidad. Hasta aquí ras dos categorías
es, por consiguiente, el Ser Determinado (Ser allí y así) (Dasein) (Lógica, p. 117; se han equiparado paralelamente. Pero hablando con propiedad la idealidad no
Bd. VI, p. 177). es algo al margen de o exterior a la realidad: la noción de idealidad consiste,
precisamente, en ser la verdad de la realidad. Esto es: siendo la realidad ex-
El Dasein no es únicamente el ser positivo, es un «ser con ne- plicitada como lo que estaba implícito, entonces debe ser vista como idealidad
(Lógica, pp. 179-180; Bd. VI, p. 190).
gación o determinación». En la medida en que seamos capaces de
pensar una categoría como implicando a la vez inclusión y exclusión,
podremos decir que el Dasein es la categoría primera y genuina En este punto del análisis de los movimientos abiertos de la
Lógica de Hegel, es difícil apreciar dónde nos ha dejado Hegel y
de la Lógica. Pues ser determinado conlleva «exclusión» o, como
Hegel lo denomina, «negación». Citando a Spinoza, Hegel afirma qué relevancia posible puede encerrar esta intrincada dialéctica
Omnis determinatio est negatio. conceptual para comprender la realidad humana. Podemos, no obs-
35

El observador irreflexivo supone que las cosas determinadas son únicamente Una vez más chocamos con variaciones en las traducciones inglesas.
Sartre adopta la expresión «l'étre poto soi» en lugar del «Fürsichsein», de
positivas, y las estabiliza bajo la forma de ser. Pero el ser puro no es el estado Hegel. Sin embargo, Wallace traduce «Fürsichsein» por «Being-for-self» (Ser-
final de las cosas: es, como lo hemos visto ya, la vaciedad total y, por lo para-sí), mientras que Barnes traduce «l'étre-pour-soi» por «Being-for-itself»
demás, la mutabilidad. Más aún, cuando se confunde de este modo el ser (Ser-para-sí-mismo). Cuando no tomemos textos de la traducción de Wallace,
usaremos la expresión «Being-for-itself» (Ser-para-sí-mismo) para indicar el pa-
ralelismo con «l'étre-en-soi» y con «Ansichsein» («Being-in-itself») (Ser-en-sí).
34 Para una discusión de este punto, ver MacTaggart. A Commentary on

Hegel's Logic, pp. 17 y ss.

1
140 Richard J. Bernstein 141
Praxis y acción
tante, anticipar la fuerza de la dialéctica de Hegel tomando con- realizando su negatividad, es decir, las diversas formas de determina-
ciencia de que la introducción del Ser-para-sí constituye un estadio ción que asume el ser. Pero, como revela la Lógica, reconocemos que
paralelo al del final de la Conciencia Infeliz en la Fenomenología. la negatividad es ante todo una característica de la conciencia o, más
Pues aquí también, Hegel anuncia la emergencia de la Idealidad fundamentalmente, del ser-para-sí. En consecuencia, para Hegel, el
Ya estemos interesados por las categorías del ser en la Lógica, ya ser-para-sí está ya implícito en el puro ser. El reconocimiento de
por las figuras de la conciencia en la Fenomenología, la introducción que la conciencia o el ser-para-sí está en las madres del ser consti-
de la idealidad mantiene en alto la promesa de que las más pro- tuye el principio de idealidad. Donde Hegel arguye que la distinción
fundas escisiones del ser o las más agudas rupturas de la conciencia entre el ser-en-sí y el ser-para-sí se va mediando progresivamente,
serán felizmente medidas, reconciliadas y aufgehoben. Si descen- Sartre sostiene que justo en ese punto hay una brecha ontológica
demos de las elevadas cumbres de la Doctrina del Ser y del des- que no puede ser mediada.
arrollo del Geist al dominio mundanal de la realidad humana, nos Sartre usa tres fórmulas para caracterizar el ser-en-sí: «el ser es
damos cuenta de que Hegel nos está llevando a la idea de la posi- sí mismo» o «el ser es en sí mismo» («l'étre est soi» o «l'étre-est-
bilidad y, verdaderamente, de la necesidad de una etapa en la que en-soi»); «el ser es lo que es» («l'étre est ce qu'il ese»); y «el ser-
la realidad humana no sufra por más tiempo la congoja de la autoa- en-sí es» («l'étre-en-soi est») (E.N., p. 30 ss.). La primera fórmula
lienación, una etapa en la que el Ser se ha plenificado y es, a la pretende llamar la atención hacia el ser como increado. El ser-en-sí-
vez, en-sí y para-sí. Es difícil resistirse a las insinuaciones teológicas mismo no es ni creado por Dios ni autocreado. Toda creación,
de este modo de ver la realidad humana. La promesa del éxito en hablando con propiedad, es creación humana, y ya veremos que la
la mediación de la alienación es la promesa de la salvación. Hegel realidad humana no es ser-en-sí; es ser-para-sí. Más aún, el ser-en-sf
sigue a aquellos pensadores cristianos que sostienen que la caída está más allá de toda pasividad y de toda actividad; está más allá
del hombre está ya implícita en el acto de la creación, tal es la de la afirmación y de la negación. El ser-en-sí está lleno de sí
promesa de la redención. El principio es el fin, y el fin es el mismo, es opaco para sí mismo, «es positividad plena» (il est plein
principio. positivité), «es sólido (massif) (E.N., p. 33). Sartre sigue la tra-
A despecho de la vehemente crítica de Marx a la teología y dición Parmenklea de pensar el ser-en-sí como un plénum que se
de su ataque al principio hegeliano de la idealidad, a pesar de todo, autocontiene.
comparte con Hegel el tema de la posibilidad de superar la alie- La segunda fórmula desarrolla este punto, pues «si el ser es
nación. Para Marx se trata del logro de una sociedad humanista en sf, esto significa que no se refiere a sí mismo como lo hace
en la que por fin sean realizadas la libertad y la autodeterminación. la autoconciencia...- Esto es la razón de por qué el ser está en el
Pero Kierkegaard ya ha problematizado la posibilidad del éxito fondo más allá del yo» (E.N., p. 33). El ser-en-sí se agota a sí
en la mediación del sufrimiento de la existencia humana. Con la mismo en ser. Es completa y totalmente idéntico consigo mismo.
ambiciosa ontología fenomenológica de Sartre, asistiremos a un Carece de cualquier tensión o negatividad internas. «La transiciM,
intento sistemático de poner al descubierto el principio de la idea- el devenir, algo que nos permita decir que el ser no es todavíai lo
lidad y su promesa de una salida para la Conciencia Infeliz. Desde que ha de ser y que es ya lo que no es —todo esto queda vedadb
el momento en que el principio de la idealidad está implícito en por principio» (E.N., p. 33). „
la dialéctica de Hegel del Ser y la Nada, una refutación sistemática La última fórmula pretende resaltar que « el ser no puede , ,.,
de Hegel debe comenzar otra vez con la dialéctica del Ser y la Nada. ser deducido de lo posible ni ser reducido a lo necesario»..5P.i m

Ser-en-sí Esto es lo que la conciencia expresa en términos antropornárficot l á1 rdécir


que el ser es superfluo (de drop) —esto es, que la conciencia no pie& en
La relevancia principal de las secciones esbozadas de la Lógica absoluto, derivar el ser de una ley necesaria. Increado, sin razón algyri~ser,
de Hegel es la de hacer ver que la negatividad subyace en el sin conexión con otro ser, el ser-en-sí es de drop por la eternidachT4,, pr; 44).
mismo corazón del ser. Una vez establecido esto, la Lógica sigue
Contra el fondo del análisis hegeliano del ser,JaS afitmaciones
36
Ver mi discusión de este punto en pp. 105-107. de Sartre adquieren una relevancia poderosa. Constituyewarn (-asalto
142 Richard J. Bernstein Praxis y acción 143
ontológico directo a Hegel. El más alto sentido de las afirmaciones Yo esperaba ver a Pierre, y mi expectativa ha provocado (a fait arriver)
de Sartre sobre el ser-en-sí está en la pretensión de negar la afirmación que tenga lugar la ausencia de Pierre como un acontecimiento real en relación
central de Hegel de que la nada (negatividad) se agazapa en lo con este café. En el momento presente es un hecho objetivo que yo he des-
recóndito del ser. Para Sartre el ser-en-sí excluye completamente cubierto su ausencia, y ella se presenta como una relación sintética entre
cualquier negatividad, y consecuentemente todo devenir, cambio, tran- Pierre y la situación en la que le he buscado. El ausente Pierre frecuenta el
sición, actividad y determinación. Si Sartre nos hubiera dejado café y es la condición de su propia organización autoaniquiladora como funda-
mento (E.N., p. 45).
aquí, y afirmado que el ser es omniinclusivo, habría que conside-
rarlo hijo espiritual de Parménides. Más aún, habría incurrido en
el cargo hegeliano de que su posición incluye una autocontradicción, La experiencia de descubrir que alguien está perdido cierta-
pues, como él mismo admite, la conciencia —el lugar de la nega- mente es bastante frecuente. Pero ¿qué significado especial con-
tividad— está excluida del ser-en-sí. Pero la ontología de Sartre lleva? Sartre trata de hacernos ver en este ejemplo, lo mismo que
en otras negatités, que poseemos experiencias genuinas de la falta,
es una ontología fenomenológica. Su punto de partida no es el ser-
en-sí, sino nuestra conciencia del ser-en-sí. Sartre adopta el punto la deficiencia, la ausencia, etc. La experiencia de una ausencia no
de partida de Husserl y Heidegger, quienes afirman que el hecho es un juicio intelectual fundamentado en lo que es exclusivamente
primario es la intencionalidad de la conciencia —toda conciencia positivo. Cuando consideramos esta experiencia a la luz de lo que
es conciencia de algo. Por lo demás, este es también el punto de Sartre ha dicho sobre el ser-en-sí reconocemos que ha sido intro-
partida de Hegel en la Fenomenología. Si tomamos en serio lo ducido algo completamente nuevo. Tenemos aquí un nuevo tipo de
que ha dicho Sartre sobre el ser-en-sí, entonces nos enfrentamos a ser, un ser capaz de enfrentarse a la nada, un ser-para-sí. Klaus
una paradoja. Parece no haber sitio para la conciencia. Si el ser- Hartmann, que ha reconstruido meticulosamente el argumento de
en-sí fuera todo lo que es, entonces nos veríamos forzados a concluir Sartre, condensa sucintamente el sentido de las reflexiones de Sartre.
que la conciencia no existe. La conciencia es la nada o la negatividad. A la nada se la encuentra en el mundo de los objetos. Pero no puede ser
Y, desde luego, esta no es una consecuencia inadvertida de las refle- referida al ser-en-sí desde el momento en que éste es pura positividad. Ni
xiones ontológicas de Sartre; es precisamente a donde él quiere tampoco puede proceder de una nada, ya que ésta no es. Unicamente puede
llegar. Pero ¿qué alcance tiene esta conclusión paradójica? ¿Qué proceder de un ser, pero un ser sometido a la cualificación de que él mantiene
se pretende al declarar que la conciencia —nuestro punto de partida una nada. Tal ser debe constituir una unidad con una nada, y tal nada no
fenomenológico-- es su propia nada? puede constituirse en ser, porque, de otro modo, sólo se conseguiría hacer
Cuando Sartre afirma que la conciencia es «su propia nada» retroceder el problema hasta aquel ser que realiza este acto sobre el anterior.
(E.N., p. 59) no pretende dar a entender que la conciencia es la Nos vemos abocados a una regresión porque la nada nunca puede emerger
-abstracta vaciedad, la nada, que Hegel identifica con el puro ser. de un ser positivo. Pero si aón el ser mantuviera la nada dentro de sí, esto
,La conciencia misma es un modo de ser, pero no es ni puede ser constituiría un «trascendente en el seno de la inmanencia». El ser y la nada
han de estar unidos de tal modo que el ser está atrapado en su nada; tal ser
lámás idéntico al ser-en-sí. Pero ahora la condición paradójica de «debe ser su propia nada». Esto es, ya no nos las babemos más con una nega-
-las; afirmaciones de Sartre se ahonda. ¿Cómo puede la conciencia ción, un acto de negatividad, surgido de un ser positivo —lo cual es imposible—,
ser un modo de ser y su propia negatividad? La fórmula que usa sino con un tipo de ser muy propio: un ser que forma una unidad con la nada,
Sartre para expresar esta característica peculiar de la conciencia de tal manera que «es su propia nada...» El ser del tipo que se acaba de des-
consiste en decir que es sólo a la manera de «un ser que no es lo cubrir es el disjunto del ser-en-sí. El opuesto del ser-en-sí no es pura y simple-
que es y es lo que no es» (E.N., p. 121). Para dar contenido a esta mente la nada, sino una unidad de ser y de nada 37.
'fórmula fenomenológica, Sartre analiza aquellas experiencias que
él llama negatités (negatividades). Estas incluyen problematización, Para Sartre, entonces, hay una división ontológica muy marcada
destrucción,. confusión, distancia, ausencia, cambio, otredad, repul- entre el ser-en-sí y el ser-para-sí. El primero se caracteriza por su
sión; rechazO, distracción, etc. (E.N., p. 57). La característica común plenitud, autoidentidad y solidez. El segundo, que es una unidad de
a estas experiencias está en el hecho de que en ellas experimentamos 37
Klauss Hartmann, Sartre's Ontology, p. 50. El estudio de Hartmanh cons-
lo-/riegatiVo, la': nada. Si entro en un café buscando a Pierre y des- tituye un tratamiento sistemático de la ontología de Sartre y una discusión pe-
(cubro -que_ no J'está allí he experimentado directamente su ausencia. netrante de las relaciones de Sartre con Hegel.

rti
144 Richard J. Bernstein Praxis y acción 145

ser y nada, es en sí mismo esencialmente una falta, una deficiencia, en presencia de la totalidad singular que le falta y que ella es, bajo la forma
un ser al que le falta la plenitud y la positividad del ser-en-sí. de no serlo (EN., p. 133).
Si añadimos que la realidad humana o conciencia es aquel ser que
es ser-para-sí, reconocemos hasta qué punto rechaza Sartre el prin- Hegel podría estar de acuerdo con todo lo que dice aquí Sartre.
cipio hegeliano de la idcalidad. La mediación del ser-ensí-y el ser- Una evocación de la Fenomenología de Hegel podría venirnos bien
para-sí que en Hegel es la culminación del ser es una síntesis impo- para llegar al significado profundo de Sartre. Pues de acuerdo con
sible. El ser-para-sí jamás podrá convertirse o «retornar» al ser-en-sí, Hegel, Sartre está estableciendo la verdadera estructura del Geist
independientemente del desespero que ponga en su intento de —Geist bajo la forma de conciencia humana— que es la fuerza
conseguir esta unidad. Esta falla ontológica proporciona el contexto motora de la dialéctica progresiva de la conciencia y de la auto-
adecuado para captar la naturaleza peculiar y la significación de la conciencia. Como nos muestra la Fenomenología, es precisamente
acción humana. en el momento en que la conciencia aprende su estar falta, o sea,
que todavía no está plenificada, cuando se autoimpulsa a un «esta-
dio ulterior» de la dialéctica. Pero, si bien existe una semejanza
El Ser-para-sí básica entre Hegel y Sartre en la caracterización de la realidad hu-
mana como una falta que busca plenificarse, hay una divergencia
El ser-para-sí es la unidad del ser y la nada en el sentido de un radical al perfilar la posibilidad ontológica de llegar a la plenitud.
ser que está atrapado en su propia nada: es un ser «que no es lo Sartre sigue diciendo:
que es y es lo que no es». Para explicar esta expresión que suena
tan a paradoja examinaré más detenidamente de qué modo el Y que no se me haga el reproche de haber inventado a placer un ser de
ser-para-sí es el opuesto dialéctico del ser-en-sí. Desmembraré la fór- esta especie: cuando por un movimiento ulterior del pensamiento el ser y la
mula con el fin de poner en claro lo que significa (I) que el para-sí ausencia absolutos de esta totalidad son hipostasiados como trascendencia al
mundo, toman el nombre de Dios. ¿Y Dios no es un ser que es lo que es
sea «un ser que no es lo que es...», y (II) que sea «un ser a la —y tiene en tanto que tal toda positividad y es el fundamento del mundo—
manera de un ser que es lo que no es». y a la vez un ser que no es lo que es, en tanto que conciencia de sí y funda-
El ser-para-sí es una falta de ser (défaut d'étre, manqué) (E.N., mento necesario de sí mismo? La realidad humana es desgraciada en su ser por-
página 128 ss). Pero no se trata de una falta estática o vaciedad. que viene al ser en tanto que asediada para siempre por una totalidad que es
Es una falta que lucha por la gratificación, la plenitud y el cum- sin poder seria, precisamente porque ella no podría alcanzar el en-sí sin per-
plimiento. El pensamiento de Sartre, aquí, es estrechamente paralelo derse como para-sí (E.N., pp. 133-134).
a la primera etapa de la autoconciencia en la Fenomenología de
Hegel, donde la conciencia toma la forma de deseo que intenta El retrato de Dios que presenta Sartre —la hipostatización del ser
satisfacerse. El para-sí como conciencia no sólo está falto de la y de la ausencia absoluta— es precisamente lo que Hegel ha dicho
plenitud del ser-en-sí, sino que es profundamente consciente de esta sobre Dios, el Absoluto, el Geist como concretamente realizado. Para
vaciedad. (Esto es lo que quiere dar a entender Sartre cuando dice Hegel, no obstante, aquí no hay ninguna hipostatización, sino una
que el para-sí está atrapado en su propia nada.) La estructura realidad fundamental. La realidad humana es idéntica a esta realidad;
del ser-para-sí es la de ser una falta o un deseo que busca realizarse. se hace esta realidad cuando consigue la plenitud. Pero según Sartre,
El único ser que es ser-para-sí es el ser humano, y Sartre nos dice: aunque la realidad humana está asediada por su sueño de totalidad
y completamiento, jamás podrá alcanzar tal totalidad; nunca se podrá
La realidad humana es su propio sobrepasarse hacia lo que le falta; va mediar como en-sí y para-sí. Todas las líneas del complejo pensa-
detrás del ser particular que sería ella si fuera lo que es. La realidad humana
no es una cosa que existe previamente para que después le falte esto o aquello; miento de Sartre apuntan a esta conclusión. Son etapas de un gran
su existencia previa es como falta, en unión sintética inmediata con aquello de argumento para demostrar la imposibilidad de esta síntesis, de esta
que está falta. De este modo el acontecimiento puro por el cual surge la reali- mediación del para-sí y el en-sí. La realidad humana busca desesperada-
dad humana como presencia en el mundo, es aprendido de sí misma por ella mente la plenitud: llegar a ser, por fin, lo que pretende ser. Pero
misma como su propia falta. La realidad humana se capta en su venir a la mientras que la realidad humana no puede rehuir esta condición,
existencia como ser incompleto. Se aprende como siendo lo que no es, tampoco puede esperar nunca llegar a la plenitud, ni a la totalidad.
Praxis y acción 147
146 Richard J. Bernstein
soy mi propia facticidad, mi pasado, mi conciencia o ego en el sentido
No se trata de que esta autoidentidad sea en extremo difícil; es de que jamás me he agotado en mi identificación con el yo que he
ontológicamente imposible. Las investigaciones ontológicas y feno- sido. Si tal autoidentidad hubiera sido posible en ese caso yo estaría
menológicas de Sartre convergen aquí. El ataque a la Lógica de Hegel en el modo del ser-en-sí. Pero eso sólo ocurre con la muerte. «Por
y el análisis de Sartre del ser-en-sí y del ser-para sí es la base para la muerte el para-sí se convierte para siempre en el en-sí en la medida
concluir que «la realidad humana, según esto, es por naturaleza, una que se ha deslizado totalmente en el pasado» (E.N., p. 159). Pero en
conciencia infeliz imposibilitada de superar su estado de infelicidad» tanto que para-sí, yo estoy más allá —yo sobrepaso— de cualquier
(E.N., p. 134). cosa que haya sido. Estoy en relación con mi propia facticidad a dis-
Pero ¿qué significa decir que el ser-para-sí es un ser que no es lo tancia, de forma que jamás determino aquello que voy a ser. Por el
que es? La clave de la respuesta a esta cuestión hay que buscarla en contrario, determino el significado que mi propia facticidad ha de asu-
el análisis de Sartre de la facticidad. mir para mí. Como para-sí, soy radicalmente libre y determino espon-
El para-sí es su propio fundamento en la medida que se hace a sí mismo táneamente lo que voy a ser. La conciencia reflexiva de esta libertad
el fracaso del en-sí para ser su propio fundamento. Pero no por ello llega, es la angustia (angoisse); es esta aguda conciencia la que no me per-
sin embargo, a liberarse del en-sí. El en-sí superado permanece y le acosa mite que me convierta en algo distinto de mí mismo. Es siempre falso
como su contingencia original. El para-sí jamás puede alcanzar el en-sí ni cap- decir que yo me vi impulsado o determinado a hacer esto o lo otro.
tarse a sí mismo como siendo esto o aquello, pero tampoco puede desprenderse No hay excusas para lo que he hecho. Sólo yo soy completamente
de ser lo que es como distante de sí mismo. Esta contingencia del para-sí, esta responsable, en tanto que para-sí, del modo en que he decidido
torpeza superada y conservada en la superación misma, es la facticidad; pero reaccionar a cualquier situación incluidos mi propio pasado y mi fac-
también es el pasado. «Facticidad» y «pasado» son dos palabras para designar ticidad. Pronto veremos hasta qué punto lleva adelante Sartre esta
una y la misma cosa (E.N., p. 162) 38.
línea de pensamiento, pues él desafía a la doctrina tradicional de que
el hombre experimenta emociones pasivamente. Hasta las emociones
También aquí el análisis de Hegel de la conciencia infeliz arroja que he experimentado son resultados de elecciones.
luz sobre este pasaje un tanto oscuro. En la conciencia infeliz hay
una hendidura o escisión dentro de una autoconciencia única y al De esta forma cualquier cosa que se pueda decir de mí como ser en el sen-
mismo tiempo una dolorosa clarividencia de la mentada escisión. Soy tido del ser-en-sí, con una identidad compacta y plena (es vivaz, es funcionario,
consciente de mí mismo como finito e infinito, y de ser ambas cosas está insatisfecho) siempre es mi pasado. Yo soy lo que soy en el pasado. Pero
a la vez, pero sin ser idéntico con ninguna de las dos. Soy consciente en otro sentido esta burda plenitud de ser está a mis espaldas, hay una dis-
de mí mismo como si tuviera una naturaleza consciente determinada tancia absoluta que la arranca de mí y la hace ir a parar fuera de mi alcance
y finita y al mismo tiempo de no ser esta conciencia, de ser el poder sin contacto, sin adherencias... El pasado es el en-sí que yo soy, pero soy este
de trascender cualquier conciencia determinada que haya sido. La en-sf como superado (E.N., pp. 161-162).
facticidad corresponde a la finitud de mi ser. Las cosas que he hecho,
las elecciones que he realizado, los papeles que he desempeñado son Otra vez, haciendo hincapié en la radicalidad de mi libertad y en
yo; tengo un yo, un ego, una personalidad. Pero no soy ni podré ser cómo mi existencia está para siempre más allá de mi esencia, escribe
nunca idéntico totalmente con este yo que he sido. La facticidad es Sartre:
el ser-en-sí que he sido. El uso del tiempo pasado es, aquí, crucial,
porque él enfatiza el hecho de que soy y no soy mi propia facticidad. Para el para-sf, ser es aniquilar el en sí que él es. En estas condiciones la
Lo soy en el sentido de que ella constituye mi pasado. Constituye libertad no podría ser otra cosa que esta aniquilación. Por ella el para-sí escapa
un peso que se preserva hasta en su superación misma. Pero yo no tanto a su ser como a su esencia, por ella es siempre otra cosa distinta de lo
que se puede decir de él. Pues en último término el para-sí es el único que
38
A pesar de que estoy enfocando el pensamiento de Sartre intentando rehúye esta denominación misma, el que está ya más allá del nombre que se
mostrar cómo surge de y puede ser entendido como una reacción contra una le da y de la propiedad que se reconoce. Decir que el para-sí tiene que ser lo
«problemática» hegeliana, no se puede subestimar lo mucho que el pensamien- que es, decir que es lo que no es, siendo lo que es, decir que en él la existencia
to de Sartre así como su selección de categorías básicas debe a su lectura precede y condiciona la esencia o viceversa según la fórmula de Hegel según la
(¿equivocada?) de Husserl y Heidegger. Los conceptos de «facticidad» y «auten- cual «Wesen ist was gewesen ist», es decir, una y la misma cosa, a saber, ser
ticidad» están tomados ambos directamente del Sein und Zeit, de Heidegger.
148 Praxis y acción 149
Richard J. Bernstein
consciente de que el hombre es libre. En efecto, por el sólo hecho de que tengo su aspiración fundamental de identificarse con el futuro yo que
conciencia de, los motivos que determinan mi acción dichos motivos son ya decide ser. Esto no significa que el para-sí haya de fracasar siempre
trascendentes, a mi conciencia; están fuera. En vano intentaría asirme a ellos: en la consecución de los proyectos específicos que se ha fijado res-
me aparto 'de ellos por mi propia existencia. Estoy condenado para siempre a pecto de sí mismo. Pero en el verdadero éxito de conseguir sus
existir más allá de mi esencia, más allá de los móviles y los motivos de mis aspiraciones, el para-sí no se identifica, ni está capacitado para ello
actos. Estoy condenado a ser libre. Esto significa que no se podría encontrar ontológicamente, con la posibilidad lograda. En el mismo momento
otros límites a mi libertad distintos de ella misma o, si se prefiere, que no
somos libres de dejar de ser libres. En la medida en que el para-sí quiere en- del éxito, el para-sí está más allá de sí mismo, se autosupera, ani-
mascarar su propia nada e incorporarse el en-sí como su modo de ser propio, quila lo que ha llegado a ser. Supongamos que mi proyecto funda-
intenta también enmascarar su libertad (E.N., p. 515). mental es llegar a ser un político brillante. Cualquier cosa que hago
—la manera de tratar a mi familia y mis amigos me permite expresar
A pesar de que Sartre ha tomado un camino distinto del de Kier- mis emociones, cuidar mi apariencia física, etc.—, puede estar con-
kegaard, el pasaje anterior señala la convergencia de sus intuiciones dicionada por este proyecto. Tal vez tenga éxito en llegar a ser un
acerca de la condición humana. También para Kierkegaard es en virtud político brillante. Pero no tendré éxito ni puedo tenerlo en identi-
de ser un existente individual que nunca me identifico con algo que ficarme totalmente con esta posibilidad. En el mismo momento de
he sido o con alguna de las posibilidades que he elegido. Soy radical- realizarla, estoy condenado como para-sí, a estar «más allá» de ella.
mente libre en el sentido de que en cualquier momento del existir, Jamás podré ser algo, pues estoy separado por una distancia abso-
elijo lo que voy a ser, ya sea que lo haga reflexiva o irreflexivamente. luta de cualquier cosa que llegue a ser.
Puedo, como Johannes Climacus, intentar volver la espalda a mi Sartre estaría dispuesto a afirmar que Hegel comprendió mejor
propia nada y a mi libertad y, por lo mismo, rehuir la alternativa que ningún otro el proyecto fundamental del yo —llegar a ser-en-sí-
crucial, el «lo uno/lo otro» que sale al paso de cada individuo, pero para-sf. Toda la filosofía de Hegel, ya sea su lógica, su fenomeno-
no puedo rehuir la libertad de este intento: «Estoy condenado a ser logía, su filosofía del derecho, su filosofía de la historia, etc., va diri-
libre». Los autores creados poéticamente por Kierkegaard ilustran gida a esta meta de la plenitud, una meta que Hegel jamás duda
bellamente esta condición de mala fe —el intento de rehuir la propia que pueda ser realizada. Sin embargo Sartre argumenta —y éste
es de una vez por todas el tema básico y la gran conclusión de L'étre

nada.
Ya hemos anticipado el sentido en" el que el para-sí es un «ser que et le Néant que la meta de conseguir la totalidad mediante el ha-
es lo que no es». El para-sí es su propia facticidad y su pasado, pero cerse en-si-para-sí es ontológicamente imposible.
también no es esta facticidad. El para-sí aniquila su propio pasado. «El
presente es una perpetua huida ante el ser» (E.N., p. 168). Pero ¿a Todo ocurre como si el mundo, el hombre y el hombre-en-el-mundo sólo
dónde huye el para-sí? Sartre contesta —y esto ha estado implícito tuvieran éxito en el reconocimiento de un Dios perdido. Todo ocurre, pues,
en su análisis del para-sí como una falta— «huye hacia su ser, esto es, como si el en-si y el para-sí se presentaran en estado de desintegración en rela-
hacia el sí-mismo que llegaría a ser mediante la coincidencia con aque- ción a una síntesis ideal. No es que la integración baya tenido lugar jamás, sino,
llo que le falta» (E.N., p. 170). El para-sí es un vuelo hacia el futuro por el contrario, precisamente porque la síntesis siempre está siendo sugerida,
yo que «todavía no» es. El proyecto fundamental del para-sí es el de pero siempre es imposible (E.N., p. 717).
luchar por conseguir la coincidencia con lo que le falta. Combinando
los tres momentos del para-sí, Sartre dice «en el presente no es lo que
es (el pasado), y es lo que no es (futuro)» (E.N., p. 168). La estruc- La conciencia como acción
tura auténtica del para-sí consiste en estar orientado al futuro: busca
acabamiento e intenta conseguirlo mediante la proyección de posibili- En las investigaciones ontológicas de Sartre, los conceptos de
dades de lo que va a ser. Este proyectar no es un proceso contem- nada, conciencia, libertad, y para-sí son convergentes. Todos ellos son
plativo, sino activo. Un acto es una proyección del para-sí hacia lo maneras de aproximarse a la misma realidad humana básica. La con-
que no es. El para-sí elige su propio futuro a pesar de que sus de- vergencia de estos conceptos nos capacita para perfilar los rasgos de
cisiones no son primordialmente reflexivas. En tanto que el para-sí ja- la imagen del hombre y de la acción humana que emergen de la
más puede librarse de elegir, en cambio fracasa necesariamente en ontología fenomenológica de Sartre. El hombre es aquel ser que
150 Richard J. Bernstein
Praxis y acción 151
nunca es completamente idéntico con lo que ha sido o con lo que
intenta ser; está siempre a distancia de sí mismo, ya nos situemos lle» (E.N., p. 616). Por una «necesidad intolerable» somos libres, y
en su presente, en su pasado o su futuro. Ser una conciencia —ser la aprehensión reflexiva de esta libertad —nuestra propia nada—
un para-sí-- es tomar decisiones en todo momento mientras somos es angustia. El intento desesperado de huir de esta libertad, el intento
conscientes. Y en la realización de tales decisiones estamos eligiendo de ser algo (y por lo tanto lograr la imposible unidad del en-sí-para-sí)
lo que vamos a ser. «Es preciso ser consciente para elegir y es es mala fe. La condición existencial de la vida es ella misma mala fe,
preciso elegir para ser consciente. Elección y conciencia son una y la pues al estar condenados a la libertad estamos también condenados
misma cosa» (E.N., p. 539). «El para-sí es el ser que se define por su a la tarea imposible de intentar identificamos con las posibilidades
acción (E.N., p. 507). Podemos hacer tales elecciones reflexivamente, que hemos elegido y buscar la manera de llegar a ser el en-sí-para-sí.
con autoconciencia de lo que estamos haciendo, o prerreflexivamente, «El hombre es una pasión inútil» (E.N., p. 708), porque jamás podrá
pero siempre estamos eligiendo y, por lo mismo, actuando. Hasta lograr lo que le falta y lo que desea más desesperadamente —llegar
nuestras elecciones prerreflexivas son conscientes, pues Sartre argu- a ser idéntico consigo mismo, conseguir una integración armónica
menta que la noción de una elección inconsciente es un absurdo. Al consigo mismo como para sí, con el sí-mismo ideal que proyecta.
actuar «modificamos la configuración del mundo en que vivimos» A veces Sartre duda al extraer la conclusión de que la condi-
(E.N., p. 508). Al elegir —al actuar— somos radicalmente libres. ción existencial de la vida sea la mala fe. Arguye que el proyecto
Somos libertad. No hay límites para nuestra libertad en el sentido de ser sincero es en sí mismo una forma de mala fe, debido a que
de que nada determina lo que vamos a ser excepto nuestras propias nos engañamos a nosotros mismos al pensar que podemos expresar-
decisiones espontáneas. En la medida en que estas elecciones se nos e identificamos plenamente con lo que somos. Sin embargo, en
hacen sobre la base de una captación reflexiva o prerreflexiva de la El ser y la nada hay una exasperante nota a pie de página en la que
situación en la que nos encontramos, no hay otro fundamento para Sartre alude a una posible condición de autenticidad.
ellas que nuestra propia nada. «Ningún estado de cosas, sea el que
sea (la estructura política y económica de la sociedad, el «estado» Si es indiferente estar en la buena fe o en la mala, porque la mala fe
psicológico, etc.), es susceptible por sí mismo de motivar cualquier reabsorbe la buena fe y se desliza hasta el origen mismo de su proyecto, ello
no quiere decir que sea imposible rehuir la mala fe. Pero supone una autorre-
tipo de acto. Pues un acto es una proyección del para-sí hacia lo que cuperación del ser previamente corrompido. A esta autorrecuperación la denomi-
no es y lo que es no puede en manera alguna determinar lo que no naremos autenticidad y su descripción no tendrá lugar aquí (p. 111).
es» (E.N., pp. 310-511). Nuestra existencia está siempre más allá
de nuestra esencia. Nuestra esencia es lo que somos o, mejor dicho, En L'étre et le Néant, Sartre no emprende un análisis de la auten-
lo que hemos sido. Pero en cada momento de nuestra existencia, ticidad y es muy difícil ver por qué la autenticidad misma no se
estamos más allá de esta esencia, aniquilándola, proyectándola hacia agazapa dentro de la mala fe. Pero ¿cómo podemos huir de la mala
lo que no es. Pues la conciencia es «la posibilidad permanente de fe si estamos condenados a buscar una integración y un acabamiento
efectuar una ruptura con su propio pasado, de desarraigarse de él imposibles? Ni siquiera la autoconciencia de que esta es nuestra con-
para poder considerarlo a la luz de un no-ser y de poder así conferirle dición nos puede capacitar para rehuir la mala fe porque, en tanto
la significación que él tiene en términos del proyecto de un sentido que para sí, debemos aún elegir y actuar como si hubiéramos de
que no tiene (E.N., p. 511). Ni siquiera nuestra propia facticidad llegar a ser un en-sí-para-sí.
es un peso muerto en nosotros o una limitación de nuestra libertad, La radicalidad extrema de la afirmación de Sartre de que el para-
pues elegimos qué sentido ha de tener para nosotros dicha facticidad. sí se define por su acción se hace manifiesta cuando comprendemos
Yo puedo ser (haber sido) un ciudadano pacífico, responsable y que actuar y elegir no son formas. En el sentido común y en la
honrado. Pero este carácter no determina lo que voy a hacer en el filosofía tradicional distinguimos entre pasiones y voliciones, siendo
futuro. Si continúo manifestando este carácter es porque lo he de- las primeras estados de la mente o del cuerpo que nos suceden y las
cidido. «Para la realidad humana ser es elegirse; nada viene a ella segundas algo en lo que nosotros tomamos parte activa. Se puede
ni de fuera ni de dentro de ella misma que pueda recibir o aceptar. decir de nosotros que estamos deprimidos, exaltados o llenos de
Sin ningún tipo de ayuda está enteramente abandonada a la intole- miedo, etc. Normalmente creemos que éstas son condiciones o es-
rable necesidad de hacerse a sí misma hasta en el más mínimo deta- tados de la mente en los que nos encontramos. Frecuentemente ele-
gimos según nuestra capacidad el modo de reaccionar a estos estados
Praxis y acción 153
152 Richard J. Bernstein
una respuesta selectiva a una situación, aquella cuyo significado
emocionales. Podemos intentar disimular nuestra depresión y apa- para mí viene configurado por mis propios proyectos. Y tal respuesta
rentar jovialidad o consentir en aparecer deprimidos. Podemos in- no está determinada casualmente por nada que es o ha sido. Las
tentar suprimir nuestras emociones y hasta engañar a los demás con pasiones que elijo son ellas mismas resultados de actos de conciencia
la pretensión de que nuestras emociones son más violentas de lo espontáneos y libres.: A pesar de que esta posición puede parecer
que en realidad son. Sin embargo, podemos hacer la distinción extremista, está prefigurada en el análisis de Sartre de la estructura
de que generalmente asumimos que existen ciertos estados emociona- del para-sí. Supongamos que estoy triste. Si efectivamente estoy triste,
les que nos suceden y nos superan a los que contrastarnos con aquellos entonces esto es ya parte de mi pasado, mi facticidad, mi personali-
estados, actitudes y disposiciones, etc., que están bajo nuestro control. dad. Pero en cada momento de la existencia estoy también «más
Sartre desafía la base de esta distinción desafío que hunde sus allá» de cualquier cosa que soy (lo he sido). En tanto que hago frente
raíces en la ontología que ha desarrollado. En un primer ensayo al futuro, no es lo que soy lo que determina lo que voy a ser. Como
sobre las emociones Sartre nos dice que la emoción «es una trans- un para-sí, selecciono o elijo lo que voy a ser. Si continúo estando
formación del mundo. Cuando la ruta trazada se vuelve impracticable, triste es a causa de que he elegido conscientemente esta posibilidad
o cuando no se ve ruta posible, no podemos vivir por más tiempo para mí mismo» (E.N., pp. 100-101).
en un mundo tan apremiante y difícil. Todos los caminos están blo- Supongamos, si se quiere, que estoy ante una situación amena-
queados. Sin embargo, debemos actuar. De esta forma intentamos zadora. Puedo huir atemorizado o mantenerme firme y hacer frente a
cambiar el mundo, esto es, vivir como si las cosas y sus conexiones la situación. Mis propios proyectos confieren a la situación su
con sus potencialidades estuvieran reguladas no por un proceso carácter o significado. Una situación tiene el significado que tiene
determinista, sino mágico» (subrayado mío) 39. Nuevamente, en Vétre
et le Néant, Sartre dice, «he hecho ver en otra parte que' la emoción para mí porque yo he elegido darle dicho significado. Otra conciencia
no es una tempestad psicológica; se trata de una respuesta adaptada puede no percibir la misma situación como amenazadora. Pero si
a la situación: es un tipo de conducta cuyo sentido y forma son el huyo de la situación a causa del miedo, esto no es algo que me
objeto de una intención de la conciencia que tiende a un fin particu- ocurre; es algo que yo he elegido hacer; me consiento a mí mismo
lar con medios particulares» (E.N., p. 521). La expresión más firme llegar a ser sobrepasado por la pasión. Sartre desarrolla este ejemplo
de esta posición aparece en su ensayo sobre el existencialismo. «El muy detalladamente insistiendo en cómo la elección determina el
existencialista no cree en el poder de la pasión. Nunca estará de modo de percibir y de reaccionar a la situación.
acuerdo con que una pasión desenfrenada sea un torrente devastador
que conduce fatalmente al hombre a ciertos actos de los que es Si yo estoy, por ejemplo, amenazado, puedo huir a carrera tendida por
una excusa. Piensa que el hombre es responsable de su pasión» p. miedo a morir. Este hecho pasional a pesar de todo no deja de afirmar implí-
Pero ¿en qué sentido «elegimos» nuestras pasiones? Sartre no citamente como fin Supremo el valor de la vida. Otro en la misma situación en-
pretende dar a entender que se trata aquí de una decisión reflexiva tenderá, por el contrario, que es preciso permanecer allí aunque la resistencia
y voluntaria, distingue entre tales decisiones reflexivas y la noción parezca en principio más peligrosa que la huida; se «mantendrá firme». Pero su
genérica de elección que es una característica de toda conciencia. objetivo, aunque mejor comprendido y explícitamente afirmado, sigue siendo el
mismo que en el caso de la reacción emocional. Simplemente, los medios de
Sartre explora la gradación sutil de decisiones avanzando desde las conseguirlo son comprendidos más claramente, algunos de ellos son rechazados
prerreflexivas a través de las que son resultado de una reflexión como dudosos o ineficaces, y los otros son organizados sobre una base más
impura, hasta las decisiones plenamente reflexivas ". No obstante, sólida. La diferencia depende de la elección de medios y del grado de reflexión
elegir una pasión es algo que hacemos, no algo que nos ocurre. Es y de explicitación, no del fin... La realidad humana no puede recibir sus fines,
ni de algo «exterior» ni de una pretendida «naturaleza» interior. Ella los elije,
39
The Emotions: Outline of a Theory, pp. 58-59; Esquisse d'une Theorie y por esta elección misma les confiere una existencia trascendente corno límite
des emotions, p. 43. externo de su proyecto... La realidad humana, en y por su mismo surgimiento
4
° Existentialism, trad. de Bernard Frechtman, pp. 27-28; L'existentialisme decide definir su ser por sus fines. Entonces es la posición de mis fines últi-
est un humanisme, pp. 37-38. mos la que caracteriza mi ser, que se identifica con el brote súbito de la 'libertad
Para una discusión de este punto así como para una interpretación gene- que es la mía. Y este brote es una existencia... (E.N., pp. 519-520).
41

ral de la teoría de las emociones de Sartre, ver Joseph P. Fell, III, Emotion in
the Tbougbt of Sartre.
154 Richard J. Bernstein
Praxis y acción 155
La realidad humana elige sus fines lo mismo que sus medios.
Una respuesta emocional a una situación representa, según Sartre, El mismo tipo de análisis y la misma estrategia que emplea Sartre
una elección de medios para lograr ciertos fines que no nos están para hacer ver que se eligen las propias emociones es usada también
dados, sino libremente elegidos. Cuando una situación, que tiene para demostrar que se eligen los propios valores. Los valores mismos
para mí un significado especial a causa de mi proyecto libremente no me son dados a mí por algo externo ni los extraigo de mi natu-
elegido, es demasiado difícil para mí, cuando no puedo seguir raleza. Los valores que adopto los elijo yo mismo y mis valores
haciéndole frente, decido rehuirla con medios «mágicos». Nuestras se revelan por vía de mi actuación. El hecho de que todos nosotros
categorías de sentido común tienden a disolverse en tales situaciones —a pesar de lo que creamos— manifestemos preferencias valorativas
extremas. Si una persona siente pánico o se vuelve histérica ante una en nuestras acciones puede predisponemos a reconocer que estos
situación de crisis, a menudo excusamos su conducta porque creemos valores no son «dados», sino que son elegidos por nosotros.
que no pudo conseguir hacer lo que quería: se vio desbordada por Más aún, es mi libertad la que constituye el fundamento de cual-
quier valor que elija. Una vez que hemos entendido lo que Sartre
la pasión. En algunos casos mantenemos la responsabilidad de una
piensa de la libertad comprendemos que en realidad no hay justifi-
persona ante una conducta irracional porque creemos que podría ha- cación o fundamento para los valores que se elijan.
ber actuado de otra manera. Normalmente, pensamos que la cate-
goría de elección es apropiada en aquellos casos en que un individuo ... mi libertad es el único fundamento de mis valores y de que nada, abso-
se enfrenta a una situación y elige entre varias alternativas, varias lutamente nada, me justifica en la adopción de tal o cual valor, tal o cual
orientaciones de la acción. Pero para Sartre, «reaccionar» a una situa- escala de valores. En tanto que ser para el cual existen los valores soy
injustificable. Mi libertad se angustia de ser el fundamento no-fundamentado
ción en un estado de pánico, o enfrentarse a ella de modo más de mis valores. Y se angustia también, porque los valores, debido a que se
fríamente deliberante ya representa una elección básica. revelan por su propia esencia a una libertad, no se pueden desvelar sili
ser, a la vez, «problematizados», puesto que la posibilidad de subvertir la
En el miedo, el desvanecimiento, la cataplexia, tienden a suprimir el darlo, escala de valores aparece complementariamente como mi posibilidad» (E.N.,
suprimiendo la conciencia del daño. Hay una intención de perder la conciencia página 76).
para abolir el mundo irreductible en el que está comprometida la conciencia
y que viene a ser a través de ella. Se trata de conductas mágicas que provocan Se puede ver por qué se ha dicho que cada elección y cada acto
satisfacciones simbólicas de nuestros deseos y que revelan al mismo tiempo son absolutamente gratuitos. Hay un sentido en el que esto es verdad,
el fondo mágico del mundo. En oposición a estos tipos de conducta, la conducta pero hay otro muy importante en el que es falso.
voluntaria y racional encarará técnicamente la situación, dejará a un lado la
En cada momento de la existencia vivimos de nuestros proyectos
magia y se aplicará a captar las series determinadas y los complejos instrumen-
mediante los que decidimos lo que vamos a ser. Pero los proyectos
tales que potencian la resolución del problema... Pero ¿qué es lo que me decide
a elegir el aspecto mágico o el aspecto técnico del mundo? No puede ser el que definen el para-sí forman una totalidad orgánica compleja en
mundo mismo que para manifestarse espera ser descubierto. Es necesario, en- la que caben proyectos «fuddamentales», «iniciales», «últimos»,
tonces, que el para-sí, en su proyecto, elija ser aquel por medio de quien el etcétera, y otros menos fundamentales cuyos caracteres conforman
mundo se desarrolla como mágico y racional; esto es, que él debe, como proyec- los proyectos últimos a la vez que son conformados por ellos. Puedo
to racional libre asumir la existencia mágica o la existencia racional. Tanto estar intentando ser un político brillante, pero en el mismo momento
en un caso como en el otro es responsable, pues no puede ser a menos de mi vida puedo estar comprometido en un proyecto de menos
que elija. Aparece, entonces, como el fundamento libre de sus emociones y envergadura respecto a posibilidades más restringidas que conciernen
de sus voliciones. Mi miedo es libre y manifiesta mi libertad, yo pongo toda a mi apariencia física, mi trato con los demás, las emociones que
mi libertad en el miedo, y yo me he elegido a mí mismo como miedoso en me permito a mí mismo expresar en privado o en público, etc. La
tales y tales circunstancias; en otras circunstancias existiré como voluntarioso fuerza intencional propia de un proyecto individual y sus intercone-
y lleno dp coraje pondré toda mi libertad en mi coraje. En relación a la xiones orgánicas nos capacitan para predecir el modo probable de
libertad no hay fenómeno síquico alguno privilegiado. Todas mis «maneras su actuación futura. En este sentido los actos no son gratuitos ni la
de ser» la manifiestan de igual modo, pues todas son formas de ser de mi libertad es una «contingencia puramente caprichosa, ilegítima, •gra-
propia nada (E.N., p. 521). tuita e incomprensible» (E.N., p. 530). A causa de que la mayor parte
de nosotros estamos cogidos y cercados en y por nuestros proyectos
Praxis y acción 157
156 Richard J. Bernsteín

fundamentales, lo que hacemos es perfectamente predecible. Sabe- ción y conseguir la autoidentidad. La Conciencia Infeliz no es un
mos lo que haría un ciudadano arrogante y seguro de sí mismo en momento breve en el magno desarrollo del Geist en su autorrealiza-
una situación determinada, y podríamos predecir lo que haría un ción. Se trata de nuestra condición humana ontológica permanente.
«liberado» hippy. El argumento común de los científicos sociales Una vez establecida sobre una base firme esta conclusión ontológica
orientados en sentido behavorista según el cual la conducta humana se siguen de ella consecuencias enormemente relevantes para la com-
está determinada porque es predecible, non sequitur. En términos prensión de la elección y de la acción humana. Decidimos lo que
sartreanos la conducta humana es predecible a causa de la fijeza de vamos a ser en cada momento de la existencia. Las elecciones están
los proyectos, pero esto no significa que la elección de un proyecto fundadas en ultimo término en nuestra propia nada. Cuando dejamos
al descubierto todas las ilusiones, todos los intentos de engañarnos
o su reafirmación en cada momento de la existencia sea algo menos
radicalmente libre. En cualquier situación particular, siempre es posi- a nosotros mismos, todos los intentos de rehuir nuestra libertad y
ble que yo pudiera haber elegido o actuado de otra manera. Pero la nuestra nada, nos damos cuenta de que nada puede servir de fun-
cuestión clave es a qué precio. Cualquier elección puede implicar «una damento o justificación a nuestras elecciones. Pero ni siquiera esta
conversión radical de mi ser-en-el-mundo; esto es, mediante una meta- lucidez reflexiva acerca de la realidad humana, esta constatación de
morfosis abrupta de mi ser inicial» (E.N., p. 542). Tal modificación la imposibilidad de llegar a ser jamás un en-sí-para-sí nos sirve de
siempre es para mí una posibilidad. En este respecto todas las elec- nada para escapar al perpetuo intento de buscar alguna forma de
ciones son radicalmente gratuitas, porque en todo momento de mi autoidentidad. Estamos condenados a buscar lo imposible.
existencia puedo elegir tal «conversión radical».
La angustia que, al desvelarse esta posibilidad, manifiesta a nuestra con- Mala fe
ciencia nuestra libertad, es testigo de esta perpetua modificabilidad de nues-
tro proyecto inicial. En la angustia no captamos simplemente el hecho de Al centrar la atención sobre los fundamentos de la ontología de
que las posibilidades que proyectamos son perpetuamente corroídas por Sartre y sus consecuencias en orden a la comprensión de la acción y
nuestra libertad-en-camino; aprehendemos también nuestra elección, esto es, la elección humanas, se han tenido que dejar marginados muchos
a nosotros mismos como injustificable. Es decir que captamos nuestra elec- aspectos de su filosofía. No he examinado, por ejemplo, los análisis
ción como no derivada de realidad anterior alguna y como debiendo de de Sartre del «Ser-para-otro» que constituye gran parte de El Ser y la
servir de fundamento al conjunto de significaciones que constituyen la Nada, ni se han tenido en cuenta sus investigaciones fenomenológicas
realidad. La injustificabilidad no es solamente el reconocimiento subjetivo
de la contingencia absoluta de nuestro ser, sino también de la interioriza- sobre el cuerpo humano. Estos son temas importantes, pero las ex-
ción y de la reabsorción por nuestra cuenta de tal contingencia. plicaciones que Sartre da de ellos no alteran lo que he dicho sobre
... De esta forma, estamos comprometidos perpetuamente en nuestra elec- el para-sí como aquel ser que se define por su propia acción. Desarro-
ción y somos perpetuamente conscientes -de que nosotros mismos podemos llan más el tema central de Sartre. Hay, sin embargo, un tópico que
invertir bruscamente esta elección y «subvertir su hálito»; pues proyecta- necesita ulterior aclaración: la mata fe. Nos permitirá establecer la
mos el porvenir mediante nuestro mismo ser, pero lo corroernos perpetua- transición hacia una evaluación de la filosofía de Sartre.
mente mediante nuestra libertad existencial: anunciándonos a nosotros mismos «Mala fe» (la mauvais foi) probablemente es el más conocido
lo que somos mediante el porvenir pero sin tomas cognoscitivas de este por- de los conceptos de Sartre. La sección en la que se discute en El
venir, que permanece siempre posible, sin pasar jamás al rango de real.
Así estamos amenazados perpetuamente por la aniquilación de nuestra elec- Ser y la Nada sirve al propósito de explicitar la estructura del para-sí.
ción actual y perpetuamente amenazados de elegimos —y en consecuencia, Aun aquellos que se han burlado de la ontología de Sartre se han
llegar a ser— otros distintos de lo que somos» (E.N., pp. 542-543). visto sorprendidos por la agudeza y la profundidad de la descripción
fenomenológica de los diversos tipos de mala fe. Sartre describe un
Hemos sido llevados nuevamente hacia atrás, a la afirmación de cierto número de situaciones en las que estamos comprometidos en
Sartre de que la realidad humana es una conciencia infeliz sin po- proyectos de autoengaño, y en intentos de rehuir nuestra libertad.
sibilidad alguna de sobrepasar esta condición. Nuestra verdadera Existe el peligro de que la viveza de sus análisis haga perder un poco
naturaleza es la de estar alienados de nosotros mismos, ser una auto- la visión del aspecto ontológico fundamental. Se tiende a considerar
conciencia dividida que intenta desesperadamente rehuir esta condi- la «mala fe» como un término peyorativo, opuesto a buena fe, sin-
Praxis y acción
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Esta libertad elige, por tanto, no autorrecuperarse, sino huir; no coin-
ceridad y autenticidad. Ya he hecho notar que Sartre sostiene que cidir consigo misma, sino estar siempre a distancia de sí. ¿Qué pensar de
los proyectos de buena fe, sinceridad, etc., son ellos mismos formas un ser que quiere mantenerse en relación, ser a distancia de sí mismo? ¿Es
de mala fe. El intento de escapar de nuestra propia nada, el intento una cuestión de mala fe o de alguna otra actitud fundamental? ¿Se puede
del para-sí de ser algo, es decir, de ser en fin de cuentas idéntico vivir este nuevo aspecto del ser? Y la libertad, en particular, tomándose a
sí misma como fin ¿podrá rehuir cualquier situación? O, por el contrario,
consigo mismo, es mala fe. Esto es lo que queremos lograr al ser ¿permanecerá situada? ¿Dónde se situará tanto más precisamente y tanto
sinceros más individualmente que se pueda proyectar con ventaja en la angustia como
Pero surge la cuestión: ¿podemos liberarnos alguna vez de la con- libertad condicionada y que pueda reivindicar ventajosamente su responsa-
dición de mala fe? Sartre sugiere que sí aunque no nos lo hace ver bilidad a título de existente por el que el mundo viene a ser? Todas estas
en El Ser y la Nada. La fuerza de los análisis ontológicos de Sartre cuestiones que nos reenvían a la reflexión pura y no trivial no pueden
ha estado en llevarnos a la condusión de que la mala fe es la con- encontrar respuesta más que en el terreno moral. A ellas consagraremos una
dición humana inevitable. La ambivalencia de Sartre le corroe hasta futura obra» (E.N., p. 722).
el mismo final de El Ser y la Nada. En las páginas finales nos dice:
Sartre jamás escribió esta «futura obra» a pesar de que sus es-
Muchos hombres, de hecho, saben que el objetivo de su búsqueda es critos desde El Ser y la Nada están dominados por reflexiones éticas.
ser; y, en la medida en que poseen este conocimiento, menosprecian el
apropiarse de las cosas en sí mismas y pretenden realizar la apropiación
Pero este pasaje-cierre de El Ser y la Nada con sus florituras retóri-
simbólica de su ser-en-sí. Pero en la medida en que esta tentativa participa cas, está él mismo escrito desde la mala fe —y digo esto precisamen-
aún del espíritu de seriedad y allí donde ellos pueden creer todavía que su te en el sentido en que Sartre caracteriza la mala fe. Sartre pretende
misión de hacer existir el en-sí-para-sí está escrita en las cosas, están con- liberarse de la dura lección de sus propias investigaciones ontológicas.
denados a la desesperación, puesto que ellos descubren al mismo tiempo Si es verdad que «todas las actividades humanas son equivalentes»,
que todas las actividades humanas son equivalentes... y que en principio y ninguna de nuestras elecciones o actos está justificado y, consecuen-
todas están abocadas al fracaso. De esta manera viene a parar en lo mismo temente, no hay un sentido último al decir que un proyeLtd, una
emborracharse en solitario o. convertirse en un conductor de pueblos» (E.N.,
43 elección o un acto es mejor que otro, entonces ¿qué sentido ético
página 721) . posible puede estar relacionado con la elección de la libertad como
«el ideal del Ser»? ¿O es que Sartre —en el fondo de El ser y la Na-
Esta es la condusión que se sigue necesariamente de tomar en da— había ya respondido a la cuestión de que no cabe otra actitud
serio la afirmación de que todas las elecciones son, en último término, fundamental que la de la mala fe?
injustificables. La respuesta natural a este punto es que hay una manera, y sólo
Pero no es aquí donde Sartre nos deja en último término. Termi- una, de rehuir la mala fe —y esto mediante la lucidez reflexiva.
na dejando la puerta entreabierta a la posibilidad de una liberación
Cuando, lúcidamente, captamos la naturaleza, los dilemas y las tram-
de la mala fe. Nos dice que «una libertad que se quiere tal, es de
pas de la realidad humana, podemos liberarnos del «espíritu de serie-
hecho un ser-que-no-es-lo-que-es y que-es-lo-que-no-es, que elige como dad» que nos tienta a la falsa creencia de que podemos convertirnos
ideal de ser ser-lo-que-no-es y no-ser-lo-que-es» (E.N., p. 722). en el en-sí-para-sí. Ciertamente es verdad que en El Ser y la Nada el
valor único que funciona como supremo es el de la autocomprensión.
42 Para los detalles del análisis de Sartre de la Sinceridad (Sincerité), ver Sartre está dentro de la tradición socrática en la que la más alta
E. N., pp. 102 y ss. aspiración del hombre es la de conocerse a sí mismo. Estoy tentado
43 La ambivalencia de . Sartre viene señalada en la proposición que sigue

inmediatamente a este pasaje: «Si una de estas actividades adquiere primacía de decir que el individuo que deja de estar cogido en la perplejidad
sobre la otra, no será a causa de su objetivo real, sino a causa del grado de del autoengaño que nos acecha en cada momento, es el individuo
conciencia que posea de su objetivo ideal; y en este caso será el quietismo que vive auténticamente. Pero, irónicamente, Sartre, quien a lo
del bebedor solitario el que adquirirá primacía sobre la agitación vana del diri- largo de su carrera ha afirmado con sus acciones el valor de la
gente de naciones». Pero ¿por qué cualquier actividad habría de primar sobre
alguna otra? ¿Por qué es el «grado de conciencia» una razón para que un lucidez reflexiva como el supremo, ha desarrollado un análisis onto-
acto prime sobre otro? Aquí, Sartre, está afirmando implícitamente su propio lógico que lo socava. Si todos los valores son injustificables en últi-
valor fundamental: la autenticidad. Pero este valor es tan injustificable como mo término, no hay razón para suponer que ser lúcido es mejor o
cualquier otro.
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Praxis y acción
más valioso que estar rodeado de autoengaño. El individuo que está razones últimas para preferir una más que la otra. Deberíamos tener
en mala fe 'elige su ser como lo elige también el que intenta escapar el coraje de admitir que la consecuencia de los análisis de Sartre
de' la mala fe. Pero ambas elecciones están fundadas en la propia de la realidad humana no sólo es la desesperación, sino el nihilismo
«nada» Ambos -proyectos son, en último término, gratuitos. No hay frío y técnico de la palabra. No existe nunca ni puede existir razón
razón para , valorar una cosa más que la otra: ésta es la gran conclusión o justificación básica para un valor, fin, elección o acción más que
del propio Sartre. para otra.
Debemos esforzarnos por abrirnos paso en esta situación impo- El dilema implícito en la filosofía de Sartre tal como viene ex-
sible declarando que los valores y los fines no nos son dados sino presado en El Ser y la Nada se vuelve más agudo y penetrante cuando
que los elegimos. Desde luego, esto es lo que nos ha dicho Sartre. se considera la propia vida de Sartre. Desde el principio al fin ha
¿Pero nos sirve de algo? Cuando elegimos reflexivamente un curso sido Sartre un moralista dentro de la tradición de los grandes mora-
determinado de acción en lugar de otro, un proyecto vital en vez listas franceses. No pretendo decir que haya sido moralizador. Pero
de otro, lo hacemos porque creemos que tal curso de acción es ha sido una persona implacable con la estupidez y la injusticia, que
«mejor» o «más apropiado» o «más deseable» que otro. No puedo se ha dedicado a erradicar el autoengaño y la hipocresía donde quiera
afirmar que la lucidez reflexiva es un valor universal, pero le con- que existieran. Se ha sentido abocado a tomar partido en las grandes
fiere valor, quiero ser lúcido, y elijo esto como mi fin. Pero ¿por cuestiones políticas del momento y lo ha hecho con gran coraje
qué? No es una respuesta decir que lo elijo a causa de mi evaluación y lucidez. Sartre ha sido la síntesis del intelectual contemporáneo
de la situación en que me encuentro. Esto retrotrae la cuestión un comprometido.
paso más. El concepto de valor no tiene sentido si no hay criterios Pero ¿quién mejor que Sartre se ha condenado a sí mismo en
—independientemente de los indeterminados y subjetivos que pue- la auténtica seriedad de este proyecto vital? ¿Quién mejor que
dan ser— para distinguir los valores, para decir que x es mejor que y. Sartre ha hecho ver que, en último término, tal proyecto vital no
Y aun si mantenemos firme el análisis ontológico de Sartre, jamás es mejor ni peor, ni más ni menos valioso que cualquier otro?
podremos justificar criterio alguno, no podremos decir nunca que ¿Quién mejor que Sartre ilustra la vida en la mala fe —el desespe-
unas cosa es más valiosa que otra. Nunca tendría sentido decir que x rado intento de ahuyentar la nada que se agazapa en los más
es más valioso para mi. «Toda actividad humana es equivalente.» recónditos repliegues del propio ser?
Más aún', ¿qué sentido tiene hablar, como lo hace Sartre en el A veces Sartre ha puesto de manifiesto una notable agudeza en
último párrafo de El Ser y la Nada, de elegir la libertad? ¿Cómo po- la captación de lo paradójico de su propia existencia, pero junto con
dremos elegir aquello que define nuestra condición humana y de lo su autoironía hay también el intento de rehuir las consecuencias
cual no podemos huir? Cuidémonos de no caer en la retórica. Si la de esta autoironía «. En su popular folleto L'existentialisme est un
libertad es nuestra propia nada, la elección de la libertad es la elec- humanisme, Sartre hace un débil intento de perfilar la ética que había
ción de nuestra nada. Ni siquiera podemos decir que elegimos para prometido al final de El Ser y la Nada. En manifestaciones que dejan
afirmar nuestra propia nada y nuestra libertad, pues esto introduce ver más retórica que sustancia, Sartre declara que «el significado
ya un valor sin base ontológica. También aquí estamos tentados último de los actos de los hombres honestos es la búsqueda de la
de introducir una distinción entre libertad como posibilidad y liber- libertad como tal... queremos la libertad por causa de la libertad
tad como realidad, libertad como la condición básica de todo hombre y esto en cada circunstancia particular. Y al querer la libertad nos
y libertad como estado de cosas en las que el hombre puede «ejercer» damos cuenta de que depende enteramente de la libertad de los otros,
su libertad sin obstáculos externos. Pero, una vez más, esta distinción y que la libertad de los otros depende de nosotros... Puedo tomar la
no nos sirve de nada. De acuerdo con Sartre no hay limitación alguna libertad como mi meta sólo si tomo también como meta la de los de-
a nuestra libertad ontológica y esto es tan verdad para el hombre más» 45. Naturalmente correspondemos a estos conmovedores slogans
que vive en una sociedad humanística como para el esclavizado en kantianos. Pero hemos recorrido un largo camino —sin ningún
un campo de concentración. La distinción convencional entre estas
dos situaciones que normalmente describimos como el contraste entre
la libertad y la esclavitud no tiene fundamento ontológico alguno. 44
Esto está bellamente ilustrado en el primer volumen de su «autobiogra-
Si tomamos a Sartre literalmente, carecemos lisa y llanamente de fía», Les mas.
45
Existentialism, p. 54; L'existentialisme est un humanisme, pp. 82-83.
Praxis y acción 163
162 Richard J. Bernstein
Tal vez porque Sartre mismo ha detectado la poca profundidad
indicador de marcha— desde el solipsismo ontológico de El Ser y la de la posición desarrollada en L'existentialisme est un humanisme,
Nada. Al elegir estoy eligiendo un yo ideal en el que intento con- no encontramos esta línea de pensamiento casi kantiana desarrollada
vertirme. Pero ésta es la condición de cualquier hombre; yo no puedo ulteriormente. Cuando detectó esta tensión en Albert Camus, buen
posiblemente elegir por otros, así como ellos tampoco pueden elegir amigo suyo algún tiempo, concentró toda su perspicacia crítica en
por mí. ¿Por qué yo o cualquier otro hombre podríamos elegir atacarla 47. Es como si Sartre fuera consciente del impasse al que
la libertad y qué sentido posible puede tener esto? Aun si pudiéramos le habría llevado su propio análisis ontológico y pretendiera alejarse
conferir un sentido a esta afirmación paradójica, no parece haber de esta vía muerta. En el giro marxista dé Sartre aún podemos en-
razón alguna por la que, al elegir mi libertad, esté tomando también contrar otro intento de huir, otro estudio de la mala fe. En Su Criti-
la libertad de los otros como mi fin. «La libertad» ya no tiene el que de la raison dialéctique Sartre declara que el existencialismo
significado ontológico «neutral» que tiene en El Ser y la Nada. Es, es una ideología y el marxismo la única filosofía de nuestro tiempo.
claramente, un concepto moral, pero la brecha entre lo ontológico El énfasis, los intereses y la dirección de la filosofía de Sartre han
y lo moral, es infranqueable: ésta es la conclusión del complejo cambiado. No sólo pretende la síntesis del existencialismo y del
argumento de Sartre 46. marxismo: ahora considera más meticulosamente cómo nuestra fac-
ticidad y nuestras situaciones sociales vienen configuradas por las
46
Cf. la discusión de Iris Murdoch de este punto en Sartre: Romantic condiciones materiales de la «escasez». Pero ni en los cientos de
Rationalist, pp. 45 y ss. Algunos intérpretes de Sartre han intentado defenderle páginas de la Critique ni en cualquier otro lugar de los escritos de
recurriendo al expediente de distinguir varios sentidos de «libertad». Pero no
creo que ningún crítico haya tenido éxito en mostrar cómo sería posible relle- Sartre, jamás le veremos enfrentarse sistemáticamente a los análisis
nar la brecha entre el sentido ontológico o existencial de la libertad y el sentido ontológicos de El Ser y la Nada que conducen a un nihilismo desapa-
moral y político. Ver, por ejemplo, Norman McLeod, «PYistential Freedom in sionado 48.
the Marxism of Jean-Paul• Sartre», Dialogue, 7 (1958). McLeod distingue «li-
bertad existencial» de «autenticidad». «La libertad existencial es una cualidad
que nosotros somos, y nadie puede rehuirla: es una realidad ontológica». «La El intento más poderoso y completo de responder a las objeciones que otros
autenticidad se refiere al reconocimiento lúcido de la propia libertad existencial y yo hemos hecho a Sartre respecto a su concepción de la libertad se debe a
y de la responsabilidad correspondiente... y Sartre deja ver claramente, en es- Thomas C. Anderson, «Is a Sartrean Ethics Possible?», Philosophy Today, 14
pecial en sus novelas y obras teatrales, que se podría vivir una existencia autén- (verano 1970). Pero los argumentos de Anderson se apoyan en una apelación
tica.» Pero McLeod añade que «Sartre en ninguna parte da razón alguna de a lo que es «estrictamente coherente», y a lo que el hombre «quiere», lo cual
este imperativo moral; queda como... un juicio de valor encubierto» (p. 28). ptarc.e sumamente débil. Dice: «Desde el momento en que la libertad es la
Pienso que todo lo que dice McLeod es esencialmente correcto. Pero lo que fuente de todos los valores, es solamente lógico («estrictamente coherente») que
no dice —y este es el quid de nuestra afirmación de que Sartre está en situa- sea tomada por el hombre como su valor supremo» (p. 121). Anderson reco-
ción de mala fe— es que la fuerza del análisis de Sartre de la «libertad exis- noce que de acuerdo con la ontología de Sartre, la decisión de ser lógico ya
tencial» implica la imposibilidad de justificar este o cualquier otro imperativo representa una elección que constituye en sí misma una manifestación de la
moral. libertad del hombre. En respuesta a la cuestión dé «por qué elegir ser lógico»,
Encuentro la misma tendencia a echar tierra sobre la dicotomía entre la observa Anderson, «no sirve de nada que el mismo Sartre, estrictamente ha-
libertad ontológica y la moral en otros intérpretes de Sartre. Frederick A. Olaf- blando, nos diga que el hombre está obligado a elegir la libertad; por el con-
son ha escrito una «interpretación ética del existencialismo» lúcida y abierta en trario, dice que si uno llega a ser consciente de que crea valores, sólo puede
su Principies and Persons, y su interpretación entra en conflicto con el anterior "desear" la libertad» (p. 121). Desde luego Sartre hace esta afirmación en
análisis de Sartre. Puesto que Olafson intenta consciente y explícitamente pre- L'existentialisme est un humanisme, pero su análisis de L'étre et le néant de-
sentar una imagen adecuada de lo que han dicho los existencialistas, bien hu- muestra lo equivocado de esta afirmación. El balance de estos análisis consis-
biera podido evitar algunas de las consecuencias «torcidas» que se siguen del te en hacer ver que el hombre quiere huir de su libertad.
propio análisis de Sartre. Por ejemplo, dice, «pero así como el intento de Sartre 47
Ver «Reply to Albert Camus», Situations; Situations, IV.
de pensar la libertad como un atributo categorial y de grado menor de los seres 48
Estas breves observaciones sobre la Critique de Sartre no deberían ser
humanos da lugar a las dificultades que he apuntado, así el intento de pensar vistas como un rechazo del valor de dicha obra. Aunque es ampulosa y car-
en una elección total con una especie de superelección que de algún modo con- gante, es interesante no solamente para seguir el desarrollo intelectual de
trola decisiones subordinadas es extremadamente difícil de reconciliar con Sartre, sino también como un intento de articular las categorías necesarias
nuestro sentido de la realidad psicológica. De hecho, no obstante, tal punto para aproximarse a las cuestiones de la praxis. Sartre no ve su Critique como
de vista no es en manera alguna esencial para el existencialismo y no ha sido un rechazo de su obra anterior, sino más bien como su ampliación y correc-
adoptado por Merleau Ponty, por ejemplo» (p. 171). Tal vez «tal punto de ción. Como en el caso de Marx, un ingente volumen de literatura • ha sido
vista sea en manera alguna esencial al existencialismo», pero es esencial (y cen- orientado a la cuestión del «primer» y segundo» Sartre, centrada en torno al
tral) para Sartre.
164 Richard J. Bernstein 165
Praxis y acción
Al comenzar mi análisis de Sartre hice observar que vio muy clara- poco ha retornado a la ontología de El Ser y la Nada para hacernos
mente que para atacar el punto de vista de Hegel y de los hegelianos, ver lo que está mal o para demostrarnos que cualquier actitud moral
es preciso volver atrás, hasta sus «comienzos», hasta sus raíces. El y política que no sea profesada con la más valiente autoironía (y
análisis y el juego diabictico del ser-en-sí y del ser-para-sí desarrollan por ello se socava a sí misma) es compatible con la fundamentalidad
una alternativa radical a Hegel. Pero hemos visto también que si de la existencia.
mantenemos firme la lógica del argumento de Sartre entonces estos Al hacer estas manifestaciones sobre Sartre, al demostrar que sus
análisis tienen poderosas consecuencias nihilistas. Estas no son conse- análisis llevan al nihilismo, que socava la seriedad de cualquier
cuencias accidentales de la filosofía de Sartre, están implícitas en la posición valiosa que él o cualquier otro puede adoptar, y cómo su
caracterización de la estructura del para-sí. Este nihilismo está en misma vida es una ilustración de la mala fe, no pretendo encastillar-
conflicto existencial con la posición política y moral que Sartre ha me dentro de una superioridad moral. Hacerlo así sería perder lo
adoptado a lo largo de su vida y que, según él afirma, está fundamen- que para mí es lo más admirable e importante de la obra de Sartre.
tada en el existencialismo. Sartre mismo podría ser un personaje de Decir que El Ser y la Nada lleva a conclusiones nihilistas no es
sus propias novelas: un retrato en el estudio de la mala fe, un condenarle en absoluto. Unicamente sería una condena si uno tuvie-
intento de liberarse de su propia nada. Pero si hemos de superar o ra buenas razones para pensar que tal nihilismo es equivocado. Hay
refutar este nihilismo, en tal caso es preciso comenzar de nuevo, algo profundo en cada uno de nosotros (incluido Sartre) que grita
volver al análisis de la estructura del para-sí con el fin de dejar a contra esta posibilidad. Pero no podemos ignorar, sin embargo, que
un lado el solipsismo romántico y nihilista que conlleva. Sartre no los poderosos argumentos que nos llevan a esa conclusión, han sido
lo ha hecho nunca. Sartre, por otra parte, jamás ha sucumbido al desarrollados por los filósofos continentales en los últimos cien años.
nihilismo que se desprende de El Ser y la Nada. Sin embargo, tam- Esto no sólo es verdad respecto a la tradición que entorna a Kier-
problema de si las dos obras filosóficas más importantes representan una rup- kegaard y Sartre, sino que también lo encontramos en Wittgenstein.
tura radical o más bien un desarrollo continuo. Ha llegado a ser una moda el Por derroteros filosóficos enteramente distintos Wittgenstein nos
recalcar que ya en L'étre a le néant Sartre concede valor al papel del otro empuja implacablemente a la misma conclusión que brota de El Ser
—nuestras relaciones con. otros hombres— y la naturaleza situacional de la y la Nada:
libertad, i.e., que la libertad sólo se manifiesta en relación a alguna factícídad
que opone resistencia y que• viene conformada (aunque no agarrotada) por 6.40. Todas las proposiciones tienen igual valor.
situaciones concretas. El paso siguiente es mostrar que estos elementos «desta-
cados» de L'étre et,le néant son los 'que habrán de ser dominantes en la obra 6.41. El sentido del mundo debe quedar fuera del mundo. En el mundo
posterior de Sartre, especialmente en su Critique. El argumento en favor de la todo es como es y sucede como sucede: en él no hay ningún valor, y
continuidad del desarrollo de Sartre y de una síntesis feliz de existencialismo aunque lo hubiese no tendría ningún valor.
y marxismo se torna borrosa a causa de que hay gran cantidad de evidencia en Si hay un valor que tenga valor debe quedar fuera de todo lo que
la obra de Sartre publicada donde él dice que ésta es su propia concepción ocurre y de todo ser-así. Pues todo lo que ocurre y todo ser-así son
de su desarrollo y provm intelectuales. Pero las afirmaciones y contra-afir- casuales.
maciones que han llegado a absorber las preocupaciones de los críticos con fre- Lo que hace no casual no puede quedar en el mundo, pues de
cuencia tienden un velo de oscuridad sobre las cuestiones nucleares. Pues la otro modo sería a su vez casual.
cuestión, aquí, no es la de qué dice Sartre que hace, sino, por el contrario, la
de si su obra posterior proporciona una respuesta que deje en la estacada al Debe quedar fuera del mundo.
«impasse» nihilista que es el resultado fundamental de L'étre et le néant. 6.42. Por tanto, tampoco puede haber proposiciones de ética. Las propo-
Para una defensa polémica y airada de la continuidad del desarrollo de siciones no pueden expresar nada más alto 49.
Sartre, ver James F. Scheriden, jr., The Radical Conversion. Pero hasta She-
ríden admite que «para Sartre, como muchos que llevan el título de existencia- Wittgenstein desarrolla denodadamente este punto en un pasaje
listas, una polémica no legisla la respuesta. Respuesta debe haber. Hasta el
mantenerse en lo de antes es responder. Pero qué respuesta hay que selec- con el que concluye su «Lecture on Ethics».
cionar es asunto de un compromiso que, en último término, es injustificable»
(la cursiva es mía), p. 77. Para una exposición estimulante de la Critique de la Dirás: Bien, si ciertas experiencias nos incitan constantemente a atribuir-
raison dialectique, ver Wilfred Desan, Tbe Marxism of Jean-Paul Sartre. Crí- les una cualidad que denominamos de importancia o valor absoluto o ético,
ticas de la Critique en George Lichtheim, Marxism in Modern France, y «Sartre,
Marxism and History», Tbe Concept of Ideolggy. Ver también Claude Lévi- 49 Ludwig Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus, trad. de D. F. Pears
Strauss, L: pensée Sauvage, pp. 324-338.
y B. F. McGuinness.
166 Richard J. Bernstein Praxis y acción 167
esto sólo demuestra que mediante esas palabras no significamos el sinsentido,
que después de todo lo que significamos al decir que una experiencia tiene En la sección de la Fenomenología que trata de «La certeza
un valor absoluto es justamente un hecho como otros hechos y todo el alcan- sensible» Hegel desarrolla un argumento que es la clave para enten-
ce que esto tiene es que no hemos tenido éxito en encontrar el análisis der lo esencial de dicha sección y que está repetido a través de toda
lógico correcto de lo que significamos con nuestro lenguaje ético y religioso. la Fenomenología. Es fundamental para el uso de la dialéctica por
Ahora bien, si esto se radicaliza, ante mí veo claramente, a la vez, como si parte de Hegel. Hegel es plenamente consciente de que el defensor
fuera en un fogonazo, no solamente que ninguna descripción que pudiera de la certeza sensible intenta aislar «cosas reales, objetos externos
pensar sería apta para describir lo que entiendo por «valor absoluto», sino o sensibles, absolutamente individuales, etc.» (Fen., p. 70; p. 88).
que rechazaría cualquier descripción significativa que alguien pudiera posi- Pero al intentar aislar el particular en su particularidad esencial y
blemente sugerir, ab initio, sobre la base de su significatividad. Esto es: excluir todo mediación, toda generalización, algo que vaya más allá
veo ahora que estas expresiones carentes de sentido lo son no porque yo no
haya dado aún con la expresión correcta, sino que esta falta de sentido es de lo inmediato, no es posible hacerlo. Sobre los particulares decimos
su propia esencia. Pues todo lo que he querido hacer con ellas era precisa- (en el estadio de la certeza sensible) «lo que es simplemente univer-
mente ir más allá del mundo, lo cual es decir ir más allá del lenguaje. A lo sal» (Fen., p. 70; p. 88). Lo que Hegel tiene in mente es similar
que yo tiendo y creo que adonde tienden todos los hombres que alguna vez a algo que se ha repetido por parte de los filósofos analíticos y que
han intentado escribir o hablar de Etica o Religión es arremeter contra los lí- es expresado por Wittgenstein en sus Philosophical Investigations.
mites del lenguaje. Pero este volverse contra los barrotes de la jaula es comple- Wittgenstein nos demuestra que aunque podemos pensar que la de-
tamente desesperado. La ética en la medida que echa a andar impulsada por finición ostensiva es el fundamento del aprendizaje del lenguaje, debe-
el deseo de decir algo acerca del sentido último de la vida, el bien absoluto, mos dominar ya un juego de lenguaje con el fin de comprender
el valor absoluto, no es una ciencia. Lo que dice la ética no se puede añadir a definiciones ostensivas. Podemos intentar establecer un fundamento
nuestro conocimiento en ningún sentido. Pero es un documento de una tendencia
de la condición humana que yo personalmente no puedo menos de respetar para el lenguaje, pero tendrá éxito la tarea de demostrar que este
profundamente y que no ridiculizaría en mi vida .
50 fundamento para el lenguaje presupone ya el dominio de un lenguaje.
Este tipo de argumento —la discrepancia entre lo que intentamos
y aquello que somos capaces de conseguir en realidad— es básico
Creo que el Sartre de El Ser y la Nada estaría de acuerdo con todo para el uso de la dialéctica por parte de Hegel. El «nosotros» filo-
lo que dice Wittgenstein. Wittgenstein, al describir la situación ab- sófico comprende esta discrepancia desde «fuera», y Hegel llega a
soluta de nuestro «volvernos contra los barrotes de la jaula» está mantener que en el desarrollo de los estadios de la conciencia en la
describiendo lo que significaría decir que «el hombre es una pasión Fenomenología hay un momento en que el individuo mismo se hace
inútil». Pero la afirmación básica para entender la posición funda- consciente del fracaso de lo que creía haber conseguido. Este es el
mental tanto de Wittgenstein como de Sartre (y podríamos añadir «camino de la desesperanza». Así el amo intenta conseguir autonomía
aquí a Kierkegaard) es la última. Ni Wittgenstein ni Sartre «ridicu- y reconocimiento de sí mismo como autoconciencia libre en su se-
lizan» esta profunda tendencia de la condición humana. Ni vacilan ñorío; pero a pesar de que es esto lo que intenta, lo que consigue
ante los resultados de sus exploraciones intelectuales: «todas las en realidad es una forma de esclavitud: se hace dependiente del
proposiciones tienen el mismo valor»; «todos los actos humanos son esclavo. También hemos visto que en la Lógica de Hegel se intenta
equivalentes». Ambos se han debatido con este pensamiento que es distinguir entre el puro ser y la nada, pero en el primer estadio de
a la vez terrible y liberador y han creído haberlo reconciliado con la esta dialéctica no nos es posible aislar característica alguna por lo
inevitabilidad de la elección humana. No creo que Sartre haya teni- cual podamos hacer esta distinción. Es una consecuencia necesaria
do éxito en reconciliar su propia moral profundamente sentida y sus de la insistencia en que el puro ser está falto de cualquier determi-
convicciones políticas con los nihilistas de sus investigaciones onto- nación sea la que sea.
lógicas. Pero ha tratado de resolver con más profundidad y apasiona- El mismo tipo de argumento que usa Hegel puede venir bien
miento que la mayoría el que fue y continúa siendo el dilema moral para evitar la inseguridad básica y la autocontradicción de la dialéc-
más profundo de nuestro tiempo. tica de KietIegaard y Sartre. A despecho de todas las diferencias,
la dificultad-clave que late en el núcleo de las reflexiones de Kier-
Ludwig Wittgenstein, «Lectures on Ethics», The Philosophical Review, 74 kegaard y Sartre es la de que en el sistema hegeliano algo había ido
(1965). mal. Más en general, ambos estaban convencidos de que algo había
168 Praxis y acción 169
Richard J. Bernstein

ido mal en la tradición básica de la filosofía occidental. Los filósofos bremos perdido la pista de la fuerza de su argumento. Al discutir
han perdido la visión, o la han disuelto en abstracciones equivocadas, la «mala fe» ya habíamos comenzado a ver la discrepancia entre la
del individuo humano que puede elegir y actuar y que se autodefine intención de Sartre de afirmar la vida auténtica de la lucidez reflexiva
por su acción. Kierkegaard critica mordazmente a los hegelianos y y el nihilismo de sus análisis ontológicos. Si cualquier cosa que elegi-
a los teólogos que se han hecho culpables de este «olvido». Y Sartre mos y hacemos es una manifestación de nuestra libertad radical que
desarrolla el mismo tipo de crítica en sus ataques a los marxistas se funda en nuestra propia «nada», en tal caso no habré nunca ni
(en tanto que diferenciados del mismo Marx). Tanto Kierkegaard podrá haber alguna buena razón para elegir un curso de acción mejor
como Sartre intentan hacer justicia a las paradojas y los dilemas que otro. Si pensamos que la lucidez prevalece sobre el autoenga-
que se abren ante cada uno de nosotros como existentes individuales. ño, si pensamos que es mejor afirmar la libertad de cada hombre en
Ambos centran su atención en el aislamiento ontológico (existencial) lugar de alguna otra condición, si pensamos que tenemos alguna
radical del individuo. En sus penetrantes análisis sicológicos ambos razón objetiva para trabajar por una sociedad humanística, en tal
pretenden demoler los falsos ídolos en que cada uno de nosotros caso estamos atrapados en nuestra propia mala fe. Si «todas las accio-
quiere creer. Ambos son maestros de la exposición del autoengaño. nes humanas son equivalentes», no debemos vacilar ante la conclu-
Y ambos ven en la estructura de la autoconciencia la fuente de nues- sión última de que no hay diferencia alguna (ética) entre lo que
tra condición alienada. Para Kierkegaard es muy difícil perdernos a hagamos. No tenemos ninguna razón para admirar al filósofo que
nosotros mismos yendo tras una «verdad objetiva» que habría de lucha denodadamente por comprender la naturaleza de la realidad
servir como fundamento a nuestra existencia y dar un «significado» humana, más que al conductor de pueblos o al borracho. Pero si
a nuestra vida. Para Sartre no hay excusas ni puede haberlas nunca esto es verdad, y yo he mantenido que ésta es la conclusión inevitable
para lo que hemos elegido hacer. Su intención es elevar el senti- de la ontología de Sartre, en tal caso no hay razón para admirar,
miento de temor y temblor o angustia que resulta del enfrentamiento respetar o valorar (sea implicita o explícitamente) al individuo que
con nuestra libertad radical o nuestra propia nada. Pero su dialéctica vive «auténticamente». Sartre puede haber intentado aislar esto como
nos lleva más allá. Ambos ven la necesidad del fracaso y de la deses- la actitud o el valor humano básico más importante, pero su propio
peración que resulta de realizar elecciones existenciales. Si siempre análisis corroe este valor. Una investigación filosófica que intenta
estamos «viniendo a la existencia», como dice Clímaco, en tal caso dramatizar el sentido de la elección ,y acción individuales; acaba por
estamos siempre «más allá» de cualquier posibilidad existencial por poner de manifiesto su completa insignificancia.
muy apasionadamente que nos hayamos apropiado de ella. Esta es, Paradójicamente, pienso que es Kierkegaard quien es mucho
también, la conclusión de Sartre. El hombre es aquel ser que intenta más lúcido y honesto acerca de dónde le lleva su propio laberinto.
llegar a ser dios, convertirse en un en-sí-para-sí, pero este objetivo Digo «paradójicamente» porque suele ser frecuente por parte de los
es ontológicamente imposible. Superamos siempre cualquier cosa que pensadores existencialistas ateos la acusación de que el interés de
hayamos elegido ser. Para Kierkegaard y Sartre el hombre es una Kierkegaard (la obsesión) por Dios y la salvación por medio de la
Conciencia Infeliz, un «alma alienada» sin posibilidad alguna de su- gracia de Dios es en sí misma una forma de mala fe o suicidio inte-
perar esta situación. lectual. Kierkegaard, según este argumento, es incapaz de encararse
Es en este punto que la lógica de sus argumentos se vuelve contra al absurdo de la situación humana y a su total falta de sentido.
sí misma. Hay una discrepancia entre sus intenciones y aquello que La fe sólo puede ser mala fe. Pero si bien esta acusación puede ser
han conseguido hacernos ver. Lo que ha sido tan atrayente en estos apropiada para los teólogos existenciales que han visto en Kierkegaard
pensadores y ha influido en muchos otros sean religiosos o seculares a su mentor, ciertámente no vale para el mismo Kierkegaard. Kier-
es la insistencia con que han hablado del individuo humano, quien, kegaard vio con entera lucidez que sus investigaciones llevan a una
con el fin de vivir auténticamente, ha de comprometerse apasionada- única y terrible conclusión: la vida es una forma de desesperanza
mente a sí mismo. El ingenioso discurso de Kierkegaard pretende de la que es imposible escapar. Kierkegaard comprendió que el in-
forzarnos a encarar la libertad radical que caracteriza nuestra exis- tento de Climaco en el Postcripto incientífico conclusivo para hacer-
tencia. Y la ontología fenomenológica de Sartre pretende demostrar nos ver una «salida» mediante la apropiación subjetiva ap4sionada
que esto es lo que conlleva ser un ser humano. Pero si nos detenemos de una posibilidad existencial acaba en el fracaso y la desesperanza.
aquí, como lo han hecho muchos admiradores y simpatizantes, ha- La fuerza de la dialéctica de Kierkegaard está en dejar bien claro
170 Richard J. Bernstein Praxis y acción 171

el absurdo de la Fe y del Cristianismo. Este es el más absurdo de que la libertad se realiza y la actividad humana se hace verdadera-
todos los pensamientos humanos. Kierkegaard, a diferencia de los mente individualizada y creativa. Pero todos conocemos demasiado
pregoneros de la interioridad, no hace trampa. No nos dice que el bien el destino histórico de estos respectivos movimientos y con qué
Cristianismo es absurdo, sino que es «mejor» tener fe si estamos facilidad y sutileza pueden convertirse en sus opuestos. De qué
interesados en nuestra propia salvación. Ni tampoco presta ningún manera el marxismo puede convertirse en ideología para un totalita-
tipo de consuelo a aquellos que piensan que una vez que han rismo represivo y el pragmatismo en excusa para la tolerancia re-
demostrado lo «absurdo» del Cristianismo, pueden quedar tranquilos presiva. Las amenazas y las tentaciones de «olvido», de perder
proclamando una verdad objetiva, «nueva». Pocos pensadores han la visión de la individualidad existencial de cada hombre apelando a
asumido tan radicalmente como Kierkegaard la necesidad de arrancar la masa, el grupo, o la clase son amenazas genuinas a la existencia
las máscaras con que intentamos disimular nuestra nada. Kierkegaard humana. Pero por mucho que se insista en una praxis social efectiva
(en tanto que distinto de los autores seudónimos), se dio cuenta al hacer el balance de la marginalidad de Kierkegaard y Sartre no
hasta el fondo de que no hay una razón más poderosa para existir debemos perder de vista lo que nos han enseñado sobre los dilemas
«realmente» que para existir «meramente»; o para comprometerse existenciales e individuales del elegir y el actuar. Kierkegaard y
en especulaciones sobre el mundo y la historia a la manera de Hegel Sartre permanecen como un desafío agudo e incisivo a todas las solu-
que perfilar, como lo hizo Clímaco, una solución existencial «alter- ciones fáciles de los problemas de la alienación humana.
nativa». Kierkegaard fue plenamente consciente de la disparidad de Finalmente, a despecho de todas las diferencias de estilo, inte-
estas intenciones, así como de lo que él, personalmente, fue capaz reses, técnicas y formas de argumentar y concluir que existen entre
de mostrar. los pensadores existenciales y los filósofos analíticos, subsisten seme-
Sartre, por otro lado, hace trampa. Lo extrae del nihilismo que se janzas fundamentales que no deben ser ignoradas. El interés de
agazapa en sus análisis ontológicos. Intenta camuflar algún valor Sartre y Kierkegaard por la elección y la acción, no son temas aisla-
como el supremo, sea el vivir la propia vida auténticamente, sea el dos. Con el fin de articular lo característico y distintivo de estos
afirmar que la libertad de uno está fundamentada en la libertad de conceptos, han tenido que trabajar dentro de la sicología filosófica
todos los demás, sea declarar que el existencialismo es «una ideolo- de la que brotan consecuencias para todo tipo de fenómenos de la
gía» básicamente compatible con los análisis marxistas de la diná- vida de la mente (y del cuerpo). Nos hemos referido brevemente a
mica de la praxis. las manifestaciones de Sartre sobre las emociones y las voliciones.
A pesar de que este juicio sobre el doble fracaso de Kierkegaard Una investigación sistemática de esta sicología filosófica, examinaría
y de Sartre pueda parecer duro, no debe ser tomado como una la función de la imaginación lo mismo que el papel que juega nues-
condena total. Una vez más, podemos aprender de Hegel. Pues tro cuerpo en la elección y en la acción.
aunque toma buena nota de que la discrepancia entre la intención y Está claro que tanto Kierkegaard como Sartre han lanzado desa-
aquello que se logra demostrar en la realidad exhibe el fracaso del fíos a las descripciones tradicionales de la vida mental, herencia
desarrollo de las etapas de la conciencia, Hegel, mejor que ningún de las tradiciones empirista y racionalista. La aproximación de Sartre
otro, nos ha enseñado que debemos intentar conservar la verdad a la conciencia y la realidad humana conlleva una crítica del freudis-
inherente a cada uno de estos estadios. Comprender el fallo de una mo y del behaviorismo. Por razones diferentes y de diferentes modos
posición es también entender su contribución positiva. Hay pocos (tal como veremos en la parte IV) los filósofos analíticos más re-
pensadores que hayan sido tan penetrantes e incisivos como Kierke- cientes, también han criticado la filosofía tradicional de la mente
gaard y Sartre en desentrañar las complejidades, paradojas y dilemas de corte empirista y racionalista. También han sido llevados a man-
implicados en la existencia humana. Con mucha más perspicacia que tener una crítica ardua del freudismo y del behaviorismo. Pero la
otros pensadores nos han hecho ver cuán fácil es perderse uno a sí similaridad no alcanza sólo a lo que estos dos movimientos indepen-
mismo en el autoengaño y buscar excusas para lo que inevitablemente dientes han tenido que criticar. En la fenomenología continental,
es de nuestra incumbencia. Se puede establecer una confrontación estrechamente vinculada al existencialismo y en la sicología filosófica
dialéctica interesante entre Kierkegaard y Sartre, por una parte, y, de los postwittgensteinianos 'ha tomado cuerpo una concepción de
por otra, entre los marxistas y los pragmatistas. Estos dos últimos la vida mental y corporal mucho más compleja. Ambos movimientos
movimientos intentan la implantación de un estado de cosas en el sospechan de las tendencias reduccionistas propias de muchas filo-
172 Richard J. Bernstein Parte tercera
sofías del hombre. Ambos tienen como meta un intento de describir ACCION, CONDUCTA E INVESTIGACION.
meticulosamente la Lebenswelt o formas de vida características de la
acción humana. Sería equivocado decir que ambos movimientos son
PEIRCE Y DEWEY
convergentes en sus afirmaciones, pero existen ya muchos signos
de los indicios de un universo de discurso en cuyo ámbito puede tener
lugar un encuentro genuinamente dialéctico entre estos dos movi-
mientos filosóficos relativamente aislados.

En mis discusiones de Marx, Kierkegaard y Sartre, comencé por


una primera exploración de los aspectos relevantes del pensamiento
de Hegel que establece la «problemática» para sus investigaciones de
la acción humana. En el caso de Marx, esta aproximación me capaci-
tó para aclarar el contexto dialéctico de su teoría de la praxis. Marx
se había comprometido a sí mismo en un estudio profundo y en una
crítica de Hegel. Aún más importante que las críticas explícitas de
Marx, pudimos ver cuán profundamente fue influenciado por una
orientación hegeliana, y cómo sus sucesivos análisis de la praxis, el
trabajo y. la producción representan intentos de superar lo que creyó
ser deficiencias radicales en la comprensión hegeliana del mundo. En
el caso de Kierkegaard y Sartre hice notar que sería superficial y
equivocado sugerir que primero se embebieron en Hegel y entonces
se pusieron a desarrollar un punto de vista alternativo. Los dos fue-
ron sensibles a las intuiciones, las sugerencias y el poder del hegelia-
nismo, pero los dos experimentaron que en el sistema algo había ido
desesperadamente mal. Al esbozar qué era contra lo que ellos reac-
cionaban en Hegel, pudimos entender mejor su comprensión carac-
terística de la existencia humana y de la acción. Al considerar a los
pragmatistas, la conexión con Hegel es mucho menos visible (con la
notable excepción de Dewey), pero no menos decisiva y reveladora.
Aunque Peirce llegó a reconocer afinidades básicas entre el hege-
lianismo y su versión del pragmatismo, no se puede decir que haya
sido un estudioso serio de Hegel. Deploró algunos desarrollos en el
173
Praxis y acción 175
174 Richard J. Bernstein
tura de Hegel que James creó para nosotros. Si observamos lo que
campo de la Lógica llevados a cabo por algunos que se consideraron hizo James —y no solamente escuchamos lo que él dijo que hizo—
hegelianos. Fueron Kant y los filósofos medievales quienes constituye- veríamos que está mucho más cerca de Hegel (al menos del Hegel de
ron la fuente primera de estímulo filosófico para Peirce. Sin embargo-, la Fenomenología) de lo que él reconoció. Por ningún estirón de ima-
hay un paralelo con Hegel en tanto que Peirce comenzó a desarrollar ginación podría ser considerado James un hegeliano, pero hay ciertas
sus propios puntos de vista reflexionando sobre y criticando lo que similaridades entre los detallados análisis de Hegel de las formas de
creyó inadecuado en Kant, en especial en la comprensión Kantiana la conciencia en la Fenomenología y la extraordinaria sensibilidad
de la Lógica. Pero en un momento posterior de su carrera, cuando propia de James en su tratamiento de la conciencia 2.
Peirce adoptó el término «pragmaticismo» —un nombre «bastante Es demasiado irónico que lo que James creyó que faltaba en
horrible con el fin de ponerlo a cubierto de secuestradores» Hegel es precisamente lo que Dewey dice haber encontrado en él
(5.414) '— para distinguir su doctrina de otras versiones del prag- —un sentido de la vida, el proceso y la concretez de la experiencia.
matismo, escribió que «La verdad es que el pragmaticismo está es- En un revelador texto autobiográfico escrito por Dewey en 1930 ca-
trechamente aliado con el idealismo absoluto hegeliano, del cual se racteriza su temprano interés por Hegel de la siguiente manera:
separa, sin embargo, por su vigorosa negación de que la tercera ca-
tegoría (que Hegel degrada a mera etapa del pensamiento) sea su- Suponía una exigencia de unificación que sin lugar a dudas generaba un ansia
ficiente para constituir el mundo, o sea casi tanto como autosuficien- muy emocionante, y, no obstante, era un hambre que únicamente podía ser satis-
te. Si Hegel, en vez de haber contemplado con sonrisa burlona las fecha por un material intelectualizado. Más que difícil, es imposible recuperar
dos primeras categorías, se hubiera apoyado en ellas como indepen- aquel talante originario. Pero el sentido de las separaciones y dicotomías que,
dientes o como dos elementos distintos de una realidad trina,' los supongo, habían surgido en mí como consecuencia de la cultura de Nueva Ingla-
terra, aislando a uno mismo del mundo, al alma del cuerpo y a la Naturaleza de
pragmaticistas podían haberle considerado como el gran vindicador
Dios provocaron en mí dolorosos desgarros. Mis primeros estudios filosóficos
de su verdad» (5.436). (anteriores a su descubrimiento de Hegel) no habían sido más que una gimnasia
James profesaba profunda aversión, y hasta hostilidad hacia' á intelectual. La síntesis hegeliana de sujeto y objeto, de materia y espíritu, de lo
filosofía «alemana» —en particular contra Hegel y lo que considerit~. divino y lo humano no era, sin embargo, una mera fórmula intelectual; operó
ba su perniciosa influencia en las formas americana e inglesa de ideáj como una inmensa exoneración, una liberación. La manera en que Hegel trataba
lismo absoluto. El retrato de Hegel que deja entrever en A Pluralistic' la cultura humana, las instituciones y las artes, suponía la misma disolución de
Universe es una caricatura manifiesta; el hegelianismo representabá las rígidas barreras de separación, y ejercía en mí un atractivo especial 3.
el intelectualismo, la oscuridad (en el nombre de la profundidad); 11
pérdida del contacto con la compleja realidad de la vida misma, y el Hegel no solamente ejerció una «atracción especial» sobre )e,_we
compromiso con un «monismo del universo en bloque». James no sino que el legado de lo que Dewey tomó de él llegó a constituirse en
fue el primero en emprender tal crítica de Hegel, pero sin duda fue un aspecto permanente de su punto de vista. Fue el sentido de la in-
el que más contribuyó a crear y perpetuar en América el mito de' teracción dinámica y fluida de la vida, su cualidad orgánica, y la for-
Hegel que todavía continúa impidiendo a muchos filósofos america
nos tomarle en serio. A Pluralistic Universe, que está basado en una 2
Cierto número de estudios recientes han destacado la dimensión fenomeno-
serie de conferencias pronunciadas en Inglaterra, está impregnado de lógica del pensamiento de James. Si bien a James se le compara generalmente
un fervor evangélico mediante el cual espera James «salvar»• a los con Husserl, el tipo de descripción fenomenológica desarrollado por James respec-
to a las variedades de la experiencia está mucho más cerca del espíritu de las des-
filósofos británicos de la aberración del idealismo absoluto y hacerlei cripciones de Hegel de las formas de conciencia. Para estudios recientes de las
volver a sus sanas raíces empiristas. Hay ciertas ironías en la carica- tendencias fenomenológicas de James, ver Herbert Spiegelberg, The Phenomeno-
logical Movement; Hans Linschoten. On the Way Toward a Phenomenological
Psychology: The Psychology of William James, trad. de Amadeo Giorgi; Bruce
He seguido la técnica de referirme a los pasajes de Collected Papers de Wilshire, William James and the Phenomenology: a Study of the «Principies of
Peirce señalando el volumen y el número del párrafo. Collected Papers of Charles Psychology»; y John Wild, The Radical Empiricism of William James. Ver tam-
Sanders Peirce, vols. LIV, ed. por Charles Hartshorne y Paul Weiss; VII-VIII, bién la fina reseña crítica de James Edie de toda esta literatura, «William James
ed. por Arthur W. Burks. La discusión de Peirce está basada en mis artículos, and Phenomenology», The Keview of Metaphysics, 23 (marzo 1970). ,
«Action, Conduct and Self-control», Perspectives on Peirce, ed. por Richard 3
«From Absolutism to Experimentalism», reimpreso en John Dewey: on
J. Bernstein; y «Peirce's Theory of Perception», Studies in the Philosophy of Experience, Nature and Freedom, ed. por Richard J. Bernstein, pp. 10-11.
Charles Sanders Peirce, Second Series, ed. por E. C. Moore y R. S. Robin.
176 177
Richard J. Bernstein Praxis y acción

ma de «disolver» todas las distinciones y dicotomías filosóficas y en- americana y no se piensa en el enorme interés y relevancia que tienen
tenderlas propiamente como distinciones funcionales dentro del con- para una investigación filosófica seria. Esta actitud ahistórica (y a
texto dé la experiencia lo que Dewey descubrió en Hegel e intentó veces antihistórica) acarrea consecuencias devastadoras. La filosofía
integrar en su propia naturalismo y pragmatismo. en América ha llegado a ser tan cerrada en sí misma como una disci-
' ' Mientras que muchos simpatizantes y críticos reconocen por lo plina «académica» que exige un entrenamiento profesional específico
menos los orígenes hegelianos de Dewey, existe un mito que ha y riguroso, hasta tal punto que se olvida lo reciente que es este fenó-
ido en incremento en torno a estos orígenes hegelianos. El «período» meno académico. Sin embargo, la filosofía americana del siglo xix
hegeliano de Dewey representa - una etapa muy temprana en su des- funcionaba en un contexto muy diferente y los severos límites que
arrollo intelectual que eventualmente superó y abandonó. Al estudiar hoy trazamos entre la filosofía «profesional» y la de «aficionados»
a Dewey uno se da cuenta de la falsedad de este mito y de lo persis- simplemente no existía.
tentes que son los temas hegelianos en su filosofía «madura». Más en Estamos descubriendo que a través de América existían «clubs
general, se ha pensado (y aún lo piensan numerosos filósofos) que el Hegel» y «clubs Kant» y otros grupos informales en los que hombres
movimiento pragmatista entero fue un movimiento filosófico un tan- que no estaban integrados en universidades ni eran filósofos «profe-
to desdibujado. Los pragmatistas tuvieron algunas «buenas intuicio- sionales» discutían textos y problemas. Y estamos descubriendo lo
nes», pero éstas estaban apegadas a un contexto filosófico embrollado extendido y vivo que era el interés por Hegel en estos diversos gru-
y muy particular. A los pragmatistas les faltó —así diría el mito— pos'. Pocos filósofos están hoy al corriente de que Henry Conrad
habilidad técnica y analítica para expresar con claridad y rigor lo que Brokmeyer (1826-1906), un inmigrante alemán, abogado y vicego-
intentaron decir. Es un capítulo complicado de la historia de las ideas bernador en Missouri, pasó su vida haciendo y rehaciendo una tra-
el aclarar el origen y la base de este mito, pero la influencia de los ducción de la Gran Lógica de Hegel —una traducción que nunca fue
positivistas en América en los años treinta jugó un importante papel publicada, por lo demás, y que circulaba únicamente en manuscrito
en su surgimiento. Muchos estudiosos del pragmatismo simpatizaron para que pudieran copiarla otros interesados por Hegel. Tal vez sea
con el positivismo y con el empirismo lógico y se dieron cuenta de más conocido William T. Harris que fue Delegado de educación
que estos movimientos filosóficos -.--,-en especial por el lugar central (U. S. Commissioner of Education) (1889-1906) y un auténtico segui-
que ocupa el criterio de verificabilidad del significado— representa- dor de Hegel. A Harris se le conoce actualmente más como el funda-
ban un intento de sentar sobre bases rigurosas lo que los pragmatis- dor del Journal o/ Speculative Philosophy, la primera revista ameri-
tas anduvieron buscando a tientas. Lo que no supieron ver fue que el cana dedicada a estudios filosóficos. Aunque Harris concibió su re-
positivismo desarrollaba una doctrina epistemológica atomista que vista como medio de difusión del hegelianismo, publicó algunos de
básicamente fue uno de los blancos de ataque de los pragmatistas. los artículos más importantes de Peirce, James y Dewey entre mu-
Un gran número de estudios de pensadores pragmatistas escritos en chos otros. Fue Harris quien animó al joven Dewey a seguir sus estu-
las dos últimas décadas ha contribuido a recuperar el pensamiento dios de filosofía al mandarle Dewey algunos de sus primeros artícu-
pragmatista y a hacer patentes las agudas diferencias entre el positi- los, y le aconsejó sobre su futuro como filósofo.
vismo y el pragmatismo. Muchas de las críticas que los filósofos ana- El haber mencionado estos hechos en torno al clima de la filoso-
líticos mismos han dirigido contra el positivismo y el fenomenismo fía americana del siglo xix no se debe a que quiera desempolvar cu-
epistemológico eran esencialmente críticas pragmatistas. Pero los mi- riosidades inútiles. Más bien pretendo evocar algo de la apertura y el
tos tardan en morir y sospecho que la mayor parte de los filósofos talante de la actividad filosófica después de la Guerra Civil. La infor-
jóvenes formados en la filosofía analítica todavía aceptan alguna ver-
sión del mito según la cual el pragmatismo es visto como «doctrina»
que se empelló en mirar a través de un cristal oscuro lo que ahora
4
Ver Loyd D. Easton, Hegel's First American Followers, y el próximo artícu-
lo de John O. Reidl, «The Hegelians of Saint Louis, Missouri, and their Influen-
parece que vemos con tanta claridad. ce in the United States», que aparecerá próximamente en las actas del Simposio
Y para aumentar la confusión acerca del sentido y significación del sobre Hegel celebrado en 1970 bajo los auspicios de la Marquette University.
movimiento pragmatista, muchos filósofos americanos viven en la más La nota bibliográfica de este artículo ofrece una extensa referencia a la litera-
tura de los hegelianos de Saint Louis. Para una discusión de los orígenes hegelia-
supina ignorancia de los orígenes de la filosofía americana. Esta clase nos de Dewey, ver Morton G. White, The Origins of Dewey Instrumentalism, y
de comprensión «histórica» se relega a los estudiosos de la cultura el capítulo 2, «From Hegel to Darwin» de mi libro John Dewey.
178 Richard J. Bernstein 179
Praxis y acción
malidad, el «amateurismo», la apertura a influencias variadas supuso Diría , que la dialéctica hegeliana le causó a la vez una extraña indiferencia y
un efecto sólido y creativo sobre el carácter y la orientación de la filo- una extraña preocupación. Sus aspectos puramente técnicos no le interesaban
sofía americana. Podemos olvidar demasiado fácilmente que, por lo en absoluto. Pero supo extraer de ella un sentido permanente de lo que acostum-
que concierne a la filosofía, tanto James como Peirce fueron autodi- braba denominar el complejo de relaciones orgánicas entre el sujeto y el objeto,
dactas. Jamás fueron educados formalmente en filosofía. El mismo la inteligencia y el mundo... Cuando hablaba, como solfa hacerlo, de lo mecánico
Dewey estaba entre los primeros estudiantes de una escuela gradua.. y lo orgánico era este contraste el que estaba en primer plano. Era el contraste
entre la muerte y la vida, y el contraste era más moral y espiritual que fisiológico,
da americana cuando llegó a la Johns Hopkins. Thomas Kuhn nos aunque la biología pudiera proporcionar ilustraciones iluminadoras. Su adhesión
ha hecho sensibles al papel dominante que los paradigmas existentes a Hegel (pudo estar bastante seguro) era porque le había demostrado, en una
pueden desempeñar en la formación y entrenamiento de los científi- gran variedad de campos de la experiencia, la suprema realidad del principio de
cos. Lo mismo vale para cualquier tipo de entrenamiento «profesio- la unidad de la vida que se mantiene a sí misma a través de diferencias y distin-
nal». Pero los primeros pragmatistas ni se beneficiaron ni se vieron ciones 6.
perjudicados por las influencias de este tipo de entrenamientos. De
alguna manera hubieron de crear su propia tradición filosófica desde Este pasaje y el citado hace un poco de las notas autobiográficas
la que poder desarrollar sus propias intuiciones. La época final del de Dewey nos dan la clave de lo que atrajo e influyó en el joven
siglo xix fue, en consecuencia, uno de los periodos más creativos y Dewey. Era la categoría de lo orgánico como un concepto fundamen-
fructíferos de la filosofía americana. Cada uno de estos tres filósofos tal para entender la vida humana. Esto significa que para entender al
se benefició lo suyo de sus intereses en áreas distintas de la filosofía. hombre debemos aproximarnos a él a través de las complejas relacio-
James llegó a ser Doctor en Medicina, Peirce fue un científico expe- nes que mantiene dinámicamente con el mundo entorno. Si nos acer-
rimental la mayor parte de su vida y Dewey vivió tremendamente in- camos a un organismo teniendo en cuenta las complejas y cambiantes
teresado en las incipientes ciencias sociales y en la educación. funciones que puede realizar tendremos justamente la perspectiva
Cada uno de ellos supo liberarse del «provincialismo» en que con para aproximarnos a todas las dimensiones de la vida humana. Dewey
tanta facilidad cae la filosofía «académica». Todos pusieron de mani- reaccionó demasiado contra lo «mecánico», lo «meramente formal», y
fiesto en el trabajo de su vida un rasgo que consideraron de sentido lo «abstracto»; es la concreta lo que él exige, y Hegel le propor-
cósmico —novedad y apertura. ciona el «material intelectualizado» en el que puede ser entendida la
América ha sido siempre hospitalaria con corrientes intelectuales unidad orgánica de la vida. Dewey llegó a mantener que la concepción
«extranjeras». El interés por el hegelianismo se vio estimulado por el del mundo de Hegel es más rigurosa que otras posiciones filosóficas
influjo de los inmigrantes alemanes del siglo xix. Encontró el terreno alternativas para captar la quintaesencia del espíritu científico.
abonado en América en parte a causa del interés autóctono por el Esto es, pues, por qué considero que Hegel —enteramente aparte de la valo-
trascendentalismo. De la misma manera que en la actualidad es co- ración de cualquier resultado particular— representa la quintaesencia del espíritu
rriente que los estudiantes de filosofía más brillantes pasen algún científico. Niega no solamente la posibilidad de llegar a la verdad mediante un
tiempo en Oxford, en las últimas décadas del siglo xix la Meca del pensamiento formal y desarraigado, sino que también niega la existencia de
«peregrinaje» filosófico era Alemania...5 Uno de los primeros hege- cualquier facultad de pensamiento que sea otra que la expresión del hecho mismo.
lianos «profesionales» de América fue G. S. Morris, profesor de Su empeño no está en que el «pensamiento», en el sentido escolástico, tiene va-
lidez ontológica, sino en que el hecho, la realidad, es significativa. Aun en el caso
Dewey en la John Hopkins, que ejerció profunda influencia sobre su de que se nos demostrara que Hegel está limpia y totalmente equivocado respecto
orientación filosófica durante los años que pasó allí como estudiante a los significados especiales que él encuentra que forman la si a_
postgraduado. Lo que Dewey dijo sobre el interés de Morris por realidad, su principio fundamental permanecería irreprochable hasta que se de-
Hegel bien pudo haber sido dicho sobre el propio Dewey. mostrara que el hecho no tiene un significado sistemático o interconexo, y es
más bien una mera mezcolanza de–fragmentos 7.
5
Aunque no incluyo en esta parte la discusión de Josiah Royce, él fue desde
luego el más famoso converso americano a la filosofía alemana y al idealismo ab-
soluto. Su propio interés tardío por Peirce y su intento de incorporar las intui-
6
De una carta publicada en Robert Mark Wenley, The Life and Work o/
ciones de Peirce sobre la «comunidad» a su propio idealismo constituye una George Sylvester Morris, pp. 316-317.
evidencia aún mayor de la afinidad del pragmatismo y del hegelianismo.
7
«The Presente - Position of Logical Theory», The Monist, 2 (octubre
1891), 10.
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Richard J. Bernstein Praxis y acción

Lo que tanto atrajo a Dewey hacia Hegel fue lo 'que eventualmen- la acción llega a ser central y constituye la base para una comprensión
te le separó de él, pues al desarrollar Dewey sus propios intereses en del puesto del hombre en el mundo.
la comprensión y difusión del «espíritu científico», se volvió más El concepto de acción llegó a estar estrechamente asociado al mo-
directamente en busca de aclaración a analogías, científicas. Darwin vimiento pragmatista desde que el término «pragmatismo» comenzó
suplantó a Hegel como autoridad. Lo que pervivió y hasta llegó a a ganar popularidad durante la última década del siglo xix. En la
modelar su sensibilidad hacia la nueva «biología» y las «ciencias de opinión de muchos críticos el pragmatismo es poco más que el slogan
la vida» fue su interés y su comprensión de la unidad orgánica de la pernicioso según el que toda la investigación, el conocimiento y el
vida. La concepción de Dewey de la experiencia como una serie de pensamiento están orientados necesariamente a la acción —y la ac-
coordinaciones orgánicas —incluidas las funciones cognoscitivas del ción se entiende de manera extremadamente vulgar o mundana. Los
hombre— y su peculiar aproximación filosófica al intento de demos- pragmatistas han sido acusados de sostener la doctrina según la cual
trar cómo podían ser conciliados y sintetizados puntos de vista con- algo solamente es gilificativo v verdadero si funciona o es útil Las
flictivos, nos hacen ver la perenne influencia de lo que descubrió en causas y razones de estos supuestos son complejas; en parte los prag-
Hegel. matistas, y sobre todo algunos vulgarizadores, han incurrido en esta
Pero de la misma manera que Marx se sintió incómodo con He- caricatura. Sin embargo, leyendo cuidadosamente a los pensadores
gel en especial con su avasallador énfasis en la comprensión intelec- pragmatistas uno se da cuenta de que la acusación es falsa y equivo-
tual, así también Dewey. También llegó a convencerse cada vez más cada. Los más grandes pensadores pragmatistas lo niegan persistente-
de que Hegel no había tratado adecuadamente los aspectos prácticos mente. En un folleto publicado en 1905 Peirce tiene en cuenta algu-
de la vida y que había malentendido lo que significa ser un ser activo nas acusaciones y objeciones venidas de sus críticos. Escrito en forma
que da forma al mundo. Dewey, como los jóvenes hegelianos en Ale- de diálogo, el objetor pregunta: «Bien, si usted de este modo decide
mania, experimentó la necesidad de «ir más allá» de Hegel, y era preci- convertir el Hacer en el Ser-total y Fin-total de la vida humana, por
samente en el reino de la práctica donde el hegelianismo claramente ne- qué no dice que el significado consiste simplemente en el Hacer?»
cesitaba corrección. Para Dewey, el proyecto intelectual primordial Y el pragmatidsta contesta:: «Debemos 'admitir en primer lugar, que
llegó a ser el intento de cambiar el mundo, a pesar de que para él si el pragmaticismo convierte realmente el Hacer en el Ser-Total y
esto entraña un sentido muy diferente del que tuvo para Marx. 'A Fin-Total de la vida, esto sería su muerte. Pues decir que vivimos
diferencia de Marx, Dewey nunca pensó que fuera necesario abando-
nar la filosofía o «ir más allá» de la filosofía, sino reconstruirla dé por el mero objetivo de la acción, en tanto que acción, a espaldas de
lo que pueda aportar el pensamiento, sería tanto como decir que no
forma que pudiera convertirse en guía de una praxis ilustrada.
existe cosa tal como sentido racional» (5.429).
Peirce, como veremos, fue indiferente y hasta suspicaz respecto
a este giro práctico. Pero él fue quien llevó a cabo la articulación de Aunque es fácil decir qué no es el pragmatismo, es mucho más
la nueva concepción de la investigación que tan importante habría de difícil decir lo que es y cuál el papel que desempeña la acción. Si con-
ser para Dewey y su propia concepción de la filosofía como guía de sideramos el pragmatismo bajo la perspectiva de un movimiento que
la reconstrucción social. Peirce, interesado ante todo en problemas tuvo sus comienzos en Peirce y está aún vivo en la obra de Quine,
lógicos y en llegar a captar lo que él denominaba el «hábito experi- Sellars, Popper, Feyerabend, Hampshire, Nagel y muchos otros, des-
mental» de la mente, recorrió un camino independiente, pero de to- cubrimos la traza de 119~ta_gproximaeión-al_conocimiento, .la in-
iw.ción y la conducta . Esta «nueva» aproximación consiste en
9
dos modos llegó a una concepción del lenguaje, de los universales, vest
del conocimiento y de la investigación que guarda semejanzas básicas
tanto como algunas diferencias notorias con el hegelianismo 8. Tanto 9 La influencia histórica del movimiento pragmatista en filósofos contemporá-

para Peirce como para Dewey el papel de la conducta humana y de 1 neos no debería ser exagerada. Pero los temas del pragmatismo impregnan la filo-
sofía anglosajona contemporánea. La antología de Amelie Rorty, Pragmatic
Philosophy, muestra esta continuidad especialmente en la tercera parte de su
8
Para una discusión de estas semejanzas y diferencias ver John F. Boler, libro, «Recent Reactions and Adaptations». Ver también el apéndice a mi «Pe-
Charles Peirce and Scholastic Realism, y Vincent G. Potter, S. J., Charles Peirce: irce's Tbeory of Perception», Studies in the Philosophy of Charles Sanders Peirce,
On Norms and Ideals. Ver también mi artículo, «Peirce's Theory of Perception», Second Series, en el que se discuten algunas semejanzas fundamehtales entre
Studies in the Philosophy of Charles Sanders Peirce, Second Series. Peirce y las investigaciones epistemológicas recientes.
182 Praxis y acción 183
Richard J. Bernstein

una reacción contra el sistema cartesiano que tanto ha influido en la debe existir el conocimiento intuitivo. Arguye también que la búsque-
filosofía moderna. da de tal fundamento epistemológico es un error. El conocimiento y
Peirce ataca directamente lo que se ha denominado la «metáfora la investigación ni poseen, ni necesitan tal fundamento. Ciertamente
es verdad que en cualquier investigación hay puntos de partida, pro-
del fundamento» del conocimiento y el punto de vista del cognoscente
cedimientos, métodos y reglas que deben ser tomados como seguros
como «espectador». La concepción del conocimiento que Peirce criti- e incuestionables. Esta es la verdad subyacente a la metáfora del fun-
tica como errónea postula que el conocimiento tiene —y debe tenerlo damento establecida por Aristóteles en los comienzos de los Analíti-
realmente— un fundamento básico y fijo. El carácter de este funda- cos posteriores: «Toda información dada o recibida argumentalmente
mento es una cuestión que ha dividido a muchos filósofos modernos, procede de un conocimiento preexistente» ". Pero de esta afirmación
ya consista en impresiones, en hechos positivos, datos sensoriales, uni- no se sigue que exista un punto de partida lógico absoluto que sea
versales, verdades a priori, etc. Pero en el fondo de todas las filosofías conocido inmediatamente por alguna facultad intuitiva. El paradigma
subyace la convicción de que existe un fundamento tan firme como una alter o de investí ación con. • • - que Peirce comienza a
roca. Desde esta perspectiva la tarea del filósofo consiste en descubrir desarrollar en estos escritos y que precisa y modifica a lo largo de su
cuál es o debe ser este fundamento y entonces mostrar con precisión carrera es una concepción de la investigación como un proceso auto-
cómo el conocimiento más complejo se apoya en él. Si podemos conocer correctivo que no tiene ningún comienzo absoluto o un punto de
el fundamento en cuestión (de hecho o en principio), así como los pro- llegada y en el que cualquier afirmación está sujeta a críticas rada
cedimientos para fundamentar los conocimientos más complejos sobre nales ulteriores, aunque no podamos poner en cuestión a la vez todas
él, entonces estaremos en posición de «legitimar» nuestras propuestas las afirmaciones. Nuestros postulados cognoscitivos están
cognoscitivas. Tendremos criterios para distinguir lo que podemos no por sus_ortge.nes ue los o ' del conocinue to son
conocer de lo que no podemos, así como para diferenciar lo significa- variados y falibles—, s «gaéón-
tivo de lo absurdo. También desde esta perspectiva el cognoscente es „mama—. Y aun estas normas, reglas y patrones, están abiertos ellos
un «espectador». Considera el mundo desde la perspectiva correcta, mismos a la crítica racional. La falibilidad de todo conocimiento no
o posee un conocimiento legítimo en el momento que penetra la va- es un signo de deficiencia, sino una característica esencial del conoci-
guedad, la indeterminación y la confusión del modo de pensar ordi- miento, puesto que cada enunciado cognoscitivo es parte de un siste-
nario y las opiniones cotidianas y ve con entera claridad el fundamen- ma de signos abierto a interpretaciones ulteriores y tiene consecuen-
to de un conocimiento legítimo 1 . cias que hay que probar y confirmar públicamente. En el proceso ince-
Los elementos lógicamente primitivos no pueden ser inferidos o sante de la investigación estamos abocados a revisar nuestros postula-
deducidos de otros elementos —pues entonces ya no serían primiti- dos cognoscitivos, sin que nos importe lo ciertos e indubitables que
vos. En cambio, deben ser captados directamente, conocidos o perci- puedan parecer. En oposición a la opción subjetivista en filosofía,
bidos inmediatamente o intuidos racionalmente. Es la doctrina cardi- implicita en el sistema cartesiano, Peirce argumenta que todo lengua-
nal del conocimiento inmediato o conocimiento por intuición lo que je, significado, y en consecuencia, toda investigación y su producto
Peirce ataca directamente en los escritos de 1868 11. (Estos escritos final, el conocimiento, tienen esencialmente un carácter social. El
fueron discutidos en la introducción, pp. 20-21.) auténtico significado de nuestros conceptos depende de su papel en
El objetivo inmediato de Peirce es exponer los errores de las di-
versas especies de argumentos aducidos para demostrar que existe o
12
Posterior Analytics, Libro I, cap. 1, p. 110, en The Basic Works of Aris-
totle, ed. por Richard McKeon.
10
La discusión del reduccionismo y del construccionalismo en la parte IV, 13
Para críticas contemporáneas a la «metáfora del fundamento» que recogen
indica el modo cómo la «metáfora del fundamento» influyó en la primera fila el eco y desarrollan la crítica de Peirce, cf. W. V. O. Quine, «Two Dogmas of
sofía analítica. Ver pp. 245 y ss. Empiricism», From a Logical Point of View; Karl Popper, «On the Sources of
11
«Questions Concerning Certains Faculties Claimed for Man»; «Some Con- Knowledge and of Ignorante», Conjectures and Refutations; Wilfrid Sellars,
sequences of Four Incapacities», y «Grounds of Validity of the Laws of Logic: «Empiricism and the Philosophy of Mind», Science, Perception and Reality;
Further Consequences of Four Incapacities». Estos artículos están incluidos en el Paul Feyerabend, «Explanation, Reduction and Empiricism», Minnesfota Studies
vol. V de Collected Papers. in the Philosophy of Science, vol. 3, ed. por Herbert Feigl y Grover Maxwell.
184 185
Richard J. Bernstein Praxis y acción
el contexto social de reglas y normas. Hasta el concepto de realidad Las categorías de Peirce
implica la noción de comunidad.
Escribiendo a Lady Welby en 1904-nos dice Peirce: «Después de
Lo real, entonces, es en lo que, más tarde o más temprano, vendrán a parar sólo tres o cuatro años de estudio me he visto obligado por largo
la información y el razonamiento, y que por ello es independiente de los caprichos tiempo a agrupar todas las ideas en las tres categorías de Primariedad,
míos y tuyos. De esta manera el verdadero origen de la noción de realidad de- Secundariedad y Terciaridad. Este tipo de nociones es tan repugnante
muestra que esta concepción encierra esencialmente la noción de una COMUNI- para mí como para cualquiera: y durante años he estado empeñado
DAD, sin límites definidos, y capaz de un determinado incremento de conoci-
miento. Y así estas dos series de conocimientos —el real y el irreal— constan en quitarle importancia y refutarlas; pero hace ya tiempo que me ha
de aquellos que, en un tiempo suficientemente futuro, continúe afirmando convencido completamente. Por desagradable que sea atribuir tal sig-
la comunidad; y en los que, en las mismas condiciones, siempre sea negado des- nificado a los números, sobre todo a la tríada, le aseguro que es tan
pués. Una proposición cuya falsedad jamás pueda ser descubierta y por lo mismo verdadero como desagradable» (8.328). Peirce utiliza este esquema
su error sea absolutamente incognoscible, en el momento presente no contiene categorial de diversos modos a veces inconsistentes, pero a lo largo de
en absoluto, según nuestros principios, ningún error. Consecuentemente, lo que todos sus escritos sostiene que estas categorías designan elementos
se piensa en estos conocimientos es lo real tal como es en sí mismo. Entonces, que se manifiestan en todos los fenómenos; que son irreductibles en
no hay nada que nos haga sospechar de nuestro conocimiento de las cosas tal el sentido de que no podemos considerar adecuadamente los fenóme-
como son en sí, y lo más probable es que así es como las conocemos en la mayo- nos sin referirnos a todas ellas; 'y que no necesitamos ninguna otra
ría de los casos, aunque nunca estemos seguros de haberlo hecho así en uno
particular (5311) 14. categoría para llegar a una consideración comprensiva, coherente y
adecuada de la experiencia, la realidad y el ser. Peirce piensa; por lo
El cambio de orientación del paradigma del fundamento a la in- demás, que él podría «probar» le necesidad e irreductibilidad de las
vestigación como un proceso autocorrectivo, exige que repensemos categorías, pero nunca está bastante claro qué es lo que ha «probado»
cada cuestión básica en filosofía. Peirce lleva a cabo este fundamental (cf. 5.469; 1.345; 5.82 ss.). Como Kant, pensaba que la clave para
cambio de orientación mediante una exploración sistemática de mu- llegar a las categorías debía fundarse en la lógica. Peirce falla en de-
chas cuestiones técnicas que necesitaban revisión, incluidas la percep- mostrar que las categorías son necesarias, suficientes e irreductibles
ción, la naturaleza de la inferencia, la teoría de los signos y la teoría en todos los usos que hace de ellas. No pienso que éste sea un fallo
de la verdad y de la realidad. El hombre como investigador, como grave en su filosofía. Por el contrario, nos ayuda a ver cómo funciona
miembro de una comunidad de investigación, ya no será considerado realmente el sistema categorial. La' tónica dominante del Oso que hace
un «espectador», sino un participante activo y un experimentador. El Peirce de las categorías viene reflejada en el pasaje citado hace poco
hombre como agente pasa aquí a primer plano porque la actividad es de la carta a Lady Welby. Se trata de un temple descriptivo, enipírico,
la clave para entender todos los aspectos de la vida humana, incluidos pragmático '5. La «prueba» o, mejor, la adecuabilidad de las catego-
la investigación y el conocimiento. rías debe ser buscada en el uso que hace de ellas para iluminar las
EXaminando el status de la conducta y en particular la conducta similaridades y diferencias fundamentales de todo aquello con que
autodírigida podemos penetrar en lo esencial de la concepción de nos encontramos.
Peirce del hombre como un investigador activo. El concepto de con- Es en la fenomenología, o lo que Peirce llama «faneroscopia»
ducta es una de las nociones centrales de Peirce y está sistemática- donde hace el uso más detallado y sugestivo de las categorías. «La fane-
mente referido a los aspectos esenciales de su filosofía. Pero como 1 roscopia es la descripción del phaneron; y por phaneron quiero signi-
el examen de la conducta está profundamente enraizado en el esque- ficar el colectivo total de todo lo que está de cualquier manera o en
ma categorial de Peirce, debemos echar una ojeada breve a dicho cualquier sentido presente en la mente, completamente indiferente a
esquema. si se corresponde o no con una cosa real» (1.284). La fenomenología o
faneroscopia es aquel estudio que, apoyado en la observación directa del
phaneron, y generalizando estas observaciones, delimita clases de phanerons va-
14
En sus escritos más tardíos Peirce pone en claro que no está sosteniendo
que en un futuro finito habrá un acuerdo completo entre una comunidad de
investigadores. Este es un ideal límite, un principio regulativo de la investiga- 15 Cf. la discusión de Richard Rorty de las categorías de Peirce en «Pragma-
ción. Ver 8.112 y ss.
tisrn Categories and Language», The Philosophical Review, 70 (abril 1961).
Praxis y acción
186 Richard J. Bernstein
somos conscientes de cualidades, pero este «saber que» no debe ser
riadas y extensas; describe las formas de cada uno; muestra cómo a pesar de confundido con la conciencia real o experiencia directa de las cuali-
estar tan inextricablemente mezclados hasta el punto de que es imposible aislar-
los, aun así está claro que sus caracteres son bien diferentes; esto prueba, más dades. En segundo lugar, Peirce incluye bajo la categoría de Prima-
allá de toda cuestión, que una determinada lista muy pequeña comprende todas riedad mucho más de lo que se contiene en las clasificaciones norma-
las más extensas gamas de categorías de phanerons que hay, y finalmente pro- les de las cualidades primarias y secundarias. Hay cualidades únicas,
cede a la tarea laboriosa y difícil de enumerar las principales subdivisiones de pregnantes, inefables, como la cualidad del temor o la cualidad del
estas categorías (1286). Rey Lear. La exploración fenomenológica de Peirce de la diversidad
)
de cualidades y su afirmación de que se trata de un aspecto de cual-
La primariedad se caracteriza como «la impresión total inanaliza- quier experiencia puede entenderse como un intento de reivindicar
da provocada por cualquier multiplicidad pensada no como un hecho una forma de experiencia menospreciada por la tradición de la filoso-
real, sino como una cualidad, como una simple posibilidad positiva fía occidental. En este aspecto Peirce es representativo entre muchos
de apariencia» (8.239). La primariedad es aquello que es cualitativo e filósofos posteriores de los siglos xtx y xx, incluidos Bergson, James,
inmediato; «la cualidad es el elemento monádico del mundo» (1.426). Dewey y Whitehead, que reaccionan contra lo que creen ser el talante
Las cualidades per se ni son subjetivas ni objetivas. Consideremos «intelectualista» de la filosofía occidental. Todos estos filósofos enfa-
los ejemplos siguientes que Peirce ofrece como ilustraciones de la pri- tizan la concretez y la inmediatez cualitativa de la experiencia. Pero a
mariedad como cualidad inmediata: «el escarlata de vuestras libreas diferencia de Bergson, por ejemplo, Peirce no postula que la concien-
reales, la cualidad misma independientemente de ser percibida o re- cia directa de la inmediatez cualitativa nos proporcione un conoci-
cordada» (8.329); «la cualidad de la emoción al contemplar una sutil miento directo, intuitivo e infalible de la realidad misma. Todo cono-
demostración matemática, la cualidad de sentir amor» (1.304); «un cimiento, según Peirce, implica terciaridad (Thirdness) y es esencial-
vago, Inobjetivable pero menos aún insubjetivable, sentido de rojez, mente falible.
o del sabor salado, o de un dolor, o de un golpe de alegría, o de una La cualidad inmediata de primariedad es una mera posibilidad in-
nota musical prolongada» (1.303). Es muy fácil malentender lo que tangible. Pero jamás nos encontramos en realidad con cualidades
Peirce quiere dar a entender si pensamos en aquellas cualidades que, como meras posibilidades, sino sólo con cualidades encarnadas en for-
como sentimientos subjetivos, están de un modo u otro localizadas mas concretas. Este aspecto de la cualidad se abstrae o separa del
en la intimidad de nuestras mentes. Cualquier cosa tiene su cualidad complejo total de la experiencia; pero no es nada distinto y separable
característica. «La tragedia del Rey Lear posee su propia primarie- del resto de la experiencia. Esto nos lleva a la categoría de Secunda-
dad, su sabor sui generis» (1.531). El género poético nos lleva direc- riedad (Secondness). Es a esta categoría a la que pertenece la acción
tamente al estado en el que podemos hacernos directamente conscien- (en tanto distinta de la conducta). La manifestación fenomenológica
tes de la inmediatez cualitativa (cf. 5.44). de esta categoría debe ser buscada en el «sentido de choque», sorpre-
¿Qué quiere «destacar» Peirce al llamar nuestra atención sobre sa, lucha y dondequiera que existe «tanto el sentido de resistencia
tal variedad de cualidades apodándolas a todas «Primariedad»? ¿Cuál cuanto el estar bajo la influencia de una actuación» (5.45). Por lucha
es la intención de decir que se trata de aspectos irreductibles de todos (struggle) Peirce significa «la acción mutua entre dos cosas indife-
los fenómenos? En primer lugar, notar cómo Peirce parte de las dis- rentes a cualquier tipo de mediación y particularmente indiferentes a
cusiones tradicionales de la cualidad. En la filosofía tradicional la cua- cualquier ley de acción» (1.322). La secundariedad es esencialmente
lidad o la «peculiaridad» («Whatness») de algo pasaba por ser la uni- diádica igual que la primariedad es monádica. Cuando usamos la se-
dad epistemológica básica, el objeto primario del conocimiento 16. Sin cundariedad para centrar nuestra atención sobre la estructura irre-
embargo, lo que significa cualidad para Peirce en el contexto de su ductible de la experiencia, ello significa que «en ella no hay una mera
fenomenología es algo tenido o sentido. Desde luego, sabemos que dualidad, sino una pugna activa» (8291).

16
Al hablar de «Filosofía tradicional» tengo en la mente la vieja discusión Se puede captar la especificidad de este tipo de conciencia, aproximándonos
de las cualidades primarias y secundarias. La concepción de Peirce de la cualidad, de alguna manera a su puridad, cuando uno arrima su hombro a una puerta y
sin embargo, es muy parecida al análisis de Hegel de la cualidad en su Lógica, trata de abrirla a la fuerza. Entonces se tiene una sensación de resistencia y al
en especial al énfasis de Hegel en la inmediatez de la cualidad, y la forma en que mismo tiempo de esfuerzo. No puede darse esfuerzo sin resistencia ni tampoco
la cualidad es lógicamente más primitiva que el concepto de esencia.
188 Praxis y acción 189
Richard J. Bernstein
resistencia sin esfuerzo. Existen únicamente dos modos de describir la misma ber, que nuestra observación de los objetos sensibles externos y de
experiencia. Es una conciencia duplicada. Llegamos a hacernos conscientes de nuestras operaciones internas «son las fuentes del conocimiento, de
nosotros mismos haciéndonos conscientes de lo que no es uno-mismo. El estado donde provienen todas las ideas que tenemos o podamos tener por
de vigilia es una conciencia de reacción; pero como la conciencia misma es am- vías naturales» n, se hace cada vez más problemático a medida que el
bivalente, también encierra dos variedades; a saber, la acción, en la que nuestra empirismo se hace cada vez más subjetivista y escéptico. Desde el
modificación de las otras cosas es más poderosa que su reacción sobre nosotros, punto de vista de Peirce, podemos decir que las variedades subjeti-
y la percepción en la que sus efectos sobre nosotros son abrumadoramente más
acusados que nuestros efectos sobre ellas... La idea de «otro», del no, viene a
vistas y fenomenista del empirismo asfixian la idea original de que
ser el auténtico soporte del pensamiento. A este elemento le doy el nombre de la experiencia es compulsiva, irreductible y diádica, y de que exhibe
secundariedad (1324). secundariedad. Los empiristas tienden a confundir la compulsividad
no-cognoscible y no-reductible de la experiencia con la noción de que
La fértil imaginación de Peirce está aquí en acción. Y su uso de lo que la experiencia nos impone posee autoridad absoluta.
las categorías hace salir a luz semejanzas fundamentales que frecuen- Podemos apreciar la significación del uso que hace Peirce de la
temente han sido ignoradas. La secundariedad está en primer plano categoría de secundariedad desde una posición enteramente diferente.
tanto en la noción de experiencia cuanto en la de existencia. «Es la Peirce llama nuestra atención sobre la «resistencia» o facticidad de
compulsión, la exigencia absoluta que pesa sobre nosotros de pensar toda experiencia y de toda existencia, lo cual ha constituido una de
de manera distinta a como lo habíamos estado haciendo lo que cons- las claves de la tradición existencialista. La tensión bipolar interna
tituye la experiencia» (1.336). «La experiencia es aquella determina- de la existencia humana es la base de los clamores kierkegaardianos
ción de la creencia y del conocimiento en general que el curso de la de que lo concreto, lo individual y la existencia humana nunca podrían
vida ha lanzado sobre un hombre; uno puede mentir sobre ello; pero ser aufgehoben. Cuando los existencialistas hablan de la inmediatez
no se puede escamotear el hecho de que algunas cosas caigan forzosa- de la existencia humana y su resistencia a ser encasillada en un siste-
mente bajo su conocimiento. Hay un elemento de fuerza bruta que ma de conocimiento, cuando insisten en la facticidad inaprensible de
existe con independencia de nuestras opiniones sobre su existencia» la vida humana, están enfatizando lo que Peirce llama secundariedad.
(2.138). De la existencia Peltre nos dice que «la existencia significa Los existencialistas han sostenido también que «el estado de vigilia es
reacción contra el medio y de esta manera es un carácter dinámico» una conciencia de reacción» (Peirce, citado antes); y la afirmación
(5.503). «El existente es aquello que reacciona contra las otras co- de que «la idea de otro, del no, se convierte en el auténtico soporte
sas» (8.191). - del pensamiento» muy bien pudiera haber aparecido en El Ser y la
Una vez más podemos sentirnos incómodos ante esta agrupación Nada de Sartre. El uso que hace Peirce de las categorías pone de ma-
tan imaginativa de fenómenos y conceptos que exhiben secundarie- nifiesto una vinculación muy reveladora entre el existencialismo y
dad. Pero consideremos lo sugestivo de esta clasificación. Por ejem- una tradición que ha sido vista por muchos como ajena a su espíritu:
plo, podemos enfocar la afirmación de Peirce de que la secundariedad el empirismo. Si una de las funciones del análisis categoría' es la de
es el dominio característico de la experiencia desde la perspectiva del abrir nuevas perspectivas para «ver» el mundo, cuyo fruto lo obtene-
empirismo tradicional. La intuición central del empirismo consiste en mos al evaluar su poder de iluminación, entonces podemos comenzar
que todas las ideas e hipótesis en último término han de ser contras- a apreciar la importancia del análisis categorial de Peirce.
tadas con la experiencia. Pero ¿por qué es la experiencia la piedra de La categoría final, la terciaridad («Thirdness»), es a la vez la más
toque en la contrastación de enunciados cognoscitivos? Ello ocurre intrincada y difícil de entender. Hábitos, leyes, reglas, potencialida-
a causa de la compulsión bruta de la experiencia misma. «La expe- des, intenciones, conceptos, signos, significados, más la conducta
riencia» se refiere «a aquello que un hombre reconoce forzosamente todos son clasificados como terciarios. El ejemplo favorito de Peirce
lo quiera o no» (5.613). Hay una profunda ironía en el desarrollo de de la relación triádica es el «dar». «A da B a C. Esto no consiste en
la tradición empirista. La intuición básica de una compulsión esen- que A arroje B y accidentalmente vaya a parar a C... Si esto fuera
cial como ingrediente de la experiencia tan destacada en la filosofía todo, no habría una relación triádica genuina, sino únicamente una
de Locke fue eventualmente traicionada, a medida que el empirismo
se hizo cada vez más subjetivísta y fenomenista. Lo que para Locke 17
John Locke, An Essay Concerning Human Understanding, cd. por A. C.
estaba tan claro y constituía el punto de partida de su filosofía, a sa- Fraser, vol. I, p. 122.
190 Richard J. Bernstein Praxis y acción 191

relación diádica seguida de otra. No es necesario ningún movimiento Acción y conducta


de la cosa donada. Dar es transferir el derecho de propiedad. Pero el
derecho es asunto de la ley, y la ley es asunto de pensamiento y signi- La acción en bruto está perfectamente determinada; en una zo. ac-
ficado» (1.345). Es imposible ofrecer una consideración adecuada del ción en bruto no existe ninguna vaguedad o indeterminación La
concepto de dar describiéndolo en términos de yuxtaposición física acción en cuanto que se aproxima a la pura secundariedad es singular
(y aun mental). Lo característico acerca del dar es que existen deter- y antigeneral; pone de manifiesto lo que Duns Scotus llamaba hic et
minadas convenciones, reglas y costumbres en cuya virtud un acto es nunc. He hablado de la acción en tanto que se aproxima a la pura se-
dar y no un mero desplazamiento físico. Estas convenciones, reglas y cundariedad porque hemos de tener en cuenta que los elementos dife-
costumbres son constituyentes esenciales del tipo de acción o conduc- renciados por las tres categorías se manifiestan en cada experiencia.
ta que se designa propiamente como «dar». Dar es una forma de con- No existe nada que sea una experiencia de la acción pura y desnuda o
ducta y no podremos entenderla si nos limitamos a analizarla en tér- de la secundariedad, pero en cambio sí hay un elemento de inmedia-
minos de primariedad o secundariedad. Consideremos cuidadosamente tez («bruteness») que puede ser abstraído y separado en el análisis de
el ejemplo de A que hace un contrato con C. «Decir que A firma el la experiencia. «No hay nada que sea un elemento absoluto de con-
documento D y C firma el documento D, sin tener en cuenta el conte- frontación; a pesar de lo cual es completamente verdad que el ele-
nido del documento, eso no es un contrato. El contrato radica en la in- mento de confrontación está continuamente fluyendo sobre nos-
tención. Pero ¿qué es lo que se intenta? Que ciertas reglas condiciona- otros» (7.653).
les rijan la conducta de A y C» (1.475). La conducta, como distinta de la pura acción, es esencialmente
Podemos obtener una base de captación más firme de lo que Peír- general. Mientras la acción en bruto es singular, la conducta es un
ce sostiene si advertimos una semejanza entre sus discusiones de la género o clase de actividad. La conducta está estrechamente rela-
terciaridad y la filosofía analítica reciente. La distinción entre el cionada a la noción, central en Peirce, de hábito. «(La disponibilidad)
suceder y el hacer, o entre el movimiento y la acción, que ha estado para actuar de cierta manera bajo circunstancias dadas, cuando uno
tan en primer plano en las investigaciones analiticas recientes, está
reflejada en la distinción de Peirce entre secundariedad y terciari- cha semejanza con los argumentos antirreduccionistas de muchos filósofos analí-
dad 18. Aunque Peirce utiliza el término «conducta» para lo que los ticos contemporáneos. Esta semejanza la ilustra Rorty cuando escribe: «Se puede
filósofos recientes denominan «acción», se trata de la misma distin- explicar qué es lo que hace de una masa de datos sensoriales un gato, diciendo
ción básica. La razón por la que «dar» o «firmar un contrato» ejem- que eso significa un gato para alguien, o bien que alguien tiene intención de
tomarlo por ún gato, o bien que alguien sigue una regla en cuyos términos eso
plifican la terciaridad es que dichas prácticas existen solamente en la representa un gato, o que alguien tiene la costumbre de decir "gato" cuando lo
medida en que existen reglas, hábitos, normas, que nos proveen de encuentra, o que alguien está en la expectativa de mantener las leyes usuales
criterios para identificar y clasificar ejemplos de dichas prácticas. Si en la descripción de la conducta de tales datos sensoriales. Lo central en Peirce
uno se limita a dar una consideración de «firmar un contrato» en tér- es que todos los términos en cursiva que anteceden son nombres de la terciad-
dad, y que consecuentemente cualquiera de ellos puede ser analizado en términos
minos de movimientos físicos o psíquicos (secundariedad), no sería del otro, pero que ninguno de ellos puede ser reducido ni a datos sensoriales
capaz de comprender la actividad implicada. Un ejemplo específico de (primarios) o relaciones puramente diádicas que se establecen entre los datos sen-
firmar un contrato no tendría lugar sin los supuestos de «reglas con- soriales (por ejemplo, secundarios, como la proximidad espacio-temporal o la
dicionales» que definen la práctica en cuestión. Y los elementos gene- pura semejanza). Cualquier "reducción" de gatos a masas de datos perderá, por
ello, la referencia a un intérprete lógico que hace del gato un gato. Habrá per-
rales que la constituyen no pueden ser analizados en términos de dido el mismo tipo de realidad que se pierde cuando "reducimos" el dar a entre-
secundariedad. Desde luego esto no es negar que en la firma del con- gar y tomar.» «Pragmatism, Categories and Language», The Philosophical Review,
trato ocurran movimientos físicos, sino insistir en que los movimien- 70 (1961), 202-203. Mientras que la ilustración anterior muestra la semejanza de
tos físicos cuentan como un caso de actividad, práctica o conducta, la terciaridad de Peirce con propuestas epistemológicas recientes, la estrategia de
Peirce se refleja también en discusiones contemporáneas de la acción, especial-
debido al papel que desempeñan". mente en los conceptos de «práctica» y «regla». Cf. John Rawls, «Two Concepts
of Rules», The Philosophical Review, 64 (1955), y Wilfrid Sellars, «Some Reflec-
Cf. la discusión entre acción y movimiento en la parte IV, pp. 268-270.
18
tions on Language Games», en Science, Perception and Reality.
El tipo de análisis triádico que presenta Peirce de «dar» (giving») y «fir-
19 20
Para una discusión del significado «generalidad» («generality») «vaguedad»
mar» («signing») un contrato se generaliza y aplica a una extensa gama de cues- («vagueness») e «indeterminación» («indeterminateness»), ver 5.446 y ss.; 5.505
tiones epistemológicas y metafísicas. Las afirmaciones de Peirce presentan estre- y SS.
192
Richard J. Bernstein Praxis y acción 193
ha sido
rado afectado por algún motivo, es un hábito; y un hábito delibe-
o autocontrolad o gencia consiste en «actuar de cierta manera» (6.286) y que «todo pen-
cuando Peirce habla aquí es precisamente una creencia»
de (5.480). Aun samiento... debe necesariamente existir en signos» (5.251), muchas
referirse a hábito en un contexto apropiado para
papel más «motivo» y «control», la noción de hábito desempeña un de sus tesis más interesantes y sugestivas encajan juntas en una pers-
amplio en la filosofía de Peirce. - pectiva más comprensiva y coherente.
cosa, animada o inanimada, manifiesta hábitos. Sostiene que en
«Hábito», cualquier La misma máxima pragmática apunta primariamente a la conduc-
su sen- ta, a la conducta deliberada, no a las acciones en tanto que sucesos
tido más amplio, «denota tal especialización originaria o adqiiirida,
de la naturaleza del hombre, o del animal, o de una planta, o discretos o separados. En su forma originaria establece Peirce la má-
sustancia química cristalizable, o de de una xima como sigue: «Consideremos qué efectos concebimos que con-
cualquier otra cosa, que actuarán,
o tenderán a actuar, de un modo susceptibl lleva el objeto de nuestra concepción, que concebiblemente pueden
nos generales en cualquier ocasión( e de ser descrito en térmi- tener consecuencias prácticas. En ese caso, nuestra concepción de di-
de o
en una considerable proporción chos efectos es el todo de nuestra concepción del objeto» (5.402). En
ocasiones) en que puede presentarse el mismo bajo un carácter
susceptible de ser descrito en general» (5.538). La tesis de Peltre de fecha posterior, comentando lo que pudiera parecer una formulación
que cualquier cosa manifiesta hábitos —d tosca hace notar que
es un manojo habitual de reacciones» (4 o que llamamos una cosa
la atención sobre el hecho de .157)----- es un modo de llamar ... el emplear cinco veces derivados de concipere puede haber tenido un pro-
que todas las cosas del universo están pósito. De hecho tenía dos. Uno era dejar claro que yo estaba hablando del sig-
dirigidas por o expresan leyes, y esta legalidad es lo que ha de enten- nificado en ningún otro sentido que no fuera el de contenido intelectual. El otro
derse en términos de la generalidad condicional característica consistía en rehuir cualquier peligro de ser -interpretado como que intentaba
terciaridad.
Peirce También llama la atención sobre la continuidad que según
se manifiesta de la explicar el concepto por perceptor, imágenes, esquemas o cualquier otra cosa que
en toda la naturaleza. Hay diferencias sustancia- no fueran conceptos. Con ellos no quería decir, desde luego, que los actos, más es-
les entre los hábitos que muestra una sustancia química cristalizable trictamente singulares que nada, pudieran constituir el sentido o la interpretación
y los que muestra una conducta racional, pero también existe conti- propia y adecuada de cualquier símbolo... El pragmatiscismo hace consistir el pen-
nuidad en esta legalidad manifestada a través de la naturaleza. samiento en la viviente asimilación inferencial de símbolos cuyo sentido está
- en resoluciones condicionales generales a actuar (5.402, n. 3).
La conducta, o más en general, el hábito, consiste en lo
denomina «voluntad de ser». Decir que una que Peirce
un hábito significa que «actuaría persona o una cosa tiene Peirce identifica el contenido intelectual o significado de una pro-
nera siempre (o, usualmente actúa) de cierta ma- posición con los hábitos y la conducta, y. éstos son esencialmente gene-
que se diera determinad
conducta, los hábitos o la «voluntad de a cas 8
o ión» re(.380). Aunque la rales y condicionales n. La Máxim'a del pragmatismo está pensadapara
ser» se suelvan en acción, escoger entre «miríadas de formas a las que puede ser traducida una
«ningún conjunto de sucesos reales puede nunca agotar completamen-
te el significado de la «voluntad de ser» (5.467). Podemos compren- proposición... aquella forma en que la proposición se hace aplicable a
der ahora por qué insiste Peirce en que la teraridad encierra una la conducta humana» (5.427). En la aclaración del significado de su
referencia al futuro. Mientras que el pasado es pragmaticismo Peirce es agudamente consciente de la diferencia cate-
e l«almacén
«almacén gorial entre la terciaridad y la secundariedad y con mucho cuidado tra-
miento», y «siempre que nos disponernos a hacer algo, " del conoci-
sobre", apoyarnos nuestra conducta en hechos ya conocidos» (e ta de encontrar la manera de diferenciar su posición de la de aquellos
las leyes, hábitos y tipos de conducta que tratamos de conocer.460, no s
) que intentan caracterizar el significado de una proposición en términos
agotan en regularidades pasadas ni siquiera futuras. La generalidade de una colección de actos discretos, observaciones o hechos. «Decir
condicional de la terciaridad no se agota en un conjunto finito que yo sostengo que el sentido o interpretación última y adecuada de
cesos pasados, presentes o futuros. Más aún, «los hechos futuros de su- un concepto está contenida, no en cualquier acto o actos que serán
que únicos que de alguna manera podemos controlar roa realizados alguna vez, sino en un hábito de conducta o determinación
; y cualquier cosa moral general que puede llegar a realizarse por el procedimiento que
quecosas
las puedaqueexistir en el futuro que no esté sujeta a control está entre
seremos capaces de inferir, o lo 21
seríamos bajo circuns- Cf. George Gentry, «Habit and Logical Interpretant», Studies in the Philo-
tanciases
mismo favorables»
un «género(5.461). Cuando Peirce añade que el pensamiento sophy o/ Charles Sanders Peirce, ed. por P. Wiener y F. Young; y John F. Boler,
de «Habits of Thought», Studies in the Pbilosopby of Charles Sanders Peirce,
acción» o de conducta (8.191), que la inteli- Second Series.
194 Richard J. Bemstein 195
Praxis y acción
sea, no es más que decir que soy pragmaticista» (5.504). Podemos ver insistencia completamente irracional —el elemento de secundariedad
ahora con más claridad por qué Peirce se denomina a sí mismo prag-
maticista: porque entre su posición y las variedades más comunes de que hay en ella» (7.659). Más aún, «aun después de que se ha for-
mado el percepto», hace notar Peirce, «tiene lugar una operación
pragmatismo y positivismo hay profundas diferencias. El prag- que a mí me parece completamente incontrolable. Se trata de juzgar
matismo «vulgar» y el positivismo han creído identificar sin éxito el qué es lo que la persona percibe» (5.115). No debemos extraer con-
significado de una proposición con algún conjunto determinado de clusiones equivocadas de esta afirmación y otras parecidas. Una de
consecuencias u observaciones: en este aspecto estas posiciones han las intuiciones más brillantes de Peirce es la cuidadosa distinción entre
sido nominalistas. Pero Peirce se denomina a sí mismo realista esco-
lástico (y algunas veces scotista). También sostiene que el realismo y autoridad y coacción. Un fallo en esta distinción nos llevaría a las
paradojas del intuicionismo donde la insistencia de un percepto,
el pragmatismo se implican uno a otro (cf. 5.453, 5.470, 5.503) 2-2. juicio perceptivo o creencia se toma erróneamente como evidencia de
No podemos examinar en profundidad lo que entiende Peirce por su incuestionable validez. Una consecuencia de este embrollo de con-
realismo, pero una valoración exacta del mismo sería decir que son ceptos es la conclusión errónea de que hay episodios epistemológicos
reales las leyes, lo general, los hábitos —más brevemente, la tercia- básicos, infalibles y autoautentificados que funcionan como funda-
ridad. El pragmaticismo se apoya en la afirmación de que hay gene- mento del conocimiento. Peirce sostiene que este es el error que co-
ralidades que son irreductibles lógicamente a elementos singulares, y rroe por dentro el intuicionismo moderno, ya se trate de la variedad
tales generalidades constituyen el auténtico significado de los concep- 24
tos 23. racionalista o empirista . Peirce nos advierte que «todos sabemos
demasiado bien lo terriblemente persistente que puede ser una per-
cepción; y por todo esto, aún en los grados de mayor insistencia pue-
Control racional y crítica de ser completamente falsa —esto es, puede no adaptarse a la masa
general de la experiencia» (7.647). Y aun las proposiciones y creen-
cias que son indubitables y que «no podemos por menos de mirar
En nuestra discusión de la conducta humana hemos comenzado a como perfectamente verdaderas y perfectamente ciertas» puede resul-
ver la importancia de la conducta controlada. Hay aspectos de la ex- tar que sean falsas (5.498).
periencia que están más arriba o más abajo del nivel de control. El A pesar de que existen operaciones mentales incontrolables, y ver-
shock o sorpresa de una experiencia es algo sobre lo que no hay con-
daderamente lógicas y exactamente análogas a inferencias, la inferencia
trol. «La "dureza" del hecho está en la insistencia del percepto, su misma «es esencialmente deliberada y autocontrolada... El razonar en
22 Cf. John F. Boler, Charles Peirce and Scholastic Realism. tanto que deliberado es esencialmente crítico, pero es inútil criticar
23
A la luz de la reciente discusión del realismo, se puede perder con facili- como bueno o como malo algo que no puede ser controlado» (5.108).
dad lo esencial de Peirce y confundir su posición con la que ataca críticamente. «Criticar como lógicamente correcta o incorrecta una operación de
En discusiones recientes, el «realismo» ha sido interpretado con frecuencia como pensamiento que no puede ser controlada no es menos ridículo de lo
una doctrina de alguien que admite «entidades abstractas» como parte de su que sería pronunciarse por la cualificación moral, buena o mala, del
ontología. Más precisamente: si se admiten «entidades abstractas» como valores
del campo de variables de un sistema conceptual articulado, en ese caso tal siste- crecimiento del cabello. La ridiculez en ambos casos está en que el
ma está comprometido con esas entidades abstractas; esto es «realismo» o «plato- juicio crítico puede ser intentado pero no realizado con claridad de
nismo» en el nuevo sentido de la palabra. Con frecuencia se piensa una entidad pensamiento, por lo cual el análisis aparecerá absurdo» (5.109). Pero
abstracta como algo que tiene un carácter determinado, como un ser particular o
individual. Este es el tipo de punto de visto que Peirce denomina «platonismo»; ¿qué se controla al razonar? Nuestros hábitos de conducta. Razonar
afirmaba que identificar realismo con platonismo lleva a las más graves equivoca- implica hacer uso de la lógica y «en cualquier caso que un hombre
ciones. Lo terciario, para Peirce, no son entidades bien perfiladas; son, esencial- razona, piensa que está derivando una conclusión tal que estaría
mente, vagas e indeterminadas. Lo terciario no es una variación de lo secundario; justificada en cualquier caso análogo» (5.108). Más en concreto,
la terdaridad es una categoría diferente e irreductible. El realismo de Peírce
pretende ser una crítica al tiempo que una alternativa a todas las formas de todo razonar implica el uso de lo que Peirce llama principios «prime-
platonismo. Para una investigación trabajada y detallada de las implicaciones del
realismo en Peirce y sus semejanzas con los desarrollos recientes de la filosofía 24 Cf. Karl Popper, «On the Source of Knowledge and Ignorante», Conjectu-
analítica, ver Rorty, «Pragmaticism, Categories and Language», The Philosophical
Review, 70 (1961), pp. 204 y ss. res and Refutations; y Wilfrid Sellars, «Empiricism and the Fhilosophy of
Mind», Science, Perception and Reality, especialmente pp. 164 y ss.
196
Richard J. Bernstein
Praxis y acción 197
ros» o «reguladores». «Aquello que nos determina a derivar una infe-
rencia y no otra de premisas dadas, es algún hábito mental... El es- y esto, a su vez, debe estar controlado por un ideal estético acerca de lo que es
pecial hábito de la mente que orienta esta o aquella inferenci puro. Ciertamente existen más grados de los que yo he mencionado. Tal vez su
ser formulado en una proposición cuya verdad depende de la avalidez puede número sea infinito Los brutos desde luego son capaces de más de un grado de
de las inferencias que el hábito determin control; pero me parece que nuestra superioridad sobre ellos se debe más a
un principio-guí a; y tal fórmula se denomina
a nuestro mayor número de grados de autocontrol que a nuestra versatilidad (5533).
de la inferencia» (5.367). Estos principios-guí
den ser formales esenciales para todo razonar o bien materialesa fun-
damentado pue-
s
en la experiencia. Por otra parte, estos principios-guía Este rico pasaje nos proporciona una clave para entender una de
están implicados en la justificación de la transición desde las premisas las sugerencias más tentadoras de Peirce, a saber, que hay una jerar-
a las conclusiones, independienteme
n te de que el tipo de razona- quía de las ciencias normativas tal que la lógica depende de la ética
miento sea deductivo, inductivo o «abductivo»,
ce término que usa Peir- y la ética de la estética. Pero antes de pasar a la consideración de la
ce para la forma de
científicos. razonar que nos lleva a ideas nuevas y a descubri- jerarquía de las ciencias normativas, quedan otras cuestiones que
mientos esta concepción de plantear acerca del tipo de autocontrol característico de la raciona-
la racionalidad como conducta autocontro- lidad.
lada, nos acercamos
conducta al núcleo de la filosofía de Peirce. El concepto de
autocontrolad ¿En qué condiciones estamos para analizar el autocontrol? ¿Cuá-
a nos proporcion
a el eslabón de enlace entre les son sus estructuras distintivas? El autocontrol «consiste (por men-
las dicotomías tradicionales de teoría y práctica, pensamient cionar solamente los constituyentes rectores) en primer lugar, en com-
El hombre como cognoscente o investigador es visto comooun y acción.
parar nuestras actuaciones pasadas con las reglas establecidas; en
que debe y puede controlar sus hábitos y no es un espectado agente segundo lugar, en la deliberación racional acerca de cómo ha de actuar
de la realidad. La misma realidad es caracterizad r pasivo
a como aquello que uno en el futuro, lo cual es de suyo una operación muy complicada;
corresponde
de a los juicios verdaderos logrados por una comunidad ideal
investigadore en tercer lugar, en la formación de una decisión; en cuarto lugar, en
s. No disponemo
s
de un acceso directo, intuitivo y la creación, sobre la base de la decisión, de una determinación fuer-
cognoscitivo a la realidad. Aunque existe una fuerza de choque en la te, o modificación del hábito» (8.320). El autocontrol exige una auto-
realidad (secundariedad) que limita y condiciona la investigación, crítica constante que es la «auténtica vida del razonar» (2.123). Pero
nuestros enunciados cognoscitivos acerc
cados por el proceso autocorrectiv a de la realidad están justifi- la autocrítica no arraiga en el vacío; la autocrítica exige una activa
apelación directa a lo que o de la investigación, no comunidad de investigadores, una comunidad no identificada con
r una ninguna de las existentes, sino una comunidad «sin límites definidos,
está inmediatamente delante de nosotros.
«Una
ce persona racional... no sólo tiene hábitos, sino que también y capaz de un incremento determinado de conocimiento» (5.311). La
una cierta dosis de autocontrol sobre sus acciones futuras» (5.418). ejer- comunidad de investigadores, que en último término es la base para
Ejerce este control dando forma y modificando su conducta que en distinguir lo real de lo irreal y lo verdadero de lo falso, funciona como
ocasiones propicias se expresa en acciones específicas. El autocontrol un ideal regulador en el esquema filosófico de Peirce (ver 5.311).
no es cuestión de «todo o nada»; hay grados de autocontrol. Peirce enfatiza siempre el carácter social del individuo. La ver-
dadera naturaleza del individuo viene determinada por las formas de
Existen inhibiciones y coordinaciones que escapan enteramente a la concien- participación en la vida de la comunidad. «Una persona no es en ab-
cia.
menteExisten, en segundo
instintivos. Luego, término, modos de autocontrol que parecen completa- soluto un individuo. Sus pensamientos son lo que él "se está diciendo
existe un género de
entrenamiento. Después, un hombre puede ser autocontrol
entrenadorque
desesí consigue
mismo y por a sí mismo", esto es, se lo está diciendo a otro yo que justamente está
esta manera controla su, autocontrol. Cuando esto último se lleva a ciertos ex- de viniendo a la vida en el curso del tiempo. Cuando razona, está inten-
tremos, el entrenamiento se puede dirigir a la imaginación. Cuando un hombre tando convencer a ese yo crítico; y todo pensamiento, sea como sea,
se autoentrena, controlando de esta manera el control, puede tener alguna regla es un signo, y es en su mayor parte de naturaleza lingüística» (5.421).
moral como perspectiva, por particular e irracional que pueda ser. Pero en segui- La afirmación de que el pensamiento es una forma de diálogo in-
da él puede intentar perfeccionar esta regla; esto es, ejercer un control sobre terno, y de que el diálogo presupone una comunidad en la que impe-
su control
vado que del control. Para realizar esto debe tener en perspectiva algo más ele- ran patrones efectivos y normas de discurso, es uno de los principios
una regla irracional. Debe poseer alguna especie de principio moral. fundamentales de Peirce. La conclusión de su teoría de kos signos es
que toda significación, que incluye todo lenguaje y todo pensamiento,
199
198 Praxis y acción
Richard J. Bernstein

:
plantear la cuestión: según Peirce, ¿cuál es el fin u objetivo de la
es esencialmente social por naturaleza. Este énfasis en la naturaleza
social o comunal del hombre refleja las fuertes tendencias antisubjeti- Razonar es una forma deliberada de conducta voluntaria que im-
vistas de Peirce. Si todo razonar, aun cuando está internalizado en el vidal el uso de normas lógicas. Aunque la lógica se puede dividir en
individuo, tiene un carácter social intrínseco y la verdadera vida del plica
varias ramas, es la crítica de los argumentos y de los principios regu-
razonar es la autocrítica, entonces podemos apreciar con claridad por ladores. La lógica «no sólo establece reglas que deben ser, pero que
qué la crítica constante, el conflicto entre hipótesis y teorías alternati- no necesitan ser seguidas; sino que es el análisis de las condiciones
vas, es de tan vital importancia para lograr creencias justificadas me- del logro de algo uno de cuyos ingredientes esenciales es la finalidad»
diante la investigación. El modo como Peirce entiende la naturaleza y (1.57.5). Sí es propio de la lógica establecer las reglas que hay que
el papel de la comunidad que se autocritica prefiguran el racionalismo seguir al razonar, entonces debe haber una referencia al fin o propósi-
crítico desarrollado por Popper 25. to por el cual podamos justificar las reglas que deben ser seguidas.
«La lógica es el estudio de los medios de conseguir el fin del pensa-
Las normas miento» y «es la ética la que define el fin» (2.198). La dependencia
de la lógica respecto de la ética se puede expresar de otras maneras.
«Pensar es un género de acción, y razonar es un tipo de acción deli-
A través de esta discusión de la conducta, el control, la crítica y berada; y decir de un argumento que es ilógico o de una proposición
la comunidad, una cuestión se ha revelado como dominante: el status que es falsa, es un género especial de juicio moral» (8.191). «La ope-
de las normas. No puede haber autocontrol alguno de la conducta o ración total de autocontrol lógico toma precisamente el mismo rumbo
autocrítica a no ser que dispongamos de normas que nos permitan dis- completamente complicado que todo el mundo debe reconocer que es
tinguir lo verdadero de lo falso, lo correcto de lo incorrecto. Todo
razonar ocurre en un espacio lógico de normas. Peirce llegó a apreciar el del efectivo autocontrol ético» (5.533).
Debería estar claro que Peirce está redefiniendo la «Etica», al
este punto cada vez con más claridad en su perspectiva filosófica ma- menos si tenemos en cuenta algunos de los significados tradicionales
dura. Intentó delinear las características esenciales de las ciencias nor- de este término. Pero hay un «núcleo» de estos significados tradicio-
mativas. Y este es uno de los más fascinantes y menos satisfactorios nales que quiere preservar. El aspecto sustancial que Peirce está recal-
de los aspectos de la filosofía de Peírce, puesto que nunca elaboró en cando es que la lógica es una ciencia normativa; le concierne estable-
detalle lo que frecuentemente prometió, una explicación detallada de cer las reglas que deben ser seguidas al razonar. Pero los imperativos
las ciencias normativas. A pesar de todo, podemos llegar a captar o reglas de la lógica no son categóricos, sino hipotéticos; están esta-
el punto principal de lo que intentó hacer ver y veremos que ayuda blecidos en función de algún objetivo, fin o propósito que hay que
mucho a completar la linea de investigación que venimos siguiendo. lograr. La comprensión y crítica de los fines de la lógica es lo que
Una ciencia normativa es teorética y «estudia lo que debe ser» Peirce rotula «Etica». No debemos pensar que Peirce aboga porque
(1.281). Peirce pensaba que las ciencias normativas podían ser clasi- la lógica deba ser moralista o que haya de hacerse servidora de facto-
ficadas exhaustivamente en lógica, ética y estética. La tesis de que
la lógica depende de la ética nos sorprenderá como algo extraño: 26 Una buena guía para interpretar a Peirce es tomar en serio su propia auto-

parece haber una subversión completa del orden que normalmente se crítica y sus afirmaciones acerca de lo que intenta «resaltar». Escribiendo a
atribuye a estas disciplinas. Pero la tesis de que la ética es dependiente William James en 1902 dice: «Pero yo tengo para mí que soy el único deposi-
tario en el presente del sistema completamente desarrollado, en el que todo está
de la estética nos parecerá ya un absurdo manifiesto. Deseo sugerir conexionado y no se somete a ningún tipo de presentación fragmentaria. Mi propia
que la jerarquía de las ciencias normativas de Peirce no solamente perspectiva en 1877 era inmadura. («The Fixation of Believe» fue publicado en
encierra una profunda intuición, sino que la comprensión de lo que noviembre de 1877, y «How to Make Our Ideas Clear» en enero de 1878). Aun
quiere dar a entender con este ordenamiento es la clave para captar cuando di mis conferencias en Cambridge (1898) no había llegado realmente al
fondo ni a percibir la unidad de todo el 9nTuito. No ocurrió hasta después de
el sentido de la racionalidad como autocontrol. Finalmente, podremos esto el que consiguiera la prueba de que la lógica debe fundamentarse en la
Etica, de la cual constituye un gran desarrollo. Aun entonces fui por algún tiem-
po un tanto estúpido, pues no llegaba a ver que la ética se apoya, del mismo
25
Cf. Karl Popper, «Conjectures and Refutations», en Conjectuses and Refu-
tations. modo, sobre un fundamento estético...» (8255).
200 Richard J. Bernstein
201
Praxis y acción
res sicológicos; estas son tendencias que deplora. Pero cree que la
cuestión fundamental de la Etica es «¿qué estoy deliberadamente pre- na» (5.36). Desde esta caracterización inicial debiera quedar claro
parado para aceptar como el enunciado de lo que quiero hacer, de que el punto de vista de Peirce sobre el objeto en torno al cual gira
qué es a lo que aspiro y qué voy a ser?» Y la lógica concebida en la estética está estrechamente relacionado con el concepto platónico de
sentido amplio busca respuestas para dichas cuestiones; «es imposible, Bien y con las Ideas de la Razón Pura de Kant. Y el tipo de argu-
por ello, ser completa y racionalmente lógicos a no ser sobre una base mentación que ofrece para demostrar que efectivamente existe tal
ética» (2.198). He aquí la versión propia de Peirce del primado de la fin último es similar a las argumentaciones desarrolladas por Platón
razón práctica.
y Kant.
Una vez que se ha reconocido que el pensamiento conceptual es Intentemos ahora sacar a la luz la significación del primado de la
esencialmente normativo, y que las normas de la investigación son la estética siguiendo una ruta que puede parecer desviada. Sugerí la
fuente de la autoridad de los enunciados cognoscitivos, en tal caso la existencia de un paralelo entre la afirmación de Peirce de que la lógi-
investigación en tanto que proceso autocorrectivo exige una crítica de ca está fundamentada en la ética e investigaciones epistemológicas re-
estas verdaderas normas 21. Aún más, la crítica presupone la posibili- cientes sobre las reglas y las normas. Pero consideremos por un mo-
dad del control. «Cualquier operación que no puede ser controlada, mento la filosofía ética y legal entre los filósofos anglosajones. Peirce
cualquier conclusión que no es abandonada no ya cuando la crítica se ya había visto con demasiada claridad lo que muchos analistas lin-
pronuncia contra ella, sino por el mero hecho de decretarlo, no es de güísticos no han sabido ver. Después del decaimiento del positivismo
la naturaleza de la inferencia racional —no es razonar». El razonar, ortodoxo, y bajo la inspiración del último Wittgenstein, se puede
como deliberado, es esencialmente crítico, y no tiene sentido criticar detectar una aproximación a los problemas de la ética y de la ley.
como bueno o malo lo que no puede ser controlado. «El razonar im- Mientras que el positivismo ortodoxo condena el «juicio ético» como
plica esencialmente autocontrol, de manera que la lógica utens es una un sinsentido, o, en el mejor de los casos, lo toma como la expresión
especie particular de moralidad» (5.108). de emociones y actitudes no cognoscitivas, las aproximaciones más
Cuando nos enfrentamos a la afirmación de que la ética se funda recientes que han reemplazado al emotivismo positivista han puesto
en último término en la estética, la cuestión parece ser más propensa de manifiesto sus supuestos ocultos e injustificados, esto es, que la
a dejarnos perplejos. No sólo parece ser una sugerencia harto proble- ciencia, o, mejor, lo que los positivistas consideraban erróneamente la
mática, Peirce mismo nos dice bien poco acerca de lo que quiere dar naturaleza de la ciencia era la medida de todo sentido legítimo. Una
a entender con ello, y lo que dice no siempre es consistente. Lá supre- vez que hemos visto que el emperador está desnudo, que los positivis-
macía de la estética se acentúa únicamente en algunos papeles tardíos tas nos estuvieron diciendo lo que pocos filósofos habían dudado
de Peirce. De todas maneras aún me atrevo a sugerir que las líneas —que el discurso ético es diferente del discurso científico— ha emer-
generales de argumentación que le hacen desembocar en esta conclu- gido un nuevo talante. Ahora se proclama que el discurso ético es
sión son incisivas y cruciales a la hora de entender su filosofía entera. autónomo y que la tarea de los filósofos es describir la lógica de nues-
Una vez más, si pensamos en la «estética» siguiendo la pauta de tro discurso moral real en toda su complejidad intrínseca y sutil. Un
muchas de sus connotaciones normales, con toda seguridad que nos enorme volumen de energía intelectual se ha dirigido a la exploración
habremos desviado. Por «estética» Peirce entiende una ciencia de de la llamada lógica del discurso moral, 11 forma de argumentar acer-
fines, y el asunto que el esteta trae entre manos «consiste en decir ca de cuestiones morales, y los criterios para distinguir razones buenas
cuál es el estado de cosas más admirable en sí mismo, independiente- y malas en los argumentos morales. Pero una de las cuestiones más
mente de cualquier razón ulterior» (1.611). El problema de la estética enervantes y persistentes ha sido: ¿Cómo podemos proveemos de una
es «determinar mediante el análisis qué es lo que uno debe admirar justificación última para las reglas, principios, prácticas y normas que
pero se, en sí mismo, independientemente de adónde nos pueda llevar,
empleamos actualmente?
e independientemente de sus consecuencias sobre la conducta huma- Hay algunos que han sugerido que plantearse esta cuestión cons-
tituye una transgresión de los límites de la propiedad lingüística.
n Cf. la discusión de Wilfrid Sellars del espacio lógico del pensamiento con- Otros la reconocen como legítima, pero sostienen que la tarea de los
ceptual, «Etnpiticism and the Philosophy of Mind», y «Some Reflections on filósofos viene dada por la descripción del discurso moral. Ha/
Language Games» en Science, Perception and Reality. otros, que revelan afinidades larvadas con el existencialismo,
sugerido que, en fin de cuentas, la Decisión es lo primordial. Y in
141JCIZA
Praxis y acción 203
202 Richard J. Bernstein
cualidad estética intrínseca? Si el fin u objetivo de la vida humana no
aquí ha habido desacuerdo sobre si la decisión es absolutamente arbi- es la acción, ¿cuál es, entonces? Peirce responde:
traria (pues no habría patrones más abarcadores mediante los que
poder evaluar la decisión), o si tal decisión última es la decisión más De este modo, entonces, la esencia de la Razón es tal que su ser no puede
«racional» que un hombre puede hacer. Toda la discusión ha ido a haber llegado jamás a una perfección completa. Debe estar siempre en un estado
pique a causa del fallo de no reconocer lo que Peirce vio claramente. de comienzo, de crecimiento. Es como el carácter de un hombre que consiste en
No podemos contentarnos con una descripción de nuestro discurso las ideas que habrá de concebir y en los esfuerzos que habrá de hacer, y que
moral real. No importa cómo hayamos podido intentar dar de lado solamente los desarrollará si surge la ocasión realmente... El desarrollo de la
Razón requiere como parte de sí mismo el que ocurran los acontecimientos más
a la cuestión, el problema de la justificación última es crucial. Para individualizados que jamás puedan ocurrir. También requiere todos los matices de
responder a esta cuestión debemos investigar críticamente nuestros twhis las cualidades de sentimientos incluyendo el goce en su propio lugar entre
objetivos y propósitos últimos; hemos de tratar de encontrar aquello el resto de las cosas. El desarrollo de la Razón consiste, como se observará, en
que en último término debemos admirar y perseguir. Es en este sen- la encarnación, esto es, en la manifestación. La creación del universo, que desde
tido que la ética depende de la estética, o, para llevar la cuestión a un luego no tuvo lugar en una pletórica semana del año 4004 a. C., sino que con-
terreno más neutral, los criterios de lo correcto y lo incorrecto tanto tinúa todavía hoy y no se acabará nunca, es el verdadero desarrollo de la Razón.
en lógica como en ética dependen de los fines de toda actividad hu- Yo no alcanzo a ver cómo se podría tener un ideal más satisfactorio de lo admi-
mana. rable que el desarrollo de la Razón así entendida. La única cosa cuya capacidad
de suscitar admiración no se debe a una razón ulterior es la Razón misma com-
Un fin último de la acción adoptado deliberadamente —lo cual es decir prendida en toda su plenitud, y eso hasta el punto en que podemos comprender-
adoptado racionalmente— debe ser un estado de cosas que se sugiere a sí mismo la. Bajo esta concepción, el ideal de la conducta será ejecutar nuestra pequeña
por sí mismo razonablemente al margen de cualquier consideración ulterior. Debe función en la obra de la creación, colaborando en la tarea de hacer el mundo más
haber un ideal admirable, que posea el género de bondad único• que tal ideal razonable en cualquier aspecto, lo cual está al alcance de todos (1.615; el subra-
pueda poseer; a saber, la bondad estética. Desde este punto de vista lo moral- yado es mío).
mente bueno aparece como una especie particular de lo estéticamente bue-
no (5.130). Peirce no nos ofrece solamente la expresión de su visión cósmica
del incremento de la «racionalidad concreta», como el ideal último
Ahora se puede admitir francamente que el gusto de Peirce por de la vida humana, sino que confiesa sus propias convicciones perso-
la arquitectónica y la clasificación de las ciencias tiende a dejar oscu- nales más profundas. Este es el ideal por el que Peirce mismo vivió,
ro el «quid» del argumento. Pues, mientras se puede encontrar en d y el que le dio fuerzas para soportar penas, miseria y la soledad que
corpus de Peirce gran número de anotaciones respecto a la ciencia le acompañó en su vida. El pasaje siguiente, escrito en 1903, es la
de la lógica, jamás desarrolla en detalle la estructura y procedimientos formulación consciente de un ideal que Peirce hizo suyo mucho antes,
de las «ciencias normativas» teoréticas que son la ética y la estética. en 1871, cuando, hablando del espíritu de Duns Scotus y de la esco-
Ciertamente promete mucho más de lo que cumple. Pero si prescindi- lástica, decía:
mos de la elaborada jerarquía de las «ciencias» podemos atar los cabos
de una línea argumental única. Todo razonar es esencialmente norma- En los grandes productos intelectuales de aquella época nada es más sorpren-
tivo y por ello presupone algunos patrones mediante los que podemos dente que la total ausencia de vanidad u orgullo por parte del artista o del filó-
captar los argumentos como mejores y peores; dichos patrones están sofo... Su obra no está destinada a expresar sus ideas, sino la verdad universal...
El individuo siente su propia incapacidad en relación con su tarea, y no se atreve
abiertos ellos mismos a una investigación crítica, pero resulta que toda a introducir su vanidad en la realización... Finalmente, no hay nada en que la
crítica presupone un ideal. Por lo mismo debemos reconocer implicita filosofía escolástica y la arquitectura gótica se parezcan más una a la otra, que el
o explícitamente cierto ideal último, así como que dicho ideal debe «crescendo» gradual del sentido de la inmensidad que se imprime en la mente
orientar la actividad humana. Y es claro que del pasaje citado hace del que las estudia, cuando es capaz de apreciar las dimensiones y el valor reales
un momento se desprende que no solamente debemos reconocer tal de cada una de ellas. (8.11).
idea, sino adoptarlo delibera y razonablemente.
Aun si, con Peirce, llevamos la cuestión más allá, todavía no sa- Estamos ante la verdadera piedra angular del pensamiento de
bemos cuál es su ideal útimo, el bien, el principio regulativo más Peirce, el ideal último de autocontrol —el compromiso con el incre-
alto. ¿Qué es aquello que es admirable en sí mismo y que tiene esta
204 205
Richard J. Bernstein Praxis y acción
mento de la racionalidad concreta como el summum bonum. Hemos movimiento pragmatista . Podemos intentar excusárselo teniendo en
29

intentado mostrar un camino que avanza zigzagueando a través del cuenta el contexto dialéctico en el que se desenvolvió el pragmatismo.
aparente desorden de ideas y temas, hasta esa culminación. Lo que Este movimiento se rebeló contra los excesos del subjetivismo y del
inicialmente aparecía confuso, caótico, y hasta inconsistente se vuelve «mentalismo» característico de gran parte de la epistemología moder-
ahora, a la luz del análisis, sistemático, coherente y poderoso. Una de na. Esto no es una excusa, pero sí una llamada de atención sobre el
las instancias más incitantes de la obra de Peirce es que cuantas más fallo general del pragmatismo. Más en particular, se trata de una seria
vueltas se le da a los problemas que le interesaron a él —problemas incoherencia en lo que Peirce dijo acerca del yo. La naturaleza de la
centrales para toda la filosofía-- más se deja sentir su poder sistemá- individualidad humana parece que siempre constituyó para Peirce
tico. Nuestro primer foco de atención estuvo constituido por los con- una fuente de perplejidad intelectual. Peirce llegó a afirmar que «el
ceptos de acción y conducta, pero un análisis a escala más reducida del hombre individual, desde el momento en que su existencia separada
pensamiento de Peirce debería explorar la conexión sistemática de su se manifiesta sólo por la ignorancia y el error, y en la medida en que
ideal último del incremento de la racionalidad concreta con sus espe- se aísla de sus prójimos y de lo que él y ellos deben constituir, es úni-
culaciones metafísicas y cosmológicas acerca del crecimiento de la ley, camente una negación» (5317). 0, también, intentando desacreditar
el synechismo (synechism), el tychismo (tychism) y el amor evolu- la individualidad, se pregunta «¿qué somos tú y yo? Meras células
tivo 28. Al delinear la conexión entre los conceptos de acción, conduc- del organismo social. Nuestros sentimientos más íntimos pronuncian
ta, hábito, crítica, comunidad, control, etc., hubimos de llegar al con- el veredicto de nuestra propia insignificancia. El análisis psicológico
cepto central de racionalidad en tanto que autocontrol crítico, un demuestra que no hay nada que pueda distinguir mi identidad perso-
autocontrol manifestado en una jerarquía de ciencias normativas en las nal, excepto mis faltas y limitaciones —o, si se me permite, mi ciega
que el ideal último, el summum bonum, es el incremento continuo de voluntad que constituye mi más alto empeño de aniquilación» (1.673).
la racionalidad concreta. La sutileza de las discusiones de Peirce se En estos textos aparecen vestigios del trascendentalismo americano.
manifiesta en cada quiebra de su espinoso camino. Y aun si la malla A Peirce le traiciona su propia intuición de que hay una dimensión
sistemática que enlaza los conceptos que venimos esbozando no tiene de la individualidad o de la secundariedad positiva que distingue al
fisuras, las dificultades que se han encontrado aquí en su concepto yo individual. Y lo que es más importante, tal concepción del yo no
de autocontrol se reflejarán a través de toda su filosofía. es más que una caricatura del ideal de autocontrol individual o de la
Lo que se echa en falta en este punto del análisis de Peirce es adopción del ideal del incremento de la racionalidad concreta por un
una teoría coherente del yo que dé sentido a la idea de «autocontrol». individuo. Si mi existencia separada se. manifiesta solamente en la
Después de todo, ¿qué es lo que ha de ejercer el control y ser capaz ignorancia y el error, y si yo me distingo de los otros hombres única-
de adoptar racionalmente un objetivo último? ¿Dónde podemos en- mente en ser una negación, en ese caso ¿dónde está y «qué» es ese
contrar la unidad, identidad y continuidad de los yoes individuales? «yo» que controla y adopta ideales últimos?
Peirce, en realidad, no dio a estas preguntas respuestas tan incisivas Subsisten numerosas dificultades y lagunas en las investigaciones
como las que podemos encontrar en otras regiones de su filosofía. A de Peirce. Su afirmación de 1902 de que le parecía que él era el
despecho de muchas sugerencias interesantes, hay que reconocer que «único depositario» del «sistema completamente desarrollado»
Peirce fracasó en la elaboración de una teoría adecuada del yo. Pero (8.255), es más la expresión de una esperanza o una aspiración que
verdaderamente creo que este fallo no es sólo suyo, sino de todo el un logro asegurado. Gran parte de lo que Peirce consideraba lo más
central e importante de su filosofía apenas fue tocado o tenido en
3
Para una exploración detallada de la concepción de Peirce de las ciencias
cuenta por otros filósofos. Sus especulaciones cosmológicas chocan al
normativas en relación con sus teorías cosmológicas y metafísicas, ver Vincent lector moderno como algo desusado y apenas ha habido filósofos que
Potter, S. J., Charles Sanders Peirce: On Norms and Ideals. Synechism y tychism hayan desarrollado su esquema categorial. A pesar de ello bastantes
son términos técnicos de la filosofía de Peirce. Synechism designa la doctrina de de las estrategias y argumentos implicados en las distinciones catego-
la continuidad, que trata de la interrelacionalidad de las cosas (desde un punto riales de Peirce encuentran su contrapartida en la filosofía analítica
de vista metafísico-trascendentalista). Tychism denomina en Peirce la doctrina
del Destino, que trata del viejo problema de la libertad y el orden en una escala
cósmica. (Cf. J. E. Smith, The Spirit of American Philosophy, Oxford University Para una crítica de la concepción de Dewey del «yo» ver mi libro John
29
Press, New York, 1966, p. 33. N. del T.)
Dewey, pp. 176 y ss.
206 Richard J. Bernstein
Praxis y acción 207
reciente. Lo más vital de la herencia filosófica de Peirce es la perspec- nidad de investigadores comprometidos en una actividad continua ra-
tiva de la investigación y el papel del hombre como un agente crítico
y activo que desarrolla la investigación. Antes de Peirce, cuando los cionaly autocrítica.
filósofos prestaban atención a la ciencia, lo que les preocupaba por
encima de todo eran los resultados del proceso científico. O se apro- John Dewey: La reconsiraccIón de la experiencia 30
ximaban a la ciencia empírica con una colección de supuestos episte-
mológicos, que ellos intentaban justificar apelando a la ciencia. Peirce, El parentesco filosófico entre Peirce y Dewey es sutil y complejo.
sin embargo, él mismo un científico experimental, trató de generalizar Las descripciones académicas del pragmatismo americano sugieren una
desde el proceso de la investigación. Lo que él intentó articular y cla- linea directa de continuidad de Peirce a James y Dewey. Dewey estu-
rificar fue el espíritu de la ciencia como una actividad. Desarrolló una vo como postgraduado en la Johns Hopkins (1882-1884) durante el
teoría general de la investigación como actividad crítica empeñada en breve periodo en que Peirce enseñó allí y comúnmente se admite que
descubrir y garantizar «verdades», que debía y podía ser generalizada las semillas del propio pragmatismo de Dewey fueron sembradas du-
a todas las áreas de investigación. Los problemas científicos genuinos rante esta temprana etapa de su carrera intelectual. Pero cuanto más
surgen destacándose de unos supuestos amplios de creencias, métodos, cuidadosamente se estudian el desarrollo intelectual y las preocupa-
técnicas, etc., que fijan el problema a confrontar. En tal contexto ope- dones de Peirce y Dewey más cuenta se da uno de la falsedad de esta
ra una duda real que debe ser disociada de la «duda metódica» de la descripción simplista. Dewey entró en contacto con Peirce en la
tradición cartesiana. Ninguna investigación puede ponerse en marcha Johns Hopkins. Peirce había desarrollado ya las lineas maestras de su
sin apoyarse en suposiciones complejas, y el intento de asegurar para teoría de la investigación, pero Dewey la primera influencia que reci-
la investigación un fundamento firme, sin supuestos, es vacío y equi- bió fue la de la tradición idealista y hegeliana representada por su
vocado. Lo que da valor a nuestros conocimientos no son sus «oríge; maestro G. S. Morris. Unicamente cuando Dewey abandonó el hege-
nes», sino los métodos, las técnicas y las normas que usamos al some-. lianismo hacia posiciones más naturalistas e instrumentalistas, comen-
ter a prueba_ nuestras afirmaciones. Y la falibilidad esencial de la zó a apreciar la significación de la obra de Peirce. Dewey fue mucho
investigación no debe ser causa de desesperanza, sino, antes bien, un más generoso en el reconocimiento de la importancia de la obra de
incentivo para la apertura y para contrastar con todo el rigor y espíritu Peirce, que Peirce en apreciar la de Dewey. Una de las críticas más
crítico posibles todas nuestras hipótesis y teorías. A causa de la natura- duras a los Studies in Logicál Theory de Dewey (1903) vino de parte
leza social y pública de todo sentido, significado y conocimiento, deber de'Peirce ". Más tarde, cuando Dewey reseñó la colección de artícu-
mos no solamente apoyar, sino ensayar críticas intersubjetivas de todas los de' Peirce editados por Morris R. Cohen, así como los volúmenes
nuestras hipótesis. El establecimiento de una comunidad libre, abier- de los Collected Papers, reconoció abiertamente la categoría de la filo-
ta y autocrítica de investigadores es un ideal por el que luchar y que sofía de Peirce ". Con la publicación por parte de Dewey de Logic:
Peirce postuló en toda su obra. Esta es la única manera de promover The Theory of Inquiry (1938), la influencia de Peirce y el reconoci-
el incremento de la racionalidad concreta. El principio cardinal de miento de la misma llegó a ser del todo explicito.
Peirce es el siguiente: ¡No bloqueemos la marcha de la investigación! Las diferencias entre Peirce y Dewey en cuanto a estilo, temas, in-
Si se toma en serio el espíritu pragmatista todo intento de establecer tereses, etc., son enormes. Pero a pesar de todas estas diferencias
fronteras fijas y definitivas entre lo que se puede conocer y lo que no, subsiste una convergencia de punto de vista. Es como si Dewey hu-
entre lo significativo y lo absurdo, entre lo a priori y lo a posteriori, biera seguido un itinerario filosófico independiente y únicamente en
nos parecerá sospechoso. Todas las distinciones básicas son relativas las últimas etapas de su carrera hubiera visto claramente que los des-
al estado de la investigación, y no hay distinción conceptual alguna 30 Partes de la discusión de Dewey están basadas en mi libro John Dewey.
que no pueda ser revisada, modificada y hasta abandonada a la luz de 31
Ver la reseña de Peirce de los Studies in Logical Theory y sus cartas a
una investigación ulterior. Desde esta perspectiva el hombre aparece Dewey en los Collected Papers of Charles Sanders Peirce, 8.188-8.190; 8.239-
8244.
como un investigador activo, y la teoría de la investigación de Peirce 32
Ver «The Pragmatism of Peirce», Journal of Philosophy, 21 (1916); «The
deja bien sentado que las viejas dicotomías entre pensamiento y ac- Founder of Pragmatism», The New Republic, 81 (1935); «Peirce's Theory of
ción, o teoría y praxis pueden ser unificadas en la teoría de una comu- Quality», Journal of Philosophy, 32 (1935), y «Peirce's Theory of Linguistic
Sings, Thought and Meaning», Journal of Philosophy, 43 (1946).
208
Richard J. Bernstein Praxis y acción 209
arrollos tan diferentes de
Peirce le habían hecho desembocar en intui-
dones yperspectiva.
conclusiones que armonizaban y a la vez complementaban su ha llegado a ser apreciado por su gigantesca talla intelectual. Muchas
propia de las 'ideas que Peirce nos legó están siendo redescubiertas, aprecia-
La primera fuente de inspiración filosófica de Peirce fue la lógica. das y examinadas por filósofos contemporáneos. Sin embargo, Dewey,
Siempre prefirió considerarse un lógico riguroso. Su reflexión sobre que gozó de enorme popularidad e influencia, apenas es tomado en
la naturalez a serio por los filósofos contemporáneos. Pero últimamente parece que
de la ciencia y de la investigación se vio estimulada por
su conocimiento directo de las difíciles ciencias físico-químicas. Y aun- se están descubriendo sus logros. La filosofía aislada del resto de la
que Peirce escribió con gran sensibilidad sobre toda la historia de la vida se vuelve estéril. Cuando los filósofos se ocupan exclusivamente
filosofía, por encima de todo admiró la obra de los filósofos medieva- de los problemas de filósofos pueden perder el contacto con los pro-
les. Peirce sospechó siempre de la exigencia de que la filosofía debería blemas de los hombres. Por el contrario, Dewey estaba profundamente
devenir práctica en el sentido de dedicarse a desarrollar las cuestiones convencido de la posibilidad de hacer efectivamente inteligible cual-
político-sociales del momento. En sus voluminosos escritos apenas se quier aspecto de la vida humana. Era escéptico con respecto al uto-
encuentran referencias serias a los acontecimientos políticos y sociales pismo y lo consideraba una excusa frecuente para no dar la cara a las
de su tiempo. Y aun a pesar de que Peirce acentuó la importancia de realidades duras y complicadas que nos salen al paso. Abogaba por
la ética en la jerarquía de las ciencias normativas, el objeto primario
de un ideal de actividad racional compartida en una comunidad demo-
su interés se centraba en una ética concebida como
rética. 1crática mediante la cual los hombres podrían eliminar los males socia-
Denvey
ciencia teo- ki, enriquecer su experiencia y lograr el bienestar deseable. Se ha acu-
apenas conocía las complejidades de las ciencias físicas. sado a Dewey de ser demasiado ingenuo y optimista en su fe en el
Las disciplinas científicas que más poso dejaron en él fueron la biolo- poder de la inteligencia. Pero él contraargumentaba que la única alter-
gía y las ciencias sociales. Le faltó la creatividad del genio lógico de nativa al desarrollo de instituciones sociales y hábitos que cultivan la
Peirce. Y a diferencia de él que creía que la única forma adecuada de inteligencia creativa es la de dejarse deformar y deshumanizar por el
introducirse en la filosofía era a través de poder de las fuerzas sociales incontroladas. La forma de entender la
la lógica formal, Dewey actividad inteligente por parte de Dewey nos lleva al centro del con-
compartía los supuestos de muchos idealistas que son escépticos ante
la tendencia a generalizar acerca de la filosofía a partir del trabajo en texto de su teoría de las situaciones experienciales.
lógica formal. «Lógica formal» era algo así como una forma achatada Dewey comienza su obra Experience and Nature, con la afirma-
de epistemología estática, especialmente en los primeros tiempos de ción de que «la experiencia es una palabra ambigua» 33. Cada gran po-
Dewey. Tampoco le llamó mucho la atención la filosofía medieval. En sición, filosófica en la historia de la filosofía occidental, ha tenido
sus escritos de madurez deja sentir una gran afinidad con el naturalis- algo que decir acerca de lo que es realmente experiencia. Pero Dewey
mo de la filosofía griega. Dewey no sólo estuvo íntimament piensa que se trata de un concepto demasiado valioso paraque le
e implica- abandonemos e intenta articular una teoría nueva de la experiencia a
do en la orientación básica de la educación, así como en los aconte-
cimientos políticos y sociales de su tiempo, sino que también llegó a tono Con nuestro tiempo.
propugnaralgún una concepción Aun cuando apenas hay obra alguna de Dewey en la que no se
realizarse tipo de críticadesocial.
la filosofía en la que pudiera llegar a
discuta la experiencia, una de las afirmaciones más audaces se encuen-
Pero como espero hacer ver estas diferencias entre Peirce y Dewey tra en «The Need for a Recovery of Philosophy» 34. Da una lista de
operarán en sentido creativo en su influencia sobre el desarrollo de la cinco contrastes entre su concepción de la experiencia y el punto de
perspectiva pragmatista, y contribuirán a una concepción más enrique- vista que él apoda «ortodoxo» o «tradicional». Mediante un comen-
cida de la naturaleza de la acción humana. Peirce suministró el esque- tario de cada uno de estos contrastes podremos obtener una indicación
leto intelectual del pragmatismo, pero Dewey encontró la manera de de lo que entiende Dewey por experiencia y ver cómo ella constituye
enlazar eficazmente el ideal de Peirce de una comunidad crítica de el contexto para su comprensión de la acción humana.
investigadore s
con los problemas de la educación, la reconstrucción 33
John Dewey, Experience and Nature, 1.* ed., p. 1.
social y la revitalización de la democracia. Con el paso del tiempo, 34
«The Need for a Recovery of Philosophy», en Creative Intelligence, Essays
Peirce, que durante su vida fue in the Pragmatic Attitude. Reimpreso en John Dewey; On Expeilence, Nature
una figura relativamente desconocida, and Freedom. Todas las referencias son a este volumen.
211
210 Richard J. Bernsteín Praxis y acción

(I) Bajo la perpectiva ortodoxa, la experiencia es vista primariamente como miento es lo primario. Dewey no niega que en toda experiencia huma-
asunto de conocimiento. Pero ante una mirada no acostumbrada a los espectáculos na haya conocimiento o conciencia. Pero si pensamos que el paradig-
antiguos, seguramente aparece como asunto del intercambio de un ser vivo con ma de toda experiencia es conocer, entonces desfiguramos nuestra ex-
su medio físico y social 35. periencia en tanto que vivida.
Cualquier experiencia implica una interacción (o, como dirá más
37
En la historia de la filosofía, especialmente en la filosofía moder- tarde, una transacción) , entre un organismo vivo y su medio. En
na desde Descartes, la cuestión primaria ha sido: ¿Qué clase de cono- cada experiencia se dan sufrimiento o pasividad y actividad. Estos
cimiento produce la experiencia si es que produce alguno? O cuál es aspectos de la experiencia están mutuamente relacionados y son inter-
el papel de la experiencia en nuestro conocimiento del mundo. Por dependientes.
ejemplo, a pesar de que racionalismo y empirismo hayan sido conside- En la medida que identificamos algo como una experiencia, tiene
rados filosofías opuestas, ambos movimientos se han interesado pri- lugar una cualidad que la invade por entero y la especifica respecto a
mordialmente por la experiencia como «asunto de conocimiento» otras experiencias. Una noche memorable en el teatro encierra una
—los empiristas mantienen que la experiencia es la fuente única del enorme complejidad de factores en interacción que incluye mis pro-
conocimiento del mundo, mientras que los racionalistas argumentan pias actitudes, hábitos, reacciones, lo mismo que el teatro, la repre-
que la experiencia nunca es suficiente para obtener un conocimiento sentación, los actores, etc. Pero aunque en tal experiencia se pueda
genuino. Parte de las bases del desacuerdo se encierra en las distintas aislar un número indeterminado de unidades estructurales hay una
concepciones de la experiencia y de la razón. Pero el interés por la unidad y una integridad que impregna todas estas unidades forma-
experiencia ha estado orientado epistemológicamente. Esto vale tam- les. Los filósofos han afirmado que los complejos experienciales como
bién para la temprana interpretación idealista de la experiencia por el mencionado no son más que agregados de elementos básicos sim-
parte de Dewey. Pero Dewey gana una gran baza cuando se da cuenta ples que componen la experiencia. Dewey argumenta que no debe-
de que .
más q ue el co • • Una aproxi: mos confundir la experiencia tal como es vivida con las distinciones
mación a la naturaleza de la eaTzieWencia esde bases puramente epis- y discriminaciones hechas con algún propósito determinado.
temológicas acaba por desfigurarla. - Más aún, el «conocer» tomado Otro de los rasgos a tener en cuenta en las experiencias, ya sean
como objeto de una investigación sistemática, únicamente puede ser reflexivas o no-reflexivas, es que en toda experiencia hay un foco
entendido una vez que se ha localizado su función dentro del contexto domínante y a la vez un horizonte indefinido. Hay un «brillo y una
más amplio de la experiencia. oscuridad, una daridad de apariencia y al mismo tiempo una oculta-
38
¿Qué significa insistir en que la experiencia es más abarcadora ción, con un constante movimiento de redistribución» . En un mo-
que el conocimiento y cuál es el alcance de esta afirmación? No es mento del desarrollo de la experiencia un factor puede dominar nues-
difícil captar lo que pretende Dewey, de hecho es completamente ob- tra atención, mientras que a medida que la experiencia se desarrolla,
vio. Pero los filósofos tienen la manía de olvidar o despreciar lo evi- el mismo factor puede pasar a una zona de penumbra u horizonte.
dente. Cuando Dewey habla de la experiencia «no-cognoscitiva» o ~parte de nuestras vidas consiste en experiencias que no
«no-reflexiva» se refiere a aquella experiencia en la que el conoci- son primordialmente reflexivas o cognitivas. Somos criaturas biológi-
miento o la investigación no constituyen el objetivo primordial. cas completamente ocupadas en el hacer, gozar, sufrir. La investiga-
«Cualquiera (que) reconozca la diferencia entre la experiencia de ción surge «como el rasgo dominante de una situación en la que algo
saciar la sed en la que la percepción del agua es un mero accidente, y se ha convertido en asunto serio, cuando hay alguna perturbación de-
la experiencia del agua en la que el control lo lleva el interés de saber bida a discordancias activas, una disconformidad, un conflicto entre
lo que es el agua; o entre el placer de un rato de conversación con los los factores de una experiencia no-intelectual anterior: cuando... la
amigos y el estudio metódico del carácter de los participantes; entre la situación se hace tensa» ". El objetivo de la búsqueda específica es lo-
apreciación estética de un cuadro y el examen de un perito con el fin calizar la dificultad e idear un método para enfrentarse a ella. Toda
de determinar el autor» 36, reconocerá la diferencia entre experiencias
37 Ver John Dewey y Arthur F. Bentley, Knowing and the Known, para
no-reflexivas y no-cognoscitivas y experiencias en las que el conoci- una distinción de la acción respecto a «interacción» y «transacción».
35 38 Essays in Experimental Logic, p. 6.
«The Need for a Recovery of Philosophy», p. 23. 39 Essays in Experimental Logic, p. 11.
36
John Dewey, Essays in Experimental Logic, p. 2.
212
Richard J. Bernstein Praxis y acción 213
investigación específica está en sí misma controlad
el contexto más amplio de la experienci a y orientada por filosóficas han reaccionado contra el confuso subjetivismo de gran
a en el que tiene lugar. Dewey
quiere hacernos descender de los métodos altamente abstracto
ficiales parte de la filosofía moderna.
s y arti-
ficiales que los filósofos utilizaban en la discusión de la experiencia,
los contextos de la vida misma. II En la medida que ninguna doctrina establecida reconoce nada más allá
' (I) del presente inmediato, cuenta exclusivamente el pasado. La esencia de la expe-
De acuerdo con la tradición la experiencia es (al menos en un sentido riencia es vista como el registro de lo ya sucedido, la referencia a lo precedente.
Primordial) algo psíquico, inficionado de «subjetividad». Pero lo que sugiere la El empirismo se concibe como el entrelazamiento de lo que ha sido o es «dado».
gra
experiencia acerca de sí misma es un mundo genuinamente objetivo que se inte- Pero la experiencia en su forma vital es experimental, un esfuerzo por cambiar lo
gra en las acciones y afecciones dado; se caracteriza por la proyección y la prospección hacia adelante, en lo
por sus respuestas 4 de los hombres y está expuesto a modificaciones
°. desconocido; su rasgo saliente es la conexión con el futuro 41.

Este segundo contraste con la tradición está ya implícito en lo Aunque podamos abrigar reservas críticas respecto a la imparcia-
que venimos diciendo, pero es suficientemente importante como para lidad de la caracterización de Dewey de la «doctrina establecida», po-
exigir atención especial. Dewey se refiere al «giro subjetivista» que demos captar su intención. Ha sido una tendencia dominante en el
afectó a la filosofía después de Descartes. El dualismo cartesiano de empirismo tradicional identificar la experiencia con lo que se nos pre-
materia y pensamiento, junto con su concepción de la mente senta aquí y ahora o bien con el resultado de observaciones pasadas.
sustancia pensante que «contiene» ideas mediante las que como una Esta tendencia se puede detectar en la descripción que Hume hace de
conoce los «objetos externos», aboca a una preocupación epistemoló-la mente la experiencia.
gica por lo que hay «en» o «antes»
de la mente. La experiencia
como
te de un acontecimiento subjetivo se convierte en el interés dominan- La naturaleza de la experiencia es ésta. Recordamos haber tenido frecuentes
los filósofos. Cuando estas tendencias subjetivistas se_ siguen ejemplos de la existencia de una clase de objetos; y también recordamos que los
hasta límites extremos, algunos filósofos llegan a la conclusión de que individuos de otra especie de objetos siempre le han seguido, y que han existido
en un orden regular de contigüidad y sucesión respecto a ellos__ Ea todos estos
el hombre está atrapado en la privaticidad de sus actos y d sus con- casos, de los que aprendemos la conjunción de causas y efectos han sido percibi-
tenidos mentales y le falta toda evidencia adecuada para creer que dos por los sentidos y son recordados: Pero en todos los casos en que razonamos
hay un mundo objetivo «fuera» de su experiencia privada y subjetiva. en relación con ellos hay una sola percepción y un solo recuerdo, y los demás
Ilezey,
llevan aalo mismo que otros pragmatistas, sostiene que los se suplen en conformidad con nuestra experiencia pasada a.
llevan la conclusión de • ue la asas ue
e .C.
e -• dusivament ta
T,
y su ettva constituyen un tejido de falacias. Desdee inen Hume intentó explicar cómo es que cuando nos encontramos con
verdad que no puede haber experiencias sin un luego es
~i Pero no existe experimentado y un un caso de la especie de un objeto, imaginamos el efecto asociado con
fundamento alguno para sostener rque la él y creemos que volverá a suceder. En este sentido Hume está inte-
experiencia es exclusivamente privada y subjetiva. La concepción resado en la relación de la experiencia pasada con el futuro. Pero ob-
«más densa» de la experiencia por la que aboga Dewey y servemos cuán fácilmente se desliza Hume de la naturaleza de la ex-
acorde con nuestros módulos ordinario que es más
s de entende periencia a la experiencia pasada. Y también cómo la descripción de
reconoce que la subjetividad es un polo o dimensiónrdentro la experiencia,
de la ex- la experiencia de Hume está orientada por sus intereses primordial-
periencia. Pero
tiva. «Subjetividad »toda experiencia incluye también una dimensión obje- mente epistemológicos.
y «objetividad» son nombres que nos permiten Cuando cambiamos nuestra perspectiva hacia una orientación bio-
establecer distinciones funcionales dentro de la experiencia. En este antropológica y tomamos en serio la actitud experimental tan funda-
aspecto Dewey no se apoya solamente en los análisis de Peirce o Ja- mental en la investigación científica moderna, constatamos que dentro
mes,
las sino también en la fenomenología continental con su énfasis en
Lebenswelt, del ámbito de la experiencia «la anticipación es... más primaria que la
así como en análisis postwittgensteinia
terés en las Lebensform. memoria; la proyección más básica que la evocación del pasado; lo
nos con su in-
4
De un modo u otro, todas estas tendencias
41
«The Need for a Recovery of Philosophy», p. 23.
° «The Need for a Recovery of Philosophy», p. 23. e David Hume, A Treatise o/ Human Nata:e, ed. por L. A., Selby-Bigge,
página 87.
214
Richard J. Bernstein 215
Praxis y acción
proyectivo que lo retrospectivo» . Las situaciones primordiales de la
43

vida son aquellas en las que hay algo que hacer, en las que manipu- estamos por naturaleza... comprometidos en reorientar nuestra acción
lamos el mundo con el fin de lograr objetivos deseados, en las que en respuesta a los cambios que tienen lugar a nuestro alrededor» ".
buscamos activamente la transformación de la situación en la que nos Dewey refuerza con tanta insistencia la dimensión activa y proyec-
encontramos. Como los existencialistas, Dewey subraya siempre que tiva de la experiencia que hay peligro de malinterpretarle. Se le ha
el hombre «vive hacia adelante», aunque él extrae de esto consecuen- criticado superficialmente en el sentido de que concibe al hombre
cias bien diferentes. Al sostener que la experiencia en su «forma vital como un inquieto realizador interesado siempre en un futuro que se le
es ex erimental», escapa. Esta crítica generalizada ignora que a Dewey le interesan pre-
señal también el papel dominanteque la cisamente los momentos de cumplimiento y plenitud que tienen lugar
activi a juega en la experiencia humana. s 0s-451-1a-escrito
frecuentemente como si la actitud ante elriat un cTri - dentro del ritmo de la experiencia. Fue altamente crítico de las doctri-
era la dl únespec-
tador que observa lo que está sucediendo y recuerda lo que ha suce- nas que hipotecan el presente a un futuro más o menos lejano. En su--
dido. Pero para Dewey el hombre es esencialmente un agente, o, más obra Art as Exevjgtwz,_Desge-3Lanáiza la fase en la ue se conZi ra
---cperiencia,
- y que está dominada por la «cua a estetica que red7Z- ___
exactamente, una agente-paciente. En ningún modo es un espectador ei
'Jea_una experiencia en compleuudvuniclad...» no es
que contempla la realidad o la naturaleza desde fuera. re es
una .arte de la naturaleza y su actividad condiciona es condiciona a marcha o ijo-ininterrumpiclo-yuiniforme. Es un tela o e sucederes
por to.a a ama e sus a_c ca a uno con su ro la m con su propio comienzo y e movimien-
dera de la senwión, edaprcepción y del naturaleza ver a- to acta su aca ar, sometido cada uno a sujt2219....rkal cadiTmo_
., conocimiento an si o -
ad-as- a causa del error a precia-
270n de cómo funcionan con su propia e irrepetible cualidad que se mviscera en él por todos
estos procesos en e seno e a actividad humana. Las apreciaciones sus resquicios» ".
de Dewey encuentran eco en Stuart Hampshire cuando no hace mucho (IV) La tradición empírica está comprometida con el particularismo. Se supo-
escribía:
ne que las continuidades y conexiones están fuera de la experiencia que es asimila-
ción del medio y esfuerzo por controlarlo en direcciones nuevas está pregnante de
El error más profundo de las teorías de la percepción empiristas, provenientes 47
de Berkeley conexiones .
y Hume, ha consistido en representarse los seres humanos como
observadores pasivos que reciben impresiones desde «fuera» de la mente, siendo
así que el «fuera» incluye nuestros propios cuerpos. De hecho, me encuentro a Dewey está reiterando lo que tan elocuentemente señala James
mí mismo desde el principio capaz de actuar sobre los objetos que me rodean. cuando critica el empirismo tradicional y demanda un «empirismo ra-
En este contexto, actuar es mover a voluntad mi propio cuerpo, que persiste dical». En la historia del empirismo británico ha habido una tendencia
siendo objeto físico, y por lo tanto llevar a cabo movimientos percibidos en otros particularista y atomista. La experiencia consiste en agregados de per-
cuerpos físicos. No sólo percibo mi cuerpo, también lo controlo: no sólo percibo cepciones discretas y separables. Dewey, igual que otros pragmatistas
objetos externos, también los manipulo... Por lo tanto, es equivocado represen- y lo mismo que Bergson y Whitehead, acusa a los filósofos del pasado
tarse la experiencia del mundo externo como una síntesis de las impresiones de de endosarnos un análisis de la experiencia tremendamente abstracto
los cinco sentidos. Un objeto flico se reconoce como una obstrucción potencial,
o corno algo manipulable, que en el momento de la percepción ocupa una posi-
y artificial, que confunde la abstracción con la concretez de la expe-
ción determinada con respecto a mí 44. riencia misma. Una vez aceptado el punto de vista atomístico sobre la
experiencia, aparecen problemas insolubles a la hora de considerar
Una vez .que reconocemos que la experiencia es primordialmente adecuadamente el orden y la objetividad característicos de nuestra
una t--- -
ransaccion activa entre un organismo vivo y su medio, se trans- experiencia. Kant se movió dentro de los límites de una teoría atomis-
iorma nuestra com rensión de to las irnown•
ta de la experiencia y sostuvo que nuestro entendimiento aporta las
el categorías y principios con cuya ayuda la ordenamos. Pero para Dewey
ko re. ropiamente estan localizadas como funciones en la activi-
dad vital de un individuo; «somos seres activos desde el principio y y los pragmatistas aquí lo que hay es un problema falso y las solucio-

45 John Dewey, «The Reflex Arc Concept in Psychology», Psychological


43
«The Need for a Recovery of Philosophy», p. 27. Review, 3 (1896), p. 239.
44
Stuart Hampshire, Thought and Action, pp. 47-48. 46
John Dewey, Art as Experience, p. 41; pp. 36-37.
47 «The Need for a Recovery of Philosophy», p. 23.
216
Praxis y acción 217
nes que se han aportad Richard J. Bernstein
o cepción, está pletórica de inferencia. Aparentemente, no hay experiencia conscien-
no han pasado de ser pseudo-soluciones. «Al- te alguna sin inferencia; la reflexión es innata y constante 5°.
gunas
soncosas están relativamente
fácilmente influenciadas aisladas de la influencia; algunas co-
mente
sas s atraídas a por otras; algunas cosas son fuerte-
unir de
suscorrelacione
actividades con las de otras. La experiencia «Experiencia», en muchos de sus usos filosóficos característicos,
manifiesta toda clase se ha tomado como un término que contrasta con «pensamiento», «in-
mas hasta las yuxtaposicion s desde las conexione
s más ínti- ferencia» o «razón». En la base de este uso hay una doctrina episte-
relaciones es más superficiales» 48
que son una parte de la . Las conexione
sy mológica, según la cual la experiencia se reduce a lo sentido, lo per-
experiencia igual que
aislamos dentro de ella. El punto de vista de Dewey los sobre
particulares
la ex- cibido y lo recordado. La experiencia aporta el «input», y la razón
periencia es esencialmente holístico, no en el sentido de que hay una es la facultad mediante la que ordenamos, estructuramos y hacemos
experiencia única y absoluta, sino en un sentido más empírico y plura- inferencias a partir de este «input». También aquí Dewey sale al paso
lístico,
se según pero
entrelazan el cual lo que hay es una pluralidad de experiencias que de un dogma que ha infectado la filosofía tradicional. La experiencia
siendo puede ser no-racional o irracional, pero únicamente puede también
cada una íntegra y compleja. La teoría de
Dewey de las situaciones experienciale estar fundamentada en la inteligencia y en la inferencia controlada.
de un empirismo atomístico extremo y eltiende a abolir los excesos
s
bloque. monismo del universo en El contraste genuino tal como lo entiende Dewey, no tiene lugar entre
la experiencia y la razón, sino entre la experiencia fundamentada en
los procedimientos y resultados de la actividad inteligente y la que no
.. «Cualquier experiencia en su ocurrencia directa es una interacción de condi- lo está.
ciones
tos ambientales
procesos y un organiso
de experimentar. EnComo
su tal contiene algo experimentado y cier- Al hacer hincapié en que la experiencia no es primordialmente
identidad «asunto de conocimiento», Dewey intenta elevar la investigación a
espacial y temporalmente más extensivo con unamás
e internamente fruición vitalque
complejo es algo
una
cosa individual como una piedra, o un modo de discurso localiz a do en y controlado por el contexto de
sauna criatura viva que
una cualidad única como la rojez. Pues una experiencia más amplia. Más aún, la experiencia y la investiga-
podría sobrevivir, salvo por mero accidente, si sus experien-
cias no fueran más ricas, amplias y satisfactorias de lo que permitía el empirismo ción no están limitadas a lo mental, privado y subjetivo. En tanto que
particularista tradicional. Por otra parte, es imposible imaginarse una criatura organismo vivo el hombre continuamente actúa y reacciona dentro de
las
viva enfrentándosecon
situaciones con todo el universo a la vez. En otras palabras, la teoría de un mundo objetivo. La cuestión fundamental para Dewey será siem-
pológica es por su que sigue pre la de cuáles pueden ser la naturaleza y la cualidad de las interac-
propia naturaleza unadirectamente de la perspectiva bio-antro-
atomista y un universo monista en bloque» vía49
media
entre el extremo pluralismo ciones o transacciones. «Cualquier reacción es una aventura; implica
. riesgo... Pero la intervención del organismo en el curso de los acon-
tecimientos es ciega y su elección un azar, salvo si puede emplear lo
Cada uno de los cuatro puntos de contraste anteriores entre la que le ha sucedido como una base para inferir lo que verosímilmente
teoría de »Dewey de las situaciones experienciales y la perspectiva
«ortodoxa sucederá más tarde. En la medida en que puede leer los resultados
o «tradicional», refuerza los otros. En conjunto constitu- futuros en los sucesos presentes, sus decisiones responsables, su par-
yen la perspectiva alternativa que Dewey desarroll
para entender la cialidad para esta o aquella condición, se hace inteligente» 51. Esto nos
vida humana. Pero aún queda un quinto punto deacontraste, que es
lleva directamente al tercer punto de contraste de Dewey en el que
para él el más importante y que se funda en los cuatro anteriores.
insiste en que «la experiencia en su forma vital es experimental y está
(V) En la concepción tradicional experiencia y pensamiento eran términos abocada hacia el futuro». La conexión con el futuro es la base de la
/antitét)cos. La inferencia, en la medida que es algo distinto de un mero revivir actividad inteligente. Porque la experiencia contiene conexiones y
lo ya dado en el pasado, va más allá
de la experiencia; de aquí continuidades podemos aprender de la experiencia y desarrollar pa-
quelaoexperien
inválida o bien sea una medida de la desesperación por la que, usando bien sea trones y normas para guiar la conducta futura.
cia como trampolín, saltamos fuera de un mundo
Pero tomada la experiencia libre de de cosas estables y de otros yo. El examen de Dewey de los cinco puntos de contraste culminan
estas
restricciones impuestas por la vieja con- con un alegato en pro de la implantación de la inteligencia en todas
48
49 «The Need for a Recovety of Philosophy», p. 29.

John Dewey,
of John «Experience,
Dewey, ed. Knowledge and Value: a so «The Need for a Recovery of Philosophy», p. 23.
por Paul Arthur Schlipp, p. 544.Rejoinder», The Phi_ si «The Need for a Recovery of Philosophy», p. 34.
218 Richard J. Bernstein
Praxis y acción 219
las fases de la vida humana; no la inteligencia tomada como «la fa-
cultad que se honra en los libros de texto y se desprecia en cualquier va es la clave para entender el papel que las categorías estéticas des-
otro sitio», sino la inteligencia .ue «es la suma total de impulsos, empeñan en la teoría de las situaciones experienciales de Dewey. La
hábitos, emociones, recuerdos .escubrimienrs2Lque bretiauran - fase de consumación en el ritmo de la experiencia es la que está do-
deseable e indeseable delas posibilidades futuras y labora ingeniosa- minada por la totalidad, integridad y plenitud estéticas. Experiencia
mente en interés del bien imaginado» '2. estética no es el nombre de una clase especial de experiencia que difie-
La teoría de las situaciones experienciales es el motivo central re en género de otras experiencias. La cualidad estética puede y debe
de la filosofía de Dewey. Lo esencial de esta teoría viene ya de 1896 ser una característica de toda experiencia.
en su escrito «The Reflex Arc Concept in Psichólogy», donde critica Los enemigos de la estética no son ni lo práctico ni lo intelectual. Ellos son
la concepción mecanicista de estímulo-respuesta dentro de una «coor- lo monótono; la inoperancia de los fines indeterminados, la sumisión a lo con-
dinación orgánica» u. «Estímulo» y «respuesta» significan cambio, vencional en los procedimientos intelectuales y prácticos. Rígida abstinencia, sumi-
funciones orgánicas relacionadas que juegan un papel en el manteni- sión obligada, de una parte cerrazón y disipación, de otra, incoherencia e indul-
miento y reconstrucción de la situación. La «coordinación orgánica» gencia estúpida, estas son las desviaciones de la dirección opuesta a la unidad
56
es la unidad básica de la conducta. de la experiencia .
En sus Studies in Logical Theory (1903) y de nuevo en Logic:
The Theory of Inquiry (1938), analizó la naturaleza del conocimiento En la filosofía social y de la educación, Dewey insiste también
sistemático o investigación dentro de la perspectiva de su papel en el en la dimensión de consumación estética de la experiencia. Critica las
contexto más amplio de la experiencia —tal como surge de una situa- instituciones y prácticas sociales y educacionales por menospreciar
ción problemática específica, y es orientada por ella. Más 'adelante, esta dimensión estética de la experiencia. Esto queda evidenciado en
cuando Dewey expone y manifiesta sucintamente su concepción de la la separación de medios y fines en nuestro pensamiento social y edu-
investigación, retorna otra vez a este punto central. cacional. La cualidad y el contenido de los objetivos que perseguimos
dependen de la cualidad de los medios que utilicemos para conseguir-
... el carácter inestable e indeterminado de la situadón en la'que ha de 'desarro- los. Al separar los fines y los medíos, al pensar que los medíos no
llarse la investigación afecta siempre al objeto de la misma. Afecta, en primer lu- son más que medios respecto de algún propósito remoto, se corre el
gar, a los hechos existentes observados que han de tenerse en cuenta para locali- peligro de destruir la eficacia de nuestros medios y la potencia de
zar y delimitar el problema, por otro lado afecta a todas las sugerencias, conjetu-
ras e ideas que se ensayan como soluciones posibles del problema 54. nuestros fines. Medios y fines, fines y medios, sea en la educación,
sea en la vida moral y política, designan la misma experiencia tomada
Uno de los aspectos más llamativos e importantes de la teoría de desde perspectivas diferentes. Nuestra tarea es intentar hacer toda
las situaciones experienciales de Dewey es su tesis de que las situacio- nuestra experiencia más estética, arraigada en el sentido y en la
nes están dotadas de cualidades pregnantes que unifican la situación plenitud.
experiencial y la distinguen de otras. Llegó a reconocer la afinidad de A pesar de que la experiencia humana encierra cualidades y
esta tesis con el análisis de Peirce de la primariedad característica de funciones que son las más significativamente indicadas para la facultad
toda experiencia. Tales cualidades pregnantes no han de confundirse de discurso y la comunicación, la experiencia consiste en interacciones
con sentimientos meramente subjetivos; propiamente se trata de pre- naturales continuas con otras interacciones naturales. En Experience
dicados de la situación u. La importancia de esta inmediatez cualitati- and Nature, Dewey desarrolla un naturalismo integrador en el que a
la vez que explora la continuidad de la experiencia humana con la na-
52
«The Need for a Recovery of Philosophy», p. 68. turaleza señala los aspectos distintivos de la experiencia humana res-
53
John Dewey, «The Reflex Arc Concept in Psychology», Psychological Re- pecto de otras formas naturales de intercambio. El Naturalismo de
view, 3 (1896).
54
Carta a Albert George Adam Balz, Journal of Philosophy, 46 (1949). Dewey no es un materialismo mecanicista. La naturaleza dispone de
Reimpreso como «In defense of Theory of Inquiry», en John Dewey: On Expe- mecanismos, pero no es en absoluto un mecanismo. En la naturaleza
rience, Nature and Freedom, p. 136. hay regularidades. Y sólo si descubrimos estas regularidades podre-
55
Ver John Dewey, «Peirce's Theory of Quality», Journal of Philosophy, 32
(1935), y «Qualitative Thought», en Philosophy and Civilization. 56
Art as Experience, p. 40.
220 221
Richard J. Bernstein Praxis y acción

mos ejercer cierto control sobre nuestro medio natural y social. Una Supongamos... que uno se encuentra ante una situación difícil y no trivial en
característica fundamental de la experiencia humana es la intenciona- ja que uno está en dudas acerca de lo que debe hacer, y entonces, después de una
consideración detallada de todas las circunstancias implicadas, llega a una con-
lidad. Somos una especie de criaturas que puede construir imaginati- clusión. La propia conclusión, conseguida después de deliberar, expresada en el
vamente nuevas posibilidades y reconstruir su experiencia de tal ma- enunciado "es lo mejor que se puede hacer en estas circunstancias", es un juicio
nera que le capacite para lograr los bienes a que más profundamente moral puro o primario (la solución de un problema práctico). Es un error absur-
aspira y hacerlos estables. do describir este enunciado, en tanto que usado en tal contexto, como significati-
vo únicamente en el sentido que lo es una exclamación, o como no teniendo sig-
nificado literal alguno, o como si desempeñara una función meramente expresiva
El hombre como artesano o evocativa de sentimientos. Es erróneo, también, describirlo como un enunciado
acerca de los sentimientos o la actitud del agente, pues tal descripción sugiere que
el juicio, si fuera atacado, habría de ser defendido recurriendo antes que nada a
En el meollo de la teoría de las situaciones experienciales de De- la introspección. Seguramente es equivocado describir el procedimiento de esta-
wey y de su naturalismo integrador hay una visión del hombre como blecer la corrección de un juicio o una decisión mediante una comparación de los
un agente-paciente orgánico. Como las de todos los seres naturales, grados de emoción moral con cursos de acción alternativas. Estoy suponiendo (lo
las respuestas del hombre a su medio son selectivas. Dichas respues- que es normal en estos casos) que el agente ha razonado y argumentado acerca
tas, al ser selectivas, caracterizan su individualidad. Al actuar siempre de las alternativas, y lo que trato de afirmar es que el agente justificaría
59
su con-
estamos eligiendo. Nuestras elecciones pueden ser ciegas, motivadas clusión, en caso de ser atacado, por referencia a dichos argumentos... .
por impulso, convención o por hábitos rígidos, pero nuestras eleccio-
nes y acciones también pueden ser inteligentes. «Una elección que ex- Un juicio moral ilustrado requiere crítica, pero el contexto pri-
presa la individualidad inteligentemente amplía el alcance de la acción mario de esta crítica son las situaciones indeterminadas que exigen
y esta ampliación, a su vez, confiere a nuestros proyectos una mayor de nuestra parte que decidamos y actuemos.
capacidad de previsión y nuestras elecciones se hacen más inteligen- Los juicios morales pertenecen a un tipo de juicios prácticos que
tes» 52.. Sea el que sea el campo o problema que Dewey examine es pueden ser expresados de muchas formas: «M. N. actuaría así y así;
esta perspectiva la que forma el contexto de su investigación. es mejor, más prudente, oportuno, correcto, avisado, ventajoso, etc.,
Por ejemplo, cuando considera los problemas de la vida moral, la obrar así» 60. Dewey enumera algunas sgracterísticas–de los _juicio%
perspectiva dominante es siempre la del hombre como agente moral, rá • . En primer lugar los juicios practicos se Wen en el contexto
no la del eípectaddr, la del crítico o la del juez. Se ha producido un e una situación incompleta que requiere cumplimiento —hay que
gran malentendido por no haber sabido apreciar que Dewey dama hacer algo. La lógica de juicios como éstos no se puede entender si los
por un cambio de énfasis respecto al tratamiento que los filósofos mo: abstraemos de los contextos típicos donde se producen. En segundo
rales postkantianos más modernos han hecho de los problemas éticos. lugar, el juicio mismo es un factor de cumplimiento de la61situación, es
Este cambio evoca la aproximación aristotélica a los problemas de la «un factor determinante del desenlace de la situación» . En tercer
vida política y moral. El paradigma de una situación moral es aquel lugar, el asunto de tales juicios «implica que es relevante cómo se
en que hay conflictos y nuestra tarea consiste en decidir lo que hay determine lo dado» 62. Un juicio práctico «afecta al asunto para me-
que hacer. En tales situaciones estamos abocados a emitir un juicio jor o peor» 6'. En cuarto lugar, el juicio práctico implica una referen-
cia tanto a los medios como a los fines. Localiza los obstáculos con
práctico, «un juicio acerca de qué debe ser hecho: un juicio respecto
al cumplimiento futuro de una situación tan incompleta como in-
determinada» 2. Dewey estaría plenamente de acuerdo con la acusa- Stuart Hampshire, «Fallacies in Moral Philosophy», Mind., 58 (1949).
ción de Stuart Hampshire a la filosofía moral moderna (postkantiana), Hampshire insiste también en la importancia de tratar la filosofía moral desde la
cuando afirma: perspectiva del agente moral, y también presta atención a la analogía entre el
agente moral y el artesano o artista.
60 «The Logic of Judgments of Practise», Journal of Philosophy, 12 (1915),
John Dewey, «Philosophies of Freedom», Philosophy and Civilization, pá- 505.61
gina 286. «The Logic of Judgments of Practise», p. 506.
n John Dewey, «The Logíc of Judgments of Practise», Journal of Philosophy, 62
«The Logic of Judgments of Practise», p. 507.
12 (1915), p. 514. 63
«The Logic of Judgments of Practise», p. 507.
Praxis y acción 223
222 Richard J. Bernstein

que hay que enfrentarse en una situación específica, arbitra los medios to en las más variadas situaciones de la vida cotidiana, cuanto en nues-
tras investigaciones más avanzadas y sofisticadas. Lo que bien puede
necesarios para superar dichos obstáculos y fija los fines que hay que
no _
estar' tan claro es el grado en que Dewey 'pretende generalizar
lograr para completar la situación en cuestión. El asunto de un juicio
práctico no se agota en lo que es «dado» en una situación específica, desde estos análisis: < - .
pero el juicio práctico tampoco puede apartarse de lo que es «dado». Tradicionalmente, la teoría se hacía contrastar con la práctica y
se distinguía desenfadadamente los juicios teóricos de los prácticos.
«Lo dado es indudablemente lo que es; está determinado en todo.
En la medida que estos dos tipos de juicios han sido asimilados, los
Pero es lo dado de algo que hay que hacer. El examen e inventario de
filósofos han escrito como si los juicios prácticos fueran una forma
las condiciones presentes (hechos) no es algo completo en sí mismo;
degenerada de juicíos teóricos. Dewey se mueve en la dirección opues-
existen en vistas a una determinación inteligente de lo que debe ser
ta. Su posición es que los juicios teóricos han sido malentendidos pre-
realizado, lo que se requiere para completar lo dado» 64. En quinto
cisamente a causa del fallo en la apreciación de que comparten las ca-
lugar, los juicios prácticos son hipotéticos; afirman que «los hechos
racterísticas de los juicios prácticos enumeradas antes. Esta es una de
que integran el enunciado de lo dado son relevantes para el propósito
las tesis de Dewey más significativas y más malentendidas. No trata
adoptado —la determinación de una posibilidad a realizar en la ac-
ción» 65. Finalmente, los juicios prácticos pueden ser validados o inva- .de decir que los juicios teóricos están justificados únicamente en la
medida en que sirven a determinados fines «prácticos», ni que deba-
lidados por las consecuencias que desencadenan. «La determinación
mos tener nuestra vista puesta en los usos «prácticos» del conoci-
de los fines-medios que constituye el contenido de una proposición
miento. Por el contrario, la investigación teorética obtiene su fuerza
práctica es hipotética hasta que el curso de la acción indica que está
probado» 66. Pienso que Dewey entiende mal este punto cuando dice sistemática explicativa en la medida en que abstrae de las exigencias
que «La verdad o falsedad del juicio está en que la acción en cuestión de las situaciones existenciales inmediatas. A menos que estemos im-
se produzca o acontezca» 67. Pero podemos marginar la importancia de plicados desinteresadamente en el desarrollo de la investigación teó-
lo que Dewey está haciendo. Los juicios prácticos son tentativos e rica por sí misma, echamos a perder el valor explicativo sistemático
hipotéticos. Se producen sobre la base de la valoración de una situa- de nuestras teorías. Refiriéndose a las teorías tal como son usadas en
-
ción, lo que nosotros creemos que son las condiciones relevantes que la inv'estigación científica, Dewey dice que son «asuntos de'abstrac-
influyen en la situación y las posibilidades pertinentes para comple- ción sistemática. Como las ideas, han de desprenderse de lo que puede
ser llamado hechos inmediatamente dados, para que puedan ser apli-
tarla. No importa el cuidado y esmero que hayamos puesto en la eva-
cadas a categorías más amplias de hechos relevantes. Una teoría cien-
luación de la situación, no hay nada que pueda garantizar absoluta-
tífica difiere de las ideas que, como suele decirse, "anidan en nuestras
mente la corrección de nuestros juicios prácticos. Podemos, y lo hace-
cabezas", únicamente en su vasto y sistemático poder de aplicación.
mos con frecuencia, descubrir cuando actuamos que nos habíamos
equivocado, que habíamos interpretado mal lo que había que hacer. La peculiaridad de la abstracción científica está en su grado de liber-
Esto puede ocurrir por una pluralidad de razones; podemos haber tad en relación con sus adhesiones existenciales particulares» 's.
. Al mismo tiempo que reconoce las diferencias genuinas entre las
apreciado mal los hechos relevantes, o haber pasado por alto hechos
que después se tornan importantes, o también podemos haber juzgado variedades de juicios e investigaciones teóricas y prácticas, Dewey
mal el mejor curso de acción a seguir, etc. Claramente, lo que sucede está interesado ante todo en centrar la cuestión en sus continuidades
es relevante para la evaluación del juicio práctico originario. En este y semejanzas. Todos los caracteres de los juicios prácticos son aplica-
respecto las consecuencias reales que se siguen de nuestros juicios bles a los teóricos. Estos juicios también se producen en el contexto
prácticos pueden validar o invalidar estos juicios. de situaciones indeterminadas; son factores en la resolución y deter-
minación del desenlace de dichas situaciones; son esencialmente hi-
Debería estar claro que la esfera de los juicios prácticos tiene un
alcance mucho mayor que lo que normalmente se considera el domi- potéticos y prescriben cursos de acción que hay que seguir para
nio de la vida moral y política, pues juicios prácticos los hacemos tan- confirmar y justificar estos juicios; y pueden ser confirmados o des-
confirmados por las consecuencias que se siguen de los mismos.
" «The Logic of Judgments of Practise», p. 508.
65
«The Logic of Judgments of Practise», p. 510. 68
«In defense of Theory of Inquiry», John Dewey: On Experience, Nature
66
«The Logic of Judgments of Practise», p. 510.
67
«The Logic of Judgments of Practise», p. 510. and Freedom, p. 140.
224
Richard J. Bernstein Praxis y acción 225
Hemos hecho notar que en el análisis de nuestra vida política y
moral, Dewey aboga por centrar la atención sobre el agente' moral tal. Estaba convencido de que cuando centramos nuestra atención en
como el se
que se enfrenta a la situación conflictiva cuyas condiciones exi- la doble condición del hombre en tanto que agente-paciente tenemos
gen que haga
algo. Dewey aboga por un cambio de perspectiva simi- una perspectiva adecuada desde la que detectar las similaridades y
lar en la consideración de cualquier tipo de investigación, incluida la continuidades relevantes entre estas• variadas dimensiones de la expe-
teórica. La medida del alcance del ataque de Dewey a la teoría del es- riencia humana. Argumentaba que un análisis de, la investigación cien-
pectador-cognoscent e tífica como proceso no es axiológicamente neutral. Hay importantes
puede ser vista aquí. La misma acusación de que lecciones morales que aprender de las actitudes, disposiciones y há-
la filosofía política y moral se había descarriado al centrarse en el resul-
tado final de nuestras deliberaciones menospreciand bitos requeridos en una investigación experimental abierta. Y creía
liberación mismo, hace Dewey contra la epistemologío el proceso de de- firmemente que estas lecciones las podíamos aplicar a toda nuestra
bría estado excesivamente preocupada por la lógica de tradicional.
la prueba y Ha- vida moral, política y social.
a
por
los resultados, en vez de atender al proceso mediante el que descubri- Los filósofos son frecuentemente renuentes a admitir lo que debe
mos, probamos y modificamos su pensamiento a analogías y metáforas básicas. Dewey no lo fue, y
nuestras hipótesis. Se les habría esfuma- si sabemos apreciar la analogía básica que impregna su pensamiento,
do lacognoscitivo
dos atención que debían haber prestado a la función que los enuncia..
s podremos entender el fundamental cambio de orientación que trató
cumplen dentro del proceso mismo de investigación. de imprimir a la filosofía. Como Peirce, sostuvo que la filosofía del
Como Peirce, Dewey sostiene que la lección que hay que aprender
de las ciencias experimentales es que lo que distingue el conocimiento pasado, en particular la filosofía postcartesiana, había estado domina-
genuino de las especulaciones da por la metáfora del «ojo mental» fijo. Sentir, percibir y conocer
procedimientos y patrañas es justamente el conjunto de han sido analizados en términos del modelo de la visión mental. Sur-
de investigación, mediante los que descubrimos, con-
trastamos y garantizamos nuestras afirmaciones cognoscitivas. Cuando gieron disputas en torno a qué ve, qué es visto y cuál es la relación
nos centramo s en el descubrimient entre lo que vemos y la «realidad externa». Pero la analogía que
a conclusiones o y en la investigación, llegamos
Dewey cree que es más apropiada para entender la vida humana,
muy diferentes acerca del conocimiento mismo. Nos
hacemos conscientes de la naturaleza esencialmente hipotética de toda incluidos nuestros procesos cognoscitivos, es la analogía estética del
fórmula cognoscitiva; atendemos a las consecuencias más que a los artesano o artista empellado en hacer u obrar. Se trata de una analogía
«orígenes» del conocimiento; reconocemo tomada muy en serio por la filosofía griega, en especial por Aristóteles.
tigación s que los patrones de
no _ emanan de fuentes «exteriores» a ella misma, sinoinves- más Según Dewey la filosofía griega restringió la aplicación de esta analo-
bien se "descubren, se afinan y se modifican en el curso del proceso gía,a la vida moral y política, a la praxis en contraste con la teoría.
del investigar. «Conocimiento, tomado como un término abstracto, Con el desarrollo de la investigación experimental moderna, piensa
es un nombre para el producto de investigaciones competentes... La Dewey que esta analogía podía extenderse ahora a lo que tradicional-
"determinación" de una situación dada por medio de una investiga- mente se clasificaba como teoría. El conocimiento experimental es
ción particular no constituye garantía alguna de que la conclusión esencialmente un arte que implica, como todo arte, una manipulación
establecida vaya a permanecer siempre establecida. La consecución consciente y directa de objetos y situaciones. En el proceso de la
de creencias fundadas es asunto progresivo investigación experimental, tiene lugar una reconstrucción que acarrea
; no hay creencia tan bien
fundada que no esté expuesta a investigaciones ulteriores. Lo que una interacción continuada entre el artífice y la materia sujeta a trans-
define al conocimient o formación. El artífice perfecciona su arte no comparando el producto
en su significación general es el efecto conver-
gente y acumulativo de la investigación continuada... Cuando el cono- con algún modelo «ideal», sino con resultados acumulados de la ex-
cimiento se toma como término general abstracto referido a la inves- periencia, una experiencia que se beneficia de los intentos y proce-
tigación en abstracto significa "asertibilidad garantizada"» 69 dimientos de prueba, pero comporta siempre novedad y riesgo. Hay
. diferencias sustanciales entre el arte de investigar y otros tipos de
El proyecto
problemas primario de Dewey, su meta final, era armonizar los
y procedimiento s arte, y Dewey es sensible a ellas. La intención de la analogía es su-
de nuestra vida moral y social, con los geridora y heurística, no un marco estrecho y literal. El uso de esta
dramáticos avances logrados en la investigación científica experimen-
analogía sugiere cómo Dewey intentó establecer un puente entre
69
John Dewey, nuestras actividades y juicios prácticos y nuestras actividades y juicios
Logic: Theory of Inquiry, pp. 8-9.
cognoscitivos.
226 Richard J. Bernsteia 227
Praxis y acción
La educación en la comunidad democrática Si la acción ha de estar informada por la visión clara, si hemos
de hacer de la inteligencia crítica una realidad viviente es preciso
Hay una continuidad temática que se extiende a lo largo de las dar pasos radicales. Es necesaria una reconstrucción completa de las
investigaciones de Dewey. Nos, dice Dewey que un juicio prácticd. instituciones sociales. El entorno social del hombre ejerce una influen-
es una propuesta concerniente 'a lo que hay que hacer en una situacióri cia decisiva en lo que él haya de llegar a ser. Estamos abocados a una
indeterminada específica. El mismo juicio establece una diferencia situación en la que el ideal de la inteligencia compartida se está dilu-
en el modo de resolver la situación. Dewey amplia sus análisis de los yendo. El hombre se está deshumanizando, sus actividades se están
juicios prácticos a los teoréticos y su teoría de la investigación y de haciendo rutinarias, y su vida estética se ve infravalorada y desvir-
la confirmación es, en este aspecto, esencialmente práctica. La inten- tuada. Dewey, mucho antes que nuestros profetas coetáneos del apo-
ción de su teoría es ilustrarnos acerca de cómo debemos investigar ca
lipsis, advirtió las desastrosas consecuencias de una sociedad tecno-
y deliberar. Esta propuesta para el desarrollo de la inteligencia crea- lógica e industrial incontrolada. ¿Qué hacer? Para Dewey la respuesta
tiva está fundamentada en lo que Dewey considera que ha sido el está clara. Si la filosofía ha de adoptar realmente una actitud práctica,
procedimiento más inteligente y efectivo de corroborar y garantiza; si de verdad ha de fomentar una sociedad más libre, más humana,
el conocimiento y' de resolver situaciones en las que se produce un más gratificadora y más inteligente, entonces debemos dirigir toda
conflicto de valores. La teoría de la investigación y del valor se ha nuestra atención crítica a los efectos educativos de nuestras institucio-
desarrollado sobre el fondo de la interpretación de Dewey de nuestra nes posociales.
cr
soi
situación cultural, pues creía que los conflictos más profundos de esto «la filosofía de la educación no es en modo alguno un
nuestro tiempo surgen del divorcio de la ciencia con la vida práctica, subproducto de la filosofía general aun a pesar de que así se la trate
o de la teoría y la práctica. a menudo hasta por los filósofos. Constituye, radicalmente, la fase
más significativa de la filosofía» . Es más, «si estamos dispuestos \ .
71
El mismo tema queda evidenciado en el modo como Dewey en-
a considerar la educación como el proceso de formación de nuestras ,
tiende la tarea de la filosofía. Dewey habría estado de acuerdo con
disposiciones intelectuales y emocionales para con la naturaleza y los 1'v
Marx
• en que los filósofos del pasado ante todo han estado interesados ' como la teoría general />(
demás hombres, debemos definir la
en la _interpretación del mundo. También habría estado de acuerdo
en que la cuestión es cambiarlo. , Sin embargo, para Dewey esto no e la educación» n. La educación está siempre actuan o en ues ros
intercambios cori el mundo. Todas las instituciones sociales influyen
significa el abandono o la superación de la filosofía, sino su recons- en educación del individuo. En. consecuencia, Dewey propone la
trucción. reconstrucción de todas las instituciones sociales incluidas las políticas
y económicas. «Cuando la autoeducación se entiende como un proce-
Existen dificultades humanas urgentes y profundamente arraigadas, que pue- so, queda patente que las transformaciones sociales son los medios
den ser clarificadas por una reflexión disciplinada, y cuya solución debe ser acti- n
exclusivos para .• ia r las personalidades» . La institución soci
vada por el desarrollo cuidadoso de hipótesis. Una vez que se ha comprendido que a escuela.
ue constitu e - 'riman• de los intereses de
el pensamiento filosófico ha cogido el ritmo de los acontecimientos contemporá-
neos, y que su función es conducirlos a desenlaces ventajosos, los problemas
r'E 1 a es a que mas • esesperadamente necesita ser reconstrui a.
se presentan ellos mismos en abundancia. La filosofía no resolverá estos proble- reforma educativa ofrece la mejor ocasión para el desarrollo de la
mas; la filosofía es visión, imaginación, reflexión —y estas funciones desvincula- inteligencia creativa.
—No podemos examinar detalladamente la filosofía de la educación
das de la acción no modifican nada, de ahí que tampoco resuelvan nada. Sin em-
bargo, en un mundo complicado y subvertido, toda acción que no esté informada de Dewey, pero se la ha entendido tan torcidamente que no puedo
por la visión, la imaginación y la reflexión lo más probable es que contribuya a por menos de tocar algunos de sus puntos básicos. Critica la artificia-
incrementar la confusión y los conflictos en lugar de ponerlos en buen camino... lidad y superficialidad de la postura tradicional ante la educación que
La filosofía se recupera a sí misma cuando deja de ser un artificio para perder el insistía en la estructura y el contenido del programa, y concebía la
tiempo con problemas de filósofos y se convierte en un método, cultivado por
los filósofos, para encararse con los problemas de los hombres 70. 71 John Dewey, «The Relation of Science and Philosophy as the Basis of

Education», Problems of Man, p. 165.


7
°
72
John Dewey, Democracy and Education, p. 383.
«The Need for a Recovery of Philosophy», pp. 66-67. 73
Reconstruction in Philosophy, p. 154.
228
Richard J. Bernstein praxis y acción 229

educación como un proceso triste de imposición de tales estudios a


niños slogan «aprender haciendo» está en que una .. u.cadhLi na debe
nunca díscolos. PeroenDewey fue igualmente crítico —y este punto
será valorado exceso,
tivar la dimensión activa y il en
rimen tal de la expe a
a nivel popular como el punt desde el momento que aún se lo toma • s.unp a, mecanica para o-
de la educación progresiva en o de vista de Dewey-- de los excesos Cle la inrni
ex s
d-el ili
gra jN
ob etigv'o teligencia creativa, pues ello depende de los su-
la medida en que está orientada por el r tiles intercambios con el medio social-en el que el niño se mueve. «Es
niño y exagera el papel del niño en la determinación de loque quiere asunto del ambiente escolar el eliminar en lo posible los aspectos no
estudiar.
falla Esta es una perspectiva sentimental que idealiza al niño y
en sus recomendables del medio social existente orientando los hábitos y
supuestos, ya que no aprecia que la experienci actitudes mentales. Establece un medio de acción unificado... A me-
es inmadura y primaria. «Hacer lo que a uno le gusta significa a delaban-
niño
donar la iniciativa e independencia auténticamente dida que la sociedad se hace más ilustrada cae en la cuenta de que es
responsable no de transmitir y conservar la totalidad de los logros
cuando se apoya una expresividad ilimitadament intelectuales», y conseguidos, sino sólo de aquellos que aseguran una sociedad futura
e libre, los niños
«tienden gradualmente a hacerse distraídos y terminan por aburrirse, mejor. La escuela constituye la actividad rectora para el logro de este
y entretanto se da pie a una ausencia del desarrollo progresivo y acu-
mulativo fin» 75. Dewey no aboga por la aquiescencia con el status quo o por
de la capacidad
y del logro real de resultados' En oposi- el reajuste de las instituciones existentes como sus críticos le han
ción a esto Dewey esgrime la necesidad de orientación deliberada, echado en cara. Ha sido un lugar común criticar la educación ameri-
dirección y orden.' La educación debe ser
reconstrucción
. . . que' un proceso continuo de cana de estar ladinamente influenciada por las ideas de Dewey. Sin
dé juego a un movimiento progresivo desde la ex- embargo, en la medida que nuestras escuelas han incurrido en el fallo
pertenaa inmadura del niño a una experiencia que sé" hace de desarrollar una inteligencia obtusa, en la medida en que no han
más pregnante en significación, más sistemática y Controlada. cada
Loqvez
ue sido capaces de hacer de la educación una experiencia agradable y
Dewey quiere decir con esto debe ser captado sobre el fondo de plena, han dejado al descubierto una falta de influencia de lo que era
teoría de las situaciones experienciales, y de la investigación. su
tivo de la educación es el desarrollo El obje- esencial para Dewey. '
de ,una inteligencia crítt¿a, pero ' El' tipo de reforma educativa que Dewey postulaba era el de la
concepto para wey. a teopnátrucciótt' rsocial= y de -la revitalización de la democracia. Tam-
( concepto estrecho de razón considerada como habilidad
inferencias 4 y conclusiones
11 de premisas :_establecidas de extraer
'explícitamente.
rlá
bién aquí; 'si hacemos caso 'á Dewey, hay lecciones que aprender de
intrestigación 'científica 'experimental.
Está en la naturaleza de la ciencia no tanto tolerar como dar la bienvenida a la
consiste en un conjunto completo de hábito
bilidad creciente que implican sensibilidad; pericia en discernir s de flexi-
las diversidad de opiniones, mientras insiste en que la investigación aporta la evi-
complejidade s dencia de hechos observados con el fin de llevar a efecto un consensus de con-
de las situaciones; imaginación ejercida en descubrir clusiones —y hasta mantener la conclusión sujeta a lo que se averigüe y haga
I' nuevas posibilidades e hipótesis; voluntad de aprender público en nuevas investigaciones. No me atrevería , a afirmar que todas las demo-
cia; firmeza y objetividad de la experien-
y valoraciones conflictivas;a la hora de enjuiciar y evaluar opiniones cracias existentes han hecho "un uso adecuado •y completo del método científico al
y el coraje de modificar nuestros propios decidir sobre sus asuntos políticos. Pero la' libertad de investigación, la tolerancia
puntos de vista cuando lo requieren las consecuencias de nuestras de diversos puntos de vista, la libertad de comunicación, la distribución de lo
acciones y las críticas de los otros. Toda educación es educación mo- conseguido a cada individuo en tanto que consumidor intelectual último, vienen
ral, si entendemos «moral» en el amplio sentido implicado en una exigidos por el método democrático tanto como por el método científico 76.
valoración inteligente. Otra manera de decir lo mismo es sostener
que La democracia, más que una forma de gobierno es un modo de vida
tiva la
delfunción deexperiment
espíritu la educación es hacer salir a flote la realización efec-
a
y un ideal moral. Los puntas de vista de Dewey sobre la experiencia,
l en todas las fases de la vida humana. la investigación y la educación confirman su fe en la democracia.
La educación debe estar comprometida con todos los aspecto
arrollo intelectual y emocional del individuo. La importancia s del des-
del La democracia, comparada con otras formas de vida, es la única que confía a
74
corazón abierto en el proceso de la experiencia como fin y como medio; como
John Dewey, Construction and Criticism,
rience»; " Democracy and Education, p. 24.
p. 11;
Journat of the Barnes Foundation, 2 (1926), 1. «Individuafity and Expe- 76
John Dewey, Freedom and Culture, p. 102.
230 Richard J. Bernstein
231
praxis y acción
aquello que es capaz de generar la ciencia única autoridad fiable en la dirección
de la experiencia ulterior y que libera emociones, necesidades y deseos de manera cuidadoso, pero él no lo practica en absoluto. En su deseo de allanar
que traigan a la existencia cosas que no habían existido en el pasado. Pues cada dicotomías a todos los niveles, ha dejado en penumbra distinciones
forma de vida que falla en su democracia limita los contactos, los intercambios, analíticas relevantes. Puede ser laudable' el intento de allanar dicoto-
las comunicaciones y las interacciones mediante las que la experiencia se reafirma
pero también se ensancha y enriquece. La tarea de tales liberación y enriqueci- mías tales como las de «es» y «debe» ; «hecho» y «valor», lo «pres-
-
miento ha de ser llevada a cabo día a día. Desde el momento en que no cabe criptivo» y lo «descriptivo», pero para llevar' esto a cabo de forma
final alguno hasta que la experiencia alcance sus objetivos, la tarea de la democra- convincente debemos discriminar meticulosamente los significados
cia es, para siempre, la creación de una experiencia más libre y humana compar- de estos complicados conceptos. Aún más fundamental, el espíritu de
tida por todos y a la que todos contribuyan n. la concepción de la filosofía de Dewey está muy lejos de la concepción
de la filosofía dominante entre la mayor parte de los filósofos analí-
Dewey dedicó su vida a este ideal y tarea. Se fundamentó para ticos. El interés primordial de la filosofía analítica, especialmente de
ello en el cambio de perspectiva que trató de imprimir a nuestra la filosofía lingüística reciente, se centró por encima de todo en la
comprensión del hombre y a la tarea de la filosofía. La cuestión pri- descripción, análisis y comprensión de las estructuras conceptuales.
mordial para el hombre no es la de si actuar o no, sino la de cómo El objetivo básico de la filosofía no consiste en recomendar, prescribir
habrá de hacerlo. La tarea de la filosofía es clarificar la naturaleza o proponer. La historia de la filosofía está llena de confusiones, am-
del hombre en tanto que agente-paciente y mostrar el camino por el bigüedades y falacias a causa de que los filósofos no han prestado la
que la inteligencia creativa puede ser desarrollada. Cuando reconoce- suficiente atención a los matices del lenguaje por cuyo medio reali-
mos que la vida es un arte, que el hombre puede jugar un papel de- zamos nuestro pensamiento. La contribución que la filosofía puede
cisivo en la estructuración de su propio ambiente y por ende darse hacer al conocimiento humano es iluminar las oscuridades que nos
forma a sí mismo, volvemos nuestra atención a cómo llevarlo a cabo hacen desembocar en perplejidades filosóficas, eliminar los pseudo-
mejor y más inteligentemente. El hombre no es un juguete de fuerzas problemas y clarificar la lógica de nuestros conceptos. Veremos en la
más allá de su control, ni un agente capaz de construir un futuro me- parte IV que aunque el concepto de acción llega a erigirse en centro
jor con sólo desearlo. Nada que merezca la pena se puede conseguir sin de atención dominante en -la filosofía analítica, el interés primordial
una transformación significativa de las instituciones sociales que son está en la aclaración del significado de dicho concepto y los relaciona-
el medio vital del hombre. A no ser que dediquemos toda nuestra
atención a la tarea de reconstrucción social, la vida se hará más mecá- Dewey estaría de acuerdo, desde luego, en que toda actividad
nica, rutinaria, obtusa y alienada. La respuesta adeCuada a los con- inteligente depende de un análisis cuidadoso y meticulolo.'En lá me"
flictos en pugna en nuestra situación cultural presente no consiste dila que la filosofía analitica ha realizado esta tarea serían bienvenidas
en que uno se retire en sí mismo, ni en perdernos en un pensamiento sus contribuciones. Pero Dewey aboga por un papel muy diferente
utópico, sino aplicarnos de manera total y apasionada a la tarea de para la filosofía, precisamente aquel que se apoya en la comprensión
«crear una experiencia más libre y más humana que todos pueden com- del hombre como agente-paciente. La filosofía es o debe ser crítica de
partir y a la que todos contribuyan». la crítica, dirigida al fomento de un cambio racional y la reconstruc-
ción social. La tarea principal de la filosofía es hacerse práctica, lo cual
Los pragmatistas están expuestos a la crítica desde diversas pers- quiere decir dirigirse ella misma a los problemas y conflictos que se
pectivas y han sido severamente criticados (Dewey en particular). nos enfrentan, y hacer juicios prácticos sobre lo que debe hacerse.
En una época en que se cotiza al máximum la claridad, la sutileza y No podemos volver la espalda a la enorme sofisticación y refina-
el rigor, las reflexiones de Dewey parecen primitivas y demasiado miento aportado por la filosofía analítica. Podemos admitir la legiti-
esquinadas. Para los filósofos entrenados en las técnicas analiticas midad de su crítica del pragmatismo en la medida que le exige un
resulta casi imposible captar el significado preciso o los significados análisis más cuidadoso y fino. Pero esto no debería oscurecer ante nos-
de sus conceptos-clave. Dewey alaba las virtudes de un análisis fino y otros la contribución del pragmatismo y su desafío de las propuestas
de la filosofía analítica. Uno de los capítulos más tristes de la filosofía
n John Dewey, «Creative Democracy-The Task Before Us», eassic American analítica ha sido precisamente su tratamiento de la filosofa política y
Philosophers, ed. por Max Fisch, p. 394. moral. A estas disciplinas se les extendió el certificado de 'defunción.
Hasta la filosofa moral analítica se está convirtiendo en una forma
232 Richard J. Bernstein 233
praxis y acción
de escolasticismo que mantiene solamente la relación más tangencial la conciencia humana, lo mismo que lo están para todo lo que sea
con los problemas morales que los hombres experimentan en nuestro.
tiempó. ..de, que, algunos, filósofos analiticos ,especial:
vida roblemas que han constituido el
es verdad que los problemas
mente jóvenes están. reconociendo,e1 peligro, de un escolasticismo s:tpere
olaren de Sartre y Kierkegaard no han pasado
núcleo de
narcisista que puede resultar del interés obsesivo por los «problemas de la periferia de los intereses de Peirce y Dewey (aunque el caso de
de los filósofos», y están buscando nuevas vías para hacer a la filoso- William James es distinto). El poder de atracción del pensamiento
fía práctica en el sentido postulado por Dewey. La aspiración a des- existencialista brota del hecho de ser la expresión de problemas que
arrollar una «sabiduría práctica» que una vez pasó por ser el objetivo muchos contemporáneos sienten profundamente. La creencia de Peirce
primario de la reflexión filosófica no ha encontrado eco alguno en la en el «incremento de la racionalidad concreta» y el interés de Dewey
filosofía analítica. Y Dewey, no se limita a recordarnos la importancia por el desarrollo de la «inteligencia creativa», parecen un tanto des-
de este objetivo, sino que nos abre posibilidades nuevas de revitali- fasados e irrelevantes ante los conflictos en pugna dentro de la vida
zarlo. ontemporánea. Kierkegaard y Sartre han descrito y diseccionado
Hay otra c
que los filósofos analíticos pueden sacar, ,y de formas de conflictos internos, autodecepción, desesperación, angustia,
hecho están comenzando a hacerlo, de los pragmatistas. Tanto en la decisión, etc., marginadas totalmente por Peirce y Dewey. Pero cuan-
filosofía de Peirce como en la de Dewey es central la teoría de la to más sensitivamente consideremos los análisis de la condición huma-
investigación como proceso continuo y autocorrectivo, Cualquier dis- na llevados a cabo por los existencialistas, más dispuestos nos senti-
tinción, cualquier afirmación cognosdtiva está abierta a críticas y mo- mos a entender lo que de más básico y vital puede haber en la tradi-
dificaciones ulteriores. Muchos filósofos analíticos, particularmente ción pragmatista. Ambas partes están de acuerdo en que el problema
los comprometidos en el análisis conceptual, se han hecho culpables de los problemas es cómo decidirse y actuar. Kierkegaard y Sartre nos
de uno de los viejos pecados que se suele cometer en filosofía —afe- han dicho que nos engañamos a nosotros mismos cuando creemos que
rrarse 4,distinciones importantes y reificarlas convirtiéndolas en dico- existe un fundamento firme, objetivo y fijo del que nos podamos fiar al
tonglst rigidas,lia forma más vieja de cometer este: pecado era afirmar .tomar nuestras decisiones y al actuar. Los pragmatistas están de acuer-
que:las distinciones básicas revelan dicotomías metafísicas o episte- do. La búsqueda de un fundamento para la elección y la acción morales
mológicas. La novísima moda consiste en hablar de distinciones con«. es parte de la misma búsqueda errónea de un «fundamento» para el co-
ceptuales a priori. En la Parte IV, en el análisis del concepto de acción, nocimiento. Una vez que hemos echado por la borda la búsqueda de
veremos. cuán 'usuales y erróneos han"sido los' intentos' de resolver certeza, una Vez que reconocemos la imposibilidad de una justifica-
problemas complejos mediante un fíat a priori, problemas' que, por ción «absoluta», y la falibilidad de todas las creencias, incluidas las
otra parte, sólo pueden ser propiamente resueltos en un proceso con- morales, no hay razón para la desesperanza. Tal vez no podamos nun-
tinuo.de investigación, , ca resolver el problema de la alienación humana, pero está en nuestras
1 Los,filósofos existencialistas y sus simpatizantes han desarrollado manos aliviarla un poco. Si tomamos en serio esta tarea debemos
otra linea de crítica- contra los pragmatistas. Tomando "en serio lá orientar muestra' actividad a la realización de una comunidad genuina
propuesta de que la filosofía debe ocuparse de los «problemas de los de investigadores compartida por todos y a la que todos contribuyan.
hombres», su acusación a los pragmatistas es que no han acertado a Debemos comprometernos en estas formas de praxis que pueden lo-
llevarlo a cabo. Están de acuerdo con los pragmatistas en que la cues- grar una reconstrucción social auténtica que permita la transformación
tión primordial para el hombre no es la de si elegir y actuar o no, de la irrepetible cualidad de cada individuo único.
sino la de cómo hacerlo. Los hombres están eligiendo y actuando Es en este último punto donde los marxistas descargan los golpes
siempre, y al hacerlo están eligiendo lo que van a llegar a ser. Pero de su crítica. Reconocen lo cerca que los pragmatistas están en espíritu
al hablar de los problemas de los hombres, ya nos estamos escabu- del mismo Marx. La praxis social llega a ser la categoría dominante
llendo de la carga que cada existente individual único ha de afrontar. para Dewey como lo fue para Marx. También Dewey sostenía que el
Los pragmatistas con su insistencia en lo público, la comunidad y lo carácter de nuestra actividad práctica da forma al resto de las activida-
social incurren en el mismo pecado que los hegelianos. Fracasan en des, incluidas las funciones cognoscitivas, y que dicha actividad prácti-
el enfrentamiento honesto con lo absurdo e inútil de la situación ca viene estructurada a su vez por las instituciones sociales' en las que
humana. Están ciegos para los dilemas existenciales planteados por participamos. Como Marx, Dewey creía que la única manera de realizar
234 Richard J. Bernstein
235
efectivamente una sociedad más libre y más humana en la que florezca
la individualidad creativa es la transformación de las instituciones tradición pragmatista. Esta tradición, especialmente en lo que res-
sociales. Como Marx, Dewey postula una crítica de la crítica con el pecta, la posición central que asigna a la teoría de la investigación,
fin de controlar el cambio. Y ambos están de acuerdo en que la acción ha ds arrollado una comprensión crítica de las normas por las que
que no está informada por una comprensión clara de los problemas es cualquier idea o hipótesis ha de ser sometida a prueba y evaluada. El
inútil y autoanulada. Desde una perspectiva marxista estas similari- pensamiento radical es altamente sensible a las formas en que la exi-
dades entre Marx y Dewey no son una base suficiente para aceptar gencia de investigación objetiva viene a ser nada más que un disfraz
la filosofía de Dewey sino para condenarla. El fallo fundamental de de la impotencia y acaba por corromperse. El pensamiento radical
Dewey es el fallo en no ser genuinamente radical, en no ir hasta las puede degenerar, también él, en un dogmatismo rígido. Marx postuló
raíces. Su fe en la inteligencia creativa es cándida, pues subestima el la crítica radical de todas las instituciones sociales. Pero son los prag-
poder de las fuerzas sociales, políticas y económicas que pervierten matistas los que han delineado laboriosa y lúcidamente las normas de
y corrompen este «ideal». A despecho de la intención de Dewey, las la investigación crítica.
consecuencias de su filosofía son la perpetuación de las lacras sociales
que pretendía extirpar. Creer, por ejemplo, que es posible acometer
la reconstrucción de todas las instituciones sociales mediante la re-
forma educativa está totalmente falto de realismo acerca de la situa-
ción de hecho que hace que nuestras escuelas sean y continúen siendo
fiel reflejo del contexto social más amplio en el que funcionan. Nin-
guna sociedad capitalista toleraría un sistema escolar establecido para
subvertirla. Una crítica marxista sostendría que Dewey podía haberse
enterado de todo esto si hubiera poseído una comprensión correcta
de la dinámica de la sociedadexistente. Si,se quiereuna confirmación
ulterior, basta con echar una ojeada a la inefectividad de las ideas de
Dewey y a su impotencia ante los ,conflictos básicos de nuestra socie-
dad. Los conflictos sociales de que Dewey fue consciente, lejos de
haber mejorado han ido a peor. ¿Dónde en la sociedad americana
puede encontrar uno evidenciado el desarrollo de la «inteligencia crea-
tiva» y la realización del ideal de una comunidad democrática de ex-
periencia compartida? A despecho de .la influencia de Dewey nuestro
sistema escolar es aún más caótico y. confuso en sus prácticas, en sus
metas y en sus objetivos que durante la vida' de Dewey. Si Dewey
estaba alarmado por lo que estaba ocurriendo con el ambiente social
y natural durante la primera mitad del siglo xx, comprobemos la
aceleración de la degradación desde entonces. Ni siquiera la ciencia se
ha convertido, como Dewey esperaba, en el foco de la actividad inte-
ligente, muy al contrario ha llegado a ser un terrible medio de des-
trucción. Y la cualidad estética de nuestra vida cotidiana continúa
la carrera de la degradación y la deshumanización .
Estas son fuertes acusaciones. Creo que en esencia son correctas
en las deficiencias que señalan, así como en el cargo que hacen a
Dewey de ser un optimista falto de realismo acerca de lo posible y lo
deseable en la reforma social. Pero aun reconociendo la fuerza de estas
y otras críticas, sería desastroso echar por la borda el meollo de la
237
Parte cuarta praxis y acción

entrar la atención sobre la actividad humana como el medio de «ir


EL CONCEPTO DE ACCION. c
ás allá» de Hegel. Pero en el movimiento analítico concurren ala vez
LA FILOSOFIA ANALITICA m
ignorancia y repulsión del tipo de filosofía que constituye la fuente
intelectual de los otros tres movimientos. Hegel ni siquiera es un filó-
sofo que haya que tomar en serio y que deba ser contestado. Repre-
senta lo peor y más irresponsable de la filosofía tradicional: es oscuro,
co
nfuso, vago e inconsecuente. No se puede subestimar el fanatismo
con que los primeros filósofos analíticos rechazaron la filosofía tradi-
cional especialmente la del siglo xix. Su inspiración la encontraron
en las ciencias y en los impresionantes logros de la lógica, no en la
filosofía. No faltaron, desde luego, filósofos «históricos» distinguidos
con un trato de favor, como Hume, ni se dejaron de reconocer afini-
dades con el empirismo y positivismo decimonónicos. Pero aun así, el
valor atribuido a tales posiciones se debía a su proximidad a las nue-
vas técnicas analíticas. Había llegado el momento —al menos así lo
creían los miembros originales del Círculo de Viena— de desembara-
zarse de la falta de sentido característica de la mayor parte de la filoso-
fía tradicional y de situar a la filosofía, finalmente, sobre una base
sólida, rigurosa y científica. Personalmente los miembros del Círculo
MARXISMO, EXISTENCIALISMO Y PRAGMATISMO están todos profunda- de Viena se formaron como científicos, no como filósofos, e hicieron
, mente, enraizados en la filosofía del siglo xix. Uno que no esté familia- gala de un espíritu misionero en su deseo de hacer de la filosofía algo
rizado con esta tradición filosófica —especialmente tal como se des- legítimo y.respetable.: Los primeros positivistas celebraron la extin-
arrolló en el período comprendido entre Kant y Hegel— estaría en ción de la metafísica y de la filosofía especulativa; y relegaron a la
seria desventaja para comprender los intereses primarios, así como el categoría de curiosidades históricas la falta de sentido, los errores y
empuje originario de estos movimientos. Cada uno de los pensadores las supersticiones de dos mil años de filosofía.
í La situación fue ligeramente diferente en Inglaterra donde los
que hemos examinado hasta aquí hubo de encararse con las consecuen-
cias de tal tradición, apropiándose de lo que creía sólido, rechazando filósofos británicos, junto con el Círculo de Viena, fueron los auténti-
lo que le parecía desviado y falso, y desarrollando su propio punto de cos impulsores del movimiento analítico. Russell y Moore, dos figuras
vista sobre el fondo de este pensamiento. Pero al acercarnos a la filo- centrales del movimiento analítico, heredaron un pesado lastre del
sofía analítica la situación parece ser totalmente diversa. Es casi como idealismo absoluto británico. Pero en seguida reaccionaron contra esta
si el siglo xix jamás hubiese existido —al menos el gran pensamiento doctrina impuesta y pronto llegaron a compartir los sentimientos ex-
alemán— e inicialmente se descubre una profunda afinidad con el tipo presados por William James en la apertura de sus conferencias de
de filosofía característico del empirismo y racionalismo tradicionales. I Oxford en 1908 al declarar: «Afortunadamente, parece que nuestra
Esta aparente falta de continuidad es en parte la responsable del época experimenta un nuevo renacimiento filosófico —aún quedan
fracaso de una comunicación significativa entre la filosofía analítica rescoldos entre la ceniza. Oxford, semillero, para el mundo britá-
y los filósofos continentales que trabajan bajo la influencia decisiva nico, del idealismo inspirado en Kant y Hegel, se acaba de convertir
de la filosofía europea. Por lo que respecta al Marxismo y el existen- en el vivero de un estilo de pensar bien diferente... Es como si el
cialismo, salvando todas sus diferencias, hay un universo de discurso viejo empirismo inglés, dejado a un lado por tanto tiempo ante las
común desde el cual podemos comparar y contrastar ambas posiciones. solemnes y altisonantes cláusulas germánicas, pudiera estarse engala-
En cuanto al pragmatismo —en tanto one todo su afán es romper sus nando y abrillantando en vistas a un esplendor más intenso que nun-
lazos con el siglo xix— podemos localizar su punto de partida en tal ca» 1. James apenas podría constatar cuán proféticas habían de ser
tradición. Los filósofos que laboran en estos movimientos experimen-
tan lo inadecuado del hegelianismo, y cada uno por su lado vienen a
1
William James, A Pluralistic Universe, p. 3.

236
238 Richard J. 11-ernsteín 239
praxis y acción
sus palabras. Hoy podríamos estar contentos de que nadie puede tica. Uso el término «dialéctica» deliberadamente, pues, como inten-
hablar de Oxford como de un «semillero, para el mundo británico;
taré "poner de manifiesto, puede ser útil encarar el desarrollo de la
del idealismo inspirado en Kant y Hegel». Fue un capítulo breve y filosofía analitica como un gran diálogo filosófico que ilustra las eta-
desgraciado —una aberración pasajera— en la vieja tradición del era- pas de lo que el mismo Hegel consideraba un típico proceso dialéctico.
pirismo no británico. - En primer lugar quiero esbozar la perspectiva general propia de los
La descripción anterior está supersimplificada, pero la aceptarían primeros filósofos analíticos y tratar de averiguar por qué razón fue
los filósofos analíticos más adiestrados. Una de las partes de la des- insignificante en su pensamiento el papel jugado por el concepto de
cripción que no se ajusta del todo es el papel que desempeñó el filó: acción. Luego entraré en la discusión de la reacción contra este reduc-
sofo vienés Wittgenstein en la filosofía británica de este siglo. Wit- cionismo temprano, así como de la antítesis que surgió en respuesta
tgenstein ejerció enorme influencia en dos generaciones de filósofos a la parcialidad y «falsedad» de esta orientación. Pero veremos hasta
británicos. Pero su influjo no es debido a su figura atormentada y qué punto la respuesta dada por los filósofos del lenguaje ordinario o
ascética en lucha constante con la fiebre que aqueja a la entraña in- del análisis conceptual se hizo culpable también de exageraciones y
quisitiva del filosofar y con la significación de «Das Mystische». Fue tergiversaciones. Finalmente intentaremos esbozar el despegue de una
un Wittgenstein «domesticado» el que fue considerado influyente. «síntesis» de estas posiciones antitéticas dentro de la filosofía anali-
Su Tractatus fue interpretado (hoy reconocemos que fue malinterpre- tica que inicia ahora su proceso de emergencia.
tado) en el sentido de que sentaba las bases del atomismo y positi- ,,:Como he sugerido más atrás, soy de la opinión de que la filosofía
vismo lógicos que tanta atracción ejercieron sobre los primeros filóso- analítica ha atravesado una serie de etapas estrechamente paralelas al
fos analíticos. Y sus posteriores lecciones desarrolladas en Cambridge movimiento dialéctico de las posiciones epistemológicas bosquejadas
entre 1930 y 1940, junto con sus póstumas «Investigaciones filosófi- por Hegel en su Fenomenología'. Esta transición viene ilustrada por
cas» constituyeron el trabajo de base para el nuevo «análisis del len- la forma en que Kant ha reemplazado a Hume como «héroe» de la
guaje, ordinario», Estudios recientes han puesto de -manifiesto hasta filosofía analítica. Pero quiero ir más lejos todavía y sugerir que des-
qué/punto-:Wittgenstein fue -tergiversado por-algunos de-sus «segui- pués de los últimos desarrollos existe la posibilidad de acercamiento
PHI dores», al mismo tiempo que han .sacado a relucir afinidades con el a Hegel. No es que yo esté abogando por un «retorno» a Hegel, ni
espíritu de la filosofía decimonónica, tspecialmente la de Kierkegaard siquiera insinuando que la filosofía analítica se beneficiaría de un en-
y Schopenhauer 2. cuentro serio con él (a pesar de lo , cual pienso , que sería altamente
uili Quedan otras calificaciones Iignificativás 'de la filosofía analítica proveChoso), sino más bien que el tipo de problemas y perspectivas
en tanto que representa una ruptura total con la filosofía del siglo xix; qué atrajeron preferentemente la atención de Hegel y los hegelianos
Cuanto más atentamente se estudian los comienzos de Moore y Rus- ha llegado a adquirir relevancia para la dialéctica interna de la pro-
sell,. tanto más se puede apreciar cómo su misma rebelión fue pia filosofía analitica. Es arriesgado hacer predicciones sobre la di-
intentada desde y conformada por el idealismo contra el que estaban rección que va' a seguir la filosofía —o un movimiento filosófico-
reaccionando. A peáar de que hay más continuidad con el pasado de la íio-r"lo cual lo que voy a decir no es más que la expresión de mis pro-
que frecuentemente se reconoce, esto no altera el hecho de que los pios deseos y expectativas. Pero creo que en el mundo anglo-sajón
primeros filósofos analíticos se creían los fautores de un rompimiento se deja sentir un interés creciente por Hegel y la tradición hegeliana.
radical con el pasado. El papel central que el concepto de acción fue Entre otras razones de esto, una es que los filósofos —especialmente
ganando hasta convertirse en el tema dominante de gran parte de la los más jóvenes— comienzan a sentirse incómodos ante el escolas-
filosofía después de Wittgenstein, no surgió de un ansia de contestar ticismo que amenaza a la filosofía analítica. Comienzan a reconocer
a o «ir más allá» de Hegel. Para apreciar la importancia del concepto que problemas y cuestiones calificados por ellos como espúreos, faltos
de acción, así como los aspectos del mismo que se han investigado, de sentido, y no-filosóficos, se encuentran entre las cuestiones filosó-
tendremos que reconstruir la dialéctica interna de la filosofía analí- ficas más importantes.
La crítica que se hará a la filosofía analítica en este capítulo es
2 Ver Eddy Zemach, «Wittgenstein's Philosophy of the Mystical», The Re- a la vez «interna» y «externa». Es «interna» en la medida que inten-
view of Metaphysics, 18 (septiembre 1964); y Stanley Caven «The Availability
of Wittgenstein's Later Philosophy», The Philosophical Review, 71 (1962). 3
Ver p. 38, n. 21.
240
Richard J. Bemstel Praxis y acción 241

taré seguir la intrincada andadura crítica de la filosofía analítica ed La situación es esta: hay una distinción entre movimientos corporales tal como
relación con el concepto de acción. Intentaré delimitar críticamente el reflejo de la rodilla, y actividades de la persona o «conducta». La conducta
tendencia a reducir los complejos conceptuales e instancias empíric A;> DO puede ser, nunca definida en términos de movimientos corporales, -desde el
en base a una decisión a priori. Pero es «externa» en tanto que des momento en que secuencias de movimientos muy,similares pueden citar presentes
eó en tipos de conducta bien diferentes. Por ejemplo, al indicar uno que está inten-
dejar bien claro que las limitaciones autoimpuestas por la filosofía
analítica no están garantizadas y que han sido marginadas de su ám tando tomar la dirección de la izquierda: o al señalar un artículo en un escapara-
hito cuestiones vitales que no pueden ser ignoradas por más tiempo: te, se pueden ejecutar los mismos movimientos corporales cuando en realidad se
trata de conductas bien diferentes. El fisiólogo puede explicar los movimientos
La filosofía analítica no puede volver la espalda a la discusión con de un cuerpo en términos causales, pero no puede explicar la conducta humana.
los otros movimientos filosóficos que hemos investigado. Ciertamente la conducta no tiene causas. - -
Imaginemos la situación de un futuro historiador de la filosofía Explicar una secuencia de conducta, para este punto de vista, es dar una ra-
que quisiera contarnos la historia del desarrollo de la filosofía anaz zón de ella, mencionar su fin o propósito, o prestar atención a las reglas que la
lítica desde el período de 1920 (cuando empezaron a publicar algunos dirigen. (Estos son, desde luego, procedimientos diferentes pero interrelaciona-
de los «clásicos» de este movimiento) hasta el presente. Para empeza dos.) Si la conducta es esencialmente normativa, arguye el nuevo teleólogo, es
r lógicamente imposible explicar cómo actúan los hombres si nos limitamos al len-
su tarea, debería familiarizarse con la literatura filosófica más influ-
yente en estos dos momentos-límite con el fin de poder apreciar cuáles guaje puramente descriptivo válido para la ciencia física. No hay modo alguno
de deducir de un conocimiento de la fisiología, por más que sea exhaustivo, que
fueron las preocupaciones fundamentales de los filósofos de una y
hay una regla en nuestra sociedad para el efecto de que una extensión de la
otra época. Una ojeada rápida a las revistas filosóficas y libros publi mano signifique «Voy a girar a la derecha». De este modo es imposible explicar
cados en la década iniciada en 1960 revelaría que la naturaleza y sig- en términos fisiológicos una secuencia particular de conducta que tiene lugar con
nificado de la acción, así como de los conceptos afines como intención; la intención de conformarse a esta regla 4.
propósito, teleología, motivo, razones, etc., estaban en primer término
en la discusión filosófica. Examinando la literatura fundacional has • Cada concepto importante, así como cada paso del texto anterior,
el desarrollo de la filosofía analítica; podría sorprenderse al descubi requiere análisis, y . justificación ulteriores. Más tarde examinaré estas
,
apenas alguna alusión directa a la naturaleza de la acción como pro- afirmaciones con más detalle, Pero quiero hacer notar que este argu-
blema filosófico. ¿Por qué quedaba relegada a la periferia de la discd mento y otros estrechamente relacionados con él, han sido utilizados
sión filosófica la investigación de la acción en los primeros tiempos como base de afirmaciones como la siguiente: hay,una dicotomía in-
de la filosofía analítica? ¿Qué dificultades, problemas, intuiciones y salvable entre el mundo -físicorde los movimientos y el mundo huma-
estrategias llevaron a su importancia creciente? Estas cuestiones pue: tio de las acciones y de la conducta; que el tipo de descripciones y ex-
den ser planteadas de diferentes maneras. Podemos querer plicaciones requeridas en la consideración de la acción humana son
, conocer
las influencias históricas especificas y la secuencia cronológica categóricamente diferentes de las utilizadas en las ciencias físicas; y,
de estos
cambios. O podemos querer centrarnos en la historia filosófica, en la -
que el ideal de la unificación 'de la ciencia tal como lo ven los fisica-
-
dialéctica inviscerada en los problemas e implicaciones responsables listas, loí Matérialistaá' (y otras variedades de reduccionistas) —una
del cambio de orientación. Sin pretender poseer la perspectiva de un unidad en base a la cual todos los conceptos y leyes psicológicas ne-
futuro historiador de la filosofía, lo que quiero referir es esta historia cesarios para la consideración de la conducta humana pueden ser re-
filosófica. Mi objetivo último es el aprehender y comprender la con- ducidos o traducidos al lenguaje de la ciencia física— es ilusorio.
tribución de la filosofía analitica al estudio de la acción humana. Este «ideal» se apoya en una concepción equivocada de lo específico
Pero antes conviene que nos metamos de lleno en la cuestión de la naturaleza de la acción humana, así como del esquema concep-
para obtener una idea general de las tendencias que han estado en tual utilizado para describirla y explicarla. El error de los reduccio-
primer plano en las investigaciones recientes. En nistas, se dice, no está simplemente en proponer hipótesis empíricas
of Philosophy, A Hundred Years
Passmore presenta un esbozo general de un argumento falsas, sino en recurrir a un ideal que es «lógicamente imposible».
que ha sido repetido y desarrollado con variaciones en la literatura Entre algunos de los defensores más pugnaces de esta orientación
postwittgensteiniana
filosofía de la mente.en el campo de la psicología filosófica y en la
4
John Passmore, A Hundred Years of Philosophy, Rey. ed., p. 530.
242 243
Richard J. Bernstein Praxis y acción

«nueva», la posibilidad de las ciencias sociales ha sido puesta en cues- sitivamente, los nuevos teleólogos proclaman que en la naturaleza
tión. Po la acción y del agente humanos hay algo característico e irreduc-
de .
Quiero examinar cuidadosamente estos pretenciosos planteamien- tible que requiere la roturación de nuevas vías conceptuales radical-
tos. Si son correctos, arrumban uno de los paradigmas filosóficos más mente diferentes, pero no menos legítimas que las empleadas en las
poderosos e influyentes —aquel que ha desempeñado un papel promi- ciencias físicas.
nente en la historia de la filosofía moderna y ha sido articulado con Se ha dicho que los filósofos analiticos no están interesados
-
en las
gran vigor, claridad y persuasividad por la mayor parte de los filósofos cuestiones «grandes» y primordiales que han preocupado a los filó-
cuyo trabajo echó los cimientos del movimiento analítico. Lo denomi- sofos tradicionales. En la maraña de sutiles cuestiones concernientes
naremos paradigma «reduccionista». El mundo, el lenguaje, el signi- de la acción humana, podemos vislumbrar un resplandor fu-
al status
ficado, o el conocimiento (según qué punto de vista seleccionemos) gaz de lo que en realidad ha sido el alma de la filosofía: ¿qué dase
es concebido como un complejo de elementos básicos, últimos y sim- de criatura es el hombre? Si fuera posible, al menos en principio,
ples. La tarea del análisis filosófico consiste en aislar y categorizar una consideración completa y adecuada del hombre en términos de
los elementos básicos y mostrar cómo todo lo que parece ser complejo los conceptos y leyes válidos para las ciencias físicas —contar ideal-
e inanalizado puede ser reducido (o traducido) a los elementos bási- mente en el lenguaje de la física la historia completa del hombre—
cos. Lo denomino «paradigma» porque me interesa aislar sus rasgos entonces no sería necesario apoyar la creación de ningún tipo especial
más generales y abstractos los cuales han sido interpretados a lo largo de conceptos o leyes nuevas para describir y explicar la acción humana.
de la historia de la filosofía en forma ontológica, epistemológica y Un punto de vista tal es la condición necesaria (aunque no suficiente
lingüística 5. hoy pór hoy) para fundamentar la tesis del materialismo mecanicista
El argumento propuesto por Passmore desafía una variedad del de que el hombre no es nada más que un mecanismo físico complejo
paradigma reduccionista, la creencia de que sea lo que sea lo que se que difiere de los otros mecanismos físicos en grado de complejidad,
quiere describir o explicar válidamente acerca de la conducta humana, pero no en naturaleza. Pero si los nuevos teleólogos hacen valer sus
«idealmente» puede ser descrito o explicado en principio en términos argumentos —en particullr el de que los conceptos teleológicos no
de «movimientos corporales», o «en un lenguaje puramente descripti- son reductibles a los mecanicísticos y son imprescindibles para una
vo válido en las ciencias físicas». Sin embargo, el quid de la cuestión consideración de la acción humana— entonces la tesis de que el hom-
del pasaje citado no está tanto en combatir esta modalidad de reduccio- bre no es nada más que un mecanismo físico complejo es falsa, y po-
. •
nismo, cuanto cualquier variedad del paradigma reduccionista que sea demos saber a priori que lo es.
aplicada a la descripción y explicación de la acción humana. Muchos de La caracterización anterior de la batalla entre los reduccionistas
los nuevos teólogos no sólo tienen objeciones contra la reducción de y los nuevos teleólogos se toma aquí como una aproximación a las
las explicaciones psicológicas genuinas a explicaciones fisiológicas, sino tendencias fundamentales a confrontar. En las discusiones técnicas
también contra cualquier ,intento de reducir o traducir el lenguaje de que habremos de explorar está en juego una cuestión primaria y fun-
la acción,6intención, propósito, etc., a un lenguaje lógicamente más damental: ¿cuál es, si es que hay alguno, el distintivo del hombre, y
primitivo . Mantienen que tal reducción es «lógicamente imposible». en especial de la acción humana? Hasta aquí nos hemos apoyado en
una comprensión preanalítica e intuitiva de los conceptos-clave invo-
5
El significado preciso de «reducción» y las variaciones en los tipos de re- lucrados en el debate. Ahora debemos afinar nuestra comprensión de
ducción se ha revelado como una de las cuestiones más complejas y escurridizas
de la filosofía analítica. Para una panorámica muy aconsejable de los problemas acción, y aun entre los que se han interesado, no todos se han preocupado por la
implicados aquí, en especial en su dimensión psicológica, ver Merle B. Turnen, teleología. A pesar de ello, el término «nuevos teleólogos» viene bien para llamar
Philosophy and the Science of Behavior, caps. 11-12. la atención sobre una orientación especial que ha surgido dentro de la filosofía
6
Las expresiones «los nuevos teleólogos» («the new teleologists») y «los filó- analítica durante los últimos veinte años.
sofos post-wittgensteinianos» se usan para designar un grupo no muy cohesionado Al hablar de «lenguaje de acción, intención, propósito, etc.», quiero llamar
de filósofos profundamente influidos por los Philosophical Investigations de la atención hacia la afirmación de que el sistema conceptual o lenguaje que domi-
Wittgenstein. Muchos de ellos o fueron educados o han enseñado en Oxford. na estos conceptos forma un estrato lingüístico característico. Una de las cuestio-
Con la difusión de la filosofía analítica, se encuentran representantes de este nes de mayor envergadura entre los filósofos post-wittgensteinianos ha sido la
grupo de filósofos a lo largo y a lo ancho del mundo de habla inglesa. No todos darificación de la gramática lógica de este lenguaje de acción, así conio la espe-
los filósofos influenciados por Wittgenstein se interesaron por el concepto de cificación de qué conceptos pertenecen esencialmente a este lenguaje.
244
Richard J. Bernstein 245
Praxis Y acción
dichos conceptos, en especial del concepto de
mos reducción. Y lo pod
Este pasaje es• revelador por varias razones. Refleja cómo Carnap,
os
hacer ciñéndonos al funcionamiento del mismo en una de las
primeras obras clásicas del movimiento analítico, inicios de su carrera filosófica, estaba inspirado por el ideal de
der Welt de Carnap. Der Logische Aufba .
1 : ' e podía debía ser la filosofía. Muestra el fervor intelectual de
,4 i'qu
4:iinkitrAueva»,exigencia de, claridad en la estructura y en la forma, y
el optimismo de lograrlo con éxito una vez que «tal actitud hubiera
El Construcclonallszno y la «Aufbau» conquistado el futuro». Las alusiones a los movimientos artísticos del
• momento,, en especial a la arquitectura, son reveladores en el sentido
En el prefacio a la primera edición de la Aufbau de, que sugieren el tipo de claridad, forma y estructura que Carnap
(1928), presenta
Carnap lo que él mismo pudiera haber denominado una descripción, perseguía.' Hay una acusada semejanza entre la ideología expresada
poética del «talante» que impregna su primera obra igual que la de aquí y la de la Bauhaus. Es el mismo énfasis en la claridad de líneas
muchos otros pensadores del famoso Círculo de Viena. y la reducción a formas y elementos básicos. La Aufbau
de Carnap
está dominada por metáforas arquitectónicas.
Sentimos fique hay una afinidad profunda entre la actitud de base de nuestro - Al especificar la forma de lograr tal claridad en filosofía, Carnap
trabajo filosófico y la actitud intelectual que al presente se hace sentir en aspec- nos dice que el objetivo último del libro es «el de establecer un "sis-
tos de la vida enteramente diferentes; apreciamos esta orientación en movimi tema constructivo", es decir, un sistema epistémico-lógico de objetos
tos artísticos, especialmente en la arquitectura, y en movimientos que se esfuer. -,
o de conceptos» i. ,Comienza su primer capítulo con un pasaje de Rus-
zan por encontrar formas expresivas de la vida personal y colectiva, en la educa, :, selli.-51,4 ,máxima suprema en la filosofía científica es esta: siempre
ción y en la organización externa en general. Sentimos en todo nuestro derredor 4ue,sea poSible,, las construcciones lógicas deben sustituir a las entida-
la misma orientación básica, el mismo estilo de pensar y de hacer. Es una orien- 9
tación que busca claridad por todas panes, des, derivadas» . Un sistema constructivo tiene como tarea «la deriva-
pero que reconoce que la trama de la d& o "construcción" paso a paso de todos los conceptos a partir de
vida nunca puede ser comprendida del todo. Nos 'obliga prestar una atención
cuidadosa a los detalles, pero a la vez no deja de - ciertos' conceptos fundamentales» m. Para entender lo que implican
reconocer las grandes líneas que tales derivación o construcción, es necesario que especifiquemos lo
recorren la totalidad. Es una orientación que sabe de los lazos que -
unifican a los
hombres, y al mismo tiempo lucha por el libre desarrollo del individuo. A mies- que se entiende por «reducción». Carnap propone la siguiente caracte-
tro trabajo lo impulsa la fe en rización preliminar de .«reducción»: «Un objeto (o concepto) se dice
que -tal actitud conquistará el futuro 7.
„ reductible a otro u otros objetos si todos los enunciados referidos a
7
Rudolf - Carnap,
ber Logiscbe Aufbau der Welt; trad. 'como
él púedeii ser transformados en enunciados sobre estos otros obje-
Structure of the World, por Rolf Tbe Logical tos». n. Un sistema constructivo, entonces, consistirá en elementos
A. George, p. XVIII. Todas las referencias básicos y relaciones (puede ser una sola relación) a partir de lo cual
son a la traducción inglesa escrita con la audiencia del propio Carnap.
Este pasaje del Prefacio de la Atsfbau de podemos construir otros conceptos más complejos. Sólo se necesita
2111 ,Visto contraste . Carnap toma un significado más anis
en la filosofía on el uasfondo
continental que hegeliano,
fue objeto especialmente el Hegel que d , .imat lista de elementos y relaciones básicas; podemos también especifi-
los de los ataques y las burlas dee car las reglas 'según las cuales podemos realizar transformaciones se-
los primeros
cio positivistas lógicos. Hegel había atacado explícitamente en el prefa-
a su Fenomenología el ductivas. Carnap pone mucho cuidado en insistir en que la naturaleza
ideal de filosofía y método filosófico que Carnap per-
fila en este pasaje. Desde el tiempo de Hegel hasta la fundación del Círculo de formal del sistema constructivo no permite decidir qué elementos han
Viena la filosofía alemana estaba dominada por una profunda desconfianza res- de ser tomados como básicos. Por el contrario, afirma que pueden ser-
pecto a modelar la filosofía de acuerdo con las ciencias naturales o bien con las vir de base diversos tipos de elementos y, consecuentemente, pueden
formales. Había tendencias opuestas a esta dirección muy marcadamente en la
obra de Frege, pero sólo con la aparición del Círculo de Viena ser articulados diversos tipos de sistemas constructivos. Seleccionar
tendencias a un desarrollo pleno. Una de las actitudes comunes que llegaron
unierondichas
a los un conjunto de elementos como base es asunto de elección que obede-
primeros positivistas, era la reacción contra el oscurantismo, los excesos especula- ce más a consideraciones prácticas que teóricas. Ya en la Aufbau se
tivos y la falta de un acuerdo total entre los filósofos continentales cuyo linaje
podía seguirse hasta Hegel; es como si —y este es el espíritu de la
Carnap-- hubiera que comenzar de nuevo y exigir claridad, precisión yAufbau rigor si de Aufbau, p. 5.
8
se
había de salvar a la filosofía de los enredos y embrollos que Hegel y sus descen-
9
Aufbau, p. 5.
dientes dejaron como herencia. io Aufbau, p. 5.
11
Aufbau, p. 6. Carnap da una definición de reducción más' exacta en la
página 60.
247
246 Richard J. Bemsteul
Prxs acci:ansformación puede realizarse realmente. Pero Carnap no
si tal
pueden ver las raíces del neutralismo ontológico y lingüístico de Car- fil:cosa-Es,Un problema para él «7-y uná,dificultad— el especi-
nap expresado más tarde en su principio de tolerancia y en._ su distin: deíalladámente cóniódébería ser tal. construcción o reducción,
ción entre cuestiones internas y externas 12. - PEO 'no considera problemático en Ibloluto si tales transformaciones
Pero ¿cuál es el propósito de desarrollar sistemas constructivos?. posibles. Esta premisa no.está fundamentada en un examen
Sólo de esta manera (y Carnap ha escrito frecuentemente como si ésta son o
cuidadoso de casos concretos, sino que la afirma como si fuera una
fuera la única) la filosofía puede llegar a ser científica y lograr el tipo verdad obvia. Consideremos lalpropuesta de que «si algún objeto físi-
de claridad, rigor y objetividad características de las mejores explica«, cio es irreductible a cualidades sensoriales y en consecuencia a objetos
ciones científicas. Los sistemas constructivos ponen al descubierto las psicológicos ello quiere decir que no existen para él indicadores per-
relaciones estructurales que median entre los diferentes niveles de con- ceptibles». ¿Por qué? ¿Se sigue algún absurdo lógico o empírico de
ceptos. Carnap sostiene en la Aufbau que es posible tomar como ele- mantener que existen indicadores perceptibles para objetos físicos
mentos básicos los elementos psicológicos tanto como los físicos. Por pero que no todo enunciado sobre objetos físicos puede ser transfor-
lo mismo, podemos decir que si tomamos como punto de referencia un mado en enunciados sobre objetos psicológicos? No intento ahora cri-
sistema constructivo C, los conceptos físicos son reductibles a los con- ticar en' detallé la dase de argumento que Carnap presenta; lo han
ceptos psicológicos, mientras que si tomamos a C1, es posible reducir hecho' severamente numerosos filósofos analíticos ". Me interesa sub-
todos los conceptos psicológicos a conceptos físicos. rayar, más bien, el compromiso a priori con la posibilidad de reduc-
A pesar de que Carnap se autoproclame empirista, nunca se exa- ción que ,late en este libro y que domina el atomismo, el positivismo
gerará lo racionalista que es este programa. La convicción de que tales y 'e..1 construccionisnio lógicos. Dicho compromiso con el reduccionis-
reducciones pueden ser posible así como de que podemos realizarlas mo' es crucial para entender el rechazo del concepto de acción en los
tiene la categoría de un postulado a priori. Consideremos el argumen- primeros tiempos de la filosofía analítica. El paradigma reduccionista
to que diseña para hacer ver que «todos los objetos físicos son reduc- de explicación que fue asumido como el ideal de toda explicación filo-
tibies a objetos psicológicos»: sófica, de tal Manera dominaba, el -pensamiento en aquella época, que la
.
"Clátión,`Cle'k sé' podían realizar reducciones de conceptos tales como
Los enunciados sobre objetos físicos pueden ser transformados en enunciados etC2, a' otros más básicos y simples
acerca de percepciones (por tanto, acerca de objetos psicológicos). Por ejemplo, el de
(independientemente de si estos «simples» eran tomados como físicos
enunciado de que un determinado cuerpo es rojo puede ser transformado en un o psicológicos) no "constituía. problema para. Carnap y los otros reduc-
enunciado complejo que dice aproximadamente que dadas determinadas circuns-
tancias, tiene lugar una determinada sensación («rojo») del sentido de la vista. cionistas. La cuestión primordial era establecer los requisitos forma-
Los enunciados acerca de objetos físicos que no versan directamente sobre les para un sistema constructivo y desarrollar sistemas alternativos.
cualidades sensoriales pueden ser reducidos a enunciados que sí lo hagan. En el Desde la perspectiva de los que sostienen que la base conceptual de la
caso de que un objeto físico sea irreductible a cualidades sensoriales y en conse- acción'es irreductible, 'el programa de Carnap queda a merced de una
cuencia a objetos psicológicos, ello quiere decir que no existen para él indicado- -
decisión fUndamental, a saber,' la de 'si háy alguna buena razón para
res perceptibles. Cualquier enunciado que se presentara referido a a estaría sus- pensar que tal reducción es posible.
pendido en el vacío; al final, no habría sitio para él en la ciencia. Por lo tanto,
todos los objetos físicos son reductibles a objetos psicológicos 13. Podemos observar este prejuicio a priori en funcionamiento si se-
guimos las lineas maestras del sistema constructivo que Carnap des-
En principio, este puede parecer un argumento claro y riguroso, arrolla en la Aufbau. Una vez establecido satisfactoriamente para él
pero aquí laten múltiples dificultades, ambigüedades y supuestos sola- que hay «reductibilidad mutua» 'entre los conceptos psicológicos y fí-
pados. La primera premisa afirma que «los enunciados sobre objetos sicos surge la cuestión de qué elementos podrían ser tomados como
físicos pueden ser transformados en enunciados sobre percepciones».
Uno puede pensar que para justificar tal afirmación (si es que puede 14 Para una crítica detallada del fenomenalismo, aquella posición filosófica que

justificarse) es necesario examinar enunciados acerca de objetos físicos afirma que nuestro lenguaje de objeto físico puede ser reducido o traducido a len-
guaje de datos sensoriales, ver Wilfrid Sellars, «Phenomenalism», en Science,
Ver Rudolf Carnap, The Logical Syntax of Language, Perception and Reality. Para un examen general de las dificultades del fenome-
12

mantics and Ontology», Revue Internationale de Philosophie, y11«Empiricism,


(1950).
Se-
nalismo ver J. O. Urmson, Philosophical Analysis.
u Aufbau, p. 92.
248
Richard J. Bernsteiz 249
básicos. Según Carnap, tal decisión no comporta ninguna implicad
deónregla. La propuesta reductivista según el módulo del
conceptoacci
metafísica ni ontológica. Viene determinada por los propósitos es
«mundo de la física» que requiere el sistema constructivo de Carnap
cíficos que guíen la construcción. Carnap señala «que desde el pun
no puede ser llevada a cabo. El crítico puede también someter a un
de "Vista dé la ciencia empírica el sistema constructivo de base físi
examen cuidadoso la noción, de «disposición psicológica». Ciertamen-
constituye un sistema dé conceptos más `adecuado que ningún otro»
te esta expresión suena a concepto científico, y desde luego usamos
Sin embargo, Carnap piensa, en esta primera época de su desarroll'
que si queremos expresar el orden epistémico de los conceptos o d conceptos disposicionales al describir y explicar fenómenos físicos.
Pero en este ejemplo el uso de «disposición psicológica» posee muchas
los objetos, nos podemos servir de una base psicológica o, más espe
ficamente, autopsicológica. implicaciones. La costumbre de saludar —en circunstancias norma-
les— no sólo presupone que haya alguien a quien saludar, sino tam-
Carnap comienza su construcción tomando como elementos básicos bién que la persona que realiza el acto sabe o cree que hay alguien
las «experiencias elementales». Referidos al sistema a construir, esto' a quien saludar e intenta hacerle extensivo el saludo. Por otra parte,
elementos son inanalizables. Las técnicas que Carnap introduce para
un acto concreto de saludar levantando el sombrero presupone la ins-
bosquejar este sistema constructivo son complejas en extremo, per
titución o práctica que hace que exista el saludo. Es verosímil que
podemos seguir el sentido general de su investigación. Comienza intr
una persona posea la disposición a levantar su sombrero en una socie-
duciendo una relación básica («recuento de semejanza») y unos ele-
dad en la que eso no sea un modo de saludar a alguien; en ese caso el
mentos básicos («experiencias elementales»), a través de la construc acontecimiento de levantar el sombrero no constituye un acto de sa-
ción de «espacio físico», «mi cuerpo», «el mundo de la percepción1
ludo. Finalmente el ejemplo de Carnap usa el concepto de «acto
y «el mundo' de la' física». Finalmente discute «niveles superiores»; voluntario» sin que se nos dé una pista de cómo reducir dicho con-
objetos heteropsicológ,icos y culturales. Esto incluye «costumbres»
cepto, en último término, a «experiencias elementales». La conclusión
«hábitos sociales» tantó como «situaciones». Es en este nivel dondey de esta crítica es que Carnap se nos presenta con una reducción simu-
Carnap discute el tipo de ejemplo a que
se han aferrado muchos fil ' lada: ha escamoteado los puntos cruciales. Un examen preciso ha reve-
sofos postwittgensteinianos como paradigma de lo que hay de irreduc lado lo especioso de su intento de reducir la práctica cultural de salu-
tibie en el lenguaje de la acción. Carnap ofrece un ejemplo de lo que dar levantando el sombrero a «experienciaS elementales».
pOdría ser esta• reducción:
Todavía no estamos en disposición de evaluar las afirmaciones y
.5thEjetnplor,La costumbre de saludar . contraafirmaciones de este debate. Pero podemos apreciar con más
construida de 111` levantando 'el sombrero tal vez podría s'e'r claridad por qué la naturaleza de la acción, o para hablar en términos
siguiente manera: «La costumbre de "saludar levantando el lingüísticos, el status del sistema lingüístico-conceptual empleado para
sombrero" se presenta en una sociedad (o en algún otro grupo social) en un de-
terminado momento si, entre los miembros de tal sociedad en aquel momento, se describir y explicar la acción humana, era tan periférico en el progra-
hace presente una disposición psicológica de tal género que, en tales y tales situa- ma carnapiano. Camap no veía aquí ningún problema filosófico de
ciones,Sene
,p, lugar tal y tal acto voluntario» 16.
htt';`,J,` ' • ■•• • ' , importancia o interés. ¿Por qué? Porque nunca dudó en serio de que
Este el concepto de acción humana y sus afines llegarían idealmente a ser
ejemplo de «saludar levantando el sombrero» es muy similar parte de un sistema constructivo por medio del que todos los enuncia-
al de «señalar» Citado hace poco en el texto de Passmore. Un filósofo dos referidos a la acción podían ser transformados en enunciados acer-
postwittgensteiniano puede argüir que no hay ninguna descripción o
explicación de los movimientos implicado ca de elementos más básicos. ¿Por qué la posibilidad de una reducción
s en tales gestos que consti- tal no fue seriamente problematizada? ¿Qué era lo que justifica-
tuyan una buena explicación conceptual de la práctica del saludo. Para
que una serie de movimientos pueda ser un «saludo» es necesario «una ba la confianza total de que esta reducción, en principio, podía ser
regla en nuestra sociedad al efecto» de que levantar el sombrero realizada? Desde luego no se trataba de una conclusión fundamentada
fique signi- en una descripción e investigación cuidadosas de los conceptos relevan-
«Yo le estoy saludando a usted», y esta clase de regla no puede
ser reducida o traducida a conceptos que no presupongan a su vez el tes. Más bien era un principio regulativo a priori, según el cual tales
reducciones pueden llevarse a cabo si los conceptos son legítimos.
15 Aufbau, p. 95.
16
Aufbau, p. 231. La exigencia de que tales reducciones puedan ser posibles está en
estrecha relación con la opinión carnapiana acerca de qué es lo que
251
250 Richard J. Berns
prax:nsioylóacgdicln» de Russell, el Tractatus de Wittgenstein o la polémica
mi
constituye el conocimiento y, en especial, la ciencia en tanto que «s 012 Lenguaje, verdad y lógica de Ayer. Hoy sabemos que estas obras
tema del conocimiento conceptual»: encierran notables diferencias de temple, contenido, método y doctri-
- na! Pero todas ellas están empapadas en la misma esencia. En su inte-
El objetivo de la ciencia consiste en investigar y ordenar los enunciados v rés por los fundamentos del conocimiento, o por la representación
daderos acerca de los objetos de conocimiento— Para que sea posible que lara de una gramática lógica de enunciados y proposiciones significa-
aproximemos a este ideal, esto es, para que seamos capaces de formar enunciad c
tivas, jamás hubo un enfrentamiento serio con la maraña de cuestio-
acerca de objetos en absoluto, debemos serlo de construir dichos objetos (pues
de otro modo, sus nombres no tendrían significado). Así, pues, la formación d n
es en torno a la comprensión, descripción y explicación de la acción
sistema constructivo constituye la tarea primordial de la ciencia. Es el objeti humana. En estos filósofos, igual que en el caso de Carnap, opera una
primario, no en un sentido temporal, sino lógico 17. convicción a
priori, según la cual en la acción humana no hay nada
significativo o importante que no pueda ser reducido o traducido a un
Aun cuando la insistencia en la construcción y en la reducción lenguaje más elemental y básico, al menos en principio. Lo que no
funcionó como un compromiso a priori sería engañoso pensar que es puede ser reducido de esta manera es ilegítimo, absurdo o inefable.
ideal era enteramente arbitrario. Para Carnap, así como para otr - En el Tractatus Wittgenstein nos dice que «El mundo es la tota-
afectos al espíritu reduccionista, el mayor golpe de efecto en el cona lidad de los hechos, no de las cosas» (1.1) y, lo que es más, que «El
cimiento científico, si de disciplinas empíricas o formales se trata mundo es independiente de mi voluntad» (6.373), de forma que «aun-
parece haberse derivado del descubrimiento de cómo los conceptos que todo lo que deseáramos ocurriese, esto sería solamente por así
relaciones y leyes se pueden reducir a esquemas conceptuales más bá, decirlo, una merced de la suerte, pues no bay conexión lógica entre
sicos. La reducción encarna el auténtico ideal de claridad científica, voluntad y mundo que pueda garantizar tal cosa, ni nosotros podría-
rigor, precisión y explicación. Aun si aceptamos el punto de vista del; mos a su vez querer esta supuesta conexión física» (6.374) 18 . Todavía
éxito del paradigma reduccionista en la investigación científica, cons- más, Wittgenstein afirma que la creencia en un nexo causal es una
tituye una extrapolación significativa el pretender 'que cada Concell superstición. Algo muy extraño parece haber sucedido con el concepto
to legítimo puede ocupar- un lugar determinado én tin 'SIS-tema- cons- de acción (siempre que se le conciba como manifestación de la volun-
tructivo (no trivial). Para Carnap esto se convierte en el criterio autén- tad humana). No tiene sitio en el mundo. Y no se trata aquí de una
tico de legitimidad. Como en seguida veremos, el auge del interés consecuencia incontrolada de lo que Wittgenstein dice. Es la doctrina
filosófico por el concepto, de acción va_cle_la mano, de la problematiza- que afirma él conscientemente. Podemos verlo en la desesperante pro-
ta
ción metafilosófica de la hafúraleza, significUdón y legitimidad de, la posición 6.43.
exigencia de reducción.
Si la voluntad buena o mala cambia el mundo, sólo puede cambiar los lími-
tes del mundo, no los hechos. No aquello que puede expresarse con el lenguaje.
El espíritu del reduccionism En resumen, de este modo el mundo se convierte completamente en otro.
Debe, por así decirlo, crecer o decrecer como un todo.
Hasta aquí nos hemos centrado en la Aufbau de Carnap en nues- Parece que no queda sitio alguno en el mundo para actos de volun-
tro intento de poner de manifiesto el compromiso con el paradigma tad o para la acción humana. Más exactamente, el único status que la
reduccionista que influyó las primeras etapas de la filosofía analítica. acción humana puede tener en el mundo es el ser parte de la totalidad
Históricamente, sería inexacto sugerir que la Aufbau fue la obra fun- de hechos atómicos independientes que integran el mundo. Si pensa-
damental más importante del movimiento analítico, o que la primera mos que el concepto de acción humana exige la mínima idea de un
obra de Carnap marcó el tono, las metas y los intentos de toda la agente eficaz en el causar, resulta que tal agente no existe; la creen-
filosofía analítica. La obra de Carnap es representativa. Constituye cia en cualquier tipo de nexo causal es una superstición. La única ma-
casi un «ideal tipo» del espíritu que impregnó gran parte de la obra
de lo filósofos analíticos durante los años 20 y 30. Podíamos haber nera de que los actos de voluntad puedan cambiar el mundo es alte-
tomado como base para esta apreciación general «La filosofía del ato- 18
Ludwig Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus, trad. de D. F. Pears
El
y B. F. McGuinness. Todas las referencias son a esta traducción.
Aufbau, p. 288.
252 Richard J. BernsteM 253
Praxis y acción
rando los límites del mundo, no lo que está en el mundo (los hechos). viorismo estaban influenciados por las doctrinas positivistas, y el tra-
Cuanto más rigurosamente se sigue esta linea de pensamiento, más cla- bajo de los behavioristas suponía un refuerzo adicional para el progra-
ro aparece que los actos de voluntad pertenecen a lo que Wittgenstein positivista de reducción. Uno de los defensores más intrépidos y
ma
llama lo «trascendente» —acerca de lo cual no se puede hablar y sobre sistemáticos de las virtudes del behaviorismo fue Clark Hull. En un
lo cual debemos guardar silencio. Desde un punto de vista tractariano; pasaje especialmente acotado para la crítica por varios filósofos post-
cualquier cosa concerniente a la acción humana que no sea reducible wittgensteinianos nos dice:
a proposiciones independientes que pintan estados de cosas es inex-
presable. Una teoría idealmente adecuada de la así llamada conducta intencional debe,
Podemos ver aún otra variedad del espíritu reduccionista en el por lo tanto, comenzar con movimientos indeterminados e impulsos meramente
famoso y popular positivismo lógico de Ayer. Como anunció en Len- re
ceptores como tales y, a partir de aquí, reconstruir tanto la conducta adaptada
guaje, verdad y lógica, sólo son posibles dos tipos legítimos de enuncia- como la inadaptada. La presente aproximación no pretende negar la realidad
dos o proposiciones —analíticos y sintéticos. Una proposición analítica molar de los actos intencionales (como opuestos a los movimientos), de la inteli-
gencia, de la intuición, de la representación de fines, o de objetivos, o de inten-
es de carácter lingüístico y está desprovista de contenido fáctico; «una tos, o de evaluaciones; por el contrario, se insiste aquí en lo genuino de estas
proposición es analítica cuando su validez depende únicamente de la formas de conducta. Espero demostrar, sin embargo, en último término, la vali-
definición de los símbolos que contiene» '9. Las proposiciones sinté- dez lógica de tales conceptos deduciéndolos como principios secundarios de prin-
ticas son empíricas y su significado viene determinado por el criterio cipios objetivos más elementales y primarios. Una vez hecha la derivación, no
de verificabilidad del significado. ¿Qué hay que decir acerca de las sólo los comprenderemos mejor, sino que seremos capaces de usarlos con una
descripciones y explicaciones de acciones humanas, intenciones, pro- efectividad más precisa, particularmente en la deducción de los movimientos que
pósitos, etc.? En la medida en que no estamos definiendo términos median (o que fracasan en la mediación) en la consecución de la meta, caso que
ni usando sinsentidos, estamos afirmando proposiciones empíricas que, se daría si aceptáramos secuencias teleológicas inicialmente en bruto, totalidades
33
en principio, son verificables. No hay diferencia epistemológica alguna inanalizaclas (e inanaliz-ablcs) .
entre enunciados acerca de agentes y acciones y enundados científi-
cos o de sentido común. No hay conocimiento alguno del hombre' qüe Hull esboza lo que podría ser una.ciencia ideal de la conducta hu-
no sea conocimiento empírico, y todo conocimiento empírico puede ser mana En la terminología de Carnap, los elementos básicos serían en
conocimiento científico que consta de proposiciones sintéticas verifica- el plano objetivo «el movimiento indeterminado y los impulsos mera-
bles. , Cualquier conocimiento de- -las características psicológicas del mente receptores». Tal ciencia nos proveería de los principios (postu-
hombre incluyendo sus actividades constituye, propiamente, el objeto lados) básicos de donde derivar teoremas complejoá. Teóricamente los
de la psicología empírica. Pensar que hay alguna forma o aspecto es- teoremas serían confirmados por evidencia experimental y se podrían
pecial de la actividad humana que podemos conocer de alguna manera hacer predicciones novedosas en base a dicho sistema. Y por si fuera
que no sea parte de la psicología empírica o no sea reductible a ella poco, los primeros principios serían mecanicísticos, pues Hull conside-
es un error. Nuevamente, esta es una conclusión establecida sobre la ra que un organismo es «un mecanismo que se autoconserva». Por
base de una toma de posición a priori sobre cuál ha de ser el carácter «mecanismo» entiende «un agregado físico cuya conducta tiene lugar
de todo enunciado cognoscitivamente significativo, y no sobre la base bajo condiciones determinables, según reglas o leyes que se pueden
de un examen riguroso de, los conceptos pertenecientes al ámbito de formular de modo definido» 21 . El mayor obstáculo que ve Hull para
la acción humana. el logro de una objetividad plenamente conductal es la «desafortuna-
Echemos ahora una ojeada a la ideología de algunos de los psicó- da» tendencia al «subjetivismo antropomórfico», donde hay un desli-
logos conductistas «clásicos», no sea que alguien vaya a pensar que el zamiento inadvertido de nosotros mismos en lugar de una construcción
espíritu reduccionista es patrimonio exclusivo de los filósofos. Encon- teórica legítima, y donde proyectamos ingenuamente nuestro cono-
tramos el mismo ideal de lo que ha de ser una explicación científica cimiento en una situación que exige reglas de correlaciones funcio-
propiamente tal, que orienta el desarrollo del behaviorismo. Las líneas nales. La profilaxis que recomienda contra esta tentación consiste ea
de influencia son complejas, pues algunos de los portavoces del beha- pensar un organismo en actuación como un «robot que se autoconser-

19 A. J. Ayer, Language, Truth and Logic, p. 78.


33
Clark L. Hull, Principies of Behavior, pp. 25-26.
21
Principies of Behavior, p. 384.
254 Richard J. Bernstein prax js y acción 255

va totalmente» 22. Concluye su obra Los principios de la conducta con argumentando que puede ser posible realizar tales reducciones, los
una nota de gran optimismo que recoge el eco de la propia profecía de teleologistas contraargumentando que las reducciones en cuestión son
Carnap en el prefacio de la Aufbau: imposibles lógica o conceptualmente. Para ninguna de las dos posidd-
nes (al menos en' esta formulación extrema), la cuestión de la reducti-
... Hay razón para esperar que en los próximos cien años tendrá lugar un inu-- bilidad o irreductibilidad no parece ser el tipo de problema empírico
sitado desarrollo Cii CSLC campo. Uno de los motivos para el optimismo en este que puede ser resuelto por una investigación, también empírica, más
aspecto es la tendencia creciente, al menos entre los americanos, a mirar las cien- profunda. Y estamos ya anticipando la cuestión central con que nos
cias «sociales» o de la conducta como ciencias naturales genuinas más que como vamos a tropezar: ¿cuáles son los criterios de base para decidir entre
Geisteswissenschaft. Aliada estrechamente a esta tendencia está la práctica de ex- el reduccionismo y el antirreduccionismo?
cluir de la lista de factores comportamentales explicativos presuntamente prima-
rios, consideraciones lógicas, étnicas o antropomórficas. Enterqrnpnt» congruente
con estas tendencias es el generalizado reconocimiento de lo deseables que serían
en las ciencias de la conducta formulaciones explícitas, claras y sistemáticas, acom- Un interludio metafilosófico
pañadas de verificación empírica hasta cualquier límite posible. Si estas tres ten-
dencias continúan en incremento, como así parece, hay buenas razones para espe- Hasta aquí he venido hablando como si la filosofía analítica
rar que las ciencias de la conducta experimentarán desde ahora un desarrollo com- fuera un movimiento filosófico relativamente bien definido. Se puede
parable al de las ciencias físicas en la época de Copérnico, Kepler, Galileo y sostener en términos generales que hay consenso por lo que respecta
Newton 23. a filósofos, problemas y procedimientos característicos de la filosofía
analítica. Sin embargo, cualquier intento de establecer criterios o pre-
El problema de, si es realmente posible deducir actos intencionales, suposiciones subyacentes a este movimiento no pasa de ser una burda
inteligencia, intuiciones, etc., a partir de «principios primarios elemen- simplificación. Los mismos filósofos analíticos recelan de tales inten-
tales y objetivos» es una cuestión a la que Hull no se enfrenta seria- tos y se muestran escépticos respecto a su valor. Ha habido desde lue-
mente. Como otros reduccionistas, Hull está convencido que tal reduc- go un interés dominante por el lenguaje y un compromiso con la
ción o deducción puede ser posible:-Y'como para Carnap, esta es la creencia de que las investigaciones lingüísticas son la mejor manera
manera de legitimar y «demostrar la validez lógica» de los toscos de aclarar, resolver y disolver perplejidades filosóficas. Ninguna con:
conceptos molares de los actos intencionales. Este es el único modo de sideración de la filosofía analítica puede olvidar el «giro lingüístico»
entender, explicar y hacer manifiesta la credibilidad de dichos concep- de la filosofía- del siglo xx.- -Pero hasta una afirmación- tan mínirná
tos. La posibilidad de que pueda haber niveles cuyo esquema concep-. como ésta está abierta a la ambigüedad y la disputa. El significado de
tual sea irreductible, o de que tal vez sea lógica o empíricamente im- «lenguaje», «clarificación», «análisis», así como los postulados autén-
posible realizar tales reducciones, o de que pueda haber un conoci- ticos de la filosofía analítica están sujetos a interpretaciones diversas y
miento no científico legítimo de los actos intencionales, ni siquiera conflictivas 24. •
ha sido tomada en serio. Para él no hay alternativa entre la objetivi- Para nuestros propósitos, mucho más importante que brindar una
dad científica mantenida con tenacidad, y la tendencia desafortunada caracterización de la filosofía analítica es reconocer que dentro de este
al «subjetivismo antropomórfico». movimiento se han dado diferencias tan fundamentales como cual-
Se puede apreciar hasta dónde se encona el conflicto entre esta quiera que se encuentre en la historia de la filosofía. El incremento
expresión conductista del ideal de reducción y el punto de vista de los del interés por la psicología filosófica, así como por la filosofía de la
nuevos teleólogos al constatar que lo que para Hull es «una teoría mente, en la que ha sido central la investigación del concepto de ac-
idealmente adecuada» es precisamente lo que sus oponentes conside- ción está íntimamente ligado a la revolución que ha tenido lugar den-
ran una «imposibilidad lógica». (Compárense las afirmaciones de Hull tro del movimiento analítico. Como otras revoluciones los pasos que
con el texto de Passmore citado más atrás.) Lo que es particularmente llevaron hasta ella fueron graduales e insensibles, pero después de la
relevante para nuestra investigación es la tendencia de ambas partes a revolución nada ha sido completamente igual. Se había alterado desde
intentar resolver la cuestión por un fiat a priori: los reduccionistas
n Principies of Behavior, p. 27.
24
Para una excelente descripción de estas cuestiones, ver la Introducción de
33
Principies of Behavior, p. 400. Richard Rorty a su libro The Linguistic Turn.
256 Richard J. Bernardo 257
Prob Y acción
la naturaleza de un problema filosófico, el objeto o asunto y, los mét básicos. Más aún, la investigación científica nos está llevando a
dos empleados en investigar cuestiones y resolver controversias, has Uamidad de la ciencia como resultado de la, convergencia de las. in-
qué debe ser considerado un buen argumento filosófico, ~mociones dependientes de',físicos, 'químicos, biólogos, psicólo-
Ya ha sido sugerida una indicación de la naturaleza .-radical. a té Opera en - estas investigaciones • una' dirección única, pues a
cambio. El auténtico ideal del análisis reductivo ha sido, combatido. 8914,)eMenne asistimos, a una proliferación - de ciencias secundarias o
cientemente no sólo como falso, sino también como imposible lógica bdencias e incensantemente se aviva nuestra conciencia de la
su
o conceptualmente. Si queremos entender cómo en un espacio de tien plejidad 'deLuniverso, los lineamientos generales de la imagen cientí-
po comparativamente tan corto ha tenido lugar tal inversión de .del hombre .y del universo están en emergencia en la medida que
mos evaluar la revolución ocurrida hasta sus últimas consecuencias, todo fenómeno observable puede ser explicado en términos de ele-
Sabemos que en algunos campos de la investigación científica hay mentos y leyes más básicos y, en definitiva, en términos de elementos
momentos en los que un área específica está en primer plano mientras y leyes. físicas. Cuando estas bases teóricas se aplican al estudio del
que otras están aún en barbecho. Las causas y razones de esto son hombre, el materialismo mecanicista nos dice que el hombre no es
complejas y pueden involucrar factores tanto científicos como no cien- nada más que un mecanismo físico complejo.
tíficos. Mientras que se desarrollan técnicas, hipótesis y teorías que Peró si comparamos esta «imagen científica del hombre» con la
suponen auténticas conquistas —como la reciente eclosión de la Bio «imagen común del hombre», el modo ordinario de hablar de26nuestra
logia, molecular— los científicos pueden y de hecho reconocen otros situación en el universo parece estar un poco fuera de órbita . Cier-
t. problemas legítimos y otros campos del saber que necesitan investiga; tamente aparecemos ante nosotros mismos como seres que tenemos
ción. En Biología hay problemas perfectamente localizados en la teco... intenciones r motivos, que .a veces actuamos por razones y consegui-
ría de la evolución y en ecología. Estas áreas pueden llegar a «revivir». mos metas, cuya vida está regida por modelos, normas e ideales. Para
en el momento que sean desarrolladas técnicas e hipótesis para nuevos un amplio sector de nuestras vidas, ofrecemos explicaciones en tér-
tipos de observación y experimentación. minos de propósitos 'e intenciones a las que, por otra parte, considera-
Sin einbargo, sería equivocado abordar el concepto de acción de Mos iierfectamente satisfactorias: ¿Por qué estás corriendo a través
-
acuerdo con esta analogía. Se puede encontrar una más apropiada en del iithpus?•Porqüe qükro llegar á tiempo 'a clase. '¿Por qué estás
el -tipo de revolución científica explorado por Kuhn, donde el cambio estudiando Qnf 'ea?. Porque quiero reunir los requisitos necesarios
revolucionario opera en el paradigma mismo de descripción y explica- para, entrar en la Facultad de'Medicina. No parece haber en estas res-
ción.2,5 Surgen nuevas formas de observar,,describir rexplicar. Lo qun puestas nada,sorprendente o, que lleve .a- controversia; no, hay duda
según el viejo paradigma no se consideraba problemático - ahora , se de que '.hablamos y actuamos de esta manera. El reduccionista más
sitúa en el centro de la investigación. Este es el tipo de revolución que comprometido no negaría estos hechos manifiestos. Los problemas in-
ha tenido lugar dentro de la filosofía analítica (aunque, como vere7 teresantes y las tensiones surgen cuando intentamos interpretar tales
mos, lo que es revolucionario tiene gran afinidad con lo que es tra, actos r captar, su 'significación. Algunos de los extremistas del reduc-
t -
cionismo .se han.expresado.como si nuestra manera de hablar y pensar
La revolución de que he venido hablando ha sido identificada con común acerca de tales asuntos fuera confusa, vaga y objetable. Y pien-
el surgimiento de la «filosofía del lenguaje ordinario», pero por razo- san que presumiblemente dispondríamos de una representación más
nes que se aclararán progresivamente, considero que este rótulo es una clara y precisa de lo que estamos diciendo si fuéramos capaces de re-
denominación equivocada que ha generado bastante confusión. Como formar y reconstruir tal lenguaje y convertirlo en un lenguaje «ideal»
un artificio heurístico para entender esta revolución, esbozaré el ideal —donde las interrelaciones sistemáticas de nuestros conceptos mola-
del conocimiento sistemático tal como ha sido formulado por el mate- res estuvieran estructuradas con nitidez. Otros, como Hull, reconocen
rialismo mecanicista. A medida que avanza la investigación científica, la «realidad molar de los actos intencionales», pero postulan que un
nos dice, adquirimos una claridad cada vez mayor acerca de los ele-
mentos y procesos microfísicos que componen el mundo, así como de 3 Las expresiones «imagen científica del hombre» («Scientific Image of

las regularidades funcionales manifestadas por estos elementos y pro- Man») e «imagen común del hombre» («Manifest Image of Man»), están tomadas
de Wilfred Sellars. Para su discusión y la resolución del conflicto de estas dos
imágenes, ver «Philosophy and the Scientific Image of Man», en Science, Percep-
Thomas Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions. tion and Reality.
258 Richard J. Bernstel 259
praxis y acción
lenguaje «válido» sobre tales actos hay que justificarlo. Lo cual sólo lenguaje, el conocimiento y el significado deben conformarse al mo-
puede hacerse correctamente «mostrando la validez lógica de 'usar delo reduccionista si han de adquirir carta de legitimidad.
tales conceptos (teleológicos) deduciéndolos como principios secunda.. Consideremos, el siguiente pasaje de las Philosophical. Investiga-
ríos de principios objetivos elementales y primarios». ,
La tensión experimentada entre las exigencias de la «imagen ci
tífica» y las de la «imagen común» ha llevado a numerosos filósofos a E p. Ramsey, conversando conmigo una vez, insistía en que la lógica era una
poner en cuestión tanto la naturaleza como la propiedad del análisis «ciencia normativa». No sé exactamente lo que pensaba él, pero sin duda era algo
reductivo. Se han hecho declaraciones pretenciosas en torno a la posk que guardaba relación estrecha con lo que yo apuntaba más atrás: a saber, que en
bilidad de reducción y sobre lo que se podría hacer en principio. Pero filosofía comparamos frecuentemente el uso de palabras con juegos y cálculos
a la hora de demostrar, de hecho, cómo llevar a cabo la reducción o sometidos a reglas fijas, pero que no podemos decir que alguien que esté usando
traducción de la imagen común, los logros han sido extremadamente el lenguaje pueda estar jugando tal juego. Pero si decimos que nuestros lenguajes
desafortunados. Aún más, en el intento de realizar reducciones saleri solamente se aproximan a tales cálculos estamos al borde de cometer un error de
interpretación. Pues entonces pudiera parecer que de lo que estamos hablando es
al paso toda suerte de dificultades 27. Los filósofos llegan a preguntar- de un lenguaje ideal. Como si nuestra Lógica fuera, por así decirlo, una Lógica
se qué se podría ganar con el análisis reductivo. Sería muy difícil en- en el vacío. Siendo así que la Lógica no versa sobre el lenguaje —ní sobre el
contrar un consenso filosófico en nuestros días acerca del éxito de pensamiento— en el sentido en que una ciencia natural versa sobre un fenómeno
alguna reducción, traducción o construcción en terrenos que no sean natural, y todo lo más que se puede decir es que construimos lenguajes ideales.
los restringidos a las disciplinas científicas formales. - Pero aquí la palabra «ideal» está expuesta a provocar un despiste, pues suena
1!4! Los filósofos comienzan a problematizar lo que en las primeras como si estos lenguajes, fueran.. mejores y más perfectos que nuestro lenguaje ordi-
etapas de la filosofía analítica parecía ser un «supuesto absoluto», a nario; como si fuera incumbencia del lógico .enseñar a la gente cómo se construye
saber, que el análisis reductivo era el método apropiado de adquirir una proposición correcta...
Todo esto, por lo demás, sólo puede aparecer claramente iluminado una vez
claridad. El pronunciarse en contra de este paradigma era como reco- que se haya logrado gran claridad en torno a .los conceptos de entendimiento,
nocerse uno a sí mismo aliado con las fuerzas del oscurantismo y de ignifícado y (pensamiento,„Pata,,ello,,ha de, quedar .farabién claro qué es lo que
las vagas tinieblas. De otro lado los crítiCos del análisis reductivo argriz nos puédé llevar (y , me, ha lleyado„a tní),,a pensar que si alguien profiere una
mentaban que el uso ilimitado de tal paradigma era responsable él oración y le da sentido o la éntiende,,ese alguien está operando con, un cálculo
mismo de confusión filosófica, oscuridad técnica e irrelevancia. Acusa- según 1-e,glals- -defiáidás 28.,;
ban a los primitivos reduccionistas de imponernos un modelo a. priori — • .. • -
de lo que debe ser la estructura del lenguaje, del significado y del co- Aunque las observaciones de ,Wittgenstein se centran en torno al
nocimiento, en lugar de mirar y ver lo que es realmente el caso. Car- uso de palabras, el lenguaje, la Lógica y el cálculo, de ellas se des-
gaban en la cuenta de los reduccionistas el que, con todas sus preten- prenden consecuencias importantes para la gama de consideraciones
siones de empíricos, en realidad eran, racionalistas de medio pelo que que venimos haciendóLos primitivos positivistas y atomistas lógicos
trataban de imponer categorías a: priori a una realidad empírica recal- se movieron al «borde - mismo de 16 erróneo». En el programa cons-
citrante y proteica. . r truccionalista de Carnap, en el atomismo lógico de Russell y hasta eri
La figura más importante de esta revolución es Wittgenstein. Si el ideal de Hull de una ciencia de la conducta hay implícito un modelo
seguimos su desarrollo desde el principio del Tractatus a través de de lo que Wittgenstein está expresando. La cuestión primordial no es
sus conferencias de los años 30 hasta las Philosophical Investigations la del valor de los sistemas o lenguajes «ideales», sino la del papel pre-
podemos asistir a la gestación de la revolución. Lo que Wittgenstein ciso que tal ideal desempeña. Para muchos de los primeros filósofos
mostró es mucho más importante que lo que dijo. En mayor medida analíticos, el lenguaje ideal que habría que construir debería ser un
que ningún otro filósofo contemporáneo, contribuyó a desenterrar las lenguaje «mejor» y «más perfecto» que el que ahora usamos. Y existía
profundas tendencias filosóficas características de gran parte de la filo- la creencia de que nuestra forma de hablar y pensar común y ordinaria
sofía analítica más temprana, incluido su propio Tractatus de que el solamente «se aproxima a tal cálculo». La cuestión no es la de la cla-
ridad y determinabilidad versus vaguedad y oscuridad, o análisis
27
Para una perspectiva de la dificultad del análisis reductivo, ver J. O. Urm-
son, Philosophical Analysis. 28
Ludwig Wittgenstein, Philosophical Investigations, p. 38 e.
261
260 Praxis y acción
Richard J. Bernstein
y la tarea del filósofo. De su pericia depende el discernir cuáles son rele-
versus algún método sospechoso; sino más bien de cuál sea la mejor y por qué lo son
29
.
vantes
manera de conseguir» claridad y cuáles: sean • las técnicas analíticas' ,
apropiadás. E 11 .- - . La elocuente posición de Strawson puede servir como un maní-
Si uno es escéptico respecto a la exigencia reduccionista de los fiesto de lo que en poco tiempo ha llegado a ser la actitud dominante
filósofos que apoyan el desarrollo de lenguajes artificiales y de siste de una nueva generación de filósofos analíticos. Los jefes de fila de
mas , constructivos,. ¿cuál es la alternativa a adoptar? Existe menos estas nuevas tendencias están en Oxford, pero su influencia se ha
unanimidad acerca* de la alternativa 'apropiada de la que ha habido . dejado sentir en todo el mundo anglo-hablante. Pero ¿por qué —po-
acerca de id erróneo-de las diátintas variantes del análisis reductivd. demos preguntar— habría de haber un interés especial por el lenguaje
Los filósofos -'analíticos,' a partir de la Segunda Guerra Mundial hán c
omún? Pensemos por un momento hasta qué punto una apología tal
explorado gran diversidad de técnicas y de vías aproximativas, pero puede haber paralizado el desarrollo de lenguajes artificiales y técnicos
bastará tomar un texto de P, E. Strawson como esbozo de una de las tan fundamentales para el avance de la comprensión científica. O en
alternativas al análisis reductivo, así como punto de partida para exa- cómo se puede exagerar una defensa tal que sanciona las supersticio-
minar el nuevo talante filosófico. . nes y prejuicios que se han introducido subrepticiamente en nuestros
habituales modos de hablar y pensar a lo largo de la historia. Si lo que
Después de todo, estamos intentando llegar a una comprensión de los concep- nos interesa es el lenguaje ordinario ¿por qué no echar mano de la
tos y categorías en cuyos términos llevamos a cabo nuestro pensamiento; no sólo lingüística para iluminar nuestros problemas en lugar de contentarnos
o 'en primer lugar nuestro pensamiento técnicamente avanzado, sino el pensi- Con una reflexión filosófica de salón? Todas estas cuestiones han sido
thienth'ixinnIn"y` Cotdiano:The?. son lás 'ideas más' generales; más fundamentalei planteadas • a los paladines del análisis del lenguaje ordinario, y una
y'aik 1-aniñes la tierra fértil donde germinan loí' grandes problemas de la filo- de las tendencias más sutiles de la filosofía analítica actual se centra en
sofía. Y ¿es tan razonable pensar, pese a todo, que nuestro uso común del len- torno a la controversia entre los que apoyan una reconstrucción ra-
guaje -oscurece y tergiversa tales ideas comunes? Pues al lenguaje común se le cional de nuestros conceptos y los que abogan por una «observación
Scihiefe it'log'irds severos' test'' dé eficiencia, como' medid de expresióh y de bá-
lhímleación'Lkle cnuestróPp iisamientos el :test-del' uso -constante.- Si quisiéraMen cuidadosa y precisa de las complejas relaciones de «nuestros usos or-
,
entender' el habitual modo- dé 'vida de un 'aríiníal, deberíamos observar cuidado- diñarids" del lenguaje»";
samente su :-.conducta en' el entorno natúral; pero mal podríaMos volver la espal- El establecimiento por parte' de Strawson de una alternativa al
da a su conducta real, construir un modelo automático según el' diseño de análisis reductivo apunta hacia la cuestión más básica que está aquí en
un higeniero y estudiarló. "Así 'ocurre' con nuestros conceptos. Si queremos sa- juego y sugiere cuál sería su posición en la polémica mencionada hace
ber,e6mo-funcionan;. debemos conocerlos .en funcionamiento. Por lo que res- poco. Nos dice que «estamos intentando llegar a la comprensión de los
pecta Al fracaso del programa original de análisis, una vez aplicado a proposi- conceptos y categorías en cuyos términos realizamos nuestro pensa-
eiones,del lenguaje común, el defecto no estaba tanto en el lenguaje, cuanto en miento». Lo mismo que sus contrincantes filosóficos cuyos puntos de
una ,x,60cepción del,análisis demasiado rígida ,y angosta., ¿Por qué razón se ha-
1
4.;£1,2001,*-t,c1ue vista también han sido conformados por el «giro lingüístico», Straw-
;11q, avanzar en, la comprensión de las Pa- son comparte la creencia de que la manera adecuada de clarificar
Tabrás que expresan los conceptos que producen 'perPlejidadés filosóficas, con-
siste en traducir los enunciados en los que aparecen tales conceptos a enunciados nuestro pensamiento es conseguir ver claro en nuestros modos de
en los que no aparecen? La creencia en la eficacia exclusiva de este método es hablar —la lengua que expresa nuestros pensamientos. Esta es una de
la enojosa herencia de teorías desacreditadas. Es una concepción del análisis de- las razones por las que él y otros que simpatizan con su modo de ver
masiado rígida porque presupone la existencia de ' relaciones exactas y casi-de- las cosas, están más de acuerdo con el rótulo de «análisis conceptual»
finicionales entre clases de conceptos que de hecho no se dan. Es demasiado que con el de «análisis del lenguaje ordinario». Cuando el análisis
angosta porque menosprecia enteramente gran número de formas de funcionar conceptual tiene por objetivo identificar, clasificar y describir las for-
el lenguaje totalmente diferentes cuya observación y descripción cuidadosa son de
importancia primordial, si es que merece la pena resolver nuestros problemas 29 P. F. Strawson, «Construction and Analysis», en The Revolution in Philo-
filosóficos... De este modo, el viejo y limitado programa del análisis montado sophy, por A. J. Ayer, W. C. Kneale, G. A. Paul, D. F. Pears, P. F. Strawson,
en la pura teoría, debe ser sustituido por un objetivo diferente: el de llegar a G. J. Warnock, R. A. Wollheim, con una introducción de Gilbert Ryle, pági-
comprender los conceptos filosóficamente chocantes observando exacta y cui- nas 3103 104.
dadosamente los modos de usar en el discurso real las expresiones lingüísticas ° Ver la discusión de Rorty de las cuestiones implicadas en este debate en su
relacionadas. Desde luego no todos los usos de dichas expresiones son relevantes introducción a The Linguistic Turn.
1

262 Richard j. Bernsteín praxis y acción 263

mas más generales de nuestra estructura conceptual, entonces estamos filósofos analíticos más tempranos. Con el escepticismo creciente res-
implicados en una «metafísica descriptiva»: la descripción de los con-. pecto a los métodos y aspiraciones del análisis reductivo, y con el des-
ceptos más básicos usados en el pensar acerca del mundo. La posibi- arrollo de procedimientos alternativos de describir y analizar el siste-
lidad de tal metafísica descriptiva presupone que «hay un núcleo im- m
a conceptual básico que empleamos en nuestra vida cotidiana surgió
portante y vasto de pensamiento , humano que no tiene historia un modo nuevo de tratar e investigar cuestiones. Un problema inexis-
que nadie registra en las historias del pensamiento; hay conceptos y tente para la primera generación de filósofos analíticos ahora ha lle-
categorías que, en sus aspectos más fundamentales no cambian en ab- gado a ser el problema filosófico fundamental.
soluto... Se trata de los esquemas comunes del pensamiento menos Antes de examinar lo que los filósofos postwittgensteinianos han
refinado; y también del núcleo indisPensable del equipo conceptual intentado decirnos sobre el concepto de acción, debemos prestar aten-
-
de los seres humanos más sofisticados. Es aquí, en sus interconexiones ción a una cuestión metafilosófica ulterior. Conlleva consecuencias ex-
y en la estructura que forma, donde una metafísica descriptiva tendrá traordinariamente interesantes para la comprensión y evaluación de
sus intereses primarios» 31. estas investigaciones. Una vez que hayamos explorado el concepto de
Podemos detectar hasta dónde la «revolución» que venimos des- acción, habremos de volver al examen de esta cuestión. Es una de las
cribiendo dentro del movimiento analítico conecta con la filosofía tra- más importantes y básicas que afronta hoy la filosofía analítica.
dicional. El interés por los conceptos y categorías básicos usados en el Supongamos que concedemos a Strawson que hay un gran núcleo
pensar acerca de nosotros mismos y del universo, es tan viejo como la en la estructura conceptual de los seres humanos que no tiene historia,
filosofía misma. Existen similaridades profundas entre este programa y que mediante un fino análisis es posible poner al descubierto la en-
«nuevo» y el de filósofos como Kant y Aristóteles. No es accidental traña característica de dicho núcleo. Supongamos también que llega-
que mientras que la primera generación de filósofos analíticos extraía mos a descubrir que la categoría de las personas como agentes o acto-
su inspiración de Hume, especialmente en aquellos aspectos que se res humanos es en el fondo la categoría básica de nuestro habitual
asumían como la base del análisis reductivo, las nuevas generaciones modo de pensar sobre nosotros mismos. Y permítasenos asimismo
han «reencontrado» a Aristóteles y a Kant: . suponer que podemos demostrar que existe una estructura concep-
o Aun cuando nuestro interludio rnétafilo- Wieo púedá pai.eceí una tual que engloba conceptos tales como el de acción, intención y pro-
digresión, posee una relevancia directa para la ,investigadóri de la ac- pósito de manera que lógica o conceptualmente no pueden ser redu-
ción. Es en la exploración de los, conceptos que tienen que ver, con la cidos o traducidos a o parcialmente interpretados por un sistema con-
acción;donde muchos, que practican 94. análisis,.,conceptual,,c.te.e_n haber ceptual más básico, ¿Qué habríamos ganado con la demostración? Los
encontrado los conceptos «de carácter más fundaMental» y que per- hay que piensan que si podemos demostíar esto, así como que tales
tenecen al «núcleo indispensable del equipo conceptual de los seres conclusiones se siguen de un análisis conceptual más que de considera-
humanos más refinados». Estos conceptos, al, menos así se postula, ciones empíricas, entonces disponemos del fundamento más sólido po-
desafían el análisis reductivo: En consecuencia, desde el momento en sible para afirmar que el ideal de una descripción completa y adecua-
que el concepto de acción es uno de los fímdameptales, y en tanto que da del hombre en términos mecanicistas es un ideal falso —y que en
no puede ser reducido o traducido a un lenguaje exclusivamente meca- verdad hemos tocado fondo en la descripción del hombre. Si conside-
nicísta, viene a ser una verdad conceptual —y uno de los resultados ramos a la metafísica una disciplina que clarifica los conceptos más
más interesantes del análisis conceptual— que es falso pensar al hom- generales y básicos que usamos en la comprensión de nosotros mismos
bre como si se tratara sólo de «mecanismo físico complejo». El nuevo y del universo, entonces dispondríamos de una intelección metafísica
interés por la acción es él mismo parte del cambio de orientación del hombre que habría de ser complementada por la investigación cien-
filosófica que venimos examinando. Pero la investigación del concep- tífica, pero en ningún caso sustituida por ella —precisamente por el
to de acción surgió únicamente cuando se dejaron a un lado las ante- hecho de que la investigación científica, como cualquier otra investiga-
ojeras impuestas por las exigencias del análisis reductivo. No se trata, ción, presupone lo que nuestro análisis ha revelado. Si hay algún con-
tal como lo hemos recalcado, de que los filósofos hayan advertido de flicto aparente entre lo que manifiesta nuestro análisis conceptual y
pronto la presencia de un conjunto de problemas marginados por los lo que presumiblemente es el resultado de la «imagen científica del
hombre» entonces habríamos adoptado una posición equivpcada en la
31
P. F. Strawson, Individuals. An Essay in Descriptive Metaphisics, p. 10. comprensión de lo que ha revelado el análisis científico. Por lo tanto,
264 Richard J. Bernstein
praxis y acción 265
es lógica o conceptualmente imposible que aquí haya incompatibilidad
fundamental alguna; es autocontradictorio sostener que el pensamien. pertenecían a la psicología empírica. No obstante, al final de los años
to científico presupone la verdad de lo que afirma nuestra metafísica cuarenta comenzaron a perfilarse las.líneas fundamentales de la psico-
descriptiva y que a la vez muestra la falsedad de esta metafísica, ./1-, logía filosófica. Desde entonces hasta ahora,- ha habido una auténtica
Ahora bien, por fuerte que pueda parecer este argumento en fa• invasión de contribuciones en este campo: 'Una serie . de pequeñas
vor de la verdad necesaria de los resultados del análisis conceptual, monografías editadas por R. F. Holland, tituladas Studies in Philoso-
no es incontrovertible y de hecho ha sido seriamente puesto en cues- phical Psychology señalan las nuevas direcciones a explorar en la fi-
tión por varios filósofos. Puede ocurrir que todo lo que el analista losofía de la mente. Muchas de estas monografías
34
se centraron en una
conceptual quiere sostener acerca de la naturaleza distinta e irreduc- aproximación nueva al concepto de acción . Utilizando como fuente
tible del lenguaje de la acción, sea verdad para la forma en que nor- algunas de las obras de esta serie (complementadas con algunos es-
malmente el hombre se concibe a sí mismo. Aun a pesar de ello, teó- tudios importantes sobre la acción), quiero esbozar las líneas básicas
ricamente es posible poner en cuestión el sistema total «mostrado» y de la teoría de la acción que se ha desarrollado. Como sigamos la
argüir no que tal sistema conceptual puede ser reducido, sino que dialéctica de la filosofía analítica veremos que muchas de las «verda-
puede ser .sustituido. Podemos tener buenas razones para decir que des conceptuales» a priori anunciadas en sus obras han sido severa-
aun cuando el sistema conceptual o el lenguaje de la acción sean irre- mente criticadas. La crítica ha adoptado dos formas interrelacionadas.
ductibles, pueden ser reemplazados por un sistema científico mejor Cada gran dicotomía o distinción que audazmente se ponía a la vista
(incluso mecanicista). La articulación y justificación de este punto de era desafiada. Lo que pudiéramos llamar la «primera generación» de
vista choca con el auténtico meollo del programa del análisis concep, psicólogos filosóficos vio grandes dicotomías -conceptuales claras y
tutti. Desafíala validez lógica de la afirmación según la cual ningún distintas allí donde la «segunda generación», más escéptica y cautelo-
análisis conceptual, no importa cuán fino, sofisticado o convincente sa, sólo advirtió diferencias de grado. Pero también hemos de encon-
sea, es suficiente para extraer conclusiones metafísicas acerca de lo que trar, como indiqué en la conclusión de la sección precedente, una
realmente es. el hombre 32. crítica del programa del análisis conceptual y, a fortiori, una crítica
,,
psts Ourvt- rf: ,„;,- de algunos de los postulados básicos sobre la acción humana.
En The Concept of Motivation, R. S. Peters presenta dos tesis
La nueva'teleología, y sus consecuencias dualistas características acerca del concepto de acción. Hay una tesis negativa
-
u¡ ili o crítica, en la que ataca «la tradición que arranca' de Hobbes según
.; Me he referido ya a la obra de Wittgenstein y Strawson en lame- la cual podría haber una teoría omniabarcadora de la conducta huma-
dida en que han contribuido a fomentar la revolución llevada a cabo na de cuyos postulados básicos se podrían deducir eventualmente
en la filosofía analítica. Ryle, Hampshire y Austin, todos los cuales respuestas para toda forma de preguntas como "¿por qué Jones hi-
profesaron en Oxford, han desempeñado también papeles importantes zo X?"»'. Para justificar su tesis Peters 'quiere hacer ver que la pre-
haciendo la crítica del análisis reductivo y desarrollando nuevas apro- gunta «¿Por qué Jones hizo X?» puede ser planteada, pero los tipos
ximaciones al análisis lingüístico y conceptual 33. tina consecuencia de respuestas que se puedan dar a la misma son «lógicamente distintos
36
de la liberación de las estrechas restricciones de la filosofía analítica y a veces lógicamente excluyentes» . Si es capaz de dar un contenido
temprana fue la emergencia de nuevas áreas de estudio que incluyen
sobre todo la filosofía de la mente o psicología filosófica. En la década
34
Esta serie ha sido publicada por Routledge and Kegan Paul. Incluye mo-
nografías de P. T. Geach, D. W. Hamlyn, Alaisdair Maclntyre, R. S. Peters, Peter
de 1930 cuando dominaba aún la ideología del positivismo lógico, Winch, Norman Malcolm, A. I. Meldon, David Armstrong, Peter Alexander,
no había sitio para la psicología filosófica. Todas las cuestiones más Anthonny Kenny y Jonathan Bennett. Además de las monografías publicadas en
o menos serias en torno a la «mente» o la psicología (que no fueran la serie Studies in Philosopbical Psychology, hay tres antologías de artículos re-
definicionales) se tomaban como cuestiones empíricas y propiamente cientes que pueden ayudar mucho a completar una panorámica de las diversas
cuestiones y planteamientos implicados en la teoría de la acción: Readings in the
Theory ot Action, ed. por Norman S. Care y Charles Landesman; Human Action,
32
Ver mi discusión de la «hipótesis del desplazamiento», pp. 284 y ss. ed. por Theodore Mischel, y The Human Agent, Roya! Institute o/ Philosophy
33
Ver Gilbert Ryle, The Concept of Mind; Stuart Hampshire, Thought and Lectures, vol. 1 (1966-7). Ver también el doble problema de Inquiry„13 (vera-
Action; J. L. Austin, Philosophical Papers, ed. por J. O. Urmson, y G. J. War- no 1970), dedicado a artículos sobre la acción.
nock. 35
Ver R. S. Petera, The Concept oí Motivation, p. 148.
36
Concept o} Motivations, p. 148.
266 Richard J. Bernstein praxis y acción 267
sustantivo a esta última afirmación y mostrar la legitimidad de los ti- acciones en las que «las normas están integradas en el fin a conseguir
pos de respuesta lógicamente exduyentes podría haber ciertamente y a menudo lo definen» ", tales como pasar un volteen o casarse. No
una sólida base hipotétíca para sostener la imposibilidad de una teoría se puede sufrir un examen o casarse a menos que haya convenciones,
omniabarcadora unificada que nos permitiera responder de todo tipo reglas y normas que definan dichas prácticas y proporcionen criterios
de maneras a la pregunta «¿por qué Jones hizo X?». (no importa lo vagos que sean) de lo que haya de considerarse como
Supongamos que la acción que estamos investigando es que Jones una realización de esta actividad. El modelo al que adaptamos nuestras
está cruzando la calle y nosotros queremos saber por qué lo hace. En explicaciones de sentido común de tales acciones es denominado por
circunstancias normales preguntaríamos «cuáles fueron sus razones Peters el modelo intencional de «seguir-la-regla» ". Recalca la relevan-
para hacer esto, o cuál era su intención, qué finalidad tenía en la men- cia de este modelo por dos razones. En primer lugar quiere hacer notar
te» 37. .Si preguntamos a Jones por qué cruzó la calle, una respuesta que «la mayoría de nuestras explicaciones se apoyan en los términos de
perfectamente apropiada para él sería: «para comprar tabaco», o: este modelo, y nuestras predicciones de la conducta de la gente lo pre-
«porque quería tabaco». Y a pesar de que pudiera haber circunstan- suponen» ". Es la segunda razón de Peters sobre la relevancia en este
cias especiales que nos indujeran a dudar de esta explicación particu- modelo la que introduce una tesis controvertida y proporciona la punta
lar, normalmente la consideramos una explicación adecuada y comple- incisiva a lo que quiere decir acerca del concepto de acción. El modelo
ta de por qué Jones cruzaba la calle. Para responder a nuestra intencional de «seguir-la-regla» es la base de la comprensión de la ac-
pregunta no queda más que decir. El hecho de que ofrecemos y acepta- ción humana, y muestra «que las acciones humanas no se dejan expli-
mos este tipo de explicaciones es tan obvio y trivial que uno desearía car suficientemente en términos de conceptos causales como "movi-
saber qué tipo de cuestiones filosóficas puede generar. Se suelen ex- mientos indeterminados"» 41. Esto es un desafío directo a las ciencias
plicar muchos casos de acción humana observando las razones, inten- de la conducta tal como eran entrevistas por Hull, a quien hemos cita-
ción, fin u objetivo que el agente tenía en la mente, o bien redescri- do, en el sentido de que «Una teoría adecuada de la así llamada
biendo la acción: iba comprar tabaco. Pero se ve claramente también, conducta intencional debe... comenzar por movimientos indetermi-
que aun en situaciones tan simples hacemos complejas presuposicio= nados e impulsos meramente receptores como tales y, a partir de aquí,
nes que normalmente no es necesario introducir en la cuestión. Por reconstruir la conducta tanto la adaptada como la inadaptada» 42.
ejemplo, estamos presuponiendo que el cruzar la calle es una manera El pasaje citado de Peters no deja totalmente claro si exduye la
Íü eficiente de llegar a la tienda de Tabaco, y que Jones lo sabe o, al posibilidad de las, explicaciones causales _ de las acciones humanas, o
menos, lo cree. Presuponemos también que hay una conexión estre- solamente de aquellas explicaciones hechas en términos de «movi-
cha entre el deseo o intención de. Jones de obtener tabaco y el hecho mientos indeterminados». Pero esta ambigüedad queda suficiente-
de que cruce la calle. Lo último no ocurre contingentemente después mente eliminada- cuando afirma atrevidamente que «Si estamos, de
que uno se forma una intención, a pesar de que puede haber circuns- hecho, ante el.caso de una acción humana genuina (por ejemplo, un acto
tancias en que uno intenta comprar tabaco y ocurre algo que le impide de hacer como opuesto al de ser afectados por algo), entonces las expli-
hacerlo. caciones causales son ipso facto inadecuadas como explicaciones sufi-
Aún más, hasta la simple actividad de comprar tabaco presupone cientes» ". Esta última afirmación nos la ofrece no como una hipótesis
la compleja institución o práctica social de comprar y vender. No empírica susceptible de confirmación, sino como una verdad lógica o
existen instituciones sociales que definan un acto tan elemental como conceptual: «Por todo ello es imposible una explicación suficiente
el de levantar un brazo, pero carecería de sentido hablar de comprar de acciones en términos causales porque... entre lo natural y lo con-
algo a menos que exista la institución social de comprar y vender. vencional habría un salto lógico» +1.
También hay acciones que pueden no ser realizadas para lograr algún
fin u objetivo, y sin embargo se adaptan a las convenciones sociales. 38
Concept of Motivation, p. 5.
Bailar, por ejemplo, puede no hacerse con algún fin, pero es una acti- 39
Concept of Motivation, pp. 5 y SS.
40 Concept of Motivation, pp. 6-7.
vidad que requiere estar al tanto de las reglas v convenciones que ca- 41
Concept of Motivation, p. 8.
racterizan un ritmo especial (saber cómo se baila). Asimismo hay 42
Principies of Behavior, p. 25.
43
Concept of Motivation, p. 12.
37
Concept of Motivation, p. 4.
44
Concept of Motivation, p. 14.
Praxis Y acción 269
268 Richard J. Bernstein
wittgensteiniana de la acción: la dicotomía entre acción-
y movimiento
Pero ¿cómo podremos encajar la dramática inversión que se acaba ,
de producir, así: alano la afirmación aparentemente dogmática de Pe,. , 0,impulsó. físico„Pero antes.depasar a la significación de esta dicoto-
mía, ittiotemos::cuán locuarMenté pasa Peters de la noción genérica
ters? Lo que Peters cree haber puesto al descubierto es una diferencia • caiisalidacE a' la espedfica 'Tic 'Causalidad Mecánica. Mucha de la
radical entre dos tipos de explicación: explicaciones racionales y ex -
ftiefza: Polémica del argtutento de Peters, así como de otras varian-
,
plicacíones causales. Las indicadas para explicar acciones son las pri- tes del, mismo resulta de la facilidad con que se identifica la causalidad
meras. Las explicaciones racionales son de tipo diferente y lógicamente con una teoría específica de la causalidad, es decir, son variaciones
incompatibles con las explicaciones causales. En tanto que Petera se sobre la teoría de Humei Es difícil encontrar en cualquiera de los pio-
nos presenta con una idea no muy refinada de lo que es una explica- neros de la psicología filosófica un análisis detallado y cuidadoso de la
ción racional (se trata de aquel tipo de explicación en el cual es sufi-
causalidad y de la explicación causal. Con frecuencia se han expresado
ciente conocer la razón, intención o finalidad de la acción para hacerse como si el concepto de causalidad estuviera perfectamente claro y lo
una idea de por qué la acción se llevó a cabo), no deja del todo claro importante fuera explicitar la naturaleza de las explicaciones raciona-
qué es lo que entiende por explicación causal. Sí examinamos lo que el les y demostrar que éstas no son lo que ellos toman como paradigma
mismo Peters dice sobre las explicaciones causales, es difícil ver por
(más frecuentemente la caricatura) de la explicación causal. Ha sido
qué las explicaciones racionales no son una variante de las explicaciones este verbalismo en torno a la causalidad uno de los blancos principales
causales. «Dar una explicación causal de un evento implica en último
de sus críticos. . . .
término demostrar que, presupuesta la invariabilidad de determinadas El contraste entre'acción T movimiento está íntimamente relado-
condiciones, un cambio ocurrido en una variable es condición sufi-
ciente para que ocurra un cambio en otra» 45. Pero en el mismo ejem- nadó con las distinción entre explicaciones racionales - y explicaciones
causales. El _ejemplo de firmar un contrato al que recurre Peters para
plo que Petera nos brinda de una «acción genuina» —un hombre que aclarar- esta segunda dicotomía es muy socorrido entre los filósofos
cruza la calle en busca de tabaco— un cambio en una variable «es
postwittgensteinianos...(Compárese con el de «señalar» discutido por
condición suficiente para que ocurra un cambió en otra». Supongamos Passmore en el pasaje citado:más atrás.) Si restringimos el concepto
que.Dones resuelve comprar tabaco en una situación como lo descrita
antes. Sólo que en ese momento, justo cuando va a cruzar la calle, de movimiento -al dé desplaiainiento físicó podemos ver por qué pue-
duda y recuerda que tiene hora para el dentista 'y cambia de dirección den distinguirse movimientos y «dones. Uno puede ejecutar el mismo
movimiento o el misma-tipa de movimientos y estar realizando accio-
apresuradamente:: «Supuestas. detenninodas,condiciones -invariables»
nes bien' distintas:/Yet isttedooejeetttar el mismo tipo de movimientos
el rápido darse cuenta de que tiene una cita del dentista (a la que no
al estampar mi 'firma en dos usos diferentes, pero mientras que en
quiere faltar) explica por qué dudó y por qué tomó en la dirección
opuesta. _ un' caso el acto que realizo es mostrar a alguien mi rúbrica, en el otro,
No es -la explicación causal per-se la , que' ea -incompatible Iógícá los mismos movimientos- corporales pueden ser asumidos como mi
mente con la explicación racional, -sino más bien una teoría especial ~ilación- legal' á' un contrató 'Pero 'esto no es todo,- pues Petera
'Sfiriña caso 'de cOntratd, «sería del 'todo Imposible
manera de entender la explicación causal. Esto queda claro en el pasaje
que sigue inmediatamente a la caracterización de la explicación causal. estipular exhanstivamente cuáles deben ser los movimientos: Pues si
se trata de una acción humana, el agente verosímilmente ha de ser in-
«En la concepción mecánica de "causa" es asimismo exigitivo que haya
contigüidad espacio-temporal entre los movimientos implicados. Pero teligente y según esto puede variar sus movimientos en una gran
ahora lo incómodo de recurrir a este tipo de explicaciones para las diversidad de formas. Puede sostener la pluma desmañadamente de
acciones humanas, está en que nunca podemos especificar una acción varias maneras, modificar el sesgo de su escritura según el espacio
disponible, y así sucesivamente, según el tipo de tinta, el papel y la
en términos de movimientos del cuerpo exclusivamente o sin salirnos
del cuerpo» 46. Nos damos de frente aquí con la segunda gran dicoto- pluma que tenga a mano. Pero con tal que su firma se adecúe a los
mía que está en la base de la mayor parte de la investigación post- criterios mínimos establecidos —es decir, que no puede estar impre-
sa— más o menos cualquier movimiento servirá» 47. Lo interesante
45
Concept of Motivation, p. 12.
46
Concept of Motivation, p. 12.
47
Concept of Motivation, p. 13.
270 Richard J. Bernstein praxis y acción 271

de estas observaciones está en que nos hacen ver hasta qué punto son 50
to a padecer algo» . Melden, que también hace uso de esta distinción,
diferentes los conceptos de movimiento y acción. Puede haber accieb.;
escribe:
nes —o al menos actos— que no impliquen movimientos Si nos'
dejamos llevar por el lenguaje ordinario, cabe perfectamente la preí 'Cuando uno levanta un brazo tienen lugar, ocurren o vienen dados gran nú-
gunta de qué hacía Jones cuando un policía le está golpeando. Coal i
no
to de acontecimientos fisiológicos; pero no sólo tiene sentido preguntar si
tas cosas son las cosas que uno hace, de hecho es problemático que sea este
testar que refrenaba los impulsos de devolverle los golpes porque as

Jones practica la no violencia puede ser una respuesta satisfactoria el caso. Si así fuera, no podríamos
81
identificar lo que sucede o viene dado con
lo que una persona hace .
He aquí un acto de no violencia sin movimiento alguno. Mientras
que no es difícil comprender esta distinción entre acción y movimiento Richard Taylor ha hecho amplio uso de esta distinción, remontán-
uno puede desear saber algo acerca de su relevancia filosófica. Esta dose a la acción de causalidad eficiente acuñada por Aristóteles. (Po-
dicotomía enlaza con la distinción entre explicaciones causales y ex- demos apreciar hasta qué punto son engañosas. las discusiones de la
plicaciones racionales. Peters (y otros) parece pensar que las explica- Psicología filosófica al constatar que Peters, Melden y otros claramen-
ciones causales se limitan a explicar variaciones en los movimientos te tienen en la mente alguna variante de la causalidad de Hume cuan-
(no en las acciones). Dar una explicación causal de una acción requeri . do afirman que no podemos dar explicaciones causales de acciones.
ría que fuera posible reducir o traducir los conceptos de acción a Richard Taylor, quien comparte un punto de vista similar en gran
conceptos de movimiento. Pero desde el momento en que esto no pue- número de cuestiones fundamentales, ataca la socorrida noción humea-
de ocurrir (porque los conceptos de acción y los conceptos de movi- na de causalidad y defiende una forma retocada de la causalidad efi-
miento pertenecen a clases de conceptos lógicamente diferentes), en ciente aristotélica.) En este sentido de «causa» yo soy frecuentemente
vano esperaríamos dar explicaciones causales de acciones. Desde luego, la causa de mis acciones 52. Y una vez comprendido el uso que Richard
podemos ser capaces de ofrecer una consideración causal de los movi- Taylor hace de «causa», Peters y Melden muy bien podrían estar de
mientos implicados en una acción particular, pero esto no es una consi- acuerdo con el espíritu, sino con la letra, de lo que sigue:
deración causal de la acción. Como Peters dice, «De esta manera nunca
podríamos dar una explicación causal suficiente de una acción en tér-' Un enunciado de la forma «A es la causa de B» interpretado como verda-
minos causales porque nunca podríamos estipular los movimientos dero significa, a la luz de lo que antecede, que tanto A como B son condicio-
que habríamos de tener en cuenta como variables dependientes. No nes o conjunto de condiciones que se dieron; que dadas las otras condiciones
que concurren, cada una de ellas, pero sólo ellas, es a la vez necesaria y
podríamos establecer nunca un complejo de relaciones funcionales»-t'L Suficiente para qúe la - ot'ia' tenga lugar; que 13 no precede a A en el tiempo;
Las afirmaciones de Peters no dejan de ser chocantes, pero las con- y que A hace que B ocurra en virtud de su propio poder para hacerlo. Pero
clusiones filosóficas que él hace derivar de la distinción entre acción esta cualificación última ¡ay! deja todo el análisis vacío. Pues decir que A hace
y movimiento revelan tanto acerca de sus supuestos sobre la naturale- que B ocurra obviamente significa que A causa B, y lo hace en virtud de su efica-
za de la causalidad cuanto sobre la distinción misma. Peters presupo- cia, como causa —o, más brevemente, que A causa B. Decir de algo, según esto,
ne, sin argumentarlo, que el dominio legítimo de la explicación causal que fue la causa de la cosa en .cuestión, significa nada más y simplemente que
es el movimiento —el desplazamiento físico— no la acción. Veremos eso es la causa de la cosa en cuestión, y no existe otro modo conceptualmente
hasta qué punto es cuestionable esta presuposición. más claro de penetrar en el problema que el expediente de introducir meros
Hasta aquí ha estado implícita en nuestra discusión otra dicotomía sinónimos de causalidad. Positivamente, lo que esto significa es que la causali-
dad es una categoría filosófica que, mientras su concepto correspondiente puede
que ha sido la piedra de toque de los nuevos teleólogos —una dicoto- ser usado para aportar luz sobre otros problemas o en el análisis de otras tela-
mía con una larga trayectoria filosófica— entre hacer y ocurrir, o dones, ningún otro concepto puede ser usado para analizarle a 61 53.
entre actividad y pasividad (padecer). Peters habla de un caso de una
«acción genuina» en el sentido de «un acto de hacer algo como opues- Puede no parecer muy satisfactoria la observación de que decir
de algo que es la causa de otro algo «significa simplemente» que es la
48
Algunos filósofos analíticos han distinguido entre «actos» y «acciones»,
pero tal distinción no es directamente relevante para la conclusión de la argu- 5
° Concept of Motivation, p. 12.
mentación de Peters. Ver David Sachs, «A Few Morals About Acts», The Philo- si A. I. Melden, Free Action, p. 56.
sophical Review, 75 (1966). 52
Richard Taylor, Action and Purpose.
" Concept of Motivation, p. 13. 53
Action and Purpose, p. 39.
272 273
Richard J. Bemstein praxis y acción

causa de la cosa en cuestión. Pero esto no debe obnubilamos respecto de regularidad de acontecimientos, ni siquiera podríamos concebir lo
a lo esencial de esta tautología. En la historia de la filosofía y de. la -que significaría abandonar tal concepto en la comprensión de nosotros
. para nuestro esquema conceptual.
ciencia el concepto de eficiencia causal no se ha acreditado como par. m
ismos y de los demás; es básico
ticularmente afortunado para el avance de la investigación científica, La tautología de Richard Taylor es un modo de llamar la atención
Jamás alguien ha tenido éxito en especificar criterios para distinguil sobre la primariedad y el carácter fundamental del concepto de activi-
genuinamente los casos de eficacia causal de los pseudo-casos. Sin taleS dad causal.
criterios el concepto puede, y de hecho así ha ocurrido, abandonarse A pesar de que subsistan serias diferencias internas entre muchos
a abusos de los que resultan oscuras pseudo-explicaciones. En los de los nuevos teleólogos, hay consenso sobre que el concepto de activi-
siglos xvit y XVIII, se acuñó un concepto diferente que se ha acreditado dad personal, o la distinción entre el genuino hacer y el padecer, son
Sellars subraya
como mucho más fecundo. También fue denominado «causa» y se pen- f undamentalmente para nuestros esquemas mentales.
só en él como sustituto del viejo concepto aristotélico de causa efi- este punto al decir: «De este modo el esquema conceptual de las per-
ciente el cual aunaba las ambiguas referencias de «eficacia» y «poder». sonas es el esquema según el que nosotros pensamos en cualquier otro
El nuevo concepto de causa se centra en las regularidades de tipos simi- como copartícipe de la comunidad de intenciones que llena el ambien-
lares de acontecimientos. Existe un parentesco directo entre este con- te de principios y normas (sobre todo aquellas que hacen significativo
cepto de regularidad y la búsqueda contemporánea de relaciones el discurso y posible la racionalidad misma), dentro del cual vivimos
funcionales, tan fundamentales para todas las ciencias incluidas las nuestras vidas individuales. Una persona puede ser definida al menos
54
naturales y las sociales. Muchos científicos de mente correosa y como un ser que tiene intenciones» .
filósofos de la ciencia han llegado a sostener que éste es el único con- Este último punto sugiere otro concepto que ha sido utilizado
cepto de causa legítimo. Se ha desplegado enorme sofisticación para fijar la diferencia entre acción y no-acción, a saber, el de inten-
y no menos sutileza en afinar la tesis de una regularidad cruda, pero ción o intencionalidad. Charles Taylor presenta un argumento típico
en lo esencial de los análisis más acabados late como quintaesencia de en relación con el papel de la intencionalidad en la acción, y de sus
la causalidad científica la correlación funcional de variables. consecuencias para distinguir la acción de la no-acción.
Filósofos postwittgensteinianos han salido al paso de la afirma-
ción de que la causalidad no es nada más que correlaciones nomoló- ... la distinción entre acción y no-acción no depende de la presencia o ausen-
cia del propósito o intención correspondientes, sino de aquella intención o pro-
gicas funcionales y han insistido en la necesidad de otro concepto de pósito que tiene o no algo que ver con la producción de la conducta. Respecto
«causalidad» en orden a conseguir una perspectiva aceptable de la
conducta humana. Estos filósofos no niegan el éxito de las ciencias a la acción debemos decir que la conducta tiene lugar «a causa de» la inten-
ción o propósito correspondientes; donde éste no es el caso entonces no estamos
naturales, ni siquiera abogan por la necesidad de un concepto de efi- tratando de la acción. Pero el uso de la expresión «a causa de» puede des-
ciencia causal para la práctica de la investigación científica. Arguyen orientarnos. Pues no podríamos decir que la intención es el antecedente causal
que con el entusiasmo por los logros de las ciencias naturales, hemos de la conducta. Ya que normalmente no están conectados ambos contingente-
perdido de vista una profunda intuición acuñada por Aristóteles y mente. Invariante el resto de las condiciones, no explicamos la conducta por
fundamental para nuestras formas más básicas de pensar sobre el la «ley» intentar X es seguido de hacer X, pues esto (hacer X) es parte de lo
hombre. No importa lo difícil que pueda ser la especificación de los que damos a entender con «intentar X», lo cual, en ausencia de factores que
criterios sobre qué debe ser considerado una actividad, pero una vez se interfieran, es seguido de hacer X. No se podría decir que intento X si, aun
no existiendo obstáculos ni otros factores adversos, aun entonces no55realizo X.
concedido que es muy difícil delimitar los casos —en los que no está Según esto, mi intención no es un antecedente causal de mi conducta .
nada claro si X hizo algo o más bien le sucedió algo a X— el concepto
de actividad es fundamental para nuestra comprensión de qué dase 54 Science, Perception and Reality, p. 40.
de criatura es el hombre. En el terreno jurídico, moral, político, en la 2
Charles Taylor, The Explanation of Behavior, p. 33. Cuando Charles Taylor
conducta social y en los desórdenes psicológicos, así como en otros sostiene que «mi intención no es un antecedente causal de mi conducta» piensa
muchos contextos ordinarios hacemos la distinción entre hacer y sufrir en la teoría de la regularidad causal. Aquí sigue a la mayoría de los nuevos teleó-
logos y difiere de Richard Taylor en su uso del concepto de causa. Como ya he-
o padecer; damos por supuesto que somos agentes capaces de eficacia mos hecho notar, el objetivo de Richard Taylor es semejante al de otros nuevos
causal. Los filósofos postwittgensteinianos argumentan que no sólo es teleólogos Pero adopta una actitud crítica respecto al análisis de Hume de la
imposible reducir o analizar este concepto de actividad en términos causa y aboga por un análisis neoaristotélico de la causa (eficiente).
274 acción 275
Richard J. Bemstein Praxis y
Hay algunos aspectos en los que las «intenciones» son como cau- o por mero impulso; pero no debemos considerarlo como proporcionando una
ausa. Pues cuando nos fijamos en la intención como antecedente causal nos
sas, y Taylor está queriendo decir que «podemos tratar las intenciones c
vemos forzados a reconocer que la especificamos por la acción de la que hace-
como antecedentes causales siempre que estén implicados las predic-: 59
os uso en la explicación, en este caso, la de golpear a un hombre .
ción y el control, aun a pesar de que tiendan necesariamente a deseni m

cadenar las acciones que explicamos, predecimos o realizamos median- Pero hablando con precisión, ¿qué es una intención? El análisis
te ellas» 56. A pesar de ello, hay un «sentido fuerte» de la causalidad
de este concepto se acredita como uno de los más engañosos en el
(humeana) según el que las intenciones no son auténticos antecedentes 60
repertorio de los cultivadores de la psicología filosófica . No pode-
causales de la conducta. Charles Taylor cree haber descubierto las ten- mos explorar todas sus ramificaciones, pero vale la pena examinar un
dencias epistemológicas que están presupuestas en y dieron lugar a tal aspecto significativo que ha servido de punto de contacto entre
teoría de la causalidad como regularidad. Arguye que esta teoría presu- tendencias recientes de la filosofía analítica y la fenomenología conti-
pone un punto de vista atomístico sobre el mundo en el cual los aconte- nental. El concepto de intención —o, más en general, la intencionali-
cimientos son separables e independientes unos de otros 57. En conse- dad— ha estado en la auténtica entraña de la fenomenología conti-
cuencia, es una exigencia de la teoría de la causalidad como regularidad nental. Charles Taylor quien, más que ningún otro filósofo analítico,
el que seamos capaces de describir independientemente los anteceden- es consciente de esta afinidad, él mismo ha sufrido la influencia de
tes y consiguientes de una ley funcional causal. No debe existir ninguna Merleau-Ponty. Para apreciar lo característico de la acción humana
referencia esencial al consiguiente en la descripción del antecedente de
es imprescindible poner al descubierto algo que se agazapa tras una
tal ley causal, así como ninguna referencia esencial al antecedente en
metáfora muy en boga en la reflexión sobre nosotros mismos en tanto
la descripción del consiguiente. Una ley funcional causal afirma una que personas actuantes. Se trata de la metáfora de la «interioridad»
regularidad contingente entre antecedentes y consiguientes. Pero es-
tas exigencias no pueden satisfacerse al explicar una acción. La relación o «centro» de actividad.
entre una intención y una acción no es una relación de regularidad . Lo que es esencial para la noción de una «interioridad»... es... la noción
contingente. «Tenemos que identificar, como fuere, un "antecedente" de conciencia en el sentido de intencionalidad. Hablar de una «descripción in-
que está vinculado no-contingentemente con su consecuente» 58. La tencional» de algo no es precisamente hablar de cualquiera de las descripciones
explicación por referencia a la intención viola la condición básica de que sugiere dicha cosa, sino más bien de la descripción que sugiere a una cierta
las explicaciones funcionales causales en virtud de la cual todas las persona, la descripción bajo la cual la cosa es asumida por ella. Ahora la noción
relaciones entre antecedentes y consiguientes se consideran regularida- de una acción como conducta dirigida implica la de una descripción intencio-
nal«.
des contingentes. Taylor propone el siguiente ejemplo con el fin de
aclarar este punto.
Si aceptamos esta caracterización de la «descripción intencional»
¿Por qué le- golpeó? Hacía tiempo que abrigaba la intención de hacerlo: esto y la afirmación de que es esencial para entender la acción (o al menos
sirve para excluir Otras posibilidades, por ejemplo, que lo hiciera accidentalmente ciertas acciones), podemos ver en caída mortal las inadecuaciones de
un behaviorismo que rechaza esta noción como innecesaria y elimina-
56
Charles Taylor, «Relations Between Cause and Action», Proceedings of ble. Si tal behaviorismo se autolimita a la conducta físicamente obser-
the Seventh Inter-American Congress of Philosophy ( Quebec, 1967), p. 249. En vable (y no considera sus autoconcesiones como una forma de con-
respuesta a las críticas de L. Margolis, Charles Taylor aclara su posición como ducta) entonces carecería de todo medio adecuado para captar lo que
sigue: «Lo interesante aquí parece ser que las intenciones, deseos, etc., aun
cuando conexionados de modo no contingente con las acciones que fluyen de Taylor caracteriza como una «descripción intencional». Paradójica-
ellos, a pesar de todo funcionan en otro sentido como causas, es decir, podemos mente nos veríamos forzados a concluir que un behaviorismo de esta
pensar en ellos como si fueran los causantes de dichas acciones. Si centramos nues- especie no tiene en cuenta siquiera la acción humana. Aún más, po-
tra atención en que la causa y el efecto están conexionados contingentemente, demos ver lo básica que es esta noción de «descripción intencional»
entonces diríamos que los deseos no son causas. Este es el lenguaje que he usado
en el libro (The Explanation of Behavior). Pero es erróneo y ahora he preferido
59 «Relations Between Cause and Action», Proceedings of the Seventh Inter-
no seguir por ese camino precisamente por los equívocos que pudieran surgir».
«A Reply to Margolis», Inguiry, 11 (1968), 128. American Congress of Philosophy, p. 246.
57
Ver el capítulo 4 de The Explanation of Behaviour. 63
Cf. G. E. M. Anscombe, Intention.
58 Explanation of Behaviour, p. 44. Explanation of Behaviour, p. 58.
276
Richard J. Bernstein 277
pre xis y acción
para todo el conjunto de nuestra conducta moral (incluidas la conduel
ta jurídica, política y social). Si adoptamos la posición de un especta deológica, encontramos uno más entre los modos en que los nuevos
i
dor o la de un agente, las distinciones cruciales en el terreno legal ,j te
leólogos han creído articular lo caracterísco de la acción humana.
moral dependen de lo que aceptemos como «la descripción que corres.
ponde a determinada persona, la descripción bajo la cual una cosa es A lo largo de nuestra discusión hemos detectado una sospecha
asumida por dicha persona». Esta es nuestra base para distinguir di- 4 de las afirmaciones de la psicología filosófica y, más en general, de la
ferentes tipos de homicidios, o para llegar a la conclusión de que sej posibilidad de obtener explicaciones científicas de acciones humanas.
produjo o no un asesinato al examinar (desde un punto de vista ex., Realmente podemos distinguir al menos tres actitudes básicas respecto
terior) algo que puede ser «el mismo» acontecimiento. a la
posibilidad de una ciencia empírica de la acción humana. Para
De acuerdo con Charles Taylor, la diferencia crucial entre explica;5 completar una visión general de la teoría de la acción desarrollada
dones teleológicas y explicaciones ];
por los nuevos teleólogos es necesario examinar los modos en que
mecánicas está en que las primeral
exigen el uso de una premisa que viola los límites formales de las ellos entendieron y evaluaron las posibilidades de una ciencia empírica
explicaciones mecánicas. En una explicación teleológica daremos cuen- de la conducta humana.
ta del acontecimiento que tiene lugar diciendo que viene exigido La primera posición no problematiza la viabilidad y aportación
un fin u objetivo. po de las ciencias, sino que sostiene que un punto de vista científico
sobre el hombre nos proporciona una perspectiva limitada. Si tene-
... cuando decimos que un acontecimiento ocurre por mor de un fin, esta mos en cuenta la distinción entre movimiento y acción en la que el
mos diciendo que tiene lugar
porque es el tipo de acontecimiento que pued¿ primer miembro constituye el verdadero dominio de la ciencia,
realizar dicho fin. Esto significa que la condición de la ocurrencia del aconteci2 entonces podemos concluir como Peters y Mellen parecen sugerir
miento está en que un estado de cosas llegue a tal punto que desencadene la a veces, que no hay nada intrínsecamente erróneo en dar explicacio-
realización del fin en cuestión, o que tal acontecimiento es exigido para efec-
tuar el .fin. Dar una explicación teleológica de nes científicas causales de la «conducta» humana. Pero tales explica-
un acontecimiento o dase de ciones habrían de limitarse a los movimientos que tienen lugar (inte-
acontecimientos, por ejemplo,. la conducta de algún ser, consiste entonces, en so.
meterlo a leyes en cuyos términos se afirme que la ocurrencia de un acontecimien, rior y exteriormente) en el organismo humano y son categóricamente
to es requerida por algún fin 62. ' diferentes de las explicaciones racionales genuinas motívacionales o
intencionales, de la acción humana. No es la ciencia, ní siquiera una
El objetivo-de las explicaciones . teleológicas no queda reducido d ciencia de la conducta la que está bajo amenaza, sino más bien una
la explicación de la acción humana. Taylor muestra cómo tales expl ideología la que está siendo sometida a severa crítica. Se trata de la
caciones pueden afirmación ideológica (no científica) de que una ciencia de la conducta
ser aplicadas a la conducta animal. Nuestras explica-
dones ordinarias de la acción humana, así lo afirma Charles Taylor, puede contestar en principio todas las preguntas legítimas acerca de
son teleológicas. MáS' aún, arguye que uña ciencia apropiada de la la conducta humana, incluidas las que versan sobre la acción. Esto
conducta humana adoptaría verosímilmente una forma teleológica. es lo que Peters y Melden sostienen como imposible, El quid de la
He dicho «verosímilmente», porque aun cuando Charles Taylor sos- tesis negativa de Peters está aquí: que la tradición que arranca de
tiene que las explicaciones teleológicas y las explicaciones mecánicas Hobbes está equivocada en cuanto que afirma que «puede haber una
son incompatibles, no existe razón a priori teoría omniabarcadora de la conducta humana de cuyos postulados
ca podremos reemplazar alguna para creer que nun-
las explicaciones teleológicas por las explica- básicos se podrían deducir eventualmente respuestas para todas las
dones mecánicas en la explicación de la conducta humana. Los detalles formas de la pregunta "¿por. qué Jones hizo X?", y el de su tesis po-
del argumento de Charles Taylor, son complejos y no pueden ser exa- sitiva consiste en que los tipos diferentes de respuestas legítimas que
minados aquí. Para nuestros propósitos quiero hacer notar simple- se pueden dar a esta pregunta son "lógicamente diferentes y a veces
mente que en la distinción entre explicaciones teleológicas y me- lógicamente excluyentes"».
cánicas, y en la afirmación de que se trata de dos forma La posición que emerge de las investigaciones de Charles Taylor
s rivales de
explicación, así como que la explicación de la acción es esencialmente es mucho más sutil. Básicamente está de acuerdo con Peters y Melden
en anotar una acusada diferencia conceptual entre acción y movimien-
62
Explanation of Behaviour; p. 9. to, explicación causal y explicación racional, hacer y suceder.,Pero él
extrae consecuencias diferentes de estas distinciones conceptuales. En
278 279
Richard J. Berras praxis y acción
primer lugar ataca el supuesto de que las explicaciones científicas diversas ciencias sociales —incluyendo la Psicología, la Sociolo-
tina
de adoptar una forma mecánico-causal. La cuestión para Charles 'Ta í , la Antropología,, la Politica y la Economía— para mostrar preci-
lor no está en si es o no posible desarrollar una teoría omniinclusiva d ga
mente por qué son insostenibles ,como disciplinas científicas. Pero
la conducta humana, sino más bien en cuál ha de ser en último `4 sa
Indos sus ataques están fundados en y desarrollados según hábitos
mino la forma de las leyes de tal ciencia. No hay ninguna razón intelectuales o intuiciones que comparte (aunque a veces se desvía
priori para creer que es imposible desarrollar una ciencia tal que s radicalmente) con otros filósofos postwittgensteinianos. Su tesis cen-
leyes básicas sean de forma teleológica. Hay buenas razones para tral es que:
sar que ésta será precisamente la forma de las leyes de una teoría cien
tífica de la conducta humana. Pero aun a pesar de que Charles Taylo ando damos explicaciones• causales de la conducta humana, estamos vien-
cu
simpatiza con la tendencia común a muchos filósofos postwittgen do esta conducta como justificada por las circunstancias en las que tiene lugar.
explicación de una acción humana es una explicación moral. Cuando apela-
teinianos, es mucho más cauto y refinado a la hora de extraer cons s La
mos a razones para actuar, motivos, propósitos, intenciones, deseos o sus aná-
cuencias ontológicas inadecuadas. Aunque critica detalladament tanto en las discusiones técnicas como en las ordinarias
e va4 logos, lo cual acaece
ríos intentos behavioristas que parten de una noción de causalidad de los quehaceres humanos, presentamos la acción a la luz de las circunstan-
que consiste en regularidades entre antecedentes y consiguientes inde: i s que se toman para autorizar o justificar a una persona para hacer lo que
ca
pendientes, mantiene la posibilidad de que eventualmente alguna hace ".
teoría mecánica de la conducta humana pueda acreditarse como
mejor a la hora de describirla y explicarla. Si tal teoría llegara a ser, Las explicaciones morales no son explicaciones científicas y son
desarrollada deberíamos admitir por fuerza que las leyes teleológica& incompatibles con ellas. Pensar que tales explicaciones morales pu-
pueden ser reemplazadas por leyes mecánicas. Más sorprendente aún;: dieran ser asimiladas a las científicas sería cometer un grosero error
habríamos de admitir que aunque el concepto categoríal, y, sin embargo, es precisamente este error la base para
de acción es irreductible:
al. concepto de movimiento, a pesar de todo descubrimos que nuestra pensar en la viabilidad de una ciencia del hombre.
conducta puede ser abordada por una teoría mecanicista. En efectci$ Pero ¿qué significa Louch mediante la expresión «explicaciones
esto significa que nuestro actual morales»? Su caracterización más clara es la siguiente:
concepto de acción, tan básico pora>
nuestra estructura conceptual, sería abandonado. Y en consecuencia Desde el punto de vista del procedimiento (de la moralidad), un hombre
esto provocaría una transformación radical de nuestra estructura con- cuyas acciones estén dirigidas por sus valoraciones, y su comprensión de
ceptual presente. Pero por muy descabellada y absurda que pueda pa-? las acciones propias y ajenas por los fundamentos que él encuentra para estas
.
recer esta posición, no puede ser excluida a priori. acciones en la situación de un actor, está considerando la conducta moral-
Para Peters y Melden, las explicaciones (científicas) causales y las mente. En la medida en que describe su propia conducta o la de otros como
explicaciones racionales se pueden compaginar de alguna manera una hacer algo bien o mal, eficaz o torpemente, apropiada o erróneamente, es un
vez que reconocemos que estamos planteando y respondiendo diferen- actor o un observador moral. Puede ser que los fundamentos que descubre como
tes tipos de cuestiones. Para Charles Taylor, las explicaciones teleoló- producto final de su 'diagnóstico choquen. u ofendan ciertas sensibilidades mo-
gicas y mecánicas son tipos rivales de explicación, pero queda abierta rales; pero esto es hasta cierto punto irrelevante. Lo esencial es que razona en
términos de fundamentos. Actúa o describe acciones sin tener en cuenta ante-
la cuestión de cuál ha de ser la forma de las leyes de una teoría cien- cedentes temporales o dependencias funcionales, pero sí decidiendo que la situa-
tífica adecuada del hombre. Louch, sin embargo, aboga por una posi-
ción mucho más radical. ción autoriza a un hombre a actuar de la manera que era o es apropiado ha-
En el prefacio a su Explanation and Human Action, cerlo 65.
anuncia que
«Ante todo mi intento ha sido mostrar que la idea de una ciencia del Lo esencial de lo que Louch dice (aunque hace de ello diferentes
hombre o de la sociedad es insostenible. Defiendo este punto de vista usos) sugiere una semejanza estrecha con la discusión de Charles Tay-
66
mediante el desarrollo de una tesis filosófica sobre la naturaleza de la lor sobre la «descripción intencional» . No es el caso que en la acción
explicación, contraria a aquella que se requeriría para sostener afir-
maciones científicas de psicólogos y sociólogos» 63. Revisa una por " Explanation and Human Action, p. 4.
Explanation ami Human Action, p. 51.
66 El libro de Louch es muy polémico en especial en su ataque a lds postu-
63
A. R. Louch, Explanation and Human Action,
p. VIII. lados de las diversas ciencias sociales. De vez en cuando uno desearía que hubiera
281
y acción
280 Richard J.
Mea de que la esperanza expresada por Hull de una psicología beba-
haya un substrato axiológicamente neutral y al que podamos ap jota que mantiene la promesa de una ciencia de la conducta huma-
nuestros predicados cargados de valores (que en principio podrían o
noic
omprehensiva y adecuada es ilusoria. Difieren en su evaluación y
aislados del substrato valorativamente neutral). Los términos velo: posibilidades de una ciencia del hombre. Peters y Melden, al menos en
vos entran esencialmente en nuestras mismas descripciones y exp alguna ocasión, argumentan que si bien podemos obtener considerado-
ciones de acciones. nes científicas causales de los movimientos implicados en la acción
— los valores no entran en las descripciones de asuntos humanos como; humana, no por ello explicamos la acción humana. Las acciones hu-
manas no son causadas, y para ellos ésta parece ser una razón sufi-
z fluencias disgregadoras; más bien nos permiten describir la conducta h
en términos de acción. En cuanto que las unidades de análisis de la conci cie
nte para concluir la imposibilidad de explicar científicamente ac-
humana son acciones, no pueden ser observadas ni identificadas si no es a tra ciones humanas. Charles Taylor está de acuerdo en que las acciones
de categorías interpretativas y valoratívas. No hay dos etapas, una iden no son causadas al menos en el sentido «estrictamente» mecánico del
ción de propiedades y cualidades en la naturaleza y luego una interpretad co
ncepto de causa, pero argumenta que tanto las explicaciones como
de ellas, etapas que vendrían a ser asunto de diferentes expertos. Existe
las leyes teleológicas son empíricas. En consecuencia, no existe razón
mente 67una etapa, la delimitación y descripción de sucesos en términos v
rativos . di priori o conceptual alguna para creer imposible desarrollar una cien-
cia comprehensiva del hombre. La cuestión primordial para Charles
Taylor es qué tipo de explicaciones y leyes se acreditarán como más
4' Pero si las categorías de interpretación y valoración entran es fructíferas en el estudio de la conducta humana. A pesar de ser un
cialmente en nuestra descripción de acciones, estas categorías entrar Crítico ,riguroso de las diversas formas de behaviorismo que se han
también esencialmente en nuestras explicaciones de estas acciones, propuesto, y a pesar de que argumenta persuasivamente que probable-
otra manera no estaríamos explicando lo que estamos describiendo, mente la ciencia del hombre adoptará una forma teleológica, deja
Louch no piensa que exista un paradigma único para nuestras explica- abierta la posibilidad de alguna forma de teoría mecanicista que pueda
ciones morales de la acción humana. La mayor parte de nuestras ex. reemplazar las explicaciones teleológicas. Louch batalla en la posición
plicaciones de acciones son ad hoc, y su forma varía `según el contexto, mis extrema. Debido a que la explicación de la acción es una explica-
pero la familia de los diferentes tipos de explicaciones morales es ir ción moral, y en tanto que ésta no es una explicación científica, ataca
ductible a explicaciones científicas. No se adaptan al modelo hipoté- la- posibilidad de conseguir una ciencia social del hombre. Arguye que
tico-deductivo característico de las ciencias naturales. Porque la map las -*ciencias sociales» existentes están plagadas de confusiones con-
parte de nuestras explicaciones de acciones humanas son típicamente ceptuales y que la influencia de las así llamadas «ciencias sociales» ha
morales —en el sentido amplio de «moral»—, y porque las ciencias sido más perniciosa que benéfica para la comprensión del hombre
sociales han marginado esta verdad y han intentado «forzar» las ex, como agente.
plicaciones de la conducta amoldándolas a los paradigmas ajenos de laá
ciencias naturales, «la mayor parte de la investigación psicológica y so-
ciológica... ha estado viciada por intereses rnetodológicos que no 'tenlatí Una crítica al nuevo dualismo
nada que ver con las perplejidades y problemas que surgen dentro
de la perspectiva del hombre como agente» 68. En la sección anterior he examinado algunas de las distinciones y
Peters, Melden, Charles Taylor y Louch... todos están de acuerdo dicotomías del análisis conceptual de la acción. Y aun cuando ha ha-
en que las recientes tendencias del behaviorismo en las ciencias so- bido serias diferencias internas entre los cultivadores de la psicología
ciales reflejan confusiones conceptuales hondas. Todos comparten la filosófica, todas estas distinciones encuentran su sitio en la estrategia
global del tratamiento de la acción humana. Los resultados acumula-
argumentación más sostenida en lugar de polémica. Pero es sorprendente consta- tivos de estas numerosas investigaciones han puesto de relieve (o nos
tar que el manojo de intuiciones centrales de este estudio —el modo de entender han recordado) las acusadas diferencias de la gramática, así como de la
y percibir el mundo en términos de categorías de interpretación y valoración— lógica de la acción respecto de algunas de las simplistas consideracio-
posee un estrecho parecido en la intención, con las intuiciones que han sido fun-
damentales para la fenomenología continental. nes salidas del análisis reductivo. Un resultado positivo de estas in-
67
Explanation and Human Action, p. 56. vestigaciones ha sido el exponer los prejuicios epistemológicos y el
6
S Explanation and Human Action, pp. 237-238.
282 praxis y acción 283

hacer ver lo que es conseguir reducciones o traducciones satisfacto hace cosas, y que a veces está realmente motivado por razones y no
de nuestros conceptos de acción, un lenguaje que él mismo no entr por causas. No obstante abrigo la esperanza de hacer ver que el aprio-
las diferentes estructuras de nuestro lenguaje de acción. Cualesqui rismo larvado en el análisis conceptual está tan injustificado como el
que sean las condiciones metafísicas a que lleguemos, es innegable sti implídto en el análisis reductivo.
1
estas distinciones y conceptos son fundamentales para nuestros hábi :1 podemos llevar esta cuestión á un terreno ligeramente diferente.
de pensar acerca de nosotros mismos y de los demás. Los concep Fundidas con las afirmaciones y desmentidos sobre la reductibilidad
de acción, intención, objetivo, actividad y persona no son periféri o irreductibilidad del concepto de acción, han coexistido dos falsas
a nuestros esquemas conceptuales; son absolutamente nucleares pinturas o modelos que han sido los responsables de gran parte de la
sin ellos difícilmente podríamos lograr un sentido inteligible para polémica. Del lado de los reduccionistas correosos, ha operado la sos-
mundo en el que nos encontramos. Sin embargo, las afirmaciones 1 pecha de que sus contrincantes maquinaban la resurrección de una
algunos cultivadores de la psicología filosófica han sido mucho especie de oscuro antropomorfismo subjetivista. Pero los antirreduc-
pretenciosas. Cuando me ocupé del análisis reductivo, concentré cionistas han acusado a sus adversarios de rehuir las cuestiones difíciles
interés en hacer patente que la exigencia de reducción, y la creencii y rehusar abrir sus ojos a la luminosidad de las distinciones reales y
de que los conceptos de acción pueden ser reducidos o traducido básicas. Los cultivadores de la psicología filosófica han escrito a veces
un esquema conceptual atomístico y mecánico, funcionan como como si la única alternativa para hacer ver la dicotomía lógica o con-
principio a priori. De forma curiosa el análisis conceptual de la acció ceptual entre dos estratos del lenguaje o dos esquemas conceptuales
ha sido un reflejo espécular del análisis reductivo. Los que lo es postular que el hombre debe ser concebido como no siendo más
practicado han dejado entrever una tendencia a fijar la cuestión• que un mecanismo físico complejo. Pretendo poner en claro que am-
status teórico de los conceptos de acción mediante un fiat a priori.' bos --el antropomorfismo subjetivista y el mecanismo reduccionista-
irónico que el análisis conceptual que originariamente se acreditó están justificados.
sólo como una rebelión contra el análisis reductivo, sino como He afirmado más atrás que pueden apreciarse dos tendencias (in-
auténtica revolución contra el dualismo cartesiano que ha domina elacionadas) principales en las críticas a lo que , la «primera gene-
gran parte de la filosofía moderna, ha venido a caer en un «nue iición» de cultivadores de la psicología filosófica afirmaban ser las
dualismo 69. Este dualismo no es el de las dos sustancias, alma y cu verdades a priori y necesarias producidas por el análisis conceptual.
po, sino un dualismo de dos esquemas conceptuales o lenguajes La' primera tendencia ha constituido una seria problematización de
rentes, irreductibles y lógicamente incompatibles; el lenguaje de las_dicotomías entre explicaciones racionales y explicaciones causales,
acción y de las explicaciones racionales y el lenguaje del movimiere acción y movimiento, hacer y suceder, y entre explicaciones y leyes
y de las explicaciones mecánico-causales. Para muchos de los cultivad mecánicas y teleológicas. Lo definitivo de esta línea de crítica no ha
res más extremistas de la psicología filosófica esto constituye consistido en negar que haya importantes distinciones que sacar a la
brecha infranqueable, una rígida dicotomía disfrazada de ver luz, sino en mostrar que estas distinciones no poseen la fuerza y la
conceptual, a priori y necesaria. A pesar de que los analistas co dureza tan cacareadas por ellos y, por tanto, gran número de conclu-
ceptuales parafrasean sus puntos básicos en términos de cuestio siones filosóficas en ellas fundamentadas son altamente dudosas.
de lenguaje, es patente que extraen de esta dicotomía algunas conclu Como las instancias críticas desarrolladas han sido extremadamente
siones metafísicas bien decisivas lo cual nos pone en la auténtica pista diversas y complejas, sería muy farragoso discutir todo este material 70.
de cómo son las cosas en realidad. El hombre no puede ser caracte Pero quiero echar una ojeada al segundo tipo de crítica más radical.
zado exhaustivamente en un lenguaje limitado a conceptos mec 7
° Lo que sigue es una selección de muchos artículos que han criticado las
cistas; en consecuencia, es erróneo pensar que el hombre no es nadi afirmaciones más ambiciosas de los nuevos teleólogos: C. G. Hempel, «Rational
más que un mecanismo físico complejo. Decir que la categoría de Action», Proceedings and Addresses of the American Philosophical Association,
acción o de actividad es básica para nuestra estructura conceptual á 35 (1962); R. Hancock, «Interpersonal and Phisical Causation», Philosophical
Review, 71 (1962); R. Brandt y J. Kim, «Wants as Explanations of Actions»,
decir que el hombre es un ser que actúa realmente, que realmente Journal of Philosophy, 60 (1963); B. Goldberg, «Can Desires be a Cause?»,
Analysis, 15 (1965); Charles Landesman, «The New Dualism in the Philosophy
69 Cf. Charles Landesman, «The New Dualism in the Philosophy of Mind» of Mind», The Review of Metaphysics, 19 (1965); W. D. Gean, «Reason'and
Causes», The Review of Metaphysics, 19 (1966); W. P. Alston, «Wants, Actions
The Review of Metaphysics, 19 (1965).
I I
284 Richard J. Bernstel': 285
praxis y acción
La hipótesis del desplawimiento
sitos. Respecto al grado de éxito alcanzado en esa metafísica des-
criptiva, apenas tiene sentido la pregunta de si las cosas son así en
La investigación del concepto de acción en la filosofía analítica realidad, pues lo esencial de la metafísica descriptiva está en «acuñar
estado ligada a un racimo de cuestiones merafilosóficas. En los prime,
los conceptos y categorías que en su aspecto más fundamental no cam-
ros días de la filosofía analítica, las manifestaciones sobre la naturall
bian en absoluto» . - La defensa de Strawson parece altamente plau-
72
za de la acción humana reflejaban el clima intelectual favorable -sj»
análisis reductivo como el método propio del análisis filosófico. En sible. Cualesquiera que hayan sido los excesos de algunos de los expo-
nentes del análisis conceptual, han tenido éxito en hacernos mucho
revuelta contra los excesos del análisis reductivo surgió un intento
más conscientes del carácter peculiar del modo habitual de pensar
más renovador y flexible de análisis conceptual, para el cual el centlp
de interés lo ocupaba el concepto de acción. Cité la explicación y de. acerca de nosotros mismos y del mundo.
Recientemente, el programa global del análisis conceptual, en la
fensa de Strawson del análisis conceptual donde mantiene que «si medida en que presupone haber establecido verdades conceptuales y
queremos entender el modo de vida habitual de un animal, debemos necesarias, ha sido puesto en cuestión de la manera más radical. Se ha
observar cuidadosamente su conducta en el entorno natural; no es desarrollado una crítica que conlleva consecuencias significativas para
bueno volver la espalda a su conducta real, construir un modelo mecí evaluar el programa del análisis conceptual y, más en general, para
nico según el diseño de un ingeniero y estudiarlo» ". El punto de vise¡
de Strawson, compartido por muchos otros filósofos lingüistas, col entender la tarea filosófica.
Dicho breve y tajantemente, los paladines de la hipótesis del des-
siste en admitir la existencia de un núcleo básico de conceptos
plazamiento no problematizan la posibilidad de que mediante el aná-
prescindibles en nuestros hábitos de pensar acerca de nosotros mil
y del mundo, y que la tarea de una metafísica descriptiva está , lisis conceptual seamos capaces de aislar «categorías y conceptos que,
en sus aspectos básicos», sean centrales en nuestro modo habitual de
poner al descubierto la estructura de estos conceptos y categorías
describirnos, explicarnos y entendernos a nosotros mismos y al mun-
and Causal Explanation», en Intentionality, Minds and Perception, ed. por H. do. Tampoco cuestionan el que este esquema conceptual pueda ser
tañeda; W. P. Alston, «Do Actions have Causes?», y J. J. Thomson, 4c incompatible y por lo mismo irreductible a esquemas científicos. A
ments», en Proceedings of the Seventh Inter-American Congress of Philósóp -
pesar de ello sostienen que el esquema conceptual según el que refle-
(Quebec, 1967); R. Macklin, «Doing and Happening», The Review of xionamos actualmente sobre nosotros mismos y sobre los demás como
physics, 22 (1968); Jerry A. Fodor, Psychological Explanation. Para una lite
más completa de material sobre la teoría de la acción ver la «Selected Bi agentes puede ser desplazado por un esquema científico radicalmente
graphy», en Reading: in the Theory of Action, ed. por N. Cate y C. Landes diferente: En consecuencia, la imagen del hombre que surge del aná-
El artículo de Donald Davidson «Action, Reasons and Causes», The Jour« lisis conceptual de nuestro modo ordinario de hablar y pensar es una
of Philosophy (1963), que ha sido discutido extensamente, es representativo dé`
lo que he llamado «primera tendencia» crítica. En dicho artículo Davidson imagen falsa. No nos revela cómo son las cosas en realidad o qué clase
de acuerdo con mucho de lo que los analistas conceptuales han dicho acerca de de criatura es verdaderamente el hombre. Si estos críticos están en
estructura de nuestras «explicaciones racionales». Pero argumenta que dichas lo cierto, lo de menos es el grado de éxito o de refinamiento con que
plicaciones no son compatibles con explicaciones causales, sino que, por el se haya llevado a cabo el análisis conceptual, pues en el mejor de los
trario, representan un tipo de explicaciones causales, Su estrategia, sin embargo,
consiste en argumentar que el «nuevo dualismo» ha malentendido la naturaleza casos lo que muestra son nuestras (humanas) creencias acerca de cómo
de los enunciados causales. Cuando se entienden bien los enunciados causales son las cosas. La metafísica descriptiva mediante el análisis concep-
—especialmente enunciados causales singulares-- entonces se puede apreciar tual —en la medida en que intenta una descripción de cómo son las
arguye Davidson) que las «explicaciones racionales» o lo que él rotula «r cosas— es una empresa trivial. Para usar una vieja terminología, el
lizaciones» son explicaciones causales. Una vez más, podemos darnos cuenta lit análisis conceptual es una lógica de la apariencia, no de la realidad. El
lo importante que es un análisis adecuado de los enunciados causales para
controversias sobre el status de la acción. más pugnaz y polémico de los defensores de la hipótesis del desplaza-
Para una discusión crítica del artículo de Davidson, ver Robert J. Richmal, miento es Paul Feyerabend, quien reconoce apoyarse en ideas sugeri-
«Reasons and Causes», Australasian Journal o/ Philosophy, 47 (1969); Charles das por Karl Popper. Wilfrid Sellars y Richard Rorty han desarrollado
Landesman, «Actions as Universal: An Inquiry into the Metaphysics of Action., explicaciones y defensas más refinadas de la hipótesis en cuestión y
American Philosophical Quarterly, 6 (1969); Joseph Margolis, «Reasons and
Causes», Dialogue, 8 (1969); Ruth Maklin, «Norm and Law in the Theory of J. J. C. Smart es un reciente converso a estos puntos de vista. Algu-
Action», Inquiry, 11 (1968). .
71
«Construction and Analysis», en The Revolution in Philosophy, p. 103..) 72
Individuals, p. 10.
286 Richard J. Bemstein Praxis y acción 287

nas observaciones de Charles Taylor permiten clasificarle a él también mismos, especialmente por lo que se refiere a conceptos de acción, son
en este grupo de filósofos, aunque difiere en determinados aspectos verdaderos y significativos. Carnap no rechaza tales aserciones como
esenciales 73. falsas, y Hull no niega la «realidad molar de los actos intencionales»,
Hice más atrás la observación de que el análisis conceptual con pero ambos están comprometidos en programas de análisis reductivos
todos sus tonos revolucionarios mantiene una semejanza profunda con', con el fin de clarificar el significado y la verdad de estas afirmaciones.
algunas de las aportaciones tradicionales de la filosofía. Un rasgo per- Y, desde luego, la querella entre los cultivadores de la psicología filo-
sistente en filosofía, representado muy notablemente por Aristóteles sófica y los reduccionistas no ha sido sobre la significatividad o verdad
y Kant, ha sido la búsqueda y explicación de nuestros conceptos y 1 de nuestras afirmaciones características sobre conceptos de acción,
categorías básicos. Salvando las diferencias de método, estilo y conte- sino sobre la posibilidad de que puedan o no ser reducidos o traduci-
nido entre el análisis conceptual anglo-sajón y la fenomenología con- dos a un lenguaje más «básico». Los teóricos del desplazamiento adop-
tinental, ambos movimientos comparten la aspiración de poner al - tan una postura radical: sostienen, a despecho de nuestras conviccio-
desnudo los hábitos básicos según los que el hombre piensa acerca de nes de lo contrario, que los enunciados más penetrantes y básicos que
sí mismo y del mundo. Todos estos intentos se han centrado en lo que hacemos acerca de nuestras intenciones, acciones, razones, motivos...
Sellars denomina la «imagen común» del hombre en el mundo. Pero 4. son (o pueden ser) falsos.
ellos van más lejos al aceptar dicha imagen como la verdadera imagen La hipótesis del desplazamiento ha sido desarrollada en controver-
fi
de lo que el hombre es realmente, o (en el caso de Kant) de lo que sia sobre la naturaleza de la explicación científica y la reducción. Ha
el hombre puede legítimamente esperar conocer sobre sí mismo ". Sin sido aplicada a las cuestiones filosóficas más generales, especialmente
embargo, los teóricos del desplazamiento se están preguntando si esta al problema del cuerpo y la mente, y es directamente relevante para
aproximación puede revelarnos las cosas como son. Según ellos la nuestra discusión del concepto de acción. Me es imposible examinar la
imagen común del hombre es una imagen falsa del hombre en el mun- controversia en todas sus ramificaciones, pero es preciso que toque
do. Con ello están cuestionando lo que ha sido uno de los rasgos más algunos de sus puntos fundamentales 75.
perennes en la historia de la filosofía, un rasgo acusado también en
las diversas variantes de la filosofía contemporánea. Pero su crítica
73
A pesar de que Feyerabend, Rorty y Sellars suscriben todos alguna varian-
te de la hipótesis del desplazamiento, entre ellos existen diferencias notables. La
va aún más allá. Se trata de su supuesto común a los analistas reduc- versión de Feyerabend es la más cruda de las tres. En términos claros Feyerabend
tivos, a los analistas conceptuales, y a críticos tales como Davidson. parece sostener que cualquier lenguaje o sistema conceptual es una «teoría» y
Todos estos filósofos han admitido la presuposición de que gran parte04 cualquier teoría puede ser desplazada por una mejor incompatible con la original.
de los enunciados que hacemos ordinariamente acerca de nosotros «El lenguaje ordinario», para Feyerabend, viene a ser una teoría muy pobre y
está convencido de que algún día será reemplazada por una teoría mejor. Rorty,
73
Esta hipótesis del desplazamiento ha sido desarrollada primordialmente en aunque bastante pegado a Feyerabend, trata de resaltar la posibilidad del despla-
vistas al problema del cuerpo y la mente y al materialismo científico. Pero los zamiento en vez de entretenerse en predecir que nuestro lenguaje ordinario será
argumentos desarrollados son relevantes también para status de nuestros concep. desplazado. «... No estoy afirmando de ninguna manera que el lenguaje acos-
tos de acción y actividad. Ver Paul Feyerabend, «Explanation, Reduction and tm tumbrado de la introspección es "legítimo". Más bien estoy afirmando únicamen-
Empiricism», Minnesota Studies in the Philosophy of Science, vol. 3 ed. por te la misma legitimidad para el lenguaje neurológico —donde "legitimidad" sig-
Herbert Feigl y Grover Maxwell; «Materialism and the Mind-Body Problem», nifica ser considerado una copia de la experiencia. Mi actitud no consiste en
The Review of Metaphysics, 17 (1963); «Problems of Empiricism», Beyond the que algunos vocabularios son "ilegítimos", sino más bien podríamos dejar que
Edge of Certainty: Essays in Contemporary Science and Philosophy, ed. por Ro- se desarrollaran mil vocabularios y entonces ver cuáles sobreviven. El materia-
bert Colodny; Wilfrid Sellars, Science, Perception and Reality,. Richard Rorty, lista predice que triunfará el vocabulario neurológico. Puede tener razón, pero si
«Mind-Body Identity, Privacy and Categories», The Review of Metaphysics, 19 es así, no será por cierta configuración especial de dicho vocabulario debida a
(1965); J. J. C. Smart, «Conflicting Views Explanation», Boston Studies in the haberse originado en la ciencia teórica. Dadas condiciones culturales diferentes,
Philosophy of Science, vol. 2, ed. por R. Cohen y Marx Wartofsky; Charles Tay- se puede imaginar el vocabulario neurológico siendo el vocabulario familiar y el
lor, The Explanation of Behaviour. Los estudios de Stephen Kiirner sobre la de- mentalista el lenguaje "científico" alternativo» («In Defense of Eliminative Ma-
ducción trascendental son también relevantes para la hipótesis del desplazamiento. terialism», The Review of Metaphysics, 24 (septiembre 1970). Sellars ha criticado
Ver «Transcendental Tendencies in Recent Philosophy», Journal of Philosophy, directamente a Feyerabend e indirectamente el enfoque de Rorty. (Para su crítica
63 (1966), y «The Impossibility of Transcendental Deductions», The Monist, 53 a Feyerabend ver su artículo «Scientific Realism or Ironic Instrumentalism», Bos-
(1967). ton Studies in the Philosophy of Science, vol. 2, ed. por Robert Cohen y Marx
74
Cf. Wilfrid Sellars, «Philosophy and the Scientific Image of Man», en Wartofsky.) La siguiente afirmación acerca de «la naturaleza y el estatuto de la
Science, Perception and Reality. conciencia sensorial» podría ser aplicado por Sellars a los enigmas sobre el con-
288 289
Richard J. Bernstein praxis y acción

los ataques de Feyerabend y otros . De acuerdo con Feyerabend,


76
De la obra de los primeros positivistas lógicos, y más tarde em.
piristas, ha surgido una coherente imagen generalizada de la naturale esta imagen no sólo es falsa para el desarrollo histórico real de la in-
za de la explicación y observación. Nuestro lenguaje observacional. ves
tigación científica, sino que encubre supuestos metodológicos vi-
es nuestro lenguaje básico. Es el lenguaje en que describimos los fe., ciosos. Feyerabend desafía la idea de un lenguaje observacional que
nómenos. Los enunciados de observación han de ser aplicados, pero* se
a relativamente independiente del lenguaje teorético y pueda servir
a la vez sirven como base de confirmación y testificación de hipótesis de base para testificarlo. Un lenguaje teorético contiene su propio
y teorías científicas. Aunque ha habido muchas controversias sobre lenguaje observacional. Y cualquier lenguaje observacional contiene
la naturaleza precisa del lenguaje de observación y la mayoría de los uposiciones teóricas. No existe ningún conjunto de observaciones o
s
defensores del «punto de vista clásico» admiten ahora fácilmente que de enunciados de observación que permanezca constante y sirva como
la distinción entre lenguaje observacional y lenguaje teorético es cam- piedra de toque para la evaluación de teorías. Lo que pasa por ser una
biante y voluble, siguen insistiendo en que entre esos dos tipos de observación o una descripción desde la perspectiva de una teoría, no
lenguaje subsisten importantes distinciones funcionales. Nuestro len- solamente es diferente (aparte de lo que parezca ser el mismo uso de
guaje teorético consistirá en conceptos inobservables, postulados y términos-clave) de otras teorías, sino que ambos conjuntos de descrip-
reglas de transformación, etc. Es el lenguaje que usamos para explicar ciones y observaciones son típicamente incompatibles. No «conmen-
enunciados de observación. Con el fin de tender un puente entre la suramos» una teoría científica propuesta contrastándola con un con-
teoría y la observación, deben existir también reglas de corresponden- junto común de observaciones y descripciones. Los grandes avances
cia mediante las cuales podamos especificar interpretaciones parciales en la ciencia llegan cuando inventamos o descubrimos nuevas teorías
de algunos de nuestros conceptos y enunciados teoréticos en términos que son inconsistentes con teorías vigentes. La conocida historia de
de enunciados de observación. Las teorías hipotético-deductivas junto que la mecánica de Newton puede ser derivada de la teoría de la
con las reglas de correspondencia nos capacitan para derivar y predecir relatividad, más abarcadora, es falsa, puesto que ambas teorías son
enunciados de observación. En el caso de que aparezcan hipótesis y realmente incompatibles. No sólo la ciencia se ha desarrollado debido
teorías científicas alternativas adoptaremos normalmente la teoría que al conflicto de teorías incompatibles, Feyerabend invoca como prin-
mejor explique y prediga nuestras observaciones. De la misma forma cipio regulativo, un «principio de proliferación: inventar y elaborar
que desarrollamos teorías más comprehensivas podemos derivar de ellas teorías que sean inconsistentes con el punto de vista vigente, aun en
teorías menos comprehensivas. Así, por ejemplo, la mecánica newto- el caso de que pueda ocurrir que el último esté altamente confirmado
niana es una teoría que no sólo nos capacita para explicar y predecir y aceptado en generar'.
una amplia gama de observaciones, sino que también nos permite El meollo epistemológico de la posición de Feyerabend que le per-
derivar de sus postulados otras teorías y leyes tales como las de Ke- mite llegar a estas conclusiones es su ataque a los principios nudeares
pler. en la teoría de la explicación comúnmente aceptada. Se trata de (1) la
Lo que antecede es una simplificación de un análisis desarrollado condición de consistencia: «Unicamente aquellas teorías son... admiti-
con gran riqueza de detalles y enorme virtuosismo técnico, pero es das en un dominio determinado que contienen teorías ya utilizadas en
suficiente para presentar un punto de vista general de lo que cae bajo
76 Para una buena caracterización sucinta de esta «imagen clásica», ver Karl

G. Hempel, Philosophy of Science. Una sistematización y defensa muy sofisticada


cepto de acción, e indica lo que piensa que se podría hacer en el caso de aceptar de este punto de vista ha sido desarrollada por E. Nagel, The Structure of
la hipótesis del desplazamiento: «pero la "neuropsicología" contiene- muchos Science.
77 P. K. Feyerabend, «Reply to Criticism», Boston Studies in the Philosophy
aspectos prometedores fique no posee la ciencia!) pero que no es cuestióri de de-
tallar ahora. Todo gira en torno a los términos en los que hayan sido generados. of Science, vol. 2, pp. 223-224. Thomas Kuhn ha desarrollado una teoría similar
Seguramente es obvio que apelar a un esbozo de teoría de la conducta humana de la naturaleza de las revoluciones científicas en The Structure of Scientific
que hace uso esencial de términos-clave como "estado dominante" y "proceso Revolutions. A pesar de la antipatía de muchos filósofos e historiadores de la
corporal", sin examinar las condiciones que debe satisfacer un sistema conceptual ciencia contemporáneos hacia Hegel, el tema central de que la ciencia se desarro-
adecuadamente explicativo de la conducta, es dar soluciones puramente verbales lla por el choque y el conflicto de teorías incompatibles conlleva gran semejanza
a serios enigmas de la filosofía de la mente y, en particular, enigmas implicados con el propio análisis de Hegel del desarrollo dialéctico de las teorías. Feyerabend
en la naturaleza y status de la conciencia sensorial» («Science, Sense Impressions reconoce y explora esta semejanza en su obra «Against Method», Minnesota Stu-
and Sensa»; A Reply to Cornman», The Review of Metaphysics, 24 (marzo 1971), dies in the Philosophy of Science, vol. IV, ed. por Michael Radner y ,Stephen
398-399. Winokur.
praxis y acción 291
290 Richard J. Bemstein

ese dominio o que cuando menos son consistentes con aquéllas en loa Existe y debe existir conflicto perenne entre teorías inconsistentes
limites del dominio en cuestión»; (2) la condición de la invarianciá e incompatibles 80. Adoptaremos una teoría como la mejor por razones
del significado: «Los significados habrán de ser invariantes respe¿.« complejas y variadas, pero la razón clásica, a saber, que la teoría más
to del progreso científico; esto es, toda teoría futura habrá de articulai`i aceptable es la que explica mejor el mismo conjunto de observaciones
se de manera que su uso en explicaciones no afecte para nada lo esta': explicadas ya por una teoría anterior, no es en absoluto una buena
blecido por las teorías, ni las relaciones factuales a explicar» ". razón porque no podemos asociar sentido alguno a la expresión «el
Ambos principios están íntimamente relacionados según Feyerá: mismo conjunto de observaciones».
bend, y los dos son erróneos. Si examinamos cuidadosamente la nato= Pero se puede preguntar qué relación tienen estas afirmaciones
raleza del cambio dentífco, descubrimos que las teorías científicas y disputas surgidas entre los filósofos de la ciencia con el concepto
básicas tales como las de Newton o Einstein son, de hecho, inconsis- de acción. «Inconsistencia», «incompatibilidad» y «conflicto» no son
tentes. Más aún, esto no es un defecto: podemos desplazar la mecí:. términos peyorativos, sino térMinos que señalan avance genuino en
nica de Newton porque la teoría de la relatividad de Einstein es in- la investigación. Cuando confrontamos una teoría o modalidad de
consistente con ella. La teoría de Einstein no es mejor para explicar, pensar y de hablar bien establecida, nuestra tarea es inventar nuevas
el mismo conjunto de observaciones. También ha cambiado lo que teorías y nuevos lenguajes que sean factualmente adecuados e incom-
pasa por ser una observación, descripción, o hecho. No es que Feyera- - patibles con los modos existentes. Feyerabend aplica directamente
bend esté afirmando que la inconsistencia es condición suficiente para estas consideraciones al análisis del lenguaje ordinario o lenguaje con-
desplazar una teoría por otra y en consecuencia «hace avanzar» lod ceptual. Profundizar la cuestión, como Feyerabend cree que lo han
criterios científicos. Pero sostiene que es una condición necesaria hecho los analistas conceptuales, de que nuestro lenguaje habitual es
característica de los mayores avances en la explicación científica. En, incompatible con el discurso científico hará ver la irreductibilidad del
cuanto al argumento en contra de la condición de la invariancia del lenguaje ordinario, pero ello no nos hará desembocar en su verdad o
significado lo resume corno sigue: corrección. La reductibilidad o irreductibilidad no es la cuestión esen-
cial (nadie postula la reductibilidad de la teoría calórica o la cinética);
Nuestro argumento contra la invariancia del significado es simple y claro. de lo que se trata es más bien de si podemos reemplazar nuestro len-
Procede del hecho de que usualmente algunos de los principios implicados en guaje ordinario por módulos más acabados de describir y explicar.
la determinación del significado de teorías o puntos de vista más viejos son in- * Las disputas entre reduccionistas y no-reduccionistas se han centra-
consistentes con teorías nuevas o mejores. Esto nos sugiere que es natural re- da en la posibilidad y aceptabilidad de diversas formas de traducción
solver esta contradicción eliminando los incómodos e insatisfactorios principios
de expresiones de los términos de un sistema a los de otro. Pero, a jui-
anteriores y reemplazándolos por principios o teoremas de una teoría más nueva
y mejor. Esto acaba por hacernos ver que este procedimiento nos hará desem- cio de Feyerabend, ésta ha sido una tarea infructuosa y malsana apoya-
bocar también en la eliminación de los viejos significados y, en consecuencia, da en puntos de vista metodológicos y epistemológicos falsos. No hay
en la violación del principio de invariancia del significado ". ninguna razón de peso para pensar que es imposible conseguir una
alternativa radical de nuestro lenguaje ordinario, que nos proporcione
Hasta descripciones tan inocuas como «este líquido tiene una tem- una modalidad más adecuada de entendernos y explicarnos a nosotros
peratura de 50° C», tendrán un significado diferente hechas por un mismos, nuestras «acciones», «intenciones» y «razones». Y podemos
teórico de la mecánica clásica y por otro de la mecánica estadística. estar seguros de que si estas palabras se conservan en la nueva teoría
Más aún, estos dos significados son, estrictamente hablando, incompa- habrán de tener un significado enteramente diferente. En pocas pala-
tibles porque las consideraciones teóricas que entran en la definición bras, para Feyerabend nuestro lenguaje ordinario no es más que una
del significado de temperatura en estas dos teorías son incompatibles. teoría mala a la que él juzga empíricamente inadecuada. Defiende la
Un enunciado como «este liquido tiene una temperatura de 50° C» posibilidad y la necesidad de desarrollar teorías alternativas de nues-
no es un enunciado de observación neutral independiente de las dos
teorías.
80 Feyerabend piensa que esta condición prevalece no sólo en la investigación
78
«Problems of Empiricism», Beyond Edge of Certainty, p. 164. científica, sino en todos los aspectos de la vida. Ver su discusión del papel del
teatro moderno, «The Theatre as an Instrument of the Criticism of Ideologies»,
79
«Explanation, Reduction and Empiricism», Minnesota Studies in the Phi-
losophy of Science, vol. 3, p. 82. Inquiry, 10 (1967).
292 293
Richard J. Bernstein Praxis v acción
tro lenguaje convencional acerca de nosotros mismos y del mundo. de los que cultivan la psicología filosófica, lo único que nos quedaría
Refiriéndose a nuestra «habla común» dice que: sería un análisis de modismos y frases comunes «adaptadas no a los
tal lenguaje está adaptado no a los hechos, sino a las
creencias. Si estas hechos sino a las creencias». No hay nada en el análisis conceptual que
creencias son ampliamente aceptadas; si están íntimamente relacionadas * pueda excluir la posibilidad real de conseguir una teoría radicalmente
los temores y esperanzas de la comunidad en que brotan; si están al
amparo incompatible que reemplazaría nuestros modos presentes de pensar
de instituciones poderosas que las defienden y las refuerzan; si la vida entera ": y de hablar. Para Feyerabend, si a lo que aspiramos es a hacer avanzar
de uno se desarrolla por los cuatro costados de acuerdo —con Alas-- entoncei la investigación y nuestro conocimiento del hombre, entonces debe-
el lenguaje que las representa debe ser mirado como muy afortunado. Al mismo# mos desarrollar alternativas radicales. Feyerabend ha sido criticado
tiempo está meridianamente claro que la cuestión de la verdad de dichas creen- severamente en varios aspectos, sobre todo en su ataque a la «invarian-
cias no ha sido tocada para nada 81.
cia del significado». Para hacer su tesis plausible, Feyerabend necesita
Expresando sus puntos de vista sobre el status de los argumentos desarrollar una teoría que determine los criterios de semejanza y dife-
lingüísticos, Feyerabend dice: rencia del significado. A pesar de que hay hitos y sugerencias, no ha
proporcionado análisis convincentes. Más aún, los críticos han hecho
Pues si mi convicción es correcta, y es en verdad posible desarrollar una notar algunas de las consecuencias paradójicas que se siguen de su
teoría «materialista» de los seres humanos, en ese caso nos veremos forzados posición. Si el significado de los conceptos básicos de teorías diferen-
a abandonar las connotaciones «mentales» de los términos mentales y debe-
remos reemplazarlas por connotaciones físicas. De acuerdo con el punto de vista tes, es tan diverso como él dice, entonces es muy difícil captar el senti-
que vengo defendiendo en el presente estudio, la única manera legítima de cri- do que pueda tener la afirmación de que las teorías son inconsistentes e
ticar tal procedimiento sería criticar primero esta nueva teoría materialista me- incompatibles u. Putnam señala que la estrategia de Feyerabend consis-
diante la demostración de que no concuerda con los datos experimentales y, te en «minimizar y denegar todo lo que la ciencia encierra de adquisi-
a la vez, señalar alguna estructura formal poco aceptable (por ejemplo, haciendo ción acumulativa de conocimiento acerca de la Naturaleza, con el fín
ver que es ad boc). de acrecentar la plausibilidad de su propio y curioso punto de vista,
Espero haber demostrado que los argumentos lingüísticos
opuestos son del todo irrelevantes 82. según el cual todo lo que podemos esperar (si es que, verdaderamente,
esperar tiene algún sentido) es llegar, no a explicaciones correctas de
La importancia de la 'hipótesis del desplazamiento para el análisis fenómenos, sino a explicaciones alternativas por medio de teorías
conceptual de la acción debería estar clara ahora. Si Feyerabend está falsas»". Hasta simpatizantes y admiradores tales como Smart han
en lo cierto, entonces aun si las afirmaciones más pretenciosas de los deseado saber si las diferencias de Feyerabend con la imagen clásica
analistas conceptuales encuentran aceptación, estos analistas, no obs- de la explicación científica son tan dramáticas y extremistas como él
tante, están básicamente equivocados. Puede ser verdad que el con- quiere hacer creer. Si entendemos la descripción de Nagel de la rela-
cepto de acción y demás conceptos afines sean esenciales para nuestra ción entre teorías viejas y teorías nuevas y mejores como aquella se-
manera habitual de pensar acerca de nosotros mismos y de los demás. gún la cual «la corrección aproximada de la vieja teoría puede ser
Puede ser verdad que hayan sido tan fundamentales para nuestras
deducida de una nueva» 85, muchas de las objeciones de Feyerabend
concepciones comunes que no hayan cambiado sustancialmente duran= quedan fuera de órbita.
te toda la historia conocida del género humano. Puede ser verdad que
la «lógica» de nuestro lenguaje sobre la acción sea inconsistente con 83 Para críticas detalladas del punto de vista de Feyerabend, ver Peter Achins-
el discurso científico existente o imaginario. Puede ser verdad que los tein, «On the Meaning of Scientific Terms», Journal of Philosophy, 61 (1964),
analistas conceptuales estén en lo cierto cuando afirman la imposi- Concepts of Science, caps. 3 y 4; Dudley Shapere, «Meaning and Scientific Chan-
bilidad de reducir o traducir conceptos de acción a un lenguaje limi- e», Mind and Cosmos; Hilary Putnam, «How Not to Talk About Meaning»,
tado a las regularidades mecánicas de los movimientos. Pero aun sien- Bdeoston Studies in the Philosophy of Science, vol. 2; ver también las respuestas
Paul Feyerabend, «On the Meaning of Scientific Terms», Journal of Philoso-
do verdad todo esto, aun si aceptamos las afirmaciones más ambiciosas phy, 61 (1964); «Reply to Criticism», Boston Studies in the Philosophy of Scien-
81
«Materialism and the Mind-Body Problem», The Review of Metaphysics, ce, vol. 2.
84 «How Not to Talk About Meaning», Boston Studies in the Philosophy of
17 (1963), 51-52.
ffi «Explanation, Reduction and Empiricism», Minnesota Studies in the Phi- Science, vol. 2, p. 207.
ss «Conflicting Views About Explanation», Boston Studies in the' Philosophy
losophy of Science, vol. 3, p. 91.
of Science, vol. 2, pp. 161 y ss.
294 Richard J. Berns 295
Praxis y acción
Sin embargo, a despecho de la debilidad de la posición de Feyera- s el hombre, qué significa tener intenciones, emociones y malos hu-
bend, pienso que hay algo muy importante y efectivo. Pues Feye e
mores, etc., sin que sus sutiles distinciones conceptuales entren en
rabend desafía las tendencias aprióricas profundas de muchos de los relaciones significativas con las investigaciones de la psicología em-
filósofos del lenguaje ordinario. Previene contra la facilidad verbalista
con que sostiene que algo es una verdad conceptual, a priori y necesá- pírica.
ria. No importa lo básicas, usuales y prácticas que sean muchas de En este aspecto, la conclusión de nuestra discusión de la hipótesis
del desplazamiento armoniza con los resultados obtenidos indepen-
nuestras formas de hablar, ni importa lo inconcebible que pueda pare- dientemente por Charles Taylor. A lo largo de nuestra discusión del
cer la posibilidad de que hubiera cambios de significado y revisiones
del mismo, uno no podría producir ninguna buena razón a priori para status de la acción en la filosofía analítica he expresado mis razones en
contra de la posibilidad de resolver la cuestión de qué dase de criatura
excluir cambios y alteraciones que puedan ser influidos por la inves- es el hombre mediante cualquier argumento a priori. Y he intentado
tigación empírica posterior. De este modo sale al paso de la dicoto- exponer las tendencias apriorísticas tanto de los reduccionistas como
mía entre el análisis conceptual y la investigación empírica, que está de los analistas conceptuales. Aunque Charles Taylor argumenta que
en la entraña de mucha de la filosofía lingüística reciente. las explicaciones teleológicas y mecánicas son tipos opuestos de expli-
No necesitamos negar que hay que hacer una distinción entre el cación, y que el concepto de acción es irreductible al concepto de mo-
análisis conceptual y la investigación empírica, pero estamos al borde vimiento, estas dicotomías conceptuales no zanjan la cuestión de cuá-
mismo del malentendido cuando reificamos esta distinción en una les son o serán los conceptos pertinentes y las explicaciones apropiadas
dicotomía rígida e infranqueable. Ha habido una tendencia desafortu-
de la conducta humana Pero hay un momento crucial en el que
nada en la filosofía lingüística reciente a hacerlo y a detener la inves- Taylor se deja caer en el tipo de pensamiento que está desenmascaran-
tigación en determinado momento con la excusa de que se ha llegado do. Vale la pena que nos concentremos en este punto porque nos pro-
a una «verdad conceptual», así como a quitarse de encima de un plu- porcionará un criterio para evaluar las propuestas y contrapropuestas
mazo las objeciones poniéndoles el rótulo de confusiones conceptuales
o errores categoriales. Este es un ejemplo de lo que Peirce refiere de los reduccionistas y los, antirreduccionistas, y para obtener alguna
perspectiva de la aportación de la filosofía analítica a nuestra com-
como «bloqueo de la marcha de la investigación». Y pienso que los prensión de la acción humana.
teóricos del desplazamiento han tenido éxito en la exposición de la Después de argumentar que un concepto teleológico de acción es
tendencia a resolver las más complejas cuestiones, de una vez por to- esencial para nuestro modo habitual de pensar y de hablar, Charles ►
das, recurriendo a sentencias (defectuosas) a priori. Como dice Rorty, Taylor se pregunta si esto significa que una explicación no teleológica
lo que está confuso no son los enunciados sino la gente. El que una de la conducta humana es imposible. Para muchos de los que cultivan
expresión se desvíe de su forma común y habitual no es razón sufi- la psicología filosófica, la demostración de que dicho concepto es esen-
ciente para condenarla como un sinsentido o error categorial. Más cial para nuestro pensamiento y lenguaje habituales, es suficiente para
aún, lo de menos es lo perplejos que nos dejen las diferencias de una respuesta afirmativa de la cuestión: es imposible dar una explica-
género de los diferentes esquemas conceptuales, pues cada diferencia ción no teleológica de la conducta humana. Sin embargo, Charles
de género «siempre es susceptible de ser mitigada y rebajada a dife- Taylor arguye que extraer tal conclusión sería demasiado apresurado.
rencia de grado por investigaciones empíricas más avanzadas» ". Todo «El hecho de haber establecido una distinción y que se acepte, no im-
esto podría servir a los filósofos lingüistas como prevención contra plica que haya sido entendida en toda su propiedad, ni que los cri-
la manía de «pensar que ellos harían mejor lo que los metafísicos han
hecho mal —esto es, probar la irreductibilidad de las entidades» 87. 88 Para apreciar la sutil posición de Charles Taylor es preciso distinguir dos

Podríamos añadir que los analistas conceptuales, en especial los que diferentes tipos de cuestiones. La primera, respecto a la compatibilidad y la
se interesan por la psicología filosófica, se están engañando a sí mis- reducibilidad de las explicaciones teleológicas y mecanicistas. Charles Taylor argu-
mos si piensan que pueden llegar lejos en la comprensión de lo que menta que en último término son formas «rivales» de explicación. La segunda,
respecto a la posibilidad de concebir que explicaciones teleológicas de la conduc-
ta humana sean desplazadas por explicaciones mecanicistas. Charles Taylor sos-
86
«Mind-Body Identity, Privacy and Categories», The Review of Meta- tiene que tal desplazamiento es posible. Tal desplazamiento traería consigo una
physics, 19 (1965), 51. revisión conceptual y empírica de nuestro sistema conceptual presente. Taylor
87
«Mind-Body Identity, Privacy and Categories», p. 54. ha sido criticado por ambas partes. Ver Denis Noble, «Charles Taylor On the
Teleological Explanations», Analysis, 27 (1967); Joseph Margolis, «Taylor on the
296 Richard J. Bernstei
Praxis y acción 297
terios según los que presumiblemente se ha hecho sean válidos»
Debemos distinguir cuidadosamente el hecho de hacer distinciones propio análisis. Taylor sostiene haber demostrado que el concepto
decisivas del modo cómo las caracterizamos. «Si una explicación sis-, teleológico de la acción es básico par nuestra manera habitual de pen-
temática no teleológica es correcta, habrá de demostrársenos que he- sar, y,' por si fuera poco, que la clase de
descripciones y explicaciones
mos caracterizado mal la distinción entre la acción y la no-acción. ue ofrecemos de nuestras acciones no es reducible o traducible a un
Ello no dependerá de cómo entendemos ahora el papel de la intención, s
istema mecanicista. El aceptar seriamente la posibilidad de que algún
sino90de las leyes por las que se explican diferentes tipos de conduc- día seamos capaces de explicar la conducta humana en términos me-
ta» . La analogía que usa Charles Taylor para aclarar lo que quiere canicistas (que para Taylor es una explicación rival de la teleológica)
decirnos es la distinción aristotélica entre movimiento natural y mo-. significa que podremos descubir que nuestros conceptos actuales de
vimiento violento. acción e intención no tienen aplicación alguna. O, para llevar la cues-
tión a términos ontológicos, descubriríamos que no hay acciones (úni-
De esta manera podemos entender todos la distinción aristotélica entre mo- camente movimientos complejos). Pero si es concebible que podamos
vimiento «natural» y movimiento «violento», y todos admitiremos que las co- llegar a descubrir que en realidad no hay acciones, lo más seguro es
sas distinguidas aquí pertenecen a categorías diferentes, pero esto no significa que nuestras descripciones' y explicaciones actuales de acciones en tér-
que podamos aceptar los criterios según los que presumiblemente fue hecha la
minos de intenciones serían falsas. Cuando extraemos las consecuen-
distinción, que podamos aceptar que es realmente lo «natural» y lo «violento»
lo que está siendo distinguido. Lo que ocurrió aquí es que se hizo de hecho una cias de la posición de Charles Taylor de este modo, nos damos cuenta
distinción, sobre determinados criterios mal caracterizados, y la mala caracte- de por qué los analistas conceptuales han titubeado ante la sugerencia
rización se vinculó a formas profundamente arraigadas de la estructura mental de que alguna vez podamos abandonar la estructura conceptual actual
de hoy 91. en la que la descripción y explicación de acciones son hasta tal punto
esenciales, y adoptar un esquema mecanicista incompatible con los con-
Taylor sugiere que esto es lo que en algún momento puede ocurrir ceptos 'y categorías enraizados tan profundamente en nuestro presen-
con nuestra distinción entre la acción y la no-acción. No es que vaya- te 93; fr
1 0 Pienso que 'se puede ofrecer una lectura más sensible al intento
mos a descubrir que no hay ninguna distinción donde ahora pensa- 1
mos que la hay, y básica, sino que los criterios que la sustentan, así de Taylor —uno de los que militan en contra de la posibilidad de
como la significación que ahora le conferimos pueden alterarse drás- que algún día podamos descubrir que todas nuestras propuestas' acer-
ticamente. En consecuencia, es posible que un día lleguemos a descu- ca de la = acción eran falsas.
brir que nuestra conducta puede ser comprendida por una teoría Consideremos la teoría sartreana de las emociones en contraste
mecanicista a despecho del serio fracaso actual de toda teoría mecani- con el fondo del programa del análisis conceptual. Aun cuando los
cista en lograrlo. Aun si ocurre que este sea el caso, ello no significa que cultivan la psicología filosófica han sido severamente críticos-con
en absoluto que «algún día encontraremos que habíamos estado pro- las filosofías de la mente de tradición empirista y racionalista, sin
firiendo sinsentidos sobre nuestra vida» 92. Sin embargo, Charles Tay- embargo; aceptan la distinción básica entre sufrir o experimentar
lor silencia una consecuencia de sus análisis igualmente paradójica. algo y hacer algo. Tradicionalmente, las pasiones han sido entendi-
Pues si bien cabe que no descubramos absurdos en nuestras expresio- das como algo que un individuo sufre o experimenta no como algo
nes sobre nuestra vida, también cabe que hayamos estado haciendo que elige o hace. Para Sartre, esta dicotomía tradicional es errónea
sobre toda ella afirmaciones equivocadas. Esto está implicado por su y arguye que las pasiones y las emociones son el resultado de una
elección aunque no lo sean de una deliberación voluntaria. No me in-
Reduction of Teleological Laws», y la respuesta de Taylor en Inquiry, 11 (1968); teresa ahora la cuestión de si Sartre está en lo cierto o no, sino úni-
jl Judith J. Thompson hace un comentario sobre «Relations Between Cause and
Action», Proceedings of the Seventh Inter-American Congress of Philosophy. camente la afirmación de que pueda estarlo (lo cual requeriría un
Sobre la cuestión de si es concebible el mecanicismo, ver Norman Malcolm, «Ex- examen detallado del significado de elección, así como un puñado de
plaining Behaviour», The Philosophycal Review, 77 (1968). conceptos implicados en la clarificación de lo que sea elegir y ac-
u Explanation of Behaviour, p. 46. tuar). Excluir la teoría de Sartre porque habitualmente no conside-
90 Explanation of Behaviour, p. 46.
91
Explanation of Behaviour, p. 46.
92
Explanation of Behaviour, p. 100. " Cf. Norman Malcolm, «Conceivability of Mechanism», Philosophycal Re-
view, 77 (1968).
298 Richard J. Bernstein Praxis y acción 299
li

ramos a las pasiones asunto de elección es adoptar una actitud equi- mente podemos caer en la trampa de pensar que hay o debe haber
vocada debida al conservadurismo lingíiístico, ante una alternativa criterios fijos y claramente delimitados que nos podrían permitir
audaz. Una razón por la que podemos estar dispuestos a rechazar de decir que una expresión usada en un contexto determinado tiene
inmediato la teoría de Sartre es nuestro reconocimiento de que hay un significado igual o diferente que cuando es usada en otro con-
1 una profunda diferencia conceptual entre el paradigma de la acción texto y otro sistema de conceptos (y en muchos casos específicos
y el paradigma de la pasión. No es que Sartre niegue esta distinción, existen estos criterios). Pero es una ilusión pensar que siempre hay
sino que dice que los criterios según los que ha sido hecha son erró- criterios que nos permiten distinguir semejanzas y diferencias de
neos. No es el caso que se elijan acciones pero no pasiones. Si su significado. Gran parte del valor de «advertencia» de la posición de
11 •
teoría ha de poseer alguna plausibilidad, no puede explicar de lejos Feyerabend depende de la idea de invariancia del significado que es
el fenómeno de nuestras distinciones conceptuales; debe explicarlas. una caricatura del modo en que nosotros (y la comunidad científica)
Y ciertamente es lo que intenta hacer. hablamos acerca de la semejanza o la diferencia del significado de
No se niega la distinción entre lo que ahora llamamos pasiones nuestros conceptos básicos. Necesitamos ahora recordar algo que
at y acciones; se le restituye su lugar conceptual. Para Sartre, la dis- Wittgensteín señala tan eficazmente en las Investigaciones Filosófi-
tinción no está entre algo elegido y algo no elegido, sino una dis- cas, cuando nos hace ver que existen casos en los que podemos modi-
tinción entre tipos diferentes de elección. Si la teoría de Sartre es ficar los criterios de empleo de una expresión (y adoptar otros nue-
correcta o si una teoría como la de Sartre llega a ser aceptada por vos que pueden ser incompatibles con los anteriores), y aún así con-
su valor explicativo, entonces dispondríamos de un nuevo método tinuamos diciendo que estamos usando la misma expresión. A me-
para caracterizar una distinción básica que hacemos ahora. nudo lo que se necesita es una decisión que nos haga capaces de decir
Quiero recalcar que no estoy defendiendo la corrección de la teo- si estamos usando todavía la misma expresión o la hemos sustituido
ría sartreana. Subsisten cuestiones harto difíciles a las que Sartre no por otra nueva y diferente.
se ha enfrentado satisfactoriamente 94. Pero sí estoy defendiendo la Esta precisión semántica en torno a la semejanza o diferencia de
afirmación de que el que aceptemos o no una teoría como la de significado reviste consecuencias no desdeñables para entender el
Sartre, dependerá de su valor explicativo, lo cual es una cuestión concepto de acción cuando constatamos que' son precisamente los
que no puede ser , decidida exclusivamente por la filosofía del len- nuevos descubrimientos empíricos o los avances teóricos los que
guaje ordinario o análisis conceptual. ¿Qué diríamos si se llega a nos proporcionan las garantías para modificar los criterios concer-
aceptar una teoría como la de Sartre? Podríamos decir que cuando nientes a nuestro lenguaje de acción. Como aclara Rorty en una fra-
previamente caracterizamos la pasión como algo que ocurre pasiva- se ya citada aquí, cualquier diferencia de naturaleza «siempre es sus-
mente a una persona, estábamos profiriendo falsedades. Podríamos
decir, también, con Feyerabend, que el significado de «pasión» en la ceptible de ser mitigada y rebajada a diferencia de grado por una
teoría de Sartre y en la del lenguaje ordinario son incompatibles. investigación empírica más avanzada».
Pero esto sería un modo equivocado de caracterizar lo ocurrido. No Los teóricos del desplazamiento escriben a menudo como si pu-
es que no pudiéramos seguir distinguiendo entre lo que llamamos diéramos despertar algún día y encontrarnos con que no existen «ac-
«pasión» y «acción», lo que ocurriría es que caracterizaríamos la ciones», «razones», «intenciones», «sensaciones», etc., o como si los
distinción de manera distinta. enunciados que hemos estado construyendo al utilizar estos concep-
Lo importante de la ilustración anterior es hacer resaltar una es- tos se tornaran falsos. Cuando la cuestión se plantea en estos térmi-
tructura semántica concerniente a la semejanza y diferencia del sig- nos nos choca como fantástica y absurda. Pero cuando analizamos
nificado y a lo que está implicado en un cambio de significado. La con cuidado lo que quieren decir con tales afirmaciones descubri-
teoría del significado ha constituido uno de los intereses esenciales mos que lo que están haciendo es mucho más modelto pero no me-
de los filósofos analíticos y ciertamente ha representado una de las nos importante. No hay a priori razón alguna para pensar que es
áreas de investigación más intrincadas y confusas. Demasiado fácil- imposible modificar los criterios de empleo de estas importantes ex-
presiones, ni siquiera para desechar algunas de ellas como no dema-
94
Para una crítica de la teoría de las emociones de Sartre, ver Joseph siado claras. Pero cualquier teoría «nueva» o sistema de conceptos
P. Fell, Emotion in the Thought of Sartre, pp. 113 y ss. que se presente como candidato serio al reemplazo debe estar en
300 Richard J. Rematen) praxis y acción 301

condiciones de ofrecer una respuesta satisfactoria a preguntas como de Sartre, esta es una manera dramática y equivocada de hacer co-
«bien, ¿de qué estaba hablando cuando decía que había hecho X r
rectamente que distinciones conceptuales profundamente arraiga-
por las razones siguientes...?». Y, más aún, debemos estar en con- das puedan ser reelaboradas y, modificadas, a la , luz del desafío de
diciones de dar «buenas razones» de por qué el nuevo lenguaje es. . teorías y descubrimientos nuevos.
mejor, más adecuado o más claro. Hay una lección muy provechosa que aprender (otra vez) de los
Ahora podemos terciar en la cuestión entre el análisis concep- pragmatistas con su insistencia en la investigación como un proceso
tual y la hipótesis del desplazamiento. Los analistas conceptuales racional autocorrectivo, su acento en el falibilismo, y su sospecha ge-
han llevado a cabo una tarea muy interesante al llamar nuestra aten- neral de dicotomías ontológicas, epistemológicas y aun lingüísticas.
ción sobre y describir las sutiles distinciones que hacemos y sobre Desde la aparición de la ciencia moderna ha habido filósofos que han
los conceptos que usamos al hablar de las acciones humanas: cuando intentado demarcar nítidamente de una vez por todas la filosofía de
más autoconscientes somos de la naturaleza de los conceptos que las disciplinas científicas. En nuestro propio tiempo esto era refle-
usamos, tanto en mejor posición estamos para entender estos con- jado primero en la aguda distinción entre proposiciones analíticas y
ceptos y el tipo de criatura que los usa. Los analistas conceptuales proposiciones empíricas. A despecho de la actitud crítica de los ana-
han puesto de manifiesto, por otra parte, la inadecuación de los sim- listas conceptuales para con el positivismo lógico, también ellos han
plistas análisis reductivos del lenguaje sobre la acción. He sido todo sido culpables del mismo tipo de proclividad al intentar separar cla-
lo crítico que he podido con los analistas conceptuales, pues han es- ramente el análisis conceptual del análisis empírico. En cierta me-
tado demasiado dispuestos a extraer, sin más ni más, conclusiones dida, esta tendencia no es más que una reacción contra el cientismo,
injustificadas acerca de verdades conceptuales, aprióricas y nece- desde el que se pretende que, «en último término», las cuestiones
sarias. En este aspecto los que abogan por la hipótesis del desplaza- que han preocupado a los filósofos ahora pueden ser resueltas por la
miento han desempeñado un papel extremadamente importante. Es ciencia empírica. La lección que deberíamos extraer de aquí, una lec-
precisamente esta tendencia la que han atacado vehementemente. Y ción que está en primer término de la contribución pragmatista a la
nos han recordado una manía tan vieja como la filosofía misma: •mal- filosofía, es la de que seamos capaces de reconocer diferencias - sin
entender alguna distinción básica haciéndola dicotomía a priori, ca- caer en la trampa de reificar dicotomías, y que la relación entre la
tegorial u ontológica. Los defensores de la hipótesis del desplaza- filosofía y las ciencias es y debe ser dialéctica. Podemos reconocer,
miento (en el mejor de los casos) no condenan el análisis concep- sin que nos dejemos caer en las redes del cientismo, que no hay po-
tual, sino que nos proporcionan un punto de vista para evaluar el sición filosófica que no pueda ser alterada, modificada, o flexibili-
programa del análisis conceptual de la acción. Es una tarea intere- zada a la luz de una investigación científica más profundizada. Esto
sante, necesaria pero no suficiente decirnos cómo son las cosas en no quiere decir en absoluto que la filosofía• deba esperar el desarrollo
realidad, y en especial qué es realmente el hombre. Al llevar a cabo de la ciencia, puesto que ella tiene permanentemente que cumplir
esta tarea, estos filósofos del desplazamiento, especialmente en el la tarea de aclarar el límite entre lo que conocemos y lo que no co-
caso de Feyerabend, han exagerado lo suyo y han echado a andar nocemos, de organizar el panorama del conocimiento humano y de
por un camino equivocado. En parte esto es debido a la defectuosa proveemos de algún camino que nos lleve hasta el «conocimiento
teoría sobre la «invariancia y el cambio del significado». Si caracte- de nuestra propia condición». Esto implica consecuencias relevan-
rizamos la semejanza del significado de tal forma que si se produce tes para el estudio de la acción humana. Como resultado del traba-
algún cambio semántico en los conceptos pertenecientes a teorías jo detallado de los analistas conceptuales nos queda una idea mucho
o descubrimientos empíricos nuevos nos vemos obligados a decir más acabada de lo implicado en la descripción y explicación de la
que ya no estamos barajando los mismos conceptos, en tal caso veni- acción humana, pero deberíamos ser también sensibles a lo mucho
mos a parar a un campo de paradojas disparatadas. Feyerabend e que no comprendemos sobre nosotros mismos como agentes y a lo
incluso Taylor se equivocan al sugerir que algún día podamos llegar mucho que puede contribuir una investigación científica profunda a
a darnos cuenta de que jamás realmente realizamos una acción, o nuestra propia comprensión, de la misma manera que una aproxima-
que no actuamos intencionalmente o que nunca hicimos algo por ción filosófica alternativa puede clarificar la naturaleza, funci
que teníamos buenas razones para ello. Como ilustra el ejemplo contexto de la acción humana. 4

P
302 Richard J. Bernstelii praxis y acción 303

Problemas abiertos tendían haber descubierto han sido criticadas severamente. El re-
rz, sultado de esta tentativa crítica ha consistido en allanar dichas di-
El argumento desarrollado en la Parte IV ha sido lo suficiente',., c
otomías, y poner de manifiesto que las distinciones que hacemos
mente complejo como para justificar el que ahora presentemos su-i son mucho más complejas, sutiles e indeterminadas de lo que origi-
mariamente sus etapas principales. Se comenzó por delinear el para- nalmente se pretendió. En consecuencia, muchas conclusiones gran-
digma reduccionista que impregnó gran parte de la primera filosofíl dilocuentes y trascendentales hechas originariamente por los ana-
analítica. Estos filósofos no sólo creían que algunas formas del aná: listas conceptuales sobre la base de sus magros análisis lingüísticos
lisis reductivo constituían el verdadero método de la filosofía, tamo' se han desinflado.
bién compartían los importantes supuestos aprióricos de que, en La segunda línea de ataque sobre los analistas conceptuales ha
principio, el lenguaje acerca de la acción —o lo que se consideraba venido de los que abogan por la hipótesis del desplazamiento. Fe-
legítimo y significativo en este lenguaje— podía ser reducido a un yerabend parece estar diciendo de los análisis reductivo y conceptual
lenguaje más primitivo. El concepto de acción no era un problema que son una calamidad por partida doble. Ambas aportaciones son
filosófico importante porque estaban convencidos de que se «some. defectuosas y equivocadas. Si queremos que la investigación filosó-
tería» al análisis reductivo. No hubo ningún serio intento de «mirar fica y científica avance, tenemos la obligación permanente de seguir
y ver» si tales reducciones podían o no llevarse a cabo; más bien adelante con teorías nuevas, radicales e incompatibles que desafíen
«daban por sentado» que tal reducción debía ser posible. y sean capaces de desplazar las existentes. Pero en manos de un
Después estuvo en nuestra consideración la reacción dialéctica dialéctico mucho más sutil, como Wilfrid Sellars, podemos apreciar
contra esta posición temprana y se apuntaron las dudas metafilosófi- que la hipótesis del desplazamiento representa un intento dialéctico
cas que surgen por lo que concierne a la posibilidad, necesidad y autoconsciente —que no deja de ser hegeliano en espíritu— de in-
eficacia del análisis reductivo. El desafio al análisis reductivo llegó "A corporar lo que cree ser la «verdad» implícita en aportaciones anti-
mano a mano con el interés creciente por el concepto de acción (y. téticas y de rechazar lo que cree falso 95. Debemos reconocer con
conceptos relacionados). La gramática lógica de estos conceptos su-,, justicia nuestra deuda con los analistas conceptuales por la claridad
girió un estrato lingüístico que no podía ser reducido o traducido que han aportado al hacer patente la complejidad, peculiaridad y
a un lenguaje más- primitivo de corte atomístico y mecanicístico. carácter lógico del modo de concebirse el hombre a sí mismo, y en
Aunque las cuestiones fueron examinadas en principio en términos especial por haber dejado clara la importancia del concepto de per-
lingüísticos, fue posible avizorar cuestiones metafísicas importantes sona como capaz de actos intencionales. También están en lo cierto
latentes en el subsuelo. Si las amplias pretensiones de los analistas al mostrar que el lenguaje acerca de la imagen común del hombre
conceptuales fueran correctas en lo concerniente a la irreductibili- en el mundo no se puede reducir a un lenguaje que no refleje las
dad y. nudearidad del lenguaje de acción, parecería que disponemos estructuras características de dicha imagen. Pero Sellars va más allá
de convincentes razones a priori para sostener que el hombre no es y dice que han exagerado en la derivación de consecuencias onto-
precisamente un mecanismo físico complejo, sino más bien un ser lógicas injustificadas a partir de sus análisis lingüísticos. Han des-
capaz de todo tipo de actividad que no podría ser descrita ni expli- crito las apariencias que hay que «salvar» en cualquier consideración
cada adecuadamente en el lenguaje de las ciencias físicas. adecuada del hombre en el mundo. Pero no han sabido comprender
Los analistas conceptuales, si bien llamaron nuestra atención so- la posibilidad de que surjan instancias críticas que problematicen
bre los cortos alcances del análisis reductivo y pusieron de manifies- globalmente la imagen común del mundo y sugieran que deba ser
to la «falsedad» de sus reducciones simuladas, también ellos fueron reemplazada por una imagen científica más adecuada. Es en este
culpables de reificar distinciones y convertirlas en «verdades a priori punto donde Sellars piensa que los reductivistas lograron intuido-
y necesarias». También creyeron (sin éxito) que hablan resuelto com-
plejas cuestiones sobre la naturaleza y status de la acción mediante " Sellan es uno de los pocos filósofos analíticos que poseen un profundo
conocimiento de la historia de la filosofía y ha utilizado su comprensión de la
un «fíat a priori». tradición filosófica en su creativo filosofar. En especial, Sellars es consciente de la
El apriorismo del análisis conceptual ha sido atacado de dos proximidad de su- acercamiento dialéctico a la concepción de la dialéctica por
formas diferentes. En primer lugar, cada una de las dicotomías ló- parte de Hegel. Ver mi estudio de su filosofía, «Sellars's Vision of Matf-in-the-
gicas o conceptuales más fuertes que los analistas conceptuales pre- Universe», The Review of Metaphysics, 20 (1966).
304 305
Richard J. Bems praxis y acción

nes genuinas. Pues ellos —especialmente el Wittgenstein del sus interreladones con otros. Y lo que es más importante, estamos
tatus— poseían la captación de la estructura formal de que deT pezando a enterarnos de cuestiones que deben ser suscitadas y
em
estar revestido el lenguaje ideal en cuestión. Su error, según Sell que los filósofos analíticos apenas comienzan a plantear. Muchas y
fue pensar que lo primero era empezar por construir o recons diferentes líneas de investigación en la filosofía analítica nos han lle-
un lenguaje así de claro. Esto no es el comienzo, sino el fin dé' vado a la apreciación de cuán profundamente enraizados y condicio-
filosofía, el objetivo por el que lucha. Sellars es particularment se nados por la práctica y por las instituciones sociales están el lengua-
e
sible a la necesidad no precisamente de afirmar la posibilidad 'd je y la acción. Ni siquiera podemos comenzar a entender lo que que-
desplazamiento, sino de elaborar detalladamente la figura a que remos significar con nuestro discurso de acción, a menos que ten-
ría lugar tal punto de vista sinóptico sobre el hombre en el mundo'. gamos en cuenta hasta qué punto las raíces específicas de la acción
Un esquema sinóptico comprehensivo debe ser capaz de integrar 14, tomar cuerpo en la práctica social y en las instituciones que confor-
rasgos de la imagen común que creemos esenciales y peculiares. Urid man nuestras vidas. Esto ha sido un motivo central no solamente en
de los rasgos más importantes es el concebirnos como personas clg la filosofía analítica reciente, sino también en Hegel, Marx y los prag-
paces de acción intencional. matistas. Pero en el pasado los filósofos analíticos no han apurado
Centrada la cuestión en esta perspectiva se disipa un poco lo sus investigaciones sobre los contextos sociales de la acción y de la
«chocante» de la hipótesis del desplazamiento. Lo que en un prin' práctica. No han prestado demasiada atención a la dinámica del cam-
cipio parecía una pretensión extrema, que algún día pudiéram bio social ni a los factores que configuran aquellas prácticas e ins-
descubrir que nunca habíamos realizado una acción —particularm tituciones que son el medio en que se desarrollan nuestras vidas. Ni
te una acción intencional—, porque tales «entidades» no exist han dispensado mucha al problema crucial de cuál debe ser la di-
resulta que encierra un sentido bien diferente. Los filósofos no sól o rección del cambio social. Las tendencias que existieron una vez a
están obligados a ir en pos de un entendimiento más daro y seguro no considerar estas cuestiones como problemas filosóficos legítimos
de la imagen manifiesta, así como de la naturaleza y status de la a no son convincentes por más tiempo. Hay ciertos signos de que los
ción y de las personas que realizan tales acciones, sino que de filósofos entrenados en las técnicas analíticas comienzan a suscitar
estar constantemente abiertos a las formas novedosas e inespera • tales cuestiones, y a ver lo importantes que son para gran número de
según las que la investigación empírica posterior puede alterar y al discusiones dentro de la filosofía analítica misma. Brevemente, algu-
rará nuestra comprensión del status de la imagen manifiesta. nos de los filósofos analíticos más jóvenes están dando a sus inves-
Pero, ¿dónde nos deja esto? Sugerí al comienzo de esta p . tigaciones un sentido histórico, de desarrollo y cambio social del que
con frecuencia ha carecido el trabajo analítico . Es demasiado pronto
96
que únicamente ahora ha llegado a ser una posibilidad real el acer-
camiento entre las investigaciones analíticas y los intereses hegeliá- para decir si esto no es más que un interés pasajero en los albores
nos. Me explicaré. Con el fin de ganar la claridad, rigor y precisió de unos nuevos derroteros en la filosofía analítica. Si esta dirección
que los filósofos analíticos han estimado en tal alto grado, iropusi continúa (y creo que debe hacerlo) los filósofos analíticos podrán des-
ron límites severos entre lo que es y lo que no es asunto propio d
la filosofía y del análisis filosófico. Esto no es menos verdad por Id % Hay que destacar dos artículos recientes como ilustrativos de esta nueva
que concierne al análisis conceptual de lo que es respecto del reduc- perspectiva: Allison Knox, «The Polemics of "Descriptive Meaning"», The
Review of Metaphysics, 24 (1971), y Amelie Rorty, «Naturalism and the24Ideology
tivo. En las primeras etapas de estos dos movimientos existía la of Paradigmatic Moral Disagreements», The Review of Metaphysics,
(1971).
firme convicción de que habían sido acondicionados métodos y téc'-' Ambos artículos tienen que ver con disputas en las discusiones analíticas de la
nicas que pronto acabarían con la filosofía mediante la resolución ó ética. Pero ambos intentan hacer ver que cierta sensibilidad hacia la dinámica
disolución de todas las perplejidades filosóficas. Hoy quedan ya muy del cambio social podría alterar nuestra comprensión y nuestra apreciación de
las cuestiones que dentro de la filosofía analítica desembocan en el concepto de
pocas voces dispuestas a unirse a estas ambiciosas pretensiones. Por acción. Como hice notar más atrás, Jürgen Habermas es un joven filósofo ale-
el contrario, la dialéctica de la filosofía analítica nos ha deparado una mán de la «Escuela de Francfort», de teoría crítica, que ha venido interesándose
sensibilidad renovada hacia la diversidad y complejidad de las cues- cada vez más por la filosofía analítica. La confrontación a que está sometiendo la
tiones filosóficas que es necesario afrontar. En lo que concierne al filosofía alemana con la analítica incide en el centro de conflicto de los proble-
mas del cambio social y del desarrollo histórico que ha sido tan fundamental
concepto de acción, nos estamos dando cuenta de cuán inadecuado para la tradición hegeliana y posthegeliana. Ver la bibliografía de las obras de
es lo que sabemos de la complejidad de este concepto, así como de Habermas.

1
306 Richard J. Bemstein
EPILOGO
cubrir lo mucho que tienen que aprender de la tradición hegeliana
y posthegeliana a las que tanto tiempo han anatematizado.
Quede bien sentado que en los primeros tiempos de la filosofía
analítica Carnap había hablado de la «nueva» orientación como aque
lla «que reconoce los lazos que mantienen a los hombres unidos
al mismo tiempo labora en pro del libre desarrollo del indivi-;
pero 97
duo» . Este tema no ha constituido el interés básico de los filóso-
fos analíticos, pero acaso el terreno está abonado y el tiempo maduro
para que esta cuestión llegue a ser dominante en la investigación
analítica de la acción humana.

Al aproximarnos al final de esta investigación, hemos llegado


solamente a un comienzo. Mi interés primordial ha sido presentar
interpretaciones sinceras y comprensivas, aunque críticas, de las cua-
tro direcciones discutidas: marxismo, existencialismo, pragmatismo y
filosofía analítica. En cada caso he hecho lo posible por «entrar»
dentro de la perspectiva correspondiente y captar con autenticidad
la intuición y características propias de estos diferentes enfoques.
He mantenido que los conceptos de praxis y acción son centrales para
estas posiciones y he intentado examinar cómo han llegado a con-
vertirse en dominantes, qué problemas intentaban resolver, qué as-
pectos fueron enfatizados, y qué ha aportado cada línea de pensa-
miento a la investigación de la actividad humana.
Al principio advertí al lector que sería ingenuo pensar que es
posible alguna síntesis fácil o ecléctica de los diversos puntos de
vista examinados, y espero que ahora exista una apreciación no sólo
de semejanzas y parecidos, sino también de acusadas diferencias. Estoy
convencido de que nuestra comprensión de la praxis y la acción se
acrecienta cuando tomamos en serio cada una de estas direcciones y
tratamos de afrontar los desafíos que nos presentan. Ha llegado el
tiempo para los filósofos de eliminar las anteojeras que les han im-
pedido aprender unos de otros, y de superar el provincialismo que
ha agarrotado la filosofía en el pasado reciente. Soy bien consciente
97
Aufbau, p. 5. de que esta investigación no es más que un prolegómeno de la tarea
de confrontación crítica y síntesis que es preciso que sea hecha. Es
307
UN i 191

308
Richard J. Bernstein, Praxis y acción 309
en este sentido en el que he llegado a un comienzo. Hay un nuevo
talante de apertura y receptividad emergente en la escena filosófica; instituciones —principalmente cuando se entienden en términos de
Creo que el espíritu de apreciación crítica que he intentado impri- economía política— traen la consecuencia no precisamente de libe-
mir a estas investigaciones rar la praxis y crear aquellas condiciones que permitan el disfrute
es compartido por un número creciente
de filósofos jóvenes, lo cual no obsta para que haya muchos desacuer- de una individualidad libre, sino de esclavizar al hombre, de des-
dos profundos con algunas de mis interpretacione humanizarle y alienarle. Una razón por la que creo que Marx es hoy
s y conclusiones, tan vital y relevante, es que esta «paradoja» de la alienación no ha
En tanto que reconozco que el trabajo de confrontación y síntesis
sistemática es un proyecto futuro no sólo por lo soo disminuido en los últimos cien años, y se ha hecho más aguda y refi-
que a mí respecta, nada. Sin cesar aumenta nuestra sensación de que en el desarrollo de
sino de
ción para la comunidad de filósofos interesados en una profundiza-
la actividad humana, quiero ahora pasar una breve revista la tecnología existe casi una lógica demoníaca, una «lógica» que está
a lo que creo ser los logros y limitacione deformando al hombre, incrementando su alienación y su impoten-
posiciones examinadas. s de cada una de las cuatro
cia ante lo que parecen ser fuerzas impersonales. Pocos pensadores
A diferencia de los que ven en el marxismo una suerte de cu- han llegado tan hondo como Marx en la comprensión de cómo este
riosidad histórica, o un movimiento intelectual decimonónico ya cambio en la economía política afecta cualquier dimensión de la vida
«muerto», pienso que la perspectiva marxista —especialment humana —convicciones políticas, creencias religiosas, ideología y, espe-
lo que concierne a la significación e implicaciones de la e en cialmente, las relaciones sociales. Pero la convicción decisiva de Marx
una de las orientaciones más vivas praxis— es desde el principio al fin, es que la situación en que nos encontramos
y poderosas de nuestro tiempo. no es en último término una situación ontológica o existencial de la
Y contra los que piensan que en el marxismo no hay nada que pueda
interesar a un filósofo serio, creo que es relevante para las cuestio- que no existe escape posible. Se trata de un estado de cosas histó-
nes filosóficas más básicas de nuestro tiempo. Los marxistas y crí- rico que, si bien posee su «propia necesidad» es, sin embargo, el
ticos de Marx han prestado enorme atención a la comprensión (y resultado de la actividad humana y puede ser modificado por una
veces, incomprensión) específica de Marx de la dinámica de la so-. a praxis revolucionaria. Cuanto más profundamente penetramos en
ciedad capitalista, su teoría del conflicto de clases, sus ex ec esta situación, tanto más concreta y críticamente entendemos la di-
de revolución y el papel que el proletariado jugaría en ella, ptativas
y la va- námica de nuestra condición histórica, y más nos acercamos a la po-
lidez (o falta de validez) de las supuestas «predicciones» de Marx. sibilidad real de una transformación radical. La razón por la que
Este tipo de investigación es esta comprensión crítica puede ser eficaz es que habla a los deseos
interesante. Marx insistía sin cesar en y - necesidades más profundas del hombre —su búsqueda de libera-
que debemos volver a las «raíces» y a la base de los «hechos brutos»,
y sus teorías e hipótesis deben ser sometidas a las severas pruebas ción y emancipación donde la libertad llega a ser una realidad con-
que él estableció para otras. Pero estoy convencido de que la fatui- creta. No creo que Marx consiguiera nunca la unidad de teoría y
dad con que algunos seguidore de Marx praxis, tema dominante de sus investigaciones. Pero ningún pensa-
que dio en el clavo en s que tanto han insistido en
todos los aspectos fundamentales (si le enten- dor ha puesto ante nuestros ojos tan vívidamente y con tal drama-
demos correctamente), y la verborrea con que algunos críticos de tismo este desafío y esta meta.
Marx le han apartado de una confrontación seria, pueden desviarnos En el corazón del teorizar de Marx late una «antropología radi-
de nuestra comprensión del núcleo del pensamiento de Marx, lo que cal» que persigue allanar las dicotomías que han infectado el pen-
yo he denominado su «antropología radical». Marx tenía una pro- samiento y la vida modernas: la dicotomía entre el «debe» y el «es»,
funda comprensión de las formas por las que el hombre
hace, lo descriptivo y lo prescriptivo, el hecho y el valor. No se trata de
de cómo su praxis es lo que distinciones artificiales introducidas por los filósofos; impregnan y
social conforma y es conformada por el com-
plejo tejido de instituciones y prácticas históricas en cuyo seno él configuran nuestras vidas. Nos sentimos mucho más seguros cuando
funciona y trabaja. Marx nos reveló y centró su atención sobre la tratamos directamente con «hechos», con aquello que podemos des-
«paradoja» de la actividad humana en sus formas sociales. Pues es cribir. Tenemos una incómoda sospecha de que cuando nos volve-
el hombre, o más bien las clases de hombres, las que constantemen- mos hacia cuestiones de valor, sean personales o sociales, nos las
te crean y refuerzan las instituciones sociales que penetran la vida babemos con asuntos que, en último término, son preferencia e in-
humana. Estas son las objetivacione de la clinación personales. Una orientación positiva dominante afecta la
s praxis social. Y aún estas
mayor parte de nuestra vida intelectual y trae la consecuencia de

1 fi
310 praxis y acción 311
Richard J. Berras;
hacer difícil o imposible tratar las vitales cuestiones de elecció e
mpeñado en la autocrítica, no es esta una característica que haya
acción que afrontamos en todo momento. ugado un papel básico en muchos de sus seguidores y discípulos. El
j rxismo ortodoxo ha tendido a convertirse en un sistema cerrado
El «experimento» de Marx es audaz. Vio con entera claridad f ma . f incuestionable. Lo que hasta en Marx falta es la
desastres sociales que se siguen de tal actitud. Y cuán profundatn y en un dognid
te enraizada está en la vida social. Se impuso la tarea de abrir un co
mprensión firme de lo que deben ser las normas de la investigación
perspectiva nueva de la condición humana. Analizando las fornia crítica por las que se puede refinar y corregir continuamente a sí
y las raíces de la explotación y la alienación podríamos descubrir laalk 4 misma. Hasta su propia concepción de la «ciencia» comparte la traza
posibilidades reales para la transformación. Podríamos resolver de la idea decimonónica de la «Wissenschaft» que supuestamente
«paradoja» de la praxis social descubriendo el modo de crear instil pone al descubierto cómo son las cosas con finalidad y necesidad.
tuciones que no nos alienen por más tiempo, sino que fomenten url,=1:. Esta tendencia del pensamiento de Marx puede llevar, y lo ha hecho,
desarrollo racional, libre y creativo de los individuos. a convertir al marxismo en una forma de dogmatismo absoluto que.
Marx mismo fue'>4 acarrea consecuencias desastrosas para la vida politica e intelectual.
consciente de que el pensar de esta manera acerca del hombre y de. Más aún, sabemos que la meta avizorada por Marx es una socie-
la sociedad, en la que el fin o telos es la emancipación humana, afecta
todas las dimensiones de lo que el hombre es y puede ser. Marx, se' dad comunista o humanista en la que el individuo puede verdadera-
puede decir, acuñó un paradigma nuevo para describir, entender y, mente gozar de su libertad y en la que su praxis llegue a ser una
eventualmente, modificar cualitativamente la vida humana. Se trata expresión de esta libertad en vez del proceso por el que se aliena a
de un paradigma configurado por su comprensión profunda de la na= sí misma. Sabemos también que Marx fue cada vez más escéptico y
turaleza, la dinámica y las consecuencias posibles de la actividad'' suspicaz respecto a cualquier programa o ideología que prometiera la
humana —la praxis. salvación individual sin una transformación radical de las institucio-
En mi discusión de Marx, hice la observación, nes y prácticas sociales. Pero también aquí la delicada tensión y equi-
de que reconocer lo que él creyó llevar a cabo, y captar lo esencial':- librio tan característicos de Marx, a duras penas han sido mantenidos
de su proyecto no es aún pronunciarse sobre su éxito o fracaso.'
viabilidad de la aproximación a la vida humana entera desde la pers- U' por muchos que se consideran seguidores suyos. Existe siempre el pe-
3
pectiva de la praxis
social es todavía una cuestión abierta que exige' ,
' ligro de que perdamos de vista el fin de la «praxis revolucionaria»
desarrollos y aclaraciones más profundizadas. Pero estoy convencido' —la creación de una sociedad en la que se dé un desarrollo totalmente
de que en la raíz del reciente interés internacional por Marx y el creativo y racional de la individualidad humana. Existe también el
marxismo está la atracción de este paradigma que nos provee de una peligro de que en nombre de la libertad humana traicionemos esta
perspectiva para comprender y llegar hasta la entraña de los conflic- . verdadera libertad. Estas no son posibilidades «abstractas», es lo que
tos e irracionalidades de la vida contemporánea. ha ocurrido en la historia de nuestro tiempo con aquellos que citan a
Debería estar claro que no veo en el marxismo una ideología, un Marx como su «autoridad». Lo que es tan atractivo en el marxismo
dogma, un credo religioso secular, un sistema cerrado ni una «cien es precisamente lo que le hace tan peligroso: su exigencia de totali-
d ; dad. La crítica implacable de todas las instituciones existentes no se
a del hombre» acabada. Pienso que los que lo hacen están per- hace en nombre de la libertad económica o política, sino de la total
diendo lo que para el propio Marx era lo más vital, su llamamiento
a una crítica incesante. Más bien yo entiendo el marxismo como una emancipación humana en cuyo seno habrá de tener lugar la creación
orientación básica, como un modo de plantear cuestiones nuevas, histórica de una nueva sociedad y de un hombre nuevo. El marxismo
como un foco de intuiciones que agudizan nuestra sensibilidad ante promete no precisamente una mejora de las injusticias manifiestas,
los conflictos y contradicciones inherentes a la sociedad existente, y sino la erradicación de la explotación social y de la alienación. Muchos
como una fuente de profundos y turbadores desafíos. Al decir esto, críticos han señalado la instancia mesiánica y salvífica que recorre el
lo que quiero enfatizar es la apertura del marxismo y postular la ne- pensamiento de Marx. Nosotros sabemos que esto debe ser cualifica-
cesidad de «ir realmente más allá» de Marx mismo. do a la luz del vigoroso realismo de Marx. Pero pienso que no puede
Al mismo tiempo que apreciamos en lo que vale lo que todavía negarse que el poder de evocación del marxismo reside en que habla
está «vivo» en la orientación marxista, debemos ser muy escrupu- a los hombres de aquello que tan desesperadamente quieren creer.
losamente cuidadosos con sus limitaciones. A pesar de que he insis- Marx funde temas básicos para toda la tradición de la civilización
tido en todo momento en que el mismo Marx estuvo constantemente Occidental. Explícita o implícitamente nos habla de los sueños y es-
312
,, praxis y acción 313
Richard J. 13ern.stk'''
peranzas perennes del hombre occidental —de que conquistará dales. Al leer a Kierkegaard y a Sartre, nos damos cuenta de que estos
libertad, de que se remontará por encima de la alienación que ha i hombres nos están hablando como ningún otro pensador lo había he-
para él una calamidad, de que logrará una emancipación ,G., completa cho. Han sabído aprehender para nosotros la hondura y el sentido de
y nos dice que todo esto no sólo es una posibilidad histórica la conciencia desgraciada, característica de grandes sectores de la vida
sino una que es inminente. Nos dice también que esta emancipació real,
contemporánea. Nos han hecho aguda y dolorosamente conscientes
no será conquistada por la fe, sino por el conocimient de la libertad que nos es propia y de lo que significa elegirse uno a
-
-un conocimiento científico que no está ya divorciad o cient
sino que se convierte en guía de la o de la práctica;
sí mismo. Y nos invitan a actuar, y a comprometernos y empeñarnos
esperanzas praxis. Esta ha sido otra de lal,,, con autenticidad y apasionamiento interior. En el meollo de la refle-
más acariciadas por el hombre, el que la libertad puede ser xión existencial está siempre la congoja del existente humano indivi-
alcanzada mediante el conocimiento. Marx no nos está diciend dual. Los existencialistas han apreciado cuán fácil es perder la visión
camente que éste es un ideal o III=
o norma viable, sino que la propia conyi, ''. de uno mismo y cómo muchas fuerzas intelectuales y sociales con-
prensión
el de la historia del hombre pone de manifiesto que éste el
fin o Lelos temporáneas nos tientan a olvidar o reprimir la existencia individual.
de la historia (o más bien de la prehistoria). No importa '41 Sabemos que, «en principio», el hegelianismo y el marxismo están
saber que para muchos el marxismo ha llegado a convertirse en interesados en la completa realiza
c ión del individuo y que para ambas
fe y una doctrina a seguir por «auténticos creyentes». Pero una vez ,.. orientaciones existe una armonía o unidad última entre el individuo
hecha esta transición,
ser verdad una vez que hemos creído que el marximo
porque queremo y lo universal. Pero los existencialistas han sido cautelosos ante esta
s debe síntesis por la facilidad con que llega a convertirse en un «postulado
que lo sea, lo hemos convertido en una'
fe secular que fácilmente puede ser usada por todos para justificar el lunático» o en una forma de mala fe. Han sugerido y argumentado
asesinato en masa y la esclavitud humana. De este modo el marxismo que aunque el deseo más profundo del hombre es lograr la unidad
se convierte en su opuesto dialéctico
; ya no servirá más como uña del «para-sí-en-sí», el alcanzar la plenitud y totalidad finales es un
orientación para guiar el libre desarrollo de la ideal imposible. Nos han dicho que el hombre debe tener el coraje
praxis, sino como doc:',
trina de represión. El marxismo (al menos el marxismo de Marx y la honradeZ de aceptar que ésta es la situación humana. En fin de
debe ser pensado como un gran );
una perspectiva experimento, el intento de cuentas,'no podemos contar con doctrina alguna, fe, sentido o valor
u orientación nueva para entender llar que esté «fuera de» nosotros mismos a la hora de decidir y elegir lo
que se centra en la praxis al hombrdeesarro
, aquella
como la clave de dicho entendimiento. Vistn; que vanos a haCer o llegar a ser. Somos llevados al reconocimiento
así el marxismo exige desarrollos y críticas más profundos. Es más de que la libertad humana, la acción y la capacidad de decisión no
susceptible de evaluación por las cuestione
s que fuerza a plantear que tienen fundamento alguno fuera de nosotros mismos.
por las soluciones «definitivas» que aporta. Ha cambiado nuestra Creo que los existencialistas han poseído una profunda intuición
concepción del hombre como un agente humano, y su promesa de ma- ' sobre muchas fuerzas intelectuales y sociales que conspiran contra la
yor profundización de nuestra comprensión de la autoconciencia de nuestra libertad e intimidad. En parte es ésta la
cumplida o acabada. praxis aún no está, :
Mi actitud hacia el existencialismo —
y base de su acusación contra la filosofía tradicional especialmente con-
particularmente el lugar pro- tra los hegelianos. Pero han sido agudamente conscientes de cómo las
minente que asigna a la libertad individual, la elección, el compromiso formas de vida social, ya sea el Estado, la Iglesia, el Partido o la Clase
y la acción como esencia de la autenticidad— es am conspiran para los mismos resultados. Cuando Kierkegaard dirige su
na otra orientación filosófica
ha contribuido tantobivalente. Ningu- polémica contra la Iglesia contemporánea o Sartre ataca al marxismo
prensión y apreciación de la fragilidad de la intimidad a nuestra
humana.com- Los
pensadores existenciales «ortodoxo» por reificar las categorías sociales, lo que están defendien-
mascarar las formas han sido inexorables y brillantes en desen- do es la unicidad y la autonomía del existente individual —un exis-
sutiles de autoengañarno tente individual que nunca debe ser «mediado» o absorbido en una
s, de intentar rehuir nues-
tra libertad y de buscar un punto de apoyo fuera de nosotros mismos. «síntesis superior». Las fuerzas y tentaciones que nos llevan al olvido
En sus investigaciones fenomenológica
s de nuestra vida interior han de lo que significa ser tal individuo cada vez están siendo más abun-
sacado a la luz formas de desesperación y angustia que experimentan dantes, perniciosas y pervertidoras al ritmo que la sociedad tecnoló-
los hombres. Gran parte de la filosofía de la mente y de la Psicología gica avanzada continúa su camino de «progreso». La tentación de ol-
filosófica tradicionales palidece ante la riqueza de los análisis existen- vidar lo que significa ser un existente individual no sólo se manifiesta
praxis y acción 315
314 Richard J. Bernste

en los paladines de este «progreso», sino también en muchos de los individualidad, está condenada al fracaso. La libertad humana (como
Sartre mismo lo ha recalcado recientemente) no tiene sentido alguno
que se consideran a sí mismos sus enemigos encarnizados. Somos capa.,,
a menos que captemos las formas concretas en que nuestra libertad
ces de crear una saciedad de la que ya no quede cualquier tipo k, está limitada por otros hombres. El proyecto del último Sartre de
autenticidad o interioridad apasionada y los existencialistas son pro: ,y efectuar una síntesis del existencialismo y el marxismo es importante.
fundamente conscientes de esta posibilidad. A la postre, se afirman' Mi acusación es que Sartre no fue radical hasta lo hondo en el sentido
como una negación, un rechazo a fomentar la reducción del hombre marxista en su retorno a las «raíces». Le faltó la aportación de una
al mundo de los objetos. antropología radical» que hubiera integrado plenamente el frágil
Lo que encuentro penoso en el existencialismo es la lógica de su «
quilibrio entre las formas y la dinámica de la praxis social y la libertad
dialéctica —el solipsismo existencial, y el nihilismo que le amenaza. e
actividades individuales que están en el centro del pensamiento exis-
y
Este nihilismo puede socavar precisamente aquello que con tanto dra-
matismo habían creído necesario subrayar. Como he sugerido ya, creo ten al-ando
tu nos volvemos a los pragmatistas, inicialmente nos senti-
que Kierkegaard vio esto y que aquí está la clave para entender la mos sorprendidos por la diferencia de talante, énfasis e intereses. En
morbidez, oscura desesperación y angustia de las últimas notas de su Peirce o en Dewey no hay nada que se pueda comparar a los finos
diario. Y Sartre si bien ha reconocido a veces que esto es a donde análisis de la intimidad humana ni al acento que en ella han puesto
le ha llevado su antigua ontología fenomenológica, ha procurado desesj los existencialistas. Fueron suspicaces respecto a las tendencias «sub-
peradamente evitar esta «conclusión». Pues si el nihilismo es el «capí- jetivistas» que matizan gran parte del pensamiento existencialista, y
tulo final» de la dialéctica existencialista, entonces estaría fuera dé que, según ellos, están en el fundamento mismo de gran parte de la
lugar pensar que la existencia auténtica o la vida interior son algo filosofía moderna. Lo que en ellos ha desempeñado un papel mucho
mejor, más valioso y más deseable que la vida de indiferencia y mala más importante que en Marx o los existencialistas es una apreciación
fe. Podemos consolarnos pensando que en fin de cuentas está dentro clara de y una sensibilidad grande para la naturaleza y significación
de nuestro poder el elegir lo que vayamos a ser, pero esto es bastante de la investigación científica. Pero son inexorablemente críticos con la
poco si las elecciones últimas, decisiones y acciones carecen de funda- .1, forma de entender la investigación por parte de la filosofía tradicional.
mento o justificación alguna. Los partidarios del racionalismo y del empirismo no sólo han fracasa-
No creo que el nihilismo que amenaza socavar al existendalismó do en su comprensión de la quintaesencia de la investigación científi-
sea una conclusión «accidental» o «incidental» de la dialéctica exis- ca, este fracaso ha echado a perder sus consecuencias para las doctrinas
tencial --una conclusión que puede ser convenientemente evitada metafísicas y epistemológicas de estas posiciones. Fue el «espíritu
sin alterar «esencialmente» la perspectiva existencial. Se puede ras- experimental» de la ciencia lo que ganó un lugar fundamental entre
trear hasta las mismas «raíces» de esta dialéctica. Si, por ejemplo, los pragmatistas, la ciencia como búsqueda, como proceso incesante,
aceptamos los análisis ontológicos de Sartre del «en-sí» y el «para-sí» crítico y autocorrectivo. La imagen del hombre que emerge del punto
entonces no veo la manera de escapar al nihilismo; se sigue directa- de vista de los pragmatistas es la de un artesano, como un activo cons-
mente de estos análisis. Esto es por lo que debemos volver a los «orí- tructor que avanza nuevas hipótesis, que las pone a prueba incansable-
genes», algo que Sartre dice haber hecho en sus últimos escritos, mente, abierto siempre a críticas ulteriores, y que se reconstruye a
aunque no creo que lo haya hecho realmente (o, cuando menos, no lo sí mismo y a su medio ambiente. La práctica y la actividad informada
ha hecho con éxito). Pienso, sin embargo, que Sartre ha desplegado por la razón y la inteligencia se sitúan en el centro de su visión del
una perspicaz penetración en su intento de retornar a Marx (y, a hombre en el universo, y, como Marx y Hegel, saben apreciar la natu-
través de Marx, a Hegel) en su intento de huir de este callejón sin raleza esencialmente social de esta práctica y actividad. Hemos visto
salida. Pues lo que se exige es repensar y reconsiderar qué significa en nuestra discusión del pragmatismo que esta nueva manera de en-
ser hombre y, específicamente, qué hay implicado en la praxis huma- tender al hombre exige una revisión total de la dinámica de los pro-
na. Necesitamos incorporar la intuición hegeliana y marxista de que blemas filosóficos —incluyendo el llamamiento a los fundamentos y
hay formas históricas por las que puede ser «mediatizado» el existente los orígenes para asegurar nuestro conocimiento, el papel del «mito
individual, de que hay formas de explotación y de alienación que pue- de lo dado», el análisis de la percepción, el conocimiento, los univer-
den ser superadas. Marx, pero más aún Hegel, vio que cualquier dia- sales y hasta el significado mismo de «realidad». Peirce fue consciente
léctica del existente individual que cercena el carácter social de su
316 Richard J. Bemstein Praxis y acción 317

de la tarea de reconstrucción que requiere el desarrollo de una orienta. Creo que los pragmatistas se nos presentan con un correctivo gra-
ción filosófica que, al mismo tiempo, capte y refleje el «hábito exp¿.. vemente necesario para los extremismos que amenazan tanto al mar-
rimental de la mente». El efecto de esta reconstrucción a la que a xismo como al existenci.lismo. Marx postuló una crítica constante e
dedicó su vida intelectual, fue una revolución en nuestra concepción inexorable. Pero creo que él no siempre llegó "a apreciar las normas
de lo que es y debe ser la investigación —que ha tenido gran eco / de la investigación crítica. Si la crítica no ha de degenerar en invectiva
experimentado enorme desarrollo en la filosofía contemporánea de la y dogmatismo (como ha ocurrido con algunos de sus seguidores), en-
ciencia y en la filosofía analítica. El ideal de una comunidad crítica tonces se requiere tomar muy en serio lo que los pragmatistas nos
de investigadores encierra consecuencias significativas para la com- han estado diciendo. Ninguna posición o punto de vista detenta un do-
prensión de la actividad humana. Si nos hemos de aproximar a esta minio «exclusivo» sobre la verdad. La crítica requiere la apertura y
comunidad es imprescindible que desarrollemos en nosotros y en los discusión mutua, que son fundamentales en la concepción pragmatista
demás hábitos críticos y módulos racionales de conducta mediante los de una comunidad de investigadores. Creo también, que si Marx hu-
que podemos prefigurar una racionalidad concreta. Tomar en serio a biera llegado a una apreciación más profunda de este tema central, y
los pragmatistas significa purgarnos de la exigencia de certeza absoluta que si hubiera roto más radicalmente con la concepción común en la
para nuestras vidas intelectuales y morales. Significa echar por la bor- Alemania del siglo xix del conocimiento y de la ciencia como capaces
da el absolutismo .y el dogmatismo en sus formas burdas o refinadas. de descubrir de una vez la naturaleza de las cosas tal cual son, se
La alternativa que nos presentan los pragmatistas no es la de la deses- hubiera podido proteger a sí mismo contra algunos abusos y crímenes
peración o el escepticismo. Existe, más bien, el claro imperativo de n'o cometidos en su nombre.
bloquear jamás la marcha de la investigación; reconocer que cualquiera Asimismo una orientación existencialista está necesitada de una
de nuestras creencias, no importa lo entrañables y básicas que parei- comprensión sana de lo que han dicho los pragmatistas. Ciertamente
can ser, están abiertas (y, ciertamente, la requieren) a una crítica más es verdad que los pragmatistas han ignorado virtualmente la vida in-
profunda. Si queremos asegurar y fundamentar nuestras pretensiones terior que siempre fue el centro de atención de la reflexión existen-
cognoscitivas no lo haremos buscando fundamentos y orígenes absolu- cial. Y no es menos verdad que esta insensibilidad ha degenerado en
tos, sino cultivando aquellos hábitos y formas de conducta que fo- - menosprecio de una dimensión vital de la libertad y la capacidad de
menten el espíritu crítico. Dewey fue particularmente sensible a las elección y decisión. Pero el peligro del existencialismo está en ence-
consecuencias sociales y morales de esta nueva manera de entender la rrarse en un subjetivismo que llega a convertirse en solipsista y nihilis-
investigación crítica. Si el ideal de Peirce no ha de quedar en puro ta. Poco importa lo que se enfatice la interioridad, la desesperación y la
ideal, si queremos realizarlo, debemos comenzar por reconstruir nues- angustia que el hombre experimenta, si esto no agota la riqueza de la
tras instituciones sociales, pero sobre todo las educativas. El pueblo experiencia humana. El hombre vive en un mundo social y natural
no puede llegar a ser efectivamente racional con meras recomendacio- como los mismos existencialistas han señalado. Pero su actitud pri-
nes o sólo leyendo libros. Todas las instituciones sociales tienen con- maria hacia estas dimensiones de la vida humana ha consistido en pre-
secuencias educativas buenas o malas. De nada vale el «apoyo verbal» sentar al hombre rodeado de tentaciones y amenazas —porque está
al ideal de la inteligencia crítica si no se convierte en una realidad viva constantemente en peligro de olvidar que es un existente individual.
de nuestras propias vidas. Para Dewey, lo que hemos aprendido acerca No han prestado la debida atención a las oportunidades que ofrece el
de la investigación crítica, no es moral o socialmente neutral. Exige la ambiente social y natural del hombre. Si la «libertad», la «capacidad
creación de una comunidad, en la que sean compartidos los valores de elección» y la «acción» no han de convertirse en entidades vacías;
de apertura e imparcialidad, el coraje y voluntad de transformar si no hemos de dejarnos caer en la trampa que supone para la indivi-
nuestras mentes a la luz de la crítica ulterior. También requiere el dualidad humana el aislarse de toda determinación concreta, entonces
cultivo de la imaginación que no esté limitada a lo que ya ha pasado, cualquier consideración adecuada de la actividad humana debe incor-
sino que sea capaz de proyectar hipótesis y alternativas nuevas, y el porar las dimensiones sociales concretas de la práctica y de la con-
reconocimiento de que únicamente mediante una crítica mutua podre- ducta que tanta importancia tienen para los pragmatistas.
mos hacer avanzar nuestro conocimiento y reconstrucción de la expe- Los filósofos analíticos se han enorgullecido frecuentemente de
riencia humana de modo que llegue a consolidarse como significativo, haber llevado a cabo la revolución más dramática de la historia de la
más libre, y estéticamente coherente. filosofía. El «giro lingüístico» nos ha sido presentado como la «solu-
I
318 Richard J. Bernstein Praxis y acción 319

ción final» del problema del método filosófico. Una vez que ha sido consecuencia, cuando los filósofos analíticos volvieron su atención al
adoptado este método se supone que está a nuestro alcance el resolver estudio de la acción humana, su objetivo primario no fue cambiar la
o disolver todos los ,problemas y perplejidades «filosóficas». Pero acción humana, sino más bien comprender el concepto de acción, las
curiosamente si se mira este movimiento con perspectiva histórica formas en que está íntimamente vinculado con otros conceptos y de
resulta ser el movimiento más apegado a la tradición de las cuatro po- qué manera puede o no ser reducido a otras formas más básicas de
siciones que hemos examinado. Hemos visto que el marxismo, el discurso. No veo razón alguna para denigrar estos intereses. He afir-
existencialismo y el pragmatismo han intentado —aunque por cami- mado que siguiendo la compleja dialéctica de la filosofía analítica se
nos diferentes— «ir más allá» de Hegel. Todos intentan centrar su ha abierto para nosotros una comprensión más fina y clara del status
atención en la actividad humana y sus entornos. Pero el fin o telos y de las ramificaciones del concepto de acción. Los filósofos analíticos
de estos movimientos no ha sido precisamente una comprensión teó- nos han hecho ver lo falaz y especioso de los intentos simplistas de
rica de la praxis, y de la acción, sino más bien una forma de la activi- reducir el concepto de acción a un esquema conceptual atomista y
dad misma. mecanicista más básico, con mucho más cuidado y rigor del que fueron
Podemos retornar a nuestro propio punto de partida. El fin o capaces otros intentos a lo largo de la historia de la filosofía. Los ana-
telos de las disciplinas prácticas o praxis, según Aristóteles, no es el listas conceptuales nos han hecho ver las deficiencias de las teorías tra-
conocimiento teorético (aunque tal conocimiento sea importante para dicionales de la mente al ofrecer un análisis y una comprensión ade-
las disciplinas prácticas). Es más bien un tipo característico de activi- cuados del concepto de acción (y los conceptos relacionados). Han
dad. Para Aristóteles, la Etica y la Política no son metaética o meta- ejercido una función terepéutica al recordarnos que al hablar acerca
política, es decir, el estudio descriptivo de cómo se conducen los hom- de acciones, al explicarlas, al justificar una acción concreta, etc., ope-
bres en su vida moral y política, así como de los tipos de razonamiento ramos en un estrato lingüístico que posee una «gramática lógica»
que emplean para llegar a sus posiciones politicas o morales. El telos distinta. Ninguna teoría filosófica o científica nos puede proporcionar
de las disciplinas prácticas consiste en cambiar nuestras formas de ac- una visión adecuada de la acción si ignora o es insensible a la «gramá-
tividad y dirigirlas a una situación lo más próxima posible al ideal tica lógica» del concepto de acción. He sido crítico tanto con el análi-
pleno de libre actividad humana. Sin embargo, para Aristóteles sub- sis seductivo como con el conceptual por el apriorismo que rezuman
siste aún una aguda, distinción entre las disciplinas prácticas y teóricas, ambos movimientos —por sus intentos de resolver cuestiones com-
y la filosofía en tanto que estudio de los primeros principios es una plejas mediante un: fíat a priori. Un examen atento de estos dos inten-
disciplina y no práctica. Sirviéndonos del paradigma aristotélico de la tos revela que han incurrido en el mismo pecado de que ellos habían
praxis, podemos decir que el marxismo, el existencialismo y el prag- acusado a la filosofía tradicional, extraer consecuencias ontológicas
matismo, por caminos enteramente diferentes representan el intento y metafísicas injustificadas de sus análisis lingüísticos. Esto es por lo
de hacer extensivo este paradigma a toda la esfera de la vida cognitiva que a pesar del exceso de entusiasmo de los partidarios de la hipótesis
o práctica del hombre. No es ;únicamente Marx quien piensa que el del desplazamiento creo que representan un sano desarrollo dentro de
quid del entender no está precisamente en «interpretar» sino en la filosofía analítica. En el mejor de los casos, ellos han hecho una
«cambiar»; esta orientación básica es compartida por existencialistas llamada de atención contra la ligereza de recurrir a soluciones a priori
y pragmatistas. Desde luego que esto no aminora sus diferencias res- para problemas filosóficos y humanos complejos, y han brindado a
pecto a qué debe ser cambiado, cómo debe serlo, y por qué el cambio la filosofía analítica una apreciación del principio pragmatista de que
es de importancia tan vital. cualquier creencia, categoría o esquema conceptual está sujeto a re-
En el sentido anterior la filosofía analítica no representa un in- visión y crítica más profundas en el desarrollo de la investigación
tento de «ir más allá» de Hegel ni de reorientar la filosofía hacia una incesante.
«filosofía práctica» que, como prodamaba Cieszkowski en la década Lo que encuentro más objetable en la filosofía analítica no es pre-
de 1840, habría de ejercer «una influencia directa sobre la vida social cisamente lo que hacen los filósofos analíticos —he insistido ya sobre
y desarrollar el futuro en el reino de la actividad concreta». Irónica- su importancia—, sino la ideología que ha rodeado a este movimiento.
mente, a despecho del desprecio y la baja estima que muchos filóso- En los primeros tiempos de los análisis reduccionista y conceptual,
fos analíticos tenían por Hegel, están de acuerdo con él en que el obje- existía una convicción absoluta de que por «vez primera» los filósofos
to primario de la filosofía es describir y comprender lo que es. En habían dado con el método y enfoque correctos para resolver o disol-
320 Praxis y acción 321
Richard J. Bernstein

ver todos los problemas filosóficos. Ambas posiciones mantuvieron filósofos analíticos, así como de que dichos problemas y cuestiones
la promesa de que en poco tiempo la tarea de la filosofía se habría están estrechamente relacionados con los que tratan los otros movi-
acabado y de que ello habría sido debido a su manera de filosofar. mientos que hemos examinado. Hasta hay signos de que algunos filóso-
Ya hemos visto lo huecas que eran estas «promesas». Si bien sería fos analíticos más jóvenes se están haciendo escépticos respecto al
difícil encontrar muchos de estos «entusiastas» a nuestro alrededor, la supuesto de que el asunto exclusivo de la filosofía es describir, y
ideología perdura, y aún quedan filósofos analíticos en activo que piensan que tal vez la filosofía, una vez más (auxiliada por el esmero
están convencidos de que su tarea primordial consiste en aclarar las y el refinamiento de las técnicas analíticas) puede reafirmar el ideal
confusiones y embrollos de los otros. Es de suponer que si esta tarea de ser una guía crítica para el desarrollo de la praxis. Es demasiado
se lleva a cabo del todo ya no quedará nada que hacer a los filósofos. pronto para decidir si estas tendencias nuevas son los signos de de-
Los primeros partidarios de la filosofía analítica sostenían (como rroteros inéditos o sólo una moda pasajera. Pero sí creo que la filosa
lo hizo Carnap) que el nuevo espíritu y el nuevo intento tendría re- fía analítica afronta actualmente una decisión crucial. Puede autoasfi-
percusiones dramáticas para todo tipo de actividades humanas. En la xiarse bajo el peso de su propia exigencia de una creciente maestría
medida en que lleguemos a ser más lúcidos sobre lo que en realidad técnica y de su tendencia a hacerse escolástica en el peor sentido del
conocemos y podemos conocer, y sobre lo que es únicamente pseudo- término. Pero también puede salir rejuvenecida y vivificarse en su
conocimiento; cuáles son las fronteras entre lo significativo y lo absur- enfrentamiento con los «problemas del hombre» siempre presentes.
do; cuáles son los modos de hablar claro y embrollado, entonces sería- Puede ampliar sus horizontes y convertirse en una orientación crítica
mos capaces verosímilmente de vivir vidas mejores no oscurecidas en el desarrollo de la praxis.
por las supersticiones y las falsas creencias. Pero lo cierto es que este A lo largo de esta investigación he procurado cortar un poco las
objetivo ha jugado un papel insignificante en el desarrollo de la filo- alas a un ligero optimismo. Sé que hay muchos —dentro y fuera del
sofía analítica. La filosofía analítica ha tendido a hacerse cada vez más campo de la filosofía— que desesperan del panorama filosófico que
profesional, más técnica y más alejada de los intereses humanos. La nos rodea. Están abrumados por lo que se les parece como el caos
filosofía analítica está amenazada de un escolasticismo en el que los y la cháchara de voces de la comunidad filosófica. Son los filósofos
filósofos ya sólo son capaces de hablar con otros filósofos entrenados que piensan que la filosofía ya no puede ofrecer por más tiempo (si es
en la misma escuela. Hay algunos que no están preocupados por esta que alguna vez lo hizo) nada vital a nuestro conocimiento del hombre
tendencia y toman este derrotero olímpicamente. Puede ser que la y a la dirección que hay que imprimir a la actividad individual y so-
filosofía pueda contribuir muy poco a nuestro conocimiento de la vida cial para hacerla más libre, creativa y humana. Pero abrigo la espe-
humana, pero en fin de cuentas (se excusan) estaremos seguros «por ranza de que este libro, en alguna medida, pone de manifiesto que no
fin» de lo que se puede y no se puede hacer en filosofía, en cuyo caso existe una causa suficiente para esta desesperación. Las perennes cues-
rehuiremos el «amateurismo» y los falsos principios tan característicos tiones de la filosofía están encaminadas por derroteros nuevos e im-
de la filosofía tradicional. previstos a reafirmarse a sí mismas cuando parecen más moribundas.
Afortunadamente, existen tendencias opuestas. Hay algunos filó- Las viejas y nuevas cuestiones de cuál es la naturaleza del hombre y
sofos analíticos, como Wilfred Sellars, que tienen la sabiduría de reco- de su actividad y cuáles las direcciones seguidas en esta actividad es-
nocer que entre la filosofía analítica y la filosofía tradicional hay tán, una vez más, siendo reafirmadas como cuestiones primordiales
mucho más en común de lo que ha sido aceptado por muchos filósofos para los hombres reflexivos.
analíticos, y de que en realidad la filosofía analitica todavía tiene mu-
cho que aprender de esta tradición. Y, aún más, que es importante
reafirmar desde puntos de vista renovados el intento perenne de la
filosofía de lograr una visión sinóptica del hombre en el universo. Hay
muchos filósofos analíticos que se sienten incómodos ante el provincia-
lismo y el exclusivismo de tantos ambientes analíticos. Están empezan-
do a reconocer que la dialéctica propia de la filosofía analítica, particu-
larmente con el reciente interés por la acción, nos está llevando a cues-
tiones y problemas que jamás habían sido tomados en serio por los
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Achinstein, Peter, 293 n. Clímacus, Johannes, 110, 112-26, 129-


Adorno, Theodor, 91 132, 148, 168-70
Althusser, Louis, 55 n. como humorista, 130
Allison, Henry, 131 n. (Véase Kierkegaard)
Anaxágoras, 30-1 Cohen Morris, R., 207
Anderson, Thomas C., 163 n. Copérnico, 254
Anscombe, G. E. M., 21
Anti-Clímacus, 111-13, 115 (véase
Kierkegaard) Darwin, Charles, 180
Arendt, Hannah, 10 n. Davidson, Donald, 284 n., 286
Aristóteles, 9-10, 18, 22, 30, 46, 82, Descartes, René, 17, 21, 43, 84, 210,
183, 220, 225, 262, 271-72, 286, 318 212
Austin, J. L., 264
Avineri, Shlomo, 50, 59 n., 69 n., Dewey, John, 14, 21, 23-4, 29 n.,
76 n. 179-80, 187, 207-34, 315
Ayer, A. J., 251-52 y Hegel, 175-80
y Marx, 92-4, 180
Dove, Kenley R., 37 n.
Bauer, Bruno, 66 n.
Bergson, Henry, 187, 215
Berkeley, Bishop, 214 Einstein, Albert, 290
Berlin, Isaiah, 48 Engels, Friedrich, 28
Bloch, Ernst, 91 Epictetus, 99
Brokmeyer, Henry Conrad, " 177
Feuerbach, Ludwig, 21, 28, 49, 52,
Camus, Albert, 163 55, 57, 62, 67-8, 79-80
Carnap, Rudolf, 244-51, 253-54, 259, Feyerabend, Paul K., 181; 183 n.,
287, 320 285, 286 n., 287 n., 289-93, 298-300,
Cieszkowski, A. V., 11, 13, 318 303
335
336 Indice de autores Indice de autores 337

Fichte, J. G., 55 Kierkegaard, Soren, 20, 23, 29 n., 96, praxis como actividad humana y Quine, W. V. 0., 181, 183 n.
Freud, Sigmund, 42 100 n., 140, 168, 170-71, 173, 189, alienación, 55-65
314 sobre la praxis como fuerza de tra-
Cristianismo, 169-70 bajo, 68-79 Ramsey, F. P., 259
Galileo, 254 Hegel, 111-13, 115-16, 118, 120- de la crítica radical a la praxis re- Rorty, Amelie, 181 n., 305 n.
Gramsci, Antonio, 91 121, 122 n., 125-27 volucionaria, 65-8 Rorty, Richard, 185 n., 191 n., 184 n.,
sobre la comunicación indirecta, reviviscencia de, 89-92 261 n., 285, 287 n., 294, 299
128-33, 166, 170 sobre el ser genérico y alienación, Royce, Josiah, 178 n.
Habernos, Jürgen, 13 n., 19 n., 91, sobre capacidad de decisión interior 78-90 Ruge, Arnold, 49, 62, 64
305 n. y acción, 126-29 tesis sobre Feuerbach, 21, 25-8, Russell, Bertrand, 237-38, 245, 251,
Hampshire, Stuart, 19 n., 181, 214, nihilismo, 165-67 67, 79-80 259
220 el poeta y el filósofo, 107-12 Mead, George H., 23
Harris, Willam T., 177 y pragmatismo, 233 Melden, A. I., 271, 277-80
Harrmann, Klaus, 143 el problema del seudónimo, 128- Mészáros, Istán, 60 n., 62 n., 69 n. Sartre, Jean Paul, 12, 23, 29 n., 42,
Hegel, G. W. F., 20, 22-3, 28-9, 47, 133 Merleau-Ponty, Maurice, 91, 162 n., 60 n., 135, 171, 173, 189, 233, 314-
315, 318 Sartre, 134-35, 148 275 315
filosofía analítica, 236-39, 244 n., conciencia infeliz, 103, 105, 128, Moore, G. E., 237-38 sobre la mala fe, 105, 157-64
289 n., 305 168 Morris, G. S., 178, 207 ser-para-sí, 144-49
uso de la dialéctica, 167 Wittgenstein, 238 la conciencia como acción, 149-56
cuestiones editoriales, 31 n. (Véanse Anti-Clímacus; Johannes críticas a, 166-71
Kierkegaard, 111-13, 115-21, 124- Clímacus) Nagel, Ernst, 181 Hegel, 135, 139, 142, 164, 167
125, 130-31, 167, 170 Kolve, Alexandre, 42, 47 n. Newton, Isaac, 254, 290 marxismo, 91-2
Marx, 48-51, 53-5, 60, 66-9, 71, 74, Kolakowski, Leszek, 85-6 Nicolaus, Martin, 70 n., 72 n. sobre las consecuencias nihilistas,
78-9, 81-6 Kuhn, Thomas, 178, 256 Nietzsche, Friedrich, 23, 42 16466
significado de Espíritu, 28-9, 48 teoría de las emociones, 297-98,
filosofía política, 52, 67 301
pragmatismo, 174-80, 186 n. Lichtheim, George, 70 n., 76 n., 164 n. Pasmare, John, 240, 242, 248, 254, conciencia infeliz, 96-7, 105, 107,
Sartre, 135, 139-42, 143 n., 144-47, Lobkowicz, Nicholas, 9, 82, 82 n., 84. 269 134-35
149, 164, 167, 170 Locke, John, 188 Peirce, Charles Sanders, 20-1, 23, Schopenhauer, Arthur, 238
sobre la conciencia infeliz, 96-101, 24 n., 92, 177-78, 212, 294, 315-16 Scotus, Duns, 191, 203
103-107, 146 Louch, A. R., 279, 279 n., 280 Sellars, Wilfrid, 85 n., 181, 183 n.,
Lukacs, George, 85, 91 acción y conducta, 191-94
Heidegger, Martin, 23, 135, 142, filosofía analítica, 232 191 n., 195 n., 200 n., 247 n., 257 n.,
146 n. categorías, 185-90 273, 285, 286 n., 303, 320
Hericlito, 137 defensa del pragmaticismo, 181-82 Smart, J. J. C., 285, 293
Hobbes, Thomas, 265, 277 McIntyre, Alaisdair, 19 n. Sócrates, 31, 108
MacKey, Louis, 107 n., 110, 120, Dewey, 207-209, 218, 224-25
Holland, R. F., 265 existencialismo, 189, 233, 315 Strauss, D. F., 80
Horkheimer, Max, 91 125 n., 131 n. Strawon, P. F., 260-61, 262 n., 263,
McLellan, David., 49 n., 70 n. ataque a la «metáfora de los fun-
Hull, Clark L., 253-54, 257, 259, 267, damentos», 182-83 285
281 Marcuse, Herbert, 70 n., 91 hegelianismo, 173
Hume, David, 17, 30, 46, 84, 101, Marx, Karl, 12, 20-1, 23 sobre investigación como proceso
213-14, 237, 259, 262, 269 alienación, paradoja, 308-10 social autocorrector, 183-84 Taylor, Charles, 19 n., 273-79, 286,
Husserl, Edmund, 17, 23, 135, 142, filosofía analítica, 93-5 sobre las normas, 198-207 295-97, 300
146 n., 175 n. «joven» versus «maduro», 67-8, sobre el control racional y la críti- Taylor, Richard, 271, 273
69 n., 70, 72 n. ca, 194-98 Thompson, Josiah, 108 n., 120 n.
existencialismo, 91, 135 Peters, R. S., 265, 267-71, 277-78, 280
James, William, 23, 174, 177-78, Hegel, 29, 36, 40, 42, 46, 48, 96, Platón, 46, 137, 201
199 n,. 207, 212, 215, 233, 237 103, 135, 140, 173, 305, 313, 315, Püggler, Otto, 31 n. Whitehead, Alfred North, 23, 91,
318 Popper, Karl, 181, 183 n., 195 n., 187, 215
materialismo, 43, 46 198, 285 Wittgenstein, Ludwig, 20-1, 109, 165-
Kant, Immanuel, 17, 39, 46, 84-5, sobre objetivación y alienación, 58- Proudhon, Fierre J., 75 167, 201, 238, 242 n., 251-52, 258.
174, 177, 201, 215, 236, 239, 262, 59 Putnam, Hilsry, 293 264, 299, 304
286 sobre filosofía, 47-8
Kaufmann, Walter, 29 n. pragmatismo, 92-3, 226, 234-35, 317
Kepler, Johannes, 254 praxis, origen de la, 48-55, 57, 60
339
INDICE DE MATERIAS Indice de materias

y ser genérico, 78-88 Cartesianismo, 20-1, 206, 282


y conciencia infeliz, 102, 156-57 Causa, 271-72
Alma alienada, 124, 168 eficiente, 271-72
Amo y • esclavo, 40-2, 167 concepción mecánica de la, 268
dialéctica del, 98 Causalidad, 269-70
(Véanse también Señorío y Servi- en Hume, 271
dumbre) mecánica, 281
Amor, 61, 133 Ciencia, 84, 200, 202, 206, 208, 224,
Análisis 226, 234, 241-42, 250, 259
conceptual, 261, 281, 284-85, 292, normativa, 197, 202, 259
294, 297, 300, 302-303, 319 unidad de la, 257
reductivo, 262, 281, 283-84, 286, Cientismo, 301
302, 319 Círculo de Viena, 237, 244, 244 n.
Angustia (Angoisse), 147, 151, 156, (véase Positivistas)
168 Clase, 50, 60 n., 81
Antropología universal, 50
radical, 75, 88, 90, 308-309, 315 trabajadora, 62
A priorismo, 302 Comedia, 118, 130
Arbeit, 72 n. Comportamiento, 156, 241, 295
Arbeitskraft, 72 n. (Véase fuerza de Comunicación, 109, 129, 236
trabajo) indirecta, 133
Artesano, 225 Comunidad, 178 n., 184, 197, 204,
Aufhebung,, 44-7, 54, 57 206, 209, 232, 316
Aufgehoben, 32, 35-6, 39, 58, 62-3, Comunismo, 83
Absoluta, Paradoja, 115 pensamiento y, 260 67, 74, 76, 78, 96, 98, 103, 105, Conciencia, 34, 86, 233
Absoluto, 136, 145 117, 121, 124, 133, 140, 189 y alienación, 168
Abstracto y juicios prácticos, 221-23 y angustia, 156
y secundariedad, 187, 191 Autenticidad, 151, 158 n., 159, 162,
ser, 139 169-70 ' • dependiente, ' 98 -
entidades, 194 n. Actividad, 142, 160, 237, 252 desarrollo de la, 32, 170
y conducta, 191 Autocerteza, 39,.97
lenguaje, 105 dialéctica de la, . 98 existencia y, 123-24
como creativa, 171
posibilidad, 127-28 Autoconciencia (Selbstbewusstsein), y elección, 151-53
razón como, 31-2 y erperiencia, 211, 214
del Geist, 56 39-42, 97, 98, 102-103, 106, 112, como para-sí, 145, 148
Absurdo, el, 115, 150, 232 123, 127, 141, 144-46, 150, 156, 168 formas de, 97, 99, 101, 104, 140,
Acción, 16, 23, 91, 97, 124, 126, 135, inteligente, 209, 217, 234
práctico-crítica, 68 Autocontrol, 196-97 175
144, 171, 173, 231, 307 y praxis, 57
sensorial-humana, 55, 57 Autocrítica, 197
en la filosofía analítica, 236-306 reforma de la, 62
passim compartida, 171 Autodecepción, 168
Autocomprensión, 159 de la secundariedad, 188
bruta, 791 como terciaridad, 190
Acto, 150, 152, 145-55 Autoeducación, 227 de pecado, 125
en la historia, 44 etapas de la, 37, 39, 102-103, 170
fe cristiana, 132 de conciencia, 153 Autoidentidad, 143, 146-47, 157
Conciencia (en la Fenomenología de
y conducta, 191-98, 204 intencional, 153 Hegel), 96-107
como hic et nunc, 191 voluntario, 249 Bauhaus, 245 Conciencia infeliz, 42, 96, 96-107
definidora del individuo humano Actuación (véanse Acción; Actividad) Begriff, 37, 136 (véase Concepto) passim, 116-17, 120, 124-25, 127,
162 Agente-paciente, 231 Behaviorismo, 171, 252, 275 132-35, 140, 146, 157, 168, 313
informada, 234 Alienación, 54, 70, 90, 113, 168, 171, dialéctica de la, 96-104
lenguaje de la, 234 n., 302 233 Conducta, 190-96, 198, 204
y movimiento, 190 Cambio, 73, 81
en el capitalismo, 74, 76, 80 Capacidad de decisión, 123-24, 126- ciencia de la humana, 232, 278
en la elección apasionada, 126-27 del hombre, 52 Conocimiento, 189, 200, 214, 225,
en el pragmatismo, 181, 193, 208 27, 131
significado en Marx, 60-3, 65 Capital, 60 n., 78 242
en Sartre, 149, 151, 154-55, 157, corno objetivación, 58-61 absoluto, 37
• 159, 161, 169 Capital, El, 28, 69 n., 70-4, 76-7, 81,
«paradoja» de la, 309 83 concepción de Carnap del, 248-50
en la escuela, 229 y praxis, 55 concepción contemplativa del, 21-2
contexto social de la, 305 Capitalismo, 28, 55, 62, 68, 71, 74-
y religión, 65 75, 77, 83, 92 empírico, 252
pensamiento corno género de, 199 como autoalienación, 58, 140
338
340 341
Indice de materias Indice de materias
y experiencia, 210 Determinación, 136-37, 141 como conciencia infeliz, 133
y fe, 113 Empiristas, 189, 288
del yo, 141 Entiiusserung, 60 véanse «Venida a la existencia»,
falibilidad del, 183 Devenir, 137-38, 141 Existencialismo y F.yisteorialistas
fundamentación del, 182, 195 233, Dialéctica: de la filosofía analítica, Entendimiento, 38, 38 n., 65, 67,
231, 234 Existencial:
251 238-39 dialéctica, 127, 132, 314
inmediato, 38, 182 Endremdung, 58, 59 n., 60; véase
del ser y la nada, 134 Alienación . posibilidades, - 122-25, 127, 131,
intuitivo, 183 133, 168, 170
legítimo, 182 uso de Climaco de la, 179 Epistemología, 38. n., 83, 85, 205-06,
y Dewey, 179-80 224 problema, 127, 129
nueva aproximación al, 182 existencial, 123, 125, 127, 132 Existencialismo, 16-7, 21, 36, 60,
orígenes del, 206 Eros, 46 34, 152, 163-64, 171, 189, 201,
del Geist, 52 Error categorial, 57
y cualidad, 186 significado en Hegel de la, 34, 42 Escepticismo, 42, 100, 102-05 236, 312, 315, 317
y modelo reduccionista, 259 uso hegeliano de la, 137, 140, 144, Escuela, 227, 229, 234 Existencialistas, 189, 214, 232, 313-
«tipo más rico de», 97 166-67 «Escuela de Francfort», 91 314
teoría del espectador, 294 Esencia, 44, 79, 87, 114, 117, 148, Experiencia, 191, 194-96
teórico, 67 de Kierkegaard y Sartre, 167, 170
entre Marx y Dewey, 924 150 constituye compulsión, 188
como terciaridad, 187 de la autocerteza, 98 conexiones y relaciones dentro de
Concrección equivocada, falacia de la, Dicotomía «es-debe», 82, 84, 86-8 Especie, 79
Específico, ser, 54-5, 58, 78-81 la, 215
81 fase consumatoria de la, 215, 218-
Consistencia, condición de, 289 idealista-materialista, 43, 45 «Espectador», punto de vista del,
Ding-an-sich, 85 182 219
Construcciones: lógicas, 245 y democracia, 229, 234
Contenido y forma, 44 Dios, 29, 80, 125, 128, 132-34, 141, Espíritu, como acción, 36
145 etapas. educacionales del, 37 ' reconstrucción de Dewey de la,
Contradicción, 38, 52, 54, 66-7, 102- 207-220 passim, 225, 229
103, 105, 124, 310 Dualismo experimental, 315-16
cartesiano, 43 científico, 179-80 se impone al hombre, 188
Control, 204 no cognoscitiva, 210
Cosa, 192 de la mente y el cuerpo, 212 en lucha consigo mismo, 34
«nuevo», 282 mundo, 44, 100 Expliccaión, 276, 278, 280, 287, 293
Cosificación, 40, 58, 99 mundo histórico, 124 causal, 267-70, 278
Creación, 140-41, 203 Economía, 70, 75, 78 mecánica, 278, 295, 295 n.
Cristianismo, 64, 104, 125, 131, 170 Economía política, 50, 55, 61, 66, véase Geist
66 n., 67, 70, 72, 74, 82, 87-8, 92 Esquema categorial, 185,' 205 moral, 279-81
Cristiano, 130-31, 140 irreductible conceptualmente, 254 de razón, 270, 277, 284 n.
Criterios, 298-99 Educación, 219, 228-29 teleológica, 276, 281, 295
Crítica, 173, 200, 312, 317 función de, .230 Estado democrático, 64, 234
Estética, 215, 219, 225, 227, 234 Explotación, 74
de Hegel, 55, 67 filosofía de la, 27 Externalización, 60
de la filosofía, 67 progresiva, 228 como ciencia normativa, 198, 200,
202 Facticidad, 44, 100, 146-48, 150,
de la economía política, 55, 67, 74 Eficacia causal, 272 Estímulo y respuesta, 218 163, 189
y control, 200 Eleáticos, 138 Esto/lo otro, 122, 122 n. Falibilismo, 301
de la crítica, 231, 234 Elección, 132-33, 146, 169 Faneroscopia, 185
Estoicismo, 42, 99-100, 102-05
presupone un ideal, 202 y conciencia, 150 Eternidad, 132, 134 Fe, 113, 128, 131, 169-70
radical, 235 dilemas de la, 171 Etica, 166, 192, 197, 200-02, 208, salto de la, 131
racional, 183 y emociones y pasiones, 147, 151- Fedro, 46
implacable, 634, 66, 90 220
157 de la intención, 126 Fénix, 34, 36
arma de los intelectuales, 64 gradación de la, 152 Existencia, 119, 121-22, 124, 127, Fenomenalismo, 38 n
Cualidad, 186-87, 203 y situaciones indeterminadas, 221 131, 153-54, 161, 173 epistemológico, 176
Dasein (ser determinado), 138-39 imposibilidad de rehuir la, 166 Fenomenología, 83, 171, 185-86, 212,
Decisión, 126, 152, 201-202 y elección, 153, 156
inteligente, 220 dilemas implicados en la, 171 280 n.
existencial, 131 injustificable, 158-61 y esencia, 147, 150 Fenomenología del Espíritu, 15, 33,
interior, 126 Elegir, 129, 150, 152, 168, 220, 232- 37-9, 42-3, 53, 71, 96-8, 100, 104,
Democracia, 208, 229 del Geist, 117
233 fundamentalidad de nuestra, 164 106, 117, 175
Descripción fenomenológica, 157 Emancipación, 93, 311; véase Liber- individual, 205 Fetichismo, 71, 73
intencional, 275 tad. sentido ordinario de la, 123 Filosofía, 45-6, 67, 108, 133, 180,
Deseo, 99, 103 Emociones, 126, 147, 152, 155, 201, significado en Peirce de la, 186- 184-85, 226-27, 230, 239, 245
Desesperación, 112, 125, 127, 132-33, 297; véase Pasiones 187, 189 académica, 177
158, 161, 168-69 Empirismo, 188-89, 210, 213, 215- la secundariedad como, 188 americana, 176-77
«camino real» de la, 103, 167 216, 236-37, 246 amenazas a la existencia humana, ética y legal, 201
Deshumanización, 58, 81 lógico, 176 171 europea, 236
342 Indice de materias 343
Indice de materias
alemana, 178, 244 n. como razón, 107
historia de la, 137, 208, 231, 242, Inmediatez absoluta, 125
autoalienación del, 52 cualitativa, 218 condición de un existente individual,
255 etapas del, 100
como interpretación del mundo, 47 Inteligencia 122
telos del, 78 afrontar nuestra propia, 129
lingüística, 294 Gestalt, 99 creativa, 93, 209, 226, 229-30
del lenguaje ordinario, 256 233-34 rehuir la, 157
Giro lingüístico, 255, 317 Interpretación y apreciación, 289 existencial, 156
pluralismo de la, 17-9, 22 Griegos, 64
postcartesiana, 225 Intención, 273-75, 297, 299 y Geist, 33, 52
Gründrisse der Kritik der politischen Intenciones, 36 de los individuos humanos sensi-
postkantiana, 84, 220 ókonomie, 60 n., 69 n., 74, 76
especulativa, 130, 237 modelo intencional, 267 bles, 68
tradicional, 178, 216, 237, 243, Interacciones, 217 en una sociedad humanista, 140
262 Interioridad, 109-10, 120, 126-27, en Kierkegaard, 110, 116
Hábito, 191-95, 204 129, 131, 133, 170, 233, 312-13, el hombre condenado a, 151
occidental, 168, 187, 209 Hecho, 223, 231, 251-52
occidental, reacción contra la, 187 315, 317 negativa, 101-102
Hegelianismo, 49, 54, 173-74, 177- Intuicionismo, 21, 195 radical, 147-48, 168
Filosofía analítica, 16-8, 24, 38, 57, 178, 178 n., 180, 207, 236, 313 y reconocimiento, 99
176, 319-20 Hegeliano(a) Invariación del significado
condición de, 290, 293, 298-300 significado en Sartre de la, 158-62,
el concepto de acción en la, 236- dialéctica, 125, 303 n. 170
306 passim Investigación, 180-81, 198, 208
influencia en América, 176, 207 bloquear la marcha de la, 294, 316 impulso del yo a realizar la, 97
dialéctica de la, 238-39, 319 orientación, 173 del esclavo, 40
y existencialismo, 171 normas críticas de la, 183, 200,
orígenes del pensamiento de De- y conciencia estoica, 9, 102
y marxismo, 94-5 wey, 176 311
como una función dentro de la ex- como transición de la posibilidad a
y problemas prácticos, 94, 231 sistema, 167 periencia, 210, 212, 217 la realidad, 114, 119
y Peirce, 190, 205 tentación, 128 el hombre como un agente crítico List der Vernunft, 33
y pragmatismo, 230-33, 316 tradición, 239, 306 Lógica, 140-41, 195
Hombre activo en la, 206
Filosofía contemporánea, 22, 96, 118, y la reconstrucción de la experien- punto de vista hegeliano sobre la,
182, 209-10, 213, 220, 242 como ser activo, 92, 119 cia; 220 135-36
Filosofía griega, 29, 36, 46, 208, 225 como agente, 214, 220 científica, 225, 229, 2560, 256-57, como ciencia normativa, 195-201,
Filósofos: punto de vista aristotélico sobre 263, 315 259
americanos, 174 el, 82 como proceso autocorrectivo, 183- punto de vista de Peirce sobre la,
anglo-sajones, 201 como artesano, 315 184 174, 185-86
medievales, 208 como su propia acción, 36 teoría de la, 207, 209, 226, 232, filosofía a través de la lógica for-
Freudismo, 171 como investigador, 184, 196 235 mal, 208
Fuerza de trabajo (Arbeitskraft), 58- como productor, 58 y asertibilidad garantizada, 224 Logos, 23, 33, 46, 75
59, 72 n. 75 ciencia del, 281
Fundamentación, 182 imagen científica del, 263
Fundamento y existencia, 44 Humanismo, 93 Juicio Mala fe (La mauvaise foi), 102, 105,
Fürsichsein, 43, 139 n.; véase Ser- crítico, 195 134, 148, 151, 157-70 passim
para-sí práctico, 221-23, 226, 231 Marxismo, 16, 236, 308, 310-11, 313,
Geist, 28-48, 55, 81, 145 Idea, 137, 223, 234 teorético, 223 317-18
y actividad del, 35, 53 Ideal de la vida, 199 y existencialismo, 134 n., 163
desarrollo del, 33-4, 52, 58 Idealidad, 43, 139-40, 144 Lebensformen, 212 como ideología para el totalitaris-
dialéctica del, 124, 127 Idealismo, 43, 46, 55, 57, 86, 107, Lebenswelt, 83, 172, 212 mo represivo, 171
esencia del, 115, 117 139, 208, 238 Lenguaje Marxistas, 126, 163, 168, 170, 233,
como eterno, 36 absoluto, 174, 178 n., 237 teórico, 288 313
libertad del, 68 Identidad y diferencia, 44 observacional, 288 Materia, 44
y la humanidad, 79 Ideología, 163, 170, 245, 277, 319 Ley y forma, 44
crítica de Marx del, 52 económica, 71, 78 Materialismo, 43, 46, 53, 55, 57, 219
interpretación marxista de la, 65, mecanicista, 219
mito del, 54 71 mecánica, 278
y naturaleza, 86 Ilusiones, 157 teleológica, 278 teleológico, 56
negatividad del, 36 Imagen Leyes económicas, 71, 78 Materialista, 243, 256-57
se objetiva a sí mismo, 57 Liberalismo, 92 Mecanicismo, 56, 253, 283
manifiesta, 257-58, 286, 304 físico complejo, 243 •
praxis como trnasformación dialéc- científica, 257-58 reformistas, 92
tica del, 63, 96 Indiferencia, 314 Libertad, 39-40, 64, 112, 127, 133, Mercancía, 73, 81
149, 154-55, 311, 313, 317 Metafísica, 237, 262-63, 284-85
344 Indice de materias 345
Indice de materias
Método transformativo, 52 Ontológica social, 74, 127, 171, 308, 310, 315 Reductibilidad, 291
Mismidad, 110, 112 y teoría, 48, 225 Reflexión, 123, 134-35
Mistificación, 52, 71, 78 investigación en Sartre, 146, 157- doble, 133
166, 169-70 primariedad, 185-87, 190, 218
Mito de lo dado, 21, 85 Principio ontogenético, 37 Reflexiva, lucidez, 160, 169
Ontológico, argumento, 117 Reglas condicionales, 190
Modelo hipotético-deductivo, 280 Organismo, 179 Producción, 39, 61, 73-5, 78, 173
«Monismo del universo en bloque», Otro, 40, 43-4, 97, 165 asiático modo de, 69 n., 75, 76 n. Regularidad, tesis de la, 202, 272,
174 Oxford, 261 Producción mercantil, 77 274
Movimiento y acción, 190, 269-70, Programa de Gotha, 66 Regulativo, principio, 202
280 Proletariado, 50-1, 51 n., 68 Reino de los fines, 39
Movimientos indeterminados, 267 Propiedad privada, 51 Religión, 53-4, 62, 64-5, 90, 166
Paradigma, 242, 247 Revolución, 262
Muerte, 35, 40, 132, 147 Paradoja absoluta, 115 Proposiciones
Mundo analíticas, 252 en Alemania, 64
Pasado, 216 científica, 256
más allá del, 166 Pasiones, 44, 46, 67, 123-24, 127, sintéticas, 252
y emociones, 152 Providencia divina, 29, 32 Revolucionaria, praxis, 28
133, 151, 153, 166, 206, 298 (véase Revolucionarios, líderes, 62
interpretación del, 170 Emociones) Proyecto, 148-49, 155
límites del, 252 Pecado, 113, 125 Psicología filosófica, 171, 240, 255,
manipulación del, 214 Pensamiento, 101, 124, 130, 179, 189, 264-65, 269, 283, 287, 294, 297 Sabiduría, 33
lugar del hombre en el, 181 195-96, 200, 216 216 Salvación, 140, 169
modificar la configuración del, 150 y ser, 119, 136, 181 Secundariedad, 185, 187-91, 193
Pensamiento alemán, 236 Racionalidad como conducta autocon- Sensación, 214
Percepción, 38, 102, 188, 195, 214 Sensible, certeza, 38, 38 n., 107, 117,
Nada, 135-38, 142-44, 149-50, 155, trolada, 196
166, 169-70 teorías empíricas de la, 214 167
Racionalidad concreta, 203-04, 206, Señorío 4
Personalidad estética, 98 y servidumbre, 39-42, 96,
Y mala fe, 161, 164 Platonismo, 194 n. 233 104. Véase Amo y esclavo
y ser, 135 Plusvalía, 72 n., 73, 77 Racionalismo, 181-82, 198, 210, 236
Racionalistas, 258 Ser:
elección fundada en, 157, 160, 169 Posibilidad, 113-14, 117, 119, 124, en Hegel y Sartre, 145-52, 157-62,
conciencia como, 142 126-27, 134, 140, 148, 155, 160 Radical, pensamiento, 235 166
y libertad, 160 Positivismo, 176, 194, 201, 237, 247 Radicalismo, 93 modos de, 154
Naturaleza, 31-2, 58, 79, 84, 86, 219 lógico, 238, 252 Razón, 118, 121, 124 y la nada, 134-44
dominio sobre la, 63 Positivistas, 176, 244 n., 253, 259, desarrollo de la, 32, 203 Ser determinado (Dasein), 138
Naturalismo, 219 288 esencia de la, 203 Ser-en-sí, 43, 139, 141-44, 146-47,
Necesidad, 112-15, 117, 119, 122, y experiencia, 217 149, 151, 157-59, 164
124, 127, 140 «Postulado lunático», 124, 128
Potencial, 27 y fe, 113 Ser-para-sí, 43, 139-41, 143-44, 146-
Negación, 40, 98, 136, 138, 203, 314 Potencialidad, 34, 82, 84 hegeliana, 121 151, 157-59, 164
Negatités, 142 idea de la pura, 201 Seudónimo, 108-09, 113, 120, 122 n.,
Negatividad, 63, 139-42 Pragmaticismo, 174, 181, 193-94
Pragmaticistas, 181 inteligencia, 228 125, 128-29, 133-34, 148, 170
Nihilismo, 164, 314 Pragmatismo, 16, 23, 92-3, 171, 173- crítica de Marx a la, 52 Sí mismo, 97-8, 104-05, 111-12, 146,
Norma, 83, 190, 197, 200-201, 217, 235 passim, 236, 301, 305, 315, 317 y noüs, 29, 31, 46 150-51, 202
235, 267 Praxis, 16, 23, 53, 72, 77-9, 82, 87, primacía de la práctica, 200 Sistema, 48, 51, 67, 119, 135-36, 173
«Nosotros» filosófico, 37, 39, 168 90-1, 95, 173, 180, 206, 307, 311- como transición de la posibilidad constructivo, 245-50, 260
fur uns, 100 312, 318, 321 a la realidad, 115 conceptuaal cartesiano, 182-83
Noás, 29-31, 46 y capitalismo, 74 y conciencia infeliz, 105, 107, 112 Situaciones experienciales, teoría de
punto de vista aristotélico sobre el, y Geist, 79, 96 trabajo de la, 115 de Dewey de las, 216, 219, 228
29 historia de la, 79 Real, 184 Social, reconstrucción, 208, 230
como actividad y alienación huma- Realidad, 145, 170-71, 174, 179, 185, Socialismo, 83
Objetivación, 54, 57-8, 63 (véase na, 55-65, 72 196-97, 225 Socialistas «utópicos», 63
y actividades cognoscitivas del hom- Realismo, 194, 194 n. Sociedad, burguesa capitalista, 73
Alienación) bre, 85 comunista, 63, 89-90, 311
Objetividad, 212, 215 Realista escolástico, 194
en Marx, 28, 66, 96 Reconocimiento, 40 humanista, 40
académica, 93 dimensión productiva de la vida hu- desalienada, 61
científica, 254 Reducción, 244-45, 247-50, 254, 258,
mana, 76 282, 287 Subjetividad, 38, 131, 212
Ontología, 142, 151, 157, 165, 170
fenomenológica, 135, 140, 142, revolucionaria, 68, 88, 103, 309 Reduccionistas, 241-43, 252, 254, 257- Subjetivismo, 212, 315, 317 '
149, 168 en Sartre, 163 n. 258, 260, 287, 291, 295, 302 antropomórfico, 253-54
Alianza Universidad
346 Indice de materias Volúmenes publicados
Sub specie aeterni, 121 Valor, 60, 82, 160, 231 49 Miguel Martínez Cuadrado: Histo- 79, 80 B. Rusell, R. Carnap, W. V
Sustancia, 58 en El Capital, 72-3 ria de España Alfaguara VI. La Quina y otros: La concepción ana-
burguesía conservadora (1874-1931) lítica de la filosofía. Selección e
elegir, 155 introducción de Javier Muguerza.
conflicto de, 226 50 Ludwig Wittgenstein: Tractatus
Tecnología, 62 gico-philosophicus 81 Angel Viñas: La Alemania nazi y
Teleología, defensores de la, 242-44, y descripción de asuntos humanos,
51 Ramón Tamames: Historia de Es- el 18 de julio
255, 270, 273 n., 277 280
paña Alfaguara Vil. La República. 82 John G. Taylor: La nueva Física
Tentación, 126, 128, 131 de la vida, 153 La Era de Franco
Teoría, 67, 206, 226, 288, 291 de las proposiciones, 165 83 Antonio Truyol y Serra: La socie-
52 Alexander y Margarete Mitscher- dad internacional
mecanicista, 296 fundamental de Sartre, 158 n., 159, lich: Fundamentos del comporta-
y práctica, 46, 67, 196, 223, 226 170 miento colectivo
84 Semántica y sintaxis en la lin-
punto de vista de Wittgenstein so- güística transformatoria, 1. Com-
hipotético-deductivas, 288 53 Nicolás Sánchez-Albornoz: La po- pilación de Víctor Sánchez de
Teóricos del desplazamiento, 286-87, bre el valor, 165 blación de América Latina
véanse Plusvalía y Valor-trabajo Zava la
299 54 Yona Friedman: Hacia una arqui- 85 E. H. Carr: Historia de la Rusia
Terciaridad, 185, 187, 189-90, 193, Valor-trabajo, 72-3 tectura científica Soviética. El socialismo en un solo
194 n. Venida a la existencia, 114, 117, 55 Rodney M. Coe: Sociología de la país (1924-1926). 1. El escenario.
Totalidad, 44 119, 122, 168 Medicina El renacimiento económico
Totalitarismo, 171 Verdad, 183-84, 206, 265, 267 56 Colín Clark, Margaret Haswell: 86 R. Carnap, O. Morgenstern, N.
absoluto, 93 como interioridad, 109 Teoría económica de la. agricultu- Wiener y otros: Matemáticas en
Theoría, 30, 46, 48, 225 objetiva, 108, 131, 168, 170 ra de subsistencia las ciencias del comportamiento
Trabajo, 41-2, 53, 56, 59, 71-3, 173 Vergegenstiindlichung, 58, 59 n.; véa- 57 C. M. Cipolla y otros: La deca- 87 Anselmo Lorenzo: El proletariado
asalariado, 60 n. se Objetivación dencia económica de los imperios militante
Tradición:. Vernunft, 33; véase Razón 58 Antonio Hernández Gil y otros: 88 Theodore Caplow: Dos contra uno:
parmenfRea, 141-42 Vida: Estructuralismo y derecho teoría de coaliciones en las triadas
socrática, 159 estética, 125, 127 59. 60, 61 Steven Runciman: Historia 89 J. Daniel Quesada: La lingüísti-
judeo-cristiana, 29, 33 ética, 125, 127, 133 de las Cruzadas ca generativo-transformacional: su-
Tragedia, 35 religiosa, 125, 127, 133 62 A. Einstein y otros: La teoría de puestos e implicaciones
Transacción, 214, 217 Voliciones, 151, 154 la relatividad 90 Gerald A. J. Hodgett: Historia so-
Transcendentalismo, 178, 205 Voluntad, 34 63 Juan Díaz del Moral: Historia de cial y económica de la Europa
las agitaciones campesinas anda- medieval
luzas. Córdoba 91 Enrique Ballestero: El Balance:
Utopía, 63, 65, 67, 83,'230 Weltgeist, 37; véase Espíritu, Geist 64 Alfredo Deaño: Introducción a la una introducción a las finanzas
Utopismo, 209 Wissenchaft, 311 lógica formal, 1. La lógica de enun- 92 J. C. Turnar: Matemática moderna
ciados aplicada. Probabilidades, estadísti-
65, 66 Karl Dietrich Bracher: La dic- ca e investigación operativa
tadura alemana 93 Charles M. Alían: La teoría de la
tributación
67 Lucy Mair: Introducción a la an- Curso de Economía Moderna
tropología social Penguin/Alianza
68. 69, 70 A. D. Aleksandrov y otros: 94 Richard A. Bilas: Teoría microeco-
La matemática: su contenido, mé- nómica
todos y significado 95 E. K. Hawkins: Los principios de
71 N. Chomsky y otros: La explica la ayuda al desarrollo
ción en las ciencias de la conducta Curso de Economía Moderna
Penguin/Alianza
72 Jagjit Singh: Ideas y teorías fun- 96 Alicia Vilera: Estilística, poética y
damentales de la cosmología mo-
semiótica literaria
derna
97 George Dalton: Sistemas económi-
73 Richard S. Rudner: Filosofía de la cos y sociedad
ciencia social Curso de Economía Moderna
74 A. Bandura y Richard H. Walters: Penguin/Alianza
Aprendizaje social y desarrollo de 98 G. Baddeley, G. G. Schiessinger,
la personalidad A. G. Sharpe y otros: Química
moderna. Selección de J. C. Stark
75 E. H. Carr: Historia de la Rusia
Soviética. El interregno (1923-1924) 99 David Metcalf: La economía de le
agricultura
76, 77 A. C. Crombie: Historia de la Curso de Economía Moderna
ciencia: De S. Agustín a Galileo Penguin/Alianza
78 Manuel García Pelayo: Burocracia 100 José Luis Pinillos: Principios de
y tecnocracia y otros escritos psicología

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