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James Joyce

James Augustine Aloysius Joyce (Dublín, 2 de


febrero de 1882-Zúrich, 13 de enero de 1941) fue un
escritor irlandés, mundialmente reconocido como uno
James Joyce
de los más importantes e influyentes del siglo XX.
Joyce es aclamado por su obra maestra, Ulises (1922), y
por su controvertida novela posterior, Finnegans Wake
(1939). Igualmente ha sido muy valorada la serie de
historias breves titulada Dublineses (1914), así como su
novela semiautobiográfica Retrato del artista
adolescente (1916). Joyce es representante destacado de
la corriente literaria de vanguardia denominada
modernismo anglosajón, junto a autores como T. S.
Eliot, Virginia Woolf, Ezra Pound o Wallace Stevens.

Aunque pasó la mayor parte de su vida adulta fuera de


Irlanda, el universo literario de este autor se encuentra
fuertemente enraizado en su nativa Dublín, la ciudad
que provee a sus obras de los escenarios, ambientes,
personajes y demás materia narrativa.1 Más en Información personal
particular, su problemática relación primera con la Nombre de James Augustine Aloysius
iglesia católica de Irlanda se refleja muy bien a través de nacimiento Joyce
los conflictos interiores que atormentan a su álter ego en
Nacimiento 2 de febrero de 1882
la ficción, representado por el personaje de Stephen Dublín, Reino Unido de Gran
Dedalus. Así, Joyce es conocido por su atención Bretaña e Irlanda
minuciosa a un escenario muy delimitado y por su
Fallecimiento 13 de enero de 1941
prolongado y autoimpuesto exilio, pero también por su
(58 años)
enorme influencia en todo el mundo. Por ello, pese a su
Zúrich, Suiza
regionalismo, paradójicamente llegó a ser uno de los
escritores más cosmopolitas de su tiempo.2 Causa de la
Peritonitis
muerte
La Encyclopædia Britannica destaca en el autor el sutil Sepultura Cementerio de Fluntern
y veraz retrato de la naturaleza humana que logra Nacionalidad Irlandesa
imprimir en sus obras, junto con la maestría en el uso
del lenguaje y el brillante desarrollo de nuevas formas Lengua
Inglés
literarias, motivo por el cual su figura ejerció una materna
influencia decisiva en toda la novelística del siglo XX. Religión Catolicismo
Los personajes de Leopold Bloom y Molly Bloom, en Características físicas
particular, ostentan una riqueza y calidez humanas
Altura 71 pulgadas (1,8 m)
incomparables.3
Ojos Azul
El editor de la antología The Cambridge Companion to Cabello Castaño
James Joyce [Guía de Cambridge para James Joyce] Familia
escribe en su introducción: «A Joyce lo leen muchas
Padre John Stanislaus Joyce
más personas de las que son conscientes de ello. El
impacto de la revolución literaria que emprendió fue tal Cónyuge Nora Barnacle (1931-1941)
que pocos novelistas posteriores de importancia, en Pareja Nora Barnacle (desde 1904)
cualquiera de las lenguas del mundo, han escapado a su
Hijos Lucia Joyce
influjo, incluso aunque tratasen de evitar los paradigmas Educación
y procedimientos joyceanos. Topamos indirectamente Educado en Clongowes Wood College
con Joyce, por lo tanto, en muchas de nuestras lecturas
de ficción seria de la última mitad de siglo, y lo mismo Belvedere College
puede decirse de la ficción no tan seria».4 University College Dublin (1898-
1902)
Anthony Burgess, al final de su largo ensayo Re Joyce
(1965), reconoció: Información profesional
Ocupación Novelista, poeta
Junto con Shakespeare, Milton, Pope y Años activo desde 1904
Hopkins, Joyce sigue siendo el modelo más
Alumnos Samuel Beckett
elevado en que ha de fijarse todo aquel que
aspire a escribir con propiedad. [...] Pero, una Movimiento Modernismo anglosajón
vez leído y absorbido un solo ápice de la Obras Dublineses
esencia de este autor, ni la literatura ni la vida
notables Retrato del artista adolescente
vuelven a ser las mismas de nuevo.5
Ulises
En un texto de 1939, Jorge Luis Borges afirmó sobre el Finnegans Wake
autor:
Poemas manzanas
Es indiscutible que Joyce es uno de los Exiliados
primeros escritores de nuestro tiempo. Stephen el héroe
Verbalmente, es quizá el primero. En el Ulises
hay sentencias, hay párrafos, que no son Firma
inferiores a los más ilustres de Shakespeare o
de Sir Thomas Browne.6

T.S. Eliot, en su ensayo "Ulysses, Order and Myth" ["Ulises, orden y mito"] (1923), declaró sobre esta misma
obra:

Considero que este libro es la expresión más importante que ha encontrado nuestra época; es un
libro con el que todos estamos en deuda, y del que ninguno de nosotros puede escapar.7

Índice
Biografía
Dublín (1882–1904)
Primeros años
Educación
Stephen el héroe
Trieste y Zúrich (1904–1920)
Pola y Trieste
Zúrich
París y Zúrich (1920–1941)
París y el Ulises
La Obra en marcha
Última estancia en Zúrich
El catolicismo de Joyce
Obra
Dublineses
Retrato del artista adolescente
Ulises
Finnegans Wake
Poesía
Teatro
Ensayo
Correspondencia
Legado e influencia
En la literatura
En otros campos
Recuerdos de Joyce
Obras: cronología
Publicaciones póstumas
Adaptaciones cinematográficas
Véase también
Notas
Referencias
Enlaces externos

Biografía

Dublín (1882–1904)

Primeros años

En 1882, James Joyce nace en Brighton Square, en Rathgar, un barrio de clase media de Dublín, en el seno de
una familia católica; sus padres se llamaban John y May. James fue el mayor de los diez hermanos
supervivientes, seis mujeres y cuatro varones. Uno de los hermanos fallecidos habría sido mayor que él, puesto
que nació y murió en 1881.8 La madre quedó encinta en total quince veces, las mismas que la señora
Dedalus, en Ulises.9

La familia de su padre, originaria de Fermoy, fue concesionaria de una explotación de sal y piedra caliza en
Carrigeeny, cerca de Cork. Vendieron la explotación por quinientas libras, en 1842, aunque siguieron
manteniendo una empresa como «fabricantes y vendedores de sal y caliza». Esta empresa quebró en 1852.

Joyce, como su padre, sostenía que su ascendencia familiar provenía del antiguo clan irlandés de los Galway.
Para la crítica Francesca Romana Paci, el escritor rebelde e inconformista valoraba sin embargo «la
respetabilidad basada en la tradición de una antigua casa»; sentía «apego por una cierta forma de
aristocracia».10 Los Joyce presumían de ser descendientes del libertador irlandés Daniel O'Connell.11

Tanto su padre como su abuelo contrajeron matrimonio con mujeres de familias adineradas. En 1887 el padre
de James, John Stanislaus Joyce, fue nombrado recaudador de impuestos de varios distritos por la Oficina de
Recaudación del Ayuntamiento de Dublín. Esto permitió a la familia trasladarse a Bray, un pequeño pueblo de
cierta categoría residencial, a diecinueve kilómetros de Dublín. En Bray vivían junto a una familia protestante,
los Vance. Una hija de éstos, Eileen, fue el primer amor de James.12 El escritor la evocó en el Retrato del
artista adolescente, citándola por su propio nombre. Este personaje resurgirá en varias otras obras, incluso en
Finnegans Wake.13

Un día en que estaba jugando con su hermano Stanislaus junto a un río, James
fue atacado por un perro,14 lo que le acarrearía una fobia de por vida hacia estos
animales; también le causaban pavor las tormentas, debido a su profunda fe
religiosa, que hacía que las considerase como un signo de la ira de Dios.15 Un
amigo le preguntó en cierta ocasión por qué estaba asustado, y James replicó: «A
ti no te criaron en la Irlanda católica».16 De estas pertinaces fobias quedaron
cumplidas muestras en obras como Retrato del artista adolescente, Ulises y
Finnegans Wake.17

Entre febrero y marzo de 1889, el Libro de Castigos del colegio de Conglowes


recoge que el futuro escritor, contando siete años, recibió dos palmetazos por no
llevar a clase cierto libro, seis más por tener las botas sucias y cuatro por proferir Joyce a los seis años
(1888).
«palabras indecentes», algo a lo que Joyce fue siempre muy aficionado.18

En 1891, con nueve años, James escribe el poema titulado "Et tu, Healy", que
trata de la muerte del político irlandés Charles Stewart Parnell. El padre quedó tan encantado que hizo
imprimirlo, e incluso envió una copia a la Biblioteca Vaticana.19 En noviembre de ese mismo año, John Joyce
ve su nombre registrado en la Stubbs Gazette, un boletín de impagos y quiebras, y es apartado de su trabajo.20
Dos años más tarde es despedido, coincidiendo con una severa reorganización de la Oficina de Recaudación,
que comprendía una importante reducción de personal. John Joyce, con antecedentes por gestión poco
cuidadosa,21 sufrió especialmente la crisis, e incluso estuvo a punto de ser despedido sin una indemnización,
algo que consiguió evitar su esposa.22 Este fue el inicio de la crisis económica de la familia, debida a la
incapacidad del padre para gestionar sus finanzas, y también a su alcoholismo.23 Esta tendencia, muy común
en su familia, sería heredada por su hijo mayor, bastante manirroto en general;24 solo en sus últimos años
adquirió James el hábito del ahorro, especialmente debido a la grave enfermedad mental que aquejó a su hija
Lucia, circunstancia que le acarreó grandes gastos.25 En una ocasión, su hermano Stanislaus le reprochó:
«Puede que haya personas que no estén tan preocupadas por el dinero como tú». A lo que él replicó: «Oh,
diantre, puede que las haya, pero me gustaría que uno de esos individuos me enseñara el truco en veinticinco
lecciones».26

Educación

El futuro escritor se educó en el selecto Clongowes Wood College, un internado de jesuitas, cerca de Sallins,
en County Kildare. Según su primer biógrafo, Herbert S. Gorman, al ingresar en este centro (1888), era «de
constitución esbelta, muy nervioso, sensible como una niña y tenía la bendición o la maldición (esto depende
del punto de vista) de un temperamento introspectivo».27 James, que «fue elegido para el honor de servir
como monaguillo en misa»,28 no tardó en distinguirse como alumno muy aventajado, en todo menos en
matemáticas.29 Destacaba incluso en materia deportiva, según declararía su hermano Stanislaus,30 pero tuvo
que abandonar la institución cuatro años más tarde debido a los problemas financieros de su padre. Se
matriculó entonces en el colegio de la congregación de los Christian Brothers, ubicada en North Richmond
Street, Dublín. Más tarde, en 1893, se le ofreció una plaza en el Belvedere College de la misma ciudad,
regentado igualmente por jesuitas. La oferta se hizo, al menos en parte, con la esperanza de que el distinguido
estudiante ingresara en la orden, sin embargo este rechazó el catolicismo ya en edad temprana; según Ellmann,
a los dieciséis años.31
James siguió destacando en los estudios. Muy concienzudo en su preparación, obligaba a su madre a tomarle
diariamente la lección después de la comida.32 En esta época, recibió distintos premios escolares. No
sabiendo qué hacer con tanto dinero (la dotación a veces alcanzaba las veinte libras de la época), lo destinaba a
la compra de regalos para sus hermanos; cosas prácticas, como zapatos y vestidos, aunque también los invitaba
al teatro, en las localidades más baratas.33

Sus lecturas en la época del Belvedere son abundantes y profundas, en inglés y francés: Dickens, Walter Scott,
Jonathan Swift, Laurence Sterne, Oliver Goldsmith; también le impresionó vivamente el estilo del clérigo John
Henry Newman. Entre los poetas, leía con fruición a Byron, Rimbaud y Yeats. Y dedicó asimismo mucha
atención a George Meredith, William Blake y Thomas Hardy.34 35

En 1898, se matriculó en el recientemente inaugurado


University College de Dublín para estudiar lenguas:
inglés, francés e italiano. Joyce era recordado por ser
buen estudiante, aunque de trato difícil. Seguía
aplicándose con ahínco a la lectura. Según uno de sus
más importantes glosadores, Harry Levin, en general
dedicaba sus esfuerzos a los idiomas, la filosofía, la
estética y la literatura contemporánea europea.36
Algunos de sus biógrafos han destacado como su interés
principal la gramática comparada.

También se sabe que tomaba parte activa en las


actividades literarias y teatrales de la universidad. En
Antigua ubicación del University College Dublin.
1900, como colaborador de la revista The Fortnightly
Review, publica su primer ensayo, con el título de "New
Drama", sobre la obra del noruego Henrik Ibsen, uno de
sus escritores predilectos.37 38 El joven crítico recibió una carta de agradecimiento de parte del propio Ibsen.
En este periodo, escribió algunos artículos más, además de dos obras teatrales, hoy perdidas. Muchas de las
amistades que hizo en la universidad aparecerían retratadas posteriormente en sus obras. Según Harry Levin, el
escritor «no olvidaba ni perdonaba nada. Cualquier parecido con personas y situaciones reales, vivas o
muertas, era cuidadosamente cultivado».39

Joyce fue miembro de la Literary and Historical Society, de Dublín. Presentó su trabajo titulado "Drama and
Life" a dicha sociedad en 1900. Con ocasión de la lectura pública de este ensayo, se le exigió que suprimiera
varios pasajes. Joyce amenazó al presidente de la sociedad con no leerlo, y al final consiguió hacerlo sin una
sola omisión. Sus palabras fueron duramente criticadas por algunos asistentes, y Joyce les replicó
pacientemente durante más de cuarenta minutos, por turno, sin consultar una nota, lo que consiguió suscitar
grandes aplausos entre el público.40 En esa época conoció a Lady Gregory, y en octubre de 1902, a W. B.
Yeats, encuentro que sería trascendental para Joyce. Este poeta le escribió una carta en el mes de diciembre
elogiando su poesía y aconsejándole que cambiase de aires. Donde el joven escritor debía estar era en
Oxford.41

En 1903, tras su graduación, se instaló en París con el propósito de estudiar Medicina, pero la ruina de su
familia (que se vio obligada a vender todos sus enseres e instalarse en una pensión) le hizo desistir de sus
propósitos y buscar trabajo como periodista y profesor. Su situación financiera era tan precaria entonces como
la de su familia, hasta el punto de que pasó verdadera hambre, lo que hacía llorar a su madre cada vez que
llegaba carta de París.42 James regresó a Dublín meses después para asistir a su madre, enferma terminal de
cáncer.43 La madre de Joyce, May (Mary Jane),44 pasó sus últimas horas en coma, con toda la familia
arrodillada y sollozando a su alrededor. Al ver que ni Stanislaus ni James estaban arrodillados, el abuelo
materno los conminó a hacerlo, pero los dos rehusaron.45 Según José María Valverde, Joyce siempre se acusó
de esta dureza final.46 47 48 La muerte de su madre lo sumió en un desasosiego que lo llevó a la búsqueda de
amistades por los bajos fondos dublineses; gustaba de vagabundear con una gorra de yachtman y unos ajados
zapatos de tenis.49 Fueron días difíciles en los que probó algún oficio y trató de subsistir en parte gracias a los
préstamos de los amigos, e incluso cantando, puesto que era un consumado tenor, llegando a lograr un premio
en el festival irlandés de Feis Ceoil en 1904.50

Stephen el héroe

En enero de 1904, trató de publicar una obra en la que había estado trabajando, A Portrait of the Artist
[Retrato del artista], una historia autobiográfica con elementos ensayísticos centrada en cuestiones de estética.
Este escrito, indigno de su autor, en palabras de José María Valverde,51 fue rechazado por la revista de
librepensamiento Dana. Joyce entonces, con motivo de su vigésimo segundo cumpleaños, decidió revisar el
trabajo y convertirlo en una novela que titularía Stephen Hero (Stephen el héroe). Esta obra, que alcanzaría las
mil páginas de borrador y recoge los primeros años y los de universidad de Stephen Dedalus, fue escrita a la
par que los relatos de Dublineses. El crítico W. Y. Tindall sostiene que el lector de las felicidades narrativas
presentes en los cuentos se sorprenderá ante las ordinarieces de la novela, calificada por el propio Joyce de
«rubbish», basura.52 Stephen Hero no se publicaría en vida del autor, pero fue el germen de una obra mayor
como es Retrato del artista adolescente, empezada en 1907.53

1904 fue el mismo año en que conoció a Nora Barnacle, una joven de Galway que trabajaba como camarera
de pisos en el hotel Finn's, de Dublín. Se dice que tuvieron su primera cita el 16 de junio de 1904, y por tal
motivo ésta, según sus biógrafos, fue la fecha elegida para ambientar su obra capital, Ulises.54

Joyce permaneció en Dublín algún tiempo más, bebiendo en


exceso. En el transcurso de una de sus borracheras, debido a un
malentendido, se metió en una pelea con un hombre, en el parque
St Stephen's Green; tras la pelea, James fue recogido y aseado
por un conocido de su padre, Alfred H. Hunter, que lo condujo a
su casa para que le curasen las heridas.55 En Dublín se
rumoreaba que Hunter era judío y que su mujer le era infiel. Esta
persona pudo ser uno de los modelos utilizados por Joyce para
uno de los personajes centrales de su novelística, Leopold
Bloom, el protagonista de Ulises.56 Del mismo modo, se inspiró
en el estudiante de medicina y escritor Oliver St. John Gogarty
Martello Tower, donde vivió Joyce con
para el personaje de Buck Mulligan en dicha obra.57 Gogarty.

Tras permanecer durante seis días en la vivienda de estudiante de


Gogarty, Martello Tower (Torre Martello), tuvo que abandonarla en plena noche tras una escena con Gogarty
y otro compañero, en cuyo transcurso aquel disparó su pistola sobre unas cacerolas que colgaban sobre la
cama de James.58 Este caminó toda la noche de vuelta a Dublín para poder descansar en su casa, y al día
siguiente envió a un amigo a la torre por sus pertenencias. Poco después partió con Nora hacia el continente.

Trieste y Zúrich (1904–1920)

Pola y Trieste

Joyce y Nora iniciaron su autoimpuesto exilio desplazándose primero a Zúrich, donde se suponía que le
esperaba un puesto como profesor de inglés en la Berlitz Language School, facilitado por un agente en
Inglaterra. Resultó que el agente inglés había sido estafado, pero el director de la escuela lo reexpidió a Trieste,
ciudad que fue parte del Imperio austrohúngaro hasta el 16 de julio de 1920, pasando a ser italiana por el
tratado de Saint Germain-en-Laye. Aunque tampoco allí había ningún puesto libre para Joyce, con la ayuda de
Almidano Artifoni, director de la escuela Berlitz de Trieste, finalmente consiguió unas clases en Pula (Pola, en
italiano), ciudad entonces también austrohúngara, y hoy parte de Croacia.

Desde octubre de 1904 hasta marzo de 1905, permaneció en Pula dando clases sobre todo a oficiales de la
armada austrohúngara estacionados en la base militar de dicha ciudad. En marzo de 1905 se descubrió un
complot de espionaje en la ciudad y todos los extranjeros fueron expulsados. Con la ayuda de Artifoni, los
Joyce regresaron a Trieste y James empezó a enseñar inglés allí. Permanecería en la ciudad durante la mayor
parte de los diez años siguientes.2 El idioma que se hablará en casa del escritor a partir de ese momento será el
italiano. En esta lengua reprendería años después a su díscolo hijo Giorgio y se comunicaría siempre con su
hija Lucia, mientras ésta se hundía en una demencia progresiva.59

En ese mismo año, Nora dio a luz al primero de sus hijos, el citado Giorgio.60 James se puso entonces en
contacto con su hermano, Stanislaus, tratando de atraerlo a Trieste para que se reuniera con él como profesor
en la escuela. Las razones que adujo fueron reclamar su compañía y ofrecerle un futuro más prometedor que el
que Stanislaus disfrutaba en Dublín, como simple empleado; lo cierto era que James necesitaba aumentar los
ingresos en su familia con la contribución de su hermano.61 Las relaciones entre los hermanos fueron tirantes
en el tiempo que vivieron juntos en Trieste, principalmente debido a la frivolidad de James con el dinero y la
bebida.62

La vida rutinaria en Trieste frustraba la pasión viajera del escritor, quien decidió trasladarse a Roma a finales de
1906. Marchó con la seguridad de contar con un puesto administrativo en un banco de la ciudad. Sin embargo,
sintió enseguida gran aversión por ésta y terminó regresando a Trieste, a principios de 1907. Su hija Lucia
nació en el verano de ese mismo año. También en 1907 apareció su primer libro, el volumen de poemas de
amor Música de cámara (Chamber Music) y se le presentaron los primeros síntomas de iritis, una enfermedad
de los ojos que con los años le dejaría casi ciego.

Continuó durante estos años escribiendo, principalmente relatos, e iniciándose en la línea experimental que
sería característica de su obra posterior. También manifestó en esta época, por un lado, cierto rechazo por la
búsqueda nacionalista de los orígenes de la identidad irlandesa, y por otro, su voluntad de preservar y fomentar
la propia experiencia lingüística, que guiaría todo su trabajo literario: esto le condujo a reivindicar su lengua
materna, el inglés, en detrimento de una lengua gaélica que estimaba readoptada y promovida
artificialmente.63 64 65 66

Joyce regresó a Dublín en el verano de 1909, llevando con él a su hijo Giorgio. Su propósito era visitar a su
padre y publicar su libro de cuentos Dublineses. Sin embargo, a primeros de agosto, sufrió uno de los mayores
disgustos de su vida, cuando a través de un complot organizado por sus amigos Saint-John Gogarty y Vincent
Cosgrave, le fue sugerido que su compañera, Nora, le había sido infiel en el pasado. Incluso era posible que
Giorgio no fuese hijo suyo.67 Solo los tenaces desmentidos de otro amigo, John Francis Byrne, de su
hermano Stanislaus, y las cartas desesperadas de Nora lograron hacerle comprender que todo había sido un
infame montaje.68

Una vez superada esa preocupación, visitó a la familia de Nora, en Galway. Ésta fue su primera visita a la
familia de su mujer y, para su alivio, la acogida que se le dispensó fue muy satisfactoria. Incluso salió a pasear
con Kathleen, la hermana de Nora, que le dio «lecciones sobre el mar», según ella misma contaría.69 Estaba
preparándose para volver a Trieste cuando decidió llevar consigo a una de sus hermanas, Eva, para que
ayudase a Nora en las labores domésticas. Regresó a dicha ciudad, pero solo por un mes. Volvió a Dublín
representando a unos propietarios para tratar de instalar en esta ciudad un cine, el "Volta". Su gestión fue
exitosa, aunque el escritor solo se involucró en ella durante unos meses; sus socios no tardaron en vender el
negocio, y Joyce finalmente no obtuvo beneficio alguno.70 Tampoco cuajó su intento de importar tweed
irlandés a Italia; finalmente el escritor volvió a Trieste, en enero de 1910, acompañado por otra de sus
hermanas, Eileen. Mientras que Eva enseguida sintió nostalgia de su ciudad natal, y regresaría años más tarde,
Eileen pasó el resto de su vida en el continente europeo, donde se casaría con un cajero de banco checo.

1912 fue un año de penurias para los Joyce. Para ayudar a la economía doméstica, el escritor pronunció varias
conferencias a primeros de año en la Università Popolare y siguió publicando artículos en los periódicos.71
En abril realizó unas pruebas para convertirse en profesor en Italia, a sueldo del Estado. Obtuvo 421 puntos
sobre 450, resultando apto, pero la burocracia italiana finalmente lo impidió por su condición de extranjero.

Volvió fugazmente a Dublín con toda su familia, en el verano de 1912. Prosiguió la pugna sobre la publicación
de Dublineses con el editor George Roberts. Mientras estaba en Irlanda, su hermano Stanislaus, que seguía en
Trieste, le informó de que iban a desahuciarlos. Finalmente, Stanislaus buscó otro piso más pequeño, donde se
trasladaron todos; allí viviría James con su mujer e hijos todo el tiempo que permaneció en Trieste. Las
discusiones sobre Dublineses con su editor se centraban principalmente en el relato "An Encounter" ("Un
encuentro"), en el que la trama insinúa que uno de los personajes es homosexual. Añadido a estos problemas,
todo su entorno dublinés le negó su apoyo, pues le acusaba, entre otras cosas, de traicionar a su país a través
de sus escritos.72 El libro finalmente no se publicó (no lo haría hasta dos años más tarde) y aquel fue el último
viaje de Joyce a Dublín, pese a las muchas invitaciones por parte de su padre y de su viejo amigo, el poeta
William Butler Yeats. Ese fracaso fue motivo de que escribiera una venenosa sátira contra Roberts: "Gas from
a Burner" ("Gases de un quemador", vid. fragmento en la sección Ensayo), en la que habla de un «escritor
irlandés exiliado» («an Irish writer in foreign parts»).73

En esa época trató al escritor Ettore Schmitz (más tarde conocido como
Italo Svevo, de origen judío), quien fue alumno suyo de inglés y con el
cual mantendría una larga amistad.74 Entre 1911 y 1914 se enamoraría
platónicamente de una de sus alumnas, Amalia Popper, hija de un
negociante judío llamado Leopoldo. Esta joven le sugeriría multitud de
escritos y poemas, a veces preñados de humor e ironía.

En 1913, el poeta Ezra Pound, al tanto de la precariedad de su economía,


le escribe por recomendación de Yeats para ofrecerle colaborar en
publicaciones como The Egoist y Poetry.

Al año siguiente, 1914, a punto de desatarse la Primera Guerra Mundial,


consiguió por fin que un editor londinense al que conocía de tiempo
atrás, Grant Richards, publicase Dublineses. La mayor parte de las
críticas surgidas fueron buenas, aunque censuraban algunos cuentos por
cínicos o sin sentido. Se vendieron pocos ejemplares, por lo que Joyce se Italo Svevo, gran amigo de Joyce
quejó al editor, pero este le contestó que desde que había empezado la durante su estancia en Italia.
guerra las ventas habían caído en picado.75 En ese tiempo, el escritor
siguió trabajando en el Retrato, terminó Exiliados y empezó Ulises,
novela que tenía en la cabeza ya desde 1907.

Zúrich

En 1915, H. G. Wells se declaró profundo admirador de la obra de Joyce, que leía a partir de las entregas en
The Egoist. Ese mismo año, Joyce y familia, ciudadanos británicos, hubieron de dejar el Trieste austro-húngaro
por la guerra. Stanislaus, por su parte, fue encerrado en un campo de presos. Los Joyce se trasladaron a
Zúrich, Suiza, país neutral, donde el escritor vivió años de gran creatividad. En esta época, su fama crecía día a
día, pero sus ingresos seguían siendo exiguos; sobrevivió a base de dar clases, además de con la ayuda de
Pound, Yeats, Wells y Harriet Shaw Weaver, editora de la revista The Egoist, quien se convirtió en su agente y
le aportó ingresos suficientes para ir tirando en los años siguientes.
En diciembre de 1916 se publicaron la primera edición norteamericana de Dublineses y la primera mundial de
Retrato del artista adolescente. Ambas se llevaron a cabo por los esfuerzos del editor neoyorquino B. W.
Huebsch, complaciendo en ello a Joyce; este, en octubre, había sufrido una especie de colapso nervioso o
depresión, sin embargo había asegurado a Huebsch que 1916 era su año de la suerte.76 El Retrato, basado en
la inconclusa Stephen el héroe, es en parte un monólogo interior de sentido profundamente irónico, en el que
Joyce demuestra su maestría en el retrato psicológico. La publicación en Estados Unidos le dio a conocer a un
público mucho más amplio. Al año siguiente, 1917, se le agudizaron al autor los problemas en la vista que ya
se le habían declarado en Trieste: padecía glaucoma y sinequia.77 En interpretación de algún estudioso, estos
problemas pudieron deberse incluso a que, debido a ciertas evidencias, y atendiendo a sus propias palabras
—«I deserve all this on account of my many iniquities.» [«Todo esto me lo tengo bien merecido por mis
muchas iniquidades.»]—, el autor había contraído la sífilis en su juventud.78

Con todo, su fama se había agigantado hasta el punto de que llegó a recibir donaciones regulares de dinero en
metálico por parte de una admiradora anónima; según Ellmann, «hasta que pudiera encontrar una situación
estable». También en 1917, durante un viaje de salud a Locarno, se enamoró de una médica alemana de
veintiséis años, Gertrude Kaempffer, a la que hizo francas proposiciones sexuales que ella, aunque lo admiraba
intelectualmente, rechazó. En Ulises, llamó Gerty (diminutivo de Gertrude) a la joven con la que Leopold
Bloom se excita en el episodio Nausicaa.

De regreso en Zúrich, recibe la noticia de que un nuevo benefactor anónimo le ingresará mensualmente la
cantidad de mil francos. Esto permitió al escritor dejar de dar algunas lecciones en su casa. Más tarde se enteró
de que su última benefactora era la esposa de un millonario.79 En 1918 se inició una época buena para Joyce;
fundó en Zúrich la compañía teatral "The English Players" con un actor inglés llamado Claud Sykes;
representaron preferentemente dramas irlandeses.80 Por otra parte, menudearon las fiestas con sus amigos de
Zúrich, August Suter y Frank Budgen. Su mujer, Nora, sin embargo, se manifestaba indignada por el
alcoholismo de su marido y solía reprochárselo a aquellos, porque impedían al escritor centrarse en su "libro"
(el Ulises), de cuya naturaleza ella en el fondo no tenía ni idea. Según Ellmann, «Joyce se sorprendía siempre
al comprobar la indiferencia, e incluso aversión, de Nora por sus libros».81 Joyce comentó una vez a Budgen:

En la gente que se me acerca, en la que me conoce y la que llega a tener amistad conmigo, suelo
tener un tipo u otro de influencia. En cambio, la personalidad de Nora es tan especial que no
logro que la mía pueda afectarla, está hecha completamente a prueba de la mía.82

Los dos esposos en general se llevaban bien. Nora tendía a moderar las flaquezas de su marido, y en la
educación de Lucia y Giorgio, era más severa que él, pues incluso les aplicaba el castigo físico. El escritor en
cambio aseguraba que a los niños «hay que educarlos con amor, no con castigos».

Joyce demostró en varias ocasiones su neutralidad en relación con la guerra, y llegó a escribir un poema
satírico ("Dooleysprudencia")83 contra las autoridades consulares británicas en Suiza, con las que tuvo varios
encontronazos.84

El drama Exiles se publicó en mayo de 1918, simultáneamente en Inglaterra y Estados Unidos. En ese tiempo
Ulises estaba siendo publicado por entregas en la revista Little Review; el poeta T. S. Eliot, que las seguía
puntualmente, escribió admirado, en la revista Athenaeum (1919):

La ordinariez y el egoísmo quedan justificados al ser explotados hasta alcanzar verdadera


grandeza en la última obra de Mr. James Joyce.85

Virginia Woolf y su marido Leonard estimaban mucho lo que iba apareciendo, pese a que su procacidad los
escandalizaba.86 Katherine Mansfield, en casa de éstos, después de ridiculizarlo, afirmó muy seria que
algunas de sus escenas pertenecían a la gran literatura.87 Por ese tiempo, Nora le dijo llorando a Frank
Budgen: «Jim quiere que vaya con otros hombres para poder escribir al respecto».88 El matrimonio, sin
embargo, debía bromear sobre el asunto, según se desprende de su correspondencia,89 en algunos casos de
muy subido tono sexual, y hasta pornográfico. He aquí un pasaje ligero:

¡Me gustaría que me flagelaras, Nora, amor mío! Me encantaría haber hecho algo que te
desagradara, algo insignificante incluso, tal vez una de mis costumbres bastante indecentes que te
hacen reír: y después oír que me llamas a tu habitación y encontrarte sentada en un sillón con tus
gruesos muslos separados y la cara roja como un tomate de ira y un bastón en la mano.
Carta, se cree, de 13/12/190990

En 1918 Joyce se enamoró de una muchacha suiza que ya tenía un amante, y


cuyo nombre era Marthe Fleischmann; se escribieron con asiduidad, pero al
parecer ella solo le dejó acariciarla en una ocasión. Esta mujer también aparece
reflejada en varios personajes femeninos de Ulises. Al reprocharle un amigo estas
infidelidades, el escritor respondió: «Si me permitiera alguna limitación en este
asunto, para mí sería la muerte espiritual».91 Joyce no dejaba de excederse con
el alcohol, pero ahora lo hacía a escondidas de su mujer. Tuvo que dejar de beber
absenta, que hacía sus delicias, y le dio por el vino blanco que, en palabras suyas,
para él era "electricidad".92 Por esa época, tenía que replicar una y otra vez a los
amigos que iban leyendo Ulises capítulo a capítulo (amigos como Miss Weaver,
Ezra Pound...), por sus críticas a los cambios de estilo que iba introduciendo de
uno a otro, cambios que la posteridad ha declarado una de las virtudes más
llamativas del texto.

Stanislaus fue finalmente liberado del campo de presos en que había pasado toda
la guerra. Los Joyce regresaron a Trieste, y aquel se negó a compartir la vivienda
con ellos; además estaba molesto con su hermano por varias cosas, entre ellas
porque James no le había dedicado Dublineses según había prometido.

París y Zúrich (1920–1941) Busto de Joyce en el


parque de St. Stephen's
Green, Dublín.
París y el Ulises

A mediados de 1920, fue atraído a París por Ezra Pound, que lo tentó con la posibilidad de que se tradujesen
al francés el Retrato y Dublineses. Joyce iba para una semana, pero al final se quedó veinte años.

1921 fue un año de intenso trabajo para rematar Ulises. Durante el mismo, mantuvo una estrecha relación con
el escritor norteamericano Robert McAlmon, quien le prestó dinero y le sirvió accidentalmente de
mecanógrafo para el último capítulo de Ulises: "Penélope". En ese año tuvo también mucho contacto con
Valery Larbaud y con Wyndham Lewis, y conoció a Ernest Hemingway, que llegó a París recomendado por
Sherwood Anderson.93

Joyce tuvo su único encuentro con Marcel Proust en mayo de 1922, ya publicado Ulises. Al salir de una cena
en París, a la que también estaban invitados Picasso y Stravinsky, ambos escritores tomaron el mismo taxi de
regreso, junto a otras personas. Según el biógrafo de Proust, George D. Painter, se habló «de trufas y
duquesas», y Joyce, que iba algo bebido, se quejaba de su vista, mientras Proust lo hacía del estómago.
Alguien preguntó a Proust si conocía la obra de Joyce, y el francés aseguró no conocerla, a lo que repuso
Joyce que tampoco conocía la de Proust. Joyce quiso fumar y abrió una ventanilla del taxi, que fue cerrada de
inmediato, en atención a la mala salud de Proust. El vehículo dejó a cada cual en su casa, y eso fue todo. Joyce
aludió a Proust y a su obra en Finnegans Wake.94 Según el biógrafo de Joyce, Richard Ellmann, el episodio
sucedió más o menos de esa forma; aclara que Joyce no recordaba del mismo más que las continuas negativas
(noes) de una y otra parte. Joyce, en un cuaderno de notas, escribiría sobre Proust: «Proust, bodegón analítico.
El lector termina la frase antes que él». El gran escritor francés murió el 18 de noviembre de 1922, y Joyce
acudió al funeral.95

La publicación de Ulises (Ulysses, en inglés), considerada su obra maestra,96 representó su consagración


literaria definitiva. La obra fue publicada por la estadounidense afincada en París Sylvia Beach, propietaria de
la famosa librería Shakespeare & Co. Se trata de una novela experimental, cada uno de cuyos episodios o
aventuras, en palabras del propio Joyce, pretendía no sólo condicionar, sino también generar su propia técnica
literaria.97 Junto al flujo de conciencia o monólogo interior (técnica que había usado ya en su novela anterior)
se encuentran capítulos escritos al modo periodístico, teatral, de ensayo científico, etc.

Ulises es una novela llena de simbología, en la que el autor


experimenta además continuamente con el lenguaje. Sus ataques a las
instituciones, principalmente la Iglesia católica y el Estado, son
continuos, y muchos de sus pasajes fueron juzgados intolerablemente
obscenos por sus contemporáneos. Inversión irónica de la Odisea de
Homero, la novela explora con meticulosidad las veinticuatro horas
del 16 de junio de 1904, en la vida de tres dublineses de la clase
media baja: el judío Leopold Bloom, que vaga por las calles de
Dublín para evitar volver a casa, en la que sabe que su mujer, Molly
(segundo personaje), le está siendo infiel; y el joven poeta, Stephen
Dedalus, que presenta un perfil ya más maduro que el del protagonista
de su obra anterior, Retrato del artista adolescente. El Ulises es a
grandes rasgos un retrato psicológico de nuestro tiempo, y desde su
publicación, numerosos críticos han tratado de rastrear en él las
conexiones con la literatura inmediatamente anterior (Zola, Mallarmé),
y con la clásica (Homero, Shakespeare), en un intento de interpretar
sus múltiples facetas. Joyce en Zúrich, hacia 1918.

La Obra en marcha

En años posteriores, Joyce viajó con frecuencia a Suiza para operarse los ojos y también para tratar a su hija
Lucia, quien padecía una enfermedad mental, la esquizofrenia, según aparece registrado en el testamento del
escritor a efectos de herencia. Lucia llegó a ser analizada en esa época por Carl Jung; este, después de leer
Ulises, pensó que el padre también sufría de esquizofrenia.98 Jung afirmó que ambos, padre e hija, se
deslizaban al fondo de un río, solo que él sabía bucear y ella se hundía irremediablemente.99 100 Umberto
Eco matiza aquí: «Jung se daba cuenta de que la esquizofrenia adquiría el valor de una referencia analógica y
había que considerarla como una especie de operación "cubista" en la que Joyce, como todo el arte moderno,
disolvía la imagen de la realidad en un cuadro ilimitadamente complejo, cuyo tono lo daba la melancolía de la
objetividad abstracta. Pero en esta operación [...] el escritor no destruye la propia personalidad, como hace el
esquizofrénico: encuentra y funda la unidad de su personalidad destruyendo otra cosa. Y esta otra cosa es la
imagen clásica del mundo».101

Jung comentó en una oportunidad al padre los rasgos esquizofrénicos presentes en una de las cartas de Lucia;
Joyce se apresuró a rebatir una a una todas sus afirmaciones, con argumentos que muy bien podrían haber sido
sacados de Finnegans Wake. En efecto, para el escritor, las contradicciones y distorsiones de Lucia no eran
más que reflejo del método que él mismo estaba empleando en su libro. Joyce manifestó a menudo que Lucia
había heredado su genialidad: sus males eran debidos a su especial clarividencia.102

En cualquier caso, se desconocen los detalles particulares de la relación que mantenía Joyce con su hija
esquizofrénica. Stephen Joyce, heredero actual del escritor, quemó los miles de cartas intercambiadas entre
padre e hija, cartas que habían sido recibidas por él en 1982, a la muerte de Lucia.103 Stephen Joyce afirmó
en una carta al editor del New York Times: «En cuanto a la destrucción de la correspondencia, se trataba de
cartas personales dirigidas por Lucia a su familia. Fueron escritas muchos años después de morir Nonno y
Nonna [es decir, Joyce y Nora Barnacle] y no hacían referencia a ellos. También fueron destruidas algunas
tarjetas postales y un telegrama de Samuel Beckett dirigido a Lucia. Esto se hizo a requerimiento por escrito
del propio Beckett».104

En París, a partir de 1926, Maria y Eugene Jolas ayudaron mucho a


Joyce en sus largos años de escritura de Finnegans Wake. De no haber
sido por su apoyo inquebrantable (junto con el constante soporte
financiero proporcionado por Harriet Shaw Weaver), es posible que el
escritor no hubiese terminado o publicado su último libro. En su ahora
legendaria revista literaria transition, los Jolas publicaron periódicamente
varias secciones de la novela, bajo el título de Work in Progress (Obra en
marcha), expresión ideada por Ford Madox Ford.105

Una breve estancia en Inglaterra, en 1922, le había sugerido el tema de


esta nueva obra, que sería la última. El escritor tuvo muchos titubeos al
principio de su redacción. «Es como una montaña en la que estoy
haciendo túneles en todas direcciones, sin saber qué voy a encontrar»,
confesó a su amigo August Suter.106 En aquellos años, Henri Michaux
y otros artistas que lo conocieron, al comprobar la obsesión del escritor
con su nueva obra, que tenía que escribir casi a ciegas, pensaron de él
que era el hombre más fermé, más desconectado de la humanidad, que
Samuel Beckett.
habían conocido.107 Muchas de las primeras críticas recibidas en los
primeros años eran negativas, como esta de su hermano Stanislaus en una
carta: «Si la literatura va a evolucionar en el sentido que indican tus últimas obras, va a llegar a ser, como
intuyó Shakespeare hace muchos años, mucho ruido y pocas nueces». Y en otro lugar: «Has hecho el día más
largo de toda la literatura, y ahora vas a hacer la noche más profunda».108 En esa época Joyce importunaba
mucho a su padre a distancia con preguntas sobre todo lo relacionado con cuestiones familiares y detalles de
Dublín; ante una pregunta especialmente quisquillosa de un enviado de su hijo, exclamó: «Qué, ¿Jim ya se ha
vuelto loco?»109

Las críticas hacia los avances de la nueva obra que aparecían en transition arreciaron entre sus allegados, hasta
el punto de que su mujer, Nora, le espetó un día: «¿Por qué no escribes libros normales para que la gente
corriente pueda entenderlos?» Joyce, desairado, llegó a pensar en ofrecer la Obra en marcha al escritor
irlandés James Stephens para que la terminara, aunque luego se echó atrás.110 La aparición, sin embargo, en
1929, de la laudatoria colección de ensayos Our Exagmination Round His Factification for Incamination of
Work in Progress, a cargo de Beckett y otros escritores, supuso un gran espaldarazo.

También en 1929, conoció al tenor irlandés John Sullivan, cuya carrera apoyó durante mucho tiempo. Al año
siguiente encontró en el judío Paul Léon a un excelente amigo y colaborador.111 En 1931, atendiendo a los
ruegos de su hija y de su padre, Joyce contrajo matrimonio con su compañera de siempre, Nora Barnacle;
llevaban conviviendo desde hacía casi tres décadas.

La muerte de su padre en diciembre de ese mismo año lo sumió en un estado de completo abatimiento, que el
apoyo de su amigo Beckett le ayudó a sobrellevar. Escribió a Harriet Shaw Weaver: «No ha sido su muerte lo
que me ha aplastado, sino la autoacusación», pues Joyce se culpaba de no haber vuelto nunca a su país a
visitar a su padre.112 El nacimiento de su nieto Stephen, en febrero de 1932, logró reanimarlo un tanto, y le
dedicó su poema "Ecce Puer", en el cual se lee: «¡Oh, padre abandonado, /perdona a tu hijo!».113
En ese tiempo, siguió con interés la difusión y traducción de sus obras a otros idiomas, aunque impidió la
adaptación cinematográfica de Ulises. W. B. Yeats le ofreció un puesto en la recién creada Academia de Letras
Irlandesas, que él rechazo con cortesía: «[...] dado lo que mi propio caso fue, es y, probablemente, será [...] veo
claramente que no tengo derecho alguno a que mi nombre conste entre los de sus miembros».114 Su vida
social se redujo mucho en sus últimos años en París, que dedicó intensamente a la terminación de su libro,
aunque, por ejemplo, conoció al arquitecto Le Corbusier, con el que congenió enseguida conversando
meramente «sobre pájaros».115

Finnegans Wake no alcanzaría su forma definitiva hasta 1939, año de su publicación. La obra no fue bien
acogida por la crítica, aunque grandes estudiosos, de la talla de Harold Bloom, posteriormente la han
defendido a capa y espada. En esta novela, la tradicional aspiración literaria al estilo propio es llevada al
extremo y, con ello, casi hasta el absurdo, pues, partiendo del vanguardismo característico de Ulises, el
lenguaje deriva experimentalmente, y sin ninguna restricción, desde el inglés llano hacia un idioma apenas
inteligible, muchas veces solo referente al propio texto y autor. Para su composición, Joyce amalgamó
elementos de hasta sesenta lenguas diferentes, vocablos insólitos y formas sintácticas completamente nuevas.
Puede dar una idea de su dificultad el hecho de que, pese a su importancia, aun hoy, la novela no se encuentra
vertida en su totalidad al castellano.

Última estancia en Zúrich

La dureza de los comentarios sobre Finnegans Wake116 117 y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial
supusieron un mazazo para el escritor. Por otra parte, continuaban los problemas con la salud mental de su hija
Lucia, y aun de su nuera, Helen, que ya había dado signos de desequilibrio y hubo igualmente de ser
ingresada, todo lo cual había reducido a los Joyce a un estado continuo de zozobra y angustia. En París, Joyce
no veía ya más que a Beckett. Finalmente, «Joyce estaba triste e intratable; bebía demasiado y no hablaba con
nadie, ni con Nora».118 Los Joyce regresaron a Zúrich a finales de 1940, huyendo de la ocupación nazi de
Francia.

Ante la guerra, el escritor demostró un desinterés, según Paci, «incomprensible»; se preocupaba más de los
libros que había dejado en París que del avance de la ofensiva alemana. Si le hablaban de Hitler o Mussolini
manifestaba una total indiferencia; cuando le mencionaban la persecución de los judíos, comentaba que se
trataba de un prejuicio de muchos siglos y que a él personalmente aquellos le agradaban.119

El 11 de enero de 1941 se sometió a una operación de úlcera de duodeno


perforada. Si bien mejoró en los primeros momentos, al día siguiente
recayó y, a pesar de varias transfusiones, entró en coma. Se despertó a las
dos de la madrugada del 13 de enero de 1941, y pidió a una enfermera
que llamara a su esposa e hijo, antes de perder la consciencia de nuevo.
Murió quince minutos más tarde, antes de que llegase su familia. En el
informe de la autopsia figura como causa de la muerte la peritonitis.120

Joyce está enterrado en el cementerio Fluntern; desde su tumba se oyen


los rugidos de los leones del zoo de Zúrich. Aunque dos altos
diplomáticos irlandeses se encontraban en Suiza en ese momento, no
asistieron a los funerales de Joyce; el gobierno irlandés negó a Nora
posteriormente la autorización para repatriar los restos mortales del
escritor. Nora le sobrevivió diez años. Se halla enterrada a su lado, al
igual que su hijo Giorgio, muerto en 1976. Su biógrafo Ellmann informa
de que, cuando los arreglos para el entierro de Joyce se estaban Tumba de James Joyce, en
realizando, un sacerdote católico trató de convencer a Nora de celebrar Zúrich.
una misa funeral. Siempre fiel al criterio de su esposo, ella respondió: «No podría hacerle a él tal cosa».121 El
tenor suizo Max Meili cantó "Addio terra, addio cielo", del Orfeo de Monteverdi, en el servicio funerario.

El catolicismo de Joyce

Uno de los aspectos más estudiados en la vida y la obra de este autor es sin duda la relación que mantuvo con
la Iglesia católica. Existe un acuerdo casi unánime, primero, sobre su temprano rechazo de la
fe,122 123 124 125 126 y, segundo, sobre las profundas influencias recibidas del catolicismo, siempre admitidas
por él mismo, como la de la filosofía de Tomás de Aquino.

Vladimir Nabokov suscribe la afirmación de Harry Levin de que Joyce «perdió su religión, pero conservó sus
categorías», lo que el primero aplica también a Stephen Dedalus: «En su época escolar estuvo sometido a la
disciplina de una educación jesuítica y ahora reacciona violentamente contra ella, aunque sigue poseyendo una
naturaleza esencialmente metafísica». De forma que, en este punto concreto, como la mayoría de los biógrafos
de Joyce, Nabokov viene a equiparar a creador con personaje.127

Según el traductor de Ulises, José María Valverde, Joyce declaró siempre deber a sus educadores jesuitas el
entrenamiento en reunir un material, ordenarlo y presentarlo. Apostilla Valverde: «No sería arbitrario decir que
la obra joyceana es la gran contribución —involuntaria, y aun como un tiro salido por la culata— de la
Compañía de Jesús a la literatura universal».128 A partir de la época de Ulises, el escritor manifestará una
postura fríamente neutral frente al hecho religioso, que únicamente le interesaba a efectos lingüísticos.
Distinguía, eso sí, el «absurdo coherente» católico del «absurdo incoherente» protestante.129 130 131 132

Pero se ha suscitado alguna duda y controversia al respecto. La biógrafa Francesca Paci recoge diversos
pasajes significativos, como este de Stephen Hero: «La lengua, la nacionalidad y la religión son agentes de
maldad, de esclavitud, de renuncia y de frustración. Y la esclavitud desemboca en la parálisis».133 Menciona
igualmente la rebelión del escritor «contra la autoridad de la iglesia católica»,134 que lo condujo a «su
definitiva ruptura» con la misma.135 Dice en otro lugar: «Después del abandono de la fe, Joyce comenzó a
escribir».136 Pero termina con un equívoco:137 «Joyce repudió a la iglesia católica, pero no la fe, que
conservó y volvió a otros objetivos: la vida y el arte».138

Recogida en el Retrato del artista adolescente y también en Ulises, la conocida máxima luciferina, Non
serviam (no serviré, no he de servir, se entiende, a Dios139 ), entendida tradicionalmente como clara
manifestación del rechazo hacia la iglesia católica por parte del personaje de Stephen Dedalus, álter ego de
Joyce en dichas obras, ha suscitado también alguna rebuscada interpretación,140 lo mismo que la respuesta
del escritor a la pregunta que se le formuló al final de su vida: «¿Cuándo abandonó usted la Iglesia Católica?»
Su contestación fue: «La que debe decirlo es la Iglesia».141

El crítico Hugh Kenner (autor de Dublin's Joyce y Joyce's Voices) y el poeta T. S. Eliot vieron entre líneas del
trabajo de Joyce el «residuo de un auténtico católico».142 Estos autores son contestados directamente por
Harold Bloom en su Canon: «Cristianizar a Joyce es un procedimiento crítico lamentable. Si existe un Espíritu
Santo en Ulises es Shakespeare».143 La opinión de Bloom se pone de manifiesto con claridad en la siguiente
comparación que establece con Samuel Beckett: «Conviene siempre recordar que Beckett más que compartía
la aversión de Joyce por el cristianismo y por Irlanda. Los dos escogieron París y el ateísmo».144

Anthony Burgess, criado en una familia católica, aunque luego distanciado de la iglesia, no ve esto tan claro:
«Non serviam significa lo que significa [pero] el rechazo de Joyce del catolicismo dista mucho de ser absoluto.
[...] quizá rechazó los sacramentos, el matrimonio y la eucaristía, pero las disciplinas y, de una manera
renegada y torturada, los fundamentos del catolicismo cristiano, permanecieron en él durante toda su vida. [...]
En Ulises se le ve obsesionado con la mística identificación entre Padre e Hijo, y el único tema real de
Finnegans es el de la Resurrección. [...] La actitud de Joyce hacia el catolicismo es la de amor-odio que
caracteriza a la mayoría de los renegados. [...] quedaron jirones de burdo catolicismo en él».145

Algunos autores, L. A. G. Strong entre ellos, llegan más lejos en este sentido al sostener que Joyce se
reconcilió al final de su vida con la religión, y que tanto Ulises como Finnegans Wake suponen en lo
fundamental expresiones católicas.146 Y no falta quien, como Kevin Sullivan, defiende que no necesitó
reconciliarse ya que en realidad nunca abandonó la fe.147

En A Bash in the Tunnel. James Joyce by the Irish [Una fiesta en el túnel. James Joyce por los irlandeses]
opinaron sobre el tema varios de sus compatriotas escritores, como Flann O'Brien: «Creo que, a través de
velos de lascivia y blasfemia, Joyce emerge como un verdadero católico irlandés temeroso de Dios; se rebeló,
no tanto contra la propia Iglesia, sino contra sus casi cismáticas excentricidades, su pretensión de que existe
solo un Mandamiento, la vulgaridad de sus edificios, la superficialidad y estupidez de muchos de sus ministros.
Su rebelión, noble en sí misma, lo condujo al exilio. [...] Pero su intención era buena. Quieras que no, como la
de todos. [...] Mediante carcajadas, mitiga el sentido de condenación que ha recibido en herencia todo católico
irlandés».148

En este mismo libro, Samuel Beckett, como su amigo Thomas MacGreevy,149 aprecia en Finnegans toda una
simbología del Purgatorio cristiano, directamente enraizada en La divina comedia de Dante, pero con una
particularidad: «El Purgatorio de Dante es cónico y por lo tanto apunta a una culminación. El del señor Joyce
es esférico y excluye toda culminación. [...] Y nada más que esto, ni premio ni castigo, simplemente una serie
de estímulos al gatito para que se alcance la cola».150

Amigo íntimo de Joyce, su paisano Arthur Power recuerda cómo encolerizaba a «su innata espiritualidad el
provincianismo dogmático de la iglesia católica romana irlandesa, lastrando su alma inquisitiva mediante lo
que para él no eran sino rituales absurdos, prohibiciones medievales y miedos a castigos inhumanos que
perdurarían por toda la eternidad».151

Vemos que Beckett y Power albergan serias dudas de que Joyce fuese un «verdadero católico irlandés
temeroso de Dios». Dicha afirmación, de otra parte, no parece corroborada por una lectura atenta de la
correspondencia y las obras principales del irlandés, a menos que este por algún motivo se empeñase en
ocultar o encriptar celosamente en ellas fe y ortodoxia. Si no surge en las novelas la crítica expresa y razonada
del catolicismo, como en el Retrato, lo hace su esquema paródico, como en tantas páginas de Ulises. En
general, la actitud del autor frente al fenómeno religioso, como se ha visto,152 será ya siempre fría y
profesional, no trasluciéndose, en las dos grandes novelas finales, otra cosa que resentimiento y sarcasmo
anticlericales153 y antirreligiosos, a menudo desembocando en la blasfemia más descarnada.154 155 156

Umberto Eco, en el capítulo "El catolicismo de Joyce" de su estudio Las poéticas de Joyce, menciona la «misa
negra» que se celebra en el episodio "Circe" de Ulises, así como la blasfemia eucarística presente en
"Nausicaa"; a Joyce, una vez rechazada la disciplina, como a los episcopi vagantes medievales, «le queda el
sentido de la blasfemia celebrada según un ritual litúrgico. [...] abandonada la fe, la obsesión religiosa no
abandona a Joyce. Presencias de la pasada ortodoxia emergen una y otra vez en toda su obra en forma de
personalísima mitología y de blasfemadores ensañamientos que, a su manera, revelan permanencias afectivas.
[El término "catolicismo" aplicado a Joyce] es válido para indicar la actitud de quien, habiendo rechazado una
sustancia dogmática y habiéndose desarraigado de una experiencia moral determinada, conserva como hábito
mental las formas exteriores de un edificio racional y mantiene una disposición instintiva, no pocas veces
inconsciente, a la fascinación de las reglas, ritos, imágenes litúrgicas».157

En esta línea, más escuetamente, la editora de varias de las obras joyceanas, Jeri Johnson, comenta, aunque del
semiautobiográfico protagonista del Retrato: «Sus propias palabras lo traicionan. [...] Lejos de escapar de su
nacionalidad, de su lengua, de su religión, Stephen los llevará siempre consigo».158
«Difícilmente puede dudarse —señala Herbert S. Gorman, su primer biógrafo— que la obscenidad, la
indecible vulgaridad, el deliberado alarde de inmundicia presente en algunas partes de Ulises son resultado
directo y espantado de la tremenda opresión mental y moral sufrida en la iglesia».159

Recuerda el editor irlandés de Dublineses, Terence Brown, que Joyce compartía con sus colegas del Celtic
Revival, en su mayoría agnósticos o protestantes, la convicción de que los males de Irlanda partían
principalmente del hecho de la dominación del país por parte de los ingleses. Pero, Joyce en particular,
encontraba que el otro gran poder en su país, el de la Iglesia Católica, era aún más pernicioso para sus
compatriotas, ya que nadie discutía su autoridad.160 Refiere Brown una frase lapidaria de Joyce: «No
entiendo qué sentido puede tener atronar tanto contra la tiranía inglesa, cuando es la de Roma la que se ha
adueñado del palacio del alma».161

Harry Levin, por su parte, define a Joyce como «un irlandés parisino, un hereje católico [...], excomulgado y
expatriado, el hombre sin país y sin creencias».162 Y el profesor español Fernando Galván, responsable de
una edición crítica de Dublineses, habla en la introducción a la misma del «agnosticismo confesado del
autor».163

De una forma u otra, en una carta a su futura esposa, Nora Barnacle, de agosto de 1904, Joyce no pudo ser
más explícito:

Mi entendimiento rechaza todo el orden social actual y el cristianismo: el hogar, las virtudes
reconocidas, las clases en la vida y las doctrinas religiosas. [...] Hace seis años dejé la iglesia
católica, con el odio más ferviente. Me resultaba imposible permanecer en ella a causa de los
impulsos de mi naturaleza. Hice la guerra en secreto contra ella, cuando era estudiante, y me
negué a aceptar las posiciones que me ofrecía. Al hacerlo, me convertí en un mendigo pero
conservé el orgullo. Ahora le hago la guerra a las claras con lo que escribo, digo y hago.164 165

Y si se recurre al testimonio de los familiares del escritor: «La ruptura de mi hermano con el catolicismo se
debía a otros motivos. Para él era imperativo salvaguardar su auténtica vida espiritual de la devastación de la
existencia falsa que se le había impuesto. Pensaba que los poetas, de acuerdo con sus dones y personalidad,
eran los verdaderos depositarios de la vida espiritual de su raza, y los sacerdotes no eran más que usurpadores.
Detestaba la falsedad y creía en la libertad individual con una intensidad que no he conocido en ningún otro
hombre», escribió su hermano Stanislaus en su libro de memorias My Brother's Keeper [El guardián de mi
hermano] (1957).166

Ya se ha visto, por último, la reacción de Nora Barnacle ante la sugerencia de celebrar una misa funeral por su
esposo: «No podría hacerle a él tal cosa».167 168

Obra
A lo largo de su vida, entre 1907 y 1939, Joyce publicó una obra corta pero intensa, debido a lo cual suele ser
considerada libro a libro. Consta de una colección de cuentos: Dublineses, dos libros de poesía: Música de
cámara y Poemas manzanas, una obra de teatro: Exiliados, y las tres novelas que lo hicieron célebre: Retrato
del artista adolescente, Ulises y Finnegans Wake. De este autor se conservan además una novela inacabada:
Stephen Hero, un conjunto de ensayos, en prosa y en verso, algunos poemas sueltos y dos cuentos infantiles
que dedicó a su nieto, así como abundante correspondencia. Joyce recibió importantes influencias de los
siguientes autores: Homero, Dante Alighieri, Tomás de Aquino, William Shakespeare, Edouard Dujardin,
Henrik Ibsen, Giordano Bruno, Giambattista Vico y John Henry Newman, entre otros.

Dublineses
Dublineses es el único libro de cuentos de
Joyce, empezado en 1904 en Dublín, y
terminado en Trieste en 1914. El libro
comprendía en principio doce cuentos, a los
que más tarde se añadieron otros tres.169 Los
cuentos, escritos en un estilo fuertemente
realista, tratan de reflejar el anquilosamiento y
el inmovilismo a que había llegado la
sociedad de Dublín a principios del siglo XX.
Son «historias de parálisis»,170 171 172 173
reflejos de la experiencia negativa recibida
por el escritor en su juventud de la ciudad
que lo vio nacer, por lo que, como toda su
obra, exhiben un fuerte contenido
autobiográfico.170 Algunos cuentos se
Joyce en 1915. refieren a la infancia, y otros a la edad adulta, Dubliners, 1914
pero en todos ellos se aprecia el afán casi
obsesivo de su autor por ser fiel a la verdad
que había visto y oído, verdad que él jamás altera o deforma.174 Según su más importante biógrafo, Richard
Ellmann, el escritor «deseaba que sus contemporáneos, en particular los irlandeses, se echasen un buen vistazo
en su bruñido espejo —como él decía—, pero no para aniquilarlos. Tenían que conocerse a sí mismos para ser
más libres y estar más vivos».175 176

Esta obsesión por ser fiel a los detalles más nimios será una de las causas que dificultará la publicación de
Dublineses. El manuscrito ya obraba en poder de un editor a principios de 1906, sin embargo, como se ha
visto, no fue publicado hasta 1914, aunque no sin el apoyo incondicional de amigos como Ezra Pound y W. B.
Yeats. Las objeciones que se hacían al escritor eran principalmente de índole moral y en último término las
llevaban a cabo los propios linotipistas, los cuales se negaban a imprimir nada que pudiera comprometerlos. El
crítico Fernando Galván, en este sentido, recuerda que «aunque hoy nos parezca absurdo, las leyes de la época
hacían responsable al linotipista de todo lo que se imprimiera, por lo que estos operarios ejercían de hecho una
censura sobre expresiones y contenidos que estimaran ofensivos y susceptibles, por consiguiente, de ser
perseguidos por la justicia».177

Los relatos contienen en diversos lugares lo que Joyce


llamó "epifanías", revelaciones o iluminaciones
repentinas de verdades profundas que transforman
súbitamente el alma o la conciencia de los personajes.
Estas epifanías, que aparecen ya en obras anteriores
como Stephen el héroe y Retrato del artista adolescente,
provienen del lenguaje religioso, donde aluden a la
manifestación de lo divino. Según Jeri Johnson,
responsable de una edición inglesa del libro, se trata de
Puente de James Joyce, en Dublín, ciudad que
un «término hoy común en el lenguaje crítico, pero fue inspiró toda la narrativa del autor.
originalmente Joyce quien lo tomó prestado [...] de la
liturgia católica, aplicándolo a los fines del arte».178

Al publicarse el libro, la recepción no fue entusiasta. Aunque algunos críticos lo elogiaron, en general se
censuró al autor el haber puesto tanto énfasis en aspectos triviales y desagradables de la vida cotidiana. Se le
comparó negativamente con el también irlandés George Moore y se achacó a los relatos carecer de argumento
y un estilo plano y monótono.179 Ezra Pound, sin embargo, en la revista The Egoist, comparaba el estilo de
Joyce con el de la mejor prosa francesa, alabando, además, su «condensación estilística».180
El niño gritó: ¡Ay, papá!, y dio vueltas a la mesa, corriendo y gimoteando. Pero el hombre le
cayó detrás y lo agarró por la ropa. El niño miró a todas partes desesperado, pero, al ver que no
había escape, cayó de rodillas.
—¡Vamos a ver si vas a dejar apagar la candela otra vez! —dijo el hombre, golpeándolo
salvajemente con el bastón—. ¡Vaya, coge, maldito!
El niño soltó un alarido de dolor al sajarle el palo un muslo. Juntó las manos en el aire y su voz
tembló de terror.
—¡Ay, papá! —gritaba—. ¡No me pegues, papaíto! Que voy a rezar un padrenuestro por ti... Voy
a rezar un avemaría por ti, papacito, si no me pegas... Voy a rezar un padrenuestro.181

Dublineses no ha recibido mucha atención en español, pese a sus diversas traducciones, la más conocida
quizá, la de Guillermo Cabrera Infante. Ya bastante tarde, Mario Vargas Llosa (1987) resaltó el naturalismo
algo arcaico de la colección, aunque para él no se trata en modo alguno de una obra menor. La obsesión con la
fidelidad, sigue el escritor peruano, es de filiación flaubertiana.182 Destaca como su gran mérito la
«objetividad» del texto, pero alejada de Zola. Esta objetividad era resultado, por un lado, del absoluto dominio
de la técnica narrativa por parte del autor y, por otro, de una finísima percepción estética que lo alejaba de toda
pulsión moralizante o sensiblera. De este modo, según Vargas Llosa, Joyce lograba la proeza de dignificar
estéticamente la mediocridad de la clase media dublinesa.183

Para José María Valverde, hoy es difícil de imaginar que relatos tan transparentes y austeros pudieran
escandalizar a nadie; las críticas vendrían precisamente por la pureza elemental del estilo, objetivo, directo e
impersonal, «que da así una energía sin límites a lo que fotografía».184 Añade Valverde: «Ningún pesado
novelista naturalista habría podido en un millar o dos de páginas darnos tan nítidamente el Dublín de esa
época, y el perenne drama minúsculo de las vidas corrientes en incidentes aburridos, pero reveladores».185 Y
en su Historia de la literatura universal, De Riquer y el citado Valverde valoran en especial la «pureza
expresiva» de estos relatos, apuntando asimismo que las dificultades para su publicación pudieron provenir
incluso de un veto lanzado por la realeza británica, debido a ciertas alusiones en el libro.186

Anthony Burgess observa en Dublineses el primer gran fruto del exilio joyceano. «Hoy nos parece un
purgante suave, pero porque se trata del primero de toda una farmacopea catártica a la que hoy ya hemos
desarrollado tolerancia. [...] Dublineses era totalmente naturalista, y ningún tipo de verdad es inofensivo; como
dijo Eliot, la especie humana no puede soportar demasiada realidad».187

El crítico irlandés y editor de la obra, Terence Brown, estudia la sólida armazón estructural de la misma, que se
manifiesta en los frecuentes paralelismos y equivalencias entre las historias, hasta el punto de que los títulos del
primer y último relatos ("Las hermanas" y "Los muertos") podrían perfectamente intercambiarse, sin que eso
afectase al sentido general de aquella. Mediante dichos alardes técnicos, Joyce contribuyó a demostrar «la
significación literaria del relato breve como forma artística de notable economía y cargada de
implicaciones».188

Entre los muchos comentarios sobre los contenidos intertextuales presentes en este libro, se encuentra el
siguiente del amigo de Joyce, Frank Budgen: «Stephen [Dedalus] aparece por primera vez como personaje en
el Retrato del artista adolescente, pero no cabe duda de que es el narrador anónimo de los tres primeros
estudios de Dublineses».189

Siguiendo con su carácter realista, Harry Levin rastrea a lo largo del libro influencias, entre otros, de Chéjov,
Dickens y Sherwood Anderson,190 y Jeri Johnson comenta ampliamente la del dramaturgo Henrik Ibsen;191
esta estudiosa subraya asimismo la «madura inteligencia estética» del muchacho de veinticinco años capaz de
componer el prodigioso relato que cierra la colección, "Los muertos".192 Según W. Y. Tindall, esta historia
sugiere, a través del personaje de Gabriel Conroy, un lúgubre retrato del Joyce que pudo haber sido, de haber
continuado en Dublín, casado con Nora (representada por Gretta), enseñando en la universidad y escribiendo
artículos para el Daily Express,193 mientras que para Burgess «"Los muertos" es quizá el informe más
personal en la larga crónica dublinesa que supuso el trabajo de su vida».194 Este cuento es definido por la
Enciclopedia Británica como uno de los mejores que se han escrito.195

Retrato del artista adolescente

El Retrato es una novela semiautobiográfica,196 197 198 perteneciente al


género de la llamada Bildungsroman (novela de aprendizaje), que fue
publicada inicialmente en formato de serial por la revista The Egoist,
entre 1914 y 1915, y como libro en el año 1916, aunque fue empezada
como tal en 1907.199

Para José María Valverde, con esta obra alcanza el irlandés su estatura
total como escritor,200 en tanto que, para Herbert Gorman, aquí Joyce
llega a ser definitivamente él mismo.201 El Retrato es la historia de un
muchacho llamado Stephen Dedalus, que representa el álter ego de
Joyce, por lo que en ella aparecen muchos episodios basados en la vida
real del escritor. El apellido del personaje hace clara referencia a Dédalo,
el arquitecto y artesano de la mitología griega constructor del famoso
laberinto de Creta —donde estaba preso el Minotauro—; "dédalo", en
castellano, es también "laberinto".
Portada de la revista The Egoist.
El Retrato había conocido una versión anterior, datada en 1905, que no
llegó a ver la luz: Stephen el héroe. Según cuentan sus biógrafos, esta
última novela fue escrita en tiempos de profundo desaliento para Joyce, y su abandono pudo ser producido por
una pelea con su mujer, Nora, en Trieste, en el transcurso de la cual Joyce arrojó el manuscrito al fuego de una
estufa, aunque afortunadamente fue rescatado por una hermana del escritor.202 La versión de Sylvia Beach,
editora de Ulises, es que Joyce arrojó el manuscrito al fuego después de que el editor que hacía el número
veinte de todos a los que lo había enviado se lo devolvió y que Nora, a riesgo de quemarse las manos, lo sacó
del fuego.199 En cualquier caso, el manuscrito daría lugar, años después, al Retrato, cuya publicación fue
posible por el apoyo decisivo, como en el caso de Dublineses, de Ezra Pound.203

En términos generales, se reflejan en la novela las luchas de un joven sensible en contra de las convenciones
de la sociedad burguesa de su tiempo, en especial las católicas e irlandesas. La obra está contada desde el
punto de vista del propio Stephen (nombre que pudiera ser alusión a San Esteban, primer mártir cristiano),
cuya subjetividad se va desarrollando a lo largo de cinco extensos episodios o capítulos. En las primeras
páginas, la narración se plasma en estilo indirecto libre, similar al monólogo interior. A través de esta técnica,
el personaje, transmutado en narrador (o a la inversa), aparentemente expone sus pensamientos tal cual le
vienen, muchas veces al azar. En el Retrato, posteriormente se recurre a la clásica tercera persona narrativa.

Muy característico del Retrato, y del hacer de Joyce, es la evolución estilística que exhibe, progresión que el
autor hace coincidir con las sucesivas etapas en la vida del protagonista. Así, pasa de reflejar los balbuceos de
un bebé, en las primeras páginas, a los depurados períodos que cierran la novela, en los cuales se explaya la
peripecia interior de un universitario. Esta mezcla de estilos alcanzará su máxima expresión en Ulises (1922),
obra maestra del autor, en la cual repite protagonismo Stephen Dedalus.

Uno de estos procedimientos se funda en un enfoque inédito de la memoria: «Parte de la nueva complejidad
surge del desarrollo por parte de Joyce de un estilo peculiar que tiene por objeto la captura de la calidad
cambiante de la memoria; parte de ella proviene de una estructura narrativa que enfatiza la repetición en lugar
del desarrollo continuo, cronológico. En el Retrato vemos los bruscos virajes en la vida de Stephen con mayor
claridad y regularidad que en Stephen Hero».204
Obra repleta de símbolos para Anthony Burgess, el fundamental es el que recrea a una criatura tratando de
escapar de la esclavitud de los elementos más groseros, la tierra y el agua, aprendiendo dolorosamente a
volar.205 Además, la prosa y el asunto tratado llegan a ser la misma e inseparable cosa, lo que constituyó la
primera gran ruptura narrativa en el siglo XX.206 207

Harry Levin encuentra en esta obra la transcripción literal de los primeros veinte años de la vida de Joyce,
aunque, a diferencia de otras autobiografías, el énfasis se pone en las aventuras emocionales e intelectuales de
su protagonista. Por otra parte, la novela trata de forma cáustica a todos los personajes menos a este. La
apocalíptica retahíla sobre el Infierno a cargo del jesuita, en el capítulo 3, muestra claras resonancias de
discursos pronunciados en Moby Dick y en Los hermanos Karamazov.208

Para Tindall, en efecto, los personajes secundarios cruzan la acción apenas como sombras, provocaciones o
meros estímulos para ayudar a desarrollarse la visión del protagonista, de manera que los detalles del entorno
casi siempre sirven como excusas para sus epifanías.209 El pecado que más atormenta a Stephen Dedalus es
el de la soberbia, el mayor de todos los pecados, de forma que, como artista en ciernes, amante del brillo
personal, acaba dejándose deslumbrar por Lucifer ("el que trae la luz") y su non serviam.210

Jeri Johnson, editora de la novela en inglés, centra gran parte de su atención en el protagonista de la misma y
en su verdadero sentido autobiográfico: «Encontramos en cada capítulo el mismo modelo de desarrollo de la
acción. Cada uno se abre con el personaje de Stephen en actitud humillada, y acaba con él en modo triunfante.
[...] Las cosas ocurren en esta novela de acuerdo con su significado para el retrato de Stephen que Joyce quiere
ejecutar, revelando uno u otro detalle del personaje y de la cultura en que se desenvuelve. [...] Stephen se
parece a su autor tanto como se diferencia. [...] Joyce escribió una novela que Stephen nunca hubiese podido
escribir».211

Retrato del artista adolescente tuvo gran repercusión literaria. Por ejemplo, los novedosos recursos exhibidos
en sus primeros capítulos inspiraron a William Faulkner la técnica que utilizó en su admirable descripción de la
mente del idiota protagonista de El ruido y la furia.212

El Retrato cuenta con una excelente traducción al castellano de 1926, a cargo de Dámaso Alonso, quien firmó
la misma 'Alfonso Donado'.213

Cerró los ojos, adormilado. Le temblaban los párpados como si sintieran el gran movimiento
cíclico de la tierra y de sus satélites, como si sintieran la luz extraña de un mundo nuevo. Su alma
se iba hundiendo en aquel mundo desconocido, fantástico, vago como las profundidades marinas,
surcado por formas y seres de niebla. ¿Era un mundo, una luz vaga o una flor? Brillo y temblor,
temblor y flujo, luz en aurora, flor que se abre, manaba continuamente de sí mismo en una
sucesión indefinida, hasta la plenitud neta del rojo, hasta el desvanecimiento de un rosa pálido,
hoja a hoja, y onda de luz a onda de luz, para inundar el cielo todo de sus dulces tornasoles, a
cada matiz más densos, a cada oleada más oscuros.214

Ulises

El escritor y traductor de la obra al español, José María Valverde, cuenta que, una noche de junio de 1904,
poco tiempo después de conocer a Nora, paseaba el joven Joyce por la calle cuando se le ocurrió piropear a
una muchacha con la que se encontró, sin darse cuenta de que venía acompañada por un militar. Recibió un
golpe y se desplomó, siendo atendido por un judío de la ciudad, famoso por las infidelidades de su mujer.
Años después, siendo empleado bancario en Roma, pensó en utilizar este episodio como cuento para
Dublineses, pero fue en realidad el germen de la novela.215
Según el profesor y crítico español Francisco García Tortosa, Ulises es una de las novelas más influyentes,
discutidas y renombradas del siglo XX; unos tienen referencias de ella porque siempre ha estado rodeada de
escándalo, otros por su poderoso carácter vanguardista, por su creatividad verbal, la mayor después de
Shakespeare, por haber sido la descubridora de las interioridades del hombre moderno. También ha recibido
comentarios de muy distinto signo, por lo que la crítica, casi cien años después de su publicación, sigue sin
ponerse de acuerdo sobre su significado.216

José María Valverde hace referencia al enorme poderío verbal de


Joyce y a la gran dificultad de la lectura de Ulises. Su autor, gran
poeta, disfrutaba de una poderosa memoria verbal e incorporó a la
obra innumerables asociaciones lingüísticas, citas literarias, trozos de
óperas, canciones, vocablos extranjeros, chistes y juegos de palabras,
términos teológicos y científicos...,217 a todo lo cual hay que añadir
que cada capítulo o fragmento de la novela está escrito en un estilo
distinto: monólogo interior, imitación de inglés arcaico, del lenguaje
periodístico, teatral, hasta del esquema de preguntas y respuestas del
catecismo. Para Nabokov, este constante desplazamiento del punto de
vista aporta a la obra «un conocimiento más variado, un vislumbre
más fresco y vivo de este o aquel aspecto».218

El estudioso joyceano Harry Levin, en James Joyce: a Critical


Introduction [Introducción crítica a James Joyce], lleva a cabo un
profundo análisis sobre esta y otras obras del autor. Opina que la Primera edición de Ulysses.
imitación de la vida a través del lenguaje nunca se había desarrollado
tan literalmente como en Ulises, hasta el punto de que el vínculo de
comunicación, la identificación con el libro, llegan a ser tan estrechos que acaban generando en el lector cierta
incomodidad.219 Umberto Eco coincide en este extremo: el magistral manejo del monólogo interior tiene
como resultado que «los personajes del Ulysses nos parecen más vivos, más verdaderos, más complejos y más
caracterizados que los de cualquier buena novela tradicional en la que un autor omnisciente se detenga a
explicarnos y a motivarnos cada vicisitud interior de su héroe».220

A este respecto, el crítico canadiense Hugh Kenner, en su estudio Joyce's Voices [Las voces de Joyce], analiza
con detenimiento las fórmulas narrativas del irlandés (las "voces"), la más llamativa de las cuales, relacionada
con la tan traída y llevada "objetividad" del autor, se sintetiza en lo que Kenner denominó el «Principio del tío
Charles» («Uncle Charles Principle»), en referencia a un personaje del Retrato. Versión joyceana del estilo
indirecto libre, se trata, según Kenner, de un recurso totalmente nuevo en la ficción, a través del cual la figura
del narrador «por lo común neutral en su vocabulario, se deja oscurecer por la utilización de una serie de
modismos que el personaje usaría si fuese él mismo quien contase la historia. En las varias extensiones de este
recurso tenemos indicios de la multiplicidad de estilos que encontramos en Ulises».221 Por eso, dice Kenner,
Joyce parece hacer funcionar un narrador "objetivo" que no lo es en realidad. Esto al escritor le crea un
problema, por ejemplo, a la hora de separar la voz monologal de Bloom de la suya propia como narrador, y
hasta de sus juicios personales.222

Mr Bloom entered and sat in the vacant place. He pulled the door to after him and slammed it
tight till it shut tight. He passed an arm through the armstrap and looked seriously from the open
carriage window at the lowered blinds of the avenue. One dragged aside: an old woman peeping.
Nose whiteflattened against the pane. Thanking her stars she was passing over. Extraordinary the
interest they take in a corpse. Glad to see us go we give them such trouble coming. Job seems to
suit them. Huggermugger in corners. Slop about in slipper-slappers for fear he'd wake. Then
getting it ready. Laying it out. Molly and Mrs Fleming making the bed. Pull it more to your side.
Our winding-sheet. Never know who will touch you dead. Wash and shampoo. I believe they clip
the nails and the hair. Keep a bit in an envelope. Grow all the same after. Unclean job.223
El señor Bloom entró y se sentó en el sitio vacío. Tiró de la portezuela tras de sí y dando con ella
un portazo la cerró bien apretada. Pasó un brazo por la correa de apoyo y se puso a mirar con
seriedad por la ventanilla abierta del coche hacia las persianas bajadas de la avenida. Alguien se
echó a un lado: una vieja atisbando. Nariz blanca de aplastarse contra el cristal. Dando gracias a
su destino porque la habían pasado por alto. Extraordinario el interés que se toman por un
cadáver. Contentas de vernos marchar les damos tanta molestia llegando. La tarea parece irles
bien. Cuchicheos por los rincones. Chancletean por ahí en pantuflas de felpa por miedo a que
despierte. Luego dejándolo listo. Adecentándolo. Molly y la señora Fleming haciendo la cama.
Tire más de su lado. Nuestra mortaja. Nunca sabes quién te va a tocar muerto. Lavado y champú.
Creo que cortan las uñas y el pelo. Guardan un poco en un sobre. De todas maneras crece
después. Trabajo nada limpio. [Versión Valverde.]224

Igualmente desde el punto de vista técnico, Stuart Gilbert, el primer gran estudioso de Ulises, desvela el
procedimiento más simple que utilizó Joyce en su composición y que consiste en la presentación de
fragmentos o motivos que van repitiéndose a lo largo de todo el libro. Estos fragmentos, una vez asimilados
por el lector, sirviendo de engranajes, contribuyen a la comprensión cabal del mismo.225

Uno de los capítulos más ricos estilísticamente de la obra ha sido muy estudiado: «"Los bueyes del Sol", al
igual que Ulises, es un campo de debate en el que las lecturas poéticas, novelísticas y textuales entremezclan
sus reclamos, dando ambiciosas respuestas a preguntas sobre la unidad formal y temática. (Lo humano, la
lingüística y la vida estética aparecen subsumidos en una metáfora orgánica del crecimiento y el parto)».226

Harry Levin, por su parte, destaca una cualidad narrativa especial, vinculada a la técnica del "monólogo
interior": «La mente de Bloom no es ni una tabula rasa ni una ilustración fotográfica, sino una película
cinematográfica que ha sido ingeniosamente cortada y montada para enfatizar los primeros planos y los
fundidos de parpadeante emoción, ciertos ángulos de observación y flashbacks con reminiscencias. En su
intimidad y continuidad, Ulises tiene más en común con el cine que con cualquier otra forma de ficción».227
Frecuentemente se han señalado también las virtudes puramente musicales de muchos de sus pasajes, más en
particular el capítulo "Las Sirenas", el cual, para el crítico musical Alex Ross, «es en sí mismo un remolino
contrapuntístico de imágenes, un equivalente literario del serialismo».228

Ulises es una novela gigantesca, de proporciones parecidas a las de las más importantes del siglo XIX, como
Crimen y castigo o Ana Karenina. No en vano, el escritor Samuel Beckett, que más tarde se convertiría en
asistente de Joyce, muy apropiadamente la llamó «oeuvre héroïque» (obra heroica).229 Contiene alrededor de
267.000 palabras, y un vocabulario de más de 30.000. Las dos ediciones en castellano manejadas constan de
900 páginas. Las ediciones en inglés oscilan entre las 700 y 750. Todas ellas están divididas en 18 capítulos
para facilitar la lectura y comprensión de la obra, ya que el autor no estableció estas divisiones, solo agrupó los
episodios en tres partes o secuencias: 1ª: 1-3. 2ª: 4-15 y 3ª: 16-18.230 Los capítulos o episodios son: 1.
Telémaco. 2. Néstor. 3. Proteo. 4. Calipso. 5. Lotófagos. 6. Hades. 7. Eolo. 8. Los lestrigones. 9. Escila y
Caribdis. 10. Las rocas errantes. 11. Las sirenas. 12. El cíclope. 13. Nausicaa. 14. Los bueyes del sol. 15.
Circe. 16. Eumeo. 17. Ítaca y 18. Penélope.231

Según Herbert Gorman, Ulises es la revelación de la vida entera en un solo día, y el lector llega a conocer a su
protagonista principal, Leopold Bloom, mejor que a sí mismo.232

En el plano narrativo, la novela se centra en las trayectorias de sus tres personajes principales (entre otros
varios cientos) a lo largo de la ciudad de Dublín: el judío cuarentón Leopold Bloom,233 234 235 236 el joven
universitario Stephen Dedalus (álter ego de Joyce),237 238 239 con quien se abre la obra, y la mujer del
primero, Molly Bloom,240 241 hija de irlandés y judeoespañola, con cuyo largo y extraordinario monólogo
interior se cierra.242
Harry Levin revela dos claves para la comprensión de Ulises: su simbolismo épico basado en la Odisea, y su
atmósfera naturalista, fiel reflejo de la ciudad de Dublín.243 Así, la novela está basada metafóricamente en el
esquema episódico que sigue la Odisea de Homero. De hecho, Joyce recomendaba a sus amigos que releyeran
la epopeya griega antes de abordar Ulises.244 Levin afirma, sin embargo, que al lector de Joyce que regresa a
Homero en realidad le llaman más la atención las divergencias que las analogías.245

Harold Bloom hace igualmente a la obra tributaria del Hamlet shakespeariano, especialmente por lo que se
refiere al personaje de Stephen Dedalus.246 De Riquer y Valverde, por su parte, opinan que «Ulises es la más
cruel broma que se ha gastado al Romanticismo, el punto donde los ideales literarios del siglo XIX se
horrorizan al verse en tan radical espejo».247 Y aunque la obra esté plagada de indecencias, «no es exacto
decir que sea un libro inmoral: es igual que un análisis médico, donde no se omite nada por repugnante que
sea».248 Sobre este aspecto, en su ensayo "Inside the Whale" ("Dentro de la ballena"), señaló George
Orwell : «Lo verdaderamente notable de Ulises [...] es lo corriente de su material. [...] Ahí vemos todo un
mundo de materia que uno creía incomunicable por naturaleza, y alguien se las ha arreglado para
comunicarla».249

Relaciona Harry Levin a su protagonista de raíz homérica con los peregrinos de paródica heroicidad que
arrancan de El Quijote de Cervantes. Afirma Levin además que esta obra entronca directamente con las
narraciones anteriores, ya que plasma la introspección del Retrato contra el telón de fondo realista de
Dublineses.250

Otros críticos consideran igualmente Ulises mera continuación del


Retrato, dado que ambas obras son fuertemente autobiográficas;251
el propio Joyce reconoció este extremo en una carta.252 Así, el
material principal del libro son su ciudad, Dublín, y la propia vida del
autor. Por otra parte, aunque no se trata de una novela social, el
Dublín de Joyce, debido a la maestría descriptiva del autor, es
comparable al Londres de Dickens o el París de Balzac.253 El propio
Joyce dijo en cierta ocasión que si esta ciudad quedara destruida, se
podría reconstruir a partir de su libro.254 255 Aparecen retratadas con
todo detalle las circunstancias sociales, políticas, económicas y
religiosas de la capital y de Irlanda,256 con especial mención al
movimiento autonomista liderado por Charles Stewart Parnell, que el
escritor recordaba de su niñez, aunque nunca se identificó con este
movimiento, refiriéndose a veces al mismo sarcásticamente.257

Para Anthony Burgess, "cómica" es la palabra clave que define la


obra, aunque esta comicidad la vincula más bien con los clásicos de la Fachada original del nº 7 de Eccles
Street, casa de Leopold y Molly
mock-epic (los antihéroes de Cervantes, Fielding, Dickens,
Bloom en Ulises. Se conserva en el
Rabelais...) antes que con sus contemporáneos (P. G. Wodehouse,
James Joyce Centre, Dublín.
Richard Gordon). Los héroes de la gran épica bufa, por un giro
irónico, siempre son más admirables, por más humanos, que los
semidioses clásicos a los que parodian. Don Quijote y Leopold
Bloom no sirven como ejemplos cósmicos, en la línea de Odiseo o Eneas, pues se limitan a tratar de mejorar la
sociedad por medio de su conducta decente.258 La comicidad en Ulises se logra a través de una gran variedad
de recursos, desde lo más chabacano a lo más sutil, y muchas veces mediante la utilización humorística del
propio lenguaje. Burgess destaca asimismo el humanismo de la obra («one of the most humane novels ever
written»), que se manifiesta, v. gr., en la práctica ausencia de actos de crueldad y violencia.259
W. Y. Tindall, en su A Reader's Guide to James Joyce [Guía para el lector de James Joyce], hace referencia a
este mismo aspecto: «Sin lugar a dudas, el tema de Ulises, que implican la búsqueda y el carácter de sus
personajes, es moral. Como la Iglesia que él rechazó, Joyce condenaba la soberbia, el mayor de los pecados, y
recomendaba la caridad, la mayor de las virtudes. Como cualquier humanista, era partidario del
humanitarismo. [...] Habiendo mostrado los defectos del sentimiento amoroso en el Retrato, "Los muertos" y
Exiles, devuelve al amor el triunfo en Ulises. [...] Es penoso que una obra que celebra a la humanidad y sus
virtudes se separe de los hombres debido a su dificultad».260 Para Eco, el mismo empeño ético que preside
Dublineses lo encontramos en el Ulises, y agrega que «bajo el cinismo de Ulysses se esconde una gran
piedad»,261 y Frank Budgen escribió: «Hay mucho en el Ulises que puede calificarse de obsceno, en la
acepción normal de la palabra, pero muy poco de perverso».262

José María Valverde resume su impresión afirmando que el protagonista de la novela no es Leopold Bloom,
sino el propio lenguaje, y, al igual que Burgess, destaca que Ulises es un monumento de humor, como el
Quijote, es decir, que la obra impone un distanciamiento, una toma de perspectiva más amplia, plena de ironía
crítica y sin moralejas ante el hombre en general. El impacto más hondo que produce su lectura quizá sea
«hacer que nos demos cuenta de que nuestra vida mental es, básicamente, un fluir de palabras que a veces nos
ruborizaría que quedara al descubierto».263 Para el también traductor de la obra, Francisco García Tortosa, la
técnica narrativa más notable que exhibe Ulises, el monólogo interior o flujo de conciencia, que Joyce tomó,
con variaciones, del novelista francés Edouard Dujardin (de su obra Les Lauriers sont coupés), completa el
círculo realista de la novela;264 la actitud que debe adoptar el lector ante su lectura debe parecerse a la que
adopta ante la propia vida.265 266

La novela, que había ido saliendo por entregas periódicas, fue publicada en París, en 1922, exactamente el día
2 de febrero, fecha del cuadragésimo cumpleaños de Joyce. Su editora fue una osada librera estadounidense
afincada en París, Sylvia Beach. La publicación hubo de superar grandes dificultades, al haber recibido todo
tipo de acusaciones de inmoralidad por su «franqueza» (ya se ha visto lo sucedido con Dublineses). Debido a
estos problemas, el libro no salió a la luz en Inglaterra hasta muchos años más tarde, en 1936.267 268

La acogida que recibió Ulises desde el primer momento fue apoteósica,269 tanto por parte de la crítica como
de la mayoría de los grandes escritores. Entre sus muchos entusiastas, además del ya mencionado Samuel
Beckett, se cuentan: W. B. Yeats, Ezra Pound, T. S. Eliot, Ernest Hemingway, Valery Larbaud, Arnold
Bennett, William Faulkner, o Francis Scott Fitzgerald, quien ofreció al irlandés saltar por una ventana para
probarle su veneración; Joyce le rogó que no lo hiciera.270

La influencia de ésta y otras obras de Joyce en castellano ha sido igualmente profunda (Cfr. «Legado e
influencia»).

Finnegans Wake

Finnegans Wake es el último trabajo que publicó en vida este autor. Apareció en 1939, dos años antes de su
muerte, en la editorial londinense Faber & Faber. Durante todo su proceso de creación, que se extendió a lo
largo de casi veinte años, había sido conocido como Work in Progress (Obra en marcha).

En los primeros años, Joyce avanzó mucho en el libro, pero a partir de 1930 el progreso fue más lento. Esto se
debió a varios factores. Entre los más importantes, están sin duda la enfermedad mental que aquejaba a su hija
Lucia y sus propios problemas de salud, especialmente con la vista. Joyce, sin embargo, recibió la ayuda de
asistentes como Samuel Beckett. Este, en 1928, inició una breve relación sentimental con Lucia Joyce, pero le
puso fin en 1930, para disgusto de los padres de Lucia, que declararon desde entonces a Beckett persona non
grata.271 Los dos escritores, sin embargo, acabarían reconciliándose un año más tarde.
Las reacciones ante lo que se iba conociendo de Finnegans Wake eran de diversa índole. Algunas de las
personas que habían apoyado el proyecto al principio, como Ezra Pound y el hermano del autor, Stanislaus
Joyce, emitieron juicios negativos.272 En contra de estos comentarios, varios de los seguidores del autor (el ya
mencionado Beckett, Thomas MacGreevy, Eugene Jolas, William Carlos Williams, entre otros) publicaron en
su defensa el libro de ensayos de título imposible (y en parte sugerido por Joyce), Our Exagmination Round
His Factification for Incamination of Work in Progress (1929). La ayuda prestada a Joyce por sus ayudantes
consistió principalmente en el cotejo y la anotación de términos de distintas lenguas en tarjetas que luego usaría
Joyce, o escribir el texto al dictado del autor, debido a sus problemas de vista.273 274

El título alude a una popular balada callejera de mediados del siglo XIX, donde se narra la muerte y
resurrección paródica de Tim Finnegan, un irlandés aficionado a la bebida.

A grandes rasgos, la acción transcurre en las afueras de Dublín, en la


taberna de Finnegans Wake, escenario de toda la obra. El tabernero es
Porter, también conocido como Humphrey Chimpden Earwicker, que
está casado con Anna Livia Plurabelle. Tienen tres hijos: dos varones,
Shem y Shaun, y una chica, Isobel. Aparecen además algunos sirvientes
y clientes. El tabernero, y esta es la excusa argumental, tiene un
complejísimo y larguísimo sueño, sueño que se mezcla, según un
esquema cíclico, con el de su mujer y los demás personajes de la
novela.275

La obra se abre con una frase que se completa en las páginas finales,
describiendo una estructura circular. La influencia en este sentido del
italiano Giambattista Vico, con su visión cíclica de la historia, y de
Giordano Bruno, es muy notable. El método del monólogo interior, las
alusiones literarias y las asociaciones oníricas, así como los juegos de
palabras, fueron llevados al límite en Finnegans Wake. La obra abandona
toda convención de argumento, trama y diseño de los personajes, y está
escrita en un lenguaje oscuro e inextricable, basado sobre todo en
complejos juegos de palabras expuestos en distintos niveles significativos
y tomados de varias lenguas. Sin embargo, los lectores parecen ponerse
de acuerdo acerca de los personajes principales y del sentido general de
la obra. Fuente de Dublín representando a
Anna Livia Plurabelle, personaje
Well, you know or don't yo kennet or haven't I told you every de Finnegans Wake.
telling has a taling and that's the he and the she of it. Look, look,
the dusk is growing! My branches lofty are taking root. And my
cold cher's gone ashley. Fieluhr? Filou! What age is at? It saon is
late. 'Tis endless now senne eye or erewone last saw Waterhouse's
clogh. They took it asunder, I hurd thum sigh. When will they
reassemble it? O, my back, my back, my bach! I'd want to go to
Aches-les-Pains. Pingpong! There's the Belle for Sexaloitez! And
Concepta de Send-us-pray! Pang! Wring out the clothes! Wring in
the dew! Godavari, vert the showers! And grant thaya grace!
Aman.276 277

Bueno, sabes o no sapes o no tero he dicho que todo dicho tiene un fin falorio que es el quid y el
quae del asunto. Mira, mira, está cayendo la tarde! Mis ramas en lo alto están echando raíces. Y
mi siento frío comienza a favilar. Fieluhr! Filou! Qué edad es? Pronto es tarde. Hase na eternidad
desde que mi ojo nie nadie viera por última vez el reclogh de Waterhouse. Lo desarbolaron, oí
que lo mentaban. Cuándo lo rearbolarán? Oh, mi espalda, mi espalda, vi balda! Me iría a Aches-
les-Pains. Pingpong! Ahí está la Belle para Sexaloitez! Y Concepta del Sandánosle-ora! Pang!
Escurre la ropa! Escurre en la escarcha! Deodolente, si a raso que no llueva! Y venga a nosotros
tu gracia! Amán.278

El crítico García Tortosa destaca la extremada dificultad de su lectura, lo que ha motivado que hasta el presente
no se cuente con una traducción completa en castellano, ya que una que salió hace años fue pronto retirada del
mercado a causa de las críticas adversas recibidas.279 Valverde llega más lejos: «Finnegans Wake es,
seguramente, el libro de más difícil lectura que se haya escrito nunca».280 281 Y para Umberto Eco
«constituye el documento de inestabilidad formal y ambigüedad semántica más aterrador del que jamás se haya
tenido noticia».282

Jennifer Levine encuentra una disculpa verosímil a este hecho: «La indeterminación de Finnegans Wake surge
de las extrañas condiciones ontológicas que explora la obra, en particular, el sueño y la muerte, condiciones
que hacen cuestión primordial la esencia del yo, la propia identidad».283

Len Platt asegura por su parte que la obra anuncia «una nueva revolución de la palabra», pero en otro sentido
que Ulises: «El Wake revela una técnica de resonancias culturales poderosamente amplias que implica no
exactamente un nuevo lenguaje, sino una nueva clase de lenguaje a través del cual se intenta, no estabilizar el
mundo, sino más bien descomponerlo en una procelosa diversidad de posibles o potenciales significados».284
Estos significados, sin embargo, no son tan múltiples o heterogéneos, tal y como se ha sugerido a veces, ya
que, por ejemplo, no cabe en ningún caso la interpretación de que la novela trata de "una gran ballena
blanca".285

Harry Levin enumera solo algunos de los recursos estilísticos y gramaticales utilizados: Fónicos: rima,
aliteración, asonancia, onomatopeya; morfológicos: derivación regresiva, infijos, etimologías, retruécano;
alfabéticos: acróstico, anagrama, palíndromo.286

En cierta ocasión se le preguntó a Joyce por qué estaba escribiendo el Finnegans como lo estaba haciendo, y
él, esbozando una sonrisa, replicó: «Para tener ocupados a los críticos durante trescientos años».287 Esta
dificultad de Finnegans, sin embargo, motivó muy pronto las quejas de grandes escritores, entre ellos H. G.
Wells y Ernest Hemingway.

Jorge Luis Borges, en una reseña sobre el libro, escribió: «Finnegans Wake es una concatenación de
retruécanos cometidos en un inglés onírico y que es difícil no calificar de frustrados e incompetentes. [...] Jules
Laforgue y Lewis Carroll han practicado con mejor fortuna ese juego».288 A Stanislaus Joyce, quien, tras
criticarlo, había acabado valorando Ulises, Finnegans le desagradó: le pareció que la obra era atribuible
principalmente al poder lamentable de la adulación sobre su hermano en París, a partir del éxito de Ulises.289

Para Margot Norris, contrariamente, el libro presenta un sugestivo desafío: «Unos lectores sentirán rechazo o
humillación ante texto tan difícil; a otros los estimulará su extrañeza y los retos que presenta. De cualquier
modo, Finnegans Wake medirá su capacidad para la aventura intelectual e imaginativa».290

W. Y. Tindall, a su vez, observa que «una obra en expansión, dotada de infinidad de piezas, una obra que
incluía a todos y a todo, demandaba un tratamiento más y más elaborado y una gran variedad de recursos.
Joyce no era más difícil de lo que tenía que ser».291 Por otra parte, «cualquiera que haya sido capaz de leer
Ulises encontrará legible Finnegans, y cualquiera que haya disfrutado con la primera, se partirá de risa con la
segunda», si bien «uno pierde de vista el bosque entre tanto árbol. [...] Avanzar de Ulises a Finnegans es como
hacerlo de Cézanne a un pintor abstracto moderno [...] o de Bach a Bartok».292

Harold Bloom recuerda, por su parte, que el pasaje más hermoso de Joyce es el monólogo de la agonizante
Anna Livia Plurabelle293 en Finnegans Wake, que juzga la obra maestra del irlandés.294
Anthony Burgess es otro acerbo defensor de Finnegans Wake, novela, como toda obra literaria, sujeta a crítica,
aunque con una dificultad: «[...] podemos legislar para la literatura de la vigilia, pero es imposible establecer
reglas para libros que tratan de sueños». Todo el empeño del escritor británico es «refutar a aquellos críticos
que, no sabiendo lo que se pretende con Finnegans Wake, la atacan sobre la base de criterios pedestres, allí
donde la obra parece más vulnerable». Dichos críticos, no hacen, sin embargo, más que «denunciar a la noche
porque no brilla el sol, reprenden a lo eterno porque sus relojes no pueden medirlo, extraen sus reglas
graduadas y protestan porque no hay espacio que medir». Y recuerda finalmente que «ninguna obra
importante y difícil es permanentemente ininteligible, ya que son los grandes escritores los que crean la
sensibilidad y el lenguaje del futuro».295

Hace gran hincapié Burgess igualmente en los elementos cómicos de la novela, tan divertida como Ulises, y
recuerda las grandes risotadas que escuchaba continuamente Nora Barnacle provenientes del work-in-
progress-room (el cuarto donde su esforzado marido, casi ciego, trabajaba en la novela).296

García Tortosa apunta asimismo la «considerable carga de humor» presente en el libro, como ocurre en Ulises,
hasta el punto de que Finnegans puede consistir, según este crítico, nada más que en «una monumental y
complicada broma». Alude también García Tortosa a los contenidos pornográficos y blasfemos que salpican
muchos pasajes, cosa que se advertiría enseguida «si se tradujesen al inglés estándar, o a cualquier otra lengua
normalizada». Frente a dichos contenidos, «Ulises parecería un libro piadoso y ñoño».297 También se ha
querido ver en esta obra una cierta actitud paternalista por parte del autor hacia su país: la misma que
demuestra hacia sus hijos Earwicker,298 cuyo subconsciente representa la historia de la conciencia de toda la
raza humana299 y cuyos sueños están hechos de palabras.300

En 1930, el estudioso Stuart Gilbert relacionó las dos grandes novelas de Joyce desde un punto de vista
plástico: «Esa combinación de naturalismo, simbolismo y precisión tectónica, que vemos, por ejemplo, en el
arte de Seurat, encuentra su literaria contrapartida en Ulises y especialmente en Finnegans Wake: en verdad, la
textura de esta última obra (así como el método de su composición) es totalmente pointilliste».301

Finnegans Wake, con todo, representa «el mayor esfuerzo en la historia de la literatura universal por entender,
pragmáticamente, la naturaleza de la lengua».302 También, como se aprecia en Ulises, es innegable su fuerte
significado autobiográfico; así, a semejanza del resto de la narrativa de Joyce, la acción de esta obra transcurre
enteramente en Dublín, pero con la particularidad de que en Finnegans la ciudad aparece universalizada:
«Encarna la historia de todas las civilizaciones y de todas las ciudades desde la antigüedad hasta el
presente».303

Según Richard Ellmann, este libro, como los demás del irlandés, se estudia en todo el mundo y tiene la virtud
de influir poderosamente incluso en autores que no lo han leído.304

En 2010 se publicó una edición corregida y expurgada de la obra, a cargo de los especialistas Danis Rose y
John O'Hanlon, quienes, a lo largo de los últimos treinta años, han trabajado sobre 20.000 páginas
manuscritas, detectando unos 9.000 errores. La nueva versión cuenta con 120 páginas menos que la
original.305

Poesía

Artículos principales: Música de cámara y Poemas manzanas

James Joyce es autor de dos únicos libros de poemas: Música de cámara (Chamber music, 1907) y Poemas
manzanas (Pomes penyeach, 1927), además de algunos poemas sueltos. Ambos libros son considerados obras
menores: la importancia de Joyce en el contexto de la literatura del siglo XX hubiese sido mucho menor de
haberse basado solo en su obra lírica. Es sorprendente que un escritor tan original y avanzado en prosa se
redujera a componer versos de corte tradicional, «intrascendentes y juguetones, cuando no repletos de
sentimentalismo» en los que no se aprecia ni un retazo de la genialidad que brilla en su narrativa.306 La rica
tradición literaria que empapa al autor, tan visible en su obra narrativa, no la utilizará nunca para ensanchar el
panorama de la poesía.307

Según cuenta su hermano Stanislaus, Joyce comenzó a escribir poesía en sus últimos años de colegio. Estas
composiciones primerizas le valieron las alabanzas de Yeats.308 Chamber Music se gestó entre 1898 y 1904 y
su publicación se logró a través de la influencia de Yeats y con la ayuda de su hermano Stanislaus, Ezra Pound
y el poeta Arthur Symons.309 Su temática general es el amor juvenil, aunque según cuenta su hermano
Stanislaus en El guardián de mi hermano, James afirmó que lo mismo que «poemas de amor» hubiesen
podido llamarse «poemas de prostitutas». «Jim carecía de pudor», añade Stanislaus.310 Música de cámara
obtuvo recensiones favorables. En una de ellas, Ezra Pound destacó la musicalidad de los versos y su nítido
entronque con la poesía tradicional. El libro es asimismo expresivo de la "pureza lírica" que Joyce valoraba
por encima de todo,311 opinión que suscribe Burgess, quien añade que estos poemas suenan mejor recitados
que simplemente leídos; parecen haber sido concebidos para el canto.312 Según su traductor al español, José
María Martín Triana, Música de cámara es «un suave cuarteto de cuerdas isabelino, con algunos lamentos de
trompa inglesa».313 Joyce no se enorgullecía demasiado de este libro, y hasta llegó a negar a Padraic Colum,
en 1909, que fuese poeta, aunque no le gustaba que otros coincidiesen con él en determinados juicios.314

Por su parte, Pomes Penyeach apareció en la misma editorial que alumbró el Ulises, en 1927. Este libro pudo
resultar la respuesta de Joyce a las agrias críticas que estaban recibiendo los adelantos que iban publicando las
revistas de su obra última, Finnegans Wake.315 Poemas manzanas muestra una temática más amplia, desde el
desconsuelo por la enfermedad a la sátira, y hasta la frustración por las dificultades con la publicación de sus
libros en el autor. Se trata de poemas melancólicos en los que se trasluce claramente el dolor del ya largo
exilio.316 Samuel Beckett dio muestras en el verano de 1927 de su entusiasmo por esta colección de
poemas.317

Las influencias en la poesía de Joyce son la poesía isabelina inglesa del siglo XVI, y autores como
Shakespeare, Yeats, Verlaine, etc.318

Según el traductor al español de su obra poética completa, José Antonio Álvarez Amorós, el más importante
logro poético de Joyce es de carácter formal: «La mayor parte de los críticos que hemos citado a lo largo de
este estudio declaran explícitamente la importancia de la sensación musical que transmiten los poemas».319
Así, son de destacar la regularidad del metro y la rima en los dos libros; la musicalidad se logra a través de
recursos fónicos como la aliteración, la recurrencia sonora, las expresiones vocativas; procedimientos léxicos
(uso de campos léxicos relacionados con la música), etc.320

At that hour when all things have repose


O lonely watcher of the skies,
Do you hear the night wind and the sighs
Of harps playing unto Love to unclose
The pale gates of sunrise?321

A la hora en que todas las cosas reposan


oh, solitario vigilante del cielo,
¿oyes el viento nocturno y el suspiro
de las arpas que tocan el amor descorriendo
las pálidas cancelas del amanecer?
Poema III de Música de cámara322

Teatro
Pese al gran interés que se le despertó al principio de su carrera por el teatro, Joyce publicó únicamente un
drama: Exiliados (Exiles, en inglés), empezado poco después del estallido de la Primera Guerra Mundial, en
1914, y publicado en 1918. Se trata de un estudio psicológico sobre un matrimonio de mediana edad. La obra
parece referirse a un cuento publicado anteriormente: "Los muertos" (en Dublineses), pero igualmente apunta
a Ulises, empezado más o menos en las mismas fechas.

La crítica desarrollada por Joyce contra Irlanda se centraba


principalmente en su atraso cultural, por lo que el autor trataba de
acercarse a las corrientes renovadoras europeas que él cifraba en el
dramaturgo noruego Henrik Ibsen, la influencia más notable en
Exiles.323

Al igual que en la mayor parte de su obra, en Exiliados destacan los


contenidos autobiográficos, referidos en este caso a los problemas
conyugales, con celos incluso de por medio, entre el escritor y su esposa,
Nora. José María Valverde define la obra en este sentido como «un
opaco dramón neoibseniano ventilando pleitos personales».324

Obra menos artística que biográfica, en opinión de Burgess, supone un


autorretrato de Joyce en 1912, que diríase basado en la obra menos Henrik Ibsen, primera gran
exitosa de Ibsen: When We Dead Awaken (Al despertar de nuestra influencia sobre Joyce.
muerte).325

Para W. Y. Tindall, Exiliados solo es sencillo en la superficie, puesto que se trata de una de las obras más
difíciles de Joyce. Pero si Stephen Hero es la más pobre, Exiliados es la peor. De cualquier modo, el personaje
de Richard se parecía más a su autor que el de Stephen, especialmente en el plano sentimental.326 Joyce trató
de adaptar viejos temas y métodos a las nuevas formas dramáticas, pero en este caso su exploración no tuvo
éxito.327

Cuando Ezra Pound tuvo acceso a la obra, en 1915, afirmó que era «apasionante» aunque «sin la intensidad
del Retrato». Yeats, por su parte, la rechazó para su representación en el Abbey Theatre de Dublín, alegando
que estaba demasiado «alejada del drama folklórico y actualmente no montamos bien ni el drama
folklórico».328 El escritor austríaco Stefan Zweig alabó la obra y, en carta a su autor, expresó el deseo de
conocerlo personalmente.329 Más tarde, se cree que Zweig influyó para su representación en Múnich, en
1919, representación que resultó un fiasco.

Junto con Música de cámara, Exiliados se ha evidenciado como la obra menos exitosa de Joyce. El escritor
Padraic Colum hace notar en una introducción a la obra: «La crítica siempre ha insistido en que Exiliados
carece del encanto del Retrato del artista así como de la riqueza de Ulises. [...] Siempre se la ha descartado
como un drama ibseniano, obra de un joven admirador del gran dramaturgo escandinavo».330 De Riquer y
Valverde sostienen que Exiles es una «mediocre pieza sobre el problema de la sinceridad y su definitiva
imposibilidad, con la recaída necesariamente en el aislamiento de los que por amor intentaron ser
auténticos».331

RICHARD (Todavía mirándola y hablando como una persona ausente.) Herí mi alma por ti. La
herí con una duda profundísima que nunca podrá cicatrizar. Jamás podré saber. ¡Nunca! No
quiero saber ni creer nada, no me importa. No es en la oscuridad de la fe como yo te quiero, sino
en la viviente, incansable, hiriente duda. Para retenerte no quise utilizar lazos, ni siquiera los del
amor. Luchaba sólo para quedar unido a ti en cuerpo y alma, en absoluta desnudez... Sin
embargo, ahora me siento fatigado. Me cansan mis heridas.332
Ensayo

Joyce escribió a lo largo de su vida ensayos, conferencias, críticas de libros, notas, artículos periodísticos,
cartas a directores de publicaciones y poemas satíricos, si bien es ésta su labor menos conocida. Ya en sus
obras narrativas pueden encontrarse multitud de comentarios sobre obras literarias y otros muchos aspectos de
la sociedad, la historia y el arte. El Retrato del artista adolescente, en concreto, contiene todo un sistema
estético, y en Ulises el autor dedica un capítulo entero a la vida y obra de Shakespeare.333 En cualquier caso,
«si Joyce jamás se consideró crítico, fue por propia decisión, no por incapacidad».334 El primer texto de
Joyce recogido en la compilación Ensayos críticos data de sus catorce años, y el último de sus cincuenta y
cinco.

Tanto el continente adulador y servil como el talante altanero y orgulloso ocultan un carácter
indigno. La Fortuna, esa pompa destellante, cuyo brillante esplendor ha atraído, y ha engañado
por igual a los orgullosos y a los pobres, es tan veleidosa como el viento. Sin embargo, siempre
hay "algo" que nos revela el carácter de un hombre. Es la mirada.335

A partir de 1899, encontró un filón en la literatura dramática, particularmente la obra de Ibsen, y escribió su
artículo "Drama y vida". Este quizá constituya la más clara manifestación de un credo artístico efectuada por el
autor. En dicho artículo, Joyce insiste en la superioridad del drama contemporáneo sobre el clásico. Según
Mason y Ellmann, «la superioridad del drama contemporáneo se basa en que se halla más cerca de las eternas
leyes del comportamiento humano, leyes que no varían en función del tiempo y el espacio, postulado éste que
informa el Ulises y Finnegans Wake».336

En 1900, publica el ensayo "Ibsen's New Drama", donde insiste en sus tesis anteriores. En 1901, el panfleto
"The Day of the Rabblement", y en 1902 el ensayo "James Clarence Mangan". En el segundo, según Eco,
«vibra el desdén hacia el compromiso con la masa, una especie de ascética aspiración al retiro y al aislamiento
absoluto del artista». En el último trabajo, estudia la intensa imaginería de ese poeta irlandés decimonónico
aficionado al opio.337

En años posteriores, se manifiestan sus inquietudes sociales: avisa a sus conciudadanos contra el
provincianismo, el folklorismo y el chovinismo irlandés. También propone una estética europea encaminada a
superar los límites del arte cristiano. La literatura es la gozosa afirmación del espíritu humano. Para ello el
escritor debe huir de la hipocresía y asumir su cuerpo y sus pasiones. De esta época es importante el artículo en
verso "El santo oficio". Una vez abandonada Irlanda (1904), dictó una serie de conferencias sobre la misma en
Trieste, en las que describe la historia de su país como una constante sucesión de traiciones, aunque también
alaba su belleza natural y su valor ante la opresión inglesa.338 En 1912 publicó su famoso poema "Gases de
un quemador", otra acerba crítica contra Irlanda, con motivo del desprecio de un editor dublinés hacia su libro
Dublineses. A partir de ese momento, y pese a los ruegos de su amigo Ezra Pound, deja prácticamente de
escribir artículos. Sólo, durante la guerra, escribió otro poema crítico de importancia: "Dooleysprudencia".
Según Mason y Ellmann, compiladores de la obra ensayística de Joyce, la crítica de escritores como Thomas
Mann o Henry James interesa por lo que dice de otros escritores; la de Joyce, por lo que dice de él mismo,
cuyos «textos críticos se comprenderán mejor si se los considera como parte de esa dramatizada autobiografía
que Joyce escribió a lo largo de su vida en un ensamblaje perfecto».339

Burgess, sobre este aspecto, comenta que el Joyce poeta, dramaturgo y crítico de mayor valía y originalidad se
encuentra en sus dos grandes novelas. «Finnegans Wake completa el trabajo empezado en A Portrait, el
trabajo de demostrar que la literatura no es solo un comentario sobre la vida sino parte integral de la misma. El
poeta mediocre, el dramaturgo impasible y el crítico ocasional adquieren su grandeza en el contexto de la vida,
que es el contexto de la novela».340

Pues estoy obligado para con Irlanda:


tengo su honor en mi mano,
esta hermosa tierra que siempre envió
a sus escritores y artistas al exilio
y con irlandés sentido del humor
traicionó a sus propios líderes, uno tras otro.341
"Gases de un quemador" (1912)

Correspondencia

Joyce escribió a lo largo de toda su vida una abundante correspondencia. Según el recopilador de la misma y
biógrafo de Joyce, Richard Ellmann, «la distancia con respecto a los destinatarios le hacía sentirse cómodo y
escribía cartas no demasiado largas y sin divagaciones [...] el tono que predomina en ellas es irónico, conciso,
apretado».342 En cuanto a los temas, al principio representan casi siempre la exposición detallada de sus
penurias, de su debilidad física y de su desaliento, aunque sus necesidades son insignificantes en relación a sus
méritos, de los cuales estaba bien seguro mucho antes de que sus publicaciones los confirmaran.343 En sus
cartas aparecen simultáneamente súplicas y reprimendas, según se aprecia en las muchas que escribió a su
hermano Stanislaus, a quien dice en una ocasión: «No tardes tanto en hacer lo que te pido, pues estoy
desperdiciando mucha tinta».

Debido a su egotismo, no soportaba a quienes no homenajeaban su talento; de aquí incurría con facilidad en el
"dar de lado al mundo". Muchas veces surge en sus cartas la amenaza de dejarlo todo, incluso a su familia,
para perseguir sus propósitos,344 aunque nunca lo cumplió. Sin embargo, también se observa en ellas que era
persona sociable, buen hijo, buen hermano, complaciente con su esposa, y buen padre. Las cartas atestiguan
también su ansia de "santidad profana", la relación entre el arte y el yo espiritual; se reconoce la primacía del
poeta sobre el sacerdote mediante un sistema ético rival de la teología.345 Una vez llegó más lejos, al afirmar:
«No hay nada que pueda sustituir a la pasión individual como fuerza motriz de todas las cosas, ni siquiera el
arte o la filosofía».346 Frecuentemente se ha considerado al irlandés amoral, sin embargo él se consideraba un
moralista.347 En carta al editor Grant Richards en defensa de Dublineses, afirma sobre esta obra: «Es un
capítulo de la historia moral de mi país». En sus cartas de juventud se aprecian también claramente sus ideas
socialistas; aunque no mencionaba a Marx, sí nombraba a Oscar Wilde.348 Al empezar la Primera Guerra
Mundial, en respuesta a una carta de un amigo italiano, dio muestras de su hondo pesimismo político;
monarquías y repúblicas le asqueaban, y dudaba de «il sole dell'avvenire» («el sol del porvenir», es decir, el
socialismo).349 El escritor se declaró asimismo durante un tiempo simpatizante del movimiento separatista
irlandés Sinn Féin.

Joyce utilizó a menudo las cartas como medio de propaganda de su obra, aunque también las usó para otros
fines, como la campaña que emprendió a favor del tenor John Sullivan, o sus infortunados proyectos
económicos: importar lana irlandesa a Italia, montar un cine en Dublín, la compañía de actores en Zúrich.350
Psicológicamente, las cartas más importantes son las que dirigió a su mujer, Nora Barnacle, a la que parece
tratar de hacer, aparte de su amante, un aliado contra el orden imperante.351 En una carta le dice que ve en
ella «la belleza y el sino de la raza de que soy hijo».352 En otra le pide: «Acógeme en el oscuro santuario de
tu matriz. ¡Protégeme, querida, del mal!»353 Como se ha visto, también es muy conocida la vertiente
escatológica y fetichista presente en estas cartas.354 355

Si las cartas a Nora evidencian su posición sentimental, las dirigidas a su hermano Stanislaus recogen la
intelectual. En esta correspondencia Stanislaus aparece como «un hombre sólido, servicial y discutidor, a quien
su hermano provoca intentos de emulación intelectual, así como envidia y cansancio».356 Termina Ellmann
su prólogo a la edición de las cartas: «La mezcla de cualidades como el orgullo y la quejumbre, los destellos de
sinceridad en medio de peroratas de reticencia sinuosa o confesiones fuera de lugar, confieren a sus parcos
autorretratos de estas cartas un interés muy diferente del que encontramos en las adaptaciones matizadas de
Henry James o en la elocuencia sin restricciones de D. H. Lawrence».357
Tal vez me precipitara al pensar que pretendía usted poner en duda las palabras de Lucia. Mi
opinión vuelve a ser minoritaria y de nuevo soy el único en sustentarla, pues al parecer, todos los
demás creen que está loca. Se comporta como una boba con frecuencia, pero su mente es tan clara
y despiadada como un relámpago. Es un ser fantástico que habla una curiosa lengua propia y
abreviada. Yo la entiendo total o casi totalmente. Antes de ir a Londres, me habló de usted y de lo
que usted había hecho por mí. Quería establecer por mediación suya un vínculo decisivo entre el
ser disoluto que escribe estas líneas y la honorable persona de usted.
Carta a Harriet S. Weaver, 1/5/1935358

Legado e influencia

En la literatura

La crítica internacional coincide en valorar la figura de James Joyce como


una de las más importantes e influyentes en la cultura literaria del siglo XX,
al lado de las de Franz Kafka, Marcel Proust, Jorge Luis Borges o William
Faulkner.

El crítico estadounidense Harold Bloom desarrolla un amplio y profundo


análisis comparativo de Joyce con Shakespeare, destacando el coraje del
primero «al basar Ulises simultáneamente en la Odisea y Hamlet», pues,
como señala Ellmann, los dos paradigmas de Ulises y el príncipe de
Dinamarca prácticamente no tienen nada en común. Según este crítico,
Leopold Bloom es tanto Ulises como el fantasma del padre de Hamlet,
mientras que Stephen es Telémaco y el joven Hamlet, y Leopold Bloom y
Stephen juntos forman a Shakespeare y a Joyce.246 Bloom compara
asimismo a Joyce con Flaubert, y habla de la condición judía del
protagonista de Ulises: «Joyce admiraba a Flaubert, pero la conciencia de
Poldy [Leopold Bloom] no se parece a la de Emma Bovary. Es una psique
curiosamente anciana para un hombre apenas de mediana edad, y todos los
demás personajes del libro parecen mucho más jóvenes que el señor Bloom.
Es de presumir que tiene que ver con el enigma de su judaísmo. [...] Dublín
lo considera incómodamente judío, aunque su aislamiento es autoimpuesto,
[...] él está perpetuamente dentro de sí mismo, algo sorprendente en un
hombre tan afable».359 Bloom defiende a ultranza Finnegans Wake, que
compara a la obra maestra de Proust: «Puesto que Finnegans Wake, más que
Ulises, es el único rival auténtico de En busca del tiempo perdido que ha
producido nuestro siglo, también tiene su lugar en este libro». Bloom Estatua de Joyce en North
sospecha, sin embargo, que tanto Finnegans como The Faerie Queene, de Earl Street, Dublín.
Edmund Spenser, «serán leídas, durante los siglos venideros, por solo un
pequeño grupo de entusiastas especialistas».360

Herbert Gorman, en 1924, aparte de hacer hincapié en la «extrema sensibilidad de su temperamento»,361


describió la mente de Joyce como totalmente alejada del estatismo: «Es dinámica en sus concienzudas
exploraciones, como la mente de la Irlanda moderna, lo que se observa en ciertos atributos notables; esa
apasionada, mística, inquieta, intrépida mente que ha sobrellevado a duras penas dos cargas monstruosas: la
del Imperio Británico y la de la Iglesia Católica Romana».362

Ya en 1929, Samuel Beckett supo describir muy bien la gran proeza técnica que deslumbró en las dos grandes
obras de su mentor: «Aquí, la forma es el contenido, y el contenido es la forma. Puede usted quejarse de que
este material no está escrito en inglés. Pero es que no está escrito después de todo. No está escrito para ser
leído, o no solo para ser leído. Se ha creado para ser mirado y escuchado. Su escritura no es acerca de algo, es
algo en sí mismo. [...] Cuando el sentido es dormir, las palabras se van a dormir (véase el final de "Anna
Livia"). Cuando el sentido es bailar, las palabras bailan. [...] El lenguaje está borracho. Las palabras se
tambalean, eufóricas. [...] Aunque de ningún modo fue él el primero en reconocer la importancia de tratar a las
palabras como algo más que meros símbolos educados. Shakespeare usa gruesas, grasientas palabras para
expresar corrupción. [...] ninguna criatura, en el cielo o en la tierra, ha usado nunca el lenguaje de la Obra en
marcha».363

Para Edmund Wilson, «Joyce es el gran poeta de una nueva fase de la conciencia humana. Como el mundo de
Proust, de Whitehead o de Einstein, el de Joyce se halla en perpetuo cambio mientras es percibido por
diferentes observadores en diferentes momentos. Es un organismo formado de "eventos". [...] Cada uno de
ellos implica a los otros, y además es único. [...] "eventos" que transcurren en la mente de los personajes. Pero
todo se reduce a simples "eventos" como los de la física moderna y la filosofía, eventos integrando un
continuum, pero que pueden considerarse como infinitamente pequeños».364

Umberto Eco coincide en esta perspectiva "científica" sobre la obra del irlandés, en la cual se verifica «la
transposición, en la estructura del discurso, de fenómenos descritos por las metodologías científicas
contemporáneas; la obra se convierte en una grandiosa metáfora epistemológica».365 En Finnegans, más aún
que en Ulises, «cada palabra se convierte en un acontecimiento espacio-temporal».366 Eco, asimismo, a lo
largo de todo su ensayo Las poéticas de Joyce, describe generosamente las relaciones de la obra de Joyce, no
solo con todas las vanguardias del siglo XX, ya sean literarias, pictóricas o musicales, sino también con la
estética medieval, muy presente en todos sus libros.

Harry Levin compara igualmente a Joyce con otros artistas revolucionarios de su época: «“Siendo usted capaz
de pintar tan bellamente, ¿cómo es que se aplica a esas excentricidades?”, preguntó alguien a Picasso, y éste
contestó: “Esa precisamente es la razón”. Joyce, a una pregunta similar de su amigo Frank Budgen, respondió
que habría sido sencillo producir un par de libros fáciles al año, pero que para él no habría valido la pena. [...]
La originalidad sólo se obtiene a cambio de una voluntad implacable de romper con los clichés. El artista
creativo, Joyce o Picasso, Eliot o Stravinsky, debe ser fría y deliberadamente excepcional; no sólo está
obligado a superar a sus predecesores sino también a sí mismo».367

T. S. Eliot, rebatiendo la idea del crítico Richard Aldington de que el Ulises suponía “una invitación al caos”,
escribió: «Este método ha sido ya esbozado por el señor Yeats. En lugar del método narrativo, podemos ahora
usar el método mítico. Es, creo firmemente, un paso adelante para transfigurar en arte el mundo moderno, en
aras del orden y la forma que el señor Aldington tanto anhela. Y sólo aquellos que han desarrollado su propia
disciplina en secreto y sin ayuda, en un mundo que ofrece muy poco apoyo en este sentido, pueden ser de
alguna utilidad en el impulso de este avance».368

Stuart Gilbert refuta el "pesimismo" que se le ha atribuido al dublinés: «Las páginas finales [de Ulises], un
pasaje de viviente belleza lírica, [...] son al mismo tiempo intensamente personales y simbólicas del amor
divino de la Naturaleza por sus hijos, un canto primaveral de la Tierra; es significativo para aquellos que ven
en la filosofía de Joyce nada más que un negro pesimismo, un evangelio de negación, que Ulises termine con
un himno triple de afirmación».369

El crítico de Cambridge Christopher Butler sugiere que Joyce «persigue uno de los objetivos centrales del
modernismo temprano, que es atraer a un público dispuesto a tratar de descifrar las relaciones entre el medio y
el mensaje estilístico. Sus obras, de Stephen Hero a Finnegans Wake, marcan en este sentido los pasos
esenciales en la evolución de la literatura de la época simbolista a la post-moderna. [Joyce es] el más
humorístico y generoso de todos los escritores del siglo XX».370

El escritor español Enrique Vila Matas, siempre que se acercó a Finnegans Wake temió ser presa de una
conmoción, «además, con el temor a no estar a la altura de la clase de lector que espera este libro: alguien en
radical contacto con lo incomprensible y, por tanto, con el arte verdadero, con esa "hora segunda insondable
sin estrellas" de los textos más próximos a nuestra gran verdad, a la realidad brutal y muda, sin significado, de
las cosas. [...] siempre que he emprendido la lectura de este libro admirable, he acabado golpeado, tarde o
temprano, primero por una sensación de colapso que se mezclaba con el pasmo por tan lúcido trabajo con el
lenguaje, y luego por el colapso mismo, por ya ni hablar del consiguiente rubor al sentirme un negado para
descifrar con precisión la espectacular exploración que hizo Joyce de los límites de la literatura».371

El escritor y crítico español Eduardo Lago ve en Joyce a «quien habría de llevar a la prosa en lengua inglesa al
límite de sus posibilidades, sometiéndola a la mayor renovación de toda su historia; el genio diabólico y burlón
que, sorbiendo el tuétano de las palabras, sabía cómo llegar al alma misma del idioma, para desde allí, entre
risas y veras, reventar códigos y normas, haciéndole cosquillas a la sintaxis, tejiendo telarañas donde caían
prisioneros los morfemas; el mágico prodigioso del verbo que, destripando resortes y mecanismos, reagrupaba
los vocablos en insólitas combinaciones tras las que alumbraba la fuerza desnuda de la poesía; quien, en fin,
estaba destinado a cambiar, de una vez y para siempre, los rumbos por donde habría de transitar en el futuro la
novela».372

En la sección Ulises, ya se ha visto la fuerte resonancia que tuvo dicha novela entre los más importantes
escritores en lengua anglosajona de su época. La obra de Joyce ha sido escrutada hasta la extenuación por todo
tipo de estudiosos y críticos que sitúan a este autor como influencia decisiva sobre otros autores, como Hugh
MacDiarmid,373 Samuel Beckett,374 Flann O'Brien,375 Máirtín Ó Cadhain,376 Salman Rushdie,377
Robert Anton Wilson,378 Joseph Campbell,379 etc. Harry Levin señala igualmente a John Dos Passos,
Alfred Döblin, Jules Romains, Thomas Wolfe.380

La obra de Joyce representa uno de los casos más evidentes del impacto que un autor extranjero puede ejercer
en la literatura en castellano.381 En España se observa muy directamente en autores como Gonzalo Torrente
Ballester,382 Juan Goytisolo,383 Luis Martín Santos,384 José María Guelbenzu,385 o Julián Ríos,386 así
como en los hispanoamericanos Jorge Luis Borges,387 Carlos Fuentes, José Lezama Lima, Alejo Carpentier,
Mario Vargas Llosa,388 Fernando del Paso389 y, muy notablemente, en su traductor Guillermo Cabrera
Infante,390 entre otros muchos.

Otros autores tributarios de Joyce: Umberto Eco, Raymond Queneau, Philip Roth, Derek Walcott, Tom
Stoppard, Anthony Burgess, Philip K. Dick.391

Algunos intérpretes de su obra, en particular Vladimir Nabokov, muestran sentimientos encontrados sobre la
misma, ensalzando unos libros y condenando otros. Para Nabokov, Ulises es «brillante»;392 mientras que
Finnegans Wake es «horrible» (vid. sus obras Opiniones contundentes, The Annotated Lolita o Pálido
fuego393 ), opinión que, como se ha visto, más o menos comparte Jorge Luis Borges.394 D. H. Lawrence
objetó contra el Ulises desde el punto de vista moral: la obra revelaba una «deliberada, periodística mente
sucia».395 Por su parte, el escritor español Juan Benet criticó duramente esta misma novela. Entre otras cosas
la tachó de simple «cuadro de costumbres, hipertrofiado por la palabrería».396 En 1971, ante el «océano
joyceano» que invadía la cultura occidental, Benet se maliciaba que el irlandés «algún día —probablemente no
será de este siglo— empezará a ser arrinconado, porque la gente se cansa de todo».397

El irlandés Patrick Kavanagh probablemente se excedió al juzgar a su ilustre compatriota: «Lo que intento
decir es que Joyce demuestra poca, o ninguna, de esa etérea materia prima conocida como inspiración. Es un
cínico muy inteligente que ha dado con una fórmula. [...] Finnegans Wake representa el delirio de un hombre
que no tiene más que decir. Llegó a fundir hasta la matriz. [...] El Retrato del artista es el testamento de Joyce.
Leyendo algunos de los más atropellados pasajes de Ulises, no puedo sino pensar que Joyce es un muchacho
grosero que disfruta rompiéndolo todo. Odio y orgullo».398

En años recientes, sin embargo, los teóricos de la literatura han tendido a valorar por encima de todo la
ambición y la fuerza innovadora del irlandés.
En otros campos

Su impronta es también evidente en campos alejados de la literatura. La frase «Three Quarks for Muster
Mark», de Finnegans Wake, es el origen del término físico quark, nombre de una de las partículas elementales
más importantes, propuesta por el científico Murray Gell-Mann.399 El filósofo estadounidense Donald
Davidson ha escrito sobre Finnegans Wake comparándola con las obras de Lewis Carroll. El psicoanalista
Jacques Lacan utilizó los escritos de Joyce para explicar su concepto de sinthome. Según Lacan, la escritura de
Joyce supone el último asidero que lo libró de la psicosis.400 El filósofo deconstructivista francés Jacques
Derrida tiene asimismo un trabajo sobre el uso del lenguaje en Ulises. Derrida afirma que esta novela hay que
oírla a la vez que leerla, a fin de comprenderla en profundidad.401

Se conmemora anualmente a Joyce el día 16 de junio —día en que transcurre Ulises, llamado Bloomsday—,
en Dublín y cada vez en más lugares del mundo.

La James Joyce Society fue fundada en febrero de 1947, en el centro cultural Gotham Book Mart, de
Manhattan. Su primer miembro fue T. S. Eliot. El biógrafo de Joyce, John Slocum, fue el primer presidente de
la sociedad, y Frances Steloff, fundadora y propietaria del centro Gotham, fue su primer tesorero.

En España, con el objeto de «impulsar la investigación en torno a la obra y figura de James Joyce en España»,
se fundó en Sevilla, en 1990, la Asociación Española "James Joyce", también conocida como "Iberjoyce", de
la que es presidente vitalicio el profesor Francisco García Tortosa. La asociación publica con periodicidad
anual la revista Papers on Joyce.402

Cada año se celebra en Dedham, Massachusetts, la «James Joyce Ramble», un paseo pedestre en el que cada
milla está dedicada a una obra de este autor.403 En su transcurso, actores profesionales leen y dan vida a
distintos pasajes literarios de Joyce.

Gran parte del legado de Joyce se conserva en el "Harry Ransom Center", en la Universidad de Texas, que
alberga miles de manuscritos, correspondencia epistolar, proyectos, pruebas, notas, fragmentos de novela,
poemas, letras de canciones, partituras musicales, limericks (poemillas humorísticos de cinco versos) y
traducciones de Joyce.

No todo son facilidades, sin embargo, para los estudiosos de la obra y


la biografía de Joyce. Stephen Joyce, nieto y único beneficiario de la
herencia, ha afirmado que ha destruido parte de la correspondencia
del escritor; amenazó asimismo con demandas si se efectuaban
determinadas lecturas públicas durante el Bloomsday,404 y bloqueó
adaptaciones de obras que consideró «inapropiadas».405 El 12 de
junio de 2006, Carol Shloss, profesora de la Universidad de Stanford,
demandó a su vez a la testamentaría por negarle el permiso de colgar
material sobre Joyce y su hija Lucia en la página web de la
profesora.406 407

Syd Barrett, miembro y primer líder de la banda de rock Pink Floyd,


versioneó el poema "Golden Hair", de Joyce, en su primer disco en
solitario, The Madcap Laughs.408

El compositor vanguardista italiano Luciano Berio ha homenajeado a


Joyce a través de obras como Thema (Omaggio a Joyce), en el que Fachada del "James Joyce Centre",
una cantante recita el principio del capítulo "Las Sirenas", de en North Great Georges Street,
Ulises,409 410 y Chamber music, sobre varios poemas del libro Dublín.
homónimo del dublinés.411
Otros compositores de música clásica que se han inspirado en este autor: Samuel Barber, Luigi Dallapiccola,
Pierre Boulez, John Cage; del pop, rock y folk: The Pogues, Kate Bush, Jefferson Airplane, Joan Baez, Van
Morrison, así como los músicos de jazz Louis Stewart, Susanne Abbuehl, André Hodeir, etc.412 413 414

En el campo del cómic, su vida ha sido narrada por Alfonso Zapico en Dublinés (2011).415 Esta obra fue
galardonada en 2012 con el Premio Nacional de Cómic español.416

La biblioteca central del University College de Dublín lleva hoy el nombre de Joyce.417 Dedicados a
propagar su memoria, se fundaron asimismo en dicha ciudad el "James Joyce Centre"418 y el "James Joyce
Museum".419

De acuerdo con la legislación de la UE, los derechos de copyright sobre la obra de Joyce expiran con fecha 31
de diciembre de 2011. Aunque se plantean dudas sobre diversos documentos —por ejemplo, la muy nutrida
correspondencia con su secretario, Paul Léon—, se espera que a partir de 2012 se hagan públicos aspectos de
su vida y obra desconocidos hasta hoy, debido al férreo control ejercido por la testamentaría, en manos de su
sobrino Stephen Joyce. En cualquier caso, la edición y representación de obras de este autor quedará
automáticamente liberalizada en la citada fecha.420

Recuerdos de Joyce

El libro The Joyce We Knew. Memoirs of Joyce421 [El Joyce que conocimos. Recuerdos de Joyce] recoge
distintos testimonios sobre el escritor por parte de antiguos amigos y paisanos.

Uno de ellos, el escritor Arthur Power, lo describía de la siguiente forma: «Su figura era agradable, ligera y
graciosamente construida, con su cabeza shakespeariana; llevaba gruesas gafas que agrandaban
llamativamente uno de sus ojos. Una minúscula perilla ceñía sus labios delgados, su boca de forma curiosa.
Las manos eran delicadas, de finos dedos. Todo en él proclamaba al poeta, todo menos la boca. Su actitud era
más convencionalmente atenta que amistosa, porque el talante social de Joyce no era cómodo. Por lo común se
rodeaba de una especie de alambre de púas mental. Con todo, sus exquisitos modales hacían pensar en el
Dublín de la gran época».422

Uno de sus compañeros de universidad, el juez Eugene Sheehy, cuenta que, en 1928, la casa parisina de Joyce
se veía repleta de pinturas y recuerdos de Dublín; incluso el dibujo de una alfombra representaba el curso del
río Liffey.423

El escritor Padraic Colum subraya que ya en 1902, solo con veinte años, Joyce se había convertido en toda
una leyenda en su ciudad.424 Colum evoca la desarmante «madurez» del joven Joyce y su forma cautivadora
de recitar poesía (incluso en noruego, idioma que aprendió por su devoción a Ibsen) que debía a sus
conocimientos de canto.425

En la biografía de su amigo Sean Lester, periodista y diplomático, se lee que cuando lo conoció, en 1940,
Joyce, pese a su inmensa fama, no había echado a perder su carácter. Era una persona «natural y agradable»;
por su aspecto y acento, no podía ser menos dublinés que al dejar su país, treinta años antes.426

Para el editor de este libro, el crítico irlandés Ulick O'Connor, «Ya le gustase o no, él fue parte de un
renacimiento literario, el desenlace de uno de esos arrebatados movimientos de la imaginación que surgieron
en Florencia y culminaron en el siglo XX, en la última isla de Europa».427

Su amigo Frank Budgen describió con detalle la impresión que le causó al conocerlo: «Su saludo manifestaba
la elaborada cortesía europea, pero su actitud parecía distante; su apretón de manos fue frío. De cerca no
parecía tan alto, a pesar de que su estatura estaba por encima de la media. El engaño era debido a su
complexión delgada, a su chaqueta abotonada y los pantalones de corte estrecho. [...] La forma de la cabeza
era la del óvalo alargado de las cabezas de la raza normanda. [...] Detrás de sus potentes anteojos sus ojos eran
de un azul claro, intenso, pero indeterminados en su forma y de expresión impostada. Me di cuenta más tarde
de que en un momento de recelo o aprensión adquirían un resplandor celeste. [...] La frente alta se abultaba por
debajo de la primera línea del cabello. Su mandíbula era firme y cuadrada, sus labios, delgados y apretados,
trazando una línea recta. Algo en la cabeza de Joyce me sugería a un alquimista».428

Anthony Burgess, en su estudio Re Joyce (título muy joyceano: rejoice, en inglés, significa regocijarse), evoca
el motivo de aparecer el escritor con el nombre de Stephen (Esteban, como el protomártir cristiano) en sus
novelas: «Él también fue un mártir, aunque de la literatura; un testigo de la luz, autocondenado al exilio, a la
pobreza, al sufrimiento, la humillación y (quizá lo peor de todo), ya en vida, a la canonización elitista, que la
doctrina de la Palabra propagó. [...] Con las piedras que le arrojó la vida erigió un laberinto, de ahí que
Stephen se apellidase Dedalus. Dicho laberinto, sin embargo, no es la guarida de un monstruo, sino refugio de
la vida, en cuyas galerías se dejan oír cánticos y risas».429

En su libro My Brother's Keeper (El guardián de mi hermano, 1957), Stanislaus Joyce manifestó sin reservas:
«Considero poco menos que un milagro que hubiese alguien en mi familia dedicado al cultivo de la poesía o
preocupado por mantenerse en contacto con las corrientes del pensamiento europeo, viviendo en una casa
como la nuestra, hundida en la miseria de una generación de borrachos. No sé qué fuego interior pudo
transfigurarlo».430 431

El escritor argentino Jorge Luis Borges dedicó varios poemas al autor de Ulises.

Qué importa nuestra cobardía si hay en la tierra


un solo hombre valiente,
qué importa la tristeza si hubo en el tiempo
alguien que se dijo feliz,
qué importa mi perdida generación,
ese vago espejo,
si tus libros la justifican.
"Invocación a Joyce", en Elogio de la sombra (1969)432

Obras: cronología
Música de cámara (Chamber Music, 1907)
Dublineses (Dubliners, 1914)
Retrato del artista adolescente (Portrait of the Artist as a Young Man, 1916)
Exiliados (obra de teatro) (Exiles, 1918)
Ulises (Ulysses, 1922)
Poemas manzanas o Poemas a penique (Pomes Penyeach, 1927)
Collected Poems (1936, poesía)
Finnegans Wake (1939)

Publicaciones póstumas
Stephen Hero (Stephen el héroe, escrito en 1904–06, publicado en 1944)
Letters of James Joyce Vol. 1 (cartas, Ed. Stuart Gilbert, 1957)
The Critical Writings of James Joyce (escritos críticos, Eds. Ellsworth Mason y Richard Ellman,
1959)
The Cat and the Devil (libro infantil, 1964)
Letters of James Joyce Vol. 2 (Ed. Richard Ellman, 1966)
Letters of James Joyce Vol. 3 (Ed. Richard Ellman, 1966)
Giacomo Joyce (poema escrito en 1907, publicado en 1968)
Selected Letters of James Joyce (Ed. Richard Ellman, 1975)
The Cats of Copenhagen (libro infantil, 2012)
Finn's Hotel (epicletos, 2013)433

Adaptaciones cinematográficas
Tanto la obra de Joyce como su propia vida, han sido objeto de diversas adaptaciones para el cine después de
su muerte.

Finnegans Wake (de Mary Ellen Bute, 1965)


Ulises (de Joseph Strick, 1967)
Retrato del artista adolescente (de Joseph Strick, 1977)
James Joyce's Women (de Michael Pearce, 1985)
The Dead (de John Huston, 1987)
Nora (de Pat Murphy, 2000)
Bloom (de Sean Walsh, 2003)

Véase también
Nora Barnacle
Stanislaus Joyce
Lucia Joyce
Leopold Bloom
Molly Bloom
Ulises (novela)
Modernismo anglosajón

Notas
The Lilliput Press. ISBN 1-901866-71-8.
1. Un día aconsejó a su amigo Arthur Power,
tras expresarle éste sus deseos de escribir 3. Traducción libre: «James Joyce's subtle yet
sátira a la francesa: «Usted es irlandés y frank portrayal of human nature, coupled with
debe por tanto escribir siguiendo la tradición his mastery of language and brilliant
irlandesa. No va bien tomar un estilo development of new literary forms, made him
prestado. Debe escribir lo que está en su one of the most commanding influences on
sangre y no lo que haya en su cerebro. [...] novelists of the 20th century. Ulysses has
come to be accepted as a major
Yo mismo escribo siempre sobre Dublín,
masterpiece, two of its characters, Leopold
porque si logro llegar al corazón de Dublín,
Bloom and his wife, Molly, being portrayed
puedo llegar al corazón de todas las
with a fullness and warmth of humanity
ciudades del mundo. En lo particular está
unsurpassed in fiction». Artículo en
contenido lo universal». Ellmann, 561-2,
citando a Power en From an Old Waterford Britannica CD '97. Single-user version.
House, pp. 65-6 Sección "James Joyce-Assessment".
2. McCourt, John (mayo de 2001). The Years of 4. Traducción libre: «Far more people read
Bloom: James Joyce in Trieste, 1904–1920. Joyce than are aware of it. Such was the
impact of his literary revolution that few later armas de fuego, al mar, a las tormentas, las
novelists of importance in any of the world’s maquinarias, a los caminos en despoblado
languages have escaped its aftershock, por la noche» (Retrato, p. 276); su miedo a
even when they attempt to avoid Joycean los perros y las tormentas queda mostrado
paradigms and procedures. We are indirectly asimismo en Ulises, y su miedo a las
reading Joyce, therefore, in many of our tormentas constituye (con la ayuda de Vico)
engagements with the past half century’s uno de los temas mayores de Finnegans
serious fiction- and the same is true of some Wake. Pese a sus precauciones contra estos
not-so-serious fiction, too». Derek Attridge: animales, Joyce volvió a ser mordido por un
"Reading Joyce", en op. cit. p. 1 perro, esta vez en Scheveningen (Holanda),
5. Trad. libre: «Joyce continues to set the en el año 1927 (Ellmann, 43 y 659). En lo
highest standards of any author except sucesivo, donde no se indique, la biografía
Shakespeare, Milton, Pope and Hopkins to sigue puntualmente la de Ellmann.
those who aspire to writing well. [...] But 18. Ellmann, en Cuatro dublineses, p. 120
when we have read him and absorbed even 19. El poema no sobrevivió, aunque existen
an iota of his substance, neither literature nor muchas evidencias de su existencia, según
life can ever be quite the same again». testimonian autores como Stanislaus Joyce,
Burgess, 272 Ellmann, Gorman, etc. Trad. libre Johnson
6. Borges, tomo II, p. 924 en A Portrait..., p. ix
7. Texto Universidad de Virginia (http://people.v 20. El dato se recoge en la Stubbs Gazette (que
irginia.edu/~jdk3t/eliotulysses.htm) Texto todavía existe y se publica), y se cita
original: «I hold this book to be the most también en el sitio dedicado a James Joyce
important expression which the present age (http://www.pgil-eirdata.org/html/pgil_dataset
has found; it is a book to which we are all s/authors/j/Joyce,James/life1.htm) y en la
indebted, and from which none of us can Biblioteca Irlandesa (https://web.archive.org/
escape». web/20070815123306/http://www3.monaco.
8. Los diez hermanos fueron: James Augustine mc/pglib/html/index.html) de la princesa
(n. 2 de febrero de 1882), Margaret Alice (18 Gracia de Mónaco.
de enero de 1884), John Stanislaus (17 de 21. Stanislaus Joyce aclara que el trabajo de su
diciembre de 1884), Charles Patrick (24 de padre era ligero y fácil, pero éste pasaba el
julio de 1886), George Alfred (4 de julio de rato contando chistes y escapando cada dos
1887), Eileen Isabel (22 de enero de 1889), por tres al bar de al lado a beber. Trad. libre
May Kathleen (18 de enero de 1890), Eva de A Bash in the Tunnel , p. 103 (se
Mary (28 de octubre de 1891), Florence reproduce un capítulo entero de My Brother's
Elisabeth (8 de noviembre de 1892) y Mabel Keeper).
Josephine (27 de noviembre de 1893). 22. Trad. libre Stanislaus Joyce, en A Bash in
Ellman, 37. the Tunnel, p. 108
9. Paci, 17 23. Ellmann, 52.
10. Paci, Ibíd. 24. Por ejemplo, siempre fue dado a dispendiar
11. Trad. libre Levin, 22 propinas exageradas. Cfr. Ellmann, 713
12. Trad. libre Stanislaus Joyce, en My Brother's 25. Paci, 18
Keeper, 28 y ss. 26. Ellmann, en Cuatro dublineses, p. 122
13. Paci, 21 27. Citado en Paci, 22
14. Stanislaus Joyce matiza que fue un perro 28. Trad. libre Stanislaus Joyce, en A Bash in
«irlandés», en My Brother's Keeper, p. 28 the Tunnel, p. 102
15. Trad. libre Stanislaus Joyce, en My Brother's 29. Eran «su punto débil»: My Brother's Keeper,
Keeper, p. 41 p. 88
16. «You were not brought up in the Catholic 30. Por ejemplo, era un nadador experto, según
Ireland». Trad. libre cita en Burgess, 33 su amigo William G. Fallon: The Joyce We
17. Ellmann, 42-43. Ellmann recuerda que en el Knew, p. 46. Además, en palabras de
Retrato (cap. 5), Stephen Dedalus afirma Stanislaus, no le gustaban el fútbol, la lucha
temer «a los perros, a los caballos, a las libre ni el rugby, pero sí el cricket, las
carreras de vallas y era un gran andarín que miraba la cara de una víctima y maldije
capaz de recorrer cuarenta kilómetros en un al sistema que la había hecho ser víctima».
solo día. Trad. libre A Bash in the Tunnel, pp. Citado en intr. Ulises, p. 19
102-103 48. Stanislaus Joyce señala que "Jim" siempre
31. Amplias referencias en Ellmann, 65-86. Vid. había tenido desacuerdos con su madre,
"El catolicismo de Joyce" más adelante. pero no había sido despreciativo con ella,
32. Trad. libre Stanislaus Joyce, en A Bash in como su marido (o el escritor Laurence
the Tunnel, p. 105 y 114 Sterne con su propia madre). Las
desavenencias siempre habían sido por
33. Trad. libre Stanislaus Joyce, en A Bash in
motivos religiosos. Su madre empezó
the Tunnel, p. 115
culpando a James por el repudio de
34. Paci, 36 y ss. Stanislaus de «la confesión y comunión»,
35. Trad. libre Stanislaus Joyce, en A Bash in aunque éste advierte que en realidad fue él
the Tunnel, p. 125 mismo, y no James, el primero en
36. Trad. libre Levin, 26 abstenerse de esos sacramentos: Trad. libre
37. Según Stanislaus Joyce, el conocimiento de My Brother's Keeper, pp. 53 y 118
Ibsen corrió parejo al abandono de su 49. Valverde, en Joyce, p. 22
hermano de la fe católica, su «conversion». 50. History of the Feis Ceoil Association (https://
Trad. libre My Brother's Keeper, p. 95-98 web.archive.org/web/20071118184320/htt
38. En este artículo Joyce, con 18 años, p://feisceoil.ie/history/). Acceso 20/12/2007.
declaraba carecer de modelos estéticos en 51. «Trabajillo de inmensa presunción.»:
Irlanda, por lo que era necesario buscarlos Valverde, en Joyce, p. 22
en el extranjero. Trad. libre Johnson, en A 52. Trad. libre Tindall, 101
Portrait, p. x
53. No faltaron autores que defendieran
39. Trad. libre: «He forgot nothing and forgave Stephen Hero con criterio, como el irlandés
nothing. Any resemblance to actual persons Francis Harvey, quien afirmó que el lenguaje
and situations, living or dead, was carefully del Retrato había envejecido mucho peor
cultivated». Levin, 25 que el de la obra de que surgió: Trad. libre A
40. Eugene Sheehy, en The Joyce We Knew, p. Bash in the Tunnel, p. 203 y ss.
24 54. Cfr. Ellmann, p. 179
41. My Brother's Keeper, p. 100 55. Ellmann, 184.
42. Ellmann, 142 56. Ellmann, 230.
43. Al principio se le diagnosticó cirrosis, pero 57. Al verse descrito en la novela, Gogarty se
más tarde, en abril de 1903, se comprobó puso hecho una furia. Joyce, por su parte, al
que esto era incorrecto: Ellmann, 150. enterarse de que Gogarty trabajaba de
44. Muchos años más tarde, May Joyce sería cirujano en Dublín, exclamó: «Que el Señor
descrita por uno de los amigos de su hijo asista a todo aquel que ose ponerse en
mayor como una dama delicada y gentil de manos de semejante individuo». Trad. libre
semblante adusto, cuyo amor por la música Ulick O'Connor en A Bash in the Tunnel, p.
(solía acompañar al piano a James cuando 74-75
éste entonaba sus canciones) denotaba un 58. Ellmann, 175.
temperamento sensible y artístico. Trad. libre
The Joyce We Knew, p. 28 59. Valverde, en Ulises, p. 22
45. Ellmann, 157 60. Giorgio Joyce (1905-1976), según recuerda
Ellmann (p. 618), trabajó durante un tiempo
46. Valverde, en Joyce, p. 18 en un banco, pero pronto, siguiendo los
47. En la famosa carta a Nora de 29/08/1904, consejos de sus amigos, se hizo cantante
recogida por Valverde, Joyce reconoce: «A lírico (bajo); frecuentemente se ha
mi madre la mataron lentamente los malos comentado su alcoholismo. Contrajo
tratos de mi padre, años de dificultades, y la matrimonio con Helen Fleischman, una
franqueza cínica de mi conducta. Cuando le estadounidense adinerada, diez años mayor
miré a la cara, tendida en el ataúd -una cara que él. Tras enfermar ella de esquizofrenia,
gris, consumida por el cáncer-, comprendí acabaron divorciándose; tuvieron un hijo al
que llamaron Stephen, único nieto de James 77. Ellmann, 457
Joyce. 78. Hector Tobar (3 de junio de 2014). «James
61. Stanislaus dejó a James administrar su paga Joyce likely had syphilis, new history of
«para simplificar cuestiones»: Ellmann, p. "Ulysses" surmises» (http://www.latimes.co
239 y ss. m/books/jacketcopy/la-et-jc-james-joyce-likel
62. Los peores conflictos llegarían en julio de y-had-syphilis-new-history-of-ulysses-finds-2
1910: Ellmann, 345. 0140603-story.html). Los Angeles Times (en
63. Para Harry Levin, Irlanda era una realidad inglés). Consultado el 4 de junio de 2014.
demasiado viva en Joyce para que la 79. Ellmann, 469
contemplase solo bajo las brumas célticas. 80. Escritos críticos, p. 334
Trad. libre Levin, 21. De este modo, su 81. Ellmann, 482
trabajo debe ser interpretado menos en el
entorno del renacimiento irlandés que de la 82. Citado en Ellmann, 482
decadencia europea. Ibíd., 23 83. Escritos críticos, p. 327
64. Según Burgess, el nacionalismo es quizá el 84. Ellmann, 469 y ss.
elemento menos importante de su carácter. 85. citado en Ellmann, 491
«Irishry [...] it is perhaps the least important 86. Esto, según Ellmann. Otras fuentes afirman
element in his make-up.» Su trabajo, que para Woolf Ulises era «difuso,
además, no tiene raíces célticas, y, si Joyce pretencioso, granítico y gratuitamente
es celebrado en las tabernas, no lo es tanto escandaloso». Cfr. Intr. Ulises, p. XXXIX.
por la Irlanda oficial: Trad. libre Burgess, 33
87. Citado en Ellmann, 492
65. Stuart Gilbert cree por su parte que Ulises 88. Ellmann, 493
pertenece a la vanguardia de la literatura
inglesa, «estilísticamente tiene poco o nada 89. Aunque al parecer Nora no le hizo caso en
en común con el movimiento literario esto, encabezó una de sus cartas: «Querido
conscientemente irlandés». Gilbert, 115 cornudo»: Ellmann, en Cuatro dublineses, p.
101
66. Herbert Gorman es de otro parecer.
Refiriéndose al Retrato y a Ulises: «Ambos 90. Cartas escogidas, I, p. 343
libros son trágicos en sus implicaciones; 91. Ellmann, 501
ambos están imbuidos de la intensa soledad 92. Ellmann, 505.
propia del imaginativo temperamento 93. Ellmann, 572-3
céltico». Trad. libre Gorman, 9
94. Painter, George D. (1972). Marcel Proust.
67. Galván, en Dublineses, p. 37 Madrid: Ed. Alianza. Dep. Legal M. 26.828-
68. Ellmann, 309 y ss. 1971, p. 528.
69. Ellmann, 318 95. Ellmann, 566
70. «Stanislaus sospechaba, quizá sin 96. Para De Riquer y Valverde, es la máxima
equivocarse, que el descuido de su hermano obra narrativa del siglo XX, sin parangón en
por la empresa la había condenado al la historia de la literatura más que con el
fracaso.» Ellmann, 344. Quijote: Hª literatura universal de ed. R.B.A.,
71. Ellmann, 352-353 p. 526
72. Ellmann, en especial, 363 y ss. 97. Carta a Carlo Linati recogida en el apéndice
73. Ellmann, 371. "Esquema de interpretación de 'Ulises", en
Ulises, trad. Valverde, tomo II, p. 461
74. Según García Tortosa, este escritor fue la
persona que más se acercó a la descripción 98. Shloss, Carol Loeb. Lucia Joyce: To Dance
del personaje Leopold Bloom: como él, era in the Wake. ISBN 0-374-19424-6, p. 278
judío, estaba casado con una gentil y tenía 99. Pepper, Tara: "Portrait of the Daughter: Two
una sola hija; llevaba bigote, su abuelo works seek to reclaim the legacy of Lucia
procedía de Hungría, gustaba de los platos Joyce." Rev. Newsweek International,
de casquería... Intr. Ulises, p. XXX 08/03/2003.
75. Ellmann, 392 100. Shloss, 297
76. Ellmann, 450 101. Eco, 69-70
02. García Tortosa en Anna Livia Plurabelle, p. significativo en el futuro, pero ninguno emitía
27 un juicio decididamente positivo». Paci, 315
03. Stanley, Alessandra. "Poet Told All; 117. En los primeros años, los intentos de la
Therapist Provides the Record (http://query.n crítica para analizar esta obra resultaron tan
ytimes.com/gst/fullpage.html?sec=health&re exitosos «como los del ciego de Esopo para
s=9D0CE2DE1730F936A25754C0A967958 describir un elefante». Trad. libre Levin, 110
260)," The New York Times, 15/07/1991. 118. Paci, 315-317
Acceso 09/07/2007. 119. Paci, 317-318
04. Joyce, Stephen. «The Private Lives of 120. Ellmann, 831
Writers» (http://query.nytimes.com/gst/fullpag
121. Ellmann, 832
e.html?res=950DE4DB103DF932A05751C1
A96F948260&sec=&spon=&pagewanted=1) 122. Ellmann, 65-86.
. The New York Times. 123. Carta de Joyce a Nora, de 29/08/1904, en
05. Ellmann, 626 Cartas escogidas, tomo I, pp. 85-86. Vid. el
texto de esta carta más adelante.
06. Citado en Ellmann, 604
124. «Jim had ceased to believe in Catholicism
07. Ellmann, 639
for many years.» («Jim no creía en el
08. Ellmann, 643-644 catolicismo desde hacía muchos años.»):
09. Ellmann, 644 Trad. libre de Stanislaus Joyce, en su Dublin
10. Ellmann, 657 y ss. Diary (entrada de agosto de 1904), citado
11. Léon moriría en 1942 a manos de los nazis, por William G. Fallon en The Joyce We
debido a su condición de judío. Ellmann, Knew, p. 49
822 125. «Beckett compartía la aversión de Joyce por
12. Joyce escribió en esa carta: «Mi padre tenía el cristianismo en Irlanda. Los dos
un cariño extraordinario por mí. Era el escogieron París y el ateísmo.»: Bloom, 509
hombre más necio que he conocido y sin 126. «...and was much affected by her death in
embargo era también cruelmente astuto. 1903, though he refused to follow the Roman
Pensó en mí y habló de mí hasta su último Catholic faith that was very important to her.
aliento. A mí siempre me gustó mucho -no » («... y le afectó mucho su muerte en 1903,
en vano yo soy también un pecador-, tanto si bien había rechazado la fe católica que
que hasta sus faltas me gustaban. Cientos tan importante era para ella.»): Trad. libre de
de páginas y montones de personajes de una inscripción biográfica referida a Joyce y
mis libros vienen de él. Su seco (o más bien a su madre, en el "James Joyce Centre", 35
húmedo) ingenio y la expresión de su cara North Great Georges Street, Dublín 1,
podían hacerme retorcer de risa... De él me Irlanda. Consultado in situ, el 15/03/2011.
quedan sus retratos, un abrigo viejo, una 127. Nabokov, 419-420
buena voz de tenor, y una disposición 128. Valverde, en Ulises, p. 16
extravagantemente licenciosa (y de la que,
de todos modos, procede la mayor parte del 129. Valverde, en Joyce, p. 25
talento que pueda yo tener) [...]». Ellmann, 130. Padraic Colum, en The Joyce We Knew, p.
717-718 65
13. «O Father forsaken, / Forgive your son!» 131. «El interés que mi hermano conservó en la
Trad. libre Knowlson, 157-8 filosofía de la iglesia católica provenía del
hecho de considerar que dicha filosofía
14. Ellmann, 738
lograba transmitir de manera más coherente
15. Ellmann, 782 una tendencia a la estabilidad en lo
16. Francesca Paci habla más bien de intelectual y lo material.» Trad. libre My
vaguedad en las primeras críticas: «No se brother's Keeper, p. 120
atrevían a decir que se trataba de una obra 132. Estas palabras son puestas en boca de
desprovista de valor, pero evitaban Stephen en el Retrato: «—Pero —dijo
pronunciarse. Algunos insinuaban Cranly—, ¿no irás a hacerte protestante? —
diplomáticamente que quizás el valor Te he dicho que he perdido la fe —contestó
intrínseco del libro sería más claro y más Stephen—. Pero no que haya perdido el
respeto a mí mismo. ¿Qué clase de
liberación sería esa de abandonar un the very fundammentals of Catholic
absurdo que es lógico y coherente para Christianity, stayed with him all his life. [...] In
abrazar otro ilógico e incoherente?». Op. cit. Ulysses he is obsessed with the mystical
p. 277 identity of Father and Son; in Finnegans
33. Paci, 42 Wake his only real theme is that of the
Resurrection. [...] Joyce's attitude to
34. Ibíd.
Catholicism is the familiar love-hate one of
35. Paci, 55 most renegades. [...] there are shreds of
36. Ibíd., 38 peasant Catholicism left in him». Burgess,
37. Equívoco probablemente inspirado en esta 31-33
frase de Ellmann: «Retendría la fe, pero sus 146. Jeffrey Segall en Joyce in America: cultural
objetivos serían diferentes». Ellmann, 84 politics and the trials of Ulysses (http://books.
38. Paci, 55 google.com/books?id=EoZ6ZhT9lBwC&dq)
39. La frase completa de Stephen en el Retrato University of California Press 1993, p. 140
es como sigue: «No serviré por más tiempo 147. Jeffrey Segall en Joyce in America: cultural
a aquello en lo que no creo, llámese mi politics and the trials of Ulysses (http://books.
hogar, mi patria o mi religión. Y trataré de google.com/books?id=EoZ6ZhT9lBwC&dq)
expresarme de algún modo en vida y arte, University of California Press 1993, p. 160
tan libremente como me sea posible, tan 148. Trad. libre: «It seems to me that Joyce
plenamente como me sea posible, usando emerges, through curtains of salacity and
para mi defensa las solas armas que me blasphemy, as a truly fear-shaken Irish
permito usar: silencio, destierro y astucia». Catholic, rebelling not so much against the
Op. cit., p. 280 Church but against its near-schim Irish
40. Eamonn Hughs en el libro editado por eccentricities, its pretence that there is only
Robert Welch Irish writers and religion (http:// one Commandment, tue vulgarity of its
books.google.com/books?id=t8tKQcfn_QEC edifices, the shallowness and stupidity of
&dq) Rowman & Littlefield, 1992, pp.116-137 many of its ministers. His revolt, noble in
41. Neil R. Davison en James Joyce, Ulysses, itself, carried him away. [...] But I think he
and the Construction of Jewish Identity: meant well. We all do, anyway. [...] With
Culture, Biography, and 'the Jew' in laughs he palliates the sense of doom that is
Modernist Europe (http://books.google.com/b the heritage of the Irish Catholic». O'Brien,
ooks?id=s_eXYzdEmxcC&dq) Cambridge en A Bash in the Tunnel, pp. 19-20
University Press, 1998, p. 78 149. «El aspecto purgatorial del Work in Progress
42. Jeffrey Segall en Joyce in America: cultural se observa particularmente, sin duda, en el
politics and the trials of Ulysses (http://books. lenguaje de transacción purgatorial en que
google.com/books?id=EoZ6ZhT9lBwC&dq) está escrito.» Trad. libre MacGreevy, en A
University of California Press, 1993, p. 142 Bash in the Tunnel, pp. 214 y ss.
43. Bloom, 427 150. Trad. libre: «Dante's is conical and
consequently implies culmination. Mr
44. Se ofrece una traducción alternativa, ya que Joyce's is spherical and excludes
la de Anagrama contiene una errata. culmination. [...] And no more than this;
Original: «It is always worth remembering neither prize nor penalty; simply a series of
that Beckett more than shared Joyce's stimulants to enable the kitten to catch its
distaste for Christianity and for Ireland. Both tail». Beckett, en A Bash in the Tunnel, p. 34
men chose unbelief and Paris». Bloom,
Harold. The Western Canon, Papermac. 151. Trad. libre: «For the dogmatic provincialism
New York, 1995. ISBN 0-333-63952-9, p. of the Irish Roman Catholic Church enraged
500. his own innate spirituality, and weighed
down his searching soul with, to his mind, its
45. Trad. libre: «'Non serviam' meant what it
absurd rituals, medieval restrictions, and
said. [...] And yet Joyce's rejection of
fears of inhuman punishments which are to
Catholicism was far from absolute. [...] He
last forever». Power en A Bash in the
might refuse to take the sacraments, Tunnel, p. 181
matrimony along with Eucharist, but the
disciplines and, in a tortured renegade form, 152. Valverde, en Joyce, p. 25 y en la intr. de
Ulises
53. Terence Brown, por ejemplo, describe "A upon it by what I write and say and do.»:
mayor gracia de Dios" y "Las hermanas" Selected Letters of James Joyce, pp. 25-26
como las dos piezas más notoriamente 166. Trad. libre: «My brother’s breakaway from
anticlericales de Dublineses. Trad. libre Catholicism was due to other motives. He felt
Brown, op. cit., p. xxx it was imperative that he should save his real
54. García Tortosa, en Anna Livia Plurabelle, p. spiritual life from being overlaid and crushed
23 by a false one that he had outgrown. He
55. Para Harry Levin, la parodia de misa con believed that poets in the measure of their
que arranca Ulises constituye una blasfemia, gifts and personality were the repositories of
«estridentemente repetida» cuando Stephen the genuine spiritual life of their race and the
hace su entrada en el burdel, en "Circe". priests were usurpers. He detested falsity
Trad. libre Levin, 88 and believed in individual freedom more
thoroughly than any man I have ever
56. W. Y. Tindall apunta que este mismo known». Stanislaus Joyce, en My Brother's
episodio se planteó como una «black Keeper, p. 120
mass», una misa negra. Trad. libre Tindall,
79 167. Citado en Ellmann, 832
57. Eco, 15-17 168. Arthur Power dedica varias páginas, en su
aportación a A Bash in the Tunnel, a ilustrar
58. Trad. libre: «His own words betray him. [...] la conmovedora lealtad de Nora hacia su
Far from scaping nationality, language, esposo. En cierta ocasión en que coincidió
religion, Stephen will carry them everywhere con ella, ya viuda, en París, viéndola sola y
with him». Johnson en A Portrait..., p. xxxv enferma, le preguntó por qué no regresaba a
59. Trad. libre: «We can hardly doubt that the su país, Irlanda. «¿Cómo? —gritó ella,
obscenity, the unspeakable vulgarity, the histérica—. ¡Allí quemaron los libros de mi
deliberately flaunted filth of portions of marido!» Para Power, Nora Barnacle, al
Ulysses are the direct result of a startled contrario de lo que muchos supusieron, fue
recoil from the terrific mental and moral una persona avisada y perspicaz, firme en
oppression of the church». Gorman, 127 sus juicios, y dotada de un gran encanto
60. Trad. libre Brown en Dubliners, p. xxix irlandés, con unos ojos misteriosamente
61. Trad. libre: «I do not see what good it does to seductores. Trad. libre Power en op. cit., pp.
fulminate against the English tiranny while 185 y ss.
the Roman tiranny ocuppies the palace of 169. Galván, en Dublineses, p. 21
the soul». Citado por Brown, en op. cit., p. 170. Galván, 30
xxx 171. Johnson, en Dubliners, p. xi
62. Trad. libre: «[...] a Parisian Irishman, and a 172. Burgess, 38
heretical Catholic [...], expatriate and
excommunicate, the man without a country 173. Trad. libre Brown, en Dubliners, p. xxxi y ss.
and without a belief». Levin, 178 174. Johnson, en Dubliners, p. viii
63. Op. cit., p. 58 175. Ellmann, en Cuatro dublineses, p. 130
64. Carta de Joyce a Nora, de 29/08/1904, en 176. Según W. Y. Tindall, en Dublineses, la
Cartas escogidas, tomo I, pp. 85-86 ciudad representa el corazón de la parálisis,
65. «My mind rejects the whole present social y todos sus habitantes, sus víctimas; pero el
order and Christianity -home, the recognised propósito de la obra, de índole moral, no es
virtues, classes of life, and religious la parálisis en sí misma, sino su revelación a
doctrines. […] Six years ago I left the aquellas. Trad. libre Tindall, 4
Catholic church, hating it most fervently. I 177. Galván, 31
found it impossible for me to remain in it on 178. Trad. libre Johnson en la introducción de
account of the impulses of my nature. I made Dubliners, p. xxvii
secret war upon it when I was a student and 179. Galván, 39
declined to accept the positions it offered me.
By doing this I made myself a beggar but I 180. Galván, 41-42
retained my pride. Now I make open war 181. Relato "Duplicados", en Dublineses, versión
de G. Cabrera Infante, p. 84
82. Stuart Gilbert recuerda en este punto que 202. Galván, en Dublineses, p. 35
Flaubert era uno de los tres o cuatro autores 203. Galván, en Dublineses, p. 38
que Joyce aseguraba haber leído entero, y 204. Trad. libre: «Part of the new complexity
que Dublineses, aun recordando mucho a arises from Joyce's developing a differential
Chéjov y Maupassant, tiene más que ver con style for capturing the shifting quality of
Flaubert. Gilbert, 114 memory; part of it arises from a narrative
83. Citado por Galván, 45 structure that emphasizes repetition rather
84. Valverde, en Joyce, p. 35 than continuous, chronological development.
85. Ibíd. In A Portrait we see the swerving in
86. op. cit., ed. Planeta, tomo IX, p. 269 Stephen's life more clearly and more
regularly than in Stephen Hero»: John Paul
87. Trad. libre Burgess, 36-37 Riquelme: "Stephen Hero and A Portrait of
88. Trad. libre Brown, en op. cit., pp. xxxviii y the Artist as a Young Man", en The
xxxix Cambridge Companion..., p. 116
89. Trad. libre: «Stephen first appears as a 205. Trad. libre: «A Portrait... has many symbols,
named person in A Portrait of the Artist as a but the fundamental one is of a creature
Young Man but there is no doubt that he is trying to escape from the bondage of the
the unnamed narrator of the first three grosser elements, earth and water, and
studies in Dubliners». Budgen, 58 learning painfully how to fly». Burgess, 50
90. Trad. libre Levin, 40 206. Ibíd.
91. Johnson, en Dubliners, p. vii 207. Herbert Gorman opina que esta obra supone
92. Ibíd., p. xxxix «nada menos que la introducción de un
93. Trad. libre Tindall, 6-7 nuevo sistema, un nuevo modus operandi,
para desvelar la vida». Trad. libre Gorman,
94. Trad. libre Burgess, 43
65
95. Britannica.com: James Joyce/Assessment (h
208. Trad. libre Levin, 50-59
ttp://www.britannica.com/EBchecked/topic/30
6875/James-Joyce) Textualmente, «one of 209. Trad. libre Tindall, 63
the world’s great short stories». 210. Trad. libre Tindall, 69-78
96. Para Stanislaus Joyce, en contra de la 211. Trad. libre: «[...] but unlike Stephen he
opinión general, esta obra no era emerged the other side and wrote a novel
autobiográfica, sino una «creación artística». Stephen could never have written».
Trad. libre S. Joyce en My Brother's Keeper, Johnson, en A Portrait..., pp. xv-xix
p. 39 212. Ellmann, en Cuatro dublineses, p. 119
97. Tindall, como Levin y la mayoría de los 213. Galván, en Dublineses, p. 44-45
críticos, afirma que Joyce tomó todos los 214. Retrato, versión de Dámaso Alonso, p. 193-
materiales de su experiencia personal, 194
aunque siendo de natural «divertido y
chispeante, hizo a su protagonista muy 215. Valverde, en Ulises, p. 21
solemne»; por este y por otros motivos la 216. García Tortosa, en Ulises, p. IX-XI
obra no puede ser considerada 217. Valverde, en Ulises, p. 9
estrictamente una autobiografía. Trad. libre 218. Nabokov, 423-424
Tindall, 53 219. Trad. libre: «The act of communication, the
98. Jeri Johnson recuerda que el propio Joyce bond of sympathy which identifies the reader
participó a su hermano Stanislaus su with the book, comes almost too close for
intención de escribir una novela «almost comfort». Levin, 81
autobiographical» (casi autobiográfica). 220. Eco, 86
Añade Johnson que más claramente
autobiográfica es Stephen Hero. Trad. libre 221. Trad. libre: «This is apparently something
Johnson, en A Portrait..., xii-xiii new in fiction, the normally neutral narrative
vocabulary pervaded by a little cloud of
99. Galván, en Dublineses, p. 36 idioms which a character might use if he
00. Valverde, en Joyce, p. 44 were managing the narrative. In Joyce's
01. Trad. libre Gorman, 65 various extensions of this device we have
one clue to the manifold styles of Ulysses». figure. But he is a complete man, as well-a
Kenner, 17. Es decir, que el personaje (o su good man. At any rate, that is what I intend
punto de vista) usurpa subrepticiamente en that he shall be». Budgen, 17-18
ciertos lugares la función del narrador, o bien 235. Para Stanislaus Joyce, Bloom tiene mucho
que el narrador, para contar, utiliza giros que de John Joyce. Por ejemplo, como su padre,
solo usaría el personaje. Joyce escribe en el Bloom era corredor de anuncios para un
Retrato que el «tío Charles acudía (repaired, periódico; John Joyce trabajaba para el
término más bien vulgar o arcaico en inglés) Freeman's Journal. My Brother's Keeper, p.
a su retrete», cuando, en las mismas 80
circunstancias, un narrador clásico habría 236. Levin afirma que Bloom es un exiliado en
recurrido a un término más culto, como «se Dublín, lo mismo que Stephen es un
dirigía a», sesgo que confundió a Wyndham dublinés en el exilio. Trad. libre Op. cit., p. 79
Lewis (pretexto de Kenner) y que se perdió
en la traducción de Damaso Alonso, quien 237. «Un tipo amargado y suspicaz al que el
dio «se encaminaba a» por repaired (p. 66, lector no acaba de visualizar claramente,
op. cit.). proyección mental del autor, más que un ser
cálido y nuevo creado por la imaginación del
22. Trad. libre Kenner, 16-32 artista. [...] En el caso de Stephen, lo artístico
23. Ulysses, p. 88-89 es casi demasiado bueno para ser cierto».
24. Ulises, versión de Valverde, tomo I, p. 183 Nabokov, 420
25. Gilbert, 53-57 238. Burgess descree de la calificación de
26. Trad. libre: «"Oxen of the Sun", like Ulysses, "soberbio" para este personaje. «El
is a contested terrain on which poetic, simbolismo subyacente al naturalismo no
novelistic, and textual readings stake their sirve a la glorificación de Stephen, sino del
claims. It offers ambitius answers to arte. [...] En caso contrario, Stephen sería
questions of formal and thematic unity. mero objeto decorativo pretencioso. [...] Su
(Human, linguistic, and aesthetic life are all egoísmo no figura autoengrandecimiento:
subsumed under an organic metaphor of como un sacerdote de la Iglesia, representa
growth and birth.)» Jennifer Levine: al dios [el arte] del que él es mero agente».
"Ulysses", en The Cambridge Companion..., Trad. libre Burgess, 69
pp. 157-58 239. «Stephen es el Hamlet del siglo XX», señaló
27. Trad. libre Levin, 82 Gorman, prefigurando a Harold Bloom: Trad.
28. Ross, Alex: El ruido eterno. Escuchar al libre Gorman, 119
siglo XX a través de su música. Barcelona - 240. Levin se refiere a la «placidez animal» de
Seix Barral, 2009. ISBN 978-84-322-0913-0, este personaje y a su actitud maternal hacia
p. 564 su marido, hacia Stephen y hacia todos los
hombres; la actitud de una mujer que ha
29. Konstantinovic, Radomir: Beckett, mi amigo.
perdido a su único hijo varón. Trad. libre
Ed. Littera - Barcelona, 2001. ISBN 84-
Levin, 110
95845-01-6, p. 105
241. Según Gorman, este personaje es el único
30. Valverde, en Ulises, p. 10
en todo el libro que logra sus objetivos y
31. García Tortosa, en el índice de Ulises, p. 910 sale triunfante, «los otros son intelectos
32. Trad. libre: «[...] the revelation of all life in a derrotados», en referencia a Leopold y
single day. [...] We know this man better than Stephen. Trad. libre Gorman, 208-209
we know ourselves». Gorman, 116-118 242. Nabokov, 420
33. Personaje elaborado según el modelo del 243. Citado en Poesía completa, p. 10. Para
Judío Errante; Bloom es en exceso Levin, por otra parte, Joyce redescubre el
"fisiológico" para Nabokov: p. 421. antiguo mito de Odiseo como arquetipo para
34. Para Frank Budgen, amigo inglés de Joyce, el hombre moderno: Trad. libre Levin, 67
éste describió a su personaje en todos sus 244. Valverde, en Ulises, p. 11
perfiles, pero además pretendía que fuera
245. Trad. libre Levin, 70
«un hombre pleno, un hombre bueno». Trad.
libre: «I see him from all sides, and therefore 246. Bloom, 425
he's all-round in the sense of your sculptor's 247. De Riquer y Valverde en ed. R.B.A., p. 528
48. Ibíd. took it from Dujardin"». («Aunque este
49. Citado por Valverde en la intr. a Ulises, p. 43 recurso ha estado siempre asociado al
Ulises de Joyce, él nunca reclamó ser
50. Trad. libre: «Thus Ulysses puts the original al usarlo: "Lo tomé de Dujardin"».)
introspective Portrait of the Artist against the Budgen, 94
exterior background of Dubliners». Añade
Levin que eso revela un esfuerzo 267. Valverde, en Ulises, p. 35
desesperado por reintegrar al artista a su 268. Sobre las dificultades para su publicación
ciudad nativa: «It might be described as a apareció en 2014 el libro de Kevin
desperate effort to reintroduce the artist to his Birmingham: The Most Dangerous Book:
native city». Y sobre Cervantes (y Dickens): The Battle for James Joyce's "Ulysses":
«Most of the paladins of realistic fiction, ever Taylor, D. J. (4 de julio de 2014). «The Most
since Cervantes made in the literary Dangerous Book: The Battle for James
expression of middle-class culture, have Joyce's Ulysses – review» (https://www.theg
been mock-heroes. Don Quixote's tilts with uardian.com/books/2014/jul/04/most-danger
windmills may, in some Pickwickian sense, ous-james-joyces-ulysees-kevin-birmingham
have been battles with giants; in the same -review). The Guardian (en inglés).
sense, the trade-route of an Irish canvasser Consultado el 5 de julio de 2014.
may be the pilgrimage of a contemporary 269. Según De Riquer y Valverde provocó un
Ulysses». Levin, 66-67 auténtico «seísmo» en la literatura de lengua
51. Cfr. García Tortosa, en intr. Ulises, p. XXIII inglesa. Ed. R.B.A., p. 526
52. «En Roma, cuando tenía lista la mitad de A 270. Trad. libre Ellmann, en "Ulysses: A Short
Portrait, me di cuenta de que la continuación Story", dentro de Ulysses, pp. 714-715
de aquello debía ser la Odisea, y empecé a 271. Trad. libre Knowlson, 103-105
escribir Ulises.» Ellmann, 462 272. Ellmann, 577-585, 603.
53. Valverde, en Ulises, p. 13 273. Gluck, Barbara Reich. Beckett and Joyce:
54. Ellmann, en Cuatro dublineses, p. 99 Friendship and Fiction. Bucknell University
55. Johnson, en Dubliners, p. xviii Press, 1979. ISBN 0-8387-2060-9, p. 27.
56. Nabokov hace notar que la obra está 274. Trad. libre Knowlson, 99
construida con los datos facilitados por la 275. García Tortosa, en Anna Livia Plurabelle, pp.
memoria de un exiliado, pero también con la 50 y ss.
ayuda de una simple guía de Dublín: Thom's 276. Finnegans Wake, p. 213
Dublin Directory, y del periódico Evening
Telegraph del jueves, 16 de junio de 1904: 277. Lectura de Joyce de este mismo pasaje, en
Nabokov, 417 1929: YouTube - Acceso 25/05/2012 (https://
www.youtube.com/watch?v=N60Mo613VSY
57. Valverde, en Ulises, 14-15 &feature=related)
58. Trad. libre Burgess, 23-24 278. Anna Livia Plurabelle, versión de García
59. Trad. libre Burgess, 179-180 Tortosa, Navarrete y Tejedor, p. 173
60. Trad. libre Tindall, 125-126 279. Hemeroteca diario El Mundo. Acceso
61. Eco, 70 20/10/2008 (http://www.elmundo.es/papel/he
62. Trad. libre: «There is much in Ulysses that, in meroteca/1994/01/29/esfera/6781.html)
the normal acceptation of the word, is 280. Valverde, en Joyce, 113
obscene, but very little that is perverse». 281. Según De Riquer y Valverde, «Lo que en
Budgen, 70 Ulysses flotaba como citas en otros idiomas,
63. Valverde, en Ulises, p. 45-46 apenas mezcladas ocasionalmente con el
64. García Tortosa, en Ulises, p. LXVII inglés, ahora se deshace en una suerte de
papilla de base inglesa». Ed. R.B.A., p. 529-
65. Ibíd., p. LXXI-LXXII
530
66. Joyce desde el principio reconoció haberse 282. Eco, 118
inspirado en el monólogo interior de
Dujardin: «And although the device is largely 283. Trad. libre Levine: "Ulysses", en The
associated with Joyce's Ulysses he never Cambridge Companion..., p. 162
claimed any originality in the use of it. [...] "I
84. Trad. libre: «The Wake announces a new 303. Ibíd., p. 12
'revolution of the word' –a powerfully 304. Ellmann, en Cuatro dublineses, p. 98
resonant cultural practice involving not 305. Diario El País, Acceso 30/03/2010 (http://ww
exactly a new language, but a new kind of
w.elpais.com/articulo/cultura/Descifrando/libr
language, one that works not to stabilize the
o/complejo/historia/elpepucul/20100330elpe
world, but, rather, to unfix it in a wild diversity
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88. Borges, tomo II, p. 924
310. Ibíd., p. 10
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Keeper, p. 23 311. Álvarez Amorós, op. cit., p. 41
90. Trad. libre Margot Norris: "Finnegans Wake", 312. Trad. libre Burgess, 70-71
en The Cambridge Companion..., p. 182 313. Martín Triana, op. cit., p. 15
91. Trad. libre Tindall, p. 2 Preface 314. Ellmann, en Cuatro dublineses, p. 116
92. id., Tindall, 237-239 315. Álvarez Amorós, op. cit., p. 23
93. Bloom, 436 316. Ibíd., p. 9
94. Bloom, 432 317. Trad. libre Knowlson, 98
95. Trad. libre «The trouble is that, though we 318. Álvarez Amorós, op. cit., p. 43-45
may legislate for the literature of waking life, 319. Ibíd., p. 50
it is impossible to lay down rules for books of 320. Ibíd., pp. 51-52
dreams. [...] to confute Joyce's critics,
321. Música de cámara, p. 22
meaning those who, failing totally to
appreciate what Finnegans Wake is trying to 322. Música de cámara, p. 23
do, attack it where, by ordinary literary 323. Álvarez Amorós, en Poesía completa, p. 17
standars, it seems most vulnerable. [...] They 324. Valverde, en Ulises, p. 25
denounce night because the sun is not
325. Trad. libre Burgess, 75-77
shining; they upbraid the eternal because
their watches cannot time it; they produce 326. Trad. libre Tindall, 104-105
their foot-rules and protest that there is no 327. Trad. libre Tindall, 122
space to measure. [...] No important and 328. Ellmann, 444-445
difficult work of art is permanently 329. Ellmann, 493
unintelligible, since great writers create both
the sensibility of the future and the language 330. Joyce, James. Exiles. Introducción de
of the future». Burgess, 264-265 Padraic Colum. Ed. Panther Books, 1979.
ISBN 0-586-04806-5, p. 7-8
96. Trad. libre: «It is always funny where it is not
touching and inspiring, and it provocative of 331. En ed. R.B.A., p. 526
loud laughter, just as is Ulysses (Nora Joyce 332. Exiliados, p. 165-166
heard that laughter constantly coming out of 333. Mason y Ellmann en Escritos críticos, p. 7
her near-blind hard-working husband's work- 334. Ibíd., p. 8
in-progress-room)». Burgess, 188 335. Escritos críticos, p. 16. Primer ensayo de
97. García Tortosa, en intr. Anna Livia Joyce, escrito a los catorce años.
Plurabelle, p. 23 336. Ibíd., p. 9
98. Trad. libre Levin, 137 337. Eco, 30-31
99. Ibíd., p. 143 338. Mason y Ellmann, pp. 9-10
00. Ibíd., p. 148 339. Ibíd., p. 12
01. Gilbert, 118 340. Trad. libre: «Finnegans Wake completes the
02. García Tortosa, en Anna Livia Plurabelle, p. work begun in a A Portrait -the work of
9-10 demonstrating that literature is not just a
commentary on life but an integral part of it. Exagmination Round His Factification for
The poor poet, the indifferent dramatist and Incamination of Work in Progress.
the casual critic take on greatness in the 364. Trad. libre cita de Wilson en Eco, 107
context of life, wich is the context of the 365. Eco, 146
novel». Burgess, 80
366. Eco, 149
41. Escritos críticos, p. 317
367. Trad. libre Levin, 172
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generación que tal vez estén creando por fin attract an audience which was willing to
una conciencia en el alma de esta raza attempt to decode the relationships between
desdichada.»: citado en Ellmann, en Cuatro stylistic medium and message. His works,
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&oi=book_result&ct=result&resnum=7&ved=
literature; a witness for the light, self-
condemned to exile, poverty, suffering, 0CFMQ6AEwBg#v=onepage&q=%22It%20s
vilification and (perhaps worst of all) coterie eems%20to%20me%20little%20short%20o
canonisation in life, that the doctrine of the f%20a%20miracle%20that%20anyone%20s
Word might be spread. [...] Out of the stones hould%20have%20striven%22&f=false)
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Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una galería multimedia sobre James Joyce.
Wikisource en inglés contiene obras originales de James Joyce.
Wikiquote alberga frases célebres de James Joyce.
Wikiquote en inglés alberga frases célebres de y sobre James Joyce.

En español

Página de la Asociación Española "James Joyce" (https://web.archive.org/web/200909181332


59/http://www.cica.es/~iberjoyce/)
Dublineses. Reseña Crítica (http://www.criticadelibros.com/drama-y-elemento-humano/dubline
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Anna Livia Plurabelle en Google books (http://books.google.com/books?hl=es&id=KSg-Pdh7-b
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JSg3qUb1LvKvP1_DM&sa=X&oi=book_result&resnum=1&ct=result)
Introducción al Ulises en vídeo (https://www.youtube.com/watch?v=x3oT9Noizv8)
Web de Liceus sobre James Joyce (http://www.liceus.com/cgi-bin/gui/04/joyce.asp)
Selección de artículos sobre Joyce en el diario El País (http://elpais.com/tag/james_joyce/a/)
La edición crítica en español de Ulises, por el miembro de la Academia Argentina de Letras
Rolando Costa Picazo (http://www.aal.edu.ar/BID/librosulises_costapicazo.html)

En inglés

James Joyce from Dublin to Ithaca Exhibition (http://rmc.library.cornell.edu/joyce/introduction/in


dex.html) de la Cornell University
Creative Quotations from James Joyce (http://www.creativequotations.com/one/617.htm)
James Joyce Centre (Dublin) (https://web.archive.org/web/20140424081801/http://jamesjoyce.i
e/)
The Brazen Head (https://web.archive.org/web/20060428131952/http://www.themodernword.co
m/joyce/)
The influence of James Joyce on Popular Music (http://www.cluas.com/music/features/james_j
oyce.htm) de music webzine CLUAS.com (http://www.cluas.com/)
The James Joyce Scholars' Collection (http://digital.library.wisc.edu/1711.dl/JoyceColl) de
University of Wisconsin Digital Collections Center (http://uwdc.library.wisc.edu).
Finnegans Wake Extensible Elucidation Treasury (FWEET) (http://www.fweet.org)
A recording of James Joyce reading from Finnegans Wake (http://www.ubu.com/sound/joyce.ht
ml) de Ubunet (http://www.ubu.com/)

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