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Mesoamerica PDF
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A lo largo de 4000 años, entre 2500 a.C. y 1521 d.C., florecieron en el territorio de la actual república mexicana, en
ambientes geográficos diversos -selváticos, semidesérticos, planicies, altiplanos-, culturas como la olmeca, teotihuacana,
maya, zapoteca, mixteca, tolteca, tarasca y la mexica.
Por encima de la diversidad de las distintas áreas culturales y regiones, las naciones y las lenguas en el área cultural
mesoamericana se aprecia la unidad: algunos rasgos comunes de esta civilización es su cosmovisión, el uso del
calendario; así como su panteón de deidades del maíz, de la lluvia y el viento, las formas de alimentarse, las pirámides,
la escritura y las prácticas rituales como el juego de la pelota.
Gran parte del legado cultural sigue presente en el México actual y esto a pesar de la destrucción provocada por
la conquista y colonización española; existe una continuidad histórica entre el México antiguo y el actual. Asimismo,
conocer la civilización mesoamericana es una forma de descubrir y recuperar nuestras raíces como nación.
Estado
Debido el desarrollo la agricultura, surgieron nuevas estructuras sociales y políticas complejas, de acuerdo con la
interpretación del historiador Enrique Florescano surgieron entre 2500 y 1200 a.C. los primeros cacicazgos y a partir de
la cultura olmeca los primeros Estados.
• En el cacicazgo, una élite empezó a destacarse y es dueño de ciertos saberes, al mismo tiempo que se hace
de las fuerzas productivas; se establece una clara distinción entre el linaje dominante y el resto de la población.
Para justificar esa distinción se desarrolla una ideología. Los mitos empiezan a legitimar las diferencias entre
los hombres y adjudican tareas excepcionales a los jefes, quienes son descendientes directos de los dioses.
• El “estado” se puede considerar como una fase superior del cacicazgo. En él, se institucionaliza la diferencia
entre los caciques (los jefes) y el pueblo. Una burocracia estatal empieza a administrar las fuerzas productivas
y las tareas del pueblo. Se realizan obras públicas para las cuales se entrega un tributo.
A partir de entonces, el Estado se encargará de organizar la sociedad y el trabajo, de justiciar, del culto religioso, la
educación, así como la organización geográfica de la población. En el periodo clásico y posclásico coexistieron varias
formas de ejercicio del poder estatal:
1. El ejercicio de un poder centralizado por un gobernante quien heredaba el poder político, económico, social y
cultural.
2. El ejercicio de un poder centralizado por los sacerdotes, también conocido como una teocracia.
3. El ejercicio de un poder colectivo generalmente caracterizado por un consejo de varios individuos o
comunidades.
Las características de los estados variaban según los tiempos y los espacios. Así hubo grandes estados que formaban
verdaderos imperios hasta ciudades-estado o altépetl que dominaban pequeñas localidades o regiones.
Sociedad
La organización política implicaba un reordenamiento social, desde el Preclásico (2500 a.C.), se evidencia una profunda
división o estratificación social. En términos generales se distinguen en las civilizaciones mesoamericanas tres grupos
sociales principales: la clase gobernante, los nobles y la gente común. Dentro de algunas sociedades sobresalen los
comerciantes y artesanos como una clase social distintiva. La gente común vivía en barrios o pueblos donde no había
una diferenciación social interna. Las familias vivían en condiciones de igualdad y solamente se destacaban los jefes o
mayordomos quienes se encargaban de resolver los problemas y pleitos comunales.
División social mexica y maya
Pirámide social mexica Pirámide social maya
La sociedad mexica era altamente jerarquizada. El Con base en los glifos y estelas de Palenque y Copán,
estrato dominante era el de los pipiltin, del que formaba así como los murales de Bonampak se considera que en
parte el tlatoani; los señores subordinados a él, los pilli o la cima de la pirámide social maya se ha reconstruido la
nobles. El estrato inferior recibía el nombre genérico siguiente pirámide social maya: en la cima se
de macehualtin y lo constituía el común del pueblo; eran encontraba el Halach Uinic (hombre verdadero) que
gobernados y tributarios de los pilli y se agrupaban también se conocía con los apelativos Kin Ich (rostro
en calpullis, es decir, barrios. solar), Wak Chan Ahau (Señor del cielo elevado), Ahau
Para saber más revisa el objeto de aprendizaje cultura Tee (señor árbol) y Bacab (sustentador), entre otros.
mexica El Halach Uinic, formaba junto con los sacerdotes o Ah
Kín Cob representaban el orden cósmico de los trece
cielos del Chaan (cielo).
Luego seguía una élite Almene Hoob que se encargaba
de las actividades políticas, económicas y
administrativas de los centros ceremoniales y
los Ppolom quienes se encargaban del comercio y de
los Ppolomyok o mercaderes de pueblo. Esta élite
representaba en la pirámide estrato medio del Caab, la
tierra.
El estrato inferior de la pirámide consistía del pueblo
llano de campesinos, artesanos, pescadores,
cargadores y trabajadores conocidos como Yalba
Unicob (hombres pequeños) o Ah Chembal
Unicob (hombres sin ser grandes), quienes juntos con
los esclavizados P’entoc (hombres) y Munach (mujeres)
representaban las raíces del árbol cósmico y el estrato
inferior de la pirámide social.
Economía en Mesoamérica
La economía de los pueblos mesoamericanos se sustentó principalmente en el trabajo humano, al no contar con máquinas
o animales de carga. La propiedad y el cultivo de la tierra eran principalmente comunitarios. Las principales fuentes de
subsistencia fueron la agricultura, la caza y recolección, la pesca, el comercio y el tributo.
La Agricultura
La subsistencia en la época prehispánica se basó principalmente en la agricultura. De acuerdo con Enrique Semo cuatro
plantas dominaron en la agricultura mesoamericana: el maíz, el frijol, la calabaza y el chile. En menor medida destacaron
el aguacate, el amaranto, la seta y el agave. El maíz fue el producto agrícola por excelencia porque era posible de
cosecharla 2 a 3 veces al año y aprovechar cada parte de la planta: los granos para la masa, la sopa y algunas bebidas;
las hojas para envolver comida, cocinar o adornar; el tallo, olote y los cabellitos para la elaboración tés en caso de
infecciones gástricos.
El Comercio
Las distintas regiones geográficas de Mesoamérica poseían –debido a sus características ecológicas y físicas- materias
primas y productos que se demandaban y se intercambiaba entre culturas y regiones. Se ha evidenciado que a lo largo
de las redes de comercio el flujo de productos de lujo como de consumo básico (alimentos, instrumentos y recursos
naturales).
Así, en el Preclásico los olmecas de la costa del Golfo de México obtenían espejos de ilmenita desde los valles centrales
de Oaxaca, piedras verdes de Guerrero y serpentina y jade de Honduras. En la región de Mezcala (Guerrero) se ha
encontrado turquesa proveniente de los Estados Unidos que se han datado alrededor de 600 a.C.
A partir del clásico, con los teotihuacanos, se intercambiaban productos en todos los rincones de Meso, Oasis y
Aridoamérica. En esta etapa (200-900 d.C.) el cacao, las mantas y el oro adquieren la función de medios de cambio
(“moneda”) y aumentan mucho las evidencias de intercambio. Importantes fueron la obsidiana y pedernal para fabricar
herramientas y armas, piedra verde para tallar objetos ornamentales, cinabrio para pintar, pirita para tallar espejos,
conchas, caracoles para fabricar trompetas y carapachos de tortuga utilizados como instrumentos de percusión, metates
de basalto, herramientas de calcedonia y sílex, pieles de animales y las plumas preciosas de aves exóticas.
áctica del comercio generó la formación de un grupo especializado para ese fin; entre los mexicas ese grupo se conoció
a los comerciantes de élite como los pochtecas y entre los mayas ppolom. Los comerciantes se dejaban escoltar
generalmente por guerreros y cargadores. Los cargadores o tamemes recorrían unos 25 km en un día, soportando un
peso hasta de 20 kilogramos. Los trayectos totales que recorrían en una misión comercial podían llegar hasta los 500 km.
En la época de los mexicas (y posiblemente milenios antes) cada pueblo, cacicazgo o Estado tenía por lo general su
propio mercado local. Algunos mercados funcionaban cada cierto número de días y los más grandes e importantes eran
permanentes. Entre los mercados locales más conocidos y concurridos estaban los de Cholula y Tlatelolco.
A pie de las montañas se cazaban los venados de cola blanca y los conejos cola de algodón, que además de alimento se
aprovechaban para hacer vestimentas, herramientas y armas con su piel y sus huesos. En los lagos se recolectaban
“cabeza de negro, berros y epazote, con redes de mano se capturaban moscos, acociles y en el ayate, larvas. A pie del
monte, tejocote, nopal, tuna“ (Serra Puche, M.C. (2006). La vida cotidiana de los antiguos mexicanos. En Gran Historia
de México Ilustrada (2), 27.)
El Tributo
Una importante fuente de ingreso en las sociedades mesoamericanas complejas es el
tributo que implicaba la entrega de recursos humanos (el trabajo) y materiales
(cosechas, mercancías, etc.) a los grupos dirigentes. En el caso de los imperios las
comunidades tenían que transferir grandes cantidades de bienes hacia los centros de
poder. La dominación fue acompañada de un gran prestigio político y cultural de los
estados poderosos, como fue el caso de los olmecas, teotihuacanos, zapotecos, mayas,
toltecas y mexicas.
Algunos investigadores de la corriente historiográfica marxista consideran que en
Mesoamérica se desarrolló el modo de producción asiático o despostismo
tributario desde la época de los olmecas hasta la llegada de los españoles. De acuerdo con esta visión el sistema
tributario permite la acumulación de riqueza, en ausencia de un desarrollo tecnológico importante, por vía de la conquista
y el aumento de pueblos tributarios.
La cosmovisión en Mesoamérica
La cosmovisión o concepción del universo de los pueblos mesoamericanos es uno de los temas más estudiados de
Mesoamérica.
La cosmovisión
es un conjunto articulado de ideas, imágenes y representaciones construidas por el hombre para interpretar y explicar el
origen del universo y de la realidad, pero también para ubicarse y actuar dentro de ella.
En Mesoamérica ésta fue la base para explicar los orígenes y la organización del cosmos; el nacimiento de los dioses y
la creación de la humanidad; las relaciones de los dioses entre sí; entre los hombres y sus dioses; y entre los hombres y
la naturaleza.
El pensamiento mítico fue la manera de expresar los orígenes y definir las ideas sobre el tiempo y espacio humano. Los
mitos cosmogónicos escritos y conservados de la época prehispánica son pocos. Para reconstruir los mitos,
investigadores de diferentes áreas (antropólogos, historiadores, etnólogos, arqueólogos, geógrafos, lingüistas, teólogos,
astrónomos, arquitectos, etc.) han recurrido al estudio de códices, inscripciones de los monumentos, ubicación de los
edificios en los centros ceremoniales, pinturas, así como fuentes orales entre los pueblos indígenas actuales.
Con base en estas investigaciones se ha concluido que la mayor parte de las culturas mesoamericanas concibieron a la
tierra como el centro del universo, el cual estaba dividido en cuatro puntos cardinales que se asociaban a un color y a un
dios.
Deidad de la lluvia y el trueno Tláloc Chac Pitao Cocijo Ñuhu Savi o Dzahui
Deidad del maíz Centéotl Yum Kaax o Nal Pitao Cozobi Cohuy
Pitao
Deidad del inframundo Mictlantecuhtli Ah Puch o Yum Cimil Q Cuañe
Pecelao
Asimismo, sería un error grave de equiparar a los dioses mesoamericanos con los griegos (Tezcatlipoca con Jupiter, Huitzilopochtli
con Hércules, etc.). El historiador Alfredo López Austin señala que en Mesoamérica las divinidades “no tenían una individualidad
absoluta: se fundían y se desdoblaban; cambiaban de atributos y de nombre según las circunstancias; sus personalidades se
transformaban constantemente siguiendo la dinámica del contexto”. Los dioses no eran claramente definidos y tampoco
predicaban o convertir como los dioses cristianos, simplemente eran la encarnación de fuerzas de la naturaleza y de conceptos
filosóficos.
Culto religioso
La vida de los pueblos mesoamericanos estuvo perpetrada por la religión: el nacimiento, la muerte, el trabajo, las fiestas, la
arquitectura, el arte, la guerra estuvieron marcados por ella. Se veneraba a los dioses a través de ídolos o sus representantes en
la tierra; los sacerdotes quienes en las ceremonias se ataviaban a imagen y semejanza de los dioses. También había objetos
sagrados como reliquias de dioses como navajas de pedernal, puntas de maguey, los palos para sacar fuego, espejos o cañones
de pluma lleno de ceniza, todos ellos relacionados con los mitos sobre los dioses.
Las grandes ciudades-estado mesoamericanas fueron además de centros administrativos y culturales concebidos como centros
de culto que vinculaba la sociedad con el orden cósmico. En las sociedades altamente jerarquizadas se edificaron grandes
monumentos en honor a los elementos naturales y los dioses.
El culto religioso se administraba por una casta sacerdotal que controlaba el calendario y la escritura con el objeto de predecir
los fenómenos naturales como el movimiento solar y lunar y el de Venus, así como los eclipses y los cambios estacionales. Uno
de los primeros grandes urbes fue la Venta en la época preclásica; en ésta se construyó a lo largo de un eje que corre de norte a
sur y se establecieron monumentos en cada uno de sus lados; pirámides de barro, altares tallados en piedra; tumbas, colosales
cabezas y otras esculturas. La presencia de grandes plazas en estos centros parece indicar que las ceremonias se realizaban al
aire libre. En el centro de las plazas se construían plataformas de tierra revestidas de piedra, los basamentos piramidales, cuerpos
escalonados cuyas plantas podían ser regulares o irregulares, circulares u ovales.
La gran mayoría de las ciudad-estado mesoamericanas (una gran excepción es Teotihuacán) contaban con frontones
o tlachtli, estructuras alargadas en forma de “I” donde se practicaba el juego de la pelota (o ulama del náhuatl ullamaliztli, juego
con pelota de goma). El “juego” representaba sin duda los acontecimientos de los mitos cosmogónicos que habían protagonizado
los héroes y los principales dioses.
Uno de los temas más polémicos en la historiografía es la cuestión del sacrificio humano. Encontramos tendencias de negación,
exageración y la simple aceptación de este fenómeno mesoamericano. El sacrificio humano está documentado tanto por
los códices como la iconografía en general, especialmente la azteca y las inscripciones mayas. Además, existen los relatos de
los conquistadores españoles, los misioneros y los hallazgos recientes en arqueología.
¿Por qué era el sacrificio humano un aspecto esencial del
culto religioso en Mesoamérica?
En su origen el sacrificio humano fue una manera de
muerte ritual (no siempre se arrancaban corazones-
también se desangraba el cuerpo) que permitía
mantener la vida y prolongarla después de la muerte. El
sacrificio estuvo ligado con rituales de fertilidad, del
nacimiento del cosmos, pero naturalmente eran
muestras de poder y de subyugación de las víctimas.
Arte
La creación artística en Mesoamérica solamente se puede entender en el contexto social y ritual. Las obras de arte y
artesanías representan siempre a las divinidades, a los acontecimientos de los mitos y a los aspectos más relevantes de
la vida cotidiana de los pueblos. Las representaciones plásticas y pictóricas siempre se relacionaban íntimamente con los
espacios culturales y la producción de arte estaba totalmente subordinada a contenidos y finalidades específicas. La
civilización mesoamericana destacó en el desarrollo de obras arquitectónicas, escultóricas, cerámicas y pictóricas.
También tuvieron cierto desarrollo la orfebrería, la cestería y el arte plumario.
Pintura
La pintura en Mesoamérica se manifestó en múltiples ámbitos, desde el arte mural sobre las paredes de cuevas, templos,
palacios y las fachadas de pórticos o como en los códices destinados para la élite y en la cerámica utilizada como ofrendas
rituales y funerarias.
Los temas de las decoraciones eran principalmente los mitos cosmogónicos como las representaciones del Tlalocán
(mundo de Tláloc) sobre las paredes de Teotihuacán, los rituales y el culto religioso, los gobernantes y la guerra como
por ejemplo en Cacaxtla y en Bonampak, la vida cotidiana como por ejemplo en el Templo de los Murales en Chichen Itzá
y el Mural de los Bebedores en Cholula. Todos estos temas también están representados en los códices mesoamericanos.
También existe una larga tradición de representar pictóricamente temas relacionados con la naturaleza vegetal (plantas
y flores) y animal (mamíferos como jaguar y los reptiles como serpientes, cocodrilos y lagartos; vida marina como peces,
conchas y caracoles; aves como búhos, águilas, guacamayas, quetzales, colibrís; insectos como mariposas y chapulines).
Alfarería
Durante el preclásico surgen en el valle de Tehuacán los primeros objetos de cerámica y para 1500 a.C. se encuentra
presente en toda Mesoamérica elaborada con mucho mayor refinamiento y sofisticación. Comúnmente se elaboraba una
cerámica monocroma, del color del barro cocido modeladas en forma de platos de fondo plano y de grandes vasijas.
Con los olmecas surgen nuevas piezas como vasijas, representaciones de animales domésticos y frutos, de personas,
dioses y seres antropomórficos. A partir de entonces las culturas imprimirán su huella personal en los estilos y surgen
nuevas formas y colores. Destaca la cerámica preclásica de Chiapa de Corzo, Tlapacoya, Ticomán y Chupícuaro; la
cerámica de Colima, Jalisco, y Nayarit en Occidente, la zapoteca de Oaxaca, la maya de Jaina y las vasijas trípodes de
fondo plano y soportes rectangulares o cilíndricos, con tapadera en forma de faldón proveniente de Teotihuacan y que se
difundirá en toda Mesoamérica; durante el Posclásico predomina el estilo de cerámica polícroma Mixteca-Puebla-Tlaxcala
que los mismos mexicas difundirán en su imperio.
Arquitectura y escultura en Mesoamérica
Altitud de las pirámides mesoamericanas comparada con la de Keops, Egipto. Número Especial de la Revista National
Geographic.
Arquitectura
Con el desarrollo de las primeras ciudades-estado en la época preclásica la arquitectura en el México prehispánico tuvo
un auge importante. Cada sociedad mesoamericana desarrolló aspectos particulares acorde con su contexto social y
geográfico en el que se desenvolvieron. Los elementos arquitectónicos en Mesoamérica fueron los mismos pero las
técnicas, el diseño y la conceptualización cada pueblo asentaba su impronta ideológica.
Los olmecas construyeron la primera pirámide, templos y espacios públicos dedicados a los rituales y el culto religioso.
En el clásico surgieron nuevos tipos de palacios, observatorios astronómicos y grandes obras hidráulicas en el área de
Oaxaca (Monte Albán) y el área Maya (Palenque), generando sistemas de irrigación para los campos agrícolas,
desviaciones de ríos y generando sistemas de drenaje, inclusive subterráneos.
Los materiales utilizados para la construcción variaron a lo largo del tiempo y el espacio. Para la construcción de los
primeros edificios se utilizaban piedras (principalmente volcánicas y sedentarias), cemento (mortero), cal (de piedra caliza
o canchas), madera, y tierra en forma de adobe, tierra apisonada, entre otros.
La construcción más suntuosa de la ciudad mesoamericana era la pirámide. La mayoría de las pirámides en
Mesoamérica tuvieron un significado simbólico y función distinta de las egipcias; generalmente no fueron tumbas (salvo
algunas excepciones como las de Palenque donde se enterró el linaje de Pakal). Los estudios sugieren que la arquitectura
en Mesoamérica respondía a ideas mítico-religiosas.
El caso de la “Pirámide del Sol” en Teotihuacán es ejemplar: es una estructura geométrica que se construyó sobre una
cueva que representa el acceso al inframundo y el lugar de origen del agua, la misma estructura representa las montañas
circundantes y el centro del mundo de donde brote el Árbol del Mundo, además el edificio se encontraba alineado con el
movimiento de los cuerpos celestes y se ubica en un lugar que tiene un efecto de iluminación durante los equinoccios (se
observa especialmente en los templos dedicados a la serpiente emplumada en Chichén Itzá y Xochicalco). En la cúspide
de la pirámide se encontraba templos donde se veneraban los dioses y los cuerpos celestes.
Salvo en Teotihuacán, la mayoría de los centros ceremoniales, contaba con uno o más canchas para los juegos de la
pelota, que representaba el movimiento de los cuerpos celestes y el intercambio de los muertos del inframundo con el
mundo de los vivos.
Las élites gobernantes y los sacerdotes contaban con importantes zonas residenciales o palacios cerca de las estructuras
más importantes, mientras que la población común y corriente vivía en la periferia de las ciudades. En algunas sociedades
los mercaderes vivían conjuntamente con las élites (por ejemplo, en Teotihuacán).
Escultura
Hay dos métodos básicos de producir escultura: el tallado y el modelado. El tallado se realiza en piedra, jade, obsidiana,
madera, hueso, concha y se obtiene quitando partes del material, a diferencia del modelado es mucho más laborioso y
existen pocas posibilidades de realizar correcciones. El modelado más sencillo creando formas con o sin herramientas en
barro, estuco o cera; otra opción es realizando un vaciado en yeso, de cemento o de cal.
Las más antiguas esculturas que se han encontrado del México prehispánico son talladas en hueso. La pieza más antigua
es de una cabeza de un camélido (un antepasado de las llamas y las alpacas), fue encontrado en Tequixquiac, al norte
del Valle de México y se data alrededor de 10.000 a.C.
De este tipo existen más ejemplos, pero la escultura mesoamericana
empezó a florecerse durante el Preclásico cuando proliferó la creación
artística con barro. Los objetos eran principalmente representaciones de
mujeres adornadas con collares, pulseras, orejeras, tocados o peinados,
en ocasiones usan sandalias.
La vista de las figuras es generalmente frontal, el modelado es simétrico,
el cuerpo es aplanado y la parte trasera, así como las manos y pies
apenas se desarrollan. Con el crecimiento de los grandes ciudades-
estado a finales del preclásico surgen los monolitos escultóricos en
piedra como las cabezas olmecas, la Chalchiuhtlicue en Teotihuacán y
la Coatlicue en Tenochtitlán, los atlantes y Chac Mool toltecas, las
estelas zapotecas de Monte Albán y mayas de lugares como Tikal,
Palenque o Copán y las estatuas olmecas, huastecos o veracruzanos
de la Mixtequilla.
También destacan figurillas de barro realizadas con suma elegancia
como las urnas y braseros teotihuacanos y zapotecos, el Escriba de
Cuilapan de la cultura zapoteca, y el Mictelantecuhli o el guerrero-jaguar
mexica. Excepcional es el modelado en barro de las culturas de
Occidente (Colima y Nayarit).
La escritura en Mesoamérica
Cuando Paul Kirchhoff definió las características de Mesoamérica
señaló, entre otros, los siguientes rasgos culturales compartidos:
1. Escritura jeroglífica.
2. Signos para numeración y valor relativo de éstos conforme
a la posición que ocupaban.
3. Libros plegados estilos biombo, anales históricos y mapas.
4. Sistema calendárico basado en dos ciclos.
Hoy en día los investigadores han precisado esta caracterización y saben que no son generales de toda Mesoamérica y
que existen sistemas de escritura divergentes y marcadas diferencias culturales. Hasta el día de hoy no se sabe con
exactitud cuando apareció la escritura, pero es probable que haya surgido en los tiempos de los olmecas. Es una
herramienta poderosa que permite resguardar y difundir conocimientos en la sociedad.
Se vincula su desarrollo especialmente con la génesis de los cacicazgos y ciudades-Estado ya que opera como un
instrumento ideológico de las élites para afirmar su dominio sobre los estratos sociales. Los sacerdotes resguardaban el
conocimiento respectivo a las oraciones, himnos, conjuros mágicos, leyendas, ciclos calendáricos, movimientos de los
astros y en muchos casos también de las finanzas. Los gobernantes de las ciudades-estado legitimaron su poder y
perpetuaron sus hazañas mediante registros mítico-históricos. Así conocemos los nombres de los gobernantes, los
principales acontecimientos de índole sagrado y cívico y las fechas en que sucedieron.
La identificación de la escritura ha sido posible gracias al estudio sistemático de los monumentos (estelas, altares,
columnas, escaleras, dinteles, tronos, paneles y pinturas murales), los códices, la cerámica y objetos pequeños como
pectorales, orejeras y punzadores. Es de notar que hasta el momento aproximadamente “tres códices han sido hallados
en contextos arqueológicos, dos de ellos en tumbas mayas de la época clásica y uno más dentro de una vasija, en Nayarit.
Su estado de petrificación ha impedido estudiarlos, pero en cualquier caso nos brindan una importante prueba de que la
pintura de manuscritos era una práctica antigua en Mesoamérica”. (Pedro Gonzalbo Escalente en Los códices. 12).
La tradición oral mesoamericana, que consistía en memorizar y recitar cuidadosamente leyendas, mitos, historias y cantos
de las generaciones anteriores fue complementada con un sistema gráfico de representación y preservación de ideas que
hoy en día llamamos escritura.
De acuerdo con algunos estudiosos existe cierta evolución histórica en los sistemas de escritura: al principio practicaron
la escritura pictográfica (caracteres que corresponden a la representación misma del objeto) y más adelante se
desarrolló la escritura ideográfica con la cual la guerra se representaba con macanas o escudos, la palabra con una
voluta y el canto con una voluta adornada con flores. Finalmente apareció un sistema de escritura fonética.
Códices mesoamericanos
2. El xiuhpohualli: el calendario civil, basado en el movimiento solar, que estaba compuesto de 18 grupos de 20
días más 5 días adicionales para formar un ciclo de 365 días.
Ambos, enlazados, daban lugar a la gran cuenta de 52 años, el “siglo” mesoamericano. El siguiente ciclo contenía 18.980
días que correspondían al periodo en el que los ciclos de 260 y 365 días coincidían. El número 18.980 es el mínimo común
múltiplo de 260 y 365 y es igual a 52 años del calendario solar y a 73 años del calendario ritual. Con excepción de la
Cuenta Larga de los Mayas, el cómputo del tiempo era cíclico y se repetía cada 52 años.
En la cultura mexica el calendario de 260 días se relacionaba con el Tonaltamatl o Libro de los Destinos, que utilizaban
los sacerdotes para predecir años malos o buenos con base en las fechas de nacimiento de la gente.