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RESUMEN
Todas las ciencias basan sus teorías, leyes y principios, en la investigación, a través de
la historia la calidad de ciencia de la criminología ha sido fuertemente discutida, sin
embargo, en la actualidad como ciencia que estudia al delito pretende dar soluciones
factibles que no solo disminuyan los índices delictivos, sino que permitan prevenirlo
mediante predicciones objetivas, la criminología no adivina, simplemente observa,
induce, formula hipótesis, experimenta y obtiene resultados que le ayudaran a
plantearse conclusiones para cada caso. A partir de la recopilación de información y el
análisis de los diversos puntos de vista, puede deducirse que la criminología cuenta
con un método científico empírico e interdisciplinario. Ningún objeto de estudio de la
criminología la limita metodológicamente, pues en realidad actualmente las ciencias
sociales sirven de apoyo para un gran número de disciplinas consideradas formales o
exactas.
I. Introducción
La historia de la ciencia puede remontarse al origen del hombre, por lo tanto, la
investigación es también parte de la génesis del desarrollo humano. Las ciencias
sociales realizan uno de los papeles más importantes al estudiar precisamente a los
individuos en su actuar social, es parte de nuestra naturaleza el deseo de conocer todo
lo que nos rodea, incluyendo a las personas que componen nuestros diversos grupos
sociales, es así que, hablando sobre criminología, desde el momento en que el primer
hombre se interesó en el porqué de la conducta antisocial de otro individuo, apareció
la investigación criminológica, quizás en su origen se trataba únicamente de
curiosidad, pero hoy en día, es una de las mejores formas para detectar, corregir y
prevenir la conducta antisocial directamente relacionada con el fenómeno de la
delincuencia. Todas las ciencias basan sus teorías, leyes y principios en la
investigación, pero para que ésta de frutos, es necesario un procedimiento que nos
guie desde la observación de algo peculiar hasta la creación de nociones que ayuden a
ampliar o generar nuevo conocimiento, este procedimiento se denomina método
científico. Por supuesto, para que las teorías presentadas por la criminología no
carezcan de valor, es necesario que los investigadores utilicen un método científico; el
objetivo de ésta investigación es precisamente delimitar el método o métodos
aplicables a la criminología, y además saber si ¿Todas las ciencias que tienen por
objeto de estudio la conducta humana deben ser consideradas como incapaces de
producir conocimiento útil para otras disciplinas? ¿La criminología es limitada
metodológicamente por su objeto u objetos de estudios? La importancia de dar
respuesta a estos cuestionamientos es grande, pues se trata de temas que acompañan a
la criminología desde sus orígenes, en esta ocasión, se utilizaran las fuentes de
información referidas para dar respuesta a las interrogantes planteadas.
Método Positivo
Método clínico
Método histórico
Útil en estudios multifactoriales, en donde se estudie la historia de vida del individuo
hasta llegar al momento en que cometió un delito o mostro signos notorios de
conducta antisocial.
Método inductivo
Método deductivo
Método sociológico
Solís Quiroga nos dice que “este método se basa en la observación de las realidades;
dentro de ellas se identifica y participa el investigador, aprovechando su propia
experiencia o experimentando, y tiende hacia una interpretación explicativo-
comprensiva” (1985, p. 17).
Método experimental
Útil para las ciencias empíricas como la criminología y las ciencias sociales en
general, se basa en la observación del objeto, problema o fenómeno, se buscan
patrones, se experimenta con las condiciones que lo propician, y vuelve a observarse
si efectivamente los patrones observados se cumplen, se explican causas y efectos.
IV. Resultados
Son numerosos los autores que mencionan tanto el carácter empírico como la cualidad
interdisciplinaria de la criminología, a partir de la recopilación de información y el
análisis de los diversos puntos de vista, puede deducirse que la criminología cuenta
con un método científico empírico e interdisciplinario, en el que se incluyen las doce
fases de la investigación.
Encontramos además que ésta ciencia se enfrenta a problemas y fenómenos reales, en
razón de los cuales formula y comprueba hipótesis, así que en realidad el método
científico general puede también ser perfectamente aplicado a las investigaciones
criminológicas. La naturaleza observadora, analítica y experimental de la
criminología le permite producir conocimiento útil para otras ciencias, a pesar de lo
que pueda creerse su conocimiento no se limita a las ciencias sociales, sino que
traspasa estas barreras para formar parte auxiliar incluso de algunas ciencias exactas.
V. Discusión
a) Método científico empírico aplicado en la criminología.
El método científico empírico o experimental es sumamente útil para la criminología
puesto que requiere de una profunda observación, búsqueda de patrones en el
fenómeno u objeto estudiado, pruebas para intentar repetir de forma artificial estos
patrones y finalmente comprobación para saber si efectivamente se logró descubrir
una peculiaridad en los observado, una posible solución o la forma de evitar que esto
suceda, solo de esta manera puede decirse que realmente se conoce lo observado. Esto
es precisamente lo hecho por la criminología, se estudia a un individuo o grupo social,
se buscan patrones de conducta, se intentan explicar las causas y factores
determinantes en estos patrones, se intenta repetir o provocar artificialmente los
patrones observados y finalmente se compra si efectivamente las causas y factores
señalados son ciertos, de esta manera no solo se logra explicar la conducta antisocial,
sino también corregirla y prevenirla.
La criminología clínica
Lombroso sostuvo que las causas físicas y biológicas son las que originan la
criminalidad; y que el crimen es producto de tendencias innatas de orden genético,
visibles en determinados rasgos fisonómicos de los delincuentes habituales, tales
como asimetrías del cráneo, formas de mandíbula, orejas, pómulos, arcos
superciliares, entre otros.
Como se puede apreciar, desde sus orígenes, la criminología clínica pretende explicar
el delito a partir del estudio, diagnóstico y tratamiento personalizado del delincuente.
Ello supone que el crimen es una conducta anómala, propia de una persona enferma,
como apunta Garófalo, R. (2). No puede ser de otra manera, pues el significado
etimológico de la palabra clínica proviene del griego kliniké que significa lecho y de
kliné que quiere decir cama, acostarse o inclinarse, de la cual deriva la mención a la
práctica de atender a los pacientes en la cama.
A partir de dicha base, la criminología clínica sostiene que la conducta del hombre se
ve influenciada, y puede tornarse criminal, por el entorno físico y social. En ese
sentido, factores tales como la herencia cromosomática, lo congénito y lo
constitucional, por ejemplo, puede reaccionar de diversa manera frente a estímulos
externos y llegar al comportamiento criminal. Es la llamada criminología del paso al
acto, según la cual el inicio de lo criminal reside en el interior del hombre, sea que la
ocasión para delinquir no la busque el hombre; sea que la busque (tendencia); sea que
lo haga en todo momento (temibilidad); o sea que las circunstancias sociales influyan
de manera decisiva (reactivo). Según la criminología clínica, ésta sería la dinámica de
la conducta criminal, como respuesta de una persona ante una situación determinada.
La etiología clínica del crimen fue criticada fuertemente por Edwin H. Sutherland en
1939, puesto que las circunstancias de anormalidad, patología y aberración de los
delincuentes callejeros no eran las características de los delincuentes de cuello blanco,
cometidos por personas que ocupaban posiciones de poder en los mundos de la
empresa, la política y las profesiones, que ocupan posiciones elevadas en el sistema
social.
Desde este punto de vista, la imagen del delincuente nato lombrosiano devendría en
una deformación o exageración inadmisible que, por contraste, enseñaría cómo
mejorando el entorno físico, social y las condiciones políticas, sí es posible atenuar o
extinguir la posibilidad de la acción y reacción de los componentes biológicos de la
persona; terminaría con el estigma social del enfermo considerado un ser diferente y,
por ello, no tolerado socialmente y discriminado irremediablemente.
Proyección e influencia
Hoy es posible afirmar que los criminólogos clínicos han desatendido la idea del
delincuente nato, cuyo comportamiento criminal -se sostenía- era producto de
una deficiente evolución biológica, sin embargo es constatable que continúan sujetos
al paradigma etiológico, dejando de considerar los otros espacios donde la conducta
criminal se origina y manifiesta, como son, entre otros, la comunidad con su otredad y
el estado con el control social que produce crimen y criminales.
Considero que una comunidad es complicada y beligerante no sólo porque sus
miembros sean intolerantes, sino porque desde su diseño produce miembros
conflictivos. Esta situación socio política constituirá un factor criminógeno o causa
del crimen interpersonal, la cual tendrá a su vez una razón que le antecede y
trasciende al individuo, que vendría a ser una concausa. En esa línea de pensamiento,
si asumimos el conflictualismo de la sociedad y no su consensualismo, debemos
aceptar que la violencia estructural es, definitivamente, un dato socio político
intrínseco a considerar.
Es un hecho que los crímenes acarrean que la sociedad se proteja, pero mejor aún, la
existencia de criminales debe motivar a la búsqueda de las mejores soluciones para
identificar las causas por las cuales la persona delinque. Una realidad más concreta
que los criminales es la de los crímenes, tanto como lo es la de las enfermedades
respecto de los enfermos. En la cuestión criminal, sin embargo, no es posible decir
que hay criminales corregibles e incorregibles, como sí lo es respecto a la existencia
de enfermos incurables y curables.
¿Qué se hizo entonces? Cómo no se "rehabilitaban" los condenados, como las penas
no resolvían el problema de la criminalidad, se resolvió entonces aplicar políticas de
mano dura contra esos "incorregibles", esos "enfermos", esos "anormales".
Este cambio de dirección, de la disuasión penal y el tratamiento en prisión, para el
enfermo "social" (desadaptado), sugeridos por la criminología clínica primigenia,
presuponía que la conducta criminal era un hecho, no un proceso que resulta de la
interacción de los individuos con el estado, como sostiene la nueva criminología. Bajo
esta concepción, la criminología se
despoja de la bata médica.
CRIMINOLOGÍA.
¿QUÉ ES LA CONDUCTA DESVIADA?
A. CONCEPTO:
Si la conducta desviada es toda aquella conducta que infringe reglas
sociales, serán las reglas sociales las que crean las desviaciones como una
contrapartida negativa. Esas reglas son elaboradas por grupos sociales que,
al imponerlas, originan por definición la desviación y las diferentes
propensiones a la desviación en los diferentes grupos. Lo que se considera
"desviado" depende de las normas vigentes reconocidas; no existe
conducta desviada si no hay una norma de conducta; pero el ámbito
normativo es difuso y poco preciso
1
. Por eso se dirá que la criminalidad no "existe", sino se "hace”. Entonces
"Conducta desviada es aquella conducta que las personas califican así"
2
. En el lugar que en la Criminología ocupan las normas sociales aparecen
el etiquetamiento y la estigmatización del desviado, que son los factores
que deciden ahora si una conducta es o no desviada.
B. CAUSAS:
Para el estudio de sus causas se tiene diversas teorías, así:
a) para las teorías biológicas lo decisivo son los defectos en el cuerpo del
individuo delincuente;
b) para las teorías de la socialización, los defectos hay que buscarlos en el
medio familiar;
C) para las teorías de la subcultura (también llamadas técnicas de
neutralización) se trata de buscar los defectos en la adaptación a las
normas vigentes;
d)para la teoría de la anomia, los defectos hay que buscarlos en la
estructura social;
e) para las teorías multifactoriales, son varios los defectos y sus causas
El proceso llevado a cabo por el método empírico analítico es: en primer lugar,
definición de un problema.
Objeto de la Criminología
etimología
Por otro lado sólo en la actual Criminología, la víctima juega un papel preponderante,
pero aún en el Código Penal boliviano no muestra ningún antecedente. A la víctima
también se lo debe tomar en este otro sentido: en el de la inducción al delito. Por
ejemplo, exhibir joyas en lugares donde el delincuente fácilmente pueda actuar.
Dentro las formales está la concepción jurídica. Toda ley penal—en su estructura—
tiene un presupuesto (lo que no se debe hacer o lo que manda a hacer) y una
consecuencia jurídica. Quien adecue su conducta al presupuesto, por ejemplo: “el que
se apoderare de una cosa mueble ajena con fuerza ...”(CP, 331), sufrirá la
consecuencia jurídica, o sea, será sancionado con privación de libertad de uno a cinco
años.
En la concepción jurídica del delito es la ley la que establece que hechos son delitos,
fija caracteres delictuales a un hecho, si en algún momento esta ley es abrogada el
delito desaparece. El delito es artificial.
objeto de la criminología
El objeto de la Criminología son el delito, el delincuente, la víctima y el control
social.
La víctima
La víctima El interés por la víctima como objeto es un fenómeno reciente: a partir de
la Segunda Guerra Mundial. El dispositivo penal—el sustantivo y el procesal—no
toman en cuenta a la víctima para neutralizarla, a fin de recobrar para el Estado el
monopolio de la reacción penal.
El control social
El control social es impulsor de una nueva Criminología más dinámica e
interreaccionista. Este nuevo enfoque es muy controvertido, ya que hay incluso
quienes la rechazan, se ven obligados a admitir que no se puede estudiar ya la
Criminología prescindiendo de la reacción social.
En todas las sociedades conocidas existen y han existido una serie de conductas
(delitos) que se ha prohibido o bien han sido de obligado cumplimiento, bajo la
amenaza de un mal. De acuerdo con el art. 10 CP son delitos “acciones y omisiones
dolosas o imprudentes penadas por la ley; y en sus libros II y III las describe una serie
de conductas que, en efecto, castiga con penas. Aunque es difícil llevar a cabo una
caracterización de todos los delitos, en general éstos tenderán a ser; como señala
Cerezo Mir; infracciones graves de "las normas de la Etica social… de la sociedad".
Esto es paradójico porque está claro que la delincuencia supone también un costo para
la sociedad, no sólo en términos económicos directos e indirectos tanto para el Estado
como para particulares, sino también de sufrimiento para las víctimas y de miedo al
delito para los ciudadanos en general. Los grupos con más miedo tienen menos
probabilidades de sufrir una victimación. Tiene tres representaciones:
1. Miedo cognitivo.
2. Miedo emocional.
3. Miedo operativo.
La Criminología estudia el delito. Una disciplina se caracteriza, entre otras cosas, por
su objeto de estudio (o variable dependiente): la autonomía e independencia de la
criminología se justifican porque estudia científicamente el delito desde un
determinado punto de vista. Así, pues, ¿qué es el delito? y ¿quién puede considerarse
que es un criminal? El problema de la definición del objeto de estudio de la
Criminología es el más importante. Existen dos orientaciones: legal y natural.
Las leyes penales son cambiantes: con relativa rapidez se tipifican nuevas
conductas, mientras que delitos tradicionales se redefinen o bien dejas de estar
castigados.
Gottfredson y Hirschi ponen la definición de delito como todo acto de fuerza física o
engaño realizado buscando el beneficio propio. Sin embargo, no es asumible por
diversas razones:
Para Akers, el concepto implica que hechos que se han realizado por razones distintas
al propio interés no podrían considerarse delitos. A juicio Maíllo, sí sería posible
encontrar un interés propio en casi todos los delitos de las leyes penales, el problema,
por lo tanto, sería más bien el de definir con precisión qué es el interés propio y si no
se trata de un concepto excesivamente amplio e impreciso.
Debido a las insuficiencias científicas del concepto de delito que acabamos de ver,
tanto desde el punto de vista legal como natural, algunos autores han propuesto que
una ciencia positiva debería fijar otros objetos de estudio. En esta línea se encuentra,
por ejemplo, el planteamiento de Fishbein, para quien la investigación no debería
centrarse en el delito per se ya que es una mera abstracción legal y no un
comportamiento real, sino en “componentes del comportamiento antisocial que son
susceptibles de medición, estables y permanentes a lo largo de diversas culturas”
como sería el caso de la agresión. Este programa es perfectamente coherente con la
apuesta de la esta autora por una ciencia positiva, pero sin embargo no podemos
compartirlo:
El comportamiento desviado
Otras orientaciones mantienen que la criminología debe estudiar no sólo el delito, sino
los comportamientos desviados en general (el delito, de hecho, es en general un acto
desviado).
Es posible que una teoría criminológica sea tan amplia en su ámbito que
incluso sea capaz de explicar los comportamientos desviados.
Por diversas razones parece que la concepción legal del delito es insatisfactoria
científicamente.
Pero no todas las leyes penales son aplicadas en la práctica: muchos comportamientos
que posiblemente podrían calificarse de delictivos no son perseguidos por las
instituciones cuando se descubren. Ello es debido a que los recursos de que disponen
las autoridades son limitados, pero también, sin duda, a otras razones, como puede ser
la posición de privilegio de quienes realizan tales conductas. En general, las leyes que
castigan los delitos más graves, tenderán a ser perseguidas más que las que infringen
normas menos importantes para la comunidad. A mayor abundamiento, cuando una
conducta no es perseguida, que esté o no incluida en la ley penal depende en buena
medida del criterio del investigados, con lo cual se incurre de nuevo en la imprecisión
y en el voluntarismo. Por lo tanto, el segundo elemento de nuestro concepto exige que
la conducta tienda a ser perseguida en caso de ser descubierta oficialmente.
Existe una relación entre ellos, cuando hablamos de una ciencia totalizadora del
Derecho Penal. Esto, a mi modo de ver es como una especie de cadena que funciona
de la siguiente manera:
FUNCIONES DE LA CRIMINOLOGÍA.
PENA Y ESTADO
Con este estudio se pretende analizar y poner de manifiesto la directa relación que
existe entre una determinada forma de Estado y el tipo y carácter de la pena con la
que éste sanciona los comportamientos que se mismo define como criminales. Para
ello se realiza una exposición de la evolución y desarrollo histórico del Estado
partiendo del Estado absolutista y terminando con el de nuestros días. Para lelarriente
se analiza el carácter otorgado a la pena por las sucesivas formas que ha adoptado en
su desarrollo el Estado capitalista. De todo ello se desprende una lógica dependencia
entre Estado y pena.
Este proceso es el que ha hecho caer en crisis sobre todo a la prisión como medio de
ejecución de la pena, pues no sirve para 10s fines reseñados anteriormente (salvo el
extremo de eliminación), sino todo 1o contrario, ya que separa al individuo de la
sociedad, 10 deja filera de todas las motivaciones del consenso. Los últimos restos del
Estado absolut0 - autoridad han quedado sobrepasados por el desarrollo socio-
económico. La pena queda en definitiva entregada a la racionalidad del consenso, ella
es su base y su justificación.
Pero la cuestión de fondo continúa subsistiendo, esto es, estamos ante una sociedad en
la que, si bien cada vez con mayor nitidez se ha desplazado la dependencia personal,
en cambio cada vez más se acentúa la dependencia de las cosas; mantenimiento de la
sociedad de consumo, de la relación capital-trabajo. Ahora bien, el consenso a obtener
es respecto de esta dependencia; ella es elevada a razón de Estado, el Estado tiene por
función lograr su mantenimiento.
Desde tal punto de vista, el individuo aparece de partida sometido a tal consenso y
producto de e1, la pena no cumple otro fin que resometer (el bien jurídico no es sino
expresión de una determinada pauta de relación social, la pena tiene por objeto
resometer al individuo a esa pauta), en eso consiste en definitiva la resocialización, y
respecto del disidente de cualquier naturaleza. El hombre pasa a ser un simple
instrumento manipulable en relación a su dependencia de las cosas, la pena es una
forma de manipulación." Así el paro, como fenómeno necesario dentro del esquema
económico-social, provoca una gran cantidad de disidencias, hasta la más extrema
que es la delictiva; sin embargo, éstas no son aceptadas ni asumidas por el Estado, que
justamente obliga a considerar el paro como algo necesario, y la pena como
resocialización s610 puede tener como fin, en este caso concreto, obligar al individuo
a aceptar tal condición suya de desvalimiento y de sumisi6n a las cosas. Aquí está,
pues, el punto más crítico de una pena resocializadora, resocialización a qué
sociedad y para qué. Resulta, por tanto, ineludible intentar una breve incursión sobre
e1 carácter del Estado o su problemática en el capitalismo actual (llamado también
postcapitalismo). Asi, para Ralph Miliband el Estado se convierte en un instrumento
'de la clase capitalista (teoría intrumentalista), esto es, el Estado sirve a 1os intereses
de la clase capitalista porque ella es la que lo controla. Tal posición de Miliband
aparece claramente expresada en 10s siguientes párrafos: {(Según el esquema
marxista, "la clase imperante" de la sociedad capitalista es la que posee y controla 1os
medios de producción y, en virtud del poder económico de tal manera detentado,
puede utilizar al Estado como instrumento para el dominio de la sociedad. No
obstante, el capitalismo avanzado es prácticamente sinónimo de empresa gigantesca;
y nada de la organización económica de estos países tiene mas importancia
fundamental (que el creciente dominio de sectores claves de su vida industrial
financiera y comercial por un número relativamente pequeño dc empresas gigantescas
fuertemente conectadas. L0 que tiene de malo la teoría democrático-pluralista no es su
insistencia en el hecho de la competencia, sino su afirmación (y muy a menudo su
presupuesto implícito) de que 1os principales "intereses" organizados de estas
sociedades, y sobre todo el capital y 1os trabajadores, compiten en términos mis o
menos iguales, y, por consiguiente, ninguno de ellos es capaz de alcanzar una ventaja
decisiva y permanente en la competencia. Es aquí donde aparece Sa ideología y la
observación se convierte en mito. En capítulos anteriores se mostró que el mundo de
1os negocios postela. Sobre este aspecto, además, en general, véase la completa
monografía de Quintero Olivares, Gonzalo: ctRepresi6n Penal y Estado de Derechos,
1976, Dirosa. Como muy bien destaca el autor: Esta conexión entre Lo penal y 1o
político no se reduce a una vinculación entre la ley positiva y la ideología dominante,
aun cuando ello sea el dato inmediatamente aprehensible, sino que debe alcanzar, y de
hecho así sucede, a la explicación o critica científica de 1os preceptos positives o de
las convicciones dominantes y en las empresas en gran escala, disfrutan de tal ventaja
dentro del sistema estatal, en virtud de la composición y de las inclinaciones
ideológicas de la élite estatal. En este capítulo veremos que el mundo de 10s negocios
disfruta de una formidable superioridad también fuera del sistema estatal, en términos
de las presiones inmensamente más fuertes que, por comparación con 10s trabajadores
y con otros intereses, puede ejercer en la consecución de sus fines.
Resumo: si son las relaciones de producción (tales o cuales) las que configuran el
campo del Estado, éste tiene sin embargo un papel propio en la constitución misma de
esas relaciones. La relación del Estado con las relaciones de producción es una
primera relación del Estado con las clases sociales, con la lucha de clases.
Para Nozick ese Estado mínimo es necesario y legitimo (para 10 cual hace un análisis
de la teoría del Estado natural, cuya evolución necesaria y legitima tiene que terminar
en el Estado mínimo), por tanto, superador de cualquier posición anárquica y a su vez
esquelet0 de cualquier utopía. De todo 1o anterior aparece claro que el Estado no
puede ser considerado como agotado en su carácter de instrumento de dominación de
una clase.
Es necesario llevar a cabo un análisis de las estructuras mismas que componen el
Estado; s610 a través de ellas podrá lograrse una comprensión más global del Estado.
Pero también es cierto que para tal efecto no basta con el análisis de las estructuras,
sino que al mismo tiempo es indispensable analizar cómo funciona el Estado; hay,
pues, un proceso dialéctico de estructura a funciones y de funciones a estructura. Por
ello, para tal análisis resulta sumamente aclaratoria la división metodológica entre
sociedad civil y sociedad política dentro del Estado. Frente a todo esto, al
planteamiento de Nozick se le puede aplicar la frase de Offe.
Cuando hablamos de Estado democrático nos estamos refiriendo a todo aquel que no
aparece exclusivamente reducido a su aspecto coactivo puro, sino que por ell0 mismo
aparece como un sistema abierto y en constante proceso de apertura. No a una
democracia total y perfecta, utópica. De 10 que se trata ahora es, pues, de determinar
con precisión la problemática de la pena en un Estado democrático.
Pena y Estado
Estados absolutos en que hay identidad entre Dios y soberano y Estado, y por el1o se
cree irracionalmente en la capacidad absoluta para determinar y medir males. Podría
pensarse que la pena es retribución. Nos situamos en 10s albores del capitalismo y por
eso la vigencia de este planteamiento hasta la actualidad, siendo acogido por 10s más
diferentes autores: Kant, Hegel, Carrara, Welzel, etc. Se trata del restablecimiento del
orden jurídico, de una necesidad social de mantención del orden. Como dice Jackson
Toby, que recuerda mucho a Carrara, todo (rehabilitación, tratamiento, reincidencia,
etc.) tiene menos importancia que la neutralización del desviado como modelo de rol
posible, Pero ello es una ficción igual a la de la teoría de la expiación; la fe irracional
en el orden metasocial se convierte en fe irracional en el orden social. ~Cómo se
concreta, además, esta idealidad y se condensa en la pena?
¿Qué es la ruptura del orden y su restablecimiento por la pena? Detrás de todo esto
hay una concepción autoritaria del Estado y por eso una pena autoritaria. Por otra
parte, esta teoría en la actualidad, como señala Haffke, tiende a trasvasarse hacia la
prevención general, luego hacia una concepción relativa de la pena, esto es, que la
imposición del mal de la pena reforzará la fidelidad al derecho de la generalidad, Se
navega entre dos aguas: retribucionismo y prevención general. Podría pensarse que la
pena es prevención general, es decir, que la pena no se agota en sí misma como mal,
sino que tiene una finalidad externa: la conminación sobre la generalidad para evitar
que cometas delitos. Tanto la teoría de la prevención general, como la de la
prevención especial, no contestan directamente 1o que es la pena, ya que se
preocupan más bien por fines de la pena. En realidad, tanto una como otra tratan de
obviar esta problemática y partir, entonces, de un Estado neutral y una pena neutral,
esto es, que beneficie a todos, sin contradicciones internas, y allí estaría su
justificación. Es una consecuente replicación de la teoría del Estado liberal. Así, por
ejemplo, B. Haffke expresa: La prevención general es un instrumento de control
social y como tal neutro valorativamente.
Roxin: Queda sin resolver frente a qué comportamientos tiene el Estado la facultad de
intimidar; la doctrina de la prevención general comparte con las teorías de la
retribución y de la corrección este punto débil, a saber, que queda sin aclarar el
ámbito de 1o punible. Tampoco se responde a la antigua critica de Kant de que el
individuo no debe ser utilizado como medio para las intenciones de otro ni quedar
incluido dentro del Derecho de cosas. Estas críticas han intentado ser objetadas por
diferentes autores.
Así, Hoerster señala La objeción kantiana de que no se debe degradar al individuo a
un medio de medidas de utilidad social so1o seria contundente si la medida respectiva
apareciese respecto del individuo arbitraria e injusta. Por eso, para Hoerster la
justificación buscada del castigar estatal reside, conforme a todo 10 anterior, en la
combinación de 1os puntos de vista de la prevención general y de la distribución
justa: que el Estado castigue está justificado por la prevención general. Cómo e1
castiga (esto es, a quién y en qué medida castiga) es un problema de la distribución
justa. En términos parecidos se expresan Koller y Haffke. De todos modos, queda sin
aclarar por qué se pena, ya que el argumento de prevención general no es suficiente.
Estos autores simplemente trasladan el problema desde la prevención general a una
argumentación sobre la justicia en particular, basada en la racionalidad, distribución
equitativa o justa o igualitaria o socialmente ética por parte del Estado. ¿Pero existe
realmente esa razón de Estado o social que nos permita demostrar tal distribución
justa o racional? Estos planteamientos aparecen puestos en duda con mucha claridad
por parte de Nozick: ¿Pero por qué no puede violarse a las personas por el bien social
superior? ... ¿Por qué no sostener, en forma similar, que algunas personas tienen que
soportar algunos costos que beneficien a más personas en razón del bien social
general? Pero no hay entidad social con bienes que soporte al& sacrificio por su
propio bien.
So1o hay gente individual, diferente gente individual, con sus propias vidas
individuales. Usando una de esas gentes en el beneficio de otras, se la usa a ella y se
beneficia a 10s otros. Nada más. Lo que sucede es que se le hace algo a ella en razón
de otros. Hablar de un bien social general encubre esto. (¿Intencionalmente?) El usar
a una persona de esta manera no es respetar suficientemente y tener en cuenta el
hecho de que es una persona separada, que la suya es la única vida que tiene. Con esto
realmente se toca a fondo la argumentación dada por 1os partidarios de la prevención
general, en 10 que se refiere a su Fundamentación, desde un punto de vista
estrictamente liberal. Pero no ello desde el punto de vista liberal estricto aparece
criticable esta posición, sino también desde un punto de vista democrático en general.
¿Es realmente posible en el Estado actual hablar de una distribución racional o
igualitaria en 1o particular?
En caso alguno. La sola lectura de la breve exposición sobre el Estado actual al
finalizar el capítulo anterior, señalar la peregrina de una tal afirmación. Ni la
racionalidad ni la distribución igualitaria son virtudes inherentes o inmanentes al
sistema: están subordinadas a 10s intereses concretos de un grupo hegemónico. Es por
eso que hemos dicho que la teoría de la prevención general o cae en la utilización del
miedo como forma de control social, con 10 cua1 en el Estado de terror y en la
transformación de 10s individuos en animales," o bien en la suposición de una
racionalidad absoluta del hombre en el pensamiento de bienes y males, en su
capacidad de motivación, lo cual es una ficción como el libre albedrío, y, por último,
se cae en la teoría del bien social o la utilidad pública, que 10 Único que hace es
encubrir la realidad de 10s intereses en ]pego, de una determinada socialización y, en
definitiva, 1os fallos, contradicciones y edictos de una democracia todavía imperfecta.
Es por eso que quienes se dan cuenta de esto llegan a posiciones integrativa muy bien
sintetizadas en su difusidad por Haffke: Aspiramos a un control social jurídica-penal
racional y esclarecido, que cuente con las debilidades del-yo y sin embargo 1o trate
humanamente. Un Derecho penal preventivo general concebido de esta manera es en
el mejor sentido Derecho evolutivo-progresivo, que aspira a producir condiciones
sociales más libres --condiciones en las cuales ojalá al día la pena intimidatoria no
aparece más como necesaria.>>" Pero esto no deja de ser una ilusión y no una utopía,
a pesar de 10 que expresa Haffke, pues no se puede liberar mediante ficciones,
subyugación Podría pensarse que la pena es prevención especial, esto es, que implica
un tratamiento respecto del individuo en particular. No se trata, pues, de prevenir a la
generalidad, sino de prevenir respecto del individuo en particular en cuanto a futuras
recaídas en el delito. A esta teoría se le pueden plantear las mismas objeciones
generales en cuanto a su legitimidad que se han examinado respecto de la teoría de la
prevención general. Pero, además, es necesario considerar que la teoria de la
prevención especial parte de la consideración del delincuente como un ser peligroso
socialmente. El problema est6 en determinar entonces qué es peligroso y quién
determina lo que es peligroso, 10 cua1 generalmente constituirá una sola
problemática. Con más claridad aún que en la teoría de la prevención general, resulta
que es peligroso aquello que un grupo hegemónico estima desviado de sus propios
intereses o reglas de juego que se ha dado, a la gente considera como algo evidente el
que se reprima violentamente 1o distinto, 1o discrepante. Pero en qué medida existe
en un Estado de derecho una facultad para esto es el verdadero problema, que de
antemano no puede resolver la concepción preventiva-especial, porque cae fuera de su
campo visual. El otro interrogante, que viene a constituir el reverso de la medalla, es
el referente al de la readaptación social del peligroso. Punto que al igual que el otro
carece de toda fundamentación de legitimidad, salvo aquella que se basa en la
autoridad del grupo hegemónico. ~Así resulta altamente incierto el saber cuál es el
modelo de sociedad a la que la finalidad de readaptación -se habla de readaptación
social- debe atenderse referida. No parece que éste puede venir &do por la sociedad
concreta hoy existente en atención al censurable axiológico existente en la misma.
Haffke, a pesar de aspirar a una utopía como quedó expresado en la nota anterior, sin
embargo, parte del hombre como un ser asocial. Una excelente crítica a las teorías de
la retribución y prevención general, aparezca como un decidido defensor de un
derecho de medidas basado en la peligrosidad social del autor que Plack llama la
atención a que no se confundan sus planteamientos con 1os de la défense sociale y
que mis bien es la sociedad de 1os buenos justos la que necesita un tratamiento para
volver a acoger sin prejuicio a 10s que han fracasado frente a su orden jurídico y
moral falsa. Sin embargo, a pesar de ello, queda en pie su inclinación por una
entonces incomprensible peligrosidad social del autor y por una en realidad
imaginaria transformación de las costumbres o evoluci6n moral: conceptos
contradictorios y carentes de contenido.
En suma, ninguna de estas posiciones logra señalar qué es la pena. Hay que
reconocer, sin embargo, que la teoría de la retribución es la que más se acerca a esta
problemática en razón de: su propio contenido; no así las demás, que en verdad la
obvian consciente o inconscientemente, so pretexto de referirse a sus fines. Con el1o
tanto la primera, por su absolutismo o carácter metafísica, como la segunda, por su
índole aparentemente neutral o de indiferencia al respecto, resultan teorías
encubridoras de la realidad de la pena. Cierto que se puede decir con razón que la
pena es un mal o expresión de la coerción estatal. Con ello, evidentemente, uno se
acerca al real significado de la pena, pero ello todavía no es suficiente y no agota su
contenido. Ella s610 es posible en la medida en que se plantea claramente la
indisolubilidad absoluta entre Estado y pena. Esto es, la pena es un instrumento de
aseguramiento del Estado, la pena no es otra cosa que autoconstatación general del
Estado, reafirmación de su existencia en forma general (una necesidad para su
subsistencia). Por eso mismo, a pesar de todas las declaraciones, son 10s delitos
contra el Estado 10s más numerosos y 10s mis graves.81 En esto no hay diferencias
entre ninguna forma de Estado. La pena surge debido a que han fracasado todos 1os
controles sociales y por eso mismo es más que un control, es expresión absoluta de su
carácter represivo. Y, por eso, como control y represión del Estado se manifiesta en la
especificación de determinadas relaciones concretas que aparecen desvaloradas por el
propio Estado, en cuanto son recogidas por las figuras que establecen las leyes
penales. De ahí que lo injusto surja siempre como <(protección)> de bienes jurídicos.
Pero esta protección no es más que una función de la pena, en cuanto es sólo una
expresión de la autoconfirmación del Estado. Es por eso que el punto central de todo
análisis crítico tiene que estar necesariamente radicado en esta función de la pena, que
es el primer paso para velar la realidad de la pena y darle un carácter de neutralidad,
igualdad distributiva y racionalidad. Sobre este punto de la protección volveremos
nuevamente al tratar la función de la pena.
Pero al dilucidar qué es la pena, todavía no hemos explicado todos 10s aspeaos que
rodean su problemática. Falta todavía señalar sobre qué descansa la imposición de la
pena y 10s llamados <(fines)> de ella. Para una concepción absoluta expiatoria, el
fundamento de la imposición de la pena es el poder identificado de Dios y soberano,
10 que es indemostrable y, en definitiva, s610 un mito. Para una concepción absoluta
retributiva, el fundamento de la imposición de la pena es la libertad absoluta del
individuo, esto es, si Dios 10 hizo libre en forma absoluta, quiere decir que el Estado
puede castigar si hace mal uso de esa libertad. Como señala Muñoz Conde: <<El
concepto tradicional de culpabilidad es científicamente insostenible, porque se basa
fundamentalmente en un argumento que es racionalmente indemostrable: la capacidad
de poder actuar de un modo distinto a como realmente se hizo. Lo que ha llevado a
Gimbernat Ordeig a expresar en forma extrema que la culpabilidad no existe. En la
teoría de la prevención general la imposición de la pena aparece ligada a la capacidad
de motivación por la pena del hombre (racional o por el miedo), 1o cua1 también es
indemostrable y más bien parecería 1o contrario. En verdad el buen ciudadano no es
motivado por la pena, ya que las otras formas de control social 10 han hecho
converger a 10s fines estatales. Y el mal ciudadano justamente no es ni ha sido
motivado. Más aún, la pena puede provocar la motivación contraria: la reincidencia en
gran medida es una prueba de ello. En ese sentido la pena sólo gratifica al buen
ciudadano en el sentido de que no se le aplica a e1, sino al mal ciudadano. La pena es
el dios Jano y el buen ciudadano se gratifica tanto con una cara como La imposición
de la pena también está ligada al desarrollo del Estado.
Un Estado democrático no puede basarse en ficciones o mitos. La afirmación de ellos
so1o puede servir para impedir cualquier regulación o control de la actividad del
Estado, para impedir una discusión y revisión crítica de ella, para permitir la
tendencia al totalitarismo y la arbitrariedad. La imposición de la pena so1o puede
buscarse en aquello a que ella est6 referido, esto es, al hombre en sociedad. No en 1os
mitos creados en su alrededor para someterlo y alienarlo, sino en su realidad social,
esto es, en su capacidad para ser actor de una relación social, luego en su
responsabilidad dentro de ella. Ello implica tomar en menta todas las determinaciones
concretas, desde el carácter mismo de la relación social hasta todos 10sfactores que
influyen dentro de ella. Esto es 1o Único posible de constatar. Por Último, nos queda
examinar 1os llamados fines de la pena.
Aquí pareciera que justamente tuviesen plena cabida 1os fines de la prevención
general y especial. Sin embargo, ambos fines de prevención son sumamente
discutibles. En cuanto a la prevención general, hay casi unanimidad entre 1os autores,
aun entre sus propios defensores, que ciertas penas (pena de muerte) y en relación a
ciertos delitos (delitos económicos, etc.) no tienen efecto preventivo general alguno.
De ahí, entonces, que sus defensores tengan que atemperar 1os postulados preventivos
generales a un determinado grupo de penas, delitos o autores Con lo cua1 la
prevención general en cuanto motivadora general aparece claramente abandonada y
reducida a una prevención quizá particular. Y aun esta prevención particular resulta
discutible en cuanto a su eficacia. Chambliss presenta para su defensa, entre alguna de
sus investigaciones, la referente a las sanciones por aparcamiento infraccional dentro
de un recinto universitario. Pero de su investigación en modo alguno queda dilucidado
si la baja en las infracciones se debe a la clase y gravedad de la pena impuesta o s610
a la certeza de su aplicación en virtud del aumento de la dotación de funcionarios y
del rigor de 1os controles. Lo que si queda claro es que ni una ni otra causa ni el rigor
y/o la certeza de la pena) tuvieron efecto alguno sobre 1os infractores poco frecuentes.
Otro ejemplo que se utiliza mucho es aquel del apresamiento por siete meses de toda
la policía danesa por las tropas de ocupación alemana, lo cua1 hizo aumentar
notablemente 10s delitos y hacer decir a Hoerster: Este ejemplo confirma que la pena
estatal tiene un efecto intimidatorio. Parecería una conclusión apresurada, ya que lo
Único que esto demuestra es que la desaparición de la policía propiamente tal (se puso
una (policía de reemplazo) es 1o que hizo aumentar la actividad delictiva, esto es, lo
que originó la actividad delictiva fue la duda sobre la certeza de la aplicación de la
pena (falta de eficacia de la nueva policía por presunta inexperiencia). Además, habría
que plantearse hasta qui punto la ocupación nazi provocó una duda sobre el Estado
mismo danés, esto es, sobre su existencia y, por tanto, capacidad de autoconstatación
(de ahí, posiblemente, la falta de eficacia también de la nueva policía y de 10s
subsistentes tribunales daneses). En suma, las contraargumentaciones particularizadas
y no generales, de 10s defensores de la prevención general, llevan a un callejón sin
salida. Lo Único que confirman es la ya antigua comprobación de que el efecto
preventivo más bien radica en la certeza y prontitud de la aplicación de la pena, 10
que también tiene sus límites, pues puede transformar al Estado democrático en un
Estado puramente policial. Para que existan y por sus objetivos, las cosas tienen que
estar a disposición de la gente, pero al mismo tiempo sucede que es necesario arbitrar
medidas y utilizar personal, para evitar la frecuencia de 1os hurtos. Sin embargo, ello
no puede llegar al Pena y Estado
Pero, además, hay una objeción de fondo a la prevención general, esto es, cómo puede
ser un fin (algo beneficioso, utópico, deseable de lograr) alga que implica o la
utilización del miedo (o bien terror) o una cuestionable tradicional ponderación costos
-beneficios, Difícilmente podrá sostenerse con convicción que un Estado democrático
tenga por fin la utilización de 10s aspectos de motivación inhibitoria más negativos
para el ser humano, como son 10s del miedo o terror, que se contraponen a la esencia
misma de lo que es la democracia: su carácter libertario y liberador. Tampoco
pareciera satisfactorio hablar de una ponderación racional, ya que ello supone para ser
verdad o bien, por una parte, un ser absolutamente racional, 1o que es una ficción, o
que las circunstancias en su totalidad, en las que se da la ponderación, son
absolutamente racionales, lo que constituye un mito, como hemos visto en el
desarrollo y evolución del Estado.
Y un Estado democrático no puede basarse ni en ficciones ni en mitos. El fin de
prevención especial es igualmente cuestionable. En primer lugar, resulta tan o más
particular que el llamado de prevención general. La cifra oscura (y a veces parda,
respecto de actividades delictivas conformes al sistema) en el delito implica que
rea1mente la mayoría de 1os que cometen actos delictivos no queden sujetos a
resocialización. Por otra parte, como sostiene Barbero Santos, aparece cuestionable,
empero, que una pena cuya función es crear inhibiciones sea necesaria cuando el
sujeto a quien se impone no es peligroso en absoluto. Además, es plantear una
socialización sin considerar que siempre hay socialización, so1o que a veces
discrepante con las pautas de ese Estado. Mas aun, que a veces tal socialización es
conforme a las metas de ese Estado y so1o discrepante en 1os medios, lo que lleva a
sostener a Miguel Bajo Fernández que en el caso del delincuente económico no se
podría cumplir el fin esencial de la pena, con 1o que la lógica de toda esta concepción
conduce a excluir de tal castigo al delincuente económico.
Pero, ya tocando el fondo de esta posición, como se ha recalcado por Córdoba y
R0xin, resultaría reconocer como fin de un Estado democrático la posibilidad de
manipulación de 1os individuos por parte del Estado, con ello la falta de control y
rediscusión de éste, ya que las pautas de resocialización son determinadas por él y sus
instituciones, 1o que puede significar en definitiva el totalitarismo de uno, algunos, o
de la mayoría sobre la minoría. No tiene sentido referirse a las teorías integradoras
porque como muy bien dice Roxin: Los efectos de cada teoría no se suprimen en
absoluto entre sí, sino que se multiplican y tampoco una relativización o
particularización de sus efectos salvan las objeciones de fondo que se les hacen.
En verdad, para aclararse en relación a este problema de 1os fines hay que distinguir
entre 1o que es la pena y la imposición de la pena. De 1o que es la pena, esto es,
autoconstatación del Estado, no surge un fin, sino una función. Tal función no es otra
que la de proteger bienes jurídicos.
Es cuestionable qué bienes jurídicos sean 10s protegidos, esto es, la índole misma de
la protección. Lo Único claramente cierto es que el Estado protege sus bienes
jurídicos; por eso función de autoconstatación, no se trata de una función neutral o
totalmente generalizadora. El Estado fija mediante la pena determinadas relaciones
sociales, mantiene la estratificación social, como forma de autoconstatarse y mantener
en vigor eso, la principal tarea dentro de un Estado democrático, y su diferencia con
otras formas de Estado, reside en la constante revisión hasta sus bases mismas de esta
función. De ahí también 1os criterios restrictivos de necesidad (o no necesidad) y
racionalidad en relación a esta función. Por eso, 1os principios de que la protección
penal es última ratio, de que el Derecho penal es de carácter lagunario y subsidiario,
de que se trata de descriminalizar más bien que de criminalizar. El bien jurídico y con
ello b injusto es la piedra angular de la revisión crítica en un sistema que, como el
democrático, persigue una liberación permanente.