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BIBLIA Y LITURGIA: EL CULTO EN ISRAEL.

El culto en Israel está articulado esencialmente del TIEMPO, del LUGAR, de los RITOS y de la
EUCOLOGÍA.
1) EL TIEMPO
La historia de la salvación ha hecho nacer y dado fundamento al culto del pueblo hebreo. El
culto aparece ligado al paso del tiempo. Esto ha hecho que el culto siguiese el ritmo del
transcurso del tiempo diario, semanal, mensual y anual. Ciertamente, no es sencillo conocer
bien la situación del culto en la época preexílica, si bien se pueden rastrear en el texto
bíblico diversos elementos que remiten a antes del s. VI a.C. Pero el cuadro general del culto
se tiene en el postexilio. La cadencia del calendario vendrá, no obstante, alterada por la
introducción de un nuevo calendario en la época de Antíoco IV Epífanes (época de los
Macabeos), hacia la mitad del s. II a.C. Tal calendario será recibido en el Templo y el antiguo
calendario, custodiado con toda probabilidad por la comunidad de Qumram (cf. Documento
de Damasco: CD 3,12-16), será superado.
a) COTIDIANAMENTE, había dos holocaustos (por la mañana y por la tarde) de un
cordero (Ex 29,38-42; Nm 28,2-8) con una ofrenda de harina empastada con aceite y una
libación de vino. Se trata de un sacrificio perpetuo (tâmîd). Antes del exilio, parece que
solamente había un holocausto matutino (cf. Ez 46,13-15) y una ofrenda de vegetales por la
tarde (cf. 2Re 16,15). En tiempos de Jesús, el sacrificio vespertino se realizaba hacia las tres
de la tarde, la hora de nona (hora en la que Jesús murió en la cruz: Mt 27,46-50).
Ex 29, 38-42: el sacrificio cotidiano
He aquí lo que has de ofrecer sobre el altar: dos corderos primales cada día, perpetuamente.
Ofrecerás un cordero por la mañana y el otro entre dos luces; y con el primer cordero, una décima
de medida de flor de harina, amasada con un cuarto de sextario de aceite de oliva molida, y como
libación un cuarto de sextario de vino. Ofrecerás el otro cordero entre dos luces; lo ofrecerás con la
misma oblación que a la mañana y con la misma libación, como calmante aroma del manjar
abrasado en honor de Yahveh, en holocausto perpetuo, de generación en generación, ante
Yahveh, a la entrada de la Tienda del Encuentro, donde me encontraré contigo, para hablarte allí.
Nm 28, 1-6: Habló Yahveh a Moisés y le dijo: «Manda a los israelitas en estos términos: Tendréis
cuidado de traer a su tiempo mi ofrenda, mi alimento, manjares míos abrasados de calmante
aroma. Les dirás: Este será el manjar abrasado que ofreceréis a Yahveh: «Corderos de un año, sin
defecto, dos al día, como holocausto perpetuo. Uno de los corderos lo ofrecerás en holocausto por
la mañana, y el otro cordero entre dos luces; y como oblación, una décima de medida de flor de
harina, amasada con un cuarto de sextario de aceite virgen. Es el holocausto perpetuo ofrecido
antaño en el monte Sinaí como calmante aroma, manjar abrasado para Yahveh.

b) El CICLO SEMANAL estaba centrado en el sábado (shabbat). Es difícil establecer el


origen antropológico del sábado (¿origen cananeo, quenita, babilonio?), pero a nivel
religioso en Israel está testimoniado desde una época muy antigua (cf. Ex 20,8-10; 23,12;
34,21; Dt 5,12-14). Era el día de descanso y de fiesta gozosa, en el cual el creyente, a
imitación de Dios, se abstenía del trabajo (Ex 20,8-11) y dejaba libres del trabajo a sus
siervos (Dt 5,12-15). El sábado tuvo una importancia enorme durante el exilio (cuando no
era posible el culto en el Templo) como un tiempo sagrado que, de alguna manera, sustituía
el lugar sacro. Esta importancia se mantuvo en el postexilio y se constituyó en un elemento
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distintivo de la fe judía. En el postexilio, el sábado se vinculó cada vez más al culto sinagogal
y a la discusión teológica de la mañana. En la época neotestamentaria, el sábado estaba
sujeto a notables interpretaciones restrictivas: no se podía curar a un enfermo (Mc 3,2; Lc
13,14), cargar una camilla (Jn 5,10), recoger/arrancar espigas del campo (Mt 12,2).
Ex 20, 8-11: el ciclo semanal: el sábado
Recuerda el día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el
día séptimo es día de descanso para Yahveh, tu Dios. No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu
hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, ni el forastero que habita en tu ciudad. Pues en seis días
hizo Yahveh el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen, y el séptimo descansó; por eso
bendijo Yahveh el día del sábado y lo hizo sagrado.
Dt 5, 12-15: Guardarás el día del sábado para santificarlo, como te lo ha mandado Yahveh tu Dios.
Seis días trabajarás y harás todas tus tareas, pero el día séptimo es día de descanso para Yahveh
tu Dios. No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu
asno, ni ninguna de tus bestias, ni el forastero que vive en tus ciudades; de modo que puedan
descansar, como tú, tu siervo, y tu sierva. Recuerda que fuiste esclavo en el país de Egipto y que
Yahveh tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y tenso brazo; por eso Yahveh tu Dios te sacó de
allí con mano fuerte y tenso brazo; por eso Yahveh tu Dios te ha mandado guardar el día del
sábado.

c) MENSUALMENTE, se celebraba la fiesta de la luna llena (Nm 28,11-15), rôsh hodes


(inicio del mes) o neomenia (nuevo mes/luna nueva), en la que se sacrificaban dos
novillos/toros, un carnero, siete corderos y un macho cabrío por el pecado. Se hacían
ofrendas y libaciones. La fiesta, bastante antigua (cf. Is 1,13-14; Os 2,13; Am 8,5), no fue
nunca demasiado importante, excepto la del séptimo mes (Lv 23,24-25; Nm 29,1-6). En el
cristianismo será celebrada por los judaizantes (cf. Col 2,16).
Nm 28, 11-15: el ciclo mensual: la luna nueva (la “neomenia”)
Los primeros de mes ofreceréis un holocausto a Yahveh: dos novillos, un carnero y siete corderos
de un año, sin tacha. Como oblación tres décimas de flor de harina amasada con aceite por cada
novillo; dos décimas de flor de harina amasada con aceite, como oblación por el carnero; una
décima de flor de harina amasada con aceite, por cada cordero. Es un holocausto de calmante
aroma, manjar abrasado para Yahveh. Las libaciones correspondientes serán: medio sextario de
vino por novillo, un tercio de sextario por carnero y un cuarto de sextario por cordero. Este será el
holocausto mensual, todos los meses del año uno tras otro. Ofrecerás también a Yahveh, como
sacrificio por el pecado, un macho cabrío con su libación, además del holocausto perpetuo.
Nm 29, 1-5: El mes séptimo (NOTA: en los calendarios preexílicos –y actualmente- era el
comienzo del año), el primero de mes, tendréis reunión sagrada; no haréis ningún trabajo servil.
Será para vosotros el día de los Clamores. Ofreceréis un holocausto como calmante aroma para
Yahveh: un novillo, un carnero, siete corderos de un año, sin tacha. La oblación correspondiente de
flor de harina amasada con aceite, será de tres décimas por el novillo, dos décimas por el carnero y
una décima por cada uno de los siete corderos; y un macho cabrío como sacrificio por el pecado,
para hacer la expiación por vosotros.

d) ANUALMENTE, hubo en el periodo antiguo de la historia de Israel solamente tres


grandes fiestas, vinculadas cada una de ellas a una peregrinación al santuario: la Pascua-
Ázimos (pesah-massôt), las Semanas (shâbuôt) y las Tiendas/Tabernáculos (sukkôt). Se
trata, probablemente, de fiestas de origen cananeo ligadas al mundo agrícola y pastoril que
Israel ha hecho propias, purificándolas y reinterpretándolas teológicamente, a la luz de los
acontecimientos salvíficos. Las otras fiestas del año litúrgico judío son postexílicas. Las
fechas fueron establecidas en el postexilio por el códice de santidad (Lv 23,5-38.39-44), que,
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a diferencia de los calendarios precedentes (Ex 23,24-27; 34,18-23; Dt 16,1-17; Nm 28,16-


29,39), respeta el calendario babilonio.
Lv 23, 5-38.39-44: el ciclo de fiestas anual
Estas son las solemnidades de Yahveh, las reuniones sagradas que convocaréis en las fechas
señaladas.
[Pesah: La Pascua y los Ázimos] El mes primero, el día catorce del mes, entre dos luces, será la
Pascua de Yahveh. El quince de este mes se celebrará la fiesta de los Ázimos en honor de
Yahveh. Durante siete días comeréis panes ázimos. El día primero tendréis reunión sagrada; no
haréis ningún trabajo servil. Ofreceréis durante siete días manjares abrasados a Yahveh. El
séptimo día celebraréis reunión sagrada; no haréis ningún trabajo servil.
[La primera gavilla, antigua ofrenda de las primicias] Habló Yahveh a Moisés, diciendo: Habla a los
israelitas y diles: Cuando, después de entrar en la tierra que yo os doy, seguéis allí su mies,
llevaréis una gavilla, como primicias de vuestra cosecha, al sacerdote, que mecerá la gavilla
delante de Yahveh, para alcanzaros su favor. El día siguiente al sábado la mecerá el sacerdote.
Ese mismo día en que mecieres la gavilla, sacrificaréis un cordero de un año, sin defecto, como
holocausto a Yahveh, junto con su oblación de dos décimas de flor de harina amasada con aceite,
como manjar abrasado de calmante aroma para Yahveh. Su libación de vino será un cuarto de
sextario. No comeréis pan ni grano tostado ni grano tierno hasta ese mismo día, hasta traer la
ofrenda de vuestro Dios. Decreto perpetuo será éste de generación en generación dondequiera que
habitéis.
[Sabuot: La fiesta de las Semanas] Contaréis siete semanas enteras a partir del día siguiente al
sábado, desde el día en que habréis llevado la gavilla de la ofrenda mecida; hasta el día siguiente
al séptimo sábado, contaréis cincuenta días y entonces ofreceréis a Yahveh una oblación nueva.
Llevaréis de vuestras casas como ofrenda mecida dos panes, hechos con dos décimas de flor de
harina y cocidos con levadura, como primicias para Yahveh. Juntamente con el pan ofreceréis a
Yahveh siete corderos de un año, sin defecto, un novillo y dos carneros: serán el holocausto para
Yahveh además de su ofrenda y sus libaciones, como manjar abrasado de calmante aroma para
Yahveh. Ofreceréis también un macho cabrío como sacrificio por el pecado, y dos corderos de un
año como sacrificio de comunión. El sacerdote los mecerá como ofrenda ante Yahveh, juntamente
con el pan de las primicias y con los dos corderos; serán consagrados a Yahveh y pertenecerán al
sacerdote. Ese mismo día convocaréis una reunión sagrada; la celebraréis y no haréis ningún
trabajo servil. Decreto perpetuo será éste de generación en generación dondequiera que habitéis.
Cuando cosechéis la mies de vuestra tierra, no siegues hasta el borde de tu campo, ni espigues los
restos de tu mies; los dejarás para el pobre y para el forastero. Yo, Yahveh, vuestro Dios.
[El día primero del mes séptimo] Habló Yahveh a Moisés, diciendo: Habla a los israelitas y diles: En
el mes séptimo, el primer día del mes será para vosotros de gran descanso, una fiesta
conmemorativa con clamor de trompetas, una reunión sagrada. No haréis ningún trabajo servil, y
ofreceréis manjares abrasados a Yahveh.
[El día de la Expiación] Habló Yahveh a Moisés, diciendo: Además el día décimo de este séptimo
mes será el día de la Expiación, en el cual tendréis reunión sagrada; ayunaréis y ofreceréis
manjares abrasados a Yahveh. No haréis en ese mismo día ningún trabajo, pues es el día de
Expiación, en el que se ha de hacer la expiación por vosotros delante de Yahveh, vuestro Dios. El
que no ayune ese día será exterminado de entre su pueblo. Al que haga en tal día un trabajo
cualquiera, yo lo haré perecer de en medio de su pueblo. No haréis, pues, trabajo alguno. Es
decreto perpetuo, de generación en generación, dondequiera que habitéis. Será para vosotros día
de descanso completo y ayunaréis; el día nueve del mes, por la tarde, de tarde a tarde, guardaréis
descanso.
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[La fiesta de las Tiendas] Habló Yahveh a Moisés, diciendo: Habla a los israelitas y diles: El día
quince de ese séptimo mes celebraréis durante siete días la fiesta de las Tiendas en honor a
Yahveh. El día primero habrá reunión sagrada y no haréis trabajo servil alguno. Durante siete días
ofreceréis manjares abrasados a Yahveh. El día octavo tendréis reunión sagrada y ofreceréis
manjares abrasados a Yahveh. Habrá asamblea solemne. No haréis trabajo servil alguno.
Estas son las solemnidades de Yahveh en las que habéis de convocar reunión sagrada para
ofrecer manjares abrasados a Yahveh, holocaustos y oblaciones, víctimas y libaciones, cada cosa
en su día, sin contar los sábados de Yahveh, sin contar vuestros dones, sin contar todos vuestros
votos, sin contar todas vuestras oblaciones voluntarias, las que ofrezcáis a Yahveh.
El día quince del séptimo mes, después de haber cosechado el producto de la tierra, celebraréis la
fiesta en honor de Yahveh durante siete días. El primer día será de descanso completo e
igualmente el octavo. El primer día tomaréis frutos de los mejores árboles, ramos de palmeras,
ramas de árboles frondosos y sauces de río; y os alegraréis en la presencia de Yahveh, vuestro
Dios, por espacio de siete días. Celebraréis fiesta en honor de Yahveh durante siete días cada año.
Será decreto perpetuo de generación en generación. En el séptimo mes la celebraréis. Durante
siete días habitaréis en cabañas. Todos los naturales de Israel morarán en cabañas, para que
sepan vuestros descendientes que yo hice habitar en cabañas a los israelitas cuando los saqué de
la tierra de Egipto. Yo, Yahveh, vuestro Dios.
Moisés promulgó las solemnidades de Yahveh a los israelitas.

La Pascua se celebraba la tarde del 14 de Nîsân y los Ázimos en los siete días
sucesivos, del 15 al 21. Se celebraba la liberación de la esclavitud de Egipto. En cierto modo,
la fiesta estaba ligada a la ofrenda de la primera gavilla (Lv 23,10-11). Siete semanas
después de la ofrenda de la primera gavilla, en el mes de Sîvân se celebraba la fiesta de las
Semanas. Es la fiesta de la conmemoración de la alianza (Ex 19,1), aunque es difícil asegurar
que la renovación se hiciese cada año (cf. en Qumram) o cada siete años (cf Dt 31,10). No se
debe olvidar que, aun así, el hebreo varón llevaba en su propio cuerpo el signo de la alianza
con la circuncisión (cf Gn 17,10-14; Lv 12,3), sin la cual no le estaba permitido participar en
el culto (cf. Ex 12, 44-48).
El 10 de Tisrî era el Día de la Expiación (jôm hakkippurîm), que, en época de Jesús,
estaba acompañado de un ayuno (Hch 27,9). Es el día penitencial por excelencia. El sumo
sacerdote ofrece un toro y un macho cabrío en sacrificio por los pecados y con la sangre
asperja el propiciatorio (kapporet). Los pecados son simbólicamente cargados sobre un
macho cabrío (el macho cabrío para Azazel) que es llevado después a morir al desierto. Se
trata de una fiesta tardía mencionada en Lv 23,27-32 (donde el macho cabrío para Azazel no
es mencionado) y en Lv 16,1-34 (donde sí se encuentra esta mención).
Del 15 al 23 de Tisrî se celebraba la fiesta de las Tiendas (de las Chozas o de los
Tabernáculos), que correspondía al comienzo del año otoñal agrícola, tomado del mundo
cananeo. Se trataba de la fiesta de peregrinación más popular y recordaba tanto la
permanencia de los hebreos en el desierto, donde vivieron en tiendas, como la elección de
Jerusalén como morada de Yahveh, “tienda estable, cuyas estacas no se arrancan” (Is
33,20).
El 25 de Kîslew tiene lugar la fiesta de la Dedicación (hanukkâh) o, según Flavio
Josefo, la fiesta de las Luces (1M 4,42; 2M 10,5). Se trata de la festividad que recuerda la
purificación del Templo y la erección del nuevo altar, llevada a cabo por Judas Macabeo
después de la profanación de Antíoco IV Epífanes.
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1M 4, 52-54: [Fiesta de la Dedicación, de las Luces] El día veinticinco del noveno mes, llamado
Quisleu, del año ciento cuarenta y ocho, se levantaron al romper el día y ofrecieron sobre el nuevo
altar de los holocaustos que habían construido un sacrificio conforme a la Ley. Precisamente fue
inaugurado el altar con cánticos, cítaras, liras y címbalos, en el mismo tiempo y el mismo día en
que los paganos lo habían profanado.

El 13 de ‘Adâr era el Día de Nicanor (1M 7,49; 2M 15,36), fiesta que tuvo una
existencia efímera y de poco peso.
El 14-15 de ‘Adâr era la fiesta de las Suertes o Pûrîm (Est 9,21-32; cf. 2M 15,36).
Precedida de un día de ayuno, la festividad está vinculada al libro de Ester y celebraba la
salvación del exterminio urdido por Aman.
Est 9, 20-32: [Fiesta de las Suertes, Purim] Mardoqueo consignó por escrito todas estas cosas y
envió cartas a los judíos de todas las provincias del rey Asuero, tanto lejanos como
próximos, ordenándoles que celebraran todos los años el día catorce y el día quince del mes de
Adar, porque en tales días obtuvieron los judíos paz frente a sus enemigos, y en este mes la
aflicción se trocó en alegría y el llanto en festividad; que los convirtieran en días de alegres festines
y mutuos regalos, y de donaciones a los pobres. Los judíos adoptaron esta costumbre, que ya
habían comenzado a observar, y acerca de la cual les escribió Mardoqueo: «Amán, hijo de
Hamdatá, de Agag, enemigo de todos los judíos, había proyectado exterminar a los judíos y echó el
‘Pur’, es decir, la suerte, para su ruina y exterminio. Pero cuando se presentó al rey, para hacer
ahorcar a Mardoqueo, su proyecto se volvió contra él, y los males que había meditado contra los
judíos cayeron sobre su cabeza, siendo ahorcados él y sus hijos. Por esta razón, estos días son
llamados ‘Purim’, de la palabra ‘Pur’.» Asimismo, por todo lo relatado en esta carta, por lo que ellos
mismos vieron y por lo que se les contó, hicieron los judíos de estos días una institución irrevocable
para sí, para sus descendientes y para todos los que se pasaron a ellos, conforme a este escrito y
esta fecha, de año en año. Así, estos días de los Purim, conmemorados y celebrados de
generación en generación, en todas las familias, en todas las provincias y en todas las ciudades, no
desaparecerán de entre los judíos, ni su recuerdo se perderá entre sus descendientes.
La reina Ester, hija de Abijail, y el judío Mardoqueo escribieron, con toda su autoridad, para dar
fuerza de ley a esta segunda carta de los Purim, y se enviaron cartas a todos los judíos de las
ciento veintisiete provincias del rey Asuero, con palabras de paz y fidelidad, para ratificar en su
fecha estos días de los Purim, tal como había sido ordenado por el judío Mardoqueo y la reina
Ester, y tal como lo habían establecido para sí mismos y para sus descendientes, añadiendo lo
tocante a los ayunos y lamentaciones. La orden de Ester fijó la institución de estos Purim, y quedó
consignado en el libro.

e) Cada siete años tenía lugar el AÑO SABÁTICO o año del reposo (shenât
shabbâton), en el que los campos se dejaban reposar, sin cultivar (Ex 23,10-11; Lv 25,1-7:
“La tierra tendrá su sábdo consagrado al Señor” (Lv 25,2). A este reposo de la tierra era
asociada, con toda probabilidad, la liberación de los esclavos por deudas (Dt 15,1-11). No
parece que el año sabático fuese practicado en época preexílca (cf. Lv 26,35-43; 2Cor 36,21)
o, al menos, no aparece atestada esa práctica. En el postexilio hay un testimonio bíblico
incierto (Ne 10,32) y una segura )1M 6,49-54). Más tardío es el testimonio de Cornelio
Tácito (Hist. IV,3ss.) y de la Mishná (Sebî’it X,3).
Cada siete años, durante la fiesta de las Tiendas, coincidiendo con el año sabático, se
hacía la renovación de la alianza, estructura clave de la relación entre Dios e Israel. Dt 31,10
prescribe la lectura de la Ley a todo el pueblo y, sin duda, lo acompañaban otros ritos.
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Ex 23, 10-11: cada 7 años: el año sabático o año del reposo


Seis años sembrarás tu tierra y recogerás su producto; al séptimo la dejarás descansar y en
barbecho, para que coman los pobres de tu pueblo, y lo que quede lo comerán los animales del
campo. Harás lo mismo con tu viña y tu olivar.
Lv 25, 1-7: Habló Yahveh a Moisés en el monte Sinaí diciendo: Habla a los israelitas y diles:
Cuando hayáis entrado en la tierra que yo voy a daros, la tierra tendrá también su descanso en
honor de Yahveh. Seis años sembrarás tu campo, seis años podarás tu viña y cosecharás sus
productos; pero el séptimo año será de completo descanso para la tierra, un sábado en honor de
Yahveh: no sembrarás tu campo, ni podarás tu viña. No segarás los rebrotes de la última siega, ni
vendimiarás los racimos de tu viña sin podar. Será año de descanso completo para la tierra. Aun en
descanso, la tierra os alimentará a ti, a tu siervo, a tu sierva, a tu jornalero, a tu huésped, que
residen junto a ti. También a tus ganados y a los animales de tu tierra servirán de alimento todos
sus productos.

f) Cada cincuenta años, después de “siete semanas de años” (Lv 25,8-17; cf. Ez 46,17)
caía el AÑO JUBILAR, el año del cuerno de carnero (shenât jôbel) o año de la concesión (de
la raíz jâbal). Cada clan entraba en posesión de sus bienes y la tierra tenía que permanecer
en reposo. Dado el vocablo usado en los textos, derôr, “liberación (de esclavos)” / “remisión
(de los pecados)”, se considera que, junto al reapropiarse de los bienes y el reposo de la
tierra, se diese también la liberación a los esclavos. Hay que tener presente que, a nivel
teórico, podía coincidir que en el 49º año hubiese un año sabático y en el 50 º un año
jubilar. En esto parece pensar Lv 25,18-22, que tiene en cuenta la dificultad y la resuelve con
una intervención milagrosa de Dios.
2) EL LUGAR
El lugar de culto para Israel es la casa, el santuario y la sinagoga. No son lugares en
contraposición, sino complementarios. Precisa, además, subrayar el hecho de que en la
época patriarcal, el de la sedentarización, el del Reino unido y el de los dos Reinos, hasta el
622 a.C. los lugares de culto fueron numerosos. Después de la reforma de Josías o reforma
deuteronomista, el lugar de culto se identificó únicamente con el Templo de Jerusalén.
Después del exilio, según la hipótesis más probable, aparecieron junto al templo también
las sinagogas y, en Egipto, el templo de la isla de Elefantina. En el periodo cercano al
cristianismo aparece, también en Egipto, el templo de Onías o templo de Leontópolis,
conocido también como templo de Heliópolis.
a) La celebración más antigua y más canónica es la Pascua-Ázimos, fiesta no ligada al
templo, que fundamentalmente se celebraba en la casa (Ex 12,22). Hay que recordar que la
peregrinación a Jerusalén es un elemento arcaico pero añadido a la fiesta. Forma parte de
las fiesta no templares, en cuanto nacida en la diáspora, como también la fiesta de Purim.
b) El santuario ha sido interpretado de diversas maneras en la fe
veterotestamentaria. Hay santuarios ligados a las tradiciones patriarcales: Siquem (Gn 12,6-
7: santuario ligado a la figura de Abraham), Betel (Gn 28,10-22: a la figura de Jacob),
Mambré (Gn 28,10-22: ligado a la promesa del nacimiento de Isaac por parte de los tres
personajes misteriosos, revelados como Dios y sus ángeles), Berseba (Gn 21,22-34:
santuario del pacto entre Abraham y Abimelec).
En el éxodo figura como un santuario móvil, el arca de la alianza (Ex 15,16; 31,18;
40,20; Nm 10,33-36; Dt 10,1-5), que custodiaba las tablas de la Ley, una porción de maná y
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el bastón sacerdotal de Aarón. Aparece también la Tienda (Ex 26,23; 40,21; Nm 9,15; 17,22;
18,2), que respeta las funciones y las proporciones del sucesivo templo de Jerusalén.
Después del éxodo, la sedentarización conocerá santuarios que, precedentemente, al
menos en algunos casos, habían sido santuarios cananeos: Guilgal (Jos 5,2-12, donde se
celebra la primera Pascua en la tierra prometida), Silo (1S 1,3, donde se custodió el arca de
la alianza y donde Samuel fue dedicado al Señor), Ofrá (Jue 6,11-32, santuario ligado a la
figura de Gedeón), Mispá de Benjamín (cf. 1M 3,46-54, servirá de templo sustitutivo en la
época de los macabeos durante la profanación del templo de Jerusalén) y Dan.
Cuando David proyectó la construcción del templo, como lugar para custodiar el arca
de la alianza, fue parado por Natán (2S 7,5-16), cuya profecía unió indisolublemente el
templo al Mesías. Salomón llevó a cumplimiento el proyecto de su padre e hizo edificar el
templo y lo consagró (cf. 2S 7,5-16). Con la reforma deuteronomista llevada a cabo durante
el reinado de Josías, el templo de Jerusalén se convirtió en el único templo y el culto se
centralizó. Isaías profetizó el templo como lugar de encuentro para la unidad de los pueblos
(Is 2,1-5). Destruido por Nabucodonosor en el 584 a.C., fue reconstruido después del exilio
con grandes esfuerzos y con excesiva sobriedad (cf. Ag 1,1-2,23), pero de nuevo la profecía
vinculó el templo de Jerusalén al Mesías. Herodes (36-4 a.C.) llevó a cabo una profunda
restructuración (¿o una auténtica reconstrucción?). Fue destruido en el asedio de Jerusalén
del año 70 d.C. y nunca más reconstruido. La destrucción del templo de Jerusalén supuso la
reforma litúrgica judía, partida de la escuela rabínica de Jamnia que llevó a cabo una
profunda revalorización de la sinagoga.
c) La sinagoga, según algunos estudiosos, podría remontarse a la reforma de Josías
(622 a.C.), que, suprimiendo los lugares de culto fuera de Jerusalén, de algún modo
favoreció el culto no sacrificial y, por tanto, un desarrollo del lugar de la escucha de la
palabra y de oración. Según otros, y es la tesis más apoyada, la sinagoga aparece durante el
exilio en Babilonia. Otros, incluso, colocan sus orígenes en el postexilio, durante la época de
la reconstrucción. Sin duda, la sinagoga ha servido como lugar de congregación, de estudio
y de oración. En época de Jesús, el culto sinagogal y sus principales características son
testimoniadas por los textos neotestamentarios (cf. Lc 4,16-21; Hch 13,13-42). Los
testimonios rabínicos son más tardíos.
d) No conviene olvidar que, entre los lugares de culto de la fe judía, ha habido
también dos templos, en general poco conocidos. Se trata del tempo de Elefantina y del
templo de Heliópolis.
* El templo de la isla de Elefantina es muy antiguo. Parece que se remonta a la
primera conquista de Egipto por parte del rey persa Cambises (525 a.C.). Destruido por los
sacerdotes egipcios locales, el templo fue reconstruido en el 402 a.C. (tercer año del persa
Artajerjes II). Los judíos del lugar tenían la convicción profunda de que Dios habitaba allí (“El
templo de Yahveh, el Dios que habita en la fortaleza de Jeb”).
* El templo de Leontópolis, conocido también como templo de Heliópolis, era un
antiguo templo pagano en ruinas donado por Tolomeo VI Filométor hacia mediados del s. II
a.C. al sumo sacerdote Onías IV, emigrado a Egipto desde Palestina después de haber
constatado la imposibilidad de obtener el sumo sacerdocio en su patria. Onías reconstruyó
el templo, reproduciendo en medidas más reducidas el templo de Jerusalén. Allí instituyó
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un culto a Yahveh con sacerdotes legítimos. El templo se cerró por los romanos en el 73
d.C., después de la destrucción de Jerusalén (cf. F. Josefo, Ant. 12,3,2; 12,9,7; 12,10,4;
20,10,3; De Bell. 1,1,1; 7,10,3).
3) LAS PERSONAS
La persona vinculada directamente al culto es el sacerdote, kôhen (“el que está en
pie” o “el que asiste”). En los orígenes, en la época patriarcal, no se encuentra un autentico
y propio sacerdocio, pues el padre de familia o el jefe del clan (Abraham: Gn 12,8; Isaac: Gn
26,25; Jacob: Gn 33,20) o el rey (Melquisedec: Gn 14,18) ofrecía los sacrificios. Con el éxodo
aparece la figura de Aarón, consagrado como sumo sacerdote con la unción (es 29,7; Lv
8,12) y sus descendientes con la aspersión (Ex 30,31; Lc 7,35; 10,7), en cuanto miembros de
la tribu de Leví. La atribución del sacerdocio hereditario a la tribu de Leví es interpretada de
diversos modos. El sacerdocio no era fruto de la vocación, sino de herencia de sangre. No
bastaba con ser descendiente de Aarón (Esd 2,12.63; He 8,63.65) para ser sacerdote, sino
que precisaba tener determinados requisitos como la falta de defectos corporales o
mutilaciones (cf. Lv 21,16-23), pureza ritual (Lv 22,1-9), conducta personal y familiar
irreprensible (Lv 21,7-9; Ez 44,13-22). Se alcanzaba el sacerdocio por medio de un rito de
investidura (cf. Lv 7,37; 8,22.28.32). El primogénito de la descendencia aaronítica se
constituía en sumo sacerdote; los aaronitas eran sacerdotes, mientras que los otros
miembros de la tribu de Leví llegaban a ser levitas (Nm 3,12.41; 8,16; 18,6) con funciones
variadas de apoyo (músicos, cantores, custodios del templo, responsables de los trabajos
del templo, catequistas del pueblo, partícipes del colegio de jueces en los tribunales, etc.).
Es difícil decir quando nace históricamente la distinción entre los sacerdotes y los levitas.
Los sacerdotes, cuando oficiaban en el templo, vestían trajes particulares (ropa
interior de lino, una túnica blanca y larga con una cinta roja en los extremos y un turbante
de lino blanco en la cabeza. Atendían al altar del incienso (Ex 30,7), al candelabro de siete
brazos (Ex 27,21), a la mesa de los panes de la proposición (Lv 24,8). Purificaban a los
enfermos de la piel y a los leprosos curados (Lv 12,6-8; 14,2-53) e instruían al pueblo en la
Ley con ayuda de los levitas (Lv 10,11; 2Cr 17,7-9; Os 4,6; Ml 2,6-7). Podía encontrarse
sacerdotes indignos, infieles (cf. Lv 10,1-5) y corruptos (1S 2,12-25; Esd 9,1; 2M 4,14). De
aquí nacían las denuncias proféticas (Is 28,7; Mi 3,11; Jr 23,11.33; Ml 1,6-10), pero podían
llegar también a ser ejemplos de virtud (cf. 2Cr 26,16-20; 29,3-36; Ne 9,38-10,39) como
Jeremías, Ezequiel o Esdras. De modo particular, el sacerdote estaba vinculado a los ritos
ofertoriales y a los ritos sacrificiales.
4) LOS RITOS
Los ritos sacrificiales eran muy variados en el culto veterotestamentario. Los
elementos teológicos fundamentales son la adoración, la expiación, la comunión y la acción
de gracias. Muy raramente el sacrificio es considerado la comida de Dios (cf. Gn 8, 21; Lv
3,11.16; 21,8.17.21-23; 22,25, etc.); se trataría quizás de un antropomorfismo para indicar
la aceptación divina del sacrifico. Los sacrificios eran, fundamentalmente, de tres tipos:
holocausto, sacrificio de comunión y sacrificio expiatorio.
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5) LA EUCOLOGÍA
La eucología veterotestamentaria no ha sido consignada en abundancia. Es cierto que
el libro de los Salmos custodia el patrimonio eucológico más amplio del AT, donde, por
medio del estudio de los diversos géneros literarios, se pueden encontrar textos de oración
personal y eucológica oficial ligada al culto comunitario. Pero, es también cierto, que la
riqueza eucológica hebrea se ha perdido en gran medida. Quedan algunos elementos
eucológicos tanto oficiales (cf. bendición sacerdotal de Nm 6,24-27) como populares (cf. la
oración para las bodas, que, por los demás, no era un rito de culto oficial, en Rt 4,11-12). La
oración del judío, siguiendo el testimonio tanto en el libro de los Salmos como fuera de él
(cf. la oración comunitaria de Esd 15,1-18; la oración personal de 1S 2,1-10) está
fundamentada esencialmente sobre la teología de la Palabra: el acontecimiento histórico,
concebido como Palabra de Dios, recibía en la plegaria (de cualquier género que fuese:
petición, acción de gracias, lamentación, etc.) la respuesta del hombre. En este sentido, la
oración se colocaba en la lógica del diálogo, palabra – escucha – respuesta.

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