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República bolivariana de Venezuela

Ministerio del poder popular para la defensa

Universidad nacional experimental politécnica

De la fuerza armada nacional

Núcleo delta Amacuro

Ing. civil

1er semestre

Seminario I

EL ESTRÉS

Profa. : Alumna:

Odalys Ochoa Leonarda pitre CI.30.849.765


La Organización Mundial de la Salud (O.M.S.) postula que el estrés es "el conjunto de
reacciones fisiológicas que prepara al organismo para la acción". Otros autores la
consideran "el resultado de la relación entre el individuo y el entorno, evaluado por aquél
como amenazante, que desborda sus recursos y pone en peligro su bienestar". El estrés
es una respuesta natural para la supervivencia, hoy en día se correlaciona con una
patología ya que puede desencadenar problemas graves de salud, y produce una
sobrecarga de tensión que se ve reflejada en el organismo y en la aparición de
enfermedades, anomalías y anormalidades patológicas que impiden el normal desarrollo y
funcionamiento del cuerpo humano. Algunos ejemplos son los olvidos (incipientes
problemas de memoria), alteraciones en el ánimo, nerviosismo, falta de concentración,
entre otros síntomas. El estrés crónico está relacionado a los trastornos de ansiedad, que
son una reacción normal frente a diversas situaciones de la vida. Sin embargo, cuando se
presenta en forma excesiva o crónica constituye una enfermedad que puede desorganizar
la vida de las personas. En esos casos lo aconsejables es informarse sobre ansiedad y
estrés, y consultar a un especialista.

El estrés actúa como factor de motivación para vencer y superar obstáculos. Puede
decirse que es un elemento que nos ayuda a alcanzar el éxito, es el combustible para el
logro de nuestras ambiciones. Este nivel normal y deseable podría denominarse
simplemente como estrés. No obstante ese nivel puede ser superado llegando a ser
potencialmente perjudicial, pudiéndose diferenciar tal estado con el nombre de distrés. La
diferenciación entre estrés y distrés, destaca la diferencia entre una condición necesaria y
normal vs. Otra que excede estos límites. Algunos autores diferencias entre el estrés
físico y el estrés mental, mientras que otros combinan ambas definiciones cuando hablan
del estrés. Esta diferenciación depende del origen o causa del estrés, definiendo al estrés
físico principalmente como fatiga o cansancio físico. Por otro lado, el origen del estrés
mental está en las relaciones interpersonales, frustraciones y apegos, conflictos con
nuestra cultura o religión o por la preocupación por alguna enfermedad.

Algunos autores señalan que es necesaria una determinada cantidad de estrés, que
llamó eustrés, para conseguir un rendimiento estimable. Y para sentirse feliz con el
trabajo o la actividad desempeñada. Sin un mínimo de estrés o con un estrés bajo el ser
humano siente apatía, aburrimiento. Cuando aumenta el estrés, también lo hace la
motivación. El organismo y la mente entran en un estado de alerta y se facilitan
respuestas creativas a la situación. Todo ello facilita un aumento del rendimiento.

El eustres es la forma de estrés más común. Surge de las exigencias y presiones del
pasado reciente y las exigencias y presiones anticipadas del futuro cercano, es
emocionante y fascinante en pequeñas dosis, pero cuando es demasiado resulta
agotador, puede presentarse en la vida de cualquiera, y es muy tratable y manejable. Si el
estrés sigue aumentando, el rendimiento crece cada vez más despacio, hasta alcanzar un
máximo. Aquí se termina el eustrés. Al crecer más el estrés, denominado desde este
momento distrés, el rendimiento comienza a disminuir, lentamente al principio, muy
deprisa luego, y se entra en zona de peligro.
Distres, o estrés crónico es un agotamiento emocional producido por una sobrecarga
emocional constante. La persona se implica en exceso, ya que intenta atender
demasiadas exigencias inaplazables y al final se verá desbordada por los requerimientos
que le imponen los demás. El individuo se siente vacío y le falta energía para afrontar un
nuevo día. La persona no se siente capaz de dar nada de sí a los demás, intentando
reducir el contacto con la gente, sólo lo necesario para realizar su trabajo. Esto hace que
el trabajador vea a otros de forma negativa, ignorándoles, lo que llevará al profesional a
ofrecer unos cuidados técnicos, olvidándose del aspecto humano de la profesión. Estos
sentimientos negativos hacia los demás progresarán hacia sí mismo, creando
sentimientos de culpa, de fracaso, baja autoestima, favoreciendo el riesgo de depresión.
El peor aspecto del estrés crónico es que las personas se acostumbran a él, se olvidan
que está allí. Las personas toman conciencia de inmediato del estrés agudo porque es
nuevo; ignoran al estrés crónico porque es algo viejo, familiar y a veces hasta casi resulta
cómodo.

Cuando el estrés se presenta en forma crónica, prolongado en el tiempo, continuo, no


necesariamente intenso, pero exigiendo adaptación permanente, se llega a sobrepasar el
umbral de resistencia del sujeto para provocar las llamadas enfermedades de adaptación.
Es decir que cuando el organismo se encuentra sobre estimulado, agotando las normas
fisiológicas del individuo, el estrés se convierte en distrés. El estrés crónico puede darse
ya sea por una exposición prolongada y continua a factores estresantes externos, como
en algunas profesiones o por condiciones crónicas o prolongadas de la respuesta al
estrés (como en sujetos deprimidos y en el estrés postraumático). Aquí el sujeto se ve
expuesto prolongadamente a las llamadas hormonas del estrés (catecolaminas,
adrenalina y noradrenalina) liberadas por el sistema nervioso. Algunos autores catalogan
como estrés agudo al que ocurre dentro de un período menor a 6 meses, y crónico, de 6
meses o más.

Lo que ha hecho más conocido al estrés, lógicamente, han sido sus efectos perniciosos.
Por eso solemos conocer coloquialmente como estrés a lo que deberíamos llamar distrés,
que es sólo la parte negativa y peligrosa del mismo. De hecho, siempre que se habla de
estrés, a secas, nos estamos refiriendo a este tipo: al malo.

La Ley de Jerkes Dodson nos muestra en forma de campana la variación del rendimiento
cuando lo hace el estrés. El eustrés resulta muy funcional en su parte más alta. También
el distrés, al comienzo, pero se torna rápidamente en disfuncional, aparte de comenzar a
resultar un peligro para la salud, para el rendimiento y para la relación con los demás. El
bajo rendimiento acaba acompañado de una ansiedad y una angustia que pueden
conducir incluso al bloqueo. Tanto la insuficiencia como el exceso de estrés resultan,
disfuncionales, contraproducentes. El óptimo de la curva será la zona final de eustrés,
inmediatamente antes del máximo. Es probable que la busque inconscientemente mucha
gente para sí, para su equipo o para sus hijos. Y es bueno hacerlo. Pero una permanencia
excesiva en esa situación de estrés también resulta peligrosa, porque el organismo no la
puede mantener sin entrar en ciertos riesgos. Los recursos que se generan en ella son
extraordinarios y están previstos para situaciones excepcionales y no de modo
continuado. El organismo necesita periodos intermedios de relajación.

Por supuesto que el tamaño de la curva depende de la capacidad y la resistencia al


estrés que tenga la persona. Y puede crecer al hacerlo estas características, de modo que
el estrés difícil de soportar en un determinado momento puede resultar motivador tiempo
después, con la variación de la curva que producirán la experiencia y el desarrollo
personales. Éste debe ser el sentido y el objetivo de ese desarrollo: mejorar nuestra
capacidad. Pero no son suficientes los años: la experiencia no la debemos a lo que nos
ocurre, sino a lo que hacemos con lo que nos ocurre. En el ser humano la precisión no es
tan necesaria, pero ocurre algo parecido: necesita tensión, estrés, lo que tú necesitas es
aprender a hacer mayor tu campana.

Un ejemplo de cómo funciona la Ley Jerkes-Dodson es la ansiedad que experimenta


antes de un examen. Un nivel óptimo de estrés puede ayudar a concentrarse en el
examen y recordar la información. Sin embargo, demasiada ansiedad ante los exámenes
puede afectar a la capacidad para concentrarse, lo que provoca que sea más difícil
recordar.

El organismo dispone de mecanismos de adaptación al estrés, según éste se va


acentuando. Cuando estos mecanismos de respuesta directa de comportamiento
fracasan, aparecen en el individuo estresado síntomas fisiológicos y psicológicos. De
modo simultáneo o alternativo puede presentar alguno de los sustitutos psicológicos de la
antigua necesidad de lucha (miedo, mal humor, crítica, irritación...) o huida (aburrimiento,
apatía, pesimismo, desesperanza, desmemoria, dejar las cosas para más adelante, entre
otros). De hecho, también estos síntomas son amigos que nos avisan de un peligro.

El número de reacciones psicológicas asociadas al estrés es importante. Supone con


frecuencia la activación o inhibición de otros mecanismos orgánicos de carácter
bioquímico o fisiológico. Hay reacciones psicológicas de cuatro tipos, según afecten: Al
cerebro límbico: emocionales; Al cerebro cortical: cognitivas; Al cuerpo: somáticas; Al
comportamiento; conductuales. Acaban afectándose unas a otras, pero las reacciones
emocionales son las más importantes; de hecho, más de una vez, se ha llamado estrés a
lo que no son sino las emociones que lo acompañan. Las reacciones cognitivas pueden
suponer, de hecho, formas más o menos eficaces de afrontar el estrés. Cabe señalar
como las más habituales a la aceleración mental, la indecisión, la pérdida de la memoria o
del sentido del humor... Con echar una mirada en nuestro entorno podemos comprobar la
enorme extensión del estrés. Las reacciones somáticas más habituales son la fatiga,
dolores diversos, el insomnio, temblores... Están muy relacionados con los emocionales y
con frecuencia los unos causan los otros o viceversa. Emociones negativas como la
depresión, la ansiedad, la frustración y la ira suelen estar asociadas al estrés. Muchos de
estos aspectos somáticos no son más que los componentes de la reacción emocional.
Parece que la ansiedad se relaciona más con un estado de estrés temporal y la depresión
con uno crónico. Las reacciones conductuales pueden ser estados de nerviosismo
diversos como tener tics, moverse en exceso, morderse las uñas, comer más de lo debido
o fumar continuamente.
Evitar el estrés o reducirlo a niveles positivos exige, como primera medida, cambiar de
actitud. Es cuestión personal, más que de entorno o situación. La consecuencia más
grave de achacarlo al entorno es la de asumir, con el papel de víctima, la creencia de que
la cosa viene de fuera y, por lo tanto, no tiene remedio. Es posible que la situación nos
presione, que estemos sometidos a exigencias importantes. En ese caso, hemos de
aceptar que no somos omnipotentes, que nuestra capacidad puede ser muy grande pero
no ilimitada; que no podremos con todo lo que nos gustaría hacer más lo que nos piden
los demás.

Es nuestra responsabilidad personal fundamental en el trabajo asumir el control de


nuestro propio estado mental. Por otra parte, para lo bueno y para lo malo, el estrés forma
parte inevitable y deseable- de nuestra vida, sobre todo en el terreno laboral. Para evitar
sus efectos no deseables debemos aprender a manejarlo sólo en el sentido positivo,
utilizando para ello el conocimiento de su naturaleza y funcionamiento.

Existen cuatro grandes vías para combatir el estrés: Preparar tu mente: Aceptarte a ti
mismo. Aceptar a los demás. Vivir y disfrutar el presente. Utilizar el pasado como
experiencia y revivir sólo los momentos gratos. Compartir los problemas con alguien de
confianza. Aceptar, atender y disfrutar de intereses ajenos al trabajo Cambiar de función o
de trabajo si la situación llega a ser preocupante. Preparar tu cuerpo: Tu cuerpo es tu
herramienta fundamental e inevitable. Nada puedes hacer si no te funciona eficazmente.
Te conviene: Disfrutar de una alimentación adecuada. Disfrutar de alguna actividad física
regular. Desarrollar la autoconciencia Utilizar técnicas adecuadas de relajación, Dormir lo
necesario, en cantidad y en calidad.

Otra vía que puedes utilizar es la de rebajar la tensión actuando sobre los efectos. Para
ello es posible: Percibir a tiempo las situaciones que te estresan Aceptar que la ira
momentánea es algo natural... y pasajero. Buscar la mejor atención posible Potenciar el
mejor antídoto: el sentido del humor. Compartir con los demás tus sentimientos Realizar
ejercicio físico Tratarte bien y disfrutar de la vida. Tienes derecho y obligación de ser feliz.

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