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La asunción corporal de Maria a los cielos

a) Dogma
María fue asunta al cielo en cuerpo y alma (de fe).
Pío XII, después de haber consultado oficialmente el
1 de
mayo de 1946 a todos los obispos del orbe sobre si
la
asunción corporal de María a los cielos podía ser
declarada
dogma de fe, y si ellos con su clero y su pueblo
deseaban la
definición, y habiendo recibido respuesta afirmativa
de casi
todos los obispos, proclamó el 1 de noviembre de
1950, por
la constitución Munificentissimus Deus, que era
dogma
revelado por Dios que «la Inmaculada Madre de
Dios y
siempre Virgen María, después de terminar el curso
de su
vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria
del
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cielo» («pronuntiamus, declaramus et definimus
divinitus
revelatum dogma esse: Immaculatam Deiparam
semper
Virginem Mariam, expleto terrestris vitae cursu,
fuisse
corpore et anima ad caelestem gloriam
assumptam»).
Ya antes había enseñado Pfo xu, en el epílogo
mariano de
su encíclica Mystici Corporis (1943), que María
«resplandece ahora en el cielo con la gloria del
cuerpo y del
alma, y reina juntamente con su Hijo»; Dz 2291.
b) Prueba de Escritura y de tradición.
No poseemos testimonios directos y explícitos de la
Sagrada
Escritura. La posibilidad de la asunción corporal
antes del
nuevo advenimiento de Cristo no queda suprimida
por 1 Cor
15, 23, ya que la muerte redentora de Cristo
consumó la
redención, comenzando la salud de la plenitud de los
tiempos que predijeran 'los profetas. La probabilidad
de la
asunción la sugiere Mt 27, 52-53: «Y abriéronse los
sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían
dormido
se levantaron ; y salidos de los sepulcros, después de
su
resurrección [la de Cristo], vinieron a la santa
ciudad, y se
aparecieron a muchos». Según la interpretación más
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sparonptouss»ie fruoen ulonsa pdaedfirneisti vma
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glorificación. Ahora bien, si algunos justos del
Antiguo
Testamento consiguieron ya la salvación completa
inmediatamente después de consumada la obra de la
redención, entonces es posible y probable que
también le
fuera concedida a la Madre del Señor.
La teología escolástica se basa en la plenitud de
gracia
testimoniada en Lc 1, 28 para probar la asunción
corporal y
la glorificación de María. La Virgen, como «la muy
agraciada» de Dios, quedó preservada de la triple
maldición
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Á1s9,),E ixnpcoluss. os adleu tv. oalnvge.r) a. lE
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vestida del sol (ele la que nos habla Apoc 12, 1 y en
la cual
el vidente, con mirada profética, representa a la
Iglesia en la
figura de la Madre de Dios) ve la teología
escolástica la
representación de la Madre de Dios glorificada. Los
padres y
teólogos refieren también en sentido típico al
misterio de la
asunción corporal de María algunos pasajes, como
Ps 131,
8: «Levántate, oh Yahvé, [y dirígete] al lugar de tu
descanso,
[y g ] g
tú y el arca de tu majestad» (el arca de la alianza,
construida
de madera incorruptible, es tipo del cuerpo
incorruptible de
María) ; Apoc 11, 19: «Y el templo de Dios fue
abierto en el
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ad eql udeedsóie vrtisoi b[Vleg»: ;r eCbaonsta 8n,t
e5 :de
delicias], recostada sobre su amado?»
La teología moderna presenta generalmente también
como
prueba el pasaje de Gen 3, 15. Como por la simiente
de la
mujer entiende a Cristo, y por la mujer a María,
concluye
que María, igual que tuvo participación íntima en la
lucha de
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tanto, en su victoria sobre la muerte. Según el
sentido literal,
por la mujer no hay que entender a María, sino a
Eva; pero
la tradición ya vio en María, desde el siglo ii (San
Justino), a
la nueva Eva.
Se basan también en la revelación las razones
especulativas, con las cuales los padres de las
postrimerías
de la época patrística y los teólogos de la escolástica,
y a la
cabeza de todos el Seudo-Agustín (siglos rx/xt),
prueban la
incorrupción y glorificación del cuerpo de María.
Tales
razones son :
a') Su inmunidad de todo pecado. Corno la
descomposición
del cuerpo es consecuencia punitiva del pecado, y
como
María, por haber sido concebida sin mancha y
carecer de
todo pecado, constituía una excepción en la
maldición
universal del pecado, era conveniente que su cuerpo
se
viera libre de la ley universal de la corrupción y
entrara
pronto en la gloria del cielo, tal como lo había
prescrito Dios
para el hombre en el plan de justicia original.
b') Su maternidad divina. Como el cuerpo de Cristo
se había
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Mnvaerníaie(nctaer oq uIees eul ccaureor peos td
Me aMriaareía,
participase de la suerte del cuerpo de Cristo. La idea
de que
María es Madre de Dios, para ser una realidad
objetiva
plena, exige que su cuerpo esté unido con su alma,
porque
la relación de maternidad tiene una doble faceta
corporal y
espiritual.
c') Su virginidad perpetua. Como el cuerpo de María
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conservó su integridad virginal en la concepción y
en el
parto, era conveniente que después de la muerte no
sufriera
la corrupción.
d') Su participación en la obra redentora de Cristo.
Como
María, por ser Madre del Redentor, tuvo íntima
participación
en la obra redentora de su Hijo, era conveniente que,
después de consumado el curso de su vida sobre la
tierra,
recibiera el fruto pleno de la redención, que consiste
en la
glorificación del cuerpo y del alma.
La idea de la asunción corporal de la Virgen se halla
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Aburen qeul e
tales relatos no posean valor histórico, sin embargo,
conviene hacer distinción entre la idea teológica que
hay en
el fondo y el ropaje legendario de que están
adornados. El
primer escritor eclesiástico que habla de la asunción
corporal de María, siguiendo a un relato apócrifo del
Transitus B.M.V., es Gregorio de Tours (+ 594).
Conservamos sermones antiguos en honor del
tránsito de
María, debidos a Teotecno de Livia (550-650),
Seudo-
Modesto de Jerusalén (hacia 700), Germán de
Constantinopla (+ 733), Andrés de Creta (+ 740),
Juan de
Damasco (+ 749) y Teodoro de Estudión (+ 826).
La Iglesia celebra la fiesta del tránsito de María
(Dormitio),
en Oriente desde el siglo vr, y en Roma, por lo
menos,
desde fines del siglo vii (Sergio I, 687-701). Fue
objeto
primitivo de la fiesta la muerte de María, mas pronto
apareció la idea de la incorrupción de su cuerpo y de
su
asunción a los cielos. El título de Dormitio se
cambió en el
de Assumptió (Sacramentarium Gregorianum). En
los textos
litúrgicos y patrísticos de los siglos viii/ix se halla
claramente
testimoniada la idea de la asunción corporal. Por
influjo del
Seudo-Jerónimo (cf. infra) surgió durante largo
tiempo la
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fcieiósnta c. oDrepsodrael lpae artltean eedcíaad t
ammebdiiéan
se fue imponiendo cada vez más la respuesta
afirmativa, y
hace ya mucho tiempo que predomina por completo.

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