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Introducción:

La conformación del sistema educativo moderno se inscribió en un contexto de fuerte


impronta político-institucional, en el cual el Estado utilizó mecanismos y estrategias de
inculcación ideológica. Un sentido ilusorio inculcó en el imaginario social que la educación
era un derecho intransferible e inalienable; así, la escuela se constituiría en dispositivo
integrador, homogeneizador y repleto de las desigualdades sociales, pero también en
institución formadora de un futuro ciudadano; en la década del 80 nos encontramos con lo
que Sarmiento llamo la Educación Popular que formó parte del proceso de la constitución
del Estado nacional y que por un centenar de años tuvo el basamento en la Ley 1420, que
prescribió la obligación del Estado de brindar educación a todos los habitantes del
territorio argentino.

Nuestro interrogante en cuanto al eje de análisis de este trabajo es en qué medida el


sistema educativo en la historia de la educación argentina –debido a la promulgación de
una de las leyes más importantes en lo que a la Historia del sistema educativo se refiere:
Ley 1420–, generó desde el discurso los relatos de inclusión, cuando en la práctica se
pueden identificar situaciones que dan cuenta de mecanismos de exclusión social y
escolar, para la construcción de un ciudadano.

Es llamativo que una Ley como la sancionada en 1884 (Ley 1420) haya perdurado un
siglo y recién en la década de 1990 se la sustituya. Podemos interpretar que los discursos
no solo atravesaron y determinaron el pensamiento y las acciones de los sujetos sociales,
sino que también su puesta en acto como expresión del currículo, la cual tuvo una fuerza
disciplinadora que se “impuso” como verdad inobjetable.

Políticas:

El modelo establecido a fines del siglo XIX, reconocido como liberal oligárquico, poseyó
como principal característica que se constituyó con la fuerza de un gobierno central y se
impuso con el control del espacio social y territorial. La centralización del poder político no
hubiera sido posible sin el recurso de una fuerza militar y, en varios casos, a través de
alianzas con los caudillos que tenían bajo su poder los circuitos económicos que durante
décadas habían dominado. De esta forma la potestad de este nuevo modelo de Estado
contribuyó a la formación de un mercado nacional, unificando de este modo el espacio
interior para integrarlo a la economía internacional.
Una de las características distintivas del Estado liberal es el progresivo avance del
proceso de secularización, a través del cual la sociedad dejó de percibirse como un todo
articulado en un fundamento trascendente, para manifestarse en un Estado autónomo e
independiente del tradicional vínculo con la Iglesia Católica.

Hacia 1880, el sistema político se caracterizó por la constitución de un régimen de


partidos de notables, con fuertes restricciones en la participación, en tanto se limitaba el
acceso a la mayoría. Se trató de un modelo de amplias libertades civiles y acotadas
libertades políticas. La oleada inmigratoria de esta década comienza a transformar las
vinculaciones económicas-sociales: la mirada de los conservadores comienza a situarse
en otros sitios geográficos de Argentina, dada la explotación que se hacía del inmigrante y
de los beneficios que los notables podían obtener de ellos. De este modo se puede
afirmar que hubo un crecimiento acelerado de la riqueza, pero concentrada en pocas
manos.

La explotación ferroviaria alcanzó un importante desarrollo y expansión que benefició a


las grandes empresas internacionales, principalmente Gran Bretaña. En este contexto el
Estado promovió las inversiones de capitales extranjeros, garantizando la ganancia del
usufructo. Aunque la construcción de ferrocarriles creó una importante fuente de trabajo
para los inmigrantes que en su mayoría estaban desocupados, dado que “la cantidad” que
había ingresado al país no era correlativa con las fuentes de trabajo.

Los modelos educativos.

Desde aquel momento que se está en el proceso de la declaración de la independencia,


iniciado en 1810, y con el gobierno de Rivadavia, se llevó a cabo un sistema educativo
basado sobre las influencias napoleónicas, que a su vez este promovió la enseñanza
agrícola y a la creación de escuelas específicas. En la época revolucionaria, era
importante educar, por eso la educación ocupo siempre un lugar importante, Pero cuando
este sistema vio el fracaso, la Generación de 1830 propuso una nueva Argentina
moderna, construida sobre la cooperación económica con Europa y la inmigración
europea. "Sarmiento, civilización o barbarie" y "Alberdi, la libertad civil para todos, la
libertad política para unos pocos" y "gobernar es poblar" caracterizan a la sociedad de la
que tenían en mente –orden y progreso–, en el que las personas cualificadas para dirigir
el Estado eran hombres de la tradición intelectual europea.
El Estado es el que intenta mutilar la participación política; el estado liberal lo hace
deliberadamente. Se plantea a la educación como una forma de construir, a través de un
método civilizador, una identidad, y a la formación “Estado y Nación”. Para que a través
de esas identidades modernas se homogeneizara y así poder apagar o resaltar las
diferencias culturales entre las elites y los demás sujetos sociales.

En 1880 el sistema educativo jugó un papel preponderante en torno a la integración y


homogeneización social, la consolidación de los sujetos en tanto identidad nacional y
cristalización del propio Estado. El proyecto normalista inculcó en los docentes el discurso
de la lucha contra la ignorancia. Los egresados de las Escuelas Normales debían
enfrentar la barbarie. Así fue como hasta 1890 los maestros normalistas se sintieron
apóstoles del saber, respondiendo al proyecto de Sarmiento que veía en la población
(heterogénea y desajustada), la necesidad de un disciplinamiento de las masas y un
proceso de normalización necesario para educar al soberano. De esta manera se
legitimaba el poder del Estado a través de un modelo de docente sobre el cual se ejercían
rígidos controles.

El Estado comprendía como “población infantil en estado de educarse insertados en el


sistema escolar o desertores”. Los desertores eran aquellos que escapaban del servicio
que el gobierno ofrecía, definida como educación popular. De este modo para la época no
había posibilidad de pensar la categoría actual de exclusión, entendida como aquellos que
no entran. Si esto sucedía respondía a una evasión de los propios destinatarios, o bien
porque sus padres no cumplían con el mandato que les correspondía.

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