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ECONOMÉTRICA

economic research & forecasts

“El plan de reforma tributaria


de Donald Trump”
Por Roberto Salomón

INFORME
ESPECIAL

Mayo 2017
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Mayo 2017

“El plan de reforma tributaria de Donald


Trump”
Por Roberto Salomón

Un par de días antes de cumplir los primeros 100 de su presidencia, Donald


Trump, luego de crear gran expectativa, develó su anunciado plan de
reforma tributaria.
Para sorpresa y desazón de la mayoría de los observadores políticos, el plan
consistió en menos de 250 palabras, en poco más de una página, a doble
espacio y con márgenes generosos, con la enunciación de sus objetivos
tributarios y sin elaborar en detalles sobre su impacto presupuestario ni el
efecto sobre los distintos segmentos de la población. La opinión de algunos
comentaristas televisivos, que comparto, es que ese documento es tan
carente de detalles y de estimaciones de su impacto potencial, que podría
haberse hecho público en las primeras horas de la Administración Trump.
Ante todo, es necesario aclarar que no me considero un experto en temas
tributarios. Sin embargo, la mera enunciación de los grandes rasgos de su
propuesta permite inferir que los grandes beneficiaros serán los sectores
más privilegiados. En cambio, no queda nada claro si los sectores medios y
bajos recibirán algún beneficio. Nicholas Kristof, un reputado periodista
escribió una página de opinión en el New York Times titulada “Esto no es
Política Tributaria: es un Robo Liderado por Donald Trump”.
Una importante medida incluida en el plan representa el cumplimiento de
una promesa de campaña, consistente en rebajar el impuesto a las
ganancias de las empresas del 35% actual al 15%. Además de los
argumentos sobre doble imposición, al gravar los beneficios de las
empresas y luego los de sus accionistas, se sostiene que con esta medida
las empresas invertirán más, favoreciendo el crecimiento económico y el
empleo. Si bien es cierto que la reducción en la tasa del gravamen
constituye un aliciente para la inversión, eso no garantiza que el ahorro
impositivo se dedique a la inversión a menos que exista un ambiente
económico y político predecible y estable. Por otra parte, de acuerdo con el
Centro para la Justicia Tributaria (Tax Justice Center) la tasa efectiva
promedio para las corporaciones es del 14%, al utilizar todos los
subterfugios que permite la ley actual. Más aun, empresas como Boeing, 1
General Electric, Verizon, y Priceline no pagaron nada de impuesto a los
ingresos en cinco años.

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“El plan de reforma tributaria de Donald Trump”
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En cambio, otra de las propuestas beneficiaría a los contribuyentes con


ingresos medios, US$45.000 anuales por ejemplo, y consiste en duplicar el
monto de la deducción standard. La forma en que esta opera es que permite
deducir de los ingresos imponibles una suma fija, como opción en lugar de
computar deducciones itemizadas y debidamente documentadas. Dado
que ese grupo de contribuyentes usualmente no itemiza por no tener
suficientes deducciones, esta duplicación es un claro beneficio. Pese a ello,
el Ministro de Finanzas no quiso prometer que el plan no implicara mayor
impuesto para la clase media, posiblemente por el impacto negativo de
otras de las medidas contempladas.
Al otro lado del espectro, la propuesta de eliminar el llamado “Alternative
Minimum Tax” o Impuesto Mínimo Alternativo, es un claro beneficio para
los más pudientes. Se trata de un mecanismo por el cual se busca evitar que
se reduzca significativamente el impuesto sobre los ingresos mediante
grandes deducciones. Esta propuesta ha recibido fuertes críticas que citan
como ejemplo de los beneficios a los más pudientes la única declaración de
impuestos del Presidente que se conoce hasta la fecha, correspondiente al
año 2005. Según esta declaración, Trump hubiera pagado 5 millones de
dólares de impuesto si las correcciones para el impuesto alternativo no
hubieran elevado su obligación tributaria a 31 millones.
Si bien esta crítica es valedera, sorprende que no se haya prestado similar
atención a una propuesta mucho más impactante: la eliminación del
impuesto sucesorio, lo cual beneficiaria claramente a las herencias de
grandes fortunas. Basta señalar que el actual mínimo imponible es de cinco
millones de dólares para un individuo, y que para un matrimonio ese
mínimo se eleva a 10 millones. Y es mucho más sorprendente que, mientras
se pone énfasis en un impuesto adicional de 26 millones por el impuesto
mínimo alternativo, no se haya destacado un conflicto de intereses mucho
más serio: de ser ciertas las declaraciones del mismo Trump, que asegura
que el valor de su patrimonio es de diez mil millones de dólares, la
eliminación del impuesto sucesorio beneficiaria enormemente a sus
eventuales herederos por cuanto su sucesión evitaría un impuesto de más
de cuatro mil millones!
Una de las publicitadas virtudes del plan es la simplificación del sistema. No
cabe duda de que la eliminación de numerosas y complicadas deducciones
debería conducir a un sistema más claro y simple. Sin embargo, el ejemplo
que se usa para elogiar la propuesta es la reducción de las escalas tributarias
2 de siete niveles actuales a solo tres.

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Las tasas marginales actuales son:


10%, 25%, 28%, 33%, 35%, 39,5%
Y las propuestas en el plan:
15%, 25%, 35%
Como puede observarse, esa reducción en los escalones tributarios
incrementa la tasa del primer segmento del 10 al 15%, mientras rebaja la
alícuota para los más altos ingresos de 39,5% a 35%.
Además, parece una total ingenuidad sugerir que identificar la tasa marginal
y el cálculo del impuesto correspondiente a un determinado contribuyente
en una tabla con tres renglones es sensiblemente más simple que hacerlo
con una tabla de siete renglones. Por otra parte parece “algo exagerado”
sugerir que después de la reforma la mayoría de los contribuyentes podrían
presentar su declaración jurada en una página del tamaño de una tarjeta
postal.
Finalmente, estimaciones privadas calculan que el plan enunciado
incrementaría el déficit fiscal en unos 6 billones de dólares en los próximos
diez años (6 trillones en la nomenclatura de los Estados Unidos) y 20 billones
en 2036. Los voceros del gobierno aseguran que esos déficits se financiarían
en parte eliminando la deducción por los impuestos estatales y locales y,
mayoritariamente, con los recursos adicionales que produciría el
crecimiento económico resultante del plan.
Mientras la eliminación de las mencionadas deducciones enfrenta desde ya
una fuerte oposición de los estados afectados, las experiencias históricas
con “trickle down economics”, donde supuestamente los beneficios a los
más altos ingresos generan más crecimiento y se derraman a los niveles
inferiores, no parecen justificar tal optimismo. El ejemplo utilizado en apoyo
de esa teoría es la rebaja impositiva de Ronald Reagan, durante cuya
presidencia la economía experimentó un fuerte crecimiento. Aunque los
críticos señalan que la reforma impositiva de Reagan fue acompañada de
otros factores importantes de crecimiento, como la significativa baja en las
tasas de interés y los abultados gastos militares del final de la guerra fría.
De todos modos, el final de su gobierno dejo un fuerte déficit fiscal y llevo
al incumplimiento de la promesa de George Bush padre (“lean mis labios,
no aumentare los impuestos”) que se considera el motivo principal de la
derrota electoral de este último.
Queda por ver si la Administración Trump enviará al Congreso un proyecto 3
con más detalles y cuál será la reacción de los legisladores Republicanos. Es
irónico que las únicas críticas hasta el momento se centraron en la
eliminación de algunas deducciones. Esas críticas fueron tímidamente

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“El plan de reforma tributaria de Donald Trump”
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formuladas por representantes cuyos electores serían afectados por tal


eliminación y con los ojos puestos en las elecciones de 2018. Mientras
tanto, la gran mayoría de los legisladores, que se rasgaban las vestiduras en
su preocupación por el déficit y la deuda pública oponiéndose con fuerza
ante los intentos de Obama de aumentar las inversiones en infraestructura,
ahora son entusiastas partidarios de “dynamic scoring” del plan tributario,
que significa aducir que puede financiarse con el crecimiento que, según
ellos, habrá de generar.

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