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¿Por qué un Vaso de Barro?

Es muy fácil que reconozcamos nuestra condición terrenal: hechos de barro, pues somos frágiles y
aparentemente no somos de mucho valor. Por consiguiente, vemos nuestra baja condición terrenal y
no nos damos cuenta de nuestro valor y cuán especial somos en la creación de Dios.

Dios nos creó con la intención de que fuéramos vasos de barro débiles y limitados, a fin de que, en
Cristo, Él fuera el tesoro en nosotros que resplandeciera desde nuestro interior.

Entregar el versículo a cada chico y preguntar que les toco, luego ellos deberán repetirlo…

VASOS LLENOS
Antes de recibir a Cristo como nuestro Salvador, estábamos vacíos y nuestra vida carecía de
significado. Debido a que éramos vasos vacíos, sencillamente éramos de barro, sin un tesoro en
nuestro interior. No obstante, cuando abrimos nuestro corazón para recibir a Jesucristo el Señor, el
vacío en nuestro interior fue lleno por primera vez. Cristo entro y llenó la parte más profunda de
nuestro ser consigo mismo. ¡Finalmente, recibimos el contenido por el cual fuimos creados! Este fue
el primer paso para que nosotros pudiéramos vivir como vasos según el plan que Dios tiene para
nosotros.

Pero, si ahora Cristo está en nuestras vidas, ¿Cómo debo demostrar eso?
Debemos admitir que somos vasos de barros, con fallas, grietas y quizás algunos agujeritos, pero
que con su ayuda día a día podremos mejorar y ser un mejor vaso. Es por ello que es muy
importante que te encuentres dispuesto y abiertos a cambios que lo realizará el Espíritu Santo que
mora en tu vida.

¿Cuál sería el propósito de una botella?


Ser llena de un líquido para que luego vengan y beban de ella. Pero imagina que esa botella siempre
éste tapada, ¿cómo hago para llenarla? Es decir, nunca llega al punto de desbordarse. Al agarrar la
botella que apenas está llena, es posible que ni miremos el agua que está dentro de ella.

Ahora, supongamos que le quitamos la tapa una y otra vez para que la podamos llenar con más
agua, poco a poco, cada parte de la botella se llenará con agua, incluso al punto de desbordarse de
tal modo que si agarramos la botella pueda que hasta nos ¡salpiquemos!

Sí, es cierto que tenemos a Cristo como el tesoro en nuestro interior, pero ¿acaso tenemos sólo una
cantidad pequeña de Cristo? o cuando otros se encuentran a nuestro alrededor, ¿son “salpicados”
con Cristo? Él no solamente desea llenar nuestro espíritu, sino también todo nuestro ser.

Es necesario que cada día practiquemos abrirnos al Señor y permitirle que nos llene con más de
Cristo como el tesoro. Cristo no solamente quiere llenar nuestro espíritu, sino también nuestro vaso
completo: nuestra mente, emoción y voluntad, incluyendo nuestros pensamientos, sentimientos e
intenciones.
Entonces dejaremos de expresarnos a nosotros mismos y expresaremos al Cristo que nos llena.

COMO SER LLENOS


Cada vaso, sea inanimado o humano, tiene una apertura. Como vasos de barro humanos, es
necesario que abramos nuestra boca para poder ser llenos con Cristo. Al abrir nuestra boca
para orar, invocar el nombre del Señor y recibir la Palabra de Dios con oración, nuestro corazón es
abierto y está disponible para que Cristo lo llene.
Al abrir nuestros corazones a Él desde nuestro interior y nuestras bocas desde nuestro exterior,
permitimos que Cristo llene cada espacio en nuestro ser al punto de rebosar con Él y expresarlo
como el tesoro en nosotros. Esto cumple con el propósito de que seamos vasos de barro y satisface
a Dios, quien desea manifestarse como el tesoro único en este universo.

PABLO COMO NUESTRO MODELO

En 2 Corintios 4 Pablo escribió sobre ser un vaso de barro debido a que él experimentó a Cristo
como su tesoro. Pablo no era un ser celestial; él era un vaso de barro al igual que nosotros. Sin
embargo, él era una persona que permaneció abierta y le permitió al Señor que llenara su ser por
completo en cualquier clase de circunstancias, fueran buenas o malas. Podemos hacer de Pablo
nuestro modelo por medio de practicar abrirnos a ser llenos con nuestro Cristo glorioso y excelente.
Es probable que seamos de barro, pero somos algo verdaderamente especial para Dios. Somos el
centro del plan de Dios, del deseo de Su corazón, y cumplimos con nuestro propósito al abrirnos
completamente a que Dios nos llene a fin de que Él pueda rebosar desde nuestro interior.
“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro para que la excelencia del poder
sea de Dios, y no de nosotros”.

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