Está en la página 1de 137

Página

1
Página
2
Fatima85 & Brisamar58

Axcia Sttefanye
Brisamar58
Cjuli2516zx
Gigi
Jandranda
Kane
Kath
Lvic15
Maria_clio88
Maridrewfer
Mimi
Nana. Marie

Sttefanye

orwzayn
3
Página
Prologo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capítulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 23
Sobre la autora
Epilogo
4
Página
I
sabella Anders no está lista para aceptar que su madre es culpable de
asesinato, y con la ayuda de Kai, ella podría ser capaz de descubrir la
verdad.
Durante el último mes, los sentimientos de Kai por Isa han crecido. Él sabe que
está enamorado de ella y hará casi cualquier cosa para protegerla. Pero al ayudar a
Isa, está poniendo en peligro su propia vida.
Sin embargo, Kai no es el único en peligro.
Isa está siendo acosada por alguien que sabe lo que realmente sucedió el día en
que su madre fue acusada de asesinato, y harán casi cualquier cosa para evitar que
ella descubra la verdad.

5
Página
U
na canción de Brand New fluye a través de la habitación de invitados de
mi abuela Stephy, la cual ahora es mi dormitorio permanente. La suave
luz del sol resplandece contra la ventana mientras el sol se levanta por
las pequeñas colinas de Sunnyvale, dándome la suficiente luz para hacer un dibujo
en mi cuaderno de bocetos. Para un extraño, el dibujo podría parecer un dibujo
normal de una superheroína alta con largo cabello castaño y usando una capa. Para
mí, el dibujo es inquietante, doloroso, y me recuerda toda la horridez que ha ocurrido
desde ayer por la mañana.
Ayer fue probablemente uno de los peores días de mi existencia, quizás incluso
peor que cuando mi padre y Lynn amenazaron con enviarme a un reformatorio en
Montana. No solo alguien repartió folletos por toda la escuela que divulgaban que
mi madre estaba en la cárcel por asesinato, sino que descubrí que la persona por
quien mi madre es acusada de asesinato es Jamison Anders, el hijo de Lynn antes de
casarse con mi padre. Sin embargo, lo que realmente quiero saber es ¿cómo mi
abuela Stephy no sabía nada de esto? Todavía no he tenido el coraje de preguntarle,
temo que me haya estado mintiendo todo este tiempo. Y, si no lo sabe, temo decirle.
Mientras Kai ha estado tratando de convencerme de que no debería creer nada
hasta que conozcamos todos los hechos, es difícil no preguntarme si mi madre es una
asesina, si hizo una cosa imperdonable y terrible al hijo del hombre con quien estaba
teniendo un romance. Y en una parte, la parte más oscura y repugnante de mi mente,
temo que soy una persona tan horrible, que cada comentario malo que Lynn y
Hannah me han dicho alguna vez es cierto. Tal vez soy una perdedora, un fenómeno,
una vergüenza para mi papá. Tal vez él realmente me odia. Tal vez nadie me quiera.
¡No, deja de pensar así! ¡Deja de ser tan débil!
Las lágrimas queman mis ojos. Trato de detenerlas, pero unas pocas escapan y
salpican la página, manchando el dibujo de una mujer que se parece a mi mamá.
Bueno, al menos como se veía en la foto que he visto de ella. Cómo se ve ahora es un
misterio.
Porque está en la cárcel.
Por asesinato.
Mi pecho se contrae mientras repaso todos los detalles impresos en esos
folletos. Detalles horrendos sobre lo que mi madre ha sido acusada de hacer. Y ahora
toda la escuela lo sabe.
No me sorprendería si, cuando sea lunes, todo el mundo me tenga miedo. Temo
6

regresar a la escuela y averiguarlo. Si es tan malo como me imagino, podría tomar la


Página

ruta de los cobardes y cambiarme de escuela. El único problema con eso es explicar
lo que está pasando a mi abuela Stephy.
Quiero decírselo, pero con todo lo que sucede, últimamente ha estado más
agotada que de costumbre. Estoy preocupada porque mis problemas están afectando
su salud, y no sé si añadir más estrés es una buena idea.
He intentado llamar a Indigo para hablar con ella acerca de todo esto, pero
después que su papá fue sorprendido teniendo otro romance, tuvo que volver a casa
para ver cómo está su madre. Ella no ha contestado su teléfono ni ha respondido a
los mensajes de texto, y tengo un mal presentimiento de que algo está mal. Sin
embargo, la abuela Stephy insiste en que todo está bien y que necesito tomar una
píldora relajante.
Eso es un poco difícil con el auto azul asomándose por todas partes que voy,
haciéndome un manojo de nervios. Además, está el desconocido que me envió
mensajes de texto minutos antes que encontrara los volantes por toda la escuela. Es
tiempo de jugar, decía el mensaje.
¿A qué juego están jugando? ¿Fueron los volantes la única parte del juego, o
hay más por venir? ¿Están conectados el desconocido que me envió el mensaje y el
auto? ¿Por qué alguien parece estar empecinado en arruinar mi vida? ¿Y por qué se
siente como si siempre estuviera siendo observada?
Tantas preguntas sin respuestas.
Me siento tan perdida.
Secando mis ojos con el dorso de la mano, me atrevo a echar un vistazo a la
ventana. La paranoia se instala mientras busco por el estacionamiento y luego la
calle. Es temprano el sábado por la mañana, y el camino está vacío, el
estacionamiento está en silencio, y el césped está limpio. Pero la quietud es
inquietante, como el momento silencioso en una película de terror justo antes que
ataque el asesino.
Asesino, lo que podría ser mi mamá.
Mis ojos se inundan de lágrimas de nuevo. Mi corazón arde. Me duele el cuerpo.
Quiero desmoronarme.
¡No! ¡Deja de pensar en eso, Isa! ¡Solo detente!
Sollozando, doy vuelta la página del cuaderno de bocetos y trabajo en un dibujo
diferente, sin relación con mi madre, uno que evoca emoción y confusión.
Kai, Kai, Kai. Garabateo su nombre en la parte superior de la página justo
encima de un retrato suyo con una cabeza demasiado grande: Hombre Ego, el
nombre de superhéroe que le di.
Kai Meyers realmente ha estado allí para mí y se está convirtiendo rápidamente
en uno de mis mejores amigos. Ojalá supiera si siente lo mismo por mí. Nunca he
tenido un mejor amigo antes, excepto quizás por Indigo, así que soy principiante
para poder decir si alguien te considera digno de un colgante de la mitad de un
7

corazón. A veces, incluso me pregunto si Kai y yo somos amigos, especialmente


Página

después del incidente de succión del cuello que ocurrió entre nosotros. Kai puede
haber estado bromeando y siendo coqueto. Eso lo hace mucho, como cuando estando
borracho me besó y luego me dijo que no era gran cosa, que borracho besaba a casi
todo el mundo.
Sería una gran mentirosa, mentirosa, santa mierda mi capa está en llamas si
dijera que quiero ser solo amiga de Kai. Me está empezando a gustar como una jodida
montaña de helado, probablemente demasiado, teniendo en cuenta que no tengo
idea si corresponde a mis sentimientos. No le culparía si no me querría de esa
manera, igual que no lo culparía si se saliera de esta situación.
Tengo mucho que asimilar en mi vida en este momento y él tiene sus propios
problemas. Sin embargo, parece decidido a ser mi compañero.
No sé qué haría sin él, pienso mientras trazo su nombre por el papel. Realmente
no.
Después de otra media hora de dibujo, suelto el lápiz para sacudirme el
calambre en mi mano. Son las ocho de la mañana y he estado despierta durante horas
después de una noche de sueño tipo La Princesa del Guisante, durante la cual estuve
atrapada en una pesadilla de un auto azul que me perseguía por un largo y estrecho
camino, asediada por una niebla de folletos. Cuando desperté, estaba inquieta y
preocupada y debatiendo si salir a la sala de estar y despertar a Kai. Pero él ha estado
tan decidido a descifrar la clave de esa tarjeta de memoria que me preocupa que se
esté descuidando de sí mismo y no durmiendo lo suficiente.
Los círculos oscuros han permanecido permanentemente debajo de sus ojos, y
ayer, se quedó dormido a mitad de una oración cuando estábamos conduciendo a
casa desde el parque. Lo último que necesita es que una chica necesitada lo despierte
antes del amanecer porque tuvo un mal sueño.
No se sentía como un mal sueño. Se sentía tan real, y cuando me desperté por
primera vez, juro que vi un auto azul estacionado en la calle, aunque estaba
demasiado oscuro para decirlo con seguridad.
Un golpe en la puerta de mi habitación me saca de los pensamientos de autos
azules y de sueños aterradores.
—Isa, ¿puedo entrar? —La voz de Kai viene desde el otro lado de la puerta.
—Sí, claro —digo, sentándome en la cama.
La puerta se abre y luego entra a mi habitación. Su cabello rubio claro está
sobresaliendo por todos lados de una sexy manera desordenada después de dormir,
y está usando la misma camiseta gris oscuro y jeans negros que tenía puestos la
noche anterior, como si nunca hubiera ido a la cama.
Abro la boca, a punto de preguntarle si durmió en absoluto, pero entonces sus
ojos se encienden como una caja llena de bastones resplandecientes.
—Cierra tus ojos. Tengo una increíble sorpresa para ti. —Baja su mirada a mi
cuaderno de bocetos, que todavía está abierto en la página de él, haciéndome ver
como que estuviera a un paso lejos de convertirme en una acosadora.
Lo cierro rápidamente, cruzando los dedos para que no haya visto su nombre
8

escrito por toda la página.


Página

—¿Una sorpresa? ¿De verdad?


Me lanza una mirada curiosa, pero afortunadamente, no hace comentarios del
dibujo.
—En realidad son dos sorpresas, pero no voy a decirte ninguna de ellas hasta
que cierres los ojos.
—Está bien. —Me acerco al borde de la cama y cierro los ojos, burbujeando de
emoción. Nunca nadie me ha dado un regalo sorpresa, ni siquiera la abuela Stephy
ni Indigo. Me siento más optimista de lo que me he sentido en semanas.
Después de esperar por un par de minutos a que Kai me diga que puedo abrir
mis ojos de nuevo, me doy cuenta de que hay un lado negativo en las sorpresas. A
veces requiere paciencia, y no soy una persona muy paciente. De hecho, podría ser
la persona con menos paciencia de todos los tiempos.
Mi corazón late como un unicornio con anfetaminas galopando a través de un
campo de brillantes arco iris mientras salto por el colchón, incapaz de quedarme
quieta. Puedo oír a Kai moviéndose en la habitación, haciendo quién sabe qué. El
pequeño villano. Sé que está disfrutando de esta lenta tortura. En serio quiero abrir
mis ojos y arruinar su diversión, pero hacerlo sería una cosa bastante ruin.
—¿Cuánto tiempo tengo que mantener los ojos cerrados? —le pregunto,
rebotando como una bola inflable fuera de control.
—¿Te podrías quedar quieta? —regaña Kai juguetonamente—. Eres peor que
una niña.
—Lo siento. —Meto las manos debajo de mis piernas y trato de no moverme
tanto, pero mis rodillas tienen otras ideas y se sacuden arriba y abajo—. Pero no
puedes simplemente anunciar que vas a darme una sorpresa y luego pedirme que
cierre los ojos y espere pacientemente. Estoy muy emocionada.
—Sí, puedo ver eso. —Se ríe entre dientes—. Sin embargo, es casi adorable. Y
me hace querer tardar lo que quiera.
—Eso es tan malvado. —Pretendo estar molesta, pero mis mejillas en llamas
como tamales picantes revelan la mentira.
La reacción de ponerme roja es típica siempre que Kai me llama linda, adorable,
o algo por el estilo. Es algo que ha estado haciendo durante la semana pasada. No sé
si es porque siente lástima por mí, si está tratando de animarme, o si realmente
encuentra a mi extravagancia, como él lo dice, “adorablemente linda”.
—¿Sabes qué? —digo en un intento por apartar la atención de mi rubor—. Solo
porque dijiste eso, te voy a quitar totalmente de todos mis dibujos de superhéroes.
De ahora en adelante, serás el malvado villano.
—¿Y cuál sería mi forma de tortura? ¿Torturarte con asombrosas sorpresas? —
pregunta con una pizca de risa.
—Lo dices como si eso no pudiera ser real —cruzo los brazos y alzo las cejas—,
pero estás totalmente equivocado.
Resopla una risa.
9
Página

—¿Piensas que sí?


—No. Lo sé.
—De acuerdo, entonces explícamelo. Y si suena creíble, entonces te dejaré abrir
los ojos y ver la sorpresa.
—De acuerdo. —Me aclaro la garganta—. Así es cómo funciona. La emoción que
estoy sintiendo en este momento está haciendo que mi corazón lata super rápido,
como desquiciado, tan rápido como The Flash. Y, si mantienes todo el suspenso,
concentras esa cosa de la sorpresa por el tiempo suficiente, mi corazón finalmente se
agotará y dejará de latir. Entonces moriría.
Se ríe entre dientes.
—Bueno, no querríamos eso ahora, ¿verdad? —Suenan pasos ligeros al otro
lado de la habitación. Puede que no pueda verlo, pero siento que se detiene frente a
mí y se inclina cerca—. Está bien. Abre los ojos antes que tu corazón se rinda.
Me estremezco incontrolablemente por la sensación de su aliento contra mi
oreja, y mi piel se calienta como pegajoso caramelo derretido.
Buen trabajo, Isa. Qué manera de reaccionar como una tarada.
Espero a que Kai se burle de mi reacción ridícula y tonta, pero me da otra
sorpresa al permanecer en silencio.
Dando una respiración firme para calmar mis nervios inquietos, abro los ojos
para ver que Kai ha puesto un poco de espacio entre nosotros, por lo cual estoy
agradecida... bueno, más o menos.
—Entonces, qué mano primero. ¿Izquierda o derecha? —pregunta con las
manos escondidas detrás de su espalda.
—Uh... —Toco mis labios—. Izquierda. No, derecha. No, izquierda. No,
definitivamente derecha.
Kai lucha por contener una sonrisa.
—¿Es esa tu última respuesta?
Dudo y luego asiento.
—Sí.
Su sonrisa se desliza a medida que saca su mano derecha, revelando una pistola
de paintball morado y negro.
—¿Vamos a jugar paintball? —pregunto, volviendo al modo de pelota
rebotadora.
—No solo paintball. Paintball de zombi.
—No estoy segura de lo que es, pero suena impresionante.
—Definitivamente es impresionante. Estarás corriendo, disparando a gente
disfrazada de zombis. Será como protagonizar tu propia película de zombis. —Me da
10

la pistola de paintball—. La pistola está un poco usada, pero un amigo mío la estaba
regalando, y pensé que querrías tener la tuya en vez de alquilarla.
Página

Agarro el mango de la pistola de paintball, luchando por no estallar en lágrimas.


Ni siquiera sé por qué me pongo con los ojos llorosos. No estoy triste ni nada. Estoy
realmente feliz. Tan feliz como, realmente, realmente, viviendo en una versión real
de Dulcelandia. Es solo que ha pasado tanto tiempo desde que alguien ha hecho algo
tan agradable por mí, y estoy abrumadoramente emocionada.
Cuando Kai se da cuenta de mis lagrimones inminentes, entra en pánico.
—Mierda. No quise hacerte llorar. —Se estira para alcanzarme, pero luego baja
su mano nerviosamente—. Lo siento. Pensé que te gustaría esto.
—Me gusta. Lo prometo. Es solo que... —Absorbo las lágrimas, coloco la pistola
de paintball en la cama, y lo abrazo—. Gracias. Me encanta. De verdad que sí.
Desliza su mano libre por mi cintura y presiona su palma contra mi espalda.
—De nada... Pero no es realmente la gran cosa. En realidad, recibí las entradas
de un amigo. Técnicamente, todo fue gratis.
—No me importa si fue gratis. —Lo abrazo con más fuerza—. Aun así, es el
mejor regalo de la historia.
—Eres demasiado fácil de complacer. —Entierra su rostro en mi cabello—. Dios,
si te emocionas por lo del paintball, no puedo esperar a ver cómo reaccionarás a mi
otra sorpresa.
Sonriendo, empiezo a retroceder, pero me insta a acercarme.
—Espera un momento.
Hago lo que pide y mantengo mis pies inmóviles con mis brazos alrededor de
él.
—¿Hay algo mal?
—Nop. Todo está bien. Más que bien, en realidad —murmura en mi cabello
mientras sus dedos rozan la piel expuesta entre mi top y pantalón de pijama.
Me da un escalofrío, y mi mente gira. No estoy segura de lo que está haciendo,
pero cuanto más tiempo estamos parados con nuestros cuerpos juntos, más salimos
de la zona de compañeros de trabajo y vamos a la zona sensible de santa-mierda-
puedo-sentir-el-calor-de-su-cuerpo-con-un-montón-de-otras-cosas.
Pero en serio, ¿qué está haciendo? ¿Por qué sigue oliendo mi cabello? ¿Huele
bien? ¿O nota que no lo he lavado por unos días y está a punto de decirme que me
mezclaría con los zombis porque huele tan mal como carne podrida?
Abrí mi boca para preguntarle cuando retrocede y sonríe como si nada hubiera
pasado, como si no acabara de usar mi cabello como una vela de aromaterapia.
Paso mis dedos a través de mi largo cabello castaño, sintiendo sospecha.
—¿Estás seguro de que todo está bien? Estás actuando un poco… no sé… raro.
Me pasa por alto, haciendo un sonido de pff.
—Siempre estoy bien. —Levanta la ceja—. Pero ¿tú? Pareces un poco nerviosa.
11

—¿Por qué estaría nerviosa… —señalo a la pistola de paintball—… cuando acabo


Página

de recibir el mejor regalo de mi vida?


—El mejor, ¿eh? —Su sonrisa se amplía, pero luego se desvanece con un suspiro
pesado—. De acuerdo, te voy a dar la siguiente sorpresa, pero tienes que jurar que,
después de hablar de eso, seguirás acompañándome a paintball. No puedes
retractarte, ¿de acuerdo?
Asiento, confundida.
—¿Por qué me retractaría de algo que realmente, realmente quiero hacer?
—Por obsesionarte con el otro regalo. —Frunce el ceño cuando visiblemente me
tenso—. No es algo malo. —Hace una mueca—. O no sería un regalo. Solo sé que has
tenido una semana muy mala y quiero asegurarme de que salgas y te diviertas, así
que voy a hacerte prometer que esta cosa de paintball es segura.
La preocupación y ansias surgen. ¿Qué clase de regalo está a punto de darme?
Lista para averiguarlo, asiento, aceptando sus términos.
—Juro con mi corazón y espero a morir, pinchar a Hannah con una aguja en el
ojo que voy a ir a paintball contigo hoy, pase lo que pase.
—Bueno. Ahora que tenemos eso resuelto… —Se relaja un poco, luego aparta su
otra mano de detrás de su espalda.
Frunzo el ceño al ver su mano vacía.
—Uh… ¿gracias? Siempre he querido uno de esos. —Golpeo mi palma contra la
suya, chocando los cinco como una completa tonta, sin saber qué más hacer cuando
está actuando como si tuviera algo impresionante en su mano, y todo lo que puedo
ver es su palma.
Mmm… tal vez sea una capa de invisibilidad.
Me da una mirada tolerante y luego toma mi mano y entrelaza nuestros dedos.
—La sorpresa no es mi mano. —Me empuja hacia la puerta—. Está aquí afuera.
—No pensé que fuera tu mano —protesto mientras me conduce al pasillo.
Me mira divertido por encima de su hombro.
—Entonces, ¿qué creías que era? Porque parecías muy confundida.
—Pensé que era… —me encojo de hombros, sintiéndome tonta—… una capa de
invisibilidad o algo así, y por eso no pude ver nada.
Me sonríe.
—Chica tonta, si iba a darte una capa de invisibilidad, conseguiría una lo
suficientemente buena que podrías al menos verla al volverse invisible.
Una sonrisa torpe se extiende a través de mi rostro.
—¿Así que admites que crees que existen?
Sus labios se contraen, amenazando con sonreír.
—Tal vez. —Me voltea y me lleva a la sala de estar, murmurando—: Admitiría
12

cualquier cosa si te hiciera sonreír de esa manera.


Página

Lo dice tan bajo, pero aún lo oigo, y mi corazón palpita como un colibrí
zumbando sobre un néctar.
Kai siempre es tan agradable conmigo, todo el tiempo. Y todo es tan fácil con
él, a diferencia de su hermano mayor Kyler.
Kyler. Suspiro.
No sé qué hacer con él. Me envió un mensaje el otro día, preguntándome si
quería salir hoy. Le respondí con una mentira como una cobarde, diciéndole que no
podía porque tenía que ayudar a mi abuela Stephy con algo. Sé que necesito hablar
con él y decirle que creo que debemos ser amigos o algo por el estilo. Aunque nunca
he tenido esa clase de charla con un chico antes, y realmente quiero oír el consejo de
Indigo primero. Estoy completamente despistada sobre qué hacer, qué está bien.
Todo lo que sé es que mis años y años de enamoramiento por Kyler están
debilitándose mientras más tiempo paso con Kai. Aunque no sé qué significa eso, ya
sea que me guste o no Kai, no creo que deba salir en citas con Kyler.
Después que Kai me lleva al sofá, me ordena que me siente, luego recoge su
computadora portátil de la mesa de café y se sienta a mi lado. Equilibrando el portátil
en su regazo, levanta la pantalla, y por primera vez, una alerta de contraseña de
acceso no aparece inmediatamente.
—De ninguna manera… no lo hiciste… ¿o sí? —Mi corazón palpita tan
violentamente que realmente me pregunto si estaba en lo cierto acerca de los regalos
sorpresa como una forma de tortura.
Pone una mano en mi rodilla, estabilizando mi pierna ansiosa.
—Cálmate, ¿de acuerdo? Lo que está aquí… —echa un rápido vistazo a la
pantalla del ordenador—… podría ser algo bueno, pero no quiero que te asustes
todavía. No hasta que veas todos los archivos y carpetas.
—Pero lo hiciste, ¿verdad? —pregunto—. ¿Desactivaste el código de la tarjeta
de memoria?
Me mira, y asiente.
—En serio, ni siquiera sé cómo lo hice, pero lo hice. Y hay una tonelada de
archivos aquí sobre el caso de tu mamá. —Pasa sus dedos por su cabello, haciendo
que los mechones rubios se curven—. Pero, como he dicho, no he visto todos
todavía… aunque, algunas de las cosas aquí parecen prometedoras…
—¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! —lo interrumpo, colocando mis brazos
alrededor de su cuello.
El nerviosismo, emoción, preocupación y agradecimiento me abruman
simultáneamente y comienzo a temblar con una sobrecarga emocional.
—Sé que esto no quiere decir que es inocente, pero con tan solo oír que digas la
palabra prometedoras es, como, lo mejor que he oído en semanas. —Lo abrazo con
fuerza otro momento o dos, y luego me aparto.
13

Una vez más, no me deja ir de inmediato, en su lugar, coloca sus brazos


alrededor de mi cintura.
Página

—Algunas de las cosas que he visto ya… me hacen cuestionar cómo fue
encontrada culpable —dice suavemente, apoyando su barbilla en mi hombro—.
Intenta no emocionarte hasta que lea todo, ¿de acuerdo?
Intento hacer lo que me pide y no me emociono demasiado, especialmente
cuando mi mamá está detrás de las rejas, pero lo que Kai acaba de decirme hace que
un poco de peso caiga de mis hombros.
—Intentaré no hacerlo. —Abrazo hasta su alma y huesos—. Pero todavía voy a
decir gracias, por los menos un millón de veces… y voy a devolvértelo… de alguna
manera.
—No necesitas devolver nada. —Traza un sendero en mi espina dorsal—. Quería
hacer esto por ti.
—Aun así, trabajaste muy duro. —Trago con fuerza mientras sus dedos se
enredan en mi cabello—. Y sé que no has estado durmiendo muy bien… —Me alejo
mientras acaricia su rostro contra la curva de mi cuello.
—Lo único que quiero es que salgamos y nos divirtamos —dice—. Se supone
que tenemos que estar en el lugar de paintball al mediodía, y quiero que estés lista
para divertirte.
Asiento, planeando encontrar una manera de devolverle esto. No estoy segura
si sabe lo importante que es para mí; dándome una luz de esperanza al final de un
túnel muy largo en el que he estado perdida por días. El final nunca pareció estar al
alcance de la mano, y estaba empezando a preocuparme de que iba a correr hasta
que mis piernas y pulmones ardieran. Y ahora tengo la esperanza que tal vez, un día,
podré descansar y escapar del maldito túnel.
La gratitud me domina, y giro la cabeza, posando un suave beso en su mejilla.
Nunca he sido una persona de besar o abrazar, probablemente porque, en realidad,
no me han abrazado o besado mucho en mi vida. Pero mi gesto parece apropiado
dada las circunstancias. Al menos, espero que lo sea.
—Gracias, Kai —digo—. No solo por esto, sino por estar ahí para mí y asegurarte
que no me derrumbe.
Levanta la cabeza, con los ojos muy abiertos y los labios entreabiertos.
Mierda, tal vez lo interpreté mal. Tal vez un beso en la mejilla no es el tipo de
cosa que haces cuando mi posible mejor amigo me acaba de dar el mejor regalo de
todos los tiempos.
Su expresión sorprendida se evapora gradualmente mientras me mira a los
ojos.
—No hay de qué —dice finalmente, luego se inclina hacia adelante y roza sus
labios contra los míos.
Me quedo sin aliento, atrapándome con la guardia baja. Entonces mi sorpresa
rápidamente hace poof porque, santas mariposas bailando tap, sus labios son tan
deliciosamente suaves. Al igual que un pastel de terciopelo de chocolate con helado
de mantequilla con un glaseado suave. No, mejor que eso. Mejor que cualquier dulce
14

que puedo pensar. Indescriptiblemente mejor.


Página

Quiero más. Me pregunto si él también, o si solo me está dando un beso


amistoso. No estoy segura. Estoy insegura sobre todo ahora mismo. En serio podría
ser la chica más insegura del mundo. Mi nuevo sobrenombre de superhéroe podría
ser Ni Idea Sobre Besos, y mi kryptonita sería chicos lindos que solían vivir al lado,
los que me pueden hacer sonreír casi sin esfuerzo.
Kai emite un gemido suave, sus labios se separan y desliza su lengua. Mi
corazón trona en mi pecho.
Santa mierda, me va a besar. Como que, realmente, realmente besándome.
—Isa, ¿has visto las llaves de mi auto? —grita la abuela Stephy desde el pasillo,
arruinando el momento con una cubeta fría de agua helada.
Kai y yo nos alejamos, como si nos acabaran de atrapar haciendo algo
indecente, aunque no lo estábamos. Solo estábamos besándonos amigablemente.
¿No es cierto?
—Está bien, no estás en tu habitación —dice abuela Stephy en voz alta con gran
sospecha en su tono. Su voz se eleva, sus pasos se acercan—. Espero que eso no
signifique que te dormiste en el sofá.
—No —grito, pasando mis manos por mi cabello—. Solo estamos pasando el
rato, mirando algo… en la computadora.
Kai se ríe entre dientes.
—¿Eso es lo que estábamos haciendo? Mmm… no sabía que mirar cosas en la
computadora requería tanto contacto de labios.
—Cállate. —Lo apunto con un dedo—. Si te oye, pensará que estábamos
haciendo algo indecente. —Golpeo la pantalla del ordenador con el dedo—. Pretende
que estás haciendo algo en tu computadora.
Levanta su ceja en modo de burla.
—Algo indecente, ¿eh? —reflexiona, frotándose la mandíbula—. ¿Qué tipo de
cosa indecente estás hablando? Creo que podría necesitar algunos detalles, así sé qué
esperar si tu abuela comienza a hacer acusaciones.
Mis mejillas arden.
—Ahora no es el momento de ser gracioso.
Me guiña el ojo.
—Cuando te hace sonrojar así, lo es.
—Kai —siseo en pánico—. Porfis, haz algo en tu computadora.
Sonriendo, vuelve su atención a la computadora.
—Bien, pero solo porque dijiste porfis.
Justo cuando él fija su atención en el ordenador, la abuela Stephy entra en la
habitación.
15

—Lucen sospechosos —dice inmediatamente con su, como dice Kai, mirada de
“halcón” entre nosotros—. Entonces, ¿qué han estado haciendo esta mañana? Esta
Página

mañana, muy temprano, podría añadir.


Me encojo de hombros.
—Nada. Solo buscábamos algo en la computadora para un proyecto escolar.
—Un proyecto escolar, ¿eh? —Se adentra más en la habitación con los brazos
cruzados—. ¿No se supone que los adolescentes normales odian levantarse tan
temprano?
Encogiéndome de nuevo de hombros, coloco mis pies descalzos encima de la
mesa, fingiendo estar increíblemente tranquila cuando estoy malditamente asustada
que piense que pasé la noche en el sofá con Kai, que saque un condón de su bolsillo
y nos lo tienda con un consejo de tener sexo seguro.
—Entonces, supongo que no somos adolescentes normales, porque nos encanta
levantarnos muy temprano.
Kai me da una mirada de “¿en serio?”, y sin poder evitarlo, me encojo de
hombros.
—Puedo ser vieja, pero no estúpida —dice—. Sé que planean algo, y mientras
me encantaría quedarme aquí y verlos retorcerse en sus pantalones, tengo una clase
de yoga a la que tengo que llegar. —Señala con un dedo entre Kai y yo—. Pero no creo
que esto haya terminado. Los estoy observando, y confíen en mí, lo veo todo, incluso
cuando no estoy cerca. —Con una mirada severa, pasa sus dedos a través de su
cabello y mira alrededor de la sala de estar, luego la cocina—. Ahora, ¿dónde dejé las
llaves de mi auto?
De acuerdo… tanto de verlo todo.
Bajo mis pies al suelo, me levanto del sofá, y tomo las llaves del auto del gancho
de la pared en el comedor.
—Están aquí donde siempre están.
Me quita las llaves.
—Maldita sea, juro que estoy empezando a perder mi maldita mente.
Trago con fuerza mientras mi estómago se anuda con culpa. Todo esto es mi
culpa. Estoy estresándola demasiado.
—Tal vez deberías descansar más.
Me despide con la mano, recogiendo su bolso de la encimera.
—He pasado suficiente tiempo de mi vida descansando. Si pierdo la cabeza,
entonces pierdo la cabeza, pero al menos haré lo que quiera hasta ese momento. —
Notando mi preocupación, se pone seria y pone una mano en cada uno de mis
hombros—. Quiero que me prometas que no te preocuparás por mí. Tienes suficiente
de lo que preocuparte tal como está.
Asiento, a pesar de que la culpa me obstruye la garganta.
—Intentaré hacer lo mejor que pueda.
Me atrae para un abrazo.
16

—Volveré al mediodía si quieres salir a comer.


Página

—Eso suena genial, pero voy con Kai a jugar al paintball contra zombis.
—¿Jugar al paintball contra zombis? —Se aleja con una mirada perpleja en su
rostro—. ¿Eso es algo?
Me encojo de hombros.
—Aparentemente. Me consiguió mi propia pistola de paintball y todo.
—Mmm… Suena como el día perfecto para ti. Debe haber pensado mucho en
ello. —Mira entre Kai y yo, con una sonrisa cómplice en los labios—. De acuerdo, los
dejo salir de rositas por ahora, pero solo porque quiero que salgas a divertirte. Pero
—me señala con un dedo—, es mejor que no los atrape intentando ser juguetones
cuando piensan que no estoy cerca.
¡Oh Dios mío! ¡No acaba de decir eso en serio!
Kai se ahoga con una risa, y la abuela Stephy lo apunta con el dedo.
—Lo digo en serio, joven —advierte—. No te pongas sobón con mi nieta. Es una
chica dulce e inocente y debe ser tratada de esa manera.
Bajo la cabeza entre las manos, mortificada. Alguien, por favor, por favor, que
me saque de mi miseria.
—Sí, señora —dice Kai socarronamente.
—Buen chico —le dice, luego se coloca la correa de su bolso encima de su
hombro y se dirige a la puerta principal—. Isa, ¿hay algo en específico que quieras
para la cena o algún lugar al que quieras ir a comer?
Levanto la cabeza y la miro.
—Lo que sea más fácil para ti me va bien.
—No te preocupes por eso. —Agarra el pomo de la puerta—. Solo quiero que te
preocupes por lo que quieres.
—Entonces salgamos. —De esa manera, no tendrá que preocuparse por cocinar.
Abre la puerta.
—Muy bien, te veré a eso de las seis. —Empieza a salir, pero se detiene—. Y Kai
eres más que bienvenido a venir con nosotras, siempre y cuando prometan no hacer
nada cariñosito como alimentarse el uno al otro en la mesa.
Cuando me quedo boquiabierta, me lanza una inocente sonrisa antes de salir
por la puerta.
Negando, me doy la vuelta para mirar a Kai.
—La amo a muerte, pero juro que le encanta avergonzarme.
Kai sonríe.
—Deberíamos devolvérselo, y alimentarnos el uno al otro en la mesa.
Eso me hace reír.
—Sería gracioso, pero no creo que la avergüence. Probablemente le dé más
17

municiones para avergonzarnos.


Página

—¿Nosotros? —pregunta con una ceja levantada—. Isa, Isa, Isa... Tonta, chica
linda, deberías saber mejor que pensar que cualquier cosa que tu abuela diga me
avergonzará. Ambos sabemos que eres tú quien se avergüenza.
Pongo mis ojos en blanco, como “qué absurdo”, a pesar de que es verdad.
—Lo que sea. No me avergüenzo.
—Oh, ¿de verdad? —Un desafío baila en sus ojos mientras pone la computadora
a un lado, se pone de pie, y lentamente cruza la habitación—. ¿Así que estás diciendo
que cuando te llamo una chica tonta o linda, no te pones nerviosa? —Se detiene
delante de mí y roza mis mejillas con sus nudillos—. ¿Y tus mejillas no se ponen
rosadas?
—No. —Mis brillantes mejillas, en llamas, declaran mi mentira—. Ni siquiera
me di cuenta que me dijiste cosas así.
Una sonrisa arrogante juega en las comisuras de sus labios.
—Eres tan mentirosa, pero está bien. Eso también es algo adorable. —Mi
vergüenza se eleva por las nubes mientras la sonrisa de un ganador cubre su rostro—
. ¿Ves? Ya está, luciendo toda linda otra vez.
Poniendo los ojos en blanco, paso por delante de él y cambio de tema antes que
mis ardientes mejillas estallen en llamas.
—¿Podemos ver esos archivos ahora? —Me estiro para recoger la computadora.
Suavemente me golpea la mano.
—Ni lo sueñes. Tienes que ir a prepararte para simular matar a zombis.
Echo un vistazo a la hora en el reloj.
—Pero dijiste que íbamos al mediodía, y son solo las nueve.
—Tenemos que hacer un par de paradas primero. —Recoge el portátil y se
sienta en el sofá—. Tengo que ir a hablar con alguien acerca de dejarme dormir en su
apartamento gratis durante un par de semanas hasta que pueda conseguir un trabajo
y empezar a pagar la mitad del alquiler. Luego, tengo que solicitar un par de trabajos.
Y luego, más tarde esta noche, uno de mis amigos me va a dar algunos neumáticos
de repuesto y me ayudará a remolcar mi auto de vuelta a la ciudad.
—¿Va a darte algunos neumáticos de repuesto? Es muy amable de su parte.
—Sí, lo es. En realidad, los consiguió de un desguace que su papá posee. No son
geniales ni nada, pero deberían durar lo suficiente como para llevar el auto a casa.
—¿Tiene una grúa también?
—No, solo un remolque, pero debería funcionar.
—Bien. Estoy contenta de que sea una cosa menos de la que tengas que
preocuparte.
—Yo también. —Toca la almohadilla táctil, abriendo un archivo—. Aunque,
todavía no sé cómo voy a arreglar el auto Necesito ahorrar algo de dinero para las
reparaciones, pero no antes que pague... —Su voz se apaga—. Pero, sí, de todos
modos, realmente necesito ahorrar algo de dinero. Desde luego, en este punto, me
18

estoy empezando a preguntar si quizá debería intentar vender las partes del auto y
Página

hacer algo de dinero. No es un auto ostentoso, de todos modos. —Frunce el ceño—.


Sin embargo, tengo que tomar el autobús, lo cual es una mierda.
Pienso en su desesperada necesidad de dinero en efectivo y en T, cómo pudo
haber roto una costilla de Kai por algo. Estoy suponiendo que podría tener algo que
ver con dinero… Kai se niega a decirme los detalles.
—¿Qué quisiste decir antes cuando dijiste lo de pagar? —insisto, sentándome a
su lado—. ¿Antes de pagar a quién, exactamente?
Frunciendo el ceño, se acerca y pellizca muy ligeramente mi muslo.
—Oh, no, no te sientas. Se supone que debes estar preparándote para irnos.
—Pero, Kai…
Me tapa la boca con su mano.
—No te vas a preocupar por mí hoy. —Su tono es firme—. Hoy se trata de
divertirse.
—Pero estoy preocupada por ti. —Beso la palma de su mano—. Nunca me has
dicho lo que está pasando con ese tipo T, y sé que es algo malo.
—Ese es mi problema, no el tuyo. —Quita su mano de mi boca—. Tienes tus
propias cosas de que preocuparte.
—Pero quiero ayudarte —me acerco más hasta que mi rodilla toca la suya—,
como tú siempre me ayudas. Me siento tan culpable con eso todo el tiempo.
—No tienes que sentirte culpable. Lo que está pasando no es culpa tuya.
—Lo sé, pero eso no me hace querer ayudarte menos. —Pongo mi mano encima
de la suya—. Déjame ayudarte.
Mira fijamente mi mano con una expresión desgarrada en su rostro.
—Te diré qué. —Levanta su mirada a la mía y enlaza nuestros dedos juntos—.
Después que hayamos ido a jugar al paintball y a cenar con tu abuela y después que
hayas revisado estos archivos, entonces podemos hablar.
—¿Lo prometes?
—Que me parte un rayo si no es cierto.
Sonriendo, me levanto para ir a mi dormitorio y cambiarme mientras se pone
a trabajar con los archivos de la computadora.
—Asegúrate de llevar algo que no te importe manchar de pintura —me grita
Kai—. Por mucho que me gusta verte en esas faldas, no estoy seguro de que quieres
tener pintura por todas esas bonitas y largas piernas tuyas.
¡Maldito sea! ¿Por qué está tan determinado en que me convierta en una
nerviosa y sonrojada chica?
Me largo de la sala de estar antes que pueda ver lo mucho que sus palabras me
afectan. Para cuando llego a mi habitación, el rubor se ha desvanecido y ha sido
19

reemplazado por confusión.


Página

Si solo pudiera leer su mente y ver lo que está pensando, entonces tal vez no
estaría tan confundida todo el tiempo.
Suspirando, rebusco a través de mi ropa, buscando algo que no me importe
arruinar. Me decido por unos jeans agujerados, una camisa negra de manga larga y
una sudadera con capucha con un par de toscas botas rojas. Tomo una ducha rápida,
luego me visto y me peino el cabello, haciendo una trenza lateral.
Mis pensamientos vuelven a Kai y los archivos, preguntándome cuánto tiempo
le llevará mirar todo. ¿Encontrará algo? ¿Seré capaz de manejar lo que sea que
encuentre?
Miro mi reflejo en el espejo empañado.
—Serás capaz de manejarlo —me digo con una determinación feroz—. No tienes
otra opción.
Incluso después de mi arenga, una pesada sensación de duda pesa en mi mente.
Creo que la duda solo puede desaparecer después de hablar con mi madre y escuchar
lo que tiene que decir. Solo deseo saber cómo voy a llegar a Virginia para visitarla en
la cárcel y cómo voy a convencer a la abuela Stephy de que me deje ir.
Tengo casi dieciocho años. Podría esperar hasta entonces, cuando sea
legalmente un adulto y no necesite permiso. Kai me dijo que iría conmigo para que
no esté sola, pero no quiero estresar a mi abuela, y me preocupa que esto pueda
hacerlo. Pero necesito ver a mi madre, incluso si resulta ser culpable. Nunca tendré
un cierre si no lo hago, y siempre me quedaré preguntando quién fue la persona que
me trajo a este mundo, si siempre fue mala, y qué sucedió ese día que decidió poner
fin a la vida de alguien.
Soltando una respiración estresada, aseguro un elástico al final de mi trenza y
luego regreso a mi dormitorio. Tomo un poco de dinero de mi escondite y luego
recojo mi teléfono de la mesita de noche. Notando que tengo un texto perdido, abro
mis mensajes, esperando que Indigo finalmente haya respondido. Pero el mensaje
es de un desconocido, y me encojo. La última vez que recibí un texto de un número
desconocido fue justo antes de descubrir los folletos.
Casi meto el teléfono en el bolsillo trasero de mis jeans y digo un silencioso “que
te jodan” a la persona que llama. Pero entonces mi teléfono zumba en mi mano con
otro texto entrante.
Gruño de frustración mientras mi curiosidad me gana. Tocando la pantalla,
abro el mensaje, y mi corazón se cae.
Desconocido: Si pensabas que el folleto era malo, solo espera.
Desconocido: La segunda ronda va a comenzar pronto. 20
Página
—M
aldita sea, espero que ella pueda manejar esto —murmuro,
pasando mis dedos por mi cabello mientras observo los
archivos en la pantalla del ordenador—. Esto va a ser un
montón para asimilar.
Pero Isa puede manejarlo. Es fuerte, hermosa... y sabe jodidamente increíble,
que sí, sé que está totalmente fuera del caso, pero aun así...
Reproduzco el momento en mi mente, empezando por el beso que me dio en la
mejilla. Fue un beso amigable, supe eso, pero no pude dejar de ir un paso más allá.
Dios, sus labios son tan condenadamente suaves. En serio, la besaría todo el
día si supiera que ella me quiere también. El problema es que no estoy seguro de que
estemos en la misma página. A veces, se siente como que podría ser, como que me
dejaría lamer y morder su cuello. Pero hay otras veces en las que se siente como si
nos viera como solo amigos, como cuando chocamos los cinco y me dice que soy un
gran amigo. Me he equivocado antes acerca de cómo se sentía una chica por mí. Me
he equivocado muchas veces, en realidad. Muchas de aquellas veces tenían que ver
con una chica usándome para conseguir a Kyler.
Puto Kyler. Todo siempre es acerca de él. A ojos de mis padres, él es el mejor
hijo que sobresale en los deportes y la escuela. Yo, soy el perdedor que renunció a
todos los equipos para poder pasear y meterme en problemas. Kyler es el más
sociable y popular, mientras yo soy considerado como la piedra angular para
conseguir estar en su lado bueno.
Me han utilizado más veces de las que puedo contar, y pasé años estando celoso
por el hecho de que él es mejor que yo. Pero corté mis lazos con mi celo el día que
dejé el deporte y tomé una nueva ruta en mi vida. Una ruta llena de gente a la que no
le importa una mierda que mi hermano sea Kyler Meyers. Durante unos ocho meses,
estuve bien viviendo ese camino, todo el camino hasta que Isa llegó a casa de su viaje
al extranjero.
Su aspecto exterior había cambiado, y de repente, Kyler ya no la miraba como
la chica nerd de al lado que estaba enamorada de él, sino como una chica sexy que
quería. La estupidez es que Isa es la misma, bella, peculiar, divertida y entretenida
como siempre ha sido. Solo muestra más su belleza. Kyler estaba demasiado ciego
para verla antes de todo el cambio de imagen y es lo suficientemente imbécil como
para desearla basándose únicamente en el hecho de que piensa que ella es sexy. Ni
siquiera la conoce, no como yo.
21

Isa ha estado enamorada de Kyler desde que estábamos en la secundaria y no


Página

le ve como realmente es. Nunca me he sentido más celoso de mi hermano mayor,


que el día en que fui testigo de ellos coqueteando y saliendo. No han salido en una
cita oficial todavía, pero sé que él le ha preguntado, justo como sé que la besó en la
comisura de la boca.
La única esperanza que tengo de que tal vez no sean pareja oficialmente aún es
que Isa no ha hablado con Kyler desde el pasado fin de semana. Al menos, por lo que
sé. Sin embargo, no me ha dicho por qué. No sé si es porque están peleados, si solo
ha estado demasiado ocupada, o si es por toda la cosa de morder y lamer el cuello
que pasó entre nosotros.
Mientras empiezo a analizar exageradamente cada momento sexy que ha
pasado entre Isa y yo, la pantalla de mi portátil parpadea como una luz
estroboscópica.
—¿Qué mierda? —Hago clic en un par de claves después toco el ratón, pero
parece que solo la enfado más.
Pienso en sacar la tarjeta de memoria solo en caso de que mi equipo tenga un
virus, pero entonces tendré que pasar por el proceso de descifrar los códigos de
nuevo, y no estoy seguro si puedo replicarlo como lo hice la primera vez.
Está bien, mantén la calma, pienso. Solo tienes que ejecutar un programa
antivirus y limpiar todo.
Como si el ordenador detectase mi calma, un aviso de error parpadea
repetidamente a través de la pantalla. Entonces realmente entro en pánico cuando
la locura se detiene y una caja de temporizador aparece, marcando cinco minutos.
De repente, hace clic. Big Doug hace estas cosas todo el tiempo. Es probable
que ponga esto allí en caso de que no fuera yo el que encontrase los archivos.
¡Mierda! Cuando el reloj llegue a cero, estoy jodido. Y también lo están los
archivos del caso de la madre de Isabella.
Saco mi teléfono de mi bolsillo y comienzo a tomar fotos de la pantalla del
ordenador mientras abro los archivos. Consigo un total de cinco antes que el
temporizador llegue a cero.
“EL TIEMPO SE TERMINÓ” ilumina la pantalla, junto con un símbolo circular
con un jeroglífico: la marca de agua de Big Doug. Un segundo después, la pantalla se
queda en blanco, y luego el equipo muere.
Dejo salir una respiración estresada, aliviado de que al menos leí la mayoría de
los archivos y tengo unas cuantas fotos para poder hacerle un resumen a Isa.
—¡Kai! —dice Isa sin aliento mientras entra en la sala de estar, con sus ojos
desorbitados.
Salto a mis pies, ignorando el dolor punzante que pasa por mi lado.
—¿Qué pasa?
—Yo... hay... algo... —Jadea por aire, con sus ojos inundados de pánico.
Se pone de esta manera cada vez que está a punto de tener un ataque de pánico.
22

Sabiendo que necesito calmarla antes que comience a hiperventilar, me acerco y


acuno su mejilla.
Página

—Tienes que calmarte —digo—. Respira profundamente, ¿de acuerdo?


Insegura, inhala por la nariz y exhala por la boca. Hace el movimiento una y
otra vez, mirándome a los ojos todo el tiempo. Con el tiempo, su respiración vuelve
a la normalidad, pero el miedo en sus ojos se mantiene.
—¿Mejor? —pregunto, y ella asiente.
Retiro mi mano de su mejilla, entrelazo mis dedos con los de ella y la guío al
sofá. Una vez que está sentada, tomo asiento a su lado y meto un mechón de su
cabello detrás de su oreja.
—Ahora, ¿quieres decirme qué te tiene tan asustada?
Cierra sus ojos y toma otra respiración.
—H-he recibido otro mensaje de esa persona desconocida. —Abre sus ojos y me
entrega el teléfono—. Creo que podría ser una nueva amenaza, y creo que puede ser
peor que los folletos esta vez.
La presión se acumula en mi pecho al leer el mensaje. Si pensabas que el
folleto era malo, solo espera. La segunda ronda va a comenzar pronto.
La rabia me quema ante la mención de los folletos de mierda que alguien puso
por toda la escuela. Declaraban que la madre de Isabella era una asesina y tenía una
foto de Isa en el folleto que parecía haber sido tomada mientras jugaba baloncesto
con Kyler. Tenía mis sospechas de que Kyler podría haber tomado la foto, que quizás
estuviera en esto de alguna manera.
No le he dicho a Isa mi teoría, porque me preocupa que la vaya a aplastar, y ella
ya ha sido lo suficientemente aplastada en su vida.
—¿Qué crees que van a hacer? —susurra—. Ni siquiera sé lo que podría ser peor
que contarle a toda la escuela acerca de mi madre.
—No sé. —Me gustaría tener una respuesta para darle, pero me siento tan
perdido como ella—. Pero haré todo lo posible para averiguarlo.
Frunce su ceño.
—¿Qué vas a hacer?
Hablar con Kyler y poner en peligro su estúpido culo.
—No voy a decírtelo por el momento. No quiero meterte en este lío.
Me mira.
—Uh, hola, este lío es mi problema. Esta persona me mensajea, me amenaza.
Técnicamente, no tiene nada que ver contigo, ¿y sabes qué? Creo que podría dejar de
mostrarte los mensajes y manejar el problema yo misma para evitar que te metas en
problemas.
—Ya estoy en problemas —le recuerdo—. Esto no es nada comparado con eso.
23

—No me importa —espeta—. No me agregaré a tu lista de problemas.


—¿Mi lista de problemas? —Lucho contra mi diversión. Algunas de las cosas
Página

que dice son tan jodidamente adorables—. ¿Qué diablos es eso?


—Ya sabes, la lista de la gente con la que tienes problemas... como T y tus
padres. No necesito meterme en ella. Quiero permanecer en la lista de no-problemas.
—¿Mi lista de no-problemas? —Bueno, no puedo reprimir una risa esta vez—.
¿De dónde vienes con esto?
Juguetonamente golpea mi brazo.
—Oye, no te burles de mis impresionantes palabras.
—No me estoy burlando de ti —le prometo a través de una risa—. Creo que es
lin…
—Ni siquiera lo digas —me interrumpe, alzando su mano—. No quiero oírte
decirme linda nunca más, no después que lo dijiste a propósito para hacerme
sonrojar.
—Muy bien, entonces. —Mojo mis labios con mi lengua para dejar de reír—. A
partir de ahora, solo te diré adorable.
Me mira, poco impresionada, pero me veo recompensado cuando un sonrojo se
arrastra por sus mejillas.
—O podrías dejar de decirme nombres cariñosos —insiste, cruzando sus brazos.
—Nah. Preferiría no hacerlo.
Resopla, fingiendo estar enfadada, pero en el fondo, sé que le gusta por la forma
en que deja de protestar.
—Bien. Llámame lo que sea, pero todavía no quiero estar en tu lista de
problemas.
—Está bien —digo, asintiendo.
Se relaja y alarga su mano para tomar su teléfono, pero lo escondo tras mi
espalda.
—Haré que alguien mire el número —le digo—. Dudo que sean capaz de
rastrearlo, pero no hace daño intentarlo.
—Eso suena peligroso. —Frunce su ceño—. Kai, no quiero que te metas en más
problemas por mi culpa... —Deja de hablar mientras coloco un dedo sobre sus labios.
—No voy a meterme en problemas —prometo, luchando contra el deseo de
alejar mi dedo de sus labios y silenciarla con un beso, en su lugar—. Solo iré a alguien
que es una especie de amigo y que sabe cómo rastrear teléfonos mucho mejor que
yo. Además, me debe un favor.
Traga saliva.
—¿Me aseguras que no te costará nada? Y si lo hace, ¿me dejarás pagarlo?
—Te prometo que no me costará nada —digo, dibujando una X sobre mi
corazón.
Asiente vacilante.
24

—Está bien, pararé con la cosa de la lista de problemas. Solo, por favor ten
Página

cuidado. Me preocupo por ti, sabes.


Mi corazón hace esta oscilante cosa femenina y ridículamente estúpida. Nunca
nadie ha dicho que se preocupa por mí, ni siquiera mis padres. Quiero creer que esto
significa que se preocupa por mí, tal vez tanto como yo por ella, pero la duda sigue
afectando la parte trasera de mi mente cuando pienso en cómo de enamorada se ve
cada vez que está alrededor de Kyler. Probablemente tan enamorada como yo en este
momento.
Parpadeo un par de veces, pidiéndole a Dios que Isa no pueda ver mis
sentimientos escritos por toda mi cara. Aunque estoy bastante seguro de que podría
estar enamorándome de ella, no estoy dispuesto a declarar eso.
Una curiosa mirada cruza su expresión.
—¿Está todo bien?
Aclaro mi garganta y la miro.
—Sí. Solo estoy pensando que probablemente debería irme pronto.
Frota sus labios, estudiándome de cerca. Estoy tan jodidamente aterrado que
vea a través de mi mierda. Sin embargo, antes que pueda cavar demasiado profundo,
me levanto y estiro mis brazos por encima de mi cabeza.
—Voy a cambiarme, y entonces probablemente debería irme. Hay un autobús
que sale a las diez que nos llevará a un lugar que está en medio de todos los lugares
a los que tenemos que ir.
—Kai, podemos tomar el auto de repuesto de mi abuela —dice, poniéndose de
pie—. Indigo se fue, por lo que mi abuela me dijo que podía usarlo cuando lo
necesitara.
—Sí, pero... —Bostezo—. Si tienes que conducir, entonces eso quita mi sorpresa,
¿no es así?
—No. —Pone los ojos en blanco—. Después de todo lo que has hecho por mí,
debería estar dándote regalos y llevándote a todas partes.
—Ya me llevas a todas partes —señalo—. Pero si realmente no te importa,
entonces estoy bien con conducir, porque la última vez que tomé el autobús, terminé
sentado junto a un hombre que pasó los treinta minutos del viaje recortándose y
limpiando sus uñas de los pies. Casi me pegó en el ojo.
—Asco. —Su rostro se contorsiona con disgusto—. Eso es tan asqueroso.
—Sí, lo fue —estoy de acuerdo, recogiendo mi bolsa de lona del suelo—. Y he
evitado tomar el bus desde entonces. —Camino por el pasillo, bostezando de nuevo—
. Dame cinco minutos para ducharme, y luego nos iremos a pasar un impresionante
buen rato zombi.
Estoy casi en la entrada del pasillo cuando tentativamente dice:
—¿Kai?
Me vuelvo hacia ella.
25

—¿Sí?
Página

—Dormiste anoche, ¿verdad? Porque te ves muy cansado, y estoy empezando a


preocuparme de que tal vez no has estado teniendo suficiente sueño.
—Estoy bien. —Mentira total. No pude dormir en toda la noche. Estuve
tratando de descifrar el código para entrar en la tarjeta de memoria. Pero si le digo
eso, pasará el día hundiéndose en la culpa, y eso no es lo que hoy se supone que tenga
que pasar.
—Está bien. —No parece muy convencida—. Pero si estás cansado, tal vez
podrías intentar tomar una siesta. Me preocupa que puedas estar tratando de hacer
demasiado y olvidándote de cuidar de ti mismo.
—Siempre preocupándote por mi bienestar. —Le guiño un ojo, actuando
indiferente cuando, en realidad, sus palabras me tocan de una manera que no creí
que fuera posible.
Para cuando salgo de la sala de estar, me siento más relajado y optimista que
desde hace tiempo. Entonces mi teléfono suena con un mensaje entrante de T, y mi
estado de ánimo se desinfla mientras lo leo.
T: Si no veo algo de dinero en cuatro días, te haré una pequeña
visita y te recordará lo que va a pasar si no recibo mi dinero.
Yo: ¿Pensé que todavía había tiempo para pagarlo?
T: Quiero una prueba de que estás trabajando en conseguirme el
dinero, y creo que la mejor manera de hacerlo es hacer que me consigas
trescientos para el martes.
Yo: No sé si tendré tanto para entonces.
T: No es una jodida pregunta. Me darás trescientos el martes, o
tendrás que pagar las consecuencias. Y esta vez, será mucho peor que
un pequeño golpe en las costillas.
¿Un pequeño golpe en las costillas? El tipo aplastó mi costado con su puño
hasta que mis huesos se agrietaron.
Aprieto el puente de mi nariz. ¡Maldita sea! ¿Por qué tengo que dar fe de
Bradon? Conocía su reputación y todavía le dejé que me hiciera sentir lástima por él.
Con un suspiro, bajo mi mano a mi costado. Puedo hundirme todo lo que
quiera, pero no va a llevarme a ninguna parte.
Le respondo a T que le conseguiré los trescientos. Luego entro en el baño, a
sabiendas de que, llegado el martes, probablemente me estarán golpeando.

26
Página
C
uando Kai sale de la sala de estar, giro a su ordenador para echar un
vistazo a los archivos de la tarjeta de memoria. No sé si estoy cruzando
una línea, si Kai se enojará conmigo por husmear, pero no saber lo que
está ahí me está carcomiendo.
Cuando toco el mouse táctil, la pantalla no se enciende. Calculando que apagó
la computadora, presiono el botón de encendido. Nada. Intento conectar el cable de
alimentación. Nada.
Me rasco la cabeza.
—¿Qué diablos le pasa?
Estoy sentada en el sofá, frunciendo el ceño ante la pantalla en blanco del
ordenador, cuando Kai entra en la habitación, vistiendo jeans negros, una camisa de
manga larga y un cinturón con tachuelas. Su cabello está húmedo de la ducha, y una
serie de bandas de cuero cubren su muñeca, incluyendo la que le di.
Cuando me observa mirando la pantalla, hace una mueca.
—¿Qué estás haciendo?
—Tratando de ver los archivos. —Siento una gota de culpa en mi estómago—.
Lo siento. Solo trataba de distraerme de los mensajes. —Hago un gesto hacia su
ordenador portátil, equilibrada en la mesa de café—. Pero no se enciende.
—Puede que tenga que arreglarse después de lo que pasó —dice, metiendo su
cartera en el bolsillo trasero de sus jeans.
Mis ojos se amplían.
—¿Qué pasó?
—Creo que Big Doug puso un virus en la tarjeta de memoria. Pero no te
preocupes. Tomé algunas fotos de los archivos antes que desaparecieran. Y leí la
mayoría de ellos. —Se acerca al sofá con la mano extendida hacia mí—. Ahora deja
de preocuparte por cosas y ven. Tenemos algunos zombis que matar.
No sé cómo piensa que no voy a preocuparme con todo lo que ocurre. Sin
embargo, de alguna manera, me siento mejor cuando pongo mi mano en la suya,
como si tocarle me ofreciera suficiente comodidad para reducir algo del estrés.
Envolviendo sus dedos alrededor de mi mano, me levanta a mis pies.
—¿Estás lista para patear algún trasero zombi? —pregunta mientras
27

caminamos de la mano hacia la puerta.


—Demonios, sí. —Mi sonrisa es tan brillante como una bola de discoteca
Página

reflejada en la luz del sol.


Kai sonríe mientras alcanza la puerta, pero lo detengo cuando mi teléfono
suena dentro del bolsillo de mi chaqueta.
—Espera. Acabo de recibir otro mensaje.
El miedo me atraviesa, al pensar que el texto podría ser otra amenaza del
número desconocido. Me tenso, metiendo la mano en el bolsillo para recuperar mi
teléfono.
—¿De quién es? —pregunta Kai, inclinándose por encima de mi hombro para
leer el mensaje.
—Es de Indigo. —El alivio me inunda—. No he sabido nada de ella desde hace
días.
Kai apoya su barbilla en mi hombro.
—¿Crees que todo está bien?
—No lo sé.
El mensaje es extraño, un simple: Hola, ¿cómo te va?
—Voy a llamarla rápidamente. —Presiono su número y coloco el teléfono en mi
oreja.
—Hola —contesta después de cuatro timbres—. ¿Qué pasa?
—Estaba a punto de preguntarte lo mismo. —Voy hacia el sofá—. ¿Por qué no
has respondido a ninguno de mis mensajes?
—Lo siento. Rompí mi teléfono hace unos días y acabo de recibir un reemplazo
—se disculpa—. Habría usado el teléfono de mi mamá, pero cuando se fue de juerga,
se olvidó de pagar la factura. —Suspira exhausta—. Dios, ella es un desastre. Tendría
que revisarla en rehabilitación.
—¿Estás bien? —le pregunto—. ¿Necesitas algo? Tal vez la abuela y yo podamos
ir allá o algo así.
—Nah. Está bien. Tienen sus propias vidas. —Suena más desanimada de lo que
nunca la he oído—. Solo necesito llevarla a rehabilitación y salir de aquí. He hecho
esta mierda demasiadas veces, y siempre me deprimo cada vez que estoy aquí porque
sé que no es la última vez. Esto sucederá una y otra vez y otra vez.
—Tal vez la rehabilitación ayudará esta vez —le digo, tratando de sonar
optimista.
—Dudoso. —Otro suspiro derrotado—. Pero tal vez.
—¿Has pensado alguna vez en hablar con tu mamá? —Me hundo en el sofá—.
¿Decirle cómo te sientes? Tal vez escucharlo desde el punto de vista de un extraño
podría ayudar. Tal vez ni siquiera se dé cuenta de lo malas que son las cosas.
Hace una pausa y luego se ríe.
—Vaya. Mi mierda de psicóloga se te pegó, ¿verdad?
28

—Tal vez. Pero eso no es malo. A veces puedes ser bastante sabia.
Página

—Sí, de verdad puedo, ¿no? —reflexiona, sonando más como la alegre Indigo
que conozco.
Kai atrapa mi mirada desde el otro lado de la habitación.
—¿Está todo bien? —articula.
Asiento y le ofrezco una sonrisa tranquilizadora.
—Sin embargo, es un buen consejo —dice Indigo—. Tal vez pueda sentarme y
tratar de hablar con ella. Con suerte, puedo conseguir que se desembriague, o a lo
mejor es inútil.
—Bueno, avísame si necesitas ayuda. Como dije, mi abuela y yo podemos
conducir hasta allá si hace falta.
—Estoy segura de que puedo manejar esto, pero gracias.
—Está bien. —Me recuesto en el sofá—. ¿Cuándo crees que volverás?
—Pronto —promete—. Probablemente me desharé de todo su alcohol y la
desembriagaré esta noche y luego trataré de hablar con ella por la mañana.
—Llámame si necesitas hablar. O incluso llámame si no necesitas hablar. Echo
de menos hablar contigo. Realmente quería hablar contigo de... —me atrevo a echar
un vistazo a Kai, muy consciente de que me está mirando—… cosas.
—¿Qué tipo de cosas? —Me conoce demasiado bien.
Muerdo la uña de mi pulgar.
—Sí, necesito un consejo.
—¿Está el chico del que necesitas consejo ahí contigo? —Siento su sonrisa en la
diversión inundando su tono.
—Sí.
—Bueno, levántate y entra en tu habitación para que podamos tener alguna
conversación de chicas mientras tengo un par de minutos. Será bueno hablar de algo
más que de mi papá y lo jodidamente bastardo que es.
—De acuerdo. —Me levanto, ignorando la extraña mirada que Kai me da—.
Volveré enseguida —articulo antes de entrar a mi habitación.
Cierro la puerta y la bloqueo y luego me desplomo en la cama.
—Así que, creo que podría estar superando a Kyler.
—¡Gracias a Dios! ¡Esperaba que dijeras eso! —exclama—. Entonces, ¿en qué
necesitas mi ayuda? ¿En ir tras Kai? Porque estoy segura de que ya lo tienes.
—No lo tengo. —Me acuesto boca abajo y miro por la ventana hacia las nubes—
. Kai y yo somos solo amigos.
—Pero quieres ser más —insiste—. Sé que quieres.
—No lo sé... quizás. —Mi estómago se retuerce mientras repito el beso en el
sofá—. Pero eso no es lo que realmente quería hablar contigo. Quería preguntarte
qué debo hacer con Kyler, porque me ha enviado mensajes un par de veces para ver
29

si quiero salir, y sigo mintiendo y diciéndole que no puedo. Pero no quiero mentir
Página

más. Solo quiero decirle la verdad, y luego... no sé ... tal vez tratar de ser su amiga. —
Trazo el patrón circular del edredón con la punta de mis dedos—. ¿O es demasiado
raro?
—Todo eso depende.
—¿De qué?
—De qué tan amigos eran antes.
Arrugo mi nariz.
—Realmente no éramos amigos. Solo empezamos a hablar cuando regresé de
mi viaje.
—Lo sé, pero necesitaba que lo dijeras para recordarte que en realidad no
necesitas a Kyler como amigo. Y en realidad, no creo que vaya a querer ser tu amigo.
Creo que empezó a salir contigo porque quería conectar contigo.
—Ay. Manera de ser contundente.
—Es mejor que mentirte y dejarte entrar en esto a ciegas.
—¿Debería incluso entrar en esto? —Me apoyo en mi codo y descanso mi
barbilla en mi mano—. ¿O debería enviarle un mensaje? Nunca he tenido una de esas
conversaciones con un chico.
—Por mucho que no sea fan de Kyler, nunca he sido fan de romper con chicos
por mensajes de texto —dice—. Probablemente deberías encontrarte con él. Llévalo
a tomar un café o un helado y solo dile cómo te sientes.
Miro cómo empieza a lloviznar.
—¿Y crees que será así de fácil?
—Todo depende de lo mucho que le gustes. —Algo se estrella en el fondo y ella
suelta una serie de maldiciones—. Mierda. Tengo que irme. Mi madre acaba de
despertar. Pero primero quiero felicitarte.
Alzo mis cejas.
—¿Por qué?
—Por dejar ir todo este enamoramiento de Kyler. Tu primer enamoramiento es
siempre un poco difícil de dejar ir, pero a veces, solo tienes que aceptar que las cosas
no estaban destinadas a ser y que tal vez estaba destinado a ser con el hermano
adorablemente sexy.
—Ahora, ¿quién es la psicóloga? —bromeo con una sonrisa.
—Sí, es mejor que tomes notas —bromea—. Esto es algo bueno.
Me río, y ella se une por un momento antes de desearme suerte y decir adiós.
Cuelgo y me levanto, y me estoy preparando para volver a la sala de estar
cuando mi teléfono vuelve a sonar.
—¿Hola? —respondo sin mirar la pantalla.
30

—Hola, cariño —dice la abuela Stephy—. Odio hacerte esto porque sé que tenías
esa cosa de paintball zombi, pero realmente necesito un favor.
Página

Agarro el pomo de la puerta del dormitorio, pero no abro la puerta.


—Bien, ¿qué pasa?
—Necesito que vengas a recogerme. —Suspira con exasperación—. Mi auto se
estropeó cerca de la intersección de la carretera, y ninguno de mis amigos puede
venir.
—Por supuesto. —Abro la puerta y camino por el pasillo hacia la sala de estar—
. Estamos en camino ahora mismo.
—Gracias, cariño —dice—. Y realmente lo siento por esto. Sé que estabas
deseando ir a apuñalar a esos vampiros o lo que sea que estaban murmurando esta
mañana.
—Era paintball de zombis. —Me río cuando entro en la sala de estar, y Kai me
da una mirada divertida desde el sofá—. Y eso está bien. Podemos hacerlo más tarde
u otro día. Esto es mucho más importante. —Le digo adiós, entonces cuelgo.
—¿Está Indigo bien? —pregunta él, poniéndose de pie.
—Sí, está bien. Su mamá está estresándola con su bebida, pero dice que ella está
comprobando su rehabilitación. —Recojo las llaves del auto del mostrador—. Pero
tengo algunas malas noticias. Mi abuela me llamó; su auto se averió. Necesita que
vayamos a buscarla, lo que significa que tal vez no podamos llegar a la caza de zombis
hoy.
—Está bien. —Kai se acerca y toma mi mano como si fuera la cosa más natural
del mundo—. Todavía podemos tener alguna diversión, si no lo hacemos. Y todavía
podemos ir a paintball de zombis algún día la próxima semana. De todos modos, es
otoño, de modo que no hay clases de miércoles a viernes.
—Oh, sí, me olvidé de eso. —Mi estado de ánimo vuelve, y una pequeña sonrisa
se dibuja en mis labios. Eso significa que solo tendré que aguantar dos días de
infierno en el instituto Sunnyvale.
—Todo va a estar bien. —Kai me acerca y envuelve su brazo alrededor de mi
cintura—. Prometo que no dejaré que nadie te haga nada.
Respiro el olor de su colonia. Dios, huele mejor que las galletas de azúcar.
—Es una promesa muy grande. No puedes verme las 24 horas del día.
Levanta una ceja.
—¿Quieres apostar?
Por lo general, discutiría con él, pero la feroz determinación que se filtra por
sus ojos mantiene mis labios fusionados.
En el fondo, quiero que cumpla con su promesa. No sé si dejar que me ayude
me hace débil o no, pero voy a fingir que no. Además, incluso los superhéroes
necesitan compañeros, así que quizás dejar que me ayude no me hace débil. Tal vez
de alguna manera me hace más fuerte.
31
Página
K
ai y yo pasamos el resto de la mañana del sábado y bien entrada la tarde
ayudando a que mi abuela tenga su auto remolcado hacia un mecánico.
Cuando llegamos a casa, es tarde, y Kai tiene que irse a buscar trabajo y
remolcar su propio auto de regreso a la ciudad.
Pasa por la casa de su amigo para que le eche un vistazo al número de mi
teléfono, pero su amigo tampoco puede rastrear el número, algo que me informa
cuando me envía un mensaje más tarde esa noche. También me informa que está
llegando muy tarde y no volverá hasta por lo menos la una o dos de la mañana.
Trato de permanecer despierta para poder hablar con él acerca de los archivos,
pero alrededor de la medianoche, me desmayo en el sofá.
Cuando me despierto otra vez, la sala está oscura, la televisión está apagada, y
cálidos dedos acarician mi mejilla.
Sorprendida, empiezo a sentarme, pero la voz de Kai me tranquiliza
instantáneamente.
Parpadeo mientras él se sienta en el borde del sofá junto a mí, sus dedos
rozando ligeramente mi mejilla.
—¿Qué hora es? —pregunto a través de un bostezo.
—Las tres y media de la mañana. —Mete un mechón de cabello detrás de mi
oreja—. Siento haberte despertado. Estaba tratando de decidir si debía simplemente
tumbarme en el suelo y dejarte dormir, pero entonces me preocupé por lo que diría
tu abuela cuando saliera por la mañana.
—Está bien. —Me siento y estiro mis brazos por encima de mi cabeza—. Siento
haberme dormido donde duermes. Estaba tratando de esperarte para asegurarme de
que llegabas bien a casa, pero debí estar más cansada de lo que pensaba.
Sus cejas se fruncen, confusión escrita en todo su rostro.
—¿Me estabas esperando?
Me encojo de hombros, sin saber cuál es el problema.
—Estaba intentando.
Sus labios se contraen en una media sonrisa desconcertada.
—No creo que haya tenido a alguien esperándome aparte de mis padres, y solo
hicieron eso para gritarme.
32

—Bueno, es tarde —explico con un encogimiento de hombros—. Y luego está


todo con este tipo T... Me pone nerviosa cuando estás solo.
Página

Sostiene mi mirada, sus labios curvándose mientras acaricia mi cabeza.


—Sabes que no estaba solo, ¿verdad? Estaba con un par de mis amigos. Y soy
un niño grande.
Abro la boca para explicarme, dándome cuenta de lo idiota que probablemente
sueno, pero se inclina y toca sus labios con los míos suavemente una, dos, tres veces.
—Me gusta que te preocupes por mí —susurra, inclinándose hacia atrás con un
rastro de simpatía bailando en sus ojos.
Asiento, incapaz de hablar, temiendo que mi voz salga sin aliento como una
chica embelesada de algún chico. Y, sí, me doy cuenta de que estoy haciendo eso,
pero prefiero mantenerlo por ahora.
Kai mete otro mechón detrás de mis orejas, y mis pestañas revolotean.
—Deberías irte a la cama —susurra, sonando más reacio como si es lo menos
que quiere que haga.
—De acuerdo —digo, sin moverme.
Nos miramos fijamente, y luego se moja los labios con su lengua. Trago
nerviosamente, mi corazón latiendo fuerte en mi pecho. Entonces las luces se
encienden, y el momento se pierde y se rompe cuando mis ojos duelen por ajustarse
al brillo.
—Muy bien, chicos. Odio romper este pequeño momento de besitos, pero creo
que es hora de ir a la cama —dice la abuela Stephy desde el pasillo.
Mis mejillas se calientan al levantarme, y ella me sonríe a sabiendas.
Sabiendo que lo más probable es que está a punto de avergonzarme, no espero
a escuchar lo que tiene que decir, pasando a su lado y gritando unas buenas noches
por encima de mi hombro.
Una vez que entro en mi habitación, bloqueo la puerta y me acuesto en mi cama.
Llevando mis dedos a mis labios, sonrío mientras repaso los suaves besos de Kai.
Tres besos simples, sin embargo, fueron más mágicos que el polvo de hada, deseos
de genio, y hadas madrinas. Creo que Indigo podría haber estado en lo cierto todo el
tiempo. Me gusta Kai, realmente me gusta.
Mucho.
Tal vez más de lo que nunca me ha gustado nadie en toda mi vida, lo que
significa que es definitivamente el momento de romper las cosas con Kyler.
33
Página
A
la mañana siguiente, Kai y yo holgazaneamos viendo películas de zombis
hasta que mi abuela se va. Entonces apagamos la televisión para hablar
de los archivos en el ordenador. Me dice todo lo que leyó, pero realmente
empiezo a enloquecer cuando veo algunas de las fotos que tomó en su teléfono.
—¿Lynn era sospechosa? —Me quedo boquiabierta ante Kai—. ¿Lynn? ¿Lynn
Anders? ¿Mi mamá, madrastra?
Asiente, tomando el teléfono.
—Sí. Ninguno de los archivos decía por qué era sospechosa, y no estoy seguro
de cuántas pruebas tienen contra ella o si eso es solo la teoría de un abogado. —Toma
mis manos en las suyas—. La buena noticia es que no tienen mucha evidencia sobre
tu mamá: unas huellas dactilares y un testimonio de alguien que no se mueve.
—Sí, supongo que sí.
Mi mente está girando, junto con mi mundo entero. Mi madre está en la cárcel
por asesinar al hijo de mi madrastra. Ella podría ser inocente. Mi madrastra podría
ser culpable. ¿Qué significa todo esto?
—¿Quién dio el testimonio?
—No estoy seguro si alguna vez se dijo en los archivos. —Se desplaza a través
de su teléfono, frunciendo sus labios—. No veo nada aquí acerca de eso... —Mueve
algo y luego alcanza su computadora—. Déjame ver si puedo volver a la tarjeta de
memoria.
Me volteo, aplastando el cojín con mi rodilla.
—Creí que dijiste que tenía un virus.
—Sí, pero no lo utilizaré en mi computadora. —Abre su computadora portátil y
pulsa el botón de encendido—. Es posible que tenga que averiguar otro código de
acceso para volver, y si lo hago, puedo ver los archivos de nuevo.
Me froto la nariz.
—¿De verdad quieres pasar por todo eso otra vez?
Se encoge de hombros.
—Por ti, claro.
Me muerdo el labio, reteniendo la torpe sonrisa que quería aparecer.
—Kai, realmente no tienes que hacer esto. De hecho... —Me alejo cuando él
34

comienza a maldecir y golpear sus dedos contra el teclado—. ¿Qué sucede?


Página

—Creo que la computadora está frita. —Presiona varios botones antes de darse
por vencido y poner la computadora portátil en la mesa de café.
—Lo siento. —Suspiro de manera culpable—. Todo esto es mi culpa. Todo esto
lo es, en serio.
—¿Dejarías de decir mierda así? —Cae de nuevo en el sofá, agarrando mi brazo
y acercándome a él—. Pude alejarme en cualquier momento. Elegí no hacerlo. Esa
fue mi elección. Quería ayudarte más de lo que siempre quise hacer.
Descanso mi cabeza en su pecho, escuchando el latido de su corazón y notando
lo rápido que compite, igual que el mío.
—Aun así, quiero ayudar... ¿Qué puedo hacer? —pregunto.
—Solo quiero encontrar una computadora para que pueda buscar esto para ti.
—Pasa sus dedos a través de mi cabello—. Lo que necesito es una computadora que
no me importe destrozar.
—Siempre podrías usar las computadoras de la biblioteca —sugiero, pero más
como una broma.
—Me pone nervioso acceder a esos archivos en público —dice, tomándome en
serio—. Si alguien ve lo que estoy buscando, estaría con la mierda hasta el cuello.
—Puedo ser tu vigilante y asegurarme de que nadie se acerque y mire la
pantalla. —Me inclino hacia atrás para mirarlo—. Quiero decir, si realmente quieres
hacer eso. Estaba bromeando cuando lo sugerí.
Sonríe de la forma más adorable que jamás haya existido.
—Tan linda como esa oferta es, no creo que puedas detener a alguien de
caminar y mirar la pantalla sin ser demasiado obvio.
—Sí, podría. —Ignoro el lindo comentario, aunque mis mejillas reaccionan,
sonrojándome—. Podría distraerlos con mis habilidades super geniales de
distracción.
Aprieta sus labios, conteniendo una sonrisa.
—Oh, ¿sí? ¿Cómo?
—No lo sé. —Me encojo de hombros—. Haciendo algo loco, como fingir que mi
silla se volcó. O podría fingir un desmayo. O si fuera un hombre, podría coquetear.
—Coquetear, ¿eh? —pregunta con hilaridad brillando en sus ojos—. ¿Sabes
cómo hacer eso?
—Sí. Simplemente no lo hago mucho. —Total mentira. Apesto mucho en el
coqueteo a menos que Indigo esté conmigo para tomar el control cuando me
convierto en un bicho raro, vamos-a hablar-de capas-y-mágicos-poderes-de-chica.
Contempla lo que dije y luego se frota las manos.
—Está bien, vamos a verlo.
35

—¿Eh? —Parpadeo—. ¿Ver qué?


La malicia brilla en sus ojos.
Página

—Verte coquetear.
—¿Contigo?
—Eso o podríamos pedirle al amigo de tu abuela que nos ayude.
—De ninguna manera voy a volver a su habitación mientras están juntos. —
Hago una mueca—. Dios sabe lo que han estado haciendo allí durante más de una
hora.
Sonríe.
—Creo que sabes exactamente lo que están haciendo, y es por eso por lo que no
vas a volver allí.
Asiento.
—Me uno a ello.
—Entonces está bien, supongo que tendrás que mostrar estas supuestas
habilidades de coqueteo conmigo. —Espera a que responda. Cuando no lo hago,
añade—: A menos que estés demasiado asustada.
Entrecierro mis ojos.
—Sabes que no le tengo miedo a nada... excepto quizás a las personas que se
disfrazan como unicornios, pero eso es por una buena razón.
Me mira boquiabierto.
—¿Qué…? ¿Cómo…? ¿Eh?
—Cuando tenía seis o siete años, un tipo disfrazado de un unicornio me
persiguió por un carnaval hasta la casa de la risa, y luego me perdí. —Mis ojos se
amplían mientras mentalmente revivo el horror—. Al menos eso es lo que pensaba.
No me di cuenta que estaba tratando de darme un cupón para una bolsa gratis de
algodón de azúcar. En mi defensa, se parecía más a una vaca poseída por un demonio
que a un unicornio. En serio, su traje estaba muy lejos de serlo. Y él realmente no
debió perseguirme. Fue totalmente espeluznante.
—¿Estabas allí sola?
—Sí. Nadie me llevaría, así que me fui sola.
—¿Y te dejaron ir?
Miro hacia otro lado, incapaz de soportar la lástima en sus ojos.
—Hice muchas cosas así. No es tan importante.
—No creo que pienses eso realmente —dice suavemente—. Creo que sabes que
está mal.
Miro mis manos, evitando el contacto visual con él.
—Por supuesto que sé que está mal. Pero está en el pasado, así que ya no
importa. Y en serio no quiero hablar de Lynn o de mi papá en este momento, no con
lo que acabo de aprender.
36

Su mirada quema mi sien.


Página

—Entonces, ¿de qué quieres hablar?


Levanto mi hombro y me encojo de hombros, mirándolo a hurtadillas.
—No lo sé. Algo divertido.
—Divertido, ¿eh? —La compasión se borra de sus ojos y es reemplazada por el
humor, dejándome saber que está a punto de decir algo que probablemente me haga
sonrojar—. Creo que el coqueteo es bastante divertido... si lo haces bien.
—Por supuesto que piensas eso. —Pongo mis ojos en blanco—. Eres natural.
Parece divertido por mi declaración.
—Lo soy, ¿no?
Pongo mis ojos en blanco otra vez.
—Ya sabes que lo eres.
Sonríe de oreja a oreja.
—Cierto. Pero eso significa que soy una gran persona para practicar, porque
podré darte algunos consejos.
—Realmente no vas a dejar ir esto, ¿verdad?
—No, probablemente no.
Decido tomar el riesgo.
—¿Me prometes que no te burlarás de mí?
Asiente, dibujando una X en su corazón.
—Te lo juro y que me muera, y se le clave una aguja en el ojo de Hannah.
Suspiro, arrodillada encima del cojín.
—Bien. Lo haré.
Sonríe, se recuesta en el sofá y mete las manos detrás de la cabeza.
—Está bien, adelante. Impresióname con tus habilidades de coqueteo.
—Espera. ¿Qué vas a hacer?
—Sentarme aquí y mirar.
Le frunzo el ceño.
—Eso no parece justo en absoluto. De hecho, suena muy incómodo.
Sonríe de manera burlona.
—No si te gusta el coqueteo.
Solo quiero borrar esa sonrisa de su rostro. Pero sé que nunca seré capaz de
rockear al coquetear. Sin embargo, soy una besadora decente. Bueno, al menos
nunca tuve quejas. Por otra parte, no he besado a muchos chicos.
Sin saber qué más hacer, me levanto y me posiciono delante de él.
Alza la cabeza para mirarme, su arrogante sonrisa jugando en sus labios.
37

—Entonces, ¿este es tu movimiento?


Página

Niego y me quito el cabello de los ojos. Estoy usando jeans ajustados y una
camiseta negra sin mangas, no un traje sexy por cualquier medio, pero pretendo ser
toda seductora como he visto a Indigo hacer mil veces, y me siento a horcajadas en
su regazo.
La aturdida mirada en su cara me da ganas de reír, pero sigo.
—Entonces, he estado pensando —coloco mi mano encima de su hombro—,
sobre tu y yo y lo increíble que sería estar juntos. De verdad. Apuesto a que besarte
sería mucho mejor que cualquier otro tipo que haya besado. —Muerdo mi labio
inferior, atrayendo su atención a mi boca. ¡Diablos, sí, una puntuación para mí!—.
Pero la única manera de descubrir eso es que nos besemos. No tiene que significar
nada. Quiero decir, podemos probarlo, ¿verdad?
Sus manos caen a mi cintura, hundiendo sus dedos en la piel que asoma por el
borde de mi camisa.
—Joder, sí, podemos —casi gruñe.
Estoy por sonreír de forma “jaja, te gané” cuando se inclina.
¿Espera? ¿Qué? Pensé que estábamos jugando. ¡Dile que solo estabas jugando!
En vez de escuchar mis pensamientos, permanezco congelada mientras su boca
se acerca a la mía.
De acuerdo, realmente quería decir lo que dije. Quiero saber cómo sería un
verdadero beso con él. Quiero besarlo, tocarlo. Quiero que haga lo mismo conmigo.
Dios mío, estoy perdida.
Indigo me dijo una vez que estar completamente enamorada de un chico se
sentía como el paracaidismo, algo que hizo una vez y algo que nunca haré. Pero eso
no tiene sentido. El punto es que ella dijo que estar enamorada es como caerse de un
avión. Tu corazón late en tu pecho, y tienes este miedo dentro de ti de que tu
paracaídas no se abra, que la persona no te amará. No estoy segura si estoy
enamorada aún, soy bastante desorientada acerca del amor en general, pero
definitivamente estoy recibiendo todo la vibra en este momento, como si estuviera a
punto de bucear y no estoy segura si realmente quiero.
Mi corazón late en mi pecho mientras sus labios se acercan a los míos. Me
acerco. Sus labios están tan cerca. No puedo esperar a...
Mi teléfono suena en la mesa de café detrás de nosotros, y nos separamos.
Cambiamos una mirada de asombro mientras el teléfono suena de nuevo.
Su manzana de Adán se asoma mientras traga.
—¿Vas a contestar eso?
—Uh... —¿Quiere que lo responda? ¿Quiero contestar? No, quiero volver a lo
que estábamos haciendo. Pero la idea de pedirle que me bese de nuevo cuando yo
claramente sé que no puedo coquetear hace que mis mejillas se sonrojen—. Uh,
probablemente debería en caso de que sea Indigo o algo así.
Asiente, mordiendo su labio inferior.
38

Se necesita todo mi esfuerzo para arrastrar mi culo de su regazo y contestar mi


teléfono.
Página

—¿Hola? —pregunto, sonando sin aliento.


—Hola. —La voz de Kyler llena la línea—. ¿Estabas corriendo o algo así? Pareces
sin aliento.
Me río nerviosamente.
—¿Yo correr? Sí, claro, qué gracioso chiste.
—Deberías intentar venir conmigo algún día. Realmente puede ser muy
divertido si vas a los lugares correctos o tienes una gran compañía —dice—. Tal vez
podríamos ir en algún momento la próxima semana.
Mi mirada se desplaza hacia Kai.
—Uh...
—¿Quién es? —susurra, con las cejas fruncidas.
No sé qué tipo de mirada le doy, pero logra averiguar la persona que llama
simplemente evaluando mi expresión.
—Oh. —Cruza sus nudillos contra los lados de sus piernas—. Lo tengo. El idiota
de mi hermano.
Le doy una mirada intencionada, deseando gritar: ¡No! ¡No lo entiendes! ¡No
tienes idea! Pero él mira hacia otro lado y fija su atención en su teléfono.
—No sé si alguna vez seré el tipo que corre —le digo a Kyler—. Pero si quieres
hacer algo, podríamos ir a tomar un café o un helado. De todos modos, hay algo que
he querido hablar contigo.
Siento que Kai se pone rígido a mi lado y me siento como la idiota más grande.
Sí, eso soy yo: la princesa Isa, gobernante del Reino de Idiotas.
—Sí, también he querido contarte algunas cosas. —Su voz cambia, el tono alegre
y coqueto se vuelve serio—. Te he enviado unos cuantos mensajes de texto, tratando
de que te encuentres conmigo, pero no has respondido.
—Ha habido muchas cosas... con la escuela y otras cosas.
—Sí, lo sé. Me enteré de lo que pasó en la escuela, y siento mucho que te haya
pasado. Si necesitas a alguien con quien hablar, soy un gran oyente.
El hecho de que él sepa lo que pasó en la escuela cuando ni siquiera va allí me
hace demasiado consciente de lo horrible que será la escuela el lunes.
—Gracias —digo—. No estoy segura si estoy lista para hablar de ello, pero
agradezco la oferta.
—Bien, bueno, solo te digo que estoy aquí cuando estés lista —me dice—. Quiero
decir con respecto a todo, también. Si hay algo de lo que necesites hablar, cualquier
cosa, puedes venir a verme. Tal vez si quieres hablar de lo que está pasando con tu
mamá, tu verdadera mamá, quiero decir. Sé que tiene que ser difícil para ti, saber
que está en la cárcel... Sin embargo, escuché que podría estar por salir. ¿Es eso
cierto?
Sus preguntas me dejan un mal sabor en mi boca. ¿Por qué iba a traer esto a
39

colación? Apenas me conoce. Y por qué preguntar si ella va a ser liberada.


Página

—Realmente no estoy segura. Acerca de algo más. —Lo cual es la verdad. De


hecho, de lo único que estoy segura es de Kai.
Abro la boca para decir adiós cuando oigo una voz aguda desde el fondo decir:
—¿Lo estás haciendo ahora? —La pregunta es seguida por una risita. Una risita
que casi estoy segura de haber escuchado antes.
¿Hannah? ¿Él está con Hannah?
Tal vez estoy paranoica. Tal vez hay una chica que suena como Hannah. Pero
algo no me acaba de encajar.
Le digo que tengo que irme, y él se apresura y fija una hora para encontrarnos
a tomar helado el viernes a las siete después de que yo salga del trabajo. No tengo
idea de lo que voy a decirle o cómo va a reaccionar, pero mi estómago da vueltas con
nerviosismo solo de pensar en ello.
—Así que decidiste ir a una cita con él —dice Kai después de colgar—. Eso es
genial.
Equilibro el teléfono en el reposabrazos y me vuelvo hacia él.
—¿Lo es?
Se encoge de hombros con la mirada fija en su teléfono, apretando los botones.
—No lo sé. No puedo leer lo que está pasando por tu cabeza. Pero supongo que
no irías a una cita con él si no quisieras.
—No es una cita —le digo rápidamente—. En absoluto.
—¿Así como la última vez que salieron y no lo fue? —Pone los ojos en blanco—
. En realidad, estoy empezando a pensar que tal vez estás un poco confundida acerca
de lo que realmente son las citas.
—Sé lo que es una cita, y eso no es lo que estamos haciendo. —Me recuesto en
el sofá con una fuerte exhalación—. Si es algo, vamos a salir a una no cita.
Sus dedos dejan de moverse, y me mira con curiosidad.
—¿Una no cita?
Me encojo de hombros.
—No sé cómo más llamarlo.
—Pero ¿qué es exactamente? —Coloca el teléfono en su pierna y fija su atención
completamente en mí—. Quiero decir, ¿qué van a hacer?
—Vamos a tomar helado. —Me fijo en el incompleto esmalte lila en las uñas—.
Y luego le voy a decir que creo que deberíamos ser solo amigos y no salir a citas.
—Entonces, ¿vas a romper con él?
—Realmente no lo llamaría romper ya que nunca estuvimos realmente juntos.
—¿Y es tan fácil para ti hacer eso? ¿Dejar ir al tipo del que has estado
enamorada —pone los ojos en blanco de nuevo—, desde siempre?
40

Quito la última capa de esmalte de mi pulgar y luego dejo caer mi mano en mi


regazo.
Página

—No creo que haya estado enamorada alguna vez de Kyler. Él fue mi primer
encaprichamiento verdadero, y yo no quería dejar que ese sueño se fuera... pero
ahora siento... no sé. —Me encojo de hombros—. Supongo que lo he superado.
Me estudia atentamente antes de reorientar su mirada hacia su teléfono.
—Bueno, creo que es algo bueno.
Lo estudio mientras él se queda absorto en su teléfono.
—Lo crees, ¿de verdad?
—Sí, seguro. —Intenta actuar todo indiferente, pero sus labios amenazan con
formar una sonrisa—. Sé que es mi hermano, pero el tipo es un idiota, y te mereces
algo mucho mejor.
—No creo que sea un imbécil —digo, pero ya no estoy tan segura—. Y todavía
quiero intentar ser amiga de él. —Bueno, solía querer hacerlo. Realmente ahora no
lo sé.
Niega.
—Sí, no creo que debas hacer eso.
Me vuelvo aprensiva.
—¿Por qué no? ¿Porque no te gusta? ¿O es algo más? —¿Sabes que está
pasando tiempo con Hannah?
—No, porque... —Deja el teléfono en el cojín y toma mi mano, pasando sus
dedos por los míos—. Mira, solo confía en mí, ¿de acuerdo? Ve a tomar helado con
Kyler, dile lo que necesitas decir, y luego corta los lazos... Y ten cuidado cuando estés
con él. Si algo parece extraño, llámame.
—Kai, me estás preocupando. ¿Hay algo que no me estás diciendo? Porque en
el teléfono... Kyler me hacía preguntas acerca de mi madre, y juro que escuché a
Hannah en el fondo... Pudo haber sido mi imaginación... pero no sé.
El músculo de su mandíbula se tensa.
—¿Crees que escuchaste a Hannah?
Asiento.
—¿Hay algo que está pasando que no sé? —¿Kyler está saliendo con mi hermana
y solo juega conmigo?
Kai traga con fuerza.
—Hay muchas cosas que no te voy a decir, pero tendrás que confiar en mí.
—Es una gran cosa para pedirle a una persona. Confiar en alguien no es algo
que hago muy fácilmente.
—Lo sé. —Sostiene mi mirada—. Pero la pregunta es, ¿confías en mí?
Parece que su pregunta tiene un significado subyacente, un enorme, épico,
significado de cambio de relación. Sin embargo, me encuentro asintiendo con
facilidad.
41

—Sí, confío en ti —lo admito—. Mucho.


Página

Sonríe, y yo reflejo su reacción.


—¿Por qué parecen drogados? —La abuela Stephy nos sorprende, y ambos
saltamos lejos del otro cuando ella entra en la sala de estar.
¡Mierda, ni siquiera la oí entrar!
Kai regresa a mensajear desde su teléfono mientras yo actúo tan tranquila como
puedo, retrocediendo en el sofá y devolviéndole su actitud descarada.
—Así que, ¿qué han hecho Harry y tú por la última hora? —le pregunto con
indiferencia.
Mueve las cejas mientras pasa sus manos encima de su camisa, suavizando las
arrugas.
—¿De verdad quieres que responda eso?
Hago una mueca de asco.
—Uh... no, gracias.
Sonríe, pasando los dedos por su cabello.
—Entonces no preguntes. —Entra en la cocina y empieza a sacar los
ingredientes para hacer un pastel.
Aunque me encanta el pastel, sé que está cocinando uno ahora mismo porque
eso es lo que hace cada vez que ella y Harry lo hacen. ¿Cómo puedo saber esto?
Porque la última vez que le pregunté por qué estaba horneando un pastel sin razón
aparente, me explicó con mucho detalle.
—A Harry le encanta comer un poco de azúcar después que le doy un poco de
azúcar. —Me guiñó el ojo—. Si sabes a lo que me refiero.
—¿Has sabido algo de Indigo? —pregunto, levantándome del sofá y entrando
en la cocina.
Negando, saca un tazón grande y lo pone en el mostrador.
—No, desde ayer.
—Espero que todo haya ido bien. —Me hundo en un taburete—. Espero que
haya logrado que su mamá sea ingresada en rehabilitación.
Recoge la harina de la despensa.
—Estoy segura de que sí. Traté de llamarla un par de veces, pero a veces es tan
rara en lo referente a aceptar ayuda. Sin embargo, no estoy sorprendida. Todas mis
nietas resultaron ser pequeñas raras. —Me guiña un ojo—. Después de todo, soy su
abuela.
Hago una exagerada inclinación de cabeza.
—Eres bastante rara.
—Sí, lo soy. —Toma el azúcar del armario encima de la estufa—. Igual que tu
pequeño amigo que está ahí. Por eso me gusta tanto.
Kai deja de mensajear y me lanza la sonrisa más adorablemente complacido.
42

—Le caigo bien —articula con una sonrisa gigante.


Página

Pongo los ojos en blanco, pero por dentro, estoy pensando, también a mí, chico
lindo, también a mí.
Volviendo a mi abuela, la miro medir tazas de harina y verterlas en el tazón.
—¿Y mi papá?
Se detiene a la mitad del vertido y me mira.
—¿Qué hay con él?
Trazo una línea en el mesón.
—¿Has sabido algo de él?
Baja la taza de medir.
—En realidad, ayer también oí hablar de él. He querido hablar contigo de esto,
pero no hemos tenido la oportunidad de charlar a solas.
Kai se levanta.
—Tengo que hacer una llamada. Estaré afuera. —Dándonos a mi abuela y a mí
algo de intimidad, aunque lo más probable es que yo le cuente lo que ella me diga,
porque él está empezando a convertirse en mi verdadera persona a la que acudir.
—Entonces, ¿qué dijo? —pregunto después que uno o dos latidos del corazón
pasan.
Cierra los labios, y parece ansiosa.
—En realidad tenía mucho que decir. —Baja la taza de medir y se acerca para
poner su mano en la mía—. Supongo que todo esto con su compañía está siendo
investigado. Hay algunos cargos de fraude en contra de la compañía, y parece que
van a perder la casa por culpa de ello.
Mis ojos se abren de par en par.
—¿Qué?
Asiente.
—Lo siento mucho, Isa. Sé que no estás en los mejores términos con tu padre,
pero esa era la casa en la que creciste. Tiene que ser difícil escuchar esto.
Trago el bulto emocional alojado en la garganta.
—Supongo que sí. —Aspiro y poco a poco suelto el aire—. En realidad, estoy un
poco conflictuada. Por un lado, me siento mal. Pero por el otro... bueno, esa casa
realmente no guarda demasiados recuerdos buenos.
—Oh, cariño. —La preocupación llena sus ojos, y me doy cuenta de que estoy
llorando.
—Lo siento. —Me limpio los ojos con la mano, pero más lágrimas salen—. Ni
siquiera sé por qué estoy llorando.
No dice nada, simplemente camina alrededor de la isla de la cocina y me abraza
como un oso. Me abraza mientras lloro a lágrima viva, solamente me suelta cuando
finalmente me calmo.
43

—¿Mejor? —pregunta, y yo asiento—. Bien. —Se obliga a poner una sonrisa


Página

tensa.
—Hay más, ¿no? —pregunto en medio de un lloriqueo.
Asiente con vacilación.
—Pero puede esperar si piensas que no puedes escuchar más hoy.
Niego.
—Quiero saber.
Suspira y regresa a su tazón.
—Voy a hacer esto mientras termino de decírtelo. De esa manera, cuando haya
terminado, habrá un delicioso pastel para poner en el horno. —Agarra la taza de
medir y añade otra cucharada de harina—. Después que tu padre me hablara de la
casa, le pregunté qué le pasó a tu madre. Cuando se negó a decírmelo, le conté lo que
Kai descubrió.
—Déjame adivinar. —Lucho por mantener mi voz firme—. Él negó que fuera
cierto.
Negando, se acerca al mostrador y me da una palmadita en la mano.
—Se derrumbó, cariño. Empezó a llorar y me dijo que estaba en la cárcel, que
se sentía culpable de que ella estuviera allí.
Se forman nudos en mi estómago.
—¿Culpable? ¿Por qué?
—No lo sé. No me lo dijo. Pero definitivamente es cierto... lo que Kai encontró.
Y hay más... —Traga—. Descubrí por quién tu madre fue acusada de... asesinato.
—Ya lo sé —le digo con una voz tensa—. Kai se enteró de ello hace unos días.
—¿Cómo...? —Niega—. Sabes qué. No importa. No quiero saber. —Suspira
pesadamente—. Entonces, ¿cómo te sientes acerca de todo esto? Sé que podría ser
una pregunta tonta.
—Estoy bien —miento, eligiendo una grieta en la encimera—. Pero abuela...
¿cómo no sabías del hijo de Lynn? ¿No lo conociste?
Niega, su mandíbula tensa.
—Tu padre conoció a Lynn justo después de una gran pelea por el dinero de una
herencia. Él pensaba que debía recibir más, cosa que no era así. Y los papeles eran
prueba de eso. Pero tu papá siendo tu papá... bueno, se enfadó y me sacó de su vida
por un buen rato. No hablamos por mucho tiempo y para el momento en que
finalmente volvió a mi vida, las cosas ya habían sucedido. —Sus manos tiemblan—.
No sé por qué tu padre decidió guardar todo esto en secreto. Realmente no. Si te
estaba protegiendo o si hay más en la historia de lo que sabemos.
—También me pregunto eso. —La preocupación y la ira agitándose.
Mi padre ocultaba tanto de todo el mundo. ¿Pero por qué? ¿Para protegerme?
Por alguna razón, me siento dudosa. ¿Y por qué le dijo a mi abuela que se sentía
culpable? ¿Culpable de qué? Necesito averiguar qué pasó. Y no de los papeles en el
44

teléfono de Kai. Ni de ningún periódico, punto. Necesito averiguar de la persona que


Página

sabe lo que realmente sucedió.


—Abuela... tengo que pedirte un favor. Un gran favor, en realidad.
Vacila, renuente.
—De acuerdo.
Respiro profundo.
—Quiero ir a visitar a mi mamá.
Su expresión se desmorona.
—Realmente no creo que sea una buena idea.
Mi corazón duele con decepción.
—¿Por qué no?
—Porque está en la cárcel. Y está lejos. Y... —Limpia la harina de sus manos con
un trapo de cocina—. Realmente no quiero que vayas allí.
—Pero necesito hablar con ella —prácticamente ruego, las lágrimas brotan en
mis ojos otra vez—. Necesito escuchar su lado de la historia; de lo contrario, voy a
volverme loca... Y quiero conocerla... Ni siquiera la recuerdo en absoluto. ¿En qué
clase de hija me convierte eso?
Frota su frente con la mano, dejando un rastro de harina en su piel.
—No quiero que vayas a una cárcel para hablar con ella, pero lo que puedo hacer
es tratar de ubicar a algunas personas y ver si podemos organizar una llamada
telefónica.
Aunque quiero verla, no quiero molestar a mi abuela haciéndolo, así que
asiento, sintiendo una gota de alivio.
—Gracias, abuela. —Camino alrededor de la isla y le doy un abrazo—.
Realmente lo aprecio.
Me devuelve el abrazo.
—De nada. Solo espero que esto ayude y no empeore las cosas.
—Lo hará —digo, esperando que mis palabras sean ciertas, esperando que mi
madre sea inocente.
En el fondo, una parte teme que tal vez ella sea culpable.

45
Página
P
uedo notar que la abuela de Isa quiere hablar a solas con ella, así que
salgo para darles algo de privacidad. De todos modos, tengo que hacer
una llamada. Esa parte no fue una mentira. Y es una llamada que
definitivamente no quiero que Isa oiga.
Después de salir del apartamento, marco el número de Kyler mientras camino
por la acera hacia ningún lado en particular. El olor de la lluvia permanece en el aire,
restos de la loca tormenta de ayer que asoló la hierba y las canaletas, causando pánico
en toda la ciudad. Pero la tormenta solo duró unas horas antes que las nubes se
aclararan y el sol empezara a trabajar para secar el desorden.
—¿Hola? —contesta Kyler, sonando agotado.
—Tú y yo necesitamos tener una pequeña charla. —Voy directamente al grano.
—¿De qué? —Va de agotado a molesto en dos segundos.
—No por teléfono. —Mis botas chapotean en los charcos de barro mientras
recorro la longitud de la acera—. Quiero hablar contigo en persona. ¿Puedes reunirte
conmigo mañana por la tarde?
—Tengo práctica de tres a seis y clases de nueve a tres los lunes y martes. Podría
hacerlo el viernes por la noche, pero tengo una cita con Isa a las siete —dice con
presunción—. Pero si quieres reunirte, podemos hacerlo más tarde... a menos que la
cita vaya bien.
Pongo mis ojos en blanco. Por supuesto que él creería que es una cita.
—Bien, ¿qué tal si nos reunimos a las ocho?
—Sé que no sales a muchas citas, pero para futuras referencias, probablemente
deberías saber que por lo general duran más de una hora —responde en su típico
tono imbécil, de soy mejor que tú.
Rechino los dientes, luchando contra la compulsión de ponerlo en su lugar.
—Entonces, ¿qué tal a las nueve? Por lo general, ella no puede quedarse fuera
muy tarde —miento. Pero probablemente él no lo sepa.
—Bien —acepta a regañadientes—. Pero si ella quiere salir hasta más tarde, voy
a dejarte plantado. Lo siento, hombre, pero así es como funciona.
—Está bien para mí.
—De acuerdo, entonces hablamos el viernes.
46

—Espera un segundo. No he terminado aún.


Página

Suelta un suspiro.
—¿Qué más quieres? ¿Dinero? ¿Un lugar para quedarte? Sé que necesitas las
dos cosas.
—No, en realidad no. Acabo de conseguir mi propio lugar. —Lo que es cierto.
Recibí un texto de mi amigo Jules hace un par de minutos, diciéndome que puedo
mudarme con él en dos semanas, y me dejará quedarme allí por dos semanas gratis
antes que comience a cobrar el alquiler—. Y tengo dinero. Conseguí trabajo hace unos
días. —Esa parte es una total mentira. No he escuchado nada de ninguno de los
lugares a los que me presenté. Estoy tratando de convencerme de que tomará unos
días, pero es difícil ser paciente cuando tengo las amenazas de T colgando en mi
cabeza. Mi única esperanza es que mi amigo será capaz de vender algunas partes de
mi auto destrozado, una idea que se le ocurrió cuando le dije que tenía el auto.
¿Quién sabe si él será capaz de hacer suficiente dinero en efectivo y rápido?
Dios mío, eso espero, o estoy jodido como la mierda.
—Eso está bien —dice Kyler, atrayendo mi atención de nuevo a la conversación.
Parece que es verdad lo que dice, pero nunca lo sé con seguridad. A veces, él
puede portarse como el mejor chico de todos los tiempos, solo para tenderme una
trampa para algún truco o broma. Y no puedo evitar pensar en esa llamada telefónica
que acababa de tener con Isa, cómo le hacía preguntas acerca de su mamá. Cómo Isa
dijo que escuchó a Hannah en el fondo. Cuando me dijo eso, mis sospechas sobre él
crecieron aún más.
—Sé que no nos llevamos bien, pero no quiero que vivas en la calle ni nada.
Sus palabras casi me hacen sentir mal por lo que estoy a punto de decir, pero
no lo suficiente para detenerme.
—Mira, solo quería decir —o amablemente amenazar, de todos modos—, que es
mejor que no hagas nada para herir a Isa, o voy a buscar la manera de hacerte pagar.
—¿Qué demonios significa eso?
Doy una ojeada por encima de mi hombro a la puerta del apartamento,
asegurándome de que Isa no hubiera salido.
—Significa que, si descubro que has hecho algo o planeas hacer algo que le haga
daño o que hiera a Isa, encontraré una manera de hacerte daño un millón de veces
peor.
Él piensa por largo rato su respuesta, y yo realmente, y muy estúpidamente,
empiezo a pensar que va a confesar que él jugó un papel en el incidente del folleto.
Que tomó la foto de Isa. Que le tendió una trampa.
En cambio, advierte en un tono bajo y amenazador:
—Esa es una gran amenaza para alguien cuyo culo he pateado un millón de
veces.
—No soy el mismo tipo que una vez fui —replico—. No podrías meterme en un
armario si quisieras, y si lo intentas, te patearía el trasero.
47

—¿Está todo bien? —pregunta Isa justo detrás de mí.


Página

Mierda. No debía escuchar esta conversación.


—Tengo que irme — le digo a Kyler—. Nos vemos el viernes. —Cuelgo y me doy
la vuelta—. Sí, todo está bien. Estaba hablando con mi hermano de algunas cosas. —
La examino, notando la mirada de corazón roto en su rostro y sus ojos inyectados en
sangre. Ha estado llorando—. ¿Estás bien?
—Estoy bien. —Tentativamente se muerde el labio—. Salí para decirte que ya
puedes volver a entrar.
—Bueno, eso está bien. —Me obligo a poner humor en mi tono—. Estaba
preocupado de que tal vez no me dejaras, que te alegrarías de librarte de mí, cerraras
la puerta y tiraras la llave.
—Nunca me alegraría por deshacerme de ti. —Me ofrece la más pequeña
sonrisa, y mi corazón salta un latido.
En serio, ¿tu corazón salta un latido, Kai? ¿Qué demonios te pasa?
Su sonrisa se ensancha cuando me alcanza y toma mi mano.
—Así que, estaba pensando que tal vez podríamos... —Su mirada se dirige hacia
el estacionamiento, y su piel palidece mientras sus ojos se amplían—. Mierda. El auto
azul está aquí.
—¿Qué? ¿Dónde? —Me doy la vuelta, moviéndome tan rápido que me deslizo
en el barro y casi aterrizo en mi culo. Afortunadamente, Isa sostiene mi mano e
impide que luzca como un completo idiota.
—Más a la derecha —susurra ella, agarrándome la mano—. Solo un poco más
arriba enfrente de esa casa abandonada de ladrillos. Al menos, estoy segura de que
es el mismo auto. Tendría que ver la ventana trasera para estar segura. El que me ha
estado siguiendo tiene una pegatina de Superman. Tal vez pueda ir a comprobarlo.
No parece que haya nadie allí.
Mis ojos se dirigen hacia el auto, e instintivamente extiendo mi brazo y la coloco
detrás de mi espalda.
—Vuelve a la casa y haz que tu abuela llame a su amiga detective.
Agarra la manga de mi camisa.
—¿Por qué? ¿Qué vas a hacer?
—Voy a dar la vuelta por la parte de atrás del apartamento y saldré a escondidas
a la calle —digo, metiendo mi teléfono en el bolsillo trasero de mis jeans—, y veré si
puedo conseguir el número de placa.
—No. —Sus uñas se clavan en mi brazo mientras trata de llevarme de vuelta a
la casa—. No voy a dejar que hagas eso. Podría ser peligroso.
—Isa. —Me giro para hacerle frente, pero se niega a soltarme de la manga, y su
brazo termina encajado entre nosotros—. Necesitamos averiguar quién es.
—Lo sé. —Sus ojos parpadean en la dirección del auto y luego vuelven a mí—.
Voy a dar la vuelta y comprobar. Esto es mi problema.
48

—¡Como el demonio que voy a dejar que hagas eso! —Me aferro al dobladillo de
Página

su camisa—. Tú vas a buscar a la detective. Voy a obtener el número de la placa.


—No. Tú vas a entrar.
—Isa…
—Kai, solo detente…
Presiono mis labios en los suyos, silenciándola. Gime, y buen Dios, no quiero
nada más que quedarme. Pero necesito conseguir ese número de placa. Así que, antes
que incluso tenga la oportunidad de reaccionar, me retiro y corro rápido por la parte
de atrás del apartamento.
—¡Kai! —grita—. ¡Detente! Oh, ¡Dios mío, eres tan terco!
Sigo corriendo, mis botas pateando el barro mientras rodeo el costado del
apartamento de dos pisos y salto por la cerca que separa el apartamento de la
carretera. Una pared de hierba alta se encuentra al otro lado, dándome el lugar
perfecto para esconderme.
Acurrucándome, miro por la carretera a la casa de ladrillo y luego al auto. No
hay una sola señal de alguien, pero eso me hace sentir aún más incómodo.
Aplanando la hierba, saco la cabeza y detecto la etiqueta de Superman en la
ventana trasera del auto azul. Rápido, saco mi teléfono y entrecierro los ojos al
número de placa de la matrícula mientras salgo centímetro a centímetro de la hierba.
Estoy a medio camino cruzando la carretera antes de poder distinguir los
números. Tomo una foto de la placa y luego digito los números en el teléfono solo
para asegurarme.
—Vas a caer, idiota —digo, tecleando el último dígito—. No puedo esperar a
encontrar...
La puerta se abre, y un hombre de cabello corto que lleva una camisa con cuello
y pantalón, sale del auto. Tiene lo que parece un Taser en su mano.
Debería tener miedo, excepto por el hecho de que parece que está a punto de
orinarse en su pantalón.
—Mira, no sé lo que estás haciendo —se acerca—, pero no quiero ningún
problema. Así que, basta con que borres el número de placa de tu teléfono, y todo
estará genial.
—¿Genial? —Le doy una mirada de tienes-que-estar-bromeado mientras
guardo el teléfono en mi bolsillo trasero—. Has estado siguiendo a una de mis
mejores amigas durante semanas. Las cosas no están geniales desde hace mucho
tiempo.
Apunta el Taser a mi brazo.
—No me obligues a usar esto…
Golpeo el Taser de su mano, y sale volando al otro lado de la calle, aterrizando
en la hierba alta. Luego cruzo los brazos y arqueo mi ceja.
—¿Estabas diciendo?
49

El tipo se aleja de mí con las manos elevadas frente a él.


Página

—Mira, no quiero ningún problema.


Avanzo hacia él, dándole mi mejor mirada amenazadora.
—Entonces, dime por qué has estado siguiendo a Isa.
Él alcanza la manija de la puerta para abrirla, pero me adelanto y golpeo mi
mano contra la puerta.
Traga, retirando su mano temblorosa de la puerta.
—Bien. He estado siguiéndola porque para eso me contrataron.
—¿Quién te contrató?
—Bella Larose.
Mis labios se abren por la sorpresa.
—¿Qué?
—¡Kai! ¿Qué está pasando? —pregunta Isa mientras corre al otro lado de la
calle. Disminuye la velocidad cuando se acerca a nosotros, su mirada yendo entre el
tipo y yo—. ¿Quién es éste?
—No estoy seguro todavía. —Mi mirada aterriza de nuevo en el tipo—. Estaba a
punto de decírmelo.
El tipo mira del uno al otro y luego baja la cabeza en derrota.
—Trabajo para el abogado de tu madre. Se supone que debo vigilarte de vez en
cuando para asegurarme de que estás bien. Pero no se suponía que supieras eso. O,
bueno, no se supone que tu padre lo sepa, y ella estaba preocupada de que tú se lo
dijeras.
Los labios de Isa se fruncen.
—No le digo nada a mi padre. —Estira su mano—. ¿Puedo ver alguna prueba de
que eres quien realmente dices que eres?
El hombre busca a tientas mientras alcanza el interior de su bolsillo y saca su
billetera.
—Mi nombre es Garth Evertingson. Trabajo para esta firma de abogados. —Le
da a Isa una tarjeta—. Puedes llamar al número y comprobar mi historia si quieres.
Me inclino hacia un lado y recojo la tarjeta.
—Creo que él podría estar diciendo la verdad —le susurro a Isa—. Reconozco
estos nombres y números de algunos de los archivos.
Ella pasa su pulgar por la tarjeta, viendo otra vez a Garth.
—¿Dijiste que trabajabas en el caso de mi mamá?
—Algo así. —El tipo vuelve a meter la billetera en el bolsillo de su pantalón
arrugado—. Soy más un asistente. Me asignaron a venir acá y vigilarte.
Isa muerde su labio, dudosa.
—¿Por qué? ¿Porque Lynn es sospechosa? ¿Están preocupados de que me haga
50

algo?
Página

Sus ojos se agrandan, y raspa sus zapatos contra el asfalto mientras se aleja.
—¿Dónde...? ¿Cómo…? No se supone que debas saber... —Se calma, tosiendo
en su mano—. Mira, no sé cuánto sabes, pero hay ciertos detalles del caso que no
puedo discutir contigo. Y de verdad, realmente no sé mucho. Ahora soy algo así como
el tipo de los recados.
—¿Quieres decir que hay detalles como que mi madrastra es sospechosa? —
pregunta Isa, golpeando la tarjeta contra la palma de la mano—. ¿Por qué me has
estado siguiendo?
Él suelta un suspiro de frustración.
—Si realmente quieres hablar con alguien sobre esto, te sugiero que visites a tu
mamá. —Abre la puerta del auto—. Sé que le gustaría hablar contigo. Se le permite
tener visitas, pero por lo que nos han dicho, no quieres verla.
Isa forma puños a su costado.
—Eso es una mentira. Ni siquiera sabía nada de esto hasta hace unas semanas.
—¿De verdad? —pregunta él, y ella asiente—. Bueno, creo que a Bella realmente
le gustaría escuchar eso. Ella tenía la impresión de que nunca quisiste ir a verla.
—Probablemente porque mi papá le dijo eso —dice Isa con calma—. Diría que
estoy sorprendida, pero no es verdad.
Él le da una mirada de comprensión.
—Sí, he leído el archivo de tu padre. Parece un verdadero personaje.
—Realmente lo es. —Isa mira contra la luz del sol con la frente fruncida—. Mi
abuela está tratando de organizar una llamada con mi mamá. No sé cómo va a hacer
eso, pero tal vez ustedes podrían guiarla en la dirección correcta.
—Pídele que llame a ese número en la tarjeta y hable con mi jefe. —Niega y se
desliza en el asiento del conductor—. Tengo que irme. Se suponía que debía ser
discreto al estar aquí, así que realmente apreciaría que esta pequeña conversación se
mantuviera entre nosotros.
—Entonces, ¿vas a dejar de seguirme? —pregunta Isa, doblando la tarjeta por
la mitad.
—Sí. Hoy era el último día que debía estar aquí. En realidad, me estaba
preparando para regresar a Virginia, pero pensé en pasar antes de salir a la carretera.
—Su atención se desplaza hacia mí, sus ojos se amplían—. Y tu amigo punk me debe
un Taser. —Se mueve para cerrar la puerta, pero Isa se apresura.
—Espera. Solo una cosa más. —Toma la puerta antes que la cierre—. Necesito
saber si cree que mi madre va a ser absuelta.
—No puedo decirlo con seguridad. —Él saca su mano de la puerta—. Pero ella
tiene una oportunidad decente, creo. —Luego cierra la puerta y acelera por el camino,
levantando un tornado de tierra.
Isa tose, abanicando su cara con su mano.
51

—De acuerdo, así que eso fue inesperado. Realmente no pensé que el abogado
Página

de mi mamá fuera el que manejara el auto.


—Seguro. Aunque, creo que podría ser más un asistente de su abogado. Pero
supongo que ese no es realmente el punto. —Saco mi atención de la carretera y me
concentro en ella—. Así que, ¿tu abuela va a tratar de conseguirte una llamada con
tu mamá?
Asiente, la ansiedad grabada en su rostro.
—Sí, estoy un poco nerviosa por hablar con ella.
—Eso es completamente comprensible. —Tomo su mano y luego cruzo la calle—
. Ven. Entra, conseguiré algo de azúcar para ti, y luego podemos hablar de lo que está
pasando. También quiero verificar este número de teléfono y asegurarme de que la
historia de ese tipo sea verídica.
—¿Qué? ¿No podemos hacer eso sin azúcar? —bromea, pero su tono
preocupado no hace juego con el chiste.
Necesito distraerla de su preocupación. Ha estado teniendo mucho de eso
últimamente.
—Podemos hacerlo, pero entonces me arriesgaría a que te transformes en un
pequeño y enojado gremlin —bromeo, inclinándome para recoger el Taser de la
hierba.
Para cuando me levanto de nuevo, ella tiene una extraña mirada en su rostro
enrojecido, como si su mente estuviera medio asustada y medio estallando de
emoción.
—¿Qué significa esa mirada?
Presiona sus labios.
—No es nada. Es solo que... quiero decir, quiero... —Niega, luego cuadra sus
hombros y se acerca. De pie sobre sus puntas de los pies, coloca un suave beso en
mis labios mientras me abraza—. No estoy diciendo que fue lo correcto, pero gracias
por perseguir a ese tipo.
Me sostiene un poco más, y entierro el rostro en su cuello, respirando el olor de
su perfume, que huele a algodón de azúcar. Tan apropiado.
—Y gracias por saber que necesito galletas y dulces antes de tener una
conversación profunda.
Sonrío.
—En cualquier momento. —Beso su cuello, chupando suavemente su piel, y soy
recompensado con un escalofrío. Encuentro su mirada, sonriendo como un idiota—
. Sabes, incluso sabes como el azúcar.
Pone los ojos en blanco en señal de protesta.
—No es cierto.
—En verdad lo haces. —Entrelazo mis dedos con los suyos y empiezo a caminar
hacia el apartamento—. Hueles como algodón de azúcar, tu piel sabe a galletas de
52

azúcar, y tus labios tienen un sabor como el glaseado.


Página

Ella ríe.
—Oh, Dios mío, ¿es así como normalmente intentas impresionar a las chicas?
—Solo digo la verdad —digo mientras rodeamos el apartamento—. Eres como
una bolsa de azúcar con pies.
—Y tú eres como una bolsa de labia andante. —Ríe maliciosamente.
Le guiño un ojo.
—Solo contigo.
Echa la cabeza hacia atrás, y suelta un gemido.
—Por favor, dime que así no van a ser las cosas de ahora en adelante.
—No lo serán. —Sonrío porque ella sonríe, y eso fue el objetivo de todo esto—.
Van a ponerse mucho peor. Ahora que me has dejado besarte, es todo lo que voy a
hacer. —Presiono suavemente su mano—. Y las cosas solo van a empeorar cuando
realmente nos besamos.
Alza la cabeza, sus mejillas sonrosadas mientras sus ojos recorren
instantáneamente mis labios. Quiero besarla ahora mismo, y quiero decir realmente
besarla. Pero después de lo que acaba de pasar con el abogado y su mamá y ella
todavía teniendo la no cita con Kyler, quiero esperar hasta que esté lista. Cuando la
bese por primera vez, quiero que signifique algo. Quiero que su cabeza esté clara y
su corazón esté plenamente en ello.
Quiero que ella lo quiera por completo.

53
Página
K
ai y yo pasamos el resto del domingo revisando la información que Garth
nos dio. Todo es correcto; de verdad trabaja para la firma de abogados
que maneja el caso de mi mamá, y ella de verdad pidió si podía ser
vigilada. Pero esa es toda la información que divulgan, en especial por teléfono.
Sin embargo, Kai tiene una teoría, que tal vez hay más en la historia de lo que
el abogado nos dice.
—Solo me pregunto por qué tu mamá creería que necesitas vigilancia —dice
después de colgar el teléfono—. Y por qué este tipo Garth te seguiría a todas partes
por una semana. No tiene sentido alguno.
—Tal vez le tomó una semana ver que estaba bien —digo, estirando mis manos
y piernas—. Probablemente es muy difícil enterarse de algo sobre alguien mirándolos
desde lejos.
—Te sorprenderías por esa respuesta. —Kai deja su teléfono en la mesa de
centro y se reclina en el sofá, deslizando su brazo detrás de mi cabeza—. La gente
tiende a bajar la guardia cuando cree que nadie les presta atención.
Mordisqueo una palomita de maíz.
—Lo dices como si hablaras por experiencia.
Se roba un puñado de palomitas.
—Un poco. Cuando solía salir con Kyler y sus amigos, pasaba mucho tiempo en
silencio y observando.
Presiono una mano en mi pecho, con fingida sorpresa.
—Kai Meyers siendo silencioso. Debe ser el final del mundo.
—Ja, ja, eres tan graciosa. —Soltando un suspiro, se quita su gorro de la cabeza,
los mechones de su cabello rubio sobresalen en todas las direcciones—. Pero en serio,
estoy medio preguntándome si Garth tal vez estaba ahí para mantener un ojo sobre
ti.
Me muevo para poner el bol en la mesa.
—¿Por qué?
—Todavía no estoy seguro. —Me hace cosquillas en los omoplatos mientras me
acerca—. Pero estoy pensando que tal vez tiene algo que ver con esos mensajes que
has estado recibiendo.
54

Casi dejo caer el bol.


Página

—¿Crees que los mensajes de alguna forma están conectados con el caso del
asesinato?
Sus dedos encuentran mi nuca y comienzan a masajear suavemente los nudos
de mis músculos. Bien, sí que podría acostumbrarme a esto.
—Aún no estoy seguro, pero de lo que estoy seguro es de que tu mamá podría
ser inocente, lo que podría significar dos cosas. —Alza un dedo—. Una, el asesino
todavía está suelto. —Otro dedo se levanta—. Y dos, alguien podría haber
incriminado a tu madre, y eres su hija, así que…
La verdad de sus palabras me roba el próximo aliento.
Podría tener razón. El asesino podría estar cerca, mirándome, metiéndose
conmigo. ¿Pero por qué? ¿Qué quieren de mí?

55
Página
—¿E
stás nerviosa? —me pregunta Kai con preocupación
mientras juguetea con el volumen del estéreo.
Estamos estacionados en la escuela, sentados en mi
auto, con el cielo rosa pálido por encima de nosotros. Estoy vestida con un lindo
atuendo: pantalón negro y una blusa marrón de hombros caídos, junto con unas
botas y una gargantilla. Mi cabello está en una trenza y mis labios están pintados de
un rojo ardiente. Kai me dijo que me veía muy, muy bien, pero no creo que un lindo
atuendo vaya a distraer a toda la escuela del hecho de que saben que mi mamá está
en la cárcel por asesinato.
—Un poco. —Observo la gente vagar alrededor del estacionamiento y a lo largo
del patio exterior frente a las puertas de entrada.
Le da a mi mano un apretón alentador.
—No te preocupes, no dejaré que nadie te haga o diga algo.
—Realmente quiero creerte, y creo que tu corazón está en el lugar correcto,
pero… —Muerdo mi labio inferior hasta que pica—. No creo que puedas controlar
una escuela entera.
Una sonrisa conspirativa aparece en su rostro.
—¿Quieres apostar?
Echo mano a mi bolso en el asiento trasero.
—Uh… con esa mirada en tu rostro, no.
Me guiña el ojo.
—Solo espera. Nadie te va a molestar. Lo prometo.
Asiento, esperando creerle. Sin embargo, no estoy ni siquiera segura de que Kai
tenga el poder de persuadir una escuela entera de mantener sus bocas cerradas.
Aunque, se ve lindo hoy, en un jean oscuro y una camisa de manga larga gris. Su
cabello está desordenado, pero en la manera más sexy posible, así que tal vez será
capaz de convencer algunas chicas de mi escuela… y un par de chicos también.
Enganchando mi bolso en el hombro, sacudo mi miedo y me reúno con Kai al
frente. La sensación de su palma contra la mía me trae un toque de alivio, pero mis
piernas se tambalean como gelatina mientras vamos hacia la escuela.
—Todos están mirando —le susurro, queriendo desaparecer.
56

Kai dibuja el dorso de mi mano con su pulgar.


Página

—Oye, ¿te conté que hay un tipo viniendo a ver mi auto? Creo que tiene el
mismo modelo y necesita un montón de partes. —Alza su mano libre con sus dedos
cruzados—. Cruzo los dedos para que esa mierda funcione.
Una sonrisa agradecida llena mis labios mientras me doy cuenta de lo que está
haciendo.
—Gracias por tratar de distraerme. Y mantendré todos mis dedos de las manos
y de los pies cruzados todo el día. Tal vez hasta mis ojos.
Sonríe suavemente, tocando mi nariz con la punta de su dedo.
—Preferiría que no mantuvieras tus ojos cruzados. Son demasiado lindos.
Mis mejillas se sonrojan como gomitas rojas. ¡Maldición! ¿Voy a superar alguna
vez esta vergüenza? Solo te está dando un cumplido por el amor de Dios.
Sonriendo, Kai abre la puerta de la escuela y me lleva mientras se adentra el
pasillo abarrotado. Y justo así, mi aturdimiento crepita cuando todos se voltean y
miran boquiabiertos y la gente empieza a susurrar.
Me siento como si hubiera viajado en el tiempo, de nuevo a junior cuando
Hannah difundía rumores de mí y todos se reían y me señalaban.
—Respira profundo —me susurra Kai con su mano en la mía, actuando como
un salvavidas—. Estoy aquí para ti.
Trato de hacer lo que me dice, pero mi corazón se agita locamente, haciendo
difícil obtener oxígeno.
Respira profundo, respira profundo. Adentro y afuera.
Sin embargo, en el momento en que llegamos a mi casillero, estoy a punto de
desmayarme. Luego mi ansiedad se duplica cuando veo un folleto pegado a mi
casillero con un garabato que dice: “tal palo, tal astilla”, en tinta roja brillante.
—¿Qué mierda le pasa a la gente? —Kai arranca el folleto de mi casillero, lo
rompe en pedazos y lo arroja al basurero—. En serio, gente, consíganse una vida.
Su estallido llama la atención, y no quiero nada más que salir del pasillo e ir a
clase donde habrá menos gente.
Rápidamente recojo mis libros, manteniendo mi cabeza gacha, recordándome
conseguir aire en mis pulmones.
—Deberíamos llevarte a clase —dice mientras cierro mi casillero—. Necesito ir
y ocuparme de unas cosas.
—Ahí tienes, volviendo a sonar como un mafioso —intento bromear, pero fallo
épicamente, sonando demasiado miserable—. Por favor prométeme que no harás
nada que te meta en problemas. Preferiría lidiar con estas estupideces que tenerte
atascado en detención por una semana o algo.
—Haré lo que pueda. —Sonríe, todo arcoíris y rayo de luz.
Deseo estar allí con él. Ahora mismo soy una neblina de nubes oscuras,
alistándome para llover.
57

—Oye, alegra esa cara, ¿de acuerdo? —dice Kai, tratando de ser alentador.
Página

Entonces me mira, y quiero decir, realmente me mira, antes de acunar mi mejilla e


inclinarse lentamente, besándome, justo allí delante de la mayoría de los de último
año. Cuando retrocede, me guiña—. Pero no puedo prometer que nadie más se estará
metiendo en problemas.
Eso casi me hace sonreír.

***
Nunca debería dudar del poder de la persuasión de Kai. Eso es lo que aprendí
hoy en la escuela, porque lo que empezó como una mañana de mierda terminó
convirtiéndose en un día decente.
Seguro, no fue asombrosamente fantástico al principio, pero alrededor del
segundo periodo, las miradas sorprendidas se desvanecieron a un vistazo casual.
Alrededor del cuarto periodo, descubrí el por qué.
Alguien ha difundido el desagradable rumor de que Brandon tiene una ETS y
se la pasó, como a cinco chicas de la antigua hermandad de Hannah. Y estoy casi
segura de que sé quién empezó el rumor.
—Tú hiciste esto, ¿no? —le pregunto a Kai cuando salgo del salón de clase y lo
encuentro esperándome allí. Está apoyado contra la pared, con un libro de texto bajo
el brazo y una sonrisa casual en su rostro.
—¿Hice qué? —Se endereza y tamborilea su dedo contra sus labios—. He hecho
muchas cosas hoy, así que tal vez tienes que ser más específica.
Acomodo mi bolso en mi hombro.
—Difundiste un rumor sobre Brandon para distraer a la gente.
—No tengo idea de lo que estás hablando. —Pero el lento parpadeo en sus ojos
sugiere otra cosa—. Pero, si difundí un rumor de esta magnitud, me aseguraría que
la persona mereciera lo que obtuviera.
—Así que, ¿Brandon se merece que todos piensen que tiene ETS? —pregunto
sospechosamente—. Pensé que él era tu amigo.
Se estira para tomar mi mano, un destello de ira ardiendo en sus ojos.
—Solía ser mi amigo. No lo ha sido por un par de semanas.
Hago una recapitulación mental de las cosas que ocurrieron hace un par de
semanas, un recuerdo en particular sobresale.
—¿Esto tiene algo que ver con lo que está pasando con T?
Se encoge de hombros mientras bajamos por el pasillo apartando a personas
que están chismorreando y riendo.
—Tal vez.
Me acerco más a él cuando pasamos un grupo de chicas que están susurrando
y riendo, lanzando miradas en mi dirección.
—Bueno, si eso es verdad, si esto tiene algo que ver contigo consiguiendo tus
costillas fracturadas, entonces coincido contigo. Él si merece tener una ETS.
58

—Bueno, realmente no tiene una ETS. Solo me lo inventé.


Página

—Lo sé, pero merece tener una. Y por lo que oí, él es algo perro, así que... —Alzo
mis dedos cruzados—. Aún hay esperanza.
Se ríe entre dientes mientras empujamos las puertas de salida y salimos hacia
la luz del sol.
—Te estás volviendo tan mala como yo.
—Ah, mierda. —Chasqueo los dedos, fingiendo hacer muecas—. Supongo que
tendré que cambiar mi comic y darnos nuevos nombres.
—Bien —dice—. Nunca me gustó Hombre Ego.
Choco mi hombro con el suyo.
—Pero era tan adecuado.
—De ninguna manera. —Entonces sonríe—. Está bien, tal vez solo un poco.
Empiezo a sonreír, pero luego mi teléfono vibra, y todas las sonrisas se
evaporan cuando reviso la pantalla.
—Es de un desconocido de nuevo.
Kai se detiene, su mano se pone tensa en la mía.
—¿Qué dice?
Respiro profundo y leo:
—Puede que hayas escapado de los rumores, pero no hemos
terminado contigo todavía. —Un frío sube por mi columna vertebral—. Esto se
está poniendo realmente viejo.
—Sí, así es. —Su mandíbula se tensa mientras mira fijamente el espacio vacío—
. Pero no te preocupes. Tengo la sensación de que, en unos días, tal vez pare.
Mis cejas bajan.
—¿Por qué pensarías eso?
Se encoge de hombros.
—Tengo una corazonada.
Conmoción me atraviesa.
—Espera. ¿Sabes quién es?
Evita hacer contacto visual conmigo.
—Tal vez.
Espero con anticipación a que me explique, pero su silencio, al parecer eterno,
empieza a volverme loca.
—¿Vas a decirme?
Aparentemente indeciso, niega.
—Todavía no, quiero hablar con esta persona y asegurarme primero.
59

—Kai, no creo que esa sea una buena idea. ¿Qué pasa si ellos son… peligrosos?
Página

—Ellos están bien —me asegura—. Mira, necesito que me dejes manejar esto y
confía en que todo va salir bien.
No lo quiero manejando esto. Ya lo he arrastrado demasiado profundo en este
lío para empezar. Sin embargo, la mirada determinada en su cara me deja saber que
no va a retroceder. Solo espero, quien quiera que sea el desconocido remitente de
textos, no sea un chiflado.

60
Página
M
artes y miércoles pasan en un borrón. Mi abuela Stephy me informa
que los abogados dijeron que conseguir una llamada telefónica con mi
madre podría ser extremadamente difícil, aplastando mi esperanza en
pedazos. Siento que nunca podré hablar con ella, a menos que vaya en contra de los
deseos de mi abuela Stephy y conduzca a Virginia para verla.
Jueves por la tarde, Kai y yo tomamos un descanso de todo el drama y pasamos
algún tiempo pateando algunos culos de zombi. O, bueno, Kai patea algunos culos.
Yo, soy tremendamente mala.
—Hombre, pensé que ver todas esas películas de zombis ayudaría —me
enfurruño, apuntando mi arma de paintball en el zombi de papel de práctica.
Hemos estado atrapados en el curso de práctica durante una hora, porque me
niego a ir al plató principal hasta que golpee mi objetivo. Estaba muy optimista
acerca de esto al principio, pensando que mi abundante conocimiento de la película
apocalíptica me ayudaría a eliminar el objetivo como una tremenda condenada. Pero
zombi, oh, zombis, soy un asco con las bolas de pintura. Lo hago tan terriblemente
mal que, si estuviera protagonizando una película de zombis en este momento, sería
la persona que muere en dos minutos.
—Tienes que relajarte. —Kai apunta su pistola de paintball en el objetivo
delante de él, aprieta el gatillo, y una bola de pintura se dispara y salpica la cabeza
del objetivo zombi de papel, como un tipo duro total. Incluso parece un chico rudo,
con una camisa negra, jeans a juego, botas de combate, y un cinturón tachonado que
coincide con las bandas de cuero en sus muñecas—. Esto se supone que es divertido,
¿recuerdas?
Le saco mi lengua, siendo mala perdedora.
—Fácil para ti, quieres decir. Golpeaste el objetivo en la cabeza cada vez. —Bajo
mi arma—. No he golpeado ni una sola vez. Si esto fuera realmente un apocalipsis
zombi, estaría muerta.
Kai se voltea con una sonrisa en su rostro.
—Nunca te dejaría morir. Moriría antes de dejar que eso sucediera.
Pongo mis ojos en blanco.
—Si estás tratando de hacer que me desmaye, no va a suceder. —Levanto de
nuevo mi arma y apunto al objetivo—. Quiero ser capaz de evitar morir por mi
cuenta.
61

Él se ríe, reclinándose contra el mostrador frente a nosotros.


Página

—Vaya, eres difícil de complacer


Apoyo el dedo en el gatillo.
—Solo quiero saber que, si llega el fin del mundo, no voy a ser una damisela en
apuros. —Empujo el gatillo, y una bola de pintura sale del cañón y luego se eleva
hacia la izquierda, golpeando el objetivo de Kai en lugar del mío.
—Bueno, al menos golpeaste a un objetivo esta vez —bromea.
Lo miro furtivamente, y se ríe como si fuera la chica más divertida del planeta.
—Si quieres puedo ayudarte.
Niego, decidida a convertirme en una famosa asesina de zombis por mi cuenta.
—No, gracias. —Pero después de disparar tres veces más y de fallar cada uno,
me rindo—. Bien. Puedes ayudarme.
El humor baila en sus ojos.
—Oh, puedo, ¿verdad?
Asiento.
—Sí, seguro que sí. Y eres bienvenido al maravilloso privilegio.
—Eres tan peleona a veces. —Endereza su postura con una sonrisa divertida—.
¿Sabes qué? No estoy seguro de querer ayudarte. No hasta que digas suficientes por
favor y me hagas sentir que soy impresionante.
Le doy una mirada tolerante antes de colocar mi pistola de paintball en el
mostrador y hacer una reverencia hacia él con las palmas de las manos juntas.
—Vamos, oh gran experto en paintball zombi, enséñame a ser tan
impresionante como tú. Por favor, por favor, porfis.
Resopla una risa.
—Eres la chica más extraña que he conocido, pero de la mejor manera posible.
Intercambiamos una sonrisa, y la visión de la suya gira mi corazón en un tonto
baile. Después de todo lo que ha sucedido, ambos hemos estado muy al borde, que
ni siquiera estaba segura si deberíamos venir aquí. Kai tenía razón, sin embargo,
cuando dijo que necesitábamos algo de diversión. Lo necesitábamos. Ambos lo
necesitábamos.
Se mueve detrás de mí, alineando su pecho contra mi espalda.
—Bien, agarra tu pistola —ordena, moldeando sus manos alrededor de mis
caderas—. Y apunta al objetivo. —Hago lo que dice mientras sus dedos se clavan en
mi cintura, girándome hacia un lado. Luego se inclina por encima de mi hombro,
hundiendo sus labios en mi oreja—. Ahora alinea el cañón con el objetivo. —Desliza
sus manos a mi parte superior de los brazos, y lucho contra un escalofrío mientras
piel de gallina brota a través de mi piel—. Sostén el arma más arriba... por aquí. —
Devuelve sus manos a mi cintura, rozando sus dedos a lo largo de la piel que se asoma
del dobladillo de mi camiseta negra—. Ahora intenta contener la respiración y
62

mantener la pistola fija.


Página

¿Aguantar mi respiración? ¿Me está tomando el pelo? Apenas puedo contener


mi aliento con él tocándome así.
—Respira profundo —dice, notando mi respiración espástica y desigual—. No
necesitas estar nerviosa.
Fácil de decir. Él no es el que no puede dejar de pensar en la última vez que nos
paramos así, cómo lamio y mordió mi piel.
Mientras me ha dado unos pocos besos aquí y allá, no me ha mordido mi cuello
desde entonces. Y en realidad no nos hemos besado todavía. Sin embargo, sí quiero.
Joder, quiero hacerlo. Como ahora mismo. Casi no puedo resistir. Huele tan
asombroso, como jabón y colonia y todo lo que es Kai. Y se siente tan cálido, como
recién salido del horno, como galletas caseras de chocolate. Mmm... galletas... Me
hace querer darme la vuelta y tomar un bocado...
—¿Estás bien? —susurra en mi oreja, trazando círculos en mi cadera—. Pareces
nerviosa.
Contrólate, Isa. Jesús. Él en realidad no es una galleta.
—Sí. De maravilla. —Aclaro mi garganta, esperando despejar los pensamientos
lujuriosos que nublan mi juicio. Me ayuda un poco, pero no lo suficiente para
distraerme completamente de los dedos de Kai vagando por mi cuerpo—. Solo quiero
alcanzar el objetivo.
—Tengo la sensación de que lo vas a lograr esta vez. —Parece absolutamente
seguro.
No estoy segura de estar de acuerdo con él. De hecho, me pregunto si mi
puntería será aún peor con él “ayudándome” como lo está ahora.
Me dejo ir, de todas maneras, y aprieto el gatillo. Sorprendentemente, logro
golpear al zombi de papel. Definitivamente no una digna asesina de zombis, pero es
un comienzo.
—¿Ves? Ahí tienes. —Retrocede y levanta la mano para chocar los cinco.
Choco mi palma contra la suya, también consciente de que hemos entrado en
el modo de amigo-compañero de nuevo. Luego me toma la mano y me besa los
nudillos.
—Bien, ¿no eres justamente el Príncipe Encantador? —El sarcasmo gotea de mi
tono, espeso como el caramelo derretido.
—No pretendas que no te gusta —bromea con un guiño.
Presionando una sonrisa, niego y disparo de nuevo al objetivo. Me toma cinco
disparos golpear al zombi del papel en la cabeza. Entonces Kai y yo recogemos
nuestras cosas y caminamos hacia el plató principal, que es una sección plana en un
gran almacén decorado con fardos de heno que crean varios laberintos sinuosos.
Un chico de veintidós años con el cabello castaño nos saluda mientras entramos
y nos dice que esperemos hasta que comience el cronómetro. No estoy segura de lo
63

que quiere decir con un cronómetro, pero observo dos entradas diferentes en el
Página

laberinto.
Me volteo hacia Kai con confusión.
—Espera un minuto. ¿De qué lado debemos empezar?
—Cada uno va en uno diferente. —Sonríe torcidamente mientras señala a un
gran contador de tiempo digital en la pared—. Porque vamos a competir el uno
contra el otro. La persona que dispare a más zombis y lo haga a través de su primer
trayecto, gana.
Pongo mi mejor cara de enfadada.
—Eso no es justo. Vas a patear mi trasero.
—Ahora, ésa no es manera de comenzar una competición. —Chasquea la
lengua, pareciendo disfrutar demasiado de esto—. ¿Dónde está tu optimismo?
—Está de vuelta en el piso de práctica junto con la basura de bolas de pintura
salpicadas que accidentalmente tiré en el suelo.
Lucha para no reírse.
—Te diré qué. Te daré una ventaja.
—De ninguna manera. Estamos haciendo esto justamente. —Me enfrento a la
entrada de la derecha con mi barbilla elevada, y mis hombros cuadrados—. De esa
manera, cuando te patee el culo, no tendrás una excusa del por qué perdiste.
Con una sonrisa, gentilmente tira un extremo de mi cola de caballo.
—Ahí está el optimismo que me encanta.
Su sonrisa es contagiosa, y siento una sonrisa en mis propios labios.
—Hombre, esa sonrisa casi me hace sentir mal —dice con una mirada de
culpabilidad en su rostro.
Mi sonrisa vacila, mi frente se arruga.
—¿Por qué?
—Por esto. —Agarra mi mano y me gira como una bailarina hasta que estoy tan
mareada que apenas puedo estar de pie. Luego se suelta de mi mano y corre,
entrando al laberinto.
—¡Eso no fue justo! —grito a través de una risa mientras tropiezo y trastabillo
hacia la entrada de mi trayecto.
Se necesita aproximadamente treinta segundos para que el vértigo disminuya,
y entonces salgo, lista para ganar esto. Giro y zigzagueo por el camino, deseando
poder ver por encima de la pared de heno y ver a Kai. Cada vez que alcanzo una
esquina, reduzco la velocidad a trote, temiendo que un zombi me esté esperando.
Pero después de dos minutos sin acontecimientos notables, me preocupa que tal vez
no esté haciendo algo correctamente. Tal vez comencé en el lugar equivocado o algo
así.
Me doy la vuelta para retroceder, pero me congelo cuando un zombi aparece en
la esquina delante de mí. Sus brazos están pintados para que parezcan carne podrida,
64

su camisa a cuadros y su ropa están rotas, y lleva una máscara de paintball para
Página

proteger la parte superior de su cara. Su boca está floja, y gime con avidez mientras
viene por mí, haciendo una representación fantástica de un zombi sin emoción,
hambriento.
Me pongo nerviosa y torpe para levantar mi arma y disparar. El primer tiro es
un fracaso, pero el siguiente lo golpea en el centro de su máscara. Su cuerpo cae al
suelo como un saco de patatas estropeadas.
—¡Anoto! —Bombeo el puño en el aire, luego salto sobre el zombi y corro por el
laberinto, lista para patear algún culo más.
Mientras doblo la siguiente esquina, no freno, tratando de cercenar algunos
minutos de mi tiempo. Cuantos más zombis disparo, más se eleva mi confianza, y
empiezo a preguntarme si tal vez puedo ganar. Todas mis preocupaciones
disminuyen gradualmente a medida que me concentro en la tarea que me ocupa.
Kai hizo algo asombroso al traerme aquí. Casi me hace sentir mal por ganar la
competición, pero no lo suficiente como para dejar de intentarlo más duramente.
Cuando veo lo que parece la línea de meta, bombeo otro puño en el aire y añado
un pequeño giro, antes de salir en una carrera loca. Cuando estoy cerca de la gigante
bandera final, un zombi vistiendo un vestido de fiesta azul bebé desgarrado y una
tiara rota se materializa de la nada y bloquea mi vista.
—Muy bien, zombi estropeado, aléjate del camino —digo, levantando mi pistola
de paintball.
Mi dedo se detiene en el gatillo mientras alineo mi disparo, y de repente, los
labios manchados de rojo de la mujer zombi se curvan en una sonrisa. Parpadeo,
sorprendida. Todos los otros zombis con los que me he cruzado han sido muy fríos,
jugando el papel de un zombi atrapado en un frenesí de hambre de cerebros.
Su sonrisa crece a medida que mi perplejidad se profundiza. Retrocedo,
sorprendida. Entonces las luces se apagan. Mi corazón salta en mi pecho cuando una
mano baja por mi boca. El arma de paintball cae de mis manos. Trato de soltar un
grito, pero la mano se aprieta más fuerte en mi boca, sofocándome.
Un momento de vacilación más tarde, un brazo serpentea alrededor de mi
cintura y me arrastra de vuelta a la oscuridad.

65
Página
M
e tomo mi tiempo atravesando el laberinto, disparando a zombis por
donde aparecen y lanzando miradas al temporizador de la pared. En
realidad, no tengo planes de ganar la carrera. Todo el truco que hice
en la línea de salida para marearla fue para que Isa piense que estoy jugando limpio.
Voy a dejarla ganar porque la hará feliz y de eso es de lo que trata hoy, no preocuparse
sobre casos de asesinato, ni de mensajes de desconocidos, tiempo sin preocuparse.
Cuando la línea de meta aparece a la vista, ralentizo mi paso a una caminata
perezosa, tomándome mucho tiempo, queriendo estar seguro de que ella gana. Si
simplemente pudiese echar un vistazo por encima del muro y divisarla, podría
asegurarme de que no entro demasiado pronto.
Mmm…
Una idea me golpea y me detengo cerca de una esquina, debatiendo dónde
escalar la pared y mirar. Probablemente me meteré en problemas. No escalar el heno
es una de las reglas que tuvimos que firmar antes que pudiésemos jugar.
¿Pero sabes qué? Que le den. Voy a hacerlo totalmente. De todos modos, nunca
he sido de los que siguen las reglas.
Dejando la pistola de paintball en el suelo de tierra, pongo los pies en un fardo
de heno y comienzo a subir. Pero el teléfono vibra, y vuelvo a saltar al suelo para
sacarlo del bolsillo, imaginando que comprobaré el mensaje y mataré un poco. Luego
me detengo, dándome cuenta de que tengo el teléfono de Isa. Me lo dio cuando
entramos aquí porque estaba preocupada de que se le cayese del bolsillo de ese jean
apretado muy favorecedor que estaba vistiendo.
Estoy comenzando a dejar el teléfono cuando un número desconocido aparece
como un mensaje de entrada. Preocupado, desbloqueo la pantalla y leo los mensajes.
Número desconocido: Ten cuidado con los zombis.
Número desconocido: No todos están ahí para jugar.
Las luces se apagan y la oscuridad cubre el espacio. Levanto la cabeza de golpe,
sin ver nada en la oscuridad que ha tomado el poder del almacén.
—¡Isa! —grito, intentando no entrar en pánico, pero ese mensaje… sonaba
como una amenaza—. Isa, ¿puedes oírme?
Mi única respuesta en un exasperante silencio.
Enciendo la aplicación de la linterna y camino a través de la oscuridad,
66

dolorosamente consciente de que el teléfono de Isa está en mi mano, lo que significa


que ella no tiene ninguna posibilidad de tener luz.
Página

—¡Isa, simplemente di algo! —grito, arrastrando las botas por la tierra mientras
giro en círculos, mirando a todas partes—. Y te encontraré…
Un grito me detiene y manda un escalofrío por mi espalda. No puedo decir si el
grito es de ella, pero… ¡Mierda! ¿Y si lo es?
Arrojando el teléfono en el fardo de heno más cercano, sujeto la cima del muro
y me impulso. Luego recupero el teléfono y corro por los fardos, usando el teléfono
como linterna en el lado del laberinto de Isa. Gente vestida como zombi se está
moviendo a ciegas y algunos levantando la mirada y preguntándome qué sucede.
—No tengo idea —le espeto al zombi más alto cuyo rostro está pintado para dar
la ilusión de carne desgarrada—. ¿Has visto a la chica que estaba en este camino?
El tipo disfrazado de zombi niega y maldigo antes de seguir por el pasillo, el
mensaje destella en mi mente mientras la busco frenéticamente.
Ten cuidado de los zombis. No todos están aquí para jugar.
¿Eso significa que la persona que está acosando a Isa está escondido en medio
de los zombis? ¿Es mi estúpido hermano como sospechaba?
—Kyler, voy a patearte el trasero si eres tú. —Me detengo y paso la luz por todos
los rostros. La mayoría parecen sorprendidos y perdidos, mientras algunos vuelven
erráticamente a la línea de salida, hablando unos con otros. Ninguno de ellos parece
amenazador—. Joooooder. —Aprieto los dientes mientras me deslizo por el pasillo
de nuevo—. Vamos, Isa. Por favor, por favor, solo di algo…
Las luces vuelven a través del recorrido y pestañeo ferozmente con la claridad.
—Lo siento por eso. —Una voz estática suena por el intercomunicador—.
Tuvimos un corte de electricidad temporal, pero ahora está funcionando.
No jodas, genio.
Niego y corro por la cima de la pared de heno, recorriendo toda la longitud del
laberinto. Para cuando alcanzo el final todavía no hay señales de Isa en ninguna
parte.
Mi pánico se incrementa mientras salto de los fardos de heno. Mientras alcanzo
la salida del laberinto, diviso un objeto de metal violeta en medio de la puerta. Se me
pone la piel de gallina cuando me doy cuenta de lo que es.
La pistola de paintball de Isa.
La preocupación me azota cuando tomo su pistola mientras camino a través de
la multitud abarrotando la entrada.
—Salgan de mi camino. —Aparto de un codazo no tan amigablemente a una
persona de mi camino para llegar al mostrador de entrada.
El tipo que nos registró —Jay, como pone su etiqueta— está ocupado en el
ordenador, mientras una mujer de mediana edad con cabello negro le reprende por
el corte de energía.
67

—No quiero un bono. —Ella golpea el puño contra el mostrador—. Quiero mi


dinero de vuelta. ¿Sabes lo peligroso que es tener un corte de energía así y no tener
Página

luces de emergencia? De hecho, estoy muy segura de que rompe muchas normativas.
Normalmente, mi lema es estar completamente tranquilo, pero con Isa perdida,
cualquier calma se desvanece en un chasqueo de dedos.
—Ella tiene razón. —Dejo la pistola de paintball encima del mostrador—.
Rompe una tonelada de normas de mierda.
—Miren, solo trabajo aquí —dice Jay, tecleando, pareciendo agotado—. Y este
lugar acaba de abrir. El jefe todavía está trabajando en algunas cosas.
—Tu jefe tiene un problema más grande que ese —le indico—, porque ahora
mismo, mi amiga está perdida y el último lugar que la vi fue en el laberinto.
Levanta la mirada con el ceño fruncido.
—¿De qué estás hablando?
—Estoy hablando que la última vez que vi a mi amiga fue cuando comenzamos
el laberinto —espeto—. Ahora no puedo encontrarla en ningún lado, pero encontré
su pistola tirada junto a la puerta.
—¿Intentaste llamarla? —pregunta, lanzando una nerviosa mirada a la
incipiente multitud.
—No lleva su teléfono con ella —respondo.
Me mira como si fuese un estúpido.
—Bueno, quizás ella te dejó tirado, ¿sabes? Las chicas hacen eso a veces.
Estoy a punto de ponerme como el Club de la Lucha con él cuando alguien
choca con mi espalda. Me giro y empujo a la persona más cerca de mí, un tipo
alrededor de mi edad y peso, con cabello pelirrojo oscuro.
—Apártate.
Pone los ojos en blanco y vuelve a empujarme.
—Apártate tú, imbécil. Estás interrumpiendo la fila.
Parece vagamente familiar y me pregunto si tal vez fui con él a la escuela.
Normalmente, lo habría puesto en su lugar, pero tengo mayores problemas por lo
que preocuparme ahora mismo, como encontrar a Isa.
La realidad choca conmigo de forma fuerte, afilada y dolorosa. Isa puede estar
realmente perdida. Alguien puede haberle hecho algo.
Me vuelvo de nuevo hacia el cajero.
—Mira, no me importa una mierda lo que pienses. Mi amiga está perdida y
necesitas encontrar un modo de buscar en el edificio para encontrarla. O quizás
mirar las cámaras de seguridad.
Pestañea como un estúpido despistado.
—¿Cámaras de seguridad? No creo que tengamos cámaras de seguridad.
—Entonces, déjame entenderlo. No tienen sistema eléctrico de emergencia y no
tienen cámaras de seguridad. —Niego—. ¿Sabes qué? No importa. Déjame hablar con
68

tu jefe.
Página

—Claro. —Se marcha por una puerta trasera en la esquina más lejana,
tomándose su tiempo con calma.
Aprieto las manos en puños, resistiendo la urgencia de gritarle que apresure su
trasero. Luego apoyo los codos en el mostrador y apoyo la cabeza en las manos.
—Lo siento mucho, Isa —murmuro—. Nunca debí dejarte sola.
No creía que el acosador llegase tan lejos, especialmente si es Kyler. Quiero
decir, una cosa es esparcir un montón de folletos en la escuela, pero es realmente
otra cosa secuestrar a alguien.
Aunque, ¿se la llevaron? Quizás simplemente está dando vueltas, buscándome.
Estoy teniendo un momento difícil en ver a mi hermano como un secuestrador.
Quizás Isa está justo detrás de mí y simplemente no podemos vernos el uno al otro.
Podría ser, aunque tengo esta enfermiza sensación en el estómago, un sentimiento
conectado con el grito que escuché durante la falta de electricidad, que Isa está en
problemas.
Estoy comenzando a girarme para mirar entre la gente detrás de mí cuando
alguien me golpea ligeramente en el hombro. Dándome la vuelta, encuentro al tipo
de cabello pelirrojo oscuro de pie frente a mí con una molesta mirada en el rostro.
—Me dijeron que te dé esto —murmura, extendiendo la mano hacia mí.
Atrapada entre sus dedos hay un trozo de papel cuadrado, del tamaño de una
tarjeta de negocios.
Miro la tarjeta con cautela.
—¿De quién es?
—¿Simplemente la tomarás? —Me lanza la tarjeta al pecho y se aparta—. Solo
se me dijo que te la dé, no que te diga quién la envía.
Me tiembla la mandíbula mientras me agacho para tomar la tarjeta del suelo.
Para el momento en que me levanto, el tipo ha desaparecido entre la multitud.
—Maldición —farfullo, girando la tarjeta. Una abrasadora furia me ahoga
mientras leo la nota imprimida en la parte de atrás.
¿Quieres ver a Isabella de nuevo? Trae la memoria USB a Cherry Lane Road
y Sunnyvale Forest Drive a las 6:00. Y asegúrate de venir solo. Si no lo haces, no
volverás a ver a tu novia.
Cierro la mano en un puño, arrugando la tarjeta. No sé si Kyler está en esto o si
está ayudando a alguien, pero voy a patearle el trasero si averiguo que lo está.
69
Página
L
ucho como si mi vida dependiera de ello cuando la persona que me
sostiene me arrastra a lo desconocido. Son increíblemente fuertes,
manteniéndome con facilidad sujeta por la cintura y los brazos, incluso
mientras sacudo mi cuerpo violentamente de lado a lado. No sé quiénes son o dónde
piensan llevarme, si son las personas detrás de los textos anónimos, si esto es parte
del juego, o algo totalmente ajeno. Pero la sensación de no saber qué va a pasarme
envía un escalofrío helado a través de mi cuerpo.
—¿Dónde me llevan? —grito, luchando con todas mis fuerzas por escapar.
No contestan, pero como la luz del sol se filtra a través de la bolsa de tela encima
de mi cabeza, me doy cuenta de que estamos afuera.
—¡Déjenme ir! —Levanto mis pies y echo mi cabeza hacia atrás para golpearles,
pero me empujan antes de hacer contacto, sus uñas clavándose en mi piel mientras
sus dedos se apretujan alrededor de mi brazo.
—Quédate quieta. —La baja y profunda voz masculina lleva un deje de
familiaridad, pero no puedo ponerle cara.
—¡Entonces déjenme ir! —grito, esperando que alguien esté cerca y me ayude.
El silencio y el viento son mi única respuesta.
Abro la boca y vuelvo a intentarlo.
—Alguien ayuda…
El grito muere cuando una puerta se abre. Él me guía suavemente sobre mi
rostro, mi mejilla apretada contra la áspera alfombra.
Volviéndome sobre la espalda, pongo las piernas debajo de mí. Pero un par de
manos cae sobre mis hombros y me empuja suavemente hacia abajo. El movimiento
es extraño, demasiado suave para la situación.
—No te levantes —suplica—. Por favor.
—¿Por qué? ¿Qué vas a hacer conmigo? —pregunto, unas lágrimas escapándose
de mis ojos.
No responde mientras palmea mis bolsillos y roba las llaves de mi auto. Luego
agarra mis brazos, los juntan de un tirón, y enrolla un trozo de alambre alrededor de
mis muñecas. No muy apretado, sin embargo.
Cuando los dedos del chico sueltan mi brazo, oigo que una puerta se desliza y
70

se cierra, como la puerta de una furgoneta. Me tumbo en el suelo, entrando en


pánico, con el pecho subiendo y bajando con cada respiración aterrorizada que tomo.
Página

El silencio me envuelve, y mi mente se dispara con preguntas. ¿Estoy sola aquí?


¿Debería tratar de levantarme? ¿Me harán daño si lo intento? ¿Es esta persona el
asesino de Jamison?
El último pensamiento me golpea fuerte y me deja sin aire.
Necesito salir de aquí. ¡Ahora!
Justo cuando me muevo para poner mis piernas debajo de mí, una puerta
chirría al abrir.
—Solo sube. —La enojada voz suena como si perteneciera a una mujer—.
Tenemos que irnos. Ahora. O no acabaremos esto a tiempo.
—Estoy entrando —responde el chico. Entonces una puerta se cierra de un
portazo—. Ahora conduce.
Se callan después que un motor ruge a la vida, y el auto comienza a moverse.
Nadie pronuncia una palabra durante la mayor parte del viaje, y el sonido suave de
la estación de radio de rock clásico llena la tranquilidad.
Conducimos durante kilómetros y kilómetros antes que el auto finalmente se
detenga, y el motor se apague. Puertas se abren. Una ligera brisa sopla.
—Saca a Isabella —dice la mujer, su voz sonando un poco familiar—, mientras
abro el cerrojo.
Puertas se cierran con un portazo. Silencio. Mi corazón retumba en mi pecho.
¿Dónde estoy? ¿Qué me van a hacer? ¿Alguien me encontrará? ¿Quiénes son?
Tiemblo cuando la puerta cerca de mí se desliza de nuevo. Fuertes manos me
agarran por la cintura y me guían a través de la alfombra y luego fuera del vehículo.
Tropiezo hacia adelante cuando mis pies se plantan en el suelo. Lucho para recuperar
mi equilibrio y luego me lanzo en una carrera loca, ciegamente corriendo hacia
adelante donde puedo distinguir los contornos de los árboles altos.
—Oh, no, no lo haces. —El chico me agarra por la parte de atrás de la camiseta
y me atrae contra él—. No te vas a ninguna parte.
Gruño cuando mi espalda choca con su pecho, y un gemido se escapa de mis
labios.
—Todo esto será más fácil si dejas de luchar —dice tranquilamente mientras me
conduce por los hombros—. Nadie va a hacerte daño.
—Para ti es fácil decirlo. —Estoy furiosa—. No eres la persona atada con un saco
en la cabeza.
Se calma cuando me conduce por un corto tramo de escaleras y entra en un área
protegida donde la fresca brisa ya no muerde mi piel.
—Siéntate en la silla —instruye la mujer—. Entonces vámonos.
¿Ir? Espera un segundo. ¿Me dejan aquí?
¿Debo entrar en pánico o no? Por un lado, son obviamente malas personas. Por
71

otro lado, ¿qué pasa si se van y me dejan aquí para morir de hambre y pudrirme?
Antes que pueda crear demasiado alboroto, manos aterrizan en mis hombros y
Página

me obligan a sentarme.
—Por favor, déjame ir —susurro—. Prometo no contarle a nadie lo que pasó.
Nadie dice una maldita palabra, lo que me asusta y me molesta.
—¡Déjenme ir! —grito mientras me contoneo para liberarme.
—Nunca. —Una sola palabra, pero el ominoso impacto me golpea en el
estómago.
Momentos después, él me ata las piernas a la silla, luego se aleja. Una puerta se
cierra. Tranquilidad llena el aire, envenenada con mi pesada y errática respiración.
El viento aullando afuera hace promesas amenazadoras de ser el último ruido que
jamás escucharé.
—¿Hola? —digo—. ¿Hay alguien ahí?
Silencio.
Debería estar aterrorizada, y en cierto modo, lo estoy, pero creo que he llegado
a un sedado estado de conmoción.
Entumecida. Me siento literalmente entumecida de adentro hacia afuera. Parte
de mí está aliviada de no poder sentir mucho de nada, mientras que la otra parte de
mí está preocupada de que estoy rota. ¿Pero rota cómo?
Cuanto más permanezco en la silla, analizando mis pensamientos en exceso,
más mi mente baja por un oscuro camino torcido.
¿Qué pasa si no puedo sentir nada porque mi mamá es realmente una asesina,
y estoy tan desquiciada como ella? ¿Qué pasa si realmente hay algo roto dentro de
mi cabeza?
Me apresuro a abandonar el pensamiento de mi mente. No, no vayas por allí.
¡No eres ese tipo de persona!
—¿Hola? —grito de nuevo—. ¿Hay alguien ahí?
Ploc, ploc, ploc.
El sonido hace que mis pensamientos se desvíen a una leyenda urbana que una
vez oí hablar de goteo y sangre y...
Niego para borrar los temerosos pensamientos consumiendo mi mente. Nunca
pierdas la cabeza, incluso cuando las cosas parecen súper malas, como película de
terror 101.
Meneo los brazos, tratando de liberarme. Con cada tirón, el alambre se afloja
con suficiente facilidad para que me pregunte si el chico no lo ató firmemente a
propósito. ¿Querían que escapara por alguna razón? ¿Por qué pasar por toda esta
dificulta solo para dejarme escapar?
—Vamos, vamos, vamos... —Mis manos se liberan, y un dulce alivio me llena—
. Oh Dios mío. Gracias, gracias, gracias.
Me arranco la bolsa de tela de la cabeza y parpadeo un par de veces hasta que
72

mis ojos se ajustan a la tenue luz.


Página

Cuatro paredes de troncos crean un estrecho espacio. Y hay una sola ventana
junto con la puerta.
—¿Dónde diablos estoy? —Me doy cuenta del espeso bosque que hay fuera—.
¿Aún estoy en Sunnyvale?
Pienso en cuánto tiempo estuvimos en el auto. Pareció como horas, pero mi
miedo podría haber hecho que el tiempo se alargara. Además, el sol todavía está en
el cielo y brilla a través de las ramas de los árboles y en la ventana, por lo que tiene
que ser antes de las cinco. ¿Y si me quedo atrapada aquí después de la puesta del sol?
No tengo mi teléfono conmigo, o cualquier otra fuente de luz de hecho.
Desesperada por regresar a la civilización antes que se ponga el sol, desato el
cable sujetando mis pies y luego corro hacia la puerta, buscando el pomo de la puerta.
Pero me paro en seco cuando oigo débiles voces al otro lado.
—¿Crees que nos ha visto? —pregunta una profunda voz masculina—. ¿O crees
que lo hemos logrado?
—Por supuesto que lo hemos conseguido —dice la mujer con una sonrisa—. Yo
lo planeé todo perfectamente. Ni siquiera reconocerá nuestras voces, gracias a mi
brillante idea de disfrazarlas.
—No ha sido todo tú —espeta el chico—. Deja de tomar todo el crédito.
—No hiciste una maldita cosa, y olvidaste amordazarla —replica—. Estoy
sorprendida de que la sacaste del almacén sin que nadie notara el grito.
—La corriente estaba cortada. Estoy seguro de que había mucha gente entrando
en pánico y gritando.
—¿Y qué? Mis instrucciones eran amordazarla, y debías haber seguido esas
instrucciones. ¿O necesito recordarte qué te sucederá si esto no funciona? Esa bonita
e insignificante reputación por la que has trabajado tan duro hará puf.
El chico no responde enseguida.
—Amordazar solo parecía demasiado... no sé, cruel —dice por fin—. Me sentí
muy mal por haberla agarrado así.
Realmente no. De hecho, estoy extrañamente ilesa por lo que acaba de suceder.
—Actúas como si te gusta o algo así —se burla—. ¿Has olvidado que todo esto
era fingido?
Pierde un par de segundos y la inminente mentira arde a través del silencio.
—No. Recuerdo... perfectamente, porque me lo recuerdas cada maldito día.
—Porque tengo que hacerlo. —Su tono es tan frío como el helado de masa de
galleta—. Y si esto no funciona, entonces toda la ciudad va a conocer tu sucio y
pequeño secreto.
—Ya sé. No necesitas recordármelo 24/7 —espeta—. Voy a esperar en la
furgoneta. Me estás poniendo nervioso.
73

El ruido de sus pasos es ensordecedor cuando se marcha del porche echando


Página

humo.
—Dios, un pequeño chantaje y se convierte en un llorón —murmura la mujer—
. Qué teatrero es.
Las escaleras crujen, y luego algo suave golpea la puerta. Me escabullo y corro
hacia la ventana, horrorizada de que ella esté a punto de entrar y vea que he
escapado.
Tengo que salir de aquí.
Con cuidado, poco a poco me acerco a la ventana abierta, escucho para ruidos
afuera. El aire está tranquilo, y la puerta detrás de mí permanece cerrada.
¿No está entrando? ¿A dónde se ha ido? ¿Volver al auto con el chico?
Vacilante, saco la cabeza por la ventana y miro.
Kilómetros y kilómetros de árboles rodean la pequeña cabaña, las gruesas
ramas y hojas hacen la visibilidad complicada. A lo largo de la extrema derecha, una
mujer está caminando por un estrecho camino de tierra hacia una furgoneta oscura.
Tiene la espalda hacia mí, así que no puedo ver su rostro. El único detalle que logro
distinguir es su cabello rubio levantado en un moño.
Espero hasta que suba a la furgoneta antes de escabullirme por la ventana e
irme con prisa.
Presionando la espalda contra los troncos, observo el bosque, debatiendo qué
hacer. ¿Simplemente ir hacia los árboles y esperar encontrar una salida? Nunca he
tenido un gran sentido de la orientación.
Sin ver otra opción, me agacho y voy directamente hacia los árboles, solo
enderezándome cuando estoy fuera de la vista de la furgoneta. Luego me arrastro
por el bosque en la dirección en que corre la carretera. Cuando estoy cerca de la
furgoneta, me agacho más. Mi pulso está acelerado, y con cada chasqueo de una
ramita, una oleada de adrenalina recorre mi cuerpo. Definitivamente ya no me siento
adormecida, pero honestamente, quiero que vuelva la sensación para poder dejar de
temblar.
Cuando llego a la franja de tierra que coincide donde está estacionada la
camioneta, me detengo detrás de un grande y frondoso árbol para recuperar el
aliento y prepararme. Si no soy lo suficientemente cuidadosa, podrán verme.
Después de un minuto de preparación mental, respiro profundo y luego me
lanzo en una carrera loca. A cada paso, me preocupa que alguien salga de repente y
me persiga. Pero las puertas permanecen cerradas, el aire inmóvil.
Tal vez pueda salir de esto.
Mientras me muevo rápidamente alrededor de un gran árbol, lanzo una rápida
mirada a la furgoneta. Aún no hay señales de nadie. Gracias a Dios.
Sigo corriendo por lo que se siente como una eternidad, rehusando a reducir la
velocidad, incluso después que la furgoneta desaparezca de mi vista. Sin embargo,
no me incorporo al camino, temiendo que me vean. Me quedo en los árboles, yendo
74

más y más lejos en lo desconocido mientras el sol baja lentamente.


Página

Cuanto más tiempo permanece en silencio, más empiezo a pensar que podría
salir de esta situación con vida.
¡Puedo hacer esto! Puedo…
Una puerta de un auto se cierra de golpe.
—Isabella! —grita el chico—. ¡Detente donde estás! ¡Por favor!
Acelerando mi paso, echo un vistazo por encima de mi hombro y localizo a un
chico parado frente a la furgoneta. Está vestido de negro de pies a cabeza, llevando
una máscara de esquí sobre la cara.
¡Santa madre de todo el miedo! ¡Esto es como una maldita película de terror
de la vida real!
Mi piel se humedece de sudor mientras corro por mi vida, yendo por las matas
y la tierra y serpenteando alrededor de gruesos árboles.
No sé si me está siguiendo o no. Me digo de no mirar, que solo me asustará más.
Pero el miedo a lo desconocido se hace demasiado grande, y miro por encima de mi
hombro.
Mi corazón literalmente se detiene.
No solo el chico está corriendo a través del bosque hacia mí, sino que la
furgoneta está bajando el camino de tierra, justo en mi camino.
Cualquier esperanza de salir viva de aquí se desmenuza como la suciedad
debajo de mis zapatos.

75
Página
D
ejo el lugar de paintball zombi con una carrera loca, el miedo plagando
todos mis pensamientos mientras le envío un mensaje a Kyler. Cuando
no responde, intento llamar. No responde, lo cual añade combustible a
mi rabia.
Si descubro que tuvo algo que ver con esto, lo pagará. Gran momento. Solo no
sé por qué haría todo esto por una memoria. ¿Y cómo siquiera sabe sobre la
memoria? Las únicas personas que saben son Big Doug, Isa, Indigo y yo, y creo que
Isa podría haberle dicho finalmente algo a su abuela Stephy la otra noche. Así que
alguien le dijo a la persona equivocada, o yo estoy equivocado sobre Kyler siendo el
que hace esto.
Mi corazón casi se detiene en seco ante la idea. ¿Y si no es Kyler? ¿Y si algún
psicópata tiene a Isa?
Apenas puedo concentrarme en algo más que llegar a Isa mientras corro por el
estacionamiento de grava hacia el auto. Necesito llegar a ella, necesito salvarla más
de lo que necesito respirar. Este día no se suponía que terminara así. Nada se supone
que termine así.
¿Cómo pude dejar que esto ocurriera?
Cuando llego al auto de la abuela de Isabella, me doy cuenta de que ni siquiera
tengo las llaves. Por suerte, las puertas están desbloqueadas. Entro, saqueo el auto
hasta que encuentro un destornillador en la guantera, y lo uso para manipular los
cables del auto. Una vez que el motor arranca, piso el acelerador hacia el
apartamento, esperando que la abuela de Isabella no esté allí, o podría tener que
explicarle por qué estoy conduciendo su auto sin su nieta.
Mientras hago el viaje de diez minutos, me devano los sesos por la manera
correcta de hacer esto. ¿Debería llamar a alguien y decirle lo que está pasando? La
nota decía que no, pero esto me preocupa más que algún imbécil disfrutando de
atormentar a Isa. Y luego estaba la amenaza sobre nunca ver a Isa de nuevo si
aparecía con alguien. Si arruino esto, Isa podría terminar herida.
Pero ¿y si ya la hirieron?
Se forman nudos en mi estómago y agarro con fuerza el volante hasta que mis
nudillos se ponen blancos.
¡Maldita sea! ¡Cómo dejé que esto ocurriera! ¿Y si llevo la memoria, pero no me
devuelven a Isa? ¿Y si le han hecho algo?
76

Golpeo el volante con mi puño.


Página

—¡Joder! ¡Joder! ¡Joder!


Para el momento en que recojo la memoria del apartamento, estoy al borde de
la locura. La rabia y la culpa coinciden, preparadas para explotar. Necesito formar
un mejor plan que aparecer en la dirección y esperar que todo salga bien. Necesito
ayuda, pero la ayuda correcta, alguien que pueda mantener un ojo en las cosas sin
ser notado. Alguien que pueda ayudar si los bastardos no me dan a Isa.
Sacando mi teléfono de mi bolsillo trasero, marco el número de mi amigo Jules
mientras vuelvo al auto con la memoria metida en mi bota. Conocí a Jules hace unos
meses a través de Big Doug y ocasionalmente hice trabajos con él. No pasamos
mucho el rato, pero Big Doug era bastante cercano y confiaba en él. Además, ha
tratado con alguna mierda intensa y sabe cómo intervenir teléfonos y casas, poner
rastreadores en vehículos y es genial siguiendo autos y a gente. Imagino que, si todo
lo demás falla y esta gente se larga sin devolverme a Isa, puede seguirlos o, al menos,
poner un rastreador en su vehículo, si traen uno.
Solo espero que me haga el favor. Después de decirme que podía quedarme en
su lugar sin pagar alquiler, me siento como un imbécil por pedírselo. Por otro lado,
no tengo otra opción.
—Kai, mi hombre —responde después de tres tonos—. Iba a llamarte y contarte
las noticias. Vendí un montón de mierda de partes de tu auto. Hice unos quinientos
dólares.
Abro la puerta y me deslizo en el asiento del conductor.
—Mira, no me importa eso ahora mismo. Necesito otro favor.
—De acuerdo. —Hace una larga pausa—. Sin embargo, ¿no te hice ya un favor,
vendiendo las partes y salvando tu culo de ser golpeado por T?
—Sí, lo hiciste, pero esto es una emergencia. —Rápidamente le explico lo que
pasó mientras arranco el motor y salgo del complejo de apartamentos, dirigiéndome
a la localización.
—Puta mierda —dice cuando acabo de darle los detalles—. Eso es algo de pesada
mierda.
—Lo sé. Solo desearía saber quién está haciendo esto. —Giro en la autovía que
sale de la ciudad y viro hacia las colinas y el bosque. Nunca he estado en esta
dirección antes, pero el GPS la muestra estando de camino al infierno en Ninguna
Parte.
—¿Qué hay en la memoria?
—Algunos archivos sobre un caso de asesinato. No sé por qué alguien querría
robarlos.
—¿Qué caso de asesinato? —pregunta, intrigado.
Presiono el acelerador, aumentando la velocidad.
—La madre de Isa.
77

—¿Tienes alguna idea de quién haría esto?


—Me estoy preguntando si tal vez mi hermano tenga algo que ver con esto… —
Página

Niego, sin querer cotorrear más—. Mira, realmente necesito saber si me ayudarás o
no antes de llegar a este lugar.
—Sí, puedo hacer eso por ti, hombre —dice después de lo que se siente como el
minuto más largo de mi vida—. Solo dame la dirección y llegaré allí lo antes posible.
Le doy la dirección.
—¿Cómo sabré cuándo llegas?
—No lo harás —responde simplemente—. Ese es el punto, ¿cierto?
—Cierto. —Un aliento estresado sale de sus labios—. Pero estarás allí a las seis,
¿seguro?
—Sí —dice—. Hasta luego, hombre.
—Hasta luego. —Presiono finalizar, dejo caer el teléfono en la consola y
conduzco como salido del infierno hacia la dirección en la nota, rompiendo un
montón de leyes de tráfico para llegar allí, a pesar de que tengo mucho tiempo.
La necesidad de recuperar a Isabella es demasiado abrumadora. Ya no puedo
pensar bien. El enloquecedor silencio crea demasiado tiempo para pensar sobre lo
que podrían estar haciéndole, que puede que nunca la vea de nuevo, que nunca le
diga cómo me siento por ella.
Debería haberle dicho que la amaba. Debería haberla besado de verdad.
Nunca me perdonaré si algo le pasa.
Treinta minutos después, a eso de las cinco y cuarto, llegué al destino
establecido en el GPS. Las calles convergen en un cruce en el centro de una zona de
denso bosque que rodea Sunnyvale donde no hay casas, ni tiendas, ni nada es
localizado. El vacío es inquietante, junto con los árboles. Alguien podría estar ahí
fuera, mirándome ahora mismo, y probablemente no lo sabría.
Decidiendo sutilmente investigar la zona, agarro mi teléfono y salgo del auto.
Cuando noto que no tengo cobertura aquí, pierdo mi mierda. Eso tuvo que estar
planeado… decirme que conduzca al medio de la nada para no poder llamar por
ayuda.
Cuando Isa empezó a recibir mensajes al principio, pensé que tal vez eran de su
media hermana Hannah. Luego los folletos aparecieron en la escuela y mis sospechas
aumentaron a pensar que no era solo Hannah la que estaba detrás de ello, sino que
tenía la ayuda de Kyler. Pero no hay manera de que pudieran estar detrás del
secuestro. No, o esto es otra persona o tienen ayuda de otra fuente. Alguien más
inteligente.
Las ramas de los árboles me sacan de mis pensamientos. Mi atención va a la
derecha del camino de tierra mientras imagino cañones a través de los árboles. Me
tenso, deseando haber traído un arma o algo.
Joder, ¿por qué no pensé en traer un arma?
78

Empiezo a volver al auto para encontrar una palanca cuando la figura sale a
trompicones del bosque y en el camino de tierra justo delante de mí.
Página

—¿Isa?
Nunca he estado tan aliviado de ver a alguien en toda mi vida. Ni siquiera me
di cuenta del terror que estaba sintiendo hasta ahora y, por un momento, me quedo
allí, conmocionado. Pero rápidamente salgo de mi trance y luego corro por ella como
si nada más importara… porque no lo hace.
—¡Kai! —grita, jadeando, sus ojos amplios mientras se tambalea hacia mí—.
¡Tenemos que irnos! ¡Ahora! ¡Están viniendo!
Mi corazón martillea en mi pecho mientras sigo corriendo hacia ella.
—¡Estás bien!
Asiente, corriendo hacia mí.
—¡Sí! ¡Pero tenemos que irnos!
Nos reunimos en mitad del camino y salta a mis brazos sin desacelerar, casi
derribándome. Me las arreglo para mantener el equilibrio y envolver mis brazos a su
alrededor, sosteniéndola desesperadamente.
Sus brazos rodean la parte de atrás de mi cuello y sus piernas mi cintura.
—E-están viniendo. —Su cuerpo tiembla—. T-tenemos que irnos.
Mis manos tiemblan mientras las paso por su espalda.
—Shh… Está bien. Te tengo.
Se aferra a mí con fuerza mientras me vuelvo y la llevo hacia el auto. Abro la
puerta y me muevo para ponerla en el asiento del pasajero. No quiero dejarla y
tampoco parece demasiado ansiosa por soltarme.
—Isa, nena, tengo que meterte en el auto o no podemos irnos —digo,
abrazándola más cerca. La idea de soltarla se siente físicamente imposible, como si
mi cuerpo fuera incapaz de hacerlo.
—Lo sé. —Suelta una exhalación temblorosa antes de apartarse y subir al auto.
La miro, revisando por heridas. La ira pulsa en mis venas ante la vista de lo que
parece un corte en su mejilla.
—Estoy bien —insiste, notando mi mirada—. Me lo hice cuando estaba
corriendo entre los árboles.
Si cree que está bien o no, mi pecho arde con tanta ira que me siento como si
estuviera a punto de hacer erupción. Quién sea que la hiriera, pagará; me aseguraré
de eso. Ahora mismo, sin embargo, tengo que sacarla de aquí y llevarla a algún lugar
seguro.
Me apresuro al lado del conductor, echando miradas a la vacía carretera de
tierra delante de nosotros.
—¿Dijiste que estaban viniendo? —le pregunto a Isa cuando me deslizo en el
auto y cierro la puerta—. ¿Conducen o van a pie?
Se muerde la uña del pulgar, mirando a la carretera.
79

—Un tipo estaba persiguiéndome por los árboles y la mujer iba en furgoneta,
Página

conduciendo por la carretera… Deberían estar aquí pronto… Casi me atraparon…


Pensé que no iba a… —Aspira un tembloroso aliento.
Coloco una mano en su rodilla.
—Vamos a salir de aquí. No dejaré que te hagan daño.
Asiente, su mirada yendo a la mía, sus ojos desbordándose con confianza.
—Sé que no lo harás. Sabía que vendrías por mí.
Aspirando un aliento, arranco el motor, piso el acelerador y retrocedo en la
carretera.
Isa se mueve nerviosamente, retorciendo sus manos en su regazo con sus ojos
pegados al bosque.
—No van a llegar a ti —prometo, cambiando de marcha.
Empieza a asentir, pero entonces sus ojos se amplían, sus dedos se curvan en
el borde del asiento de piel.
—¡Kai! ¡Conduce!
Sigo su mirada hacia la oscura furgoneta recorriendo la carretera de tierra ante
nosotros.
—Mierda. —Piso el acelerador y los neumáticos giran mientras el auto corre
hacia delante, dejando el hedor de goma quemada colgando en el aire.
—Vamos, vamos, vamos, vamos, vamos… —canta en voz baja mientras se
retuerce en el asiento y mira por la ventana mientras la furgoneta entra en la
carretera detrás de nosotros.
—Ponte el cinturón de seguridad —le digo mientras acelero.
Sin quitar sus ojos de la furgoneta, pasa el cinturón por su hombro.
—Ni siquiera tiene matrícula. —Me mira mientras abrocha el cinturón—. La
furgoneta, quiero decir. A menos que haya una en la parte trasera. Pero no hay en la
delantera, así que ni siquiera puedo escribirla.
—Podríamos no tener que preocuparnos por eso. —Contengo la respiración
mientras nos acercamos a una curva cerrada que serpentea alrededor de una
pendiente pronunciada. Al saber que la furgoneta no puede tomar la curva muy
rápido, mantengo la velocidad y me aferro al volante—. Aguanta.
Su mirada se dispara hacia el serpenteante camino delante de nosotros e
instintivamente alcanza la “oh, mierda” manija sobre ella.
—Kai, ten cuidado…
Se echa hacia atrás en el asiento y se agarra desesperadamente mientras
rodeamos la curva extremadamente rápido. Lucho por mantener el volante firme,
mis instintos gritándome que desacelere. Pero esta no es la primera vez que
conduzco así y sé que el auto girará, así que presiono, negándome a desacelerar.
La furgoneta no está equipada para tales altas velocidades tomando curvas y el
80

conductor frena duro, virando hacia la derecha y deteniéndose en seco en la grava


que actúa como una barrera entre la carretera y la pendiente. Una nube de tierra se
Página

eleva en el aire y rodea el vehículo.


Isa libera la manija y estira su cuello para mirar por el espejo retrovisor.
—¡Mierda! Casi se salieron del borde. —Se gira en su asiento, respirando
pesadamente—. Jesús, ¿dónde aprendiste a conducir así?
Me encojo ante su pregunta.
—De una persona que me enseñó cómo manipular los cables de un auto.
Sus ojos se amplían con sorpresa.
—¿Sabes cómo manipular los cables de un auto?
—Mm… —Echo un vistazo al volante—. Más o menos lo hice con el auto de tu
abuela.
Una arruga se forma en su frente.
—Kai, no quiero sonar mala, ¿pero por qué no llamaste a mi abuela Stephy o a
la policía?
—Porque me amenazaron. Dijeron que habría consecuencias si lo hacía. Me
preocupaba que te hirieran. —Robo un vistazo por el espejo retrovisor a la larga y
vacía carretera detrás de mí.
¿Qué demonios? ¿Dónde irían? ¿Por qué ya no nos están persiguiendo?
—Oh. —La confusión llena sus rasgos—. ¿Cómo se comunicaron contigo?
Quiero decir, ¿cómo averiguaste que estaba perdida?
Respiro profundo y le digo lo que sucedió antes y hasta el momento donde vino
corriendo entre los árboles. Aunque quiero dejar fuera los detalles sobre cómo esto
puede ser mi culpa, me preocupo demasiado por ella como para mentirle.
—Kai, esto no es culpa tuya —asegura ella después que yo dejo de balbucear.
—Sí, lo es. Debería haberte vigilado más de cerca. Después que recibiste ese
mensaje —miro la carretera detrás de nosotros por el espejo retrovisor, encontrando
muy inquietante que simplemente dieran la vuelta y nos dejaran marchar después
de intentar atraparnos tan desesperadamente—, debería haberte protegido.
Algo no está bien. Tiene que haber algo más que esto.
Isa alcanza la consola, toma mi mano libre y entrelaza sus dedos con los míos.
—No, no lo es. —Se muerde el labio inferior, reflexionando sobre algo—. El tipo
que me atrapó… Su voz sonaba vagamente familiar.
Trazo los pliegues entre sus dedos, pensando en Kyler. ¿Realmente podría ser
él? ¿Es tan mala persona?
—¿Crees que conoces a la persona?
Se encoge de hombros, mechones de su largo cabello castaño cayendo sobre sus
ojos.
—Eso creo. La mujer también sonaba familiar. —Se reclina contra el asiento,
81

sosteniendo mi mano mientras mira al vacío—. Los escuché hablar sobre cómo
Página

disfrazaban sus voces.


Está más relajada de lo que esperaba, pero no estoy seguro si es porque está
conmocionada o solo luchando contra sus emociones como hace a veces.
—¿Estás bien? —Aprieto su mano—. Hoy pasaste por mucho. Está bien no estar
bien.
—Estoy bien. —Le tiembla el labio inferior mientras baja la mirada a su regazo—
. O quiero estarlo, de todos modos… Pero estaba muy asustada de que no saliera de
allí… viva. —Una lágrima se desliza de su ojo, y se la limpia.
Se me contrae el pecho.
—Todo va a estar bien. Vamos a ir a tu casa donde estás a salvo, y nunca tendrás
que preocuparte por esto de nuevo. Voy a ocuparme de ello. —Comienza a protestar,
pero la interrumpo—. ¿Por qué no compruebas tu teléfono otra vez? Estamos
acercándonos lo suficiente a la ciudad, así que deberíamos tener señal.
Alcanza el posavasos y toma su teléfono.
—¿A quién debería llamar primero? ¿A la policía? ¿O a mi abuela?
—Llama primero a la policía —le indico—. Luego llama a tu abuela.
Asiente, pero luego palidece cuando lee algo en su teléfono.
—¿Qué está mal? —pregunto, encendiendo los faros, mientras la puesta de sol
nos quita la última porción de luz.
Traga con fuerza.
—Hay un mensaje de un número desconocido.
Aprieto mi agarre en el volante.
—¿Qué dice?
—Te estamos vigilando, así que no intentes llamar a la policía. —Le tiembla la
voz mientras lee el mensaje—. Si lo haces, el chico enamorado va a pagar. —Su
mirada se encuentra con la mía—. ¿Pagar con qué exactamente…? —Su teléfono
suena, baja la mirada al mensaje—. Tengo algunos videos de Kai vendiendo archivos
ilegales, drogándose y robando un auto. Apuesto a que a la policía le encantaría
tenerlo en sus manos. Así que o dejan la memoria USB en la estación de gasolina
de Stop and Grub de Sunnyvale y olvidan lo que vieron, o informaremos de sus
actividades criminales a la policía. —Tiene los ojos abiertos como platos mientras
pestañea aturdida—. Joder, Kai. ¿Eso es cierto?
—Podría ser —murmuro, retirando mi mano de la suya.
—Bueno, creo que deberían probarlo. —Mueve sus dedos por los botones
mientras teclea una respuesta.
Momentos después, su teléfono suena y frunce el ceño.
—Enviaron un video adjunto. —Le da a reproducir y estoy muy seguro de que
aparece un video de Jules dándome una demostración de cómo puentear un auto.
82

No necesito acabar de ver el video para saber cómo termina, con Julie y yo
huyendo en un auto robado.
Página

—¿Cuánto tiempo hace que sucedió esto? —pregunta Isa después de que
termina el video.
Me encojo de hombros, sintiéndome la peor persona.
—No hace mucho. En realidad, fue justo cuando volviste de tu viaje.
Golpea la pantalla con el pulgar, cerrando el video.
—¿Cómo podría haber sabido que estabas haciendo esto?
—No lo sé… Cualquiera que estuviese en la fiesta en la que estábamos,
probablemente. Estuvimos hablando de hacerlo mientras estábamos allí y no fuimos
muy silenciosos sobre ello… —Tomo aire y lo dejo salir—. Lo siento, Isa.
—¿Por qué? No es culpa tuya. —La luz desvaneciéndose de la puesta de sol cae
en su rostro, iluminando su pálida piel y sus ojos rojos—. Si acaso, esto es culpa mía.
—No, no lo es. Soy el que tomó todas esas malas decisiones. Soy el que ayudó a
Jules a robar el auto. En todo caso, todo esto es culpa mía, y realmente necesitas
dejar de culparte a ti misma.
—Esto no va en dos direcciones, amigo mío. —La reflexión cruza su rostro—.
Pero lo que realmente me estoy preguntando es, ¿quién es esta gente, por qué
pasarían por todos esos problemas para conseguir la memoria USB? ¿Y cómo
demonios sabrían hace unos meses que ese video de ti robando un auto me haría no
llamar a la policía? ¿Cómo sabrían que siquiera seríamos amigos para entonces?
—Tal vez quienes sean, iban a chantajearme —comento—. O quizás era una de
las pocas personas que sabía que me gustabas.
Me mira con su rostro arrugado en confusión.
—Pero eso fue antes que me gustases… quiero decir, no estoy diciendo que me
gustes ahora, solo… —Un ansioso suspiro sale de sus labios—. De todos modos, no
tiene sentido.
No lo entiende, nunca lo ha hecho.
—Isa —comienzo—, me has gustado desde séptimo grado. Puede ser que haya
sido más una cosa de amistad por entonces, pero para cuando estábamos en segundo
año, te quería.
Niega.
—No hay forma de que pueda ser verdad.
—¿Por qué no? ¿Por qué es tan difícil de creer que pudieses haberme gustado
hace un año? Y para tu información, me gustas ahora… mucho. —No. Ni siquiera
mucho. La amo.
Se mordisquea el labio.
—Sí, pero eso es diferente.
—¿Por qué?
—Porque, en aquel entonces, tú eras… tú. —Me señala—. Y yo era una gran
83

perde…
—Ni siquiera digas eso —digo antes que pueda terminar—. No eras una
Página

perdedora. Simplemente tu familia te hizo creerlo.


Me mira, buscando por algo. Qué, no tengo idea. Pero Dios, lo que no daría por
saberlo.
—Gracias —susurra—, por decir eso.
—Solo estoy diciendo la verdad.
—Sí, pero a veces, es difícil ver la verdad a menos que alguien más te lo diga.
Sosteniendo el volante con una mano, estiro el brazo y le aparto el cabello del
rostro.
—Eres hermosa, amable, divertida, inteligente —sonrío—, a veces un completo
bicho raro, pero amo eso de ti.
Comienza a sonreír, pero entonces el teléfono suena y nos arrebatan el
momento.
—Quieren saber nuestra respuesta —dice, deslizándose por el mensaje.
Vuelvo a poner la mano en el volante.
—Digo que les digamos que no.
—De ninguna manera. No te quiero metiéndote en problemas. Y, además,
quizás podamos averiguar quién es si pensamos en todos los que pudieron verte esa
noche. —Retuerce un mechón de cabello con el dedo, pensando—. Lo que realmente
no entiendo es por qué están haciendo esto. Los mensajes advierten de algún tipo de
juego. ¿Es todo lo que es? ¿Un estúpido juego? ¿Alguien jodiendo con mi cabeza?
Porque es un gran esfuerzo solo por eso.
Me masajeo la sien, sintiendo un dolor de cabeza acercándose.
—No tengo idea, pero cuando lo averigüemos, van a pagar por hacerte daño.
Desenreda el mechón de cabello alrededor de su dedo.
—Realmente no me hicieron daño. En realidad, el tipo fue bastante amable
conmigo.
Aprieto los labios, alejando la furia creciente en mi interior.
—Realmente no me importa una mierda si te hizo daño o no. Hizo lo suficiente.
Merece pagar.
Puedo sentir su mirada clavada en mí, trabajando para romperme y ver lo que
estoy escondiendo dentro. Dios, ¿qué pensaría si averigua lo mucho que me habría
matado si algo le hubiese sucedido?
—Me sentiría de la misma manera si fueses herido —explica—, así que, por
favor, no hagas nada que te hará daño.
¿Entiende lo mucho que ella significa para mí? ¿Cuánto me preocupo por ella?
¿Ella se siente del mismo modo?
—Deberías llamar a la policía. —Cambio de tema—. Cuanto antes lo hagas,
mejor.
84

Mira hacia delante, dejando el teléfono en su regazo.


Página

—No voy a hacerlo. No voy a arriesgar que te metas en problemas.


—Estaré bien. Estoy seguro de que no me meteré en muchos problemas.
Baja la mirada.
—¿Estás seguro de eso?
—Sí —miento con voz espesa entre dientes.
—Estás mintiendo. —El enfado brilla en sus ojos—. Justo como estás mintiendo
sobre no estar en problemas con este tipo T.
—No deberías estar preocupada por ello. No deberías estar preocupada por
nada de esto.
—No me importa una mierda. No quiero volver a ser la persona que era antes
que comenzásemos a pasar tiempo juntos.
Nos miramos el uno al otro con determinación, ninguno de los dos queriendo
dar marcha atrás.
—Isa, solo piensa en esto un segundo. —Suavizo mi tono, intentando
persuadirla de que me escuche—. Si no se lo decimos a la policía, entonces esta gente
simplemente se escapará con lo que hicieron.
Cruza los brazos sobre el pecho con desafío.
—Si se lo decimos a alguien, entonces probablemente serás arrestado.
Normalmente, amo su testarudez, pero ahora mismo me está molestando.
Necesita hacer esto para protegerse. Es lo único importante ahora mismo.
—Asumiré el riesgo. —Bajo la velocidad hasta los límites establecidos.
—Bueno, yo no lo haré —asegura con total naturalidad—. Y si llamas a la policía
y les cuentas qué sucedió, les diré que les estabas gastando una broma.
—Tenemos que hacer algo —defiendo—. No podemos simplemente dejar que se
marchen haciéndote daño.
—No me hicieron daño, solo me asustaron.
Dirijo el auto con una mano mientras estiro el otro brazo y paso los dedos
contra su mejilla raspada.
—¿No lo hicieron?
Se estremece, su rostro arrugado con dolor.
—Ya te dije que me lo hice yo misma.
Paso los dedos por su piel una última vez antes de apartar la mano de su mejilla.
—¿Qué sucedió exactamente cuando te atraparon?
Su ansiedad se muestra y se lleva las rodillas al pecho y me da un resumen de
todo lo que escuchó mientras estuvo secuestrada. Cuanto más habla, más hierve mi
furia.
Si alguna vez averiguo quién es esta gente, pagarán por lo que le hicieron. Me
85

aseguraré de ello, incluso si resulta ser Kyler.


Página

—Así que, les gustaba escuchar rock clásico. —Hago notas mentales de
cualquier detalle importante que pudiese llevarme a esa gente—. Llevaban máscaras,
tenían una cabaña en el bosque y el tipo puede haberte conocido.
—Parecía que lo hacía. Igual que la mujer. —Apoya la barbilla en las rodillas—.
Y el tipo actuaba como si se sintiese mal por hacerlo.
—Si te conoce, entonces estoy suponiendo que puede que hayas hablado antes
con él.
Kyler, Kyler, Kyler, si eres tú, voy a patearte el trasero.
—Quizás… Pero, Kai, no quiero que vayas en busca de esa gente.
Apretando los labios, fijo mi atención en la carretera mientras me tiemblan las
manos con la aplastante necesidad de herir a la persona que le hizo esto.
—Kai, escúchame. —Pone la mano en mi brazo para hacer que la mire—. No
quiero que salgas herido.
—Entonces necesitamos ir a la policía. Alguien tiene que localizarlos y
asegurarse de que no le hacen daño a nadie más. —Mi inestable voz revela la
tormenta fraguándose en mi interior—. Le pedí a mi amigo que me siguiese mientras
yo iba tras de ti, pero no sé si funcionó ya que le dije que estuviese aquí a las seis.
Me detengo en un semáforo rojo cerca de la ciudad. Pequeñas tiendas se alinean
en las calles que venden cosas artesanales y recuerdos, junto con un banco local y un
supermercado. La gente está vagando por la acera, ocupados en sus asuntos,
disfrutando sus vidas sosas y aburridas.
Recuerdo que solía mirar a la gente que era tan fácil de complacer y sentía pena
por ellos. ¿No querían más de la vida? Ahora mismo, envidio su simplicidad. Daría
cualquier cosa por ello.
—Está bien, esto es lo que vamos a hacer —comenta Isa, sacándome de mi
trance autocompasivo—. Vamos a esperar a que sepas algo de ese Jules y si no sabe
nada, entonces vamos a hablar con el amigo de mi abuela Stephy retirado de la
policía y vemos qué piensa. Quizás pueda averiguar quién me hizo esto sin involucrar
a la policía.
—Está bien, creo que puedo vivir con ese plan. —Conduzco cuando el semáforo
se pone en verde.
—Bien. —Baja la mirada al teléfono—. ¿Pero qué hacemos con la memoria USB?
¿Simplemente la entregamos?
—Eso creo —respondo, sacando la memoria USB de mi bota y dejándola encima
de la guantera—. Nos detendremos y la lanzaremos. Y si jugamos bien nuestras
cartas, deberíamos ser capaces de escondernos y ver quién es cuando tomen la
memoria USB.
Se muerde la uña con preocupación.
—¿Y crees que será así de simple? ¿Que después de que se lo demos,
simplemente nos dejarán ir?
86

—Sí. —No. No creo que será así de simple.


Página

La única forma de que esto se detenga para siempre es si averiguo quién la


secuestró y se lo hago pagar por diez.
E
mpiezo a sentir nauseas en mi estómago mientras miro por la ventana
del auto, viendo borrones de tiendas junto con las estrellas y la luna.
Cuando salí corriendo del bosque y vi a Kai, nunca me había sentido
tan feliz en mi vida. Él había venido por mí, me había salvado, y era todo lo que
importaba en ese momento. Todo lo que quería era estar cerca de él, y cuando salté
a sus brazos, nunca quería dejarlo ir. Nunca.
Al final, tuve que subirme al auto cuando la realidad me golpeó en el rostro,
mientras me daba cuenta de la seriedad del asunto. Había sido secuestrada hoy. Me
habían llevado a plena luz de día, llevado a una cabaña, y amarrado por personas
usando máscaras. Lo que había sucedido posiblemente me perseguiría en pesadillas
por siempre.
Sé que debería llamar a los policías, pero después de cómo trataron a Kai, no
podía hacerlo. Sé que está irritado por no querer ir a compadecer, pero el saber que
puedo arriesgar que lo metan a la cárcel, me hace querer ocultar todo lo que pasó
dentro de mí y cerrarlo para siempre.
Solo quiero ir a casa, tomar una ducha, y olvidar que este día ocurrió.
Como si sintiera mi preocupación, Kai entrelaza nuestras manos.
—Ya casi llegamos.
Asiento, tomando su mano, y colocando la frente contra el cristal frío, hasta que
llegamos a la parada Sunnyvale y la gasolinera Grub. El estacionamiento está casi
vacío, y la luz de la tienda está encendida, pero solo parece que el cajero está en el
interior.
Las instrucciones que nos mandaron fueron muy simples: mandarles un
mensaje cuando llegáramos a la estación y ellos nos dirían dónde dejar la memoria.
Aunque antes de enviarles el mensaje, Kai dice que quiere llamar a Jules
primero, y ver si descubrió algo.
Kai se estaciona en la parte alejada del estacionamiento, apaga el motor y llama
a Jules.
—Vamos, vamos, vamos. Responde —murmura al teléfono, su rodilla
moviéndose de arriba hacia abajo.
Cuando nadie responde, deja un corto mensaje de voz, luego presiona el botón
de colgar.
87

—No respondió. —Su mirada viaja hacia el cielo estrellado—. Se está haciendo
Página

tarde. Supongo que debería enviarles el mensaje y decirles que le daremos la


memoria…
Su teléfono suena con un mensaje entrante.
—Es de Jules.
Desabrocho mi cinturón y me volteo.
—¿Qué dice?
—Dice que no fue capaz de rastrearlos —lee el mensaje, tensión en sus ojos—.
Supongo que solo deberíamos darle la memoria y olvidarnos de esto.
Lo observo en la oscuridad de la cabina.
—¿Estás seguro de que es todo lo que dice? Pareces preocupado.
Asiente, poniendo el labio inferior entre sus dientes.
—Si, ¿qué más podría decir?
—No lo sé… pero parece que me estás ocultando algo.
—Solo estás siendo paranoica. Lo cual se entiende, considerando lo que acaba
de pasar.
Pequeño mentiroso.
Cuando comienza a guardar el teléfono en su bolsillo, se lo quito.
—Isa, ¿qué demonios estás haciendo? —Va por el teléfono, pero abro la puerta
y salto del auto, cayendo en mis manos y rodillas. Salta fuera del auto, con furia en
los ojos—. Isa, regrésame el teléfono. Lo que está ahí… —se pasa las manos por el
cabello—, no es tu problema.
—Lo es también. —Retrocedo en el oscuro estacionamiento y abro el mensaje—
. Sé lo que estás tratando de hacer. Estás tratando de ocultarme algo malo así no
tengo excusa para no hablar con la policía.
Azota la puerta y se acerca rápidamente, dando largos pasos.
—Eso no es de lo que se trata. Solo no quiero que salgas herida.
Empiezo a tomar un ritmo, mientras él se acerca.
—¿Cuánto más pueden dañarme? Quiero decir, me secuestraron, por el amor
de Dios.
—No físicamente. Herida emocionalmente. —Acelera hasta trotar.
—¡De qué estás hablando! —Giro y acelero hacia una pequeña colina detrás de
la estación donde una lámpara brilla en la oscuridad.
Kai acelera el paso, golpeando el pavimento.
—¡Solo déjalo ir!
—No. —Abro el mensaje.
Estoy seguro de que tienes razón sobre quién lo hizo. Solo quería
88

hacértelo saber. Si necesitas ayuda para hacerte cargo del problema,


dímelo.
Página

Brazos abrazan mi cintura, y me elevan en el aire hasta que mis pies no pueden
tocar el suelo.
—Isa, dame mi maldito teléfono de regreso. —Manteniendo sus brazos
alrededor de mi cintura, mueve su otro brazo y trata de alejar el teléfono.
—Dime qué está pasando. —Comienzo a girar, tratando de alejarme de su
agarre—. ¿Sabes quién lo hizo?
—Por favor, solo olvídalo —suplica con desesperación.
Logro girar por completo antes de tropezar con su pie. Empiezo a caer de
espalda y jalo su camisa. En lugar de detener la caída, él pierde el balance, y caemos
al suelo. Afortunadamente, caemos en el pasto, siendo un enredo de piernas y brazos
que luchan por el teléfono.
—Te regresaré el teléfono. —Giro en mi espalda, y pongo los brazos por encima
de mi cabeza—. Pero solo si me dices qué sucede.
Gira para quedar en su estómago, su cuerpo encima del mío.
—No puedo hacerlo. Solo saldrás lastimada.
—Ya estoy lastimada. —Lo empujo por el pecho, pero mantiene su cuerpo bajo
y logra quitarme el teléfono.
Comienza a alejarse, pero me aferro a su camisa y lo obligo a quedarse.
—Esto no es justo —digo calmada y tranquilamente, intentando sonar más
racional—. Estamos en esto juntos.
De inmediato niega.
—No, no lo estamos. De ahora en adelante, yo manejaré esto.
Mi corazón se detiene un segundo, y no de la manera que te dan mariposas, de
manera fantástica o cursi.
—¿Qué vas a hacer?
Mantiene la mirada fija en mí.
—Voy a hacer pagar a esa persona por lo que él te hizo.
—Él… —Suspiro— ¿Es…? ¿Acaso mi… papá me hizo esto?
Niega firmemente.
—No.
—Entonces dime quién es —le suplico, mis ojos llenándose de lágrimas.
—Isa… no puedo. —Batalla para mantener su voz estable—. Lo que sucedió
hoy… pensar que tal vez tú… que quizás nunca te… —Sus labios de pronto están sobre
los míos.
Me encuentro sorprendida y comienzo a respirar por la nariz. Dios mío.
Hablemos de la madre de todos los fuegos artificiales y explosiones.
89

Este beso, es todo lo que había soñado: perfecto, sin aliento, mágico, como
Página

polvo de hadas y deseos y lluvia y brillantina.


Sí, no me importa lo cursi que suena. No en este momento. No con esto.
Para empezar, no tengo idea de qué hacer. ¿Lo beso de regreso? ¿Quiero besarlo
también?
Por Dios, sí, quiero besarlo.
Un incontrolable gemido escapa de mis labios mientras la suya se mueve contra
la mía. Estaría avergonzada, parecería que debería, pero no lo estoy. Quizás es por
todo lo que sucedió. Quizás estoy muy agotada para que me importe. O quizás, quiero
conservar este momento y no preocuparme por lo que está bien y mal.
Kai gruñe en respuesta, y presiona su cuerpo contra el mío, mientras desliza su
lengua dentro de mi boca, finalmente, finalmente, finalmente dándome un
verdadero beso. Mi cuerpo tiembla fuera de control, los latidos de mi corazón
latiendo a una velocidad supersónica. Si muriera, no estoy segura de que me
importaría. Quiero seguir besándolo. Quiero estar más cerca de él. Quiero que él
quiera seguir besándome.
—Dios, había querido esto desde hace tanto tiempo —murmura, antes de
continuar el beso. Luego se aleja solo un poco, mirándome, sus ojos llenos de…
bueno, con una mirada como si estuviera a punto de hacer paracaidismo—. Solo
desearía que pudiera hacer esto mejor para ti, darte el beso perfecto bajo las
condiciones perfectas.
Antes que pueda responder, vuelve a besarme.
¿Mejores? Sí, claro. Estoy completamente segura de que nada puede ser mejor
que esto.
—Sabes tan bien —murmura entre besos.
—¿Como a galletas con azúcar? —pregunto sin aliento con los ojos cerrados.
Se ríe, su aliento haciendo cosquillas a mis labios.
—Mejor que galletas con azúcar.
Mis ojos se abren, y le pico un costado, provocándole una risa.
—Oye, nada es mejor que galletas con azúcar.
—Esto lo es —dice seriamente, luego se inclina y me roba otro beso.
Nuestros labios se mueven lentamente al principio, pero entre más tiempo nos
besamos, más ardiente se torna. Manos comienzan a explorar, piel tocando piel.
Nuestros cuerpos comienzan a moverse a un ritmo perfecto. Mi mente está fuera de
control, vacía de preocupaciones. Mis labios están hinchados, mi piel tararea una
canción perfectamente, y mi mente… Bueno, considerando lo que me sucedió, me
siento extrañamente feliz.
Pero el momento se derrumba con alguien aclarándose la garganta.
—Bueno… ¿qué tenemos aquí? —se burla alguien, acercándose.
90

No reconozco la voz, pero por la manera en que Kai se pone, puedo decir que
Página

algo malo está a punto de suceder.


J
usto cuando pensé que este día no podía empeorar.
Mi cabeza se levanta ante el sonido de la voz de T, destruyendo mi
perfecto momento con Isa.
—Tengo tu dinero —le digo, apartándome de Isa.
Mi cuerpo se tensa en protesta, queriendo recostarme de nuevo y protegerla de
la vista de T. Pero necesito enfrentarlo, enfrentar esto.
No está solo. Tiene a cinco de sus amigos detrás de él. Por supuesto. Los chicos
como T nunca quieren una pelea justa. También tiene unos nudillos de latón y una
sonrisa que en silencio anuncia que estoy hundido en mierda.
—Entonces, ¿dónde está? —Melodramáticamente mira alrededor del
estacionamiento y la estación de gasolina antes de enfocar su mirada en mí de
nuevo—. ¿O simplemente estás intentando comprarte la salida de una paliza?
—Bueno, técnicamente, tengo hasta mañana para pagar. —Me inclino a un lado,
bloqueando a Isa de su mirada mientras ella se levanta—. Y son solo trescientos.
Se frota su mandíbula, los nudillos de latón brillando de forma burlona con la
luz de la luna.
—Sí, cambié de opinión sobre eso. Supongo que te he dado suficiente tiempo.
Así que paga los mil ahora o sufre las consecuencias.
—¿Mil dólares? —susurra Isa, agarrando la parte de atrás de mi camisa—. ¿De
esto se trata?
Estiro la mano y tomo la suya, urgiéndola a que guarde silencio.
—Tengo los mil —le digo a T—. Pero no conmigo.
Se ríe en mi cara, y sus amigos se unen.
—¿No es lo que todos dicen? —Su expresión se oscurece mientras se acerca—.
Te sorprenderías la cantidad de tonterías que escucho de las personas que me deben
dinero. —Agita su mano frente a mí, imitando la voz chillona mientras dice—: Pero,
T, dijiste que tenía hasta entonces. Te prometo que lo tendré mañana. —Baja su
mano a un lado, sus ojos entrecerrándose—. Te prometo que lo tengo, pero no
conmigo. Sí, si tuviera un dólar por cada vez que escucho eso, entonces no tendría
que estar persiguiendo a los imbéciles que me deben dinero.
—Estoy diciendo la verdad. —Aprieto mi agarre en Isa, deseando que no
91

estuviera aquí para presenciar esto.


Medita mis palabras con una sonrisa enfermiza y luego abre sus manos a los
Página

lados.
—Muy bien, pruébalo. —Toca el barato reloj en su muñeca—. Tienes quince
minutos para traerme el dinero, o tu paliza será el doble de dura.
Calculo qué tan lejos está la casa de Jules desde aquí y trago.
—Puede que necesite más.
—Y ese es mi problema, ¿por qué? —Me sonríe ampliamente—. Tic. Toc. Tic.
Toc. El tiempo corre.
—Vete al diablo —murmuro, sacándome el teléfono del bolsillo.
—Será mejor que sea una llamada —advierte—. No quiero que envíes mensajes
de ayuda.
—No planeaba hacerlo —miento, presionando el número de Jules mientras fijo
mi mirada en T.
—Entonces, ¿decides tomar mi oferta? —pregunta Jules sin decir hola—.
Porque tengo unas ideas muy buenas sobre cómo podemos hacer que pague.
—Puede que acepte esa oferta después. —Trueno mis nudillos contra el costado
de mi pierna—. Ahora, necesito tu ayuda, y no puedes arruinar esto.
—Bien… ¿qué pasa?
—Necesito que me traigas los mil dólares en menos de quince minutos —digo
con mis ojos en T, quien toca su reloj con su dedo y gesticula, “apúrate”.
—¿Dónde estás? —pregunta Jules.
—En la parada de Sunnyvale y la estación de gasolina de Grub, la que queda
afuera de la ciudad.
—¿Ahí está T? —pregunta con cuidado.
—Sí. —Presiono mis labios, mirando a T, el imbécil. Debería haber puesto la
llamada en altavoz.
—Ahí voy —dice Jules, con suerte entendiendo las palabras que no puedo decir:
trae refuerzos.
—¿De qué estás hablando? —T se acerca—. Coloca eso en altavoz ahora.
—Te veo en quince —digo rápidamente a Jules y luego cuelgo el teléfono—.
Viene en camino.
T empuña su mano.
—Será mejor que venga solo —advierte y luego estrella los nudillos de latón en
mi vientre.
Gruño, colapsando de rodillas mientras el aire se me sale de los pulmones. Mi
teléfono cae de mis manos, y T lo levanta.
Isa grita algo a mis espaldas, y T se ríe, sus amigos uniéndosele como un
montón de jodidas hienas.
92

T se agacha frente a mí, fijando su mirada.


Página

—Eso es solo una probada de lo que te sucederá si me jodes. ¿Y sabes qué? Tal
vez para endulzar el trato, tomaré a esta chica tuya y le demostraré qué es un
verdadero hombre.
Gruño, levantándome a tropezones. Mis puños tiemblan a los lados mientras lo
miro.
—Si le pones siquiera un dedo encima, te mataré. ¿Entiendes?
Su risa se mezcla con rabia mientras se acerca a mí, parándose frente a mi cara.
—Esa es una amenaza muy grande para alguien superado en número.
—No me importa —espeto—. Tócala y te mataré.
—Kai, solo déjalo. —La tentativa voz de Isa corta la tensión en el aire. Desliza
sus dedos en los míos y me aleja de T—. Solo démosle el dinero para que esta noche
de mierda se termine.
Tomo aire un par de veces antes de enfocar mis ojos en Isa. Mirarla me
tranquiliza un poco, pero una tormenta está creciendo en mi pecho, a punto de
explotar.
T habla mucho por hablar, pero también hace un montón de mierda
sospechosa. No confío en absoluto en él, y si Jules no se aparece con refuerzos, podría
intentar cumplir su amenaza.

93
Página
N
unca había sido alguien que peleaba, pero realmente quería golpear a
este tipo T en el rostro. No solo había amenazado a Kai, pero estaba
encontrando su constante tarareo de la canción Leopardi, bastante
molesto.
—¿Estás bien? —le pregunto a Kai mientras nos sentamos en el borde del pasto
de la parte de atrás del estacionamiento—. ¿Cómo está tu estómago?
—Estoy bien —murmura, manteniendo la mirada en el suelo—. No me golpeó
tan fuerte.
Sí, claro. Escuché el impacto. Pero ese es Kai, siempre haciendo lo que se
necesite para que las personas dejen de preocuparse por él.
—Así que, ¿cómo conociste a ese tipo? —pregunto, dando una rápida mirada a
los basureros donde dos amigos de T están luchando, mientras los otros les echan
porras, pasando la botella de Vodka. Tengo los dedos cruzados para que uno de ellos
noquee al otro. Luego solo nos tendríamos que preocupar por cinco. Quizás,
tendríamos tan buena suerte que terminarían golpeándose entre ellos.
Suspiro. Si tan solo…
—Por Brandon. Él es la razón por la que estoy en esto. Me la jugó, y ahora le
debo dinero a T. Supongo que es mi maldita culpa, ahora que lo pienso, por siquiera
asociarme con T. —Kai apoya sus brazos en sus rodillas y agacha la cabeza—.
Lamento haberte traído a esto. Debí saber que algo así sucedería, pero supongo que
mi padre tenía razón. Lo arruino, todo el tiempo.
Suavemente le pico la costilla.
—Oye, esa no es manera de hablar de ti. Y tu padre es quien lo arruinó todo por
tratarte de la manera en que lo hace.
—Merezco la manera en que me trata —dice entre dientes, rozando su bota
contra el asfalto.
Lo vuelvo a picar, esta vez más fuerte y en el pecho, su cabeza se levanta.
—¿Qué demonios, Isa? —Se acaricia el pectoral—. ¿Por qué fue eso?
—Por tenerte lástima. —Dibujo un circulo en el aire, alrededor de nosotros—.
¿Ves esto? Esta es una zona libre de lástima.
Sus labios comienzan a levantarse en una sonrisa, pero luego sus hombros caen.
94

—¿Cómo puedes bromear en este momento, con todo lo que está pasando?
Me encojo de hombros.
Página

—Usualmente tú lo haces, así que supongo que aprendí de ti.


—Sí, tal vez. —Deja escapar un sonoro suspiro—. Normalmente puedo manejar
esta clase de situaciones, pero contigo aquí y con… —Su mirada viaja hacia T, que
está apoyado en los basureros, viéndome con una mirada que no puedo descifrar,
pero eso me hace sentir incómoda en el estómago. Apartando la atención de T, se
voltea y se mueve, bloqueándome de la terrorífica mirada de T—. Hazme un favor. Si
tienes alguna oportunidad para correr, hazlo.
Resisto la tentación de poner los ojos en blanco.
—Como si fuera simplemente a dejarte.
—Isa —me advierte.
—Kai —imito su tono y la mirada severa.
—Esto no es un chiste, Isa. Lo que T dijo… —la mirada va de T a mí,
preocupación en su rostro—, lo que dijo… sobre tocarte… —Tomando mis dos manos,
entrelaza nuestros dedos—. No podría vivir si algo te pasara, así que quiero, no,
necesito que me prometas que cuando tengas una oportunidad, correrás y buscarás
ayuda.
Me obligo a tragarme el miedo.
—Simplemente no voy a dejarte, pero entraré a la tienda y llamaré a la policía.
Alivio se refleja en sus ojos.
—Gracias por cooperar por una vez.
—Lo dices como si nunca ayudara. —Cuando eleva las cejas sugiriéndolo,
suspiro dándome por vencida—. Está bien, tal vez soy un poco cabeza dura a veces,
pero también lo eres tú.
Casi sonríe.
—Pero solo para ser tan terco como tú.
Le frunzo el ceño, aunque quizás tenga razón. Luego algo se me viene a la mente
y elimina el gesto de mi rostro.
—Oye, hablando de la policía, ¿qué pasa con la memoria? Nunca les enviamos
el mensaje. No crees que… Mierda, ¿qué si envían ese video de ti?
—No creo que lo vayan a hacer —dice Kai, mirando por encima de mi hombro
hacia el estacionamiento.
—¿Por qué no? ¿Porque sabes quién lo está haciendo? —Sigo su mirada, pero
todo lo que puedo ver es el estacionamiento, la calle, y el auto de mi abuela—. ¿Qué
estás mirando?
—Solo me estoy preguntando qué tan fácil podría ser que alguien se metiera al
auto y robara la memoria sin que nos diéramos cuenta —explica, regresando la
mirada a mí—. Creo que vi a alguien espiando el auto hace unos minutos.
95

Mi mirada regresa al auto.


Página

—Pero ¿cómo supieron que estábamos aquí? —Miro a Kai—. Nunca les
enviamos el mensaje.
—Tengo el presentimiento que nos han estado siguiendo.
—¿De verdad?
Medio se encoje de hombros.
—No se me ocurre algo más, de hecho, adivino que probablemente nos han
estado siguiendo por un tiempo.
Nerviosamente me muerdo las uñas.
—¿Cómo lo descubriste?
Se vuelve a encoger de hombros.
—Por la manera en que parecen saber cada movimiento que hacemos, como los
archivos que robaron del auto. ¿Cómo pudieron saber que los teníamos a menos que
me vieran entrar al auto con ellos? Y luego la memoria. Ya sea que alguien
accidentalmente les esté dando la información, o nos han estado vigilando. Y apuesto
que es esa persona que vi probablemente sacando la memoria.
—Espera un minuto… Dijiste que alguien accidentalmente les estuviera dando
la información… —Una corriente de aire llega a mi cabello, enviando mechones justo
en mi rostro. No me molesto en apartar su mano, tengo miedo de dejarlo ir—. ¿Qué
tan bien conocemos a la persona que está haciendo esto?
—Muy bien —responde dudando, sin mirarme.
—¿Prometes que no es mi papá? —susurro, luego respiro aliviada al verlo
asentir—. Entonces solo dime quién es antes que me vuelva loca.
—Alguien que va a tener su vida destruida mañana —dice con una risa
sombría—. Ni siquiera sabrán qué los golpeó.
Maldita sea y su plan de venganza.
—Kai, no creo que… —Me calla con un beso, solo apartándonos por aire después
del beso sin aliento que me dio—. Sabes que no puedes besarme cada vez que quieras
callarme —le digo, entre respiraciones entrecortadas.
—¿Quieres apostar? —Una juguetona mirada le brilla en los ojos, mientras se
acerca para robarme otro beso.
—¿Podrían parar con esa mierda? —grita T, rompiendo el momento en pedazos.
Se acerca a nosotros, mirando su reloj. Cuando llega a donde estamos, hace un
molesto sonido de alarma—. El tiempo se terminó. Parece que tendrás una golpiza.
—Le lanza a Kai una sonrisa, luego su mirada se detiene en mí, y pone los labios como
si estuviera besando—. Y una caliente sesión de besos para mí.
Kai brinza y echa a T para atrás.
—Tú la tocas, y pagarás.
—¿Tú y qué ejercito? —responde T, enviando a Kai para atrás.
96

Kai tropieza, y me pongo de pie, tomándolo del brazo. Cuando los amigos de T
se dan cuenta de lo que sucede, detienen sus juegos y se acercan a nosotros.
Página

Kai se pone frente a mí y nos echa hacia atrás con sus brazos.
—Acércate a ella, y romperé tus brazos.
T se ríe, pero el sonido sale deformado e incorrecto.
—¿Eres un maldito estúpido? Solo admite que te sobrepasamos, y danos a la
chica, déjanos patear tu trasero, y luego puedes regresar a tu estúpida y patética vida.
—Puedes patearme el trasero... —La voz de Kai es sorprendentemente
calmada—. Pero no vas a tocarla.
Los labios de T se transforman en una amenazadora sonrisa.
—Sabes, entre más lo dices, más quiero tocarla. —Se encoje de hombros—. Es
algo así como lo que hago, sabes. Dime que no puedo hacerlo —se mueve hacia un
lado, encontrando mi mirada—, y todo lo que voy a querer, es hacerlo.
Ganas de vomitar comienzan a surgir en mi garganta. ¿La noche podría
empeorar?
—Isa, corre —sisea Kai, por encima de su hombro.
Dudo, insegura.
—Quizás debería…
—Prometiste que lo harías —me interrumpe—. Ahora vete.
Respirando con nerviosismo, asiento y luego doy un paso hacia atrás para
correr.
—E isa —dice Kai antes que comience a correr—. Solo para que lo sepas, te amo.
Antes que pueda siquiera comprender por completo sus palabras, corre hacia
al frente, chocando con T. Dejo escapar un grito de terror mientras caen al suelo en
un lío de golpes y patadas. Pienso en ir hacia Kai, pero cuando los amigos de T se
concentran en mí, doy la vuelta y comienzo a correr hacia la tienda.
Ni siquiera a mitad de camino, alguien me toma del brazo y me jala hacia él.
—No irás a ningún lugar, cariño —dice una voz desconocida. Levanta la mano
y comienza a acariciar mi mejilla como si fuera un maldito gato o algo—. Tú y yo
sabemos que vas a pasarla bien.
Vomito por dentro, sin embargo, me mantengo calmada por fuera.
—¿Quieres apostar? —digo, luego golpeo mi cabeza contra la suya, como he
visto a personas hacer en las películas. Pero a diferencia de las películas, no puedo
correr, porque estoy muy mareada—. Sabes, ellos deberían de… advertirte… lo
terrible… que duele. —Me tambaleo, mientras luces interrumpen la oscuridad.
—¡Kai! —escucho a alguien gritar.
—Aquí —dice Kai en dolor, en alguna parte detrás de mí.
Cubro mis ojos de la luz, tratando de ver quién está ahí. No puedo ver muy bien,
pero puedo ver dos o tres autos formando un muro en el estacionamiento.
97

—Qué demonios…
Página

Un chico, de mi edad, quizás algo mayor, con cabello oscuro y un arete en el


labio sale de la luz y se acerca rápidamente a mí.
—Isa, entra al auto.
—Emm… ¿quién eres tú? —pregunto, insegura de si él está en el bando de los
buenos o malos o no tiene nada que ver con lo que sucede—. Espera. ¿Eres mi
acosador? —Tan pronto salen las palabras, quiero retractarme.
Qué inteligente, Isa. Hazle saber que sabes quién es.
Niega, sorprendido.
—¿Qué? No. Soy amigo de Kai, Jules. Estamos aquí para ayudar.
Mis labios se abren en O. Me sentiría como una gran idiota, pero considerando
las circunstancias, no me importa.
—Solo entra al auto, ¿está bien? Es el azul en el medio. —Jules le da un suave
golpe a mi brazo—. Nos encargaremos de esto.
—¿Nos? —pregunto, justo en el momento en que las puertas de los autos se
abren.
Uno por uno, personas comienzan a salir e ir a la pelea. Para cuando el ejército,
o como quieras llamarles, pasan a mi lado, mi mandíbula está en el suelo.
—No me importa lo que Kai diga —murmuro para mí, mientras me apresuro al
auto azul—. Definitivamente está en la mafia.

98
Página
E
sta noche tuve tanta suerte. Tanta maldita suerte. Todo con lo que
terminé fueron unos cortes y raspaduras en la cara y los nudillos, junto
con un cuerpo adolorido. Si Jules y sus amigos no se hubieran mostrado
cuando lo hicieron, sin embargo... no quiero ni siquiera pensar en ello. Pero es en
todo lo que puedo pensar mientras la lucha se separa y la gente va por caminos
separados.
Entrego el dinero a T y recupero mi teléfono. Luego le sopla un beso a Isa
mientras camina por el auto de Jules. Se necesita toda mi fuerza de voluntad para no
golpearlo, pero mi gratitud por estar bien me mantiene en el lugar
Tanta maldita suerte. Tanta maldita suerte.
Nunca más. Nunca más me meteré en este desastre.
Terminé.
—La tarjeta de memoria se ha ido —anuncia Isa después que hemos subido de
nuevo al auto de su abuela.
Ella no suena tan sorprendida, y yo tampoco. Vi a alguien jugando con el auto
mientras esperábamos que Jules apareciera. Habría ido tras ellos, pero realmente
dudo que T me hubiera dejado llegar tan lejos.
Isa busca dentro de la consola y quita un pedazo de papel plegado. Lo despliega
con cuidado, y lee las palabras manuscritas.
—Hemos tomado las cosas en nuestras propias manos, ya que parecían muy
ocupados. Solo considérenlo suerte esta vez. No se preocupen. No diremos si ustedes
no lo hacen. —El papel se arruga cuando sus dedos se doblan—. No puedo creer que
nos estén chantajeando.
—Bueno, en realidad no nos están chantajeando, solo a mí. Y estoy más que
feliz de lidiar con las consecuencias. —Lanzo la oportunidad para que ella cambie de
opinión y vayamos a la policía. Después de lo que pasó, no la culparía. Pero sus labios
permanecen fusionados, la mirada obstinada se forma—. Bien, hazlo a tu manera. —
Saco mi mano—. ¿Puedo ver la nota?
Me la entrega y me observa atentamente mientras la leo. Sí. Justo como pensé.
No sé qué clase de expresión saco, pero aparentemente, da exactamente lo que
estoy pensando.
—Reconoces la caligrafía —dice con el ceño fruncido—. ¿No es cierto?
99

Meto la nota en el bolsillo de mis jeans.


Página

—No sé. Tal vez.


—Bien, miénteme. —Su áspero tono me asusta.
—Isa... —Empiezo, pero ella me corta, encendiendo el motor y poniendo en
marcha el estéreo.
Mierda. Estoy estropeando esto como hago con todo. Uno de mis mayores
desastres, sin embargo, fue tartamudear que la amaba justo antes que estallara la
pelea. En serio, ¿podría ser más melodramático? Esa no era la forma en que quería
que cayera en absoluto, pero entré en pánico.
—Realmente creo que deberíamos hablar —grito por encima de la música
mientras ella sale a la calle.
—Solo quiero hablar si me dices quién es. —Me da un momento para decir algo
antes de subir la música tan alta que no podía oírme si gritaba.
Paso el resto del camino al apartamento de su abuela luchando contra el
impulso de arrancarme las orejas. Claro, estoy a favor de la música, pero me gustaría
poder escuchar música para el resto de mi vida.
Cuando finalmente nos detenemos en el estacionamiento del apartamento,
estaciona el auto y sale antes que incluso pueda abrir mi puerta.
—Isa, ¿podrías detenerte? —grito, corriendo a través de la hierba tras ella—.
Mira, sé que estás molesta, pero yo...
Entra como una furia en la casa, dejándome afuera, hablando conmigo mismo.
Aspirando una frustrada respiración, abro la puerta y entro. Está en la cocina
cuando llego, revolviendo los armarios.
—Entiendo que estás molesta, pero esto es lo mejor. —Porque si supieras quién
estaba haciendo esto, tu corazón sería aplastado—. Solo confía en mí en esto.
—Confío en ti, y ese es el problema. —Abre el armario encima del fregadero y
agarra un kit médico—. Confío mucho en ti, y ni siquiera confiaste en mí lo suficiente
como para decirme lo que estaba pasando con T. —Su voz tiembla, y rápidamente
me da la espalda.
Joder, soy la peor persona.
—Isa... —Camino alrededor de la isla de la cocina, deteniéndome justo detrás
de ella—. Confío en ti... mucho. Eres la única persona que sabe lo mierda que mi
padre me trata. Bueno, además de Kyler y mi mamá, pero solo lo saben porque
fueron testigos de toda la mierda que me ha hecho. —Sostengo la respiración,
esperando que ella haga algo, y finalmente, se da la vuelta.
—Te ha pegado, ¿no? —pregunta en voz baja—. Tu padre, quiero decir.
Sé lo que me está preguntando, pero no quiere solo una respuesta. Quiere que
confíe en ella.
—Lo ha hecho un par de veces —reconozco por primera vez en voz alta, tal vez
100

incluso por primera vez—. Pero no es un gran problema. En su mayoría solo me dijo
lo mierda que soy. Pero eso no importa... ya no vivo allí, así que... —Me encojo de
Página

hombros, sin saber qué más decir.


Ella lleva su mano a mi mejilla. Cuando su palma toca mi piel, me inclino
automáticamente.
—Sin embargo, estás bien, ¿no? —pregunta—. ¿Sabes que todas esas cosas
malas que dijo no son ciertas?
—Sí... —Lucho por mantener los ojos abiertos, pero su toque me hace querer
acostarme y dormirme a su lado—. Sabes que lo que Lynn y Hannah te dijeron no es
cierto, ¿verdad?
Asiente.
—Quiero decir, por un tiempo, no lo hice, pero... no sé... las cosas están
mejorando... y ciertas personas me ayudaron a darme cuenta de quién soy en
realidad.
—Espero ser una de esas personas.
—Lo eres.
—Bien. —Humedezco mi labio lesionado con la lengua, ignorando el dolor—.
¿Puedo besarte ahora? ¿O todavía estás enojada conmigo?
—Ya no estoy enojada contigo —dice, con la mirada fija en mis labios—. Y
puedes... besarme.
Sonriendo, me inclino y sello mis labios con los suyos, esperando que se dé
cuenta que quise decir lo que dije. La amo de verdad... Lo suficiente como para hacer
la vida de mi propio hermano un verdadero infierno por lo que le hizo.

101
Página
—¿P
odrías dejar de moverte? —regañ0 a Kai por millonésima
vez—. Necesito poner peróxido en esto, o probablemente te
dará una infección. —Muevo la bola de algodón hacia su
labio una vez más—. Dios sabe dónde han estado las manos de T.
—Sus manos no cortaron mi labio —dijo, moviéndose en el banquito—. Fue la
esquina del basurero.
Asco. Pero también T lo es.
—No sé cuál es peor —bromeo, humedeciendo la bola de algodón con unas
gotas de peróxido.
—Probablemente sus manos. —Se retuerce, mientras presiono la bola de
algodón en su boca—. Mierda, eso duele.
—Deja de comportarte como un bebé. —Le sonrío, para que sepa que estoy
bromeando, luego tiro la bola de algodón al basurero.
Se relaja contra el mostrador.
—Sabes, si no te conociera mejor, pensaría que me estás torturando.
—Quizás lo hago un poco —admito, sacando una compresa fría del congelador.
—Vaya, eres malvada —bromea, mientras me pongo frente a él y coloco la
compresa fría en su mejilla.
—No estoy tratando de ser malvada. —Me inclino para examinar la cortada en
su ceja, preguntándome si necesita puntadas. Le ofrecí llevarlo al hospital, pero Kai
siendo Kai, se negó—. Solo estoy tratando de arreglar tus metidas de patas.
—¿Mis metidas de patas? —Levantó la cabeza, sosteniendo la compresa fría—.
Hombre, me haces sonar como un bebé.
—Eres como uno. Pero está bien. Creo que es lindo.
—Oye, esa es mi línea —responde con una sonrisa.
A pesar del labio roto y la mejilla inflamada, se ve absolutamente adorable.
¿Cómo no lo había notado antes? ¿Cómo había estado tan obsesionada con Kyler
cuando Kai estaba justo ahí?
—¿Y qué? —Le guiño—. Y ahora acabo de robar tu jugada.
Se ríe, rozando su dedo debajo de mi ojo.
102

—Está bien, ahora eso es lindo.


Página

Aquí vienen mis rojas, rojas y cálidas mejillas una vez más, incluso ahora,
después de todo. Creo que mi medidor de vergüenza está roto o algo así.
—Eres tan linda cuando te avergüenzas —dice Kai, inclinándose para ir por otro
beso.
Una parte de mí quiere reusarse y demandarle que me diga quién es el que ha
estado enviándome los textos, quién me secuestró, quién dejó todos esos folletos.
Pero parte de mí, teme la respuesta, temiendo que sepa quiénes son y que me
destroce. La otra parte de mí solo quiere un beso.
Después de esta noche, después de la pelea, del secuestro o lo que eso fuera,
quiero olvidar y seguir adelante. Con Kai. Kai que me protege. Kai que me ama.
Mi corazón se detiene al recuerdo de él diciendo esas palabras. ¿De verdad las
decía?
Kai termina el beso, pero sus labios se mantienen unos milímetros de distancia.
—¿Qué sucede?
—No es nada. —Me echo hacia atrás mordiendo mi uña con barniz morado—.
Estaba pensando en la pelea y algunas cosas que se dijeron.
—Sé que estás asustada —dice—. Pero todo ha terminado. Lo prometo.
—No es eso lo que pensaba. —Miro mis manos, demasiado asustada para
mirarlo a los ojos, o de acobardarme—. Estaba pensando en lo que dijiste antes que
me pidieras que corriera.
—Oh —es todo lo que dice.
Insertar sonido de grillos.
Mis mejillas se encienden. Hola, chica incómoda, es bueno volverte a ver.
—Realmente lo quería decir. —Su voz tiembla de nervios—. Lo que dije… ahí.
Te amo. Lo he hecho por un tiempo. Solo que no sabía cómo decírtelo, especialmente
con toda esta mierda sucediendo.
Clavo la mirada al suelo, mientras una ola de emociones me sobrepasa y me
pone en mis pies. Las lágrimas se acumulan en mis ojos. Apenas puedo respirar. No
sé por qué o de dónde las emociones están saliendo.
Nunca nadie me había dicho eso, excepto mi abuela, y mi abuelo cuando estaba
vivo. Y nunca en un millón de años había soñado que alguien fuera de mi familia me
amara. ¿Cómo podrían cuando mi propio padre nunca me amó?
La pregunta importante era, ¿yo lo amaba? No lo sé, básicamente porque no sé
lo que es el amor. ¿Me siento como si estuviera cayendo cuando estoy alrededor de
él? Sí, todo el maldito tiempo. Pero tengo miedo de tomar ese paso.
—Lamento si te estoy asustando. —Suena atemorizado—. Pero no puedo
retractarme, no cuando lo digo de verdad.
Insegura de qué más hacer, muevo mi cabeza para darle un beso, haciéndole
saber que estoy bien y que me importa. Mucho, mucho.
103

Murmura algo incoherente antes de abrazarme, acercándome y volviendo más


profundo el beso.
Página

—Consíganse una habitación, ¿podrían? —dice abuela Stephy mientras entra al


departamento.
La respiración de Kai roza mis labios mientras ríe.
—¿Cómo demonio logra hacer eso? Es como si tuviera un radar que le deja
saber cuándo estamos por besarnos.
—¿Acerca de besarse? —La abuela Stephy coloca su bolso en el mostrador,
colocando sus manos en sus caderas y mirándonos—. Estoy segura de que ambos
están a un paso de ponerse cachondos.
—Oh por Dios, ¿podrías dejar de decir eso? —Mis mejillas están tan brillantes
como las luces de Navidad—. No estábamos poniéndonos cachondos. Solo nos
besábamos.
Me menea un dedo.
—Sí, pero si no hubiera entrado, hubieran terminado haciendo mucho más.
La miro, y ella me sonríe, disfrutando por completo mi incomodidad. Luego su
sonrisa se desvanece cuando logra ver el rostro de Kai.
—Jesucristo, niño. ¿Qué le pasó a tu rostro?
—Eso es lo que sucede cuando no usas la pistola de paintball de manera correcta
—miente Kai sin dudar.
Mi abuela me mira cuidadosamente.
—Tú pareces ilesa, excepto por ese rasguño en tu mejilla.
Me trago el miedo junto con ese rasguño y le doy a Kai mi mejor sonrisa de
villana.
—¿Qué puedo decir? Esa es la diferencia entre un amateur y un pro.
Kai me mira molesto, y me guardo otra sonrisa.
—¿Estás bien? —le pregunta abuela Stephy a Kai—. Si quieres, puedo ir por el
doctor. Estoy segura de que no le molestará venir y darte un vistazo.
Kai sostiene la compresa fría contra su mejilla.
—Está bien. No es tan malo como parece.
Pudo haber sido peor.
La realidad me golpea en el rostro, sacándome el aire, y mis piernas amenazan
con desvanecerse. Debí estar conmocionada o algo así hasta ahora, porque todo lo
que pasó me está atravesando de una vez.
—Necesito ir a tomar algo de mi habitación —digo con un nudo en la garganta,
luego salgo de la cocina antes de desmoronarme frente a ellos.
Cuando llego a mi habitación, me muevo para cerrar la puerta, pero Kai se
desliza detrás de mí, entrando.
—¿Estás bien? —pregunta, cerrando la puerta y encerrándonos en la
104

habitación.
Lágrimas amontonándose en mis ojos.
Página

—Estoy cayendo en cuenta de todo.


Lo abrazo antes que pueda volver a respirar, y me mece de adelante hacia atrás.
—Todo estará bien. Me haré cargo de esto.
Quiero protestar. No quiero que lo lastimen. Pero parte de mí quiere dejarlo
hacer lo que quiera para hacerle pagar a quien me hizo esto, quien sea, Hannah, mi
papá, Lynn, o alguien más.
—Solo sé cuidadoso —susurro contra su pecho, mientras las lágrimas se
deslizan por mis ojos—. Prométeme que no harás algo que te lastime.
—Lo prometo. —Traza un camino por mi espalda—. Isa, si tú quieres, podemos
decirle a la policía o incluso al amigo detective de tu abuela. Podemos meterlos a la
cárcel. Tendrían un muy fuerte castigo.
Mas lágrimas se deslizan de mis ojos.
—Sí, pero entonces, tú podrías ir a la cárcel también.
—Puedo manejarlo. Y en realidad, con algunas de las cosas que he hecho, quizás
lo merezca.
—No, no lo haces. —Lo abrazo más fuerte, nunca queriendo dejarlo ir—.
Además, no podría soportar el perderte.
Su pecho se infla y cae, mientras su respiración se acelera. Descansa su barbilla
en mi cabeza, sosteniéndome más fuerte.
—Está bien. Venganza será.
Asintiendo, me aferro a él con mi vida, esperando con esperanza que esto no se
nos regrese.

105
Página
S
ueño que estoy corriendo por un bosque. Estoy corriendo por mi vida y
voy a morir. Zombis me agarran y Kyler sonríe en la distancia. Zombis
comen mi carne y se ríe mientras lentamente muero…
Mis ojos se abren de golpe y jadeo por aliento, mi piel cubierta en sudor. De
acuerdo, ese fue un sueño extraño. Pero después de lo que sucedió, no me sorprende.
¿Solo que no sé por qué Kyler apareció? ¿Tal vez porque se supone que voy a romper
con él hoy?
Después de tumbarme despierta por cerca de una hora y analizar cada sonido,
me rindo en volver a dormir y voy a la sala de estar. La lámpara está encendida y Kai
duerme en el sofá, sin camiseta, con su brazo metido bajo su cabeza. Sonriendo,
cruzo la sala de estar y me tumbo a su lado. Sí, podría meterme en un gran problema
si mi abuela se despierta y nos ve, pero lidiaré con eso por la mañana. Ahora mismo,
solo quiero dormir, y estar junto a Kai me hace sentir segura.
Kai rueda sobre su lado, sus ojos poco a poco abriéndose mientras me desplazo
más cerca de él.
—Hola. —Me da la más linda sonrisa soñolienta—. Estaba soñando contigo.
Deslizo mis manos bajo mi mejilla.
—¿En serio? ¿De qué iba el sueño?
—No estoy seguro si debería darte todos los detalles, pero aquí hay un poco de
alerta de spoiler. Nos involucraba a ti y a mí en este sofá. Solo que no llevábamos
mucha ropa. —Acaricia mi mejilla con sus nudillos—. Y ahí está ese sonrojo que amo
tanto.
Estoy tan cansada de sentirme tonta, así que en su lugar me acerco más y rozo
mis labios con los suyos, mi estómago burbujeando con excitación nerviosa.
—Así es exactamente como mi sueño empezaba. —Me pone encima de él
mientras me besa deliberadamente, como si grabara este momento en su mente.
Cuando se retira, me mira con preocupación—. Tanto como amo que vinieras a
tumbarte conmigo, estoy un poco preocupado de que algo podría estar mal.
—Tuve una pesadilla y no podía dormir —admito, bajando mi cabeza hacia su
desnudo y esbelto pecho—. Así que vine aquí… porque siempre me haces sentir
segura.
Está en silencio por un latido antes de poner su dedo bajo mi barbilla,
106

forzándome a mirarlo.
—Nada nunca va a sucederte. Lo prometo. Y pronto, no necesitarás preocuparte
Página

por nada de esto.


Asiento, pero la incertidumbre se enrolla en la boca de mi estómago. Aun así,
cuando levanta su cabeza y presiona sus labios contra los míos, le devuelvo el beso,
saboreando la conexión. Sus dedos viajan por mi cuerpo y mi corazón late tan
salvajemente que juro que voy a morir. No he besado a muchos chicos, pero ha
habido unos pocos. Nada como esto, sin embargo. Nada nunca ha sido como esto.
Nunca queriendo que termine, lo beso con entusiasmo. Gimiendo contra mi
boca, sus manos empiezan a hacer un camino por mi cuerpo. Cuando llega al
dobladillo de mi camiseta, duda, sus dedos temblando.
No sé qué me posee, pero en lugar de sentirme cohibida, me encuentro
susurrando:
—Está bien.
—¿Estás segura? —susurra con una pizca de nerviosismo.
¿Kai nervioso? ¿Quién lo habría pensado?
Me trago mis nervios y guío sus manos bajo mi camiseta.
Libera otro gemido y me besa de nuevo, tocándome, y haciéndome sentir cosas
que nunca pensé que fueran posibles. Sus besos, sus toques, me hacen sentir menos
perdida y sola. Quiero quedarme así para siempre. Pero con el tiempo mis párpados
se cierran y me quedo dormida en un sueño libre de pesadillas.

***
—Mierda. —La voz de Indigo me saca del mundo de los sueños, el cual está lleno
de besos y rayos de sol y campos de caramelos.
Parpadeo hacia ella, atontada y desorientada.
—¿Dónde estoy?
—Mm, en el sofá. —Amplía sus ojos hacia Kai, quien está respirando
suavemente a mi lado—. ¿Qué hicieron? Besuquearse toda la noche y quedarse
dormidos. —Cuando muerdo mi labio, mis mejillas se sonrojan, ella junta sus manos
y rebota en sus dedos de los pies—. Gracias a Dios. Les tomó una eternidad.
Pongo mi dedo sobre mis labios.
—Cálmate. Tuvo una dura noche.
—Apuesto que lo hizo. —Me presiona con una mirada sabedora—. Tienes suerte
de que te encontrara. La abuela Stephy probablemente habría tirado una caja de
condones encima de ustedes.
—No tuvimos sexo. —Siento la necesidad de aclararlo—. Solo… —Nos besamos.
Tocamos. Le dejé manosearme.
—¿Solo qué? —presiona, chasqueando sus dedos con impaciencia—. Vamos,
dame todos los detalles, los buenos y los malos. Dime por qué estás tan sonrojada.
107

—¿Todos los detalles? —Dios, ni siquiera sé por dónde empezar.


Suspirando, saco mi cansado culo del sofá y la llevo a la cocina, así no
Página

despertamos a Kai. Después de poner en marcha la cafetera, me siento a la mesa con


ella y empiezo a explicar lo que sucedió desde que se fue para ir a casa. Para el
momento en que termino, sus ojos parecen dos bolas de ping pong, prácticamente
sobresaliendo de su cabeza.
—¿No fuiste a la policía? —Me mira boquiabierta como si estuviese loca—. Isa,
tienes que ir a la policía y denunciar esto.
—No puedo. —Añado como diez cucharadas de azúcar a mi café y un chorro de
leche—. Tienen un video de Kai haciendo alguna cosa ilegal y dijeron que se lo darían
a la policía si reportábamos el incidente.
—Bien, entiendo eso, pero… —Hace una pausa para tomar un sorbo de su café
y siento un pero venir—. ¿Pero de verdad quieres que esta gente se salga con la suya
con lo que te hicieron? Y quién sabe si se detendrán. Tal vez vendrán tras de ti de
nuevo.
—Lo sé. —Remuevo mi café, tomo un pequeño sorbo y luego dejo la taza en la
mesa—. Pero, como te dije, Kai dice que sabe quiénes son y va a hacer que paren.
—Pero ¿cómo? —cuestiona.
Agarro el asa de la taza.
—No estoy segura. No me lo va a decir. Solo me prometió que no saldría herido.
—Eso espero. Por su bien y el tuyo. —Lleva el borde de la taza a sus labios,
contemplando, perdida en sus pensamientos—. Aunque es un poco sexy… que vaya
tras esas personas que te hirieron. Es como sacado de una película.
Internamente suspiro. Quiero a Indigo hasta la muerte, pero a veces no estoy
de acuerdo con ella. Y definitivamente no creo que el que Kai vaya tras esas personas
sea romántico. Peligroso, diablos sí. Dulce, un poquito.
—¿Cómo está tu madre? —Cambio de tema, alcanzando la jarrita de leche.
—No demasiado mal. —Recoge su cabello en un desarreglado moño y lo asegura
con un elástico—. Finalmente me senté y tuve una charla con ella y le dije que
pensaba que necesitaba ayuda. Al principio, estaba un poco a la defensiva, pero
entonces le recordé las muchas, muchas veces que ha hecho esto y empezó a ver la
luz o lo que sea. Bueno, al menos la suficiente luz para aceptar ir a rehabilitación.
—Eso es bueno —digo—. Quizás esta vez se mantendrá sobria.
—Tal vez. —Mira el humo subiendo de la taza—. Se está divorciando y espero
que eso la ayude a mejorar.
—No sabía que se estaban divorciando. ¿Estás bien?
—Tampoco lo sabía. No hasta ayer cuando la dejé en la clínica de rehabilitación.
Pero, de verdad, estoy un poco aliviada. Claro, apesta y todo, pero mi madre ha sido
miserable durante años y solo quiero verla feliz.
—Eres muy buena persona. Siempre estás ahí para todos.
Eleva su mirada hacia mí y un toque de diversión baila en sus ojos.
108

—Ay, ¿estamos teniendo un momento?


—No lo sé. —Me encojo de hombros, recogiendo mi taza para dar otro sorbo—.
Página

Tal vez.
Se inclina hacia delante en la silla y me abraza.
—Te estás poniendo femenina conmigo.
Le devuelvo el abrazo, sintiéndome incómoda, pero no tanto como solía.
—¿Es eso una mala cosa?
—Nah. Solo siempre y cuando no te vuelvas maliciosa —dice—. Entonces
tenemos un problema.
—Haré mi mejor esfuerzo. —Hago una pausa, eligiendo mis siguientes palabras
con cuidado—. Y gracias por todo. Por estar ahí para mí cuando te necesité y por
obligarme a divertirme cuando no siempre quería.
—De acuerdo, ¿quién ha muerto? —pregunta mi abuela Stephy cuando entra en
la cocina, vestida con una camiseta y jeans, su cabello arreglado.
—Nadie. —Me recuesto en la silla—. ¿Por qué estás arreglada tan temprano?
Abre el refrigerador para tomar un cartón de zumo.
—Tengo algunos recados que hacer. Pero lo que me estoy preguntando es por
qué no estás arreglada.
—¿Por qué lo estaría? —inquiero—. Estoy en vacaciones de la escuela.
Desenrosca el tapón del zumo.
—Para trabajar.
Echo un vistazo al reloj del microondas.
—No tengo que estar allí hasta las dos.
—Oh. Pensé que era más temprano, y que por eso estabas despierta tan
temprano. —Su mirada va al sofá, donde Kai está durmiendo, y luego se posa de
nuevo en mí—. ¿Por qué estás despierta? Y no digas que porque Indigo te despertó.
Sé que no caminó por el pasillo.
—Mmm… —Me pongo de pie, casi derribando la silla—. Creo que voy a tomar
una ducha. —Voy directa por el pasillo.
—Sí, más te vale correr —grita mi abuela Stephy detrás de mí, riendo—. Pero
solo para que lo sepas, vamos a tener una charla de sexo seguro cuando llegues a
casa.
Cierro la puerta de mi dormitorio y la bloqueo. Por qué, oh, por qué siempre
me hace esto, especialmente dentro del alcance del oído de Kai. Si estaba despierto
y pretendiendo dormir, probablemente se burlará de mí más tarde.
Sin embargo, todas las preocupaciones de vergüenza se evaporan de mi mente,
cuando levanto mi teléfono y noto un mensaje perdido.
—Por favor, no de nuevo —susurro, pasando mi dedo por la pantalla. Me relajo
un poco cuando leo el mensaje. Bueno, tanto como uno puede relajarse cuando tu
109

padre está siendo un imbécil.


Papá: No sé si tu abuela te lo dijo, pero nos estamos mudando. Los
de la mudanza estarán aquí hoy. Tengo un montón de tu ropa, dibujos
Página

y cosas, si quieres venir a recogerlas. Si no, dímelo y los tiraré.


Suspiro con seria frustración, deseando que, solo por una vez, fuera un buen
padre. Pero supongo que a veces tienes que dejar ir los deseos y avanzar, aceptar que
algunas personas no cambian.
Antes de responderle, voy a la sala de estar para hacerle a Kai una pregunta.
Cuando entro, Indigo y él están sentados a la mesa, bebiendo café.
—¿A dónde iría la abuela? —pregunto, sentándome a la mesa.
—Hola, hermosa. —Kai se inclina y me besa, tan relajado, como si así fuera
como las cosas siempre han sido entre nosotros.
Yo, sin embargo, soy un manojo de nervios, mi corazón todo vertiginoso y
ansioso y confuso.
¿Qué me está pasando? ¿Por qué se siente como si estuviera cayendo? Pero en
la mejor manera posible.
—Bien, nada de besuquearse a la mesa —regaña Indigo con tono juguetón.
La acribillo con mi mejor mirada de “soy una chica ruda”, lo cual solo hace que
su sonrisa se agrande.
—¿Cómo te sientes esta mañana? —me pregunta Kai, poniendo un mechón de
mi cabello detrás de mi oreja—. ¿Terminaste durmiendo toda la noche o tuviste más
pesadillas?
—Dormí un poco —respondo—. Dormí realmente bien, en realidad.
Sus labios se curvan en una sonrisa torcida y tamborilea sus dedos contra sus
labios.
—¿Me pregunto por qué es eso? —Me guiña.
A pesar de que no entiendo el significado completo de su broma, mis mejillas
se inundan con calidez. Sus labios se extienden en una sonrisa completa e inclina su
cabeza, robándome otro beso.
¿Así es tener un novio? ¿Todo besos y toqueteo y sonrojos? Porque me gusta un
poco.
De acuerdo, me gusta mucho.
—Tuve otro sueño sobre ti —murmura contra mis labios—. Uno realmente
bueno también.
—También soñé contigo —digo—. Estábamos corriendo en un campo de
caramelos.
Se ríe mientras se recuesta en la silla.
—El mío no fue tan dulce. De hecho, era un poco sucio.
110

Indigo resopla una risa.


—Ustedes, chicos, son tan lindos, es ridículo.
Página

—Oh, lo que sea —digo, enfocándola con una mirada de muerte—. Te pones así
también.
—No lo hago. —Me lanza un guiño descarado—. Soy demasiado traviesa para
ser dulce.
Abro mi boca para replicar cuando mi teléfono vibra. Mirando la pantalla, veo
otro mensaje de mi padre.
Papá: ¿Vas a venir o no?
—Kai, tengo que preguntarte algo, y necesito que seas honesto. —Alejo mi
atención del teléfono y me concentro en él—. Necesito que me digas la verdad. ¿Mi
padre participó en esta cosa del mensaje desconocido? Y toda la dura experiencia del
secuestro.
Todos se tensan ante la mención del secuestro, incluyéndome. Lo admitiré,
estoy asustada e ir a la policía podría aliviar el miedo. Pero no haré eso si significa
que Kai se meta en problemas también.
Kai toquetea una banda de cuero en su muñeca.
—¿Por qué? ¿Te ha mandado un mensaje?
–Sí. Dijo que los de la mudanza van hoy y que, si quiero mis cosas, tengo que ir
por ellas o si no las va a tirar. Quiero mis cosas, pero no quiero ir allí si mi padre… —
Miro la taza, luchando contra las lágrimas—. Si fue él el que me hizo todo esto.
Su mano sostiene mi mejilla e inclina mi cabeza para que nuestras miradas se
encuentren.
—No fue tu padre, pero no creo que debas ir. No con el nombre de Lynn estando
en la lista de sospechosos.
—Supongo que no… —Muerdo mi labio inferior—. Solo que realmente quiero
mis cosas, especialmente mis dibujos…
Mi teléfono suena con otro mensaje entrante.
Papá: Mira, lamento mucho que sea así como han resultado las
cosas. Toda la situación con tu madre… No quería que nunca
descubrieras lo que hizo. Siento mucho que las cosas tengan que ser así.
Tal vez un día, sin embargo, las cosas puedan mejorar entre nosotros.
Casi le respondo y le pregunto cuándo, pero me detengo. No, no volveré a caer
en el patrón de patéticamente desear que mi padre se convierta en un mejor padre.
He pasado demasiados años haciendo eso.
Empiezo a apagar el teléfono cuando otro mensaje llega.
Papá: Ya que no has respondido, simplemente dejaré tus cajas en
tu habitación. Asegúrate de recogerlas hoy o si no los compradores
podrían tirarlas. Considera esto mi rama de olivo.
111

Las lágrimas pican mis ojos, pero parpadeo para retenerlas. No lloraré más por
él. He terminado con esto. Puede tomar su rama de olivo y metérsela por el culo, al
menos por ahora. Puede intentar hablarme en un par de años y veré si estoy lista
Página

para tener una relación con él.


—Voy a ir allí —le digo a Kai—. No va a haber nadie de todos modos.
—¿Estás segura de que es una buena idea? —pregunta.
—Estaré bien —le aseguro—. Como dije, no va a haber nadie allí y dijiste que
sabes quién ha estado atormentándome, así que no debería haber problema, si no es
nadie de mi familia, ¿cierto? —Espero a que responda. Si es alguien de mi familia, no
me dejará ir allí.
—Eso creo. —Frunce el ceño, su pulgar acariciando mi mejilla—. Si vas, creo
que deberías llevar a alguien contigo. No quiero que vayas a ninguna parte sola hoy.
No hasta que me ocupe de algunas cosas. —Su mirada va al reloj en la pared—. Tengo
un par de recados que hacer esta mañana, pero puedo ir contigo después.
—Tengo que trabajar más tarde —digo—. Y luego tengo esa no-cita con Kyler.
Se encoge ante la mención de su hermano.
—Oh, sí. Olvidé eso. —Preocupación se graba en sus cejas.
Me pregunto si está pasando algo entre su hermano y él, si están peleando.
Bueno, más de lo que ya hacen.
—Puedo ir con ella —ofrece Indigo, retirando su silla de la mesa—. Solo deja
que me cambie primero. Viajar siempre me hace sentir tan asquerosa.
Sonrío, tan agradecida que casi la abrazo de nuevo. Pero Kai coloca una mano
en mi pierna como si quisiera que me quedara.
—Probablemente no te veré hasta más tarde. —Su mano sube de mi muslo a mi
cintura y me acerca más a él hasta que mis piernas están entre las suyas—. Pero si
necesitas algo en absoluto, llámame. Y quiero que te asegures de no estar sola.
Nunca.
—¿Por cuánto tiempo?
—Por hoy. Después de hoy, nadie va a molestarte de nuevo.
Una nerviosa exhalación sale de mis labios.
—Solo ten cuidado, ¿de acuerdo? No sé qué haría si te pasara algo.
Me mira con fijeza, pareciendo inseguro sobre algo.
—Tendré cuidado —promete, luego se inclina para besarme, una, dos, tres
veces.
Mientras que el beso es perfecto y me deja sin respiración, no puedo apartar la
preocupación que retuerce mi estómago de que algo terrible está a punto de suceder.
Así que, en lugar de permitir que el beso termine, lo profundizo. Un gemido
gutural escapa de sus labios, sus dedos doblándose en mi cintura. Aferrándome con
fuerza, me levanta y me coloca en su regazo, de manera que estoy a horcajadas sobre
él. Sus dedos se entrelazan en mi cabello y me guía a su boca. Su lengua separa mis
labios y me pierdo. Perdida en todo lo que es Kai. Perdida en este momento. Perdida
112

en este asombroso momento que nunca supe que podía existir.


Si me saliera con la mía, nos quedaríamos así para siempre.
Página

Pero con el tiempo, Indigo entra en la sala de estar y anuncia que está lista para
irse. La realidad se pone al día conmigo, robándome el perfecto momento y
dejándome con una pesada sensación de temor.
D
espués que Isa y yo nos separamos, llamo a Jules para pedirle que me
lleve al campus. Mientras planeaba ver a Kyler después que Isa dejara
su estúpido trasero, decidí que no podía esperar. Después de lo que
hizo, no puedo dejarlo cerca de Isa.
Necesito hacerme cargo de esto ahora. Detener lo que fuera que hubiera
planeado. Apenas y pude dormir anoche, pensando en lo que le hizo. Aunque
necesitaba ser cuidadoso, como le prometí a Isa. No estoy acostumbrado a que las
personas se preocupen por mí, pero tengo que admitirlo, me gusta el sentimiento lo
suficiente para no romper mi promesa.
—Así que, ¿cómo va a ser esto? —me pregunta Jules mientras entra al
estacionamiento del campus.
—No estoy seguro todavía. —Tamborileo mis dedos en mis rodillas, pensando—
. Le mandé un mensaje para ver qué estaba haciendo, y dijo que terminaría las clases
a medio día.
—¿Entonces? ¿Vamos simplemente a encararlo a la luz del día? —pregunta
Jules mientras maniobra su auto en un lugar vacío a lado del auto de Kyler—. Estoy
totalmente dentro en eso de meternos en problemas, pero estoy pensando que quizás
deberíamos ser un poco más discretos.
—Si, lo sé. —Me quito los lentes de sol y comienzo a mirar a las personas
caminando por el campus—. Estoy pensando en que le pediré que se meta al auto de
una manera no tan buena.
—Funciona para mí. —Jules termina de estacionar el auto y luego me lanza una
sonrisa malvada—. Y supongo que si quiere pelear nos veremos forzados a hacer esto
de la manera difícil.
La idea de golpear a Kyler en el rostro suena jodidamente tentadora, pero antes
que lleguemos a esa parte, necesito hablar con él y obtener algunas respuestas,
investigar por qué le hizo eso a Isa y quién lo está ayudando. Tengo algunas teorías,
pero tengo que estar seguro.
—Ahí está —digo mientras lo veo en la multitud.
Está con un par de sus amigos, lo que me preocupa, pero cuando se separan en
el estacionamiento, me relajo. No se da cuenta que estoy ahí, mientras llega a su auto,
deteniéndose un momento para coquetear con una chica. Para variar.
113

Cuando se pone a abrir la puerta, bajo mi ventana.


—No tan rápido —le digo—. Necesito hablar contigo.
Página

Su cabeza gira, y sus ojos se abren en sorpresa.


—¿Qué demonios estás haciendo aquí?
—Debatiendo si secuestrarte o no. —Observo su reacción, y cuando su piel se
vuelve pálida, sé sin duda alguna que lo hizo. Él tomó a Isa y la asustó. La puso en
peligro.
Y ahora va a pagar.
—Entra al auto —digo entre dientes, tratando de mantener la calma—. Tú y yo
vamos a tener una pequeña charla.
Rápidamente se calma, eliminando la sorpresa de sus ojos.
—No voy a ir a ningún lado contigo. Tengo mierda que hacer. —Comienza a
subir a su auto.
—Si no entras, voy a darle toda mi evidencia a la policía. —Tomo la perilla de la
puerta listo para salir y tomarlo si es necesario—. A Isa puede importarle que le des
ese video mío a la policía, pero te aseguro que a mí no.
Respira fuertemente, de espalda a mí.
—Si realmente lo crees, entonces eres un jodido estúpido. Irás a la cárcel.
—Y tú también —le respondo—. Así que mete tu trasero en el auto.
Uno, dos, tres segundos pasan antes que se voltee, abra la puerta trasera del
auto de Jules y entre.
—Como sea —se queja, azotando la puerta—. Mira, no sé lo que estás pensando
que hice, pero estás equivocado. Nunca haría nada para lastimar a Isa.
Giro en mi asiento para mirarlo. No puedo creer que tenga la audacia de negar
la verdad cuando me lo acaba de admitir.
—Eres un jodido mentiroso. Sé que tuviste algo que ver con esos folletos
pegados por toda la escuela. Justo como sé que le has estado enviando mensajes a
Isa. Y toda la cosa del secuestro… —Abro y cierro el puño. Tranquilízate—. ¿Cuál es
tu jodido problema? Quiero decir, sé que eres un imbécil, pero esto es bajo, incluso
para ti.
Su expresión se queda igual, mientras se recuesta en el asiento y cruza los
brazos.
—No sé de qué estás hablando.
Rechino los dientes tan fuerte que la mandíbula me duele.
—Sabes de qué estoy hablando, maldito imbécil. Sé que tomaste la foto para
esos folletos. Y reconocí tu letra en esa estúpida nota. —Su expresión comienza a
debilitarse y romperse, y continúo—. Pero la pregunta es ¿por qué lo hiciste? Eso es
lo que no puedo comprender. Sé que te encanta jugar bromas y hacer las vidas de las
personas un infierno viviente, pero realmente creo que a una parte de ti le agrada
114

Isa, así que nada de esto tiene sentido. ¿Por qué estás esforzándote tanto en destrozar
su vida?
Página

Un silencio pesado cae, mientras Jules gira para mirar a Kyler, agregando la
parte de intimidación, mientras Kyler se retuerce en su asiento.
—No quiero destruir su vida —dice—. Solo… no puedo…
Pongo mis manos en puños, mis uñas clavándose en mis palmas. Mantén la
calma. Si lo golpeas ahora, no obtendrás toda la verdad. Y necesitas saber quién
más estuvo en esto.
—¿Entonces por qué lo hiciste? Explícamelo por todos los cielos —digo,
odiándolo más de lo que había hecho—. ¿Era un juego? ¿Una de tus estúpidas
bromas? ¿Alguna vez quisiste salir con ella?
—Salir con ella nunca fue sobre eso. —Se atreve a parecer ofendido, y me hace
querer golpearlo incluso más fuerte—. Quería salir con ella. Pero yo… —Su voz se
rompe—. Mira, lo arruiné, está bien. Nunca quise lastimar a Isa. Pero tenía que
hacerlo.
—¿No querías lastimarla? —Abro mis manos, sorprendido—. ¿Estás
bromeando? La secuestraste por el amor de Dios.
—Lo sé —susurra, sus ojos abiertos de miedo—. Pero no quería hacerlo. Solo
que no tenía opción.
—Siempre tienes una opción. —Pongo mis manos bajo mis axilas, resistiendo
la urgencia de golpearlo.
—No cuando estás siendo chantajeado —murmura, mirando al suelo—. Era
hacer eso o… Bueno, ese no es el punto. El punto es que me chantajearon para
hacerlo. Lo siento. Lo arruiné, está bien.
—Estás más que jodido. Arruinaste su vida. No puedo dejarte ir con eso. —Me
detengo, esperando una respuesta, pero permanece en silencio—. ¿Y quién te está
chantajeando?
—No puedo decirte —responde—. O el trato que hice con ellos se termina.
—¿Qué trato? —pregunto. Cuando se niega a responder, continúo—. Más te vale
que comiences a hablar o haré que Jules conduzca a la estación de policías.
La cabeza de Kyler se levanta, y su mano se dirige a la puerta. Pero Jules
presiona el botón de cerrado. Kyler trata de abrir la manija de la puerta y le quita el
seguro, pero la cosa no se mueve. Cuando nos voltea a ver en pánico, Jules se encoje
de hombros.
—Seguros para niños —explica simplemente—. Lo siento, viejo, pero lo que
hiciste es demasiado.
Kyler me mira con desesperación.
—¿Qué vas a hacer conmigo?
—Eso depende de cómo sea el resto de la conversación —digo con calma—. Así
que, si fuera tú, comenzaría a hablar.
Traga fuertemente, quitando sus manos de la puerta.
115

—Esas personas que me chantajearon… tienen cosas sobre ti… videos tuyos
haciendo cosas ilegales… por eso lo hice.
Página

Me deja sorprendido, pero algo no está del todo bien en esta historia de te-
estaba-protegiendo. ¿Por qué de repente quiere protegerme cuando normalmente es
el que trata de destruirme?
—Existe más que eso —digo—. Así que me lo dices o le digo a Jules que
comience a manejar.
Kyler golpea sus muslos con los puños.
—¡Está bien! Ellos saben cosas sobre mí que no quiero que nadie sepa. Y tenía
que hacer todo lo que pudiera para mantenerlo en secreto.
—¿Tratando de arruinar a Isa? —Comienzo a moverme hacia atrás para
golpearlo.
Pero Jules me detiene del brazo.
—No aquí —me advierte—. Y necesitas que te diga toda la historia.
Tomo una respiración para calmarme, antes de volver a mi asiento.
—Dime quién te estaba amenazando y con qué lo hacía.
Kyler comienza a reír, pero luego Jules enciende el auto, con un bufido.
—He estado copiando en exámenes y trabajos. La persona lo descubrió y
amenazó con decirle al decano. Y si el decano lo descubre, me echarán del equipo. —
Se detiene, admirando algo—. Ella también descubrió que estaba usando
esteroides… Y si papá lo descubre… no solo mi carrera de fútbol se iría por el retrete,
papá me pateará el trasero.
No sé si sentir lástima por él o si estrangularlo.
—Todo esto por un estúpido deporte. —Me rasco la cabeza a falta de palabras—
. Eres tan jodidamente estúpido.
—Alguna vez tuviste miedo de tu padre también —señala—. No pretendas que,
en algún momento de tu vida, no hiciste la misma cosa. Sabes cómo se pone cuando
se decepciona. —Sus palabras tienen un significado oculto, y me pregunto si nuestro
papá alguna vez se enojó tanto con Kyler como conmigo. No lo creo, pero algunas
veces las personas son muy buenas guardando secretos.
Pero eso no le da el derecho de arruinar la vida de Isa para hacer la suya más
fácil.
—Puede que tuviera miedo de papá en algún momento, pero nunca lastimaría
a nadie para proteger mi trasero. —Cubro mi rostro con la mano, inseguro de cómo
procesar todo esto. Kyler atormentó y secuestró a Isa solo para no perder su lugar en
el equipo. Porque tiene miedo de nuestro papá—. ¿Quién te está chantajeando? ¿Fue
Hannah?
No responde, pero su silencio me dice lo que necesito saber.
—Ustedes son exactamente iguales —replico, negando—. Siempre sintiendo un
enfermo placer al lastimar a los demás.
116

—No soy como Hannah —gruñe, su rostro poniéndose rojo—. No lo entiendes.


Si me sacaban del equipo, mi vida se arruinaría.
Página

—¿Como le arruinaste la vida a Isa? —Prácticamente me subo al asiento para


quedar frente a su rostro—. Pero hubiera elegido la otra ruta. Hubiera preferido que
mi vida se destruyera a la de alguien más.
Aprieta los dientes.
—Estás lleno de mierda. Nunca has sido el tipo de persona que se sacrifica por
los demás.
—Con Isa lo soy. Y si supieras algo de ella… lo buena persona que es… lo mucho
que le gustabas… —Niego, listo para finalizar esta conversación. Listo para hacerlo
pagar—. Todos esos momentos que pasaste con ella… no los merecías.
Silencio llena el auto.
—Vámonos, Jules. Estoy listo para terminar con esto para así poder ir con
Hannah. —Me siento en mi lugar.
—¿A dónde vamos? —Trata de sonar rudo, pero falla miserablemente.
—A alguna parte. —Miro al frente, mientras Jules sale de reversa.
—Si me haces algo, vas a arrepentirte. —Su tono lleva algo de amenaza.
—Esa mierda solía funcionar, pero ya no más. —Lo miro por encima del hombro
y le sonrío—. Ya no te tengo miedo.
—¿Y qué pasa con Isa? —pregunta en pánico—. Se supone que la vería esta
noche. Cómo crees que va a sentirse si la dejo plantada… ¿Ella sabe que soy el que…?
—No lo dejo terminar.
—No, no le dije porque sé que la lastimaría más —digo, completamente
enfurecido—. Pero para tu información, ella terminaría contigo esta noche.
—¿Terminaría conmigo? —Se escucha genuinamente molesto, lo que me enoja
incluso más.
—No creo que ella lo tomara como romper —continúo—. Dado que ustedes
nunca salieron. Lo cual fue algo bueno, considerando que solo jugabas con ella.
—¡No jugaba con ella! —grita, golpeando mi asiento—. ¡Realmente me gustaba,
así que deja de decir eso!
—Lo cual lo hace mucho peor —agrego—. ¿Cómo puede gustarte alguien y
hacerle algo así?
—Tenía que hacerlo. —Su voz tiembla, su respiración entrecortándose.
Casi siento lástima por él.
Casi.
—Como sea. —Paso los dedos por mi cabello—. Di lo que creas necesario para
que te sientas mejor por ayudar a Hannah a torturar a Isa.
Trata de calmar su respiración.
—No solo fue la broma de Hannah. Lynn también formó parte.
117

Sus palabras son como un golpe en el estómago, sacando el aire de mis


pulmones.
Página

—¿Qué?
Kyler se encoje de hombros mientras se recarga en el asiento.
—Lynn puso todo el plan en acción. Ella fue quien llegó a nuestra casa con el
sobre lleno de pruebas de que estabas robando autos y usando drogas, y que yo
estaba haciendo trampa. Cuando le pregunté qué quería que hiciera para mantenerla
callada, dijo que se mantendría en contacto. Hannah fue la que pasó todos los
mensajes y la que filmó los videos de ti haciendo toda esa mierda, pero sé que fue
Lynn la que planeó todo.
Me tenso en el asiento, sintiendo como si estuviera cayendo al abismo.
—¿Por qué lo haría? ¿Solo para fastidiar a Isa?
—Al principio lo creí, pero con lo del secuestro… —Su respiración comienza a
entrecortarse—. E intentar obtener la memoria… ella quería obtener algo…
—Cómo se enteró de la memoria —digo sorprendido.
Culpa llena los ojos de Kyler.
—Yo lo descubrí. —Masajea su nuca nerviosamente—. Mi amigo Wes conoce a
un chico que trabaja con ese amigo tuyo… Big Doug. Y una noche estábamos
tomando con Wes, y mencionó que estaba ayudando a Big Doug para encontrar
información acerca de la hermanita de Hannah. Cuando nos dijo que era del caso,
Hannah le dijo a su mamá. Ella me hizo buscar en el auto de la abuela de Isa y en su
departamento, pero cuando no pude encontrarlo, se le ocurrió lo del secuestro…
Aunque no sé por qué lo quería tanto.
Parpadeo, preguntándome si escuché mal.
—¿Tienes un amigo que es amigo de Big Doug?
Asiente, secándose su sudada frente con su mano.
—Su familia hace negocios con él algunas veces.
No sé quién es ese tipo, y no me interesa en este momento. Todo lo que me
interesa saber es por qué Lynn querría la memoria. Y por qué pasar por todos estos
problemas para obtenerla. Pienso en la información que tenía y un nudo se me hace
en el estómago. Quizás Lynn quería saber cómo iba el caso. O quizás quería saber si
era sospechosa, que lo es.
Saco el teléfono de mi bolsillo y marco el número de Isa. Cuando va
directamente al buzón, me preocupo.
—Isa, si recibes este mensaje, llámame de inmediato. Lynn es la que está detrás
de tu secuestro. —Cuelgo y me volteo hacia Jules—. Cambio de planes. Nos vamos a
la casa de Isa en este momento.
118
Página
—Así que, Kai y tú se están poniendo bastante ardientes e intensos muy, muy
rápido —se burla Indigo mientras conduzco a mi casa.
—Lo sé. —Suspiro—. No sé qué está pasando conmigo. Normalmente soy tímida
con estas cosas, pero es como si no tuviera autocontrol.
—Se llama estar enamorado. —Me sonríe como un personaje de dibujos
animados a punto de empezar a cantar.
Mis labios se separan para decirle que no estoy segura si estoy enamorada aún,
pero las palabras no dejan mis labios.
—Lo sabía. —Sonríe orgullosamente. Luego baja el espejo para revisar su
maquillaje—. Oh, sí, olvidé preguntar. ¿Cómo fue tu primera ruptura?
—No lo sé —digo—. No lo voy a hacer hasta esta noche. Pero tengo la sensación
de que Kyler no estará demasiado molesto.
Me mira de reojo.
—¿Por qué piensas eso?
—Porque estoy bastante segura de que estaba con Hannah la última vez que
hablamos por teléfono.
—Ese pequeño imbécil. Sabía que no me gustaba. Sabía… —Su teléfono suena,
interrumpiéndola—. Es mi padre. —Hace una mueca antes de poner el teléfono en
su oreja—. ¿Qué quieres?
El resto del camino se vuelve increíblemente incómodo mientras discute con su
padre acerca de su madre estando en rehabilitación, algo de lo que su padre no está
emocionado, mayormente porque tiene que pagar el tratamiento. Escuchar la
conversación hace que me dé cuenta de que no soy la única con un padre de mierda.
—¿Estás segura de que no quieres que entre contigo? —me susurra Indigo
cuando estaciono en la calzada de la casa en la que crecí.
—Estaré bien. Esto me tomará dos segundos. —Abro la puerta para salir—.
Termina de hablar con tu padre.
—Gracias. Pero si necesitas que te ayude a cargar tus cosas, entonces grita.
Asiento, luego salgo del auto y camino por la entrada, notando que el garaje
está abierto y vacío.
119

Supongo que estaba diciendo la verdad. Realmente se han ido.


Me relajo ante esa comprensión y subo las escaleras hacia la puerta trasera.
Página

Cuando entro, mi corazón se hunde cuando los viejos recuerdos surgen.


Tantas cosas malas sucedieron aquí.
Camino por la casa. Cada habitación está vacía, excepto por una… la mía. Todas
mis cosas han sido quitadas, excepto la estructura de la cama y el colchón.
Eso es extraño, pienso. ¿Por qué dejarían mi cama para que me la llevara? ¿Y
dónde demonios están mis cajas?
Entonces noto las cuerdas atadas alrededor del cabecero, como si alguien
recientemente las aseguró ahí. Mi confusión se dispara a puro terror y cada parte de
mí grita: ¡corre! Empiezo a girar cuando un pesado objeto me golpea en la cabeza.
Veo estrellas por todas partes. Luces brillantes. Mis oídos zumban cuando
colapso en el suelo. Entonces la oscuridad me ahoga.

***
Mis ojos se abren y mis globos oculares arden mientras mi mirada se mueve
por la habitación vacía. Medio espero ver a alguien de pie en las sombras, pero nada
parece fuera de lo normal. Aunque unos ligeros cambios se han hecho desde que me
desmayé; las cortinas han sido cerradas, las luces están apagadas y música se
reproduce abajo. Además, juro que huelo la más débil esencia de… ¿gasolina?
—¿Qué diablos está pasando? —Alzo la mano para tocar mi pulsante cabeza y
es cuando siento las ásperas cuerdas cortando mis muñecas y tobillos. El pánico me
atraviesa y empiezo a sacudir mis brazos y piernas—. No. No. No. ¡No! —Las lágrimas
caen de mis ojos mientras las cuerdas frotan mi piel en carne viva, negándose a
aflojarse.
—Inténtalo todo lo que quieras, no se aflojarán.
Mi cabeza se mueve hacia la puerta. Lynn está apoyada contra el marco,
llevando un vestido melocotón y perlas y guantes de cuero. Su maquillaje y cabello
están arreglados perfectamente, pero la malvada sonrisa en su rostro se ve todo mal,
tipo retorcida.
Malvada.
Pienso en el desconocido que llama, los folletos, el secuestro. Kai pensó que
había un tipo detrás del secuestro y los mensajes. Debe haber estado equivocado.
Tuvo que ser Lynn. ¿Pero por qué? ¿Y qué va a hacerme?
—¡Déjame ir! —grito a pleno pulmón hasta que me quedo sin respiración—. Por
favor.
Cuando sus pies permanecen pegados a la alfombra, me sacudo en las cuerdas
hasta que mi carne se abre. Cálidas gotas de sangre salen de mis muñecas. Grito de
nuevo. Grito hasta que mis pulmones se sienten a punto de combustionar.
—Grita todo lo que quieras, pero nadie va a oírte por encima de la música. —Su
mirada cae a la sangre en mis muñecas y una enfermiza sonrisa retuerce sus labios—
120

. Sabes, solía odiar la vista de la sangre. Ni siquiera podía mirarla sin vomitar. —
Endereza su postura y se adentra en la habitación, cada uno de sus pasos calculados
Página

y medidos—. Pero cuando ves a tu propio hijo sangrar hasta la muerte, todo cambia.
Esa enfermiza sensación es anulada por una desesperación que hace que la sangre
se detenga. —Se para al pie de la cama, pone sus manos en el estribo y noto que tiene
algo brillante y plateado en su mano—. Intenté salvarlo… de verdad lo hice. Pero a
veces, puedes hacer todo bien y aun así fallar.
No estoy segura de a dónde va con esto, pero no puedo dejar de mirar su mano.
¿Qué está sosteniendo? ¿Un pequeño cuchillo? ¿Va a matarme…?
No, puede que no le guste a Lynn, pero no es una asesina.
Pero entonces pienso en la lista y su nombre en ella.
—Mataste a tu propio hijo —susurro con horror. Potente adrenalina corre por
mis venas, aturdiéndome y atontándome. Bueno, o eso o el golpe en la cabeza me dio
una conmoción—. ¿Cómo pudiste hacer eso?
—Fue. Un. Accidente —pronuncia cada palabra con puro odio en sus ojos—. ¡Y
nunca habría pasado si tu madre no hubiera estado follando a mi marido! —grita,
golpeando con sus manos el estribo—. Pero eso está bien. Ahora tengo mi venganza.
—Sus ojos se iluminan con asqueroso regocijo mientras alza la mano y revela lo que
sostiene… un encendedor.
El olor a gasolina quema mis fosas nasales y hace que mis ojos se agüen.
Oh, Dios mío, ¡voy a morir! ¡Va a matarme!
He tenido esos pensamientos antes. De hecho, cada vez que Lynn se enojaba
conmigo, la idea de que podría matarme cruzaba mi mente. Pero esa era yo siendo
exagerada. Ahora, sin embargo… puedo verlo en sus ojos. Va a matarme y no creo
que lo lamente.
Necesito encontrar una manera de salir de aquí. ¡Ahora! Piensa, Isa, piensa.
—¿Por qué ahora? —pregunto, intentando comprarme más tiempo mientras
trabajo en sacar mis manos de la cuerda—. Quiero decir, ¿por qué me dejas vivir
contigo durante toda mi vida y decides matarme ahora? ¿Por qué no tener tu
venganza hace años?
Se ríe como si fuera ridícula.
—Crees que esto es solo por venganza. —Se mueve al lado de la cama, coloca
una mano en el lado de mi cabeza y se ríe en mi rostro—. Esto es para cubrir mi culo
y asegurarme de que no caigo por algo que no debería ser puesto sobre mí. No soy la
que tuvo una aventura. No soy la que le dijo a su esposa que la dejaba. No soy la que
enojó tanto a su esposa que provocó un incendio y quemó la casa.
El aire se aloja en mi garganta.
—¿Incendiaste tu casa mientras tu hijo estaba dentro?
Golpea con sus manos el colchón, su rostro a centímetros del mío cuando grita:
—¡No sabía que estaba dentro! ¡Se suponía que estuviera en la escuela, pero
121

faltó y se ocultó en el ático! Si lo hubiera sabido, ¡lo hubiera sacado primero! ¡Pero
para el momento en que lo sacamos, era demasiado tarde! —Lágrimas brillan en sus
ojos mientras aporrea el colchón con sus manos una y otra vez—. Nada hubiera
Página

pasado, sin embargo, si tu madre no fuera una puta. Merecía ser culpada por el fuego,
por matar a mi hijo. —Me mira, luego se ríe sin emoción—. Eres igual que ella, sabes.
Desde que volviste de ese viaje… te ves igual que ella.
Niega mil veces antes de levantarse y pasar sus manos por su vestido.
—Tu padre me ayudó. A encubrir que yo inicié el fuego. Me ayudó a culpar a tu
madre… le dijo a la policía que ella era inestable. Que se había obsesionado con él
cuando intentó romper con ella. Incluso falsificó estas notas amenazantes y lo hizo
parecer como que ella las envió para que fuera culpada por toda la cosa. —Sus
tacones hacen clic mientras se dirige a la puerta—. Cuando todo se vino abajo, él me
amó más. Casi me hace sentir mal sobre lo que voy a hacer. Pero cuando conseguí
esa memoria y vi mi nombre en la lista de sospechosos, supe que tenía que hacer
algo. —Alza el encendedor delante de ella, su pulgar cerniéndose, listo para
prender—. Qué mejor manera de cubrir mi culo que quemar otra casa, matarte y
culpar al hombre que causó todo esto. —Sus labios se curvan—. Tu padre tiene un
verdadero problema controlando su ira.
—No, no lo hace —espeto—. Eres la que tiene el problema.
Da golpecitos en su labio con su dedo.
—Entonces, ¿por qué le dije a mi terapeuta que nos golpea a Hannah, a ti y a
mí?
—Qué… Mi padre nunca me ha golpeado.
—Sí, pero no estarás para decirle eso a la gente, ¿verdad? Y todos los que lo
conocen, han visto cuán mal te trata. Les resultará fácil creer que hizo esto. Confía
en mí. Y sus huellas están por toda la lata de gasolina y el encendedor. Y esa cabaña
donde fuiste llevada le pertenece —se burla—. El estúpido bastardo pensó que iba a
vivir allí con él hasta que esta situación pasara al olvido. Sí, correcto. Yo, viviendo en
una cabaña. Cuán ridículo.
—¿Crees que el que posea esa cabaña va a hacer que parezca que me mató? —
pregunto, desesperada por continuar con la conversación—. Dudo mucho que eso
vaya a ser evidencia suficiente.
—No, no lo es. Pero hay mucho más que eso. —Una escalofriante sonrisa posee
su rostro—. Es el que te mandó el mensaje para que vinieras hoy. Al menos, eso es lo
que los registros telefónicos van a mostrar. Y estaba tan molesto con que te fueras a
vivir con tu abuela. Por ser tan irrespetuosa. Por ser… bueno, tú. —Prende el
encendedor y la llama sale.
Mi corazón golpea contra mi pecho cuando una oleada de ideas se apresura en
mi mente. Voy a morir. Nunca voy a ir a la universidad. Nunca voy a casarme.
Nunca voy a decirle a mi abuela Stephy lo mucho que la quiero. Nunca voy a decirle
a Indigo que la quiero.
Nunca voy a decirle a Kai que lo amo.
¡Piensa en algo, Isa! ¡No te rindas!
122

—¿Estás segura de que todas tus bases están cubiertas? —balbuceo—. Porque
si haces esto y no has cubierto tus huellas por completo, serás la que acabe en la
Página

cárcel.
Pone los ojos en blanco.
—Por supuesto que cubrí mis huellas. No soy una idiota.
No, solo eres una psicópata.
—¿Qué hay de la memoria que nos robaste? Esas pueden ser rastreadas —
miento, esperando que no lea a través de mi mierda.
—¿Crees que sería lo bastante estúpida para quedarme con eso? —Se ríe, el
brillo de la llama ilumina la mirada maníaca en sus ojos—. Al segundo en que el
amigo de Kyler obtuvo la información, hice que él y Hannah lo destruyeran. Nunca
nadie sabrá que lo hice.
Lucho por respirar cuando los gases de la gasolina empiezan a asaltar mis fosas
nasales. ¿Hannah y Kyler estaban en esto? ¿Hannah y Kyler ayudaron a Lynn a
intentar matarme?
—Oh, quita esa mirada de cachorro herido de tu rostro. —Lynn deja escapar un
desdeñoso suspiro, dejando que la llama se extinga—. Iba a dejar que creyeras que
me ayudaron a tramar tu asesinato, pero ya que estoy a punto de matarte, supongo
que puedo darte un último regalo y decirte la verdad. No saben lo que estoy haciendo.
Solo creen que estoy jugando contigo.
Mi corazón duele ante la comprensión de que Kyler ayudó a Lynn a
atormentarme. Que estuvo jugando conmigo todo este tiempo. Pero el pensamiento
es breve cuando mi atención se enfoca en el encendedor en la mano de Lynn.
Sigue hablando, Isa. Distráela hasta que Indigo venga a buscarte. Porque
tiene que venir a buscarte pronto, ¿cierto?
Miro a la ventana, preguntándome cuánto tiempo ha pasado desde que dejé el
auto. Preguntándome si Lynn le hizo algo a Indigo.
Me ahogo con el pensamiento. Por favor, no. Deja que esté bien.
—¿Y qué pasa si te traicionan? —continúo hablando mientras contoneo mi
mano de la cuerda—. ¿Y si Hannah y Kyler le cuentan a la policía sobre todo lo que
me has hecho? ¿No hará eso que parezcas culpable?
Breve preocupación aletea en sus ojos, pero la mirada se desvanece antes que
siquiera pueda tomar mi siguiente aliento.
—No lo harían. Hannah me ama demasiado. Y Kyler… ese chico es demasiado
egocéntrico para su propio bien. Preferiría proteger su propio culo que caer por
alguien más. —Sonríe cuando prende el encendedor de nuevo—. Confía en mí. Una
amenaza sobre arruinar su carrera deportiva y hará casi cualquier cosa.
—Dudo que cubriera un asesinato. —Lucho por escapar de las cuerdas,
desesperada por liberarme. La cuerda empieza a deslizarse, aflojarse. Mi corazón late
con esperanza.
—No importa. Para el momento en que algo de esto se descubra, estaré fuera
123

del país. Muy lejos de Sunnyvale. De ti. De tu padre. —Sonríe cuando nota las heridas
en mis muñecas—. No te preocupes. El dolor se acabará pronto.
Página

Abro mi boca para rogar por mi vida, pero deja caer el encendedor y sale
corriendo de la habitación cuando el suelo estalla en llamas.
C
uando Jules estaciona en la casa Anders, Indigo está sentada en la acera
con su cabeza en sus piernas. Salgo del auto incluso antes que se detenga
y casi me tuerzo el tobillo. Pero no me importa una mierda. Todo en lo
que puedo pensar es en descubrir si Isa está bien.
—¿Qué sucedió? —Cojeo hacia Indigo, mis peores miedos destellando en mi
mente.
Algo va mal. Isa está herida.
Por favor, no permitas que esté herida.
Indigo levanta la cabeza, sus ojos inyectados en sangre de llorar.
—No es nada. Mi padre y yo discutimos y salí del auto para que me diera un
poco de aire fresco.
—Oh. —Empiezo a relajarme cuando oigo el débil sonido de música
reproduciéndose en alguna parte—. ¿Oyes eso? —Me vuelvo hacia la casa y veo un
delgado rastro de humo saliendo de la ventana de arriba—. ¡Llama al 911 y diles que
la casa está ardiendo! —le grito a Indigo mientras corro por la calzada hacia la puerta
trasera. Kyler grita algo, pero apenas puedo oír su voz por encima del miedo
recorriéndome.
¡No, no, no! ¡Isa no puede estar adentro! No hay manera de que pueda estar
adentro.
Dios, ¡qué si está dentro!
La puerta está bloqueada, pero golpeo con mi puño la ventana y meto la mano
para desbloquearla. Luego irrumpo en la cocina llena de un poco de humo. Echo un
vistazo a la zona y encuentro a Lynn intentando salir por la ventana encima del
fregadero.
—¡Qué hiciste! —grito, apresurándome hacia ella. Tiro de la parte de atrás de
su vestido y la bajo—. ¡Dónde está Isa!
Se ríe, la irracional mirada en sus ojos aterrorizándome hasta el mismo centro.
—Confía en mí. Te estoy haciendo un favor quemando este lugar. Esa chica solo
romperá corazones y arruinará vidas. ¡Igual que hizo su madre! ¡Estarás mejor con
su muerte!
La abofeteo y cae al suelo.
124

—¡Dime dónde está!


Se escurre para sentarse, abraza sus rodillas contra su pecho y se balancea
Página

adelante y atrás mientras tose por el humo.


Mi miedo se eleva hasta el techo. ¡Está jodidamente loca!
—¡Dónde está Isa! —grito, y sus ojos se disparan hacia la escalera, donde el
humo es más espeso—. No hiciste… Oh, Dios mío… —Mis piernas casi ceden ante el
pensamiento de Isa ahí arriba.
Estoy a punto de apresurarme por las escaleras cuando Jules entra corriendo.
—¿Qué está…? —Su voz se desvanece ante la vista de Lynn riendo
histéricamente—. ¿Qué diablos?
—Sácala de aquí —le digo mientras corro por las escaleras—. Pero no la dejes ir
a ninguna parte.
—Pero ¿qué vas a hacer? —grita—. Kai, no creo…
Coloco el cuello de mi camisa encima de mi nariz y subo corriendo las escaleras,
directo al humo. Mi piel se humedece con sudor y mis ojos se aguan cuanto más me
acerco. El calor… es intenso. Insoportable… Pienso en Isa estado ahí arriba… El calor
que hace…
¡No! No me rendiré.
Acelero, llegando arriba de las escaleras.
—¡Isa! —grito mientras entrecierro los ojos para ver a través del humo—. ¡Isa,
dónde estás!
El fuego crepita desde el dormitorio justo delante de mí y me dirijo directo a las
llamas.
—¡Isa! —grito, lágrimas cayendo de mis ojos—. Por favor… Dios, no… por favor,
no permitas que esto suceda… —Oigo la más débil tos.
—Kai.
El sonido de su voz me envía una explosión de energía. Me pongo a cuatro patas
y gateo hasta encontrarla. Está tumbada en mitad del pasillo, con sus muñecas y
tobillos heridos y luchando por respirar.
La levanto en mis brazos y la abrazo contra mi pecho, luego bajo corriendo las
escaleras y salgo por la puerta trasera. Las sirenas hacen eco en la distancia cuando
troto hacia la parte delantera de la casa.
—Viniste por mí —susurra, enterrando su rostro en mi pecho.
El sonido de su voz me da la esperanza de que estará bien. Pero empieza a toser.
Y la tos se vuelve sibilante.
—Isa, respira profundamente, ¿de acuerdo? —digo, apresurándome por la
calzada hacia donde Indigo se está paseando.
Cuando me ve, corre hacia mí.
125

—¿Qué está pasando? Ese chico con el que estabas dijo que había un incendio
y que Lynn lo inició. ¿Es por eso por lo que tiene a Lynn metida en el asiento trasero
del auto…? —Su rostro palidece ante la vista de Isa en mis brazos, jadeando por aire.
Página

—No puede respirar. —Me arrodillo en el césped cerca de la acera y con cuidado
la acuesto. El miedo en los ojos de Isa, la mirada de terror me perseguirá en mis
pesadillas para siempre. Cree que va a morir. ¡Pero me niego a permitirlo, maldita
sea! —. Isa, mírame. Necesitas respirar. La ambulancia llegará pronto.
Aspira un sibilante aliento después de otro. Una y otra vez. Pero luego se queda
en silencio, sus párpados cerrándose.
—Isa —ruego, apartando su cabello de su rostro—. Por favor, abre los ojos,
nena. Por favor.
No se mueve.
No se desplaza.
No respira.
Sigo pensando en todo el tiempo que malgasté no estando con ella. Todos esos
años que pasamos separados antes que finalmente tuviéramos una segunda
oportunidad. Pero esa oportunidad solo duró un minuto, un latido, un instante.
Fue demasiado breve. Necesito más tiempo.
—No cuenta —digo a través de mis lágrimas—. Necesito más tiempo contigo,
así que, por favor, por favor, abre los ojos.

126
Página
T
al vez me hace morbosa, pero a veces me pregunto cómo es la muerte.
Especialmente cuando creía que mi madre estaba muerta, me
preguntaba sobre esto un montón. En mi creativa mente, pensaba que
sería pacífica, un lugar lleno de nubes de algodón de caramelo y altos castillos, donde
todos eran felices.
Pero o mi imaginación me falló, o no estoy muerta porque todo lo que puedo
ver es oscuridad y todo lo que siento es dolor.
Bip…
Bip…
Bip…
Mis párpados se abren y un techo de azulejos manchado y brillantes luces
fluorescentes se enfocan. Me toma un momento procesar dónde estoy, que estoy
tumbada en una muy incómoda cama con un tubo de plástico soplando aire en mis
fosas nasales.
—Bien, espero que esto no sea el cielo —murmuro, girando mi cabeza para
echar un vistazo.
Una ventana de cristal, una cortina verde, una bolsa de intravenosa, un monitor
del ritmo cardíaco y Kai desmayado en una silla de madera en la posición de aspecto
más incómodo jamás.
Sonrío ante la vista. De acuerdo, tal vez si Kai se encuentra en mi cielo, estaré
bien.
Pero mi sonrisa vacila cuando todo se apresura de vuelta en duros y brutales
fragmentos. Lynn. Su plan para matarme. El fuego. Kyler y Hannah ayudándola…
El monitor cardíaco reacciona a mi miedo, el pitido aumentando. Kai empieza
a revolverse, volviendo en sí de su sueño ligero, sus párpados abriéndose. Cuando
me ve, parpadea y parpadea de nuevo antes de ponerse de pie y correr al lado de mi
cama.
—Estás despierta. —Su voz suena atontada, oscuros círculos residen bajo sus
ojos, su camiseta y jeans están arrugados y su ropa está torcida. Pero el alivio se
apodera de su expresión cuando se sienta en el borde de la cama y acuna mi mejilla
en su mano—. ¿Cómo te sientes?
127

—Como si alguien hubiera usado mis pulmones como bolsas de boxeo —gruño,
mi garganta ardiendo—. ¿Puedes traerme un poco de agua?
Página

Kai rápidamente me sirve un vaso de agua y lo trago en segundos, sintiendo


como si pudiera beber mil más. Una vez que he bebido tres vasos, regresa al borde
de la cama y toma mis manos en las suyas.
—¿Cómo se sienten tus muñecas y tobillos?
Miro a mis vendadas muñecas, recordando cuán mal se desgarró mi piel
cuando finalmente quité la cuerda, momentos antes que las llamas rodearan mi
cama. Dos segundos más y no habría sido capaz de salir. Eso es todo. Dos segundos.
Tan poca medida entre morir y vivir.
—Están bien —respondo con sinceridad. Porque, aunque duelen, es leve
comparado con la agonía cavando dentro de mi corazón.
Lynn me hizo esto.
Mi propia madrastra.
Metió a mi madre en la cárcel.
Mi padre la ayudó.
Lágrimas fluyen de mis ojos, pero me las arreglo para decir con voz ahogada:
—¿Lynn?
Su agarre en mis manos se aprieta.
—Está presa. Estás a salvo.
Me fuerza a tragar el enorme bulto alojado en mi garganta.
—¿Y mi padre?
—También está en la cárcel… —Traza los pliegues de mis dedos—. Isa, no estoy
seguro si sabes esto, pero tu padre ayudó a Lynn a cubrir el asesinato de Jamison y
culpar a tu madre. No estoy seguro de todos los detalles, pero sé que confesó todo a
la policía cuando la atraparon… Creo que algo sobre iniciar ese incendio la activó y
perdió la poca cordura que le quedaba. Pero supongo que eso es bueno porque la hizo
admitir todo y eso significa que tu madre será absuelta.
—Lynn probablemente se derrumbó porque mató a su hijo de la misma manera
en que intentó matarme —digo, limpiando las lágrimas de mis mejillas. Pero más
continúan saliendo y mis hombros tiemblan mientras sollozo.
Todo esto —el incendio, la confesión de Lynn, mi madre siendo liberada de la
cárcel, estar viva—, todo es mucho para asimilarlo a la vez. Apenas puedo respirar a
través del dolor, la tristeza, el odio y la gratitud arremolinándose dentro de mí.
Kai me abraza.
—Shh… Todo va a estar bien. Todo ha terminado ahora. —Me deja mojar su
camiseta con mis lágrimas, aferrándose a mí como si fuera la cosa más preciosa en
el mundo.
—¿Qué más sucedió? —murmuro contra su pecho una vez que mis ojos se
secan—. ¿Y cuánto tiempo he estado inconsciente?
128

—Has entrado y salido de la consciencia durante un par de días. —Se recuesta


y me mira a los ojos, dudando—. Isa, hay más que pasó luego que creo que sabes, y
probablemente descubrirás pronto. Pero no creo que sea una buena idea
Página

abrumarte… Has pasado por mucho… Por un momento, pensamos… —Su voz se
rompe—. No puedo perderte, ¿de acuerdo? No importa qué pase, qué oigas, por
favor, prométeme que no te perderé.
Me aferro a su mano, sintiendo de qué es su miedo.
—Si esto es por Kyler ayudando a Lynn, entonces necesito que sepas que no es
tu culpa. No voy a reprocharte lo que hizo tu hermano.
—¿Cómo no puedes? —Busca en mis ojos—. ¿Cómo puedes siquiera mirarme
ahora mismo?
—Porque todo lo que alguna vez has hecho fue intentar protegerme. Diablos,
incluso entraste corriendo a una casa en llamas para salvarme. En serio, ¿quién hace
eso?
—Cualquiera lo habría hecho. —Desecha su heroísmo como si no fuera nada.
Niego, tomando su mano.
—No hagas eso. Acepta tu genialidad, ¿de acuerdo?
Sonríe un poco, pero la felicidad rápidamente se apacigua.
—Quiero que sepas que aún voy a ocuparme de esto. Hannah y Kyler pagarán
por lo que te hicieron.
—Kai, realmente no…
Coloca un dedo en mis labios, callándome.
—Sé que no quieres que lo haga, pero voy a hacerlo. Lo que te hicieron… No
pueden simplemente salirse con la suya. —Me da un suave beso como terciopelo en
los labios—. Te amo, Isa, y voy a protegerte, justo como prometí.
Mi pulso se dispara, algo que el monitor cardíaco anuncia. Pero no puedo evitar
estar nerviosa, sin embargo. Sus palabras me empujan al borde y, esta vez, estoy lista
para saltar. Solo espero por todas las estrellas fugaces que mi paracaídas se abra…
que Kai no me haga daño. Claro, este podría no ser el momento perfecto para
divulgar mis sentimientos, considerándolo todo. Pero cuando estaba tumbada en esa
cama con las llamas rodeándome, me prometí que, si salía viva, si tenía otra
oportunidad en la vida, diría cómo me sentía. No solo a Kai, sino a todas las personas
importantes en mi vida. Y hacer lo que más quiero hacer. Y dejar de preocuparme
tanto.
Y solo ser feliz. ¿Porque no es eso de lo que se supone que es la vida?
—Kai… cuando estaba… Lo que quiero decir… —Hombre, estoy arruinando
esto. Ronda de aplausos para mí—. Kai… te amo. —Vaya. Quién sabía que decir dos
simples palabras podría hacerme sentir como si acabara de saltar por un acantilado.
Una sonrisa toca sus labios.
—¿Lo dices en serio?
—Por supuesto que lo digo en serio, tonto. —Pongo los ojos en blanco, pero
129

estoy nerviosa de que tal vez cambiara de opinión. Tal vez ya no me ama—. No voy
soltando la palabra con A para echar unas risas.
Página

—Lo sé. —Me mira con fijeza, evaluándome atentamente. Entonces, de repente,
me besa con tanta pasión que mi monitor cardíaco se vuelve loco.
—Oh, por Dios, paren —dice mi abuela Stephy—. Estás con oxígeno, por el amor
de Dios.
Kai y yo nos separamos, sin respiración. Mi mirada va a la puerta y la felicidad
me inunda.
Todos los que amo. Justo aquí. Esto es exactamente lo que necesito.
—Lo siento —dice Kai, retrocediendo de la cama como si mi abuela estuviera a
punto de atacarlo—. Solo estaba…
—Besuqueándote con mi nieta en un hospital —lo interrumpe, poniendo sus
manos en sus caderas—. No puedes salir de esto con tu encanto, joven.
Él alza sus manos con rendición y se sienta.
—Lo siento. Voy a sentarme aquí y mantener mis manos para mí.
—Buen chico. —Le sonríe con suficiencia, pero se desvanece en preocupación
cuando se vuelve hacia mí—. ¿Cómo te encuentras, cariño?
Me encojo de hombros, mirando a la aguja de la intravenosa incrustada en el
dorso de mi mano.
—Mis pulmones duelen un poco. Y también mis muñecas y tobillos, pero aparte
de eso, me siento bien.
Se sienta en el borde de la cama e Indigo lo hace en el otro lado.
—No, cariño —dice mi abuela Stephy—. Me refiero a cómo te sientes
emocionalmente. El doctor ya me ha actualizado sobre cómo deberías sentirte
físicamente. El dolor estará allí por un tiempo, pero deberías sanar muy bien. —Mira
a mis muñecas vendadas—. Dijeron que tendrías algunas cicatrices, sin embargo.
Pienso en todo lo que ha sucedido. En lo que he pasado, no solo en las últimas
semanas, sino toda mi vida. Pienso en lo que perdí. Pero entonces, pienso en lo que
tengo. Estoy viva. Estoy rodeada de gente que me ama. Mi madre será liberada de
prisión. Podré conocerla. Finalmente aprenderé de la persona que me trajo a este
mundo.
—Creo que estaré bien —le digo a mi abuela Stephy.
Igual que las quemaduras de cuerda en mis muñecas sanarán, así lo harán mi
corazón y mente. ¿Habrá cicatrices? Sí, definitivamente. Pero Kai una vez me dijo
que soy fuerte y realmente estoy empezando a creerle. Que soy mucho más fuerte de
lo que creía que era.
Pero mi mayor fuerza es que no estoy sola. Hace seis meses, no habría sido
capaz de decir eso. Hace seis meses… Bueno, realmente no quiero pensar en el
pasado ahora mismo. Solo en el futuro. En mejorar. En dejarlo ir. En tomar mi
segunda oportunidad y asegurarme de no desperdiciarla.
130
Página
D
espués que Isa se duerme de nuevo, su abuela e Indigo salen de la
habitación del hospital para comer algo en la cafetería. Me invitan a
unirme, pero me niego a dejar el lado de la cama de Isa. No puedo dejar
de mirarla dormir, observar su respiración entrar y salir, sus labios ligeramente
separados, su cabello castaño extendido por la almohada.
Cuando dejó de respirar, pensé que la había perdido. Que nunca iba a hablar
con ella de nuevo, besarla de nuevo, oír su risa, ver su sonrisa. Pensé que se había
ido. Pensé que había perdido a la chica que amaba. Que se había ido para siempre.
Pero entonces, los paramédicos aparecieron y lograron que respirara de nuevo.
Nunca en mi vida había estado tan aliviado. Sin embargo, una tormenta se revolvió
dentro de mí. Una tormenta que no se calmará hasta que todos, incluidos Hannah y
Kyler, paguen por lo que le hicieron.
Lynn y su padre eran bastante fáciles, la policía se ocuparía de eso. Pero Kyler
y Hannah aún están por ahí, disfrutando de sus vidas, mientras Isa se tumba en una
cama recuperándose de quemaduras de cuerda e inhalación de humo.
Pero no por mucho tiempo.
Levantando mi culo de la silla, le doy a Isa un rápido beso en la frente y me
detengo fuera de su habitación para hacer una llamada. No voy muy lejos, no
queriendo que se despierte en una habitación vacía.
—Hola —digo después que Jules responde—. Necesito que rastrees algunos
archivos de video.
—Claro —replica—. ¿Dónde están?
—Hannah Anders o mi hermano los tienen en alguna parte —le digo,
manteniendo la voz baja—. Empezaría revisando sus ordenadores y luego seguiría
desde allí. Y los videos son de mí.
—Suena bien —digo—. ¿Qué quieres que haga cuando los consiga?
—Destrúyelos. —Me apoyo contra la pared—. Y una vez esté hecho, voy a
necesitar tu ayuda con algo más.
—¿Con qué?
—Hacer que la gente que robó los videos pague.
Acepta y me dice que me llamará pronto con una actualización. Luego colgamos
131

y guardo mi teléfono y vuelvo a la habitación. Encuentro el constante pitido del


monitor cardíaco reconfortante mientras me acerco a su cama y me siento. Paso mi
Página

mano por su mejilla y sus pestañas aletean.


—Kai —murmura sin abrir los ojos.
—No te preocupes. Estoy justo aquí —le aseguro, dejando mi mano en su
mejilla—. Y no voy a ninguna parte.
Es la verdad. Siempre y cuando me tenga, no voy a ir a ninguna parte. Amo a
Isa y planeo pasar mucho tiempo con ella, sin acosadores y T amenazándome con
golpearme. Me aseguraré de que sea feliz. Porque esta es nuestra segunda
oportunidad y no voy a desperdiciar ni un solo segundo de ella.

132
Página
U
n mes después…
Es sorprendente lo mucho que puede cambiar tu vida en el curso
de un mes. ¿Todo ha sido color de rosa? No, en absoluto. Las
pesadillas me atormentan de noche, y debo visitar un terapeuta dos
veces por semana. Y después que los periódicos empezaron a reportar los detalles de
lo que Lynn y mi padre hicieron, me convertí en el foco de los chismes en la escuela,
siendo conocida como la chica que casi fue asesinada por su madrastra.
Después de una larga conversación con mi abuela Stephy, decidí transferirme
de escuela. No creo que sea débil, sin embargo. Solo estoy eligiendo disfrutar mi vida,
lo cual se estaba convirtiendo en mi lema. Además, Kai se transfirió conmigo, así que
ni siquiera debo empezar la escuela sola. Y con Kai a mi lado, todo se siente posible.
Es como el mejor novio del mundo, siempre ahí cuando lo necesito, constantemente
cuidándome, vengándose de las personas que me hirieron. Sí, lo último puede ser un
poco extremo, y le dije que no lo hiciera, que dejara a Kyler y a Hannah quietos.
No es que no creyera que no merecieran castigo, pero sentía que Hannah ya
estaba sufriendo al tener que lidiar con su mamá acusada de homicidio e intento de
homicidios. Y Kyler… bueno, simplemente no quería que Kai tuviera que hacerle algo
malicioso a su propio hermano. Además, todavía tenían esos videos de Kai, y no
quería que salieran a la luz.
Pero Kai, siendo Kai, había evitado responder a mi petición directamente y me
aseguró que se habían “encargado” de los videos. Unos días después su hermano fue
echado del equipo de fútbol después que el entrenador descubrió esteroides en su
bolsa de gimnasia. No sé por qué el entrenador buscó en su bolso para empezar, pero
cuando le pregunté a Kai al respecto, se encogió de hombros y dijo, “Es su propia
jodida culpa por meterse en cosas en las que no debió”. No estaba segura si se refirió
a las drogas o a mí, pero dejé el tema.
En cuanto a Hannah, no había oído de ella desde que nos cruzamos en un
restaurante. No me dijo nada, solo me miró con el ceño fruncido y odio puro en sus
ojos. Hace una semana, me enteré de que empacó sus cosas y se fue del pueblo. Si
Kai la obligó a irse, nunca lo sabré. Pero estoy por siempre agradecida por todo lo
que ha hecho por mí.
Oh sí, y sus besos tampoco son malos.
—¿Crees que mi mamá todavía se parece a la persona en las fotos? —pregunto,
133

mirando ausentemente al otro lado de la sala de su apartamento que compartía con


Jules—. ¿O crees que ha cambiado?
Página

Kai deja de besar mi cuello, dejando salir una risita suave.


—Sabes, estoy intentando no tomarme de forma personal que estés pensando
en cómo se ve tu mamá mientras estoy besándote el cuello, pero seriamente está
hiriendo mi ego un poco. —Levanta su cabeza para mirarme, sus ojos brillando con
diversión—. Debo de estar perdiendo mis asombrosas habilidades de besador de
cuello.
—De ninguna forma. —Jalo su brazo, guiando su cabeza a mi cuello—. Eres el
mejor besador de cuellos del mundo, así que sigue por favor.
Se ríe y sus labios rozan mi cuello. Mis ojos ruedan mientras sus dientes rozan
mi piel. Dios, esto se siente tan bien… me pregunto si siempre se sentirá tan bien…
me pregunto si todo siempre será así de perfecto…
—Me pregunto si mi mamá y yo nos llevaremos bien —digo—. Me pregunto si
soy como ella… ¿crees que me parezco a ella?
—Muy bien, me rindo. —Se sienta de nuevo en el sofá, acomodando su cabello—
. Hablemos de tu mamá.
—Lo siento —me disculpo, sintiéndome estúpida por hablar de mi mamá
cuando está besándome. Pero…—. No puedo evitarlo. Podré verla en una hora, y
estoy emocionada. Y nerviosa. Y preocupada.
Su ceño se frunce.
—¿Por qué estás preocupada?
Me encojo de hombros.
—De que no le caiga bien.
Su expresión se suaviza.
—Le caerás bien. Lo prometo.
—¿Cómo puedes estar tan seguro?
—Porque eres la persona más graciosa, dulce y considerada que conozco. —Pasa
su pulgar por mis labios, su atención enfocada en mi boca—. Eres perfecta.
—La perfección no existe —digo. Pero en serio quiero besarlo por decir eso.
Así que, eso hago. Presiono mis labios en los suyos y lo beso profundamente
mientras deslizo mi pierna por su regazo.
—Entonces esas son las palabras mágicas para conseguir tu atención, ¿eh? —
bromea, sus labios rozando los míos.
Juguetonamente lo golpeo en el costado, y una suave risa se le escapa antes que
sus labios se acerquen para otro beso. Abro mis labios y nuestras lenguas se enredan
mientras deslizo mis dedos por su cabello. Sus manos encuentran mi espalda baja, y
me acerca. Tomamos las cosas con calma al principio, pero luego me acuesta en el
sofá y cubre mi cuerpo. Las ropas son quitadas. Las manos vagan. Mi cuerpo
reacciona a cada toque. Es el momento más maravilloso. Sin embargo, todos los
134

momentos con él lo son.


Cerca de media hora después, nos besamos una última vez antes de salir. Nos
Página

subimos al auto y conducimos al aeropuerto. Kai sostiene mi mano todo el camino,


acariciando mi palma, dejándome saber que está ahí para mí.
Treinta minutos después, estamos de pie en el aeropuerto cerca del punto de
reclamo de equipaje, esperando a mi mamá.
—Te puedes quedar quieta —bromea Kai, deslizando sus brazos por mi
cintura—. Eres peor que una niña.
—Lo siento. —Pero sigo rebotando en mis pies, nerviosa, intranquila y
preocupada—. Pero si no la reconozco y si ella… —Me callo ante la visión de una
mujer con cabello marrón y los ojos más verdes que he visto en mi vida. Es como
mirarme en un espejo dentro de veinte años en mi futuro y sin preguntármelo dos
veces, lo sé—. Ahí está.
Nuestras miradas chocan, y sonrío tentativamente, preguntándome cómo
podría haber estado tan preocupada de que no me reconocería. Kai me suelta, y
comienzo a caminar hacia ella, moviéndome despacio al principio, pero luego
aumento el ritmo. Cuando llego donde ella, ambas nos abrazamos y empezamos a
llorar.
—Eres tan hermosa —dice, abrazándome con fuerza—. No puedo creer que de
verdad te esté abrazando.
—Yo tampoco. —Nunca abracé tanto a nadie en mi vida, y no quiero que acabe
nunca—. No puedo creer que estés aquí.
—Tampoco puedo creerlo —dice con la voz entrecortada—. Solo desearía que
no nos hubiéramos perdido tantos años juntas.
—Tampoco yo —digo, con el corazón doliéndome por ella, por cada momento
robado de su vida. Pero tratando de ser optimista, añado—: Pero tenemos mucho por
delante.
Retrocede y me mira a los ojos, una débil sonrisa roza sus labios.
—Eres justo como recordaba. Mi valiente superheroína.
—¿Superheroína? —pregunto, mi cabeza inclinándose a un lado.
—Es como solía llamarte —explica—. Solías ponerte esta capa todo el tiempo y
pretender que eras un superhéroe. Fue en parte mi culpa, sin embargo. Tenía esta
obsesión por los comics.
No sé cómo reaccionar. Todo este tiempo me pregunté de dónde venía, cómo
me convertí en quien era, y sintiéndome como la oveja negra de la familia. Pero
supongo que no siempre era de esa forma.
—¿Me dirás más sobre cómo solían ser las cosas? —pregunto—. Quiero saber
todo.
Sonríe cálidamente.
—Claro. Y quiero escuchar todo de ti.
135

Asiento, y vamos a reclamar su equipaje. Kai se nos une, deslizando sus dedos
a través de los míos. De repente encontrándome queriendo retractar mi comentario
Página

anterior sobre la perfección. Tal vez sí existe a veces. Solo debo darme la oportunidad
de que esos momentos sucedan. Y apreciar que estoy aquí para disfrutarlos.
(1983), es una escritora norteamericana. Vive
junto con su esposo y sus tres hijos en las montañas
nevadas de Wyoming. Cuando no está escribiendo,
pasa el tiempo leyendo y disfrutando de su familia.
Sus novelas la han posicionado en las listas de
bestsellers de «The New York Times» y «USA
Today».

136
Página
Página
137

También podría gustarte