Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1
Página
2
Fatima85 & Brisamar58
Axcia Sttefanye
Brisamar58
Cjuli2516zx
Gigi
Jandranda
Kane
Kath
Lvic15
Maria_clio88
Maridrewfer
Mimi
Nana. Marie
Sttefanye
orwzayn
3
Página
Prologo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capítulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 23
Sobre la autora
Epilogo
4
Página
I
sabella Anders no está lista para aceptar que su madre es culpable de
asesinato, y con la ayuda de Kai, ella podría ser capaz de descubrir la
verdad.
Durante el último mes, los sentimientos de Kai por Isa han crecido. Él sabe que
está enamorado de ella y hará casi cualquier cosa para protegerla. Pero al ayudar a
Isa, está poniendo en peligro su propia vida.
Sin embargo, Kai no es el único en peligro.
Isa está siendo acosada por alguien que sabe lo que realmente sucedió el día en
que su madre fue acusada de asesinato, y harán casi cualquier cosa para evitar que
ella descubra la verdad.
5
Página
U
na canción de Brand New fluye a través de la habitación de invitados de
mi abuela Stephy, la cual ahora es mi dormitorio permanente. La suave
luz del sol resplandece contra la ventana mientras el sol se levanta por
las pequeñas colinas de Sunnyvale, dándome la suficiente luz para hacer un dibujo
en mi cuaderno de bocetos. Para un extraño, el dibujo podría parecer un dibujo
normal de una superheroína alta con largo cabello castaño y usando una capa. Para
mí, el dibujo es inquietante, doloroso, y me recuerda toda la horridez que ha ocurrido
desde ayer por la mañana.
Ayer fue probablemente uno de los peores días de mi existencia, quizás incluso
peor que cuando mi padre y Lynn amenazaron con enviarme a un reformatorio en
Montana. No solo alguien repartió folletos por toda la escuela que divulgaban que
mi madre estaba en la cárcel por asesinato, sino que descubrí que la persona por
quien mi madre es acusada de asesinato es Jamison Anders, el hijo de Lynn antes de
casarse con mi padre. Sin embargo, lo que realmente quiero saber es ¿cómo mi
abuela Stephy no sabía nada de esto? Todavía no he tenido el coraje de preguntarle,
temo que me haya estado mintiendo todo este tiempo. Y, si no lo sabe, temo decirle.
Mientras Kai ha estado tratando de convencerme de que no debería creer nada
hasta que conozcamos todos los hechos, es difícil no preguntarme si mi madre es una
asesina, si hizo una cosa imperdonable y terrible al hijo del hombre con quien estaba
teniendo un romance. Y en una parte, la parte más oscura y repugnante de mi mente,
temo que soy una persona tan horrible, que cada comentario malo que Lynn y
Hannah me han dicho alguna vez es cierto. Tal vez soy una perdedora, un fenómeno,
una vergüenza para mi papá. Tal vez él realmente me odia. Tal vez nadie me quiera.
¡No, deja de pensar así! ¡Deja de ser tan débil!
Las lágrimas queman mis ojos. Trato de detenerlas, pero unas pocas escapan y
salpican la página, manchando el dibujo de una mujer que se parece a mi mamá.
Bueno, al menos como se veía en la foto que he visto de ella. Cómo se ve ahora es un
misterio.
Porque está en la cárcel.
Por asesinato.
Mi pecho se contrae mientras repaso todos los detalles impresos en esos
folletos. Detalles horrendos sobre lo que mi madre ha sido acusada de hacer. Y ahora
toda la escuela lo sabe.
No me sorprendería si, cuando sea lunes, todo el mundo me tenga miedo. Temo
6
ruta de los cobardes y cambiarme de escuela. El único problema con eso es explicar
lo que está pasando a mi abuela Stephy.
Quiero decírselo, pero con todo lo que sucede, últimamente ha estado más
agotada que de costumbre. Estoy preocupada porque mis problemas están afectando
su salud, y no sé si añadir más estrés es una buena idea.
He intentado llamar a Indigo para hablar con ella acerca de todo esto, pero
después que su papá fue sorprendido teniendo otro romance, tuvo que volver a casa
para ver cómo está su madre. Ella no ha contestado su teléfono ni ha respondido a
los mensajes de texto, y tengo un mal presentimiento de que algo está mal. Sin
embargo, la abuela Stephy insiste en que todo está bien y que necesito tomar una
píldora relajante.
Eso es un poco difícil con el auto azul asomándose por todas partes que voy,
haciéndome un manojo de nervios. Además, está el desconocido que me envió
mensajes de texto minutos antes que encontrara los volantes por toda la escuela. Es
tiempo de jugar, decía el mensaje.
¿A qué juego están jugando? ¿Fueron los volantes la única parte del juego, o
hay más por venir? ¿Están conectados el desconocido que me envió el mensaje y el
auto? ¿Por qué alguien parece estar empecinado en arruinar mi vida? ¿Y por qué se
siente como si siempre estuviera siendo observada?
Tantas preguntas sin respuestas.
Me siento tan perdida.
Secando mis ojos con el dorso de la mano, me atrevo a echar un vistazo a la
ventana. La paranoia se instala mientras busco por el estacionamiento y luego la
calle. Es temprano el sábado por la mañana, y el camino está vacío, el
estacionamiento está en silencio, y el césped está limpio. Pero la quietud es
inquietante, como el momento silencioso en una película de terror justo antes que
ataque el asesino.
Asesino, lo que podría ser mi mamá.
Mis ojos se inundan de lágrimas de nuevo. Mi corazón arde. Me duele el cuerpo.
Quiero desmoronarme.
¡No! ¡Deja de pensar en eso, Isa! ¡Solo detente!
Sollozando, doy vuelta la página del cuaderno de bocetos y trabajo en un dibujo
diferente, sin relación con mi madre, uno que evoca emoción y confusión.
Kai, Kai, Kai. Garabateo su nombre en la parte superior de la página justo
encima de un retrato suyo con una cabeza demasiado grande: Hombre Ego, el
nombre de superhéroe que le di.
Kai Meyers realmente ha estado allí para mí y se está convirtiendo rápidamente
en uno de mis mejores amigos. Ojalá supiera si siente lo mismo por mí. Nunca he
tenido un mejor amigo antes, excepto quizás por Indigo, así que soy principiante
para poder decir si alguien te considera digno de un colgante de la mitad de un
7
después del incidente de succión del cuello que ocurrió entre nosotros. Kai puede
haber estado bromeando y siendo coqueto. Eso lo hace mucho, como cuando estando
borracho me besó y luego me dijo que no era gran cosa, que borracho besaba a casi
todo el mundo.
Sería una gran mentirosa, mentirosa, santa mierda mi capa está en llamas si
dijera que quiero ser solo amiga de Kai. Me está empezando a gustar como una jodida
montaña de helado, probablemente demasiado, teniendo en cuenta que no tengo
idea si corresponde a mis sentimientos. No le culparía si no me querría de esa
manera, igual que no lo culparía si se saliera de esta situación.
Tengo mucho que asimilar en mi vida en este momento y él tiene sus propios
problemas. Sin embargo, parece decidido a ser mi compañero.
No sé qué haría sin él, pienso mientras trazo su nombre por el papel. Realmente
no.
Después de otra media hora de dibujo, suelto el lápiz para sacudirme el
calambre en mi mano. Son las ocho de la mañana y he estado despierta durante horas
después de una noche de sueño tipo La Princesa del Guisante, durante la cual estuve
atrapada en una pesadilla de un auto azul que me perseguía por un largo y estrecho
camino, asediada por una niebla de folletos. Cuando desperté, estaba inquieta y
preocupada y debatiendo si salir a la sala de estar y despertar a Kai. Pero él ha estado
tan decidido a descifrar la clave de esa tarjeta de memoria que me preocupa que se
esté descuidando de sí mismo y no durmiendo lo suficiente.
Los círculos oscuros han permanecido permanentemente debajo de sus ojos, y
ayer, se quedó dormido a mitad de una oración cuando estábamos conduciendo a
casa desde el parque. Lo último que necesita es que una chica necesitada lo despierte
antes del amanecer porque tuvo un mal sueño.
No se sentía como un mal sueño. Se sentía tan real, y cuando me desperté por
primera vez, juro que vi un auto azul estacionado en la calle, aunque estaba
demasiado oscuro para decirlo con seguridad.
Un golpe en la puerta de mi habitación me saca de los pensamientos de autos
azules y de sueños aterradores.
—Isa, ¿puedo entrar? —La voz de Kai viene desde el otro lado de la puerta.
—Sí, claro —digo, sentándome en la cama.
La puerta se abre y luego entra a mi habitación. Su cabello rubio claro está
sobresaliendo por todos lados de una sexy manera desordenada después de dormir,
y está usando la misma camiseta gris oscuro y jeans negros que tenía puestos la
noche anterior, como si nunca hubiera ido a la cama.
Abro la boca, a punto de preguntarle si durmió en absoluto, pero entonces sus
ojos se encienden como una caja llena de bastones resplandecientes.
—Cierra tus ojos. Tengo una increíble sorpresa para ti. —Baja su mirada a mi
cuaderno de bocetos, que todavía está abierto en la página de él, haciéndome ver
como que estuviera a un paso lejos de convertirme en una acosadora.
Lo cierro rápidamente, cruzando los dedos para que no haya visto su nombre
8
la pistola de paintball—. La pistola está un poco usada, pero un amigo mío la estaba
regalando, y pensé que querrías tener la tuya en vez de alquilarla.
Página
Lo dice tan bajo, pero aún lo oigo, y mi corazón palpita como un colibrí
zumbando sobre un néctar.
Kai siempre es tan agradable conmigo, todo el tiempo. Y todo es tan fácil con
él, a diferencia de su hermano mayor Kyler.
Kyler. Suspiro.
No sé qué hacer con él. Me envió un mensaje el otro día, preguntándome si
quería salir hoy. Le respondí con una mentira como una cobarde, diciéndole que no
podía porque tenía que ayudar a mi abuela Stephy con algo. Sé que necesito hablar
con él y decirle que creo que debemos ser amigos o algo por el estilo. Aunque nunca
he tenido esa clase de charla con un chico antes, y realmente quiero oír el consejo de
Indigo primero. Estoy completamente despistada sobre qué hacer, qué está bien.
Todo lo que sé es que mis años y años de enamoramiento por Kyler están
debilitándose mientras más tiempo paso con Kai. Aunque no sé qué significa eso, ya
sea que me guste o no Kai, no creo que deba salir en citas con Kyler.
Después que Kai me lleva al sofá, me ordena que me siente, luego recoge su
computadora portátil de la mesa de café y se sienta a mi lado. Equilibrando el portátil
en su regazo, levanta la pantalla, y por primera vez, una alerta de contraseña de
acceso no aparece inmediatamente.
—De ninguna manera… no lo hiciste… ¿o sí? —Mi corazón palpita tan
violentamente que realmente me pregunto si estaba en lo cierto acerca de los regalos
sorpresa como una forma de tortura.
Pone una mano en mi rodilla, estabilizando mi pierna ansiosa.
—Cálmate, ¿de acuerdo? Lo que está aquí… —echa un rápido vistazo a la
pantalla del ordenador—… podría ser algo bueno, pero no quiero que te asustes
todavía. No hasta que veas todos los archivos y carpetas.
—Pero lo hiciste, ¿verdad? —pregunto—. ¿Desactivaste el código de la tarjeta
de memoria?
Me mira, y asiente.
—En serio, ni siquiera sé cómo lo hice, pero lo hice. Y hay una tonelada de
archivos aquí sobre el caso de tu mamá. —Pasa sus dedos por su cabello, haciendo
que los mechones rubios se curven—. Pero, como he dicho, no he visto todos
todavía… aunque, algunas de las cosas aquí parecen prometedoras…
—¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! —lo interrumpo, colocando mis brazos
alrededor de su cuello.
El nerviosismo, emoción, preocupación y agradecimiento me abruman
simultáneamente y comienzo a temblar con una sobrecarga emocional.
—Sé que esto no quiere decir que es inocente, pero con tan solo oír que digas la
palabra prometedoras es, como, lo mejor que he oído en semanas. —Lo abrazo con
fuerza otro momento o dos, y luego me aparto.
13
—Algunas de las cosas que he visto ya… me hacen cuestionar cómo fue
encontrada culpable —dice suavemente, apoyando su barbilla en mi hombro—.
Intenta no emocionarte hasta que lea todo, ¿de acuerdo?
Intento hacer lo que me pide y no me emociono demasiado, especialmente
cuando mi mamá está detrás de las rejas, pero lo que Kai acaba de decirme hace que
un poco de peso caiga de mis hombros.
—Intentaré no hacerlo. —Abrazo hasta su alma y huesos—. Pero todavía voy a
decir gracias, por los menos un millón de veces… y voy a devolvértelo… de alguna
manera.
—No necesitas devolver nada. —Traza un sendero en mi espina dorsal—. Quería
hacer esto por ti.
—Aun así, trabajaste muy duro. —Trago con fuerza mientras sus dedos se
enredan en mi cabello—. Y sé que no has estado durmiendo muy bien… —Me alejo
mientras acaricia su rostro contra la curva de mi cuello.
—Lo único que quiero es que salgamos y nos divirtamos —dice—. Se supone
que tenemos que estar en el lugar de paintball al mediodía, y quiero que estés lista
para divertirte.
Asiento, planeando encontrar una manera de devolverle esto. No estoy segura
si sabe lo importante que es para mí; dándome una luz de esperanza al final de un
túnel muy largo en el que he estado perdida por días. El final nunca pareció estar al
alcance de la mano, y estaba empezando a preocuparme de que iba a correr hasta
que mis piernas y pulmones ardieran. Y ahora tengo la esperanza que tal vez, un día,
podré descansar y escapar del maldito túnel.
La gratitud me domina, y giro la cabeza, posando un suave beso en su mejilla.
Nunca he sido una persona de besar o abrazar, probablemente porque, en realidad,
no me han abrazado o besado mucho en mi vida. Pero mi gesto parece apropiado
dada las circunstancias. Al menos, espero que lo sea.
—Gracias, Kai —digo—. No solo por esto, sino por estar ahí para mí y asegurarte
que no me derrumbe.
Levanta la cabeza, con los ojos muy abiertos y los labios entreabiertos.
Mierda, tal vez lo interpreté mal. Tal vez un beso en la mejilla no es el tipo de
cosa que haces cuando mi posible mejor amigo me acaba de dar el mejor regalo de
todos los tiempos.
Su expresión sorprendida se evapora gradualmente mientras me mira a los
ojos.
—No hay de qué —dice finalmente, luego se inclina hacia adelante y roza sus
labios contra los míos.
Me quedo sin aliento, atrapándome con la guardia baja. Entonces mi sorpresa
rápidamente hace poof porque, santas mariposas bailando tap, sus labios son tan
deliciosamente suaves. Al igual que un pastel de terciopelo de chocolate con helado
de mantequilla con un glaseado suave. No, mejor que eso. Mejor que cualquier dulce
14
—Lucen sospechosos —dice inmediatamente con su, como dice Kai, mirada de
“halcón” entre nosotros—. Entonces, ¿qué han estado haciendo esta mañana? Esta
Página
—Eso suena genial, pero voy con Kai a jugar al paintball contra zombis.
—¿Jugar al paintball contra zombis? —Se aleja con una mirada perpleja en su
rostro—. ¿Eso es algo?
Me encojo de hombros.
—Aparentemente. Me consiguió mi propia pistola de paintball y todo.
—Mmm… Suena como el día perfecto para ti. Debe haber pensado mucho en
ello. —Mira entre Kai y yo, con una sonrisa cómplice en los labios—. De acuerdo, los
dejo salir de rositas por ahora, pero solo porque quiero que salgas a divertirte. Pero
—me señala con un dedo—, es mejor que no los atrape intentando ser juguetones
cuando piensan que no estoy cerca.
¡Oh Dios mío! ¡No acaba de decir eso en serio!
Kai se ahoga con una risa, y la abuela Stephy lo apunta con el dedo.
—Lo digo en serio, joven —advierte—. No te pongas sobón con mi nieta. Es una
chica dulce e inocente y debe ser tratada de esa manera.
Bajo la cabeza entre las manos, mortificada. Alguien, por favor, por favor, que
me saque de mi miseria.
—Sí, señora —dice Kai socarronamente.
—Buen chico —le dice, luego se coloca la correa de su bolso encima de su
hombro y se dirige a la puerta principal—. Isa, ¿hay algo en específico que quieras
para la cena o algún lugar al que quieras ir a comer?
Levanto la cabeza y la miro.
—Lo que sea más fácil para ti me va bien.
—No te preocupes por eso. —Agarra el pomo de la puerta—. Solo quiero que te
preocupes por lo que quieres.
—Entonces salgamos. —De esa manera, no tendrá que preocuparse por cocinar.
Abre la puerta.
—Muy bien, te veré a eso de las seis. —Empieza a salir, pero se detiene—. Y Kai
eres más que bienvenido a venir con nosotras, siempre y cuando prometan no hacer
nada cariñosito como alimentarse el uno al otro en la mesa.
Cuando me quedo boquiabierta, me lanza una inocente sonrisa antes de salir
por la puerta.
Negando, me doy la vuelta para mirar a Kai.
—La amo a muerte, pero juro que le encanta avergonzarme.
Kai sonríe.
—Deberíamos devolvérselo, y alimentarnos el uno al otro en la mesa.
Eso me hace reír.
—Sería gracioso, pero no creo que la avergüence. Probablemente le dé más
17
—¿Nosotros? —pregunta con una ceja levantada—. Isa, Isa, Isa... Tonta, chica
linda, deberías saber mejor que pensar que cualquier cosa que tu abuela diga me
avergonzará. Ambos sabemos que eres tú quien se avergüenza.
Pongo mis ojos en blanco, como “qué absurdo”, a pesar de que es verdad.
—Lo que sea. No me avergüenzo.
—Oh, ¿de verdad? —Un desafío baila en sus ojos mientras pone la computadora
a un lado, se pone de pie, y lentamente cruza la habitación—. ¿Así que estás diciendo
que cuando te llamo una chica tonta o linda, no te pones nerviosa? —Se detiene
delante de mí y roza mis mejillas con sus nudillos—. ¿Y tus mejillas no se ponen
rosadas?
—No. —Mis brillantes mejillas, en llamas, declaran mi mentira—. Ni siquiera
me di cuenta que me dijiste cosas así.
Una sonrisa arrogante juega en las comisuras de sus labios.
—Eres tan mentirosa, pero está bien. Eso también es algo adorable. —Mi
vergüenza se eleva por las nubes mientras la sonrisa de un ganador cubre su rostro—
. ¿Ves? Ya está, luciendo toda linda otra vez.
Poniendo los ojos en blanco, paso por delante de él y cambio de tema antes que
mis ardientes mejillas estallen en llamas.
—¿Podemos ver esos archivos ahora? —Me estiro para recoger la computadora.
Suavemente me golpea la mano.
—Ni lo sueñes. Tienes que ir a prepararte para simular matar a zombis.
Echo un vistazo a la hora en el reloj.
—Pero dijiste que íbamos al mediodía, y son solo las nueve.
—Tenemos que hacer un par de paradas primero. —Recoge el portátil y se
sienta en el sofá—. Tengo que ir a hablar con alguien acerca de dejarme dormir en su
apartamento gratis durante un par de semanas hasta que pueda conseguir un trabajo
y empezar a pagar la mitad del alquiler. Luego, tengo que solicitar un par de trabajos.
Y luego, más tarde esta noche, uno de mis amigos me va a dar algunos neumáticos
de repuesto y me ayudará a remolcar mi auto de vuelta a la ciudad.
—¿Va a darte algunos neumáticos de repuesto? Es muy amable de su parte.
—Sí, lo es. En realidad, los consiguió de un desguace que su papá posee. No son
geniales ni nada, pero deberían durar lo suficiente como para llevar el auto a casa.
—¿Tiene una grúa también?
—No, solo un remolque, pero debería funcionar.
—Bien. Estoy contenta de que sea una cosa menos de la que tengas que
preocuparte.
—Yo también. —Toca la almohadilla táctil, abriendo un archivo—. Aunque,
todavía no sé cómo voy a arreglar el auto Necesito ahorrar algo de dinero para las
reparaciones, pero no antes que pague... —Su voz se apaga—. Pero, sí, de todos
modos, realmente necesito ahorrar algo de dinero. Desde luego, en este punto, me
18
estoy empezando a preguntar si quizá debería intentar vender las partes del auto y
Página
Si solo pudiera leer su mente y ver lo que está pensando, entonces tal vez no
estaría tan confundida todo el tiempo.
Suspirando, rebusco a través de mi ropa, buscando algo que no me importe
arruinar. Me decido por unos jeans agujerados, una camisa negra de manga larga y
una sudadera con capucha con un par de toscas botas rojas. Tomo una ducha rápida,
luego me visto y me peino el cabello, haciendo una trenza lateral.
Mis pensamientos vuelven a Kai y los archivos, preguntándome cuánto tiempo
le llevará mirar todo. ¿Encontrará algo? ¿Seré capaz de manejar lo que sea que
encuentre?
Miro mi reflejo en el espejo empañado.
—Serás capaz de manejarlo —me digo con una determinación feroz—. No tienes
otra opción.
Incluso después de mi arenga, una pesada sensación de duda pesa en mi mente.
Creo que la duda solo puede desaparecer después de hablar con mi madre y escuchar
lo que tiene que decir. Solo deseo saber cómo voy a llegar a Virginia para visitarla en
la cárcel y cómo voy a convencer a la abuela Stephy de que me deje ir.
Tengo casi dieciocho años. Podría esperar hasta entonces, cuando sea
legalmente un adulto y no necesite permiso. Kai me dijo que iría conmigo para que
no esté sola, pero no quiero estresar a mi abuela, y me preocupa que esto pueda
hacerlo. Pero necesito ver a mi madre, incluso si resulta ser culpable. Nunca tendré
un cierre si no lo hago, y siempre me quedaré preguntando quién fue la persona que
me trajo a este mundo, si siempre fue mala, y qué sucedió ese día que decidió poner
fin a la vida de alguien.
Soltando una respiración estresada, aseguro un elástico al final de mi trenza y
luego regreso a mi dormitorio. Tomo un poco de dinero de mi escondite y luego
recojo mi teléfono de la mesita de noche. Notando que tengo un texto perdido, abro
mis mensajes, esperando que Indigo finalmente haya respondido. Pero el mensaje
es de un desconocido, y me encojo. La última vez que recibí un texto de un número
desconocido fue justo antes de descubrir los folletos.
Casi meto el teléfono en el bolsillo trasero de mis jeans y digo un silencioso “que
te jodan” a la persona que llama. Pero entonces mi teléfono zumba en mi mano con
otro texto entrante.
Gruño de frustración mientras mi curiosidad me gana. Tocando la pantalla,
abro el mensaje, y mi corazón se cae.
Desconocido: Si pensabas que el folleto era malo, solo espera.
Desconocido: La segunda ronda va a comenzar pronto. 20
Página
—M
aldita sea, espero que ella pueda manejar esto —murmuro,
pasando mis dedos por mi cabello mientras observo los
archivos en la pantalla del ordenador—. Esto va a ser un
montón para asimilar.
Pero Isa puede manejarlo. Es fuerte, hermosa... y sabe jodidamente increíble,
que sí, sé que está totalmente fuera del caso, pero aun así...
Reproduzco el momento en mi mente, empezando por el beso que me dio en la
mejilla. Fue un beso amigable, supe eso, pero no pude dejar de ir un paso más allá.
Dios, sus labios son tan condenadamente suaves. En serio, la besaría todo el
día si supiera que ella me quiere también. El problema es que no estoy seguro de que
estemos en la misma página. A veces, se siente como que podría ser, como que me
dejaría lamer y morder su cuello. Pero hay otras veces en las que se siente como si
nos viera como solo amigos, como cuando chocamos los cinco y me dice que soy un
gran amigo. Me he equivocado antes acerca de cómo se sentía una chica por mí. Me
he equivocado muchas veces, en realidad. Muchas de aquellas veces tenían que ver
con una chica usándome para conseguir a Kyler.
Puto Kyler. Todo siempre es acerca de él. A ojos de mis padres, él es el mejor
hijo que sobresale en los deportes y la escuela. Yo, soy el perdedor que renunció a
todos los equipos para poder pasear y meterme en problemas. Kyler es el más
sociable y popular, mientras yo soy considerado como la piedra angular para
conseguir estar en su lado bueno.
Me han utilizado más veces de las que puedo contar, y pasé años estando celoso
por el hecho de que él es mejor que yo. Pero corté mis lazos con mi celo el día que
dejé el deporte y tomé una nueva ruta en mi vida. Una ruta llena de gente a la que no
le importa una mierda que mi hermano sea Kyler Meyers. Durante unos ocho meses,
estuve bien viviendo ese camino, todo el camino hasta que Isa llegó a casa de su viaje
al extranjero.
Su aspecto exterior había cambiado, y de repente, Kyler ya no la miraba como
la chica nerd de al lado que estaba enamorada de él, sino como una chica sexy que
quería. La estupidez es que Isa es la misma, bella, peculiar, divertida y entretenida
como siempre ha sido. Solo muestra más su belleza. Kyler estaba demasiado ciego
para verla antes de todo el cambio de imagen y es lo suficientemente imbécil como
para desearla basándose únicamente en el hecho de que piensa que ella es sexy. Ni
siquiera la conoce, no como yo.
21
—Está bien, pararé con la cosa de la lista de problemas. Solo, por favor ten
Página
—¿Sí?
Página
26
Página
C
uando Kai sale de la sala de estar, giro a su ordenador para echar un
vistazo a los archivos de la tarjeta de memoria. No sé si estoy cruzando
una línea, si Kai se enojará conmigo por husmear, pero no saber lo que
está ahí me está carcomiendo.
Cuando toco el mouse táctil, la pantalla no se enciende. Calculando que apagó
la computadora, presiono el botón de encendido. Nada. Intento conectar el cable de
alimentación. Nada.
Me rasco la cabeza.
—¿Qué diablos le pasa?
Estoy sentada en el sofá, frunciendo el ceño ante la pantalla en blanco del
ordenador, cuando Kai entra en la habitación, vistiendo jeans negros, una camisa de
manga larga y un cinturón con tachuelas. Su cabello está húmedo de la ducha, y una
serie de bandas de cuero cubren su muñeca, incluyendo la que le di.
Cuando me observa mirando la pantalla, hace una mueca.
—¿Qué estás haciendo?
—Tratando de ver los archivos. —Siento una gota de culpa en mi estómago—.
Lo siento. Solo trataba de distraerme de los mensajes. —Hago un gesto hacia su
ordenador portátil, equilibrada en la mesa de café—. Pero no se enciende.
—Puede que tenga que arreglarse después de lo que pasó —dice, metiendo su
cartera en el bolsillo trasero de sus jeans.
Mis ojos se amplían.
—¿Qué pasó?
—Creo que Big Doug puso un virus en la tarjeta de memoria. Pero no te
preocupes. Tomé algunas fotos de los archivos antes que desaparecieran. Y leí la
mayoría de ellos. —Se acerca al sofá con la mano extendida hacia mí—. Ahora deja
de preocuparte por cosas y ven. Tenemos algunos zombis que matar.
No sé cómo piensa que no voy a preocuparme con todo lo que ocurre. Sin
embargo, de alguna manera, me siento mejor cuando pongo mi mano en la suya,
como si tocarle me ofreciera suficiente comodidad para reducir algo del estrés.
Envolviendo sus dedos alrededor de mi mano, me levanta a mis pies.
—¿Estás lista para patear algún trasero zombi? —pregunta mientras
27
—Tal vez. Pero eso no es malo. A veces puedes ser bastante sabia.
Página
—Sí, de verdad puedo, ¿no? —reflexiona, sonando más como la alegre Indigo
que conozco.
Kai atrapa mi mirada desde el otro lado de la habitación.
—¿Está todo bien? —articula.
Asiento y le ofrezco una sonrisa tranquilizadora.
—Sin embargo, es un buen consejo —dice Indigo—. Tal vez pueda sentarme y
tratar de hablar con ella. Con suerte, puedo conseguir que se desembriague, o a lo
mejor es inútil.
—Bueno, avísame si necesitas ayuda. Como dije, mi abuela y yo podemos
conducir hasta allá si hace falta.
—Estoy segura de que puedo manejar esto, pero gracias.
—Está bien. —Me recuesto en el sofá—. ¿Cuándo crees que volverás?
—Pronto —promete—. Probablemente me desharé de todo su alcohol y la
desembriagaré esta noche y luego trataré de hablar con ella por la mañana.
—Llámame si necesitas hablar. O incluso llámame si no necesitas hablar. Echo
de menos hablar contigo. Realmente quería hablar contigo de... —me atrevo a echar
un vistazo a Kai, muy consciente de que me está mirando—… cosas.
—¿Qué tipo de cosas? —Me conoce demasiado bien.
Muerdo la uña de mi pulgar.
—Sí, necesito un consejo.
—¿Está el chico del que necesitas consejo ahí contigo? —Siento su sonrisa en la
diversión inundando su tono.
—Sí.
—Bueno, levántate y entra en tu habitación para que podamos tener alguna
conversación de chicas mientras tengo un par de minutos. Será bueno hablar de algo
más que de mi papá y lo jodidamente bastardo que es.
—De acuerdo. —Me levanto, ignorando la extraña mirada que Kai me da—.
Volveré enseguida —articulo antes de entrar a mi habitación.
Cierro la puerta y la bloqueo y luego me desplomo en la cama.
—Así que, creo que podría estar superando a Kyler.
—¡Gracias a Dios! ¡Esperaba que dijeras eso! —exclama—. Entonces, ¿en qué
necesitas mi ayuda? ¿En ir tras Kai? Porque estoy segura de que ya lo tienes.
—No lo tengo. —Me acuesto boca abajo y miro por la ventana hacia las nubes—
. Kai y yo somos solo amigos.
—Pero quieres ser más —insiste—. Sé que quieres.
—No lo sé... quizás. —Mi estómago se retuerce mientras repito el beso en el
sofá—. Pero eso no es lo que realmente quería hablar contigo. Quería preguntarte
qué debo hacer con Kyler, porque me ha enviado mensajes un par de veces para ver
29
si quiero salir, y sigo mintiendo y diciéndole que no puedo. Pero no quiero mentir
Página
más. Solo quiero decirle la verdad, y luego... no sé ... tal vez tratar de ser su amiga. —
Trazo el patrón circular del edredón con la punta de mis dedos—. ¿O es demasiado
raro?
—Todo eso depende.
—¿De qué?
—De qué tan amigos eran antes.
Arrugo mi nariz.
—Realmente no éramos amigos. Solo empezamos a hablar cuando regresé de
mi viaje.
—Lo sé, pero necesitaba que lo dijeras para recordarte que en realidad no
necesitas a Kyler como amigo. Y en realidad, no creo que vaya a querer ser tu amigo.
Creo que empezó a salir contigo porque quería conectar contigo.
—Ay. Manera de ser contundente.
—Es mejor que mentirte y dejarte entrar en esto a ciegas.
—¿Debería incluso entrar en esto? —Me apoyo en mi codo y descanso mi
barbilla en mi mano—. ¿O debería enviarle un mensaje? Nunca he tenido una de esas
conversaciones con un chico.
—Por mucho que no sea fan de Kyler, nunca he sido fan de romper con chicos
por mensajes de texto —dice—. Probablemente deberías encontrarte con él. Llévalo
a tomar un café o un helado y solo dile cómo te sientes.
Miro cómo empieza a lloviznar.
—¿Y crees que será así de fácil?
—Todo depende de lo mucho que le gustes. —Algo se estrella en el fondo y ella
suelta una serie de maldiciones—. Mierda. Tengo que irme. Mi madre acaba de
despertar. Pero primero quiero felicitarte.
Alzo mis cejas.
—¿Por qué?
—Por dejar ir todo este enamoramiento de Kyler. Tu primer enamoramiento es
siempre un poco difícil de dejar ir, pero a veces, solo tienes que aceptar que las cosas
no estaban destinadas a ser y que tal vez estaba destinado a ser con el hermano
adorablemente sexy.
—Ahora, ¿quién es la psicóloga? —bromeo con una sonrisa.
—Sí, es mejor que tomes notas —bromea—. Esto es algo bueno.
Me río, y ella se une por un momento antes de desearme suerte y decir adiós.
Cuelgo y me levanto, y me estoy preparando para volver a la sala de estar
cuando mi teléfono vuelve a sonar.
—¿Hola? —respondo sin mirar la pantalla.
30
—Hola, cariño —dice la abuela Stephy—. Odio hacerte esto porque sé que tenías
esa cosa de paintball zombi, pero realmente necesito un favor.
Página
—Creo que la computadora está frita. —Presiona varios botones antes de darse
por vencido y poner la computadora portátil en la mesa de café.
—Lo siento. —Suspiro de manera culpable—. Todo esto es mi culpa. Todo esto
lo es, en serio.
—¿Dejarías de decir mierda así? —Cae de nuevo en el sofá, agarrando mi brazo
y acercándome a él—. Pude alejarme en cualquier momento. Elegí no hacerlo. Esa
fue mi elección. Quería ayudarte más de lo que siempre quise hacer.
Descanso mi cabeza en su pecho, escuchando el latido de su corazón y notando
lo rápido que compite, igual que el mío.
—Aun así, quiero ayudar... ¿Qué puedo hacer? —pregunto.
—Solo quiero encontrar una computadora para que pueda buscar esto para ti.
—Pasa sus dedos a través de mi cabello—. Lo que necesito es una computadora que
no me importe destrozar.
—Siempre podrías usar las computadoras de la biblioteca —sugiero, pero más
como una broma.
—Me pone nervioso acceder a esos archivos en público —dice, tomándome en
serio—. Si alguien ve lo que estoy buscando, estaría con la mierda hasta el cuello.
—Puedo ser tu vigilante y asegurarme de que nadie se acerque y mire la
pantalla. —Me inclino hacia atrás para mirarlo—. Quiero decir, si realmente quieres
hacer eso. Estaba bromeando cuando lo sugerí.
Sonríe de la forma más adorable que jamás haya existido.
—Tan linda como esa oferta es, no creo que puedas detener a alguien de
caminar y mirar la pantalla sin ser demasiado obvio.
—Sí, podría. —Ignoro el lindo comentario, aunque mis mejillas reaccionan,
sonrojándome—. Podría distraerlos con mis habilidades super geniales de
distracción.
Aprieta sus labios, conteniendo una sonrisa.
—Oh, ¿sí? ¿Cómo?
—No lo sé. —Me encojo de hombros—. Haciendo algo loco, como fingir que mi
silla se volcó. O podría fingir un desmayo. O si fuera un hombre, podría coquetear.
—Coquetear, ¿eh? —pregunta con hilaridad brillando en sus ojos—. ¿Sabes
cómo hacer eso?
—Sí. Simplemente no lo hago mucho. —Total mentira. Apesto mucho en el
coqueteo a menos que Indigo esté conmigo para tomar el control cuando me
convierto en un bicho raro, vamos-a hablar-de capas-y-mágicos-poderes-de-chica.
Contempla lo que dije y luego se frota las manos.
—Está bien, vamos a verlo.
35
—Verte coquetear.
—¿Contigo?
—Eso o podríamos pedirle al amigo de tu abuela que nos ayude.
—De ninguna manera voy a volver a su habitación mientras están juntos. —
Hago una mueca—. Dios sabe lo que han estado haciendo allí durante más de una
hora.
Sonríe.
—Creo que sabes exactamente lo que están haciendo, y es por eso por lo que no
vas a volver allí.
Asiento.
—Me uno a ello.
—Entonces está bien, supongo que tendrás que mostrar estas supuestas
habilidades de coqueteo conmigo. —Espera a que responda. Cuando no lo hago,
añade—: A menos que estés demasiado asustada.
Entrecierro mis ojos.
—Sabes que no le tengo miedo a nada... excepto quizás a las personas que se
disfrazan como unicornios, pero eso es por una buena razón.
Me mira boquiabierto.
—¿Qué…? ¿Cómo…? ¿Eh?
—Cuando tenía seis o siete años, un tipo disfrazado de un unicornio me
persiguió por un carnaval hasta la casa de la risa, y luego me perdí. —Mis ojos se
amplían mientras mentalmente revivo el horror—. Al menos eso es lo que pensaba.
No me di cuenta que estaba tratando de darme un cupón para una bolsa gratis de
algodón de azúcar. En mi defensa, se parecía más a una vaca poseída por un demonio
que a un unicornio. En serio, su traje estaba muy lejos de serlo. Y él realmente no
debió perseguirme. Fue totalmente espeluznante.
—¿Estabas allí sola?
—Sí. Nadie me llevaría, así que me fui sola.
—¿Y te dejaron ir?
Miro hacia otro lado, incapaz de soportar la lástima en sus ojos.
—Hice muchas cosas así. No es tan importante.
—No creo que pienses eso realmente —dice suavemente—. Creo que sabes que
está mal.
Miro mis manos, evitando el contacto visual con él.
—Por supuesto que sé que está mal. Pero está en el pasado, así que ya no
importa. Y en serio no quiero hablar de Lynn o de mi papá en este momento, no con
lo que acabo de aprender.
36
Niego y me quito el cabello de los ojos. Estoy usando jeans ajustados y una
camiseta negra sin mangas, no un traje sexy por cualquier medio, pero pretendo ser
toda seductora como he visto a Indigo hacer mil veces, y me siento a horcajadas en
su regazo.
La aturdida mirada en su cara me da ganas de reír, pero sigo.
—Entonces, he estado pensando —coloco mi mano encima de su hombro—,
sobre tu y yo y lo increíble que sería estar juntos. De verdad. Apuesto a que besarte
sería mucho mejor que cualquier otro tipo que haya besado. —Muerdo mi labio
inferior, atrayendo su atención a mi boca. ¡Diablos, sí, una puntuación para mí!—.
Pero la única manera de descubrir eso es que nos besemos. No tiene que significar
nada. Quiero decir, podemos probarlo, ¿verdad?
Sus manos caen a mi cintura, hundiendo sus dedos en la piel que asoma por el
borde de mi camisa.
—Joder, sí, podemos —casi gruñe.
Estoy por sonreír de forma “jaja, te gané” cuando se inclina.
¿Espera? ¿Qué? Pensé que estábamos jugando. ¡Dile que solo estabas jugando!
En vez de escuchar mis pensamientos, permanezco congelada mientras su boca
se acerca a la mía.
De acuerdo, realmente quería decir lo que dije. Quiero saber cómo sería un
verdadero beso con él. Quiero besarlo, tocarlo. Quiero que haga lo mismo conmigo.
Dios mío, estoy perdida.
Indigo me dijo una vez que estar completamente enamorada de un chico se
sentía como el paracaidismo, algo que hizo una vez y algo que nunca haré. Pero eso
no tiene sentido. El punto es que ella dijo que estar enamorada es como caerse de un
avión. Tu corazón late en tu pecho, y tienes este miedo dentro de ti de que tu
paracaídas no se abra, que la persona no te amará. No estoy segura si estoy
enamorada aún, soy bastante desorientada acerca del amor en general, pero
definitivamente estoy recibiendo todo la vibra en este momento, como si estuviera a
punto de bucear y no estoy segura si realmente quiero.
Mi corazón late en mi pecho mientras sus labios se acercan a los míos. Me
acerco. Sus labios están tan cerca. No puedo esperar a...
Mi teléfono suena en la mesa de café detrás de nosotros, y nos separamos.
Cambiamos una mirada de asombro mientras el teléfono suena de nuevo.
Su manzana de Adán se asoma mientras traga.
—¿Vas a contestar eso?
—Uh... —¿Quiere que lo responda? ¿Quiero contestar? No, quiero volver a lo
que estábamos haciendo. Pero la idea de pedirle que me bese de nuevo cuando yo
claramente sé que no puedo coquetear hace que mis mejillas se sonrojen—. Uh,
probablemente debería en caso de que sea Indigo o algo así.
Asiente, mordiendo su labio inferior.
38
—No creo que haya estado enamorada alguna vez de Kyler. Él fue mi primer
encaprichamiento verdadero, y yo no quería dejar que ese sueño se fuera... pero
ahora siento... no sé. —Me encojo de hombros—. Supongo que lo he superado.
Me estudia atentamente antes de reorientar su mirada hacia su teléfono.
—Bueno, creo que es algo bueno.
Lo estudio mientras él se queda absorto en su teléfono.
—Lo crees, ¿de verdad?
—Sí, seguro. —Intenta actuar todo indiferente, pero sus labios amenazan con
formar una sonrisa—. Sé que es mi hermano, pero el tipo es un idiota, y te mereces
algo mucho mejor.
—No creo que sea un imbécil —digo, pero ya no estoy tan segura—. Y todavía
quiero intentar ser amiga de él. —Bueno, solía querer hacerlo. Realmente ahora no
lo sé.
Niega.
—Sí, no creo que debas hacer eso.
Me vuelvo aprensiva.
—¿Por qué no? ¿Porque no te gusta? ¿O es algo más? —¿Sabes que está
pasando tiempo con Hannah?
—No, porque... —Deja el teléfono en el cojín y toma mi mano, pasando sus
dedos por los míos—. Mira, solo confía en mí, ¿de acuerdo? Ve a tomar helado con
Kyler, dile lo que necesitas decir, y luego corta los lazos... Y ten cuidado cuando estés
con él. Si algo parece extraño, llámame.
—Kai, me estás preocupando. ¿Hay algo que no me estás diciendo? Porque en
el teléfono... Kyler me hacía preguntas acerca de mi madre, y juro que escuché a
Hannah en el fondo... Pudo haber sido mi imaginación... pero no sé.
El músculo de su mandíbula se tensa.
—¿Crees que escuchaste a Hannah?
Asiento.
—¿Hay algo que está pasando que no sé? —¿Kyler está saliendo con mi hermana
y solo juega conmigo?
Kai traga con fuerza.
—Hay muchas cosas que no te voy a decir, pero tendrás que confiar en mí.
—Es una gran cosa para pedirle a una persona. Confiar en alguien no es algo
que hago muy fácilmente.
—Lo sé. —Sostiene mi mirada—. Pero la pregunta es, ¿confías en mí?
Parece que su pregunta tiene un significado subyacente, un enorme, épico,
significado de cambio de relación. Sin embargo, me encuentro asintiendo con
facilidad.
41
Pongo los ojos en blanco, pero por dentro, estoy pensando, también a mí, chico
lindo, también a mí.
Volviendo a mi abuela, la miro medir tazas de harina y verterlas en el tazón.
—¿Y mi papá?
Se detiene a la mitad del vertido y me mira.
—¿Qué hay con él?
Trazo una línea en el mesón.
—¿Has sabido algo de él?
Baja la taza de medir.
—En realidad, ayer también oí hablar de él. He querido hablar contigo de esto,
pero no hemos tenido la oportunidad de charlar a solas.
Kai se levanta.
—Tengo que hacer una llamada. Estaré afuera. —Dándonos a mi abuela y a mí
algo de intimidad, aunque lo más probable es que yo le cuente lo que ella me diga,
porque él está empezando a convertirse en mi verdadera persona a la que acudir.
—Entonces, ¿qué dijo? —pregunto después que uno o dos latidos del corazón
pasan.
Cierra los labios, y parece ansiosa.
—En realidad tenía mucho que decir. —Baja la taza de medir y se acerca para
poner su mano en la mía—. Supongo que todo esto con su compañía está siendo
investigado. Hay algunos cargos de fraude en contra de la compañía, y parece que
van a perder la casa por culpa de ello.
Mis ojos se abren de par en par.
—¿Qué?
Asiente.
—Lo siento mucho, Isa. Sé que no estás en los mejores términos con tu padre,
pero esa era la casa en la que creciste. Tiene que ser difícil escuchar esto.
Trago el bulto emocional alojado en la garganta.
—Supongo que sí. —Aspiro y poco a poco suelto el aire—. En realidad, estoy un
poco conflictuada. Por un lado, me siento mal. Pero por el otro... bueno, esa casa
realmente no guarda demasiados recuerdos buenos.
—Oh, cariño. —La preocupación llena sus ojos, y me doy cuenta de que estoy
llorando.
—Lo siento. —Me limpio los ojos con la mano, pero más lágrimas salen—. Ni
siquiera sé por qué estoy llorando.
No dice nada, simplemente camina alrededor de la isla de la cocina y me abraza
como un oso. Me abraza mientras lloro a lágrima viva, solamente me suelta cuando
finalmente me calmo.
43
tensa.
—Hay más, ¿no? —pregunto en medio de un lloriqueo.
Asiente con vacilación.
—Pero puede esperar si piensas que no puedes escuchar más hoy.
Niego.
—Quiero saber.
Suspira y regresa a su tazón.
—Voy a hacer esto mientras termino de decírtelo. De esa manera, cuando haya
terminado, habrá un delicioso pastel para poner en el horno. —Agarra la taza de
medir y añade otra cucharada de harina—. Después que tu padre me hablara de la
casa, le pregunté qué le pasó a tu madre. Cuando se negó a decírmelo, le conté lo que
Kai descubrió.
—Déjame adivinar. —Lucho por mantener mi voz firme—. Él negó que fuera
cierto.
Negando, se acerca al mostrador y me da una palmadita en la mano.
—Se derrumbó, cariño. Empezó a llorar y me dijo que estaba en la cárcel, que
se sentía culpable de que ella estuviera allí.
Se forman nudos en mi estómago.
—¿Culpable? ¿Por qué?
—No lo sé. No me lo dijo. Pero definitivamente es cierto... lo que Kai encontró.
Y hay más... —Traga—. Descubrí por quién tu madre fue acusada de... asesinato.
—Ya lo sé —le digo con una voz tensa—. Kai se enteró de ello hace unos días.
—¿Cómo...? —Niega—. Sabes qué. No importa. No quiero saber. —Suspira
pesadamente—. Entonces, ¿cómo te sientes acerca de todo esto? Sé que podría ser
una pregunta tonta.
—Estoy bien —miento, eligiendo una grieta en la encimera—. Pero abuela...
¿cómo no sabías del hijo de Lynn? ¿No lo conociste?
Niega, su mandíbula tensa.
—Tu padre conoció a Lynn justo después de una gran pelea por el dinero de una
herencia. Él pensaba que debía recibir más, cosa que no era así. Y los papeles eran
prueba de eso. Pero tu papá siendo tu papá... bueno, se enfadó y me sacó de su vida
por un buen rato. No hablamos por mucho tiempo y para el momento en que
finalmente volvió a mi vida, las cosas ya habían sucedido. —Sus manos tiemblan—.
No sé por qué tu padre decidió guardar todo esto en secreto. Realmente no. Si te
estaba protegiendo o si hay más en la historia de lo que sabemos.
—También me pregunto eso. —La preocupación y la ira agitándose.
Mi padre ocultaba tanto de todo el mundo. ¿Pero por qué? ¿Para protegerme?
Por alguna razón, me siento dudosa. ¿Y por qué le dijo a mi abuela que se sentía
culpable? ¿Culpable de qué? Necesito averiguar qué pasó. Y no de los papeles en el
44
45
Página
P
uedo notar que la abuela de Isa quiere hablar a solas con ella, así que
salgo para darles algo de privacidad. De todos modos, tengo que hacer
una llamada. Esa parte no fue una mentira. Y es una llamada que
definitivamente no quiero que Isa oiga.
Después de salir del apartamento, marco el número de Kyler mientras camino
por la acera hacia ningún lado en particular. El olor de la lluvia permanece en el aire,
restos de la loca tormenta de ayer que asoló la hierba y las canaletas, causando pánico
en toda la ciudad. Pero la tormenta solo duró unas horas antes que las nubes se
aclararan y el sol empezara a trabajar para secar el desorden.
—¿Hola? —contesta Kyler, sonando agotado.
—Tú y yo necesitamos tener una pequeña charla. —Voy directamente al grano.
—¿De qué? —Va de agotado a molesto en dos segundos.
—No por teléfono. —Mis botas chapotean en los charcos de barro mientras
recorro la longitud de la acera—. Quiero hablar contigo en persona. ¿Puedes reunirte
conmigo mañana por la tarde?
—Tengo práctica de tres a seis y clases de nueve a tres los lunes y martes. Podría
hacerlo el viernes por la noche, pero tengo una cita con Isa a las siete —dice con
presunción—. Pero si quieres reunirte, podemos hacerlo más tarde... a menos que la
cita vaya bien.
Pongo mis ojos en blanco. Por supuesto que él creería que es una cita.
—Bien, ¿qué tal si nos reunimos a las ocho?
—Sé que no sales a muchas citas, pero para futuras referencias, probablemente
deberías saber que por lo general duran más de una hora —responde en su típico
tono imbécil, de soy mejor que tú.
Rechino los dientes, luchando contra la compulsión de ponerlo en su lugar.
—Entonces, ¿qué tal a las nueve? Por lo general, ella no puede quedarse fuera
muy tarde —miento. Pero probablemente él no lo sepa.
—Bien —acepta a regañadientes—. Pero si ella quiere salir hasta más tarde, voy
a dejarte plantado. Lo siento, hombre, pero así es como funciona.
—Está bien para mí.
—De acuerdo, entonces hablamos el viernes.
46
Suelta un suspiro.
—¿Qué más quieres? ¿Dinero? ¿Un lugar para quedarte? Sé que necesitas las
dos cosas.
—No, en realidad no. Acabo de conseguir mi propio lugar. —Lo que es cierto.
Recibí un texto de mi amigo Jules hace un par de minutos, diciéndome que puedo
mudarme con él en dos semanas, y me dejará quedarme allí por dos semanas gratis
antes que comience a cobrar el alquiler—. Y tengo dinero. Conseguí trabajo hace unos
días. —Esa parte es una total mentira. No he escuchado nada de ninguno de los
lugares a los que me presenté. Estoy tratando de convencerme de que tomará unos
días, pero es difícil ser paciente cuando tengo las amenazas de T colgando en mi
cabeza. Mi única esperanza es que mi amigo será capaz de vender algunas partes de
mi auto destrozado, una idea que se le ocurrió cuando le dije que tenía el auto.
¿Quién sabe si él será capaz de hacer suficiente dinero en efectivo y rápido?
Dios mío, eso espero, o estoy jodido como la mierda.
—Eso está bien —dice Kyler, atrayendo mi atención de nuevo a la conversación.
Parece que es verdad lo que dice, pero nunca lo sé con seguridad. A veces, él
puede portarse como el mejor chico de todos los tiempos, solo para tenderme una
trampa para algún truco o broma. Y no puedo evitar pensar en esa llamada telefónica
que acababa de tener con Isa, cómo le hacía preguntas acerca de su mamá. Cómo Isa
dijo que escuchó a Hannah en el fondo. Cuando me dijo eso, mis sospechas sobre él
crecieron aún más.
—Sé que no nos llevamos bien, pero no quiero que vivas en la calle ni nada.
Sus palabras casi me hacen sentir mal por lo que estoy a punto de decir, pero
no lo suficiente para detenerme.
—Mira, solo quería decir —o amablemente amenazar, de todos modos—, que es
mejor que no hagas nada para herir a Isa, o voy a buscar la manera de hacerte pagar.
—¿Qué demonios significa eso?
Doy una ojeada por encima de mi hombro a la puerta del apartamento,
asegurándome de que Isa no hubiera salido.
—Significa que, si descubro que has hecho algo o planeas hacer algo que le haga
daño o que hiera a Isa, encontraré una manera de hacerte daño un millón de veces
peor.
Él piensa por largo rato su respuesta, y yo realmente, y muy estúpidamente,
empiezo a pensar que va a confesar que él jugó un papel en el incidente del folleto.
Que tomó la foto de Isa. Que le tendió una trampa.
En cambio, advierte en un tono bajo y amenazador:
—Esa es una gran amenaza para alguien cuyo culo he pateado un millón de
veces.
—No soy el mismo tipo que una vez fui —replico—. No podrías meterme en un
armario si quisieras, y si lo intentas, te patearía el trasero.
47
—¡Como el demonio que voy a dejar que hagas eso! —Me aferro al dobladillo de
Página
algo?
Página
Sus ojos se agrandan, y raspa sus zapatos contra el asfalto mientras se aleja.
—¿Dónde...? ¿Cómo…? No se supone que debas saber... —Se calma, tosiendo
en su mano—. Mira, no sé cuánto sabes, pero hay ciertos detalles del caso que no
puedo discutir contigo. Y de verdad, realmente no sé mucho. Ahora soy algo así como
el tipo de los recados.
—¿Quieres decir que hay detalles como que mi madrastra es sospechosa? —
pregunta Isa, golpeando la tarjeta contra la palma de la mano—. ¿Por qué me has
estado siguiendo?
Él suelta un suspiro de frustración.
—Si realmente quieres hablar con alguien sobre esto, te sugiero que visites a tu
mamá. —Abre la puerta del auto—. Sé que le gustaría hablar contigo. Se le permite
tener visitas, pero por lo que nos han dicho, no quieres verla.
Isa forma puños a su costado.
—Eso es una mentira. Ni siquiera sabía nada de esto hasta hace unas semanas.
—¿De verdad? —pregunta él, y ella asiente—. Bueno, creo que a Bella realmente
le gustaría escuchar eso. Ella tenía la impresión de que nunca quisiste ir a verla.
—Probablemente porque mi papá le dijo eso —dice Isa con calma—. Diría que
estoy sorprendida, pero no es verdad.
Él le da una mirada de comprensión.
—Sí, he leído el archivo de tu padre. Parece un verdadero personaje.
—Realmente lo es. —Isa mira contra la luz del sol con la frente fruncida—. Mi
abuela está tratando de organizar una llamada con mi mamá. No sé cómo va a hacer
eso, pero tal vez ustedes podrían guiarla en la dirección correcta.
—Pídele que llame a ese número en la tarjeta y hable con mi jefe. —Niega y se
desliza en el asiento del conductor—. Tengo que irme. Se suponía que debía ser
discreto al estar aquí, así que realmente apreciaría que esta pequeña conversación se
mantuviera entre nosotros.
—Entonces, ¿vas a dejar de seguirme? —pregunta Isa, doblando la tarjeta por
la mitad.
—Sí. Hoy era el último día que debía estar aquí. En realidad, me estaba
preparando para regresar a Virginia, pero pensé en pasar antes de salir a la carretera.
—Su atención se desplaza hacia mí, sus ojos se amplían—. Y tu amigo punk me debe
un Taser. —Se mueve para cerrar la puerta, pero Isa se apresura.
—Espera. Solo una cosa más. —Toma la puerta antes que la cierre—. Necesito
saber si cree que mi madre va a ser absuelta.
—No puedo decirlo con seguridad. —Él saca su mano de la puerta—. Pero ella
tiene una oportunidad decente, creo. —Luego cierra la puerta y acelera por el camino,
levantando un tornado de tierra.
Isa tose, abanicando su cara con su mano.
51
—De acuerdo, así que eso fue inesperado. Realmente no pensé que el abogado
Página
Ella ríe.
—Oh, Dios mío, ¿es así como normalmente intentas impresionar a las chicas?
—Solo digo la verdad —digo mientras rodeamos el apartamento—. Eres como
una bolsa de azúcar con pies.
—Y tú eres como una bolsa de labia andante. —Ríe maliciosamente.
Le guiño un ojo.
—Solo contigo.
Echa la cabeza hacia atrás, y suelta un gemido.
—Por favor, dime que así no van a ser las cosas de ahora en adelante.
—No lo serán. —Sonrío porque ella sonríe, y eso fue el objetivo de todo esto—.
Van a ponerse mucho peor. Ahora que me has dejado besarte, es todo lo que voy a
hacer. —Presiono suavemente su mano—. Y las cosas solo van a empeorar cuando
realmente nos besamos.
Alza la cabeza, sus mejillas sonrosadas mientras sus ojos recorren
instantáneamente mis labios. Quiero besarla ahora mismo, y quiero decir realmente
besarla. Pero después de lo que acaba de pasar con el abogado y su mamá y ella
todavía teniendo la no cita con Kyler, quiero esperar hasta que esté lista. Cuando la
bese por primera vez, quiero que signifique algo. Quiero que su cabeza esté clara y
su corazón esté plenamente en ello.
Quiero que ella lo quiera por completo.
53
Página
K
ai y yo pasamos el resto del domingo revisando la información que Garth
nos dio. Todo es correcto; de verdad trabaja para la firma de abogados
que maneja el caso de mi mamá, y ella de verdad pidió si podía ser
vigilada. Pero esa es toda la información que divulgan, en especial por teléfono.
Sin embargo, Kai tiene una teoría, que tal vez hay más en la historia de lo que
el abogado nos dice.
—Solo me pregunto por qué tu mamá creería que necesitas vigilancia —dice
después de colgar el teléfono—. Y por qué este tipo Garth te seguiría a todas partes
por una semana. No tiene sentido alguno.
—Tal vez le tomó una semana ver que estaba bien —digo, estirando mis manos
y piernas—. Probablemente es muy difícil enterarse de algo sobre alguien mirándolos
desde lejos.
—Te sorprenderías por esa respuesta. —Kai deja su teléfono en la mesa de
centro y se reclina en el sofá, deslizando su brazo detrás de mi cabeza—. La gente
tiende a bajar la guardia cuando cree que nadie les presta atención.
Mordisqueo una palomita de maíz.
—Lo dices como si hablaras por experiencia.
Se roba un puñado de palomitas.
—Un poco. Cuando solía salir con Kyler y sus amigos, pasaba mucho tiempo en
silencio y observando.
Presiono una mano en mi pecho, con fingida sorpresa.
—Kai Meyers siendo silencioso. Debe ser el final del mundo.
—Ja, ja, eres tan graciosa. —Soltando un suspiro, se quita su gorro de la cabeza,
los mechones de su cabello rubio sobresalen en todas las direcciones—. Pero en serio,
estoy medio preguntándome si Garth tal vez estaba ahí para mantener un ojo sobre
ti.
Me muevo para poner el bol en la mesa.
—¿Por qué?
—Todavía no estoy seguro. —Me hace cosquillas en los omoplatos mientras me
acerca—. Pero estoy pensando que tal vez tiene algo que ver con esos mensajes que
has estado recibiendo.
54
—¿Crees que los mensajes de alguna forma están conectados con el caso del
asesinato?
Sus dedos encuentran mi nuca y comienzan a masajear suavemente los nudos
de mis músculos. Bien, sí que podría acostumbrarme a esto.
—Aún no estoy seguro, pero de lo que estoy seguro es de que tu mamá podría
ser inocente, lo que podría significar dos cosas. —Alza un dedo—. Una, el asesino
todavía está suelto. —Otro dedo se levanta—. Y dos, alguien podría haber
incriminado a tu madre, y eres su hija, así que…
La verdad de sus palabras me roba el próximo aliento.
Podría tener razón. El asesino podría estar cerca, mirándome, metiéndose
conmigo. ¿Pero por qué? ¿Qué quieren de mí?
55
Página
—¿E
stás nerviosa? —me pregunta Kai con preocupación
mientras juguetea con el volumen del estéreo.
Estamos estacionados en la escuela, sentados en mi
auto, con el cielo rosa pálido por encima de nosotros. Estoy vestida con un lindo
atuendo: pantalón negro y una blusa marrón de hombros caídos, junto con unas
botas y una gargantilla. Mi cabello está en una trenza y mis labios están pintados de
un rojo ardiente. Kai me dijo que me veía muy, muy bien, pero no creo que un lindo
atuendo vaya a distraer a toda la escuela del hecho de que saben que mi mamá está
en la cárcel por asesinato.
—Un poco. —Observo la gente vagar alrededor del estacionamiento y a lo largo
del patio exterior frente a las puertas de entrada.
Le da a mi mano un apretón alentador.
—No te preocupes, no dejaré que nadie te haga o diga algo.
—Realmente quiero creerte, y creo que tu corazón está en el lugar correcto,
pero… —Muerdo mi labio inferior hasta que pica—. No creo que puedas controlar
una escuela entera.
Una sonrisa conspirativa aparece en su rostro.
—¿Quieres apostar?
Echo mano a mi bolso en el asiento trasero.
—Uh… con esa mirada en tu rostro, no.
Me guiña el ojo.
—Solo espera. Nadie te va a molestar. Lo prometo.
Asiento, esperando creerle. Sin embargo, no estoy ni siquiera segura de que Kai
tenga el poder de persuadir una escuela entera de mantener sus bocas cerradas.
Aunque, se ve lindo hoy, en un jean oscuro y una camisa de manga larga gris. Su
cabello está desordenado, pero en la manera más sexy posible, así que tal vez será
capaz de convencer algunas chicas de mi escuela… y un par de chicos también.
Enganchando mi bolso en el hombro, sacudo mi miedo y me reúno con Kai al
frente. La sensación de su palma contra la mía me trae un toque de alivio, pero mis
piernas se tambalean como gelatina mientras vamos hacia la escuela.
—Todos están mirando —le susurro, queriendo desaparecer.
56
—Oye, ¿te conté que hay un tipo viniendo a ver mi auto? Creo que tiene el
mismo modelo y necesita un montón de partes. —Alza su mano libre con sus dedos
cruzados—. Cruzo los dedos para que esa mierda funcione.
Una sonrisa agradecida llena mis labios mientras me doy cuenta de lo que está
haciendo.
—Gracias por tratar de distraerme. Y mantendré todos mis dedos de las manos
y de los pies cruzados todo el día. Tal vez hasta mis ojos.
Sonríe suavemente, tocando mi nariz con la punta de su dedo.
—Preferiría que no mantuvieras tus ojos cruzados. Son demasiado lindos.
Mis mejillas se sonrojan como gomitas rojas. ¡Maldición! ¿Voy a superar alguna
vez esta vergüenza? Solo te está dando un cumplido por el amor de Dios.
Sonriendo, Kai abre la puerta de la escuela y me lleva mientras se adentra el
pasillo abarrotado. Y justo así, mi aturdimiento crepita cuando todos se voltean y
miran boquiabiertos y la gente empieza a susurrar.
Me siento como si hubiera viajado en el tiempo, de nuevo a junior cuando
Hannah difundía rumores de mí y todos se reían y me señalaban.
—Respira profundo —me susurra Kai con su mano en la mía, actuando como
un salvavidas—. Estoy aquí para ti.
Trato de hacer lo que me dice, pero mi corazón se agita locamente, haciendo
difícil obtener oxígeno.
Respira profundo, respira profundo. Adentro y afuera.
Sin embargo, en el momento en que llegamos a mi casillero, estoy a punto de
desmayarme. Luego mi ansiedad se duplica cuando veo un folleto pegado a mi
casillero con un garabato que dice: “tal palo, tal astilla”, en tinta roja brillante.
—¿Qué mierda le pasa a la gente? —Kai arranca el folleto de mi casillero, lo
rompe en pedazos y lo arroja al basurero—. En serio, gente, consíganse una vida.
Su estallido llama la atención, y no quiero nada más que salir del pasillo e ir a
clase donde habrá menos gente.
Rápidamente recojo mis libros, manteniendo mi cabeza gacha, recordándome
conseguir aire en mis pulmones.
—Deberíamos llevarte a clase —dice mientras cierro mi casillero—. Necesito ir
y ocuparme de unas cosas.
—Ahí tienes, volviendo a sonar como un mafioso —intento bromear, pero fallo
épicamente, sonando demasiado miserable—. Por favor prométeme que no harás
nada que te meta en problemas. Preferiría lidiar con estas estupideces que tenerte
atascado en detención por una semana o algo.
—Haré lo que pueda. —Sonríe, todo arcoíris y rayo de luz.
Deseo estar allí con él. Ahora mismo soy una neblina de nubes oscuras,
alistándome para llover.
57
—Oye, alegra esa cara, ¿de acuerdo? —dice Kai, tratando de ser alentador.
Página
***
Nunca debería dudar del poder de la persuasión de Kai. Eso es lo que aprendí
hoy en la escuela, porque lo que empezó como una mañana de mierda terminó
convirtiéndose en un día decente.
Seguro, no fue asombrosamente fantástico al principio, pero alrededor del
segundo periodo, las miradas sorprendidas se desvanecieron a un vistazo casual.
Alrededor del cuarto periodo, descubrí el por qué.
Alguien ha difundido el desagradable rumor de que Brandon tiene una ETS y
se la pasó, como a cinco chicas de la antigua hermandad de Hannah. Y estoy casi
segura de que sé quién empezó el rumor.
—Tú hiciste esto, ¿no? —le pregunto a Kai cuando salgo del salón de clase y lo
encuentro esperándome allí. Está apoyado contra la pared, con un libro de texto bajo
el brazo y una sonrisa casual en su rostro.
—¿Hice qué? —Se endereza y tamborilea su dedo contra sus labios—. He hecho
muchas cosas hoy, así que tal vez tienes que ser más específica.
Acomodo mi bolso en mi hombro.
—Difundiste un rumor sobre Brandon para distraer a la gente.
—No tengo idea de lo que estás hablando. —Pero el lento parpadeo en sus ojos
sugiere otra cosa—. Pero, si difundí un rumor de esta magnitud, me aseguraría que
la persona mereciera lo que obtuviera.
—Así que, ¿Brandon se merece que todos piensen que tiene ETS? —pregunto
sospechosamente—. Pensé que él era tu amigo.
Se estira para tomar mi mano, un destello de ira ardiendo en sus ojos.
—Solía ser mi amigo. No lo ha sido por un par de semanas.
Hago una recapitulación mental de las cosas que ocurrieron hace un par de
semanas, un recuerdo en particular sobresale.
—¿Esto tiene algo que ver con lo que está pasando con T?
Se encoge de hombros mientras bajamos por el pasillo apartando a personas
que están chismorreando y riendo.
—Tal vez.
Me acerco más a él cuando pasamos un grupo de chicas que están susurrando
y riendo, lanzando miradas en mi dirección.
—Bueno, si eso es verdad, si esto tiene algo que ver contigo consiguiendo tus
costillas fracturadas, entonces coincido contigo. Él si merece tener una ETS.
58
—Lo sé, pero merece tener una. Y por lo que oí, él es algo perro, así que... —Alzo
mis dedos cruzados—. Aún hay esperanza.
Se ríe entre dientes mientras empujamos las puertas de salida y salimos hacia
la luz del sol.
—Te estás volviendo tan mala como yo.
—Ah, mierda. —Chasqueo los dedos, fingiendo hacer muecas—. Supongo que
tendré que cambiar mi comic y darnos nuevos nombres.
—Bien —dice—. Nunca me gustó Hombre Ego.
Choco mi hombro con el suyo.
—Pero era tan adecuado.
—De ninguna manera. —Entonces sonríe—. Está bien, tal vez solo un poco.
Empiezo a sonreír, pero luego mi teléfono vibra, y todas las sonrisas se
evaporan cuando reviso la pantalla.
—Es de un desconocido de nuevo.
Kai se detiene, su mano se pone tensa en la mía.
—¿Qué dice?
Respiro profundo y leo:
—Puede que hayas escapado de los rumores, pero no hemos
terminado contigo todavía. —Un frío sube por mi columna vertebral—. Esto se
está poniendo realmente viejo.
—Sí, así es. —Su mandíbula se tensa mientras mira fijamente el espacio vacío—
. Pero no te preocupes. Tengo la sensación de que, en unos días, tal vez pare.
Mis cejas bajan.
—¿Por qué pensarías eso?
Se encoge de hombros.
—Tengo una corazonada.
Conmoción me atraviesa.
—Espera. ¿Sabes quién es?
Evita hacer contacto visual conmigo.
—Tal vez.
Espero con anticipación a que me explique, pero su silencio, al parecer eterno,
empieza a volverme loca.
—¿Vas a decirme?
Aparentemente indeciso, niega.
—Todavía no, quiero hablar con esta persona y asegurarme primero.
59
—Kai, no creo que esa sea una buena idea. ¿Qué pasa si ellos son… peligrosos?
Página
—Ellos están bien —me asegura—. Mira, necesito que me dejes manejar esto y
confía en que todo va salir bien.
No lo quiero manejando esto. Ya lo he arrastrado demasiado profundo en este
lío para empezar. Sin embargo, la mirada determinada en su cara me deja saber que
no va a retroceder. Solo espero, quien quiera que sea el desconocido remitente de
textos, no sea un chiflado.
60
Página
M
artes y miércoles pasan en un borrón. Mi abuela Stephy me informa
que los abogados dijeron que conseguir una llamada telefónica con mi
madre podría ser extremadamente difícil, aplastando mi esperanza en
pedazos. Siento que nunca podré hablar con ella, a menos que vaya en contra de los
deseos de mi abuela Stephy y conduzca a Virginia para verla.
Jueves por la tarde, Kai y yo tomamos un descanso de todo el drama y pasamos
algún tiempo pateando algunos culos de zombi. O, bueno, Kai patea algunos culos.
Yo, soy tremendamente mala.
—Hombre, pensé que ver todas esas películas de zombis ayudaría —me
enfurruño, apuntando mi arma de paintball en el zombi de papel de práctica.
Hemos estado atrapados en el curso de práctica durante una hora, porque me
niego a ir al plató principal hasta que golpee mi objetivo. Estaba muy optimista
acerca de esto al principio, pensando que mi abundante conocimiento de la película
apocalíptica me ayudaría a eliminar el objetivo como una tremenda condenada. Pero
zombi, oh, zombis, soy un asco con las bolas de pintura. Lo hago tan terriblemente
mal que, si estuviera protagonizando una película de zombis en este momento, sería
la persona que muere en dos minutos.
—Tienes que relajarte. —Kai apunta su pistola de paintball en el objetivo
delante de él, aprieta el gatillo, y una bola de pintura se dispara y salpica la cabeza
del objetivo zombi de papel, como un tipo duro total. Incluso parece un chico rudo,
con una camisa negra, jeans a juego, botas de combate, y un cinturón tachonado que
coincide con las bandas de cuero en sus muñecas—. Esto se supone que es divertido,
¿recuerdas?
Le saco mi lengua, siendo mala perdedora.
—Fácil para ti, quieres decir. Golpeaste el objetivo en la cabeza cada vez. —Bajo
mi arma—. No he golpeado ni una sola vez. Si esto fuera realmente un apocalipsis
zombi, estaría muerta.
Kai se voltea con una sonrisa en su rostro.
—Nunca te dejaría morir. Moriría antes de dejar que eso sucediera.
Pongo mis ojos en blanco.
—Si estás tratando de hacer que me desmaye, no va a suceder. —Levanto de
nuevo mi arma y apunto al objetivo—. Quiero ser capaz de evitar morir por mi
cuenta.
61
que quiere decir con un cronómetro, pero observo dos entradas diferentes en el
Página
laberinto.
Me volteo hacia Kai con confusión.
—Espera un minuto. ¿De qué lado debemos empezar?
—Cada uno va en uno diferente. —Sonríe torcidamente mientras señala a un
gran contador de tiempo digital en la pared—. Porque vamos a competir el uno
contra el otro. La persona que dispare a más zombis y lo haga a través de su primer
trayecto, gana.
Pongo mi mejor cara de enfadada.
—Eso no es justo. Vas a patear mi trasero.
—Ahora, ésa no es manera de comenzar una competición. —Chasquea la
lengua, pareciendo disfrutar demasiado de esto—. ¿Dónde está tu optimismo?
—Está de vuelta en el piso de práctica junto con la basura de bolas de pintura
salpicadas que accidentalmente tiré en el suelo.
Lucha para no reírse.
—Te diré qué. Te daré una ventaja.
—De ninguna manera. Estamos haciendo esto justamente. —Me enfrento a la
entrada de la derecha con mi barbilla elevada, y mis hombros cuadrados—. De esa
manera, cuando te patee el culo, no tendrás una excusa del por qué perdiste.
Con una sonrisa, gentilmente tira un extremo de mi cola de caballo.
—Ahí está el optimismo que me encanta.
Su sonrisa es contagiosa, y siento una sonrisa en mis propios labios.
—Hombre, esa sonrisa casi me hace sentir mal —dice con una mirada de
culpabilidad en su rostro.
Mi sonrisa vacila, mi frente se arruga.
—¿Por qué?
—Por esto. —Agarra mi mano y me gira como una bailarina hasta que estoy tan
mareada que apenas puedo estar de pie. Luego se suelta de mi mano y corre,
entrando al laberinto.
—¡Eso no fue justo! —grito a través de una risa mientras tropiezo y trastabillo
hacia la entrada de mi trayecto.
Se necesita aproximadamente treinta segundos para que el vértigo disminuya,
y entonces salgo, lista para ganar esto. Giro y zigzagueo por el camino, deseando
poder ver por encima de la pared de heno y ver a Kai. Cada vez que alcanzo una
esquina, reduzco la velocidad a trote, temiendo que un zombi me esté esperando.
Pero después de dos minutos sin acontecimientos notables, me preocupa que tal vez
no esté haciendo algo correctamente. Tal vez comencé en el lugar equivocado o algo
así.
Me doy la vuelta para retroceder, pero me congelo cuando un zombi aparece en
la esquina delante de mí. Sus brazos están pintados para que parezcan carne podrida,
64
su camisa a cuadros y su ropa están rotas, y lleva una máscara de paintball para
Página
proteger la parte superior de su cara. Su boca está floja, y gime con avidez mientras
viene por mí, haciendo una representación fantástica de un zombi sin emoción,
hambriento.
Me pongo nerviosa y torpe para levantar mi arma y disparar. El primer tiro es
un fracaso, pero el siguiente lo golpea en el centro de su máscara. Su cuerpo cae al
suelo como un saco de patatas estropeadas.
—¡Anoto! —Bombeo el puño en el aire, luego salto sobre el zombi y corro por el
laberinto, lista para patear algún culo más.
Mientras doblo la siguiente esquina, no freno, tratando de cercenar algunos
minutos de mi tiempo. Cuantos más zombis disparo, más se eleva mi confianza, y
empiezo a preguntarme si tal vez puedo ganar. Todas mis preocupaciones
disminuyen gradualmente a medida que me concentro en la tarea que me ocupa.
Kai hizo algo asombroso al traerme aquí. Casi me hace sentir mal por ganar la
competición, pero no lo suficiente como para dejar de intentarlo más duramente.
Cuando veo lo que parece la línea de meta, bombeo otro puño en el aire y añado
un pequeño giro, antes de salir en una carrera loca. Cuando estoy cerca de la gigante
bandera final, un zombi vistiendo un vestido de fiesta azul bebé desgarrado y una
tiara rota se materializa de la nada y bloquea mi vista.
—Muy bien, zombi estropeado, aléjate del camino —digo, levantando mi pistola
de paintball.
Mi dedo se detiene en el gatillo mientras alineo mi disparo, y de repente, los
labios manchados de rojo de la mujer zombi se curvan en una sonrisa. Parpadeo,
sorprendida. Todos los otros zombis con los que me he cruzado han sido muy fríos,
jugando el papel de un zombi atrapado en un frenesí de hambre de cerebros.
Su sonrisa crece a medida que mi perplejidad se profundiza. Retrocedo,
sorprendida. Entonces las luces se apagan. Mi corazón salta en mi pecho cuando una
mano baja por mi boca. El arma de paintball cae de mis manos. Trato de soltar un
grito, pero la mano se aprieta más fuerte en mi boca, sofocándome.
Un momento de vacilación más tarde, un brazo serpentea alrededor de mi
cintura y me arrastra de vuelta a la oscuridad.
65
Página
M
e tomo mi tiempo atravesando el laberinto, disparando a zombis por
donde aparecen y lanzando miradas al temporizador de la pared. En
realidad, no tengo planes de ganar la carrera. Todo el truco que hice
en la línea de salida para marearla fue para que Isa piense que estoy jugando limpio.
Voy a dejarla ganar porque la hará feliz y de eso es de lo que trata hoy, no preocuparse
sobre casos de asesinato, ni de mensajes de desconocidos, tiempo sin preocuparse.
Cuando la línea de meta aparece a la vista, ralentizo mi paso a una caminata
perezosa, tomándome mucho tiempo, queriendo estar seguro de que ella gana. Si
simplemente pudiese echar un vistazo por encima del muro y divisarla, podría
asegurarme de que no entro demasiado pronto.
Mmm…
Una idea me golpea y me detengo cerca de una esquina, debatiendo dónde
escalar la pared y mirar. Probablemente me meteré en problemas. No escalar el heno
es una de las reglas que tuvimos que firmar antes que pudiésemos jugar.
¿Pero sabes qué? Que le den. Voy a hacerlo totalmente. De todos modos, nunca
he sido de los que siguen las reglas.
Dejando la pistola de paintball en el suelo de tierra, pongo los pies en un fardo
de heno y comienzo a subir. Pero el teléfono vibra, y vuelvo a saltar al suelo para
sacarlo del bolsillo, imaginando que comprobaré el mensaje y mataré un poco. Luego
me detengo, dándome cuenta de que tengo el teléfono de Isa. Me lo dio cuando
entramos aquí porque estaba preocupada de que se le cayese del bolsillo de ese jean
apretado muy favorecedor que estaba vistiendo.
Estoy comenzando a dejar el teléfono cuando un número desconocido aparece
como un mensaje de entrada. Preocupado, desbloqueo la pantalla y leo los mensajes.
Número desconocido: Ten cuidado con los zombis.
Número desconocido: No todos están ahí para jugar.
Las luces se apagan y la oscuridad cubre el espacio. Levanto la cabeza de golpe,
sin ver nada en la oscuridad que ha tomado el poder del almacén.
—¡Isa! —grito, intentando no entrar en pánico, pero ese mensaje… sonaba
como una amenaza—. Isa, ¿puedes oírme?
Mi única respuesta en un exasperante silencio.
Enciendo la aplicación de la linterna y camino a través de la oscuridad,
66
—¡Isa, simplemente di algo! —grito, arrastrando las botas por la tierra mientras
giro en círculos, mirando a todas partes—. Y te encontraré…
Un grito me detiene y manda un escalofrío por mi espalda. No puedo decir si el
grito es de ella, pero… ¡Mierda! ¿Y si lo es?
Arrojando el teléfono en el fardo de heno más cercano, sujeto la cima del muro
y me impulso. Luego recupero el teléfono y corro por los fardos, usando el teléfono
como linterna en el lado del laberinto de Isa. Gente vestida como zombi se está
moviendo a ciegas y algunos levantando la mirada y preguntándome qué sucede.
—No tengo idea —le espeto al zombi más alto cuyo rostro está pintado para dar
la ilusión de carne desgarrada—. ¿Has visto a la chica que estaba en este camino?
El tipo disfrazado de zombi niega y maldigo antes de seguir por el pasillo, el
mensaje destella en mi mente mientras la busco frenéticamente.
Ten cuidado de los zombis. No todos están aquí para jugar.
¿Eso significa que la persona que está acosando a Isa está escondido en medio
de los zombis? ¿Es mi estúpido hermano como sospechaba?
—Kyler, voy a patearte el trasero si eres tú. —Me detengo y paso la luz por todos
los rostros. La mayoría parecen sorprendidos y perdidos, mientras algunos vuelven
erráticamente a la línea de salida, hablando unos con otros. Ninguno de ellos parece
amenazador—. Joooooder. —Aprieto los dientes mientras me deslizo por el pasillo
de nuevo—. Vamos, Isa. Por favor, por favor, solo di algo…
Las luces vuelven a través del recorrido y pestañeo ferozmente con la claridad.
—Lo siento por eso. —Una voz estática suena por el intercomunicador—.
Tuvimos un corte de electricidad temporal, pero ahora está funcionando.
No jodas, genio.
Niego y corro por la cima de la pared de heno, recorriendo toda la longitud del
laberinto. Para cuando alcanzo el final todavía no hay señales de Isa en ninguna
parte.
Mi pánico se incrementa mientras salto de los fardos de heno. Mientras alcanzo
la salida del laberinto, diviso un objeto de metal violeta en medio de la puerta. Se me
pone la piel de gallina cuando me doy cuenta de lo que es.
La pistola de paintball de Isa.
La preocupación me azota cuando tomo su pistola mientras camino a través de
la multitud abarrotando la entrada.
—Salgan de mi camino. —Aparto de un codazo no tan amigablemente a una
persona de mi camino para llegar al mostrador de entrada.
El tipo que nos registró —Jay, como pone su etiqueta— está ocupado en el
ordenador, mientras una mujer de mediana edad con cabello negro le reprende por
el corte de energía.
67
luces de emergencia? De hecho, estoy muy segura de que rompe muchas normativas.
Normalmente, mi lema es estar completamente tranquilo, pero con Isa perdida,
cualquier calma se desvanece en un chasqueo de dedos.
—Ella tiene razón. —Dejo la pistola de paintball encima del mostrador—.
Rompe una tonelada de normas de mierda.
—Miren, solo trabajo aquí —dice Jay, tecleando, pareciendo agotado—. Y este
lugar acaba de abrir. El jefe todavía está trabajando en algunas cosas.
—Tu jefe tiene un problema más grande que ese —le indico—, porque ahora
mismo, mi amiga está perdida y el último lugar que la vi fue en el laberinto.
Levanta la mirada con el ceño fruncido.
—¿De qué estás hablando?
—Estoy hablando que la última vez que vi a mi amiga fue cuando comenzamos
el laberinto —espeto—. Ahora no puedo encontrarla en ningún lado, pero encontré
su pistola tirada junto a la puerta.
—¿Intentaste llamarla? —pregunta, lanzando una nerviosa mirada a la
incipiente multitud.
—No lleva su teléfono con ella —respondo.
Me mira como si fuese un estúpido.
—Bueno, quizás ella te dejó tirado, ¿sabes? Las chicas hacen eso a veces.
Estoy a punto de ponerme como el Club de la Lucha con él cuando alguien
choca con mi espalda. Me giro y empujo a la persona más cerca de mí, un tipo
alrededor de mi edad y peso, con cabello pelirrojo oscuro.
—Apártate.
Pone los ojos en blanco y vuelve a empujarme.
—Apártate tú, imbécil. Estás interrumpiendo la fila.
Parece vagamente familiar y me pregunto si tal vez fui con él a la escuela.
Normalmente, lo habría puesto en su lugar, pero tengo mayores problemas por lo
que preocuparme ahora mismo, como encontrar a Isa.
La realidad choca conmigo de forma fuerte, afilada y dolorosa. Isa puede estar
realmente perdida. Alguien puede haberle hecho algo.
Me vuelvo de nuevo hacia el cajero.
—Mira, no me importa una mierda lo que pienses. Mi amiga está perdida y
necesitas encontrar un modo de buscar en el edificio para encontrarla. O quizás
mirar las cámaras de seguridad.
Pestañea como un estúpido despistado.
—¿Cámaras de seguridad? No creo que tengamos cámaras de seguridad.
—Entonces, déjame entenderlo. No tienen sistema eléctrico de emergencia y no
tienen cámaras de seguridad. —Niego—. ¿Sabes qué? No importa. Déjame hablar con
68
tu jefe.
Página
—Claro. —Se marcha por una puerta trasera en la esquina más lejana,
tomándose su tiempo con calma.
Aprieto las manos en puños, resistiendo la urgencia de gritarle que apresure su
trasero. Luego apoyo los codos en el mostrador y apoyo la cabeza en las manos.
—Lo siento mucho, Isa —murmuro—. Nunca debí dejarte sola.
No creía que el acosador llegase tan lejos, especialmente si es Kyler. Quiero
decir, una cosa es esparcir un montón de folletos en la escuela, pero es realmente
otra cosa secuestrar a alguien.
Aunque, ¿se la llevaron? Quizás simplemente está dando vueltas, buscándome.
Estoy teniendo un momento difícil en ver a mi hermano como un secuestrador.
Quizás Isa está justo detrás de mí y simplemente no podemos vernos el uno al otro.
Podría ser, aunque tengo esta enfermiza sensación en el estómago, un sentimiento
conectado con el grito que escuché durante la falta de electricidad, que Isa está en
problemas.
Estoy comenzando a girarme para mirar entre la gente detrás de mí cuando
alguien me golpea ligeramente en el hombro. Dándome la vuelta, encuentro al tipo
de cabello pelirrojo oscuro de pie frente a mí con una molesta mirada en el rostro.
—Me dijeron que te dé esto —murmura, extendiendo la mano hacia mí.
Atrapada entre sus dedos hay un trozo de papel cuadrado, del tamaño de una
tarjeta de negocios.
Miro la tarjeta con cautela.
—¿De quién es?
—¿Simplemente la tomarás? —Me lanza la tarjeta al pecho y se aparta—. Solo
se me dijo que te la dé, no que te diga quién la envía.
Me tiembla la mandíbula mientras me agacho para tomar la tarjeta del suelo.
Para el momento en que me levanto, el tipo ha desaparecido entre la multitud.
—Maldición —farfullo, girando la tarjeta. Una abrasadora furia me ahoga
mientras leo la nota imprimida en la parte de atrás.
¿Quieres ver a Isabella de nuevo? Trae la memoria USB a Cherry Lane Road
y Sunnyvale Forest Drive a las 6:00. Y asegúrate de venir solo. Si no lo haces, no
volverás a ver a tu novia.
Cierro la mano en un puño, arrugando la tarjeta. No sé si Kyler está en esto o si
está ayudando a alguien, pero voy a patearle el trasero si averiguo que lo está.
69
Página
L
ucho como si mi vida dependiera de ello cuando la persona que me
sostiene me arrastra a lo desconocido. Son increíblemente fuertes,
manteniéndome con facilidad sujeta por la cintura y los brazos, incluso
mientras sacudo mi cuerpo violentamente de lado a lado. No sé quiénes son o dónde
piensan llevarme, si son las personas detrás de los textos anónimos, si esto es parte
del juego, o algo totalmente ajeno. Pero la sensación de no saber qué va a pasarme
envía un escalofrío helado a través de mi cuerpo.
—¿Dónde me llevan? —grito, luchando con todas mis fuerzas por escapar.
No contestan, pero como la luz del sol se filtra a través de la bolsa de tela encima
de mi cabeza, me doy cuenta de que estamos afuera.
—¡Déjenme ir! —Levanto mis pies y echo mi cabeza hacia atrás para golpearles,
pero me empujan antes de hacer contacto, sus uñas clavándose en mi piel mientras
sus dedos se apretujan alrededor de mi brazo.
—Quédate quieta. —La baja y profunda voz masculina lleva un deje de
familiaridad, pero no puedo ponerle cara.
—¡Entonces déjenme ir! —grito, esperando que alguien esté cerca y me ayude.
El silencio y el viento son mi única respuesta.
Abro la boca y vuelvo a intentarlo.
—Alguien ayuda…
El grito muere cuando una puerta se abre. Él me guía suavemente sobre mi
rostro, mi mejilla apretada contra la áspera alfombra.
Volviéndome sobre la espalda, pongo las piernas debajo de mí. Pero un par de
manos cae sobre mis hombros y me empuja suavemente hacia abajo. El movimiento
es extraño, demasiado suave para la situación.
—No te levantes —suplica—. Por favor.
—¿Por qué? ¿Qué vas a hacer conmigo? —pregunto, unas lágrimas escapándose
de mis ojos.
No responde mientras palmea mis bolsillos y roba las llaves de mi auto. Luego
agarra mis brazos, los juntan de un tirón, y enrolla un trozo de alambre alrededor de
mis muñecas. No muy apretado, sin embargo.
Cuando los dedos del chico sueltan mi brazo, oigo que una puerta se desliza y
70
otro lado, ¿qué pasa si se van y me dejan aquí para morir de hambre y pudrirme?
Antes que pueda crear demasiado alboroto, manos aterrizan en mis hombros y
Página
me obligan a sentarme.
—Por favor, déjame ir —susurro—. Prometo no contarle a nadie lo que pasó.
Nadie dice una maldita palabra, lo que me asusta y me molesta.
—¡Déjenme ir! —grito mientras me contoneo para liberarme.
—Nunca. —Una sola palabra, pero el ominoso impacto me golpea en el
estómago.
Momentos después, él me ata las piernas a la silla, luego se aleja. Una puerta se
cierra. Tranquilidad llena el aire, envenenada con mi pesada y errática respiración.
El viento aullando afuera hace promesas amenazadoras de ser el último ruido que
jamás escucharé.
—¿Hola? —digo—. ¿Hay alguien ahí?
Silencio.
Debería estar aterrorizada, y en cierto modo, lo estoy, pero creo que he llegado
a un sedado estado de conmoción.
Entumecida. Me siento literalmente entumecida de adentro hacia afuera. Parte
de mí está aliviada de no poder sentir mucho de nada, mientras que la otra parte de
mí está preocupada de que estoy rota. ¿Pero rota cómo?
Cuanto más permanezco en la silla, analizando mis pensamientos en exceso,
más mi mente baja por un oscuro camino torcido.
¿Qué pasa si no puedo sentir nada porque mi mamá es realmente una asesina,
y estoy tan desquiciada como ella? ¿Qué pasa si realmente hay algo roto dentro de
mi cabeza?
Me apresuro a abandonar el pensamiento de mi mente. No, no vayas por allí.
¡No eres ese tipo de persona!
—¿Hola? —grito de nuevo—. ¿Hay alguien ahí?
Ploc, ploc, ploc.
El sonido hace que mis pensamientos se desvíen a una leyenda urbana que una
vez oí hablar de goteo y sangre y...
Niego para borrar los temerosos pensamientos consumiendo mi mente. Nunca
pierdas la cabeza, incluso cuando las cosas parecen súper malas, como película de
terror 101.
Meneo los brazos, tratando de liberarme. Con cada tirón, el alambre se afloja
con suficiente facilidad para que me pregunte si el chico no lo ató firmemente a
propósito. ¿Querían que escapara por alguna razón? ¿Por qué pasar por toda esta
dificulta solo para dejarme escapar?
—Vamos, vamos, vamos... —Mis manos se liberan, y un dulce alivio me llena—
. Oh Dios mío. Gracias, gracias, gracias.
Me arranco la bolsa de tela de la cabeza y parpadeo un par de veces hasta que
72
Cuatro paredes de troncos crean un estrecho espacio. Y hay una sola ventana
junto con la puerta.
—¿Dónde diablos estoy? —Me doy cuenta del espeso bosque que hay fuera—.
¿Aún estoy en Sunnyvale?
Pienso en cuánto tiempo estuvimos en el auto. Pareció como horas, pero mi
miedo podría haber hecho que el tiempo se alargara. Además, el sol todavía está en
el cielo y brilla a través de las ramas de los árboles y en la ventana, por lo que tiene
que ser antes de las cinco. ¿Y si me quedo atrapada aquí después de la puesta del sol?
No tengo mi teléfono conmigo, o cualquier otra fuente de luz de hecho.
Desesperada por regresar a la civilización antes que se ponga el sol, desato el
cable sujetando mis pies y luego corro hacia la puerta, buscando el pomo de la puerta.
Pero me paro en seco cuando oigo débiles voces al otro lado.
—¿Crees que nos ha visto? —pregunta una profunda voz masculina—. ¿O crees
que lo hemos logrado?
—Por supuesto que lo hemos conseguido —dice la mujer con una sonrisa—. Yo
lo planeé todo perfectamente. Ni siquiera reconocerá nuestras voces, gracias a mi
brillante idea de disfrazarlas.
—No ha sido todo tú —espeta el chico—. Deja de tomar todo el crédito.
—No hiciste una maldita cosa, y olvidaste amordazarla —replica—. Estoy
sorprendida de que la sacaste del almacén sin que nadie notara el grito.
—La corriente estaba cortada. Estoy seguro de que había mucha gente entrando
en pánico y gritando.
—¿Y qué? Mis instrucciones eran amordazarla, y debías haber seguido esas
instrucciones. ¿O necesito recordarte qué te sucederá si esto no funciona? Esa bonita
e insignificante reputación por la que has trabajado tan duro hará puf.
El chico no responde enseguida.
—Amordazar solo parecía demasiado... no sé, cruel —dice por fin—. Me sentí
muy mal por haberla agarrado así.
Realmente no. De hecho, estoy extrañamente ilesa por lo que acaba de suceder.
—Actúas como si te gusta o algo así —se burla—. ¿Has olvidado que todo esto
era fingido?
Pierde un par de segundos y la inminente mentira arde a través del silencio.
—No. Recuerdo... perfectamente, porque me lo recuerdas cada maldito día.
—Porque tengo que hacerlo. —Su tono es tan frío como el helado de masa de
galleta—. Y si esto no funciona, entonces toda la ciudad va a conocer tu sucio y
pequeño secreto.
—Ya sé. No necesitas recordármelo 24/7 —espeta—. Voy a esperar en la
furgoneta. Me estás poniendo nervioso.
73
humo.
—Dios, un pequeño chantaje y se convierte en un llorón —murmura la mujer—
. Qué teatrero es.
Las escaleras crujen, y luego algo suave golpea la puerta. Me escabullo y corro
hacia la ventana, horrorizada de que ella esté a punto de entrar y vea que he
escapado.
Tengo que salir de aquí.
Con cuidado, poco a poco me acerco a la ventana abierta, escucho para ruidos
afuera. El aire está tranquilo, y la puerta detrás de mí permanece cerrada.
¿No está entrando? ¿A dónde se ha ido? ¿Volver al auto con el chico?
Vacilante, saco la cabeza por la ventana y miro.
Kilómetros y kilómetros de árboles rodean la pequeña cabaña, las gruesas
ramas y hojas hacen la visibilidad complicada. A lo largo de la extrema derecha, una
mujer está caminando por un estrecho camino de tierra hacia una furgoneta oscura.
Tiene la espalda hacia mí, así que no puedo ver su rostro. El único detalle que logro
distinguir es su cabello rubio levantado en un moño.
Espero hasta que suba a la furgoneta antes de escabullirme por la ventana e
irme con prisa.
Presionando la espalda contra los troncos, observo el bosque, debatiendo qué
hacer. ¿Simplemente ir hacia los árboles y esperar encontrar una salida? Nunca he
tenido un gran sentido de la orientación.
Sin ver otra opción, me agacho y voy directamente hacia los árboles, solo
enderezándome cuando estoy fuera de la vista de la furgoneta. Luego me arrastro
por el bosque en la dirección en que corre la carretera. Cuando estoy cerca de la
furgoneta, me agacho más. Mi pulso está acelerado, y con cada chasqueo de una
ramita, una oleada de adrenalina recorre mi cuerpo. Definitivamente ya no me siento
adormecida, pero honestamente, quiero que vuelva la sensación para poder dejar de
temblar.
Cuando llego a la franja de tierra que coincide donde está estacionada la
camioneta, me detengo detrás de un grande y frondoso árbol para recuperar el
aliento y prepararme. Si no soy lo suficientemente cuidadosa, podrán verme.
Después de un minuto de preparación mental, respiro profundo y luego me
lanzo en una carrera loca. A cada paso, me preocupa que alguien salga de repente y
me persiga. Pero las puertas permanecen cerradas, el aire inmóvil.
Tal vez pueda salir de esto.
Mientras me muevo rápidamente alrededor de un gran árbol, lanzo una rápida
mirada a la furgoneta. Aún no hay señales de nadie. Gracias a Dios.
Sigo corriendo por lo que se siente como una eternidad, rehusando a reducir la
velocidad, incluso después que la furgoneta desaparezca de mi vista. Sin embargo,
no me incorporo al camino, temiendo que me vean. Me quedo en los árboles, yendo
74
Cuanto más tiempo permanece en silencio, más empiezo a pensar que podría
salir de esta situación con vida.
¡Puedo hacer esto! Puedo…
Una puerta de un auto se cierra de golpe.
—Isabella! —grita el chico—. ¡Detente donde estás! ¡Por favor!
Acelerando mi paso, echo un vistazo por encima de mi hombro y localizo a un
chico parado frente a la furgoneta. Está vestido de negro de pies a cabeza, llevando
una máscara de esquí sobre la cara.
¡Santa madre de todo el miedo! ¡Esto es como una maldita película de terror
de la vida real!
Mi piel se humedece de sudor mientras corro por mi vida, yendo por las matas
y la tierra y serpenteando alrededor de gruesos árboles.
No sé si me está siguiendo o no. Me digo de no mirar, que solo me asustará más.
Pero el miedo a lo desconocido se hace demasiado grande, y miro por encima de mi
hombro.
Mi corazón literalmente se detiene.
No solo el chico está corriendo a través del bosque hacia mí, sino que la
furgoneta está bajando el camino de tierra, justo en mi camino.
Cualquier esperanza de salir viva de aquí se desmenuza como la suciedad
debajo de mis zapatos.
75
Página
D
ejo el lugar de paintball zombi con una carrera loca, el miedo plagando
todos mis pensamientos mientras le envío un mensaje a Kyler. Cuando
no responde, intento llamar. No responde, lo cual añade combustible a
mi rabia.
Si descubro que tuvo algo que ver con esto, lo pagará. Gran momento. Solo no
sé por qué haría todo esto por una memoria. ¿Y cómo siquiera sabe sobre la
memoria? Las únicas personas que saben son Big Doug, Isa, Indigo y yo, y creo que
Isa podría haberle dicho finalmente algo a su abuela Stephy la otra noche. Así que
alguien le dijo a la persona equivocada, o yo estoy equivocado sobre Kyler siendo el
que hace esto.
Mi corazón casi se detiene en seco ante la idea. ¿Y si no es Kyler? ¿Y si algún
psicópata tiene a Isa?
Apenas puedo concentrarme en algo más que llegar a Isa mientras corro por el
estacionamiento de grava hacia el auto. Necesito llegar a ella, necesito salvarla más
de lo que necesito respirar. Este día no se suponía que terminara así. Nada se supone
que termine así.
¿Cómo pude dejar que esto ocurriera?
Cuando llego al auto de la abuela de Isabella, me doy cuenta de que ni siquiera
tengo las llaves. Por suerte, las puertas están desbloqueadas. Entro, saqueo el auto
hasta que encuentro un destornillador en la guantera, y lo uso para manipular los
cables del auto. Una vez que el motor arranca, piso el acelerador hacia el
apartamento, esperando que la abuela de Isabella no esté allí, o podría tener que
explicarle por qué estoy conduciendo su auto sin su nieta.
Mientras hago el viaje de diez minutos, me devano los sesos por la manera
correcta de hacer esto. ¿Debería llamar a alguien y decirle lo que está pasando? La
nota decía que no, pero esto me preocupa más que algún imbécil disfrutando de
atormentar a Isa. Y luego estaba la amenaza sobre nunca ver a Isa de nuevo si
aparecía con alguien. Si arruino esto, Isa podría terminar herida.
Pero ¿y si ya la hirieron?
Se forman nudos en mi estómago y agarro con fuerza el volante hasta que mis
nudillos se ponen blancos.
¡Maldita sea! ¡Cómo dejé que esto ocurriera! ¿Y si llevo la memoria, pero no me
devuelven a Isa? ¿Y si le han hecho algo?
76
Niego, sin querer cotorrear más—. Mira, realmente necesito saber si me ayudarás o
no antes de llegar a este lugar.
—Sí, puedo hacer eso por ti, hombre —dice después de lo que se siente como el
minuto más largo de mi vida—. Solo dame la dirección y llegaré allí lo antes posible.
Le doy la dirección.
—¿Cómo sabré cuándo llegas?
—No lo harás —responde simplemente—. Ese es el punto, ¿cierto?
—Cierto. —Un aliento estresado sale de sus labios—. Pero estarás allí a las seis,
¿seguro?
—Sí —dice—. Hasta luego, hombre.
—Hasta luego. —Presiono finalizar, dejo caer el teléfono en la consola y
conduzco como salido del infierno hacia la dirección en la nota, rompiendo un
montón de leyes de tráfico para llegar allí, a pesar de que tengo mucho tiempo.
La necesidad de recuperar a Isabella es demasiado abrumadora. Ya no puedo
pensar bien. El enloquecedor silencio crea demasiado tiempo para pensar sobre lo
que podrían estar haciéndole, que puede que nunca la vea de nuevo, que nunca le
diga cómo me siento por ella.
Debería haberle dicho que la amaba. Debería haberla besado de verdad.
Nunca me perdonaré si algo le pasa.
Treinta minutos después, a eso de las cinco y cuarto, llegué al destino
establecido en el GPS. Las calles convergen en un cruce en el centro de una zona de
denso bosque que rodea Sunnyvale donde no hay casas, ni tiendas, ni nada es
localizado. El vacío es inquietante, junto con los árboles. Alguien podría estar ahí
fuera, mirándome ahora mismo, y probablemente no lo sabría.
Decidiendo sutilmente investigar la zona, agarro mi teléfono y salgo del auto.
Cuando noto que no tengo cobertura aquí, pierdo mi mierda. Eso tuvo que estar
planeado… decirme que conduzca al medio de la nada para no poder llamar por
ayuda.
Cuando Isa empezó a recibir mensajes al principio, pensé que tal vez eran de su
media hermana Hannah. Luego los folletos aparecieron en la escuela y mis sospechas
aumentaron a pensar que no era solo Hannah la que estaba detrás de ello, sino que
tenía la ayuda de Kyler. Pero no hay manera de que pudieran estar detrás del
secuestro. No, o esto es otra persona o tienen ayuda de otra fuente. Alguien más
inteligente.
Las ramas de los árboles me sacan de mis pensamientos. Mi atención va a la
derecha del camino de tierra mientras imagino cañones a través de los árboles. Me
tenso, deseando haber traído un arma o algo.
Joder, ¿por qué no pensé en traer un arma?
78
Empiezo a volver al auto para encontrar una palanca cuando la figura sale a
trompicones del bosque y en el camino de tierra justo delante de mí.
Página
—¿Isa?
Nunca he estado tan aliviado de ver a alguien en toda mi vida. Ni siquiera me
di cuenta del terror que estaba sintiendo hasta ahora y, por un momento, me quedo
allí, conmocionado. Pero rápidamente salgo de mi trance y luego corro por ella como
si nada más importara… porque no lo hace.
—¡Kai! —grita, jadeando, sus ojos amplios mientras se tambalea hacia mí—.
¡Tenemos que irnos! ¡Ahora! ¡Están viniendo!
Mi corazón martillea en mi pecho mientras sigo corriendo hacia ella.
—¡Estás bien!
Asiente, corriendo hacia mí.
—¡Sí! ¡Pero tenemos que irnos!
Nos reunimos en mitad del camino y salta a mis brazos sin desacelerar, casi
derribándome. Me las arreglo para mantener el equilibrio y envolver mis brazos a su
alrededor, sosteniéndola desesperadamente.
Sus brazos rodean la parte de atrás de mi cuello y sus piernas mi cintura.
—E-están viniendo. —Su cuerpo tiembla—. T-tenemos que irnos.
Mis manos tiemblan mientras las paso por su espalda.
—Shh… Está bien. Te tengo.
Se aferra a mí con fuerza mientras me vuelvo y la llevo hacia el auto. Abro la
puerta y me muevo para ponerla en el asiento del pasajero. No quiero dejarla y
tampoco parece demasiado ansiosa por soltarme.
—Isa, nena, tengo que meterte en el auto o no podemos irnos —digo,
abrazándola más cerca. La idea de soltarla se siente físicamente imposible, como si
mi cuerpo fuera incapaz de hacerlo.
—Lo sé. —Suelta una exhalación temblorosa antes de apartarse y subir al auto.
La miro, revisando por heridas. La ira pulsa en mis venas ante la vista de lo que
parece un corte en su mejilla.
—Estoy bien —insiste, notando mi mirada—. Me lo hice cuando estaba
corriendo entre los árboles.
Si cree que está bien o no, mi pecho arde con tanta ira que me siento como si
estuviera a punto de hacer erupción. Quién sea que la hiriera, pagará; me aseguraré
de eso. Ahora mismo, sin embargo, tengo que sacarla de aquí y llevarla a algún lugar
seguro.
Me apresuro al lado del conductor, echando miradas a la vacía carretera de
tierra delante de nosotros.
—¿Dijiste que estaban viniendo? —le pregunto a Isa cuando me deslizo en el
auto y cierro la puerta—. ¿Conducen o van a pie?
Se muerde la uña del pulgar, mirando a la carretera.
79
—Un tipo estaba persiguiéndome por los árboles y la mujer iba en furgoneta,
Página
sosteniendo mi mano mientras mira al vacío—. Los escuché hablar sobre cómo
Página
No necesito acabar de ver el video para saber cómo termina, con Julie y yo
huyendo en un auto robado.
Página
—¿Cuánto tiempo hace que sucedió esto? —pregunta Isa después de que
termina el video.
Me encojo de hombros, sintiéndome la peor persona.
—No hace mucho. En realidad, fue justo cuando volviste de tu viaje.
Golpea la pantalla con el pulgar, cerrando el video.
—¿Cómo podría haber sabido que estabas haciendo esto?
—No lo sé… Cualquiera que estuviese en la fiesta en la que estábamos,
probablemente. Estuvimos hablando de hacerlo mientras estábamos allí y no fuimos
muy silenciosos sobre ello… —Tomo aire y lo dejo salir—. Lo siento, Isa.
—¿Por qué? No es culpa tuya. —La luz desvaneciéndose de la puesta de sol cae
en su rostro, iluminando su pálida piel y sus ojos rojos—. Si acaso, esto es culpa mía.
—No, no lo es. Soy el que tomó todas esas malas decisiones. Soy el que ayudó a
Jules a robar el auto. En todo caso, todo esto es culpa mía, y realmente necesitas
dejar de culparte a ti misma.
—Esto no va en dos direcciones, amigo mío. —La reflexión cruza su rostro—.
Pero lo que realmente me estoy preguntando es, ¿quién es esta gente, por qué
pasarían por todos esos problemas para conseguir la memoria USB? ¿Y cómo
demonios sabrían hace unos meses que ese video de ti robando un auto me haría no
llamar a la policía? ¿Cómo sabrían que siquiera seríamos amigos para entonces?
—Tal vez quienes sean, iban a chantajearme —comento—. O quizás era una de
las pocas personas que sabía que me gustabas.
Me mira con su rostro arrugado en confusión.
—Pero eso fue antes que me gustases… quiero decir, no estoy diciendo que me
gustes ahora, solo… —Un ansioso suspiro sale de sus labios—. De todos modos, no
tiene sentido.
No lo entiende, nunca lo ha hecho.
—Isa —comienzo—, me has gustado desde séptimo grado. Puede ser que haya
sido más una cosa de amistad por entonces, pero para cuando estábamos en segundo
año, te quería.
Niega.
—No hay forma de que pueda ser verdad.
—¿Por qué no? ¿Por qué es tan difícil de creer que pudieses haberme gustado
hace un año? Y para tu información, me gustas ahora… mucho. —No. Ni siquiera
mucho. La amo.
Se mordisquea el labio.
—Sí, pero eso es diferente.
—¿Por qué?
—Porque, en aquel entonces, tú eras… tú. —Me señala—. Y yo era una gran
83
perde…
—Ni siquiera digas eso —digo antes que pueda terminar—. No eras una
Página
—Así que, les gustaba escuchar rock clásico. —Hago notas mentales de
cualquier detalle importante que pudiese llevarme a esa gente—. Llevaban máscaras,
tenían una cabaña en el bosque y el tipo puede haberte conocido.
—Parecía que lo hacía. Igual que la mujer. —Apoya la barbilla en las rodillas—.
Y el tipo actuaba como si se sintiese mal por hacerlo.
—Si te conoce, entonces estoy suponiendo que puede que hayas hablado antes
con él.
Kyler, Kyler, Kyler, si eres tú, voy a patearte el trasero.
—Quizás… Pero, Kai, no quiero que vayas en busca de esa gente.
Apretando los labios, fijo mi atención en la carretera mientras me tiemblan las
manos con la aplastante necesidad de herir a la persona que le hizo esto.
—Kai, escúchame. —Pone la mano en mi brazo para hacer que la mire—. No
quiero que salgas herido.
—Entonces necesitamos ir a la policía. Alguien tiene que localizarlos y
asegurarse de que no le hacen daño a nadie más. —Mi inestable voz revela la
tormenta fraguándose en mi interior—. Le pedí a mi amigo que me siguiese mientras
yo iba tras de ti, pero no sé si funcionó ya que le dije que estuviese aquí a las seis.
Me detengo en un semáforo rojo cerca de la ciudad. Pequeñas tiendas se alinean
en las calles que venden cosas artesanales y recuerdos, junto con un banco local y un
supermercado. La gente está vagando por la acera, ocupados en sus asuntos,
disfrutando sus vidas sosas y aburridas.
Recuerdo que solía mirar a la gente que era tan fácil de complacer y sentía pena
por ellos. ¿No querían más de la vida? Ahora mismo, envidio su simplicidad. Daría
cualquier cosa por ello.
—Está bien, esto es lo que vamos a hacer —comenta Isa, sacándome de mi
trance autocompasivo—. Vamos a esperar a que sepas algo de ese Jules y si no sabe
nada, entonces vamos a hablar con el amigo de mi abuela Stephy retirado de la
policía y vemos qué piensa. Quizás pueda averiguar quién me hizo esto sin involucrar
a la policía.
—Está bien, creo que puedo vivir con ese plan. —Conduzco cuando el semáforo
se pone en verde.
—Bien. —Baja la mirada al teléfono—. ¿Pero qué hacemos con la memoria USB?
¿Simplemente la entregamos?
—Eso creo —respondo, sacando la memoria USB de mi bota y dejándola encima
de la guantera—. Nos detendremos y la lanzaremos. Y si jugamos bien nuestras
cartas, deberíamos ser capaces de escondernos y ver quién es cuando tomen la
memoria USB.
Se muerde la uña con preocupación.
—¿Y crees que será así de simple? ¿Que después de que se lo demos,
simplemente nos dejarán ir?
86
—No respondió. —Su mirada viaja hacia el cielo estrellado—. Se está haciendo
Página
Brazos abrazan mi cintura, y me elevan en el aire hasta que mis pies no pueden
tocar el suelo.
—Isa, dame mi maldito teléfono de regreso. —Manteniendo sus brazos
alrededor de mi cintura, mueve su otro brazo y trata de alejar el teléfono.
—Dime qué está pasando. —Comienzo a girar, tratando de alejarme de su
agarre—. ¿Sabes quién lo hizo?
—Por favor, solo olvídalo —suplica con desesperación.
Logro girar por completo antes de tropezar con su pie. Empiezo a caer de
espalda y jalo su camisa. En lugar de detener la caída, él pierde el balance, y caemos
al suelo. Afortunadamente, caemos en el pasto, siendo un enredo de piernas y brazos
que luchan por el teléfono.
—Te regresaré el teléfono. —Giro en mi espalda, y pongo los brazos por encima
de mi cabeza—. Pero solo si me dices qué sucede.
Gira para quedar en su estómago, su cuerpo encima del mío.
—No puedo hacerlo. Solo saldrás lastimada.
—Ya estoy lastimada. —Lo empujo por el pecho, pero mantiene su cuerpo bajo
y logra quitarme el teléfono.
Comienza a alejarse, pero me aferro a su camisa y lo obligo a quedarse.
—Esto no es justo —digo calmada y tranquilamente, intentando sonar más
racional—. Estamos en esto juntos.
De inmediato niega.
—No, no lo estamos. De ahora en adelante, yo manejaré esto.
Mi corazón se detiene un segundo, y no de la manera que te dan mariposas, de
manera fantástica o cursi.
—¿Qué vas a hacer?
Mantiene la mirada fija en mí.
—Voy a hacer pagar a esa persona por lo que él te hizo.
—Él… —Suspiro— ¿Es…? ¿Acaso mi… papá me hizo esto?
Niega firmemente.
—No.
—Entonces dime quién es —le suplico, mis ojos llenándose de lágrimas.
—Isa… no puedo. —Batalla para mantener su voz estable—. Lo que sucedió
hoy… pensar que tal vez tú… que quizás nunca te… —Sus labios de pronto están sobre
los míos.
Me encuentro sorprendida y comienzo a respirar por la nariz. Dios mío.
Hablemos de la madre de todos los fuegos artificiales y explosiones.
89
Este beso, es todo lo que había soñado: perfecto, sin aliento, mágico, como
Página
No reconozco la voz, pero por la manera en que Kai se pone, puedo decir que
Página
lados.
—Muy bien, pruébalo. —Toca el barato reloj en su muñeca—. Tienes quince
minutos para traerme el dinero, o tu paliza será el doble de dura.
Calculo qué tan lejos está la casa de Jules desde aquí y trago.
—Puede que necesite más.
—Y ese es mi problema, ¿por qué? —Me sonríe ampliamente—. Tic. Toc. Tic.
Toc. El tiempo corre.
—Vete al diablo —murmuro, sacándome el teléfono del bolsillo.
—Será mejor que sea una llamada —advierte—. No quiero que envíes mensajes
de ayuda.
—No planeaba hacerlo —miento, presionando el número de Jules mientras fijo
mi mirada en T.
—Entonces, ¿decides tomar mi oferta? —pregunta Jules sin decir hola—.
Porque tengo unas ideas muy buenas sobre cómo podemos hacer que pague.
—Puede que acepte esa oferta después. —Trueno mis nudillos contra el costado
de mi pierna—. Ahora, necesito tu ayuda, y no puedes arruinar esto.
—Bien… ¿qué pasa?
—Necesito que me traigas los mil dólares en menos de quince minutos —digo
con mis ojos en T, quien toca su reloj con su dedo y gesticula, “apúrate”.
—¿Dónde estás? —pregunta Jules.
—En la parada de Sunnyvale y la estación de gasolina de Grub, la que queda
afuera de la ciudad.
—¿Ahí está T? —pregunta con cuidado.
—Sí. —Presiono mis labios, mirando a T, el imbécil. Debería haber puesto la
llamada en altavoz.
—Ahí voy —dice Jules, con suerte entendiendo las palabras que no puedo decir:
trae refuerzos.
—¿De qué estás hablando? —T se acerca—. Coloca eso en altavoz ahora.
—Te veo en quince —digo rápidamente a Jules y luego cuelgo el teléfono—.
Viene en camino.
T empuña su mano.
—Será mejor que venga solo —advierte y luego estrella los nudillos de latón en
mi vientre.
Gruño, colapsando de rodillas mientras el aire se me sale de los pulmones. Mi
teléfono cae de mis manos, y T lo levanta.
Isa grita algo a mis espaldas, y T se ríe, sus amigos uniéndosele como un
montón de jodidas hienas.
92
—Eso es solo una probada de lo que te sucederá si me jodes. ¿Y sabes qué? Tal
vez para endulzar el trato, tomaré a esta chica tuya y le demostraré qué es un
verdadero hombre.
Gruño, levantándome a tropezones. Mis puños tiemblan a los lados mientras lo
miro.
—Si le pones siquiera un dedo encima, te mataré. ¿Entiendes?
Su risa se mezcla con rabia mientras se acerca a mí, parándose frente a mi cara.
—Esa es una amenaza muy grande para alguien superado en número.
—No me importa —espeto—. Tócala y te mataré.
—Kai, solo déjalo. —La tentativa voz de Isa corta la tensión en el aire. Desliza
sus dedos en los míos y me aleja de T—. Solo démosle el dinero para que esta noche
de mierda se termine.
Tomo aire un par de veces antes de enfocar mis ojos en Isa. Mirarla me
tranquiliza un poco, pero una tormenta está creciendo en mi pecho, a punto de
explotar.
T habla mucho por hablar, pero también hace un montón de mierda
sospechosa. No confío en absoluto en él, y si Jules no se aparece con refuerzos, podría
intentar cumplir su amenaza.
93
Página
N
unca había sido alguien que peleaba, pero realmente quería golpear a
este tipo T en el rostro. No solo había amenazado a Kai, pero estaba
encontrando su constante tarareo de la canción Leopardi, bastante
molesto.
—¿Estás bien? —le pregunto a Kai mientras nos sentamos en el borde del pasto
de la parte de atrás del estacionamiento—. ¿Cómo está tu estómago?
—Estoy bien —murmura, manteniendo la mirada en el suelo—. No me golpeó
tan fuerte.
Sí, claro. Escuché el impacto. Pero ese es Kai, siempre haciendo lo que se
necesite para que las personas dejen de preocuparse por él.
—Así que, ¿cómo conociste a ese tipo? —pregunto, dando una rápida mirada a
los basureros donde dos amigos de T están luchando, mientras los otros les echan
porras, pasando la botella de Vodka. Tengo los dedos cruzados para que uno de ellos
noquee al otro. Luego solo nos tendríamos que preocupar por cinco. Quizás,
tendríamos tan buena suerte que terminarían golpeándose entre ellos.
Suspiro. Si tan solo…
—Por Brandon. Él es la razón por la que estoy en esto. Me la jugó, y ahora le
debo dinero a T. Supongo que es mi maldita culpa, ahora que lo pienso, por siquiera
asociarme con T. —Kai apoya sus brazos en sus rodillas y agacha la cabeza—.
Lamento haberte traído a esto. Debí saber que algo así sucedería, pero supongo que
mi padre tenía razón. Lo arruino, todo el tiempo.
Suavemente le pico la costilla.
—Oye, esa no es manera de hablar de ti. Y tu padre es quien lo arruinó todo por
tratarte de la manera en que lo hace.
—Merezco la manera en que me trata —dice entre dientes, rozando su bota
contra el asfalto.
Lo vuelvo a picar, esta vez más fuerte y en el pecho, su cabeza se levanta.
—¿Qué demonios, Isa? —Se acaricia el pectoral—. ¿Por qué fue eso?
—Por tenerte lástima. —Dibujo un circulo en el aire, alrededor de nosotros—.
¿Ves esto? Esta es una zona libre de lástima.
Sus labios comienzan a levantarse en una sonrisa, pero luego sus hombros caen.
94
—¿Cómo puedes bromear en este momento, con todo lo que está pasando?
Me encojo de hombros.
Página
—Pero ¿cómo supieron que estábamos aquí? —Miro a Kai—. Nunca les
enviamos el mensaje.
—Tengo el presentimiento que nos han estado siguiendo.
—¿De verdad?
Medio se encoje de hombros.
—No se me ocurre algo más, de hecho, adivino que probablemente nos han
estado siguiendo por un tiempo.
Nerviosamente me muerdo las uñas.
—¿Cómo lo descubriste?
Se vuelve a encoger de hombros.
—Por la manera en que parecen saber cada movimiento que hacemos, como los
archivos que robaron del auto. ¿Cómo pudieron saber que los teníamos a menos que
me vieran entrar al auto con ellos? Y luego la memoria. Ya sea que alguien
accidentalmente les esté dando la información, o nos han estado vigilando. Y apuesto
que es esa persona que vi probablemente sacando la memoria.
—Espera un minuto… Dijiste que alguien accidentalmente les estuviera dando
la información… —Una corriente de aire llega a mi cabello, enviando mechones justo
en mi rostro. No me molesto en apartar su mano, tengo miedo de dejarlo ir—. ¿Qué
tan bien conocemos a la persona que está haciendo esto?
—Muy bien —responde dudando, sin mirarme.
—¿Prometes que no es mi papá? —susurro, luego respiro aliviada al verlo
asentir—. Entonces solo dime quién es antes que me vuelva loca.
—Alguien que va a tener su vida destruida mañana —dice con una risa
sombría—. Ni siquiera sabrán qué los golpeó.
Maldita sea y su plan de venganza.
—Kai, no creo que… —Me calla con un beso, solo apartándonos por aire después
del beso sin aliento que me dio—. Sabes que no puedes besarme cada vez que quieras
callarme —le digo, entre respiraciones entrecortadas.
—¿Quieres apostar? —Una juguetona mirada le brilla en los ojos, mientras se
acerca para robarme otro beso.
—¿Podrían parar con esa mierda? —grita T, rompiendo el momento en pedazos.
Se acerca a nosotros, mirando su reloj. Cuando llega a donde estamos, hace un
molesto sonido de alarma—. El tiempo se terminó. Parece que tendrás una golpiza.
—Le lanza a Kai una sonrisa, luego su mirada se detiene en mí, y pone los labios como
si estuviera besando—. Y una caliente sesión de besos para mí.
Kai brinza y echa a T para atrás.
—Tú la tocas, y pagarás.
—¿Tú y qué ejercito? —responde T, enviando a Kai para atrás.
96
Kai tropieza, y me pongo de pie, tomándolo del brazo. Cuando los amigos de T
se dan cuenta de lo que sucede, detienen sus juegos y se acercan a nosotros.
Página
Kai se pone frente a mí y nos echa hacia atrás con sus brazos.
—Acércate a ella, y romperé tus brazos.
T se ríe, pero el sonido sale deformado e incorrecto.
—¿Eres un maldito estúpido? Solo admite que te sobrepasamos, y danos a la
chica, déjanos patear tu trasero, y luego puedes regresar a tu estúpida y patética vida.
—Puedes patearme el trasero... —La voz de Kai es sorprendentemente
calmada—. Pero no vas a tocarla.
Los labios de T se transforman en una amenazadora sonrisa.
—Sabes, entre más lo dices, más quiero tocarla. —Se encoje de hombros—. Es
algo así como lo que hago, sabes. Dime que no puedo hacerlo —se mueve hacia un
lado, encontrando mi mirada—, y todo lo que voy a querer, es hacerlo.
Ganas de vomitar comienzan a surgir en mi garganta. ¿La noche podría
empeorar?
—Isa, corre —sisea Kai, por encima de su hombro.
Dudo, insegura.
—Quizás debería…
—Prometiste que lo harías —me interrumpe—. Ahora vete.
Respirando con nerviosismo, asiento y luego doy un paso hacia atrás para
correr.
—E isa —dice Kai antes que comience a correr—. Solo para que lo sepas, te amo.
Antes que pueda siquiera comprender por completo sus palabras, corre hacia
al frente, chocando con T. Dejo escapar un grito de terror mientras caen al suelo en
un lío de golpes y patadas. Pienso en ir hacia Kai, pero cuando los amigos de T se
concentran en mí, doy la vuelta y comienzo a correr hacia la tienda.
Ni siquiera a mitad de camino, alguien me toma del brazo y me jala hacia él.
—No irás a ningún lugar, cariño —dice una voz desconocida. Levanta la mano
y comienza a acariciar mi mejilla como si fuera un maldito gato o algo—. Tú y yo
sabemos que vas a pasarla bien.
Vomito por dentro, sin embargo, me mantengo calmada por fuera.
—¿Quieres apostar? —digo, luego golpeo mi cabeza contra la suya, como he
visto a personas hacer en las películas. Pero a diferencia de las películas, no puedo
correr, porque estoy muy mareada—. Sabes, ellos deberían de… advertirte… lo
terrible… que duele. —Me tambaleo, mientras luces interrumpen la oscuridad.
—¡Kai! —escucho a alguien gritar.
—Aquí —dice Kai en dolor, en alguna parte detrás de mí.
Cubro mis ojos de la luz, tratando de ver quién está ahí. No puedo ver muy bien,
pero puedo ver dos o tres autos formando un muro en el estacionamiento.
97
—Qué demonios…
Página
98
Página
E
sta noche tuve tanta suerte. Tanta maldita suerte. Todo con lo que
terminé fueron unos cortes y raspaduras en la cara y los nudillos, junto
con un cuerpo adolorido. Si Jules y sus amigos no se hubieran mostrado
cuando lo hicieron, sin embargo... no quiero ni siquiera pensar en ello. Pero es en
todo lo que puedo pensar mientras la lucha se separa y la gente va por caminos
separados.
Entrego el dinero a T y recupero mi teléfono. Luego le sopla un beso a Isa
mientras camina por el auto de Jules. Se necesita toda mi fuerza de voluntad para no
golpearlo, pero mi gratitud por estar bien me mantiene en el lugar
Tanta maldita suerte. Tanta maldita suerte.
Nunca más. Nunca más me meteré en este desastre.
Terminé.
—La tarjeta de memoria se ha ido —anuncia Isa después que hemos subido de
nuevo al auto de su abuela.
Ella no suena tan sorprendida, y yo tampoco. Vi a alguien jugando con el auto
mientras esperábamos que Jules apareciera. Habría ido tras ellos, pero realmente
dudo que T me hubiera dejado llegar tan lejos.
Isa busca dentro de la consola y quita un pedazo de papel plegado. Lo despliega
con cuidado, y lee las palabras manuscritas.
—Hemos tomado las cosas en nuestras propias manos, ya que parecían muy
ocupados. Solo considérenlo suerte esta vez. No se preocupen. No diremos si ustedes
no lo hacen. —El papel se arruga cuando sus dedos se doblan—. No puedo creer que
nos estén chantajeando.
—Bueno, en realidad no nos están chantajeando, solo a mí. Y estoy más que
feliz de lidiar con las consecuencias. —Lanzo la oportunidad para que ella cambie de
opinión y vayamos a la policía. Después de lo que pasó, no la culparía. Pero sus labios
permanecen fusionados, la mirada obstinada se forma—. Bien, hazlo a tu manera. —
Saco mi mano—. ¿Puedo ver la nota?
Me la entrega y me observa atentamente mientras la leo. Sí. Justo como pensé.
No sé qué clase de expresión saco, pero aparentemente, da exactamente lo que
estoy pensando.
—Reconoces la caligrafía —dice con el ceño fruncido—. ¿No es cierto?
99
incluso por primera vez—. Pero no es un gran problema. En su mayoría solo me dijo
lo mierda que soy. Pero eso no importa... ya no vivo allí, así que... —Me encojo de
Página
101
Página
—¿P
odrías dejar de moverte? —regañ0 a Kai por millonésima
vez—. Necesito poner peróxido en esto, o probablemente te
dará una infección. —Muevo la bola de algodón hacia su
labio una vez más—. Dios sabe dónde han estado las manos de T.
—Sus manos no cortaron mi labio —dijo, moviéndose en el banquito—. Fue la
esquina del basurero.
Asco. Pero también T lo es.
—No sé cuál es peor —bromeo, humedeciendo la bola de algodón con unas
gotas de peróxido.
—Probablemente sus manos. —Se retuerce, mientras presiono la bola de
algodón en su boca—. Mierda, eso duele.
—Deja de comportarte como un bebé. —Le sonrío, para que sepa que estoy
bromeando, luego tiro la bola de algodón al basurero.
Se relaja contra el mostrador.
—Sabes, si no te conociera mejor, pensaría que me estás torturando.
—Quizás lo hago un poco —admito, sacando una compresa fría del congelador.
—Vaya, eres malvada —bromea, mientras me pongo frente a él y coloco la
compresa fría en su mejilla.
—No estoy tratando de ser malvada. —Me inclino para examinar la cortada en
su ceja, preguntándome si necesita puntadas. Le ofrecí llevarlo al hospital, pero Kai
siendo Kai, se negó—. Solo estoy tratando de arreglar tus metidas de patas.
—¿Mis metidas de patas? —Levantó la cabeza, sosteniendo la compresa fría—.
Hombre, me haces sonar como un bebé.
—Eres como uno. Pero está bien. Creo que es lindo.
—Oye, esa es mi línea —responde con una sonrisa.
A pesar del labio roto y la mejilla inflamada, se ve absolutamente adorable.
¿Cómo no lo había notado antes? ¿Cómo había estado tan obsesionada con Kyler
cuando Kai estaba justo ahí?
—¿Y qué? —Le guiño—. Y ahora acabo de robar tu jugada.
Se ríe, rozando su dedo debajo de mi ojo.
102
Aquí vienen mis rojas, rojas y cálidas mejillas una vez más, incluso ahora,
después de todo. Creo que mi medidor de vergüenza está roto o algo así.
—Eres tan linda cuando te avergüenzas —dice Kai, inclinándose para ir por otro
beso.
Una parte de mí quiere reusarse y demandarle que me diga quién es el que ha
estado enviándome los textos, quién me secuestró, quién dejó todos esos folletos.
Pero parte de mí, teme la respuesta, temiendo que sepa quiénes son y que me
destroce. La otra parte de mí solo quiere un beso.
Después de esta noche, después de la pelea, del secuestro o lo que eso fuera,
quiero olvidar y seguir adelante. Con Kai. Kai que me protege. Kai que me ama.
Mi corazón se detiene al recuerdo de él diciendo esas palabras. ¿De verdad las
decía?
Kai termina el beso, pero sus labios se mantienen unos milímetros de distancia.
—¿Qué sucede?
—No es nada. —Me echo hacia atrás mordiendo mi uña con barniz morado—.
Estaba pensando en la pelea y algunas cosas que se dijeron.
—Sé que estás asustada —dice—. Pero todo ha terminado. Lo prometo.
—No es eso lo que pensaba. —Miro mis manos, demasiado asustada para
mirarlo a los ojos, o de acobardarme—. Estaba pensando en lo que dijiste antes que
me pidieras que corriera.
—Oh —es todo lo que dice.
Insertar sonido de grillos.
Mis mejillas se encienden. Hola, chica incómoda, es bueno volverte a ver.
—Realmente lo quería decir. —Su voz tiembla de nervios—. Lo que dije… ahí.
Te amo. Lo he hecho por un tiempo. Solo que no sabía cómo decírtelo, especialmente
con toda esta mierda sucediendo.
Clavo la mirada al suelo, mientras una ola de emociones me sobrepasa y me
pone en mis pies. Las lágrimas se acumulan en mis ojos. Apenas puedo respirar. No
sé por qué o de dónde las emociones están saliendo.
Nunca nadie me había dicho eso, excepto mi abuela, y mi abuelo cuando estaba
vivo. Y nunca en un millón de años había soñado que alguien fuera de mi familia me
amara. ¿Cómo podrían cuando mi propio padre nunca me amó?
La pregunta importante era, ¿yo lo amaba? No lo sé, básicamente porque no sé
lo que es el amor. ¿Me siento como si estuviera cayendo cuando estoy alrededor de
él? Sí, todo el maldito tiempo. Pero tengo miedo de tomar ese paso.
—Lamento si te estoy asustando. —Suena atemorizado—. Pero no puedo
retractarme, no cuando lo digo de verdad.
Insegura de qué más hacer, muevo mi cabeza para darle un beso, haciéndole
saber que estoy bien y que me importa. Mucho, mucho.
103
habitación.
Lágrimas amontonándose en mis ojos.
Página
105
Página
S
ueño que estoy corriendo por un bosque. Estoy corriendo por mi vida y
voy a morir. Zombis me agarran y Kyler sonríe en la distancia. Zombis
comen mi carne y se ríe mientras lentamente muero…
Mis ojos se abren de golpe y jadeo por aliento, mi piel cubierta en sudor. De
acuerdo, ese fue un sueño extraño. Pero después de lo que sucedió, no me sorprende.
¿Solo que no sé por qué Kyler apareció? ¿Tal vez porque se supone que voy a romper
con él hoy?
Después de tumbarme despierta por cerca de una hora y analizar cada sonido,
me rindo en volver a dormir y voy a la sala de estar. La lámpara está encendida y Kai
duerme en el sofá, sin camiseta, con su brazo metido bajo su cabeza. Sonriendo,
cruzo la sala de estar y me tumbo a su lado. Sí, podría meterme en un gran problema
si mi abuela se despierta y nos ve, pero lidiaré con eso por la mañana. Ahora mismo,
solo quiero dormir, y estar junto a Kai me hace sentir segura.
Kai rueda sobre su lado, sus ojos poco a poco abriéndose mientras me desplazo
más cerca de él.
—Hola. —Me da la más linda sonrisa soñolienta—. Estaba soñando contigo.
Deslizo mis manos bajo mi mejilla.
—¿En serio? ¿De qué iba el sueño?
—No estoy seguro si debería darte todos los detalles, pero aquí hay un poco de
alerta de spoiler. Nos involucraba a ti y a mí en este sofá. Solo que no llevábamos
mucha ropa. —Acaricia mi mejilla con sus nudillos—. Y ahí está ese sonrojo que amo
tanto.
Estoy tan cansada de sentirme tonta, así que en su lugar me acerco más y rozo
mis labios con los suyos, mi estómago burbujeando con excitación nerviosa.
—Así es exactamente como mi sueño empezaba. —Me pone encima de él
mientras me besa deliberadamente, como si grabara este momento en su mente.
Cuando se retira, me mira con preocupación—. Tanto como amo que vinieras a
tumbarte conmigo, estoy un poco preocupado de que algo podría estar mal.
—Tuve una pesadilla y no podía dormir —admito, bajando mi cabeza hacia su
desnudo y esbelto pecho—. Así que vine aquí… porque siempre me haces sentir
segura.
Está en silencio por un latido antes de poner su dedo bajo mi barbilla,
106
forzándome a mirarlo.
—Nada nunca va a sucederte. Lo prometo. Y pronto, no necesitarás preocuparte
Página
***
—Mierda. —La voz de Indigo me saca del mundo de los sueños, el cual está lleno
de besos y rayos de sol y campos de caramelos.
Parpadeo hacia ella, atontada y desorientada.
—¿Dónde estoy?
—Mm, en el sofá. —Amplía sus ojos hacia Kai, quien está respirando
suavemente a mi lado—. ¿Qué hicieron? Besuquearse toda la noche y quedarse
dormidos. —Cuando muerdo mi labio, mis mejillas se sonrojan, ella junta sus manos
y rebota en sus dedos de los pies—. Gracias a Dios. Les tomó una eternidad.
Pongo mi dedo sobre mis labios.
—Cálmate. Tuvo una dura noche.
—Apuesto que lo hizo. —Me presiona con una mirada sabedora—. Tienes suerte
de que te encontrara. La abuela Stephy probablemente habría tirado una caja de
condones encima de ustedes.
—No tuvimos sexo. —Siento la necesidad de aclararlo—. Solo… —Nos besamos.
Tocamos. Le dejé manosearme.
—¿Solo qué? —presiona, chasqueando sus dedos con impaciencia—. Vamos,
dame todos los detalles, los buenos y los malos. Dime por qué estás tan sonrojada.
107
Tal vez.
Se inclina hacia delante en la silla y me abraza.
—Te estás poniendo femenina conmigo.
Le devuelvo el abrazo, sintiéndome incómoda, pero no tanto como solía.
—¿Es eso una mala cosa?
—Nah. Solo siempre y cuando no te vuelvas maliciosa —dice—. Entonces
tenemos un problema.
—Haré mi mejor esfuerzo. —Hago una pausa, eligiendo mis siguientes palabras
con cuidado—. Y gracias por todo. Por estar ahí para mí cuando te necesité y por
obligarme a divertirme cuando no siempre quería.
—De acuerdo, ¿quién ha muerto? —pregunta mi abuela Stephy cuando entra en
la cocina, vestida con una camiseta y jeans, su cabello arreglado.
—Nadie. —Me recuesto en la silla—. ¿Por qué estás arreglada tan temprano?
Abre el refrigerador para tomar un cartón de zumo.
—Tengo algunos recados que hacer. Pero lo que me estoy preguntando es por
qué no estás arreglada.
—¿Por qué lo estaría? —inquiero—. Estoy en vacaciones de la escuela.
Desenrosca el tapón del zumo.
—Para trabajar.
Echo un vistazo al reloj del microondas.
—No tengo que estar allí hasta las dos.
—Oh. Pensé que era más temprano, y que por eso estabas despierta tan
temprano. —Su mirada va al sofá, donde Kai está durmiendo, y luego se posa de
nuevo en mí—. ¿Por qué estás despierta? Y no digas que porque Indigo te despertó.
Sé que no caminó por el pasillo.
—Mmm… —Me pongo de pie, casi derribando la silla—. Creo que voy a tomar
una ducha. —Voy directa por el pasillo.
—Sí, más te vale correr —grita mi abuela Stephy detrás de mí, riendo—. Pero
solo para que lo sepas, vamos a tener una charla de sexo seguro cuando llegues a
casa.
Cierro la puerta de mi dormitorio y la bloqueo. Por qué, oh, por qué siempre
me hace esto, especialmente dentro del alcance del oído de Kai. Si estaba despierto
y pretendiendo dormir, probablemente se burlará de mí más tarde.
Sin embargo, todas las preocupaciones de vergüenza se evaporan de mi mente,
cuando levanto mi teléfono y noto un mensaje perdido.
—Por favor, no de nuevo —susurro, pasando mi dedo por la pantalla. Me relajo
un poco cuando leo el mensaje. Bueno, tanto como uno puede relajarse cuando tu
109
—Oh, lo que sea —digo, enfocándola con una mirada de muerte—. Te pones así
también.
—No lo hago. —Me lanza un guiño descarado—. Soy demasiado traviesa para
ser dulce.
Abro mi boca para replicar cuando mi teléfono vibra. Mirando la pantalla, veo
otro mensaje de mi padre.
Papá: ¿Vas a venir o no?
—Kai, tengo que preguntarte algo, y necesito que seas honesto. —Alejo mi
atención del teléfono y me concentro en él—. Necesito que me digas la verdad. ¿Mi
padre participó en esta cosa del mensaje desconocido? Y toda la dura experiencia del
secuestro.
Todos se tensan ante la mención del secuestro, incluyéndome. Lo admitiré,
estoy asustada e ir a la policía podría aliviar el miedo. Pero no haré eso si significa
que Kai se meta en problemas también.
Kai toquetea una banda de cuero en su muñeca.
—¿Por qué? ¿Te ha mandado un mensaje?
–Sí. Dijo que los de la mudanza van hoy y que, si quiero mis cosas, tengo que ir
por ellas o si no las va a tirar. Quiero mis cosas, pero no quiero ir allí si mi padre… —
Miro la taza, luchando contra las lágrimas—. Si fue él el que me hizo todo esto.
Su mano sostiene mi mejilla e inclina mi cabeza para que nuestras miradas se
encuentren.
—No fue tu padre, pero no creo que debas ir. No con el nombre de Lynn estando
en la lista de sospechosos.
—Supongo que no… —Muerdo mi labio inferior—. Solo que realmente quiero
mis cosas, especialmente mis dibujos…
Mi teléfono suena con otro mensaje entrante.
Papá: Mira, lamento mucho que sea así como han resultado las
cosas. Toda la situación con tu madre… No quería que nunca
descubrieras lo que hizo. Siento mucho que las cosas tengan que ser así.
Tal vez un día, sin embargo, las cosas puedan mejorar entre nosotros.
Casi le respondo y le pregunto cuándo, pero me detengo. No, no volveré a caer
en el patrón de patéticamente desear que mi padre se convierta en un mejor padre.
He pasado demasiados años haciendo eso.
Empiezo a apagar el teléfono cuando otro mensaje llega.
Papá: Ya que no has respondido, simplemente dejaré tus cajas en
tu habitación. Asegúrate de recogerlas hoy o si no los compradores
podrían tirarlas. Considera esto mi rama de olivo.
111
Las lágrimas pican mis ojos, pero parpadeo para retenerlas. No lloraré más por
él. He terminado con esto. Puede tomar su rama de olivo y metérsela por el culo, al
menos por ahora. Puede intentar hablarme en un par de años y veré si estoy lista
Página
Pero con el tiempo, Indigo entra en la sala de estar y anuncia que está lista para
irse. La realidad se pone al día conmigo, robándome el perfecto momento y
dejándome con una pesada sensación de temor.
D
espués que Isa y yo nos separamos, llamo a Jules para pedirle que me
lleve al campus. Mientras planeaba ver a Kyler después que Isa dejara
su estúpido trasero, decidí que no podía esperar. Después de lo que
hizo, no puedo dejarlo cerca de Isa.
Necesito hacerme cargo de esto ahora. Detener lo que fuera que hubiera
planeado. Apenas y pude dormir anoche, pensando en lo que le hizo. Aunque
necesitaba ser cuidadoso, como le prometí a Isa. No estoy acostumbrado a que las
personas se preocupen por mí, pero tengo que admitirlo, me gusta el sentimiento lo
suficiente para no romper mi promesa.
—Así que, ¿cómo va a ser esto? —me pregunta Jules mientras entra al
estacionamiento del campus.
—No estoy seguro todavía. —Tamborileo mis dedos en mis rodillas, pensando—
. Le mandé un mensaje para ver qué estaba haciendo, y dijo que terminaría las clases
a medio día.
—¿Entonces? ¿Vamos simplemente a encararlo a la luz del día? —pregunta
Jules mientras maniobra su auto en un lugar vacío a lado del auto de Kyler—. Estoy
totalmente dentro en eso de meternos en problemas, pero estoy pensando que quizás
deberíamos ser un poco más discretos.
—Si, lo sé. —Me quito los lentes de sol y comienzo a mirar a las personas
caminando por el campus—. Estoy pensando en que le pediré que se meta al auto de
una manera no tan buena.
—Funciona para mí. —Jules termina de estacionar el auto y luego me lanza una
sonrisa malvada—. Y supongo que si quiere pelear nos veremos forzados a hacer esto
de la manera difícil.
La idea de golpear a Kyler en el rostro suena jodidamente tentadora, pero antes
que lleguemos a esa parte, necesito hablar con él y obtener algunas respuestas,
investigar por qué le hizo eso a Isa y quién lo está ayudando. Tengo algunas teorías,
pero tengo que estar seguro.
—Ahí está —digo mientras lo veo en la multitud.
Está con un par de sus amigos, lo que me preocupa, pero cuando se separan en
el estacionamiento, me relajo. No se da cuenta que estoy ahí, mientras llega a su auto,
deteniéndose un momento para coquetear con una chica. Para variar.
113
Isa, así que nada de esto tiene sentido. ¿Por qué estás esforzándote tanto en destrozar
su vida?
Página
Un silencio pesado cae, mientras Jules gira para mirar a Kyler, agregando la
parte de intimidación, mientras Kyler se retuerce en su asiento.
—No quiero destruir su vida —dice—. Solo… no puedo…
Pongo mis manos en puños, mis uñas clavándose en mis palmas. Mantén la
calma. Si lo golpeas ahora, no obtendrás toda la verdad. Y necesitas saber quién
más estuvo en esto.
—¿Entonces por qué lo hiciste? Explícamelo por todos los cielos —digo,
odiándolo más de lo que había hecho—. ¿Era un juego? ¿Una de tus estúpidas
bromas? ¿Alguna vez quisiste salir con ella?
—Salir con ella nunca fue sobre eso. —Se atreve a parecer ofendido, y me hace
querer golpearlo incluso más fuerte—. Quería salir con ella. Pero yo… —Su voz se
rompe—. Mira, lo arruiné, está bien. Nunca quise lastimar a Isa. Pero tenía que
hacerlo.
—¿No querías lastimarla? —Abro mis manos, sorprendido—. ¿Estás
bromeando? La secuestraste por el amor de Dios.
—Lo sé —susurra, sus ojos abiertos de miedo—. Pero no quería hacerlo. Solo
que no tenía opción.
—Siempre tienes una opción. —Pongo mis manos bajo mis axilas, resistiendo
la urgencia de golpearlo.
—No cuando estás siendo chantajeado —murmura, mirando al suelo—. Era
hacer eso o… Bueno, ese no es el punto. El punto es que me chantajearon para
hacerlo. Lo siento. Lo arruiné, está bien.
—Estás más que jodido. Arruinaste su vida. No puedo dejarte ir con eso. —Me
detengo, esperando una respuesta, pero permanece en silencio—. ¿Y quién te está
chantajeando?
—No puedo decirte —responde—. O el trato que hice con ellos se termina.
—¿Qué trato? —pregunto. Cuando se niega a responder, continúo—. Más te vale
que comiences a hablar o haré que Jules conduzca a la estación de policías.
La cabeza de Kyler se levanta, y su mano se dirige a la puerta. Pero Jules
presiona el botón de cerrado. Kyler trata de abrir la manija de la puerta y le quita el
seguro, pero la cosa no se mueve. Cuando nos voltea a ver en pánico, Jules se encoje
de hombros.
—Seguros para niños —explica simplemente—. Lo siento, viejo, pero lo que
hiciste es demasiado.
Kyler me mira con desesperación.
—¿Qué vas a hacer conmigo?
—Eso depende de cómo sea el resto de la conversación —digo con calma—. Así
que, si fuera tú, comenzaría a hablar.
Traga fuertemente, quitando sus manos de la puerta.
115
—Esas personas que me chantajearon… tienen cosas sobre ti… videos tuyos
haciendo cosas ilegales… por eso lo hice.
Página
Me deja sorprendido, pero algo no está del todo bien en esta historia de te-
estaba-protegiendo. ¿Por qué de repente quiere protegerme cuando normalmente es
el que trata de destruirme?
—Existe más que eso —digo—. Así que me lo dices o le digo a Jules que
comience a manejar.
Kyler golpea sus muslos con los puños.
—¡Está bien! Ellos saben cosas sobre mí que no quiero que nadie sepa. Y tenía
que hacer todo lo que pudiera para mantenerlo en secreto.
—¿Tratando de arruinar a Isa? —Comienzo a moverme hacia atrás para
golpearlo.
Pero Jules me detiene del brazo.
—No aquí —me advierte—. Y necesitas que te diga toda la historia.
Tomo una respiración para calmarme, antes de volver a mi asiento.
—Dime quién te estaba amenazando y con qué lo hacía.
Kyler comienza a reír, pero luego Jules enciende el auto, con un bufido.
—He estado copiando en exámenes y trabajos. La persona lo descubrió y
amenazó con decirle al decano. Y si el decano lo descubre, me echarán del equipo. —
Se detiene, admirando algo—. Ella también descubrió que estaba usando
esteroides… Y si papá lo descubre… no solo mi carrera de fútbol se iría por el retrete,
papá me pateará el trasero.
No sé si sentir lástima por él o si estrangularlo.
—Todo esto por un estúpido deporte. —Me rasco la cabeza a falta de palabras—
. Eres tan jodidamente estúpido.
—Alguna vez tuviste miedo de tu padre también —señala—. No pretendas que,
en algún momento de tu vida, no hiciste la misma cosa. Sabes cómo se pone cuando
se decepciona. —Sus palabras tienen un significado oculto, y me pregunto si nuestro
papá alguna vez se enojó tanto con Kyler como conmigo. No lo creo, pero algunas
veces las personas son muy buenas guardando secretos.
Pero eso no le da el derecho de arruinar la vida de Isa para hacer la suya más
fácil.
—Puede que tuviera miedo de papá en algún momento, pero nunca lastimaría
a nadie para proteger mi trasero. —Cubro mi rostro con la mano, inseguro de cómo
procesar todo esto. Kyler atormentó y secuestró a Isa solo para no perder su lugar en
el equipo. Porque tiene miedo de nuestro papá—. ¿Quién te está chantajeando? ¿Fue
Hannah?
No responde, pero su silencio me dice lo que necesito saber.
—Ustedes son exactamente iguales —replico, negando—. Siempre sintiendo un
enfermo placer al lastimar a los demás.
116
—¿Qué?
Kyler se encoje de hombros mientras se recarga en el asiento.
—Lynn puso todo el plan en acción. Ella fue quien llegó a nuestra casa con el
sobre lleno de pruebas de que estabas robando autos y usando drogas, y que yo
estaba haciendo trampa. Cuando le pregunté qué quería que hiciera para mantenerla
callada, dijo que se mantendría en contacto. Hannah fue la que pasó todos los
mensajes y la que filmó los videos de ti haciendo toda esa mierda, pero sé que fue
Lynn la que planeó todo.
Me tenso en el asiento, sintiendo como si estuviera cayendo al abismo.
—¿Por qué lo haría? ¿Solo para fastidiar a Isa?
—Al principio lo creí, pero con lo del secuestro… —Su respiración comienza a
entrecortarse—. E intentar obtener la memoria… ella quería obtener algo…
—Cómo se enteró de la memoria —digo sorprendido.
Culpa llena los ojos de Kyler.
—Yo lo descubrí. —Masajea su nuca nerviosamente—. Mi amigo Wes conoce a
un chico que trabaja con ese amigo tuyo… Big Doug. Y una noche estábamos
tomando con Wes, y mencionó que estaba ayudando a Big Doug para encontrar
información acerca de la hermanita de Hannah. Cuando nos dijo que era del caso,
Hannah le dijo a su mamá. Ella me hizo buscar en el auto de la abuela de Isa y en su
departamento, pero cuando no pude encontrarlo, se le ocurrió lo del secuestro…
Aunque no sé por qué lo quería tanto.
Parpadeo, preguntándome si escuché mal.
—¿Tienes un amigo que es amigo de Big Doug?
Asiente, secándose su sudada frente con su mano.
—Su familia hace negocios con él algunas veces.
No sé quién es ese tipo, y no me interesa en este momento. Todo lo que me
interesa saber es por qué Lynn querría la memoria. Y por qué pasar por todos estos
problemas para obtenerla. Pienso en la información que tenía y un nudo se me hace
en el estómago. Quizás Lynn quería saber cómo iba el caso. O quizás quería saber si
era sospechosa, que lo es.
Saco el teléfono de mi bolsillo y marco el número de Isa. Cuando va
directamente al buzón, me preocupo.
—Isa, si recibes este mensaje, llámame de inmediato. Lynn es la que está detrás
de tu secuestro. —Cuelgo y me volteo hacia Jules—. Cambio de planes. Nos vamos a
la casa de Isa en este momento.
118
Página
—Así que, Kai y tú se están poniendo bastante ardientes e intensos muy, muy
rápido —se burla Indigo mientras conduzco a mi casa.
—Lo sé. —Suspiro—. No sé qué está pasando conmigo. Normalmente soy tímida
con estas cosas, pero es como si no tuviera autocontrol.
—Se llama estar enamorado. —Me sonríe como un personaje de dibujos
animados a punto de empezar a cantar.
Mis labios se separan para decirle que no estoy segura si estoy enamorada aún,
pero las palabras no dejan mis labios.
—Lo sabía. —Sonríe orgullosamente. Luego baja el espejo para revisar su
maquillaje—. Oh, sí, olvidé preguntar. ¿Cómo fue tu primera ruptura?
—No lo sé —digo—. No lo voy a hacer hasta esta noche. Pero tengo la sensación
de que Kyler no estará demasiado molesto.
Me mira de reojo.
—¿Por qué piensas eso?
—Porque estoy bastante segura de que estaba con Hannah la última vez que
hablamos por teléfono.
—Ese pequeño imbécil. Sabía que no me gustaba. Sabía… —Su teléfono suena,
interrumpiéndola—. Es mi padre. —Hace una mueca antes de poner el teléfono en
su oreja—. ¿Qué quieres?
El resto del camino se vuelve increíblemente incómodo mientras discute con su
padre acerca de su madre estando en rehabilitación, algo de lo que su padre no está
emocionado, mayormente porque tiene que pagar el tratamiento. Escuchar la
conversación hace que me dé cuenta de que no soy la única con un padre de mierda.
—¿Estás segura de que no quieres que entre contigo? —me susurra Indigo
cuando estaciono en la calzada de la casa en la que crecí.
—Estaré bien. Esto me tomará dos segundos. —Abro la puerta para salir—.
Termina de hablar con tu padre.
—Gracias. Pero si necesitas que te ayude a cargar tus cosas, entonces grita.
Asiento, luego salgo del auto y camino por la entrada, notando que el garaje
está abierto y vacío.
119
***
Mis ojos se abren y mis globos oculares arden mientras mi mirada se mueve
por la habitación vacía. Medio espero ver a alguien de pie en las sombras, pero nada
parece fuera de lo normal. Aunque unos ligeros cambios se han hecho desde que me
desmayé; las cortinas han sido cerradas, las luces están apagadas y música se
reproduce abajo. Además, juro que huelo la más débil esencia de… ¿gasolina?
—¿Qué diablos está pasando? —Alzo la mano para tocar mi pulsante cabeza y
es cuando siento las ásperas cuerdas cortando mis muñecas y tobillos. El pánico me
atraviesa y empiezo a sacudir mis brazos y piernas—. No. No. No. ¡No! —Las lágrimas
caen de mis ojos mientras las cuerdas frotan mi piel en carne viva, negándose a
aflojarse.
—Inténtalo todo lo que quieras, no se aflojarán.
Mi cabeza se mueve hacia la puerta. Lynn está apoyada contra el marco,
llevando un vestido melocotón y perlas y guantes de cuero. Su maquillaje y cabello
están arreglados perfectamente, pero la malvada sonrisa en su rostro se ve todo mal,
tipo retorcida.
Malvada.
Pienso en el desconocido que llama, los folletos, el secuestro. Kai pensó que
había un tipo detrás del secuestro y los mensajes. Debe haber estado equivocado.
Tuvo que ser Lynn. ¿Pero por qué? ¿Y qué va a hacerme?
—¡Déjame ir! —grito a pleno pulmón hasta que me quedo sin respiración—. Por
favor.
Cuando sus pies permanecen pegados a la alfombra, me sacudo en las cuerdas
hasta que mi carne se abre. Cálidas gotas de sangre salen de mis muñecas. Grito de
nuevo. Grito hasta que mis pulmones se sienten a punto de combustionar.
—Grita todo lo que quieras, pero nadie va a oírte por encima de la música. —Su
mirada cae a la sangre en mis muñecas y una enfermiza sonrisa retuerce sus labios—
120
. Sabes, solía odiar la vista de la sangre. Ni siquiera podía mirarla sin vomitar. —
Endereza su postura y se adentra en la habitación, cada uno de sus pasos calculados
Página
y medidos—. Pero cuando ves a tu propio hijo sangrar hasta la muerte, todo cambia.
Esa enfermiza sensación es anulada por una desesperación que hace que la sangre
se detenga. —Se para al pie de la cama, pone sus manos en el estribo y noto que tiene
algo brillante y plateado en su mano—. Intenté salvarlo… de verdad lo hice. Pero a
veces, puedes hacer todo bien y aun así fallar.
No estoy segura de a dónde va con esto, pero no puedo dejar de mirar su mano.
¿Qué está sosteniendo? ¿Un pequeño cuchillo? ¿Va a matarme…?
No, puede que no le guste a Lynn, pero no es una asesina.
Pero entonces pienso en la lista y su nombre en ella.
—Mataste a tu propio hijo —susurro con horror. Potente adrenalina corre por
mis venas, aturdiéndome y atontándome. Bueno, o eso o el golpe en la cabeza me dio
una conmoción—. ¿Cómo pudiste hacer eso?
—Fue. Un. Accidente —pronuncia cada palabra con puro odio en sus ojos—. ¡Y
nunca habría pasado si tu madre no hubiera estado follando a mi marido! —grita,
golpeando con sus manos el estribo—. Pero eso está bien. Ahora tengo mi venganza.
—Sus ojos se iluminan con asqueroso regocijo mientras alza la mano y revela lo que
sostiene… un encendedor.
El olor a gasolina quema mis fosas nasales y hace que mis ojos se agüen.
Oh, Dios mío, ¡voy a morir! ¡Va a matarme!
He tenido esos pensamientos antes. De hecho, cada vez que Lynn se enojaba
conmigo, la idea de que podría matarme cruzaba mi mente. Pero esa era yo siendo
exagerada. Ahora, sin embargo… puedo verlo en sus ojos. Va a matarme y no creo
que lo lamente.
Necesito encontrar una manera de salir de aquí. ¡Ahora! Piensa, Isa, piensa.
—¿Por qué ahora? —pregunto, intentando comprarme más tiempo mientras
trabajo en sacar mis manos de la cuerda—. Quiero decir, ¿por qué me dejas vivir
contigo durante toda mi vida y decides matarme ahora? ¿Por qué no tener tu
venganza hace años?
Se ríe como si fuera ridícula.
—Crees que esto es solo por venganza. —Se mueve al lado de la cama, coloca
una mano en el lado de mi cabeza y se ríe en mi rostro—. Esto es para cubrir mi culo
y asegurarme de que no caigo por algo que no debería ser puesto sobre mí. No soy la
que tuvo una aventura. No soy la que le dijo a su esposa que la dejaba. No soy la que
enojó tanto a su esposa que provocó un incendio y quemó la casa.
El aire se aloja en mi garganta.
—¿Incendiaste tu casa mientras tu hijo estaba dentro?
Golpea con sus manos el colchón, su rostro a centímetros del mío cuando grita:
—¡No sabía que estaba dentro! ¡Se suponía que estuviera en la escuela, pero
121
faltó y se ocultó en el ático! Si lo hubiera sabido, ¡lo hubiera sacado primero! ¡Pero
para el momento en que lo sacamos, era demasiado tarde! —Lágrimas brillan en sus
ojos mientras aporrea el colchón con sus manos una y otra vez—. Nada hubiera
Página
pasado, sin embargo, si tu madre no fuera una puta. Merecía ser culpada por el fuego,
por matar a mi hijo. —Me mira, luego se ríe sin emoción—. Eres igual que ella, sabes.
Desde que volviste de ese viaje… te ves igual que ella.
Niega mil veces antes de levantarse y pasar sus manos por su vestido.
—Tu padre me ayudó. A encubrir que yo inicié el fuego. Me ayudó a culpar a tu
madre… le dijo a la policía que ella era inestable. Que se había obsesionado con él
cuando intentó romper con ella. Incluso falsificó estas notas amenazantes y lo hizo
parecer como que ella las envió para que fuera culpada por toda la cosa. —Sus
tacones hacen clic mientras se dirige a la puerta—. Cuando todo se vino abajo, él me
amó más. Casi me hace sentir mal sobre lo que voy a hacer. Pero cuando conseguí
esa memoria y vi mi nombre en la lista de sospechosos, supe que tenía que hacer
algo. —Alza el encendedor delante de ella, su pulgar cerniéndose, listo para
prender—. Qué mejor manera de cubrir mi culo que quemar otra casa, matarte y
culpar al hombre que causó todo esto. —Sus labios se curvan—. Tu padre tiene un
verdadero problema controlando su ira.
—No, no lo hace —espeto—. Eres la que tiene el problema.
Da golpecitos en su labio con su dedo.
—Entonces, ¿por qué le dije a mi terapeuta que nos golpea a Hannah, a ti y a
mí?
—Qué… Mi padre nunca me ha golpeado.
—Sí, pero no estarás para decirle eso a la gente, ¿verdad? Y todos los que lo
conocen, han visto cuán mal te trata. Les resultará fácil creer que hizo esto. Confía
en mí. Y sus huellas están por toda la lata de gasolina y el encendedor. Y esa cabaña
donde fuiste llevada le pertenece —se burla—. El estúpido bastardo pensó que iba a
vivir allí con él hasta que esta situación pasara al olvido. Sí, correcto. Yo, viviendo en
una cabaña. Cuán ridículo.
—¿Crees que el que posea esa cabaña va a hacer que parezca que me mató? —
pregunto, desesperada por continuar con la conversación—. Dudo mucho que eso
vaya a ser evidencia suficiente.
—No, no lo es. Pero hay mucho más que eso. —Una escalofriante sonrisa posee
su rostro—. Es el que te mandó el mensaje para que vinieras hoy. Al menos, eso es lo
que los registros telefónicos van a mostrar. Y estaba tan molesto con que te fueras a
vivir con tu abuela. Por ser tan irrespetuosa. Por ser… bueno, tú. —Prende el
encendedor y la llama sale.
Mi corazón golpea contra mi pecho cuando una oleada de ideas se apresura en
mi mente. Voy a morir. Nunca voy a ir a la universidad. Nunca voy a casarme.
Nunca voy a decirle a mi abuela Stephy lo mucho que la quiero. Nunca voy a decirle
a Indigo que la quiero.
Nunca voy a decirle a Kai que lo amo.
¡Piensa en algo, Isa! ¡No te rindas!
122
—¿Estás segura de que todas tus bases están cubiertas? —balbuceo—. Porque
si haces esto y no has cubierto tus huellas por completo, serás la que acabe en la
Página
cárcel.
Pone los ojos en blanco.
—Por supuesto que cubrí mis huellas. No soy una idiota.
No, solo eres una psicópata.
—¿Qué hay de la memoria que nos robaste? Esas pueden ser rastreadas —
miento, esperando que no lea a través de mi mierda.
—¿Crees que sería lo bastante estúpida para quedarme con eso? —Se ríe, el
brillo de la llama ilumina la mirada maníaca en sus ojos—. Al segundo en que el
amigo de Kyler obtuvo la información, hice que él y Hannah lo destruyeran. Nunca
nadie sabrá que lo hice.
Lucho por respirar cuando los gases de la gasolina empiezan a asaltar mis fosas
nasales. ¿Hannah y Kyler estaban en esto? ¿Hannah y Kyler ayudaron a Lynn a
intentar matarme?
—Oh, quita esa mirada de cachorro herido de tu rostro. —Lynn deja escapar un
desdeñoso suspiro, dejando que la llama se extinga—. Iba a dejar que creyeras que
me ayudaron a tramar tu asesinato, pero ya que estoy a punto de matarte, supongo
que puedo darte un último regalo y decirte la verdad. No saben lo que estoy haciendo.
Solo creen que estoy jugando contigo.
Mi corazón duele ante la comprensión de que Kyler ayudó a Lynn a
atormentarme. Que estuvo jugando conmigo todo este tiempo. Pero el pensamiento
es breve cuando mi atención se enfoca en el encendedor en la mano de Lynn.
Sigue hablando, Isa. Distráela hasta que Indigo venga a buscarte. Porque
tiene que venir a buscarte pronto, ¿cierto?
Miro a la ventana, preguntándome cuánto tiempo ha pasado desde que dejé el
auto. Preguntándome si Lynn le hizo algo a Indigo.
Me ahogo con el pensamiento. Por favor, no. Deja que esté bien.
—¿Y qué pasa si te traicionan? —continúo hablando mientras contoneo mi
mano de la cuerda—. ¿Y si Hannah y Kyler le cuentan a la policía sobre todo lo que
me has hecho? ¿No hará eso que parezcas culpable?
Breve preocupación aletea en sus ojos, pero la mirada se desvanece antes que
siquiera pueda tomar mi siguiente aliento.
—No lo harían. Hannah me ama demasiado. Y Kyler… ese chico es demasiado
egocéntrico para su propio bien. Preferiría proteger su propio culo que caer por
alguien más. —Sonríe cuando prende el encendedor de nuevo—. Confía en mí. Una
amenaza sobre arruinar su carrera deportiva y hará casi cualquier cosa.
—Dudo que cubriera un asesinato. —Lucho por escapar de las cuerdas,
desesperada por liberarme. La cuerda empieza a deslizarse, aflojarse. Mi corazón late
con esperanza.
—No importa. Para el momento en que algo de esto se descubra, estaré fuera
123
del país. Muy lejos de Sunnyvale. De ti. De tu padre. —Sonríe cuando nota las heridas
en mis muñecas—. No te preocupes. El dolor se acabará pronto.
Página
Abro mi boca para rogar por mi vida, pero deja caer el encendedor y sale
corriendo de la habitación cuando el suelo estalla en llamas.
C
uando Jules estaciona en la casa Anders, Indigo está sentada en la acera
con su cabeza en sus piernas. Salgo del auto incluso antes que se detenga
y casi me tuerzo el tobillo. Pero no me importa una mierda. Todo en lo
que puedo pensar es en descubrir si Isa está bien.
—¿Qué sucedió? —Cojeo hacia Indigo, mis peores miedos destellando en mi
mente.
Algo va mal. Isa está herida.
Por favor, no permitas que esté herida.
Indigo levanta la cabeza, sus ojos inyectados en sangre de llorar.
—No es nada. Mi padre y yo discutimos y salí del auto para que me diera un
poco de aire fresco.
—Oh. —Empiezo a relajarme cuando oigo el débil sonido de música
reproduciéndose en alguna parte—. ¿Oyes eso? —Me vuelvo hacia la casa y veo un
delgado rastro de humo saliendo de la ventana de arriba—. ¡Llama al 911 y diles que
la casa está ardiendo! —le grito a Indigo mientras corro por la calzada hacia la puerta
trasera. Kyler grita algo, pero apenas puedo oír su voz por encima del miedo
recorriéndome.
¡No, no, no! ¡Isa no puede estar adentro! No hay manera de que pueda estar
adentro.
Dios, ¡qué si está dentro!
La puerta está bloqueada, pero golpeo con mi puño la ventana y meto la mano
para desbloquearla. Luego irrumpo en la cocina llena de un poco de humo. Echo un
vistazo a la zona y encuentro a Lynn intentando salir por la ventana encima del
fregadero.
—¡Qué hiciste! —grito, apresurándome hacia ella. Tiro de la parte de atrás de
su vestido y la bajo—. ¡Dónde está Isa!
Se ríe, la irracional mirada en sus ojos aterrorizándome hasta el mismo centro.
—Confía en mí. Te estoy haciendo un favor quemando este lugar. Esa chica solo
romperá corazones y arruinará vidas. ¡Igual que hizo su madre! ¡Estarás mejor con
su muerte!
La abofeteo y cae al suelo.
124
—¿Qué está pasando? Ese chico con el que estabas dijo que había un incendio
y que Lynn lo inició. ¿Es por eso por lo que tiene a Lynn metida en el asiento trasero
del auto…? —Su rostro palidece ante la vista de Isa en mis brazos, jadeando por aire.
Página
—No puede respirar. —Me arrodillo en el césped cerca de la acera y con cuidado
la acuesto. El miedo en los ojos de Isa, la mirada de terror me perseguirá en mis
pesadillas para siempre. Cree que va a morir. ¡Pero me niego a permitirlo, maldita
sea! —. Isa, mírame. Necesitas respirar. La ambulancia llegará pronto.
Aspira un sibilante aliento después de otro. Una y otra vez. Pero luego se queda
en silencio, sus párpados cerrándose.
—Isa —ruego, apartando su cabello de su rostro—. Por favor, abre los ojos,
nena. Por favor.
No se mueve.
No se desplaza.
No respira.
Sigo pensando en todo el tiempo que malgasté no estando con ella. Todos esos
años que pasamos separados antes que finalmente tuviéramos una segunda
oportunidad. Pero esa oportunidad solo duró un minuto, un latido, un instante.
Fue demasiado breve. Necesito más tiempo.
—No cuenta —digo a través de mis lágrimas—. Necesito más tiempo contigo,
así que, por favor, por favor, abre los ojos.
126
Página
T
al vez me hace morbosa, pero a veces me pregunto cómo es la muerte.
Especialmente cuando creía que mi madre estaba muerta, me
preguntaba sobre esto un montón. En mi creativa mente, pensaba que
sería pacífica, un lugar lleno de nubes de algodón de caramelo y altos castillos, donde
todos eran felices.
Pero o mi imaginación me falló, o no estoy muerta porque todo lo que puedo
ver es oscuridad y todo lo que siento es dolor.
Bip…
Bip…
Bip…
Mis párpados se abren y un techo de azulejos manchado y brillantes luces
fluorescentes se enfocan. Me toma un momento procesar dónde estoy, que estoy
tumbada en una muy incómoda cama con un tubo de plástico soplando aire en mis
fosas nasales.
—Bien, espero que esto no sea el cielo —murmuro, girando mi cabeza para
echar un vistazo.
Una ventana de cristal, una cortina verde, una bolsa de intravenosa, un monitor
del ritmo cardíaco y Kai desmayado en una silla de madera en la posición de aspecto
más incómodo jamás.
Sonrío ante la vista. De acuerdo, tal vez si Kai se encuentra en mi cielo, estaré
bien.
Pero mi sonrisa vacila cuando todo se apresura de vuelta en duros y brutales
fragmentos. Lynn. Su plan para matarme. El fuego. Kyler y Hannah ayudándola…
El monitor cardíaco reacciona a mi miedo, el pitido aumentando. Kai empieza
a revolverse, volviendo en sí de su sueño ligero, sus párpados abriéndose. Cuando
me ve, parpadea y parpadea de nuevo antes de ponerse de pie y correr al lado de mi
cama.
—Estás despierta. —Su voz suena atontada, oscuros círculos residen bajo sus
ojos, su camiseta y jeans están arrugados y su ropa está torcida. Pero el alivio se
apodera de su expresión cuando se sienta en el borde de la cama y acuna mi mejilla
en su mano—. ¿Cómo te sientes?
127
—Como si alguien hubiera usado mis pulmones como bolsas de boxeo —gruño,
mi garganta ardiendo—. ¿Puedes traerme un poco de agua?
Página
abrumarte… Has pasado por mucho… Por un momento, pensamos… —Su voz se
rompe—. No puedo perderte, ¿de acuerdo? No importa qué pase, qué oigas, por
favor, prométeme que no te perderé.
Me aferro a su mano, sintiendo de qué es su miedo.
—Si esto es por Kyler ayudando a Lynn, entonces necesito que sepas que no es
tu culpa. No voy a reprocharte lo que hizo tu hermano.
—¿Cómo no puedes? —Busca en mis ojos—. ¿Cómo puedes siquiera mirarme
ahora mismo?
—Porque todo lo que alguna vez has hecho fue intentar protegerme. Diablos,
incluso entraste corriendo a una casa en llamas para salvarme. En serio, ¿quién hace
eso?
—Cualquiera lo habría hecho. —Desecha su heroísmo como si no fuera nada.
Niego, tomando su mano.
—No hagas eso. Acepta tu genialidad, ¿de acuerdo?
Sonríe un poco, pero la felicidad rápidamente se apacigua.
—Quiero que sepas que aún voy a ocuparme de esto. Hannah y Kyler pagarán
por lo que te hicieron.
—Kai, realmente no…
Coloca un dedo en mis labios, callándome.
—Sé que no quieres que lo haga, pero voy a hacerlo. Lo que te hicieron… No
pueden simplemente salirse con la suya. —Me da un suave beso como terciopelo en
los labios—. Te amo, Isa, y voy a protegerte, justo como prometí.
Mi pulso se dispara, algo que el monitor cardíaco anuncia. Pero no puedo evitar
estar nerviosa, sin embargo. Sus palabras me empujan al borde y, esta vez, estoy lista
para saltar. Solo espero por todas las estrellas fugaces que mi paracaídas se abra…
que Kai no me haga daño. Claro, este podría no ser el momento perfecto para
divulgar mis sentimientos, considerándolo todo. Pero cuando estaba tumbada en esa
cama con las llamas rodeándome, me prometí que, si salía viva, si tenía otra
oportunidad en la vida, diría cómo me sentía. No solo a Kai, sino a todas las personas
importantes en mi vida. Y hacer lo que más quiero hacer. Y dejar de preocuparme
tanto.
Y solo ser feliz. ¿Porque no es eso de lo que se supone que es la vida?
—Kai… cuando estaba… Lo que quiero decir… —Hombre, estoy arruinando
esto. Ronda de aplausos para mí—. Kai… te amo. —Vaya. Quién sabía que decir dos
simples palabras podría hacerme sentir como si acabara de saltar por un acantilado.
Una sonrisa toca sus labios.
—¿Lo dices en serio?
—Por supuesto que lo digo en serio, tonto. —Pongo los ojos en blanco, pero
129
estoy nerviosa de que tal vez cambiara de opinión. Tal vez ya no me ama—. No voy
soltando la palabra con A para echar unas risas.
Página
—Lo sé. —Me mira con fijeza, evaluándome atentamente. Entonces, de repente,
me besa con tanta pasión que mi monitor cardíaco se vuelve loco.
—Oh, por Dios, paren —dice mi abuela Stephy—. Estás con oxígeno, por el amor
de Dios.
Kai y yo nos separamos, sin respiración. Mi mirada va a la puerta y la felicidad
me inunda.
Todos los que amo. Justo aquí. Esto es exactamente lo que necesito.
—Lo siento —dice Kai, retrocediendo de la cama como si mi abuela estuviera a
punto de atacarlo—. Solo estaba…
—Besuqueándote con mi nieta en un hospital —lo interrumpe, poniendo sus
manos en sus caderas—. No puedes salir de esto con tu encanto, joven.
Él alza sus manos con rendición y se sienta.
—Lo siento. Voy a sentarme aquí y mantener mis manos para mí.
—Buen chico. —Le sonríe con suficiencia, pero se desvanece en preocupación
cuando se vuelve hacia mí—. ¿Cómo te encuentras, cariño?
Me encojo de hombros, mirando a la aguja de la intravenosa incrustada en el
dorso de mi mano.
—Mis pulmones duelen un poco. Y también mis muñecas y tobillos, pero aparte
de eso, me siento bien.
Se sienta en el borde de la cama e Indigo lo hace en el otro lado.
—No, cariño —dice mi abuela Stephy—. Me refiero a cómo te sientes
emocionalmente. El doctor ya me ha actualizado sobre cómo deberías sentirte
físicamente. El dolor estará allí por un tiempo, pero deberías sanar muy bien. —Mira
a mis muñecas vendadas—. Dijeron que tendrías algunas cicatrices, sin embargo.
Pienso en todo lo que ha sucedido. En lo que he pasado, no solo en las últimas
semanas, sino toda mi vida. Pienso en lo que perdí. Pero entonces, pienso en lo que
tengo. Estoy viva. Estoy rodeada de gente que me ama. Mi madre será liberada de
prisión. Podré conocerla. Finalmente aprenderé de la persona que me trajo a este
mundo.
—Creo que estaré bien —le digo a mi abuela Stephy.
Igual que las quemaduras de cuerda en mis muñecas sanarán, así lo harán mi
corazón y mente. ¿Habrá cicatrices? Sí, definitivamente. Pero Kai una vez me dijo
que soy fuerte y realmente estoy empezando a creerle. Que soy mucho más fuerte de
lo que creía que era.
Pero mi mayor fuerza es que no estoy sola. Hace seis meses, no habría sido
capaz de decir eso. Hace seis meses… Bueno, realmente no quiero pensar en el
pasado ahora mismo. Solo en el futuro. En mejorar. En dejarlo ir. En tomar mi
segunda oportunidad y asegurarme de no desperdiciarla.
130
Página
D
espués que Isa se duerme de nuevo, su abuela e Indigo salen de la
habitación del hospital para comer algo en la cafetería. Me invitan a
unirme, pero me niego a dejar el lado de la cama de Isa. No puedo dejar
de mirarla dormir, observar su respiración entrar y salir, sus labios ligeramente
separados, su cabello castaño extendido por la almohada.
Cuando dejó de respirar, pensé que la había perdido. Que nunca iba a hablar
con ella de nuevo, besarla de nuevo, oír su risa, ver su sonrisa. Pensé que se había
ido. Pensé que había perdido a la chica que amaba. Que se había ido para siempre.
Pero entonces, los paramédicos aparecieron y lograron que respirara de nuevo.
Nunca en mi vida había estado tan aliviado. Sin embargo, una tormenta se revolvió
dentro de mí. Una tormenta que no se calmará hasta que todos, incluidos Hannah y
Kyler, paguen por lo que le hicieron.
Lynn y su padre eran bastante fáciles, la policía se ocuparía de eso. Pero Kyler
y Hannah aún están por ahí, disfrutando de sus vidas, mientras Isa se tumba en una
cama recuperándose de quemaduras de cuerda e inhalación de humo.
Pero no por mucho tiempo.
Levantando mi culo de la silla, le doy a Isa un rápido beso en la frente y me
detengo fuera de su habitación para hacer una llamada. No voy muy lejos, no
queriendo que se despierte en una habitación vacía.
—Hola —digo después que Jules responde—. Necesito que rastrees algunos
archivos de video.
—Claro —replica—. ¿Dónde están?
—Hannah Anders o mi hermano los tienen en alguna parte —le digo,
manteniendo la voz baja—. Empezaría revisando sus ordenadores y luego seguiría
desde allí. Y los videos son de mí.
—Suena bien —digo—. ¿Qué quieres que haga cuando los consiga?
—Destrúyelos. —Me apoyo contra la pared—. Y una vez esté hecho, voy a
necesitar tu ayuda con algo más.
—¿Con qué?
—Hacer que la gente que robó los videos pague.
Acepta y me dice que me llamará pronto con una actualización. Luego colgamos
131
132
Página
U
n mes después…
Es sorprendente lo mucho que puede cambiar tu vida en el curso
de un mes. ¿Todo ha sido color de rosa? No, en absoluto. Las
pesadillas me atormentan de noche, y debo visitar un terapeuta dos
veces por semana. Y después que los periódicos empezaron a reportar los detalles de
lo que Lynn y mi padre hicieron, me convertí en el foco de los chismes en la escuela,
siendo conocida como la chica que casi fue asesinada por su madrastra.
Después de una larga conversación con mi abuela Stephy, decidí transferirme
de escuela. No creo que sea débil, sin embargo. Solo estoy eligiendo disfrutar mi vida,
lo cual se estaba convirtiendo en mi lema. Además, Kai se transfirió conmigo, así que
ni siquiera debo empezar la escuela sola. Y con Kai a mi lado, todo se siente posible.
Es como el mejor novio del mundo, siempre ahí cuando lo necesito, constantemente
cuidándome, vengándose de las personas que me hirieron. Sí, lo último puede ser un
poco extremo, y le dije que no lo hiciera, que dejara a Kyler y a Hannah quietos.
No es que no creyera que no merecieran castigo, pero sentía que Hannah ya
estaba sufriendo al tener que lidiar con su mamá acusada de homicidio e intento de
homicidios. Y Kyler… bueno, simplemente no quería que Kai tuviera que hacerle algo
malicioso a su propio hermano. Además, todavía tenían esos videos de Kai, y no
quería que salieran a la luz.
Pero Kai, siendo Kai, había evitado responder a mi petición directamente y me
aseguró que se habían “encargado” de los videos. Unos días después su hermano fue
echado del equipo de fútbol después que el entrenador descubrió esteroides en su
bolsa de gimnasia. No sé por qué el entrenador buscó en su bolso para empezar, pero
cuando le pregunté a Kai al respecto, se encogió de hombros y dijo, “Es su propia
jodida culpa por meterse en cosas en las que no debió”. No estaba segura si se refirió
a las drogas o a mí, pero dejé el tema.
En cuanto a Hannah, no había oído de ella desde que nos cruzamos en un
restaurante. No me dijo nada, solo me miró con el ceño fruncido y odio puro en sus
ojos. Hace una semana, me enteré de que empacó sus cosas y se fue del pueblo. Si
Kai la obligó a irse, nunca lo sabré. Pero estoy por siempre agradecida por todo lo
que ha hecho por mí.
Oh sí, y sus besos tampoco son malos.
—¿Crees que mi mamá todavía se parece a la persona en las fotos? —pregunto,
133
Asiento, y vamos a reclamar su equipaje. Kai se nos une, deslizando sus dedos
a través de los míos. De repente encontrándome queriendo retractar mi comentario
Página
anterior sobre la perfección. Tal vez sí existe a veces. Solo debo darme la oportunidad
de que esos momentos sucedan. Y apreciar que estoy aquí para disfrutarlos.
(1983), es una escritora norteamericana. Vive
junto con su esposo y sus tres hijos en las montañas
nevadas de Wyoming. Cuando no está escribiendo,
pasa el tiempo leyendo y disfrutando de su familia.
Sus novelas la han posicionado en las listas de
bestsellers de «The New York Times» y «USA
Today».
136
Página
Página
137