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Curso Aguas - PDF Versión 1 PDF
Curso Aguas - PDF Versión 1 PDF
Profesor
COLECCIÓN
GUÍAS DE CLASES
Nº 25
COLECCIÓN GUÍAS DE CLASES Nº 25
Profesor
LUIS SIMÓN FIGUEROA DEL RÍO
SANTIAGO
UNIVERSIDAD CENTRAL DE CHILE
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
2003
Edita:
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
Dirección de Extensión, Investigación y Publicaciones – Comisión de Publicaciones
Universidad Central de Chile
Lord Cochrane 417
Santiago–Chile
389 51 55
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida,
almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico,
mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del autor
Comisión de Publicaciones:
Nelly Cornejo Meneses
José Luis Sotomayor
Felipe Vicencio Eyzaguirre
Impresión:
Impreso en los sistemas de impresión digital Xerox, de la Facultad de Ciencias Jurídicas y
Sociales de la Universidad Central de Chile, Lord Cochrane 417, Santiago.
PRÓLOGO
Con la edición de publicaciones como la que Ud. tiene en sus manos la Facultad de
Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Central de Chile pretende cumplir una
de sus funciones más importantes, cual es la de difundir y extender el trabajo docente de
sus académicos, al mismo tiempo que entregar a los alumnos la estructura básica de los
contenidos de las respectivas asignaturas.
En este sentido, fundamentalmente, tres clases de publicaciones permiten cubrir las
necesidades de la labor que se espera desarrollar: una, la Colección Guías de Clases,
referida a la edición de cuerpos de materias, correspondientes más o menos a la integri-
dad del curso que imparte un determinado catedrático; otra, la Colección Temas, relati-
va a publicaciones de temas específicos o particulares de una asignatura o especialidad;
y, finalmente una última, que dice relación con materiales de estudio, apoyo o separatas,
complementarios de los respectivos estudios y recomendados por los señores profesores.
Lo anterior, sin perjuicio de otras publicaciones, de distinta naturaleza o finalidad,
como monografías, memorias de licenciados, tesis, cuadernos y boletines jurídicos,
contenidos de seminarios y, en general, obras de autores y catedráticos que puedan ser
editadas con el auspicio de la Facultad.
Esta iniciativa sin duda contará con la colaboración de los señores académicos y
con su expresa contribución, para hacer posible cada una de las ediciones que digan
relación con las materias de los cursos que impartan y los estudios jurídicos. Más aún si
la idea que se quiere materializar a futuro es la publicación de textos que, conteniendo
los conceptos fundamentales en torno a los cuales desarrollan sus cátedras, puedan ser
sistematizados y ordenados en manuales o en otras obras mayores.
Las publicaciones de la Facultad no tienen por finalidad la preparación superficial
y el aprendizaje de memoria de las materias. Tampoco podrán servir para suplir la
docencia directa y la participación activa de los alumnos; más bien debieran contribuir
a incentivar esto último.
Generalmente ellas no cubrirán la totalidad de los contenidos y, por lo tanto, úni-
camente constituyen la base para el estudio completo de la asignatura. En consecuencia,
debe tenerse presente que su solo conocimiento no obsta al rigor académico que carac-
teriza a los estudios de la Carrera de Derecho de nuestra Universidad. Del mismo modo,
de manera alguna significa petrificar las materias, que deberán siempre desarrollarse
conforme a la evolución de los requerimientos que impone el devenir y el acontecer
constantes, y siempre de acuerdo al principio universitario de libertad de cátedra que,
por cierto, impera plenamente en nuestra Facultad.
CAPÍTULO PRELIMINAR 11
– El agua en su rol económico satisface las necesidades vitales 11
PRIMERA PARTE 15
LA ASIGNACIÓN DE LAS AGUAS 15
CAPÍTULO I 15
– Explicación del problema 15
– Asignación y reasignación 16
CAPÍTULO II 19
EL DERECHO DE APROVECHAMIENTO 19
– Concepto 19
– Desafectación y Propiedad 20
– Elementos 21
– La Cuenca 21
– Tipos de derechos y formas de adquirirlos 22
– Usos 22
CAPÍTULO III 23
DIFERENTES TIPOS DE DERECHO DE APROVECHAMIENTO O FORMAS
23
DE EJERCERLOS
– Derechos consuntivos y no consuntivos 23
– Derechos permanentes y eventuales y ríos agotados 24
– Derechos continuos, discontinuos y alternados 28
– Requisitos de la restitución del derecho no consuntivo y relaciones de éste con los
29
consuntivos que toman aguas abajo esa devolución
CAPÍTULO IV 33
LA ADQUISICIÓN ORIGINARIA DEL DERECHO DE APROVECHAMIENTO 33
– Adquisición originaria por acto de autoridad 33
– Procedimiento 36
– Caudal 36
– Aguas disponibles 37
– El caudal mínimo ecológico 38
– Oposición 39
– Remate 40
– Ofrecimiento de oficio 40
– Excepciones al remate 41
– Resolución e inscripción 41
– Embalses y la constitución originaria 42
– Derechos de aprovechamiento que se adquieren por el solo ministerio de la ley 43
45
CAPÍTULO V
LA REASIGNACIÓN Y LA ADQUISICIÓN DEL DERECHO DE
APROVECHAMIENTO POR TRANSFERENCIA O POR SUCESIÓN POR CAUSA 45
DE MUERTE
– Formalidades 47
– La propiedad de los canales y la compraventa de lo derecho de aprovechamiento de
48
aguas
– Títulos inscritos y no inscritos 49
– El traslado del punto de toma 56
– Cambio de fuente de abastecimiento 58
CAPÍTULO VI 61
– Prescripción 61
– Caso especial del artículo segundo transitorio del Código de Aguas 61
CAPÍTULO VII 63
– Casos en los que no se requiere tener un derecho de aprovechamiento para em-
63
plear o usar agua
CAPÍTULO VIII 67
– El derecho de aprovechamiento en la ley de Pesca y de Acuicultura 67
CAPÍTULO IX 73
LAS AGUAS SUBTERRÁNEAS 73
– Importancia y limitaciones 73
– Necesidad de derecho de aprovechamiento 74
– Protección del acuífero, de pozos de explotación y de derechos de terceros 75
– Constitución de derecho de aprovechamiento de aguas subterráneas 80
– Privilegio a favor del dueño del suelo 80
– Fundamento del privilegio a favor del suelo 80
SEGUNDA PARTE 83
LA DISTRIBUCIÓN 83
CAPÍTULO I 83
– Explicación general 83
CAPÍTULO II 89
LAS COMUNIDADES DE AGUAS 89
– El reconocimiento de una comunidad de aguas 89
– Registros 91
– Titular de derechos olvidados 92
– Incorporación de nuevos usuarios al canal 92
– Traslados de punto de toma dentro del canal 93
– Distribución de las aguas dentro del canal 93
– La administración 94
– Créditos 95
– La resolución de conflictos 96
– De las comunidades de obras de drenaje 98
– Comunidad en la obra de captación de aguas subterráneas 99
– Estatutos y ley reglamentaria 99
CAPÍTULO III 101
LA ASOCIACIÓN DE CANALISTAS 101
CAPÍTULO IV 103
LAS JUNTAS DE VIGILANCIA 103
– Funciones, área de competencia, quienes la integran y constitución 103
– Distribución y partes de río 106
– Secciones de río 107
– Convenios 108
– Votaciones 109
– El repartidor y celadores 110
– Administración y resolución de conflictos 112
– Registros 113
CAPÍTULO V 115
ALGUNAS PARTICULARIDADES REFERENTES A LAS ORGANIZACIONES
115
DE USUARIOS
– Actividades lucrativas de las organizaciones de usuarios 115
– La extrema sequía y la distribución 116
– Fiscalización de las organizaciones de usuarios 120
– Apoyo para la eficacia del procedimiento de distribución de las aguas 122
CAPÍTULO VI 125
OBRAS DE INGENIERIA 125
– Presentación 125
– Quién debe construir las obras 125
– Construcción de bocatomas 128
– El acueducto 130
– Dispositivos de distribución y el revestimiento de un canal existente 131
– Realización de obras que modifiquen otras existentes 132
– Obras que modifiquen los cauces naturales 133
– Obras de regularización o defensa de cauces naturales 133
– El perjuicio a terceros y la autorización de la Dirección General de Aguas 133
– Canales existentes y el crecimiento urbano 134
– Obras que por su tipo o envergadura requieren siempre autorización previa 135
Lo anterior significa destinar talento y dineros para hacer defensas, canales, boca-
tomas, embalses y cuantas obras sean útiles para tratar este problema.
11
Las aguas son bienes nacionales de uso público según el artículo 595 del Código
Civil (C.C.) y 5 del Código de Aguas (C.A.), esto es, el dominio de ellas es de la
nación toda y su uso pertenece a todos sus habitantes, como ocurre con las calles,
plazas, puentes y caminos, el mar adyacente y sus playas (589 C.C.).
Mientras las aguas están en su fuente natural, es decir constituyendo el lago, río,
etc., cualquiera puede beber, bañarse o pescar en ellas (pesca deportiva solamen-
te), usarlas sin excluir a otros, de manera ocasional, como caminar por la calle o
sentarse en un banco de la plaza.
Es un uso limitado por la naturaleza de la cosa, esto es río, lago, calle y por los
problemas de acceso físico al lugar. Leyes especiales, disposiciones municipales y
de policía son necesarias para que el uso público sea factible y se respete el dere-
cho de todos a hacer lo mismo sin entorpecimientos. Que el uso de unos no exclu-
ya el de otros es la esencia de un bien nacional de uso público o bien público.
Cosa distinta es emplear las aguas en forma exclusiva, llevándoselas fuera del
cauce para que dejen de formar dicho río o determinando un cuerpo de agua en él,
excluyendo a otros de su uso, permanentemente.
Por ello se permite que se saquen de los ríos o se haga acuicultura; una vez ingre-
sadas ellas al canal o, puesta en marcha la acuicultura, pierden el carácter de bien
público para ser usadas en forma excluyente.
12
Estos apuntes tratan de la ASIGNACIÓN y de la DISTRIBUCIÓN de las aguas
terrestres en estado líquido. EXPLICA LO NECESARIO PARA ENTENDER
ESTA MATERIA Y PARA QUE EL ESTUDIOSO PUEDA ADENTRARSE
EN LOS DETALLES DEL CÓDIGO DE AGUAS Y LAS LEYES
PERTINENTES; no trata las otras materias del ramo que son las servidumbres,
los procedimientos judiciales, el procedimiento administrativo (salvo en lo que éste
es necesario para comprender la constitución originaria del derecho de aprovecha-
miento), los organismos públicos con competencia en materia de aguas terrestres,
lo referente a la calidad de las aguas ni a la construcción de obras de riego por el
Estado.
13
PRIMERA PARTE
CAPÍTULO 1
Las aguas están allí, dispuestas a que con ingenio y voluntad se las utilice en in-
dustrias y minas, en abastecer pueblos y ciudades, mover máquinas y regar. Mien-
tras sean abundantes y permitan satisfacer la creciente y constante demanda de
ellas, no habrá problemas especiales que resolver y el derecho común será sufi-
ciente; mas, de ordinario la realidad es otra. Se dice que cerca del 2.020 el mundo
tendrá 8.000 millones de habitantes, el doble de ahora, lo que deja en evidencia la
necesidad de un crecimiento económico alto, y ambos, crecimiento de población y
aumento de la riqueza exigen el uso de más caudales, con lo que cada vez más
personas querrán acceder a las fuentes de aguas para llevar éstas a sus propósitos.
Como en el hecho, las aguas terrestres cómodamente usables en este rol económi-
co, son escasas, queda de manifiesto la importancia de una legislación que ordene
el acceso a las fuentes de aguas, de manera que las nuevas actividades sean posi-
bles sin detrimento de las actuales.
No se trata de comenzar de cero; en todo país esta materia se confunde con los
orígenes de su historia. En Chile, a la época de la dictación del Código que nos
rige, año 1981, la casi totalidad de las aguas superficiales terrestres de los períodos
de estiaje, de la IX región al norte, estaban ya asignadas. En esa parte del territorio
y en esos períodos, pocas aguas quedan disponibles para nuevos usuarios, salvo
para usos no consuntivos y también con limitaciones.
15
ASIGNACIÓN Y REASIGNACIÓN
Para estos efectos, es necesario distinguir entre las aguas que están usándose, de
aquéllas que están todavía disponibles en la fuente natural. Respecto de las prime-
ras, debe haber un mecanismo que permita una constante, cómoda y justa reasig-
nación de las aguas, para acompañar los cambios y mutaciones propios de la per-
manente evolución y sea posible lo dicho anteriormente sobre lo óptimo.
En cuanto a las segundas, las todavía disponibles en la fuente natural, debe haber
un mecanismo de asignación, de determinación de quién será el que tendrá la
posibilidad de usarlas. Si las aguas sobran no hay problemas, pero si son pocas,
considerada su demanda, es preciso escoger entre los dos o más que las piden.
Las aguas terrestres concurren a producir los bienes y servicios que la sociedad
requiere, están insertas, forman parte de los medios necesarios para ejecutar la
difícil decisión que define qué, cómo y para quien producir.
Las aguas, por tanto, deben ser ASIGNADAS a lo que corresponda según esa
decisión
16
El rol de la ley es consagrar y bien estructurar el principio económico que se escoja
para solucionar esos problemas.
Desde el momento en que en algún lugar el agua terrestre sea escasa está sujeta a
las leyes de la economía, y por tanto, el principio económico por el que la nación
opte para asignar sus recursos tendrá que ser también, necesariamente, el que se
establezca para asignar las aguas.
En Chile, han imperado diversos sistemas según las corrientes políticas dominan-
tes. Merecen citarse tres códigos de agua, el de 1951, el de 1967 y el de 1981; el
segundo citado aparece en el diario oficial como código en 1969, pero las normas
centrales en materia de asignación que contiene, comenzaron a regir en 1967 con
la Ley de Reforma Agraria. La distinción que de ellos se hace es precisamente en
razón de los principios económicos distintos que se escogieron para asignar las
aguas y otros asuntos que son consecuencia de ello. (También hubo otro código y
ha habido otras legislaciones, pero para estos efectos los tres casos citados son los
más connotados porque obedecen a muy marcados períodos políticos del siglo
XX).
17
CAPÍTULO II
EL DERECHO DE APROVECHAMIENTO
CONCEPTO
Es de la esencia de este derecho que el que lo detenta pueda hacer un uso exclusi-
vo de la dotación de aguas correspondiente y, por ende, excluye a otros de su uso
cuando es extraída de la fuente o se organizó la acuicultura.
19
DESAFECTACIÓN Y PROPIEDAD
Una vez que las aguas del río entran a un canal como consecuencia del ejercicio del
derecho de aprovechamiento, pierden su carácter de bien nacional de uso público;
al constituirse el derecho de aprovechamiento ha operado lo que jurídicamente se
denomina DESAFECTACIÓN de la cosa de su carácter original de bien público.
Mientras las aguas no sean extraídas ni organizada la acuicultura pueden ser usadas
por todos los habitantes de la nación. Todo ello, desde luego, para hacer posible un
ordenado cumplimiento del rol económico de las aguas y su rol de uso público.
El derecho de aprovechamiento, dice la ley, es “un derecho real que recae sobre las
aguas” y “que consiste en el uso y goce de ellas con los requisitos y en conformi-
dad a las reglas” del Código de Aguas. Este derecho “es de dominio de su titular,
quién podrá usar, gozar y disponer de él en conformidad a la ley” (6 C.A.). Se
tiene la propiedad del derecho. Este derecho está plenamente amparado por el
estatuto de la PROPIEDAD PRIVADA. El artículo 19 Nº 24 de la
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL ESTADO, que asegura a todas las personas
el derecho de propiedad en sus diversas especies sobre toda clase de bienes corpo-
rales o incorporales, dice en el inciso final que: “Los derechos de los particulares
sobre las aguas, reconocidos o constituidos en conformidad a la ley, otorgan a sus
titulares la propiedad sobre ellos”.
Respecto de las aguas propiamente tales hay que distinguir: mientras están en la
fuente, cualquiera puede usarlas como bien público, pero una vez extraídas, el
titular del derecho se las adueña, así puede embalsarlas, llenar algibes o embotellar,
y las pierde porque dispone de ellas jurídicamente o porque pierde su control por la
evaporación, infiltración u otra forma, todo ello sin perjuicio de lo que se dirá del
derecho no consuntivo.
20
ELEMENTOS
De acuerdo con la explicación que hicimos del derecho de aprovechamiento, fluyen los
elementos que lo componen. Estos son una fuente natural determinada, una dotación
de agua también determinada y un punto de toma o captación de las aguas. Las fuentes
naturales son los ríos, esteros, lagos, lagunas, vertientes y napas subterráneas. En forma
excepcional se puede tener derecho de aprovechamiento en un embalse construido por
el Estado, a lo cual nos referiremos en él CAPÍTULO IV de esta primera parte. No es
objeto de este texto referirnos a los cauces y las autoridades que tienen atribuciones
sobre ellos. Más adelante tratamos también la posibilidad de cambiar la fuente de abas-
tecimiento del derecho de aprovechamiento.
Tiene que haber un lugar definido de toma o captación, de manera que si el titular del
derecho deja las aguas pasar sin tomarlas, no puede retirarlas más abajo en el río, sin
perjuicio de lo que se dice más adelante a propósito del traslado del lugar de ejercicio
del derecho de aprovechamiento o cambio del punto de toma, que es lo mismo.
LA CUENCA
Las aguas de una cuenca forman parte de una misma corriente, hecho de importan-
cia para el ejercicio del derecho de aprovechamiento de agua. Las posibilidades de
21
ejercer este derecho están en íntima relación con lo que ocurra en la cuenca, y es
por esta razón que la ley la define y señala dicho alcance, en el artículo 3º del
Código de Aguas que dice “Las aguas que afluyen, continua o discontinuamente,
superficial o subterráneamente, a una misma cuenca u hoya hidrográfica, son parte
integrante de una misma corriente.”
“La cuenca u hoya hidrográfica de un caudal de aguas la forman todos los afluen-
tes, subafluentes, quebradas, esteros, lagos y lagunas que afluyen a ella, en forma
continua o discontinua, superficial o subterráneamente”.
Las aguas de la cuenca forman parte del ciclo hidrológico, que comprende el pro-
ceso de evaporación, condensación y precipitación de ellas, el que se repite indefi-
nidamente.
La necesidad de permitir que más personas tengan acceso a las aguas sin perjudicar
a los que primero tuvieron derechos de aprovechamiento ha ido configurando
varias formas o tipos de esos derechos. Estos son los de ejercicio consuntivo o no
consuntivo, permanente o eventual y continuo o discontinuo o alternado. De esta
materia como asimismo sobre las maneras de adquirir ese derecho, trataremos en
los capítulos que siguen. Veremos que se puede adquirir en forma originaria por
acto de autoridad y por el ministerio de la ley, en forma derivativa y por prescrip-
ción y que hay algunos casos en que se tiene la posibilidad de usar agua sin dere-
cho de aprovechamiento.
USOS
A las aguas se les puede dar cualquier destino: agricultura, industria, agua potable,
minería, generación de energía, etc., y puede también usarse en predios distintos de
los que servían originalmente, todo ello en total libertad, sin autorización previa
alguna, salvo lo que más adelante se dirá sobre el traslado del punto de toma.
22
CAPÍTULO III
La constatación de más o menos las mismas aguas en los períodos de estiaje para
hacer frente a un número creciente de usuarios, y la necesidad de permitir el máxi-
mo posible de ellos y de dar seguridades a los que llegaron primero de que no
serán privados de los caudales que se les ha reconocido, ha forzado a imaginar
maneras distintas de ejercer el derecho de aprovechamiento, las que han ido apare-
ciendo y se han ido consagrando en el tiempo. Los usuarios de los ríos del norte de
Chile han sido sus creadores.
En general, las aguas son abandonadas después de usadas y el titular del derecho
no tiene más limitaciones que las relativas a contaminación o deterioro perjudicial
de la calidad de las aguas y a evitar otros daños a terceros. Sin embargo hay casos
en que el usuario debe restituir las aguas en un punto geográfico determinado,
después de usadas.
23
Así pues, consuntivo es el derecho de aprovechamiento que no obliga a restituir las
aguas después de usadas y no consuntivo es el que sí obliga a restituirlas respetan-
do ciertas exigencias.
Artículo 13 del C.A., la ley los define de la siguiente manera: “Derecho de aprove-
chamiento consuntivo es aquél que faculta a su titular para consumir totalmente las
aguas en cualquier actividad”.
En un mismo año, un río o lago tiene variaciones en su caudal y estos caudales son
distintos de un año a otro. Se denomina estiaje al nivel más bajo o caudal mínimo
que, en ciertas épocas del año, tienen las aguas de un río, estero, laguna, etc.
Las aguas que desde los inicios del país se fueron tomando de los ríos, se destina-
ron principalmente a la agricultura que requiere más agua en los períodos que
coinciden con el estiaje. El aumento constante de personas interesadas en sacar
agua de los ríos, determinó que éstas llegaran a ser insuficientes para satisfacer a
todos a la vez, en esos períodos. Con el objeto de que recibieran algo de agua al
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menos, se recurrió al reparto proporcional del caudal del río, llegándose al turno.
Como es natural, mientras más interesados siguen llegando al río, el problema se
agrava. Fue necesario poner término a esta situación y mediante la “Ordenanza
sobre la distribución de las aguas en los ríos que dividen provincias o departamen-
tos” del 3 de Enero de 1872, se dispuso que “las mercedes de agua (derechos de
aprovechamiento) que se concediesen desde la promulgación de esta ordenanza, en
los ríos que en ciertas épocas del año se sujetan a turnos, a causa de que sus aguas
no alcanzan a satisfacer las necesidades de las tomas existentes, sólo darán derecho
a sacar agua cuando dichos ríos no estén sujetos a turno; pero mientras lo estén, no
tendrán parte en la distribución de sus aguas”.
Vale decir, desde esta ordenanza, en los ríos que alguna vez han sido sometidos a
turno, quedaron establecidos dos tipos de derechos (mercedes): los que siempre
participan en el reparto, y los que quedan excluidos del turno y sólo pueden tomar
aguas cuando las hay suficientes para todos.
Sin poner títulos, la ordenanza había creado lo que después se denominó derechos
permanentes y eventuales. Según el Código los derechos de ejercicio permanente
“facultan para usar el agua en la dotación que corresponda, salvo que la fuente de
abastecimiento no contenga la cantidad suficiente para satisfacerlos en su integri-
dad, en cuyo caso, el caudal se distribuirá en partes alícuotas”. (17 C.A.)
“Los derechos de ejercicio eventual sólo facultan para usar el agua en las épocas
en que el caudal matriz tenga un sobrante después de abastecidos los derechos de
ejercicio permanente”. (18 C.A.)
Todos los derechos permanente participan del reparto del caudal del río, por exi-
guo que éste sea; los eventuales pueden tomar agua, siempre que sobre, después
que todos los permanentes tomen la totalidad de las aguas a que tienen derecho.
25
siempre ejercidos, o dicho de otra manera, que tengan derecho a participar del
reparto proporcional cuando no hay agua para todos.
Un río está agotado cuando alguna vez ha debido ser sometido a reparto propor-
cional, cuando el Director General de Aguas lo haya así declarado formalmente y
cuando por falta de aguas disponibles se haya rechazado una solicitud de derecho
permanente. (274 Nº 6 y 282 C.A.)
Esta declaración formal debiera evitar el riesgo de repartir por turnos, en los ríos
donde todavía ello es posible. Todo esto dice relación con el concepto de “aguas
disponibles” de que se trata más adelante (22 y 141 inc. 4º C.A.).
“1.- Los que emanen de merced concedida con dicha calidad con anterioridad a su
promulgación, siempre que sus titulares los hayan ejercido con las mismas faculta-
des que el artículo 17 otorga a los titulares de derechos de ejercicio permanente,
concedidos en conformidad al presente Código.
3.- Los que emanen de los artículos 834, 835, y 836 del Código Civil en relación a
los propietarios riberanos; del artículo 944 del mismo Código, adquiridos durante
26
la vigencia de estas disposiciones, y de prescripción, ejercitados en aguas no so-
metidas a turno o rateo.
4.- Los mismos derechos del número anterior; siempre que hayan sido reconocidos
como de ejercicio permanente en aguas sometidas a turno o rateo.
5.- Los derechos ejercidos con la calidad de permanentes, durante cinco años, sin
contradicción de terceros”.
Cuando la escasez no es tanta como para privar a todos los eventuales, entre ellos
prefieren los constituidos con anterioridad (18 inciso 3º C.A.)
En los lagos sólo se pueden constituir derechos permanentes (18 inciso 2º C.A.),
puesto que de ellos no se puede extraer tanta agua como para que el nivel baje de
cierta cota. La Dirección General de Aguas está facultada para determinar la cota
mínima permitida, en virtud del artículo 282 del C.A. que se refiere a la declaración
de agotamiento “de las fuentes naturales de agua, sean éstas cauces naturales,
lagos, lagunas u otros”.
Cualquier interesado puede solicitar que se determine esta cota utilizando para ello
el procedimiento de los artículos 130 y siguientes del Código de Aguas.
27
DERECHOS CONTINUOS, DISCONTINUOS Y ALTERNADOS
“Son derechos de ejercicio continuo los que permiten usar el agua en forma ininte-
rrumpida durante las veinticuatro horas del día” (19 inc. 1º C.A.).
“Los derechos de ejercicio discontinuo sólo permiten usar el agua durante determi-
nados períodos” (19 inc. 2º C.A.).
“Los derechos de ejercicio alternado son aquéllos en que el uso del agua se distri-
buye entre dos o más personas que se turnan sucesivamente” (19 inc. 3º C.A.).
El derecho continuo se puede ejercer todo el día durante todos los días del año, en
cambio el discontinuo sólo se puede ejercer en las épocas o momentos que su
título indique, por ejemplo, sólo en ciertos meses.
Si se debe ejercer sólo ciertas horas al día, o ciertos días de la semana o del mes,
para que otro u otros tomen las aguas en los otros días, semanas u horas, se trata
de un derecho alternado, más conocido como derecho sujeto a turno.
En el alternado unas mismas aguas se comparten entre dos o más legítimos usua-
rios, unos toman antes y otros después y cuando el ciclo termina se inicia nueva-
mente en el mismo orden de precedencia. No puede haber ejercicio alternado si no
hay otro con quien alternarse. El alternado es siempre discontinuo.
28
En resumen, el continuo permite ejercerse siempre, durante todo el año; el discon-
tinuo, sólo en ciertos períodos claramente establecidos y puede o no ser alternado.
El régimen de turno puede existir por dos razones; siempre, cuando los títulos,
como se dijo, indican que el derecho es alternado y ocasionalmente en las épocas
de escasez temporal, como otra forma de reparto proporcional entre los derechos
de ejercicio permanentes. El caso del inciso 3º del art. 19 que hemos transcrito se
refiere a la primera situación.
El inciso segundo del citado artículo 14 dice “La extracción o restitución de las
aguas se hará siempre en forma que no perjudique los derechos de terceros cons-
tituidos sobre las mismas aguas en cuanto a su cantidad, calidad, sustancia, opor-
tunidad de uso y demás particularidades”.
29
no causar perjuicios, lo que implica no privar ni alterar el ejercicio de los derechos
constituidos más abajo.
Si los derechos río abajo son discontinuos y se pueden ejercer en ciertos meses, de
la misma manera debe respetarse su facultad.
Las centrales hidroeléctricas que embalsan aguas para disponer de ellas en los
períodos de mayor demanda de electricidad, son un ejemplo de casos de ejercicio
de derechos no consuntivos que modifican el flujo de la corriente del río.
Los alcances hechos están reforzados por el artículo 97 del C.A. que establece
obligaciones especiales a los no consuntivos cuando imponen servidumbres. El
número primero de este articulo dice que cuando el ejercicio del no consuntivo
“pueda producir perturbaciones en el libre escurrimiento de las aguas, deberá
mantenerse un cauce alternativo que lo asegure...”
El número tres del citado art. 97 agrega que “sin permiso de los titulares de dere-
chos de aprovechamiento consuntivo no podrá detenerse el curso de las aguas”.
Esta disposición es del todo coherente con los principios de propiedad que inspiran
30
el C.A. Privar el ejercicio del derecho de aprovechamiento en las épocas o tiempos
que su título faculta para tomarlas, atenta contra la propiedad.
31
ley expropiatoria es difícil, porque expropiar a un particular para asignar a otro no
es de justificación evidente.
32
CAPÍTULO IV
No es el caso en este manual hacer un relato de cómo se procedió desde los oríge-
nes del país; basta constatar que las aguas eran suficientes para la escasa población
y sus necesidades y que conforme aquella ha aumentado, se ha requerido ordenar
el acceso a las fuentes naturales para usos exclusivos.
La necesidad de tener criterios para asignar las aguas aparece ya nítidamente refle-
jada con el Código de 1951, en la Ley de Reforma Agraria de 1967 y en el Código
de 1981. Se trata de definir a quienes y como otorgarles la facultad de acceder a
las fuentes de agua para usos exclusivos.
33
En Chile los criterios de asignación, desde que se ha codificado la legislación de
aguas, han sido los siguientes:
a.- Código de 1951. Si dos o más personas pedían las únicas aguas disponibles, se
prefería según el destino que se anunciaba dar al agua, en el siguiente orden de
preferencia:
4. Regadío.
5. Plantas generadoras de fuerza motriz o eléctrica.
7. Otros usos.
b.- 1967. La ley 16.640 sobre Reforma Agraria, cuyas normas sobre aguas se
incluyeron en lo que fue el Código de Aguas en 1969. Si se presentaban para unas
mismas aguas diversas solicitudes de merced, su concesión se hacía en el orden de
preferencias:
3. Otros usos.
34
En ambos códigos y dentro de cada clase, se preferían las actividades de mayor
importancia y utilidad, a criterio de la autoridad y en igualdad de condiciones,
según las fechas de sus solicitudes.
También era posible que unas mismas aguas se concedieran a distintas personas
para usos diversos, determinando el tiempo diario en que cada uno de los conce-
sionarios podía gozarlas; todo ello sin perjuicio de los derechos ya adquiridos,
salvo en la ley 16.640 de 1967, que suprimió en el artículo pertinente la frase que
impedía perjudicar derechos de terceros. Este último cuerpo legal expropió las
aguas y suprimió la adquisición de derechos de agua por prescripción.
Los criterios de asignación de ambas legislaciones son consecuencia de sus tiempos
y de los principios económicos que entonces imperaban.
c.- 1981.- El Código vigente consagró un sistema consecuente con las grandes
definiciones de organización del país en plena aplicación en ese año. Entonces el
crecimiento económico era un objetivo nacional, fundado, entre otros conceptos,
en la asignación de los recursos a lo más rentable, entendiendo que ello se logra a
través del mercado; por consiguiente, si no hay agua para todos los que la están
pidiendo, se escoge al que pague más por ellas en un remate entre los interesados,
y la reasignación se produce mediante la libre transferencia de derechos. El que los
adquiere tendrá que destinar las aguas a alguna actividad que proporcione una
renta acorde con la inversión hecha. Se dieron por superadas las preferencias
legales y las opciones del funcionario, porque no contribuyen al crecimiento y las
segundas además son inductoras de corrupción.
35
PROCEDIMIENTO
Los artículos 130 y siguientes del Código de Aguas, se refieren a estas materias y
como son de suyo claros nos referiremos sólo al esquema y sentido del procedi-
miento.
La SOLICITUD debe contener los requisitos del artículo 140 del C.A. Estos
elementos son consecuencia vidente de lo que ya se dijo sobre los elementos y
tipos del derecho de aprovechamiento, por consiguiente la solicitud debe contener
todo lo que sea necesario para que quede perfectamente individualizado el derecho
que se trata de constituir; esto es, fuente natural donde las aguas se captarán, la
cantidad de agua, lugar donde se tomará y si su ejercicio será consuntivo, perma-
nente o eventual, continuo o alternado.
CAUDAL
36
señale el lugar donde debe fijarse el marco y abrirse la bocatoma con el declive
señalado.”
En consideración a que son numerosos los títulos cuya dotación no está expresada
en caudal y debe tenderse a la uniformidad, el artículo 309 del código vigente
dispone que “los derechos de aprovechamiento otorgados con anterioridad a este
código y que no están expresados en volumen por unidad de tiempo, se entenderán
equivalentes al caudal máximo legítimamente aprovechado en los cinco años ante-
riores a la fecha que se produzca controversia sobre su cuantía”.
AGUAS DISPONIBLES
a).- Conocer la cantidad de agua que pasa frente al lugar donde se desea hacer
captación, DESPUÉS DE RESTADOS los derechos constituidos sin distinción y
las Reservas Estatales existentes aguas arriba.
c).- Al caudal resultante restarle los derechos constituidos, las Reservas Estatales y
el caudal mínimo ecológico y las autorizaciones de acuicultura existentes aguas
abajo del punto de toma.
37
este enriquecimiento puede producirse después de los puntos de captación de los
derechos constituidos, de las autorizaciones de acuicultura, reservas legales o del
lugar designado para asegurar un caudal mínimo ecológico y, en consecuencia, es
irrelevante considerarlos.
Por esta razón lo más apropiado es elaborar un diagrama unifilar que paso a paso,
desde el nacimiento del río exprese las sustracciones y adiciones. En el capítulo IV
de la Segunda Parte damos un ejemplo de este diagrama. Su confección supone la
existencia de estadísticas y de buenos estudios hidrológicos. Por ello, una buena
política gubernamental en materia de aguas debiera considerar que el gasto más
importante del presupuesto anual de la Dirección General de Aguas se destinará a
investigar y medir el recurso agua, a lo que está obligada por el art. 299 del Códi-
go pertinente.
38
De acuerdo a la legislación vigente, si el Estado desea hacer obras para las que necesita
disponer de agua, debe solicitar derechos de aprovechamiento como un particular; ya
no puede, como en la legislación anterior, decretar la RESERVA de caudales para sus
iniciativas. Sin embargo, cuando se dictó el Código actual había obras estatales cons-
truidas o en construcción y naturalmente las aguas reservadas para ellas tenían que
declararse vigentes cuando el cambio legislativo se produjo y así lo hizo el art. 1º tran-
sitorio del DFL 1.123 publicado en el Diario Oficial de 21 de Diciembre de 1981. Hay
reservas decretadas respecto de las cuales no hay obras construidas ni en construcción,
ni siquiera proyectos evaluados y aprobados por las autoridades competentes, esos
derechos han perdido su vigencia, no se compadecen con el espíritu ni con la letra de la
ley. El decreto o resolución que pretenda hacer uso de esas reservas, debería ser recha-
zado por la Contraloría General de la República, sin perjuicio del derecho de cualquier
interesado de pedir se declare la caducidad de ellas.
Nos hemos referido a la solicitud y dentro de ella en especial a la precisión del
caudal y al concepto de aguas disponibles. El procedimiento administrativo con-
templa además la oposición, el remate, la resolución que acepta la oposición o
constituye el derecho, los recursos contra ella y la inscripción.
OPOSICIÓN
Se pueden OPONER a la solicitud los que se crean perjudicados por ella y tam-
bién las juntas de vigilancia (141 inc. 2º C.A.). Estas no necesitan aducir perjuicio,
tienen la tuición de la cuenca y opinión sobre ella (léase el CAPÍTULO IV de la
Segunda Parte). La realidad sobre aguas disponibles, concepto explicado en el
tema inmediatamente anterior, es casi siempre determinante para apreciar la validez
de la oposición.
Por el principio que tiende a que en la región misma se resuelvan los problemas
que en ella se presentan, lo que se ha dado en llamar “regionalización”, la facultad
de resolver sobre la oposición está delegada en los respectivos Directores Regio-
nales. Estos, cumplidos los trámites de los artículos que citaremos, resuelven sobre
la oposición, el perdedor puede recurrir de reconsideración ante el Director Gene-
ral y de su resolución se puede reclamar ante la Corte de Apelaciones respectiva.
39
Como la reconsideración se resuelve en Santiago, generalmente se recurre a ella
ante la Corte de Apelaciones de esta ciudad, sin embargo, el espíritu del legislador
es claro en el sentido de que se trata de la Corte local. Afortunadamente hay salas
de la Corte de Santiago que así lo han entendido, y la Corte Suprema dirimiendo
conflictos de competencia ha resuelto que La Corte de Apelaciones con competen-
cia en el lugar de la sede de la Dirección regional, debe conocer de éstos reclamos.
También se puede reclamar directamente a la Corte de Apelaciones sin que medie
la reconsideración (136 y 137 C.A.).
Si es una sola persona la solicitante, hay aguas disponibles y se cumplen las forma-
lidades legales, el derecho de aprovechamiento debe necesariamente constituirse,
no puede la autoridad negarlo (22 y 141 inc. 4º C.A.).
REMATE
Si dos o más piden las mismas aguas se procede a un REMATE entre los interesa-
dos, (arts. 142, 143, 144, 145, 247 C.A.). El remate procede cuando dos o más
solicitudes por las mismas aguas son coetáneas, esto es cuando las fechas de ingre-
so en la oficina de partes de las posteriores a la primera están dentro del plazo para
presentar oposiciones, esto es en los treinta días contados desde la última publica-
ción del extracto de la primera en los diarios. Lo que se remata es el derecho de
aprovechamiento a constituir. Este se constituirá a nombre del que obtiene en el
remate. La oferta puede dividirse en unidades de caudal del monto de la solicitud
que pide menos agua. El Director General de Aguas tiene amplias facultades para
fijar las bases de la subasta.
Si hay oposiciones es preciso que hayan sido rechazadas para proceder al remate.
OFRECIMIENTO DE OFICIO
40
OFRECER DE OFICIO caudales disponibles, es decir tomando él la iniciativa
(146 C.A.).
EXCEPCIONES AL REMATE
Si razones de interés general aconsejan destinar las aguas disponibles pedidas por
dos o más personas, no necesariamente a lo más rentable, el PRESIDENTE DE
LA REPÚBLICA y sólo él, puede disponer se prescinda del remate y asignar las
aguas a una de ellas. Debe hacerse mediante decreto fundado y con informe previo
del Director de Aguas (148 C.A.).
RESOLUCIÓN E INSCRIPCIÓN
41
Bienes Raíces competente y en el Registro que lleva la Dirección General de Aguas
(150, 114 Nº 4 y 112 C.A.).
Las aguas que no se usan en ciertos períodos o momentos o las que sobran en las
épocas de abundancia, pueden almacenarse en embalses que pueden ser construi-
dos por los propios particulares interesados como también por el Estado.
42
Cuando el Estado proyecta la obra pretende multiplicar las posibilidades de la
cuenca, para que el riego, la industria u otras actividades se lleven a cabo, por
particulares, con esas aguas almacenadas y seguras. El derecho de aprovecha-
miento de caudal tal vez menguado o inseguro con que se alimenta el embalse, se
transforma en importantísima fuente de agua en volumen y seguridad. Pero ello no
basta, el que empleará el agua quiere tener certeza de poderlo hacer para decidir
las inversiones que llevará a cabo y esa seguridad se la el derecho de aprovecha-
miento. El Estado entonces, constituye derechos en esa fuente que ha creado, con
todas las seguridades jurídicas de la Constitución Política del estado y del Código
de Aguas y con las modalidades propias para el uso de las aguas, según como se
haya diseñado el proyecto. Se transfiere la propiedad de las obras a los particulares
y se constituyen derechos en las aguas embalsadas. Si el embalse se destruye, el
derecho desaparece, le falta un elemento de su esencia que es la fuente de donde se
extrae el agua. El derecho de aprovechamiento necesario para alimentar el embalse
puede no cederse a los particulares, según el criterio del gobernante. Esta excep-
ción del artículo 22 del C.A. le da al Estado más posibilidades jurídicas para pro-
yectar su inversión.
Como dijimos en las primeras páginas, este texto no trata el tema de las inversiones
del Estado en obras de riego, en el cual es de mucho y actual interés la discusión
sobre cuando y por qué se justifica esa acción estatal.
43
Si son dos o más las propiedades que conforman las riberas del lago, laguna o
pantano, no opera lo dicho en el párrafo anterior y necesariamente los dueños de
los predios riberanos, para aprovechar las aguas, tienen que solicitarlo formalmen-
te. En este caso, los no riberanos también pueden pedirlas.
También se tiene derecho por el sólo ministerio de la ley a aprovechar las aguas
para la bebida y usos domésticos. Caso frecuente son las norias para las casas de
campo y en los balnearios antes que fuesen alimentados por redes de agua potable.
Este derecho existe aún cuando la explotación del pozo afecte a otro que se ali-
mente del mismo acuífero. Sin embargo si su explotación no reportare utilidad
alguna o ésta no fuere tanta, comparada con el perjuicio que ocasiona, éste nuevo
pozo para la bebida y usos domésticos debe ser cegado (56 inc. 1º C.A.).
44
CAPÍTULO V
Del Cautín al norte, casi la totalidad de las aguas disponibles para derechos de
ejercicio permanente y consuntivo están constituidas como tales.
La empresa que las requiera con ese mismo carácter, tiene que buscar en las napas
subterráneas, embalsar o exigir el reciclamiento de las aguas contaminadas y, en un
futuro lejano, no habrá otra alternativa que desalar el agua de mar. Pero antes de
todo ello existe la posibilidad cierta de que las aguas ya asignadas se usen mejor
cada vez y así alcancen todavía para nuevas actividades.
La determinación de esa tasa supone la conducción del país de una manera total-
mente distinta a la forma generalmente aceptada o consentida por los chilenos hoy
en día (Agosto 1998). Imaginemos el proceso de un agricultor a quien se le deter-
mina esa tasa (cuota) de agua y que ella sea el 50% menos de lo que tradicional-
mente ha empleado. Ello supone, evidentemente, que se escogió para ese lugar el
cultivo de sólo algunos y determinados productos. Por esta vía el Estado decide
por el agricultor lo que éste debe hacer. Ello conduce a la fijación de un precio
para el producto de la empresa escogido por el planificador estatal. Además el
Estado tiene que pagar los gastos de los cambios de marcos partidores, tubos,
compuertas y otras obras que reparten las aguas para que se adapten a los nuevos
caudales asignados. El procedimiento de reasignación así establecido, estático, fijo,
obliga al gobernante a disponer en el presupuesto de la Nación cada vez más recur-
sos económicos para solucionar la demanda creciente de agua.
45
La legislación vigente hasta la fecha está inspirada en el reconocimiento de los
constantes y naturales cambios en la sociedad humana y en permitir que ellos se
asienten en la vida cotidiana dejando que cada cual asuma el resultado de sus
decisiones.
La ley separa jurídicamente predio, industria, mina, etc., del derecho de aprove-
chamiento de aguas que emplean y por consiguiente, se puede vender libremente
ese derecho y el comprador podrá destinar las aguas al propósito que crea conve-
niente.
46
períodos del año que libremente se estipule o pactar la convención que las partes
decidan (arriendo, comodato, etc.)
Esta reasignación se hace, además, sin riesgos de injusticias, porque el que vende
recibe a cambio un precio libremente pactado.
FORMALIDADES
47
y las del Código de Aguas. Se pueden pactar sobre el derecho de aprovechamiento
separado del predio, industria o explotación que estuvieren sirviendo, salvo lo que
diremos para la hipoteca de los derechos no inscritos.
Para los efectos de la tradición se debe distinguir entre derechos de agua que deben
estar inscritos en el Conservador de Bienes Raíces, de los que no pueden estarlo
todavía, de todo lo cual trataremos más adelante.
Si se desea vender el predio al que han estado destinadas las aguas conjuntamente
con el derecho de aprovechamiento, debe estipularse así en forma expresa; en caso
contrario, se entenderá que se vendió el predio solo separado de esas aguas (317
C.A.). Esto es válido tanto para las aguas que estén o no inscritas. En el lenguaje
habitual se usa decir que “se venden las aguas”, pero es más exacto decir que “se
vende el derecho de aprovechamiento”.
48
presume dueño de las obras a los titulares de derechos de aprovechamiento de
aguas que los usen, en la proporción de sus derechos. En estricto rigor jurídico en
lugar de propiedad en canales o cauces artificiales deberíamos decir propiedad en
las servidumbres de acueducto y sus obras, puesto que el suelo donde los canales
están nunca ha dejado de pertenecer al dueño del predio sirviente.
Saber distinguir entre unos y otros es, de suyo, importante para discernir cómo
hacer la tradición, las inscripciones especiales de herencia y la constitución de
49
derechos reales, en especial la hipoteca que tiene tanta relevancia en el sistema
financiero.
Más que decir títulos inscritos o no, para los efectos indicados en el párrafo prece-
dente debiéramos distinguir entre títulos que deben necesariamente estar inscritos
en el Registro de Propiedad del Conservador de Bienes Raíces competente, de
aquellos otros que todavía no pueden estarlo, pero que cuando, respecto de ellos,
se cumplan ciertos requisitos, deberán estar obligadamente inscritos para acreditar
la posesión y llevar a cabo los actos señalados.
50
Ese Código derogó la ley de 1908 y mejoró el procedimiento de reparto de las
aguas legislando sobre las comunidades de aguas y asociaciones de canalistas para
los canales y sobre las juntas de vigilancia para las fuentes naturales. Los títulos
reconocidos por esas comunidades y asociaciones debían inscribirse en los Conser-
vadores de Bienes Raíces con competencia en el lugar donde estaba la bocatoma.
Al momento de organizarse la comunidad o la asociación, se individualizaban los
derechos y sus propietarios; este reconocimiento formal habilitaba la inscripción.
Primero se registraba la organización y, hecho esto, los derechos individuales de
cada uno de sus miembros.
Por supuesto, también se fueron inscribiendo, como se dijo, los nuevos títulos
originarios a partir de la fecha de vigencia de ese Código de 1951.
PODÍA inscribir también su derecho el que lo ejercía extrayendo las aguas de una
corriente natural sin compartir con otro la toma respectiva, cuando se formaba la
junta de vigilancia. Esto no era obligatorio.
51
Las inscripciones de la ley de 1908 también se hacían en los Conservadores de
Bienes Raíces.
Este proceso se interrumpió con la ley 16.640 sobre Reforma Agraria de 1967, que
modificó substancialmente la legislación de aguas en lo referente a este capítulo de
la reasignación del recurso, trasladando este rol a las agencias del Estado. Facultó
al Presidente de la República para reunir en un solo cuerpo legal las disposiciones
sobre aguas contenidas en ella y en la ley 9.909; el DFL 162 publicado en el Diario
Oficial del 12 de Mayo de 1969 aprobó el texto del nuevo Código.
Se prohibió ceder ese derecho y se radicaron las aguas en las industrias y predios a
los cuales estaban destinadas; las dotaciones de cada cual podían ser cambiadas por
la autoridad mediante la fijación de lo que se llamo “tasa de uso racional y benefi-
cioso”, citada más arriba. Tampoco se podía adquirir por prescripción el dominio
de las aguas ni el derecho de usarlas.
52
También dispuso que el ejercicio de los derechos de aprovechamiento reconocidos
o constituidos bajo la vigencia de leyes anteriores a él, se regirán por sus normas
(salvo respecto a las preferencias entre eventuales que se rigen por las normas
vigentes a la fecha de su respectiva constitución) (311 C.A.) y DECLARÓ
VIGENTES LAS INSCRIPCIONES QUE EXISTÍAN EN VIRTUD DE LAS
NORMAS ANTERIORES EXPLICADAS (13 transitorio C.A.).
2.- Los acuerdos y resoluciones que causen ejecutoria y que determinen los dere-
chos de cada comunero en las gestiones realizadas ante la Justicia Ordinaria para el
reconocimiento de las comunidades en conformidad al Titulo III, párrafo 1º del
Libro II.
4.- Las escrituras públicas que contengan el acto formal del otorgamiento definiti-
vo de un derecho de aprovechamiento.
5.- Los actos y contratos que constituyan títulos traslaticios de dominio de los
derechos de aprovechamiento a que se refieren los números anteriores.
6.- Los actos, resoluciones e instrumentos señalados en el artículo 688 del Código
Civil en el caso de transmisión por causa de muerte de los derechos de aprovecha-
miento.
53
7.- Las resoluciones judiciales ejecutoriadas que reconozcan la existencia de un
derecho de aprovechamiento (114 C.A.)”.
e.- Los que habiendo estado inscritos según las normas del Código de 1951 perdie-
ron la continuidad por la aplicación de la ley de Reforma Agraria de 1967. La
54
inscripción de éstos debe hacerse por la norma del artículo primero transitorio del
Código vigente que se explica por sí mismo.
f.- Los que ejercen captando las aguas sin compartir la toma, constan en el registro
de una junta de vigilancia organizada legalmente y se hayan sometidos voluntaria-
mente al sistema de inscripción.
Hay otros que no están inscritos y que no pueden estarlo mientras no ocurran
ciertos hechos. Ocurridos éstos, algunos deben necesariamente inscribirse para los
efectos legales anotados; deben continuar con el régimen de inscripción para la
eficacia y validez de ciertos actos.
Hay otros que TODAVÍA NO PUEDEN inscribirse, pero que algún día
DEBERÁN HACERLO son los que se constituyeron antes del 1º de Abril de
1951 y no forman parte de una asociación de canalistas de la ley de 1908 o de una
comunidad de aguas o asociación de canalistas organizada con las normas de los
códigos de aguas o no se han sometido al trámite voluntario del inciso final del
artículo 2º transitorio del Código de Aguas. Al igual de lo que pasó en 1951,
también PODRÁN inscribirse los que captan aguas sin compartir la toma cuando
se constituya legalmente la junta de vigilancia pertinente.
Queda por comentar el caso de las inscripciones de los derechos de aguas que
regaban predios expropiados por la reforma agraria.
Las aguas que servían el predio expropiado debían repartirse entre las parcelas a
formar, asignando a cada una la dotación suficiente. La misma suerte corría la
55
parte del predio que se excluyó de la expropiación o que se destinó a reserva del
expropiado.
56
Sin embargo, la idea es que la reasignación natural y paulatina del recurso agua a
través de la compraventa, constitución de usufructo, arriendos, etc., implique no
sólo cambio de titular y eventualmente destino de las aguas, sino que se puedan
usar en un lugar distinto del actual. Puede ser dentro del mismo canal o red de
canales sujeta a una misma comunidad de aguas o asociaciones de canalistas, o
bien puede ser un cambio de toma en la fuente natural.
Se puede ocasionar perjuicio cuando, por ejemplo, las aguas se toman en una parte
baja de la cuenca, donde el río tiene aportes o enriquecimientos por afluentes y hay
aguas suficientes en razón de esos enriquecimientos y se pretende cambiar el punto
de toma a la parte alta del río, donde es más menguado y ya no existen aguas
disponibles. Por el contrario, en el ejemplo de ese río, el traslado en el sentido
inverso, esto es llevando la toma de la parte alta a la baja, resulta posible, porque
basta con dejar correr las aguas al punto de toma deseado, teniendo presente,
desde luego, las mermas que se produzcan por evaporación y tal vez infiltraciones,
lo que se tendrá que estimar y dejar constancia en la resolución.
Otro caso que ocasiona perjuicio es el del derecho no consuntivo que se pretende
cambiar, dejando a un canal consuntivo entre el punto de toma y el de devolución y
sin aguas para abastecerse.
57
Puede ocurrir que se pretenda cambiar el punto de toma a la otra ribera y las aguas
se estén usando en riego cuyas infiltraciones alimentan la parte baja de la cuenca
donde hay otros usuarios. No procede la oposición de éstos porque el consuntivo
no está obligado a restituir y puede usar las aguas en lo que desee. Así, podría
cambiar su uso a agua potable y se produciría el mismo efecto señalado aún cuan-
do no se trate de un traslado.
Un traslado de punto de toma implica inversiones; las necesarias para hacer efecti-
vo el traslado, como construcción de bocatoma y las que derivan de los usos que
se darán al agua en el nuevo lugar. Por ello es conveniente que el trámite de obte-
ner autorización sea rápido y expedito. Para darle mayor agilidad al cumplimiento
de este requisito podría modificarse la ley entregando la facultad de decidir al
directorio de la junta de vigilancia legalmente organizada y dejar el trámite actual
para los lugares en que esa organización no exista.
Los gastos que estos cambios significan, por trámites legales y por modificaciones
de las obras de ingeniería, son también de cargo de los propios interesados.
El cambio de toma también puede ser provocado por terceros, de la manera que a
continuación se explica, a propósito del cambio de fuente.
58
miento. El objeto es no dejar para siempre inmovilizada la manera de explotar la
cuenca.
Resuelve la Dirección General de Aguas a petición del propio titular del derecho o
bien a petición de terceros interesados (158 C.A.).
La solicitud debe contener además los requisitos del 151 del Código de aguas y si
no hay oposiciones o éstas se rechazan, el solicitante debe presentar a la Dirección
General de Aguas (D.G.A.) los planos, memorias y otros antecedentes justificati-
vos de las obras a realizar (160 y 157 C.A.)
59
CAPÍTULO VI
PRESCRIPCIÓN
61
lo consideró como un derecho administrativo sujeto a caducidad y a partir de 1981
está respaldado por las normas del derecho de propiedad, sin limitaciones en
cuanto a su disposición.
En el paso de una legislación a otra son muchos los que pueden haber estado
haciendo uso de aguas inscritas a nombre de otros y era necesario que el legislador
se preocupara de estas situaciones. Por ello se dictó el artículo 2º transitorio que
permite prescribir contra derechos de aprovechamiento inscritos, cuando se den las
circunstancias que en este artículo se señalan. Estos requisitos son los siguiente:
1.- Que quien pretenda que se reconozca el derecho haya estado haciendo uso de
él en forma ininterrumpida durante cinco años.
2.- Que este plazo se haya comenzado a contar antes de entrar en vigencia el actual
Código de Aguas.
3.- Que la utilización se esté haciendo libre de clandestinidad o violencia, sin reco-
nocer dominio ajeno.
Las gestiones para regularizar estos derechos a nombre de quien los haya estado
ejerciendo, están claramente indicados en el texto legal.
62
CAPÍTULO VII
Son AGUAS PLUVIALES las que proceden inmediatamente de las lluvias, las
cuales serán marítimas o terrestres según donde se precipiten (1º inc. 2º C.A.)
Los requisitos para hacer usos de ellas son consecuencia de los hechos que produ-
ce la naturaleza. Si las aguas lluvias han salido del predio se pierde su tuición y si
han caído a un cauce natural ocurre lo mismo. Si alimentan un río, por ejemplo,
pasan a formar parte del caudal de éste y ya hemos dicho que para extraerlas de allí
se requiere un derecho de aprovechamiento.
“En consecuencia el dueño puede almacenarlas dentro del predio por medios ade-
cuados, siempre que no se perjudiquen derechos de terceros” (10 inc. 2º C.A.). Las
obras para detenerlas o embalsarlas deben estar dentro del predio, no se puede
conducirlas a otra propiedad para hacer en ella la obra de embalse.
El otro requisito es que no se perjudiquen derechos de terceros. Los derechos de
terceros a respetar son una constante en nuestro sistema legislativo, y naturalmen-
te, es una situación de hecho que debe analizarse en cada caso. Un ejemplo sería la
construcción de un gran embalse en un predio cordillerano que recoja una cantidad
de agua tal que impida la formación de arroyos y ríos que naturalmente existen más
abajo, respecto de los cuales estén constituidos derechos de aprovechamiento. Si
las obras se construyen antes de que se hayan constituido derechos de aprovecha-
miento en ese arroyo o río, no hay perjuicio de terceros. Este perjuicio debe consi-
derarse al momento en que las obras se hacen.
63
El dueño de un predio puede servirse de aguas lluvias que van por un camino
público respetando las leyes y ordenanzas respectivas. Naturalmente éstas son las
que disponga la municipalidad o quien tenga a su cuidado el camino público.
El artículo 11, que es el que trata este asunto, agrega que ninguna prescripción
puede privarle de este uso.
Los DRENAJES son las obras que desaguan terrenos. Antes de que las aguas
provenientes del drenaje caigan a un cauce, pueden ser usadas por los predios
intermedios sin que éstos requieran un derecho de aprovechamiento.
64
de manera clara e indubitada que la partición hecha en esa forma conlleva el acuer-
do en contrario ya mencionado. Cada parcela tiene un precio fijado de común
acuerdo por los adjudicatarios; si más tarde uno de ellos o su sucesor en la propie-
dad elimina el derrame, afecta directamente al precio acordado para la parcela de
más abajo.
65
CAPÍTULO VIII
La asignación de aguas terrestres para la pesca y acuicultura está tratada en una ley
especial cuyo estudio no es el propósito de estos apuntes, pero como ella se refiere
al derecho de aprovechamiento es necesario ver los alcances de esas menciones
con los conceptos ya explicados.
67
Dicha ley entiende por acuicultura “la actividad que tiene por objeto la producción
de recursos hidrobiológicos organizada por el hombre” (2 Nº 3 L.P. y A.).
Cuando se trata de ríos y lagos navegables por buques de más de cien toneladas de
registro grueso y ríos menores en la extensión de ellos afectada por las mareas, se
requiere una CONCESIÓN de acuicultura que otorga el Ministerio de Defensa
Nacional (2 Nº 13 L.P. y A.).
Para llevar a cabo actividades de acuicultura en las vertientes que nacen, corren y
mueren dentro de una misma heredad, no se requiere más que una inscripción en el
registro nacional de acuicultura (67 L.P. y A.) y lo mismo ocurre para hacerlo en
obras artificiales, a las cuales ha sido necesario llevar aguas extraídas de una fuente
natural. En los canales y embalses privados la Dirección General de Aguas no tiene
competencia y así como el propietario del suelo puede sembrar papas o trigo,
68
también puede organizar una acuicultura sin autorización previa. Lo contrario sería
atentar contra la libertad de emprender.
Habría sido más clara la redacción del Nº 10 del art. 2 de la ley de Pesca y Acui-
cultura si se hubiese limitado solamente a referirse a los tipos de ríos, tal como lo
hizo en el Nº 13 del mismo artículo.
69
La ley de Pesca y Acuicultura, para ser coherente con lo que pretende y con el
resto de la legislación relativa a las aguas, tendría que haber incluido derechamente
a la acuicultura en el sistema del Código de aguas.
Ya hemos dicho más arriba que se puede hacer acuicultura en el mismo cauce
natural o en una obra artificial; que el Nº 10 del artículo 2º se refiere al primer caso
y que para el segundo no se necesita autorización. También dijimos que por dispo-
sición expresa de ese número 10, la autorización de acuicultura otorga a su titular
un derecho de aprovechamiento.
El artículo 68 que hemos transcrito dice que para pedir autorización de acuicultura
se requiere tener un derecho de aprovechamiento de los del Código de Aguas o
estar en trámite para obtenerlo, todo ello “cuando corresponda”. Esta frase última
se refiere al caso que se necesite extraer agua de la fuente y ese caso no es el que
trata el número 10 del artículo 2 de la ley de Pesca y Acuicultura y como, además,
70
para el otro caso (acuicultura en la obra artificial) no se requiere autorización,
podemos concluir que el 68 es un artículo sin aplicación.
Con todo, es importantísimo detenernos en aquella parte del mismo artículo que se
refiere al inciso tercero del artículo 141 del Código de Aguas, se trata del caso que
dos o más personas pidan las únicas aguas disponibles. Dice el 68 de la ley de
Pesca y Acuicultura que se “DEBERÁ PREFERIR a la persona que acredite la
calidad de acuicultor”. Hemos dicho que por el principio inspirador del Código de
Aguas se debiera proceder a un remate, la ley de pesca pretende volver al principio
de prioridades dándole a la acuicultura un privilegio, modificando para este caso,
profundamente, el Código de Aguas y renunciando al concepto de que el mercado
es el mejor asignador de recursos. Sin embargo, también podemos afirmar que esta
segunda parte del citado art. 68 no tiene aplicación porque está referida a la prime-
ra parte del mismo la que a su vez se refiere a los casos del Nº 10 del art. 2, que
comentamos en el párrafo inmediatamente precedente.
Con todo es importante llamar la atención del criterio que tuvo en vista el legisla-
dor el que, como ya dijimos, se opone a principios ya consagrados. De haber teni-
do aplicación esa norma se habrían producido otros graves inconvenientes: ¿cómo
acredita la calidad de acuicultor el que entra por primera vez al rubro? ¿Qué pasa
con el que obtiene el derecho de aprovechamiento haciendo uso del privilegio
anotado y luego no hace acuicultura?
71
Para que la malla legislativa sea coherente, los principios económicos que la inspi-
ran deben ser siempre los mismos. De reiterarse situaciones como las descritas en
esta u otras materias habrá dificultades serias para la correcta interpretación de la
ley, con todo lo que ello significa para la paz social y para la velocidad de los
negocios.
Al separar la acuicultura de los otros usos, se puede dar el caso de que el Subse-
cretario de Pesca otorgue un permiso de acuicultura en un cuerpo de agua cuyo
caudal esté constituido en derecho de aprovechamiento a un tercero para ser ex-
traído del río aguas arriba, de manera que cuando se ejerza privará al acuicultor de
su agua y nada podrá éste reclamar. A la inversa, si primero se otorga la autoriza-
ción de acuicultura, las aguas necesarias para mantener un cuerpo de agua no están
disponibles para constituir derechos de aprovechamiento más arriba en el río, por
lo dispuesto en el art. 22 del Código de Aguas, como ya anotamos.
72
CAPÍTULO IX
IMPORTANCIA Y LIMITACIONES
Según el inciso final del artículo 2º del código del ramo, son aguas subterráneas las
que están ocultas en el seno de la tierra y no han sido alumbradas. La esperanza de
disponer de aguas terrestres suficientes para las necesidades crecientes de la pobla-
ción y del crecimiento económico del país están cifradas en ellas. Infiltrándose
hacia el interior de la tierra desde la superficie y muy lentamente en el transcurso
de los años y de los siglos han ido ocupando sectores de la tierra entre las porosi-
dades de la misma; forman especies de lagos y al igual que estos hay un caudal que
entra, escurre y sale y hay otro, la gran parte, que se encuentran depositados espe-
rando la industria humana para su aprovechamiento. Estos depósitos de agua en el
seno de la tierra se denominan acuíferos y son determinables en sus límites y canti-
dad de agua aproximada que contienen. De acuerdo a lo dicho los hidrogeólogos
distinguen la carga natural que alimenta el acuífero, las evacuaciones que se produ-
cen ya sea porque emergen en vertientes o alimentan algún sector de aguas super-
ficiales o simplemente van a dar al mar, y también las aguas pasantes de aquellas
que están siempre depositadas. Algunos también distinguen acuíferos cuyas aguas
no escurren, no tienen salida y las denominan fósiles y estiman que una vez extraí-
das dejan de existir, otros piensan que si se extraen ese sector del subsuelo será
rellenado otra vez.
Por freático o freática se entienden las aguas acumuladas en el subsuelo sobre una
capa impermeable; también se entiende por tal la capa del subsuelo que contiene
estas aguas.
73
sufren un perjuicio porque la hondura de éstos ahora resultará insuficiente y queda-
rán inútiles.
Por otra parte las aguas del acuífero en su lento y constante escurrir subterráneo,
alimentan otras partes de la cuenca y asoman a veces en vertientes como aguas
superficiales, de manera que alumbrando aquéllas en exceso se priva a otros que
con derechos de aprovechamiento las toman superficialmente más bajo en la misma
hoya.
74
en la parte final del capítulo IV. Se puede hipotecar y constituir otros derechos
reales sobre él y las aguas se pueden destinar igualmente a cualquier propósito.
Todo lo que antes dijimos sobre estas materias es válido para el caso de las aguas
subterráneas, con las salvedades que más adelante diremos.
Por ahora continuaremos con los SISTEMAS que la ley escogió para proteger el
acuífero, los pozos en explotación y los derechos de terceros en otras partes de la
cuenca; todo ello, ante la natural pretensión de nuevos alumbramientos.
Esta área no puede abarcar más del cincuenta por ciento de la superficie de la
propiedad vecina si es de distinto dueño (24 inc. final resol. 186).
75
Los pozos con derecho de aprovechamiento constituidos con anterioridad a la
vigencia del Código o de la resolución 186 están protegidos por el área legal expli-
cada, sin necesidad de resolución posterior. Pero si se desea tener un área de pro-
tección mayor, habrá que solicitarlo expresamente mediante el procedimiento de
los artículos 130 y siguientes del Código de Aguas.
El art. 22 de la resolución 207 derogada disponía los requisitos para que la Direc-
ción General de Aguas pudiera declarar la zona de prohibición y éstos textual-
mente eran los siguientes:
“a) Que exista peligro de contaminación del acuífero por intrusión de aguas que
perjudiquen los aprovechamientos usuales.
b) El agotamiento del acuífero por exceso de explotación y falta de recarga, siem-
pre que la zona haya sido previamente declarada área de restricción.
c) La ocurrencia de perjuicios a derechos de aprovechamiento legalmente consti-
tuidos en zonas de recuperación de cauces naturales”.
76
b) “Que se haya comprobado la contaminación del acuífero, como consecuencia
del nivel de explotación existente”.
1.- Que el pozo se haya estado explotando durante cinco años en los mismos
términos en que se constituyó el derecho.
Con este procedimiento de la restricción, el que pide las aguas es quien corre el
riesgo de los errores de sus estudios; la Dirección de Aguas no impide, pero ad-
vierte.
77
Para solicitar se decrete una área de restricción el artículo 20 de la resolución 207
derogada disponía que “el peticionario deberá delimitarla en forma precisa y acre-
ditar los siguientes antecedentes históricos”:
a) “Que durante cinco años consecutivos a lo menos, ha descendido el nivel
estático y ha disminuido el rendimiento de los pozos ubicados en el área, y
b) Que ha resultado afectado por lo menos el cincuenta por ciento de los pozos
existentes en el área”.
78
chos de aprovechamiento a prorrata de ellos. Se trata de evitar que la napa dismi-
nuya en términos tales que todos queden sin agua. La Dirección General de Aguas
podrá dejar sin efecto esta medida cuando los solicitantes así lo pidan o cuando se
demuestre que ya no es necesario mantenerla (62 C.A.).
79
CONSTITUCIÓN DEL DERECHO DE APROVECHAMIENTO DE
AGUAS SUBTERRÁNEAS
La determinación de aguas disponibles dice relación con todo lo ya dicho sobre las
áreas de protección, restricción y prohibición; miran al acuífero mismo (por ejem-
plo evitar intrusión de aguas salobres) y a los derechos de terceros.
80
La autorización para explorar no conlleva la de solicitar el derecho de aprovecha-
miento, ella sigue teniéndola el dueño del suelo, salvo convención en contrario con
un tercero.
El precio que tiene la tierra está determinado por muchos factores, como la ubica-
ción, características del suelo, clima del lugar y también la existencia de aguas
subterráneas. Si se faculta a un tercero no dueño a que entre forzadamente al
predio ajeno y alumbre aguas se limita la propiedad en forma abusiva, aunque esté
ello revestido de procedimientos judiciales para determinar la indemnización. El
cambio del precio del predio por esta autorización forzada es muy difícil que pueda
estimarse correctamente, lo mismo que el daño que se le produce al propietario por
el hecho de que se le prive o limite, según los casos, la extracción de agua por él
mismo en su propio predio, por todo lo dicho sobre el área de protección y por las
servidumbres de tránsito y acueducto que habrá, además, que constituir. El libre
pacto entre propietario e interesado en alumbrar, es la única manera de asegurar la
integridad de la propiedad; no debe perderse de vista que cuando el bien común
está sustentado en la propiedad privada, sólo su completo respeto permite las
ventajas de su existencia; la proliferación de limitaciones forzadas atenta contra
ello.
Las aguas subterráneas no son bienes nacionales de uso público, no pueden serlo;
es materialmente imposible que las aguas que están en el seno de la tierra puedan
ser usadas en un uso público allí en el interior de la tierra. Su uso es posible sola-
mente cuando ha intervenido el hombre alumbrándolas artificialmente y ese trabajo
lo hace, desde luego, para un empleo exclusivo. Hemos dicho que las superficiales
81
son bienes nacionales de uso público, pero allí en su fuente natural, y que están
destinadas, por la naturaleza de lo creado, a ser empleadas en su rol económico. La
necesidad del derecho de aprovechamiento para la explotación de las subterráneas
se debe a que forman parte de una misma corriente con todas las de la cuenca u
hoya hidrográfica. Como ya se ha explicado, puede ocurrir, por ejemplo, que el
abundante alumbramiento de aguas subterráneas en una parte de la cuenca, dismi-
nuya las superficiales de una zona más baja, porque éstas provienen de vertientes
de ésas subterráneas.
82
SEGUNDA PARTE
LADISTRIBUCIÓN
CAPÍTULO I
EXPLICACIÓN GENERAL
Mientras el río lleva agua suficiente para abastecer a todos los canales en su máxi-
ma capacidad, es evidente que no hay diferendos; pero apenas aquél lleva menos
agua que la suma de la capacidad de éstos, los problemas comienzan. En este caso
es necesario proceder al reparto de las aguas existentes respetando la cantidad y
oportunidad de toma, según los títulos de los derechos de aprovechamiento de
cada cual: permanentes o eventuales, continuos o discontinuos, alternados y con-
suntivos o no consuntivos.
Este proceso se denomina reparto o distribución de las aguas. A medida que éstas
van disminuyendo se dispone primero el cierre de las bocatomas de los canales con
derechos eventuales; si todavía son suficientes para abastecer a algunos de éstos,
se cierran primero las de los eventuales cuyos títulos originarios son más recientes;
si el proceso sigue, se cierran todos los eventuales y si las aguas no alcanzan para
todos los permanentes se reparten entre ellos a prorrata de sus derechos, lo que se
hace cerrando en la proporción debida las tomas o bien estableciendo esa propor-
ción con el sistema de turno, mediante el cual la cuota se mide en el tiempo que se
faculta a cada canal para dejar entrar el todo de las aguas que en él caven si las
hay, (horas, días) comenzando generalmente por los del final del río para terminar
con los primeros y recomenzar otra vez. Si hay discontinuos deberá atenderse
también esta particularidad.
Se requiere que una o varias personas estén dotadas de las facultades suficientes
para obligar a proceder de la manera indicada, evitar que tomen aguas los que no
tienen derechos de aprovechamiento, impedir la construcción de obras o instala-
83
ción de elementos que alteren el libre escurrimiento de las aguas en perjuicio del
correcto reparto y realizar también otras funciones que la modernidad exige y que
citaremos a propósito de las juntas de vigilancia.
84
ción es relativamente nuevo) y sobre las características de los ríos. Además, res-
pecto de los canales se fue consolidando un mecanismo para determinar los traba-
jos de mantención y la forma de financiarlos. Hay ya un principio de organización
que sucesivas leyes y códigos van afinando hasta llegar al estado actual que tam-
bién tendrá que adecuarse a las nuevas necesidades.
Con la ordenanza citada, con el título sobre juicios de agua, hoy derogado, el
Código de Procedimiento Civil, con la ley de Asociaciones de Canalistas de 1908 y
más tarde con la dictación del Código de Aguas de 1951, se terminó de institucio-
nalizar el sistema de reparto, a través de los propios interesados.
85
usuarios de que son ellos los únicos titulares de derechos, una natural y cómoda
aceptación de todos a la autoridad elegida y a la manera de reparto, a la que han
llegado por el aporte acucioso de sus dirigentes e ingenieros contratados para este
efecto.
El país requiere conocer en forma constante, clara y cierta cuántas son las aguas
asignadas; de qué características son los derechos que se ejercen; quienes son
efectivamente sus titulares. También requiere disponer de más y mejores instru-
mentos de medición de caudales para determinar cuántos y de que manera éstos
están disponibles. Así habrá un cómodo proceso de reasignación que acompañe las
posibilidades de las cada vez mejores tecnologías, para que particulares y gober-
nantes planifiquen y mejor evalúen sus inversiones.
Por esta razón, el código de 1981 procura impulsar el reconocimiento de las co-
munidades y la constitución de juntas de vigilancia con el procedimiento que esta-
blece. En la práctica, en los últimos años ya son muchas las comunidades que se
han reconocido y algunas juntas de vigilancia que se han constituido cumpliendo
los trámites de la ley.
86
Las citadas organizaciones de hecho ejercen su poder porque son aceptadas por
todos, pero hoy en día, por las razones ya explicadas (más y nuevos usuarios) para
que tengan imperio, es indispensable que la organización esté jurídicamente esta-
blecida.
87
CAPÍTULO II
Hemos dicho que éstas no son más que el hecho de que dos o más personas tomen
agua de una fuente natural por una misma bocatoma y las introduzcan y conduzcan
por un mismo canal. (186, 36, 202 C.A.).
Dos son los PROCEDIMIENTOS para hacer esta explicitación, uno por la una-
nimidad de todos los titulares de derechos de aguas a través de una escritura públi-
ca que se inscribe en el registro de la Dirección General de Aguas y en el registro
del Conservador de Bienes Raíces pertinente, y la otra mediante el procedimiento
judicial que explicaremos (187, 188, 196, 122, C.A.).
La primera solución, esto es, la de la escritura pública firmada por todos, es de rara
ocurrencia, puesto que hoy en día los canales son generalmente usados por muchas
personas, de manera que se hace difícil que todos ellos tengan interés en concurrir
a la firma del documento; no olvidemos que, por regla general, los que se encuen-
tran más cerca de la fuente natural o más cerca de la bocatoma del canal, tienen
menos necesidad de la existencia de una organización.
89
Se notifica la resolución mediante avisos y luego en el COMPARENDO, con los
que asistan, se deja constancia del canal de que se trata, de quiénes son sus dueños,
los que tienen derecho de aprovechamiento de aguas que lo usan y en que calidad,
y cuáles son las características de cada uno de esos derechos. Hecho esto, se
aprueba el ESTATUTO que regirá la organización y se elige la primera
DIRECTIVA que tomará las riendas o el gobierno de la entidad (188, 189, 190,
36 y 202 C.A.).
Que la ley diga que el juez deberá resolver con los antecedentes de que disponga,
no quiere decir que tenga necesariamente que resolver si no existe documentación
suficiente para inclinar la inteligencia a determinar los elementos centrales de la
comunidad. Muchos creen que basta con acompañar algunos antecedentes que den
alguna idea sobre la existencia de esa comunidad, para que el juez esté obligado a
resolver en los términos que lo hacen los solicitantes. Esto no es así, no puede
obligarse a resolver la existencia de una comunidad si efectivamente los antece-
dentes que obran en autos no son suficientes como para inclinarse en tal sentido
(189 C.A.) .
Pudiera ocurrir también que sea realmente difícil elaborar el listado de usuarios por
la gran cantidad de personas que emplean el canal, por el debate acerca de cuanta
es la dotación de agua que a cada uno de ellos corresponde y sobre la manera de
ejercer los derechos. Para este caso la ley permite a los interesados que pidan al
juez determinar que la Dirección General de Aguas elabore un ROL
PROVISIONAL. Esta entidad pública envía funcionarios a hacer encuestas en el
lugar y elabora la nómina provisional de usuarios del canal con sus derechos. El
juez podrá resolver reconociendo la existencia de la comunidad, sobre la base de
dicho rol y ésta podrá empezar a funcionar y sus autoridades, a hacer imperar sus
resoluciones. El procedimiento no está terminado, pero ya hay organización, sin
perjuicio de que se continúe discutiendo lo que corresponda hasta que se resuelva
90
en definitiva; el uso del agua es una necesidad constante y no es posible que por
mucho tiempo, gran cantidad de usuarios queden en el desorden, en la desorgani-
zación, porque de ello saldrán gananciosos unos pocos; la importancia del proble-
ma de la distribución permite privilegiar el orden aunque sea sobre la base de una
nómina provisional de titulares de derechos. Declarado el abandono de la instancia
el rol provisional se tendrá por definitivo (197 inc. 4 C.A.).
El juez dicta una resolución que se reduce a escritura pública, conjuntamente con
los estatutos, si hubiere acuerdo sobre ellos, la que se inscribe en el registro de la
Dirección General de Aguas, como ya se dijo, y luego en el registro de propiedad
de aguas del Conservador de Bienes Raíces pertinente (197, 164 a 170 C.A.). Si
no hay acuerdo en los estatutos rigen supletoriamente las normas del Código.
REGISTROS
91
revisar y objetar los títulos constitutivos, solamente debiera hacer las anotaciones
pertinentes, sin embargo se ha arrogado esa facultad y examina y rechaza. Con
todo, hay que reconocer que en muchos casos ha hecho bien porque los docu-
mentos relativos al reconocimiento de la comunidad han adolecido de graves de-
fectos (196, 122, C.A.).
Es posible que uno o varios titulares de aguas hayan sido desconocidos en el pro-
ceso de organización de la comunidad y no se los haya considerado en la nómina
pertinente. Para solucionar este problema la ley ha establecido la imprescriptibili-
dad del derecho de estas personas y así, en cualquier tiempo, ellas podrán reclamar
directamente ante la organización para ser incluidas en la nómina o bien, si acaso la
organización rechaza la petición, podrán hacerlo a través del procedimiento judicial
que es el del juicio sumario. Mientras se sustancia el reclamo continúa a firme la
resolución que se trata de modificar (194, 195 C.A.).
Las costas de las nuevas gestiones serán de cargo exclusivo de los que las soliciten,
y los acuerdos o resoluciones ejecutoriados de estas nuevas gestiones, prevalece-
rán sobre los acuerdos o resoluciones anteriores (194 C.A.).
También se pueden introducir las aguas en forma forzada, pero siempre pagando
una indemnización al dueño de la bocatoma y del canal, la que será equivalente al
valor del terreno y de las obras existentes a prorrata en la parte que efectivamente
las utilice (77 y 85 C.A. y 861 C.C.). Si las partes no llegan a un acuerdo el monto
de la indemnización la fija el juez.
92
Al reconocer la existencia de una comunidad de aguas, por lo general se entiende
que los usuarios del canal en ese momento, son sus dueños en la proporción de sus
derechos de aprovechamiento, utilizándose la presunción del art. 202 del Código
de Aguas ya citado.
A propósito del proceso de reasignación de las aguas, tratamos los cambios de los
puntos de toma o del lugar de ejercicio del derecho de aprovechamiento y distin-
guimos el cambio en la fuente natural, del traslado dentro del canal; dijimos tam-
bién que el primero significa cambiar uno de los elementos de que se compone el
derecho de aprovechamiento, esto es el punto de captación. Al interior del canal no
tiene que intervenir la autoridad. La Dirección General de Aguas no tiene ninguna
atribución porque se trata de cambios dentro de la propiedad privada. El usuario
del canal puede ser comunero o bien dueño del predio dominante de la servidum-
bre del art. 85 del C.A. o tener derechos de uso en virtud de alguna otra conven-
ción. El comunero, no estos últimos, pueden cambiar el punto de toma dentro del
canal haciendo, de su cargo, los cambios de marcos partidores u otras obras, cuyos
planos debe aprobar previamente el directorio, el que, además, debe fijar las fechas
para que los trabajos se realicen. Lo mismo ocurre cuando la comunidad está
formada por una red de dos o más canales y el cambio es de uno de ellos a otro. Si
sólo hay comunidad en la bocatoma y no en los canales, no existe este derecho;
sólo es posible una convención o eventualmente, la servidumbre del citado art. 85.
Los que usan los canales en virtud de servidumbre o de convención, deben estar a
lo que diga el acto de constitución de la primera o el acuerdo, según el caso (210
C.A.).
93
timos a todo lo dicho sobre distribución, al comienzo de esta sección segunda (241
C.A.).
LA ADMINISTRACIÓN
94
para ello. La junta puede delegar en el directorio, en forma expresa, la fijación de
cuotas. Los detalles sobre estos asuntos están contenidos en los artículos 214 a
217 del Código de Aguas que son de evidente comprensión.
El secretario del directorio es designado por éste y podrá ser uno de los directores,
el gerente, el administrador, el abogado de la organización o alguien especialmente
contratado al efecto (213 C.A.).
Se da muchas veces el caso de que dos o más comuneros extraen las aguas en
común por un mismo dispositivo; este caso es frecuente en los lugares donde se
aplicó la Ley de Reforma Agraria. El directorio puede exigirles que constituyan un
representante común y todos esos comuneros son solidariamente responsables del
pago de las cuotas y de las multas respectivas.
Estos comuneros pueden ser requeridos por el directorio para que designe este
representante común. Si pasados treinta días no lo hicieren, el directorio puede
efectuar el nombramiento (207 C.A.).
CRÉDITOS
95
podrá, llegado el caso, hacer efectivo su crédito realizando los derechos de agua de
los comuneros sin que haya sido necesario que cada uno de éstos haya concurrido
a suscribir el crédito al banco en la cuota que le correspondiere. En síntesis: presu-
puesto aprobado con las formalidades que el estatuto establece, autorización de
aquél por el secretario, autorización de la junta general para tomar el crédito (salvo
los casos del 241 Nº 13) y constitución de la prenda de ese crédito, son los requi-
sitos que debe exigir el financista (203, 204, 207, 214, 215, 216, 241 Nº 13 C.A.).
Más simple aún resulta que la organización de usuarios ceda al financista el crédito
que tiene contra los comuneros según presupuesto; el cesionario puede ejercer,
llegado el caso, la hipoteca legal (213 C.A.) que graba el derecho de aprovecha-
miento en garantía del cumplimiento de esas obligaciones presupuestarias.
LA RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS
El directorio resuelve los conflictos que se presenten entre los usuarios y entre
éstos y la organización. Conoce y resuelve como árbitro arbitrador y sus resolucio-
nes se pueden cumplir con el auxilio de la fuerza pública.
Hemos dicho que con el transcurso del tiempo se han desarrollado formas y mane-
ras de operar relativas a la distribución de las aguas, a la mantención de los canales
y otros asuntos y que son los mismos usuarios los conocedores y detentadores de
la tradición; también ocurre muchas veces que el conflicto debe ser resuelto a la
brevedad, porque las aguas se necesitan ahora y no después; todo ello recomienda
que quién debe conocer y fallar debe ser la autoridad que emana de los mismos
comuneros.
96
El directorio conoce en esta calidad de árbitro sobre las siguientes materias:
1.- Repartición de aguas.
2.- Ejercicio de los derechos que tengan los comuneros como miembros de la
comunidad.
3.- Conflictos que surjan respecto de cualquiera de los puntos anteriores entre
comuneros y la comunidad (244 C.A.).
El árbitro resuelve con la mayoría absoluta de los miembros y los fallos deben
llevar por lo menos la firma de los que hayan concurrido al acuerdo de mayoría. Es
del todo conveniente que también firmen los de minoría y dejen constancia de sus
razones (244 C.C.).
El secretario será actuario y ministro de fe, salvo que el directorio haya designado
uno ad-hoc (244 C.A.).
Si fuere necesario la fuerza pública, el directorio puede disponer de ella por inter-
medio del juez que tenga competencia en el territorio donde deba cumplirse el
fallo. El juez sólo debe revisar que quienes dictaron el fallo sean efectivamente los
integrantes del directorio de la comunidad y que ésta esté legalmente reconocida.
Por consiguiente los documentos pertinentes deben ser el certificado de inscripción
de la organización en la Dirección General de Aguas y en el Conservador de Bie-
nes Raíces, la reducción a escritura pública del acta que da cuenta de la elección
97
del directorio, copia de la sentencia autorizada por el ministro de fe y constancia de
su notificación. Este Juez no puede conocer del fondo del asunto a propósito de la
petición de la fuerza pública y debe ordenarla sin más trámite en el espíritu de la
velocidad con que la ley desea se resuelva esta materia, su único rol es hacer de
intermediario, según el texto expreso de la ley (242 C.A.).
El que se crea perjudicado por un fallo arbitral, puede reclamar ante los Tribunales
Ordinarios de Justicia dentro del plazo de seis meses contados desde la notifica-
ción. Estos conocen con el procedimiento sumario. La sentencia recurrida debe
cumplirse en el intertanto, salvo que el juez a petición de parte y como medida
precautoria, decrete sus suspensión (247 C.A.).
Las comunidades que hemos tratado hasta este momento son aquellas que se
producen como consecuencia del hecho de que dos o más personas captan aguas
por un mismo dispositivo y las conducen por un mismo canal hasta su lugar de
destino; vale decir, son consecuencia de la necesidad de éstas.
98
Hemos dicho que se pueden usar las aguas provenientes de drenajes sin necesidad
de tener derechos de aprovechamiento; con todo, lo que manda es la obra de
drenaje, de tal manera que el que drena las aguas podrá cambiar el día de mañana
su curso y el que utiliza las aguas no tiene ninguna facultad para impedir el cambio
de curso de ellas salvo acuerdo en contrario (51 C.A.), del cual se puede dejar
constancia en la reglamentación de la comunidad, sin perjuicio de que siempre debe
entenderse este acuerdo en contrario cuando los predios que se benefician de las
aguas son el resultado de una partición en la que este hecho fue considerado para
la tasación de aquéllos.
Respecto del área de prohibición nada dice la ley. Entendemos que también da
lugar en este caso a una comunidad de aguas, porque con mayor certeza se entien-
den agotadas las posibilidades del acuífero.
99
ciones que determinan que no pueden ser eficientes sin importantes normas com-
plementarias que por su naturaleza son propias de la ley, como, por ejemplo, las
referentes al directorio como tribunal arbitral y a sus facultades de imperio; las
relativas al corte de agua al moroso en el pago de las cuotas; a la configuración de
un título ejecutivo para el cobro de las cuotas ordinarias y extraordinarias; a la
hipoteca legal del derecho de aprovechamiento que garantiza el pago de esas
cuotas; a la solidaridad entre los comuneros que tienen un mismo dispositivo de
captación para los efectos del pago de las cuotas; la garantía que se puede consti-
tuir a favor de los bancos o cualquier financista para obtener créditos, etc. Como la
comunidad no tiene personalidad jurídica el legislador creyó conveniente revestirla
de todo lo necesario para que su directorio pueda actuar de la manera más eficiente
posible, como es el caso de la asimilación del cargo de presidente a los casos del
art. 8º del Código de Procedimiento Civil.
La otra razón que tuvo presente el legislador para proceder de esta manera, fue
asegurar desde la dictación misma del código la plena independencia de las organi-
zaciones de usuarios respecto de los servicios estatales, sin riesgos de que un
reglamento de eventual redacción equívoca debilitara este importante criterio. No
hay que olvidar el peso de la historia del Estado intervencionista en el país.
100
CAPÍTULO III
LA ASOCIACIÓN DE CANALISTAS
Las asociaciones de canalistas son un grado más perfecto de organización que las
comunidades de aguas. Estas últimas son consecuencia del reconocimiento de un
hecho y la necesidad de darle al mismo una estructura que permita cumplir algunos
objetivos fundamentales que dicen relación con su propia existencia; la asociación,
en cambio, es el resultado del acto formal en el cual se expresa la voluntad de
todos los legítimos usuarios de un canal de formar una entidad distinta de cada uno
de ellos. Por consecuencia, esta asociación tiene personalidad jurídica con las
ventajas consiguientes.
101
Respecto de las asociaciones de canalistas se aplican, también, las normas legales
relativas a un presupuesto de entrada y gastos, corte de agua, título ejecutivo,
hipoteca legal de los derechos de aprovechamiento, facultades arbitrales del direc-
torio incluyendo lo ya dicho sobre la fuerza pública, constitución de prenda sobre
los créditos contra los asociados, etc.
102
CAPÍTULO IV
103
rimientos de agua por parte de nuevas y deseadas múltiples iniciativas creadoras de
bienes y servicios y sus efectos en cauces y acuíferos, todo lo cual exige organiza-
ciones de usuarios de agua capaces de canalizar ciencia, tecnología, disciplina y
orden. Asumiendo sus deberes las juntas de vigilancia son trascendentes para evitar
desconfianza y temores en los actuales titulares de derechos y que no se impida
ciegamente la sana expansión, propicia de un futuro pacífico (266 C.A.).
Dijimos al comienzo de esta segunda sección que sólo en períodos de bravas se-
quías se necesitaba recurrir al juez para que un ingeniero con el título de juez de
aguas, vigilado por una comisión, realizara la labor de repartir las pocas aguas que
el río aportaba. Las cosas han cambiado y las juntas de vigilancia tienen que prepa-
rarse para cumplir su vasta misión.
Las que hoy se conocen ejercen sus atribuciones en un río o en partes de él. El
mandato de la ley en el sentido de que su rol está en la cuenca, se hará efectivo con
el transcurso del tiempo; no será producto de la disposición legal, sino del peso de
la realidad.
Las juntas existentes están integradas por agricultores. Para que cumplan las fun-
ciones delineadas es indispensable que incluyan a la brevedad todas las otras acti-
vidades que toman aguas en la cuenca, como minería, industria y agua potable.
Más adelante volveremos sobre este punto.
104
Los ASOCIADOS de las juntas de vigilancia son, dicho en forma simple, los ca-
nales que se sirven del río. Pero como la cosa física canal no puede ser socio,
jurídicamente éstos son las organizaciones de usuarios que administran cada canal
y en el caso de canales que sirven a una sola persona natural o jurídica, el asociado
es esta persona.
Para constituir la junta aparece a primera vista necesario que estén jurídicamente
organizados la totalidad de los canales, de manera que haya representación sufi-
ciente y precisión sobre el caudal que legítimamente debe permitirse que ellos
capten.
Para las juntas de vigilancia la ley hace extensivo lo que dijimos para las comuni-
dades de aguas, en el sentido de que si en los trámites de constitución de la organi-
zación, un CANAL ES OLVIDADO, no prescribe su derecho para ser incluido
formalmente en el rol de usuarios del río.
Por otra parte, en la práctica, aunque no esté legalmente constituida la junta, todos
los canales del río están recibiendo en el hecho sus aguas, vigilados a veces por una
junta de hecho, respetada por los usuarios por la necesidad de orden y normalidad.
Esta es una evidencia más a favor del principio de reconocimiento de la personali-
dad jurídica y de que no se impida la constitución de la junta porque falten canales
organizados legalmente.
Con las juntas de vigilancia legalmente formadas, habrá un inventario de los cau-
dales constituidos en derecho y una base muy certera de claridad para determinar
los caudales disponibles.
105
En cuanto a los requisitos de CONSTITUCIÓN, son básicamente los mismos que
para el reconocimiento de la comunidad de aguas y para la constitución de una
asociación de canalistas, incluyendo la aprobación del Presidente de la República.
Los puntos a precisar están ya dichos: los ríos principales de la cuenca con sus
afluentes y sub afluentes, los canales que nacen de esos ríos, los caudales que
tienen derecho a tomar y cuales son las especificidades que se deben respetar para
el buen reparto.
Las ACCIONES O PARTES DE RÍO están referidas a ese caudal del período de
estiaje que hace necesario empezar el reparto y no a los momentos de máximos
caudales.
106
La suma total de los caudales de los derechos de ejercicio permanente debe ser el
equivalente a ese total del río en que empieza el reparto. A cada canal se le señala
su porcentaje en dicho total.
Hay estatutos de juntas de vigilancia que dividieron las aguas a repartir en “accio-
nes hectáreas”, porque para precisar la dotación de agua de cada canal, se sumó la
cantidad de hectáreas (o cuadras) que tradicionalmente regaba cada uno de ellos.
El total de hectáreas (o cuadras) regadas por el río se entendió que era el 100% de
las acciones y a cada canal se le determinó su parte (expresada en acciones) de ese
total. Desde luego ésas eran las hectáreas que se regaban en período de estiaje.
Es evidente que este sistema se irá perfeccionando con los adelantos de la ingenie-
ría hidráulica, la multiplicación y mejoramiento de los centros de medición y el
mejoramiento de las estadísticas y dispositivos de captación.
SECCIONES DE RÍO
Hay ríos que desaparecen por las aguas que se le extraen y, no obstante, más abajo
fluyen con importante caudal por los afloramientos de aguas provenientes de infil-
traciones. Para facilitar el proceso de distribución, en determinados ríos se conside-
107
ró este hecho separándolo en secciones y haciendo un reparto independiente en
cada una de ellas. Por dicha razón la ley ha permitido la constitución de juntas de
vigilancia para cada sección (264 C.A.).
Con todo, el seccionamiento fue una buena solución para facilitar la distribución,
dados los conocimientos hidrológicos existentes.
CONVENIOS
108
subterráneas. Las funciones a realizar que deben explicitarse en el convenio son
básicamente las que enunciamos al comienzo de este capítulo IV.
VOTACIONES
109
permanentes. El directorio podría ser controlado por la empresa dueña de la cen-
tral. Los no consuntivos pueden evitarlo si previamente a la votación se conciertan
debidamente. Si se tiene presente que los no consuntivos están sometidos a im-
portantes obligaciones respecto de los derechos consuntivos existentes más abajo
del punto de restitución (14, 15 y 97 del Código de Aguas), debemos concluir que
en materia de cómputos de votos al interior de las juntas de vigilancia debió haber-
se legislado en consecuencia. Hay aquí un manifiesto vacío legal que requiere
pronta corrección. La solución puede ser la misma escogida para el caso de los
eventuales.
EL REPARTIDOR Y CELADORES
El Directorio debe designar un repartidor general de las aguas. Debe ser necesa-
riamente ingeniero civil, a menos que por unanimidad se acuerde otra cosa. Puede
designarse el número de repartidores que se crea conveniente. Para el ejercicio de
sus funciones el repartidor cuenta con los celadores que él mismo designa con
acuerdo del directorio.
Las atribuciones del repartidor están en el artículo 278 del Código de Aguas que,
por su importancia, reproducimos íntegramente: “Los repartidores de agua tendrán
los siguientes deberes y atribuciones:
“1.- Cumplir los acuerdos del directorio sobre distribución de aguas, turnos y
rateos, conforme a los derechos establecidos y restablecerlos inmediatamente que
sean alterados por actos de cualquier persona o por accidente casual, denunciando
estos hechos al directorio”.
“2.- Velar porque el agua no sea sustraída o usada por quienes carezcan de dere-
chos y para que vuelva al cauce aquélla empleada en usos no consuntivos”.
“3.- Denunciar a la justicia ordinaria las sustracciones de agua de los cauces matri-
ces y las destrucciones o alteraciones de las obras existentes en los álveos de di-
chos cauces. En los juicios a que den lugar estas denuncias, el repartidor de agua
tendrá la representación de la Junta, sin perjuicio de la comparecencia y actuación
de ésta”.
110
“4.- Cumplir las órdenes del directorio sobre privación de aguas a los canales o
titulares de derecho de aprovechamiento que no hayan pagado sus cuotas”.
“5.- Vigilar la conservación de los cauces de la hoya y la construcción y conserva-
ción de las compuertas, bocatomas y demás obras que estén sometidas a la Junta”.
“6.- Solicitar con arreglo a lo dispuesto en el artículo 242 el auxilio de la fuerza
pública para hacer cumplir las obligaciones que les incumban”. (Ese artículo dice
que la fuerza pública debe solicitarse por intermedio del juez como ya explicamos a
propósito de las comunidades de agua. Esta facultad entregada al repartidor no
excluye la del administrador, gerente o secretario, facultado por el directorio para
ejecutar sus resoluciones).
“7.- Ejercitar los demás derechos y atribuciones que señalen los estatutos”.
La ley da una gran importancia a los repartidores, como queda de manifiesto por el
artículo transcrito. Pueden actuar directamente ante la justicia ordinaria y requerir
de la fuerza pública sin pasar por acuerdos previos del directorio.
Los celadores recorren la fuente natural, revisan el estado de las tomas y, frente a
las irregularidades proceden según las instrucciones del repartidor (que es el en-
cargado de asignarle sus deberes) o del directorio; ejercen la “policía y vigilancia
para la justa y correcta distribución de las aguas, con arreglo a los derechos esta-
blecidos y a los acuerdos adoptados, debiendo dar cuenta inmediata de toda altera-
ción o incorrección que notaren” (279 C.A.).
111
“maliciosamente alteraren en forma indebida el reparto o permitieren cualquier
sustracción de agua por bocatomas establecidas o por otros puntos de los cauces”.
112
de un comparendo de alegación y prueba y resuelta dentro de los ocho días si-
guientes a la celebración de éste (275 C.A.).
REGISTROS.
El artículo 274 Nº 5 del Código de Aguas determina que es obligación del directo-
rio “mantener al día la matrícula de los canales”. En esta materia nos remitimos a
lo ya dicho sobre este tema a propósito de las comunidades de agua.
113
CAPÍTULO V
El sistema de mercado, con su libertad para pactar precios y emprender sin limita-
ciones artificiosas, irá plasmando en obras lo que la iniciativa ilumine. ¿Por qué no
aprovechar la organización de usuarios?
Son muchas, por ejemplo, las obras de ingeniería que deberán hacerse a propósito
de la constante y necesaria mejor utilización de las aguas, como son los embalses y
las centrales de refinamiento de aguas servidas.
Con el propósito de que ello pueda hacerse, el código actual incorporó como
posibles organizaciones de usuarios, además de las tradicionales ya explicadas,
otras que por su naturaleza puedan bien llevar a cabo objetivos lucrativos. Por ello
usó en el art. 186 la frase “Y OTRO TIPO DE SOCIEDADES”. Así los usuarios
de un canal podrían constituir una SOCIEDAD ANÓNIMA para llevar a cabo las
funciones de reparto y las lucrativas que creyeran convenientes.
Naturalmente que para actuar con las facultades que la ley otorga a las organiza-
ciones de usuarios en lo ya explicado sobre título ejecutivo para cobro de cuotas,
115
fuerza pública para hacer cumplir los fallos, etc., esta sociedad de derecho común
tiene que someterse, también, a los trámites de registro que el Código de Aguas
establece y si no hay unanimidad, no puede evitarse el trámite judicial contemplado
en dicho Código.
Por una parte los objetivos de distribución y resolución de conflictos requieren una
absoluta independencia, lo que se contrapone con los intereses pecuniarios que la
misma organización adquiere en contradicción con sus propios miembros; sin
embargo, a su vez, la contradicción es sólo aparente si se tiene presente que el
éxito económico de la organización redunda en beneficio de sus integrantes, lo que
hace desaparecer el conflicto.
El art. 300 letra a) del Código de Aguas, faculta a la Dirección General de Aguas
para emitir dictámenes o resoluciones. Por esta vía se debiera complementar esta
iniciativa sólo delineada en el Código.
En el curso del año las fuentes naturales tienen períodos de abundancia y escasez,
las que, a su vez, tienen connotaciones distintas en grupos de años. Hay ciclos
marcados de años lluviosos y de importantes acumulaciones de nieve y otros, por
el contrario, secos o muy secos. Estos ciclos y variaciones constituyen una norma-
lidad que es administrada por las organizaciones de usuarios en su rol de distribu-
ción. Vimos que en los períodos de escasez los directorios asumen el reparto
cerrando los canales eventuales y llegando hasta el turno, si es necesario, entre los
derechos de ejercicio permanente, aunque se trate de continuos, para bien hacer el
reparto proporcional que la ley obliga.
Con todo, cada cierto número de años, generalmente cada 15 ó 20, las sequías
tienen un carácter agudo, son más intensas que las que corrientemente se vive. Hay
116
ríos del norte y centro del país en los que el turno se hace insuficiente e importan-
tes necesidades quedan parcialmente o del todo desabastecidas.
Frente a esta situación puede ocurrir que no haya organización de usuarios que
imponga el orden o bien que aún existiendo aquélla, queden sin agua ciertas activi-
dades de claro interés nacional.
117
El Decreto de zona de escasez tendrá la vigencia que el mismo indique, la que no
podrá exceder de seis meses, no prorrogables.
Para este proceso no es necesario pedir el cambio del punto de toma, ello significa-
ría una dilación contraria al objetivo de afrontar la sequía con la velocidad de las
necesidades.
118
La TRIBUTACIÓN entre secciones de río se puede hacer cumplir con el proce-
dimiento del artículo 314. En forma expresa éste dice que la Dirección General de
Aguas puede también “suspender los seccionamientos de las corrientes naturales
comprendidas dentro de las zonas de escasez”. Se trata de una obligación a la que
nos referimos en el CAPÍTULO IV en la parte relativa al seccionamiento y que se
puede hacer cumplir por esta vía.
Existe también otro requisito para proceder a esta intervención y que no está
señalado en el texto de la ley, pero que emana de la naturaleza de las cosas y de la
dura y estricta realidad: hay lugares en que la sequía es tanta que el hilo de agua se
extingue antes de llegar al destino deseado.
Esta intervención estatal se refiere sólo a los cauces naturales y por ende a las
juntas de vigilancia. A mayor abundamiento, el inciso final de este artículo 314 del
C.A. dice que esta declaración de zona de escasez no es aplicable a las aguas
acumuladas en embalses particulares, pero desde luego, puede afectar a los dere-
chos de aprovechamiento que se tienen para alimentarlos.
Cosa distinta es lo tratado en el art. 315 del C.A. Una vez declarada la zona de
escasez, la Dirección General de Aguas puede hacerse cargo de la distribución,
tanto en las corrientes naturales como en los cauces artificiales, sin organizaciones
119
de usuarios legalmente reconocidas o constituidas. Siempre debe actuar a petición
de parte.
El interventor designado por la Dirección General de Aguas actúa con todas las
atribuciones que la ley confiere a los directores o administradores de las organiza-
ciones de usuarios. Debe distribuir conforme a derecho, respetando la proporción
que corresponde a los títulos. No procede en este caso la redistribución comentada
a propósito del 314.
Desde aquéllas disposiciones del régimen socialista del Presidente Dávila en los
años 30 de este siglo, operaron en Chile esas amplias facultades de intervención,
entregadas al gobernante respecto de las actividades de los particulares. Existía la
idea de que las crisis económicas y sociales podían ser solucionadas por el solo
hecho de que un representante del gobierno asumiera el rol del directorio de las
empresas, como si aquél pudiese, por su solo nombramiento, generar riquezas y
producir por encantamiento los elementos de la paz social.
120
El resto del siglo XX abunda en aplicaciones de esta facultad; en un comienzo con
la ingenua intención de solucionar problemas que derivaban de un equivocado
manejo de la conducción general del país y más tarde con la clara intención de
servirse de ese procedimiento para los forzados cambios de estructura revoluciona-
ria, en los que se quiso cimentar un nuevo orden.
El Código de Aguas vigente se hace cargo de esta sufrida historia: restringe las
atribuciones de intervención por parte de la autoridad en las organizaciones de
usuarios y reglamenta las emergencias derivadas de las extremas sequías, como ya
lo comentamos.
En los artículos 283 al 293 del C.A. se establece un procedimiento para que la
Dirección General de Aguas fiscalice las organizaciones de usuarios cuando sus
directorios o administradores hayan incurrido en graves faltas o abusos en la distri-
bución de las aguas.
Todos los problemas que se produzcan a nivel de usuarios y entre éstos y la orga-
nización, deben ser resueltos por el directorio de la misma en su calidad de árbitro
arbitrador; de sus resoluciones se puede recurrir a la Justicia Ordinaria. Esas nor-
mas, más todas las del derecho común, permiten a los interesados actuar en defen-
sa de sus derechos, tal cual lo hacen en otros tipo de sociedades.
Sin embargo, en un rol tan importante como es la distribución de las aguas, pudie-
se ocurrir que el directorio en forma reiterada actúe arbitrariamente cometiendo
faltas a la ley, a la costumbre del lugar e incluso abusando de sus facultades. Para
estos casos y sólo para ellos, los artículos señalados del Código de Aguas permiten
a la Dirección General de Aguas fiscalizar y tomar medidas para que se corrijan las
anomalías en el plazo que al efecto se indique.
Si las faltas o abusos denunciados continuaren, a pesar del requerimiento para que
se corrijan, la Dirección General de Aguas podrá solicitar a la Justicia Ordinaria
que decrete la intervención de aquélla en la distribución de las aguas, con todas las
121
facultades de los respectivos directorios o administradores, por períodos que no
excedan de los 90 días.
122
Falta claridad y certeza sobre los efectos en las partes bajas de la cuenca por las
extracciones de aguas subterráneas en las partes altas; que todos los títulos estén
explicitados en volumen por unidad de tiempo, y tanto otro asunto de interés.
Esa Dirección puede hacer también convenios con las juntas de vigilancia, asocia-
ciones y comunidades para mantener estaciones fluviométricas, multiplicando así
las posibilidades existentes. Podría, además, construir una red de información en la
que particulares y el Estado se entrelacen en pro del bien común.
123
CAPÍTULO VI
OBRAS DE INGENIERÍA
PRESENTACIÓN
Las obras de ingeniería son indispensables para el ejercicio del derecho de aprove-
chamiento, para mejorar la seguridad de existencia de las aguas, para evitar des-
trucciones en periodos de lluvias o derretimientos de nieve excesivos, para recupe-
rar la calidad usable de las aguas y en general para todo aquello que dice relación
con ésta.
125
buque que lo transportaba, el otro finalmente llegó a Valparaíso y con la ruina total
del empresario, se llegó con las aguas a un valle importantísimo por la riqueza que
aporta. Otro caso interesante fue el Chufquén en el río Cautín, que se construyó en
plena crisis de los años treinta, de gran extensión y envergadura, regó enormes
extensiones en una zona que recién ahora a fines del siglo XX se ha incorporado
culturalmente al sistema de riego. Ambos casos son demostrativos de mentalidades
visionarias además de lo ya dicho sobre un natural vigor sin esperar ayudas de
terceros ni menos del Estado.
126
Con todo, en consideración al largo periodo de falta de inversión en los campos y
como una manera de ayudar a los agricultores a que se incorporen definitivamente
a un régimen sin preferencias en la asignación de los recursos se dictó la ley 18.450
que subsidia la construcción de obras menores de regadío.
Este DFL también contempla los mecanismos para hacer participar a los directa-
mente beneficiados en parte de los gastos de inversión.
127
CONSTRUCCIÓN DE BOCATOMAS
Para construir una bocatoma se requiere autorización expresa del Director General
de Aguas. Esta recae sobre los planos de ingeniería y otros antecedentes necesarios
para su entendimiento. Para solicitar la autorización se debe acreditar la existencia
de los derechos de aprovechamiento de las aguas que se pretenden extraer con la
obra a construir y justificar el dominio que a su respecto se tiene. El que solicite la
construcción no necesariamente debe ser el dueño de los derechos de aprovecha-
miento, también puede ser un tercero que haya suscrito con el anterior algún con-
venio que le dé derecho a la construcción de la bocatoma y sobre esta materia se
aplican las normas generales del Derecho Civil.
Existe una relación directa entre los caudales que dan cuenta esos derechos de
aprovechamiento y los planos de la bocatoma, puesto que la obra debe permitir la
captación final de no más agua que la que se tiene derecho a extraer de la fuente.
El trámite está sujeto a normas precisas señaladas en los artículos 130 y siguientes
del Código de Aguas: solicitud, publicaciones, plazo para presentar oposiciones,
plazo para contestar las oposiciones que se presenten, inspecciones técnicas por
parte de los ingenieros de la Dirección General de Aguas, análisis del asunto y
resolución del Director. Este puede acoger las oposiciones o bien rechazarlas y en
éste caso autorizar la construcción. Desde luego durante este proceso quién pide y
presenta el proyecto tendrá oportunidad para proponer las enmiendas a que den
lugar las oposiciones o planteamientos de los inspectores.
En la redacción de los artículos 151 y 152 se puede desprender que el proyecto
debe acompañarse después de haberse desechadas las oposiciones, pero esto no
puede interpretarse así porque el oponente debe naturalmente conocimiento de los
128
planos puesto que de ellos emanan importantísimos asuntos que interesan a terce-
ros eventualmente perjudicados.
Por otra parte existe una norma general en relación con el álveo o cauce natural de
una corriente de uso público. Este es, según el artículo 30 de Código de Aguas, el
suelo que el agua ocupa y desocupa alternativamente en sus creces y bajas periódi-
cas. Y según el artículo 32 del mismo Código sin permiso de la autoridad compe-
tente no se puede hacer obras o labores en ellos, salvo las excepciones puntuales
que contempla la ley.
129
4.- De usar, si fuere el caso, el terreno necesario para el transporte de la energía
eléctrica desde la estación generadora hasta los lugares de consumo, con arreglo a
las leyes respectivas.
EL ACUEDUCTO
130
Si se trata de canal para dar salida o dirección a las aguas sobrantes, derrames de
predios, minas o para desecar pantanos, bajos, vegas y filtraciones naturales, se
puede imponer la servidumbre de derrame o de drenajes, que para los efectos de
determinar el trazado, la indemnización y los derechos y obligaciones entre el
dueño del predio sirviente y el dueño del predio dominante, se les aplican las mis-
mas normas que para la servidumbre general de acueductos y lo dicho en los pá-
rrafos inmediatamente precedentes.
Si el canal conducirá más de dos metros cúbicos por segundo y si modifica algún
cauce natural o artificial deberá tenerse en cuenta lo que diremos más adelante.
La empresa constructora para llevar adelante las obras podrá entrar por los cami-
nos del predio sirviente avisando previamente. Si se trata de un transporte de
materiales más allá de lo que normalmente se necesitaría para una simple repara-
ción, el dueño del terreno podría solicitar una indemnización especial.
131
Si el canal pertenece a varios y éstos están organizados en comunidad de aguas o
asociación de canalistas es el directorio de ésta organización el que vela por las
mejoras a realizar y las financia.
Es posible que la construcción de una determinada obra ya sea pública o una urba-
nización o cualesquiera otra, requiera modificar un canal existente. Para llevar a
cabo esta iniciativa es necesario recabar autorización de la Dirección General de
Aguas mediante el procedimiento administrativo que ya hemos citado a propósito
de las bocatomas. El afectado tiene la posibilidad de oponerse o bien de hacer
presente la manera en que el nuevo proyecto debe considerar el canal para que este
pueda continuar prestando sus servicios.
El costo de las modificaciones a realizar en el canal son de cargo del que ordena la
construcción de la nueva obra. Así mismo éste debe también deberá pagar el mayor
costo que signifique la operación y mantención del canal con las modificaciones
que se introducirán. La importancia de ésta materia obliga a los propietarios de
canales o a los administradores de las organizaciones de usuarios a leer los diarios
oficiales de los días primeros y quince de cada mes o el del día siguiente hábil si los
indicados recayeron en días feriados. En esas fechas se publican las peticiones de
autorización que estamos tratando. Cuando los afectados no se hacen presente en
el procedimiento que señala la ley, luego les es muy difícil revertir lo aprobado si
acaso esto perjudica el manejo del canal.
Esta materia está tratada en los artículos 41, 171, 172 y 130 y siguientes del Códi-
go de Aguas.
132
OBRAS QUE MODIFIQUEN LOS CAUCES NATURALES
La razón de las autorizaciones a requerir para llevar a cabo las obras indicadas, es
dar oportunidades a los terceros eventualmente perjudicados para que hagan valer
sus derechos y no impedir la realización de nuevas iniciativas de progreso. De lo
anterior emana el cuidado que debe de poner el ingeniero proyectista en no afectar
intereses de terceros y si ello es inevitable en proponer soluciones cómodamente
aceptables. Estas incluyen la necesidad que la obra a modificar o lo que sea altera-
do pueda seguir prestando servicio y en no encarecer la mantención de las obras o
cauces a modificar.
En los casos de las obras tratadas en los números precedentes y que requieren
aprobación de los proyectos por parte de la Dirección General de Aguas, hemos
dicho que el eventualmente dañado puede hacerse presente oponiéndose dentro de
los plazos que la ley señala. Con todo, sino interviene en ese momento y la obra
nueva finalmente se ejecuta y ello conlleva perjuicio en la práctica, el dañado podrá
demandar el resarcimiento que corresponda. Su no participación en el procedi-
miento de los artículos 130 y siguientes y en relación con los artículos 171 y 172
133
del Código de Aguas, no significan una renuncia a sus derechos a ser indemnizado
si la nueva obra lo daña. Esto se rige por las normas generales del derecho y por
consiguiente insisto en la acuciosidad que el ingeniero proyectista debe poner en el
diseño de las nuevas obras a realizar y la importancia que tiene para él recabar la
información sobre el sentido de la obra o cauce a modificar y el tipo de derechos
eventualmente involucrados.
Esta prohibido botar a los canales sustancias, basuras, desperdicios y otros objetos
similares que alteren la calidad de las aguas (art. 92 C. A).
Las municipalidades deben establecer sanciones a los infractores.
Los dueños de los canales no son responsables de lo que los habitantes de la ciu-
dad hagan. Ellos estaban con anterioridad en el lugar y el crecimiento urbano debe
hacerse bajo normas elementales de respeto a la infraestructura que permite el
funcionamiento de fábricas y campos. Los directores de obras de las municipalida-
des son los encargados de orientar el crecimiento urbano en armonía con el entor-
no que la ciudad ocupa, y la municipalidad se hace responsable, por ende de la
limpieza de los canales en la parte que la ciudad contribuye a ensuciar. Por consi-
guiente a la fecha de realizar los proyectos de loteos que implique modificar o
simplemente reconocer canales existentes, es indispensable que el ingeniero pro-
yectista considere que las omisiones o inadvertencias de su proyecto le significará
un aumento de los gastos a la municipalidad y por ende un aumento de su presu-
puesto. Esta a su vez debe oponerse a la realización de esas nuevas obras o loteos
134
que no contemplen una correcta solución a los efectos del crecimiento urbano en el
canal existente.
Otro asunto es el del escurrimiento de las aguas lluvias, estas son de cargo del
loteador y si utiliza un canal existente tiene que pagarle a sus dueños el porteo de
las aguas nuevas, puesto que ellos no están obligados a recibirlas, además tendrá
que considerarse el ensanchamiento del canal existente puesto que en muy pocas
horas este puede verse sobrepasado y producirá inundaciones en el sector urbano o
en los predios que siguen aguas abajo en el canal.
Todos estos asuntos son conocidos y por consiguiente no puede eludir el que actúa
ser acusado de negligencia y más tarde obligado a pagar los daños que ocasiona.
Todas estas materias tienen que ser consideradas por el ingeniero proyectista.
135
“c) Los acueductos que conduzcan más de ½ m3 por segundo, que se proyectan
próximos a zonas urbanas, y cuya distancia al extremo más cercano del límite
urbano sea inferior a un kilometro y la cota del fondo sea superior a 10 metros
sobre la cota de dicho límite” y
“d) Los sifones y canoas que crucen cauces naturales”.
136
TERCERA PARTE
Esta materia no es propia del derecho de aguas, está inserta en los llamados asun-
tos ambientales y ecológicos. La humanidad inquieta por la modificación del Globo
que ella misma hace, busca pautas y criterios para evitar cambios que instuye
negativos y redacta pretenciosos cuerpos legales en apariencia coherentes y siste-
máticos que permitan asegurar dicho objetivo. Su estudio requiere tiempo y calma.
Con todo debemos ilustrar sobre algunas leyes chilenas relativas al tema para al
menos, facilitar al que quiera búsqueda posterior.
Lo mucho que se viene diciendo en los últimos veinte años del medio ambiente
dañado y de las aguas polutas, da la impresión que pueblo y autoridades vienen
conociendo recién de éste problema, ello no es así, ya en 1916 durante el mandato
del Presidente Sanfuentes, se dictó la ley 3.133, que está vigente y que trata de la
neutralización de los residuos provenientes de los establecimientos industriales. Su
artículo 1º dice categóricamente “Los establecimientos industriales, sean mineros,
metalúrgicos, fabriles o de cualquiera otra especie, no podrán vaciar en los acue-
ductos, cauces artificiales o naturales, que conduzcan aguas o en vertientes, lagos,
lagunas o depósitos de agua, los residuos líquidos de su funcionamiento, que
contengan sustancias nocivas a la bebida o al riego, sin previa neutralización o
depuración de tales residuos por medio de un sistema adecuado y permanente”.
“En ningún caso se podrá arrojar en dichos cauces o depósitos de agua las materias
sólidas que puedan provenir de esos establecimientos, ni las semillas perjudiciales a
la agricultura”.
137
A continuación la ley establece un procedimiento para someter a la aprobación del
presiente de la República el sistema de neutralización y depuración; las sanciones
por la contravención a lo dispuesto en los artículos transcritos; las acciones que se
le reconocen a las municipalidades y a los particulares interesados para demandar
el cumplimiento de la ley; la imprescriptibilidad a favor de las obras que corrompan
las aguas o las hagan conocidamente dañosas; y otros asuntos que permiten hacer
realidad el propósito que el legislador se puso.
La ley en comentario no usó la frase “impacto ambiental”, entonces las ideas que
ella encierra no estaban desarrolladas, pero empleando un vocabulario simple el
legislador trató el mismo tema hoy en boga.
Doy a conocer a continuación otras disposiciones legales, pero sépase que desde
1916 se han dictado en Chile numerosisimas leyes que tratan el tema que nos
preocupa; sobre 150 organismos, que alguien detectó, tienen alguna competencia
en el medio ambiente. La historia del pensamiento ilustrado es clara y nítida; los
legisladores de todos los tiempos han querido adelantarse a los problemas que
avizoran. Sin embargo, la población, como tal, masivamente considerada, ha sido
renuente a seguir esas pautas de buen hacer y mejor vivir. Se requiere voluntad
individual, compromiso personal y por sobre todo, asumir un costo. La tendencia
es trasladar ese costo a terceros y eludirlo en lo personal.
En los últimos años los tribunales han asumido el estandarte de la buena calidad de
vida y numerosos son los fallos que han ido acogiendo demandas y requerimientos
en pro del cuidado del medio ambiente.
La base de la pirámide legislativa en éstas materias dice relación con la salud hu-
mana, la sanidad vegetal y animal, la legislación marco sobre el medio ambiente y
la norma constitucional.
138
El Código Sanitario que data de 1931 decidió que el entonces el Servicio Nacional
de Salud hoy los Servicios Regionales, deben “velar porque se eliminen o controlen
TODOS los factores, elementos o agentes del medio ambiente que afecten la salud,
la seguridad y el bien estar de los habitantes en conformidad a las disposiciones del
presente Código y sus reglamentos”.
(Art. 67 C.S. )
El mismo Código contempla el procedimiento para hacer cumplir sus normas, que
consiste en un sumario sanitario que se puede poner en marcha por la denuncia de
cualquier particular o bien de oficio por la misma autoridad sanitaria regional. Esta
es la obligada a resolver y existen posibilidades de reclamos ante los Tribunales
Ordinarios de Justicia.
139
El Decreto ley 3.557 de 1981 trata largamente esta materia, define, prohibe y
faculta para aplicar medidas. El artículo 11 por ejemplo dice que “El Presidente de
la República podrá ordenar la paralización total o parcial de las actividades de
empresas artesanales, industriales, fabriles y mineras que lancen al aire humos,
polvos o gases, que vacíen productos y residuos en las aguas, cuando se compro-
bare que con ello se perjudica la salud de los habitantes, se alteran las condiciones
agrícolas de los suelos o se causa daño a la salud, vida, integridad o desarrollo de
los vegetales o animales”.
En 1994 se promulgó la ley 19.300 sobre bases del medio ambiente. También
define y establece los mecanismos que las legislaciones contemporánea han recogi-
do como válidos para atender satisfactoriamente este problema de la contamina-
ción. Establece la acción ambiental; la medición del impacto ambiental; los correc-
tivos a los proyectos de inversión cuando afecten al medio ambiente en términos
indeseables; la educación ambiental como base indispensable de cualquier acción
que pretenda ser válida en el tiempo, el establecimiento de normas de calidad
ambiental; y por su puesto, señala autoridades, les da facultades; orienta con el
mecanismo de los planes de manejo, define procedimientos de reclamo y establece
y presume responsabilidades.
Los acueductos, embalses o tranques y sifones, las presas, los drenajes, las obras
de desecación, dragado, defensa o alteración, que sean significativas de cuerpos o
cursos naturales de aguas deben someterse al procedimiento de evaluación am-
biental y requerirán la elaboración de un estudio de Impacto Ambiental sólo si
generan o presentan a lo menos uno de los efectos, características o circunstancias
que señala el artículo 11 de ésta ley.
140
Las personas que sufran daño o perjuicio como consecuencia de las infracciones a
las normas de calidad ambiental, a las de emisiones, a los planes de prevención o
descontaminación, a las regulaciones especiales para los casos de emergencia
ambiental, a las normas sobre protección, preservación o conservación ambienta-
les, pueden reclamar la reparación del medio ambiente dañado y además la indem-
nización por el perjuicio producido. La ley otorga en estas materias un rol prepon-
derante a las municipalidades para ejercer este tipo de acciones.
141
SIGLAS Y ABREVIATURAS.
142
PUBLICACIONES DE LA FACULTAD
OBRAS EDITADAS COLECCIÓN GUÍAS DE CLASES
LOS CINCUENTA AÑOS DE LA TESIS CHILENA DE Nº 1 ÉTICA Y FILOSOFÍA DEL DERECHO
LAS DOSCIENTAS MILLAS MARINAS (1947-1997)
Hugo Llanos Mansilla Ismael Bustos Concha
ESTUDIO DEL RÉGIMEN JURÍDICO DEL Nº 2 EXPRESIÓN ORAL Y ESCRITA
ESTRECHO DE MAGALLANES Y Gabriel Álvarez Undurraga
EL DERECHO INTERNACIONAL Nº 3 INTRODUCCIÓN AL DERECHO
John Ranson García Pedro Ballacey Herz
DERECHO PROCESAL FUNCIONAL, 2 Tomos Nº 4 CURSO DE DERECHO ECONÓMICO:
Sergio Rodríguez Garcés LEGISLACIÓN ECONÓMICA TOMO I
DISPOSICIONES DE PRINCIPIO CONSTITUCIONAL Y Manuel Astudillo Astudillo
ACTIVIDAD SOCIAL Y ECONÓMICA DEL ESTADO
José Antonio Ramírez Arrayas Nº 5 DERECHO DEL TRÁNSITO 2ª Ed.
Leonardo Aravena Arredondo
LA ESCUELA CHILENA DE HISTORIADORES DEL DERECHO
Y LOS ESTUDIOS JURÍDICOS EN CHILE Nº 6 CURSO DE DERECHO ECONÓMICO:
Antonio Dougnac Rodríguez y Felipe Vicencio Eyzaguirre LEGISLACIÓN ECONÓMICA TOMO II
ÉTICA, DERECHO Y SOCIEDAD Manuel Astudillo Astudillo
José Miguel Vera Lara Nº 7 CURSO DE DERECHO ECONÓMICO:
ÉTICA, POLÍTICA Y SOCIEDAD LEGISLACIÓN ECONÓMICA TOMO III
José Miguel Vera Lara Manuel Astudillo Astudillo
ÉTICA, MERCADO Y SOCIEDAD Nº 8 MANUAL DE INTRODUCCIÓN AL DERECHO 2° Ed.
José Miguel Vera Lara Pedro Ballacey Herz
CURSO ELEMENTAL DE Nº 9 MANUAL DE TÉCNICAS DE ESTUDIOS E INVESTIGACIÓN
FILOSOFÍA Y LÓGICA Gabriel Álvarez Undurraga
José Miguel Vera Lara Nº 10 DERECHO PENAL, PARTE ESPECIAL
ÉTICA, TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD Luis Ducos Kappes
José Miguel Vera Lara
Nº 11 LEY DE ALCOHOLES Y PROCEDIMIENTOS
ELEMENTOS DE JURISDICCIÓN CONSTITUCIONAL Leonardo Aravena Arredondo
Francisco Zúñiga Urbina
Nº 12 HISTORIA DEL DERECHO I
Eric Palma González
OBRAS AUSPICIADAS O PATROCINADAS Nº 13 HISTORIA DEL DERECHO CHILENO CONTEMPORÁNEO
MANUAL DE CONTABILIDAD Eric Palma González
Jaime Gallegos Aguilar. Ed. Jurídica La Ley Nº 14 NUEVO PROCEDIMIENTO PENAL TOMO I
DE LA REFORMA PROCESAL PENAL Germán Hermosilla Arriagada
Carlos del Río Ferretti. Francisco Rojas Rubilar Ed. Conosur
Nº 15 NUEVO PROCEDIMIENTO PENAL TOMO II
SEMINARIO: LOS DESAFÍOS EN LAS RELACIONES Germán Hermosilla Arriagada
POLICÍA-MINISTERIO PÚBLICO
Ministerio de Justicia; Universidad Central de Chile y otros Nº 16 EXPRESIÓN ORAL Y ESCRITA 3 TOMOS
Ed. Centro de Desarrollo Jurídico Judicial y Jorge Cabello Terán
Corporación de Promoción Universitaria Nº 17 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL DERECHO ECONÓMICO
HANS KELSEN: UNA VISIÓN MODERNA DE Bernardita Blasco Pauchard
LA TEORÍA PURA DEL DERECHO Nº 18 NUEVO PROCEDIMIENTO PENAL TOMO III
José Miguel Vera Lara. Ed. Jurídica La Ley
Germán Hermosilla Arriagada
INTRODUCCIÓN AL DERECHO INFORMÁTICO
Rodolfo Herrera Bravo, Alejandra Muñoz Romero. Nº 19 MANUAL DE METODOLOGÍA PARA LA INVESTIGACIÓN
Ed. Jurídica La Ley SOCIOJURÍDICA
Jorge Cabello Terán
SEMINARIO COPROPIEDAD INMOBILIARIA
Patricio Figueroa Velasco y Otros. Ed. Conosur Nº 20 NUEVO PROCEDIMIENTO PENAL TOMO IV
Germán Hermosilla Arriagada
COLECCIÓN TEMAS Nº 21 DERECHO PENAL CHILENO PARTE ESPECIAL
Juan Carlos Cárcamo
Nº 1 REGULACIÓN DEL COMERCIO INTERNACIONAL
EN EL DERECHO CHILENO Nº 22 HISTORIA DEL DERECHO I TOMO I
Francisco Pfeffer Urquiaga, Eric Eduardo Palma González
Críspulo Marmolejo González Nº 23 HISTORIA DEL DERECHO CHILENO CONTEMPORÁNEO II
Nº 2 CURSO ESPECIALIZADO DE RESPONSABILIDAD (1808-1830)
EXTRACONTRACTUAL Eric Eduardo Palma González
Rubén Celis Rodríguez Nº 24 NUEVO PROCEDIMIENTO PENAL TOMO V
Nº 4 SOCIEDAD, ARRENDAMIENTO Y LA FIANZA Germán Hermosilla Arriagada
Rubén Celis Rodríguez
Nº 25 CURSO DE DERECHO DE AGUAS
Nº 5 MODOS DE EXTINGUIR LAS OBLIGACIONES Luis Simón Figueroa del Río
Rubén Celis Rodríguez
Nº 26 INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA SOCIEDAD
Nº 6 REGÍMENES MATRIMONIALES Ismael Bustos Concha
Rubén Celis Rodríguez
Nº 27 HISTORIA DEL DERECHO CHILENO CONTEMPORÁNEO IV
Nº 7 ESTUDIOS SOBRE GOBIERNO Y ADMINISTRACIÓN (1865-1924)
Francisco Zúñiga Urbina
Eric Eduardo Palma González
Nº 8 INTRODUCCIÓN AL DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL
Francisco Zúñiga Urbina Nº 28 DERECHO ROMANO
DERECHO SUCESORIO DERECHOS REALES OBLIGACIONES