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No cedan a la violencia, especialmente bajo pretextos religiosos, sino que promuevan la paz y

el diálogo: lo escribe el Papa en una Carta al Card. Sandri, su enviado a las celebraciones por el
octavo centenario del encuentro entre San Francisco de Asís y el Sultán.

 las celebraciones del octavo centenario del encuentro entre San Francisco
de Asís y el sultán Al-Malik Al-Kamel, que tendrán lugar en Egipto del 1 al 3
de marzo.

Francisco, hombre de paz


El Papa recuerda al pobrecillo de Asís como un "hombre de paz" que
exhortaba a sus hermanos a saludar a la gente como Jesús había
pedido: "Que el Señor les dé la paz". San Francisco -escribe el Papa-
había entendido con el corazón que todas las cosas fueron creadas
por un solo Creador, el único que es bueno, y que "todos los hombres
tienen en Él un Padre común". Por eso, "deseaba llevar a todos los
hombres, con espíritu alegre y ardiente, la noticia" del amor inefable
del "Dios todopoderoso y misericordioso", que "quiere que todos los
hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Tim
2,3-4). Por este motivo, invitaba a los frailes que se sentían llamados
por Dios a que fueran a estar entre los sarracenos y otros no
cristianos, a pesar de los peligros.
El pobrecillo de Asís ante el Sultán
Francisco mismo - recuerda el Papa - llevando consigo a un
compañero, llamado Iluminado, partió hacia Egipto en 1219. En
Damieta, cerca de El Cairo, conoció al Sultán. Ante las preguntas del
jefe sarraceno, "el siervo de Dios Francisco respondió con un corazón
intrépido que no había sido enviado por los hombres, sino por el Dios
Altísimo, para mostrarle a él y a su pueblo el camino de la salvación y
proclamar el Evangelio de la verdad. Y "el Sultán, viendo el admirable
fervor del espíritu y la virtud del hombre de Dios, lo escuchó con
gusto" (San Buenaventura, Legenda Maior, 7-8).
No alzará la espada pueblo contra pueblo
El Papa exhorta al Card. Sandri a llevar su "saludo fraterno" a todos,
cristianos y musulmanes. Expresa su deseo de que nadie sucumba a
la tentación de la violencia, especialmente "con algún pretexto
religioso", sino más bien que se realicen "proyectos de diálogo,
reconciliación y cooperación" que "lleven a los hombres a la comunión
fraterna", difundiendo la paz y el bien según las palabras del profeta
Isaías: "No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán
para la guerra." El Papa concluye la carta bendiciendo a todos los que
participarán en este "acontecimiento memorable" y a "todos los
promotores del diálogo interreligioso y de la paz".
La visita a los Emiratos, 800 años después del
encuentro en Damieta
El pasado mes de febrero, el Papa viajó a los Emiratos Árabes Unidos,
en coincidencia con el octavo centenario del encuentro entre San
Francisco y el Sultán y en Abu Dhabi firmó con el Gran Imán de Al-
Azhar Ahamad al-Tayyib, el Documento sobre "La fraternidad humana
para la Paz Mundial y la convivencia común".
Durante el encuentro interreligioso en el Founder’s Memorial dijo:
“Con gratitud al Señor, en el octavo centenario del encuentro entre
san Francisco de Asís y el sultán al-Malik al-Kāmil, he aceptado la
ocasión para venir aquí como un creyente sediento de paz, como un
hermano que busca la paz con los hermanos. Querer la paz,
promover la paz, ser instrumentos de paz: estamos aquí para esto”.
El cristiano parte armado sólo de su fe y de su amor
Ocho siglos más tarde, Francisco de Asís sigue siendo una profecía
para toda la humanidad: en medio de las Cruzadas fue desarmado,
con sólo el Evangelio en la mano, entre los enemigos de los cristianos
de la época. El Papa Francisco, en la Misa celebrada en la Zayed
Sports City de Abu Dhabi el pasado 5 de febrero, explicó la
bienaventuranza de la mansedumbre recordando las instrucciones de
San Francisco a los frailes que se dirigían a donde estaban los
sarracenos y  los no cristianos: «No entablen litigios ni contiendas,
sino que estén sometidos a toda humana criatura por Dios y
confiesen que son cristianos» (Regla no bulada, XVI). No entablen
litigios ni contiendas —y esto vale también para los sacerdotes— ni
litigios ni contiendas: en ese tiempo, mientras tantos marchaban
revestidos de pesadas armaduras, san Francisco recordó que el
cristiano va armado solo de su fe humilde y su amor concreto. Es
importante la mansedumbre: si vivimos en el mundo al modo de
Dios, nos convertiremos en canales de su presencia; de lo contrario,
no daremos frutos”.
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