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Don Juan de Tirso de Molina y Don Juan de Jose Zorilla

Ya en los primeros versos, el Don Juan tirsiano nos da una respuesta sobre su identidad:
"¿Quién soy? Un hombre sin nombre". Es un hombre que, por un lado, no quiere que se sepa
quién es; pero por otro lado, no piensa mucho sobre sí mismo y sobre sus acciones, no refleja, no
tiene consciencia. Lo único que le importa es su propio placer. Él personifica la imagen negativa
del ser humano en los siglos de la Contrarreforma. Más tarde, en la obra, él se llama a sí mismo
Burlador de Sevilla y dice: "De todos me río; y Aminta comenta sus retóricas mentiras. Sus
atributos principales son la burla, la seducción y el engaño. Tirso de Molina con esto quiere
divertir al público, pero al mismo tiempo intenta avisar a la gente de no comportarse como Don
Juan, porque un personaje como él va a acabar mal.
Zorrilla inventó a un Don Juan totalmente diferente: el Don Juan zorrillesco es más humano,
más completo y más satisfactorio, como dice. El Don Juan de Tirso es exclusivamente un
burlador, él de Zorrilla es también un hombre, ya no es un mito como su antecedente. Es un Don
Juan “vencido y enamorado, humillado y de rodillas, dispuesto a someterse a las leyes sociales y
a vivir vida normal dentro de los lazos del matrimonio”. Mientras que el burlador de Tirso se
descalifica por su “impertinencia final”, el de Zorrilla se califica por la misericordia y por “el
poder educador y redentor del amor”. Don Juan dice en sus propias palabras sobre Inés,
describiendo el cambio de su forma de ser: "Lo que justicias ni obispos/ no pudieron de mí hacer/
con cárceles y sermones,/ lo pudo su candidez./ Su amor me torna en otro hombre,/ regenerando
mi ser,/ y ella puede hacer un ángel/ de quien un demonio fue". Es un hombre finalmente
civilizado que se adapta a las reglas divinas y a las normas de la sociedad. Obedece a otra
persona, niega a sí mismo y desiste de su propia voluntad: "Yo seré esclavo de tu hija,/ en tu casa
viviré,/ tú gobernarás mi hacienda,/ diciéndome esto ha de ser".
Para Don Juan de Tirso de Molina es solo un juego, "y en el juego,/ quién más hace gana
más", pero para las mujeres y los hombres lo que pierden es su honor. Don Juan no solamente
engaña a las mujeres, sino también, al contrario de otras obras donjuanescas, a su amigo de la
Mota; le instrumentaliza por sus propios planes. Las mujeres son de todos los estados y niveles
sociales. A las nobles engaña fingiendo ser su prometido (Isabela y Ana), a las más pobres
(Tisbea y Aminta) miente prometiéndoles el casamiento.
El héroe de Zorrilla sufre un cambio de amor puro, lo que hace posible su redención. Don
Juan confiesa su propia fe en Dios: "yo, Santo Dios, creo en Ti:/ si es mi maldad inaudita,/ tu
piedad es infinita.../ ¡Señor, ten piedad de mí!". Mientras que el Don Juan de Tirso no tiene
tiempo de arrepentirse, Zorrilla proclama otra idea religiosa: "Para enmiendas nunca es tarde".
Don Juan del drama de salvación termina su vida como una persona cristiana. El hecho de que se
trate de un personaje que en el fondo de su corazón busca el amor le hace popular. Se trata de
una sentimentalización del burlador y de una idealización de las figuras femeninas, sobre todo de
Doña Inés, que salva a Don Juan por su amor.
En ambos dramas don Juan aparece como el clásico burlador sevillano, osado con las mujeres,
valiente con los hombres y atrevido con los difuntos, envuelto en satanismo y temeridad. Para
sus fines y conquistas se vale de los recursos tradicionales, como sobornos de criados y
alguaciles. Es un criminal notorio con larga lista de muertes y conquistas en su historial. En
ambos dramas ha violentado claustros y ha roto clausuras.
Como ya he comentado antes, la actitud de don Juan al principio de las obras es parecida:
concibe el amor como algo meramente carnal, busca a la mujer para un goce personal y egoísta y
evitan cualquier unión matrimonial (aunque en el caso de don Juan de Tirso utiliza promesas de
matrimonio para llevar a cabo las burlas). En cualquier caso, al principio de las obras, el
personaje de don Juan se presenta como el típico seductor y conquistador astuto que sólo busca
el placer.

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