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Tareas y fracasos | El Comercio https://www.elcomercio.com/opinion/opinion-fabian-corral-tareas-fracas...

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Jueves 30 de julio 2020

El Estado ecuatoriano es un fracaso. La pandemia ha puesto en evidencia la caducidad e inutilidad de muchas de sus estructuras,
la falta de razón de sus razones, la ausencia de liderazgos; ha desnudado la crisis que afecta sus instituciones. Nos ha puesto a
pensar que ha llegado la hora de examinar con objetividad cada una de su tareas y evaluar si pueden mantenerse como fueron
concebidas, en los tiempos de prosperidad de la política, en épocas de plenitud de la demagogia, que imaginó un sistema de poder
desvinculado de la sociedad, entendido como una camisa de fuerza al servicio del caudillo o del grupo dominante.
La pandemia ha obrado como revulsivo para el Estado y la sociedad. Pensar que “hay que dar la vuelta la página”, y seguir por las
rutas electorales que sirven para encubrir los problemas de fondo, sería una enorme irresponsabilidad. Los candidatos, todos,
deben ocuparse de los temas fundamentales.

1.- Tarea esencial del Estado es legislar.- 1.1.- Tanto la Asamblea como el Presidente de la República y gran cantidad de entidades,
legislan, es decir, emiten normas generalmente obligatorias; crean y aprueban leyes, expiden reglamentos, regulaciones,
disposiciones de toda clase. La burocracia es el gigantesco legislador. Son miles de normas las que se emiten cada día en todas las
materias. Nadie conoce a ciencia cierta cómo funciona el sistema, qué es lo que rige y cómo se resuelven las infinitas
contradicciones que provocan. ¿Ha sido un éxito o un fracaso la función legislativa y regulatoria del Estado? ¿Han creado una
aceptable circunstancia de seguridad jurídica?

1.2.- La inestabilidad legal, la recurrencia de impuestos, contribuciones y obligaciones de toda clase, la falta de claridad, los
procedimientos legislativos dependientes de la coyuntura política y la infinita confusión de miles de disposiciones, la delegación a
la arbitrariedad de jueces y funcionarios, indican que la función de legislar no ha sido afortunada. El Estado no ha podido con esa
tarea; basta mirar el Registro Oficial y aproximarse a las normas procesales. Y asombrarse. ¿Qué hace un ciudadano ante
semejante galimatías?

2.- Tarea esencial del Estado es juzgar.- La Constitución, en el artículo 75, declara y reconoce pomposamente el derecho al acceso
a la justicia. ¿Ha cumplido el Estado esa tarea, hay eficiencia, ha funcionado el sistema oral, se puede demandar con alguna
posibilidad de éxito el Estado? ¿La jurisprudencia es oportuna, consistente, clara? ¿Cuánto tiempo demora un juicio?

3.- La educación.- Educar, o facilitar los medios para hacerlo, crear y mantener escuelas y colegios es, sin duda una tarea esencial
del Estado. ¿Funcionaron las escuelas del milenio, está atendidas las necesidades de docentes y alumnos? ¿Se enseña historia,
civismo, ética? Preguntas que surgen cuando se considera que la posibilidad de educarse es un derecho esencial. Y educarse y
formarse de verdad. El problema y la responsabilidad no es solo de los maestros que cumplen su tarea en contra de todas las
adversidades. El tema es si el Estado cumple su función, si hay una dirección en orden a preservar las ideas de libertad, ética y
responsabilidad en los alumnos.

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4.- La salud.- Si nos atenemos a lo que informan los medios. Si los datos son ciertos, como son; si los hospitales están saturados
no solo por la pandemia; si hay redes de corrupción que ahogan al sector; si hay un drama humano tremendo, conmovedor,
debemos concluir que se trata de una crisis de fondo, estructural. Es inadmisible que ocurra lo que ocurre. La salud es un derecho
esencial. El Estado ha incurrido en gravísimos errores y omisiones. ¿Hay políticas realistas de salud pública? No es esa una tarea
capital del Estado?

5.- La seguridad social.- Pese a que se trata de recursos privados de los afiliados y pensionistas, el Estado decidió manejar esos
fondos como si fuesen propios, y al estilo que es usual cuando los intereses del poder están de por medio. Decidió no aportar lo
que le correspondía para sostener el sistema, y decidió hacer de la seguridad social una caja chica para atender sus urgencias
burocráticas. Decidió incrementar el personal, incorporar beneficiarios sin la contrapartida del pago de aportes. Según los
expertos, la Seguridad Social atraviesa una profunda y peligrosa crisis que pone en riesgo a los jubilados.

6.- La seguridad jurídica y personal.- La seguridad jurídica es una simple declaración sin sustancia. Frase de cualquier discurso.
En el país nadie tiene claridad sobre sus derechos, no sabe si mañana se dicta una norma retroactiva o si se reforma una garantía
constitucional por vía de reglamento, o si amanece con otro impuesto, con otro permiso, con otra negación.

Y de la seguridad personal, qué decir? ¿De la crónica roja, qué decir, de los atracos a los bienes públicos y privados, qué decir?

7.- El Estado empresario.- Este es otro fracaso estrepitoso, que toca sensibles fibras ideológicas, y pone en cuestión a los inefables
sectores estratégicos, a los funcionarios administrando actividades insostenibles, a las obras insólitas e inconclusas. A las
quiebras. Al Estado actuando de aviador y de ferroviario, a la Constitución con su régimen absurdo, a la burocracia, a los
contratantes y a los contratistas.

8.- Lo que queda del Estado.- Queda el administrador de la deuda externa. El informante de crisis presupuestarias, el insaciable
recaudador de impuestos. Quedan los ministerios, agencias, empresas públicas, entidades de control, cancillerías sin voz y sin
presencia. Queda, hay que reconocerlo, la policía, las Fuerzas Armadas. Queda el poder. Quedan las próximas elecciones y sus
innumerables candidatos a todo. Queda un discurso que solo concita desconfianza.

Y queda, al menos para quien esto escribe, la necesidad de plantearse a fondo el Estado, su funcionalidad, su caducidad. Queda la
necesidad de preguntarse ¿para qué sirve el poder?

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