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Taller evaluativo N.

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Lectura crítica grupo- 6
Darwin Alonso Mosquera Ruiz
Licenciatura Educación Física
Universidad del Valle

No es broma, es violencia
En un comedor hay dos señores, un niño y una niña. Los hombres conversan
con el niño delante de la niña y de su madre, quien está de pie, sirviéndole café
a los caballeros. Lo que ellos le dicen al niño es “Lo entendiste ¿no? Ahora
grábate esto: definitivamente mujer que no *** es hombre”. Jajajajajaja...
Después de las risas el otro adulto dice: “por eso es que las matan”. Vienen más
risas entre los dos hombres que actúan como si la niña y su madre no existieran.
El chico escucha paralizado.
El video no incluye la palabra que cualquiera puede completar por haberla oído
infinidad de veces: “mujer que no jode es hombre”. La escena hace parte de una
campaña de Unicef que se llama “No es broma, es violencia”. Salió el fin de
semana pasado, con ocasión de la celebración del Día Internacional de la Niña,
y al final trae una leyenda que dice: “La violencia de género afecta a niños, niñas
y adolescentes. Edúcalos sin violencia”.
Vi este mensaje el lunes festivo al final de la tarde. Casualmente un rato después
mis vecinos soldados salieron a trotar y a cantar. Mi hija y yo los escuchamos
desde mi habitación y lo que oímos no nos gustó: no fue broma, fue violencia.
Hacia las 7:30 p.m. del lunes festivo un grupo del Batallón Ayacucho trotó 60
vueltas en una calle cerrada. Sé la cantidad porque al cruzar por un punto
gritaban: “van 25, faltan 35”, y luego “van 26, faltan 34”. El espacio entre cada
conteo lo llenaron con cantos en los que los reclutas repetían en coro lo que
gritaba su jefe: su dragoneante, su cabo, su sargento, su teniente, su capitán, su
mayor, su coronel, su general. Da igual.
El vecindario entero oyó al pelotón. Cantaron sobre los bigotes de Lucifer, matar
delincuentes, la sed de sangre subversiva, la guerra, el betún de las botas, “sube
sube guerrillero, que en la cima yo te espero con granadas y morteros”, “los
hombres cuando ven un buen trasero” y “taca t ca taca taca taca taca ta”. Izquier,
2, 3, 4.
Un minuto antes de morir / Escuché la voz de mi novia / Que con voz de perra
me decía /Si te mueres se lo doy al policía.
Porque yo soy, ja, soy, ja, el vampiro negro / Yo nunca tuve madre, ni nunca la
tendré / Si alguna vez yo tuve con mis manos la ahorqué. / Yo nunca tuve novia,
ni nunca la tendré, / Si alguna vez yo tuve, los ojos le saqué. Cuando se muera
mi suegra / que la entierren boca abajo / por si se quiere salir / que se vaya más
abajo. / Con los huesos de mi suegra / voy a hacer una escalera / pa´ bajar a su
tumba / y patear su calavera. / Con los pelos de mi suegra / voy a hacer un
estropajo / pa´tallarle a su hija / el ombligo y más abajo.
Mientras los oía recordé a la niña embera de 12 años violada por siete soldados
en Pueblo Rico, Risaralda, hace 4 meses. La Procuraduría dijo esta semana que
tiene pruebas de que los soldados llamaron a otros por celular para invitarlos a
participar de su barbarie. Pensé en ella y en las víctimas de los 118 integrantes
del Ejército investigados por delitos sexuales contra menores de edad desde
2016.
No es broma, es violencia.
No son casos aislados.
No son manzanas podridas.

Análisis del texto “No es broma, es violencia”


Esta columna de opinión pertenece al género discursivo periodístico. Tiene como
locutora a la periodista Adriana Villegas Botero, y va dirigido a los lectores del
sitio web la patria.com y el público en general, entre ellos, los internautas,
feministas, y el ejército nacional. Ahora bien, el hecho de destacar el rol de
periodista permite legitimar el discurso que nos habla sobre el lenguaje ofensivo
utilizado por los militares y su impacto en la mujer, niños, niñas u otros. Sin duda,
la intención de la locutora respecto al tema es rechazar y denunciar la jerga
violenta empleada por la institución con el propósito de llamar la atención a los
miembros de las fuerzas armadas, con el fin de que revisen o modifiquen su
manera de expresarse para evitar la violencia.
En consecuencia, el texto evidencia un contrato social de habla entre una
periodista que critica y rechaza los cantos violentos por parte de los soldados y
el ejército nacional del cual se espera atienda su colaboración a la denuncia que
se le hace.
También, la locutora presenta diferentes puntos de vista:
En el primer punto vista señala que el lenguaje ofensivo no es broma, es
violencia, en efecto, esto se puede ver reflejado por la escena de una campaña
de Unicef relatada por la autora en contra de la violencia de genero. La
enunciadora se identifica con este punto de vista y lo corrobora mencionando
una leyenda propia del video que dice “La violencia de género afecta a niños,
niñas y adolescentes. Edúcalos sin violencia”.
Al identificarse con este punto de vista permite a la locutora presentarse como
un sujeto competente, critico, y conocedor de la situación de violencia machista
que se vive, incluso, se puede diferir que también es un sujeto promotor de la
lucha sobre la igualdad de género.
A partir del punto de vista que se presenta sobre el lenguaje ofensivo no es
broma, es violencia, la enunciadora le atribuye una imagen positiva a Unicef:
personas defensoras de los derechos de la mujer, los niños, niñas y
adolescentes que de manera organizada y creativa quieren cambiar el machismo
que se vive en la actualidad. Es evidente que, este es un aliado al cual la
enunciadora desde su competencia reconoce frente a la situación comentada.
Por otro lado, en el segundo punto de vista afirma que los cantos militares incitan
a la violencia, esto se ve evidenciado en el texto cuando dice. “Mi hija y yo los
escuchamos desde mi habitación y lo que oímos no nos gustó” (Botero, 2020).
Seguidamente, la autora relata los cantos que los soldados efectúan por orden
de su jefe en donde es claro la deshumanización de la mujer, la novia, la mamá,
u otra persona. En consecuencia, la autora rechaza y se opone a la forma de
expresarse de los reclutas y lo consolida recordando el vínculo del ejército
nacional en casos de violaciones a menores de edad, los cuales no pueden ser
olvidados.
En concordancia, partiendo del punto de vista antes mencionado, la enunciadora
le atribuye una imagen negativa al ejército nacional: institución machista,
generadora de violencia, culpable de crímenes contra menores y abusador de
derechos, sin duda, es un oponente para la enunciadora que desde su rol se
distancia y pone en cuestión su credibilidad, incluso, por la cadena semántica
que presenta en el discurso, como “la violencia, barbarie, delitos, guerra, matar,
voz de perra, con mis manos la ahorque, los ojos le saque, niña violada” la
locutora constata la representación nefasta de esta institución.
Además, la tonalidad predominante en el discurso es la intencional porque
mediante el relato donde la enunciadora es protagonista nos quiere dar a
conocer lo que vivió y por ende, asevera la información al interlocutor, es más,
por medio de actos de habla declarativos, rechaza y reclama un cambio de lo
que escucho, esto se puede ver inmerso en el texto en los párrafos tres y cuatro,
donde refleja su disgusto por lo sucedido con un estilo directo y sarcástico.
Por último, el texto presenta un modo de organización argumentativa en donde
la locutora utiliza secuencias narrativas como se ve en la mayor parte de la
columna para concluir con su argumento frente al tema tratado, esto se evidencia
en las últimas tres líneas “No es broma, es violencia”. “No son casos aislados”.
“No son manzanas podridas”. Afirma Botero.
Referencias:
 Botero, A. (2020, octubre 18). No es broma, es violencia [sitio web].
Recuperado de : https://www.lapatria.com/opinion/columnas/adriana-
villegas-botero/no-es-broma-es-violencia

 Mercurio (2015, agosto 25). Columna de opinión [Sitio web]. Recuperado


de : https://es.slideshare.net/CDC2005/columna-de-opinion-52092000

 Lopez, R. (2009, abril 28) Las formas del discurso [sitio web]. Recuperado
de : https://es.slideshare.net/Rosalopez/las-formas-del-discurso-1356136

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