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2.7.

DIAGNÓSTICO DE ARTRITIS

Durante la exploración física, el médico revisará las articulaciones para detectar hinchazón,
enrojecimiento y temperatura. También va a querer ver qué tan bien puedes mover las
articulaciones.
Dependiendo del tipo de artritis que sospeche, el médico podría sugerirte algunas de las
siguientes pruebas.
Análisis de laboratorio
El análisis de diferentes tipos de líquidos corporales puede ayudar a identificar el tipo de
artritis que tengas. Los líquidos comúnmente analizados comprenden la sangre, la orina y el
líquido sinovial. Para obtener una muestra del líquido sinovial, el médico limpiará e
insensibilizará la zona antes de insertar una aguja en el espacio de la articulación para
extraer líquido.

Diagnóstico por imágenes


Estos tipos de pruebas pueden detectar problemas dentro de la articulación que pueden
estar provocando los síntomas. Por ejemplo:
 Radiografías. Las radiografías, que usan niveles bajos de radiación para
visualizar el hueso, pueden mostrar si hay pérdida del cartílago, daño en los
huesos y osteofitos. Las radiografías no pueden revelar el daño artrítico
temprano, pero a menudo se utilizan para seguir la evolución de la enfermedad.
 Tomografía computarizada (TC). Los aparatos de tomografía computarizada
toman radiografías desde muchos ángulos diferentes y combinan la información
para crear vistas transversales de las estructuras internas. Los aparatos de
tomografía computarizada pueden visualizar el hueso y los tejidos blandos que
los rodean.
 Imágenes por resonancia magnética (RM). La resonancia magnética, que
combina ondas de radio con un campo magnético fuerte, puede producir
imágenes transversales más detalladas de tejidos blandos tales como cartílagos,
tendones y ligamentos.
 Ecografía. Esta tecnología utiliza ondas sonoras de alta frecuencia para obtener
imágenes de los tejidos blandos, cartílagos y las estructuras que contienen
líquido cerca de las articulaciones (bursas). La ecografía también se utiliza para
guiar la colocación de agujas para las aspiraciones e inyecciones articulares.
a) Tratamiento
El tratamiento para la artritis se centra en aliviar los síntomas y mejorar el funcionamiento de
las articulaciones. Posiblemente necesites probar distintos tratamientos o combinaciones de
estos antes de encontrar lo que funcione mejor para ti.
Medicamentos
Los medicamentos que se utilizan para tratar la artritis varían según el tipo de artritis. Los
medicamentos más frecuentes para tratar la artritis comprenden los siguientes:
 Analgésicos. Estos medicamentos ayudan a reducir el dolor, pero no tienen
ningún efecto sobre la inflamación. Una opción de venta libre incluye el
paracetamol (Tylenol, otros).
Para el dolor más intenso, se pueden recetar opiáceos, como tramadol (Ultram,
ConZip), oxicodona (OxyContin, Roxicodone, otros) o hidrocodona (Hysingla,
Zohydro ER). Los opiáceos actúan sobre el sistema nervioso central para aliviar
el dolor. Cuando una persona usa opiáceos durante mucho tiempo, puede
adquirir el hábito y tener dependencia mental o física.
 Medicamentos antiinflamatorios no esteroides. Los medicamentos
antiinflamatorios no esteroides reducen tanto el dolor como la inflamación. Los
medicamentos antiinflamatorios no esteroides de venta libre incluyen ibuprofeno
(Advil, Motrin IB, otros) y naproxeno (Aleve). Algunos tipos de medicamentos
antiinflamatorios no esteroides solo están disponibles con receta médica.
Los medicamentos antiinflamatorios no esteroides orales pueden provocar
irritación estomacal y aumentar el riesgo de sufrir ataque cardíaco o accidente
cerebrovascular. Algunos medicamentos antiinflamatorios no esteroides también
están disponibles en forma de cremas o geles, que pueden frotarse sobre las
articulaciones.
 Contrairritantes. Algunas variedades de cremas y ungüentos contienen mentol
o capsaicina, el componente de los pimientos picantes. Frotar estas
preparaciones en la piel sobre la articulación que duele podría interferir en la
transmisión de las señales de dolor de la articulación.
 Medicamentos antirreumáticos modificadores de la enfermedad. A menudo
usados para tratar la artritis reumatoide, los medicamentos antirreumáticos
modificadores de la enfermedad demoran o detienen el ataque del sistema
inmunitario a las articulaciones. Los ejemplos incluyen metotrexato (Trexall,
Rasuvo, otros) e hidroxicloroquina (Plaquenil).
 Modificadores de la respuesta biológica. Generalmente utilizados en
combinación con los medicamentos antirreumáticos modificadores de la
enfermedad, los modificadores de la respuesta biológica son medicamentos
manipulados genéticamente que captan varias moléculas de proteína que
afectan la respuesta inmunitaria.
Existen muchos tipos de modificadores de la respuesta biológica. Los
inhibidores del factor de necrosis tumoral se recetan con frecuencia. Los
ejemplos incluyen etanercept (Enbrel, Erelzi, Eticovo) e infliximab (Remicade,
Inflectra, otros).
Otros medicamentos se dirigen a otras sustancias que tienen un papel en la
inflamación, como la interleucina-1 (IL-1), la interleucina-6 (IL-6), las enzimas
janocinasas y ciertos tipos de glóbulos blancos conocidos como linfocitos B y T.
 Corticosteroides. Esta clase de medicamentos, que incluye prednisona
(Prednisona Intensol, Rayos) y cortisona (Cortef), reduce la inflamación y
suprime el sistema inmunitario. Los corticosteroides se pueden tomar por vía
oral o se pueden inyectar directamente en la articulación dolorosa.

2.8. DIAGNÓSTICO Y PRUEBAS DE LA ARTROSIS

 Historia clínica y exploración física. La exploración física sirve para detectar la


presencia de dolor al movilizar la articulación y, en ocasiones, cierto grado de
inflamación (tumefacción) y derrame articular. En fases avanzadas, la articulación
está deformada y presenta ruidos articulares (crepitaciones) cuando se moviliza.

 Datos de laboratorio. La artrosis habitualmente no produce alteraciones en los


análisis de sangre. No obstante, en ocasiones, pueden ser de utilidad para excluir
otros procesos reumáticos. El líquido articular es de características
fundamentalmente mecánicas, es decir, casi transparente y sin presencia de células.

 Radiografía. La utilización de la radiografía es imprescindible para confirmar el


diagnóstico. Los signos radiológicos de la artrosis son muy característicos:
crecimiento del hueso que sobresale de la articulación (osteófitos); disminución del
espacio articular y un aumento de densidad (esclerosis) del hueso adyacente.
 Pruebas complementarias. En raras ocasiones, es preciso realizar otras
exploraciones complementarias como una ecografía o resonancia magnética, etc.
Cuando se utilizan, habitualmente, es para descartar otras causas de afectación de la
articulación, como la artritis o las infecciones.

Tratamiento de la Artrosis
El principal objetivo del tratamiento de la artrosis es mejorar el dolor y la incapacidad
funcional sin provocar efectos secundarios.  El primer paso es evitar todo lo que contribuye
a lesionar las articulaciones como el sobrepeso, los movimientos repetitivos o el calzado. En
segundo lugar es importante practicar algún ejercicio moderado para mejorar la
funcionalidad de las articulaciones. Y por último, seguir el tratamiento farmacológico
pautado para cada caso. Pese a que no existe ninguna terapia que impida la progresión de
la artrosis, sí existen fármacos que alivian el dolor y la inflamación, y algunos que retrasan o
enlentecen la degeneración de los cartílagos.
Educación sanitaria y fisioterapia de la Artrosis
La medida más eficaz en la artrosis es la prevención, es decir, intentar corregir aquellos
factores de riesgo modificables que pueden acelerar su proceso.

Evitar el sobrepeso. En el caso de padecer artrosis en articulaciones de carga (rodilla,


cadera, región lumbar...). En ocasiones, la pérdida de peso, por poco que sea, es suficiente
para mejorar de manera evidente el dolor asociado a la artrosis.

No realizar movimientos repetitivos ni usar de manera excesiva las articulaciones


comprometidas. Un ejemplo podría ser evitar las escaleras siempre que se pueda en los
pacientes con artrosis de rodilla.

Correcta higiene postural. Por ejemplo adecuar la silla en el lugar de trabajo para
preservar la anatomía de la región lumbar o evitar estar mucho tiempo de pie si hay artrosis
en los miembros inferiores.

Ejercicio físico. Este debe individualizarse para cada paciente y se debe realizar de


manera regular. La natación es, por ejemplo, un buen deporte para pacientes con artrosis
lumbar, de cadera o de rodilla. Una buena terapia física puede reducir el dolor y mejorar la
rigidez articular.
Tratamiento farmacológico de la Artrosis
No existen medicamentos que curen la artrosis, pero se dispone de diversos fármacos que
son útiles para controlar el dolor y mejorar la funcionalidad de los pacientes con artrosis:

Analgésicos. Son los medicamentos más utilizados para reducir el dolor y mejorar la rigidez
de la articulación. El analgésico más común es el paracetamol. 

Antiinflamatorios. Muchos de estos pacientes tienen dolor, a pesar del uso de analgésicos,
y pueden ser tratados con los llamados antinflamatorios no esteroideos (AINE), como el
diclofenaco, el naproxeno, el ibuprofeno, el aceclofenaco, etc., especialmente cuando el
dolor es más agudo. En los casos que no responden a analgésicos comunes o a
antiinflamatorios no esteroideos, pueden utilizarse analgésicos más potentes como los
opiáceos (por ejemplo, tramadol).

Condroprotectores. En los últimos años se han comercializado unos fármacos llamados


condroprotectores, que son sustancias constituyentes del cartílago articular y que pueden
disminuir el dolor de la artrosis. Sin embargo, su eficacia no está aún ampliamente
aceptada. Dentro de este grupo estarían la glucosamina y el condroitin sulfato. Otros
fármacos como la diacereína tienen una eficacia similar.

Terapia interarticular o infiltraciones. Muchos pacientes pueden beneficiarse de la


administración dentro de la articulación de sustancias antiinflamatorias. Es la terapia
interarticular o infiltraciones. En la mayoría de ocasiones se infiltran glucocorticoides,
derivados de la cortisona, y más recientemente se está utilizando también el ácido
hialurónico. Las infiltraciones se pueden realizar en el caso en el que el dolor no ceda con
las medidas anteriores. Son especialmente útiles en aquellas articulaciones donde los
signos inflamatorios, especialmente el derrame articular, son más evidentes. Siempre se
deben tener en cuenta como medida puntual, y no realizarlas de manera repetitiva, ya que
en ocasiones el empleo de corticoides puede ser contraproducente en dosis excesivas. Su
uso ideal es en articulaciones donde aún es posible revertir determinados procesos. En
cambio, en artrosis muy avanzadas, donde la cirugía es ya la única opción, su eficacia
disminuye de manera notable.
Efectos secundarios del tratamiento farmacológico de la Artrosis
Habitualmente el empleo racional de los analgésicos e inflamatorios no esteroideos (AINE)
no suele conllevar complicaciones a largo plazo para los pacientes, mejorando su calidad de
vida. Los analgésicos como el paracetamol, usados en las dosis habituales, no tienen
apenas efectos secundarios. Los opiáceos débiles tampoco suelen producir efectos
secundarios importantes, si se utilizan bajo control médico. Su principal problema es la
tolerancia, existiendo un pequeño porcentaje de pacientes que refieren pequeños síntomas
gastrointestinales, como náuseas o estreñimiento asociados a su consumo. Su uso
racional y en dosis crecientes minimizan estos efectos.
De los fármacos utilizados en artrosis, los AINE son los que pueden tener más efectos
secundarios a largo plazo. Sin embargo, su uso racional, especialmente en las fases agudas
donde el dolor es más intenso, disminuye notablemente su impacto. Gastritis, úlceras o
hemorragias intestinales pueden aparecer, principalmente, en pacientes de riesgo como
ancianos o aquellos tratados de manera simultánea con corticoides o anticoagulantes. Por
ello deben realizar una protección gástrica con fármacos las personas mayores de 60 años,
las que ya han padecido una úlcera previa, las que toman dosis muy elevadas, las que
presentan enfermedades crónicas graves y las que toman simultáneamente anticoagulantes
y/o corticoides y/o antiagregantes plaquetarios.
Además, los AINE consumidos a dosis altas durante años de manera continua se relacionan
también con un mayor riesgo de hipertensión, enfermedades cardíacas y renales y
alteraciones en el hígado.
Las terapias intraarticulares, realizadas por personal experto, no producen apenas efectos
secundarios, siendo la infección algo excepcional y, lo más frecuente, una pequeña atrofia
de la piel en la zona de inyección que suele revertir con el tiempo.
Tratamiento quirúrgico de la Artrosis

Fases iniciales y casos seleccionados. Se puede frenar el curso de la enfermedad con


cirugías que corrigen la orientación de la articulación con la realización de cortes en el
hueso (osteotomías), o bien mediante la remodelación articular (como es el caso de las
artroscopias en las que se pueden efectuar diferentes técnicas). En este campo, se están
investigando diferentes opciones de reconstrucción de defectos muy localizados de cartílago
con resultados variables.

Artrosis avanzada. En los casos en los que la artrosis ha progresado durante mucho
tiempo  y no mejora con otros tratamientos, la cirugía más efectiva consiste en implantar una
prótesis en la articulación dañada. Se pueden implantar prótesis en múltiples articulaciones:
en la cadera, la rodilla, el hombro, el codo, la muñeca o el tobillo. Con una adecuada técnica
y con una correcta indicación, son previsibles unos resultados excelentes para la mayoría de
casos. Las prótesis pueden ir ancladas al hueso con cemento o bien realizar su anclaje a
presión con su superficie metálica. En estos casos, el hueso crece en la superficie de la
prótesis y en pocas semanas se produce un anclaje firme. En algunas ocasiones, se usan
tornillos, para aumentar la fijación de la superficie metálica.
Prótesis

La mayoría de prótesis se colocan en la cadera o en la rodilla, aunque en estos últimos años


la cirugía de prótesis en otras articulaciones (tobillo, hombro, muñeca, etc.) ha avanzado
notablemente.
Los componentes protésicos están compuestos por un elemento metálico (aleaciones de
cobalto, cromo, titanio) que encajan en un plástico (polietileno).
Existen distintos tipos de prótesis y técnicas quirúrgicas, cuya elección por parte del cirujano
ortopédico dependerá en parte de su propia experiencia y de las características del propio
paciente (edad, patología asociada, actividad profesional, etc.). En estos últimos años se
están probando materiales nuevos y procedimientos menos agresivos con buenos
resultados.
En general, los resultados de las prótesis de rodilla y cadera suelen ser excelentes, con
mejoría o desaparición del dolor y una recuperación de la movilidad del enfermo.
No obstante, pueden existir complicaciones como sufrir una infección, una luxación, etc. en
un pequeño porcentaje de casos, generalmente inferior al 5%. Estas complicaciones son
directamente proporcionales a la edad del paciente y a las enfermedades que padezca, de
manera que el paciente más joven y sin enfermedad de base tiene un riesgo muy bajo de
complicaciones.
También hay que tener en cuenta que el paciente que llega hasta la cirugía es porque no ha
encontrado otra medida que pueda mejorar lo suficiente su calidad de vida, por lo que
siempre hay que tener en cuenta el perfil de riesgo en función de los beneficios que se van a
obtener.

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