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La guerra de cifras sobre la prostitución en la

España de comienzos del siglo XXI: Un análisis


del discurso de personalidades abolicionistas y
regulacionistas

- Trabajo de Fin de Grado de la carrera de Sociología -

por

Jaime Alexandre Rodríguez

para el curso

2019-2020
Índice

I- Introducción
II- Objetivos del trabajo
III- Metodología y medios utilizados
IV- Marco metodológico
V- Marco teórico: Antecedentes y desarrollo de los discursos
VI- Estudio preliminar sobre tráfico y trata de personas, y su relación con la
narrativa del feminismo y la prostitución
VII- Las cifras de la prostitución
VIII- Conclusiones
IX- Bibliografía

2
I - Introducción

Este trabajo versa sobre el análisis de cifras frecuentemente citadas por personalidades públicas al respecto
de la prostitución, para defender dos posiciones políticas divergentes entre sí: la normalización de la
actividad1, o su abolición mediante la criminalización de los consumidores de sexo2. A lo largo de este
documento, señalaremos a algunas de esas personalidades, citándolas, e indagaremos en tres cifras acerca
de la compraventa sexual y las analizaremos en el contexto del discurso de sus transmisores. Como
objetivos secundarios, analizaremos la verificabilidad de dichas cifras, y propondremos el estudio del
concepto de “trata” de personas, frente al de “tráfico” de personas, y al de “explotación sexual” en tanto
dicho concepto (el de la trata de personas) es esencial para el debate actual sobre la prostitución.

El de la prostitución es, y ha sido, uno de los terrenos sociológicamente más difíciles de tratar a lo largo de
la historia de nuestra disciplina. Al hecho de tratarse de un colectivo social definido por lo sexual (con el
estigma que ello implica para el propio colectivo, ante su carencia general de prestigio, y el tabú y el silencio
académico que rodean este tipo de cuestiones), hay que sumar que la prostitución es una actividad ilegal o
alegal en buena parte del mundo actual, lo que dificulta la obtención de datos estadísticos fiables; dada, en
primer lugar, la inexistencia de censos, en segundo lugar, su informalidad (incluyendo aquellos países
europeos donde está regulada) y, en tercer lugar, el propio carácter sexual de la actividad, el cual, como ya
hemos declarado, va asociado a una serie de estigmas sociales (feminización, desprestigio social, el tabú
sexual) que contribuyen al ocultamiento de la realización de esta actividad por parte de sus participantes.

España no es una excepción a esta carencia de datos. La prostitución no está reconocida como trabajo
formal, por lo que los datos estatales al respecto de la misma parecen ser muy especulativos, y además
escasean, al no hacerse cargo el Estado de la recolección de datos sexo-sociales. Las pocas excepciones a
esta norma se dan a través de los diversos Institutos de la Mujer, y, quizás, del INE, pareciendo a priori que
se deja la tarea de recolección de datos en manos de ayuntamientos (Ayuntamiento de Madrid, 2018) o de
investigadores independientes (Gómez, Pérez y Verdugo, 2015). Estos datos serían luego amplificados a
través de mass media que no se tomarían la molestia de verificarlos (ni les resultaría fácil hacerlo si lo
intentasen).

A pesar de esto, numerosas personalidades de diversos ámbitos (esencialmente políticos, activistas,


académicos, o periodísticos) manifiestan a menudo, públicamente, números y porcentajes concernientes a
la prostitución con el objetivo de justificar el discurso con el que se identifican políticamente, sea este el de
la abolición de dicha actividad, sea este el de su regularización o despenalización. En este estudio,
analizaremos algunos de estos números (partiendo de la base de su inverificabilidad), y expondremos su
importancia en la formación de cada discurso ideológico.

1
Es decir, su legalización y regulación; bien sea porque se considera un medio para que las prostitutas obtengan
derechos laborales y su trabajo se normalice sin leyes específicas, siendo tratado como un trabajo más (enfoque
proderechos (Otras et al., 2019)), bien sea porque se considera un mal menor del que la sociedad puede obtener
beneficios mediante leyes específicas que la regulen (enfoque regulacionista) (Moraga, 2019).
2
La lógica de las abolicionistas y neoabolicionistas de la prostitución implica la consideración de esta como un grave
problema de violencia de género que debe ser erradicado en pro de la igualdad de derechos entre mujeres y hombres
(Cobo, 2017:90), pero partiendo de la premisa que hay que penalizar a los demandantes, para no acentuar el estigma
de las prostitutas (más adelante desarrollaremos esta idea).

3
II- Objetivos del trabajo

El objetivo principal de este trabajo será analizar una serie de tres3 cifras estadísticas frecuentemente citadas
al respecto de la prostitución, incluyendo sus variaciones porcentuales y cardinales, en el marco de los
discursos abolicionistas y reguladores de la misma. Estas cifras serán, a saber: el número de prostitutas
existente en España; el porcentaje de víctimas de trata sobre el total de prostitutas; y el porcentaje de
mujeres extranjeras sobre el total de prostitutas. Señalaremos a quienes las citen, e investigaremos y
analizaremos el discurso formado en torno a cada cifra, si existe consenso en torno a ellas, y como se
construye dicho consenso, en base a los estudios sociológicos y las fuentes primarias actualmente existentes
en el ámbito de España. Es decir, principalmente estudiaremos los discursos abolicionista y regulacionista
a través de las variaciones de las cifras documentadas, y la posibilidad de reconstruir el consenso de dichas
cifras, y el discurso que apuntala.

Como primer objetivo secundario, haremos un planteamiento crítico de cada cifra citada, incluyendo sus
variaciones porcentuales y cardinales, y las analizaremos a través de datos que podamos tomar de estudios
científicos, como refuerzo material a la construcción del posible consenso. Es decir, comprobaremos su
verificabilidad propiamente dicha. El segundo objetivo secundario del trabajo será el investigar el concepto
de trata frente al de tráfico, y señalar la problemática actual de considerar algo como “trata”. El concepto
de trata es crucial para el debate actual acerca de la prostitución, en tanto se lo suele invocar para establecer
una suerte de diferenciación entre la esclavitud sexual y la prostitución formalmente libre (o, al menos,
consentida). De las cifras de la prostitución analizadas en el presente trabajo, la del porcentaje de mujeres
en “situación de trata” respecto al total de prostitutas españolas (cifra 2) es la más polémica y discutida,
variando desde las fuentes abolicionistas (y, sorpresivamente, la única regulacionista), que citan de un 80
a un 99% sobre el total, hasta las fuentes proderechos, que la cifran de un 15 a un 30%. Por todo ello,
pensamos que este objetivo secundario es muy relevante para una mejor comprensión de nuestro estudio.

3
Desgraciadamente, por problemas de espacio, hemos debido dejar, por lo menos, tres cifras más que nos habíamos
propuesto tratar fuera del trabajo, incluyendo una de ellas investigada en profundidad.

4
III- Metodología y medios utilizados

El estudio seguirá una metodología cualitativa, mediante el análisis del discurso de una muestra de
personalidades que usan datos cuantitativos para dar solidez a sus afirmaciones. Para recopilar los datos de
tales personalidades, utilizaremos diversas hemerotecas online, a través de la búsqueda y análisis de
entrevistas realizadas a dichas personalidades, discursos pronunciados ante público, o reportajes en los que
aparezcan documentadas sus declaraciones. En el caso de las académicas, también usaremos cifras que
afirmen en trabajos u obras ensayísticas propias.

El análisis del discurso se llevará a cabo de la siguiente manera: Entendiendo que cada cifra se compone
de distintas variaciones (llamadas también números genéricamente en el trabajo; pudiendo ser estos
números porcentajes, o cardinales, si no están presentados en base porcentual), basadas en estimaciones
previamente realizadas, y dadas por la escasez de datos fiables; se extraerán declaraciones en las que
aparezcan dichas variaciones y se someterá cada una a escrutinio, analizando el discurso ideológico
subyacente una vez hayamos comprobado la verificabilidad del consenso generado en torno a las mismas,
y, además, apuntalemos dicho consenso con un breve análisis de la fiabilidad de cada una. Es decir,
analizaremos los discursos abolicionista y proderechos de forma continua, tomando las cifras de la
prostitución como unidades discursivas elementales y marcadores principales del discurso, en el sentido
que da a estos términos Conde Gutiérrez del Álamo (Conde, 2009).

Para el análisis de cada variación de una cifra, buscaremos informes y estudios sociológicos, así como
fuentes primarias, preferentemente elaborados por autoridades políticas o policiales que ofrezcan una
metodología clara acerca de la recolección de datos. Podremos tomar dichos datos de fuentes de
organizaciones partidistas, siempre y cuando mantengan esa claridad, y señalaremos a la hora de analizarlos
su procedencia y su, si cabe, posible sesgo abolicionista o proderechos.

Respecto al concepto de trata, comenzaremos recogiendo las definiciones seguidas por la mayoría de los
países actuales, signatarios de los Protocolos de Palermo (UNTC, 2003), de trata y tráfico de personas, y
haremos un pequeño estudio comparado con (Lozano, 2017) y las posturas iniciales de las prostitutas
proderechos y de las abolicionistas. Sin embargo, este estudio inicial no determinará el total de material en
este trabajo sobre la trata, la cual trataremos a un nivel más profundo, para cada uno de los discursos, a
partir de la cifra 2.

5
IV- Marco metodológico

Marco espacial y marco temporal

El marco de estudio espacial es el del estado de España. Si bien, algunas de las investigaciones citadas en
el análisis de cifras se pueden referir en general al estado de la prostitución en Europa, las matizaremos y
nos centraremos en lo posible en aquellas que tengan a España como marco de referencia.

El marco temporal del análisis del discurso será amplio, abarcando desde, por lo menos, el año 2007 hasta
la actualidad, mientras que, para el análisis de variantes de cada cifra, nos tendremos que remontar a
estudios de hasta 1970. El debate sobre la legalidad de la prostitución, como veremos, lleva mucho tiempo
abierto, pero, sin embargo, hay cifras que apenas han cambiado, lo que hace necesario remontarse a los
orígenes de las mismas, aun cuando dicho origen se remonte a hace 50 años.4 En definitiva, podemos decir
que el diseño de la muestra abarcará los últimos 13 años, y el análisis de los números, los últimos 50 (con
especial énfasis a partir del comienzo del siglo).

Diseño de la muestra

El diseño de la muestra abarcará 14 citas de 11 personalidades entrevistadas o publicadas, 2 hombres y 10


mujeres, entre mayo de 2007 y abril de 2020, al respecto de alguna de las tres cifras de la prostitución que
analizaremos. Los podemos ver en el siguiente recuadro, clasificados por sus ocupaciones:

Activistas Activistas de
colectivos de
Políticos (2) Periodistas (2) independientes Académicas
apoyo a
5 (2)
mediáticas (2) prostitutas (3)
Regulacionistas y Albert Cristina
Rivera Samanta Villar Garaizabal,
proderechos Valérie May (1) -
(1) (1) Conxa Borrell
(2)
Fernando Rosa Cobo (dos
Grande- Mabel Lozano Amelia Tiganus (1) Rocío Nieto (1) menciones),
Abolicionistas
Marlaska (1) (dos menciones) Amelia
(1) Valcárcel (dos
menciones) (2)

Hemos querido seguir un criterio de representatividad e imparcialidad a la hora de seleccionar a las personas
que hemos tomado como “representantes” de sus respectivas posturas ideológicas. Así, hemos tratado que
dichas personas 1) perteneciesen a ámbitos diversos, social o políticamente influyentes en el debate sobre
la legalidad de la prostitución; 2) tuviesen un mínimo capital social en forma de relevancia política, pública,
fama o prestigio en sus respectivos ámbitos (por ejemplo, Garaizabal no tiene relevancia política, ni es
famosa, ni muy conocida a nivel mediático, pero en el ámbito del trabajo sexual tiene un prestigio grande

4
Al respecto, TAMPEP (TAMPEP, 2009), por citar un ejemplo, hace hincapié en lo difícil que es recolectar datos en
el mundo de la prostitución. Agustín (Agustín, 2001:552) lo reafirma, añadiendo que hay datos que, siendo
cuestionados, no son actualizados por otros bien verificados, convirtiéndose en tópicos estadísticos a lo largo de años.
5
En el análisis, nos referiremos a “prostitutas y víctimas de explotación sexual mediáticas” para indicar aquellas que,
sin ocupar un cargo relevante en alguna organización abolicionista o proderechos, han aparecido más de una vez en
medios de comunicación masivos, o han destacado de una u otra forma en la defensa de sus puntos de vista. Un ejemplo
podría ser Valérie May, prostituta activista entrevistada para La Sexta (Pérez, 2018) y para.

6
y consolidado en tanto que dirigió a lo largo de 24 años uno de los colectivos proderechos más importantes
de España, el Colectivo Hetaira); 3) tuviesen una opinión sólida, ideológicamente comprometida, y,
preferiblemente, mantenida a lo largo del tiempo al respecto de la prostitución, de tal manera que ejerzan
un papel creíble como defensores de la idea expuesta por su grupo ideológico en cuestión; y 4), que
mencionasen en su discurso, por lo menos, una cifra cardinal (como la cifra 1, del número total de prostitutas
en España) o un porcentaje (cifras 2 y 3) que pudiese ser analizado en el contexto de un discurso más
amplio. También hemos pretendido equilibrar las declaraciones en pro de esa misma representatividad;
cosa que ha revestido más complejidad de la que parecía, y que ha implicado, en realidad, un cierto
desequilibrio, puesto que frente a siete abolicionistas, hay cinco mujeres proderechos, y un hombre
regulacionista (Albert Rivera); esto debido a la menor tendencia, por parte de los sectores afines a la
legalización, de pronunciarse y construir su discurso a través de números que puedan resultar impactantes.

Hipótesis

Nuestra hipótesis discursiva inicial es simple. Creemos que las abolicionistas y las proderechos sostienen
una “guerra” política de baja intensidad al respecto de la prostitución, articulada en torno a discursos
apuntalados por cifras no coincidentes. Nuestra hipótesis discursiva inicial es que las abolicionistas no están
de acuerdo con los datos esgrimidos por las proderechos en su enfrentamiento dialéctico, y viceversa, y que
están enfrentadas discursivamente al respecto de todas las cifras analizadas, sea bien agrupándose en torno
a una cifra que usar contra el otro grupo, sea utilizando datos distintos entre ellas al tiempo que se denostan
los del otro bando.

La segunda hipótesis, basándonos en la idea de que las cifras apuntalan ante todo los discursos de unas y
otras, es que no existe consenso de ningún tipo entre los datos utilizados por unas y otras (entendiendo el
consenso como el acuerdo en torno a la existencia de unos datos comunes). Estas dos serán las hipótesis en
torno a las cuales construiremos el trabajo.

7
V- Marco teórico: antecedentes y desarrollo de los discursos

Antecedentes históricos: La prostitución y el feminismo

Este documento no tendría sentido sin el debate entre regulación y abolición, y dicho debate no se puede
explicar sin explicar antes la relación entre feminismo y prostitución. Esta relación se puede remontar a los
inicios mismos del feminismo, durante la segunda mitad del siglo XIX. En esa época, los gobiernos de
Inglaterra y Francia empezaban a experimentar con leyes regulacionistas de la prostitución, para evitar la
propagación de infecciones de transmisión sexual (ITS). Josephine Butler, una feminista sufragista
británica, se alarmó ante el hecho de que la policía tuviese, conforme a las competencias que les otorgaban
dichas leyes, derecho a llevarse a prostitutas, o mujeres que lo pareciesen, a comisaría, minando de ese
modo su reputación y empujándolas, paradójica e indirectamente, a la prostitución. Al mismo tiempo, se
horrorizó por la facilidad con la que se podía encontrar en Gran Bretaña a adolescentes forzadas a
prostituirse desde los 12 años. Ante tales hechos, dicha activista empezó a hacer campaña conta las
rudimentarias leyes regulacionistas en proceso de implantación, y en 1875 fundó la Federación
Abolicionista Internacional, con el objetivo de denunciar la entonces llamada “esclavitud blanca”. Dicha
Federación influyó para subir la edad de consentimiento sexual en Inglaterra de 13 a 16 años, y logró
derogar en dicho estado las leyes de detección de enfermedades venéreas. Tal organización sería además la
primera que postulara la idea de que la trata de mujeres podría disminuir con la abolición de la prostitución
organizada desde instancias estatales (Limoncelli, 2010:8), y tuvo un papel destacado, junto con otras
organizaciones feministas, en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos al
finalizar la Segunda Guerra Mundial (Morsink, 2011:9).

Durante esa primera etapa del feminismo no solo hubo puntos de vista favorables al abolicionismo
ortodoxo. Al respecto, desde el otro lado del Atlántico, la filósofa y activista anarcofeminista Emma
Goldman publicó un ensayo, La prostitución (Goldman, 2017), en la que llamaba a la abolición de todo el
sistema capitalista, no solo de la prostitución, y mostraba su curiosidad ante ya algunos tímidos intentos
existentes de crear una especie de “sindicalismo” al respecto.

El siguiente gran evento internacional de relevancia concerniente a la prostitución y al feminismo se


remonta al año 1949. Con la Organización de las Naciones Unidas recién fundada y la Federación
Abolicionista Internacional participando directamente en ella, encontramos con que una de sus primeras
directrices fue el Convenio para la represión de la trata de personas y de la explotación de la prostitución
ajena (Convenio Trata, 1949). Este convenio ya había tenido antecedentes entre 1904 y 1933, pero no se
llegaron aplicar con firmeza. El convenio de 1949, pese al espíritu de Butler, estuvo sujeto a una gran
controversia, puesto que en su primer artículo especifica que los países firmantes no deben permitir el
consumo o la explotación de la prostitución ni aun con el consentimiento de la prostituta (Convenio Trata
1949:I). Dado esto, muchos países optaron por no firmar la convención, y de los firmantes (95 a fecha de
2013), 13 no la habían ratificado (Convenio Trata 1949: VII).

8
Este convenio, inspirado en el abolicionismo de Butler sería, no obstante, la norma hasta que, a finales de
los años 1990, en los Países Bajos (y poco después, de manera definitiva, en Alemania) se regularizase la
prostitución bajo unas normativas específicas para burdeles, obligaciones de inspección de ITS para las
prostitutas (Documentos Senado, 1997), y en algunos lugares, obligación de que ellas se inscriban en un
registro oficial, o prohibición de ejercicio (Rotterdams jaarboekje, 1976). Esta ley, enfocada en principio
en la reducción de daños, terminó suscitando críticas por parte tanto de neoabolicionistas como de
prostitutas proderechos (Kraus, 2016) (Redlich, 2019); en ambos casos, por las malas condiciones laborales
que pareció favorecer, con precios bajos y dominio pleno del mercado por parte de los proxenetas (las
neoabolicionistas también lo atacaron bajo la premisa de “regular una forma de violencia de género”).

Junto a este último, dos de los últimos sucesos notorios en cuanto al estudio de la prostitución a nivel global
han sucedido, muy recientemente, en los últimos 21 años. Por un lado, en Suecia tenemos la aprobación en
1999 de la llamada “Ley de prohibición de compra de servicios sexuales”. En esta ley, el ejercicio de la
prostitución se mantiene como alegal, al tiempo que se penaliza económicamente su consumo; es decir, es
el cliente de servicios de prostitución quien es el perseguido, al contrario que la prostituta, y es considerada
una actualización del abolicionismo (o, lo que vendría a ser lo mismo, un neoabolicionismo). (Kingston y
Thomas, 2018). Por otro lado, vemos que a partir del año 2003 se despenaliza la prostitución en Nueva
Zelanda mediante la Ley de Reforma de la Prostitución (Prostitution Reform Act, 2003). El modelo
neozelandés, en contraposición al regulacionismo, legaliza la prostitución despojándola de cargos penales
asociados, pero sin establecer leyes específicamente diseñadas para ella, con lo que se vuelve más atractiva
para algunas prostitutas, al evitar (según dicen) una ganancia desproporcionada de poder por parte de los
dueños de burdeles para con ellas y tratarla como un trabajo sin nada de especial (OTRAS et al., 2019). Es
a partir de esta última legislación, precisamente, cuando sus defensoras dejan de denominarse
“regulacionistas” para pasar a llamarse “proderechos”, al pasar de defender el modelo de Holanda al de
Nueva Zelanda.

Finalmente, no podemos dejar de mencionar brevemente los llamados Protocolos de Palermo, los cuales
trataremos con más detalle más adelante. En dos de estos tres protocolos, se aborda el tema de la trata con
fines de explotación sexual, la cual es extremadamente relevante en nuestro contexto actual, al unirse la
globalización del modelo capitalista con la manifiesta ilegalidad o alegalidad de la prostitución en gran
parte del mundo, lo que posibilita la generación de mafias transnacionales dedicadas principalmente a la
explotación y el esclavismo sexual (Cobo, 2017: 124).

Teniendo en cuenta los datos anteriormente descritos, tres investigadoras de División de Asuntos Jurídicos
y Legislativos de la Biblioteca del Parlamento de Canadá (Hindle, Barnett, Casavant, 2003) propusieron en
2003 una tipología de cinco posturas jurídicas distintas en materia de legislación de la prostitución, la cual
pasamos a detallar en la siguiente tabla. Dado que la prostitución de menores de edad está explícitamente
prohibida en la mayoría de los países del mundo, en connivencia con el Protocolo de Palermo contra la
Trata, Artículo 3, sección c (Protocolo Palermo Trata, 2000), y por el principio IX de la Declaración de los
Derechos del Niño de 1959, el contenido de esta tabla sólo se aplica a mayores de edad:

9
Nombre del Prohibicionismo Neoabolicionismo Abolicionismo Regularización Despenalización
modelo
Gobiernos
como el Organizaciones
Organizaciones
Feministas de holandés o el proderechos,
feministas abolicionistas
¿Quién lo Gobiernos de EE.UU., (APRAMP en España, los siglos XIX alemán, como el
p.ej.), partido políticos
defiende? Rusia, China y otros. y XX partidos Sindicato
como el PSOE (PSOE,
2019). políticos como OTRAS en
Ciudadanos 6. España
Alegal,
algunas Sí, conforme
¿Es legal
formas de lo indiquen
No Sí Sí
vender sexo? venta pueden leyes
ser penadas a específicas
nivel local
¿Es legal Sí, conforme
lo indiquen
comprar No No Alegal Sí
leyes
sexo? específicas
¿Es legal
Sí, conforme
trabajar con
lo indiquen
No No No Sí
sexo para un leyes
específicas
tercero?
¿Es legal
ofrecer a
Generalmente Conforme las
alguien dinero
No No no leyes lo Sí
a cambio de indiquen
sexo?

(Fuente: elaboración propia a partir de datos de (Hindle, Barnett y Casavant, 2003))

En el caso de España, tras el abolicionismo parcial de la Segunda República7, y el ya comentado caso de la


prostitución en la España anarquista de la Guerra Civil, se pasó a un periodo de relativa tolerancia en el
primer franquismo, desde 1941, al derogarse la normativa republicana (BOE, 1941). Eso cambió en 1956.
A partir de la firma del Decreto-Ley de 3 de marzo de 1956, sobre abolición de centros de tolerancia y
otras medidas relativas a la prostitución, esta pasa a ser considerada tráfico ilícito y velando por la
dignidad de la mujer, y en interés de la moral social, se decretan como prohibidas en todo el territorio
nacional las mancebías y casas de tolerancia (BOE, 1956). España ilegalizaba así los burdeles, y en 1962

6
Tanto Albert Rivera en su momento (Albert Rivera propone legalizar la prostitución, 2015) como más recientemente
la actual presidenta del partido, Inés Arrimadas, y otros miembros importantes del mismo (Moraga, 2019) han
defendido la regularización de la prostitución bajo el modelo holandés-alemán en más de una ocasión, así como se han
declarado favorables al feminismo liberal.
7
En la Segunda República, feministas y comunistas presionaron en favor de un abolicionismo “a la inglesa”; sin
embargo, el gobierno tendió más a combinar medidas reglamentaristas contra enfermedades venéreas con medidas
abolicionistas (Gaceta de Madrid, 1935:500-502)

10
se adhería a la Convención contra la trata de la ONU de 1949. En 1970, Franco aprobaba la Ley de
Peligrosidad Social, mediante la cual las prostitutas pasaban a conformar un grupo considerado como
socialmente peligroso que debía ser reeducado (BOE, 1970). Habría que esperar hasta 1995 para su
derogación, con una nueva reforma del Código Penal en el que las prostitutas dejan de ser vistas como un
elemento de peligrosidad social inherente, pasando a ser consideradas parcialmente como víctimas, y, en
cualquier caso, quedando su actividad autónoma enmarcada en un limbo legal (Gavilán Rubio, 2015).
España fue uno de los países firmantes de los Protocolos de Palermo, y, en 2010 (BOE, 2010), se reformó
el código penal para incluir el delito de trata de personas, en conformidad con dichos tratados. Hoy por hoy
(2020), el debate social acerca de la necesidad de legalizar o criminalizar la prostitución y su consumo sigue
abierto en España. En 2018, llegó al poder Pedro Sánchez, el primer presidente de la España posfranquista
abiertamente abolicionista (Sánchez aboga por “erradicar la prostitución” en España, 2020). Ese mismo
año, la Audiencia Nacional anuló los estatutos del Sindicato Organización de Trabajadoras Sexuales
(OTRAS), previamente formado y registrado en el Ministerio de Trabajo, al considerar los magistrados que
dicha actividad “no puede ser objeto válido de un contrato laboral” (Audiencia Nacional, 2018).

Teniendo en cuenta este contexto histórico, tenemos que incidir al respecto de un detalle muy importante
en cuanto a la historia social de la legalidad de la prostitución; y es que, mientras el abolicionismo y sus
sucesores provienen de la tradición feminista francesa e inglesa del siglo XIX, una tradición hondamente
marcada por su contexto social originario puritano y liberal (en el que las prostitutas no solían estar
representadas en tanto que mujeres pobres y estigmatizadas), el regulacionismo nace como un intento
burocratista del Estado de controlar la prostitución, con el objetivo primario de lucrarse de ella a través de
impuestos y controlar la propagación de enfermedades venéreas (culpando de ello a las prostitutas). El
actual movimiento proderechos surge del desencanto de muchas prostitutas con el regulacionismo y con
movimientos obreros generalistas8, y de la exigencia de las mismas de derechos laborales (de ahí su
nombre)9. Es decir, surge de la búsqueda de derechos laborales antes que del feminismo. Podemos ver, por
tanto, que pese a que los tres movimientos se posicionen en torno a una misma cuestión con dos vertientes
(a grandes rasgos, legalización o no legalización), parten de bases filosóficas muy distintas, lo que se nota
en el tipo de discursos que defienden, y las tensiones que se generan entre ellos.

8
Los marxistas, por ejemplo, Engels, por citar un clásico, condenaron la prostitución generalizadamente (Lemus, 2015).
9
Es de destacar el hecho de que, hasta la fecha, solamente la ley neozelandesa de despenalización de la prostitución
haya contado con prostitutas en activo para su redacción (Abel et al., 2010). Sin duda, este hecho influye en el atractivo
que tiene ese modelo para organizaciones de prostitutas por los derechos laborales del trabajo sexual.

11
VI.- Estudio preliminar: trata y tráfico de personas, y su relación con la narrativa del feminismo y
la prostitución

El concepto de trata de personas es fundamental para entender el fenómeno de la prostitución tal y como es
hoy en día; es decir, vinculado a la globalización, a la inmigración, y a las redes de tráfico (Cobo, 2017:83).
Hoy por hoy, la mayoría de los países se han adherido a protocolos internacionales vinculantes, como los
de Palermo (UNTC, 2003), para condenar la trata, que difiere sustancialmente de lo que es el mero “tráfico
ilícito de migrantes”10. ¿Pero, como define la trata el Protocolo de Palermo?

Por "trata de personas" se entenderá la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de


personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude,
al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos
o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de
explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras
formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a
la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos // El consentimiento dado por la víctima de la
trata de personas a toda forma de explotación intencional descrita en el apartado a) del presente artículo
no se tendrá en cuenta cuando se haya recurrido a cualquiera de los medios enunciados en dicho
apartado. (Protocolo Trata, 2000)

Como podemos observar, la definición de Palermo de lo que la “trata” constituye es deliberadamente


ambigua: No solo se considera la trata de personas como el uso de fuerza o amenazas para esclavizar o
explotar sexualmente a alguien (hecho a menudo asociado al pago de una supuesta deuda que hay que
saldar), sino que el mero “aprovechamiento de una situación de vulnerabilidad” con el fin último de la
explotación sexual se considera, así pues, como trata, sin que el consentimiento importe en ese caso como
tampoco importaría en el caso de pura y llana esclavitud. Este matiz enlaza en espíritu con el Convenio
contra la Trata de 1949, y nos conduce a no sorprendernos cuando abolicionistas influyentes como Rosa
Cobo declaran que “no hay una diferenciación clara entre prostitución y trata”. Esta ambigüedad en la
definición complica de manera notable la identificación de lo que es “trata” pues se puede interpretar de
forma restringida, como hacen las proderechos (Canal Sindicato OTRAS, 2018), o de manera amplia como
hacen algunas abolicionistas.

Junto con la trata propiamente dicha, se mezcla la definición de lo que entendemos como “explotación
sexual”. Yendo un poco más allá de asociarla meramente a la tercería, podemos ver que el ambiente
generalizado en los clubs es el de una explotación económica salvaje. En el libro El Proxeneta, de Mabel
Lozano (Lozano, 2017:141), una narración autobiográfica de un antiguo tratante español arrepentido,
vemos como esta explotación monetaria salvaje funciona, entre otros mecanismos coercitivos, a través de
lo que el proxeneta llama el sistema de plaza:

10
El cual es definido como la facilitación de la entrada ilegal de una persona en un Estado Parte del cual dicha
persona no sea nacional o residente permanente con el fin de obtener, directa o indirectamente, un beneficio
financiero u otro beneficio de orden material; siendo la “entrada ilegal” entendida como el paso de fronteras sin
haber cumplido los requisitos necesarios para entrar legalmente en el Estado receptor (Protocolo Tráfico, 2000).

12
“El sistema de plaza se creó en 1988 en un club de Ciudad Real. […] Antiguamente no existía y solo se le
cobraba un pequeño porcentaje [a la prostituta] por cada pase que hiciera con un cliente. La plaza tenía
una duración de veintiún días y obligaba a la chica a pagar cincuenta euros en metálico cada día antes de
salir al salón a trabajar, independientemente de si se ocupaba o no. Esto aseguraba un mínimo de […] mil
cincuenta euros por plaza y mujer. A esto se le sumaba el porcentaje de los servicios realizados por el club,
de unos diez euros por pase, en concepto de sábanas, limpieza… Y el beneficio estaba más que asegurado.”

El tema de la trata es uno de los puntos más delicados, espinosos y controversiales entre las defensoras y
las opositoras de la prostitución, y sus discursos chocan frontalmente debido, en gran parte, a sus actitudes:
mientras que las abolicionistas consideran la prostitución (en general) como una de las peores formas de
violencia de género (Kraus, 2016), y algunas, como ya hemos visto, no hacen distinción entre prostitución
y trata (tratando a las víctimas, y alarmando a la sociedad sobre las mismas, en consecuencia), muchas
proderechos, si bien reconocen a la trata como un problema, tienden a sacarle hierro a la explotación sexual
por parte de terceros, llegando incluso a hacer distinción entre los auténticos proxenetas, y los meros
empresarios que regentan locales11.

Un punto interesante que da otra vuelta de tuerca más a la cuestión es el hecho de que muchas exvíctimas
de trata (entendiéndola en un contexto restringido de mujeres coaccionadas para ejercer para un tercero),
una vez son liberadas de su deuda o esclavitud, siguen ejerciendo la prostitución por cuenta propia. Al
respecto, en (Lozano, 2017:141) encontramos el testimonio de una exvíctima del tratante protagonista del
libro, quien siguió posteriormente ejerciendo por su cuenta. El tratante le pregunta si ella cree que existe la
prostitución libre, a lo que ella responde “Primero me explotaste tú, luego me explotó la enfermedad de mi
hija, después los estudios de mi otra hija, ahora los de mi nieta… Quien te diga que ejerce libremente que
no se engañe, o al menos, que no mienta.” Si bien esta última definición de explotación ya es más abstracta
(se podría aplicar a muchos trabajos duros, o a gente que lleva mucho tiempo trabajando de lo mismo y
carece de otras habilidades y/o posibilidades), podemos ver que existe un hilo conector entre la trata y la
prostitución libre en locales o pisos de terceros.12

Finalmente, pese a lo escrito en los últimos párrafos, podemos encontrar, con matices, puntos de encuentro
entre la narrativa proderechos y la abolicionista. Pese a que las primeras interpretan la trata y el
proxenetismo en un sentido restringido, y las segundas en un sentido amplio, ambas tienen en común la
búsqueda de la mejora de la situación de las prostitutas inmigrantes; por ejemplo, en la derogación de leyes
que impliquen la deportación de las víctimas (OTRAS et al., 2019) o, quizás con algo más de énfasis en el
caso de las abolicionistas, en la creación de ayudas específicas que permitan a dichas mujeres (y a otras que
no quieran ejercer) rehacer su vida y dedicarse a otra cosa (Valisce, 2018)

11
Véase al respecto (Canal Sindicato OTRAS, 2018), donde la presidenta del susodicho sindicato, Conxa Borrell,
argumenta en el minuto 9 contra la abogada abolicionista Nuria González que un proxeneta es el que obliga, mientras
que, si yo voy a casa de un tercero a trabajar, no voy obligada, voy a ganarme mi dinero; entendiendo de esta manera
el “proxenetismo” de una manera muy restringida; al contrario que la abogada, que pretende que toda la prostitución a
terceros es proxenetismo.
12
En (Ayuntamiento de Madrid, 2018), encontramos una conclusión similar a nivel de calle, en tanto el 25% de las
prostitutas atendidas por la Unidad Móvil del ayuntamiento eran víctimas de trata, y casi otra cuarta parte lo habían
sido alguna vez y seguían ejerciendo.

13
VII - Las cifras de la prostitución

a) Cifra 1: Número total de prostitutas en España

a.1) Introducción y declaraciones respecto a la cifra:

Empezaremos por la cifra más básica con la cual se pretende analizar el fenómeno de la prostitución en
España: El número total de mujeres dedicadas a tal actividad en nuestro país. Llama la atención comprobar
cómo, en la que debiera ser una cifra elemental para el análisis de la prostitución, hay una divergencia tan
marcada de cifras declaradas:

“La inmensa mayoría no. ¡Es imposible! El INE dice que hay 600.000 prostitutas en
España. ¿Crees que hay 600.000 esclavas sexuales? Es improbable. Y ponle que haya
600.000 clientes ¿Hay 600.000 depravados en España y nos los cruzamos cada día por la
calle?” – Samanta Villar, periodista proderechos, protagonista de 21 días y Conexión
Samanta, autora del libro Nadie avisa a una puta, entrevista (Ferro, 2015)

“Los datos son persistentes y dan cuenta de cuál es el mapa de origen y social de esas
mujeres: en España más del 90% de las mujeres dedicadas a la prostitución son inmigrantes
en situación irregular; más de medio millón de mujeres y niñas son víctimas de este
fenómeno.” – Amelia Valcárcel, filósofa y ensayista feminista abolicionista, artículo de
opinión (Valcárcel, 2007).

“En España hay entre 300.000 y 100.000 mujeres en prostitución, por supuesto, las
medidas para ilegalizar deben estar acompañadas de estas políticas.” – Rosa Cobo,
profesora abolicionista titular de Sociología del Género en la Universidad de A Coruña,
entrevista (de Blas, 2018).

“¿Podemos hablar de igualdad cuando hay 50.000 o 60.000 esclavas sexuales13 en el Estado
español? ¿O es que la igualdad es solo para las mujeres blancas y españolas?” – Amelia
Tiganus, superviviente de explotación sexual mediática, discurso (Tiganus, 2017).

a.2) Análisis de la cifra

Esta cifra demuestra ser una de las más inciertas de todas las analizadas, pues todos y cada uno de los
números mencionados se basan en estudios distintos del mercado de la prostitución.

13
Interpretaremos que Tiganus, en este discurso, entiende como esclavas sexuales a todas las prostitutas inmigrantes
en España, en tanto que, en otras declaraciones posteriormente analizadas (ATLÁNTICAS, 2018) declara que “en un
Estado como el español, donde en torno al 90% de las mujeres en prostitución son mujeres migradas, pobres y
precarias […] parece que son condenadas a ser explotadas sexualmente.” Si bien la explotación sexual no tiene por
qué implicar necesariamente trata o esclavitud, cabe suponer su asociación con fines emocionales y efectistas, en
tanto la declaración de 2017 fue recogida de un discurso ante público.

14
Empecemos por la cifra que menciona Samanta Villar. La cifra de las 600.000 prostitutas del INE se
retrotrae a un estudio realizado en 2014 para medir la “economía ilegal” de tal manera que figurase en el
PIB, por mandato de la UE. Sin embargo, este primer estudio suscita serias dudas: en primer lugar, no fue
publicado directamente, sino que algunas de las cifras obtenidas les fueron comunicadas directamente a los
mass media, sin especificar de donde las han obtenido (Sérvulo, 2014-1) y afirmando que sólo mostrarán
sus cómputos internos […] al Eurostat (Ruiz, 2014). Además, en este último artículo, aseguran haber
utilizado a más de 500 fuentes, entre las que se incluyen encuestas en prostíbulos y a profesionales del
sector (pero sin ser mostradas al no publicarse el estudio). En otro artículo (Sérvulo, 2014-2), se incluye
una entrevista del reportero a Elisa Arenas, trabajadora social del Colectivo Hetaira (proderechos)
entrevistada por el INE quien, ante sus preguntas, contestó que era “muy difícil hacer ese cálculo. No hay
ningún estudio serio sobre el número de personas que ejerce la prostitución. No existe.” En Hetaira les
confirmaron que asistían a unas 1000 mujeres al año. Pero sin dejar de aclarar que ese dato “no es
comparable. Es algo muy residual”. Sérvulo entrevistó posteriormente al representante de ANELA, la
patronal de los clubes de alterne españoles. José Roca, su representante, le comentó al reportero, tras haber
recibido y rellenado un cuestionario enviado por el INE que “Es imposible calcularlo”, puesto que
“Cualquier cifra que podamos dar es aleatoria y subjetiva. No hay censo de clubes, ni de prostitutas, ni
costes medios, ni de servicios. Es mejor que se inventen la cifra”. Como vemos, este primer cardinal ha
sido difundido de una manera limitada y opaca, lo que impide falsarlo o verificarlo independientemente, y,
además, las declaraciones negativas de dos de las supuestas fuentes primarias de la investigación son tan
desalentadoras que inducen a la desconfianza.

La segunda mención valora el hecho de que la cifra sea de 500.000 prostitutas. Este cardinal (Agustín,
2001:552) parece provenir de la Fiscalía del Tribunal Supremo, en un informe que se remonta a 1970,
mientras que otra estimación de 1979 (Urbez, 1979:78-79), que enlaza con el tercer cardinal citado, fija el
número entre 300.000 y 400.000. Según Agustín, ninguna de las dos estimaciones está basada en un estudio
contrastado; y, pese a que el supuesto número de prostitutas se ha ido reduciendo con el tiempo, al no
ofrecerse otras estimaciones estables ni referencias sólidas para contrastarlas, los tres cardinales citados en
este párrafo se han asentado como tópicos.14

En cuanto a la posibilidad de que existan aproximadamente 100.000 prostitutas, se sustenta principalmente


en (López y Baringo, 2006), quienes dan una estimación de entre 95.000 y 120.000 prostitutas a nivel
estatal, basándose en estudios realizados por ellos mismos en diversas comunidades autónomas. Estos
estudios son interesantes, pero, sin embargo, no hemos encontrado referencias previas o posteriores
(además de su investigación etnográfica propia focalizada en zonas concretas del país) que los avalen.

Finalmente, para la mención de Tiganus, que implica un total de menos de 100.000 prostitutas, encontramos
tres estimaciones: En primer lugar, una supuesta estimación del Centro de Inteligencia para el Terrorismo
y el Crimen Organizado (CITCO) en 2012, citada en (Ministerio de Igualdad, 2015-2018), que habla de
unas 45.000 prostitutas en total en España. No hemos podido encontrar el estudio original del CITCO, ni

14
El cardinal de 300.000 prostitutas es, por ejemplo, difundido sin verificar por la Dirección General de la Mujer
(Gómez, Pérez y Verdugo, 2015:30).

15
ningún otro estudio del Ministerio de Interior que confirmase el cardinal de 45.000 prostitutas; por si eso
no lo volviese ya muy cuestionable, hay que destacar que el CITCO fue creado en 2014, por lo que es
imposible que elaborase un informe sobre trata en 2012. En segundo lugar, tenemos a Gómez (Gómez,
Pérez y Verdugo, 2015:28), la cual, en su libro estima unas 80.600 prostitutas basándose en una
investigación etnográfica propia y en datos de (Malgenesi, 2006). A estas estimaciones se suma Agustín
(2001:552), quien asume un cardinal de 50.000 prostitutas, aunque admite no tener datos para demostrarlo.

a.3) Conclusión: En esta cifra hallamos numerosas paradojas. Para empezar, quizás sea más incierta de
todas las analizadas, lo cual es paradójico en sí porque podríamos decir que conocer el número exacto de
vendedoras de sexo en un Estado es clave para desarrollar políticas públicas. Nos encontramos ante una
cifra totalmente inverificable, en tanto no encontramos consenso de ningún tipo entre las fuentes, y por
tanto sería a su vez absurdo pretender encontrarlo en discursos divergentes. Por otro lado, de nuevo
paradójicamente, llama la atención observar cómo, si bien las abolicionistas citan números elevados (y no
constatados), el cardinal más alto lo de la única proderechos del grupo. La única analizada que ha vivido la
explotación sexual en carne propia es la que da el cardinal más bajo (otra paradoja), aunque matizándolo
para incluir a todas las que se acogen a él como esclavas sexuales. Otra paradoja más es que, siendo el
cardinal más alto citado dado por una de las instituciones más prestigiosas a nivel sociológico de España
(el INE), sea, también, el más opaco e incierto. Sin acceso al estudio, no podemos, obviamente,
cuestionarlo, pero los datos que hemos podido averiguar sobre su metodología no invitan a pensar que esta
sea alentadora. La alegalidad de la prostitución en España y la falta de una definición consensuada acerca
de que se entiende por prostituta son factores que aumentan la incertidumbre, y de los que las instituciones
estatales son responsables directas.

En esta primera cifra, observamos que Villar fue la única de las cuatro mujeres citadas que basó su discurso
en un cardinal obtenido de una fuente científica, la cual cita directamente. Este patrón lo vemos también
reflejado en la cifra 2, en la cual las dos proderechos analizadas citan datos directos con fuentes incluidas.
Esto no quiere decir necesariamente que las abolicionistas no lo hagan; sin embargo, cabría sugerir que, en
casos donde las cifras son menos sólidas y están más abiertas a la controversia, las abolicionistas tienden a
emplear números más elevados, y/o a matizarlos con un discurso emocional diseñado para agitar
conciencias (como Tiganus). Esto solo en el caso de cifras especialmente inseguras y polémicas; pues,
como veremos en la cifra 3, una vez estos datos existen no los usan menos que las proderechos. En cambio,
como reflexión sobre la dificultad de recogida de números regulacionistas, sugeriría así mismo que estas
últimas no tienden tanto a la mención de datos como las abolicionistas, si estos no existen o no son fiables.
Para muestra, el botón de que, en lugar de existir una equitatividad, en esta primera cifra se recogen tres
declaraciones abolicionistas por solo una proderechos, ante la imposibilidad de encontrar a personalidades
destacadas proderechos que aventurasen en cardinal concreto.

b) Cifra 2: Porcentaje de prostitutas en situación de trata sobre el total de prostitutas de España

b.1) Introducción y declaraciones respecto a la cifra.

16
El porcentaje de mujeres víctimas de trata con fines de explotación sexual sobre el total de las prostitutas
es uno de los puntos más discutidos y controvertidos del debate sobre la prostitución; no solo en España,
sino en todo el mundo. Al ser esta, posiblemente, la cifra más acaloradamente discutida y debatida por ser
punto de fricción constante entre el colectivo proderechos con el regulacionismo y el abolicionismo, es en
el que más opiniones divergentes de personalidades de los tres citados colectivos encontramos, lo que dice
mucho de la relevancia de su análisis:

“Ese tipo de prostitución “de lujo”… no voy a entrar a valorar si es más o menos libre. No
quiero ser excesivamente moralista. Pero no voy a amparar que, en base a este tipo de
prostitución, o por un feminismo mal entendido, se intente minimizar el problema de la trata
de seres humanos con fines de explotación sexual, que es lo que ocupa el 99% de la
prostitución. […] Es, sin duda alguna, la esclavitud del siglo XXI.” – Fernando Grande
Marlaska, actual Ministro del Interior de España, entrevista (Garijo, 2016).

“Por supuesto que las mujeres deben de tener sus derechos garantizados, Apramp es lo
primero que defiende. Pero siempre digo que en la prostitución el 90% de las mujeres está
en situación de trata, y el otro diez por cierto no es mi preocupación.” – Rocío Nieto,
presidenta de APRAMP (ONG abolicionista de ayuda a prostitutas), entrevista (Díaz, 2018).

“La realidad es que entre el 80 y 90% de las mujeres que ejercen la prostitución en nuestro
país lo hacen en condición de explotación y esclavitud extrema. Víctimas también del
silencio, del miedo y la complicidad de todos.” – Mabel Lozano, reportera abolicionista,
autora del libro El Proxeneta, entrevista (Mabel Lozano: «Además de cineasta soy una
activista contra la trata de mujeres», 2016)

“El 85% de la prostitución es forzosa y delictiva, y contra eso hay que luchar”. -Albert
Rivera15, expresidente regulacionista del partido político Ciudadanos, declaraciones
recogidas en artículo informativo (Albert Rivera propone legalizar la prostitución, 2015).

“Si además, nos ceñimos a los datos de la ONU y el Centro de Inteligencia Contra el
Terrorismo y el Crimen Organizado el número de víctimas de trata es de un 14%, máximo
un 30%. Por tanto, aquí la generalización es errónea y muy alejada de la coletilla 'la
mayoría de las que ejercen prostitución son explotadas'” – Valérie May, prostituta activista
mediática proderechos, reportaje (Yanke, 2018).

“Una y otra vez se repite la cifra falsa de que el 90% de las mujeres que ejercen la
prostitución son víctimas de trata, pero nadie es capaz de ofrecer estudios concretos que lo
avalen. El único informe serio al respecto es de Naciones Unidas, que confirma que una de
cada ocho trabajadoras del sexo es víctima de trata. Es decir, en torno a un 85% lo hacen
por propia voluntad. Otra cosa es que la capacidad de decisión esté condicionada por las

15
Resaltar el hecho de que los regulacionistas de Ciudadanos se acogen a la cifra dada por las abolicionistas. Es un
detalle sutil, pero muy representativo de la brecha y la divergencia de mentalidad entre quienes apoyan una regulación
a la europea y quienes prefieren la despenalización a la neozelandesa.

17
necesidades económicas u otras circunstancias, pero todos lo estamos. La pobreza, aunque
empequeñece las alternativas, no elimina la posibilidad de elección. Lo que sí que no se elige
son las condiciones de trabajo, que son abusivas por la falta de derechos.” – Cristina
Garaizabal, cofundadora del Colectivo Hetaira para la defensa de los derechos de las
prostitutas, entrevista (Borraz, 2015).

b.3.) Análisis de la cifra

Como se puede observar, hay una divergencia tremendamente marcada entre las defensoras de cada
discurso. Sólo teniendo en cuenta las seis menciones a la cifra de trata, vemos que todas y cada una de ellas
dan resultados disímiles. En general, mientras que el sector abolicionista da porcentajes superiores al 80%
(al cual, a partir de ahora, llamaremos “porcentaje del último quintil”), el sector proderechos no admite más
de un 30% de trata.

Analicemos primero el porcentaje proderechos. Este porcentaje procede, a todas luces, de un informe de la
Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito de 2010, Trata de personas hacia Europa con
fines de explotación sexual, en el que se afirma, sobre la base de una estimación previa de un total de
700.000 prostitutas residentes en la UE (un millón en total, extrapolando la estimación al resto de Europa),
sumado a los datos recolectados por la Oficina (la cual afirmaba haber detectado a 7300 víctimas de trata
en Europa Occidental y Central), que podrían existir un total de 140.000 casos de trata sobre el total de
prostitutas; partiendo de la base metodológica de que, por cada víctima detectada, hay 20 que no lo son (lo
cual es probable, según la propia UNODC) (UNODC, 2010:8-9). Siendo 140.000 el 14% de un millón, esa
sería la fuente básica proderechos de estimación porcentual de mujeres tratadas, siendo su suelo (poco
probable) un 5%, asumiendo que se detectaron todas las víctimas de trata para explotación sexual de Europa
el año del estudio. El techo de esta cifra se alcanzaría en el 30%, habiendo tomado como válida la supuesta
estimación del CITCO de 2012, según la cual, existirían aproximadamente unas 45.000 prostitutas en
España, frente a unas 13.983 personas halladas en riesgo de encontrarse en situación de trata y/o explotación
sexual; de las que ese año se constataron efectivamente 153 (Esta cifra sí parece demostrable, estando
recogida en (CITCO, 2013-2017), y habiendo disminuido la población en riesgo de trata a 10.111 personas,
con 155 víctimas constatadas).

Sin embargo, es posible que este margen no sea válido en todos los contextos en los que se puede ejercer
la prostitución. Por ejemplo, en contextos de prostitución callejera16, como en la ciudad de Madrid, donde,
en un informe del Ayuntamiento en 2018, se señalaba que, de 481 prostitutas callejeras contactadas, el 25%
(124) eran víctimas confirmadas, y otro 24% (115) posiblemente lo fueran (Ayuntamiento de Madrid,
2018).

16
Existen investigaciones que sugieren que, en el contexto español, la prostitución callejera es minoritaria. Al respecto
podemos citar estudios en Asturias (Pons, 1993) y Valencia (Serra, 2009). En el primero, se indica que, de una muestra
de 311 prostitutas entrevistadas, el 6,5% ejerce en la calle; mientras que, en el segundo, de 7560 prostitutas estimadas
en Valencia, se calcula que aproximadamente 500 (el 6,6%) ejercería de manera callejera. De todas maneras, al ser
estudios geográficamente muy localizados (y el de Pons, además, datado hace 27 años y con datos recogidos por él
hace 29, lo que no es irrelevante, dados los profundos cambios sociodemográficos dados en España desde 1991), no
podemos presuponer la extrapolación de estos porcentajes al conjunto del Estado.

18
Analicemos ahora la cifra defendida por las abolicionistas. ¿De dónde surge el último quintil?

Esta es una pregunta cuya respuesta es más intrincada de lo que parece. Nuestra investigación parece sugerir
que las asociaciones abolicionistas y los medios de comunicación españoles citan a menudo a otras
organizaciones, o a datos, dicho de una manera genérica, al respecto de esa cifra. A menudo, esos datos
son imposibles de rastrear, y, o bien su rastreo termina conduciendo a callejones sin salida, o bien su origen
es directamente falsificado, y se termina llegando a páginas web o informes que no indican dicho dato por
ninguna parte, o bien indican un dato parecido pero que no se corresponde.17

El analista proderechos Raj Redlich, en un videoanálisis de lo que él llama El mito del 80%, sugiere que, si
bien los porcentajes de un 80/90/95/99% de prostitutas tratadas ya eran tímidamente recitados por parte de
algunas organizaciones (Redlich, 2018), fue en una entrevista realizada a Fiona Mactaggart (diputada del
Partido Laborista británico) por la Radio 4 de la BBC en noviembre de 2008 cuando esta cifra adquirió
notoriedad, al ser, según Redlich, la señora Mactaggart la primera figura de relevancia que dio difusión a
la mencionada cifra18. Según la tesis de Redlich, dicha cifra habría empezado a adquirir eco a partir de
entonces en organizaciones abolicionistas y en prensa no británica, y de esa génesis llegaríamos a las
declaraciones acerca del último quintil ahora analizadas.

No hemos podido demostrar de manera fehaciente el porcentaje del último quintil. Sin embargo, eso no
quiere decir que no hayamos encontrado algunos datos de relevancia. Hemos hallado que la mención más
antigua a la asociación de más de un 80% de la prostitución nacional española con mafias de trata se da en
el libro de Gemma Lienas, Quiero ser puta: Contra la regulación del comercio sexual (Lienas, 2006:128-
129). En él, la autora asevera que el 95% de las prostitutas están en prostitución forzadas por mafias
internacionales; solo un 5% han elegido libremente vender su cuerpo. No hemos encontrado declaraciones
o menciones bibliográficas anteriores a 2006 que asocien directamente trata con prostitución; más bien, se
incide en el hecho de que la mayoría de las prostitutas son inmigrantes, precarias, o pobres. Observamos
indicios de una actualización en el discurso de las organizaciones abolicionistas unida a la asociación directa
de dicha cifra con la trata de seres humanos. Por ejemplo, en un artículo de La Voz de Galicia de noviembre
de 2001 (Dopeso, 2001), la asociación feminista Alecrín denunciaba que el 99% de las mujeres eran
extranjeras traficadas que llegan huyendo de la pobreza. Según el mencionado artículo, su presidenta, Ana
Míguez, afirmó que la práctica totalidad de estas prostitutas son extranjeras que llegan traficadas desde
países en situación de pobreza, y calificó de alarmantes los resultados de dicho informe a pesar de que no

17
Pondré un ejemplo. En un artículo de Europa Press (“El 80% de las mujeres que ejercen la prostitución en Europa lo
hacen contra su voluntad”, 2015) se cita a la ONG Anesvad estimando este porcentaje, extraído de diversos estudios.
No se indica en el artículo de qué estudios habla, pero más adelante la portavoz de la asociación cita un estudio de la
OIT según el cual hay 4,5 millones de personas víctimas de trata con fines de explotación sexual en el mundo, el 90%
de las cuales son mujeres y niñas. El dato del 90% (no 80%) aquí nombrado es otro, y es posible que sea cierto; pero
el punto es que en ningún lugar del artículo se especifica que ese 90% de mujeres víctimas de trata sean, a su vez el
80% de las prostitutas de Europa.
18
Los datos de Mactaggart al respecto serían cuestionados en otra entrevista para otro progama de Radio 4, titulado
More or Less, en enero de 2009, hecho que Redlich también comenta; en resumidas cuentas, parece que Mactaggart
citaba un informe del Ministerio del Interior británico llamado Paying the Price, en el que, según decía, se afirmaba
que el 80% de las prostitutas eran víctimas de trata. El locutor la contradijo leyendo el informe y citando la afirmación
de que la trata tiene mucha menor incidencia que el tráfico ilegal de inmigrantes y que la cifra que sí se nombraba en
ese informe era la de que la policía local de Londres creía que el 70%% de las prostitutas callejeras de la ciudad eran
extranjeras. En la conclusión analizaremos un posible vínculo de asociación mental entre trata e inmigración.

19
aparecen recogidos los datos referidos a la prostitución que se ejerce en pisos «que controlan las redes de
mafias. El hecho de que en 2001 la presidenta de una asociación a nivel regional abolicionista, la cual
insinúa la relación de la prostitución con la mafia, evitase hablar en términos de trata y prefiriese hablar en
clave de mujeres traficadas que huyen de la pobreza, y no argumentara, en todo caso, que las mafias que
“controlan pisos” forzasen directamente a las mujeres a ejercer, parece indicar que, en esa fecha, la
asociación “prostitución=trata” no era tan popular como lo llegó a ser posteriormente; teniendo en cuenta
este contexto previo a 2008, es posible que la tesis de Redlich tenga alguna validez. Por otro lado, el hecho
de que Míguez también enfatizase el origen inmigrante de las prostitutas reforzaría un posible vínculo con
la mucho más sólida cifra de extranjeras sobre el total de prostitutas de España, de la cual hablaremos a
continuación. Especulaciones al margen, lo único que podemos afirmar a ciencia cierta es que no hemos
hallado documentos de investigación o informes que avalen la cifra del último quintil.

b.3) Conclusiones de la cifra:

Como indicábamos al principio de la reseña, esta es probablemente la cifra más polémica de cuantas
vayamos a analizar por el hecho de que los números expresados en torno a esta cifra se hayan polarizado y
politizado, usándose como arma arrojadiza en la contienda abolicionista/proderechos, En principio, la cifra
defendida por los colectivos proderechos parece ser ligeramente más veraz, en tanto es respaldada por un
informe de la ONU con metodología clara; sin embargo, no se puede declarar como verificable en un
estudio comparado un porcentaje respaldado por un único informe (que, además, pese a su transparencia,
es altamente especulativo al afirmar que existen 20 veces más víctimas de trata de las que se detectan).
Sumando esto a la ausencia aparente de estudios que confirmen la cifra del último quintil, debemos declarar
esta cifra como inverificable.

No obstante, hay que hacer un matiz esencial: Es muy probable que muchas de las abolicionistas, al declarar
la cifra del último quintil, se estén acogiendo a la posibilidad que el Protocolo de Palermo deja abierta de
considerar como “víctima de trata” a toda mujer en situación de vulnerabilidad que se encuentre ejerciendo
para otra persona. Una de las piedras angulares del neoabolicionismo es la consideración de que el cliente
de prostitución está, si no al mismo nivel que un tratante, al menos en una categoría de complicidad con la
explotación sexual (Cobo, 2017:316). De esa manera, para una neoabolicionista, el hecho de contratar a
una prostituta en situación de vulnerabilidad, incluso si no median terceros, podría considerarse “trata”
(Tiganus defiende exactamente esta opinión en (Canal Hypathia, 2019:56-57)). Es de destacar que, por lo
que se deduce del discurso de algunas militantes, para muchas abolicionistas existen dos realidades
narrativas dicotómicas radicalmente contrapuestas: una de prostitutas pobres, víctimas por antonomasia,
que no eligen estar donde están y son forzadas, bien por sus circunstancias (para lo que se suelen citar
testimonios como (Lozano, 2017:141)), bien obligadas por un tercero; y otra de prostitutas de lujo, sin
preocupaciones ni problemas económicos, una minoría de mujeres privilegiadas que se prostituyen porque
quieren (idea que se colige tras el discurso del ministro Marlaska); y que quizás también sean víctimas,
solo que se lo niegan a sí mismas. Si entendemos la “trata” de una manera tan amplia y abstracta, la cifra
del último quintil queda totalmente justificada, y se une indisolublemente a la cifra de prostitutas
inmigrantes (puesto que se deduce que toda inmigrante que llega a España a trabajar desde un lugar con
menor nivel de vida es vulnerable). Esto contrasta radicalmente con la visión proderechos, para la cual, las

20
prostitutas víctimas de trata son las que son directamente esclavas, existiendo bastante moderación en el
discurso de, al menos, algunas de ellas (como podemos ver en Canal Sindicato OTRAS, 2018) para con el
trabajo a terceros, y en general, no considerando coercitiva la prostitución autónoma.

c) Cifra 3: Porcentaje de mujeres extranjeras sobre el total de prostitutas de España

c.1.) Introducción y menciones de la cifra:

Desde el comienzo de la economía globalizada, la cifra de mujeres extranjeras sobre el total de prostitutas
locales en países occidentales parece haber ido en aumento, estando asociadas en muchos casos a
organizaciones criminales (Cobo, 2017:81), o bien como una forma de salida laboral general para
trabajadoras pobres (Cobo, 2017:79) y encuentra en general un consenso firme en torno al último quintil:

“En el caso de España, diversas investigaciones señalan que alrededor del 90 por ciento de
mujeres prostituidas son extranjeras.” – Rosa Cobo19, profesora abolicionista titular de
Sociología del Género en la Universidad de A Coruña, extracto de su libro La prostitución
en el corazón del capitalismo (Cobo, 2017:92).

“En un Estado como el español, donde en torno al 90% de las mujeres en prostitución son
mujeres migradas, pobres y precarias, que no tienen oportunidades, muchas de ellas sin
estudios, parece que son condenadas a ser explotadas sexualmente, con el consenso y la
complicidad social.” – Amelia Tiganus, superviviente mediática de explotación sexual,
entrevista (ATLÁNTICAS, 2018).

“Los datos son persistentes y dan cuenta de cuál es el mapa de origen y social de esas
mujeres: en España más del 90% de las mujeres dedicadas a la prostitución son inmigrantes
en situación irregular; más de medio millón de mujeres y niñas son víctimas de este
fenómeno.” – Amelia Valcárcel, filósofa feminista abolicionista y ensayista, artículo de
opinión (Valcárcel, 2007).

“Borrell agrega durante la charla telefónica mantenida con este periódico que el 80% de
quienes ejercen la prostitución en un club suelen ser mujeres migrantes. «No sólo
necesitan dinero para mantenerse ellas, sino para mandar a sus familias que viven en otros
países. Esta crisis ha azotado muy fuerte al colectivo»” - Conxa Borrell, fundadora y
secretaria general del Sindicato OTRAS, fundadora de APROSEX (Asociación de
Profesionales del Sexo) y prostituta proderechos, artículo informativo (Villalba, 2020).

c.2.) Análisis de la cifra

Esta es una cifra de la prostitución bastante sólida a nivel científico y de representatividad, al poder basarla
en fuentes policiales, proderechos y abolicionistas y existir consenso tanto entre fuentes como entre

19
Sorprendentemente, Cobo no cita las “diversas fuentes” a las que se refiere. Este dato es chocante, porque, pese a
que esas “diversas fuentes” existen, este es uno de los pocos datos numéricos que cita en su libro, a lo que se le suma
su condición de profesora de sociología.

21
discursos. La primera fuente son los sucesivos informes elaborados por la Guardia Civil entre los años 2000
y 2002, enmarcados en la directiva 3/2000 y recogidos por González e Ibáñez para su informe Trata de
personas. En dichos informes, se revelaba que, frente a las 12804 prostitutas extranjeras identificadas
durante el año 2000, había 1285 españolas; frente a las 16006 prostitutas extranjeras localizadas en 2001,
habría 1529 españolas; y que, frente a las 20770 prostitutas extranjeras identificadas en 2002, habría 2250
españolas. En los tres casos, el porcentaje es cercano al 10% del total20 (González e Ibáñez, 2003:7). Cabe
decir que el ámbito de la Guardia Civil en el año 2002 abarcó el 75% del territorio español y al 38,5% de
la población nacional (es un dato relevante, en tanto la Guardia Civil limitó sus investigaciones al respecto
de la prostitución a su jurisprudencia). Consideramos que sus hallazgos son extrapolables a las ciudades
medianas y grandes, las cuales, por su idiosincrasia, tienden a atraer a una mayor cantidad de población
inmigrante.

Cabe destacar dentro del informe de 2002 la presencia de mujeres de nueve nacionalidades específicas
sobresalientes en cuanto a número total de prostitutas. Cuatro de ellas implican entre 619 y 1000 prostitutas
registradas por la Guardia Civil ese año (a saber, Ucrania, Marruecos, Ecuador y Nigeria); entre 1000 y
2000 otras dos (República Dominicana y Rusia) y más de 2000 otras tres (Rumanía, Brasil y Colombia,
llegando a 6000 en este último caso).

El segundo documento es el informe de TAMPEP (TAMPEP, 2009), un colectivo de análisis proderechos


con una red de observatorios de prostitución colaboradores de donde toma la información a través de
encuestas realizadas a sus principales dirigentes. En su informe Sex Work in Europe, hacen un análisis de
la composición sociológica de la prostitución en 25 países. En el caso de España, mencionan el paso de un
70 a un 90% de trabajadoras migrantes de 2006 a 2008, autorreferenciándose a un documento suyo
publicado dos años atrás. Dichas cifras fueron recogidas por el Colectivo Hetaira, su organización
colaboradora en España (la cual, como comentamos arriba (Sérvulo 2014-2), autoestiman que atienden a
unas 1000 prostitutas al año); por tanto, las cifras de dicho informe se corresponden con las cifras sostenidas
por las dirigentes de Hetaira.

El tercer estudio es el de López y Varingo (López y Varingo, 2006) en el que se obtiene, desde una
perspectiva abolicionista, el resultado de que el 89,5% de las prostitutas sobre una muestra analizada de
1485 de ellas son inmigrantes.

Los tres documentos son, por desgracia, antiguos (los tres tienen más de diez años, y el de la Guardia Civil
casi veinte), pero no parece que hayan perdido validez: Siendo que parece que hay un número abrumador
de prostitutas no españolas, este fenómeno ha de verse antes desde la perspectiva de la sociología de las
migraciones que desde la de la sociología de la diversidad; es decir, como un fenómeno étnico-migratorio
antes que como una característica de la prostitución en sí. Según los últimos datos del INE (INE, 2020), la
evolución demográfica de la población total de mujeres inmigrantes de los principales países proveedores
de prostitución a España en la última década ha sido desigual. Mientras las rumanas y las ecuatorianas han

20
La Guardia Civil elaboró también un informe para el año 1999, pero era menos minucioso que los sucesivos, ya
amparados por el seguimiento de los Protocolos de Palermo, y, por tanto, menos fiable (además de una mayor
desviación típica, no contaba a las prostitutas españolas que no hubiesen puesto denuncia por uno u otro motivo).

22
visto hundidos sus números totales paulatinamente, las ucranianas y las rusas no han dejado de crecer como
población, las nigerianas mantienen una población estable y las poblaciones de marroquíes, colombianas,
brasileñas y dominicanas vuelven a crecer desde mediados de la década, tras haber disminuido su número
en los años más duros de la crisis de 2008-14. Por otro lado, mientras que la población española nativa se
ha mantenido más o menos estable en torno a los 42 millones de personas del 1 de julio de 2016 al 1 de
julio de 2019, en ese período de tiempo la población inmigrante aumentó en aproximadamente 650.000
personas, pasando la cifra total de residentes en España de 46.449.874 a 47.100.396. (INE, 2020). Es
probable que las poblaciones étnicas de prostitutas se vean afectadas por estas dinámicas migratorias, en
tanto para la atracción de nuevos inmigrantes tienen peso las comunidades transnacionales; aquellas
regiones con una fuerte base humana y económica de inmigrantes de determinado lugar (Portes, 2013:239-
251).

c.3.) Conclusión a la cifra: Primeramente, podemos concluir que esta cifra es una de las más sólidas del
estudio; hay razones interesantes para suponer que el 90% (o, al menos, un porcentaje del último quintil)
de las prostitutas de España son inmigrantes. En segundo lugar, podemos suponer fundadamente que esta
situación no ha cambiado en los últimos diez años, dado el mantenimiento del total de población nativa en
España, y el incremento de la población inmigrante. Sin ser todo lo transparente de lo que se podría exigir
a una cifra sociológica, en el contexto que nos ocupa, podemos decir que esta cifra es verificable, dado, en
primer lugar, el amplio tamaño y precisión de las muestras utilizadas en dos de los tres estudios, y en
segundo el hecho de que, en principio, que una persona sea extranjera o nacional es un parámetro
metodológicamente sencillo de determinar.

En cuanto a la construcción del discurso, llama mucho la atención ver cómo, en tres de los cuatro
porcentajes citados, se usa la condición de inmigrantes de las prostitutas de manera alarmista. Ahora bien,
esta condición no se usa con los mismos objetivos: mientras que Borrell la cita (en el marco de la crisis del
COVID-19) con el propósito de alarmar por la precariedad de las trabajadoras de los clubs, el alarmismo
de Tiganus y Valcárcel es, ante todo, victimizante. Tiganus usa términos como condenadas a ser
explotadas, y Valcárcel las tilda directamente de víctimas. Vemos que, en los tres casos, existe una
preocupación genuina por la condición de inmigrantes de la mayoría de las trabajadoras, pero la filosofía
de fondo para ambos discursos es muy distinta: mientras que Borrell no sólo incide en su condición de
migrantes, sino, también, de mujeres proveedoras en un entorno social duro (No sólo necesitan dinero para
mantenerse ellas, sino para mandar a sus familias), Valcárcel y Tiganus las consideran, antes que eso,
como víctimas de su falta de educación, de oportunidades, de sus dificultades legales y de su pobreza. Este
es uno de los mejores ejemplos directamente observables en la diferenciación de la ideología abolicionista
contra la proderechos.

23
VIII- Conclusiones

En cuanto al análisis del discurso propiamente dicho, hemos llegado a varias conclusiones:

En primer lugar, la hipótesis nº1 solo ha quedado parcialmente demostrada. Si bien la cifra 2 demuestra la
existencia de dos visiones del mundo antagónicas y generadoras de conflicto, no hemos podido comprobar
la idea de que haya un enfrentamiento generalizado entre abolicionistas y proderechos (al menos en cuanto
a figuras públicas, sin entrar a valorar la militancia “de a pie” de cada movimiento) en cada cifra de la
prostitución. Lo que sí hemos podido observar, es que, con la existencia de datos más o menos fiables (cifra
3, por ejemplo), es posible alcanzar un consenso acerca de los mismos; esto nos conduce a pensar que no
es imposible encontrar puntos de unión entre el movimiento proderechos y el abolicionismo. Puntos que
esperemos que, tarde o temprano, se exploren en pro del bienestar femenino común; sobre todo en el posible
contexto de un mundo donde la sexualidad humana vaya perdiendo su condición estigmatizada, y se pueda
llegar a abordar el tema sin radicalizarse.

En segundo lugar, en el proceso de recolección de datos ha quedado constatada la marginalidad del discurso
regulacionista en el contexto español, hasta el punto de que, a la hora de selección de personalidades, solo
encontramos a una (hombre y político, para más inri, en una muestra en la que, de once personas, nueve
eran mujeres) que defendiese su cosmovisión citando un porcentaje; la cual, además, no demostraba una
gran coherencia con sus postulados, al incluir implícitamente una cosmovisión amplia de la trata (pues
defendía la idea de que el 90% de la prostitución es delictiva).

En tercer lugar, desde el momento en que varios colectivos de trabajadoras sexuales se empiezan a definir
a sí mismo como feministas (Otras et al., 2019), el debate ya no queda marcado solo por la desavenencia
en cuanto a la legalidad de la prostitución, sino que toma tintes mucho más políticos y polémicos en el seno
del propio feminismo. Así, mientras que partidos como IU (Simó, 2018) o el PSOE dan un apoyo
incondicional al abolicionismo, algunos colectivos anarquistas han empezado a apoyar al movimiento
proderechos, mientras que partidos como Podemos no se definen por tener el propio debate pasionalmente
instalado en sus propias filas (en ese sentido, Ciudadanos es una rara avis en el contexto de la derecha,
pues tanto PP (Asuar, 2029) como Vox (“La prostitución en los programas electorales del 28a: de no incluirla a
querer abolirla”, 2019) son favorables a la prohibición de la prostitución).

Seguidamente, hemos de hablar de las conclusiones en cuanto a consenso y divergencia de los discursos
ideológicos proderechos y abolicionista. En resumidas cuentas, de las tres cifras analizadas, solo podemos
decir que exista consenso real en torno a la cifra 3; respecto a la cifra 1, podemos destacar que no hay una
sola fuente fiable que no sean, a lo sumo, las contribuciones de investigadores individuales. Y la cifra 2 es
incompatible de base por la existencia de dos interpretaciones distintas de lo que se entiende como “trata”.

La hipótesis nº2 queda, así, confirmada en dos de los tres casos. Cabe decir que esto no quiere decir que la
cifra 3 tenga una solidez total. Sin duda, los informes de la Guardia Civil son fiables, y la muestra de López
y Varingo amplia, pero, en primer lugar, son estudios relativamente antiguos, y, en segundo lugar, contienen
sesgos espaciales y tecnológicos (los informes de la Guardia Civil, por ejemplo, solo se limitan al rural
español en un momento en el que Internet era mucho menos usado de lo que es ahora). Podemos asegurar

24
que este porcentaje es verificable, pues es una cifra sencilla de obtener que se basa en estudios sólidos con
metodología transparente; pero no son infalibles, y en los tiempos inmediatamente venideros, después de
la segunda crisis económica en 12 años, perderán aún más fiabilidad. Sea como sea, la existencia de un
consenso de ambos bandos en torno a una gran mayoría de prostitutas extranjeras es innegable.

Una conclusión inesperada de este estudio ha sido la constatación de un posible Efecto Woozle21 en, al
menos, tres números citados: el cardinal de las 300.000-500.000 prostitutas, el cardinal de 45.000
prostitutas, y el porcentaje del último quintil de trata (siempre y cuando entendamos “trata” en un sentido
restringido). Resulta bastante preocupante, ya no solo que cifras muy importantes para el estudio de la
prostitución sean totalmente inverificables, sino que dichas cifras sean referenciadas una y otra vez por
estudios al respecto que pretenden ser serios, pues es una constante generación de desinformación
cuantitativa.

A modo de reflexión final, quisiera llamar la atención sobre la construcción social de la cifra 2 en el
imaginario abolicionista, y su posterior transmisión y permeación en el social. La idea de que, en vez de
existir una discrepancia básica entre los números usados por uno u otro colectivo, dicha discrepancia básica
se dé en torno a cómo se quiera interpretar el Protocolo de Palermo es una hipótesis, a todas luces, novedosa,
y desde la perspectiva del autor, inesperada. Habiendo dos posiciones muy marcadas al respecto de esta
cifra, dichas posiciones no están en igualdad de condiciones informativa, pues los mass media tienden a
inclinarse en favor de anunciar la cifra del último quintil. Ahora bien, si la cifra del último quintil en cuanto
a la trata carece (a no ser una definición amplísima de lo que es “trata”) de verificabilidad, hay cifras
alrededor suyo que pueden ser demostradas con contundencia, perteneciendo sus resultados al último
quintil; pese a que no podemos afirmar que el 90% de las mujeres en prostitución sean víctimas de trata,
usando una definición restringida del concepto, sí que podemos afirmar de manera relativamente segura
que el 90% son inmigrantes, y que encontramos casi el mismo porcentaje en cuanto a cantidad de mujeres
sobre el total de prostitutas (TAMPEP, 2009). Siguiendo la versión más reciente del informe de la OIT
mencionado en la cifra 2 (OIT, 2017:18), el cual contiene una metodología exhaustiva, podríamos decir
que el 99% de las víctimas de trata con fines de explotación sexual a nivel mundial son de género femenino.
¿Aporta esto algo al estudio de la hipótesis de que las víctimas de trata sobre el total de prostitutas (de
España o a nivel global) están ubicadas en una cifra del último quintil? No; pero, sin embargo, encontramos
que dichas cifras, todas ubicadas en el último quintil, podrían llevar a una asociación psicosocial de [Cifra
del último quintil]=Prostitución, que reforzase en el imaginario colectivo la cifra del 80/90/95/99% de
prostitutas como víctimas de trata. Hecho alentado desde el abolicionismo y que, en última instancia, nos
obliga a plantearnos, a un nivel filosófico profundo, dónde queremos poner el límite, qué es exactamente
lo que queremos como sociedad: Si una interpretación de tratados como los de Palermo de una manera lo
más amplia y protectora posible, pero también restrictiva de la libertad individual, una interpretación más
limitada pero también más potencialmente peligrosa, o alguna suerte de punto medio (y de ser así, cual
sería ese exactamente). El debate y el estudio están servidos.

21
Término referido a la citación sucesiva de publicaciones anteriores, carentes de evidencia, que terminan
estableciéndose como referentes tópicos. Este efecto ha sido citado como una dificultad considerable en por lo menos,
un estudio sobre la trata de personas (Weiner y Hala, 2008).

25
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