Está en la página 1de 3

Mariana Tarazona Lombana – 9°B

EL FANTASMA DE LA SEÑORA CROWL


Sheridan Le Fanu

El ambiente que recrea esta historia deja al lector más tensionado que la narración en sí. Con
la magia de las palabras, Le Fanu trae una historia donde la señora Jolliffe, nos devuelve a un
suspensivo cuento de su pasado. Narra en palabras propias, la historia de la señora Arabella
Crowl, dueña del hogar donde laboraba su tía, la señora Shutters, como ama de llaves. Al ir
escuchando la narración, la señora Jenner y Laura Mildway, se fijaron que la señora Jolliffe no
hubiese ido allí si no fuera por la necesidad de trabajar que tenía su madre tras el
fallecimiento de su padre. Arabella Crowl era un ser extraño de por sí, sus extravagancias,
locura y costumbres, tenían que ser seguidas sin cuestionamiento por cada miembro del
hogar, hasta el día en que llegó Jolliffe con trece años de edad, e irrumpió en su dulce sueño
para alterar su “normalidad”. La única y simple recompensa que recibió Jolliffe, fue un grito
alarmante que decía: “¡Eh muchachita! ¿Por qué has dicho que yo maté al niño? ¡Te daré
una paliza que te dejará tiesa!”. Los siguientes días en presencia de lo capaz de hacer la
señora Crowl, entre las sirvientas de esta (Meg Wyvern, Judith Squailes y su tía, la señora
Shutters), decidieron que permaneciera en su habitación. Sin embargo, las garras de la
enfermedad cayeron en Arabella, y lastimosamente, luego de mucha agonía, falleció. Aún con
su presencia en algún lugar del mundo, Jolliffe tiempo después, soñó con esta y su búsqueda
en el armario de la habitación de algo que no pudieron determinar. Tras la investigación
realizada por su nieto Chevenix Crowl, descubrieron lo escondido tras esta: el cuerpo en
descomposición del hijo de su ex esposo, el cual desapareció muchos años atrás y no hubo
rastro de él. Tras lo sucedido, Jolliffe regresó a su hogar y por fin se logró esclarecer el porqué
de la pregunta de Arabella Crowl.
Mariana Tarazona Lombana – 9°B

UNA CARRETERA ILUMINADA POR LA LUNA


Ambrose Bierce

Bierce acertó en un punto que llevó esta historia al éxito: el testimonio de sus personajes, que
le dio a esta historia, un aire de terror al ir otorgándole un desenlace inesperado al paradero
tanto de la señora Hetman como de Caspar (o Joel Hetman, no se conocerá la razón de sus
nombres). Quien da inicio a estas experiencias es el hijo del matrimonio Hetman, Joel Jr.,
hombre rico, respetado, educado y de buena salud (y que por esta misma razón, era de lo
más desafortunado); y narra las circunstancias en que su madre, Julia, fue encontrada
muerta, mencionando que su padre había marchado a realizar un negocio, pero al no darse
este, regresó a casa antes de lo esperado por la puerta trasera (para no molestar a ninguno
en la vivienda por la ausencia de llaves, ni los sirvientes ni su esposa), y al doblar la esquina
para ingresar, escuchó un leve sonido de una puerta cerrándose y visualizó una sombra
marchándose, de la cual supo su propósito al ver a su esposa muerta. Años después, una
presencia que él no conocía llevó la atención a su ahora apático padre y tras esto, este
desapareció. Lo que el lector no conoce y descubre con los testimonios tanto de fantasmas
como de seres humanos, es que Joel Hetman (quien se identificó como Caspar Grattan, tras
huir de su hogar) estaba en la búsqueda de algún índice de engaño por parte de Julia, por lo
cual salió esa tarde y volvió antes de lo esperado, y que por esto mismo, al ver al hombre
salir, asesinó a esta. Al comenzar a esclarecerse las situaciones de cada personaje, se
descubre que Julia Hetman había comenzado a ser acosada por un ser misterioso, y al
pensar que regresó, determinó que había sido este quien la había asesinado y no su esposo,
quien huyó al bosque cuando esta se manifestó alegremente como espíritu para ver a su
familia años más tarde.
Mariana Tarazona Lombana – 9°B

EL GUARDAVÍA
Charles Dickens

Charles Dickens trae en esta novedosa historia fuera de su género, un ambiente misterioso
donde transcurre la historia del pobre guardavía y nuestro personaje principal, quien pudo
presenciar lo que pasaba por la estadía del hombre en la caseta cerca del túnel. “¡Eh!, ¡ahí
abajo!”, fue la oración que comenzó con la corta relación de tres días entre el guardavía y el
personaje principal. Como se conoce después, esta frase ya había sido escuchada por el
guardavía, y no por un ser humano, sino por un espíritu que acechaba cerca de la luz de
emergencia, prediciendo una tragedia con este tipo de manifestaciones y gestos que
comenzaron a marcar la vida del pobre hombre encargado. Pero al llegar el narrador (un
sujeto desconocido), entablan una corta conversación que termina en la confesión nocturna al
día siguiente por parte del guardavía sobre aquello que veía antes de que sucediera una
tragedia. Con un detalle minucioso, el vigilante cuenta a este sujeto, lo que trae consigo la
aparición del “espíritu”, sus gestos, palabras, acciones, consecuentes accidentes y muertes.
Como ayuda al convertirse en intermediario de la situación, nuestro narrador le propone
ayudarle ya sea médicamente o con su simple compañía para determinar el grado de realidad
de lo que sucede en ese punto del túnel y el espíritu que supone ver el guardavía.
Lamentablemente, al llegar el sujeto a su tercera visita con el encargado, percibe desde el
punto alto del camino, la presencia de una “persona” con todas las características que
manifestaba el pobre señor, quien al llegar nuestro narrador, estaba muerto luego de ser
arrollado por una locomotora, y de ser advertido en el acto por el maquinista, con palabras
como la que decía el espíritu: “¡Ahí abajo!, ¡cuidado!, ¡cuidado!, ¡por el amor de Dios,
despejen la vía!”.

También podría gustarte