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INDICE
Introducción ………………………………………… 2
A La 'muerte de Dios' o la razón
moderna y la postmodernidad …………………….. 4
1 La crítica moderna a la razón ilustrada … 4
2 La crítica moderna a la razón especular … 5
2.1 La trama de lo Otro ………………………… 5
a. La opacidad del sistema
b. La crítica psicoanalítica
2.2 La revuelta contra la 'episteme' de la dominación .
8
2.3 El escepticismo de la filosofía del lenguaje…. 11
3 El debate postmoderno …………………….. 14
3.1 La contrailustración neoconservadora …. 14
3.2 La postilustración de los postmodernos …. 18
B Rasgos de la postmodernidad …………………….. 24
C Sociedad de la simulación y fin de la historia … 30
D Segunda revolución individualista
o disolución del actor social …………………….. 34
INTRODUCCION
1 Un proceso de racionalización en el que se va configurando un
tipo de hombre orientado al dominio del mundo, con un estilo de
pensamiento formal, una mentalidad funcional, un comportamiento
austero y disciplinado y unas motivaciones morales autónomas, junto
con un modo de organizar la sociedad alrededor de la institución
2
económica y la burocracia estatal.
3 Una visión del mundo (cosmovisión) descentrada, desacralizada
y pluralista. Ya no hay un centro, una ideología única. Aparece el
relativismo y se comienza a cuestionar la posibilidad de un fundamento,
una verdad. Estamos en la sociedad del politeísmo de valores (dioses y
demonios).
4 Una razón que muestra varias dimensiones o esperas (ciencia,
moral, arte) que tienen su propia autonomía. Cada vez aparece más
difícil la posibilidad de una unificación e incluso de una interacción
mutua.
6 Un estructura social configurada por dos instituciones o sistemas
predominantes: la tecnoeconómica y burocráticoadministrativa.
Constituyen la manifestación objetiva de la racionalidad funcional
(tecnoburocrática), que tiende a colonizar todos los ámbitos sociales y
humanos.
7 Un tipo de hombre celoso de su autonomía individual, pero con
ambivalentes manifestaciones de hiperindividualismo narcisista.
Esto nos introduce a la postmodernidad. Pero no comprenderíamos
muchas de las propuestas postmodernas si no atendiéramos con más
detalle a las implicaciones que tiene el vuelco cosmovisional que
supone la modernidad para la razón, para el conocimiento de la
realidad y para el mismo sujeto cognoscente. También debemos
atender al proceso postmoderno contra la razón ilustrada moderna: la
'muerte de Dios' va a mostrar todas sus consecuencias sacudiendo,
hasta resquebrajarlo, el edificio racional moderno.
3
A LA "MUERTE DE DIOS", O LA RAZON MODERNA Y LA
POSTMODERNIDAD.
1 La crítica moderna a la razón ilustrada.
La modernidad es el tiempo de la cosmovisión descentrada y del
pluralismo de imágenes del mundo. El poder integrador de la religión en
cuanto donador universal y último de sentido se ha erosionado. Desde
entonces, como vieron Nietzsche y Weber, el hombre occidental está
aquejado del historicismo relativista. Todo parece una inevitable
sucesión de fenómenos históricos que, en su temporalidad pasajera,
solicitan una novedad continua para ocultar su frívolo envejecimiento.
Pero cabe otra postura, que es la propugnada por el Nietzsche de
la "Gaya ciencia" y por el pensamiento postmoderno actual. Se trata de
nadar a favor de la corriente relativista y 'radicalizar las mismas
tendencias de la modernidad' (G. Vattimo). Se trata de asentarse, sin
lamentos, en la pérdida de sentido, de valores y de fundamento de la
realidad. Trascender la razón moderna racionalista y situarse en una
perspectiva postracionalista. Para lograr esta 'autotrascendencia' de la
razón y el sujeto modernos, basta aceptar el desafío que la misma
modernidad ha desencadenado con la 'muerte de Dios'. Es decir, hay
que radicalizar la modernidad.
4
la misma razón moderna ha llevado a cabo. Es éste uno de los lugares
más sensibles en la dialéctica entre modernidad y postmodernidad y
más cargados de consecuencias filosóficas, religiosas y político
sociales.
2 La crítica moderna a la razón especular.
El mundo del pensamiento hace converger en Descartes el inicio de
un proceso muy complejo, como todo lo humano, que por comodidad y
uso denominamos 'moderno'. Un paradigma que se centra en el hombre
y, aun dentro del hombre, conoce la primacía de la conciencia. Esta
filosofía de la conciencia o de la subjetividad (sujeto) experimenta una
fuerte sacudida en los últimos cien años. Hoy, según algunos autores
(Habermas), estamos en el umbral de un nuevo paradigma de la
racionalidad. Pero están lejos de la claridad y del consenso los rasgos
definitorios de este nuevo paradigma. El debate sobre la
modernidad/postmodernidad tiene, más allá del consumo intelectual de
la moda, un indudable interés al incidir sobre la cuestión del nuevo
paradigma de la racionalidad. A la luz de la críticas y contracríticas
vamos siendo conscientes de las pérdidas y ganancias teóricas y
prácticas de aceptar uno u otro modelo o concepción de razón. Pero
antes de abordar esta problemática conviene tener presentes los
grandes pasos críticos dados en la última centuria que posibilitan y
aclaran la situación actual . 1
2.1 La trama de lo Otro.
1 T.Adorno. "Dialéctica Negativa". Ed. Taurus, Madrid1975, 383.
5
cada vez menos traslúcidos.
a. La opacidad del sistema.
kantianas son introducidos en la realidad históricosocial. Comienzan a
aparecer revestidos de todas las marcas y contradicciones de su
tiempo.
Tampoco las formas a priori del entendimiento y la sensibilidad se
pueden comprender de forma ahistórica y asocial. Se desarrollan bajo
condiciones sociales. El verdadero a priori del conocimiento es el
proceso de reproducción social en el estadio alcanzado en el momento
histórico que vive el sujeto. Aquí hay una verdadera configuración del
2 J. Habermas. "Conocimiento e interés". Taurus, Madrid 1982, 52.
6
conocimiento que le 'es transmitida a cada generación por la
anterior' (Marx) . 3
Después de Marx no se puede aclarar el conocimiento sin explicar
la sociedad. La teoría del conocimiento conduce a la teoría de la
sociedad . Una verdadera teoría del conocimiento sólo puede efectuarse
4
como reconstrucción de la historia social de la especie humana. Al final
nos queda la sospecha de si el sujeto humano es algo más que un
producto de la sociedad y, en concreto, del modo de producción social.
La racionalidad queda tan sacudida por el sistema de reproducción
social, imposible de auscultar en su totalidad, que al fantasma de la
ideología rondan nuestras explicaciones y teorías.
b . La crítica psicoanalítica.
3 K. Marx. "La Ideología alemana". Grijarbo, Barcelona 1970.
4 J. Habermas. "Conocimiento e interés". 73.
5 Cf. W. Descombes. "Lo mismo y lo otro. Cuarenta y cinco años de filosofía
francesa (19331978)". Cátedra, Madrid 1982.
7
sexualidad y la muerte.
El resultado de esta incursión por el mundo psíquico ha producido
un gran escepticismo sobre la autotransparencia del sujeto y su razón.
Es una ficción. La realidad debiera hablar más de un sujeto traído y
llevado por deseos, necesidades y condicionamientos. Nos
encontramos no ante un ser autónomo que reproduce la realidad de lo
que hay, si no ante un muñeco sometido a impulsos libidinales, ciegos e
incontrolados, o, en el mejor de los casos, ante un virtuoso del engaño
que oculta la verdadera faz de las cosas tras el ejercicio de la
racionalización. El mismo acaba siendo un gran desconocido, y tanto
más cuando más se empeñe en mantener el modelo del espectador que
representa 'objetivamente' la realidad y la expresa mediante conceptos
'claros y distintos'.
A partir de este momento será imposible presentar los conceptos
idealistas o racionalistas de sujeto, verdad y razón. Se ha descubierto
que lo no racional (el deseo, la voluntad de poder) está siempre
presente en el funcionamiento de la razón (teórica y práctica). Pero no
se duda que hay que atenerse a dichos conceptos. Será un problema,
que todavía nos inquieta, dar una solución a esta racionalidad
amenazada por el Otro.
2.2 La revuelta contra la episteme
de la dominación.
La crítica psicológica y social al racionalismo tuvo como virtualidad
8
descubrir lo otro de la razón dentro de la razón. Se expandió frente al
idealismo del sujeto, se acrecentó el escepticismo frente al racionalismo
y se socavó la fuerza de la razón ilustrada. Pero se hizo con la intención
de reforzar el poder de la razón y la autonomía del sujeto.
Una nueva oleada de críticas va a sacudir el modelo cartesiano y va
a radicalizar la crítica anterior. Podríamos denominar esta línea como 'la
crítica a la razón dominadora'.
Hay antecedentes anteriores a Nietzsche, pero no hay duda de que
en este autor encuentra un poderoso representante. Hace un siglo, en
1888, escribía F. Nietzsche 'La voluntad de poder', en cuyo prefacio
proclamaba 'el advenimiento del nihilismo'. La raíz y fuente de este
nihilismo lo encontraba este padre del postmodernismo actual en la
disposición vital que se extendía por la cultura europea a través del
racionalismo y del cálculo, destructores de 'la espontaneidad irreflexiva'.
La institución cristalizada que arrancaba los lazos orgánicos del
pensamiento del suelo de las tradiciones y la espontaneidad era, para
Nietzsche, la ciencia moderna . Y sabemos que él retrotraía no hasta
6
Bacon y Descartes, si no hasta Sócrates, ese gran modelo de hombre
teórico que busca en 'el insaciable deleite del conocimiento' una prueba
de su propio poder . 7
Esta línea crítica a la episteme de la dominación encuentra en 'La
Dialéctica de la Ilustración' de M. Horkheimer y T. Adorno otra cima
importante. Continuadores de Nietzsche en la sospecha de la búsqueda
de poder tras la máscara llena de éxitos de la ciencia moderna,
husmean en el pensamiento y la ciencia modernos su propia culpa . 8
6 F. Nietzsche. "La voluntad de poderío". Edaf, Madrid 1981, 32.
7 F. Nietzsche. "El nacimiento de la tragedia". Alianza, Madrid 1975.
8 Horkheimer y T. Adorno. "Dialéctica del Iluminismo". Sur, Buenos Aires
1971, 8.
9
fácil aquiescencia a los señores del mundo" . 9
Cuando Horkheimer y Adorno avanzan en el desvelamiento de esta
corrupción de la ilustración, encuentran que la raíz de la razón está
corrupta. Todo conocer supone un sujeto objetivador. En el más
elemental acto de conocimiento tenemos ya estructuralmente una
situación de violencia y un procedimiento de dominación: el sujeto
cognoscente sitúa ahí el objeto; se trata de controlarlo y manipularlo.
Conocer es objetivar. La razón lleva en sí misma este impulso
objetivamente, sistematizante y dominador. Horkheimer lo dirá de
manera casi trágica al descubrir que esta locura de la razón está ínsita
en el hombre desde sus orígenes.
Horkheimer y Adorno descubren en el sujeto cognoscente algo más
que un puro espectador: es un ser ávido de dominio. Y la razón es su
instrumento. Aquí, en la imposibilidad de romper este modelo cognitivo
sujetoobjeto, verán la expresión radical de una corrupción imparable. El
posterior desarrollo e institucionalización de este modelo de
conocimiento objetivador e instrumentalizante a través de la ciencia
9 Ibid , 16.
10 Ibid , 11.
10
técnica, la burocracia, el derecho formal, la economía moderna, etc …,
no son sino bárbaras y monstruosas excrecencias de una razón
objetivadora y controlada.
¿Qué hay del sujeto después de este análisis? Nada. Horkheimer
hablará insistentemente de la 'nadeidad del individuo'. Parece un
eslabón o un elemento de la maquinaria productora de sistemas.
¿Qué queda de la razón? Está eclipsada. La verdadera racionalidad
está aprisionada por el gigantesco predominio de la racionalidad
instrumental o identificadora. Pero cometeríamos un desliz atroz si
dijéramos que la crítica a la razón ilustrada instrumental era una crítica
que termina en el nihilismo. Es cierto que Horkheimer y T. Adorno
concluyen su análisis con un enorme escepticismo. Las posibilidades de
salida no se ven. Estamos aprisionados. Con todo, persiste la intención
y el objeto ilustrado: se trata de una ilustración de la Ilustración para
liberar a la razón y al sujeto de su violencia dominadora. La pugna por
escapar a la trampa del pensamiento conceptual cosificante durará toda
la vida de estos pensadores. Horkheimer, tras intentar rastrear la
presencia sofocada de la razón objetiva, dirá que hay que restituir esta
tradición sin dogmatismos ni esencialismos caducos. Su propuesta de la
'razón autónoma', donde se conjuguen la razón objetiva y la razón
instrumental, queda en un postulado vacío. El lo sabía y trató en los
últimos años de remitirse a la tradición religiosa y anhelo de justicia
plena como el fundamento de la teoría crítica y la salvaguardia de un
impulso que autotrascendiera la razón instrumental. Adorno trató de ser
consecuente hasta el final. Su 'Dialéctica Negativa' representa el
esfuerzo por escapar a la tiranía cosificante e identificadora, volviendo el
pensamiento contra sí mismo en un afán de trascenderlo . Dos fueron 11
sus intentos de salida: la búsqueda de un pensamiento transdiscursivo,
que podríamos llamar 'configurativo' (y del que Minima Moralia es su
realización más acabada), y el entrelazamiento de mimesis y
racionalidad tal como se cumple en la filosofía y la obra de arte. Pero
hay en estos proyectos un rastro inevitable de filosofía de la historia.
Sólo desde una perspectiva utópica de la realización de la reconciliación
se puede escapar de la trama dominadora. Se desemboca en la aporía.
11T. Adorno. "Dialéctica Negativa". 18, 27.
11
Estamos apresados y aceptamos con más o menos cinismo esta
situación; o, si queremos escapar, incurrimos en un pensamiento
metafísico y teológico incontrolable.
Horkheimer y Adorno rondaron la superación de la aporía cuando
entrevieron la imposibilidad de mantener el modelo del conocimiento
sujetoobjeto. Si toda relación racional es vista como la de un sujeto con
un objeto, no podemos escapar al conocimiento objetivamente ni a la
acción orientada hacia la consecución de fines tendentes al auto
mantenimiento del sujeto. La solución sería 'la comunicación de lo
diferente'. Pero realizar este programa significa declarar agotado el
paradigma cartesiano de la representación o el modelo sujetoobjeto.
2.3 El escepticismo de la filosofía del lenguaje.
Nos situamos así en el umbral de una tercera línea de críticas a la
razón y al sujeto: la de la filosofía del lenguaje. Los nombres de F.
Saussure, Ch. S. Peirce, G. Frege y, sobre todo, L. Wittgenstein ocupan
un lugar destacado en esta tradición.
Wittgenstein va a declarar la guerra a una concepción racionalista
del sujeto y del lenguaje. El sujeto no es la fuente de los significados
lingüísticos. Este presupuesto de una teoría del significado según el
modelo del nombrar está subyaciente a las concepciones tradicionales
de la teoría del conocimiento. Se presupone que el sujeto del
conocimiento tiene ya lenguaje y, al usar los signos aplicándolos a las
'cosas', asigna un nombre a un significado ya dado de antemano. Nos
hallamos ante un sujeto que impone nombres a las cosas y constituye
así el significado.
Se olvida que no hay 'lenguajes privados'. Todo lenguaje es público.
Como ya vio Saussure, el lenguaje es un conjunto de relaciones
sedimentarias que poseen, un conjunto de enunciados llamados parole ;
no hay significado si no se sitúan las palabras dentro de un sistema de
relaciones entre signos lingüísticos. Wittgenstein dará un paso decisivo:
la unidad de referencia significativa no es la palabra (Saussure), ni la
sentencia (Frege), sino los varios 'contextos de uso'. Asistimos a un
descentramiento del sujeto epistemológico, que pasa, del sujeto
12
particular y sus contenidos de conciencia, a las actividades públicas de
un colectivo o comunidad de sujetos. Los portadores de los signos no
son ya los sujetos individuales, sino la comunidad social de los usuarios
del lenguaje. Entender, o hacerse entender, es un proceso de
comunicación entre sujetos que comprenden no sólo un sistema de
signos, sino que entienden 'el juego del lenguaje' que se usa en un
contexto dado. Es decir, el lenguaje y su significado abarcan un sistema
interrelacional de signos lingüísticos y no lingüísticos, instituciones,
prácticas y usos fuera de los cuales no tiene sentido el lenguaje
empleado. Quiere decir esto que 'los juegos del lenguaje' no son juegos,
en el sentido genérico del término, sino 'formas de vida' (Philosophical
Investigations ). El significado aparece abierto a dilucidarse en el
contexto de las interacciones entre los interlocutores. No hay un
significado independientemente del uso que hagan los interlocutores de
las palabras y de su mutua receptividad. Como Wittgenstein vio
claramente, la consecuencia que se deriva de este mundo lingüístico y
no lingüístico de los juegos del lenguaje es que el acuerdo entre los
hombres decide sobre lo verdadero y lo falso, sobre lo racional e
irracional.
13
inconsciencia, en el presupuesto de un lenguaje compartido. Al desvelar
esta realidad, la crítica de la filosofía del lenguaje ahonda la reflexión
sobre el sujeto, la razón y las categorías ligadas a ellas, como la verdad,
la justicia y la libertad.
Y al llegar a este punto surge una serie de interrogantes que van a
marcar decisivamente el debate sobre la razón postmoderna.
Pero, por otro lado, ¿no presupone la comunicación que estamos
condenados a entendernos? Las condiciones de posibilidad de la
comunicación ¿no suponen la emergencia, de nuevo, del sujeto y la
razón, de su autonomía y verdad? Pero, si todo es lenguaje y ninguna
realidad se escapa a la descripción lingüística, ¿por dónde avanzar para
saber si tocamos la realidad o vemos espejismos, si nos acercamos a la
verdad o desvariamos?
A. Wellmer afirmará la importancia de la reflexión de Wittgenstein
sobre el lenguaje para la rehabilitación filosófica de la razón y el sujeto.
"Esta rehabilitación, cabría decir, estriba en la radicalización de un
escepticismo, el cual, en forma radicalizada, serviría como antídoto a la
destrucción escéptica de la razón y del sujeto, en retorno escéptico, por
así decirlo al sentido común. La reflexión wittgensteiniano, al destruir
los ideales de la razón, el fundamento de las razones últimas y el
utopismo de las soluciones definitivas, localiza simultáneamente a la
razón en una trama de juegos del lenguaje cambiantes, sin principio ni
final y sin certezas últimas, pero también son límites fijos y sin
transiciones cerradas de una vez por todas" . 12
¿Hacia dónde nos dirigimos desde esta situación?
2 El debate postmoderno.
12 A. Wellmer. "La dialéctica de modernidad y postmodernidad". Debats 14,
1985, 86.
14
Ya señaló H. Arendt que la filosofía de Descartes estaba marcada
por dos pesadillas: la duda sobre la realidad del mundo y la inseguridad
ante los propios sentidos y la razón. Tras la crítica al racionalismo
ilustrado, estas sensaciones se han agudizado. Ante esta falta de
confianza en la razón, las reacciones han sido diferentes. Acudiendo a
una tipología comúnmente aceptada en este debate de la
modernidad/postmodernidad, podemos distinguir tres líneas o
tendencias que señalan las reacciones y soluciones apuntadas por cada
uno. Y veremos cómo la filosofía y la política se interfieren: tras el
debate de la racionalidad postmoderna se dan cita diversas
concepciones políticosociales e intereses de grupo. La crítica de la
racionalidad se da la mano con la crítica de la cultura y la sociedad.
3.1 La contrailustración neoconservadora.
Frente a la inseguridad e incertidumbre de la razón, aparece una
corriente que tratará de reforzar la confianza en ella retrotrayéndose a
posiciones anteriores a la crítica del racionalismo. Sobre todo, se
sospecha del impulso ilustrado que anima lo que hemos denominado la
'crítica desenmascaradora'. Desde este punto de vista se quisiera
congelar el proceso de la Ilustración mediante una paralización del
pensamiento crítico que es una auténtica contrailustración.
Esta actitud parece recorrer actualmente lo que se ha denominado
la versión neoconservadora americana. Una serie de prestigiosos
nombres en las ciencias sociales americanas que son muy conscientes
de la crisis que atraviesa nuestra sociedad y ofrecen un diagnóstico y
una alternativa neoliberal. Detrás de su análisis hay un indudable
13
proceso a la modernidad, a la Ilustración, y a lo que se consideran las
tendencias destructoras de la sociedad burguesa del capitalismo
democrático. En el centro del análisis que efectúa D. Bell nos
encontramos con un choque o disyunción entre los tres órdenes que
configuran la sociedad moderna: el orden tecnoeconómico, el orden
político y el orden cultural. Se trata de las contradicciones que surgen de
tres ámbitos que se rigen por principios axiales contrarios. Sobre todo,
15
la confrontación entre los órdenes tecnoeconómico y cultural que pone
de manifiesto la incompatibilidad de dos principios axiales o dos tipos de
racionalidad que impregnan y dirigen cada uno de estos órdenes. En
palabras de Bell, "el estilo característico del industrialismo se basa en
los principios de la economía y el economizar, la eficiencia, los costes
mínimos, la maximación, la optimización y la racionalidad funcional. No
obstante, es este mismo estilo el que entra en conflicto con las
tendencias culturales avanzadas del mundo occidental, pues la cultura
modernista exalta los modos anticognoscitivos y antiintelectuales que
aspiran al retorno a las fuentes instintivas de la expresión. Uno destaca
la racionalidad funcional, la adopción tecnocrática de decisiones y las
recompensas meritocráticas; el otro, los humores apocalípticos y los
modos antiracionales de conducta. En esta disyunción reside la crisis
cultural histórica de toda la sociedad burguesa occidental" . 14
Sin pretender resumir los aspectos más importantes del diagnóstico
de Bell, y reduciéndonos al tema de la racionalidad, aparece en lo dicho
el esquema evaluativo típico de los neoconservadores: la crisis actual
es fundamentalmente una crisis cultural o, como dice Bell con énfasis,
'una crisis espiritual' . La tensión entre la racionalidad económica y
15
Bell y los neoconservadores están preocupados por 'la dialéctica
de la razón ilustrada'. La creciente separación entre los principales
órdenes de la sociedad ha conducido a una clara autonomización de 'las
esferas de valor'. El 'desencantamiento del mundo', acelerado por una
cultura centrada en al autorrealización personal y una subjetividad
liberada de presiones normativas, ha conducido a un vacío motivacional.
En concreto, y asumiendo fundamentalmente las tesis de Weber, Bell
observa cómo la ética puritana, base de la integración social en el
14D. Bell, op. cit. 89.
15 Ibid , 39.
16
mundo capitalista burgués, es socavada por el hedonismo predominante
de la estética moderna . La preocupación de Bell se orienta a la
16
búsqueda de ese elemento que devuelva a la sociedad del capitalismo
democrático su capacidad integradora. Su propuesta de recuperación
de un 'hogar público' es la reivindicación de una sensibilidad moral que
17
permita renovar un contrato social, de tal manera que la gobernabilidad
de sistema sea posible, conjugando y limitando las demandas
individuales y grupales con los intereses generales y los imperativos de
la lógica del crecimiento económico. Los problemas que avista Bell
recorren con distinto énfasis a todos los analistas sociales. Nos
enfrentamos hoy con tres cuestiones:
a. El problema de la integración de la sociedad tras la pérdida de
funciones de la religión como dadora universal de sentido. Nos hallamos
ante la creciente separación y autonomización de las distintas
dimensiones de la razón (Kant), teórica, práctica y estética, o de 'las
esferas de valor' (Weber), ciencia, ética, arte, derecho … y la pregunta
por la posibilidad de su integración.
b. La cuestión de la legitimación de la dimensión normativa de la
sociedad, tan ligada a la integración social, al poder político y a la
racionalidad prácticomoral.
c. La pregunta por las relaciones entre las diversas racionalidades y
el modelo o paradigma que pudiera ofrecer una explicación.
La respuesta dada por Bell, y, con menos sutilidad, por otros neo
conservadores muestra con sus críticas y propuestas la concepción de
racionalidad que detenta y sus vinculaciones con los problemas socio
políticos de la integración y la legitimidad.
16 Ibid , 86 s., 140.
17 Ibid , 37, 237s.
17
Frente a esta racionalidad, las propuestas contraculturales de los años
sesenta, "aunque aparecieran bajo el disfraz de un ataque a 'la sociedad
tecnocrática', eran un ataque a la razón misma" . 18
Su propuesta deja intocada la racionalidad funcional, llena de éxito
y rentabilidad en el ámbito del orden tecnoeconómico. Busca una
'filosofía política del hogar público que proporcione reglas de decisión
para la solución normativa' de los conflictos: quisiera volver a equilibrar
la exaltación de la libertad o de la búsqueda de placer con el interés
público . Una y otra vez ataca el poder subversivo de la estética
19
moderna sin advertir sus ganancias, y trata de reinstaurar "las 'fuentes
últimas' de las tradiciones valorativas y morales, que son las
concepciones religiosas que alienta una sociedad" . La integración
20
18 Ibid , 140.
19 Ibid , 240.
20 Ibid , 89.
18
racionales (culturales) del capitalismo actual. Pero, al dejar intocada la
racionalidad funcional, lógicoformal e instrumental, detiene la reflexión
allí donde podría comenzar la crítica cuestionadora de un tipo de
racionalidad, no sólo predominante en la sociedad moderna, sino con
pretensiones expansivas y abarcadoras de toda la racionalidad. La
preocupación por la racionalidad prácticomoral y por 'establecer una
justificación normativa que satisfaga el sentido de justicia de estos
hombres', tan presente en Bell, no es capaz de cuestionar, sin embargo,
la unilateralidad de la razón funcional y estratégica.
3.2 La postilustración de los postmodernos.
Bell lucha contra la falta de unidad de los diferentes órdenes de la
sociedad moderna y pretende volver a recuperar el poder social e
integrador de la tradición religiosa. Habermas le acusará de estar
excesivamente anclado en posiciones irrecuperables. No ha advertido
que lo específico de la estética moderna, su autonomía frente a lo
bueno, lo útil y lo verdadero, es el resultado de una diferenciación y
especificación radical de esta esfera de valor . Otro tanto ha acontecido
en la esfera científica (razón teórica) y en la esfera moral (razón
práctica). No puede darse sin coacción y sin enormes costes sociales es
sometimiento a un tipo de racionalidad o la recuperación de una
vinculación de racionalidades (por ejemplo, racionalidad funcional
instrumental y ética puritana), que hoy tiene sus bases cosmovisionales
(religiosas) socavadas. Hay que buscar en otra dirección.
¿Qué cabe esperar en esta situación de pluralismo y no integración
sociocultural característica de la modernidad? ¿Hay que renunciar
definitivamente a la posibilidad de una reconciliación de los diversos
órdenes o esferas?
La respuesta que dan los pensadores denominados 'postmodernos'
es tajante: hay que aceptar sin nostalgias el pluralismo inconmensurable
de los juegos del lenguaje (Wittgenstein) o de las esferas de valor (M.
Weber). La única opción racional que cabe en esta situación es la
paralogía . Es decir, nos asentamos sobre "el reconocimiento del
21
21F. Lyotard. "La condición postmoderna". Cátedra, Madrid 1984, 109 s.
19
heteromorfismo de los juegos del lenguaje" , sobre el disenso, la
22
'episteme' de la representación o esquema especular del conocimiento,
a través de la irreducible pluralidad de los juegos del lenguaje o formas
de vida, le sigue la aceptación de criterios de validez de carácter local y
contextual. Esta agonística general de juegos del lenguaje irreductible
conduce a un 'politeísmo de valores' y a una 'práctica de la justicia que
no esté ligada a la del consenso' . Y lleva, además, a una concepción
25
22 Ibid , 118.
23 Ibid , 116.
24 Ibid , 10.
25 Ibid , 118.
20
hecho la institución permanente en cuestiones profesionales, afectivas,
sexuales, culturales, familiares, internacionales, lo mismo que en los
asuntos políticos" . 26
26 Ibidem .
27 Ibid , 109.
28 Ibid , 117.
21
limitadas en el espaciotiempo" . 29
"el público tenga acceso libremente a las memorias y a los bancos de
datos. Los juegos de lenguaje serán entonces juegos de información
completa en el momento considerado. (…) Se apunta una política en la
cual serán igualmente respetados el deseo de justicia y el de lo
desconocido" . 31
R. Rorty descubre afinidades entre las propuestas de Lyotard y su
pragmatismo contextual. Para este autor, el problema de la integración
social en las sociedades modernas, tras la pérdida de la función
unificadora de la religión, se ha supervalorado en la tradición germana.
La búsqueda de metarrelatos legitimadores o de una racionalidad que
unifique y relacione las distintas esferas de valor o juegos del lenguaje
autonomizados, es una necesidad no universal, sino provinciana. Se
abandonan la reflexión y la preocupación por los grandes relatos y la
fundamentación imposible de una razón no transparente.
29 Ibid , 118.
30 Ibidem .
31 Ibidem .
22
sería un paso dado todavía en el interior de la modernidad misma . Hay 32
que radicalizar la modernidad. Y para ello hay situarse más allá del
punto de vista de la fundación y su pretensión de valer como cimiento y
norma del pensamiento verdadero. Ya no hay verdad ni 'Grund ' que
pueda desmentir o falsear nada. Nos hallamos en 'el crepúsculo de los
ídolos', en un 'vagabundeo' o 'errar incierto' que, sin embargo, abre la
puerta a un pensamiento inaugural, fruitivo, como "el manantial mismo
de la riqueza que nos constituye y que da interés, color, ser, al mundo" . 33
Nos hallamos ante un modelo de razón (postmoderna) que quiere
sacar las consecuencias de la crítica moderna a la epistemología de la
representación, o modelo de la teoría especular del conocimiento. No
hay tal posibilidad de representación exacta y objetiva de la realidad. El
instrumento del conocimiento se nos muestra cada vez más
condicionado y opaco. Estamos rodeados por las determinaciones
estructurales, libidinales y lingüísticas. Seamos consecuentes, por tanto
se nos dice; abandonemos toda pretendida fundamentación última,
todo metadiscurso omnicomprensivo y la superación de las
racionalidades plurales; quedémonos donde podemos estar con esta
razón: en la paralogía y los consensos locales, en la multiplicidad de
metaargumentaciones y en el pragmatismo de la reflexión pegada a la
realidad cercana y diaria. Así pondremos en práctica la justicia,
eliminaremos el terror, y hasta "la poesía y la religión serán flores no
forzadas de la vida" . 34
Pero ¿habremos obtenido 'la razón postmoderna' o estaremos ante
una peligrosa liquidación de la misma razón, como sospecha
Habermas? ¿Nos habremos apropiado de la auténtica dialéctica de la
Ilustración o estaremos ante una postilustración que no hace justicia al
talante ilustrado? ¿No se avista tras las propuestas 'postmodernas' una
ingenuidad políticosocial que conduce hacia la consolidación de 'la
ingeniería social' neoconservadora?
33 Ibid , 150.
34 Ibid , 42.
23
En el debate sobre la razón ilustrada, una serie de cuestiones van
quedando más claras, mientras en otras se mantienen vivos la polémica
y el interrogante. La razón moderna o ilustrada se muestra plural,
atravesada por diferentes dimensiones (científica, ética, estética) que se
resisten a la unificación. La cuestión radical es si hay posibilidad de una
interacción de racionalidades plurales o estamos condenados a la
impermeabilidad.
El debate moderno/postmoderno sobre la racionalidad ha mostrado
que la vía de salida postmoderna no es la única. Se puede aceptar la
sospecha frente a la razón dominadora y no renunciar al impulso
universalista teóricopráctico de la ilustración. Para ello no se necesita
poner freno a la crítica o a la sensibilidad moderna, como propugnan los
neoconservadores. Se puede recuperar el poder unificador de la razón
sin temor a uniformismos. Se puede mantener el impulso democrático
ilustrado hacia una sociedad más racional y humana sin abandonar el
poder integrador de la razón.
La crítica postmoderna y la Ilustración tiene la motivación de una
nueva racionalidad y una nueva sociedad. El proyecto de cambio social
y racional anida en el fondo de esta polémica sobre la Ilustración.
Necesitamos, por tanto, ver cuál es proyecto de sociedad y hombre
que el pensamiento postmoderno alza frente a las contradicciones de la
modernidad.
24
B RASGOS DE LA POSTMODERNIDAD.
Ha sido G. Vattimo que, en sus ensayos, se ha atrevido a resumir
los 'tres caracteres del pensamiento de la postmodernidad' . A través de
35
esta determinación de la postmodernidad en filosofía, nos encontramos
con una primera interpretación general de la existencia moderna y
postmoderna.
El pensamiento postmoderno de la fruición postula, por tanto, una
actitud vital que se traduce en un estilo de vida: rechazo radical de la
instrumentalización de la razón (Horkheimer) y de la misma vida, y
afirmación de lo vivido en cada momento 'sin función de preparar otra
cosa' . Este esteticismo presentista es una crítica frontal a las ideologías
36
Frente al signo de lo novum , que abre la posibilidad a un desarrollo
ulterior de algo, llámese industria, PNB o modernidad, nos encontramos
con la afirmación, fruición, vivencia de lo que hay y de lo que es. No hay
que escapar de lo presente para buscar el ser, la auténtica realidad, en
el futuro justo, solidario y libre que se halla en nuestras manos el poder
hacerlo.
35G. Vattimo. op. cit.. , 155 s.
36 Ibid , 155; J.F. Lyotard, "La postmodernidad (explicada a los niños)". Ed.
Gedisa, Barcelona 1987, 112.
25
Detrás del futurismo emancipador se esconde, dicen los
postmodernos , la vuelta repetitiva de la funcionalización del
37
38G. Vattimo, op. cit. 156.
39Cf. el énfasis de J. Lyotard en este punto: "La postmodernidad…", 26, 86.
26
del mundo de la técnica moderna (GeStell ) , el pensamiento
40
Vattimo citando a Heidegger, la metafísica alcanza su culminación y su
despliegue más completo. La técnica es una hija del pensamiento
metafísico, que concibió al ser como 'Grund ', fundamento. Es el
producto acabado del pensamiento fundado que asegura a la razón y
del cual la razón se asegura. En ella se manifiesta el triunfo de la lógica,
en concatenación de causas, la previsión y el dominio. El triunfo de la
técnica es el triunfo de la metafísica; por eso, en la esencia de la técnica
se revelan los rasgos propios de la metafísica y del humanismo
occidental .42
40G. Vattimo, op. cit. , 44, 157. El autor hace referencia al concepto
heideggeriano de GeStell , que puede entenderse como el mundo de la
técnica moderna en lo que tiene de algo dado, puesto, que se impone al
hombre de hoy. Cf. M. Heidegger, Identidad y Diferencia; J.F. Lyotard, "La
postmodernidad…", 32, 99.
41G. Vattimo, op. cit. 157.
42 Ibid , 4041.
27
dominadora, entregarse a la vivencia del momento, perderse en lo
terreno. Supondría la superación del concepto de sujeto, 'el correlativo
teórico de la liquidación que el sujeto sufre en el plano de la existencia
social' . Con ello no nos plegamos 'al destino de la existencia humana
44
en la sociedad tecnológica', sino que nos oponemos a la racionalización
capitalista del trabajo social. Porque sólo abandonando la subjetividad
que es función pura de la objetividad tecnológica, podremos superarla.
La labor de resistencia a esta sociedad y cultura modernas, que con
su enorme aparato tecnocientífico amenaza con destruir a la
humanidad, exige una alta complejificación de la inteligencia y la
sensibilidad . Pero ésta no se logra por el camino de 'la retórica de la
45
emancipación' ni por la reducción de la complejidad de la teoría de los
46
sugiere que esta complejificación, que arranca al sujeto de la estrechez
simplificadora de la objetivación y el control, va de la mano con 'el
trabajo del amor', entendiendo como acogida, encuentro, respeto por el
acontecimiento . 48
Si quisiéramos encontrar una expresión que resumiera 'el proyecto
postmoderno', tendríamos que elegir la de estetización general de la
vida . Frente 'al proyecto moderno', que, como repite Lyotard, ha estado
49
44G. Vattimo, op. cit. 44.
45J.F. Lyotard, "La postmodernidad…", 99
46 Ibid , 97.
47 Ibid , 99100.
48 Ibid , 11112.
49Creo que G. Vattimo lo sugiere (op. cit. , 52, 53).
28
dominado en el pensamiento y la acción durante los siglos XIX y XX por
la idea de la emancipación de la humanidad y la promesa de la libertad , 50
hay que caminar hacia su olvido y superación. Sólo así podremos lograr
escapar al mito/trampa del progreso, a esta promesa que el mismo
desarrollo histórico y sucesos como Auschwitz han deslegitimado. 'Esta
promesa no se ha cumplido. El perjuicio no se ha debido al olvido de la
promesa; el propio desarrollo impide cumplimentarla. El
neoanalfabetismo, el empobrecimiento de los pueblos del sur del tercer
mundo, el desempleo, el despotismo de los prejuicios amplificados por
los 'media', la ley de que es bueno lo que es 'performance ', todo esto no
es la consecuencia de la falta de desarrollo, sino todo lo contrario. Por
eso nadie se atreve a llamarlo progreso'. 51
Vattimo) ve que el adorniano volverse hacia el arte expresa la búsqueda
no de un calmante, sino de un testigo de esa liberación fracasada por
los caminos del progreso, la emancipación y la universalidad de la
razón. Vattimo advierte que, gracias a la sociedad de cultura de masas y
de los 'massmedia', vivimos una estetización general de la vida, al
menos en el sentido de que el atractivo formal de los productos pesa
infinitamente más que en cualquier época del pasado . Hay una 54
indudable ambigüedad en esta estetización comercializada y difundida
por los 'media'. Pero también ahí centellea el acontecimiento (Ereignis )
50J.F. Lyotard, op. cit. , 91, 97, 110.
51 Ibid , 110, 30. La postura más cauta de Vattimo ante esta pretendida
deslegitimación y refutación del proyecto moderno por los acontecimientos
históricos traumáticos: "El fin del sentido emancipador de la historia", Diario
El País 6XII86.
52J.F. Lyotard, op. cit. , 11.
53 Ibidem .
54G. Vattimo, op. cit. , 52.
29
de la postmodernidad de 'la utopía de la estetización general de la
existencia' .55
No les falta coherencia lógica a los postmodernos. Si su diagnóstico
de la racionalidad dominante encarnada en el proyecto moderno ha
desembocado en la inhumanidad, hay que superar esa racionalidad. El
pensamiento (primitivo) de la contaminación y la apertura radical, del
sujeto y la ontología débil, puede ser la alternativa. Esta racionalidad
(estética) nos llevaría a una sociedad donde el ideal no sería la
'performance ', sino la capacidad de vivir lo bello.
55 Ibid , 53.
30
C SOCIEDAD DE LA SIMULACION Y FIN DE LA
HISTORIA.
56Baudrillard toma esta expresión en "Las estrategias fatales", Ed. Anagrama,
Barcelona 1984, 12 s.
31
historia. Sin contexto no hay significado; sin orientación, sin 'telos ', sin
totalidad, sin marco de referencia, la historia no existe. Vivimos en la
inmediatez, en el presente, moviéndonos de aquí para allá, pero
erráticos. Nos movemos en un espacio sin horizonte.
La postmodernidad significaría, por tanto, la entrada en un tiempo
en el que los acontecimientos se atropellan, como en el movimiento
browniano, sin finalidad propia. Baudrillard dirá, acudiendo de nuevo a
otra analogía física, que somos presa de la fuerza de la inercia social.
Una multiplicación y saturación de intercambios que hacen más densa
la masa social y, por ello, no permiten que los acontecimientos se sitúen
más allá de lo inmediato. No hay sentido ni consciencia ni posibilidad de
la historia.
La causa de esta incapacidad para recuperar los acontecimientos
en un horizonte de sentido se debe a la técnica y, en concreto, a las
tecnologías de la información . Nos hallamos ante la saturación de
57
Las consecuencias de esta situación postmoderna de pérdida de la
historia y del sentido son juzgadas por sus críticos como desastrosas.
En este punto hay unidad entre los espíritus conservadores críticos. El
nihilismo (Nietzsche) de una 'posthistoria' que nos encierra en un
'eterno retorno' sin punto final de referencia, es la versión histórica del
predominio de la razón instrumental que todo lo convierte en medio, en
una secuencia sin fin (Horkheimer). Lejos de estar en la situación
histórica objetiva de vivir fruitivamente cada evento en sí mismo sin
funcionalizarlo a otra cosa (Vattimo), no hallaríamos en el contexto de lo
57 Ibidem ; G. Vattimo, "El fin de la modernidad", 18.
32
siempre nuevo que cada vez produce menos novedad. Es decir,
entramos en lo que Gehlen llamó 'el progreso que se convierte en
rutina', y que los críticos de Frankfurt vieron que era la condición de la
sociedad de consumo, la novedad de productos para asegurar el
funcionamiento y pervivencia del sistema. En el fondo, y bajo la capa del
consumismo económico y la superaceleración informática, estamos en
el más absoluto inmovilismo sociopolítico. La superación de la historia
termina siendo un dormitar de la historia al servicio del sistema. Porque
éste sí que tiene su marco de referencia, a cuya reproducción y
mantenimiento supedita a los sujetos y las ideologías. No esperar nada
de la historia conduce a esperar resignados que se sucedan
ininterrumpidas las irracionalidades del sistema.
58J. Baudrillard, "Las estrategias fatales".
59 Ibid , 195 s.
33
Para G. Vattimo, entramos en la era postmetafísica (Heidegger),
donde habremos de vivir eligiendo y decidiendo, no desde modelos
estables y fundados, sino desde la apertura radical a la realidad. Una
experiencia que tiene mucho de estética, de escuchar al ser, de oír 'su
presenciaausencia de las redes de una sociedad transformada, cada
vez más, en un muy sensible organismo de comunicación' . 60
Ante el fin de la historia postmoderna surge la ambigüedad. Queda
claro, sin embargo, que esta pérdida de las condiciones de posibilidad
de la historia supone un vaciamiento de la concepción salvífica cristiana
que impregnaba la modernidad. 'El desencantamiento del mundo', del
que hablaba Weber, ha tenido ahora su realización, porque 'no consiste
sólo en la eliminación de todo arbitrio divino por parte de una naturaleza
entendida como simple mecanismo y campo de manipulación de la
ciencia y la técnica; consiste también, especialmente en los decenios
más recientes, en el fin de todo proyecto y norma histórica totalizante, lo
que significa además el fin de la ética, al menos en la forma que
prevalentemente ha asumido en el pensamiento moderno' . 61
60G. Vattimo, "El fin de la modernidad", 46.
61G. Vattimo, "El fin del sentido emancipador de la historia".
34
de los horizontes de sentido' . Pero este relativismo cultural ¿es una
63
verdadera salida?
63G. Vattimo, art. cit. ; J.F. Lyotard, "La postmodernidad…", 42.
35
D SEGUNDA REVOLUCION INDIVIDUALISTA O
DISOLUCION DEL ACTOR SOCIAL.
Esta utopía de fondo nietzscheano liberación del individuo por la
disolución de todas las ataduras, incluida la del sentido va ligada a un
'adelgazamiento' del moderno concepto de sujeto . Parece que esta
64
utopía sólo se hará efectiva si el sujeto burgués aprende a perderse en
la vivencia presentista de lo que le rodea.
64G. Vattimo, "El fin de la modernidad", 46.
65 Ibid , 59.
36
individuo dado al encuentro de su propio "yo".
Quizás Lyotard y Vattimo nos dirían que su preocupación no está
alejada de estos objetivos. Pero la cuestión está en si su propuesta
resiste al sistema o capitula ante él. Su liquidación del sujeto moderno
ofrece un paralelismo con lo que supone la teoría luhmaniana de
sistemas. Tampoco aquí se necesita ya un sujeto fuerte, consciente,
que tome decisiones desde algún horizonte de sentido. La racionalidad
del sistema lo hace por él. Sería un cinismo histórico que la pretendida
salvación del individuo propugnada por el proyecto postmoderno
desembocara en el apoyo a la negación del actor social postulada por la
teoría de sistemas.
La sociedad realmente democrática y participativa, ¿surgirá de este
individualismo débil sin imperativos categóricos que se desparrama en
la vivencia de lo diferencial? F. Savater defiende el fundamento egoísta
de la moral y el 'egoísmo ilustrado' como base de la democracia. Este
egoísmo esclarecido es la raíz de un 'individualismo democrático'.
Vattimo considera que la igualdad, que es valor básico del pensamiento
emancipador que hemos heredado de la modernidad, se basa
seriamente sobre cimientos nihilistas, y únicamente porque no hay
ningún 'mundo real', ninguna estructura esencial del ser: es por lo que
somos realmente todos iguales.
37
algunas sombras. Horkheimer ya vio que no era tan 'natural' la serie de
descubrimientos que presupone Savater. Incluso llegó a pensar que no
veía contradicción en utilizar al otro, incluso eliminarlo, si de ello no se
sigue un mal para mí. Cortina arguye a Savater que, con la aceptación
del otro como valioso en sí, no se ve cómo puede nacer la solidaridad y
el reconocimiento recíproco. W. Benjamin añadiría que no acertaría a
ver por qué se presta atención a aquellos que no ofrecen nada a cambio
al cálculo egoísta. Creo que sobre los cimientos nihilistas no brota la
igualdad, sino la amenaza constante del poder del más fuerte.
ENRIC AINSA I PUIG
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