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Resumen
Abstract
The author addresses some critical comments on Luis Prieto’s paper, pub-
lished in this volume. The author analyzes the main thesis of Prieto’s paper,
according to which the alleged necessity of carrying out moral considerations
in determining the content of law, through a constructivist metaethics, leads to
embrace a kind of ideological positivism or ethical constitutionalism. The discus-
sion takes place on five steps, the first one concerning Prieto’s characterization
of the social sources thesis, continuing with three of the variations of the founda-
tions of the binding force of law that Prieto detects among philosophers of law,
and ending with the outline of some doubts on how Prieto outlines the relation
between law and morality.
* Doctorando en Filosofía del Derecho y bioética jurídica, Istituto Giovanni Tarello per la Filo-
sofia del Diritto, Università degli Studi di Genova. Email: deivecchidm@gmail.com. Dirección: Istituto
Tarello per la Filosofia del diritto, Dipartimento di Giurisprudenza, Università di Genova, via Balbi
30, 16126 Genova.
1. Introducción
1
Esta caracterización del neopositivismo podría ser puesta seriamente en duda, pero puede asu-
mírsela aquí como una mera estipulación a los efectos de este trabajo, y así se hará en adelante. Cfr.
Barberis, M. 2011; Jori, M. 1987.
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2
Raz, J. 1982: 65-66.
3
Vid. sobre el punto Toh, K. 2008.
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Teniendo en cuenta las distinciones señaladas, podría decirse quizás que esas
tesis “más universales” tienen un carácter externo, mientras que las “más par-
ticulares” serían tesis normativas, desde un punto de vista interno. De ser esta
interpretación plausible, las primeras no parecen incompatibles con la tesis de
las fuentes sociales, en tanto se entienda a las consideraciones morales en térmi-
nos de realidad social. Esto podría quizás enlazarse con la polémica idea de Raz
según la cual la tesis de las fuentes sociales y la de la separación conceptual entre
derecho y moral son tesis independientes (al menos bajo ciertas formulaciones
de cada una de ellas) 4, como se sugerirá al final. Por su parte, las tesis “más par-
ticulares”, pretendidamente constructivas de una “moral correcta”, negarían sin
más la tesis de las fuentes sociales, al menos en tanto y en cuanto el criterio de
corrección se pretenda externo a toda práctica social.
4
Raz, J. 1982: 57. También Bayón Mohíno, J. C. 2002. En contra Bulygin, E. 1991.
5
Esto podría ponerse en discusión ya que para Alexy la pretensión de corrección no se reduce,
en rigor, a “rasgos formales o estructurales” sino que acarrea por lo menos dos contenidos sustantivos:
justicia y seguridad jurídica, además de todos aquellos contenidos sustantivos presupuestos en las re-
glas del discurso práctico.
6
Alexy, R. 1994: 38-39. Más allá de que ese criterio sea inadecuado tal como han mostrado nume-
rosos autores, por todos, Bulygin, E. 2012.
7
Cfr. también Gardner, J. 2012.
8
Alexy, R. 1994: 40-41. La pretensión de corrección tiene, de tal modo, solo consecuencias jurí-
dicas: «A esta pretensión jurídica de corrección corresponde el deber jurídico de satisfacerla, sin que
importe cuál sea la consecuencia de la violación de este deber» (Alexy, R. 1994: 78).
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i) En primer lugar, no es pacífico que el participante tenga que serlo nece-
sariamente por razones morales y mucho menos que todos los participantes hayan
de serlo, aunque es cierto que esta parece ser la postura de Alexy 11. De todos
modos esta es, como mínimo, una asunción polémica; pero una que además, a
la luz del texto de Prieto Sanchís, conduce a algunas dudas que se pondrán de
manifiesto en el último punto.
ii) En segundo lugar, no se ve por qué un aceptante por razones morales no
podría estar moralmente en desacuerdo con alguna norma del ordenamiento, o
incluso con una pluralidad de ellas 12. En definitiva, al aceptante parece alcanzar-
le con aceptar la regla de reconocimiento. En estas circunstancias, el punto de
Alexy es que el aceptante puede identificar a ciertas normas prima facie jurídicas
a través de los criterios que él llama fácticos, pudiendo en todos los casos juzgar
a esas normas como inmorales o defectuosas, a la luz de la pretensión de co-
rrección en su función cualificante 13. Pero puede además desconocerle a algunas
9
Alexy, R. 1994: 37.
10
Alexy, R. 1994: 45; Alexy, R. 2012: 80.
11
Enoch, D. 2011: 25.
12
Bayón Mohíno, J. C. 2002.
13
Aquí funciona el argumento de los principios de Alexy, donde los desacuerdos entre participan-
tes acerca del contenido de los principios se le presenta como inevitable, para él, «[m]ientras que, más
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allá del umbral de la extrema injusticia, existe amplio acuerdo en el sentido de qué es lo que lesiona la
moral, antes de este umbral impera una gran disparidad» (Alexy, R. 1994: 83).
14
No es casual que para Alexy el argumento de la injusticia funcione tan solo en relación a normas
aisladas (Alexy, R. 1994: 71). Lo que sí sería extraño, en la línea del argumento de Prieto, es que lo
extremadamente injusto desde el punto de vista interno sea la propia regla de reconocimiento y todavía
haya participantes que se percaten de ello (i. e. que consideren inmoral la regla), posibilidad que Alexy,
llamativamente, sugiere en Alexy, R. 1994: 72. Si para la existencia de un sistema jurídico son necesarios
aceptantes por razones morales esa posibilidad es contradictoria. Cfr. Bayón Mohino, J. C. 1991.
15
Nino, C. S. 1994: 46.
16
Nino, C. S. 1989: 92.
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17
Nino, C. S. 1994: 71. Se trata, claro está, de la polémica “tesis del caso especial” o, mejor, de
alguno de sus sentidos. Vid. sobre el punto, Alexy, R. 1999; García Figueroa, A. 1999; Bayón Mohíno,
J. C. 2002, nota 27.
18
Nino, C. S. 1989: 124. Cursiva propia.
147
Diego Dei Vecchi
19
Vid. Alexy, R. 2012: 81. «Cuando alguien usa el pretexto de la corrección moral para cometer
acciones inmorales, es cuando usualmente se habla de hipocresía» (Bulygin, F. 2012: 65).
20
Alexy, R. 1994: 27, nota 18.
148
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21
Alexy, R. 1994: 43.
22
Garzón Valdés, E. 1993
23
Garzón Valdés, E. 1993: 324. Cursiva propia. En el mismo sentido Bayón Mohíno, J. C. 2002.
Aquí no es relevante que, como bien señala Prieto, el contenido de esa ética normativa pueda ser
cualquiera.
24
Garzón Valdés, E. 1993: 328.
25
Las negritas me pertenecen.
26
Dejo de lado esta cuestión solamente por razones de espacio, no por que no resulte polémica.
De hecho, esas razones se han esgrimido en otros tiempos en favor de la adopción de la tesis de las
fuentes sociales en términos conceptuales y, en definitiva, en favor de ser positivista jurídico (en tanto
esto se identifique con aquello, al menos en parte). Brevemente, lo polémico de la tesis reside en que
las razones morales bajo ningún punto de vista favorecen adoptar el punto de vista externo, y tampoco
ser positivista, ya que no garantizan evitar, como se pretende, la sumisión irreflexiva al ordenamiento
jurídico ni la adopción de una posición crítica frente a él (vid. Soper, P. 1986). Se trata, podría decirse,
de razones de la índole equivocada (Darwall, S. L. 2006). Las razones a favor de esas posiciones, en
todo caso, vienen dadas por los intereses cognoscitivos, por el solo hecho de que ofrecen la mejor
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sentido se puede hacer uso, desde el punto de vista externo, de una norma cuya
identificación se rige por criterios meramente fácticos y descomprometidos? Uti-
lizar una norma no parece querer decir otra cosa que establecerla como premisa
de un razonamiento práctico, para justificar normativamente un curso de acción.
Si ello es así, muchos dirían que esa utilización, o entraña un compromiso con
una norma moral o comete la falacia de inferir normas de enunciados puramente
empíricos 27. Quizás esto podría evitarse por medio de alguna restricción a la tesis
de la unidad del razonamiento práctico y, por cierto, admitiendo que aceptación
no entraña compromiso moral 28; pero en todo caso, si el punto de vista interno
es el que adoptan «quienes no se limitan a registrar y predecir la conducta que se
adecúa a las reglas, sino que usan las reglas como criterios o pautas para valorar
su conducta y la de los demás», pues cebe preguntarse en qué sentido puede
usarse normas desde el punto de vista externo 29.
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explicación del entendimiento del derecho, tal como señala Bayón Mohíno, J. C. 2002, quien trata en
detalle este punto (vid. también Schauer, F. 1996). Una vez más, la afirmación de Prieto está basada,
explícitamente, en la asunción de que aceptación del derecho entraña compromiso moral. Pero esto no
es en absoluto una tesis pacífica, y en lo personal creo que es errónea. De ser así, nada de extraño habría
en mantener una posición moralmente crítica desde el punto de vista interno.
27
Bayón Mohino, J. C. 1991.
28
Vid. Redondo, M. C. 1996 y la noción de aceptación formal.
29
Hart, H. L. A. 2007: 122.
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