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Desde que era pequeña a Luisa siempre le llamaba la atención un jarrón con tapadera
de porcelana marrón, que tenía su abuela en la mesa del salón, el cual cuidaba mucho,
para que nadie lo rompiera.
Este jarrón no era grande, pero a Luisa le parecía inmenso. Incrustado llevaba un
montón de florecitas, todas en tonos claros.
Dentro no había nada y Luisa estaba deseando llenarlo con miniaturas que le salían en
el roscón o en los huevos de chocolate, porque ella sabía que ahí dentro, no se
perderían.
Una tarde de lunes, cogió todas sus figuritas, se dirigió a la mesa del salón y con mucho
cuidado, abrió la tapadera y metió sus tesoritos dentro del jarrón.
A los cinco días volvió a casa de su abuela y corriendo fue al salón, pero el jarrón no
estaba. Luisa se quedó blanca.
Llamó a su yaya con un tono de voz fuerte pero tembloroso y le preguntó por el jarrón
de flores. Su yaya le respondió que no lo sabía porque era un jarrón mágico y cuando
alguien lo llenaba de cosas, el jarrón desaparecía y buscaba otro lugar donde volver a
aparecer.
Luisa, se quedó triste y estuvo toda la tarde sentada en el sofá, viendo lo vacía que
estaba la mesa.
Por la noche volvió a su casa enfadada, pero cuando entró a su habitación, la cara se le
iluminó de felicidad, pues en su mesita de
noche………estaba…el…………………………………………………………………
Contesta a las siguientes preguntas. Algunas respuestas las tendrás que
deducir según la lectura.
7) ¿Qué historia le contó su yaya para explicarle por qué no estaba el jarrón?
8) ¿Cómo se quedó Luisa?