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1.que es el poder preferente o prevalente que la PGN tiene frente a las demás entidades
encargadas de aplicar el derecho disciplinario?
RTA/ El poder preferente es una facultad discrecional reglada por el artículo 3 de la Ley 734 de
2002, que permite que la Procuraduría General de la Nación o las Personerías Municipales en su
jurisdicción, puedan asumir cualquier averiguación disciplinaria que adelanten las oficinas de
control interno disciplinario
Que la Procuraduría General de la Nación deba expedir una resolución motivada, en la que
exponga los motivos que le asisten para desplazar a la autoridad que esté adelantado el proceso
disciplinario, no viola el precepto superior a que se ha hecho alusión y, por el contrario, se
constituye en una especie de control del ejercicio de dicho poder preferente.
Que el parágrafo del artículo 7o del Decreto 262 de 2000, establece que el Procurador General de
la Nación ejercerá las funciones establecidas en el artículo 277 de la Constitución Política o podrá
delegarlas en cualquier servidor público o dependencia de la entidad;
2. Que el ejercicio del poder preferente se encuentra previsto en el numeral 6 del artículo 277 de
la Carta Política y en los artículos 3o y 69 de la Ley 734 de 2002; los cuales establecen la
competencia que ostenta la Procuraduría General de la Nación para asumir el conocimiento de
investigaciones disciplinarias que se adelanten en otras entidades públicas o actuar como sujeto
procesal.
3. Que el artículo 89 de la citada Ley hace alusión a la intervención del Ministerio Público como
sujeto procesal en materia disciplinaria, y al uso de la supervigilancia administrativa, en los casos
en que no se ejerza el poder preferente.
4. Que el numeral 16 del artículo 7o del Decreto 262 de 2000 determina que el Procurador
General de la Nación podrá ejercer preferentemente el poder disciplinario.
5. Que el numeral 6 del artículo 7o ibídem faculta al Procurador General de la Nación para asignar
funciones especiales a las dependencias y empleos de la Procuraduría General de la Nación.
6. Que los numerales 2 y 7 del artículo 7o del Decreto en mención, le asignan al Procurador
General de la Nación las funciones de formular políticas generales y expedir los actos
administrativos en materia de control disciplinario y vigilancia superior, para desarrollar las
atribuciones legales y constitucionales;
Si las personas que celebran con una entidad del Estado un contrato de prestación de servicios no
son servidores públicos sino simples particulares, mal podrían sujetarse éstos al régimen
disciplinario estatuido para aquéllos.
a. En principio habrá ejercicio del poder preferente siempre que nos encontremos ante hechos de
trascendencia por atentar contra los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario,
la contratación estatal, normas presupuéstales, fiscales, contables, carcelarias, el patrimonio
público y la moralidad pública. Sólo cuando sea razonablemente seguro que el órgano de control
interno manejará el proceso con idoneidad, eficacia, transparencia e imparcialidad podrá en estos
casos dejarse de ejercer el poder preferente; de todos modos, si así ocurre, se dispondrá de la
figura de que da cuenta el inciso 3o del artículo 1 de esta resolución.
b. Cuando existan serias dudas sobre el cumplimiento de la garantía del derecho de defensa y
razonablemente aparezca que para su reconocimiento material no bastan los instrumentos legales
diseñados para ello o cuando se desconozca flagrantemente el debido proceso de tal manera que
se socaven sustancialmente las bases fundamentales de la Investigación y el juzgamiento. Si no se
presentaren objetivamente las exigencias anteriores pero se duda sobre ellas podrá disponerse la
utilización de la figura de que da cuenta el inciso 3o del artículo 1 de esta resolución.
d. Siempre que se tenga conocimiento de que pueda estarse admitiendo eventos de colusión y
corrupción en general al interior del órgano de control interno.
En ese sentido, la Procuraduría y las personerías pueden asumir las investigaciones que se refieran
a hechos de trascendencia, bien sea: a) porque atentan contra los Derechos Humanos y el Derecho
Internacional Humanitario; b) porque versan sobre contratación estatal; c) por involucrar normas
presupuestales, fiscales o contables; d) por referirse a normas carcelarias; e) por comprometer el
patrimonio o la moralidad pública; f) por existir falta de garantías o violación del debido proceso y
del derecho de defensa de quienes son investigados disciplinariamente; g) por existir serios
cuestionamientos sobre la oficina de control interno correspondiente; y h) por presentarse
colusión o corrupción al interior del órgano de control interno. La decisión que se tome en estos
casos para asumir el poder preferente, le corresponde al Viceprocurador General de la Nación y
debe ser motivada. Contra esta decisión no procede ningún recurso
E . CRITERIOS PARA QUE OPERE EL PODER DISCIPLINARIO PREFERENTE
De lo dicho en precedencia y en relación con el papel que ejercen las personerías municipales y
distritales, como agentes del ministerio público, se debe aclarar que estas dependencias tienen la
posibilidad de ejercer el poder preferente exclusivamente en relación con las oficinas de control
disciplinario interno de la administración estatal en el nivel municipal o distrital, sin perjuicio del
papel preponderante y principal que pueda asumir la Procuraduría General de la Nación aún
sobre esos mismos casos respecto de los cuales las personerías hayan empleado la competencia
preferente.
Las personerías municipales como parte del Ministerio Público, pueden ejercer el poder
preferente para asumir el conocimiento de los asuntos disciplinarios que cursan en las oficinas de
control disciplinario interno de la administración estatal en el nivel municipal o distrital; a su vez,
cuando no consideren necesario ejercer dicha potestad, podrán remitir las diligencias a la «oficina
del más alto nivel» de la administración pública a cargo del juzgamiento disciplinario de sus
servidores, sin que ella pueda enervar u oponerse a tal determinación por ese sólo hecho.
En este aspecto se entiende que la persona se ve sometida a obrar con preferencia en obedecer
desde su criterio normas de carácter superior y con plena conciencia que está quebrantando otra
norma de menor valor. Al respecto es pertinente aclarar que este caso el actuar del sujeto “se
despliega necesariamente a título de dolo, pues para que ella opere es necesario que el autor haya
actuado en forma voluntaria y consciente, pero por la necesidad de hacer prevalecer un deber,
que en su sentir reviste mayor importancia” (Ordóñez, 2009, p. 48), es por esto que de este
proceder se desprende un eximente de responsabilidad, pues se requiere que el sujeto haya
obrado con conocimiento de causa de la vulneración que comete en contra de la norma que
considera de carácter inferior o menos importante exaltando de esta manera que él no está
incurriendo en una falta disciplinaria sino obedeciendo otro mandato que ponderablemente
abarca salvaguardar derechos o deberes de mayor interés. La importancia que tiene este eximente
es que, aunque el sujeto cometa la falta esta se ejecuta “en cumplimiento de un deber que a juicio
del autor reviste mayor importancia que el sacrificado, se está eliminando la antijuridicidad del
comportamiento o, lo que es lo mismo, se diluye la responsabilidad por justificar la conducta”
(Ordóñez, 2009, p. 44), adicionalmente es necesario anotar que para que se configure esta causal
como excluyente de responsabilidad, indispensablemente debe haber omisión o vulneración a
otro deber, pues de lo contrario no tendría sentido su existencia.
Para que se presente este eximente de responsabilidad, el sujeto incurre en una falta disciplinaria
en el acatamiento de una orden legítima emitida por una autoridad, es decir, al ejecutar u
obedecer la orden impartida por un superior se vulnera el régimen disciplinario. Con respecto a
esta causal hay que ilustrar el cumplimiento de unas condiciones para que se pueda dar lugar a su
existencia, las cuales son:
• Que sea legítima, es decir, su contenido se apegue materialmente al orden jurídico; • Que el
superior sea competente para emitirla;
• Que se cumplan los requisitos de forma previstos legalmente (Ordóñez, 2009, p. 49).
Por consiguiente, podemos evidenciar que no es frente a cualquier evento que surge esta causal,
sino que necesariamente tiene que abarcar las diferentes condiciones mencionadas, de tal manera
que se debe de tratar del cumplimiento de una orden emitida por un superior, circunstancia que
es muy distinta al cumplimiento de un deber constitucional o legal establecido en el numeral 2 del
artículo 28 del CDU y en el cual la decisión de cumplir o desacatar un deber está en el criterio
personal del sujeto inculpado; mientras que en este evento existe una orden de otra persona o
autoridad de una escala superior, es decir, con importancia jerárquica, lo que conlleva a que le
subalterno se sienta obligado a cumplir la orden. Ahora bien, este subalterno debe tener su propio
criterio para analizar que la orden del superior este dentro del marco jurídico y que tenga
facultades legales para emitirla, así como también el cumplimiento de las formalidades
establecidas para su expedición. La importancia de esta causal radica en que la autoridad
disciplinara descarta la existencia de responsabilidad por entender que el autor del
comportamiento actuó en cumplimiento de una orden vinculante, no debe ocuparse del análisis
de culpabilidad de la conducta. No obstante, haberse antes señalado en este documento que la
conducta se despliega necesariamente a título de dolo, ello se debe a la necesidad de destacar que
el agente del comportamiento típico actúa voluntariamente y con plena conciencia de alejarse del
cumplimiento de un deber funcional (Ordóñez, 2009, p. 49).
• Por salvar un derecho propio o ajeno al cual deba ceder el cumplimiento del deber, en razón
de la necesidad, adecuación, proporcionalidad y razonabilidad (L. 734/02, Art. 28,Num.4).
Para que se configure esta causal de exclusión de responsabilidad se demanda el incumplimiento
de un deber legal, dando lugar en tal evento al surgimiento de una falta disciplinaria, pero en la
cual se incurre con la intención de proteger o salvaguardar un derecho ya sea propio o ajeno y con
la plena conciencia de la vulneración al régimen disciplinario. Esta causal de exclusión de
responsabilidad tiene una particularidad, y es que da lugar en el sujeto inculpado aun conflicto
personal entre el deber ser y un querer propio, colocándose en la situación de tener que escoger
entre el cumplimiento de uno o de otro, pero en donde existe mayor inclinación a su querer
propio por las razones o criterios personales que se tengan al respecto, es decir, a lo que es el
derecho constitucional a la objeción de conciencia. En consideración a lo que es el derecho
fundamental de la objeción de conciencia, este también se aplica en materia disciplinaria,
teniendo un efecto muy importante ya que no se puede objetar en conciencia por cualquier razón,
sino frente a derechos, principios o valores que, sopesados frente al deber incumplido, explican
solventemente el comportamiento de quien se vale de la objeción de conciencia. En otras
palabras, el cumplimiento del deber jurídico representaría una lesión de tal trascendencia que
afectaría la dignidad humana del agente estatal que objeta en conciencia (Ordóñez, 2009, p. 58).
Entonces frente a lo anterior, se puede deducir que las autoridades disciplinarias ante la
invocación de este eximente, deberán analizar todo el panorama que rodea la comisión de la
conducta, así como también el valor jurídico, social, moral o personal que tenga y alegue el sujeto
inculpado, para poder tener un entorno claro sobre las circunstancias que rodearon su actuar y de
esta manera proceder a determinar si hay lugar a justificar su conducta dentro de esta causal.
• Por insuperable coacción ajena o miedo insuperable (L. 734/02, Art. 28,Num.5).
Es conveniente en esta hipótesis señalar de que se trata de 2 eventos similares; la coacción ajena
hace referencia a la intimidación (física o psicológica) proveniente de un tercero que impulsa a un
sujeto a cometer una conducta. Al respecto hay que destacar que la coacción debe ser de
naturaleza insuperable. Es decir, ser de tal virtualidad que, aunque no anule por completo la
voluntad, no le deje al sujeto activo más camino, con miras evitar el mal grave e eminente que se
le enuncia, sino la de violar el orden jurídico, esto es, debe demostrarse que en términos
racionales no se le podía exigir que se comportara de manera diversa (Cruz, 2015, p 33). El miedo
insuperable por su parte es una situación subjetiva de un individuo, pues en este caso no proviene
de una tercera persona que lo intimida, sino que el sujeto internamente padece unos trastornos
emocionales a tal punto que le limita su autodeterminación, es decir que no lo puede controlar ni
evitar. La importancia de este eximente de responsabilidad abarcando los dos aspectos que la
conforman el de coacción ajena y el miedo insuperable, es que en ambos casos se coarta la
voluntad del individuo, y por consiguiente queda en una situación de vulnerabilidad propiciada por
las condiciones forzosas que padece, impulsándolo a cometer una conducta no adecuada que no
puede esquivar. Podemos evidenciar entonces que lo que corresponde en estos eventos para que
opere la exclusión de la responsabilidad, es que se logre demostrar que se actuó bajo estos
supuestos jurídicos, y por ende la conducta en la que se haya incurrido desaparece como falta
disciplinaria del entorno social para considerase que nunca se ejecutó dicha conducta.
• Con la convicción errada e invencible de que su conducta no constituye falta disciplinaria (L.
734/02, Art. 28,Num.6).
Para que opere esta causal como eximente de responsabilidad, se requiere que un sujeto incurra
en una falta disciplinaria creyendo equivocadamente que no está cometiéndola, situación que
puede ser derivada ya sea de una mala interpretación de la norma o de una situación de la cual no
se haya podido actuar de manera diferente. En elación con esta causal hay que indicar que la
convicción o creencia que conlleva al sujeto a cometer la falta, es lo que doctrinariamente se ha
denominado error, al respecto se han previsto diferentes clases de error dentro de los que se
destacan el de hecho, de derecho, mixto, de tipo, de prohibición entre otros. Ahora bien de
acuerdo con lo previsto en el numeral 6 artículo 28 del CDU, la conducta se comete con una
convicción errada e invencible, es decir además de la existencia de un error, este es invencible lo
que implica que no se puede vencer aun cuando se actué con toda la prudencia y diligencia. La
importancia de esta causal radica en que “enel eventode errores invencibles,llámense de hecho o
de derecho, de tipo o de prohibición o de error mixto, la consecuencia lógica y coherente es que se
configure a plenitud la causal de exclusión de responsabilidad en materia disciplinaria. El carácter
invencible del error demandará un análisis de las circunstancias particulares de cada caso, con
especial énfasis en las condiciones personales de quien lo alega y de sus posibilidades efectivas de
previsión y conocimiento, toda vez que no es lo mismo, por ejemplo, el error que esgrime una
persona con formación profesional de aquella que no la tiene” (Ordóñez, 2009, p.66-67).
Los Servidores Públicos: Los miembros de las Corporaciones Públicas Empleados Públicos
Trabajadores Oficiales Empleados Públicos con funciones temporales o transitorias:
(Auxiliar de la administración, Supernumerarios y Contratista de prestación de Servicios)
Los miembros de la Fuerza Pública: Fuerzas Militares: Ejército, Fuerza Aérea y Armada
Nacional Policía Nacional
Los particulares cuando: Ejerzan funciones públicas en forma permanente o transitoria
Cumplan labores de interventoría o supervisión de los contratos estatales Administren
recursos públicos
Los Indígenas cuando administran recursos del Estado
DEBER
Para empezar, los deberes son tareas que se pueden realizar o no en favor de
otras personas o de nosotros mismos. Son respuestas morales a determinadas
cosas que uno siente la necesidad de hacer o cumplir, incluso aunque no haya
un código o ley explícita que nos obligue a obedecer.
OBLIGACIÓN
La obligación, por el contrario, se refiere a algo que hay que hacer nos guste o no.
Hay que cumplir con las obligaciones, porque éstas sí están planteadas de
manera explícita y no se pueden pasar por alto si se vive y pertenece a una
sociedad.
Las obligaciones no están sujetas solamente a los deseos y conciencias de los
individuos, tampoco a su moralidad; sino que deben cumplirse a todo lugar. Están
más relacionadas con el ámbito legal, a diferencia de los deberes que son
puramente morales.
Diferencias clave entre deberes y obligaciones
Los deberes son morales, mientras que las obligaciones son legales.
Los deberes se cumplen si el individuo así lo desea, mientras que las
obligaciones no están sujetas a deseos de nadie; sino que siempre deben ser
cumplidas.
Se entiende por derechos a todas las leyes y normativas diseñadas para proteger
la libertad individual, garantizando así el bienestar de la sociedad o los
mecanismos de acción para procurarla.
http://derechodisciplinariocolombia.blogspot.com/2013/01/caducidad-y-prescripcion-de-la-
accion.html, amiga aca está la diferencia pero no se dejó copiar…