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Testamento

Tenía una bicicleta de media carrera, que me regaló Valdi con un moño rojo, en
Mar Del Plata.

Unas cuantas fotos blanco y negro, que me sacó un amigo Gringo en Uruguay.

Un video de Baltasar cumpliendo un año. Comía asado como un animalito,


había globos y alegría. Y familia. Creo que está en buenos aires.

Tenía dos pasajes de transmediterránea (o un vale?) para Palma de Mallorca,


busco mi destino. Vencieron ya.

Tengo una buena amiga en Guatemala, cerca de Antigua, sus hijos dicen que
me recuerdan con amor , fui un personaje raro en su infancia de Concordia.

Tengo otra buena amiga en Perú, la Uribe, aunque es colombiana y con 18


años de haberse enfriado en Europa. Anita, decía “quiú” cuando atendía, y el
vinagre doblaba los huesos de los conejos que se comía cuando tenía hambre,
después con ellos hacía esculturas.
Así conoció a David, que rodaba Munich sobre su bicicleta y llevaba una
sonrisa tranquila, hasta el día que desde el Max Planck lo retornaron a servir a
su país: Perú lo esperaba con su subdesarrollo y su sueldo de apenas 300
pesos. Matemática pura para un matemático.

Otra,preciosa Silvia, que escuchaba a Calamaro, mientras me hablaba de


cómo batalla el salmón para parir o desovar, ya no recuerdo. A ella la envidiaba
cuando no la conocía, se había quedado con mi primer novio.

A una la perdí por el camino, siempre supe que así terminaríamos, aunque fue
la mejor compañera de andanzas en nuestros veintitantos.

Y la última buena amiga que me queda, más lejos de lo que deseo, la nacida
en Lima, criada en Brasil, educada en Miami y descorazonada en Alemania.
Mi fiel y triste Ani.
Ani “Maraña”?, Ani Romaña.

No me olvido de los amigos, pero los amigos siempre fueron ex o posibles


amantes, así que mejor no nombrarlos y dejarlos en paz, total ellos saben
quienes son.

Tengo en el medio del cuore a mi amiga Mona , a quien le dejo el libro Valor
para Cambiar, pues el sólo por hoy es herencia para Baltasar.

Tengo un perro negro en el medio del corazón clavado, que abandoné en Mar
Del Plata cuando tuve que irme. Creo que todavía nos buscamos, aunque sólo
sea en sueños.
Tengo un Machintosh, que se lo dejé en guarda a mi sobrino ,me dijeron que
no anda màs.

Tenía guardada en un cajón verde, de un escritorio que perteneció a mi


hermano, una carta con cincuenta Deutsche Mark, llegó a poco de nacer
Baltasar.
Era de Frau Hallasz, la húngara que rivalizaba con Marlene Dietrich, y que nos
dedicó su libro :Deadly Carrousell, allí cuenta como salvó del exterminio nazi a
cinco judíos.

Tengo diez o quince pinturas en Perú, en la galería de Collado, amigo de la que


cantó rancheras el 1 de enero de 1993 en un Gräfelfing nevado. Ella quería
saber como era la navidad con frío. Pilar. Pilar Pomposini. Veinte en la casa del
diseñador del Museo de Arte contemporáneo de Chile el otro día encontré su
nombre. Gatica.
Veinticinco pinturas en el Museo de Arte Contemporáneo, Aryentain, dos o
tres ,no lo recuerdo, en la colección of Latinamerican Art de Essex , una o dos
en Austin, Texas, y otro par en Brasil, Campinas, Museu Carlos Gomes.

Algunos libros de arte correo, en una caja bordeaux de Lion D’Or, en la casa de
Beiró en Buenos Aires, así como algunas fotos de mi vida y la de Baltasar, de
Valdi y mis sobrinos. No sé que es lo que no fue descuartizado en el reparto de
los recuerdos.

Había también recuerdos de Humberto Nilo, que provocó tanto jaleo y movilizó
tantos mails cuando lo echaron de la Universidad de Chile.

Tengo un libro de Mori Ponsowy, anaranjado y finito, que se me prendió en el


alma junto a un disco Umani, que siempre me hace llorar.

Tenía libros que no se encuentran,libros que me han robado, otros que se han
perdido.
Por eso ahora me premian en las bibliotecas.
Tengo discos que doy por perdidos, discos que me han sacado a punta de
pistola en la cabeza.
Por eso ahora me hice pirata.

Tengo cajas de Tranquimazin, Tranxilium, Dormicún, Rohipnol, Prozac,


Lexotanil, Valium , Rivotril y tantas otras que aumentarán los contenedores de
cartón reciclado. Las pastillas me las llevo puestas.

Tenía collares valiosos y de los otros, pulseras de oro, con dijes, uno de la torre
Eiffel, que nadie pudo arrebatar en ningún tren de la línea Sarmiento.

Muchos cuadernos escritos con retazos de mis tristezas. (Quizá debí


dedicarme a escribir).

Tengo mi dignidad, aunque no se bien para que me sirvió.


.
Una preciosa postal que dice, NO TRABAJES TANTO; que pueden poner en
mi epitafio, aunque sacándole el NIKE MADRID.

Tengo gente que me quiso, me quiere y me querrá.


Tengo gente que me quiso, me odia y pasará de mí.

Tengo guardados despechos de amor que no pudieron ser.


Aunque sabiéndolo desde el principio, siempre me encajeté con hombres
equivocados.

Tengo un padre viejo, viajero, en quién sabe dónde, que me quiere a pesar de
mis 41 años.
Tengo un hijo al que le debo estar viva, tiene el flequillo recién cortado, un lunar
en la mejilla izquierda
y mucho malhumor por las mañanas
y mucha alegría por las tardes.

También tuve el amor de un hombre,


que no supimos traducir,
así que no nos pudimos entender,
así pues que lo perdimos.

Todo lo demás,
no vale nada.

Noviembre 2004.

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