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Partiendo del caso práctico, debemos resaltar el hecho de que la Procesada

Antonia F.J se encuentra afecta a una psicopatía de carácter leve, que en


términos clínicos y tomando en cuenta a ROBERT D. HARE (doctor en
psicología e investigador de renombre en el campo de la psicología criminal),
es el estado en el que un individuo presenta un encanto superficial, es
inteligente, es informal, insincero, incapaz de experimentar culpa o
remordimiento, falta de juicio práctico para aprender de las experiencias,
relaciones interpersonales escasas y tiene dificultad para seguir un plan de vida
estable, en base a ello podemos deducir que la procesada Antonia F. J, no
estaba en total plenitud de sus capacidades cognitivas al momento de ejercer
el cuidado de sus menores hijos, razón por la cual como lo señala Mir Puig, los
elementos de la capacidad, entendimiento y autodeterminación de un sujeto
tienen que estar plenamente presentes al momento de realizar el hecho
delictuoso, ya que si no concurre el primer elemento, tampoco concurrirá el
segundo; pero puede concurrir la suficiente capacidad de entendimiento y
hallarse ausente el elemento de autocontrol según dicho entendimiento, criterio
en el cual encaja el pensamiento de Zaffaroni, que señala que si esto es así y
la medicina puede establecer con mediana certeza, que el vicio que tiene el
psicópata repercute directamente en la esfera cognoscitiva del sujeto,
impidiendo que este internalice valores, es posible aplicar la causal de
inimputabilidad. Más aún si consideramos que en el CAPÍTULO III (causas que
eximen o atenúan la responsabilidad penal), Artículo 20. (Inimputabilidad). Está
exento de responsabilidad penal:

 El que, por anomalía psíquica, grave alteración de la conciencia o por


sufrir alteraciones en la percepción, que afectan gravemente su
concepto de la realidad, no posea la facultad de comprender el carácter
delictuoso de su acto o para determinarse según esta comprensión;
 El menor de 18 años.
 (…)

Con respecto al actuar de Antonia y considerando además que se encontraba


afecta a una psicología leve referimos que procedió con imprudencia
inconsciente, también llamada imprudencia sin representación, que se
caracteriza porque el autor, sin querer realizar ilícito alguno, infringe el deber de
cuidado y no se representa la posibilidad de producir un resultado desvalorado;
a pesar de serle exigible dicha representación. En tal sentido, no sólo no se
quiere el resultado lesivo, sino que ni siquiera se prevé su posibilidad, no se
advierte el peligro, siendo esto así, el actuar de la señora Antonia no amerita
que sea declarada responsable por la muerte de Oscar (su hijo menor), más
aun si consideramos que la psicopatía deberíad ser tratada por los jueces en
forma muy particular y de acuerdo a las circunstancias de cada caso; se debe
profundizar en cuanto al grado de sufrimiento del individuo en sus esferas
cognoscitiva, volitiva y afectiva para la determinación, incluso, de la sanción o
exclusión de imputabilidad, de tal manera que el derecho penal no se
inmiscuya en la “curación”, que le corresponde al campo médico, aunque así,
tratándose de psicópatas y de cierta forma, se rompa con el principio de
“igualdad de todos” ante la ley. En este sentido, quizás no insistamos lo
suficiente cuando volvamos a recordar que psicopatía no es sinónimo de
criminalidad o, en otras palabras, que ni todos los psicópatas son delincuentes,
ni todos los delincuentes son psicópatas.

En caso de deliberación de la tenencia de hijos, se tendría que determinar


primero que a la persona a quien se le va a conceder la custodia este apta
tanto legal como cognitivamente y no como en el presente caso que se le
otorgo la custodia completa a la señora Antonia que estaba afecta a una
psicopatía de carácter leve, entonces para evitar tales situaciones es necesario
una utilización rigurosa de las categorías médico-forenses por parte de los
Jueces y Tribunales: ante un mayor conocimiento científico de la psicopatía
en general y los avances técnicos para predecir su peligrosidad en un sujeto
concreto, será determinante que la jurisprudencia opere con criterios
predecibles. Y ese objetivo solo se puede lograr, de entrada, con un
lenguaje claro, coherente y lo más preciso posible, tanto por lo que se
refiere al fundamento de una eximente de responsabilidad criminal
(imputabilidad), como por lo que afecta al sustento del pronóstico de
peligrosidad que justificaría una medida de libertad vigilada posterior a
la ejecución de la pena. En este último aspecto se abren nuevos retos para
el Derecho penal de la peligrosidad que requerirán mayor atención por los
operadores jurídicos, a riesgo de que el sistema funcione con parámetros
inestables en cuanto al principio de seguridad jurídica.

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