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CAPÍTULO 4

INVESTIGACIÓN EXISTENTE SOBRE EL PENSAMIENTO SISTÉMICO EN


LIDERAZGO ESCOLAR
Como se ha visto en el capítulo anterior, el pensamiento sistémico como enfoque de gestión
puede permitir a los directivos hacer frente a la creciente complejidad y al cambio. Como tal,
puede beneficiar significativamente al ámbito del liderazgo educativo. El primer paso para
desarrollar un marco conceptual para el pensamiento sistémico específicamente adaptado a
las tareas a las que se enfrenta el liderazgo escolar es aprender de la investigación previa
realizada sobre el tema. El presente capítulo revisa la literatura disponible sobre el
pensamiento sistémico para los líderes escolares, describiendo estudios sobre la
implementación del pensamiento sistémico en el liderazgo escolar y libros que proporcionan
marcos conceptuales para el pensamiento sistémico en el liderazgo escolar. La conclusión
apunta a las lagunas en la base de conocimientos actual con respecto al pensamiento
sistémico de los directores de escuela.
4.1 ESTUDIOS SOBRE LA IMPLEMENTACIÓN DE SISTEMAS DE
PENSAMIENTO EN EL LIDERAZGO ESCOLAR
La investigación sobre el pensamiento sistémico dirigido expresamente a los directores de
escuela es escasa, aunque la contribución potencial del pensamiento sistémico a diversas
cuestiones educativas ha sido objeto de una creciente atención por parte de la investigación
en los últimos años. Cuando se trata de enseñar y aprender, el pensamiento sistémico se ha
convertido en un método pedagógico cada vez más recomendado, principalmente en el
complejo contexto de la educación ambiental para la sostenibilidad (por ejemplo, Eilam
2012; Irlanda y Monroe 2015; Lewis et al. 2014; Porter y Córdoba). Como tema
multidisciplinario, la sostenibilidad implica aspectos ecológicos, económicos y culturales e
interactúa con muchos otros campos como el derecho, la agricultura y la ingeniería. El
pensamiento sistémico es particularmente adecuado para un contexto multidimensional tan
complejo en el que los alumnos necesitan ver el panorama general. Asimismo, hoy en día el
pensamiento sistémico se menciona cada vez más en la literatura sobre educación científica y
tecnológica, que se caracteriza por niveles de complejidad igualmente altos (por ejemplo,
Assaraf Ben-Zvi et al. 2013; Boersma et al. 2011; Gero y Zach 2014; Riess y Mischo 2010;
Vachliotis et al. 2014). Sin embargo, las conexiones entre el pensamiento sistémico y el
liderazgo escolar dentro de estos contextos educativos aún no han sido suficientemente
investigadas.
Uno de los pocos estudios que se centró en la medición cuantitativa de la eficacia del
pensamiento sistémico como enfoque de liderazgo educativo holístico fue realizado por Pang
y Pisapia (2012a, b). Usando el Cuestionario de Pensamiento Estratégico (Pisapia y Reyes-
Guerra 2007), encontraron que de acuerdo con el autoinforme de los directores de Hong
Kong, el enfoque de liderazgo holístico del director de la escuela basado en el pensamiento
sistémico era el predictor más fuerte de la efectividad de los líderes escolares, distinguiendo
entre líderes más efectivos y menos efectivos. Además, los líderes escolares que demostraron
un uso más amplio del pensamiento sistémico también informaron de acciones más
frecuentes para lograr los objetivos de la escuela, para desarrollar una organización de
aprendizaje que se transforme continuamente (véase el apartado 3.1.1), y para garantizar la
confianza y el compromiso emocional con las aspiraciones y los valores de la escuela entre el
personal docente.
La escasez de investigación sobre este tema no se relaciona sólo con el número limitado de
investigadores que han examinado el uso del pensamiento sistémico como gestión en el
ámbito del liderazgo escolar. La gran mayoría de los estudios que han investigado la
aplicación del pensamiento sistémico como un liderazgo escolar de los sistemas de
pensamiento sistémico como medio local para el manejo de un campo crítico específico
dentro de la escuela, como la práctica basada en la evidencia, el profesor retención,
evaluación del plan de estudios o desarrollo profesional. Se ha investigado el pensamiento
sistémico, por ejemplo, en relación con aspectos de la el papel del director de la escuela que
están relacionados con el personal docente. En cuanto al equipo aprendizaje, por ejemplo,
Wells y Keane (2008) demostraron cómo las "leyes" de El pensamiento sistémico presentado
por Senge (1990) puede ser implementado por los directores para desarrollar comunidades
profesionales de aprendizaje en los sistemas escolares, adoptando la metodología de Senge.
metáforas y los principios rectores de su perspectiva de dinámica de sistemas para una
organización de aprendizaje (véase el cap. 3.1.2).
En otro ejemplo, con respecto a la retención de maestros, Minarik et al. que los directores de
escuela pueden usar sistemas de pensamiento para reducir la tasa de maestros que dejar su
profesión, promoviendo soluciones creativas y únicas. Más allá de la Gómez et al. (2015)
sugirieron que los sistemas de educación de adultos el pensamiento debe ser implementado
para reconceptualizar el desarrollo profesional programas dirigidos a la fuerza de trabajo
docente de la educación de la primera infancia, cuyas calificaciones son típicamente bastante
bajas.
Una revisión de la literatura sobre las aplicaciones del pensamiento sistémico en el liderazgo
escolar dio lugar a otros estudios que destacaron su valor para evaluar los planes de estudio y
mejorar los programas educativos. Con respecto a la evaluación educativa, Jasparro (1998)
afirmó que la evaluación del currículo a través del pensamiento sistémico podría asegurar la
uniformidad y consistencia de la evaluación en todo el distrito (ver también Hargreaves y
Podems 2012). Dyehouse et al (2009) argumentaron que el pensamiento sistémico puede
proporcionar un marco para representar muchos de los componentes de un programa
curricular complejo y puede servir como un método más preciso y explícito para interpretar y
evaluar los resultados del programa. El pensamiento sistémico también se utilizó en un
informe escrito por Levenson (2012), que trató la cuestión de cómo mejorar la calidad y la
eficacia del sistema de educación especial de Ohio, que sufría de problemas fiscales. El
principal argumento de este informe era que múltiples socios deben trabajar juntos, en lugar
de solos. Integrando sus esfuerzos, coordinando sus políticas, y aprovechando sus fortalezas,
estos socios pueden servir mejor a los estudiantes con discapacidades a un costo más bajo.
Otros dos estudios examinaron explícitamente los aspectos locales del pensamiento de los
sistemas del director de la escuela, uno sobre la importante relación entre la escuela y la
comunidad en general y el otro sobre las mejores prácticas de los líderes escolares. Así, en
primer lugar, en el contexto de la Ley Que Ningún Niño Se Quede Atrás, Chance (2005)
propuso que el pensamiento sistémico es útil para mejorar las relaciones públicas de las
escuelas. Afirmó que el pensamiento sistémico puede ayudar a los líderes educativos a ver las
relaciones públicas como un proceso continuo y sistemático que es esencial para conseguir el
apoyo de la comunidad escolar para mejorar el aprendizaje de los estudiantes. En segundo
lugar, Kensler et al. (2011) afirmaron que
Debido a que los líderes educativos tienen acceso a grandes volúmenes de datos pero carecen
de las habilidades para utilizarlos eficazmente para el mejoramiento continuo de la escuela, el
pensamiento sistémico puede ayudar en el desarrollo de la práctica basada en la evidencia de
los líderes escolares. En este contexto, afirmaron que herramientas como los diagramas de
circuito de retroalimentación (véase el apartado 3.1.2) pueden permitir a los líderes
educativos hacer que su pensamiento sea más visible para los demás, indagar en el
pensamiento de los demás y ver nuevas conexiones.
En resumen, la investigación existente sobre la implementación del pensamiento sistémico
como enfoque de liderazgo escolar es escasa. Además, la mayoría de las investigaciones
existentes describían el pensamiento sistémico como un medio local para tratar un campo
crítico específico dentro de la escuela en lugar de un enfoque de gestión global. Por lo tanto,
la investigación existente no ha aclarado adecuadamente la forma en que los mandantes
deben operar un
la escuela holísticamente de manera regular. Las características del pensamiento sistémico
holístico de los dirigentes escolares siguen siendo indeterminadas en la base de datos
disponible. Este La laguna cedió el terreno para nuestra investigación previa (Shaked y
Schechter 2013, 2014, 2016, In press a, In press b), así como a este libro.
4.2 LIBROS SOBRE LA IMPLEMENTACIÓN DEL PENSAMIENTO SISTÉMICO
EN LIDERAZGO ESCOLAR
Existen varios libros sobre el pensamiento sistémico en el liderazgo escolar (por ejemplo,
Senge et al. 2012). Algunos de ellos recomiendan utilizar el pensamiento sistémico para
lograr reformas educativas exitosas. Por ejemplo, el enfoque del libro de Fullan (2005),
Liderazgo y Sostenibilidad: System Thinkers in Action, se centra en la sostenibilidad de la
reforma educativa. Fullan sostiene que la mejora escolar es con demasiada frecuencia
temporal y que los sistemas no pueden lograr un progreso real en el cambio deseado a menos
que fomenten una agenda sostenible, refiriéndose a una reforma a gran escala y duradera. En
su opinión, la mejora sostenida de la escuela requiere "pensadores de sistemas" que puedan
abordar todo el sistema a todos los niveles: escuela y comunidad, autoridad educativa distrital
o local, y política estatal o nacional. Los pensadores de sistemas saben que estos tres niveles
se influyen mutuamente. Además, toman en cuenta de manera proactiva y natural grandes
porciones del sistema educativo porque saben que el contexto es importante, para bien o para
mal, y que parte de su trabajo implica cambiar el contexto, lo que sólo puede lograrse
tomando medidas en contextos más amplios. Así, según Fullan, los directores de las escuelas
deberían estar tan preocupados por el éxito de otras escuelas como lo están por sus propias
escuelas, porque no es posible una mejora sostenida de sus propias escuelas a menos que todo
el sistema avance. Es decir, los directores deben entender no sólo su propia realidad y trabajo,
sino también reimaginar todo el sistema al mismo tiempo, ampliando así la perspectiva de los
mandantes más allá los límites de las escuelas (ver también Fullan 2004). Ser un jugador del
distrito y del sistema, buscando es una de las claves para maximizar el impacto del director.
(Fullan 2014; véase también Higham et al. 2009).
Del mismo modo, Finnigan y Daly (2016) argumentó que para mejorar los resultados de la
educación, un sistema a nivel de todo el país, en lugar de es necesario mejorar escuela por
escuela. Sin una visión amplia del conjunto no habrá un cambio real en las escuelas que no
funcionen adecuadamente (Daly et al. 2015). Al igual que en los estudios de investigación
revisados en la sección anterior, algunos libros se concentran en la implementación del
pensamiento sistémico en relación con un tema en particular -en este caso, un tema que se
conceptualiza como esencial para una transformación educativa eficaz. Por ejemplo, el libro
de Hoban (2002), Teacher Learning for Education Change: Un enfoque de pensamiento
sistémico, concentrado directamente en el aprendizaje de los profesores. Afirmó que una de
las razones de los decepcionantes resultados de muchos de los esfuerzos realizados en el
pasado para lograr un cambio en la educación era una visión excesivamente simplista del
aprendizaje de los profesores, incompatible con la complejidad de este factor. Según Hoban,
el aprendizaje de los maestros sobre cómo hacer algo nuevo en el aula a menudo tiene
consecuencias para otros aspectos de la práctica en el aula. Como tal, debe considerarse como
parte de un marco conceptual basado en procesos no lineales de cambio educativo, es decir,
los procesos en los que existen múltiples condiciones que exigen para interconectarse como
un sistema a fin de lograr dicho cambio. (Para este propósito, Hoban s)
Otro libro, Transformando Escuelas: Creating a Culture of Continuous Improvement, de
Zmuda et al. (2004), se centra en las transformaciones que hacen de las escuelas un lugar
donde todos los miembros del personal mejoran constantemente su enseñanza, aprendizaje y
trabajo para aumentar los logros de los estudiantes, o en otras palabras, la organización del
aprendizaje (véase la sección 3.1.1). Estos autores afirmaron que el pensamiento sistémico es
la "puerta" a la mejora continua del personal de la escuela. A través de conversaciones
colegiales, los educadores pueden superar su tendencia a entender la escuela a través de un
conjunto de suposiciones sobre las prácticas actuales y su efectividad percibida, y en su lugar
aprender a ver la escuela como un sistema de componentes entrelazados con un propósito
determinado. Así, pueden examinar los elementos de la escuela, sus interacciones y su
eficacia documentada en la realización de los objetivos de la escuela. Sólo después de este
cambio pueden los educadores entienden que su trabajo, tanto individual como colectivo,
contribuye a la mejora continua de la escuela. En opinión de Zmuda y sus colegas,
convertirse en un sistema competente implica pasar del pensamiento inconexo al pensamiento
sistémico, de un entorno de aislamiento a otro de colegialidad, y de la autonomía individual a
la autonomía colectiva, la responsabilidad y la rendición de cuentas. En el proceso de
construcción de la escuela como un sistema competente, el personal miembros emergen como
una comunidad profesional de aprendizaje, abrazando a las comunidades la responsabilidad
como la única manera de lograr su visión común para todos los estudiantes.
En un libro anterior, Cinco tecnologías para el cambio educativo: Systems Thinking, Systems
Design, Quality Science, Change Management, Instructional Technology, Salisbury (1996)
combinó el pensamiento sistémico con los otros cuatro métodos o tecnologías mencionados
en el título de su libro en el contexto del cambio escolar. Afirmó que estas tecnologías deben
ser vistas como un conjunto más bien que como entidades separadas, porque cada una es
verdaderamente efectiva sólo cuando se usa en conjunto con las otras. Cuando se aplican por
separado, sólo producen resultados parciales; el potencial de cambio positivo surge de sus
fuerzas complementarias, y a las acciones. Salisbury también afirmó que el pensamiento
sistémico es la semilla de la que surgen las otras tecnologías, y que es la lente que enfoca las
otras tecnologías en un relación sinérgica (ver también King y Frick 2000).
Es importante destacar que, aunque estos libros proporcionan marcos de referencia valiosos,
no lo hacen. decodificar las características del pensamiento sistémico holístico como un
enfoque integral para aquellos en posiciones de liderazgo en la escuela. Este libro presentará
los sistemas el pensamiento como un marco práctico más amplio, que puede ser utilizado por
los líderes escolares regularmente durante la vida escolar diaria.
4.3 CONCLUSIÓN
La literatura existente sobre el pensamiento sistémico en el liderazgo escolar que se revisó en
este capítulo es importante, aunque limitada. Nuestra meta es conceptualizar el pensamiento
sistémico como un enfoque integral de liderazgo educativo, que los directores de escuela
pueden utilizar según sea necesario durante su trabajo rutinario. Hacia ese fin, el siguiente
capítulo presenta y explica nuestro enfoque de Liderazgo Escolar Holístico impulsado por
sistemas y sus características.

Assaraf Ben-Zvi, O., Dodick, J., y Tripto, J. (2013). La comprensión de los estudiantes de secundaria de la del
cuerpo humano. Research in Science Education, 43(1), 33-56.

Boersma, K., Waarlo, A., & Klaassen, K. (2011). La viabilidad del pensamiento sistémico en biología
educación. Journal of Biological Education, 45(4), 190-197.

Chance, P. L. (2005). Involucrar a las comunidades a través del desarrollo de la visión: Un enfoque sistémico
para relaciones públicas. Journal of School Public Relations, 26(2), 139-155.

Daly, A. J., Moolenaar, N. M., Liou, Y., Tuytens, M., & del Fresno, M. (2015). ¿Por qué tan difícil? Explorar
las relaciones negativas entre los líderes educativos: El papel de la confianza, el clima, y eficacia. American
Journal of Education, 122(1), 1-38.

Dyehouse, M., Bennett, D., Harbor, J., Childress, A., & Dark, M. (2009). Una comparación de los valores y
enfoques de pensamiento sistémico para la evaluación de programas, ilustrados con el método de Indiana
interdisciplinario GK-12. Evaluation and Program Planning, 32(3), 187-196.

Eilam, B. (2012). Pensamiento sistémico y relaciones de alimentación: Aprender con un modelo de ecosistema
vivo. Ciencias de la instrucción: An International Journal of the Learning Sciences, 40(2), 213-239.

Finnigan, K. S., & Daly, A. J. (2016). Por qué necesitamos pensar sistémicamente en la política educativa y la
reforma. En A. J. Daly & K. S. Finnigan (Eds.), Thinking and acting systemically: Mejorando distritos escolares
bajo presión (págs. 1-9). Washington, DC: Investigación Educativa Americana Asociación

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