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Las situaciones de la vida son complejas y sorprendentes.

Para algunos, un día


mal, triste, puede significar para otros un cumpleaños o el mejor de sus días en
toda su vida. Y lo más curioso, es que esto pasa todos los días, a cada hora,
minuto y segundo de la vida. Mientras unos nacen otros mueren, mientras otros
festejan otros lloran y así sucesivamente.
La relación médico-paciente es aquella que se establece entre dos individuos, que
en gran mayoría antes no han cruzado palabra, y que se da cuando el médico
intenta aliviar al enfermo, y este, en su condición de convaleciente, entrega su
integridad y espera ser asistido de la mejor manera. La preocupación frente a la
casi inexistente relación que hoy mantienen muchos médicos con sus atendidos.
Con este panorama, la relación médico-paciente evidentemente se ha visto
estropeada, y del antiguo vínculo de amistad, o incluso casi parentesco, que los
profesionales de la salud más veteranos mantuvieron con sus pacientes, hoy solo
quedan las experiencias.
Como personas, no podemos cambiar ello pero sí respetarlo y empatizarlo.
En el ámbito médico, es duro conocer la historia de vida de un paciente
completamente, es duro dar malas noticias y es incluso más duro el tener que dar
apoyo/esperanza cuando no tenemos ni fuerzas para animarnos a nosotros
mismos y eso también es parte de vivir.

Si supiéramos las situaciones y circunstancias de las personas ¿seriamos más


capaces de sentir empatía o simplemente sentiríamos vergüenza o lástima?
El sentimiento de otros no nos pertenece, no es algo que podamos controlar, no
es nuestra responsabilidad, incluso cuando podemos ser los causantes de ese
sentimiento, sólo la otra persona sabe y es consciente de cuánto le afecta, ya sea
para bien o para mal, a nosotros como individuo sólo nos queda el ser
observadores y callar sin juzgar.

Muchas veces descargamos nuestros enojos en otros, en personas que no tienen


nada que ver con nuestros problemas y eso solo trae como consecuencias el
desarrollo de muchas más situaciones que podrían o no afectarnos. Sí, somos
humanos, y está bien sentir enojo o tristeza, pero eso no es excusa para
culpabilizar a otros de ello.

La relación entre un médico y su paciente suele ser así, con altibajos, conflictiva y
poco fructífera al principio, pero luego al ir irradiando el sentimiento de confianza y
con nuestro voto de silencio podemos lograr que nuestro paciente se abra cada
vez más con nosotros mismos facilitando así el poder diagnosticársele su
enfermedad, dándole una mano ayuda para concebir la completa erradicación de
la misma.

Somos médicos, y ser médicos no nos hace ni más ni menos, simplemente nos
hace abrir los ojos un poco más ante las situaciones del mundo y de las personas
dejando muchas veces a un lado nuestros propios conflictos.

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