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CAPITULO XXIII

CONTRIBUCIONES A LA TEORfA DEL


CARACTER ANAL (1921) 19•

EL AMPLIO campo abierto a la ciencia del psicoanálisis en la actuali-


dad, ofrece abundancia de ejemplos del rápido crecimiento del cono-
cimiento psicológico por el camino de una investigación purantemente
inductiva. Quizás el más notable e instructivo de ellos es el desarrollo
de Ja teoría del carácter anal. En 1908, cerca de quince años después de
la aparición de su primera contribución a la psicología de las neu-
rosis, freud publicó un breve trabajo titulado "Carácter y erotismo
anal". Ocupaba sOio tres páginas de una revista, y era un modelo de
expresión sintética y de prudente y claro resumen. El creciente nú-
mero de sus colab_oradores, entre los cuales puede mencionanse a
Sadger, Ferenczi y Jones, ayudó a extender los límites del conoci-
miento verificado. La teoría relativa a los productos de la tr~nsfor­
mac~ó~_ d_el ~ro.~\s;w. ~ a.n.a,l, ga.n,6. una importancia insospechada cuando,.
en 1913, siguiendo a la valiosa investigación de Jones sobre "Odio y
erotismo anal en la neurosis obsesiva", Freud formuló una primera
organización "pregenital" de la libido. Consideró que los síntomas de
la neurosis obsesiva eran el resultado de una regresión de la libido
a esa etapa del desarrollo. caracteriza.da por la preponderancia. c;le }<?_~­
componentes instintivos anal y sádico. Esto arroj_t? n_l_!.e~~ luz, tanto
sobre la sintomatología de la 1_1eJ~xosis obsc;siva ~9Jllº sobre las pecu-
liaridades caractero_l_Qgicas de. la pers<?n.a que la-padece. sobre el deno-
mina~_,9- "~-carácter obsesivo". Agregaré. anticipando -µna publicación
futüi:3.. - que se encuentran anomalías de carácter muy semejante en
aquellas personas propensas a estados de ánimo melancólicos o ma-
níacos. Y es necesario el estudio más estricto posible de los rasgos de
carácter anal-sádico antes de proceder a la investigación de las afec-
ciones· mencionadas en último término, que nos resultan todavía tan
enigmáticas. El presente estudio s~ refiere principalmente a las con-
tribuciones anales a la formación del carácter. La última gran obra
de Jones 194 sobre este tema presenta abundante material de valor,.
pero no lo agota. Pues el trabajo de una sola persona no. puede hacer-

198 (NO 70, B. A.) •


194 "Rasgos· de carácter anal-eróticos" (1918).
PSICOANÁLISIS CÚNICO 285

justma a Ja multiplicidad y complejidad de los fenómenos; todo ana-


lista que posea datos propios debería publicarlos, para contribuir así
· al cuerpo del conocimiento psicoanalítico. Del mismo modo, el pro-
pósito de las observaciones siguientes, es extender en ciertas direccio-
nes la teoría de los rasgos de carácter anales. Se aludirá con frecuencia
en este estudio a otro problema de gran importancia teórica. Hasta
el presente, sólo comprendemos muy incompletamente las relaciones
psicológicas particulares que hay entre los dos impulsos del sadismo
v el erotismo anal, a los que siempre mencionamos estrechamente
asociados, casi como por hábito. Intentaré la solución de este pro-
blema en uñ trabajo posterior.
En su primera descripción del carácter anal, Freud ha dicho que
algunos neuróticos presentan tres rasgos de carácter particularmente
pronunciados, a saber, un amor al orden que a menudo se convierte
en pedantería. un parsimonia que con frecuencia es mezquindad, y
una obstinación que puede convertirse en colérico desafío. Estableció
el hecho de que en estas personas estaba especialmente acentuado el
placer primario en la evacuación del intestino y en sus productos; y
también, que luego de una represión exitosa, su coprofilia es subli-
mada en el placer de pintar, modelar y actividades similares, o sigue
el camino de la formación reactiva para convertirse en un especial
amor a la limpieza. Señaló finalmente la equivalencia inconciente de
las heces y el dinero u otros valores. Entre otras observaciones, Sad-
ger 195 ha dicho que las personas que tienen un pronunciado carácter
anal están convencidas por lo general de que ellas pueden hacer cual-
quier cosa mejor que los demás. También habla de una contradicciOn
en su carácter, a saber, una gran perseverancia unida a la tendencia
a posponer la> realización de todo hasta el último momento.
Pasaré por alto las observaciones aisladas que en la literatura
psicoanalítica han hecho otros autores, y volveré al amplio y concien-
zudo estudio de Jones sobre el tema. Diré ante todo que no discrepo
de este autor en ningún punto, pero creo no obstante que sus propo-
siciones necesitan ser ampliadas y completadas en algunos aspectos.
Jones distingue muy correctamente dos actos diferentes en el pro-
f.:"eso que designamos generalmente como la educación del niño en
los hábitos de limpieza. Se le debe enseñar al niño no sólo a no
ensuciar su cuerpo y las proximidades con los excremento~. sino tam-
bién a efectuar las funciones excretoras en horas establecidas. En
otras palabras, tiene que abandonar su coprofilia y su placer en los
procesos de excreción. Este doble proceso de limitación de los impul-
sos infantiles, junto con sus consecuencias en la esfera psíquica, requie-
re ulterior investigación. ·
El primitivo método de evacuación del niño pone toda la super-.
ficie de sus nalgaí y extremidades inferiores en contacto con la orina

195 "Analerotik und Analcharakter" (1910).


286 KARL ABRAHAM

y los excrementos. A los adultos, este contacto les parece desagrada-


ble y aun repulsivo, pues sus represiones los han alejado de la reac-
ción infantil ante estos procesos. No pueden apreciar las fuentes de
las que extrae placer la libido infantil, ya que al niño le producen
sensaciones agradables el flujo de cálida orina sobre la piel y el con-
tacto con la tibia masa de excrementos. El niño sólo comienza a
manifestar signos de incomodidad cuando los productos excretados se
enfrían contra su cuerpo. Es el mismo placer el que busca cuando en
un período posterior manipula sus. heces. Ferenczi 1 96 ha bosquejado
la evolución ulterior de esta tendencia infantil. No debe olvidarse,
además, que el placer ·en la visión y la percepción olfativa de los
excrementos está asociado con estos sentimientos.
El placer especial en el acto de la excreción, al que debemos
diferenciar del placer en los productos de ese proceso, comprende,
aparte de -las sensaciones físicas, una gratificación psíquica basada en
la consecución del acto. Ahora bien, en cuanto la educación del niño-
exige una estricta regularidad de las excreciones, así como higiene.
expone a SUi narcisismo a la primera prueba severa. La mayoría de los.
niños se adaptan, tarde o temprano, a esas exigencias. En los casos
favorables, el niño consigue hacer de necesidad virtud, por decirlfr
así; en otras palabras, se identifica con las demandas de sus educado-
res y se siente orgulloso de su logro. Se compensa así la ofensa prima-
ria contra su narcisismo, y el sentimiento original de la autogratifi-
cación es reemplazado por la gratificación del logro, del "ser bueno' ..
ante la estimación de sus padres.
No todos los niños tienen el mismo éxito en este aspecto. Debe
concederse especial atención al hecho de que hay ciertas compensa-
ciones tras las cuales se oculta un obstinado aferramiento al primitivo
derecho a la autodeterminación, que a veces irrumpe violentamente
con posterioridad. Me refiero a esos niños (y también adultos, por
supuesto) que son notables por su "bondad", corteses maneras, y obe-
diencia, pero que fundan sus impulsos rebeldes subyacentes en el
hecho de haber sido obligados a someterse desde la infancia. Estos
casos tienen su propia historia evolutiva. En una de mis pacientes pude
rastrear hasta la primera infancia el curso de los acontecimientos,
respecto a lo cual, sin duda, fueron de valor afirmaciones anteriores
de su madre.
La paciente era la del medio entre tres hermanas. Manifestaba
con desusada claridad y muy completamente los rasgos del hijo "me-
dio", que Hug-Hellmuth 101 ha descrito recientemente de un modo
tan esclarecedor. Pero su terquedad, asociada de la manera más clara
con su aserción del derecho infantil a la autodeterminación, en el

196 "Sobre Ja ontogénesis de un interés por el dinero" (1916).


197 "Vom mittlerem Kin<lc" (1921).
PSICOANÁLISIS CLÍNICO 287"

sentido ya mencionado, derivaba, en última instancia, de una cir-·


cunstancia particular de su niñez.
Cuando nació, su hermana mayor tenía menos de un año. La
madre no había conseguido educarla completamente en los hábitos de·
higiene cuando la recién llegada le impuso una doble cantidad de·
lavados, tanto corporales como de ropas. Cuando la paciente tenía
unos pocos meses la madre quedó embarazada por tecera vez, y decidió·
apresurar la educación de la segunda hija en los hábitos de higiene,
para no ser demasiado absorbida por ella cuando naciera su tercer
hijo. Exigió obediencia de su parte, en cuanto a la ejecución de sus
necesidades, más temprano de lo que es usual, y reforzó el efecto de
sus palabras con cachetadas. Las medidas produjeron un resultado
que fue bienvenido por la atribulada madre. La niña se convirtió·
anormalmente temprano en un modelo de limpieza, y se mostró al
crecer asombrosamente obediente. Cuando fue mayor, la paciente ex-·
perimentaba un constante conflicto entre una actitud conciente de·
sumisión, resignación y disposición al sacrificio, y un inconciente·
deseo de venganza.
Este breve relato ilustra de una manera instructiva los efectos.
de las tempranas ofensas al narcisismo infantil, especialmente en
cuanto estas ofensas son de un carácter persistente y sistemático, e
imponen prematuramente sobre el niño un hábito, antes de que esté·
psíquicamente preparado para él. Esta disposición psíquica sólo apa-
rece cuando el niño comienza a transferir a objetos (su madre, etc.)
Jos sentimientos que tienen originalmente límites narcisistas. Una vez-
que el niño adquiere tal capacidad, se mantendrá limpio "en home--
na je a" esa persona. Si la limpieza se le exige demasiado temprano,
adquirirá el hábito a través del temor. Su resistencia interior perma-
necerá, y su libido perpetuará una tenaz fijación narcisista, y resul-
tará de ello una perturbación permanente de la capacidad de amar.
Toda la importancia que tiene tal experiencia para el desarrollo·
psicosexual del niño, sólo se hace evidente si examinamos en detalle·
el curso del placer narcisista. Jones destaca la relación entre la auto-
estima elevada del niño y sus actos excretores. En un breve traba-
jo 198, he presentado algunos ejemplos para demostrar que la idea
infantil de la omnipotencia de sus deseos y pensamientos puede pro--
ceder de un período en el que se atribuye una importancia de tal
especie a las excreciones. La experiencia ulterior me convenció de que·
éste es un proceso regular y típico. La paciente mencionada sufrió·
una perturbación en el disfrute de su placer narcisista de esta clase.
Los severos y penosos sentimientos de insuficiencia que la afligieron
después, derivan probablemente, en última instancia, de esta prema-
tura destrucción de su "megalomanía" infantil.

198 Cf. capítulo XVII.


238 KARL ABRAHAM

Esta consideración de la excreción como un signo de enorme


poder, es extraña a la conciencia de los adultos normales. Que sin
embargo persiste en el inconciente, lo demuestran muchas expresio-
nes cotidianas, en su mayoría de carácter jocoso; por ejemplo, a me-
nudo se denomina el "trono" al asiento del w.c. No puede ser mo-
tivo de asombro el que los niños que crecen en un ambiente fuerte-
mente anal-erótico incorporen estas comparaciones que oyen con fre-
cuencia al cuerpo de sus recuerdos, y que las utilicen después en las
fantasías neuróticas. Uno de mis pacientes tenía la compulsión de
encontrar un significado de este tipo en el himno nacional alemán.
Transmutándose en el Kaiser, en sus fantasías de poder, se imaginaba
"el gran deleite" de "bañarse en la gloria del trono", esto es, de tocar
sus propios excrementos.
Una vez más, el lenguaje nos da ejemplos característicos de esta
sobreestimación de la defecación. En español, la expresión común
para ello, "regir el vientre" que se usa muy seriamente, indica clara-
mente el orgullo que ocasiona a la persona el funcionamiento de sus
intestinos.
Si reconocemos en el orgullo infantil de la evacuación un senti-
miento de poder primitivo, podemos comprender el peculiar sentimien-
to de desvalimiento que se encuentra tan a menudo en los pa-
cientes con constipación neurótica. Su libido ha sido desplazada de
la zona genital a la anal, y ellos deploran la inhibición de la fun-
ción intestinal como si fuera una impotencia genital. Al referirnos a
una persona hipocondríaca a raíz de sus excreciones, estamos tentados
de hablar de una impotencia intestinal.
Estrechamente relacionada con este orgullo, está la idea de mu-
chos neuróticos, primero descrita por Sadger, de que deben hacer todo
ellos mismos porque nadie podría hacerlo tan bien. Según mi expe-
riencia, esta convicción se exagera a menudo hasta el extremo de que
el paciente piensa que es una persona excepcional. Se convierte en
pretencioso y arrogante, y tiende a subestimar a todos los demás. Un
paciente expresó esto como sigue: "Todo lo que no sea yo, es basu-
ra". Estos neuróticos sólo encuentran placer en poseer una cosa que
nadie más tenga, y despreciarán toda actividad que deben compartir
con los demás.
La sensibilidad de la persona con carácter anal ante intrusiones
externas de cualquier clase en el campo de su poder, real o supuesto,
es bien conocida. Es muy obvio que el psicoanálisis suscitará en tales
personas la más violenta resistencia, pues lo consideran una inaudita
interferencia en su modo de vida. "El psicoanálisis hurga en mis
asuntos", dijo un paciente, expresando así inconcientemente su acti- ·
tud anal y pasivo-homosexual hacia el analista.
Jones subraya el hecho de que muchos neuróticos de esta clase
se aferran obstinadamente a su propia manera de hacer las cosas. Se
niegan completamente a adaptarse a cualquier arreglo impuesto desde
PSICOANÁLISIS CÚNICO 289

afuera, pero cuando han concebido uno ellos mismos, espe.ran que los
demás lo acepten. Como ejemplo, mencion¡,lré la introducción de· es·
trictas reglas para aplicar en las oficinas, o la redacción de un libi:o
que contenga reglas o recomendaciones taxativas para la organización
de todas las oficinas de cierto tipo.
El siguiente es un notable ejemplo de esta clase. Una madre
redactó un programa en el cual ordenaba el día de su hija ,de la
manera más detallada. Las órdenes para la mañana temprano eran
éstas: 1) Levántate. 2) Usa el baño. 3) Lávate, etc. Durante "la ma-
ñana solía golpear de tiempo en tiempo a la puerta de su hija, y le
preguntaba: "¿Adónde has llegado ahora?"' Entonces la niña tenía
que responder, "9" o "15", según fuera el caso. De este modo la
madre vigilaba estrictamente la ejecución de su plan.
Puedo decir aquí que todos esos sistemas, no sólo testimonian una
obesesión por el orden en su inventor, sino también su amor al poder,
que es de origen sádico. Luego me ocuparé en detalle de la combina·
ción de los impulsos anal y sádico.
Debe aludirse también al placer que encuentran esos neuróticos
en catalogar y registrar todas las cosas, en hacer resúmenes tabulados,
y en ocuparse con estadísticas de todo tipo.
Muestran también la misma terquedad respecto a los pedidos o
demandas que les hacen otras personas. Recordamos la conducta de
esos niños que se constipan cuando se les solicita la defecación, pero
luego ceden a la necesidad en un momento que les resulta agradable.
Tales niños se rebelan igualmente contra la orden de evacuar el in-
testino y contra la necesidad que experimentan de hacerlo; su deseo
de posponer la evacuación es una protección contra ambos impe-
rativos.
La deposición de los excrementos es la primera forma en que el
niño "da" o "regala" una cosa; y el neurótico exhibe a menudo la
terquedad descrita en materia de dar. En consecuencia, se negará a
un pedido que se le hace, pero por su propia voluntad' hará un regalo
generoso. Lo importante aquí es preservar su derecho a la decisión.
Encontramos con frecuencia en nuestros psicoanálisis que un esposo
se opone a todo gasto propuesto por la mujer, y después le da "por su
libre decisión" más de lo que ella había pedido. A esos hombres les
encanta mantener a sus esposas dependientes de ellos financieramen-
te. Asignar dinero en cuotas que ellos mismos determinan, es una
fuente de placer. Encontramos una conducta similar en algunos neu-
róticos respecto a la defecación, que ellos sólo permiten que se pro-
duzca in refracta dosi. U na tendencia especial que tienen estos hom-
bres y mujeres, es la de distribuir alimentos en porciones como mejor
les parece, y este hábito asume a veces formas grotescas. Por ejem·
plo, está el caso de un viejo cicatero que alimentaba a su cabra dán-
dole cada hoja de hierba' por separado. Tales personas gustan de sus-
290 KARL ABRAHAM

citar en los demás deseo y expectación, y luego ofrecerles gratifica-


ción en porciones pequeñas e insuficientes.
En aquellos casos en los que tienen que ceder ante una demanda
de otra persona, algunos de estos neuróticos se esfuerzan por conser -
var una apariencia de haber tomado una decisión personal. Un ejem-
plo de esto es la tendencia a pagar con cheques inclusive las cantida-
des más pequeñas; de este mod'o la persona evita el uso de la moneda
corriente, y crea su "propia moneda" en cada caso. El desagrado que
ocasiona el pago disminuye en la misma medida en que aumentaría
si hubiera que efectuarlo en dinero. Debo aclarar, sin embargo, que
aquí operan también otros motivos.
Los neuróticos que desean introducir su propio sistema en todas
las cosas, son inclinados a exagerar sus críticas a los demás, y esto de-
genera a menudo en el mero vituperio. En la vida social constituyen
el cuerpo principal de los descontentos. Sin embargo, como Jones lo
ha demostrado concluyentemente, la característica anal original de la
terquedad puede desarrollarse en dos direcciones diferentes. En algu-
nos casos nos encontramos con inaccesibilidad y empecinamiento, esto
es, con características que son improductivas y antisociales. En otros
nos encontramos con perseverancia y escrupulosidad, esto es, con ca-
racterísticas socialmente valiosas en la medida en que no sean extre-
mas. Debemos aquí llamar la atención una vez más hacia la existencia
de otras fuentes instintivas, además del erotismo anal, que refuerzan
estas ten9-encias.
El tipo opuesto ha recibido muy poca consideración en la lite-
ratura psicoanalítica. Hay ciertos neuróticos que evitan tomar nin-
guna clase de iniciativa. En la vida ordinaria quieren algún tipo de
padre o madre atentos que esté continuamente a mano para eliminar
las dificultades que se les presenten. En el psicoanálisis lamentan tener
que dar asociaciones libres. Les agradaría yacer en reposo, y dejar que
el médico realice todo el trabajo analítico, o ser interrogados por él.
La semejanza de los hechos que descubre el análisis de estos casos,
me permite decir que estos pacientes solían en su niñez resistir al
acto de defecación que se les requería, y que luego se evitaban esta
molestia mediante frecuentes enemas o purgas que les daba su madre
o padre. Para ellos, la asociación libre es una evacuación psíquica, y
-así como sucedía con la evacuación física- les desagrada que se les
pida que la efectúen. Esperan continuamente que se les facilite la
tarea, o que otro haga el trabajo en lugar de ellos por entero. Puedo
recordar un reverso de esta resistencia, que también he atribuído a
fuentes eróticas anales en un trabajo anterior 19 9. Me refiero a esos
pacientes que quieren hac~r todo ellos mismos, según su propio mé-
todo, en su psicoanálisis, y que por ello se niegan a efectuar la aso-
ciación libre prescrita.

199 Cf. Capítulo XV.


PSICOANÁLISIS CLÍNICO 291
En este trabajo intento tratar, no tanto las formaciones .de sín-
tomas neuróticos que surgen del erotismo anal reprimido, sino más
bien sus manifestaciones caracterológicas. Por lo tanto, sólo tocaré las
diverslis formas de inhibición neurótica que evidentemente tienen que
ver con un desplazamiento de la libido a la zona anal. El hecho de
que la evitación del esfuerzo es un rasgo frecuente del carácter anal,
necesita una discusión ulterior; y debemos considerar brevemente qué
sucede en la persona que padece el denominado "carácter obsesivo".
Si la libido del varón no alcanza por completo la etapa de la
organización genital, o si regresa desde ella a la fase anal, el resul-
tado invariable es una disminución deo.la actividad masculina en todos
los sentidos de la palabra. Su productividad fisiológica está ligada con
la zona genital. Si su libido regresa a la fase anal-sádica, pierde su
poder productivo, y no sólo en el sentido meramente genésico. Su
libido genital debe proporcionar el primer impulso para el acto pro-
creativo. y con ello, para la creación de un nuevo ser. Si falta la
iniciativa ·necesaria para este cicto reproductivo, encontramos invaria-
blemente una carencia de productividad e iniciativa en otros aspectos
del comportamiento. Pero los efectos van todavía más allá.
Unida a la actividad genital masculina está una actitud senti-
mental positiva hacia el objeto amoroso, y ella se extiende a su con-
ducta hacia otros objetos y se expresa en su capacidad para la adap-
tación social, en su devoción a ciertos intereses e ideas, .etc. En todos
estos aspectos la formación del carácter de la etapa anal-sádica es
inferior a la de la fase genital. El elemento sádico, que es de gran
importancia en la vida emocional del hombre normal, una vez que
ha sufrido la's transformaciones apropiadas a través de la sublima-
ción, aparece con fuerza particular en el carácter obsesivo, pero queda
más o menos mutilado a consecuencia de la ambivalencia de la vida
instintiva de tales personas. También contiene tendencias destructo-
ras hostiles al objeto y en razón de esto no puede ser sublimado hacia
la real capacidad de devoción al objeto amoroso. Pues no debe con-
fundirse con una real transferencia amorosa a la formación reactiva
de una gran amabilidad y buena voluntad que se observa a menudo
en estas personas. Aquellos casos en los que se ha llegado en alguna
medida al amor objetivo y a la organización genital de la libido, son
más favorables. Si el ya mencionado rasgo de carácter del exceso de
bondad, se combina con un parcial amor objetivo de esta clase, se
produce una variedad socialmente útil, que sin embargo, es inferior
al amor objetivo total en aspectos esenciales.
En los individuos cuya genitalidad está más o menos dañada,
encontramos regularmente una tendencia inconciente a considerar. a
la función anal como la actividad productiva, y a pon~r de manifiesto
que la actividad genital no es esencial, y la anal es, mucho más im-
portante. La conducta social de estas personas está, por consiguiente,
fuertemente ligada al dinero. Les agrada hacer obsequios de dinero
292 KARL ABRAHAM

o equivalentes, y tienden a convertirse en patronos de las artes o


benefactores de alguna clase. Pero su libido permanece más o menos
apartada de los objetos, de modo que el trabajo que ellos cumplen
resulta improductivo en el sentido esencial. En modo alguno carecen
de perseverancia, que es un rasgo frecuente del carácter anal, pero
ésta es empleada en su mayor parte de un modo improductivo. La
emplean, por ejemplo, en la pedantesca observancia de formas fijas,
de modo que en los casos desfavorables su preocupación por la forma
exterior supera a su interés por la realidad de la cosa. Al considerar
las diversas maneras en que el carácter anal perjudica a la actividad
masculina, no debemos olvidar la tendencia, a menudo muy obstina-
da, a postergar todas las acciones. Estamos bien familiarizados con su
origen. Asociada frecuentemente con ella está la tendencia a interrum-
pir toda actividad que ha sido iniciada; de modo que en algunos
casos, tan pronto como una persona comienza a hacer algo, puede
predecirse que pronto ocurrirá alguna interrupción.
Con menor frecuencia he encontrado la conducta inversa. Por
ejemplo, uno de mis pacientes se vio impedido de escribir su tesis
doctoral por una larga resistencia. Después de que varios motivos de
ella salieran a luz, encontramos el siguiente: declaró que vacilaba en
comenzar su trabajo, pues una vez empezado ya no podría abando-
narlo. Esto nos recuerda la conducta de ciertos neuróticos respecto a
sus excreciones. Retienen al contenido del intestino o de la vejiga
tanto tiempo como les resulta posible. Cuando finalmente ceden a
una necesidad que ya es demasiado fuerte, no hay más retención, y
evacúan todo el contenido. Debe observarse en especial que hay aquí
un doble placer, el de retener los excrementos, y el de evacuarlos. La
diferencia esencial entre las dos formas de placer reside en que en
un caso el proceso es prolongado, y en otro tiene un curso rápido.
En lo que atañe al paciente mencionado, el demorado comienzo del
trabajo significaba la conversión del placer en la retención, en placer
en la evacuación 200.
Un detalle de la historia del mismo paciente mostrará hasta qué
grado la preponderancia del erotismo anal sobre el genital hace al
neurótico inactivo e improductivo. También durante su análisis per-

200 La tendencia a retener los excrementos representa una forma especial de


afición a la anticipación del placer, y me parece merecer una consideración espe-
cial. En este lugar sólo mencionaré un punto al respecto. Recientemente se han
realizado frecuentes intentos para establecer dos "tipos psicológicos" opuestos, y
englobar a todos los individuos en una u otra categoría. Recordaremos los tipos
"extravertido" e "introvertido" de Jung. El paciente a quien mencioné estaba
indudablemente vuelto hacia sí mismo en el grado más alto, pero en el curso
de su análisis abandonó más y más esa actitud de hostilidad hacia los objetos.
Esta experiencia y muchas semejantes prueban que Ja "introversión" en el sentido
de Jung es una adhesión infantil al placer de la retención. Por lo tanto, estamos
frente a una actitud que puede ser adquirida o abandonada, y no frente a una
manifestación de un tipo psicológico rígido.
PSICOANÁLISIS CLÍNICO 293

maneció inactivo por un largo período, y por medio de esta resistencia


impidió que se efectuara ningún cambio en su estado y circunstan-
cias. Como es a menudo el caso de los pacientes obsesivos, su único
método de hacer frente a las dificultades externas o internas era rene-
gar violentamente. Estas expresiones afectivas eran acompañadas por
una conducta muy significativa. En lugar de pensar en el éxito de su
trabajo, solía reflexionar sobre la cuestión de si sus juramentos le
llegarían a Dios o al Diablo, y de cuál es el destino de las ondas de
sonido en general. De este modo su actividad intelectual era reem-
plazada por la cavilación neurótica. Se evidenció en sus asociaci<?nes
que el problema del lugar a donde llegan finalmente los sonidos se
refería también a los olores, y que en última instancia tenía un ori-
gen anal erótico (flato) .
Puede decirse en general, que cuant9 más menoscabadas están en
los neuróticos la actividad masculina y la productividad, más pro-
nUnciado es su interés pof la posesión, y esto de una manera que
se aparta considerablemente de lo normal. En los casos marcados de
carácter anal, casi todas las relaciones de la vida son trasladadas a la
categoría de tener (aferrar) o dar, esto es, de la propiedad. Es como
si el len1a de estas personas fuera: "Quien me da algo es mi amigo;
quien desea algo de mí, es mi enemigo". Un paciente dijo que no
podía tener sentimientos amistosos hacia mí durante el tratamiento,
y agregó la explicación: "En tanto tengo que pagarle algo a alguien,
no puedo ser cordial con él". Encontramos el exacto .reverso de este
comportamiento en otros neuróticos: sus sentimientos amistosos hacia
una persona aumentan en proporción a la ayuda que ésta necesita
y solicita.
En el primer grupo, y el más amplio, la envidia se presenta cla-
ramente como el principal rasgo de carácter. La persona envidiosa no
muestra sólo un deseo de las posesiones de los demás, sino que están
asociados con aquél impulsos de rencor contra el privilegiado; propieta-
rio. Pero haremos solamente una referencia incidental a las raíces
anales y sádicas de la envidia, dado que ambas tienen una importan-
cia menor y auxiliar en la producción de ese rasgo de car<icter, que
se origina en la fase anterior, oral, del desarrollo de la libido. Bas-
tará un ejemplo para demostrar la relación de la envidia con las
ideas anales de posesión, y es la muy frecuente envidia del analista
por parte del paciente. Éste le envidia su posición "superior'', y con-
tinuamente se compara con él. Un paciente dijo una vez que la dis-
tribución de los papeles en el psicoanálisis era demasiado injusta,
pues era él quien tenía que hacer todos los sacrificios: visitar al mé-
dico, producir las asociaciones, y pagar el dinero del trato. El :mismo
paciente tenía también el hábito de calcular los ingresos de todas las
personas que conocía.
Nos hen1os acercado mucho ahora a uno de los rasgos clásicos de
la persona de carácter anal, a saber, a su especial actitud hacia el
294 KARL ABRAHAM

dinero, que es por lo común de parsimonia y avar1c1a. Pese a la fre-


cuencia con que esta característica ha sido confirmada en la literatura
psicoanalítica, hay todavía varios rasgos relacionados con ella que no
han recibido mucha atención, y que por lo tanto voy a trátar.
Hay casos en los que la relación entre la retención intencional
de los excrementos y la parsimonia sistemática es perfectamente clara.
Puedo mencionar el caso de un rico banquero que reiteradamente les
deCía a sus hijos que debían retener el contenido del intestino tanto
tiempo como les fuera posible, para aprovechar al máximo el costoso
alimento que comían.
Algunos neuróticos limitan su parsimonia o avar1c1a a ciertos
tipos de gasto, mientras que en otros emplean el dinero con sorpren-
dente liberalidad. Hay· una clase de pacientes que evita gastar dinero
en cosas que "pasan". Un concierto, un viaje, una visita a una exhi-
bición, implican gasto, y no se obtiene en retribución nada perma-
nente. Conocí a Una persona que no iba a la ópera por esta razón;
no obstante, compraba part~turas para piano de las óperas que no
había escuchado, pues de este modo obtenía algo "duradero". A lgu-
nos de estos neuróticos no quieren gastar dinero en alimentos, p11es
ellos no son conservados como posesión permanente. Es signi_ficativo
que haya otro tipo de paciente que de muy buen grado gasta dinero
en alimentos, por los que siente un interés exacerbado. Éstos son los
neuróticos que están continua y ansiosamente vigilando su cuerpo,
-verificando su peso, etc. Su interés se refiere a saber qué es lo que
queda, del material que introducen en el cuerpo, en calidad de pose-
sión permanente. Es evidente que identifican el contenido con el
dinero.
En otros casos encontramos que el neurótico traslada la parsimo-
nia a todos los sectores de su vida; y en algunos puntos llega a extre-
mos que no le reportan ninguna economía apreciable. Mencionaré
a un mezquino excéntrico que solía andar por su casa con los panta-
lones sin abotonar, para que los ojales no se gastaran muy rápida-
mente. Es fácil presumir que en este caso actuaban también otros
impulsos. No obstante, es característico que ellos pudieran ocultarse
detrás de la tendencia anal erótica a ahorrar dinero, y que este mo-
tivo estuviera tan acentuado. En algunos pacientes la parsimonia se
registra en el caso especial del uso de papel higiénico. Aquí coopera
como factor determinante la aversión a ensuciar una cosa limpia.
Puede observarse muy frecuentemente el desplazamiento de la
avaricia desde el dinero o el valor del dinero hacia el tiempo. Debe
recordarse que en un conocido dicho el' tiempo es comparado con el
dinero. Muchos neuróticos se preocupan continuamente por las pér-
didas de tiempo. Sólo les parece bien empleado el tiempo que em-
plean solos o en su trabajo. Cualquier perturbación en su trabajo
los irrita sobremanera. Odian la inactividad, los placeres, etc. Éstas
son las personas que tienden a exhibir las "neurosis de los domingos",
PSICOANÁLISIS CLÍNICO 295

descritas por Ferenczi 201 , esto es, que no pueden tolerar "Qna inte-
. rrupción de su trabajo. Sucede también en este caso lo que pasa con
frecuencia con los propósitos neuróticamente exagefados, que no con-
siguen su objetivo. Los pac.ientes a menudo ahorran tiempo en pe·
queña escala, y lo pierden en gran cantidad.
Tales pacientes ejecutan frecuentemente dos ocupaciones a la
vez, para ahorrar tiempo. Les agrada, por ejemplo, leer, estudiar, o
realizar otras tareas mientras defecan 2o 2 • He tropezado repetidas veces
con personas que para ahorrar tiempo se ponían o sacaban el caso y
el chaleco juntos, o que al irse a acostar dejaban los calzoncillos d~n­
tro de los pantalones para ponerse ambas prendas a la vez a la maña-
na siguiente. Los ejemplos de este tipo pueden multiplicarse fácilmente.
La~ formas en las que puede expresarse el placer. de la posesión,
son muy numerosas. El coleccionista de estampillas que lamenta pro-
fundamente la falta de un ejemplar en su colección, no está muy ale-
jado del avaro, que según la· noción popular cuenta sus piezas de oro
y se deleita con ellas. Pero el trabajo de Jones respecto al impulso de
coleccionar es tan informativo, que yo no puedo agregarle nada de
importancia.
Por otra parte, me parece necesario hacer una breve alusión a un
fenómeno, que está estrechamente relacionado con el placer en mirar
las propias posesiones. Me refiero al placer en contemplar las propias
creaciones intelectuales, cartas, manuscritos, etc., u obras completas de
cualquier clase. El prototipo de esta tendencia es la contemplación
de los propios excrementos, que para muchas personas es una fuente de
placer siempre renovada, y que es en algunos neuróticos una forma
de compulsión psíquica.
Esta acentuación libidinal de la posesión explica la dificultad
que tienen nuestros pacientes en separarse de objetos de todo tipo,
cuando éstos no tienen ya valor práctico o pecuniario alguno. Tales
personas coleccionan a menudo en el altillo toda suerte de objetos
rotos, con el pretexto de que pueden necesitarlos más adelante. Y
luego, en una u otra ocasión, se desembarazan de una sola vez de
todo el lote de desperdicios. Su placer de tener almacenada una masa
de materiales, corresponde enteramente al placer de retener las heces.·
Encontramos en este caso que la eliminación (evacuación) del mate-
rial es demorada todo lo posible. Las mismas personas coleccionan
pedazos de papel, sobres viejos, lápices usados y cosas similares, y no
pueden desprenderse de estas propiedades por largos períodos de
tiempo, y luego, en raras ocasiones, hacen un descarte general, que
también está asociado con placer. Entre hombres de negocios y ofi·
201 "Neurosis del domingo" (1919).
202 Para estos neuróticos el w.c. es el verdadero lugar de "producción", cuya
soledad la facilita. Un paciente que manifestó violenta resistencia a proporcionar
asociaciones libres durante las horas de tratamiento psicoanalítico, las produjo en
.su casa, en el w.c., y las presentó ya listas en el análisis.
296 KARL ABRAHAM

c1n1stas he comprobado a veces una tendencia particular a conservar


cuidadosamente papel secante muy sucio y roto. En el inconciente
de estos neuróticos, las manchas de tinta son equivalentes a las de los
excrementos. Puedo mencionar que conocí a una mujer senil y débil
mental con una fuerte regresión de su libido a la etapa anal, quien
solía ponerse en el bolsillo y llevarse con ella el papel higiénico que
había usado.
El siguiente hábito peculiar de una mujer que también exhibía
en otros aspectos rasgos anales desusadamente pronunciados, muestra
claramente que tirar objetos equivale' en el inconciente a evacuar los
excrementos. Esta mujer no podía tirar los objetos que ya no tenían
ninguna utilidad. No obstante, a veces se veía obligada a tirar algunos
de estos objetos, de modo que había inventado un método para en-
gañarse a sí misma. Iba desde su casa hasta el bosque cercano llevando
el objeto que debía_ ser eliminado -quizás unas ropas viejas- colocado
a su espalda bajo los cordones de su delantal. En su camino hacia el
bosque "perdía" el objeto, y regresaba a su casa por un camino dis-
tinto para no ver de nuevo al objeto "perdido''. Por consiguiente,1
para desprenderse de un objeto, tenía que dejarlo caer desde la parte
posterior de su cuerpo.
Las personas que no gustan desembarazarse de objetos uSados, por
lo general no se adaptan rápidamente a otros nuevos. Compran nue-
vas ropas, pero no se las ponen; las "guardan" para el futuro, y sólo
les provocan un placer real en cuanto cuelgan sin usar en el ropero.
La repugnancia a tirar objetos usados o sin valor, conduce fre-
cuentemente a una tendencia compulsiva a utilizar aun a la cosa más.
insignificante. Un hombre rico solía cortar en pequeñas tiras sus cajas
de fósforos vacías, y se las daba a sus sirvientes para encender el
fuego. Una tendencia similar aparece en las mujeres en el período
de la involución.
En muchos casos el interés por usar residuos, ·sufre una sublima-
ción incompleta; como, por ejemplo, cuando el sueño diurno favorito
de un neurótico consiste en la utilización de la basura de toda una
ciudad, aunque no surja ningún resultado práctico de sus reflexiones.
Más adelante nos ocuparemos de los sueños diurnos de esta natu-
raleza.
En nuestros pacientes encontramos una tendencia a la extrava-
gancia, menos frecuente que la parsimonia. En una observación co-
municada a la Sociedad Psicoanalítica Berlinesa, Simmel hizo entre la
extravagancia y la diarrea neurótica un paralelo tan evidente como el
que hay entre la avaricia y la constipación, que desde hace tiempo
nos resulta claro. Puedo confirmar con mi propia experiencia la co-
rrección de esta hipótesis, y en realidad llamé la atención hace algu-
nos años sobre el hecho de que gastar dinero puede representar un
equivalente de un desahogo de la libido, anhelado pero inhibido
PSICOANÁLISIS CLÍNICO 297

neuróticamente 2oa. Puedo mencionar aquí la inclinación que mues-


tran algunas mujeres a derrochar dinero. Ella expresa hostilidad contra
el marido, cuyos "medios" 2 º4 le son quitados de esta manera; se
trata, en consecuencia -si dejamos de lado otros determinantes- de
una expresión del complejo de castración femenino. en el sentido
de una venganza sobre el esposo. Vemos aquí nuevamente a motivos
sádicos cooperando con los de origen anal-erótico.
Podemos comprender muy bien. a partir de su actitud contradic-
toria hacia la defecación, la mezquindad que muestran muchos neuró-.
ticos al ahorrar pequeñas sumas de dinero mientras que lo gastaÍl.
dispendiosamente de tanto en tanto. Estas personas postergan tanto
como sea posible la evacuación del intestino, dando a menudo como
razón la falta de tiempo. y cuando van al w.c. evacúan una pequeña
cantidad de excrementos. Pero de vez en cuando tienen una evacua-
ción en gran escala.
Tropezamos ocasionalmente con personas de pronunciado carác-
ter anal, cuya libido se ha dirigido con exclusividad hacia la posesión
de dinero. Un paciente me dijo que cuando era niño. no jugaba
como los demás a las batallas con soldaditos de plomo. sino con mo-
nedas. Obtenía monedas de cobre, y éstas representaban a los solda-
dos ordinarios. Las de níquel eran suboficiales de diversos rangos, y
las de plata, oficiales. Una pieza de plata de cinco marcos era el ma-
riscal de campo. Este oficial era puesto a salvo de cualquier ataque
en una construcción especial, "detrás del frente". Un bando tomaba
prisioneros del otro en la batalla, y los añadía a su propio ejército.
De esta manera un bando aumentaba sus posesiones monetarias hasta
que al otro no le quedaba nada. Es muy evidente que en el incon-
ciente del paciente, la "batalla" era contra su padre "rico". Vale la
pena observar, sin embargo, que las monedas reemplazaban entera-
mente a los seres humanos. Y en realidad, cuando este paciente se
puso en tratamiento conmigo, no tenía interés personal por nadie, y
sólo la posesión de dinero y valores monetarios le atraía.
La conducta de nuestros pacientes respecto al orden y a la lim-
pieza es tan contradictoria como la que exhiben respecto al empleo
del dinero. Este hecho es tan familiar para todo psicoanalista, que
no sería necesario aquí hacer una referencia general; pero ciertos
pacientes merecen una consideración especial a propósito de esto.
Se sabe muy bien que el placer en catalogar y clasificar, en com-
pilar listas y resúmenes estadísticos, en esbozar programas y regular
el trabajo por cuadros de tiempo, es una expresión del carácter anal.
Esta tendencia es tan marcada en muchas personas, que· el placer. que
obtienen al preparar un plan es mayor que la gratificación que les

203 Cf. capítulo XIV.


204 (La palabra alemana "vermOgen" = "medios", "riqueza", significa tam-
bién "capacidad sexual") .
298 KARL ABRAHAM

depara su ejecuc1on, de manera que a menudo lo dejan sin cumplir.


He conocido a varios pacientes con una duradera inhibición en su
trabajo, que establecían un plan de trabajo, digamos, cada domingo
para la semana entrante, y que luego no lo ponían en práctica en
modo alguno. Debe observarse que entre ellos hay, no solamente per·
sanas indecisas, sino también obstinadas, que en su terquedad recha·
zaban los métodos probados de los demás y querían actuar de acuerdo
con los propios.
Mu ch os neuróticos conservan C;iurante toda su vida una particu-
lar actitud de ambivalencia hacia el orden y la limpieza. Hay perso-
nas que están muy bien arregladas en cuanto atañe a su exterior.
Pero si bien sus ropas visibles son irreprochables, las prendas interio-
res y las partes cubiertas del cuerpo están sucias en extremo 20 5.
Estas mismas personas tienden a mantener en sus casas un orden es-
crupuloso, Por ejemplo, en el escritorio cada objeto tendrá su lugar
especial, y los libros están dispuestos con gran cuidado y regularidad
en la biblioteca ·donde están expuestos. Sin embargo, en los cajones
reina un completo desorden, que sólo es corregido mediante un arre-
glo concienzudo que se efectúa en raras ocasiones, y entonces sólo
temporariamente.
Puedo mencionar aquí que en el inconciente de estos neuróticos,
una habitación o un cajón desordenados representan al intestino lleno
de excrementos. He tenido oportunidad repetidas veces de analizar
sueños que aludían al intestino de esta manera. Uno de mis pacien-
tes me contó un sueño en el cual subía por una escalera, detrás de
su madre, para llegar al cuarto de los trastos, en el altillo. Se trataba
de un sueño incestuoso, con una fantasía de coito anal, en el que el
ano estaba simbolizado por una estrecha escalera, y el intestino por
el cuarto de_ los trastos.
Los rasgos de carácter relacionados con el orden, como por ejem-
plo, la escrupulosidad y la exactitud, están a menudo asociados con las
características opuestas. Estos rasgos son tratados en especial en las
investigaciones de Janes, y no necesito extenderme sobre ellos, pero
mencionaré el anhelo de simetría y "equidad" que está representado
a menudo en el carácter anal.
Así como muchos neuróticos cuentan sus pasos para llegar a su
destino con un número par de ellos, no toleran ninguna asimetría
en otros aspectos. Arreglan todos sus objetos simétricamente. Dividen
todas las cosas con minuciosa exactitud. Un esposo hará cálculos para
demostrarle a su esposa que sus respectivos gastos en ropa no son
iguales, etc.; estará pensando constantemente en lo que uno de ellos

205 En Berlín hay un dicho respecto a estas personas: "Oben hui, unten pfuil"
("Por encima, muy bien, por debajo, ¡uf!"). En Baviera dicen más groseramente
.. Oben beglissen, unten beschissen" ("Por encima brillante, por debajo cagado").
Por lo tanto, las contradicciones de algunas personas en este aspecto son materia
de conocimiento común.
PSICOANÁLISIS CÚNICO 299

ha gastado, y en lo que por lo tanto el otro tiene derecho a gastar,


para que las cosas sean parejas. Durante el racionamiento de víveres,
en la Guerra Mundial, dos hermanos solteros administraban juntos
_la casa. Cuando ponían sobre la mesa la carne que les correspondía
a ambos, la dividían pesando cada porción con una balanza para
pesar cartas. Ambos estaban ansiosos por la posibilidad de que el
otro se sintiera tratado con injusticia o tuviera menos que éL El
perpetuo deseo de "estar en paridad" con otras personas, esto es, de
no tener con ellas ninguna obligación, ni siquiera insignificante, es
también significativo. El que otras personas con pronunciado carácter
anal tengan la tendencia a olvidar sus deudas (particularmente cuan-
do se trata de pequeñas sumas) , debe ser considerado como un sín-
toma de erotismo anal no sublimado.
Finalmente, debemos mencionar un descubrimiento de Janes que
él sólo cita al pasar, pero que es evidentemente el resultado conden-
sado de una amplia experiencia.
Escribe él que un resultado muy interesante del erotismo anal,
"'es la tendencia a ocuparse del lado opuesto de diversas cosas y situa-
ciones. Esto puede manifestarse de muchas maneras diferetttes: en
una marcada curiosidad acerca del lado posterior de objetos y luga-
res, por ejemplo, en el deseo de vivir del otro lado de una colina
porque éste mira hacia un determinado lug~r; en la propensión a
equivocarse en lo que atañe a la izquierda y la derecha, el este y el
oeste; en la iñversión de palabras y letras al escribir, etc.".
Puedo apoyar la opinión de Jones con numerosos ejemplos de
mi propia experiencia. Éstos son de gran importancia para entender
ciertos síntomas y rasgos de carácter neuróticos. No hay duda de que
el prototipo de todas esas "inversiones" es el desplazamiento de la
libido desde la zona genital hacia la zona anal. A este respecto debe-
mos mencionar la conducta de muchas personas a quienes .se consi-
dera excéntricas. Su carácter se funda en su mayor parte en rasgos
anales. Tienden a actuar, en las cosas grandes y pequeñas, de una
manera opuesta a la de los demás. Usan ropas que son tan diferentes
como es posible de la moda reinante. Trabajan cuando otros juegan.
Un trabajo que otros hacen sentados, ellos lo hacen parados. Cuando
otros van a caballo, ellos van a pie; corren cuando otros caminan.
Si la gente viste ropas abrigadas, ellos hacen lo contrario. La comida
que les agrada es lo opuesto del gusto general. La relación de esto
con el conocido rasgo de carácter de la obstinación, es inconfundible.
Durante mis días de estudiante conocí a un joven que se desta-
caba por sus hábitos peculiares. Era poco sociable, contrariaba la
moda de la época de una manera ostentosa, y no se adaptaba a las
costumbres del resto de los estudiantes. Cuando cierto día yo almor-
zaba con él en un restaurante, noté que tomaba el menú en el orden
inverso, es decir, que comenzaba con los dulces y terminaba con la
sopa. Algunos afi.os después sus parientes me pidieron que lo exa~i-
300 KARL ABRAHAM

nara profesionalmente. Descubrí que ya había desarrollado ilusiOnes


paranoicas definidas. Si tenemos en cuenta la gran importancia del
erotismo anal en la psicogénesis de la paranoia, que Ferenczi ha in-
dicado, ,podemos comprender la excéntrica conducta de este individuo
como una formación de carácter anal, precursora por lo tanto de la
paranoia. ·
Ciertos casos de neurosis en las mujeres, en los cuales se expresa
un complejo de castración desusadamente fuerte, nos revelan el sen-
tido más profundo de tal tendencia a la inversión. Encontramos allí
que ella surge de dos motivos principales: un desplazamiento de la
libido desde "adelante" haci_a "atrás", y el deseo de cambiar de sexo.
Espero poder decir <ilgo acerca de esta condición mental en otro lugar.
Me gustaría concluir estas notas sobre los rasgos de carácter ana-
les, con una observación cuya veracidad desearía que otros verificaran.
Ella es que el carácter anal parece a veces imprimirse en la fisonomía
de su poseedor. Las personas desprovistas de una gratificación genital
normal tienden por lo general a tener mal genio 2o6. Características
·faciales significativas de las personas, me parecen ser una constante
tensión de la línea de los orificios nasales, y una ligera elevación del
labio superior. En algunos casos, esto da la impresión de que están
constantemente husmeando algo. Probablemente este rasgo sea atri-
buíble a su placer coprofílico en oler. En el caso de un hombre que
mostraba este tipo de expresión facial, observé una vez que parecía
estar constantemente oliéndose a sí mismo. Alguien que lo conocía
dijo que, ejectivamente, tenía el hábito de olerse las manos y todo
objeto que recogía. Debo agregar que exhibía los típicos rasgos de
carácter anales en una forma marcada.
No pretendo haber agotado en este trabajo el tema de los rasgos
de carácter anales. Por el contrario, me doy cuenta de que he podido
hacer escasa justicia a la riqueza y variedad del material. En realidad,
me propuse otro objetivo, a saber, aumentar nuestro conocimiento de
las fases pregenitales del desarrollo de la libido, realizando algunas
adiciones a la investigación del carácter anal. Como he dicho al prin-
cipio, tengo la intención de presentar, luego de este trabajo, un estu-
dio de los estados maníaco-depresivos, para cuya comprensión es esen-
cial el conocimiento de las etapas pregenitales de la evolución de la
libido.

206 ·Es verdad que algunas disponen de ricas fuentes narcisistas de placer, y
viven en un estado de sonriente autosatisfacdón.

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