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Creando Comunidad Con Células

Un Estudio sobre Células y


la Naturaleza de la Iglesia Cristiana

Instituto Bíblico Reformado

Esteban De Vries
CONTENIDO

Introducción:

A. Comunidad y Creación

B. Comunidad y Salvación

C. Comunidad y la Tarea de la Iglesia

I. Comunidad: La Estructura Bíblica para el Pueblo de Dios

A. La Comunidad de Dios: la Fuente

B. La Comunidad de Dios y Abraham: el Pacto

C. La Comunidad Práctica de Jetro: la Organización

D. La Comunidad de Jesús y sus Discípulos: el Ejemplo

E. La Comunidad de la Santa Cena: la Esencia

F. La Comunidad de la Iglesia del Nuevo Testamento: La Iglesia Modelo

II. Comunidad: Una Estructura Dinámica para Evangelizar al Mundo

A. El Hogar: Ambiente Natural para Evangelismo

B. Otros Grupos: Bajando las Barreras

C. Asimilación antes de Conversión

D. Células: El Discipulado y el Empleo de Dones en el Mismo Contexto

E. La Importancia de un Buen Liderazgo

F. Oración: Para Comenzar y para Terminar

III. Comunidad: Un Desafío para la Iglesia Tradicional

A. Una Redefinición de la Iglesia

B. Comunidad Cristiana

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Introducción:

Creando Comunidad con Células

En los estudios anteriores de la rama misionológica del Instituto Bíblico Reformado, nosotros hemos tratado
de compartir una visión mucho más amplia de lo que significa la Misión de Dios en este mundo. Hemos
querido ayudar al lector a ver y a entender que la misión de Dios abarca muchísimo más que el alma del
individuo. La misión de Dios no se cumplirá hasta que todo el universo se haya transformado y toda criatura
dé gloria a su Creador. Personas, comunidades, culturas y pueblos enteros se unirán para alabar y glorificar a
nuestro Rey y Señor.

Te alabarán, oh Jehová, todos los reyes de la tierra, porque han oído los dichos de tu boca. Y cantarán de los
caminos de Jehová, porque la gloria de Jehová es grande. Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde,
mas al altivo mira de lejos. Sal. 138:4-6

A pesar del fuerte contexto de puro individualismo, dentro y fuera de la iglesia, hemos intentado dirigir la
vista del pueblo de Dios hacia la naturaleza verdadera de la salvación: la restauración de comunidad. Y no
solamente se trata de la restauración de la relación entre la persona salvada y su Dios, sino también de la
restauración de todas nuestras relaciones aquí en la tierra. Las mismas Escrituras comienzan y terminan con la
creación de una comunidad compartida por Dios y la humanidad.

En este estudio, nosotros quisiéramos recalcar esta realidad bíblica. Quisiéramos reflexionar sobre la
estructura de la iglesia evangélica y hacer algunas preguntas en cuanto a su relación con la tarea de crear
comunidad. Veremos que la iglesia evangélica de hoy ha dejado atrás sus raíces bíblicas (en cuanto a su
estructura), y llamaremos a la misma iglesia a volver a su primera misión de crear comunidad entre Dios y
todos los seres humanos.

A. Comunidad y Creación:

Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. Génesis 2:18

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Génesis 1:27

Cuando nosotros estudiamos la historia de la creación, vemos que Dios comenzó en el primer día con algo
desordenado y vacío (Gen. 1:2). Durante los próximos cinco días Dios creó, organizó y dio vida. Al llegar el
séptimo día, hubo descanso. Todas las cosas que Dios creó existían en paz y armonía. La creación terminó
cuando Dios formó a Eva de la costilla de Adán y así dejó una comunidad humana que reflejaba la comunidad
divina.

En una creación donde todo es proclamado "bueno", es interesante leer, en Gen. 2:18, "No es bueno que el
hombre esté solo." Algo quedó incompleto. Lo que quedó incompleto en ese momento, y lo que volvió a ser
incompleto después del pecado, era esta idea de comunidad. Al completar la comunidad humana, la creación
quedó completa y buena. Adán en sí no podía portar la imagen completa de Dios porque no gozaba de la
comunidad que Dios tenía. Aunque Adán fue creado perfecto, no llegó a ser creación "buena" hasta que tuvo
su compañera, Eva.

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B. Comunidad y Salvación

Lo que se dañó con el primer pecado fue esa misma comunidad. Encontramos la serpiente en el capítulo 3 de
Génesis, con su pico de desconfianza, tratando de romper la comunidad establecida por Dios. Y en los
resultados del pecado, esto se hace aun más claro. Ahora, cada persona le echa la culpa al otro y lo que era
uno, se ha fracturado y partido. Aunque encontramos los mismos seres en el mismo huerto, nos damos cuenta
de cuán lejos están el uno del otro.

Este alejamiento ha caracterizado la historia del hombre y, muchas veces, ha amenazado su propia existencia.
Si no fuera por la gracia de Dios, el hombre hubiera acabado consigo mismo hace mucho tiempo.

La respuesta a esta situación tan difícil es, y siempre ha sido, la restauración de comunidad: comunidad entre
Dios y el hombre, y comunidad entre los mismos hombres. Nosotros veremos en este estudio que cada vez
que Dios viene al hombre es para realizar esta restauración. Con Abraham, con Moisés, con David, y
finalmente con Jesús, Dios ha venido para restablecer la comunidad que había en el huerto. Dios viene al
hombre para que sus relaciones con los otros hombres reflejen la comunidad que existe en nuestro Dios Trino.

Es esta comunidad y este pacto de amor entre los servidores de Dios, lo que da gloria al Señor en este mundo.
Una comunidad verdadera brilla como el sol en un mundo donde todas las relaciones se han oscurecido por
egoísmo y desconfianza. Le toca a la iglesia ser esta comunidad de luz y esperanza.

Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para
que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el
mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros
somos uno. Juan 17:20-22

C. Comunidad y la Tarea de la Iglesia:

Entendido todo esto, nuestras iglesias deben ser refugios de comunidad y comunión. Nuestras iglesias deben
ser ejemplos brillantes de lo que todo el mundo anda buscando. Pero, qué sucede? Lamentablemente, nuestras
iglesias reflejan más las organizaciones humanas que nos rodean que al Señor quien nos formó. En vez de
buscar la comunidad que Dios nos ofrece, queremos líderes, organizaciones y programas como tienen las otras
naciones (I Samuel 8:5). Tanto como en el caso de Israel, la iglesia ha cambiado un liderazgo divino por un
liderazgo humano. Resulta que hay mucha competencia, envidia y disensión dentro de la misma iglesia. Y tan
pronto que un visitante ve estas cosas en la iglesia, sale huyendo. Fue para escapar de estas cosas que el
visitante vino a la iglesia, no para encontrarlas.

Qué haremos? Lo primero que la iglesia tiene que hacer es volver al ejemplo de la iglesia del Nuevo
Testamento. Dejando los templos grandes y pretenciosos, y dejando los programas ambiciosos. Tenemos que
volver a crear comunidad en nuestro medio. Tenemos que volver a la oración, y aplicársela a los grupos
naturales que encontramos en nuestras vidas. En vez de forzar una comunidad artificial, tenemos que
introducirles a Cristo a las distintas comunidades naturales que ya existen en nuestro alrededor. Aprovechando
la comunidad que ya existe podemos perfeccionarla por medio del Espíritu de amor.

El propósito de este estudio es llamar a la iglesia a volver a su tarea principal, la de crear comunidad.
Enseñaremos también cómo la iglesia puede hacerlo con células o grupos pequeños para organizarse de
nuevo.
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I. Comunidad: La Estructura Bíblica para el Pueblo de Dios

En esta sección del estudio, quisiéramos ver cómo el Señor ha organizado su pueblo para que haya comunidad
y comunión entre los miembros de dicho pueblo. Comenzando con la misma naturaleza de Dios, veremos que
la fe cristiana no puede divorciarse de la comunidad cristiana. La fe no es un asunto personal, como dicen
muchos, sino que es un asunto de toda la comunidad. En cada sección que sigue bajo este tema se destacarán
varios aspectos o componentes de la enseñanza bíblica referente a nuestro tema principal.

A. La Comunidad de Dios: la Fuente

Desde la formación de la iglesia cristiana, la doctrina que más ha definido la esencia de nuestra fe ha sido la
doctrina de la Santa Trinidad: un solo Dios que existe en tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. El
desarrollo de una definición comprehensiva de esa doctrina duró casi cinco siglos. Y esa misma definición
sirve hasta hoy como prueba de ortodoxia para los distintos grupos "cristianos". Por ejemplo, reconocemos
que hay hermanos cristianos dentro de la Iglesia Romana. Por compartir la misma definición de Dios Trino,
no los excluimos totalmente del pueblo de Dios, a pesar de unas cuantas doctrinas falsas. Pero no es así con
los Testigos de Jehová y los Mormones. Nosotros rechazamos su definición de quién es Dios como herejía,
porque no incluye la doctrina de la Trinidad. Y puesto que la doctrina de la Trinidad es tan esencial para
nuestra fe, no reconocemos a los Testigos ni a los Mormones como hermanos cristianos.

Repetimos todo esto para señalar la importancia de nuestro entendimiento de Dios como tres personas, una
comunidad divina. Esta comunidad divina siempre ha definido la iglesia cristiana. Y es esta misma comunidad
que nos forma en grupos pequeños. En nuestra búsqueda de reflejar mejor a nuestro Dios, debemos
contemplar qué significa vivir en una comunidad que refleje la comunidad divina.

Entonces dijo Dios; Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los
peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre
la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Génesis
1:26-27

Se habla mucho de las distintas cualidades que el hombre tiene que componen la imagen de Dios. Nosotros
creemos que la imagen de Dios abarca algo más que unas cualidades. Creemos que esta imagen de Dios tiene
mucho que ver con nuestras relaciones también. En otras palabras, una sola persona no puede ser portador de
la imagen de Dios en el sentido completo, es solamente en comunidad que se deja ver la plena reflexión de
nuestro Señor.

La idea de grupos pequeños, o de células, no es una idea nueva o moderna. Por su popularidad en estos días,
puede ser que muchos en la iglesia crean que este movimiento sea nada más que la última moda en
evangelismo. Una moda que, como todas, viene y se va. Nosotros quisiéramos señalar, comenzando con la
misma naturaleza de Dios como fuente de esta perspectiva, que estos grupos pequeños siempre han servido
como la estructura del pueblo de Dios. Es solamente en los últimos tiempos que una gran parte de la iglesia ha
perdido este elemento (esta comunidad) tan importante. Es nuestro deseo que este estudio sirva como impulso
para hacer que la iglesia reflexione de nuevo en su tarea principal.

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B. La Comunidad de Dios y Abraham: el Pacto

En Génesis 12 (favor de tomar unos momentos y leer Gen. 12 y 15 antes de continuar) nosotros leemos que
Dios estableció un pacto con un hombre y su familia. El Dios de los cielos estableció una relación duradera
con un hombre. Aunque había mucha gente en el mundo, Dios no comenzó escogiendo a un pueblo entero (no
comenzó con una gran campaña evangelística), sino inició su trabajo con un hombre, y con su esposa. Por
medio del Pacto que leemos en estos pasajes, Dios se ató, se amarró a estas personas. La soga de su palabra no
permitiría que ellos se dejaran. Este grupo pequeño, formado por Dios, era para siempre.

Dios apareció a Abram, no para sencillamente salvarlo, sino para crear y formar de él una comunidad eterna.
El propósito no era una salvación personal, sino una salvación en y por medio de la comunidad.

Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los
que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.
(Génesis 12:2-3)

Comenzando con esta pequeña familia, vemos que Dios propuso a extender su comunidad hasta que bendijera
a todas las comunidades (familias) de la tierra. Todo el lenguaje del pacto entre Dios y Abraham tiene que ver
con grupos, familias y comunidades. Pablo, en Gálatas 3:16, nos explica que esta bendición, resultado del
pacto entre Dios y Abraham, llega a todas las familias por medio de Cristo. Cristo es la simiente, la
descendencia, la parte de la familia por la cual todos hemos sido benditos. La familia ya no se define
exclusivamente por sangre, sino por fe en Jesús y por la presencia de su Espíritu.

Y por cuanto sois hijos, dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: Abba, Padre!
Así que ya no eres esclavo, sino hijo, y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo. Gálatas 4:5-6

Cristo y su Espíritu nos han hecho hijos de Dios; nos han hecho familia. Nos han incluido en este pacto
familiar que se inició con Abram. Este pacto no solamente nos incluye en una relación permanente con Dios,
sino también nos une permanentemente con los otros hijos de Dios. Ser la familia de Dios significa ser
hermano tanto como hijo.

Esta nueva familia, unida por el pacto que compartimos con nuestro Padre, llega a ser el huerto en que se
produce el fruto del Espíritu (Gal. 5:22-23). Todo el fruto que estudiamos en los estudios que trataron el Fruto
del Espíritu, es producto de una vida dirigida por el Espíritu y vivida en comunidad. El pacto con que Dios se
ató a Abram y toda su familia es el mismo que nos amarra (para siempre) a nuestros hermanos en Cristo.

C. La Comunidad Práctica de Jetro: la Organización (Favor de leer Ex. 18)

Viendo el suegro de Moisés todo lo que él hacía con el pueblo, dijo: Qué es esto que haces tú con el pueblo?
Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde? Ex. 18:14

Muchas veces, los siervos de Dios creemos que somos indispensables. Pensamos que somos los únicos
capaces de llevar a cabo "nuestro" ministerio, y tratamos de hacerlo todo sin ayuda.

Cuando Jetro vio lo que hacía Moisés todos los días, seguro que pensó, "Este muchacho está loco!" Y cuántos
no dirían lo mismo si vieran todo lo que un pastor trata de hacer en un día? La respuesta de Jetro a esta
situación era lógica y natural; había que dividir el pueblo en grupos pequeños y compartir el trabajo con un
líder (maduro y dedicado) en cada grupo. Un líder para cada 10 personas, otro para cada cinco grupos, otro
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para cada 10 grupos y otro para cada 100 grupos. Por medio de estos líderes y grupos, la voluntad y la
dirección de Dios llegaron al pueblo. Cuando había solamente uno, Moisés, Dios quedaba, en un sentido,
bastante lejos. Al compartir el liderazgo con una persona en cada grupo de diez, Dios se acercó a su pueblo.

Jetro también recomendó que Moisés enseñara la ley de Dios a todos. Al ampliar el conocimiento del pueblo,
se disminuyó la cantidad de problemas.

Es interesante ver cuán semejantes son los pasajes del NT que tratan el nombramiento de ancianos y diáconos
para la iglesia. En Hechos 6:1-7, vemos dos cosas en común: uno, que los Apóstoles tienen que dividir y
compartir el ministerio para protegerlo y avanzarlo. Segundo, lograron estos en nombrar a otros para
ayudarlos: en este caso, 7 varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría (Hechos 6:3).
Es muy parecido a lo que dice Ex. 18:21:

Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que
aborrezcan la avaricia y ponlos sobre el pueblo....

Dios quiere que su voluntad y dirección lleguen a su pueblo y, por esto, siempre ha insistido en que el
liderazgo sea compartido. La organización del pueblo de Dios, como hemos dicho anteriormente, no es una
cosa indiferente. Dios organiza a su pueblo en grupos y comunidades para poder estar presente con cada
miembro del grupo.

D. La Comunidad de Jesús y sus Discípulos: el Ejemplo

La comunidad que Jesús formó con sus discípulos nos debe servir como un ejemplo del propósito de los
grupos pequeños: la capacitación de los miembros y su inmersión en el ministerio. Así los 12 discípulos
(estudiantes, aprendices) se convirtieron en apóstoles (enviados). Por esto, Jesús no daba clases en la
academia. Su vida era su discurso. No podía compartir todo lo que tenía que compartir con solamente
palabras, tenía que enseñarles la vida nueva con toda su propia vida.

La vida o el camino del Espíritu tampoco se enseña en un ambiente escolar. Se enseña y se aprende mejor en
las distintas situaciones de la vida diaria. Para los discípulos de Jesús, esto significaba que ellos aprendieron
de su poder por medio de una tempestad (Mt. 8:23-27). Ellos también recibieron una lección en fe y autoridad
por medio de un centurión romano (Lc. 7:1-10). Este grupo descubrió que no existía una relación necesaria
entre el pecado y la enfermedad cuando Jesús sanó al hombre nacido ciego. Quizás, una de las lecciones más
importantes se dio poco antes de su muerte. Los discípulos se maravillaron cuando Jesús tomó una toalla y un
lebrillo de agua para enseñarles algo del liderazgo cristiano (Jn. 13:1-20).

Viviendo, trabajando, comiendo y durmiendo juntos, en esta manera los discípulos absorbieron la enseñanza,
autoridad y poder de Jesús. Y Jesús, sin temer por su inexperiencia, los envió a trabajar de una vez (Mt. 10:1-
15).
Qué pasaría si trabajáramos así en la iglesia hoy en día? Qué pasaría si en vez de dejar a los miembros
sentados en los bancos, los lleváramos a la mies para participar en la gran cosecha? Lo que pasaría es lo que
pasó con los discípulos, Dios bendeciría su obra y enviaría su Espíritu para que se multiplicara.

Qué impide que trabajemos ahora como trabajó Jesús con sus discípulos? La respuesta es sencilla y penosa: es
la tradición. Los romano católicos no son los únicos que han dejado que sus tradiciones los desvíen. Nosotros
también nos hemos olvidado de las raíces de la iglesia. En el NT nosotros vemos que Jesús y sus discípulos
ministraban en la calle, en el campo, en el monte, en el mercado, en la casa, y, a veces, en el templo. Pero
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nuestras tradiciones evangélicas han limitado nuestra religión a nuestros templos. Y Satanás no podría estar
más satisfecho con esta limitación. El enemigo ha logrado contener la fe cristiana en unos pocos edificios
donde tiene poca influencia en la comunidad. La fe que trajo Jesús no era un programa de la iglesia, sino una
vida entera. Por qué no imitamos el ejemplo de Jesús y sus discípulos? Por qué no sacamos nuestra fe del
templo y la llevamos al hogar, a la universidad, a la oficina o a la fábrica?

E. La Santa Cena: la Esencia de Nuestra Fe

Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo; Tomad, comed;
esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo; Bebed de ella todos; porque
esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. Mateo 26:26-
28.

La manera en que nosotros celebramos la Santa Cena en estos días es bastante diferente a la manera en que
ella fue instituida por Jesús y celebrada en el Nuevo Testamento. Aunque hay diferencias importantes, nuestra
celebración de la Santa Cena es más parecida a la Misa que a lo que encontramos en el Nuevo Testamento.
Por qué?

Cuando Jesús instituyó la Santa Cena, era primeramente una cena compartida por un grupo de amigos. Era
algo familiar. El hecho de comer con un grupo significaba una relación íntima. Los Fariseos, por lo menos,
presumían esto cuando vieron a Jesús comiendo con "publicanos y pecadores" (Lc 5:30). Y Jesús, en su
respuesta, no lo negó. Sí, él había venido para ellos.

Lamentablemente lo que caracteriza nuestra celebración de la Santa Cena hoy no es comunicación ni


comunión, sino solemnidad y silencio. Buscamos comunión con nuestro Señor, pero olvidamos del hermano
que está sentado a nuestro lado. Si pensáramos en nuestras iglesias en términos de células, familias, o grupos
pequeños, podríamos restaurar mucho de lo que hemos perdido. Esta comunión entre Jesús, nosotros y
nuestros hermanos, tiene que ser parte de la vida diaria, no de un culto de vez en cuando. La Santa Cena debe
recordarnos de que tenemos que sacar nuestra fe de nuestros templos, y llevarla a casa. Debe haber una
comunión espiritual en nuestros hogares y aun en nuestros lugares de trabajo. Debemos dejar que se vea la
esencia de nuestra fe (una comunión permanente con nuestro Señor y nuestros hermanos) en todas nuestras
relaciones. Hermano, hermana, nosotros le desafiamos a sacar su fe y su comunión con Cristo de la iglesia y a
llevársela a casa.

F. La Comunidad de La Iglesia del NT: la Práctica.

Mucho de lo que hemos dicho en cuanto a la Santa Cena y de lo que ella debe significar para la iglesia lo
podríamos repetir aquí. La iglesia del NT no se de dejaba dirigir por sus templos o sus programas. Ni templos
ni programas tenía. Se dirigía por las relaciones y las necesidades de las personas que componían estos grupos
pequeños que se llamaban "iglesias".

Al leer algo del comienzo de la iglesia en Hechos 2:44-47, nos encontramos en un lugar semejante al huerto
de Edén.

Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y
sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el
templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y
teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.
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La llegada del Espíritu produjo una comunidad casi perfecta. El resultado inmediato de la presencia del
Espíritu en la iglesia fue la comunión que Jesús había pedido en Juan 17:20-21. La división que Satanás
introdujo al huerto de Edén con el primer pecado desapareció, y reinaron la unión y la unidad.

Aunque muchos de los judíos que aceptaron al Señor seguían reuniéndose en el templo y en las sinagogas, los
gentiles tenían solamente sus propias casas. En los saludos personales al final de la carta a los Romanos, el
Apóstol Pablo menciona la iglesia de la casa de Priscila y Aquila (Rom 16:5 y otra vez en I Co. 16:19). Y, al
saludar a varios otros hermanos, Pablo con frecuencia incluye a "los hermanos que están con ellos." (Rom
16:11,14 y 15) Pablo también saluda a Ninfas y a la iglesia que está en su casa, en su carta a los Colosenses
4:15, y en varias otras de sus epístolas.

Lo que surge del libro de Hechos y de las cartas de Pablo es una imagen de una iglesia en la casa. Por
necesidad y, creemos, por la voluntad de Dios, la fe cristiana no fue separada de la vida familiar. Estos grupos
naturales formaban la iglesia del Nuevo Testamento.

Michael Green, en su libro Evangelism in the Early Church (Evangelismo en la Iglesia Primitiva) destaca la
importancia del hogar en el evangelismo de los primeros siglos:

Uno de los más importantes métodos para avanzar el evangelio en la antigüedad fue el uso del hogar. Este
tenía muchas ventajas positivas; las cantidades pequeñas hicieron posible el intercambio de ideas y la
discusión informada de las mismas entre todos los participantes; no había una separación artificial entre el
predicador y sus oyentes; y no existía la tentación de manipular al público ni al orador, como puede existir en
una campaña al aire libre. (1970, p. 207)

Así continua el autor Green, hablando de muchas otras ventajas que proveía el grupo pequeño del hogar. Cita
también algunas fuentes históricas en las cuales las autoridades romanas se quejaban de la fuerza que tenían
los cristianos por medio de estos grupos hogareños. Cada una era como una familia, tan cerca era su
comunión. También nosotros mismos podemos fácilmente calcular la ventaja en cuanto a finanzas: no habríá
que construir tantos costos templos! El dinero gastado en la construcción pudiera haber estado aplicado a otras
necesidades, el mismo ministerio por ejemplo.

Nuestra fe, puesta en práctica, tiene que comenzar a dar fruto en nuestros hogares y en nuestras familias. Por
qué no son estos grupos parte de la estructura de nuestras iglesias?

II. Comunidad: Una estructura Dinámica para Evangelizar al Mundo

En esta segunda parte del estudio, nosotros quisiéramos aplicar lo que hemos visto en la Biblia a nuestra
situación contemporánea. Queremos demostrar que la metodología de la iglesia primitiva, y aun de Israel,
debe ser la nuestra también. Con tantas ventajas prácticas, y tanta base bíblica, es sorprendente que la iglesia
haya durado tanto tiempo antes de redescubrir el tesoro que tenía en el principio. Quiera Dios que lo
descubramos y que lo aprovechemos!

A. El Hogar: Ambiente Natural para Evangelismo.

El grupo pequeño más natural es el de la familia. Acabamos de ver el papel importante que jugó el hogar en la
vida de la iglesia primitiva. Aquí quisiéramos señalar algunas de las ventajas prácticas para formar en y con el
hogar una célula o grupo pequeño.
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Comodidad y Sensibilidad: La iglesia primitiva comenzó a reunirse en las casas de los miembros porque era
natural. La gente se sentía cómoda en casa, y no podía haber un mejor lugar para ministrar. La iglesia
primitiva tampoco tenía mucho dinero, y lo que tenía, lo utilizaba para ayudar a los necesitados. Reuniéndose
en casas familiares, ellos evitaron uno de los gastos mayores de la iglesia de hoy. En vez de gastar sus escasos
recursos en edificios, los invirtieron en la obra de misericordia. Se ve que muchas de las críticas de los
inconversos en cuanto a la iglesia evangélica perderían su sentido si la iglesia de hoy fuera más semejante a la
iglesia del NT.

El Padre de la Familia: En muchas de nuestras iglesias lo que se nota es que hay muchas mujeres y muchos
niños. Los padres envían sus familias a la iglesia, pero ellos se quedan en casa. Si trabajáramos con células en
casas familiares, no sería tan fácil para el padre de la familia evitar esta responsabilidad. Y él, si no tuviera
que ir a la "Iglesia", estaría mucho más dispuesto a escuchar las buenas nuevas de Jesucristo. Así ellos
también podrían experimentar el poder de la oración en su propia casa y con su propia familia. Podrían ver
que la fe cristiana no es una obligación de mujeres y niños, sino una oportunidad para todos.

Niños: Los niños también deben ver el cuerpo de Cristo en acción fuera del templo. Rápidamente ellos se
acostumbran a lo que sucede en el templo y lo separan, mentalmente, de lo que sucede en las otras áreas de su
vida. Al invitar a Jesús a casa, la perspectiva cambia, y las raíces de su fe se extienden a otras partes de su
vida. La informalidad del hogar también provee al niño otra vista de lo que es la comunión cristiana. También
tenemos que recordar que el hogar, no la iglesia ni un colegio "cristiano", deber ser la base de la educación
cristiana:

Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas
estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal
en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.
Deuteronomio 6:6-9

Amigos y Vecinos: El hogar casi siempre incluye más personas que las que son propiamente miembros de la
familia. Sean parientes, amigos, visitas o vecinos, es mucha la gente que pasa por nuestras puertas cada día.
Con una célula en el hogar, estas personas también pueden ver y experimentar lo que es la iglesia sin visitar
un templo. Además, pueden ver la esencia de la fe cristiana (la comunión entre Dios y su pueblo) sin ser
distraídos por la formalidad de un culto en un templo. Verán que en verdad, Dios está con nosotros y que no
se queda esperándonos en algún templo.

Seguramente Ud. también puede pensar en otras ventajas que tienen las células en el hogar. Reflexione en
ellas y pregunte a Dios si él no quiere que Ud. comience una en su hogar.

B. Otros Grupos: Bajando las Barreras

Puede ser que el hogar no les convenga a todos. Puede ser que sea imposible para algunos tener tal grupo en
su casa. Sin embargo, hay muchos otros grupos naturales en los cuales uno puede pensar. Algunos de los
grupos más comunes son los que ya encontramos en la iglesia como "sociedades". Los jóvenes, las damas, los
caballeros y aun los niños con su escuela dominical tienen grupos especialmente dedicados a ellos. Mientras
los programas dentro de la iglesia son principalmente para los miembros de la iglesia, los grupos organizados
fuera de la iglesia pueden incluir, con más facilidad, a los miembros de la "comunidad". El propósito de estos
grupos nunca será para protegernos o retirarnos, sino que con el poder y autoridad de Dios, será el de
extendernos y ampliarnos. Podemos utilizar grupos de todas las edades y de ambos sexos, para alcanzar a los
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mismos grupos en el "mundo". Cuando estas sociedades salen del templo y se establecen en otros lugares,
encuentran que hay mayor participación de los inconversos. Y estos grupos, que siempre se usaban para
cuidar al rebaño, se convierten en herramientas de misión.

Otros grupos pueden componerse de compañeros de trabajo o de la escuela, por vecinos o amigos. Cada vez
que hay una agrupación de personas con algo en común, se puede pensar en una célula evangelística.

Algunos de los grupos más efectivos para sus miembros, son los que se reúnen para hallar el remedio de algún
problema que comparten. Los grupos de ex-alcohólicos, por ejemplo, han salvado muchas vidas del poder
destructivo del alcohol. Y cuando estos funcionan dentro de la iglesia, su poder es multiplicado. Puede haber
otros grupos también, para personas divorciadas, solteras, madres solteras, etc., dependiendo del tipo de
problema que se encuentre. En muchas iglesias, las personas que han sido divorciadas o que han tenido
problemas con alcohol, no son muy bienvenidas. Se sienten aisladas y a veces menospreciadas. Pero
recordemos lo que Jesús les dijo a los Fariseos:

Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a
pecadores al arrepentimiento. Lc. 5:31-32

Utilizando estas comunidades y conexiones naturales, nuevas personas pueden experimentar el amor de Dios.
Personas que jamás visitarían una iglesia, pueden encontrarse rodeadas por la comunidad cristiana.
Aprovechemos estos grupos y estas relaciones y extendamos el pueblo de Dios aquí en la tierra.

C. Asimilación antes de la Conversión.

No es fácil dejar de fumar, dejar de tomar o cambiar el estilo de vida que uno tiene. Quien lo hace tiene que
estar muy determinado y recibir mucho apoyo de parte de los que le están más cercanos. Si no hay tal apoyo,
los cambios serán casi imposibles. Sin embargo, muchas iglesias insisten en que estos cambios ocurran de una
vez. Aunque es bueno tener un par de horas de apoyo cada noche en la iglesia, no es lo suficiente para los
nuevos creyentes (ni para los viejos tampoco!) ni para los cambios que necesitan en sus vidas. Ellos, tanto
como los discípulos lo tuvieron que hacer con Jesús, tienen que aprender a caminar en el evangelio.

Cuando el evangelio echa sus raíces en un grupo de amigos o compañeros, estos mismos puede apoyarse el
uno del otro. No dependerán solamente del tiempo que pasan en la iglesia, sino que dependerán y se apoyarán
el uno al otro.
Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su
compañero; pero ay del solo! Que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. Eclesiastés 3:9-10

La sabiduría del Predicador es cierta para los que van comenzando en el camino cristiano también. Necesitan
apoyo y compañerismo donde están, y necesitan tiempo para alcanzar el nivel espiritual de los de mayor
experiencia. El insistir en que ellos lleguen de una vez a la misma madurez, es un obstáculo demasiado grande
y muy innecesario. Si trabajamos con grupos y células en vez de aislados individuos, bajaremos esta barrera
que ha excluido a muchos de la comunidad de Dios.

D. Células, el Discipulado y el Empleo de los Dones

Nosotros hemos hablado mucho de las ventajas que tienen las células para la obra de evangelismo. Hemos
visto cómo el trabajo en grupos pequeños puede bajar muchas barreras y quitar muchos obstáculos. Se ha

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visto que el trabajo de evangelismo con células es algo natural tanto para el que evangeliza como para la
persona evangelizada.

Pero hay dos aspectos del ministerio de la iglesia evangélica tradicional que están en peores condiciones que
el aspecto evangelístico. Estas dos partes o aspectos son el discipulado, y la identificación y empleo de los
dones espirituales. El discipulado (hacer discípulos) casi no se hace en el sentido del Nuevo Testamento, y la
identificación y el empleo de los dones espirituales de los miembros tampoco reciben mucha atención.
Quisiéramos considerar aquí cómo una estructura de células puede responder a estas necesidades.

Discipulado:

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con
vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amen. Mt. 28:19-20

El arte de hacer discípulos es algo que se ha perdido en la iglesia de hoy. Parece que ya no hay tiempo.
Tenemos tiempo para clases de doctrina y tenemos tiempo para los cultos, pero un programa de discipulado
no es tan fácil de definir en términos de tiempo. Qué significaría tiempo suficiente si habláramos del
discipulado? El discipulado no es algo que se puede hacer una o dos veces por semana. El discipulado no es
algo que se puede confinar a los límites del programa semanal de la iglesia. El discipulado verdadero sería un
compromiso diario. Tiene que haber contacto y comunicación cada día. Jesús duró tres años, día y noche,
trabajando con los doce. Cómo podemos nosotros creer que somos capaces de hacer discípulos en menos
tiempo?

En su libro Biblical Foundations for Small Group Ministry (Fundamentos Bíblicos para el Ministerio de
Grupos Pequeños, IVP, 1994), Gareth Icenogle provee al lector una lista de todas las situaciones distintas,
mencionadas en el evangelio de Marcos, en que los discípulos se encontraron con Jesús. Este, el más corto de
los Evangelios, nos enseña 63 actividades, situaciones o experiencias distintas que compartieron los discípulos
y Jesús. Entre ellas están las siguientes: ellos vivieron juntos (1:45); ellos fueron acusados de varios delitos
(2:24); ellos pasaron hambre juntos (3:20); ellos se hicieron la nueva familia de Jesús (3:31); ellos sanaron a
los enfermos y echaron fuera a los demonios (6:7); ellos fueron rechazados juntos (6:1-6); ellos dialogaron
(8:16); ellos discutieron el propósito del ministerio de Jesús (8:31-33); ellos pelearon por posiciones de
liderazgo en el grupo (10:35); ellos comieron juntos (14:18); y ellos recibieron el poder y la autoridad de
Jesús cuando él los dejó (16:15). Estas son solamente algunas de las muchas experiencias que compartieron
los discípulos en el proceso de su discipulado. Si nosotros queremos ser serios en cuanto al discipulado en
nuestras iglesias, tenemos que dividir en grupos pequeños y abrir nuestras vidas y ministerios con los que son
partes de estos grupos. No será para compartir un par de horas cada semana, sino para comenzar a compartir
la totalidad de nuestras vidas y así compartir algo de la experiencia del cuerpo de Cristo.

La Identificación y el Empleo de los Dones Espirituales:

Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,
a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.... Ef.
4:11-12

Aunque hay mucha discusión y aun diferencia en cuanto a los dones espirituales, la enseñanza bíblica es
bastante sencilla y clara. La Biblia nos enseña aquí y en Rom. 12 y I Cor. 12 que el Señor ha dado dones
espirituales a todos los miembros de la iglesia. La Biblia también nos enseña que con estos dones variados
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viene la responsabilidad correspondiente (I Cor. 12:14-24). Si un miembro no utiliza el don que el Señor le ha
dado, el cuerpo queda incapacitado.

En la mayoría de las iglesias evangélicas, la mayor parte del ministerio se hace por unos pocos, mientras la
mayoría de los miembros no participa. Esta no es la visión de la iglesia que el Señor nos provee en el Nuevo
Testamento. La verdadera iglesia del Señor Jesucristo es una iglesia donde todos los miembros desarrollan su
don y su ministerio. No es un gran salón de oyentes, sino un cuerpo, fuerte y grande, de participantes activos.

Uno de nuestros problemas principales es el de pensar demasiado en el culto cuando pensamos en el


ministerio de la iglesia. Cuánto tiempo pasó Jesús dirigiendo cultos? Muy poco. Aunque el culto es muy
importante, no merece todo nuestro tiempo. Como personas enviadas por Cristo a redimir a este mundo en su
nombre, no podemos pasar todo nuestro tiempo en el templo. Tenemos que salir y ejercer todos los dones
espirituales en todas las áreas de la vida.

El ministerio en grupos pequeños y células nos puede librar de los límites de nuestras propias tradiciones.
Puede ampliar mucho nuestro entendimiento de "dones" y, a la vez, proveernos la oportunidad de ejercerlos.
Aquí están algunas de las ventajas con respecto a la identificación y el empleo de los dones espirituales:

1. Todos tienen que participar. No es muy difícil esconderse en una iglesia grande. A muchos les gusta una
iglesia grande porque no requiere nada del miembro. Pero en los grupos pequeños, todos tienen que participar.
Se nota, de una vez, si un hermano no está cumpliendo y se corrige. En un grupo de 12 personas o menos,
cada participante tiene que compartir en los estudios, las alabanzas y la oración. Al no hacerlo, se pregunta
qué está pasando. Así se pueden corregir los problemas antes de que sean grandes, y así se pueden fomentar y
confirmar los dones que surjan en estas áreas también.

2. Los miembros se conocen a fondo. El Salmista dijo:

Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino
de perversidad, y guíame en el camino eterno. (Sal. 139:23-24)

Todos sabemos que Dios nos conoce, pero muchas veces no queremos que otros nos conozcan en la misma
forma. Dios puede utilizar al grupo pequeño para examinar, corregir y guiar la vida del miembro. Por falta de
conocimiento y tiempo, el pastor de una iglesia no puede hacer esto para todos. Pero los miembros de un
grupo así, sí, se pueden conocer a fondo.

Pero este conocimiento no es solamente para corrección. También, por medio de él, los miembros del grupo
pueden identificar dones que no aparecen en el contexto de un culto. Viviendo en constante comunicación,
ellos reconocerán dones (de servicio o de hospitalidad, por ejemplo) que no se ven en un grupo grande. Quizá,
la misma persona no sabrá que esta cualidad es un don espiritual. En estos grupos se lo puede identificar y se
lo puede emplear.

3. El Grupo Pequeño es más Ágil en el Ministerio: Los pequeños, por lo general, son más rápidos y más
ágiles que los grandes. A veces, nos sorprende la lentitud con que se mueve la iglesia. Hay muchos
encargados y muchos comités, y todos tienen que dar su aprobación. Si se hace algo sin conseguir el permiso
necesario, puede haber problemas en la iglesia.

Pero el grupo pequeño no tiene todas estas limitaciones. Ellos pueden ir a orar, evangelizar, ministrar cuando
y donde quieran. Y puesto que todos participan en el ministerio del grupo pequeño, no hay que esperar a un
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pastor o a un encargado. El grupo, o los miembros que estén disponibles, pueden responder a cualquier
necesidad inmediatamente. Los grupos pequeños, así, juegan un papel importantísimo en la iglesia, y ellos
pueden llegar a ser la fuente de muchas oportunidades de nuevos ministerios para la iglesia entera.

4. En el Grupo Pequeño Hay Oportunidad para Todos: Con muchos grupos hay muchas oportunidades.
Las oportunidades no se limitan a 5 o 6, sino son casi infinitas. Es muy interesante ver cuán rápido Jesús
envió a sus discípulos a participar en su ministerio. Si él hubiera seguido nuestro sistema, habría esperado
hasta la última semana de los tres años para asegurar que estuvieran listos. Pero Jesús los envió de una vez
(Mt. 10:5-15, Mr. 3:13-19, Lc 9:1-6). Los dones no se desarrollan si no se usan. Por esto el grupo pequeño es
tan importante. Le da al miembro la oportunidad de probar y experimentar su don en una variedad de
situaciones. Orando, probando y experimentado, el Señor le guía y los dones se desarrollan.

E. La Importancia de un buen Liderazgo

No hay tiempo ni espacio aquí para hablar de todos los componentes de un buen liderazgo. Pero tenemos que
decir algo. Si la estructura de células puede funcionar o no, dependerá totalmente de la calidad de liderazgo
que hay en la iglesia. Tendrá que haber un líder de calidad para cada célula. Y cuando decimos: un líder de
calidad, no queremos decir un líder que lo sabe todo. Queremos señalar al líder que sabe capacitar y
desarrollar a los demás. Sin esta clase de liderazgo, una estructura de células no puede funcionar.

Vimos ya que Jesús pasó tres años capacitando a los líderes futuros de la iglesia. Tres años en que él les
enseñó a ser líderes por medio de servicio (Mt. 20:25-27 y Jn. 13:1-20). Nosotros, los líderes de nuestras
iglesias, tenemos que comenzar en la misma manera. Si no hemos dado un ejemplo del liderazgo por servicio,
no podemos esperar que los otros líderes lo hagan. Comencemos con nosotros mismos, y llevemos a unos
hermanos en nuestro camino. Y oremos que el Señor nos prepare para una explosión de su poder en nuestras
iglesias.

F. La Oración: Para Comenzar y para Terminar

Quiera Dios que no fuera necesario mencionar la importancia de la oración, que fuera tan natural para
nosotros como la misma respiración. Pero muchos tenemos que recordarnos. Desde que uno comienza a
pensar en una estructura así para su iglesia, hasta que se implemente tal estructura, todos los pensamientos y
planes tienen que ser sumergidos en oración.

El propósito de esta estructura no es solamente de crecimiento numérico, sino también de acercamiento a


nuestro Dios. Es mucho más que una estrategia para evangelismo, es una nueva manera de pensar y vivir en la
iglesia.

La base de estos grupos pequeños siempre será la oración. Como nosotros vimos en el estudio Misión y
Oración, la oración es nuestra respuesta a la misión de Dios en nuestra vida, y es la única manera en que
nosotros podemos comenzar a participar en la misión de Dios. No podemos nosotros, ni con programas ni
nuevas estructuras, restablecer la comunión que se ha perdido entre Dios y el hombre. Sólo Dios puede
hacerlo cuando sus hijos se lo piden.

III. Comunidad: Un Desafío para la Iglesia Tradicional

Si usted ha leído este estudio cuidadosamente, habrá notado que cuando hablamos de células o de grupos
pequeños, nunca hablamos en términos de programas, sino en términos de estructura. Nosotros no queremos
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que un sistema de células sea empleado como otro programa entre muchos. Si se trata así, no funcionará.
Quizá dará unos pocos resultados en algunas áreas, pero no tendrá el resultado que esperamos. Veamos
porqué:

A. Una Redefinición de la Iglesia:

En vez de ver la iglesia como la suma de todos los individuos que vienen al templo, nosotros queremos verla
como un organismo compuesto por estas células: células que están vivas y activas en ministerio fuera del
templo. Quisiéramos que todas las actividades y todos los ministerios de la iglesia se desarrollaran a un nivel
más básico y más natural que el culto en la iglesia. Deseamos, en muy pocas palabras, que la iglesia llegue a
todas las partes de nuestras vidas: a nuestros hogares, a nuestros lugares de trabajo, a nuestras escuelas y
universidades y, por supuesto, a nuestros templos.

Habrá muchos que resistan a esta redefinición. No es fácil cambiar las tradiciones. Pero si nosotros queremos
seguir reformándonos según la palabra de Dios, tenemos que aplicar esta palabra aun a nuestras tradiciones y
estructuras más queridas. Tenemos que dejar que la luz de esta lámpara ilumine los rincones de nuestras
iglesias y que nos enseñe el camino del Señor.

Con este libro nosotros no pretendemos brindarle un manual que le guiará por todos los pasos necesarios para
la implementación de esta nueva estructura. Lo que hemos dado en estas páginas es una introducción a lo que
la iglesia puede y debe ser. Nosotros quisiéramos que su respuesta a este estudio sea de oración, que Ud.,
como líder en su iglesia, le pida al Señor que él comience a trabajar en su iglesia y a guiarle en los pasos que
debe tomar.

B. Comunidad Cristiana:

Nosotros comenzamos este estudio hablando de comunidad. Hemos visto en ambos Testamentos de la Palabra
de Dios que el Señor siempre ha buscado el restablecimiento de comunidad para su pueblo. Esta es una meta
que no se logra en el templo, se logra solamente cuando andemos con el Señor y nuestros hermanos en las
actividades de la vida. Solamente así podemos alcanzar la verdadera comunidad cristiana. Terminamos aquí
con una de las visiones de Isaías, una bella expresión de la comunidad que traería el Mesías a este mundo.

Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de
Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de
temor de Jehová.... Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura. Morará el lobo
con el cordero, y le leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán
juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey
comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano
sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena
del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar. Isaías 11:1-2 y 5-9

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