Está en la página 1de 9

FEMINICIDIO EN EL PERÚ

INTRODUCCIÓN

En el Perú, cada año alrededor de cien mujeres son asesinadas por sus
parejas o ex parejas, según las cifras oficiales de feminicidio del Ministerio de la
Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP). El fenómeno inverso, mujeres que
matan a sus parejas, es de mucha menor frecuencia en el Perú, así como
también en el mundo (Heise & García-Moreno, 2002). En nuestro país,
además, es más probable que una mujer sea asesinada por su pareja que por
un extraño, situación opuesta en el caso de los hombres. Esta realidad también
es común en otros países (Taylor & Jasinski, 2011).

Esta preocupante realidad se evidencia en las estadísticas oficiales. Durante la


primera mitad del 2018, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables
(MIMP) reportó 70 feminicidios, según información recogida por los Centros
de Emergencia Mujer (CEM). La cifra es mayor en 21% a la registrada en el
mismo período del 2017 (58 feminicidios), y es considerada la más alta desde
el 2009.

El feminicidio es la más grave manifestación de la violencia contra la mujer, que


atenta contra la integridad, la salud, la libertad y sobre todo la vida de las
mujeres en un contexto de violencia familiar, coacción, hostigamiento o acoso
sexual, abuso de poder, confianza o de cualquier otra posición o relación que
confiere autoridad a la persona agresora, independientemente de que exista o
haya existido una relación conyugal o de convivencia con esta. Cuando se
frustra este tipo de homicidio se denomina tentativa de feminicidio, es decir,
solo se diferencia por la efectividad que tenga el victimario, por lo que ambas
pueden ser consideradas como la expresión extrema de la violencia hacia la
mujer. Según el vínculo ente el agresor y la víctima, puede ser íntima, no íntima
o relacional.

El Perú, junto con Colombia, ocupa el segundo lugar entre los países
latinoamericanos con mayor porcentaje (38,6 %) de mujeres que alguna vez en
su vida han sido víctimas de violencia física por parte de su pareja; asimismo,
está entre los países con las más altas tasas de feminicidios íntimos en las
Américas. Según el Ministerio Público durante los años 2009 y 2010, fueron
asesinadas en el Perú 274 y 244 mujeres, respectivamente; de las cuales 154
en el 2009 y 138 en el 2010, fueron por feminicidio.

El feminicidio es una categoría que debe abordarse como la forma más


extrema e irreparable de violencia directa hacia las mujeres. Es un problema
social, económico, político, cultural y también del Estado.

El feminicidio en el Perú se caracteriza por presentar un antecedente de


violencia familiar o violencia entre la pareja. Muchas de ellas acudieron en
busca de apoyo a diferentes instituciones del Estado, pero no recibieron
respuesta adecuada, rápida y eficaz a pesar de tener las potestades para
actuar. Esto nos confirma que el Estado aún no es capaz de proteger
apropiadamente a las mujeres, ya que el sistema judicial no responde con
eficacia a sus demandas, exponiéndolas a las represalias de sus agresores
quienes luego provocan su muerte. Ello se evidencia también en el hogar,
quienes muchas mujeres lo identifican como seguro y en realidad no lo es,
dado que éste es uno de los principales espacios donde las mujeres son
victimadas por sus agresores.

Si bien el Estado peruano ha desarrollado normas y estrategias para garantizar


la atención y protección a las víctimas, éstas a su vez presentan serias
deficiencias y vacíos. En tal sentido, se exige al Estado una debida diligencia
para tratar los casos de feminicidio como materia específica, para hacerlo
visible y lograr sanciones efectivas para los agresores.

Los casos que más conmocionaron e indignaron al Perú fueron. El caso de


Marisol Estela quien se convirtió en la víctima número 133, quien fue quemada
con ácido, la colocaron en un cilindro con cemento, excavaron una fosa de tres
metros para ocultar el cadáver. Ella era una joven con muchos sueños.
Coincidentemente, al igual que Eyvi Agreda, quien fue quemada dentro de un
bus. Ambas habían dejado su natal Cajamarca en busca de mejores
oportunidades y solo se encontraron con la muerte.

Objetivo General.

Conocer y valorar la importancia y necesidad de protección de los derechos de


la mujer frente al incremento de casos de feminicidios en el Perú.
MARCO TEORICO.

Etimología.

El término “feminicidio” viene de “femicide”, cuya traducción es “femicidio”, que


es el homólogo a homicidio de mujeres. Se ha preferido en la voz castellana
denominar a esta nueva categoría de estudio feminicidio, dentro de la cual se
pueden abarcar las especificaciones de esta clase de crímenes contra las
mujeres. El término se acuña desde la teoría feminista por primera vez por
Diana Russel y Jill Radford en su texto Feminicide. The politics of women
killing, de 1992.

Tipologías de feminicidio.

Tal como se ha podido observar, hay un grupo de patrones comunes dentro de


los feminicidios y su tentativa que, aunque varían en intensidad, son parte del
soporte común, que eleva el riesgo de la violencia contra las mujeres. Entre
estas esta la diferencia de edad en la pareja, el estado civil, la diferencia del
estatus de empleo en la pareja, historia previa de violencia, entre otros, son
algunos ejemplos.

En el intento de profundizar en las características de feminicidios, la literatura


feminista consideró que las tipologías se definen por la relación entre el
feminicida y su víctima. Siguiendo las definiciones de Russell de 1976, la
tipología más frecuente es la que divide a los feminicidios en íntimos, no
íntimos y feminicidios por conexión. La ventaja de esta clasificación es que ha
permitido identificar cuántos feminicidios se dan en la pareja, en el hogar y
fuera de este, además haciendo menos difícil la tarea de comparar datos entre
países.

El origen de esta tipología viene del activismo. Sus seguidoras también. La


lucha política por el reconocimiento del feminicidio como algo más que un
hecho criminal, llevó a que esta tipología influyera en lo político y en lo legal,
específicamente en su tipificación penal. En este último campo, mientras que la
mayoría de países en América Latina consideran al feminicidio como categoría
única o han protegido solo algunas formas de feminicidio (generalmente, los
íntimos), otros sí han diferenciado aquellos que se cometen en su modalidad
íntima de no íntima (Toledo, 2012). A esta diferencia, la denominamos tipología
relacional-penal por dos razones. Primero, porque solo distingue los
feminicidios en función de su cercanía a la víctima, prestando mínima atención
a las características de los hechos, de la víctima y del victimario. Segundo,
porque el objetivo de su creación tiene más relación con la tipificación del
feminicidio y el establecimiento de un castigo penal que con la comprensión del
feminicidio como fenómeno.

La identificación de tipologías de feminicidio es un ejercicio reciente. Toledo


(2012) señala que se han conceptualizado nuevas tipologías (por ocupaciones
estigmatizadas, feminicidio sexual sistémico) y feminicidios particulares
(ejecutados por bandas criminales, geno-feminicidios, aquellos en que se
marca el cuerpo de la mujer asesinada), pero al mismo tiempo una nueva
corriente –presente en algunos informes e investigaciones de organizaciones
feministas– están abandonando estas tipologías y, en su lugar, optando por la
descripción de datos demográficos (edad, estado civil, ocupación, educación,
lugar de origen, etc.) de las víctimas y los victimarios, el contexto de los
feminicidios (causa de muerte, objeto de muerte, lugar de hallazgo del cuerpo,
etc.) así como datos del proceso judicial (medidas de protección, estado del
proceso judicial, etc.). Al conjunto de estos ejercicios lo denominamos
tipologías descriptivas. En términos estrictos no crean tipologías. Más bien, su
objetivo es describir los feminicidios en función de variables sociales y
contextuales en los que ocurren tales asesinatos.

Más importante aún, lo que ninguno de estos intentos de crear tipologías ha


logrado es responder algo más elemental: ¿cómo clasificar los feminicidios sin
tener en cuenta variables netamente legales o descriptivas y sin
homogenizarlos como casos únicos? ¿Existen realmente tipos de feminicidios?
Este vacío ha limitado la comprensión del feminicidio como un fenómeno que
no se reduce a quién es el victimario y qué pena se le debe imputar, ni a
conocer las edades de las partes involucradas, ni otros datos en esencia
demográficos.

El sentido común manda que los asesinos, en general, y los de mujeres, en


particular, son individuos con severos problemas de salud mental. Los pocos
estudios que han abordado seriamente estos temas no están libres de
resultados opuestos ni de controversias. Johnson (1999) señala que, por lo
menos, existen dos formas de violencia de pareja.

La primera se define por ser continua y estar enmarcada por un contexto mayor
de control sobre la mujer, mientras que la segunda es extensa, pero ocasional
y sin un objetivo claro. Cunha y Gonçalves (2016) sugieren que los feminicidas
serían menos antisociales que los hombres que agreden con menor gravedad a
mujeres, basándose en que en Portugal los asesinos de mujeres tienen una
tasa de violación de libertad condicional bastante menor que la de otros
agresores (no letales) de mujeres. Pero los autores formulan conclusiones
mayores sobre lo repentino o espontáneo de los feminicidios, aun con las
limitaciones de su muestra (35 feminicidas). Dobash, Dobash, Cavanagh y
Lewis (2004) compararon homicidas de hombres con feminicidas y sugieren
que son dos los tipos de feminicidas. Un primer grupo es muy similar a la
imagen estereotipada del asesino (muy violento, alta peligrosidad, etc.).

Pero también hay un segundo grupo de feminicidas bastante convencional en


sus características, a tal punto que llevó a los autores a sugerir que se trata de
hombres ordinarios. Solo los factores de riesgo que, contrariamente a lo
esperado, son más altos en feminicidas son tomados por los autores como
signos de diferencia. En esta lógica, tres factores los diferencian: que, en
mayor proporción, los feminicidas han salido de rupturas de relaciones, que
antes han ejercido violencia contra otras parejas y que estarían
“especializados” en agredir a sus parejas. Sin embargo, sus conclusiones están
limitadas pues jamás comparan a los feminicidas con población ordinaria o no
agresora.

Todas estas tipologías o clasificaciones de feminicidios tienen un problema. La


mayor parte de estudios citados busca establecer tipologías de feminicidios
considerando las características de la agresión mas no de los propios
agresores. En otras palabras, se debería estudiar más la tipología de agresores
que los tipos de feminicidio.

Posturas Encontradas Frente A La Regulación Del Delito De Feminicidio.

El delito de feminicidio en el Perú, desde su incorporación al ámbito jurídico


penal, ha generado y genera muchas polémicas dividiendo a académicos,
juristas peruanos y extranjeros en dos sectores: aquellos que están a favor y
los que están en contra de la regulación del delito de feminicidio.

Los detractores de la figura del feminicidio plantean ¿es necesaria la regulación


del delito de feminicidio?

La respuesta a la interrogante planteada es un No, que tiene como argumento


dos hipótesis: La primera de ellas, es que atribuyen que los problemas de
violencia contra la mujer con subsecuencia de muerte pueden subsumirse a los
tipos penales que se encuentran establecidos en el Código Penal.

La segunda hipótesis que argumentan es que con la regulación del delito de


feminicidio se ha vulnerado el principio de culpabilidad y de mínima
intervención, así como el de subsidiariedad y última ratio.

En un contexto internacional también se ha cuestionado la regulación del delito


de feminicidio, señalando “que estas iniciativas conllevarían a una
discriminación en contra de los hombres e inaceptable desde una perspectiva
constitucional y de derechos humanos, al sancionar más gravemente el
homicidio de una mujer que el de un hombre concurriendo aparentemente las
mismas circunstancias”.

Los que se muestran a favor de la regulación del delito de feminicidio tienen


como argumento principal que en la actualidad se hace necesario combatir la
violencia sistemática contra las mujeres, que se evidencia como una realidad
preocupante, tanto a nivel nacional como internacional, que
contemporáneamente se traduce en un evidente problema de derechos
humanos.

Otro fundamento a favor de una legislación como esta, es la que se sustenta


por diversas circunstancias, entre las que destacan las siguientes:
a) La obligación de los Estados de adecuar su legislación a los instrumentos
internacionales.

b) El incremento de los casos de muertes de mujeres.

c) La excesiva crueldad con que tales hechos se producen.

d) La ausencia de tipos penales especiales para describir adecuadamente el


asesinato de mujeres basado en razones de odio, desprecio, y en todo caso
como resultado de la relación asimétrica de poder entre hombres y mujeres.

e) Altos índices de impunidad. A pesar que las dos posiciones son las más
marcadas, es preciso indicar que encontramos una posición bastante particular,
que es la del magíster, Alexei Sáenz Torres, quien señala que la nomenclatura
FEMINICIDIO no es la más idónea. Propone más bien, el término “población
vulnerable”, señalando que la protección no solo debe restringirse a las
mujeres, sino que debe incluir también a niños, niñas, ancianos y ancianas.

El Código Peruano

Después de la última modificación de la ley N° 30819, publicada el día viernes


13 de julio del 2018, norma que se ha modificado tanto el Código Penal como
el Código de los Niños y Adolescentes.

Artículo 108-B.- Feminicidio

Será reprimido con pena privativa de libertad no menor de quince años el que
mata a una mujer por su condición de tal, en cualquiera de los siguientes
contextos:

1. Violencia familiar;

2. Coacción, hostigamiento o acoso sexual;

3. Abuso de poder, confianza o de cualquier otra posición o relación que le


confiera autoridad al agente;

4. Cualquier forma de discriminación contra la mujer, independientemente de


que exista o haya existido una relación conyugal o de convivencia con el
agente.
La pena privativa de libertad será no menor de veinticinco años, cuando
concurra cualquiera de las siguientes circunstancias agravantes:

1. Si la víctima era menor de edad o adulta mayor.

2. Si la víctima se encontraba en estado de gestación.

3. Si la víctima se encontraba bajo cuidado o responsabilidad del agente.

4. Si la víctima fue sometida previamente a violación sexual o actos de


mutilación.

5. Si al momento de cometerse el delito, la víctima tiene cualquier tipo de


discapacidad.

6. Si la víctima fue sometida para fines de trata de personas o cualquier tipo de


explotación humana.

7. Cuando hubiera concurrido cualquiera de las circunstancias agravantes


establecidas en el artículo 108.

8. Cuando se comete a sabiendas de la presencia de las hijas o hijos de la


víctima o de niños, niñas o adolescentes que se encuentren bajo su cuidado.

La pena será de cadena perpetua cuando concurran dos o más circunstancias


agravantes.

En todas las circunstancias previstas en el presente artículo, se impondrá la


pena de inhabilitación conforme al artículo 36.”

CONCLUSIONES

 A mi parecer creo que no es suficiente aumentar la condena o tener


penas excesivas, porque de esta forma la pena pierde sus efectos
preventivos especiales –resocializadores.
 Además, existe un vacío legal en el feminicidio porque se tiene que
probar que se ha matado a una mujer por su condición de ser mujer.
 Nuestras autoridades no prestan atención adecuada cuando las mujeres
denuncias las agresiones o maltratos por parte de sus parejas
acosadoras, esperan que estas estén muertas o queden golpeadas o
heridas para que recién tomen cartas en el asunto.
 Concientizar a la población que eduquen a sus hijos con pensamientos
de igualdad de género y que así podamos reducir el machismo.

AUTOR: MANUEL YARLEQUE MENOR


03 De febrero Del 2019

También podría gustarte