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norberto bobbio, nicola matteucci

y gianfranco pasquino

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NÑO
QRSTUVWXYZ
a b c d e f g h i j k l mn
ñop q r s t u v w x y z
siglo
veintiuno
Cámara de Diputados del S istema de B ibliotecas
editores
DICCIONARIO DE POLÍTICA

b ajo la direcció n de
N O R BER TO B O B B IO , NICOLA MATTEUCCI
y GIANFRANCO PASQUINO

nueva edición enteramente revisada y ampliada

redactores de la edición en español


JOSÉ ARICÓ, MARTÍ SOLER y JORGE TULA

traducción de
RAÚL CRISAHO, ALFONSO GARCÍA, MIGUEL MARTÍ,
MARIANO MARTÍN y JORGE TULA

siglo
veintiuno
editores
CÁMARA DE DIPUTADOS
grupo editorial
siglo veintiuno
siglo xxi editores, méxico siglo xxi editores, argentina
CERRO DEL AG U A 2 4 8 , ROMERO DE TERREROS, GUATEMALA 4 8 2 4 , C 1 4 2 5 BUP

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ALM AGRO 3 8 , 2 8 0 1 0 ALM AGRO 3 8 , 2 8 0 1 0 □FU TAC IÓ N 2 6 6 , BAJO S,

MADRID, ESPAÑA MADRID, ESPAÑA 0 8 0 0 7 BARCELONA, ESPAÑA


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lo largo de su vida intelectual N orberto Bobbio (1909-2004) participó en diversas
A em presas colectivas de gran calado que no se conocen en español, entre ellas —sin
pretensiones de exhaustividad—, La storia delle idee politiche, economiche e sociáli (a
cargo de Luigi Firpo), publicada p o r la Unione Tipografico-Editrice Torinese, en siete
volúm enes, cuya prim era edición es de 1982; II pensiero político contemporáneo (a car­
go de Gian M ario Bravo y Silvia R ota G hibaudi), publicado p o r Franco Angelí, en tres
volúm enes, que vio la luz en 1985. No obstante, la que h a quedado com o la obra que
lleva su sello com o curador y que, afortunadam ente, sí se conoce en nuestro idiom a
es, sin lugar a dudas, esta que el lector tiene en sus m anos. Lo acom pañaron en este
trabajo Nicola M atteucci (1926-2006) y G ianfranco Pasquino (1942-).
M atteucci fue u n ju rista y filósofo cuya form ación intelectual tiene profundas raíces
liberales. Fue alum no y colaborador de Felice Battaglia. Trabajó, igualm ente, con el
gran historiador Federico Chabod. Fue catedrático en las universidades de F errara y
Bolonia. Dirigió el Instituto Cario C attaneo y fue presidente de la Asociación de C ultura
y Política “II M ulino”. Respecto del pensam iento liberal, M atteucci abrevó de la p ro ­
ducción teórica de uno de los pensadores italianos m ás destacados y que m antuvo
siem pre u n a actitud opositora frente al fascismo, B enedetto Croce (1866-1952). En
relación con el pensam iento socialista M atteucci fue u n profundo conocedor del pen­
sam iento de Antonio Gram sci (1891-1937).
Un rasgo particular de su orientación en el cam po de las ideas jurídicas y políticas
es su cercanía con la perspectiva norteam ericana. No p o r casualidad estudió el consti­
tucionalism o de ese país así com o la obra de Alexis de Tocqueville. M atteucci, precisa­
m ente, tradujo a este au to r al italiano.
Pasquino es un politólogo cuyo director de tesis fue, no p o r casualidad, N orberto
Bobbio. Luego se especializó en política com parada bajo la dirección de Giovanni
Sartorí. Pasquino ha sido profesor en las universidades de Florencia, H arvard, ucla,
Bolonia y Johns Hopkins. Fue editor del periódico II Mulino y de la Rivista Italiana di
Scienza Política. Tam bién incursionó en el plano de la política práctica: fue senador
entre 1983 y 1992 y de 1994 a 1996.
Y qué decir de N orberto Bobbio. Se le considera uno de los padres de la dem ocracia
contem poránea. Su obra es am plísim a en núm ero y en calidad. Sim plem ente direm os
que se recibió en derecho y tam bién en filosofía. Su m aestro fue Gioele Solari (1872-
1952). E ntre los libros m ás conocidos traducidos al español de Bobbio en m ateria p o ­
lítica se encuentran: El futuro de la democracia (México, Fondo de C ultura Económ ica,
1986); Liberalismo y democracia (México, Fondo de C ultura Económ ica, 1986); La teoría
de las formas de gobierno (México, Fondo de C ultura Económ ica, 1987); Estado, gobier­
no y sociedad (México, Fondo de C ultura Económ ica, 1989), y la Antología que lleva p or
título Norberto Bobbio: el filósofo y la política (México, Fondo de C ultura Económ ica,
1996), todas ellas ediciones a cargo de José Fernández Santillán, el discípulo mexicano
m ás distinguido del m aestro turinés.

[V]
VI

Fue u n a afortunada coincidencia que la aparición de estas obras en México cam i­


n ara de la m ano con el proceso de dem ocratización de nuestro país. De esta m anera,
reflexión teórica y realización práctica se com plem entaron. Lectores de todas las orien­
taciones ideológicas recurrieron a las obras de este pensador piam ontés p ara to m a r en
cuenta que, de suyo, la dem ocracia no pertenece a nadie en particular, sino que, m ás
bien, es u n régim en que se construye con la participación de todas las fuerzas políticas
en un afán de tolerancia y m utu a colaboración. Viene a cuento lo que Fran?ois Guizot
escribió en 1849, y que parece h ab er sido redactado hoy: "Ésta es ah o ra la palabra
últim a y universal que todos buscan p a ra apropiarse de ella com o u n talism án [...] tal
es el poder de la palabra dem ocracia. N ingún gobierno o p artido se atreve a vivir sin
incorporarla en la propia bandera.”1Pero, a m i parecer, le faltó agregar que los buenos
efectos de ese talism án no funcionan si no están reunidos todos los jugadores a su
alrededor. É sa es la precondición de la dem ocracia. Y es algo que, a fuerza de duras
experiencias, aprendim os en México. La política de los acuerdos tiene que llevarse a
cabo tra s conversaciones y debates. Es decir, tra s el reconocim iento recíproco entre los
actores políticos.
A fin de cuentas se tra ta de u n proceso educativo de largo aliento en térm inos p rác­
ticos y literarios. Bien lo decía M ontesquieu: "En el gobierno republicano es en el que
se necesita de toda la fuerza de la educación."12 Y lo sabía igualm ente Bobbio quien
profesó siem pre u n a vocación académ ica, es decir, educativa en las aulas y fuera de
ellas.
El m otivo de echarse a cuestas la tarea de hacer u n Diccionario de política no fue
otro que el de contribuir a la educación cívica del ciudadano, m ilitantes y dirigentes de
partidos políticos así com o de quienes ejercen u n cargo público en cualquiera de los
tres poderes del Estado. D otar a los interesados de u n a herram ienta útil p a ra la m isión
que com pete a cada persona en su calidad de interesado en los asuntos colectivos.
Elevar el nivel de la discusión y de las decisiones que atañen a la sociedad en su con­
junto. El insigne filósofo turinés estaba convencido de que la dem ocracia sería m ejor
si contaba con ciudadanos, funcionarios, jueces, m agistrados, m inistros, partidos y
representantes populares que tuviesen u n a m ejor cultura política y jurídica.
El progreso de la dem ocracia en buena parte se m ide p o r el progreso del Estado de
derecho pero tam bién p o r el avance educativo y cívico de gobernantes y gobernados.
Éste es el motivo de una edición com o la que hoy ponem os a disposición de usted
am able lector.

H eriberto M. G alindo Q uiñones


Presidente de la Comisión Bicam eral
del Sistem a de Bibliotecas del Congreso de la Unión

1 Franfois Guizot, De la démocratie en France, Leipzig, 1849, p. 2.


2 Montesquieu, Del espíritu de las leyes, México, Porrúa, 2010, p. 33.
del S istema de B ibliotecas

COMISIÓN BICAMERAL DEL SISTEMA DE BIBLIOTECAS


DEL CONGRESO DE LA UNIÓN LXII LEGISLATURA
agosto de2012-agosto de 2015

d ip . H eriberto M anuel G alindo Q uiñones


PRESIDENTE

d ip . F ernando R odríguez D oval


SECRETARIO

dip . M arcelo G arza R uvalcaba


secretario

s en . B raulio M anuel F ernández A guirre


integrante

sen . J uan C arlos R omero H icks


INTEGRANTE

sen. A dolfo R omero L ainas


INTEGRANTE

R ogelio V izcaíno Á lvarez


SECRETARIO TÉCNICO
ADVERTENCIA A LA SEGUNDA EDICIÓN EN ESPAÑOL

La edición en español del Diccionario de política presenta, respecto de la edición original,


algunas modificaciones cuya mención no puede ser eludida. La primera, y más im portan­
te, es la incorporación de ciertos vocablos que son una prolongación de voces ya inclui­
das en la edición italiana o términos nuevos, pero en ambos casos referidos más específi­
camente a la situación latinoamericana. Tales vocablos fueron redactados especialmente
para nuestra edición por especialistas en los respectivos temas. Adicionalmente, el lector
no podrá dejar de advertir que ciertas voces aparecen rubricadas por el Comité Editorial.
En efecto, en esos casos la redacción fue realizada por quienes tuvimos a nuestro cargo
la edición.
Por otro lado, aparte de todas las modificaciones incorporadas que provienen de la segun­
da edición italiana —y que repercuten en noventa por ciento de los términos, aproxima­
dam ente— se ha revisado integramente la traducción y se han incorporado a las biblio­
grafías, hasta donde nuestra información lo ha permitido, las ediciones correspondientes
en nuestro idioma.
Esta edición difiere de la anterior, además, en que hemos incorporado un indice analí­
tico y de nombres propios para facilitarle al lector la consulta.
INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA EDICIÓN

El lenguaje político es notoriamente ambiguo. La mayor parte de los términos usados


en el lenguaje político tienen diversos significados. Esta variedad depende en algunos ca­
sos del hecho de que muchos de estos términos han atravesado una larga sucesión de cam­
bios históricos —algunas palabras fundamentales nos han sido trasm itidas por los escri­
tores griegos, como es el caso de "dem ocracia”, "aristocracia”, "déspota” y la misma
"política”—, en otros de la circunstancia de que no existe sino hasta ahora una ciencia
política lo suficientemente rigurosa como para poder lograr determinar e imponer de modo
unívoco y universalmente aceptable el significado de las palabras más habitualmente em­
pleadas. La mayor parte de estas palabras derivan del lenguaje común y conservan la fluidez
y la incerteza de sus confines. También las palabras que han adquirido un significado
técnico a través de la elaboración de aquellos que usan el lenguaje político con objetivo
teórico están continuamente inmersas en el lenguaje de la lucha política cotidiana, la cual
es combatida, conviene no olvidarlo, en gran parte con el arm a de la palabra, y padecen
variaciones y trasposiciones de sentido, intencionales y no intencionales, con frecuencia
relevantes. En el lenguaje de la lucha política cotidiana, palabras originariamente —o desde
tiempo inmemorial— técnicas, como “oligarquía”, "tiran ía”, "dicatadura”, y la misma
"democracia", son usadas como palabras del lenguaje común y por lo tanto de modo uní­
voco. Palabras más propiamente técnicas, como son todos los “ismos” del que es tan rico
el lenguaje político —"socialismo", "comunismo", “fascismo", "peronismo", “marxismo",
"leninism o”, "stalinism o”, etc.—, indican fenómenos históricos tan complejos, elabora­
ciones doctrinarias tan controvertidas, que son susceptibles de las más diversas inter­
pretaciones.
Por lo tanto el objetivo de este diccionario es el de brindar a un lector no especializado,
al hombre culto, al estudiante de las escuelas medias superiores y de la universidad, a
los lectores de los diarios y revistas políticas, a los que escuchan conferencias, discursos,
mítines, a quienes presencian debutes televisivos, a todas estas personas, en fin, y a tra ­
vés de la participación de expertos y de hombres políticos, ofrecemos una explicación y
una interpretación simple y tendencialmenie conclusiva de los conceptos principales que
forman parte del universo del discurso político, exponiendo la evolución histórica, anali­
zando el uso actual, haciendo referencia a los conceptos afines o por el contrario antitéti­
cos, indicando autores y obras más directamente vinculados a ellos.
Dado que el universo del lenguaje político no es un universo cerrado, y comunica con
los universos contiguos, como los de la economía, de la sociología, del derecho, se encon­
trarán en este diccionario también palabras del lenguaje económico, como "capitalismo",
o sociológico, como "clases", o jurídico, como "codificación”. El lector no encontrará en
este caso el tratam iento completo que puede hallar bajo la misma voz en diccionarios res­
pectivamente económicos, sociológicos, jurídicos, porque aquí han sido recogidas e ilus­
tradas con referencia a los aspectos más propiamente políticos del concepto. Por lo de­
más, a diferencia de otras ciencias que tienen una más larga tradición y una autonomía
reconocida y respetada, la ciencia política, a pesar de sus antiguos orígenes, no ha conse­
guido una completa autonomía, de manera que a ella han dado y continúan dando impor­
tantes contribuciones tanto sociólogos como juristas, tanto economistas como historia­
dores. No se puede dejar de notar que la distinta procedencia de los autores de las voces
[IX]
X INTRODUCCION A LA PRIMERA EDICION

repercute en una cierta desigualdad o desuniformidad de estilo y también de lenguaje.


Pero se trata de un inconveniente que consideramos, en el estado actual del desarrollo
de los estudios políticos, inevitable.
Ninguno de los términos del lenguaje político es ideológicamente neutral: cada uno de
ellos puede ser usado sobre la base de la orientación política de quien lo utiliza para sus­
citar reacciones emotivas, para obtener aprobaciones o desaprobaciones de una cierta
conducta, en fin, para provocar consenso o disenso. En la medida en que se ha tratado
de evitar el uso del lenguaje prescriptivo, la presunción del deber ser. y se ha preferido
la descripción de los diversos significados ideológicos en que un término es usado antes
que la imposición de uno de ellos, es decir en tanto se ha tratado de hablar del modo más
neutral posible de palabras que por si mismas no son demasiado neutrales, no se puede
excluir que los autores de cada una de las voces, sobre todo de aquellas en cuya m ateria
más se agitan y más se han agitado las pasiones de las partes, hayan dejado traslucir sus
sim patías y sus antipatías. La impasibilidad es una virtud difícil. Y cuando se la lleva
a la extrema consecuencia de la distancia o, peor, de la indiferencia, deja de ser una virtud.
Como todos los diccionarios, también éste, que ha afrontado el tratam iento de una ma­
teria accidentada y de contornos confusos, sin tener tras si una tradición consolidada de
empresas análogas, no puede dejar de tener lagunas. La falta de palabras de la jerga polí­
tica cotidiana es intencional. Algunas lagunas son aparentes, ya que, por no multiplicar
inútilmente el número de las voces, materias afines son reunidas en una misma voz (en
cuyo caso el lector, para encontrarlas, deberá hacer uso del índice analítico incorporado
al final de la obra). Otras lagunas dependen ciertam ente del puru olvido: excusándonos,
deseamos encontrar lectores lo suficientemente atentos para darse cuenta y con un gra­
do de diligencia tal como para hacérnoslo saber.
No obstante los defectos, que el editor y los encargados son los prim eros en no querer
esconder, consideramos que este diccionario, por ahora nuevo en su género en nuestro
país, corresponda bastante bien a las condiciones de desarrollo de las cicncas sociales
en Italia. En este sentido se ha tratado, a través de la elección de colaboradores de la más
diversa procedencia en cuanto a las disciplinas e ideología, de ser un espejo fiel y. tenien­
do en cuenta la exigencia de claridad conceptual tan profundamente sentida en estos años
de intenso, vivaz y siempre más vasto debate político, poder satisfacer el interés crecien­
te por los estudios políticos dentro y fuera de los centros de enseñanza.

LA DIRECCIÓN
LISTA DE AUTORES

aldü agosti, Universidad de Turin fabrizio BENciNi, Florencia


(internacionalismo) (burocratización)

MAURO ambrosoli. Universidad de Turin GIORGIO BIANCHI, Turin


(bandidaje • censo - cuestión agraria - ludis- (casta - crím en es de gu erra - ch au vism o - ge­
mo) n o cid io - n eu tra lism o - reacción - revanchis-
mo)
anna anfosi, Universidad de Turin
(propiedad, 2a. parte) norberto bqbbio, Universidad de Turin
(ciencia política - d em ocracia - d erecho - d es­
josF. arico. Universidad de Buenos Aires obediencia civil - despotism o - élites, leoria de
(marxismo latinoamericano - socialismo lati­ las - fa n a tism o - gob iern o m ixto - legalidad -
noamericano) m arxism o - oligarquía - p acifism o - paz - p lu ­
ralism o - p olítica - socied ad civil)
fulvio attinA, Universidad de Caiania
(agresión - alianza • appeasctnent - geopolíti­ ll'Igi bonanate, Universidad de Turin
ca - guerrilla - represalia - secesión) (bloques, p olítica d e - d isu asión - estra teg ia
y p o lític a de arm am en tos - terrorism o p o lí­
GIANNl BAGET BOZZO, GénOVÜ tico)
(pensamiento social cristiano)
tizia.no bonazzi. Universidad de Bolonia
caklo haldi, Universidad de Bolonia (aislam iento - conservadurism o - convención -
(asilo, derecho de - autodeterminación - esta­ despojo, sistem a de - m acartism o - m ito polí­
do de sitio) tico - puritanism o)

Carlos uarbf, Universidad de Turin Luciano bonet. Universidad de Turin


(golpe de estado) (a n tic o m u n ism o - a u to c r ític a - c a s tr is m o -
d esviacion ism o)
domenico HAKiLLARo, Universidad de Ruma (II)
(confesiones religiosas) Guillermo BONFit. batalla. Instituto Xacioiuil de
Antropología e Historia. México
stlfaxo bartolim. Universidad de Florencia (indigenism o)
(degaullismo)
bruno bongiovanni, Universidad de Turin
Gi'iSFPPE BEDESCHl, Universidad de Roma (jacob in ism o - m axim alism o)
(comunismo)
Roberto Box i\ i. Universidad de Bolonia
LORENZO bedeschi, Universidad de Urbino (dom inado - p olis - principado - república ro­
(modernismo) m ana)

SILVANO BELLIGM. Universidad de Turin sergio bova. Universidad de Turin


(antifascismo - aparato - extremismo - frente (fuerzas arm adas - policía - servicios de segu­
popular - hegemonía) ridad)

[XII
XII LISTA DE AUTORES

karl d. bracher, Universidad de Bonn maurizio cotta, Universidad de Siena


(nacionalsocialismo) (p arlam ento - rep resen tación p olítica)

cían mario bravo, Universidad de Turin Horacio crespo, Universidad Autónoma del
(anarquismo - blanquismo - burguesía - insu­ Estado de Morelos, ¡México
rrección - movimiento obrero) (agrarism o)

gamillo brezzi, Universidad de Arezzo Roberto d alimonte. Universidad de Florencia


(intransigentismo) (d ecisio n es c o lec tiv a s - esp a cio político)

marco cammelu, Universidad de Múdena ítalo de sandre, Universidad de Padtia


(autogobierno) (carism a)

alessandro cAVALLi, Universidad de Pavía giuseppedevergottim. Universidad de Bolonia


(clase - estratificación social - interclasismo - (con stitu ción - d efen sa - om b u dsm an - orden
movilidad social) público)

paolo t'ERi, Universidad de Turin Alberto dIaz, Buenos Aires


(proletariado) (p an am erican ism o - revision ism o h istórico)

Claudio cesa, Universidad de Siena paolo farneti, Universidad de Turin


(romanticismo político) (so cio lo g ía política)

vixcenzo cesáreo, Universidad Católica de cuido fassO, Universidad de Bolonia


Milán (iu sn atu ralism o)
(asociacionismo voluntario)
Liliana Ferrari, Universidad de Parma
paolo colliva,Universidad de Bolonia (acción católica)
(comuna • feudalismo - imperio - monarquía -
pueblo - señoríos y principados) lorenzo fischer, Universidad de Turin
(m eritocracia)
F.NRICAcollotti piscHEL, Universidad de Bolonia
(maoísmo) domen ico fisichella. Universidad de Roma
(com p ortam ien to electo ria l - tecn ocracia)
artero colombo, Universidad de Pavía
(radicalismo) lisa foa, Roma
(b olch evism o - n ih ilism o ruso)
COMITE EDITORIAL, México
(anarquismo latinoamericano - aprismo - bur­ MASSIMO follis. Universidad de Turin
guesía nacional • caudillismo - chicano - libe­ (au togestión - co n sejo s obreros)
ralismo latinoamericano - radicalismo latino­
americano - socialdemocraeia latinoamericana) giorgio fredüi, Universidad de Bolonia
(organización, teoría de la)
Miguel concha malo, Universidad Nacional
Autónoma de México franco garelli, Universidad de Turin
(teología de la liberación) (control social)

laura coxti, Milán jean gaudemet, Universidad de París (II)


(política y ecología) (con ciliarism o - galican ism o)

a maria CONTI odorisio, Universidad de Roma gladio CjEm m a , Universidad de Módena


(feminismo) (p leb iscito - referéndum )
LISTA DE AUTORES X III

a. maria gextiu , Universidad de Bolonia aldo maffey, Roma


(an trop ología p olítica - ap arth eid - a sim ila ­ (fisiocracia - mercantilismo - utopía)
ció n - b alcanización - colon ialism o)
CRISTINA MARCHIARO CERCHIO, Turin
pikr i’aolo GiGUOLi, Universidad de Milán (fabianismo)
(burocracia)
Francesco margiotta broglio, Universidad de
umberto goki. Universidad de Florencia Florencia
(guerra) (estado y confesiones religiosas)

Gustavo Gozzi, Universidad de Bolonia carlo marletti, Universidad de Turin


(estado contem poráneo - estructura - praxis - (intelectuales)
su praestru ctu ra)
emanuele marotta. Como
Eduardo r.RENDi, Universidad de Genova (sistemas electorales)
(laborism o)
Alberto MAKRADi, Universidad de Bolonia
caklo guarnieri, Universidad de Bolonia (sistema judicial)
(cesa rism o - cu estió n m eridional)
gilliaxo martignetti,Turin
mal rimo GLAsco, Universidad de Verana (nobleza - propiedad, la. parte)
(c le ric a lism o - c o n fe sio n a lism u )
alfio mastropaolo. Universidad de Turin
ludovico incisa, Roma (centrismo - clientelismo - mafia - profesiona­
(corp orativism o - ind u strialización - p op u lis­ lismo político - transformismo)
mo)
nicola matteucci, Universidad de Bolonia
massimo jasonni, Universidad de Bolonia (asamblea - bien común - constitucionalismo -
(con cord ato ec le siá stico ) contractualismo - derechos del hombre, la.
parte - liberalismo - opinión pública - pater-
artero c. jf.molo, Universidad de Roma nalism o - racismo - república - resistencia -
(ca to licism o liberal - gü clfism o) soberanía)

mirella lakizza. Universidad de Turin jean-marie mayer, Universidad de la Sorbona,


(fa la n sterio - paup erism o) París
(partidos católicos y democracia cristiana)
lucio LEvi, Universidad de Turin
(com u nid ad p olítica - con fed eración - etnia- paolo mengozzi, Universidad de Bolonia
fe d e r a lism o - g o b ie r n o - leg itim d a d - m u n ­ (derechos del hombre. 2a. parte)
d ia lism o - n a c io n a lism o - régim en p o lític o -
u n ifica ció n europea) Ernesto molinari. Universidad de Bolonia
(teoría de juegos)
vincenzo i.iPTOLis, Universidad de Roma
(asam b lea con stitu yen te) Leonardo morlino. Universidad de Florencia
(disensión • estabilidad política - franquismo)
siró lombardim, Universidad de Turin
(política económica) franco mosconi, Universidad de Pavía
(neutralidad)
ernesto López, Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales, México Ricardo ni delman, Buenos Aires
(cepulism o - d esarrollism o - m ilitarism o lati­ (subimperialismo - trutsquismu latinoameri­
noam ericano) cano)
XIV LISTA DE AUTORES

nixo Olivetti rason, Universidad de Padua cesare pianciola, Turín


(bicameralismo - proceso legislativo) (enajenación - socialism o)

mabel olivieri barbé, Universidad de Turín sergio pistóne, Universidad de Turín


(caudillismo) (bonapartism o - h istoricism o - im perialism o -
in terés n acional - m aq u iavelism o • policen-
felix e. oppenheim, Universidad de Massachu- trism o - razón d e estad o - relaciones interna­
selts en Amhersl cion ales)
(igualdad - justicia - libertad)
Gil)liano po.vtara, Universidad de Estocolmo
anna opfo. Universidad de Cagliari (gandhism o • no violen cia - paz, investigación
(partidos políticos - socialización política) cien tífic a sob re la - u tilitarism o)

Pavía
cassio ortegati, Alvaro portillo, Universidad Autónoma Me-
(sociedad de masas) tropolitana-lztapalapa México
(com una [y m u n icipio] en latinoam érica)
SANDRO ORTONA, T u r it l
émile poulat, Centre National de la Recherche
(antisemitismo)
Scientifique, París
(a so cia cio n es p atron ales - co n flicto - con tra­
piero ostellino,Milán tación co lectiv a - organ izacion es sin d ica les -
(contención - diplomacia - distensión, no ali­ relaciones industriales - representación obrera)
neamiento - satélite)
marino regini, Universidad de Milán
GARLO LEOPOLDO OTT1NO, Turín (huelga - n eocorp orativism o - sin d icalism o )
(cuarto estado - separatismo)
gloria regonint, Universidad de Milán
angelo panebianco.Universidad de Bolonia (estad o b en efactor o de b ien estar)
(comunicación política)
sergio ricossa, Universidad de Turín
cían franco pasolino, Universidad de Bolonia (lib eralism o)
(abstencionismo - capacidad política - con-
ductismo - conflicto - corrupción política - gilseppe riclperati, Universidad de Turín
crisis - ejecutivo - eurocomunism o - formas (cosm op olitism o)
de gobierno - gobemabilidad - gobiernos so-
cialdemócratas - grupos de presión - integra­ Francesco rossolillo, Universidad de Pavía
ción - m ilitarism o - modernización - movili­ (nación)
zación - movimiento político - movimientos
ettore rotelli, Universidad de Bolonia
sociales - oportunismo - partidocracia - qua-
lunquismo - revolución - sistemas de partido - (antiguo régim en - region alism o)
stanilismo - subdesarrollo - trotquismo - van­
fabio roversi-monaco. Universidad de Bolonia
guardia)
(d escen tralización y cen tralización )
alessaxdro passerin d entreves, Universidad gian EXRico rlscont, Universidad de Turín
de Turín
(capitalism o)
(filosofía de la política)
edda saccomam salvadoki. Universidad de
Universidad Católica de Milán
giorgio pastor], Turín
(administración pública) (fascism o)

orazio m pETRACCA, Universidad de Salerno lligi salvatorelli, Universidad de Turín


(liderazgo) (ju risd iccion alism o)
LISTA DE AUTORES XV

giacomo san!, Universidad de Columbus, Ohio TiziANO trel, Universidad de Pavía


(apatía - consenso - cooptación - cultura polí­ (paro)
tica - participación política • propaganda)
jorge tula, Buenos Aires
Universidad de Turin
sergio scamlzzi.
(reforma universitaria)
(formación social)
giuliano l’rbani, Universidad Bocconi de Milán
pierangelo schiera, Universidad de Trento
(absolutismo - cameralismo - estado de poli­ (política com parada - sistem a político)
cía - estado moderno - sociedad por capas [o
estamentos]) gianni vattimo. Universidad de Turin
(nihilismo)
domen ico settembkini, Universidad de Pisa
(leninism o - reform ism o - revisionism o guido verrugo, Universidad de Salemo
socialdemocracia) (anticlericalism o - ateísm o)
mario stoppino, Universidad de Pavía
(autoridad - autoritarism o - conformismo - Claudio zanghi. Universidad de Mesina
dictadura - fuerza - ideología - manipulación - (organización internacional)
poder - totalitarismo - violencia)
VALERIO ZASON'E, Roma
Oscar tekAn , Universidad de Buenos Aires (cogestión - cuarto poder - laicism o - represión
(positivismo latinoamericano) - tolerancia)

saffo testos i binetti. Universidad de Bolonia


giovanna zincone, Universidad de Turin
(doctrina - doctrinario - iluminismo - progreso - (fracciones)
voluntad general)
damlo zolo, Universidad de Sásari
nicola tkanfaglia. Universidad de Turin
(tiberalsocialismo) (personalism o)

raCltrejodelarbre, Universidad Nacional Autó­ giampaolo zucchini, Universidad de Bolonia


noma de México (a r isto c r a c ia - d em a g o g ia - n o ta b le s - o p o si­
(sindicalismo latinoamericano) ción - tim ocracia)
I
absolutismo

I KL ABSOLUTISMOCOMO FORMA ESPECIFICA Oh orua- de distinción y de especificación a un fenó­


kización del poder. Surgido tal ve/ en el siglo meno de por si genérico y metahistórico como
xvui, aunque difundido en la prim era mitad el del "poder”.
del siglo xix, para indicar en los circuios De ahí la doble tendencia a vincular estre­
liberales los aspectos negativos de lo ilimita­ chamente el concepto en cuestión con una
do y pleno del poder monárquico, el término- perspectiva eminentemente tipológica o
concepto a. se difundió desde entonces en estructural, confundiéndolo o asimilándolo
todos los lenguajes técnicos de Europa para con otro concepto, mucho más definido des­
indicar, bajo la apariencia de un fenómeno de el punto de vista lógico y de los conteni­
único o por lo menos unitario, el caso en cues­ dos, como era el de "tiran ía”, o bien a redu­
tión o también categorías distintas de la expe­ cirlo a sinónimo de la especificación históri­
riencia política, unas veces —y de manera ca más precisa del gobierno arbitrario que es
predominante— con la condena explícita o el "despotismo”, con sus insustituibles ele­
implícita de los métodos de los gobiernos mentos mágico-sacros y su absoluta falta de
autoritarios y en defensa de los principios referencias jurídicas, en sentido occidental.
liberales, otras veces —con resultados igual­ En ambus casos, pero sobre todo en el segun­
mente eficaces, si no cuantitativamente sí do (ya que en efecto también en el plano lin­
cualitativamente— bajo la apariencia de que­ güístico fue donde se crearon los mayores
rer dem ostrar la ¡nevitabilidad y la conve­ equívocos, con la todavía no superada utili­
niencia, si no la necesidad, del sistema mona- zación de los dos términos como sinónimos
cráticoy centralizado para el buen funciona­ en las principales lenguas europeas), se tuvo
miento de una unidad política moderna. una ulterior consecuencia: la de proyectar el
La fuerza polémica del término, presente a. hacia la dimensión, eminentemente con­
desde su nacimiento y para nada atenuada temporánea, del "totalitarism o”.
por su contradictoria difusión, aceleró y acen­ Es evidente que se trata, en todo caso, de
tuó su éxito, pero también dio pie a no pocos un concepto artificial. Tanto en sus significa­
equívocos sobre su esencia, llegando en un dos polémicos como en los distintos signifi­
cierto momento a hacer problemática su uti­ cados científicos atribuidos, ninguna de sus
lización dentro de los márgenes de exactitud definiciones puede dejar de aparecer y ser
suficientes para garantizar la cientificidad "externa”, convencional y relativa, valorable
requerida ya desde entonces también por la por lo tanto sólo en función del grado de cla­
investigación historiográlica. ridad que puede introducir en la comprensión
La prim era generalización a la que se llegó —en el plano histórico y por consiguiente
inevitablemente fue la de identificar el con­ también en el categorial— de un aspecto
cepto de a. con el de "poder arbitrario e ili­ imprescindible de la experiencia política,
mitado". Si éste había sido el origen proba­ como es el del poder.
ble del significado del término, es evidente Si se quiere seguir este camino no se pue­
también que se trataba de una acepción que de por eso prescindir del serio intento de
sin lugar a duda era útil en el plano del deba­ reducir el a. a una forma especifica de orga­
te político e ideológico, pero que era comple­ nización del poder, característica respecto de
tamente estéril a los fines de la investigación otras; particularm ente esta especificidad se
histórico-politica y constitucional, desde el deberá captar a su vez en el plano histórico,
momento que no añadía nada en capacidad con respecto a una forma históricamente
m
2 ABSOLUTISMO

determ inada de organización del poder. La los dos primeros), a pesar de ser de tipo reli­
perspectiva que se desprende de ahí es por gioso o sacro, son precisamente sólo limites:
consiguiente, en prim erísim o lugar, la o sea que cumplen un papel negativo, pues no
histórico-constitucional. En su interior, los representan la esencia del a., su contenido,
parám etros clasificalorios más obvios y úti­ sino sólo el término de comparación impres­
les son los que se refieren al espacio cultural cindible, el limite insuperable (en relación
del Occidente europeo, al periodo histórico precisamente con la tiranía). Pero en esa for­
de la edad moderna y a la forma institucio­ ma, el a. es algo completamente distinto del
nal del estado moderno. La prim era delimi­ despotismo, que en cambio encuentra en los
tación sirve, ante todo, para mantener la dis­ elementos mágico-sacros y religiosos su pro­
tancia con la experiencia oriental y eslava del pia identificación positiva y su propia legiti­
despotismo césuro-papista. La segunda, para mación última.
diferenciar la organización "absolutista" del Se trata entonces de un régimen político
poder del anterior sistema político feudal y constitucional (en el sentido de que su funcio­
de la antigua sociedad por capas (v.). La ter­ namiento está, de cualquier manera, someti­
cera, finalmente, para señalar los limites con­ do a limitaciones y normas prestablecidas),
cretos que asume históricamente el a. como no arbitrario (en cuanto que la voluntad del
"form a" de poder. monarca no es ilimitada), y sobre lodo de tipo
secular, profano. Con estas precisiones, la
u. la soberanía. Desde un punto de vista des­ colocación espacio-cultural, cronológica e ins­
criptivo, se puede p artir de la definición de titucional del a. adquiere mayor crédito y sig­
a. como la forma de gobierno en que el deten­ nificación.
tador del poder lo ejerce sin dependencia o Dando convencional mente por descontado
control por parte de otras instancias, supe­ el término final del a. en la revolución fran­
riores o inferiores. Cosa que es completamen­ cesa (aun cuando quede abierto todo el pro­
te distinta que definirlo como "sistema poli- blema de la supervivencia de elementos abso­
tico en que la autoridad soberana no tiene lutistas en diversas partes de la Europa con­
limites constitucionales", o también sólo tinental), las opiniones son necesariamente
como "sistema político que se concreta ju rí­ opuestas en cuanto a su principio. Presente,
dicamente en una forma de estado en que en gérmenes más o menos desarrollados
toda la autoridad (el poder legislativo y el eje­ según el estadio de desarrollo de las distin­
cutivo) está en manos de una sola persona, sin tas monarquías "nacionales" europeas, ya en
limites ni controles". El problema decisivo es la fase de transición del sistema feudal al esta­
el de los límites: en relación a él. el a. se dife­ do moderno, está en concomitancia con la
rencia de manera clara de la tiranía, por una afirmación de este último de que el régimen
parte, y del despotismo césaro-papista, por la absolutista se consolida plena y consciente­
otra. mente tanto en el nivel práctico como en el
En prim er lugar, la reducción, válida aun­ teórico. Aparte, pues, de la necesidad de inves­
que elemental, del principio fundamental del tigar los orígenes y los antecedentes ya des­
a. a la fórmula legibus solutas, referida al de el siglo xiii, se le puede asignar tal vez
príncipe, implica autonomía sólo respecto de razonablemente, como edad peculiar si no
cualquier limite legal externo, excepción exclusiva, la que va del siglo xvi al xvm. Más
hecha de las normas impuestas por la ley complicado es, en cambio, tratar de fijar, den­
natural o por la ley divina; además, casi siem­ tro de estos márgenes, su desarrollo homo­
pre, implica autonomía respecto de las “leves géneo en las distintas experiencias políticas
fundamentales” del reino: se trata, pues, tam­ europeas, en donde, por el contrario, se pre­
bién en sus teorizaciones más radicales, de sentó en épocas y modos diferenciados, dan­
una absolutez relativa a la gestión del poder, do origen a no pocos problemas importantes
el cual en cambio implica limites intrínsecos, de recesión o de influjo de una experiencia
en especial constitucionales, en relación con sobre la otra (basta considerar las diferencias
los valores y las creencias de la época. El a. más gruesas existentes entre el a. inglés, fran­
no es, pues, una tiranía. cés y alemán).
En segundo lugar, estos límites (sobre todo Nos falla hablar, finalmente, del peligro
ABSOLUTISMO 3

relacionado con la excesiva identificación del nificado menos superficial a su misma raíz
a. con la forma histórica occidental moder­ etimológica. El concepto legihus solulus
na del estado. En prim er lugar, porque sin denuncia inmediatamente que el terreno en
duda han existido ejemplos ilustres de orga­ que se asentó desde la Edad Media la obliga­
nización estatal moderna en Occidente, des­ ción política en Occidente fue el jurídico. Sin
viados totalmente en la hipótesis absolutis­ embargo, en el ámbito en que operaba la gran
ta. En segundo lugar, porque ésta ha sido, de tradición romana, mantenida con vida e inter­
una manera u otra, sólo una hipótesis reali­ pretada por la iglesia, se produjo, a principios
zada a menudo en forma total, pero nunca de la edad moderna, una fisura revoluciona­
hasta el punto de excluir otras hipótesis y ria, en la medida en que la independencia res­
orientaciones, opuestas o contradictorias, de pecto de las leyes se convirtió muy pronto en
cuya dialéctica se deriva más bien una gran emblema de los nuevos príncipes territo ria­
parte del desarrollo constitucional subsi­ les que aspiraban a conquistar y a consolidar
guiente. Si por lo tanto, en su prim era fase, una posición de autonomía en oposición a las
el moderno estado occidental fue sobre todo pretensiones hegemónicas imperiales y papa­
estado absoluto, y no ha sido únicamente esto, les, por una parte, y a las señorías locales, pol­
el a. fue sólo un elemento esencial del mismo la otra. En el fondo, este enfrentamiento refle­
al lado de otros: elemento característico mas jaba, sin embargo, un importante cambio cul-
no exclusivo de la vicisitud constitucional tural, que se había hecho posible y se había
occidental, reducible en su esencia a los dos incrementado gracias al redescubrimiento del
principios fundamentales de la secularización derecho romano y a la inmensa obra de actua­
y de la racionalización de la política y del lización e interpretación realizada con el por
poder. De tal proceso el a. representó cierta­ juristas laicos y eclesiásticos, por escuelas y
mente, en el plano teórico como en el prácti­ orientaciones que se fueron sucediendo en
co, una de las contribuciones más eficaces del toda Europa hasta el siglo xvu. Se trata de la
espíritu europeo, y desde este punto de vista oposición progresiva al "buen derecho anti­
merece ser estudiado. guo", a la simple e indemostrada apelación
"a Dios y al derecho”, a la concepción —de
tu. aspecto JURiDicocoNSimictoNAL. Si esta hipó­ carácter evidentemente sacro del derecho del
tesis es verdadera, el a. se nos presenta, en príncipe-sacerdote, "encontrado” en la gran
su forma plena, como la conclusión de un masa de las normas (consetudinarias, natu­
acontecimiento prolongado que, a través de rales y divinas) existentes desde tiempo inme­
la imprescindible mediación del cristianismo morial. En su lugar se reafirma, en cambio,
como ductrina y de la iglesia romana como la idea de un derecho "creado" por el prínci­
institución política universal, conduce de los pe, de acuerdo con las necesidades del tiem­
orígenes mágicos y sacros del poder a su fun- po y basado en las técnicas más actualizadas.
damentación en términos de racionalidad y Un derecho, pues, concreto, adecuado al obje­
eficiencia. Un buen testimonio de esto lo da tivo, pero por eso mismo mutable y no obli­
la evolución sufrida por el principio de legi­ gatorio, del que puede librarse siempre el
timación monárquica de la antigua investidu­ príncipe que lo creó. El príncipe proclama
ra por gracia divina de la monarquía consti­ (hace que sus legistas proclamen) su indepen­
tucional del siglo xix: evolución a lo largo de dencia respecto de este derecho, prueba evi­
la cual se pasa de una justificación conscien­ dente de que esta nueva tendencia se orienta
temente religiosa (aunque cada vez menos ya conscientemente en dirección de la racio­
mágica) del poder, a una heroica y clasicista nalización e intensificación del poder y de la
(reconocible en la presencia, entre 1460-1470 relación fundamental en que se ejerce: la rela­
y 1760-1770, de alusiones ideológicas y pro­ ción entre autoridad y súbditos.
pagandistas de tipo mitológico a la figura del La fórmula mencionada se articula, en efec­
principe), para llegar a una predominante­ to, en el nivel lógico, en dos reivindicaciones
mente jurídica y racional respecto de su ulteriores, retomadas una vez más, aunque en
objetivo. un sentido completamente distinto, del anti­
La amplitud de la parábola en que se colo­ guo derecho romano, y que corresponden, en
ca el absolutismo permite atribuirle un sig­ esencia, a las líneas fundamentales del pro­
4 ABSOLUTISMO

ceso de formación del estado moderno, a tra­ de cualquier valoración religiosa o por lo
vés de la consolidación de la autoridad en el menos moral. Desde este punto de vista, vuel­
exterior y en el interior del "territorio" en que ven a incorporarse ciertamente en la historia
surge. La supremacía imperial y papal, por del a. como doctrina aun pensadores y movi­
una parte, y la participación de los poderes mientos que en una perspectiva estrictamente
locales (consilium), por la otra, constituyen técnica quedarían fuera de ella por la escasa
dos obstáculos que se interponen a la defini­ atención prestada a los elementos jurídico-
ción del poder monocrático del príncipe. Con­ inslitucionales que convierten al a. en un
tra el prim ero de ellos, este último se procla­ fenómeno concretamente constitucional.
ma superiorem non recognoscens e imperator Dejando a un lado los pasajes aislados a tra­
in refino suo, negando cualquier forma de vés de los que se llevó a cabo la "desm orali­
dependencia tanto respecto del emperador zación" de la política y que contribuyeron al
como respecto al pontifice. Contra el segun­ nacimiento del "espíritu laico" en una pers­
do, en concomitancia con la sustitución cada pectiva predominantemente antitomista, uno
vez más convincente del derecho "creado” en de los puntos de llegada de dicho proceso está
lugar del "encontrado" y con la exigencia cre­ representado, sin lugar a duda, por la obra
ciente de establecer y m antener la paz terri­ de Nicolás Maquiavelo. a pesar de la posición
torial, se reafirma el principio por el que quod equívoca que sostiene en relación con los dos
principi placuit ¡egis habet vigorem. extraordinarios fenómenos histórico-politicos
A esta altura, la absolutez del poder monár­ que se estaban preparando o llevando a cabo
quico se ha consumado en teoría, al no encon­ ante sus ojos: el estallido de la Reforma reli­
tra r ya el príncipe límites al ejercicio de su giosa y la constitución del moderno estado
poder ni en el exterior ni en el interior del institucional. De hecho, la relación de .Vlaquia-
naciente estado. Ya no es súbdito de ningu­ velo con el a. lleva todavía de manera predo­
no y ha hecho súbditos a todos los que están minante la huella de los esquemas tradicio­
debajo de él. Se ha delineado, en suma, en sus nales; el orden absoluto, opuesto al civil, es
rasgos esenciales, el nuevo e indiscutible prin­ para él sinónimo de tiranía, de poder ilimita­
cipio de legitimidad del principe en el esta­ do y sin control; por otra parte, su príncipe
do: el principio de la soberanía, la summa Icgi- responde, aun con todas las cautelas y expli­
busque soluta potestas, de la cual en el últi­ caciones de las condiciones necesarias, a
mo cuarto del siglo xvi Bodin podrá hacer dicho modelo, en función de la única cosa que
una sistematización teórica definitiva. en el fondo le interesa: la erección del poder
Si la reducción del a. a sus referencias ju rí­ como momento central, si no es que único, de
dicas agota el aspecto semántico del proble­ la experiencia política, la elaboración de cri­
ma y sirve para describir gran parte de su his­ terios y normas de comportamiento político
toria, nu basta para delinear completamente medidos únicamente en relación con dicho
la mutación profunda a laque, en el ámbito objetivo, la eliminación de todo elemento que
de la experiencia política occidental, el a. empañe la “pureza” de la relación que se des­
corresponde. Entre los siglos xm y xvi se lle­ prende de la obligación política formulada de
vó a cabo, en efecto, pasando también a tra ­ manera rigurosa en sus términos terrenales,
vés del filtro jurídico y frente a problem áti­ concretos, efectivos, reales. El hecho de que,
cas y convicciones muy enraizadas y compli­ en realidad, las fórmulas de Maquiavelo apa­
cadas, una de las mayores revoluciones cul­ rezcan históricamente demasiado rígidas \
turales de que ha sido testigo el Occidente.IV . circunscritas, depende únicamente de la fuer­
te limitación creada por las condiciones polí­
IV. aspecto POLITICO-RACIONAL. Si secularización ticas italianas de las que no pudo librarse y,
significa pérdida progresiva de los valores en parte, del significado mismo que, más o
religiosos (cristianos) de la vida humana, en menos conscientemente, le atribuyó a su obra
todos sus aspectos, a. significa también, y mayor, Fl Príncipe, que constituye precisa­
sobre todo, separación de la política respec­ mente un tratado sobre el poder y no sobre
to de la teología y conquista de autonomía de el estadu.
la prim era, dentro de esquemas de compren­ Si se quiere dem ostrar la complejidad y la
sión y de criterios de juicio independientes globalidud asumida por el fenómeno de la
ABSOLUTISMO 5

absolutización de la política, en el que se da, si se considera que el largo camino que


incorpora también el a. como acontecimien­ ya había recorrido la monarquía en pos de
to histórico, y del cual Maquiavelo lúe cier­ una administración centralizada y racional
tamente su exponente más significativo, no del territorio unificado había sufrido una
se puede descuidar tampoco el otro filón a fisura y un retroceso sorprendentes, en nom­
través del cual se concretó la contribución bre de una oposición religiosa bajo la cual se
estrictam ente religiosa (cristiana) a la sepa­ ocultaba una extraña mezcolanza de antiguos
ración entre política y moral, tanto a través intereses feudales y nuevas —tal vez todavía
del camino (que había sido siempre caracte­ no conscientes— necesidades burguesas, en
rístico de la oposición al tomismo dentro de pugna con las prerrogativas prevalecientes y
la iglesia) de la recuperación de la otra dimen­ las aspiraciones de la alta nobleza, de los
sión: precisamente la religiosa. Se trata, natu­ Grandes del reino. Es muy significativo que
ralmente, de la Reforma protestante, cuya la victoria les haya correspondido a los poli-
contribución al fortalecimiento del poder tiques, en nombre del nuevo principio (polé­
monárquico en su dimensión más institucio­ micamente atribuido a él por sus enemigos),
nal es incuestionable, tanto en teoria como de de "cstal, estat;pólice, pólice". En efecto, por
hecho, no sólo en los territorios alemanes en prim era vez habían vencido abiertam ente al
que pudieron jugar también motivos históri­ estado y la política, encarnados, tanto el uno
cos contingentes, sino también en los princi­ como la otra, en la figura del príncipe, aun­
pales países europeos, que desde hacía tiem­ que habian sido reducidos a la unidad teóri­
po se encaminaban a la concentración y racio­ ca, por obra de Bodin, en el principio de la
nalización monárquica (en primer lugar Ingla­ legitimación de la soberanía, sumnta legibus-
terra y Francia). que soluta potestas, expresado de manera sus­
De esta contribución vale la pena recordar tancial en el "no [...] estar sujeto de ninguna
no sólo el tema de la no positividad de la vida manera a las órdenes de otros y [en el] poder
terrena] para el más allá y la consiguiente des- dictar leyes a los súbditos y cancelar o anu­
valorización de todo compromiso, aun polí­ lar las palabras inútiles contenidas en ellas
tico, fuera de aquel —eminentemente oficial para sustituirlas por otras, cosa que no pue­
y de servicio— del principe, sino también el de hacer el que está sujeto a las leyes o a per­
consiguiente y estrechísimo vinculo con la sonas que ejercen poder sobre él” (Jean
obediencia del súbdito a la autoridad y, toda­ Bodin, Los seis libros del estado, 1.1, cap. vui).
vía más (por la modernidad y el subsecuente Ciertamente queda en pie la limitación de la
éxito de la justificación), la legitimación del "ley natural y divina", limitación que, además
poder absoluto en términos de un mero de ser difícil de sancionar, estaba muy lejos
bonum commune: entendido este último en de no tocar los problemas inherentes a los
un sentido evidentemente material, de segu­ asuntos concretos del gobierno, cuya absoluta
ridad, paz, bienestar y orden. inderogabilidad le sirve más bien a Bodin
Son todos motivos (los maquiavélicos y los para reforzar la derogabilidad de las "leyes
reformados) que convergen fácilmente en las ordinarias” (ibíd., citando un pasaje de los
doctrinas políticas del a. de los siglos xvi al Decretales). Queda todavía el límite de las
xviu, sea en las de contenido más directa­ "leyes que se refieren a la estructura misma
mente operativo y contingente reunidas con­ del reino y de su ordenamiento fundamental",
fusamente bajo el género literario (que no fue pero también éstas encuentran una explica­
más que eso) de la llamada "razón de estado", ción totalmente convincente en los términos
sea en aquellas que tenían un más evidente mismos del a., el cual se inserta mucho más
fundamento teórico y sistemático de los gran­ en la lógica y en la fuerza interna del estado
des autores del a. como Jean Bodin o Thomas que en la figura personal del monarca "en
Hobbes. cuanto éstas se hallan vinculadas a la coro­
Los seis libros del estado, de Bodin, repre­ na y están unidas de manera inseparable con
sentan ciertam ente el proyecto más convin­ ella" (ibíd.). Habría, en realidad, un último
cente salido del movimiento de los puliliques, límite que seria decisivo y pondría en juego
a fines del siglo xvi, en respuesta a una situa­ el conceptu mismo de soberanía, si de veras
ción interna francesa gravemente deteriora­ fuera obligatorio: el que se deriva del jura­
6 ABSOLUTISMO

mentó hecha par el príncipe de respetar las (algunas condiciones propias de las nuevas
"leyes civiles" o los “pactos” estipulados por tierras de ultram ar, el mismo derecho inter­
él con los súbditos (sobre todo, en concreto, nacional), encontró una aplicación por obra
con las asambleas de los estamentos). Es un de Hobbes, en la definición teórica del poder,
caso que Budín aborda con una serie inter­ de la soberanía y del estado. Después de la
minable de distorsiones y ejemplos históricos, gran descripción que había hecho de él Bodin,
para resolverlo después definitivamente recu­ se redujo a su esencia última de "animal arti­
rriendo a un expediente conclusorio (que no ficial”, de "autóm ata”: ni más ni menos "que
por casualidad ha sido aceptado recientemen­ un hombre artificial aunque de mayor esta­
te por Cari Schmitt como el verdadero rasgo tura y fuerza que el natural, para cuya pro­
distintivo de la soberanía): la decisión, en caso tección y defensa fue concebido” (Thomas
de excepción, le corresponde de una manera Hobbes. teviatán, "Introducción").
u otra al príncipe, "según la exigencia de cir­ De esa manera, el a. que caracteriza el
cunstancias, tiempos o personas”. Queda asi poder del estado no es otra cosa que la pro­
establecido, de una vez por todas, que "el pun­ yección de la absolutez natural de la relación
to más alto de la majestad soberana consiste exclusiva entre un hombre y otro, el refugio
en dictar leyes a los súbditos, en general y en racional contra las consecuencias del inevi­
particular, sin necesidad de contar con su table conflicto en que viven los hombres den­
consentimiento” (ibíd.). tro del estado de naturaleza. La legitimación
Mucho más pertinente y nítida es la argu­ que se desprende de esto es la más radical que
mentación presentada, tres cuartos de siglo pueda concebirse, ya que finca sus raíces en
después, por Hobbes para apoyar el poder la naturaleza misma del hombre y en la "ana­
absoluto. Y también más inquietante, ya que logía de las pasiones" propias década uno de
la mayor complejidad de los problemas lo ellos. Asi, Hobbes lleva finalmente a término
ohliga a abandonar el método sólido de Budín la revolución de Maquiavelo, fincando la abso­
y de los pulitiqucs orientados a una funda- lutez de la política en la absolutez del hom­
mentación predominantemente funcional del bre y fundamentando la brutalidad necesaria
poder, en términos de eficiencia y de orden, del poder dentro del estado en la simple con­
recurriendo únicamente a la lógica abstrac­ sideración de que este último es una creación
ta e instrumentalmente neutral del derecho. artificial del hombre que recurre a ella para
En una situación política seguramente más m oderar dentro de la historia la tragedia de
avanzada, que ya había sido testigo de la con­ su destino de lupus, que nu puede ser más que
solidación del poder monárquico y que esta­ la muerte. El razonamiento es elemental: las
ba viviendo la áspera oposición por parte de pasiones del hombre (tan naturales como
fuerzas mucho más homogéneas y consolida­ nocivas) no son pecado mientras no haya una
das en la defensa de los nuevos intereses eco­ ley que las prohíba: esta ley debe establecer­
nómicos que las que había habido en Fran­ se, y para ello debe nom brarse una persona
cia durante el siglo anterior, Hobbes se ve dotada de autoridad. Injusticia, ley V poder
obligado a seguir el único camino disponible son tres eslabones de la misma cadena lógi­
para establecer el nexo roto entre la sobera­ ca que tiende a perm itir, de una manera arti­
nía (la reivindicada en una forma tan decidi­ ficial, que el hombre sobreviva.
da y tradicional por la monarquía Estuardo) En conclusión, también para Hobbes, la
y el derecho (el de los centros de poder local, esencia de la soberanía radica en la absolu­
del parlamento que los agrupaba, de la gentry tez y en la unicidad del poder, de manera que
que empezaba a expresarlos en el nivel de cla­ todas las voluntades individuales de los hom­
ses) y para fundamentar una legitimidad real: bres se reduzcan a una sola voluntad. “ Esto
la admisión de un sistema jurídico dotado de es más que un consentimiento o un acuerdo:
reconocimiento universal. Este último ya es una unificación real de todos ellos en una
existia en el derecho natural moderno que, misma persona, lograda por medio de un pac­
después de haber sido utilizado ventajosa­ to de cada hombre con cada hombre [. ..]"
mente en el transcurso del siglo xvt como (ibíd., cap. xvh). El estado, de hombre artifi­
instrum ento racional para resolver cuestio­ cial, se convierte en dios mortal, "una perso­
nes anormales o completamente originales na de cuyos actos se ha hecho autor cada uno
ABSOLUTISMO 7

de los individuos de una gran multitud, a tra ­ exactos (por más amplios y extensos que sean,
vés de pactos recíprocos, con el fin de que como en el caso de Hobbes) del poder y, por
pueda usar la fuerza y los medios de todos consiguiente, en cierta forma, limitarlo, y pol­
ellos, según lo considere oportuno, para su la otra, establecer y defender los ámbitos
paz y para la defensa común" (ihid.j. (aunque fuera solamente el del espacio inte­
El hecho de que la soberanía se manifieste rior apolítico de Hobbes) de autonomía e inde­
por excelencia en la potestad legislativa, se pendencia individual.
deriva de las premisas mismas del discurso El a. político dio, en realidad, en el plano
de Hobbes: sólo el derecho positivo es capaz constitucional concreto, respuestas muy uni­
de desenm arañar las pasiones humanas e laterales a estos problemas, separando des­
impedirlas positivamente (sancionándolas). mesuradamente un polo del dualismo (el auto­
En esta forma, este último no es más que la ritario) del otro; estableció, sin embargo, el
necesaria propagación, artificial y racional, principio de la contraposición y por lo tanto
del derecho natural, cuyas leyes eran conti­ la premisa necesaria para toda su posible
nuamente violadas, en el estado de naturale­ reglamentación.
za, por las pasiones. El estado hecho a seme­ Esto permite, finalmente, establecer una
janza del hombre, pero siendo un cuasidios, indiscutible distinción de principio entre a.
expresa en el fondo, según Hobbes, por enci­ y totalitarismo, ya que este último consiste
ma de ¡a absolutez política (característica per­ precisamente en la total identificación de
manente de todo el a. político), también la cada sujeto con el entero cuerpo político orga­
absolutez del hombre, en sus pasiones y en nizado. pero mucho más con la organización
su heroísmo. La gran ficción en que consiste misma del cuerpo. Cosa que, obviamente, pue­
(la abstracción del poder en una voluntad uni­ de suceder en las dos direcciones implícitas
ficada artificialmente) es el instrumento en el dualismo autoridad-súbdito: mediante
racional con el que el hombre salva su pro­ la desmesurada dimensión del polo autorita­
pia concretez, es decir, su vida. En el estado, rio. que llega a abarcar en si todo aspecto y
el hombre se salva, no se pierde.V . momento de la vida individual, reduciendo lo
privado a un simple elemento constitutivo de
V. modklo bipolar: AUTORIDAD y SUBDITO. Paradó­ su misma estructura organizativa, o bien
jicamente, éste es precisamente el resultado mediante la absolutización de la presencia
final al que conduce el a. político: la garan­ individual, en una continua y global partici­
tía de la libertad humana —de esa parte de pación del hombre en la política. En ambos
libertad humana compatible con la apremian­ casos, se tendría una absoluta politización de
te necesidad de la política—, ya reducida defi­ la vida individual, en una perspectiva dram á­
nitivamente a una esfera autónoma do rela­ ticamente enajenante, o encantadoramente
ciones humanas, sin más justificaciones o liberadora, aunque con el mismo resultado
referencias de tipo trascendente. De Hobbes por lo menos en un punto: la liberación de la
en adelante, el proceso de ampliación y con­ política de todo limite, su —precisamente—
solidación de esta garantía se desarrollará totalización, y por consiguiente también la
dentro de la realidad efectiva del poder, y en pérdida de su autonomía en nombre de una
relación con la fuerza abstracta pero podero­ hegemonía absoluta sobre cualquier otro
sísima del estado. Los modelos que vendrán aspecto de la vida humana, que la sujetaría
después, tanto de tipo constitucionalista inevitablemente, de nuevo, a elecciones y
como de tipo absolutista-ilustrado, si preten­ opciones perjudiciales de tipo trascendente.
den llegar a los más modernos del estado de Ya se trate de un totalitarism o autoritario
derecho y del estado social, no podrán salir­ y tecnocráticoode un totalitarismo democrá­
se de la rígida relación-separación en que el tico y humanista, ciertam ente los módulos
a. había fundamentado la propia obligación organizativos (pero ante todo culturales y
política por medio del recurso a la soberanía: existenciales) en que éste se concretaría,
la relación entre autoridad y súbdito. Sólo en serian necesariamente distintos de aquellos
el ámbito de este dualismo y en la delimita­ a que nos tenia acostumbrados la experien­
ción precisa de las respectivas competencias, cia constitucional occidental de la edad
se puede, por una parte, conocer los confines moderna. En todo caso, pues —por más
8 ABSTENCIONISMO

absurdo y presuntuoso que parezca reunir, en se mide como el porcentaje de quienes, tenien­
el plano de los contenidos, las dos posibles do todo el derecho, no van a las urnas. Dis­
lineas de tendencia—, resulta necesario tomar tinto es el caso de quienes al votar dejan la
conciencia de las implicaciones y de las con­ papeleta en blanco o la anulan de diversos
secuencias que éstas llevan consigo, en la con­ modos con toda intención. Aunque tanto quie­
vicción, cada vez más probable, de que tal vez nes no comparecen ante las urnas como quie­
la edad del totalitarism o ya ha comenzado. nes no expresan un voto válido intentan mani­
festar disgusto o desconfianza, ambos fenó­
bibliografía: P. Anderson, El estado absolutista menos deben juzgarse analíticamente como
(1974), México, Siglo XXI, 1979; F. Hartung y R. distintos.
Mousnier, Quelques prohlémes concemants la En general, las variables que inciden sobre
monarchie absolue, en Relazioni del X Congres- la disponibilidad en la participación política
su Internazionale di Scienze Storiche. IV:Storia en su sentido amplio influyen de manera posi­
moderna, Florencia, Sansoni, 1955; W. Hubatsch, tiva también en la participación electoral. Al
Das Zeitalter des Absolutismus, 1600-1789, contrario, puede decirse que los abstencionis­
Braunschweig, Westermann, 1965; K. Kaser, tas son, desde el punto de vista sociológico,
L ’etá dell’assolutismo (1923). Florencia, Vallec- con poca diferencia de país a país y con pocas
chi, 1926; R. Mandrou, L'Europe "absolutiste". excepciones (por ejemplo, la de los abstencio­
Raisonet raison d'État, 1649-1775, París, Fayard, nistas voluntarios y "determ inados", como
1977; F. Mcinecke, L'idea delta rugían di Stuto los peronistas en Argentina las veces en que
nella storia moderna (1924), Florencia, Sansoni, se sintieron discriminados o los radicales ita­
1967; A. Negri, Assolutismo, en Scienze poli lidie. lianos en las elecciones administrativas de
1: Stato e política, Milán, Fcltrinelli, 1970; G. Oes- 1980 y 1981), un grupo de individuos con
treich, Problemi di struttura dell'assolutismo características relativamente precisas: ante
europeo, en Lo Stato moderno. 1: Dal Medioevo todo, bajo nivel de instrucción; en segundo
all'etá moderna, a cargo de E. Rutel ii y P. Schie- lugar, sexo femenino; en tercer lugar, de edad
ra, Bolonia, II Mulino, 1971; R. Schnur, Indivi­ avanzada o muy jóvenes. En igualdad de todas
dualismo c assolutismo, Milán, Giuffré, 1979; G. las demás variables, la instrucción o mejor
Tardío, Storia della cultura giuridica moderna. dicho la falta de un adecuado nivel de instruc­
1: Assolutismo e codificazione del diritto, Bolo­ ción. incide negativamente en la participación
nia, II Mulino, 1976; C. Vivanti, Note per una dis- electoral. Sin embargo, se ha observado tam­
cussione suU'assolutismo, en Quadcmi di rassefi­ bién que si prescindiendo de su nivel de ins­
na soviética: Atti del 111 Convegno degli storici trucción, un individuo empieza a participar
Italiani e sovietici, Ruma, 1969; F. Walter, Euro­ en las elecciones, por ejemplo por haber sido
pa im Zeitalter des Absolutismus, 1600-1789, "movilizado” por un partido o por circuns­
Munich, Oldenburg, 1959. tancias excepcionales, como la guerra o la
depresión, es probable que siga "partici­
[i'IERANGELO SCHIEKA] pando”.
Las tasas de a. varían considerablemente
de un país a otro y de una consulta electora!
a otra. Las tasas más elevadas las encontra­
abstencionismo mos, por lo que respecta a los regímenes
democráticos, en Estados Unidos; en las elec­
Se utiliza el término esencialmente para defi­ ciones presidenciales, el a. superó en los años
nir la falta de participación en el acto de setenta el 45%; en las elecciones al Congreso
votar. Pero también puede ampliarse su sen­ vota menos de la mitad de quienes tienen
tido hasta comprender la no participación en derecho a ello (aunque con fuertes diferencias
todo un conjunto de actividades políticas, de uno a otro estado y de elección a elección).
pues en su forma más aguda la no participa­ Las tasas más bajas se encuentran, en este
ción podría definirse como apatía, enajena­ orden, en Australia, Holanda, Austria, Italia
ción, etc. Como muchas de las variables vin­ y Bélgica y llegan a ser, para las elecciones
culadas con la participación electoral, el a. es políticas de la segunda posguerra, inferiores
de fácil determinación cuantitativa. De hecho, al 10%. En promedio, las tasas de a. en los
ABSTENCIONISMO 9

regímenes democráticos giran alrededor del ción) escasamente interesados en la política,


20%, pero ciertos síntomas indican un lige­ poco informados, “ineficaces”, la tasa de a.
ro crecimiento en el porcentaje de electores crecerá.
que desertan voluntaría y deliberadamente de Por lo que respecta a las variables de gru­
las urnas. po, políticas y sistemáticas, se busca una
Las causas del a. son múltiples. Importan­ explicación al eventual crecimiento del a.
tes, pero ciertamente no decisivas para expli­ sobre todo en tres fenómenos: ante todo, en
car ¡as altas tasas que se registran en algu­ el tipo de consulta electoral; en segundo
nos países, son las normas que regulan el ejer­ lugar, en la competitividad de las elecciones
cicio del derecho al voto. La poca o mucha (o sea en la importancia de la puesta en jue­
facilidad de inscripción en las listas electo­ go y en la incertidumbre del éxito); finalmen­
rales —en algunas casi automática, en otras te, en la naturaleza del sistema partidista y
confiada al potencial electoral— y la poca o de las organizaciones políticas (grado de pre­
mucha obligatoriedad del voto (en Australia, sencia y de asentamiento social).
por ejemplo, es obligatorio; en Italia, existe Los datos concuerdan si consideramos un
una sanción de carácter administrativo: la a. selectivo de los electores que votan en por­
inscripción "no votó" en el certificado de bue­ centajes más altos cuando se trata de eleccio­
na conducta) inciden desde luego sobre el por­ nes consideradas muy importantes, y sobre
centaje de electores que van a las urnas. Por todo de elecciones políticas más que adminis­
otro lado, se ha observado que ni siquiera la trativas (en Estados Unidos más para las pre­
eliminación de los requisitos más gravosos sidenciales que para el Congreso; en Francia
hizo aumentar el porcentaje de electores den­ más en la segunda vuelta que en la primera.
tro del contexto estadunidense. Hablando Tal es el caso en Italia, a lo que debe añadir­
más en general, en cambio, se sabe que la se una participación declinante, o sea una a.
expansión del cuerpo electoral, por la razón creciente para la consulta por referéndum
que sea (sufragio universal masculino, exten­ (del 11.9% en 1974 al 18.8% en 1978 al 20.4%
sión del voto a la mujer y a las minorías, dis­ en 1981, con un crecimiento semejante de
minución del límite de edad), produce una caí­ papeletas en blanco y nulas).
da de la tasa de participación al insertar en La segunda causa sistemática del a., la fal­
el cuerpo electoral a individuos que aún no ta de competitividad de las elecciones, es más
tienen el hábito del voto. Pero, por lo común, difícil de determinar. Con frecuencia los elec­
superada la fase de “aprendizaje”, las tasas tores pueden aducir la escasa diferencia en
de a. tienden a dism inuir rápidamente, aun­ los programas de los partidos o en las posi­
que no en Estados Unidos. ciones de los candidatos como causa de su fal­
Por lo tanto, algunos autores han buscado ta de participación (lo que sucede más aún en
las causas del a. en dos grupos de variables: los sistemas bipartidistas), incluso tomándolo
por un lado las variables individuales, psico­ en su sentido positivo: es decir que la victo­
lógicas; por el otro, las variables de grupo, ria de uno u otro no habrá de incidir negati­
políticas y sistemáticas. Para que no crezca vamente sobre sus preferencias, recursos y
el a. se necesita, si se tiene en mente el p ri­ expectativas. En cambio, un elevado nivel de
mer conjunto de variables, que los nuevos encuentro político y una fuerte diversidad
electores m uestren interés por la actividad programática pueden hacer que disminuya el
politica, posean buena información política a., movilizando electores de otro modo no dis­
y consideren “eficaz” su grado de influencia ponibles (los casos de Italia y Francia pare­
sobre las competencias electorales. Ya que cen llevar esta dirección; el caso estaduniden­
sucede a menudo que los recién admitidos en se. sobre el que disponemos de una masa de
la participación electoral sean individuos datos incomparable, sigue el primer sentido).
(hombres excluidos antes por su analfabetis­ Finalmente, la explicación que más común­
mo. mujeres que carecen de experiencia polí­ mente se ofrece, y es probable que de una
tica anterior, minorías subordinadas —con la manera convincente, es que ahí donde los par­
sola excepción de los jóvenes en los años tidos están bien organizados, su presencia es
setenta, ya “automovilízados" pero quizá en penetrante y su actividad es múltiple, la tasa
fase de reflujo y con un alto nivel de instruc­ de a. permanece muy restringida; ahí donde
10 ACCION CATOLICA

los partidos están en crisis, su capacidad de demás, la gran masa de los abstencionistas
movilización y captación del electorado se y de los electores fluctuantes queda a dispo­
desvanece y el a. crece, y crece aún más si, sición de los llamados de los demagogos, que
como sucedió en Estados Unidos en los años prometen hacer limpieza general y crear un
sesenta, su crisis se manifiesta al mismo tiem­ régimen de verdadera participación. La movi­
po que la ampliación del electorado potencial. lización hacia arriba de los abstencionistas,
Al no estar injertado en los circuitos de la en definitiva, es un peligro real en situacio­
política organizada, este electorado se refu­ nes en las que la tasa de a. crezca sin solu­
gia rápidamente en el a. y si no se le recupe­ ción de continuidad.
ra en el curso del tiempo se volverá a. cróni­
co. Puesto que, en general, parece esperarse BIBLIOGRAFIA: K. Dittrich y L.N. Johansen, 1.a
una reducción de la captación de los partidos partecipazione eletlorale in Europa (1945-1978):
de masas y de las organizaciones políticas miti e realtá, en Ri vista Italiana di Scienza Poli-
inclinadas a la participación electora!, la ten­ tica, x (agosto de 1980); A.T. Hadley, The einpty
dencia futura más probable es un crecimien­ pollirtK booth, Englewood Cliffs, Prentice-Hall,
to del abstencionismo. 1978; E.C. Lndd, Jr., Where have all thc voters
¿Qué efectos tiene el a. en el funcionamien­ gone?, Nueva York, Norton. 1978: A. Lancelot,
to de los regímenes democráticos? En primer L'abstentionnisme electoral en Frunce, París,
lugar, no son pocos aquellos que sostienen Colín, 1968; Electoral participaron, a cargo de
que las altas tasas de a. constituyen una des­ R. Rose, Beverly Hills-Londres, Sage Puhlica-
legitimación, real o potencial, de los gober­ tions, 1980; R.E. Wonfinger y S.J. Rosenstone,
nantes. de la clase política e incluso de las Who votes?, New Haven-Londres, Yale Univer-
propias estructuras democráticas. Si demo­ sity Press, 1980.
cracia es participación de los ciudadanos, la
falta de participación debilita la democracia. [lilANFRANCO l’ASCfUINOl
En segundo tugar, quien asume una visión
más destacada del problema de la legitimidad
de los regímenes democráticos subraya en acción católica
cambio la necesidad de observar la "produc­
ción" del régimen. Si los abstencionistas son El decreto del Concilio Vaticano II Apostoli-
un grupo no sólo sociológicamente distinto cam actuositatem, a propósito de la a. católi­
del que vota, sino distinto en términos de pre­ ca, o bien de las "diversas formas de activi­
ferencias políticas, entonces su abstención dad y de asociación que, manteniendo una
hará difícil (y no esencial) que las autorida­ estrecha unión con la jerarquía, se han ocu­
des, los gobernantes, sean sensibles a las exi­ pado y se ocupan de fines propiamente apos­
gencias inexpresadas. Por ello la producción tólicos”, recuerda la definición común que se
legislativa, la distribución de recursos, la le atribuyó en el pasado: "colaboración de los
selección global del sistema premiarán a quie­ laicos en el apostolado jerárquico” (cap. 20).
nes participan en menoscabo de los absten­ Se trata de una fórmula cuyos orígenes se
cionistas, lo cual asum iría aspectos de parti­ remontan al pontificado de Pió XI (1922-1939).
cular gravedad si los abstencionistas perte­ Aparece por prim era vez, aunque con térm i­
necen a grupos sociológicamente "subprivi­ nos ligeramente distintos ("participación de
legiados”. En parte es asi y en parte no, es los laicos en la misión propia de la Iglesia”),
decir que los abstencionistas sólo en parte en una carta del entonces secretario de esta­
difieren (sobre todo en Estados Unidos) de do cardenal Gasparri a los obispos italianos
aquellos que votan. del 2 de octubre de 1922. Integrada en su for­
Sin embargo, permanece abierto el proble­ ma definitiva en los estatutos de la a. católi­
ma de los regímenes democráticos en los cua­ ca italiana de 1931, fue mantenida por los
les un alto porcentaje de los electores deci­ pontífices posteriores. Para captar su signi­
den no “m olestarse” en influir en el éxito de ficado es necesario tener en cuenta el contex­
las competencias electorales. De hecho, esca­ to doctrinal en que maduró, enfriando en pri­
samente puede pensarse que el sistema en mer lugar la acepción del término "aposto­
conjunto no se vea "deslegitimado". Por lo lado”, el cual tiene una connotación de pro­
ACCION CATOLICA II

yecto total sobre el hombre y sobre la socie­ no es un movimiento nacido de la iniciativa


dad: no se trata solamente de llevar de nuevo autónoma del laicado, sino una organización
a la fe al individuo que se haya alejado de ella, promovida por la jerarquía y controlada
sino de recrear un organismo social informa­ directamente por ella. Con Pío X se inician
do por la doctrina de la iglesia católica en una serie de revisiones de estatutos que van
todos sus niveles, incluido el ordenamiento acentuando poco a poco el carácter centrali­
civil y el económico. En esta perspectiva no zado, convirtiéndola en un instrumento dúc­
hay distinción entre “ religioso” y "político'’: til que la iglesia puede utilizar en el ámbito
ambos planos convergen en un modelo ideal de su estrategia general de "recristianiza­
de sociedad jerárquicamente estructurada en ción" de la sociedad. La a. católica italiana
la que la iglesia —el Papa en primer lugar jun­ adquiere con ello una fisonomía que la dife­
to con los obispos dependientes de él— tiene rencia sensiblemente, en el aspecto organiza­
la función ordenadora última, reconocida tivo, de las existentes en otros países, sobre
como tal por el estado, que como consecuen­ todo de la francesa, articulada en movimien­
cia recibe de ella su propia legitimación. Se tos especializados dotados de amplia autono­
trata de una concepción ampliamente difun­ mía. Por lo demás se ha de tener presente el
dida en los ambientes católicos europeos des­ carácter de "modelo ejemplar" que el papa­
de la primera mitad del siglo xix, activada do atribuyó a la aci (Acción Católica Italiana),
por la polémica ultram ontana e intransigen­ como la mejor realización del ideal de com­
te contra el liberalismo. El termino "acción promiso del laicado en relación con la igle­
católica” (o "acción de los católicos") empie­ sia y con la sociedad. Al intervenir directa­
za a usarse, junto con el de "movimiento cató­ mente en la organización del laicado militante
lico", a propósito de las organizaciones de lai­ y conceder un especial reconocimiento a una
cos militantes formadas en diversos países asociación especifica, la Santa Sede intenta­
europeos (entre los primeros. Francia, Bélgi­ ba canalizar otros movimientos surgidos en
ca y las áreas de lengua alemana) en abierta el ámbito católico, como la democracia cris­
oposición al estado liberal. En Italia cabe tiana de Murri, los cuales ponían parcialmen­
hacer referencia a todo un conjunto de aso­ te en discusión su proyecto de sociedad y rei­
ciaciones e instituciones que a partir de 1874 vindicaban un espacio autónomo de decisión
se integran en la Obra de los congresos. En para el laicado en la sede política. La defini­
los prim eros años sesenta la revista de los ción que Pío XI dará de la a. católica subra­
jesuítas La Civiltá Cailnlica elabora una defi­ ya el papel subalterno que tendrá respecto de
nición precisa del papel que tiene el laicado la jerarquía, en cuyo apostolado "colabora"
militante en el estado moderno: asegurar a la con carácter de mero ejecutor. En el marco
iglesia la tutela que los gobiernos liberales le del acuerdo entre la iglesia y el fascismo, san­
niegan, defenderla de sus ataques e influir cionado por los pactos de Letrán, la a. católi­
con su acción en los diversos niveles de la ca se convierte en ámbito de formación de un
sociedad para llevarla de nuevo a su imagen personal capaz de influir en los diversos nive­
originaria de societas christiana. La interven­ les del estado. Con la restauración de la demo­
ción política es uno de los múltiples instru­ cracia, al final de la segunda guerra mundial,
mentos de los que la "acción católica” tiene la a. católica no se limitará a proporcionar
el derecho y el deber de servirse, obedecien­ cuadros al partido católico y a asegurarle su
do a las indicaciones de la jerarquía; este máximo apoyo electoral, sino que ejercerá la
derecho, por lo que respecta a Italia, fue limi­ función de instrum ento de presión sobre el
tado en cuanto a la participación de los cató­ mismo.
licos en las elecciones políticas, con el fin de Durante el pontificado de Pió XII no cam­
hacer más eficaz la protesta contra la anexión bia el marco de referencia tradicional, aun­
de los estados pontificios, concluida con la que se afirme la naturaleza puram ente reli­
toma de Roma en 1870. El termino de "a. cató­ giosa de la misión de la a. católica: la pers­
lica" se asigna en Italia a una organización pectiva sigue siendo el retorno de la sociedad
particular creada por Pío X y que sustituyó a la imagen unitaria de la societas christiana.
a la Obra de los congresos después de su diso­ para lo cual la iglesia usará como instrumen­
lución (1903). Su sucesora. la "a. católica", ya to principal la gestión directa del poder poli-
12 ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

tico por parte de los católicos. El pontifica­ para el ejercicio del gobierno mismo y. por
do de Juan XXIII y el Concilio Vaticano II otra parte, a las actividades de actuación de
marcan un cambio de rumbo decisivo en lo las finalidades públicas, como las señalan las
que respecta a las lineas del planteamiento leyes y los actos de gobierno, en forma de pre­
pastoral. El tema de la "opción religiosa”, que cisa disciplina jurídica de las actividades eco­
ha pasado a ser central en la a. católica pos­ nómicas y sociales o en la forma específica
conciliar. representa un distanciamiento res­ de cumplimiento de intervenciones en el mun­
pecto de la concepción del apostolado antes do real (trabajos, servicios, etc.) o de compor­
mencionada y un parcial reconocimiento de tamientos técnico-materiales, así como el con­
la autonomía de la acción política respecto de trol de la actuación de esas finalidades (sal­
los principios que determinan la experiencia vo los controles de carácter político y juris­
del cristiano. La cuestión de la concreción y diccional).
de la relación que pueda haber entre la per­ En la variedad de las actividades adminis­
sistencia de formas de intervención y de pre­ trativas (distinguiendo entre éstas, como mere­
sencia típicas del pasado y el nacimiento de cedoras de una consideración especial, las
una nueva concepción de la "a. católica” per­ actividades de gobierno), pueden señalarse
manece abierta. dos atributos comunes: en primer lugar, el de
ser actividades dependientes o subordinadas
bibliografía G. Candeloro. II movimento caito- a otras (y por éstas controladas) que determi­
¡ico in Italia, Roma, Editori Riuniti, 1972; G. de nan v especifican las finalidades por realizar
Rosa, Storia del movimento cattolico in Italia (actividades políticas o soberanas y de gobier­
dalla restaurazione all'etá giolittiana, Barí, Later- no); en segundo lugar, el de ser ejecutivas, en
za. 1966; F. Magri, L’A. cattolica in Italia, Roma, el doble significado de cumplir una elección
La Fiaccola, 1953, 2 vols.; G. Miccoli, Chiesa e o una norma precedente y de ejecutar la nor­
sacie tá in Italia dal Concilio Vaticano I (1R70) al ma interviniendo para la satisfacción final de
Pontificato di Giovanni XX'///, en Storia d'lta- intereses y fines ya señalados.
¡ia, vol. v: / documenti, t. ii, Turín, Einaudi, Estos atributos condujeron a la identifica­
1973, pp. 1493-1548; G. Poggi, II clero di risen^a, ción de la a. pública esencialmente como fun­
Milán, Feltrinelli, 1963; Varios, I.a presenza ción. vale decir como actividad-objetivo (con­
sociale del PCI e delta DC. Bolonia, II Mulino, dicionada por un objetivo), y como organiza­
1968. ción, es decir como actividad dirigida a ase­
gurar la distribución y la coordinación del
[LILIANA FERRARI] trabajo para una finalidad colectiva.

ii. u s estructuras admimstrativas. Desde el


momento en que las exigencias de distribu­
administración pública ción y coordinación del trabajo adm inistra­
tivo asumieron un relieve y una dimensión
i. las actividades aduimstrativas Con el térm i­ cada vez mayores en el curso de la experien­
no “a. pública" se intenta designar en un sen­ cia de los ordenamientos estatales modernos
tido amplio el conjunto de las actividades y contemporáneos, tales como para dar lugar
directam ente preordenadas para la concreta al nacimiento y al desarrollo de estructuras
persecución de las tareas y de los fines que adecuadas, el término a. pública indica, des­
se consideran de interés público o común en de el punto de vista de los individuos, el com­
una colectividad o en un ordenamiento plejo de las estructuras que, aun encontrán­
estatal. dose en posición diversamente subordinada
Desde el punto de vista de las actividades, respecto de las estructuras políticas y de
la noción de a. pública corresponde, por lo gobierno, representan una realidad organiza­
tanto, a una gama muy extendida de acciones tiva diferente de éstas.
que interesan a la colectividad estatal que, Para la mayor parte de los estudiosos, éstas
por un lado, comprende a las actividades de representan más bien el rasgo característico
gobierno que desarrollan poderes de decisión de los estados modernos y contemporáneos
y de mando, y aquellas de inmediato auxilio expresando, casi físicamente. la presencia de
ADMINISTRACION PÚBLICA 13

los mismos en el plano subjetivo. Una carac­ ción histórica como en la comparación de las
terística normal de estas estructuras es la pre­ distintas experiencias nacionales.
sencia de un personal elegidu por la posesión Podrá verse, en particular, cómo las vi­
de competencias técnicas y empleado de cisitudes de la a. pública siguen paso a paso
manera profesional y continua (cuerpos buro­ las de las formas del estado y del gobierno,
cráticos). actuando como manifestación especifica,
Sin embargo, es correcto advertir que la a. pero no menos esencial, del orden y de los
pública no puede reducirse, como a veces ocu­ equilibrios que se crearon en los distintos
rre, a la semblanza de las estructuras; en efec­ momentos. Igualmente se podrá comprobar,
to, esto no permite dar razón completa del especialmente para la época actual, la copre­
fenómeno administrativo público tal como se sencia de distintos tipos de a. pública dentro
delinea desde el punto de vista histórico y de la misma colectividad estatal.
comparado, especialmente si se tiene en cuen­ Con relación a cada tipo de administración
ta que no siempre es posible encontrar estruc­ es posible hacer resaltar, por una parte, has­
turas de carácter burocrático para el desarro­ ta qué punto las instituciones políticas y de
llo de las actividades administrativas y que gobierno han sido f uertes y al mismo tiempo
frecuentemente hay continuidad o una p ar­ capaces de realizar o de hacer realizar los pro­
cial identidad en las estructuras de gobierno pios objetivos y, por otra parte, hasta qué
y de administración. punto la a. pública (en el doble aspecto estruc­
tural y funcional) respondió a estos objetivos
III. PROBLEMAADMINISTRATIVOYTIPOS DE ADMINISTRA­ y fue eficiente en alcanzarlos. Dentro de esta
CIÓN La variedad de las tareas a las que pue­ relación que ve en una posición de recíproca
de dirigirse la obra administrativa y la varie­ complementariedad y, al mismo tiempo, de
dad de las actividades en las que puede mani­ contraposición las funciones políticas y de
festarse, aconsejan asum ir el punto de vista gobierno y la administrativa, se ubica una de
más amplio de la administración como acti­ las problemáticas vitales más complejas y en
vidad o como función necesaria, a la par con gran parte irresuelta de nuestros días. Esto
la política y de gobierno, en todo ordenamien­ es particularm ente visible donde las estruc­
to general o especial. turas burocráticas se han extendido (y actual­
Se trata más propiamente de considerar mente esto es la regla), porque en la realidad
como dato constante de toda colectividad efectiva la relación institucional de dependen­
estatal (como de todo grupo social organiza­ cia que la» caracteriza puede presentar valen­
do) la existencia de un problema adm inistra­ cias. si no opuestas, ampliamente divergen­
tivo, que encuentra o puede encontrar solu­ tes respecto de las constituidas.
ciones diferentes, aun en el plano organizati­ Los respectivos papeles de las estructuras
vo, con relación a la variación (además de los políticas y de las adm inistrativas tienden a
diferentes caracteres sociales, económicos y trastocarse o a configurarse según un equili­
culturales de un pais) de los tres principales brio sustancialmente alterado. Por esto la
componentes señalados de cada sistema: el temática ulterior, sutilmente sociológica, que
tipo de instituciones políticas y de gobierno analiza la a. publica en los diterenies contex­
existentes; la relación que se instaura entre to» institucionales y según los distintos tipos:
éstas y la a. publica, y las finalidades asumi­ la del papel político desarrollado de hecho
das como tareas o fines de interés publico. por las estructuras burocráticas.
El examen de los modos en lo» que se ha
enfrentado y tratado de resolver positivamen­ iv. L\ administración-soberanía. Para esquema­
te el problema administrativo, siempre que tizar sum ariam ente cuále» tipos de adminis­
se lo realice teniendo presentes las tres prin­ tración asumieron mayor importancia en el
cipales variables señaladas, que en cierto problema de las forma» de estado y de gobier­
modo bosquejan lo» elementos fundamén­ no modernas y contemporáneas, refiriéndo­
tale*. del fenómeno adm inistrativo publico se particularm ente a la experiencia italiana
—el elemento institucional, el organizativo y y sin la pretensión de ilustrar en su singula­
el funcional— permite señalar distinto» tipos ridad histórica las varias administraciones
de a. publica, tanto en el curso de la evolu­ nacionales, convendrá untes que nada anali­
14 ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

zar la formación de las grandes monarquías administración y el del ordenamiento gene­


de la Europa continental. ral: esto vale sobre todo respecto de las expe­
Con el surgimiento y desarrollo de estas riencias estatales de Europa continental. Por
instituciones de gobierno monocrático y abso­ el contrario, la experiencia anglosajona se
luto se realiza, como es notorio, un tipo de caracteriza por una restringida área de acti­
administración que en un cierto sentido vidades propiamente soberanas y por una
representa las condiciones necesarias para general subordinación de las actividades
que los nuevos poderes políticos puedan afir­ públicas a las normas de derecho común, ade­
marse, estabilizarse y mantenerse. En conse­ más del respeto y de la utilización de los pode­
cuencia, la actuación adm inistrativa está res políticos locales para las tareas de admi­
esencialmente orientada hacia la adquisición nistración.
de los medios indispensables para la conser­ Por lo tanto, la organización adm inistrati­
vación y el refuerzo del poder real así consti­ va del estado absoluto no asume caracterís­
tuido: piénsese, en esta perspectiva, que los ticas estructurales autónomas respecto de las
primeros sectores administrativos que se de la autoridad soberana sino que se presen­
desarrollan son el m ilitar y el financiero y ta más bien como un aparato de personas liga­
que. contemporáneamente, se asiste al pro­ das por vínculos de subordinación interna y
gresivo monopolio de la función jurisdiccio­ privada con el soberano o, como también se
nal en la persona del soberano. La organiza­ dijo, como organización o administración pri­
ción de gobierno real tiende además a a rti­ vada de las soberanías.
cularse y difundirse de manera uniforme en A la falta de verdaderos caracteres autóno­
el territorio, mediante la creación de estruc­ mos estructurales, por otra parle típicos de
turas de administración periférica, cuyos res­ un periodo en el que no existe una distinción
ponsables están vinculados por una relación subjetiva de las funciones públicas, corres­
de mandato o de representación al gobierno ponde una centralización que debe valorar­
central, m ientras se degradan a funciones se antes que nada en el plano político. El pro­
adm inistrativas aquellas propias del gobier­ blema administrativo se resuelve a través de
no autónomo local, especialmente urbano. la homogeneidad institucional-politica entre
Con relación a estos fines básicos y a estas los gobernantes y el personal de la adminis­
modalidades de desarrollo, la actuación admi­ tración, dada la naturaleza de las tareas por
nistrativa se presenta como coparticipación realizar, el modesto relieve de los recursos y
en el ejercicio de la autoridad soberana o de la preparación técnica específica exigida
como autoridad soberana delegada. Y en rela­ y la consecuente limitada necesidad de recu­
ción con éstos la a. pública se confunde con rrir a estructuras burocráticas.
la actividad y la potestad de gobierno: ésta es
una característica que tendrá una notable v. la administrado vempkesa. L)e la transform a­
influencia sobre el desenvolvimiento ulterior ción de estas premisas ligadas entre si deri­
del fenómeno administrativo público. van, desde antes del advenimiento del esta­
El elemento institucional aparece como do de derecho constitucional, importantes
prevalente respecto del organizativo y del fun­ modificaciones que llevan a la progresiva e
cional; estos últimos se resumen y se compe­ impetuosa afirmación del elemento organiza­
netran en la fórmula unitaria del servicio al tivo, aun en el ámbito del planteamiento ori­
rey (o a la corona). Pero sólo aparentemente ginariamente consolidado.
esta fórmula contradice la presentación de la Con la ampliación de las tareas públicas en
administración como soberanía delegada: la el campo de las intervenciones infraestructu-
doble faz del poder (hacia el exterior) y del rales y de los servicios sociales y en el de las
servicio (en el interior) contribuye más bien actividades económicas de base —típico fenó­
a resaltar la singularidad de la posición orga­ meno de aquella variante del estado absolu­
nizativa que la a. pública asume respecto de to que es el estado de policía—, surgen las
la organización del poder político de gobier­ características de una administración dife­
no y, luego, de toda la comunidad. Particular­ rente destinada a la consecución de i ines de
mente, se produce una neta distinción entre interés colectivo, que exige estructuras pro­
las reglas del ordenamiento propio de la pias estables, con personal empleado profe­
ADMINISTRACIÓN PÚBLICA 15

sionalmente y técnicamente calificado. Por El momento de contacto entre los dos cam­
esto el surgimiento de formas de organización pos separados de la administración y de la
autónoma regidas por normas propias y cri­ sociedad se expresa en el acto adm inistrati­
terios de acción internos (especialmente en el vo. que fija en concreto y unilateralmente el
campo contable y financiero) y encargadas de interés del estado-persona, dentro de los lími­
la realización de determinados objetivos de tes de discrecionalidad que la legislación con­
carácter productivo: las empresas. A la admi­ siente, sin que, por otra parte, los remedios
nistración copartícipe del gobierno y emana­ jurisdiccionales introducidos puedan ofrecer
ción de la autoridad soberana se yuxtapone correctivos eficaces y satisfactorios para la
la administración-empresa, un modelo orga­ tutela del mismo interés público que deben
nizativo sobre cuyo interés para las actuales satisfacer.
perspectivas de la a. pública llamaron opor­ En consecuencia, deviene absolutamente
tunamente la atención muchos estudiosos. prevaleciente la faz organizativa de la adm i­
Efectivamente, ese modelo organizativo nistración que, m ientras asume caiacteres
comportaba la ruptura de la continuidad estructurales propios, conserva y refuerza los
estructural entre el gobierno y la adm inistra­ vínculos de dependencia de ésta respecto de
ción y daba un relieve separado a las respon­ la dirigencia política, de modo tal que se pue­
sabilidades decisionales propias del gobier­ de decir que la administración no es más que
no y a las de actuación y gestión organizati­ el aparato del gobierno. En efecto, las estruc­
va de las mismas. Cosa que habría podido ase­ turas se van ordenando según el modelo
gurar un notable efecto clarificador en el ministerial y dentro de cada ministerio se
momento en que administrar, como otras fun­ articulan favoreciendo la dirección y el con­
ciones públicas, entró en el sistema del esta­ trol cotidiano sobre las actividades adminis­
do constitucional con gobierno parlam enta­ trativas por parte de los responsables políti­
rio. Por el contrario, el modelo de la cos. Es notorio que dentro de las estructuras
administración-empresa se dejó de lado sobre ministeriales (centrales y periféricas) la dis­
la base de la afirmada necesidad de someter, tribución del trabajo adm inistrativo se rea­
a través de la institución de la responsabili­ liza progresivamente mediante la formación
dad ministerial, todo el funcionamiento del de un orden graduado de competencias inter­
aparato estatal al control del parlamento.V I. nas, desde la más general a la más especifi­
ca, orden que significa para la competencia
VI. LAADMINISTRACIÓN-AUTORIDADY L\ ORGANIZACION de grado superior (y para su titular) la posi­
jlrarouica. Con el advenimiento de los regí­ bilidad de intervención y de sustitución en el
menes constitucionales, la a. se subordinó a ejercicio de la competencia de grado inferior.
la ley y fue ubicada dentro del llamado poder Al mismo tiempo, las distintas competen­
ejecutivo estatal, pero esto no fue más que cias se determinan de m anera tal que a cada
darle un carácter formalmente actual a lo que una de ellas le corresponde el cumplimiento
era un orden conceptual y práctico preexis­ o la preparación de una o más actividades de
tente. Los nuevos principios y las nuevas dis­ ejecución normativa. La consecuencia es que
posiciones institucionales actuaron efectiva­ se elimina de ese modo cualquier relación de
mente no en el sentido de la transformación responsabilidad directa entre el personal
sino en el sentido de la limitación y del con­ encargado y los fines de la organización. Dis­
trol desde el exterior de la acción administra­ ciplinando uniformemente la actividad o el
tiva. Ésta se reglamentaba con base en los segmento de actividad asignado a cada uni­
intereses, las tareas por realizar y el ámbito dad organizativa, se garantiza, por otra par­
de 'Us posibilidades de intervención, de carác­ te, un fácil control y una cómoda posibilidad
ter específicamente unilateral y autoritario. de transm itir vez por vez las órdenes y las
Sin embargo, permanece igualmente configu­ direcciones del vértice.
rada como manifestación de autoridad ílegi''-
lativamente circunscrita) para la satisfacción MI LA CRISIS DE LA ORGANIZACION JERAROUCA. La
de los intereses propios del sujeto titular de organización ministerial de carácter jerárqui­
la soberanía (ya no el principe sino el ente co, acentuando los aspectos de unidad y de
estado). regularidad formal de la acción administra-
16 ADMINISTRACION PÚBLICA

tiva, se mueve en una relación de equilibrio político), ni se realizaron en el nivel local


relativo con las tareas de urden y disciplina aquellas formas de autogobierno o de autoad­
inherentes a la administración según la con­ ministración, propias del orden inglés, por las
cepción dominante del estado liberal. Del mis­ cuales las funciones estatales en la periferia
mo modo representa también la negación de se delegan a órganos electivos. En ninguno de
estas exigencias si se tiene en cuenta la car­ los dos casos se habrían podido restablecer
ga de politicidad inducida que consiente. las condiciones para un control político más
Mientras se asume que la a. pública debe incisivo y una relación de responsabilidad
desarrollarse de manera imparcial, cumplien­ más directa entre administradores y adminis­
do las elecciones contenidas en las leyes, trados.
resulta, por el contrario, organizada de mane­ Por el contrario, es notorio que se asiste a
ra tal que la hace fácilmente permeable a las una progresiva absorción en la órbita estatal
interferencias partidistas. Esta contradicción de las actividades administrativas de interés
profunda no tardará en surgir y colocará, a local de los municipios y de las provincias (a
veces en términos dramáticos, el problema de los que se les suprimió la misma autonomía
la separación de la esfera política de la admi­ política en el periodo fascista).
nistrativa. Sin embargo, si se prescinde del Sucesivamente, la transformación de las
aspecto de la tutela jurisdiccional, no se tareas administrativas, consecuentes a la afir­
alcanzarán, por lo menos en algunos países, mación del estado social, afectará radical­
más que soluciones parciales e impropias res­ mente los mismos presupuestos sobre los que
pecto de las causas de fondo de las que par­ se sostenía la organización jerárquica de tipo
tía el problema. tradicional, exigiendo la calibración de las
Cuando debería haberse dado un urden estructuras y de las modalidades de acción
diferente, respectivamente, a las estructuras con relación a las nuevas tareas para la pres­
de gobierno (y de inmediato auxilio al mismo) tación de los servicios sociales y la gestión de
y a las de administración, atribuyendo a estas las actividades económicas, además de la
últim as una autónoma y precisa configura­ solución integrada de los problemas de desa­
ción (piénsese en los llamados órganos y agen­ rrollo de la sociedad y de la electiva conse­
cias independientes que se encuentran en los cución de los resultados económico-sociales
ordenamientos estadunidenses y suecos), se exigidos.
logró, por el contrario, sólo la concesión, a Frente a esto, las estructuras existentes no
favor del cuerpo burocrático, de garantías se m uestran capaces de una adaptación fle­
respecto de la dirigencia política y de privi­ xible y tempestiva, y la acción adm inistrati­
legios respecto de la generalidad de los tra ­ va, continuando su articulación sobre actos
bajadores subordinados, sin eliminar de las y competencias puntuales, se complica exce­
estructuras el carácter uniforme y jerárquico. sivamente desde el punto de vista del proce­
La introducción de garantías del estado dimiento y tiene efectos paralizantes sobre la
para los empleados, el crecimiento numéri­ vida del país. De ese modo, lo que debía ser
co del cuerpo burocrático y, en general, la un tipo de organización que aseguraba corres­
mayor fuerza alcanzada por éste respecto de pondencia y eficiencia adm inistrativa term i­
la clase política (incluso por los servicios que na siendo un mecanismo que funciona según
les prestaba con fines electorales o de parti- reglas ya muy superadas \ según criterio"- de
do|, representan factores que contribuyen a autodefensa y de uutopcrpetuación desvincu­
agravar las condiciones de práctica irrespon­ lados del contexto vivo de la acción y de las
sabilidad de cada uno de los componentes y directivas del gobierno.
de la organización en su conjunto y a conver-
tir tn cada vez m á s lábil el control político vm LA ADMINISTRACIÓN l*OR I NThs V fcMKRfcSAS A la
hasta reducirlo a términos puramente ficti­ crisis de la organización adm inistrativa tra ­
cios, ayudando poco o nada a la imparciali­ dicional no le siguió, hasta el momento, la
dad de la acción administrativa. creación de un modelo o de un tipo alternati­
Agregúese a esto que no s e constituyeron vo de administración. La tendencia actual,
centros autónomos de gobierno regional y encaminada desde hace bastante tiempo, es
local (por una distribución vertical del poder más bien hacia la ruptura de la unidad del sis-
ADMINISTRACIÓN PÚBLIC A 17

turna administrativo y su sustitución por una del modo de ser de las estructuras burocrá­
pluralidad de tipos de administración, inclui­ ticas sino buscando también las soluciones en
dos en el interior de un mismo ordenamiento. un replanteo sobre el papel y el modo de con­
La primera tendencia alternativa señalablc, figurarse de la administración respecto de las
porque posee una vasta gama de manifesta­ instituciones políticas y de gobierno y. por
ciones concretas, es la llamada fuga de la otra parte, respecto de las instituciones y
organización ministerial. Permaneciendo estructuras sociales en cuanto tales. Dada la
inmutable la unidad del poder político y de variedad de las actividades administrativas
gobierno, dentro del área de la adm inistra­ que comprenden distintos momentos funcio­
ción estatal, desde los inicios del siglo, se afir­ nales, desde los de gobierno (y de inmediato
ma cada vez más ampliamente el empleo de auxilio al mismo) hasta los de prestación de
entes y de empresas autónomas a medida que utilidades y de servicios específicos, cada uno
se le agregan nuevos campos de acción a la configurable distintamente según una rela­
intervención pública y surgen nuevas exigen­ ción de complementariedad reciproca, se pre­
cias de promoción operativa en los distintos senta la exigencia de d ar a los diversos
sectores económico-sociales. Por otra parte, momentos funcionales una adecuada expre­
la organización interna de estas estructuras sión, incluso en el plano organizativo, que ten­
no se diferencia sustancialmente de la minis­ ga en cuenta las características v los requisi­
terial, de la cual reproducen las principales tos peculiares de cada uno en un ordenamien­
disfuncionalidades sin asegurar las ventajas to democrático.
deseadas respecto de una mayor correspon­ Esto conlleva un cambio radical en el modo
dencia política o a una mayor eficiencia orga­ de concebir y de plantear las tareas adminis­
nizativa. trativas que, valorizando sus diversos aspec­
La utilización de estructuras alternativas tos o momentos funcionales, permite colocar­
se amplía (y con esto se convierte en particu­ las en una relación inmediata con las tareas
larmente significativo) con el empleo de for­ por realizar y con las instituciones políticas
mas organizativas propias del mundo econó­ y sociales, en un cuadro constante de inter­
mico y empresarial privado (particularmen­ dependencia entre las elecciones y los resul­
te, las sociedades por acciones con participa­ tados.
ción o de carácter público); primero para los Por esto se asiste a un proceso de separa­
grandes sectores económicos de base, y lue­ ción que afecta la a. pública: por una parte
go (como sucede en los últimos tiempos) para se trata de reconstruir las estructuras de
actividades tecnológicamente sofisticadas o gobierno (tanto en el centro como en la peri­
complejas desde el punto de vista organiza- feria) en el directo ámbito de responsabilidad
tito (informática, técnicas e intervenciones de de las instituciones políticas y, por otra, se
programación organizativa, territorial y eco­ trata de dar vida a estructuras de gestión en
nómica, etc.). Esto, por otra parte, determi­ el directo ámbito de responsabilidad de las
na en el cuadro dominado por una organiza­ instituciones y las formaciones sociales.
ción ministerial todavía operante con las for­ Según esta tendencia el conjunto de las acti­
mas señaladas, junto a una mayor simplici­ vidades administrativas debería repartirse a
dad y oportunidad de la intervención, ulterio­ lo largo de todo el arco de la organización
res e igualmente graves problemas respecto poli tico-social y el problema administrativo
de la organicidad de la acción pública en su da la impresión deque debe resolverse a tra ­
conjunto y de las posibilidades de dirección vés de la superación de las estructuras buro­
y control real sobre la misma por parte del cráticas (ministeriales o no), en la prefigura­
gobierno, del parlamento y de la colectividad ción de dos diferentes tipos de adm inistra­
en general.IX ción: la administración política, inserta en las
nuevas estructuras de gobierno, y la adminis­
IX LAADMINISTRACION ¡-OI.ITICA Y I.APROGRAMACIÓN tración social, correspondiente a las estruc­
Los desarrollos de esa tendencia relevaron turas de gestión, expresión del autogobierno
poco a poco la necesidad de hacer frente al de las colectividades territoriales y persona­
problema administrativo con una visión más les operantes dentro de la colectividad
amplia de carácter global: no sólo respecto nacional.
18 ADMINISTRACION PtIBLICA

Para que esto pueda realizarse, el prim er planos de actividades, tanto privadas como
momento funcional que hay que revalorar y públicas, también los otros momentos de la
restructurar, como ya se señaló, parece ser acción adm inistrativa se caracterizan de
el de gobierno, en la doble dirección de rom­ manera peculiar y pierden su carácter de
per su tradicional carácter unitario y centra­ actuación imperativa de normas (y por lo tan­
lizado y de sum inistrarle adecuadas modali­ to estrictamente públicas), conviniéndose en
dades de explicaciones. Desde el primer punto actividades ejecutivas de tareas programadas,
de vista resalta particularm ente la regiona- dirigidas al cumplimiento de servicios y de
lización, en cuanto proceso común en acto en prestaciones o a la promoción, al reequilibrio
toda Europa, o por la distribución de los y, como en el pasado, a la precisa regulación
poderes del estado o por la coordinación de de actividades económicas y sociales. Lo que
los poderes locales (retomando por lo tanto debería postular un empleo más amplio de
en forma actualizada la fórmula de los esta­ instrum entos privados y una mayor simpli­
dos federales que tienden a asum ir caracte­ ficación en el plano de los procedimientos
res afines a los regionalizados); desde el (salvo cuando sea necesario garantizar las exi­
segundo punto de vista, resalta el método de gencias del contrario) y en el de los controles
la programación. (no afectando éstos a los actos singulares sino
Ya que las leyes tienden cada vez más a fijara la actividad o a la gestión en su conjunto).
los últimos objetivos y a dejar necesariamente Todo esto tiene también importantes impli­
un amplio espacio a la acción ejecutiva, a ésta caciones explicativas: en particular, se deli­
le corresponde sustancialmente determ inar nea la exigencia de d ar vida a estructuras de
las propias modalidades de intervención en gestión con un relieve separado respecto de
el espacio y en el tiempo, fijando o, mejor aún.las de programación, y por lo tanto con cen­
"proyectando" concretamente las tareas por tros de dirección y de responsabilidad pro­
desarrollar. Por lo tanto los programas y los pios. Además, esas estructuras de gestión,
planes se convierten en el momento principal reorganizándose paralelamente a las de
de la acción de gobierno. Éstos ya no asegu­ gobierno según criterios de articulación terri­
ran, como era propio del acto adm inistrati­ torial, pueden ser incorporadas cómodamen­
vo tradicional, la discriminación entre auto­ te en la órbita de los poderes locales (más pre­
ridad y libertad, afirmando el interés de los cisamente del autogobierno local) y perm itir
sujetos y de los entes públicos respecto de los aun el control sistemático, si no hasta la mis­
intereses privados, sino que establecen los cri­ma administración social (por parte de las
terios y los instrumentos para el cumplimien­ diversas formaciones sociales interesadas) de
to de las tareas comunes de relevancia social, las actividades y de los servicios prestados.
arbitrando y mediando de ese modo en una En ese sentido se debe recordar el proceso,
pluralidad de intereses colectivos. De aquí la todavía en curso, de transformación de la
exigencia particular (que está presente repe­ administración escolar, sanitaria, asistencial
tidamente en ¡as leyes) de dar una amplia y de previsión desde los modelos de organi­
importancia en los procedimientos a la fase zación sectorial y vertical a los modelos de
de formación de los programas, con el obje­ organización territorial y horizontal (distri­
tivo de favorecer la participación de esos inte­tos escolares, unidades sanitarias locales, uni­
reses y de perm itir una adecuada pondera­ dades locales de servicios sociales); pero tam­
ción de los mismos por parte de la a. pública. bién pueden ponerse de relieve tendencias
Además, los programas representan el análogas en los campos de intervención eco­
parámetro en el que se cotejan y pueden cola­ nómica (por ejemplo, agricultura).
borar distintos centros de gobierno autóno­ Pero la formación de las dos figuras de la
mos entre sí y operantes en distintos niveles adm inistración política y social no produce
y dimensiones territoriales y bajo diversas solamente la superación de la unidad y de la
responsabilidades políticas (como es el caso uniformidad del sistema administrativo (con
de los estados con autonomías regionales). las consecuentes posibilidades de utilizar
esquemas organizativos diferenciados y múl­
X. LAADMINISTRACIÓN SOCIAL YLAGESTIÓN DE LAPRO­ tiples centros de participación política y
GRAMACIÓN. En un sistem a de program as y de social, especialmente de carácter local), sino
AGRARISMO 19

que conlleva también una transformación sig­ 1968; F. Heady, L ’ad ministra! ion publique:
nificativa del papel del cuerpo burocrático recueil de texles, París, Instituís Belgc et Fran­
que, como portador de autoridad y guardián jáis des Sciences Administrad ves, 1971; Instituí
de las leyes, asume diversas connotaciones de d'Administration, Évolution de la fonction publi­
acuerdo con las estructuras en las que está que et exigences de formation, Bruselas, Univcr-
ubicado. xVIientras tanto, en la administración sitéde Bruxclles, 1968; G. Langrod (comp.). Tra­
política se realiza un equilibrio distinto entre tado de ciencia administrativa (1966), Alcalá de
la dirección política y el personal profesional, Henares, enap, 1977; F.M. Marx (comp.), Verwal-
desde el momento en que la realización por tung: Eine einführende Darstellung, Berlín, Dunc-
programas postula un intercambio recípro­ ker und Humblot, 1965; F.M. Marx, El estado
co entre el aporte de los técnicos para formu­ administrativo, Alcalá de Henares, enap, 19752;
lar las elecciones políticas y la dirección, y Revue Internationale des Sciences Administra­
el impulso de los políticos para orientar la tivas, 1-2, 1971 (número dedicado a la adminis­
labor de los técnicos (de tal forma que en la tración italiana); P. Sclf, Administrativa theories
form ación de las decisiones político- and politics: an inquiry into the structure and pro-
administrativas el personal profesional se cess of modern govemment, Londres, Alien and
convierte sobre todo en un participante); en Unwin, 1971; V.A. Thompson, Bureaucracy and
cambio, en el caso de las estructuras de ges­ innovation, Tuscaloosa, University of Alabama
tión, el personal profesional asume la respon­ Press, 1969.
sabilidad de las actividades programadas y
de su gestión, en una relación directa entre [GIOKGIO PASTORl)
la estructura adm inistrativa y el conjunto
social de usuarios, es decir sobre la base de
un constante control y estímulo por parte de agrarismo
los grupos y de las formaciones sociales para
la eficaz e idónea consecución de los resulta­ Corriente política e ideológica, de gran sig­
dos prefijados. En ambos casos, el burócra­ nificación en distintas etapas del desarrollo
ta parece ser un especialista capaz de utili­ de la revolución mexicana, constituida en fun­
zar el aporte de otras disciplinas y de las téc­ ción de la lucha por las reivindicaciones cam­
nicas de organización para contribuir a la for­ pesinas, especialmente aquellas referidas a la
mación de las decisiones programáticas (pro­ conservación, recuperación y reparto de la
pias de las estructuras políticas de gobierno) tierra de las comunidades agrarias. El a. cons­
o para proveer a la conducción integrada de tituye un elemento sustantivo de la ideología
las actividades de gestión, según las actuales oficial mexicana y el grado de cumplimiento
tendencias de desarrollo de la administración de distintos aspectos de sus postulados pro­
pública. gramáticos es considerado como un parám e­
tro importante de la política efectivizada por
BIBLIOGRAFIA: F. Bcnvenuti, Pubhlica amministra- sus sucesivos regímenes presidenciales en
zione e diritto amministrativo, en Jus, 1957; F. relación con la legitimidad reclamada por
Bcnvenuti, Lascienza delTamministruzionecome cada uno de ellos como herederos del gran
sistema, en Problemi delta pubhlica amministra- movimiento revolucionario de la segunda
zione, Bolonia, 1958, vol. i; B. Chapmun, The pro- década del siglo, del periodo cardenista de
fession of Government: the public Service in Euro- 193-4-1940 y como ejecutores dinámicos del
pe, Londres, Alien § Unwin, 1959; J. C. Charles- programa nacional y popular plasmado en la
worth (comp.), Tlieory and practica of public Constitución de 1917. Por otra parte, secto­
administratiun: scupe, ohjectives and methods, res críticos o disidentes de las políticas guber­
Filadelfiu, American Academy of Política! and namentales respecto de las cuestiones agra­
Social Science, 1968; P. Gasparri, La scienza rias y campesinas reclamaron en distintos
dell'amministrazione: considerazioni introdutti- periodos y en la actualidad ser los auténticos
ve, Padua, cedam, 1959; \I.S. Giannini, Diritto representantes de esta corriente histórica,
amminislrativo, Milán, Giuffré, 1970, vol. i; F. manifestando que ella fue’traicionada o dis­
Hcad), Pubhlica amministruzione: prospettive di torsionada en distintos grados y matices por
analisi comparala (1966), Bolonia, II Mulino, los sectores detentadores del poder estatal.
20 AGRARISMO

La base efectiva del a. en la revolución que carecen de ella. Los terratenientes que se
mexicana fue la poderosa movilización y opusieran a la revolución, siempre de acuer­
lucha de los campesinos que especialmente do con el Plan, perderían a través de la nacio­
en sus dos grandes expresiones, villismo y nalización del conjunto de sus propiedades y
zapatismo, constituyeron la forma m edular con las dos terceras partes que de otro modo
de la participación de las grandes masas hubieran conservado se indemnizaría a las
populares en el movimiento armado iniciado víctimas de la guerra y pensionaría a las viu­
en 1910. Particularm ente la rebelión de los das y huérfanos de los combatientes revolu­
campesinos de Morelos, acaudillada por Emi­ cionarios caídos. Finalmente se convocaba a
liano Zapata, extendida rápidamente a otras la reorganización del país luego del triunfo
regiones del sur y centro de México, fue expre­ arm ado mediante la reunión de una junta de
sión de reinvidicaciones agrarias de larga tra­ jefes revolucionarios a nivel nacional, lo que
dición y desde el punto de vista de la autono- constituyó un antecedente de la reunión de
mización política e ideológica respecto de otras la Soberana Convención de Aguascalientes a
fuerzas participantes en el movimiento, el gra­ finales de 1914. En vísperas de la derrota de
do de fundamentación programático y la cohe­ Huerta, el zapatismo exigió que las disposi­
rencia y persistencia de su accionar, constitu­ ciones del Plan de Ayala fuesen elevadas a la
yen el hito referencia! fundamental para las dis­ categoría constitucional.
tintas vertientes del a. mexicano. Resulta significativo la moderación del Plan
La primera postulación revolucionaria res­ de Ayala respecto de la gran propiedad, mode­
pecto del problema agrario fue efectuada, sin ración que caracterizaría el zapatismo en
embargo, en el Plan de San Luis Potosí pro­ todo su prim er periodo, hasta la etapa del
clamado por Madero el 5 de oct ubre de 1910; enfrentamiento con el constitucionalismo
su artículo tercero manifiesta la necesidad de carrancista. En cambio, adquiere singular
reparar los despojos de tierras de eampesi- importancia tanto para la historia especifica
nos pobres e indígenas afectados por la Ley del zapatismo como para las vertientes radi­
de Desamortización de 1856, en favor de cales del a. la Ley Agraria de la Soberana Con­
terratenientes. Esta promesa resultó signifi­ vención dictada en Cuernavaca el 22 de octu­
cativa para reafirm ar el apoyo otorgado al bre de 1915, cuando en esta asamblea sola­
maderismo por grupos campesinos rebelados mente militaban los representantes zapatis-
contra el régimen porfirista, de los cuales el tas, habiéndose retirado otras fracciones y
más im portante resultó ser el dirigido por especialmente el villismo. La ley referida, que
Zapata. Derrocado Díaz, y frente a las vacila­ tuvo como principal inspirador al ministro de
ciones e incongruencias de Madero, especial­ Agricultura del gobierno convenciónista
mente en lo referido a las promesas agrarias, Manuel Palafox, destaca notablemente de los
el zapatismo retomó las armas y fundamen­ documentos anteriores por consagrar clara­
tó su actitud en lo que ha pasado a ser consi­ mente la inalienabilidad a perpetuidad de la
derado el documento liminar del agrarism o propiedad territorial de las comunidades y
mexicano, el Plan de Ayala, firmado por Zapa­ pueblos campesinos, la autonomía de éstos
ta y otros jefes campesinos el 28 de noviem­ respecto de su uso, el derecho a la restitución
bre de 1911. En él, además de confirm ar las de las tierras despojadas, la capacidad legal
definiciones generales del Plan de San Luis de todas las titulaciones anteriores a 1856
y desconocer a Madero por traicionar los con­ (Leyes de Desamortización) tanto comunales
tenidos de la revolución, el documento plan­ como individuales, el derecho fundamental de
tea la restitución a sus dueños legítimos de todo mexicano a cultivar una parcela, la obli­
las tierras, aguas y montes despojadas por los gación de la nación de atender debidamente
terratenientes tanto a comunidades como a a esta necesidad y a expropiar con ese fin toda
individuos, y fundamentado en la falta de tie­ la tierra que excediese los limites de exten­
rras de la mayoría de los campesinos deter­ sión que la propia ley fijaba con todo detalle
mina la necesidad de expropiar un tercio de según calidad y uso de los predios, la nacio­
la superficie de los latifundios existentes, pre­ nalización confiscatoria de la propiedad de
via la indemnización a sus propietarios, con los enemigos de la revolución, también cla­
el fin de dotar con esa tierra a los poblados ramente especificados en el texto legal, la pro­
AÜKAKISMO 21

piedad de la nación respecto de aguas y mon­ la división y adjudicación privada de los terre­
tes, la creación de departam entos federales nos comunales en la tradición de las leyes de
especiales para el riego, el crédito rural y la desamortización de 1856. Aunque se vislum­
educación e investigación agrícola, la existen­ bra la intención de fomentar el surgimiento
cia de tribunales agrarios especiales y la de una clase de pequeños propietarios ru ra­
facultad de gestión de toda la reforma agra­ les acomodados, es válida la opinión de uno
ria depositada en manos de los municipios y de los más importantes analistas del a. mexi­
la autoridad federal excluyendo la participa­ cano (Jesús Silva Herzog) de que el triunfo de
ción de los gobiernos estatales. El conjunto Villa y la aplicación de sus ideas agraristas
de las reivindicaciones campesinas y de la hubieran dejado más o menos intacto el lati­
problemática del a. apareció temalizada en fundio en el país.
este documento y con soluciones de neto La disposición más importante para el futu­
carácter radical, muchas de las cuales se ro desarrollo institucional del a. provino del
incorporaron a la legislación posterior. La ori­ constitucionalismo carrancista. La ley del 6
ginalidad mayor de la ley convenciunista, y de enero de 1915 firmada por Carranza en
el elemento que no fue considerado nunca Veracruz, aunque dictada por necesidades
posteriormente en el transcurso de la refor­ tácticas de la lucha contra la Convención
ma agraria, fue la autonomía otorgada a los dominada por las fuerzas campesinas, cons­
municipios y a todas las instancias locales tituyó el documento de mayor trascendencia
para plantear, resolver y adm inistrar su pro­ en el futuro porque ordenó básicamente toda
pia problemática agraria. Esta referencia al la estructura jurídica y administrativa con la
poder campesino local debe ser considerada que se llevaría a cabo la reforma agraria. La
como el rasgo más fundamental del a. zapa- ley establecía la caducidad de cualquier pro­
tista. piedad de terrenos efectuada contra los inte­
El villismo, aunque también con fuerte base reses de pueblos o comunidades campesinas
campesina, no alcanzó la organicidad del a partir de la Ley de Desamortización del 25
zapatismo respecto de las propuestas agraris- de junio de 1856 (Ley Lerdo) o en base a dis­
tas, caracterizándose por una fuerte indefi­ posiciones de la Secretaría de Fomento u otra
nición programática. Sólo después de las dependencia federal posteriores de 1 de
derrotas de Celaya a manos de Obregón, Villa diciembre de 1876, considerada la fecha inau­
expidió una Ley Agraria firmada en León el gural del porfiriato. Estas disposiciones eran
24 de mayo de 1916 por la cual, y contrastan­ la efectivización concreta del postulado agra­
do fuertemente con las disposiciones zapatis- rio del Plan m aderista de San Luis. La inno­
tas, dejaba la resolución de la cuestión agra­ vación radical consistió en la consagración
ria a los gobiernos de los estados, sin otor­ del principio de dotación de tierras a pueblos
gar ninguna atribución a los pueblos y comu­ y comunidades que carecieran de ellas
nidades y asignando funciones secundarias al mediante la expropiación de los latifundios
poder federal. Esta determinación era alta­ colindantes y la estructuración del aparato
mente incongruente, ya que el poder estatal adm inistrativo y los procedimientos legales
y específicamente los gobernadores habían para llevar adelante estas adjudicaciones de
sido los mayores agentes del despojo de tie­ tierras. Se creaba la Comisión Nacional Agra­
rras a comunidades y campesinos pobres en ria en el nivel federal, las comisiones locales
favor de los terratenientes durante el porfi- en cada estado y los comités particulares eje­
riato, y la práctica dem ostraría que sería en cutivos en cada pueblo o comunidad que ini­
e'-e escalón del poder donde mayores dificul­ ciara un trám ite de tierras o aguas. Trámite,
tades tendrían las realizaciones agraristas y ya fuese de restitución de tierras despojadas
donde los antiguos hacendados o las corrien­ o de dotación de tierras nuevas, que debería
tes neulutifundistus lograrían mayor peso. La ser atendido en el nivel estatal por los comi­
ley villista establecía la necesidad de fraccio­ tés locales, y asesorado por la comisión local
nar los grandes latifundios, pagando la agraria que el gobernador de la entidad dis­
correspondiente indemnización a los dueños, pondría provisionalmente. Todo el expediente
m arcaba un limite de veinticinco hectáreas pasaría luego a la instancia federal, seria revi­
a los adquirentes de esas fracciones y exigía sado por la Comisión Nacional Agraria y en
22 AGRARISMO

base a su dictamen el presidente de la Repú­ agraristas de la revolución hubo que esperar


blica resolvería en definitiva, aceptando, a su derrocam iento y a la asunción al poder
modificando o rechazando la resolución del de Alvaro Obregón, quien había recibido el
gobernador. Salvo cuestiones de detalle el apoyo de los sectores zapatistas más impor­
procedimiento ha regido todo el ciclo de desa­ tantes sobrevivientes al asesinato de su jefe
rrollo de la reforma agraria mexicana. La en abril de 1919, liderados por Genovevo de
diferencia fundamental con los postulados la O, Gildardo Magaña y Antonio Díaz Soto
zapatistas recogidos en la Ley de la Conven­ y Gama. Este último fundó en 1920 el Parti­
ción radican en dos puntos; el primero: de do Nacional Agrarista como expresión orgá­
acuerdo a la ley carrancistael reconocimiento nica de esta convergencia, organización que
de los despojos territoriales se restringía al se fusionaría con otros al crearse el Partido
periodo posterior a la desamortización de Nacional Revolucionario, actualmente Revo­
1856, lo que concedía legitimidad a gran par­ lucionario Institucional, en 1929. El obrego-
te de la propiedad latifundista constituida en nismo en el poder comenzó el reparto agra­
el periodo colonial o republicano, mientras rio especialmente en los estados del centro
que el zapatismo reconocía la titulación pri­ su r de la república, donde existía una muy
mordial de origen colonial y raíces prehispá­ fuerte base campesina zapatista. Consolidó
nicas en muchas ocasiones como base para también las instituciones federales dedicadas
reclam ar restituciones de tierras; segundo: a la reforma y sus puestos fueron ocupados
instituía la dependencia a las distintas instan­ generalmente por zapatistas destacados. El
cias gubernamentales y esencialmente del periodo de Calles siguió con el reparto que
poder federal de toda la operación del repar­ se vio detenido notoriamente por los gobier­
to agrario, arm a política que resultó funda­ nos posteriores.
mental para la efectivización del control y la Una etapa decisiva en el desarrollo de la
manipulación de las masas campesinas, en efectivización de la reforma agraria y demás
lugar de la autonomía local administrativa y aspectos del program a agrarista fue el sexe­
también política preconizada por el movi­ nio del general Lázaro Cárdenas, de 1934 a
miento suriano. 1940. En él se vivió el apogeo de la distribu­
Reunido el Congreso Constituyente en Que- ción de tierras, alcanzándose en el periodo
rétaro en 1917, las ideas agruristas se impu­ más de dieciocho millones de hectáreas repar­
sieron decididamente en el contenido del arti­ tidas a un millón de campesinos, lo que sig­
culo 27 de la nueva Constitución, a pesar de nificó un monto similar a lo efectuado por
la oposición del conservadurismo carrancis- todos los gobiernos revolucionarios anterio­
ta. Se elevó a jerarquía constitucional lo dis­ res. Pero adema- se alentaron experiencias de
puesto en la ley del 6 de enero de 1915, esta­ producción colectiva campesina en ejidos
bleciéndose además la propiedad primordial muy importantes, tales como los de la comar­
de la nación sobre las tierras y aguas, el dere­ ca lagunera (Durungo-Coahuila), que coloca­
cho a la expropiación de latifundios y dota­ ron la práctica agrarista en un escalón supe­
ción de tierras a pueblos y comunidades, la rior a lo practicado anteriormente. Estas
restricción del acceso a la propiedad por par­ experiencias, sin embargo, se vieron afecta­
te de extranjeros así como de corporaciones das en ->u continuidad en sexenios posterio­
religiosas, sociedades de beneficencia y anó­ res al combinarse dificultades internas con
nimas, la garantía de la existencia de propie­ indiferencia y hasta ho' tilidad de algunos sec­
dad comunal de tierras, montes y aguas. El tores oficiales. Cárdenas atendió también los
articulo 27 de la Constitución constituyó la aspectos vinculados con la organización del
base jurídica más im portante de la reforma crédito agrícola a los ejidos y a los pequeños
agraria y el fundamento del sistema de tenen­ propietarios de escasos recursos. Politica­
cia y explotación de la tierra vigente en Méxi­ mente impulsó la constitución de la Confede­
co hasta la actualidad. ración Nacional Campesina (cse) en 1938 y la
Pese a la legislación establecida bajo su creación del sector campesino en el Partido
mandato, Carranza no activó el desarrollo de de la Revolución Mexicana (hoy pki).
las transformaciones agrarias. Para un efec­ Aunque proseguido en los sexenios poste­
tivo inicio de cumplimiento de los principios riores lo esencial del reparto agrario fue con­
AGRESIÓN 23

sumado por Cárdenas. Los problemas más agraria en México, México, El Caballito, 19833;
significativos abordados por el a. en los últi­ F. González Roa, El aspecto agrario de la Revo­
mos tiempos están vinculados más que con lución mexicana, México, 1919; G. Magaña, Emi­
la creación de nuevos ejidos o ampliación de liano Zapata y el agrarismo en México, México,
la dotación de tierras de los ya existentes, con 1952; J. Silva Herzog, El agrarismo mexicano y
las cuestiones relativas a la organización la reforma agraria: exposición y critica, México,
interna y a la productividad, particularm en­ Fondo de Cultura Económica, 1959.
te criticas en el campo mexicano a p artir del
acelerado incremento demográfico y los pro­ [HORACIO CRESPO]
blemas productivos especialmente en el sec­
tor de cultivos de temporal. El acento va reca­
yendo, en la reflexión y la temática del a., en
los problemas de colectivización del esfuer­
zo de producción, capacitación tecnológica, agresión
equipam iento y mecanización, créditos,
comercialización, etc., cuya resolución permi­ El término a., que surgió para indicar actos
ta al sector ejidal producir excedentes de de violencia armada de un estado contra otro,
magnitud y sostenerse frente a las acusacio­ es usado hoy en un sentido muy amplio, con
nes cada vez más reiteradas respecto de la referencia no sólo a un ataque m ilitar sino a
ineficiencia productiva y demagogia política cualquier intervención "impropiu" de un esta­
que efectúan los adversarios del a., general­ do que perjudica a otro. De todos modos el
mente portavoces de los intereses del capita­ término tiene una connotación negativa, por
lismo privado en el agro. lo cual se usa para indicar las actividades de
Como corriente orgánica, política e ideoló­ un estado enemigo, jamás del propio. Al tipo
gica, el a. ha producido una vasta reflexión de a. clásica, es decir el cruce de las fronte­
teórica y práctica sobre si mismo, su histo­ ras de un estado por parte de las fuerzas
ria y los problemas, tanto generales como par­ armadas de otro estado, se agregaron otras
ticulares, que se derivan de su programa. Se formas de a., indicadas a veces con el térm i­
considera un producto de la peculiar histo­ no de a. indirecta, como es el caso del apoyo
ria del campesinado mexicano, recogiendo la a los rebeldes de una guerra civil en un esta­
tradición com unitaria del calpulli náhuatl, do extranjero, la subversión, la propaganda
idealizándola, y las luchas agrarias que cons­ (por ejemplo, la incitación a la sedición
tituyen una enorme tradición a lo largo de la mediante la radio), el espionaje, la explora­
colonia y el siglo xix Esta peculiaridad a tri­ ción aérea y por medio de satélites, la pene­
buida al desarrollo histórico nacional permi­ tración económica.
tió al a. mexicano amoldarse claram ente al En el derecho internacional se encuentran
nacionalismo populista que constituye la muchas tentativas de definir la a. internacio­
principal vertiente ideológica progresista de nal con el fin de distinguirla de los actos legí­
la revolución mexicana, y no hacerlo de mane­ timos de autodefensa. Algunos estudiosos tra ­
ra pasiva sino en forma activamente consti­ taron de componer listas de actos de a., pero
tuyente. Además, el a. siempre se ha caracte­ en todo caso resultaron incompletas; otros,
rizado, aun en sus momentos de mayor desa­ como Ouincy Wright, creen más útil el estu­
rrollo político, por una gran vaguedad en dio de algunas crisis contemporáneas que
cuanto a definiciones de proyecto nacional configuran los caracteres de la a. con la fina­
que superen las condiciones específicas del lidad de form ular generalizaciones :>obre las
ámbito campesino y las cuestiones relativas características comunes. Muchos estudiosos
a la cuestión agraria. Desde este punto de vis­ han llegado a la conclusión, sin embargo, de
ta el a. mexicano participa claram ente de las que una definición de la a. es técnica y politi­
características limitaciones que otros movi­ camente imposible; Herz afirm a que es posi­
mientos políticos de signo similar han teni­ ble reconocer la a. sólo cuando el estado que
do en otras partes del mundo. la sufre se declara victima de ésta.
En realidad, si se excluye el problema de
bibliografía: A. Díaz Soto y Gama, La cuestión la definición jurídica de la agresión interna­
24 AISLACIONISMO

cional —a la que está conectada la aserción rales, accede a considerar como menos urgen­
de la violación de los derechos de un estado— tes los compromisos de política exterior y,
el análisis de la a. no ha asumido un relieve por lo tanto, a valuar críticamente las conse­
autónomo en el estudio de las relaciones polí­ cuencias.
ticas entre los estados. En el análisis políti­ Los principales casos de a. en la edad
co internacional, en efecto, la a. está consi­ moderna atañen al Japón de 1636 a 1868, a
derada sólo como una modalidad temporal de Estados Unidos y, con muchas reservas, a
las relaciones entre dos estados: una fase de Gran Bretaña en el periodo de 1822 a princi­
un proceso más amplio de relaciones conflic­ pios del siglo xx. Es preciso observar que en
tivas que no am erita por si misma mayor todos estos casos el a. se refiere esencialmen­
atención. Sólo J. Galtung ha enfrentado explí­ te a la esfera política. El propio Japón, que
citamente al argumento, dando una explica­ representa el caso de aislamiento político y
ción a partir de la teoría estructuralista y de cultural más rígido, mantuvo relaciones
procesos conflictivos atraídos por desequili­ comerciales con los holandeses. El “esplén­
brios de rango entre los estados con dimen­ dido aislamiento" británico fue, sin más, una
siones distintas. calculada línea de acción, dirigida a mante­
ner la supremacía británica en Europa por el
bibliografía: J. Galtung, A structural theory of predominio marítimo y comercial, más que
aggression, en Journal of Pt ace Research, 2. 1964; por una influencia política directa. Estados
J. H. Herz, International politics in the atornic Unidos ocupa una posición intermedia entre
age, Nueva York, Columbiu University Press, el a. japonés y el aislamiento inglés, y de él
1965: O. Wright, The nalure of conflict, en The nos ocuparemos en particular, porque se tra ­
Western Political Quarterly, 2, 1951, ta del caso de a. que ha tenido una influencia
mayor en la política seguida durante el siglo
[fulvio attina] xx.
Un análisis del a. estadunidense permite
distinguir con toda claridad la trama contra­
aislacionismo dictoria de motivos políticos y económicos
que en él se resumen. Sus orígenes como prác­
El a. no es simplemente una línea de política tica política deben verse en la neutralidad
exterior que busca evitar, en determinadas perseguida en forma realista por George Wash­
circunstancias, compromisos políticos con el ington durante las guerras europeas provo­
exterior; tampoco es una situación pasiva de cadas por la Revolución francesa y teoriza­
aislamiento en la que un estado llega a encon­ da en su mensaje de despedida (1796) sobre
trarse en virtud de alianzas que le son adver­ la base de una total incompatibilidad entre
sas creadas por otros estados. Ni siquiera los intereses estadunidenses y los de las
debe confundirse el a. con el neutralismo, el potencias europeas. Su contenido teórico, sin
cual se dirige a la preservación de la indepen­ embargo, deriva sobre todo de la "idea de
dencia y la integridad de una nación circun­ misión”, desarrollada a principios del siglo
dada por vecinos más poderosos —como el xix como una verdadera ideología nacional
caso de Suiza—, y, hasta cierto punto, tam ­ propia, según la cual Estados Unidos estaba
poco con una política de aislamiento cultu­ destinado por Dios a m ostrar al mundo que
ral —como el de la China im perial—, lo cual un pueblo nuevo c incorrupto podía vivir en
hace que posea aspectos teóricos que hacen libertad y con justicia. Corolario de semejante
de él casi una ideología: consiste en una acti­ idea era que sólo manteniéndose inmunes a
tud política en la que se coloca voluntaria­ todo contacto con los corruptos podrían los
mente un estado y que no deriva de la necesi­ norteamericanos ser ellos mismos. Pero seme­
dad impuesta por una situación de peligro. jante ideología contradecía los intereses de
Además, en la práctica, se basa en una situa­ Estados Unidos, que tendía a la conquista y
ción de aislamiento geográfico que. aun sin colonización de la porción norte de América
ser su matriz, es uno de sus prerrequisitos y estaba dolado de una economía en rápido
fundamentales. El aislamiento geográfico, al desarrollo. El a. de la “ misión americana"
asegurar la integridad de los confines natu­ debió por consiguiente plegarse ante una rea­
AISLACIONISMO 25

lidad expansionista, aunque sin abandonar la enorme fuerza de su capitalismo, en un


sus rasgos teóricos originales y defendiendo, dominio económico sobre Europa, justifica­
en lo posible, la práctica política aislacionis­ do por la tesis de que la esfera económica pro­
ta, a fin de no poner en peligro uno de los mueve la paz y la civilización y, por lo tanto,
hitos de la identidad nacional. está acorde con la "misión americana". El
Esta contradicción, fuente de los más rele­ empuje del imperialismo informal estaduni­
vantes rasgos de falsa conciencia de la polí­ dense, que tenía una influencia pesadamen­
tica estadunidense, se revela en las interpre­ te conservadora sobre las vicisitudes políti­
taciones dadas sucesivamente a la Doctrina cas europeas, y la contradicción entre esta
Monroe (1823), un documento diplomático función de dominio y el rechazo de asumir un
sobre todo defensivo con el que Estados Uni­ liderazgo politico han sido, según muchos his­
dos se oponía a cualquier in jerencia europea toriadores, causas importantes de la deses­
en los asuntos de las dos Américas. La inter­ tabilización internacional de los años treinta.
pretación expansionista de la "idea de Desde la segunda guerra mundial, el a. nor­
misión" —entendida como "destino manifies­ team ericano ha sido claramente superado
to" de los norteamericanos y por consiguiente como fenómeno político, pero su influencia
su derecho absoluto para ocupar Norteamé­ cultural continúa haciéndose sentir. El anti-
rica— aplicada a la Doctrina Monroe condu­ comunismo, que está en la base de la justifi­
jo a arrebatarle a México vastos territorios cación del liderazgo occidental asumido en
(1846-1848). Desde 1898, año en que Estados los años cuarenta, de hecho se ha insertado
Unidos venció a España y puso fin a su domi­ en la “idea de misión” como objetivo prim a­
nio colonial sobre Cuba y Filipinas, la Doc­ rio de la vocación libertadora y liberadora de
trina Monroe sirvió pura reivindicar una esfe­ Estados Unidos, que así ha podido ver en su
ra de influencia exclusiva en el Caribe v por acción hacia el exterior no un compromiso en
lo tanto el derecho de intervención en los el mundo de los intereses internacionales con
asuntos internos de los países del área. Las fines de una política propia de potencia, sino
teorías puestas al día sobre la "misión ame­ la defensa, históricamente necesaria, del úni­
ricana" como misión activa de defensa del co sistema político y económico con un valor
progreso y de la democracia, aparecidas hace universal. Por paradójico que parezca, se pue­
dos siglos, no ocultan el hecho de que el capi­ de hablar aquí de un neoaislacionismo nor­
talismo norteamericano, al alcanzar un alto teamericano a partir de la segunda guerra
grado de madurez interna, empezaba a cons­ mundial, casi una proyección a escala mun­
truirse una esfera de influencia en el exterior dial del a. precedente —del que son un sínto­
y se servía por un lado de la Doctrina Mon­ ma los constantes llamamientos de la dere­
roe como de un arm a ofensiva en el continen­ cha estadunidense a una rígida política mili­
te americano y por el otro del tradicional a. ta r que salvaguarde al modelo norteamerica­
como de un arm a defensiva en el enfrenta­ no sin tran sitar por los intrincados compro­
miento entre las potencias europeas. misos de la política internacional. H ablar de
La contradicción entre a., como ideología neoaislacionismo es posible, pero sólo dentro
nacional y fenómeno político, y expansionis­ de un análisis del imperialismo estaduniden­
mo surgió definitivamente después de la pri­ se, del que el neoaislacionismo representa la
mera guerra mundial, cuando los estaduni­ falsa conciencia, y dentro de un análisis de
denses, que habían aceptado la intervención las modificaciones políticas y culturales inter­
en la guerra como parte de -u misión de nas de Estados Unidos, que en los últimos
defensa de los pueblos democráticos contra veinte años han llevado a rechazar toda "idea
el ataque de las naciones reaccionarias, se de misión”.
negaron a adherirse a la Sociedad de Nacio­
nes y se retiraron a una posición de estrecho BIBLIOGRAFIA S. Adler. The isolationisi impulse,
a. político que duró hasta la segunda guerra lis iwenlieth-century reaction, Londres, Abelard-
mundial. De hecho, Estados Unidos llevó ade­ Schuman, 1957; F. Gilberl, Tu the farewell
lante al mismo tiempo una política precisa de address: ideas of early American foreign policy,
expansión comercial y sobre todo financiera Princeton, Princeton University Press, 1961; X.
que en los años veinte se tradujo, a causa de A. Graebner, The new isolatiunism. A study in
26 ALIANZA

politics and foreign policy since 1950, Nueva dado, esa forma particular de cooperación
York, Ronald Press, 1956: G. Kolko, Le radici eco- que es una a. y no otras formas de coopera­
nomiche delta politica estera americana (1968), ción o de asociación. Un tratado de a. se sus­
Turín, Einaudi, 1970; C.P. Parrini, Heir to empi­ cribe cuando los intereses comunes de varios
re. United States economic diplomacy, 1916-1923, estados no pueden procurarse más que con
Pittsburgh, Pittsburgh University Press, 1969; D. la estipulación del mismo.
Perkins, Historia de la Doctrina Monroe (1955), Dignas de más atención son las hipótesis de
Buenos Aires, F-IDF.ha , 1971. G. Liska y D. Edwards. Más bien que ser crea­
das para algo, las a. surgen, según Liska, con­
[TIZIANO BON AZ/.l] tra alguien o algo. Examinando casos histó­
ricos y contemporáneos, llega a la conclusión
de que las a. son la consecuencia de conflic­
alianza tos contra adversarios comunes, que incluso
pueden ocultar temporalmente los conflictos
i. defin ició n y Tiras d e alianza. Las a. son las for­ entre los aliados. El sistema de los estados se
mas de cooperación más estrecha entre los subdivide en tantas alianzas como sean las
estados: vinculan la acción de los mismos en consecuencias de los distintos tipos de con­
las circunstancias y en los modos previstos flictos que subsisten en el nivel global, regio­
por el acuerdo o el tratado que las instituye. nal e interno. El conflicto este-oeste en el sis­
El término a. se usa también para indicar las tema global actual y el conflicto entre Bor-
relaciones entre los estados caracterizadas bones y Habsburgos en el sistema global euro­
por una colaboración prolongada durante un peo de aquella época polarizaron en ambos
largo periodo de tiempo, aunque no esté for­ casos, por ejemplo, el sistema internacional
malizada en un acuerdo escrito. Pero en este alrededor de dos grandes alianzas. Cuando un
caso es más correcto hablar de alineamiento conflicto global divide dos potencias o dos
[alignment]. lina a., por el contrario, se carac­ grupos de potencias, las a. ratifican una pola­
teriza por un compromiso, en m ateria políti­ rización ya existente; cuando, por el contra­
ca o militar, que varios estados asumen para rio, dos grandes conflictos dividen tres o más
la protección o la realización de sus intere­ potencias, las a. desempeñan un papel más
ses; el compromiso se formaliza con la firma importante. También los conflictos menores
de un acuerdo o tratado, y puede instituirse tienen frecuentemente gran importancia en
también una organización tem poral para la la definición del cuadro de las a.; sin em bar­
realización de los compromisos asumidos. go, en los sistemas regionales la distribución
Las a. pueden ser bilaterales o m ultilatera­ natural de las a. puede ser influida por la dis­
les, secretas o abiertas, temporales o perm a­ tribución que produce el conflicto global.
nentes, generales o limitadas; pueden servir Pero la adhesión de un estado a una a. depen­
a intereses idénticos o complementarios, o de en gran medida de los conflictos internos;
basarse en intereses únicamente ideológicos.I. el equilibrio interno de las fuerzas tiene más
importancia, según Liska. que las amenazas
II. o r íg e n e s de las ai.ia .n zas . Muchos consideran y las presiones externas.
a la comunión de intereses como condición La hipótesis de D. Edwards sobre el origen
necesaria para la existencia de una alianza. de las a. se aplica a las grandes a. después de
Los intereses pueden ser idénticos o suscep­ la segunda guerra mundial. El estudioso nor­
tibles de transform arse en idénticos durante teamericano parte de un examen del Pacto de
la a. Los intereses, inicialmente no idénticos, Varsovia. Este pacto se originó en tres facto­
deben perm itir una convergencia de acción; res concurrentes: el cambio del status qito
esta convergencia tiene mayores probabilida­ m ilitar (remilitarización de Alemania Occi­
des de realizarse en la a. cuando básicamen­ dental), el deseo de la potencia dominante de
te más que un solo interés hay un grupo de asegurarse posiciones de fuerza frente al
intereses que pueden ser idénticos, diferen­ adversario común en presencia de una decli­
tes o, inicialmcnle, incluso contrastantes. nación de los aliados tradicionales (debilidad
Pero la comunión de intereses no explica de los estados europeos cercanos de la lrss)
por qué los estados elijen, en un momento y la voluntad de la potencia dominante de
ALIANZA 27

reforzar el propio influjo sobre sus aliados te mayor su propia fuerza aliándose con un
(disminución del control soviético sobre las estado más fuerte; éste, por su parte, utiliza
repúblicas populares europeas después de la la ocasión para extender su esfera de influen­
m uerte de Stalin). Edwards encuentra tam­ cia y sus recursos potenciales. Pero esto es
bién estos factores en el origen de la ota n , de cierto sólo cuando existe una amenaza de un
la s e a t o , de la a. (ya anulada) entre China y tercer estado; de o tra manera el estado débil
la Unión Soviética, y de las "relaciones espe­ puede temer la pérdida de la propia identi­
ciales" entre Estados Unidos y Gran Breta­ dad entrando en una a. y el fuerte teme el exa­
ña. De la observación de la presencia de deter­ gerado aumento de sus compromisos.
minados factores en el origen de distintas a.
y de la comprobación del papel desempeña­ IV. GRANDEZA DE LAS ALIANZAS. LA TEORIA DE W. RIKER.
do por una sola potencia "dominante", Muchos opinan que el refuerzo de las posicio­
Edwurds llega a la conclusión de que las teo­ nes políticas y militares de un estado depen­
rías tradicionales sobrevaloran la función de de de la amplitud de la a.: cuanto más alto es
los intereses en los orígenes de las a., y detec­ el número de los estados miembros, mayor
ta que éstas tienen un notable influjo sobre es el incremento de la potencia de cada esta­
la libertad y la política de los estados miem­ do. La política de a. realizada por Estados
bros. En realidad, casi todos los estudiosos, Unidos bajo Eisenhower es el ejemplo concre­
más que observar cuáles son los factores to de esta concepción. W. Riker, partiendo del
determinantes que se encuentran en el origen modelo del juego con suma cero (que él con­
de cualquier a., examinaron preferentem en­ sidera el único válido para entender la poli-
te los motivos que con mayor frecuencia esti­ tica), afirma, por el contrario, que las a. debe­
mulan a los estados a entrar en una a., vale rían tender a ser lo más reducidas posibles.
decir, en sustancia, las ventajas que un esta­ Su teoría de las coaliciones se apoya en tres
do trata de asegurarse. La tesis sobre la cual principios deducidos del modelo del juego con
estos estudiosos basan su planteamiento es suma cero: el principio de medida, según el
que el nacimiento de las a. no puede explicar­ cual los estados, cuando poseen una perfec­
se (y por lo tanto, preverse) sobre la base de ta información, tienden a form ar la más
algunas reglas o principios sino que depen­ pequeña coalición vencedora para dividir con
de solamente de la discrccionalidad de los el menor número posible de aliados el botin
estados: un estado decide entraren una a. des­ de la victoria; el principio estratégico, según
pués de analizar discrecionalmente la situa­ el cual en sistemas en los que funciona el prin­
ción presente y de asegurarse que la entrada cipio de medida los participantes en las últi­
en la a. le perm itiría alcanzar determinados mas fases de las negociaciones en las que se
objetivos que no podría lograr de otra manifiesta más de una coalición vencedora
manera. deberán elegir una sola coalición, y el princi­
pio de desequilibrio, por el cual los sistemas
Itl. OBJETIVOS DE LOS ESTADOS MIEMBROS T res son en los que funcionan los principios susodi­
en la práctica los objetivos o intereses, varia­ chos son inevitablemente inestables a causa
damente correlativos e independientes, que de la tendencia de los actores mayores a
un estado persigue en una a.: la seguridad, la recompensar cada vez más o los actores
estabilidad y la influencia. Una a. ofrece, para menores que son esenciales en la coalición
esos fines, ventajas políticas v militares. Un mínima vencedora. Tal tendencia lleva, poco
estado se siente más fuerte con el apoyo diplo­ a poco, a la declinación de los actores princi­
mático de sus aliados; con éste puede provo­ pales.
car o impedir una revisión "pacífica" de la
configuración existente. Una a. es también un V. FACTORES DE COHES ON. TÉRMINOS DE LAS ALIANZAS
factor de potencia militar; el estado siente que Una vez formada, el éxito de una a. depende
puede basarle en otras fuerzas, no propias, de la cohesión e integración que los miembros
como instrumentos de disuasión y de defensa. desarrollan entre ellos. Los factores de cohe­
El aumento de la propia fuerza a través de sión de una a. son varios, y si bien hay quien
una a. lo buscan tanto los estados poderosos sostiene que una generalización referente a
como los estados débiles. El estado débil sien­ éstos es inútil porque tales factores no están
28 ALIANZA

presentes necesariamente en todas las a. y, limitaciones que surgen de una alianza.


donde están presentes, están variadamente Una a., efectivamente, es casi siempre una
combinados, algunas proposiciones genera­ fuente de limitaciones para los estados miem­
les sobre los mismos pueden formularse bros, los cuales las aceptan sólo como precio
correctamente. inevitable de la resistencia al adversario; ese
El factor ideológico es de gran importan­ precio se siente especialmente cuando el
cia en las a.; donde no está presente lo pro­ adversario trata de erosionar la cohesión de
mueven los líderes de la coalición porque es los aliados con tácticas particulares (como
igualmente útil en tiempo de paz como en ofrecimientos secretos de ventajas a algunos
tiempo de guerra. Hacia el exterior, la ideo­ miembros). No sólo una a. sino también la
logía tiene lu función de desmoralizar al estabilidad del sistema internacional puede
adversario y forma parte de la guerra psico­ comprometerse cuando un estado considera
lógica; hacia el interior, refuerza las relacio­ excesivo el peso de las limitaciones que la pre­
nes entre los aliudos creando la convicción de sencia en la a. impone a sus intereses.
la utilidad de unir los propios recursos y Finalmente, una a. debería cesar cuando se
superar eventuales divergencias. alcanzan los objetivos por los cuales había
El éxito de una a. depende también del tipo surgido, pero pueden ser numerosos los moti­
de consultas intercambiadas entre los miem­ vos que provocan la ru p tu ra antes de que se
bros. En a. caracterizadas por la igualdad y logre el fin previsto. Habitualmente la causa
la solidaridad entre los miembros, las consul­ debe buscarse en la insatisfacción de uno o
tas resultan eficaces; en caso contrario la obli­ más aliados, provocada por la percepción de
gación de recurrir a consultas generales fren­ una disparidad entre los compromisos asu­
te a cualquier eventualidad disminuye la efi­ midos y las limitaciones que se suportan, de
ciencia m ilitar de la a. y el influjo que los una parte, y los propios fines y ambiciones,
miembros preeminentes pueden ejercitar de otra.
sobre estados externos.
Las capacidades materiales de los varios VI. ALIANZA Y PROLIFERACIÓN NUCLEAR Un tema
miembros influyen de diversas maneras en la muy discutido en las obras más recientes es
vida de una a. Una atención particular se pres­ el de las relaciones entre proliferación
ta a las capacidades de los estados "guías", nuclear y vida de las a. Es un tema sumamen­
que deberían aum entar continuamente para te complejo, que no aclaran suficientemente
asegurar el éxito de la coalición. Pero un cre­ las experiencias hasta ahora ofrecidas por el
cimiento preponderante de las capacidades desarrollo de los arsenales de algunas poten­
de un estado no favorece la cohesión de la a. cias medianas y sobre el cual, por esta razón,
porque habitualmente no corresponde a los se pueden plantear solamente algunas hipó­
intereses de los otros aliados; lo mismo pue­ tesis. Es previsible, por ejemplo, que la difu­
de decirse de la decadencia de las capacida­ sión de las armas nucleares provocará no tan­
des de un aliado. Por el contrarío, un balan­ to una disminución de los vínculos de las a.
ceado crecimiento de las capacidades de los como una revisión de éstos. Más que renun­
distintos aliados, que perm ita la realización ciar a sus compromisos respecto de un alia­
de los objetivos de la alianza, incrementa la do que consigue un potencial m ilitar nuclear
cohesión. (renuncia que significaría perder un aliado),
Es evidente por sí mismo que la vida de una la potencia “guía" de la a., que ya posee las
a. está condicionada por la política interna de armas nucleares, preferirá tener presente los
cada miembro. La inestabilidad interna, con intereses del aliado, adaptando a éstos sus
frecuentes cambios de gobierno, es un factor propios compromisos; y es esto, probable­
de desintegración dado que la oposición tien­ mente, lo que la potencia mediana que consi­
de a cambiar la política de a. del gobierno pre­ guió el armamento nuclear se proponía alcan­
cedente. La relación entre gobierno y oposi­ zar: "hacer sentir su voz", aum entar su pres­
ción influye decisivamente sobre la cohesión tigio y acrecentar su potencial político-
de la ' a. en las que participan estados políti­ militar.
camente inestables; éstos, en efecto, se En consecuencia, la proliferación nuclear
dem uestran menos dispuestos a aceptar las no debería ser, como algunos sostienen, el fin
ANARQUISMO 29

de la era de las a., como no lo fueron las dos orden jurídico (la ley): a estos motivos se les
organizaciones internacionales de la Sociedad agrega el genérico impulso a la libertad que
de las Naciones y de las Naciones Unidas, las origina los apelativos de libertarismo atribui­
cuales deberian garantizar a los estados por dos al movimiento, y de libertarios, otorga­
medio de un sistema de seguridad colectiva do a los adherentes. Una vez precisados estos
que habría convertido en inútiles las a. El fra­ datos, por a. se entiende el movimiento que
caso de ese sistema, a causa de la lógica bipo­ asigna tanto al hombre individual como a la
lar que impusieron las dos superpotencias, colectividad el derecho de usufructo de toda
impulsó a los estados a ver en las a. un intru- libertad, sin límites de normas, de espacio y
mento todavía válido para la propia segu­ de tiempo, fuera de los confines que surgen
ridad. de la misma existencia del individuo: vale
decir la libertad de actuar sin ser "oprimidos”
bibliografía: D. Edwards, Análisis de la política por ninguna autoridad, encontrando única­
internacional (1969), México, Paidós; O. Holsti, mente los obstáculos que la naturaleza opo­
P. Hopmann y J. Sullivan, Unitv and /Jisititeara- ne, es decir la “opinión”, el "sentido común”,
tion in International alliances: comparativo stu- la voluntad de toda la comunidad, a los que
dies, Nucía York, Wiley, 1973; G. Liska, Nations el individuo, sin tener que someterse, y por
in alliance, Baltimore, Johns Hopkins. 1968; W. lo tanto sin constricciones, se adecúa en vir­
Riker, The theory of political coalitions, New tud de un acto de la voluntad libre. Esta defi­
Haven, Yule University Press. 1967. nición genérica, distintam ente valorada por
los diferentes pensadores y movimientos
[fulvio attina] adherentes al a., puede sintetizarse en las
palabras que el anarquista Sébasticn Faure
escribió en los años de 1920 de nuestro siglo
en la Encyclopédie anarchiste: "La doctrina
anarquismo anárquica se resume en una sola palabra:
libertad."
i. DEFINICIÓN gknkral. Es imposible dar una
definición completamente precisa de a., por­ II. NACIMIENTO Y PRIMLR DESARROLLO DEL ANARQUIS­
que el ideal designado con este término, aun­ MO. El espíritu libertario, vale decir el anhe­
que ha evolucionado notablemente en el tiem­ lo de la libertad absoluta, es propio de toda
po, siempre se manifestó y se manifiesta más época histórica: incluso se puede aseverar que
que como algo cumplido y elaborado, como el a. se presentó, si bien con aspectos hetero­
una aspiración, un último objetivo al cual géneos, ya en la antigüedad clásica, acompa­
referirse llenándolo de significados y de con­ ñando de varios modos su desarrollo socio-
tenidos distintos, según el punto de vista des­ cultural. Se observan tres formas diferencia­
de el cual se lo observe. El término a., al que das de la presentación del fenómeno: a] en pri­
frecuentemente se asimila el de "anarquía", mer lugar está la manifestación de un a. en
tiene un origen preciso en el griego sin gobier­ un nivel puramente intelectual en autores de
no: por tal razón con éste se ha identificado excepcional o de mínimo relieve, que critica­
siempre una sociedad libre de todo dominio ron la autoridad política de su tiempo y exa­
politico autoritario, en la cual el hombre minaron la eventualidad de construir socie­
habría podido afirm arse sólo en virtud de la dades antiautoritarias o por lo menos no auto­
propia acción ejercida libremente en un con­ ritarias: frecuentemente, pero no siempre,
texto sociopolitico en el que todos deberían la presentación de concepciones libertarias
ser igualmente libres. A. significó, por esta coincidió con propuestas genéricamente defi­
razón, liberación de todo poder superior, fue­ nibles como utópicas; h] en segundo lugar, la
se éste de orden ideológico (religión, doctri­ aspiración anárquica se vinculó a afirmacio­
nas políticas, etc.) o de orden político (estruc­ nes de tono más o menos vagamente religio­
tura administrativa jerarquizada), o de orden so: se incluye en este ámbito todas las llama­
social (pertenencia a una clase o casta deter­ das milenaristas a una sociedad perfecta, en
minada), o de orden económico (pi opiedad de la cual la mediación entre lo humano y lo divi­
los medios de producción) o. finalmente, de no no habría necesitado particulares superes­
30 ANARQUISMO

tructuras autoritarias sino que, eliminadas características, pero siempre acompañada de


éstas, habría podido verificarse inmediata­ la negación absoluta del presente social, que
mente; c] en fin, ambas manifestaciones, inte- asume un significado de ruptura revolucio­
lectualistas o fideístas, se confrontaron en naria (más todavía, la negatividad pura será
movimientos efectivos de tipo social, en gene­ a veces el único componente evidenciado), el
ral insurreccionales, que en algunas ocasio­ a. acoge nuevas formas de elaboración teóri­
nes históricas coagularon múltiples fuerzas ca y de aplicación práctica que se acentúan
sociales, especialmente del mundo agrícola, cada vez más con el pasar de los años. En el
en una forma de protesta colectiva contesta­ campo del debate doctrinal, el momento de
dora de las autoridades políticas y de las partida de un verdadero "pensamiento anár­
estructuras sociales existentes. Baste pensar quico” puede fijarse a fines del siglo xvm, en
en las repetidas y frecuentes revueltas medie­ una obra famosa y popular, a pesar de ser
vales de los campesinos ingleses para llegar complicada y abstrusa: Enquiry conceming
hasta las afirmaciones decididamente liber­ poli tica! ¡ustice de William Godwin, en la cual
tarias del movimiento de los cavadores [dig- los temas que serán típicos de todo el a., el
gers] en la revolución del siglo xvii, o en las rechazo de la autoridad gubernamental y de
revueltas de los campesinos alemanes guia­ la ley, se ubican en una dinámica dominada
dos por Thomas Münzer, que se rebelaron a por la razón y por un justo equilibrio entre
los príncipes, o a las numerosas expresiones necesidad y voluntad, que desembocan en la
extremas de los movimientos anabaptistas. exigencia de una total libertad ético-poli tica,
Las concepciones libertarias desembocaron realizable solamente en un régimen de abju­
irrevocablemente en el mundo político sólo ración de la propiedad privada y por lo tanto
en el siglo xvni, como primera forma de reac­ comunitario. Interpretados de varios modos
ción y al mismo tiempo de conjunción respec­ y elaborados ulteriormente, estos principios
to del racionalismo ilustrado, provocando y suministran el punto de partida para el desa­
ampliando la discusión sobre el concepto de rrollo posterior de toda la corriente ideal que,
autoridad; ésta —y el ejemplo ilustrado es el en el proseguirse del tiempo, se remite al a.
del propio Rousseau— es admitida en el cam­ comunista, al cual varios pensadores o sim­
po político, pero luego es circunscrita y, en ples propagandistas agregarán paso a paso
último caso, rechazada en el plano individual. nuevos elementos. Si en Godwin el a. todavía
La contradicción ideal ínsita en esa relación no se presenta como una concepción comple­
se mantiene intacta, si bien traducida en un ta en si misma, en el curso del siglo xix
plano de lucha política efectiva durante la adquiere una organicidad tal, como expresión
revolución francesa, en la cual el grupo de los y punto de encuentro de un debate ideal, que
jacobinos, que afirmaba con mayor fuerza los halla en la realidad social una inmediata
principios de la autoridad y de la centraliza­ correspondencia y se presenta en todo caso
ción, vio surgir de su mismo seno fuerzas con­ como a. político, social, y sólo raram ente
testatarias libertarias, como por ejemplo los mantiene íntegra la caracterización exclusi­
enragés, los enfurecidos o, ya en el fin del va o prevalentemente ética que predominaba
ciclo revolucionario, algunos conspicuos en su primera presentación histórica. En esta
exponentes de la conspiración babouvista por tarea y evolución en la que participan pensa­
la igualdad.I. dores, políticos y "organizadores” diferentes
entre sí como —citando sólo a los principa­
Con la
III. LA EVOLUCIÓN' HISTÓRICADEL ANARQUISMO. les— Proudhon y Bakunin, Stirner y Malates-
revolución francesa y con el desarrollo indus­ ta, Kropotkin y Tolstoi, etc., se configuran
trial nace y se afirma un a. al que se le puede algunas divisiones fundam entales cuyos
dar el apelativo de “moderno", y que está pre­ momentos de disensión, a pesar de los inten­
sente todavía en el debate político de nues­ tos a este propósito, no se eliminaron nunca.
tra época. Una prim era indicación de este La escisión básica es entre a. individualista
cambio es la afirmación del término anarquía y a. comunista. El prim ero, que tiene como
en un sentido positivo que se contrapone al fundador a Max Stirner. apoya todo sobre el
uso, casi exclusivo hasta ese momento, en el individuo que, a través de su "egoísmo" y la
sentido de caos, de desorden. Con dichas fuerza que de éste resulta, se afirma a sí mis­
ANARQUISMO 31

mo y a su libertad solamente en una condi­ frente a los problemas actuales. Pueden seña­
ción existencial totalmente desprovista de larse tres subcategorías que se refieren res­
cualquier componente autoritario, en contra­ pectivamente a: a] los objetivos, que pueden
posición, pero también en equilibrio, con ser i] negativos, o bien ti] constructivos; b] los
todas las otras fuerzas y egoísmos de los otros medios; c] las tácticas.
individuos, únicos en su obrar, en vista del
último objetivo: la realización completa del a, i] Objetivos negativos. Éstos son sin duda
Yo en una sociedad no organizada e indepen­ los frutos críticamente más elaborados, pre­
diente de cualquier vínculo superior. El a. sentes en todo tiempo del a., y pueden cen­
comunista, que en efecto representa históri­ trarse en la negación que el a. efectúa de /l]
camente un paso adelante respecto del indi­ la autoridad, B] el estado. C] la ley.
vidualista, ve, por el contrario, la plena rea­ .4] El a. rechaza toda autoridad, en cuanto
lización del Yo sólo en la sociedad donde cada señala en ella la fuente de los males del hom­
individuo seria inducido a sacrificar una par­ bre: la autoridad que se rechaza es tanto la
te de la libertad personal, precisamente la sobrehumana como la humana. Encabeza la
económica, en beneficio de la libertad social: serie la autoridad divina, es decir el poder
esta última puede alcanzarse en una organi­ sobrenatural del que se hace descender toda
zación com unitaria de los medios de produc­ otra facultad de mando, que se niega no tan­
ción y del trabajo, y en una subdivisión tam ­ to como consecuencia de un razonamiento
bién común de los productos ("a cada uno filosófico sino simplemente porque es un
según sus propias necesidades”), aun salva­ poder y como tal condicionante del hombre
guardando en ésta los principios fundamen­ en sus elecciones y en sus acciones volunta­
tales del a., vale decir el ejercicio de las más rias: como corolario nace el rechazo de toda
amplias libertades, tanto para el individuo religión, en cuanto ideología, “noble menti­
como para el conjunto de los individuos en ra ” justificadora de una arbitrariedad que se
una sociedad. Como subcategoría de a. comu­ ejercita con intenciones represivas y con
nista, o estadio más atrasado, se puede con­ resultados que escapan del mundo moral para
siderar al colectivista (teorizado por Bakunin asum ir estructuras terrenas y coercitivas en
y afirm ado especialmente en España), que la vida del individuo y en la de la comunidad.
propone el comunitarismo del trabajo y de la Históricamente dependiente de la autoridad
producción, con la colocación en común de divina, pero asumiendo una plena autonomía
todos los medios necesarios para ésta, pero en épocas modernas contemporáneas, está la
dejando a cada uno el gobierno individual de autoridad política, identificada con los que
los resultados del trabajo personal. En el cua­ tienen en las manos la gestión del poder poli-
dro de las corrientes señaladas, se atraviesan tico y que se expresa en los vértices del
y se interponen otras subdivisones, que acen­ gobierno y, descendiendo hacia niveles cada
túan más o menos los aspectos sociales (con vez más bajos, en todas las apariciones del
netos vínculos con el mundo del trabajo y en poder en escala nacional, que forman la
particular con el proletariado) o privilegian estructura del estado, es decir en las institu­
los módulos ideal-políticos, es decir los temas ciones. La autoridad politica, expresión de la
relativos al estado, al gobierno o, más gené­ autoridad o del poder económico según la
ricamente. a la autoridad. Todas estas interpretación del a. de algún modo vincula­
corrientes, que por cierto no deben acogerse do con el análisis marxista, es la causa pri­
con rigidez esquemática sino examinándolas migenia de la opresión del hombre en el esta­
en sus relaciones reciprocas y en su devenir do de sociedad, y como tal debe ser combati­
histórico, plasm aron el sustrato dentro del da en el plano ideal y en los hechos. De aquí
cual se ha movido el mundo que, hasta nues­ nace la firme oposición del a. a todo poder
tros días, se ha remitido al anarquismo. político organizado, institucional o volunta­
riamente, como es el caso de la asociación
tv. o h ji -.t iv o s , m ed io s y tácticas . Se pueden exa­ política por excelencia, el partido, m ientras
minar los momentos de mayor atención e que algunas corrientes adm itirán la organi­
intervención del a. deduciéndolos tanto de su zación sindical en un plano horizontal. En
presentación histórica como de su conducta efecto, en la organización política el indivi­
32 ANARQUISMO

dúo —a causa de una coerción o de un pro­ que los fuertes emplean contra los débiles o,
pio acto voluntario— cede una parte de liber­ para las corrientes del a. social, los ricos con­
tad a beneficio de la colectividad, y así como tra los pobres, los capitalistas contra los pro­
en un nivel superior se rechaza cualquier con­ letarios. Esto no quiere decir que el a. recha­
cepción contractualista, en un nivel más bajo ce cualquier defensa del organismo social
tampoco se admiten las tesis asociacionistas, existente; en efecto, admite formas de juris­
con la única excepción de las mutualistas, dicción libres y espontáneas que surgen de las
para las cuales el individuo no se priva de mismas exigencias de situaciones concretas
nada que le pertenezca sino que en una espe­ y que deben interpretarse como verdaderas
cie de donación cede a la comunidad algo que intervenciones terapéuticas frente a los males
tiende, por el contrario, a exaltar su libertad sociales y que tienen por objeto la “curación"
de individuo. de dichos males y no su persecución o
B] Vinculado con la conducta señalada del condena.
a. frente a la autoridad, está su rechazo del
estado. Éste, en toda su organización a, n] Objetivos positivos o constructivos.
piramidal-burocrática, es el órgano represi­ Estos parten de dos presupuestos: en primer
vo por excelencia que priva al individuo de lugar, de toda la critica negativa respecto del
toda libertad otorgándose únicamente a sí mundo existente ya señalada; en segundo
mismo la capacidad de actuar y, sobre todo, lugar, de la comprobación de que si el hom­
la posibilidad de definir dicha libertad impo­ bre debe vivir sin estado y puede vivir sin
niendo una serie de "obligaciones” y de com­ gobierno, debe también desarrollar su exis­
portamientos a los que el individuo no pue­ tencia en cualquier sociedad, dando lugar a
de escapar y que por lo tanto el a. se propone la aceptación conceptual de ésta y, consecuen­
combatir. En cuanto órgano de represión temente, a la posibilidad de referirse a una
pura, el estado es visto por el a. con una capa­ futura "sociedad anárquica”. Esta nueva
cidad de intervención global en la vida de sociedad tiene como fundamento y como úni­
cada individuo, en su acción económica, en ca condición esencial la liberación del indi­
su existencia social como así también en su viduo de cualquier imposición externa en el
misma capacidad de desarrollo ético e inde­ nivel individual y social: el único vínculo que
pendiente. El estado no es sólo causa de todo todavía condiciona el comportamiento indi­
el mal social: es también el productor del vidual es la "opinión", vale decir la actitud
orden económico existente y, en la época —igualmente libre y autónoma— de todas las
moderna, del capitalismo; este último puede otras mónadas que constituyen la sociedad.
sobrevivir sólo porque se apoya en la base En un marco de este tipo pueden surgir todas
político-organizativa que le suministran las aquellas formas de vida social organizada,
estructuras estatales. De ese modo el a. (por que con una contradicción sólo aparente han
ejemplo en la interpretación de Bakunin y de sido definidas como "organizaciones” anár­
sus epígonos) invierte completamente el aná­ quicas y que afectan: j4] el campo económi­
lisis m arxista de la relación existente entre co, B] el campo social.
las estructuras económicas y las superestruc­ /I] Se presentan diversas propuestas de una
turas políticas. nueva estructuración económica que general­
C] Finalmente, como consecuencia de su mente se refieren a una gestión com unitaria
actitud hacia el estado, la anarquía condena o comunista de la sociedad: se puede afirm ar
la ley, vale decir toda íorm a de legislación, que todas están basadas en el elemento coo­
en cuanto expresión práctica de una volun­ perativo, es decir en la libre asociación de
tad de represión de la máquina estatal. La lev individuos para fines productivos o de distri­
es el instrum ento de opresión del que se sir­ bución de los bienes producidos, con la eli­
ve la organización política del presente para minación de toda dirección autoritaria a tra­
coartar específicamente las libertades que la vés de la instauración de una autogestión des­
autoridad, corno tal, reprime genéricamente. de abajo, determinando en consecuencia los
La legislación se rechaza, en consecuencia, objetivos comunes e indicando los medios téc­
como forma de contención de una condición nicos (necesariamente "autoritarios”) para
social de libertad y como medio de engaño lograr dichos fines concretos. De la forma
ANARQUISMO 33

cooperativa originaria, de base, se pasa a simples comités de correspondencia. El dato


construcciones cada vez más amplias a tra ­ organizativo tuvo siempre en el a. una explí­
vés de figuras sucesivas y mayormente arti­ cita referencia social, muy distinto por ejem­
culadas de federación. plo del que propone el marxismo; en efecto
B] La base social de la organización anár­ el a. se remitió a las masas, jamás a la clase;
quica. paralela a la económica, está construi­ mucho menos aún a la clase obrera, conside­
da, según las corrientes, por el mismo indi­ rada una verdadera y propia aristocracia
viduo o por el núcleo familiar: éstos, unidos incapaz de querer obtener la propia libertad
en un cierto territorio geográfico y con inte­ porque está ya integrada en el "sistema" y es
reses y actividades colectivas y afines, cons­ usuaria de numerosos privilegios; sí en cam­
tituyen la comuna [la commune], dentro de la bio al lumpenproletariado de las ciudades y
cual todos son iguales y las decisiones se asu­ sobre todo del campo, que vive en los márge­
men por iniciativa de todos, en una especie nes de la sociedad burguesa y en condiciones
de democracia directa que es, sin embargo de miseria material y moral y por lo tanto lis­
incompleta porque no posee la institución de tos a sublevarse contra las estructuras del
la representación (aun en sus formas más poder. Organización y propaganda, unidas o
delegadas). La unión de las comunas da lugar separadas según las interpretaciones, son las
a la federación, en el ámbito de la cual las bases necesarias para las tres formas de
relaciones de mediación son análogas, y asi acción anárquicas que caracterizaron todo el
se tiene, cada vez en una escala geográfica movimiento y que suscitaron la atención teó­
más amplia, la federación de las federaciones, rica: /t] la educación; 6] la rebelión; O la revo­
hasta alcanzar la meta ideal, es decir la fede­ lución.
ración anárquica universal, una especie de A] En la sociedad autoritaria la educación
objetivo final al cual aspira como una meta representa la prim era forma de intervención
de deseable (más que posible) realización. Si represiva sobre el hombre: es lógico, por lo
éstos son los aspectos positivos generales del tanto, que el a. haya tratato de recoger todos
a., entendidos como proyectos de solución aquellos elementos libertarios aplicables pri­
global de los problemas de la humanidad, es mero al niño y luego al adulto, en condicio­
oportuno observar que el a. propone también nes de form ar ética y cultui almente al hom­
una serie completa de objetivos intermedios bre, pero sin constreñir su inteligencia y su
que pueden llamarse, impropiamente, de espíritu dentro de esquemas fijos estableci­
acción social y que son siempre de realización dos a priori. La educación y, más genérica­
inmediata o de persecución a corto plazo: mente, toda la pedagogía libertaria trataron
pero estos últimos coinciden más bien con los de construir una escuela libre de vínculos con
medios, a través de los cuales el mismo a. la sociedad represiva y capaz de contribuir
piensa realizarse. a la creación de un hombre sin inhibiciones
hacia si mismo que actuase frente a la socie­
h] I m s medios. Son muy diferentes, si bien his­ dad libre de cualquier esquema impuesto.
tóricamente tuvieron una notable interdepen­ Pero la educación, entendida no ya como un
dencia entre ellos. Incluso apoyándose en pre­ elemento de formación individual sino como
supuestos antiorganizativos, una amplia par­ un verdadero proceso de difusión de ideas
te del a. (con el auspicio de Enrico Malates- anárquicas en la sociedad, representó uno de
ta) acogió la posibilidad de la organización los mayores momentos de intervención del a.
como fundamento para el progreso y la difu­ que, especialmente en sus expresiones paci­
sión de las mismas doctrinas anárquicas, que fistas basadas en el concepto de amor y de no
debe agregarse a la propaganda tradicional violencia (fue el caso de Lev Tolstoi), conce­
(o a la específica, pero rechazada por muchos, dió amplísimo espacio a todas aquellas moti­
llamada "de" y "con los hechos") y que debe vaciones que de alguna manera implicaban la
usarse con el respeto de determinados víncu­ posibilidad o la necesidad de d ar una libre
los libertarios, como por ejemplo el llamado formación al niño o, más ampliamente, al
a la autogestión desde abajo o la sustitución hombre que vive en una sociedad: nacieron
de los órganos dirigentes centrales (como incluso concepciones que recibieron la deno­
comités centrales o consejos directivos) con minación de “educacionismo" porque ju sta­
34 ANARQUISMO

mente en el factor educativo encontraban el mente ideal, y más que política, puram ente
principio y el fin de su acción. intelectual y abstracta, imaginable en todo
B\ Una característica del a. que se manifies­ momento, siempre lista a desencadenarse,
ta en su exterioridad violenta o por lo menos pero jam ás manifiesta si no en la reducida
no pacífica, es el fenómeno de la rebelión (cer­ configuración de la rebelión o de la insu­
cano, pero no necesariamente conectado, al rrección.
fenómeno paralelo de la insurrección): la
rebelión es la manifestación imprevista y vio­ c] Las tácticas. Históricamente el a. hizo
lenta, la mayor parte de las veces en forma palanca sobre algunos momentos tácticos de
irracional, de una acción destructiva contra intervención que originaron verdaderas teo­
el orden constituido. Dichas acciones, justa­ rizaciones que puede sintetizarse asi: A]
mente por la impulsividad y por la falta de voluntarismo; B] espontaneismo; C\ extremis­
organicidad con que se producen, pueden mo; D] asambleísmo y movimentismo. Se
incluso obtener un éxito inmediato, es decir, observa que dichos componentes se manifes­
como sucede en el caso de la insurrección taron casi siempre unitariam ente o por lo
(pero a la cual precede una respectiva teori­ menos vinculados y entrecruzados entre ellos,
zación), pueden originar la revolución verda­ en cuanto contribuían todos juntos a form ar
dera: pero la mayoría de las veces tiene sólo el fenómeno al que se le puede asignar el nom­
un fin destructivo inmediato y su presenta­ bre de "acción” libertaria.
ción coincide con su misma desaparición, en A] El a., rechazando la conciencia de clase
cuanto tienden a eliminarse al mismo tiem­ marxiana, basa su tesis de intervención polí­
po a sí mismas y al opositor autoritario con­ tica únicamente en la libre elección indivi­
tra quien se levantan. Las rebeliones liberta­ dual; en consecuencia, en la voluntad de cada
rias, frecuentes en todas las épocas históri­ individuo: las varias voluntades se unifican
cas, raram ente han sido "productivas” para por una especie de "espíritu vital”, de pasión
el movimiento y por el contrario suscitaron colectiva, emotiva y racional al mismo tiem­
con mucha frecuencia reacciones contra­ po, que amalgamando las intenciones de
rias que han sido dañinas para todo el anar­ acción de los individuos y generando un com­
quismo. portam iento colectivo abre una perspectiva
C\ La forma más orgánica de intervención de actos comunes.
antiauloritaria es seguramente la revolución, B] Las voluntades individuales, unificadas
predicada y propagada por numerosos pen­ como se ha dicho, se caracterizan en un modo
sadores y múltiples movimientos y grupos social y revolucionariamente antiautoritario
anárquicos que vieron en ella la posibilidad espontáneamente: el impulso a la destrucción
de rescate de la opresión autoritaria. Se tra ­ (o "alegría” de la destrucción, según Baku-
ta de una contradicción íntima de todo el nin), que es propia del individuo, comporta
antiautoritarism o, porque la revolución por espontáneamente la tentativa destructiva y
sí misma es seguramente autoritaria, inten­ revolucionaria que, por lo tanto, no exige una
tando obtener con la fuerza lo que la razón, larga y particular predisposición sino que
la opinión y el consenso no pudieron procu­ nace natural y sin esfuerzo por el solo hecho
rar: en efecto, el a. tuvo conciencia de esa con­ de que en el presente existe la autoridad. El
tradicción y el concepto enunciado de revo­ espontaneismo, pues, para el a. está en la base
lución (derribamiento de la autoridad para la de todo movimiento y de cualquier eventua­
instauración de la nueva condición ideal) coin­ lidad de acción: ésta tiene una razón de ser
cidió con el de rebelión, manteniendo las sólo cuando emana de exigencias sociales,
características de la inmediatez y de la impa­ políticas o simplemente intelectuales, tan sen­
ciencia revolucionaria, para las cuales los tidas como para manifestarse fuera de si mis­
fines deben alcanzarse inmediatamente y los mas, sin necesidad de una estructura que
objetivos de la transformación social pueden determine sus objetivos o de una dirección
realizarse en el brevísim o arco de la que guíe su camino. La organización señala­
revolución-revuelta. Es evidente el elemento da, aceptada por algunos antiautoritarios, tie­
utópico de tal concepción revolucionaria, por ne sólo la finalidad de facilitar el desarrollo
lo cual ésta fue, y es, más que efectiva, pura­ de las elecciones nacidas espontáneamente o.
ANARQUISMO 35

a lo sumo, coordinarlas hacia el objetivo liber­ movimiento antiautoritario, comprobada his­


tario final. tórica y teóricamente por el mismo Bakunin
C] Las propuestas de rebelión espontaneís- y por todos sus seguidores hasta nuestra épo­
tas obligan al movimiento anárquico, tanto en ca. Bakunin, aun actuando en las organizacio­
el campo social como en el terreno político, nes oficiales del proletariado (la I Internacio­
a proponerse siempre objetivos que van más nal), en ellas y sobre ellas introdujo siempre
allá del presente, que superan la realidad no núcleos de "fidelísimos", de élites, caracte­
por una construcción futura que parte de ésta rizados por el sectarismo y por el sigilo, que
sino por una subversión en el porvenir que tenían la finalidad de definir la línea de acción
logre la abolición de lo que existe, sustituido de las mismas organizaciones y, más general­
por una nada antiautoritaria que deviene el mente, de todo el movimiento autoritario.
todo de la racionalidad anárquica. Son pro­
pias del a. las múltiples elecciones extremis­ v. el anakouismo actual. El a., después de la
tas destructoras de las condiciones presentes, válida elaboración de los años últimos del
independientemente de la efectiva gestión de siglo xix y los comienzos del xx, y del poste­
éstas y en forma autónoma de la posibilidad rior brote de acción del periodo de la guerra
de cumplir en el plano práctico lo que se afir­ civil española (1936-1939), tuvo una revivifi­
ma ‘‘extrem istam ente’' en el plano teórico: cación en los años de 1960: frente a las doc­
sirvan de ejemplo las tesis sostenidas por los trinas prevalentemente sociales del pasado,
hermanos Cohn-Bendit en Extremismo, reme­ el nuevo a. renovó en parte la temática con­
dio de la enfermedad senil del comunismo, testataria y antiautoritaria, asumiendo tonos
1968. más esfumados respecto del rechazo de los
D] Para el a. es el mismo “movimiento" entes jerárquicos organizados (el estado, la
espontáneo el que crea las condiciones del ley, el gobierno), y precisando otros objetivos
ulterior progreso del ideal que se quiere afir­ de la propia polémica antiuutoritaria (las
mar: el movimentismo constituye una mane­ ideologías sociales, la burocracia, la sociedad
ra de privilegiar a la acción por si misma, el de consumo). A la lucha habitual contra toda
remitirse a todo lo que sucedió concretamen­ forma de represión violenta, agregó aquella
te apuntando no a un objetivo inmediato, con­ contra la represión psicoideológica de las
creto, sino a la realización súbita de una fina­ sociedades de masas, en las cuales el hombre
lidad abstracta. A pesar de la conexión exis­ está enajenado (según la interpretación del
tente con la realidad y el propósito u ltra­ nuevo libertarismo) ya no frente al propio tra­
rrevolucionario, el movimentismo esconde, bajo y al capital sino frente a sí mismo, estan­
efectivamente, tentativas meramente insu­ do privado de la propia conciencia y de la pro­
rreccionales, con la continua persecución pia capacidad de elegir libremente los obje­
de nuevas acciones locales, espontáneas o por tos de sus mismos intereses. El a. señaló en
el estilo. El movimiento se sostiene y se orga­ estos hechos los nuevos vínculos opresores
niza a través de la utilización del instrum en­ del hombre y, sin ir más allá en la introspec­
to asamblear. El asambleísmo, en teoría, es ción, simplemente los ha rechazado con los
la forma democrática perfecta que concede mismos instrumentos con los que en el pasa­
al individuo y a la totalidad el modo de expre­ do había negado el estado y el gobierno. En
sar completamente las propias capacidades su rechazo, el a. no tuvo éxito hasta ahora,
sin imponerse sobre las opiniones y las valo­ probando con esto su verdadera esencia, seña­
raciones de los otros. En la realidad históri­ lada por Marx y por Engels hacia 1871-1872,
ca y sociológica es un instrum ento capaz de y reafirm ada más tarde por Lenin en 1917-
funcionar sólo cuando hay un grupo peque­ 1920: vale decir, ser un movimiento de rebe­
ño de dirigentes, una élite (mejor si oculta), lión en la perspectiva inmediata; por una par­
en condiciones de preordenar y program ar te, expresión de las exigencias utópicas y, por
los trabajos de la asamblea, vale decir de for­ la otra, de la condición de enajenación del
zar las opiniones de los demás y de inducir mundo intelectual pequeñohurgués en las
a la "base” a aceptar lo que haya preordena­ sociedades más evolucionadas, extraños a los
do la misma élite. Ésta es, ciertamente, otra grandes conflictos sociales del neocapitalis-
de las contradicciones intestinas de todo el mu, pero al mismo tiempo partícipes de lo\
36 ANARQUISMO LATINOAMERICANO

mismos, o sea una capa disponible para cual­ Opladen, Wcstdeutscher Verlag, 1969: E. Santa-
quier solución emancipadora y extremista- relli, II socialismo anarchico in Italia, Milán, Fel-
mente ultrarrevolucionaria así como, tam­ trinelli, 1959; G. YVoodcock, El anarquismo
bién y al contrario, para cualquier interven­ (1963), Barcelona, Ariel.
ción restauradora tendiente al retorno a un
pasado mítico, que por otra parte coincide [CIAN MARIO BRAVO]
con el futuro utópico del antiautoritarism o
total, como es, por ejemplo, el ilustrado por
H erbert Marcuse. Perdiendo su caracteriza­
ción social, el a. cumplió una elección cuali­ anarquismo latinoamericano
tativamente importante: de teoría típica de
países atrasados y de clases explotadas se i. consideraciones generales. Al contrario del
convirtió más genéricamente en la expresión socialismo latinoamericano (v.) (en cuanto
de los "parias", de los "desciasados” intelec­ expresión política de la clase obrera organi­
tuales y de todas las otras clases de la socie­ zada en partido político autonómo), que fue
dad altamente industrializada, unidos contin­ una realidad sobre todo "rioplatense”, el a.,
gentemente por la lucha contra las nuevas for­ a la par de lograr una presencia permanente
mas autoritarias del mundo moderno, iden­ en Uruguay y Argentina, desde comienzos de
tificadas más con el poder político que sos­ este siglo consiguió implantarse con relativa
tiene los estados y los gobiernos, o incluso con fuerza en Brasil, México, Chile y Perú. El gra­
las mismas “instituciones” de éstos, que con do de difusión alcanzado por el a. en Améri­
las instituciones, los entes o las personas que ca Latina obedece a una serie de razones aún
detentan el poder económico. no abordadas suficientemente, pues es una
historia apenas en proceso de reconstrucción.
tiibliogRAFIA: Anarchismo e socialismo in Italia, Es que el a., al menos en sus inicios, fue no
1872-1692, Roma, Gditori Riuniti, 1973; P. Ansart, tanto la búsqueda de una resolución positi­
Marx y el anarquismo (1969), Barcelona, Barral, va de la cuestión social cuanto la expresión
1972; H. Arvon, El anarquismo (1971), Buenos directa de un subversisnio espontáneo de las
Aires, Paidós; Bakunin cent'anni dupa, Milán, masas, lo cual hace que su historia sea de más
Edizioni Antistato, 1977; L. Bettini, Bibliografía difícil reconstrucción en la medida en que se
dell’unarchismo, Florencia, C.P. Editrice, 1972: inscribe como un capítulo dentro de la más
L. Bettini, Anarchici e anarchia nel mondo con­ amplia y complicada historia de las clases
temporáneo, Turín, Fundazione L. Einaudi, 1971; subalternas, esa historia disgregada y episó­
G.M. Bravo (comp.), Gli anarchici, Turín, L'TET, dica por naturaleza, según lo expresa
1971, vol. i; G.M. Bravo, L ’anarchismo, en .SZo­ Gramsci.
na delle idee politiche, economiche e sociali, a La presencia generalizada en la \ ida social
cargo de L. Firpo, Turín, utet, 1972, vol. v; M. de un subproletariado —que desconocía la
Buber, Der utopische Sozialismus, Colonia, Heg- lucha de las clases propietarias por la cons­
ner, 1967; G. Cerrito, SuH’anarchisnw contem­ titución de los estados nacionales— y de una
poráneo, en E. Malatesta, Scritti scelti, Ruma, vasta masa de proletariado urbano y rural
Savelli, 1970; J. Duelos, Anarquistas de ayer y de —en algunos casos mayoritariamente in­
hoy (1968), Barcelona, R. Torres, 1976; D. Gué- m igrantes— colocados objetivamente en
rin, El anarquismo (1965), Madrid, Campo Abier­ una situación de fuerza de trabajo segrega­
to. 1978: D. Guérin, Ni Dios ni amo (1970). da y explotada dio lugar necesariamente a un
Madrid, Campo Abierto, 1977, 2 vols.; G. Guille- larvado sentimiento de rebeldía contra ese
minault y A. Mahé, Storia dellanarchia. Floren­ ordenamiento estructurado en detrim ento
cia, Vallecchi, 1974; J. Joll. Los anarquistas suyo, en donde la m iseria de los trabajado­
(1964), Barcelona, Grijalbo, 1978: J. Muitron, Le res contrastaba con el lujo ostentoso de las
mouvement anarquiste en France, París, Maspe- clases dominantes, la grosera discriminación
ro, 1975, 2 vols.; E. Oberlánder (comp.). Der Anar- de las empresas imperialistas, la existencia
chisma:, Oltcn-Friburgo, Waltcr-Vcrlag, 1972; O. en no pocas partes de fenómenos de servi­
Rammstedt (comp.), Anarchismus: Grundtexte dumbre. en fin, el desprecio más absoluto por
tur Theorie tmd Praxis der Gewalt, Colonia- la condición humana, todo esto, mas que la
ANARQUISMO LATINOAMERICANO 37

extensión de la explotación capitalista, con­ y sindicalistas se desarrollen en sus comien­


vierte el a. en una reacción diríamos natural zos con mayor intensidad dentro del movi­
contra esta situación. La reacción inmediata miento obrero en formación, lo que. por otro
contra el "desorden social" impuesto por las lado, limitó la posterior expansión del socia­
oligarquías gobernantes tendía a expresarse lismo de filiación marxista y contribuyó a que
en doctrinas libertarias que basaban la posi­ en su interior se fortalecieran las tendencias
bilidad de liberación humana en la elimina­ más moderadas y reformistas.
ción física de toda la estructura autoritaria Pero hubo otro fenómeno que intervino
y opresiva. Las expectativas puestas en una para facilitar esta gran difusión a la que alu­
resolución catastrófica e inmediata del pre­ dimos: su capacidad de atracción de la inte­
sente no podían sino descartar cualquier lectualidad de origen pequeñoburgués. En
estrategia que se propusiese objetivos futu­ América Latina el a. tuvo la posibilidad de
ros conseguibles en el largo plazo. La reden­ reclutar a los intelectuales avanzados de las
ción humana sólo será posible, decían, si los prim eras décadas del siglo, y en especial a
hombres —a través de la violencia revolu­ aquéllos formados al margen de la institución
cionaria, por otra parte generalmente es­ universitaria y del ámbito académico, cada
pontánea y viciada de infantilismo y de­ vez más propensos a sensibilizarse por la
sesperación— estaban ya dispuestos a rebe­ "cuestión social” que irrum pía en la realidad
larse contra esas nuevas sociedades naciona­ continental.
les que, no podía ser de otra manera, apare­
cían como la causa de todos los males. argentina. En este país el a. se incrustó pro­
En un continente con estas características, fundamente no sólo en las masas trabajado­
los sectores sociales populares a los que esta­ ras pauperizadas de Buenos Aires sino tam­
ban destinadas las doctrinas libertarias no bién en el interior del país. A través de una
podían dejar de sentirse profundamente fas­ multiplicidad de grupos organizados a lo lar­
cinados. A esos proletarios y artesanos de la go de todo el territorio logró desarrollar una
ciudad y del campo, a tos campesinos pobres, actividad cotidiana y permanente de forma­
a la juventud intelectual pequeñoburguesu, se ción ideológica y cultural, distribuyó una
les podía aplicar sin ninguna exageración imponente cantidad de propaganda escrita y
aquellas apreciaciones de Bakunin respecto desde 1904 publicó uno de los pocos cotidia­
del ambiente anarquista italiano de los años nos con que contó el movimiento anarquista
sesenta en el sentido de que constituían "una en el mundo. Pero si éste es un dato que mues­
juventud urdiente y enérgica, con frecuencia tra a las claras el grado de desarrollo del a.
desposeída, sin carrera y sin salidas, la cual en el país más austral del continente, más
[ ...] no está moral ni intelectualmente notable e impresionante aún fue el éxito
exhausta como la juventud burguesa de los alcanzado al lograr una posición hegemóni­
demás países. Esta juventud se precipita hoy ca en la federación obrera nacional más
—decía— de cabeza en el socialismo revolu­ im portante y una de las expresiones más
cionario, en el socialismo que acepta por ente­ potente y original de la capacidad de organi­
ro nuestro programa". zación y de lucha de los trabajadores argen­
El aislamiento que padecían los trabajado­ tinos, esto es la Federación Obrera Regional
res respecto de la sociedad global, a lo que Argentina (fora), adoptada como ejemplo por
había que sum ar la ausencia o en el mejor de todo el sindicalismo anarquista del continen­
los casos la debilidad de las instituciones de te. Más aún, la peculiaridad del camino segui­
la democracia burguesa para incorporarlos do por la fora se preservó también en la
al sistema de poder, facilitaron la difusión de Internacional Anarco Sindicalista (ait) y se la
aquellas corrientes que desconfiaban de la "puede ver como un aporte del a. argentino
conveniencia de participar, por parte de los al sector anarquista mundial". Cabe decir que
trabajadores, en las luchas políticas y electo­ la corriente anarquista partidaria de la orga­
rales. Y será precisamente el apoliticismo nización, es decir aquellos círculos adictos
natural de las clases subalternas, que contri­ por principio al uso de las esferas organiza­
buían a consolidar, lo que coadyuvará con tivas permanentes para su actividad y que se
mayor fuerza a que las corrientes libertarias esmeraban en integrarse en los sindicatos
38 ANARQUISMO LATINOAMERICANO

obreros, fue la corriente ideológica y políti­ ras como Alberto Ghiraldo, Florencio Sán­
ca hegemónica en el movimiento obrero chez, Rodolfo González Pacheco, Elias Castel-
argentino, y también latinoamericano, duran­ nuovo, etc., brillaron con luz propia y le die­
te las prim eras décadas de este siglo. ron al a. un irresistible poder de captación de
En un país donde la corriente inmigratoria la juventud intelectual iconoclasta. Gilimón
(según el censo de 1895 había en todo el país dirá que en "Argentina [...] el número de
458 490 obreros extranjeros y 747 008 obre­ anarquistas supera en mucho al que hay en
ros de origen argentino, mientras que en Bue­ las naciones europeas, hasta prescindiendo de
nos Aires la población extranjera alcanzaba la proporción de habitantes que tiene el país”
el 52%) imprimió fuertemente su sello en el y que "el que ha visto la enorme cantidad de
estilo de vida y en donde su gravitación en los trabajadores que asisten en Buenos Aires a
gremios era más que perceptible, la crítica las conferencias públicas [...] y se encuentra
rom ántica y violenta a la vez de las institu­ en París en un acto semejante, no sale de su
ciones "sagradas" de la sociedad burguesa asombro".
encontraba campo propicio en una masa de Es posible entender ahora la extensa lite­
trabajadores que eran verdaderos parias ratu ra anarquista que se publicaba y que se
expulsados de sus aldeas de Italia o de Espa­ exportaba a otros paises. Max Ncttlau expre­
ña por la miseria endémica, la opresión terra­ sará que la capital argentina era un centro
teniente y la prepotencia del estado. Pero no editorial anarquista tan importante que en
sólo eso: rotos los vínculos con la comunidad 1900 se llegaron a editar "tantos folletos y
y la familia, en una tierra extraña donde no libros de propaganda como en Barcelona,
era fácil evitar el desarraigo, estos nuevos máximo centro m undial”. Sin embargo, el
habitantes argentinos no podían dejar de sen­ nivel teórico y político no estaba a la altura
tirse atraídos por esa nueva comunidad basa­ de su grado de difusión. Abad de Santillán
da en el respeto mutuo, en la fraternidad y afirm ará al respecto que “se han divulgado
la igualdad ofrecidas por los idearios socia­ ideas, pero no se ha pensado; el movimiento
listas y colectivistas, en esas verdaderas argentino fue un vehículo excelente, pero no
comunas estructuradas sobre la base de la ha ofrecido al mundo mucho de original". No
solidaridad y que tenían como finalidad no obstante, para hacer justicia, convendría
sólo la defensa de los intereses profesionales decir que esa ausencia de "originalidad” no
sino también la de integrarlos cultural y puede ser imputable sólo al bajo nivel inte­
socialmente en su condición de "pueblo lectual de sus propagandistas sino también
trabajador”, es decir de seres humanos des­ a la circunstancia de que el movimiento anar­
poseídos de sus bienes, y por lo tanto, exclui­ quista se expande en Argentina en momentos
dos de la civilidad burguesa. Era una forma en que se inicia su parálisis intelectual en el
de conform ar una verdadera cultura de opo­ plano mundial. Esta falta de originalidad teó­
sición, capaz de mantener vivo el rechazo vio­ rica del movimiento anarquista argentino
lento del capitalismo e incólume la fe apasio­ habría que buscarla, empero, no tanto en la
nada en la siempre próxima e inmediata revo­ crisis del a. mundial cuanto en las caracterís­
lución social. ticas propias del movimiento obrero en ger­
En Argentina, iniciarse en las letras "casi men y de su organización expresiva. Aun
era como iniciarse en la anarquia". Con esa cuando en Argentina las clases trabajadoras
frase reflejábase fielmente el grado de adhe­ tenían un peso muy fuerte en las prim eras
sión que habían logrado las ideas libertarias décadas del siglo, la heterogeneidad de su
por parte de la intelectualidad y el clima cul­ composición nacional era tan grande, el peso
tural que se vivía, especialmente en la capi­ de la inmigración extranjera era de tal impor­
tal argentina, a la vuelta del siglo. Es cierto tancia que, paradójicamente, en el acto mis­
que la presencia en el Río de la Plata de dos mo de reafirmarse como clase obrera se veda­
de las figuras internacionalmente más desta­ ban a sí mismas la comprensión teórica de su
cadas del a. internacional, como lo fueron condición de “clase nacional”. Excluidas obje­
Enrico Malatesta y Pietro Gori, contribuyó a tivamente del sistema institucional de poder,
crear esa atmósfera cultural tan favorable en su propia fuerza numérica las arrastrab a al
los medios intelectuales porteños, pero figu­ quid pro quo teórico e ideológico de que la
ANARQUISMO LATIN’OAM EKICANO 39

conquista de una conciencia "obrera” sólo estas luchas la que hacía caso omiso de la
podía ser hecha a expensas de la posibilidad necesidad de un aparato burocrático centra-
de pensar teórica y prácticamente los cami­ lizador, lo cual explica, entre otras cosas,
nos que podían conducir a una transform a­ cómo en las dos prim eras décadas del siglo
ción revolucionaria de la sociedad argentina. se produjeran grandes movimientos de lucha
Una doctrina como la anarquista, que funda­ orientados por un movimiento que se oponía
menta su análisis de la explotación y de la a la existencia de funcionarios sindicales y
lucha de clases en principios abstractos de que debatía apasionadamente en sus congre­
justicia, carecía de los instrumentos necesa­ sos sobre la conveniencia o no de que sus diri­
rios para superar la limitación constitutiva gentes recibieran sueldos por parte del sin­
de la clase obrera argentina y elaborar una dicato. Esta concepción de la lucha obrera
teoría de la revolución basada en el análisis permite la aparición de un tipo de agitador
concreto del carácter de la lucha de clases y completamente distinto del clásico dirigente
de la naturaleza del estado argentino. Si en socialista: no un militante que trabaja duran­
la teoría el movimiento anarquista apuntaba te largo tiempo en su fábrica o en su barrio
sólo retóricamente a la destrucción del poder sino un tipo de agitador que nada dentro de
capitalista, en los hechos su esfuerzo estaba la corriente de las luchas proletarias, que se
puesto casi exclusivamente en la defensa de desplaza por todo el país o el continente, que
los intereses corporativos de la clase obrera tiene una intuición muy aguda para percibir
y en la exigencia de una plena libertad de fun­ los signos del conflicto latente próximo a esta­
cionamiento de sus organizaciones profesio­ llar, en fin, que no reconoce fronteras nacio­
nales. Y es precisamente aquí, en la práctica nales para llevar adelante su voluntad de
cotidiana de la defensa de las reivindicacio­ lucha y su fidelidad a la causa de los explo­
nes obreras, donde hay que descubrir su ver­ tados.
dadera originalidad, que no estaba, lo repe­
timos, en la teoría sino en la forma de conju­ PERU. En Perú, al igual que en México, el
garla con la práctica. movimiento anarquista recorrerá un camino
El mérito del anarcosindicalismo, es decir diferente y tendrá una significación teóri­
de aquella corriente favorable a la organiza­ ca y política distinta. Con condiciones eco­
ción sindical, consiste en haber intentado exi­ nómico-sociales y una base social diferen­
tosamente organizar a los trabajadores a par­ tes, los análisis acerca del carácter de la revo­
tir de sus características intrínsecas, deriva­ lución tendrán rasgos que lo distinguen cla­
das de su condición de proletariado inmigran­ ramente. Es que na sólo la presencia de la
te. La foka fue un verdadero crisol donde se inmigración extranjera en la composición de
fundieron una diversidad de nacionalidades, las capas trabajadoras fue decididamente
fundamentalmente latinas y eslavas, que menor sino, ya se sabe, en estos países es posi­
constituían una masa trabajadora extrema­ ble registrar la existencia de un extenso mun­
damente móvil y desprovista de cualquier do rural de campesinos indígenas sometidos
tipo de calificación técnica. Y la fúka , a tra ­ a las oligarquías locales y sedientos de tierras.
vés de la unificación en organizaciones gre­ Y serán precisamente estos factores los que
miales por principio “absolutamente autóno­ contribuyeron a cierta nacionalización del
mas en su vida interior y de relación”, con­ cosmopolitismo obrerista de las ideas liber­
tribuyó, por un lado, a establecer un vinculo tarias.
clasista entre un proletariado rural y semiur- La ideología anarquista adquirirá una posi­
bano que no podía encontrar en la fábrica el ción hegemónica en el proletariado peruano
punto de concentración de la voluntad obre­ en las fases iniciales del desarrollo del movi­
ra sobre la que basa el marxismo la superio­ miento obrero. Postulando la necesidad de
ridad de la estrategia y de la acción socialis­ abolir la explotación económica a través de
ta y, por el otro, y como consecuencia de esto, una lucha contra el estado, hasta lograr su
creó condiciones para que la extrema movi­ extinción, y el cuestionamiento de la religio­
lidad de ese proletariado fuera un elemento sidad y del poder de la iglesia, el a. no pudo
decisivo en la "comunicatividad”. Y fue pre­ formular una táctica adecuada. Sin practicar
cisamente el alto grado de comunicación de el terrorism o y sin una exaltación de la vio-
40 ANARQUISMO LATINOAMERICANO

Icncia a ultranza, el a. peruano terminó com- tan con el nom bre”. Su convicción deq u e en
binándose con el sindicalismo en la creencia Latinoamérica “no hay una simple cuestión
de que las organizaciones gremiales eran el obrera, sino un vastísimo prohlema social, no
único instrum ento de liberación auténtica hay guerra de antropófagos entre clases y cla­
para el proletariado y de que los partidos polí­ ses, sino un generoso trabajo de emancipa­
ticos constituían la negación de la organiza­ ción humana", lo llevó a afirm ar que la revo­
ción proletaria y la pérdida de su autonomía. lución ofrece "el triple carácter de religiosa,
Esta concepción anarcosindicalista coadyu­ política y social”. Preconizando la alianza
vó al perfilamiento de una incipiente concien­ entre intelectuales y obreros, pero descon­
cia de clase, pero, a la par, no instrum entó fiando de toda acción estrictam ente política,
medio alguno para evitar la separación de concebirá a la revolución como una transfor­
obreros y artesanos por un lado, y de los inte­ mación radical en la vida asociativa de los
lectuales por el otro. A través de La Protesta. hombres, precedida por cierto de una vasta
la expresión periodística que reflejó con labor en el terreno de las ideas, si se quiere
mayor lucidez las concepciones anarcosindi­ de una especie de reforma intelectual y moral.
calistas, y durante los quince años de su cir­ "Evolucionar en el sentido de la más amplia
culación (1911-1926), se registraron, es cier­ libertad del individuo, prefiriendo las refor­
to, y no podía ser de otra m añera, aquellos mas sociales a las transformaciones políti­
temas tan caros al a., esto es, los problemas cas”: con éstas, sus propias palabras, se pue­
de la abolición del estado, de la organización de sintetizar su programa de lucha. Un pro­
laboral y el cuestionamiento de los socialis­ grama que, dirá Mariátegui, no supo interpre­
tas, pero, paralelamente, y éste es el rasgo dis­ tar al pueblo ni legarle algo concreto a las
tintivo al que aludíamos, la cuestión indíge­ generaciones venideras. Si esto es cierto,
na aparecía abordada con una sorprendente habrá que buscar en su desconocimiento de
insistencia. Sin embargo, y como sucedió tam­ la economía y de la política, en su cultura cir­
bién en otros lados, ante la carencia de pro­ cunscrita al ámhito de la filosofía y de la lite­
puestas concretas para alcanzar los objetivos ratura las causas por las cuales González Pra­
que se proponían, los anarcosindicalistas ter­ da “no consiguió nunca ser un realista”. Pero
minaron en la inoperancia política. El fin de también importan otras consideraciones: en
la "hegemonía anarcosindicalista —según lo países dominados por el colonialismo en la
expresan Burga y Flores Galindo— planteó cultura y en la vida nacional, y por lo tanto,
para el movimiento urbano popular la alter­ envueltos en una obstinada lucha por su afir­
nativa aprism o (v.) o comunismo". mación y su autonomía, la relación entre lite­
Resulta imposible hablar del a. peruano sin ratura y política es tan estrecha que no son
registrar y destacar la figura de Manuel Gon­ sino dos facetas de una única y misma labor.
zález Prada (1848-1918). A la vez que fue la En otras palabras: hacer literatura es, de
expresión cultural más talentosa que el a. todas maneras, una forma de hacer política.
tuvo en el continente dejó, en gran parte como Habiendo dejado a otros la tarea de crear
consecuencia de esto, un sello imborrable en el socialismo peruano, adhiriéndose al leja­
la historia del movimiento revolucionario de no y abstracto utopismo de Kropotkin, pro­
su país. En sus propuestas doctrinarias —reu­ nunciándose por los bakuninistas en la polé­
nidas en el volumen titulado La atiari/uia—, mica que éstos mantuvieron con los marxis­
es cierto que muchas veces teñido por las tas, González Prada, sin embargo, podrá pen­
ideas anarquistas ya difundidas, es posible sar, antes que nadie, que la cuestión indíge­
detectar un esfuerzo por pensar de manera na, más que filantrópica y cultural, es
autónoma la realidad peruana y latinoame­ fundamentalmente económica y agraria, que
ricana. Estas sociedades nuevas, decía, sin el problema del indio es sencillamente el pro­
tradiciones fuertemente arraigadas, son pro­ blema de la tierra, en fin. que no habrá revo­
picias para que germine todo lo nuevo y para lución socialista alguna en el Perú mientras
que aflore un sentimiento de rebeldía contra no sean los propios indios los realizadores de
todo poder y autoridad, y es por esto por lo su liberación social. Tesis que, desde su voca­
que "muchos peruanos son anarquistas sin ción marxista, y con el complemento "prole­
saberlo; profesan la doctrina, pero se asus­ tario” indispensable. Mariátegui desarrolla­
ANARQUISMO LATINOAMERICANO 41

rá con mayor profundidad. enfrentarse con un obstáculo que condicionó


No pudicndo ser ni programa ni doctrina, el desarrollo autónomo e independiente de
González Prada fue no obstante la conciencia una organización de clase de los trabajado­
del Perú. res: el profundo desnivel existente entre los
trabajadores industriales y las capas semiar-
El a. mexicano también recibió el
Méx ic o . tesanales urbanas, por una parte, y la pobla­
influjo de corrientes anarquistas europeas, ción campesina, por la otra. A excepción de
especialmente española, pero éste se inscri­ los obreros mineros y ferroviarios, el prole­
bió, en un grado sólo comparable al Perú, den­ tariado industrial citadino no dejaba de con­
tro del original proceso de desarrollo de Méxi­ form ar una "aristocracia obrera" de traba­
co. Es por esto por lo que si se hace uso de jadores calificados separados respecto de la
un concepto simplista de a., es decir como gran masa del subproletariado rural y
oposición violenta y a ultranza de toda for­ semiurbano por un abismo de cultura y de
ma de gobierno y como manifestación extre­ capacidad adquisitiva.
ma de individualismo, no se podrá compren­ En la historia del movimiento obrero mexi­
der el grado de incidencia que tuvo en la his­ cano, el porfirismo divide dos periodos neta­
toria de los "movimientos de las clases obre­ mente diferenciados en lo que respecta a la
ras urbanas y rurales" ni se estará en condi­ organización sindical y política de los traba­
ciones de “medir su impacto en el desarrollo jadores. El primero de ellos sería el compren­
de la nación". Si su inserción dentro del movi­ dido entre mediados del siglo pasado y los
miento agrario tuvo mucho que ver con el res­ últimos años de la década de 1880 y cuya
cate de los valores, tradiciones y aspiracio­ característica principal es el predominio de
nes campesinas, su desarrollo se debe en gran la orientación “m utualista” en las incipien­
parte a esa contribución doctrinaria que tes y a la vez débiles asociaciones obreras.
intentaba modificar la naturaleza del agraris- Grupos de exiliados que difunden las doctri­
mo mexicano, de levantamiento profundo, nas sociales europeas, una sección de la I
pero relativamente inarticulado que era, a Internacional con predominio bukuninista,
movimiento fortalecido no sin cierta coheren­ proliferación de un periodismo “social”, con­
cia por una concepción campesina del mun­ form arán un cuadro más o menos similar al
do futuro. Manteniendo ciertos patrones tra­ de otros países latinoamericanos, pero tam ­
dicionales de la vida campesina, los agraris- bién —y éste es un rasgo distintivo— una cier­
tas anarquistas propugnaban con mayor gra­ ta facilidad de penetración de los ideales
do de articulación las autonomías locales, la libertarios y socialistas en el horizonte ideo­
recuperación y redistribución de las tierras lógico de las rebeliones campesinas de la
por los municipios libres y la erradicación de época.
la corrupción política en el nivel local y nacio­ El proceso de constitución del movimien­
nal. Paralelamente, la inserción y desarrollo to obrero, que arrastraba objetivamente a los
de las concepciones anarquistas en el movi­ trabajadores a romper con una tradición
miento obrero urbano irá a la par de las modi­ mutualista, suscitaba un conjunto de proble­
ficaciones que se irán produciendo con el pro­ mas nuevos para cuya solución las diversas
ceso de industrialización que tiene sus inicios tendencias ideológicas existentes ofrecían,
en la segunda mitad del siglo pasado. El lógicamente, caminos diferentes. "Una larga
número sin precedentes de trabajadores pugna se establecía —dice Gastón García Can­
urbanos que trajo aparejado la aparición del tó— entre los representantes obreros para
sistema de fábricas de producción de bienes, fijar la tendencia definitiva de las agrupacio­
todos ellos de origen rural y atraídos por la nes: lucha política o abstención, m utualismo
movilidad social que la expansión de la eco­ o cooperativismo, oposición a los empresarios
nomía parecía ofrecer, no dejó de intensifi­ o colaboración estrecha entre el capital y el
car las desigualdades ya existentes y causar trabajo."
la desesperanza entre quienes creían poder Pero la dictadura porfirista habría de pro­
m ejorar su nivel de vida con la emigración a ducir modificaciones económicas y sociales
la ciudad. que determ inarán que el movimiento obrero
El movimiento obrero mexicano debió entre en una nueva etapa. La protesta cam­
42 ANARQUISMO LATINOAMERICANO

pesina que exigía la restitución de las tierras defendían con un program a de lucha el res­
que pertenecían a las comunidades y que les tablecimiento de la democracia y la erradi­
fueran despojadas por parte de los hacenda­ cación de la corrupción mediante una tácti­
dos y de las compañías norteamericanas, la ca y forma de lucha que apuntaba fundamen­
superexplotación a que los industriales some­ talmente a lograr mediante la propaganda y
tían a una masa de trabajadores debilitada la educación cívica una fuerte corriente de
por el permanente flujo a las ciudades de opinión capaz de desplazar electoralmente al
campesinos famélicos y desocupados, la cri­ candidato oficial, en 1906, y como resultado
sis de los sectores artesanales derivada del de su reorganización intema, el plm se da un
incremento de la industrialización crearon nuevo programa, esta vez orientado hacia la
una situación de larvada crisis social ante la transformación revolucionaria del estado
cual la clase obrera de reciente formación mexicano: más que un gobierno corrupto lo
tuvo que buscar formas organizativas, públi­ que había que destruir, decían, era todo el sis­
cas o secretas, que le permitieran luchar con tema. Se formulaba asi, desde el punto de vis­
éxito por sus reivindicaciones. ta de las propuestas, el contenido social de
Sastres y sombrereros amenazados por la una revolución radical democrática, y se pro­
creciente industria textil primero, tipógrafos pugnaba, en lo referente a las formas de
y canteros que padecían el terrible impacto lucha, una acción violenta y decisiva de las
del linotipo y de la industria moderna del masas populares. Esta revolución, política y
cemento después, integraron las filas de los social a la vez, debía ser el resultado de un
artesanos que constituyeron para los anar­ proceso de masas donde el pueblo en armas
quistas y para la clase obrera urbana un lide­ debía conquistar el poder de manos de las cla­
razgo fundamental. Para todos ellos el coo­ ses dominantes. La revolución, si quería ser
perativismo constituía la respuesta idónea tal, debía alcanzar el nivel de una "revolución
para la amenaza que el sistema de fábricas popular". Este sesgo decididamente antica­
traía aparejada, hombres que siempre habían pitalista y antim perialista del plm coincide
trabajado con las manos y que se preciaban con el surgimiento de nuevas organizaciones
de su destreza e independencia. Y el anarco­ sindicales y con el ciclo de huelgas y de
sindicalismo será quien refleje su reacción revueltas acaecidas durante 1906-1908. Pocos
posterior ante el sistema fabril implantado. años después, el estallido de la revolución y
A pesar de las derrotas sufridas, los anarquis­ la insurrección m aderista condujo al grupo
tas fueron gestores de cambios importantes magonisla a plantear un nuevo deslinde polí­
para las clases trabajadoras durante el perio­ tico de todas aquellas fuerzas que, como las
do 1860-1931. Aunque sus programas carecie­ de Madero, no se proponían una transform a­
ran de éxito, John M. Hart dice que "sus obje­ ción radical de las estructuras sociales, pero
tivos —tal y como fueron expresados de las a las que la resistencia porfirista obligó a
plataform as de La Social, La Internacional, adoptar el camino de la violencia propugna­
La Casa del Obrero Mundial y la cgt— poli­ do desde años atrás por el magonismo. A par­
tizaron considerablemente a la clase obrera tir de ese momento aparece con nitidez la
mexicana". filiación ideológica anarquista adoptada en
Si México fue un centro de difusión de las 1908 y que por "razones de táctica" m antu­
doctrinas anarcosindicalistas con caracterís­ vieron en secreto.
ticas muy peculiares, en mucha medida esto El control del proceso revolucionario logra­
se debió a la labur de Ricardo Flores Magón do por el sector moderado condujo paulati­
(1873-1922) y del grupo de intelectuales namente al aislamiento y luego a la desinte­
nucleados en torno al periódico Regeneración, gración del grupo magonista, cada vez más
quienes representaron una corriente política reducido al pequeño número de fieles que
e ideológica radical democrática, fuertemente acompañaron hasta el final de sus días, en
influida por el a., que tendió finalmente a una cárcel norteamericana, a Flores Magón.
identificarse con el movimiento obrero y con Siempre un paso más adelante que las fuer­
el agrarlsm o (v.) de Zapata. Si en un prim er zas comprometidas en el proceso revolucio­
momento, a través del Partido Liberal Mexi­ nario, el magonismo cumplió un papel de
cano (plm), del que fueron cofundadores, decisiva importancia en la radicalización ere-
ANARQUISMO LATINOAMERICANO 43

cíente de la revolución. Cuando ésta se detu­ relativamente intenso grado de concentra­


vo, plasmando en la Constitución de 1917 las ción, el proletariado brasileño se encontraba
banderas de lucha proclamadas por el progra­ aislado respecto de la sociedad global y no
ma de 1906 del plm , ya antes el magonismo encontraba sino en sus círculos gremiales y
había radicalizado nuevamente sus posicio­ culturales la forma de relacionarse con un
nes en el nuevo programa de 1911, que rei­ medio “adverso” y la posibilidad de soportar
vindicaba la destrucción del poder capitalis­ la presión de una sociedad que los descono­
ta y la creación de una sociedad igualitaria cía en su condición de ciudadanos. Influidos
basada en las comunidades indígenas de la por las ideas anticapitalistas traídas de Euro­
tierra y en la colectivización obrera de las pa, los trabajadores inmigrantes encontraron
fábricas y los talleres. Expresión fidedigna, en los ideales libertarios y socialistas los prin­
con todas sus virtudes y sus defectos, de la cipios ideológicos sobre los cuales fundaron
ideología de la política del ala auténticamen­ sus órganos de expresión cultural y política
te revolucionaria de la revolución de 1910- y sus instrumentos de combate y de vida ciu­
1917, el magonismo sucumbió cuando fueron dadana, pero sin dejar de m ostrar una inca­
derrotados los dos grandes líderes de la rebe­ pacidad manifiesta, del proletariado en gene­
lión agrarista: Francisco Villa y Emiliano ral y de las tendencias anarquistas y socia­
Zapata. Defensores a ultranza de la revolu­ listas, para dar origen a orgnizaciones obre­
ción agraria, los magonistas se fueron despla­ ras estables y de carácter nacional.
zando hacia un populismo que los llevaba a Hasta la década de 1920 el intento de con­
confiar en una supuesta dependencia de la form ar un movimiento obrero organizado fue
ciudad respecto del campo y a menospreciar, una empresa fundamentalmente anarquista.
o a no estim ar en su justo valor, las luchas En 1906, por iniciativa de la Federación Obre­
reivindicativas y políticas de los trabajado­ ra Regional de Río de Janeiro, y con una con­
res urbanos. Al no comprender que había que vocatoria a otras federaciones regionales, se
p artir precisamente de las reivindicaciones realizó un congreso donde se planteó la nece­
sindicales "reformistas" para poder alcanzar sidad de una táctica conjunta para defender
el grado de homogeneidad de clase a partir las reivindicaciones de clase y. por prim era
del cual adquiriera significado concreto la vez, se conforma el escenario de una prim e­
lucha por la autonomía e independencia polí­ ra confrontación a escala nacional de las dos
tica del proletariado urbano, los magonistas corrientes ideológicas predominantes en el
dejaron de lado la lucha reivindicativa obre­ movimiento obrero brasileño. Mientras los
ra y hasta pospusieron sus consignas tradi­ socialistas intentaban transform ar al movi­
cionales. No advirtieron, en suma, que para miento en la base de sustentación de un nue­
poder visualizar la necesidad histórica de su vo partido político, los anarquistas se opon­
alianza con el campesinado revolucionario, drán intransigentemente a esta propuesta,
los trabajadores urbanos debían despojarse reclamando a su vez la fundación de una Con­
de todo prejuicio o de toda incrustación sin­ federación Obrera Brasileña (cob ) con las
dicalista que contribuyera a cristalizarlo en características de una organización sindical
la objetiva función de "aristocracia obrera" "apolítica” y sobre la base de la concepción
en que había venido a colocarlo las modali­ de un sindicalismo revolucionario sostenido
dades asumidas por el desarrollo capitalista. en la autosuficiencia de las sociedades de
resistencia económica. Las resoluciones adop­
brasil En Brasil, la casi "prem atura” presen­ tadas por el congreso reflejaron el claro pre­
cia de concepciones mutualistas y socialistas dominio alcanzado por la corriente anarquis­
románticas en el norte del país dio paso, en ta, que desde ese momento en adelante será
lo» inicios de la década de 1890, a la confron­ por muchos años la corriente hegemónica en
tación ideológica entre anarquistas y socia­ el interior del movimiento sindical de Brasil.
listas en el seno del movimiento obrero del No obstante la permanencia de las luchas
centro y sur brasileño, que se había transfor­ obreras reivindicativas, la cob , formada lue­
mado, con el proceso de expansión industrial, go del congreso, no logró estructurarse como
en el centro dinamizador del conjunto del un verdadero centro dirigente y hacia 1912
movimiento obrero de la época. A pesar del dejó prácticamente de existir. Un año después
44 ANTICLER1CALISMO

se reorganizará en respuesta a un congreso món, Hechos y comentarios. Buenos Aires, 1911;


"oficial" que intentó instrum entar política­ J. Godio, Historia del movimiento obrero latinoa­
mente al movimiento obrero e insistirá en la mericano. 1: Anarquistas y socialistas (1850-1918),
necesidad de mantener el carácter "apolíti­ México. Nueva Imagen, 1980; J.M. Hart, El anar­
co” de la cob, pues la emancipación de los quismo y la clase obrera mexicana (1860-1931)
trabajadores debía ser obra de los trabajado­ (1978), México, Siglo XXI, 1980; G. Haupt, Mili-
res mismos y "sólo tendrían valor real las con­ tants sociaux-démocrates allemands au Brésil
quistas alcanzadas por su propio esfuerzo y (1893-1896), en Le Mouvement Social, núm. 84,
nunca por la intervención de terceros, que es julio-septiembre de 1973; S. Marotta, El movi­
enervante y perjudicial”. miento sindical argentino, Buenos Aires, Lacio,
Con motivo de la inminencia de la prim era 1960-1961,2 vols.; L. Martins Rodrigues, La cla­
guerra mundial, los anarquistas se suman a se obrera en el Brasil, Buenos Aires, Centro Edi­
las iniciativas del movimiento obrero contra tor de América Latina, 1969; J. Oddone, Gremia-
la guerra y realizan en 1915 un Congreso lismo proletario argentino, Buenos Aires, La Van­
Internacional por la Paz, en uno de cuyos guardia, 1949; I. Oved, El anarquismo y el movi­
manifiestos indicaban que los obreros debían miento obrero en Argentina, México, Siglo XXI,
responder a la guerra con una huelga gene­ 1978.
ral revolucionaria. La actividad de los parti­
darios de la paz prosiguió incansablemente [co m ité kditorial ]
durante el año siguiente para eclosionar en
1917 en oportunidad en que la decisión del
gobierno de Brasil de participar militarmen­
te desata una ola de huelgas en la que la pro­ anticlericalismo
testa contra la guerra se vincula estrechamen­
te con una enérgica agitación contra la cares­ Con este término se designa generalmente un
tía de la vida. De filiación doctrinaria esen­ conjunto de ideas y de comportamientos polé­
cialmente anarcosindicalista, la lucha contra micos respecto al clero católico, al clericalis­
la guerra y por la emancipación social del pro­ mo (v.), al confesionalismo (v.), a lo que se con­
letariado en las que se habían fogueado los sidera tendencia del poder eclesiástico a sacar
llevó a identificarse rápidamente con los obje­ la religión de su ámbito propio pura invadir
tivos de la revolución de octubre, a la que vie­ y dominar el ámbito de la sociedad civil y del
ron desde el prim er momento como el "ver­ estado; posición polémica que se extiende
dadero inicio de la grande y soñada revolu­ también a grupos, partidos, gobiernos e indi­
ción social internacional". Es de esta direc­ viduos que apoyan dicha tendencia.
ción revolucionaria de los trabajadores bra­ Como actitud crítica contra la corrupción
sileños de donde habrá de surgir pocos años y los vicios, la hipocresía y la ambición, la pre­
después el Partido Comunista de Brasil. potencia y la intolerancia del orden sacerdo­
tal, acusado de traicionar y distorsionar los
bibliografía: D. Abad de Santillán, El movimien­ principios evangélicos, el a. tiene sus raíces
to anarquista en la Argentina, Buenos Aires, en la edad media, transcurriendo después por
Argonauta, 1965; D. Abad de Santillán. La FORA: los siglos posteriores, manifestándose de
ideología y trayectoria, Buenos Aires, Proyección, manera especial en el Renacimiento, en la
1971; A. Bastos, Historia da política revolucio­ Reforma, en el libertinismo y en la Ilustra­
naria no Brasil, Río de Janeiro, Conquista, 1969; ción, mezclándose con varios motivos y orien­
A. Belloni, Del anarquismo al peronismo, Bue­ taciones de la critica racionalista que afectan
nos Aires, Peña Lillo, 1960; M. Burga y A. Flo­ a la misma religión católica. Pero es con la
res Galindo, Apogeo y crisis de la república aris­ revolución francesa y en los decenios poste­
tocrática, Lima, Rikchay Perú. 1979; C.F.S. Car- riores, en el transcurso del siglo xix, donde
doso, F.G. Hermosillo y S. Hernández. De la dic­ el a. de origen cristiano y católico y el a. racio­
tadura porfirista a los tiempos libertarios, en La nalista de personas individuales y grupos
clase obrera en la historia de México, vol. 3, Méxi­ dejan de ser relevantes y son absorbidos por
co, Siglo XXI, 1980; G. García Cantú, El socia­ un a. que se manifiesta como fenómeno rela­
lismo en México, México, Era, 1969; E.G. Gili- tivamente de masa, especialmente en países
ANTICLERICALISMO 45

de predominio católico, como Francia, Bélgi­ el clericalismo en la escuela, planteando la


ca, Italia, España y Portugal, asi como en batalla por una enseñanza libre de la influen­
muchos países latinoamericanos, y con cier­ cia del clero e inspirada en principios racio
tas formas antirrom anas y antipapistas en nales y científicos. Ha dirigido especialmen­
Inglaterra y en Alemania; a. que justifica y te su polémica contra el clero regular, y en
sostiene una tendencia a la laicización del especial contra los jesuítas, por constituir,
estado y de la sociedad, de las costum bres y más que el clero secular, un cuerpo separa­
de la mentalidad. Las principales fuentes cul­ do dentro del estado, y al mismo tiempo pre­
turales de las que emana son la Ilustración sente subliminalmente en toda la sociedad;
y el filantropismo racionalista, el hegelianis­ finalmente, ha demandado la abolición de
mo, el positivismo evolucionista y el positi­ órdenes y congregaciones religiosas, así como
vismo materialista. la expropiación de sus propiedades.
Si los términos anticlerical y a., casi al mis­ Sobre todo en un primer momento, las posi­
mo tiempo y en correspondencia a los térm i­ ciones anticlericales no se indentifican con la
nos opuestos clerical y clericalismo, al p rin­ irreligiosidad o el ateísmo (v.), sino que se
cipio en su forma adjetivada, aparecen en el refieren predominantemente a una orienta­
lenguaje político entre 1850 y 1870, al acen­ ción deísta; progresivamente, en la medida en
tuarse la oposición al catolicismo integrista, que el a. liberal fue superado por el democrá­
infalibilista y temporalista, en la época con­ tico y radical, surgen cada vez más posicio­
temporánea dicho fenómeno nace algunos nes implícita o explícitamente ateas. La polé­
decenios antes, como rechazo de toda inter­ mica contra la religión y la iglesia católica se
ferencia de la iglesia y de la religión en la vida refiere a menudo, por auténtica sim patía o
pública y como afirmación de una necesaria por la necesidad de tener en cuenta las con­
separación entre política y religión, entre vicciones de las masas populares, al cristia­
estado e iglesia, reduciendo a la iglesia al nismo primitivo, democrático e igualitario. Si
derecho común y la religión a hecho privado, en el plano de las ideas se acaba por afectar
según la inspiración del individualismo libe­ el mismo ámbito de la religión, de sus prin­
ral; como defensa de los valores de libertad cipios morales y sobrenaturales, en el plano
de conciencia y de autonomía moral que político el a. se configura como laicismo (v.),
emergen fuera del ámbito religioso. Sobre o sea como un movimiento dirigido, en casi
estos temas y otros derivados, el a. moviliza, todas sus tendencias, a un estado plenamen­
en los países y periodos mencionados, te laico, frente al cual sean absolutamente
amplias corrientes de opinión pública liberal libres e iguales todos los cultos y profesiones
y democrática, suscita tendencias radicales de ideas. Sin embargo, en algunos países y
que se inspiran en los principios del libre pen­ momentos, el logro de este objetivo compor­
samiento, encuentra un activo centro de ini­ tó formas duras de lucha y de intervención
ciativa en la masonería; se expresa con una del estado respecto de la iglesia, como bajo
ideología positiva, se convierte en pasión y en los gobiernos Waldeck-Rousseau y Combes en
auténtica fe, incluso con ribetes de fanatis­ la Francia de la Tercera República y tal vez,
mo e intolerancia. Ocupa amplios espacios en como en el tiempo del Kulturkam pf en la Ale­
la prensa diaria y periódica, da lugar a una mania de Bismarck, el a. llevó a formas de
literatura critica vivaz y a una literatura de control de la organización eclesiástica y a per­
divulgación popular, se manifiesta en poesías secuciones que no tenían nada de liberales.
y canciones, en el teatro, en la novela popu­ En el trascurso del siglo xix, de un a. deís­
lar, anima innumerables discusiones parla­ ta de los liberales se pasó al a. agnóstico o
mentarias. En algunos países, como Francia ateo de los democráticos y radicales y al a.
y Alemania, el a. ha acusado en muchas oca­ abierta y combativamente ateo de los anar­
siones a los clericales y a la iglesia, organis­ quistas y socialistas. Existió también un a. de
mo internacional, de perseguir intereses con­ origen protestante, vinculado a las luchas por
trarios a los nacionales o incluso de atentar el laicismo del estado, y un a. católico, de
contra la independencia del país. En todos los izquierda y de derecha. El a. fue propio de la
países, el a. ha encontrado un terreno de aristocracia en el Anden Régime, se difundió
enfrentamiento particularm ente áspero con ampliamente entre la burguesía después de
46 ANTICOMU MISMO

la revolución de 1789 y de las revoluciones siásticos, la supresión de los gastos del culto
decimonónicas y finalmente entre la clase dentro del presupuesto del estado, la prece­
obrera, mientras que a finales del siglo xix y dencia del matrimonio civil respecto al reli­
principios del xx una parte de la burguesía gioso, el divorcio, la abrogación del articulo
se acercaba de nuevo a la iglesia y a la reli­ prim ero del Estatuto y la plena libertad de
gión. El a. ha logrado en parte sus objetivos conciencia. La movilización, las iniciativas y
de laicización del estado y de la sociedad, en las agitaciones anticlericales llegan a su cénit
medida diversa según los países. Su declina­ en el periodo de la izquierda; mientras que
ción, a p artir del periodo posterior a la pri­ cada vez más, entre finales del siglo xix y
mera guerra mundial, es la consecuencia de principios del xx, se manifiesta el abandono
la obtención de resultados, pero también de del a. y del laicismo por parte de la clase diri­
las transformaciones verificadas en el m un­ gente y de la burguesía conservadora, éstos
do católico y en la iglesia, debidas en parte se convierten en bandera de lucha de los
al mismo a., por su innegable función de puri­ movimientos de oposición y, en el periodo de
ficación respecto al hecho religioso, a una dis­ Giolitti, en elemento de unificación de los
minución de los contrastes entre la iglesia y "bloques populares” de republicanos, radica­
algunos estados europeos en función del anti­ les y socialistas. El a. italiano consigue resul­
socialismo o anticomunismo y al surgimien­ tados menos incisivos que el de otros países
to de problemas nacionales y sociales, lo cual y ya en el periodo anterior a la prim era gue­
ha contribuido a que pase a ocupar un segun­ rra mundial se va preparando un compromi­
do plano. so entre estado e iglesia a fin de am pliar las
En Italia el a. se vinculó estrechamente con bases conservadoras del propio estado (v.
la lucha por la unidad nacional y por lo tan­ también laicismo, separatismo).
to con la destrucción del poder temporal de
los papas. En un prim er momento está pre­ BIBLIOGRAFIA: A. Erba, L'esprit laique en Belgique
sente en la batalla que sostienen las corrien­ satis le gouvemement liberal doctrinuire (1857-
tes liberales y democráticas para la creación 1870) d ’aprós les brochares pulitiques, Lovaina,
de un estado laico en el Piamonte. Después 1967; L'anticlericalismo nclRisorgimento(1830-
de la unidad alimenta especialmente algunas 1870), antología a cargo de G. Pepe y M. Themelly,
corrientes progresistas de la clase política asi Manduria, Lacaita, 1966; R. Rémond, L'anticlé-
como sus iniciativas de educación popular, el ricalisme en France de ¡815 « nos jours, París,
movimiento del libre pensamiento y la maso­ Fayard, 1976; T. Tomasi, L ’idea laica nell'ltalia
nería, y después sucesivamente diversas contemporánea, Florencia, La Nuova Italia, 1971;
corrientes políticas de oposición: republica­ G. Verucci, L'Italia laica prima e dopo limita,
nos y radicales, intem acionalistas anarquis­ 1848-1876. Anticlericalismo, libero pensicro c
tas y socialistas. Junto a inspiraciones cultu­ ateísmo Helia societá italiana, Bari, Late i za, 1981.
rales centroeuropeas, está presente de mane­
ra muy viva la orientación positivista lombar­ [GUIDO VERUCCI]
da encabezada por Romagnosi-Cattaneo-
Ferrari. En el periodo de la derecha históri­
ca, el a. alcanza algunos de sus objetivos con
la institución del matrimonio civil, la liqui­ anticomunismo
dación del eje eclesiástico, la abolición de la
exención del sen icio militar para los clérigos Si quisiéramos proporcionar una definición
y la supresión de las facultades de teología. lexicográfica, debería entenderse como es
Después, con el advenimiento de la izquier­ obvio al a. como la oposición a la ideología
da, logra instituir el juramento civil, establece y a los objetivos comunistas, y puesto que
parcialmente la enseñanza laica obligatoria, existen fuerzas sociales y formaciones polí­
la represión de los abusos del clero y la posi­ ticas antifascistas, anticapitalistas, anticleri­
bilidad de la cremación de cadáveres. Sin cales, etc., igualmente existirían las anticomu­
embargo no se ven satisfechas, en la Italia nistas. F.n realidad, desde la revolución de
liberal, otras demandas más avanzadas del a., octubre en adelante, el comunismo entró en
como la expropiación total de los bienes ecle­ escena no sólo como movimiento organizado
ANTICOMUNISMO 47

y difundido por todo el mundo sino también cuencia se coloca en posiciones de extrema
como alternativa política real a los regíme­ izquierda.
nes tradicionales. Así, el a. ha asumido nece­ Si el a. es pues difícilmente definible en el
sariam ente valores mucho más profundos plano ideológico, en el plano más específica­
que una simple oposición de principios, aun­ mente político se entiende como la convicción
que contenida dentro de la dialéctica políti­ de que no son posibles alianzas estratégicas
ca interna e internacional normal. (más allá de posibles momentos tácticos) con
Por el lado comunista, el a. ha sido defini­ los partidos y los estados comunistas. Esto
do por algunos como una "ideología negati­ no desemboca necesariamente en actitudes
va" (en términos polémicos, se trata del lla­ represivas en el interior y agresivas en el exte­
mado a. visceral, es decir basado en la oposi­ rior: pero aun tratándose de la estrategia de
ción global al comunismo y no en la adhesión confrontación o se trate de la coexistencia
positiva a valores elegidos autónomamente); pacifica, ambas surgen de la comprobación
para otros, es la "ideología de la burguesía de una incompatibilidad de fondo con el cam­
en crisis" (esto es, una fórmula política para po opuesto, de la falta de conciliabilidad de
salir del paso en el momento en que las tra ­ los respectivos valores e intereses, aun si esto
dicionales se han mostrado ineficaces para se mantiene dentro de las reglas de la demo­
controlar las tensiones sociales). De m anera cracia pluralista y de las normales relaciones
más explícita, Togliatti escribía que ser anti­ entre los estados.
comunista "significa [...] dividir resuelta­ Como puede verse, el a. interior y aquel sur­
mente a la humanidad en dos campos, y con­ gido de las relaciones entre los estados están
siderar [.. .] al de los comunistas (...] como profundamente vinculados. Para comprender
el campo de quienes ya no son hombres, por mejor cómo se desarrollan, es conveniente sin
haber renegado de los valores sustanciales de embargo tener bien claras ambas esferas.
la civilización humana y haberlos atropella­ a] En el plano interno, el a. extremo es des­
do’'. Sin embargo, se trata de definiciones de luego el de tipo fascista y reaccionario en
genéricas y limitativas, siendo el a. un fenó­ general, que se traduce en la sistemática
meno complejo, ideológico y político a la vez, represión de la oposición comunista (y por lo
explicable por lo demás a la luz del momen­ tanto es normal que sea tachada de comunis­
to histórico, de las condiciones de cada país, ta cualquier oposición de base popular).
de las diversas matrices ideales y políticas en En los regímenes democráticos, es preciso
que se inspira. (Además, en el número de distinguir los países en los que no existe una
Rinascita citado en la bibliografía, se distin­ oposición comunista de importancia de aque­
gue entre a. de tipo clerical, fascista, nazi llos en los que sí existe. En el prim er caso,
hitleriano y “el norteamericano, que es el más al a. puede encontrársele más bien como com­
reciente. Luego hay variantes de tipo social ponente de fondo de la cultura política difun­
y de tipo democrático’’.) dida, y tiene aquí una im portante función de
En la tradición de la III Internacional, ya integración sociopolitica y de legitimación del
que los intereses orgánicos del proletariado sistema (por ejemplo, mediante la incondicio­
y de las capas progresistas se identifican nal aceptación de la propia forma de vida).
estrechamente con la linca de los partidos Por ello tiene una notable eficacia de preven­
comunistas, la oposición a ésta se define de ción o aislamiento en la confrontación con
manera automática como oposición a los pri­ posibles movimientos de oposición que pos­
meros, y en cuanto tal asume a los ojos de los tulan. aun de m anera general, el marxismo y
comunistas caracteres inequívocos "de dere­ las tradiciones comunistas.
cha". En realidad, el a. no es necesariamente En cambio, en el caso de países en los que
de derechas: aunque existe el de tipo clerical, la presencia comunista es fuerte, y constitu­
reaccionario, fascista, etc., también puede ins­ ye una alternativa potencial o por lo mismo
pirarse en los principios liberales o, en la igualmente un elemento de constante dialéc­
izquierda, en los de la socialdemocracia. En tica y de control sobre la gestión del poder,
los últimos años ha habido incluso una rea­ las posibilidades de encontrar en la sociedad
nudación del a. radical libertario, que con fre­ civil el consenso para una política de choque
48 ANTIFASCISMO

son evidentemente muy reducidas, si no es al coexistencia pacífica. La vitalidad del a., sin
precio de fuertes desgarramientos sociales. embargo, es inversamente proporcional a la
El respeto de las reglas de la democracia estabilidad de las relaciones hegemónicas en
impone por ello confrontaciones con la opo­ el nivel mundial. Puesto que éstas están cada
sición comunista sobre la base de programas vez más entram padas por los procesos de
y de realizaciones concretas, buscando asi eli­ emancipación política de los países subdesa­
m inar los motivos que estarían en la base de rrollados, por la progresiva escasez de las
la adhesión y del voto a los partidos comu­ materias prim as y de los recursos energéti­
nistas. En la formación de coaliciones, el a. cos y por la presencia de fuertes tensiones
se vuelve el criterio de discriminación: por un sociales en los propios países occidentales, en
lado las fuerzas no dispuestas a la colabora­ consecuencia no se puede excluir una perma­
ción con los comunistas (el llamado prejuicio nente vocación del liderazgo occidental (Esta­
anticomunista), por el otro los comunistas y dos Unidos) por ese a. agresivo abiertamente
los demás opositores eventuales de extrema practicado en los años cincuenta y sesenta
izquierda. (Corea, América Latina, Vietnam, papel de la
Si bien muchos politólogos sostienen que otan en Europa, etc.). Por su lado, también la
un sistema político de tipo occidental no pue­ Unión Soviética se mueve entre las tensiones
de funcionar en presencia de un fuerte des­ internacionales con una estrategia sustancial-
pliegue comunista (sistemas “polarizados’' o mente antimperialista, de donde el antisovie-
"centrífugos”), actúa sin embargo un proce­ tismo, y por lo tanto el a., saca un sustento
so efectivo de integración de los partidos objetivo.
comunistas occidentales (v. curocomunLmo)
en los sistemas pluralistas, con lo que queda bibliografía: W.F. Buckley, Jr. (comp.), Ameri­
superado el a. tradicional, que por lo demás can conservativa thought in the iwentieth cen-
ya no tendría el consenso de los sectores de tury, Indumupolis, Bobbs-Merrill, 1970; Inchiesta
la sociedad civil no comunistas. suH'anticumnnismo, en Rinascita, XI, núms. 8-9,
b] En el plano internacional, el a. es el cri­ 1954; M. Margiocco, Stati Vniti t PCI, Barí, Luter-
terio inspirador de una política de amplitud za, 1981.
planetaria cuyos objetivos son al mismo tiem­
po: 1] la contención de la influencia de los [LUCIANO BONET]
estados socialistas y 2] la intervención en los
asuntos internos de los países con el fin de
prevenir o reprim ir los movimientos de ins­
piración comunista (o que se presume que lo antifascismo
son).
Ambas directrices de acción están entrela­ I. LOS COMPONENTES HISTORICOS DELANTIFASCISMOY
zadas, y definen al a. con relación al antiso- s i s fases. Al término a. se le d a preferente­
vietismo. En otras palabras, una política exte­ mente un significado abarcador de todas las
rior antisoviética no es dictada necesariamen­ tendencias ideales, los movimientos espontá­
te por el a., mientras que un régimen sustan­ neos u organizados y los regímenes políticos
cial o tcndenciulmcnte anticomunista no que históricamente ejercitaron o ejercitan
practica de manera sistemática el a. en las una oposición a las tendencias, movimientos,
relaciones internacionales. Por ejemplo, Chi­ regímenes caracterizables como fascistas.
na popular es desde luego antisoviética, pero Una interpretación del a. como fenómeno
no en nombre del a., aunque sí de los princi­ relativamente unitario presupone una inter­
pios comunistas; en el lado opuesto, muchos pretación generalizante del fascismo; presu­
estados árabes y africanos, que con frecuen­ pone que "fascismo” se convierta en una cate­
cia tienen culturas políticas nacionales difí­ goría abareadora de movimientos y regíme­
cilmente conciliables con el comunismo, son nes con comunes características distintivas,
en cambio filosoviéticos en política exterior. que actúan en un ámbito europeo o mundial
A p artir de los anos 60, el frente del a. ha y difundidos a lo largo de un arco cronológi­
m ostrado una disminución progresiva en su co que >e extiende desde el fin de la primera
agresividad, moviéndose hacia relaciones de guerra mundial hasta nuestros días.
ANTIFASCISMO 49

Por otra parte, no Falta quien asigna fascis­ aei a., aquella entre efa. comunista y el res­
mo, nazismo, franquismo, salazarismo, pero­ to del a. y encauzar una gradual unificación
nismo, etc., a diversos estadios del desarro­ operativa sobre contenidos políticos demo­
llo económico y político, partiendo desde una cráticos.
comprensible reacción contra el uso genéri­ Sobre una interpretación superestructural
co e indiscriminado del término "fascismo" del fascismo, visto como dictadura y como
y, contemporáneamente, buscando una expli­ enfermedad moral que interrum pe el curso
cación a las similitudes entre el fascismo del camino de la libertad, se alinea el compo­
europeo y algunos movimientos y regímenes nente liberal del a.: los fascismos son las
iberoamericanos y del tercer mundo. Final­ explosiones imprevistas e irracionales de
mente. sobre todo antes del advenimiento al fuerzas demoniacas que se encarnan en p ar­
poder del nacionalsocialismo, hubo quien qui­ tid o s y en regímenes despóticos.
so ver en el fascismo un fenómeno circuns­ Una síntesis entre estas dos posiciones la
crito a Italia: de hecho también en estos casos intenta una tercera corriente interpretativa,
el a. se convierte en una categoría referible que someramente puede definirse como
únicamente a la oposición o a algunos movi­ democrático-rudical: ésta ve en el fascismo I
mientos o regímenes históricos específicos, explosión virulenta de gérmenes latentes en
geográfica y cronológicamente delimitados. algunas sociedades nacionales, imputables
Sin embargo, si existe entre los estudiosos más o menos deterministicamente a sus
un acuerdo relativo sobre las realidades polí­ estructuras tradicionalmente autoritarias, a
ticas caracterizables como fascistas, no pue­ las formas antidemocráticas con las que se
de decirse lo mismo respecto de lo que las efectuó la unificación nacional de algunos paí­
señala como tales. Justam ente la interpreta­ ses, a la debilidad crónica de las institucio­
ción de lo que es orgánico en el fascismo, más nes representativas. Esta última interpreta­
allá de sus aspectos contingentes y de sus ción, aunque no es insensible a los problemas
manifestaciones exteriores, es lo que diferen­ estructurales y a las matrices de clase del fas­
ció el a. en sus distintos componentes y lo con­ cismo. tiende a considerarlo como un fenó­
virtió en un movimiento articulado y politi­ meno patológico (igual a la posición liberal)
camente contradictorio. más bien que fisiológico (como los comunis­
De las tres interpretaciones “clásicas" del tas). Para radicales y liberales, surgen aquí
fascismo se originan, en efecto, distintos com­ soluciones y políticas táctica y estratégica­
portamientos y orientaciones. Para los m ar­ mente divergentes, por lo menos en una pri­
xistas del Comintem, el fascismo es la forma m era fase, de las de los comunistas: la socie­
necesaria que la dictadura de la burguesía dad capitalista debe mantenerse, pero deben
asume en la fase imperialista del capitalismo: reform arse sus estructuras políticas en un
la misión del fascismo es la de destru ir las sentido liberaldemocrático. A lo sumo es posi­
organizaciones del movimiento obrero y el ble, mediante la intervención reguladora del
mismo estado de los soviets, cuya defensa se estado en el sistema económico, reducir las
vuelve asi un objetivo preminente del a. De descompensaciones estructurales y en conse­
la identificación de fascismo y capitalismo cuencia los conflictos que han sido la causa
deriva la contextualidad y la identidad entre desencadcnadora del fascismo.
lucha antifascista y lucha anticapitalista. Sólo La fase de mayor divergencia estratégica y
el desarrollo del análisis marxista hasta el táctica entre el bloque liberal-radical y el blo­
reconocimiento de que el fascismo es sólo una que comunista refleja un momento en el cual
de las posibles formas de la dictadura bur­ el peligro fascista no se ha revelado aún en
guesa, con mucho la más reaccionaría y tirá ­ todo \u alcance mundial. De a. en esta fase
nica, aunque no privada de un apoyo de la se puede hablar esencialmente para Italia y
masa (ejemplar en esta óptica es el análisis la contradicción entre fascismo y a. actúa
del fascismo mussuliniano como "régimen débilmente en el nivel internacional, supera­
reaccionario de masas" llevado a cabo por da ampliamente por la oposición entre comu­
Tcgli.-.lti), sumamente distinta de la democra­ nismo y anticomunismo. Esta última antíte­
cia parlam entaria y sobre todo no inevitable, sis recorre la formación antifascista y lo divi­
permitirá resolver la contradicción principa) de en su interior: para los comunistas la lucha
50 ANTIFASCISMO

contra el fascismo implica no sólo a las fuer­ organizativa, el a. interno organiza la movili­
zas liberales sino a la propia socialdemocra- zación popular y la lucha de resistencia en los
cia, tachada de "socialfascista", que del régi­ países ocupados. La resistencia europea, en
men fascista constituirían un sostén y una sus distintas formas nacionales de masa y de
reserva. Por la otra parte, comunismo y fas­ élite, es el proseguimiento del a. militante con
cismo, los "extremos bestiales” de la polémi­ el método de la lucha armada. Con ésta, el a.
ca de Rosselli, no son más que species distin­ se convirtió en un movimiento político-militar
tas de un mismo genus: la dictadura totalita­ relativamente unitario y operante en un nivel
ria. Por esta razón deben combatirse igual­ mundial: el cleavage fascismo-a. se super­
mente, en forma proporcional u su inciden­ puso completamente, aunque sólo de ma­
cia histórica. nera provisional, al del comúnismu-ant¡co­
El advenimiento de Hitler al poder lleva a munismo.
prim er plano, incluso en el nivel internacio­
nal, la contradicción entre fascismo y antifas­ antifascismo italiano. El nacimiento de
i!. Et.
cismo. Las nuevas dimensiones del peligro una oposición espontánea al fascismo es con­
fascista determinan un cambio de táctica en temporánea. en Italia, a las prim eras violen­
la Internacional comunista (y de la URSS que cias de las bandas fascistas: las masas traba­
inspira sus directivas): se aísla al fascismo jadoras se alinean en defensa de sus organi­
como el enemigo principal y se buscan for­ zaciones económicas y políticas, y sólo la
mas de unidad de acción con las demás fuer­ acción combinada entre las bandas fascistas
zas antifascistas, con los socialistas en primer y el aparato represivo del estado liberal con­
lugar. Las políticas del frente único y del siguen doblegarlas, sumándose a esto las
frente popular (v.) contra el fascismo y carencias de la dirección política. En este sen­
la guerra, para la defensa de las liber­ tido es ejemplar la tentativa de organizar, con
tades democráticas, pone en movimiento un el movimiento de los Arditi del Populo, la
proceso de agregación del a., si bien en la per­ autodefensa popular arm ada contra las ban­
manencia de la identidad política e ideológi­ das fascistas que fracasa debido a la descon­
ca de cada uno de sus componentes, que tie­ fianza de los partidos y a sus divisiones.
ne sus prim eras manifestaciones en el frente En el f rente de las instituciones partidarias
popular francés y en el español. Sobre todo y sindicales el a. italiano comienza a delinear­
es la guerra de España la prueba general de se como movimiento con una fisonomía pro­
la nueva fase del a. internacional: en las Bri­ pia. a pesar de que perduraran los contras­
gadas Internacionales que acudieron a com­ tes internos, sólo mucho tiempo después de
batir por la República Española se realiza por la Marcha sobre Roma: es el delito Matteotti
primera vez la acción unitaria del a. democrá­ el que liquida las últimas ilusiones normali-
tico, comunista, socialista, anárquico (aunque zadoras que hasta el momento habían alimen­
no sin trágicas laceraciones). tado casi todos los sectores políticos contra­
Si la agresividad fascista y nazi y el cam­ rios a Mussolini. El Aventino marca el
bio del movimiento comunista le permiten al momento de la ruptura completa e irrevoca­
a. un salto cualitativo, la segunda guerra mun­ ble entre el fascismo y los partidos democrá­
dial le permite alcanzar una dimensión de ticos y socialistas, si bien todavía en el ámbi­
masas en numerosos países ocupados por los to de la legalidad liberal. Pero ya en esta fase
ejércitos hitlerianos. En el campo del a. se diferencia netamente la posición del par­
entran las democracias occidentales, cuyo tido comunista, que ve en el fascismo un ins­
comportamiento ambiguo y de appca.-.emunt trum ento dócil de la burguesía en función
(v.)en el enfrentamiento con el régimen hitle­ uniiobrera, destinado a dejar el lugar a una
riano habían de hecho permitido y favoreci­ coalición contrarrevolucionaria basada en la
do el ascenso no necesariamente obligado. E! secialdemocracia. Por eso los comunistas con­
a. tradicional actúa desde el interior para traponen al Aventino legalista la propuesta
impedir nuevos compromisos y capitulacio­ de la huelga general, del antiparlamento, de
nes contribuyendo a determ inar la intransi­ la movilización de las masas.
gencia final. En un nivel distinto, en una sin­ Con las leyes excepcionales (1926) se abre
tonía de ideales, si bien no político- una nueva fase del a. italiano. Se diferencian
ANTIFASCISMO 51

dos componentes: el componente clandestino, ra de Benedetto Croce: en su escuela se for­


de la conspiración en el pais, por lo menos ma toda una generación de intelectuales anti­
hasta 1929 d-, m atriz exclusivamente comu­ fascistas. que en parte confluirán en el a. mili­
nista y sólo a continuación auxiliado por la tante. También las universidades son centros
organización socialista-liberal "Ciustizia e de resistencia moral y de rebelión cultural,
Liberta", y el componente de la emigración, donde maduran los fermentos destinados a
o del destierro, como íue llamado: en sucesi­ desembocar en una oposición abierta de gran
vas oleadas abandonan Italia un gran núme­ parte de la intelectualidad. No debe olvidar­
ro de cuadros políticos socialistas, comunis­ se que también el movimiento católico tien­
tas, populares, liberales, democráticos, anar­ de a afirm ar con la Acción Católica y con la
quistas, republicanos, además de una ingen­ FUCl una autonomía idel propia, aunque difu­
te masa de ciudadanos protagonistas de la sa y prudente.
resistencia espontánea a las bandas fascistas Las directivas del Comintern imponen a los
y obligados a la emigración para sustraerse comunistas italianos que no participen en el
a las persecuciones del régimen. que fue el prim er organismo unitario del a.
En Francia, Suiza, Inglaterra, Union Sovié­ en el exterior: la Concentrazione Antifascis­
tica y Estados Unidos se reconstituyen los ta (1927) que reúne en Francia al Partido
partidos políticos italianos y se forman gru­ Socialista (dividido todavía en las fracciones
pos y organizaciones antifascistas cuya acti­ maximalista y unitaria, pero próximo a la reu-
vidad política consiste esencialmente en una nificación), los republicanos y los miembros
campaña propagandista contra el régimen de la "Lega dei Diritti deU’Uomo" (organiza­
mussoliniano por medio de material impre­ ción unitaria calcada sobre su hermana fran­
so, publicaciones periódicas, demostraciones, cesa). Es necesario esperar el cambio del VII
etc. y de una acción de solidaridad en la con­ Congreso de la Internacional Comunista para
frontación de los desterrados. registrar un nuevo curso de las relaciones
En Italia la acción clandestina se organiza entre los comunistas y el resto del a. m ilitan­
alrededor de núcleos antifascistas presentes te que se traduce en el Pacto de unidad de
en las cárceles y en las localidades de depor­ acción (renovado varias veces después de
tación y sobre todo en las organizaciones 1934) entre los socialistas y los comunistas.
comunistas en las fábricas y en lodo el terri­ El a. italiano se encuentra unido en el frente
torio. sin excluir algunas acciones ejempla­ de España, donde obtiene, en Guadalajara, la
res de los anarquistas o de los militantes de prim era victoria militar.
"Giuslizia e Liberta". La unidad de acción antifascista se extien­
A esta actividad apasionada y valiente, pero de durante la segunda guerra mundial a todos
también caótica, improvisada, carente de los partidos antifascistas que se reconstruye­
medios y de perspectivas, el fascismo respon­ ron en Italia. Surge el Comitato de Liberuzio-
de con los arrestos, el confinamiento, las con­ ne Nazionale (cln), organismo que guía la
denas del Tribunal Especial, con la actividad lucha de liberación nacional y que tiene su
de su policía secreta, la ovra, con la provoca­ brazo m ilitar en el Corpo Volontari dolía
ción y el asesinato político dentro y fuera de Liberta. La insurrección de las principales
Italia, como lo prueban los casos d e ,imendo- ciudades del norte es el momento culminan­
la, Gobetti, Gramsci, Rossclli y de centenares te de esta lucha que signa el triunfo del a. y
de antifascistas. cierra una fase histórica.
El a. militante, sin embargo, sigue proilin­
damente dividido, además de en cuestiones III EL ANTIFASCISMO DE LA SECUNDA POSGUERRA A
doctrinales, de análisis y de estrategia, en el nuestro* días. La derrota del nazifascismo
modelo de acción a ejecutar: si debe luchar­ separa del f rente antifascista todas aquellas
se en el exterior o -obre todo en Italia, si se fuerzas políticas cuyo objetivo era la elimi­
debe recurrir a una acción de masas o de nación de la dictadura y el restablecimiento
cúpula. del parlamentarismo y de las libertades polí­
Junto u esta oposición directamente polí­ ticas en el marco de las viejas relaciones
tica. en Italia se coloca una oposición cultu­ sociales. F.stc hincapié se ve favorecido por el
ral que tiene su polo de atracción en la figu­ surgimiento de la guerra fría entre los blo-
52 ANTICUO REGIMEN

qucs que repropone la antítesis» comunismo' tercera generación antifascista, de formación


anticomunismo como la principal. obrera y estudiantil, aunque por otra parte
La consecuencia es, en el plano interno, la dividida en dos hipótesis estratégicas: el com­
derrota de la tentativa socialcomunista de ponente ligado a los partidos de la izquierda
continuar sirviéndose del a. como de una fór­ histórica busca la disgregación del bloque
mula política sobre cuya base edificar un régi­ reaccionario que sustenta al neofascismo rei­
men de democracia progresiva. Sin embargo, vindicando un conjunto de reformas econó­
aun en los años sucesivos el a. sigue siendo micas y políticas con el fin de atacar sus bases
uno de los fundamentos de la estrategia de sociales; la parte más radical del nuevo a. opo­
los comunistas italianos: si el fascismo es el ne la necesidad de la autodefensa y de la cons­
fruto del injerto de las nuevas formas de la trucción en el país de una alternativa revolu­
explotación capitalista y monopolista sobre cionaria que habrá de m adurar en las luchas
el tradicional terreno de la explotación y de sociales y antiinstitucionales.
la opresión feudal, la revolución antifascista
coincide con la transformación democrática BIBLIOGRAFIA: P. Alalri (comp.), L\antifascismo ita­
de las estructuras que generaron el fascismo liano. Roma, Editori Riuniti, 1961; G. Amendo-
y que amenazan continuamente su retorno. la, La lucha antifascista (1967), Barcelona, Laia:
En el veintenio de los cincuenta y los se­ G. Amcndola, Intervista sull'antifascismo. Barí.
senta, no obstante, la opción antifascista Laterza, 1976; N. Bohbio, Democrazia e dittadu-
toma un papel políticamente marginal, aun ra. en Política e cultura, Turín, Einaudi, 1955; S.
cuando el a. italiano parece recuperar una Colarizzi (comp.), 1. Italia antifascista dal 1922 al
función y una capacidad autónoma de movi­ 1940, Bari, Laterza, 1976; E. Collotti (comp.).
lización con ocasión del intento de dar lugar L'antifascismo i» Italia c in Europa. 1922-1939,
a un gobierno clérico-fascista dirigido por Turin, Loescher, 1975; R. de Felice. Fascismo: sus
Tambroni. En las sangrientas demostraciones interpretaciones (1970), México. Paidós; A. Garos-
de julio de 1960 una segunda generación anti­ ci, Storia dei fuoriusciti, Bari, Laterza. 1953; G.
fascista (los “jóvenes de las mallas rayadas") Quazza (comp.), Fascismo e antifascismo nell'lta-
se une a los veteranos del a. y la resistencia. lia repuhhlicanu, Turin, Stampatori, 1976.
La "tram a negra” que construyó el fascis­
mo no parece haber sido extirpada por com­ [SILVANO BELLIGNl]
pleto de la realidad italiana. Vuelve a tomar
presencia a la vuelta de los años setenta, en
respuesta a los impulsos modernizantes y
democratizadores expresados por la parte antiguo régimen
obrera y estudiantil a fines del decenio. El
rebasamiento fascista presenta entonces un L EL "DESCUBRIMIENTO DEL ANTIGUO REGIMEN". Se
triple rostro: un rostro legalista y de buen entiende por "a. régimen" un cierto modo de
muchacho que obtiene un consistente séqui­ ser que caracterizó al estado y a la sociedad
to electoral en las elecciones administrativas en Francia durante un periodo del que resul­
parciales de 1971; un rostro subversivo y ta bastante definido el término final, pero no
populista que alimenta, sobre todo en el sur, el término inicial. En efecto, mientra'* se colo­
como en Reguío Calabria, un carácter de ca generalmente el prim ero en los años 1789-
masa, y finalmente el aspecto de los atenta­ 1791, el segundo es objeto de distintas inter­
dos terroristas y de las matanzas masivas, que pretaciones, sin excluir una, bastante recien­
constituye la forma prevaleciente del neofas­ te, que asume la fecha de 1748 (Behrens,
cismo de los años setenta y del que son ejem­ 1969). Sin embargo, la opinión clásica, que en
plos Piazza Fontana, en Brescia, y en Italicus, definitiva, es también la mas útil para com­
en Bolonia. El a. italiano logra contraponer prender el a. régimen, lo coloca a fines del
a esta articulación de la acción neofascista Medievo, y más precisamente entre la guerra
una movilización constante en defensa de las de los cien años y las guerras de religión.
instituciones y una acción capilar y tenaz revi­ La aparición de la definición de a. regimen
rada a aislar y encauzar el movimiento sub­ como capaz de identificar el modo de ser de
versivo. En estas circunstancias surge una la sociedad y el estado en Francia en el perio­
ANTIGUO RÉGIMEN 53

do indicado es postuma o, por lo menos, con­ men no está estrictam ente ligada al carácter
temporánea con la desaparición de ese modo monárquico del gobierno (por otra parte, en
de ser de la sociedad y del estado, es decir, el siglo xix existirán reyes todavia). En
del a. régimen. Apenas se afirmó el nuevo segundo lugar la nación, idea extraña al a.
"régimen”, contraponiéndose al "viejo" y régimen, o por lo menos confusa e identifi­
superándolo, este último resultó definido por cada con la persona y las funciones reales, se
la confrontación. alirm a como diferente y separada del monar­
La verificación de ese fenómeno, que por ca: si Luis XIV había proclamado: “La nación
otra parle no es singular ya que se presentó no se corporiza en Francia, reside toda en la
en otras circunstancias, sugiere que para defi­ persona del rey”; si Luis XV había reafirm a­
nir el a. régimen se parta justamente del "des­ do cien años más tarde (3 de marzo de 1766):
cubrim iento” que en el momento de su fin "Los derechos y los intereses de la nación, de
hicieron los contemporáneos. los que se osa hacer un cuerpo separado del
monarca, están necesariamente unidos con
II LADEFINICIÓN DELANTIGUOREGIMEN DADA POR LOS los mios y no reposan más que en mis manos”;
constituyentes de 1789-1791. Los contempo­ la declaración de los derechos del hombre y
ráneos a los que conviene referirse son los del ciudadano (26 de agosto de 1789) afirma,
mismos protagonistas de los sucesos, es decir por el contrario, que el principio de toda sobe­
los constituyentes, quienes procedieron a la ranía reside esencialmente en la nación y que
obra jurídica de demolición del viejo régimen ningún cuerpo, ningún individuo, puede ejer­
y de construcción del nuevo. citar autoridad que no emane expresamente
La definción de a. régimen, dada implícita­ de la misma (art. 3). Finalmente, el hecho de
mente por los constituyentes, se aprehende que la Asamblea Nacional se dé como finali­
a través de tres momentos de la revolución dad la fijación de la Constitución del reino,
que se reflejan en sendos documentos o gru­ que cree un comité de constitución, se pro­
pos de documentos: los de junio de 1789, los clame Asamblea Nacional Constituyente y se
de agosto-septiembre de 1789 y la Constitu­ dedique a lo que será la Constitución de 1791.
ción de 1791. implica que el a. régimen no tenía constitu­
El primero de esos momentos se produce ción, entendiéndose por tal no la constitución
cuando, transcurridas seis semanas desde la consuetudinaria y las leyes fundamentales del
reunión de los estados generales en Versalles reino sino un claro, sólido, incontestable texto
(5 de mayo), los diputados del Tercer Estado legislativo, dictado por la nación o por sus
declaran que representan por lo menos el mandatarios sobre la base de ciertos princi­
96% de la nación y afirman que la denomi­ pios como la soberanía nacional, los derechos
nación de Asamblea Nacional es la única que naturales, la igualdad de nacimiento de los
les corresponde (17 de junio). El mismo dia ciudadanos, la separación de los poderes.
de la declaración con la cual la asamblea defi­ La segunda fase está representada por los
ne ilegales los impuestos reales, aunque con­ decretos emanados entre el 4 y el 11 de agos­
sintiendo por razones de estado que se conti­ to de 1789, con los cuales la Asamblea Cons­
núe percibiéndolos, se inicia invocando el tituyente "destruyó completamente" lo que
poder que la nación ejercita "bajo los auspi­ constituía uno de los fundamentos del a. régi­
cios de un monarca". Y tres días más tarde men y que los constituyentes definían corrien­
(juramento del Jeu de Paume) la Asamblea temente como el "régimen feudal”. El conte­
Nacional afirma haber sido llamada "para nido de esos decretos dem uestra qué cosa
fijar la constitución del reino, realizar la rege­ aparecía a la vista de ellos como el "régimen
neración del orden público y m antener los feudal” y por lo tanto también el a. régimen:
verdaderos principios de la monarquía". toda huella de servidumbre personal, todos
De estos textos surgen algunos elementos los derechos feudales (o señoriales), los diez­
importantes. Antes que nada, como lo confir­ mos de todo tipo, la venalidad y la heredita-
man también los testimonios y los cahiers de riedad de los oficios, los privilegios pecunia­
doléances, el principio monárquico, la perso­ rios en m ateria de imposiciones fiscales, la
na y la institución del rey no están en discu­ desigualdad de nacimiento y de capacidad
sión y. en consecuencia, la noción de a. régi­ jurídica en los empleos. Por el contrario no
54 ANTIGUO RÉGIMEN

son impugnados ni el rey, que es definido ix de su Histoire de la Zangue fran^aise. regis­


como "el restaurador de la libertad france­ trando el problema del nacimiento de un tér­
sa”, ni el carácter cristiano y católico del mino cuya fortuna había sido tan grande,
régimen. escribirá: "Un régimen era un orden, una
Dos años más tarde, el preámbulo de la regla, por ejemplo una regla de salud; era
Constitución, jurada por el rey el 14 de sep­ también un modo de adm inistración!.. .]
tiembre de 1791, resum irá en forma solem­ Nada más natural que el nombre se aplicase
ne las características del régimen que se aca­ al sistema secular de gobierno en Francia. La
ba de destruir: un régimen feudal del cual, sin osadía era la de agregarle el epíteto anden.
embargo, se conservaba el respeto de la pro­ Se iba a ciegas. Los decretos de la Constitu­
piedad y de la monarquía; un régimen ecle­ yente dicen frecuentemente 'le régime précé-
siástico, o ligado a la iglesia, del cual se con­ dent'. Se encuentra también 'le régime
servaba el respeto por la religión; un régimen ancien’, 'vieu.x régime’, pero rápidamente pre­
de venalidad y heredilariedad de los oficios, valeció ‘ancien régime' y se convirtió en una
del cual no se conservaba nada; un régimen frase hecha."
de desigualdad de nacimiento y de privilegios, Por el contrario, no parece ser dudoso cuál
del cual no se conservaba nada. A estos ele­ era el significado del término en el momento
mentos, ya adquiridos como se ha visto en en el que apareció y se difundió. Tocqueville
1789, se integraban tres nuevas "condenas”: responde nuevamente: “ La revolución fran­
la de las corporaciones de profesiones, artes cesa no tuvo por objeto sólo cam biar un
y oficios, que excedían del derecho común, de gobierno ‘ancien* sino el de abolir la forma
la libertad individual, de la libertad de tra ­ ‘ancienne’ de la sociedad” (i, 2). El a. régimen
bajo; la de los votos religiosos, juzgados con­ era, por lo tanto, una forma de! estado (v.
trarios al derecho natural, y sobre todo la de absolutismo), pero era también una forma de
la nobleza, objeto de una durísima impugna­ la sociedad, una sociedad con sus poderes, sus
ción y colocada así entre los componentes tradiciones, sus costumbres, sus usos, sus
esenciales del viejo régimen.I. mentalidades y sus instituciones.

III. NACIMIENTO DEL TÉRMINO "ANTIGUO RÉGIMEN". IV. IJtS CONDICIONES DE LA SUPERACIÓN DEL ANTIGUO
Contemporáneamente a los sucesos expues­ régimen. Sin embargo, la definición de a.
tos anteriorm ente se verifica el nacimiento, régimen que se dio hasta el momento, basán­
postumo, del término "a. régimen”. Pero ¿pre­ dose en los textos de los constituyentes, es
cisamente en qué fecha? Tocqueville ofrece, insuficiente e inadecuada por lo menos por
indirectamente, una solución, allí donde colo­ una doble orden de razones. Por una parte,
ca el térm ino en boca de Mirabeau refirién­ porque presupone que una sociedad y un esta­
dose a 1790: “No había pasado un año desde do, como la sociedad y el estado sucintamen­
el inicio de la revolución y Mirabeau escribía te delineados, puedan efectivamente ser
al rey: 'Comparad el nuevo estado de cosas invertidos y anulados y consecuentemente
con el Antiguo Régimen[...]’ ’’ (L’A nden Régi­ (por lo que aquí nos concierne! definidos sólo
me et la Révolution. 1. i, cap. 2). por obra de algunos pocos actos normativos
En realidad, para una precisa respuesta comprendidos en el breve espacio de algunos
sería necesario un análisis minucioso de la meses; cosa que es absolutamente imposible.
inmensa producción legislativa de la Asam­ Por otra parte, porque presupone que en la
blea Constituyente, al que sería necesario visión y en la actividad de los constituyentes
agregar un análisis del vocabulario periodís­ no existían confusiones y anacrc nismos, cosa
tico. epistolar, corriente, etc. Mientras tanto igualmente inexacta.
se puede decir que, aunque se hable de a. régi­ Por lo que se refiere al primer aspecto, hay
men incluso en una brochare beanjolaise de que mencionar una serie de procesos, es decir
origen nobiliario de 1788, es desde 1790 que una serie de lentas pero decisivas novedades
la expresión comienza a difundirse para ser referibles cronológicamente a los años que
luego rápidamente adoptada, utilizada y van entre 1750 y 1850, que son lo opuesto del
transferida tal cual en las lenguas extranje­ a. régimen, que comribuyen a determinar ine­
ras. Así es como Ferdinand Brunot, en el t. xorablemente su fin y a definirlo. Sin la pre­
ANTIGUO RÉGIMEN 55

tensión de establecer un orden de priorida­ rios, de los cuales jamás se había eliminado
des, éstos se pueden sintetizar como: a] la ace­ ninguno.
leración de los transportes, que dan lugar a De aquí deriva la im portancia que en la
la facilidad de los intercambios, la disminu­ definición de a. régimen tiene la indagación
ción del costo de los mismos transportes, una historiográfica, tanto cuando toca aspectos
cierta unificación económica de las regiones; peculiares de la sociedad y del estado como
b] industrialización, iniciada a fines del siglo cuando trata de abrazar el fenómeno en una
xvtii y triunfante en la mitad del siglo xtx, o visión de conjunto. Pero aun queriendo limi­
quizás un poco más tarde, que sustrae a la tarse a las reconstrucciones más generales,
producción agrícola, a los terratenientes y a como es inevitable aquí, nos encontramos
los titulares de la renta inmobiliaria de la frente a una historiografía ya conspicua que
preeminencia que habían ejercido hasta hunde sus raíces en la segunda mitad del siglo
entonces; c] la institución y la difusión de una xix. En efecto, es de 1856 la prim era edición
sólida red bancaria; d] unificación lingüísti­ de la famosa obra de Alexis de Tocqueville,
ca del país; e] la instauración y la aceptación L'Ancien Réginte ei ¡a Révulution, absoluta­
del servicio militar; f] la unificación jurídica mente tendiente a dem ostrar la continuidad
del país, la verdadera obra de la revolución, entre uno y otra, y es de 1876 la prim era edi­
culminada en el Código Napoleón; g] la unifi­ ción de la obra antitoequevilliana, sin duda
cación administrativa del reino, intentada ya discutible pero de todas m aneras im portan­
por la monarquía, con la institución de los te, de Hyppolite Taine, Les origines de la Frun­
intendentes (es la famosa lección de Tocque- ce contemporaine, t. i, L'Ancien Régime.
ville), y luego cumplida por la Constituyente, Mencionaremos sólo (y brevemente) las
por el Consulado y por el Imperio y simboli­ tesis más recientes y significativas, comen­
zada por los prefectos; /;] la llamada revolu­ zando por la de Pagés, que tiene del a. régi­
ción demográfica, determ inada por la lenta men una concepción dualista que resulta de
disminución de la m ortalidad y por el rápi­ la contraposición del estado con la sociedad.
do crecimiento de la fecundidad; t'J el adveni­ Para Pages, la monarquía del a. régimen había
miento, si no del ateísmo, por lo menos de una nacido de las guerras civiles que afligieron a
cierta indiferencia religiosa.V . Francia durante la segunda mitad del siglo
xvi y que cumplió con Enrique IV, con Luis
V. 1.AINTERPRETACION HISTORIOGRAFICA DELANTIGUO XIII y Richelicu, con Luis XIV, una obra con­
régimen. Por lo que se refiere al segundo siderable, tanto como para corresponder a
aspecto, es necesario precisar que dentro de uno de los periodos más brillantes de la his­
las causas de las "confusiones'' en las que toria francesa. Pero, sí bien desarrolló una
pudieron caer los constituyentes, no distin­ función nacional, no supo dar una base nacio­
guiendo, por ejemplo, entre "nobleza", cues­ nal a su autoridad; quedó prisionera del pasa­
tión de sangre, y el "señorío", cuestión esen­ do; conservó el viejo carácter de una monar­
cialmente territorial, o si no entre este últi­ quía personal y se desarrolló desvirtuando las
mo, entendido como modo de explotación de instituciones que podrían haberla sostenido;
la tierra, y la "feudalidad" entendida como cometió el error de creer que a un gobierno
conjunto de vínculos de hombre a hombre en le basta con ser fuerte. Las instituciones
el ámbito de una sociedad militar (M. Bloch), administrativas creadas por Luis XIV' y Col-
está el hecho de que el a. régimen, si bien apa­ bert aumentaron ulteriormente la fuerza del
rece definido y claro en relación con su poder, pero no asociaron la nación a éste. Así,
"m uerte legal" y en relación con lo que lo ha frente a la sociedad que se había transforma­
seguido, considerado en sí mismo no lo resul­ do, la monarquía del a. régimen, aislada, fue
ta igualmente. La "confusión” que distinguía incapaz de transform arse con aquélla y que­
al a. régimen.y contra la cual los constituyen­ dó condenada.
tes reaccionaron en nombre de la Razón y de Dualista, pero en sentido opuesto, es decir
las Luces, derivaba de su misma naturaleza. en el sentido de la contraposición de la socie­
El a. régimen, en efecto, no era más que el dad al estado, es también la concepción de
resultado de un conjunto de elementos, gene­ Sagnac, para quien la importancia de la for­
ralmente seculares, a veces incluso milena­ ma del régimen político ha sido exagerada. De
56 ANTISEMITISMO

los dos principales motores de la evolución significado de la palabra (“ hostilidad contra


histórica, la sociedad y el estado, los historia­ los hebreos”), en el campo histórico el térm i­
dores privilegiaron al segundo porque en la no ha sido, y lo es todavía, aplicado a fenó­
época que les tocó vivir se manifestaba con menos sustancialmente diversos. En efecto,
gran potencia. Por el contrario, en la Francia no pueden considerarse en modo unitario el
del a. régimen la sociedad fue siempre muy a. antiguo y medieval y el a. moderno, que se
viva. Por esta razón se debe insistir en su evo­ desarrolla en la segunda mitad del siglo xix
lución durante dos siglos, etapa por etapa, relacionado con el surgimiento del naciona­
para com probar en qué medida bajo el régi­ lismo; y deben colocarse también aparte las
men de la monarquía absoluta la sociedad corrientes antisemitas surgidas en la según
supo actuar sobre el estado, más bien que el da posguerra en algunos países, como la u r ss
estado sobre la sociedad. y los estados árabes, vinculados a Israel con
Pero más allá de las distintas interpretacio­ relaciones de hostilidad. Efectivamente, se
nes historiográficas que se dan del a. régimen, trata de fenómenos muy diferentes que par­
es lícito preguntarse qué cosa significa aún ten de causas económicas v sociales muy leja­
para nosotros. A esta pregunta respondió el nas entre si, por lo que. más que de a. seria
historiador francés Robert Mandrou colocan­ correcto hablar, en el curso de la historia, de
do el acento sobre los efectos engañosos de antisemitismos. La tentativa de considerar al
ciertas connotaciones de la sociedad moder­ a. como un fenómeno unitario, una categoría
na como el mejoramiento del tenor de vida universal, en realidad no puede más que lle­
y el retroceso de los signos exteriores de la var a conclusiones ahistóricas y aberrantes,
desigualdad social. Éstos, efectivamente, disi­ como si tuera inherente al mismo carácter de
mularon el dato esencial que está represen­ los hebreos algún factor que determina su
tado por la permanencia de las condiciones persecución, o que pese sobre ellos como una
sociales jerárquicas, hasta hoy presente, de ■'maldición”, o ideas similares.
las cuales justam ente el a. régimen suminis­ Una vez establecido esto no puede, sin
tró los modelos. embargo, escapar a la observación del histo­
riador el hecho de que si distintas comunida­
bibliografía: C.B.A. Behrens, L ’Ancien Régime, des en distintas regiones, épocas y circuns­
París, Flammarion, 1969; P. Gouberl, El Antiguo tancias socioeconómicas desarrollaron movi­
Régimen (1969 y 1973), Buenos Aires-Madrid, mientos de hostilidad siempre hacia un mis­
Siglo XXI, 1971-1979, 2 vols. R. Mandrou, Fran­ mo pueblo, debe de todos modos haber exis­
cia en los siglos X V IIy XVIII (1967), Barcelona, tido algún factor unificante, inherente a la
Labor, 1973; H. Mcthivier, L'Ancien Régime, condición de los hebreos, capaz de explicar
París, puf, 1961, G. Pagés, La monarchie la convergencia sobre ellos de odios v perse­
d'AncUn Régime en Franct, Je Henri IVa Lottis cuciones de diversa índole. Eliminadas las
XIV, París, Colín, 1928. explicaciones de orden religioso o genérica­
mente sociológico este factor hoy se eníocu
[ETTORE ROTF.l.Ll] en la particular ubicación económica —y, en
consecuencia, social— de los hebreos en el
curso de la historia. Como observa A. Léon
antimperialismo. v. radicalismo latino­ en su ensayo sobre la cuestión hebraica, jun­
americano to a la tradicional duplicidad de la condición
judia —pueblo y religión—, debe considerar­
se un tercer factor: el hecho de haber sido los
hebreos, durante muchos siglos, también una
antisemitismo clase social; prim ero de comerciantes, de
comerciantes y usureros mas tarde. Este fenó­
i. concepto y definición El concepto de a. pue­ meno, de un pueblo que es al mismo tiempo
de parecer suficientemente claro como para una clase social, no es ciertamente único en
hacer superflua una definición ulterior. En la historia de la humanidad: basta pensar, por
realidad, .»i bien en sentido puramente lin­ ejemplo, el papel de burguesía urbana de los
güístico no pueden subsistir dudas sobre el alemanes en los países eslavos y bálticos, o
ANTISEMITISMO 57

la ubicación actual de los parsis en la India, la Unión Soviética posrevolucionaria en el


para citar casos más cercanos al hebreo, o la marco de la campaña antirreligiosa general
función comercial de los chinos en el sudes­ dirigida también contra otras confesiones.
te asiático o de los sirios y libaneses en diver­ Del mismo modo no pueden considerarse
sas regiones del África o de la América meri­ como antisemitas aquellas posiciones —como
dional. La ubicación histórica de los hebreos la oposición a la política israelita, o al movi­
como pueblo explica, por una parte, la fre­ miento sionista— que, manteniéndose en el
cuencia de los conflictos y persecuciones terreno de la critica política, están dotadas,
superficialmente atribuidos a factores religio­ por esta razón y prescindiendo de cualquier
sos u ocasionales, pero en realidad derivados juicio sobre su validez, de aquella "legitimi­
de efectivos contrastes de intereses en el cam­ dad" moral que les falta a los fenómenos abe­
po económico; y por otra parte, cómo en la rrantes y repugnantes del a. y del racismo.
Europa de los siglos xix-xx, aunque hayan
decaído los motivos de conflicto económico ii . el antisemitismo hasta el siglo xtx Querien­
real, la posición de los hebreos como compo­ do definir una periodización de la historia del
nente históricamente "no asimilado" de la a., ésta debe sobre todo dividirse en dos gran­
sociedad se presta muy bien para su utiliza­ des fases principales. La primera, que va des­
ción como objetivo desviante de tensiones de la Edad Antigua hasta el siglo xix. está
sociales derivadas de muy diferentes y com­ caracterizada por el hecho de que el a. tiene
plejos factores. sus raíces en la particular posición socioeco­
El a. no puede, en consecuencia, conside­ nómica de los hebreos, que se presentan en
rarse un fenómeno histórico unitario, a la sociedad, como ya se indicó, dotados de un
menos que no se limite la validez del térm i­ particular papel económico o, de todos
no al a. en sentido propio, vale decir a aquel modos, de una colocación bastante precisa.
particular movimiento, surgido en la segun­ La segunda, que comprende a grandes rasgos
da mitad del siglo xix y que culminó en las el periodo 1850-1930. se desarrolla por el con­
persecuciones hitlerianas, que presenta pre­ trario en los países occidentales en el perio­
cisas connotaciones y claros vínculos con do de ¡a rápida asimilación económica y
otros fenómenos históricos contemporáneos social de los hebreos y llega al ápice cuando
(nacionalismo, imperialismo, etc.). Cualquier éstos ya son un componente perfectamente
extensión arbitraria del concepto no puede integrado de la sociedad. Si estas son las
llevar mas que a errores de interpretación y características de fondo de la posición hebrai­
distorsiones de perspectiva. Por otra parte, ca en las dos grandes fases de la historia del
cuán poco claro es todavía hoy el preciso sig­ a., otra diferencia entre las dos épocas está
nificado del término a. se vio en los últimos dada por la superestructura ideológica (o
atios, después de la guerra árabe-israelí de "cultural", si de cultura puede hablarse en
1967, cuando en muchas fuentes de informa­ este caso) de la que se reviste el a. en ios dos
ción, incluso hebreas, se asistió a frecuentes periodos: en el prim ero, a partir del siglo iv
casos do confusión —quizás interesada— d. c., el a. se cubre generalmente con motiva­
entre conceptos sustancialmente diferentes ciones religiosas; en el segundo, el aspecto
como el a., el antisionismo y la oposición a más relevante es el étnico y racial.
la linea política del gobierno israelí. Contrariam ente a una opinión muy difun­
Es necesario aclarar aquí, justamente par:-, dida, la dispersión de los hebreos comenzó
dirim ir esta confusión, que debe entenderse mucho antes de la caída de Jerusalen (70 d.
por a. sólo la hostilidad dirigida específica­ t ): ya muchos siglos antes de nuestra era.
mente contra los hebreos entendidos como núcleos de comerciantes hebreos se instala­
comunidad global, en sus connotaciones étni­ ron en los mayores centros urbanos del impe­
cas de pueblo o de religión: mas no pueden rio persa. En el siglo i d. c., en la época de la
considerarse como manifestaciones de a., por destrucción del Templo, florecientes comuni­
ejemplo, la lucha económica que en el Medie­ dades se encuentran ya en numerosas ciuda­
vo condujo un único banquero cristiano con­ des, sobre todo en Ruma y Alejandría. Dedi­
tra un banquero hebreo, o la tentativa de cadas preferentem ente al comercio, estas
desalentar a la religión hebrea efectuada por comunidades cumplen una importante fun­
58 ANTISEMITISMO

ción económica; por esto son no solamente Mesías y en la acusación de “deicidio" que
toleradas sino que frecuentemente están pro­ comienza a dirigirse contra los hebreos. Tam­
tegidas por las autoridades imperiales. En bién el cristianism o es receptor del antiguo
Roma y en las principales ciudades de Occi­ desprecio de las clases superiores romanas
dente. el a. se difunde poco, incluso porque por las profesiones mercantiles. Sin em bar­
la naturaleza tolerante del paganismo y la go. a pesar del absoluto predominio ideoló­
estructura multinacional del imperio impiden gico de la iglesia, los siglos de la decadencia
el nacimiento de hostilidades de tipo religio­ del imperio romano y del alto Medievo son
so o racial. Aunque poco frecuentes en un para los hebreos una época de desarrollo y
nivel de masa, actitudes de antipatía o de des­ de prosperidad. Las comunidades hebraicas
precio hacia los hebreos a veces aparecen, sin son discriminadas, pero al mismo tiempo tole­
embargo, entre las clases superiores y en los radas y —dentro de ciertos límites— prote­
sectores intelectuales. Se trata de un a. que gidas de los abusos mediante una precisa
tiene sus raíces en las antiguas tradiciones reglamentación jurídica. A diferencia de los
agrícolas de la sociedad romana y en el con­ paganos —para los cuales se intenta una asi­
secuente desprecio por las actividades m er­ milación rápida—, a los hebreos se les per­
cantiles; desprecio que, a su ve/, nace de un mite conservar sus costum bres v religión;
antagonismo económico más prof undo entre mientras que la frecuente repetición de las
los productores de bienes y los comerciantes, normas opresivas más ásperas hace suponer
que por un lado se apropian de una parte de que su aplicación era generalmente blanda.
estos bienes pero al mismo tiempo son nece­ En efecto, la desaparición casi total de la eco­
sarios a la sociedad y por esta razón inelimi- nomía de mercado y el repliegue hacia el auto-
nables. También la actitud "nacionalista” de consumo convierten en sumamente importan­
los hebreos y su proselitismo —diferencián­ te la función comercial de los hebreos en la
dose de los otros pueblos asimilados en el época feudal: en los tiempos de Carlomagno,
imperio, que de este último se reconocen súb­ el comercio entre Oriente y Occidente lo
ditos y mantienen la propia religión sin tra­ monopolizan casi totalmente los hebreos (y
tar de extenderla a otros— es chocante para en esta época se registra efectivamente para
la mentalidad cosmopolita de los romanos, ellos el máximo de prosperidad). Siendo los
suscitando reacciones de hostilidad. Parcial­ únicos que disponen de reservas monetarias,
mente distinta es la situación en las regiones pueden comenzar a asociar a la actividad de)
helenizadas de Oriente, y esencialmente en intercambio la del empréstito; en modo tal
Alejandría, donde la protección acordada por que en poco ti mpo su presencia se conside­
el gobierno imperial a la comunidad hebrai­ ra indispensable en todo la Europa occiden­
ca determina reiterados movimientos antise­ tal. Por esta razón, el a. se difunde poco
mitas de más amplias proporciones. durante todo el alto Medievo: algunos episo­
En el siglo tv d. c., el cristianismo se con­ dios nacen del deseo de los nobles de apro­
vierte en la religión oficial del imperio. La piarse de la riqueza de los hebreos o por otras
actitud tolerante del paganismo cede ahora causas ocasionales.
el lugar a una política ásperamente confesio­ Con el siglo xn. la situación económica
nal, tendiente a la afirmación forzada de la comienza a cambiar. Primero en Flandes y en
religión de estado; se multiplican las leyes y Italia, luego en los otros países, reflorecen las
las disposiciones tendientes a la discrim ina­ actividades comerciales; los hebreos pierden
ción de aquellos que profesan otras confesio­ el monopolio del comercio europeo y son rele­
nes. Se coloca a los hebreos en posición de gados a los márgenes. Xo siendo ya indispen­
absoluta inferioridad jurídica y se les priva sable a la sociedad como en los siglos prece­
de todo derecho civil, y con ese estatus per­ dentes, su posición sufre un brusco empeo­
manecerán durante todo el Medievo y la edad ramiento; la antigua hostilidad latente en la
moderna, hasta la emancipación. El a. asume, nobleza, que ve en los hebreos a los que se
justam ente en esta época, uno de sus compo­ apropian de una parte de sus bienes, ahora
nentes ideológicos fundamentales: el religio­ puede desplegarse completamente: ésta es la
so. basado en la aversión por la ‘‘obstinación’’ causa de la multiplicación de los actos de
hebraica en no reconocer el advenimiento del saqueo y despojo señoriles en esta época. Con­
ANTISEMITISMO =¡9

temporáneamente se desarrollan nuevos anta­ de Ñapóles en el periodo 1510-1541, de los


gonismos: la burguesía naciente presiona estados pontificios —con la excepción de
para lograr la completa eliminación de los Roma y de Ancona— en 1569 y más tarde en
hebreos del comercio; las cruzadas, que sig­ 1593). Solamente en Alemania yen Italia sep­
nan para esta clase una importante etapa de tentrional pueden perm anecer conspicuos
desarrollo, constituyen al mismo tiempo la núcleos de hebreos.
prim era gran manifestación del a. medieval. Pero su situación económica y jurídica
Alejados progresivamente del gran tráfico empeora notablemente: relegados —salvo
internacional, los hebreos deben retirarse al pocas excepciones— al pequeño comercio y
pequeño comercio, y sobre todo a la usura. al empeño con los estratos más pobres de la
Lo que antes era sólo una actividad comple­ población, segregados en los guetos que se
mentaria, se convierte ahora en una de las instituyen en esa época, los hebreos que per­
principales fuentes de subsistencia, y mien­ manecieron en Occidente vivirán hasta el
tras en los siglos de la alta Edad Media los siglo xvin en condiciones de miseria y degra­
préstamos hebraicos se destinaban en gran dación, mientras la forzada separación de la
parte al financiamiento del rey y de la noble­ comunidad cristiana, la restauración religio­
za, ahora se desarrolla el pequeño préstamo, sa intentada por la contrarreform a y la obra
concedido a los campesinos y a la plebe cita- de numerosos frailes predicadores contribu­
dina. Este hecho lleva al rápido deterioro de yen al enriquecimiento de nuevos temas en
las relaciones entre los hebreos y el pueblo, el repertorio de los lugares comunes antise­
que \e erróneam ente en ellos la causa de la mitas.
propia miseria; especialmente en Alemania se Pero, como se vio, la mayor parte de los
radica en esa época en la mentalidad popu­ hebreos debe dejar Europa occidental a con­
lar un tenaz a., que explica por qué en 1.348- tinuación de las expulsiones. Se convierten en
1350. durante la epidemia de la peste negra, principales metas de emigración aquellos paí­
los hebreos, acusados de envenenar los pozos, ses donde el feudalismo todavía se conserva,
fueron víctimas de matanzas y de persecucio­ o donde el desarrollo comercial aun no ha
nes feroces. En conflicto con todas las clases penetrado: vale decir Turquía, Rusia y sobre
sociales, los hebreos viven durante los últi­ todo Polonia. Aquí los hebreos pueden reto­
mos años de la Edad Media uno de los peo­ mar sus antiguas funciones mercantiles y
res momentos de su historia; en Italia la situa­ financieras y alcanzar un buen grado de segu­
ción parece menos mala que en otras partes, ridad y de prosperidad: los estratos burgue­
pero también aquí se multiplican las restric­ ses. que dan apenas los primeros pasos, no
ciones y las medidas discriminatorias. La son capaces de constituir un núcleo antagó­
obligación de llevar una contraseña, dispues­ nico; las tentativas de la nobleza de sustraer­
ta ya para todos los ‘■infieles" en los países se con la violencia a las pasadas deudas finan­
islámicos, la decreta para los hebreos el IV cieras que la ligan a los prestadores de dine­
Concilio Lateranense de 1215 y es efectiva­ ro son frenadas por la corona, que protege a
mente adoptado en los estados italianos en el los hebreos al ver en ellos una importante
siglo xv. fuente de ingresos: las relaciones económicas
Luego de haber sido alejados del gran entre el pueblo y los hebreos todavía son esca­
comercio, los hebreos ven empeorar ulterior­ sas. Esta es la causa de que el a. tenga en la
mente su situación con e! desarrollo de las Polonia de los siglos x iv -xvi un carácter sólo
actividades bancurias (siglos xiv-xv). Margi­ ocasional y episódico.
nados también de la actividad prestamista, La situación comienza a empeorar en el
pierden en efecto toda función económica siglo xvii, cuando el capitalismo inicia su
específica: su presencia no parece más justi­ penetración en Europa oriental, mientras se
ficada ante los ojos de los monarcas, que debilita el poder real dejando a los hebreos
decretan la expulsión de éstos de muchos paí­ expuestos a los vejámenes de la nobleza. En
ses de Europa (de Inglaterra en 1290, de Fran­ esa época, muchos hebreos abandonan la acti­
cia en 1306 y luego en 1394, de España en vidad independiente y se convierten en admi­
1492; en Italia los hebreos son alejados de nistradores de los bienes de los nobles; pero
Sicilia y de Cerdeña en 1492; de todo el reino de esta forma chocan con los campesinos que
&0 ANTISEMITISMO

ven en ellos el instrumento de su explotación un estado de perm anente inseguridad; entre


por parte de los terratenientes. El a. adquie­ los estratos inferiores (artesanos, pequeños
re entonces nueva fuerza y virulencia al tiem­ comerciantes) son numerosos los casos de
po que las condiciones económicas de los proletarización o de desclasamiento económi­
hebreos se hacen cada vez más precarias co y social. En estas circunstancias, la intro­
como resultado de la crisis general de la socie­ ducción en el mercado del trabajo de los
dad polaca y de la expulsión de las activida­ hebreos —dedicados tradicionalmente a pro­
des comerciales y prestam istas que. a seme­ fesiones de tipo pequeñoburgués—. que se
janza de lo que había ocurrido en la Europa realiza a través de la asimilación de las comu­
occidental algunos siglos antes, comienza a nidades hebraicas de Occidente y la contem­
verificarse en concomitancia con la decaden­ poránea v numerosa emigración de Europa
cia del feudalismo. En el siglo xix, abando­ oriental, es sentida por la pequeña burguesía
nando una Polonia ya en ruinas, numerosos como un nuevo ataque peligroso para el pro­
hebreos retoman a Occidente; los seguirá otra pio estatus; se crea asi un terreno fértil para
consistente corriente de emigrantes prove­ el desarrollo del a., gracias también al hecho
nientes de la Rusia zarista. Las comunidades de que las nuevas teorías del nacionalismo (v.)
de Austria, Francia, Alemania y Estados Uni­ y del racismo, al afirm ar la naturaleza étni­
dos adquieren asi, rápidamente, una nueva ca (y no territorial) de la comunidad nacional,
dimensión e importancia, creando las condi­ permiten la consideración de los hebreos
ciones para el nacimiento del a. moderno. como un cuerpo extraño y potencialmente eli-
minahle. En realidad, las posiciones antise­
m el antisemitismo moderno En la segunda mitas de la pequeña burguesía no nacen de
mitad del siglo xix los hebreos de Europa una clara visión de la real situación económi­
occidental se encuentran en una condición ca; al temor inmediato de una competencia
absolutamente diferente a la de los siglos pre­ profesional se agregan consideraciones irra­
cedentes. Emancipados en el plano jurídico, cionales, ilusorias esperanzas de señalar en
gozan ahora de los mismos derechos de los un enemigo débil y fácilmente suprimible las
otros ciudadanos y tienen la posibilidad de causas de la propia situación precaria y de
acceder a cualquier profesión. De hecho, un conseguir de este modo relativamente simple
amplio porcentaje de ellos se dedica a activi­ un imposible rescate. Si bien potencialmen­
dades comerciales —donde la presencia te dispuesta ai a., la pequeña burguesía no es
hebraica es todavía consistente, especialmen­ capaz, por sus mismas características, de
te en Austria y en Alemania— o intelectuales; organizar autónomamente acciones consis­
pero no monopolizan ninguna profesión. Los tentes en este sentido. Pero en este punto
hebreos no cumplen función económica espe­ entran en juego otras fuerzas sociales: los gru­
cífica y exclusiva alguna; ya no son un pueblo- pos dirigentes políticos c industriales tnás
clase; no puede hablarse, a propósito de esa extremistas comprenden la importancia que
época, de reales contradicciones económicas puede tener el a. como objetivo desviante para
entre los hebreos —entendidos como cuerpo las tensiones de las clases pequeñoburguesas
general— y alguna clase o sector de la socie­ y. potencialmente, también del proletariado;
dad. Pero paradójicamente, justam ente en el por esa razón se esfuerzan por apoyarlo y
momento en que todo antagonismo se ha anu­ generalizarlo. Encuentran a su lado una
lado, la falta de una especifica función en la columna de intelectuales que, condicionados
economía hace que los hebreos ya no sean ellos mismos por la propia situación de inse­
absolutam ente necesarios en la sociedad: su guridad y precariedad y por el tem or de la
eliminación, que en los siglos del Medievo o "competencia" hebraica, se prestan a sumi­
en la Polonia feudal habría sido impensable, nistrar una cubertura "cultural" al movimien­
ahora puede proponerse y discutirse de mane­ to antisemita.
ra concreta. En la edad del progreso técnico y del posi­
El a. moderno nace y se desarrolla como tivismo, por otra parte, esa cobertura ya no
fenómeno pequciioburgués. El crecimiento de puede ser de tipo religioso o irracionalista.
la gran industria y las recurrentes crisis eco­ El a. se cubre por eso con atuendos "científi­
nómicas colocaron a la pequeña burquesía en cos”; las teorías del rucLmo (v.) elaboradas
ANTISEMITISMO 61

por von Treitschke, Gobineau, Chamberlain sido el "capitalismo hebreo internacional" el


y por numerosos epígonos, se prestan bien verdadero artífice de la derrota. En estas cir­
para ser utilizadas como sostén teórico. Con cunstancias. el naciente partido nacionalso­
estos fundamentos socioeconómicos y "cul­ cialista. guiado por Hitler desde 1921, entien­
turales” el a. se desarrolla en Alemania des­ de la importancia de unir su propia suerte al
pués de la crisis económica de 1873, para lle­ ascenso del movimiento antisemita. Con el
gar a su ápice en 1880-1881; desde entonces, eclecticismo demagógico que distingue a
sin embargo, su importancia disminuye dia todos los movimientos fascistas, Hitler esti­
a día, aunque permanece como un sentimien­ mula los sentimientos antisem itas de las
to latente en el ánimo de muchos alemanes. masas alemanas dirigiéndose tanto a los
También en Austria, donde las ideas antise­ estratos superiores (a los que hace vislumbrar
mitas son parte integrante del propio progra­ la equivalencia entre hebraísmo, marxismo y
ma del partido social cristiano, después de la materialismo, incluso recordando la presen­
ascención al gobierno de este ultimo (1895) se cia de numerosos hebreos entre los principa­
asiste a una moderación del a., y también en les teóricos y activistas del movimiento comu­
Francia, después de las tensiones suscitadas nista) como al proletariado (explotando el
a fines del siglo por el caso Drevfus, el a. vuel­ impulso lendencialmente anticapitalista de
ve a asumir una posición completamente mar­ esta clase social pura desviarla contra la "plu­
ginal. En los años precedentes a la explosión tocracia hebraica", favorecido en esto por la
de la prim era guerra mundial, el a. ha perdi­ persistencia en el pueblo de la antigua ima­
do ya mucha importancia en la escena políti­ gen de los hebreos como los detentadores del
ca de la Europa occidental y no parece cons­ poder del dinero) y a la pequeña burguesía,
titu ir de ninguna manera una amenaza. Dis­ a la búsqueda de cualquier ideal en el cual
tinta, por el contrario, es la situación en los poder creer nuevamente. El nazismo obtiene
países de la Europa oriental (Rusia. Polonia, asi esa vastedad de consensos que explica su
Rumania), donde las nuevas teorías del "racis­ rápida ascensión, y el a. se convierte, luego
mo científico” pueden insertarse sobre un de la toma del poder, en norma de ley en Ale­
fondo de a. popular todavía ampliamente mania. Las condiciones de los hebreos se
difundido. La incompleta penetración del agravan cada vez más; con la explosión de la
capitalismo en esas regiones y el fuerte espí­ segunda guerra mundial y la expansión de las
ritu nacional (en sentido étnico) de las pobla­ fuerzas arm adas nazis comienza el extermi­
ciones eslavas y balcánicas mantienen a los nio sistemático de las comunidades hebrai­
hebreos efectivamente en posición separada cas de Europa.
permitiendo la supervivencia de formas de a. En el periodo entre las dos guerras, fuera
heredadas sin solución de continuidad desde de Alemania el a. no alcanza en ningún pais
los siglos precedentes. En Rusia, además, el europeo dimensiones de masa; sólo en Polo­
gobierno zarista fomenta conscientemente el nia, Hungría y Rumania el peso de tradicio­
a. como instrum ento de desviación de las nes, vigorizadas por la penetración de las
masas populares de sus reales problemas. ideas del fascismo alemán, determ ina una
Después de 1918 una crisis gravísima se cierta difusión. En la misma Italia el a.
abate sobre Alemania. El rencor de las clases adquiere importancia solamente con las leyes
medias desquiciadas y de los ambientes mili­ raciales de 1938. como consecuencia de las
tares desocupados y humillados busca de relaciones más estrechas con la Alemania
alguna manera un desahogo; millones de per­ hitleriana; pero, a pesar de los esfuerzos de
sonas, por tantos años confiadas en la inven­ la propaganda fascista, no logra difundirse
cibilidad de las arm as alemanas, no pueden entre la población, que permanece completa­
ahora convencerse de la derrota. Se abre mente extraña —cuando no hostil— a las teo­
camino, poco a poco, la absurda sospecha de rías racistas.
que la guerra no se habría perdido por demé­ Distinta es la situación en Estados Unidos,
rito del ejército nacional sino por oscuras con­ donde una consistente inmigración crea tn los
juras internas e internacionales: las latentes años precedentes a la prim era guerra mun­
tradiciones antisem itas del pueblo aleman dial la mayor comunidad hebrea del mundo.
reflorecen para acreditar la idea de que había Como reacción a tal inmigración, sentimien­
t>2 ANTISE.Vin ISMO

tos antisemitas se difunden bastante amplia­ hebreos), además del recuerdo de las perse­
mente entre la población, a semejanza, por cuciones hitlerianas, hace que incluso en las
otra parte, de lo que sucede frente a otras zonas donde están más difundidos prejuicios
comunidades nacionales, que encuentran las de tipo racista —como en algunas ciudades
mismas dificultades de ubicación en la socie­ del norte respecto de los meridionales— el a.
dad norteamericana. Si bien no alcanza el gra­ esté prácticamente ausente, y más bien gocen
do de dram aticidad de la situación alemana, de una cierta simpatía, al iguai que el estado
el a. ejercita una cierta influencia sobre el de Israel. La aparición ocasional de escritos
mercado del trabajo, donde los hebreos o publicaciones antisemitas —por parte de
sufren frecuente discriminación; los periodos elementos de la extrema derecha— es desa­
de mayor virulencia son los correspondien­ probada por la amplia mayoría de la opinión
tes a 1920-1924, cuando el mismo Ku-KIux- pública.
Klan incluye la lucha antijudia en sus progra­ Entre los países de Europa occidental, las
mas y Henry Ford desencadena en sus órga­ mayores comunidades hebreas se encuentran
nos de prensa una violenta campaña antise­ en Francia y en Gran Bretaña. Aquí el análi­
mita, y los años sucesivos a la gran crisis de sis sobre el a. se coloca en dos planos; en un
1929, como consecuencia del pánico que se nivel de masa los prejuicios anlijudios toda­
había difundido entre las clases medias y de vía no desaparecieron completamente, pero
una cierta penetración de las ideas propaga no constituyen un problema real; el a. activo
das por pequeños grupos nazifacistas. Pero —en Italia— lo sostienen sólo pequeños gru­
la acentuación de persecuciones en Alemania pos de extrema derecha, pero obtienen poco
asestará un duro golpe al a., acaparando a consentimiento y más bien reciben la desa­
favor de los hebreos gran parte de la opinión probación de la población. Los impulsos
pública norteamericana. racistas todavía bien presentes en la sociedad
Respecto del a. europeo y norteamericano, europea encuentran efectivamente un más
debe considerarse como un fenómeno distin­ fácil desahogo dirigiéndose contra los inmi­
to la supresión de la cultura yiddish en la grantes extranjeros, especialmente árabes (en
Unión Soviética de los años cuarenta, después Francia) y africanos, indios y caribeños (en
del pujante desarrollo de los quince años pre­ Inglaterra); los mismos grupos de derecha
cedentes. En la base de las medidas tomadas consideran actualmente más "provechoso”
no sólo contra los hebreos sino también con­ dirigir las propias campañas nacionalistas y
tra otros pueblos —como los calmucos, los racistas contra estos últimos antes que con­
tártaros de Crimea y los alemanes del Volga— tra los hebreos. Incluso en Estados Unidos las
no hay en efecto contradicciones de natura­ tendencias racistas se dirigen preferentemen­
leza económica sino más bien consideracio­ te no contra éstos sino contra los negros y los
nes de ''seguridad política" que, sin em bar­ puertorriqueños, mucho más expuestos a la
go, revelan —en la visión de la "responsabi­ hostilidad de la población por su posición
lidad colectiva" de los pueblos— estrechos social. Sin embargo, la amplia difusión de la
vínculos con la mentalidad del nacionalismo mentalidad racista logra también que el a.,
europeo. La inclusión de los hebreos en la lis­ aunque sin alcanzar habitualmente dimensio­
ta de los pueblos "potencialmente subversi­ nes de verdadera y propia dramaticidad, sea
vos” se tn< ampliado con la sospecha suscita­ bastante radicado, especialmente en Nueva
da en el círculo dirigente staliniano por las York, donde tiene su sede la más importante
"tendencias cosmopolitas" de los hebreos y comunidad hebrea del mundo.
por los supuestos vínculos de éstos con En la Unión Soviética los órganos de pren­
ambientes occidentales. sa desarrollan una activa y frecuentemente
violenta campaña contra el sionismo y el
iv. el antisemitismo hoy En Italia el a. es hoy gobierno isrrelita. preocupándose constante­
un fenómeno .socialmente poco relevante: el mente de distinguir la propia posición del a.,
escaso número de hebreos, su perfecta asimi­ al que se condena decididamente. Sin embar­
lación en la estructura económica nacional (y go, en el nivel de masa, esa distinción no es
la consecuente completa ausencia de grupos igualmente fácil y evidente, incluso porque
sociales o profesionales específicamente los hebreos, en los estados multinacionales
ANTROPOLOGIA POLITICA 63

del este europeo, han sido siempre conside­ pos de nazis exiliados en la inmediata posgue­
rados como nación (en sentido étnico). Por rra, el a. tampoco arraigó en la población.
otra parte, la tradicional mentalidad antise­
mita no ha sido completamente extirpada, y BIBLIOGRAFIA: U. Calta/., L\antisemitismo italiano
esto no sólo por las profundas raíces históri­ sollo il fascismo, Florencia, La Nuova Italia,
cas que el a. tiene en toda Europa oriental 1975; V. Colomi, Gli ebrei nel sistema del diru­
sino también como consecuencia de la perma­ lo cumune italiano fino alia prima emancipazio-
nencia en la suciedad soviética de tensiones ne, Milán, Giuffré, 1956; R. de Felice, Storia de¡>l¡
y desequilibrios sociales todavía no comple­ ebrei italiani sollo il fascismo, Turín, Einaudi,
tamente resueltos y de la inacabada realiza­ 1972’; A.M. di Ñola, Antisemitismo in Italia,
ción de la democracia socialista en un nivel I962-IV72, Florencia, Vallecchi, 1973: A. León. El
generalizado. Por eso se verifican todavia en marxismo y la cuestión judia (19461, México, J
la Unión Soviética ocasionales episodios de Pablos. 1976; K. Marx y otros. II marxismo e la
a., reprimidos de m anera a veces demasiado questione ebraica. antología a cargo de M. Mas
blanda por las autoridades —especialmente sara, Milán. Teti. 1972: G. Mayda, Ebrei sollo
locales—, quizá todavía influidas por sospe­ Salo: la persecuzione antisemita, /94.?-/945,
chas respecto del “ internacionalism o" Milán. Feltrinelli, 1978; L. Poliakov, Historia del
hebreo. antisemitismo. I: De Cristo a los indios de la corte
En los países árabes —y, por extensión, en (1955); 2: De Mahoma a los marranos (1969); 3:
algún estado africano— el conflicto con Israel El sinln de las luces (1968); 4. La emancipación
determinó la aparición de actitudes antisemi­ y la reacción racista; 5: La Europa suicida, Bar­
tas, tanto en un nivel popular como oficial, celona. Muchnik; E. Saracini, Breve storia degli
generalmente no de tipo racial. La situación ebrei e dell’antisemitismo. Milán. Mondadori,
de extrema tensión política y la escasa infor­ 1977.
mación de las masas hace que, en efecto, la
distinción entre hebreos (como pueblo) e [SANDRO ORTONAj
Israel (como estado) sea escasamente adver­
tida. incluso porque parece evidente la soli­
daridad con Israel de las comunidades
hebreas de la diáspora. El recurso a argumen­ antropología política
taciones antisemitas como instrumentos de
propaganda por parte de las organizaciones I DEFINICIÓN Y OBJETIVOS DE LA DISCIPLINA Lil a.
árabes y palestinas se explica también con la política es una especiali/acion tardía de la a.
inmadurez política y la falta de una clara social. La investigación antropológica siem­
visión de clase de algunas organizaciones, que pre había considerado el hecho político como
se traduce, por otra parte, también en otros un sistema de relaciones derivado y conse­
métodos de lucha (como el terrorismo). cuentemente lo había tomado sólo marginal-
En Sudáfrica, país racista por excelencia, menie en consideración. Del examen de las
donde viven más de ICO CCO hebreos, la situa­ estructuras sociales nació recientemente el
ción de estos últimos es bastante buena, a interés que privilegia el estudio de los siste­
pesar de las simpatías proalemanas de mas políticos primitivos. Como disciplina la
muchos Afrikaners (Jurante el último conflic­ a. política quiere reconocer y examinar empí­
to mundial y la posición declaradamente anti­ ricamente la naturaleza de los sistemas y de
semita asumida por el partido nacionalista en las combinaciones políticas, con el fin de des­
ese mismo periodo. En efecto después de la cubrir cuáles sun en realidad los principios
.subida al poder de los nacionalistas, razones que regulan las relaciones internas y exter­
de política interna (aversión por el a. de bue­ nas de los miembros de las comunidades polí­
na parte de la opinión publica, compenetra­ ticas diferentes de aquellas que nos son más
ción de los hebreos en la burguesía urbana familiares. La a. política rechaza tanto la filo­
de raza blanca) y exterior (amistad con Israel) sofía política como la ciencia política tradi­
sugirieron el abandono de cualquier tentati­ cionales. confinadas dentro de sus perspec­
va de discriminción antisemita. En America tivas “eurocénti ¡cas”. La a. política no quie­
Latina, a pesar de la actividad de algunos gru­ re elaborar abstracciones sino estudiar las
64 ANTROPOLOGIA POLITICA

instituciones políticas con un método cientí­ política es el norteamericano R. H. Lowie (The


fico que sea inductivo y comparativo al mis­ origin of the State, 1927). La investigación
mo tiempo y que, en prim er lugar, tienda a sobre los orígenes del estado y la utilización
explicar las uniformidades y las diferencias de categorias ‘‘occidentales” mantienen a esta
entre las mismas instituciones y la interde­ disciplina en embrión dentro de su carácter
pendencia de éstas con las otras formas de etnocéntrico: Lowie emplea el término polí­
organización social. tico para designar el conjunto de las funcio­
La a. política se coloca en una posición polé­ nes legislativas, ejecutivas y judiciales, lo que
mica frente a la mayor parte de las teorías lo conduce a privilegiar la existencia y el
políticas centradas en el concepto de estado carácter del gobierno central. Sin embargo,
y basadas en una noción unilateral del gobier­ Lowie da un paso más respecto de Maine y
no de las sociedades humanas. Prim er obje­ Morgan porque demuestra la posibilidad de
tivo de la a. política es la definición de politi- formas de pasaje desde la organización paren-
cidad, ya no vinculada sólo a las sociedades tai a la organización territorial: estos dos
llamadas históricas o a la presencia de un tipos no son exclusivos uno del otro. Pero el
aparato estatal que pueda abarcar la gran verdadero nacimiento de la moderna a. polí­
diversidad de formas políticas en el mundo. tica se produjo en los años de 1930 y debido
Las obras de a. política proponen luego cla­ a las investigaciones conducidas en el marco
sificaciones de las distintas formas de orga­ de la a. aplicada. Esas investigaciones reci­
nización política que permiten la racionaliza­ bieron un impulso de las exigencias cognos­
ción y por lo tanto la comparación de los dis­ citivas de la política colonial británica de
tintos sistemas. Finalmente, esta disciplina ha administración "indirecta" y del descubri­
intentado redefinir nociones fundamentales miento de que en el continente africano con­
como: poder, autoridad, acción política, tinuaban su existencia y funcionamiento sis­
acción administrativa, legitimidad, legalidad, temas políticos “tradicionales”, cuando en
sistema político, gobierno, para convertirlas todo el resto del mundo los sistemas del mis­
en universalmente aplicables. Esto responde mo tipo estaban desapareciendo rápidamen­
a la ambición final de la a. política de propo­ te. La serie de investigaciones que en prim er
nerse como una verdadera ciencia compara­ lugar se ocuparon del estudio de los sistemas
tiva de gobierno que puede llegar a confron­ políticos tradicionales en Africa, combinan
tar sistemáticamente sociedades diferentes los métodos de trabajo sistemático de cam­
disponiendo de un esquema analítico y utili­ po de Malinowski con la perspectiva socioló­
zando categorías que sean adecuadas a to­ gica funcional de Durkheim asumida por
das las formas de organización política en Radcliffe-Brown. Éstos colocan el acento en
todas las épocas.I. el análisis del sistema político, del cual desta­
can las diferencias estructurales y la extre­
II. HISTORIA DE LAANTROPOLOGIA POLITICA. Los pri­ ma variedad de formas.
meros estudios de a. que se ocuparon del El texto que confiere estatuto científico a
hecho político lo hicieron de manera indirec­ la a. política se intitula A frican political
ta: Sir Henry Maine [Ancient law, 18611 y L. systems, una serie de ensayos de distintos
H. Morgan [Ancient society, 1887) elaboraron autores publicado en 1940 por M. Fortes y E.
teorías sobre la evolución política de la huma­ E. Evans-Pritchard, con una introducción de
nidad. Ellos proporen una primera distinción éstos y otra de Radcliffe-Brown. En esta obra
que aún es actual: las sociedades basadas en se distingue entre “sociedades estatales” y
la organización de parentesco se diferencian “ sociedades sin estado”. Aunque esquemáti­
de aquellas fundadas en la territorialidad. Sin ca y frecuentemente criticada, esta clasifica­
embargo, tal distinción permanece especula­ ción es un progreso en tanto el hecho políti­
tiva en la medida en que se basa más en una co ya no se excluye de aquellas sociedades que
concepción de la evolución histórica que en no poseen instituciones específicas y especia­
una información precisa concerniente a la lizadas. Esta serie de estudios abrió el cami­
estructura general de las llamadas socieda­ no a muchas investigaciones monográficas y
des ‘‘prim itivas”. Uno de los primeros en a obras de análisis comparativo y, consecuen­
abordar de manera explícita un tema de a. temente, a un articulado debate teórico y
ANTROPOLOGÍA POLITICA 65

metodológico. Las investigaciones de a. poli- oficial de los sistemas con las contradiccio­
tica. sobre ledo aquellas realizadas por antro­ nes reveladas en su funcionamiento, pero sin
pólogos africanistas en las que se analizan los construir un modelo; mientras que los antro­
sistemas estatales no occidentales y la natu­ pólogos de la segunda corriente, prefiriendo
raleza del gobierno y de la política en esos exam inar los microcosmos políticos, antes
tipos de sociedad llamadas "sin estado" en los que nada toman los actores, los com porta­
que no existen o existen en número exiguo ins­ mientos como prueba de una formalización
tituciones y funciones especializados de tipo implícita. Los primeros parten de la totalidad
político y se profundiza el examen de las y de la teoría del sistema, m ientras que los
estructuras de parentesco y de los modelos segundos la reconstruyen a partir de las prác­
de relación que las sostienen, permitieron una ticas y de las interacciones individuales y
nueva y más funcional delimitación del ámbi­ colectivas. La segunda corriente es tanto una
to político y un señalamiento más exacto de reacción al funcionalismo como a la visión
sus aspectos. historizante y global de los sistemas sociales
La a. política de los años treinta y cuaren­ (F. G. Bailley, M. Swartz, R. Nicholas). Algu­
ta era por definición funcionalista. En este nos temas permiten conectar a las dos
cuadro teórico la política se definía de mane­ corrientes: son aquellos que consideran al sis­
ra unilateral: el mantenimiento del orden y tema político como el espacio de relaciones
de la cohesión social. 1.a política estaba al ser­ asimétricas de competición y de cooperación
vicio del conjunto de la organización, jamás y que analizan las relaciones entre los grupos
en la perspectiva de una estratificación no en términos de estrategia, de manipulación
igualitaria de los grupos. En este sentido la y de contestación.
prim era a. política es muy formal y presenta
descripciones de normas políticas de funcio­ 111 DEFINICION DF. POUTICIDAD Y1 IPOLüGlA DF. LAS FOR­
namiento y no de comportamiento real. Es MAS de organización poUtica. El prim er proble­
sólo a partir de los años cincuenta que nue­ ma de la a. política es el de definir el ámbito
vas corrientes teóricas sustituyen al forma­ de la politicidad. Mame y Morgan dieron par­
lismo de esta a. política. ticular importancia al criterio territorial.
No es causal que los antropólogos de la pos­ Radcliffe-Brown y Schapera {Government and
guerra se hayan dedicado sobre todo al estu­ politics in tribal societies, 1956) reformularon
dio de los conflictos sociales y políticos: el fin el problema demostrando que también las
del mundo colonial impone su dinámica his­ sociedades más simples tienen alguna base
tórica a la teoría (M. Gluckman y C. Balan- territorial: no hay por lo tanto incompatibi­
dicr), mientras en Estados Unidos la reacción lidad entre el principio de parentesco y el
antifuncionalista y anticulturalista toma la principio territorial, como por otra parte
forma de un neoevolucionismo que analiza había ya destacado Lowie. Las diferencias
tanto las sociedades antiguas como las socie­ consisten en el tipo de conceptualización de
dades contemporáneas (M. Sahlins, M. Fried, las relaciones políticas que en algunos casos
L. Krader, E. Service, E. Wolf). La segunda pueden expresarse en términos de parentes­
corriente corresponde a la mutación estruc­ co o según otros modelos, los cuales, en con­
turalista del antiguo funcionalismo (E. Leach, secuencia, oscurecen las relaciones territoria­
J. Pouillon) y el análisis de un sistema políti­ les que siempre existen. En la introducción
co como sistema de acción política, como pro­ a African political Systems, Radcliffe-Brown
ceso. En este caso la a. política privilegia el propone definir como sistema político “aque­
análisis de los casos, la interacción en el seno lla parte de la organización global de una
de microcomunidades y construye modelos sociedad que se ocupa de la conservación o
que tienen en cuenta la dimensión individual. de la creación de un orden social, en una
Se aplica la teoría de los juegos o de la deci­ estructura territorial, a través del ejercicio
sión para formalizar comportamientos reales. organizado de una autoridad coercitiva que
Las dos corrientes se contraponen según el pase a través de la utilización, o la posibili­
nivel de análisis elegido; los antropólogos de dad de utilización, de la fuerza".
la primera corriente defienden una visión glo­ Esta definición coloca el acento sobre el
bal de la sociedad y confrontan la definición mantenimiento del orden de los valores comu­
66 ANTROPOLOGIA POLITIC A

nes de integración, equilibrio y continuidad; tos conflictos y ciertas formas de rebelión no


acción política es todo aquello que tiende al son vehículos de desintegración del sistema
mantenimiento de este orden y el sistema sino que concurren para mantener el orden
político es visto no como una parte concreta­ social.
mente distinguida del sistema social sino más Remitiéndose al análisis funcionalista. For­
bien como un aspecto Funcional del sistema tes y Evans Pritchard sostienen que sólo los
social global: funciones de conservación, de estados tienen un sistema de gobierno, pero
decisión v de dirección de los negocios públi­ tuda sociedad, sin exclusión, tiene un siste­
cos. El sistema político funciona por medio ma político y éste opera en el interior de un
de grupos v relaciones sociales, sin embargo, tejido territorial. Ellos distinguen tres tipos
no es necesario que éstas sean organizacio­ de sistema político: en primer lugar las socie­
nes de gobierno o estatales. Asi como los dades de dimensiones exiguas, en las que
científicos políticos consideran que no pueden incluso la unidad política de más vastas
entenderse adecuadamente los sistemas polí­ dimensiones abarca un grupo de personas
ticos de las sociedades occidentales o moder­ que están unidas entre si por vínculos de
nas limitándose al estudio de las organizacio­ parentesco, de tal manera que las relaciunes
nes formales de gobierno, del mismo modo políticas coinciden con las de parentesco; en
los antropólogos funcionalistas concluyen segundo lugar, hay sociedades cuya estruc­
que la ausencia de esas organizaciones no tura de descendencia es el marco del sistema
debe interpretarse como ausencia de institu­ político, si bien habiendo un preciso ordena­
ciones y procesos políticos. L.a tendencia miento entre los dos cada uno permanece
dominante había sido, como dice L. A. Fallers separado y autónomo en su esfera; en tercer
CBantu hureaucracy, 1956), pensar que la lugar hay sociedades en las que una organi­
"cosa política” correspondiera no a institu­ zación adm inistrativa es el cuadro de la
ciones particulares (y por instituciones aquí estructura política. Los tipos de sociedades
se entiende un modelo de comportamiento pueden sintetizarse en dos: estados centrali­
que un grupo considera justo y correcto; una zados con instituciones administrativas y
norma de conducta) sino a especiales y con­ judiciales especializadas Istate societies) y
cretas unidades sociales, en general a las que sociedades sin estado (stuteless societies),
les competía el uso legítimo de la fuerza o de estas últimas basadas en el linaje v carentes
las sanciones a fin de mantener el orden social de las instituciones susodichas. Esta dicoto­
—el "gobierno" o el "estado”. Las sociedades mía ha sido objeto de innumerables críticas.
"prim itivas" frecuentemente no poseen uni­ Se puso de relieve que no en todas las socie­
dades sociales especializadas por lo que es dades “sin estado" el linaje segmentario
difícil distinguir entre los aspectos y los pape­ representaba la base exclusiva de organiza­
les políticos, económicos y religiosos. De aquí ción política; en muchas de esas, tal base la
la utilidad de definir "instituciones políticas" representaban grupos por edad, u otras aso­
simplemente a las normas que gobiernan el ciaciones de diverso tipo; el linaje también tie­
uso legítimo del poder y no a las unidades ne su importancia en las sociedades estata­
sociales a las que tales normas se aplican. les. A. Southal!. en su libro sobre los alur 1.4/nr
Fallers. inspirándose en los tipos ideales de society: a study in processes and types of domi-
Weber, examina la naturaleza de la autoridad nation, 1954), definió como estados segmen­
en los sistemas africanos tradicionales y colo­ tario.*» aquellos sistemas en los cuales la sobe­
ca el acento en los conflictos que producen ranía territorial del centro es reconocida, aun­
el paso de un sistema de autoridad "patrim o­ que frecuentemente pueda ser solo de tipo
nial" a un sistema "burocrático" creado pol­ ritual y los centros periféricos en realidad
la introducción de las instituciones adminis­ sean poco o nada controlados. Lucy Muir usa
trativas coloniales. Otros, en prim er lugar como criterio de diferenciación el grado de
Gluckman (Politics, law and ritual in tribal concentración del poder, y pur lo tanto dis­
societies. 1965), se ocuparon de la conflictua- tingue entre “gobierno mínimo”, "gobierno
lidad Gluckman, inspirándose en la teoría del difundido" y "gobierno estatal” (Primitive
conflicto social de Simmcl, elaboró la teoría Government. 1962). S. M. Eisenstadt da qui­
de los "equilibrios oscilantes" en los que cier­ zas la definición más cabal, manteniendo aun
ANTROPOLOGIA POLÍTICA 07

la dicotomía básica. Clasifica las sociedades E. R. Leach (Política! systems in higliiand


“sin estado" según las formas de estructura Burma, 1954) elabora un método estructura­
políticamente importantes: linaje segmenta­ lista dinámico, evidenciando la estabilidad
rio, grupos de edad, asociaciones, consejos de relativa de los equilibrios sociopoliticos, los
aldea. Los estados centralizados están dividi­ ajustes variables de la cultura y el ambiente.
dos en tres categorías: aquellos en los que los Leach alerta contra la estuticidad de los sis­
grupos de descendencia son unidades impor­ temas estructurales, los cuales no dan cuen­
tantes de acción política; aquellos en los que ta de una realidad que no tiene siempre un
existen grupos de edad y aquellos en los cua­ carácter coherente. El estudio de Leach con­
les tienen importancia otros tipos de aso­ tribuyó a un cambio en los estudios de a. polí­
ciación. tica: el casi monopolio funcionalista, domina­
M. G. Smith trató de reform ular nociones do por el influjo de Durkheim, había coloca­
v conceptos, trasladando el acento de las fun­ do hasta ese momento el acento en los equili­
ciones a los aspectos de la acción política: la brios estructurales, las uniformidades cultu­
acción política se define como un aspecto de rales, las formas de cohesión. La nueva
la acción de la cual la otra cara es la acción tendencia de la a. política toma en conside­
administrativa; las acciones adm inistrativas ración los conflictos, las contradicciones
son las dirigidas hacia la organización y la internas y externas al sistema y quiere ser
realización de políticas o programas de también una superación de la tendencia a tra­
acción. Las acciones políticas se colocan en zar una simple dicotomía entre supuestos sis­
el nivel decisional, es decir que son acciones temas "prim itivos” y la situación contempo­
del proceso gubernativo tendientes a mode­ ránea como se presenta, completado el pro­
lar e influir las decisiones en los negocios ceso de descolonización, luego de varios años
públicos o a ejercitar poder sobre éstos. Pol­ de experiencia política autónoma. En este sen­
lo tanto, la acción política es por su natura­ tido la a. política puede dar una contribución
leza "segmentaria", porque se expresa a tra ­ a la ciencia política justam ente en el estudio
vés de la mediación de grupos y de personas de los procesos de cambio social, moderniza­
en competencia; inversamente, la acción ción, integración nacional; la estructura glo­
adm inistrativa es "jerárquica” en la medida bal de los nuevos estados independientes,
en que organiza los distintos grados de reglas tomada y adaptada de modelos occidentales,
rígidas. La autoridad es " jerárquica”, no asi se convierte progresivamente en menos sig­
el poder que, por el contrario, es inherente­ nificativa en su interior, y para entender el
mente "segmentario” al estar compuesto por funcionamiento y la transformación deben
individuos y grupos que compiten por el con­ estudiarse las reales interacciones de grupos
trol de los negocios públicos. En el proceso étnica y culturalm ente diversos que coexis­
gubernativo están presentes tanto el aspecto ten con distintos grados de cooperación y con­
político como el aspecto administrativo de la flicto.
acción: el resultado es que los sistemas polí­ Un prim er acercamiento a tales problemas
ticos se distinguen por su variación en el gra­ se realizó en Political power and ¡he distribu-
do de diferenciación o en el modo de asocia­ fian uf power (1965), y en una serie de obras
ción de estos dos órdenes de acción. Se muy recientes que pueden considerarse inter­
podría, en consecuencia, constituir una serie disciplinarias porque combinan la búsqueda
tipológica de las combinaciones entre acción en el campo de la a. con la metodología de la
adm inistrativa v acción política. ciencia politica norteamericana.
Los antropólogos estructuralistas conside­
ran la politicidad bajo el aspecto de relacio­ iv c o n c l is ió n Easton, en un articulo de 1959,
nes formales que revelan las relaciones de sostenia que a los estudios de a. politica les
poder realmente constituido entre los indivi­ faltaba una clara orientación teórica respec­
duos y los grupos: las estructuras políticas, to de la politica y que esto en gran parte se
como toda estructura social, son sistemas debía al hecho de que los antropólogos tienen
abstractos que manifiestan los principios que la tendencia a ver las instituciones políticas
unen a los elementos constitutivos de la socie­ y su funcionamiento como variables indepen­
dad política concreta. dientes que interesan sobre todo por el influ jo
68 APARATO

que ejercen sobre otras instituciones y fun­ derecho y ritual en la sociedad tribal (1965),
ciones de la sociedad de la que forman p ar­ Madrid, Akal, 1978; L.P. Muir, El gobierno pri­
te. Easton llega incluso a negar que la a. polí­ mitivo (1962), Buenos Aires, Amorrortu, 1977; J.
tica exista como disciplina porque le falta Schapcra, Government and politics in tribal
básicamente la conceptualización de los prin­ socielies, Londres, 1956: M.G. Smith, Govern­
cipales atributos del sistema político y un ment in Zuzzati, Londres, 1960.
enfoque más dinámico que establezca una
tipología basada en las estructuras de apoyo, [ANNA MARIA GENTILl]
en la diferenciación de los papeles y en el pro­
ceso de toma de decisiones y resolución de los
conflictos. Sobre la línea de las críticas de aparato
Easton se mueve gran parte de la investiga­
ción de a. política actual (Aidan Southhall). I. APARATOS DE PARTIDO Y PROFESIONALISMO POIJTICO.
Sin embargo, las criticas de Easton tienen El aparato de un partido es el conjunto de las
fundamento en la medida en que la a. políti­ personas y organizaciones con funciones
ca se presenta más como un proyecto en cur­ directivas y ejecutivas que desempeñan una
so de realización que como un ámbito ya cons­ actividad profesional y permiten su funcio­
tituido. namiento continuado.
Balandier (A. política, 1969) resalta que a La formación de los a. en los partidos polí­
pesar del largo camino de sistematización ticos, según la clásica lección weberiana, es
metodológica y conceptual Lodavía por reco­ el producto de la democratización del sufra­
rrer, la a. política "ocupa una posición cen­ gio y de la consiguiente profesionalización de
tral, y esto en la medida en que le es perm iti­ la actividad política, y marca la ampliación
do com prender la política en su diversidad y a las asociaciones privadas y voluntarias de
poner las condiciones para un estudio com­ la tendencia a la organización burocrática
parado más amplio. Además, la a. política manifestada en el nivel estatal con el adveni­
obligó a la descentralización en la medida en miento del absolutismo.
que universalizó la reflexión extendiéndola En el momento en que. con la afirmación
hasta las bandas pigmeas y amerindias con del poder de la burguesía, surgen los parti­
poder mínimo y quebró la larga fascinación dos políticos, sólo se puede hablar de a. en
ejercida por el estado sobre los teóricos de sentido impropio, con referencia a las funcio­
la politicidad.'' La a. política ejerció luego una nes electorales desarrolladas por los comités
función práctica que contribuyó a modificar de notables que constituyeron el frágil esque­
las imágenes comunes que caracterizan las leto del partido premoderno. Personas dota­
sociedades tomadas en consideración por los das de prestigio y de honorabilidad social, y
antropólogos, incluidas las ideologías por lo tanto influyentes, actuando por de fue­
mediante las cuales las sociedades tradicio­ ra de la palestra parlam entaria, asumen la
nales se explican ellas mismas, y en último tarea de la selección y sostenimiento de los
análisis la a. política originó un debate meto­ candidatos a las elecciones, poniéndose a dis­
dológico y teórico que iluminó los límites tan­ posición de los partidos como agentes elec­
to del análisis funcional como del análisis torales: propietarios de tierras e hidalgos en
estructural e impulsó la búsqueda de teorías el campo; burgomaestres, jueces, notarios,
y modelos que tengan en cuenta la mutación abogados, maestros, párrocos en la ciudad.
y el desarrollo, y finalmente las inversiones Su acción reviste un carácter ocasional y dile­
del desarrollo y de los procesos de desinte­ tante y no está directamente remunerada por
gración. el partido; son bastante débiles las cohesio­
nes horizontales entre los diversos círculos
bibliografía: G. Balandier, Antropología política de notables y los contactos verticales con el
(1969), Barcelona, Roma, 1969; D. Easton, Poli- centro, que se estrechan sólo con ocasión de
tical anthropology, en Biemtial Re\iew of Anthm- las campañas electorales. Un ejercicio conti­
pology, a cargo de B. Siegel, 1959; M. Fortes y nuo y especializado de la actividad política
E.E. Evans-Pritchard (comps.), African political sólo existe en el parlamento y en el perio­
Systems Londres, 1940; M. Gluckman. Política. dismo.
APARATO 69

Esta versión "débil'’ de los a. de partido alejando el centro de poder de las cámaras al
declina contcxtuulmente al tiempo que se sistema de partido. La democracia parlamen­
amplían los derechos electorales de las cla­ taria evoluciona asi o bien hacia formas ple­
ses inferiores y con la necesidad, por parte biscitarias. en las que el liderazgo pertenece
de los partidos, de conquistar su adhesión a a quienes se han apoyado en las "m áquinas”
base de programas nacionales orgánicos y de partido, o bien hacia formas burocráticas
coherentes. Las nuevas exigencias de cohe­ de democracia sin cabeza, dominada por apa­
sión, de control, de disciplina provocadas por ratos de políticos de profesión sin carism a y
la ampliación del sufragio determinan la evo­ sin cualidades.
lución de los a. de partido desde las pioneras
asociaciones de notables hasta las modernas II FISIOLOGIA Y PATOLOGÍA DK LOS APARATOS MICHELS.
"máquinas políticas". La creciente raciona­ lenin , Gramsci.A la par de los análisis webe-
lización de las técnicas electorales hace que. rianos, Robert Michels, en su estudio sobre
en la estructura interna de los partidos y en los partidos obreros de masa de principios de
primer lugar de los partidos de base proleta­ siglo, sum inistra una interpretación de la
ria, urja el recurso a la organización burocrá­ etiología y del funcionamiento de los a. de las
tica, lo que determina la sustitución del polí­ organizaciones obreras que ya es clásica.
tico diletante por el político de profesión, que La complejidad creciente de las funciones
vive no tanto por la política sino de ¡a políti­ que el partido moderno debe realizar deter­
ca. en el sentido de que se dedica a ella coti­ mina de inmediato la sustitución del hombre
dianamente convirtiéndola en la propia fuen­ de confianza de los tiempos heroicos de la
te de sostén y en la oportunidad principal de organización, o del funcionario ocasional que
avance social. Funcionarios pagados sustitu­ no trabaja de tiempo completo, por el funcio­
yen parcial o completamente a los hombres nario de profesión que consagra al partido
representativos, aquellos notables a quienes toda su actividad, especializándose en una de
se consignaba antes las funciones electorales, las ramas en que se articula el trabajo políti­
los delegados que daban su trabajo de mane­ co. En el interior de esta burocracia profesio­
ra ocasional o en forma voluntaria. nal, seleccionada sobre la base de la prácti­
Por otra parte, se hace indispensable, sobre ca cotidiana o formada en las escuelas que el
todo en los partidos de clase, poder contar partido organiza, equipada con capacidad
con la contribución de todos los miembros política, competencia técnica, devoción y leal­
para financiar las campañas electorales y sos­ tad a la causa, las funciones se estructuran
tener las candidaturas obreras. Necesidades según una compleja jerarquía que converge
administrativas y oportunidades político- en un centro de gravedad capaz de hacer fren­
organizativas concurren pues a increm entar te a las exigencias de la lucha política. Se for­
el número de aquellos para quienes la activi­ ma un grupo de jefes, dotados de cualidades
dad partidista constituye la profesión prin­ "demagógicas" y de capacidades técnico-
cipal o única: a los diputados y a los perio­ administrativas. Su misma experiencia y
distas hacen costado funcionarios, contables, especialización los hace indispensables y por
escribientes. Para siempre serán las cualida­ lo mismo inamovibles de los cargos alcanza­
des de estos burócratas las que determinarán dos; la confianza y la devoción de las masas
el éxito del partido, por lo que éste tiende a refuerza tanto su poder que los congresos que
transform arse en una empresa en la que el deberían elegirlos asumen la función de
poder está en manos de quienes le proporcio­ meros ritos celebratorios. El liderazgo con­
nan trabajo con asiduidad. Se trata del mode­ centra en sus manos todo el poder organiza­
lo del Parleiapparat cuyo ejemplo más ¡lus­ tivo y financiero y se adueña de los canales
tre es la socialdemocracia alemana de la épo­ internos de comunicación del partido. Ade­
ca guillermina, clásica organización obrera más desarrolla una psicología consiguiente,
de funcionarios ajustada para actuar con efi­ basada en la conciencia de su propia indis­
cacia en la palestra político-electoral. pensabilidad, que los lleva a identificar la
La consolidación del fenómeno de los apa­ voluntad colectiva del partido con su propia
ratos de partido tiene entre sus efectos el de voluntad. Se ha constituido así una verdade­
modificar la estructura del parlamentarismo. ra casta oligárquica, que no se identifica con
70 APARATO

el a. en su totalidad, pero que constituye el masas, el rasgo de unión entre centro y peri­
estrato superior y dominante de éste. La ver­ feria, entre la clase y su estado mayor orga­
dadera burocracia de partido, los sectores nizado. Este modo de entender la organiza­
medios y bajos del a., se adecúan a las deci­ ción profesional se apoya en una visión pecu­
siones del grupo dirigente y sostienen su liar de la relación entre partido y classe jar­
selección. dee, entre direcciun y espontaneidad. La poli-
El a. de partido entendido de esta manera, tica es praxis científicamente fundamentada
de Michels en adelante, está considerado y en cuanto tal requiere especialización. La
como el locus del proceso de distorsión de los espontaneidad no necesita de profesionali-
fines propio de toda organización política dad. pero el partido, conocedor de las leyes
compleja. Una vez superada la fase de la con­ de movimiento de la historia, quiere actuar
solidación organizativa, en efecto, la finalidad con eficacia en la creciente complejidad social
latente de todo a. viene a ser la superviven­ con vistas a los fines revolucionarios a los que
cia y el refuerzo de la organización y la per­ tiende, debe confiar en los cuadros de base,
petuación de las élites que la guian. Es claro intermedios y superiores, conocedores y dis­
que el dominio de los políticos de profesión ciplinados, adiestrados para operar en los
no se limita a ejercer sus efectos deletéreos diversos sectores en los que se articula la
en el campo de la democracia de partido, sino lucha política. El obrero revolucionario de
que condiciona las selecciones políticas en su vanguardia debe convertirse en un revolucio­
sentido estático y conservador; el a. descon­ naria profesional, que recibe de la organiza­
fía de tuda innovación estratégica, de todo ción los medios necesarios pura su subsisten­
cambio que pudiera amenazar la posición cia, preparadu para vivir una doble existen­
consolidada de sus miembros, en todos los cia, legal y clandestina, provisto de una voca­
niveles; propende al radio de acción política ción de carrera, insensible a los valores y a
restringido, se identifica siempre con las deci­ los cebos del sistema. Bajo una red de tales
siones del establishment interno contra toda revolucionarios profesionales ha de estructu­
crítica, contra toda herejía, condiciona su rarse "antes que nada y principalmente” la
inteligencia política a causas de defensa cor­ organización revolucionaria. Poco importa su
porativa y de solidaridad de capas. origen social, siempre y cuando acepten y rea­
La conjugación michclsiana entre la forma­ licen el programa del partido, decidido por
ción de los a. de partido y la permanencia de los organismos dirigentes que representan la
tendencias burocráticas y oligárquicas, tam ­ autoridad de la mayoría, la subordinación de
bién y sobre todo por lo que hace a los p arti­ las partes al todo. Al tipo de a. pensado y lle­
dos democrático-sccialistas organizados con vado a cabo por Lenin y retomado por los par­
base en principios de solidaridad e igualdad, tidos comunistas de todo el mundo lo carac­
inspira la mayor parte de los análisis sucesi­ terizan la rígida centralización de las instan­
vamente dedicados al fenómeno de la socio­ cias y la férrea disciplina formalizada en el
logía política, y que respetan su juicio de fun­ sistema del centralismo democrático. Este
do: el a. constituye un diafragma, una válvu­ "burocratism o" opuesto al "democratismo"
la de "nido de golondrina" que vuelve las de los partidos burgueses es. para Lenin, "el
comunicaciones internas de la organización principio organizativo de la socialdemocra-
monodireccionales y restringe al flujo del cia revolucionaria opuesto al principio orga­
poder a deslizarse de arriba abajo y no vice­ nizativo de los oportunistas".
versa. En el modelo leninista, en buena parte
A esta concepción del aparato como instru­ determinado por las condiciones de la lucha
mento de la oligarquía, del conformismo v del política bajo la autocracia zarista, el a. coin­
ahogo de las instancias democráticas se le cide en gran medida con el partido, hasta casi
contrapone especularmente L teoría leninista sobreponérsele. En su interior, el estado
del partida y de la organización que consti­ mayor se distingue de los cuadros interme­
tuye el principio en el que se inspiran los par­ dio y de base en razón de su mayor conoci­
tidos comunistas adheridos a la tercera Inter­ miento teórico y capacidad política, por su
nacional. Para Lenin el a. es el instrum ento superior confiabilidad y habilidad organiza­
de demanda y de promoción de la acción de tiva. La jerarquía que se establece en el es una
APARATO 71

emanación orgánica de la democracia de par­ Iil TIPOLOGIA DI'. LOS APARATOS. EL EMPRESARIO DE LA
tido y de la dura selección a lo largo de la política y el funcionario. En el interior del
lucha. fenómeno de los a. la sociología clásica dis­
Gramsci retoma esta concepción, aceptan­ tingue dos tipos principales: la maquina poli-
do el prineip o de organización o el sistema tica, en sus diversas versiones, hasta llegar
que deriva de éste, aunque en el interior de a las figuras empresariales, según la fórmu­
un módulo en el cual varían, respecto del la weberiana, y los a. funcionariales de los
modelo bolchevique, las dimensiones y el peso partidos europeos, en prim er lugar de los par­
del elemento profesional, adaptado a la rea­ tidos obreros, a su vez distintos según los sub­
lidad de la guerra de posiciones que se com­ tipos socialdemócratu y comunista.
bate en Occidente. El partido gramsciano se Ambos tipos de a. están en manos de espe­
articula en tres estratos: en la base de la pirá­ cialistas y de profesionales, pero en el prim er
mide está la masa de los hombres comunes, caso se trata de "empresarios de la política",
disciplinados y fieles, militantes no profesio­ como el eleciion age ti t inglés o el boss nortea­
nales deseosos de organización y de directi­ mericano; en el otro de empleados pagados
vas por no estar dotados de capacidades crea­ de la organización. Ambos, aun presentando
tivas autónomas. En el vértice, los lideres fun­ características diferenciales bastante claras
cionan como instrumento cohesivo principal, en razón de las finalidades por las que histó­
disciplinando y centralizando fuerzas de otro ricamente se han constituido —la competen­
modo inertes y dispersas y haciéndolas poli­ cia electoral y el acaparam iento de empleos
ticamente eficaces, a fuerza de habilidad y de en un caso, la movilización de las masas con
carisma. Entre estos dos estratos actúa un fines revolucionarios en el otro—, acaban por
elemento medio que comunica la base y el vér­ desarrollar "funciones latentes" convergen­
tice, poniendo en movimiento al mecanismo tes, de integración social y política de las cla­
entero. Grupo dirigente y cuadro intermedio ses subalternas, de reducción del conflicto,
forman el a. en sentido amplio; el estrato de selección de la clase política nacional y
intermedio, la oficialidad subalterna, es el a. local y, sobre todo, como se ha visto, de auto-
en sentido estrecho, que funge como elemen­ rreproducción.
to disciplinador de la base, en contacto coti­ La “máquina ', en su típica versión estadu­
diano con ésta y con la clase, pero que impi­ nidense descrita por los iniciadores de la
de por otro lado a los líderes desviarse en las sociología del partido político, ve prevalecer
fases críticas de la lucha política. Reviste, ade­ en su interior, por lo menos hasta la antegue­
más, una función esencial en el funcionamien­ rra, la figura del boss, un empresario políti­
to fisiológico del partido, aunque no se ocul­ co, como lo define Max Weber en su célebre
te que es el estrato más expuesto a degenera­ cnsavo sobre La política como profesión, más
ciones patológicas, por cuanto es el elemen­ tarde retomado por todos los estudiosos del
to más consuetudinario y menos innovador, fenómeno del partido-a. La “máquina” es un
que puede estatuirse en grupo solidario organismo con base local predispuesto para
"emancipándose” de las funciones para las la conquista, el mantenimiento y la gestión
que ha sido delegado; que en suma puede del poder en la época de la política de masas.
burocratizarse. No por ello el a. alimenta El hoss es su animador y organizador, esa
necesariamente, por ley del hierro, una voca­ peculiar figura de prolesionista-empresario
ción burocrática y oligárquica: no se trata político que actúa en el mercado electoral,
pues, como hace Michels, de negar sus fun­ combinando los factores de la producción de
ciones en nombre de un igualitarismo lormal, poder, los votos, los recursos, las organiza­
pero si de hacer que sus miembros, directi­ ciones. Se considera como agente de compra­
vos y funcionarios, sean seleccionados demo­ venta dei voto, para lo que usa favores y pro­
cráticam ente y realicen una interacción con tección como mercancías de intercambio; pro­
la base, evitando que se cristalice en división porciona al candidato los votos que controla
social la división técnica del trabajo de la que mediante un sistema ramificado de relacio­
el a. es el producto. nes personales; proporciona los medios finan­
cieros con diversos métodos, hasta llegar a
los límites de la legalidad; mantiene el con­
72 APARATO

trol y el patronazgo de los empleos en su sec­ dos burgueses, está concebido y funciona en
tor y los distribuye en razón de la obra pres­ vistas a la lucha parlam entaria y a la movili­
tada para el partido o de compensaciones en zación cultural y electoral de las clases popu­
dinero, valiéndose del rico botin de preben­ lares, el a. comunista está dispuesto en fun­
das y de empleos públicos que el spuils system ción de la agitación del proletariado y de la
pone a disposición del candidato victorioso conquista del poder. Esto explica la mayor
en las elecciones. Aun siendo un político de rigidez y disciplina, el control férreo al que
profesión y desempeñando indiscutiblemen­ subordina las articulaciones parlamentarias
te funciones públicas en la sociedad estadu­ del partido, la relación autoritaria que man­
nidense. el boss no es un funcionario y rara­ tiene con la base, los mecanismos de coopta­
mente es un hombre público: actúa común­ ción que regulan sus formaciones y el recam­
mente tras bambalinas, no se le reconoce en bio. Allí donde el partido está en el poder, los
la organización, no está impulsado por nin­ apparamiki se convierten en su esqueleto a
gún ideal político, es indiferente al bien públi­ través de la ocupación de los papeles funda­
co. y únicamente está motivado por el poder mentales del sistema politico-udministrativo
y por la ganancia. y el control férreo de los cargos de gobierno
Una versión distinta de la "m áquina” es la de la economía y de la sociedad, hasta el pun­
inglesa. En Inglaterra, antes de 1868. la orga­ to de presentarse, según algunos autores,
nización de partido está compuesta en su como una nueva clase privilegiada.
mitad por una asociación de notables y en la El modelo del partido de fieles o del parti­
otra por profesionistas pagados y por empre­ do de combate delineado por Selznick o por
sarios políticos. Junto al líder de partido Duverger no parece hoy, sin embargo, descri­
actúa el whip, a quien le compete el mante­ bir adecuadamente la realidad actual de los
nimiento de la disciplina parlamentaria y que partidos comunistas de masa de la Europa
dispone del control de los empleos. A esta occidental. Si los a. de políticos de profesión
figura se le juntan, en la periferia, antes que continúan manteniendo una posición esencial
nada delegados que prestan gratuitamente su en la economía de la organización, su papel
accionar, y después el election agen! que aparece sin embargo en su fase de redefini­
desempeña funciones de organizador elec­ ción. Bien cierto es que la parte esencial de
toral. la gestión político-administrativa del partido
La democratización del sistema electoral esta en sus manos, pero en absoluto es una
conduce, después de esa fecha, al desarrollo coincidencia entre a. e instancias directivas,
del sistema del caucus. que se difundió a to­ en las que encuentran lugar numerosos cua­
dos los países desde Birmingham. El caucus dros no profesionales o semiprofesionales.
es un a. capilarm ente ramificado en la base, Por lo demás, aumentan, por un lado, el peso
con tareas de intervención sobre' los electores, de la base, y por el otro la autonomia y el
cuyo funcionamiento exige un número cons­ poder de veto de los grupos parlamentarios,
picuo de funcionarios de tiempo completo. de los adm inistradores locales, de los sindi­
Este organismo adquiere superioridad fácil­ calistas. de los miembros del "sistema exte­
mente frente a las organizaciones preceden­ rior" de las organizaciones de masa.
tes, determinando una rígida centralización En conclusión, parece realista observar que
del poder en manos del jefe de partido, como incluso en los partidos comunistas de masa
lo documenta ejemplarmente el caso de actúa un policentrismoque redimensiona ten-
Gladstone. dencialmente el poder autocrático de los a.,
Los a. de los partidos europeos de masa de y que éstos se encaminan a convertirse en
tipo continental se basan, como se ha visto, componentes importantes mas no prevale­
en la figura del funcionario, politico o técni­ cientes en los nuevos órdenes poliárquicos
co, pagado por la organización gracias a las hacia los que confluyen incluso las organiza­
cuotas aportadas por los adherentes. Al tipo ciones comunistas.
socialdemócrata se le contrapone el tipo
comunista, construido sobre el modelo del bibliografía: M. Djilas, La nueva clase (1957).
partido bolchevique. Mientras que el a. socia­ Buenos Aires Sudamericana: M. Duverger, Los
lista. y con mayor razón los a. de los parti­ partidos políticos (1955). México, Fondo de Cul­
APARTHEID 73

tura Económica, 1957: L. Faenza, Partito e appa- acceso a los derechos y al poder social y
rato, Bolonia, Cappdli, 1965: A. Gramsci, Notas político.
sobre Maquiavelo, sobre política y sobre el esta­
da moderno (1952), México, J. Pablos, 1975: V.I. n. raíces históricas dei. Ap a r t h e id . El a. se con­
Lenin, ¿Qué hacer? (1902), Madrid, Fundamen­ vierte en política oficial del gobierno sudafri­
tos, 1975; R. Michels, Los partidos políticos, Bue­ cano a partir de 1948, cuando accede al poder
nos Aires, Amorrortu, 1969, 2 vols.; R. Michels, el partido de los nacionalistas boer (afrika-
Los partidos políticos: un estudio sociológico de ner), el N'ationalist Party (np), guiado por
las tendencias oligárquicas de la democracia Matan, que se opone a las tendencias integra-
moderna (1912), Buenos Aires, Amorrortu, cionistas atribuidas al partido del prim er
1972*: M. Ostrogorski, La démocratie el Porga- m inistro Smuts.
nisation des partís potinques, París, Culman- Las raíces del a. están, sin embargo, en el
Levy, 1904; G. Ruth, La socialdemocrazia nellu desarrollo histórico de la sociedad sudafrica­
Gemianía impelíale, Bari, Laiciza, 1971: P. Selz- na. La llegada (1692) y la expansión europeas,
nick, Vie traverse: strategia e tattica del comu­ a p artir de la península del Cabo de Buena
nismo, Bolonia, Cappelli, 1954; J,L. Seurin, La Esperanza, significaron la casi total elimina­
structure inteme des partís politiquea américains, ción de las poblaciones autóctonas, mientras
París, Colín, 1953: M. Weber. El trabajo intelec­ que las poblaciones de agricultores bantú
tual como profesión (1921), Barcelona, Brugue- tuvieron que sufrir a continuación del gran
ra, 1983: M. Weber, Economía y sociedad (\922, trek (el éxodo de la colonia del Cabo hacia el
1964), a cargo de J. Winckelmann, México, Fon­ norueste, iniciado en 1837) la enajenación de
do de Cultura Económica, 1964, 2 vols.; M. las tierras tribales y toda una serie de restric­
Weber Escritos políticos, a cargo de J. Aricó, ciones que significaron el fin de la propia
México, Folios. 1982, 2 vols. autonomía.
La institución de la esclavitud, introduci­
[silvano belugni] da en Sudáfrica para subvenir a las crecien­
tes necesidades de fuerza de trabajo, fue uno
de los elementos fundamentales para deter­
m inar la creación de una estructura socioe­
apartheld conómica de clase basada en el color y en las
características raciales. Incluso los asiáticos,
i. tu. Apartheid como sistema soctAt. En lengua en gran parte inmigrados como fuerza de tra­
afrikaans, a. significa "separación" y en su bajo desde el subcontinente indio a partir de
acepción más común puede traducirse como mediados del siglo xix, aun no siendo escla­
"identidad separada" y designa la política ofi­ vos. sufrieron medidas discrim inatorias que
cial del gobierno sudafricano por lo que res­ limitaron sus derechos de ciudadanía, resi­
pecta a los derechos sociales y políticos y a dencia y movimiento.
las relaciones entre los diversos grupos racia­ En los orígenes del a. aparecen tanto los
les en el interior de la Unión. El a. no puede conceptos en los que se inspira la población
traducirse simplemente como "racism o” o afrikaner (que constituye las dos terceras par­
"discriminación racial”, sino que es un sis­ tes de la población blanca) como la necesidad
tem a social, económ ico y político- de apropiarse de los recursos económicos y
constitucional que se funda en principios teó­ en primis de controlar la fuerza de trabajo
ricos y en una legislación ad hoc. En el siste­ indígena. Los afrikaner se consideran una ver­
ma de a. la diferenciación corresponde a la dadera nación (volk) en la cual es fundamen­
deiinición de grupos raciales diversos y a su tal la doctrina de la desigualdad y separación
desarrollo separado, por lo que es lo opues­ entre las raz.as, predicada par la Iglesia Refor­
to de asimilación y de integración. En térm i­ mada Holandesa a la que pertenecen en *u
nos políticos, a. significa el mantenimiento de mayoría. El gran trek tuvo origen a causa de
la supremacía de una aristocracia blanca los fundamentales choques entre los afrika­
basada en una rígida jerarquía de castas ner y la administración inglesa, en particu­
raciales para la que existe una correlación lar acerca de la legislación que abolía la escla­
directa entre color de la piel y posibilidad de vitud y parecía dirigirse a favorecer una len-
74 APARTHEID

la integración de las franjas más evoluciona­ ción africana con el fin de que no se pusiera
das de la población de color. La expansión en peligro la supremacía blanca (baasskap).
hacia nuevas tierras, que no tuvo lugar sin Los africanos, más que nunca indispensables
guerras y duras represiones, llevó a la crea­ para la expansión económica, y a pesar de la
ción de Ñata) (que será anexado a la Colunia constitución de la Unión Sudafricana (1910),
del Cabo en 1845) y en 1852 y 1854 de dos continúan siendo tratados como súbditos
repúblicas independientes, la South Afrikan coloniales y con derechos limitados.
Republic (Transvaal) y el Orange Free State. El sistema de los "buntu homeland”, llama­
En las repúblicas boers se adoptó una políti­ do comúnmente "bantustan”, o bien de
ca racial rígida: el principio guía fundamen­ "reservas", fue congelado definitivamente por
tal era que en las relaciones entre europeos una ley de 1913 (Native Land Act) que prohi­
y africanos (designados con el término de bía a los africanos com prar tierras e inmue­
"nativos” o "bantúes”), no podía haber igual­ bles en el territorio reservado a los blancos.
dad ni en el estado ni en la iglesia. La posi­ Los bantustan constituían sólo el 7% del terri­
ción de los grupos raciales no blancos esta­ torio nacional, porcentaje elevado al 13.7%
ba gobernada por la estructura base de la eco­ en 1936; las reservas reales de mano de obra
nomía de las repúblicas: la posesión de la tie­ para las zonas mineras e industriales, sobre-
rra, pilar del derecho de ciudadanía, estaba pobladas y subdesarrolladas, serán transfor­
reservada a los blancos; los africanos eran madas más larde, bajo el gobierno de Ver-
considerados extranjeros y tolerados sólo woerd, en ocho "homelands" (territorios
como fuerza de trabajo subordinada. Los gru­ nacionales).
pos tribales autóctonos fueron así privados
de las tierras propias y reducidos a la servi­ ni. raíces teóricas DEi APARTHEID. El a. se desa­
dumbre. rrolla según dos direcciones: la legislación de
En definitiva, las etapas fundamentales de discriminación racial que perfecciona, a par­
la formación del nacionalismo boer, en con­ tir de 1948, y sistematiza una situación pree­
traposición relativa con la actitud de la pobla­ xistente y se organiza en una verdadera inge­
ción blanca de ascendencia inglesa, han sido niería institucional y en una planificación
determ inadas por la lucha por controlar la autoritaria tanto de los comportamientos
tierra y la fuerza de trabajo: desde la destruc­ como de los establecimientos y del desarro­
ción y servidumbre de los hotentotes del Cabo llo territorial y político separado (sistema de
hasta las diferencias con las autoridades los "homeland").
inglesas acerca del tratamiento de los siervos La discriminación, asi como la segregación,
y las guerras con las poblaciones xhosa, zulú se habían practicado desde el siglo xvn. Con
y sotho por la posesión de las tierras más pro­ la Constitución de la Unión de Sudáfricu, la
ductivas y hasta la alianza entre extremistas South Africa Act (31 de mayo de 1910), se afir­
nacionalistas boers y sindicalpopulistas para maba que sólo la población de ascendencia
elim inar la competencia de los trabajadores europea podía ser elegida y elegir miembros
africanos en el mercado de trabajo durante del Parlamento.
la gran depresión de los años treinta, alianza El principio de la segregación iba más lejos
que fue el origen del partido nacionalista que que las instituciones holentotas deseadas por
en 194S alcanza el monopolio del gobierno. el doctor Philips, misionero de la Londun Mis-
El descubrimiento y la explotación de impo­ sionary Societv en 1819. La segregación se
nentes riquezas mineras (diamantes y oro), el entendía aquí en el sentido cristiano de la
paso también de una economía prevalecien­ necesidad de proteger a los autóctonos de la
temente agrícola a una economía minera e influencia de los blancos, y de aquí nace en
industrial, la rápida expansión de las zonas la Colonia del Cabo la política de las reser­
urbanas con la emigración de fuerza de tra ­ vas. Con la creación de la Unión, basada en
bajo. la aceleración del proceso de destriba- el principio del mantenimiento de la supre­
lización y de proletarización estuvieron acom macía blanca, la política de las reservas cam­
panados de hecho por un cambio rápido y fun­ bia de significado y se vuelve sobre todo un
damental de la estructura social del país y a medio para institucionalizar la separación
la vez de un control continuo sobre la pobla­ entre las razas y para asegurar el control eco­
APARTHEID 75

nómico y social de los obreros negros, obli­ diversos grupos étnicos, y estas zunas debe­
gados a simplemente sobrevivir hasta que la rían desarrollarse como unidades socioeco­
economía blanca tiene necesidad de ellos. nómicas distintas y separadas.
La clase dirigente sudafricana se divide Bajo el gobierno de Vervvoerd los "hantus-
grussu mudo entre los sostenedores de la tan" definidos como “homelands”, junto a sus
segregación total territorial y política y aque­ funciones económicas de reserva y más ta r­
llos que. sobre todo a partir de los años trein­ de de descarga de mano de obra, adquirieron
ta con la industrialización del pais, sostienen la función política de coartada para la priva­
que el a. con el mantenimiento del bantustan ción, impuesta a los africanos divididos en
no puede sostener la reproducción de la mano "naciones", de todos los derechos políticos y
de obra, porque las industrias requieren obre­ civiles en la zona reservada a los blancos, o
ros de un mayor nivel de calificación, por lo sea en el 87% del pais, zona en la que se
que entonces era necesario actuar en favor de encuentran todas las riquezas naturales, las
una liberalización, aunque fuera parcial, del minas, las industrias, los lugares de trabajo,
sistema. las ciudades. Los "bantu” están obligados a
ser ciudadanos de sus propios “homeland”,
iv. LAPOLITICADEl. APARTHEID. Después de 1948 la lugares solos donde gozan de derechos poli-
situación de subordinación jurídica y social ticos y donde pueden desarrollar, según el
de los no blancos se institucionalizó definiti­ gobierno, sus propias tradiciones culturales
vamente: fueron abolidos derechos civiles y tribales. En los años setenta esta política fue
políticos que todavía existían en la provincia perfeccionada: los "homeland" adquirieron
del Cabo: se codifica la barrera racial, hasta el derecho de acceder a la independencia. Así
entonces definida más que por las leyes por se vuelven "independientes” el Transkei en
las costumbres y que admitía excepciones; se 1976, Bophuta-Tsvvana en 1977 y más tarde
introduce la clasificación de toda la población Venda. Las independencias de territorios pau­
según su grupo racial, inscrito en el documen­ pérrimos. parcelizados en entidades territo­
to de identidad; se prohihen los matrimonios riales divididas (Bophuta-Tsvvana esta com­
o las uniones mixtas; se introduce la segre­ puesto por 19 fragmentos dispersos en tres
gación en las oficinas públicas, en los medios de las cuatro provincias sudafricanas), no tie­
de transporte, etc.; se asignan a cada grupo nen otro significado que el perfeccionamien­
étnico barrios habitacionales o guetos (group to del diseño de enajenación total de los afri­
ureas) en la ciudad. El a., al consolidarse como canos de la Sudáfrica blanca, manteniéndo­
sistema, se reformula también como ideolo­ los como fuerza de trabajo totalmente depen­
gía al rechazar las antiguas identificaciones diente. Los africanos obligados a tomar la ciu­
inspiradas por el concepto de "desigualdad", dadanía de los "homeland" según la etnia de
para definirse como un sistema de "desarro­ pertenencia, con base en criterios de difícil
llo separado" inserto en el concepto de ' dife­ aplicación dado el nivel y la profundidad de
rencia" y acuña el eslogan "separados pero la destribalización de una sociedad como la
iguales”. La supremacía blanca quiere con sudafricana ya profundamente industrializa­
este nuevo vestido ideológico volverse acep­ da. son así desnacionalizados, se v uelven ciu­
table sobre la base de una compleja teoría for­ dadanos extranjeros, privados definitivamen­
mulada por el South African Bureau for te de todo derecho (por ejemplo, de residen­
Racial Affairs (sabra) y de las recomendacio­ cia, servicios sociales, escuelas).
nes expresas de 1a Tomlinson Commission. El La comunidad internacional ha condenado
a. se estructuraría así sobre las relaciones de el intento de romper la unidad territorial de
hecho existentes entre los diversos grupos Sudáfrica y de privar a sus ciudadanos, la
raciales de la Unión —caracterizada por inte­ mayoría, de todo derecho. Tanto las Nacio­
gración geográfica y sobre todo económica, nes Unidas como la Organización de la Uni­
por la diversidad de estabilidad numérica dad Africana han votado resoluciones de con­
entre los diversos grupos étnicos, por las dile- dena, y todos los estados miembros han
rencias raciales, de cultura, de civilización. rechazado cualquier reconocimiento de los
La diferencia presupondría la existencia de presuntos nuevos estados.
zonas separadas a las que están ligados los
76 APATIA

V EVOLUCION DF. LA LEGISLACIÓN DEL APARTHEID. A Nuova Italia, 1979; M. Legassick, Legislation,
partir de 1974, a la busca de un apoyo inter­ ideology and economy in post-1948 South Africa.
nacional, siempre rechazado a causa de la ins­ en Journal of Southern A frican Studics, 1, 1974;
titucionalización, caso único, de la discrimi­ L. Jvuper, Race, classand power, Londres, Duck-
nación racial que priva a la mayoría de los vvorth, 1974; R. Lefort, Suda frica: historia de una
más elementales derechos políticos y socia­ crisis (1977), México, Siglo XXI, 1978; NJ . Rhuo-
les, el gobierno sudafricano ha intentado bus­ die y H.J. Venter. Apartheid: a socio-economic
car nuevas fórmulas que permitan al régimen exposition of the origin and development of the
borrar la imagen de una dictadura de la raza apartheid idea, Amsterdam, De Bussv, 1960; P.L.
blanca sobre las otras. Los proyectos, sin van den Berghe, South Africa: a study in cunflict,
embargo, se inscriben todos en la tradición Berkeley, University of California Press, 1967;
del "desarrollo separado". Un proyecto de M. Wilson y L. Thompson (coords.), Oxford his-
reforma constitucional surgió en el transcur­ tory of South Africa. Londres, Oxford University
so de 1977, pero aún no ha sido discutido. En Press. 1969-1971.
él se afirma que los africanos pueden ejercer
los propios derechos legislativos y la propia [ASNA MARIA GENTILl]
autonomía administrativa en el ámbito de los
“homeland”: en el restante 87% del país no
son más que “trabajadores huéspedes"; la
gente de color y los asiáticos que no puedan apatía
tener un “homeland" porque no tienen terri­
torio tribal propio obtendrán cierta partici­ El término a. indica un estado de indiferen­
pación en el gobierno de los asuntos comu­ cia, extrañamiento, pasividad y falta de inte­
nes. La elaboración de este nuevo modelo rés respecto de los fenómenos políticos. Es
constitucional extrem adam ente complejo un comportamiento frecuentemente dictado
requiere la revisión y la modernización de por el sentimiento de enajenación (v.). Las ins­
todo el aparato de planificación del a. El man­ tituciones políticas y las otras manifestacio­
tenimiento de las instituciones racialmente nes de la vida política ocupun en el horizonte
separadas, la desnacionalización de los afri­ psicológico del apático una posición muy peri­
canos, la transferencia del poder del parla­ férica. No es nunca protagonista activo de los
mento al ejecutivo con la consiguiente reduc­ sucesos políticos sino que los sigue como un
ción del papel de la oposición, no dan a entre­ espectador pasivo y, más frecuentemente, los
ver ninguna posibilidad real que pueda con­ ignora del todo. La a. política es compañera
siderarse una solución gradualista y pacífi­ de lo que podría llamarse una baja receptivi­
ca que ponga fin a la discriminación y al dad respecto de los estímulos políticos de
conflicto interracial, que ha estallado con cualquier tipo, y —frecuentemente, pero no
mayor violencia a partir de las revueltas de siempre— de un nivel de información sobre
los guetos en 1976. los fenómenos políticos sumamente bajo.
La protesta de los estudiantes y de los obre­ Las investigaciones sobre el comportamien­
ros africanos no ha tenido otra respuesta que to político demostraron que el fenómeno es
la más dura e intransigente represión, que ha muy difundido incluso en las modernas socie­
golpeado incluso a organizaciones modera­ dades industriales de tipo avanzado, aunque
das, mientras que las reformas legislativas y e caracterizan por los altos niveles de ins­
los proyectos de reestructuración constitucio­ trucción y por la difusión capilar de las comu­
nal indican no un aflojamiento del a. sino su nicaciones de masa. El fenómeno se presen­
modernización en el sentido de puesta en acto ta tanto en regímenes de tipo democrático
de un mecanismo más de acuerdo con las exi­ como en los sistemas autoritarios y totalita­
gencias de la economía y de la sociedad con­ rios, y esto a pesar de la existencia de meca­
temporáneas, siempre en la línea del mante­ nismos competitivos que, directa o indirec­
nimiento de la supremacía blanca. tamente, estimulan la participación del públi­
co en los prim eros y la existencia de meca­
BIBLIOGRAFIA- R. First, Rcgitüi culuniuli dcll'Afri- nismos de movilización y de encuadramien-
ca australe, en Storía de/l’Africa. Florencia. La to de las masas desde arriba en los segundos.
A P P E A S E M E N T -A P R IS M C 77

Todo hace pensar que los porcentajes de a. nable porque representa una aquiescencia a
son mayores en las sociedades tradicionales una política imperialista. En efecto, el com­
ahora encaminadas a la modernización: cier­ promiso como táctica diplomática tiene sen­
tamente era así en los sistemas autocráticos tido sólo entre adversarios que aceptan la dis­
del pasado antes de la introducción de gran­ tribución de poder existente; de otra manera
des estratos del público en la vida política. favorece a una potencia imperialista. Una
Los factores vinculados a la a. son múlti­ política de a. de una parte presupone una polí­
ples: junto a ciertas propiedades estructura­ tica im perialista de la otra.
les del sistema político (visibilidad, acceso, La acusación de a. se dirigió recientemen­
etc.) se deben considerar ciertas caracterís­ te a los gobiernos de las grandes potencias en
ticas de la cultura política, la presencia o la el periodo de la guerra fría. Cualquier con­
ausencia de rasgos culturales o subcultura­ cesión para llegar a un acuerdo durante las
les que premian o desaniman el interés por negociaciones diplomáticas puede, efectiva­
los fenómenos políticos. Otros factores de mente, considerarse negativamente y clasifi­
orden sociológico y psicológico —que sin carse como a. por parte de la oposición guber­
embargo parecen variar bastante de sistema nativa interna, por aliados descontentos o por
a sistema— parecen igualmente relevantes. los mismos adversarios.
En un sistema político caracterizado por Contraria a la de a. es la política de conten­
una difundida a. los márgenes de maniobra ción, es decir la resistencia sin compromisos
de las élites son muy superiores. Sin em bar­ frente a una política imperialista, dispuesta
go, debe recordarse que justam ente esta a hacer compromisos sólo en dirección del
difundida indiferencia representa un obstá­ statu quo.
culo muy serio cuando el alcance de metas
socioeconómicas presupone el compromiso y BIBLIOGRAFIA: H. Morgenlhau, Politics among
la motivación de amplios estratos de la pobla­ nations, Nueva York, Knopí. 1968; A.L. Rowse,
ción. Desde el punto de vista de la dinámica Appeasement: a study in political decline, Nue­
interna del sistema y del equilibrio de las va York, Norton, 1961; A.J.P. Taylor, La guerra
fuerzas políticas, debe notarse, finalmente, planeada (1961), Barcelona. Nauta, 1969.
que la existencia de grandes estratos de apá­
ticos constituye una reserva no despreciable [FLLVIO ATTINA]
de potenciales participantes que las élites,
tanto del gobierno como de la oposición, pue­
den esforzarse por atraer y movilizar, en la
tentativa de reforzar cada uno su posición o aprismo
de invertir la relación de fuerzas existentes.
i consideraciones generales. El término desig­
[CIACOMO SANI] na a una corriente política de vasta resonan­
cia continental surgida del proceso de radi­
cal ización de las capas medias que caracte­
appeasement rizó la vida política de America Latina en los
años veinte. Representa la expresión más
Término difícil de traducir en español; pGdna avanzada e ideológicamente coherente de esas
utilizarse la palabra aquiescencia; una aquies­ formaciones políticas radicales o “progresis­
cencia que implica también algunas concesio­ tas", que ya desde fines del siglo pasado evi­
nes a los objetivos de un antagonista. Un denciaban la presencia de un lento pero inin­
ejemplo de a. indicado por muchos estudio­ terrum pido proceso de fracturación del blo­
sos es el acuerdo, en la Conferencia de que oligárquico sobre el que se sustentó la
Munich de 1938, en base al cual Chamberlain contruccion de las formaciones estatales, y el
y Daladier aceptaron la ocupación de una par­ desplazamiento de la izquierda burguesa
te de Checoslovaquia por parte de la Alema­ hacia la conquista de un espacio político y cul­
nia nazi, a cambio de una simple promesa de tural propio, de un nuevo bloque de poder que
paz por parte de Hitler. hacia residir en la incorporación de las masas
Según .Morgenthau. el a. es siempre conde­ populares a la vida política nacional las bases
78 A PR ISM O

de su legitimación. En tal sentido puede afir­ go, debe recordarse que por lo menos duran­
marse que sólo a partir de la experiencia del te los años treinta, que fueron precisamente
apra los partidos políticos populares o radi­ los de la constitución más acabada de las for­
cales (v. radicali mo latinoamericano) pree­ mulaciones teóricas del apra y de la publica­
xistentes o constituidos luego de ella alcan­ ción de la obra fundamental de Haya de la
zaron una importancia continental basada en Torre, El antimpetialismo y el APRA (1936).
gran parte en la capacidad del apra y de su el a. pretendió ser una auténtica recreación
fundador, el peruano Víctor Raúl Haya de la histórica de marxismo en condiciones diver­
Torre, de ofrecer a partidos hasta ese enton­ sas de las europeas.
ces carentes de un cuerpo de doctrina más o Mediante una propuesta ideológica y polí­
menos coherente una inteligente elaboración tica hábilmente construida y seriamente fun­
teórica alternativa al capitalismo y al socia­ dada, el apra lograba ofrecer al conjunto de
lismo. La influencia decisiva del pensamien­ formaciones radicales y progresistas latinoa­
to del apra —que no obstante sus ambiciones mericanas una ideología que, a la vez que rei­
de expansión continental sólo en el Perú logro vindicaba la autonomía integral del subcon­
constituirse como un partido político de pro­ tinente y de sus naciones, asignaba a las capas
fundas raíces nacionales— sobre el pensa­ medias un papel excepcionalmente dinámico,
miento político y social y sobre las organiza­ y por tanto, una función de liderazgo en el blo­
ciones de las clases medias latinoamericanas que de fuerzas populares que propugnaba
se debe al hecho de que ofrecía un camino construir. La alianza interclasista así logra­
propio al dilema que la crisis económica y da tendría la virtud de sustituir el papel de
moral del capitalismo, y las condiciones esas dos clases sociales fundamentales cuya
excepcionales en que se desarrollaba ¡a expe­ fuerza propia fundaba en Europa la posibili­
riencia del octubre ruso, planteaba al mun­ dad de la alternativa capitalista o socialista.
do lacerado de la primera posguerra. Eludien­ La debilidad estructural del proletariado lati­
do los costos económicos, sociales y políticos noamericano, que convertía en una utopia
comprometidos por ambas opciones, el inútil y peligrosa a las tentativas comunistas
apra intentaba m ostrar en qué condiciones de formar partidos de "clase", era suplida por
era posible instalar en América Latina una la conformación de un nuevo sujeto revolu­
democracia social avanzada, en una perspec­ cionario capaz de arra strar tras de sí a todas
tiva de transformaciones socialistas futuras. las clases populares en la lucha contra el capi­
El pensamiento del a pra , que pretendía fun­ tal extranjero y por la nacionalización de la
dar su propia razón de ser en el reconocimien­ tierra y de la gran industria. A su vez, sólo
to de Latinoamérica como un "espacio- una fuerza de tal magnitud podría estar en
tiempo” diferenciado con sus propias leyes condiciones de alcanzar esa unidad política
generales de transformación —y que por lo y social del continente, convertida por el apra
mismo se calificaba a sí mismo como "indou- en el supuesto inderogable de una efectiva
mericíino" para m arcar su distanciamiento liberación nacional de cada una de las repú­
del paradigma ’eurocéntrico’’—, destacaba la blicas americanas.
singularidad de América Latina y de su desa­
rrollo histórico propio, de ninguna manera ti. orígenes df.l apra A diferencia de otras for­
aproximable al de los países europeos. De tal maciones políticas características del radica­
modo, a la vez que mostraba la imposibilidad lismo latinoamericano, el apra tiene como
de alcanzar un desarrollo independiente de origen puntual el movimiento de la reform..
las economías latinoamericanas a través de univer it. ri i (v.) que sacudió al continente
la profundización de las formas capitalistas desde 1918 ha^ta mediados los anos veinte
típicas, rechazaba la alternativa propuesta cuando lo que comenzó siendo una transfor­
por el marxismo "europeizante” de los par­ mación educativa se postuló como una nue­
tidos comunistas de la región par su congé- va agregación política con proyectos de trans­
nita incapacidad de adm itir formas diversas formaciones políticas y sociales. Cuando en
de la evolución de las sociedades que no fue­ 1919 los estudiantes peruanos iniciaron en
ran las esquemáticamente establecidas por la Lima un movimiento con exigencias simila­
Comintern para otras realidades. Sin em bar­ res a las de la Universidad de Córdoba encon­
APRISMO 7<i

traron en el gobierno de Augusto Leguia un ca. Aun aplastada, la jornada del 23 de mayo
eco favorable. LLegadoal poder en 1919 a tra­ reveló, como afirma Mariátegui, “el alcance
vés de unas elecciones aseguradas por el ejér­ social e ideológico del acercamiento de la van­
cito contra el frente conservador reagrupa­ guardia estudiantil a las clases trabajadoras.
do en torno al Partido Civilista, Leguia favo­ En esa fecha tuvo su bautizo histórico la nue­
reció el movimiento estudiantil con el propó­ va generación”.
sito de apoyarse en él para destruir el poder Expulsado del Perú, Haya de la Torre via­
de un mundo académico favorable al Parti­ ja a México invitado oficialmente por el
do Civilista. La Federación de Estudiantes del gobierno de ese país y el 7 de mayo de 1924
Perú, de la que Haya de la Torre se había con­ funda allí la Alianza Popular Revolucionaria
vertido en su dirigente máximo, obtuvo con Americana (o apra ), como una organización
el apoyo de Leguia la modificación de los esta­ de extensión continental que se proponía reu
tutos de las instituciones de enseñanza y la nir en un único bloque el conjunto de fuer­
consagración de las dos exigencias fundamen­ zas que. desde 1918 en adelante, habían lucha­
tales de la Reforma Universitaria: la docen­ do por la reforma universitaria y por la exten­
cia libre y la participación de los estudiantes sión de sus postulados a los demás sectores
en la gestión de la universidad. En 1920, y populares. La plataforma política del apk.a
como prolongación hacia la sociedad del estaba inspirada en un ideal "am ericanista"
movimiento reformista, se forma en Lima la bastante genérico que Haya sintetizó en cin­
Universidad Popular González Prada con la co puntos para una acción común en el nivel
finalidad de im partir cultura general y espe- continental: 1] acción contra el imperialismo
cialización a la clase obrera. Siguiendo el yanqui; 2] por la unidad política de la Amét i-
ejemplo de instituciones similares surgidas ca Latina; 3] por la nacionalización de tierras
de la iniciativa de los socialistas en Argenti­ e industrias; 4] por la internacionalización del
na, la creación de la Universidad Popular en Canal de Panamá; 5] por la solidaridad con
Lima, y de una institución semejante en La todos los pueblos velases oprimidas del mun­
Habana, mostraba la tendencia del movimien­ do. Para llevar a cabo esta plataforma era
to estudiantil a buscar el encuentro con el necesario constituir un amplio movimiento
mundo de las clases subalternas movilizadas —y no un partido— de carácter antimperia-
por las secuelas económicas derivadas de la lista, un verdadero "frente único internacio­
guerra. El desplazamiento de Leguia hacia nal de trabajadores manuales e intelectuales,
una alianza cada vez más estrecha con los con un programa de acción política”. La fase
estratos conservadores de la sociedad perua­ inicial del apra coincidía con el momento de
na y con el imperialismo norteamericano y el expansión del movimiento revolucionario chi­
abandono de las formas liberales por un auto­ no y con la estrategia más flexible inaugura­
ritarism o represivo condujo a una ruptura da por el V Congreso de la Internacional
con ese bloque de fuerzas populares que hege- Comunista con respecto a la burguesía nacio­
monizado por el movimiento estudiantil esta­ nal (i'.), lo cual conducía directam ente a esti­
ba en proceso de gestación. En 1923, la deci­ mular a los movimientos políticos interclasis-
sión del presidente Leguia de consagrar el tas. Si en China la Internacional favorecía la
país al “Sagrado Corazón de Jesús” motiva alianza de los comunistas con el Kuomintang,
un fuerte pronunciamiento estudiantil que un movimiento que se proponía repetir la mis­
con el apoyo de buena parte de los trabaja­ ma experiencia del Kuomintang en América
dores urbanos realiza el 23 de mayo de 1923 Latina debía ser considerado con simpatía. Es
una manifestación callejera duramente aplas­ por eso por lo que en un comienzo los comu­
tada por el gobierno. Todo terminó con la nistas se aproximaron a Haya de la Torre
muerte de dos manifestantes, muchos heridos atraídos por el hecho de que. desde el punto
y gran cantidad de detenidos. Haya de la de vista ideológico, el apra se presentaba
Torre fue expulsado del país, iniciando asi un como la "interpretación marxista de Améri­
periplo latinoamericano y europeo que lo pon­ ca Latina", y además porque desde el punto
dría en contacto con la revolución mexicana, de vista estratégico y político aparecía como
los países capitalistas europeos y la experien­ una proyección exacta de la orientación dada
cia del laborismo inglés, y la Unión So\iéti- por la Internacional a los partidos comunis-
.so APRISMO

tas de los países dependientes y coloniales. lograda tan rápidamente entre las capas
Sin embargo, el acuerdo del a p r a con los medias, el a. se lanzará a la conquista del
comunistas ya en 1927 había prácticamente movimiento obrero, del que acabará final­
desaparecido. Después de una visita a la mente por desalojar a los comunistas ya en
Unión Soviética en 1925, Haya de la Torre se los primeros años de la década de los treinta.
trasladó a Europa. En 1927 participó en el I
Congreso Antimperialista de Bruselas donde ni. la doctrina aprista . Es por esos años cuan­
se produjo el prim er enfrentamiento, y lue­ do Haya de la Torre completa la formulación
go la ruptura, entre apristas y comunistas. En de su doctrina concebida por su fundador
1928, regresado a México, decidió fundar el como una adaptación de las enseñanzas de
Partido Nacionalista Libertador como sección Marx a las condiciones particulares de Amé­
peruana del a p r a . Esta decisión unilateral de rica Latina y del Perú. En 1936 publica su
Haya de la Torre, que en el fondo violaba los obra fundamental, El untimperialismo y el
principios "frentistas" sobre los que se basó apra. elaborada desde años antes al calor de
su proyecto inicial, determinó la agudización su disputa con los comunistas. A partir de la
de los conflictos que oponían a comunistas aceptación del esquema tan caro al marxis­
y apristas, y a los distintos grupos naciona­ mo de la II y III Internacional de la imposibi­
les de estos últimos entre si. Mariátegui, que lidad de saltos y reordenamientos en las eta­
hasta ese momento y a diferencia de los comu­ pas históricas, Haya de la Torre trata de ima­
nistas latinoamericanos había colaborado con ginar en qué condiciones diferenciadas de
el a p r a compartiendo gran parte de sus obje­ Europa puede darse en el Perú ese desarrollo
tivos, rechazó la transformación del movi­ y agotamiento del capitalismo sin el cual no
miento en partido y apresuró el reagrupa- podría nunca alcanzarse una restructuración
miento de los socialistas en un partido polí­ socialista de la sociedad. La imposibilidad de
tico propio fundado ese mismo año en Lima repetir el camino europeo derivaba del hecho
con el nombre de Partido Socialista del Perú. de que si bien para aquélla el imperialismo
Desde 1928 hasta 1931, y bajo el liderazgo era su etapa final de desarrollo, para América
de Mariátegui, se asiste a una reorganización Latina, en cambio, el capitalismo sólo podía
del movimiento político y sindical con el naci­ ser un producto de la expansión imperialista.
miento de la Confederación General de Tra­ El imperialismo tenía así la particularidad
bajadores, que desplaza la influencia anarco­ especifica de iniciar a nuestros pueblos en la
sindicalista hasta ese momento predominante era capitalista, y por lo tanto, no podía ser
en el interior del movimiento obrero, y luego considerado como un fenómeno meramente
de la muerte de Mariátegui —acaecida el 16 negativo. Es verdad que provocaba la depen­
de abril de 1930— la transform ación no dencia nacional y la subordinación a los cen­
deseada por éste del partido socialista en tros internacionales, pero en la medida que
comunista. Al mismo tiempo, los partidarios aportaba los capitales y una tecnología moder­
de Haya se reagrupaban, y cuando en 1930 un na pudia ser utilizado en función de un pro­
golpe de estado depone al dictador Leguía y yecto de transformación modelado en térm i­
abre un corto periodo de libertades políticas, nos de un capitalismo de estado. En la medida
forman en el Perú el Partido Aprista Perua­ que el imperialismo oprimía a un conjunto de
no (pap), que extiende rápidam en te su clases de las que las clases medias eran las
influencia entre los sectores juveniles de las más perjudicadas, esta opresión de carácter
capas medias protagonistas del movimiento nacional permitía la formación de un bloque
de la Reforma. sólido de poder capaz de otorgar a un estado
Tanto por su programa como por su orga­ antimperialista la suficiente fuerza como para
nización, la extensión molecular a toda la obligar al capital extranjero a someterse al
sociedad civil de sus instituciones, la discipli­ control estatal. Pero en las condiciones de
na interna, el número de sus militantes, sus fragmentación económica, social y política
símbolos partidarios, el pap habrá de ser por de Indoamérica —según el calificativo privi­
mucho tiempo el único partido de masa en el legiado por Haya—, un estado antimperialista
Perú, capaz de actuar en niveles nacionales, sólo podría sostenerse y avanzar si lograba
locales y de barrio. A partir de la hegemonía concitar el apoyo económico y político de los
APRISMO 81

pueblos latinoamer icanos. Para esto era preci­ ducción y de la distribución de la riqueza por
sa una acción ct ruinen tal que no sólo derrota­ parte del estado antim perialista, la naciona­
ra al imperialismo sino también a sus bases lización progresiva de los sectores económi­
de sustenlaciói en las sociedades nacionales cos fundamentales y el condicionamiento a
constituidas por las economías feudales o se- las necesidades del desarrollo nacional de las
mifeudales. Tal como afirmaban los comunis­ inversiones extranjeras. Preocupado por
tas, en las condiciones particulares de América encontrar un fundamento filosófico general
Latina el imperialismo sólo podría ser derro­ para estas propuestas estratégicas, Haya creó
tado a través de la formación de un frente una teoría propia, a la que llamó del "espacio-
único de trabajadores manuales e intelectua­ tiempo histórico", en la que intentó trasladar
les que representaban a las clases oprimidas al plano de la sociedad los principios de la
de la población: pequeños comerciantes e in­ relatividad establecidos por Einstein. Según
dustriales, profesionales e intelectuales, pro­ esta teoría, el espacio histórico es la escena
letariado urbano y rural y campesinado. Has­ sobre la cual se desenvuelve la vida de los pue­
ta aquí, Haya de la Torre se sigue moviendo blos, mientras que el tiempo histórico repre­
en el interior de las elaboraciones estratégicas senta el estadio de desarrollo económico, polí­
de la Comintern. Lo que lo diferencia y lo tico y cultural como resulta determinado por
aparta violentamente es su negativa a conce­ las formas de producción y por el desarrollo
der al proletariado una función de dirección social. El capitalismo puede así asum ir una
en este proceso. Ni por su antigüedad ni por función diferente según sea el espacio histó­
su experiencia ni por su densidad y extensión rico en el que esté involucrado; la historia se
numérica ni por su situación objetiva el prole­ evidencia no como un proceso único, sino
tariado latinoamericano está en condiciones, como una diversidad de procesos, aunque en
según Haya de la Torre, de alcanzar esa clara última instancia con una direccional única.
conciencia de clase requerida por los objeti­ Con lo cual Haya de la Torre concluía por rea­
vos de transformación. En cuanto al campesi­ firm ar ese mismo paradigma eurocéntrico de
nado, no tiene en modo alguno la preparación la ortodoxia marxista cuyo aparente recha­
suficiente para gobernar. Sólo una alianza de zo motivó la búsqueda de una formulación
estos sectores con las capas medias, que son doctrinaria autónoma. Su doctrina quedaba
las más profundamente antim perialistas, en reducida, así, a la cxpl¡citación de las pro­
la medida en que el imperialismo las coloca puestas diferenciadas que en las condiciones
ante la disyuntiva de ser aplastadas, sienten particulares del Perú y de toda América Lati­
plenamente la opresión nacional, son más nu­ na perm itía a esa dirección única imponerse
merosas que el proletariado y no eran igno­ en definitiva.
rantes como el campesinado, podía asegurar
las condiciones necesarias para el triunfo del i v e l p r o g r a m a político d l l aprism o . Mantenien­
nuevo bloque de poder y la instauración del do los cinco puntos de su propuesta inicial,
estado antimperialista. En última instancia, y el p a p fijó en 1931 un program a mínimo con
sin plena conciencia de ello, Haya de la Torre vistas a las elecciones presidenciales de ese
venía a reflotar esa idea tan cara a los movi­ mismo año. En dicho program a se planteaba
mientos democráticos y radicales de un proce­ un conjunto de reformas estructurales y polí­
so de transformación cuya guía corresponde ticas que, aunque avanzadas, significaban de
indiscutiblemente a la clase de los cultos. hecho un paso atrás respecto de las anterio­
El logro de la independencia económica era, res posiciones ideológicas, en particular
por tanto, para Haya de la Torre, la prim era sobre el tema del antimperialismo. Las espe­
y fundamental etapa a recorrer por los pue­ ranzas todavía mantenidas en 1929 de una
blos indoamericanos. Pero este objetivo no extensión continental del movimiento cedían
requería, como pregonaban los comunistas, su lugar a una perspectiva más nacional basa­
de la abolición del sistema capitalista, por da ya no en la destrucción del imperialismo,
cuanto éste como tal no existía todavía entre sino en su control y contención, y en la moder­
nosotros, sino con la creación en el propio nización del sistema económico y social.
inteiior del capitalismo de un capitalismo Las elecciones dieron la victoria al coman­
independiente basado en el control de la pro­ dante Sánchez Cerro, adversario de Haya y
a2 APR1SMO

candidato de una conjunción de fuerzas de do por la fraseología revolucionaria del a ¡ r a


corte nacionalista, pero e l a p r a desconoció reaccione en 1962 anulando las elecciones
los resultados electorales por considerarlos presidenciales que habían arrojado una dudo­
fraudulentos. Al resistir violentamente al nue­ sa victoria de Haya de la Torre. Las nuevas
vo gobierno, el a p r a es colocada fuera de la elecciones dieron el triunfo al reformista
ley después de una cruenta rebelión militar Belaúnde, apoyado por la democracia cristia­
Desde 1932 y hasta 1945, excepto un breve na y los comunistas. La prolongada involu­
intervalo, los apristas encabezaron una serie ción del a p r a . comenzada desde treinta años
de frustrados levantamientos armados, a la antes, concluía con la alianza parlam entaria
vez que desplegaron una audaz e intermiten­ con el mismo general Odría que en la década
te actividad clandestina que les permitió del treinta se había caracterizado por la dure­
alcanzar una indiscutida hegemonía entre las za con la que la persiguió, con la finalidad de
capas medias y desplazar a los comunistas de bloquear el programa moderadamente refor­
las organizaciones obreras: en prim er lugar, mista de Belaúnde Terry. Es también por esos
de los sindicatos rurales del norte, que des­ años cuando la izquierda juvenil abandonó el
de 1931 hasta el presente constituyen su bas­ partido para crear el a p r a rebelde, luego
tión fundamental, y luego de los sindicatos reconstituido como Movimiento de Izquierda
industriales. Este periodo de afirmación del Revolucionaria que a mediados de los sesen­
At’RA como una gran tuerza política de masas ta protagonizo un intento frustrado de
coincide también con la paulatina aproxima­ implantación de una guerrilla. Maniatado por
ción de Haya a los Estados Unidos que cul­ la oposición parlam entaria del a p r a y de los
mina en los años 1939-1940 con la reconcilia­ grupos conservadores, Belaúnde Terry se ve
ción con la política de "buena vecindad" ins­ impedido de llevar adelante las reformas pro­
trumentada por la administración Ruosevell. metidas y en 1968 es desalojado del poder por
En los años cuarenta el ai*ra aparece for­ un golpe m ilitar progresista que, no obstan­
mando parte de una coalición de fuerzas te ser un irreductible adversario del a p r a ,
empañadas en lograr la instalación de un aplicará un programa de reformas en buena
gobierno constitucional que asegurara el parte semejante al que ésta había planteado
orden político y el desarrollo económico. En en 1931.
las elecciones de 1945 se impone el candida­ La reimplantación de un gobierno consti­
to del frente, José Lui> Bustamunte y Rive­ tucional con el triunfo en las elecciones pre­
ra, quien gobierna hasta 1948 con el apoyo del sidenciales de 1980 de Belaúnde Terry. ya
apra, año en que se produce un golpe de esta­ fallecido, el 3 de agosto de 1979. Haya de la
do que depone al presidente constitucional. Torre, m ostró la presencia de un a p r a debi­
Se inicia asi la dictadura del general Odría litado fuertemente por sus corrientes inter­
que ilegaliza y persigue al apra, obligando a nas, una de las cuales, encabezada por Arman­
Haya de la Torre a asilarse en la embajada do Villanueva, intenta reconstituir al viejo
de Colombia, desde 1949 hasta 1954. partido en tom o a las propuestas de reformas
Durante los años de la guerra fría, y bajo radicales de inicia de los treinta, abandonan­
condiciones internas de prolongada persecu­ do el anticomunismo visceral de su líder
ción, el a p r a atenúa cada vez m á s el radica­ máximo y renovando todas las estructuras
lismo de su programa a la vez que Haya se partidarias, con el propósito de recomponer
transform a en un campeón del unticoinunis- un arco de alianzas con una izquierda socia­
n o. £1 triunfo en 1956 de la candidatura de lista que, en el Perú de los ochenta, aparece
Manuel Prado devuelve al apra su legalidad como una tendencia política relevante no obs­
y es a p artir de este momento cuando su pro­ tante la relativa heterogeneidad de sus
grama de acción vuelve a ser modificado con corrientes constituyentes.
la finalidad de atenuar aún más su vocación
antimpcriulista, de acentuar el anticomunis­ b i h l i g g r a f I a : J. Basadre, Historia de la Repúbli­

mo y de presentarse ante el país como un par­ ca del Perú, 1822-1923, Lima, Editora Universi­
tido de reformas moderadas. Sin embargo, su taria, 1968-1969; J. Cotler, Clases, estado y nación
creciente moderatisrr.o no evita que los rece­ cu el Peni, Lima, Instituto de Estudios Peruanos,
los de un ejército históricamente sensibiliza­ 1978; V.R. Haya de la Torre, El anlimpeñalismo
ARISTOCRACIA-ASAMBLEA 83

y el APRA, Santiago de Chile, Ercilla. 1936; V.R. y no de la comunidad, como ocurre justamen­
Haya de la Torre, Obras completas, Lima, Mejia te en la a., una de las tres formas rectas de
Baca, 1976, 7 vols.; H. Kantor, El movimiento gobierno [Política, m. 8, 1279h). En la repúbli­
aprista peruano, Buenos Aires, Pleamar, 1964; ca ideal delineada por Platón, el término a.
P.F. Klarén, Formación de las haciendas azuca­ tiene incluso los valores prim arios del mun­
reras y orígenes del APRA, Lima. Instituto de do griego como exaltación de la arelé, pero
Estudios Peruanos. 1978; J.C. Mariátegui, Ideo­ entendida no tanto como el arcaico y origi­
logía y política, en Obras completas, vol. 13, Lima, nario “valor" en guerra (uno de los elemen­
Biblioteca Amauta, 1969; J.A. Mella, Escritos tos sobre los cuales se había fundado y for­
revolucionarios, México, Siglo XXI, 1978; P. mado la clase noble griega antiguamente) sino
¡V!arillo Garaycochea, Historia del APRA, 1919- como "virtud" de sabiduría y conocimiento.
J945, Lima, E. Delgado Valenzuela, 1976; J.C. En efecto, corresponde a los mejores, a los
Portantiero, Estudiantes y política en América sabios, a los doctos, en cuanto perfectos,
Latina. México, Siglo XXI, 1978; L.A. Sánchez, conocedores y poseedores de la verdad, guiar
'¡puntes para una biografía del APRA. Lima, Mos­ al estado, que es un estado ético, al alcance
ca Azul. 1978-1979, 2 vols.; A. Trcnto, APRA. en del verdadero bien (República, ii-v). Sin
Storia dell'America Latina, a cargo de Marcello embargo, tanto para Platón como para Aris­
Carmagnani, vol. vi de II mondo contemporá­ tóteles, y es una constante de todo el pensa­
neo, Florencia, La Nuova Italia, 1979. miento político griego, los áristoi, justam en­
te porque son moral e intelectualmcnte los
[comité editorial] mejores, no pueden dejar de ser aquellos que
pertenecen a las clases más elevadas de la
sociedad en cuanto agathói, de buena fami­
lia, nobles y, por educación, propiamente los
aristocracia buenos contrapuestos a los kakái, los malna-
cidos, los malvados, la plebe. En definitiva,
Aristokralía, literalmente "gobierno de los se puede ver, sobre todo en Aristóteles, una
mejores”, es una de las tres formas clásicas contraposición entre ricos y pobres: clase
de gobierno y precisamente aquélla en la cual aristocrática y clase popular. Así el valor
el poder (krátos = dominio, mando) lo ejer­ ético-pedagógico se identifica con una preci­
cen los áristoi, los mejores, que no equivalen sa situación económico-social y de esto pode­
necesariamente a la casta de los nobles, si mos derivar el otro significado, hoy más
bien los -egundos normalmente se han iden­ común, de a. entendido como grupo privile­
tificado con los primeros. giado por derecho de sangre (v. nobleza).
Las definiciones más clásicas de a., enten­
dida como forma de gobierno, las encontra­ [giam paolo zlcchint ]
mos en Platón y en Aristóteles, pero ya en el
siglo v a . c. es a He re doto que se remonta, en
el lógos tripolitikós, o lid de las políticas (Las
Historias, ii 80-83), la prim era clasificación armamentos v. estrategia y armamentos
históricamente documentada de la teoría de
la tripartición de las formas de gobierno (de
una, de pccos, de muchos) que tendrá tanta
fortuna kn el pensamiento antiguo y no sólo asamblea
en aquél. Sin embargo, relevamos que junto
a la monarquía y a la democracia (pero Hero- El término a. se usa genéricamente para indi­
doto usa todavía el término isonomía, igual­ car cualquier reunión de varias personas con
dad de tedos los ciudadanos delante de la ley) el fin de discutir y deliberar sobre cuestiones
en el lógos tripolitikós más que de a. se había comunev
de oligarquía, es decir de aquella forma de Mientras que en el derecho privado indica
gobierno que Aristóteles considera como una la reunión de todas las personas interesadas
desviación de la a., porque en la oligarquía directamente en la solución de los problemas
los pocos gobiernan en el interés de los ricos comunes (a. de socios, de accionistas, de con­
«4 ASAMBLEA

dóminos), en el derecho público indica el cuer­ un acto que em an a ¿E rectam ente del pueblo,
po representativo de todo ente colectivo. Por se somete a un rtrü re r.d u iR con el objeto de
lo tanto se usa este término para indicar el comprobar si lo re a za _j o p o r .os constituyen­
cuerpo legislativo, los consejos comunales, tes corresponde c y - al m a n d ato recibido (v.
provinciales y regionales o, respecto del pasa­ también asam b lea constituyente).
do, el arengo, el comizio. el parlamento, la die­ Por régimen d e - se e n tien d e un sistem a
ta, aunque en todos los casos se trata de un político en que to d o r los p o d eres están con­
uso traslaticio. Sólo Francia usó varias veces centrados en uru. i . , co m o expresión de la
este término para indicar el órgano represen­ voluntad p o p u lar, ro n la Im plícita exclusión
tativo de la nación (Asamblea Nacional, 1789; del principio de .a se p a ra c ió n de poderes. De
Asamblea Legislativa, 1791; Asamblea Nacio­ hecho, m ientras q.*».- e. régim en p arlam enta­
nal. 1875, para indicar la reunión de las dos rio con su siste m a de p eso s y contrapesos le
cámaras); también en la historia colonial permite una r e la ta •- r.u to r.air ra al poder eje­
inglesa se usó el término a. para indicar los cutivo, resp o n sab le si a n te la a. pero dotado
órganos representativos de las colonias ame­ de una unidad p ro p ia t>s r a e x p re sa r la orien­
ricanas. Encontramos nuevamente la expre­ tación política d e g o b iern o , en el régimen de
sión en el derecho internacional para indicar a. el momento e je c u tiv o se realiza a través de
el órgano en que están representados los una pluralidad c e c o m ité s in stitu id o s por la
gobiernos de casi todas las naciones (la Asam­ a. y controlados d ire c .am e r.íe p o r ella. El pro­
blea General de las Naciones Unidas), y en el ceso legislatfvo e ste c o n ce n tra d o en la a., sin
derecho eclesiástico cuando, de acuerdo con iniciativa por p a rtí d e’ gobierno, la cual actúa
la nueva liturgia, se destaca el papel de los privilegiando el c r ite r io m ay o ritario a los
fieles, al lado del sacerdote, en la elaboración límites im puestos ñ o r la constitución.
de la misa. Mientras ta n to s e t i e n d e v lim itar la auto­
En el vocabulario politico el término a. apa­ nomía del p o d er ju d ic 'r J ert cuanto cuerpo
rece técnicamente con tres significados dis­ separado que act ú a cr ru sta de intereses p ar­
tintos: a. constituyente, pura diferenciarla de ticularistas. p ara s o m e te r.o e un m ayor con­
la a. legislativa o parlamento; régimen de a., trol dem ocrático y p o p u la r. Tipológicamen­
para distinguirlo del régimen parlam entario te, esta forma d e o rg a n iz ac ió n del poder es
en sentido estricto; la a. para contraponerla la expresión de u n n d em o cracia populista.
a la representación. Mientras que los .sDf 'e* edores de! régimen de
La noción de a. constituyente surge a fines a. ven en él la r e a l nación d e u n a m ayor demo­
del siglo xviii con la revolución norteam eri­ cracia, los a d v e rsa rio s señ a la n cómo condu­
cana y la francesa, aun cuando tiene antece­ ce por un lado a la a b o ición de la distinción
dentes en los parlamentos-convención de la entre una m ayoría q ue gobierna) y una mino­
historia inglesa. La a. constituyente es elegi­ ría (que controla; y p e lig ro de la instaura­
da para tareas precisas y limitadas en el tiem­ ción de una tira r ú d e ía m ayoría, que no
po, está investida del mandato de redactar encuentra ningúr lim ite ni freno para la
una constitución que contenga una serie de expresión de su ve/.u n ta d y , c o r otro, a deci­
normas jurídicas ligadas orgánicamente entre siones apresurada.- c o n tra d ic to ria s y confu­
sí para regular el funcionamiento de los prin­ sas, que van aco irm afu da.» de la parálisis del
cipales órganos del estado y para consagrar momento ejecutivo.
los derechos de los ciudadanos. Por tanto, el Finalmente, el té rm in o a. se usa p ara valo­
poder constituyente es un poder superior al rizar una in s titu c u b a s a d a en la dem ocra­
poder legislativo, siendo precisamente la cia directa (la a. rií ... > o b re ro s, de los estu­
constitución el acto que, al instaurar el diantes, etc.) c o rro .a ú*" cu sede del verdade­
gobierno, lo rige y lo limita. Pero es un poder ro poder de d ecisió n q u e se contrapone tan ­
excepcional que se otorga sólo en el momen­ to a las rep resen tacio r.es elegidas como a las
to de la fundación del estado, al que se le han burocracias que a a rn n is tre n las fuerzas
sustraído todas las funciones específicamente sociales. La a p e la c ió n a .a a., p or lo menos
políticas, como la actividad legislativa y el como instancia c _ c o r.rro sobre el proceso
control del ejecutivo. Muy a menudo, para decisional o co m e m o d o c e realizar una
destacar precisamente que la constitución es mayor particip ació n ; t ¿rve p a ra im pedir las
ASAMBLEA CONSTITUYENTE 85

degeneraciones de tipo parlam entarista o de La a. constituyente es precisamente una de


tipo burocrático, y los procesos de tipo oli­ las formas en que se manifiesta el poder cons­
gárquico, que terminan por desconocer o no tituyente. De la naturaleza de la función cons­
entender las necesidades reales de la base; tituyente, cuyo ejercicio representa la activi­
pero si se lleva a sus últimas consecuencias, dad específica de la a., aunque no siempre la
con la negación de toda forma de organiza­ única, se derivan sus dos características:
ción y de orientación política, conduce a extraordinaria y temporal. La a. constituyente
vaciar el movimiento y a condenarlo a la nuli­ es en efecto un órgano extraordinario en
dad política; de otro modo premia sólo a las cuanto que el ejercicio de la función consti­
minorías intensas y dinámicas, para obtener tuyente sólo puede verificarse una sola vez en
ventaja ante la mayoría apática. la vida de un estado, ya que un nuevo ejerci­
cio de la misma da origen a un nuevo orde­
[NICOLA MATTEUCCl] namiento. La a. constituyente es también un
órgano temporal: está destinada a disolver­
se al entrar en vigor la nueva constitución,
quedando eventualmente con vida después de
asamblea constituyente cumplirse dicho evento únicamente para
desarrollar tareas particulares necesarias
1. LAASAMBLEACONSTITUYENTE Y EL PODER CONSTITU­ para la realización concreta del nuevo orde­
YENTE. Con la expresión a. constituyente se namiento.
designa un órgano colegial, representativo,
extraordinario y temporal, que está investi­ II. ORÍGENES HISTÓRICOS. El supuesto ideológico
do de la tarea de elaborar la constitución del de la institución está contenido en la doctri­
estado, de establecer —en otras palabras— na del constitucionalismo (v.) y en especial en
las reglas fundamentales del ordenamiento los desarrollos de orientación democrática
jurídico estatal. que esta útima ha dado a las teorias iusnatu-
Se trata del poder constituyente, cuya exis­ rutistas del siglo xvm Dicha doctrina, par­
tencia radica en una “voluntad prim aria" en tiendo de la hipótesis del origen contractua-
el sentido de que “sólo de sí misma y nunca lista del estado, veía en éste un organismo
de otra fuente deduce su limitación y la nor­ creado por el consenso voluntario de los hom­
ma de su acción”. Dicha voluntad, en cuanto bres libres c iguales por naturaleza. Identifi­
que es capaz de ordenar y reducir a la uni­ cada la fuente de los poderes del estado en
dad toda la serie de relaciones sociales, da la voluntad de todos los componentes de la
vida a la organización jurídica estatal en los comunidad, se deducían importantes conse­
casos de formación originaria, cuando en un cuencias. El pueblo debía participar en la
determinado territorio se forma por prime­ determinación de las reglas fundamentales de
ra vez un estado y también cuando un orde­ la organización estatal; luego dichas normas
namiento soberano sustituye a otro (llamada debían fijarse en un documento que consti­
formación derivada). Se puede afirmar, pues, tuyera, por asi decirlo, la realización históri­
que toda nueva formación estatal llega a la ca del mítico "contrato social”. Sin embargo
existencia necesariamente a través del ejer­ en los estados modernos la idea de la partici­
cicio de un poder constituyente. Dicho poder pación de todo el pueblo en la elaboración de
debe contarse entre las fuentes de producción dicho acto resultaba irrealizable en muchos
del derecho objetivo. Es fuente de producción aspectos. De esta imposibilidad objetiva se
de las normas constitucionales, en cuyo caso deducía —en este sentido se orienta el pen­
estas últimas se crean a partir de “hechos nor­ samiento de Sieyés y de Rousseau— la nece­
mativos”, o sea de hechos que tienen en sí sidad de investir con la función constituyen­
mismos la razón de su propia validez o de su te un órgano representativo, cuya acción se
propia juridicidad, ya que no la derivan de habría podido someter al tamiz de una con­
otros ordenamientos. sulta popular posterior.
El poder constituyente es, además, absolu­ Las primeras manifestaciones de la a. cons­
tamente libre en cuanto al fin y a las formas tituyente se encuentran en la historia de las
a través de las que se ejerce. colonias inglesas de Norteamérica, durante
86 ASAMBLEA CONSTITUYENTE

la época de su oposición y de su separación tos y partidos rusos, desde los liberales has­
definitiva de la Gran Bretaña. Por medio de ta la corriente bolchevique de la socialdcmo-
la resolución del 10 de mayo de 1776, que cracia. Lcnm fue un intransigente partidario
antecede no sólo cronológica sino también de la convocatoria de la a., incluso en el perio­
lógicamente a la Declaración de Independen­ do entre febrero y octubre de 1917. Tanto que
cia, el congreso invitó a las colonias despro­ los prim eros decretos del poder bolchevique
vistas de gobiernos eficientes a darse a sí mis­ sobre la paz y sobre la tierra se emitieron a
mas en forma autónoma una organización título provisional en espera de su ratificación
política estable. El documento no hablaba de por la a. constituyente. Ésta se reunió el 18
constituciones escritas, pero se interpretó en de enero de 1918, después de unas elecciones
este sentido, y basándose, pues, en él, los dis­ que —desarrolladas sobre la base de listas
tintos estados establecieron para sí mismos formadas en el periodo del gobierno Kerens-
cartas constitucionales propiamente dichas. ki— dieron luz al surgimiento de los social-
Algunos de estos textos fueron elaborados por revolucionarios como prim era fuerza políti­
asambleas que cumplían también la función ca del país. Habiendo rechazado la a. la rati­
legislativa ordinaria, otros, en cambio, por ficación de los actos del poder bolchevique,
asambleas elegidas expresamente con el úni­ Lenin tomó la decisión de invalidar a la pro­
co objeto de ejercer la función constituyen­ pia a., aduciendo que las listas electorales ya
te. En esta diferenciación de órganos se pue­ no reflejaban las relaciones de fuerza reales,
de ver confirmada por prim era vez, aunque y que, sobre todo, el proletariado industrial,
de manera implícita, la distinción, enuncia­ la clase más progresista de la sociedad (cuyo
da mas tarde por Sievés. entre el poder cons­ voto se había inclinado por mayoría hacia los
tituyente que crea la constitución y los pode­ bolcheviques), no podía someterse a la volun­
res constituidos que encuentran en el prime­ tad de clases y grupos sociales menos progre­
ro su origen y que deben ejercerse respetan­ sistas o directamente contrarrevolucionarios.
do las reglas constitucionales. En ese punto los bolcheviques sostuvieron
Más adelante, la misma constitución fede­ que el poder revolucionario, puesto a conso­
ral de los Estados Unidos de América fue obra lidar un sistema de "democracia proletaria”,
de una convención extraordinaria compues­ no podía convivir con un sistema democráti-
ta por los representantes de los estados de la co-parlnmentario, del que la a. era una insti­
Confederación. tución típica.
A la vuelta de pocos anos la experiencia nor­
teamericana tuvo sus seguidores también en m. tipo lo g ía d e la in st it u c ió n . A pesar de ejer­
Europa. La primera a. constituyente de este cer la misma función, la., a. constituyentes
continente fue, en efecto, la Asamblea Nacio­ pueden presentar una considerable diversi­
nal francesa de 1789. Han sido luego muy dad de características especificas.
numerosas las constituyentes convocadas a La iniciativa que marca la apertura del pro­
lo largo de los siglos xtx y xx. En general se cedimiento constituyente siempre es en esen­
puede decir que por medio de la institución cia obra de los grupos políticos dominantes
de la a. constituyente han llegado a la exis­ en ese momento histórico particular. En cam­
tencia las cartas constitucionales de los bio, desde un punto de vista formal, la deci­
modernos estados democráticos. sión constituyente puede tom arla un órgano
Mención particular amerita, a este respec­ del ordenamiento anterior (por ejemplo, la
to, el papel que en la historia rusa tuvo la convocatoria de la convención por parte de
demanda de convocatoria de una a. constitu­ la Asamblea legislativa francesa en 1792,
yente por parte de las fuerzas antizaristas m ientras que es controvertida la valoración
a n te ' de octubre de 1917 y de ahí. en el perio­ de la convención de Filadelfia por parte del
do inmediatamente posterior, su convocato­ congreso norteamericano en 1787, acerca de
ria y su resolución. la cual una doctrina autorizada sostiene que
La idea de que el nacimiento de la demo­ esa convención fue convocada sólo para un.i
cracia en Rusia después de la caída del zaris­ revisión de la constitución preexistente \ que
mo debería haber pasado por la obra de una entonces se autoelevó a convención constitu­
a. constituyente era común a los movimien­ yente) o bien un órgano revolucionario que,
ASAMBLEA CONSTITUYENTE «7

por lo general, loma el nombre de "gobierno de las leyes de aprobación de los tratados
provisional" (el gobierno provisional español internacionales, que deberían ser discutidas
de 1931, los gobiernos provisionales france­ por la asamblea"). La función ejecutiva, en
ses de 1848, 1870 y del período 1944-1945) o, cambio, siempre estuvo conf iada a un órga­
finalmente, un sujeto ajeno al estado o un no más restringido, considerado ordinaria­
estado extranjero (la iniciativa del estado mente como “gobierno provisional", respon­
inglés para la convocación de una Convención sable políticamente ante la a. a la que podía
Nacional irlandesa en 1917). corresponderle también la tarea de elegir al
En la gran mayoría de los casos, la a. cons­ presidente (por ejemplo, la a. constituyente
tituyente es un órgano elegido expresamen­ francesa de 1945 que estaba destinada a ele­
te para elaborar la nueva carta constitucio­ gir el presidente y a aprobar la composición
nal (las asambleas nacionales francesas de y el programa del gobierno provisional).
1945 y de 1946, la constituyente italiana de Pasando al examen de la actividad relativa
1946), pero también puede estar formada por a la formación de la nueva constitución, la pri­
un órgano colegial ya existente. Puede suce­ mera tarea de la a. consiste en llegar a la for­
der. precisamente, que el mismo órgano de mulación de un proyecto preliminar que cons­
la iniciativa sea el que asuma la función cons­ tituya la base sobre la que se deberá desarro­
tituyente. Los ejemplos nos los proporciona llar la discusión. Dicha tarea puede cumplir­
la historia constitucional francesa: los esta­ se con la simple adopción de un proyecto pre­
dos generales que se proclamaron en Asam­ parado de antemano por diversos sujetos que
blea Nacional el 17 de junio de 1789 y el sena­ pueden actuar por iniciativa propia (el pro­
do conservador que a pesar de ser un órgano yecto presentado por los delegados de Virgi­
regido por la constitución napoleónica del año nia en la Convención de Filadelfia), o por
vin, preparó, en el momento de la restaura­ encargo (el proyecto preparado por el juris­
ción borbónica, la constitución del 6 de abril ta Preuss para la asamblea de Weimar por
de 1814 que. sin embargo, quedó sin ef ecto. encargo del gobierno provisional, el Consejo
En estos casos la a., a pesar de estar consti­ de los Comisarios del Pueblo). Aunque con
tuida como órgano '■ordinario", previsto por mayor frecuencia el proyecto es obra de órga­
el ordenamiento anterior, conserva siempre nos internos de la misma constituyente (comi­
el carácter de extraordinaria, deduciéndolo tés o comisiones) formados de manera que
directam ente de la titularidad de la función reflejen las orientaciones políticas de la a.
constituyente. Este es el sistema que siguió la a. constitu­
Respecto de la actividad de la a., aparte de yente italiana de 1946.
las actividades preliminares o de autorgani- Una vez discutida y aceptada por la a., la
zación (designación del presidente, adopción nueva constitución puede en trar en vigor en
de un reglamento interno, decisión sobre la virtud de la sola deliberación de aquélla o des­
publicidad que se dará a los trabajos), se pue­ pués de una consulta popular subsecuente
de establecer una distinción ya sea que cum­ (referéndum o plebiscito). Por lo que respec­
pla únicamente el trabajo de la elaboración ta a estos dos distintos sistemas, cabe seña­
de la nueva constitución ya sea que ejerza lar que por el principio de la soberanía popu­
también otras funciones. La a. constituyen­ lar, con base en el cual todos los ciudadanos
te, dentro del ordenamiento provisional del son titulares del poder soberano y tienen el
estado, puede ser titular de la función legis­ derecho de participar en su ejercicio, parece
lativa ordinaria y de la función de dirección consecuencia lógica considerar necesaria la
política. El ejercicio de la actividad legislati­ intervención del pueblo. En estos término^ se
va se confía unas veces de manera total a la expresa Rousseau. Por el contrario, bastaría
a. (por ejemplo, la Asamblea Nacional fran­ solamente la deliberación del órgano repre­
cesa de 1789), otras veces se circunscribe a sentativo para abarcar todo el campo de la
algunos temas en particular (véase en Italia actividad constituyente, siempre que parta
el D. Lg. Lt. del 16 de marzo de 1946, n. 98. del principio de la soberanía nacional, con
en base al cual "se delegaba el poder legisla­ base en la cual el poder reside completamen­
tivo, salvo la materia constitucional, al gobier­ te en un ente impersonal que trasciende a los
no, con excepción de las leyes electorales y ciudadanos. Sieyes, al referirse a la función
88 ASILO, DERECHO DE

constituyente, afirma que los representantes los que han creado la constitución, dichos
actúan en lugar de la nación y que su volun­ actos no pueden instaurar un nuevo ordena­
tad común es la de la nación misma. Sin miento. Deben limitarse a modificar los deta­
embargo, la experiencia histórica se inspira, lles y a hacer añadiduras al texto constitucio­
según parece, en motivos de oportunidad poli- nal vigente para adaptarlo a las exigencias
tica más que en el desarrollo riguroso de los que se han presentado históricamente. Pare­
principios doctrinales. ce exacto, pues, definir el poder de revisión
En los casos de la formación de un estado como un poder constitucional en sentido
federal por la unión de varios estados sobe­ impropio, ya que debe ejercerse en un ámbi­
ranos, surge el problema de si es necesaria to circunscrito.
una manifestación de la voluntad de estos Sin embargo, la actividad de revisión pue­
últimos destinada a aceptar la nueva consti­ de rebasar los límites explícitos e implícitos
tución. La praxis a este respecto no es unifor­ que se le han impuesto, modificando los prin­
me. Unas veces se ha contado con la acepta­ cipios fundamentales que sirven de base al
ción previa —como en el caso del acuerdo ordenamiento y que la caracterizan. En ese
entre Rusia, Ucrania, Rusia Blanca y Trans- caso, se tiene un ejercicio propiamente dicho
caucasia, en 1922—, otras veces, con una rati­ del poder constituyente y las a. de revisión
ficación subsecuente. En esta segunda hipó­ se deben considerar como “órganos constitu­
tesis se puede incluir la ratificación de la yentes”.
constitución federal norteamericana por par­
te de las convenciones elegidas expresamen­ b i b l i o g r a f í a : P. Burile, Pulere cuatimente, en

te en cada uno de los estados de la Confede­ Novissimo digesto, xm , Turin, utet, 1966; J.A.
ración, a pesar de que la naturaleza de dicho Jamcson, Cunstitutional conventions, Chicago,
acto sea discutible desde el punto de vista Callaghan, 1887; C. Mortati, La Costituente,
doctrinal. Roma, Dársena, 1945, y en Raccolta di scritti,
Finalmente, por lo que respecta al poder de Milán, Giuffrc, 1972; F. Pierandrei, Costituente
revisión, cabe señalar que por lo general lo (asscntblea), en Novissimo digesto, iv, Turin,
ejercen órganos de legislación ordinaria tan­ UTET, 1959.
to en un régimen de constitución flexible, en
que se sigue el normal procedimiento legis­ [V1NCENZ0 LIPPOLIS]
lativo, como en un régimen de constitución
rígida que se caracteriza por la previsión de
un procedimiento particular. Sin embargo, el
ejercicio del poder de revisión puede form ar asilo, derecho de
parte también de la competencia de a. espe­
ciales. Así, el artículo v de la Constitución I ORIGENES Y EVOLUCIÓN DEL DERECHO DE ASILO. La
norteamericana prevé que las enmiendas al institución del asilo tiene orígenes muy remo­
texto constitucional pueden ser propuestas no tos, encontrándose rastros de ella en las civi­
sólo por las dos cám aras con una mayoría de lizaciones más antiguas: en su origen y hasta
dos tercios sino también por una convención el siglo xviii encontró una aplicación casi
convocada a solicitud de las dos terceras constante como institución fundamentalmen­
partes de las legislaturas de los estados te religiosa ligada al principio de la inviola­
miembros. bilidad de los lugares sagrados. Durante el
Las a. de revisión, ya sean éstas los órga­ siglo pasado el a. se laicizó para convertirse
nos de legislación ordinaria o bien órganos más claram ente en objeto de normas jurídi­
especiales, no pueden incluirse en el concep­ cas con una función precisa de protección de
to de a. constituyente por el carácter mismo los perseguidos políticos, y sobre todo en
de la actividad que desempeñan. En realidad, conexión con el proceso mencionado es que
el poder de revisión es, en todo caso, un poder se puede hablar de un derecho de a. El a. se
constituido, es decir previsto y regido por la divide en "territorial" y "extraterritorial”,
constitución. Aun cuando a través de su ejer­ según que sea concebido por un estado en su
cicio se llevan a cabo actos de carácter cons­ propio territorio o bien en la sede de una lega­
titucional, que tienen la misma eficacia que ción o en un barco detenido en las costas (en
ASILO, DERECHO DE &9

este caso el a. está garantizado en el propio cho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cual­
territorio del estado a cuya jurisdicción inten­ quier país”. A esta afirmación se remite la
ta sustraerse el individuo). Se habla además Declaración sobre el asilo territorial adopta­
de a. "neutral” cuando éste, en tiempo de gue­ da por la misma asamblea general el 16 de
rra, se concede a tropas o naves de estados diciembre de 1967, la cual, entre otras cosas,
beligerantes, mediante el respeto de determi­ afirm a (art. 1) que las personas que tengan
nadas condiciones, en el territorio de un esta­ derecho a asilo no podrán ser rechazadas ni.
do neutral. El a. extraterritorial, o "diplomá­ una vez ingresadas, podrán ser expulsadas a
tico”, tiene un amplio uso en los países de otro estado donde se les pueda hacer victimas
América Latina, donde se ha vuelto objeto de de persecuciones políticas; la declaración con­
costum bres precisas. tiene además (art. 2) la recomendación a todos
Asi, pues, el término a. indica la protección los estados miembros de prestar asistencia,
que un estado acuerda a un individuo que directam ente o por medio de la acción de las
busca refugio en su territorio o en un lugar Naciones Unidas, a aquel estado que se
fuera de su territorio. El derecho de a., en con­ encuentre en dificultades por el hecho de
secuencia, se entiende como el derecho de un haber concedido a. político. Estas declaracio­
estado de acordar tal protección: derecho, por nes tienen un valor program ático (de modo
lo tanto, que se dirige al estado y no al indi­ especial, en el plano de la codificación, por
viduo, en virtud del ejercicio de la propia la Comisión de derecho internacional, que tie­
soberanía y con la única reserva de límites ne el deber de estudiar una convención uni­
eventuales que derivan de convenciones de las versal sobre el a. territorial): no obligan, por
que forma parte. Esto no quita que en algu­ sí mismas, directam ente a los estados miem­
nas constituciones recientes de la prim era y bros de las Naciones Unidas; sin embargo, tie­
de la segunda posguerra (por ejemplo. Cons­ nen una notable influencia, aunque sea de
titución mexicana de 1917, art. 15; Constitu­ orden psicológico, sobre el comportamiento
ción cubana de 1940, art. 31; Constitución bra­ de su órganos de gobierno y de sus jueces.
sileña de 1946, art. 141; Constitución italia­
na de 1947, art. 10; Constitución de la Repú­ II. LIMITACIONES DEL DERECHO DE ASILO. EXTRADICION
blica Federal Alemana de 1949, art. 16, etc.) terrorismo. El derecho de a., como se ha
haya sido sancionado expresamente un dere­ dicho, puede verse limitado, en el plano con­
cho constitucional de a. político. vencional, por tratados en m ateria de extra­
Después de la segunda guerra mundial se dición. Se trata de acuerdos internacionales,
desarrolló una acción con miras a la afirm a­ por lo general bilaterales y algunas veces mul­
ción del derecho de a. como derecho funda­ tilaterales (por ejemplo la Convención euro­
mental de la persona humana. Dicho movi­ pea de extradición del 13 de diciembre de
miento ha dado lugar tanto a la firma de con­ 1957, estipulada para los estados miembros
venciones como a la adopción de otros actos del Consejo de Europa), con los cuales los
no directamente obligatorios. estados se comprometen recíprocamente a
En el plano de los pactos han sido adopta­ entregarse uno a otro individuos perseguidos
dos: la Convención de Ginebra del 28 de julio en el otro estado por delitos contemplados en
de 1951, el estatuto de la orí (Organización los propios acuerdos.
Internacional de Refugiados), otros actos Es característica de estos tratados la ten­
internacionales relacionados con el Alto dencia, en consideración propia de la institu­
Comisionado de las Naciones Unidas para los ción del a. —y asimismo de acuerdo con los
Refugiados y las dos convenciones de Cara­ principios expresados en los ordenamientos
cas entre estados americanos del 28 de m ar­ internos, aun en el plano constitucional—, a
zo de 1954. excluir los delitos políticos en general del
En el plano no convencional, la Asamblea número de los delitos por los que se prevé la
General de la Organización de las Naciones extradición. Se trata de una tendencia, no de
Unidas, al adoptar el 10 de diciembre de 1948 una regla constante y rígidamente aplicada.
la Declaración universal de los derechos de) Antes bien ha sufrido un progresivo debilita­
hombre, afirmó en el art. 14, par. 1. que "en miento muy difundido por efecto del funcio­
caso de persecución, toda persona tiene dere­ namiento de un mecanismo de autodefensa
90 ASILO. DERECHO DE

de la sociedad al enfrentarse al fenómeno del neo. Ejemplos del primer tipo de enfoque son
terrorism o, que ha producido .->us efectos de las numerosas iniciativas tendientes a la
inmediato en el plano interno y en seguida en represión de la piratería aérea (convenciones
el internacional. de Tokio de 1963, de La Haya de 1970 y de
La primera excepción a la no extradibilidad Montreal de 1971) y a la protección de los
del responsable de un delito político, en el pla­ agentes diplomático» y consulares (conven­
no de los ordenamientos internos, fue contem­ ción de las Naciones Unidas de 1973 sobre la
plada en la ley belga del 22 de marzo de 1856, prevención y la represión de delitos contra
que "despolitizó" a los asesinos y a los aten­ personas intemacionalmente protegidas). En
tados contra los jefes de estado extranjeros. el plano regional, en cuyo nivel se acuerda la
La excepción fue bien pronto recogida en Convención de Washington, adoptada en 1971
numerosos tratados de extradición (entre en el ámbito de la Organización de Estados
otros, aquellos que Estados Unidos concluyó Americanos (y que todavía no entra en vigor),
en 1888 con Bélgica, en 1895 con Rusia, en merece una atención particular la Convención
1898 con Brasil y en 1901 con Dinamarca) has­ europea para la represión del terrorismo, ela­
ta volverse casi de general aplicación, preci­ borada y adoptada el 27 de enero de 1977 en
samente con la denominación de "cláusula el ámbito del Consejo de Europa. Esta con­
belga”. Una influencia análoga alcanzó más vención prescribe que, para fines de extradi­
tarde la revisión contenida en el código ruma­ ción, no pueden considerarse como delitos
no de 1927, según la cual los actos de terro­ políticos, además de ios delitos de piratería
rismo no son por lo común considerados deli­ aérea (de los que se hace referencia explícita
tos políticos; también ésta ha sido recogida en las convenciones de La Haya y de Mon-
por no pocos tratados de extradición (por treal). los cometidos contra personas interna­
ejemplo, los acuerdos concluidos por Ruma­ cionalmente protegidas, el rapto, el secues­
nia con Portugal y España). tro de personas, la toma de rehenes, los deli­
Junto a. estas evoluciones determinadas en tos que implican la utilización de bombas,
el ámbito estatal y en el ámbito de las rela­ granadas, arm as de fuego automáticas, etc.,
ciones bilaterales, deben registrarse, desde el el intento de cometer los antedichos delitos
siglo pasado, iniciativas de organizaciones o la complicidad con ellos (art. 1); por lo
internacionales, gubernativa» o no, que bus­ demás, se deja en libertad a los estados miem­
can impedir la impunidad del terrorista expa­ bros de aplicar el mismo régimen a una serie
triado. Asi, el Instituto de Derecho Interna­ más amplia de otros delitos análogos (art. 2).
cional. en »u sesión de Ginebra de 1892, exclu­ La Convención europea, como las demás
yó que pudieran ser considerados como polí­ convenciones en m ateria de terrorism o, en
ticos "los delitos dirigidos a m inar las base» sustancia es un tratado de extradición, aun
de cualquier organización social, y la Confe­ cuando su aplicación queda subordinada a las
rencia internacional para la unificación del disposiciones técnicas vigentes en la materia.
derecho penal, celebrada en Varsovia en 1935, El fundamento jurídico de la extradición será
afirmó en una resolución que los actos terro­ entonces un tratado de extradición o cual­
ristas no deben ser considerados delitos polí­ quier otro instrum ento jurídico idóneo para
ticos. Se llevaron a cabo diverso» intentos, reglam entar la materia; la Convención euro­
desde la época de la Sociedad de Naciones, pea no hace más que am pliar el campo de los
por traducir estos intentos en normas vincu­ delitos por los cuales se prevé la extradición.
lantes. Lq > primeros éxitos en este sentido se Todos los instrumentos citados —de los que
hicieron esperar, »in embargo, hasta la segun­ contienen la "cláusula belga” a la Convención
da posguerra, cuando, dejando de lado de europea— constituyen, como ya se refirió,
manera realista la idea de una convención que una limitación de distinta intensidad del dere­
diera cara en el plano mundial al problema cho de a.; esta característica los hace sujeto»
del terrorism o en forma global, se manifestó de critica por parte de lo» defensores más
una decidida tendencia a buscar soluciones denodados de esta institución. En particular,
parciales, por un lado persiguiendo ciertos la Convención europea, a pesar de las cláu­
tipos de actos, por el otro enfrentando el pro­ sulas de salvaguarda en ella contenidas, ha
blema en un plano más integrado y homogé­ suscitado reacciones decididamente negati­
ASIMILACION 91

vas, hasta el punto de que se habla del fin del i.xii, fase. 2-3, 1979, pp. 303 «.; N.C. Ronning,
derecho de a. y de tendencias a poner en dis­ Diplomatic asyluin: legal norms and political rea-
cusión principios de derecho humanitario hoy lity in latín American relations. La Haya, Nijhcff,
universalmente consolidados. Junto a estas 1965; N.C. Ronning, Derecho y política en la
reacciones se registran lo» comentarios de diplomacia interamericana, México, üteha; I.A.
quienes, partiendo del supuesto de que la Con­ Shearer, Extradition in international law, Man-
vención sea un instrum ento necesario (aun­ chester, Manchester University Press (Nueva
que ciertam ente no suficiente) de lucha con­ York, Ccenna). 1971; G. Tosí, Le convenzioni muí-
tra el terrorism o en un espacio determinado tilaterali europea di estradizione e di assistenza
(como es el de la Europa occidental), hacen giudiziaria in materia penale, Roma, Pem, 1969;
notar que los derechos que d,_ben ser prote­ T. Veiter y W. Braumüller (comps.), Asylrecht ais
gidos no son sólo aquellos de las personas Menschenrecht, Viena, 1969
acusadas o condenadas por actos de violen­
cia, sino también —si no sobre todo— aque­ [CARLO BALDI]
llos de todas las víctimas —aun potenciales—
de tales actos; el a., institución fundamental
para la protección de los derechos del hom­
bre, no debe transform arse en garantía de asimilación
impunidad para aquellos que, aunque sea en
nombre de ideales políticos, atropellan otros La a. en términos políticos designa la teoría
derechos fundamentales, entre ellos el dere­ que sirve de base a los sistemas coloniales
cho a la vida. francés y portugués.
Cualquiera que sea la tesis que se quiera La política colonial de la a. reclamaba la
abrazar, es innegable que el derecho de a. identidad entre la colonia y la madre patria.
tiende a sufrir, sobre todo en los último» años, Tomaba sus principios constitutivos del enfo­
profundas transformaciones, reflejo del cam­ que universalista de la sociedad humana pro­
bio de las exigencias y de las características pio de la cultura europea y de la doctrina de
de una sociedad profundamente alterada en la igualdad de todos los hombres, expresada
su estructura respecto de la época histórica por la revolución francesa. En la teoría de la
en la que la institución del a. encontró su pri­ a. se distinguen dos líneas de pensamiento:
mera afirmación. la prim era sostenía la a. total, personal, de
los pueblos sometidos a la dominación colo­
BIBLlGGRAFlv C. Bassiouni, International cxlradi- nial. La a. total, basándose en el principio de
tion and worid public order, Leiden, Sijthoff la igualdad de todos los hombres, sostenía
(Nueva York, Oceana), 1974; S.D Bedi, Extradi- que no existían diferencias que no pudieran
tion in international law and practice, Rotter­ superarse con la instrucción y la acción de la
dam, Bronder Offset, 1966; L. Bole-ta- "misión civilizadora" de la cultura europea
Kozicbrodzki, Le droil d'asile, Leiden, Sijthoff, y cristiana, considerada como superior. La a.
1962; P.M. Dupay, La position fmngaisoen wat id- total exigía para el súbdito colonial el mi-mo
re d'asile diplomatique, en Annuaire Franjáis de trato reservado a un ciudadano de la madre
Druit International, XXII, 1976. pp. 743 F. patria con todos los derechos y deberes inhe­
Francioni, Asilo diplomático: contributo alio stu- rentes a dicho estado. La segunda línea de
diu delle consuetudini locali nel diritto interna- pensamiento juzgaba imposible la a. total y
zionale. Milán. Giuffré, 1973; L.C. Green, The se declaraba a favor de una a. parcial, de tipo
right ofasylum in international law, en Law and administrativo, político y económico, entre la
society, Leiden, Sijthoff. 1975; 2. Intemationales colonia y la madre patria.
Asyi-Colloqititon, Garmisch-Partenkirchen, 1964, La política de a. adoptada por las potencia»
Colonia, C. Heymanns, 1965; F. Leduc, L'asile coloniales —Francia \ Portugal— se apegó en
territorial: Conférence des Sations Unies (Gené- general a esta segunda acepción del término.
iv, janvier 19771, en Annuaire Franfais de Droit Dicha política de a. se define como gradúa-
International, XXIII, 1977. pp. 221 «.; F. Mosco- l i s t a y selectiva. En los territorios africanos
ni. La Convenzione europea per la repressione del administrados por Francia, por ejemplo, sólo
terrorismo, en Rivista de Diritto Intemazionale, se aplicó una política de a. total en las Qtta-
92 ASOCIACIONES PATRONALES

tre Commimes de Senegal; en las demás par­ tituyen por sí mismas en sujeto organizado
tes, para poder gozar del privilegio de la ciu­ o en coalición frente a sus propios depen­
dadanía francesa era necesario dem ostrar dientes.
que se tenían estos atributos: conocimiento Otro factor determinante es la enorme hete­
profundo de la lengua francesa, religión cris­ rogeneidad de los intereses, incluso sindica­
tiana, buen nivel de instrucción y buena con­ les, de las diversas empresas, según se trate
ducta. de empresas multinacionales, de grandes
El mecanismo de a. de las colonias portu­ monopolios o de empresas pequeñas y media­
guesas era parecido. Hasta el comienzo de la nas que operan en un mercado competitivo.
guerrilla en Angola (1961) se adquiría el esta­ Las vicisitudes y las polémicas que han m ar­
tus de assimilado por medio de un complica­ cado la historia reciente de las asociaciones
do procedimiento legal. Para que se concedie­ patronales de la industria italiana, por ejem­
ra, se requería un profundo conocimiento de plo (distanciamiento de las empresas de par­
la lengua portuguesa, se debía gozar de un ticipación estatal, contrastes entre las posi­
ingreso de cierto nivel y se debían d ar prue­ ciones mantenidas por las empresas de los
bas de ser católico y de tener un "buen carác­ sectores en expansión y expuestas a la com­
ter". La gran mayoría de los africanos no petencia internacional y las de las empresas
podía, por lo tanto, adquirir el estatus de asi­ que producen para el mercado interno, etc.),
milado. Sin embargo, en 1961, Portugal abo­ se explican precisamente a partir de la diver­
lió las diferencias entre assimilados e indíge­ sidad, y tal vez de la contraposición, de los
nos y les concedió a todos la ciudadanía por­ intereses de referencia.
tuguesa. Por todas estas razones los estudios y las
investigaciones, como el ya clásico informe
[ANNA MARIA GENTILl] Donovan sobre el sistema de relaciones indus­
triales británico, han servido al menos para
poner en evidencia la debilidad de las asocia­
ciones patronales, medida según la capacidad
asociaciones patronalesI. para imponer líneas comunes de conducta a
las empresas afiliadas: dada la exigüidad de
I. LIMITES DLL ASOCIACIONISMU PATRONAL. Desde Un las posibles sanciones, pueden obrar de hecho
punto de vista formal, jurídico, las asociacio­ independientemente de las directivas estable­
nes sindicales de los empresarios son análo­ cidas por las propias asociaciones cuando ello
gas a las asociaciones sindicales de los tra­ les parezca más conveniente.
bajadores dependientes (v. organizaciones
sindicales): en el sistema de relaciones indus­ II. ORIGENES Y ESTRUCTURAS DE LAS ASOCIACIONES
triales italiano, por ejemplo, las unas y las patronales. Históricamente la exigencia de
otras son asociaciones de derecho privado y asociación surge sea para protegerse de la
gozan igualmente de la libertad de organiza­ intervención de los gobiernos en m ateria de
ción sindical. En ambos casos se trata de "sin­ legislación social y económica, sea para defen­
dicatos”. derse ante la acción organizada de los sindi­
Sin embargo, de hecho, teniendo en cuen­ catos de trabajadores (Baglioni.1974). En
ta la amplitud de las funciones efectivamen­ ambos casos se trata de reacciones defensi­
te desempeñadas en relación con sus miem­ vas ante posibles amenazas a la libertad
bros, la relevancia de las asociaciones patro­ empresarial: el prim er objetivo suscitará el
nales parece bastante menor respecto a la de surgimiento de organizaciones nacionales
los sindicatos de trabajadores. Esto se debe (para establecer relaciones y ejercer presio­
en prim er lugar a la diversa necesidad estruc­ nes sobre los gobiernos); el segundo deman­
tural de organizarse con el fin de proteger los dará soluciones organizativas paralelas a las
propios intereses colectivos que tienen, por de los sindicato' de trabajadores (la corres­
su lado, los trabajadores dependientes, y las pondencia de los niveles organizativos respec­
empresas, por el suyo, en un sistema social tivos es un requisito del desarrollo de la con­
en el que estas últimas detentan el derecho tratación colectiva) (Clegg.1976).
a la iniciativa económica y en el que se cons­ En Italia, por ejemplo, las asociaciones
ASOCIACIONISMO VOLUNTARIO 93

em presariales están articuladas en estructu­ de tal situación da a su vez impulso a las


ras territoriales y de categorías, como suce­ exigencias de coordinar las decisiones de
de en los sindicatos de trabajadores (v. orga­ los particulares, activando, a través de in­
nizaciones sindicales). Pero por otro lado exis­ novaciones organizativas y cambio de diri­
ten diferencias de fondo: en el caso de las gentes, la importancia asociativa. Es proba­
empresas pueden afiliarse a una u otra de las ble que en dicha situación se intensifiquen
estructuras, según lo que más les convenga; los esfuerzos por parte de las asociaciones
mientras que los trabajadores inscritos en las para estabilizar el aumento de socios (por
organizaciones confederadas pertenecen ejemplo, ofreciendo nuevos espacios para la
necesariamente a ambas lineas organizativas. discusión y confrontación entre empresas
Además, en el nivel nacional, las asociaciones en m ateria sindical o multiplicando los
de em presarios no se integran en una confe­ servicios de consulta y de asistencia a los
deración unitaria, sino en varias confedera­ miembros).
ciones, divididas según los sectores económi­
cos en los que operan las empresas o según bibliografía G. Buglioni, L\ideología della borg-
otros criterios como el tamaño, la pertenen­ hesia industríale neU'ltalia libérale, Turín, Einau-
cia al sector público de la economía o a di, 1974; A. Collidá, L. de Carlini, G. Mossetto,
em presas municipalizadas, etc. Estos rasgos R. Stefanelli, La política del padronato italiano.
m uestran cómo se ha desarrollado el asocia- Barí, De Donato, 1972; H. Clegg, Sindacatoe con-
cionismo patronal: de modo multiforme y trattazione collettiva (19/6), Milán, F. Angelí,
según los diversos intereses que han ido su r­ 1980: Royal Commission on Tradc Unions and
giendo. Empioyers'Associations. Research Papers, 1-10
(Donovan Report), Londres, hmso, 1968; P. Ruga-
111. FUNCIONES DE LAS ASOCIACIONES SINDICALES DE fiori, Confindustria, en Storia d ’/taliu, Florencia,
los empresarios. Las funciones que desem­ la Kuova Italia, 1978, i, pp. 137-153.
peñan las asociaciones patronales se pueden
subdividir en funciones de asistencia y con­ [IDA REGALIA]
sulta (técnica, sindical, legal) a los afiliados,
de representación de los miembros en la
contratación colectiva y en las controversias
que no se resuelven en la empresa, de tutela
asociacionismo voluntario
de los intereses de los asociado» en los con­
tactos y tratos con el gobierno y los poderes i. naturaleza y funciones. Las asociaciones
públicos. voluntarias consisten en grupos formales,
La preponderancia de una u otra función constituidos libremente, en los que se ingre­
dependerá de la situación de las relacio­ sa por elección propia, y que persiguen inte­
nes industriales en un momento dado, pero reses mutuos y personales u objetivos colec­
naturalm ente es siempre posible una acción tivos. El fundamento de esta configuración
autónoma de cada empresa en particular particular de grupo social es siempre norma­
(buscando asistencia propia, contratando tivo, en el sentido de que se trata de una enti­
en lo posible dentro de la misma empre­ dad organizada de individuos ligados entre si
sa, ejerciendo presiones directas, o a tra ­ por un conjunto de reglas reconocidas y com­
vés de otros canales, sobre los poderes pú­ partidas, que definen las tareas, los poderes
blicos). y los procedimientos de los participantes con
La experiencia italiana del periodo pos­ base en determinados modelos de com porta­
terior a la segunda guerra mundial parece miento aprobados oficialmente.
indicar que en los periodos de expansión Todo a. dispone, pues, de una estructura
(milagro económica, reactivación de los formal centrada en relaciones de tipo secun­
años setenta) aum enta la propensión de las dario. junto con la cual subsiste una informal
em presas más dinámicas a la autonomía que surge de la interacción espontánea de per­
de las propias asociaciones; m ientras que sonalidades y subgrupos existentes en su inte­
por otro lado il reforzamiento de los sindi­ rior. centrada en relaciones de tipo primario.
catos de trabajadores que puede derivar Las asociaciones difieren ampliamente
94 ASOCIACIONISMO VOLUNTARIO

unas de otras por lo que respecta al grado de como entidades que equilibran el poder cen­
organización, a los criterios más o menos tral y como instrumento para la comprensión
fuertem ente selectivos de reclutam iento de de los procesos sociales y políticos.
sus miembros, al nivel mas o menos elevado La función “mediadora” de las asociaciones
de compromiso personal que exigen a los par­ voluntarias, al establecer un vinculo concre­
ticipantes, a la especificidad o a la difusivi- to entre la sociedad y el individuo, les propor­
dad de los objetivos que han de alcanzarse. ciona a los miembros una serie de satisfac­
Generalmente las asociaciones voluntarias ciones psicológicas y un equilibrio que le pue­
se clasifican de acuerdo con las funciones de perm itir a la persona en particular un
principales que desempeñan o con el interés mayor conocimiento del propio papel dentro
predominante por el que surgen: se tienen, del ámbito de la más vasta sociedad. Dicha
por lo tanto, asociaciones culturales, recrea­ interpretación es sostenida, entre otros, por
tivas, religiosas, profesionales, económicas, Mannheim, que encuentra en los grupos ele­
políticas, etcétera. gidos libremente uno de las medios principa­
Aunque los fines efectivos no siempre les para el progreso del desarrollo individual-
corresponden a los fines oficiales, puede suce­
der, de hecho, que una asociación surja des­ II. LADIFUSIÓN DELASCC1ACIONISMO VOLUNTARIO. La
de el principio para realizar objetivos distin­ difusión del a. voluntario constituye una de
tos de los declarados, o que posteriormente las manifestaciones relevantes de la suciedad
los socios introduzcan finalidades secunda­ moderna, cada vez más compleja y cada vez
rias que con el tiempo alteran significativa­ más caracterizada por la multiplicación de las
mente o cambian por completo lo que la aso­ relaciones de interdependencia entre sus
ciación se proponía conseguir en el momen­ miembros, que se ven inducidos a ocupar al
to de su constitución. De ahí la necesidad de mismo tiempo varias posiciones sociales
identificar, para el conocimiento efectivo de (fenómeno de la pluricolccación).
estas agrupaciones, no sólo las funciones Las causas más relevantes que han deter­
manifiestas sino también las latentes. minado el desarrollo del fenómeno asociati­
Pan* lograr sus propios objetivos, cualquier vo se encuentran en el proceso de industria­
asociación voluntaria debe garantizar, a tra ­ lización y de urbanización y en la instaura­
vés de una serie de incentivos y gratificacio­ ción de regímenes democráticos.
nes, la participación y la lealtad de los pro­ Hubo un tiempo en que la comunidad, la
pios adeptos, debe poseer un sistema eficiente iglesia y la familia patriarcal tenían la posi­
de comunicación interna y debe ejercer un bilidad de satisfacer exigencias fundamenta­
control sobre las actividades desarrollada*. les como las de la seguridad personal, el con­
P.tra la consecución de sus objetivos, trol de la. realidad circunstante, la automa-
muchas asociaciones, a medida que se nifestación y L acción colectiva para alcan­
amplían y se vuelven más complicadas, tien­ zar determinadas metas.
den a dar mayor relevancia al propio apar i- Las transformaciones sociales y sobre todo
to organizativo que a la intervención de los la revolución industrial redujeron considera­
distintos participantes. blemente la capacidad de est~s estructuras
Aun cuando algunas asociaciones sean par­ tradicionales para hacer frente a esta serie
ticularmente difusivas, es decir plurifuncio- de exigencias y, por lo mUmo, surgieron nue­
r.ales, no abarcan nunca la totalidad de las vas estructuras, especialmente las asociati­
relaciones que constituyen la vida entera de vas, capaces de Henar necesidades tanto de
la comunidad: preci -ámente dentro de la sec- tipo instrum ental como de tipo expresivo.
torialidad intrínseca de cualquier asociación, Asociaciones de todo tipo satisfacen la nece­
aun la que abarca más, se capí** su diferen­ sidad de compañía humana; asociaciones
ciación respecto de la comunidad, de acuer­ económico-sindicales, asociaciones comercia­
do con la corocida teorización de Tónnies. les, asociaciones de socorro mutuo, coopera­
En términos de la relación individuo- tivas de productores y de consumidores per­
estado, las asociaciones voluntarias se con­ miten alcanzar la seguridad personal. Nume­
sideran eswnciales para el mantenimiento de rosos tipos de asociaciones sociales, políticas
una democracia sustancial, ya que se colocan y económicas no sólo ayudan a comprender
ASOCIACIONISMO VOLUNTARIO 95

la dinámica sucia! sino también aseguran a respecto a los Estados Unidos de America se
los propios miembros su intervención en el encuentran en la deliberada represión de las
control de estas ultimas. formas asociativas por parte del gobierno,
El establecimiento de regímenes democrá­ preocupado y temeroso de la existencia de
ticos ha sido otro acontecimiento decisivo fuerzas que podían serle hostiles, en la tradi­
para el surtim iento y el desarrollo de las aso­ ción liberal unida estrechamente a la liber­
ciaciones voluntarias, es más: representa una tad individual, en la tradición católica, en el
condición indispensable para que puedan fuerte gobierno central que cumple muchas
existir. Dumazedier afirma que las asociacio­ funciones que en los Estados Unidos de Amé­
nes voluntarias nacieron de la democracia y rica se han dejado a los gobiernos locales y
Tocqueville sostiene que la democracia se a los ciudadanos en particular.
desarrolló en gran parte debido a ellas. Las
asociaciones voluntarias existen de hecho en ni la participación Uno de los temas más pro­
todas las sociedades democráticas, aunque el fundizados respecto del a. voluntario es el que
papel que desempeñan pueda ser distinto y se refiere a las características cuantitativas
más o menos importante, e invaden todos los y cualitativas de la participación: considere­
sectores de la vida social desde los económi­ mos algunos de los aspectos más frecuentes
cos hasta los políticos, desde los espirituales y significativos.
hasta los intelectuales, desde los recreativos En primer lugar, la participación en las aso­
hasta los culturales. ciaciones voluntarias organizadas formal­
Si es cierto que una de las diferencias que mente —como se ha señalado— varia consi­
existen entre la época medieval y la época derablemente de un país a otro y, de acuerdo
moderna consiste precisamente en el aumen­ con un análisis comparativo, se deduce cla­
to de los grupos con intereses especializados ramente que los países nórdicos de América
y con actividades diversificadas, también es y de Europa presentan el porcentaje más alto
cierto que no en todas las sociedades contem­ de participación: de acuerdo con las estim a­
poráneas se les reconoce una considerable y ciones que datan de 1960, en los Estados Uni­
hasta decisiva importancia. Es el caso eviden­ dos gira alrededor del 35-55% (excluidos los
te de la sociedad totalitaria, en la que las agru­ sindicatos) y en Suiza es del 51% (excluidos
paciones voluntarias, aun cuando existen, no también los sindicatos), contra, por ejemplo,
poseen prácticam ente ningún poder, ya que el solo 4% de los habitantes de una ciudad de
éste, por regla general, está concentrado en la India.
el estado, o en un partido o también en un gru­ En segundo lugar, la participación en las
po muy restringido de personas que contro­ asociaciones voluntarias organizadas formal­
lan al estado. La supresión de la libertad de mente varía, en el ámbito de la misma comu­
asociación c» en realidad unas de las prim e­ nidad, de acuerdo con los diferentes estratos
ras iniciativas de los regímenes autoritarios. sociales a los que pertenecen los habitantes,
En los Estados Unidos de América y en Sui­ y precisamente lo> que ocupan las posiciones
za. por ejemplo, el a. no ha encontrado obs­ sociales más elevadas participan en mayor
táculos de orden legislativo, que en cambio medida que los que ocupan las posiciones
ha tenido que superar en Francia y también menos elevadas. Hay que añadir también que
en Italia, en donde el derecho de asociación la importancia relativamente escasa de las
fue suprimido durante el fascismo. asociaciones voluntarias formales, como
Si Tocqueville ya había captado el nexo fuente de contacto social para la mayor par­
entre la expansión del a. voluntario y el régi­ te de los trabajadores, resulta todavía más
men político, numerosos estudiosos han pro­ evidente si ^e considera no sólo la pertenen­
fundizado aún más y de manera más sistemá­ cia sino también la participación efectiva en
tica esta relación. Entre éstos recordamos, las actividades asociativas. Estas afirmacio­
por ejemplo, a Rose, que partiendo de la com­ nes encuentran su confirmación en los resul­
paración del contexto francés con el nortea­ tados de numerosas investigaciones específi­
mericano llega a la conclusión de que las cau­ cas y sobre la comunidad.
sas del menor desarrollo y por consiguiente Parece que existe también una tendencia
de la menor relevancia del a. en Francia con con base en la cual la participación en aso-
9b ATEISMO

elaciones voluntarias depende todavía de la ateísmo


posición social, en el sentido de que los que
forman parte de los estratos sociales superio­
res, a través de los años, tienden a aum entar Con este término se designa una actitud teó­
la participación, mientras que los que perte­ rica y práctica de negación de la existencia
necen a los estratos sociales inferiores, a no sólo de un Dios trascendente personal, sino
medida que crecen en edad, se inclinan a dis­ de cualquier carácter religioso y sagrado de
m inuir su participación en asociaciones la vida y de la realidad. Tal negación puede
voluntarias. manifestarse explícitamente, incluso polémi­
En vinculación con una última relación par­ camente, expresándose frecuentemente en la
ticularm ente significativa —la que existe elaboración de ideas y doctrinas, en la cons­
entre la participación en las asociaciones titución de tendencias y movimientos, en la
voluntarias y las actividades políticas—, se producción de costum bres y mentalidades,
pueden captar, finalmente, los tres relieves que no dan relevancia efectiva a la divinidad
esenciales siguientes, que en cierta manera ni revelan una influencia determinante de los
es correcto generalizar así: elementos religiosos. Sin embargo, en el
a] los que pertenecen a asociaciones tam ­ transcurso de los siglos, motivos teístas y reli­
bién apolíticas, en que los inscritos tienen giosos y motivos ateos a menudo se han mez­
derecho de voto, participan en las consultas clado estrechamente y se han entrecruzado;
electorales más que los que no forman parte asimismo la fe religiosa ha sobrevivido o
de grupos formales voluntarios; emergido de nuevo dentro de orientaciones
b] los inscritos en partidos y círculos polí­ de pensamiento o de conducta práctica que
ticos son al mismo tiempo miembros de otras en diversos aspectos no le daban una justifi­
organizaciones en proporción mayor que los cación coherente.
inscritos en otros grupos de asociaciones; Con tales características el a. se ha afirm a­
c] la pertenencia a una asociación política do especialmente en Europa, en el mundo
ejerce un “efecto catalizador" sobre la p arti­ antiguo, esporádicamente en la edad media
cipación en otras actividades organizadas; en y ampliamente en el mundo moderno y con­
efecto, los resultados de algunas investigacio­ temporáneo, ya sea en el plano cultural y filo­
nes ponen en evidencia que las personas que sófico, ya sea en el político y social. Su afir­
se han adherido en un prim er momento a una mación está vinculada al racionalismo, al sub­
asociación no política, se han inscrito en un jetivismo, a la exaltación de una ciencia autó­
segundo momento en otras asociaciones, con noma de todo condicionamiento metafisico,
menor frecuencia que los que se han adheri­ a una economía ligada a las exigencias e idea­
do desde el principio a una organización les de los grupos burgueses emergentes, en
política. un lento pero progresivo proceso de laiciza­
ción de la sociedad y del estado. Ha ido difun­
bibliografía J. Duma/edier y C. Guinchat, Asso- diéndose y adquiriendo relevancia considera­
ciations valontaires el de loisir: essai bihliogra- ble a partir del ocaso de la Edad Media y aun
phique, en Centro Sodale, vu, 10, 1952; M. Hausk- del surgimiento de la civilización humanista-
nccht, The joiners: a sociológica¡ description of renacentista, y de m anera cada vez más
voluntan association memhership in the United amplia y multiforme, explícita y combativa,
States, Nueva York, Bedminster, 1962; A. M e is- con la Ilustración. En el siglo xvi el jesuíta
ter, Vers une sociohgie des associations. en Mersenne afirmaba que durante las guerras
Archives Intemationales de Sociologie de la Coo- de religión sólo en París existían alrededor de
pération, 4, 1958; A..M. Rose, Theory and method cincuenta mil ateos; a finales del siglo x v ii
in the social Sciences, Minneapolis, University of Pierre Bayle sostenía la posibilidad de la exis­
Minnesota Press, 1954. tencia de una sociedad formada por ateos; a
finales del xvm Condorcet auspiciaba el
[VINCF-NZO CESAREO] advenimiento de una época en la que todos
los hombres fueran libres y no reconocieran
otro amo que su propia razón.
En la época contemporánea el a. ha adqui-
ATEISMO 97

ridu dimensiones enormes: se han desarrolla­ un amplio y constante retraso respecto a la


do corrientes culturales y Filosóficas que han de la cultura” (Galasso). En efecto, en los
llevado a sus consecuencias extremas las ten­ siglos xix y xx han surgido y se han consoli­
dencias racionalistas, inmanentistas y antro- dado tendencias y fuerzas político-sociales de
pocéntricas; a lo largo del siglo xix se han inspiración cristiana y católica que han inten­
constituido movimientos político-sociales tado conciliar los valores religiosos con los
capaces de arrastrar tras de sí grandes masas, del liberalismo, la democracia y el socialis­
como el liberalismo, la democracia, el anar­ mo. El peso ejercido por estas tendencias y
quismo, el socialismo, con un carácter arre­ fuerzas, la persistente influencia de la ética
ligioso a antirreligioso; la revolución indus­ religiosa y cristiana en países protestantes y
trial y la expansión del capitalismo, el surgi­ católicos, las preocupaciones conservadoras
miento de la "cuestión social”, han creado de las clases dirigentes de algunos estados
mentalidad, esperanzas y objetivos de bienes­ europeos, que las han llevado a acercarse de
tar individual y colectivo carentes por lo gene­ nuevo a la iglesia y a la religión, han provo­
ral de cualquier connotación religiosa, pro­ cado una limitación o disminución del carác­
duciendo la práctica descristianización de ter laico de dichos estados, en algunos de los
amplios estratos de la población, tanto b ur­ cuales, por ejemplo en la Italia libera], por lo
guesa como obrera; los estados laicos conso­ general el a. ha sido más bien tolerado en el
lidados después de la Revolución francesa, plano institucional y jurídico, sin llegar a ser
basándose en un fundamento extraño a toda efectivamente reconocido (Cardia). La decli­
concepción teológica y con una autonomía nación del anticlcrlcalismo (v.) y de ciertas
plena respecto de la iglesia, atribuyéndose formas de a. militante no restringió sin
nuevas prerrogativas y funciones en campos embargo, en el siglo xx, las dimensiones del
tradicionalmente reservados a la iglesia, a., presente en el carácter arreligioso de gran
como la escuela, la asistencia, etc., contribu­ parte de la cultura, la vida privada y pública
yeron a reducir en gran escala el área de y en los movimientos político-sociales. El
influencia de la religión. El liberalismo, en nacionalismo, el fascismo, el nazismo han
sus diversas tendencias, combatió a la igle­ exaltado principios distintos y opuestos res­
sia y al catolicismo en cuanto estaban estruc- pecto a los de la religión y de las iglesias cris­
turalmente vinculados a la vieja sociedad aris­ tianas; el fascismo y el nazismo, sobre todo
tocrática del Anden Ré^im e; el movimiento el primero, han intentado utilizar la religión
democrático y radical comprometió general­ como instrumenlum reuní, en el ámbito de
mente a la misma religión en su lucha por la ideologías y de regímenes totalitarios que le
soberanía popular, por una sociedad funda­ asignaban un papel práctico y subordinado.
da en la igualdad y en la justicia; el anarquis­ El comunismo también surgió con caracterís­
mo dirigió una lucha frontal contra la religión ticas ateas, aunque intentaba subordinar la
y contra la iglesia, consideradas como soporte cuestión religiosa a las exigencias de la lucha
y consagración del autoritarism o del estado; de clases. Tules características se reflejan en
el socialismo de inspiración marxista, aun gran parte en la legalización que se dio en
sosteniendo el carácter prioritario de la lucha Rusia, donde la concreta praxis política anti­
por la emancipación económica del proleta­ rreligiosa del partido bolchevique condicio­
riado, determ inante de toda otra emancipa­ nó fuertemente la organización del estado
ción, y aun preocupado en no dividir al mis­ soviético: en el ámbito de un régimen sepa­
mo proletariado por cuestiones religiosas, de ratista y de laicización institucional, en algu­
hecho se ha configurado como un movimien­ nos aspectos formales análoga a la de los esta­
to dirigido a liberar a la humanidad incluso dos liberales decimonónicos, la libertad reli­
de la "alienación” religiosa. Todos estos movi­ giosa se sometió a limitaciones y de hecho se
mientos se han presentado a menudo como restringió al ejercicio del culto.
portadores de valores alternos respecto de la El proceso de laicización de la sociedad y
religión, de una nueva concepción del mun­ de! estado, que, especialmente en los tiempos
do y de la vida, de una nueva moral. recientes, ha involucrado a los movimientos
Sin embargo es cierto que "la laicización políLico-sociales, con una tendencia a recono­
del estado y de la sociedad política presenta cer un pluralismo incluso interno, con auto-
98 AUTOCRÍTICA

nomia respecto a premisas ideológicas rígi­ causas, analizar la situación que lo generó,
das, ha llevado cada vez más a considerar la estudiar atentamente tos medios para corre­
profesión religiosa como una cuestión priva­ girlo” (Lenin, El extremismo). En esta acep­
da, rebatiendo su influencia en la vida públi­ ción puede observarse que la a., más allá de
ca, que es cada vez menor. Mientras que la las denominaciones, ha de ser practicada por
sociedad contemporánea se presenta cada vez toda organización política. En realidad, lo que
más secularizada en sus estructuras, en sus caracteriza a la a. como práctica típica de las
orientaciones y conductas, persisten sin organizaciones inarxista-leninistas no es sólo
embargo, o renacen, formas nuevas, minori­ el recurso a ella de manera metódica, insis­
tarias pero significativas, de expresión reli­ tente, constante en todo nivel de la vida de
giosa, incluso fuera del ámbito de las iglesias. partido (las conclusiones políticas, al igual
que las científicas, deben someterse a verifi­
BIBLIOGRAFIA: S. Acquaviva, L'ecclisi del sacro cación continua), sino sobre todo el hecho de
nella sacie ¡a industríale, Milán, Comunitá, 1971; que en sustancia representa la ampliación a
G. Cardia, Ateísmo e liberta religiosa nell'ordi- la práctica del método crítico dialéctico de
namento giuridico, nella scuola, nell'informazio- origen marxiano. Ejemplar en tal sentido es
ne daU'Unitá ai giomi nostri, Barí, De Donato, la insistencia de los comunistas chinos sobre
1973; A. Del Noce, 11problema deU'ateisrno. Bolo­ el método de la crítica y a., entendidas como
nia, II Mulino, 1964; C. Galasso, Ateo, en Enci­ dos momentos indisolubles del trabajo con­
clopedia, ii, Turín. Einaudi, 1977, pp. 3-31. tinuo de redefinición de los análisis teóricos
y de las directivas políticas. (“Tenemos en
[GUIDO VERL’CCl] nuestras manos el arma marxista-leninista de
la crítica y de la autocrítica. Seamos capaces
de desembarazarnos de un estilo erróneo de
autocracia, v. dictadura, ii trabajo y de conservar el bueno": Mao, Rela­
ción al Comité Central, 5 de marzo de 1949.)
La aplicación constante y difundida a todo
el partido de este método de trabajo tiene
autocrítica grandes implicaciones pedagógicas (“ya que
sólo asi pueden formarse verdaderos cuadros
Aunque el término haya entrado al lenguaje y verdaderos dirigentes del partido": Stalin,
común, y expresiones como “hacer la a.” sean Principios del leninismo), y de cohesión inter­
hoy de uso casi proverbial, la a. en sentido na entre los militantes, por la costum bre de
propio es sin embargo una práctica caracte­ discutir y criticar libremente y de reconocer
rística de las organizaciones históricas del públicamente los propios errores. (“Es un ras­
movimiento obrero, en particular de los par­ go fundamental, que nos distingue de los
tidos comunistas inarxista-leninistas, que demás partidos: la práctica consciente de la
hunde sus raíces culturales en la propia ideo­ autocrítica": Mao, Sobre la contradicción.)
logía del movimiento obrero (por ejemplo, el bj En el sentido más especifico del térm i­
principio de que "la verdad es revoluciona­ no. la a. es aquel acto preciso (escrito, discur­
ria ”, en contraposición a la "hipocresía bur­ so, etc.) con el que un miembro del partido
guesa"), pero que encuentra una realización o un organismo colectivo reconocen los pro­
completa en la definición leninista de la polí­ pios errores, o culpas, de m anera oficial y
tica como ciencia. relativamente institucionalizada, pública, en
La definición de a., sin embargo, supone las sedes competentes, cerrando asi una fase
una distinción de tipo prelim inar entre a] un de disensión y de lucha política y reafirm an­
uso más general del término, que se atiene al do la unidad interna.
método de trabajo y de reflexión del partido, Como puede observarse, el partido de tipo
y b] un uso más especifico, que a su vez se atie­ marxista-leninista, regido por el centralismo
ne a los modos de resolución de los conflic­ democrático e inspirado, en su fase stalinia-
tos internos a él. na, en el principio del monolitismo, no pue­
a] En general, la a. es la práctica de “ reco­de tolerar el conflicto interno permanente \
nocer abiertam ente un error, descubrir sus organizado: la obra de constante discusión y
AUTODETERMINACIÓN 99

persuasión es aquí decisiva para los fines de sión la capacidad que poblaciones suficien­
la unidad. Si estos intentos fracasan, y per­ temente definidas desde el punto de vista étni­
manece la disensión, el individuo debe subor­ co o cultural tienen para disponer de si mis­
dinarse en definitiva a sus instancias (célula, mas y el derecho que un pueblo tiene en un
sección, etc.), cada instancia a su superior, la estado de elegirse la forma de gobierno. Se
minoría a la mayoría, por disciplina de parti­ puede distinguir, pues, un aspecto de orden
do. De ahi que la a., sea fruto de la persua­ internacional, que consiste en el derecho de
sión real o de la aceptación de la disciplina un pueblo a no ser sometido a la soberanía
de partido, es el testimonio sea como fuere de un determinado estado contra su voluntad
de la reencontrada unidad, vuelta tanto al y de separarse de un estado al que no quiere
interior como al exterior del partido. estar sujeto (derecho de independencia polí­
Naturalmente, en presencia de disensiones tica), y un aspecto de orden interno, que con­
particularmente graves que, además de minar siste en el derecho de cada pueblo a escoger
su unidad, comprometan la propia identidad para sí la forma de gobierno que prefiere.
del partido, más que la íntima convicción de Aunque no faltan alusiones a un sentida de
quien se hace a., es im portante que la a. ocu­ soberanía nacional aun en épocas anteriores,
rra, como sanción de la conformación (por lo se suele identificar los orígenes doctrinales
menos oficialmente) del conflicto. La prácti­ del principio de a. en la teoría de la sobera­
ca ha sufrido aquí históricamente degenera­ nía popular de Rousseau y en su concepción
ciones profundas: ciertas a. del periodo sta- de la nación como un acto voluntario. Las pri­
liniano, en la URSS y en los países del este, meras enunciaciones del principio de a. se tie­
parecería que miran más a reafirm ar formal­ nen en la revolución francesa. En la relación
mente el monolitismo del partido que a bus­ preparada por Merlin de Douai, encargado
car una compatibilidad auténtica fundada en por la constituyente de estudiar el problema
la discusión y en la persuasión. deAlsacia(31 de octubre de 1790) sedice:"El
Esta práctica instrumental de la a. la ha asi­ pueblo alsaciano se ha unido al pueblo fran­
milado a la abjuración de la tradición católi­ cés porque lo ha querido; su voluntad única­
ca. En efecto, las analogías existen, y derivan mente y no el Tratado de Münster, ha legiti­
de las analogías entre dos instituciones: el mado, pues, la unión." La "Déclaration du
partido orden (Duverger), o sea de tipo droit des gens” sometida a la Convención
“monástico", y la iglesia (y en general las reli­ (aunque no aprobada por ésta) el 23 de abril
giones fuertemente institucionalizadas y de 1795, redactada por el abate Grégoire con
jerarquizadas). Pero debe decirse, más allá del el fin de exponer "los principios de justicia
uso político que se haya hecho de ella histó­ eterna que deben guiar a las naciones en sus
ricamente, que la a. formal de la que estamos relaciones recíprocas", afirmaba, entre otras
hablando aclara su función en las confronta­ cosas, la inviolabilidad de la soberanía inter­
ciones de toda la organización, más que en el nacional, declaraba que el atentado contra la
individuo que la hace. En este sentido, la a. libertad de una nación constituye un atenta­
(o la abjuración), dada con escasa convicción do contra la libertad de todas y proclamaba
hacia los argumentos adoptados pero con ple­ el derecho de cada pueblo a organizar y cam­
na adhesión al principio de la salvaguarda de biar libremente su propia forma de gobierno.
la unidad interna, no puede ser expeditiva­ Precedentemente, la revolución norteame­
mente definida como una degeneración de la ricana también hizo una contribución a la
propia práctica. doctrina de la a. "Consideremos como eviden­
tes estas verdades —afirmaban los colonos
[LUCIANO BDNET] norteamericanos en la Declaración de inde­
pendencia—, de que todos los hombres han
sido creados iguales y han sido dotados por
el Creador de ciertos derechos inalienables,
autodeterminaciónI entre los cuales está la vida, la libertad, la
consecución de la felicidad; de que. para ase­
I SIGNIFICALODEL TÉRMINOY ORIGENES DOCTRINALES gurar estos derechos, se instituyen entre los
Generalmente se entiende por a. o autodeci­ hombres gobiernos que reciben sus justos
100 AUTODETERMI NACION

poderes del consenso de sus gobernados; de durante el siglo xix se realizaron en todas
que, cada vez que una forma de gobierno con­ partes de Europa movimientos de insurrec­
duce a destruir estos objetivos, el pueblo tie­ ción que condujeron a la independencia de
ne derecho de cam biarla o de aboliría, insti­ Grecia, de Rumania, de Bulgaria y de Servia
tuyendo otro gobierno bajo principios y con y a la unificación de Italia y Alemania (para
una organización de poderes que le permiten una discusión más profunda del concepto
tener mayores probabilidades de asegurar la controvertido de nación, v. nación y naciona­
seguridad y la felicidad." lismo).

II PRINCIPIO DF. AUTODETERMINACIÓN Y PRINCIPIO DE III. EL PLEBISCITO COMO INSTRUMENTO DE AUTODETER­


Con la revolución francesa, el con­
a u t o r id a d . MINACIÓN Uno de los instrumentos con que se
cepto de estado patrimonial se sustituye con puede llevar a la práctica el deseo de perte­
el de soberanía de la nación. El ciudadano (ya necer a la nación es el plebiscito convocado
no el súbdito) adquiere cada vez más la con­ entre los habitantes de un territorio en el que
ciencia de pertenecer a un determinado gru­ la transferencia o no del territorio a otro esta­
po social; conciencia que. al hacerse colecti­ do debe depender del resultado del mismo.
va, encuentra su expresión en el concepto de La práctica de los plebiscitos se remonta, en
nacionalidad. esencia, a la revolución francesa (plebiscito
Mancini trató precisamente de atribuirle del Condado de Ven isa y de Aviñón en 1791;
un valor jurídico a la nacionalidad, sostenien­ de Sabova, de Mulhouse, de Hainaut y de
do que los verdaderos sujetos del derecho Renania en 1792), aun cuando no faltan ejem­
internacional son las naciones, obra de Dios plos anteriores y se utilizó ampliamente en
y entidades naturales, y no los estados, enti­ Italia durante el Risorgimento, para darles
dades arbitrarias y artificiales. Dicha doctri­ una consagración popular a las anexiones a
na tuvo un considerable valor político, sobre la monarquía saboyana.
todo en la época histórica en que fue formu­ En el pasado hubo plebiscitos aun indepen­
lada (1851), en cuanto que afirm aba precisa­ dientemente de cualquier tratado internacio­
mente como principio ideal de justicia la exi­ nal que los previera (por ejemplo, los de la
gencia de la formación de estados que tuvie­ Emilia, los de Toscana, los de las Marcas y
ran como base una unidad nacional y no un los de Umbría en 1860 y de Roma en 1870);
fragmento de nación o partes de naciones. en la práctica más reciente, el plebiscito se
Al consolidarse el principio de la a. como ha previsto frecuentemente en los acuerdos
principio de acción política, también las doc­ internacionales que a menudo controlan las
trinas filosóficas hicieron una buena contri­ modalidades de su realización. En los últimos
bución en el periodo subsiguiente. Un argu­ años se han llevado a cabo numerosos plebis­
mento importante fue aportado por el concep­ citos bajo los auspicios y algunas veces bajo
to kantiano de la autonomía del individuo y el control de las Naciones Unidas, especial­
de la libertad como condición de autonomía. mente en relación con el proceso de descolo­
Otros argumentos fueron aportados por la nización.
visión fichteana del estado como condición de A pesar de su frecuente utilización, el ple­
la libertad del hombre y por la idea de Her- biscito ha despertado, sobre todo en el pasa­
der de que el género humano fue dividido por do, no pocas criticas, aun por las "intrigas"
Dios en diversas agrupaciones nacionales, a que ha dado lugar; muchos escritores libe­
cada una de las cuales tiene una misión par­ rales han negado que sea el instrumento más
ticular que cumplir. Schleiermacher, como adecuado para expresar y poner en práctica
también Herder, basaba la distinción entre el principio de la autoderminación de los pue­
las distintas naciones en la lengua, en el carác­ blos en cuanto que se trata de un acto instan­
ter, en la historia y en la cultura. Las nacio­ táneo y aislado, sugerido más a menudo por
nes deberían constituirse en estados sobera­ las pasiones o impuesto por fuerzas externas.
nos para conservar su propia individualidad
y pura hacer su propia contribución (preor­ IV DF. LA SOCIEDAD DE NACIONES A LA ONU. El prin­
denada por Dios) al género humano. cipio de la libre determinación de los pueblos
Bajo el impulso de las ideas nacionalistas. constituye uno de los temas ideológicos pro­
AUTODETERMINACION 101

clamados con más rigor y eficacia por la mente la doctrina intemacionalista, al tener
Alianza durante la prim era guerra mundial, en cuenta esencialmente el aspecto interna­
sobre todo gracias al influjo del presidente cional de la a., sostiene que el derecho de a.
norteamericano Wilson. Se incluyó en los dos debe serle reconocido a los pueblos someti­
primeros proyectos del estatuto de la Socie­ dos a dominación colonial, a régimen racial
dad de Naciones, pero no encontró cabida en o a dominación extranjera. Incluso se llega a
el texto final, limitándose en esto a servir de reconocer este derecho a los pueblos que se
inspiración al sistema de los mandatos. La encuentran sometidos a un gobierno no repre­
aplicación del principio enunciado con tanto sentativo, entendiéndose como tal "no sólo a
hincapié se vio comprometida por considera­ un gobierno racista, sino también al gobier­
ciones de carácter estratégico y económico: no que tenga de hecho a uno de los pueblos
se dieron cuenta de que la fórmula de Wilson que componen la comunidad subyugado en
de las "reorganizaciones territoriales” com­ una posición de dependencia”.
prometía la seguridad y el equilibrio interna­ Esta acepción del concepto de representa-
cionales. Contrariamente a las expectativas, tividad no puede ser compartida. Con la ayu­
el principio de la libre determinación de los da de los documentos antes citados, y de otros
pueblos resultó inadecuado pura servir de más, es posible darle un significado mucho
base a una paz duradera. Es más, el mismo más extenso, llegándose por lo tanto a
principio se convirtió, en la política de Hitler, am pliar la faja de los titulares del derecho de
en el principal instrum ento para la satisfac­ a. Se trata en realidad de un derecho univer­
ción de ambiciones territoriales que condu­ sal: la a., en su doble acepción de derecho
jeron a la segunda guerra mundial. interno e internacional, debe asegurar a todo
A pesar de esto, en el transcurso de este pueblo la propia soberanía interna, las fun­
conflicto se apeló una vez más al principio de damentales libertades constitucionales, sin
la a. En la Carta del Atlántico (14 de agosto las cuales la soberanía internacional del esta­
de 1941), en la Declaración de las Naciones do no es nada. Es un derecho que no se agota
Unidas (1 de enero de 1942) y también en la con la adquisición de la independencia, sino
Conferencia de Yalta (10 de febrero de 1945) que acompaña la vida de todo pueblo. Ningún
se afirmó que no debía ocurrir ninguna modi­ gobierno, se esconda tras el color que sea o
ficación territorial sin el consentimiento de se inspire en la ideología que sen, nazca de
las poblaciones interesadas. El principio de un proceso revolucionario o por la descolo­
la a. fue reafirmado expresamente en la Car­ nización, o bien hunda sus raíces en tradicio­
ta de las Naciones Unidas, que consideró su nes democráticas y constitucionales antiguas
respeto como uno de los fines principales de o recientes, puede, sobre la base de sus méri­
la organización y lo incluyó entre los criterios tos pasados, pretender seguir excluido de un
que inspiran las disposiciones que dedica a cotidiano "control de idoneidad" y excluir al
la promoción de los derechos del hombre, a pueblo al que gobierna del número de los titu­
los territorios no autónomos y a los territo­ lares del derecho de a. En este sentido, y de
rios bajo administración fiduciaria. Diversas manera extremadamente clara, se expresa
resoluciones de la Asamblea General han entre otras la Declaración universal de los
remachado sucesivamente este principio: derechos de los pueblos de Argelia, la cual
entre otras la declaración sobre la concesión afirm a que todo pueblo (sin distinción) tiene
de la independencia a los países y pueblos derecho a un régimen democrático, represen­
coloniales (Res. 1514-XV del 14 de diciembre tativo del conjunto de los ciudadanos, capaz
de 1960) y la declaración relativa a los prin­ de asegurar el respeto efectivo de los dere­
cipios de derecho internacional que concier­ chos del hombre y de las libertades funda­
nen a las relaciones amistosas y la coopera­ mentales para todos (art. 7).
ción entre los estados de conformidad con el Todo esto no impide que, de hecho, el prin­
estatuto de las Naciones Unidas (Res. 2625- cipio de a. haya sido invccado sobre todo para
XXV del 24 de octubre de 1970)..V sostener la independencia de los pueblos
sometidos a dominación colonial, a régimen
V. UNIVERSALIDAD DEL PRINCIPIO DE ACTODETERV1NA­ racial o a dominación extranjera.
CION. si aplicación a l.a d e sc o l o n iz a c ió n . General­ Dentro del tema de la descolonización, en
102 AUTODETERMINACIÓN

particular, las Naciones Unidas han empren­ sean gravemente pisoteados, es un deber que
dido iniciativas de diversos tipos, dirigidas a incumbe a todos los miembros de la comuni­
obtener la aplicación del principio en cues­ dad internacional” (art. 30, Declaración de
tión: la Asamblea General ha instituido un Argelia), a cuya solidaridad todos los pueblos
Comité para la descolonización (Comité de los tienen derecho (punto 3 de la Declaración
17, convertido después en el de los 24) y ha sobre la eliminación del apartheid, adoptada
recomendado una y otra vez a los estados en 1976 por el seminario internacional orga­
miembros de la Organización, y a las institu­ nizado por el Comité Especial de la o n u con­
ciones especializadas, que se abstengan de tra el apartheid).
prestar asistencia a los estados que practican Por lo demás, seria bastante grave ampliar
una política colonial; la propia Asamblea el campo de aplicación del art. 51 de la hipó­
General, en la Declaración sobre las relacio­ tesis de ataque armado, a la que ha sido rígi­
nes amistosas, afirma: "todo estado tiene el damente ligado, a la general y genérica hipó­
deber de abstenerse del recurso a cualquier tesis de agresión o de uso de la fuerza, o direc­
medida coercitiva apta para privar a los pue­ tamente al comportamiento contrario a los
blos bajo dominación colonial de su derecho fines y a los principios de la Carta. Extender
de autodeterininarse, de su libertad y de su la aplicación de la antedicha disposición a las
independencia. Cuando reaccionen o resistan luchas por la a. de los pueblos daría luz ver­
a una medida coercitiva en el ejercicio de su de a una escalada del recurso al uso de la fuer­
derecho a autodeterm inarse, dichos pueblos za y a un proceso de agotamiento del siste­
tienen el derecho de buscar y recibir un apo­ ma entero de seguridad colectiva al que se dio
yo conforme a los fines y a los principios de vida en la Carla. La legitimación de la inter­
la Carta de las Naciones Unidas." vención armada de un estado no directamente
interesado en la lucha de liberación seria, des­
VI. AUTODETERMINACIÓN V DERECHO DE RESISTENCIA. pués de todo, peligrosa, pues podría traer con­
Todos los instrumentos internacionales, y sigo una fuerte injerencia de la potencia
entre ellos en prim er lugar las declaraciones extranjera en la vida del nuevo estado o en
de la Asamblea General de las Naciones Uni­ la conducta del nuevo gobierno, en el cuso de
das, reconocen —como el documento citado resultados positivos de las hostilidades y,
poco antes— al pueblo que lucha por la pro­ sobre todo, podría constituir la premisa y la
pia a. un derecho de resistencia que, en últi­ justificación para una intervención de una
ma instancia, puede explicarse mediante el potencia extranjera en ios asuntos internos
recurso al uso de la fuerza en aplicación del de un estado, en defensa de grupos rebeldes
derecho de legitima defensa. Al interpretar (reales o imaginarios, espontáneos u oportu­
los actos en cuestión, por lo común se valora namente organizados), cuyo derecho a la a.
su paridad con el art. 51 de la Carta de las fuera inexistente o, por lo menos, discutible.
Naciones Unidas, para llegar a reconocer, Tal es lo que nos enseña la historia reciente.
sobre la base de esta disposición, un derecho, El derecho de usar la fuerza debe ser reco­
si no un deber, de intervención al lado de los nocido pues sólo a los pueblos que en prim e­
pueblos oprimidos, para todos los miembros ra instancia luchan por la propia a. Pero este
de las Naciones Unidas. derecho es en cierto modo limitado, en el sen­
En realidad, lejos de hacer referencia explí­ tido de que no puede considerarse licito el
cita a las disposiciones argumentadas, las dis­ recurso a cualquier acto de violencia, sobre
tintas declaraciones se limitan a reconocer a todo si va dirigido contra víctimas inocentes.
los pueblos en cuestión un derecho "a buscar Por ello no es posible com partir la tesis según
y recibir ayuda, de conformidad con los fines la cual la actividad terrorista llevada a cabo
y principios de la C arta” (asi la Declaración por individuos o por grupos de individuos que
sobre las relaciones amistosas y el art. 7 de luchan por la a. pueda considerarse un con­
la Res. 3314-XXDC del 14 de diciembre de traterror. un acto de legítima defensa, una
1974, relativa a la definición de agresión) o resistencia activa ante el opresor, que justi­
a afirmar, todavía en forma mas genérica, que fican y legitiman los medios utilizados. Aun
"el restablecimiento de los derechos funda­ cuando el propio terrorism o sea el único ins­
mentales de un pueblo, en el momento en que trumento eficaz para contraponerse a un ene-
AUTOGESTIÓN 103

m ijo mucho más fuerte y organizado —como hoff, 1967; J J . Lador-Ledercr, International
sucede en las luchas de liberación— y por ello gruup protection, Lciden, Sijthoff, 1968; A. Mia­
sea un medio d 1 lucha difícil de condenar, si ja de la Muela, Im emancipación de ¡os pueblos
reconocemos la legitimidad del recurso al uso coloniales y el derecho internacional, Madrid,
de la fuerza en -I ejercicio del derecho de a., Tecnos, 1968; A. Papisca, /.‘intendenta delle
se trata de medios de acción que deben ser Nazioni Uniré nelle consultazioni popolari, Milán,
desterrados, sea cual fuere el fin perseguido. Giuffré, 1969; A. Rigo Su reda. The evolution of
El límite entre actividades lícitas y activi­ the rif-ht of self-detennination: a study of United
dades ilícitas puede trazarse en función de los Nations practice, Leiden, Sijthoff, 1973; N. Ron-
medios empleados y de la personalidad de las zitti, Le atierre di liherazione nazionale e il diritto
victimas de los actos terroristas. En esta pers­ internazionale. Pisa. Pacini, 1974; M.A. Shukri.
pectiva se plantea también el estudio sobre The concept of self-determination in the United
el terrorism o preparado por el secretario de Nations, Damasco, Al Jadida*, 1965; J. Siotis, Le
las Naciones Unidas, en el que sé*observa que droit de la guerre el les conflits armes d'un carae-
incluso cuando el empleo de la fuerza e*-tá jus­ té re nan-intemutional, París, Librairie Généra-
tificado moral y jurídicamente, hay determ i­ le de Droit et de Jurisprudence. 1958; U.O. Umo-
nados medios que —como en toda forma de zurike, Self-detennination in intentaríonal law,
conflicto humano— no deben ser utilizados; Hamben, Archon Books, 1972; P. Vergnaud,
la legitimidad de una causa no justifica el L'idée de la nationalité et de la libre disposition
recurso a determ inadas formas de violencia, des peuples, Ginebra, Droz. 1955; Vismara, Le
en especial contra los inocentes: "hay limites Nazioni Unite per i terrilori dipendenti e per la
a lo que la comunidad internacional puede decolonizzazione , Paudu. CEDAM, 1966; Yassin
tolerar y aceptar". el-Avouty, The United Nations and decoloniza-
Legitimo seria pues el uso de la fuerza, y tion: the role of Afro-Asia, La Haya, Nijhoff, 1971.
se consentiría el recurso a la actividad terro­
rista, a condición de que éstos no se volvie­ [CAKLO BAl.Dl]
ran medios particularm ente violentos e inhu­ autogestión
manos, o desproporcionados a los resultados
esperados o de espera plausible.
El derecho a la a. de los pueblos está estre­ i. d e f in ic ió n e s e n c ia l . Por a. en sentido amplio
chamente ligado a los derechos de los indivi­ debe entenderse un sistema de organización
duos, de los que constituye un corolario; sería de las actividades sociales que se desarrollan
una flagrante contradicción luchar por la a. mediante la cooperación de muchas personas
con desprecio de los derechos fundamentales (actividades productivas, de servicio, adminis­
de la persona humana. trativas), para lo cual todos aquellos compro­
metidos en ellas toman directamente las deci­
siones relativas a su conducción, con base en
BIBLIOGRAFIA: G. Arangio-Ruiz, United Nations las atribuciones del poder de decisión dadas
declararían of friendly relations and the system a la colectividad y que define cada estructu­
of the sources of inlematiortal law. La Haya, Sijt- ra específica de actividades (empresa, escue­
hoff & Noordhoff, 1979; P. Bergmann, Self- la, barrio, etc.). Aquí pueden reconocerse dos
determination: the case of Czekhoslovakia, 1968- determinaciones esenciales del concepto de
1969, Luguno-Bcllinzona, Grassi, 1972; S. a. La prim era se refiere a que se anula la dis­
Calogeropoulos-Stratis, Le droit des peuples á tinción entre quien toma las decisiones y
disposer d ’eux-mémes, Bruselas, Bruylant, 1973; quien las ejecuta, con referencia a las funcio­
A. Cassese y E. Jouve ícemps.), Pourun droit des nes de toda aquella actividad colectiva orga­
peuples. París, Berger-Levrault, 1978; C. Curdo, nizada sobre la base de la división del traba­
Nazione e autodecisione dei papoli: due idee nella jo. La segunda e> la autonomía de decisiones
storia, Milán, Giuífre, 1977; G.J. de Lint, The Uni­ de toda unidad de actividad, o sea que se supe­
ted Xatiuns: the ahhurrent misappliculion of the ra la intervención de voluntades ajenas a las
Charterin respect of South Africa, Zwolle, Tjeenk colectividades concretas para la definición
VVillink, 1976; H.S. Johnson, Self-determination del proceso de decisiones.
within the community of n a t t o n Lciden, Sijt- Con referencia a la vida cotidiana asocia­
104 AUTOGESTION

da, c¡»tas dos determinaciones califican el sig­ constituyen propuestas de organización de


nificado de a. como principio elemental que una sociedad posrevolucionaria según esque­
modifica las relaciones sociales y personales mas del todo similares a la de la a. —aunque
en el sentido de la reapropiación del poder no definidas con este término, que aparece
de decisión respecto de una determinada esfe­ sólo ocasionalmente en la literatura alema­
ra de actividades contra cualquier autoridad, na. En los años veinte y treinta, restringido
aunque esté legitimada por una delegación el espacio de propuesta de los consejos, pue­
precedente —como resulta de expresiones den reconocerse elementos importantes de la
tales como "a. de las luchas”, “seminario, problemática de la a. en la crítica trotsquis-
manifestación, huelga de a.”, etc. Con referen­ ta al papel de la burocracia en el sistema
cia al funcionamiento de un sistema social soviético.
global, especifican el significado de a. como La difusión del término a. en la cultura y
modelo de sociedad socialista alterno al esta­ en el lenguaje político data sólo de los años
talista burocrático: por un lado al superar la cincuenta, después de que se introdujo en
lógica autoritaria de la planificación centra­ Yugoslavia un sistema de organización eco­
lizada y la consiguiente apropiación del poder nómica y estatal así denominado. Esta expe­
social por parte de los aparatos burocráticos, riencia llevó, por un lado, a especificar mejor
mediante la atribución de una plena autono­ la noción de a. en su nexo con un conjunto de
mía de gestión a las diversas unidades eco­ mecanismos y procedimientos articulados
nómicas; por otro lado como redefinición del dentro de empresas y estructuras político-
carácter colectivista de la organización social, administrativas; por el otro, a connotarla ya
tanto a través de la asignación de las respon­ no como propuesta "extrem ista" sino más
sabilidades y del poder de gestión a cada bien como solución práctica del problema de
colectivo de trabajo como mediante la deses­ la eficiencia y de la democracia de un siste­
tructuración del ordenamiento estatal en un ma socialista. Sin embargo, no se estableció
sistema de autonomías locales que les ceda en el uso del término una acepción precisa en
el control directo de las condiciones de la sentido institucional (más que con referencia
reproducción social. al sistema de organización y representación
por consejos de delegados) y su fortuna coin­
n. o r íg e n e s d e l c o n c e p t o . La especificación de cide más bien con la difusión de una acepción
la matriz ideológica de la noción de a. consti­ de a. como principio muy general, cuyos
tuye —como veremos— un aspecto de la inter­ supuestos y condiciones de realización no
pretación de su significado. Sin embargo, pue­ quedan definidos de modo univoco, de don­
den reconocerse en ella elementos evidentes de la dificultad para circunscribir su proble­
de prefiguración en el pensamiento anarquis­ mática de modo coherente.
ta (en particular en el concepto de democra­
cia industrial de Proudhon), en las concepcio­ III. LA AITOGF.STIÓN COMO SISTEMA DE ORGANIZACIÓN
nes del sindicalismo revolucionario europeo e c o n ó m ic a . Esta dificultad contem pla de
y norteam ericano y más aún en la idea de manera particular el significado de la a. como
autogobierno industrial enunciada por los principio de organización económica, en pri­
socialistas gremialistas. El nacimiento de la mer lugar por algunas incertidumbres acer­
problemática de la a. puede asignarse en cam­ ca de su especificidad. Una orientación socio­
bio con más certidum bre con ocasión del lógica muy difundida tiende de hecho a redu­
movimiento de los consejos obreros (i\). cir la a. y la cof¡estic>n en la problemática úni­
difundido por varios países europeos en la ca de la participación obrera y de la demo­
primera posguerra —según las posiciones de cracia industrial, con base en la consideración
los grupos "extrem istas” u "obreristas” en el de que ambos principios buscan restituir a
ámbito de los partidos socialistas y sucesiva­ los trabajadores el control sobre su situación
mente de la III Internacional sobre el proble­ de trabajo y para este fin proponen formas
ma de la "socialización” de la economía. En análogas de organización de tipo no volunta­
particular, la concepción del "sistema de con­ rio (consejos y representaciones de delegados
sejos" según los escritos de K. Korsch y A. elegidos sobre la base de cada empresa), aquí
Pannekoek y la gramsciana del “nuevo orden" opuestas al asodacionism o 'indica!. Sin
AUTOGESTIÓN 105

embargo, si este enfoque m uestra ia función orden económico y político entero como con­
de integración de los trabajadores en el sis­ dición propia de su realización.
tema administrativo, común a los dos prin­ En sustancia, el principio de la a. hace refe­
cipios, olvida la diferencia sustancial entre rencia simultánea a una particular modalidad
una propuesta de integración "pasiva" y otra de organización del proceso de gestión en el
"activa". De hecho, mientras que la cogestión interior de las empresas y, en el plano social
se propone una simple modificación del pro­ más general, a una forma particular de orga­
ceso de decisiones de las empresas, median­ nización colectiva, dando lugar a una confi­
te la inclusión de consultas con los dependien­ guración económica original, cuyo rasgo prin­
tes o formas de co-decisión con sus represen­ cipal se reconoce en su referencia a princi­
tantes, hasta llegar a la atribución a éstos de pios propios de filosofías económicas diver­
un poder autónomo con límites en algunos sas y aparentemente inconciliables: por un
aspectos de lus condiciones de trabajo (ser­ lado, superar la apropiación privada del plus-
vicios sociales, ambiente, seguridad, etc.), la valor y por lo tanto la referencia del sistema
a. quiere realizar la socialización del poder al parámetro de la ganancia; por el otro, man­
de gestión y atribuye a los trabajadores por tener la libre iniciativa de las unidades eco­
medio de sus delegados un poder de delibe­ nómicas.
ración sobre todas las decisiones relativas Esto es consecuencia de un preciso come­
—en primer lugar Jas que conciernen al repar­ tido ideológico, resumido muy esquemática­
to entre inversión y retribución—, o sea que mente en la siguiente secuencia de conside­
se propone justamente una integración "acti­ raciones de principio: a] la superación del
va" de los trabajadores en su empresa, loque extrañam iento de los trabajadores respecto
implica sea como fuere la superación de la de los fines de su actividad —que constituye
propiedad capitalista de la misma. al fin último del proyecto socialista— sólo es
Más cercano a la idea de a. es el asociacio- posible a condición de que: ¿>] tengan el con­
nismo cooperativo, ya sea en términos estruc­ trol directo sobre el destino del plusvalor por
turales o con referencia a la matriz ideológi­ ellos producido y esto requiere: c] no sólo la
ca de lus dos principios, que llevaría de nue­ eliminación de la propiedad capitalista, sino
vo, por lo menos en parte, a la tendencia liber­ incluso: d] la posibilidad de una plena auto­
taria del movimiento socialista. No obstante, nomía de gestión de los distintos colectivos
m ientras que el asociacionisino cooperativo de trabajo. En la base de la propuesta de la
destaca la alternativa del trabajo asalariado a. está, por lo tanto, una teoría de la enajena­
en la redistribución paritaria de la propiedad ción que, aunque se la identifique con una
de los medios de producción entre todos los interpretación "hum anista" del pensamien­
miembros de una entidad económica, la a. to marxiano, difícilmente puede reducirse a
considera necesaria a su vez la redefinición la perspectiva del materialismo lústórico, que
del papel y del poder de los trabajadores en concibe la condición salarial como efecto de
el proceso económico, para lo cual pone como una relación social de producción, o sea en
condición no ya la asunción generalizada del el interior de la unidad contradictoria de tra ­
estatus de propietario privado sino la supre­ bajo y capital. Más coherentemente hará refe­
sión de este y la adquisición igualitaria del rencia a aquellas doctrinas sociales (y en par­
poder de gestión mediante un derecho indi­ ticular al pensamiento de Proudhon) que. al
visible de usufructo sobre los medios de pro­ promover la asunción de una entidad natural
ducción “sociales". En consecuencia, mien­ del trabajo, fijan sus raíces en la separación
tras que el principio cooperativo acepta de de las tareas de gestión respecto de las de pro­
Hecho la lógica de los sistemas capitalistas, ducción. después de la apropiación por las
en cuyo ámbito puede encontrar el espacio prim eras de parte de una propiedad (sea pri­
para su realización, el principio de la a., aun­ vada o estatal) que violaría en lo externo la
que se la piense como una acción en escala intrínseca unidad del trabajo, reduciendo a
limitada y aunque esté asociada por lo común los trabajadores a la condición salarial como
al proyecto de una transformación gradual de simples ejecutores “ m ateriales" del mismo.
las estructuras sociales, implica en todo caso El sentido del proyecto de la a. corresponde­
una modificación más o menos amplia del ría a la exigencia de restituir a los trabajado­
106 AUTOGESTION

res el control general sobre su actividad pro­ mentos tradicionales de política crediticia)
pia, considerado como la característica esen­ pueden asegurar la efectiva realización de un
cial del sistema artesanal, pero en el ámbito sistema económico adm inistrado por traba­
de estructuras productivas de tipo industrial jadores, hasta reconocer que la maximización
—o sea basadas en la cooperación y la divi­ del ingreso para cada uno de sus miembros
sión del trabajo—, y en esta perspectiva el debe ser considerada como objetivo esencial
mismo principio de la autonomía de los pro­ de las empresas autogestionadas (J. Vanek).
ductores. que era la condición de subsisten­ Es evidente que estas divergencias implican
cia del sistema artesanal, seguiría siendo la en última instancia al propio significado de
pieza clave, con el nuevo significado de dis­ a. en cuanto forma específica de organización
ponibilidad "en común" de los medios de pro­ económica y social y en este sentido ponen en
ducción, aunque con poder "individual" sobre duda sus propios supuestos y fines. De hecho
la gestión de la actividad colectiva. De hecho, se obserta, por un lado, que, en la medida en
la actualidad de la propuesta de a. es reivin­ que se planteen como condiciones de un sis­
dicada en general desde una perspectiva ana­ tema de a. criterios de racionalidad indepen­
lítica, recurrente en el pensamiento social dientes de aquellos expresados por las deci­
contemporáneo, según la cual la contradic­ siones autónomas de los colectivos de trab a­
ción fundamental de las sociedades industria­ jo, se vuelve teóricamente injustificada y
les no consistiría tanto en la estructura de las prácticam ente imposible la asunción de este
relaciones de propiedad cuanto en la de las principio como resolución de la condición de
relaciones de autoridad, que el proceso de enajenación de los trabajadores. Pero, por
racionalización tecnológica y organizativa ha otra parte, se objeta que la aceptación del
cristalizado cada vez más, condenando a la libre mercado como medio de regulación de
mayor parte de los trabajadores al extraña­ las relaciones entre las empresas autogestio­
miento de su trabajo y d indo lugar en el nivel nadas implica de hecho la de la ganancia
social más general a la constitución de un como fuerza motora del sistema social, por
poder burocrático que impide toda participa­ lo que quedaría vinculada a los esquemas pro­
ción democrática efectiva. pios del capitalismo.
Sin embargo, la traducción de estas peticio­
nes de principio en un sistema concreto de IV. LA AUTOGESTION COMO PRINCIPIO POLITICO. A la
organización económica constituye un proble­ incierta definición de lo-- supuestos de la a.
ma todavía abierto para la teoría de la a, y como sistema de organización económica le
el objeto de un debate que en el último dece­ da contrapeso una evidencia m ás clara de su
nio ha dado lugar a explícitas perspectivas significado como principio político. Movién­
sustancialmente divergentes. En el centro del dose de la exigencia de fundam entar una
problema está la concepción de la autonomía alternativa tanto en el formalismo abstracto
de gestión de las unidades productivas indi­ de la democracia burguesa como en el esque­
viduales. en sus implicaciones para el funcio­ ma autocrático de las llamadas “democracias
namiento global del sistema económico. Algu­ populares", los teóricos de la a. han llegado
nos intentan sustraer esta autonomía a la a colocarse dentro de la corriente del pensa­
referencia directa a los mecanismos de m er­ miento democrático radical (de Rousseau a
cado y la definen en el ámbito de sistemas de la actual sociología crítica), llegando a pre­
planificación capaces de operar por flujos de sentar de manera coherente este principio de
información no sólo en linea jerárquica, sino organización como la solución del problema
también horizontal, de modo de simular el de la democracia sustancial. El significado
funcionamiento del mercado; o bien, en té r­ esencial de esta elaboración puede sintetizar­
mino-- más liberales, de esquemas de progra­ se en términos formales como: a] "alejamien­
mación "policéntrica", capaces de regular el to" del punto de apoyo del problema de la
mercado mediante una m atriz de conexión autoridad desde el momento de su ejercicio,
entre varios centros autónomos de decisión. o sea de la emanación de órdenes vinculan­
En cambio otros asumen que sólo el merca­ tes. hasta aquel lógicamente precedente de la
do autorregulado y la completa libertad de ini­ formación de las decisiones, y h\ resolución
ciativa de las empresas (corregida por instru­ del propio problema mediante la propuesta
AUTOGESTIÓN 107

de una "socialización" de los procesos de deci­ observe que este sistema debe integrarse al
sión, hecha posible por la atribución a cada principio de la imperatividad y de la revoca-
individuo de un poder de decisión distinto en bilidad del mandato. La analogía sustancial
relación con los diversos ámbitos concretos entre la idea de democracia directa y la de a.
de su vida asociada. puede encontrarse más bien en las implica­
Puede calificar esta concepción, es preciso ciones de la razón particular que este princi­
distinguirá la a. de otros principios políticos pio busca establecer entre las colectividades
—en particular el autogobierno y la democra­ y el objeto de sus decisiones, con base en la
cia directa—con los cuales ha sido confundi­ comunidad de competencias e intereses crea­
da a menudo. En prim er lugar, m ientras que da por la participación en una misma activi­
el ámbito de significatividad convencional­ dad social, que dejaría que cada quien toma­
mente asignado a estos últimos tiene que ver ra parte efectivamente en la formación de
con la organización político-territorial, o sea tales decisiones, que fuera eventualmente
al estado, el concepto de a. concierne al con­ delegado para su ejecución y que controlara
junto de las actividades sociales que compor­ a la vez su aplicación cotidiana (por lo tanto,
tan una organización colectiva, y en prim er que realizara de hecho una fusión del momen­
lugar las económicas. Puede decirse más bien to "legislativo” con el "ejecutivo”), indepen­
que el principio del autogobierno, por impli­ dientemente de la existencia de formas de
cación, entra de nuevo en la problemática de representación y de la atribución de respon­
la a., en la medida en que su realización sabilidades definidas.
requiere de una restructuración del sistema En sintesis, la a. en cuanto principio polí­
político en el sentido de la descentralización tico puede definirse como un mecanismo
adm inistrativa y sobre todo de la absc rción representativo traspuesto en el ámbito de las
de muchas de sus funciones en comunidades estructuras concreta- de las diversas activi­
territoriales locales dotadas de una fuerte dades económico-seriales con el fin de asegu­
autonomía de decisión. Sin embargo, es rar su funcionamiento y que proporciona una
importante destacar que el sistema institucio­ síntesis im portante en los niveles locales de
nal prefigurado por la idea de a. tiene en su comunidad. Por un lado, no es más que la apli­
base caracteres opuestos a los de la jerarquía cación a la esfera económico-social de prin­
funcional y de la intencionalidad subjetiva cipios democráticos ya ejecutados en aquella
implícitos en la noción de "gobierno", carac­ política; por el otro, queda calificada como
teres que están bien marcados a su vez por una nueva forma de organización de todo el
la propia noción de “gestión" en sentido meta­ contexto social, por cuanto asume las diver­
fórico y que en lenguaje económico viene a sas actividades sociales y sobre todo econó­
significar la actividad de conducción cotidia­ micas —y no la posesión territorial— como
na de una empresa. O sea, como sugiere la for­ estructura fundamental de la participación en
mula de la "extinción del estado” comúnmen­ la vida asociada: o sea que compromete a los
te asociada por sus teóricos a este principi >, individuos como productores en la unidades
la a. quiere reabsorber la decisionalidad polí­ económicas y como consumidores en la uni­
tica en la “administración de las cosas": en dad local; por otro lado, implica también, en
otros términos, implica no sólo la descentra­ su- consecuencias extremas, la disolución del
lización, sino también una despolitización del poder económico y político y el funcionamien­
sistema. to de la- estructuras sociales únicamente a
En segundo lugar, la a. no puede asim ilar­ través di una autoridad socializada. Sobre­
se de inmediato a la noción de democracia estás bases, el mantenimiento de un poder y
directa, ya que el mecanismo institucional de una organización estatal —en -í contradic­
previsto para su acción, aun comprendiendo torio con el principio de la a.— es aceptado
instancia^ de decisionalidad directa (asam­ por los teóricos de la a. en el e-quema de un
bleas y diversas forma.- de consulta de la proceso de transición y vuelto compatible con
base), hace referencia al sistema de la repre­ tal principio mediante la ideación de sistemas
sentación mediante delegado- {consejos de de representación "funcional”, o sea estruc­
sección, de empresa, de distrito, comunales, turado*; con referencia a la- diversas funcio­
etc.), aun cuando la concepción más radical nes sociales desarrolladas dentro de la colee-
108 AUTOGESTION

tividad (productivas, de servicios, militares, método, sujeto por lo demás a frecuentes re to


etcétera). ques institucionales: cuatro constituciones
federales de 1946 a 1974, más muchas otras
v. e l c a s o y u g o sl a v o . Según la definición ante­ leyes fundamentales.
rior, que asume como supuesto de la a. la La organización del sistema económico, que
superación de la propiedad privada de los —especialmente en los años sesenta— tuvo
medios de producción, los ejemplos de actua­ una clara orientación hacia la completa auto­
ción de este principio —en discrepancia con nomía de las empresas, dejando a la planifi­
la opinión de algunos autores que incluyen en cación central y local como simples instru­
él numerosas experiencias de cooperativas de mentos de política fiscal y crediticia, se basa,
producción y en particular la de los kibbut- en el nivel de las unidades productivas, en el
zim israelíes— se reducen a muy pocos casos, principio de la separación de los poderes de
relacionados precisamente con los regímenes gestión —fiados en una escala ascendente a
colectivistas (en Argelia, en 1963, aunque limi­ órganos colegiados de decisión— de aquellos
tados a las puras empresas agrícolas; en Polo­ de dirección técnica y administrativa, defini­
nia, de 1956 a 1958 y nuevamente en 1981, asi dos según una estructura jerárquica conven­
como en Checoslovaquia en 1968), de los que cional —desde el director de empresa hasta
sólo el yugoslavo identifica una experiencia los cuadros inferiores. La definición del esta­
cumplida y duradera, asumida por ello como tus del director respecto del poder colectivo
modelo paradigmático de sistema de auto­ de los órganos de gestión y sobre todo la atri­
gestión. bución de éste a las diversas instancias cole­
La institución de la a. en la República Fede­ giadas han sufrido con el tiempo profundas
rativa Socialista Yugoslava y el proceso cone­ modificaciones, conexas en una prim era fase
xo de revisión ideológica y política (critica del al proceso de liberalización de las empresas,
"socialismo burocrático", posición de “no ali­ y más tarde llevadas a corregir sus disfuncio­
neamiento" en el campo internacional) deben nes relativas. Según la ley de 1976, se le atri­
llevarnos de nuevo al problema de una eco­ buye a las Organizaciones de base del traba­
nomía fuertemente atrasada, agravada por jo asociado (goir) —grupos de trabajadores
las condiciones desventajosas de intercambio articulados en el nivel de secciones de fabri­
impuestas por los paises del bloque socialis­ cación y de servicios técnicos y adm inistrati­
ta. En este sentido, el modelo de la a. —de vos— mediante un sistema progresivo de dele­
hecho inventado por los dirigentes yugosla­ gación del poder de opción sobre todas las
vos— fue justificado como el medio para con­ cuestiones relativas a la conducción de la
seguir un desarrollo más rápido del sistema empresa, mientras que el poder de decisión
económico y al mismo tiempo una emancipa­ directo se atribuye, según la importancia de
ción inmediata de la condición salarial: en las decisiones, a tres niveles de consejos de
sustancia, según el registro oficial marxista- delegados (consejos de las diversas oour, de
leninista, para superar los propios términos establecimiento, consejo de empresa): los dos
de la contradicción (imputada a la experien­ primeros extraen de su seno los delegados
cia soviética) entre supuestos materiales del que componen el órgano inmediatamente
socialismo (el "desarrollo de las fuerzas pro­ superior, vinculados por un mandato impe­
ductivas") y modificaciones en tal sentido de rativo a representar en él Jos intereses de los
las relaciones de producción. Hasta mediados respectivos electores. El consejo de empresa
de los años cincuenta, la realización de este define las políticas generales, nombra y des­
modelo (la llamada “vía yugoslava al socia­ tituye al director —que asume mediante con­
lismo") llevó a través de una serie de refor­ curso— y decide la tasa del ingreso que debe
mas institucionales a la segregación del ante­ destinarse a las retribuciones, cuyo reparto
rior sistema monolítico de molde soviético y individual es establecido sin embargo en un
a la estructuración de tres subsistemas nivel inferior, donde se decide también acer­
—convencionalmente: economía, autonomías ca de las admisiones y despidos.
locales y partido— cuyas complejas interac­ La exigencia de conciliar la necesidad de
ciones califican el carácter particular de una recomposición de los intereses individua­
democracia "participadva" asumido por este les y locales (aguzada por las disparidades
AUTOGESTIÓN 109

económicas entre las distintas regiones del mico y administrativo (teorizada como pro­
país) con la posibilidad de su articulación ceso de ■•deterioro" del estado) ha implicado
directa (intrínseca al funcionamiento mismo también una progresiva modificación del
de la a.) ha llevado precisamente al abando­ estatus del partido único y de las demás orga­
no progresivo de las decisiones jerárquicas nizaciones reunidas en la Alianza socialista
y a la elaboración simultánea del modelo de (sindicato, asociación de partidarios), tanto
la a. social, que marca la experiencia yugos­ en el plano institucional —donde lia sido reco­
lava, o sea a la generalización en la esfera nocido como un poder menos difuso y mejor
administrativa de los principios esenciales de definido, junto al poder de los consejos de
la a. (autonomía de decisiones y representa­ empresa y territoriales (así desde 1974 exis­
ción por delegados). Con ello, la república te en el nivel de comunas y repúblicas un ter­
yugoslava ha venido asumiendo la configura­ cer Consejo sociopolitico elegido de listas pre­
ción de un sistema articulado en una plurali­ vias dadas por la Alianza socialista)— como
dad de centros de decisión según ámbitos de en el plano organizativo, mediante la estruc­
competencias funcionales, definidas tanto por turación de las diversas organizaciones po­
la dimensión territorial (comunas, repúblicas, líticas según el común principio de la dele­
federaciones) como por la técnico-productiva gación progresiva. Sin embargo, diversos
y conectado en linea horizontal y vertical observadores han revelado que la propia a r­
mediante el propio principio de la delegación ticulación y creciente complejidad de los
progresiva con mandato imperativo, operan­ mecanismos formales de la “democracia
te en las empresas. La comuna —cuya exten­ participativa” han consentido que el partido
sión territorial corresponde a la provincia y su grupo dirigente conserven de hecho el
italiana— constituye la estructura portado­ papel de variable independiente del sistema,
ra de este sistema, tanto por la amplitud de aunque legitimado por la necesidad funcio­
los poderes económicos sobre las empresas nal de que la concertación entre los distintos
que operan en su territorio y la consistencia intereses tenga un punto de referencia más
de las funciones de gobierno local atribuidas general,
a ella, como porque es el trámite, esencial
para la formación del sistema de la represen­ VI LAS EXPERIENCIAS POSTERIORES. Los intentos
tación funcional de los intereses sobre los que posteriores inspirados en el principio de la
se rige el entero orden jurídico institucional. a. (en particular el polaco y el checoslovaco)
De hecho, el ordenamiento yugoslavo prevé permiten precisar los términos más genera­
en cada uno de los tres niveles territoriales les de la problemática propia de la forma his­
una doble estructura de los órganos asam ­ tórica según la cual se ba efectuado hasta aho­
bleístas y de gobierno con competencias fun­ ra este sistema de organización económica,
cionalmente diferenciadas (económicas y comprendido el caso yugoslavo.
político-administrativas) sobre la base de un Por un lado, resulta más evidente que esta
doble sistema de representación, que integra problemática ha de llevar, más que a motivos
el principio de la representación general de ideológicos, a la exigencia práctica de permi­
los ciudadanos con la de los trabajadores tir una autonomía sustancial de la gestión de
como tales. Así. la Constitución de 1974 pre­ la empresa, como reacción a situaciones de
vé en el nivel de !a comuna un Consejo del tra­ crisis económica y social, imputadas a expe­
bajo asociado, compuesto por delegados de riencias precedentes de planificación centra­
las diversas oot’R y de unidades análogas de lizada. En este sentido, entra en la problemá­
trabajo en otros sectores y un Consejo de las tica más general de la descentralización de las
comunidades ¡ocales con delegados elegidos decisiones económicas, exigida en casi todos
sobre la base territorial en los diversos dis­ los regímenes colectivistas por las insuficien­
tritos: estos consejos nombran a su vez a los cias del sistema, particularm ente evidentes
delegados llamados a representarlos en las por el lado del consumo: de ahí que la ulte­
correspondientes cám aras de las asambleas rior característica, propia de la a., de unir
de las diversas repúblicas y así sucesivamente autonomía de las empresas y poder de deci­
para el parlamento federal. sión de los consejos obreros se explique, en
Esta descentralización del sistema econó­ relación con la particular gravedad de las
lio AUTOGESTION

situaciones de crisis, como el medio para insubordinación, que ya había llevado al reco­
incentivar la productividad del trabajo y legi­ nocimiento oficial del sindicato independien­
tim ar que los ingresos obreros dependan de te Solidamosc, asi como la sucesiva identifi­
los rendimientos administrativos efectivos. cación de esta reivindicación como el objeti­
Sin embargo, por otro lado, la problem áti­ vo estratégico del nuevo sindicato, indican
ca de estas experiencias es inescindible de las que el sistema de a. industrial instituido en
implicaciones políticas consiguientes al nexo el otoño de 1981, si bien constituía en su
que estas reformas de las em presas institu­ estructura formal una innovación institucio­
ye entre descentralización y redistribución nal sin precedentes para un régimen de
del poder económico. De hecho, en la medi­ “socialismo real” (de hecho se atribuían a los
da en que tal poder se atribuye a los ccn-.e- consejos obreros poderes muy amplios sobre
jos obreros (v.) —o sea a los organismos no la gestión de la empresa, incluso en m ateria
voluntarios y por lo tanto no directamente de nombramientos y revocaciones de los
controlables por las organizaciones políticas directores), representara de hecho un com­
dominantes (partido y sindicato)—, queda promiso, destinado a abrir una posterior dia­
cuestionada la estructura que en el ámbito de léctica política, que más bien habría implica­
los regímenes de partido único apuntala el do la distribución del poder real. Donde esa
monopolio del poder y se desarrolla una diná­ reforma hubiera quedado limitada al sistema
mica que implica más bien una modificación de las empresas, se habría seguramente tra ­
de c a o s sistemas políticos. Esto explica por ducido en un proceso conflictivo de "control
qué esta confrontación entre las distinas obrero”, organizado por el sindicato indepen­
experiencias de a. resulta, coeteris parihus, en diente. En cambio, donde los consejos obre­
una relación inversa entre la autonomía de ros hubieran obtenido un reconocimiento en
gestión atribuida a las em presas y los pode­ ei nivel de la organización estatal según el
res reconocidos a los consejos; por qué la defi­ esquema de la a. social yugoslava, en el cual
nición de la estructura de estos organismos se inspiraban algunos dirigentes sindicales
(modalidades de elecciones, composición, para proponer una descentralización admi­
dimensiones, articulaciones, etc.), así como nistrativa y la institución en todo nivel —in­
sus poderes frente a los del director de las cluyendo el del parlamento nacional— de una
empresas, constituye el nudo capital de estas segunda cám ara con competencia en m ateria
experiencias y el principio de su diferencia­ de economía, de ahí habría derivado —al con­
ción formal; finalmente, de manera más indi­ trario que en el caso yugoslavo— más que una
recta, por qué su dinámica ha sido m arcada ”despolitización>’clc la dialéctica social, una
—por lo menos hasta hoy— por la drástica forma particular de pluralismo político con
alternativa entre un brutal o progresivo ago­ el poder dividido entre el partido y la organi­
tamiento de las funciones autónomas de los zación de Solidamosc.
consejos (Polonia en 1958, Checoslovaquia y
en parte Argelia), o bien, donde el partido úni­ vil. las críticas. Dada la fuerte impregnación
co logró redefinir ^u propia función, un reco­ ideológica de la idea de e s oportuno exa­
nocimiento explícito de estos organismos en minar las críticas que se le han dirigido, dis­
el nivel del sistema político adm inistrativo tinguiendo —en lo posible— las dirigidas a las
(Yugoslavia). experiencias concretas, y en particular a la
La experiencia polaca más reciente, que ter­ yugoslava, de aquellas dirigidas al principio
minó con el golpe de estado militar de diciem­ como tal. Las prim eras están en -u mayoría
bre de 1981, ilustra con claridad excepcional orientadas a revelar, con diversas intenciones
las implicaciones políticas de la ejecución de poli tic. s, la incongruencia de algunos resul­
la a., incluso en relación con el significado tados de esta experiencia ya treintenal respec­
particular de afirmación de la autonomía polí­ to de sus supuestos socialistas. Los fenóme­
tica de la clase obrera asumido en aquel con­ nos sobre los que se centran esencialmente
texto social y cultural del principio de la a. tales análisis críticos son tanto la existencia
La amplia emergencia excepcional de esta en la sociedad yugoslava de fuertes repartos
propuesta como reivindicación espontánea de injustos en los ingresos personales como
la base obrera en el ámbito de un proceso de sobre todo la diferencia entre los distintos
AUTOGESTIÓN 111

sectores productivos y entre las regiones del ble para el principio de la a., esta misma cate­
pais, que fueron aumentando con el tiempo goría, lejos de ser la forma ''n a tu ra l” de la
(en 1978, en Eslovenia, el ingreso per cápita producción social, es el resultado específico
era casi seis veces mayor que en Kossovo), del modo de producción capitalista, en el sen­
desequilibrios que llevaron a la tendencia evi­ tido de que la separación de los trabajadores
dente de las empresas autogestionadas de del control de los medios de producción no
reproducir los esquemas de comportamien­ es más que el efecto de la separación de las
to de las capitalistas (obtención de ganancias, empresas entre sí. Aquí el límite de fondo del
prácticas monopólicas, evasiones fiscales, principio de la a. no consistiría tanto en el
etc.). De manera más significativa, se ha hecho de que su realización implica un siste­
observado que el sistema yugoslavo de a. ha ma de relaciones económico-sociales defini­
ido enredándose en un circulo vicioso entre das por la ley del valor trabajo, cuanto en el
la necesidad por parte de los trabajadores de hecho de que, por la propia lógica del princi­
un logro orientado hacia el interés colectivo pio, impide toda posibilidad de transición del
(conciencia socialista) como requisito para un sistema hacia diversas relaciones de produc­
reparto no egoísta de los útiles y la función ción; por lo que la a. no seria más que un
de incentivo a la productividad asumida por intento ficticio de restituir a los trabajadores
las retribuciones; lo cual encontraría verifi­ la propiedad sobre su trabajo, sancionando
cación en el fracaso de la búsqueda en el nivel con ello de manera definitiva la persistencia
de ingeniería social de un punto de equilibrio de relaciones sociales que ligan la posición
entre la exigencia de controlar el comporta­ social de los individuos con el trabajo desa­
miento de las empresas, con la finalidad de rrollado.
un desarrollo equilibrado del sistema, y la de
su autonomía como condición propia de la BIBLIOGRAFIA: I. Adi/es v E. Mann Borgese
participación de los trabajadores en la (comps.), Self-management: new dimensions tu
gestión. democracy. Santa Barbaru-Oxford, ABC-Clio
Estas consideraciones han sido desarrolla­ Press, 1975; P. Bellasi. M. La Rosa y G. Pellic-
das siguiendo una perspectiva de tipo liberal ciari (comps.), Fabhrica c socictá: autogestione
en una crítica de fondo del propio principio e purtecipazione uperaia in Europa, Milán. Ange­
de la a., que ha identificado su limite estruc­ lí, 1972; C. Bettelheim, Cálculo económico y for­
tural en la imposibilidad de perm itir la for­ mas de propiedad (1970), México, Siglo XXI.
mación de un sistema coherente de respon­ 1972: R. Bicanic, La via jugoslava al socialismo
sabilidades, ya que, como demuestra la expe­ (1973). Nápole.-., Liguori, 1976; P. Blumberg,
riencia, toda atenuación de la propiedad pri­ Sociología della partecipazione operaia (1968),
vada acrecienta la preferencia por el consu­ Milán, Angelí, 1972; Y. Bourdet, Per tota teoría
mo c o rrie n te en m enoscabo de la política dell\tUtogestione (1970), Roma, Nuove
acumulación por inversiones inno\ativas; Edizioni Op.raie, 1975; Y. Bourdet y otros. Los
limite que, por otra parte, no quedaría com­ anarquistas y la autogestión, Barcelona, Anagra­
pensado por la posibilidad de este principio ma, 1977; T.R. Bums, L.E. Karlsson y V. Rus
de modificar la estructura de las relaciones (comps.). Work and powen the liberation ofwork
de trabajo, pues el funcionamiento de las and the control of poli tica! power, Londres, Snge.
empresas requiere necesariamente y sea 1979; M. Drulovic, La democrazia autores tira
como fuere, como se ve por la propia expe­ (1973), Rom.., Editori Riuniti, 1978; A. Garand.
riencia yugoslava, de una jerarquía social ¿'autogestión, Vcntrcprise ct l'¿conomie nationa-
basada en la competencia. Finalmente, le. Parí-, Franeo-Empire, 1974; S.P. Huntington
muchas objeciones se centran en el propio sig­ y C.H. Moore (comps.), Authoritarian poli lies ni
nificado socialista del principio de la a., o sea modern societies, Nueva York, B sic Bcok",
en 'U pretensión de constituir un camino para 1970; H. Leteb\ re. Ijo stato (1976). Barí. Dedalo,
una efectiva transformación en este sentido 1976-197S. vols. 2-4; C.E. Lindblom, Polilica e
de las relaciones sociales. Las más duras sur­ mércalo (1977), Milán, Etas Libri. 1979; J. Lojki-
gen de la consideración de que, si la autono­ ne, La clase obrera, hoy (1986), México. Siglo XXI,
mía de las unidades productivas, o s e a la cate­ 1988; A. Masnata, Economía di mércalo e plani-
goría de empresa, es un requisito indispensa­ ficazione collettivista (1976), Florencia, Vallec-
112 AUTOGOBIERNO

chi, 1978; A. Meister, On va ¡'autogestión yougos- a los organismos de gobierno local. Esta rea­
lave?. París. Anthropos, 1970; A. Meister, Socia­ lidad, simple en su conjunto, se complica
lismo y autogestión, Barcelona, Nova Terra, cuando se pasa a un examen analítico de cada
1966; C. Pierre y L. Praire, Plan et autogestión, uno de los elementos que la componen. En el
París, Flammarion, 1976; P. Rolle, Introducción plano organizativo, por ejemplo, la adminis­
a la sociología del trabajo (1971), Barcelona, Pla­ tración estatal periférica estaba formada por
neta, 1977; P. Rosavallon. Autogestión (1975), entidades a las que se atribuía, o bien la per­
Madrid, Fundamentos; P. Santacroce, Transizio- sonalidad jurídica (corporations), o una auto­
ne o nuova dependenza? L'Algeria degli anni 70, nomía más limitada (quasi-corporations).
Turín, Rosenberg & Sellier, 1978; L. Tomasetta, Estas entidades, sin dejar de form ar parte de
Participación y autogestión (1972), Buenos Aires, la administración estatal (y a este respecto,
Amorrortu, 1975; J. Vanek. Economía de parti­ por lo tanto, eran organismos), desarrollaban,
cipación (1970), Buenos Aires, Amorrortu, 1974. como hemos dicho, una gran cantidad de fun­
ciones bajo el mando de sujetos determ ina­
[MASS1MO FOLLts] dos, a través de elecciones, *por la misma
comunidad de los adm inistrados y que, en el
ejercicio de sus funciones, se caracterizaban
por su gran independencia del aparato
autogobierno central.

I DIVERSIDADDE LOSSIGNIFICADOS DE Al TOGOBIF.RNO II APUNTES SOBRE LAEVOLUCIÓN HISTÓRICA DELAUTO­


El término a., traducción del inglés selfgo- GOBIERNO ingles Vale la pena detenerse, aun­
vem m ent, tiene un significado impreciso no que sea brevemente, en el proceso histórico
sólo en los países del continente europeo sino que llevó, en Inglaterra, a la actual configu­
en la misma Inglaterra, donde ya se usa como ración del gobierno local. Las tradicionales
equivalente de communal autonomy. Por lo unidades en que se subdivide este último son
tanto tratarem os de examinar las causas que los condados, los burgos y las parroquias; y
han llevado al uso incorrecto del vocablo, lo sólo en el siglo xix las atribuciones respecti­
cual significa revisar la historia (anglosajo­ vas y las relaciones intercurrentes entre éstas
na y europea continental) de la institución y el poder central asumen cierto carácter sis­
señalando, para term inar, las actuales pers­ temático. Antes de la gran reforma del siglo
pectivas y tendencias. xix, las unidades de mayor importancia eran
El a-, en Inglaterra, representó la fórmula los burgos y las parroquias, a los que se con­
organizativa en la que se inspiraban las rela­ fiaba, en la mayoría de los casos, las tareas
ciones entre el aparato central y los poderes de asistencia y mantenimiento en m ateria de
locales (en qué medida esto pueda ser válido vialidad. A estas tareas acudían funcionarios
hoy día, lo veremos luego). En un nivel des- que eran elegidos por la asamblea de los ciu­
cripti\o, el local gove ritme ni se inspira en el dadanos compuesta por todos los jefes de
sistema del a. por cuanto se lleva a cabo a tra­ familia, o sólo por la élite formada por los
vés de una variedad de ente'- que ejercen sus mayores contribuyentes (a esto se debe la dis­
propias funciones con un gran margen de tinción entre sacristías abiertas o cerrudas).
independencia del gobierno central y son diri­ Este sistema presenta diferentes tipos de
gidos por sujetos que expresan directam en­ carencias, como la total falta de uniformidad
te a la base interesada. Por otra parte, las y de coordinación entre las unidades de
competencias ejercidas cubrían un amplio gobierno local, la diferencia en las maneras
espectro, tanto es así que, hasta hace algunos de encarar los impuestos, la dificultad de
decenios, el aparato central tenia sólo algu­ encontrar sujetos dispuestos a cubrir los car­
nas atribuciones especiales (como las relacio­ gos administrativos (que son completamen­
nes diplomáticas, las colonias, la moneda, la te gratuitos).
defensa, el dominio marítim o y algunos tri­ Pero estos inconvenientes se transform an
butos indirectos), mientras que todo lo demás en auténticos motivos de crisis cuando, con
(policía, instrucción, sanidad, industria, la revolución industrial, los problemas técni­
comercio, agricultura y asistencia) competía cos y sociales asumen tal importancia que
Al'TíX iOHlhKNO 113

sobrepasan las limitadas posibilidades de las cionar satisfactorios estándares de uniformi­


parroquias y los burgos. El fenómeno se dad. La unidad utilizada para este fin es el
expresa, respecto del gobierno local inglés, en condado, que hasta ese momento se había
dos direcciones: por un lado, se manifiesta la ocupado sólo de caminos de condado, direc­
tendencia de las unidades más pequeñas a ción de policia (que le fue confiada en 1850)
unir los servicios (sobre todo en m ateria de y otorgamiento de licencias, y que se trans­
asistencia), por otro, aparecen nuevos tipos forma en el siglo xx en el prim ero y más
de organización como los entes para los cami­ im portante ente local. El nuevo arreglo fue
nos con peaje (tum pikes trusts) —nacidos a consagrado por la Local Government Act, en
causa del desarrollo del tráfico en los cami­ 1888, y puede ser considerada la base del
nos y la ya evidente imposibilidad de que la actual sistema de gobierno local.
parroquia pueda hacer frente a los nuevos
problemas—, a los entes de mejoramiento III IA REFORMA DE N72 EN INGLATERRA. Cuanto
(impwvement commissiotts), orientados hacia hemos visto hasta este momento puede con­
sectores como la iluminación, el asfalto, las siderarse cuando mucho como lo que corres­
cloacas y munidas de una embrionaria fuer­ ponde a la realidad del a. inglés hasta la
za de policia. segunda guerra mundial. De hecho, después
Pero la reforma más importante, puesto de term inada ésta surgen nuevos problemas
que encara por prim era vez de una manera (o de una importancia nueva o mayor) que
diferente las relaciones entre las autoridades destacan la exigencia de una incisiva obra de
centrales y las locales, es la introducida en reforma de todo el gobierno local.
1834 por el Poor Law Amendment Act. El pro­ Además del ingreso decidido del estado en
blema de la asistencia suministrada por las el campo de la seguridad social y las nuevas
parroquias se había agravado cada vez más funciones inducidas sobre las organizaciones
por la insuficiencia de medios y por la abso­ de los poderes públicos por el desarrollo tec­
luta confusión creada por las diferencias de nológico, baste señalar, de manera resumida,
organización y disciplina entre las mismas dos elementos que abren y cierran el perio­
parroquias. Una comisión, creada por el do considerado, es decir la organización
gobierno central en 1832, examinó las condi­ adm inistrativa especial asumida en Inglate­
ciones, en materia de asistencia, que existían rra durante el periodo bélico (y la alteración
en 300 parroquias, describiendo, en el infor­ en el reparto de funciones que derivó de ella
me final, el estado de extrema confusión exis­ mostrando al mismo tiempo la conveniencia
tente. Con base en estas observaciones se creó de las soluciones adoptadas también para el
en Londres una Comisión para la ley de los periodo de paz), por un lado, y las consecuen­
pobres que supliese al servicio suministrado cias que derivaron en niveles locales de los
por las parroquias. Es un hecho importante, ritmos sostenidos de inflación en el curso de
ya que representa el prim er caso de injeren­ los años setenta.
cia (formal) del poder central sobre los servi­ En un sistema que, como el que examina­
cios locales, y no sólo esto, pues introduce un mos, funda la autonomía impositiva local
tipo de autoridad central ud hoc, o sea fun­ sobre, todo en los impuestos en m ateria de
cional en un sector preciso y bien delimita­ propiedad inmobiliaria, de hecho, la continua
do. El esquema esbozado en esta ocasión se y notable alza del valor de esta última debi­
transform a muy pronto en modelo para la do a los ritmos de inflación ha provocado el
acción del poder central en otros sectores aumento de la base imponible y, en conse­
como el de los poderes municipales (Munici­ cuencia, el empeoramiento de la imposición
pal Corporations Act, en 1835), o la sanidad misma a causa de la progresividad de las
(Public Health Act, de 1848). Luego, cuando tasas alícuotas.
el primer gobierno liberal de Gladstone impo­ El intento de los niveles locales de evitar,
ne a las parroquias que suministren a los ciu­ al menos en parte, la impopularidad consi­
dadanos las escuelas obligatorias (1876) y gra­ guiente a tan acentuada presión, llevado a
tuitas (1891), ya es evidente la necesidad de cabo en prim er lugar con la moderación (tan­
lograr un nivel de unidad local más adecua­ to en términos de tiempo como de estimación)
do respecto de los medios y apto para propor­ de la revaloración del valor de los inmuebles,
114 AUTOGOBIERNO

ha amortiguado de hecho en cierta medida el igualmente necesaria: aquella del reordena­


impacto negativo sobre la población, pero ello miento entre gobierno local y nivel inter­
ha implicado una modif icación profunda en medio.
la composición de las entradas financieras de El incremento cuantitativo de los servicios
los niveles locales aumentando la im portan­ prestados a la colectividad y, más todavía, su
cia del centro y de los medios erogados por transformación (tanto en términos de estruc­
éstos. turas predispuestas a su erogación como por
Asi, tales son algunos tan sólo de los facto­ el propio contenido de las prestaciones ofre­
res que provocaron la apertura de un lurgo cidas) han impuesto en los últimos treinta
debate sobre la reforma del gobierno local. años una exigencia objetiva de proveer a su
La elaboración cultural, política e institu­ reorganización colocando su gestión (incluso
cional de esta última fue en efecto bastante por razones de economías de escala) en un
prolongada si se considera que el camino se nivel territorial más amplio que el practica­
decidió ya en 1945 (constitución de la comi­ do anteriormente.
sión para el reordenamiento de los confines Esta dinámica, común a la totalidad de los
del gobierno local) y su conclusión tuvo lugar países occidentales, ha provocado en Ingla­
en 1972 (ley de reforma lanzada por el gobier­ terra problemas absolutamente específicos
no conservador entonces a cargo), entrando por la falta tradicional de un nivel interme­
en su fase operativa dos años más tarde. dio entre gobierno local y conjunto de los
Antes de ilustrar los términos de esta refor­ poderes centrales.
ma hay que señalar las directivas principa­ Mientras que, de hecho, en los sistemas
les por las que se rigió este debate, incluso federales se ha asistido a un potenciamienlo
por la reproposición significativa en la legis­ de las estructuras por estado o región y en
lación de otros países de algunas de las cues­ los estados de administración del tipo fran­
tiones más relevantes a las que se enfrentó cés a la asignación de tareas al prefecto o a
Inglaterra. articulaciones estatales descentralizadas del
La primera de ellas tiene que ver con la rela­ mismo nivel, en Inglaterra las exigencias de
ción entre las funciones desempeñadas (o por renovación hacia unidades más amplias tan­
desempeñar) por parte de los distintos nive­ to en términos de población como de super­
les y la dimensión territorial de los correspon­ ficie no pudieron sostenerse en un nivel más
dientes niveles de gobierno. amplio y, en consecuencia, requirieron de una
Mientras que en Italia, en buena parte tam­ reorganización del propio gobierno local.
bién en nuestra época, estos dos aspectos han Todo esto, aunque permite comprender con
sido considerados independientes entre sí mayor precisión el sentido del debate man­
—lo mismo puede verificarse que la Consti­ tenido en aquel país y el significado de las
tución prevé un procedimiento complejo para selecciones adoptadas con la reforma de 1972,
la variación de las circunscripciones territo­ subraya la íntima correlación y el condicio­
riales de los entes locales, pero nada dice namiento recíproco que reorganizan lo» entes
sobre la relación entre nuevas dimensiones locales de base (pueblos); la» funciones de la
de tal modo adquiridas y nuevas funciones provincia y la reorganización de la adminis­
que derivan de ella—, en Inglaterra la prime­ tración periférica del estado se manifiestan
ra comisión constituida (aquella sobre los también en los demás sistemas y en particu­
confines) abandonó los trabajos declarando lar. como veremos, en el italiano.
que, sin enfrentar en su contexto la cuestión El tercer y último perfil sobre el que hay
de la» tareas y de la» funciones asignadas al que detenerse tiene que ver con las cuestio­
gobierno local, el encargo no tenía ninguna nes que conciernen al sistema financiero del
posibilidad de ser llevado a buen fin. De tal gobierno local inglés. Ya se destacó el cam­
manera se reconocía una conexión inicial, bio inducido, en la composición de las entra­
necesaria, que debe considerarse como ele­ das, por el aumento de ¡as funciones y de los
mento guia para toda intervención en la efectos de la aceleración inflacionaria que
m ateria. hubo a partir de lo» años 1973-1974.
La segunda directiva, no menos importan­ Según datos recientes, es preciso añadir
te, pone en evidencia una conexión posterior. que lo» financiamientos asignados por el cen­
AL'TOGOUIKRNO 115

tro son hoy en conjunto el 45% de las entra­ En las zonas de alta concentración urbana
das globales del a. inglés y no faltan opinio­ este esquema sufre considerables variaciones,
nes favorables a la transformación de todas tantas que se habla de condados y de distri­
las finanzas locales en finanzas "derivadas”, tos "m etropolitanos" (lo cual vale para seis
como diriamos, es decir fiadas a transferen­ zonas: Birgmingham, Liverpool, Manchester,
cias dispuestas por el gobierno y reducidas Leeds, Shcfficld y Newcastle), caracterizados
asi a la mera autonomía de gasto. De hecho por un reparto de funciones que privilegia,
las propuestas favorables a la abolición inte­ respecto del sistema ordinario, a los distri­
gral de la imposición local sobre la propiedad tos más que a los condados (de manera inver­
y a su sustitución por el producto (o tasa de sa, pues, respecto de las tendencias registra-
captación) que deriva de los impuestos guber­ bles sobre ese tema especifico en Italia, don­
namentales llevan a este resultado (por los de la presencia de una zona metropolitana
motivos ya anotados). implica —al menos respecto de los proyectos
El aumento de las tareas confiadas a los de reforma actualmente en discusión en el se­
niveles locales, pues, en cierto modo se ve nado— una transferencia tendencial hacia la
"duplicado” por tendencias a la centraliza­ provincia metropolitana de las tareas usual­
ción de la imposición y del cobro fiscal, según mente asignadas al municipio).
dinámicas que es posible encuntrar también Evidentemente, es muy pronto para trazar
en muchos otros países y que, por la separa­ balances con el fin de ir a una reforma de por­
ción introducida entre cobro de los recursos te similar: por lo que hace a cuanto se ha
y su utilización en particular por lo que hace observado, se puede añadir más bien que la
a los servicios, muestran inequívocamente la señalada exigencia de especificai sedes más
desaparición de las bases sobre las que habia amplias para la gestión de las funciones se ha
ido consolidándose históricamente el mode­ traducido, en cuanto a Inglaterra, en una
lo clásico de autogobierno. drástica simplificación de los anteriores nive­
Llegamos asi a las características de la les de gobierno, reducidos, si se excluyen las
reforma introducida en 1972. El nuevo siste­ parroquias, a cerca de un tercio de las que
ma inglés comprende dos niveles de poderes: existían.
uno superior (condados) y uno inferior (dis­
tritos) extendidos por lodo el territorio nacio­ iv c o n t e n id o d e a u t o g o b ie r n o . El sistema del a.
nal (en especial Inglaterra y Gales); son excep­ inglés, por lo tanto, resultado de una larga
ción Escocia, con un régimen autónomo, y evolución histórica, realizaba al mismo tiem­
Londres, con un sistema institucional propio. po una variedad de elementos a los que es
Los condados (47) tienen funciones prevalen- necesario examinar detenidamente uno por
tes en el sector de los servicios, tanto de tipo uno, destacando, desde ahora, que la falta de
personal como real: o sea instrucción, salud, profundización en la complejidad de la expe­
asistencia, policía, bibliotecas, por un lado, riencia inglesa constituye el principal moti­
y vialidad principal, control del tránsito, vo de que el uso del término sea cada vez más
transportes públicos y planificación de las parcial e impreciso. En efecto, si prestamos
estructuras, por el otro. atención al esquema del a. que hemos esbo­
Los distritos (333) intervienen sobre todo zado someramente antes, advertimos la pre­
en la fase de las tareas que atañen a la políti­ sencia de elementos de descentralización
ca urbana y al territorio que podríamos lla­ administrativa, de auto-administración y de
mar de “base” porque atañe a la gestión del democracia:
patrimonio inmobiliario (es necesario preci­ descentralización administrativa: en el sis­
sar que en Inglaterra un tercio de la propie­ tema inglés, a los organismos periféricos les
dad edilicia nacional entera y cerca del 40% está reservada una esfera de competencias
de las construcciones actuales con fines habi- que escapa a otros controles que no sean
lacionales pertenecen y son administrados aquellos de tipo contable. Si a esto agregamos
por los entes locales), a la planificación local la falta de una relación jerárquica con el apa­
y al control relacionado, a la vialidad local, rato central y la limitada observancia de la '
al servicio de limpieza urbano y al deporte y leyes (excluyendo, por lo mismo, otros actos
al tiempo libre. normativos) comprobamos la presencia de
116 AUTOGOBIERNO

todos los indicios propios —como lo atesti­ centro y periferia era, por otra parte, muv
guan los recientes estudios sobre el tema— diferente ya que se traducía, inclusive respec­
de la descentralización administrativa. to de la participación de los ciudadanos, en
Que quede en claro, sin embargo, y éste es el problema de las autonomías locales y en
un elemento ampliamente descuidado por los la relación entre éstas y el aparato central
estudiosos del a., que se trata de descentrali­ estatal. Dado el sistema llamado binario,
zación en el interior de la administración esta­ común a la mayor parte de estos países (carac­
tal y que no tiene, por la misma razón, nin­ terizado por la contraposición a las entidades
guna relación con la descentralización autár- locales territoriales de organismos estatales
quica; locales con funciones de control y de coordi­
autoadministración: los cargos directivos nación), las exigencias de democracia, de par­
de la entidad son confiados, en efecto, a per­ ticipación y de descentralización, de los que
sonas elegidas directamente por los adminis­ el a. es la expresión, no tenían otra posibili­
trados, de manera que en las mismas se aúnan dad que ser remitidas a las entidades locales
la calificación de titular del organismo y de territoriales. Para estas últimas se reivindi­
representantes de la colectividad de la cual ca el a. sin darse cuenta de que de tal mane­
son expresión; ra se hace referencia a los contenidos del mis­
democracia: en Inglaterra, la necesidad de mo pero se pierde el carácter de fórmula orga­
perm itir la participación del pueblo en la nizadora interna del aparato estatal. El uso
determinación de la orientación política fue que se hace del término en los países conti­
satisfecha no por medio de la creación o el nentales, con el transcurso del tiempo va per­
reconocimiento de entidades separadas del diendo su precisión, ya que, según el caso, es
estado (como los municipios o las provincias), usado para referirse solamente a uno u otro
sino por medio de la participación de los ciu­ de los diferentes elementos a los que. de
dadanos, según el sistema del a., en los orga­ manera unitaria, se relacionaba originalmen­
nismos de la administración estatal periféri­ te. En efecto, a veces es usado con el signifi­
ca. Por otra parte hay que destacar que la ins­ cado de autonomía local, o sea refiriéndose
titución que estamos examinando no es, al a aquellas entidades que van unidas, necesa­
respecto, más que una de las expresiones del riamente, a un territorio y población deter­
principio general no laxation without repre- minados. y que se caracterizan por la ampli­
sentalion, en base al cual la pretensión de las tud y vaguedad de los fines, para cuya conse­
autoridades públicas de la prestación patri­ cución toman determinaciones políticas autó­
monial del ciudadano no puede separarse de nomas que pueden incluso contrastar, dentro
la participación de este último en el ejercicio de ciertos limites, con las del aparato estatal.
del poder. De todo lo expuesto resulta claro Otras veces el término quiere expresar hipó­
cómo las aldeas municipales, las aldeas con­ tesis de descentralización adm inistrativa (y
dales, los distritos urbanos, los distritos rura­ entonces señala las modalidades con las que
les, etc., en los que se ha articulado el siste­ se ejercen las funciones comprendidas en la
ma del a. inglés aun en la variedad de elemen­ esfera de determinados organismos o entida­
tos comprendidos en el mismo, no aparecen des) v, por último, de autarquía (entendida
como entidades locales diferentes al estado como la potestad, reconocida a ciertas enti­
sino, en las m aterias que les han sido confia­ dades, de ejercer actividades administrativas
das, como "articulaciones de a. del estado".V . con el mismo carácter y efectos que la
estatal).
V. AFIRMACIÓN DEL AUTOGOBIERNO EN LOS ORDENA­ Lo que hemos recordado hace evidente la
MIENTOS continentales Justam ente este últi­ necesidad de restituir al término su acepción
mo elemento es generalmente descuidado, especifica una vez que se hayan seguido las
cuando, ya desde los primeros años del siglo lineas de desarrollo histórico y político del a.
xix, el sistema del a. es propuesto como En el nivel jurídico del fenómeno que estamos
modelo para los ordenamientos continenta­ examinando "no es una posición jurídica
les y se insiere en la corriente de reacción al —como la autonomía, la autocefalia, la autar­
centralismo napoleónico. La experiencia con­ quía—, es también una figura organizadora,
tinental en la cuestión de las relaciones entre como la autoadm inistración". Para que nos
ALTOGOBIERNO 117

entendamos bien, figura organizadora es la del estado liberal, la asunción, por parte del
noción que representa el modo (o los modos) aparato central, de cada vez mayores funcio­
con que se regulan las relaciones organizati­ nes, el ingreso de los poderes públicos a sec­
vas entre sujetos jurídicos (véase, por ejem­ tores descuidados hasta entonces, ha modi­
plo, la jerarquía, la subordinación, etc.). Por ficado profundamente las relaciones de orga­
lo tanto, el a., tanto como la autoadm inistra­ nización entre organismo.; y entidades loca­
ción, es una de las maneras de ser de dichas les, por un lado, y estado aparato por el otro.
relaciones, de los tratos entre sujetos, preci­ Si a esto se agregan las enormes transform a­
sando que m ientras la prim era es caracterís­ ciones aportadas por la técnica, que ha
tica de los organismos locales y de las enti­ impuesto, dada la misma naturaleza de algu­
dades territoriales, la segunda encuentra ubi­ nos servicios, la necesidad de una estrecha
cación preferentemente en el seno de los orga­ coordinación, se explica cómo los organismos
nismos de base asociativa. Más allá de la cali­ de a. han sido sometidos a controles impor­
ficación jurídica queda claro, de todos modos, tantes y cómo, a su lado, han sido creados
que a., específicamente, se ref'ere a organis­ organism os ligados al ap arato central
mos locales insertos en la administración mediante una relación de jerarquía.
estatal, caracterizados por personalidad ju rí­ Cambios tan importantes no podían dejar
dica o, sea como sea, por una autonomía de de introducir tendencias completamente nue­
gestión, no unidos por relación de jerarquía vas y, respecto de las situaciones anterior­
con el aparato central y regidos por funcio­ mente descritas, de alguna manera opuestas.
narios de origen electivo expresados directa­ En Inglaterra las funciones anteriorm ente
mente por la comunidad administrativa. desarrolladas por las corpuratiuns o quasico-
porations han sido transferidas en gran medi­
VI. El. PRINCIPIO DELAUTOGOBIERNO YSU ACTUAL EVO­ da a organismos estatales locales dependien­
LUCIÓN. Pasemos ahora a examinar en qué tes del aparato central y dirigidos por funcio­
medida el a. puede ser considerado, aún hoy, narios insertos establemente en la adminis­
como fórmula válida de organización. Desde tración, mientras que los organismos estata­
este punto de vista puede decirse que la decli­ les de a. han sufrido una evolución tal que
nación del a. sigue la declinación del estado cada vez más los acerca a la figura de las enti­
liberal. Como es sabido, a este último se le dades locales, no siendo ya portadores de inte­
confiaban sólo aquellas funciones que no reses estatales sino que tienden a la realiza­
podían ser ejecutadas más que por un apara­ ción de objetivos propios. Esto explica poi­
to central (o sea estadual). Fuera de este con­ qué selfnove m m ent es un término de signifi­
junto de funciones (defensa, relaciones inter­ cado ambivalente aun en los países anglosa­
nacionales, jurisdicción superior, etc.), las jones, pudiendo hoy ser empleado para refe­
m aterias restantes eran confiadas principal­ rirse tanto a fenómenos de autonomía local
mente a las entidades u organismos locales como a ejemplos de descentralización estatal.
(las llamadas funciones de pulida en sentido Lo contrario sucede en los países continen­
lato), tomando en cuenta que en algunos cam­ tales, donde el aparato central tiende a con­
pos que luego habían de asum ir una im por­ fiar, cada vez en mayor medida, servicios esta­
tancia fundamental (como la economía) los tales a las entidades locales. De tal manera,
poderes públicos se encontraban casi total­ dejando de lado cualquier otra consideración,
mente ausentes. termina desarrollando formas cercanas al a.,
Ahora bien, tanto si el sistema se inspirara ya que las entidades locales, si bien siguen
en el principio del a. (como en los países siendo tales y no adquieren, por consiguien­
anglosajones), como que se atuviera al siste­ te, el carácter de órganos, tienen poder y fun­
ma binario (como los continentales), lo cier­ ciones estatales que desempeñan a través de
to es que de este estado de cosas se despren­ sujetos elegidos por los mismos adminis­
día una importancia especial de los poderes trados.
locales, a los que, como ya hemos menciona­ Por estos motivos, como se ha señalado
do, correspondía naturalmente la mayor par­ autorizadamente, "las dos grandes experien­
te (por lo menos cuantitativamente) de las cias del pasado, el a. y el sistema binario,
actividades administrativas. La declinación siguen actualmente direcciones convergentes,
118 AUTORIDAD

tomando cada una elementos de la otra", “a." ha sido reinterpretada de diversas mane­
pudiéndose observar "que en los países anglo­ ras v se ha utilizado también con significados
sajones los organismos locales, al ser despo­ notoriamente diversos. Algunas veces se ha
seídos de los órganos aulogobcmados, se con­ negado, explícita o implícitamente, que exis­
vierten en organismos de autonomía, y que te el problema de identificar la a. y de des­
en los países continentales, al mismo tiempo cribir las relaciones entre a. y poder, sobre
que se introducen elementos de a., la autono­ todo por parte de los que han usado "poder”
mía también se ha ido reduciendo" (Gianni- y "a.” como sinónimos. Sin embargo, la ten­
ni, 1948). dencia, en gran medida más general, es la de
distinguir el poder de la a., considerando a
BIBI.io g k a h a A. Barbera, Le istituzioni del plu­ esta última como una especie del género
ralismo, Bari, De Donato. 1977; F. Bassanini, /.e "poder" o también, aunque más rara vez.
regiuni ira slato e comunitá, Bolonia, 1976; B. como una simple fuente del poder.
Dente, II govemo lócale in Italia, en II gaverno El primer modo de entender la a. corno una
lócale in Europa, núm. especial de Quademi di especie del poder, que se ha manifestado
Sludi Regionali, VIII, 1977; M.S. Giannini, Auto­ sobre todo en la esfera de la ciencia de la
nomía lócale e autogovemo, en II Corriere Ammi- administración, es el de definirla como una
nistrativo, 1948; F. Levi, Studi sulTamministra- relación de poder establecido e instituciona­
zione regionale e lócale, Turín, Giappichelli, lizado en que los súbditos prestan obedien­
1978; P.G. Richards, The new local government cia incondicional. En este sentido se tiene a.
sysiem, Londres, Alien & Unwin, 1975; F.A. cuando el sujeto pasivo de la relación de
Roversi Monaco, Profili giuridici del decentra- poder adopta como criterio de su propio com­
menta nella organizzazione amministrativa. portamiento el mandato o la orientación del
Padua, CEDAM, 1970; L.J. Sharpe, II decentra- sujeto activo, sin evaluar por su parte el con­
mento in Gran Bretagna, en II governo lócale in tenido. La obediencia se basa únicamente en
Europa, número especial de Quademi di Studi el criterio formal de la recepción de un man­
Regionali, viu, 1977. dato o de una señal proveniente de una cier­
ta fuente. A esta actitud del sujeto pasivo le
I m a r co c a m m e l u ] puede corresponder una actitud particular
también en quien ejerce la a.: éste trasm ite
el mensaje sin d ar razones, y espera que se
autonomía, v. autogobierno;descentra­ acepte incondicionalmente. Entendida de esta
lización. manera, la a. se opone a la relación de poder
basada en la persuasión. En esta última rela­
ción C expone argumentos a favor de la obli­
gación o de la conveniencia de una cierta con­
autonomía universitaria, v. reforma ducta; en la relación de autoridad, por el con­
universitaria. trario, C trasm ite un mensaje que contiene la
indicación de una cierta conducta, sin presen­
tar argumento alguno en su apoyo. En la rela­
ción de persuasión R adopta la conducta suge­
autoridad rida por C porque acepta los argumentos pre­
sentados por C en su favor; en la relación de
I. LA AUIOKIDAU COMO KUUEK ESÍ.AH1L1Z.ADO. D e s d e autoridad, en cambio. R adopta la conducta
que los rumanos acuñaron la palabra anclo- indicada por C independientemente de cual­
ritas, en la tradición cultural de Occidente la quier razón que pueda eventualmente acon­
noción de a. constituye uno de los términos sejarla o desaconsejarla.
cruciales de la teoría política, donde se Con esta prim era definición de a., lo que
emplea en relación estrecha con la noción de cuenta es que R obedezca de modo incondi­
poder. La situación actual de los usos de este cional las directivas de C: pero no tiene impor­
térm ino es más bien compleja e intrincada. tancia, para identificar a la a., cuál sea el fun­
Mientras que generalmente se conserva su damento con base en el cual R adopta incon­
relación con el concepto de poder, la palabra dicionalmente la directiva de C, y C pretende
AUTORIDAD 119

obediencia incondicional. Este fundamento por lo menos dentro de ciertos limites, una
puede consistir en la legitimidad del poder de obediencia incondicional— constituye uno de
C, al igual que puede consistir en un condi­ los fenómenos sociales más difundidos y más
cionamiento Lindado en la violencia. David relevantes con los cuales pueda toparse un
Easton distingue justamente entre “a. legiti­ científico social. Prácticamente todas las rela­
ma" y "a. coercitiva". En una perspectiva ciones de poder más persistentes y más
semejante, Armitai Etzioni ha propuesto una importantes son, en grado mayor o menor,
clasificación articulada de las formas de a. y relaciones de a.: el poder de los padres sobre
de organización, aunque no utilice la palabra los hijos en la familia; el del muestro sobre
"a." como término clave. Distingue tres tipos los alumnos en la escuela; el poder del jefe
de poder: "coercitivo", basado en la aplica­ de una iglesia sobre los fieles; el poder de un
ción o la amenaza de sanciones físicas, "remu­ empresario sobre los trabajadores, el de un
nerativo", basado en el control de los recur­ jefe m ilitar sobre los soldados, el poder del
sos y de las compensaciones materiales, y gobierno sobre los ciudadanos de un estado.
"normativo", basado en la asignación de los La estructura básica de cualquier tipo de
premios y de los castigos simbólicos, y tres organización, desde la de un campo de con­
tipos de orientación de los subordinados centración hasta la organización de una aso­
hacia el poder: “enajenado”, que es intensa­ ciación cultural, a la par que la estructura
mente negativo, "calculador", negativo o posi­ fundamental de un sistema político tomado
tivo de intensidad moderada, y “ moral", como un todo, ha sido formada en buena par­
intensamente positivo. Combinando los tres le por relaciones de a. No es de extrañar pues
tipos de poder y los tres tipos de orientación que el concepto de a. ocupe un puesto de pri­
de los subordinados, Etzioni encuentra tres mer plano en la teoría de la organización; ni
casos "congruentes" de a. y de organización tampoco el que se haya recurrido con bastan­
y varios otros casos "incongruentes" o mix­ te frecuencia al concepto de a. para definir
tos. Los tres casos congruentes son: la a. y sus el estado o la sociedad política. También
respectivas organizaciones "coercitivas" recientemente, el politólogo H. Eckstein pro­
(poder coercitivo y orientación enajenada), la puso identificar la política en las "estructu­
a. y las organizaciones "utilitarias” (poder ras de a.", y definió una estructura de a., a
remunerador y orientación calculadora), la a. su vez, como “un conjunto de relaciones asi­
y las organizaciones "normativas" (poder nor­ métricas, entre miembros de una unidad
mativo y orientación moral). A estos distin­ social ordenados de modo jerárquico, que tie­
tos tipos de a. y de organización están liga­ ne por objeto la guia de la propia unidad
dos numerosos aspectos de la estructura y del social”. De hecho, la estratificación de la a.
funcionamiento de las organizaciones. James política en la sociedad es un fenómeno tan
S. Coleman, por su lado, ha distinguido hace persistente que a distintos autores les pare­
poco entre sistemas de a. "separados”, en los ce parte de la herencia biológica de la espe­
que los subordinados aceptan la a. para obte­ cie (véase el ensayo de Fred. H. Willhoite, Jr.,
ner ventajas extrínsecas, por ejemplo un sala­ Primales and political aiiihoriiy: a hiobehavio-
rio. y sistemas de a. "conjuntas", en.las que ral perspeclive, en American Political Scien­
los subordinados esperan beneficios (intrín­ ce Rcview, vol. lxx, 1976, pp. 1110-1126).
secos) de su ejercicio, y entre sistemas de a. Hasta ahora se ha puesto el acento de mane­
“simples”, en los que la a. la ejerce su deten­ ra pronunciada, por un lado, en el carácter
tador, y sistemas de a. “complejos”, en los que jerárquico y, por el otro, en la estabilidad de
son lugartenientes o agentes delegados por el la a. Pero es preciso observar, respecto del
detentador de la a. quienes la ejercen. Sobre prim er punto, que la a., tal como la hemos
la base de estas distinciones ha propuesto definido hasta aquí, aunque es una caracte­
algunas hipótesis interesantes sobre la está­ rística particular de las estructuras jerárqui­
tica v sobre la dinámica de las relaciones de cas, no necesariamente presupone la existen­
autoridad. cia de una tal estructura y tampoco de una
La a. tal como la hemos entendido hasta organización formal, sino que puede verificar­
ahora —como poder estable, continuador en se también en relaciones informales de poder.
el tiempo, al que los subordinados prestan, Por ejemplo, C puede estar dispuesto a acep­
120 AUTORIDAD

tar incondicionalmcntc las opiniones de R ser aceptadas en el discurso de la ciencia, que


(escritor o periodista) en el ámbito de cierta se mantiene en el plano de la descripción. Por
materia. En cuanto al segundo punto, hay que lo tanto, la expresión “ poder legitimo” debe
recordar el hecho de que toda a. "estable" ha entenderse aquí en el sentido de poder con­
sido formada en un determinado lapso, y sur­ siderado legítimo por parte de los individuos
ge en un principie) como una a. "emergente", o grupos que participan en la misma relación
y que acumula poco a poco un crédito y una de poder. En segundo lugar, se debe tener pre­
aceptación cada vez más sólidos y más sente que una evaluación positiva del poder
amplios en el ambiente social del momento, puede referirse a diversos aspectos del poder
hasta transformarse justamente en a. estable, mismo: el contenido del mandato, o bien el
o sea con un poder continuado y cristaliza­ modo o el procedimiento con que se imparte
do. De hecho, entre a. estable y a. emergente el mandato, o finalmente la fuente de la que
se manifiestan ásperos conflictos, que cons­ proviene el mandato. El juicio de valor que
tituyen una dimensión muy im portante de la sirve de base a la creencia en la legitimidad
dinámica de un sistema político (véase a este es el ultimo que hemos mencionado: se refie­
propósito B. de Jouvenel, De la pnlitique puré, re a la fuente del poder, que puede encontrar­
París, 1963). se en diferentes niveles (v. legitimidad) y que
establece por lo mismo la titularidad de la a.
II. LA AUTORIDAD COMO PODHR LEGITIMO. La defini­ En la esfera social a la que se refiere la a.,
ción de la a. como simple poder estabilizado, tiende a formarse la creencia de que la a. tie­
al que se le presta una obediencia incondicio­ ne el "derecho” de m andar (o de algún modo
nada, Ies parece sin embargo demasiado de ejercer el poder) y que los que están some­
amplia a muchos politólogos y sociólogos. Se tidos tienen el "deber” de obedecerle (o de
afirma que tal definición contrasta con fre­ algún modo de seguir sus directivas). Es evi­
cuencia con los usos del lenguaje ordinario, dente que este "derecho" y este “deber” pue­
donde una expresión como "a. coercitiva" den estar más o menos formalizados, y pue­
parece contradictoria, y es claramente incom­ de fundamentarse en la obligatoriedad típi­
patible con la concepción tradicional de los ca de la esfera ética, como sucede con los tres
gobernantes privados de a.: usurpadores, con­ tipos de legitimidad individualizados por Max
quistadores y "tiranos” en general. De don­ Weber (v. poder) o bien en una simple conve­
de la segunda y más común definición de a., niencia, como puede suceder en el caso de la
según la cual no todo poder estabilizado es a. basada en una competencia particular.
a., sino sólo aquel poder estabilizado en el que Combinando esta definición con la prime­
la disposición a la obediencia de manera ra que mencionamos, se puede decir que en
incondicional se funda en la creencia en la la a. la aceptación del poder como legítimo
legitimidad del poder. La a.. en este segundo es lo que produce la actitud, más o menos
sentido, y de éste es del que nos ocuparemos estable a través del tiempo, a la obediencia
de aquí en adelante, es el tipo de poder esta­ incondicional a los mandatos o a las directi­
bilizado al que llamamos “poder legitimo". vas que provienen de una determ inada fuen­
La a. como poder legítimo presupone un jui­ te. Naturalmente esto se cumple dentro de la
cio de valor positivo acerca del poder. A este esfera de actividad a la que se refiere la a.,
respecto cabe señalar, en prim er lugar, que o a la esfera de la aceptación de la a. Es evi­
el juicio del valor puede ser pronunciado por dente, en efecto, que una relación de a. como
cuenta del investigador, en cuyo caso nos cualquier otra relación de poder se refiere a
encontramos en el ámbito de la filosofía o de una cierta esfera, que puede ser más o menos
la doctrina política, o puede ser mencionado amplia y estar delimitada de un modo más o
por el investigador como emitido por hom­ menos explícito o implícito. Además, la dis­
bres comprometidos en la relación de a., en posición a la obedencia incondicional, a pesar
cuyo caso estamos en el ámbito de los estu­ de que puede ser durable, no es permanente.
dios políticos o sociológicos de orientación Para que la relación de a. pueda continuar,
empírica. Todas las concepciones de la a. es necesario que de vez en cuando se reafir­
como poder legítimo que entrañan un juicio me ostensiblemente la cualidad de la fuente
de valor por parte del investigador no pueden del poder a la que se le atribuye el \a lo r que
AUTORIDAD 121

fundamenta la legitimidad. Por ejemplo, la dar. en efecto, que no se dice que una comu­
continuidad de una relación de a. basada en nicación es autorizada a causa de una cuali­
la legitimidad democrática entraña la reno­ dad intrínseca suya sino en relación con la
vación del procedimiento electoral, y la con­ f uente de la que proviene, del mismo modo
tinuidad de una a. de un ¡ere religioso requie­ que esa fuente está sujeta a la evaluación de
re que de vez en cuando se lleve a cabo una aquellos a los que se dirige la comunicación;
acción extraordinaria o milagrosa, que sirva tan es asi que la misma opinión puede consi­
para conf irm ar la creencia de que el jefe tie­ derarse autorizada cuando es presentada por
ne la "gracia divina". Ticio y no ser considerada de hecho como tal
Como veremos más adelante, a la concep­ cuando es presentada por Cayo. Si se inter­
ción de la a. como poder legitimo se puede preta de este modo, el fenómeno puesto de
rem itir, por lo menos en parte, también una relieve por Friedrich puede expresarse de las
tercera definición de a. como especie del dos maneras siguientes: en un sentido más
poder: aquella que la identifica con el poder simple, es la creencia de R en la capacidad
“formal" (el poder como se crea que debe ejer­ de C para elaborar en forma razonable sus
cerse en una esfera social determinada) en comunicaciones (en términos de los valores
contraposición con el poder informal pero compartidos por R); en un sentido más com­
real (el poder como se ejerce efectivamente plejo es una relación en que R acepta el men­
en esa esfera social). Lo mismo puede decir­ saje de C, no porque R reconozca y evalúe
se también de la concepción de la a. como positivamente las razones que justifican el
fuente del poder, una vez que se haya corre­ mensaje —y normalmente sin que C formule
gido de manera conveniente. Esta ultima con­ esos razonamientos—, sino porque R cree que
cepción ha sido sostenida sobre todo por Cari C es capaz de dar, en apoyo de la comunica­
J. Friedrich, según el cual la a. no es una rela­ ción, razones convincentes para él (en térm i­
ción entre hombres sino una cualidad parti­ nos de los valores compartidos por él). Se tra­
cular de las comunicaciones —que pueden ser ta, en el segundo sentido, de un tipo particu­
mandatos, aunque también consejos u opinio­ lar de relación de autoridad entendido como
nes— que un individuo trasm ite a otro. Esta poder legitimo, y, en el primero, de la creen­
cualidad consiste en el hecho de que la comu­ cia en la legitimidad que está en su funda­
nicación es susceptible de una elaboración mento.
razonada, no en términos de demostración
científica o matemática sino de valores com­ III EFICACIA Y ESTABILIDAD Dt-. LA AUTORIDAD La a.
partidos por aquéllos entre los que se verifi­ definida como poder legítimo entraña, pues,
ca la trasmisión del mensaje. Esa cualidad por una parte, la aceptación de la obligato­
hace que las comunicaciones sean dignas de riedad de la obediencia incondicional y. por
aceptación a los ojos de aquéllos a los que van la otra, la pretensión a tal obligatoriedad o
dirigidas. Por lo tanto la a. no es una especie —lo que es lo mismo— al derecho de encon­
de relación de poder, aunque puede ser una tra r una obediencia incondicional. En este
fuente de poder: la capacidad que un hombre sentido se puede construir un tipo "puro" de
tiene de trasm itir comunicaciones suscepti­ a.: una relación de poder basada exclusiva­
bles de una elaboración razonada —en el sen­ mente en la creencia en la legitimidad. C basa
tido mencionado— constituye para él una su propia pretensión de encontrar obedien­
fuente de poder. cia únicamente en la creencia en la legitimi­
La limitación de esta concepción de la a. dad de su propio poder, y R se ve llevado a
consiste en que, a menos que se hipostasie la prestar obediencia únicamente por la creen­
razón, la susceptibilidad de una elaboración cia en la legitimidad del poder de C. Se trata
razonada no puede ser atribuida a una comu­ de un "tipo ideal" que difícilmente puede
nicación considerada en si misma, sino que encontrarse en la realidad, ya que normal­
debe referirse a la capacidad de ofrecer esa mente la creencia en la legitimidad no es un
elaboración por parte del que trasm ite la fundamento exclusivo del poder sino solo una
comunicación y, sobre todo, al reconocimien­ de sus bases. El que detenta el poder preten­
to que los destinatarios de la comunicación de obediencia no sólo a causa de la legitimi­
hacen de esa capacidad. Es conveniente recor­ dad de su poder sino también, por ejemplo,
122 AUTORIDAD

basándose en su posibilidad de obligar o cas­ detentadores del poder y, en consecuencia,


tigar, de halagar o premiar. Y, por otra par­ una mayor estabilidad y eficacia del poder.
te, la creencia en la legitimidad del poder, Una clase política articulada en una plurali­
como motivación del que se adapta a una dad de grupos, que reconocen todos la legiti­
directiva ajena, va acompañada frecuente midad del régimen político, da origen, en
mente de otras motivaciones, como pueden igualdad de condiciones, a gobiernos más efi­
ser la del temor a un mal amenazado o la de caces v más estables que los originados por
la persecución de su propio interés. Se trata, una clase política en que una parte importan­
entonces, de relaciones de poder que adoptan te no reconoce el régimen como legítimo.
sólo en parte y en diversa medida la forma Por el lado de la obediencia, a la creencia
de relaciones de a. Además, puede suceder en la legitimidad le corresponde una actitud
también que el poder sea reconocido como de obediencia a un deber, y tiende a crear una
legítimo sólo por parle de uno de los dos lados disposición a obedecer incondicionalmente.
de la relación. En ese caso, se puede hablar En la medida en que la obediencia se convier­
también de a. cuando la creencia en la legiti­ te en un deber, la relación de poder adquiere
midad del poder motiva únicamente la obe­ mayor eficacia: los mandatos son ejecutados
diencia, pero no se puede decir lo mismo rápidamente, sin que los detentadores del
cuando motiva sólo el mandato. En esta últi­ poder tengan que recurrir (o de manera que
ma hipótesis, el mandato no consigue la obe­ puedan recurrir en menor medida) a otros
diencia o la consigue pero de acuerdo con medios para ejercer el poder, como la coer­
otras bases (temor a la fuerza, interés, etc.); ción, la satisfacción de intereses de los súb­
en cambio, si el que obedece lo hace porque ditos o también a la persuasión, que entrañan
cree que es legítimoel poder, la relación pue­ mayores costos. Por otra parte, en la medida
de decirse que está basada en la legitimidad, en que se genera una disposición a obedecer,
ya sea que el que manda comparta esa creen­ el poder se estabiliza, y esta estabilidad es
cia o no la comparta. tanto más sólida cuanto más incondicional es
La importancia peculiar de la creencia en la disposición a obedecer, dentro de la esfe­
la legitimidad, que transforma el poder en a., ra de aceptación de la a. Y hay que añadir que
consiste en el hecho de que ésta tiende a con­ existe también una relación indirecta entre
ferirle al poder eficacia y estabilidad. Y esto, la creencia en la legitimidad del poder y la dis­
tanto del lado del mandato como del de la obe­ posición a obedecer: en una esfera social, en
diencia. Desde el prim er punto de vista hay que cierto poder se acepta amplia e intensa­
que señalar ante todo el efecto psicológico mente como legitimo, el que no lo reconoce
que la fe en la legitimidad del poder tiende como tal puede estar sujeto a considerables
a ejercer en el que lo detenta. Se ha dicho presiones laterales —provenientes de los
algunas veces que la pérdida de esa fe es pre­ demás individuos o grupos sometidos a ese
ludio del derrum be del poder. Sin dejarse lle­ poder— que tienden a inducirlo a obedecer
var por afirmaciones tan generales y peren­ por razones de conveniencia práctica: para no
torias, se puede aseverar razonablemente que ver perturbada su vida afectiva o de relación,
la fe en la legitimidad del propio poder tien­ en la familia, en las relaciones de amistad, en
de a darle al mandato ciertas características las de trabajo, etcétera.
(de convicción, de determinación, de energía)
que contribuyen a su eficacia. En segundo IV AMBIGÜEDAD DE LA AUTORIDAD Ya hemos dicho
lugar, la creencia en la legitimidad tiene un que la creencia en la legitimidad constituye
efecto relevante en la cohesión entre los indi­ normalmente una de las muchas bases de una
viduos y grupos que detentan el poder. El relación de poder. Hay que añadir ahora que
hecho de que todos los individuos o grupos entre la creencia en la legitimidad y otras
que participan en el poder dentro de una orga­ bases del poder pueden establecerse relacio­
nización compartan la creencia en la legiti­ nes significativas, que alteran de manera sus­
midad del poder de la organización pone limi­ tancial el alcance autónomo de esa creencia
tes a los conflictos internos y proporciona con y le confieren a la a. un carácter peculiar de
frecuencia el principio para su solución. De ambigüedad. Por un lado, la creencia en la
ahí se deriva una cohesión mayor entre los legitimidad puede dar origen, en parte, a la
AUTORIDAD 123

utilización de otros medios para ejercer el simple consecuencia psicológica, la del padre
poder: por ejemplo, el uso de la violencia. Por y del hijo, en que generalmente se encuentra,
el otro ludo, la creencia en la legitimidad pue­ por lo menos dentro de ciertos limites de
de constituir, a su vez, una simple consecuen­ tiempo, una preponderancia de fuerza o una
cia psicológica de la existencia de un poder dependencia económica. En este caso, el
fundado de hecho sobre otras bases. empleo de la fuerza (y el condicionamiento
La violencia puede derivarse, en cierto gra­ económico) más que una derivación puede ser
do, de la creencia en la legitimidad del poder: la fuente de la creencia en la legitimidad del
la creencia de R en la legitimidad del poder poder del padre. Puede suceder, ciertam en­
de C legitima, a los ojos de R, y por lo tanto te. que el respeto y el afecto legitimen a los
facilita el empleo de la fuerza sobre R ] o ojos del hijo el poder del padre (incluyendo
también sobre el mismo R. Primer caso: una el de castigar); pero puede suceder también
intensa creencia en la legitimidad del poder que el poder efectivo de castigar del padre
político, por parte de una minoría de la socie­ provoque en el hijo un respeto y un afecto y,
dad, legitima y facilita el empleo de otros ins­ por consiguiente, una creencia en la legitimi­
trum entos de poder, incluida la violencia, dad que no son genuinos. Al hablar de creen­
sobre la mayoría, o bien, una creencia muy cia no genuina me refiero no sólo y no tanto
difundida en la legitimidad del poder políti­ al engaño deliberado que puede presentarse
co legitima y facilita el empleo de la violen­ en las relaciones de poder sino sobre todo al
cia sobre los pocos recalcitrantes. Segundo fenómeno más impártante del autoengaño: no
caso: el seguidor de un jefe religioso, consi­ a la falsedad consciente sino a la falsa con­
derado como representante de la divinidad, ciencia, que es el núcleo central del concep­
acepta como legitima la violencia empleada to de ideología (v.) en su significado de ori­
en su contra y llega a imponérsela el mismo gen marxista. En este sentido, aceptar que la
como castigo de su conducta desviada. En creencia en la legitimidad tenga un carácter
todas estas hipótesis la legitimidad del poder ideológico, y en qué grado lo tenga, reviste
se traduce en la legitimidad de la violencia. una considerable importancia. Si ese grado
De ahí que esta última pierda, para quien la es muy elevado, no tendremos una relación
considera legítima, su carácter enajenante, y de a. sino más bien una "falsa" a., puesto que
de ahí también la posible tendencia, para la creencia en la legitimidad no constituye un
quien la considera legitima, a la colaboración fundamento real del poder. Esto explica por
—activa o pasiva— en su empleo. En otras qué una situación de poder, a la que hasta
palabras, el empleo de la violencia se hace ayer le correspondía una creencia en la legi­
posible, en mayor o menor grado, por la timidad, puede perder más o menos repenti­
creencia en la legitimidad que transform a el namente esa legitimidad. Se trata de una
poder en autoridad. Y conviene recordar que situación de poder fundada principalmente
esta relación entre creencia en la legitimidad en b a s e s distintas, por ejemplo en la fuerza,
y violencia no es una curiosidad teórica. El pero a la que, en cierto modo, hay que adap­
grado y la intensidad con que la fe ciega en tarse mientras aparezca como inmodificable:
un principio de legitimidad del poder puede de ahí surge la creencia en la legitimidad que
desencadenar la violencia están escritos con tiene un carácter preferentem ente ideológi­
letras indelebles en la historia del hombre. co. Sin embargo, esta legitimidad tiende a
Son testigos de ello las cacerías de brujas y deaparecer muy pronto, una vez que la pre­
los linchamientos de los excluidos y de los ponderancia de la fuerza desaparece o la
extraños, generados, en apoyo de una deter­ situación de poder empieza a aparecer con­
minada a., por los fanatismo políticos y reli­ cretamente como modificablc.
giosos de todas las épocas. Es testigo de ello Otros aspectos de ambigüedad de la a. pro­
la inmensa violencia que se desencadenó, en vienen del hecho de que el titular de ésta pue­
nuestro siglo, por la creencia fanática en un de no disponer, en mayor o menor medida,
jefe y en una ideología totalitaria. del poder efectivo, y también del hecho de que
Por otra parte, podemos tom ar como ejem­ los destinatarios de los mandatos pueden per­
plo de una relación de poder en que la ci cen­ der la creencia en el principio de legitimidad
cía en la legitimidad puede constituir una en que el detcntador del poder fundamenta
124 AUTORIDAD

su pretcnsión de mandar. Sobre el prim ero destinatarios de los mandatos deja de existir
de estos fenómenos ha llamado la atención la creencia en la legitimidad del poder. Esta
sobre todo Lasswell, quien, al definir la a. desaparición de la creencia en la legitimidad
como ‘ poder formal", afirma que “decir que puede producirse ya sea porque los súbditus
una persona tiene a. no significa que tenga dejan de creer que la fuente del poder tenga
efectivamente poder, sino que la fórmula polí­ la cualidad que le atribuían antes (por ejem­
tica (o sea los símbolos políticos que dan legi­ plo, no se "prueba" la legitimidad, o bien se
timidad al poder) le confiere poder, y que los la considera como "ideológica"), ya sea por­
que se apegan a la fórmula esperan que la per­ que los subordinados han abandonado el viejo
sona tenga poder y consideran justo y correc­ principio de legitimidad para abrazar uno
to el uso que ésta hace del mismo. Por un lado, nuevo. En ambos casos la situación es de ordi­
esta afirmación contiene una confusión entre nario altamente conflictiva: tanto los superio­
las dos nociones distintas de a. y la creencia res como los subordinados tienden a consi­
en la legitimidad del poder. Una cosa es mi derarse "traicionados” en sus expectativas y
juicio de valor, con el que considero legítimo en sus valores. La relación de a. desaparece
el mandato sólo si proviene de una fuente entonces y, si permanece la pretensión de
determinada: a esa creencia le pueden corres­ mandar, se establece una situación de auto­
ponder o no relaciones efectivas de poder. Y ritarism o (v.). En uno de sus posibles signifi­
otra cosa es mi conducta, con la que me adap­ cados, el término "autoritarismo" designa, en
to incondicionalmente a ciertas directivas efecto, una situación en que las decisiones se
porque las considero legítimas tomando en toman desde lo alto, sin la participación o el
cuenta la fuente de la que provienen; se tra ­ consentimiento de los subordinados. En este
ta, en este caso, de una verdadera relación de sentido es una manifestación de autoritaris­
poder, de un poder de la especie "a.". Por otro mo alegar un derecho a mandar que no se apo­
lado, sin embargo, la afirmación de Lasswell ya en las creencias de los súbditos, y es una
puede entenderse en el sentido de que el titu­ manifestación de autoritarism o pretender
lar de cierta a. puede no tener todo el poder una obediencia incondicional cuando los
que ejerce aparentemente en la relación de a. subordinados pretenden poner a discusión el
Estas relaciones pueden estar rodeadas de contenido de los distintos mandatos. Por lo
otras relaciones de poder mucho más relevan­ tanto, tiende a establecerse una situación de
tes y, en la impartición de sus mandatos, el autoritarism o siempre que los que detentan
titular de la a. puede estar condicionado de el poder lo consideran legítimo, pero no es
manera sustancial por otras relaciones de reconocido como tal por parte de los subor­
poder que no son legítimas y que no se cono­ dinados. Y esta situación se acentúa cuando
cen ampliamente. Y, en la medida en que esto el detentador del poder recurre a la fuerza,
sucede, podemos decir que la a. sólo es "apa­ o a otros instrum entos de poder, para lograr
rente", ya que C. considerando que obedece la obediencia incondicional que ya no logra
al poder legítimo de A, obedece en cambio conseguir con la creencia en la legitimidad.
—en mayor o menor grado— al poder no legí­ Así pues, si la a. como tipo puro constituye
timo de D. A este respecto, debemos recordar la forma más plena de poder socialmente
todas las eminencias grises y todos los cen­ reconocido y aceptado como legitimo, en la
tros de poder que han dirigido desde basti­ realidad de la vida social y política la a. resul­
dores la representación de la a. iluminada por ta a menudo contaminada y presenta, bajo
las luces del proscenio; asi como las transfor­ diversos aspectos, una ambigüedad caracte­
maciones de los regímenes políticos, en las rística. Esta última puede ser generadora de
cuales los cambios en la distribución del violencia, en la medida en que la creencia de
poder efectivo han precedido a aquéllas en las algunos en la legitimidad perm ite el empleo
creencias en la legitimidad, por lo que el régi­ de la fuerza sobre los otros; puede ser “fal­
men se vuelve m á s o menos formalista: el rey sa” en la medida en que la creencia en la legi­
aparece todavía como el titular exclusivo de timidad no es una fuente sino una consecuen­
la a., m ientras que el poder ha pasado ho\ en cia psicológica de la situación de poder que
alto grado al parlamento. ésta trata de ocultar o de deformar; puede ser
Llegamos linalmente al caso en que en los sólo "aparente" en la medida en que el titu­
AUTORITARISMO 125

lar legitimo del poder no detenta el poder te, la disposición a la obediencia celosa a los
efectivo, y puede transform arse en "autori­ superiores y al respeto y a la adulación de
tarism o” en la medida en que la legitimidad todos los que detentan la fuerza o el poder;
es objetada y la pretensión de) superior al por la otra, la disposición a tra ta r con arro­
derecho de m andar se convierte, a los ojos de gancia y desprecio a los inferiores jerárqui­
los subordinados, en una pretensión arb itra­ cos y, en general, a todos los que están priva­
ria de mandar. dos de fuerza o de poder. Las ideologias auto­
ritarias, finalmente, son ideologías que nie­
bibliografía: J.S. Coleman, Authority sysiems, en gan de una manera más o menos decidida la
Public Opinión Quarterly, vol. xliv (1980), pp. igualdad de los hombres, ponen el mayor hin­
143-163; H. Eckstein, Authority patlerns: a struc- capié en el principio jerárquico, propugnan
tural hasis forpolitical inquiry, en American Poli- formas de regímenes autoritarios y a menu­
tical Science Review, vol. lxvii (1973), pp. 1142- do exaltan algunos elementos de la persona­
1161; T. Eschenburg, Dell'autoritá (1965), Bolo­ lidad autoritaria como si fueran virtudes.
nia, 11 Mulino, 1970; A. Etzioni, A comparative Una característica del a., común a los tres
analysis of complex organizations, Nueva York, niveles señalados, es el lugar central que ocu­
Free Press, 1961; C.J. Friedrich (comp.), Autho­ pa el principio de autoridad (v.) y, por lo mis­
rity, Cambridge. Harvard University Press, 1958: mo, la relación entre mando apodíctico y obe­
R. Sennett, Autoridad (1980), Madrid, Alianza. diencia incondicional. Aunque en este caso la
1983; H.E. Simón, ll comportameuto amminis- autoridad se toma en un sentido particular
trativo [1957), Bolonia, 11 Mulino, 1958; M. Stop- y restringido, ya que está ligada con una
pino, Le forme del potere, Ñapóles, Cuida, 1974. estructura política fuertemente jerárquica,
basada a su vez en la concepción de la desi­
[MARIO STOPPINO] gualdad de los hombres y que excluye o redu­
ce al mínimo la participación de la base en
el poder e implica, de ordinario, una marca­
da utilización de los medios coercitivos. Cla­
autoritarismo ro está que, por esta razón, desde el punto de
vista de los valores democráticos, el a. es una
i. p r o b l e m a s d e d e f in ic ió n . El adjetivo “autori­ manifestación degenerativa de la autoridad,
tario” y el sustantivo “a.” que se deriva de él una pretensión y una imposición de la obe­
se emplean sobre todo en tres contextos: la diencia que prescinde en gran parte del con­
estructura de los sistemas políticos, las dis­ senso de los subordinados y restringe la liber­
posiciones psicológicas relacionadas con el tad. Mientras que, desde el punto de vista de
poder y las ideologias políticas. En la tipolo­ una orientación autoritaria, el igualitarismo
gía de los sistemas políticos se suele llamar democrático es el que no es capaz de produ­
autoritarios a los regímenes que privilegian cir la "verdadera” autoridad. En este último
el aspecto del mando y menosprecian de un sentido, diversos autores propugnaron, espe­
modo más o menos radical el del consenso, cialmente en la Alemania de los años treinta,
concentrando el poder político en un hombre la doctrina del "estado autoritario". También
o en un solo órgano y restando valor a las ins­ la "personalidad autoritaria" fue presentada,
tituciones representativas: de ahí la reducción en parte, de manera anticipada por el psicó­
a la mínima expresión de la oposición y de la logo nazi E. R. Jaensch, quien en 1938 descri­
autonomía de los subsistemas políticos y la bió un tipo psicológico notoriamente pareci­
anulación o la sustancial eliminación de con­ do. juzgándolo de una m anera más positiva
tenido de los procedimientos y de las institu­ que negativa.
ciones destinadas a trasm itir la autoridad Existe, pues, un común denominador en el
política desde la base hasta lo alto. En senti­ significado que asume el término a. en los tres
do psicológico, se habla de personalidad auto­ contextos señalados. Sin embargo, no e> nece­
ritaria para indicar un tipo de personalidad sario adentrarse mucho en este sentido. Una
formada por diversos rasgos característicos base de significado común no quiere decir
y centrada en la unión de dos actitudes inti­ identidad y ni siquiera coherencia de signifi­
mamente relacionadas entre si: por una par­ cado. En este caso hay que tener en cuenta
126 AUTORITARISMO

el hecho de que el "a.” es uno de los concep­ Asi pues, una base de significado común no
tos que como el de "dictadura” y de "totali­ quiere decir plena coherencia de significado.
tarism o" han surgido o se han utilizado en Todavía es más importante destacar que la
oposición al de "democracia", queriéndose existencia de un fundo de significado comuri
con esto acentuar tanto un parám etro anti­ no conlleva la necesidad de la copresencia fac­
democrático como el otro; además del hecho tual de los tres niveles de a. Razonablemente
de que los confines de estos conceptos sean se puede suponer que exista una cierta con­
poco claros, y a menudo también inestables gruencia entre ellos; una personalidad auto­
en relación con los diversos contextos. En ritaria, por ejemplo, se sentirá a gusto pro­
nuestro caso son relevantes sobre todo las bablemente en una estructura de poder auto­
relaciones entre "a." y totalitarism o (v.J, ya ritaria y probablemente estará de acuerdo
que otras relaciones tienden a ser diversas en con una ideología autoritaria. Pero esto no
los tres niveles de a. mencionados. La aplica­ significa que los tres aspectos del a. estén
ción más amplia del significado de a. se siempre y de manera necesaria presentes al
encuentra en los estudios sobre la personali­ mismo tiempo. En qué grado y con qué fre­
dad v sobre las actitudes autoritarias. Aun cuencia los tres niveles de a. se presentan jun­
cuando el concepto de "personalidad autori­ tos o separados en las distintas situaciones
taria" se acuñó originalmente para describir sociales, es una pregunta cuya respuesta no
un síndrome psicológico de los individuos puede juzgarse de antemano a partir de las
"potencialmente fascistas", investigaciones definiciones, sino que debe determ inarse
posteriores lo han aplicado también al a. de pacientemente por medio de la investigación
izquierda y han buscado las actitudes auto­ empírica. En principio, nada ubsta para que
ritarias de las clases bajas del mismo modo se impongan creencias democráticas con
que el de las clases medias y altas. En gene­ métodos autoritarios, o para que entre los
ral, este sector de la investigación no estable­ jefes de un estado autoritario haya individuos
ce ninguna distinción entre a. y totalitarismo. que no se distingan por una personalidad
En el campo de las ideologías políticas, el área autoritaria, o para que en un régimen de
del significado de a. no está definida. Sin hecho autoritario se presente exteriormente
embargo, existe una tendencia significati\a con una ideología democrática o con una ideo­
a limitar el uso del término para designar las logía totalitaria que ha perdido su carga pul-
ideologías en que la acentuación del aspecto sora y se ha transformado en un simple ropa­
de la autoridad y de la estructura jerárquica je simbólico.
de la sociedad tiene una función conservado­
ra. En este sentido, las ideologías autoritarias ti. l a s id e o l o g ía s a u t o r it a r ia s . Ya hemos dicho
son ideologías de orden, y se distinguen de las que no existe una plena coherencia de signi­
que tienden a una transformación más o ficado entre el a. en el nivel de ideología y el
menos integral de la sociedad, entre las que a. en el nivel de regímenes políticos. La estruc­
habría que computar las ideologías totalita­ tura más intima del pensamiento autoritario
rias. En relación con los regímenes políticos, no corresponde a cualquier sistema autorita­
finalmente, el término "a." Se utiliza con dos rio sino al tipo puro de régimen autoritario
significados. El uno, muy general, compren­ conservador o de orden. En este sentido, el
de todos los sistemas no democráticos, inclu­ pensamiento autoritario no se limita a pro­
yendo los totalitarios; el otro, más especifi­ pugnar por una organización jerárquica de la
co, se contrapone al totalitarismo y compren­ sociedad política sino que convierte a esta
de los sistemas no democráticos caracteriza­ organización en el principio político exclusi­
dos por un bajo grado de movilización y de vo para conseguir lo que se considera el bien
penetración de la sociedad. Este último sig­ supremo: el orden. Sin un ordenamiento rígi­
nificado se relaciona en parte con la noción damente jerárquico, la sociedad va fatalmente
de ideología autoritaria. Pero sólo en parte, al encuentra del caos y a la desintegración.
ya que existen tanto regímenes autoritarios Toda la filosofía política de Hobbes, por ejem­
de orden como regímenes autoritarios enca­ plo. puede interpretarse como una filosofía
minados a la transformación, aunque sea autoritaria del orden. Aunque es una teoría
limitada, de la suciedad. autoritaria singular \ en cierto modo anóma­
AUTORITARISMO 127

la, pues parle de la afirmación de la igualdad El pensamiento autoritario moderno es una


de los hombres y deduce con un método rigu­ formación de reacción en contra de la ideo­
rosamente racional la necesidad de la obe­ logía liberal y democrática. La doctrina con­
diencia incondicional al soberano. Por el con­ trarrevolucionaria de de Maistre y de Bonald
trario, hablando en general, las doctrinas constituye la primera y más coherente formu­
autoritarias modernas son doctrinas antirra- lación. Más tarde, con el inexorable avance
cionalistas y amigualitarias, va que para ellas de la sociedad industrial y urbana, el a. esta­
el ordenamiento deseado de la scciedad no es blecerá alianzas con el liberalismo, se vesti­
una organización jerárquica de funciones rá con un nacionalismo cada vez más vistoso
creadas por la razón humana sino una orga­ y tratará de responderá la misma problemá­
nización de jerarquías naturales, sancionadas tica socialista. Ño obstante, inmediatamente
por la voluntad de Dios y consolidadas por después de la revolución francesa, la socie­
el tiempo y por la tradición, o impuestas de dad se puede encontrar aparentemente ante
manera inequívoca por su misma potencia y una disyuntiva: por un lado, la prosecución
energía intema. Generalmente el orden jerár­ de las corrientes innovadoras; por otro, la ple­
quico que debe preservarse es el del pasado, na restauración del orden preburgués. Así,
y se finca en la desigualdad natural de los Joseph de Maistre (1753-1821) logra contra­
hombres. ponerle al iluminismo revolucionario una
Es obvio que el problema del orden es un doctrina que implica una inversión casi com­
problema general de cualquier sistema polí­ pleta. Al racionalismo ilustrado le contrapo­
tico y, como tal, no puede ser monopolio del ne un irracionalismo radical: las cosas huma­
pensamiento autoritario. En muchas form u­ nas son el resultado de la concatenación
laciones de la ideología liberal y de la demo­ imprevisible de innumerables circunstancias,
crática se encuentra lambién, entre los demás bajo las cuales se encuentra la providencia
principios, una corroboración del aspecto de divina, y por esta razón el hombre debe ser
la autoridad como agente del orden social. educado en los dogmas y en la fe, y no en el
Pero lo que caracteriza la ideología autorita­ ejercicio ilusorio de la razón; a la idea de pro­
ria, además de la concepción de la desigual­ greso le contrapone la de tradición: el orden
dad de los hombres, es que el orden ocupa social es una herencia de la historia pasada
todo el espectro de los valores políticos y el que lo ha consolidado y experimentado en el
ordenamiento jerárquico que se desprende de transcurso del tiempo, y cualquier pretensión
él abarca toda la técnica de la organización del hombre por convertirse en legislador es
política. Esta preocupación obsesiva por el perturbadora y desintegradora; a la concep­
orden explica también por qué el pensamiento ción de la igualdad de los hombres, contra­
autoritario no puede adm itir que el ordena­ pone la de su desigualdad que no puede supri­
miento jerárquico sea un simple instrum en­ mirse: a la tesis de la soberanía popular, la
to temporal para llevar a cabo la transform a­ de que todo poder viene de Dios; a los dere­
ción parcial o integral de la sociedad (como chos del ciudadano, el deber absoluto de obe­
sucede, por lo menos en la interpretación diencia del súbdito. El orden del pensamien­
ideológica, en muchos sistemas autoritarios to contrarrevolucionario es rigurosamente
en vías de modernización y en los sistemas jerárquico. Como escribe el vizconde de
comunistas). Para la doctrina autoritaria, la Bonald (1754-1840), el poder del rey, absolu­
organización jerárquica de la sociedad to e independiente de los hombres, es la cau­
encuentra su propia justificación en sí mis­ sa; sus ministros (la nobleza), que ejecutan su
ma, y su validez es perenne. Además, el a., voluntad, son el medio; la sociedad de los súb­
como ideología del orden, también se distin­ ditos, que obedecen, el efecto.
gue claramente del totalitarismo fascista, por­ Bonald y de Maistre dan comienzo a uno de
que lo único que impone es la obediencia los principale filones del pensamiento auto­
incondicional, aunque circunscrita al súbdi­ ritario: el católico que. con el paso del tiem­
to. y no la entrega total y entusiasta del miem­ po. se enriquecerá con nuevos elementos o
bro de la nación o de la raza elegida. El orden asum irá tonos inéditos. Por ejemplo, alrede­
jerárquico del a. sigue esencialmente el mode­ dor de la mitad del siglo xix, Juan Donoso
lo anterior a la revolución industrial. Cortés (1809-1853), frente al desarrollo cada
128 AUTORITARISMO

vez más decidido del liberalismo y de la demo­ sía a la colaboración; por la otra, el meollo
cracia y frente al desarrollo incipiente del de la doctrina sigue siendo autoritario, aun
socialismo, encuentra en la raíz de todas estas cuando la autoridad no se basa ya en la vol un­
corrientes un mismo pecado contra Dios, una tad de Dios sino en la historia y en su misma
misma nostalgia satánica por el caos, y pro­ potencia. El estado es fuerza, tanto interna
nuncia profecías apocalípticas sobre sus como externamente, y el prim er deber de los
resultados finales, llegando a prever que la “súbditos" es la obediencia. La mejor forma
monarquía no será ya suficiente para restau­ de gobierno es la monarquía hereditaria, que
rar el orden y que habrá que dar vida a una está de acuerdo con las desigualdades natu­
dictadura política. Y entre el final del siglo rales de la sociedad, m ientras que la demo­
xix y principio del xx, el marqués René de la cracia contradice el dato natural. El rey
Tour du Pin (1834-1924) les contrapone a los detenta el poder, dirige el ejército y la buro­
sindicatos socialistas una reexhumación de cracia, y elige autónomamente su gobierno.
las corporaciones de la Edad Media cristia­ Se trata del modelo de la monarquía consti­
na. que debían incluir a los propietarios, a los tucional prusiana, en que la función del par­
dirigentes y a los trabajadores de cada ramo lamento y de los partidos —que acepta Treit-
industrial, conjurando así la lucha de clase; schke—, es un poco más que consultiva. Esta
por otra parle, dice, tendrían una función con­ estructura jerárquica del sistema político
sultiva de manera de no hacer mella en la refleja y preserva las jerarquías naturales de
autoridad absoluta de la monarquía heredi­ la sociedad civil, que encuentran en su vérti­
taria. ce a la nobleza hereditaria, el "estrato emi-
El a. ha sido una caracteristica im portan­ nentemente político", que tiene en sus manos
te y recurrente del pensamiento político ale­ la dirección del estado; en el centro, la b u r­
mán del siglo xix, constituyendo prim era­ guesía. que desempeña un papel importante
mente una resistencia a la unificación nacio­ en la vida cultural y material, pero que dege­
nal y a la industrialización, y luego acompa­ nera cuando pretende ocuparse orgullosa-
ñándolas y guiándolas. Mencionaré sólo algu­ mente de los asuntos públicos, y en la base,
nos autores cuyas ideas han tenido un peso la gran multitud de los trabajadores manua­
significativo aun en la política práctica: el ber- les. Entre éstos, Treitschke tiene una predi­
nés Cari Ludwig Haller (1768-1854), que cons­ lección significativa por los campesinos, con­
truyó una teoría contrarrevolucionaria basa­ servadores y apegados a la tradición, y mira
da en la idealización del estado patrimonial con suspicacia a los obreros de la ciudad,
de la Edad Media v ejerció gran influjo en el inquietos v “particularm ente sensibles a las
círculo político de Federico Guillermo IV; ideas de subversión".
Friedrich Julius Stahl (1801-1861), que teori­ Prosiguiendo con esta breve reseña de ejem­
zó la monarquía hereditaria legítima de dere­ plos, se puede recordar, como característica
cho divino, contribuyendo a dar forma al pro­ de la prim era mitad del siglo xx, la doctrina
grama conservador de la monarquía de Pru- de Charles M aurras (1868-1952), que encabe­
sia que desembocó en la obra unificadora de zó el movimiento de la extrema derecha de la
Bismarck, y Heinrich Treitschke (1834-1896), Action Fran^aise en la Francia de la tercera
cuyas doctrinas se convirtieron en una parte república y trató luego de convertir su pro­
integrante de la ideología del imperio alemán pia forma de pensar en la ideología oficial del
hasta la prim era guerra mundial. régimen de Pétain. En el contexto social en
El pensamiento de Treitschke es muy inte­ que M aurras operaba ya estaba adelantada
resante porque en él se refleja la situación de la industrialización, la penetración del esta­
un estado autoritario situado ante el proble­ do en la sociedad era ya notoria y la eficacia
ma de llevar a cabo una fuerte movilización de la acción política exigía un alto grado de
social para consolidar la unidad nacional y movilización. Todo esto repercute en los ras­
para dirigir desde lo alto la modernización. gos del pensamiento maurrasiano, que no for­
Por una parte, se encuentra consecuentemen­ man parte del a. tradicional, como el nacio­
te un marcado nacionalismo con claras vetas nalismo "integrar', el antisemitismo y el esti­
imperialistas, y una moderada acogida de las lo de acción política que propugnó. Pero, en
instancias liberales para empujar a la burgue­ conjunto, su doctrina es predominantemen­
AUTORITARISMO 129

te autoritaria. M aurras odia a los "bárbaros" una manera distinta, distinguiendo entre
del interior, armados de la palabra de orden ideologías con un alto grado e ideologías con
de la igualdad y de la libertad, y odia la demo­ un bajo grado de articulación simbólica y con­
cracia, como fuerza anárquica y destructora. ceptual. Pero sigue siendo cierto que las ideo­
La salvación de Francia está en la restaura­ logías autoritarias de hoy tienen un modesto
ción de un urden que le devuelva la linfa vital nivel de elaboración. Y esto, a su vez, depen­
a las "bellas desigualdades”. El orden de Mau- de del hecho crucial de que la perspectiva de
rras es necesariamente jerárquico, y se encar­ conservación de un orden jerárquico estable­
na en una “monarquía tradicional, heredita­ cido de una vez por todas, y ligado esencial­
ria, antiparlam entaria y descentralizada”, mente al pasado preburgués, ha sido dejada
que tiene el derecho a la obediencia incondi­ inexorablemente a un lado, como una antigua­
cional de los franceses. La descentralización lla inútil, por un mundo que está dominado,
del estado se hace posible por el hecho de que de hecho o a través de las expectativas de los
la autoridad de la monarquía no puede hombres, por la industrialización, por el urba­
derrumbarse, y entraña la autonomía de las nismo y por la idea del progreso, o por lo
comunidades locales, y sobre todo un orde­ menos de un cambio continuo de la sociedad.
namiento corporativo del mismo tipo que el Parece, pues, que la ideología autoritaria
de La Tour du Pin. Los pilares fundamenta­ no tiene futuro, o que, para resurgir, debe
les del orden m aurrasiano son también el adaptarse a los nuevos tiempos y corregirse
ejército, del que tenía un verdadero culto, y de manera sustancial. Con el afán de hacer
la iglesia católica, no entendida a través de conjeturas, se puede pensar que en un mun­
su mensaje cristiano sino como institución do industrializado no se podrá dejar de unir
portadora del orden y de la jerarquía y, por la preservación del urden con una especie de
¡o tanto, dentro de la perspectiva de una reno­ administración del cambio social, y que. en
vación de la alianza del trono con el altar. este cambio de ruta, podrá apelar en parte al
Ciertos aspectos del pensamiento de Mau­ a. comteano y a un cierto filón elitista que ha
rras, como el nacionalismo exasperado v el propugnado o soñado una élite de intelectua­
antisemitismo, anuncian claramente el fascis­ les o de expertos. La forma más probable es
mo. No obstante, el a. no es totalitarismo fas­ tal vez la de una tecnocracia coherente y lle­
cista. y, cuando converge con éste y se trans­ vada a sus últimas consecuencias.
forma en un simple elemento del mismo, pier­
de su naturaleza más intima. En la ideología III PhRSONAI.1ÜAD Y ACTITUDLS AUTORITARIAS.
fascista, el principio jerárquico ya no es el ins­ Muchos aspectos de la personalidad autori­
trumento del orden sino el instrumento de la taria ya se habían destacado en la descripción
movilización total de la nación por la trans­ del "carácter autoritario” hecha por Erich
formación de la sociedad y la lucha hacia el Fromm en F.l miedo a la libertad {1941). El tex­
exterior. En este sentido, dentro del fascismo to fundamental, en este campo, sigue siendo
la ideología autoritaria se extingue y se con­ la monumental investigación de Theodor W.
vierte en algo distinto. Adorno y de sus colaboradores. La persona­
Después de la segunda guerra mundial y de lidad autoritaria, publicada en 1950. Esta
las consecuencias que se derivaron de ella, la indagación trata de describir al individuo
ideología autoritaria se encuentra frente a un potcncialmcnte fascista cuya estructura de la
mundo ya demasiado ajeno como para poder personalidad es tal que lo hace particular­
echar raíces profundas. No faltan regímenes mente sensible a la propaganda antidemocrá­
autoritarios de tipo conservador, pero es difí­ tica. Los autores tratan, en efecto, de demos­
cil que encuentren su justificación en una tra r que el antisemitismo, que constituía el
ideología autoritaria explícita y decidida. tema inicial de la investigación, es un aspec­
Como veremos un poco más adelante, Juan to de una ideología más compleja caracteri­
Linz afirma que los actuales regímenes auto­ zada entre otras cosas por el conservaduris­
ritarios (incluyendo los conservadores) no se mo político-económico, por una concepción
caracterizan por ideologías sino por simples etnocéntrica y. más en general, por una estruc­
"mentalidades". Esta diferenciación es tal vez tura autoritaria de la personalidad. En este
demasiado marcada, y podría formularse de marco, la personalidad autoritaria se descri­
130 AUTORITARISMO

be como un conjunto interrelacionado de ras­ cupación obsesiva por el poder desde la rigi­
gos característicos. Son cruciales las llama­ dez hasta el conformismo.
das “sumisión" y “agresión" autoritarias: por El estudio de 1950 se sometió a diversas cri­
una parte, la creencia ciega en la autoridad ticas, relativas tanto al método adoptado
y la obediencia celosa a los superiores y, por como a ciertos resultados alcanzados. Entre
otra, el desprecio a los inferiores y la dispo­ las críticas sobre el método recordaremos la
sición a atacar a las personas que se conside­ de que la tendencia de los sujetos examina­
ran débiles y que se pueden aceptar social­ dos a dar respuestas "altas”, es decir a decla­
mente como victimas. Otros rasgos relevan­ rarse de acuerdo con las proposiciones del
tes son la aguda sensibilidad por el poder, la cuestionario, podía haber dependido más que
rigidez y el conformismo. La personalidad de una elección de valor respecto del conte­
autoritaria tiende a pensar en términos de nido de la proposición, de la propensión a no
poder, a reaccionar con gran intensidad ante disentir de una afirmación ya formulada: una
todos los aspectos de la realidad que afectan propensión que puede referirse especialmen­
(efectiva o imaginariamente) las relaciones de te a los sujetos de baja extracción social v con
dominio; es intolerante frente a la ambigüe­ un bajo nivef de instrucción. Esta crítica es
dad, se refugia en un orden estructurado de relevante porque las distintas escalas emplea­
manera elemental e inflexible, hace un uso das en la investigación (las escalas de antise­
marcado de estereotipos en su forma de pen­ mitismo, de etnocentrismo, de conservaduris­
sar y de comportarse; es particularmente sen­ mo político-económico y de tendencias anti­
sible al influjo de las fuerzas externas y tien­ democráticas) se construyeron todas de tal
de a aceptar supinamente todos los valores mudo que las respuestas “altas", o sea de con­
convencionales del grupo social al que per­ senso más o menos acentuado respecto de las
tenece. Adorno y sus colaboradores añadie­ proposiciones-test, constituyeran una medi­
ron a éstos, otros rasgos distintos que aquí da directa de los parám etros politicamente
podemos pasar por alto. "negativos”: el antisemitismo, el etnocentris­
La interpretación que Adorno y sus colabo­ mo, el conservadurismo político-económico
radores dieron de la personalidad autorita­ y las tendencias antidemocráticas.
ria es exquisitamente psicoanalítica. Una rela­ Se observó también que las proposiciones-
ción jerárquica y opresora entre padres e test reflejan de una m anera marcada la posi­
hijos crea en el hijo una actitud muy intensa ción de izquierda moderada de los autores,
y profundamente ambivalente respecto de la de manera que no se detecta el a. tout court.
autoridad. Por un lado, existe una fuerte dis­ sino únicamente el a. de tipo fascista. De
posición a la sumisión; por el otro, podero­ acuerdo con esta crítica, Adorno y sus cola­
sos impulsos hostiles y agresivos. Estos últi­ boradores cambiaron la dicotomía prejuicio-
mos impulsos son. sin embargo, eliminados tolerancia por la derecha-izquierda, con la
drásticam ente porel superyó, y la extraordi­ consecuencia de ignorar totalmente los pre­
naria energía de los impulsos eliminados con­ juicios asociados con las ideologías de izquier­
tribuye a hacer más ciega y absoluta la obe­ da y, más en general, con el a. de izquierda.
diencia a la autoridad, se traduce en gran par­ En efecto, se puede sostener que, con base en
te en la agresión contra los débiles y los infe­ las propuestas dadas a los cuestionarios pre­
riores. Se trata, pues, de un mecanismo parados por Adorno y sus colaboradores, una
mediante el cual el individuo trata inconscien­ persona autoritaria de izquierda habría tota­
temente de superar sus conflictos interiores lizado verosímilmente un puntaje bajo, y por
profundos, que desencadenan los dinamismos tanto habría resultado no autoritaria. Inves­
de la personalidad autoritaria: el individuo, tigaciones posteriores, llevadas a cabo por
para salvar su propio equilibrio amenazado algunos de los colaboradores de Adorno, tra ­
de raíz por impulsos en conflicto, se aferra taron de corregir esta "tendenciosidad” de La
a todo lo que es fuerza y potencia y ataca todo personalidad autoritaria.
lo que es debilidad. A este dinamismo funda­ Sin embargo, la critica más común y más
mental se unen todos los demás rasgos de la importante es tal vez la que se refiere a la base
personalidad autoritaria: desde la tendencia exclusivamente psicoanalítica de la interpre­
a depender de fuerzas externas hasta la preo­ tación de la personalidad autoritaria. Se ha
AUTORITARISMO 131

observado que una interpretación más com­ los códigos morales convencionales, la pro­
pleta de este tipo de personalidad requiere pensión a participar en campañas contra los
una consideración exhaustiva del ambiente extranjeros o las minorías étnicas o religio­
social, de las distintas situaciones y de los sas, la tendencia a apoyar partidos extrem is­
diversos grupos que pueden influir en la per­ tas, etc. Numerosas investigaciones han
sonalidad; ya que muchos de los fenómenos demostrado que estas actitudes se encuentran
que a prim era vista aparecen como factores presentes de una manera más marcada en las
de la personalidad, depúes de un análisis más clases bajas. Lipset imputa esta correlación
cuidadoso pueden no ser más que efecto de a la situación social de la clase trabajadora,
condiciones sociales específicas. En esta caracterizada por un bajo nivel de instruc­
dirección se ha ido delineando, por parte de ción, por una baja participación en la vida de
varios autores, una segunda explicación sobre los organismos políticos y de asociaciones
la formación de la personalidad autoritaria: voluntarias, por las pocas lecturas y las esca­
la del llamado "a. cognitivo”. De acuerdo con sas informaciones, por el aislamiento deriva­
este planteamiento, los rasgos de la persona­ do del tipo de actividad desarrollada (un fac­
lidad autoritaria se basan simplemente en tor que actúa en grado máximo en el caso de
ciertas concepciones de la realidad que pre­ los campesinos y también de otros trabajado­
dominan en una determ inada cultura o sub­ res, como los mineros), por la inseguridad
cultura. que son aprendidas por el individuo económica y psicológica y por el sello auto­
a través del proceso de socialización y que ritario de la vida familiar. Todos estos facto­
corresponden de una manera más o menos res contribuyen a form ar una perspectiva
realista a las condiciones efectivas de vida mental pobre e indefensa, hecha de gran
dentro de dicho ambiente social. En realidad, sugestionabilidad. de falta de un sentido del
estas dos interpretaciones de la personalidad pasado y del futuro, de incapacidad para
autoritaria no se excluyen necesariamente tener una concepción compleja de las cosas,
entre sí. Numerosas investigaciones em píri­ de dificultad para elevarse por encima de la
cas recientes parecen mostrar que en ciertas experiencia concreta y de falta de imagina­
situaciones o en ciertas clases sociales se ción. Según Lipset, en esta perspectiva debe
encuentran efectivamente muchos de los buscarse precisamente la compleja base psi­
hechos mencionados por la teoría del "a. cog­ cológica del autoritarismo.
nitivo”, mientras que en otras situaciones y También a la tesis de Lipset se le han hecho
en otras clases sociales la interpretación psi- diversas críticas, tanto del método como de
coanalítica conserva una mayor eficacia expli­ interpretación. En el plano del método, se ha
cativa. observado, por ejemplo, que en algunas de las
Indudablemente, la tesis del "a. de la clase investigaciones utilizadas por Lipset el modo
trabajadora", en la que ha puesto el acento de calcular los porcentajes, que en ciertos
principalmente Seymour M. Lipset, se puede casos equiparaba las respuestas "no se” con
llevar a una interpretación sociológica, más las abiertamente intolerantes, era desfavora­
que psicológica, de las actitudes autoritarias. ble a las clases bajas, en las que había mayor
Esta tesis no niega la existencia de tendencias número de respuestas inciertas o falta de opi­
autoritarias en las clases elevadas y en las nión. Además, el tipo de preguntas dirigidas
medias, pero sostiene que en la sociedad a los entrevistados favorecía a la clase media,
moderna las clases más bajas se han conver­ ya que estas preguntas se referían a temas
tido poco a poco en la mayor reserva de acti­ que podían ser interesantes y comprensibles
tudes autoritarias. Por a. no se entiende, en a las personas de tal clase, pero no en la mis­
este caso, el síndrome de la personalidad ma forma para los trabajadores. En el plano
autoritaria en toda su complejidad sino más de la interpretación y en relación específica
bien una serie de actitudes individuales que con la clase obrera, se ha objetado, por ejem­
pueden referirse a una disposición psicológi­ plo, que habría que tom ar en cuenta no sólo
ca autoritaria: una baja sensibilidad por las la condición de obrero sino también la pro­
libertades civiles, la intolerancia, una baja cedencia social del obrero: un intento por ree­
inclinación a sostener un sistema pluriparti- laborar los datos en este sentido parece
dista, la intolerancia por las desviaciones de dem ostrar que el a. se atribuye sobre todo a
132 AUTORITARISMO

los obreros que provienen directam ente del lización social y de desarrollo político (por
campo. También se notó que los estudios ejemplo, la Etiopía de Hade Selassie); los regí­
sobre el a. de la clase obrera debían tom ar menes con un partido único —en el sentido
en cuenta la movilidad vertical, dado que hay efectivo y no formal de la expresión—, que
razones para considerar que son autoritarios son los más numerosos (por ejemplo, la Unión
sobre todo los elementos que descienden de Soviética), y, mucho más raros, los regímenes
la clase media hacia la obrera y que en cam­ pluripartidistas en que los diversos partidos
bio son tolerantes los que ascienden de la cla­ están de acuerdo en no competir entre si, pro­
se obrera a la media. duciendo resultados funcionales muy seme­
jantes a los del monoparlidismo (por ejemplo,
IV REGIMENES E INSTITUCIONES AUTORITARIAS En Colombia).
sentido muy general, se habla de regímenes Sin embargo, en la clasificación de los regí­
autoritarios para indicar toda la clase de regí­ menes políticos contemporáneos el concepto
menes antidemocráticos. La contraposición de a. a menudo no se utiliza para designar
entre a. y democracia se refiere tanto a la todos los sistemas antidemocráticos sino úni­
dirección en la que se trasm ite la autoridad camente una de sus subclases. En este senti­
como el grado de autonomía de los subsiste­ do, se distingue entre a. y totalitarismo. A pro­
mas políticos (los partidos, los sindicatos y pósito de esta distinción hay que decir, de
todos los grupos de presión en general). En manera preliminar, que mientras el uso
esta primera perspectiva los regímenes auto­ estricto que se hace de "a," es útil y legitimo,
ritarios se caracterizan por la ausencia del el uso amplio de ' ‘totalitarism o” conlleva
parlamento y de elecciones populares o, cuan­ inconvenientes serios y ha sido criticado acre­
do estas instituciones quedan con vida, por mente. En realidad, lo que se contrapone a los
su reducción a meros procedimentos ceremo­ regímenes autoritarios son todos los regíme­
niales y por el indiscutible predominio del nes monopartidistas con una elevada movili­
vértice ejecutivo. En la segunda perspectiva zación política. Remitimos de una u otra for­
los regímenes autoritarios se distinguen por ma a la voz totalitarism o para una discusión
la falta de la libertad de los subsistemas, tan­ explícita de este punto, y aquí seguimos
to formal como efectiva, que es típica de la hablando, para evitar complicaciones, aunque
democracia. La oposición política es suprimi­ con la cautela mencionada más arriba, de
da o invalidada; el pluralismo de los partidos, regímenes "totalitarios". Volvamos, pues, a
prohibido o reducido a un simulacro sin inci­ nuestra distinción, que puede reducirse al
dencia real; la autonomía de los demás gru­ grado de penetración y de movilización polí­
pos políticamente relevantes, destruida o tole­ tica de la sociedad y a los instrum entos a los
rada mientras no perturbe la posición de que recurre de una manera característica la
poder del jefe o de la élite gobernante. En este élite gobernante. En los regímenes autorita­
sentido el a. es una categoría muy general que rios la penetración-movilización de la socie­
comprende gran parte de los regímenes polí­ dad es limitada: entre el estado y la sociedad
ticos que conocemos, desde el despotismo corre una linea divisoria más bien precisa.
oriental hasta el imperio romano, desde las Mientras el pluralismo partidista es suprimi­
tiranías griegas hasta los señoríos italianos, do por derecho o de hecho, muchos de los gru­
desde la moderna monarquía absoluta hasta pos de presión más importantes conservan
la constitucional de tipo prusiano, desde los gran parte de su autonomía y. por consiguien­
sistemas totalitarios hasta las oligarquías te. el gobierno cumple por lo menos en parte
modernizantes o tradicionales de los países una función de árbitro en sus confrontacio­
en vías de desarrollo. Teniendo presentes sólo nes y encuentra en ellos un limite a su pro­
los sistemas políticos actualmente existentes pio poder. El control de la educación y de los
y concentrando la atención en el papel que en medios de comunicación no rebasa tampoco
ellos tienen los partidos, Samuel P. Hunting­ ciertos limites; a menudo se tolera también
ton y Clement H. Moore han distinguido tres la oposición siempre que no se manifieste de
formas de regímenes totalitarios: los que no manera abierta y en publico. Para alcanzar
tienen partido, que corresponden ordinaria­ sus objetivos, los gobiernos autoritarios pue­
mente a niveles relativamente bajos de movi­ den. por esta razón, recurrir sólo a los ins-
AUTORITARISMO 133

trunientos» tradicionales del poder político: el sentido deque el reclutamiento político de


ejército, policía, m agistratura, burocracia. los individuos provenientes de las diversas
Aun cuando existe un partido único, éste no fuerzas sociales no se basa en un principio
asume el papel crucial, tanto respecto del operante de representación de dichas fuerzas
ejercicio del poder como respecto de la guía sociales sino en una selección y cooptación
ideológica, propia de los regímenes "totalita­ desde lo alto. El segundo punto destaca el
rios". En estos últim os regímenes, la bajo grado de organización y de elaboración
penetración- movilización de la sociedad es, conceptual de las teorías que justifican el
en cambio, muy elevada: el estado, o mejor poder de los regímenes autoritarios y, por
dicho el aparato del poder, tiende a absorber consecuencia, su modesta dinámica propul-
a toda la sociedad. Se ha suprimido no sólo siva. El tercer punto pone el acento en la
el pluralismo partidista sino también la auto­ moderada participación de la población en los
nomía de los grupos de presión, que son organismos políticos y parapoliticos, que
absorbidos por la estructura totalitaria del caracteriza a los regímenes autoritarios esta­
poder o están subordinados a ella. El poder bilizados, aun cuando en ciertas fases de su
político gobierna directam ente las activida­ historia, y especialmente en las de su comien­
des económicas o las somete a sus propios zo, la movilización pudo haber sido mucho
fines, monopoliza los medios de comunica­ mayor. El cuarto punto, finalmente, pone de
ción masivos y las instituciones escolares, manifiesto el hecho de que el poder del jefe
suprime las manifestaciones aun leves de crí­ o de la élite gobernante se ejerce dentro de
tica o de oposición, trata de anular o de subor­ limites bastante bien definidos, aun cuando
dinar las instituciones religiosas, penetra en no estén establecidos formalmente. Estos
todos los grupos sociales y hasta en la vida límites, evidentemente, están ligados con los
familiar. Este gran esfuerzo de penetración demás aspectos de los regímenes autoritarios:
y de movilización de la sociedad entraña una el pluralismo moderado, la falta de una ideo­
intensificación muy pronunciada de la pro­ logía propulsiva, la limitada movilización, la
paganda y de la militarización. De ahí la ausencia de un partido de masa eficiente.
importancia central del partido único de El grado relativamente moderado de pene­
masa, portador de una ideología fuertem en­ tración en el contexto social de los regímenes
te dinámica, y en ciertos casos extremos autoritarios depende siempre del atraso más
extraña también una intensificación muy o menos marcado de la estructura económi­
acentuada de la violencia: de ahí la importan­ ca y social. Pero, en este contexto, la élite
cia, en estos casos extremos, de la policía gubernamental puede cumplir dos papeles
secreta y de los demás instrum entos de distintos: puede reforzar el modesto grado de
terror. penetración del sistema político, eligiendo
El sociólogo político Juan Linz, que es el deliberadamente una política de movilización
autor que ha contribuido más a precisar la limitada, o bien, puede elegir una política de
distinción entre a. y "totalitarismo" en la tipo­ movilización acentuada, que encuentra sus
logía de los sistemas políticos contemporá­ límites principalmente en las condiciones del
neos. propone esta definición: “Los regíme­ ambiente. Con base en el distinto modo de
nes autoritarios son sistemas políticos con un acercarse a estos factores, G.A. Almond y G.B.
pluralismo político limitado y no responsa­ Powell distinguen, en el ámbito de los regí­
ble; sin una ideología elaborada y propulsi- menes autoritarios, entre regímenes autori­
va (sino con las mentalidades características); tarios de tipo conservador, regímenes auto­
sin una movilización política intensa o vasta ritarios en vias de modernización y regíme­
(excepto en algunos momentos de su desarro­ nes autoritarios premovilizados. Los regíme­
llo), y en los que un jefe (o tal vez un pequeño nes autoritarios consen-adores, como el de
grupo) ejerce el poder dentro de límites que Franco y de Salazar (hoy ya derrocados), sur­
formalmente están mal definidos pero que de gen a partir de sistemas políticos tradiciona­
hecho son fácilmente previsibles." El prim er les sacudidos por una parcial modernización
punto se refiere al pluralismo político: un plu­ económica, social y política, y tienden a limi­
ralismo limitado de hecho o de derecho, más tar la destrucción del orden tradicional usan­
tolerado que reconocido, y no responsable, en do algunas de las técnicas modernas de orga­
134 AUTORITARISMO

nización, de propaganda y de poder. La pre­ les y burócratas y por un bajo grado de par­
sión por la movilización es por lo tanto muy ticipación política. Falta una ideología movi-
limitada: el régimen no busca entusiasmo o lizadora y un partido de masa; a menudo hay
apoyo, está dispuesto a contentarse con la un partido único, que tiende a reducir la p ar­
aceptación pasiva y tiende a desalentar el ticipación; a veces hay pluralismo partidista,
adoctrinamiento ideológico y el activismo pero sin competencias electorales libres. Se
político. Los regímenes autoritarios en vías de trata del tipo de a. más difundido en el siglo
modernización, que pueden encontrarse en xx: ejemplos son Brasil y Argentina en algu­
países del llamado tercer mundo, surgen en nos periodos de su historia, la España de Pri­
sociedades que se caracterizan por una mo de Rivera > los primeros años del Portu­
modernización todavía muy débil y obstacu­ gal de Salazar. 2] Los regímenes autoritarios
lizada por graves estrangulamientos sociales de estatalismo orgánico se caracterizan por
y tienden a reforzar y hacer incisivo el poder un ordenamiento jerárquico de una plurali­
político para superar los cuellos de botella en dad no competitiva de grupos que represen­
la senda del desarrollo. La presión por la tan diversos intereses y categorías económi­
movilización es. por lo tanto, mucho más fuer­ cas y sociales, y por un cierto grado de movi­
te que en los regímenes de tipo conservador; lización controlada de la población en forma
pero la fuerza de penetración del régimen es, "orgánica". También a veces existe un parti­
sin embargo, limitada por la consistencia de do único, con un papel más o menos relevan­
las fuerzas sociales conservadoras y tradicio­ te, mientras que la perspectiva ideológica de!
nales y por el atraso general de la estructura régimen está dada por una versión cualquie­
social y de la cultura política. En esta situa­ ra de corporativismo. Ejemplo típico de esta­
ción, la élite gobernante se esfuerza por intro­ talismo orgánico es el Estado Novo portugués;
ducir instrumentos modernos de moviliza­ pero tendencias corporativas se descubren
ción social, pero no es capaz de organizar un también en la Italia fascista, en la España
partido de masa verdaderamente eficiente. franquista y en algunos países de América
Estas dificultades con las que topa la élite Latina. 3] Los regímenes autoritarios de movi­
gobernante son todavía mayores en los regí­ lización en países posdemocráticos se distin­
menes autoritarios premovilizados, ya que el guen por el grado relativamente más eleva­
ambiente que los caracteriza es una sociedad do de la movilización política, a los que
que todavía es casi enteramente tradicional, corresponde el papel más incisivo del parti­
tanto por la estructura social como por la cul­ do único y de la ideología dominante, y por
tura política. En cierto sentido, estos regíme­ el grado relativamente más bajo del pluralis­
nes no son más que "meros accidentes histó­ mo político consentido. Se trata de los regí­
ricos, o sea sistemas en los que, a continua­ menes llamados por lo común "fascistas", o
ción de la influencia del colonialismo y de la al menos de la mayor parte de ellos: el caso
difusión de las ideas y de las actividades exis­ más representativo es el fascismo italiano. 4]
tentes en países más desarrollados, se ha Los regímenes autoritarios de movilización
creado una élite modernizadora y una estruc­ posindependencia son el resultado de la lucha
tura política diferenciada, mucho antes de anticolonial y de la conquista de la indepen­
que aquéllos hubieran sentido la necesidad o dencia nacional, especialmente difundidos en
el impulso de desarrollar estas estructuras y el continente africano. Están caracterizados
culturas por cuenta propia”. Los enormes por el surgimiento de un partido único aún
obstáculos que se oponen a la modernización, débil y no amparado en las formaciones para­
en casos como éstos, se ejemplifican bien con militares típicas de los regímenes fascistas,
las vicisitudes de la Ghana de Xkrumah. con un liderazgo nacional a veces de carác­
Una tipología de los regímenes autoritarios ter carismático, con un componente ideoló­
contemporáneos más minuciosa y articulada gico incierto y un bajo grado de participación
ha sido propuesta por Juan Linz. Prevé cinco política. 5] Los regímenes autoritarios posto-
formas principales y dos secundarias, para talitarios están representados por los países
un total de siete tipos. 1] Los regímenes auto­ comunistas después del proceso de desestu-
ritarios bureerálico-militares están caracte­ linización. Son el resultado combinado de las
rizados por una coalición guiada por oficia­ tendencias a la formación de intereses en con-
AUTORITARISMO 135

Dicto —y por lo tanto de un pluralismo limi­ var la analogía mucho más adelante, preten­
tado—, a una parcial despolitización de la de democratizar las diversas instituciones
masa, a una atenuación del papel del partido sociales, introduciendo parlamentos y asam­
único y de la ideología, a una burocratización bleas con el máximo poder de decisión en la
acentuada: tendencias que producen una escuela, en la fábrica, en la iglesia, etc., y lla­
transformación conspicua y estabilizada del ma autoritarias a todas las instituciones que
precedente modelo totalitario. A estos cinco no se estructuran de acuerdo con esos crite­
tipos principales de regímenes autoritarios rios. El blanco del ataque de esta tendencia
Linz añade todav ía el caso de 6] el totalitaris­ radical es, particularmente, la estructura
mo imperfecto, que constituye por lo común jerárquica de las grandes unidades económi­
una fase transitoria de un sistema político cas contemporáneas, respecto de las cuales
cuyo desarrollo hacia el totalitarismo ha sido la analogía con los regímenes políticos no
detenido, y que tiende entonces a transfor­ podría negarse, desde el momento en que son
marse en algún otro tipo de régimen autori­ las únicas instituciones sociales capaces de
tario, y 7] el de la llamada democracia racial: tomar decisiones del mismo alcance que el
el dominio autoritario de un grupo racial, que gobierno. Por otra parte hay quien rechaza
sin embargo se gobierna en su seno con un esta extensión del significado de a. y defien­
sistema democrático, sobre otro grupo racial de el principio de la pluralidad de estructu­
que representa la mayoría de la población ras de poder en las diversas instituciones,
(Sudáfrica). afirm ando que una difusión excesiva de los
Kn analogía con los regímenes políticos se procedimientos democráticos de origen polí­
Ies puede atribuir el carácter del a. a otras tico lleva sólo a desnaturalizar la fisonomía
instituciones sociales: familiares, escolares, especifica v a minar el huen funcionamiento
religiosas, económicas, etc. En este campo, el de los diversos sectores institucionales. Se
concepto de a. se vuelve a convertir en algo afirma, por ejemplo, que en las instituciones
muy general y muy poco preciso, aunque cla­ que se refieren a las relaciones entre adultos
ro está que tanto en los regímenes políticos y jóvenes, como la lamilia y la escuela, hay
como en las demás instituciones sociales se una desigualdad básica que no permite una
refiere a la estructura de las relaciones de plena analogía con el sistema político, o que
poder. Se podría decir que una institución es la democratización de las empresas económi­
más autoritaria a medida que las relaciones cas les quitaría su eficiencia.
de poder que la caracterizan se confian a man­ L:gado con la respuesta radical o modera­
dos apodicticos y a amenazas de castigo, y da, que se da al prim er problema, está el tipo
tienden a excluir o a reducir al mínimo la par­ de solución del segundo problema que se
ticipación de la base en la toma de decisio­ refiere a la conexión entre la democracia o
nes. Pero, si puede ser relativamente fácil el a. de las demás instituciones sociales y la
ponerse de acuerdo, en general, sobre los democracia o el a. del sistema político. Para
parám etros del a. de las instituciones, es los moderados, la conexión no existe o es
mucho más difícil acordar sobre su aplicación mínima. Ni la organización jerárquica de la
concreta a tal o cual institución. En este cam­ familia y de la unidad económica, ni tampo­
po, en efecto, resultan claramente relevantes, co la estructura oligárquica de los partidos
más que en ningún otro, las orientaciones de mismos afectan la democracia. Ya que, si exis­
valor de las diversas corrientes. Cosa que se te una pluralidad de partidos que se dispu­
puede observar fácilmente considerando las tan el poder de gobernar, periódica y libre­
respuestas que de ordinario se dan a los dos mente, a través del voto, la oligarquía en el
principales problemas que surgen en el nivel de partido político se convierte en demo­
sector. cracia en el nivel del sistema en su conjunto.
El primer problema se puede form ular así: En este marco, cierto grado de apatía políti­
¿hasta qué punto es legitima la analogía entre ca de las masas es compatible con la demo­
los conceptos de democracia y a. en cuanto cracia y hasta puede resultar útil para su esta­
a los regímenes políticos y los mismus con­ bilidad. Para la posición radical, en cambio,
ceptos nivel de las diversas instituciones la democracia de un sistema político se mide
sociales. Por una parte hay quien tiende a lle­ a través de la participación real de los ciuda­
136 AUTORITARISMO

danos en la formación de las decisiones y, en nes sociales ya que hace más estables los sis­
las democracias liberales actuales, la parti­ temas políticos en los que la democraticidad
cipación política es decididamente insuficien­ del gobierno se ve atenuada por una cierta
te, porque a los hombres no se les educa para "im pureza”.
esta participación, que se refiere frecuente­
mente a problemas lejanos y abstractos,
mediante la oportunidad de participar en las BiBi.ioííRAf lA: Para las ideologías autoritarias; J.
decisiones que les afectan más de cerca en su de Maistre, Consideraciones sobre Francia (1796),
experiencia concreta. En esta perspectiva, la Madrid, Rialp, 1955, y Du pape (1821); H. Treits-
conexión entre el a. o la democracia de las chke. Politik (1897); C. Muurras, Mis ideas polí­
demás instituciones y el a. o la democracia ticas. Buenos Aires, Huemul. 1962. Para la per­
del sistema político resulta muy estrecha. Un sonalidad y las actitudes autoritarias: T.W. Ador­
sistema político democrático presupone una no. E. Frenkel-Brunswick, D.J. Levinson y R.N.
sociedad democrática y, por esta razón, las Sanlord, La personalitá autoritaria!1950), Milán,
democracias liberales actuales deben some­ Comunitú. 1973; R. Christie y M. Jahoda (comps.),
terse a una profunda transformación, en el Studies in the scope and method of "Authorita-
sentido de una marcada democratización de rian personality", Glencoe, Free Press, 1954; R.F.
las instituciones sociales que, como las eco­ Hamilton, L'autoritarismo della classe operaia,
nómicas, comprenden de m anera más direc­ en R. Campa (comp.), ¡.'autoritarismo e la súde­
ta los intereses de los hombres que dia con la ntemporanea, Ruma. Nuova Antología, 1969;
día trabajan en ellas. S.M. Lipset, El hombre político (1960), Buenos
En la teoría de la estabilidad de los siste­ Aires. Eudeba. Para los regímenes y las institu­
mas políticos de Harry Eckstein está implí­ ciones autoritarias: G.A. Almond y G.B. Powell,
cita una posición intermedia respecto del pro­ Política comparada (1966), Buenos Aires, Paidós;
blema de la conexión. De acuerdo con este D. Collier (comp.), The new anthoritarianism in
politólogo, la estabilidad se apoya en la "con­ Latín America. Princeton, Princeton University
gruencia" entre el modelo de autoridad del Press, 1979; H. Eckstein. División and cohesión
régimen político y los modelos de autoridad in democracy, Princeton, Princeton University
vigentes en las instituciones sociales. En este Press, 1966; G. Germani. Autoritarismo, fascis­
sentido, la estabilidad de la democracia ingle­ mo e classi soriali. Bolonia. II Mulino, 1975; S.P.
sa o de la noruega depende del hecho de que Huntington y C.H. Moore (comps.), Authoritarian
una dosificación análoga de democracia y politics in madern society, Nueva York, Basic
autoridad caracteriza tanto al gobierno como Books. 1970; J. Linz, An authoritarian redime:
a las instituciones sociales; el derrum be de Spain, en E. Allardt e Y. Littunen (comps.), Clea-
la República de Weimar es imputable al cla­ vay.es, ideologies and party Systems, Helsinki.
ro contraste entre la organización democrá­ Westermarck Societv, 1964: J. Linz. Totatitarian
tica del gobierno y la estructura marcada­ and authoritarian regimes, en F.I. Greenstein y
mente autoritaria de las instituciones socia­ N.VV. Polsby (comps.), Handbook of political
les. Sin embargo, en este caso, "congruencia" Science, Reading, Addison-Wesley, 1975, vol. tu;
no quiere decir siempre un pleno isomorfis- G. O’Donnell. Modernización y autoritarismo
mo sino más a menudo indica una semejan­ (1973), México. Paidos, 1982.
za “gradual" más decidida en las institucio­
nes más cercanas al gobierno (partidos, gru­ [MARIO STOPPINO]
pos de presión, asociaciones voluntarias de
adultos), y cada vez menos significativa en las
instituciones más lejanas, como la familia, la
escuela y las empresas productivas. Es más, autoritarismo latinoamericano, v. mili­
según Eckstein, no puede suprim irse el ele­ tarismo.
mento autoritario de las diversas institucio­
balcanización

B. es un término político que significa divi­ independencia como unidades territoriales


dir una entidad continental, subcontinental separadas, por ejemplo Ruanda Urundi divi­
o regional en unidades politicamente separa­ dido hoy en dos estados: Ruanda y Burundi.
das y hostiles entre sí. El término b. tiene su De la misma manera, las guerras civiles de
origen en la fragmentación en unidades poli- Katanga en el Congo y de Biafra en Nigeria
ticas diferenciadas de la región de los Balca­ fueron denunciadas por los más autorizados
nes, y particularmente en las condiciones pre­ líderes africanos como ulteriores intentos de
valecientes en las relaciones entre estos esta­ balcanizar el África.
dos durante el periodo de las guerras balcá­
nicas (1912-1913). [ANNA MARIA GENTILl]
En el vocabulario político contemporáneo
el término b. se usa para referirse a un pro­
ceso de descolonización y de acceso a la inde­ bandolerismo
pendencia de territorios africanos unidos
anteriormente bajo la misma administración Entre las diversas acepciones que la palabra
colonial. A este proceso se refiere cuando se ha tenido, en relación con bandolero, a menu­
habla de la b. de África. La b. es una conse­ do más allá del área semántica de bandido-
cuencia de la determinación política de las bandidismo, prevalece aquella que más estre­
potencias coloniales que velan en la fragmen­ chamente se refiere a un contexto histórico.
tación, y por consiguiente en la debilidad eco­ La acción de bandas armadas que actúan con­
nómica de los nuevos estados independientes, tra la autoridad constituida para cometer crí­
el medio de perpetuar su dominio neocolo­ menes contra la propiedad y las personas tie­
nial. De acuerdo con los líderes nacionalistas ne por lo común el impulso de movimientos
africanos, la b. es el principal instrumento del políticos que se insieren sobre una situación
neocolonialismo y se identifica con un nuevo de m alestar social profundo. La debilidad del
tipo de imperialismo. La b. favoreció el neo- poder central, la explotación excesiva del
colonialismo porque los nuevos estados inde­ campo y de las clases rurales por parte del
pendientes, demasiado débiles política y eco­ estado y de la nobleza fueron las condiciones
nómicamente como para poder sobrevivir y particulares en las que el b. encontró terre­
progresar con sus propias fuerzas, se han no fecundo para su desarrollo en Europa en
transform ado en estados satélites, formal­ los siglos precedentes a la afirmación del esta­
mente independientes, pero en realidad liga­ do burgués moderno y del sistema económi­
dos financiera y diplomáticamente a la ex co sobre el que se funda. Nombres como Flan-
potencia colonial hasta depender totalmente drin, Cartouche, los salteadores inmortaliza­
de ella. La b. de Africa tuvo como consecuen­ dos por Schiller, el Passatore. no son más que
cia una independencia ilusoria. algunos de los más notables a medio camino
El término b. con estas características nega­ entre la historia y la leyenda. Hay que decir
tivas se usa en los años sesenta sobre todo también que el bandolero-bandido en algunos
para referirse a la desmembración del Afri­ casos (típico es el de Córcega) era sólo aquel
ca Occidental Francesa en ocho estados (ade­ que vivía en el monte para sustraerse a la jus­
mas de Camerún y Togo) y del Africa Ecuato­ ticia del estado, aunque la comunidad de ori­
rial Francesa en cuatro estados. Otros terri­ gen no lo consideraba tal. sino sólo la victi­
torios anteriorm ente unidos obtuvieron su ma de una injusticia repentina.
H8 BICAMERALISMO

En Italia, el b. tuvo dos momentos de nota­ para definir aquellas actividades criminales
ble importancia: durante las guerras napoleó­ en las que a veces se sobrepasaba el b. tradi­
nicas (sobre todo la reacción contra la repú­ cional (por ejemplo, el secuestro con el fin de
blica partenopea de 1799) y el posterior a la extorsionar, el abigeato).
unión del reino de las Dos Sicilias a la monar­
quía saboyana. Si el b. en la Italia central y BIBLIOGRAFIA F. de Felice, Sacíela meridionale e
septentrional se vinculaba más bien con las brigantaggio ncll'Italia post unitaria, en Rivista
maniobras legitimistas de los soberanos Storica del Sociatismo, Vlll, 1965; A. de Jaco
depuestos por Napoleón, en la Italia meridio­ (comp.l, l¡ brigantaggio meridionale: cronaca ine­
nal revelaba más claramente su aspecto cla­ dita dell'unita d'ltalia, Roma, Editori Riuniti,
sista. Liberales y hombres honrados sostene­ 1969; E.J. Hobsbawm, Bandidos (1969), Barce­
dores de la república partenopea prim ero y lona, Ariel, 1976; E.J. Hobsbawm. Rebeldes pri­
de la monarquía saboyana después y del nue­ mitivos (1959), Barcelona, Ariel; F. Moliese, Sto-
vo orden unitario eran también usurpadores ria del brigantaggio dopo Vunilá, Milán, Feltri-
de los bienes comunales y de los antiguos nelli, 1964; P. Soccio, Cuita e brigantaggio, Ñapó­
derechos comunes, desatando de este modo les, ESI, 1969; P.J. Vanderwüod, Desorden y pro­
un ataque contra la parte más pobre de la greso: bandidos, policías y desarrollo mexicano
población agraria. Este resentimiento de cla­ (1981), México, Siglo XXI, 1986.
se es explotado oportunamente por los agen­
tes borbónicos, más cercanos a la situación [MAURO AMBROSOLl]
local que no la nueva clase filo-saboyana y
liberal, que mediante eficaces promesas de
nuevas cotizaciones de los bienes movilizaban
a la población del campo contra las nuevas bicameralismo
instituciones del reino de Italia. La dura
represión que siguió (1860-1865) denuncia los i socios. En el lenguaje común se suele unir
limites de la política saboyana de unificación el concepto de b. a la existencia de parlamen­
de la península j- de la nueva carga fiscal que tos constituidos por dos asambleas o cáma­
pesaba sobre las provincias meridionales. Líi ras (llamados por ello “bicamerales") y dis­
lucha contra el b. se vuelve un momento de tinguirlos por un lado del monocameralismo
agregación social y de división en grupos de y por el otro del pluricameralismo, que res­
la sociedad meridional entre sostenedores y pectivamente se refieren a parlamentos for­
opositores del nuevo orden político y econó­ mados por una única asamblea (monocame-
mico. De esta división pueden depender las rales) y por más de dos asambleas (plurica-
sucesivas fracturas entre fascistas y antifas­ merales). En estos términos la expresión b.
cistas locales y las actuales clientelas polí­ refleja la forma de ser de cierto tipo de par­
ticas. lamento en un determinado momento histó­
El lenguaje político más reciente ha olvida­ rico. sin por lo demás ilustrar las “ razones”
do "b.” como palabra de uso común y ha pre­ por las que los parlamentos en cuestión son
ferido bandido-bandidismo para m arcar la de tal tipo y no de otro. A este propósito es
acción de los grupos clandestinos, cuando preciso observar que, en todo ordenamiento
éstos dirigen su acción contra un poder polí­ positivo, la elección de un parlamento mono-
tico que carece de legitimación popular (la cameral. bicameral o pluricameral se lleva a
república social italiana) al que se contrapo­ cabo (o fue llevada a cabo) con la mira de
nía la imagen del bandolero negro. Actual­ satisfacer exigencias concretas; en especial,
mente se habla de criminalidad política para para que estas exigencias resulten plenamen­
identificar la acción de aquellos grupos que te satisfechas y el b. se manifieste como fenó­
buscan desencadenar una revuelta popular meno dinámico no basta la mera existencia
contra las instituciones que tienen fuerte apo­ de dos cámaras; en cambio, sucede que sus
yo. Las formas más modernas de delincuen­ voluntades confluyan en una sola. Por otra
cia, organizadas según las reglas de la ganan­ parle, la confluencia de las voluntades de dos
cia capitalista, han hecho que sea del todo cám aras puede ser suficiente para aprobar
obsoleto el uso de bandolerismo-bandidismo algunos actos de parlamentos pluricamerales
BICAMERAL1SM0 13V

dundo vida, un sustancia, a una forma anó­ senado expresa, sin el concurso de la otra
mala de b.: asi, un el parlamento pentacame- cámara, advices y consents vinculantes para
ral yugoslavo, organizado por la Constitución el ejecutivo, en la ratificación de tratados
de 1963 (constitución que permaneció vigen­ internacionales, en las nóminas de los jueces
te con varias enmiendas, incluso relacionadas de la Suprema Corte y de otros funcionarios
con el tema que estamos examinando), una federales; en Alemania federal, el Bundestag.
cámara federal hacia de gozne en la produc­ y no el Bundesral, elige al canciller federal
ción legislativa mientras que las otras cuatro (art. 63, i. ti, de la Grundgeselz) y puede
se alternaban (art. 173 const.), de modo que expresarle su desconfianza, eligiendo por
las leyes eran aprobadas por dos asambleas mayoría de sus miembros un sucesor (art. 67).
con iguales poderes: la mencionada (la más En cuanto al último punto, ejemplos signifi­
ampliamente representativa) y otra asamblea cativos de la hipótesis a] están representados
designada de vez en vez por su competencia por el presidium del soviet supremo de la
en la m ateria (Cantara de asuntos económi­ URSS, en el intervalo entre las sesiones del
cos, art, 174 const.; Cámara de la instrucción propio Soviet, en el sentido del art. 119 de la
y de la cultura, art. 175 const.; Cámara de los constitución de 1977, actualmente vigente;
asuntos sociales y de salud, art. 176 const.; por la comisión común que, en Alemania fede­
Cantara de los asuntos políticos y organiza­ ral, puede tomar el puesto de las cámaras par­
tivos, art. 177 const.). lamentarias. aunque sólo a continuación de
Por lo contrario, el b. no tiene mudo de la proclamación del "estado de excepción” y
manifestarse en los parlamentos bicamerales: "si la situación requiere de una acción no dife-
1] ni cuando las dos cám aras actúan en una rible” (arts. 115-a, ti; 115-e, i). Por la hipóte­
única sesión; 2] ni cuando determinadas fun­ sis b] se limita a llamar la atención: sobre el
ciones se le atribuyen a una asamblea y no conference committee formado por miembros
a la otra; 3] ni cuando un órgano intercam e­ de las dos cámaras en el congreso de Estados
ral restringido: a] sustituye temporalmente a Unidos para buscar una fórmula de compro­
las cámaras, o h] se utiliza para resolver las miso, cuando dichas asambleas no logran el
divergencias entre las cámaras. acuerdo sobre determinado texto normativo;
En cuanto al punto 1], considérese que la tal como, en la comisión mixta paritaria que,
legislación italiana —cuya elección bicame- en Francia, interviene en ocasiones análogas,
ral está sancionada en el art. 55, i const.. en el sentido del art. 45 const.
según el cual: "el Parlamento se compone de Puede concluirse, pues, que el b. se funda
la Cámara de diputados y del Senado de la en el supuesto de la existencia de (por lo
República"— se apoya en el "Parlamento en menos) dos cám aras parlam entarias, que
sesión conjunta” para los siguientes cometi­ constituyen, en sentido amplio, un parlamen­
dos constitucionales: elecciones y juramento to (por lo menos) bicamcral. Este Parlamen­
del presidente de la República (arts. 83, 91); to, por lo demás, en el desarrollo de sus fun­
elecciones de un tercio de los miembros del ciones, no siempre se amolda al b. Sin embar­
Consejo superior de la magistratura (art. 104) go, parece difícil concebir un Parlamento
y de un tercio de los miembros de la Corte bicameral cuyas ramas no actúen nunca de
constitucional (art. 135, i); acusación contra concierto: la experiencia concreta, por el con­
el presidente de la República (art. SO) o el pre­ trario, m uestra que donde hay un parlam en­
sidente del Consejo de ministros o los minis­ to bicameral el b. brota en una u otra forma:
tros (art. 96); compilación del listado de ciu­ el problema se evita por ello al elegir el b. a
dadanos del que se saca a suertes los 16 jue­ aplicar.
ces adjuntos de la Corte constitucional que
sólo intervienen cuando el organismo se reú­ 11 B1CAMERAUSMOPERFECTOO INTEGRAL Y BICAMERA-
ne para juzgar acerca de las acusaciones pro­ USMO IMPERFECTOo LIMITADO. El b. se explica en
movidas por el Parlamento (art. 135, vil). En su integridad tanto cuando al ejercer deter­
cuanto al punto 2} es preciso recordar que: minadas funciones las dos cám aras tienen
en Gran Bretaña la Cámara de los comunes, poderes iguales como cuando los poderes,
y no la de los lores, confiere y revoca la con­ aunque diversos, son complementarios (esto
fianza en el gobierno: en Estados Unidos, el sucede, por ejemplo, cuando en algunos pai-
140 BICAMERALISMO

ses ambas cám aras participan en el procedi­ alternativa digna de tomarse en cuenta. La
miento del impeachment: una —la cámara ba­ experiencia más reciente, la yugoslava den­
ja— expresa la acusación, y la otra —la alta— tro de la Constitución de 1963, en la que, por
se constituye en Corte superior de justicia otra parte, el pluricameralismo enteraba,
para actos contrarios a los intereses genera­ como se ha dicho, sólo una parte de las acti­
les del estado cometidos por personalidades vidades parlam entarias, se dio por term ina­
políticas en el ejercicio de sus funciones). Éste da en poco más de una década; la Constitu­
es el b. perfecto o integral, al que algunos con­ ción de 1974, al optar por el b., establece de
sideran el único b. verdadero. hecho en el art. 284 que: "los derechos y los
El principio bicameral se manifiesta en for­ deberes de la asamblea de la RSFJ se ejerci­
ma atenuada cuando las dos cám aras tienen tan en la cámara federal y en la cámara de
atribuciones parcialmente diferentes. Éste, el las repúblicas y de las provincias, de confor­
b. imperfecto o limitado, es el que parte del midad con las normas de esta Constitución".
supuesto de que por lo menos algunas de las Siempre queda abierta la alternativa entre
funciones del parlamento —concretamente, la elección monoeameral —que obviamente
la legislativa— se basan en la confluencia de excluye in limine el b.— y la bicameral —que
las voluntades de ambas asambleas, aun permite la experimentación y la aceptación
cuando luego una de ellas termine por pre­ de toda forma y matiz, de b. En síntesis, entre
valecer. En este último caso, la cám ara que los argumentos en favor del b. pueden recor­
tiene poderes más limitados debe ser capaz darse los siguientes;
de m anifestar una voluntad autónoma (a fal­ a] el b. es un elemento útil en los estados
ta de la cual no se puede hablar ni siquiera descentralizados, de m anera señalada en los
de b. en forma atenuada). Esto significa en federales, contribuyendo a distinguirlo, por
relación con las características estructurales un lado, de la confederación de estados y, por
de las dos asambleas, que la composición de el otro, de los estados centralizados: lo cual
una cámara no debe estar totalmente contro­ sucede si una cámara representa al pueblo en
lada y gobernada por la voluntad de la otra. su totalidad y constituye un elemento de
La elección bicameral recoge como corola­ garantía de la unidad del estado, mientras que
rio que pueden existir divergencias entre las la otra está estructurada de manera que vigile
dos cámaras. Para resolverlas, ciertos orde­ la existencia jurídica de las entidades terri­
namientos excluyen voluntariamente cual­ toriales autónomo-autárquicas del propio
quier normativa, considerando que dichas estado (estados miembros, IMnder, etcétera);
divergencias podrían ser superadas con el b] el b. contribuye al mejoramiento técni­
tiempo y en el transcurso de la discusión; co de la legislación. El doble examen a que
otros ordenamientos han establecido que los se somete un proyecto de ley permite reali­
conflictos se terminan en el ámbito de la pro­ zar una prueba de resistencia en el tiempo y
pia cám ara (por ejemplo, atribuyendo a la un control de méritos. Para la consecución de
voluntad de una asamblea prevalencia sobre estos fines se puede aplicar el principio bica­
la de otra, o disponiendo de antemano comi­ meral, tanto integralmente como en forma
tés mixtos); otros más han considerado el atenuada. Sin embargo, parece aconsejable el
recurso a instrumentos que no dependen de recurso al b. imperfecto, con tal que la cáma­
la voluntad de las cám aras (por ejemplo, el ra que tiene poderes más limitados (que pue­
referéndum popular).I. den ser. por ejemplo, poderes de control o de
veto) esté compuesta por miembros particu­
III. EL BICAMERALISMO COMO PROBLEMA DE DECISION'ES larmente calificados desde el punto de vista
¿Por qué adoptar el siste­
t éc n ic a s y política s . técnico y menos ligados a intereses políticos;
ma bicameral en lugar del monoeameral o c] el b. constituye una garantía para la soli­
pluricam eral? Y además, ¿por qué escoger dez (v la continuidad) del ordenamiento, asi
una forma de b. con preferencia a las demás? como para la estabilidad de la orientación
El pluricameralismo, rechazado general­ política general. Dos cámaras —especialmen­
mente por la teoría y rara vez adoptado por te si son iguales en cuanto a las competencias
la experiencia constitucional de los ordena­ y son elegidas en momentos y con criterios
mientos modernos, no parece constituir una dilerentes— representan, en una forma más
BICA.MERALISVIO 141

completa que una sola asamblea, las fuerzas dirigirse a una segunda cám ara como órga­
políticas del país. El concurso de las dos no de consulta y de reflexión del gobierno
voluntades permite, pues, adecuar mejor las cuando existen otros órganos, diferentes de
normas a las exigencias de evolución del orde­ una asamblea parlam entaria, que son más
namiento y llevar a la práctica funciones de adecuados para cumplir estas funciones;
estimulo y control recíprocos; c] en particular, la perpetuación de parla­
d] el b. permite un control más atento y mentos bicamerales compuestos por una
minucioso del ejecutivo. La afirmación —que cantara electiva y una no electiva no parece
obviamente se refiere a los ordenamientos en justificarse en los ordenamientos democráti­
los que el gobierno es responsable ante el par­ cos. Para apoyar esta afirmación algunos han
lamento— es acogida con cierta reserva y cau­ presentado las siguientes hipótesis (que los
tela. El control es máximo cuando el h. es inte­ defensores del b. consideran, equivocadamen­
gral y el gobierno debe gozar de la confianza te. simplistas): o la voluntad de la cám ara no
de ambas cámaras. Pero ¿contribuye en gra­ electiva está de acuerdo con la de la cámara
do máximo a la estabilidad del gobierno? electiva y entonces la cám ara no electiva es
Sobre este punto hay divergencia de opinio­ inútil, o no está de acuerdo y entonces es noci­
nes: no pocos de los defensores de la solución va, ya que el sistema representativo actual se
bicameral se inclinan por un b. atenuado, en basa en la voluntad popular.
el que una cám ara tiene poder de control y
la otra es órgano de consulta del ejecutivo. IV. EL BICAMERALISMO EN LA EXPERIENCIA CONSTITU­
En cambio, estos son los argumentos más CIONAL. El debate sobre el tema de la "funcio­
significativos en favor de la decisión mono- nalidad’1del b. proporciona elementos útiles
cameral: a cada uno de los ordenamientos positivos en
a] ordinariamente, debido a la organización cuanto a la disciplina de las formas y de los
interna de las asambleas parlamentarias, los modos de actuación de las técnicas organiza­
proyectos de ley se evalúan en comisiones tivas bicamerales (desde el b. perfecto a aquel
antes de someterse a la asamblea. Por tanto, atenuado al máximo), pero probablemente
en el mismo ámbito de una cámara se some­ carezca de influencia para la solución del pro­
ten a un doble examen, suficiente para garan­ blema preliminar: el de si el parlamento debe
tizar el control formal del acto. Un doble exa­ estar constituido por una o por dos cámaras.
men no es necesariamente un examen dupli­ Hoy en día la elección de la doble cámara, allí
cado. Cada cám ara puede presum ir que el donde no esté anclada en la tradición (divi­
proyecto ha sido o va a ser examinado con la sión por estados), corresponde al intento de
adecuada ponderación por la otra cámara. La conferir eficiencia autónoma a grupos socia­
responsabilidad de la ley, repartida entre las les heterogéneos, de modo que mientras que
dos cámaras, significa, en este caso, menor una cám ara representa al pueblo, entendido
responsabilidad. El desacuerdo entre las como totalidad indistinta, y resulta elegida
asambleas —especialmente cuando están en por el conjunto de los ciudadanos, la otra
una posición de absoluta igualdad— puede intenta ofrecer una protección particular o
conducir a un punto muerto y degenerar en bien a diversas categorías de intereses (cul­
un compromiso, haciendo que la ley no sea turales, económicos, sindicales, etc.) o bien a
congruente con las exigencias del momento: entidades descentralizadas, sean estados
h] en cuanto al objetivo de estabilidad del miembros del estado federal o entes territo­
gobierno, debe rechazarse la solución bicame­ riales con una autonomía garantizada en los
ral. En su forma integral tiene un efecto nega­ estados en los que. sin ser reducible a la tipo­
tivo —lo reconocen aun los defensores del logía del estado federal, se amoldan a los prin­
b.—, puesto que la existencia de dos centros cipios de la descentralización. Es interesan­
de control aumenta las ocasiones de crisis; te observar que el intento del que se ha habla­
además, si en las dos cámaras se tienen mayo­ do hunde sus propias raíces en ios principios
rías opuestas, la actividad del gobierno pue­ de la democracia occidental. No es por aca­
de resultar imposible. Pero —dicen los adver­ so que los estados que >e amoldan a tales prin­
sarios del h.— hay que rechazar también sus cipios son por lo general bicamerales; son
formas más atenuadas. En efecto, ¿para que excepción aquellos muy pequeños (Andorra.
142 BICAM ER ALISMO

Licchtenstein. Luxemburgo y Monaco, por Nacional y por el Senado—, adopta el b. en


ejemplo, han optado siempre por el monoca­ forma atenuada. De hecho, en los casos más
meralismo) y, en las últimas décadas, inclu­ controvertidos y delicados, la voluntad de la
so algunos estados de mayores dimensiones asamblea (elegida por sufragio directo, mien­
(así Dinamarca, con la constitución de 1953, tras que la elección del senado es indirecta)
estableció: "El Folketing está constituido por termina por prevalecer. Así: el gobierno es
una asamblea única” Tart. 28] y Suecia, con "responsable ante el parlamento", o sea ante
la constitución de 1975, precisó: “ El Riksdag sus dos ramas (art. 20 const.), pero sólo la
está compuesto por una cám ara” [cap. ni, asamblea "pone en causa la responsabilidad
art. 1, iij). A su vez, los estados socialistas, del gobierno mediante la votación de una
seguramente en virtud de sus principios bási­ motion de censure” (art. 49, u const.), mien­
cos, tienden al monocameralismo, recono­ tras que el senado, bajo petición del prim er
ciendo la oportunidad de subdividir el parla­ ministro, debe limitarse a una declaración de
mento en dos ramas sólo para dar particular política general (art. 49, v const.); ambas
reconocimiento a entidades territoriales des­ cámaras aprueban la ley, pero, en caso de con-
centralizadas (así sucede en la URSS y en troversias que no puedan resolverse de otra
Yugoslavia). manera, a petición del gobierno, la decisión
Pasemos ahora a considerar algún ejemplo definitiva es remitida a la asamblea.
significativo, en el que se observe que la fide­ El b. tiene un papel particularm ente signi­
lidad a las instituciones es un elemento carac- ficativo en la experiencia constitucional de los
terizador del desarrollo constitucional: asi el Estados Unidos de Norteamérica. En la situa­
Reino Unido, en donde tuvo su origen remo­ ción original, la constitución establecía que
to el b. En sus inicios, el principio bicameral los representantes fueran elegidos cada dos
fue adoptado en forma prácticamente inte­ años en colegios uninominales y que su núme­
gral: lores y comunes, aunque con atribucio­ ro. en cada entidad estatal, debía ser propor­
nes diferentes —como en el citado procedi­ cional ni de los ciudadanos ahí residentes. En
miento del impeachment—, se encontraban cambio los senadores debían ser dos por esta­
en posiciones de paridad en el ejercicio de las do, y elegidos por el parlamento estatal (sobre
principales potestades parlamentarias, pero este punto: art. 1, scc. m const.). La evolución
a partir de 1832 (reforma de la representación del país modificó progresivamente la natura­
política) la situación cambió gradualmente. leza del b.. pero el factor determ inante fue el
La responsabilidad de las funciones de direc­ cambio de criterio de designación de los
ción y de control politico y la actividad nor­ miembros del senado: ya no fueron elegidos
mativa más im portante se concentraron en por el parlamento estatal, sino que (según la
los comunes, como órgano representativo de enmienda xvn) lo fueron por el pueblo. El
la voluntad popular. La cámara de los lores, senado elegido por el pueblo ¿puede conside­
sin facultades ni siquiera formales (Parlia- rarse hoy todavía como una "cám ara de los
m ent Acts de 1911 y 1949), o sea degradada estados"? Hay que dudar de ello. El b. esta­
al rango de cámara de reflexión, corre el peli­ dunidense, caracterizado por la sustancial
gro de una completa atrofia. Si en el Reino igualdad de las cámaras en el ejercicio de la
Unido sigue existiendo el b., en la actual for­ función legislativa (la iniciativa de las leyes
ma gravemente atenuada, esto sucede sobre financieras es responsabilidad única de los
todo porque las instituciones —v entre ellas representantes, pero los senadores pueden
la cámara de los lores— tienen una gran fuer­ reform ular el proyecto en caso de enmienda)
za simbólica que impide, o por lo menos fre­ y en su manife*tación de poderes distintos
na, toda modificación formal de ordena­ aunque coordinados en caso de impeachment,
miento. se manifiesta más como técnica organizativa
En Francia, la elección entre el b. (en las que como garantía de la forma federal del
diversas formas) y el monocameralismo ha estado; prueba de ello sería que no sólo es
sido objeto de acaloradas discusiones y ha bicameral el congreso del estado federal, sino
dado lugar a un alternarse de sistemas mono- que, imitando su "modelo”, tienen dos cóma­
camerales y bicameralcs. El actual parlamen­ las también los parlamentos (hgislutures) de
to francés —compuesto por la Asamblea la gran mayoría de los estados miembros.
BICAMELAKIS.MO 143

Como se vio, la ley fundamental de la Ale­ dad de órganos separados, las dos cámaras
mania occidental atribuye la calificación de tienen iguales poderes: pero el soviet se reú­
federal a la república alemana; este carácter ne en diversas ocasiones conjuntamente o
surge con extrema claridad sea del modo en —como recordamos— confia las funciones de
que el parlamento se subdivide en dos ramas, las asambleas al propio presidium.
sea de la actuación del b. De todos modos, es En Italia, el b. —experimentado en forma
preciso observar que una cámara, el Bundes- atenuada con el estatuto albertino— se ha lle­
¡a-¿, es elegida por el pueblo según el proce­ vado a la práctica con la constitución repu­
dimiento siguiente: tiene derecho al voto blicana vigente. La cám ara de diputados y el
quien ha cumplido los dieciocho años de edad senado se encuentran en una posición de
y la ley electoral prevé que se exprese dos absoluta igualdad jurídica, tienen competen­
veces: la mitad de los miembros de la cáma­ cias idénticas y —después de la entrada en
ra es elegida de hecho en colegios uninunú- vigor de la ley constitucional del 9 de febre­
nales, mientras que la otra mitad lo es en cole­ ro de 1963, n. 2— igual duración (cinco años).
gios plurinominales, sobre la base de listas Las diferencias se refieren a la composi­
de partido. En cambio, la otra cámara, el Blin­ ción: la cámara de diputados es sujeto de elec­
des ral, está compuesta por miembros de los ción; el senado está compuesto, además de los
gobiernos de los Liinder que los nombran y miembros elegidos, por cinco senadores nom­
los destituyen (art. 51, i const.); todo Land brados de por vida por el jefe del estado y por
puede tener de tres a cinco votos, según los los ex presidentes de la República, que son
habitantes, y puede enviar tantos miembros miembros por derecha. Los electores de la
al Bundesrut cuantos sean sus votos, pero cámara son todos los ciudadanos mayores de
éstos pueden expresarse sólo unitariam ente edad —o sea, según la ley del 8 de marzo de
(art. 51, ti. ni). La cantara representativa del 1975, n. 39, quienes tengan más de dieciocho
pueblo —como decía— es la única que ejerce años de edad—, los elegibles son los que han
el control político del ejecutivo; normalmen­ alcanzado la edad de veinticinco años. Para
te, pues, cuando actúa de concierto con la otra el electorado activo y pasivo del senado se
cámara, la voluntad que expresa prevalece requiere una edad mas avanzada: veinticin­
sobre la del Bundesral (tal sucede comúnmen­ co y cuarenta años, respectivamente. El
te en la formación de las leyes). Sin em bar­ número de diputados es el doble que el de los
go, la "cám ara de los estados" es la que se senadores elegidos; los sistemas electorales
impone en los casos excepcionales; por ejem­ adoptados son: el sistema de listas en concur­
plo, cuando ha sido declarado el "estado de so. para la cámara; una combinación entre el
emergencia legislativa", un proyecto de ley sistema uninominal y el de las listas, con base
rechazado por el Bundestag puede en trar en regional, para el senado.
vigor con la sola aprobación del Bundcsrat. En cuanto a los conflictos, éstos sólo pue­
La constitución soviética de 1977 acoge el den eliminarse con el uso del poder presiden­
principio bicameral, estableciendo que ambas cial de disolver ambas o una de las cámaras.
cám aras del soviet supremo de la URSS —el La división del parlamento italiano en dos
soviet de la Unión y el soviet de las naciona­ ramas paritarias no ha producido las venta­
lidades— tenían el mismo número de diputa­ jas para el desarrollo democrático del país
dos (750). La prim era cám ara está destinada que esperaba el constituyente. En este senti­
a representar proporcionalmente a los habi­ do. la doctrina más reciente, a la luz de la
tantes de todas las repúblicas federadas, y la experiencia concreta, ha adelantado una serie
otra está constituida de modo que cada repú­ de propuestas que modifican este sistema
blica federada tenga un número igual de dipu­ bicameral. Parece evidente que la diversidad
tados (32). pero atribuyendo una cierta repre­ de composición no es suficiente para evitar
sentación también a los entes territoriales que las dos cámaras operen de modo indife­
autónomos que a su vez están comprendidos renciado. El número de los senadores nomi­
dentro de las diversas repúblicas federadas nados y de derecho es demasiado exiguo para
(la mayor parte de los entes menores perte­ tener relieve, las diferencias de edad para el
necen a la republica rusa, que por lo tanto tie­ electorado activo y pasivo y los distintos sis­
ne el mayor número de diputados). En su cali­ temas adoptados para las dos asambleas no
144 BIEN COMÚN

han influido hasta ahora de manera sustan­ sassina, II bicameralismo imperfetto o limítalo
cial en la decisión de los electores, por lo que nelle costituzioni contemporanee, en Rassegna
la? dos cám aras constituyen en la práctica di Ditillo Puhblico, 1959, pp. 207-334; A.A. Cer­
una el doble de la otra. El b., entendido en este vati, Parlamento e funzione legislativa, en Attua-
sentido, convierte a la asamblea que actúa en lita e atluazione delta Costituzione. Bnri, Later-
segundo lugar en una cám ara de reflexión, za, 1979; M. Cotta, 11 problema del bicameralis-
pero que entorpece los trabajos y multiplica mu-monocameralismo nel quadro di un'analisi
los tiempos técnicos sin que logre m ejorar el struttural-funzionale del Parlamento, en Rivista
contenido de las decisiones. El panorama de Italiana di Scienza Política, Bolonia, II Mulino,
las propuestas de modificación que se discu­ 1971; G. Ferrara. Bicameralismo e rifarme del
te actualmente es bastante amplio. Algunos parlamento, en üemoc razia e Diruto, 1981; G.
(G.U. Rescigno, Labriola) consideran al b. Ferrari, Problemi nuovi del nuovo Parlamento
como un factor recesivo para el desarrollo hicamerale, en Annuario di Dirilto Comparalo e
democrático: en su opinión la modificación di Studi Legislativi, 1949, pp. 205-263; C.J. Frie-
del sistema debería consistir, si no en la abo­ drich. Gobierno constitucional v democracia
lición del b.. por lo menos en su atenuación (1968), Madrid, Instituto de Estudios Políticos,
en forma analoga a la experimentada en otros 1972; G. Guarino, Del sistema hicamerale, en Stu­
países, por ejemplo en el Reino Unido; otros, di Senesi, 1953, l x v (3a. serie), pp. 207-231; S.
sin llegar a estas tesis extremas, sostienen no Labriola, Parlamento, istituzioni. democraziu. en
obstante la necesidad de diferenciar en mayor Parlamento, istituzioni, democraziu, Milán, Giuf-
medida las cámaras, sea por lo que concier­ fré, 1980; A. Man/.ella, 11 parlamento, Bolonia,
ne a la defensa de los intereses, sea por lo que Il Mulino, 1977; E. Módica, II raccordo Camera-
hace a sus funciones (Barile, Cervati, Spag- Senato nel ‘'bicameralismoparitario", en 11par­
na Musso). En especial, se ha retomado la lamento: analisi e proposte di riforma, cuader­
idea, que la asamblea constituyente no quie­ no núm. 2 de Democrazia e Dirilto, Ruma, Edi-
re aprobar pero que en la nueva realidad tori Riuniti, 1978; G. Negri, Bicameralismo, en
regional parece de viva actualidad, según la Enciclopedia del dirilto, vol. v, 1959; N. Occhio­
cual el senado debería ser una "cámara de las cupo, Im 'Camera delle Regioni", Milán, Giuffré,
regiones” (Occhiocupo) que se parezca en cier­ 1975; G.U. Rescigno, Corso di dirilto puhblico,
to modo a las "cámaras de los estados” de los Bolonia, Zanichclli, 1979; E. Spagna Musso, Bica­
ordenamientos federales (a este respecto meralismo e riforma del parlamento, en Parla­
parece particularmente sugerente el ejemplo mento, istituzioni, democrazia, Milán. Giuffre,
de la Alemania federal); se ha adelantado pues 1980: L. Sturlese, I m crísi del bicameralismo in
la sugerencia de atribuir a las dos cámaras Inghilierra, Milán. Giuffre. 1966; S. T o s í , Dirit-
funciones diferenciadas (a una la legislativa, to parlamentare, Milán, Giuffre, 1974.
a la otra la de dirección y control): alguien ha
objetado sin embarqo que no sirve "desem­ [NINO OLIVETTI]
parejar las funciones" de las cám aras (Man-
zella); en cambio, debe facilitarse el procedi­
miento, haciendo un uso más atento de las
comisiones bicamerales, sin que por lo demás
se salte el limite del voto separado de cada bien común
asamblea, tanto en el ejercicio de las funcio­
nes legislativas como por lo que hace a con­ El concepto de b. común es propio del pen­
ferir o revocar la confianza en el gobierno. samiento político católico y, particularm en­
te, de la escolástica en sus diversas encarna­
bibliografía P. Aimo, Bicameralismo e regioni, ciones desde santo Tomás hasta Jacques
Milán, Edizioni di Comunita, 1977; A. Barbera, Maritain, y sirve de base a la doctrina social
Oltre il bicameralismo, en Democrazia e Dirilto. de la iglesia, basada en la solidaridad.
1981; P. Barile y C. Macchitella, 1 nodi delta eos- El b. común es, al mismo tiempo, el princi­
tituzione, Turín. Einaudi, 1979; P. Biscaretti di pio que da forma a la sociedad y el fin al que
Ruflia y G. Crespi Reghizzi, La costituzion* sovié­ ésta debe tender, dc*dc el punto de vista natu­
tica del 1977, Milán, Giulfre, 1979; M. Bon Val- ral y temporal: concierne a la felicidad natu­
BLANQUISIM O 145

ral y por consiguiente al valor político por co, de hecho, no trasciende el bien privado,
excelencia, aunque siempre subordinado a la ya que es también un bien del individuo, y se
moral. El b. común se distingue del bien indi­ alcanza mediante el mercado o, mas bien, las
vidual y del bien público. Mientras que el bien finanzas públicas (v. teoría de las decisiones
público es un bien de todos en cuanto que colectivas). Por su lado, el neoconiractualis-
están unidos, el b. común es de los individuos mo muestra como debe deducirse del contra­
en cuanto que son miembros de un estado; es to social un concepto universal de justicia, un
un valor común que los individuos pueden b. común, que consiste en la maximización de
perseguir sólo de manera conjunta, en la con­ las condiciones mínimas del individuo, o
cordia. Además, en relación con el bien indi­ cómo deben reform ularse las reglas del jue­
vidual. el b. común no es simplemente su go. con el fin de tener una acción no compe­
suma, ni tampoco lo niega: se sitúa como su titiva, sino cooperativa, que maximice, junto
verificación o síntesis armónica, partiendo de con los intereses individuales, el bien colec­
la distinción entre el individuo, que está tivo, que es algo distinto de la simple suma
subordinado a la comunidad, y la persona que de los intereses individuales (v. contractua-
queda como verdadero y último fin. Toda la lismo).
actividad del estado, desde la política hasta Finalmente, el concepto de b. común indi­
la económica, debe dirigirse a la realización ca una exigencia propia de toda comunidad
de una situación en que los ciudadanos pue­ organizada, puesta claramente de manifies­
dan desarrollar sus cualidades personales y to por la ciencia política: sin un mínimo de
los individuos, impotentes por si solos, deben cultura homogénea y común y sin un mínimo
solidariamente perseguir juntos este fin de consenso sobre los valores últimos de la
común. comunidad y sobre las reglas de la coexisten­
El concepto de b. común presenta analogías cia, la sociedad corre peligro de desintegrar­
con el de voluntad general, aun cuando aquél se y de encontrar la propia integración social
es objetivista mientras que éste es subjetivis- únicamente en la fuerza. El b. común repre­
La, precisamente por el mismo modo de com­ senta asi el máximo intento por lograr una
portarse frente a los bienes individuales o a integración social basada en el consenso, aun
las voluntades particulares: tanto el b. común cuando este concepto, elaborado para socie­
como la voluntad general representan la dades agrícolas y sacras, nu se adapte bien
voluntad mural de los individuos. a las sociedades industrializadas y desacru-
Los dos conceptos encuentran las mismas Iizadas.
dificultades en el nivel de la práctica: como
no es posible comprobar empíricamente [ nicola m atteucci ]
quién es el portavoz de la voluntad general,
pudiendo ser la voluntad de la mayoría úni­
camente la voluntad de todos, así es difícil
saber quién es el intérprete del b. común: o blanquismo
lo es el magisterio de la iglesia, y por lo mis­
mo una estructura burocrática portadora del Dentro del marco del movimiento obrero y
carisma, o son los ciudadanos que, por el con­ socialista, el b. es la corriente que ha teori­
trario, luchan y entran en contraste entre sí, zado la insurrección, violenta e imprevista,
precisamente por las diversas interpretacio­ de una élite de militantes como el único medio
nes del b. común o del fin al que debe enca­ posible para pasar a la revolución propiamen­
minarse la sociedad humana. te dicha, anteponiendo el momento de la orga­
El concepto de b. común ha vuelto recien­ nización de un grupo restringido y cerrado
temente al escenario con el análisis económi­ de dirigentes al del desarrollo “en amplitud".
co de los bienes colectivos o públicos y con A propósito del b. se puede hablar, pues, de
las concepciones del neocontractualismo. Son "acción revolucionaria" de una minoría, que
bienes públicos aquellos que generan venta­ deberá dar lugar, después del evento insurrec­
jas indivisibles en favor de todos, por lo que cional, a la realización de un socialismo (o de
el placer de un individuo no sustrae nada al un comunismo), que en realidad no se preci­
placer de los demás individuos: el bien públi­ só nunca si no en la configuración de un sis­
146 BLAN0UISMO

tema contrario al burgués-capitalista. La nista era la de un “centralismo despiadado”,


corriente se origina en el pensamiento y sobre cuyo “principio vital” era "el relevo claro y
todo en la actividad política de Louis-Auguste la separación de la tropa organizada de los
Blanqui y, después de la Comuna de París y revolucionarios declarados y activos del
de la muerte del agitador (1882), en la de sus medio, él mismo revolucionariamente activo
seguidores franceses, reunidos en el Partido pero no organizado, que lo circunda", y ade­
Socialista Revolucionario, y que desemboca­ más, por el otro lado, "la rígida disciplina,
ron más tarde, en 1905, en el Partido Socia­ decisiva y determinante, de las instancias cen­
lista Unificado; se puede encontrar otra base trales en todas las manifestaciones vitales de
del b. en el revolucionarismo babouvista, pro­ las organizaciones locales del partido”.
pio de toda la prim era mitad del siglo xix De hecho, el pensamiento de Lenin no fue
francés, en el que confluyen instancias igua­ "blanquista” y Lenin rechazó siempre el b.,
litarias y clasistas unidas a las tradiciones haciendo evidentes sus carencias en el plano
revolucionarias del jacobinismo radical. de la propuesta organizativa y la inanidad del
Todos estos elementos dieron lugar al fenó­ proyecto de insurrección revolucionaria. Pre­
meno revolucionario empezado por Blanqui. cisamente en este argumento, frente al tema
pero que sobrepasa la figura de éste presen­ de la insurrección, en los dias inmediatamen­
tando características generalizadoras. te precedentes a la revolución de octubre (en
Muchas veces, especialmente después de El marxismo}1la insurrección, de septiembre
1872, Marx y Engels intervinieron con acen­ de 1917), reconfirma las bases teóricas de la
tos críticos sobre el fenómeno, dando luz a diferenciación entre marxismo, revolución y
los peligros implícitos de dogmatismo y de b. Dice a este propósito: "Para alcanzar el éxi­
clausura veleidosa en la consideración de los to. la insurrección debe apoyarse no en un
movimientos populares y revolucionarios complot, no en un partido, sino en la clase
efectivos (sobre todo Engels, en el escrito de progresista. Esto en prim er lugar. La insu­
1874 sobre el Programa de los blauquistas pró­ rrección debe apoyarse en el lanzamiento
fugos de la Comuna). revolucionario del pueblo. Esto en segundo
Al b. y a sus implicaciones, valoradas más lugar. La insurrección debe explotar aquel
bien en sentido negativo, se han referido punto critico de la historia de la revolución
muchas veces, más tarde, Lenin y Rosa ascendente, que es el momento en el que la
Luxemburg. El primero, especialmente en los actividad de las filas más avanzadas del pue­
escritos en los cuales planteaba con mayor blo es máxima y más fuertes son las indeci­
fuerza la cuestión de la necesidad de la cen­ siones en las filas de los enemigos y en las
tralización en el partido de clase del proleta­ filas de los amigos débiles, dudosos c indeci­
riado y acentuaba los aspectos organizativos sos de la revolución. Esto en tercer lugar. He
respecto de los movimientistas para la pers­ aquí las tres condiciones que, en el registro
pectiva revolucionaria, sostenía la claridad del problema de la insurrección, distinguen
del análisis y la visión de clase frente al “jaco­ al marxismo del blanquismo."
binismo blanquista” implícito en muchos Por b. se entiende actualmente un modo de
componentes, aun en el "oportunista", del comportamiento político que, sin salir del
movimiento obrero (así en On paso adelante ámbito del movimiento obrero y conserván­
y dos atrás, de 1904). Al contrario, en especial dose en una persepectiva clasista de la lucha
acerca del privilegio acordado en el momen­ de clase, privilegia, frente al movimiento de
to de la organización y el “ultracentralismo”, la organización pública y partidista, el secta­
R. Luxemburg descubría en el proyecto de rismo, es decir la organización de una mino­
Lenin un animus blanquista, o jacobino- ría predominantemente intelectual que. a tra­
blanquista, que ya no hacia de apoyo sobre vés de un acto de violencia, induce a las masas
la acción directa de clase de las masas obre­ a la insurrección, primero, y luego a la revo­
ras, sino que se dirigía del todo a la élite inte­ lución. Dicha minoría ultrarrevolucionaria,
lectual, agrupada sectariamente (en Proble­ para sobrevivir, debe asum ir necesariamen­
mas de organización de la socialdentocracia te tintes extremistas, que tienden a alejarla
rusa de 1904). Más aún, R. Luxemburg esta­ cada vez más de los objetivos concretos y rea­
blecía polémicamente que la concepción leni­ listas de la lucha de clase obrera y a acercar­
BLOQUES. POLITIC A DE 147

la a una veleidad pequcñoburguesa. Final­ frente a un enemigo común. La política de b.


mente, otra característica del h. es la propues­ encuentra, pues, su origen en la idea misma
ta de la dictadura revolucionaria, que se dife­ de alianza; pero, mientras que la alianza se
rencia mucho de la dictadura del proletaria­ deriva sólo de una estipulación basada en las
do, en cuanto que en ella se funde de manera reglas del derecho internacional y presupo­
contradictoria la dictadura tipo robespierria- ne que los contratantes participan-en ella en
no, como fuerza centralizadora del poder, y un plano de igualdad, el b. no se avala con nin­
la concepción bakuniniana según la cual la gún reconocimiento formal y se caracteriza
estructura política del presente debe ser eli­ por una estructura jerárquica.
minada por la intervención consciente de un El término b. hace alusión a un periodo his­
pequeño grupo de revolucionarios conocedo­ tórico particular: la política de b. nace a fines
res de la necesidad de realizar los fines liber­ de la segunda guerra mundial como conse­
tarios propuestos. Estos objetivos, en con jun­ cuencia del orden particular asumido por el
to, dan como resultado una dictadura popu­ sistema político internacional. Al final de la
lar, no "de la clase” sino para beneficio de la guerra se imponen en el escenario político
misma, o más genéricamente para beneficio mundial dos estados mucho más poderosos
de todo el pueblo, que —según se cree— no que los demás (Estados Unidos y la Unión
ha participado en la lucha únicamente por fal­ Soviética), que, en sus relaciones, pasan de
ta de educación: la tarca de los verdaderos una posición de colaboración contingente a
revolucionarios consiste, pues, por una par­ una oposición absoluta, en cuanto prototipos
le, en "instruir” a dicho pueblo y, por la otra, de dos sistemas ideológicos opuestos e irre­
en "arm arlo" para hacer que se convierta en conciliables. El acta de nacimiento de la polí­
copartícipe de la insurrección y esta última tica de b. puede encontrarse en las célebres
no sea reprimida inmediatamente, como suce­ palabras de W. Churchill, en el discurso de
de en realidad históricamente en el caso de Fulton (5 de marzo de 1946), que dio comien­
la célebre sublevación de 1839 con el intento zo al clima de la "guerra fría": "desde Stet-
(fracasado inmediatamente) de un golpe de tin en el Báltico hasta Trieste en el Adriáti­
estado y que fue determinante para la direc­ co, ha caído sobre el continente europeo una
ción que asumió posteriormente el blan- cortina de hierro". A partir de la terminación
quismo. de la guerra surgió una situación en que Euro­
pa, que había sido tradicionalmente el centro
BIBLIOGRAFÍA: S. Bemstein, Olanqui y el blanquis- de la política mundial, se vio prácticamente
mu (1970). Madrid, Siglo XXI, 1975; G.M. Bra­ sometida a una subdivisión en lo que podría
vo. historia del socialismo, 17N9-1H48( 1976), Bar­ definirse como dos esferas de influencia, si
celona, Ariel, 1976; M. Raléa, L'idée de révoln- no fuera porque precisamente la necesidad de
non dans les doctrines socialistes, París, Jouve defenderse de las temidas miras expansionis-
et Cié., 1923; A.B. Spilzcr, The rcvolulionary thetj- tas de los estados de la parte opuesta deter­
ries of LA. Blanqui, Nueva York. Columbia Uni- minó un movimiento de agrupación que dio
versity Press. 1957. origen a los b. Dado que la estructura de los
b. era una estructura de hecho, se desarro­
[OIAS MARIO BRAVO] lló, con el fin de crear una red de integración
entre los diversos estados que se adhirieron
a ella, una política de alianzas, colectivas o
bilaterales. Tal es el caso, en el b. occidental,
bloques, política dei. de la organización que da vida al Plan Marsh-
all y al Pacto del Atlántico (o t a n ), y en el b.
i. MARCO HISTÓRICO Cuando en el lenguaje polí­ oriental, a la Cominform y a los pactos de
tico contemporáneo se habla de b., se entien­ alianza bilaterales entre la Unión Soviética y
de un particular orden estructural de las rela­ los diversos estados orientales. En 1955, la
ciones políticas internacionales, en que diver­ estipulación del Pacto de Varsovia aproxima­
sos estados, que de ordinario se encuentran rá la estructura del b. oriental a la occiden­
unidos geográficamente o que son afines cul- tal. Además, como puede comprobarse por la
turalmente, se asocian de hecho para hacer naturaleza de los pactos citados, las colum-
148 BL00l.ES . POLITICA DE

ñas sobre las que se yergue la integración den­ por la otra, que m uestran cómo interviene el
tro del b. son la colaboración económica y la líder, aunque con técnicas diversas, para
protección militar. imponer (y garantizar) el respeto de las reglas
fundamentales del subsistema. La técnica
ii. e s t r u c t u r a d e l o s b l o o u e s . Aunque les falte política a la que recurre el líder en estos casos
una constitución formal, no se puede decir es esencialmente la de la intimidación (v.
que el b. de los estados no tenga un principio disuasión).
de orden, que lo aproxima en ciertos aspec­ La política que estos b. ponen de manifies­
tos al sistema nacional. La estructura del b. to está estrecham ente ligada al clima de los
(que puede definirse también como un "sub­ años en que se origina: la época de la "gue­
sistema”, si se tiene en cuenta el contexto más rra fría” se caracteriza por una tensión extre­
vasto del sistema internacional general) se mada entre los b. (que term ina por favorecer
basa únicamente en los hechos y no en el dere­ la integración dentro de cada h.), que al pare­
cho, aunque su permanencia y la fijeza de los cer debe dar origen a una tercera guerra mun­
papeles de varios participantes termina por dial. Pero con la muerte de Stalin y la deses-
crear una red de expectativas que, salvo raras talinización, la guerra fría se debilita, hacien­
excepciones, no son desatendidas. El b. se rige do ver que la lógica de los b. opuestos entre
por una configuración de relaciones entre los si resulta obsoleta. La superación de los b.
miembros prácticamente jerárquica, en la debería realizarse, entonces, a través de la
que el líder cumple, en las relaciones con los constitución de una comunidad planetaria
miembros sometidos, una función análoga a única, de acuerdo con los ideales expresados
la de la autoridad de los sistemas políticos por organizaciones como la o n u . Este desa­
internos. La habilitación del líder para asu­ rrollo debería hacerse posible, en el clima de
mir la parte de autoridad se deriva de la supe­ la distensión, mediante el establecimiento de
rioridad (bajo cualquier aspecto) en sus rela­ relaciones económicas y políticas entre los b.
ciones con los demás; también asume el cui­ y no únicamente dentro de los b. mismos. Sin
dado y la protección de los intereses de los embargo, los indicios indudables de una supe­
"súbditos", como un soberano del “estado- ración. aunque sea parcial, de la política de
policía". Visto desde el exterior, el hecho de los b. pueden reducirse, aparte del (o en lugar
que el conjunto de los estados organizados de del) surgimiento de exigencias de integración
esta manera se configure como un b., se debe mundial, al cambio ideológico ocurrido en las
a la integración económica, a la protección relaciones entre los b.: si la guerra entre dos
militar, a la homogeneidad política y a la b. incompatibles entre si no había estallado
comunicación cultural. Pero ya que esta al final del conflicto mundial, se debía úni­
e stru c tu ra parece ser sustancialm ente camente a que los dos líderes habían acepta­
impuesta (o sobrepuesta) a la realidad com­ do una tregua, sin limite, aunque provisional.
puesta por estados tradicionales y culturales Un compromiso constitucional propiamente
frecuentemente desiguales, dentro del b. pue­ dicho consagraba la estructura bipolar del
de llegar a perturbarse el orden jerárquico sistema internacional, aunque dicha estruc­
debido a los intentos destructivos de alguno tura resultaba precaria por el reconocimien­
de los sujetos. La falta de una reglamentación to de la voluntad monopolista de ambas par­
formal de las relaciones permitidas a los tes. El encuentro final parecía haberse retar­
diversos estados les deja, por otra parte, la dado únicamente por la presencia "m odera­
aparente libertad de manifestar una posición dora" de los armamentos termonucleares. Sin
autónoma. Sin embargo, precisamente en el embargo, al term inar la década de los cin­
momento en que estalla la crisis, determ ina­ cuenta. la Unión Soviética (y con ella los esta­
da por una acción contraria a los valores del dos de su b.) repudia la doctrina marxista-
b., es cuando se puede descubrir de la mane­ leninista de la inevitabilidad de la guerra y
ra más clara el surgimiento de la estructura termina por acceder a la lógica del codomi-
autoritaria. Tal es el caso de episodios como nio internacional con los Estados Unidos. La
el de Hungría (1956) o de Checoslovaquia critica de "socialimperialismo" que una parte
(1968), por una parte, y esencialmente del gau- del movimiento comunista le hace a la Union
llismu en Francia durante los años sesenta, Soviética se debe a esta evolución.
B I.O O l'E S . PO LITICA D E 149

Si en el nivel de las relaciones entre los sub­ habría tenido una realización histórica. Por
sistemas la política de los b. parece ir en deca­ más que la tipología de Kaplan represente,
dencia efectivamente, no se puede, sin embar­ hoy por hoy, el resultado teórico más refina­
go, decir que se hayan eliminado las conse­ do, no se puede dejar de señalar que precisa­
cuencias estructurales que caracterizaron la mente sus tipos más importantes se reducen
formación de los b. Ninguno de ellos ha sufri­ ni más ni menos que a variantes del princi­
do ni sufre en su interior innovaciones sus­ pio del equilibrio internacional, que es tan
tanciales, puesto que la estructura jerárqui­ general como para poder adoptarse como
ca no se ha visto afectada en lo más mínimo característica de un ordenamiento particular
por el cambio ocurrido entre los b.. tanto más del sistema internacional, en cuanto que el
que el paso de los años ha contribuido a acer­ objetivo de los estados no es el equilibrio sino
carse a una etapa de institucionalización de la conquista de un poder mayor. Según H.
las relaciones entre los participantes de cada Morgenthau, la forma del sistema, después de
bloque. haberse inspirado ampliamente en el equili­
brio del poder, se encuentra en una etapa de
111 TEORIAS SOBRE LA POLITICA DE LOS BLOQUES. El hipolaridad, en que la reducción de los acto­
estudio de la política de los b. conduce al pro­ res principales a sólo dos es una consecuen­
blema más amplio de la forma del sistema cia sustancial de la aparición de las armas ter­
internacional, que representa uno de los monucleares. S. Hof imann describe, en cam­
lemas fundamentales de la ciencia de la polí­ bio, el orden de los sistemas internacionales
tica internacional, ya que de la conceptuali- con base en la distinción entre sistemas mode­
zación que se le dé se derivan consecuencias rados (caracterizados por el equilibrio de
importantes en el plano del análisis empíri­ poder y por la multipolaridad, que permiten
co y en el de las prescripciones. El objetivo prevenir o lim itar las guerras, debido a la
al que debe corresponder un orden especial relativa parálisis recíproca que se deriva de
del sistema internacional es el de la conser­ ello) y sistemas revolucionarios caracteriza­
vación (o del logro) de la paz, que puede ase­ dos por la inflexibilidad de las alianzas, por
mejarse, en relación con el concepto de sis­ la bipolaridad y por un alto grado de inesta­
tema, a la situación particular del sistema que bilidad). Interpretando la realidad del actual
se define como de equilibrio: la desaparición sistema internacional con base en esta distin­
de éste conduciría a la crisis y por consiguien­ ción, Hoffmann concluye diciendo que si la
te al conflicto. El equilibrio depende, a su vez, estru ctu ra es esencialm ente la bipolar-
del modo en que se distribuya el poder inter­ revolucionaria-inestable, después de veinte
nacional: podrán, pues, estar en equilibrio, años de funcionamiento no se puede negar
tanto una situación de monopolio (el imperio que se hayan inf iltrado elementos de mode­
mundial o sistema jerárquico) como una situa­ ración, sobre todo gracias a la función para­
ción de atomización de los centros de poder lizadora de las arm as termonucleares. Y ya
(la anarquía internacional o sistema de unir que con la superación por lo menos parcial
vero). Sin embargo, ninguno de estos dos de la política de ios b. tiende a resurgir el
modelos ha tenido una verdadera realización principio de la nacionalidad, el actual siste­
en el plano histórico: más interesante será, ma internacional está destinado a asum ir la
pues, el modelo que dé cuentas de sistemas forma policéntrica, que se distingue de equi­
que se caractericen por el surgimiento de dos librio de poder debido a la permanencia, con
potencias iicgcmónicas, por lo menos. M. A. aspectos innovadores, de un orden multijcrár-
Kaplan ha llegado a la reglamentación de seis quico, en que, a pesar de existir todavía la
órdenes particulares del sistema internacio­ figura del estado-guia, se lleva a cabo una des­
nal. Además de los dos ya señalados, el siste­ centralización regional que perm ite la auto­
ma del equilibrio de poder, el sistema bipo­ nomía de acción a los diversos subsistemas,
lar rígido y elástico y el sistema universal. no ideológicos, sino i egionales. Sin embargo,
Kaplan pone especial atención en el equilibrio tampoco este orden, no obstante la reform u­
de poder, del que ha señalado también seis lación conceptual, va más allá de la consagra­
reglas de funcionamiento; éste sei ia el único, ción de la estructura jerárquica típica del b.
junto con el sistema bipolar elástico, que tradicional. Recordemos finalmente la posi­
150 BOLCHEVISMO

ción adoptada por J. W. Burlón, según el cual, marxista, el proletariado fabril. En 1898 se
ya que los estados-guía se ven aplastados y funda en el congreso de Minsk el partido
paralizados por su excesivo poder (termonu­ socialdcmócrata, que reagrupa varios círcu­
clear), la única alternativa estaría represen­ los y núcleos obreros formados en los años
tada por el sistema de la no alineación, que precedentes. Antes de la ola de la industria­
perm itiría evitar, gracias a una revaloración lización de finales de siglo, la clase obrera no
de la soberanía nacional, los peligros de la solamente era exigua numéricamente sino
lucha por el poder en la era nuclear. que conservaba un fuerte vinculo con la tie­
Como se ve, pues, a pesar de que el princi­ rra y con las costum bres de la vida cam­
pio constitutivo de los b. ha sido sometido a pesina.
diversas revisiones criticas y está sufriendo La agitación ubrera, que se intensifica a
modificaciones aun a nivel de los hechos gra­ p artir de 1890-1892, proporcionó a una par­
cias a la atenuación de la tensión ideológica te de los intelectuales revolucionarios el apo­
de los dos b. tradicionales, todavía no es posi­ yo necesario para la aplicación en Rusia de
ble considerarlo superado, a pesar de que está la teoría y del análisis marxistas. Esto suce­
en decadencia, sin que sea posible, hoy por dió como es obvio dentro de los limites
hoy, entrever los supuestos de una nueva sis­ impuestos por un régimen autocrático que no
tematización de las relaciones de poder entre permitía las organizaciones obreras —los sin­
los estados. dicatos fueron legalmente reconocidos sola­
mente en 1906— ni los partidos políticos.
BlBL.KX,RAFIA H. Bul). The anurchical society: a Unidos por el rechazo hacia otras corrien­
siudy of arder in worid palitics, Londres, Mac- tes revolucionarias —populismo, economicis-
millan. 1977; J.W. Burlón, International rela- mo, marxismo legal— a las que achacaban
tions: a genera/ theary, Cambridge, Cambridge infravalorar la amplitud asumida por el capi­
Universily Press, 1967; J.E. Dougherty, R.L Pfalt- talismo industrial en Rusia y por tanto la con­
zgraff, Jr., Re la: ion i intemazianali: teorie a con­ sistencia y el papel político del proletariado
fronto [\971), Milán, Angelí, 1979; S. Hoffmunn, obrero, los primeros núcleos socialdemócra­
Gulliver’s troubles, or the setling of the Ameri­ tas tendían a diferenciarse cuando se trata­
can foreign policy, Nueva York, McGraw-Hill, ba de definir sus programas de acción. En el
1968; M.A. Raptan, System and prucess in inter- semanario que publicaban desde diciembre
natianal palitics, Nueva York, Wiley, 1957; H.J. de 1900 en Alemania o en Suiza, el Iskra, su r­
Morgenthau, Palitics amang nations, Nueva gieron las prim eras divergencias entre los
York, Knopf, 19674; R. Rosencrance, Action and reductores: Plejánov, Mártov, Axelrod, Vera
reaction in wurld palitics, Boston, Little, Brown Zasúlich, Lenin. En el II congreso que tuvo
and Co.. 1963, R. Rosenerance, International rela- lugar en 1903 en Londres, el prim er congre­
lions:peace orwar?, Nueva York, McGraw-Hill, so verdadero después del constitutivo, se deli­
1973. neó un profundo rompimiento. Mientras que
el programa político general y los objetivos
[Li ir.i boxanate] finales del partido —la revolución y la con­
quista del poder por parte del proletariado—
contaron con el voto casi unánime de los 57
delegados, las divergencias resultaron irre­
bolchevismo conciliables en un problema aparentemente
secundario: la organización del partido. Se
El término (del ruso bolshinstvó, mayoría) enfrentaban dos posiciones: la de Lenin, que
indica la linea política y organizativa impues­ quería reservar el carácter de miembro del
ta por Lenin al Partido Obrero Socialdemó- partido exclusivamente a los que aportaban
crata de Rusia (posdr ) en el congreso de 1903. una "participación personal a una de sus
Sólo en las últimas décadas del siglo xtx organizaciones”, y la de Mártov. que propo­
apareció en la Rusia zarista —país de indus­ nía una fórmula menos rígida, la "colabora­
trialización tardía respecto de Europa occi­ ción personal regular". Esta divergencia ter­
dental— una fuerza social capaz de dar vida minológica escondía en realidad dos concep­
a un partido revolucionario de orientación ciones bastante distintas sobre lo que debe­
B O L C H E V IS M O 151

ría ser la estructura de un partido revolucio­ que en otras partes había desempeñado la
nario: una organización form ada por burguesía y en donde era necesario saltarse
militantes de profesión de tiempo completo, algunas fases intermedias que en Occidente
y por tanto limitada numéricamente pero habían sido marcadas por la revolución libe­
compacta y disciplinada: o bien un partido ral. Por otro lado el b. aparece como la
con vínculos más elásticos y flexibles, abier­ corriente socialdemócrala que más directa­
to a simpatizantes y colaboradores. En el con­ mente se vincula con la tradición rusa del
greso la propuesta de Mártov tuvo 28 votos populismo utopista y del jacobinismo cons­
a favor, 22 en contra y una abstención. En la piran vo, ubicándose de esta manera en un
votación posterior, concerniente a las eleccio­ terreno extraño a la teoría política del m ar­
nes del comité de redacción del Iskra y del xismo.
comité centra], los leninistas obtuvieron en Después del congreso de 1903, las dos fac­
cambio la mayoría. A partir de esta votación ciones, bolchevique y menchevique, coexistie­
nacieron los términos que definirían en aquel ron en un marco de polémicas más o menos
momento las dos corrientes de la socialdemo- ásperas, que se alternaban con intentos de
crucia rusa: bolcheviques y mencheviques, acercamiento. Contribuyó en parte a atenuar
mayoría y minoría. las divergencias la revolución de 1905, la cual
En 1903 Lenin no había elaborado todavía hizo surgir en la escena política rusa una nue­
la estrategia que se materializó después en la va organización, el soviet. Expresión directa
revolución de Octubre. Sin embargo la impor­ de las luchas obreras, el soviet ponía en dis­
tancia prioritaria que tenía para él desde un cusión ya sea la tesis bolchevique sobre la
principio el problema organizativo —la cons­ incapacidad del proletariado para organizar­
trucción de un partido homogéneo, centrali­ se autónomamente sin la ayuda de una fuer­
zado y altamente disciplinado— pasó a ser za externa, ya sean las tesis mencheviques
desde aquel momento una característica espe­ acerca de la imposibilidad de una aceleración
cífica del b.; característica que resultaría, a de la lucha política a causa del retraso de
la luz de los hechos posteriores, no sólo esen­ Rusia. Por consiguiente, ambas facciones des­
cial para sobrevivir en condiciones de clan­ plazaron en parte sus planteamientos inicia­
destinidad, sino también para dotarse de ins­ les para hacer posible la convocatoria en 1906
trum entos de acción, intervención y movili­ de un congreso de reunificación. Pero después
zación obrera —el partido estuvo compues­ del fracaso de la revolución y con el reflujo
to por mucho tiempo por intelectuales y del movimiento, a las viejas divergencias se
pequeñoburgueses— y perm itir finalmente añadieron nuevos motivos de polémica, deri­
una fusión entre organización y movimiento vados de la diversa interpretación de aconte­
espontáneo de las masas, que explotó casi cimientos vinculados con la búsqueda de una
inesperadamente en febrero de 1917 para aba­ linea de acción en un momento en que, con
tir al zarismo. A grandes rasgos se cumplió las elecciones de la Duma y la legalización de
el proyecto que Lenin había elaborado a prin­ los sindicatos, se abrían algunos espacios de
cipios de siglo: un partido depositario de la actividad politica legal.
conciencia de clase, capaz de proporcionar Al contrario de los mencheviques, que ten­
programas, estrategias, tácticas e instrumen­ dían a orientarse hacia modelos de la social-
tos organizativos a un proletariado que por dcmocracia europea, los bolcheviques concen­
sí solo estaba destinado a malgastar sus ener­ traron sus principales esfuerzos en la orga­
gías en acciones reivindicativas o en revuel­ nización clandestina, en medio de dificulta­
tas sin resultados políticos. des debidas a la represión, a la dispersión del
Bajo un cierto punto de vista, el b. puede movimiento y a las ásperas polémicas y
ser considerado tal como se definió en la his­ luchas internas que afectaban a la propia fac­
toriografía oficial y en gran parte hagiogra­ ción. A pesar de las teorizaciones sobre la
f í a de la Unión Soviética: una aplicación necesaria homogeneidad del partido revolu­
creativa del marxismo a las condiciones espe­ cionario. el b. no era un cuerpo monolítico,
cíficas de un país retrasado. Un país a cuyo sino que tuvo una vida articulada en diver­
proletariado le tocaba desempeñar el papel sas corrientes, grupos y publicaciones, al
de factor de modernización política y social menos hasta el momento en que fueron expre-
152 B O L C H E V IS M O

saínente prohibidas las facciones en 1921. A dad, la incapacidad y la ineficiencia total del
partir de 1910 se planeó la reanudación de las régimen: un vacio de poder en el que pudo
agitaciones obreras y estudiantiles, y los bol­ penetrar el movimiento revolucionario.
cheviques decidieron entonces llevar a cabo Las fuerzas políticas no estaban prepara­
un cambio de rumbo político y organizativo. das ante la imprevista precipitación de los
En la conferencia convocada en Praga en ene­ acontecimientos. Fueron una vez más los
ro de 1912 transform aron su facción en par­ soviets los que dominaron la escena política
tido. sancionando asi el viejo y ya consolida­ instaurando el "poder paralelo” que caracte­
do rompimiento de la socialdemocracia rusa. rizó el periodo comprendido entre febrero y
La amplitud que tuvo pocos años después octubre. Por un lado, una serie de gobiernos
el movimiento revolucionario de masas ha provisionales que reagrupaban bajo diversas
inducido a menudo a subrevalorar la fuerza fó rm u las a lib e ra le s, so cialistas-
y la capacidad de influencia que teman en revolucionarios y mencheviques y que inten­
aquel periodo las formaciones socialdemócra- taban dirigir un país dominado por insurrec­
tas, y en especial los bolcheviques. Se tra ta ­ ciones obreras, revueltas campesinas y moti­
ba en realidad de unos pocos millares de mili­ nes militares; por el otro lado, una miríada
tantes. guiadas por grupos dirigentes que de consejos de obreros, soldados y campesi­
vivían en su mayoría en la emigración, lejos nos. representados en el soviet de Petrogra-
del teatro de los acontecimientos y con esca­ do. Los bolcheviques no estaban más prepa­
sa posibilidad de verificar las teorías en la rados que las otras fuerzas políticas para diri­
realidad. gir y canalizar la rebelión de las masas. Sin
Sólo después de la fundación del estado embargo ellos, sobre todo después del regre­
soviético, muchos de aquellos análisis y teo­ so de Lenin en abril, se declararon por com­
rizaciones resultaron ser aproximativos y sin pleto de parte del movimiento popular inter­
mucha correspondencia con la realidad. El pretando sus aspiraciones más radicales: con­
retraso de Rusia, negado o infravalorado en trol obrero, fin de la guerra, distribución de
la fase de acción revolucionaría, parecía las tierras. Y sobre todo se prepararon mili­
poner obstáculos insuperables a la construc­ tarm ente poniendo en marcha las milicias
ción del nuevo estado. obreras y organizando a los soldados. Su
En los años que precedieron inmediatamen­ estrategia excluía decididamente una solu­
te al estallido de la guerra mundial, se con­ ción democrática parlam entaria y ponía en
sumó en Rusia una tímida y frágil experien­ el orden del día la revolución proletaria socia­
cia constitucional, iniciada en octubre de lista. Todo estaba listo para el asalto al Pala­
1905, la cual no había logrado desmantelar cio de Invierno.
la autocracia zarista ni desembocar en la Una solución típicamente militar de la gran
creación de instituciones representativas. Se crisis de 1917, que paso a ser el modelo por
diluyeron asi las hipótesis, cultivadas tam ­ excelencia de revolución socialista en la hrí
bién en parte por los bolcheviques, de que el toria del movimiento obrero. En la Rusia de
proceso revolucionario debía enmarcarse por aquella época pudo lograrse con éxito en el
un cierto periodo histórico dentro de un sis­ trascurso de una noche por el estado de diso­
tema democrático burgués, ya fuera por el lución al que habían llegado los aparatos polí­
impulso de las luchas obreras, o bajo la direc­ ticos y militares del régimen, por la debilidad
ción del proletariado y de los campesinos de las fuerzas sociales y políticas que propo­
pobres, según la fórmula de Lvnin. De hecho nían alternativas distintas y también por la
estaba operando un proceso de progresiva alta concentración del poder en Petrogrado
radicalización de las agitaciones sociales, y Moscú.
especialmente en los centros obreros. Fueron
sobre todo los bolcheviques, que habían aco­ bibliografía. X. Bcidiactl. Les sources el le se n s
gido con mucha desconfianza las reformas du conununisme russe. París. Gallimard. 1951:
zaristas, los que supieron captar y expresar P Broué. Sloriu del Parido Comunista dell'l'RSS
esta tendencia. La guerra constituyó un fac­ (1963), Milán, Sugar. 1966: E.H. Carr, l.a revolu­
tor más de aceleración de los acontecimien­ ción bolchevique, /9/7-/923H950). Madrid, Alian­
tos, y sobre todo puso en evidencia la debili­ za, 1972; E.H. Carr. 19/7:antes v después (19691.
BONAPARTISMO 1:0

Barcelona. Anagrama, 1970: V.I. Lenin, ¿Que tructura política, en la que ha sido desauto­
hacer?, en Obras completas, V, Madrid. Akal. rizado efectivamente el organo —el parlamen­
1976, pp. 351 ss.; M. Malia, Comprendre la révo- to— mediante el cual se expresa el poder polí­
lution russe, París. Seuil, 1980: J. Mártov. Bols- tico de la clase dominante. Por otra parte, esta
cevismo mondiale (1919). Turin. Einaudi, 1980: forma de gobierno tiene sus raíces en una
J. Mártov-F Dan, S loria dellu sociuldenwcrazia situación crítica de la sociedad civil, cuyas
russa (1921). Milán. Feltrinelli. 1973; R. Medve- características fundamentales son dos: ante
dev. La rivoluzione d'Otlobre era ineluttabile?, todo, el conflicto de clase con el proletaria­
Roma, Editori Riuniti. 1976: M. Reiman, La rivo- do se ha vuelto tan agudo que la clase domi­
luzione russa da! 23 febbrain al 25 vttabre (1967). nante se ve obligada, para garantizar la super­
Bari, Laierza. 1969; A. Rosenherg. Historia de! vivencia del orden burgués, a ceder su poder
bolchevismo (1932), México, Cuadernos de Pasa­ político a un dictador capaz, con su ' cansina"
do v Píeseme 70. 1977. y con los instrumentos de un despotismo va
no tradicional —o sea, no fundado en la suce­
[ lisa foa ] sión legitima— de traer de nuevo a la disci­
plina a la clase dominada. En segundo lugar,
la dictadura bonapartista puede gobernar
mientras cuente con el apoyo directo de una
bonapartismo clase que no coincide ni con la burguesía
dominante ni con el proletariado y que. en el
Esta expresión tiene, en el lenguaje historico- caso específico de Napoleón III, es la clase de
políticu, un signiiicado distinto según se refie­ los campesinos pequeños propietarios, cuyos
ra a la política interna o a la política exterior. intereses no son como los del proletariado
\ aun asi cada uno de los dos significados no respecto de los de la clase dominante. De esta
debe entenderse como exclusivo respecto del definición del b. muchos autores, que son crí­
otro. ticos más o menos duros de la tesis marxia-
Para el prim er signiiicado, atín al de cesa- na acerca del estado como instrum ento de la
risnio (r.). debe referirse quien lo delina al clase dominante, han acogido > desarrollado
escrito de Marx El 18 brumario de Luis liona- sobre todo el concepto de que la dictadura
parte (que analiza el golpe de estado de Luis bonapartista (o cesarista) constituye el desen­
Napoleón del 2 de diciembre de 1851) y en lace inevitable de situaciones de anarquía y
algunos fragmentos de los escritos de Engels de desorden debidas a una exasperada con-
(en particular El origen de la familia, de la flictividad entre las clases o los estamentos
propiedad privada v del estado). Para los fun­ o los grupos corporativos en los que se a rti­
dadores del materialismo histórico el b. es la cula la sociedad civil. Para los marxistas orto­
forma de gobierno en la que queda desauto­ doxos, la definición de Marx y Engels del b.
rizado el poder legislativo, o sea el parlamen­ se volvió en los años veinte y treinta de este
to. que en el estado democrático representa­ siglo el principal fundamento teórico de la
tivo creado por la burguesía es por lo común interpretación marxista del fascismo.
el poder primario, y en la que se realiza la Aparte de que. con referencia a cierta for­
subordinación de todo poder al ejecutivo ma de gobierno, la expresión b. se utilice tam­
guiado por una gran personalidad carismá- bién (sobre todo hoy) para indicar una políti­
tica, que se coloca como representante directo ca exterior expansionista, la cual, mas alia de
de la nación, garante del orden publico y arbi­ estos objetivos expansionistas específicos,
tro imparcial frente a los intereses contrarios persigue a ciencia cierta el objetivo de la con­
de las clases. En realidad, la autonomía del solidación de determinado régimen (y por lo
poder bonapartista respecto de la clase bur­ tanto de los intereses de los grupos en él
guesa dominante es para Marx y Engels pura dominantes) contra las impugnaciones radi­
apariencia, si se considera el contenido con­ cales de las que es objeto en el interior del
creto de la política ejecutada por tal poder, estado relativo. Esta política mira o bien a
la cual coincide con los intereses económicos reforzar a los grupos dominantes con el pres­
sustanciales de la clase dominante Pero esta tigio que deriva de los éxitos en el plano inter­
autonomía es real en el nivel de la superes­ nacional. haciendo que sus reivindicaciones
1S4 B U R G U E S IA

aparezcan como factores de debilitamiento de ducción y. por lo mismo, que encierra en si


las capacidades defensivas y ofensivas del el poder económico y político: se contrapone
estado en el plano internacional (r- relacio­ al proletariado, que carece de dichos medios
nes internacionales). La expresión b. asi y posee únicamente su fuerza de trabajo.
entendida ha sido usada en particular por los Dentro de esta definición surgen numero­
grandes historiadores alemanes contemporá­ sas distinciones. En efecto, no sólo la clase
neos, como F. Meinecke, L. Dehio y F. Fischer, puede dividirse en varias subclases, que for­
para contribuir a explicar la política exterior man verdaderos cuerpos por si mismos (gran
de la Alemania guiltermina y de la nazi, y se b., b. media, b. intelectual, pequeña b.). que
ha vuelto de uso general para indicar todo viven y actúan en condiciones de hecho dife­
fenómeno de política exterior expansionista rentes, sino también se comprueba que en el
entendida como válvula de escape hacia el concepto se entrecruzan características dife­
exterior de las tensiones internas de un esta­ ren ciad as, no ú n icam en te económ ico-
llo. Entre el b. asi entendido y el b. entendi­ políticas, sino también sociales, psicológicas,
do según la primera acepción hay un nexo, religiosas, para las que los limites que defi­
que surge ya con Marx y Engels. El despotis­ nen el término resultan flexibles y no consti­
mo que caracteriza al poder bonapartista, no tuidos de manera rígida. Sin embargo, a pesar
solo hace mas fácil una política de tipo expan- de que es dil icil establecer dicho significado
sionista, va que no está frenado por mecanis­ dentro de los limites estrictos, es cierto que
mos internos de control liberal y democráti­ en la sociedad capitalista le pertenecen social­
co, sino que por su naturaleza se ve llevado mente a la b. las peculiaridades de predomi
a una política de este género, puesto que un nio económico, o bien intelectual-profesional
sistema despótico produce inevitablemente ejercido directamente a través de la activ idad
tuertes tensiones internas, por las que se bus­ personal de los distintos individuos y pura
ca una válvula de escape hacia el exterior pre­ beneficio exclusivo de intereses egoístas,
cisamente con una política de prestigio y de incorporados, sin embargo, en un contexto y
aventuras militares. en una dinámica generalizados. El concepto
de b. es de tal manera omnicomprcnsivo y
[.SERGIO PISTONE] totalizante que encierra en si tanto una cate­
goría económica, que puede precisarse inme­
diatamente como un conjunto de atributos,
positivos y negativos, que contribuyen a ilus­
burguesía tra r una o varias partes de la susodicha tota­
lidad: se puede, pues, hablar de espíritu bur­
i definición El termino b. no es univoco y se gués, de mentalidad burguesa, de arte bur­
pueden dar por lo menos dos definiciones gués, etc., hasta llegar al “mudo de vida" hur­
alternativas (si no es que más) del concepto. gues, a las tradiciones burguesas, a la demo­
En un prim er sentido, que ha perdido gran cracia burguesa y finalmente a la "historia”
parte de su validez si se refiere a la sociedad burguesa o de la hurguesia.
actual, la b. es un estrato social intermedio En la simbiosis de clase social y de catego­
entre la aristocracia y la nobleza, detentado- ría espiritual se ha identificado la más alta
ras hereditarias del poder y de la riqueza eco­ razón de ser de la consolidación de la b.: es
nómica, y el proletariado, formado por los evidente que ésta tiene un origen mucho mas
asalariados y más genéricamente por los tra­ complejo y articulado, que sólo puede confi­
bajadores manuales (las "clases subalternas" gurarse en una dinámica del desarrollo del
de Gramsci). En un sentido más rico y más capitalismo en la época moderna. Y sin
actual, a la luz de los acontecimientos histó­ embargo es cierto que. cuando se quiere des­
ricos de la época contemporánea, de la revo­ cubrir cuál es su posición económica en el
lución industrial, de la política de 1789 y de mundo actual, no se puede prescindir de
la social todavía en curso, se puede dar una todas las implicaciones psicológicas, religio­
segunda definición, que responde mas a la sas, culturales, no sólo objetivas sino también
realidad de ho\. La b. es. entonces, la clase subjetivas, que acompañan esta situación.
que detenta globalmenle los medios de pro­ Prueba de ello es el interés demostrado por
B U R G U E S ÍA 155

la definición del concepto, en formas verda­ terizado por la nueva organización racional
deramente diferentes, por investigadores del trabajo, éste es exaltado como fundamen­
como Soinbart y Weber en Alemania, Croce to de la existencia social y de la vida religio­
y Chabod en Italia, todos los cuales, sin sa, en cuanto que produce la riqueza mate­
embargo, de manera crítica o a través de una rial (o sea el “signo” del éxito humano) y la
aceptación parcial, se han referido a la teori­ riqueza mural de cada uno de los ciudadanos
zación marxiana. (o sea la paz del alma). De acuerdo con lo que
ha propuesto Weber, es sobre todo la “ética
u la burguesía como -categoría espiritual" Ori­ protestante” la que ha aportado los elemen­
ginariamente el termino b.. que tiene su pro­ tos y las condiciones para el salto hacia ade­
pia f uente en el latín medieval burgensis, indi­ lante, es decir para el triunfo de una nueva
ca el habitante del burgo, de la ciudad Se tie­ clase y la sustitución por ésta de las clases
nen pues derivados en las distintas lenguas: anteriorm ente dominantes. El autor alemán
el Biirgeren Alemania y el más reciente bour- ha identificado los presupuestos de esta éti­
geois en Francia, que se convierte en apelati­ ca (v. La ética protestante y el espíritu del capi­
vo de uso común después de la revolución talismo) en las afirmaciones pronunciadas
francesa. Pasando de la época medieval a la por Benjamín Franklin al final de la primera
moderna, el primitivo habitante de la ciudad mitad del siglo xvm. y concretamente: “recor­
adquiere una configuración típica de clase: se dad que el tiempo es oro", "recordad que el
afirma como artesano, como comerciante, crédito es oro", "recordad que el oro, por su
como pequeño y mediano propietario de la naturaleza, es fecundo y productivo” y, final­
tierra o de inmuebles, como representante de mente, “recordad que quien paga puntual­
la ley y. finalmente, como “capitalista”. A tra­ mente es el dueño de la bolsa de cada uno”.
vés del burgués y su clase de pertenencia, la Revisando por lo tanto todas las antiguas nor­
b., se lleva a cabo la acumulación originaria mas de comportamiento económico-social
del capital, que en los países más evoluciona­ católico y más genéricamente cristiano, cam­
dos de Europa occidental permitirá, en el cur­ biando totalmente el concepto de usura, la
so del siglo xvm. el despegue de la revolución nueva ética impone a los hombres la obliga­
industrial. ción de “hacer dinero”: Franklin mismo es el
El proceso que ve cómo el mundo burgués que identifica en la acumulación de dinero la
se contrapone con una determinación violenta señal de benevolencia divina, cuando cita el
a las estructuras anticuadas de origen feudal versículo de la Biblia: “Si ves a un hombre
que dominaban en Europa, en un régimen que que sobresale en su profesión, es señal de que
después de la revolución se define inmedia­ puede presentarse ante los reyes." Siguien­
tamente como anden, es mucho más profun­ do las huellas de esta concepción, según
do y está basado en la economía. Se tienen, Weber, se desarrolló la riqueza, se ampliaron
sin embargo, muchos intentos de definir a la las ciudades, se difundió el comercio, nació
protagonista de este proceso, a la b.. como una nueva industria artesanal: los capitales
categoría espiritual, movida en su forma de que en el pasasdo, o en los países de religión
actuar no tanto pur motivaciones de urden católica, seguían estando inmovilizados en la
económico, que tendrán más tarde una con­ agricultura, entran en cambio en circulación
secuente ilustración teórica en las doctrinas y se acrecientan cada vez más, “elevándose"
liberales, sino más bien condicionada pur un de la tierra al cielo para gloria de la divini­
cierto tipo de mentalidad religiosa, de fe en dad y para el bienestar del hombre bendeci­
algunos "valores" típicos, como la parsimo­ do por Dios.
nia, el espíritu de grupo si bien en la salva­ Semejante a la de Weber, aunque con meno­
guardia de un solido individualismo, el rígi­ res concesiones al elemento religioso, es la
do puritanismo y la estricta observancia de hipótesis presentada y discutida por Sombart
normas tanto éticas como comerciales, no en sus estudios (v. El burgués y Apogeo del
tanto escritas como incorporadas en las con­ capitalismo). El autor pone de manifiesto
venciones. como el espíritu del capitalismo se difunde
En la época de la incipiente constitución v tanto en virtud de la racionalidad de la b.
consolidación del capitalismo burgués, carac­ como por el afán de ésta de obtener cada vez
I5n BURGUESIA

mayores riquezas: la primera industrializa­ mo el concepto económico de burgués, cuan­


ción nace por un acto de voluntad, realizado do éste, usando las mismas palabras del filó­
en vistas a obtener una ganancia lo más gran­ sofo, "designa al poseedor de los instrum en­
de posible, junto con la sensibilidad innova­ tos de producción, o sea del capital, en con­
dora propia de todos los precursores. Los traposición con el proletario o asalariado".
empresarios burgueses, opina Sombart, par­ En esta forma aparece, pues, dentro de sus
ten todos "de abajo" y se elevan al rango de confines estructurales e institucionales, la
"em presarios capitalistas" precisamente en clase revolucionaria que. al consolidarse len­
virtud de "su espíritu burgués", como resul­ tamente a través de los siglos, encuentra su
tado de una selección efectuada en el ámbito propia confirmación política en 1789, cuan­
del artesanado citadino. La conceptualización do conquista precisamente los derechos de
de este “sello burgués” se debe a la "metodi- orden político, que anteriorm ente le habían
cidad". a la "racionalidad" y, finalmente, a sido quitados artificiosamente por la perm a­
la “orientación hacia un fin". El burgués, en nencia de superestructuras feudales en una
su afán de convertirse en em presario capita­ sociedad que ya había eliminado el feudalis­
lista. manifiesta sobre todo dos virtudes fun­ mo en su esencia: con los acontecimientos
damentales: 1] tener fe en los contratos; 2] la revolucionarios, la b. demuestra que tiene la
parsimonia unida al sentido común. capacidad de asum ir la responsabilidad del
Cruce ha refutado ampliamente las que se poder político, derribando de él la anticuada
decían ser las definiciones espirituales de la aristocracia v declarando de la m anera más
b.prehusando entender por b. una concepción clara querer dirigirlo.
de vida, un modo de ser religioso o filosófi­ El predominio de la b. en el siglo xix aun
co, una "personalidad espiritual integra" y su cuando permanece en el campo económico,
correspondencia con una "época histórica en sin embargo, por más “justo o injusto" que
que dicha formación espiritual domina o pre­ pueda parecer este hecho (para usar los tér­
domina”. Para Croce, como también para los minos propuestos por el Dictionaire politique
observadores más modernos, de debe por lo de Pagnerre desde 1848), se proclama y "con­
tanto volver a una valoración de la b. como sagra" precisamente en las instituciones polí­
categoría social, "en sentido económico", sea ticas. Estas últimas se caracterizan, aunque
para poder señalar en su veracidad tanto las en formas que evolucionan y se transform an
raíces sociales de clase del fenómeno, sea con el tiem po. por el régimen parlamentario,
para poder analizar sus condiciones en el pre­ por el sufragio que, a pesar de los distintos
sente. obstáculos encontrados, tiende a volverse uni­
versal, y finalmente por la vinculación c inter­
m burguesía y economía A pesar de todos los dependencia continua de intereses m ateria­
intentos de elaboración al respecto, aun de les y de poder político. En otras palabras, si
aquellos que se refieren a las conclusiones a el régimen parlam entario es el que caracte­
las que se ha llegado, es difícil dejar de com­ riza al dominio de la b., se debe decir también
probar que, por lo menos en lo que respecta que la relevancia politica de ésta seguirá sien­
a la época contemporánea, posterior a la revo­ do tal mientras, en cuanto clase, subsista
lución francesa, el concepto de b. debe enten­ como elemento social de primer plano, basan­
derse sobre todo como categoría social, que do su propia fuerza en la estructura econó­
tiene su propia raíz exclusivamente en el mica. Desdo el campo económico, pasando
mundo de la economía, a no ser que se quie­ por el político, su consolidación se dilata y
ra efectuar una distorsión a propósito de su se transfiere a todos los demás sectores de la
efectiva función revolucionaria respecto de vida social: por esto ella, en cuanto clase, tra ­
este mismo mundo. Ya Croce había podido ta de encerrar en si misma las necesidades y
demostrar, a este propósito, que si para la tendencias de la sociedad entera, de identifi­
época medieval se pudo considerar legitimo carse con ésta en su globalidad, de presentar­
el concepto "jurídico" de burgués, que desig­ se como un “absoluto" que. por propia cuen­
na al ciudadano del burgo y al miembro de ta. una vez alcanzada la perfección interna,
un "estado" del ordenamiento político, tam ­ sigue permaneciendo como tal v no es capaz
bién para la época contemporánea es legíti­ de cam biar ni en el tiempo ni en el espacio.
B U R G U E S ÍA 157

Para corroborar la validez de este absoluto cura, al poeta, al científico en sus obreros asa­
no es necesario adentrarse en la búsqueda de lariados.”
los orígenes espirituales de su consolidación La b. se ha consolidado económicamente al
sino que basta analizar el comportamiento de convertirse en clase empresarial e industrial:
la b., su fuerza y su hegemonía, es decir su han nacido industrias poderosas en los sec­
capacidad de generalización económica y poli- tores más diversos de la producción, y ha
tica en el presente, su predominio, que. por logrado caracterizar con su actividad conti­
prim era vez en la historia, al aparecer en el nua el mundo contemporáneo. Se ha conver­
escenario, no pertenece a los hombres por tido en la clase capitalista por excelencia que
separado sino a la clase, porque correspon­ sólo adm inistra en el plano financiero o en
de a las necesidades de una época. el nivel empresarial las riquezas de la socie­
dad desarrollada. La h. ha dado con esto un
iv la interpretación marxista. Frente a este enorme sallo revolucionario: pero este pro­
análisis, ciertam ente fascinante aun cuando ceso no puede tener fin nunca, y para sobre­
sirva para justificar un poder ejercido a lo lar­ vivir la b. debe continuar revolucionándose
go de casi dos siglos y que tiende a perpetuar­ a sí misma, vale decir los instrum entos de
se eternamente, se encuentra la observación producción, las "relaciones de producción, y
marxista, en ciertos aspectos análoga, pero por lo tanto todo el conjunto de las relacio­
que va tnás allá tanto en poner de manifiesto nes sociales". Superando dialécticamente las
la importancia revolucionaria de la b. misma, viejas clases de la sociedad, la b. se ha pre­
como en valorar las posibilidades objetivas sentado como síntesis. aunque la salida final
de su superación. no ha sido un nuevo modo de producir o de
Precisamente examinando la evolución de concebir las relaciones sociales sino más bien
la b.. Marx y Engels (y en general toda la inter­ esto se ha manifestado en el resultado nega-
pretación encabezada por ellos) han podido dor tanto del presente como del pasado, es
m ostrar su consolidación revolucionaria y decir en el proletariado: "En la misma medi­
destructiva de todo el pasado. Un elemento da en que se desarrolla la h.. vale decir el capi­
básico de la valoración marxista es el de la tal, se desarrolla también el proletariado, la
lucha de clase o bien el análisis histórico rea­ clase de los obreros modernos."
lizado a la luz de la evolución del proceso pro­ Disponiendo de los medios de producción
ductivo. La b. alcanza de esta manera su ple­ materiales, la b. se ha impuesto también espi­
na exaltación y resulta "el producto de un lar­ ritualmente, y sus "ideas dominantes" no han
go proceso de desarrollo, de una serie de con- sido otra cosa que la expresión ideal "de las
vulsionamientos en los modos de producción relaciones materiales dom inantes”, es decir
y en el comercio". Las condiciones ambien­ “ las relaciones dominantes tomadas como
tales favorables, una notoria capacidad ideas". Este proceso, que empezó con la ilus­
empresarial unida a conocimientos técnicos tración. ha encontrado una confirmación en
y profesionales, una buena disponibilidad de todo el siglo xviii. en la revolución francesa
capitales acumulados con anterioridad, la v finalmente la propia exaltación en el siglo
aceptación de la libre competencia como fac­ xtx Cultura, política, vida social y en gene­
tor determ inante de la producción, y por lo ral toda manifestación intelectual han teni­
tanto la consolidación del hombre, han hecho do como punto de referencia el modo de \ ida
de la b. la clase dominante de la época moder­ hurgues; el absulutu político representado por
na: este hecho se ha podido realizar, sin el liberalismo burgués, al que se ha hecho alu­
embargo, no sólo transform ando y haciendo sión. se ha extendido a todos los campos de
progresar decididamente el mundo de la eco­ la sociedad y a todos los momentos de la vida
nomía sino también trastocando toda la del hombre, y por consiguiente ha contado
estructura ética y cultural, típica de largos con interpretes y apologistas. Pero esto sin
periodos historíeos. Marx y Engels escriben tom ar en cuenta la contradicción ínsita en la
que: "La b. ha despojado de su aureola a todas b. en cuanto categoría social y en la teoriza­
las actividades que anteriorm ente eran con­ ción liberal de su existencia política, puesta
sideradas dignas de veneración y de respeto. en evidencia por Marx. El proletariado, en su
Ha transform ado al medico, al jurista, al calidad de clase política, ha propuesto, en
15» B U R G U E S IA

efecto, nuevos modos de vida y de cultura, que "nuevos", entre los que se ha consolidado
han constituido y representan una ruptura (como ya había sucedido en el pasado) como
revolucionaria con el pasado y el presente fuerza nacional dominante y capaz de absor­
'■burgueses’'. ber en sí misma las sacudidas del desarrollo,
El mismo poder político dentro del estado o el paso de condiciones de atraso absoluto
representativo, en nombre y por cuenta de la a condiciones de atraso relativo: esto, a pesar
b., ha generado alternativas internas autóno­ de las contradicciones internas y externas
mas de administración desde abajo, cuya agudizadas, que se manifiestan especialmente
corroboración histórica puede haber presen­ en todos los países del llamado tercer mundo.
tado fracasos o momentos de grave deficien­ En la actualidad, la b. no se presenta cier­
cia, pero que en todo caso sirven para signi­ tamente como un núcleo compacto, no obs­
ficar nuevas concepciones no sólo sobre el tante que las caracterizaciones de clase ten­
estado sino más genéricamente sobre la polí­ gan siempre una unidad, que hace que el con­
tica. Todo esto ba surgido de la revolución cepto mismo mantenga íntegro su contenido
burguesa, que fue la prim era en provocar la ideal, ya sea que se interprete positiva o nega­
concesión formal de las libertades políticas tivamente. Se tiene, en prim er lugar, una
a todos los hombres, pero que no fue capaz inversión de la tendencia en la relación que
de sustanciar estas libertades en un contex­ existe entre economía y política.
to social que pudiera garantizar su ejercicio La pequeña burguesía, en efecto, a pesar de
efectivo. proletarizarse cada vez más, tanto desde un
La interpretación marxista, modificada, punto de vista económico como desde uno
actualizada y transformada de diversas mane­ social, por una compleja serie de motivacio­
ras, sirve de base a las valoraciones de la b. nes psicosociológicas y por una especie de
de gran parte de la época moderna: no siem­ reacción contra la sociedad, en la que ha teni­
pre se ha tratado de análisis alternativos o do y tiene cada vez menos poderes —divididos
sustitutivos, y tal vez éstos se hayan adentra­ entre los competidores más aguerridos e
do más bien en la búsqueda de puntos de con­ informados como son, por una parte, el pro­
ciliación que en los de ruptura o de contras­ letariado y, por otra, el gran capital—, ha
te, pero ciertam ente se trata de valoraciones adquirido rasgos sociales cada vez más autó­
que no tienen su fundamento en síntesis abs­ nomos y originales. En casi todos los países
tractas sino más bien en la realidad de las de Occidente sirven actualmente como base
relaciones de clase y de las condiciones socia­ de su comportamiento político actitudes irra­
les de la b. misma.V cionales y extremistas, de reacción en contra
de una sociedad masiva que ya no concede
V LA BURGUESIA EN LA SOCIEDAD ACTUAL En la épo- nada al individuo “pequeñoburgués", el que
ca reciente, sobre todo después de la agita­ por lo tanto encuentra su propia seguridad
ción provocada por la reufirmación del socia­ y un modo de imponerse o en la subversión
lismo y del movimiento obrero a escala mun­ de derecha —de ahí la adhesión de muchos
dial, la b. como clase y en todos sus múltiples grupos comerciales, artesanales, de bajo
elementos ha tratado de reaccionar en térm i­ empleo público y privado, a movimientos fas­
nos en cierto modo originales contra los ata­ cistas o similares— o bien piensa que se pue­
ques que le dirigían el proletariado y sus de emancipar de su propia condición de ena­
manifestaciones organizativas. De posiciones jenación aceptando el revolucionarismo abs­
que un tiempo fueron meramente defensivas tracto de la subversión de izquierda en la que
ha pasado f recuentemente a la ofensiva, reac­ el extremismo es entendido como "remedio"
cionando unas veces con la autorrenovación contra la "senilidad" de las relaciones socia­
interna, otras veces con la violencia y la fuer­ les del mundo moderno. Se trata evidente­
za. El hecho es que. habiendo ocupado firme­ mente. en este segundo caso, de una b. sobre
mente el poder a lo largo de! siglo xix ha todo intelectual, que no encuentra una sali­
mantenido sus posiciones hcgemónicas (o pro­ da propia en la sociedad de alto desarrollo
gresistas o conservadoras) en gran parte del industrial, asumiendo una posición análoga
hemisferio occidental, y ha logrado también a la del subprolelariado en relación con el
extender su propio influjo a países y pueblos proletariado.
B U R G U E SÍA 159

Con criterios más tradicionales se pueden Benedetto Croce definió como "mediocridad"
valorar la mediana y gran b., que todavía se burguesa ("aquello que no es ni demasiado
pueden identificar como el grupo dirigente alto ni demasiado bajo" en el "sentir, en las
del capitalismo que mantiene en sus manos costumbres, en la forma de pensar”). De este
todo el ambiente cultural y la base misma, modo, la misma composición sociológica de
Financiera y social, de la industria capitalis­ la clase que recibe el nombre genérico de "h.”
ta. Sólidamente detentadora, según algunos, ha sufrido cambios fundamentales. Lo que no
de la estructura económica de la sociedad ha cambiado es el hecho de que esta clase
occidental, la mediana y alta b. guian también adm inistra en prim era persona o en forma
la política, directamente o a través de clases indirecta el poder de la sociedad capitalista
dirigentes que son su manifestación inmedia­ industrial y que por consiguiente subsisten
ta. Al recuperar la función revolucionaria todavía las relaciones (y las "luchas") de cla­
ejercida en los primeros tiempos de su exis­ se dentro de la misma sociedad, ya definidas
tencia política, la nueva (asi puede definirse) histórica y teóricamente por Marx y por
b. presenta una flexibilidad mayor que otros Engels y que se sustancian precisamente en
muchos grupos sociales —por ejemplo, que el conflicto permanente entre la b., entendi­
la pequeña b.—, demostrando que sabe adap­ da genérica o globulmente, por una parte, y
tarse mejor a los esquemas dinámicos del neo- el proletariado por otra.
capitalismo. a cuya consolidación ha contri­
buido ella misma. De ahí la aceptación si no : N. Bcrdiayev, De l’csprit bourgeois,
b ib l io g r a f ía

es que hasta la propuesta de una política Neuchatel. Delachaux et Niestlé, 1949: A. Borio.
moderadamente reformista, de una adquisi­ Borgbesia e proleiariato, en Crítica Sacíale,
ción dialéctica de la realidad del movimien­ xxxvm, 18. Milán. 1946: A. Caracciolo, l.'eta
to obrero, de un anticonformismo y a veces dclla borgbesia e de lie rivoluzione, xviii-xix secó­
también de una introspección crítica que lo, Bolonia. 11 Mulino. 1979; F. Chabod, Rorgbe-
hacen que la acción directiva de la res publi­ sia, en Enciclopedia Italiana, VII, Roma, 1930: B.
ca dirigida por la nueva b. en los países más Croce, Un equivoco concetlo storico: la horghe-
desarrollados sea homogénea con el desarro­ sia, en La Crítica, XXVI, Buri. 1928; G. de Ruggie-
llo no sólo económico sino social, y que se le ro, Storia del liberalismo europeo, Barí, Later-
pueda dar el calificativo de "progresista". za, 1945; A. Fanfani, Origini dello spirito capita-
En forma paralela, se puede interpretar la listico in Italia, Milán, 1933: A. Garosci, Sul con­
misma política como una forma actualizada ce tío di borgbesia: verifica storica di un saggio
y disfrazada de represión, y hasta como una crociano, en Miscellania Walter Maturi. Turín,
verdadera "manipulación de las masas" lle­ Giappichelli. 1966: B. Groethuysen, Origini dello
vada a cabo por el que detenta la adm inistra­ spirito borghese in Francia (1927), Turín Einau-
ción efectiva del poder. En efecto, se puede di, 1949; E.J. Hobsbawm. Ims revoluciones bur­
observar que estos términos no son contra­ guesas, 1789-1848(1962). Barcelona. Labor, 1978.
dictorios entre sí sino que responden a la rea­ 2 vols.; Ch. Morazé. El apogea de la burguesía:
lidad abigarrada de actitudes de una clase siglo xix (1957). Barcelona. Labor, R. Pernoud,
que trata de consolidarse cada vez más en un Orígenes de la burguesía (1969). Buenos Aires.
mundo dominado por el progreso científico Fabril: N. Quilici. Origine, svolgimento e insuf-
y tecnológico y, en consecuencia, por una con­ ficienza delta borgbesia italiana. Ferrara, 1932:
centración y cspecializacion del poder cada W. Sombart, El burgués (1913), Madrid, Alianza,
vez mayores, frente a las fuerzas que tratan, 1972: W. Sombart. Apogeo del capitalismo (1922),
por el contrario, de descentralizarlo y tras­ México, Fondo de Cultura Económica, 1946: A.
tocarlo o por lo menos de condicionarlo des­ Thierry. Essai sur l'histoire de la formalion et des
de la base. progrés du liers etal. París, Garnier. 1864: A. Tilg-
En vista de las consideraciones hechas ante­ her, Marxismo, socialismo, borgbesia. Bolonia.
riormente. se debe señalar que ha cambiado M. Buni. 1?~8; M. Weber. La ética protestante y
profundamente el modo de entender el “espí­ el espíritu del capitalismo (1905i. Barcelona,
ritu", la "mentalidad" y la “cultura” burgue­ Roma. 1962.
ses. y ha cambiado también de manera deci­
siva la forma particular de presentarse que [ G I A \ M A R IO H R A A O ]
160 B I RGLESIA NACIONAL.

poseían de hecho el control del sector produc­


burguesía nacional tivo de las materias primas quienes promo­
vieron, dicen, la lucha por la independencia
i. definición Aunque frecuentemente utiliza­ con el objetivo de adueñarse del control polí­
do en la literatura sociológica y política lati­ tico y estatal. Pero ¿hasta qué punto, enton­
noamericana, el concepto b. nacional ofrece ces, teniendo en cuenta el significado mera­
dificultades toda vez que se quiere dar de él mente político o formal de la independencia,
una definición precisa. Si con él se quiere podía ser ésta comparada con las revolucio­
designar en términos generales a aquellas nes burguesas europeas? De la poca unifor­
fuerzas sociales que han propugnado e inten­ midad de estos grupos habla a las claras la
tado llevar a cabo una política de comercio diversidad de intereses y de propuestas que
exterior independiente respecto de los países se manifiesta una vez que conquistan el poder
metropolitanos, en especial de Estados Uni­ político. Mientras un sector propugnaba un
dos. se trataría en todo caso de saber hasta desarrollo autónomo a través de un modelo
qué punto estas fuerzas pueden ser correcta­ que podríamos designar como bismarekiano
mente identificadas con una categoría inter­ o bonapartista, otro, en cambio, haciendo
pretativa tradicional como la de b. nacional. suyos los principios librecambistas, buscaba
Lo que si no se puede dejar de registrar es la vincularse a las nuevas metrópolis.
dificultad que presentan los esquemas clási­ Quienes se oponen a esta posición sostie­
cos de la división de la sociedad en clases para nen que una correcta aplicación de las cate­
explicar los cambios que se produjeron y que gorías m arxistas sólo permite hablar de la
se están produciendo en la estratificación existencia de una América Latina capitalista,
social de América Latina. No otra es la razón y consiguientemente de una clase burguesa,
de que, en particular, el concepto de b. nacio­ mucho tiempo después del siglo xvt.
nal, usado en analogía con la experiencia de Para la mayoría de los historiadores m ar­
aquellos países occidentales que fueron los xistas la formación de una clase burguesa,
primeros en realizar una revolución indus­ con rasgos distintivos respecto de la oligár­
trial, se presente en toda su ambigüedad. De quica, corre paralela con la expansión del
todas maneras, y a partir del desarrollo del capitalismo monopolista inglés. Con el pro­
capital monopólico u oligopólico, que incor­ ceso de consolidación de un sistema de divi­
pora cada vez más intensamente a la gran sión internacional del trabajo bajo la hegemo­
burguesía autóctona a la hegemonía de los nía de los países industriales que tiene sus ini­
capitales internacionales, el concepto b. cios en el siglo xix los países latinoamerica­
nacional es generalmente utilizado para nos asumen el papel de exportadores de mate­
designar a la mediana y pequeña burguesía rias primas, lo que permitió que a la par de
industrial. la oligarquía, que controlaba el sector produc­
tivo, y de los grandes comerciantes, se desa­
ii antecedentes históricos La mencionada rrollara un sector de burguesía industrial,
ambigüedad del concepto tiene que ver con esto es de propietarios de industrias dedica­
las dificultades para definir el tipo de forma­ das a la transformación de materias primas
ción economico-social que se consolida en la locales, sin olvidar a las pequeñas y media­
América Latina poscolonial. La determina­ nas empresas, con tecnología y capitales limi­
ción del momento en que el modo de produc­ tados, orientadas hacia la producción de
ción capitalista adquiere forma en la parte medios de consumo que carecían de interés
sur del continente ha dividido a los historia­ para los exportadores europeos. Por otro
dores marxistas. Para algunos de éstos (A. lado, el aumento de las exportaciones hahia
Gunder Frank y L. Vítale, por ejemplo) la exis­ dado lugar al surgimiento de sectores com­
tencia indubitable de un sector de “burgue­ plementarios —transporte y comercio, por
sía criolla" integrado por ganaderos, grandes ejemplo— cuya mano de obra constituía el
comerciantes, hacendados y propietarios de principal cliente de las empresas industria­
minas permite hablar de la existencia de una les nuevas. De cualquier manera, y a pesar de
sociedad capitalista a p artir del 1500. que la industria no dependía necesariamen­
Habrían sido precisamente estos g r u p o s que te de los productos destinados a la exporta­
BURGUESÍA NACIONAL 161

ción, su subordinación respecto del comercio consideraciones el problema de la alianza de


exterior resulta evidente en la medida en que la clase obrera con los otros estratos socia­
de él provenían los ingresos de sus potencia­ les y la relación del partido comunista con las
les consumidores. La consecuente debilidad otras organizaciones, la ic inicia el trata­
estructural de esta nueva burguesía indus­ miento de la problemática latinoamericana a
trial le impidió oponerse con éxito a la polí­ partir de 1920, en oportunidad en que en su
tica librecambista de un estado oligárquico II Congreso se elaboran las prim eras tesis
renuente, claro esta, a otorgarle cualquier sobre la "cuestión nacional y colonial". El
medida proteccionista que le perm itiera su reduccionismo de que hacia gala en sus aná­
consolidación y su crecimiento y dejándola, lisis de las estructuras económicas y de cla­
por lo tanto, sujeta a los peligros de la com­ ses la llevó a considerar a los países latinoa­
petencia de las manufacturas europeas. Las mericanos como predominantemente agríco­
características de este proceso encuentran su las y, por lo tanto, a las grandes masas cam­
explicación, según numerosos historiadores, pesinas como principales aliados de la clase
sólo remitiéndose a los orígenes sociales de obrera, dejando de lado cualquier intento de
los nuevos grupos industriales: éstos estarían detectar la existencia dentro de las clases
conformados o bien por los productores de dominantes de sectores con intereses contra­
m aterias primas, que se encargan ellos mis­ puestos, y a no interrogarse sobre la supues­
mos de su transformación, o bien por aque­ ta homogeneidad y uniformidad de sus vin­
llos sectores provenientes de la emigración culaciones con el imperialismo.
europea que por su falta de asimilación a la En 1923, un año después de la realización
sociedad criolla carecían de canales de pre­ del IV Congreso, se llamaba a los obreros y
sión política efectiva. campesinos a aliarse en contra de la burgue­
Ni la primera fase del proceso de industria­ sía de todos los estados americanos en la
lización latinoamericana, ni la segunda, es medida en que está “en prim era fila" en la
decir la que se inicia con posterioridad a la reacción contra el proletariado, y lucha a la
prim era guerra mundial y más especialmen­ vez contra la burguesía y contra el imperia­
te a partir de la crisis de 1929, podrán ser lismo. Sin embargo, pocos años después, en
comprendidas cabalmente con la utilización el VI Pleno de la ic. América Latina será
de ese ambiguo y a la vez contradictorio con­ designada como la China del Extremo Occi­
cepto de b. nacional. En otras palabras: la ori­dente, en circunstancias en que se había deci­
ginalidad de este proceso descarta la utiliza­ dido trasplantar la táctica experimentada en
ción de modelos clásicos toda vez que preten­ aquel país oriental del “bloque de las cuatro
de ser aprehendido.I clases” y sin que sea para nada el resultado
de un nuevo y más certero análisis de la
III BURGUESIA NACIONAL YPROPUESTAS POLITICAS La estructura de clases de esta zona del conti­
debilidad de las propuestas políticas que nente que pudiera arrojar luz respecto de las
toman como punto de partida la existencia de b. nacionales y de los movimientos revolucio­
una burguesía industrial consolidada en la narios pequeñoburgueses.
parte sur del continente americano no hacen No pasará mucho tiempo para que se pro­
sino confirm ar la endeblez o el mal uso del duzca un nuevo giro. En el VI Congreso rea­
concepto de b. nacional. lizado en 1928 se volvió a los esquemas pro­
1. Claramente condicionado por los esque­ puestos en el IV Congreso. La experiencia chi­
mas de la Internacional Comunista que, sobre na está nuevamente presente. El estado
la base de la división entre países coloniales democrático-burgués de la revolución colo­
y semicoloniales (y en donde la cuestión colo­ nial aparecía ahora como una breve fase de
nial era generalizada a partir de la experien­ transición. El informe de Humbert-Droz.
cia de los pueblos orientales), pretendía cons­ encargado de redactar las tesis sobre Améri­
truir una tipología abarcadura de los distin­ ca Latina, expresa con claridad esta “nueva”
tos países, los análisis marxistas de las cla­ propuesta cuando vincula el concepto de b.
ses sociales oscilaron al compás de los vaive­ nacional al desarrollo industrial y sostiene
nes políticos que afectaron a la organización que la imposibilidad de un desai i olio autó­
comunista internacional. Privilegiando en sus nomo e independiente de éste conlleva la in­
162 B IR G IK S lA NACIONAL

existencia de un sector burgués nacional. En nes instalaron las prim eras empresas indus­
consecuencia, la burguesía aparecía indefec­ triales. Para desarrollar este nuevo tipo de
tiblemente incluida en el campo de la contra­ actividad coadyuvaba la posición social m ar­
rrevolución. Pero esta vez la pequeña burgue­ ginal que ocupaban respecto de la sociedad
sía —que había desempeñado un papel des­ criolla. En un segundo momento, esto es a
tacado en la revolución mexicana—. aunque partir de 1930, la intervención del estado en
sin ninguna consideración sobre su natura­ la economía a través de una política de tari­
leza, aparecía, junto con el campesinado, fas preferenciales, facilidad crediticia, etc.,
acompañando al proletariado en la lucha con­ permitió en algunos países el surgimiento de
tra el imperialismo. Poco importó las apela­ una nueva clase de capitalistas que. en algu­
ciones a la singularidad latinoamericana nos casos, provenían de los sectores medios
expresada por algunos delegades de esos paí­ altos y, en otros, estos empresarios descen­
ses. La conferencia de los partidos comunis­ dían de la gran oligarquía. Todo esto en medio
tas latinoamericanos realizada en Buenos de la gran crisis de 1929 cuyas consecuencias
Aires en 1929, seguramente ayudada por la para los países sudamericanos se manifies­
profundidad de la crisis mundial desatada ese tan, entre otras cosas, en una brusca caída de
año y que parecía exacerbar las contradiccio­ la capacidad de importaciones, una reducción
nes de clase, sepultó definitivamente la con­ más que significativa de las exportaciones y
signa del frente único. prácticamente la clausura de los canales de
"La ofensiva del fascismo y las tareas de la fmandamiento internacional. La necesidad de
Internacional Comunista en la lucha por la sustituir los bienes que hasta ese momento
unidad de la clase obrera contra el fascismo", se adquirían en el exterior necesariamente
lema de discusión principal en el VII Congre­ estimuló, en aquellos países en donde existían
so de la te realizado en Moscú en 1935, reve­ pequeñas empresas dedicadas a la produc­
laba, otra vez, la posición central de la pro­ ción de bienes de consumo corrientes, la
blemática del frente único. La intensificación expansión del sector industrial orientado
de la ofensiva imperialista profundizaba las hacia el mercado interno.
contradicciones entre la burguesía colonial A partir de esta interpretación del proceso
y la burguesía imperialista y diversos secto­ de industrialización latinoamericano el cepa-
res de la burguesía local. Se realiza esta vez ll.m o (v.). con su propuesta de crecimiento
una distinción no sólo en el seno de las bur­ hacia adentro en el que la demanda interna
guesías nacionales sino también en el ámbi­ funcione como m otor dinámico del desarro­
to de los diversos imperialismos, pues a este llo, consideraba viable transform ar en un
último respecta cabe recordar que la guerra fenómeno estructural los fenómenos coyun­
era considerada "justa" en la medida en que turales de la industrialización sustitutiva de
se combatía contra el fascismo. importaciones y de la diversificación del sis­
2. Algunos años después un grupo de soció­tema productivo. A tal efecto, y como única
logos y de economistas pertenecientes a la forma de superar el progresivo deterioro de
Comisión Económica para América Latina los términos de intercambio respecto de los
(ceí'al) abordará desde una perspectiva lati­ productos primarios y los consecuentes dese­
noamericana el fenómeno de la b. nacional de quilibrios que traía aparejado, existía un solo
una m anera tal que habrá de influir intensa­ camino: promover una industrialización cuyo
mente a intelectuales y políticos de esa parte progreso tecnológico se difundiera, a p artir
del continente. del sector secundario, a otros sectores, en
Según esta concepción, y en lo que respec­ especial el primario. Sin embargo, esa indus­
ta al surgimiento y desarrollo de la burgue­ trialización orientada hacia la satisfacción de
sía industrial latinoamericana, habría que una demanda existente de bienes requería,
distinguir dos momentos. En el prim ero de para su expansión, de una ampliación del
ellos, hasta la crisis de 1929, la iniciativa mercado interno, pero también de nueva tec­
empresarial dependía fundamentalmente de nología. maquinaría, m aterias primas, etc.,
la emigración europea, pues más que peque­ toda vez que necesitaba intensificar su pro­
ños artesanos locales fueron comerciantes, ducción. Si de lo que se trataba era de pasar
capitalistas o técnicos de origen europeo quie­ a un estado superior de desarrollo autosos-
b u r g u e s í a n a c io n a l 163

tenido y de autosuficiencia en el sector de bie­ concepción y de sus propuestas. Basta pen­


nes de capital, para tal efecto la CEPAL propo­ sar en la permanencia e intensificación del
nía, bien que transitoriam ente, la utilización deterioro de los términos de intercambio. Sin
de créditos extranjeros y la implantación de dejar de indicar que las medidas propugna­
ciertas medidas proteccionistas, sin olvidar das por Prebisch, cuando fueron aceptadas
la sugerencia a los gobiernos de adoptar polí­ por los gobiernos nacionales, permanecieron
ticas de planificación (no concebidas como circunscritas en su aplicación a los aspectos
sustituías del mercado sino como un medio técnicos formales e institucionales adminis­
para dar eficacia a su operación) y de integra­ trativos, sin llegara form ar parte integrante
ción de los mercados regionales. Todo esto de una política económica. Pero ¿podía el vie­
será posible, conviene insistir, a través del jo estado ser el instrum ento adecuado para
estado en cuanto impulsor y gestor de la el desarrollo económico pregonado y, a la par,
industrialización y el desarrollo a través de los industriales latinoamericanos convertir­
una conducción consciente y deliberada, lo se en una verdadera burguesía?
cual equivale a suponer la posesión de un alto 3. Para los teóricos de la "independencia"
grado de autonomía respecto de los grupos la burguesía latinoamericana carecía de la
sociales. capacidad innovadora y revolucionaria pro­
Octavio Rodríguez afirma que la propues­ pias de la burguesía de aquellos países con
ta de industrialización cepalina contempla la una antigua industrialización, y por lo tanto,
modificación de la propiedad latifundista de no estaba en condiciones de resolver los pro­
la tierra v de las restantes condiciones de pro­ blemas planteados por el subdesarrollo.
piedad y tenencia relacionadas con ella, pro­ Haciendo uso de un esquema interpretati­
pone un desarrollo de tipo nacional sin dejar vo que no modificaba en su sustancia el uti­
de indicar la necesidad de regular y someter lizado por la cepal para la reconstrucción del
a control la participación del capital extran­ proceso de industrialización, los "dependen-
jero y. por último, favorece la modificación tistas" acuerdan la exigencia en ciertos paí­
de la estructura del comercio internacional ses latinoamericanos (Argentina, Brasil, Méxi­
a través de la búsqueda de una inserción más co, Chile, Uruguay, Colombia) de un merca­
ventajosa de la periferia en la división inter­ do nacional ya estructurado y de un sector
nacional del trabajo. "Como se aprecia —di­ industrial cuyo proceso productivo se orga­
ce Rodríguez—, implícitamente la referida niza "sobre la base de relaciones capitalis­
propuesta supone la existencia de ciertos gru­ tas", Es en este momento y en esta situación
pas sociales y, en líneas generales, da priori­ cuando adviene la crisis de 1929 que, entre
dad a los intereses de algunos de ellos. Aun otras cosas, y debido al aislamiento obliga­
cuando se plantea que sean excluyentes, des­ do respecto de los centros imperiales, dio
taca y privilegia los intereses industriales lugar al proceso de sustitución de importa­
nacionales, respecto a los de otros grupos ciones. Esto permitió la consolidación, en las
capitalistas. Entre éstos se pueden señalar los décadas del treinta y del cuarenta, de una b.
intereses vinculados a la gran propiedad agra­ nacional que, a través de regímenes de tipo
ria, al comercio de exportación e importación populistas pretendió llevar a cabo la “ revo­
que resulta del esquema tradicional de la divi­ lución burguesa”, meta ésta que no alcanzó
sión internacional del trabajo, v al capital a cumplirse en razón de las inclinaciones de
extranjero ítanlo el comercial, como el dedi­ la burguesía industrial a establecer compro­
cado a la producción prim aria o a la indus­ misos con la vieja oligarquía, sin que ésta per­
tria interna)." Pocas páginas antes, cuando diera su hegemonía. En consecuencia, la
:dude a las limitaciones de los aportes teóri­ reforma agraria, por ejemplo, quedó para
cos de la cei'AL, destaca que éstos no conside­ tiempos mejores. Con una excepción: México.
ran ni analizan las relaciones sociales que Y precisamente el sector externo de la eco­
están en la base del proceso de industrializa­ nomía, productor de las divisas que se nece­
ción y de las transformaciones de estructura sitaban para la adquisición de los bienes de
que el mencionado proceso lleva consigo. capital, continúo siendo necesario para el
Los acontecimientos de los últimos veinte desarrollo de la industria. Búsqucsc allí p ai­
años han mostrado las limitaciones de esta te del motivo que impulsaba a la burguesía
164 BURGUESÍA n a c io n a l

a entrar en compromisos con los sectores oli­ sibilidad de las otras fracciones burguesas de
gárquicos. A lo que hay que agregar, según imponer su hegemonía, tiende a intensificar
las concepciones dependentistas, que la su relativa autonomía política e institucional
industrialización latinoamericana no creaba v llega inclusu a asum ir directamente el
la propia demanda sino que apenas satisfa­ poder. La presencia de este sector y la de
cía la ya existente en lo que respecta a los bie­ aquellos sectores locales de los oligopolios
nes de uso. Por otro lado, a pesar de la inter­ internacionales y de los empresarios locales
vención del estado en lo que respecta a la vinculados a ellos, esto es de la denominada
creación de una infraestructura que posibi­ burguesía internacionalizada, torna pertinen­
lite el desarrollo de la empresa capitalista, la te la pregunta acerca de la posibilidad de exis­
industria de bienes de consumo siguió depen­ tencia de un espaciu para el denominado
diendo del exterior, y no sólo de la exporta­ einpresariado nacional. Dejando de lado el
ción de maquinarias sino también de mate­ origen de los capitales invertidos, y teniendo
rias primas. La insuficiencia en la disponibi­ en cuenta el proceso de internacionalización
lidad de divisas que devino de la crisis del sec­ de los mercados internos, por b. nacional aca­
tor externo, y habida cuenta de la necesidad so pueda simplemente entenderse esa frac­
de satisfacer —a través del abaratamiento de ción de la burguesía, integrada por em presa­
los productos— las necesidades generadas rios nacionales y extranjeros, que pretende
por el desarrollo de la economía, motivo que m antener "las relaciones sociales y produc­
en los años cincuenta se recurriese a los capi­ tivas que renuevan el estado y el sistema
tales norteamericanos como forma de conse­ nacional” y, a su vez. sostener las formas
guir la tecnología avanzada que se necesita­ nacionales a los efectos de "reproducir el
ba, tecnología ésta que ya había devenido modo de producción capitalista”.
obsoleta en los países metropolitanos. La
ofensiva "neoimperialista” —que se manifes­ BIBLIOGRAFIA: J. Aricó. La Terca Internazionale,
tó en la instalación de sucursales de firmas en / protagonisti delta rivoluzione iti America
norteam ericanas y en la consiguiente acele­ Latina, vol. n, Milán, cei, 1973; C.S. Assadourian
ración del proceso de monopolización y de Votros, Modas de producción en América Lati-
desnacionalización— sacudió intensamente a na, México, Cuadernos de Pasado y Presente 40,
las b. nacionales hasta el extremo de hacer­ 1973: S. Bagu, Economía de la sociedad colonial.
las abandonar todo proyecto reformador y de Buenos Aires. El Ateneo, 1949; V. Bambino. El
desarrollo económico autónomo. capitalismo dependiente latinoamericano, Méxi­
La desarticulación de aquellos sectores a co, Siglo XXI, 1974: F.H. Cardoso y E. Faletto.
los que se designaba con el nombre genérico Dependencia y desarrollo en América iMtina,
de b. nacional y su incorporación a un siste­ México, Siglo XXI, 1969; F.H. Cardoso, Ideolo­
ma de alianza de nuevo tipo fue percibida por gías de la burguesía industrial en sociedades
algunos dependentistas como una tendencia dependientes (Argentina y Brasilf, México. Siglo
de la burguesía orientada hacia la sobreex­ XXL 1971; M. Carmagnani, Formación y crisis
plotación de la clase obrera y hacia la implan­ de un sistema feudal. América Latina del siglo
tación de una política subimperialista (Bra­ xvi a nuestros días, México. Siglo XXI, 1976; A.G.
sil), razón por la cual se la llegó a considerar Frank, Capitalismo y subdesarrollo en América
como "el enemigo inmediato de la liberación iMtina, México, Siglo XXI, 1970; C. Furtado, La
nacional". economía latinoamericana: formación histórica
Resulta imposible dejar de aludir a ese otro y problemas contemporáneos, México. Siglo XXI,
fenómeno que se produjo a partir de la expan­ 1976’; E. Galeano. Las venas abiertas de Améri­
sión del sector público en la economía: el sur­ ca Latina, México, Siglo XXI, 1971; T. Halpcrin
gimiento de lo que se ha denominado como Dunghi, Historia contemporánea de América Lati­
"burguesía de estado”, esto es un estrato de na, Madrid, Alianza. 1972; H. Jaguaribe y otros.
burocracia técnico-profesional de nuevo tipo La dependencia político-económica de America
que controla políticamente el aparato produc­ Latina, México, Siglo XXI, 1970: R.M. Marini,
tivo estatal y que, según Aníbal Ouijano, cons­ Subdesarrollo y revolución, México, Siglo XXL
tituye, junto con las fuerzas armadas, un sec­ 1969: D. Ribeiro, El dilema de América Latina,
tor de autoridad intermedia que, ante la impo­ México. Siglo XXL 1971: E. Scur/anella, Bor-
BUROCRACIA 165

fihesie nazionali, en Storia de II'Ame rica Latina, una percepción clara de los peligros internos
vol. VI de II mundo contemporáneo, a cargo de de la existencia de un aparato fuerte y con­
M. Carmugnani, Florencia, La Nuova Italia, 1979: centrado: asi. R. Michels, basándose en el cuso
R. Schlesinger, La Internacional Comunista y el del partido socialdemócrata alemán, sostie­
problema colonial, México, Cuadernos de Pasa­ ne que toda organización implica una oligar­
do y Presente 52, 1974; O. Sunkel y P. Paz, El sub­ quía; alrededor de los mismos años (1904), R.
desarrollo latinoamericano y la teoría del desa­ Luxemburg entró en polémica con Lcnin acu­
rrollo, México, Siglo XXI, 1970. sándolo de sofocar la espontaneidad revolu­
cionaria de la clase obrera con una férrea
[COMITE EDITORIAL] organización burocrática del partido. Más
tarde, Trotski criticó el aparato del partido
comunista bolchevique, afirmando que ame­
nazaba transform arse en un estrato privile­
burocracia giado dentro de la sociedad socialista. Estos
mismos temas pueden encontrarse en la polé­
I AMBIGÜEDAD DEL TERMINO. El término b. fue mica de la nueva izquierda que identifica en
acuñado por prim era vez hacia la mitad del el burocratism o y en el dirigismo centraliza­
siglo xvni por un economista fisiocrálico. do el verdadero enemigo del socialismo. En
Vincent de Gournay, para designar el poder la tradición marxista, pues, los conceptos de
del cuerpo de funcionarios y empleados de la b., burocratism o v burocratización se usan
adm inistración estatal constituido para sobre todo para indicar la progresiva rigidez
tareas especializadas bajo la monarquía abso­ del aparato del partido y del estado a expen­
luta y dependiente del soberano. Basta con­ sas de las exigencias de democracia de la base
siderar la polémica fisiocrática contra la con­ (v. aparato; burocratización).
centración administrativa y el absolutismo En el transcurso del siglo xix se perfila,
para darse cuenta de que el término nació con sin embargo, otra concepción de la b. que
una fuerte connotación negativa. Con este sig­ emplea el término en sentido técnico y no
nificado fue acogido, al principio del siglo polémico. Se trata del conjunto de estudios
xix, en algunos diccionarios, y empleado por jurídicos y de ciencia de la administración
algunos novelistas como Balzac, y se difun­ alemanes que versan sobre el Bureausystem,
dió muy pronto en muchos países europeos el nuevo aparato adm inistrativo prusiano
en los que fue usado de manera polémica por organizado monocrática y genéricamente que,
liberales y radicales para atacar el formalis­ a principios del siglo xix, sustituye los viejos
mo, la altanería y el espíritu de cuerpo de la cuerpos administrativos colegiados. El hin­
administración pública en los regímenes auto­ capié de estas obras es normativo y se refie­
ritarios, especialmente en Alemania. Este uso re especialmente a la especificación precisa
del término es también el que se institucio­ de las tareas, a la atribución de esferas de
nalizó más en el lenguaje común y llegó has­ competencia bien delimitadas y a los criterios
ta nuestros dias para referirse críticamente de admisión y de carrera. Para esta tradición
a la proliferación de normas y reglamentos, técnico-jurídica el concepto de b. designa una
al ritualismo, a la falta de iniciativa, al des­ teoría y una práctica de la administración
perdicio de recursos, en una palabra al influjo pública que se considera la más eficiente
de las grandes organizaciones públicas y pri­ posible.
vadas. Estas tres acepciones del término —disfun­
Una segunda acepción, igualmente negati­ cionalidad organizativa, antidemocraticidad
va, es la que desarrolló el pensamiento m ar­ de los aparatos de partido y estatales, técni­
xista. Aunque Marx se ocupó sólo marginal­ ca de la administración pública—, se han uni­
mente de la cuestión, sus seguidores, al do en el vocabulario de las ciencias sociales
encontrarse frente a la tarea de construir el modernas para dar vida a una extraordina­
partido y el estado socialistas, se vieron obli­ ria proliferación conceptual. Recientemente
gados a prestar mayor atención a los proble­ un autor ha encontrado hasta siete concep­
mas organizativos. Especialmente los que tos modernos de b. (Albrow, 1970, pp. 113-
provenían de un modelo sindicalista tuvieron 143), y ante esta ambigüedad del término
166 BUROCRACIA

algunos investigadores se han preguntado si estos modelos, de casos históricos particula­


no es más oportuno considerar el vocablo b. res. Es útil seguir esta triple perspectiva para
como un ejemplo de formulaciones inciertas exponer la concepción weber iana de la buro­
de las ciencias sociales primitivas y descar­ cracia.
tarlo del léxico científico moderno. Se pue­ a] La burocracia como concepto. Es bastan­
de, sin embargo, evitar una conclusión pesi­ te paradójico que la definición del concepto
mista de esta especie si tomamos como pun­ de b., convertida luego en objeto de largas dis­
to de referencia la conceptual ilación dada por cusiones por parte de politólogos y sociólo­
Max Weber, que considera a la b. como una gos. represente el aspecto menos original de
variante moderna y especifica de las solucio­ todo el estudio weberiano, en cuanto que
nes dadas al problema general de la adminis­ todos sus elementos pueden encontrarse en
tración. la ciencia de la administración alemana de la
época. Sintéticamente, las características de
II LA CONCEPTUALI7.ACIÓN WEBERIANA. La Concep- la b. para Weber son las siguientes:
tualización weberinna de la b. se encuadra 1] El prerrequisito de una organización
dentro de su análisis de los tipos de dominio burocrática está constituido por la existen­
(Herrschaft). Los dos elementos esenciales de cia de reglas abstractas a las que están liga­
esta tipología son la legitimidad y el aparato dos el detentador (o los detentadores) del
administrativo: Weber, en efecto, sostiene que poder, el aparato administrativo y los domi­
todo poder trata de despertar y fomentar la nados. De ahí que las órdenes se legitimen
fe en su propia legitimitad y que "todo poder sólo en la medida en que quien las emite no
se manifiesta y funciona como adm inistra­ se sale del ordenamiento jurídico impersonal
ción” (Weber, 1922). Por lo tanto, establece del que recibe su poder de dominio y, en for­
una distinción entre el dominio legitimo y el ma simétrica, que la obediencia sólo es obli­
no legítimo y. dentro del primero, entre domi­ gatoria dentro de los límites fijados por dicho
nio c a rism á tic o , tra d ic io n a l y legal- ordenamiento.
burocrálico. El dominio carismático está legi­ 2] Con base en este principio general de legi­
timado por el reconocimiento de los poderes timidad, una organización burocrática se
y de las cualidades excepcionales del jefe, y caracteriza por relaciones de autoridad entre
su aparato consiste típicamente en el grupo posiciones ordenadas sistemáticamente en un
de sus "discípulos", es decir de los individuos mudo jerárquico, por esferas de competencia
elegidos por el jefe entre los miembros de la claramente definidas, por una elevada divi­
comunidad (v. carlsma). La legitimidad del sión del trabajo y por una clara separación
dominio tradicional está constituida por la entre persona y oficio, en el sentido de que
creencia en reglas y poderes antiguos, tradi­ los funcionarios y los empleados no poseen
cionales e inmutables, mientras que su apa­ a titulo personal los recursos administrativos,
rato puede adoptar formas tradicionales o de los que más bien deben rendir cuentas, ni
feudales. El dominio legal se caracteriza, des­ pueden apropiarse del oficio. Además, las fun­
de el punto de vista de la legitimidad, por la ciones administrativas se ejercen de manera
existencia de normas formales y abstractas continuada y basándose en documentos
y, desde el punto de vista del aparato, por la escritos.
de un cuerpo adm inistrativo burocrático. 3] El personal empleado por una estructu­
Weber define, pues, la b. como la estructura ra adm inistrativa burocrática es típicamen­
adm inistrativa de la que se vale el tipo más te libre, es tomado bajo contrato, y en vil tud
puro de dominio legal. de calificaciones técnicas específicas, se le
El estudio weberiano de los “tipos ideales” compensa con un estipendio fijo en dinero,
de dominio incluye tres distintos niveles de tiene una carrera regular y considera el pro­
análisis (Roth, 1970): el prim ero consiste en pio trabajo como una ocupación de tiempo
la formulación de conceptos claramente defi­ completo.
nidos; el segundo, en la construcción de mode­ Weber está perfectamente consciente de
los sacados de fenómenos históricos semejan­ que esta serie de características no pueden
tes desde el punto de vista empírico; el terce­ encontrarse con mayor o menor aproxima­
ro, en la explicación especifica, a partir de ción en los casos históricos concretos y que
BUROCRACIA 167

por tanto no representa fielmente sino que En la construcción del modelo burocráti­
simplifica y exagera la realidad empírica. Sin co, Weber adopta el siguiente procedimien­
embargo, esta simplificación y exageración to. En prim er lugar considera algunos presu­
son necesarias para lograr una clara concep- puestos históricamente importantes para el
tuali/ación. Desde este punto de vista, la defi­ surgimiento y la consolidación de aparatos
nición de b. adquiere su pleno significado sólo burocráticos. É*>tos se reducen sustancial­
cuando se la compara con otros tipos de admi­ mente a tres: la existencia de un sistema de
nistración en una amplia perspectiva histó­ racionalidad legal, el desarrollo de una eco­
rica. Por ejemplo, Weber contrapone varias nomía monetaria y la expansión cualitativa
veces el sistema burocrático, que él conside­ y cuantitativa de las tareas administrativas.
ra propio del estado moderno, con el patri­ La falta de una de estas condiciones no sig­
monial. En este último los funcionarios no se nifica que no se pueda ya hablar de b. sino
reclutan con base en un contrato sino que son que identifica más bien una línea de desarro­
típicamente esclavos o clientes del que deten­ llo del sistema burocrático distinta de la de
ta el poder y, en lugar de contar con una retri­ la b. moderna. Por ejemplo, se han desarro­
bución fija, se ven compensados con benefi­ llado organizaciones burocráticas aun en
cios en especie o en dinero; las tareas admi­ ausencia de una economía monetaria, como
nistrativas no se asignan con base en crite­ lo demuestran los casos del antiguo Egipto,
rios relativos a las esferas de competencia de la China posfeudal y de los imperios roma­
impersonales y a jerarquías racionales sino no y bizantino. Se trata, sin embargo, de sis­
que se otorgan, en parte, siguiendo la trad i­ temas burocráticos intrínsecamente inesta­
ción y, en parte, el arbitrio del soberano; la bles: en efecto, en la medida en que los fun­
distinción entre persona y oficio no existe, en cionarios se ven compensados en especie y no
cuanto que todos los medios de adm inistra­ en dinero, la regularidad de su retribución se
ción se consideran parte del patrimonio per­ vuelve problemática y ellos intentan apropiar­
sonal del que detenta el poder; finalmente, las se de las fuentes de impuestos y de ingresos
funciones adm inistrativas no tienden a ejer­ del sistema. Esta tendencia conduce a una
cerse de manera continuada. A la luz de seme­ centralización del aparato burocrático y, en
jantes distinciones, el concepto de b. revela último análisis, a su transformación en una
su propia utilidad: éste, como los demás tipos estructura patrimonial.
ideales de los aparatos de dominio, sirve para En segundo lugar, Weber destaca los prin­
identificar de manera muy general las carac­ cipales efectos de la b. moderna. El prim ero
terísticas adm inistrativas de un vasto perio­ consiste en la concentración de los medios de
do histórico y para establecer un punto de vis­ administración y de gestión en manos de los
ta indispensable para el análisis empírico de que detentan el poder. Este fenómeno se veri­
casos concretos. En este sentido, también la fica en todas las organizaciones de grandes
m ulticitada afirmación weberiana de que la dimensiones: en la empresa capitalista, en el
administración burocrática es, ceteris pari- ejército, en los partidos y en el estado, en la
bus, técnicamente superior a todas las demás, universidad. El análisis de Marx sobre la
es válida sólo en la medida en que la b. es com­ separación del trabajador de los medios de
parada con los aparatos típicos del dominio producción no es para Weber más que un
tradicional y carismático. ejemplo de este proceso general de concen­
b] La burocracia como modelo histórico. tración. El segundo efecto de la b. moderna
Weber no sl- limita a enunciar de manera está­ es la nivelación de las diferencias sociales que
tica las características del tipo de dominio resulta del ejercicio de la autoridad confor­
legal-burocrálico sino que construye con ellas me a reglas abstractas e iguales para todos
un modelo dinámico. Este modelo especifica y de la exclusión de consideraciones perso­
cómo casos empíricamente semejantes, que nalistas en el reclutam iento de los funciona­
entran dentro del tipo ideal de b., funcionan rios. Esta tendencia niveladora está ligada a
bajo determinadas condiciones y explicitan un importante cambio en el sistema escolar.
una gama de variaciones que incluyen las ten­ Mientras que el ideal educativo de una admi­
dencias hacia una mayor estabilidad o hacia nistración compuesta de notables es la del
la transformación o declinación. “hombre culto" formado con estudios de tipo
168 BUROCRACIA

clásico, el ideal educativo de la b. es el "exper­ tas, Weber sostiene que el estado moderno,
to ” formado por medio de un entrenamiento independientemente de su régimen político,
técnico-científico y cuya competencia está no puede prescindir de la b.: la única alter­
certificada por la superación de los exáme­ nativa que tiene en la administración públi­
nes especializados. ca es el diletantismo. Esto tiene considerables
En tercer lugar, finalmente, Weber consi­ implicaciones para el ejercicio del poder. En
dera los conflictos potenciales inherentes a un sistema de dominio legal-burocrático no
un sistema de dominio legal-burocrático. le basta al líder con derrotar a los demás líde­
Éstos conciernen tanto al principio de legiti­ res en la contienda electoral sino que debe
midad como a la relación entre el aparato y también supervisar la actuación de la b. en
el que detenta el poder. El principio de legi­ cuyas manos está el ejercicio cotidiano de la
timidad de un sistema de autoridad legal con­ autoridad. El control de la b. ha vuelto parti­
tiene una tensión interna entre justicia for­ cularmente difícil el hecho de que el que
mal y justicia sustancial que. en el nivel de detenta el poder se encuentra en la posición
la estructura social, se concreta en la relación de un diletante en comparación con el funcio­
compleja entre b. y democracia de masa. Pol­ nario que puede explotar la propia competen­
lo que respecta a la igualdad de los ciudada­ cia técnica y aprovechar el secreto de oficio
nos ante la ley y al reclutam iento del cuerpo para rechazar las inspecciones y los contro­
burocrático con criterios universalistas en les. Previendo la posible, aunque ilegitima,
lugar de utilizar para ello los de adscripción, expansión del poder burocrático, Weber sos­
existe una afinidad entre b. y valores demo­ tuvo que la b. sigue siendo compatible con un
cráticos. En este sentido. Weber sostiene que sistema de autoridad legal sólo cuando la for­
la b. es un inevitable fenómeno colateral de mulación de las leyes y la supervisión de su
la democracia de masa. Sin embargo, estos aplicación siguen siendo prerrogativas reales
criterios de igualdad formal pueden produ­ de los políticos: si el aparato burocrático
cir resultados ambiguos desde el punto de vis­ logra usurpar el proceso político y legislati­
ta de la igualdad sustancial. En efecto, la vo, se deberá hablar de un proceso de buro-
selección de funcionarios por medio de cri­ cratización que ha rebasado los límites del
terios objetivos puede hacer que surja una sistema de dominio legal y ha transform ado
casta privilegiada con bases meriiocráticas; la estructura. (Weber, 1918.)
por otro lado, la igualdad de todo ciudadano Para Weber, las características típicas del
ante la ley entraña la irrelevancia de criterios líder político son diametralmente opuestas a
sustanciales de equidad. Es posible, por lo las del burócrata. Este es responsable sólo de
tanto, que las fuerzas sociales que se inspi­ la eficaz ejecución de las ordenes y debe
ran en los ideales democráticos requieran la subordinar sus opiniones políticas a su sen­
ampliación del acceso a los oficios, llegando tido del deber de oficio; aquél es un hombre
a proponer que se siga el método electivo, aun de partido que lucha por el poder, que debe
a expensas del requisito de la preparación manifestar capacidades creativas y asumir
especializada, y la introducción de criterios responsabilidades personales por iniciativa
sustanciales en la administración de Injusti­ política propia. En el fondo, en una democra­
cia. A su vez, estas exigencias tienden a ser cia de masa, el control del líder político sobre
rechazadas por la b. que, por motivos mate­ la b. estatal y de partido se hace posible prin­
riales e ideales, está ligada a los estándares cipalmente gracias a su capacidad “carisma-
de la justicia formal. tica" de obtener un éxito electoral en condi­
Según Weber, la tensión entre justicia for­ ciones de sufragio universal. Pero aun esta
mal y sustancial es un dilema que no puede tendencia, si se lleva al extremo, puede tener
eliminarse en un sistema de dominio legal; como resultado una modificación del sistema
cuando se modifica este difícil equilibrio, en de dominio legal burocrático: el carisma del
un sentido o en otro, el sistema de dominio lider puede transform ar una democracia ple­
legal se ve sometido a transformaciones. biscitaria en un régimen cesarista y, en ulti­
El segundo conflicto se refiere a la relación ma instancia, totalitario.
entre liderazgo político y aparato administra­ Concluyendo: las tensiones y el potencial
tivo. En polémica con socialistas y anarquis­ conflictivo en los dos niveles de la legitimi­
BUROCRACIA 169

dad y del aparato hacen que el equilibrio del la totalidad de los altos funcionarios provie­
sistema legal burocrático sea intrínsecamente ne de familias de la clase media superior. Esta
inestable y esté expuesto a tendencias caris- homogeneidad social de las élites administra­
máticas y neopatrimoniales. tivas. reforzada por los vínculos culturales y
c] Teorías seculares de la burocracia. La de amistad personal producidos por las ins­
existencia de precondiciones históricas que tituciones especializadas en la preparación de
pueden ser satisfechas o no y la combina­ los funcionarios como las Grandes Écoles en
ción de los conflictos y de las tensiones a las Francia (Suleiman, 1974) o algunas universi­
que nos hemos referido hacen que el proceso dades privadas en los países anglosajones,
de burocratización no sea ni unilineal ni irre­ tienden a reforzar la conciencia de grupo de
versible: “Se debe observar siempre en qué di­ los altos funcionarios. A este propósito, la cla­
rección específica avanza la burocratización ve variable parece estar constituida por la
en cada caso histórico particular" (Weber, estructura del sistema escolar: en los lugares
1922). Estas explicaciones históricas especifi­ en que es abierto y tiende a modificar el sis­
cas, a las que por su amplio alcance se les ha tema preexistente de estratificación es posi­
dado el nombre de “teorias seculares" (Roth, ble encontrar una cierta movilidad social en
1970) y que lógicamente parten del modelo es­ el vértice del personal administrativo (éste
bozado anteriormente, son numerosas en la parece ser el caso de los países escandinavos);
obra de Weber se refieren, por ejemplo, a la b. de otro modo éste puede convertirse en un
patrimonial china, al surgimiento y la conso­ grupo cerrado que se autorreproduce. El sis­
lidación del aparato burocrático estatal en tema escolar tiene también un cierto influjo
la Europa continental, al distinto desarrollo en las dimensiones del aparato burocrático:
de la administración estatal en Inglaterra. en efecto, cuando la afluencia de diplomados
La exposición y valoración de estos análisis y titulados al mercado de trabajo es superior
sobrepasa los limites de esta voz.I. a la demanda de la economía, la adm inistra­
ción estatal se convierte en la salida más fre­
III. ALGUNOS PROBLEMAS DE LAS Bl'RQCBACIAS PÚBLICAS cuente de este excedente intelectual. Como se
modernas. El estudio weberiano de la b., a ha sostenido a propósito de Italia (Sylos-
pesar de haber sido elaborado hace más de Labini, 1976) y de otros países, esto provoca
sesenta años y estar ligado, por consiguien­ una "patológica" expansión de la b., especial­
te. en ciertos aspectos, a la situación política mente en los niveles medio-bajos.
de los prim eros años del siglo, ha registrado Aunque metodológicamente no sea correc­
algunos problemas cruciales que después han to inferir conclusiones automáticas relativas
sido objeto de numerosos análisis. En el cam­ a la acción de los funcionarios partiendo de
po de la b. pública, los temas abordados con su origen social, sin embargo esto tiene impli­
más frecuencia por la literatura reciente se caciones significativas respecto del control
refieren a la composición social de la b.. a las político de la b. Por ejemplo, se ha sostenido
causas que influyen en la naturaleza y la que el buen funcionamiento del sistema admi­
extensión de su poder, a sus relaciones con nistrativo británico se deriva del hecho de que
los grupos de interés y, finalmente, a su efi­ miembros del gobierno y altos funcionarios
cacia administrativa. provienen de la misma clase social y tienen,
Ya hemos señalado que los criterios meri- por lo tanto, opiniones semejantes acerca de
tocráticos de reclutamiento tienen la venta­ importantes problemas políticos (Kingsley,
ja de excluir cualidades adscriptivas e inte­ 1944). Sin embargo, más que la clase de ori­
reses políticos del proceso de selección del gen de los funcionarios, hay otras dos varia­
personal administrativo. Sin embargo, tienen bles que parecen influir en el grado de auto­
también la desventaja de reflejar la desigual nomía respecto del control político de los apa­
distribución social de las op ortunidades favo­ ratos administrativos modernos. La primera
reciendo a los grupos social y culturalmente se refiere a la medida en que un código de éti­
más aventajados. Diversos estudios sobre la ca profesional que destaque la neutralidad
composición social de la b. en los países política de la b. sea efectivamente asimilado
anglosajones v en la Europa continental han por los funcionarios; la segunda se refieie al
llegado a la conclusión unánime de que casi grado de legitimidad y estabilidad del siste­
170 BUROCRACIA

ma político. En los lugares en que el código lado Selznick (1949), la tendencia de las
de ética ha sido aceptado genuinamente por estructuras adm inistrativas a asegurarse el
la b. y es alta la estabilidad del orden políti­ consenso y la cooperación de los grupos socia­
co, el control del aparato administrativo no les más fuertes en las propias áreas de ope­
presenta problemas particulares; en caso con­ ración, corre el riesgo de una radical aunque
trario, la b. tiende a extender su poder y a latente transformación de los fines programá­
imponerse como un cuerpo independiente ticos para los que se habían creado original­
frente a la autoridad política. Los casos de mente estas estructuras.
Inglaterra y de Francia ilustran estas dos El análisis de las relaciones entre b. y gru­
posiciones opuestas. En Inglaterra, la neutra­ pos de interés ha llevado también a muchos
lidad política del civil senice y el fuerte gra­ investigadores ha reformular el problema de
do de legitimidad del sistema político ha la eficiencia administrativa. Ésta va no con­
garantizado las buenas relaciones entre la b. siste en la aplicación rígida e imparcial de las
V el gobierno, aun, contra lo que suponían órdenes por parte del burócrata sino en su
algunos, con la llegada al poder del partido receptividad de los fines sociales y políticos
laborista en la inmediata posguerra. En cam­ del sistema: en un régimen político pluralis­
bio en Francia la insistencia sobre la lealtad ta, estu implica una mayor ductilidad de la
de la b. hacia el partido en el gobierno alentó acción adm inistrativa v una más amplia dis­
la formación de claras actitudes políticas ponibilidad de la b. a la contratación y al com­
entre los altos funcionarios y la tradición promiso con los diversos grupos sociales.
establecida por el régimen los llevó a asumir Implícita o explícitamente —afirmaciones de
un papel político independiente. La consi­ este tipo suenan como críticas para la clara
guiente desconfianza del poder político fran­ distinción weberiana entre política y adminis­
cés en la neutralidad de la b. se ilustra muy tración—- se sostiene, en efecto, que mientras
bien con la institución, existente también en esta distinción tenia sentido en una estructu­
otros países con tradiciones políticas pareci­ ra social y que la actividad política era una
das, del cabinct ministeriel, o sea de un cuer­ prerrogativa de un restringido circulo de
po de tipo “patrim onial" formado por estre­ notables, resulta menos ilustrativa en el esta­
chos colaboradores personales del ministro do contemporáneo, en el que la proliferación
que actúa como intermediario entre éste y los paralela de las funciones administrativas y de
funcionarios de carrera y controla la fiel apli­ los grupos de interés ha desplazado la sede
cación de las directivas políticas. de numerosas decisiones políticas cada vez
Unido al problema del control político está más lejos del gobierno propiamente dicho.
el de las relaciones entre la b. y los grupos
de interés (v. grupos de presión). El incremen­ IV EL MODELO BUROCRATICO Y EL ANALISIS DE LAS
to de la intervención del estado en la "socie­ organizaciones Si la conccptuación weberia­
dad civil" ha implicado una descentralización na de la b. sigue siendo, de una manera u otra,
adm inistrativa junto con una delegación de muy útil cuando se aplica, en una perspecti­
actividades propiamente políticas a los admi­ va histórico-comparadu, a sistemas políticos
nistradores. Estos últimos, por otra parte, de dimensiones considerables, su poder ana­
han experimentado la necesidad, con el fin de lítico disminuye en el análisis microsocial de
adquirir la información necesaria, de estable­ las organizaciones. De hecho, cierto número
cer relaciones de cooperación y de legitimar de trabajos teóricamente orientados en una
la propia acción, de comunicar c interactuar perspectiva funcionalista y metcdológicamen-
más con los grupos relevantes de interés que te fincados en el estudio del caso le han hecho
poco a poco han ido aumentando en número severas críticas (v„ por ejemplo, Blau, 1957;
como resultado de la expansión del proceso Crozier, 1963; Gouldner. 1954; Selznick, 1949:
de democratización y de la más eficaz orga­ Stinchcombe, 1959). En síntesis, estas criti­
nización política de los ciudadanos (Ehrmann, cas pueden reducirse a dos puntos fundamen­
1961: Bendix, 1968). A la larga, sin embargo, tales. El prim ero es que el análisis weberia-
estas relaciones pueden dar origen a fenóme­ no no ofrece una descripción empíricamente
nos de tipo clientelar que evitan el control del cuidadosa de las estructuias organizativas.
poder político central. Además como ha seña­ Sobre todo, los elementos del tipo ideal se
BUROCRACIA 171

sitúan en diversos niveles de generalidad: político que era, estuviera perfectamente al


algunos, como el uso de personal especiali­ corriente de los procesos informales que
zado. los pagos en efectivo y la definición con- intervenían en las organizaciones, no se preo­
tractural de las tareas, son propios del genus cupó por estudiar sistemáticamente este pro­
de las administraciones racionales; otros, blema en cuanto que no estaba interesado en
como el sistema jerárquico, la presencia de construir una teoría general de los fenóme­
un amplio cuerpo administrativo y la conti­ nos organizativos. El debate científico sobre
nuidad de operaciones caracterizan la espe­ el concepto weberiano de b. es, pues, un resul­
cie de las administraciones propiamente tado menos fecundo de lo que se hubiera podi­
burocráticas en cuanto opuesta a la de las do esperar.
administraciones profesionales. Esta confu­ En estos últimos años, sin embargo, el
sión entre b. y profesionalismo existe también divorcio entre el análisis macrosocial de la b.
dentro del concepto weberiano de autoridad y la teoría de las organizaciones está resul­
que se basa al mismo tiempo en la jerarquía tando menos claro con ventaja reciproca de
(b.) y en la competencia (profesionalismo). El las dos orientaciones de estudio. Esto se des­
segundo grupo de criticas dirigidas a Weber prende de dos nuevas tendencias de la socio­
sostiene que su tipo ideal es una mezcla inde­ logía de la organización (cf. Perrow, 1972). La
bida de un esquema conceptual —las carac­ primera consiste en volver a prestar atención,
terísticas que definen la b.— y de una serie después de un cierto periodo de desinterés,
de hipótesis —la afirmación de que la b. maxi- a las estructuras formales y a las normas
rniza la eficiencia organizativa. Por el lado organizativas como elementos que delimitan
contrario a esta afirmación se ha sostenido la arena en la que se libra la lucha por el
que la adhesión de los funcionarios a las nor­ poder de los grupos internos de la organiza­
mas burocráticas se transforma fácilmente en ción: esta perspectiva presenta afinidades
ritualismo; que la jerarquía, la especialización sustanciales con el análisis weberiano de los
y la centralización tienden a distorsionar la conflictos que ocurren dentro del sistema
información y por lo tanto a hacer más difí­ legal-burocrático. La segunda tendencia con­
cil la correcta toma de decisiones (Wilensky, siste en conceptualizar la relación entre orga­
1967); que la determinación unilateral de la nización y ambiente, que ya no prevalece des­
conducta adm inistrativa por parte de los de el punto de vista de la organización, des­
superiores limita la capacidad de iniciativa tacando. en una visión funcionalista, los
de los demás miembros de la organización; mecanismos de sobrevivencia y de adapta­
que el modelo weberiano es demasiado meca- ción, sino también, y sobre todo, desde el pun­
nicista para ser eficiente en situaciones que to de vista de las consecuencias de la acción
requieren una alta capacidad de ductilidad y organizativa de la sociedad. También esta
de adaptación; que, finalmente, Weber no ha orientación parece estar en consonancia con
tomado en cuenta los aspectos informales de el interés weberiano por los efectos cultura­
las organizaciones y que, por lo tanto, no ha les y sociales de los aparatos de dominio.
sabido prever las disfunciones burocráticas.
En realidad, estos argumentos parecen más BIBLIOGRAFIA: M. Albrow, La burocrazia (1970),
útiles por todo lo que nos enseñan sobre el Bolonia. II Mulino. 1973; R. Bendix, Bureaucracy,
comportamiento organizativo que como aná­ en Encyclapedia of social S cien ces, Nueva York,
lisis de la teoría weberiana. En prim er lugar, Macmillan y Free Press, 1968: P. Blau, La buro­
tienden a reificar el tipo ideal de b., a pesar cracia e n la sociedad moderna (1957), Bueno*
de las repelidas advertencias metodológicas Aires. Paidós, 2a. ed.; \I. Crozier. El fenómeno
de Weber a este propósito. En segundo lugar, burocrático (1963), Buenos Aires, Amorrortu.
le atribuyen al sociólogo aleman una posición 1969; H. Ehrmann. Les grotips d'intérél el la
de carácter normativo que no tenia, olvidan­ bureaucratie dans les démocraties occidentales,
do. en gran parte, que su afirmación relativa en Revue Frangaise de Science Politique. XI. sep­
a la superioridad técnica de la b. se refería tiembre de 1961; A. Gouldner. Modelli di buro­
a los aparatos tradicionales y carismáticos. crazia aziendale (1954), Milán, Etas Libri, 1970;
En tercer lugar, descuidan el hecho de que, J.D. Kingsley. Representativa bureaucracy,
por más que Weber, como agudo observador Yellou Springs. Antioch. 1944; C. Perrow, And-
172 BL'ROCRATIZACION

lisis de la organización: enfoque sociológico A pesar de que el fenómeno de la b. se con­


(1972), ¿México CECSA, 1972; G. Rolh, Im prospet- sidera como un mal típicamente moderno,
tiva storico-comparata in Max Weber, en Rasscg- debido a las crecientes tendencias en esta
dirección de todas las suciedades contempo­
na Italiana di Sociología, XI. 4, 1970; P. Sel/.nick,
Pianificazione regionale e partecipazione demo­ ráneas, podemos considerarlo, sin embargo,
crática (1949), Milán, Angelí, 1974; A. Stinchcom- como un problema que ha existido siempre.
be, Bureaucratic and craft administraron of pru- El dominio burocrático tuvo su origen con la
duction, en Administrative Science Quarterly, iv, división social del trabajo que, como señala
1959; E. Suleiman, Politics, power and bureau- Deutscher, "empieza con el proceso produc­
cracy in France, Princeton. Princeton University tivo junto con el cual se manifiesta la prim e­
Press. 1974; P. Sylos-Labini, Saggio sulle classi ra jerarquía de funciones”. Sin embargo, el
sociali. Barí, Laterza, 1974; ¿M. Weber. Parlamen­ poder de la burocracia fue limitado durante
to y gobierno en el nuevo ordenamiento alemán muchos siglos, siendo el estrato social deten­
(1918), en Escritos políticos I, México, Folios. tador de las funciones administrativas subor­
1982; M. Weber. Economía y sociedad (1922. dinado a las clases dominantes. A pesar de
1964), México, Fondo de Cultura Económica, que en los estados capitalistas el proceso de
1964, 2 vols.; H.L. Wilenskv, Organizational intel-b. ha ido aumentando, no se debe pensar, sin
ligence, Nueva York, Basic Books, 1967. embargo, en una vinculación mecánica entre
el desarrollo capitalista y el aumento del peso
[P1ER PAOLO GIGLIOl.l] de la burocracia: los ejemplos de la Inglate­
rra y la Alemania del siglo pasado lo demues­
tran ampliamente. Es más, si se considera el
caso de la Rusia prerrevolucionaria se obser­
burocraiización va que el subdesarrollo de los elementos feu­
dales y de los capitalistas había robustecido
I. LA BL'ROCRATIZACION COMO FENOMENO HISTORICO extremadamente el poder burocrático. Con la
GLOBAL Y LOS ORIGENES DE SL DESARROLLO El tér­ derrota del capitalismo, este poder en lugar
mino indica una degeneración de la estruc­ de disminuir más bien aumentó, reforzándo­
tura y de las funciones de los aparatos buro­ se, como un reflejo de la transición entre dos
cráticos, degeneración que, según algunos sistemas socioeconómicos diversos y como
autores, había sido identificada en la formu­ consecuencia de la postración física y políti­
lación conceptual del fenómeno burocrático ca de todas las clases sociales en lucha.
realizada por Weber (v. burocracia). Si man­ En el momento actual comprobamos que el
tenemos firmes como características distin­ dominio de la burocracia se ha extendido a
tivas de una burocracia típico-ideal la racio­ todas las formaciones sociales y a todos los
nalidad, la centralización de la autoridad y sistemas políticos: los estados capitalistas
la impersonalidad de los mandatos (o sea, la desarrollados, aun aquellos que habían expe­
adherencia a normas precisas y reglamentos), rimentado una b. muy limitada (como Esta­
podemos decir que la b. entraña el adveni­ dos Unidos e Inglaterra), han sufrido un pesa­
miento de elementos de no racionalidad, de do proceso involutivo, sobre todo con el pre­
fraccionamiento de la autoridad y de "desper- dominio del capitalismo monopolista; en los
sonalización” de los mandatos. B. significa países subdesarrollados, en que la burguesía
proliferación de organismos sin vinculación es numéricamente débil y tiene un escaso
con las exigencias^generales de funcionalidad, peso social, la burocracia asume dimensiones
acentuación de los aspectos formales y de considerables y constituye la base de la con­
manera de proceder en detrimento de los solidación de la burguesía nacional (v.). Tam­
aspectos sustanciales con la consecuente len­ bién en este caso el estrato burocrático sirve
titud de las actividades y la reducción de las a los intereses de la clase dominante y pro­
tareas cumplidas, la supervivencia y la elefan­ mueve el desarrollo del capitalismo a cuyo
tiasis de organismos que no responden ya a destino está ligada su misma existencia.
una función efectiva v, en definitiva, el triunfo Finalmente, el proceso de b. ha invadido
de la organización —la burociacia— sobre también el movimiento obrero, sus organiza­
sus fines. ciones (partidos, sindicatos, etc.) y los mismos
BUROCRATIZACIÓN 173

estados que ha construido el proletariado en Luxemburg a quien le tocó encontrarse por


defensa de rtus intereses. En el origen de este primera vez con un proceso de b. vencedor: el
fenómeno se encuentra el problema del apa­ del sindicato y de la socialdemocracia
rato y de los funcionarios que lo componen. alemana.
Tanto el uno como los otros son indispensa­ En su análisis, Luxemburg colige los ele­
bles, aunque la actitud de estos últimos mentos esenciales de una teoría de la dege­
resiente inevitablem ente el influjo del neración reform ista del movimiento obrero.
ambiente social en que se encuentran traba­ La revolucionaria polaca formuló una teoría
jando: se crea, de este modo, la tendencia a del oportunismo fundada en la contradicción
considerar la actividad desarrollada y la orga­ dialéctica entre luchas parciales y meta final,
nización misma no ya como medios para inherente a todo partido socialista en la socie­
alcanzar un objetivo sino como fines indepen­ dad burguesa. Presentó los conceptos de con­
dientes. Una actitud de este género no puede servadurismo de aparato y de fetichismo de
evidentemente ser destruida por el deseo de la organización, llevando estos aspectos al
mantener los privilegios obtenidos; más bien, terreno histórico del que habían salido: el
esta voluntad genera la tendencia por parte periodo de crecimiento pacífico del capitalis­
de los funcionarios de las organizaciones mo europeo a fines del siglo xix. Luxemburg
obreras a integrarse cada vez más orgánica­ subrayó la peligrosa unión entre estos aspec­
mente en la sociedad existente y a considerar tos y la b. del movimiento obrero que acen­
su nuevo estatus social como perfectamente túa la separación entre dirigentes y masas,
natural. Esto hace que el proceso de b., tan­ haciendo a los primeros autónomos de las
to desde el punto de vista de la organización segundas.
como desde el punto de vista psicológico, se En cuanto a Lenin, para explicar la evolu­
arraigue cada vez más, anulando o neutrali­ ción oportunista y burocrática de la social­
zando los fines y los entendimientos iniciales. democracia. se basó en un análisis de Engels
Robert Michels se habia dado cuenta de sobre la integración de la clase obrera ingle­
estas tendencias, pero no había llegado a la sa, considerada como fruto de la prosperidad
conclusión de que a la b. no se le oponen obs­ económica del Reino Unido, extendiéndola a
táculos; análogamente, en época más recien­ todos los países capitalistas avanzados: en
te. B. Rizzi sostuvo que la tendencia a la b. ellos, afirmaba Lenin, la expansión imperia­
es incontenible. Los autores marxistas, en lista sustituye al monopolio industrial como
cambio, se han esforzado, aparte de analizar fuente de plusganancias y de acumulación de
el fenómeno, por buscar los medios con que riquezas. Estas plusganancias confieren a la
combatir esto, rechazando la concepción fata­ burguesía los medios para integrar política­
lista según la cual es inevitable una degene­ mente al proletariado, mediante una serie de
ración completa.I concesiones económicas adecuadamente dosi­
ficadas. Estas concesiones tienen el proposi­
II LA BUROCRATIZACIÓN DHL MOVIMIENTO OBRERO EN to de satisfacer sectores suficientemente
EL PENSAMIENTO DE LOS TEÓRICOS MARXISTAS. A grandes de la clase, con el fin de paralizar al
fines del siglo pasado, Kautskv ponía al fin movimiento obrero, aunque siguiendo su
de su libro Los orígenes del cristianismo una compatibilidad perfecta con la expansión del
pregunta inquietante: ¿no habrá aventurado sistema. Según Lenin. el crecimiento pacifi­
el movimiento obrero caer en un proceso de co del movimiento obrero en las condiciones
b. análogo al sufrido por la iglesia católica de la expansión imperialista genera una buro­
después de su ascenso al poder? La respues­ cracia obrera consen adora. Esta burocracia,
ta de Kautskv era que el paralelo seria correc­ que constituye el núcleo del aparato perma­
to si la clase obrera hubiera llegado al poder nente del partido socialista y del movimien­
en una fase de caída de las fuerzas producti­ to sindical, es, en si misma, desde el punto de
vas, como sucedió con la iglesia católica. Pero, vista social, una tracción de la aristocracia
puesto que se afirmaba comunmente que la obrera. En otros términos, la burocracia obre­
revolución socialista habría de triunfar en ra es el portavoz político de la aristocracia
países capitalistas desarrollados, el peligro obrera, y no de la gran masa del proletariado.
de b. no había de concretarse. Fue a R.
174 BUROCRATIZACIÚN

III US RAICES DF. U BLROCRAIT7ACION EN LOS ESTA­ tema de producción socialista necesita, para
DOS OBREROS En el periodo histórico actual, la su plena realización, un gran desarrollo de las
m anifestación más macroscópica y. en fuerzas productivas; sólo gracias a la abun­
muchos aspectos, más desconcertante de las dancia será posible, en realidad, eliminar las
tendencias a la b. está dada indudablemente diferenciaciones y las desigualdades que sir­
por la involución sufrida por los estados ven de base a las tendencias a la b. El mismo
colectivistas. Si los factores que han favore­ nivel de desarrollo alcanzado actualmente por
cido el poder de la burocracia están ligados las fuerzas productivas en los países capita­
al sistema capitalista, una revolución socia­ listas más avanzados es insuficiente para per­
lista, por los objetivos que se propone, habría m itir la superación inmediata de toda dispa­
debido derribar el dominio burocrático y sus­ ridad social; con mayor razón, pues, podemos
tituir la administración de las cosas por el darnos cuenta de los obstáculos relativos a
gobierno de las personas. La extinción del este problema encontrados por los países que
estado, la abolición de la economía moneta­ hasta ahora han eliminado el capitalismo; paí­
ria. del mercado, la eliminación del ejército ses que, como sabemos, tienen todos una base
de profesión y la supresión de un estrato de económica escasamente desarrollada.
funcionarios dedicado exclusivamente a Además, contrariamente a lo que sostenían
tareas administrativas, habría eliminado para los clásicos del marxismo, la prim era revo­
siempre la burocracia. lución socialista quedó aislada por largo tiem­
Los análisis de Marx, Engels y Lenin al res­ po, sin que haya sido seguida, en el corto pla­
pecto son numerosos v no pueden someterse zo, por perturbaciones victoriosas en otros
a la acusación de haber prestado escasa aten­ países, y esto ha impedido que las luchas
ción al problema. Sin embargo, en el prim er sociales se mitiguen; es más, la amenaza de
país en que se ha eliminado el capitalismo no intervenciones militares externas ha hecho
sólo no se ha cumplido nada de lo que se había que una parte importante del ingreso nacio­
previsto sino que hasta el estado se ha refor­ nal se haya destinado (tanto en la URSS como
jado enormemente v la burocracia ha adqui­ en los demás estados de economía colectivis­
rido un poder absoluto. Para un conocimien­ ta) a los armamentos y al mantenimiento de
to adecuado del fenómeno es necesario iden­ un ejército permanente, que constituye un
tificar los factores que han hecho posible este importante factor de burocratización.
proceso involutivo y evidenciar las caracte­ En el caso de la Unión Soviética han teni­
rísticas que distinguen la burocracia de los do un papel fundamental muchos otros fac­
estados colectivistas de la de los otros siste­ tores, tanto subjetivos como objetivos. Un ele­
mas socieconómicos. En relación con este mento decisivo fue, sin lugar a dudas, la cre­
punto se debe señalar que la burocracia en ciente pasividad política del proletariado,
los estados colectivistas, aunque depende de debida a diversas razones históricas: por un
las nuevas bases económico-sociales de la lado, la guerra civil destruyó físicamente gran
sociedad, distorsiona e impide el desarrollo parte de la vanguardia revolucionaria, por el
de las fuerzas productivas, y además, a dife­ otro, las condiciones de pobreza extrema en
rencia de lo que sucede en los países capita­ que se encontró el pueblo ruso hicieron que
listas, ha alcanzado una autonomía tal que la se preocupase, ante todo y casi de manera
libera del control de la clase que ha hecho la exclusiva, por resolver los problemas de cada
revolución, es decir del proletariado. día. Además, la revolución en los otros paí­
Por lo que respecta a los factores de b. que ses se encaminaba a la derrota, y esto creaba
son inevitables en la fase de transición, debe­ desaliento y desilusión.
mos recordar las supervivencias capitalistas La interacción de todos estos factures y las
y el insuficiente nivel de desarrollo de las luchas de fracciones internas dentro del par­
fuerzas productivas: al día siguiente de la vic­ tido bolchevique explican cómo el proceso
toria de la revolución socialista, el nuevo degenerativo no encontró graves obstáculos:
modo de producción se encuentra frente al el aparato del partido se había integrado
sistema de distribución que sigue siendo bur­ siempre con el del estado (cuya burocracia se
gués. Con base en la doctrina marxista esto había, por otra parte, reforzado considerable­
se aplica por la consideración de que el sis­ mente) hasta identificarse ampliamente con
BIROCRATIZACIÓN 175

él, con la consecuencia de que la lucha en con­ dad, que encontramos en la Unión Soviética,
tra de la revolución que estaba sufriendo iba de conciliar las exigencias de la planificación
en contra de sus mismos intereses. y del desarrollo económico óptimo con los
intereses materiales específicos de la buro­
IV. LAS CONSECUENCIAS DE LA BUROCRATIZAClON ¿LA cracia. Además, cosa desconocida hasta hoy,
BUROCRACIACOMOCASTAOCOMOCLASE SOCIAL' En la nos encontraremos en presencia de una cla­
perspectiva aquí adoptada, el análisis de Milo- se dominante que carece de la capacidad de
van Djilas sobre la formación en el interior reproducirse mediante el funcionamiento del
de los estados obreros de una verdadera "cla­ sistema socio-económico tal como se presen­
se nueva" de funcionarios de partido debe ta. En los estados colectivistas, en efecto, las
corregirse en el sentido del surgimiento de posiciones de poder y de privilegio están liga­
una “casta" que como tal no tiene la propie­ das esencialmente a funciones particulares y
dad de los medios de producción. Por lo tan­ dependen de decisiones políticas, no de una
to. la sustitución de este estrato social o su función especifica del proceso social de pro­
trastocamiento serán consecuencia de una ducción. Sin duda existen elementos que
revolución política y no social. impulsan el surgimiento potencial de una cla­
No se trata evidentemente de una cuestión se dominante, pero por un lado hoy son sólo
terminológica, sino de un problema político tendencias (que para lograr un salto de cali­
sustancial. La revolución antiburocrática tie­ dad deberían chocar con obstáculos nada
ne definición política porque la estructura indiferentes); por el otro, esta clase dominan­
económica permanece fundamentalmente te no sería una "nueva clase", sino la antigua
inmutable; en efecto, permanecerán tanto la clase capitalista, basada en la propiedad p ri­
supresión de la propiedad privada de los vada de los medios de producción.
medios de producción, la planificación cen­ La teoría de la burocracia como nueva cla­
tralizada y el monopolio del comercio exte­ se explotadora puede, por lo tanto, sostener­
rior como la forma especifica de apropiación se coherentemente sólo si se sostiene que esos
del plus-producto social. Lo que sí cambiaría sectores de la clase obrera (la burocracia
radicalmente es el funcionamiento del siste­ obrera y la aristocracia obrera) y de la inteli-
ma, no la estructura económica del propio sis­ guentsia (la pequeña burguesía y los funcio­
tema. Si se observa en cambio que la buro­ narios estatales de los grados más altos) eran
cracia sea una nueva "clase dominante", ésta potencialmente una nueva clase dominante
seria expresión de un modo de producción incluso antes de tom ar el poder, o sea antes
cuyo "trastocam iento" dejaría intacta la de la "revolución". Obviamente, una hipóte­
estructura económica básica. No sólo eso; por sis de este tipo implica inevitablemente una
primera vez en la historia tendremos una modificación radical del análisis histórico
"clase dominante" que no existía como clase adoptado hasta hoy, además de la revisión
antes de llegar al poder. En realidad, investi­ completa de un mudo de ver la historia ente­
gadores que se remiten al marxismo, como ra de este siglo. Ciertamente que. en abstrac­
Swcezy. observan que la "nueva clase explo­ to. la "nueva clase" podría ser progresista
tadora” se desarrolla a partir de las condicio­ ante la clase capitalista, o sea que podría
nes creadas por la propia revolución. Sin tener una relación con la burguesía semejante
embargo, queda el hecho de que los trasto r­ a aquélla que ésta tuvo en un tiempo con la
nos sociales pueden modificar las relaciones aristocracia semifeudal durante la revolución
de producción pero no crearlas de la nada. burguesa. Pero ¿cuáles serían entonces el
Además, la tesis de la burocracia como clase papel, la función y las tareas de la clase obre­
dominante lleva a topar con utras dos para­ ra? Evidentemente, la propia idea de revolu­
dojas: asistiremos, cosa que nunca había suce­ ción socialista y de conquista del poder por
dido antes, a un comportamiento general y a parte de la clase obrera debería ser revisada
una persecución de intereses privados por por completo: debería admitirse que al capi­
parte de una clase dominante que contrasta talismo seguirá históricamente no el socialis­
con las necesidades y la lógica interna del sis­ mo, o sea una sociedad sin clases, sino una
tema sociu-económico existente. sociedad todavía dividida en clases, aunque
Esto queda demostrado por la imposibili­ si progresista respecto del capitalismo. Las
176 B U R O C R A T IZ A C IÚ N

revoluciones se realizan históricamente, si no el autor, más que gracias u la burocracia, la


hoy no habría habido revoluciones proleta­ cual imponía a las masas la coerción del tra ­
rias. degeneradas o deformadas burocrática­ bajo para industrializar al país. De tul modo,
mente. sino "revoluciones burocráticas". En la burocracia es considerada como inevitable
otras palabras, todo esto significaría que una y por lo tanto progresista. Se vuelve reaccio­
sociedad poscapitalista, pero no socialista, naria sólo cuando la necesidad de una "indus­
tendría la posibilidad de hacer completar a trialización intensiva" es sustituida por la
las fuerzas productivas un desarrollo prodi­ posibilidad de la industrialización "extensi­
gioso y, en último análisis, de liberar a la va". Por su lado, los marxistas clásicos recha­
humanidad entera. zan esta explicación objetivista, considerán­
Las implicaciones lógicas, y dialécticas, de dola fatalista, y observan que el fenómeno
tal razonamiento son evidentes: si adoptamos debe explicarse con base en la dialéctica de
el marco conceptual del marxismo clásico, las los factores objetivos y subjetivos, m ostran­
clases, incluso las dominantes, son inevita­ do la relativa autonomía de estos últimos. En
bles, por lo menos para una parte de su exis­ otros términos, en el caso de la Unión Sovié­
tencia histórica. Esto es, son instrumentos tica, observan que una reacción políticamente
indispensables de la organización social. Pol­ correcta de la vanguardia del proletariado
lo tanto, si se considera a la burocracia sovié­ habría podido determ inar una modificación
tica como una clase dominante, progresista en el marco tanto internacional como nacio­
respecto de la burguesía, esto significa que nal de las fuerzas sociales y políticas, que
ha desempeñado, por lo menos temporalmen­ habría evitado la toma del poder por parte de
te, un papel indispensable y progresista en la la burocracia. Esta, nucida de una contrarre­
suciedad soviética. En otros términos, ha sido volución política victoriosa, semejante a la del
"históricamente necesaria". En formas diver­ term idor durante la revolución francesa, ha
sas han llegado a tales conclusiones teóricos ido afirmándose como estrato social autóno­
de orientaciones muy distintas entre sí. A este mo. Sin embargo, esta autonomía esta limi­
respecto, tenemos los casos opuestos de M. tada por el modo de producción del cual se
Schachtman y de J. Burnham, por un lado, y generó la burocracia y en el cual se insiere.
de J. Kuron y K. Mudzelewski, por el otro; Por ello tiene interés, por una parte, en man­
estos últimos introdujeron, en su análisis, una tener el sistema de producción que hace posi­
diferencia cualitativa entre burocracia polí­ bles sus privilegios y su propia existencia, y
tica central y tecnocracia, consideradas como por la otra, para m antener su poder, la buro­
clases distintas; además, asignan a la buro­ cracia debe impedir la politización del pro­
cracia un fin de clase, la "producción por la letariado y la expansión de la revolución
producción", y tienden a analizar el fenóme­ internacional. De aquí la búsqueda de un
no burocrático desde una perspectiva sobre modus vivendi con el sistema capitalista y la
todo nacional, dejando en segundo plano el voluntad de mantener a toda costa el statu
papel internacional de la burocracia. A pesar quo. Sin embargo, seria equivocado conside­
de ello, su definición de la burocracia como rar el comportamiento de la burocracia como
clase está insertada en el marco de un análi­ algo unívoco, mecánico, determinado exclu­
sis marxista, y esto hace la diferencia con los sivamente por sus intereses de estrato social
estudiosos marxistas "clásicos" más termino- privilegiado. Muchas lomas de posición, de
lógicov que sustanciales. Algo semejante pue­ hecho. le son dictadas por condiciones histó­
de decirse del análisis terminado reciente­ ricas objetivas; se-trata de comprender que,
mente por el investigador alemán democrá­ a causa de su naturaleza social, está obliga­
tico R. Bahru en su libro La alternativa. da a com portarse de manera contradictoria,
Hablando con la verdad, en él Bahro rechaza hasta a pasar de un extremo al otro. Sólo así
la tesis de la "nueva clase", pero afirma que se comprenden las vueltas de la política de
"la loma del poder por parte de los bolchevi­ Stalin y las de sus sucesores.
ques en Rusia no podía llevar a ninguna otra
estructura social determinada si no a la hoy V El. PROCESO DE Bl R0CRATIZAC1ÓN EN LAS SOCIEDA­
existente”. En otras palabras, la acumulación DES DE TRANSICIÓN ACTUALES. ALGUNOS PROBLEMAS
socialista primitiva no podía realizarse, según abiertos. De la experiencia histórica recien­
B U R O C R A T IZ A C IÓ N 177

te se saca fácilmente que los indicios untes ses que han abatido al capitalismo; por lo
señalados no son simples peticiones de prin­ demás, estos procesos han asumido formas
cipio, sino medidas concretas que deben ser diversas de las que caracterizaron a la URSS.
aplicadas inevitablemente si se quiere com­ Por ejemplo, los estados obreros del este de
batir con eficacia la burocratización. Europa surgieron a continuación de un fenó­
Aparentemente, algunos acontecimientos meno de asimilación estructural, después de
parecen contradecir los análisis de los teóri­ que la presencia del ejército rojo, en el m ar­
cos marxistas sobre la b., pero en realidad co de los acuerdos de Yalta, hizo posible la
tales acontecimientos pueden comprenderse práctica destrucción de las antiguas clases
y explicarse con la metodología de interpre­ dominantes. En ausencia de grandes movi­
tación marxista de la realidad histórica y mientos de masa, los nuevos regímenes esta­
social. En otras palabras, por la experiencia ban destinados a sufrir desde el inicio una
se comprueba que la falta de una democra­ profunda deformación burocrática, al preva­
cia socialista real es causa y efecto de la b., lecer de una dirección impuesta desde el exte­
y que puede ponerse remedio a ésta sólo si rior y escasamente independiente de la URSS.
se introducen medidas como las que se indi­ Yugoslavia y China representaron dos
can en el parágrafo precedente. variantes significativas: en ambos paises la
Pero veamos ahora el fenómeno de la b. tal instauración de un estado obrero se logró por
como lo analizó Trotski hace cuarenta años via revolucionaria. En Yugoslavia el proceso
y cómo se manifiesta hoy, dentro de la reali­ de b. ha sido el resultado de la combinación
dad actual de los estados obreros contem po­ de elementos análogos a los existentes en la
ráneos. En sus escritos de los años treinta el URSS de los años veinte y de los condiciona­
revolucionario ruso había subrayado el carác­ mientos sufridos por el grupo dirigente en el
ter históricamente excepcional del fenómeno periodo stalinista y en los primeros años de
de degeneración burocrática del estado obre­ vida del nuevo estado. En China, a pesar de
ro soviético y había sacado a luz los factores la especificidad de las condiciones en que se
que lo habían determinado. Se esforzó en del i- desarrolló el proceso revolucionario y la
nir una tipología de la sociedad de transición amplia autonomía de éste, se produjo igual­
hurccratizada. pero insistía en la precariedad mente, desde el inicio, una deformación buro­
de la dominación de la casta burocrática: al crática que tuvo como consecuencia la expro­
poco tiempo habría habido una restauración piación política de las masas y la cristaliza­
del capitalismo o se habría restablecido la ción de un estrato socialmcnte privilegiado.
democracia socialista mediante una revolu­ Esto demuestra que no son accidentales las
ción política de las masas obreras y campe­ tendencias señaladas por los estudiosos m ar­
sinas. xistas del fenómeno burocrático. Además,
A casi medio siglo de distancia, comproba­ como se ha señalado, el fenómeno se ha gene­
mos que no sólo la burocracia ha podido man­ ralizado; la explicación es doble: por un lado,
tener su poder por un periodo más largo de los paises en los que el capitalismo ha sido
lo que Trotski pudo prever, sino que además abatido, con la excepción parcial de Checos­
se han impuesto regímenes burocráticos en lovaquia y de Alemania democrática, partie­
una serie de países. ron de condiciones de atraso análogas a las
En verdad, los problemas planteados por de la URSS (o quizá más graves), con un peso
Trotski en sus escritos no contemplan un pro­ específico de la clase obrera muy limitado y
blema de "tiem po”, sino las tendencias fun­ un nivel técnico-cultural del todo insuficien­
damentales de desarrollo del mundo contem­ te. Por el otro, si los nuevos estados obreros
poráneo. Actualmente, el problema de las ten­ no se han encontrado aislados en un mundo
dencias de fondo de nuestro siglo son y siguen capitalista, sin embargo no ha habido ningu­
siendo aquéllos planteados por el autor hace na revolución victoriosa en un país industrial-
cuarenta años, aunque las previsiones tempo­ mente avanzado. Con objetividad, tal cosa ha
rales hayan demostrado estar equivocadas. jugado en lavor de la casta burocrática de la
Pur lo demás, queda el hecho c'e que los pro­ URSS, que ha podido seguir ejerciendo su
cesos de b. se han verificado, aunque en medi­ dominio, aunque de maneras diversas.
da cualitativamente distinta, en lodos los paí­ Esto puede ayudar a comprender por qué,
178 B U R O C R A T IZ A C IÓ N

en la propia Unión Soviética, la burocracia no mente en la medida en que. por así decirlo,
ha desaparecido a pesar de que hayan decaí­ es funcional a la normalización de un siste­
do los factores que estuvieron en el origen de ma hum era tizado.
la b. Quienes avanzaron la hipótesis de una Si todo esto es la consecuencia de la falta
posible reforma o autorreform a de la buro­ de una democracia socialista real, fenómenos
cracia en un contexto político, económico y que estarían presentes también en una socie­
cultural nuevo, del interior del pais e inter­ dad no burocratizuda asumen, en el marco de
nacional, han sido desmentidos por los un proceso involutivo, aspectos de extrema
hechos. En realidad, estos autores, incluido gravedad. Tomemos el ejemplo del partido
Deutscher, tenían una concepción mecanicis- único. En un estado obrero existe, en gene­
ta del problema. De hecho suponían que el ral, la exigencia de asegurar una unidad polí­
fenómeno burocrático podía superarse en vir­ tica capaz de contrarrestar las tendencias
tud de una lógica interna de deterioro, ape­ centrífugas inevitables estimuladas por la
nas interrumpida la acción de los factores que existencia de residuos de la vieja sociedad,
lo habían originado. Por el contrario, cuan­ por la persistencia, por todo un periodo, de
do una realidad se cristaliza, en todos los dos clases distintas (obreros y campesinos) >
niveles, en una vasta escala y por todo un arco de estratos sociales menores, por eventuales
de tiempo, adquiere una autonomía propia. presiones internacionales, por las propias
Por este motivo, es impensable que un estra­ contradicciones típicas de una sociedad de
to social dominante, cambiado el contexto en transieión. Esta unidad, en un proceso "nor­
el que pudo imponerse, reconozca que ya no m al”, debe ser el resultado de una dialéctica
tiene una función histórica (admitiendo que múltiple y articulada, de la que los órganos
la tuviera alguna vez) y se retire en buen centrales de una democracia socialista insti­
orden. Su tendencia será más bien la de defen­ tucionalizada son la culminación (mientras
der con todos los medios las propias posicio­ que al partido de vanguardia le espera una
nes de hegemonía política y de privilegio eco­ función de iniciativa política y de toma de
nómico V social. conciencia teórica, subordinada, por lo
Naturalmente, esto nc obsta para que en el demás, a la soberanía de las instituciones
interior de las castas burocráticas en el poder democrático-revolucionarias, expresión de la
se manifiesten diferencias y conflictos igual­ entera sociedad). A falta de semejante estruc­
mente profundos. En último análisis, esto tura y de semejantes mecanismos, es el par­
depende del hecho de que en los estados obre­ tido, por lo demás integrado completamente
ros surgidos hasta hoy se hayan entretejido en el aparato estatal, el que debe fungir como
y se entretejan contradicciones típicas de la elemento unficudor, como cemento de las
sociedad de transición entre el capitalismo y estructuras tanto económicas como políticas,
el socialismo, y contradicciones inducidas por con la subordinación a él de todas las demás
la b. En la imposibilidad de modificar las pri­ instancias. El monolitismu en el partido está
meras, las castas dominantes de cada país se impuesto por la propia lógica. De hecho, si
ven constreñidas a actuar según las segundas, en el partida existiera una efectiva vida demo­
buscando soluciones parciales o paliativos crática, las diferencias y las contradicciones
con revisiones sectoriales y temporales. Así de la sociedad acabarían por manifestarse en
se tienen acentuaciones inestables de las elec­ su seno, con el peligro para la dominación
ciones económicas y político-administrativas, burocrática ínsito en toda forma de democra­
con oscilaciones entre la afirmación o la rea­ cia socialista. Justo por ello la casta dominan­
firmación del centralism o y la admisión de te no puede adm itir una dialéctica democrá­
la necesidad de una descentralización, más o tica ni siquiera en el partido. Con ello se con­
menos pronunciada; de tal manera, llamados sigue una extremada enajenación política de
a la verificación del mercado contra los exce­ las masas y el aguzamiento de la contradic­
sos de una gestión hipercentralizada se alter­ ción entre estas últimas y quienes dirigen
nan con nuevos controles administrativos efectivamente el estado y la economía. En los
rígidos para contrastar las tendencias centrí­ periodos de normalidad, esta contradicción
fugas que casi inevitablemente se desarrollan. se traduce en manifestaciones de apatía,
Y esta oscilación puede continuar indefinida­ como una esterilización del potencial creador
B L R O C R A T IZ A C IÓ N 179

de los productores; en los momento de crisis, Bulzoni, 1975; Contro il burocratismo una bat-
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mientras que en una sociedad de transición Buenos Aires, Sudamericana; P. Frank, G.
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sentado por la dirección consciente o autodi- silion from capitalism lo socialism, Nueva York.
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va, en una sociedad burocratizada el factor Ruma, Editori Riuniti, 1969; K. Modzclcwski y
subjetivo es herido a su vez por contradiccio­ J. Kuron. Revolución política o poder burocrá­
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lado la burocracia surge y puede ejercer su do y Presente, 1971; V.I. Lenin, Un paso adelan­
hegemonía en el marco de una economía te, dos pasos atrás (1904), en Obras completas,
colectivista, por el otro, burócratas individua­ vil, Madrid, Akal, 1976; V.I. Lenin, Estado y
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combatir sin embargo toda tendencia restau- (comp.), Fifty years of world revolution, Nueva
racionista porque mina las bases estructura­ York, Merit, 1968; E. Mandel, Teoría marxista
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batir tendencias eventuales que empujan a La guerra civil en Francia (1871), en K. Marx y
sus sectores a cerrar filas con las masas, F. Engels, Obras escogidas en tres tomos, ll, Mos­
sobre todo en época de crisis, porque esto cú, Progreso, 1979; K. Marx, Critica del progra­
pone en peligro su hegemonía política. Estas ma de Gotha (1875), en K. Marx y F. Engels,
contradicciones producen heridas profundas Obras escogidas en tres tomos, ll!, Moscú, Pro
en la casta dominante, debilitándola ante sus gresu, 1960; R. Michels, Los partidos políticos;
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(1968), Barí, Later/a, 1970; J. Burnham, Revolu­ do de Cultura Económica, 1964.
ción de los directores (1940), Buenos Aires, Suda­
mericana; A. Chitarin, Sulla transizione, Roma, [fabp.izio benciki]
camerallsmo

tifican internamente, pero que son unilatera­


I SIGNIFICADO POLITICO-CONSTITUCIONAL DEL TÉRMINO.
Hablar de c. significa abordar en términos les y por lo mismo insuficientes para ofrecer
directos una parte conspicua de la realidad una explicación global del fenómeno que se
politica alemana del siglo x v iii Con este tér­ está analizando. Se trata, en primer lugar, del
mino se pretende referirse a un complejo con­ intento de encontrar a los fundadores del pen­
junto de interacciones entre ciertas actitudes samiento económico moderno en aquellos
político-institucionales precisas, correspon­ autores políticos que fueron los primeros en
dientes a la fase central de la formación del abordar los problemas del estado en térm i­
estado moderno alemán (v. estado de policía) nos financieros y, por consiguiente, politico­
y a ciertas formas igualmente especificas de económicos, ya sea que se ocupasen de los
especulación política, elaboradas muy a impuestos, ya sea que pusieran el acento en
menudo con fines directam ente operativos y el tema del desarrollo del comercio. Se tra ­
que responden siempre de una u otra mane­ ta, en segundo lugar, de la tendencia a des­
ra a problemas reales que el nuevo ordena­ cubrir los orígenes de la ciencia de la admi­
miento constitucional y social ha ido gene­ nistración en las prim eras recomendaciones
rando. acerca del aparato burocrático hechas a los
De esta premisa se deriva una consecuen­ principes territoriales alemanes por parte de
cia inmediata cuya delimitación es útil para expertos, más teóricos que prácticos, a par­
dar una definición correcta del debate histo- tir del final del siglo xviy durante los siglos
riográf ico que se ha desarrollado hasta aho­ x v u y x v i ii .
ra sobre el c. La vinculación del pensamien­ Aunque son útiles en la esfera de la histo­
to cam eralista con premisas y condiciones ria del pensamiento económico y en la del
constitucionales muy precisas obliga, de pensamiento administrativo, respectivamen­
hecho, a restringir la investigación a un m ar­ te, estas perspectivas resultan engañosas para
co cronológico delimitado a esferas territo­ el que pretende dedicar su propia atención al
riales igualmente especificas (precisamente c. como fenómeno histórico completo. A tal
a aquellas en las que se realizan de hecho fin es indispensable, en efecto, que éste
estas condiciones). Esto permite atribuirle al encuentre su propia justificación internamen­
c. un significado técnico plausible y definiti­ te y no sólo en relación con la historia poste­
vo sin diluirlo en una acepción que por ser rior de otras disciplinas.
demasiado comprensiva terminaría privándo­ Las características típicas del c. se pueden
lo de sus auténticas peculariedades y de su resumir, en esencia, en una sola, de la que
validez como instrumento de comprensión dependen todas las demás: la globulidad del
histórica. enfoque dado a los diversos temas de la expe­
Esta acepción más amplia que se la ha dado riencia política, cuya reconstrucción teórico-
a menudo al c. es la que se pudría definir sin­ unitaria hay que buscar en una corresponden­
téticamente como una "concepción adminis­ cia no ocasional con la compatibilidad y la
trativa" del estado, desarrollada en Alemania unidad de la forma de estado que se consoli­
(y de mudo correspondiente, aunque no autó­ do en algunos territorios alemanes: el esta­
nomo, en otros paiscs europeos) entre fines do de policía. Elementos de ciencia de la
del siglo xvi y el final del xvu. A su vez. ésta administración, de economía, de ciencia de
ha sido estudiada de manera alternativa des­ las finanzas, de técnica agraria o manufactu­
de dos puntos de vista diferentes, que se jus­ rera. concurren juntos, en su unidad, para

11SO]
CAMKRAUSMO 1KI

constituir el núcleo del pensamiento camera- lidad fragm entaria del estado de estamentos
lista, en el que no sólo encuentran su totali­ o del estado patrimonial y no la integrada y
zación o acercam iento sino una fusión arti­ compacta del estado total (Gcsamtstciut) abso
culada que sirve de base a su pretensión de lutista moderno; la reconstrucción que llevan
ser la nueva ciencia del estado. a cubo de esta realidad todavía es ocasional,
desmenuzada, no sistemática y, sobre todo,
II. CONSECUENTE DELIMITACIÓN, CRONOLOGICA Y DE no corresponde de manera consciente a un
A este requisito de
c o n t e n id o . DEL CAMERALISMO criterio de explicación unitaria de los hechos
la globalidad de la comprensión teórica —que que se refieren al estado y a la política. De
no casualmente corresponde, hay que repe­ acuerdo con el rápido esquema delineado
tirlo, a la globalidad de la experiencia cons­ anteriormente, estos autores quedan fuera del
titucional del estado de policía—, no respon­ c. porque preceden al ámbito cronológico en
den ciertam ente las obras de todos los auto­ el que este último puede subsistir, ambiente
res que desde fines del siglo xvi hasta fines que refleja la fase político-constitucional del
del x v ii acompañan la acción del príncipe estado de policía alemán.
presentándose como punto de apoyo del nue­ Otros autores se incorporan en el tronco
vo orden político del estado territorial unita­ central del c. ya que se consideran como sus
rio y centralizado. Melchior von Osse, Rein- exponentes de primerísimo nivel: los grandes
king, Conring y el mismo Seckendorff se nos economistas austríacos de fines del siglo xvii
presentan como claros preludios de una rea­ y principios del xvm, como Becher, Hornigk
lidad en movimiento, aunque su posición es y Schróeder. Para éstos no existe la cuestión
demasiado híbrida: no es casual que en su del ámbito cronológico (en esos años Prusia
mayoría le hablen al príncipe, del que son o se estaba organizando como Gesamlstaat,
aspiran ser eminentes consejeros, y se diri­ bajo la guia del gran elector y de Federico
jan a él para darle consejos, en un contexto Guillermo; es más, precisamente Prusia cons­
que se refiere más al "arte de gobernar” que tituye a menudo el blanco de algunas de sus
a la "ciencia del estado”. Las obras del pri­ críticas más agudas). No falta en ellos tam­
mero y del último de los autores citados, poco un preciso señalamiento de intereses
como las de todos los demás (el Politischer modernos, aun cuando estén concentrados en
Teslamení de Melchior von Osse y el Fiirsten- los temas económicos, ni el conocimiento y
Staat de Veit Ludvvig von Seckendorff) refle­ la capacidad pura tratarlos de m anera unita­
jan en su contenido y en el titulo la antigua ria y sistemática. Pero les falta la vinculación
actitud, medieval tardía y de la prim era edad con la praxis constitucional del estado cen­
moderna, de "espejos de los príncipes” que tralizado y global. Su punto de referencia es
reflejan la fase de formación del estado terri­ Austria, que por ese entonces pasa por uno
torial. Concentran su atención en la figura del de los momentos más bajos de su historia
príncipe, presentando las propuestas innova­ moderna, privada ya de toda competencia y
doras en el campo de las finanzas o de la hasta de la simple pretensión imperial, pero
administración como consejos dados al prin­ que todavía no tiene en su interior un orde­
cipe y no como fruto de un estudio o de una namiento de estado territorial y, por lo mis­
reconstrucción sistemática de la realidad mo, es incapaz de prestar el más insignifican­
política. te apoyo a una política económica de cual­
A pesar, pues, de que estos autores ponían quier tipo, y mucho menos a una política mer-
a menudo su obra al servicio de príncipes acé­ cantilista (de intervención constante hacia el
rrimamente empeñados en la obra de la cons­ interior y hacia el exterior), como la defendi­
trucción de! estado moderno, y aunque sus da por nuestros autores. Estos últimos teo­
intereses y sus intervenciones se orientaban rizaron. pues, de una manera admirable, y
más a estim ular y a apoyar la centralización que rara vez se puede encontrar en la produc­
estatal, que no difería de la que más adelan­ ción mcrcantilista de otros países, excepción
te seria característica del pensamiento carne- hecha tal vez de Italia, los principios de la doc­
ralista, no pueden considerarse propiamen­ trina económica corriente en esa época, pero
te como cameralistas. La realidad política que no lograron o no supieron transform ar sus
viven y estudian todavía corresponde a la rea­ teorías en especulación "política” en tanto
182 C A M E R A L ISM O

fueron incapaces o no pudieron aplicarlas a te se habían concentrado siempre en la per­


una realidad política adecuada. sona misma del príncipe autocrático, se orien­
Por esta razón fueron más m ercantilistas taban ya a una vinculación más explícita y
que camcralistas (atraídos con más frecuen­ directa, en nombre de una participación
cia por el aspecto económico-financiero del común, articulada pero unitaria, con un dise­
fenómeno político que por la globalidad del ño sistemático y previsible de la vida del
mismo), pero sobre todo fueron mercantilis­ estado.
tas "imperiales” en una época en que el impe­ A este cambio de la realidad política y
rio va no existía o por lo menos no era capaz social le corresponde, en el plano del pensa­
de cum plir las tareas de propulsión y de con­ miento y también en parte en el de la praxis,
trol sobre la política económica de Austria, la experiencia cameralista, que encuentra en
que por su parte no se había ordenado com­ la ambigüedad de la situación en que se ori­
pletamente como estado territorial. gina las inevitables incertidumbres y condi­
ciones (entre lo viejo y lo nuevo) que la carac­
III. EL CAMERALISMO Y EL G E S A M T S T A A T PRUSIANO DE terizan. Ya no es suficiente el estudio secto­
la p r im e r a m itad d e l s ig l o x v in Mientras tanto, rial del problema financiero que. al estar liga­
en Prusia se estaba llevando a cabo un rápi­ do a la persona del príncipe, se reducía ine­
do proceso de racionalización del estado. Des­ vitablemente a un mero fiscalismo (de la
pués de la victoriosa batalla del gran elector jurislische Steuerliteratur y de la Akzisenstriet
contra los estamentos territoriales, gracias a del siglo xvii); ya no era suficiente el interés
la creación del ejército estable, a la gestión demostrado por la administración y la exigen­
directa de una parte conspicua de la imposi­ cia genérica de buenos funcionarios y de bue­
ción (sobre todo de la indirecta) y a la inci­ nas prácticas burocráticas (como en Secken-
piente organización de una burocracia pro­ dorff); no bastaba más la simple aceptación
fesional y centralizada (que tenía su origen de las teorías mercantilistas, desligada de las
precisamente en dos sectores dependientes decisiones precisas en el campo político
directam ente del principe, del ejército y de (como en los m ercantilistas austríaco-
los impuestos indirectos), el segundo gran imperiales). Todo esto seguía siendo impor­
Hohenzollern, el rey Federico Guillermo I, tante. y adquiría cada vez más importancia,
estaba en vísperas de emprender un paso ulte­ pero dentro de aquella visión unitaria con que
rior en la fusión de las diversas actividades se trataba de ligar entre sí las diversas par­
del estado dentro de una estructura unitaria tes del mosaico, haciendo por otro lado que
encabezada par un órgano central (el General- fueran funcionales al mismo diseño unitario
Direktorium, instituido en 1723) y, hablando de la vida del estado en que se inspiraba la
más en general, en última instancia, por el praxis constitucional que se observa en el
principe mismo que desde el exterior guiaba momento.
y dirigía las decisiones de este último (régi­ El c. fue la respuesta a ello: una respuesta
men de gobierno señalado como "Regierung desarrollada dentro de los límites precisos de
aus dem Kabinett”). La situación constitucio­ tiempo y con referencias prácticas obligadas.
nal era, pues, la adecuada para que alrededor Una respuesta naturalm ente deficiente en
de la figura del principe se fuera cristalizan­ muchos aspectos y contradictoria, pero
do una estructura institucional unitaria y cen­ auténtica y. sobre todo, funcional. Una res­
tralizada. dependiente de él pero provista puesta que facilitó, en Alemania, el paso del
potencialmente de dinámica y justificación arte de gobernar a las modernas ciencias del
propias. Así, al interés privado del príncipe estado.
(entendido también en su aspecto público, El término c. se relaciona de manera evi­
político-religioso de monarca, del que gobier­ dente con la institución característica del
na) se contraponía un interés más amplio, e 'ta d o patrimonial y del periodo de la lucha
más genérico, más indiferenciado pero tam ­ del principe contra las fuerzas intermedias
bién más necesitado de una justificación obje­ y locales en la fase central del estado por
tiva y sistemática: precisamente el del poder capas: la “cámara", órgano privado de gobier­
institucional del estado. Además, las diversas no en que el principe, ayudado por expertos
actividades del gobierno que tradicionalmen­ dependientes de el y fieles a él, dirigía s u s pro­
C A M E R A L IS M O 183

píos asuntos. Sin embargo, de manera más manifiesto el alcance "institucional” real que
directa, el c. refleja un momento todavía pos­ tuvo el c. desde su nacimiento. La enseñanza
terior, es decir el momento en que la expan­ específica de las "ciencias camerales, econó­
sión de las tareas y de los poderes del princi­ micas y de policía" se consideraba en efecto
pe, que va superando progresivamente las como un instrumento indispensable para per­
resistencias de las capas, lleva a una contra­ m itir la formación de funcionarios expertos,
posición, dentro de la actividad del estado, modernos y preparados, de “echten Camera-
entre los asuntos "cam erales" y los “contri- listen" precisamente, que supieran responder
bucionales". Los primeros señalan la premi­ dignamente a las exigencias del nuevo esta­
sa —sobre todo en el campo financiero, aun­ do en sustitución de los ya superados ju ris­
que también en el campo administrativo— de tas. Como se ve, las razones de la vinculación
la posición del príncipe en vista a la consti­ establecida desde el principio entre el c. y la
tución del Gesamtstaal y los segundos desta­ forma histórica del estado de policía en Pru­
can la persistencia de una estructura descen­ sia no están ausentes ni en el plano de las jus­
tralizada y articulada del poder basada en la tificaciones teóricas y de la historia del pen­
participación de las clases territoriales en los samiento ni en el de las aplicaciones prácti­
principales asuntos del gobierno y el predo­ cas y de la historia constitucional.
minio de la antigua sociedad por capas o esta­ Pero ¿en qué se concretó de hecho la expe­
mentos sobre el estado moderno centraliza­ riencia cameralista? Sustancialmente en la
do e institucional. Éstos no son, en realidad, respuesta teórica, de especulación política, a
más que los términos fundamentales del con­ las instancias concretas por medio de las cua­
flicto constitucional que se está desarrollan­ les ella misma se expresaba. Desde la obra de
do entre el siglo xvn y el xvm en los princi­ los primeros profesores de Halle y Francfort
pales estados territoriales alemanes. El hecho del Oder, Gasser y Dithmar, hasta, sólo trein­
de que en Prusia dicho conflicto se haya ta años más tarde, la del último exponente del
resuelto en favor de la instancia "cam eral” c. académico, Zincke, se asiste, en efecto, a
en la forma que se describió anteriorm ente un rapidísimo proceso de sistematización y
de manera sucinta, constituye la explicación organización conceptual del complejo y con­
más simple de por qué el c. tuvo su origen más fuso tema "cameral". El hilo conductor de
genuino en Prusia, en medio de la obra de con­ esta investigación no fue tanto la introducción
centración y racionalización de la máquina de temas nuevos, la propuesta de soluciones
del estado prusiano llevada a cabo por Fede­ originales, la apertura de nuevos campos de
rico Guillermo I. investigación, sino la adopción de una pers­
Existe, por otra parte, una fecha exacta que pectiva no empleada nunca hasta entonces:
debe lomarse como fecha de nacimiento del la que tiende a la unificación de las distintas
c. en sentido propio: 1727, año en que el rey ramas "técnicas" del pensamiento político
de Prusia instituyó en las universidades de moderno (economía, ciencia de la administra­
Halle y de Francfort del Oder las prim eras ción, ciencia de las finanzas, tecnologías pro­
cátedras de "ciencias camerales". ductivas, etc.) en un cuerpo integrado y con
Esto permite poner de manifiesto una sentido propio, por medio del cual se trató de
característica peculiar del fenómeno que esta­ dar una explicación "mecánica", desde el inte­
mos estudiando: su oficialidad, que se mani­ rior, del funcionamiento de la cosa pública,
fiesta precisamente en una relación de depen­ tomándola a esta última en su dimensión his­
dencia institucional (a través de la enseñan­ tórica concreta del estado de policía, centra­
za universitaria especifica) con el estado, del lizado y unitario, cada vez más institucional
que constituye la expresión histórica. Así, y superior a la figura del soberano, corno se
pues, para los fines de una definición más pre­ realizó en Prusia durante la prim era mitad
cisa de c. y de su distinción con movimientos del siglo xvm.
que la han precedido (preparado) o seguido No sin razón, entre los diversos sectores
(disuelto), éste debe señalarse propiamente que componían las ciencias camerales, el de
como “c. académico". la ciencia de policía fue el que asumió el papel
Los motivos mismos de la iniciativa del rey clave, de punto de apoyo de todo el sistema,
de Prusia sirven, una vez más, para poner de de momento sintético de la compleja sitúa-
Iít4 CA M ER A L1SM O

ción que había puesto en movimiento el naci­ de una descentralización en órganos cada vez
miento del estado moderno. Usando como más unitarios pero ya diversificados y en acti­
punto de apoyo la ciencia de policía y a tra ­ vidades que, partiendo cada vez más del vér­
vés de un frágil equilibrio entre la ciencia de tice, seguían canales separados en nombre de
las finanzas y la ciencia económica (en su la exigencia técnica y funcional de hacer cada
dimensión tanto privada como pública), la vez más eficiente la administración de un
ciencia cameralista en su con junto se convir­ estado cuya estructura v dimensión unitaria
tió, en la obra de Zincke, en la verdadera doc­ fundamentales ya no se ponían en discusión
trina del estado de policía prusiano de la épo­ (ni tampoco se seguía defendiendo). A la sepa­
ca, del que no dio ya la conceptualización abs­ ración de la justicia a partir de la adminis­
tracta y metafísica (ya sea que ésta se desa­ tración se añadió, pues, muy pronto, la sub­
rrolle en términos teocrático-escolásticos o en división del "General-Direktorium" en una
los más recientes del derecho natural racio­ serie de departamentos, a cada uno de los cua­
nalista) sino la explicación en términos de les le competía un aspecto de las distintas
fuerzas concretas, empíricamente observa­ actividades del estado. A la exigencia de dar
bles y teóricamente mensurables: una expli­ una explicación unitaria e integrada del esta­
cación "científica", en otras palabras. do en su conjunto, basándose en la actividad
La historia del c. “académico" es demasia­ de policía, verdadera columna que sostenía
do breve; pero no porque se hayan elimina­ toda la estructura del estado alemán en una
do las cátedras cam cralistas de las universi­ fase muy precisa de su historia, la sustituye
dades alemanas (que más bien aumentaron en la exigencia de hacer cada vez más expeditas
número y perduraron hasta la mitad del siglo y funcionales las distintas actividades de un
xix) sino porque dejó de existir el significa­ estado que ya ha encontrado por otro cami­
do peculiar de la ciencia cameralista como no su propia justificación. Al estado de poli­
ciencia global del estado. Esta no pudo, en cía lo va sustituyendo el estado de derecho.
efecto, resistir el esfuerzo de especialización Prueba de ello es la gran legislación “ ilustra­
al que fueron sometidas también, y sobre da" que completará, después de su muerte,
todo, las diversas ramas técnicas que actua­ la obra de Federico el Grande.
ban en su interior, cada una de las cuales Dentro de su brevedad, la historia del c.
recorrió de manera autónoma el camino de refleja esta profunda transformación, y al
su propia transformación en ciencia. El inten­ adaptarse al nuevo curso y a las nuevas exi­
to apasionado de form ar una ciencia unita­ gencias deja de existir, no obstante que siga
ria del estado, capaz de comprender y expli­ apareciendo su etiqueta en los libros y en las
car todas las múltiples actividades de este cátedras universitarias. Justi —considerado
último, fue seguido por la proliferación de el más grande de los camcralistas alema­
numerosas ciencias del estado, diferentes nes—, Sonnenfels y todos los que vinieron
entre sí, cada una de las cuales se limitó a pro­ después de ellos ya no son camcralistas en
fundizar un aspecto de la antigua disciplina sentido estricto: en ellos ya ha adquirido
unitaria. importancia determ inante el interés por dis­
Esto correspondió, por otra parte, como ciplinar. Este último se concentra todavía de
debía ser, a un cambio preciso de ordena­ preferencia en la ciencia de policía a la que
miento constitucional, que se produjo en Pru- ya no se la considera, sin embargo, como
sia en la segunda mitad del siglo xviu, des­ momento sintético de toda la experiencia
pués de la llegada de Federico el Grande, y cam eralista (junto con la economía y la cien­
en Austria, durante el mismo periodo, des­ cia de las finanzas) sino como momento pri­
pués de las reformas de María Teresa, que se vilegiado, autónomo, de la compleja vida del
sirvieron del camino recorrido mientras tanto estado, como momento digno ya de estudio,
por el estado prusiano. Este cambio consis­ aun prescindiendo de los demás aspectos de
tió en un reforzamiento ulterior del aparato la misma, ya sea que se profundice como
estatal, aunque ya no en el sentido de una cen­ “política económica" o como "ciencia de la
tralización de las funciones y de las activida­ administración" o como verdadero "derecho
des en nombre de la exigencia política de ven­ de policía" en sentido moderno, el camino
cer las resistencias locales sino en el sentido emprendido en esta furnia es ya completa
CAPITALISMO 185

mente distinto; el c. académico, como exigen­ c. es sólo un elemento, en cuanto designa el


cia exhaustiva de una ingeniería social, ha subsistema económico.
dejado de existir. Puede (y podría) existir sólo Una segunda acepción de capitalismo, en
en relación con una forma de organización de cambio, se refiere a la sociedad en su conjun­
la vida pública, mecánica, integrada y com­ to como formación social, históricamente
pacta como el estado de policía. calificada de manera determ inante por su
modo de producción. C. designa entonces una
iiiBi.iocjRAHA. J. Briickner, Staaiswissenschaften, "relación social" general.
Kameralismus und Naturrecht: ein Beiirán La misma historia del concepto de c. osci­
Geschichle derpolitischen Wissenschaft in Deuts- la entre estas dos acepciones. No se trata de
chland des sfáten 17. und frühen 16 Jahrhundem, una controversia nominalista, negociable a
Munich, Beck. 1977; G.F. Miglio, Le origini delta través de un acuerdo entre investigadores,
scienza delTanuninistrazione, en Ani del 1 Con- sino de una cuestión de identificación del
yegua di studi di scienza dell'anmiinistrazione, mundo moderno v contemporáneo, que ha
Milán, Giuiíré, 1956; P. Schicru, Dell'arte di implicado y sigue implicando la identidad y
govento alie scienze delta staio: il cameralismu la ideología de amplios grupos sociales.
e l'assolulismo tedeseo, Milán, Giuffré, 1968; La distinción entre acepción restringida y
A.W. Small, The cameralists the pioneers of Ger­ acepción amplia de c. se ha establecido aquí
mán socialpolity, Chicago, Franklin, 1909 (facs. sólo como punto de partida destinado a re la­
1968); K. Zielenziger. Die alien deutschen Kame- tí vi/.arse en el transcurso de las argum enta­
ralisten: ein Bcitrag zur Geschichte der Natiuna- ciones siguientes, las cuales se verán desde
liikonumie und zum Problem des Merkantilis- una óptica sociológica y politolúgica, sin per­
mus, Jena, Fischcr, 1913. der de vista la economía.
Para empezar, debemos determ inar mejor
[PIERANGELO SCHIERA] la peculiaridad del c. como conjunto de con­
ductas individuales y colectivas referentes a
la producción, distribución y consumo de bie­
nes. Si bien dicha peculiaridad ha sido y con­
capas, sociedad por. v. sociedad por tinúa siendo objeto de controversia históri­
CAPAS ca. cultural, sociológica, podemos enum erar
algunos rasgos que distinguen al c, de otros
modos historíeos de producción. Estos son:
a] propiedad privada de los medios de produc­
capitalismo ción. para cuya activación es necesaria la pre­
sencia de un trabajo asalariado formalmen­
I EL PROBLEMA DE LA DEFINICION. En el ámbito te libre; b] sistema de mercado basado en la
cultural medio al térm ino c. se le atribuyen iniciativa y la empresa privada, no necesaria­
connotaciones y contenidos muy diversos, mente personal; c] procesos de racionaliza­
reducibles sin embargo a dos grandes acep­ ción de los procedimientos directos e indirec­
ciones. Una prim era acepción restringida de tos para la valorización del capital y la explo­
c. designa una forma particular, histórica­ tación de las oportunidades de mercado con
mente especificada, de actuación económica, fines de ganancia.
o bien un modo de producción en sentido es­ J u n to a la racio n alizació n técnico-
tricto o un subsistema económico. Tal subsis­ productiva. administrativa, científica, direc­
tema está considerado como parte de un siste­ tamente promovida por el capital, esta ope­
ma social y político más amplio y global, para rando una racionalización en toda la "conduc­
designar al cual no se considera significati­ ta vital” individual y colectiva. Esta raciona­
vo u oportuno recurrir al término de c. Se pre­ lización o modernización política culmina en
fiere usar definiciones derivadas del proce­ la formación del sistema político liberal, que
so histórico de la industrialización y moder­ históricamente coexiste con el capitalismo.
nización político-social. En este sentido se No es posible establecer un orden de prio­
habla de sociedad industrial, sociedad liberal- ridad entre estos elementos característicos
democrática o sociedad global, de la que el del c. Constituyen una constelación de facto­
18Í> CAPITALISMO

res lógica y genéticamente vinculados entre coincide con la gran crisis de los años trein­
sí, que pueden dar lugar a modelos interpre­ ta. La actividad teórica, literaria v política de
tativos diversos, según el peso y el valor a tri­ John Mavnard Keynes y sus consecuencias
buidos a cada uno de ellos. Un modelo que da prácticas absorben la atención científica por
un valor fundamental a la relación trabajo algunos decenios después de la segunda gue­
asalariado-capital (según la tradición marxis­ rra mundial. Y con el surgimiento de las limi­
ta) lleva a lecturas y diagnósticos de la diná­ taciones del keynesismo se abre una nueva
mica capitalista muy distintos de los mode­ etapa, articulada alrededor de la forma "cor­
los construidos con base en la prioridad de porativa'' del capitalismo.
los procesos de racionalización de las opera­
ciones (según la tradición weberiana). El aná­
II EL CAPITALISMO EN FI. ANALISIS MARXISTA.
Sin embargo existe acuerdo en considerar lisis crítico del c. llevado a cabo por Karl
que dichos elementos no pueden circunscri­ Marx no es el prim ero en orden cronológico,
birse a un simple subsistema económico. Nin­ pero históricamente ha sido el más eficaz.
guno de ellos (ni tan sólo el sistema de m er­ Sigue teniendo un valor ejemplar por la pers­
cado) puede existir sin factores contextúales picacia con que son enunciados los elemen­
extraeconómicos, ya sean imputables a puras tos constitutivos y al mismo tiempo contra­
relaciones de fuerza o de poder o a presupues­ dictorios del c. Sin embargo tal perspicacia
tos culturales más profundos. crítica no se traduce inmediatamente en un
Aislar en el proceso capitalista un conjun­ diagnóstico de la efectiva dinámica de desa­
to de hechos puramente económicos es cier­ rrollo del c. Este desfase entre la fuerza del
tamente legítimo en el plano de abstracción análisis crítico y la incapacidad de predicción
científica y de operatividad de la acción eco­ desempeñará un papel paralizante sobre la
nómica. Pero es una operación reductiva, si instancia política que guía a los movimientos
se considera el c. como fenómeno social, polí­ inspirados en el marxismo.
tico, histórico. Por otro lado es insuficiente La cuestión no resuelta de la llamada "cri­
limitarse a declarar que el c. es una "relación sis del c.”. que es parte integrante del m ar­
social” si no se establecen ulteriorm ente la xismo histórico, demuestra por un lado la
naturaleza y los términos de tal relación, exactitud de ciertos análisis marxistas, pero
manteniendo la distinción analítica entre los por el otro una falta de comprensión del sen­
diversos subsistemas y su recomposición en tido y dirección de las transformaciones inter­
la unidad funcional del sistema-sociedad. nas del propio capitalismo.
Sin pretender entender todos los temas de Especialmente problemática ha resultado
discusión sobre el c. de los últimos cien años la categoYía de "contradicción" —verdadera
(al contrario, excluyendo expresamente la lite­ piedra angular de la construcción conceptual
ratura económica especializada) podemos dis­ m arxista— a través de la cual el final inevi­
tinguir algunas grandes etapas importantes table del c. se anticipa lógicamente como una
para la definición y redefinición del c. enten­ "necesidad natural".
dido como sistema global o sociedad. Para Marx el c. se funda en la relación entre
La primera etapa está idealmente compren­ trabajo asalariado y capital, y más exacta­
dida entre el análisis crítico de Kart Marx y mente en la valoración del capital a través del
los trabajos histérico-sociológicos de la escue­ plusvalor arrancado al trabajador. "El traba­
la alemana, considerada ya clásica, de Wer- jo es la sustancia y la medida inmanente de
ner Sombart, Ferdinand Tünnies, Em st los valores, pero él mismo no tiene valor algu­
Troeltsch y sobre todo Max Weber. La segun­ no.” O mejor dicho, el trabajo pierde su valor
da etapa es la prosecución y revisión del aná­ apenas entra en el mercado de los productos
lisis m arxista y de las doctrinas liberales clá­ capitalistas, convirtiéndose él mismo en mer­
sicas, a la luz de los cambios sufridos por el cancía.
c. entre finales del siglo xix y 1920. A título El c. consiste pues en un mudo de produc­
indicativo cabe señalar a Rudolf Hillerding ción basado en la extracción de plusvalor a
por un lado y a Joseph Schumpeter por el través del plustrabajo del obrero que es
otro, cuya producción inaugura el momento "explotado” al ser ohligado a vender "libre­
crucial del gran repensamiento critico que mente” su fuerza de trabajo al poseedor de
CAPITALISMO 187

dinero y de medios de producción. "El pro­ La intención del materialismo histórico


ceso capitalista de producción, considerado radica en concebir "como proceso de histo­
en su interdependencia o como proceso de ria natural el desarrollo de la formación
reproducción, pues, no sólo produce mercan­ económico-sccial”. Con otras palabras, la ins­
cías, no sólo produce plusvalor, sino que pro­ tancia científica de la definición m arxista de
duce y reproduce la relación capitalista mis­ c. se sostiene o cae al establecer "la ley eco­
ma: por un lado el capitalista, por la otra el nómica que rige el movimiento de la sociedad
asalariado” (como escribe Marx en el libro moderna". No cabe duda de que Marx había
prim ero de El capital). En este texto se enun­ detectado las antinomias que están en la base
cia claram ente el nexo necesario entre las de la dinámica del c.; pero atribuyó a su con-
reglas del mercado económico v la estructu­ ceptualización un rigor lógico (sobre todo a
ra de la sociedad capitalista. Con esta óptica través de la forma de la contradicción) que
se entiende la primacía de la acción económi­ no está en condiciones de captar la marcha
ca sobre cualquier otra forma e instituciona­ efectiva, histórica, del c. como sistema global
lización de la acción social. y como “civilización".
En especial la dimensión política de la rela­
ción capitalista está ya comprendida en la III ti. CAPITALISMO F.N EL ANALISIS WEBER1ANO. El
específica obligación y necesidad que carac­ estimulo pura la actualización del concepto
teriza a la venta de fuerza de trabajo por parte de c. en las ciencias histórieo-sociales de prin­
del obrero. Se trata de una obligación ejerci­ cipios del siglo xx fue dado por el reto del
da no sobre esclavos, sino sobre hombres jurí­ marxismo, convertido en doctrina oficial del
dicamente libres, sobre ciudadanos. Sin las movimiento obrero, y por la "cuestión social”,
libertades burguesas no existe un capitalis­ que explotó poniendo en dificultades al mun­
mo moderno. do ideológico y político liberal.
La potencia histórica del c. moderno con­ Los autores que se distinguen por un tra­
siste en proporcionar una base de legitima­ tamiento sistemático del c. son Werner Som-
ción universal, encarnada finalmente en el bart y Max Weber. Ambos sustituyen el
estado liberal, a una relación de dependencia núcleo esencial marxista de la relación
económica. El sistema capitalista se legitima capital-trabajo por una investigación de
en términos de función, no de dominio direc­ esquemas de conducta individual y colectiva
to. El dominio a través de la economía asu­ asignables al proceso histórico de racionali­
me la forma de la dependencia funcional. Pero zación de todos los ámbitos de vida que carac­
aquí se encuentra precisam ente —para teriza a Occidente.
Marx— la contradicción del c. La relación tra­ A Sombart se le debe la expresión afortu­
bajo asalariado-capital (o bien la ley del valor nada de "espíritu del capitalismo” para desig­
que está en la base de la valoración del capi­ nar la suma de las actitudes psicológicas y
tal) es el principio revolucionario del c., pero culturales que m arcan el nacimiento del c.
es al mismo tiempo su destino mortal. moderno —la Gcsinnung, la orientación ético-
La historicidad del c. es otro componente intelectual que se identifica con el individua­
esencial de la concepción marxista. El carác­ lismo y con el principio de adquisición y por
ter de mercancía que asume el trabajo y el tanto con el racionalismo económico.
capitalismo como producción de mercancías La contribución de Max Weber a una defi­
no es un descubrimiento de Marx. Era una nición del c. se ubica en el marco de dos cues­
adquisición científica y crítica de sus maes­ tiones: los orígenes del c. moderno, o bien los
tros burgueses: Smith y Ricardo. Sin em bar­ requisitos culturales que permiten el surgi­
go éstos habían ignorado el carácter históri­ miento y el desarrollo del c., y la cuestión de
co. y por tanto transitorio, de un tal sistema la especificidad del c. occidental moderno res­
de producción. Marx dice que si Ricardo cree pecto a otros mudos de pruducción históri­
que la forma de mercancía es indiferente, esto cos fuera del ámbito occidental.
se deriva de su hipótesis de que el modo bur­ En La ética protestante y el espíritu del capi-
gués de producción es absoluto y por tanto talismo de Weber, la ética calvinista, en vir­
un mudo de producción sin determinación tud de la ¡dea de Beruf (profesión como voca­
específica precisa. ción). se ve como el factor decisivo para la
188 C A PIT A L ISM O

difusión de una conducta de vida ascético- del capitalismo", tenemos que buscarla en los
racional que es un presupuesto del espíritu procesos de racionalización y optimización de
capitalista moderno. las oportunidades de mercado —comprendi­
La conducta de vida, la coherencia con las do el mercado de trabajo libre.
propias convicciones y creencias, es para La relación de trabajo asalariado como tal
Weber motivo de una acción autónoma res­ y los rasgos coercitivos insertos en la orga­
pecto al simple cálculo económico y a la pre­ nización capitalista del trabajo (disciplina de
sión del puro poder. Asi pues, a p artir del fábrica, necesidad impostergable de venta de
siglo xvi, en las áreas geográficas afectadas fuerza de trabajo) no constituyen en cuanto
por la Reforma protestante se instaura una tales la esencia del c. Ésta consiste más bien
vinculación precisa entre credo religioso, con­ en la explotación racional de las reglas del
ducta moral de vida y comportamiento eco­ intercambio en general —de las que el inter­
nómico, definible como "racionar’ en un sen­ cambio de fuerza de trabajo por salario es
tido capitalista. El núcleu central de dicho solamente un aspecto. Para Weber la coerción
vínculo está dado por la revaloración del tra­ inherente a la venta de fuerza de trabajo es
bajo y de la profesión en clave de vocación y un aspecto de la "voluntad de trabajo", que
signo de elección divina. hace posible una lógica del intercambio.
La ascética intram undana opera con ener­ El mercado es la trasposición económica de
gía contra toda forma de goce, lujo, desper­ la incesante lucha entre los hombres. La eco­
dicio o exhibición de riqueza, con la consi­ nomía racional está orientada hacia los pre­
guiente reducción de los consumos y el cios en dinero, que a su vez se forman en el
correspondiente ahorro de dinero y bienes, mercado con la lucha de intereses. “Sin una
disponibles para una acumulación y una rein­ valoración en precios monetarios —o sea sin
versión de tipo capitalista. Una riqueza así aquella lucha— no es posible cálculo alguno."
entendida, como premio a la cuidadosa admi­ La lógica del cálculo formal capitalista está
nistración de los bienes concedidos por Dios, por tanto vinculada —a través del mercado
creó la mentalidad que a la larga pondrá en libre— a la lógica de la lucha de intereses.
acción los mecanismos de la economía capi­ Donde no existe liberada la lucha no puede
talista. haber cálculo racional.
Naturalmente —señala Weber— el c. con Lo que para Marx era una cadena de ele­
el tiempo perdió toda motivación religiosa: la mentos en contradicción (trabajo-mercancía-
auto-disciplina ascética fue sustituida por la dinero). pasa a ser para Weber la dinámica
disciplina externa del trabajo de fábrica o de vital de la economía racional capitalista. El
oficina. La codicia de bienes materiales vuelve potencial de crisis interna del c. no consiste
a ser el móvil del comportamiento económico. en una presunta contradicción de sus elemen­
El c. para Weber —y para todos los que tos, sino en la virtual extinción de su dinámi­
siguen su orientación científica— es la dimen­ ca por obra de un poder burocrático. Weber
sión económica de un comportamiento más no preconiza la abolición del mercado, que
profundo y peculiar de corte racionalista, del para él es garantía de cálculo racional y de
que forman parte los difundidos procesos de autonomía de los sujetos: una extinción del
racionalización burocrático-administrativa y mercado presentaría el despotismo puro y
jurídica que culminan en el estado moderno simple del poder burocrático.
occidental.
Si el c. es la vertiente económica del racio­ IV. APUNTES SOBRE LA CUESTION DE LOS ORIGENES DEL
nalismo, reproduce en si mismo las caracte­ capitalismo y desu arranque. La investigación
rísticas propias de la ratio —control v domi­ historiográfica contemporánea acerca de los
nio de los medios respecto al fin, a través del orígenes del c. ha progresado mucho respec­
cálculo, la generalización, la previsión. La to a las indicaciones de los clásicos v cuenta
acción capitalista es un ejercicio pacífico de con una documentación sistemática e innova­
un poder de disposición puesto en acción dora que ha abierto nuevos horizontes (bas­
racionalmente para obtener beneficios a tra­ te señalar los estudios sobre c. y civilización
vés de la hábil explotación de las coyunturas material de F. Braudel).
del mercado. Si queremos hablar de "esencia La gran discusión sobre la relación histó­
CAPITALISMO 139

rica entre protestantismo y orígenes del capi­ la base del cambio técnico, realiza su propio,
talismo (desde los viejos estudios de R. Taw- específico proceso de producción, fundado en
nev a las más recientes contribuciones reco­ la unidad colectiva de producción de gran
piladas por ejemplo por S.N. Eisenstadt y P. escala, la fabrica, con lo que se consuma el
Besnard) ofrece un marco muy diversificado divorcio final entre el productor y su propie­
que, aunque no llega a falsificar las tesis dad sobre los medios de producción [...] y se
weberianas, provoca una revisión de la pro­ establece una relación simple y directa entre
blemática que evita caer en simplificaciones. capitalista y obreros asalariados."
El c. del siglo xvi se repropone en clave de La prim era industrialización se produce
economía m undo (I. Wallerstein), en el senti­ simultáneamente con una serie de fenómenos
do de un sistema económico que progresa en que no podemos subvalorar: aumento de la
cuanto no se encierra en un sistema político población, éxodo más o menos forzudo de
homogéneo en el nivel europeo e internacio­ masas campesinas hacia los centros urbanos,
nal (homogeneidad nacional en la heteroge­ primeros fenómenos de urbanización con una
neidad internacional). rapida transformación de la estratificación
La organización capitalista dispone sus social tradicional, formación del proletaria­
recursos económicos en un campo de batalla do obrero urbano, creciente compromiso del
más amplio del que podrían controlar cada aparato estatal ya sea en forma represiva o
una de las instituciones políticas en particu­ proteccionista o garante.
lar. Asi, en una Europa de fronteras fluidas Este es también el periodo clásico del libe­
del siglo xvi, se crea una "economía mundo" ralismo, como doctrina económica y prácti­
que acoge en su seno sistemas políticos diver­ ca política, tan fuerte y eficaz que llega a iden­
sos y concentra progresivamente empresas y tificarse con la idea de que el c. consiste en
riqueza en manos privadas, prescindiendo de la igualdad de los ciudadanos, la libertad y
banderas nacionales. En esta óptica el protes­ la función meramente administrativa del esta­
tantismo aparece simplemente como la reli­ do. La ideología liberal y liberaliza esconde
gión de las áreas dirigentes y centrales de este por completo el momento de coerción implí­
sistema, mientras que la religión católica que­ cito en el mercado libre del trabajo y en la
da relegada a las áreas periféricas y sem¡pe­ concepción individualista del estado. De
riférica*». hecho en los estratos crecientes de la pobla­
Sin subvaluar la contribución determinante ción obrera urbana se genera progresivamen­
que aportó el proteccionismo estatal directo te un sentido de distanciamiento con respec­
e indirecto, sobre todo en la época mercunti- to a tal estado. Desde finales del siglo xix
lista, no cube duda de que el arranque defi­ nacen y se refuerzan las grandes organizacio­
nitivo del c. se produce en coincidencia con nes proletarias para las que "capitalismo" es
la llamada revolución industrial. Esta tiene sinónimo de sociedad inhumana e injusta. El
lugar prim ero en Inglaterra en la segunda sistema capitalista, asentado en sus estruc­
mitad del siglo xviii, en Francia y Estados turas económicas de fondo, ganó sus batallas
Unidos a p artir de los prim eros decenios del contra los sectores retrasados precapitalistas
siglo xix y en Alemania sólo en la segunda y tuvo que afrontar y racionalizar una prime­
mitad del mismo siglo. ra transform ación real.
En su clásico Estudios sobre el desarrollo
del capitalismo (1946) Maurice Dobb sinteti­ V TEMAS DEL "CAPITALISMOORGANIZADO . Entre las
za esta fase de la siguiente manera: “La revo­ definiciones acuñadas en la prim era veinte­
lución industrial representó el momento de na del siglo xx, y retomadas en los años
transición de una fase primitiva y todavía setenta, para señalar los cambios de estruc­
inmadura del capitalismo —en la que el régi­ tura y de funcionamiento del c., encontramos
men de la pequeña producción precapitalis­ la de "capitalismo organizado".
ta estaba siendo impregnado por el capital, Más allá de los significados atribuidos en
subordinado a el. despojado de su indepen­ diversas ocasiones a Rudolf Hiiferding \ a
dencia como forma de economía, pero en la otros investigadores, podemos observar en
que aun no había sido tran sfo rm ad o forma sintética los siguientes fenómenos:
enteram ente—. a una iase en que el c., sobre a] procesos de concentración económica en
190 C A P IT A L IS M O

forma de monopolios, oligopolios y cárteles, afirmación de la política coyuntural anticicli-


con la correspondiente extinción virtual de la ca se pudo hablar de capitalismo organizado
competencia y del mercado en sentido libe­ desarrollado" (H.A. VVinkler).
ral; b] desplazamiento del poder real, en for­ Al proceso de concentración de las grandes
ma de poder de influencia, fuera del marco empresas, a la organización cada vez más rígi­
político institucional, en favor de fuerzas eco­ da de los mercados de bienes, de capitales y
nómicas y sociales, cuya presión se revela efi­ del trabajo, se añade la sistemática interven­
caz en los momentos críticos de decisión polí­ ción del estado en la economía. Los confines
tica; c] proceso de concentración económica entre sector privado y sector público son cada
acompañado de una organización paralela de vez más confusos. Los sistemas económicos
masa de los trabajadores dependientes, con "mixtos" se caracterizan por la presencia
notables consecuencias en el sistema de estatal directa (a través de la empresa públi­
representación, especialmente en la relación ca) e indirecta (a través de institutos de copar­
entre sindicatos y partidos; d] el estado se ticipación y de control estatal); ya no se pue­
corresponsabiliza de manera creciente en la den considerar fenómenos anómalos o típicos
gestión económica, no tanto con la creación de economías retrasadas respecto a los mode­
de sectores económicos directamente contro­ los del c. avanzado según los estándares libe­
lados por él, sino sobre todo con la amplia­ rales clásicos.
ción del gasto público y el peso determ inan­ Teniendo presente la experiencia norteame­
te para toda la economía de su política credi­ ricana, convencionalmente considerada hos­
ticia y fiscal y de las estrategias coyuntura­ til a toda cstatización, se tiende a generalizar
les en general; e] el estado asume el papel de un esquema interpretativo de tres sectores:
garante en el proceso de institucionalización un sector privado de bienes de consumo
de los conflictos laborales, especialmente de! abierto a la competencia en sentido tradicio­
conflicto industrial entre las grandes organi­ nal, pero marginal y dependiente en cuanto
zaciones sindicales y patronales, llegando a a recursos materiales y energéticos prim a­
una especie de intervencionismo social que rios; estos últimos, junto con otras mercan­
convierte la función estatal de arbitraje (cual­ cías de amplio consumo, forman parte de un
quiera que sea su figura institucional) en uno mercado gobernado por oligopolios, que tole­
de los elementos decisivos del c. organizado. ran sólo un modesto "competitive fringe”; un
Estas indicaciones generales son suficien­ tercer sector de producción es de exclusivo
tes para delinear un proceso que resulta evi­ uso estatal, con altísima inversión financie­
dente en todos los sistemas capitalistas en el ra y tecnológica (sector espacial, de armamen­
periodo comprendido entre las dos guerras. tos no convencionales, etc.) en el que las
No tiene la menor importancia investigar por empresas —sin importar si son privadas o pú­
qué con base en dichos procesos de auto- blicas— actúan sin ninguna autonomía. En
organización capitalista, el movimiento socia­ este sector monopólico y estatizado, así como
lista (R. Hilferding) haya deducido errónea­ en el que está regulado por los oligopolios,
mente una anticipación del principio socia­ predominan empresas e industrias de alta
lista de planificación. intensidad de capital, m ientras que en el sec­
Técnicamente muchas de las característi­ tor competitivo actúan empresas e industrias
cas anteriorm ente indicadas hacen su apari­ de alta intensidad de trabajo. En el tercer sec­
ción durante la prim era guerra mundial y se to r los progresos tecnológicos son relativa­
refuerzan en los años sucesivos. Pero es sola­ mente rápidos, con inmediatos reflejos pro­
mente en los años treinta, en el contexto de ductivos, m ientras que en el sector competi­
la gran crisis de 1929, que se configuran gra­ tivo tradicional son más bien lentos \
dualmente en una serie de medidas encami­ mediatos.
nadas a la reestabilización de una nueva fa>e Estas observaciones tienen aquí sólo valor
capitalista. “ Sólo en los años treinta, bajo el indicativo de la pérdida progresiva de la fun­
signo de la recesión de las teorías keynesia- ción central reguladora del mercado en el c.
nas, la política estatal coyuntural pudo desa­ contemporáneo, que se integra a la acción
rrollarse para convertirse en el medio clási­ estatal o ésta la sustituye.
co de la lucha económica. Sólo después de la Esto no significa que a la disminuida tun-
CAPITALISMO 191

ción del mercado deba corresponder por par­ tales, aunque actualmente se presente en tér­
te del estado una planificación programada. minos muy diversos de los del marxismo his­
El estado contemporáneo se limita a menu­ tórico. Toda la cuestión de la crisis del c. des­
do a im itar las reglas tradicionales del mer­ de el punto de vista marxista se nos aparece
cado. manteniendo las condiciones de su hoy m arcada con el signo de la controversia
reproducción. (cf. los textos recopilados por L. Colletti en
Por lo demás, también en la Fase liberal del El marxismo y el "derrumbe" del capitalismo
c. el estado había garantizado la reproducción y por C. Napoleoni en El futuro del capita­
y el funcionamiento del sistema económico, lismo).
cumpliendo unas tareas bien precisas: defen­ Sin embargo, la idea de la crisis del c. como
sa de los derechos privados de la em presa y crisis de toda la civilización burguesa no es
adecuación del aparato legislativo a las nece­ exclusiva de los movimientos de oposición
sidades expresadas sucesivamente por el social y política. Ha pasado a ser un motivo
desarrollo económico; defensa de la fuerza de de autocrítica de la cultura liberal-burguesa,
trabajo contra la lógica de explotación capi­ que culmina en los años veinte y treinta. No
talista indiscriminada (legislaciones sociales) se trata sólo de modas literarias, filosóficas
y en general creación de infraestructuras o de publicidad.
para la reproducción de la fuerza de trabajo En el Handwórterbuch der Soziologie de
(como transportes, escolarización, urbanis­ 1931 (bajo la dirección de Alfred Vierkandt.
mo, etcétera). que recopila las contribuciones de los cientí­
Estas funciones las encontramos enorme­ ficos sociales más eminentes de su tiempoi,
mente ampliadas y perfeccionadas en la el "estilo de vida" capitalista se presenta
acción del estado contemporáneo. Actualmen­ como un modelo negativo, sinónimo de des­
te la im portancia de las infraestructuras trucción de todo valor autentico, que susti­
materiales y no materiales (investigación cien­ tuye la calidad por la cantidad, expresión de
tífica) ha llegado a ser decisiva, así como el fuertes sensaciones epidérmicas, obsesión
apoyo contra la competencia internacional por el éxito, consumismo desenfrenado, cul­
(para esconder el papel de los gastos impro­ to a la violencia —un conjunto de antivalores
ductivos, como los armamentos). Además el en contraposición a un idealizado mundo pre-
estado tiene la oportunidad de hacer notar su capitalista.
presencia directa en ramas económicas vita­ Un diagnóstico critico de tales dimensiones
les y la posibilidad de dirigir inversiones o puede estar al mismo tiempo al servicio de
facilitarlas en áreas olvidadas por el capita­ posiciones prácticas y políticas progresistas
lismo privado. Todo ello se traduce en impe­ o de posiciones nihilistas, irracionalistas o
rativos contrastantes, que marcan los confi­ reaccionarias, incluso de carácter fascista.
nes dentro de los que se mueve el sistema En realidad en la temática de la crisis del
capitalista de régimen democrático: necesi­ c. como crisis cultural y de civilización coe­
dad de crecimiento económico, estabilidad de xisten elementos diversos, ya sea desde el
la moneda, intervención y prevención de cri­ punto de vista analítico o desde el punto de
sis coyunturales, balanza de pagos, etc. —pe­ vista evaluativo. Además de una latente nos­
ro también necesidad de pleno empleo, defen­ talgia de un mundo precapitalista, supuesta­
sa de los grupos desfavorecidos, estrategias mente armonizado en un universo de valores
de reducción de las desigualdades sociales, compartidos, existen fenómenos que se impu­
políticas fiscales eficaces y equitativas, etc. tan distinta y separadam ente al industrialis­
La "crisis" del c. contemporáneo tiene su mo. a la secularización, a la modernización
expresión en la incapacidad de afrontar al social y política. Si bien no sería incorrecto
mismo tiempo estos imperativos.V I. agrupar bajo el nombre de c. todos estos fenó­
menos (y por tanto llam ar "crisis del c." a >u
VI. TEMAS Dh LA ‘CRISIS DLL CAPITALISMO". Desde patología común), desde el punto de vista ana­
que el capitalismo se identificó como el fac­ lítico es necesario m antener imputaciones
tor calificativo de nuestra civilización se está causales distintas. Lo> fenómenos de disfun­
hablando de su crisis. La doctrina marxista ción y las patologías sociales vinculadas al
ha hecho de ella uno de sus temas fundamen­ desarrollo técnico-industrial no son dcduci-
192 CAPITALISMO

bles de la estructura capitalista en cuanto tal, do la Compensación a clases y a grupos, a


sino que se encuentran también en sistemas cambio de la pasividad en los procesos de for­
declaradam ente anticapitalistas. mación de la voluntad política. Disuelta la
Muchos análisis de la crisis del c. contem­ identidad de las clases y fragmentada su con­
poráneo desplazan el eje desde la estructura ciencia, el c. avanzado se mueve dentro de una
económica a la sociocultural, concentrando crisis del sistema, pero no ataca las causas
la atención en problemas de integración de fondo. De este modo se encuentra siempre
social y de consenso. Motivaciones, expecta­ expuesto a nuevas formas de crisis económi­
tivas, Irustraciones individuales y colectivas; ca cíclica, crisis de racionalidad adm inistra­
incompatibilidad y eclecticismo de ideologías tiva, crisis de motivación y de legitimación.
y valores; pérdida de sentido, secularización En especial la crisis de legitimación se pro­
y regreso a lo sagrado; privacidad de los inte­ duce "en el momento en que las pretensiones
reses en contra del bien común —indicado­ de compensación de acuerdo con el sistema
res que dificilmente se pueden integrar (y aumentan con más rapidez que el conjunto de
menos cuantificar) en esquemas de conduc­ valores disponibles, o cuando se generan
ta unívocos. De todos modos tales conductas expectativas imposibles de satisfacer con
no se pueden deducir de la contradicción de compensaciones conformes al sistema". Esta
principio entre capital y trabajo, y sólo se pue­ crisis, que es más bien carencia o déficit de
den establecer a partir de un profundo cam­ legitimación, da lugar a patologías sociales
bio en la estratificación tradicional, con la siempre nuevas y nunca resueltas del todo.
consiguiente inversión de las expectativas. La
misma lucha de clases se lleva cada vez más vil TEMAS DHL "CAPITALISMO tORIOKATlVO". Otra
al terreno del presupuesto del estado y del óptica para recomponer los indicadores cen­
empleo de los recursos públicos ante las trales y críticos del c. contemporáneo nos la
demandas sociales. ofrecen los modelos "corporativos”. También
Con lenguajes diversos, además de opcio­ ellos arrancan de la multiforme presencia del
nes políticas diversas, autores de inspiración estado y del sector público en los procesos
liberal y de inspiración marxista afrontan económicos, que altera los equilibrios tradi­
estos temas con un pie en la acumulación y cionales entre la acción económica y la acción
otro en la legitimación. La crisis del c. se política. Tal presencia sin embargo no llega
expresa entonces para unos en forma de "con­ a introducir elementos de una racionalidad
tradicciones culturales del c." (Daniel Bell) y distinta (como la "planificación" por ejem­
para otros en una cadena de patologías entre plo), sino que simplemente instaura un "inter­
las que la "crisis de legitimación" es la figu­ cambio político" entre los grandes protago­
ra más fuerte (Habermas). Según este último nistas organizados del sistema. En dicho
autor, el c. contemporáneo se sustrae al resul­ intercam bio se trata sobre "bienes" que no
tado fatal de una verdadera y propia crisis del eran formalmente negociables en la lógica del
sistema gracias al papel determ inante del mercado capitalista tradicional —o sea los lla­
estado, con la expansión del aparato adminis­ mados "bienes de autoridad" que se referían
trativo, la solución quasi política de los con­ al consenso con el sistema político, la auto­
flictos salariales, con compromisos que tie­ disciplina en el trabajo, etcétera.
nen la virtud de inmunizar al centro de los Los modelos del "c. corporativo" estable­
conflictos de clase, descargando los costos de cen el núcleo de este intercambio en una rela­
los mismos sobre la periferia o disolviéndo­ ción especial que se constituye entre los gran­
los de manera anónima en todo el sistema des protagonistas del proceso capitalista:
(inflación, crisis permanente de las finanzas em presarios, sindicatos y estado. En térm i­
estatales, sistemáticos desequilibrios salaria­ nos maximalistas estos tre> actores sociales
les en perjuicio de los grupos sociales más se declaran positivamente interesados en una
débiles). gestión quasi colegiada del desarrollo, asig­
Al mismo tiempo se realiza de forma pro­ nando al estado el papel de garante político.
gram ada una despolitización difundida bajo En términos minimalistas los tres actores
el signo d t la democracia de masas. La única admiten la necesidad negativa de no hacer
base de legitimación del sistema sigue sien­ opciones unilaterales, que al golpear a una de
CAPITALISMO 193

las dos partes amenazaría la estabilidad glo­ caracterizado por algunas constantes que
bal del sistema. Sobre esta escala de máximo pueden ser identificadas. Pero en su funcio­
o mínimo en cuanto a corporal ivismo existen namiento concreto dan lugar a un conjunto
muchas variantes —desde la "acción concer­ complejo y mudable de combinaciones, que
tada" alemana o los intentos de pacto social integra también factores “no capitalistas"
inglés hasta el rechazo formal de todo acuer­ (sobre todo de naturaleza cultural), que son
do aun en condiciones de corporativismo ras­ insustituibles para el mantenimiento del mis­
trero. mo sistema.
En el c. corporativo se instaura una pecu­ Esta constatación no está en contra del
liar relación entre política y economía, que hecho de que la relación trabajo-capital siga
reproduce una lógica de mercado sui generis. siendo la relación central del c. Sin em bar­
Los bienes negociados no son solamente sala­ go, esta importancia no parece ser resoluti­
rios, ocupación, productividad, inversiones, va ni para llegar a una definición inequívo­
etc., sino también formas de lealtad y de con­ ca. exhaustiva y conclusiva del c. en el nivel
senso político. De esta manera el corporati- analítico, ni para proponer, en el nivel prác­
vismo puede funcionar como canal de legiti­ tico y político, soluciones seguras para la opti­
mación de un sistema capitalista modificado mización de los recursos del c. o para la
de hecho en algunos de sus mecanismos deci- corrección de sus distorsiones —escondien­
sionales. En una perspectiva histórica puede do las perspectivas de su superación. El c.,
ser un factor im portante de aquella "arqui­ precisamente porque es una "relación social"
tectura de la estabilidad" que está presente en continuo dinamismo, demanda una cons­
—a pesar de todos los síntomas de crisis— en tante redefinición de sus elementos, o al
los sistemas capitalistas contemporáneos y menos de su articulación concreta, la cual es
que fue anticipada en los años veinte cuando una sola cosa con el modo de funcionar de las
se hablaba de “refundamentación de la Euro­ sociedades contemporáneas.
pa burguesa" (C.S. Maier).
El corporativismo es evidentemente uno de bibliografía: P.H. Baran y P.M. Sweezy, El capí-
los modelos posibles de realización, y por tan­ luí monopolista (1966), México, Siglo XXI, 1968;
to de interpretación, de la relación entre mer­ D. Bell y R. Boudon, Contradiaciones culturales
cado y política del c. Es aplicable en ciertos del capitalismo, Madrid, Alianza, 1977; Protestan-
sistemas y no en otros. Por ejemplo, Ch. Lind- tisme et capitalisme, a cargo de P. Besnard, París,
blom, examinando el c. norteamericano, cons­ tolin, 1970; F. Braudcl. Civilización material,
tata más bien la posición privilegiada del “sis­ economía y capitalismo, siglos XV-XVIII (1967),
tema de empresas" respecto al sistema demo­ Madrid. Alianza, 1984; Le origini del capitalis­
crático de control, llamado por él "poliárqui- mo, a cargo de A. Cavalli, Turin, Loescher, 1973;
co”. Los mismos empresarios se convierten El marxismo y el derrumbe del capitalismo
de hecho en una especie de funcionarios (1970), a cargo de L. Colletti, México, Siglo XXI,
públicos, sustrayendo del control democrá­ 1978; State and economy in contemporary capi-
tico importantes decisiones. En este caso las talism, a cargo de C. Crouch, Londres, Croom
reglas del intercambio político están neta­ Helm, 1979; M. Dobb, Estudios sobre el desarro­
mente en favor de las empresas capitalistas llo del capitalismo (1946), México, Siglo XXI,
y en contra de los otros grupos sociales. 1971; The protestant elhicand modernization, a
Para definir correctam ente la relación cargo de S.N'. Eisenstadt, Nueva York, Basic
en tic mercado capitalista y política democrá­ Books, 1968; J.K. Galbi aith, Im sociedad opulenta
tica es necesario m antener abiertas diversas (1958), Barcelona, Ariel, 1973; L. Gallino, Capi­
estrategias conceptuales. Muchos análisis tra­ talismo, en Dizionario di sociología, Turin. ctet,
dicionales. tanto en el campo marxista como 1978; J. Habermas, Problemas de legitimación en
en el liberal-burgués, tienen la pretensión o el capitalismo tardío (1973), Buenos Aires, Amo-
la ilusión de establecer la "esencia" (das rrortu, 1975; F.A. von Hayek, // capitalismo e gli
Wesen\ del c. —como el punto de apoyo de storici (1954), Turin. Einaudí, 1967; Rudolf Hil-
Arquímedes, entendido o removido el cual se ferding, El capital financiero (1910), Madrid, Tec-
entendería o cam biaría radicalmente la nos, 1973; M. Raleeki, Ensayos tscogidos sobre
estructura del sistema. Ciertamente el c. está dinámica de la economía capitalista (1971), Mcxi-
114 CAR1SM A

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1979; C.S. Maier, La rifondazione dell'Europa Estas dotes excepcionales se imponen en
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1975, 1976, 1981; C. Napoleoni, F.l futuro del capi­ trópico, etc. Los que reconocen este don reco­
talismo (1970), México, Siglo XXI. 1978: C. Offe, nocen también el propio deber de seguir al
Lo stato nel capitalismo maturo (1972), Milán, jefe carismático. al que obedecen —de acuer­
Etas Libri, 1977; K. Polanvi, 1* grande trasfor- do con las reglas que él dicta— en fuerza de
mazione (1944), Turín, Einaudi, 1974; N. Poulant- la credibilidad propia del c. mismo y en vir­
zus, Las clases sociales en el capitalismo actual tud de constricciones y cálculos. La autori­
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Capitalismo, socialismo y democracia (1942), do se cumple verdaderamente la misión, o sea
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Vierkandt, Stuttgart, Enke, 1931; W. Sombart. la validez del c. y de la misión, adquieren una
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Cultura Económica, 1946; J. Strachev, El capi­ institucionalizada, a través de la experiencia
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Feltrinelli, 1967: J. Topolski. La nascita del capi­ Presentada de esta manera, la situación
talismo in Europa (1965). Turín, Einaudi, 1979; carism ática es fuerte y lábil al mismo tiem­
iAdonde va el capitalismo?, a cargo de S. Tsuru po y tiene limitaciones que se van configuran­
(1961), Vilassar de Mar. Oikos Tau. 1970; I. do a medida que se presenta la oportunidad
Wallerstcin, El moderno sistema mundial (1974, de darles una estructura permanente, formal­
1980), México, Siglo XXI, 1979, 1984; M. Weber, mente organizada, u los papeles del jefe, de
Im ética protestante y el espíritu del capitalismo los seguidores y de los sucesores.
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Weber, Economía y sociedad (1922 [ 1964]), Méxi­ 11. CONDICIONES DEL NACIMIENTO DE LOS FENOMENOS.
co, Fondo de Cultura Económica, 1964; Or^uni- CARISMATICOS Los estu d io s sob re los d istin to s
sierter Kapitalismus, a cargo de H.A. Winklcr, tip os de fen óm en os ca r ism á tico s han trata­
Gotinga, Vundenhoeck u, Ruprecht, 1974. do de esp ec ific a r las co n d icio n es típ icas del
n a cim ien to de ta le s p ro ceso s.
[OIAN FARRO RlAlONl] En los casos en que se han situado en pri­
mor plano el líder y el plano de salvación pro­
puesto por el, la geresis del fenómeno se rela­
cardenismo. v. agrarismo; popuusmo . ciona con temores colectivos de pueblos ente­
ros, de minorías religiosas o étnicas enteras,
estados de inseguridad radical y de ansia
generalizada, y el carism ático es considera­
carismaI. do como una respuesta a estas situaciones.
Se le acepta como portavoz de la nueva segu­
I. EL CONCERTO CLASICO DE CARISMA El concepto ridad fundamental, de la esperanza, del fin
sociológico clásico de c. fue formulado por del sufrimiento, aun cuando este ultimo pue­
Max W eber para identificar una forma par­ da. en casos extremos, m anifestarse en tér­
ticular de poder. minos apocalípticos, de destrucción como
En esta prim era conceptualización se ana­ entidad sucia! y como muerte física.
liza la existencia de líderes cuya autoridad se Estos ienómenos están asociados con con­
basa no en el carácter sacro de una tradición diciones de falta de modernización política \
ni en la legalidad o racionalidad de una fun­ económica, y con resultados de tipo totalita-
C A R IS IM A tv s

ri» y dictatorial. de valores-normas básicas que inspiran v


En las sociedades modernizadas, muy arti­ rigen el comportamiento de la colectividad.
culadas y complejas, se ha comprobado, sin Con referencia a la conceptual ización webe-
embargo, que los fenómenos carismáticos riana, se pueden descubrir dos tipos funda­
aparecen con más frecuencia a través de gru­ mentales de dinámica: la racionalización y la
pos y movimientos, y surgen en ambientes conversión. La prim era se lleva a cabo a tra ­
productivos y reproductivos delimitados, sub- vés de una diferenciación progresiva de fun
culturas, instituciones que regulan sectores dones, para la que se desarrollan modelos de
de la sociedad. Dichos fenómenos emergen de base del sistema mediante reglas y técnicas
éstos con el objeto de plantear de manera más especializadas y aplicadas a sectores
carism ática alternativas radicales que no se sociales más limitados, con innovaciones for­
limitan al propio ámbito o institución, ya que males e instrumentales.
parten de la existencia de condiciones parti­ La conversión, en cambio, se basa en una
culares de desadaptación, de sufrimiento, de transformación interior, en una restructura­
insatisfacción que. sin embargo, no se presen­ ción de los valores básicos y de todos los com­
tan por sí mismas con frecuencia en la socie­ portamientos correspondientes, por una fe
dad como pura que puedan considerarse par­ vivida como don y como deber, vocación que
te de las fases normales del desarrollo de las se distingue radicalmente del comportamien­
contradicciones sociales. Teniendo en cuen­ to conformista. La conversión tiende a difun­
ta que el hecho carism ático en sí es siempre dir una conciencia de los valores y una p ra­
imprevisible, dentro de esta perspectiva las xis alternativa respecto de los fines, de las
precondiciones mencionadas, menos ruido­ normas, de las gratificaciones y de las opor­
sas, se presentan con diferente amplitud en tunidades ofrecidas por las creencias domi­
puntos numerosos y diversos de las estruc­ nantes.
turas, con mayor Irecuencia de lo que se supo­
nía en las prim eras teorizaciones. IV RELEVANCIA PRACTICA Y TEÓRICA DE LOS FENÓME­
Para delim itar estas tesis es conveniente NOS carismáticos de GRUPO Refiriéndonos a esta
señalar, sin embargo, que en la ética-práctica lógica de conversión, es posible reconsiderar
del bienestar de las sociedades neocapilalis- los fenómenos carismáticos a p artir del gru­
tas existen tendencias sistemáticas a la dcsa- po que vive una experiencia colectiva de fe y
crulización y al "consumo", que opunen resis­ de conversión de tipo carismático antes que
tencia a la difusión y a la duración de los esti- a partir de los líderes reconocidos como dota­
mulos carismáticos.I dos de c. La fisonomía de estos tipos particu­
lares de comportamiento colectivo señala
III hl. CAMBIOSOCIAL RACIONALIZACIÓNYCONVERSIÓN algunos movimientos sociales o también expe­
Colocando en el centro de los fenómenos riencias de grupo más limitadas, que se pre­
carismáticos un tipo de relación de autoridad sentan explícitamente como forma de socie­
basado de manera predominante en el lider, dad nueva, en estado naciente. Estos proce­
el análisis histórico ha utilizado estos concep­ sos colectivos, de origen político, religioso,
tos principalmente para el estudio de estadis­ artístico, de contracultura, etc., que en la últi­
tas, líderes religiosos, nacionales, militares, ma década se han multiplicado y difundido
de sus cualidades y realizaciones (por ejem­ particularm ente en las sociedades neocapita-
plo Jesucristo, Gandhi, Lenin, Ataturk, Chur- listas occidentales, se presentan en cuanto
chill, De Gaulle, Xkrum..h, Nasser). Recien­ grupo como alternativa institucional, ética,
tes estudios sobre los procesos de cambio instrumental; esto puede suceder también a
social y sobre el papel de los movimientos partir de experiencias de contradicciones par­
sociales, de los fenómenos de comportamien­ ticulares del sistema de producción y de
to colectivo, comprobables en el interior y en poder, de las que se pasa a contestar radical­
el origen de los cambios mismos, han amplia­ mente los valores y las contradicciones pri­
do considerablemente esta perspectiva. marias. El poder que el grupo reivindica se
Los cambios son tanto más radicales cuan­ basa en los valores que él crea y propone, en
to más se cuestiona el tipo de legitimación, una fe y una praxis nuevas, vividas como algo
el modo de distribución del poder, el sistema radicalmente distinto respecto a las “demás",
196 C A R ISIM A

cuya eficacia se trata de dem ostrar activa­ clásicas, y en el fondo estereotipadas, de


mente, aunque sea en un sentido simbólico de lamosos jefes carismáticos, que con toda
ruptura y de reconstrucción radicales. El gru­ razón se han desmitificado para analizar su
po carism ático se presenta a sí mismo más vinculación co-creativa con el grupo que ha
que a su liderazgo interno (que puede también reconocido su autoridad.
no ser carism ático en el sentido personal del
término) como marco de referencia y colec­ vi 1.a relación CARiSMA-iNSTiTUClóN Para garan­
tividad de pertenencia nuevos. En esle senti­ tizar la continuidad de la experiencia caris-
do inmediato, proporciona —en el plano mática es necesaria una legitimación de algu­
psicológico— a los distintos miembros la nos mecanismos de transmisión del c., de
defensa social y la seguridad psíquica profun­ organización de la autoridad y de las funcio­
da necesarias para reconstruir y desarrollar nes de la nueva institución que se pretende
la identidad de los individuos, negada en su consolidar. Se han identificado—sobre todo
forma preexistente y sustituida por la conver­ en el estudio de movimientos ligados a un
sión. En esta línea, por lo tanto, no se desta­ líder carism ático— algunos modos con que
ca la relación de autoridad, entre los el c. se extiende a otros y logra sobrevivir. El
seguidores-fieles y el jefe-profeta, como un vinculo de parentesco, y sobre todo la descen­
acto de pasividad de seguidores unidos por dencia con derecho a la adquisición heredi­
el deber, sino el papel activo de todos los taria. ha sido una de las formas más difundi­
miembros del grupo en el proceso de creación das de perpetuar el c. El contacto con el per­
colectiva de valores, realizados en la praxis sonaje carism ático es otra modalidad típica
común. de transmisión del c. La forma más importan­
te, y que puede formalizarse mejor, es, sin
V. EL LIDER CARISMATICO DENTRO DEL GRUPO. En esta embargo, el hecho de conferir el c. por profe­
perspectiva se ubica la figura del jefe caris- sión. El ejemplo histórico de la iglesia católi­
mático. De hecho, frecuentemente éste no se ca se presenta como el caso clásico de este
encuentra en realidad en los orígenes del tipo de institucionalización. A pesar de la teó­
movimiento; prim ero es un miembro entre rica contradictoriedad entre el carácter per­
otros, y sólo gradualmente desarrolla capa­ sonal del c. y el carácter formal de la institu­
cidades, una persuasividad de éxito que lle­ ción. esta forma de trasmisión hace que coin­
van a que se le reconozca como líder dotado cidan los dos términos, sumando la fuerza de
de dones extraordinarios para encarnar la los dos tipos distintos de autoridad que se
misión del movimiento. Interiormente puede relacionan con él: la autoridad legal, burocrá­
desarrollar contradicciones tales que provo­ tica, y la autoridad por don excepcional. La
quen desmembramientos en el movimiento institución legitimada de esta manera llega
originario, hasta el punto de dar lugar a un a tener una potencia interna de control social
nuevo grupo formado por los que reconocen y una capacidad de continuidad elevadisimas.
su c. como garantía de una verdad y eficacia La distinción de estas formas es útil para
superiores. Si el movimiento se difunde y descomponer de m anera correcta el proceso
logra adquirir un poder legítimo aun fuera del de legitimación y de organización del hecho
grupo de seguidores dando vida a un nuevo carism ático concreto, que sin embarga sigue
sistema social, el c. se consolida sobre nue­ estando basado en la persistencia de la fe y
vas b a s e s , apoyadas en el poder directo y con­ de la praxis del grupo. En el análisis de la
dicionante ejercido aun sobre los que interior­ estructuración funcional respecto del fin, en
mente no reconocerían de otra forma el c. Por los términos acostumbrados de la psicología
esto, en el análisis de estos fenómenos es con­ de la organización, hay que tom ar en cuenta
veniente, de ordinario, distinguir las situacio­ que aquélla asume una rigidez de reglas dis­
nes en que el c. coincide con el poder formal, tinta en relación con los tipos de conflictos
en una nación o en una colectividad vasta, de internos y externos que el grupo debe
las fases a través de las que ha nacido y se afrontar.
ha consolidado.
Estas proposiciones son válidas metodoló­ hihliüíiRAFTa F. Alberoni. Movimento e istitnzio-
gicamente sobre todo frente a las imágenes ne, Bolonia. II Mulino. 19SI: E. Shils, Charisma.
C A S T R IS M O 197

order and status, en American SocioloRical predravidicas). Aunque no se conocían en los


Review, xxx. 1965; R.C. Tucker, The theory of antiguos himnos vedas, las cuatro aparecen
charismatic leadership, en Daedalus, verano de en un himno tardío del Rig Veda: brahmana,
1968; M. Weber, Economía y suciedad (1922, los sacerdotes; kshatriya, los guerreros; vaish-
1964), México, Fondo de Cultura Económica, ya, los agricultores y los mercaderes; sudra.
1964v los trabajadores más humildes y los siervos.
El número de c. se ha multiplicado sin medi­
[ITALO llfc SANDRF.] da a través de los siglos y ha constituido la
estructura de toda la sociedad de la India. Las
religiones universalistas como el budismo y
casta (del español y portugués casia, "lina­ el islamismo no han podido erradicarla. Sólo
je". derivado del adjetivo latino castus, el proceso de modernización, que todavía se
“puro"). está realizando, la ha puesto en crisis.
En otras partes del mundo se pueden
Grupo social cerrado, que se reproduce endó­ encontrar sistemas de c. en forma menos
genamente y cuyos miembros llevan una vida compleja: en África oriental (somalíes, galas,
social distinta y, dentro de lo posible, sepa­ masai), en Ruanda, en Madagascar, en Gam-
rada del resto de la suciedad. El fenómeno de bia, en la Polinesia, en la América precolom­
las c. lia estado y está todavía presente en bina. En estos últimos casos se encuentra una
num erosas sociedades premodernas. Tiene división dicotómica y conflictiva de la socie­
una relevancia política porque normalmente dad entre una c. noble (sacerdotes, guerreros,
en una suciedad en que están presentes una pastores), caracterizada racialmente, y el vul­
o varias c. el poder político y los privilegios go, ordinariam ente dedicado a trabajos arte­
sociales están distribuidos en relación con la sanales considerados tradicionalmente como
pertenencia (o no pertenencia) de los indivi­ impuros (herreros, tejedores, alfareros, car­
duos a una de ellas. En el origen de las c. se pinteros).
encuentran frecuentemente diferencias racia­ En la historia de la Europa medieval y
les, pero también el desarrollo de fuertes dife­ moderna, la nobleza tuvo características de
rencias sociales dentro de comunidades étni­ e., es decir de grupo tendencialmente cerra­
camente homogéneas. Muy a menudo las c. do, endogámico, con funciones específicas y
se caracterizan por las funciones sociales que hereditarias (la actividad m ilitar o funciona­
sus miembros cumplen, en forma hereditaria ría) y era llamada frecuentemente c. aristo­
o exclusiva. En el antiguo Egipto, por ejem­ crática o nobiliaria (v. nobleza).
plo, existían grupos sociales que podían cla­
sificarse como c., y que se caracterizaban por [giqroio bianchi]
funciones sociales especificas; los sacerdotes,
los guerreros, los mercaderes y los artesanos;
entre los hebreos, los miembros de la tribu
de Leví cumplían de manera exclusiva la fun­ castrismo
ción sacerdotal; en la antigua Grecia los ascle-
píades, que remontaban sus orígenes al rey Con el térmi­
i c a s t r is m o y m a r x ism o -l e n in is m o .
Esculapio, constituían una c. sacerdotal que no c. no es posible identificar un conjunto de
trasm itía de generación en generación los proposiciones ideológicas y teóricas capaces
secretos del arte de la medicina. de constituir un cuerpo orgánico que pueda
El país donde se ha desarrollado más el sis­ referirse específicamente a Fidel Castro: los
tema social de las c. ha sido ciertam ente la aspectos más relevantes de la personalidad
India. En ésta, parece indiscutible, aun juz­ y de la obra del líder cubano no deben bus­
gando por el nombre local dado a las c. (var- carse, como es sabido, en su "doctrina", o pro­
nu = color), que éstas tuvieron un origen ducción teórica, que es objetivamente esca­
racial. La división en c. fue impuesta, según sa. cuanto en su excepcional historia política.
parece, por arios, conquistadores de la India, Desde el punto de vista de la teoria
para manteuet las distancias con las pobla­ marxista-leninista y revolucionaria, lo que
ciones preexistentes sometidas (dravídicas y caracteriza el pensamiento de Castro es su
19* CASTKISMO

evolución progresiva y constante desde las nificados particulares según la fase del pro­
prim eras posiciones democrático-radicales ceso revolucionario al que se refieren: la con­
hasta un marxismo-leninismo cuyas peculia­ quista del poder, las transformaciones estruc­
ridades continúan, por lo menos hasta la vuel­ turales preparadas o la construcción de un
ta de los primeros años setenta: pragm atis­ nuevo sistema político. Se deberá distinguir,
mo, empiria y eclecticismo (tanto que se han por lo tanto, por separado, el c.: <i] como for­
identificado, de vez en cuando, elementos de ma de lucha revolucionaria: h] como modelo
p o p ulism o, cau d illism o , jaco b in ism o , de construcción del socialismo-, c] como régi­
etcétera). men político.
"Históricam ente lo que se llama c. es una
acción revolucionaria empírica y consecuen­ II 1.1 l ASTRISMü COMOFORMA DE l.U HA RKVOLl l U)\A
te que se encontró con el marxismo durante ría Precisamente en virtud de la experiencia
su camino” (Debray). En otras palabras, el c. cubana, cuando se habla de guerra de guerri­
es la vía cubana al socialismo, y en el térm i­ llas no se refiere uno a una simple técnica
no se sintetizan ciertos aspectos peculiares m ilitar sino a una forma de lucha (armada)
del proceso revolucionario cubano mediante revolucionaria cuyo fin es, pues, la conquis­
un trabajo de análisis y de abstracción a pos- ta del poder político. En efecto, históricamen­
teriori, que tal ve?, ha ido mas allá de los acon­ te la guerra de guerrillas siempre se adopto
tecimientos cubanos reales v de las mismas como táctica defensiva particularm ente eti­
intenciones e interpretaciones de sus prota­ ca/. para contrarrestar a un adversario dota­
gonistas. El c. ha asumido de este modo valo­ do de medios y fuerzas preponderantes, tan­
res particulares, ya que quizá se ha querido to si era un invasor extranjero como si era el
hacer de Cuba un modelo para apoyar tesis mismo poder central (guerras de resistencia,
polémicas en relación con la ortodoxia revo­ luchas anticoloniales, movimientos separatis­
lucionaria de los partidos comunistas olicia- tas, revueltas campesinas endémicas, bando­
les. Es conveniente, pues, recordar que la lerismo, etc.). El c.. en cambio, en esta prime­
revolución cubana se consolida precisamen­ ra acepción, se convierte en sinónimo de gue­
te en los años en que entran en crisis profun­ rra revolucionaria por el poder, realizada de
da la concepción del estado-guia y las relacio­ acuerdo con una táctica guerrillera.
nes tradicionales entre los partidos comunis­ Pero el verdadero elemento de novedad del
tas (la ruptura definitiva entre China y la c. consiste en una cosa muy distinta. Si con­
Unión Soviética, por ejemplo, corresponde a figura de hecho un tipo intermedio entre los
1963) y, hablando más en general, dentro de otros dos modelos revolucionarios histórica­
la propia izquierda. mente triunfantes (el bolchevique de lu insu­
Al mismo tiempo se asiste, por lo demas en rrección y el chino de la guerra del pueblo),
polémica con los partidos comunistas, a la de una u otra forma se ubica objetivamente
vuelta a temáticas revolucionarias y "tercer- dentro de las concepciones revolucionarias
m undistas” en Occidente, por las que el éxi­ clasicas, para las que la lucha no puede dejar
to de la revolución cubana representó un evi­ de ser armada. Asi, la estrategia de los jefes
dente punto de referencias especialmente cubanos tomaba en cuenta ambos modelos,
(pero no únicamente) como modelo aplicable en el sentido de que la acción m ilitar debía
a los países subdesarrollados y coloniales. No ir acompañada de manera estable por el
hay que sorprenderse, pues, de que los carac­ impulso insurrecional en las ciudades, mien­
teres evolutivos de la experiencia cubana tras que la guerra de guerrillas, al consolidar­
hay an resultado para algunos tan nuevos que se. evolucionaba progresivamente hacia la
no sólo estaban fuera de la ortodoxia sino que guerra del pueblo: las circunstancias factua­
iban en contra de la misma, y que. por consi­ les (particularmente la rapidez de los acon­
guiente. se usaban también con forzamientos tecimientos) son las que explican de manera
polémicos en el debate al que hemos hecho sustancial por qué todo esto no se llevó a cabo
alusión. de m anera completa. La verdadera novedad
Después de estas premisas hay que preci­ del modelo cubano debe buscarse, por lo tan­
sar mejor que el término c.. en cuanto sinó­ to. en otra parte.
nimo de víu cubana al socialismo, asume sig­ Lo que le permite a Regis Debray hablar de
C A S T R IS M O 1V9

revolución en la resolución es en realidad el En el transcurso del proceso militar lu van­


hecho de que en las experiencias anteriores guardia se consolidará politicamente y se con­
el proceso revol xcionario siempre había teni­ vertirá en verdadero dirigente del movimien­
do una orientación política por obra del par­ to global. Al mismo tiempo por medio de la
tido (marxisla-ieninista) como vanguardia y propaganda armarla de las formaciones gue­
orientación del movimiento global. rrilleras y como consecuencia de las ref ormas
De acuerdo con esta tradición, la piedra económicas y sociales realizadas en las zonas
angular de la teoría revolucionaria moderna liberadas, se elevará la conciencia de las
es la orientación política del partido, al que masas.
había que subordinar las mismas operacio­ Se trata en buena medida de teorizaciones
nes militares: "Para hacer la revolución es a posteriori, de racionalizaciones de la expe­
necesario un partido revolucionario" (Mao riencia concreta, que resienten tanto el volun­
Zedong). El tuerte carácter de ruptura del tarismo forzado operado por los casu istas al
c. radica entonces en el hecho de que, la gue­ iniciarse la guerrilla como la polémica hacia
rra de guerrillas, al privilegiar decididamen­ las formaciones políticas tradicionales, en
te el aspecto militar, parece no requerir (y en particular el partido comunista. Por lo demás,
cierto modo hasta rechazar) una organización el contraste que ha puntuado toda la fase gue­
política destacada y dirigente respecto de la rrillera de la revolución cubana entre sierra
estructura militar. (los guerrilleros de la montaña) y llano (las
La vanguardia de la revolución ya no es el organizaciones políticas de la ciudad) no
partido sino la guerrilla misma, por el solo recaía sobre aspectos tácticos o militares,
hecho de haber empuñado las arm as La sino más bien sobre la hegemonía misma de
lamosa frase de Castro sintetiza muy bien la revolución, y se prolongó más allá de la con­
esta concepción: "¿Quién hará la revolución quista del poder.
en América Latina? ¿Quién? El pueblo, los Sea como fuere, la estrategia resultó ven­
revolucionarios, con o sin partido" (las cur­ cedora, y la consecuencia más inmediata es
sivas son nuestras). que parece aplicable a todas las situaciones
I-a revolución no es, pues, un largo proce­ que, por encima de las contingencias parti­
so en que la obra paciente v de largo plazo culares, las condiciones de miseria y opresión
de organización y educación política desem­ de las masas populares (en último análisis,
boca en el levantamiento armado: sus condi­ campesinas) están al mismo nivel que los
ciones, por el contrarío, "están determinadas cubanos en vísperas de la revolución, o sea
por el hambre del pueblo, por la reacción prácticamente en gran parte de los países sub-
trente a esa hambre, por el terror desenca­ dcsarroilados, y ciertamente en casi lodos los
denado para retardar la reacción popular y países de América Latina.
por la ola de odio creada por la represión" En realidad, la “exportabilidad" mecánica
(Che Guevara). Las masas, pues, por sus mis­ del c. ha quedado desmentida por los hechas,
mas condiciones de miseria y opresión están a partir del fracaso de la aventura boliviana
objetivamente dispuestas a la revolución: ¿Es de Guevara. Se puede percibir, sin embargo,
indispensable la condición subjetiva del par­ el eco y la concientización política de los revo­
tido revolucionario? No: “No siempre es nece­ lucionarios de ese continente, y del tercer
sario esperar que se- den todas las condicio­ mundo.
nes para la revolución: la hoguera de la insu­ El éxito del c. en Occidente, donde es
rrección puede crearlas" íChe Guevara). Lo impensable una revolución guerrillera, tiene
que se requiere no es, por lo tanto, la organi­ desde luego un fundamento distinto, y resi­
zación y la orientación política, sino un ejem­ de justamente en el valor de ruptura de los
plo concreto, es decir encender un foco gue­ esquemas consolidados más que en su apli-
rrillero, por parte de un pequeño grupo arm a­ cabilidad. La revolución cubana coincide con
do. su mantenimiento, y encender otras el rescate en Occidente de temáticas revolu­
hogueras en otras partes del país (precisa­ cionarías fuertemente vinculadas, por un
mente se trata de la teoría foquista). Esto es lado, a una dimensión intem acionalista y
suficiente para que el incendio se pi opague antimperialista, y, por el otro, al aumento de
como reguero de pólvora. los movimientos que se colocaban "a la
2CÍ) CASTRISMO

izquierda" de los partidos comunistas aun en na. el campo de los estados socialistas (y su
las situaciones nacionales. En este contexto, potencia industrial) ha llegado ha ser tal que
la influencia del c. ha sido mucho más pro­ hace imposible transferir a nivel de la coope­
funda de lo que se piensa: Las teorías de la ración intem acionalista muchos de los pro­
acción ejemplar y del de tonada r social soste­ blemas que la uRssy China debieron resolver
nidas por muchos de los movimientos jóve­ por sí solos.
nes extraparlamentarios, bien visto fueron el Además de estas circunstancias de hecho
equivalente bastante preciso de la teoría (que de una u otra forma inducen a acoger con
/aquista. Y, aun cuando las matrices cultura­ reserva todos los esquemas interpretativos
les sean distintas, los grupos terroristas excesivamente rígidos, hay que precisar que
actuales sostienen posiciones muy similares, las condiciones de la isla antes de la revolu­
tanto si obedecen a la exigencia del partida ción no eran las del subdesarrollo agrícola en
comunista combatiente como a la práctica de el sentido tradicional del término (latifundio
la violencia propagada. por un lado y masas campesinas en condicio­
nes feudales por el otro).
III. EL CASTRISMO COMO MODELO DE CONSTRUCCIÓN DEL La plantación de azúcar, estructura domi­
El socialismo en Cuba apunta, por
s o c ia l is m o . nante de la economía cubana, es en realidad
lo menos en la prim era fase, la propiamente una gran empresa agrícola v al mismo tiem­
castrista, al desarrollo de la agricultura más po una industria mediana de transformación,
bien que al de la industria, como sucedió en ya que normalmente encontramos, al lado de
cambio tanto en Rusia como en China, y en la plantación, el inaenio. o sea la refinería. La
los demás países socialistas industrialm ente zafra, por otra parte, no consiste simplemente
atrasados (aunque con marcada especifici­ en el corte de la caña sino en un conjunto de
dad). Esta elección resulta tanto más novedo­ trabajos que culminan con la refinación. El
sa respecto de los modelos pasados, sobre problema real de la economía cubana no era,
todo si se toma en cuenta que la dominación por lo tanto, el clásico de la reforma agraria
colonial e imperialista había obligado de una que otorga la tierra a los campesinos, alián­
m anera rígida a la isla a ana economía agrí­ dolos así con la clase obrera, insertándolos
cola de monocultivo (caña de azúcar); preci­ en el proceso de movilización revolucionaria,
samente por esto, el prim er objetivo debió para extraer luego del campo el excedente
haber sido, con mayor razón, la autosuficien­ necesario para la industrialización.
cia económica, cuyo presupuesto era preci­ El problema de Cuba era el de la adminis­
samente la industrialización. tración socialista de la red de grandes empre­
Sin seguir los diversos filones de un deba­ sas agrícolas y de la creación simultánea de
te que por su complejidad trasciende decidi­ una estructura industrial para sostener la
damente el caso cubano en particular (que actividad económica de mayor relieve, ade­
abarca, en realidad, la problemática más más de otras zonas agrícolas con cultivos
general de todos los países "subdesarrolla- diversificados e intensivos para los requeri­
dos” que se aprestan, o se aprestarán, a reco­ mientos de primera necesidad (hortalizas,
rrer el camino de la independencia nacional), carne, fruta, leche, etc.), todo esto obviamen­
es oportuno, sin embargo, aclarar algunos te dentro de un marco general de esfuerzo
aspectos del problema, no destacados nunca concentrado en las infraestructuras sociales
de manera suficiente, sin los que se pierden (escuelas, hospitales, etc.). Si éstas son las
decididamente los términos reales de la dis­ decisiones determ inantes desde el punto de
cusión. sobre todo si se trata de un observa­ vista estructural, una industria básica autó­
dor occidental. noma es un objetivo que se ubica necesaria­
En prim er lugar, Cuba es un pequeño país mente en el largo plazo.
que no dispone en general de recursos natu­ Las consecuencias de estas decisiones eco­
rales que justifiquen una industrialización nómicas, se ha señalado en un nivel crítico,
forzada de acuerdo con los modelos del pasa­ son esencialmente dos. En prim er lugar, el
do que hemos mencionado. En segundo lugar, sostenimiento social del regimen socialista
por el hecho de que Cuba estuvo totalmente queda confiado a las masas campesinas (que
aislada durante largo tiempo en América Lati­ se suponen por definición mas atrasadas res­
CASTRISMO 201

pecio de la clase obrera y de las capas urba­ estructuras políticas y de gobierno del país,
nas). En segundo lugar, la renuncia a la auto­ ha hecho que se observe que nos encontramos
suficiencia fundada en una base industrial aquí con un típico ejemplo de régimen políti­
autónoma trae como consecuencia em pujar co con un poder (legítimo) carismático.
a Cuba dentro de una esfera de influencia, Por lo que concierne directamente a la per­
haciéndola tributaria del campo socialista sonalidad de Fidel Castro, con su costum bre
tanto en lo que se refiere a los productos de recorrer la isla de un lado a otro, mezclán­
industriales como a la venta de azúcar (el dose con la gente y manteniendo con todos
embargo del azúcar cubano produjo una diálogos impredecibles e improvisados, ha
situación de monopolio de la demanda por adoptado un estilo de vida que tiene bien puco
por parte de los países del este). de "hierático" (piénsese a la inversa en el esti­
Sobre el prim er punto, ya hemos explica­ lo de Stalin o Mao). Su misma oratoria, a la
do cómo la estratificación de clase en Cuba que se cita siempre como ejemplo de actitu­
se caracteriza por la presencia de obreros des carismáticas, en realidad es lo opuesto.
agrícolas, a los que el c. ha apuntado para Según el tipo ideal weberiano, el esquema de
meterlos plenamente en el proceso revolucio­ razonamiento del jefe carismalico es proféli-
nario y de administración socialista de las co, o sea que se traduce en revelaciones según
cstruturas económicas (en este sentido, la la fórmula (podríamos decir): “Está escrito,
zafra siempre tuvo el carácter de una movili­ pero yo os digo. .."
zación social de masa, más que de una activi­ En cambio, la oratoria de Castro, sin des­
dad económica estacional). cuidar ninguna de las astucias del comediante
Sobre el segundo punto, sigue siendo ver­ de nacimiento, es sin embargo siempre rigu­
dadero, indudablemente, que se ha estable­ rosamente didáctica y pedagógica, y se basa
cido una dependencia bastante notoria de la en argumentaciones presentadas de manera
URSS. En el plano económico esto resulta racional, sin basarse en el principio de auto­
muy claro, a p artir del fracaso del proyecto ridad sirio que tiene como fin la persuasión
de asegurarse la autosuficiencia financiera (la famosa "Autocrítica" del 26 de julio de
mediante el incremento progresivo de las 1970 es ejemplar en este sentido).
exportaciones de azúcar. La perduración de De modo más general, debemos preguntar­
las dificultades económicas, y la imposibili­ nos, no obstante, si el régimen cubano no ha
dad de responder a tas demandas sociales pri­ favorecido una relación de tipo carism ático
vilegiando los incentivos morales respecto de en la gestión del poder, o si en otra palabras
los materiales, v manteniendo artificiosamen­ ha sido favorecido en Cuba un culto de la per­
te un clima de permanente movilización revo­ sonalidad, entendido como exaltación de ele­
lucionaria. terminó por incidir inevitablemen­ mentos carismaticos en la relación con los
te sobre la autonomía política del régimen, gobernados. Sin en trar en la discusión de si,
incluso porque el fracaso de las guerrillas y y en qué medida, la categoría del poder caris­
de los experimentos democráticos (como el mático sea sin mas aplicable a la realidad con­
chileno) ha perpetuado el férreo aislamiento temporánea, la respuesta al interrogante es
al que se ha visto obligada la isla. De este del todo negativa.
modo, el papel autónomo reivindicado por el Mientras que la relación carism atica se
grupo dirigente en el primer decenio, y la define por su inmediatez, y por la dirección
aspiración a convertirse en el estado guia de (de arriba abajo), Ion mayores esfuerzos del
los países no alineados, se han redimensiona- equipo dirigente cubano se han dirigido en
do progresivamente. La historia de Cuba a cambio a crear estructuras de agregación y
este respecto no es ya historia del c., sino de de organización de la sociedad civil Ipartido,
un régimen comunista pan» todos los efectos. sindicato, comités de defensa revolucionaria.
etc.), de modo de crear al mismo tiempo nive­
iv el CAsrusMO como RÉGIMENpoLtnco. La atrac­ les intermedios entre sociedad y estado, y con
ción personal de Fidel Castro, y el papel pree­ ellos niveles de autonomía y de relación dia­
minente ejercido por el en la prim era deca­ léctica respecto del poder central. Por lo
da de la revolución cubana (justamente la demás, también en Cuba ha sucedido lo que
década del c.), junto con la precariedad de las Weber ya había señalado como tendencia
202 C ATOLICISMO LIBERAL

intrínseca de la autoridad carismática: la de tos frecuentes entre la Santa Sede v los esta­
agotarse y por lo tanto institucionalizarse. dos, excepto en el caso de cisma, la obedien­
Después de la prim era lase de consolidación cia a los preceptos del soberano constituía un
del régimen, muy confiada en el empirismo deber de carácter religioso; el evasor de
y en la movilización ideológica, el sistema impuestos, el contrabandista, el que acuña­
político se ha ajustado, no sin problemas, a ba moneda falsa, estaban en pecado; también
los sólidos esquema de las democracias popu­ lo estaba el que desacreditaba en un discur­
lares. Por lo demás, la propia figura de Fidel so al monarca; el confesor debía negar la
Castro ha ido redimensionandose progresiva­ absolución al penitente que no denunciara a
mente en relación con el constante retuerzo los enemigos del rey y a sus cómplices. El
de la gestión colectiva del poder y del tejido rebelde contra el soberano (sometido sola­
conectivo político de la sociedad civil. mente al juicio de Dios), aunque sólo lo fue­
ra de pensamiento y no de obra, era un
bibliografía F. Castro. La revolución cubana. pecador.
México, Era, 1964; F. Castro, La primera revo­ En la Restauración se produce una división
lución socialista en América. México. Siglo XXI, entre los que permanecen fieles a la idea del
1976: R. Debray, ¿Revolución en la revolución?, derecho divino de los reyes, al principio de
en Ensayos sobre América Latina, México, Era, legitimidad según el cual son usurpadores los
1968: E. Guevara, Obra revolucionaria. México, que se proclaman soberanos en contraposi­
Era. 1963; E. Guevara, El socialismo y el hom­ ción al derecho de la (amilia o persona que
bre nuevo, México, Siglo XXI, 1977; G. Pierre- ha recibido de lo alto tal investidura (en Espa­
Charles, Génesis de la revolución cuhanu, Méxi­ ña, en la prim era guerra carlista, una gran
co. Siglo XXI, 1976: H. Tilomas, Cuba (1971), Bar­ parte del clero combate con armas a la cabe­
celona, Grijalbo. 1973, 3 vals.; S. Tutino, Breve za de sus feligreses en favor del pretendien­
historia de la revolución cubana (1968), México, te don Carlos y contra los constitucionalistas,
Era; Varios autores, ¡a ’ radice sloriche della rivo- la reina Isabel y la regente Cristina) y aque­
luzione cubana, en Ideolonie, núms. 5-6, 1968. llos que piensan que toda forma política pue­
de ser aceptable por un católico m ientras se
[LUCIANO BONET] respete la libertad de la iglesia y el poder de
su magisterio, sosteniendo que seria imposi­
ble o contraproducente retornar a los viejos
ordenamientos.
catolicismo liberal Para no confundir los tiempos, cabe decir
que para el católico liberal del siglo xix el
El término c. liberal es un término decimo­ estado no solamente no debe usurpar los
nónico, sin correspondencia con periodos derechos de la iglesia, sino que debe mante­
anteriores, si bien el de "católico liberal" ha ner la inspiración cristiana en su legislación:
podido ser tal vez usado (no por los contem­ por ejemplo, considerar el matrimonio indi­
poráneos sino por los narradores de nuestro soluble, o aun mejor, dejar que la iglesia lo
tiempo) para indicar sacerdotes o laicos “de celebre y lo regule; ei adulterio debe ser cas­
manga ancha”, antitesis de los escrupulosos, tigado, así como la blasfemia; pero por otro
siempre temerosos de estar en pecado y que lado el estado puede asegurar igualdad de
ponen en el mismo plano cualquier infracción derechos a los miembros de otras confesio­
a los preceptos religiosos, sea cual fuere su nes religiosas e incluso a los incrédulos.
importancia. Especialmente en Bélgica los católicos libe­
El c. liberal se delinea en Francia, Italia y rales aceptaron de buena gana una constitu­
Bélgica, con derivaciones en España y en ción que establecía la separación de iglesia
América Latina, después de la revolución y estado, dejando espacio para la libre com­
francesa, como un catolicismo que no sólo petencia entre católicos y sus contrarios
acepta, sino que propugna, formas de gobier­ (véanse como símbolos las universidades de
no liberales y no cree en la conveniencia de Lovaina y de Bruselas). En Francia se consi­
una alianza entre trono y altar. dero como tal al padre Lacordairc, frente a
En el anden rigime, a pesar de los conflic­ los integristas intransigentes, en su apoyo a
CAUDILLISMO 203

tus movimientos nacionales. caudillismo


En Italia el c. liberal se centró en la cues­
tión del poder temporal, con su deseo de que
el papa renunciase al mismo para poder cons­ Se puede definir el c. latinoamericano desde
tituir la unidad nacional; su figura más emi­ dos perspectivas sustancialmente distintas,
nente fue el padre Cario Passaglia. ortodoxo ya sea que se lo considere dentro de un espa­
en cuestiones religiosas, defensor del dogma cio temporal determinado, o como una ten­
de la Inmaculada Concepción. Se considera dencia implícita al desarrollo político del con­
exponente del c. liberal italiano a Alessandro tinente al sur del rio Bravo. El c., en la p ri­
Man/oni e incluso a Cesare Cantil, tenaz opo­ mera perspectiva, seria un periodo histórico
sitor del matrimonio civil, y a Stefano Jaci- situado entre el fin de las guerras de indepen­
ni, m inistro de Vittorio Emmanuele II y fiel dencia (1810-1825) y el surgimiento de los
a Cavour, aunque contrario al traslado de la estados nacionales en la segunda mitad del
capital a Ruma en las discusiones parlamen­ siglo xix. Esta concepción considera que la
tarias de 1871. En cambio no se considera posterior política de hombres fuertes, aun
católico liberal a Marco Minghetti. exponen­ conservando rasgos propios de esta etapa,
te del liberalismo y ejecutor del programa de representa fenómenos sociales radicalmente
Cavour, al mismo tiempo que católico fer­ distintos. En la segunda perspectiva el eje del
viente. análisis está puesto sobre la figura del cau­
Las gradaciones posibles son múltiples, dillo al que se considera como una expresión
dentro de un clero y de un laicado que nunca típica y común de los pueblos de América
pudieron conjuntar a todos los católicos, divi­ Latina más allá de la determinada situación
didos siempre en dos grupos: los nostálgicos histórica a la que pertenece. De esta forma
de los viejos regímenes y los fautores de las se salta por sobre las etapas históricas espe­
instituciones liberales, existiendo además cificas para, en un grado alto de generalidad,
aquellos que sólo se preocupaban de su prác­ establecer correlaciones que prescinden del
tica religiosa, desinteresándose de los acon­ cambio cualitativo afirm ando implícitamen­
tecimientos políticos, para los cuales ni los te la existencia de sustratos históricos más
hechos de 1860-1861 (reducción de los esta­ o menos permanentes como, por ejemplo, el
dos pontificios a la región del Lazio) ni la paralelismo que se establece en la Argentina
toma de Roma constituyeron un trauma. entre los gobiernos de Rosas y Perón.
El término se puede aplicar a los sacerdo­ Nos atendremos pues particularm ente al
tes patriotas v moderados deseosos de una prim er punto de vista y consideraremos al c..
cooperación entre estado e iglesia, en el perio­ caracterizado por la presencia compleja del
do final del siglo xix. Sin embargo no puede hombre fuerte, como el sistema social propio
aplicarse a los modernistas (los seguidores de de los países de habla española de Latinoa­
Murri no son precisamente liberales) ni ade­ mérica durante la primera mitad del siglo
cuarse al régimen fascista, ya que entre la xix. Desglosaremos sucintamente los aspec­
tninoria del clero antifascista se pueden tos económicos, sociales v políticos del perio­
encontrar católicos integristas y elementos do caudillista, y, en un segundo momento,
dispuestos a colaborar con los socialistas. Por expondremos criticamente las distintas inter­
ejemplo, dom Luigi Sturzo se sitúa en la antí­ pretaciones del c.. para íinalizar esbozando
tesis de la política liberal. un tipo de interpretación comprensiva del
El téi mino de católico liberal ha resurgi­ fenómeno en su globalidad.
do dexpués del advenimiento de la Repúbli­ Al termino de la guerra de independencia los
ca, aplicándose impropiamente al católico países de Hispanoamérica presentan un cua­
que se com porta como tal en su vida religio­ dro diferenciado y complejo: m ientras el
sa, pero que rechaza las advertencias de la impacto del proceso revolucionario en las
jerarquía eclesiástica cuando ésta le indica zonas centrales del imperio colonial, como
que debe votar por el partido que tutela los Perú y México, produjo daños económicos
intereses de la iglesia. sustanciales, como la destrucción a través de
luchas prolongadas de los bienes inmuebles
[arti ro i arlo jemolo] y la posterior fuga de los capitales españoles.
204 CAUDILLISMO

en las áreas secundarias, como Buenos Aires entre los sectores exportadores, favorables a
v Valparaíso, el impacto negativo fue mucho la libertad de comercio, y los productores de
menor, y posteriormente el desarrollo de manufacturas coloniales. En Argentina es
estas zonas se vinculó a la expansión del desde esta óptica que puede entenderse la
comercio inglés esencialmente a partir de la dicotomía entre el federalismo de las provin­
reform a borbónica. En estos últimos países, cias, vinculadas a la producción colonial, y el
por lo tanto, fue decisiva la apertura del libre centralismo de un Buenos Aires cuyo auge se
comercio con Inglaterra pues permitió que los fundaba en sus vínculos comerciales estre­
productores locales obtuvieran mejores pre­ chos con Gran Bretaña. En México este fenó­
cios por sus productos al ser eliminada la fun­ meno encontró su expresión en Lucas Ata­
ción de los intermediarios españoles benefi­ mán, quien reactivó la industria textil
ciarios del monopolio comercial, desarrollán­ mediante la creación del Banco de Avío.
dose en consecuencia el sector exportador de La penetración inglesa característica de la
la economía. Todo lo contrario ocurrió en las primera mitad del siglo pasado determinó un
úreas tradicionalmente atadas a la produc­ tipo de vinculación especifica con la oligar­
ción minera, como fueron las del alto y bajo quía dominante. En este lapso las inversiones
Perú y las de México. La reactivación de la directas del capital inglés no fueron de impor­
producción minera en la época posrevolucio­ tancia; las compañías integradas con la fina­
naria exigía la inversión de sumas considera­ lidad de explotar la riqueza mineral fracasa­
bles de capital, lo cual resultaba prácticamen­ ron después de la crisis de 1825. Las relacio­
te imposible en un periodo caracterizado pre­ nes con las metrópolis no influyeron sobre la
cisamente por la escasez de capitales dispo­ producción y, por consiguiente, dejaron intac­
nibles. Esta diferenciación explica el distin­ tos los modos de producción coloniales y las
to tipo de desarrollo de ambas zonas y sus estructuras sociales correspondientes. Al fin
consecuentes historias específicas. de la dominación española fueron los criollos
En aquellos países donde el sector expor­ quienes ocuparon el vértice de la escala social
tador se desarrolló de una manera sustancial, y los sectores propietarios terratenientes se
se consolidó paralelamente la oligarquía impusieron como el elemento más fuerte. Las
exportadora, la que. apoyándose en los recur­ grandes propiedades, va se trate de las
sos fiscales que le brindaba el comercio, pudo haciendas o las estancias, típicas del sistema
financiar la constitución de un gobierno cen­ colonial, sobrevivieron al corte independen-
tralizado y poderoso. Argentina con Rosas y tista, y se expandieron de acuerdo a las inci­
Chile con Portales certifican este proceso uni- taciones del mercado externo, sin que este
ficador que se produce antes que en otras cambio de mercado implicase una crisis del
naciones donde la crisis de los sectores expor­ sistema productivo. Lo que si implicó fue la
tadores redujo los ingresos fiscales favore­ decisiva hegemonía del sector de los terrate­
ciendo así la dispersión del poder y la forma­ nientes.
ción consecuente de gobiernos débiles y dis­ En los países con densa población indíge­
persos. Se comprende, por lo tanto, que en el na, como México, Perú y Bolivia, la situación
segundo tipo de países fuera más arduo el y función de la misma siguió siendo esencial­
surgimiento de un gobierno autocrático. que, mente la misma. Una parte continuó desem­
como expresión de una oligarquía dominan­ peñándose como mano de obra en las hacien­
te. pudiera imponer su hegemonía a los gru­ das y en las minas, prestando servicios típi­
pos rivales; asi, lo que caracterizó a estos paí­ camente feudales; mientras que otra parte de
ses fue el reforzamiento de los poderes regio­ la población indígena siguió ocupando la tie­
nales. rra comunitaria al margen del mercado mone­
Es conocido también el efecto que produ­ tario e integrando núcleos casi autosuficien-
jeron en los mercados regionales los produc­ tes. Para el mestizo, contrariamente, se abrie­
tos importados, fundamentalmente de Ingla­ ron una serie de posibilidades que le facilita­
terra; al saturar los mercados produjeron una ban su ascenso en la escala social, ya sea dedi­
profunda crisis en la industria artesanal y cándose al comercio o integrando las filas de
manufacture! a desanollada en la época colo­ los nuevos ejércitos, sirviendo ya sea como
nial. Este hecho produjo el enfrentamiento intermediarios, en el prim er caso, o como un
CAUDILLISMO 205

elemento decisivo para mantener el nuevo expresaban la desintegración de la sociedad


equilibrio social a través de la fuerza de las posrevolucionaria. Esta etapa no fue homo­
armas, en el segundo. génea; en algunos países, y el caso de Chile
La formación de los ejércitos republicanos, es el ejemplo típico, la etapa caudillista fue
como consecuencia directa de la guerra de breve, mientras que por ejemplo en Perú,
independencia, incidió decisivamente en la México, Ecuador y Bolivia se prolongó hasta
estructura de poder de la sociedad latinoame­ la segunda mitad del siglo pasado. Con la
ricana posrevolucionaria. Si bien el manteni­ excepción relevante de la anticipada centra­
miento de los ejércitos constituyó una carga lización del poder en Chile, en general pode­
pesada que debía ser financiada por los mos decir que el periodo del c. finaliza, con
gobiernos recién constituidos, a su vez esos las necesarias precisiones en cada caso par­
ejércitos eran la única garantía que tenían las ticular. en la segunda mitad del siglo pasa­
clases dominantes para contener la presión do. Este periodo se caracteriza por las inver­
ejercida por las fuerzas populares que habían siones directas del capitalismo inglés, ya sea
atravesado por ¡a guerra de la independencia. mediante créditos a los gobiernos latinoame­
Esta función se puede comprobar con máxi­ ricanos o mediante la construcción de ferro­
ma claridad en México, e incluso en Venezue­ carriles, las que producen una mutación pro­
la, donde al menos inicialmente el movimien­ funda del sistema en su conjunto; ante todo,
to de liberación indepcndentista se caracte­ porque reforzaron con sus créditos los apa­
rizó por el levantamiento de sectores popu­ ratos del estado de los nuevos gobiernos, inde­
lares con programas reivindicativos de un pendizándolos en una considerable medida de
neto contenido social. No obstante sería equi­ sus fuentes de ingresos consuetudinarias; lue­
vocado pensar que el ejército era el único go, porque estos capitales, sobre la base de
cuerpo arm ado de las nacientes repúblicas: las nuevas necesidades de las metrópolis en
paralelamente al ejército fueron surgiendo relación con los productos exportables de
una amplia constelación de milicias regiona­ Hispanoamérica, consolidaron definitivamen­
les que eran organizadas por los terratenien­ te a la oligarquía exportadora de los diversos
tes con la finalidad de defender sus intereses. países, la cual en algunos casos asumió el con­
Entre ambas fuerzas, el ejército central y las trol directo del gobierno o bien lo usó para
milicias regionales, se estableció una relación llevar adelante sus propios intereses de cla­
de rivalidad asentada en la diversidad de inte­ se. De tal suerte se modificó completamente
reses que las fundaban. el panorama social de los nuevos países, pro­
El proceso revolucionario fragmentó el duciendo transform aciones económicas,
área colonial española en una multiplicidad sociales y políticas esenciales.
de unidades políticas independientes. Este En este marco de análisis general es posible
hecho es fundamental para el análisis de la ubicar el problema del c. y tra ta r de desen­
sociedad americana posterior a la indepen­ trañ ar su sentido mediante el análisis de las
dencia. Mientras que en la etapa colonial la diversas y distintas respuestas dadas al
dominación se basaba en la fuerza directa del mismo.
país colonizador, ahora, en la etapa republi­ Para la historiografía tradicional (como es
cana, se trata de alianzas entre la clase domi­ el caso de Alberdi y Alvarez), así como para
nante en los nuevos países independientes y cierta literatura contemporánea sobre el tema
soberanos, y las metrópolis extranjeras. La (por ejemplo para Chevalier y Lamben entre
clase dominante que controla el poder en el otros), el surgimiento de la anarquía política
interior de la economía latinoamericana pasa y del c. se debió esencialmente al vacio de
a ser una variable esencial para todo análi­ poder creado por la destrucción del imperio
sis de esta etapa. colonial; al no existir en los herederos natu­
Decisivo para nuestro tema es el hecho de rales del poder, que eran los criollos, ningu­
que apenas finalizada la guerra de liberación na experiencia política se desarrolló sin tro­
los países americanos que habían sido colo­ piezos la anarquía. Esta explicación no es
nias españolas atravesaron un periodo más satisfactoria pues el c. se manifiesta como
o menos largo de luchas intestinas, caracte­ una expresión directa del poder regional que
rizadas por la aparición de caudillos que se enfrenta a otros grupos de poder en defen­
206 CAUDILLISMO

sa de sus intereses y sin puder imponer su caso argentino.


supremacía sobre los otros. Este aspecto del Otras interpretaciones sostienen que ade­
problema llevó a ciertos teóricos e historia­ más de una personalidad carism ática el cau­
dores a considerar este periodo como seme­ dillo debe poder contar con una amplia red
jante al medievo europeo y como una repeti­ de relaciones (Zorrilla) y de una fuente de
ción del esquema político feudal En tal con­ recursos económicos considerable y perm a­
texto los caudillos habrían sido auténticos nente (Díaz). Y esto por razones obvias, ya que
soberanos en sus dominios, los que funciona­ la fidelidad de las tropas fue proporcional a
rían como sus propios feudos. la capacidad del caudillo para mantenerlas
Esta interpretación no es confirmada por satisfechas. Asi, los caudillos que controlaron
el análisis de las relaciones económicas y las fuentes principales de las rentas —que en
sociales del periodo en cuestión. Ante todo el general provenían del comercio— fueron a la
c. no debe verse como un elemento desinte­ larga quienes se impusieron a los grupos riva­
grador de lo social, sino, más bien, como un les estableciendo su hegemonía.
centro de atracción a cuyo alrededor se unen Entre las propuestas más válidas, incluso
los sectores de la sociedad posrevolucionaria. hasta hoy, respecto al origen del c. debemos
Es en este sentido que Gino Germani habla ubicar la realizada por Sarmiento en su
de una autocracia unificadora posterior a la Facundo. Para Sarmiento no se trata de cir­
guerra de la independencia. El caudillo, en cunscribirse a la individualidad de los perso­
una sociedad amenazada interna y externa­ najes, ya se trate de Rosas o de Facundo, sino
mente por la dispersión, aparece, tal como de ubicar el fenómeno en el panorama tanto
sostiene Vallenitla Lanz, como la única fuer­ geográfico como histórico que lo genera. Asi
za capaz de conservar el orden social Con lo el régimen de propiedad agraria, las grandes
que se vuelve evidente el cambio de óptica, estancias, está dominado por el paisaje de la
pues en lugar de considerar al caudillo como pampa, de la gran extensión abierta dedica­
un elemento negativo de disgregación social, da a la explotación rudim entaria de la gana­
se lo considera en su positividad como un dería y donde el ejercicio de la violencia se
guardián del orden. ha convertido en una forma de vida. Es este
Generalmente los caudillos, y el caso argen­ campo extremadamente fértil el que genera
tino es paradigmático, pertenecían a la clase el gaucho en sus diversas formas, y el gaucho
de los grandes propietarios terratenientes. es uno de los elementos constitutivos del c.
Comúnmente los caudillos argentinos, como Pero el c. implica otro elemento, un elemen­
lo ha demostrado Rubén H. Zorrilla, pertene­ to antagónico esencial, y éste es la ciudad. De
cían a la oligarquía de su región de origen, allí la conocida fórmula sarmientina de "civi­
y gozaban además del apoyo de esta clase lización o barbarie". Mientras el campo es el
para ejercer el poder por cuanto su función lugar de asentamiento de la tradición católi­
política era la defensa de los intereses de su ca dogmática de España, la ciudad es el cen­
clase. Las clases populares, por su parte, si tro desde el cual se expande la luz. del racio­
bien participaron en las luchas del caudillo, nalismo europeo. Mientras el aislamiento pro­
nunca fueron representadas por éste en sus pio del campo genera la anarquía y la tiranía,
intereses de clase. En otras palabras, el cau­ la concentración urbana engendra el orden y
dillo no fue ni el representante ni el defensor la democracia. La linealidad de este esquema
de ninguna causa popular. Las movilizacio­ es complejizada por Sarmiento, ya que en el
nes de los sectores populares eran realizadas transcurso de su acción el caudillo que llega
por los caudillos para dirimir entre sí los pro­ a dominar tanto la ciudad como a los otros
blema-» políticos que surgían. Por esta razón caudillos de la provincia, sin quererlo pone
el autor citado precedentemente distingue las bases para la futura organización nacio­
entre el "populismo oligárquico" del perio­ nal, \ sanciona así, paradójicamente, la supre­
do caudillista del siglo pasado, y el "populis­ macía de la ciudad sobre el campo. El itine­
mo burgués" de nuestro siglo. En este senti­ rario descrito, específico de Argentina, refle­
do debería comprobarse si en otras zonas de ja, sin embargo, el itinerario seguido por
América Latina la extracción y la función otros países de América Latina.
social del caudillo guardan similitud con el No es casual, entonces, que un autor como
CAUDILLISMO 207

Bunge sostenga que el carácter del c. no es menos el grado de dependencia. La prim era
ni anárquico ni retrógrado, y que considere mitad del siglo pasado contempló esta lucha:
como formas típicas del c. a Rosas, que encar­ el "partido americano" representaba los inte­
na la intransigencia de los gobiernos teocrá­ reses de las provincias y defendía la indus­
ticos, y a Porfirio Díaz que encarna la mate­ tria indígena tradicional, contra la política
rialización del orden y el progreso. pro europea de los exportadores. El c., ya se
La tipología de Sarmiento, su distinción tratara de Rosas en Argentina, Juárez en
orgánica entre la ciudad y el campo, ha dadu México y López en Paraguay, representaba la
origen a un debate que aún continúa en nues­ resistencia del espíritu americano a ser domi­
tros días. Con distintos términos se sigue nado por el espíritu, las costum bres y el
hablando de un sector moderno y de otro tra­ comercio europeo.
dicional, vale decir de la dicotomía sarmien- Esta interpretación, al igual que la prime­
tina entre la ciudad y el campo. Este esque­ ra que hemos mencionado, peca por su exce­
ma continúa vigente, con las adecuaciones del sivo esquematismo. Tanto el partido europeo
caso, en las teorías desarmllislas, ya que éstas como el partido americano, como se expresa
postulan la universalidad de las etapas de Frank, estaban de acuerdo en el reconoci­
desarrollo y extraen sus modelos de las socie­ miento del papel a desempeñar por el comer­
dades más desarrolladas: en los países sub- cio inglés: sus diferencias deben ubicarse más
desarrollados los sectores rurales funcionan bien como disensiones internas en el mismo
de una manera feudal al margen del sector bloque dominante. Esta claro que el c. no fue
moderno o capitalista. En este contexto el c. la expresión política de un sistema de tipo feu­
es la expresión política de un urden económi­ dal europeo ni de un régimen capitalista puro.
co arcaico y reaccionario. Es evidente que desde la época de la colonia
En oposición a las teorías desarrollistas el desarrollo de América estuvo estrechamen­
surgió la teoría de la "dependencia” que cri­ te ligado al desarrollo del capitalismo mun­
ticó a fondo la tesis dualista de los primeros. dial. También es cierto que el tipo de produc­
Para los dependentistas la sociedad latinoa­ ción americana, incluso en la prim era mitad
mericana fue desde el principio, desde sus orí­ del siglo pasado, fue de tipo feudal, y esto no
genes coloniales, parte integrante del sistema significa falta de vínculos con el comercio
capitalista. Su visión del problema es radical­ internacional, sino todo lo contrario: el desa­
mente distinta a la de quienes ven una Amé­ rrollo de las áreas coloniales dependió en
rica cerrada sobre sí misma: ellos sostienen, gran parte de sus \ ínculus con el exterior, fun­
por el contrario, que se trató siempre, en un damentalmente en sus exportaciones mineras
mayor o menor grado, de una sociedad abier­ y de productos tropicales. Y el crecimiento
ta y dependiente de los factores externos, y del sector exportador dependió estrechamen­
que fue precisamente esta dependencia la que te de estos sectores externos. Es en este sen­
generó el subdesarrollo, no únicamente divi­ tido que es posible sostener que el c. del siglo
diendo en el plano internacional a los países xtx refleja, en un nivel político, los vínculos
entre pobres y ricos, sino generando una divi­ de dependencia que existían en el nivel eco­
sión semejante, en el interior de cada país nómico entre las regiones. La lucha caudillis-
dependiente entre la ciudad y el campo, lino ta fue. sin duda alguna, una lucha entre regio­
de los representantes mas notorios de esta nes. pero "de oligarcas que aspiraban al con­
coriiente interpretativa, A. Gunder Frank. trol de los mecanismos necesario» para domi­
afirma que la tensión fundamental del perio­ nar la totalidad del sistema", como sostiene
do cuudillista hispanoamericano no fue el Antonio F. Mitre. El hundimiento del sistema
producto de una lucha entre sistemas opues­ colonial implicó el crecimiento y el fortaleci­
tos (del feudalismo rural contra el capitalis­ miento de la oligarquía exportadora, vincu­
mo urbano), sino de grupos antagónicos por lada comercialmente con el capitalismo
su posición frente a un mismo sistema de ingle», y este hecho tuvo como consecuencia
explotación, el capitalista; de una parte ubi­ una fuerte presión sobre la estructura econó­
ca a los sectores aliados con los intereses del mica de tipo feudal propia de la colonia,
capitalismo ingles, y de la utra al "partido creando por consiguiente tensiones potencial­
americano" que trataba de dism inuir a! mente disruptivas en el interior del sistema.
208 CENSO

El c. surge como fruto de estas tensiones y dadanos; un medio para conocer con bastan­
como instrum ento social capaz precisamen­ te aproximación los recursos del estado,
te de canalizar estas tensiones volviendo de sobre todo con fines impositivos. El doble sig­
esta manera posible la articulación del ante­ nificado de la palabra latina ccnsus explica
rior orden de tipo feudal con el nuevo mer­ muy bien la dualidad del hecho censal: el con­
cado capitalista, todo esto realizado ya en el trol de los bienes poseídos (acto de censar) y
escenario de países que gozaban de sobera­ la posición social respecto de los mismos (c.).
nía e independencia. Al caer cada vez más en desuso esta práctica
desde la época de las guerras civiles, a causa
bibliografía. F.H. Carduso y E. Faletto. Depen­ de las nuevas formas sociales que se iban for­
dencia y desarrollo en América Latina. México. mando, la misma palabra census terminó por
Siglo XXI. 1969; F. Díaz. Caudillos y caciques. perder su significado original durante la épo­
México, El Colegio de México, 1972; T. Dos San­ ca feudal, pasando a significar en cambio el
tos, La crisis de la teoría del desarrollo y las rela­ impuesto particular que. en especie o en dine­
ciones de dependencia en América Latina, en H. ro, le correspondía al señor feudal por la con­
Jaguuribe y otros. La dependencia politico­ cesión de una tierra en feudo. En su especifi­
económica de América Latina, México Siglo XXI, cación de census capitis seguían indicando la
1970; A.G. Frank, Capitalismo y subdesarrollo en enumeración de las personas que por necesi­
América ÍMtina, México. Siglo XXI, 1970; G. Ger- dades de recaudación realizaban de manera
mani. Populismo y contradicciones de clase en muy irregular los estados feudales (el "cen­
Latinoamérica. México. Era, 1971; T. Halpcrin so de la sal", por ejemplo). Después de la caí­
Donghi, Historia contemporánea de América Imú- da del antiguo régimen y de la constitución
na. Madrid, Alianza, 1972; E. Krauze, Caudillos de los regímenes burgueses, las divisiones
culturales en la revolución mexicana, México, sociales ya no se produjeron con base en el
Siglo XXI, 1976; E. Laclau, Política e ideología nacimiento, noble, burgués o campesino, sino
en la teoría marxista: capitalismo, fascismo, con base en la pertenencia a una cierta clase
populismo, México. Siglo XXI, 1978; A. Mitre. de ingreso. La nueva sociedad burguesa se iba
Caudillismo, en II mondo contemporáneo, vol. constituyendo sobre bases censales, que más
vi: Storia dell'America Latina, a cargo de M. fácilmente se podían adaptar a las necesida­
Carmagnani, Florencia, La Nruova Italia, 1979, des del desarrollo económico. La sanción polí­
M. Morner, Caudillos y militares en la evolución tica de este sistema llegó a través de la for­
hispanoamericana, en Journal of Inter-Ameritan mación de un sistema parlam entario repre­
Studies, núm. 2, 1960; L.A. Sánchez, Historia sentativo que excluía de las elecciones y, por
general de América, Madrid, Rodas, 1972: A. consiguiente, de la posibilidad de contar con
Villegas, Antología del pensamiento social y polí­ una representación política a todos los que
tico de América Latina, Washington, Unión Pana­ no alcanzaban cierto c. El c. electoral era el
mericana, 1964; A. Villegas, Reformismo y revo­ importe del impuesto necesario para ser con­
lución en el pensamiento latinoamericano. Méxi­ siderado elector. Este sistema se generalizó
co. Siglo XXI, 1972; E.J. Wolf y F.. Hansen, Can- durante el siglo xtx en todos los países de la
dillo politics, en Comparative Studies in Society esfera de influencia europea. En Italia el sis­
and History, núm. 1,1967; A. Zorrilla, Extracción tema censal tuvo su prim era versión durade­
social de los caudillos: 1810-1880, Buenos Aires, ra en el estatuto albertino de 1848, quedan­
La Pléyade. 1972. do sin alteraciones aun después de la forma­
ción del reino (los electores eran cerca de
[comité editorial] 620 0C0). Después se amplió el 22 de enero de
1882. exigiendo la instrucción elemental obli­
gatoria y el c. anual de 19.80 liras (los electo­
res aum entaron a dos millones). Seria mus-
censo largo seguir todas las variaciones de la legis­
lación correspondiente; basta recordar que a
Ya en el antiguo Egipto y en las regiones de partir del 30 de junio de 1912 se concedió el
Oriente se usaban sistemas para conocer la sufragio a toda la población de sexo mascu­
cantidad de los bienes poseídos por los ciu­ lino mayor de 30 años (8 700 000 electores).
CENTRISMO 209

y finalmente al 16 de diciembre de 1918 se hasta el más reciente de "progreso sin aven­


reconoció el derecho de voto a todos los varo­ tu ras”, se encuentra con mucha frecuencia,
nes mayores de edad. Después de las restric­ a lo largo de todo un siglo de nuestra vida
ciones fascistas, con el tu del 15 de febrero política, una sólida veta centrista.
de 1948 se restableció el sistema proporcio­
nal correcto, instituyendo 31 colegios electo­ II. EL CENTRISMO COMO FORMULA DE GOBIERNO Nü
rales, concediendo el derecho de voto a toda obstante, el uso del término c. no se limita a
la población mayor de edad, masculina y eso solamente. Entre los muchos casos que
femenina. Un sistema electoral censal gene­ han existido, recordamos que bajo este nom­
ralmente sigue ampliando sus limites a medi­ bre se encierra actualm ente la fórmula par­
da que aumenta la conciencia política de los ticular de coalición entre cuatro partidos: la
grupos y de las clases sociales, y no represen­ Democracia Cristiana, el Partido Liberal, el
ta más que una etapa hacia el sufragio uni­ Partido Socialista Democrático y el Partido
versal, conquistado por la mayor parte de los Republicano, que constituye la mayoría en
países occidentales a principios del siglo xx. que se apoyaron los gobiernos de la posgue­
rra hasta el comienzo de la década de los
[MAURO AMUROSOLl] sesenta, en que se formó el centro izquierda.
El c. fue ideado por De Gasperi para excluir
del gobierno a la extrema izquierda, a los
comunistas y socialistas ligados por el pacto
centrismo de unidad de acción, y a la extrema derecha,
neofascista y monárquica.
i. el centrismo en general. C. se deriva obvia­ El ciclo del c. dio comienzo con la victoria
mente de centro. En líneas generales, el cen­ electoral de la democracia cristiana en las
tro, según la visión geométrica tradicional de consultas del 18 de abril de 1948, cuando ésta
la política, que se basa en la dicotomía alcanzó el 48.5% de los votos, y la mayoría
"cambio-conservación”, es la posición inter­ absoluta de los asientos en el parlamento. A
media por antonomasia (v. espacio político). pesar de que tenia la posibilidad de dar vida
Cuando el grado de polarización entre las par­ a un gobierno monocolor mayoritario, De
tes que se enfrentan en una lucha de posicio­ Gasperi prefirió aliarse con los otros parti­
nes es tan elevado que pone en peligro la exis­ dos menores de centro para equilibrar, ade­
tencia física de ambos, surgen las agrupacio­ más de las posiciones parlam entarías de los
nes, las coaliciones, las corrientes, los parti­ extremos, las eventuales veleidades autorita­
dos de centro y las actitudes y las políticas rias, integristas y clericales que podían pre­
centristas. Los motivos que determinan el c. sentarse en el interior de su mismo partido.
presuponen lodos una dificultad de elección; La tarca de los gobiernos centristas de la
en cierto modo pueden esquematizarse de la prim era legislatura republicana consistió en
siguiente manera: se es centrista porque se poner en marcha la reconstrucción de la pos­
considera que las dos posiciones que se opo­ guerra y también el restablecimiento de la
nen entre si presentan elementos positivos autoridad tradicional del estado, aislando las
tan f uertes que justifican una síntesis o una izquierdas y las derechas precisamente con
mediación, o porque se considera que ambos el fin de asegurar la sobrevivencia del siste­
contendientes están equivocados, en cuyo ma democrático parlamentario, para lo cual
caso el camino correcto consiste en situarse los moderados consideraban esencial la vic­
en el centro, es decir, por encima de las par­ toria de uno de los dos extremos. Después de
tes. Desde el punto de vista colorativo, no hay los gobiernos del Comité de Liberación Nacio­
duda de que el c. corresponde al moderantis- nal, los gobiernos centristas llevaron a cabo
mo. ya que m ientras para los centristas in lo que algunos han llamado la "restauración",
medio esl \ iritis, para los opositores externos restableciendo la exclusión —a través de los
c. es sinónimo de indecisión, de inmovilismo, partidos que las representaban más directa­
de oportunismo, etc. Pasando al caso de Ita­ mente, m i y p s i — de las fuerzas populares
lia, se puede decir que en este sentido, dc-.de que la Italia liberal y la Italia fascista, aun­
el lema de Giolitti “ni reacción, ni revolución” que con sistemas diversos, había tratado.
2 IU CENTRISMO

siempre de manera cuidadosa, de mantener pretaciones anteriores del sistema de parti­


al margen de la vida política nacional. dos en Francia, hipótesis que pueden agrupar­
Además de esto, el c.. en cuanto solución se esencialmente en dos tesis básicas. La pri­
moderada, le permitió a la democracia cris­ mera afirma que el sistema francés está orga­
tiana asum ir el papel de partido hegemónico nizado de acuerdo con un esquema dualista;
dentro del sistema italiano, como partido de la o tra considera que dicho sistema se carac­
coalición no sólo de los grupos de extracción teriza por una multiplicidad confusa. Para
católica sino también de una gran parle de Duverger, no obstante la aparente relevancia
los descendientes de lo que con toda razón se de la separación derecha-izquierda, la lucha
puede llamar el “partido de los notables” libe­ política no se desarrolla con base en esta con­
rales. El resultado de esta hegemonía no pudo traposición sino más bien, bajo la enorme
ser niás que la estabilización del sistema mayoría de los regímenes. Directorio, Primer
sobre bases moderadas, que los opositores Imperio, Monarquía de Julio, Segundo Impe­
acusaron de inmovilismo, de clausura a cual­ rio. Tercera. Cuarta y Quinta Repúblicas, la
quier propósito reform ador y a toda partici­ política francesa quedo determinada por las
pación popular. Precisamente en el intento de agrupaciones centristas, es decir por una
hacer frente a este impasse, se llegó al ocaso amplia área en la que confluían los modera­
del c. como fórmula de gobierno, puesto que dos de las dos posiciones tradicionales y en
en su lugar se dio vida al centro-izquierda, en cuyo seno se pudieron dar oscilaciones, aun­
que el partido socialista, independizado de los que sólo de una amplitud moderada.
comunistas, tomaba el lugar del elemento La fisonomía del c. francés está formada,
liberal. Pero también la nueva coalición, por pues, por el predominio de los moderados de
el intrínseco moderantismo que viciaba a la derecha y de izquierda, que temen, dada la
democracia cristiana, terminó reduciéndose aspereza de los antagonismos políticos, ser
únicamente a una limitada ampliación de las superados y eliminados en el momento en que
fuentes de legitimación del gobierno, tanto una de las alas extremas tenga la oportuni­
que en la actualidad gran parte de la prensa, dad de gobernar. Queda por añadir que, en
recordando la experiencia de los años cin­ sus escritos más recientes, Duverger term i­
cuenta, los acusa con mucha frecuencia de na aplicando el c. a todos los sistemas, inclu­
"neocentrismo". I. yendo los que define al mismo tiempo como
dualistas: en este caso, el c. se usa para desig­
III. EL CENTRISMO COMO MODO DE FUNCIONAMIENTO nar el predominio de los moderados dentro
del sistema de faktidos. Hemos expuesto has­ de cada una de las dos posiciones antagonis­
ta aquí dos usos corrientes, sobre todo en el tas, tomadas por separado y excluyendo cual­
medio periodístico, del término que estamos quier posibilidad de alianza entre ellos.
estudiando: como sinónimo de moderantismo Pero pasemos a Sartori. que no habla tan­
y como fórmula política que desempeño un to de c. sino de sistemas de partidos cuyo fun­
papel clave en la reciente historia de Italia. cionamiento se base en el centro. En su dis­
Sin embargo, podemos encontrar un uso del curso no entra ni siquiera el término c. Más
térm ino c. también en la literatura de socio­ bien distingue los sistemas de partidos euro-
logía política y de ciencia política. En este peus y anglosajones entre pluralismo simple,
campo, el c. está relacionado con un contex­ o bipartidisrr.o, pluralismo moderado, típico
to muy específico, es decir con el sistema de de los países escandinavos y de las pequeñas
los partidos. La descripción que se le aproxi­ democracias continentales, y pluralismo
ma más es la que se deriva de una investiga­ extremo, refiriéndose, en este ultimo caso, a
ción amplísima dedicada a los sistemas de la Francia de la Cuarta República, a la Ale­
partido, que llega a nivel mundial, realizada mania de Weimar y a la Italia contem porá­
por Giovanni Sartori (1966), aunque no se pue­ nea. En dicha tipología el criterio numérico
de negar que Maurice Duverger haya habla­ se acopla con el analítico (v. >istema de par­
do anteriorm ente de c. (1964), aunque sólo tido). En este trabajo nos interesa exclusiva­
refiriéndose al contexto francés. mente el caso del pluralismo extremo, llama­
Por lo que concierne a Duverger, hay que do también pluralismo polarizado, es decir el
recordar que parte del rechazo de las inter­ de los sistemas que presentan una multipli-
CKI'ALISMO 211

cidud de partidos, entre los que prevalecen, Latina (cepal), organismo dependiente de las
a nivel gubernamental, los del centro. En este Naciones Unidas, fundado en 1948. Las valo­
último ámbito es donde se verifica cualquier raciones de la cepai han tenido en el desarro­
forma de cambio de gobierno. Mientras los llo económico, y especialmente en los proble­
sistemas bipartidistas presentan una rotación mas vinculados con el desarrollo económico
completa entre los dos partidos clave, y en los de América Latina, a su tema central. Y en
sistemas con un m ultipartidism o moderado este sentido la corriente cepalina ha hecho un
se forman, por el contrario, coaliciones alter­ aporte verdaderamente original y sumam en­
nativas. en el caso del multipartidismo extre­ te importante para el avance de la teoría eco­
mo el cambio se limita a una rotación margi­ nómica en materia de desarrollo.
nal entre los partidos menores, llamados una Su punto de partida es la concepción de que
y otra vez por los partidos mayores a desem­ el desarrollo es un problema que pertenece
peñar el papel de copartícipes. Mientras sea al ámbito de un sistema económico mundial.
posible, el partido del centro de mayor peso Ubicado en ese contexto el desarrollo resulta
tratará de dominar el escenario, tratando, con un proceso al que la desigualdad le es inhe­
la colaboración de los otros elementos de la rente. Dicho de otra manera, el desarrollo del
coalición, de conceder el mínimo espacio a los sistema económico mundial es de naturale­
partidos extremistas, que, por su actitud de za bipolar. Relaciona a economías caracteri­
rechazo o de oposición radical, Sartori los zables como centrales con economías carac­
define como antisistema. Entre las caracte­ terizables como periféricas, según un movi­
rísticas negativas de los sistemas en cuestión, miento que perpetúa las diferencias entre
hay dos que vale la pena citar: la ineficiencia ambas. O sea que el desarrollo, tomado como
y la inestabilidad. proceso a escala mundial, muestra que entre
los países desarrollados y los subdesarrolla­
BIBLIOGRAFIA: M. Duverger, L'étemel moráis: dos se produce una brecha que, lejos de ir
essai sur le centrisme franjáis, en Revue Fran­ cerrándose con el tiempo, se acentúa. De lo
cióse de Science Publique, vol. XIV, febrero de que se desprende que lo que afecta a la peri­
1964; M. Duverger, Sociología política, Barcelo­ feria no es la ausencia de desarrollo sino un
na, Ariel. 1968: G. Giolitti. Memorie delta mía vita modo específico de desarrollarse o, como sue­
(1922), Milán, Garzanti, 1967: A. Mastropaolo, len conceptualizar los cepalinos, una forma
Elezioni, en ll mondo contemporáneo: storia peculiar de irse subdesarrollando.
d ’ltalia, a cargo de N. Tranfaglia, Florencia, La Los centros poseen una estructura econó­
Nuova Italia, 1978, vol. I; G. Sartori, European mica diversificada e integrada, m ientras que
pnlitical parties: ihe case uf polarized pluralism, la estructura económica periférica es especia­
en Politital parties and political development, a lizada y dual. Especializada por cuanto exis­
cargo de J LaPalombara y M. Weiner, Prince- te en ellas un sector unilateralmente desarro­
ton, Princeton University Press, 1966; G. Sarto­ llado dedicado a actividades prim ario-
ri, Partidos y sistemas de partidos. 1: Marco para exportadoras. Dual porque coexisten en su
un análisis (1976), Madrid. Alianza; A. Tasca. El interior tecnologías de alta productividad jun­
nacimiento del fascismo (1950), Barcelona, Ariel, to a formas arcaicas, o bien a sectores tecno­
1969. lógicamente retrasados. Sobre esta diferen­
ciación estructural se asienta una diferencia­
[ai.FIO MASTROPAOLO] ción funcional que se expresa en las pautas
clásicas de la división internacional del tra ­
bajo. A los centros les cabe la función de pro­
centro, v. espacio político ducir y exportar manufacturas, mientras que
la periferia se especializa en la producción y
en la exportación de materias prim as y ali­
mentos.
cepalismo En el plano del comercio internacional las
diferencias de estructuras y funciones dan
La expresión c. designa la producción teóri­ como resultado lo que los cepalinos llaman
ca de la Comisión Económica para América el deterioro de los términos de intercambio.
212 CEPALISMO

Esta formulación, en su sentido simple, sig­ los frutos del progreso técnico se refuerzan
nifica que el poder de compra de bienes indus­ mutuamente. En esto reside el dinamismo
triales por parte de una unidad de bienes —muchas veces se le ha criticado errónea­
primario-exportadores cae a lo largo del tiem­ mente por lo que no es: estática— de la con­
po. Tal mecanismo —que contraria las pre­ cepción centro-periferia mediada por la teo­
visiones que los economistas clásicos y neo­ rización sobre el deterioro de los términos de
clásicos establecieron respecto del comercio intercambio: el desarrollo es concebido como
internacional y de su papel de homogeneiza- desigual en el sentido de que tanto la concen­
dor del crecimiento de los distintos países y tración de los frutos del progreso técnico
de su disponibilidad de bienes y servicios— como la diferenciación estructural entre
se funda en el hecho de que los países centra­ ambos polos del sistema son inherentes a
les se apropian de la mayor parte de los fru­ aquél y se refuerzan recíprocamente.
tos del progreso técnico. Por esta expresión La interpretación del proceso de industra-
la corriente cepalina entiende el avance cien­ lizaciún de los países latinoamericanos cons­
tífico y tecnológico y sus aplicaciones a la pro­ tituye, junto a las ya mencionadas concepción
ducción, lo que redunda en el incremento de centro-periferia y teoría del deterioro de los
la productividad. El incremento en la produc­ términos del intercambio, la tercera idea bási­
tividad de los centros lio se refleja, como ca del prim er periodo doctrinario cepalino,
debiera, en un descenso de los precios de los comprendido entre 1948 y 1955. A este respec­
bienes industriales sino en un incremento del to las tesis de la cepal destacaron tem prana­
ingreso real medio, mayor en aquéllos que en mente cuestiones tales como la peculiaridad
la periferia. Loque significa, también, que los de la industrialización por sustitución de
países centrales disponen de una mayor importaciones típicas de América Latina y la
riqueza material. ¿Cómo es posible que los insuficiencia en términos de acumulación que
centros se apropien de la mayor parte de los se desprendía de su posición periférica, que
frutos del progreso técnico? Sucede, a gran­ fueron luego moneda corriente en los análi­
des rasgos, lo siguiente: a] en la producción sis sobre el tema.
m anufacturera la productividad crece a una A partir de este conjunto de ideas que cons­
tasa más alta que en la producción de bienes tituyen el Corpus fundamental de la produc­
primario-exportadores; h] el incremento de la ción teórica cepalina, la cepal abrió un deba­
productividad debería trasladarse a los pre­ te en torno a la necesidad de una política deli­
cios de los bienes industriales a través del des­ berada y especifica de industrialización,
censo del valor unitario de éstos; c] tal movi­ capaz de promover la acumulación y el desa­
miento a la baja no se produce pues en los paí­ rrollo en la región. Y al mismo tiempo, en su
ses centrales se combinan, por un lado, la pre­ calidad de organismo supranacional de orien­
sión reivindicativa del sector trabajador para tación y consulta, generó una serie de reco­
m antener sus niveles de salario y, por otro, mendaciones de política económica cuyos
la defensa del sector empresarial de su tasa tópicos concernían a la planificación del desa­
de ganancia, todo lo cual incide para que los rrollo, la protección del mercado interior, la
precios de los productos industriales no dis­ integración latinoamericana, el financiamien-
minuyan; rf] los países periféricos, por el con­ to externo, etcétera. Esta faceta de la activi­
trario, se caracterizan porque tiende a gene­ dad de la cf.pal. que para el periodo que esta­
rarse en ellos un exceso de mano de obra en mos considerando encuentra en su participa­
la producción prim aria, que presiona de ción en la elaboración de la Alianza para el
m anera continua sobre los salarios pagados Progreso (v. desarrollismo) su exponente mas
en este rubro y sobre los precios de dicha pro­ alto, también debe ser englobada por la desig­
ducción. Disponibilidad y usufructo del pro­ nación “cepalismo”.
greso técnico y deterioro de los términos del Entre 1955 y 1963 la corriente cepalina, al
intercambio están, pues. íntimamente vincu­ amparo del m arco teórico desarrollado en la
lados. La diferenciación estructural entre cen­ etapa precedente, profundizo el análisis de lo
tro y periferia es la que determina la diferen­ que denominó los obstáculos estructurales al
ciación funcional. Y, al mismo tiempo, la dife­ desarrollo. Por un lado ataco las cuestiones
renciación estructural y la concentración de contenidas en el concepto de esimngulamien-
CESARISMO 21 í

to externo-, lus desequilibrios de las balanzas establecido en la antigua Roma por Cayo Julio
de pago de los países latinoamericanos, la César. La idea de un fuerte poder que pudie­
asistencia exterior, etc. Por otro, centró su ra desligarse de los intereses de los grupos
atención sobre los obstáculos internos al desa­ y de los individuos particulares gracias a un
rrollo latinoamericano: el subempleo, la dis­ estrecho vinculo con el ejército con el objeto
tribución regresiva del ingreso, la margina­ de articular una política equilibrada que res­
lidad, entre otros problemas. En este perio­ pondiera más a los intereses globales de la
do diversos investigadores de la CEPAL desa­ comunidad, se vuelve a presentar muchas
rrollaron trabajos sobre la inflación, pero en veces en la literatura medieval y moderna.
tanto lo hicieron a título personal es dudoso En sentido moderno, el término se ha usa­
poder considerarla como una elaboración ins­ do para designar los regímenes establecidos
titucional. en Francia por los dos Bonaparte, a pesar de
Desde 1963 en adelante la producción teó­ que las condiciones históricas eran profun­
rica de la i epa i . no tuvo mayor significación. damente distintas de las que caracterizaron
Sólo a mediados de la década de 1970 su pre­ el antiguo c. Según iMarx, se trataba en efec­
sidente y, sin duda, principal inspirador, Raúl to de una "analogía histórica superficial", ya
Prebisch, comenzó a publicar una serie de que no se tomaba en cuenta con la atención
artículos de carácter autocrítico y renovador debida que, en la antigua Roma, la lucha entre
con la intención, quizá, de poner al dia la doc­ las clases se desarrollaba dentro de una mino­
trina. ría privilegiada (los ciudadanos libres), mien­
Criticada con ligereza por sectores de la tras que con el desarrollo de la sociedad
izquierda latinoamericana que veían en la industrial moderna el campo de la lucha se
cepal un desmedido afán de desarrollo capi­ amplió hasta abarcar prácticam ente a toda
talista para la región, y también por sectores la sociedad. Para los dos regímenes napoleó­
de derecha que tendieron a considerarla como nicos sería más oportuno usar el término
un “caballo de Troya” de posiciones izquier­ bonapartism o (v.).
distas, sus elaboraciones están lejos de con­ No obstante esto, el término c. corrió con
form ar un híbrido. Aquello que con el tiem­ más suerte y fue retomado con atención por
po se dio en llamar el pensamiento de la Gramsci. En una rúbrica de sus Notas sobre
CF.PAI. constituye uno de los aportes más vigo­ Maquiavelo, se llama cesarista “una situación
rosos v originales a la problemática del desa­ en que las fuerzas en lucha se equilibran de
rrollo latinoamericano. manera catastrófica, es decir se equilibran de
manera que la continuación de la lucha sólo
HiBUor,rafia. F.H. Cardoso, ¡.a originalidad de la puede emprenderse con la destrucción recí­
copia: la CEPAL y la idea de desarrollo, en Revista proca’' (Gramsci, 1966). Ahora bien, el c.
de la CEPAL. segundo semestre de 1977: R. Pre­ expresa una "solución arbitral, confiada a
bisch, El desarrollo económico latinoamericano una gran personalidad, de una situación
y alfiimos de sus principales problemas (1949), en histórico-politica caracterizada por un equi­
Boletín Económico de América Latina, vol. vil, librio de fuerzas con una perspectiva catas­
núm. I, febrero de 1962; R. Prebisch, Hacia una trófica", que adopta cada vez, de acuerdo con
dinámica del desarrollo latinoamericano, Méxi­ las condiciones históricas, un determinado
co, Fondo de Cultura Económica, 1963:0. Rodrí­ significado político, más o menos progresis­
guez. La teoría del subdesarrollo de la CEPAL, ta. El mismo Gramsci distingue entre el c. de
México. Siglo XXI, 1930. Napoleón I que tiene un carácter progresista
en cuanto que consolida un nuevo tipo de
[ernesto López] estado, del de Napoleón III que, por el con­
trario, es regresivo porque no representa nin­
guna ruptura con el pagado sino más bien una
evolución del viejo tipo.
c e s a r is m o I Los acontecimientos del final del siglo xix
y de la prim era mitad del siglo xx introduje­
I CESARISMO, FASCISMO Y BISMARCKISMO El térm i­ ron el uso de dos conceptos que muchos han
no c. tiene su origen histórico en el régimen relacionado a menudo con el de c.: el bizmare-
214 CESARISMO

kism o y el fascismo. Se traía, de una manera desarrollados", de un modelo de desarrollo


u otra, de fenómenos notoriamente diversos de tipo neobismarekiano. En este modelo se
entre sí. Para Saitta, la característica que dis­ refuerza el papel del estado de manera que
tingue el fascismo de un régimen bonapartis­ pueda proteger el mercado nacional de la
ta es el hecho de que el fascismo "surge y se penetración de empresas extranjeras y que
realiza sólo donde existen las condiciones pueda ejercer una función mediadora entre
para el paso del antiguo régimen de base indi­ los distintos antagonismos, acelerando el
vidualista al nuevo régimen de masa". El fas­ desarrollo del país. En esta forma se facilita
cismo iría acompañado, entonces, de la pre­ la formación y el desarrollo de una burgue­
sencia de organizaciones de masa que tienden sía nacional (v.). Inmediatamente esta última
a quitarle al estado un número cada vez tiende a tom ar para si la administración del
mayor de funciones. En este sentido se podría poder político inaugurando de este modo un
sostener también que el fascismo no es otra régimen democrático-representativo de tipo
cosa que el e. propio de las sociedades capi­ clásico.
talistas desarrolladas, cosa que por lo demás En este último punto se puede decir que
parece haber sido la opinión de Gramsci, aun­ seria más correcto referir este fenómeno bis-
que tal vez es más útil conservar cierta espe­ marekiano a los momentos iniciales del desa­
cificidad para el término c. refiriéndolo par­ rrollo de una sociedad en que ciertas fuerzas
ticularm ente a situaciones sociales caracte­ sociales no se han desarrollado todavía de
rizadas por el hecho de haberse creado, aun­ manera total. Empleando una lerminologia de
que por motivos diversos, cierto equilibrio tipo marxista, se puede decir que correspon­
entre las fuerzas políticas y sociales en cues­ de a una lase de transición en que. al pasar
tión. Por esto, a diferencia de lo que sucede una sociedad de la dominación de un modo
en los regímenes fascistas, ninguna de estas de producción a la de otro, coexisten en la
fuerzas se encuentra nunca completamente misma situación concreta clases y grupos
derrotada en el juego político que se desarro­ sociales característicos de épocas diferentes.
lla en un estado cesarista. En este sentido, En este sentido, el régimen de Bismarck es
según Gramsci, todo gobierno fruto de una típico de una sociedad en transición del feu­
coalición entre varias fuerzas tiene un grado dalismo al capitalismo, mientras que el mode­
inicial de c. que puede desarrollarse hasta lo neobismarekiano de Jaguaribe se refiere,
alcanzar las formas más plenas, caracteriza­ en cambio, a los países que deben afrontar el
das por la figura heroica del jefe carismático. proceso de transición de un estado de depen­
Más interesante es la relación con el “bis- dencia colonial o neocolonial a una situación
marekismo". A primera vista los dos fenóme­ de mayor autonomía e independencia. El c.
nos parecen ser bastante semejantes entre si. en sentido propio parece más bien caracterís­
Indudablemente también el bismarckismo.se tico de sociedades que ya han desplegado de
caracteriza por una relativa autonomía del manera suficiente sus potencialidades y que.
estado frente a las fuerzas sociales y, en este por lo mismo, tienen una articulación de cla­
sentido, es sin más también una forma de c. ses sociales que podemos definir a grandes
Pero hay que señalar que históricamente el rasgos como moderna.
régimen de Bismurck operó en una situación
de transición hacia una sociedad industrial n causas delcesarismo . Por lo que respecta a
moderna, en que por eso mismo no se habían la identificación de las causas que pueden lle­
desarrollado todavía de manera suficiente var al régimen cesarista es útil referise una
fuerzas sociales fundamentales como la b ur­ vez más a las consideraciones de Gramsci,
guesía v el proletariado (Nicos Poulantzas, según el cual la causa general puede encon­
1971). trarse generalmente en una situación de equi­
De todas maneras, el concepto ha sido ree­ librio entre clases y grupos sociales opuestos
xaminado y ha recibido una nueva formula­ entre si. Esta situación puede estar provoca­
ción en los últimos tiempos en una forma inte­ da por causas de naturaleza muy diferente.
resante por parte del sociólogo brasileño Ante todo, ha> que señalar que el antagonis­
Helio Jaguaribe. Para Jaguaribe se puede mo entre los grupos no i iene normalmente un
hablar, respecto de los paises llamados "sub­ carácter absoluto tal que no permita en cier-
CESARISMO 215

tu momento que las dus fuerzas, anteriormen­ política en que va perdiendo peso poco a poco
te antagónicas, lleguen en cierta forma a un una importante serie de poderes intermedios,
acuerdo, superando así la contradicción ubicados entre el estado y el individuo, con
anterior. el consiguiente aumento del poder estatal.
Un ejemplo clásico de esta situación pue­ En efecto, el mismo desarrollo de la socie­
de ser, a grandes rasgos, el de la lucha entre dad occidental es el que entraña un proceso
la burguesía y la aristocracia durante la lase de atomización y de creciente influjo del esta­
de transición al capitalismo. Situaciones de do en la vida de los ciudadanos. Aquí es don­
equilibrio puede haberlas incluso en una fase de hay que buscar la génesis del fenómeno
de transición al socialismo. A este respecto cesarista moderno, que por estos motivos pre­
surge espontánea la referencia al stalinismo, cisamente es un elemento presente, según
surgido justamente en un contexto falto de Tocqueville, tanto en la democracia plebisci­
proletariado y de una burguesía desarrolla­ taria como en el socialismo.
da y caracterizado en cambio por la presen­ Por lo que respecta, en cambio, a los acele­
cia de una clase numerosa de campesinos, en radores que le permiten al proceso encontrar
parcial analogía con la Francia del siglo pasa­ una salida correcta, es útil emplear a este pro­
do (Slawar, 1973). pósito el concepto gramsciano de crisis orgá­
En segundo lugar, la situación de equilibrio nica. Esta última se da cuando en una orga­
puede deberse a causas momentáneas. De nización se crean a diferentes niveles graves
hecho es frecuente que una fuerza, a pesar de contrastes entre representantes y represen­
ser predominante en un determinado concep­ tados.
to, pueda dividirse en facciones discordantes También Weber destaca las causas del c. en
entre sí. Al hacer esto permite que otra fuer­ las tendencias generales de democratización,
za, de menor importancia aunque más com­ y burocrat¡/.ación, de la sociedad moderna.
pacta. desafie el poder tradicional. Finalmen­ Pero para Weber las tendencias ccsaristas,
te. una situación de equilibrio puede verse sobre todo dentro de una estructura institu­
también favorecida por las relaciones que se cional de tipo liberaldemocrático, dan lugar
establecen dentro del bloque de poder domi­ a la indispensable función de controlar el cre­
nante: entre los grupos principales de las cla­ ciente poder de la burocracia. Descartada por
ses dominantes y las llamadas fuerzas auxi­ inadecuada la hipótesis de la elección direc­
liares que están sometidas al influjo hegemó­ ta de los burócratas, y dado por descontado
nico. En este caso, hay que tener presente que el inevitable aumento de la importancia de la
un cambio de ubicación de las fuerzas auxi­ democracia, fruto del proceso más general de
liares puede modificar la relación entre las de racionalización iniciado por el capitalismo
fuerzas fundamentales en cuestión. Gramsci moderno, la única solución viene a ser la pre­
define, de manera global, una situación favo­ sencia de un líder —un presidente elegido por
rable al c., diciendo que "cuando la fuerza el pueblo o un jefe parlam entario triunfador
progresista a lucha contra la luerza regresi­ en las elecciones—, "hombre de confianza de
va B . puede darse el caso de que no sólo a las m asas" y por ello capaz de dominar a los
venza a b o b venza a a , sino también que no funcionarios burocráticos y de lim itar su
.enzan ni a a ni h y que se debiliten recípro- poder. En resumen, el c. se presenta como una
.amente, y una tercera fuerza t intervenga exigencia que tiende a expresarse hoy inclu­
desde el exterior sometiendo lo que queda de so en las democracias parlam entarias, y que
a y de b ” (Gramsci, 1966). equivale en el nivel político al papel del
Desde un punto de vista más propiamente empresario capitalista.
político, uno de los principales factores que Desde este punto de vista, por lo tanto, el
favorecen el surgimiento y la afirmación de c. —que para Marx había surgido de nuevo
regímenes de tipo cesarista es, según Tocque- sobre todo en la estructura social de la Fran­
ville, el predominio cada vez más grande de cia del siglo xix— se convierte en una carac­
la suciedad sobre el individuo y la consolida­ terística permanente, aunque variable, de la
ción de la sociedad de masas y del fenómeno sociedad moderna.
político correspondiente: la democracia tota­ En efecto, en ciertos momentos los grupos
litaria. Se trata de un modelo de organización sociales pueden alejarse de sus partidos tra ­
21b C'LSARISMO

dicionales, que a partir de ese momento dejan sometió a un plebiscito el 28 de septiembre


de ser reconocidos como expresión de su clase de 1958” (Duelos). Fin el segundo tipo pueden
o grupo social. Cuando se dan estas crisis de incluirse muchos de los regímenes modernos
representación, se abren a la situación inme­ del tercer mundo. En este contexto, un fuer­
diata diferentes salidas, encarnadas frecuen­ te poder estatal promueve "desde lo alto” el
temente por jefes carismáticos. Este tipo de desarrollo de una sociedad moderna y la for­
crisis es sobre todo, dentro de la terminolo­ mación de los correspondientes grupos y cla­
gía gramsciana. una crisis de hegemonía de ses, aunque sin identificarse nunca comple­
la clase dirigente. tamente con ninguno de ellos de manera par­
Frecuentemente este tipo de crisis se ticular. Consideramos como ejemplos concre­
resuelve por medio de la restauración de las tos el Egipto de Nasser (y Sadat) y la Argelia
fuerzas políticas que restablecen una relación de Bumedién. En el caso del régimen del gene­
eficaz entre representantes y representados: ral Perón en Argentina, los aspectos "neobis-
la manifestación externa de este proceso con­ m arekianos” aparecen más atenuados. En
siste ordinariamente en la formación de nue­ efecto, a pesar de ubicarse en un contexto
vos partidos o coaliciones de partidos y el des- considerado como no totalmente "desarrolla­
fasamiento y la disolución de otros. Esta solu­ do”, el régimen peronista no contribuyó de
ción puede ser insuficiente cuando la crisis m anera determ inante a la formación de una
sea un aspecto de la ya conocida situación de estructura de clases relativamente moderna,
equilibrio estático. En este caso la restructu­ por la sencilla razón de que ésta, en gran par­
ración de las fuerzas políticas debe ser mucho te, ya existía o estaba en formación cuando
más radical y puede llevarse a cabo con éxi­ se constituyó el régimen. Tal vez por estos
to por medio de un régimen cesarista. motivos el peronismo (r.) se limitó a la clási­
ca función de "arbitraje” que parece ser pro­
ni. h l c e s a r is m o a c t u a l . A esta altura se puede pia de todos los matices de cesarismo.
entender por c. un régimen político caracte­
rizado por la presencia de un ¡efe y por un I . Cervelli, “Cesarismo" e “cavoli­
b ib l io g r a f ía :

fuerte aparato estatal —por lo menos en com­ rismo a proposito di Heinrich von Sybel, Ale­
paración con el resto de la sociedad—. que xis de Tocqueville e Max Weber, en La Cultura,
logra gozar de una considerable autonomía X, 1972, pp. 337-391; A. Dansette, Louis Napo­
frente a todas las fuerzas sociales. Para Trots- león a la conquéte du pouvoir, París, Hachette,
ki, por ejemplo —en cuya época se augurará 1961; J. Duelos, De Napoleón III ¿i De Gaulle,
la caída de la "banda bonapartista st al ima­ París, Éditions Sociales. 1961: A. Gramsci, Notas
na"— la existencia del bonapartismo "consis­ sobre Maquiavelo. sobre política y sobre el esta­
te en esto: apoyándose en la lucha de dos cam­ do moderno (1966), México, Juan Pablos, 1975;
pos, con una dictadura burocrática-militar. H. Jaguaribe, Desarrollo económico y desarrollo
salva la nación.” Asi, el poder cesarista pue­ político (1968), Buenos Aires, Eudeba. 19722; L.
de servir de mediador, a través de sus pro­ Mangoni. Cesarismo. bonapartismo e fascismo,
pios instrumentos, entre Jos intereses opues­ on Studi Storici, xvn. 1976, núm. 3. pp. 41-61: K.
tos de las fuerzas sociales, aun sin atacar nun­ Marx. El dieciocho brumario de Luis Bonaparte
ca de manera total los de los grupos que gozan (1852), en K. Marx y F. Engels, Obras escogidas
de una posición dominante en la estructura en ¡res lomos, Moscú, Progreso, 19S0, t. l; N.
social, pero consolidando, si acaso, el poder. Poulanuas, Poder político y clases sociales en el
En este sentido, la época moderna presenta estado capitalista (1968), México, Siglo XXI, 1969;
también algunos ejemplos de c. puro o en su A. Saitta, Dal fascismo alia resistenza. Florencia.
variante neobismarekiana. Puede considerar­ La Xuova Italia, 1961: A. Stuwar, Liben saggi
se perteneciente al prim er tipo el guullismo. mar.\istH\9b\), Florencia. La Xuova Italia, 1973:
que se introdujo en un contexto histórico lle­ L. Trotskij. Scritti 1929-1956. Turin. Einaudi,
no de tradiciones cesaristus como el francés: 1962.
"Como Luis Bonaparte contó con la adhesión
del pueblo de Francia cuando trató de legiti­ [CARIO G l A RM l.Rl]
m ar con un plebiscito su golpe de estado del
2 de diciembre de 1851. también De Gaulle se
CESAROPAPISMO 217

cesaropapismo tituida la unidad religiosa de occidente, Car-


lomagno reivindica para si la tarea no sólo de
"defender con las arm as" a la iglesia de sus
Con el término c. se indica un sistema de rela­ enemigos externos, sino también la de "for­
ciones entre estado e iglesia en las que el jefe tificarla en su interior con un mayor conoci­
del estado, considerando que es de su com­ miento de la fe católica" (carta al papa León
petencia regular la doctrina, la disciplina y III. 796), dejando sólo al pontífice el deber de
la organización de la socielas fidelium, ejer­ rezar por las victorias del emperador. Sobre
ce poderes tradicionalmente reservados a la esta base vuelve a revivir un sistema de rela­
suprema autoridad religiosa, unificando (al ciones entre estado e iglesia en las que los
menos como tendencia) en su propia perso­ em peradores francos se apropian de nuevo
na las funciones de impe rotor y de pontifux. los poderes que ejercían los emperadores
De ello deriva un rasgo característico del sis­ romanos en los campos legislativo, adminis­
tema cesaropapista: la subordinación de la trativo y judicial.
iglesia al estado, que llega a alcanzar niveles El supuesto esencial del modelo cesaropa­
tan altos que induce a considerar la prim era pista viene a menos con la decadencia del
como un órgano del segundo. imperio y la formación de los estados nacio­
En la raíz del c. está la idea, predominante nales: cada soberano, en efecto, pretende con-
en el mundo romano, de que la religión inte­ trolar la actividad de las iglesias nacionales,
resa en prim er lugar a la colectividad, y en pero no puede pretender controlar a la igle­
forma secundaria al individuo: en esta pers­ sia universal. Sin embargo, podemos encon­
pectiva religión y política aparecen como dos tra r rasgos cesaropapistas en la acción de
entidades inseparables, hasta el punto de que algún emperador o rey (Felipe el Hermoso,
el ihs sacrum es considerado una parte inte­ Luis de Baviera) y en las construcciones teó­
grante del ius publicum y el jefe del estado ricas de algún escritor (especialmente en el
es también jefe de la iglesia. Defensor pacis de Marsilio de Padua), pero los
Esta concepción —a pesar de que es direc­ intentos de la autoridad estatal para interfe­
tamente contraria al principio judeo-cristiano rir en los interna eorporis de la iglesia asu­
que atribuye a la religión una importancia men una nueva configuración, dando vida a
primordial en lo personal, vinculada a la salas un sistema distinto de relaciones entre los dos
animarían de cada individuo— se establece poderes (v. jurisdlcclonallsmo). Un carácter
en el edicto de Teodosio, que proclama el cris­ cesaropapista adquiere, después de la refor­
tianismo religión de estado y. aunque some­ ma anglicana, el sistema inglés de relaciones
tida a ásperas criticas por parte de los pontí­ entre el estado y la iglesia, pero los poderes
fices y de los padres de la iglesia, determina del soberano —que mantiene todavía hoy el
el modelo de relaciones entre estado e igle­ título de supreme ¿ovemor de la iglesia de In­
sia vigente hasta la caída del Imperio roma­ glaterra— han sido sucesivamente limitados,
no de occidente (476) y de oriente (1453). En prim ero por el parlamento y más reciente­
este sistema —que representa la expresión mente por los organismos eclesiásticos, redu­
histórica más completa del c.— el emperador ciéndose en definitiva a bien poca cosa. Mayor
sigue haciendo valer respecto al cristianismo resistencia ha demostrado en cambio el sis­
los mismos poderes que antiguamente ejer­ tema cesaropapista en Europa oriental, don­
cía respecto a los cultos paganos. Proclama de se dejó sentir mas fuertemente la experien­
por tanto leyes canónicas y corrobora los cia de la iglesia bizantina: en Rusia los zares
decretos de los concilios ecuménicos: convo­ mantuvieron siempre una posición predomi­
ca los tribunales eclesiásticos y determina su nante en la guia de la iglesia ortodoxa.
competencia: vigila la aplicación exacta de l a s
leyes canónicas, la administración correcta bibliografía: P.R. Colcman Norton, Román Sta­
de los bienes de la iglesia y provee en muchos te and Christian church. 4. collection of le¿al
ca>os el nombramiento de cargos eclesiásti­ documents toA.D. 535. Londres, ipck, 1966; S.Z.
cos (entre ellos de los obispos). Los empera­ Ehler y J.B. Morral, Historia de las relaciones
dores del Sacro imperio romano se inspiran entre iglesia y estado. Barcelona. Rialp. 1966: H.
también en un modelo cesaropapista. Recons­ Jedin. 1.a chiesa tra oriente e occidente, en Sto-
21» CIENCIA POLITICA

ria delta chiesa. Milán, Jaca Book, 1978, vol. ui;aplicar, en la medida de lo posible, el análi­
H. Rahner, Chiesa e slrumira política nelcristia- sis del fenómeno político —o sea en la medi­
nesimo primitivo, Milán, Jaca Book, 1979; F. Rul- da en que la materia lo permite, pero siem­
pre con el mayor rigor— la metodología de
fini, Relazioni tra siato e chiesa. Bolonia, II Muli-
no, 1974. las ciencias empíricas (sobre todo la que
resulta de la elaboración y de la codificación
[SILVIO FERRARI] efectuada por la filosofía neopositivista). Más
brevemente, “c. política" en sentido estricto
y técnico designa a la "ciencia empírica de la
política”, o a la "ciencia de la politica” con­
ciencia política ducida según la metodología de la ciencia
empírica más desarrollada, como en el caso
I CIENCIA POLITICA EN SENTIDO AMPLIO V EN SENTIDO de la física, de la biología, etc. Cuando hoy
estricto La expresión "c. política" puede ser se habla de desarrollo de la c. política se hace
usada en un sentido amplio y no técnico para referencia a las tentativas orientadas, con
denotar cualquier estudio de los fenómenos mayor o menor éxito pero que intentan obte­
y de las estructuras políticas, conducido con ner una gradual acumulación de resultados,
sistematicidad y con rigor, apoyado en un a promover el estudio de la politica hasta
amplio y agudo examen de los hechos, expues­ alcanzar el nivel de ciencia empírica (riguro­
to con argumentos racionales. En esta acep­ samente entendida!.
ción el término “ciencia” es adoptado en su En este sentido más especifico de "ciencia”,
significado tradicional como opuesto a "opi­ la c. politica se distingue cada vez más de toda
nión" donde “ocuparse científicamente de búsqueda dirigida no ya a describir y a com­
política” significa no abandonarse a la creen­ prender aquello que es sino a delinear, y por
cia del vulgo, no lanzar juicios sobre la base lo tanto a prescribir, lo que debe ser, búsque­
de datos no atinados, remitirse a la prueba da apropiada a la que se suele ahora dar
de los hechos. En este sentido la expresión no comúnmente el nombre de "filosofía políti­
es nueva, pues ha sido ampliamente usada en ca". Si se acepta esta distinción, en la obra
el siglo pasado, especialmente en Alemania; de los clásicos del pensamiento político resul­
no resulta superlluo recordar que los célebres ta muy difícil señalar lo que pertenece a la
Principios de filosofía del derecho de Hegel ciencia y lo que pertenece a la filosofía; por
(1821) tienen como subtitulo Ciencia del esta­ el contrario, los "politólogos” contem porá­
do [SlaatswissenschaftJ en compendio. Una neos tienden a caracterizar su propia obra
im portante tradición de "ciencia del estado" como "científica" en cuanto pone el acento
se desarrolla en Alemania en la primera mitad sobre lo que la distingue de la filosofía. Si
del siglo pasado por obra de estudiosos de la bien no es oportuno detenerse en el concep­
organización estatal (de la administración to de "filosofía politica”, en cuanto distinta
pública) como Robert von Mohl y Lorenz von de la c. politica, conviene por lo menos adver­
Stein. En Francia y en Italia la expresión c. tir que entramos nuevamente a la noción de
política tenía mayor amplitud, como lo filosofía politica como estudio orientado
dem uestra la célebre colección de obras ita­ deontológicamente, tanto en las construccio­
lianas y extranjeras dirigida por Attilio Bru- nes racionales de la república ideal, que han
nialti bajo el titulo de Biblioteca de scienze dado vida al filón de la "utopia", como a las
politiche", donde se publicó un ensayo sobre idealizaciones o racionalizaciones de un tipo
Le scienze politiche nello siato moderno (vol. de régimen posible o ya existente, caracterís­
I 1884, pp. 9-74). tico de la obra de los clásicos del pensamien­
En un sentido más estricto y por lo tanto to político moderno (como Hobbes, Locke.
mas técnico en cuanto cubre un área bastan­ Rousseau. Kant. Hegel). Más que sobre la dis­
te bien delimitada de estudios especializados tinción de proyección utopista e idealizante
y en parte insitucionalizados, con cultores y análisis empírico. Sartori especifica la dife-
vinculados entre sí que se reconocen "politó- i encía entre filosolia política y c. politica en
logos", la expresión c. política indica una la ¡alta de operatividad o de aplicabilidad de
orientación de los estudios que se propone la primera, donde "la filosofía no es [. . .J un
CIENCIA POLÍTICA 219

pensar para aplicar, un pensaren función de ma taxativa por dos autores que más que el
la traduetibilidad de la idea en el hecho", resto pueden ser considerados, a mi parecer,
m ientras que la ciencia "es teoría que remi­ como los iniciadores de lac. política moder­
te a la investigación [ . . traducción de la teo­na: Ludwig Gumplowicz, cuya obra Die sozur
ría en práctica", en suma un "proyectar para logische Staatsidee data de 1892, y Gaetano
intervenir" (Sartori, 1972). Se podría objetar Mosca, que publicó la prim era edición de los
que, en cuanto a la operatividad, no está dicho Elementi di scienza política en 1896.
que los ideales hayan sido, en la historia de En nuestro siglo el desarrollo de la c. polí­
los cambios políticos, menos "operativos" que tica sigue de cerca la suerte de las ciencias
los consejos de los "ingenieros” sociales. sociales y soporta su influjo ya sea porque uti­
liza el modo de aproximarse al análisis del
II CARACTERES DL LACIENCIA POLITICA CONTEMPORA­ fenómeno político (o approach) o bien porque
NEA. La constitución de la c. política en cien­ hace suyo el uso de ciertas técnicas de inves­
cia empírica en tamo empresa colectiva y acu­ tigación. El país en el cual la c. política como
mulativa es reciente, pudiendo ser conside­ ciencia empírica ha sido cultivada con mayor
radas obras de c. política —al menos en p a r­ intensidad, Estados Unidos, ha sido justamen­
te y en su inspiración fundamental v también te el lugar en el que las ciencias sociales han
en el sentido restringido y técnico de la pala­ tenido en los últimos años un mayor desarro­
bra— algunas obras clásicas como las de Aris­ llo. Con respecto al approach. se ha realiza­
tóteles, Maquiavelo, Montesquieu, Tocquevi- do con particular intensidad en los últimos
lle, en la medida que ellas tienden a la formu­ veinte años (aunque su inicio puede rem itir­
lación de tipologías, de generalizaciones, de se al artículo de Charles E. Merriam, "The
teorías generales, de leyes, todas éstas rela­ presen! State of the studv of politics", que es
tivas a los fenómenos políticos, fundadas en de 1921) el paso del punto de vista institucio­
el estudio de la historia, o sea sobre análisis nal (que reflejaba todavía la tradicional
factuales. matriz jurídica de los estudios políticos) al
Es verdad por otro lado que la c. política punto de vista “conductista”, según el cual
como disciplina y como institución nace en el elemento simple que debe presidir todo
la segunda mitad del siglo pasado: ella repre­ estudio de la política que pretenda hacer un
senta un momento y una determinación espe­ legitimo y fecundo uso de la metodología de
cifica del desarrollo de las ciencias sociales, las ciencias empíricas es el comportamiento
que ha caracterizado precisamente el progre­ de los individuos y de los grupos que actúan
so científico del siglo xix y ha tenido sus politicamente, cual es por ejemplo el voto, la
expresiones más relevantes e influyentes en participación en la vida de un partido, la bús­
el positivismo de Saint-Simon y Coime, en el queda de una clientela electoral, la formación
marxismo y en el darwinismo social. En cuan­ del proceso de decisión a los más diversos
to momento y determinación específica del niveles. Respecto de la técnica de investiga­
desarrollo de las ciencias sociales, el naci­ ción se produce un pasaje también decisivo
miento de la c. política moderna se produce del uso exclusivo de la recolección de dalos
a través de la separación de los estudios polí­ de la documentación histórica, del cual se han
ticos respecto de la m atriz tradicional del valido los estudiosos políticos del pasado, des­
derecho (en particular del derecho publico). de Aristóteles hasta Maquiavelo y desde Mon­
No conviene en efecto olvidar que la filoso­ tesquieu hasta Mosca, al empleo cada vez más
fía política moderna desde Hobbes hasta frecuente (vuelto posible por lo demás por la
Kunt se presenta como una parte, y sólo como tentativa conductista de la observación direc­
una parte, del tratam iento del derecho natu­ ta o de campo a través de la técnica, tomada
ral, en la que el estado aparece como un ente de la sociología, de la investigación por son­
jurídico, creado a través de un acto jurídico deo o por entrevista. De todo esto ha resulta­
(como el contrato o los contratos, que se cons­ do un enorme aumento de los datos a dispo­
tituyen en fundamento de legitimidad) y, una sición del investigador que requiere a su vez.
vez instituido, creador el mismo de derecho para que puedan ser manejables y por lo tanto
(el derecho positivo). Esta separación de la para su proficua utilización, del uso crecien­
matriz jurídica es evidente y esta dicha en for­ te de métodos cuantitativos. La cada vez mas
220 CIENCIA POLITICA

amplia utilización de los métodos cuantitati­ viene añadir que cada una de las nuevas espe­
vos en las ciencias sociales, y por reflejo en cies de datos resulta paulatinamente conse-
la c. política, tantas veces solicitada y no siem­ guibles en un mayor número de países. En
pre fructífera en los hechos, y ante los cam­ otras palabras: la ampliación intensiva de los
bios producidos en el objeto mismo de la datos se realiza simultáneamente con la
investigación, aparece como inevitable; lo que ampliación extensiva.
no significa que sea, o deba devenir, exclusi­ El rápido crecimiento extensivo de datos ha
va y exhaustiva. hecho posible una cada vez más amplia com­
paración entre regímenes de los más diver­
ni. sns condiciones de desarrou .o En confron­ sos países, estimulando los estudios de polí­
tación con los estudios políticos del pasado tica comparada, tanto como para inducir a
el estado presente de la c. política se carac­ algunos a identificar sic el simpliciler la c.
teriza por la disponibilidad de un número de política contemporánea en su especificidad,
datos incomparablemente mayor que aque­ o sea en la dif erencia que la distingue de dis­
llos de los cuales podían hacer uso los estu­ ciplinas afines y de los estudios políticos del
diosos del pasado. Además del cambio en las pasado, con la política comparada. En reali­
formas de aproximación y de la introducción dad la política comparada no es una novedad:
de nuevas técnicas de investigación, el cre­ el estudio factual del fenómeno político, que
ciente numero de datos depende también de se remonta con razón a Aristóteles, ha comen­
la extensión gradual de los intereses de los zado con la comparación entre distintas cons­
politólogos más allá de la zona de las nacio­ tituciones griegas. El Esprit des luis de Mon-
nes europeas o de influencia europea, en el tesquicu nació de un gran intento por "com­
tiempo (civilización primitiva, mundo orien­ parar" entre si el mayor número posible de
tal. civilización precolombina) y en el espa­ regímenes de todas las partes del mundo. En
cio (las llamadas naciones del tercer mundo). realidad lo que resulta nuevo es, como se
En oportunidad de considerar las institucio­ decía, la cantidad de datos a disposición; pero
nes de México, India y China, Mosca habia se trata de una diferencia cuantitativa, no
puesto ya de relieve la escasa importancia del cualitativa. Es probable que el particular
análisis de Maquiavclo en la medida en que relieve otorgado a la política comparada por
habia logrado sus datos únicamente de la his­ algunos de los más destacados politólogos de
toria romana y de algunas naciones europeas estos últimos años dependa también de la cir­
de su tiempo. La ampliación de los horizon­ cunstancia de haber erróneamente aislado de
tes culturales de los politólogos de hoy por entre los otros métodos de que se sirv e la cien­
encima de los límites tradicionales de la cien­ cia política, cuales son, juzgados coherente­
cia europea perm itiría devolver a Mosca la mente, el método experimental, el método his­
misma crítica que él habia hecho a Maquia- tórico y el método estadístico, un presunto
velo. Karl Dcutsch enumera nueve especies "método comparativo" que tendría el mono­
de datos desarrollados por los politólogos en polio precisamente de la política comparada.
los últimos años o puestos a su disposición: De hecho un método comparativo no existe:
sobre élites, sobre las opiniones de las masas, la comparación es uno de los procedimientos
sobre el comportamiento del voto de los elec­ elementales y necesarios de toda investiga­
tores y de los miembros del parlamento, los ción que pretenda devenir científica. El que
llamados datos agregados obtenidos a través estudia el sistema político italiano, por ejem­
de estadísticas relevantes para el estudio de plo, se sirve habitualmente de la comparación
lo*» fenómenos políticos, datos históricos, cuando trata de analizar la diferencia, diga­
datos producidos por otras ciencias sociales mos. entre el parlamento de hoy y el de ayer.
sobre las condiciones y los efectos de las El hábito lingüístico de designar “política
comunicaciones, datos secundarios derivados comparada" al estudio que confronta institu­
de nuevos procedimientos analíticos, mate­ ciones de distintos países no impide que el
máticos y estadísticos y de programas de procedimiento usado sea idéntico al que se
computadoras. Para darse cuenta de la real emplea cuando se quiere destacar las seme­
entidad de los nuevos datos de que pueden janzas y las diferencias entre dos institucio­
disponer en la actualidad los politólogos. con­ nes del mismo país en una determinada
C IENCIA POLITICA 22 1

dimensión histórica. Esto valida la compara­ te proliferación de los estudios sobre el "desa­
ción incluso si lo que hace, a causa de un cier­ rrollo político”: la hipótesis es que a un deter­
to uso lingüístico consolidado, no se llama minado estadio de desarrollo económico-
"política comparada". Por otra parte el estu­ social corresponde un determinado estadio de
dioso de politiea comparada no se limita en desarrollo político, de donde se saca la con­
mudo alguno a emplear el procedimiento de secuencia (prescriptiva) respecto de la impo­
la comparación a la confrontación de los regí­ sibilidad o de la inoportunidad de acelerar el
menes de los distintos países, pues hace uso desarrollo político si éste no va acompañado
sin retáceos también del método histórico y de una correspondiente aceleración de desa­
del método estadístico. En otras palabras: la rrollo económico. Respecto de la regularidad
política comparada no sólo no tiene la exclu­ o uniformidad, la c. política parece hasta aho­
sividad de la comparación (en el sentido de ra dispuesta a dar mayor crédito a aquella
que sólo los pulitólogos compara listas hacen que ha originado a la teoría de la clase políti­
comparaciones) sino que tampoco se identi­ ca o de las élites, y que afirma que en todo
fica con ella (en el sentido de que los politó- régimen, sin im portar su "fórmula política",
logos comparatisias hacen solamente compa­ siempre es una minoría organizada, o un
raciones). numero restringido de estas minorías que
luchan entre sí, la que gobierna. En su estu­
IV. LASPRINCIPALES OPERACIONES DE LACIENCIA POLI- dio sobre los partidos Robert Michels ha ele­
tica La creciente acumulación de datos per­ vado esta regularidad a la categoría de ley (la
mite a la c. política contem poránea la posi­ llamada "ley de hierro de la oligarquía").
bilidad de proceder con mayor rigor en el Marx y Engels, y también Lenin, formularon
cumplimiento de las operaciones v en el logro leyes de tendencia en lo que se refiere a la gra­
de los resultados que son propios de la cien­ dual extinción del estado en el llamado “esta­
cia empírica: clasificación, formulación de do de transición", partiendo de la hipótesis
generalizaciones y consecuente formación de de que el aparato estatal es necesario mien­
conceptos generales, determinación de leyes, tras dure la división de la sociedad en clases
por lo menos de leyes estadísticas o probabi­ antagónicas. Si por "teoría” se entiende, en
lísimas, de leyes de tendencia, de regularidad uno de sus múltiples significados, un conjun­
o uniformidad, elaboración (o propuesta) de to de proposiciones (sin que tengan necesa­
teoría. riamente el estatus de proposiciones em píri­
Como ejemplo de clasificación se pueden cas) en relación entre sí para formar una red
citar las numerosas tentativas recientes por coherente de conceptos, que sirvan de orien­
perfeccionar la tipología de los regímenes tación para la explicación (y para la previsión)
políticos que durante siglos permaneciera en un campo bastante amplio, una de las teo­
anclada en la clasificación aristotélica de las rías más aceptadas, o por lo menos discuti­
tres formas puras y de las tres correspondien­ das. entre los politólogos, es la "sistemática"
tes formas impuras de gobierno. Un ejemplo (general system theory) propuesta por David
ya clásico de clasificación es la tripartición Easton, y según la cual la vida política en su
weberiana de la forma de poder legitimo (tra­ conjunto debe ser considerada como un pro­
dicional, legal y carismático), todavía en uso, ceso de inputs (demandas) que provienen del
aunque sea susceptible de una mayor articu­ ambiente externo (económico, religioso, natu­
lación. Un procedimiento típico de generali­ ral, etc.) y que se transforman en uuipuis (res­
zación es el que ha conducido a la formula­ puestas). como son las decisiones políticas a
ción del concepto de poder, y que frecuente­ todos los niveles, que a su vez retroactúan
mente es considerado como el concepto uni- sobre el ambiente circundante provocando
ficador de todos los fenómenos que caen en nuevas demandas, y así sucesivamente.
el campo de la política (en el sentido de que
se considera como fenómeno político a aquel v. explicaciones y PREVISIONES A través de esta
en el que se encuentra un elemento que remite serie de operaciones que \an desde la clasifi­
al concepto de poder). Un ejemplo bastante cación a la formulación de generalizaciones,
fecundo de hipótesis, aunque esté lejos de ser de uniformidad, de leyes de tendencia y de
veril ¡cada, es aquel que ha presidido la recien­ teoría —operaciones que la acumulación ere-
222 CIE\C IA POLITICA

cíente de datos torna siempre más fecunda, dir que en las ciencias sociales, que tienen por
pero en general siempre más difícil—, la c. objeto comportamientos humanos, es decir
política persigue su objetivo, que es el pro­ un ser que es capaz de reacciones emotivas
pio de toda búsqueda que ambiciona el reco­ y de elecciones racionales, se verifica el doble
nocimiento del estatus de ciencia (empírica), fenómeno bien conocido de la previsión que
esto es de explicar y no solamente describir se autodestruve (profecía verdadera que no
los fenómenos que tiene por objeto. El enor­ se realiza) o que se uutosatisface (profecía fal­
me número de datos de que puede disponer sa que se realiza). En su actual fase de desa­
el estudioso de los hechos políticos, unido al rrollo la c. política está bien lejos de poder
uso de los métodos cuantitativos que le per­ hacer previsiones científicas. Lo que no impi­
miten dominarlos y poder servirse de ellos de que algunos estudiosos de la cosa política
con cada vez mayor rapidez, ha puesto en cri­ busquen extrapolar ciertas previsiones, si
sis el tipo de explicación predominante en las bien a medias, de las conclusiones una y otra
ciencias sociales tradicionales y artesanales, vez alcanzadas. La tendencia a hacer previ­
que estaba fundado en la búsqueda de uno o siones es tan irresistible que un grupo de estu­
de pocos "factores", y ha alentado a los inves­ diosos de la política encabezados por Ber-
tigadores a tener en cuenta una notable plu­ trand de Jouvenel está elaborando de hace
ralidad de variables significativas cuyas inte- algunos años a esta parte un programa de
rrelaciones pueden ser analizadas confiando investigación sobre los llamados “futuribles”.
en el cálculo estadístico. El estadio presente La diferencia entre la utopía de ayer y el futu-
de la c. política, caracterizado por la difusión rible de hoy estriba en que el proyecto utópi­
de la técnica del análisis con muchas varia­ co está construido de una m anera indepen­
bles [multivariate analysis), representa, res­ diente de las lineas de tendencia del desarro­
pecto del objetivo principal de toda búsque­ llo social y por lo tanto de su mayor o menor
da que se quiera presentar como ciencia, o sea grado de realización, mientras que el luturi-
con respecto a una explicación, más que nada ble es el conjunto de aquello que puede acae­
un momento critico, o en el mejor de los casos cer si se realizan determ inadas condiciones;
reconstructivo, pero todavía no el esperado no es el futuro imposible (ni tampoco el nece­
momento constructivo e innovativo. Las expli­ sario) sino el futuro posible. El futurible es
caciones tradicionales son refutadas por su el producto típico de la actitud científica fren­
carácter simplista en la medida que no tienen te al mundo, en especial frente al mundo his­
en cuenta la multiplicidad de factores que tórico, m ientras que la utopia es el producto
interactúan, pero, precisamente como conse­ típico de la imaginación filosófica.
cuencia de esta reconocida multiplicidad, el
proceso explicativo deviene siempre más VI. DIFICULTADES PROPIAS DF. LA CIENCIA POLITICA.
complejo y sus resultados aparecen al menos Todo lo que se ha dicho hasta ahora sobre las
hasta ahora siempre más inciertos, A medi­ tentativas que se realizan para acercar los
da que aumenta el número de correlaciones, estudios políticos al modelo de las ciencias
la interpretación de ellas, de la que depende empíricas no debe esconder las enormes y
la credibilidad de una explicación, resulta peculiares dificultades que se interponen a la
cada vez más compleja. consecución del objetivo. En lo que respecta
El proceso de explicación está estrecha­ a la clasificación de la ciencia con base en la
mente conectado con el de previsión, aunque complejidad creciente, la c. política ocupa
sea posible una explicación que no permita uno de los últimos puestos: en cuanto el sis­
la previsión y una previsión no fundada en tema político es un subsistema respecto del
una explicación: se explica generalmente para sistema social general, la c. política presupo­
prever. La previsión es el principal objetivo ne la ciencia general de la sociedad (un parti­
práctico de la ciencia (así como la explicación do político, antes de ser una asociación polí­
es el principal objetivo teórico). Desgraciada­ tica, es una asociación); en cuanto que el sub­
mente. cuando el proceso de explicación es sistema político tiene la función prim aria de
incompleto no se puede hablar de previsión perm itir la estabilización y el desarrollo de
científica sino en el mejor de los casos de con­ un determinado subsistema económico, y la
jetura o, peor aún, de profecía. Se puede aña­ coexistencia o integración del subsistema eco­
CIENCIA POLITIC A 223

nómico con determinadas subsistemas cultu­ el hombre es un animal ideológico, que se sir­
rales (de los cuales el principal es la iglesia ve de valores vigentes en el sistema cultural
o las iglesias), la c. política no puede prescin­ en que está inserto para racionalizar su pro­
dir de la ciencia económica mientras que ésta pio comportamiento, que hace uso de moti­
sí puede desechar a aquélla (es la misma rela­ vaciones distintas de las reales a los efectos
ción que existe entre física y biología); tam­ de justificarse o de obtener consenso, y de allí
poco puede prescindir de los subsistemas cul­ la importancia que asume en la investigación
turales (considérese la importancia que tie­ social y política la tarea de develamiento de
ne para los estudios de política, por ejemplo, lo que está oculto, esto es el análisis y la cri­
el problema de los "intelectuales" y de las tica de la ideología.
ideologías).
La c. política es además una disciplina his­ va e l ritOBLEMA d e ia AVALORAt io n Si una forma
tórica, o sea una forma de saber cuvo objeto de saber está más cercana al ideal-límite de
se desarrolla en el tiempo y está en continua la cientificidad cuanto más logra eliminar la
transformación: lo que hace imposible de intrusión de juicios de valor (la llamada "ava­
hecho uno de los procedimientos fundamen­ loración"), la c. política está ciertamente entre
tales que permite a los físicos y a los biólo­ aquellas ciencias en que la avaloración se pre­
gos la verificación o falsificación de sus pro­ senta como más difícil de lograr. Cuando se
pias hipótesis, esto es la experimentación. No habla de avaloración no se hace referencia ni
se puede reproducir una revuelta de campe­ a la valoración que preside la elección del
sinos en el laboratorio por razones más que argumento por estudiar (elección que puede
obvias, entre las cuales la más significativa depender muy bien también de una preferen­
es la siguiente: una vez reproducida, no sería cia política) ni a la valoración que el investi­
más una revuelta (piénsese en la relación gador puede sacar de los resultados de la
entre una acción escénica, que se puede repe­ investigación a los Tines de reforzar o debili­
tir indefinidamente, y la realidad represen­ tar un determinado programa político (en eso
tada: el Hamlet de Shakespeare no es el prín­ consiste la función critica o prescriptiva a la
cipe de Dinamarca realmente vivido). que la c. política no puede renunciar). Se hace
En fin, la c. política, en cuanto ciencia del aquí referencia a la suspensión de los propios
hombre, del comportamiento humano, tiene juicios de valor durante la investigación para
en común con todas las otras ciencias huma­ evitar de esa m anera ser influida y perder
nas dificultades específicas que derivan de objetividad. Es necesario tener siempre pre­
algunas características de la acción humana, sente la distinción entre la ciencia como ope­
de las cuales tres son particularm ente rele­ ración humana social, que en cuanto tal es
vantes: ú] el hombre es un animal teleológico asum ida y utilizada para objetivos sociales,
que cumple acciones y se sirve de cosas úti­ y los procedimientos prescritos para el mejor
les para el logro de fines no siempre declara­ cumplimiento de esta operación, entre los
dos y frecuentemente inconscientes: se pue­ cuales ocupa un puesto importante la absten­
de asignar un significado a la acción huma­ ción de juicios de valor. La avaloracion, que
na solo si se logra conocer el fin. de donde la es garantía de objetividad (sólo el carácter de
importancia que tiene en el estudio de la objetividad asegura a la ciencia su caracte­
acción humana el conocimiento de las moti­ rística función social), es perfectamente com­
vaciones (ninguna ciencia social, y por lo tan­ patible con el compromiso ético y político res­
to tampoco lac. política, puede prescindir del pecto del argumento previamente elegido o
aporte de la psicología); b] el hombre es un de los resultados de la investigación, que
animal simbólico que se comunica con sus garantiza la relevancia de la empresa cientí­
semejantes mediante símbolos (el más impor­ fica. El peligro de que una investigación en
tante de los cuales es el lenguaje): el conoci­ la que el investigador está demasiado empe­
miento del hacer humano requiere el desci­ ñado carezca de objetividad no es menos gra­
framiento e interpretación de estos símbolos, ve que el peligro inverso, esto es que una
cuyo significado es casi siempre incierto, a investigación perfectamente objetiva carezca
veces ignoto y reconstructible sólo por con­ de relevancia (como podría ser una investiga­
jetura (las lenguas m uertas o primitivas); c] ción sobre el color de las medias de los dipu­
224 CIENCIA POLITICA

tados italianos de la tercera legislatura). Es BIB1.IOURAHA Sobre el uhjelo, el método y los


realmente deplorable la confusión, como ya fines de la ciencia pulitica: A design for poli liad
se hizo notar, entre objetividad e indiferen­ science: scope, objectives, and methods, Filadel-
cia: la objetividad es un requisito esencial de fia, American Academy of Political and Social
la ciencia; la indiferencia es una actitud — Sciences, 1966; II. Cerroni, Introducción al pen­
no provechosa para la buena investigación samiento político (1967), México, Siglo XXI, 1967;
científica— del hombre de ciencia. J.C. Charlesworth, Teorie e metudi in scienza
La avaloración, como canon (uno de los política (1967), Bolonia. II Mulino, 1971; M.
cánones) de la investigación que pretenda ser Duverger. Métodos de las ciencias sociales (1959).
objetiva, no excluye, como se ha dicho, la fun­ Barcelona, Ariel, 1967; H.D. Lasswell, El futuro
ción práctica (o prescriptiva) de la investiga­ de la ciencia política (1964), Madrid, Teenos,
ción misma a través de la utilización de los 1971; N. Maltcucci, La scienza politicu. en Le
resultados alcanzados. Así, la c. política tan­ scienze umane in Italia, Bolonia, II Mulino, 1971;
to más cumple su función práctica cuando E.J. Mechan, The theury and method of political
más objetiva es: el desarrollo de las ciencias ana/ysis, Homevvood, Dorsey, 1965; J. Meynaud,
sociales en general (comenzando por la eco­ Introducción a la ciencia política (1959), Madrid,
nomía y terminando por la c. política) está Teenos, 1971; G. Sartori, Alia ricerca delta socio­
estrechamente conectado con la convicción de logía política, en Rassegna Italiana di Sociología,
que el conocimiento científico del sistema ix, 1968; G. Sartori, La scienza pulitica, en Slo­
social general y de los subsistemas que lo ria delle idee politiche, econumichc e saciali, diri­
componen, v de sus relaciones, justamente en gida por L. Firpo, Turín, UTET, 1972, vol. vi; G.
cuanto objetivas, prestan un servicio útil a la Sartori, Pulitica: lógica y método en las ciencias
acción pulitica y contribuyen a la realización sociales (1979), México, Fondo de Cultura Eco­
de una sociedad "más justa": piénsese en la nómica, 1984; G. Sartori (comp.). Antología di
función práctica que ha venido asumiendo scienza pulitica, Bolonia, II Mulino, 1970 (en par­
desde hace más de un siglo el socialismo ticular Metudi, appmcci e teorie, con una intro­
"científico” y en la conexión entre su función ducción de G. Urbani); V. van Dyke, Ciencia polí­
práctica y su (proclamada) cientificidad. El tica: un análisis filosófico (1960), Madrid, Teenos,
desarrollo real de la c. política está guiado 1971; H.V. Wiseman, Politics: the master Scien­
más o menos conscientemente por el ideal de ce, Londres. Rouilcdge and Kegan Paul, 1969.
una política cien tífica, es decir de una acción Sobre la situación de la ciencia política en los
política fundada en el conocimiento cada vez principales países: O. Stammcr (comp.), Politis-
más riguroso de las leyes objetivas del desa­ che Forschung, Colonia, Wesldeutscher, 1960;
rrollo de la sociedad y por lo tanto no aban­ para Estados Unidos: A. Sumit y J. Tanenhaus,
donada al caso o a la intuición de los investi­ The developmenl of political science, Boston,
gadores políticos. En la lucha contra toda fal­ Allyn and Bacon, 1967; en sentido critico: B
sificación ideológica de los móviles reales de Crick, The American science of politics: its orí-
la acción humana, en su concepción "realis­ gins and conditions, Berkeley, University of Cali­
ta" general del hacer humano, la c. política fornia Press, 1959; para Francia: La science pub­
nace ella misma en un contexto social e ideo­ lique, en Revue de I'Enseignement Supérieur,
lógico bien especifico donde se va abriendo 1965, núm. 4; para Italia: N. Bohhio, Saggi sulla
paso el ideal de la pulitica como ciencia, es scienza política in Italia, Bari, Laterza, 1969; X.
decir de una política no ideologizada. En con­ Bohbio, Teoría e ricerca pulitica in Italia, en II
secuencia, la tarea más urgente y al mismo Politicu, XXV, 1961; A. Spreufico, Studi polilici
tiempo también más comprometida en lo que e scienza política in Italiu, en Annuario Politicu
respecta a esta fase de la c. política es la de Italiano, Milán, 1964.
someter a análisis y, eventualmente, de poner
en cuestión la propia ideología de la política [norberto bohbio]
científica, examinando su significado histó­
rico y actual, poniendo de relieve los limites
y las condiciones de practicabilidad, en fin, ciudad-estado, v. polis
indicando las eventuales lineas de desarrollo.
C LA SIi 225

clase rior del concepto señala que sólo las desigual­


dades sociales que se reproducen al pasar de
una generación a otra dan origen a la forma­
I CONSIDERACIONES INTRODUCTORIAS Y DEFINICION ción de c. Podemos, en efecto, imaginarnos
A pesar de que es difícil, si no
d e l co n c ept o . una sociedad fuertemente no igualitaria pero
imposible, encontrar una definición del termi­ no clasista, o sea una sociedad en que cada
no c. social que cuente con el consenso de los individuo tenga las mismas probabilidades
investigadores que pertenecen a las diversas que todos los demás para alcanzar una posi­
tradiciones políticas e intelectuales, todos ción social, prescindiendo de la condición
están de acuerdo en sostener que las c. socia­ social de la familia de origen. Imaginemos,
les son una consecuencia de las desigualda­ para poner un ejemplo, una sociedad en que
des sociales. Esto permite ya hacer una deli­ haya 30% de campesinos. 40% de obreros,
mitación rigurosa de los fenómenos que 20% de empleados y 10% de propietarios y
entran en el ámbito de aplicación del concep­ dirigentes, y supongamos que esta distribu­
to de c. en cuanto: 1] permite excluir todo lo ción no se modifica sustancialmente a lo lar­
que forma parte de la categoría de las desi­ go de una generación. En esta sociedad no
gualdades naturales; 2] se refiere únicamen­ existirán c. si cada hijo de obrero, campesi­
te a las desigualdades que no son casuales y no, empleado o dirigente tiene 10% de pro­
se manifiestan de manera sistemática y babilidades de llegar a ser dirigente o propie­
estructurada. Esto no excluye, sin embargo, tario y, por el contrario, cada hijo de propie­
que haya desigualdades naturales que adquie­ tario o dirigente tiene 70% de probabilidades
ren una relevancia social y se transforman, de llegar a ser obrero o campesino o, en otras
por consiguiente, en desigualdades sociales. palabras, de cada 100 hijos de propietarios
Las diferencias entre hombres y mujeres, o dirigentes sólo 10 tienen la posibilidad de
entre jóvenes y viejos, entre individuos per­ ocupar una posición social equivalente a la
tenecientes a distintas razas, se convierten en del padre. Claro está que una sociedad de este
diferencias sociales cuando una sociedad tipo, que llevara a cabo una movilidad per­
toma estas diferencias como criterios pura la fecta, no seria de por sí una sociedad iguali­
asignación de los individuos a las diferentes taria, pues a las diferentes funciones les
funciones sociales y se convierten en desigual­ corresponderían, en teoría, recompensas dife­
dades sociales cuando estas funciones se ubi­ renciales incluso muy elevadas, y a pesar de
can en diversos niveles dentro de la jerarquía que el acceso a las diferentes funciones sería
social. En este sentido, se trata de desigual­ igual para todos, esta sociedad habría reali­
dades sociales en el pleno sentido del térm i­ zado lo que a menudo se llama igualdad de
no ya que se pueden concebir, y también los puntos de partida. Cuando se habla de
encontrar frecuentemente en la historia, tipos sociedad meritocráticu se refiere uno en gene­
de sociedad para los que las diferencias de ral a una sociedad que se aproxima lo más
sexo, raza y generación no son, o no son en posible al modelo de movilidad perfecta.
el mismo sentido, criterios para la asignación Sin embargo, dado que una sociedad de este
de los individuos a las funciones sociales. El tipo no se ha presentado nunca en la histo­
recurso al adjetivo natural reviste en estos ria, ¿debemos decir que todas ¡as sociedades
casos una función ideológica yaque tiene por conocidas a través de la historia han sido
objeto considerar como 'naturales', y por lo sociedades clasistas o sociedades de c.? Esto,
tanto inevitables e inmodificubles, algunas sin más, es posible, y en la literatura socioló­
características que dependen, en cambio, de gica es frecuente un uso muy extendido, pre­
la estructura de la sociedad. cisamente en este sentido, del concepto de c.
Una vez aclarado que la aplicación del con­ Muchos autores, sin embargo, concuerdan en
cepto de c. se ubica dentro del ámbito defini­ limitar el campo de aplicabilidad del concepto
do por las desigualdades sociales, se ha lle­ a aquellas sociedades en las que las desigual­
gado con esto únicamente a una prim era dades sociales no son sancionadas por la ley.
determinación del concepto en cuanto que no Cuando se dice que todos los ciudadanos son
tudas las desigualdades sociales dan origen iguales ante la ley, o bien que ciertos derechos
a la formación de c. Una cspccilicación ulte­ les corresponden a todos, sin excepción de
226 C L A SE

sexo, religión, raza y condiciones económicas coincide la revolución demucrático-burguesa


y sociales, ciertamente no quiere decir que con el nacimiento del capitalismo, es eviden­
con esto hayan desaparecido de hecho las te que de una u otra forma se trata de dos
desigualdades sociales sino sólo que estas no aspectos del mismo proceso de cambio social
tienen ya ningún reconocimiento formal den­ que han afectado, aunque con una gran diver­
tro del sistema de normas de una determ ina­ sidad de formas y de tiempos, a gran parte
da sociedad. del género humano; se trata, en esencia, del
Esto quiere decir que no se puede pertene­ proceso mediante el cual la relación de los
cer a una c. por derecho sino sólo de hecho, hombres con la tierra, entendida como instru­
y que el nacimiento no es un criterio suficien­ mento de producción, ha dejado de ser el cri­
te para form ar parte de una c. social. En este terio fundamental de asignación de las fun­
sentido el concepto de c. se diferencia del con­ ciones sociales, por lo que se puede decir que
cepto de casta y del concepto de orden o esta­ el surgimiento de la sociedad de c. coincide
do. La pertenencia a una casta se determina con la declinación de las sociedades basadas
exclusivamente por el nacimiento y se exclu­ en la agricultura. De ahí se deriva que la pri­
ye por principio el paso de una casta a otra, mera e., en el sentido riguroso del término,
y cuando se presenta constituye una violación en asom arse al horizonte de la historia haya
de la ley tradicional. Igualmente, se pertene­ sido la c. burguesa; ésta, al mismo tiempo que
ce a un orden o estado, como por ejemplo los sostiene los valores igualitarios y reivindica­
típicos de la época feudal, principalmente por ba los derechos de ciudadanía con base en la
nacimiento, aun cuando el paso de un orden naturaleza universalista, abstracta y fungible
a otro no sólo no se excluya sino que algunas del dinero, ha roto el orden fundado en los
veces sea frecuente. En este caso, sin em bar­ "estados”, transform a la tierra en capital y,
go. el paso no guarda ninguna relación con por consiguiente, la aristocracia terrateniente
la adquisición de un requisito formal, por en la c. de los propietarios del suelo, los sier­
ejemplo la investidura por parte del monar­ vos de la gleba en la c. de los campesinos y,
ca o la adquisición de un título o de una paten­ finalmente, da origen a la c. obrera como con­
te de nobleza. También las c., como hemos vis­ secuencia directa de la consolidación de la
to, se reproducen de generación en genera­ revolución industrial. F.n efecto, el concepto
ción y, por consiguiente, el nacimiento repre­ de c. se introdujo como instrum ento analíti­
senta siem pre el criterio principal de perte­ co por parte de los investigadores que obser­
nencia y el mecanismo fundamental de van la revolución industrial para interpretar
reclutamiento, aunque no existe ninguna nor­ las transformaciones sociales que llevaban a
ma formal que sancione el nacimiento como la formación del proletariado industrial. El
criterio de pertenencia o que establezca los concepto de c. implica, pues, dos aspectos que
requisitos para pasar de una c. a otra. En el no son incompatibles entre si, pero que a
caso de una sociedad de c. no existe ningún menudo son destacados de distinta manera
obstáculo formal para el paso de una c. a otra, por los diversos autores: desde un punto de
precisamente porque las c. son agrupaciones vista teórico, como hemos visto, el concepto
de hecho cuya existencia no sólo no es reco­ de c, sirve para identificar las agrupaciones
nocida sino que en cierto sentido es negada de hecho que surgen en la estructura de las
explícitamente en el ordenamiento jurídico de desigualdades sociales, y desde un punto de
la sociedad. Podemos decir, pues, que las c. vista histórico sirve para identificar los suje­
son agrupaciones que surgen de la estru ctu ­ tos del curso de la historia, es decir las enti­
ra de las desigualdades sociales en una soeie- dades colectivas que se presentan como artí­
dad que reconoce que todo*, los hombres, o fices del devenir de la sociedad.
mejor dicho todos los ciudadanos, son formal­
mente iguales ante la ley. Este Último
II LA TEORIA DE LAS CLASES l .\ MARX.
En sentido estricto, pues, se puede hablar aspecto aparece de manera particularm ente
dec. sociales únicamente después de las revo­ clara en la teoría de las c. de Marx, al que le
luciones democrát ico-burguesas del siglo xix debemos el primer estudio explícito del fenó­
y a pai tii del nacimiento de las sociedades meno y la prim era elaboración teórica del
capitalistas. Aunque en muchos países no concepto. Para Marx, las c. son la manifesta­
CLA SE 227

ción del modo de producción de la sociedad ción que ocupan las c. en el proceso produc­
en el sentido de que el modo de producción tivo. Las c. constituyen, pues, un sistema de
mismo se define por las relaciones que inter­ relaciones en que cada c. presupone la exis­
vienen entre las c. sociales y estas relaciones tencia de otra u otras c.; no puede haber b ur­
dependen de la relación de las c. con los ins­ guesía sin proletariado, y viceversa. Así. pues,
trumentos de producción. En una sociedad en m ientras que la existencia de las c. se basa,
que el modo de producción capitalista domi­ según Marx, en la diversa posición que los
na indudablemente en estado puro, las c. se hombres ocupan en el proceso productivo, el
reducen, en esencia, a dos: la burguesía, com­ antagonismo de c. es un fenómeno que se ubi­
puesta por los propietarios de los medios de ca en un nivel político; estos dos niveles están
producción, y el proletariado, compuesto por íntimamente unidos entre si, aunque no coin­
los que al no disponer de medios de produc­ ciden. La distinta ubicación respecto de los
ción, deben vender en el mercado su fuerza ’nstrum entos productivos hace que los inte­
de trabajo. Ninguna sociedad histórica pre­ reses de una c. sean distintos y opuestos a los
senta en un momento dado el dominio indu­ intereses de la otra; en el caso puro del modo
dable de un mudo de producción en su for­ de producción capitalista, esto significa que
ma pura sino una combinación de elementos lo que resulta ventajoso para la burguesía se
residuales de los modos de producción ante­ vuelve desventajoso para el proletariado, y
riores, de elementos de aquel que predomi­ que la ganancia no es otra cosa que una par­
na en ese momento histórico o de elementos te del producto sustraída a los productores
que anticipan la formación del método de pro­ directos, algo que falta en la justa paga de los
ducción que todavía no se ha realizado. La obreros. Ésta es la base económica del anta­
presencia simultánea de distintos modos de gonismo de los intereses de c., pero este anta­
producción en una misma sociedad, en una gonismo adquiere un significado político úni­
época histórica dada, recibe de Marx el nom­ camente en el caso de que el conflicto se des­
bre de formación social-, mientras que el con­ place de la oposición entre cada uno de los
cepto de modo de producir se concibe como obreros por separado y cada uno de los capi­
correspondiente al nivel del análisis teórico talistas por separado, o entre los obreros de
de las grandes transformaciones sociales, el una fábrica y el patrón de la misma, y se con­
de formación social se ubica en el nivel del vierte en un conflicto generalizado que tien­
análisis histórico. En el prim er caso, el aná­ de a enfrentar a todos los capitalistas, la bur­
lisis de las c. dentro de la sociedad capitalis­ guesía, con todos los trabajadores, el prole­
ta tiende hacia un modelo dicotómico que tariado. El momento de la agregación a tra ­
considera la existencia de dos c. antagónicas, vés de la organización política de los intere­
la burguesía y el proletariado: en el segundo ses de todos los que son colocados por el
caso tendremos una pluralidad de c. o de proceso productivo en una misma posición de
agrupaciones dentro de las c. (por ejemplo, dominio o subordinación es el momento efec­
una burguesía financiera, comercial, indus­ tivo en que se constituye la c.; "los individuos
trial, un proletariado y un subproletariado, —escriben Marx y Engels en La ideología a-
campesinos independientes y peones agríco­ lemana— forman una c. sólo en el caso en que
las. etc.) y el antagonismo dominante se arti­ estén empeñados en una lucha común contra
culará en varios antagonismos particulares otra c.". Pero si la lucha entre dos c. —sigue
abriendo un espacio a la formación de alian­ diciendo Marx— es una lucha política y las
zas entre las distintas c. y entre una c. y las c. son algo que se ubica en el nivel político
partes disidentes de la c. antagónica. de la vida social, sólo en este nivel los indivi­
El hecho, pues, de que Marx hable unas duos que componen de hecho una c. recono­
veces de dos c. antagónicas y otras veces de cen la comunidad de sus intereses o de su des­
una pluralidad de c. se puede explicar hacien­ tino y se dan cuenta de la diversidad funda­
do alusión a los distintos niveles en que pue­ mental y del irreductible antagonismo de
de ubicarse el análisis de las c.; sin embargo, estos intereses frente a los de la c. opuesta.
en cada caso cada una de tas c. se define por La identidad de los intereses no es suficiente
las relaciones que la unen con las demás c. para cimentar la existencia de una c. a menos
y estas relaciones dependen de la diversa posi­ que, sobre la base de esta identidad, surja una
22» CLASH

comunidad, una asociación u organización tinada a trastocar el dominio y a crear las pre­
política y a menos que se forme una concien­ misas de una sociedad sin c., o sea de una
cia de c. Una c. con conciencia de c. es una sociedad en que las relaciones sociales dejen
c. para si (fiir sich) pero, en cambio, cuando de ser relaciones de explotación y de domi­
no se consolida esta conciencia de c., la c. nación. Para Marx, pues, las c. son los suje­
sigue siendo una mera c. en si (un sich), inca­ tos del devenir de la historia, que ya no es la
paz de m anifestar reivindicaciones políticas historia de una sociedad atomísticamente
colectivas. concebida como el resultado de una infinidad
El paso de la c. en sí a la c. para sí no es de acciones individuales sino una historia en
autom ático ni necesario. La identidad de los que los actores son precisamente las c., o sea
intereses, es decir la identidad de la ubicación entidades colectivas. En conclusión, para
en el proceso productivo, no garantiza la for­ Marx, el concepto de c. proporciona los ins­
mación de la conciencia de c., el momento trumentos para analizar las relaciones entre
subjetivo no constituye el mero reflejo de la fenómenos económicos, políticos y culturales
situación objetiva de c. Los campesinos fran­ dentro del marco de un modelo dialético del
ceses, cuya situación de c. fue analizada por devenir de la sociedad y de una teoría del cur­
Marx en Las luchas de clases en Francia y en so de la historia.
El dieciocho brumario de Luis Bonaparte, no
lograrán nunca alcanzar la conciencia de la La
III. CLASES Y CAPAS EN El. ANALISIS DE MAX WEBER.
identidad de sus intereses y, por lo mismo, teoría de Marx es sin más el punto de refe­
actuar como c., puesto que las condiciones de rencia indispensable para determ inar el uso
producción los aíslan unos de otros y los que se le da al concepto de c., a más de un
ponen en contacto directo y cotidiano de fami­ siglo de distancia, tanto en el lenguaje de las
liaridad con el patrón. Por el contrario, la ciencias sociales como en el lenguaje políti­
gran fábrica capitalista producida por el co corriente. No sólo porque los investigado­
incontenible proceso de concentración del res que se apoyan en Marx han llevado ade­
capital ofrece las condiciones más favorables lante la elaboración del concepto y de la teo­
para el surgimiento de la conciencia de clase. ría social que se basa en él —basta pensar,
En general, se puede decir que la concien­ por citar un ejemplo, en las obras de Bujarin
cia de c. tiende a formarse más fácilmente en y de Lukács— sino también porque los inves­
donde son mayores los obstáculos para la tigadores que se apartan del uso marxiano del
penetración en la c. subordinada de las ideas concepto de c. siempre hacen alusión al mis­
de la c. dominante. Para Marx, la c. que domi­ mo pura poner de manifiesto en una forma
na el mundo de la producción es también la mejor las características alternativas de su
que domina en el nivel político y la que pro­ elaboración conceptual.
duce las ideas culturalm cnte dominantes. El intento más importante —sobre todo por
Estas tienden, sin embargo, a presentar un el influjo que tuvo en la sociología contem­
marco armonioso y no contradictorio de la poránea— de utilizar el concepto de c. en una
realidad social, V cuando las c. subalternas perspectiva diversa de la de Marx, debe atri­
las hacen suyas producen una "falsa concien­ buírsele a Max Weber. Marx no dio nunca una
cia" de la situación de c., cuya función ya no definición explícita del concepto de c. a pesar
consiste en hacer progresar el curso de la his­ de que construyó sobre él toda su teoría de
toria sino en detenerlo: se trata concretamen­ la sociedad y de la historia. Weber en cam­
te de ideologías. La burguesía ha cumplido su bio lo define claramente pero limita su alcan­
propia función de c. revolucionaria al luchar ce teórico a la descripción de un ámbito muy
contra el orden feudal y la c. que dominaba restringido de fenómenos. Weber parte, en
en este último, pero una vez que se consolidó efecto, de la definición estrictam ente econó­
su propio poder y se desarrollaron las poten­ mica del concepto de c.; con base en ésta for­
cialidades del modo capitalista de produc­ man parte de una c. todos los que están colo­
ción, abandonó su papel revolucionario y se cados en la misma situación de mercado, es
convirtió más bien en un obstáculo en la sen­ decir que tienen las mismas posibilidades
da del progreso. Sin embargo, la burguesía objetivas de acceso a los bienes limitados, dis­
no puede dejar de producir la c. que está des­ ponibles en el mercado. Los factores que
(TASE 229

inf luyen en la situación de mercadu, y por lo mentos que definen los términos de la lucha
tanto de c., son de naturaleza muy variada; de clases.
sin embargo, también Weber, como Marx, De lo dicho hasta aquí se deduce que no fal­
reconoce que la c. de los propietarios goza de tan, en las concepciones weberiana y marxia-
ventajas particulares en la competencia por na de las c., notables aspectos de convergen­
el acceso a los bienes. Pero la propiedad no cia; por ejemplo, la distinción entre c. y acción
es la base de la división de la sociedad en c. com unitaria basada en la situación de c.
sino únicamente una fuente frecuente de pri­ corresponde ampliamente a la distinción mar-
vilegios y discriminaciones en el mercado. De xiana entre c. en sí y c. para sí. El elemento
este planteamiento se derivan dos consecuen­ sustancial de divergencia entre las dos con­
cias: 1] que no se puede hablar de c. más que cepciones consiste en que para Marx la c. se
en las sociedades en que se han desarrollado ubica como elemento central del análisis de
formas de economía de mercado; 2] que las las relaciones entre lo económico, lo político,
c. en cuanto tales son puros y simples agre­ lo social y lo cultural y las líneas de c. consti­
gados sociales que no necesariamente dan ori­ tuyen por lo mismo divergencias sobre las
gen a la formación de grupos sociales efec­ que se debe analizar la estructura de la socie­
tivos. dad y su dinámica; en cambio para Weber la
La prim era consecuencia señala que las c. c. sólo adquiere importancia dentro del orde­
no tienen como base la división social del tra ­ namiento económico, y las divergencias de c.
bajo sino la existencia de una situación com­ no corresponden necesariamente a las que se
petitiva de mercado; la división entre patri­ presentan dentro del ordenamiento político
cios, plebeyos y esclavos en las sociedades y del ordenamiento social. Esta es la razón
antiguas no es fruto de una división en c. pre­ por la que junto con el concepto de c. apare­
cisamente porque las relaciones que se esta­ cen los conceptos de capa o estatus (en ale­
blecen entre ellas no son relaciones de m er­ mán, Stand) y de partido.
cado. La segunda consecuencia indica que El grupo de estatus comprende a todos los
tampoco en el caso en que la identidad de la que gozan de un honor o prestigio social par­
situación de mercado determ ina una identi­ ticular y se caracterizan por un estilo parti­
dad de intereses de c., éstos no son suficien­ cular de vida, por el modo de comportarse,
tes para servir de base a la unidad de la c. por los modelos particulares de consumo, de
como grupo social. Basándose en la identidad vestir, de habitación, por los matrimonios que
de los intereses es posible que los individuos realizan, por el tipo de relaciones sociales que
se comporten todos de manera semejante e sostienen, por la profesión que ejercen, por
idéntica sin que esto implique ni una acción los gustos, por la instrucción recibida, etcé­
ni una organización común; se trata, en este tera. A diferencia de las e„ los grupos de esta­
caso, dentro del lenguaje weberiano, de una tus constituyen siempre comunidades pues­
mera acción de masa. La c. se puede conver­ to que no se definen con base en una caracte­
tir en la base de una acción colectiva o comu­ rística objetiva y formal (la situación de mer­
nitaria, como dice Weber, sólo cuando se de­ cado) sino con base en una forma específica
sarrolla un sentimiento comunitario de inte­ de actuar, en un modo de percibirse a si mis­
reses o de destino y cuando este sentimiento mos y de ser percibidos por los demás. Es
alimenta una acción común en defensa de obvio que el ordenamiento por c. y el orde­
estos intereses. En este caso puede haber namiento por capas están ligados entre si,
luchas de c. como las que libraron en la Anti­ pero el elemento característico es precisa­
güedad los campesinos y los artesanos deu­ mente el hecho de que no necesariamente
dores y sus acreedores (la única forma pro­ coinciden sino que más bien pertenecen con
piamente dicha de mercado en el mundo anti­ frecuencia a la misma capa individuos de c.
guo), en la Edad Media los productores de bie­ distintas y viceversa. A la capa de los buró­
nes alimenticios de los campos y los consu­ cratas, por ejemplo, regularmente pertenecen
midores de las ciudades, y en la época individuos cuya posición en términos de
moderna los dadores de trabajo y los traba­ poder adquisitivo y de autoridad resulta cla­
jadores. El precio del dinero, el precio del gra­ ramente diferenciada. Es importante señalar
no y el salario son, en estos ejemplos, los ele­ que la pertenencia a un grupo de estatus o
230 CLASH

capa depende de la posibilidad de disponer teoría de las c. sociales se transform a en la


de alguna característica distintiva cuyo acce­ teoría de las relaciones entre estas tres dimen­
so tiende a estar monopolizado y restringido siones de la estraficación social. En efecto, en
por los que pertenecen a la misma capa. Las la sociología contemporánea, y en el lengua­
capas tienden a diferenciarse de acuerdo con je común, se tiende muy a menudo a confun­
la dificultad de adquirir la característica dis­ dir c. con estrato, sobre todo en relación con
tintiva de la capa; cuando sólo puede adqui­ la necesidad de identificar indicadores empí­
rirse por nacimiento o por herencia tendre­ ricos de la estructura de c. y de analizar la
mos una capa absolutamente cerrada, en cuyo estructura misma con base en sus dimensio­
caso podremos hablar de casta. En todo caso, nes fundamentales. Resulta claro que cuan­
existen reglas que establecen los criterios de do las distintas dimensiones se definen a tra­
pertenencia y de admisión que pueden ser de vés de la selección de indicadores graduables,
naturaleza formal, es decir sancionadas por las c. asi identificadas resultan tales sólo en
el ordenamiento jurídico (por ejemplo, el el sentido lógico de la palabra, mas no en el
ordenamiento feudal, los estatutos de las cor­ sentido que el térm ino tiene en la tradición
poraciones), o bien informal, como el uso de sociológica. Si, por ejemplo, queremos divi­
un cierto lenguaje o de un acento particular, dir la población italiana sobre la base del
la aceptación de normas establecidas de gus­ ingreso familiar, del prestigio que acompaña
to, de estilo, que en general sólo pueden la condición profesional del jefe de familia,
adquirirse después de un largo entrenamien­ del nivel de instrucción o de cualquier otro
to, o precisamente a través del ambiente fami­ indicador, y si encontramos, por lo tanto, un
liar en el que se ha nacido. procedimiento estadístico para combinar
El concepto de capa abarca, pues, una esfe­ estas distintas medidas en un índice sintéti­
ra muy vasta de fenómenos, desde las castas co, identificaremos sin más algunas c., pero
de la India hasta las órdenes y las corpora­ éstas no podrán considerarse como colecti­
ciones medievales, desde los grupos y las vidades concretas porque tanto el número
minorías étnicas hasta el clero, los militares como el modo en que se construyeron depen­
y los grandes grupos profesionales de las de de nuestras selecciones arbitrarias que tie­
sociedades modernas; abarca en general nen que ver mucho más con la idea que tene­
todas las situaciones en que la posición social mos o que queremos dar de la estructura
de un individuo no puede predecirse con toda social que con la estructura misma. Cuando,
seguridad tomando en cuenta el monto de la por ejemplo, Hollingsheud y Redlich estudian
riqueza de que dispone, es decir, en términos la relación entre c. sociales y enfermedades
weberianos, tomando en cuenta su posición mentales en una comunidad de la costa atlán­
de clase. tica de Estados Unidos, o cuando Lloyd War­
Junto con la distinción en c. y capas, Weber ner analiza el sistema de estatus en una serie
establece finalmente la distinción en partidos de comunidades americanas, las c. que iden­
políticos. Estos son asociaciones voluntarias tifican corresponden a una definición m era­
cuyo fin es la conquista o la conservación del mente nominalista del concepto y por ende
poder, y que pueden surgir con base en inte­ sería más apropiado hablar en estos casos de
reses de c. o de capas, aunque no es raro el estratos sociales.
caso de partidos interclasistas y el caso en En esencia, para identificar una c. social no
que sus miembros no se identifican con una basta con aislar las características que son
capa particular. comunes a los miembros de la c. sino que es
En conclusión, Weber analiza la estructu­ necesario además ver si sobre la base de estas
ra de las desigualdades sociales con base en características los individuos manifiestan un
tres dimensiones: la riqueza, el prestigio y el sentimiento de comunidad y solidaridad,
poder. Estas dimensiones son obviamente comparten un destino común y una común
interdependientes, aunque también parcial­ concepción de la sociedad, se reconocen a si
mente independientes una de otra. IV . misinos como iguales y a los que no pertene­
cen a la c. como distintos. En el nivel de la
IV. LA UTILIZACION DEL CONCEPTO DE CLASE F.N LA investigación empírica se han elaborado
so ciologíacontem poranea . Con Weber, pues, la varias metodologías para captar esta dimen­
CLASH 231

sión subjetiva que, aun a la luz de la teoría sino también el hecho de que las c. constitu­
marxiana, resulta constitutiva del concepto yen un sistema y, por eso mismo, cada c. en
mismo de c. social. En particular, se han lle­ particular puede definirse sólo en relación
vado a cabo estudios sobre la autoidentifica- con las demás. Pero las relaciones que se esta­
ción de c. pidiendo a los individuos que se ubi­ blecen entre las c. las define y determ ina el
caran ellos mismos en una serie de categorías sistema de c. en una sociedad; son esencial­
de c. proporcionadas por los investigadores. mente relaciones de poder y son precisamente
En 1949, por ejemplo, Centers preguntaba a las relaciones de poder que no es posible cap­
sus entrevistados si creian pertenecer a la c. tar a través de una concepción nominalista
superior, media, obrera o inferior. Otros estu­ de la estructura de c. De hecho se pueden
dios, en cambio, no trataron de captar el construir estratos de acuerdo con la distribu­
modo en que los individuos se ubican en la ción de ciertos valores sociales (riqueza, pres­
estructura de c. tal como la habían construi­ tigio, instrucción, etc.), pero resulta difícil
do de antemano los investigadores sino como construir estratos de acuerdo con el grado en
la percibían directamente los sujetos mismos. que se distribuye el poder en una sociedad.
Se trata en este caso de aislar la imagen que El poder es un valor particular no sólo por­
los individuos se han formado de la sociedad que determ ina la distribución de todos los
y ponerla en relación con el lugar que ellos demás valores sino más bien porque dado que
mismos se asignan dentro de la estructura de se ejerce sobre todos los hombres hay algu­
c. determinada de esa manera. nos que lo tienen y hay otros que los sopor­
Ossowski distingue, a este propósito, tres tan y, por consiguiente, es difícil considerar­
posibles categorías para clasificar las distin­ lo como un recurso que se distribuye entre
tas imágenes de la estructura de c.: concep­ todos los ciudadanos, aunque sea en forma
ciones dicotómicas, esquemas de graduación desigual. Se trata, en otras palabras, de un
y concepciones funcionales. Una concepción valor cuya suma resulta igual a cero.
dicotómica refleja una imagen de la sociedad Si lo que hemos dicho hasta aquí es cierto,
claramente dividida en dos c. opuestas o anta­ o sea que el podercs un valor que suma cero
gónicas; un esquema de graduación refleja en y determina la distribución de los demás valo­
cambio una imagen de la sociedad en que las res sociales, podemos decir que las relacio­
diversas posiciones sociales se ordenan con nes de c. son esencialmente relaciones de
base en el grado en que participan en la dis­ poder y, por lo mismo, que el concepto de
tribución de algún elemento o valor común; poder presenta un aspecto unificador para
la concepción funcional, finalmente, refleja identificar de manera sintética la estructura­
una imagen integrada de la sociedad en que ción de las desigualdades sociales.
las distintas c. se diferencian únicamente en
relación con la diversidad del mudo en que BIBLIOGRAFIA R. Aron, I m lucha d e clases (1964),
contribuyen a la vida de la sociedad y a su Barcelona, Seix Banal, 1966; R. Bendix y S.M.
progreso. Las concepciones dicotómicas, Lipset, Clase, status y poder (1953), Madrid, Eura-
como se deduce también de las investigacio­ mérica, 1972-1973, 3 vols.; R. Benitez Zenteno
nes realizadas en Alemania (Popitz), Francia (cuord.), Las clases sociales en América Latina:
(VVillener), Gran Bretaña (Bcoth) e Italia problemas de conceptualizacián, México, Siglo
(Paganij, tienden a prevalecer entre los que XXI, 1973; T. Bottomore, I m s clases en la socie­
se ubican en la c. obrera; los esquemas gra­ dad moderna (1948), Buenos Aires, Siglo XX; M.
duales son típicos, en cambio, de los que se Caslells, I m lucha de clases tn Chile, Buenos
consideran pertenecientes a la c. media; mien­ Aires, Siglo XXI, 1971; R. Duhrendorf, Las cla­
tras que las concepciones funcionales tienden ses sociales y su conflicto en la sociedad indus­
a reflejar la ideología de las c. dominantes. trial (1957), Madrid, Ri.dp, 1974; I. Fernández de
La frecuente confusión entre estrato social Castro y A. Goytre, Clases sociales en España en
y clase social —el primero puro y simple agre­ el umbral de los años 70, Madrid, Siglo XXI,
gado estadístico; la segunda, en cambio, colec­ 1974; L. Gallino, L'evoluzione delta struttura de
tividad concreta— no ha llevado sin em bar­ classe in Italia, e n (Juademi di Sociolonia, XIX,
go a descuidar únicamente la importancia de 1970, núm. 2; Giddens, La estructura d e cla­
la dimensión subjetiva de la estructura de c. ses en las sociedades avanzadas (1973), Madrid,
232 CLERICALISMO

Alianza; N. Laurin-Frenette. Las leonas funcio- nar las opciones y las orientaciones, utilizan­
nalislas de ¡as clases sociales: sociología e ideo­ do como instrum ento de intervención al cle­
logía burguesas (1975), Madrid, Siglo XXI, 1976; ro y a sus organizaciones laicas, que dirigen
G. Lukacs, Historia y consciencia de clase (1923), de este modo sus actividades hacia fines para
Barcelona, Grijalbo, 1978; T.H. Marshall, Citta- los que no han sido creadas. El c. concierne
dinanza e classe sociale (1963), Turin, UTET, 1976; pues no tanto a las relaciones entre estado e
K. Marx, Las luchas de clases en Francia de 1848 iglesia, considerados como entidades autóno­
a 7850(1850), en K. Marx y F. Engels, Obras esco­ mas e independientes, sino más bien a las
gidas en tres tontos, Moscú, Progreso. 1980,1.1; relaciones entre iglesia y sociedad civil. El c.
S. Ossowski. Estructura de clases y conciencia es casi siempre una consecuencia de la for­
social (1965), Barcelona, Roma, 1969; M. Pací, mación en las iglesias de una casta dirigente
Mercato del lavara e classi sociali in Italia, Bolo­ que se considera depositaría y árbitra de todo
nia, II Mulino, 1973; M. Pací (comp.). Immagine poder y autoridad, y a menudo indica una
del la societá e coscienza di classe, Padua, Mar- actitud que afecta también al interior de las
silio, 1969; M. Pací (comp.). Capitalismo e classi mismas iglesias, cuando los clérigos conside­
sociali in Italia, Bolonia, 11 Mulino, 1978; A. Paga- ran tener el derecho de intervenir en el ámbi­
ni, L'immagine delta struttura di classi nella to de los correligionarios laicos o subalternos,
popo!azitme italiana, en Quaderni di Sociología, sólo por ser los detentadores del poder.
xix, 1970, núm. 2; F. Parkin, Orden político y El adjetivo "clerical" es de origen intrae-
desigualdades de clase (1971), Madrid, Debate, clesiástico; durante muchos siglos ha indica­
1978; V.M. Pérez Díaz. Pueblos y clases sociales do simplemente lo que era propio del clero.
en el campo español, Madrid, Siglo XXI, 1974; Solamente después de la revolución france­
A. Pichieri (comp.), classi sociali in Italia 1870- sa, y precisamente hacia mediados del siglo
1970, Turín, Locschcr, 1974; A. Pizzorno, I sog- xix, asume un significado polémico (parece
getti del pluralismo: classi, partili, sindacati, que este término se usó por prim era vez con
Bolonia, II Mulino, 1980; N. Poulantzas, Poder este sentido en 1848) y entra en el lenguaje
político y clases sociales en el estado capitalista común junto con el término antagónico y
(1968), México, Siglo XXI, 1969; J.A. Schumpe- especular de anticlerical. Pocos años después
ter, Imperialismo y clases sociales (1953), Madrid, será sustantivado y el término clerical acaba­
Tecnos, 1965; R. Stavenhagcn, Las clases socia­ rá por indicar una categoría de personas bien
les en las sociedades agrarias, México. Siglo XXI, identificada: en Francia, aquellos católicos
1969; P. Sylos-Labini, Saggio su lie classi sociali. que demuestran de diversas maneras ser fau­
Barí, Laterza, 1974; M. Weber. Economía y socie­ tores del anden régime; en Italia, en el Pia-
dad (1922, 1964), México, Fondo de Cultura Eco­ monte prim ero, los católicos especialmente
nómica, 1964, 2 vols.; E.O. Wright, Clase, crisis preocupados por defender las prerrogativas
y estado (197S), Madrid, Siglo XXI, 1983. de la iglesia y los derechos del papa, en neta
distinción respecto a los católicos liberales (v.
[alessaxdro cayai.i .i] catolicismo liberal) y después de 1870 todos
los que se hicieron paladines de la reconquis­
ta del poder temporal por parte del papa. En
este último sentido, en ciertas ocasiones se
clericalismo acababa por identificar a los clericales con
los católicos en su conjunto.
Se trata de uno de aquellos términos cuya Los dos términos, c. y anticlericalismo, han
definición está estrechamente vinculada al tenido una historia y una suerte común; tam­
contexto histórico-político en el que se usa. bién en cuanto a su uso, ya sea en las relacio­
habiendo sufrido modificaciones y transfor­ nes conflictivas entre iglesia y sociedad civil,
maciones que corren el riesgo de caer en una ya sea incluso dentro de la misma de la igle­
cierta ambigüedad y dificultades de compren­ sia. especialmente la iglesia católica (princi­
sión. Actualmente se usa para indicar la con­ pal objetivo de los odios anticlericales, pero
ducta de una iglesia institucional que preten­ también por ser la más difundida en los paí­
de intervenir en los ámbitos de la sociedad ses en que nace y se desarrolla el término).
civil que no le son propios, a fin de determ i­ Entre los adversarios de la iglesia, el uso de
CLERICALISMO 233

este término no es univoco: para los libera­ otros dos vocablos, que a menudo se confun­
les y los fautores de la separación entre esta­ den entre si: laicidad y laicismo (v.).
do e iglesia, el término, en su significado polé­ En un cierto momento todas las iglesias
mico, tiene sobre todo una connotación pasan a ser minoritarias, aunque sigan estan­
antinstitucional más que antieclesiástica, do presentes en contextos geográficos y cul­
estando casi siempre ausente el aspecto anti­ turales en los que antes ejercían su propia
rreligioso. Sólo gradualmente, al pasar este hegemonía. Tal situación produjo una men­
término al vocabulario del radicalismo y del talidad, difundida todavía en la actualidad,
movimiento obrero, el anticlericalismo (v.), propensa a sostener que, como única deposi­
término especulativo respecto del c., indica­ taría de la verdad, la iglesia y su clase diri­
rá un movimiento de lucha no sólo contra las gente tienen el derecho de intervenir en todos
injerencias de la iglesia, sino también contra los problemas. La evolución más reciente de
el sentimiento religioso. No se ha de olvidar la iglesia católica ha llevado a dicha clase diri­
que también dentro de la iglesia, e igualmen­ gente a emitir documentos en los cuales dicha
te desde mediados del siglo xix, nacen movi­ mentalidad parece superada, pero no siem­
mientos y tendencias anticlericales, que tie­ pre resulta ser asi en los hechos. El retorno
nen sus raíces ya sea en grupos que no se con­ de tentaciones clericales provoca el retorno
sideran explícitamente de origen católico, ya de las oposiciones, y éstas son herederas de
sea en grupos o personas que actúan e inten­ tradiciones diversas: desde la tolerancia, que
tan permanecer dentro de la iglesia. Precisa­ se manifiesta hoy con el llamado a la laicidad
mente m ientras el término asumía, en el (término más aconsejable que laicismo), has­
movimiento obrero, connotaciones antirreli­ ta la intolerancia y los prejuicios, que se mani­
giosas, algunos católicos militantes, lógica­ fiestan con un retorno a verdaderas formas
mente sin el consentimiento de la iglesia de anticlericalismo.
jerárquica, y a menudo con su explícita desa­ De ser un fenómeno eclesiástico, el c. se
probación, se hacían promotores y defenso­ convirtió en fenómeno político, para ser hoy
res de un catolicismo anticlerical. más bien un fenómeno cultural, en el senti­
Esto llevará, en épocas más recientes, a la do más amplio del término. El encuentro
formación de neologismos que a su vez no entre culturas diversas ha quitado a las igle­
estarán exentos de ambigüedad: baste seña­ sias el monopolio sobre el saber, y por tanto
lar por ejemplo el término desclericalización, les ha quitado el poder. Los diversos proce­
usado tal vez para indicar la tendencia den­ sos de secularización han acabado por intro­
tro de la iglesia a dar espacio y poder a los ducir dentro de las iglesias problemáticas y
laicos, acabando con el monopolio del clero; crisis antes desconocidas. Aun siendo una ten­
otras veces, en ámbito extra-católico, indica tación latente, y no siempre superada, pare­
el esfuerzo por oponerse a toda forma de inje­ ce que el c. ha perdido hoy su espacio, en una
rencia de la iglesia en la sociedad civil; otras sociedad que no sólo ha dejado de ser sagra­
veces, finalmente, será usado como sinónimo da, sino que es tendencialmente pluralista.
de secularización, con un significado no ecle­
siástico, sino sociológico. BIBLIOGRAFIA: R. Berardi, “Clericale"e “clericalis­
Las vicisitudes del c. están en la práctica mo" negli ultimi cerní auni, en II Mulino, ix.
vinculadas a la actitud del mundo católico: abril de 1960; Clericalismo e anticlericalismo, en
la formación y radicalización de las actitudes Enciclopedia filosófica, Florencia, Sansoni, 1967;
de intransigencia genera formas de anlicle- G. Miccoli. La questione delta luidla nel pruces-
ricalismo, que a su vez se cargan de connota­ so storico moderno, en Bozze 79. II, diciembre de
ciones diversas. Pero al mismo tiempo, en la 1979; R. Murri, La política clericale e la demu-
relación entre las dos tendencias, se inserta crazia, Roma, Societá Nazi únale di Cultura, 1908;
otro término que va cambiando gradualmente P. Scoppola. laicismo e anticlericalismo, en Chie-
sus contenidos: el término laico, también de sa e religiositá in Italia dopo l'unitá (1861-1878),
origen eclesiástico, recoge la herencia posi­ Milán, Vita e Pensiero, 1973; Varios, Luidla, pro-
tiva del anticlericalismo, y será usado dentro hlemi e prospettive, Milán, Vita e Pendiera, 1977.
de la iglesia asi como en las ideologías que
se le contraponen. Éste a su vez generara [VAl RII.IO GLASCO]
234 CLIENTELISMO

clientelismo tuida prácticamente por la asociación de


varias comunidades familiares (res publica),
comunidad que en cuanto tal no tenía la posi­
Para comprender el uso que actualm ente se bilidad de asegurar —como de hecho sucedió
le da al término c. en las ciencias y en la socio­ en la casi totalidad de las sociedades tradi­
logía políticas, probablemente sea útil partir cionales, organizadas todas ellas más o menos
de lejos, señalando, aunque sea brevemente, del mismo modo— una tutela eficaz de los
las clientelas y los clientes de las suciedades propios miembros, tutela que recaía, pues, en
tradicionales y, de manera particular, la clien­ las estructuras familiares que de esta mane­
tela romana que no sólo le dio nombre al fenó­ ra llegaban a adquirir una importancia pre­
meno sino que indudablemente es el ejemplo ponderante: los siervos libertos y los extran­
más conocido: en Ruma, por clientela se jeros de reciente inmigración en la ciudad no
entendía una relación entre sujetos de esta­ encontraban solución más adecuada que la de
tus diverso que se entablaba al margen de la buscar la protección de las personas impor­
comunidad familiar, aunque dentro de su tantes de extracción gentilicia que poseían la
órbita; relación de dependencia económica y tierra y cumplían las funciones políticas cen­
política, al mismo tiempo, que llegaba a estar trales ofreciendo a cambio sus propios ser­
sancionada en el mismo campo religioso, vicios.
entre un individuo de rango más elevado Pero dejando a un lado el mundo romano,
(patronos) que protegía a sus propios clien­ las estructuras clientelares son un fenómeno
tes, los defendía en los juicios, testificaba en difundido aun dentro de las demás socieda­
su favor, les asignaba una tierra de su pro­ des tradicionales: en cuanto tales han sido
piedad para el cultivo y un ganado para que objeto de estudio esencialmente por parte de
lo criaran, y uno o varios clientes que eran los antropólogos. Términos como clientela y
individuos que gozaban del status lihertatis, c. no pueden, sin embargo, considerarse por
en general siervos libertos o extranjeros inmi­ esto como patrimonio exclusivo de la inves­
grantes, que a cambio no sólo se mosLraban tigación antropológica: partiendo de lo dicho
sumisos y deferentes sino que obedecían y hasta ahora, no es difícil llegar al uso que se
ayudaban de diversas m aneras al patronus, les ha dado a los mismos términos en la cien­
del elidiéndolo con las armas, testificando en cia política, uso que se encuentra en prim er
su favor en los tribunales y prestándole ayu­ lugar en las investigaciones sobre la moder­
da aun en el nivel financiero cuando asi lo nización política y sobre aquellas realidades
requerían las circunstancias. sociales que están a caballo entre la tradición
Partiendo de esa descripción, por más y la modernidad, en que por una parle el
somera que sea, no debe resultar difícil defi­ modo capitalista de producir y por la otra la
nir las relaciones de clientela como fenóme­ organización política mudernu cimentada en
nos típicos de una sociedad tradicional como un aparato político-administrativo centrali­
la romana en que, no sólo en los tiempos más zado han penetrado, pero no han logrado, sin
antiguos de la República, sino también en una embargo, trastocar completamente las rela­
época*más tardía, y a pesar de las ampliacio­ ciones sociales tradicionales y el sistema polí­
nes territoriales y del desarrollo de una eco­ tico preexistente. A pesar de que el impacto
nomía mercantil, seguía prevaleciendo una con las estructuras de! mundo moderno ata­
economía natural cerrada orientada más a la có la red de vinculaciones clientelares y a
producción para el consumo que para el inter­ pesar de que las relaciones de dependencia
cambio. En esta clase de sociedades la orga­ personal se abolieron formalmente, tienden,
nización política se puede reducir en prim er sin embargo, a sobrevivir y a adaptarse, tan­
lugar a la comunidad doméstica —que ade­ to frente a la administración centralizada
más de ser la estructura económica funda­ como frente a las estructuras de la sociedad
mental en que se llevaba a cabo el cultivo de política (elecciones, partidos, parlamentos)
la tierra, era también un microcosmos políti­ con la diferencia fundamental de que, mien­
co autónomo, gobernado y protegido por el tras que en la sociedad premoderna los sis­
pater familias— y sólo en una segunda instan­ temas clientelares formaban verdaderos
cia a una comunidad política estatal consti­ micro-sistemas autónomos, salvo raras excep­
CLIKNTELISMO 235

ciones en que sobreviven como tales y se pre­ financiamientos, licencias, etc.). Es importan­
sentan como alternativa al sistema político te señalar que esta forma de c. —a semejan­
estatal (v. mafia), y tienden a unirse e integrar­ za del tradicional— no tiene como resultado
se en una posición subordinada con el siste­ una forma de consenso institucionalizado
ma político moderno; un ejemplo clásico es sino más bien una red de fidelidades perso­
el partido de “notables" —no notables en sen­ nales que pasa tanto a través de un uso per­
tido genérico, sino como propietarios del sue­ sonal por parte de la clase política de los
lo—, encabezados, como los "señores de casa” recursos estatales como, partiendo de éstos,
premodernos, por una red de relaciones d ien ­ aunque en términos más mediatos, a través
telares que ahora se transforma, sin em bar­ de la apropiación de recursos "civiles" autó­
go, en estructuras de acceso y contacto con nomos.
el sistema político. Especialmente en la épo­ Se puede hablar de clientela y de c. fuera
ca del sufragio restringido —aunque no fal­ de las formaciones sociales atrasadas o en
tan ejemplos posteriores a la introducción del transición: nos referimos en este caso a los
sufragio universal—, el notable, al que le esta­ fenómenos descritos en el análisis del hossis-
ba reservada de hecho o de derecho una rela­ mo y de la machine politics en un contexto
ción privilegiada con el poder político, funge como el de los estadunidenses que, si bien pre­
como elemento de empalme de éste con la senta en determinados sectores (áreas subur­
sociedad civil y con los propios clientes a los banas, inmigrados, negros, etc.) característi­
que les sigue dandu protección y ayuda en las cas de desagregación social parecidas a las
relaciones con un poder a menudo distante de las áreas en vías de desarrollo, que como
y hostil, a cambio, ahora, de consensos elec­ tales justifican fenómenos de tipo clientelar,
torales. presenta, sin embargo, también un c. difun­
El partido de “notables", que acabamos de dido a escala nacional, que puede reducirse
describir, típico de las formaciones sociales a la fragmentación de la sociedad civil en una
en vías de desarrollo, no abarca sin embargo pluralidad de grupos de interés en competen­
toda la gama de fenómenos a los que se apli­ cia recíproca, que paradójicamente encuen­
ca el téi mino c. Representa más bien un lazo tran, en una singular disponibilidad de recur­
de unión con el c. ligado a la difusión de la sos, lo que. por un lado, no los obliga a una
organización política moderna, especialmente restructuración en términos de clase, aunque
a la de los partidos de masa. Refiriéndonos sea lejana, de acuerdo con el modelo de los
sólo a estos últimos (aunque el discurso pue­ partidos europeos (véase C. W. Mills, While-
de aplicarse también a la burocracia moder­ collar, Nueva York, 1951, sobre las diferen­
na), no hay duda de que su acercamiento con cias entre partidos norteamericanos y parti­
la sociedad civil es en principio contraria a dos europeos) y, por otro, les permite coexis­
la clicntclar, basándose en vínculos horizon­ tir. En cuanto a estos recursos, la parte que
tales de clase o de intereses, a los que se les proviene del sector público o controlada
proporciona una agregación política, ante públicamente —excepción hecha de los gru­
todo en los mismos contextos en que se había pos más grandes de poder dentro de la socie­
planteado el partido de “notables", en el que dad civil que son capaces de imponer sus pro­
el desarrollo determina procesos de desagre­ pias decisiones a la clase política— se asigna
gación social a menudo macroscópicos, en el en términos rigurosamente clientelares que
que los partidos y las estructuras políticas tienen mucho en común con el c. de las zonas
modernas se imponen "desde lo alto", sin el atrasadas, descrito anteriormente, y que
apoyo de un adecuado proceso de moviliza­ como tales entrañan formas de adquisición
ción política, en lugar del c. que tiende a con­ de consenso por medio de un intercambio y,
solidar un estilo clientelur en que están inte­ por consiguiente, también fenómenos de per­
resados por encima de los ciudadanos, no tan­ sonalización del poder sumamente evidentes.
to los notables tradicionales sino los políti­ Pasando ahora a Europa, aunque con no
cos de profesión, que ofrecen a cambio de pocas diferencias, también ahi se encuentra
legitimación y sostén (consensos electorales) un c. con no pocos puntos de contacto con el
toda clase de recursos públicos de los que que acabamos de describir, aunque afecta
pueden disponer (cargos y empleos públicos, sólo a un sector más restringido de la estruc­
2?6 COG ESTIOS

tura social formado por los estratos interme­ zianu, Clientelismo e sistema político: il caso
dios, excepción hecha de las situaciones en deiritalia, Milán, Angelí, 1980: A. Pizzomo, / ceti
que estos estratos se ven prácticam ente obli­ medí nei meccanismi del consenso, en F.L. Cavaz-
gados por las relaciones entre las dos clases za y S.R. Graubard (comps.), ¡I caso italiano,
capitalistas dirigentes —relaciones que pre­ Milán. Garzunti, 1974, 2 vols.
vén una institucionalización del conflicto
entre estas dos clases y que, como en el caso [AI.FIO MASTROPAOl.o]
británico, permiten el desarrollo de un siste­
ma bipolar de partidos— a convertirse en
gran parte en el séquito de masa de los p arti­ cogestlón
dos de inspiración burguesa. Podemos seña­
lar el problema sólo en términos sumamente i. participación y coGKSTiOv En las sociedades
esquemáticos: en donde las clases subordina­ industriales gobernadas según los ordena­
das gozan de una ciudadanía política incom­ mientos democráticos se plantea el problema
pleta y sus partidos se consideran como —u de instituir derechos de participación no sólo
obligados a convertirse en— partidos "anti- para el ciudadano como miembro de la comu­
sistem a” (de lo que resulta un modelo muv nidad política sino también para el trabaja­
distinto de hegemonía capitalista), los estra­ dor como miembro de la comunidad econó­
tos intermedios se ven estimulados para tra ­ mica. Dentro de la empresa, el capital y el tra ­
ducir la disgregación de clase que los carac­ bajo son considerados, en una concepción de
teriza en una fragmentación política que es democracia participativa, como elementos
directamente proporciona] a la relevancia de complementarios en la vida empresarial, dis­
sus consensos por la estabilidad del sistema pensadores de dignidad y de responsabilidad
político. ¿Cómo responden los partidos bur­ paritarias, aunque orientadas en otro senti­
gueses “con vocación m ayoritaria” a estas do. Por lo tanto, tal como se garantiza al
tendencias centrifugas? Nos parece que se le accionista la posibilidad de participar en la
puede contraponer al empleo de recursos sim­ administración del capital, así se sostiene que
bólicos, o sea a la búsqueda de una restruc­ debe ser dada al trabajador la posibilidad de
turación política a través del recurso a sím­ participar en la gestión de la empresa.
bolos que pueden definirse genéricamente La participación de los trabajadores en la
como "defensivos" (anticomunismo, naciona­ gestión de la em presa puede llevarse a cabo
lismo o cualquier otro ismo), el empleo de de diferentes maneras y a distintos niveles;
recursos mucho más materiales cuya falta de la c. propiamente dicha constituye el grado
intereses homogéneos se suple, como en la más avanzado en el marco del sistema capi­
political machine (véanse los casos de la talista. Los diferentes grados de participación
democracia cristiana, que pasa de ser un par­ en la gestión pueden, en efecto, ser clasifica­
tido religioso y en parte de notables en senti­ dos en el siguiente orden: a] la información
do tradicional, pero también en gran parte a los trabajadores para analizar las eleccio­
basado en el llamado anticomunista de 1948, nes hechas por la dirección empresarial; h¡\
a la situación denunciada actualmente por la información reciproca entre la dirección
todos y, en Francia, el paso del degaullismo y los trabajadores a través de la discusión-, c]
de la grandeur al de los "barones”), por medio los métodos de consulta preventiva y no obli­
de formas de incentivación individualista o gatoria; d\ la consulta obligatoria a los tra ­
corporativa que, sin prever ninguna agrega­ bajadores para analizar ciertas decisiones
ción orgánica de intereses en un marco polí­ empresariales que puede asum ir formas de
tico, realizan un intercambio de tipo clara­ negociación y de control hasta llegar al dere­
mente clientelar entre los consensos electo­ cho de veto; e] la cadecisión, en que las deci­
rales de los individuos o de los grupos y los siones se toman de común acuerdo entre las
recursos que el estado pone a disposición del dos partes. En el penúltimo grado, que podría
personal partidista. llamarse de cooperación, la consulta recipro­
ca tiene lugar en el momento de las delibera­
aiHLiGGRAt ia L. Gra/iano (comp.), Clientelismo«. ciones programáticas; en el último grado, que
mutamento político, Milán, Angelí, 1974: L. Gra- es el de la c„ el acuerdo reciproco tiene lugar
COGESTIÓN 237

incluso en el momento de las decisiones efec­ de la orientación del sindicalismo revolucio­


tivas. En algunos países la participación de nario sustentado entonces por los socialistas.
los trabajadores en la gestión, por medio de El fascismo se enfrentó al problema de la
las organizaciones sindicales, se encuentra c. en los últimos meses del régimen, por
restringida a sectores específicos, tales como medio del decreto legislativo del 12 de febre­
las actividades sociales; en otros países (v. § ro de 1944 sobre la socialización de las empre­
ni), se dan, por el contrario, ejemplos de c. sas. El decreto instituía el consejo de gestión,
aplicada a toda la actividad empresarial. compuesto por representantes de los traba­
El problema de la c. es distinto y diferente jadores, en el marco de un ordenamiento cor­
al problema (más amplio y diferenciado) de porativo que culminaba en la figura del “jefe
la participación de los trabajadores en la pro­ de la empresa”. Mientras tanto, algunas cláu­
piedad y/o en las utilidades de la empresa. sulas de participación habían sido acordadas
Ambos problemas ofrecen, sin embargo, cone­ entre industriales y trabajadores en el primer
xiones directas; la c. induce fácilmente a los acuerdo para la institución de las comisiones
trabajadores a querer participar en los resul­ internas, estipulado entre Mazzini y Buozzi
tados económicos de la empresa que coges- en Roma el 2 de septiembre de 1943. Luego
lionan y, a la inversa, los trabajadores que de la liberación, la experiencia de los cln
participan en los resultados económicos de em presariales llevó a la presentación de un
la em presa son inducidos a reivindicar con­ proyecto de ley gubernamental (Morandi-
troles y corresponsabilidades en la gestión. D’Aragona) para el reconocimiento jurídico
de los consejos de gestión que, por otra par­
II TENDENCIAS A LA COGESTIÓN EN ITALIA. "Con el fin te, no tuvo mayor éxito que su predecesor gio-
de lograr la elevación económica y social del littiano. Los sucesivos avances de la legisla­
trabajo, y en armonía con las exigencias de ción del trabaja y de la contratación sindical
la producción —establece el art. 46 de la cons­ llevaron a refuerzos sustanciales de los dere­
titución italiana— la república reconoce el chos de los trabajadores en sus lugares de tra­
derecho de los trabajadores a colaborar, bajo, pero según direcciones y procesos dife­
según las modalidades y dentro de los limi­ rentes a los de la cogestión.
tes establecidos por las leyes, en la gestión de
las em presas.” Tal como otras normas esta­ ili. la m i t b b s t i m m u n g alem a n a Las formas más
blecidas por la constitución en el sector de desarrolladas y significativas de c. en las
las "relaciones económicas”, este artículo empresas se aplican en Alemania occidental.
programático ha encontrado escasas aplica­ La c. paritaria se practica sólo en las indus­
ciones. La participación en la gestión fue, en trias carbosiderúrgicas, mientras que en los
Italia, una instancia especialmente activa en demás sectores la c. se da en formas atenua­
los años que mediaron entre el fin de la pri­ das y el poder de la representación de los
mera guerra mundial y el advenimiento del dependientes es minoritario; sin embargo,
fascismo. Como introducción a una investi­ desde hace algunos años tiene lugar una
gación sobre el control obrero en las indus­ acción política y sindical para la extensión de
trias. Luigi Einaudi escribía, en el Corriere una efectiva c. a todos los sectores indus­
delta Sera del 16 de septiembre de 1920, que triales.
la aspiración del trabajador "a sentirse due­ La c. en las industrias del carbón y del ace­
ño de >u trabajo" "es la traducción, en la ro es una herencia de la ocupación posbéli­
industria, de un principio admitido en el ca. La mayor parte de estas industrias se
gobierno político de los pueblos modernos". encuentra concentrada en el Ruhr, que fue
Luego de la ruptura de las negociaciones res­ confiado al control inglés. Las autoridades
pecto de los consejos de gestión entre indus­ británicas de ocupación, en su intento de
triales y sindicatos, el 8 de febrero de 1921 "dem ocratizar" las grandes industrias mine­
Giolitti presentó a la cám ara un proyecto de ras y metalúrgicas que habían sostenido al
ley sobre el "control de las industrias por par­ nazismo y obtenido provecho de la produc­
te de los trabajadores que a ellas pertenecen”. ción bélica, llamaron a una representación
El proyecto de ley Giolitti no logro ninguna obrera para que participase en las decisiones
repercusión parlam entaria a causa, tamhién, relativas a tales empresas. Tamhién por la
2 tS COLONIALISMO

influencia ejercida por una comisión consul­ Por otra parte, hay que tener presente que
tiva. en la que prevalecían economistas de la la c. no persigue el objetivo de la transferen­
escuela de Friburgo, se llegó, en 1951, a la cia de los poderes empresariales a los traba­
aprobación de la ley federal sobre la Mitbes- jadores, como sucede en el caso de la auto­
tim m ung (codecisión) de los trabajadores en gestión (v.J y ha sido intentado en el pasado
los consejos de administración de las indus­ con los consejos obreros (v.)
trias del carbón, del hierro y del acero. Las La extensión de las experiencias de c. se ve
principales características de la ley son: el dificultada por dos motivos: m ientras que la
carácter paritario del consejo de adm inistra­ mayoría de los empresarios la considera un
ción. compuesto por un igual número de peligroso debilitamiento de su propio poder
representantes del capital y del personal, más de decisión, los sindicatos se hallan divididos
un miembro externo nombrado de común entre el proyecto de valerse de las oportuni­
acuerdo entre las dos partes; la presencia en dades que ofrece la c. y el considerar incom­
la dirección empresarial, junto a los directo­ patible a la c. con función conflictiva e impug­
res encargados de las partes técnicas y eco­ nadora del sindicalismo. Escoger el camino
nómicas, de un director del trabajo (Arbeits- de la c. significa escoger preliminarmente a
direktor) designado por el personal. En 1952 favor de la curresponsabilidad de la integra­
fue aprobada una segunda ley que hacía ción en el sistema y contra la impugnación
extensiva la c. a todas las demás empresas, radical del mismo; esto explica también el
pero en formas atenudas y con deberes con­ poco éxito obtenido por el intento de exten­
sultivos. En 1972 la Mitbestimmung fue ins­ der del mundo obrero al estudiantil el razo­
titucionalizada en el estatuto de fábrica que namiento sobre la cogestión.
entró en vigor bajo el gobierno del socialde-
mócrata W. Brandt. BlBUOCíHAFIA: F. Bloch-Lainé y F. Perroux, La for­
En conjunto, la experiencia alemana ha mación de decisiones en la empresa (1968), Bil­
demostrado que la c. no es inconciliable con bao, Deusto, 1971; H.A. Clegg, lina nueva demo­
las exigencias productivas ni con la economía cracia industrial (1960), Barcelona, Hispano-
de mercado, por lo menos en un sistema capi­ Europea, 1966; R. Dahrendorf. I m s clases socia­
talista en que los sindicatos estén dispuestos les y su conflicto en la sociedad industrial (1957),
a asum ir un papel más cooperativo que con- Madrid, Rialp, 19702; M. Demonque y J.Y.
flictivo. Por otra parte, ésta ha mostrado sus Eichenberger, l.a parlicipation, París, France-
propios limites, entre los cuales se destaca la Empirc, 1968; VV. Garcin, Cogestión y participa­
tendencia de los representantes a burocrati- ción en ¡as empresas de los países del Mercado
zarse y a atenuar los contactos con el ambien­ Copnún (1968), Madrid, ice, 1970.
te del que provienen. Examinando las relacio­
ne» entre los trabajadores y sus representan­ [VALERIO ZANONE]
tes en los consejos de administración de las
empresas cogestionadas, Dahrendorf conclu­
yó que los conflictos industriales seguirán
subsistiendo hasta que no se vislumbre una colonialismo
posibilidad de coordinar las empresas de otra
forma que no sea por medio de la autoridad. IV i definición. C. es la doctrina y la práctica ins­
titucional y política de la colonización. Aun­
IV EXPERIENCIAS EN OTROS PAISES. La C., tal Com o que colonización es el proceso de expansión
fuera definida en el § i, es una forma de y de conquista de colonias, la sumisión por
encuentro entre capital y trabajo que tiene medio del u»o de la fuerza o de la superiori­
lugar dentro de la empresa. Por lo tanto, es dad económica de territorios habitados por
inadecuada la extensión del término a formas poblaciones distintas de las de la potencia
de cooperación que tienen lugar en el nivel colonial, c. define más propiamente la orga­
macroeccnómico. como los consejos económi­ nización de sistema» de dominio.
cos y sociales paritarios que tienen especial Colonizaciones ha habido en todas las épo­
importancia en el ordenamiento nacional bel­ cas históricas y, considerando la naturaleza
ga y el holandés. y los fines del c., diversos han sido los siste-
COLONIALISMO 219

mus de dominio colonial. En el uso común c. rias primas de la metrópoli, mientras que la
significa la dominación institucionalizada de sociedad se adm inistra con los métodos que
un estado sobre pueblos pertenecientes a civi­ permitan la explotación de la fuerza de tra ­
lizaciones dis ntas y lejanas: se habla en este bajo a bajo precio y que al mismo tiempo con­
caso de c. Ion íl. La segunda guerra mundial trolen el mantenimiento de un equilibrio que
y el nuevo ord n internacional que surgió de no permita la ruptura de las leyes y del orden
ella señalan el inal de los sistemas colonia­ impuesto.
les formales, o sea reconocidos como legíti­ El término c. se utiliza además en otros con­
mos por la comunidad internacional. Muchos textos muy variados: puede significar segre­
países, aun no estando gobernados por esta­ gación y desigualdad institucionalizadas
dos extranjeros, independientes en la forma, como las que hay por ejemplo en el régimen
han sido por algún periodo de su historia con­ de apartheid (r.) en Africa del sur. Algunos
siderados objeto de c. informal (Persia, Afga­ estudiosos sostienen en efecto que el régimen
nistán y China, por ejemplo), o sea sujetos a racista sudafricano no es más que un régimen
una dominación Je fació. El término neoco- colonial de c. interno.
lonialismo empieza a aparecer en la literatu­ Muchos intelectuales africanos hablan pues
ra en los años cincuenta para definir las for­ de autocolonialisino para definir el proceso
mas de dependencia económica, social, polí­ de subordinación a la cultura occidental que
tica y cultural a las que son sometidos los paí­ conforma en gran parte la toma de concien­
ses ex coloniales o aquellos que en la época cia nacionalista de las clases medias en los
se aprestaban a acceder a la independencia. países ex coloniales.
El neocolonialismo se ha caracterizado hoy,
más que por el dominio político exclusivo de n colonialismo una periodización. El c. ha teni­
una metrópoli sobre sus ex posesiones colo­ do formas, contenidos y consecuencias diver­
niales, por el dominio del mercado capitalis­ sas según las necesidades de la expansión de
ta internacional sobre países productores de los países europeos en el mundo. Existe una
m aterias primas, privados de estructuras interacción precisa entre el desarrollo propio
industriales integradas, dependientes finan­ de Europa y la colonización. Las aportacio­
ciera y tecnológicamente, gobernados por cla­ nes del c., en sus diversas formas, contribu­
ses políticas condicionadas fuertemente por yen a modificar progresivamente las estruc­
la estructura de la dependencia económica. turas económicas de los paises europeos, al
A menudo se usa c. como sinónimo de impe­ igual que actúa, transformándolas profunda­
rialismo. cuando que en realidad no es más mente. sobre las sociedades colonizadas.
que una de las formas que el imperialismo ha Podemos distinguir un prim er periodo en
asumido en el curso de la historia. El c.. en el que el c. está determinado por la expansión
la época de la expansión imperialista más del comercio en el mundo, hasta cerca de la
avanzada, a fines del siglo xix, alcanzó for­ mitad del siglo xvn, con el predominio de
mas y contenidos más complejos que en las Purtugal y de España, la fundación de bases
épocas precedentes. en las costas de los continentes extraeuro­
La necesidad de am pliar las fuentes de peos. la explotación de las minas de oro y de
m aterias primas, minerales y agrícolas, en plata, el comercio de los tejidos hindúes y de
favor del desarrollo industrial de los países las especias orientales.
europeos, determinó no sólo el reparto del Asi, pues, el e. moderno tuvo su principio
resto del mundo aun no colonizado, sino en los viajes de exploración de los portugue­
sobre lodo la organización de formas estata­ ses que habrían de llevar al descubrimiento
les coloniales cuyo fin era la estructuración de la vía marítima de las Indias. El doble obje-
de cada país colonial en sentido económico tivo perseguido por Portugal era extender la
y social funcional para una explotación más cruzada contra el Islam y establecer un trá ­
racional de los recursos. fico directo, ya no mediado por italianos y
Los limites de los países colonizados son árabes, con el oriente productor de especias.
definidos según los intereses de las potencias El objetivo esencial son las Indias y la posi­
coloniales, y se organiza la economía con el bilidad de la explotación de sus riquezas. Por
tin de responder a las necesidades de mate­ el camino se I lindan bases sobre la costa al ri-
240 COLONIALISMO

cana, de donde se inicia el comercio del oro de darse por concluida la primera fase colo­
y de los esclavos. A mediados del siglo xvi, nial, con la independencia de la casi totalidad
Portugal controla todo el océano Indico, tie­ de las colonias americanas, la potencia ingle­
ne bases comerciales importantes en las sa sigue expandiéndose de la India a A ustra­
Indias y, más tarde, con la conquista de lia, a Sudáfrica y a la fundación de bases en
Macao, penetrará al sur de los mares de la el Africa occidental. Es la época del libre
China. comercio que subraya la superioridad de las
Con el descubrimiento de América y el tra ­ manufacturas inglesas. Y de la abolición for­
tado de Tordesillas (1494) —según el cual el mal del tráfico de esclavos —que continúa por
océano Atlántico quedaba dividido en dos lo que respecta al África oriental hasta fines
zonas de influencia: una española y otra por­ de la segunda mitad del siglo y sólo pierde
tuguesa, estando la linea de demarcación peso con la conclusión de la guerra civil norte­
constituida por una linea meridiana que pasa­ am ericana— que ya no responde a las nece­
ba a 370 millas marinas al oeste de las islas sidades de la expansión del capitalismo indus­
de Cabo Verde— también el Nuevo Mundo se trial. Se abre la época de promoción del
abre a la conquista. comercio llamado "legítimo" (para distinguir­
La conquista de las Américas tendrá sobre lo del comercio de seres humanos, conside­
las sociedades colonizadas —expuestas a una rado ilegitimo hoy) que contempla la expan­
explotación intensa prim ero de las minas y sión de la gama de productos requeridos por
después en las plantaciones— un efecto los centros industriales. Aumentan los inte­
devastador. Sociedades enteras son destrui­ reses mineros y agrícolas de las empresas
das. y no sólo politicamente, también bioló­ comerciales europeas; se constituyen compa­
gicamente. ñías privadas y concesionadas que obtienen
A los portugueses y españoles siguieron los derechos para explotar los recursos de inmen­
holandeses, ingleses y franceses. Entre todas sos territorios. Se desarrolla de esta mane­
las potencias comerciales surge a fines del ra, incluso donde la colonización se limitaba
siglo xvii Inglaterra, que extiende sus pose­ a la presencia de puestos comerciales, la pene­
siones por todos los continentes. tración hacia el interior asistida militarmente
La colonización es más bien, en esta fase, y seguida por la constitución de estructuras
sobre todo expansión del comercio. Pero, administrativas.
m ientras que en Asia y Africa prevalecen las
bases comerciales, América va cubriéndose En la segunda
tu. e l c o l o n ia l is m o co m o sist e m a .
de colonias en posesión, en las que se desa­ mitad del siglo xix se asiste a una verdadera
rrollan producciones para la exportación competencia entre las grandes potencias
hacia el centro metropolitano (azúcar, por europeas para ampliar el área de influencia
ejemplo) basadas en el sistema de las planta­ de las propias empresas comerciales nacio­
ciones esclavistas. A partir del siglo xvn el nales en Asia y en el continente africano. El
continente africano se vuelve la región que reparto de Africa que sigue al congreso de
proporciona esclavos para la expansión de los Berlín (1884-1885) abre una nueva época del
tráficos europeos. La acumulación de rique­ c. con la constitución de estados organizados
zas en Europa, y sobre todo en Inglaterra gra­ con el fin de permitir una explotación más efi­
cias a su superioridad m arítim a y comercial ciente de los recursos de los países y de las
y a su eficiente organización estatal más avan­ poblaciones dominadas. La búsqueda de la
zada, permite hacia fines del siglo xvm el ganancia ya no se limita a empresas privadas
desarrollo en amplia escala de la producción o a compañías, sino que se convierte en una
m anufacturera y da entrada a la revolución política nacional perseguida por los estados
industrial, transformando definitivamente los europeos, financiada con fondos públicos,
términos de la economía mundial. Inglaterra, ayudada por la conformación de aparatos
prim er país en realizar la revolución indus­ adm inistrativos y políticos ad hoc. Desde el
trial, m antendrá la supremacía y por lo tan­ punto de vista económico, del comercio de
to el monopolio, incluso colonial, hasta casi extracción o de intercambio, se pasa a la pro­
fines del siglo xix. moción de producción de materias primas
Si en la prim era década del siglo xix pue­ agrícolas (oleaginosas, algodón, cacao, caf é.
COLONIALISMO 241

té, etc.) y a la explotación de los recursos dad de crear estructuras de dominio totales
minerales con el empleo de notables inversio­ para organizar la explotación sistemática de
nes de capital. los recursos. El c. se vuelve una "necesidad
El c. se convierte en el método de organi­ histórica” para la expansión del capitalismo
zación de la producción basado en la explo­ y se estructura como sistema: las sociedades
tación de una fuerza de trabajo privada de colonizadas, sea cual fuere su situación for­
derechos políticos y sociales en el ámbito del mal (colonias, protectorados), serán desde la
estado colonial, y de conquista de mercados conquista sometidas y transformadas profun­
monopolistas tanto para los productos indus­ damente. Toda la economía, las infraestruc­
triales europeos como para las inversiones de turas fisicas y administativas serán dedica­
capital. das a la producción para la exportación. Los
El continente africano se reparte entre las sistemas sociopolíticos preexistentes serán
potencias que ya gozaban de áreas de influen­ destruidos o modelados para ser usados en
cia económica y política. Los ingleses reivin­ funciones del mantenimiento del orden
dican los territorios en los que ya actuaban colonial.
las compañías (Royal Nigcr Company en Nige­ La prim era guerra mundial, con la derrota
ria. British East Africa Company en Kenia; de Alemania y Turquía, implica una nueva
British South Africa Company en Rodesia y subdivisión de las posesiones coloniales entre
Niasaland), o en los que ya existian intereses las potencias vencedoras. Las colonias de las
consolidados de empresas comerciales priva­ potencias derrotadas fueron gobernadas bajo
das inglesas. Los franceses extendieron los el control internacional.
dominios propios de las zonas costeras del El artículo 22 del Pacto de la Sociedad de
Africa occidental y ecuatorial; los alemanes, Naciones declaraba que aquellos territorios
por medio de una serie de tratados, logran eran considerados "m andatos" controlados
crearse un imperio, aunque de menor exten­ por una comisión permanente ad hoc. Se dis­
sión, tanto en África occidental (Togo, Came­ tinguían tres tipos de mandatos según la
rún) como en la oriental (Tangañica con los mayor o menor autonomía concedida: los
anexados Ruanda y Urundi) o en el hemisfe­ mandatos A (Siria, Líbano, Transjordania,
rio sur (Africa del suroeste, actual Namibia). Palestina) cuya independencia se preveía en
La conquista colonial sucede a través de breve; los mandatos B (Camerún, Togo, Tan­
acciones militares y de tratados, y es un pro­ gañica, Ruanda Urundi) que habían de admi­
ceso largo y complejo que en algunos casos nistrarse como colonias y serian repartidas
puede considerarse concluido sólo en las pri­ entre Inglaterra. Francia y Bélgica, todavía
meras décadas del siglo xx. no incorporados a otras posesiones colonia­
Existe un complejo debate historiográfico les; los mandatos C (islas del Pacífico y el Áfri­
sobre las razones del reparto que da inicio a ca sudoccidental) sobre los que no se ponía
esta fase del c. Algunos historiadores consi­ limites a las potencias m andatarias.
deran al c. de fines del siglo xix como la El sistem a de los mandatos —para permi­
expresión del nacionalismo de los estados tir un ejercicio efectivo de los espacios de
europeos y del consiguiente desarrollo de las autonomía considerados—, por ser poco efi­
rivalidades internacionales. Otros especifican caz. dada la debilidad de la Sociedad de
las causas en el complejo juego diplomático Naciones, representa la prim era brecha en el
y sobre todo en la política de Bismarck que sistema colonial. En los años transcurridos
desafia a los equilibrios establecidos. Cierto entre las dos guerras, la expansión de la eco
que en la base del reparto está el fin de la nomía de exportación y los cambios sociales
supremacía económica y política de Inglate­ que fueron su consecuencia tuvieron reflejos
rra y la presentación en el proscenio de poten­ políticos en la constitución en muchos terri­
cias industriales en competencia a la busca torios coloniales de grupos y movimientos de
de fuentes seguras de materias primas y de un carácter bastante militante que reclaman
mercados. Sin embargo esto no explica por desde luego la liberalización de los sistemas
qué fue necesario establecer c. formales y coloniales, aunque todavía no la independen­
estructurados. Debe analizarse la distinta cia. Seguirán toda una serie de reforma*
cualidad del c. contemporáneo en la necesi­ administrativas y constitucionales diseñadas
242 COLONIALISMO

para mantener d poder y la estabilidad de los la historia política del mundo contem porá­
estados coloniales. neo, la independencia ha sido conquistada con
En este periodo no hay nuevos episodios de la lucha arm ada de liberación nacional. El c.
conquista colonial, con la excepción del régi­ en Argelia, Vietnam, Angola, Mozambique,
men fascista italiano, que. con una sangrien­ Guinea Bissau. Zimbabwe, terminó como sis­
ta guerra, incorpora por unos años a Etiopía tema después de luchas arm adas del pueblo
a sus posesiones en África oriental (Eritrea en las que al nacionalismo se añadían deman­
y Somalia). das de redención social, no sólo de liberación
La crisis del c. formal iniciada como se ha del c. formal, sino de todo el sistema de explo­
dicho en los años treinta había de volverse tación de las que el c. sólo es una de las
más aguda después de la segunda guerra formas.
mundial. Las potencias coloniales, prontas a
reconocer la inevitabilidad de las resolucio­ iv po l ít ic a \ a d m in is t r a c ió n . El c. contemporá­
nes de las luchas nacionalistas de un país neo se ha dado como estado con formas admi­
como la India, no consideraban que la mayo­ nistrativas diferenciadas y complejas. Estruc­
ría de los demás territorios estuvieran tura articulada de organización y explotación
"m aduros'’ para la independencia. En la de los recursos, sobre todo de reclutamiento
segunda posguerra las principales potencias y control de la fuerza de trabajo que bajo
coloniales intentaron en principio, no va des­ varios sistemas de producción representaba
colonizar, sino reincorporar y reconstruir los realmente la riqueza productiva principal de
sistem as coloniales con el fin de estructurar las colonias, el estado se perfecciona como
la economía de exportación para que contri­ sistema adm inistrativo principalmente y
buyera a la reconstrucción europea y salva­ antes que nada en las colonias de las poten­
guardar los mercados monopolistas de la cias más avanzadas: Inglaterra y Francia. La
competencia de las trasnacionales. En este experiencia colonial alemana es demasiado
periodo es cuando se inician reformas al esta­ breve para adquirir fuerza. El c. portugués
do colonial que tienden a favorecer la forma­ es entre todos el más antiguo, pero un con­
ción o consolidación de las clases medias loca­ trol efectivo sobre la totalidad de los territo­
les aliadas al proyecto de mantenimiento del rios coloniales sólo lo intentará Portugal con
síatu quo colonial. la constitución del Estado novo de Salazar en
Se desprecia a la fuerza explosiva del nacio­ los años treinta.
nalismo, de las luchas políticas y más tarde En las colonias de pohlamiento inglés se
arm adas de liberación. desarrollan formas de autogobierno, que sin
El c. en la nueva situación internacional embargo permanecerán por largo tiempo
demostraba ser no un sistema de estabilidad, limitadas a la población de origen europeo.
sino un sistema recorrido por peligrosas El responsihle government distinguía entre
advertencias revolucionarias. Las potencias intereses imperiales bajo el control exclusi­
coloniales se vieron constreñidas a form ular vo del gobernador y. por lo tanto, del gobier­
una restructuración económica, financiera, no metropolitano e intereses coloniales bajo
adm inistrativa y política para "p rep arar” a la jurisdicción de un gabinete elegido por los
los países que eran dependientes de ellos a la colonos. Los prim eros en obtener un gobier­
independencia, con el fin de mantener víncu­ no responsable fueron Canadá y Nueva Esco­
los especiales, privilegiados. La descoloniza­ cia; más tarde, antes de 1872, alcanzó a la
ción que se desarrolla en los años cincuenta colonia del Cabo, a Natal y a Nueva Zelanda,
es un proceso en gran parte negociado de y en 1923 a Rodesia del Sur. El principio
compromisos, de luchas políticas que tendrán según el cual los no europeos no eran capa­
resultados desiguales. Sin embargo, en gene­ ces de hacer funcionar un sistema parlamen­
ral puede decirse que los estados poscolonia- tario es abandonado parcialmente cuando en
les siguen manteniendo en su estructura ras­ 1919 las provincias indias obtienen una for­
gos consistentes del antiguo colonialismo. La ma de gobierno responsable. El gobierno res­
descolonización no ha sido tan sólo un pro­ ponsable desemboca en la constitución de los
ceso negociado; en algunos casos notables, dominios o bien de comunidades autónomas
que tuvieron una influencia fundamental en dentro del imperio británico, iguales por posi­
COLONIALISMO 243

ción jurídica, no subordinados uno al otro, producción y de los flujos de fuerza de tra ­
unidos por la común fidelidad a la corona y bajo. Donde no había fueron creados jefes tri­
libremente asociados en el Commonwealth bales; aquellos reacios a colaborar eran sus­
británico. El estatuto de W estminster (1931) tituidos. La ideología colonial inglesa preten­
liberó a los dominios de la supremacía par­ de que con este sistema los africanos sean
lamentaria británica completando el proce­ gobernados con las instituciones mejor adap­
so de autonomía. tadas y conocidas por ellos. En la realidad,
La India estaba dividida en dos regiones: los sistemas llamados tradicionales quedaban
la India británica, gobernada directamente, reducidos a formas desnudas de toda sustan­
y los estados indios que mantenían formal­ cia, ya que las funciones que se les pedían
mente las estructuras tradicionales de poder, eran las de servir a las exigencias de la eco­
sometidas sin embargo a la supervisión bri­ nomía colonial. El c. como sociedad funcio­
tánica. naba por lo tanto en dos esferas distintas: la
Las otras colonias y los protectorados, asi moderna de la administración europea y la
como los mandatos (con la constitución de las tribal, completamente aparte, de los africa­
Naciones Unidas "territorios bajo tutela"), nos a los que se mantenía separados incluso
presentaban una gran variedad de estatus de la política de mantenimiento del sistema
jurídicos, aun cuando la práctica adm inistra­ de indirect ride.
tiva, teniendo en cuenta las particularidades El sistema fue reformándose gradualm en­
de cada territorio, fuera en gran parte unifor­ te. pero en sustancia sólo en los años cincuen­
me. Donde era posible, la administración de ta, cuando de las autoridades indígenas desig­
sello inglés buscaba tomar como modelos los nadas se pasa a la elección aunque sea con­
principados indios, o bien de establecer una trolada de autoridades locales. Pero éste es
especie de supervisión de las adm inistracio­ el resultado de profundas transformaciones
nes indígenas locales. El sistema adm inistra­ de la sociedad africana y de la aparición de
tivo llamado de indirect rule, o sea de gobier­ estratos de población con cierto nivel de esco-
no o administración indirecta elaborado para larización, de la afirmación en algunos casos
Africa por Lord Lugard —primer gobernador de una pequeña burguesía y de una clase
de Nigeria como estado colonial después de media profesional y, en los campus, de culti­
la amalgamation de 1914-1916—, no signifi­ vadores con acceso al mercado de las expor­
caba el mantenimiento de las autonomías taciones.
locales, sino su utilización con fines de una El c. francés se caracterizó por sistemas
más eficiente y menos costosa adm inistra­ fuertemente centralizados. La ideología de
ción. “La política del gobierno —afirma base define como fin del c. la asimilación. En
Lugard en el Report on amalgamalion (A.H.M. la realidad, aun reconociendo rara vez a las
Kirk-Greene [comp.], Lugard and ihe amulga- colonias un estatus tradicional, el sistema
niation of Nigeria: a docum entan record, Lon­ francés usa las autoridades locales, definidas
dres, 1968)— es que estos jefes gobiernen a de diversa manera —desde las políticas has­
sus propios pueblos no como gobernantes ta las religiosas (véase el ejemplo de la pode­
independientes, sino dependientes.” El siste­ rosa confraternidad musulmana de los moros
ma de gobierno por medio del uso de las auto­ del Senegal) y hasta las económicas (grandes
ridades indígenas se definía como un “expe­ comerciantes)— como auxiliares de la colo­
diente" necesario dada la escasez de medios nización.
a disposición de las administraciones colonia­ La diferencia fundamental entre los dos
les y la dificultad de hallar personal adminis­ principales tipos de c., el francés y el inglés,
trativo para territorios tan vastos. Además, está en el diverso alcance en el desarrollo de
perm itía controlar de manera más eficiente las colonias. En el sistema inglés no se pre­
poblaciones muy distintas entre si utilizan­ tende desarrollar con el c. ninguna misión
do sus propias instituciones tribales. El sis­ civilizadora si no es la de introducir la eco­
tema, definido pues como indirecto, intervie­ nomía de mercado, ni se considera que los
ne en las sociedades tribales, cambiando sus pueblos coloniales puedan obtener ventajas
limites, definiéndolos y adaptándolos a las de formas de gobierno semejantes a las que
exigencias de restructuración y control de la están en uso en la metrópoli. El “buen gobier­
244 COLONIALISMO

no” colonial inglés se basa en el mantenimien­ nacionales que crearon en los países subde­
to formal de las instituciones autóctonas o sarrollados subsidiarias para la producción
bien en su uso funcional para los fines de la de mercancías estándar, las cuales, más que
colonización. El c. inglés coexiste pues con responder a las necesidades del mercado
una amplia gama de sistemas y estructuras interno, servían sobre todo al mercado de
políticas e ideológicas, por lo que parece res­ exportación.
petuoso de la tradición. Sin embargo, será la Incluso desde el punto de vista industrial,
introducción de la economía capitalista jun­ los países ex coloniales siguen produciendo
to con la supervisión adm inistrativa la que aquello que no consumen y consumiendo lo
transform ará fundamentalmente estructuras que no producen.
V sistemas tradicionales y de ahí las autori­ La herencia política del c. continúa en los
dades coloniales deberán tener en cuenta la países ex coloniales: el estado colonial era
forma en que demuestran las reformas cons­ típicamente un estado administrativo autori­
titucionales y adm inistrativas que acompa­ tario; los estados poscoloniales independien­
ñan al desarrollo de la sociedad colonial de tes tuvieron que lograr la transformación de
los años treinta hasta la independencia. El sis­ las instituciones heredadas, o bien hacerlas
tema colonial francés, en teoría, se presenta funcionar de m anera democrática, de modo
como portador de la mission civilisatrice que de hacer que el proceso de construcción de
había de eliminar cualquier estructura de la nación fuera el proceso de formación de
poder tradicional, nivelando a toda la socie­ una sociedad civil y no más bien un proceso
dad en un desarrollo lineal definido por una impuesto por la dirigencia política, claramen­
administración centralizada y uniforme con te autoritario.
el apoyo de un sistema educativo del todo Dicho esto debe agregarse que la descolo­
semejante al de la madre patria. En realidad nización ha dado resultados de lo más dispa­
esto no sólo no es posible (v. asimilación), sino res, y las experiencias de gestión de los nue­
que ni siquiera es compartido por la prácti­ vos estados independientes, con más de veinte
ca económica y política de la administración años, han cambiado notablemente las situa­
colonial. ciones heredadas, aunque no sea más que des­
de el punto de vista de los mayores conoci­
v. c o n c l u s io n e s . A pesar de la diversidad de mientos acerca de la herencia dejada por el
formas y de sistemas, el c. tiene consecuen­ colonialismo.
cias muy semejantes en todos los países colo­
niales. Es el c. el que determinó la estructu­ bibliografía S. Amin, L'Afrique Je l'ouest blo­
ra económica de los países productores de queé: economía politique Je la colonisation. 1880-
m aterias primas con una fuerza de trabajo 1970, París, Minuit, 1971; H. Brunschwig, Mili
que vive en los límites de la subsistencia. Ha e realtá dell 'imperialismo coloniale francese,
sido el estado colonial y más tarde los modos 1871-1914 (1960), Bolonia. Cappelli, 1964; C.
y los tiempos de la descolonización quien pre­ Coquery-Vidrovitch, La mise cu dépenJence Je
dispuso las estructuras institucionales y polí­ VAfrique noire: essai Je périoJisalioit. ¡880-1970,
ticas que caracterizaron a los nuevos estados en Cahiers J'ÉuiJes Africains. núms. 61-62,1977,
independientes. El c. dio la impronta de los pp. 7-58: D.K. Fieldhouse, l# s imperios colonia­
modelos culturales y sobre todo de los siste­ les JesJe el siglo .xviii (1965), en Historia univer­
mas de instrucción escolar en todo nivel, y sal Siglo XXI, t. 19. México, Siglo XXI, 1984; D.K.
modeló los gustos y los modos de vida de las Fieldhouse, Economía e imperio: la expansión Je
clases medias emergentes. Europa 1830-1914 [1973), México, Siglo XXI, 1978;
La herencia del c. fue pues de economías Lord Hailey, An African survey, Londres, Oxford
"extrovertidas", o sea, para decirlo con el eco­ Universitv Pre'.'., 1957; H. Jaffe, Del tribalismo
nomista Samir Amin, vueltas hacia la expor­ al socialismo: historia Je la economía política
tación y no hacia la creación de un mercado africana (1971), México. Siglo XXI, 1976; A. Mat-
interno. El proceso de industrialización sigue telart. Multinacionales y sistemas Je comunica­
el mismo camino: se inició sólo después de la ción: los aparatos iJeológicos Jel imperialismo
segunda guerra mundial, y en la mayor par­ (1976), México, Siglo XXL 1977; J.-L. Miege.
te de los casos mediante la acción de trans­ /.’imperialismo coloniale italiano Jal 1870ai nos-
COMPORTAMIENTO ELECTORAL 245

tri giorni, Milán, Rizzoli, 1977; W.J. Mommsen, una entrevista posterior al voto, para verifi­
La época del imperialismo 1885-1918 (1969), en car si en la casilla electoral se han manifes­
Historia universal Siglo XXI, t. 28. México, Siglo tado desviaciones respecto de las tendencias
XXI, 1971; J.-P. Ndiayc, La juventud africana presentadas anteriormente) con la misma
frente al imperialismo (1971), México. Siglo XXI, m uestra de entrevistados. El elemento de
1973; R. Owen y B. Sutclii fe, Studi sulla teoría novedad introducido por los análisis que estu­
dell'imperialismo (1972), Turín, Einaudi, 1977; R. dian directamente al individuo consiste en el
Zallar, Colonialismo y enajenación (1969), Méxi­ reconocimiento de la percepción subjetiva
co. Siglo XXI, 1970. como elemento constitutivo de la conducta
política. En otras palabras, éste es en gran
[ASNA MARIA GENTILl] parte el resultado de las respuestas subjeti­
vas a la realidad externa, tal como se perci­
be. A la dimensión objetiva se le añade como
nivel de investigación la dimensión subjetiva.
comportamiento electoral El supuesto consiste en que para comprobar,
por ejemplo, las correlaciones entre el com­
i d e f in ic ió n y métodos d e análisis. Por c. electo­ portamiento del voto y el estatus socioeconó­
ral se entiende el proceso de Formación y de mico de un individuo no es suficiente con veri­
manifestación de las preferencias individua­ ficar los indicadores objetivos de ese estatus
les respecto de las alternativas políticas some­ —en concreto, los niveles de instrucción, ocu­
tidas al tamiz del voto. El estudio del c. elec­ pación e ingreso— sino que se requiere ade­
toral se desarrolló históricamente siguiendo más tom ar en cuenta la percepción que tiene
dos directrices fundamentales, la prim era el sujeto de su propio estatus socioeconómi­
teniendo como unidad de análisis el agrega­ co. En realidad, no siempre coinciden los nive­
do (o sea un cierto conjunto de votos), la les objetivos y la percepción subjetiva con
segunda el individuo. Cada una de las dos consecuencias significativas en m ateria de
lineas de investigación empleó y sigue comportamiento. Como es evidente, en este
empleando técnicas y métodos específicos, segundo enfoque el planteamiento metodoló­
aun cuando —obviamente— se pueden encon­ gico de fondo pertenece al área de la psicolo­
trar investigaciones que integran varias meto­ gía social.
dologías. El análisis del c. electoral sub spe-
cie de agregado se desenvuelve en particular II CIASES SOCIALES Y COMPORTAMIENTO ELECTORAL.
dentro del ámbito de un enfoque ecológico- El voto constituye el momento sirte qua non
comparativo, que utiliza predominantemen­ del proceso democrático de las decisiones
te métodos e instrum entos de tipo: 1] políticas. Naturalmente, la importancia espe­
estadístico-demográfico, 2] histórico, y 3] cífica de este momento puede variar de acuer­
geográfico-cartográfico. En este caso el pro­ do con el marco institucional en que está com­
cedimiento consiste en relacionar los votos de prendido el voto, sobre todo en relación con
varios partidos de una cierta área, más o la variedad de sistemas electorales adoptados
menos vasta, con algunas características (v. sistem as electorales). Por otra parte, una
—demográficas, históricas, económicas, so­ vez explicado esto, el supuesto de partida
ciales— de esa área. El objetivo de la investi­ sigue siendo válido, lo cual explica la tenden­
gación consiste, en general, en descubrir la cia creciente de la literatura a encuadrar los
función de esas características, o de algunas estudios sobre el c. electoral dentro del sec­
de ellas, respecto del comportamiento del tor de competencia de la ciencia política, aun
voto en el área que se está examinando. cuando se utilicen constantemente las apor­
El estudio del c. electoral que considera taciones —metodológicas y de a p reciació n -
como unidad de análisis el individuo utiliza de otras disciplinas. Como sumtna divisio, el
esencialmente dos técnicas: el sondeo de opi­ análisis del c. electoral comprende dos gran­
nión y el panel. Este último consiste en una des áreas de observ ación: la manifestación del
serie de entrevistas repetidas a través del voto y la abstención del voto. También la abs­
tiempo (ordinariamente durante la campaña tención es, en realidad, una modalidad del
electoral, aunque algunas veces también con comportamiento.
240 COMPORTAMIENTO ELECTORAL

El problema de fondo respecto de la mani­ menos permite dos tipos de respuestas, una
festación del voto consiste en la identificación "de izquierda” y una "burguesa”— que de
de los factores, motivaciones o causas que otras variables que intervienen en la misma.
inducen al elector a elegir una determinada El segundo orden de consideraciones sobre
alternativa político-partidista. Para entender­ la explicación clasista puede resumirse en dos
nos, en este caso la pregunta es: “¿Por qué observaciones. Ante todo, en los sistemas polí­
vota el elector y cómo vota?" ticos occidentales altos porcentajes de traba­
Una prim era tesis relaciona el c. del voto jadores industriales dependientes no votan
con la situación de clase del actor político. De por la izquierda sino que prefieren los parti­
ordinario, esta tesis se articula en dos posi­ dos burgueses, conservadores, o en cierto
ciones principales: a] el elector vota basándo­ modo interclasistas. Existen, además, siste­
se en su . ituación de clase; /;] vota por parti­ mas democráticos —valga para todos el ejem­
dos "de clase". Luego, el corolario es, en par­ plo de Estados Unidos— en que no existen ni
ticular, que los que pertenecen a la clase tra­ siquiera partidos de clase. Ciertamente tam ­
bajadora dan un voto de ¡/.quierda, y que esto bién respecto de Estados Unidos es posible
constituye una respuesta a necesidades de clasificar como de izquierda el Partido Demó­
clase. crata, y como de derecha el Partido Republi­
A la explicación “clasista" del c. del voto cano. Sin embargo, aceptando esto, en rigor
—propuesta con variantes más o menos ate­ de términos, se debería deducir de ahí la atri­
nuadas, pero que siempre pueden reducirse bución de una etiqueta de izquierda al voto,
a una lógica de determinación causal— se le tradicional y fuertemente democrático, de
hacen dos órdenes de consideraciones. El pri­ numerosos estados del "profundo su r”, voto
mero es de carácter conceptual y afecta la generado históricamente por impulsos de
ambigüedad de la noción de clase. Con mucha carácter racial.
frecuencia esta noción se confunde, en efec­
to, con el estatus socioeconómico del elector. III PLURALIDAD DE FACTORES DEL VOTO YSI "TRADUC-
Sin embargo, el análisis del estatus de los ctON" política. La última consideración sirve
miembros de la comunidad nos proporciona muv bien para introducir el discurso acerca
el mapa de la estratificación social de esa del segundo grupo de interpretaciones teóri­
comunidad y no (o todavía no) el mapa de su cas del c. electoral, que pueden resumirse en
división en clases. Por el contrario, para que los siguientes términos. Si la tesis clasista es
se pueda hablar correctamente de voto de cla­ de tipo determ inista, la hipótesis alternativa
se es necesario que la noción de clase se refie­ pretende apoyarse en una lógica condicional
ra y comprenda otras condiciones psicocul- y probabilista. En otras palabras, a diferen­
turales de pertenencia a la clase: desde la per­ cia de la tendencia a reducir las motivacio­
cepción hasta la identificación y hasta la con­ nes del voto al patrón clasista, en el caso pre­
ciencia de clase. Lo importante es que muchas sente se postula la existencia de una plurali­
investigaciones sobre el c. del voto que pre­ dad de factores que concurren en el proceso
sumen de motivarlo en términos de clase, de elaboración de las decisiones electorales.
demuestran en realidad, cuando mucho, la Los principales factores mencionados en la
función del estatus socioeconómico en el pro­ literatura son: clase, religión, diferenciacio­
ceso electoral. Por otra parte, el estatus no nes étnicas y raciales, estatus socioeconómi­
es ni siquiera un dato homogéneo, sobre todo co, lugar de residencia. Puede decirse que
en las sociedades industriales avanzadas. No cada uno de estos factores constituye una pre­
rara vez existe incoherencia entre los indica­ condición del c. del voto. Sin embargo, para
dores de estatus de un mismo individuo, en que estas precondicione'* resulten operantes,
el sentido de que si éste es clasificable en un es necesario el cumplimiento de una condi­
estrato social subordinado en cuanto a su ocu­ ción adicional, de carácter más general: los
pación. puede considerase de "clase media” investigadores del Michigan Survey Research
si se toma en cuenta su ingreso. Tal es el caso Center hablan a este propósito de un proce­
del así llamado híbrido de estatus, en cuya so de "traducción política" (political transía-
relación la respuesta electoral dependerá pro­ lian). La fórmula pretende significar que los
bablemente menos del estatus —que por lo tactores antes mencionados no son, per se e
COMPORTAMIENTO ELECTORAL 247

ipso facto, aspectos del proceso electoral. Se propia pertenencia a la clase obrera y la pro­
convierten en tales, precisamente, cuando pia fe religiosa. Ante la existencia de dos par­
existen otros factores que los canalizan y los tidos, uno de apelación clasista y otro de ape­
utilizan las instancias dentro del proceso poli' lación religiosa, es muy probable que esc elec­
tico: los partidos y las organizaciones sindi­ tor —sin darse cuenta de que lleva a cabo una
cales son esencialmente los instrum entos de elección— se refugie en la abstención.
esta traducción politica. Se debe tomar en cuenta además que la
En este marco, evidentemente complejo, no intensidad no es un dato constante en el tiem­
existen prioridades absolutas entre los facto­ po: puede crecer o decrecer. Ahora bien, de
res. prepoliticos y políticos, que condicionan los dos momentos, el del decrecimiento pare­
el c. electoral. El problema consiste en encon­ ce ser el más significativo respecto del c. elec­
trar, caso por caso, la intensidad de las divi­ toral, ya sea por motivos estructurales, ya sea
siones existentes en un determinado contex­ por motivos psicológicos. Claro está que el
to sociopolítico. Es probable, en efecto, que voto puede constituir en efecto ah initio una
el voto sea resultado de una ruptura que se respuesta a un problema percibido como par­
percibe como lo más intenso en un momento ticularmente intenso. Sin embargo, parece
histórico específico. De este modo, en un área igualmente demostrado que el elector sigue
poblada por una minoría étnica, el voto esta­ a menudo votando por el mismo partido aun
rá orientado predominantemente por motivos cuando haya desaparecido la condición que
étnicos, siempre que la linea de división étni­ lo había inducido a la elección inicial. Los
ca sea percibida con el máximo de intensidad motivos estructurales de esa conducta deben
respecto de los demás problemas de la comu­ encontrarse en la naturaleza del partido polí­
nidad. Esta última cláusula confirma el tico moderno. Éste se caracteriza, por un
supuesto acerca de la inexistencia de automa­ lado, por una dimensión organizativa que
tismos y primogenituras irreversibles entre constituye por si misma un vehículo de con­
los factores condicionantes del c. electoral. trol electoral; por el lado contrario tiende a
¿En qué sentido? En el sentido de que ni autoperpetuarse, por encima del deterioro de
siquiera la relación entre factores prepolíti­ las razones de partida. En cuanto a los moti­
cos y factores políticos es de tipo unidirec­ vos psicológicos, varias investigaciones han
cional. Siguiendo con el ejemplo del voto étni­ puesto en evidencia: a] que en el elector medio
co, no se puede decir que siempre y de mane­ tiende a establecerse un mecanismo de iden­
ra necesaria el partido de una minoría étni­ tificación con una imagen de partido; h] que
ca sea producto de un problema "étnico" esa identificación actúa como un factor de
intenso. Igualmente plausible es la hipótesis decisión electoral constante a través del tiem­
contraria de que el partido es el que les con­ po y es más fuerte que los estímulos y los tér­
fiere intensidad y profundidad a las diferen­ minos evocados en las distintas contiendas
cias étnicas. Hablando más en general, no electorales. Además, la imagen del partido (o,
todos los sistemas que comprenden grupos algunas veces, una más alta imagen de ten­
étnicos diversos presentan partidos de tipo dencia) al parecer es susceptible de trasm i­
étnico; por otra parle, no todos los partidos sión por generaciones dentro de la esfera de
que se apoyan en esos tipos están siempre dis­ los procesos de socialización politica. y hay
puestos a reconocer (o a conferir) el máximo algunos que interpretan la persistencia de
de intensidad al problema de las diferencias una misma línea electoral en ciertas áreas
étnicas. Y todo esto se refleja en el plano de político-culturales precisamente como una
los c. electorales. supervivencia, algunas veces secular, de una
Un aspecto que hay que aclarar consiste en determ inada imagen de partido, o de ten­
que no siempre el elector percibe un factor dencia.
como predominante respecto de los demás.
Puede estar sometido al estimulo de varios IV. IDENTIFICACIÓN DF. PARTIDO Y VOTO FLUCTUASTE
factores heterogénos igualmente intensos, En teoría se discute sobre la noción de iden­
siendo de este modo blanco de presiones tificación de partido Ipartv I d e n t if ic a t io n ). El
opuestas (cross pwssures). Es clásico el caso debate no se refiere tanto a una cuestión de
del elector que siente con igual intensidad la método, por lo menos en el sentido que está
248 COMPORTAMIENTO ELECTORAL

aceptado ampliamente de que esa noción mon man de la cultura anglosajona, de tal
constituye un instrum ento de investigación manera que el hombre todo razón c intereses
que enriquece el bagaje teórico de que dispo­ generales de la democracia continental tiene
ne el análisis electoral. El contraste se refie­ poco que com partir con la población inglesa,
re predominantemente a una cuestión de cali­ cuya "estupidez” —en la opinión de Walter
dad y afecta la tasa porcentual de "electores Bagehot— constituye la base de la solidez del
identificados" con los sistemas democráticos régimen político de la isla. La advertencia es
modernos. Este porcentaje está íntimamen­ importante, me parece, porque ayuda a dis­
te ligado con el porcentaje de los electores tinguir, en m ateria de relaciones entre resul­
"fluctuantes”, ya que si éstos son más nume­ tados de los análisis electorales y antropolo­
rosos los votantes identificados son menos gía democrática, entre problemas verdaderos
numerosos, y viceversa. La determinación de y problemas que, en cambio, no son tales des­
las dimensiones del electorado fluctuante de el punto de vista critico,
adquiere al parecer un significado particular v. abstencionismo. Como se dijo anteriorm en­
en el análisis del c. electoral porque algunos te, la abstención electoral puede ser el resul­
consideran, aunque el punto es discutido, que tado de una situación de cross pressure. Aun­
la fluctuación es resultado de una participa­ que esta situación dista mucho de agotar el
ción más activa y más consciente del indivi­ número de las condiciones que pueden exis­
duo en la elección del voto. En tanto que un tir alrededor de una actitud de apatía electo­
elector que se identifica responde a una lógi­ ral. En prim er lugar, hay que recordar, en
ca de "voto de conformidad", el fluctuante efecto, un conjunto de factores de abstencio­
resulta más sensible a las motivaciones de nismo que no tienen significado político: des­
“intereses” o de "racionalidad”: como tal. de las enfermedades hasta la edad avanzada
adapta la preferencia del voto a los temas que y las dificultades logísticas para alcanzar una
van presentando las distintas campañas elec­ casilla. Además, existe toda una serie de fac­
torales antes que plegarse al llamado precons­ tores que tienen significado político, aunque
tituido de la identificación. con frecuencia de signo distinto. De este
Estas hipótesis de interpretación revelan modo, el mayor grado de apatía de los jóve­
frecuentemente una preocupación: la preocu­ nes (sobre todo de los que tienen derecho al
pación de que los resultados de los estudios voto por prim era vez) respecto de las perso­
electorales entren en conflicto con la imagen nas de edad media, puede sobrentenderse
tanto de la democracia como de las cualida­ como una carencia de orientación sobre pro­
des exigidas al homo democraticus para el blemas políticos. Pero existe también el abs­
buen funcionamiento del sistema político tencionismo de los que —cualquiera que sea
correspondiente. De ahí los interrogantes su edad— no se han ocupado nunca de políti­
como éste: ¿cuál es el optinmm para la demo­ ca; las mujeres que no votan según pai ece for­
cracia? ¿Es el elector fluctuante. racional man una parte amplia de esta categoría. Tam­
pero inestable, o es el elector que se identifi­ bién la apatía puede manifestar el disgusto
ca, estable por conformista (consigo mismo, por la política. En este caso no se trata tanto
antes que con los demás)? O. también, ¿tal vez del desinterés ex tune sino del rechazo ex
son necesarios los dos tipos pura el sistema nunc. Están también los que, al desertar de
democrático? Y en ese caso, ¿cuál es la dis­ las urnas, manifiestan un sentimiento de
tribución porcentual óptima entre los dos vacuidad y de inutilidad de su propia p arti­
tipos? cipación: tanto si voto como si no, he aquí el
En el presente vocablo es suficiente haber razonamiento, el sistema seguirá funcionan­
señalado la preocupación y los interrogantes do de la misma manera.
que de ella se derivan. Por lo demás, la lite­ El problema más relevante subyacente en
ratu ra dista mucho de haber dado respues­ el fenómeno del abstencionismo electoral es
tas exhaustivas al respecto. Bastará añadir el de su interpretación respecto de la estabi­
aquí una advertencia: no existe un modelo lidad de las estructuras políticas democráti­
antropológico único en la democracia. Histó­ cas. Frecuentemente se considera que la apa­
ricamente, el citoyen de la tradición france­ tía electoral desemboca de hecho en un con­
sa tiene características muy distintas del coni- senso tácito acerca del sistema político y de
COMUNA 249

sus "reglas del juego", y por lo tanto opera Jr., The responsible electorate, Cambridge, Har­
como factor de estabilidad. Esta hipótesis es vard University Press, 1966; R.S. Milnc y H.C.
plausible, pero sólo bajo ciertas condiciones. Mackenzie, Straight fight, Londres, Hansard
Se puede aplicar de manera más especifica Society. 1954; N.H. Nie, S. Verba y J.R. Petro-
a los sistemas democráticos que se caracte­ cik, The changing American voter, Cambridge,
rizan por una cultura política homogénea (v. Harvard University Press, 1976; J.C. Pierce y J.L.
cultura política). Por el contrario, cuando se Suliivan (comps.), The electorate reconsidered,
manifiesta en sistemas democráticos con cul­ Londres y Beverly Hills. Sage, 1980; G. Sani y
tura política heterogénea y fragmentada, el G. Sartori, Frammentazione. polarizzazione e
abstencionismo electoral se interpreta prin­ cleavages: democrazie facili e difficili, en Rivis­
cipalmente como una manifestación de disen­ ta Italiana di Scienza Política, VUl, 3, 1978; G.
timiento o, en cierta forma, como un elemento Sivini (comp.). II comportamenlo elettorale, Bolo­
capaz de agravar en concreto la estabilidad nia. II Mulino, 1967.
del sistema. Sin decir que algunas veces la
ausencia en las urnas expresa una decisión [ d o m e n ic o f is ic h e l l a ]
política precisa y una orientación de hostili­
dad consciente contra el régimen, el caso es
que puede presentarse en relación con el sis­
tema democrático restaurado después de un comuna
interinato autocrático, por obra de los soste­
nedores del derrotado régimen autocrático. I. ORIGINALIDADDKLACOMI SA ITALIANA PODERES EPIS­
Forma parte de esta hipótesis la experiencia COPALES Y costumbre ciTADiSA En la Italia
argentina posperonista, en la que. para cier­ medieval, la comunidad ciladina representa
tas elecciones, las centrales sindicales de ins­ con toda probabilidad la más alta y original
piración peronista invitaron con éxito a sus instancia de agregación política jamás produ­
propios miembros a negar el voto a todos los cida en la realidad italiana, a tal grado que
partidos en contienda. caracterizó de manera duradera —tanto posi­
tiva como negativamente— todas las manifes­
bibliografía R.R. Alford, Pariy and society: the taciones y evoluciones posteriores y ha con­
Anglo-American democracies, Chicago, Rand servado hasta el día de hoy, junto con el nom­
McNally, 1963; D.E. Apter (comp.), Ideology and bre. por lo menos algunas de las funciones
discontení, Nueva York, Free Press, 1964; M. fundamentales. En efecto, la c. y la ciudad,
Barbagli, P. Corbetta, A. Parisi y H.M.A. Se ha­ originalmente distintas, se compenetraron
de r, Fluiditá elettorale e classi saciali ¡n Italia: tan profundamente que se convirtieron, en el
I9M-I976, Bolonia, II Mulino, 1979; B.R. Berel- mismo lenguaje corriente, casi en sinónimos
son, P.F. Lazarsfeld y W.N. McPhee, Voting, Chi­ y todavía la primera constituye un instrumen­
cago. University of Chicago Press, 1954; I. Bud- to de gestión adm inistrativa de la segunda.
ge. I. Crewe y D. Farlie (comps.), Party identifi- Ciertamente lac. medieval —aun teniendo
catión and beyond: representations of voting and también manifestaciones "rurales"— fue emi­
party competition, Londres y Nueva York, 1976; nentemente fenómeno citadino y, en conse­
A. Campbell, Ph. E. Converse, W.E. Miller y D.E. cuencia, fue típica y principalmente italiana,
Stokes, The American voter. Nueva York, Wilev, dada la función fundamental que tuvo y con­
1960: A. Campbell y otros, Elections and the poli- s e n o siempre la ciudad en este país: que es
tica ¡arder, Nueva York, Wilev. 1966; Ph, E. Con­ como decir que la c. tuvo en Italia sus más
verse. The dinamia of party support: cohort- grandes manifestaciones y su más completo
analyzing party identification, Londres y Beverly desenvolvimiento y que, al mismo tiempo, la
Hills, Sage, 1976; G. di Palma, Apathy and pañi- c. adquirió entre nosotros funciones y tareas
cipation: mass politics in Western society, Nue­ que la distinguen claramente de la c. de otros
va York. Free Press, 1970: W.H. Flanigan. Poli- países europeos.
tica! behavior of the American electorate, Bos­ Las funciones de la c. ciladina en Italia se
ton. Allyn and Bacon. 1968: P. González Casano- pueden resum ir tal vez en:
va (coord.). Las elecciones en México: evolución «] creación de nuevas estructuras y pode­
y perspectivas, México, Siglo XXI, 1983; V.O. Rey res políticos urbanos:
250 COMUNA

b] reorganización del territorio provincial La autoridad política (el cunde) residía des­
(comital us); de hacia tiempo fuera de la ciudad, como tam­
c] creación de un nuevo sistema producti­ bién fuera de la ciudad residían los polos
vo capaz de sostener un desarrollo intensísi­ principales del sistema fraccionado y descom­
mo y autorreproducirse. puesto de los dinastas feudales o titulares con
Se puede decir, por el contrario, que estas titulo feudal de derecho sobre las tierras que
funciones faltaron total o parcialm ente o no se contraponían dentro del antiguo y unita­
se desarrollaron de una manera tan m arca­ rio comitatus. Como jefe de la ciudad feuda-
da y coherente en las c. extraitalianas. 1izada, el vice-comes (el vizconde) representa­
Según parece esto se deriva precisamente ba, cuando lo había, el poder del dinasta o del
del momento generador: piénsese lo que se consorcio de dinastas a los que él sustituía.
piense de la tortuosa (e inveterada) cuestión Pero, como es sabido, había en las ciuda­
de los orígenes de la c. lo cierto es que ésta des italianas otro poder, exquisitamente cita-
encontró en Italia, en el momento de su apa­ diño y capaz —fuera de los periodos de gran
rición, una red bien formada de ciudades ani­ tensión (lucha de las investiduras)— de repre­
madas por una vida altomedieval propia y sentar un nexo natural con el comitatus: se
caracterizada de algún modo por un cierto trata obviamente del obispo que, a diferen­
proceso de continuidad con las experiencias cia de las autoridades temporales, no aban­
romano-tardías. donó nunca la ciudad como sede fundamen­
En realidad esto parece muy cierto: sin caer tal y residencia prácticamente exclusiva. Aho­
en las exageraciones de tantos sostenedores ra bien, a partir de Otón I en adelante, el obis­
de la llamada "teoría de la continuidad”, usa­ po se vio ampliamente favorecido por el poder
da muchas veces por los historiadores del imperial, que sólo veía en la función episco­
derecho y de la economía, resulta claro que, pal un poder local no heredable y no transfe-
aun después de la violenta sacudida de las rible por parte del titular.
invasiones germanas de los siglos v y vi, Con la era otomana empezó de este modo
siguió existiendo cierto grado de vida urba­ el proceso de "comitatización” del cpiscopus
na que se trasm itió en el interior de los gru­ sobre una sola ciudad, proceso del que tene­
pos urbanos italianos de origen romano, a mos por lo menos una veintena de testimo­
pesar de estar maltrechos y debilitados. nios seguros. El obispo se convertía en el
La antigua ciudad rumana, con la que se “conde” de la ciudad, en el representante
había reproducido la urbe y su modelo social local del poder imperial y regio y, en conse­
y constitucional en casi toda la península, cuencia, en titular del poder estatal sobre el
cuyo control se había asegurado a través de centro urbano, contraponiéndose al "conde-
la propagación de la red urbana, seguía ope­ conde”, o sea al antiguo magistrado (ya feu-
rando, pues, en cierto modo, en medio de las dalizado) de todo el comitatus. La ciudad se
tempestades de la antigüedad tardía y de la convertía, de este modo, a partir de la segun­
alta Edad Media. Y en esta estructura, aun­ da mitad del siglo x y los siguientes, en una
que estaba debilitada, fue donde se estable­ especie de distrito autónomo, más o menos
ció, a partir del siglo x, el proceso genético separado adm inistrativa y políticamente del
de la communitas citadina. territorio provincial en la medida en que
Sin lugar a dudas, a partir de la más remo­ resultaran más o menos elevados los poderes
ta edad germánica y sobre todo después de trasm itidos al obispo y en la medida en que
la feudalización de la sociedad m ilitar esta­ resultara más eficaz, concreta (y posible) su
blecida entre los siglos vih y ix, el papel de aplicación.
la ciudad se había reducido mucho: al formar La ciudad, en esos siglos, se había separa­
parte ella misma de la campiña, ya no fungía do del comitatus, con una base distinta, aun­
prácticamente como centro de organización que no de una manera igualmente clara e ine­
adm inistrativa y política territorial, y sus quívoca: habrá que mencionar obviamente
antiguas funciones de mercado habían sido aquí la formación de las usanzas citadinas,
parcialmente desplazadas (aunque no total­ la formación de un derecho propio de los
mente) por la dominante presencia del siste­ habitantes de cada uno de los centros urba­
ma económico cuí tense y natural. nos. derivado de la progresiva fusión de gru­
COMUNA 251

pos germánicos y grupos romanos (siendo sis, un fenómeno feudal, a pesar de estar enri­
estos últimos la mayoría) que convivían en el quecido por su propia lógica fundamental­
mismo centro. mente antifeudal. Realidad genética, ésta, que
Esquematicemos: mientras que en la cam­ nos permite superar los obstáculos funda­
piña se vivía siempre con el derecho germá­ mentales para la comprensión y la clasifica­
nico (las clases altas en general) o con el dere­ ción del fenómeno comunal.
cho romano "vulgarizado” (el clero, los cam­ A causa de la práctica sucesoria feudal.
pesinos), en las ciudades los distintos grupos more longobardico, por la que, en el feudo ita­
sociales de diversa extracción nacional iban liano, se admitía a la sucesión pro quota a
encontrando su propio camino de unificación todos los hi jos e hijas del dinasta desapare­
jurídica (en la progresiva fusión de "lom bar­ cido, y aplicándose rígidamente (y arbitraria­
dos" y "rom anos”), formando en diversos mente) también a los bienes feudales el régi­
asuntos usanzas jurídicas comunes, bajo el men de la sucesión legitima germánica, suce­
influjo simultáneo de elementos del derecho día que el poder relacionado con los derechos
germánico (especialmente longobardo) y feudales sobre la tierra (funciones fiscales,
romano. pagos en especie, prestaciones personales,
La ciudad se distinguía de la campiña y casi etc.) se iba dispersando progresivamente en
se oponía a la misma: aunque el proceso de muchas manos y en muchos niveles en poder.
formación de las costumbres se presenta cier­ En esencia, la jerarquía feudal se m ultiplica­
tamente como una simple proyección exter­ ba y se ampliaba cada vez más, admitiendo
na, normativa, de un proceso que afecta direc­ al usufructo de los estipendios feudales mili­
tamente la conformación de la comuna. tares a más grupos nuevos de posibles suce­
sores.
II FRAGMENTACION DEL FEUDO LONGOBARDO. F.L ASO- Esta situación se reconoció también legal­
CTACIONIS.UO VOLUNTARIO DF. LOS SECUNDI MILITES. mente a p artir de 1037, cuando Conrado II.
Este proceso parte seguramente de lejos, de al prom ulgaren Milán el fam osoEdicíum de
la superación de las ciudades de los conflic­ beneficiis y al ratificar la práctica del dere­
tos y de las tensiones de origen nacional. El cho de sucesión también para los beneficios
proceso —que se manifiesta en la formación menores, ratificaba de hecho todas las suce­
de un populas unitario en las diversas ciuda­ siones y las dispersiones ocurridas en perjui­
des antes que en las campiñas y en usos comu­ cio de los intereses de una recuperación sis­
nes separados, consiguientes— se refuerza temática del feudo por parte de los séniores,
luego con el desarrollo de los poderes comi­ prim i milites o capitanei como se llamaban
tales del obispo sobre la ciudad, poderes que los grandes feudatarios (v. fe u d a lism o ).
crean evidentemente una distinción y una sal­ En realidad Conrado II no fijó —ni podía
vaguardia para las realidades citadinas frente fijar— un verdadero derecho de sucesión en
a las realidades feudales campesinas domi­ el feudo. La premisa insustituible del siste­
nantes. ma era la de que. a la muerte del usufructua­
Sin embargo lodo esto no es suficiente para rio (subvassas, valvasor, secundas miles, etc.),
la formación de la c. (por el mismo hecho de el feudo debía volver in capite al titular: pero
que, aunque estamos seguros de la preminen­ obligando, con la ley del 1037, al seniora reen­
cia episcopal sobre la ciudad italiana en los feudar inmediatamente el beneficium al hijo
siglos x y xi, no en todas partes los obispos del vasallo difunto (salvo casos gravísimos y
estaban investidos expresamente del comita- realmente excepcionales), de hecho privaba
rus): se requería una causa más profunda y al sénior de todo poder de rescate sobre el
especifica. miles, efectuaba una sucesión sustancial del
Ahora bien, es muy lógico pensar que la c. hijo (o de los hijos) al padre y de manera con­
citadina —a pesar de que esto suene paradó­ junta y sustancial una verdadera enajenación
jico— no nace de algo sustancialmente distin­ tácita del feudo m ilitar en cuestión.
to sino de una nueva organización que se ha La gran feudalidad. fragmentada y debili­
llevado a cabo en las últimas gradas, inferio­ tada. ya no era capaz —al final del siglo xi y
res, de la suciedad feudal: y que en síntesis, a principios del siglo siguiente— de contro­
la c. es en sí misma, en el inomento de su géne­ lar los miles de hilos que dependían de ella:
252 COMUNA

hilos que iban en busca de nuevas y peligro­ El consortium de los secundi milites, como
sas formas de agregación. La prim era forma fenómeno todavía por completo feudal, debió
de reagregación, el prim er momento del pro­ convertirse en un hecho urbano, citadino, por
ceso de comunalización debió presentarse en la importancia decisiva que tuvo para la
la ciudad cuando grupos de secundi milites estructura social y la organización del poder,
residentes en la misma y tutelados por el abri­ cuando los núcleos feudales se unieron con
go episcopal debieron unirse para la tutela los grupos nacientes de la burguesía comer­
solidaria (consortium, communantia, compan- cial urbana: los notarios, los jueces, los m er­
na. etc.) de los propios intereses dentro del caderes v los cambistas, células básicas de la
comitatus y al mismo tiempo para la tutela sociedad citadina, se asociaron en la conju­
de los bienes de la iglesia citadina, amenaza­ rado o simplemente ex facto al grupo feudal
dos cada vez más por la devastadora necesi­ dominante que había obtenido o trataba de
dad de tierras de los grandes dinastas. obtener el control de la ciudad.
El rígido sistema vertical e individualista Expulsando o englobando al representan­
de tipo feudal se desmoronaba y en cierto te del conde laico —cuando lo había— o al
punto de la cadena (bastante bajo) lo sustituía conde mismo y estableciéndose de una mane­
un sistema horizontal y colectivo de gestión; ra más vigorosa como sustitutos del gobier­
esta prim era ruptura, que era una ruptura no episcopal con el que habían cooperado has­
contenida totalmente dentro del mundo feu­ ta ese momento, el grupo feudal producía la
dal, campesino, debió tener muy pronto con­ coincidencia entre communitas, commune y
secuencias importantísimas y generalizadas. civitas que debía ser irreversible. La c. adqui­
Por dos razones: a] ante todo porque la tran ­ ría el control de la ciudad: como fruto de la
sición del sistema fragm entario al asociacio- unión de dinastas y hortenses y por lo tanto
nista por parte de los secundi milites que ya como fruto de la unión entre el capital inmo­
no temían ser despojados de su feudo (gran­ biliario y el incipiente capital móvil, se daba
de o pequeño) por el dominus debió produ­ a sí misma formas institucionales adecuadas
cirse con bastante rapidez y difundirse bas­ para regir la realidad autónoma citadina, que
tante en los diversos centros; /;] en segundo desde hacia mucho tiempo era diferente y
lugar, y de manera fundamental, porque este estaba aislada del comitatus. Se puede decir
proceso de ruptura se produjo en la ciudad, que al formarse la c.. la relación residual que
se apoyó en fuerzas citadinas, se agregó inme­ circulaba a través de los secundi milites entre
diatam ente o casi inmediatamente con fuer­ la ciudad y el campo, se destruía en el nivel
zas no feudales, burguesas, cuya expansión institucional (para restablecerse, sin em bar­
favoreció, multiplicando de este modo su pro­ go, en el nivel de gestión de poder).
pio poder de ruptura. I Al principio de su gran trayectoria (como
también posteriormente) la institución comu­
III LA ■PRIMERA" COMUNA LLAMADA "ARISTOCRATICA" nal adoleció de escasa cohesión interna: tan­
o -consular". Establecidas estas consideracio­ to entre el grupo feudal y el grupo burgués
nes más generales, nos parecen, como a gran como dentro de los distintos grupos. La sos­
parte de la doctrina dominante, secundarias pecha que embarga a los conjuratores o, más
las explicaciones sobre el momento genético sencillamente, a los comunalistas, se pone de
preciso de la c. citadina: porque de este modo, manifiesto inmediatamente a través de las
ya sea que se piense en la conjurado, en la formas organizativas, aunque esquemáticas,
conjura, o sea en la asociación jurada y volun­ que se dieron a sí mismos: formas que fue­
taria de secundi milites y burf>enses (como ron la arenga o asamblea de todos los miem­
Volpe), o (como Goetz) que se ponga el acen­ bros de la c. y el colegio consular, grupo diri­
to sobre todo en la formación de una especie gente todavía con carácter de asamblea y
de consortium entre dinastas colaboradores constituido por tantos miembros como
del obispo-conde en la administración de la núcleos iban apareciendo en la communitas.
ciudad, es evidente que el dato que empapa Ciertamente toda la prim era c. fue testigo,
todo es la actitud distinta y decidida de los tanto dentro del colegio consular como de
grupos feudales menores que vivían en las todos los órganos dirigentes, de la primacía
ciudades o que eran conurbanos. del elemento feudal. Por lo menos hasta la paz
COMUNA 253

de Cunstanzu (1183) fueron tan grandes pri­ palabra todo el conjunto de los dominios
meramente la amenaza señorial del condado agrarios se unió por medio de pactos preci­
y luego la amenaza imperial que aseguraron sos de submissio y de entrega a la c. citadina.
de manera estable el predominio del elemen­ De este mudo se obligó a los dinastas a qui­
to m ilitar en la c.. sobre el núcleo feudal queta r las cargas y los gravámenes fiscales, a
era el único capaz de oponer resistencia, limitar sus propios ejércitos, a hospedar guar­
afrontar y vencer a campo abierto las análo­ niciones comunales, a pagar impuestos y has­
gas milicias feudales de los condes y vizcon­ ta ju ra r por la c. con la obligación de residir
des y, más tarde, la gran caballería feudal ger­por un determinado periodo del año dentro
mánica (Legnano). de la ciudad.
Por esto, al referirse a la prim era c. (o c. De esta manera las iglesias locales, las aba­
consular), se habla también perfectamente de días con beneficios feudales, debieron reco­
c. aristocrática o feudal. El núcleo burgués nocer la tuitio y la protectio de la c., pagar gra­
creció y prosperó al abrigo de los muros y de vámenes e impuestos a la c., perm itir el libre
la espada de los secundi milites y se fue expan­tránsito por sus propias tierras a las mercan­
diendo y desarrollando prodigiosamente. cías, al comercio y a la actividad empresarial
Para crecer necesitaba, sin embargo, el con­ de los comunal islas. De este modo también
trol por parte del condado de sus propios las conformaciones locales semiautónomas
abastecimientos de víveres y de materias pri­ debieron ju ra r en bloque la fidelilas a la c.,
mas del condado, y de romper, por consi­ pagar impuestos, proporcionar víveres v hom­
guiente, el cerco de la campiña, cerco que bres, soportar la protección de la c. que revi­
mientras existió limitó la expansión citadina saba y aprobaba los eventuales estatutos.
en diversas partes de Europa. Todos los dominios campesinos fueron
Sin embargo los bienes feudales que a una hegemonizados de este modo, por la buena o
distancia más o menos considerable de la ciu­ por la mala, por las abundantes fuerzas de la
dad conservaban los secundi milites en la pro­ c., fuerzas que no encontraron limites más
vincia. en realidad representaban ab origene, que en los impulsos convergentes de las c.
como natural trampolín de lanzamiento en el citadinas limítrofes: de ahí surgieron luego
territorio circundante, la diferencia básica las durísimas luchas y rivalidades intercomu­
entre la c. italiana y la c. ultram ontana. La nales. Se trató, globalmente, de un esfuerzo
ciudad ya poseía, en el condado, derechos fis­ prolongado, articulado, imponente, no exen­
cales. pontajes, peajes, derechos de foro y dis­to de retrocesos: de un esfuerzo que llevó a
tintas inmunidades: la gestión comunal y uni­ cabo precisamente la restructuración del
taria de estos derechos hizo que representa­ antiguo comitatus prefeudal y feudal alrede­
ran el punto de partida de la operación fun­ dor de la c. y que fue testigo de la utilización
damental que fue precisamente la conquista sistem ática por parte de la ciudad de formas
del condado y por tanto la restructuración, feudales para su propio crecimiento.
bajo la dirección comunal, de la antigua uni­ En todo esto hay una línea de continuidad:
dad territorial de la provincia.IV del mismo modo que la c. nos parece haber
surgido en la ciudad de una agregación de
IV LA CONQUISTA DF.L CONDADO Y lA SUPERPOSICION estructuras feudales distinta, también en el
permanente de la cu dad sobre el campo Una res­ campo la utilización de los dominios feuda­
tructuración precisamente bajo la c. citadi­ les y no su supresión fue precisamente la que
na: ésta es otra característica fundamental de perm itió la nueva dominación territorial.
la realidad comunal italiana. En el periodo de Como se ha dicho, debido, en efecto, al fenó­
la gestión aristocrática —a grandes rasgos, meno que se conoce con el nombre de "feu­
diríamos, de la segunda mitad del siglo xn— dalismo comunal'’, los antiguos dominios feu­
el grupo dirigente que ya controlaba la ciu­ dales no fueron suprimidos, salvo en aquellos
dad se empeñó sistemáticamente en el some­ casos en que representaban una amenaza
timiento de los dominios provinciales limítro­ mortal para la nueva organización urbana. En
fes: dinasta^ feudales grandes, medianos y general se limitó a condicionarlas y a vigilar­
pequeños, feudalidades eclesiásticas, comu­ las de cerca, obteniendo de este modo el resul­
nidades autónomas y semiautónomas, en una tado de utilizarlas para controlar todas las
254 COMUNA

estructuras campesinas, vecinales o eclesiás­ Dieta de Roncaglia (1158); este órgano indi­
ticas que ya estaban englobadas dentro de las vidual, impuesto por encinta y por fuera del
relaciones Feudales. colegio consular, que poco a poco reunió en
Se trataba, sin embargo, de un control deci­ si los poderes de gobierno sobre la c. y la ciu­
didamente subalternante: ésta es la caracte­ dad (y por lo tanto sobre el condado), empe­
rística básica, se ha dicho, de la comunidad zó a aparecer en forma sistemática, aunque
italiana. La de mantener siempre todos los como forma alternativa de los cónsules, a par­
dominios rurales, cualquiera que sea la for­ tir de los prim eros años del siglo xu.
ma en que se definan o puedan definirse, todo Se trata de un magistrado único, elegido
el mundo campesino, fuera de la ciudad y no por tiempo definido —un año, seis meses—
sólo formalmente. De hecho el mundo rural, por la c. entre los miembros de las familias
sujeto a la c., debió servir a la ciudad como feudales o burguesas de otros centros citndi-
área de abastecimiento de bienes y de mano nos, centros que sin embargo seguían una
de obra a bajo costo y al mismo tiempo como acción política sustancialmente cercana a la
mercado para todas las mercancías citad iñas de la c. que los nombraba, o sea que tenían
que no estaban destinadas al consumo urba­ intereses económicos y tendencias ideales
no o a la exportación. complementarias entre sí. Es evidente de este
Pero no se les permitió nunca a estos domi­ modo el recurso a un elemento ajeno, en cier­
nios, a estos hombres de condado, entrar en to modo super partes y no comprometido en
la c.. ju ra r la c.; no se les admitió nunca en los conflictos políticos que se desarrollaban
el grupo dirigente citadino y en su amplia o en la ciudad que lo hospedaba.
restringida base popular; cualquiera que haya Parecía bastante simplista y en alguna for­
sido en esos siglos el tipo de régimen citadi­ ma endeble acudir a un magistrado externo
no. no se puso nunca en discusión de manera para garantizar la imparcialidad del poder
sustancial esta rígida oposición y sometimien­ comunal en los conflictos internos; pero, por
to del campo a la ciudad. Del mismo modo se lo que sabemos, el sistema logró funcionar
limitó rígidamente y con normas precisas en con notable eficacia durante un largo perio­
el estatuto comunal, la urbanización de los do. Señal evidente de que por encima de los
campesinos, rodeándolos de tantas limitacio­ hallazgos de mera técnica constitucional exis­
nes y precauciones que la hicieron práctica­ tía todavía un equilibrio sustancial entre las
mente imposible. La ciudad ratificó con nor­ partes en conflicto, equilibrio que la aún débil
mas su control sobre el campo. defensa del podestá era suficiente para ase­
Esta situación fue estable, tanto temporal gurar.
como geográficamente, y caracterizó las Una de las partes no podía dejar de ser el
manifestaciones comunales italianas, repre­ viejo, orgulloso e intransigente grupo feudal
sentando el primero de los límites que el orde­ militar, que había fundado la c. y la había con­
namiento comunal urbano fue incapaz de ducido a los éxitos del comitatus y de la lucha
superar. contra el imperio de Barbarroja. Este grupo,
.'tinque se reforzaba continuamente con los
v. e l g o b ie r n o d el ¡’O D F .STA. Conquistado el con­ núcleos más sobresalientes de la vieja burgue­
dado y concluida victoriosamente la lucha con sa citadina, seria cada vez más hostigado e
el resto del mundo feudal italiano y germá­ impedido en la gestión del poder por parte de
nico (el imperio), se inició para la c. un perio­ las exigencias crecientes de la nueva burgue­
do de grandes transformaciones internas. sía empresarial y mercantil que tenía poca
Este es su segundo periodo llamado de podes- importancia en el viejo pacto comunal pero
la. que coincidió con el pleno desarrollo de que, por el contrario, iba creciendo dia a dia
los instrum entos productivos y comerciales en fuerza, riqueza, actividad y número.
acumulados por decenios en la c. citadina. Se trataba de los grupos que habían crea­
En el podesta se ha pretendido encontrar do o estaban creando todo un sistema produc­
recientemente (Cassandro) la permanencia y tivo nuevo y original, que no se contentaban
la "comunalización” del órgano de gobierno con el control del territorio provincial, de la
impuesto por el imperio a la c., en el turbio producción, del comercio y de las inversiones
periodo de la precaria tregua que siguió a la ¡ocales, sino que ponían sus miras más lejos,
COMUNA 255

cbn aspiraciones a un gran comercio regio­ meno se acentuó a lo largo del siglo xm a
nal. suprarregionul o hasta europeo. Para los medida que se fue desenvolviendo el proceso
mercaderes florentinos, para los banqueros organizativo, afectando poco a poco a los gru­
genoveses. para los comerciantes de telas pos de la burguesía menor o mínima (artesa­
boloñeses el reto ya no era sólo el control de nos, tenderos, etcétera).
espacios limitados: el reto era, como es sabi­ Se trata de aquellas fuerzas que se agrupa­
do, el comercio mundial. ban en las ciudades medievales bajo el nom­
Ahora bien, todo indica que esos nuevos bre de "pueblo” y que casi en todos los cen­
grupos mercantiles y em presariales empeza­ tros se fueron organizando en commune
ron a florecer precisamente hacia el final del populi, ya sea incluyendo a los grandes gru­
siglo xii v principios del siglo xm: de tal pos burgueses "magnaticios” o separándose
manera que el gobierno del podestá se les pre­ de éstos. Evidentemente en aquellos lugares
sentó como una garantía suficiente que les en que el proceso de organización de todos
ofrecía la vieja c., como un posible medio para los grupos no privilegiados y no incorpora­
condicionar, o de algún modo para no verse dos a la dirección de la c. se desarrolló amplia
limitados, por el siempre restringido gobier­ y completamente, se produjo un desarrollo
no citadino. En síntesis, el podestá como régi­ antagónico de fuerzas antimagnaticias que no
men de compromiso. podían ser absorbidas por la c. regida por el
Ciertamente seria también correcto obje­ podestá; en los lugares en que el populas, por
tarle a este punto de vista que, mientras el relativo atraso del desarrollo económico
vemos la transformación de c. consular a c. local, no pudo alcanzar una base sólida y com­
■■podestaril” prácticamente en todos los cen­ pacta de organización, la ruptura no fue tan
tros, no todos hospedaban en realidad grupos clara y no se formó un contrapoder ver­
de burguesía capitalista tan fuertes que se dadero.
propusieran objetivos tan ambiciosos. Y que, Fue de hecho el populas, desarrollado por
en una palabra, si determinados grupos bur­ las “a rte s” apoyadas por las propias compa­
gueses de ciertas ciudades (Milán, Florencia. ñías territoriales de “arm as", quien dio vida
Bolonia, Venecia, etc.) podían proponerse pro­ a una verdadera c. antagónica (v. señoríos y
gresivamente objetivos tan ambiciosos, no era principados) organizada de manera paralela
éste el caso de los grupos análogos de los cen­ y en competencia con la c. tradicional citadi-
tros que más tarde se llamaron o resultaron na. El commune populi tenia, como es sabi­
ser "menores” (desde Módena hasta Lodi. des­ do, un consilium general del “pueblo” para­
de Lucca hasta Ferrara, etcétera). lelo al gran consejo general de la c., un consi­
Pero, en nuestra opinión, el hecho está en lium o una credentia ancianorum, paralela al
que bajo el válido abrigo del poder feudal- consejo restringido y dirigido por un eapita-
citadino. se formó una ambiciosa y capaz bur­ neus populi designado y elegido con criterios
guesía empresarial en todos los centros de la afines y similares a aquellos con los que la
Italia media y superior (caso distinto del Mez- c. feudal alto burguesa seguía escogiendo su
70giorno, donde los grandes dominios dinás­ propio podestá.
ticos junto con la corona bloquearon para En aquellos lugares en que esta diarquía
siempre el desarrollo citadino) y en todas par­ alcanzó formas articuladas y complejas, se
tes se opuso a los viejos grupos dirigentes: produjo la ruptura de la vieja estructura cita-
oposición que se resolvió, sin destruir el pacto dina comunal con la superposición violenta
comunal, precisamente con la introducción sobre ella de la nueva organización citadina
sistemática de regimen del podestá.V I de clase. Superposición que no significó nun­
ca disolución; aunque en esta contraposición
VI EL COMMl'NE POPI LI Y LA COMUNA SEÑORIAL El estable y permanente fuera uno de los más
equilibrio logrado de este modo entre los gru­ graves motivos de debilitamiento del mundo
pos burgueses y el viejo grupo feudal citadi­ comunal en su conjunto.
no se rompió casi en todas partes debido al De cualquier modo, lo cierto es que el desa­
progresivo y rápido desarrollo de los prime­ rrollo pleno de la organización popular coin­
ros y de sus potentes organizaciones de ofi­ cidió con los periodos mas duros y despiada­
cios (artes, corporaciones). Más aun. el fenó­ dos de choques internos en la ciudad. Frente
256 COMUNA

al avance del populus, los viejos grupos de financiera, jurisdicción superior sobre la
patricios, cuando no fueron vencidos en blo­ ciudad— de ordinario junto con el nombra­
que, se dividieron, apoyándose los unos en la miento del podestá o con la superposición de
organización popular y los otros atacándola un órgano principesco de control. Además,
abiertam ente o alineándose con partes de la pretendió y obtuvo el derecho de revisio y
misma; hasta que la facción predominante approhutio siaiutorum para controlar de cer­
expulsó a la derrotada e institucionalizó dura­ ca todos los aspectos de la reglamentación
mente su poder, imponiendo en diversas for­ citadina.
mas, aunque siempre con plenos "poderes", Bajo estas formas —que con todo no ocul­
a su jefe en el gobierno de la ciudad (dumi- taban la sistemática intromisión del prínci­
mis, señor). pe en la vida municipal— la vieja estructura
Esto abrió el camino a un progresivo perio­ de la c. citadino-popular se conservó como
do de endurecimiento del sistema de gobier­ forma de gestión administrativa de la ciudad
no citadino que dio origen a la formación de y del territorio manteniéndose las antiguas
nuevos tipos de realidades institucionales ya contraposiciones. Siguió durante mucho tiem­
mencionadas (v. señoríos y principados). En po sin cambiar hasta el final del siglo xvm en
el ámbito de estas formas y del ordenamien­ que los acontecimientos revolucionarios fue­
to progresivamente monocrático y principes­ ron la causa de la destrucción violenta de las
co que le sucedió, la c. no perdió sin embar­ viejas estructuras municipalistas comunales
go su identidad. y de la introducción de otros instrumentos
Basándose en el surgimiento de los grupos más uniformes y modernos de gobierno
citadinos victoriosos y de sus señores y en el citadino.
proceso progresivo de organización de distin­
tos dominios urbanos alrededor del dominus VII LA COMUNA EXTRAITALIANA RASGOS GENERALES.
de una de éstas (ciudades dominantes: los Vis- Sólo desde el punto de vista nominal es afín
conti en Milán como centro organizador de el proceso de formación de la c. en áreas
toda la Lombardia, los Medici en Florencia regionales extraitalianas (particularmente en
para la Toscana, la oligarquía veneciana pura la Francia mediterránea y en la Francia del
todo el Véneto) se fue constituyendo la noví­ norte, en Flandes, en grandes reparticiones
sima figura del estado territorial, en el que alemanas v en Inglaterra). A pesar de que se
se le reconocía la primacía a una determ ina­ pueda y se deba considerar arbitraria esta
da ciudad, en virtud de la función dominan­ comparación unitaria de las experiencias ita­
te de su burguesía y de su populus en rela­ lianas y de las que no lo son. dadas las pro­
ción con las otras burguesías y con los gru­ fundísimas diferencias que, contra toda hipó­
pos populares citadinos. tesis simplista atenuante, existen entre una
Sin embargo, en ésta, la base del poder ya zona y otra y dentro de las zonas mismas,
no dependía tampoco, salvo de m anera for­ sigue en pie el hecho de que las divergencias
mal y cada vez en menor grado, de las anti­ entre el prim er sector y, en general, el área
guas in stitu c io n e s co m u n ales fcudal- m editerránea y todas las otras zonas, nacen
burguesas o populares, las que siguieron directam ente del momento genético.
viviendo, en cambio, tanto en las ciudades Como se señaló más arriba, en Italia (y, aho­
"dom inantes" como en todos los centros ra se puede añadir, en la Francia m editerrá­
"dom inados”, como órganos que ya no ase­ nea) la antigua ciudad romana había conser­
guraban la autonomía política sino exclusi­ vado casi en todas sus partes una vida pro­
vamente la autonomía adm inistrativa de la pia y una realidad autónoma en el corazón
ciudad. mismo del periodo feudal: sobre la restruc­
Siguieron existiendo los viejos órganos turación de esta vida y de fuerzas que esta­
(cónsules, podestá), las formas de asamblea ban al mismo tiempo en el interior del siste­
(consejos), los órganos técnicos (massaru, gas- ma feudal se consolidó el prim er núcleo gené­
laldo. etc.), y también permanecieron, aunque tico de la c. La situación de las zonas no medi­
cada vez más cristalizados e "inmóviles", los terráneas y especialmente de las tierras ger­
estatutos citadinos: el príncipe se reservó mánicas es diferente, ya que en ellas la ciudad
algunos poderes —defensa, administración era una realidad parcial o totalmente ausen­
COMUNA 257

te y el proceso de la c. se derivó necesariamen­ de comerciantes y pequeños empresarios que,


te de un proceso de nueva organización no debiendo realizar su propia defensa, ase­
urbana. gurada por el poder dinástico y señorial, se
Múltiples y diversas, aunque siempre ve obligada a establecer para sí misma reglas
inciertas, fueron las causas por las que el pro­ de conducta comercial, de tutela jurisdiccio­
ceso se desarrolló y generalizó casi en toda nal, de mutuo socorro, de respeto común.
Europa durante el periodo feudal tardío, ini­ También aquí se presenta una asociación
ciándose en años que ciertam ente están muy horizontal, abierta, que se modifica a si mis­
adentro del siglo x; debilitamiento de los ma, a diferencia del régimen jerárquico rígi­
choques feudales, cese de las grandes invasio­ do, vertical y establecido hasta ahí por la
nes externas, reflorecimiento demográfico y estructura agrario-feudal prevaleciente,
recuperación económica general. Lo cierto es Pero el hecho de que la c. exista separada
que se puede señalar casi en todus partes la del mundo feudal y no logre incorporar en sí
revi tal ización de las viejas ciudades de origen misma elementos sustanciales portadores de
romano, acompañada, sobre todo en el nor­ las viejas estructuras dirigentes conlleva las
te, por un prolongado proceso de creación de diferencias mencionadas anteriorm ente res­
nuevos centros urbanos de modestas o modes­ pecto de las experiencias italianas mucho más
tísimas proporciones, pero animados de vida articuladas y completas. La c. extraitaliana
propia en abierta contradicción con las carac­ —aparte, y en parte, experiencias de tipu pro-
terísticas petrificadas del sistema fundiario venzal, flamenco, hanseático— se caracteri­
curten se. za, esencialmente, po ra] la no identificación
Economía de intercambio contra economía entre civitas y c. En este caso, la c. sigue sien­
de estancamiento, reutilización del dinero do siempre una experiencia particular den­
contra el viejo trueque en especie, acentua­ tro de la nueva ciudad, que sólo rara vez logra
da división del trabajo en lugar del sistema asumir la dirección de todos los núcleos cita-
indiferenciado de producción precedente. dinos viejos y nuevos. La c. es una organiza­
Evidentísimo fue el proceso de recuperación ción privada de los grupos burgueses, que le
del intercambio, que requería nuevos lugares arranca al señor eclesiástico o laico un pre­
de depósito y de almacenaje junto con nue­ ciso estatus privilegiado, que obtiene y amplia
vos centros fijos de contratación y de venta. progresivamente su propia autonomía y su
En Francia y en Alemania, la nueva ciudad correspondiente autogestión, pero que casi
nució de este modo también por exigencias nunca logra librar de manera sustancial a
comerciales, se formó alrededor del nuevo toda la ciudad del control feudal. Al que tam­
mercado, de la feria regional o general, en los bién ella misma debe seguir sometida.
puntos de intersección y desembocadura del Del mismo modo: b] la c. no italiana no asu­
comercio local y continental. me nunca el control del vastísimo comitatus.
Se trata de una ciudad de dimensiones El campo es para los comunalistas un lugar
modestas, que surge al pie y casi a la sombra de intercambio, una zona de recolección de
del castillo, de la fortaleza feudal, como mercancías y de ventas de manufacturas,
suburbio, ciudad nueva sometida al viejo cen­ pero no es nunca un dominio sometido poli-
tro fortificado del poder dinástico. Un nuevo tica y jerárquicam ente a ellos mismos. Los
núcleo citadino, circundado, sometido al viejo dominios feudales y semifeudales campesinos
núcleo feudal, pero, a diferencia de éste, ani­ siguen estando sustancialmente bajo el con­
mado por tensiones, ideales y contrastes acor­ trol del comes y del marchio, que más bien
des con las nuevas exigencias que se iban pre­ tienden a desarrollar de una manera más
sentando. En una palabra, una nueva ciudad. completa su propio poder, llegando muy
El nuevo grupo de residentes no puede recu­ pronto, por lo menos en Alemania, a una
rrir para su propia organización a las viejas auténtica semisoberania territorial.
estructuras jerárquicas, simplistas y rígidas: En consecuencia, la c. de estas vastísimas
se trata de un grupo de iguales, de hombres áreas: cj no sufre transformaciones institu­
libres o que rápidamente se convierten en cionales fuera de un cierto nivel y de su seno
tales. no logra salir nunca un dominio señorial. Es
La c. nace de este modo como asociación y sigue siendo un órgano para la adm inistra­
258 COMUNA

ción de la justicia únicamente para sus miem­ el de los grandes centros costeros de Alema­
bros. un cuerpo colegiado judicial (scabina- nia, de las ciudades de la Hansa comercial y
lo) que con mucha frecuencia coincide in tota marítima, centros que conservan hasta la
con el órgano dirigente de la c. misma. El Edad Moderna la función y el estatus de “ciu­
dinasta autoriza y controla al mismo tiempo dades libres", o sea, de ciudades que no están
esa función, a través incluso del nombramien­ sujetas al control feudal.
to del jefe del cuerpo colegiado judicial y Se trata sin embargo, con toda seguridad,
comunal, nombramiento que se produce, de de excepciones que no son muy numerosas,
acuerdo con las fuerzas respectivas, unas siendo la regla la de las c. de ciudades viejas
veces dependiendo de designaciones de la y nuevas que. después de una serie frecuen­
conwmnitas, otras veces, en cambio, por libre temente compleja de vicisitudes bélicas y polí­
elección del dominus mismo. ticas, se incorporaron de un modo perfecto
Este último se reserva, en general, los pode­ y completo a los grandes señoríos terratenien­
res de designación del Burgmeister, del mui­ tes, desarrollando una función autónoma,
ré. del majar de tuda la ciudad, asignándole muy activa, pero en gran medida subordina­
competencias y funciones dentro de los lími­ da. No se produjo, por el contrario, la frag­
tes predeterminados por el espacio ya con­ mentación total del territorio como sucedió
quistado dentro del área urbana por el gru­ en Italia; fenómeno que se convertiría luego
po privilegidado de burgueses, que de este en un obstáculo gravísimo para la reconstruc­
modo sólo es un grupo emergente que se une ción de ordenamientos estatales de amplia
al lado de los demás para dominar la socie­ envergadura regional o nacional.
dad (nobleza, clero) pero sin poderla dirigir,
ni temporal ni parcialmente. b ib l io g r a f ía J. Alvarcz Junco, Im Comuna en
Es tan cierto esto que con mucha frecuen­ Esparta. Madrid. Siglo XXI, 1971; E. Besta, II
cia el gran dinasta territorial toma por sí mis­ diriltu pubblico italiano dagli inizi del secuto
mo la iniciativa de la fundación de una o decimoprimo alia secunda meta del secóla deci­
varias ciudades con la correspondiente con­ moquinto. Padua, CF.DAM, 1929; P. Branculi-
cesión de un estatus privilegiado para los Busdraghi, Im formaz.ione sturica del feudo lom­
mercaderes y para los burgueses capaces de bardo come diritto reale. en Quaderni di Studi
realizar una actividad empresarial, con la Senesi, II. Milán, Giuffré, 1965; P. Brez/i, /
concesión de la plena libertad para todos los comuni cittadini italiani: origine e primitiva eos-
que vayan a establecerse ahí (Stadtluft machi rituzione fsecoli xxn), Milán, i s p i , sf ( p e r o 1940):
freí, “el aire de la ciudad da la libertad", dice G. de Vergottini, Origini e sviluppo siút ico delta
una antigua fórmula) con la garantía de comitatinanza, en Scritti di storia del diritto ita­
amplios privilegios, entre los que cuenta el de liano. a cargo de G. Rossi, I Seminario giuridi-
ju ra r la comuna. co deiri/'niversitu di Mologna, l x x iv , I. Milán,
Después de asegurar y limitar el fenóme­ Giuffré, 1977: G. de Vergottini. Arti e “populo"
no comunal el dinasta, el principe, es el que nella prima meta del sécalo XIII. en up. c itG .
más tarde lo promueve y lo fomenta, con Dilcher, Die Entstehung der Lombardischen
miras al robustecimiento y a la expansión de Stadtkommune. Eine reclitsgeschichtliche L’ntcr-
su propio poderío personal: las tierras de suchung, Aalen, Scientia, 1967; E. Enríen. Storia
expansión germánica del este, expuestas a la dellacittá medievale (1972), Bari. Laterza. 1975:
continua presión eslava están sembradas de J. Gautier Dalchc, Historia urbana de León y Cas­
ciudades de nueva creación dinástico-feudal. tilla en la Edad Media (siglos IX-XIII), Madrid.
Prueba evidente de la completa sujeción de Siglo XXI, 1979; W. Goetz, Le origini dei comu­
los dominios comunales a los iMndeslterren ni italiani (1944), en Archivio FISA, 3. Milán. Giuf­
y de su capacidad para desempeñar una fun­ fré. 1965; L.A. Kotelndvova, Mondo comodino e
ción dentro del nuevo mundo feudo-burgues. ciña in Italia dal'xt al XIV secóla: dalle fonte
Naturalmente se presentan casos diversos, dell Italia céntrale e settentrionale (1967), Bolo­
casos de ciudades francesas, flamencas, ger­ nia. II Mulino. 1975; L. Mumlord, La ciudad en
mánicas que han llegado a una autonomía la historia (1961). Buenos Aires. Nueva Visión;
mucho más precisa y más amplia: un ejem­ H. Pirenne, I m s ciudades de la Edad M<.dia (1971).
plo casi escolar de estos dominios es también Madrid, Alianza. 1972: H. Plunitz, lite deutsche
C O M U N A lY M U N IC IP IO ) EN A M E R IC A LATINA 259

Sutilt im Mittelalter: von der Romerzeit his z.u ocasiones no habian superado el neolítico.
dem /.uftkampfen, Graz-Colonia, Bohlau. 1954; Aun cuando la civilización precolombina
J.L. Romero, I m revolución burguesa en el mun­ tuvo gran influencia sobre la posterior loca­
do feudal, México, Siglo XXI, 1967; J.R. Rome­ lización de los centros urbanos su impacto
ro, Crisis y orden en el mundo feudoburgués, sobre las estructuras internas urbanas es
México, Siglo XXI, 1980; V. Rutenburg, Populo muy reducido.
e movimenti popolari nell’ltalia del ’WOe del 400 El sistema de ciudades hasta hoy vigente
(1958), Bolonia, II Mulino, 1971; P. Torelli, Un tiene su origen concreto, tanto en su expre­
comune ciliadino in territorio a economía agrí­ sión Tísica como en diversas modalidades cul­
cola: I. Distribuzione de lia proprietá, sviluppo turales y políticas, en las ciudades coloniales.
agrícola, con t ral ti agrari, Mantua, Accademia Las sucesivas rupturas y cambios que se suce­
Virgiliana, 1930; II. Uotnini e classi al potere, a den hasta nuesta época contemporánea no
cargo de V. Colorni, Mantua, Accademia Virgi­ clausuran absolutamente a la ciudad de la
liana, 1952; G. Volpe, Questioni fondamentali colonia, como en su momento ésta lo hizo con
sull'orígine e svolgimento dei comuni italiani fsec. el poblamiento urbano precolombino.
X Xtv), en Medio Evo italiano, Florencia. Sanso- En el largo proceso de colonización hispá­
ni, 19612; G. Volpe, Studi sulle istituzioni comu- nica la ciudad desempeñará un papel medu­
nuli a Pisa, Florencia, Sansoni, 19702. lar, siendo prácticamente el centro irradia­
dor de la colonización. De hecho, la sumisión
[PAOLO COLLIVA] de las culturas indígenas y la apropiación de
los nuevos territorios se inscribirá en una
constante fundación de ciudades.
comuna (y municipio) en américa Comprender adecuadamente el perfil de los
poblados en el Nuevo Mundo, remite al tipo
latina de ciudad que habitaban, conocían y admitían
los conquistadores. Por esos tiempos, en la
i la herencia ihlrica. Al hablar de América península ibérica se podían distinguir más o
Latina se alude a todo un ámbito territorial menos nítidamente dos realidades; al norte,
culturalmentc distinguible en la amplia zona en donde el constante paso de los peregrinos
del continente que fue conquistada por Espa­ y cierta vida comercial permitió desarrollar
ña y Portugal; con ello se remarca una espe­ un tipo de ciudad "transpirenaico", o sea del
cificidad respecto de América del Norte cuya tipo de las comunas del norte italiano y del
colonización se produjo por Inglaterra. Ño sur de Francia; en el sur, la lucha contra el
obstante importantes similitudes ambos pro­ Islam marcó una realidad muy diferente que
cesos adquieren manifestaciones lo suficien­ en su expresión urbana tuvo como caracterís­
temente propias como para distinguirlos más ticas más salientes la sujeción al poder cen­
o menos radicalmente. tral de la corona de Castilla, una economía
La historia del poblamiento en América predominantemente agropastoril antes que
Latina se remonta a varios siglos antes de la mercantil y una cierta militarización de cos­
conquista. Las culturas indígenas habían tumbres que en el plano ético encontraron su
alcanzado la etapa urbana en el continente mejor formulación en el tomismo.
americano en ciertas zonas, tales como el alti­ La política del gobierno colonial se nutría
plano de México, Guatemala, el altiplano de un pragmatismo filosófico moral de fuer­
peruano-boliviano y la costa norte y central te acento tomista que intenta reconciliar los
del Perú. Centros como Tenochtitlan, capital principios cristianos de justicia con la dura
del imperio azteca, Chan Chan centro del realidad de la conquista y la explotación, y
imperio chimú, y Cuzco, capital del imperio con la diversidad y obstinación de los inmen­
incaico atestiguan la importancia de estas sos imperios del Nuevo Mundo. Al respecto,
civilizaciones urbanas. El florecimiento de en la obra La política indiana de Juan Solór-
estas culturas no fue uniforme ni se extendió zano (1648) se sostiene que las "repúblicas”
a todo el continente; la mayor parte de éste de españoles y de indios debían form ar un
se hallaba despoblado en el momento de la solo cuerpo místico, cuyos miembros fueran
conquista, o habitado por indígenas que en designados gobernantes y gobernados de
260 C O M U N A (Y M U N IC IP IO ) E N A M E R IC A LATINA

acuerdo con su capacidad; del mismo modo En estas circunstancias es que se observan
se asignarían los diversos giros y profesiones instituciones urbanas de primer orden, como
en la agricultura, comercio, artes mecánicas, el municipio, pero con una naturaleza dife­
profesiones liberales y magistratura. rente respecto de la comuna. Se trata análo­
En su pensamiento político, la tarea de san­ gamente del gobierno de la ciudad, pero a
to Tomás fue reconciliar las convicciones de nombre de la corona, a su servicio y a veces
la vida civil con las que concernían a la sal­ dependiendo de su nombramiento. Las alian­
vación personal. Observó que el orden de la zas intermunicipales, las llamadas "herm an­
comunidad política, la ciudad cristiana, había dades" derivan en milicias de apoyo a los
sido inventado en gran parte por el arte designios regios, en lugar de mecanismos de
(industria), pero que sus principios se encon­ defensa de la autonomía municipal. Estas
traban en la naturale7.a humana. serian las tradiciones municipales iberas que
En el caso específico de la forma urbana, orientarían los patrones de poblamiento en
el De redimirte principian de santo Tomás el Nuevo Mundo, que fueron las que se forja­
influyó directamente en los tratados españo­ ron durante la reconquista, no las que se fil­
les de Francesc Eiximenis y del obispo Rodri­ traron a través de los Pirineos.
go Sánchez de Arévalo, y a través de estos últi­ Es en este contexto que se desenvuelve la
mos en las ordenanzas de colonización de em presa de la conquista. No obstante, estas
Indias. tradiciones comienzan a tener especificación
La sociología política tomista se había for­ en su implantación en suelo americano.
jado para un marco urbano —un marco pre­ Jurídicamente, el nuevo territorio forma
burgués— en el que las motivaciones del parte del patrimonio de la corona en donde
“ individualismo" estaban subordinadas al radica la soberanía; por ello su ocupación se
servicio público y a la unidad social o corpo- hace a nombre de los reyes de España y a las
rativismo. Este marco doctrinario envolverá nuevas autoridades solo les compete adminis­
a la tensión registrada entre lo local y lo uni­ tra r en forma delegada y otorgar posesiones
versal, muy presente en la ciudad ibérica de en calidad de concesiones. Ésta es la esencia
la Reconquista que en su manifestación ame­ del pacto colonial.
ricana cede ante la idea de lo universal, expre­ El municipio, o cabildo, desempeña un
sión del imperio en expansión. papel de primer orden en este proceso, sin ser
Esta idea de ciudad contrasta significativa­ la principal autoridad colonial, ya que se halla
mente con la comunidad local pactada en la por debajo de virreyes y gobernadores.
Nueva Inglaterra. Allí, la única relación Audiencias o capitanías generales, entre otras
“natural" era la de padres e hijos; cualquier cosas, gozan de la atribución económica y
otra relación era voluntaria y dependía de un socialmente estratégica de dotar de tierras a
acuerdo o compromiso mutuo entre las dos los colonos.
partes interesadas. La comunidad era conce­ Estos tributos formales poco pueden escla­
bida como un recipiente de una serie de rela­ recer acerca de su real contenido, si no se
ciones binarias y no de grupos corporados o especifica la función histórica de la ciudad
de castas; el colectivo no preexistía ni tras­ colonial y las características del poblamien­
cendía las obligaciones contractuales de sus to que se promueve. A diferencia de la ciudad
miembros. En tanto que la congregación care­ europea, cuyo surgimiento y desarrollo se
cía de identidad propia, cada conciencia pri­ pruduce en contra y a pesar del campo feu­
vada sobrellevaba el "vínculo de matrimonio" dal. su homologa americana será el punto de
entre Dios y la comunidad. partida para la apropiación del campo y su
En la España de la reconquista se vivió la explotación. Se da el extraño fenómeno de
extraña paradoja en débiles relaciones feuda­ colonizadores que traen una imagen urbana
les sin prosperidad mercantil, pero con una de la forma de vivir y radicar, pero cuyos
significativa importancia de las ciudades. objetivos son lanzarse a la posesión de las
Esta relevancia cumplía fines militares, polí­ riquezas naturales que los nuevos territorios
ticos y religiosos, antes que antifeudales, les ofrecen. La permanencia en la ciudad por
como simultáneamente ocurría en otros pun­ lo general sólo es transitoria y se debe al
tos de Europa. temor a la incertidumbre respecto de las tie­
CO M U N A (Y M U N IC IP IO ! E N A M É R IC A LATINA 2H

rras con indígenas hostiles o en sí mismas Ello explica la frecuencia con que eran aban­
naturalm ente hostiles. donados los sitios que se habían elegido para
Esta característica hará que sea un esfuer­ construir ciudades, como es el caso extremo
zo permanente de los adm inistradores colo­ de Buenos Aires en 15SS, cuyo cabildo envió
niales evitar que las ciudades se vacien. a su procurador a Madrid con la intención de
Esfuerzo muchas veces infructuoso, ya que conseguir un mejor destino de la ciudad a tra­
la m archa al campo se halla motivada por vés de una representación permanente en la
otras razones, además del afán de riqueza. La corte.
rígida jerarquía estamentaria proveniente de El peso definitorio de esta estructura polí­
la metrópoli tiende a reproducirse en las nue­ tica fundante llega a expresarse hasta en la
vas ciudades, con toda su secuela de desigual­ forma física de las ciudades. El tan difundi­
dades; por tanto, la forma de evadir esta jerar­ do esquema de ordenamiento de la ciudad en
quía es ir hacia donde es más difícil repro­ forma de damero con una plaza central, con­
ducirla: los territorios despoblados o poco sagrado legalmente como la forma obligato­
habitados. Tal vez el ejemplo paradigmático ria de las ciudades que se fundan, fue codifi­
de esta actitud del colonizador, mezcla de cado por Felipe II en la ley de 1573. Sean cua­
afán de riquezas y fuga plebeya hacia un les fueren sus orígenes, la característica dis­
orden más democrático, sea la bandeira por­ tintiva del plano en tablero fue la subordina­
tuguesa, en donde el grupo colonizador adop­ ción de las calles a la voluntad central, la
ta un comportamiento nómade aunque sin plaza, en donde se erigen los locales del poder
abandonar sus pautas urbanas que las repro­ público y la iglesia.
duce en el interior de la comitiva.
La gestión política de la ciudad colonial II ESTRUCTURA Y ATRIBUCIONES DEL MUNICIPIO COLO­
habrá de recaer sobre el municipio. La diver­ NIAL. Las funciones de los cabildos consistían
sidad de situaciones que vive el Nuevo Mun­ en cuidar y supervisar las obras públicas, la
do hace difícil las generalizaciones, no obs­ vigilancia de los lugares públicos, el control
tante hallarse éstas generalizadas en las leyes de pesas y medidas y de los abastos, y a la vez
de Indias. El diferente interés político y eco­ ejercer funciones de vigilancia y control en
nómico que despertaron los nuevos territo­ el resto de su jurisdicción, la que con frecuen­
rios fueron moldeando sus perfiles. En lincas cia era muy vasta pues contaba con un radio
generales, es factible diferenciar las zonas de varias leguas con centro en la ciudad cabe­
que por sus riquezas naturales (minerales o cera municipal.
frutos de la tierra) o por la existencia de En el momento de la conquista, las nocio­
poblaciones indígenas sometidas, cultural­ nes del derecho romano de derechos público
mente desarrolladas y por consecuencia muy y privado ya estaban siendo consolidadas en
aptas para su explotación, de aquellas otras la península ibérica. Como tales se trasladan
áreas con escaso interés económico o mera­ al Nuevo Mundo y gozan de inmediata difu­
mente con importancia militar. También des­ sión. Se aceptaba asi la división entre bienes
tacan las diferencias entre el municipio de la públicos y propios del cabildo, nociones cohe­
América portuguesa y el de Hispanoamérica; rentes con los anteriores conceptos del dere­
en el prim er caso, los inferiores recursos de cho romano; los bienes públicos eran las pla­
la corona portuguesa y la inexistencia de las zas, calles, abastos, mercados, etc., de estric­
riquezas más inmediatamente ambicionadas to uso público por parte de la comunidad,
hicieron posible una actividad municipal más imprescriptibles e inalienables; los bienes
independiente que en la América española. propios eran arrendados para su explotación
En la ciudad latinoamericana la estructu­ a los particulares.
ra política precedió a la económica. A la luz Conviene tener presente que la vida urba­
de la historia urbana europea este nuevo tipo na en la colonia estaba fuertemente corpora-
de ciudad tiene algo de artificial, ya que se tivizada; las relaciones mercantiles y artesa-
asienta en un vasto continente donde las rutas nales estaban sujetas a férreos cánones de
comerciales y las economías regionales no difícil transgresión. El principal protagonis­
habían aun adquirido rasgos permanentes, lo ta en el control, promoción e iniciativa del
cual duraría mucho tiempo en producirse. conjunto de estas actividades fue el cabildo.
262 C O M U N A (Y M U N IC IP IO ) E N A M É R IC A LATINA

La ciudad colonial prácticamente no conoce corona o por sus representantes inmediatos,


la fluidez de las comunas europeas, en las que los virreyes, gobernadores y la audiencia. Las
el sentido de su existencia y el perfil de los elecciones para estos puestos sólo se realiza­
tipos humanos que las habitan está dado por ron excepcionalmente, y donde se dieron
el libre comercio. Las ciudades coloniales, reflejaban la poca importancia de la ciudad
hasta fines del siglo xvm, con las reformas en cuestión. Con el tiempo empezó a difun­
borbónicas, sólo se relacionan con un merca­ dirse la práctica de la venta en subasta de
do transoceánico, el de Sevilla; esto no signi­ estos cargos, lo que los alejó definitivamente
fica que fuera plenamente rígido pues el con­ de una legítima representación. No obstante,
trabando fue una práctica relativamente por su carácter de autoridades intermedias,
constante en varias ciudades del imperio, par­ fueron el espacio que los criollos americanos
ticularm ente las de su periferia norte y sur. ocuparon con más frecuencia; precisamente
Las relaciones intermunicipales, al principio la venta pública de estos cargos puso en cri­
levemente toleradas, fueron progresivamen­ sis esta accesibilidad por parte de los criollos,
te prohibidas, al limitarse a la relación uni­ generando un gran m alestar por ello.
lateral del municipio con la corona. Dentro de este amplio marco de atribucio­
Esta suma de funciones era ejercida en los nes del cabildo colonial, destaca su función
cabildos por un alcalde mayor nombrado de adm inistrador de los Pocitos y la Alhúndi-
directamente por el rey con atribuciones muy ga. En el primer caso, se trataba de un fondo
orientadas a la vigilancia y control de las de alimentos y semillas con objeto de proveer
encomiendas y en general con funciones de a la comunidad en caso de desastre o escasez;
protección de las comunidades indígenas de la Alhóndiga, a cargo del fiel ejecutor, hacia
posibles abusos por parte de españoles o crio­ las veces de un mercado municipal en donde
llos. Puede afirm arse que se trata de una ins­ se controlaban los precios al consumidor, pre­
titución de fortalecimiento del poder central viamente fijados por el cabildo, y se perseguía
de la corona, en oposición a los feudos crea­ todo tipo de prácticas especulativas y de aca­
dos a partir de las capitulaciones a los pri­ paramiento de los alimentos.
meros conquistadores. Formalmente, subsistió una institución
Los alcaldes ordinarios eran nombrados municipal, de gran arraigo en el municipio
por el rey, el virrey o la audiencia. Sus fun­ español, que fue el cabildo abierto. Se trata­
ciones eran mediar en asuntos entre españo­ ba de una asamblea de toda la comunidad
les en prim era instancia, en pleitos entre (aunque con restricciones censuarías) en un
españoles e indios y en prestar auxilio a los verdadero ejercicio de democracia directa. En
jueces eclesiásticos; su número oscilaba entre el municipio de la colonia esta institución
uno o dos. estuvo relegada a pequeños poblados rurales,
Los regidores se encargaban de administrar y en algunos casos su mayor auge fue duran­
la ciudad, la policía, los abastos, las licencias te el proceso político de la independencia.
a mercaderes, la salud pública y todos los pro­ El municipio colonial poco o nada tiene que
blemas de carácter urbano. Sus facultades ver con la comuna europea; recoge la heren­
eran esencialmente ejecutivas y legislativas cia del municipio español de la Reconquista,
en las m aterias señaladas. El número de regi­ que de por sí era bien diferente a la comuna.
dores osciló entre cuatro y veinte, en función En el Nuevo Mundo la ciudad es una prolon­
de la im portancia de la ciudad. gación patrimonial de la corona antes que un
Junto a estos cargos había un secretario reducto autónomo estatutariam ente consa­
escribano del cabildo con funciones notaria­ grado.
les, un alguacil mayor para el cuidado de pri­
siones y de la seguridad pública, un fiel eje­ ni. el municipio roscoLONiAL Durante la prime­
cutor, encargado del control de pesas y medi­ ra etapa de la independencia, los cabildos
das y un procurador del cabildo para su desempeñaron un papel de primer orden. Pro­
representación. ducida la invasión napoleónica a España y la
Todos estos cargos, que en España fueron abdicación de Fernando VII. el reino queda
durante algún tiempo de elección popular, en acéfalo. Ante esto surgen los cabildos como
América eran provistos directam ente por la la instituciun que retoma el poder en ausen-
C O M U N IC A C IO N PO LITICA 263

cía de ta corona, fundamentando esta decisión Ello da lugar a un incremento demográfico


en el hecho de que, producida la interrupción de las ciudades expresado fundamentalmen­
del pacto de soberanía entre los pueblos y el te en cinturones de miseria, foco de múltiples
rey, ésta se retrotrae al cabildo en tanto el y graves problemas urbanos (vivienda, trans­
más inmediato representante del pueblo. porte, infraestructura, equipamiento, etc.).
Por cierto que ésta fue la doctrina justifi­ Los gobiernos municipales, formalmente aún
cadora de un movimiento al principio más o responsables de la administración de las ciu­
menos ciego y luego plenamente consciente dades, cada vez son más impotentes para ejer­
de emancipación por parte de las colonias. cer su función. Disminuidos en sus atribucio­
Además, en la medida que los impulsores de nes, y en el proceso de adaptación a su nue­
la Insurgencia antiespañola fueron los crio­ vo papel de administradores de una sociedad
llos americanos, y no un movimiento plebe­ urbana de relaciones sociales capitalistas,
yo, la institución más funcional a sus desig­ han perdido el papel protagónico que tuvo en
nios fue el cabildo. la sociedad corporativa que lo vio nacer. De
Producida la independencia, la estructura la ciudad colonial, cabeza de puente de la con­
del gobierno municipal no sufrió im portan­ quista política, económica y espiritual, some­
tes variaciones. Los cambios se estaban pro­ tida a la fuerza centrifuga de un territorio a
duciendo en la sociedad colonial, la cual, con conocer y dominar, la ciudad contemporánea
posterioridad a su desintegración, sumió a los atrae hombres y riquezas, sin ofrecerles
territorios americanos en varias décadas de mucho a los primeros y exportando buena
crisis económica, luchas civiles e inestabili­ parle de las segundas.
dad política. Paradójicamente, en esta casi Pese a ello, en la ideología política de los
caótica situación que expresaba el reacomo­ pueblos latinoamericanos se preserva un sen­
do de una sociedad de más de tres siglos de timiento de aceptación del gobierno munici­
vida, el gobierno municipal fue una de las pal y cierta conciencia de su fortalecimiento
pocas instituciones que preservaron su fun­ en aras de una redistribución del poder que
cionamiento y cierto grado de eficacia. las propias constituciones nacionales se han
No obstante, debe anotarse que la creación encargado de mantener.
de los nuevos estados nacionales comenzó a
restarle competencia y atribuciones que fue­ bibliografía: L. Benévolo, Diseño de la ciudad:
ron absorbidas por los nuevos poderes cons­ 4. El arte y la ciudad moderna del siglo XV al
tituidos. Es que, fundamentalmente, la nueva siglo XVIII, Barcelona, G.Gili, 1975; M. Castells,
institucionaiidad reflejaba una radical modi­ La cuestión urbana, México, Siglo XXI, 1974; T.
ficación de las relaciones sociales. Halperín Donghi, Historia contemporánea de
Si bien la dependencia de nuevas m etrópo­ América ¡Mtina, Madrid, Alianza. 1969; R.M. Mor-
lis en sustancia se preservaba, adquiría una sc, Las ciudades latinoamericanas: 1. Anteceden­
modalidad absolutamente diferente. De ser la tes, y 2. Desarrollo histórico, México, Sepseten-
prolongación patrimonial de la corona espa­ tas, 1973; J. Ots Capdequí, El régimen munici­
ñola se pasaba a la independencia política pal latinoamericano en el periodo colonial: con­
fragmentada en varios nuevos estados, aun­ cejos y ciudades, Valencia, 1937; J.L. Romero,
que ello no inhibiera la fuerte dependencia Latinoamérica: las ciudades y las ideas, México,
comercial v financiera que se contraía con las Siglo XXI, 1976.
nuevas metrópolis europeas.
El gobierno municipal subsiste hasta el pre­ [Alvaro portillo]
sente, si bien es victima de una crisis cada vez
más definitoria. El patrón de desarrollo
dependiente de América Latina condujo, entre
otras cosas, a la urbanización acelerada en comunicación política
algunas de las grandes ciudades de la red
urbana originaria de la colonia. Este proce­ I. DEFINICIÓN YORIENTACIONES INTERPRETATIVAS. La
so, que parte de la migración campo-ciudad, c. puede definirse como el conjunto de los
transform a a esta última en un vertedero mensajes que circulan en el interior de un sis­
humano cuya lógica productiva no absorbe. tema político y que condicionan su entera
264 C O M U N IC A C IO N PO LITICA

actividad, desde la formación de las deman­ mismos son determinantes para la formación
das hasta los procesos de conversión a las res­ de las actitudes de la opinión pública y, por
puestas del propio sistema. Metafóricamen­ lo tanto, para el tipo de presiones ejercidas
te, la c. puede concebirse como "el sistema por esta última sobre los centros de decisión
nervioso" de toda unidad política. Tres orien­ del sistema político. Las diferencias más rele­
taciones principales se han desarrollado en vantes de los flujos de c., según Richard Fagen
materia de c. política. La primera orientación, (1966), están relacionados principalmente con
elaborada por la escuela e stru ctu ral- el tipo de régimen político. En los regímenes
funcionalista, es la que trata a la c. como un democráticos, la c. tiende a ser continua entre
aspecto im portante aunque no esencial para la élite y la opinión pública. Los mensajes par­
la comprensión de los procesos políticos. La ten de la élite a las masas con objeto de soli­
segunda orientación es justamente la de aque­ citar el apoyo, como de las musas a la élite,
llos autores que aplican modelos cibernéticos aunque con mayor dificultad, a través de múl­
al estudio de la política y que. por lo tanto, tiples canales que trasmiten la demanda polí­
hacen de la c. la unidad de análisis capital de tica. En los regímenes autoritarios el flujo de
su teoría. Finalmente, la tercera orientación, c. es continuo entre las élites y los círculos
que por un lado se conecta con las investiga­ gobernantes. Y es igualmente continuo entre
ciones de sociolingüistica y por el otro a la la élite y la musa de los ciudadanos, en tanto
sociología de las comunicaciones de masa, es que son escasos los canales que trasmiten los
el de aquellas teorías que se concentran en mensajes en dirección opuesta. En los regí­
los efectos de un acceso desigual a los recur­ menes totalitarios, finalmente, la caracterís­
sos de la c. sobre la distribución del poder tica principal consiste en la compacta canti­
político entre los distintos grupos organi­ dad de c. que Huye desde la élite hasta las
zados. masas. “Todos los aparatos humanos y tec­
nológicos controlados por los lideres se
11. LA COMUNICACIÓN POLITICA COMO FUNCIÓN DL emplean para obtener el máximo de apoyo
■■INPL’T" Y SU INFLUJOSOBRE lA OPINIÓN PÚBLICA. Des­ popular y la máxima eficiencia. El esfuerzo
de el punto de vista del análisis estructural- es continuo, coherente y eficaz. Naturalmen­
funcional en la versión de Almond. por ejem­ te hay otros flujos importantes: verticalmen­
plo. la c. política se toma como una función te (desde la base hasta el vértice) bajo la for­
de input cuyo desenvolvimiento constituye un ma de informaciones y de criticas moderadas
requisito necesario para el desarrollo de y. horizontal mente, entre la élite y los centros
todas las actividades relevantes del sistema de decisión en la forma típica de todos los sis­
político. Bajo esta perspectiva, sirve, del mis­ temas burocráticos complejos. Pero el flujo
mo modo que todas las demás funciones, para dominante es el descendente" (Fagen, 1966).
lograr los fines de conservación y adaptación
del sistema político. Entendida de esta mane­ III LATEORIA DE LAS COMUNICACIONES. La C. políti­
ra la c. política está implícita en todas las for­ ca. entendida como instrumento analítico, se
mas de contacto humano. Los contactos per­ ubica sin embargo sobre todo en el centro de
sonales informales representan el vehiculo una teoría ad hoc: la teoría de las comunica­
más común. Como lo han puesto de relieve los ciones. A la luz de este esquema interpretati­
que estudian la formación de la opinión publi­ vo particular de los fenómenos políticos, la
ca, este tipo de canales de c. (especialmente política se entiende como el conjunto de pro­
el canal particular constituido por los lideres cesos de dirección y de coordinación de las
de opinión) es esencial en la trasmisión de los actividades que se desarrollan dentro del sis­
mensajes a los miembros del sistema políti­ tema social para la consecución de los fines
co y, en consecuencia, en la formación de las a los que tiende el sistema. El proceso de
opiniones políticas. decision-making representa por tanto el
En los sistemas políticos modernos la c. aspecto más importante. La c. política es,
política pasa además a través de canales espe­ pues, para la cibernética, el conjunto de men­
cializados: los medios de c. masiva. La cali­ sajes que permite la formación de decisiones
dad de los niass media, el tipo de mensajes políticas. Según este concepto de c. cualquier
trasmitidos, la frecuencia de los mensajes sistema caracterizado “por un grado relevan­
C O M U N IC A C IO N POL ÍTICA 265

te de organización, de c. y de control, inde­ co no puede, sin embargo, detenerse en este


pendientemente de la diversidad de los pro­ punto. El modelo expuesto hasta aquí es en
cesos particulares de trasmisión de los men­ efecto una representación estática de tipo
sajes y de los modos en que se desarrollan sus e - r (estimulo-respuesta) incapaz de explicar

funciones” (K. W. Deutsch, 1972). se concibe los fenómenos de cambio del sistema políti­
como una red de comunicaciones o mejor co. El concepto de retroalimentación (nega­
dicho como una red de aprendizaje. De este tiva o positiva) es el instrumento analítico cla­
modo se entiende también el sistema político. ve proporcionado por la teoría de las c. para
Un modelo de c. en su forma más simplifi­ comprender la dinámica del proceso político.
cada está compuesto por un conjunto de dis­ La retroalimentación negativa se refiere a
positivos receptores a través de los que se los procesos por medio de los que llegan al
trasm iten las informaciones del ambiente centro de decisiones las informaciones sobre
externo (input) y a los que competen además las consecuencias de sus decisiones anterio­
las operaciones de selección de las informa­ res, le permiten evaluar si estas decisiones lo
ciones y de interpretación de acuerdo con un acercaron o alejaron de los objetivos propues­
código apropiado, o conjunto de reglas inter­ tos y le permiten modificar, en consecuencia,
pretativas, que varía de un sistema a otro y su propio comportamiento. El proceso de
que depende de los valores dominantes, de la retroalimentación negativa representa, pues,
calidad y del tipo de canales de c. y, sobre para el sistema político un instrumento de
todo, de los fines que el sistema político tra ­ control sobre el ambiente externo. Como dice
ta de alcanzar. Posteriormente, la informa­ Deutsch. la retroalimentación negativa “es el
ción tratada de este modo llega al centro de control del comportamiento en cada paso y
decisiones que la compara con los datos ante­ en cada etapa, de acuerdo con los resultados
riorm ente memorizados: valores, expectati­ reales de la etapa anterior y no de acuerdo
vas, recuerdo de experiencias semejantes, etc. con las buenas intenciones" (Deutsch, 1970).
Después de este proceso sigue el acto funda­ Al funcionamiento de los procesos de
mental para la vida del sistema político: la retroalimentación negativa están estrecha­
decisión. mente unidos los conceptos de carga, de retar­
Desde el punto de vista de la teoría de la do, de ventaja, de anticipación. La carga indi­
c., la decisión se concibe como una manifes­ ca la velocidad v la cantidad del cambio pro­
tación del poder político. El poder político es, ducido en la posición del objetivo que está
esencialmente, el medio que permite a la persiguiendo el sistema. El retardo es el espa­
voluntad del centro de decisiones llevar a la cio temporal que separa el momento en que
práctica las decisiones suscitadas por la infor­ se pone en práctica una cierta acción y el
mación externa. momento en que la información sobre las con­
En particular, esta perspectiva permite, de secuencias de la acción fluye nuevamente al
acuerdo con su teórico más importante, Karl centro de decisiones. La ventaja es la canti­
Deutsch, una redefinición en términos proba- dad de cambio introducida efectivamente por
bilisticos del poder político llevando a cabo la acción del sistema. La anticipación indica,
una distinción entre el poder bruto y el poder finalmente, la capacidad de identificar la posi­
neto. El poder bruto es "la probabilidad que ción exacta del objetivo en movimiento en el
tiene un sistema de realizar su propio progra­ momento en que la decisión se transforma en
ma interno imponiendo una determinada can­ acción,
tidad de cambios en el ambiente". El poder Deutsch observa en particular que "las pro­
neto, en cambio, se deriva del poder bruto babilidades de éxito en la persecución del
"como la diferencia entre la prohabilidad de objetivo son siempre inversamente proporcio­
estos cambios impuestos al mundo externo nales al grado de carga y ai de retardo. Has­
y la probabilidad de otra cantidad critica o ta cierto punto se pueden correlacionar posi­
relevante de cambios que se producen en la tivamente con la medida de la ventaja, aun­
estructura interna" (Deutsch. 1972).IV que cuando la ventaja alcanza altos niveles
esta relación puede invertirse, y se correla­
IV PROCESOS OF. REIROALIMENTACIÓN NEGATIVA Y cionan siempre positivamente con la medida
positi\ a . La interpretación del proceso políti­ de la anticipación" (Deutsch. 1972). Desde el
266 C O M U N IC A C IÓ N PO LITICA

punto de vista de la teoría de las c. un fun­ nes desde el ambiente externo provoca una
cionamiento defectuoso del proceso de retroa- redefinición de los objetivos del sistema.
limcntación la principal ratón de la ineficien­
cia (entendida como incapacidad de producir V I.OS FLUJOS DE COMUNICACIÓN POLITICA ENTRk LOS
decisiones políticas aptas para favorecer la subsistemas políticos. El funcionamiento y la
consecución de los objetivos) de muchos sis­ naturaleza misma de los canales de c. con los
temas políticos. que están ligados los procesos de retroalimen-
La retroalimentación positiva es un proce­ tación dependen, según Fagen (1966), de cua­
so opuesto al descrito anteriormente. En este tro tipos distintos de factores: I] económicos;
caso la información sobre las consecuencias 2] socioculturales; 3j políticos; 41 históricos.
de una decisión política anterior provoca un El nivel de desarrollo económico influye de
reforzamiento en el comportamiento del sis­ diversas maneras en la c. política; sobre todo
tema en la misma dirección. Las situaciones determina la mayor o menor difusión de los
conflictivas se pueden explicar generalmen­ mass media. En las sociedades tradicionales,
te en términos de retroalimentación positiva en que no existen medios de c. masiva o son
(o retroacción amplificadora). En estos térmi­ escasos v predominan los contactos cara a ca­
nos se pueden explicar igualmente los fenó­ ra, los procesos de retroalimentación presen­
menos de derrum be y de cambio de los siste­ tan diferencias significativas, por ejemplo en
mas políticos. El punto crucial que hay que términos de "tiempo" necesario para los ajus­
verificar, a este propósito, es si la secuencia tes impuestos por las nuevas informaciones
de los reforzamientos del comportamiento, respecto de las sociedades modernas, en que
provocados por la retroalimentación positi­ tanto las masas como las élites están expues­
va, es creciente o decreciente. En el prim er tas constantemente al influjo de los mass
caso "la reacción total está destinada a cre­ media. Del mismo modo, por lo que se refie­
cer m ientras no rebase los limites del siste­ re a los factores socioculturales, el nivel de
ma y termina en alguna forma de derrumbe" alfabetización, el grado de instrucción, el tipo
(Deutsch, 1972); la reacción se puede configu­ de cultura política entrañan diferencias sig­
rar como un proceso de escalation. En el nificativas en los canales de c., en la estruc­
segundo caso estaremos, en cambio, en pre­ tura de los mensajes, etc. La mecánica de los
sencia de un proceso de de-cscalation, desde procesos de c. política varia también según
el momento en que lodo reforzamiento pos­ si los medios de c. están controlados directa­
terior del comportamiento será más peque­ mente por la élite o si sus adversarios tienen
ño que el anterior y el sistema tenderá a acer­ la posiblidad de form ular críticas públicas
carse a su máximo nivel de prestaciones y de capaces de influir en la opinión pública y, por
eficiencia. eso mismo, de provocar reacciones por p ar­
La retroalimentación es, además, un con­ te de la élite. Finalmente, la mecánica de los
cepto fundamental para comprender los fenó­ procesos de c. sufre el influjo de las tradicio­
menos de cambio de los sistemas políticos. El nes históricas de la sociedad; varía, por ejem­
cambio es provocado generalmente por una plo, en los países recientemente independiza­
retroalimentación llamada cambiante de dos, dependiendo de si la red de c. existente
mira, o sea de un fenómeno de retroacción es todavía la creada por la potencia colonial
que interviene modificando los fines persegui­ o no, o dependiendo, por ejemplo, de si las
dos por un cierto sistema político hasta un "reglas del juego" establecidas históricamen­
cierto momento de su historia. Esto puede te, que presiden los contactos entre las diver­
suceder, ya sea porque el objetivo persegui­ sas estructuras políticas en un sistema polí­
do anteriorm ente >e ha alcanzado y el siste­ tico moderno, se prolongan en el tiempo o se
ma político debe orientarse en busca de un sustituyen por otra-, reglas.
nuevo fin, ya sea porque ha habido cambios Según Fagen, lo que hay que comprobar
en los valores del sistema, en la estructura de para evaluar la eficiencia de los sistemas polí­
sus canales de c. o en los elementos constitu­ ticos es si la red de c. es funcional al sistema
tivos del centro de decisiones. En este caso político, particularmente si la mecánica de los
es precisamente el proceso de retroalimenta- procesos de coinunica-ción que se llevan a
ción el que al hacer fluir nuevas informacio­ cabo dentro de los subsistemas que se consi­
C O M U N IC A C IÓ N PO LITICA 267

deran cuino unidades independientes de e. gración y del conflicto en las sociedades de


facilitan u obstaculizan el funcionamiento de capitalismo avanzado son el producto de la
cada subsistema y del sistema político en su combinación de un desarrollo diferenciado de
conjunto. Para comprobarlo es necesario no los sistemas lingüísticos y de las capacidades
sólo evaluar la distribución y el tipo de cana­ cognitivas de los diversos grupos sociales
les de c. existentes dentro de cada uno de los —que favorecen la articulación de ciertas
subsistemas sino también tom ar en cuenta el demandas y la exclusión de otras— con una
hecho de que cada subsistema tiende a estar manipulación centralizada de los mensajes
más condicionado en su actividad por ciertas políticos. El punto de partida de Mueller es
c. que por otras, es decir es necesario tom ar el papel de los sistemas lingüísticos en la
en cuenta el tipo de especializución de los sub­ determinación de las formas de la c. política
sistemas. y, por este medio, del proceso político más
En segundo lugar, hay que analizar las general en cualquier sociedad. Existe una
características de las relaciones entre los estrecha relación entre el tipo de lenguaje que
diversos subsistemas, ya que el modo y la fre­ los individuos internalizan en los procesos de
cuencia en que la c. atraviesa los confines de socialización y las capacidades cognitivas que
los subsistemas contribuyen a determinar las aquel tipo de lenguaje consiente en desarro­
características del sistema político en su con­ llar: sólo si las capacidades lingüísticas y cog­
junto. En parte esto está ligado al grado de nitivas de un individuo están suficientemen­
control y de coordinación que posee el sub­ te desarrolladas será capuz éste de. compro­
sistema de las decisiones en relación con los meterse eficazmente en la c. política. Pero una
demás subsistemas, porque “todos los siste­ comunicación efectiva, a ju vez, para serlo
mas políticos pueden concebirse como siste­ realmente, requiere ser suficientemente libre
mas que poseen estructuras más o menos ade­ de disturbios y de distorsiones.
cuadas de c.-coordinación-control que las La tesis de Mueller es que en las socieda­
unen entre sí y a veces no logran unir los sub­ des de capitalismo avanzado, en las que se
sistem as” (Fagen, 1966). Los grupos étnicos concentra su análisis, el mantenimiento de
o tribales representan frecuentemente un fuertes desigualdades políticas (de acceso y
ejemplo de subsistemas en que la c. interna control del poder político) se debe a la impo-
circula con facilidad, pero en los que. al mis­ sihilidad incapacidad de los grupos desprivi­
mo tiempo, la c. del exterior sólo logra pene­ legiados de comprometerse en una c. políti­
tra r con dificultades y. por lo general, a tra­ ca eficaz a causa de la operación de un con­
vés de dispositivos receptores que contribu­ junto de mecanismos de distorsión. Mueller
yen a distorsionarla y a trasm itir una "im a­ examina tres tipos de c. distorsionada: direc­
gen" deformada a los miembros del subsis­ tamente manipulada, bloqueada, indirecta­
tema. Cuando esto sucede, los procesos de mente manipulada.
retroalimentación reciben un influjo negati­ El prim er caso es el de los regímenes tota­
vo, se reduce al mínimo la capacidad de con­ litarios en los que tanto el sistema de comu­
trol y de coordinación por parte del subsis­ nicación de masa como las políticas educati­
tema de las decisiones, con consecuencias vas del gobierno están completamente per-
dañinas para el funcionamiento de todo el sis­ meadas y subordinadas a la propaganda. El
tema político, incluyendo la capacidad de per­ segundo caso, el de la c. bloqueada, es más
seguir sus fines fundamentales. complejo y se realiza principalmente en los
procesos de socialización prim aria. Aquí se
vi. la manipi lacios de la comunicación. Un enfo­ realiza una diferenciación crucial entre los
que distinto del que aquí examinamos es el individuos según su pertenencia de clase: el
de los autores que se concentran en los efec­ ambiente social en el que sucede la socializa­
tos de la manipulación de los sistemas de c. ción preside al desarrollo del sistema lingüís­
política operantes entre las diversas socieda­ tico y. en consecuencia, de las capacidades
des por obra de grupos politicamente privi­ cognitivas de los individuos. Como lo han
legiados. Una de las formulaciones más aca­ demostrado diversas investigaciones empíri­
badas de esta apertura fue desarrollada por cas, existe una estratificación social del len­
Mueller. Para este las condiciones de la inte­ guaje, por la que el lenguaje se hace menos
26s C O M U N ID A D PO LÍTICA

rico y menos articulado según que baja más tecnología moderna de las c. políticas con
la pirámide social. Esto predispone a la inte­ fines de defensa del statu quo.
riorización de valores diversos en conexión
con diferencias de código lingüístico y de bihuggraf IA: K.W. Dcutseh, Los nervios del
capacidad cogniliva: mayor predisposición a gobierno (1964), México. Paidós: K.W. Deutsch,
la aceptación de la autoridad, al conformis­ Análisis de las relaciones internacionales, Méxi­
mo de grupo, etc. (eterodirección) en las cla­ co, Paidós; R.R. Fagen, Política y comunicación
ses inferiores, mayor predisposición al desa­ (1966), México, Paidós; C. Mueller, The polirics
rrollo de una personalidad más autónoma y of communication, Londres-Nueva York, Oxford
más centrada en si misma (autodirección) en University Press. 1973; L. Pye, Evolución políti­
las clases medio-altas. La estructura de los ca y comunicación de masas (1963). Buenos Aires,
valores tiende pues a adherir a la estructura Troquel, 1969.
de los sistemas lingüísticos, desigualmente
desarrollados, y de esta forma a reforzar y a [angelo panebianco]
reproducir las desigualdades económicas y
políticas fundamentales.
El tercer tipo de distorsión se debe a una
manipulación indirecta de la c. de masa por comunidad política
obra del gobierno y de los grupos privados
que lo controlan. En las sociedades de capi­ La c. política es el grupo social con base terri­
talismo avanzado esta manipulación implica torial que reúne a los individuos ligados por
el tratam iento de los diversos problemas en la división del trabajo político. En su articu­
los términos de una •‘paraideología” d e n tis­ lación más simple y general, la división de las
ta (Habermas) que reduce las cuestiones de funciones políticas está definida por la dis­
la distribución del poder a problemas técni­ tinción entre gobernantes y gobernados: su
cos de maximización de la eficiencia mediante conjunto constituye la c. política. Para cons­
un lenguaje centrado exclusivamente en los tru ir una c. política distinta es suficiente, por
medios más que en los fines (en los términos lo tanto, un asentamiento humano sobre un
de Weber, con un paso definitivo de la racio­ determinado territorio en que el manteni­
nalidad sustancial a la racionalidad formal). miento de relaciones ordenadas entre los
Recuperando una tesis lanzada primero por miembros del grupo está garantizado por un
Mannheim sobre el papel de los intelectuales, poder mediante el uso de la fuerza o la ame­
y acercándonos a las teorizaciones más naza de recurrir a la misma. La expresión c.
recientes sobre la "nueva clase" (Daniel Bell, política define, pues, un aspecto del estado:
Alvin Gouldner), Mueller observa que mien­ su base humana y territorial, el área en que
tras se asiste hoy a la integración política de el aparato de fuerza cuyo monopolio detenta
las clases inferiores, en particular del prole­ el gobierno puede ejercerse libremente. Sin
tariado industrial, ahora ganado para la cau­ embargo, hay que precisar que la c. estatal
sa del status quo, la oposición, en los países no es más que una manifestación histórica de
de capitalismo maduro, con un sistema dis­ la organización política de la sociedad (la más
torsionado de c. política sobre el que se gober­ evolucionada y compleja), de la cual, por
naría toda la estructura del dominio, puede ejemplo, la organización urbana y feudal
venir sólo del "estrato cultural", de aquella constituyen importantes antecedentes.
área de profesionistas de lac. cuyo papel polí­ La c. política es a menudo objeto de senti­
tico se ha ensanchado hoy sea por el desarro­ mientos de pertenencia y de fidelidad por par­
llo de la instrucción o por la expansión de los te de sus propios miembros. Cuando las
medios de c. de masa Esencialmente, según dimensiones de la c. política coinciden más
Mueller, ha de atribuirse el rechazo de este o menos con la extención de las relaciones
estrato cultural a legitimar ideológicamente ordinarias de la vida cotidiana (como en la
las nuevas formas de dominio a la crisis de ciudad-estado griega), el sentido de pertenen­
autoridad de que sufren los regímenes polí­ cia a aquélla tiende a confundirse con el sen­
ticos occidentales y su incapacidad para tido de apego a la c. natural, es decir al gru­
extraer un provecho completo del uso de la po cuva vinculación fundamental está cons-
C O M U N ID A D PO LITIC A 269

ti luida por relaciones personales que se esta­ grupos más vastos que el clan. En cambio, en
blecen entre sus componentes y se mantienen una sociedad en que el mudo de producción
aun sin la acción del poder político. En cam­ es de tipo industrial, con concentración de
bio cuando las dimensiones de la c. política grandes masas obreras en las fábricas, alre­
no permiten la formación de relaciones per­ dedor de las que se forman grandes ciudades,
sonales entre todos sus miembros, el sentido la división del trabajo se hace tan compleja
de fidelidad a la misma nace de la interven­ que resulta posible organizar grupos huma­
ción del poder político. Tal es el caso del esta­ nos en espacios de las dimensiones de los
do nacional, que tiende a poner la uniformi­ estados nacionales, y mucho más vastos aún.
dad de lengua y de costum bres a todos los Es cierto que en épocas anteriores a la for­
miembros de la c. política y mantiene su mación de la sociedad industrial moderna se
poder gracias a la representación ideológica pudieron construir grandes imperios, como
(ideológica porque esa uniformidad no es nun­ el romano, pero su cohesión se basaba en rela­
ca completa) ya que los miembros de la c. polí­ ciones de sujeción y no en la participación
tica tienen la misma lengua y las mismas cos­ política de todos los ciudadanos, como suce­
tumbres. La intensidad del sentimiento nacio­ de en el estado moderno. Después del ocaso
nal estará, entonces, en función de dos facto­ de la ciudad-estado, en que la extensión del
res: la extensión de los vínculos entre los indi­ comportamiento de la vida común coincidía
viduos y el poder (número de los individuos con el área en que operaba el poder político
incluidos efectivamente) y su profundidad supremo, sólo la conducta de una pequeña
(cantidad de actividades humanas incluidas). parte de la población (mercaderes, burócra­
Los cambios que se producen en el sistema tas, etc.) estaba unificada por encima de la c.
político afectan más a menudo a la estructu­ de estrutura agraria, donde se desarrollaba
ra del gobierno y algunas veces del régimen, la vida del hombre común, y estaba ligada al
en cambio las modificaciones de la estructu­ poder central. Sólo con la formación del esta­
ra de la c. política tienen un carácter excep­ do nacional moderno un número cada vez
cional. Las formas más frecuentes de esas mayor de formas de conducta se unificó en
modificaciones son la unificación de dos o espacios cada vez más vastos, se vinculó con
más c. políticas, el desmembramiento de una el estado v permitió, con la democracia repre­
c. política en dos o más entidades autónomas, sentativa, la ampliación del área de gobier­
la anexión de una parte de una c. política a no libre. Pero esta forma de organización polí­
otra. tica encontró en la dimensión su propio limite
En los términos muy generales de la con­ y los conflictos internacionales que se deri­
cepción materialista de la historia correspon­ varon de la misma crearon estados cerrados
diente a las relaciones entre sociedad civil y y belicosos.
estado se puede afirm ar que la evolución del El estudio de las bases histórico-sociales de
modo de producción tiende a m ultiplicar e la c. política nos ofrece, pues, un criterio gene­
intensificar constantemente las relaciones ralísimo que nos permite explicar no sólo las
sociales y a unificarlas en áreas cada vez más razones de la ampliación de las dimensiones
vastas, y que en cada etapa de esa evolución de la c. política sino también de la disolusión
las dimensiones de la c. política se amplían de estados demasiado vastos para mantener­
desde la ciudad a la región, a la nación, al con­ se en un espacio no integrado suficientemente
tinente. El grado de desarrollo de la división desde el punto de vista social. Pero asi como
social del trabajo establece el tipo de relación no han existido nunca (y no existen todavia)
existente entre los hombres, su grado de las condiciones sociales para crear una c. polí­
dependencia reciproca y los límites en que es tica de dimensiones mundiales, el mundo está
posible organizar grupos humanos. Por ejem­ dividido en una pluralidad de estados. Esta
plo. en una sociedad en que los hombres viven pluralidad determina la anarquía internacio­
de la caza y de la pesca, la dimensión de la nal, el antagonismo entre los estados y la con­
c. política no puede rebasar el nivel del clan, siguiente adaptación de las estructuras esta­
o sea del grupo de cazadores y de pescado­ tales a las necesidades de esta lucha. Funda­
res. A ese nivel de desarrollo de la producción mentalmente por esta razón las estructuras
no se pueden form ar ni tener vida autónoma del estado se presentan como un factor reía-
270 C O M U N IS M O

tivamente autónomo de la determinación de estado cuidará de su alimentación y edu­


los acontecimientos históricos de la c. políti­ cación.
ca respecto del desarrollo del modo de pro­ Se ha de tener en cuenta, sin embargo, que
ducción. Por consiguiente, será necesario con­ al elaborar este modelo. Platón no se refiere
cebir el grado de integración social de una a la totalidad del pueblo, sino solamente a las
determ inada zona geográfica como una con­ clases superiores o dirigentes del estado: los
dición necesaria, pero no suficiente, para for­ guerreros y los guardianes. En cambio, para
m ar una c. política. El proceso de ampliación las clases inferiores —o sea para los que se
de las dimensiones de la c. politica está con­ dedican a la agricultura, a los oficios manua­
dicionado siempre por la situación de poder, les y al comercio— prevé la ordenación eco­
o sea por el ordenamiento complejo de las nómica y familiar tradicional. Como señala
relaciones de poder, que pueden facilitar, obs­ Gomperz, en la República no se trata en abso­
taculizar y algunas veces impedir ese proce­ luto de la emancipación de estos últimos
so. La distribución desigual del poder políti­ estratos, a los cuales solamente les incumbe
co en el mundo determina relaciones de pre­ la obligación de proporcionar a las clases
dominio y de dependencia entre los estados. superiores los medios de subsistencia, man­
De tal manera que las estructuras políticas teniendo con ellas una relación de rigurosa
de los estados más pequeños no son resulta­ dependencia.
do de un desarrollo autónomo sino de la Es en el ámbito de la civilización cristiana
dependencia económica y política respecto de donde florecen los primeros ideales comunis­
las grandes potencias. De ahí se deduce que tas dirigidos ya no a particulares grupos o cla­
una c. política es una c. de destino sólo cuan­ ses de la población, sino a todos los hombres.
do expresa completamente el proceso histó­ En los Evangelios no faltan episodios en los
rico, es decir si tiene las dimensiones nece­ que la riqueza es considerada mala en si mis­
sarias para controlar el desarrollo económi­ ma {Mateo, 6. 19-21) y se proclama a los
co y para garantizar la defensa de sus ciuda­ pobres como los únicos que podrán entrar en
danos. De este modo los estados que no son el Reino de Dios {Lucas, 6, 20); de forma aná­
capaces de adaptar la dimensión de la c. poli- loga en Marcos (10. 21-25) se afirma que es
tica a la de los problemas de politica econó­ necesario deshacerse de todo lo que se posee
mica, exterior y m ilitar que deben afrontar y darlo a los pobres, porque "es más fácil para
pierden la función de guía politica y entran un camello pasar por el ojo de una aguja que
en decadencia. para un rico en trar en el reino de Dios”.
Es cierto que en la sistematización pauli­
[lucio levi] na estos motivos de critica social propios del
cristianism o originario se encuentran nota­
blemente atenuados y enfriados: "cada uno
permanezca en h condición que el Señor le
comunismo ha asignado” —se lee en I Corintios, 7, 20-24—
y el esclavo no debe buscar cam biar su pro­
J. LOS ORÍGENES DEL IDEAL COMUNISTA: PLATÓN Y EL pio estado, porque "ante el Mesías todo escla­
comunismo evangélico. Se suele atribuir a Pla­ vo es un hombre libre y todo hombre libre un
tón la prim era formulación orgánica de un esclavo"; y en Efesios, 6, 5-8, se proclama:
ideal político comunista. En la República, en "Esclavos, obedeced a vuestros amos con
efecto, donde se traza el modelo de una socie­ devoción y temor, y servidles con solicitud,
dad ideal, Platón prevé la supresión de la pro­ como si se tratara del mismo Señor y no de
piedad privada, a fin de que desaparezca todo hombres.” Sin embargo, el ideal de la vida en
conflicto entre el interés privado y el del esta­ común, vivida en la pobreza y en la caridad,
do. Al mi-mo tiempo se plantea la supresión actúa fuertem ente en el cristianismo de los
de la familia, a fin de que los afectos priva­ primeros siglos, encontrando una expresión
dos no hagan dism inuir la devoción por el concreta en las órdenes monásticas y en for­
bien publico. Los acoplamientos de los sexos mulaciones doctrinales como la de san
deben ser temporales y los hijos deben per­ Ambrosio: "la naturaleza ha dispuesto lodo
manecer desconocidos para los padres: el en común, para el uso de todos; la usurpación
C O M U N IS M O 271

ha creado el derecho privado". Estos ideales rras entran a trabajar como asalariados, en
y posiciones, al mundanizarse la iglesia y al condiciones terribles, en las nuevas manufac­
identificarse poco a poco con los ordenamien­ tureras; otra parte se convierten en bandas
tos sociales y políticos dominantes, pasan a de vagabundos famélicos, dedicados a la rapi­
ser patrimonio de la espiritualidad popular ña y al saqueo: una gravísima calamidad
y de los movimientos heréticos: así los cáta- social, que las autoridades afrontan con ener­
ros (siglos xii y xni) exaltan la pobreza y la gía y dureza inflexibles.
castidad, proclaman la necesidad de poner En este marco se ha de considerar la Uto­
todas las cosas en común y de vivir del pro­ pia (1516) de Moro, la cual contiene la siguien­
pio trabajo; del mismo modo los valdenses te afirmación: "Me parece que allá donde rige
repudian la propiedad privada. También en la propiedad privada, donde el dinero es la
la predicación de Joaquín da Fiore (siglo xu) medida de todas las cosas, es muy difícil que
y en su profecía de un advenimiento inminen­ se llegue a establecer un régimen político fun­
te del reino del Espíritu Santo, están presen­ dado en la justicia y en la prosperidad.” En
tes los ideales de pobreza y de castidad, de efecto, en la isla de Utopia la propiedad pri­
fraternidad y de comunión universales, aban­ vada y el dinero son abolidos y todos los bie­
donando de una vez las luchas por lo mío y nes inmuebles (tierras, materias primas, talle­
lo tuyo. Influencias joaquinistas operan des­ res, etc.) pertenecen al estado. Los ciudada­
pués sobre los franciscanos intransigentes nos son equitativamente trabajadores y feli­
que proclaman la prohibición de poseer, y ces: cada uno de ellos no trabaja más de seis
sobre el movimiento comunista de fray Dul- horas al día, o sea lo suficiente para satisfa­
cino (1304-1307). cer las necesidades de todos, porque en Uto­
Pero la vinculación entre espiritualidad pia no hay ociosos que tengan que ser man­
cristiana y reivindicaciones sociales de fon­ tenidos por los demás. Cada familia es libre
do comunista no está presente solamente en de tom ar del fondo común los bienes necesa­
toda la edad media, sino que llega hasta la rios; esto no aumenta el consumo, porque en
época moderna: baste mencionar el papel Utopia no existen los lujos y nadie tiene inte­
desempeñado por los anabaptistas en las gue­ rés en acumular bienes de sobra cuando se
rras campesinas (1524-1525) y en la predica­ sabe que nunca faltará lo necesario.
ción de Thomas Münzer por un regreso a la Además, Moro provee a Utopia de un orde­
comunión y a la igualdad del cristianismo ori­ namiento político y adm inistrativo de tipo
ginario.I. declaradamente democrático, por el que
todos los cargos referentes a la aplicación de
II. UTOPÍAS COMUNISTAS Dt. LA EDAD MODERNA: MORO las leyes son electivos, mientras que los asun­
y campan ella. No por casualidad las primeras tos económicos y sociales (duración del tra ­
grandes utopias comunistas, formuladas por bajo y su distribución, cantidad y calidad de
eminentes pensadores, aparecen en los siglos la producción, etc.) se confían a una asamblea
xvi y xvii. o sea en una época que asiste a la elegida por todos los utopistas. Sin embargo
progresiva decadencia de los modos de pro­ en Utopía no queda abolida la esclavitud: a
ducción y de vida preburgueses y a la afirma­ los esclavos —constituidos por ciudadanos
ción de las clases burguesas. Y tampoco es culpables de delitos que han de purgar con
casual que la primera gran utopia de los tiem­ un periodo de servidumbre, por prisioneros
pos modernos —que por lo demás dará su de guerra, etc.— se les asigna los trabajos más
nombre a todas las demás— sea obra de un humildes y repugnantes.
inglés, Tomás Moro (1478-1535). En Inglate­ La convicción de que si el trabajo se regu­
rra, en efecto, ya en el siglo xv se produce la racionalmente, y se produce no para el pro­
una profunda transformación economico-so- vecho y enriquecimiento de los particulares
cial: comunidades rurales enteras son expul­ sino en forma inmediata para las necesidades
sadas de las tierras que cultivaban desde de la comunidad ésta tendrá bienes en abun­
tiempos inmemoriales, v son convertidas en dancia, está también presente en la obra del
pastizales para las ovejas, a fin de proporcio­ fraile Tommaso Campanella (156S-I639). En
nar la lana a las manufactureras textiles. Par­ I.ü Ciudad del Sol (publicada como obra pos­
te de estos campesinos expulsados de sus tie­ tuma en 1643) el autor describe una isla de
272 COMUNISMO

ordenamiento comunista, donde no existen apenas un año y sus promotores se dispersan


ociosos y en la que cuatro huras de trabajo rápidamente. La doctrina del movimiento se
para cada habitante son más que suficientes puede reconstruir a través de los opúsculos
para las exigencias de la comunidad, y don­ de su principal exponente, Gerard Winstan-
de la producción y distribución de bienes son ley. Mientras que los niveladores sostienen
atendidas por las autoridades estatales. Ade­ que la ley natural se expresa en una serie de
más, Campanella prevé la abolición de la derechos naturales, entre los que el derecho
familia porque sólo de este modo será aboli­ de propiedad es uno de los más importantes,
da también la propiedad privada. De manera los zapadores en cambio entienden la ley
análoga a lo que sucede en la República de natural como la afirmación de un derecho
Platón, los acoplamientos entre sexos son pla­ común a los medios de subsistencia. Por eso
nificados por las autoridades estatales, las propugnan la abolición de la propiedad pri­
cuales atenderán también la educación de los vada —fuente de todas las injusticias y de
niños. El jefe del estado es elegido por sufra­ todos los males— y sobre todo de su expre­
gio universal y él nombra después a sus pro­ sión más significativa: la propiedad de la tie­
pios colaboradores y ministros. rra. La tierra, dada por Dios a todos los hom­
bres en común, debe cultivarse en común, de
III. IDUALES COMUNISTAS EN LAREVOLUCION INGLESA. modo que cada uno pueda alcanzar sus pro­
En la edad moderna, los ideales comunistas ductos de acuerdo con sus propias necesi­
no fueron propugnados solamente por emi­ dades.
nentes personalidades individuales y por pen­
sadores de oficio, sino que emergieron tam­ IV. LA REVOLUCIÓN FRANCESA Y EL RABL'VISMO.
bién del seno de los grandes movimientos INFLUENCIA DE ROUSSEAU Y DE YtORELLY. Los idea­
revolucionarios populares. Este es el caso de les comunistas emergen también en el seno
los "verdaderos niveladores" que constituyen de la gran revolución francesa, encontrando
el ala izquierda de los "niveladores", o sea del en el movimiento babuvista una expresión no
movimiento radical democrático surgido de sólo teórica y literaria, sino también concre­
1647 a 1650 entre las filas del ejército de ta politicamente.
Cromwell. Con palabras de Sabine, se puede En la formación de Franyois-Noél Babeul
decir que mientras que los niveladores son un (1760-1797) ejerció una influencia determinan­
primer ejemplo de democracia burguesa radi­ te la obra de Rousseau y de Morelly. Es cier­
cal con objetivos esencialmente políticos to que Rousseau, a diferencia de Morelly, no
(soberanía popular expresada por el sufragio había predicado el comunismo de bienes (aun­
universal masculino, parlamento, república, que el Proyecto de constitución para Córcega
tolerancia religiosa, etc.), los "verdaderos preveía una amplia socialización de la propie­
niveladores" o "zapadores” pueden ser con­ dad, contrastando con la preferencia expre­
siderados más bien los primeros representan­ sada en otras obras por la pequeña propiedad
tes del comunismo "utópico”, por el hecho de independiente: "Lejos de desear un estado
que consideran todas las reformas políticas pobre, prefiero por el contrario que éste
como superficiales si no se pone remedio a posea todo, y que los individuos se repartan
las desigualdades del sistema económico. en común la riqueza en proporción a su tra ­
Mientras que los niveladores son sobre todo bajo"); sin embargo, en el Discurso sobre el
una expresión de la pequeña burguesía, los origen y fundamentos de la desigualdad entre
zapadores pertenecen a grupos reducidos a los hombres, Rousseau consideraba que la
la completa miseria. Unos y otros parten más institución de la propiedad privada era el
o menos de las mismas premisas o principios punto culminante de un proceso fatal de dege­
ideales (los derechos naturales), pero llegan neración que había alejado a los hombres del
a consecuencias muy diversas. estado natural estableciendo las premisas
Los zapadores hacen su prim era aparición para un inicuo contrato social, engaño real
en 1649 cuando un grupo de ellos empieza a Vverdadero orquestado por los ricos, del cual
cultivar tierras de propiedad pública (de aquí habían surgido las sociedades civiles
el nombre de zapadores) para distribuir la modernas.
producción a los pobres. El experimento dura También Morelly consideró la propiedad
COMUNISMO 273

privada como el origen de todos los males babuvista se articule esencialmente según for­
("Quitad la propiedad ciega y el depravado mas económicas artesanales más que en for­
interés que la acompaña... y ya no habrá más mas industriales, insistiendo más en la debi­
pasiones furiosas, ni acciones feroces, ni lidad y el estancamiento de las fuerzas pro­
nociones o ideas sobre el mal moral"); más ductivas que en su expansión y su desarrollo.
radicalmente que Rousseau, Morelly auspicia­ Sin embargo, es evidente la gran importan­
ba la supresión de la propiedad privada. La cia del programa de Babeuf y de sus compa­
sociedad perfecta se configuraba a los ojos de ñeros (Antunelle, Buonarroti, Darthé, Félix
Morelly como una sociedad planificada inte­ Lepeletier, Sylvain Maréchal): no se trata de
gralmente, en la cual todos los ciudadanos lle­ una mera expresión doctrinaria, sino que con
varían los propios productos a los almacenes la "Conjura de los iguales" entra en la histo­
públicos, los cuales los distribuirían a su vez ria política. Además aporta a la tradición
según las necesidades. comunista dos ideas muy importantes, des­
lina planificación análoga existía en la esfe­ tinadas a desarrollarse posteriormente: la ins­
ra intelectual y espiritual. La comunidad esta­ tauración de la democracia directa y el con­
blecería el número de aquellos que se dedi­ trol de la minoría ilustrada. En la concepción
carían a las ciencias y a las artes y no se debía de Babeuf y de Buonarroti, en efecto, el cuer­
enseñar otra filosofía moral sino la que cons­ po legislativo debe estar sometido a un rigu­
tituye la base de las leyes. "Existirá una espe­ roso control por parte del pueblo y con dere­
cie de código público de todas las ciencias, al cho de veto; en la práctica el poder legislati­
que no añadirá nunca nada en lo concernien­ vo, aunque elegido por el pueblo, tiene sola­
te a la metafísica y a la ética más allá de los mente el derecho de proponer las leyes, mien­
límites prescritos por las leyes; se añadirán tras que la decisión definitiva es sólo del
solamente los descubrimientos físicos, mate­ mismo pueblo. Por otro lado, según Babeuf
máticos y mecánicos confirmados por la expe­ y Buonarroti, la gran mayoría del pueblo se
riencia y por la razón.” encuentra lejos del camino del bien y de la vir­
Todas estas ideas las volvemos a enrontrar tud, ofuscada por los intereses particulares
en el Manifesté des pléhciens (1795) de Babeuf, y engañada por teda clase de reaccionarios
donde se proclama que, puesto que la propie­ e intrigantes. De aquí el deber insustituible
dad privada introduce la desigualdad, y por de una minoría ilustrada de llevar a cabo la
otro lado la "ley agraria" —o sea la división revolución: "Esta difícil tarea compete sola­
de la propiedad de la tierra en partes igua­ mente a algunos ciudadanos sabios y valien­
les— no podría durar más que un día ("al día tes, que, profundamente impregnados de
siguiente de establecerse aparecería de nue­ amor por el país y por la humanidad, han ana­
vo la desigualdad"), queda solamente un cami­ lizado a fondo las causas de los males públi­
no a seguir: "instaurar la administración cos, se han liberado de los prejuicios y de los
común; suprim ir la propiedad privada; des­ vicios propios de su época y han superado la
tinar cada hombre a la profesión que cono­ mentalidad de los contemporáneos...” A pro­
ce, según su talento: obligarlo a depositar el pósito del papel y de las tareas de tal mino­
fruto en especie en el almacén común; crear ría ilustrada, Babeuf habla de "dictadura de
una administración sencilla de las subsisten­ la insurrección", queriendo significar que los
cias, la cual, registrando a todos los indivi­ revolucionarios no deben dudar en adoptar
duos y todas las cosas, hará que estas últimas medidas políticas extremas para garantizar
se repartan con la más estricta igualdad". el éxito de la propia empresa. He aquí el pri­
Como ha señalado G. Lefebvre, el progra­ mer germen de una idea que tendrá capital
ma de Babeuf es esencialmente un comunis­ importancia en la concepción de Marx y de
mo distributivo, aunque apunta tal vez la Engels.
necesidad de una organización colectiva en el
trabajo de la tierra. Además, como ha puesto V. FOL'KILR. OWEN, CABET Y LOS SAN&IMONIANOS. Las
de relieve Soboul, las condiciones de la épo­ escuelas socialistas y comunistas que flore­
ca, y en prim er lugar el bajo grado de concen­ cieron en el período que transcurre entre el
tración capitalista y la inexistencia de una final de la revolución francesa y 1848, se dis­
producción en masa, hacen que el programa tinguen netamente del programa de Babeuf
274 COMUNISMO

por la diversa manera de concebir el paso de funcionarios encargados de elaborar planes


la vieja a la nueva sociedad: un paso que no de producción anual. Cada ciudadano da a la
es violento sino pacífico, o sea confiando esen­ colectividad una cantidad igual de trabajo, y
cialmente en la fuerza de la convicción y en retira de un almacén público lo necesario
el ejemplo de nuevas comunidades armónicas para la propia vida.
fundamentadas en la cooperación y en la Incluso Cabet, en definitiva, a pesar de su
unión fraterna de sus componentes. actitud de fondo tan severa y rígida (tiene sus
Charles Fourier (1772-1837) teoriza los reservas respecto a la prensa y no admite los
famosos falansterios: pequeñas comunidades partidos políticos), tiene, como Fourier y
no afectadas por la competencia y por el cho­ Owen, una concepción esencialmente evolu­
que de intereses, en las cuales los individuos cionista: la nueva sociedad debe realizarse no
llevan una vida comunitaria y ejecutan con­ a través de la revolución, sino a través de la
juntamente cualquier trabajo. Dentro de tales educación, la convicción y el ejemplo.
comunidades sustanciulmente autárquicas (el Respecto a todos estos autores, la escuela
comercio con el exterior debe reducirse al de Saint-Simon representa un importante
mínimo), los trabajadores superan incluso la paso hacia adelante: integra estrechamente
esclavitud de la división del trabajo, pasan­ los ideales socialistas y comunistas con la
do periódicamente de una a otra ocupación, organización industrial del mundo moderno.
y ello no según una decisión tomada desde lo Hablamos de "escuela sansimoniana” porque
alto, sino basándose en una libre elección. El en la obra de Saint-Simon no existen rasgos
trabajo pierde así todo carácter coactivo y se antagónicos entre obreros y empresarios, has­
convierte en algo gratificante como el juego ta el punto que se indican indistintamente con
de los niños. una sola palabra: los industriales. A algunos
La concepción de Robert Owen (1771-1858) seguidores de Saint-Simon (sobre todo a
presenta algunas analogías con la de Fourier. Bazard y a Leroux) les compete la tarea de
En efecto, también Owen proyecta comunas retom ar algunas de las formulaciones funda­
o aldeas fundadas en la cooperación, consti­ mentales del maestro, integrándolas dentro
tuidas por desocupados a los que serán asig­ de un esquema sociopolítico netamente cla­
nados lotes de terreno para cultivar. Estas sista. El acento se pone en el contraste entre
comunas son pues fundamentalmente agríco­ propiedad privada y funcionamiento óptimo
las, aunque Owen no excluye determinadas del sistema industrial: porque mientras la
actividades industriales. gran industria está en condiciones de produ­
Además, las comunas se intercambiarán los cir una cantidad enorme de riqueza, la orga­
productos excedentes, y ello perm itirá supe­ nización social fundada en la propiedad pri­
ra r la economía de mercado. (Owen intentó vada de los medios de producción hace que
llevar a la práctica sus propios proyectos, y las ventajas de la industrialización las gocen
en 1825 fundó en Estados Unidos la colunia solamente unos pocos. De aquí la firme con­
de New Harmony; sus seguidores fundaron dena, por parte de los sansimonianos más
otras similares. Sin embargo algunos años radicales, de la "explotación del hombre por
después tales experimentos fracasaron.) el hombre" (formulación que será retomada
Si Fourier y Owen fundaron sus proyectos al pie de la letra por Marx y Engels). Afirma
de regeneración de la sociedad en pequeñas Bazard: "Si el género humano se está movien­
comunidades, Étienne Cabet (1788-1856) pro­ do hacia una situación en la que todos los
yecta en cambio una organización a escala individuo-- serán valorados según su capaci­
nacional. Además, él es rigurosamente comu­ dad y remunerados según su trabajo, es evi­
nista, ya que, a diferencia de Fourier y de dente que el derecho de propiedad, tal como
Owen. excluye cualquier forma de propiedad ahora subsiste, debe ser abolido, porque, al
personal, por mínima que sea. En su imagi­ dar a una cierta clase de individuos la posi­
naria Icaria, Cabet prevé la supresión no sólo bilidad de vivir del trabajo de otros y en com­
de todas las diferencias sociales, sino también pleta pasividad, ello perpetúa la explotación
de las diferencias en el modo de vestirse. Los de una parte del pueblo, la más útil, la que
medios de producción deben ser propiedad trabaja y produce, en favor de los que sola­
común de la colectividad, la cual elige a los mente consumen.” Se trata pues de transfe­
COMUNISMO 275

rir al estado, transform ado en asociación de bajos precios de sus mercancías han sido la
trabajadores, aquel derecho de herencia que artillería pesada con la que ha abatido todas
constituye el fundamento de la propiedad pri­ las murallas chinas.
vada, de modo que la tierra y el capital se con­ Con la creación del mercado mundial, la
viertan verdaderamente en instrum entos de burguesía ha convertido en cosmopolitas la
trabajo de los productores. producción y el consumo de todos los países;
ha aniquilado las antiguas industrias nacio­
v i. el c o m u n ism o m a r x ist a . La concepción nales y las ha sustituido con nuevas indus­
comunista de Marx (1818-1883) y de Engels trias, las cuales ya no trabajan con m aterias
(1820-1895) está también estrechamente vin­ primas propias, sino con m aterias primas
culada a la organización industrial del mun­ procedentes de las más remotas regiones, y
do moderno; más aún, es su pieza fundamen­ cuyos productos ya no se consumen solamen­
tal. En efecto, una de las características fun­ te en un país, sino en todos los países del mun­
damentales de la concepción marxista es la do. Con ello termina todo aislamiento local
de no pronunciar ninguna condena moral de o nacional y empieza un tráfico universal, una
la burguesía, sino más bien celebra y exalta, dependencia universal de las naciones entre
con tonos ditirámhicos, su función histórica. sí.
Esto aparece bien evidente en el Manifiesto Sin embargo la burguesía, que ha suscita­
del Partido comunista (1848), donde se afir­ do como por encanto tan potentes medios de
ma que existe una diferencia fundamental producción y de intercambio, se parece al
entre la burguesía y las clases preburguesas brujo que no logra ya dom inar los poderes
que han dominado en los últimos siglos: mien­ ocultos que ha evocado. Las modernas fuer­
tras que la condición de existencia de las cla­ zas productivas se rebelan contra las moder­
ses preburguesas era la conservación inmu­ nas relaciones de producción y contra aque­
table del antiguo modo de producción, la bur­ llas relaciones de propiedad que representan
guesía, en cambio, no puede existir sin revo­ la condición de existencia de la burguesía y
lucionar continuamente los instrum entos de de su poder, que condenan a la gran mayoría
producción, y por tanto las relaciones de pro­ de la población a una extrema indigencia y
ducción y todo el conjunto de relaciones a una progresiva exclusión de los beneficios
sociales. Esta acción incesante desintegra ya de la enorme riqueza material producida.
sea las estables y oxidadas condiciones de Este contraste se pone de manifiesto en las
vida, ya sea las opiniones e ideas tradiciona­ crisis comerciales, que con sus reincidencias
les. y las nuevas ideas envejecen antes de periódicas amenazan cada vez más la existen­
haber consolidado su estructura. cia de toda la sociedad burguesa. En las cri­
Además, la burguesía ha demostrado por sis se produce una epidemia social que en
prim era vez hasta dónde puede llegar la acti­ cualquier otra época hubiera parecido un con­
vidad humana, ha creado mayores maravillas trasentido: la epidemia de la plusproducción.
que las pirámides de Egipto, los acueductos Las fuerzas productivas han llegado a ser
romanos o las catedrales góticas; ha hecho demasiado poderosas, y las relaciones b u r­
mayores expediciones que las migraciones de guesas demasiado estrechas para poder cana­
los pueblos o las Cruzadas. Ha modificado la lizar las riquezas producidas.
faz del mundo en una medida que no tiene La burguesía supera las crisis destruyen­
precedentes en las historia humana. Ha rea­ do por un lado de m anera forzada una gran
lizado por prim era vez una verdadera y real cantidad de fuerzas productivas y conquistan­
unificación del género humano y ha creado do por otro lado nuevos mercados o explotan­
un mundo a su propia imagen y semejanza. do más intensamente los mercados ya exis­
La necesidad de salidas cada vez más amplias tentes. Sin embargo, de este modo prepara
para sus productos la ha llevado hasta los crisis más amplias y más violentas, reducien­
últimos confines del globo terrestre. Mejoran­ do al mismo tiempo los medios para preve­
do rápidamente todos los instrum entos de nir crisis futuras. Las armas con las que ven­
producción, haciendo cada vez más ágiles las ció al feudalismo se vuelven ahora contra ella
comunicaciones ha integrado dentro de la y la llevan inevitablemente a la decadencia y
civilización a las naciones más primitivas. Los a la muerte.
276 COMUNISMO

Ésta es, a grandes rasgos, la parábola pre­ las mismas medidas coercitivas se aplicarán
sentada en el Manifiesto a propósito de la fun­ en un área restringida y sólo por un cierto
ción histórica de la burguesía. La sentencia tiempo. Por todo lo dicho Marx planteó siem­
que se pronuncia contra dicha clase no tiene pre una crítica firme y decidida de las con­
pues nada de muralista ni está fundamenta­ cepciones jacobino-blanquistas: para él la
da en una opción de tipo ético, o sea en un revolución proletaria puede realizar una
"deber ser”, sino que se ve como el resulta­ transformación comunista de la sociedad sólo
do inevitable de un proceso objetivo, de orden cuando el desarrollo capitalista haya alcan­
material-social, en todo y por todo similiar a zado su propia cima; todo intento de acele­
un proceso de historia nacional. ra r arbitrariam ente los tiempos de la revolu­
El análisis marxista del desarrollo burgués ción llevaría solamente al fracaso o a la adop­
quedaría sin embargo en gran manera incom­ ción de medidas terroristas cada vez más gra­
pleto si no se tuviera en cuenta el esquema ves, que term inarían por desnaturalizar la
dicotómico (basado solamente en dos clases misma revolución.
sociales) que constituye uno de sus elemen­ También bajo otro punto de vista un desa­
tos más esenciales. Según Marx, el capitalis­ rrollo capitalista plenamente realizado cons­
mo, en su ascenso, aniquila progresivamen­ tituye el presupuesto esencial de la concep­
te a los grupos intermedios y los proletariza: ción marxista: según Marx, solamente la gran
el número de los obreros tiende pues a industria realiza el enorme aumento de la
aum entar de modo constante y en el periodo riqueza social que puede hacer posible la apli­
final del desarrollo capitalista se enfrentarán cación de la siguiente regla: de cada uno
solamente dos clases: burguesía y proleta­ según las propias capacidades, a cada uno
riado. según las propias necesidades.
Éste es un punto capital de la teoría m ar­ Se ha de tener en cuenta a este respecto que
xista: si en efecto, como Marx da por descon­ Marx revisa una característica negativa de la
tado, la clase burguesa se distingue de las pre­ literatura socialista y comunista precedente
cedentes clases dominantes porque no está en en el punto en que ésta propugna "un asce­
condiciones de asegurar a sus esclavos ni tan tismo universal y una burda tendencia a igua­
sólo la existencia dentro de los límites de la lar todo”. Este tema, ya desarrollado en los
esclavitud, ya que está obligada a dejarlos Manuscritos económico-filosóficos de 1844,
caer en una situación tal que tendría que ali­ está presente en todas las obras de Marx has­
mentarlos en vez de ser alimentada por ellos; ta llegar a la Critica del Programa de Gotha:
y si es igualmente cierto que la clase obrera el derecho igualitario burgués es nivelador en
está destinada a convertirse en la gran mayo­ abstracto, porque aplica a todos los hombres
ría de la población, a causa de la proletariza- la misma medida, sin tener en cuenta sus dife­
ción de los grupos intermedios, entonces la rencias físicas, familiares, intelectuales, etc.
expropiación de los expropiadores será un En la sociedad comunista el estrecho derecho
hecho absolutamente necesario e inevitable. burgués será superado, y cada uno dará según
"Todos los movimientos existentes hasta la sus propias capacidades y recibirá según las
actualidad —se lee en el Manifiesto— han sido propias necesidades. Para alcanzar este obje­
movimientos de minorías o en el interés de tivo es sin embargo necesario que las fuerzas
minorías. El movimiento proletario es el productivas lleguen a su máximo desarrollo
movimiento independiente de una ingente y las fuentes de la riqueza social fluyan con
mayoría en interés de esa ingente m ayoría.” toda su plenitud.
Este carácter ampliamente mayoritario del
movimiento proletario asegura, según Marx, vil. KAUTsKY Y LA POLÉMICA C0X LOS BOLCHEVIQUES.
que la revolución socialista y la fase sucesi­ La critica dirigida por Kautsky a Lenin y a
va de "dictadura del proletariado", aunque los bolcheviques por haber "forzado” el pro­
estén caracterizadas por medidas violentas y ceso histórico, quemando arbitrariamente las
coercitivas (a fin de destruir la máquina b ur­ etapas, y poniendo en marcha el proceso revo­
guesa establecida, instrumento de la dictadu­ lucionario en un país retrasado, es una criti­
ra de la burguesía: v. marxismo), serán apo­ ca fiel a la inspiración más profunda del m ar­
yadas por la gran mayoría de la población, y xismo. Según Kautsky, cuanto más capitalista
C O N C IL IA R 1SM O 277

y democrático es un estado, tanto más se tación parlam entaria y según las reglas de
encuentra cerca del socialismo: ya sea porque una sociedad pluralista, y estableciendo el
una industria capitalista altamente desarro­ marco esencial y no sustituible en el que se
llada significa alta productividad, trabajo pondrá en marcha hasta su conclusión un
socializado, proletariado numeroso, o porque proceso de transformación socialista y comu­
en un estado democrático el proletariado está nista de la sociedad.
mejor organizado y capacitado. Para ver los diversos procesos del movi­
Los bolcheviques, por el contrario, tienen, miento comunista a p artir de la revolución
según Kautsky, una concepción esencialmen­ rusa y de la Tercera Internacional hasta nues­
te jacobino-blanquista de la dictadura del pro­ tros días, v. las siguientes voces: leninismo,
letariado. concepción que se pone de mani­ stallnismo, trotskismo, maoísmo, eurocomu-
fiesto en el hecho de apoyar su proyecto revo­ nlsmo.
lucionario no sobre un desarrollo adecuado
en lo económico-industrial y en lo político, bibliografía: Historia del socialismo, 1789-1848
sino en un voluntarismo abstracto. El poder (1970), a cargo de Gian Mario Bravo, Barcelona,
de los bolcheviques se configura asi necesa­ Ariel. 1976: G.D.H. Colé, Historia del pensamien­
riamente como una dictadura de minoría, que to socialista, vol. i: Los precursores, 1789-1850
desembocará inevitablemente en un régimen (1955), México, Fondo de Cultura Económica,
fundado en medios de control de tipo buro­ 1964; Puritanessimoe liberta. Dihattiti e lihelli,
crático y policiaco. a cargo de V. Gabrieli, Turin, Einaudi, 1956; K.
Para Kautsky, en cambio, la dictadura del Korsch, Karl Marx (1958), Barcelona, Ariel, 1975;
proletariado debe llegar como consecuencia G. Lichtheim, Orígenes del socialismo (1969), Bar­
de la conquista de la mayoría parlamentaria: celona, Anagrama, 1970; G. Lichtheim, El mar­
tal mayoría no debe suprim ir ni lim itar las xismo (1969), Barcelona, Anagrama, 1971; R.
libertades civiles y políticas, debe verificar Mondolfo, Comunismo, en Enciclopedia italiana,
periódicamente las bases del propio consen­ Roma, Istituto Enciclopedia Italiana, 1929, vol.
so mediante elecciones libres, y sólo ha de Xi; M.L. Salvadori, Kautsky e la rivoluzione
recurrir a medios coercitivos contra aquellos socialista, 1880-1938, Milán, Feltrinclli, 1976; D.
movimientos y grupos minoritarios que even­ Settembrini. Due ipolesi peril socialismo in Marx
tualmente se opongan con violencia al gobier­ ed Engels, Bari, Laterza, 1973; J.L. Talmon,
no legal de la mayoría socialista. De esta Mesianismo político (1960), México, Aguilar,
manera Kautsky retoma y profundiza la ins­ 1969; J.L. Talmon, I jos orígenes de la democra­
piración antijacobina y antiblanquista (v. cia totalitaria (1952), México, Aguilar, 1956; E.
blanquismo) del pensamiento de Marx, con Troeltsch, Die Soziallehren der christlichen Kir-
una im portante innovación: mientras que chen and Cruppen (1912), Florencia, La Nuova
Marx sostuvo siempre como algo necesario la Italia, 1941-1969.
superación de la democracia representativa
o delegada, sustituyéndola por una democra­ [GIUSEPPE BEDF.St.Hl]
cia directa, Kautsky sostiene en cambio que
la democracia representativa es un instru­
mento fundamental que se debe potenciar y
no se ha de sustituir con elementos de demo­ conciliarismo
cracia directa o participativa.
Criticada ásperam ente por Lenin y los bol­ i. d e f in ic ió n . En su acepción más estricta el c.
cheviques, asi como por todos los partidos se puede definir como una doctrina eclesio-
que apelan al leninismo, la concepción del lógica que, en Occidente, afirma la superio­
“renegado" Kautsky se tom ará como una ridad del concilio general respecto al papa.
especie de revancha histórica varios decenios Sin embargo, la medida de tal superioridad,
después, cuando algunos partidos comunis­ los casos en los que se aplica, los títulos en
tas de Europa occidental guardarán sus dis­ los que se fundamenta, se han entendido de
tancias respecto al leninismo y a la URSS, manera muy diversa. Si por una parte la doc­
reclamando un riguroso respeto de las liber­ trina conciliarista llegó a su apogeo entre
tades civiles y políticas, en una libre confron­ 1378 y 1512, o, “si se prefiere" (Black, What
27* CONCILIARISMO

was conciliarism?, 213), entre mediador del papa y sacar las consecuencias jurídicas de
siglo xii y la Reforma, por otra también es este hecho? El papa Gelasio, en 495, había
cierto que las relaciones entre los concilios afirmado que el papa no podía ser juzgado
y el papa se han entendido de modos muy por nadie, y esta doctrina reaparece en los
diversos desde los tiempos del Africa de san Dictatus papau. Pero un texto atribuido a san
Cipriano hasta la época contemporánea. Aquí Bonifacio, reproducido en 1140 en el decreto
no tomaremos en consideración más que el de Graciano, introduce una reserva: "salvo en
c. en sentido estricto, el que floreció durante el caso de herejía" (Dist. xl, c. 6). Esta doc­
la "crisis conciliar” de los siglos xiv-xv. trina fue aprobada por Inocencio III (1198-
1216) y desarrollada por los canonistas del
ii PKkMisAs. Tres son las premisas que deben siglo xiii. Es sobre esta base que los Colon-
establecerse: la complejidad de las relaciones na, en 1297, apelan al concilio contra Bonifa­
papa-concilio; la jurisdicción sobre un papa cio VIII, acusándolo de herejía; el mismo
herético; las doctrinas de Marsilio de Pudua argumento lo retoma en 1303 Guillermo de
y de Guillermo de Ockham sobre la constitu­ Nogaret, en relación con el conflicto entre
ción de la iglesia. Felipe el Hermoso y Bonifacio VIII. A su vez,
a] Relaciones papa-concilio. En el trascurso recurriendo a las formulaciones de Felipe el
del prim er milenio los concilios, incluso los Hermoso. Luis el Bávaro apela en 1324 al con­
concilios generales, no se presentan como cilio en contra de Juan XXII.
órganos de gobierno pontificio; ni tampoco c] La nueva filosofía política: Marsilio de
las decisiones conciliares buscaron siempre Pudua (1275/1280 - 1343) y Guillermo de Ock­
obtener el aval de la autoridad romana. En ham (1295/1300 - 1349'Í350). Ambos bajo la
991 el concilio de San Basilio afirmaba la influencia de la filosofía política de Aristóte­
superioridad de los cánones conciliares sobre les, el profesor de la Faculté des Arts de París
las decretales y el eco de dicha tesis llega has­ y el franciscano de Oxford proponen doctri­
ta finales del siglo xi con Ivo de Chartres. nas eclesiológicas que, aunque distintas en
Por otro lado el papado no gozaba siempre diversos puntos, tienen en común la caracte­
de la autoridad necesaria para imponer las rística de poner en discusión la autoridad
propias opciones y las relaciones entre Roma pontificia. Guillermo Durand el Joven, en un
y las iglesias locales no eran lo suficientemen­ escrito elaborado para el concilio de Vicnnc
te ágiles para perm itir un estrecho control de 1311 (el De modo gene ralis concilii cele-
pontificio sobre los concilios. brandi) propugnaba una limitación de la
Una nueva actitud se manifiesta a partir de potestad del pontífice y un reforzamiento de
la contundente afirmación de la autoridad las funciones del concilio. Es dentro del con­
romana: los Dictatus papau, que expresan la cilio general, que debe reunirse al menos cada
doctrina de Gregorio VII (1073-1086) y de sus diez años, que el papa ejerce el poder legisla­
más estrechos colaboradores, que declaran tivo. Marsilio expresa en el Defensor pacis
que "sólo el papa puede convocar concilios (1324) la concepción según la cual, tanto en
generales y ningún sínodo puede considerar­ la iglesia como en el ámbito civil, la autori­
se válido sin el consentimiento pontificio”. dad reside en el pueblo. En la iglesia, los fie­
Roma se aferrará siempre a esta doctrina. Los les la delegan al concilio general. Al contra­
progresos de la monarquía pontificia, cada rio de Marsilio, Ockham no niega el origen
vez más acentuados desde finales del siglo xi divino del prim ado romano. La doctrina
hasta los pontificados de Avignon (1305-1378), expresada en su Dialogus (ca. 1343) es más
no pudieron evitar el surgimiento de protes­ sutil, más matizada, tal vez difícil de for­
tas y criticas. Entre éstas se afirm a también mular.
el conciliarismo. Sin proclam ar la superioridad del concilio,
bj La jurisdicción sobre un papa herético. Tal quiere liberarse de la autoridad pontificia.
cuestión, que podría parecer simplemente Con la doctrina tradicional, atribuye al con­
una hipótesis escolástica, aporta un nuevo cilio el derecho de juzgar a un papa herético,
argumento a los que sostienen la superiori­ pero reconoce la misma potestad al colegio
dad conciliar. ¿Quién sino el concilio general cardenalicio, o incluso al obispo del lugar de
podría pronunciarse sobre la herejía de un residencia eventual de un papa herético. Y si
CONC1LIARISMO 27V

par un lado pone en duda la infalibilidad pon­ cosa", Conrado distingue la iglesia universal
tificia. no por ello está más seguro de la del (congregatio fidelitmi) de la iglesia romana,
concilio o de cualquier otro órgano eclesial. constituida por el papa y el colegio cardena­
Ockham, como .Vlarsilio, considera la iglesia licio. No es posible atrib u ir la infalibilidad a
mucho más como una congregado fideliuni este colegio, ya que ello equivaldría a colocar­
que como una sociedad jerárquica, con un lo por encima de los apóstoles, cuya fe vino
pupa como jefe supremo. No estando en con­ a menos en el momento de la Pasión. Por el
diciones de ejercer por si mismos su potes­ contrario, la iglesia universal, de la que Cris­
tad, los fieles la delegan al concilio. to es la cabeza, no puede equivocarse.
Convergían asi a favor del movimiento con­ Utilizando los análisis de Ockham, Conra­
ciliar las re señ as respecto a un papado cada do afirma que a la iglesia universal le corres­
vez más dominante, la doctrina canónica que ponde el poder y que está representada por
atribuía al concilio la jurisdicción sobre un el concilio general. Un año después otro teó­
papa herético y las nuevas concepciones logo parisiense, Enrique de Langenstein. en
sobre la sociedad eclesiástica. A ello se ha de una Epístola concilii pacis, que tuvo una
añadir que las exigencias financieras de los amplia difusión, propugna a su vez la apela­
papas nviñoneses, el modo en que éstos dis­ ción al concilio. Este puede ser convocado por
ponían libremente de los beneficios eclesiás­ el em perador sin la intervención del papa en
ticos en favor de sus familiares, a pesar de cuatro casos: herejía del papa, muerte de
ser patrimonio de las iglesias locales; el lla­ todos los cardenales después de la del papa,
mado, continuamente repetido desde finales e rro r de fe por parte del papa y de todo el
del siglo x i i i , en pro de una "reform a de la colegio cardenalicio, privación de libertad de
iglesia en la cabeza y en los miembros”, indu­ los cardenales por mala voluntad o tiranía de
cía a muchos espíritus a ver en el concilio el aquellos que se niegan a elegir un papa.
único órgano capaz de poner orden en la La acogida que recibieron dichas tesis fue
iglesia.I sin embargo moderada. En el concilio de Pisa
(1409), el conciliarismo representó una posi­
III ELCISMA DE IA IGLESIA LOS REMEDIOS NECESARIOS. ción minoritaria.
En 1378 las dos elecciones, de Urbano VI y
de Clemente VII, dividen a la cristiandad. Se iv. desarrollo de ia doctrina. A p artir de fina­
produce el cisma en la iglesia y desde su mis­ les del siglo xiv y en los prim eros decenios
ma cabeza. ¿Cómo poner fin a dicha situa­ del xv los que propugnaban la superioridad
ción? Este dram ático incidente perm itirá al del concilio se hacen más numerosos y más
c. manifestarse con toda su potencialidad. Las insistentes. En 1398, en su comentario a las
ideas formuladas por Juan de París, Guiller­ Decretales, el jurista perusino Baldo degli
mo Durand, .Vlarsilio y Ockham acerca del Ubaldi no ve otra solución para resolver el cis­
lugar del concilio en la iglesia, asi como las ma que el concilio general. La argumentación
doctrinas canónicas relativas al juicio sobre la desarrolla diez años más tarde su alumno
un papa herético, ofrecían en efecto la posi­ Francesco Zabarella, obispo de Florencia. Su
bilidad de term inar con el cisma bicéfalo que Tractatus de schismale per imperatorem
pronto sería tricéfalo. Sería propio del con­ toliendo (1408) afirma la plenitud del poder
cilio gestionar y restablecer la paz y la uni­ del concilio, en cuanto éste representa a la
dad. Esta tesis fue sostenida por las cuatro iglesia considerada como comunidad de los
facultades de la Universidad de París el 20 de fieles. Es en la comunidad que reside el poder.
mayo de 1380, expresada por uno de sus La autoridad del papa sólo se justifica cuan­
maestros, Conrado de Gclnhausen.cn una car­ do adm inistra bien. Atañe a la comunidad
ta a Carlos VI (Epístola concordiae, mayo de expresar el juicio sobre el cumplimiento de
1380). Se puede considerar dicha carta como tal condición. En cuanto a la superioridad del
el prim er gran manifiesto del c. Mientras que concilio general sobre el papa, Zabarella la
los canonistas clásicos como Ugución {Sum­ admite en dos casos: en cuestiones de fe y en
iría ad D. 93, c. 24) elaboraban una teoría todo lo que concierne al "estatuto de la igle­
según la cual "la iglesia de la ciudad de Roma sia universal". Si el papa o los cardenales no
y la iglesia del mundo entero eran una sola pueden o no quieren convocar el concilio, ata­
280 CONC 11.IAKISMO

ñe al emperador convocarlo, en cuanto repre­ bros”, instaura un control de las finanzas pon­
sentante del pueblo cristiano, ya que "a él le tificias. Durante el concilio, en 1417, Pierre
ha sido delegado el poder sobre todo el mun­ d’Ailly redactó su Tractatus de ecclesiae, con-
do". En Francia Pierre d ’Ailly —que será can­ cilii gene ralis, romani pontificis et cardina-
ciller de la Universidad, limosnero de Carlos lium auctoritate, en el que limita la monar­
VI y cardenal en 1412— desde 1380 fue un fir­ quía pontificia por medio de la aristocracia
me partidario del c. Con ocasión del concilio del colegio de cardenales y de la base más
de Pisa, otro universitario parisiense, Juan amplia (a veces se dice impropiamente más
Gerson, en el De unitate ecclesiastica (1409), democrática) del concilio general, que repre­
reconocía el derecho de la iglesia universal senta a la comunidad de los fieles. También
reunida en concilio a deponer al papa. Sin en Constanza. Gerson revisa su obra princi­
embargo el concilio de Pisa se refirió simple­ pal, el De poiestate ecclesiastica et origine
mente a la antigua teoría canónica del juicio inris (1417), en la que propone como el régi­
por parte del concilio acerca de un papa heré­ men óptimo para la iglesia una politia mixta
tico cuando el 5 de junio de 1409 depuso a los con tres componentes: la realeza de Moisés,
dos papas rivales, en cuanto “cismáticos... y la aristocracia de los setentidós ancianos y la
heréticos notorios". El 26 de junio los carde­ participación del pueblo. En cuanto al conci­
nales eligieron a Alejandro V, pero ya que los lio, puede reunirse en caso de muerte (natu­
dos papas depuestos continuaron conservan­ ral o jurídica) del papa o en el caso de que éste
do seguidores, el cisma se convirtió en tri­ se niegue injustificadamente a convocarlo.
céfalo.
vi nuevos documentos coNciLiAKiSTAS. Si es cier­
V. EL CONCILIARISMO EN EL CONCILIO DE CONSTANZA to que el concilio de Constanza corresponde,
(1414-1418). Por voluntad del emperador germa­ por efecto de sus decretos, al apogeo del c.,
no Segismundo, a fin de resolver el cisma, esta doctrina continúa activa después de
pero convocado por Juan XXIII, sucesor de 1415, aunque sin duda va a desaparecer una
Alejandro V en 1410, el concilio de Constan­ de las razones de la apelación al concilio. El
za hace pasar el c. de un debate doctrinal a concilio de Constanza pone fin al cisma tri­
una aplicación jurídica. Los teólogos france­ céfalo con la destitución de Juan XXIII (29
ses partidarios de la doctrina conciliar, Pie­ de mayo de 1417), con la abdicación de Gre­
rre d ’Ailly, Juan Gerson y Guillermo Fillas- gorio XII, la deposición de Benedicto XIII (26
tre, desempeñaron un papel preponderante de julio) y la elección de Martin V (11 de
en dicho concilio, casi siempre en función de noviembre de 1417), el cual reconstituye la
moderadores. No es ahora el momento de unidad de la iglesia.
detallar las discusiones sobre la resolución La superioridad del conciliu había sido pro­
del cisma, las condenas de Wycliff y Hus, las clamada con violencia hacia 1410 por Dietrich
medidas dirigidas a una reforma de la igle­ von Niem en su De mudo uniendi ac reforman-
sia, sino que nos limitaremos a considerar las di Ecclesiam in concilio universali. Como dis­
sesiones cuarta y quinta (30 de marzo y 6 de cípulo de Marsilio, Dietrich niega al papa el
abril de 1415). Los decretos promulgados en derecho de convocar y de presidir el conci­
tales sesiones declaran que el concilio gene­ lio. o de cualquier definición acerca del esta­
ral, ya que representa a la iglesia militante do en el que se encuentra la iglesia. "El con­
recibe su poder directam ente de Cristo. Se cilio puede lim itar el poder del papa, ya que
proclam a la superioridad del concilio sobre representa a la iglesia universal. Puede ele­
el papa en lo concerniente a la fe y a fines de gir al papa o deponerlo.”
la “reforma de la iglesia en su cabeza y en sus Esta concepción democrática del poder,
miembros" (decreto "Haec sancta synodus”). trasposición de la doctrina aristotélica del
La sesión trigesimonona (9 de octubre de estado a la constitución de la iglesia, la vol­
1417), mediante el canon "Frequens”, estable­ veremos a encontrar, con menos virulencia,
ce la reunión de un concilio general cada diez en el De concordia catholica lihri tres de Nico­
años, m ientras que la sesión cuadragesimo- lás de Cusa (1433).
tercera (21 de marzo de 1418), sobre la “refor­ Poco más tarde, el último de los grandes
ma de la iglesia en su cabeza v en sus miem­ canonistas del medievo, Nicolás Tudeschi, lia-
CONCILIARISMO 2SI

mado el Punormitano, sin poner en duda el a un papa herético o cismático, es retomada


origen divino del poder pontificio, declara que por los grandes teólogos Torquemada, Caye­
"la iglesia universal ha recibido también el tano, Suárez y Belarmino. La misma arm a del
poder de Dios, y todavía un poder más gran­ concilio será invocada poi los reform adores
de, ya que todo el poder eclesiástico reside del siglo xvi. Aunque, a decir verdad, des­
en la iglesia tamquam in fundamento". Pedro pués del concilio de Basilea, la doctrina de la
ha recibido tal poder sólo como "el principal superioridad del concilio va siendo abando­
ministro". El concilio, que representa a la nada. Sólo en Francia el galicanismo la pro­
iglesia, recibe de ella la propia potestad. clama entre sus "libertades”. El segundo de
los cuatro artículos de 1682, redactados por
VII. ELCONCILIARISMO EN ELCONCILIO DE BASU.EA|I43I- Bossuct, afirma todavía el valor de los decre­
1437). En las tum ultuosas reuniones del con­ tos de las sesiones cuarta y quinta de Cons­
cilio de Basilea, que acabaron por desacredi­ tanza. Las diversas interpretaciones del c.,
tar a dicha asamblea, se sostuvo todavia con propuestas por católicos, protestantes y teó­
gran vigor el c. Eugenio IV se opuso a él en ricos del parlamentarismo, fuerzan tal vez el
una lucha difícil, que tal vez lo llevó a pac­ sentido y el alcance de textos concebidos por
tar. Sin embargo en 1437 fue atacado violen­ una sociedad distinta, pero son sin embargo
tamente por parte del Panormilano y el con­ un testimonio de la importancia de esta doc­
cilio lo depuso en 1439. Andrés Escobar trina.
(Gubemaculum conciliorum, 1435) y Juan
Alfonso de Segovia (Gesta concilii Basiliensis) tx. interpretaciones. Descuidada hasta tiem­
permanecieron fieles a las tesis de Marsilio pos recientes, la historia de los concilios y la
y de Ockham, m ientras que otros "concilia- reflexión sobre la importancia de los mismos
ristas", desilusionados del concilio —como el en la vida de la iglesia han sido estim uladas
cardenal legado Giuliano Cesarini, Eneas Sil­ por el acontecimiento del Concilio Vaticano
vio (el futuro Pió II) y Antonio de Resellis— II. Se ha dedicado un interés especial a las
se adherían a la monarquía pontificia. Nico­ doctrinas medievales del poder (en la iglesia
lás de Cusa, a pesar de sus tesis en el De con­ y en la sociedad civil) y a los escritos de los
cordia, también se acercó a la posición de siglos xiv y xv sobre las relaciones entre el
Eugenio IV. papa y el concilio. De aquí la abundante lite­
ratura reciente sobre el “c.". Más allá de los
vni. epilogo. El concilio de Ferrara-Florencia minuciosos análisis de las teorías antiguas,
(1438-1442) condenó las doctrinas de Basilea podemos también encontrar nuevas formula­
y cualquier componenda con el conciliarismo. ciones. De aquí las diferentes posiciones entre
La bula "Etsi non dubitem us" (20 de abril de autores. Algunos ven en el c. un movimiento
1441) condena la tesis conciliarista. Para doctrinal que anuncia la cclesiologia reforma­
Eugenio IV, la autoridad del concilio deriva da, y de aquí el interés demostrado por cier­
del papa. Una nueva generación de canonis­ tos historiadores protestantes. Por el contra­
tas y teólogos, la mayoría italianos y españo­ rio. el hecho de que los teóricos conciliaris-
les, defenderán la monarquía pontificia. Con tas hayan puesto en duda el poder absoluto
la bula "Execrabilis”, Pió II prohíbe las ape­ del papa y su infalibilidad. los cuales serán
laciones al concilio (enero de 1460). Sixto IV proclamados clamorosamente por el Conci­
anula los decretos de Constanza. En el conci­ lio Vaticano I y por numerosas declaraciones
lio Latcrano de 1512, las tesis de Cayetano a del magisterio en el siglo xix y a principios
favor de una monarquía pontificia omnipo­ del xx. no podía dejar de suscitar criticas y
tente triunfan. Después de haber sido citada desconfianza por parte de muchos historia­
en el Titulo I de la "Pragmática Sanción de dores católicos, que subrayan la ineficacia
Brujas", la doctrina conciliarista desapare­ práctica y el fracaso consiguiente del c. Es
ce en el concordato de 1516. sintomático al respecto que ni el Dictionnai-
Sin embargo estos rechazos y condenacio­ re de théologie catholique ni el Dictionnaire
nes no acabarán con el c. La antigua doctri­ de droit canonique hayan incluido la voz “c.".
na canónica, por la que se reconoce al conci­ Y, por otro lado, en el Lexikon fiir Theologie
lio general la capacidad de juzgar \ deponer und Kirche la voz "Kunziliarismus” (H.
282 CONCILIARISMO

Jedin), rica en referencias, es por lo demás 1969; Concilium constanciense 1414-1418, a car­
demasiado breve para intentar un análisis go de R. Biiumer, Darmstadt, 1977, t. XI, p . 426;
doctrinal. W. Brand-Müllcr, Das Konzil voti Pavia-Siena,
Incluso los politólogos y los constituciona- 1423-1424, Münster, Aschendorff, 1968-1974, 2
listas han sido atraídos por dichas doctrinas, vols.; J. Gilí, Histoire des concites oecuméniques:
en las que han creído vislum brar los prim e­ Constance et Bále-Florence, París, Éd. de l’Oran-
ros rasgos de la teoría de la representación, te, 1965, t. ix; A. Leidl, Die Primatsverhandlun-
del parlamentarismo, de la búsqueda de con­ gen auf dem Konzil von Florenz ais Antwort auf
trapesos para el absolutismo monárquico. den westlichen Konziliarismus und die óstliche
El riesgo de tales intentos es evidente. No Pentarchie, Paderborn, Schoning, 1975, t. i; F.
es posible interpretar el pensamiento medie­ Oakley, Conciliarism and the fifth Lateran coun-
val sobre la base de nuestras concepciones y cil, en Church History 1972, p p . 452-463; J.W.
de nuestras estru ctu ras institucionales Stieber, Pope Eugenias IV: the council of Bassel
modernas y sería asimismo ingenuo querer and the secular and ecclesiastical authorities in
utilizar aquellas fórmulas para resolver los the Empire. The conflict over supreme aulhority
problemas de nuestra época. Por otro lado es andpowers in the church, Leiden, Brill, 1978; P.
evidente que las sociedades políticas laicas de Vooght, Les pouvoirs du concite et l ’authori-
son sustancialmente distintas de las socieda­ té du pape au concile de Constance. Le décret
des religiosas. Tal vez sean posibles algunas “Haec sancta synodus" du 6 avril 1415, París,
comparaciones o algunas analogías, pero Cerf, 1965; P. de Vooght, Les controverses sur les
seria arriesgado hablar de elementos mutuos pouvoirs du concile et Vautorité du pape au con­
o de casos de identidad. cile de Constance, en Rev. Theol. de Louvain, i.
1970.
bibliog rafía Sobre el movimiento conciliarista Sobre las doctrinas conciliaristas: G. Alberigo,
en general: R. Biiumer. Die Entwicklung des Kon- Chiesa concillare, Brescia, Paideia, 1981; P. Ber-
ziliarismus. Werden und Nachwirken der Kon- tagna, II problema della "Plenitudo ecclesiae
ziliaren Idee, Darmstadt, Wissenschaftliche potestatis" nella doltrina ecclesiologica di Gio-
Buchgesellschaft. 1976: A.J. Black, Counciland vanni Gersone 1363-1429, en Apollinaris, x l iii ,
commune. The conciliar movement in the 1970; H. Kaminsky, Cession, substraerían, depo-
chtirch, Londres, Senrch Press, 1979; A.J. Black, sition: Simón de Carmaud’s formulation of the
What is conciliarism? Conciliar theory in histo- French solution to the schism, en Post Scripta,
rical perspective, en Aulhority and pu\ver, Cam­ Studia Grat ¡ana. Roma. Librería Ateneo Salesia-
bridge, Cambridge University Press, 1980, pp. no, 1972, t. xv. pp. 295-317; J. Klotzner, Kardi-
213-244; O. de la Brosse, Le pape et le concite. nal Dominikus Jacohazzi und sein Konzilswerk.
La comparaison de leurs pouvoirsá la veille de Ein Beilrag zur Geschichte der Konzilien Idee,
la Reforme, París, Cerf. 1965; C.M.D. Crowder, en Analecta Gregoriana, x lv , 1948; E. Meuten,
Unity, heresy and reform 1378-1460: the conciliar Kanonistik und Geschichtsverstundnis: Vherein
response lo the Grat Schism, Doc. of. Medieval neuentdeckles IVerk des Nikolaus von Kucs “De
Hist. 3, Londres, Arnold, 1977; J. Lcclerc. Le pape maioritate auclorilatis sacrorum conciliorum
ou le concite?, Lyon, Éd. du Chalet, 1972; V. Mar­ supra auctoritalem papae", Munich, 1972; K.W.
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University Press, 1955; N. Valois, La Frunce et Leiden, Brill. 1973; H.J. Sieber, Die "Quaestio de
le Grand Schisme d'Occident, París, Picard, 1896- infallihilitate concilii generalis" tOckham-
1902, 4 cois.; N. Valois, La crise religieuse du x\* exzerptej des Pariser Theologen Jean Courtecuisse
siécle: le pape el le concite, París, Picard, 1909, (+ 14231, Paderborn, Schoning. 1975, t. II.
2 vols.; H. Walther, Imperiales Konigtum. Kon-
ziliarismus und Volkssouveránitát, Munich, Fink, [JF.A\ GALDEMET]
1976.
Sobn los concilios del siglo xv: R. Biiumer, Die
Reformkonzilien des 15. Jhr. in der ncucrcn Fors-
chung, Annuarium Historiae Conciliorum i.
CONCORDATO ECLESIASTICO 283

concordato eclesiástico xiv, cuando no directamente la doctrina de la


subordinación de la iglesia al estado (Marsi-
lio de Padua), por lo menos la concepción de
I DEFINICION. DATOS HISTORICOS EL CONCORDATO EN la derivación directa de Dios del poder impe­
la época antigua. C. es una acepción con la rial, y por lo tanto de la independencia del
cual se intenta definir en lenguaje técnico- imperio respecto del papado (Ciño da Pistoia,
jurídico la convención bilateral entre la San- Dante).
te Sede y los estados para la reglamentación Por otro lado, en el ámbito curialista encon­
de las actividades eclesiásticas desarrolladas tram os siempre sancionada la teoría de la
en territorio estatal, y para la resolución de supremacía papal, aunque con distinto gra­
los contrastes eventualmente surgidos entre do de intensidad con el correr del tiempo: de
potestad eclesiástica y potestad civil. modo que a la fórmula canónica de la potes-
Pero tal definición, si bien completa en tas Ecclesiae directa iti temporalibus —teoría
cuanto a la complejidad y a la heterogenei­ de la dependencia absoluta de los estados
dad de los actuales c., ciertam ente resulta respecto de una iglesia que se limita a dele­
impropia cuando expresa la institución con­ gar a otro ente el ejercicio del poder tempo­
cordataria en toda su natural dimensión his­ ral— se llega a una época en la que la Santa
tórica. Basta considerar, en efecto, que el ins­ Sede conoce quizá como nunca un incontras-
trum ento concordatario —prescindiendo de tado dominio (es el pontificado de Bonifacio
los pacta carolingica (segunda mitad del siglo VIII, siglo xtv); mientras que la llamada
viii d. c.): actos por los cuales, a pesar del for­ potestas Ecclesiae indirecta in temporalibus
mal intercambio de concesiones pontificias —teoría que sustancialmente condiciona la
con dádivas recibidas de la Santa Sede, no es autonomía de la potestas política, separada de
lícito hablar de c.pa causa del inextrincable la potestas ecclesiastica en la persecución de
enredo entre poder religioso y poder tempo­ objetivos no contrastantes con los de la igle­
ral en un régimen rígidamente teocrático sia— se logran una vez consumados desde
como el carolingio— se presenta en los albo­ hacia tiempo los últimos éxitos del cisma de
res del siglo xn, con el c. de Worms, que mar­ Occidente, cuando el papado pretende propi­
ca la definitiva victoria papal sobre el impe­ ciar alianzas para contener las consecuencias
rio en la lucha de las investiduras, para con­ de la Reforma (siglo xvi).
vertirse luego, en el siglo xv, en frecuente si En tal problemática histórica, legistas y
no usual medio de arreglo de las contiendas canonistas afrontan el estudio de la institu­
entre iglesia y estado. Basta considerar, ción concordataria según perspectivas parti­
entonces, que la institución funda sus raíces culares y contrastantes; al respecto, es sin
y se desarrolla en una época antiquísima, embargo interesante notar que mientras toda
teniendo origen en condiciones histórico- la doctrina canonista concibe el c. como acto
políticas ciertamente muy distintas de las que pontificio de carácter privilegiado, sin con­
hoy conocemos, como causas de los actuales siderar la hipótesis de una voluntad jerárqui­
concordatos. camente superior o, al menos, bajo cada per­
A p artir de los siglos xti y xm se asiste a la fil igual a la del pontífice, por el contrario la
superación del principio de la reciproca inde­ doctrina anticurialista no trata específica­
pendencia en la coordinación entre papado e mente el tema concordatario o, de todas for­
imperio, cuya formulación corresponde al mas, parece considerar el c. como una insti­
papa Gelasio I (fin del siglo vd. c.), y al con­ tución propia del derecho canónico.
secuente choque decidido, tanto en el nivel de También esto confirma las conclusiones, a
las efectivas relaciones de fuerza como sobre las que la historiografía ha llegado más que
el plano teórico, entre poder espiritual y nada en el pasado y con particular atención
poder temporal. Las doctrinas jurídicas de la recientemente, según las cuales la institución
época son sintomáticas. Por un lado asistimos concordataria en la época antigua no fue —
a una tradición anticurialista que. inaugura­ en términos de derecho— "convención bila­
da por los glosadores con la teorización de la teral" sino un unilateral acto pontificio
igualdad de los dos poderes, provistos de (D’Avack, 1961).
diversas jurisdicciones, alcanzará en el siglo A partir de una investigación capilar de los
284 CONCORDATO ECLESIASTICO

c. se ha registrado que la Sama Sede, mien­ Tal forma de estado, que encontrará en el
tras se servía de la forma de los privilegia hegelismo su culminación teórica, y que en
apostólica allí donde debiera ceder concreta­ la realidad política se concretará en expresio­
mente en los conflictos con los soberanos, uti­ nes antitéticas como, por ejemplo, el estado
lizaba por el contrario los concordata, o pac­ autoritario y el estado democrático, encuen­
ta conventa, para dar lugar a un total reco­ tra la oposición decidida, incondicional, del
nocimiento de los éxitos conseguidos en los pensamiento teológico católico y de la cien­
conflictos con el poder secular. No habría por cia jurídica canónica. Justam ente el instru­
lo tanto choque de voluntades sino una sus­ mento concordatario, que anteriormente
tancial iniciativa sólo por parte pontificia, había representado para la Santa Sede el for­
como lo demuestran los prepotentes ejemplos mal reconocimiento de su propia posición pri­
del c. de Worms, así como del c. de Viena (s. mada, es invocado como barrera en contra de
xiv) y del c. de Bolonia (s. xvi), que marcan la la invasión de los estados. Apoyando a esta
formal definición de las victorias de la igle­ institución secular, a su tradicional validez,
sia católica contra las tendencias autonomis­ es violentamente contradicha la afirmación
tas, alemanas y francesas respectivamente. que hacia del estado un único valor, una úni­
Por otro lado, es igualmente importante mani­ ca fuente del derecho para la reivindicación
festar, al amparo de una buena tesis, que el de la autonomía y de la independencia del
documento en el cual se sanciona la conven­ orden eclesiástico, o bien de la absoluta liber­
ción es siempre sólo una bula pontificia, y que tad de la iglesia en el terreno que le es propio.
en este acto interno del ordenamiento ecle­ Proposiciones, éstas, que desarrolladas en
siástico la concordancia de las dos volunta­ el interior del mundo católico, terminan lue­
des supremas es apenas indicada o directa­ go por ser acogidas en el mismo ámbito esta­
mente ocultada (D’Avack, 1961). tal en una nueva formulación de la relación
Este carácter de unilateralidad acompaña estado-iglesia que tiene razones políticas no
a través de los siglos a la institución concor­ difícilmente imaginables: el estado, aun a cos­
dataria. Considerando que aún en pleno siglo ta de una limitación de su propia soberanía,
xviii encontramos varios testimonios doctri­ encuentra, cuando no un aval, un respeto por
nales que se oponen al c. por ser instrum en­ parte de la iglesia de su propia línea de
to de predominio pontificio, debe decirse — gobierno; la iglesia, aunque en una posición
por una distinción tanto sum aria como inde­ que le impide oponerse .sustancialmente a las
bidamente esquemática— que sólo a fines del elecciones del ejecutivo estatal, obtiene la
siglo xviii, con la definitiva concreción en el intangibilidad de un campo en que se desen­
Occidente europeo del estado moderno, el c. vuelve concretamente su propia misión.
asume la real forma jurídica de "convención Es por lo tanto sólo en la época moderna
bilateral”, o de "negocio transativo”.1 que la autoridad civil y la Santa Sede acuer­
dan sus respectivas competencias y llegan a
11. ELCONCORDATO DESPUES DEL SIGLO XVIII. Después coincidencias acerca de los respectivos ámbi­
del siglo xvm, con la definitiva eliminación tos de acción en un igual estado de sobera­
de todo residuo de poder de carácter feudal, nía, en la igual condición de ordenamientos
lograda por medio de un sistema adm inistra­ jurídicos primarios, o de entidades dotadas
tivo burocrático, el estado, con la bandera de de independencia originaria y autonomía; se
concepciones racionalistas como el laicismo crea así una situación que se remite a los
y el agnosticismo, reclama para sí toda la esfe­ esquemas del derecho internacional, y que sin
ra de los derechos y de las obligaciones de los embargo conserva aspectos de una particu­
súbditos, sustentando la propia competencia laridad tan importante que induce a una gran
aun en la reglamentación del fenómeno reli­ parte de la doctrina a hablar de “ordenamien­
gioso. Invertidos los términos, es ahora el to especial concordatario". Para tal propósi­
estado el que se arroga la llamada competen­ to resta, para ser breve, destacar que el c„ aun
cia de las competencias, o bien la autoridad siendo una fuente anómala de un derecho que
de definir lo que cae dentro de sus propios no es Ínter nationes (lo que, por cierto, resul­
ati ibutos y lo que eventual mente pueda taría en sí influyente, no siendo extrañas al
incumbir a la iglesia. derecho internacional relaciones en las que
CONCORDATO ECLESIASTICO 285

participan sujetos en carácter funcional, es des políticas surgidas fuera de él. Al concep­
decir carentes de los términos de la territo­ to de estado-persona lo sustituye, por otra par­
rialidad y de la nacionalidad), y que en algu­ te, el concepto de estado-comunidad: una for­
nas de sus expresiones parece contradecir la ma de estado no ya rígidamente centraliza­
lógica del derecho internacional, es una ins­ da, ni ahora ya más comprensiva de todos los
titución que legítimamente se ha encuadra­ fenómenos emergentes en el interior de sus
do en la categoría de los instrumentos de pac­ confines territoriales sino, por el contrario,
to del orden internacional: y por la formal tendiente, para una participación popular
semejanza con los tratados internacionales, más amplia, hacia un pluralismo comunita­
así como por el sustancial tipo de reglamen­ rio en el cual actúan complementariamente
tación que se pone en vigor, obliga a los con­ instituciones no estatales.
trayentes a la porción del principio intemacio­ La iglesia, por otra parte, ha hecho ya suya
nalista según el cual pacta sunt servando. oficialmente una nueva concepción de la rela­
En esta problemática histórico-jurídica, ción con el poder civil, que le da mayor auto­
que el mundo próximo a nosotros propone, nomía y por lo tanto una posibilidad de criti­
se evalúan los numerosos c. estipulados entre ca más amplia frente a las directivas políti­
la iglesia y los estados desde los años inme­ cas asumidas por el estado. Las previsoras
diatam ente posteriores a la prim era guerra intuiciones de una cierta teología que, surgi­
mundial hasta pasada la mitad de nuestro da fuera del ambiente italiano, ya algunos
siglo, entre los cuales están los tratados de decenios antes del segundo conflicto mundial
Letrán, concluidos el 11 de febrero de 1929 había afirmado la necesidad de una acción de
por el gobierno italiano y la Santa Sede, que la iglesia dirigida directam ente a la concien­
marcan la composición de la "cuestión roma­ cia de los fieles, prescindiendo de los acuer­
na” y que, recibidos en 1946 por la constitu­ dos en un nivel verticalista con los gobiernos,
yente republicana, no llegan a tener vida y efi­ parecen confluir hoy fundamentalmente en
cacia sino en nuestros dias.I. las enunciaciones del concilio ecuménico
Vaticano II. Se recuerda, a propósito, que en
III. F.LCONCORDATO HOY: ¿DESARROLLO DE l.A PROBLE­ la lectura de los documentos conciliares se
MATICA o crisis del sistema ? La institución con­ evidencia por un lado la ausencia del vocablo
cordataria, que en un planteamiento de las c. y, por otro, la presencia de un nuevo con­
relaciones entre estado e iglesia constituye el cepto: la colaboración entre iglesia y comu­
sistema óptimo para componer los intereses nidad política. Ha parecido evidente que, con
tanto eclesiásticos como civiles, no puede ser eso, se ha querido form ular —a propósito de
puesta en discusión por la profunda crisis a relaciones entre lo temporal y lo espiritual—
la cual el universo jurídico contemporáneo no un criterio estrictam ente estudiado, obli­
está sometido. Los mismos términos del pro­ gatoriamente individualizable en esquemas
blema —el estado y la iglesia— no son ya los jurídicos preconstituidos sino, por el contra­
de otros tiempos o, de todas formas, no hay rio, el criterio más general, más amplio por
duda de que van modificándose en sus razo­ pertenecer al reino de la moral, de la positi­
nes más intimas y efectivas. La individuali­ va ayuda que realidades temporales y reali­
zación del poder de un estado rígidamente dades espirituales de alguna forma se deben.
encerrado en su propio territorio para la Además, se nota que la terminología eclesiás­
valiente defensa de su propio elemento nacio­ tica que resulta de los actos conciliares se
nal. propia del siglo xtx, cede cuando el cambia también en la consideración del fenó­
incremento de las comunicaciones coincide meno estatal y en perfecto paralelo con la evo­
con un fuerte aumento de los cambios inter­ lución del concepto de estado al que se refe­
nacionales; en efecto, la consiguiente forma­ ría: no e> al estado que la iglesia dice referir­
ción de organismos supranacionales, dotados se sino a la comunidad política (Gaudium el
de efectivo poder y ejerciendo concretas Spes, n. 76). No más —para el lenguaje ju rí­
misiones, evidencia la posición de subsidia- dico de difusión popular— al estado-aparato
ridad de un estado no raramente acostumbra­ sino al estado-comunidad. La iglesia, en bue­
do a subordinar sus propias decisiones de na medida, intentaría apelar a las voluntades
gobierno a problemas económicos y volunta­ populares, sin mediaciones con los poderes
2Ü6 CON DUCTISMO

gubernativos del estado. Giuffrc, 1961; A.C. Jemolo, La Chiesa post-


La superación de la tradicional potestas conciliare e lo stato, en / prohlemi d ’Vlisse, xii,
indirecta in temporalibus, teoría de ahora en fase. 1.XVI, 1969; A. Mercad, Raccolta di concor­
más inadecuada para expresar este inmedia­ dan su malcrié ecclesiastichc ira la Santa Sede
to cambio de la iglesia hacia la base social, e le autoritá civili. Ciudad del Vaticano, 1954.
a juicio de una parte de la doctrina eclesiás­
tica marca el fin de la época de los c.: el por­ [MAS.SIMO jasonni]
venir de la iglesia consistiría en una perspec­
tiva puramente escatológica, en el total aban­
dono de cualquier concepción legalizadora.
Ante tales afirmaciones se ha objetado en conductLsmo
muchas ocasiones el excesivo utopismo: la
iglesia, como sociedad que se inserta en el i. definición El c. político constituye un movi­
contexto histórico, está ontológicamente miento de protesta y de renovación de la cien­
imposibilitada de renunciar al uso de los ins­ cia política tradicional o clásica surgido en
trum entos jurídicos en general, y en particu­ los Estados Unidos. El c. en ciencias políti­
lar del c. (como forma especifica de colabo­ cas se desarrolla en dos direcciones princi­
ración), donde la violencia política estatal jus­ pales. El primer significado se refiere al obje­
tifique una actitud de defensa: por ejemplo, to del estudio de la política. Los conductis-
en el estado totalitario, en el estado represor tas sostienen que el análisis político debe
de la libertad de culto. El c., en esta segunda orientarse al estudio y a la observación del
interpretación, quedaría como instrumento hombre como actor político, debe estudiar no
jurídico actual, pero en una nueva perspecti­ sólo sus acciones sino las motivaciones, las
va que apunta a la tutela del bien inalienable actitudes, las expectativas, las orientaciones
de la libertad religiosa (en este sentido —ha y las demandas. A diferencia de la ciencia
agregado alguien— la iglesia católica debería política tradicional que se ocupa de las insti­
acordar con el estado no sólo el libre carác­ tuciones y de los mecanismos jurídico-
ter extrínseco del propio culto sino, en un pla­ formales y que tiende a cosificar las institu­
no de igualdad, también el de todas las otras ciones atribuyéndoles una vida distinta de la
confesiones religiosas) y no a la adquisición de los que forman parte de ellas, los conduc-
de posiciones de privilegio. tistas ponen en el centro de su atención la per­
Es cierto que el c., como todo lo que perte­ sonalidad y la actividad política del hombre.
nece al mundo del derecho, es una institución La segunda línea de desarrollo complemen­
estrechamente ligada a las razones históricas taria se refiere al método y a las técnicas con
que le dieron origen. Hoy, frente a un estado que debe estudiarse la política. Los conduc-
ya no decidido a utilizar la religión como ins­ tistas son los exponentes inás comprometidos
trum ento unificador del elemento nacional, de un método rigurosamente científico, cuyo
frente a una iglesia que ya no ambiciona un modelo se encuentra en las ciencias natura­
confesionismo de estado y que. en eso, les, y de nuevas técnicas de investigación
demuestra no desear una discriminación que como las entrevistas, los sondeos de opinión,
ponga sobre planos diferentes la vida de los los panels (entrevistas repetidas en el tiem­
distintos grupos religiosos en el interior del po con la misma m uestra de entrevistados),
estado, parece posible considerar completa­ el análisis del contenido, la simulación y hasta
mente cambiada la página de historia del las más refinadas técnicas cuantitativas. A
siglo pasado sobre la cual se basó un floreci­ diferencia de la aceptación acrítica de las nor­
miento del c. En el futuro la presencia de esta mas formales (jurídicas), los conductistas
antigua institución reglamentaria del encuen­ observan los procesos y los mecanismos infor­
tro (o del choque) entre poder temporal y males a través de los cuales los hombres inte-
poder espiritual creemos que estará condicio­ ractúan.
nada a una total y completa restructuración.
u. nacimiento del coNDLCTisMo La reacción con­
A. D’Avack, Concordato eeclesiásti­
b ib l io g r a f ía tra la ciencia política tradicional no sólo afec­
co, en Enciclopedia del diritio, vol. vitl, Milán, taba, sin embargo, el objeto (las instituciones
CON DUCTISMO 287

en lugar del hombre y los mecanismos escuela psicológica de los años veinte, el buha-
jurídico-formales en lugar de los procesos viorism, y por su interés por el hombre con­
informales) y el método (impresionista en creto, los conductistas se sintieron siempre
lugar de ser científico y sistemático) sino que profundamente atraídos por la psicología.
afectaba también las disciplinas que habían Además la antropología, la sociología y la eco­
influido y contribuido más al desarrollo de nomía —por su rigor y por su relativa perfec­
la ciencia política, es decir el derecho, la filo­ ción técnica— se convirtieron en disciplinas
sofía y la historia. a las que los conductistas acudirían en mayor
El abandono del estudio del derecho se jus­ grado. Si las exigencias de fondo explican este
tifica por la convicción creciente de que éste cambio de marco de referencia seria, sin
proporciona únicamente una comprensión embargo, erróneo subestim ar los estímulos
superficial del comportamiento político, y ocasionales. Dos de éstos tienen sin duda una
que en su actividad los hombres y las insti­ importancia superior a la de los demás. En
tuciones se uniforman sólo parcialmente a las prim er lugar, el ambiente del departam ento
normas jurídicas. La división entre filosofía de ciencias políticas de la Universidad de Chi­
y ciencia política se había ido consumando cago dirigido por Charles Merriam, y el influ­
lenta pero inexorablemente tanto por la into­ jo del positivismo lógico; en segundo lugar la
lerancia profunda hacia la elaboración abs­ llegada a Estados Unidos de sociólogos y psi­
tracta como porque los politólogos norteame­ cólogos alemanes que introdujeron la ense­
ricanos habían aceptado prácticamente la ñanza de Max Weber y de Freud. Otros estí­
democracia como marco de referencia último, mulos colaterales posteriores se encuentran
susceptible únicamente do modificaciones en la creciente participación de los pulitólo-
parciales. gos y, en general, de los científicos sociales
La filosofía no es más que un conjunto de en la actividad del gobierno en calidad de con­
prescripciones con escaso apego especifico al sultores. primero, durante la segunda guerra
comportamiento efectivo de los hombres; una mundial, y luego, durante la guerra fría, en
especulación tanto más inútil en un país que la reconstrucción de Alemania y de Japón. Los
no sentía el problema de la creación de una científicos sociales estuvieron de este modo
nueva utopía sino el de hacer funcionar de la en contacto directo con el funcionamiento
mejor manera posible el sistema existente. efectivo de la máquina gubernamental. Mien­
Por lo que respecta a la historia, su peso en tras tanto, la constitución por parte del Social
la ciencia política tradicional había sido enor­ Science Research Council de un comité sobre
me. y su repudio fue igualmente total. Por un el comportamiento político, en 1945, m arca­
lado, la "investigación" implica la necesidad ba una aceptación del c. en el campo de la
de estudiar acontecimientos contemporáneos. ciencia política. Las subvenciones de las ricas
Por el otro, si la explicación histórica tiende fundaciones norteamericanas que perm itie­
a descartar la irrepetibilidad de los distintos ron el financiamiento de las costosas inves­
acontecimientos históricos, poniendo de tigaciones necesarias produjeron el cambio
manifiesto las modalidades peculiares de su de dirección decisivo para el establecimien­
desenvolvimiento, los conductistas, interesa­ to del c. en el surco de la ciencia política ofi­
dos en pasar de la descripción de un fenóme­ cial. La posibilidad de llevar a cabo investi­
no a su explicación, y por lo tanto a su previ­ gaciones de campo perm itía poner a prueba
sión, tratan de percibir no tanto la peculiari­ las técnicas más modernas, y afinarlas ulte­
dad sino la uniformidad de los distintos fenó riormente.
menov
Habiéndose distanciado en esta forma de III. PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DELCONDLCTISMO A
las disciplinas que habían constituido la fuen­ mediados de los años cincuenta, el c. en cien­
te de una parte tan grande de la ciencia polí­ cias políticas no era ya únicamente una
tica tradicional o clásica, los conductistas tra­ corriente de minoría m irada con recelo sino
taron de encontrar inspiración y ayuda en que constituía un movimiento de im portan­
otras disciplinas más cercanas a sus intere­ cia creciente en muchos sectores de la cien­
ses y a sus necesidades. Por el hecho mismo cia política tradicional, movimiento con el
de haber cambiado el propio nombre de una que todos tenían que ver. Sin embargo los
2 8 .- CONDUCTISMO

conductistas no habían llegado a elaborar su ción y al lugar que ocupan los juicios de valor
manifiesto, y los que se profesaban como tales en la investigación científica. La explicación
no compartían los mismos principios. No obs­ empírica y las evaluaciones éticas deben man­
tante, pueden reducirse a ocho puntos los tenerse separadas. No por esto es imposible
principios fundamentales del c., haciendo em itir juicios de valor; aunque la verdad y la
notar que no todos los principios son acepta­ falsedad de los valores poiticos no forman
dos por todos los conductistas y que su impor­ parte de la esfera de la investigación del con­
tancia se evalúa también de m anera distinta. ductista. El último punto, el principio de inte­
El prim er principio puede definirse como el gración entre las ciencias del hombre, cons­
principio de las unifonnidades. En el compor­ tituye el principio cardinal del c. La ciencia
tamiento político se encuentran uniformida­ política no puede y no debe ignorar los resul­
des que pueden expresarse por medio de gene­ tados de las investigaciones realizadas en las
ralizaciones y que en teoría tienen un valor demás ciencias si no quiere reducir la impor­
explicativo y predictivo. La formación de tancia y empobrecer el contenido de sus des­
generalizaciones y de teorías requiere tanto cubrimientos.
la superación del estudio meramente descrip­
tivo como un análisis sistemático de la polí­ IV. CRITICA Y EVALUACIÓN DEL CONDUCTISMO. Un
tica. El segundo punto se refiere al principio movimiento de protesta se juzga por los efec­
de la obsen’ación. El conductista obtiene sus tos que ha tenido y por las contribuciones que
generalizaciones y sus teorías a partir de la ha sido capaz de aportar. El c. ha enriqueci­
observación de la realidad y no de especula­ do los conocimientos políticos por lo menos
ciones o deducciones. en tres sectores de considerable importancia:
El tercer punto se refiere al principio de la en el sector de la conducta electoral y de la
verificación. La validez de las generalizacio­ participación política, en el estudio de la “per­
nes y de las teorías elaboradas sobre la obser­ sonalidad política y de las élites (v. élites, teo­
vación de la realidad debe comprobarse con ría de las) y en el sector del comportamiento
una nueva comparación con la realidad. De legislativo y judicial. El c. ha dado, además,
esta comparación surgirá una validación, una el prim er impulso al estudio de los sistemas
invalidación o un refinamiento de las gene­ políticos basados en la observación, concen­
ralizaciones y de las teorías en cuestión. El trando su atención en la distribución del
cuarto punto se refiere al principio de la cuan- poder en las comunidades locales. Como se
tificación. Sirviéndose de técnicas apropia­ puede comprobar, se trata de temas cuanti­
das, y si lo permiten los problemas en exa­ ficables y que se prestan para ser estudiados
men, el investigador debe tra ta r de pasar a con técnicas de investigación modernas. Es
la medición y a la cuantificación de sus natural que los conductistas hayan dado la
encuestas para aum entar la precisión. El máxima importancia a los sectores en que sus
quinto punto se refiere a la relación entre teo­ técnicas de investigación, de encuesta y de
ría e investigación. La teoría y la investigación elaboración de los datos eran particularmente
deben avanzar al mismo ritmo: "Sin el apo­ apropiadas.
yo de la teoría, la investigación puede resul­ Sin embargo, el descuido de otros proble­
ta r banal, y sin el apoyo de los datos la teo­ mas y sectores no se explica únicamente por
ría puede resultar fútil” (Easton, 1967). la dificultad de utilizar ciertas técnicas sino
EÍ sexto punto concierne a la relación entre también por los supuestos teóricos, por los
ciencia pura y ciencia aplicada. La compren­ ocho principios fundamentales enunciados
sión y la explicación de la conducta política anteriormente. De este modo los conductis­
avanza lógicamente y proporciona la base tas adoptan a menudo un punto de vista his­
para los intentos de utilizar los conocimien­ tórico. y se m uestran incapaces de utilizar el
tos políticos en la solución de los problemas material histórico. El sector del cambio polí­
prácticos urgentes de la sociedad. Por otra tico ligado de manera particular a la com­
narte, el conductista debe prestar atención a prensión histórica y que no es susceptible de
no confundir la actividad práctica con la refle­ someterse a la investigación con entrevistas,
xión teórica si pretende seguir actuando como cuestionarios v sondeos, constituye una de las
científico. El séptimo punto se refiere a la fun­ grandes lagunas de la producción de los con­
CONDUCTISMO 289

duelistas. Su inclinación a estudiar segmen­ política; el modo tradicional y el modo moder­


tos políticos limitados, y algunas veces irre­ no que señala la no normatividad y la exigen­
levantes, pero susceptibles de encuestas pre­ cia de métodos rigurosos de explicación cien­
cisas y de formulaciones cuantitativas, no ha tífica. El c. ha provocado reacciones violen­
contribuido a llenar la divergencia entre los tas, aun de tipo corporativo, por parte de los
estudios empíricos y las teorías generales; ha que se sentían relegados por los cultivadores
contribuido, cuando mucho, al "hiperfactuu- de las técnicas cuantitativas. A pesar de que
lismo" —recolección indiscriminada de datos en la actualidad el c. esté sólidamente insta­
sin ningún esquema teórico en que incorpo­ lado dentro del gran cuerpo de la ciencia polí­
rarlos— y ha sofocado la función de la intui­ tica. sus cultivadores, o los que se profesan
ción y de la imaginación en el análisis políti­ como tales, no constituyen la mayoría de los
co. Finalmente, los conductistas se han refu­ politólogos. Dentro de la ciencia política hay
giado a menudo en la torre de marfil de la eva- todavía lugar para las perspectivas histórica,
luabilidad de la investigación científica, evi­ jurídica e institucional dentro del estudio de
tando dar guias y consejos basados en los la política, entendidas como complementarias
resultados de las investigaciones empíricas. a la perspectiva conductista. El c. ha sido
Los conductistas han sido criticados también capaz de introducir tres innovaciones relevan­
por sus prejuicios ideológicos latentes. La tes en la ciencia política: el estudio cuidado­
derecha les objeta que no tomen posición res­ so y riguroso de los procesos políticos infor­
pecto del conflicto entre democracia y comu­ males; técnicas de investigación, medición y
nismo; en tanto que la izquierda les objeta que cuantificación cada vez más precisas y la ten­
hayan aceptado acríticamente los presupues­ dencia a la investigación interdisciplinaria.
tos de la ideología democrática en su forma Absorbido o no, el c. ha empapado la ciencia
norteamericana. En el nivel metodológico, los política de los últimos años y hoy constituye
cultivadores de la ciencia política tradicional una corriente esencial e ineliminable de ésta.
señalan desde la derecha que los grandes pro­
blemas políticos no son susceptibles de un BiBLiOGkAtiA: R.A. Dahl, The behavioral
estudio científico-cuantitativo. La importan­ approach in political socicnce: epitaph for a
cia de la investigación ha sido sacrificada en mununtent lo a succesful protest, en American
aras de la tecnología de la investigación. En Pulitical Science Review, LV, septiembre de 1961,
la izquierda, en cambio, se sostiene que los pp. 763-772; D. bastón, Signifícalo attuale del
conductistas han hecho desaparecer de la "cornportamenlismo", en C.J. Charlesworth
ciencia política el estudio de la política como (comp.), Teorie e tnetodi in scienza política (1967),
actividad conflictiva destinada a promover el Bolonia, II Mulino, 1971; D. Easton, The new
bien de una comunidad, de haber reducido la revolution in polilical Science, en American Poli-
política a una función marginal, de haber jus­ tical Science Review, lxiii, diciembre de 1969;
tificado el orden existente. Los dos tipos de H. Eulau, La persuasión y el comportamiento en
críticas tienen muchos puntos en común, aun­ la política (1963), Buenos Aires, Plus Ultra; H.
que con matices diversos, pero adolecen de Eulau, Micro-macro political analysis: accents of
esquematismos por lo menos arraigados tan inquiry, Chicago, Aldine, 1969; H. Eulau (comp.),
sólidamente como los del c. Además, no hay Behavioral in political science. Nueva York,
que confundir las posiciones de los conduc­ Atherton, 1969; G.J. Graham Jr. y G.W. Carey
tistas con los principios del c. Los conductis­ (comps.j, The post-behavioral era: perspectives on
tas han adoptado una gama de posiciones pulitical science, Nueva York, David McKay,
políticas muy amplia, pero el c. en sentido 1972; F.I. Greenstein, Personality and politics,
estricto es una reivindicación de rigor y cien- Chicago, Markham, 1969; C.A. McCoy y J. Play-
tificidad en el estudio de la política y de un ford (comps.), Apolitical politics: a critique of
mayor interés por el hombre como actor behavioralism, Nueva York, Crowell, 1967; A.
político.V Runney (comp.), Essays on thc behavioral study
of politics, Urbana, University of Illinois Press,
V l*OSIU0N ACTUAL Y 1‘fcKSPF.tTIVAS DELCONDUCTISMO. 1962.
En definitiva, el c. ha constituido el partca-
guas entre dos modos de concebir la ciencia [GIANFRANCO i'ASGL'INO]
290 CONFEDERACIÓN

confederación rio deberían superar. Por lo tanto en el siste­


ma confederal —donde los estados, sin reco­
nocer ningún poder superior, mantienen su
i confederación y federación. En el lenguaje soberanía exclusiva—, los impulsos centrífu­
político el término c. tiene dos significados: gos, expresados por los intereses particula­
uno genérico y otro específico. En la acepción ristas de los estados, tienden a prevalecer
genérica c. es aproximadamente sinónimo de sobre los centrípetos expresados por los órga­
asociación, como sucede por ejemplo en el nos confederales.
caso del sindicato denominado Confederazio- La independencia tanto del gobierno fede­
ne Generale Italiana del Lavoro (cgil). En la ral como de los estados miembros (y su coor­
acepción especifica, de la que nos ocuparemos dinación reciproca) representa por lo tanto
aquí, el término c. designa en cambio un tipo el criterio para distinguir la federación de las
de asociación entre estados. otras formas de asociación entre estados en
Puesto que los estados difícilmente se pue­ las cuales —todas indistintamente— los fac­
den mantener aislados, sus relaciones son a tores de la división política tienden a preva­
menudo caracterizadas por formas de coope­ lecer sobre los de la unidad. Este criterio de
ración y de asociación internacional, las cua­ carácter sustancial permite superar las difi­
les no concluyen sin embargo la división poli- cultades derivadas del hecho de que las pala­
tica y el poder de cada estado de rescindir en bras c. y federación son usadas a menudo en
cualquier momento los vínculos que los ligan, los textos constitucionales de manera promis­
dada la situación de anarquía que caracteri­ cua y frecuentemente de modo diferente que
za las relaciones internacionales. La forma el del lenguaje politico más riguroso. Por
asociativa más elemental es la alianza, la cual ejemplo, con base en tal criterio, se puede
no implica que los estados contrayentes ins­ decir que Suiza es desde 1848 una federación,
tituyan órganos comunes para ejecutar sus aunque la constitución helvética continúe
acuerdos. Lo que distingue la c. de una sim­ defendiendo su estructura política como con­
ple alianza entre estados es que los estados federal. En efecto, el gobierno central dispo­
confederados dan vida a un órgano político ne de un control exclusivo del ejercito, del
de carácter diplomático compuesto por los poder exclusivo de representación diplomá­
representantes de los estados, que tiene la tica, de un sistema aduanal y monetario úni­
tarea de tom ar las decisiones de interés co y de un poder de imposición propio.
común. La c. es una institución mucho más antigua
Ahora bien, en las asociaciones entre esta­ que la federación. En el mundo antiguo, en
dos dotados de órganos comunes existen algu­ las ciudades-estado de Grecia se formaron la
nas (las federaciones) cuyo funcionamiento se liga anfictiónica y la liga aquea, ambas dota­
funda en una división de poderes entre esta­ das de órganos comunes de carácter confede­
dos miembros y gobierno federal tal que cada ral. Así, el antiguo imperio germánico y las
uno es al mismo tiempo independiente y coor­ Provincias Unidas de los Países Bajos eran
dinado con los otros (Wheare). En particular, asociaciones de tipo confederal. La unión de
al gobierno federal se le atribuyen poderes los cantones suizos y los Estados Unidos de
exclusivos en aquellos sectores de la política América, antes de fundirse en una federación,
exterior y económica cuyo control dhidido. eran confederación.
por ser incompatible con la unidad política,
provoca anarquía internacional y desorden II. ESTRUCTURA Y FUNCION El principio político
económico. Existen otras (las c.) cuyos órga­ sobre el cual se basa la c. es la subordinación
nos centrales, carentes de una autoridad pro­ del órgano central al poder de los estados. El
pia y manteniendo la absoluta independencia criterio-guia de la conducta de los miembros
de los estados asociados, no representan algo de tal órgano es por lo tanto la defensa de los
cualitativamente diferente a la suma de los intereses de los estados que ellos represen­
entes políticos componentes, y por tanto están tan. El funcionamiento de cada c. está por lo
obligados a sufrir la dinámica de los intere­ tanto sujeto al derecho de veto de los estados.
ses de los estados, sin poderla controlar, y a De aquí resulta que las únicas decisiones
reflejar las contradicciones que por el contra­ comunes a las cuales es posible llegar, y que
CONFEDERACION 291

tienen por lo tanto una efectiva posibilidad nes está en realidad confiada a los estados,
de ser ejecutadas, son las tomadas por una­ los cuales las respetan sólo si las juzgan con­
nimidad, es decir juzgadas aceptables por vergentes con sus intereses. En última instan­
todos. cia, el poder de decisión queda en manos de
Puesto que el vinculo cunfederal no modi­ los estados. Por este motivo cualquier deci­
fica la estructura de las relaciones entre los sión tomada en un nivel confederal no tiene
estados, una voluntad política unitaria se for­ carácter vinculante.
ma sólo cuando el equilibrio político presio­ Las c. no tienen un gobierno democrático.
na en esta dirección pero no impide graves Sus órganos emanan de los gobiernos o de los
conflictos y profundus divisiones en caso con­ parlamentos de los estados. El pueblo está
trario. A este propósito se pueden imaginar completamente excluido de la elección de los
tres situaciones típicas. En prim er lugar, si representantes en los órganos confedérales y
existe una completa convergencia de intere­ de la participación en las decisiones que ellos
ses entre los estados, es posible llegar fácil­ toman. La participación electoral de los ciu­
mente a decisiones comunes. En segundo dadanos se limita a los confines de los esta­
lugar, como sucede más a menudo, si existen dos. La c. debe por lo tanto ser definida como
divergencias, las decisiones no pueden ser una asociación entre gobiernos más que entre
más que compromisos entre intereses con­ pueblos, ya que las relaciones entre los esta­
trastantes. Esta situación pone en evidencia dos siguen limitadas en el nivel de vértice de
que el régimen confederal, como cualquier la política exterior, la cual no es un medio de
sistema internacional de estados independien­ expresión de la democracia sino de su opues­
tes, está regulado por las relaciones de fuer­ to, es decir de las exigencias de seguridad y
za material que se establecen entre los com­ de potencia de los estados. Si se puede decir
ponentes y, dada la desigual distribución del que existe un gobierno de la c., éste es el resul­
poder político entre los estados, la integra­ tado del equilibrio en las relaciones de fuer­
ción política de las c. se basa en la hegemo­ za entre los estados que la componen. Por lo
nía política y m ilitar de uno o más estados que respecta a las decisiones, este "gobierno"
sobre los otros. En tercer lugar, si las posi­ puede llegar solamente a compromisos entre
ciones de los estados son inconciliables, es decisiones nacionales e intereses nacionales.
decir demasiado lejanas para perm itir un
compromiso, ninguna decisión es posible. Si HI. CONDICIONES HISTORICAS OUE FAVORECEN LA FOR­
esta situación tiende a repetirse, se abre el MACION de las confederaciones. Descrito el fun­
camino a la parálisis o directamente a la diso­ cionamiento de las instituciones confedéra­
lución de la unión confederal. A causa de las les, es necesario todavía ilustrar las princi­
exigencias contradictorias (asegurar la uni­ pales condiciones históricas que favorecen su
dad, manteniendo la absoluta soberanía de afirmación. Los factores más importantes que
los estados) que no es capaz de conciliar, la en una determinada área geográfica pluries-
c. es por lo tanto una fórmula política ines­ tatal concurren a la formación de una c. son
table, condenada a disolverse o a consolidar­ la necesidad de seguridad o la exigencia de
se, transform ándose en un estado, que tute­ desarrollo económico. Para la solución en
lará la autonomía de las unidades componen­ común de los problemas relativos la c. asu­
tes sólo si tiene una estructura federal. me la forma de una unión defensiva o de una
En cada caso las decisiones de los órganos unión aduanal. En consecuencia, las compe­
centrales de la c. tienen más naturaleza de tencias que normalmente son conferidas a las
recomendaciones que de leyes, porque tales instituciones confederales se refieren al sec­
órganos por una parte no están formadus a to r de la política exterior o m ilitar o a cier­
través de una lucha política, en la que parti­ tos sectores de la política económica o bien
cipen directam ente las fuerzas políticas que ambos.
operan en e! interior de los estados con el con­ En general el factor histórico que está en
senso de la población, ni tienen por otra par­ la base de los fenómenos integrativos entre
te órganos ejecutivos dotados de un poder comunidades políticas que están en relación
directo sobre los ciudadanos. La ejecución de entre si es la evolución del modo de produc­
las decisiones tomadas por los órganos comu­ ción, el cual tiende a extender las relaciones
292 CONFEDERACIÓN

sociales sobre áreas cada vez más vastas, y Esta multiplicación de organizaciones
por lo tanto a acentuar la interdependencia internacionales junto al aumento de sus fun­
entre los estados. Los problemas de los que ciones ha hecho nacer un fenómeno nuevo: la
depende el destino de tales comunidades tien­ formación de verdaderos aparatos burocrá­
den por tanto a asum ir dimensiones más ticos de funcionarios internacionales con
amplias que los poderes políticos organiza­ tareas similares a las que tiene la administra­
dos. Estados que no son capaces de tom ar ción pública en el interior de los estados y el
medidas solos para dar una respuesta a tales desarrollo de órganos confederales cada vez
problemas deben colaborar con sus vecinos, más complejos y articulados. Por ejemplo, el
y por lo tanto sus razones de estado deben propósito de transform ar en el futuro la
converger para poder llegar a soluciones Comunidad Económica Europea (cef.) en un
comunes. La convergencia de las razones de estado ha sugerido a sus fundadores la insti­
estado representa por tanto otra condición tución de un parlamento europeo, una comi­
necesaria para que una c. pueda formarse y sión ejecutiva y una corte de justicia, aun
mantenerse. Pero su fragilidad constitucio­ cuando el poder de decisión ha quedado por
nal, consistente en que no logra frenar las ahora concentrado esencialmente en un cuar­
distintas razones de estado, hace inestable y to órgano, el consejo de ministros, que repre­
precaria, como se ha visto, su condición de senta una sólida garantía de la soberanía de
existencia, y la condena a la disolución si no los estados.
logra consolidarse a través de la institución Entre las organizaciones de tipo confede­
de un poder por encima del de los estados. ra! hoy existentes hay algunas que tienen ten-
Las e. se forman esencialmente cuando exis­ dencialmente carácter universal, como la
te entre varios estados limítrofes una relati­ o n u y las organizaciones especializadas a ella

va necesidad de unidad. La c. permite alcan­ ligadas, y son un signo de la tendencia histó­


zar un cierto grado de unidad y garantizar en rica hacia la unificación del planeta, aun
una cierta medida seguridad y desarrollo eco­ cuando no afectan en lo más mínimo la sobe­
nómico sin que los estados deban ceder su ranía absoluta de los estados. Otras organi­
soberanía. La experiencia histórica demues­ zaciones de tipo confederal tienen solamen­
tra que normalmente las c. son instituidas jus­ te dimensiones regionales. Han asumido una
tamente para defender la independencia de gran importancia las que se han formado en
los estados, cuya debilidad impone la colabo­ Europa occidental después de la segunda gue­
ración con sus propios vecinos, y por lo tan­ rra mundial, porque en este continente es par­
to con el fin de salvaguardar y perpetuar el ticularmente aguda la contradicción entre las
orden interno e internacional existente.IV. dimensiones nacionales del poder político y
las internacionales del desarrollo económico.
IV. EL METODO CONFEDEKAL EN EL MUNDO CONTEMPO­ En consecuencia, la solución de un número
RANEO Las c. del pasado han tenido predomi­ creciente de problemas ha sido transferida
nantem ente carácter militar. En el mundo por los estados a los órganos confederales
contemporáneo, bajo el impulso de la revo­ europeos. En sectores bien delimitados (regla­
lución industrial, que ha determinado una mentaciones comunitarias) ha ocurrido una
creciente integración, más allá de las fronte­ verdadera delegación de poderes a las auto­
ras de los estados, de diversos aspectos de la ridades europeas, cuyas decisiones se impo­
vida social, el método confederal ha servido nen directam ente a los individuos sin pasar
como base para la formación de numerosas por el trámite de los estados. No se trata natu­
organizaciones internacionales especializa­ ralmente de una transferencia de soberanía,
das, como por ejemplo, el Fondo Monetario porque las decisiones políticas fundamenta­
Internacional ( fmi) o la Comunidad Europea les continúan siendo tomadas por los gobier­
del Carbón y del Acero (ceca), que tienen la nos nacionales a través del consejo de minis­
tarea de controlar tales procesos de integra­ tros. Sin embargo, a diferencia de las insti­
ción y de perm itir tom ar a los estados deci­ tuciones internacionales, como la onu . que
siones unitarias sobre problemas que han tienen simplemente la tarea de organizar la
asumido dimensiones internacionales y en cooperación de los estados, la cef. tiene el fin
ciertos casos mundiales. de realizar una verdadera integración econó­
CON FESION ALISMO 293

mica entre los» estados. Las características tanto se considera “no confesional" cuando
institucionales de las comunidades europeas rechaza dar valor jurídico a los preceptos éti­
corresponden al hecho de que la integración co-religiosos de una determinada confesión
europea representa el estadio más avanzado religiosa, dando a las propias leyes un conte­
de un proceso más amplio de integración de nido puramente humano o ético-racional, o
la actividad humana, que tiene dimensiones sea inspirado en aquellos principios de justi­
mundiales, e ilustran las transformaciones cia natural sentidos por la conciencia común
que deben sufrir las instituciones confedéra­ en un determinado periodo histórico. Es lógi­
les en el mundo contemporáneo para adecuar­ camente posible, como observa N. Morra, que
se a tal proceso. la conciencia común pueda llegar al descubri­
miento de tales principios incluso gracias a
bibliocíkafIA: A. Hamilton, J. Madison y J. Jay, la inspiración religiosa, y un estado que reco­
El federalista o la nueva constitución (1788 nozca la existencia de las instituciones reli­
[1941]), México, Fondo de Cultura Económica, giosas y la importancia de los principios y del
1943; L. Le Fur, État federal et confédération espíritu religioso para la vida de la comuni­
d'états, París, Marchal ct Billiard, 1896; J.B. Wes- dad política no por ello será necesariamente
tcrkamp, Staatenbund und Bundesslaat. Vnter- confesional.
suchunfien über die praxis und das Redil der Son dos los elementos significativos de tal
modemen Blinde, Leipzig, Brockhaus, 1892; K.C. definición, los cuales han tenido un lento y
Wheare, Del nove mu fedérale (1945), Milán, progresivo proceso histórico: la clarificación
Comunita, 1949. de las relaciones entre estado e iglesia y la dis­
cusión sobre el origen y la fuente del valor
[lucio levi] de los principios éticos en los que se inspira
el estado en la elaboración de las propias
leyes.
El cristianismo se difunde dentro de cultu­
ras fundadas en la compenetración entre
confesionaHsmo poder político y poder religioso: situación
que, en contextos diversos, produce regíme­
El término, derivado de confesión, aparece en nes teocráticos o incluso hierocráticos o
la segunda mitad del siglo xix como reacción diversas formas de iglesias de estado. Con la
a las posiciones del teólogo e historiador ale­ proclamación, de origen cristiano, de la sepa­
mán D. Strauss, acusado de racionalismo; las ración de los dos poderes, se inicia una con­
iglesias invitaron entonces a regresar a las troversia típica de todas las iglesias cristia­
grandes declaraciones de principio conteni­ nas: la del poder sobre las materias mixtas.
das en las Confesiones, como garantía de fide­ Una vez admitido que el estado intervenga en
lidad doctrinal, en cuanto el regreso a la pure­ el ámbito político y la iglesia en el ámbito reli­
za de la confesión evitaba cualquier paso gioso, siguen existiendo amplios márgenes de
intermedio, fuente de impureza doctrinal. incertidum bre cuando se trata de definir las
Posteriormente el término asumió un sig­ competencias respectivas en asuntos que pue­
nificado totalmente diverso, conservando sin den considerarse de ambos ámbitos. La dis­
embargo algunos aspectos originales, espe­ cusión acerca de estos sectores determina
cialmente el rechazo a toda mediación. otras situaciones análogas a las precedentes,
Actualmente el termino c. indica una actitud en una alternancia de regímenes cesaropapis-
especifica del estado en materia religiosa, que tas y jurisdiccionalistas que desembocan a
se manifiesta en otorgar una situación de pri­ menudo en iglesias de estado; o por otro lado
vilegio a un grupo o a una confesión religio­ tenemos regímenes curialistas o confesiona­
sa, haciendo propios los principios y la doc­ les, cuando es la iglesia la que impone al esta­
trina de la misma y asumiendo en su legisla­ do el dominio real, llevándolo a introducir en
ción o en sus comportamientos aspectos doc­ su legislación sus propios desiderátum.
trinales derivados directamente de tal doctri­ El c. se manifiesta pues de distintas formas:
na, incluso más allá de cualquier mediación un estado rígidamente confesional llega a
de las conciencias individuales. El estado por reprim ir en su seno cultos y creencias que se
294 CONFESIONES RELIGIOSAS

oponen al culto oficial y reconocido; o bien clase dirigente, abriendo así el camino al tota­
se declara la obligatoriedad de la religión ofi­ litarismo.
cial para gozar de los derechos civiles (por La confrontación entre los dos poderes, el
ejemplo en el caso de la constitución napoli­ estatal y el eclesiástico, llegará a convertirse
tana y en los estatutos de los Estados Ponti­ en un enfrentamiento: para evitarlo, se recu­
ficios de 1848). Otros regímenes, aun afirman­ rre entonces a los concordatos, pactos bila­
do la existencia de una religión de estado, terales en los que se indican y limitan las com­
aceptan otros cultos en condición de tolera­ petencias reciprocas y los sectores de inter­
dos (el estatuto albertino afirma en el artícu­ vención.
lo primero: “La religión católica apostólica A un estado confesional se contrapone hoy
romana es la única religión del estado. Los el estado concordatario (que es tal vez sólo
otros cultos existentes serán tolerados con­ una variante del estado confesional: el caso
forme a las leyes”); o bien conceden a las otras de Italia, donde todavía está vigente el con­
iglesias una perfecta libertad e igualdad. cordato de 1929, es un ejemplo claro), o bien
El problema se plantea en términos radi­ el estado separatista (v. separatismo), en
calmente distintos cuando la cultura filosó­ situaciones bastante distintas, que van de for­
fica elabora nuevos principios sobre el valor mas de clara y evidente laicidad a formas de
moral de los actos realizados por el estado, represión religiosa. En la actualidad está
como expresión de la sociedad civil. Cabe todavía muy difundida la identificación prác­
mencionar por ejemplo la política eclesiásti­ tica entre estado laico y estado no confesio­
ca italiana después de la unidad, cuando la nal, o entre estado confesional y estado cle­
iglesia considera como enemigos y excomul­ rical, lo cual no deja de ser ambiguo. Para L.
gados a los representantes del gobierno que Salvutorelli, por ejemplo, "estado laico sig­
ha quitado al Vaticano su poder temporal: la nifica ni más ni menos un estado no confesio­
clase dirigente, a menudo anticlerical, no es nal"; otros autores son más pesimistas acer­
sin embargo antirreligiosa; al contrario, sien­ ca de la efectiva neutralidad de un estado en
te la dificultad de superar una identificación m ateria religiosa, aun en el caso que se pro­
práctica entre religión y moralidad. Por ello, clame estado laico; así como acerca de la efec­
para dar solemnidad a ciertos acontecimien­ tiva renuncia por parte de la iglesia a toda ten­
tos políticos, pide que se celebre un rito reli­ tación de c., aun después de precisar su posi­
gioso. Se sabe que éste es el modo para que ción respecto a la libertad religiosa el Conci­
la conciencia colectiva atribuya valor moral lio Vaticano II, en lo que concierne a la igle­
al acontecimiento político y por tanto lo con­ sia católica (v. anticlericalismo, concordato
valide. eclesiástico, laicismo).
Con la difusión del positivismo, y la influen­
cia del pensamiento de Ardigó en Italia, se bibliografía- A. Di Ñola, Confessione e confessio-
difunde también la conciencia de la inutilidad nalismo, en Enciclopedia delle relidian i. Floren­
de la religión para la vida social, dejando de cia, Vallecehi. 1970: N. Morra, Laicismo, en
identificarse religión y moralidad. El estado Novissimo digeslo italiano, Turin, UTLT, 1963; M.
debe pues buscar en otra parte la fuente de Piacentinj, Confessionalismo, en Novissimo
su propia eticidad. Se plantean las premisas digesto italiano, Turin, UTET, 1963; F. Rutfini.
para unas nuevas relaciones entre estado e Relazioni ira stalo e chiesa. Lineamenti storici
iglesia. Ésta buscará entonces crear una e sistematici, a cargo de F. Margiotta Broglio.
situación de hecho que corresponda a la pre­ Bolonia, II Mulino, 1974.
cedente, imponiendo de m anera siempre dis­
tinta las propia^ normas a la sociedad civil, [VAL RILIO Gl ASto]
exigiendo al estado dar a las mismas un valor
jurídico (se trata de la conducta que hemos
definido como confesional); el estado, a tra ­ confesiones religiosas
vés de la afirmación de sí mismo como fuen­
te de eticidad. caerá tal vez en la tentación de La Constitución italiana, siguiendo la evolu­
dar vida a un c. al revés, o sea imponiendo ción de los tiempos y adecuándose a la estruc­
como norma las concepciones sociales de la tura de la sociedad contemporánea, ha dado
CONFESIONES RELIGIOSAS 295

relevancia a los intereses y relaciones de organización, para crear una plataforma en


aquellas formaciones sociales que la misma la que se puedan encontrar todos los creyen­
Carta constitucional llama "c. religiosas". De tes de un culto en cuanto miembros de una
este modo la facultad de reglamentar los inte­ colectividad, siempre variable en sus compo­
reses espirituales les ha sido reconocida no nentes, pero cuya unidad social es tutelada
sólo a los individuos particulares sino tam ­ por la Constitución.
bién a determ inadas formaciones sociales De tal modo se han ampliado considerable­
para la tutela de intereses colectivos. mente las interrelaciones jurídicas: posición
Este fenómeno, en cierto sentido nuevo del creyente en la ordenación jurídica esta­
aunque no exclusivo del mundo religioso, tal; relaciones referibles a la confesión en
plantea una serie de cuestiones y en prim er cuanto sujeto unitario; situaciones jurídicas
lugar la relativa a la extensión de la autono­ de los creyentes en particular y que se con­
mía reconocida a las colectividades confesio­ cretan en demandas o deberes respecto de la
nales, hasta un punto tal que se puede dar una comunidad cultual, de los demás creyentes o
tutela ante un juez italiano de intereses per­ de las autoridades confesionales, no tanto en
tenecientes al mundo religioso, no sólo cuan­ cuanto órganos de la comunidad organizada
do animan situaciones subjetivas constitucio­ sino en cuanto expresión del poder espiritual.
nalmente garantizadas, sino incluso cuando Precisamente la innovación de la Constitu­
se trata de asuntos tutelables dentro de las ción al dar relevancia a entidades sociales
mismas c. religiosas, y que no han sido pre­ consideradas anteriorm ente, por lo general,
vistas en absoluto por las disposiciones legis­ sólo como presupuestos de hecho con deter­
lativas estatales. No está pues fuera de lugar minados fines por parte del legislador plan­
preguntarse hasta dónde y en qué sentido se tea la necesidad de definir a las c. religiosas,
puede reconocer a las c. religiosas una repre­ o sea determ inar a qué organismos sociales
sentación de los intereses de los propios la Constituyente se ha querido referir. Basán­
miembros, no uti singuli (en cuanto indivi­ dose en esta hipótesis, el legislador se ha limi­
duos particulares) sino en cuanto coetus (gru­ tado a una mera referencia al id quod plerum-
po), o sea de aquellos intereses que no son que accidit. o sea un concepto social: las c.
referibles a la confesión como entidad con su religiosas no son creaciones del ordenamiento
subjetividad propia sino que son intereses jurídico ex nihi/o; antes que en la realidad
"difundidos" entre la generalidad de los jurídica existen en el conjunto de la vida
miembros de un grupo social dado. social. Sin embargo tal realidad metajurídi-
De todos modos, con la Constitución repu­ ca es limitada, definida y clasificada por el
blicana la posición jurídica de las c. religio­ ju rista cuando éste tiene que aplicar las nor­
sas distintas de la católica —se consideren o mas correspondientes, ya que aquélla no pre­
no formaciones sociales según el art. 2 senta características homogéneas en todos los
const.— ha adquirido una relevancia que casos y a veces es difícil trazar los confines
antes no tenía. El art. 8 no sólo las considera entre c. religiosas y movimientos filosóficos,
"igualmente libres ante la ley”, sino que les entre colectividades organizadas por los fie­
reconoce también el "derecho de organizar­ les y sociedad religiosa entendida en sentido
se según los propios estatutos, m ientras no amplio, entre grupos de personas unidas por
se contradigan con el ordenamiento jurídico una única fe y asociaciones de laicos con
italiano" y permite que sus relaciones con el características confesionales.
estado estén reguladas "por ley en base a los Las definiciones dadas por la doctrina tie­
acuerdos con las representaciones correspon­ nen a menudo un mero carácter descriptivo
dientes”. La Constitución reconoce asi a las y no siempre son coherentes entre ellas (inclu­
comunidades religiosas, con su estructura, su so se llega a negar la necesidad de una defi­
organización (y por tanto ordenamiento), sus nición, afirmando que sólo en el momento en
órganos representativos, etcétera. que se estipula un acuerdo, el gobierno y el
Junto a la libertad individual dirigida a parlamento valorarán la “oportunidad” de
garantizar a los ciudadanos la máxima dife­ establecer una disciplina especial con una
renciación en el campo de L s ideologías reli­ colectividad que dice tener los requisitos de
giosas, se plantea la necesidad jurídica de una una confesión religiosa).
296 CONFESIONES RELIGIOSAS

A veces se habla de grupos sociales, forma­ movimientos religiosos”, ya que las c. religio­
dos por los individuos que profesan una mis­ sas son “ incluso aquellas más evanescentes
ma fe, pero en los que convergen otros dos en cuanto a organización y ritos, realidades
elementos: principios que atañen a la relación sociales aferrables, mientras que una orien­
entre el hombre y Dios y un conjunto de ritos tación filosófica, aunque pueda ejercer en el
que caracterizan al grupo; o bien se pone el mundo del pensamiento una influencia incon­
acento en la peculiaridad del fin perseguido mensurablemente superior a la de ciertas
por el grupo social en el campo religioso; o confesiones minúsculas, no puede fijarse ni
se definen las c. religiosas como comunida­ identificarse del mismo modo. Además la rea­
des sociales estables (sin carácter institucio­ lidad social ‘c. religiosas* postula un mínimo
nal, pero calificables como ordenamientos de ritos, de ministros, y relativas exigencias
jurídicos), que tienen una propia y original de respeto, de protección a las ofensas de los
concepción del mundo basada en la existen­ adversarios, lo cuai no es postulado por nin­
cia de un ser trascendente en relación con los guna tendencia o escuela filosófica."
hombres; o bien sólo se considera confesión Ante tal variedad de opiniones y de señala­
cuando una comunidad, con una finalidad mientos descriptivos de este fenómeno, no
exclusivamente religiosa-trascendental, se da está fuera de lugar afirm ar que la definición
a sí misma una organización y normativa de c. religiosa choca contra una doble dificul­
escrita de la que surgen sus representantes tad: primeramente, la de saber cuándo un
y está consolidada (más que en la opinión conjunto de personas unidas por cierto inte­
pública) en la tradición italiana; o bien final­ rés o ideal común adquiere en su conjunto
mente podemos decir con Jemolo: "Las con­ una individualidad tal que pueda considerar­
fesiones distintas de la católica dan vida a se un todo unitario operante en el seno de la
organizaciones —para usar un término menos sociedad; la otra, la de especificar cuándo una
comprometido— extremadamente diversas colectividad persigue fines religiosos, lo cual
entre ellas. Unas se presentan como una uni­ exige una definición de religión.
dad eminentemente histórica originada en un Al considerar en prim er lugar los elemen­
pasado remoto, y que aun siendo una unidad tos en los que se articula la expresión "c. reli­
tangible, rica en normas que podríamos lla­ giosa”, ésta se distingue claramente de la lla­
m ar jurídicas, no puede adaptarse fácilmen­ mada sociedad religiosa o de una simple aso­
te a nuestros conceptos, sea el de asociación, ciación.
el de fundación o el de ordenamiento jurídi­ Cuando se habla de sociedad religiosa (en
co, como en el caso de la más antigua religión contraposición a sociedad civil) se hace refe­
de un Dios único; otras son asociaciones de rencia al conjunto de personas que desempe­
personas unidas por un credo común, pero ñan una actividad definible como religiosa;
que rechazan los vínculos jurídicos y afirman sin embargo, aunque ello pueda aplicarse a
el imperio de la libre voluntad, única que debe diversas colectividades organizadas en par­
dominar en el mundo religioso, perdiendo ticular, se presenta siempre con un carácter
valor ante Dios todo acto que no sea absolu­ “informar*, "inorgánico” y por tanto como
tamente libre, como en el caso de algunos cul­ expresión de personas que persiguen fines
tos protestantes; otros cultos protestantes en homogéneos, pero no necesariamente unita­
cambio presentan estructuras jerárquicas rios; se tra ta pues de una pluralidad de hom­
propiamente dichas, que recuerdan a las de bres, cuyas actividades no están organizadas
la iglesia católica, pues con la Reforma no sino que convergen en un simple “grupo de
rechazaron por completo la sólida urdimbre interés”, y aun de un interés genérico.
del derecho canónico... Nuestra Constitución Las c. religiosas son en cambio colectivida­
reconoce por un lado a las c. religiosas, pero des concretas, entidades sociales, con mani­
por otro parece ignorar (aun garantizando la festaciones bien visibles, de las cuales se
libertad de asociación siempre que los fines conocen los nombres y funciones dentro de
no violen la ley penal) que existen orientacio­ la sociedad, los principios en los que se ins­
nes colectivas respecto a aquellas mismas ver­ piran, sus miembros, ritos, ceremonias y en
dades especulativas y morales que las confe­ general sus costum bres y actos culturales,
siones sostienen, orientaciones que no son por medio de los cuales se expresa el sentí-
CONFESIONES RELIGIOSAS 297

miento religioso. De ello se sigue (aunque no interés o varios intereses comunes. Esta no
faltan ciertas voces disidentes) que el elemen­ es nunca una comunidad en cuyo ám bito el
to necesario para que un conjunto de perso­ individuo pueda desarrollar completamente
nas se constituya en c. religiosa es la estruc­ su vida religiosa, satisfaciendo todas las exi­
tura orgánica que dicha colectividad adquie­ gencias espirituales, ni aun en la hipótesis de
re como un todo organizado que se com par­ una asociación de vida comunitaria, ya que
ta como sujeto único (capaz de rem ontarse la misma actividad de los miembros del gru­
—según una corriente doctrinal muy respe­ po, aunque sea puramente ascética y separa­
table— a un ordenamiento jurídico origina­ da del mundo, siempre estará en estrecha
rio). Esta realidad social tiende a represen­ relación con la vida de todo el grupo confe­
ta r y a resguardar hacia el exterior un inte­ sional, del cual los miembros de la asociación
rés propio (que puede no coincidir con el de se sienten parte.
los fieles en particular), mientras que hacia La asociación, en cualquier forma que se
el interior germinan una serie de relaciones manifieste, es siempre una organización den­
y por tanto de derechos y deberes, de intere­ tro de una confesión, un elemento de su
ses directa o indirectamente defendidos, de estructura, la cual, precisamente por esto, en
posiciones, etc. Resumiendo, no toda plura­ casi la totalidad de los casos se presenta des­
lidad de personas que se inspira en los mis­ de el punto de vista organizativo como una
mos principios religiosos constituye una c. reunión de varios grupos vinculados y coor­
religiosa; será necesario que la pluralidad se dinados entre sí. La admisión en la asociación
amalgame hasta el punto de proyectarse con fines de culto no sólo presupone una posi­
como unidad; se tendrá así una entidad social ción del fiel (adhesión a ciertos principios e
—expresión de una comunidad de reglas v de intención de form ar parte de la c. religiosa),
ideales— en la cual los individuos tienden a sino que implica la voluntad especifica de
satisfacer las propias exigencias espirituales unirse y colaborar intimamente con otros
y en cuyo ámbito se entrelazan una serie de para lograr un determinado fin cultual o un
relaciones. Por ello será una unidad orgáni­ conjunto de fines los cuales no agotan los
ca, organizada para representar en el exterior diversos objetivos —no siempre predeterm i­
los intereses de la colectividad y para perm i­ nados y por tanto modificables— que definen
tir en el interior el desarrollo, a través de una a las c. religiosas. Tal voluntad de constituir
serie de relaciones, de todos los efectos con­ una asociación con fines religiosos presupo­
secuentes al vinculo que une a los miembros ne, como decíamos, otra voluntad de formar
del grupo. parte de la colectividad más amplia, que com­
Las c. religiosas también se distinguen prende a todos los fieles de una determinada
(según la doctrina que priva en ellas) de las religión.
asociaciones con finalidades de culto, en gene­ En la definición de c. religiosa además,
ral dirigidas a satisfacer una necesidad reli­ como ya se dijo, no se puede prescindir de
giosa particular y a desarrollar al máximo un fijar la noción de religión, y concretamente
aspecto de la vida religiosa. interesa fijar la extensión del concepto de reli­
La c. religiosa pretende representar a un gión respecto a la m ateria considerada. Sin
número indefinido (seguramente cada vez embargo, el que intenta observar el panora­
mayor) de personas, las cuales se reconocen ma de las religiones descubre tal variedad que
vinculadas no por tal o cual interés especifi­ llega a dudar de que exista un denominador
co ni por la suma de intereses particulares, común, por lo cual —de acuerdo con los fines
sino por una totalidad de intereses. La c. se de este articulo— es preferible considerar las
proyecta como un tipo de grupo que incluye funciones que la religión pretende desempe­
la vida entera de sus miembros y por conse­ ñar; esto permite excluir una valoración total
cuencia ésta podrá vivirse plenamente en su del fenómeno religioso como fenómeno del
seno. espíritu humano y perm ite lim itar la investi­
La asociación con fines de culto, en cam­ gación a una definición descriptiva o de con­
bio, está constituida o por un conjunto de per­ tenido; lo que interesa es la religión como
s o n a s que hacen vida en común o bien por un hecho histórico y social, único dato que pue­
grupo organizado para la obtención de un den captar el legislador y el jurista.
298 CONFLICTO

He aquí por qué, de acuerdo con los fines A la determinación de esta realidad que se
de esta indagación, la religión es ante todo un manifiesta en la sociedad, contribuyen diver­
fenómeno social; asi pues se excluyen las ideo­ sos factores: junto a un elemento material
logías personales y las creencias comunes a (multiplicidad de individuos) con su estruc­
un grupo de individuos, cuando éstos no se tura organizativa correspondiente, existe un
presentan en la fenomenología social como elemento inmaterial, constituido por la opi­
grupo. Ello basta para impedir un uso indis­ nión difundida en la sociedad de que un cier­
crim inado del término religión a través de to grupo, sea o no muy extendido, integra una
generalizaciones incorrectas, típicas de cier­ comunidad que debe calificarse de religiosa.
to ideologismo moderno: religiones de la
libertad, del trabajo, de la humanidad. Y tam­ [domenico harim.apo]
bién permite negar que bajo el rubro de reli­
gión pueda entrar el ateísmo, ya que éste es
siempre expresión de una convicción indivi­
dual, la cual no genera nunca relaciones de conflicto
grupo y no se presenta en absoluto a la con­
ciencia social como fenómeno religioso. I. PARA UVA DEFINICIÓN DEL CONCEPTO Y DE SUS COM­
Queda fuera de lugar proceder al análisis PONENTES, Hay acuerdo sobre el hecho de que
de los diversos elementos de la religión, pues­ el c. es una forma de interacción entre indi­
to que una descripción de todas sus manifes­ viduos, grupos, organizaciones y colectivida­
taciones sería enormemente larga y de todos des que implica enfrentamientos por el acce­
modos nos llevaría a una determinación en so a recursos escasos y su distribución. Sin
abstracto del fenómeno, sin tener en cuenta embargo, una vez admitido lo anterior, su r­
que el legislador (especialmente el constitu­ gen de inmediato diferencias y divergencias
yente) no quiso actuar con base en una confi­ respecto a la mayor parte de problemas vin­
guración abstracta de la comunidad religio­ culados al concepto de c. y a su utilización.
sa. aun históricamente realizable, sino basán­ No tiene caso hablar aquí de conflictos entre
dose en una realidad que se expresa en un individuos en el nivel psicológico, sino que
ambiente socialmente delimitado. Consecuen­ centrarem os la atención en el c. social y en
temente, para el derecho positivo italiano se el c. político (dentro del cual el c. internacio­
tiene una comunidad religiosa siempre y nal puede considerarse una categoría impor­
cuando una comunidad se afirme como gru­ tante: v. guerra).
po con finalidades religiosas en la opinión Obviamente el c. es sólo una de las formas
pública conformada dentro de la sociedad ita­ posibles de interacción entre individuos, gru­
liana. Sólo cuando los ciudadanos, sobre la pos, organizaciones y colectividades. Otra
base de un concepto difundido entre la mayo­ posible forma de interacción la constituye la
ría. retengan que un cierto grupo dé lugar a cooperación. Cualquier grupo social o cual­
una religión, sólo entonces dicha colectividad quier sociedad histórica puede definirse en
adquirirá relevancia para el estado jurídico. cualquier momento en relación con formas de
Se excluye, pues, toda valoración que se base c. o de cooperación entre los diversos acto­
en un criterio cuantitativo, ya que no es el res que en ella aparecen. Sin embargo una
número de fieles lo que convierte a un grupo perspectiva del género introduce diferencia­
en c. religiosa. Como máximo, el número de ciones relevantes entre los autores que se han
los fieles será uno de los elementos que diri­ Gcupado de analizar los conflictos.
girán la conciencia social en cierto sentido, Antes de abordar esta problemática, es
pero a la formación de esta conciencia con­ oportuno referirnos a los componentes del c.
tribuirán la tradición, la actividad desarro­ Se ha dicho que el objetivo es el control de
llada por la comunidad, las ceremonias y las los recursos escasos. Predominantemente
funciones en las que participan los miembros dichos recursos se presentan bajo formas de
de la comunidad, el trabajo de proselitismo, poder, riqueza y prestigio. Por lo tanto, según
los contrastes respecto a otras religiones, la ¡os tipos y ámbitos del c., se podrán estable­
calificación que las diveisas ciencias sociales cer otros recursos o especificarlos mejor. Por
van dando al grupo o movimiento, etcétera. ejemplo, en los casos de conflictos internacio­
CONFLICTO 299

nales, un recursu importante es el territorio; cionales el planteamiento sería distinto aun


en los casos de conflictos políticos es un en el caso de encontrarnos ante una violen­
recurso codiciado el control de los caraos en cia “controlada”, como en el intento de codi­
competencia; en el caso de conflictos indus­ ficar los diversos "um brales” de una guerra
triales, como señala Dahrendorf, el objeto del atómica). La violencia puede considerarse un
c., y por tanto los recursos en juego, son las instrum ento utilizable en un conflicto social
relaciones de autoridad y de mando. A estas o político, pero no es el único ni necesaria­
connotaciones cabe añadir que mientras que mente el más eficaz.
algunos recursos pueden desearse como fines Distinguir los conflictos sobre la base de
en sí mismos, otros pueden servir para mejo­ sus objetivos no es fácil si no se hace referen­
rar las posiciones en vista de nuevos y pro­ cia a una verdadera y propia teoría que
bables conflictos. actualm ente no existe. Es posible compren­
Se ha dicho también que los conflictos tie­ der y analizar los objetivos de los conflictos
nen lugar entre individuos, grupos, organiza­ sólo gracias a una profundización en el cono­
ciones y colectividades. Naturalmente existen cimiento de la sociedad concreta en la que
también conflictos que contraponen indivi­ surgen y se manifiestan los diversos conflic­
duos v organizaciones (un c. por la democra­ tos. Por lo tanto, la distinción que se presen­
cia interna en el partido entre un disidente ta habitualmente entre conflictos que se plan­
y los dirigentes), grupos y colectividades (un tean objetivos de cambio en el sistema y los
c. entre una minoría étnica y el estado), entre que se proponen cambios del sistema es sus­
organizaciones y colectividades (conflictos tancialmente insatisfactoria. Nada impide, en
entre la burocracia y el gobierno como repre­ efecto, que una serie de cambios en el siste­
sentante de la colectividad). Existen pues ma provoque una transformación del sistema,
diversos niveles en los que pueden situarse m ientras que los intentos de cambio del sis­
los conflictos y asimismo diversos tipos de tema pueden acabar por cooperar al refuer­
conflicto, por lo cual seria pecar de reduccio- zo o mejoría del sistema que se intentaba des­
nismo centrar la atención en los conflictos de truir, hundir o transform ar estructuralm en­
clase (olvidando los conflictos étnicos) o en te. Pasemos pues a analizar las diversas teo­
los conflictos internacionales (olvidando los rías del c. y del cambio social.
conflictos políticos dentro de los estados,
como los litigios entre mayoría y oposición II. INTERPRETACIONESDE I.OS CONFLICTOS SOCIALES Y
o las guerras civiles). políticos. Sociólogo» y politólogos se han
Los diversos tipos de conflictos pueden dis­ cuestionado de diversas maneras acerca del
tinguirse entre sí por algunas características c. social y, de acuerdo con su teoría respecti­
objetivas: dimensión, intensidad, objetivos. va, implícita o explícita, han aportado inter­
En cuanto a la dimensión el indicador utili­ pretaciones diversas. En un extremo del con­
zado está constituido por el número de p ar­ tinuum se ve en cada grupo social, en cada
ticipantes, ya sea de manera absoluta ya rela­ sociedad, en cada organización algo arm óni­
tivamente a la representación de participan­ co y equilibrado: armonía y equilibrio cons­
tes potenciales (por ejemplo una huelga, en tituirían el estado normal (Comte, Spencer,
la que participan todos los trabajadores de Pareto, Durkheim y entre los contemporáneos
las empresas implicadas). La intensidad pue­ Talcott Parsons). En este supuesto todo c. se
de medirse según el grado de compromiso de considera una perturbación; ya que el equili­
los participantes, según su disposición a man­ brio es una relación armónica entre los diver­
tenerse firmes a ultranza (intentando conse­ sos componentes de la sociedad y constituye
guir los llamados fines no negociables) o a su estado normal, las causas del c. son meta-
entrar en tratos en cuanto sean posibles. La sociales. que han de detectarse fuera de la
violencia no es un componente de la intensi­ misma sociedad, siendo el c. pues algo malo,
dad: en efecto, no nos da la medida del grado que se ha de reprim ir y suprimir. El c. es una
de compromiso, sino que más bien señala la patología social.
inexistencia, la inadecuación o la ruptura de En el otro extremo del continuum se
normas compartidas, de reglas del juego encuentran aquellos (Marx. Sorel, John Stuart
(obviamente en el caso de conflictos interna­ Mili, Simmel y entre los c o n t e m p o r á n e o s Dah-
300 C O N F L IC T O

rendorf y Touraine) que consideran que cual­ nados valores comunes (hipótesis del con­
quier grupo o sistema social se ve surcado senso).
continuamente por conflictos, ya que en nin­ Los exponentes de una visión conflictiva de
guna sociedad la armonía o el equilibrio son la vida social apelan habitualmcnte a dos
estados normales. Al contrario, son precisa­ corrientes de pensamiento: por un lado la
mente la desarmonía y el desequilibrio los corriente marxista, y por el otro la liberal que
que constituyen la norma, y está bien que asi procede de John Stuart Mili. En el centro de
sea. A través de los conflictos surgen cambios la reflexión marxista existe, como se sabe, un
y se manifiestan mejoras. C. es vitalidad. tipo particular de c.: la lucha de clases ("La
Naturalmente, una dicotomía neta no puede historia de todas las sociedades existentes
hacer olvidar que muchos autores no pueden hasta el presente es la historia de luchas de
clasificarse simplemente con unos o con clases", afirm a el Manifiesto del partido
otros, como Kant, Hegel o Max Weber, comunista, 1848). Sin embargo, paradójica­
habiendo ellos analizado y delineado las con­ mente, la concepción marxista es menos "con­
diciones del orden y del movimiento, así como flictiva" de lo que se piensa. Si es cierto, en
los factores que conducen a la armonía y los efecto, que la lucha de clases es la principal
que producen los conflictos. fuerza motriz de la historia y que la lucha (el
En una posición interm edia se encuentran c.) entre burguesía y proletariado es la gran
aquellos investigadores que se adhieren, de levadura del cambio social, Marx concibe
una manera u otra, a la metodología funcio- dicho c. como el c. que pondrá fin a todos los
nalista. Es indicativo que ellos se hayan inte­ conflictos. Una vez abolida la división entre
resado en la problemática de los conflictos y clases, el c. se extinguirá como consecuencia
cómo hayan llegado a considerarlos como el lógica.
producto sistemático de las estructuras socia­ Aunque no todos los que se consideran
les. No obstante, su metodología los ha lleva­ "liberales" y seguidores de John Stuart Mili
do, en el mejor de los casos, a considerar los logren mantenerse fieles a una concepción
conflictos como algo molesto para el funcio­ conflictiva de la sociedad, no hay duda de que
namiento de un sistema, o sea como una dis­ entre los sociólogos y politólogos que se
función. Algunos investigadores funcionalis- adhieren a una tal concepción (tal vez acom­
tas, como Robert Merton, precisan más y con­ pañada de una revisión de las teorías marxis­
sideran el c. disfuncional en dos sentidos: tas) se encuentran las más im portantes con­
como producto de la falta de funcionamien­ tribuciones para un análisis de los conflictos
to o del mal funcionamiento del sistema y sociales y políticos (incluso internacionales)
como productor a su vez de obstáculos y pro­ que no pongan en situación de privilegio, acrí­
blemas (strains and stresses) en el funciona­ ticamente, las bases económicas de los con­
miento del sistema. flictos y que no lleven a una visión telcológi-
No hay mucho que añadir a lo que ya se ha ca (los conflictos como levadura de un siste­
dicho de los investigadores de la armonía y ma social definido con anterioridad).
del equilibrio social. Dahrendorf (1971: 256- Es también Dahrendorf el que formula las
257) ha resumido lúcidamente sus posiciones hipótesis en la base de la teoría alterna de la
en cuatro hipótesis: anteriormente delineada, a saber la teoría de
1] toda sociedad es un conjunto (“ relativa­ la coerción de la integración social (1971:257):
mente") estable y duradero de elementos 1] toda sociedad y cada uno de sus elemen­
(hipótesis de la estabilidad); tos están sujetos on todo momento a un pro­
2] toda sociedad es un conjunto bien equi­ ceso de cambio (hipótesis de la historicidad);
librado de elementos (hipótesis del equi­ 2] toda sociedad es un conjunto en sí mis­
librio); mo contradictorio y explosivo de elementos
3] todo elemento de una sociedad tiene una (hipótesis de la cxplosividad);
función; o sea, aporta una contribución a su 3] todo elemento de una sociedad aporta
funcionamiento (hipótesis de la funciona­ una contribución a su cambio (hipótesis de
lidad); la disfuncionalidad o productividad);
4] toda sociedad se conserva gracias al con­ 4] toda sociedad se conserva mediante la
senso de todos sus miembros sobre determi­ coerción ejercida por algunos de sus miem­
C O N F L IC T O 301

bros sobre otros miembros (hipótesis de la causa de c. Sin embargo, para comprender el
coerción). c. que se deriva de éste, será indispensable
En abierta polémica con las interpretacio­ dirigir la atención a la configuración de la
nes funcionalistas así como con Parsons y sus sociedad.
discípulos, Dahrendorf llega a la conclusión En un sentido muy definido, pues, no exis­
de que “una teoría aceptable del c. social pue­ ten causas específicas del c., ni tan sólo del
de elaborarse solamente si asumimos como c. de clase. En efecto, todo c. es connatural
plataforma la teoría de la coerción de la inte­ de la propia configuración de la sociedad, del
gración social” (1971:258). En otras igualmen­ sistema político, de las relaciones internacio­
te explícitas polémicas con la mayoría de las nales. Es un elemento ineliminable que lleva
interpretaciones de origen marxista y con al cambio social, político, internacional. Ine­
algunas formulaciones del mismo Marx, que liminable a corto, mediano o largo plazo, el
dejan entrever un c. con raíces de naturaleza c. puede sin embargo ser sofocado o desvia­
económica, Dahrendorf afirma drásticamente do. Es en este aspecto que intervienen los ins­
que "c. de clase indica todo conflicto de gru­ trum entos políticos con los cuales los siste­
po derivado de la estructura de autoridad de mas contemporáneos buscan atenuar el
asociaciones coordinadas por normas impe­ impacto de los conflictos sobre su misma
rativas y en relación con ellas" (1963: 413). estructura.
Plantea de este modo en el centro del c. de cla­ Partiendo de una determinada configura­
se el problema de las relaciones de autoridad, ción social, en presencia de determinados
de supraordinación y de subordinación. conflictos, condicionados en gran medida por
Intenta así ofrecer una explicación de la per­ ella, se produce una situación en la que los
sistencia del c. de clase incluso en las socie­ actores tienen una cierta discreción en sus
dades posindustriales (o caracterizadas como comportamientos, ya sea ampliando el núme­
tales), en las cuales los cc aflictos sobre la dis­ ro de los implicados o reduciéndolo, ya sea
tribución de los recursos parecen (o parecían) aumentando la intensidad del c. o moderán­
atenuarse. Esta observación lleva al análisis dola, ya sea finalmente institucionalizando el
de las causas y consecuencias del c. social.I. c. o manteniéndolo fuera o más allá de cier­
tas reglas precisas y aceptadas.
III. CAUSAS YCONSECUENCIAS DELCONFLICTO. Por SU Un c. social y político puede suprimirse, o
claridad es conveniente referim os de nuevo sea puede bloquearse su expresión con la
a Dahrendorf para definir las causas de los fuerza, con la coerción, como es el caso de
conflictos: "todas las sociedades producen muchos sistemas autoritarios y totalitarios,
constantemente en sí mismas antagonismos pero puede volverse a plantear con más inten­
que no brotan casualmente ni pueden ser sidad en un segundo tiempo. La supresión de
arbitrariam ente eliminados” (1971: 239). los conflictos es sin embargo rara. Como tam­
Incluso dentro de un marco teórico distinto, bién es rara la plena resolución de los conflic­
Touraine llega a la misma conclusión (1975), tos, o sea la eliminación de las causas, de las
lo cual indica la importancia de las tensiones, tensiones, de los contrastes que han origina­
de los desequilibrios, de los desfases entre los do los conflictos (casi por definición un c.
diversos niveles de la realidad social. Ambos social no puede "resolverse").
autores ponen después el acento en la nece­ El proceso o el intento más frecuente es el
sidad de analizar los conflictos en el ámbito de proceder a la reglamentación de los con­
de sociedades históricas, para poder asi com­ flictos, o sea a la formulación de reglas acep­
prenderlos. tadas por los participantes, las cuales esta­
El aspecto más im portante de estos análi­ blecen límites a los conflictos. Lo que se pre­
sis es el rechazo a toda causa exógena o meta- tende no es poner fin a los conflictos sino
social del c. El propio desarrollo técnico, con­ reglamentar las formas de modo que su mani­
siderado tal vez como im portante motor del festación sea lo menos destructiva posible
c. social, queda colocado al margen. Solamen­ para los actores en juego. Al mismo tiempo,
te si está en medio de las fuerzas en liza y de la reglamentación de los conflictos debe
los actores sociales y si está inserto en el con­ garantizar el respeto de las ganancias adqui­
texto social, el desarrollo técnico puede ser ridas por ciertos actores y la posibilidad para
102 C O N F L IC T O

los otros de entrar nuevamente en c. El pun­ tengan un signo positivo, indiquen mejoría o
to crucial está en que las reglas deben ser produzcan una mayor adhesión a los valores
aceptadas por todos los participantes y. si de la libertad, de la justicia y de la igualdad.
cambian, tienen que cambiar de mutuo acuer­ Y sin embargo, allí donde los conflictos son
do. Cuando un c. se desarrolla según reglas suprimidos o desviados o no llegan a produ­
aceptadas, confirmadas y observadas nos cirse, la sociedad se estanca y languidece,
hallamos ante su institucionalización. siendo inevitable su decadencia. Sin necesi­
La real o supuesta atenuación del c. de cla­ dad de estar plenamente de acuerdo con la
se se debe en parte a la m utua aceptación de conclusión de Dahrendorf, de sesgo iluminis-
los actores en pugna, con la conciencia de que, ta, por la que "en el c. se esconde el germen
no pudiendo proceder a la eliminación de la creativo de toda la suciedad y la posibilidad
contraparte, el mejor procedimiento consis­ de la libertad, pero al mismo tiempo la exi­
te en la estipulación y en la observancia de gencia de un dominio y control racional de
reglas explícitas y precisas. Lo mismo puede las cosas humanas" (1971: 280), es cierto que
decirse por lo que respecta al c. político: una las sociedades conflictivas saben poner en
vez establecido que los costos de la destruc­ movimiento mecanismos de adaptación, de
ción de las minorías o de la oposición entre autorreglamenlación y de cambio, de los que
mayoría y gobierno son demasiado a lto s se carecen las llamadas sociedades consensúa­
empiezan a ver las ventajas de form ular les (con un consenso conformista o coactivo).
reglas explícitas pura la gestión del poder
político, para la expresión de las divergencias, [OIANFRANCO 1'ASOIINO]
para la rotación de los cargos y su recambio,
pasos todos ellos que institucionalizan la
democracia política. En el trascurso de este V. ELCONFLICTOINDUSTRIAL AIXÍUNOS RESULTADOS DE
proceso se abre camino también la posibili­ las investigaciones empíricas. En la casuística
dad de expresar los conflictos políticos de de los conflictos adquiere una especial impor­
manera productiva, canalizándolos en estruc­ tancia, dentro del marco de la moderna civi­
turas apropiadas y sin que exploten inespe­ lización industrial, el c. industrial, al que
radamente por no tener previstas las salidas. dedicaremos los últimos párrafos del presen­
te articulo.
iv el futuro del conflicto. Las sociedades La experiencia demuestra que el c.. aun
organizadas intentan enfriar el c., canalizar­ constituyendo una de las formas fundamen­
lo dentro de formas previsibles, sujetándolo tales de la relación social, no siempre está
a reglas precisas y explícitas, encerrándolo actuando. Más aún: no se desarrollará nece­
o tal vez dirigiéndolo en el sentido deseado sariamente de m anera más abierta en aque­
de un cambio potencial. Quizá los dos fenó­ llas situaciones que parecen más conflictivas
menos más relevantes de las sociedades que en potencia según una visión ingenua.
pueden definirse como posindustriales (por Una de las cuestiones más importantes en
brevedad o comodidad) son por una parte la el centro de la reflexión teórica y de la inves­
disminución de intensidad, y en definitiva una tigación empírica de las ciencias sociales tie­
mejor reglamentación, del c. de clase (el cual, ne que ver precisamente con la determinación
dando o no la razón a Dahrendorf, se presen­ de las condiciones bajo las que se pasa de una
ta con connotaciones muy distintas a las que situación de c. latente a una de c. manifiesto
había previsto Marx) y por la otra la apari­ (problema análogo a la no resuella cuestión
ción de nuevos conflictos, cuyos vehículos en marxista del paso de la clase en sí a la clase
las sociedades posindustriales han sido los por sí).
movimientos colectivos o sociales (v. movi­ Para que exista c. abierto y manifiesto, cuya
mientos sociales). forma principal es la huelga (v. huelga), es
El vinculo entre conflictos y cambios, ya necesario en prim er lugar que en el grupo de
sea en la esfera social ya en la política e inter­ los trabajadores se establezca cierta forma de
nacional, está muy claro y definido. N atural­ organización. Ya sea que se trate de un recur­
mente, de ningún modo hemos dicho que so organizativo estable (sindicato) o de la pre­
todos los cambios derivados de los conflictos sencia de un liderazgo natural, o carismáti-
C O N F L IC T O 303

co, interno al grupo, los estudios empíricos trial organizado, se elaboró por parte de
sobre casos de huelga han puesto de manifies­ diversos investigadores, pertenecientes a tra­
to la necesidad de su preexistencia respecto diciones de pensamiento heterogéneas (Korn-
a la expresión del c. abierto. La huelga es pues hauser, Dubin, Ross, Kerr, Dunlop, Coser,
un c. organizado. Dahrendorf, etc.) una teoría sobre la institu­
Por otro lado las formas de c. organizado cionalización del c. en los países industriales.
no agotan todas las manifestaciones conflic­ Institucionalización del c. significa que, a
tivas sobre el trabajo. Elevado abandono de través de la definición de normas y reglas
empleo, ausentismo, sabotaje, indisciplina, aceptadas por las partes contrapuestas, y que
todas esas conductas que a menudo se men­ se traducen normalmente en la práctica de la
cionan como "desafección al trabajo” cons­ contratación colectiva, el antagonismo poten­
tituyen formas, ciertamente ambivalentes, de cial no se dirige hacia el intento de destruc­
conflicto individual v no organizado (Hvman, ción del otro, sino hacia el esfuerzo por obte­
1972). ner el mayor número de concesiones posibles.
Tal como sugieren algunas investigaciones, Según algunos autores, por la instituciona­
puede sostenerse que los conflictos organiza­ lización, el c. deja de ser un fenómeno des­
dos y los no organizados fungen como alter­ tructivo y se convierte en "parte integrante
nativas. Asi Knowles (1952) sostiene que en del modo de funcionar cotidiano de la socie­
el caso de los mineros estudiados por él las dad". desde el momento en que asume las fun­
huelgas y el ausentismo aparecen como ciones de "hacer explícitas las razones que
"intercambiables". Turner (1967), en su estu­ dividen a los grupos contrapuestos", de
dio sobre las empresas automotrices, obser­ “poner al descubierto las reivindicaciones,
va que allí donde se ha despedido a los acti­ exponiéndolas a las presiones de la opinión
vistas sindicales más combativos se registra pública y al control social", de "em pujar
una disminución de las huelgas, y un aumen­ hacia una rápida solución de las controver­
to del ausentismo, del abandono de empleo sias", de "cooperar a la estabilización de la
y de los incidentes en general. Por el contra­ estructura social haciendo surgir la identidad
rio, en otros casos se ha señalado que la de los grupos detentores de poder en los pun­
reducción de las tasas normales precedentes tos estratégicos de la sociedad" (Kornhauser.
de abandono de empleo, debida a un empeo­ Dubin, Ross. 1954, 16-17). En definitiva el c.
ramiento del mercado de trabajo, correspon­ no se elimina, sino que. canalizado, se convier­
de a una inesperada ola de c, organizado te en factor de estabilización.
(Hvman, 1970). Otros autores llegan incluso a una prospec­
Una diferencia fundamental entre conflic­ tiva de probable desaparición de la necesidad
tos organizados y conflictos no organizados de recurrir al c., basándose en el proceso de
(indi\ ¡duales) está en el hecho de que en el pri­ disminución de la conflictividad industrial
mer caso el descontento puede traducirse en observada en algunos países (Ross y Hart-
objetivos reivindicam os negociables y podrá mann, 1960). Por lo demás parece plausible
pues encontrar un acuerdo, mientras que en imaginar que cuanto más reconocidos son los
el segundo caso la situación conflictiva no se sindicatos, será menos necesario hacer uso
canaliza hacia una negociación. Para que la del c. como medio táctico de presión para
mediación negociadora (v. contratación colec­ obtener beneficios de las contrapartes.
tiva) pueda tener lugar, es necesario por lo
general que exista un agente reconocido como Vil LIMITES DE LATEORtA DE LAINSTITUCIONALIZACIÓN
representante del grupo de trabajadores (v. v evolución mas reciente. El giro imprevisto
organizaciones sindicales).V I. de las luchas obreras que ha afectado a
muchos países industriales de Occidente
VI. LA TEORÍA DE LA INSTITUCIONALIZACION DEL CON­ entre finales de los años sesenta y principios
FLICTO INDUSTRIAL. En el trascurso de los años de los setenta ha puesto en crisis la tesis de
cincuenta, ante el desarrollo de la contrata­ una progresiva disminución del c. Así pues no
ción colectiva en todos los países industria­ ha podido confirm arse la hipótesis de Dah­
lizados de Occidente, y ante una tendencia a rendorf (1959) sobre la tendencia al aislamien­
la disminución de la intensidad del c. indus­ to del c. industrial v su separación respecto
304 C O N F O R M IS M O

de la esfera política, desde el momento en que pe i and Row, 1962; L. Coser, I m s funciones del
los procesos de las relaciones industriales en conflicto social (1956), México, Fondo de Cultu­
los últimos dos decenios indican más bien lo ra Económica, 1961; L. Coser, Nuevos aportes a
contrario, o sea la implicación de los pode­ la teoría del conflicto ¿ocia/(1967), Buenos Aires,
res públicos en la solución de los conflictos Amorrortu, 1970; R. Dahrendorf, Las clases socia­
de trabajo y la implicación de los sindicatos les y su conflicto en la sociedad industrial (1959),
en opciones que ven a la política económica Madrid, Rialp, 19702; R. Dahrendorf, Le funzio-
de los gobiernos. Finalmente, el surgimiento ni del conflitto sociale. Per una teoría del con-
de conflictos no del todo controlados por los flitto sociale, H conflitto oltre la classe, en Usci-
sindicatos está indicando que la regulación re dall'utopia (1961-1968), Bolonia, II Mulino,
del c. no se produce de una vez para siempre 1971; R.K. Merton, Análisis de la estructura
ni tiene un desarrollo unidimensional. social, en Teoría y estructura sociales (1957),
Recientemente se ha propuesto una teoría México, Fondo de Cultura Económica, 1964; T.
más compleja de los efectos de estabilización Schelling, Estrategia del conflicto (1960), Madrid,
de las relaciones industriales por un lado, y Tecnos, 1964; G. Simmel. Conflict. The web of
por tanto de contención del c., y de la deses­ group affiliations (1908), Glencoe. The Free Press,
tabilización derivada de la acción sindical por 1955; A. Touraine, La produzione della sacietá
otro lado, y por tanto de la reactivación con­ (1973), Bolonia, II Mulino, 1975; J.H. Tumer, A
flictiva (Pizzomo, 1977). Si es cierto, como sos­ strategy for reformulating the dialectical and
tienen los teóricos de la institucionalización funclionat theories of conflict, en Social Forces,
del c., que cuanto más goza un sindicato del luí, 1975.
apoyo de la base y del reconocimiento y acep­ Sobre el conflicto industrial: L. Coser, Las fun­
tación de las contrapartes, tanto más tende­ ciones del conflicto social (1956), México, Fondo
rá a m oderar y contener el c. a fin de obtener de Cultura Económica, 1961; Conflitti in Euro­
algunas ventajas, también es cierto que al pa, a cargo de C. Crouch y A. Pizzorno, Milán.
cam biar las condiciones, cambiarán también Etas Libri, 1977; R. Dahrendorf, Las clases socia­
las bases para el cálculo de las conveniencias. les y su conflicto en la sociedad industriaU\959),
En caso de pérdida del consenso de la base, Madrid, Rialp, 19702; R. Hyman, Economic
o de una parte de ella, o de disminución del motivarían and lahour stabilily, en British Jour­
reconocimiento por parte de las empresas o nal of Sociology, viil, 1970; K.G. Knowles, Slri-
del gobierno, se presentará como más conve­ kes: a study in industrial conflict, Oxford, Black-
niente una linea de intensificación del c. y de well, 1952; Industrial conflict, a cargo de A. Kom-
la intransigencia reivindicativa que una línea hauser, R. Dubin y A.M. Ross, Nueva York,
de moderación. La tendencia a la desestabi­ McGraw-Hill. 1954; A.M. RossyP.T. Hurtmann,
lización del plan de relaciones industriales Changing patterns of industrial conflict, Nueva
precedente prevalecerá hasta que se resta­ York, Wiley, 1960; H.A. Tumer, G. Clack y G.
blezca el vínculo de representación de la base, Roberts, Lahour relations in the motor industry,
un mayor reconocimiento por parte de las Londres, Alien and Umvin, 1967.
empresas y una ulterior implicación en el
mercado político, lo cual favorecerá un nue­
vo restablecimiento del sistema. Sin em bar­
go esto no significa que el nuevo equilibrio conformismo
sea más estable que el precedente.
I ALGUNOS Tli'OS DE CONFORMISMO. El C. puede
[ida regalía ] definirse como la aceptación pasiva de ideas,
normas, valores y conductas de la mayoría del
grupo al que se pertenece, o también como
BIBLIOGRAFIA Sobre el conflicto en general: P.M. la alineación pasiva con las opiniones y direc­
Blau, Intercambio y poder en la vida sorra/(1964), tivas de la autoridad oficial, sea ésta políti­
Barcelona. Hora, 1981; Approaches to thestudy ca, religiosa o de cualquier otro tipo, a la cual
of social structure, a cargo de P.M. Blau, Nueva se está sometido. El análisis empírico más
York, Free P r e s s 1975; K.E. Boulding, Conflict cercano y pertinente de un c. así entendido,
and defense: a general theoiy, Nueva York, Har­ o mejor de algunos tipos de c., se ha elabora­
C O N F O R M IS M O IOS

do en el ámbito de la psicología social. Una psicología con el pretexto de tom ar parte en


breve exposición de los más im portantes de un estudio sobre “la memoria y el aprendi­
dichos estudios ayudará a una comprensión zaje”. A una (el sujeto "ignorante") se le asig­
más directa de la naturaleza y de la proble­ na el papel de "enseñante”; a la otra (que está
mática del conformismo. de acuerdo con el experimentador) el de
a] Alineación con el juicio de la mayoría. Se "alumno". Se lleva al alumno a una habita­
trata de estudios dirigidos a medir la fuerza ción donde se le atan las manos y se le fija
de la presión de grupo sobre el juicio indivi­ un electrodo en el pulso. A su vez el enseñan­
dual. El experimento más conocido es el que te, después de haber observado al alumno ata­
aplica S. Asch en 1951. Se les presenta a gru­ do en su lugar, es llevado a otra habitación
pos de siete o nueve personas un par de car­ y se le invita a sentarse ante un imponente
tones blancos, sobre uno de los cuales se tra­ generador de corriente con un tablero de
za una linea, mientras que sobre el otro se tra­ treinta interruptores en fila, graduados de 15
zan tres lineas de distinta longitud, una de las a 450 voltios, con indicadores escritos que van
cuales es igual a la del primer cartón. El expe­ desde "descarga ligera" hasta “descarga peli­
rim entador llama, una por una, a las perso­ grosa". El alumno debe aprender de memo­
nas del grupo experimental, pidiendo públi­ ria un elenco de asociaciones verbales y el
camente a cada una que indique la línea del enseñante, en la otra habitación, lo somete a
segundo cartón que es igual a la del primero. la prueba de aprendizaje. Cuando el alumno
Sin embargo, en realidad, todos los miembros responde correctamente a las preguntas del
del grupo menos uno (el sujeto ‘‘ignorante") enseñante, éste procede a las preguntas suce­
se han puesto de acuerdo previamente con el sivas; cuando se equivoca, el enseñante,
experimentador en dar una respuesta equivo­ siguiendo las indicaciones del experimenta­
cada. Además el grupo está dispuesto de dor al respecto, debe suministrar una descar­
manera que el sujeto "ignorante” responda ga eléctrica cada vez más intensa al alumno
en último lugar. (15, 30, 45, etc.), descarga que naturalmente,
¿Cuál fue el resultado de estos experimen­ sin saberlo el sujeto "ignorante", el alumno
tos de Asch? El 37% de los juicios expresa­ no recibe.
dos por los sujetos "ignorantes" resultó equi­ ¿En qué grado los "enseñantes" resultaron
vocado, coincidiendo con el juicio expresa­ dispuestos a infligir a los “alumnos" un cas­
mente equivocado y unánime de los otros tigo doloroso y cada vez más peligroso, con
miembros del grupo. Por lo tanto, en un tal de obedecer a la autoridad del experimen­
número conspicuo de casos el sujeto prefie­ tador? Más del 60% de los sujetos “ignoran­
re alinearse con el juicio común de los otros tes” apretó hasta el último botón (450 voltios),
miembros del grupo, aunque le parezca erró­ ya sea cuando no oía ninguna reacción por
neo (como de hecho se demostró en posterio­ parte del alumno en la otra habitación, ya sea
res entrevistas), incluso si se trata solamen­ cuando este última emitía lamentos e invoca­
te de una presión implícita e indirecta. Otros ciones de creciente intensidad hasta el pun­
estudios posteriores del mismo tipo, pero to de llegar a un grito desgarrador. Por lo tan­
modificados en algunos detalles o en la orga­ to, en un número elevadisimo de casos el suje­
nización global del experimento, y especial­ to prefiere someterse pasivamente y sin lími­
mente ios de R.S. Crutchfield. han demostra­ tes a las directivas de la autoridad, aun cuan­
do un grado de c. (en términos de alineación do ésta contrasta de manera muy grave con
pasiva al juicio del grupo) nunca inferior al su juicio personal, como de hecho se demos­
señalado por Asch. Y cuando el juicio deman­ tró en posteriores entrevistas con los sujetos
dado se refiere a temas más difíciles o más “ ignorantes”.
complicados que el que propuso Asch, el gra­ Por lo que surge de estos dos casos, la natu­
do de c. tiende a crecer más y más. raleza del c. parece pues consistir en la sumi­
b] Sumisión a la autoridad. La obediencia con­ sión pasiva de los individuos a la presión
formista a las directivas de la autoridad ha social lateral, ejercida por los otros miembros
sido estudiada especialmente con un tipo de del grupo, o a la influencia social vertical,
experimento aplicado por S. Milgran en 1965. ejercida por una figura de autoridad. En el
Dos personas son invitadas al laboratorio de prim er caso la presión lateral es sólo impli-
tOft C O N F O R M IS M O

cita, en el segundo la influencia vertical es en donde se basa la especial "pasividad” de la


cambio explícita; pero lo que cuenta es que sumisión a la autoridad, que hace del caso
en ambos casos tenemos una sumisión pasi­ estudiado por Milgram un ejemplo típico de c.
va. El carácter pasivo de la sumisión está en Sin embargo conviene señalar que dichos
el hecho de que ésta tiene lugar, o se amplía contrastes —entre el juicio propio y aquel con
desmesuradamente, sólo porque la mayoría el que se alinea, entre obediencia razonable
es mayoría y la autoridad es autoridad, inde­ y obediencia exagerada a la autoridad—, si
pendientemente de una propia adhesión per­ por un lado sirven para dem ostrar de mane­
sonal al contenido de la opinión o de las direc­ ra evidente la existencia de una actitud con­
tivas. formista, por el otro nu constituyen un requi­
En nuestros dos tipos de experimento, el sito general y necesario del c. Existe c. inclu­
carácter pasivo de la sumisión se demuestra so cuando no hay uno u otro de tales contras­
de manera evidente por el contraste entre el tes, siempre que el individuo se someta al jui­
juicio propio y el de la mayoría con la que el cio de la mayoría o a las directivas de la
individuo se alinea; y por el contraste entre autoridad de modo pasiva. Y naturalmente,
una obediencia razonable a la autoridad y la para que exista c.. no es en absoluto necesa­
obediencia "exagerada” de muchos de los rio que la sumisión pasiva produzca resulta­
sujetos estudiados. Esto resulta claro en el dos “negativos" como los que caracterizan los
experimento de Asch, en el que el individuo dos experimentos mencionados: error de jui­
prefiere expresar un juicio que sabe (al menos cio. daño a otras personas. Por c. un indivi­
en un principio) equivocado, con tul de con­ duo puede también adoptar juicios correctos
formarse con la opinión del grupo. Y ello o conductas útiles (y que él mismo juzgaría
resulta claro también en el experimento de como tales si los sometiera a una valoración
Milgram, aunque en este caso es convenien­ consciente). Sin embargo, precisamente por­
te una reflexión más articulada. que las opiniones y las conductas se adoptan
Cabe recordar al respecto que cuando una de modo conformista, su corrección o inco­
autoridad es aceptada como legitima, los que rrección. su utilidad o peligrosidad, es del
la aceptan como tal tienden a obedecer las todo independiente respecto de la propia valo­
directivas de la misma de modo incondicio­ ración del conformista.
nal, o sea, independientemente de la propia
valoración de contenido en cada una de las II. UNIFORMIDAD. CONFORMIDAD. CONFORMISMO. Has­
directrices (v. autoridad). Esta aceptación cie­ ta ahora se ha propuesto una definición gene­
ga de la autoridad estaría sin embargo limi­ ral de c.. ilustrada con dos tipos de investi­
tada por la condición de que el detentor de gaciones experimentales de psicología social.
la autoridad se mantenga dentro de la esfera Ahora intentaremos dilucidar más detallada­
de actividad en la que la autoridad ha sido mente el concepto, mostrando las relaciones
aceptada, dentro de lo que podríamos llamar que existen entre c. por una parte, y unifor­
en sentido amplio la "competencia” de la midad y conformidad por otra.
autoridad. Ahora bien, el carácter conformis­ La relación bilateral entre c. y uniformidad
ta de la obediencia a la autoridad estudiada es muy estrecha y de gran importancia prác­
por Milgram reside precisamente en esto: en tica. y se puede resum ir asi: el c. es un pode­
la dilatación de la esfera de aceptación de la roso factor de uniformidad social. Desde el
autoridad más allá de todo limite razonable. punto de vista de los efectos sociales que cau­
El experimento demuestra, con palabras de sa directamente, el c. se traduce efectivamen­
Milgram, “la voluntad exagerada, por parte te en la uniformidad de las ideas, de los valo­
de personas adultas, de llegar hasta el grado res y de las conductas que se difunden en el
extremo de obediencia a la autoridad". No es ámbito de un determinado grupo social.
pues en el carácter incondicional de la obe­ Cuanto mas intensa es la actitud conformis­
diencia, considerado en si mi <mo, que seria ta entre los miembros de un determinado gru­
el aspecto normal de toda relación de autori­ po, más alto es el grado de uniformidad de
dad legitima, sino en la "exageración" de la los modelos de creencias y de comportamien­
obediencia, o sea en la ampliación desmesu­ tos. Precisamente a este efecto de uniformi­
rada de la "competencia” de la autoridad, en dad social se refieren los pocos casos en los
C O N F O R M IS M O W7

que la expresión “c q u e por lo general tie­ nes autónomas de los particulares, aunque no
ne una evidente connotación negativa, ha sido exista una disposición conformista ni una
usada según una valoración más o menos conformidad subjetivamente entendida; en el
moderadamente positiva. El razonamiento segundo caso, se produce por una conformi­
podría expresarse de la siguiente manera: un dad. que no es sin embargo conformismo.
cierto grado de uniformidad social, entendi­ De hecho, si por conformidad entendemos,
da como aceptación amplia de los valores y por lo general, cualquier forma de adecuación
de las praxis sociales dominantes, es la base de un actor a la influencia de otro, o sea, cual­
insustituible del funcionamiento regular y de quier tipo de conducta conforme a una direc­
la persistencia de todo sistema social o polí­ tiva explícita o implícita de otros, entonces
tico concreto, y, para el mantenimiento de tal el c. no es otra cosa que una especie dentro
uniformidad social, resulta útil y quizá nece­ del género de conformidad. Los tipos de con­
sario un cierto grado de conformismo. formidad diversos del c. son numerosos. La
Por otro lado, por lo que respecta a cada conformidad motivada por el temor de una
individuo en particular, se podría decir que sanción no es, de por si, c.; igualmente, no es
él, al perseguir sus objetivos y sus valores par­ c. la conformidad motivada por la promesa
ticulares, usa sus energías y su atención de de una recompensa, como no lo son todas las
modo altamente selectivo; asi pues, su dispo­ formas de conformidad motivadas por una
nibilidad y su capacidad de compromiso y de creencia favorable a las directivas o a cual­
valoración personal disminuyen a medida que quier otro aspecto del poder. En cuanto sumi­
se encuentra más alejado de sus esferas de sión pasiva y acritica a la mayoría o a la auto­
interés, hasta el punto de convertirse en una ridad, el c. se contrapone especialmente a la
disposición conformista, la cual a su vez con­ adhesión espontánea, deliberada y conscien­
tribuye al mantenimiento de las uniformida­ te a las directivas de quien ejerce influencia.
des sociales que agilizan el ejercicio de sus Dicho de otra forma, el c. es una forma de
actividades especificas. aquiescencia, no de consenso. El conformis­
Por lo demás cabe señalar que el c. no pue­ ta sigue las opiniones de la mayoría o hace
de reducirse simplemente a la uniformidad propias sin limitación las directivas de la
social, ni ésta puede reducirse a aquél. Por autoridad, por el simple hecho de que son opi­
un lado, la uniformidad producida por el c. niones de la mayoría o directivas de la auto­
puede circunscribirse a un grupo limitado ridad. Por el contrario, en el caso del consen­
(por ejemplo, a un grupo étnico, religioso o so, la opinión de la mayoría se adopta porque
comunitario), convirtiéndose así en una diver­ se está de acuerdo con el propio contenido,
sidad social específica en el ámbito del gru­ y la obediencia a la autoridad está motivada
po más amplio del que forma parte (por ejem­ —como se ha visto anteriorm ente— por la
plo, la sociedad política). Por el otro lado, no aceptación de su legitimidad en una determi­
siempre y no toda uniformidad social es fru­ nada esfera de acción.
to del c. En algunos casos, actitudes y creen­ De lo anteriormente dicho no se sigue nece­
cias comunes pueden surgir de opciones autó­ sariam ente que el c. sea siempre un fenóme­
nomas de particulares miembros del grupo, no exterior, respecto de las opiniones y con­
los cuales adoptan dichas actitudes o creen­ ductas que se manifiestan públicamente.
cias en ausencia de, o independientemente de, Existe c. “externo", por ejemplo, cuando un
presiones e influencias sociales que tienden individuo acepta pasit amente una determina­
hacia la ortodoxia. Más a menudo la unifor­ da opinión de la mayoría en público, pero
midad social es el resultado de la influencia disiente de ella en privado. Y hay c. “inter­
social, lateral o vertical; pero las actitudes y no" cuando un individuo acepta pasivamen­
las conductas de los miembros del grupo, de te una determinada opinión de la mayoría ya
acuerdo con tal influencia, derivan de fuen­ sea en público o en privado. El hecho de que
tes distintas de la sumisión pasiva a la mayo­ una creencia o valor sea "interiorizado" por
ría o a la autoridad: por ejemplo, de una acep­ el sujeto no excluye el c., siempre que la acep­
tación consciente de los valores y creencias tación de la creencia o valor sea pasiva y acrí­
objeto de la influencia. En el prim ero de los tica. El c. interno no sólo es posible, sino que
casos, la uniformidad se produce por opcio­ es un fenómeno de gran importancia prácti­
308 CONFORMISMO

ca en las relaciones sociales y políticas. Diver­que en ciertas condiciones, como ha demos­


sas formas de c. interno han sido puestas de trado el psicólogo social Kurt Lewin, parece
relieve en los estudios sobre los efectos de los más fácil y económico cambiar o intentar
medios masivos de comunicación. El c. inter­ cambiar las creencias o las conductas de todo
no es una noción clave en algunas interpre­ un grupo social que intentar cam biar las
taciones importantes acerca de la sociedad de creencias o conductas de un miembro del gru­
masas. Se refieren al c. interno una parte de po en particular.
las investigaciones psicosociales sobre la lla­ Nos podemos pues preguntar: ¿por qué
mada persuasibilidad, como las de C.I. Hov- existe el c.? ¿Cuáles son las causas que lo
land y su escuela. La “persuasibilidad", defi­ hacen posible o las condiciones que favore­
nida como disposición de un sujeto a aceptar cen su surgimiento? No faltan intentos de
mensajes persuasivos, es una forma de c. explicación de conjunto que se basan unas
interno cuando se traduce, por así decirlo, en veces en el temor al aislamiento, otras en la
una "aquiescencia a la persuasión”: cuando búsqueda de la aprobación social, en la ten­
el sujeto está dispuesto a aceptar los mensa­ dencia a evitar conflictos abiertos o en la exi­
jes persuasivos en general, o más a menudo gencia de no tu rb ar la pertenencia al grupo
los que proceden de determinadas fuentes, no como condición que facilita la consecución de
porque esté de acuerdo con su contenido o los objetivos particulares. Todos estos ele­
con la argumentación persuasiva, sino sólo mentos de explicación, que pueden también
porque ellos tienen fonnu de mensajes per­ combinarse de distintos modos entre ellos,
suasivos. nos aclaran indudablemente el fenómeno del
c., aunque en un sentido muy general. Otras
III. CONFORMISMO. PERSONALIDAD Y SOCIEDAD. Como investigaciones o interpretaciones se dirigen
ya se ha señalado, en su acepción más amplia más específicamente a establecer las varia­
la palabra “c." tiene una connotación negati­ bles psicológicas que se refieren a los rasgos
va. La valoración negativa se refiere por lo de la personalidad de los individuos, o bien
genera] a la misma naturaleza o a las conse­ las variables sociales, que se refieren a la ubi­
cuencias sociales del c., o a ambos aspectos cación de los individuos en la sociedad o a la
a la vez. Por una parte, se trata de la sumi­ misma estructura de la sociedad, las cuales
sión pasiva y acrítica a influencias externas, favorecen el conformismo.
lo cual constituye la sustancia del c., contras­ En cuanto a las investigaciones de tipo psi­
tando con la libertad individual y con el desa­ cológico, cabe recordar que la alineación con
rrollo de la personalidad del individuo: liber­ el juicio de la mayoría (entendida como en los
tad y desarrollo que requieren independen­ experimentos de Asch y de sus seguidores) es
cia de juicio y autonomía de opción y de un resultado bastante claro en relación con
acción. Por otra parte, un exceso de unifor­ los rasgos de la personalidad que se detallan
midad social, especialmente si se produce de a continuación: escasa integración psicológica
m anera pasiva por c., puede apagar o redu­ y afectiva, bajo grado de inteligencia, baja
cir al mínimo la crítica y la creatividad, y por estima de si mismo, inseguridad y preocupa­
este camino llegar a atrofiar o debilitar gra­ ción por la aprobación de los demás, además
vemente las capacidades de innovación o de de rigidez, dogmatismo y autoritarismo. Para
cambio social y poi.tico. la sumisión a la autoridad (entendida como
Sin embargo, cualquiera que sea la valora­ en los experimentos de Milgram) no existen
ción que demos a este fenómeno, de hecho el en cambio datos disponibles acerca de los ras­
c. se produce ampliamente, hasta llegar a gos de personalidad que la favorecen. Respec­
parecer un fenómeno "natural". Pocas veces to a la persuasibilidad, »e pueden establecer
los resultados de las ciencias sociales apare­ algunas correlaciones, aunque leves, con algu­
cen confirmados de manera tan unívoca y tan nos de los rasgos de personalidad señalados
repetidam ente como en éstos que m uestran por Asch y por Crutchfield. concretamente
la vulnerabilidad de los individuos a la con la baja estima de si mismo, y de un modo
influencia del grupo o de la autoridad. En menos seguro con el aislamiento psicológico
especial, la sumisión pasiva a las presiones y afectivo y con el autoritarism o. Pero cabe
laterales del grupo es tan tenaz y poderosa recordar al respecto que sólo una parte de las
CONSEJOS OBREROS 309

formas de pcrsuasibilidad puede reducirse al ridad (1974), Bilbao, Desclée: M. Sherif, The
concepto de conformismo. psychology of social nonns, Nueva York, Harper
Entre las pocas investigaciones sociológi­ and Row, 1936.
cas referentes a la ubicación social de los indi­
viduos más proclives al c., cabe señalar la de [MARIO STOPPINO]
M.L. Kohn, el cual sostiene que el c. está más
difundido entre las clases inferiores y menos
difundido entre las clases superiores y
medias, y atribuye esta desigual distribución conscripción. V. FUERZAS ARMADAS
a la actitud conformista hacia la acción com­
binada de la educación y de la posición ocu­
pada en la escala laboral. Por una parte, un consejos obreros
bajo grado de instrucción, propio de las cla­
ses inferiores, reduce la flexibilidad intelec­ i. o r ig e n y s ig n if ic a d o s d e l t é r m in o . Por c. obre­
tual, la amplitud de perspectivas, la capaci­ ros se entiende, según el significado literal de
dad de razonamiento articulado; por la otra la expresión, los organismos representativos
parte, el carácter subordinado y constrictivo colegiados que reproducen las características
de la actividad laboral, propio de las clases formales del instituto del “consejo” como
inferiores, tiende a debilitar la capacidad de órgano de poder revolucionario —es decir: a]
juicio independiente y de opción autónoma la referencia a colectividades concretas (en
incluso fuera del ámbito laboral. Entre las este caso los obreros ocupados en las diver­
investigaciones o interpretaciones, que inten­ sas empresas) que definen su cuerpo electo­
tan vincular un cierto grado de disposición ral y su composición; b\ la formación según
conform ista con determinados tipos de el principio de la delegación por parte de
estructura de la suciedad, cabe mencionar estas colectividades, en general según man­
sobre todo las que consideran el c., o mejor dato imperativo y revocable; c] la fusión en
dicho una forma especialmente intensa de c., el ámbito de sus poderes de las funciones
como un componente o consecuencia especí­ legislativa y ejecutiva. De acuerdo con el sig­
fica de la "sociedad de masas". A este tipo de nificado original de la noción de "consejo" y
planteamiento corresponden el concepto de la composición obrera, el término hace refe­
"hombre-masa’' de Ortega y Gasset. el de rencia, por lo tanto, en primer lugar a un fenó­
"hombre heterodirigido” de D. Riesman y la meno histórico determinado, que coincide
noción de c. como “miedo a la libertad" y pér­ sustancialmente con el ciclo de luchas obre­
dida del propio y genuino yo propuesta por ras iniciado en 1915-1916 en los principales
E. Fromm. Sin embargo, para un análisis centros industriales europeos y que se desa­
completo de estas y otras interpretaciones del rrolló como conflicto político abierto duran­
c. en la sociedad de masas, v. sociedad de te la crisis revolucionaria de la posguerra.
masas. La institución específica de los c. obreros
surge en los soviet constituidos por prim era
bibliografía: S.E. Asch, Studies uf independen- vez durante la revolución rusa de 1905 y se
ce and conformily. minority of une against a una- reafirma después en la de 1917 (la palabra
nimous majoriiy, en Psychological Monographs soviet en ruso significa justamente “consejo"),
70 (1956), núm. 9; R.S. Crutchfield, Conformily aunque la expresión común deriva de la len­
and character, en American Psychologist. 10 gua alemana (Arbciterrate), donde aparece
(1955); Persanality and persuasibility, a cargo de como denominación propia de los organismos
C.I. Hovlund e I.L. Janis, New Haven, Yale Uni- constituidos en Alemania en el transcurso de
versity Press, 1959; M.L. Kohn, Cíass and con- las revueltas revolucionarias de 1918-1919 y
formity: a study in valúes, Homewood, Dorsey su difusión coincide con la extensión del
Press, 1969; W.J. McGuire, Persanality and sus- movimiento insurreccional a los demás paí­
ceptibility lo social influence, en Handbuok of ses del área de Europa central (Hungría, Aus­
persanality theory and research, a cargo de E.F. tria, Checoslovaquia). En todo caso desde los
Borgalta y WAV. Lambert, Chicago, Rand prim eros años veinte se habla de c. obreros
McNally, 1968; S. Milgram, Obediencia a la auto­ para denotar genéricamente las diversa» ini-
310 CONSEJOS OBREROS

dativas de organización obrera realizadas en ral de c. obreros está implícita una confusión
casi todos los países implicados en el conflicto sustancial —a menudo suhvaluada por la lite­
mundial, independientemente de las denomi­ ratura corriente— entre dos distintos niveles
naciones espedí icas que pudieran haber asu­ de surgimiento de la organización consiliar
mid»» en otitis contextos lingüísticos naciona­ en la primera posguerra: la fábrica y la comu­
les: consigli di fabbrica en Italia, work-shop nidad urbana, o bien entre c. obreros de
commiltees en Inglaterra y así sucesivamente. empresa —organismos colegiados elegidos en
Esta amplitud del significado denotativo el ámbito de las em presas individuales— v c.
del término corresponde también a su progre­ de delegados de los obreros (o comités cen­
siva afirmación en la acepción genéricamen­ trales) —organismos asambleístas elegidos
te connotativa que hoy lo caracteriza y que exclusiva o prevalentemente por los trabaja­
se justifica en relación con el significado par­ dores de varias empresas (en todo caso con
ticular que es traducción perm itida por la el tiempo deben tender a comprender inclu­
propia estructura semántica de la expresión so delegados de otros grupos sociales —sol­
"c. obreros". De hecho, en la versión en plu­ dados, campesinos, etc.— y no siempre ha de
ral. que identifica su significatividnd en el len­ variar la denominación) en un ámbito terri­
guaje político común, no quiere simplemen­ torial definido por la ciudad industrial. Según
te denotar la pluralidad contemporánea de el esquema presentado por las revoluciones
tales organismos, sino que pone en forma rusas de 1905 y de 1917 y por la alemana de
implícita el acento sobre el significado de la 1918-1919, estos dos tipos de organismos coe­
asociación entre la noción de democracia "no xistían amparados o a veces integrados en
delegada" introducida por las características una única estructura de tipo piramidal, de los
de la institución del consejo y la de función que los diversos c. de empresa constituían la
productiva propia de los obreros, por lo que base prevaleciente y el c. de delegados de los
vienen a connotar un sistema de organización obreros el vértice —de aquí la tendencia a pre­
y de representación, definido según la distri­ sentar su distinción en términos puramente
bución y la concentración de las fuerzas de morfológicos.
trabajo industriales en las diver sas unidades Sin embargo, si se examinan en su conjun­
de producción (fábricas, departamentos, talle­ to las experiencias consiliares de este perio­
res, grupos) que perm itirían a los trabajado­ do, se hace evidente la diferente matriz de los
res la asunción directa de un papel dirigente dos niveles de organización de los c. Por un
tanto en el sistema económico como en el lado nació de un conjunto difuso de iniciati­
político. vas espontáneas de organizaciones obreras en
Justo este significado traducido —que rea­ el lugar de trabajo, dirigidas ya a p artir de
sume generalmente el sentido de las elabora­ 1915 como respuesta a una situación de insu­
ciones teóricas clásicas (cf. en particular Esta­ ficiencia o de crisis de legitimidad de los orga­
do y revolución de Lenin, asi como diversos nismos de representación sindical (fragmen­
escritos de A. Gramsci, R. Luxemburg, A. Pan- tación de un sindicato todavía basado en el
nekoek v K. Korsch)— explica la fortuna del oficio y su integración en el sistema de poder
término en el patrimonio ideal del movimien­ constituido, como sucedió en el cuso de la
to obrero y más sustancialmente la referen­ "colaboración" sindical durante la guerra
cia repetida a los c. obreros tanto en el con­ mundial), de donde derivó el principio de la
texto de iniciativas posteriores de insubordi­ democracia en las asambleas obreras y el sis­
nación obrera como en la forma de procesos tema de representación por delegados de
de innovación institucional, como serta sobre departamento (véase la formación de los shop-
todo el sistema de autogestión llevado a cabo steward commiltees en la industria bélica
en Yugoslavia y, dentro del limite de las inglesa en 1915 y de las comisiones internas
estructuras sindicales, la reciente organiza­ en Italia, que por lo demás habían aparecido
ción en Italia de! sistema de representación en 1906). Por otro lado, los movimientos insu­
en el ni\el de la empresa.I rreccionales provocados por la crisis políti­
ca e institucional que siguieron a las vicisi­
II CONSEJOS OBREROS Y CONSEJOS Dt DELEGADOS IIF. tudes del conflicto mundial (caída de los
los obreros. Sin embargo en la noción gene­ imperios centrales y revolución de febrero en
CONSEJOS OBREROS XII

Rusia) como medio de organización de las ini­ ca consiste más bien en la capacidad de com­
ciativas revolucionarias y a la vez sistema prom eter a todos los trabajadores ocupados
alternativo de representación democrática, en en una empresa dada y no por casualidad la
continuidad con la tradición radical recurren­ generalización del electorado activo y pasivo,
te en la historia de las revoluciones europeas, independientemente de criterios de afiliación
como se ve justo por el origen del "consejo” sindical, determinó repetidamente el momen­
como institución típica de democracia no to capital de su formación. Esta diferencia
delegada, expresión de los intereses políticos queda subrayada por las propias denomina­
e ideales de colectividades concretas en ciones de estos organismos de fábrica que
revuelta contra la autoridad constituida (véa­ hasta 1918 no asumieron en ningún caso el
se los c. municipales durante la prim era fase término "consejo”. En otras palabras, si la
de la revolución francesa de 1789 y sobre ttjdo característica general de la organización con­
el c. general de la Comuna de París de 1871). siliar puede identificarse con la inmediatez
Sólo en estas últimas situaciones se sobre­ y con la difusión de los procesos de decisión
ponen los dos momentos de la organización respecto de las colectividades que aprueban
consiliar, hasta confundirse en un único sis­ su eficacia como efecto común del sistema de
tema con diversos niveles de delegados sóbre­ representación por delegados (t\ democracia
la base de la empresa; en las demás esta orga­ vi), esto depende (en relación con sus dos
nización permanece circunscrita al ámbito niveles de surgimiento) de las características
empresarial, mostrando con ello cómo éste es estructurales y responde a necesidades fun­
el nivel justamente que define el común deno­ cionales distintas, que están en el origen de
minador del llamado "movimiento consiliar” las complejas alternativas presentes en la pro­
de la prim era posguerra. Si a esto se añade blemática sobre los c. obreros.
el hecho de que las sucesivas experiencias En todo caso el significado de más relieve
convencionalmente adscritas al modelo con­ V más actual de la noción de c. obreros está
siliar han reproducido más o menos el esque­ ligado seguramente a la dimensión de siste­
ma del primer proceso antes descrito, se com­ ma de organización obrera que esta institu­
prende cómo la noción de c. obieros sea hov ción asume en el nivel de la fábrica y que lo
inescindible de la ¡dea de una institución en distingue claramente de las otras formas his­
los lugares de trabajo. tóricas de organización propias del movi­
No obstante, es preciso decir que en este miento obrero (el partido y el sindicato). En
nivel el principio de la representación por efecto, los c. de fábrica —aunque no sean aso­
delegados asume un significado v una espe­ ciaciones voluntarias— expresan un poder
cificidad distintas que en el territorial. En el efectivo que es consecuencia de la función
contexto de la contigüidad espacial y de la social de los obreros en cuanto "producto­
continuidad temporal que califican a la colec­ res"; de aquí que tengan la exclusiva carac­
tividad obrera en la fábrica, de hecho ese terística de permitir la autonomía de las deci­
principio se traduce en un sistema de organi­ siones que objetivan este poder, al contrario
zación de los trabajadores más que de repre­ que en el partido y en el sindicato, cuyo relie­
sentación (el conjunto de los trabajadores de ve político es en gran medida función de la
una empresa dada viene a form ar la "base" propia amplitud de la organización, que nece­
de esta organización, el c. el vértice y los dele­ sariamente trae consigo una estructura jerar­
gados los "funcionarios"). En este sentido, quizada como la suya. A esto debe remitir, en
aunque las características formales del c. el plano de la elaboración política, la repeti­
(imperatividad del mandato, fusión del poder da teorización de los c. obreros como instru­
legislativo y ejecutivo) son esenciales para mento privilegiado de la acción obrera, capaz
calificar el sentido de la alternativa institu­ de unir las luchas económicas y la iniciativa
cional del sistema de los e. territoriales de política y, en el plano de los hechos, la suce­
delegados, en cuanto organismos de represen­ siva recurrencia de la organización consiliar
tación política que, a medida que se alirm a en contextos sociales y políticos diversos,
el "contrapoder" del que son expresión, asu­ pero lodos caracterizados por el surgimien­
men también funciones de gobierno, la espe­ to de una insubordinación obrera que. tanto
d í icidad de la organización consiliar de fábri­ por el contenido de sus reivindicaciones como
312 CONSEJOS OBREROS

sobre todo por factores externos, adquiere un parte en las decisiones relacionadas con el
relieve político inmediato —véanse los c. cons­ funcionamiento de la empresa, con el fin de
tituidos hacia finales del segundo conflicto superar el único horizonte de las reivindica­
mundial en Polonia, Italia y Checoslovaquia; ciones salariales en el marco de un nuevo
las iniciativas intentadas repetidamente en orden de las relaciones industriales; la pro­
los años cincuenta en los países socialistas de puesta "revolucionaria” del control obrero, o
la Europa oriental; las comisiones obreras sea de la reivindicación de un derecho de
españolas durante el régimen franquista. información de los elementos en que se basan
las decisiones empresariales sobre la gestión
III. DIMENSIONES ADMINISTRATIVAS DE LA ORGANIZA­ técnica y económica de la empresa, con el fin
CIONconsiliar de fabrica. En el plano funcional de extender los objetivos y radicalizar los tér­
el aspecto más relevante de la discontinuidad minos del conflicto social, aprobando al mis­
entre el momento empresarial y el territorial mo tiempo la preparación de los obreros para
del movimiento consiliar de la prim era pos­ la función futura de gestores de la economía
guerra es la identificación del prim ero con (véase el origen del concepto gramsciano de
una acción obrera orientada hacia la reivin­ “clase hegemónica"). El desemboque más
dicación de objetivos administrativos. Este coherente de esta perspectiva es la idea de
proceso ha sido documentado en todas las autogestión (v.) —de cuya posibilidad de rea­
situaciones, pero resulta particularmente evi­ lización los c. de empresa han sido la condi­
dente en las vicisitudes de los c. de fábrica ción y el estimulo esencial—, es decir justa­
italianos —que culminaron justamente con el mente de la asunción directa de las funciones
episodio de la ocupación de las fábricas en directivas (por lo tanto, de las decisiones rela­
1920— y, bajo otro aspecto, por las del movi­ tivas al destino del plusvalor producido) por
miento consiliar de Alemania, donde después parte de los colectivos de trabajadores de las
de la derrota de los intentos revolucionarios diversas empresas.
los c. de empresa siguieron subsistiendo hasta Esta idea, anticipada ya por algunos teóri­
su reconocimiento por la constitución de Wei- cos del movimiento consiliar en el ámbito del
m ar bajo la bandera ideológica de la "comu­ debate sobre la "socialización” de la econo­
nidad de trabajo". Hoy se tiende a rem itir la mía (en particular K. Korsch), fue retomada
explicación de este fenómeno, además de a la en los inicios de los años cincuenta como
gravísima situación de crisis económica, a la alternativa practica e ideal al sistema de la
composición particular de la clase obrera de planificación centralizada y a la identificación
la época, caracterizada por el prcvalecimicnto autoritaria de las instancias obreras con el
de obreros "de oficio”, cuya autonomía pro­ estado, aun las del régimen soviético. En este
fesional y de decisión reforzaba su concien­ marco se coloca, además de la experiencia
cia de productores en oposición a la autori­ yugoslava, la difusión más amplia de la pro­
dad patronal en el sistema concreto de la blemática consiliar en los países de la Euro­
empresa, más que en el poder capitalista pa oriental, justam ente con referencia a un
como mecanismo económico global —tanto sistema de organización en los lugares de tra­
que algunos autores han visto en esta orien­ bajo capaz de asum ir una libcralización del
tación el motivo de fondo de la propia forma­ sistema económico y una democratización del
ción de los c. de empresa. político, compatibles con el carácter socialis­
En todo caso la coincidencia de la función ta del sistema (véase las sublevaciones obre­
de organización —especifica del nivel de ras de Berlín de 1953 y del "octubre" húnga­
empresa del sistema consiliar— con objetivos ro y polaco de 1956. asi como las reivindica­
administrativos fue asum ida en términos ciones avanzadas durante el "nuevo curso"
políticos en dos diversas perspectivas, que checoslovaco de 1968).
desde entonces han seguido articulando la
problemática del movimiento obrero hasta IV IOS CONSEJOS OiiREKOS COMO INSTIt LCIONES POLI­
nuestros días: la propuesta "reform ista” de TICAS. La revolución soviética identifica la
la co%estión. o sea de la atribución a los tra ­ única situación de institucionalización de los
bajadores. mediante la organización por dele­ c. obreros desde la fase de "dualismo de pode­
gados de departamento, del derecho de tomar res" en la que se expresaban sus funciones
CONSEJOS OBREROS 313

de orgunus de representación política y de con organizaciones análogas en los lugares de


gobierno local. La constitución de 1918 los trabajo; en cambio, la segunda establece un
organizó en un sistema piramidal sobre base nexo constitutivo entre un nivel territorial y
territorial (distrito, gubernatura, república) un nivel de empresa de la organización con­
con elección indirecta de las instancias supe­ siliar. por el que este último, al absorber al
riores —donde el electorado activo y pasivo mismo tiempo las funciones de gestión de las
para las inferiores se limitaba a los trabaja­ unidades económicas y la formativa de las
dores "productivos”— y caracterizado por la opciones políticas, consentiría en reabsorber
fusión de los poderes legislativo y ejecutivo. todo el funcionamiento de la organización
Esta constitución, que representó el punto social en el sistema del "autogobierno de los
de referencia del movimiento revolucionario productores”.
de la prim era posguerra, actuaba bajo un En resumen, para la teoría consiliar “pura”
supuesto que parecía resolver de manera defi­ la función política de los c. obreros es ines-
nitiva el problema de la organización del esta­ cindible de aquella económica adm inistrati­
do revolucionario: es decir, la asunción de los va. En efecto, en los años cincuenta la propo­
c. obreros como elemento conductor de una sición nuevamente planteada de la alternati­
restructuración del sistema tul que supere va consiliar al modelo soviético se desarro­
la distinción entre “económico” y "político” lló justam ente a p a rtir del problema de la
v su configuración como conjunto de aparatos reorganización del sistema de planificación,
administrados por políticos de profesión, de donde comprometió el de la restructura­
típicos de la democracia parlamentaria. ción del estado. Sin embargo, aun la experien­
No obstante, esta concepción contenía los cia yugoslava muestra el significado doble —y
términos de un choque de fondo. Mientras en ciertos aspectos contradictorio— que lle­
que desde la perspectiva leninista —indepen­ ga a asum ir el principio de la "democracia
dientemente de las vicisitudes de la guerra consiliar" en esta perspectiva. Por un lado,
civil que impusieron una brusca vuelta cen- quiere significar la desesirucluración de las
tralizadora ai sistema soviético, dejando a actividades sociales en comunidades "orgáni­
muchos dictados de la constitución con un cas” en las que todos puedan decidir con com­
valor puram ente simbólico— los soviet petencia respecto de problemas para los que
habian significado en relación con las clases tienen intereses directos, pero la misma des­
de las que admitían la representación, más centralización del sistema administrativo en
que por sus características formales —en sus­ ámbitos delimitados requiere necesariamente
tancia constituían la respuesta práctica al de la constitución de instancias superiores de
problema de la organización del estado socia­ coordinación de su interdependencia, respec­
lista y de la calificación democrática de la to de las cuales la referencia al principio con­
"dictadura del proletariado”—, para los teó­ siliar no significa más que la institución de
ricos de "izquierda" del movimiento consiliar un sistema de representación funcional.
(R. Luxemburg, A. Pannekoek, H. Goerter) los
c. obreros tenían en cambio no el valor de ins­ V LAESTRATEGIA CONSILIAR COMOIDEOLOGIA. Los C.
trumento del proceso revolucionario, sino de obreros han sido ocasión de un debate en el
fin de su misma realización, o sea que identi­ que se entrelazan cuestiones fundamentales
ficaban la condición exclusiva del ordena­ de la ideología del movimiento obrero. La más
miento socialista. :m portante de ellas, que en la coyuntura de
Más allá del problema de la distinta valo­ a prim era posguerra marcó de manera sig-
ración acerca del nivel de desarrollo alcan­ iificativa la rearticulación de las posiciones
zado por las "fuerzas productivas" y por lo políticas en su interior durante el paso de la
tanto sobre la posibilidad de una “transición” Segunda a la Tercera internacional, tiene que
inmediata al socialismo, este choque corres­ ver con el problema de la relación entre
ponde en términos formales a una concepción espontaneidad y conciencia politica, vanguar­
distinta del propio sistema de los c. obreros. dia y masas.
Para la primera, se concibe como un conjun­ Si los c. obreros constituyeron la referen­
to de organismos territoriales, cuyo mecanis­ cia esencial para la definición de una estra­
mo de formación no tiene referencia alguna tegia revolucionaria como alternativa a la
414 CONSEJOS OBREROS

concepción institucional de los partidos sionismo socialdemócrata y a la ortodoxia


social demócratas, en cuanto se veta en ellos leninista, reivindicó la inspiración no deter­
la Insurgencia espontánea de un antagonismo minista del pensamiento marxiano.
obrero que atacaba directam ente la cuestión
del poder capitalista, llevar al extremo esta VI. EVOLUCIONES RECIENTES DE LA TEMATICA CONSI-
su eficacia condujo a las criticas de “ izquier­ liar Justamente con referencia a los recur­
da" tanto sobre la concepción socialdemócra- sos de la organización consiliar de empresa
ta como sobre la leninista de la organización. antes ejemplificados es que la temática de los
Al im putar a estas últimas la instauración de e. obreros conoció a partir de fines de los años
una relación de delegados permanentes de las cincuenta una significativa revitalización en
masas a una entidad separada (el partido) y el movimiento obrero occidental. En relación
por lo tanto el supuesto de una deformación con la evidente capacidad de los sistemas
"jacobina" y burocrática de la revolución capitalistas de mantener altos niveles de desa­
socialista, los c. obreros han sido teorizados rrollo y de controlar la conflictividad obrera
como el instrumento auténtico y exclusivo de mediante políticas de intervención estatal,
la emancipación del proletariado, que lleva­ esta propuesta surgió de la exigencia de rede­
ría al movimiento espontáneo de las masas finir el propio significado de la alternativa
a adquirir una dimensión política, aparte de socialista y de la difundida concepción de que
las directivas y del control de un aparato que la contradicción fundamental de estos siste­
define sus objetivos hacia el exterior. De aquí mas debería buscarse en la lógica de los pro­
la concepción de la revolución como proceso cesos de racionalización tecnológica y orga­
social, en el que no se distingue entre una fase nizativa. que, si son condiciones del desarro­
de "destrucción” (conquista del poder y del llo de las mismas, inducen a una creciente
estado) y una sucesiva de "construcción" del subordinación de los trabajadores en la esfe­
socialismo, en cuanto la “transición" a esta ra productiva, y por lo tanto alimentan la into­
nueva formación social advendría ya en el lerancia a su "despotismo" intrínseco.
interior del propio ordenamiento capitalista, Sobre estas bases, el significado estratégi­
mediante la gradual afirmación de institutos co de la temática consiliar ha venido siendo
\ formas de organización obrera que prefigu­ calificado esencialmente como alternativa al
ran >us estructuras económicas y políticas papel tradicional de las organizaciones sin­
especificas. dicales. tanto por la pérdida progresiva de
Estos elementos nos hacen evidente que el influencia de los partidos sobre la conflicti­
motivo dominante de la propuesta consiliar vidad obrera como, al contrario, por la cre­
es la preocupación democrático-libertaría de ciente importancia de las prim eras en este
asegurar la constante indentificación de las terreno, reforzada por el reconocimiento ins­
masas con los fines últimos del proyecto revo­ titucional del contrato colectivo. Por un lado,
lucionario, de modo que garantice su éxito esta alternativa se ha unido de nuevo a la p ro
contra toda involución de tipo autoritario. En puesta del control obrero sobre la gestión de
este sentido la teoría consiliar se coloca en la empresa, pero en la nueva perspectiva dé­
una precisa relación de continuidad con pre­ la impugnación de la racionalidad que amol­
cedentes temas de inspiración anarquista que da la división jerárquica del trabajo y los sis­
se desarrollaron a principios de siglo —sindi­ temas de la organización productiva y. por lo
calismo revolucionario, unionismo industrial tanto, de la imposición a la decisionalidad
norteamericano, socialismo guildista. Más en patronal de otros parám etros de referencia,
general puede decirse que en el ámbito de la que responden a la exigencia de una plena
evolución del pensamiento socialista ha aloración” del trabajo obrero. Por otra par­
repiesentado el terreno de encuentro entre te. ha venido siendo calificada respecto de la
las tradicionales ideologías antiautoritarias estructura organizativa del sindicato, extra-
\ espontaneistas y las concepciones marxis­ sendo fuerzas de la difusión de formas decun-
tas o más exactamente el lugar en el que se llictividad "autónoma", que en diversas situa­
realizó su conversión en el moderno radica­ ciones se han expresado mediante esquemas
lismo marxista, es decii en aquel ordenamien­ organizativos análogos al modelo consiliar.
to teórico político que. en oposición al revi­ Pero el propio carácter de largo plazo de esta
CONSENSO M5

perspectiva acabó por caracterizar la reciente consenso


referencia a la propuesta consiliar sustancial­
mente como un intento de reform ar la prác­
tica de las organizaciones sindicales y de inno­ El término c. denota la existencia de un acuer­
var sus estructuras, para hacer de ellas nue­ do entre los miembros de una unidad social
vos sujetos políticos, capaces de dar a la nue­ dada acerca de principios, valores, normas,
va identidad de productores de los trabaja­ también respecto de la deseabilidad de cier­
dores un relieve institucional, en el que se tos objetivos de la comunidad y de los medios
expresa un "punto de vista obrero” sobre la aptos para lograrlos. El c. se evidencia, pol­
conducción del conjunto de los asuntos socia­ lo tanto, en la existencia de creencias que son
les (véase la evolución de la idea consiliar en más o menos ampliamente compartidas por
Italia en el ¡rancurso de los años sesenta y los miembros de una sociedad. Si se conside­
setenta hasta su identif icación con la proble­ ra la potencial extensión del c., es decir la
mática del "sindicato de los consejos”). variedad de los fenómenos respecto de los
cuales puede subsistir o no subsistir acuer­
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Demacrada. Die Geschichle der Rátebenvgmtg in fundamentales expresadas en la constitución
der deutschen Revolution 1918-1919, Duseldorf, republicana, como la legitimidad de los cuer­
Droste. 1954: B. Trentin. Da sfrtinaii a prodttt- pos legislam os expresados por los mecanis­
lori, Bari. De Donato. 1976. mos electorales, la tutela de la existencia de
fuerzas políticas de oposición en forma orga­
[ m a k s iy io f o i i |s ] nizada. las garantías de las libertades indivi­
316 CONSENSO

duales de expresión y de asociación, etc. Al dad, la disensión sobrevive sólo clandestina­


mismo tiempo, las vicisitudes del periodo mente, tiene poquísima importancia exterior,
ofrecen amplio testimonio de las profundas y conduce al observador a sobrevaluar el éxi­
disensiones que han dividido las fuerzas polí­ to del sistema en la obtención de la adhesión
ticas. por ejemplo en numerosas cuestiones de amplísimos estratos sociales.
de política económica. Es evidente que para Al considerar el grado de c. existente en una
los efectos de la sobrevivencia y del funcio­ sociedad dada también es im portante distin­
namiento del sistema político el prim er tipo guir entre c. en un nivel de enunciados gene­
de c. es bastante más importante que el segun­ rales y posiciones asumidas sobre cuestiones
do. En efecto, el c. sobre las reglas fundamen­ especificas. En general el c. en el nivel de los
tales que dirigen el desenvolvimiento de la primeros es bastante más extenso. Algunas
vida política es un elemento casi indispensa­ investigaciones llevadas a cabo en Estados
ble para una marcha más o menos ordenada Unidos han demostrado, por ejemplo, que
del debate cuando falte, como a menudo suce­ mientras la aceptación del principio de la
de, el c. del segundo tipo. Naturalmente la dis­ libertad de expresión es casi universal en tan­
tinción mencionada no es siempre nítida: pue­ to que afirmación genérica, su traducción en
de haber cuestiones de dirección política tan puntos específicos —como por ejemplo la
controvertidas y con implicaciones tan gene­ admisión y el deseo de conferencias dadas por
rales como para acabar por comprometer las oradores que asumen una actitud bastante
reglas fundamentales de funcionamiento del crítica frente a las instituciones de ese país—
sistema, y transform ar por lo tanto un con­ no encuentra efectivamente un amplio c.
flicto político en una verdadera y propia cri­ entre el público. Es probable que las diferen­
sis de régimen. cias de c., en un nivel de enunciación de prin­
En las sociedades democráticas que permi­ cipios y de aplicación de los mismos en situa­
ten de manera más o menos amplia la expre­ ciones particulares, sean debidas al hecho de
sión de opiniones y puntos de vista, el c. es que los prim eros son expresados en forma
bastante menos visible en la superficie que bastante general y abstracta y se prestan a
los elementos de disensión. Esto depende en interpretaciones diversas, mientras que los
parte de ciertas características de los medios segundos son disminuidos, por decirlo así, en
de comunicación de masas —en pocas pala­ situaciones y experiencias particulares de los
bras. la disensión es más noticia que el c.— protagonistas, incluidas las divergencias tác­
y, en parte, del hecho de que los principios ticas derivadas de la contraposición de las
verdaderamente fundamentales tienen raíces fuerzas políticas.
tan profundas que a menudo se dan por des­ Puesto que el grado de c. varia de sociedad
contados. Asi, el respeto debido a los difun­ en sociedad y de periodo en periodo, uno de
tos, el derecho del imputado a la defensa, la los problemas más importantes concierne a
condena del homicidio, son por cierto "uni­ los factores que presumiblemente influyen
versales" hallables en las sociedades más sobre el grado de c. Los breves puntos que
diversas —si no en todas—, pero justamente siguen contienen sólo una sum aria identifi­
su universalidad y su carácter no controver­ cación de los elementos más generales y se
tido minimizan su importancia. De eso resulta presta atención principalmente en la forma­
que el análisis superficial y relativo a los pro­ ción y el mantenimiento de c. en sociedades
blemas más controvertidos tiende a subesti­ pluralistas.
m ar el grado de c. existente. Se corre el peli­ Un prim er elemento de importancia es el
gro opuesto en referencia a regímenes de tipo grado de homogeneidad de la sociedad en tér­
autoritario o totalitario. En ellos, ya sea por­ minos socioculturales. En este sentido la pre­
que no está permitida la libertad de expresión sencia de grupos étnicos, lingüísticos, religio­
frente a los principios fundamentales del régi­ sos escasamente integrados en el sistema
men, o porque es negada la legitimidad de nacional, en posesión de una cultura política
fuerzas de oposición, que solicitan y coagu­ propia, con adhesión esencialmente formal a
lan posiciones disidentes, o porque los distin­ los principios y a las normas del régimen, se
tos subsistemas tienen poca autonomía, y el pone claramente como factor que obstaculi­
régimen invade, por asi decirlo, toda la socie­ za la formación de un amplio c. N aturalm en­
CONSENSO 317

te esto vale en la medida en que se refiere a sobre todo elementos de disensión. Quinto: un
"islas culturales" verdaderas y propias, que factor ulterior negativo es la existencia de
se diferencian sensiblemente bajo el perfil de ideologías rígidamente contrapuestas las
los aspectos más específicamente políticos unas a las otras, de visiones sistemáticas y
ligados indirectamente a la política. La pre­ exclusivistas del mundo, las cuales no tole­
sencia de una gran variedad de grupos étni­ ran —o toleran sólo contingentemente y prin­
cos con culturas ampliamente heteogéneas no cipalmente por razones tácticas— la cohabi­
ha impedido la formación en Estados Unidos tación con otros esquemas a menudo exclu­
de grandísimas franjas de c. en cuanto a prin­ sivistas e intolerantes a su vez. Flexibilidad
cipios políticos; pero se tiene presente que la y pragmatismo son, desde el punto de vista
aculturación de los distintos contingentes de de estas posiciones, debilidades, v una vez que
inmigrantes ha sucedido en términos de la estas ideologías se hacen dominantes, las
cultura política dominante de extracción fuerzas, que ellas dominan, se esfuerzan por
anglosajona y ha conducido a la amplia acep­ forjar el c. sobre las reglas del juego más con
tación de estas normas. Un segundo factor, la imposición y el adoctrinam iento que con
que es quizá todavía más importante, es la el compromiso. Aún más: los cambios
sucesión en un país dado de regímenes polí­ económico-sociales de importancia, las trans­
ticos sustancialmente distintos en cuanto a formaciones estructurales en gran escala, las
las reglas fundamentales de funcionamiento innovaciones tecnológicas, no pueden ser por
del sistema, como sucede cuando se pasa de cierto omitidas: crean condiciones nuevas,
un sistema autoritario a uno de tipo pluralis­ someten amplios estratos de la población a
ta. Aquí no sólo los individuos están expues­ experiencias nuevas, crean nuevas necesida­
tos a experiencias distintas sino que ven apli­ des y destacan los límites de las instituciones
car y desaplicar en breve tiempo principios y de las prácticas en vigor. Y sin embargo, al
distintos y a veces opuestos. Además, la ins­ considerar el papel de estos factores, se con­
tauración de un nuevo régimen llev a a menu­ sidera que al menos tan im portantes como
do a tentativas de creación de nuevo c., y ellos son los módulos de interpretación, los
cuando el régimen cambia, a la difusión e esquemas mentales a través de los cuales
interiorización de los nuevos principios se estas experiencias son vividas y a las cuales
agrega a menudo la sobrevivencia de residuos se da un significado. Y en consideración a esto
del sistema precedente. Esto dirige la aten­ se hace crucial el papel de grupos —habitual­
ción. en tercer lugar, sobre los mecanismos mente restringidos— de intelectuales, divul­
de socialización, es decir sobre los vehículos gadores, profetas, los prim eros generalmen­
que sirven para la formación y el manteni­ te en advertir y hacer notar la maduración de
miento de orientaciones y la adhesión a cier­ nuevas exigencias: es justamente en estos gru­
tos valores entre los miembros de la pobla­ pos donde comienza la critica a las institucio­
ción. Por lo que se sabe, parece que estos ins­ nes y a las ideas dominantes, y es por eso por
trum entos o agentes funcionan tanto mejor lo que su función como factores de resque­
como mecanismos de trasmisión del c. a las brajamiento del c. no puede ser subestima­
nuevas generaciones, en cuanto operan de da. No se olvida, por último, la importancia
manera congruente, es decir sin presentar de la dinámica de la interacción entre las dis­
discrepancias; pero la presencia de subcultu­ tintas fuerzas políticas, sobre todo allí don­
ras entre sí heterogéneas y la existencia de de su éxito depende, en gran medida, de la
experiencias políticas contrarias hace así que capacidad de obtener la adhesión y el apoyo
los mecanismos de socialización estén a de grandes masas. Es claro, por ejemplo, que
menudo caracterizados por discontinuidad e los partidos políticos no se limitan simple­
incongruencia. Desde el punto de vista de la mente a registrar en sus posiciones las divi­
formación y mantenimiento del c.. la sociali­ siones existentes en la sociedad sino que se
zación política, es bueno recordarlo, es un ubican del mismo modo como factores acti­
arm a de doble filo: trasm ite el bagaje cultu­ vos de c. (o de disensión) en la medida en la
ral de las generaciones precedentes; si el gra­ que operan, a través de sus estructuras orga­
do de c. es bajo y la cultura política fragmen­ nizativas directas o indirectas, como mecanis­
taria. se trasm iten y perpetúan también > mos independientes o semindependientes de
ílx CONSERVADURISMO

canalización, es decir como vehículos de (ur­ conservadurismo


inación y de transformación de las opiniones.
Separado de la parle viva de la lucha políti­
ca por su escasa importancia o por la Falta i hacia una definición El sustantivo c. implica
de una multitud de masa, un partido político la existencia de un concepto; el adjetivo ■■con­
puede, más o menos conscientemente, tomar servador", de un modo más simple, califica
el camino directo para polarizar el sistema, posiciones prácticas o ideas: el hecho de que
es decir para cavar ulteriorm ente la zanja se haga mas uso del adjetivo que del sustan­
entre los distintos batallones en donde las cir­ tivo deriva de la variedad de significados atri­
cunstancias favorezcan esta estrategia. El buidos al prim ero y es índice de la dificultad
caso más evidente es el de formas de "suplan­ de fijar naturaleza y fines del segundo, al pun­
tación” a la derecha o a la izquierda del table­ to que se ha llegado a negar directam ente su
ro político que generan a menudo reacciones existencia como concepto autónomo y uni­
en cadena. tario.
¿Qué significado tiene la existencia de un La inexistencia de una teoría política
alto o bajo grado de c. para una sociedad común a la que hayan referencia todos aque­
dada? Podemos representarnos inmediata­ llos que se definen o son definidos como con­
mente las consecuencias de un bajo grado de servadores junto a la poca propensión de los
c.. imaginando los resultados de una situación mismos conservadores a sistematizar sus p ro
en la que la motivación del comportamiento pias ideas y al abuso que del término se hace
de los individuos estuviese confinada exclu­ en el lenguaje cotidiano, ya sea político o no,
sivamente o al tem or de coerción o a la per­ ha llevado a reducir el c. a una actitud y a
secución de sus intereses particulares. La estudiarlo desde el punto de vista psicológi­
existencia de valores ampliamente comparti­ co, individualizando las motivaciones que lle­
dos se coloca, por lo tanto, como un elemen­ van a determinados individuos a asumir posi­
to fundamental de solidaridad: constituye, ciones consideradas en la práctica política
por asi decir, un aspecto importante del teji­ como conservadores. Tal modo de proceder,
do conectivo de una sociedad. L'na segunda sin embargo, si bien es útil en el campo de
I unción del c. es la de contener o reducir el la sociología politica o de la psicología social,
recurso a la violencia como mecanismo de se reduce para los contenidos de c. a aquella
resolución de las controversias. Por fin, el c. práctica política de la que dijimos ser extre­
puede ser visto como factor de cooperación, madamente confusa y no puede tomarse
como elemento que refuerza el sistema polí­ como prueba de la mayor o menor existencia
tico y ayuda a una sociedad a superar momen­ del concepto. Más útil es la posición de la
tos de dificultades como, por ejemplo, en el ciencia política por la cual el término c. indi­
caso de guerras o de crisis económicas. ca aquellas ideas y actitudes que apuntan al
mantenimiento del sistema político existen­
bibliografía J. Buchannn yG. Tullock, Cálculo te y de sus modalidades de funcionamiento,
del condenso: fundamentos lógicos de una demo­ y se ubican como contrapartida de las fuer­
cracia constitucional (1962), Madrid, Espasa- zas innovadoras. De esta manera, sin em bar­
Calpe; R.A. Dahl (comp.|, Political oppositions in go, la atención se concentra en la función del
Western democracies, New Haven, Yale Univer- c., al punto que su contenido es colocado y
sity Pres», 1966: H. McClosky, Consensus and delimitado en los términos de la función que
¡deology in American poli lies, en American Poli- está llamado a desempeñar. Si por lo tanto
tical Science Reviese. 2, LVlll (junio de 1964); H. la ciencia política individualiza en el c. un
Partridge, Consent and consensus, Londres, Pall carácter universal, haciendo de él una cons­
Malí, 1971: D.W’. Rae, The limits of consensual tante necesaria de la política, pierde de vista
decisión, en American Political Science Review, la especificidad del término. Se trata, en efec­
lxix (diciembre de 1975); R. Rose, Goveming to, de un resultado deseado, porque es una
wilhout consensus: an Irish perspeclive. Boston, preocupación común de psicólogos, sociólo­
Bcacon Press, 1971. gos y politólogos el evitar la fuerte carga emo­
tiva que le está conectada; en cuanto se ve en
[GIACO.MO SAXl] él. no sin razón, la causa primera de su arnbi-
CONSERVADURISMO ÍI9

ylidiad, si núes que, directamente, el elemen­ tan imprecisa como abstracta e improbable.
to que, mezclando los distintos significados C. y progresismo no tienen, en efecto, natu­
en los cuales el término es usado, le da una raleza especulativa, pero pueden ser usados
vida unitaria ficticia. sólo como símbolos de complejas tendencias
El reconocimiento de la existencia de esta de la historia occidental. El contenido del c..
carga emotiva es sin embargo un elemento de por lo tanto, puede aclararse sólo en el aspec­
importancia no descuidable y que va más allá to histórico, teniendo presente su alternan­
de los abusos de lenguaje de la crónica polí­ cia respecto del progresismo y la naturaleza
tica. para indicar una polaridad de la que está dinámica de este último. En su surgimiento
embebida toda la civilización moderna. Invir­ histórico los dos términos son inseparables
tiendo la preocupación de los polilólogos es del proceso de laicización del pensamiento
posible partir de tal carga y servirse de ella político europeo que, haciendo de la sociedad
como un indicio para llegar a una interpre­ el lugar de la completa autorrealización del
tación que identifique el c. sobre una base de hombre, hizo de la acción política un instru­
contenido y no sólo funcional. La polaridad mento liberador de la humanidad. El prece­
indicada arriba se revela en la constante rela­ dente pensamiento cristiano nunca se hahia
ción. no importa si más o menos implícita, en propuesto una alternativa c.-progresismo por­
la que el c. es colocado, en el uso común, con que su perspectiva histórica era. desde un
otro término extremadamente ambiguo \ punto de visia de valor, estática. Puesto que
complejo que podríamos, de mudo simbólico, el fin ultimo del hombre era ultraterreno, las
indicar como "progresismo". En una prime­ vicisitudes humanas en la historia no tenían
ra aproximación este ultimo estaría indican­ sino un tema, el de las tentativas, estructu­
do una actitud optimista respecto de las posi­ ralmente idénticas, de los individuos para
bilidades de perfeccionamiento y desarrollo adecuarse a los imperativos que tales fines
autónomo de la civilización humana y de cada planteaban. En una visión similar, términos
individuo en ella. En la relación que se ins­ como c. o progresismo son insensatos, por­
taura entre progresismo y c. este último se que presuponen una investidura de valores
coloca siempre como negación, más o menos absolutos en la historia. Ni siquiera el pen­
acentuada, del primero; surge en cuanto tal, samiento político clásico, por otra parte,
m ostrando asi su naturaleza alternativa, su habia podido proponérselos: porque, aun ubi­
existencia solamente en relación con una posi­ cando los fines humanos en el interior de la
ción progresista. Lo que nos da la razón de sociedad, y por lo tanto como fines políticos,
la notable tendencia de los conservadores a tenia una visión estática de la naturaleza del
no sistem atizar su propio pensamiento, que, hombre y, si se detenia en la historia, no veia
por su propia alternancia, no puede ser con­ en ella más que una marcha cíclica, raciona­
cluido y fijado de una vez para siempre sino lización de los mitos precedentes sobre el
que debe seguir de cerca la naturaleza diná­ tiempo sagrado. Las sociedades políticas, por
mica y la continua tendencia a la expansión lo tanto, debían seguir el mismo ritmo y, en
del progresismo. Si. por lo tanto, desde un sus diversas formas, si podían lograr una pro­
punto de vista progresista el c. aparece como pia perfección interior de estructura no esca­
inmovilismo, eso depende sólo de la necesa­ paban a la necesidad de una sucesiva deca­
ria perspectiva de aquél; mientras que a una dencia; pero, sobre todo, no podían realizar
visión global no puede escapar la naturaleza objetivos humanos absoluto', ulteriores res­
dinámica de la relación c.-progresismo y la pecto de aquéllos de su propia perfección for­
imposibilidad de determ inar analíticamente mal. El cambio social no se convertía, por lo
el contenido, eminentemente histórico, de los tanto, en un conflicto con signiticado de valor
términos que lo componen.1 en una visión histórica abierta y ascendente
hacia una perfección cada vez mayor.
11 ORIGENES HISTORICOS DELCONCEPTO. Una \c‘Z VÍS- El c. surge sólo como necesaria respuesta
ta la naturaleza del c. en la alternancia con a las teorías que. a partir del siglo xvm. se
el progresismo, es necesario reconducirlo a desprendieron de la visión antropológica tra­
su matriz concreta o se corre el riesgo de dar dicional para reivindicar para el hombre la
\ ida a una dialéctica absoluta c.-progresismo posibilidad no sólo de mejorar su> propios
320 CONSERVADURISMO

conocimientos y su propio dominio sobre lu desenvolvía simplemente en el mundo social


naturaleza, sino, a través de los unos y el otro, sino que se hacia su juez y podía pretender
lograr una comprensión cada vez mayor y, modificarlo en nombre de sus propios valo­
por lo tanto, la felicidad. El resultado tenden­ res autónomos (v. ilustración). Burke repre­
cial de estas teorías es hacer de la historia senta las posiciones de aquellos, interpretes
humana un proceso abierto y ascendente, y protagonistas de los profundos cambios
basado en una antropología revolucionaria en sociales, económicos y culturales acontecidos
la cual el individuo es núcleo activo, capaz de en la escena europea sobre todo a partir del
mejorarse haciéndose cada vez más racional. siglo xvi. que habían comenzado una munda-
Esto implicaba una ruptura con la tradición nización de la vida pero sin faltar a sus com­
cuyas consecuencias fueron un resquebraja­ promisos con el ideal de un universo moral
miento de la conciencia europea en el nivel fijo y ligado a un sistema de valores trascen­
cultural y político. No se trató de una esci­ dentes. Decidido adversario del radicalismo
sión en dos partes: pensamiento tradicional, ilustrado como revolución inmanentista, y
por un lado, ligado a modelos en los cuales por lo tanto de todo tipo de progresismo, Bur­
el poder político tenia raíces trascendentes ke comparte con él sin embargo la parte mun­
y estaba comprendido en una visión de la vida dana, cree que el hombre se realiza en la
tendiente a subestim ar el mundo, y pensa­ sociedad y que esta última tiene normas y exi­
miento progresista, por el otro. Si así hubie­ gencias propias que están determinadas con
ran sido las cosas no habríamos asistido al técnicas independientes de las usadas para
surgimiento de ninguna dialéctica, porque las conocer los imperativos del urden trascenden­
dos posiciones se excluyen reciprocamente y te. Es a causa de la existencia de este terreno
su confrontación ha llevado efectivamente a común que se desarrolla la dialéctica c.-
la práctica desaparición de la primera, que progresismo, correspondiente a dos interpre­
se identifica no con el c. sino con las teorías taciones distintas de la función de la políti­
reaccionarias. Lo que nos m uestra la distin­ ca, causadas por el diferente hincapié dado
ta naturaleza de reacción y c., a menudo erró­ al valor en el conocimiento científico y al sig­
neamente considerados el uno como la radi- nificado de la progresiva desintegración del
calización del otro. La escisión fue en reali­ orden jerárquico en la sociedad. Al mismo
dad triple, porque el progresismo se separó tiempo, en efecto, la tesis radical hacía del
decididamente —y eso fue lo que dio lugar al hombre una criatura exclusivamente históri­
c.— también de toda una serie de posiciones ca y capaz de adecuarse en la vida práctica
filosóficas, políticas y científicas que, aún sin a niveles de conocimiento cada vez más ele­
rom per el núcleo más íntimo de 1a tradición vado, a los cuales correspondían formas nue­
cultural europea, el llamado a valores tras­ vas y óptimas, por ser racionales, de convi­
cendentes y a la doble naturaleza del hombre, vencia social: la tesis conservadora conside­
habían modificado en él partes sustanciales, raba la naturaleza humana inmodificable por
Esto es particularm ente visible en el pensa­ la acción práctica, porque basaba sus raíces
miento del más clásico y mayor representan­ en una realidad extrahumana —la voluntad
te del c., Edmund Burke (1729-1797). Su ata­ divina—, con la consecuencia de que ni el
que a la Ilustración, no por casualidad pro­ conocimiento ni la acción política podían ser
vocado por el estallido de la revolución fran­ totalmente liberadores.
cesa, no es un ataque a él en cuanto filosofía Fijados de tal manera el nacimiento y la
que a través del vaciamiento sensualista de naturaleza del c.. no parece ser caso de seguir
la metafísica había hecho del mundo exter­ a través de las particularidades su desarro­
no el eje del equilibrio espiritual del hombre llo histórico ligado a la dinámica del progre­
y, por lo tanto, veía en la acción social el lugar sismo. Esto es tanto más verdadero cuanto
de la autoconciencia humana, porque tal filo­ que en el curso de los siglos xix y xx este
sofía formaba parte también de su mundo cul­ último se escindió a su vez en una serie de ten­
tural. Su reacción se dirigió sobre todo a la dencias y movimientos políticos antagónicos
idea activa que los ilustrados tenían de la entre si y el c. prosiguió su destino, de mane­
lazón individual, que la hacia medida de lo ra que seguir sus complejas vicisitudes se
real, con la consecuencia de que ésta no se hace una empresa bastante ardua. Esto no
CONSERVADURISMO 321

significa que haya perdido sus propias carac­ tos de un proceso dialéctico de crecimiento
terísticas de fondo, aun si la dinámica cada sino expresiones inmutables del propio pro­
vez más radical del progresismo lo ha llevado greso, capaces de ejecutarlo con su existen­
a abandonar los contenidos clásicos ligados cia y organización. No obstante, todo el c.
al pensamiento de Burke y a englobar partes parece, en estos casos, haber aceptado la tesis
cada vez más amplias del propio credo pro­ de un continuo desarrollo de la humanidad;
gresista. Eso sucedió sobre todo por la difi­ pero, para hacerla contraria a los fines del
cultad de mantener, tanto en el campo polí­ progresismo, es la interpretación que de ella
tico como en el cultural, la credibilidad de un se da, como progreso evolutivo por acumu­
vínculo entre moral y trascendencia y entre lación de conocimientos y experiencias —no
jerarquía y orden moral frente a los resulta­ como superación dialéctica del pasado— o
dos de la ciencia y a las consecuencias mate­ como teoría comunitaria que, haciendo de la
rialistas y racionalistas que de él se inferían. sociedad la fuente de la existencia individual,
La continua influencia de los temas de fondo da al poder político el derecho de guiar a los
del c. se revela, sin embargo, en un elemento individuos en el camino del progreso. En
constante: aquél que nos permite identificarlo ambos casos se niega el núcleo más intimo del
como tal aun en el siglo xix, es decir la inter­ progresismo, es decir la autonomía históri­
pretación de las sucesivas posiciones asumi­ ca del individuo, y se trata de estabilizar el
das por e¡ progresismo como momentos de universo moral del individuo sustrayéndole
estabilidad lograda y no de desarrollo. la responsabilidad y el poder de desarrollar­
En el curso del siglo xix el progresismo se lo y ejecutarlo. Conservadores, no tanto como
fue contruyendo sobre tres hipótesis funda­ juicio de valor sino en contraposición a la
mentales: la científica, que ha hecho de las dinámica del progresismo, han sido así suce­
ciencias naturales los modelos a im itar para sivamente la filosofía del estado de Hegel, el
el desarrollo de las ciencias humanas y del positivismo de Auguste Comte, el evolucionis­
propio hombre; la democrática, que ha visto mo liberal de Herbert Spcncer, el nacionalis­
en la extensión a todos los individuos del mo autoritario de inspiración romántica o el
poder de decisión en el campo político el imperialista. Todos, en efecto, han querido
resultado óptimo al que se debe llegar; la hacer de la común hipótesis sobre el progre­
materialista histórica, que ha hecho de la so de la humanidad y sobre la sustracción de
revolución de clases el prerrequisito del nece­ los fines humanos a un Dios trascendente un
sario progreso humano. Combinadas entre sí proceso necesario guiado desde el exterior,
en los mudos más diversos, estas hipótesis que, como se ha visto, contradice a las instan­
han servido como modelos interpretativos y cias y mitos progresistas más profundos.
como ideologías de los grandes cambios del
siglo pasado. Su dinámica progresista ha ni. conservadurismo y roDER poi.iiico. Alternati­
hecho imposible la estabilización de cualquier vo al progresismo, contrario a un planteo
nuevo equilibrio de poder, siempre desenmas­ radical de los problemas políticos, incierto en
carado como insuficientemente racional o cuanto a las posibilidades de desarrollo autó­
ligado a egoístas intereses de clase y derriba­ nomo de la humanidad, el c. ha pensado y pro­
do por tendencias más radicales. El c. se ha fundizado mucho más que el progresismo el
puesto, de vez en cuando, como defensor de problema del poder político. Se trata de un
tales equilibrios, interpretados como puntos hilo rojo que corre a lo largo de toda la histo­
de llegada, capaces, si se hacen estables, de ria del c. y cuya importancia para la compren­
satisfacer las exigencias humanas. Típica sión de este último es capital. La perspectiva
para este propósito es la historia de movi­ histórica abierta del progresismo es en efec­
mientos como el liberalismo, el nacionalismo to tendencialmente apolítica, en cuanto cree
y el socialismo, surgidos con la teorización de que el hombie, como ser fundamentalmente
un particular elemento progresista e indivi­ libre y racional, es capaz, en potencia, de
dualista, pero que, institucionalizados en sis­ crear comunidades donde la coacción está
temas políticos o en partidus, bajo el impul­ ausente y domina una espontánea coopera­
so de quien detentaba el poder han dado vida ción. El poder político se hace asi un limite
a teorías que ya no hacían de ellos momen­ a superar, un momento represivo que no tie­
322 CONSERVADURISMO

ne realidades propias y cuyas verdaderas for­ del siglo xx ha desplazado de tal modo los
mas es necesario volver a buscar en intere­ términos del problema que la antítesis c.-
ses egoístas y en la explotación ligados al progresismn hasta aquí examinada, por estar
todavía imperfecto estado de la sociedad. El todavía viva en el lenguaje político, podría
c., en cambio, que parte de la conciencia de considerarse en crisis. La entrada de las
un limite intrínseco al hombre, lejano y ale- masas en la escena política ha representado,
jable, pero siempre presente, es conducido a en la prim era parte del siglo, la principal
ver en el poder, en la coacción política, un pesadilla del c. —véase por ejemplo el pensa­
momento necesario de la sociedad. íntima­ miento de José Ortega y Gasset—, que no
mente ligado a la finitud humana. Profunda­ podía considerarlas capaces de razón y de
mente ambiguo v demoniaco, el poder políti­ acción independiente. De ahi los llamados
co es. para el c.. el cemento de la sociedad que, conservadores al individualismo, cuya expre­
cualquiera que sea su estructura, sin él cae­ sión más alta es el neoconservadurismo esta­
ría en la anarquía. Al mismo tiempo, sin dunidense de inspiración burkeana. Con un
embargo, justamente en cuanto confiado a los tono optimista desconocido en Europa, éste
hombres, el poder es intrínsecamente tiráni­ surgió en los años cincuenta como respuesta
co si no es controlado. De ahí la constante a la creciente despersonalización de la socie­
preocupación por los mecanismos políticos dad de musa, a la que el propio progresismo,
de limitación del poder y, sobre todo, por la con su mito de una planificación social del
supremacía de la ley que, a menudo, el c. ele­ desarrollo, no parece capaz de obviar. Una
va a tabú intocable en cuanto instrum ento dialéctica similar en años tan recientes repre­
prim ario de estabilización de los procesos senta un brillante caso limite, provocado por
sociales. En esta defensa del poder político las particulares condiciones de Estados Uni­
como condición imprescindible —que se tra­ dos, y no modifica sustancialmente la impre­
ta de controlar y no de destruir— de la con­ sión de una crisis tanto del c. como del pro­
vivencia social, el c. ha hallado el modo de gresismo. Este ultimo ha creído por mucho
reaccionar a la continua ventaja que le lleva tiempo poder obviar los problemas m ateria­
el progresismo. les causados poi la sociedad de masas v por
Una reacción, sin embargo, que sólo rara­ la ruptura del equilibrio de los consumos por
mente ha desafiado a este ultimo por ser inca­ él mismo provocada, como asi también de
paz de desarrollar, luego de la observada ren­ poder continuar en el nuevo ambiente su pro­
dición del c. a los reclamos del cientificismo, pio discurso libertador, sirviéndose de! apor­
la herencia del límite del hombre y por lo tan­ te de las ciencias naturales, de la técnica y de
to imposibilitada de oponerse eficazmente al las nuevas ciencias sociales y de la organiza­
mesianismo cienlifista e historicista del pro­ ción. El c., a su vez, ha terminado por ver en
gresismo. De este modo el c. ha perdido a prio­ ellas la posibilidad de una educación de las
ri —en el terreno moral y emotivo— su bata­ masas en cuanto al orden: pero la ciencia se
lla politica contra una cada vez más radical ha venido imponiendo cada vez más por sí
democratización de la sociedad y ha hecho misma, provocando la crisis de los valores
estéril también su propia contribución al políticos de c. y progresismo y la convergen­
estudio del poder, indudablemente su parte cia de ambos sobre el terreno común del desa­
vital. Reducidos en efecto a defender como rrollo económico-social.
definitivos sistemas políticos justificados sólo El segundo se ha identificado con las reglas
por su apertura al cambio, los conservadores, organizativas del desarrollo, aceptadas como
carentes de una articulada visión del hombre objetivas y dotadas de una lógica propia e
que oponer a la de los adversarios, no han insuperable, aunque de tipo probabilista.
tenido el modo de preservar la sustancialidad Actuando asi. sin embargo, ha hecho suya la
del poder contra la reducción a interés egoísta tendencia conservadora de rechazar una con­
o a problema organizativo hecha de ella por tinua ventaja y de estabilizar los contornos
el progresismo. de la dinámica social; con la consecuencia de
que lo que el c. quería obtener sirviéndose del
tv. e l c o n s e r v a d u r is m o e n F.L s ig l o xx El adve­ poder político es ahora propugnado por la
nimiento de la sociedad de masas en el curso objetividad de las reglas organizativas. El c.,
CONSTITUCION 123

conquistado por la aparente objetividad de ca y partidos en los Estados Unidos, Buenos


valores de la ciencia, no ha salido vencedor Aires, tf.a, 1963; H. Schelsky, Syslemüber\vin-
de tales desarrollos porque, habiendo cambia­ dung, Demokratisierung und Gewaltenteilung,
do su propio ontologismo tiloso!ico por los Munich, C.H. Beck, 1973; P. Viereck, Conserva-
valores prácticos originados por las ciencias tism revisited: lite revolt against revolt, Nueva
naturales, ha traicionado su razón de ser, que York, 1949; E. Voegelin, Nueva ciencia de la polí­
era la de defender la estabilidad social en tica (1952), Madrid, Rialp, 1968; K.L. von Hallcr,
nombre de una filosofía de la limitación Restuuratiun der Stuals-Wissenschafl (I816-34|,
humana, y ha hecho suyos, aunque de modo reed. anast., Aalen, Scicnlia, 1964.
indirecto y ambiguo, el secularismo y la
visión histórica abierta a los cuales quería [ri/IANO BONAZZI]
oponerse.
Dudo el origen histórico de la contraposi­
ción c.-progresismo, no sería sorprendente si
se asistiese a su ocaso, al menos en los tér­ constitución
minos hasta ahora conocidos por nosotros, y
a su sustitución con una iorma política auto- I LOS SUPUESTOS Dfc U S CONSTITUCIONES L'ONTF.MPO-
justificante dominada por la coacción obje­ raneas. Todo ordenamiento estatal ha tenido
tiva de las reglas del desarrollo económico- siempre un complejo de principios organiza­
social. Frente a ella ya no podría ponerse un tivos propio que lo caracteriza y lo distingue
nuevo planteo conservador como freno polí­ de otros, pero sólo en tiempos relativamente
tico —en este sentido su Iunción ya ha sido recientes se ha difundido y consolidado la
asumida por el nuevo orden científico como convicción de que estos principios deben ser
propia variable, siendo un ejemplo todo lo concentrados en un documento forrn. I llama­
afirmado por la ciencia de la política; pero, do c. Las prim eras c. fueron introducidas en
recuperada su propia inspiración originaria, el marco de un proceso de limitación y Irag-
como reflexión de la relación libertad-limite mcntación del poder absoluto tal como se
en el hombre y como crítica del finalismo lai­ habia afirmado en las monarquías europeas.
co de la idea de progreso. Por ello, todavía hoy al propio concepto de
c. se le considera a menudo coincidente con
BIBLIOGRAFÍA: R. Blake, The Conserva ti ve Party el de poder político repartido entre varios
{rom Peel to Churchill, Londres, Eyre and Spot- órganos constitucionales de modo que se
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ler (comp.). Dio l'topie der Konservativen, mero en su versión oligárquico-censataria y
Munich, Piper Verlag. 1974; F.A. Hayek, L ’ahu- después en la democrática. Pero con el inicio
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Vallecchi, 1969; J. Ortega y Gasset, La rebelión estado de los soviet, asi como el autoritario
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Milán, Mursia, 1970; C. Rossiter, Conservatism mula de la c. como garantía, aunque sí apor­
in America: thc thanklcss persuasión, Nueva taron una profunda corrección al preverse
York, Raridom House, 1962"; C. Rossiter, Políti­ que la garantía, únicamente asegurada a
324 CONSTITUCION

quien comparte la ideología oficial, de signo su parte pueden ser muy variados, puesto que
distinto, de donde casi siempre se acaba por en concreto el concepto que está en la base
llegar a un partido único. de toda forma de estado o régimen político
Antes bien, junto a las funciones reseñadas acaba por influir de manera determinante en
se han firmado e incluso han adquirido supe­ el texto constitucional.
rioridad otras funciones de la c., todas ellas
presentes ya en las c. liberales. Una de ellas II INSUFICIENCIA DEL CONCEPTO FORMAL DE CONSTITU-
es la función propiamente "constitutiva" del cion .Según la doctrina jurídica, por c. se
documento constitucional: la c. atestigua ante entiende aquellos principios que están en la
la comunidad internacional el surgimiento de base del sistema normativo de lodo ordena­
un nuevo componente que se afirma como miento, con referencia a un número variado
sujeto con pleno derecho de la misma. Esto de entes, como los estados, las organizacio­
explica cómo, después de la independencia, nes internacionales, la comunidad internacio­
todos los nuevos estados se apresuran a pre­ nal. Cualquier ente, público o privado, tiene
sentarse de modo formalmente positivo en la los propios principios básicos indispensables,
escena internacional en tanto dotados de una y por lo tanto una c. propia, pero sólo los
c. propia. Intimamente conectada con la fun­ entes llamados originarios (o sea autolegiti-
ción constitutiva está la de la estabilización mantes) se consideran portadores de una c.
y racionalización de un determinado orden que vale y obra también por todos los entes
del poder. La c. es un punto firme, una base considerados derivados y que se justifican
coherente y racional para los titulares del sobre la base de aquélla, los cuales están
poder político que buscan con su trám ite dar diversamente coligados y dependientes del
estabilidad y continuidad a su concepto de ordenamiento del ente originario; esto vale
vida asociada. especialmente para los entes públicos inmer­
En forma contextual, a la c. se le agregan sos en el ordenamiento estatal.
múltiples garantías en defensa de la ideolo­ Circunscribiéndonos a la c. del ente esta­
gía dominante y de las instituciones consti­ do. adquiere relieve la extrema dificultad
tucionales fundamentales, por conducto de para delim itar con claridad los principios
distintas modalidades, que van desde el veto normativos esenciales que se han señalado,
de revisión constitucional, hasta las garantías aun si en abstracto se afirma que éstos debe­
propuestas de sanciones penales, un sistema rían ser los lógicamente prioritarios, con
orgánico de controles jurisdiccionales y la preeminencia sobre aquellos principios no
organización de la administración m ilitar y indispensables, y en condiciones de revelar­
civil. se como permanentes, es decir: las decisiones
Junto a la función constitutiva que legiti­ esenciales sobre la forma de estado o régimen,
ma al nuevo estado, la c. puede tener la fun­ sobre la organización y las funciones de los
ción más limitada de legitimación de un nue­ poderes públicos, sobre los derechos y los
vo titular del poder político. Esto explica por deberes de los ciudadanos. Se ha observado,
qué, sobre todo en los estados nuevos, a cada con exactitud, que la esencialidad de los prin­
subversión interna mediante un golpe de esta­ cipios está estrechamente conectada a un jui­
do siga la adopción de una nueva c. que no cio de valor diversamente condicionado por
siempre tiene contenidos radicalmente distin­ perfiles históricos y políticos que hacen difí­
tos de la precedente que ha sigo abrogada. cil su enunciación en términos absolutos.
La c. tiene pues una función de propagan­ Esta seria posible si se aceptase la hipótesis
da y de educación política. Esto puede verse normativista que considera como principio
fácilmente en las c. de alto contenido ideoló­ último condicionante del sistema la llamada
gico —como la revolucionaria francesa, la norma de la norma, o sea aquélla que condi­
socialista, la de las repúblicas islámicas— en ciona la producción de normas generales,
las que el texto contiene no sólo normas orga­ especialmente a través de la legislación: sin
nizativas sino sobre todo principios de direc­ embargo, se ha observado que tal norma ter­
ción e impulsos de activación de las masas. mina por presuponer como ya constituido el
Si esas premisas son las funciones constan­ ordenamiento, sin aclarar sobre cuál base.
tes que las c. llevan a cabo, los contenidos por En el mejor de los casos se delinca la con-
CONSTITUCIÓN M5

corduncia subre la insuficiencia del recurso III. CONTRASTE ENTRE ESTATICA Y DINAMICA DE UN
al criterio formal de identificación de lus prin­ ORDENAMIENTO ELCONCEPTO MATERIAL DE CONSTITU­
cipias esenciales. En efcclu, teniendo en cuen­ CION La formalización es por lo tanto un
ta la tendencia a aduptar la forma escrita intento de cristalización de los principios
para enunciar la c. se ha intentado especifi­ esenciales, pero como intento está en genera!
car como constitucionales las disposiciones destinado a dar resultados engañosos. En reali­
incorporadas siguiendo procedimientos refor­ dad, si es natural que el poder constituyente
zados, es decir distintos de los seguidos por intenta imponer a los órganos directivos de
las legislaciones normales, imputados a órga­ un ordenamiento líneas de acción conforme
nos dotados de poder constituyente. Pero la a In propia concepción de las relaciones polí­
tendencia a una particular formalización de ticas y sociales, no está dicho que el sistema
los preceptos constitucionales no significa pueda limitarse a imprimir el propio desarro­
que éstos están necesariamente limitados a llo a principios de conservación. Evoluciones
aquéllos insertos en un texto ad hoc ni que o involuciones pueden preverse con más o
aquéllos formalmente declarados mantengan menos precisión. Por lo demás, a menudo son
siempre su importancia originaria. Es indu­ las mismas directivas queridas por el consti­
dable que la recurrencia a formas extremas tuyente las que producen consecuencias
puede hacer presum ir que las mismas recu­ inconciliables con los principios básicos.
bren un contenido de principios realmente Estos signos indican cómo una de las carac­
esenciales para un ordenamiento determ ina­ terísticas inevitables de todo ordenamiento
do. La forma escrita —claram ente afirm ada es la búsqueda de conciliación entre el siste­
a pesar de la permanencia de c. preferente­ ma tendencialemente estático de sus normas
mente consuetudinarias, como la inglesa, y la originarias y las orientaciones impresas por
presencia de costum bres constitucionales en las direcciones políticas que los órganos cons­
todo tipo de ordenamientos— responde a evi­ titucionales formulan bajo el empuje dinámi­
dentes razones de técnica organizativa de los co de las fuerzas sociales. Tal dinámica pro­
ordenamentos políticos, en cuanto tiende a voca un continuo estado de tensión que some­
asegurar una estabilización de estructuras, te a intensos estímulos los principios forma­
estando afectada aún hoy por el perfil garan- lizados en la c. Más allá de la hipótesis del
tista impreso por las teorías del constitucio­ progresivo distanciamiento de la realidad
nalismo, como asi también por la estabilidad constitucional de los principios formalizados,
y conservación de valores ideológicos y polí­ es posible observar que, más en general, los
ticos y de intereses individuales y colectivos. principios formales representan una parte de
Además, la forma escrita parece siempre ¡a c. que puede ser comprendida sólo ponien­
tener, con mayor o menor intensidad, un sig­ do el acento en principios sustanciales, lo que
nificado instrumental debido a las ideologías es particularmente evidente ya sea en la hipó­
de las que un ordenamiento es portador, tan­ tesis según la cual no exista c. escrita conte­
to en el caso de las llamadas c.-balance, en las nida en un documento unitario —como es el
que en polémica con el pasado se hace un caso, frecuentemente puesto como ejemplo,
ajuste de cuentas de los resultados obtenidos de Gran Bretaña— o bien cuando se da cuen­
desde el punto de vista político, como sobre ta de la no correspondencia entre principios
todo en el caso de las llamadas c.-programa, formales preexistentes y realidad constitucio­
que expresan de m anera particularm ente nal subyacente, como en el caso del último
explícita un sistema orgánico de directivas a periodo de vigencia del ordenamiento estatu­
aplicar a breve, medio o largo plazo. Tal ten­ tario italiano posterior a la afirmación del fas­
dencia propagandista ha llevado a una pro­ cismo.
gresiva ponderación de los textos constitucio­ La doctrina de la c. en sentido material
nales hasta am pliar especialmente las dispo­ interviene para ofrecer una justificación de
siciones en materia económica y social, sobre­ las relaciones entre perfil normal y perfil sus­
pasando las simples disposiciones organiza- tancial de las c. En su formulación más per­
torias relativas a la repartición y al uso del suasiva ella pone un acento en el papel deter­
poder político (contraposición entre c. largas minante desarrollado por lus fuerzas políti­
y c. cortas). cas en la fijación de los principios organiza-
« f. CONSTITl CIO.N

ti vos y funcionales esenciales para la vida de Por las razones que se acaban de exponer,
un ordenamiento. De tal mudo se efectúa una la doctrina de la c. material muestra que el
decisiva revaluación del papel que desempe­ principio normativo originador y justifican­
ña la realidad social, nunca más confinada a te de un ordenamiento, o sea la c. por exce­
lo prejurídico. El elemento social del estado lencia. consiste en la fuerza normativa de la
se perfila como ya ordenado en torno a un voluntad política, con una aplicación realis­
núcleo de principios que contribuyen a d ar­ ta del principio de efectividad (principio que
le una configuración política propia. En su desde distintas perspectivas es también uti­
seno puede delinearse un elemento dominan­ lizado. en última instancia, por la misma doc­
te. titular y gestor del poder, diferenciado del trina norm ativista cuando trata de especifi­
que aparece dominado, o bien —en los orde­ car, procediendo al revés, una justificación
namientos democráticos en donde se tiende última de la norma graduada sistemáticamen­
a negar al menos teóricamente una contrapo­ te). La c. material esta por lo tanto en condi­
sición asi de rígida— una participación nece­ ciones de presentarse como la real fuente de
saria de tuda la base social en el poder polí­ validez del sistema (y por lo tanto también de
tico procurando tener la mayor correspon­ la c. formal), de garantizar la unidad duran­
dencia posible entre estado-comunidad y te la valoración interpretativa de las normas
estado-aparato: en ambos casos son las fuer­ existentes y de completar las lagunas, de per­
zas piditicas las que están en condiciones de mitir la especificación de los limites de la con­
caracterizar el ordenamiento que ellas expre­ tinuidad y de las mutaciones del estado
san, los principios y los fines constituyentes teniendo en cuenta la misma como paráme­
de la c. material. tro de referencia. Son. por lo tanto, los prin­
Con base en tal ordenamiento se determ i­ cipios constitucionales sustanciales los signos
na cómo existen, en cada ordenamiento, nor­ que desempeñan un papel esencial para !a
mas constitucionales —en general formaliza­ comprensión de una c. Precisamente a éstos
das en un texto ad hoc, pero también conte­ se debe hacer referencia para detectar la esen­
nidas en diversos textos o teniendo un carác­ cia intima. Las normas constitucionales for­
ter meramente consuetudinario o convencio­ males, donde existen, constituyen en general
nal— relativas a las decisiunes fundamentales un punto necesario de partida en el proceso
respecto de la organización del estado- interpretativo, pero seria absurdo pretender
aparato (en particular: utilización del princi­ basarse sólo en el. pues numerosas institucio­
pio de concentración y de separación en la dis­ nes formalmente inmutables en el tiempo ter­
tribución de las competencias, del principio minan teniendo un significado útil solamen­
de la paridad o de la gradación en la utiliza­ te si se tiene en cuenta el valor sustancial
ción de la misma), respecto de la organización efectivo que han ido asumiendo.
del estado-comunidad (régimen de autono­
mías públicas y privadas), respecto de las IV LAS MODIFICACIONES DE LACONSTITUCION El con­
relaciones entre aparato y comunidad (régi­ junto de decisiones que se derivan de las
men de las relaciones autoridad-libertad), res­ determinaciones, explícitas o implícitas, de
pecto, en fin. de las relaciones entre estado- las fuerzas políticas que controlan el ordena­
ordenamiento y comunidad internacional y miento constituye su c. y sólo ésta. Tomando
similares. Tales normas derivan y están con­ dicha c. como parámetro, se puede señalar el
dicionadas por un principio originario que problema de sus modificaciones o transfor­
constituye al misino tiempo el núcleo efecti­ maciones, dependiendo de si los procesos evo­
vo de toda la organización constitucional. lutivos permiten o no reconocer la permanen­
Este principio es la resultante del juego de las cia de las características de identificación
fuerzas políticas que se mueven en el orde­ señaladas anteriormente. En sentido técnico,
namiento, la elección de la base que condicio­ se dice que en el segundo caso nos encontra­
na todos los demás principios de la vida social mos en presencia de la acción de un poder
y política (sin embargo, según algunos son las constituyente, en tanto que en el prim ero de
mismas fuerzas políticas dominantes las que un simple poder de revisión.
se plantean directamente y en cuanto tales Y lo que caracteriza, en efecto, al poder
como principios). constituyente es no sentirse ligado, en sus
CONSTITUCIÓN 327

determinaciones, por un sistema jurídico das respecto de las seguidas en término medio
preexistente: es completamente libre en la por las leyes, y los procedimientos por lo tan­
elección de sus propias finalidades. No suce­ to se agravan o refuerzan, dándose particu­
de lo mismo con el poder de revisión que está lar importancia a las modificaciones de la c.
limitado por lo menos por la obligación de no formal (c. rígidas, como las vigentes en Italia).
renunciar a los lincamientos que caracterizan A veces las modificaciones no adquieren un
el sistema jurídico vigente y que se conside­ carácter general sino que se circunscriben a
ran como limitaciones a su uso concreto: se hipótesis individuales: el carácter derogato­
reconoce que el poder de revisión está ínti­ rio de las mismas está señalado en la califi­
mamente ligado con una exigencia de garan­ cación de rupturas de la c. con la que son espe­
tizar una cierta c., en cuanto que tiende a cificadas.
adaptarla, a través de procedimientos formal­ Todas las hipótesis señaladas expresan
mente compatibles con la misma, a las nue­ modificaciones tendencialmente duraderas.
vas exigencias, conservando sus rasgos esen­ Es distinta la modificación de suspensión de
ciales y evitando recurrir a expedientes extra- la c. que se refiere a una modificación única­
jurídicos (ajenos al ordenamiento en cuestión mente temporal, justificada en general por la
y que serían, en última instancia, manifesta­ exigencia de conservar la c. material, como
ción de un poder constituyente). En sentido sucede cuando se instauran regímenes de
lógico, el poder de revisión está subordina­ emergencia interna o externa (estado de sitio
do por lo tanto al constituyente que es el úni­ y estado de guerra). En esas hipótesis las
co capa/, de establecer y modificar radical­ modificaciones afectan a la organización y al
mente la c. en sentido material. Por consi­ funcionamiento de los órganos constituciona­
guiente, tudas las veces que se encuentren les y, en especial, el régimen de libertades
modificaciones que prescinden del respeto de garantizadas constitucionalmente. La cesa­
las lineas esenciales del ordenamiento —o sea ción del régimen derogatorio de emergencia
de la c. material, que como se señala es el deja sin justificación la suspensión, y el regre­
núcleo del mismo o su supervonstitución— no so a la normalidad significa la reanudación
se trata de un problema de aceptación de un de la plena eficacia de la c., que mientras tan­
ordenamiento preexistente sino de un nuevo to sigue siendo formalmente válida.
ordenamiento condicionado por un poder
constituyente propio. Existe, en cambio, iden- V IA ASA.MBI.KACONSTITUYENTE Y UAS CARACTERISTI­
lilicabilidad cuando las modificaciones no CAS de ia nuevaconstituclóN. La c. italiana que
afectan la c. material. entró en vigor el 1 de enero de 1948 sustitu­
Entendidas de este modo, las modificacio­ yó al estatuto albertino, que aun con las pro­
nes pueden conligurarse de acuerdo con dis­ fundas modificaciones aportadas a las insti­
tintas hipótesis. Cumplen una (unción impor­ tuciones constitucionales durante el fascismo
tante las modificaciones que se producen len­ y después, durante el periodo de transición
tamente como consecuencia de la evolución que siguió a los hechos del 25 de julio de 1943,
y se realizan poco a poco en el tiempo a tra ­ había sido la base del ordenamiento italiano
vés de la evaluación que hacen los órganos por un siglo.
constitucionales, la magistratura y el elemen­ La Asamblea Constituyente elegida por el
to social de los principios constitucionales. método proporcional llegó a aprobar la nue­
Se puede llegar a la formación de costumbres va c. mediante un pacto constitucional al que
contra y preler c., o a la formación de conven­ le daban aportaciones exponenles de partidos
ciones de la c. derivadas de acuerdos entre los vinculados a líneas ideológico-progrumáticas
órganos titulares del poder político. divergentes entre si: la inspiración liberal,
Las modificaciones consagradas en proce­ católica y socialista es más o menos fácilmen­
dimientos formales constituyen el núcleo de te detcclable en las diversas normas que com­
los procedimientos de revisión que, en algu­ ponen el texto constitucional y, de manera
nos ordenamientos, no requieren formas dis- más general, surge del complejo de la cons­
tintas de las usadas para la adopción de las trucción constitucional. Del compromiso
leyes (c. flexibles), en tanto que en otros se constituyente — inevitable si no se quería
requieren formas más complejas y diferencia­ arriesgar una imposición unilateral y autori­
328 CONSTITUCION

taria de una c. partidista— nace un mecanis- no parlam entario a típico, en cuanto que el
mu institucional que en buena parte remite jefe del estado tendría una posición recono­
a actuaciones y realizaciones sucesivas y que, cida que va más allá del simple mediador neu­
justo por su origen comprometido, tenía un tral entre el parlamento y el gobierno, ya que.
carácter polivalente que se prestaba a inter­ además del poder de disolver anticipadamen­
pretaciones potencialmente divergentes de te las cámaras, tendría en particular el poder
los preceptos formales de la c. La remisión de veto de suspensión en materia de promul­
a sucesivas decisiones del gobierno y del par­ gación de las leyes del parlamento, además
lamento comportaba pues una dilación en el del de autorizar la presentación de los pro­
tiempo de decisiones fundamentales y prorro­ vectos de ley gubernamentales, del de nomi­
gaba la necesidad de acuerdos entre partidos nación de senadores y jueces contitucionales,
políticos que ya se había logrado en el cons­ del de presidir importantes órganos colegia­
tituyente. La necesidad de una presencia con­ dos: poderes todos que reconocen su función
junta en todos los niveles conducía a una autónoma en el desenvolvimiento de la vida
generalización del principio proporcionalis- constitucional.
ta como apoyo a la legislación electoral y De acuerdo con una interpretación difun­
como base de la formación de las decisiones dida, la función de dirección política —o sea
de dirección de los órganos electorales. La el conjunto de actividades que adaptan día
nueva c. no podía dejar de situarse en una tras día los principios constitucionales a las
posición de antítesis en relación con el régi­ exigencias cambiantes del estado— le corres­
men anterior, estructurándose en una forma ponde ante todo el cuerpo electoral, en cuan­
republicana de estado, confirmando la pros­ to depositario de la soberanía, que evaluan­
cripción del fascismo y sosteniendo su natu­ do los programas de los partidos selecciona,
raleza democrática. De acuerdo con la inter­ a través de procedimientos electorales, su
pretación que parece más segura, el signifi­ propia representación parlamentaria. Ya que
cado de la calificación democrática consiste la intervención del cuerpo electoral es espo­
en la identificación tendencial entre comuni­ rádica por naturaleza, dada la complejidad de
dad y aparato —a través de la valorización del las posibles consultas, el núcleo de los pode­
cuerpo electoral mediante el sufragio univer­ res de dirección radica en el parlamento, con
sal en el nivel nacional y local, el referéndum, una estructura bicameral; pero también este
la iniciativa popular, el derecho de petición, último es un cuerpo demasiado amplio, por
la apelación al pueblo después de la eventual lo que en su seno, después de la aprobación
disolución anticipada del parlam ento— y en de un programa político, se establece un cole­
la tutela de las minorías —a través de las gio restringido fiduciario de la mayoría par­
garantías sin discriminación de los derechos lamentaria. Se trata del gobierno, formado
de libertad y sobre todo del asociacionismo por el presidente del consejo y por los minis­
político, el pluripartidism o, la indefectibili­ tros que están a la cabeza de los distintos
dad de la oposición parlamentaria, el recono­ departamentos administrativos. El gobierno
cimiento del potencial alternarse en el poder es un órgano de dirección por excelencia, res­
de fuerzas políticas antagónicas. ponsable constantemente ante el parlamento,
La fórmula organizativa elegida para el fun­ y la c. le ha confiado una función particular
cionamiento del estado-aparato fue la del a su presidente, en cuanto supremo coordi­
gobierno parlamentario, que entraña un nador y centro de impulso de las orientacio­
gobierno nombrado por el jefe del estado pero nes políticas y administrativas.
que es la expresión de la mayoría parlam en­ El gobierno y la mayoría parlam entaria se
taria de cuya confianza debe gozar constan­ encuentran unidos por vínculos constantes de
temente. Existen numerosísimos ejemplos de colaboración, en cuanto que una parte consi­
sistemas definidos como de gobierno parla­ derable de la dirección se manifiesta a través
mentario, aunque parece cierto que no exis­ de las leyes del parlamento, promovidas por
ta un gobierno parlamentario-tipo que pue­ iniciativa gubernamental. En ese sentido, la
da tomarse como punto de referencia para dirección es una dirección política de mayo­
una definición. En general, se dice, sin embar­ ría. en cuanto que esta ligada necesariamen­
go, que la c. exige una república con gobier­ te al gobierno y a la mayoría que lo expresa.
CONSTITUCION Í29

Pero existe otro tipo de dirección, que no debe to. El ciudadano, como individuo o como par­
contundirse con éste y que se considera que te de asociaciones, está capacitado para par­
tiene por objeto esencialmente la realización ticipar en las decisiones tanto en el nivel local
y la tutela del respeto de la c. Esta dirección, como en el nivel nacional. Junto con el estado-
que no debería sobreponerse a la mayoría, aparato, que sigue siendo el gestor más
especialmente en lo que concierne a la con­ importante del poder politice y manifestación
secución de fines contingentes, se define de tuda la colectividad nacional, se estable­
como constitucional y es ejercida por el jefe cen numerosos entes representantes de las
del estado y por la corte constitucional, garan­ colectividades territoriales menores, entre las
tes ambos de la c.. el uno incorporado en el que revisten una importancia particular las
proceso político que reconoce como protago­ regionales. El poder se distribuye entre el
nistas a los órganos constitucionales y la otra estado y las entidades territoriales y entre
ajena a aquél. Obviamente, si se toma en cuen­ estas últimas, de acuerdo con criterios que
ta lo que se dijo más arriba acerca de la ampli­ incluyen también la reserva exclusiva de áreas
tud de los poderes presidenciales, no siempre de decisión a las entidades menores, aun den­
es fácil reducir la función del jefe del estado tro del respeto del principio de la unidad
a la de simple guardián de la constitución. nacional que exige que el estado siga siendo
Junto con los órganos orientadores, la c. la entidad soberana aunque acondicionada de
prevé órganos auxiliares de éstos: el consejo diversas maneras por las autonomías locales.
de estado y el tribunal de cuentas, derivados Una garantía más la ofrece el carácter rígi­
del ordenamiento anterior, y el consejo nacio­ do de la c. que entraña la revisión de sus nor­
nal de la economía y del trabajo, de nueva mas, excepción hecha de los principios esen­
creación, destinado a asegurarle al parlamen­ ciales, a través de un procedimiento reforza­
to y al gobierno la colaboración de la repre­ do (doble votación parlamentaria y mayorías
sentación de los intereses económicos y socia­ calificadas). La rigidez constituye una remo­
les. La institución de un consejo superior de ra para las modificaciones aventuradas, pero
la m agistratura tiene una importancia parti­ al mismo tiempo permite hacer las revisiones
cular, y es garante de la independencia del que se presentan como indispensables, con el
poder judicial respecto del ejecutivo. fin de lograr cambios legales y no revolucio­
Hemos señalado la función de garantes nes contrarias de hecho a la c. Después se
asignada al jefe del estado y a la corte cons­ constituyó un órgano adecuado para asegu­
titucional. En realidad casi todos los criterios rar de manera uniforme la adaptación de la
organizativos seguidos en la estructuración legislación a los principios constitucionales:
de la comunidad y del aparato responden a la corte constitucional, llamada a pronunciar­
la exigencia de una amplia tutela del sistema, se a través de procedimientos de tipo juris­
sobre todo con el fin de e \ita r riesgos análo­ diccional. cuyo juicio negativo implica la anu­
gos a aquellos en los que incurrió la demo­ lación para todos los efectos de una ley del
cracia parlam entaria prefascista. La exigen­ parlam ento y de los actos equivalentes.
cia de garantizar las nuevas instituciones lle­ Para concluir estos rasgos generales, hay
vó a la redacción de una c. amplia, que se pro­ que recordar la actitud del constituyente res­
pusiera llevar a la práctica una disciplina lo pecto de las relaciones con ordenamientos
más minuciosa posible de la distribución del ajenos al estatal: separación e independencia
poder y de su uso en relación con la autono­ reciproca respecto del ordenamiento de la
mía pública y privada. Por este lado, junto con iglesia católica, pero con la aceptación de los
las referencias a la reglamentación posterior llamados pactos de Letrán: incorporación del
en m ateria legislativa, a través de numerosas ordenamiento italiano en el de la comunidad
resen-as legales, encontramos disciplinas ana­ internacional y la adaptación a las costum­
líticas de algunas instituciones, dentro de la bres que se consideran vigentes en este últi­
misma c., con el objeto de lim itar los riesgos mo. En oposición a la política de prestigio del
de desviación por parte del poder político. régimen pasado y de acuerdo con las orien­
A la misma exigencia de garantía le corres­ taciones de política internacional y constitu­
ponda una amplia articulación del poder polí­ cional sostenidas, se establece el rechazo de
tico en el seno de la comunidad y del apara­ orientaciones expansionistas en las relacio­
330 CONSTITUCION

nes interestatales, con la decidida afirmación poner en funcionamiento la corte constitucio­


de una concepción pacifista que considera el nal lúe causa de una agravación de ese incon­
recurso de la guerra de defensa sólo cuando veniente, en cuanto que la m agistratura, que
se sufran agresiones y que acepta limitacio­ se había convertido en árbitro de las decisio­
nes de la soberanía del estado con la condi­ nes acerca de la conslitucionalidad de las
ción de reciprocidad, a fin de promover un leyes, aunque con efectos limitados para el
orden pacifico aun a través de la institución caso examinado, empezó a distinguir entre
de entes internacionales. normas constitucionales directamente pre­
Finalmente, revisten no poca importancia, ceptivas y normas preceptivas con eficacia
aun cuando no estén organizadas y sean frag­ diferida o hasta simplemente programáticas,
mentarias, las normas que tienden a garanti­ restringiendo sensiblemente el número de las
zar la subordinación de la organización mili­ prim eras y dejando como letra muerta en la
tar a la civil —personificada por el jefe del práctica gran parte de la e., especialmente en
estado, al que se le confia el mando simbóli­ m ateria de derechos de libertad, ya que la
co de las fuerzas arm adas—, asegurando la imperfecta perceptibilidad de las normas no
adaptación de su ordenamiento al previsto había sido capaz de provocar la abrogación
por la constitución democrática. de las normas que estaban en abierta contra­
dicción con la c. En clara oposición con esta
vi si desarrollo Las decisiones del constitu­ orientación, la corte sostuvo, desde su prime­
yente no siempre han encontrado eco en mate­ ra sentencia, el principio de la legitimidad
ria de actuación de la c., por lo que se deben constitucional de las leyes en conflicto aun
señalar los rasgos esenciales de la c. material con normas llamadas program áticas de la
tal como se ha ido perfilando en estas dos últi­ constitución.
mas décadas. El funcionamiento real de las instituciones
La clase política ha demostrado un escaso italianas en las últimas décadas puede com­
entusiasmo por el cumplimiento de las direc­ prenderse mejor si se tiene en cuenta cuál ha
tivas del constituyente, fácilmente compren­ sido la influencia del sistema de partidos
sible si se toma en cuenta la rápida afluencia sobre la operación de la c., así como, en par­
de gran parte de la vieja clase dirigente a los ticular, la imposibilidad de obtener una alter­
partidos llamados antifascistas. Esto ha lle­ nancia entre partidos de gobierno y partidos
vado a hacer formales o veleidosas muchas de oposición en el control del aparato esta­
de las afirmaciones constitucionales, que por tal de modo semejante a como sucede en otros
lo demás conllevan la huella de compromisos ordenamientos de gobierno parlamentario.
que generaban soluciones normativas poliva­ El prim er lugar, como sucede hoy en todos
lentes. Se instituyeron con mucho retraso los ordenamientos pluralistas contem porá­
órganos de importancia como la corte cons­ neos, la aplicación práctica de los preceptos
titucional (1956), el consejo nacional de la eco­ constitucionales relacionados con la torma de
nomía y el trabajo (cnel) (1957), el consejo gobierno se ha visto condicionada por el papel
superior de la magistratura 11958) y se ha pre­ determinante de los partidos políticos.
parado el sistema operativo de las autono­ De acuerdo con lo previsto por la c. los par­
mías regionales —que se empezó junto con el tidos deberían representar, según parece, el
le.\to de la c. para algunas regiones con esta­ punto de unión entre comunidad y aparato,
tutos especiales y que se completó reciente­ v es significativo el papel desarrollado por sus
mente (1970) para las restantes con un esta­ programas para seleccionar la representación
tuto ordinario— así como también se ha lle­ parlam entaria por obra del electorado: los
vado a cabo la previsión constitucional rela­ programas de los partidos (de mayoría) cum­
tiva al referéndum (1970). Ha hecho falta una plen, pues, un papel importantísimo en la
revisión sistemática de la legislación anterior determinación de la plataforma program áti­
a la c. para elim inar explícitamente las nor­ ca gubernamental en m ateria de confianza.
mas que realmente están en contradicción Elegida la representación, ésta debería estar
con la misma, como las contenidas en los desligada del electorado (prohibición de man­
códigos penales y en la lev de seguridad publi­ dato imperativo) —y por consiguiente desli­
ca. El gravísimo retraso con que se decidió gada teóricamente de los partidos—, y una vez
CONSTITUCION ríl

investido de la confianza el gobierno debería respeto de la disciplina del partido se pone


llevar adelante el programa con la colabora­ como condición indispensable para la confir­
ción de la mayoría, que tendría que subsistir mación del elegido por parte de los electores,
hasta la desaparición de la coniianza, a tra ­ previa la reinclusión en una lista de la que el
vés del voto expresado por el parlamento o partido es el único árbitro.
a través de un rechazo evidente y repetido de También a propósito de las relaciones entre
las iniciativas del gobierno. En esta acción de la mayoría parlam entaria y el gobierno hay
estimulo debería ser decisivo el papel del pre­ que llamar la atención sobre la importancia
sidente del consejo, dotado de amplios pode­ del papel de los partidos (de mayoría), que le
res de dirección y coordinación y en posición resta significado a muchas de las normas
de clara preferencia respecto de los ministros sobre los poderes de dirección del presiden­
que Forman parte del gabinete. te del consejo. En la realidad italiana la par­
De hecho, los partidos —que deberían ser ticipación de varios partidos en el gobierno
el medio a través del cual los ciudadanos con­ ha exasperado la tendencia a la negociación
curren "democráticamente a determ inar la cotidiana entre los directivos de los partidos
política nacional”, pero que están libres, de sobre toda decisión de importancia —no sólo
hecho, de todo control en cuanto a su demo- en m ateria de dirección sino a menudo sim­
craticidad interna y a sus sistemas de finan- plemente administrativa— y ha agudizado de
ciamiento y que han sido frecuentemente ins­ una m anera cada vez mas preocupante la
trum entos de poder de restringidas y sólidas inestabilidad del ministerio. Contrariamente
oligarquías burocráticas fuertemente centra­ a la exigencia de cohesión consiliar exigida
lizadas— se han presentado como los máxi­ por la c. y contra el papel determinante del
mos centros de control tanto de la comuni­ presidente sostenido vigorosamente en esta
dad como del aparato estatales. No sería exac­ ultima, el gabinete se ha presentado como
to, sin embargo, fuera de ciertos limites, pre­ sede de registro de las decisiones partidistas
tender que esa situación este en oposición con y el presidente como mediador y conciliador
las decisiones de la c.. que consideraba a los de oposiciones entre ministros de diversos
partidos como elemento motor del sistema partidos y de innumerables corrientes más
político. La c. les ofrecía a los partidos una que como centro de dirección para realizar
amplia gama de posibilidades que de hecho el programa de gobierno.
han sido utilizadas apartándose del espíritu Particularmente peligrosa se ha manifesta­
con que esta las había reconocido como váli­ do la acción de los dirigentes de los partidos
das e indispensables: en lugar de ponerlas al por el papel constitucionalmente asignado a
servicio de los intereses generales de la colec­ la oposición parlamentaria. En efecto, no sólo
tividad. orientándolos a la determinación de la convención que tiende a arraigarse hace
la política nacional", los partidos las convir­ que estos mismos se conviertan en árbitros
tieron frecuentemente en instrumentos para indiscutibles de la decisión acerca de la con­
la satisfacción de intereses predominante­ veniencia de la presentación de las dimisio­
mente sectoriales. nes gubernamentales, sino que las crisis, que
Se ha demostrado particularm ente impor­ ya son siempre extraparlam entarias, tienden
tante el papel de los partidos en la elección a plantearse de manera que le quitan a la opo­
de la representación parlamentaria, condicio­ sición el poder de critica y de censura a la
nada por éstos no sólo a través de la presen­ acción del gobierno en el parlamento.
tación de los programas sino sobre todo a tra­ Abordemos ahora la cuestión de la alternan­
vés de un poder incontrolado de selección y cia fallida entre los partidos en los papeles
designación de los candidatos con la forma­ respectivos de gobierno y oposición.
ción de listas para proponer a los \otantes. Contrariamente a cuanto se realiza en otros
Formada la representación, diputados y sena­ ordenamientos de gobierno parlamentario, la
dores siguen sometidos a la disciplina de par­ rotación fallida de los papeles de los partidos
tido —más o menos rígida de acuerdo con la es realmente uno de los aspectos mas signi­
organización interna del mismo— que resta­ ficativos del funcionamiento de la c. italiana
blece sustancialmente a favor del partido (no v proviene de! carácter heterogéneo de la
de los electores) el mandato imperativo. El sociedad que da partidos políticos no lungi-
332 CONSTITUCIÓN

bles entre si en cuanto al control del estado, 14% proviene del partido comunista. Las pro­
por causa de una insuficiencia de legitimación puestas parlam entarias que tuvieron mayor
de los partidos de izquierda en seguida que éxito son las presentadas en conjunto por la
se formaron las convenciones que tendían a democracia crisliana-Pt i v otros (un tercio de
excluirlos de la formación de los gobiernos. las propuestas de origen parlamentario). Las
A esta situación, que implicaba una inmo­ enmiendas tienen un papel de gran importan­
vilidad tendencial en los papeles de mayoría cia a la hora de dem ostrar el concurso de la
y de oposición, excepción hecha de rotacio­ oposición en la legislación. En especial en
nes parciales en las alas extremas de la coa­ comisiones deliberantes, la incidencia efecti­
lición mayoritaria, se le intentó poner reme­ va de las enmiendas del peí ha sido de gran
dio asociando la oposición a la formación de relieve en cuanto a las modificaciones de las
las decisiones políticas por lo menos en el iniciativas gubernamentales. En el periodo
nivel parlamentario, ampliando al mismo 1948-1971 se calcula que se aprobó un quin­
tiempo el área de la intervención de las asam­ to de las enmiendas propuestas (por unidad
bleas y de las comisiones con menoscabo de = artículo de texto).
las competencias del gobierno. De este modo Importante ha sido el concurso de las opo­
se impugnaba la regla de la decisión política siciones en la aprobación de proyectos guber­
autosuficiente de la mayoría gubernativa namentales. Con referencia a las prim eras
pura sustituirla o integrarla con un método cinco legislaturas las leyes aprobadas han
de decisión que comportase el concurso de obtenido en promedio el 75% de los votos (o
todos los partidos —excepción hecha de la sea mayoría más amplia que la del gobierno).
derecha: el llamado "arco constitucional"—, Según un catastro examinado, en este perio­
con base en su peso parlam entario. Este do de cada tres proyectos de origen guberna­
método llevaba pues a introducir el principio mental dos han sido aprobados con votos del
de la transacción o del compromiso entre los PCI.
distintos partidos de la mayoría o de la opo­ La insuficiencia de la mayoría ha llevado
sición en sustitución o junto al principio al gobierno a utilizar de manera cada vez más
mayoritario. sólida los decretos-ley: 222 en el periodo de
Como se ha resaltado en los estudios dedi­ la primera a la cuarta legislaturas (1948-1968);
cados en estos últimos años al funcionamien­ 193 en el periodo de la quinta a la sexta legis­
to del parlamento italiano, las características laturas (1968-1976); 143 en los casi tres años
constantes del sistema en relación con el de la séptima (1976-1979). El decreto-ley se ha
pasado son: el uso del modelo mayoritario convertido pues en una iniciativa de ley refor­
cuando se mantiene tendencialmente la con­ zada. Pero la otra cara del problema es la pro­
traposición gobierno y mayoría-oposición; el fundidad de las manipulaciones parlam enta­
uso del modelo propurcional-transacti'.o en rias en casos de conversión: el 70% de los
comisión, y también el uso de este último sólo decretos de la quinta y sexta legislaturas han
para la legislación marginal y la remisión ten­ sufrido enmiendas contra el 40% de las pri­
dencial a la corte de las decisiones más impor­ meras cuatro.
tantes sobre las que es más problemático para Considerado el encuentro de compromiso
la mayoría imponer el propio punto de vista entre mayoría y oposición en el parlamento,
y sobre las cuales no quiere transigir. debe decirse de todos modos que este encuen­
Para comprobar lo que se afirma aquí exis­ tro concierne regularmente a m aterias no
te hoy una abundante documentación. La controvertidas sobre las que es más fácil el
demostración de la falta de autosuficiencia acuerdo (abaleam ientos sectoriales, discipli­
de la mayoría y de la im portancia de las ini­ na del estatus y de la posición económica de
ciativas parlam entarias y de la oposición la los encargados de la administración pública,
tenemos en estos datos. En las prim eras cua­ incentivos, etc.) tanto si son de iniciativa
tro legislaturas (1948-1968) resultan aproba­ gubernamental como parlamentaria. Aquí
dos el 84% de los proyectos gubernam enta­ queda fuera la gran legislación.
les y el 18% de los proyectos parlamentarios. La experiencia constitucional italiana
En total, un cuarto de la legislación aproba­ m uestra el riesgo implícito en las soluciones
da es de origen parlam entario y de ésta el constitucionales de compromiso que llevan a
CONSTITUCION 333

constituciones programáticas de actuación vención de que la estructura organizativa del


diferida. La contraposición ideológica entre estado estuviese sólidamente apoyada en un
los partidos más importantes, con desconfian­ funcionamiento del gobierno parlam entario
za reciproca, obstaculiza la alternativa y pro­ que considerara al gobierno como detentador
voca ¡nmovilismo en los papeles del gobier­ de instrum entos reales e incisivos de direc­
no y de la oposición. La oposición no se resig­ ción. La institución gubernamental ha sufri­
na a verse excluida de la posibilidad de rota­ do una profunda y cada vez más aceptada
ción y tiende a condicionar el gobierno, en la involución: ha perdido progresivamente cre­
sede parlam entaria en que esté presente, res­ dibilidad y, sobre todo, ha demostrado que
pecto de la actuación constitucional. El mode­ adolece de una inestabilidad crónica con un
lo de decisiones mavoritario sigue siendo en debilitamiento preocupante de sus poderes de
general modelo de norma, pero en la prácti­ dirección.
ca. en el nivel parlamentario, tiende a ser sus­ En esta situación, se ha manifestado la
tituido por el proporcional en el que todo gru­ importancia de la estabilidad septenal del jefe
po aporta su propia contribución mediante de estado, compatible con la alternación aun
propuestas, enmiendas, votaciones. Las comi­ profunda de los equilibrios de las mayorías
siones parlam entarias deliberantes son la parlam entarias y hasta con la renovación
sede ideal para el método de transacción, íntegra de los órganos parlam entarios al
mientras que la corte contempla la contrapo­ decaer las legislaturas. Y no vate el argumen­
sición de las funciones y la aplicación de las to de que su elección es parlam entaria y no
reglas m ayoritarias. La indefinición sobre la de base popular directa para disminuir su
legitimación pura gobernar lleva a una inde­ posición de fuerza, en cuanto que la base elec­
finición de las reglas decisionales con efec­ toral que requiere, más amplia que la mayo­
tos paralizantes y de remisión para todas las ría gubernamental, no acentúa la representa-
decisiones más importantes, m ientras que el hilidad. Estas consideraciones han sido con­
compromiso se alcanza en las marginales. firmadas por la experiencia. La primera línea
En este marco, caracterizado por notables de tendencia aparece en el periodo en que los
precariedades, es comprensible la revaluación gobiernos monocolores estables le asignaban
del papel del jefe del estado y de la corte cons­ al presidente del consejo, apoyado por su par­
titucional, no porque estos órganos estén des­ tido, una función efectiva de dirección; la
ligados totalm ente de los partidos sino por­ segunda tendencia toma cuerpo con la instau­
que la c. ha previsto instrumentos organiza­ ración de gobiernos de coalición débiles e
tivos que faciliten, cuando la haya, la volun­ inestables (presidencia Gronchi y siguientes)
tad de desarrollar una dirección independien­ y se manifiesta a través de una negación de
te de los intereses particulares y más en la tesis de la titularidad presidencial de meros
consonancia con las exigencias de toda la poderes negativos y a través de una revalua­
colectividad nacional. ción de los poderes que pueden ejercerse inde­
Concentrando la atención en el papel del pendientemente de la participación de algu­
jefe del estado se puede recordar que la c. con­ nos otros órganos constitucionales.
tenía en embrión tanto un imposible desarro­
llo en sentido neutral (el presidente come VII LAS TENDENCIAS CONSTITl'CIOSALES CONTEMi'ORA­
mediador, equilibrador y garante del sistema NEAS. Limitando la atención a algunas líneas
investido de poderes de freno y reflexión generales, el panorama actual de las experien­
meramente negativos) como en sentido cali­ cias constitucionales se caracteriza por la de
ficado, reconociéndole una orientación pro­ los estados definidos comúnmente como "de
pia aunque distinta de la mayoría (el presi­ democracia clásica”, inspirados en los prin­
dente en cuanto investido de poderes de veto, cipios de la democracia liberal, por la de los
de mensaje, de dirección de importantes órga­ estados socialistas, por la de los estados auto­
nos colegiados, aunque con una interpreta­ ritarios y, lina!mente, por la de los estados
ción no meramente negativa sino positiva de de reciente independencia.
los mismos). Parece que el constituyente se Podemos considerar el periodo inmediata­
inclinaba por la primera alternativa, aunque mente postei ior al prim er conflicto mundial
esta inclinación estaba subordinada a la con­ como el momento inicial de notorias divergen-
334 CONSTITUCIÓN

cías respecto d d modelo del constitucionalis­ por objeto instaurar los presupuestos para la
mo clásico, que se desarrolló siguiendo la realización de los principios del socialismo
estela de las prim eras c. francesas y nortea­ hasta llegar a la conformación de una socie­
mericanas del siglo xvin y bajo el influjo de dad comunista. La c. stalinista de 1936 —es­
la experiencia constitucional británica. A esta pecialmente después de una prim era fase
altura, en efecto, m ientras muchos ordena­ caracterizada por textos constitucionales pro­
mientos intentaban adaptar a través de visionales en el periodo que va desde 1945
amplias innovaciones y racionalizaciones las hasta 1948 y que fue testigu de la sobreviven­
tesis constitucionales a las exigencias políti­ cia precaria de las instituciones propias de
cas y sociales que habían cambiado, otros los ordenamientos precedentes— se convir­
ordenamientos se encaminaban hacia las tió en el modelo de las c. adoptadas en los paí­
experiencias constitucionales del estado auto­ ses de la Europa oriental, que habia queda­
ritario y del socialista. Las c. democráticas do bajo la influencia rusa.
racionali/.adas que se consolidaron en Euro­ Aparte del caso particular de Checoslova­
pa después de 1918, pretendieron, predomi­ quia que en la c. de 1948 mantenía solucio­
nantemente, adaptar a exigencias particula­ nes aparentemente contradictorias, entre
res las experiencias del parlamento británi­ 1947 y 1954, Bulgaria, Hungría, Polonia, Ale­
co y francés, algunas dando prelerencia al ele­ mania oriental y Rumania se adecuaron fiel­
mento asambleísta, otras al elemento guber­ mente al modelo ruso de 1936, en tanto que
namental y, en especial, al mismo jefe del en el periodo poscstaliniano los nuevos tex­
estado. Entre las numerosas c. que se esta­ tos adoptaron los principios del socialismo a
blecieron en los países de la Europa centro- las exigencias nacionales. Experiencias par­
oriental, báltica y balcánica, ha habido siem­ ticulares caracterizan, finalmente, a otros paí­
pre un interés particular por la alemana de ses como Yugoslavia, que desde 1946 hasta
1919 fe. de Weimar), por la austríaca y che- la fecha ha actualizado con gran frecuencia
coslavaca de 1920, y más tarde, en la penín­ sus c. de acuerdo con la evolución de las exi­
sula ibérica, por la republicana española de gencias políticas internas, y China, que des­
1931. Muchas de estas c. se proponían no sólo pués de la ley orgánica del gobierno popular
ofrecer un ordenamiento “racionalizado” de de 1949 y la c. de 1954, cercana al modelo ruso
la organización constitucional sino también de 1936. adoptó en 1975 y en 1978 nuevas
garantizar, junto con los derechos tradicio­ constituciones.
nales de libertad, los llamados derechos Si la contraposición de la experiencia de las
sociales. c. de los países socialistas respecto del cons­
Al final del segundo conflicto mundial una titucionalismo clásico resulta suficientemen­
nueva serie de c. confirmo la fidelidad sus­ te decidida, tanto en lo que concierne a los
tancial de muchos ordenamientos a la concep­ principios como a las soluciones organizati­
ción liberal democrática del estado, preocu­ vas, no siempre se puede decir lo mismo de
pándose por ampliar las garantías sociales y la de los estados autoritarios y de los recien­
las de las autonumias territoriales. Ejemplos temente independizados.
de esta fase son la c. francesa de 1946, la ita­ Habitualmente se citan las experiencias
liana de 1947 y la alemana de 1949, en tanto constitucionales de la Italia fascista y de Ale­
que más tarde la c. degaullista de 1958. al mania nacionalsocialista como típicas del
introducir un urden institucional que conci­ estado autoritario. A éstas hay que añadirles
llaba la forma de gobierno parlamentario con las de los estados de la península ibérica, aun­
la presidencial, daba fe de la tendencia, difun­ que también las de algunos estados europeos
dida en algunos ordenamientos europeos con antes y durante el segundo conflicto mundial.
gobiernos parlamentarios, a un decidido Estas experiencias, caracterizadas por una
reforzamiento del ejecutivo. determinada reacción ante una democratiza­
Del filón del constitucionalismo clásico se ción temerosa de los ordenamientos libera­
separó claramente la experiencia constitucio­ les y que busca prevenir la instauración de
nal de !u Rusia soviética, con el texto de 1918 ordenamientos socialistas, se basaban en el
v, en particular, con el federal de 1924 y de partido único poi tador de la ideología oficial,
aquí con el de 1936 y el de 1977, que tenían única legal, y encontraron una sistematiza­
CONSTITUCIONALISMO 335

ción orgánica en un único texto constitucio­ constitucionalismo


nal. sobre todo en la constitución portugue­
sa de 1933.
Las experiencias de la mayor parte de los I CONSTITUCIÓN. CONSTITl CIONAI. CONSTITUCIONALIS­
estados de reciente independencia del llama­ MO. C. es un término bastante reciente en el
do tercer mundo están impregnadas de solu­ vocabulariu político, y su uso no esta toda­
ciones marcadamente autoritarias: las nume­ vía del todo consolidado. Para una prim era
rosísimas constituciones están inspiradas a definición conviene partir de los significados
menudo, aunque no carezcan de originalidad, que tienen las palabras "constitución" y
por la ideología liberal o la socialista, pero "constitucional” en el ámbito de la ciencia
las soluciones de organización previstas dan jurídica.
prioridad al criterio de la concentración del Bajo la influencia del viejo y del nuevo
poder en un líder nacional que es a la vez jefe "positivismo jurídico" es posible una forma
del ejecutivo y jefe del partido único que en de conocimiento cierta, y si no universal al
casi tudas partes se ha afirmado. Las formas menos intersubjetiva, sólo si en la investiga­
de garantía de las autonomías individuales y ción se prescinde de todo juicio valorativo,
colectivas, donde se las prevé, están destina­ sólo si se abandona toda premisa iusnaturu-
das a ser sólo nominales. lista o de valor, que serían extraños a la cien­
cia. Por lo tanto el término "constitución",
BIBLIOGRAFIA A. Amorth, La costiluzione italiana: tanto en la escuela normativista, que tiene su
commento sistemático, Milán, Uiuffre, 1948; P. máximo exponente en Hans Kelsen, como en
Barile. La revisione della costiluzione e putere la institucional, que en Italia tiene su maes­
costiluente, en Scritli di diritto costituzionale, tro en Santi Romano, tiene un significado
Padua. Cedam, 1967: G. Baschieri. L. Bianchi meramente descriptivo idéntico al que tienen
d’Espinosa y C. Giannattasio, La costiluzione ita­ las ciencias naturales: este significado cien­
liana: commento analítico, Florencia, Noccioli, tífico es totalmente independiente y autóno­
1949; G. Branca (comp.), Commeniario della cos­ mo de toda referencia al concreto contenido
tiluzione. Bolonia. Zanicheili. 1975: P. Calaman- de la constitución que, en cambio, sería polí­
drei > A. Levi, Commeniario sistemático alia cos­ tico y axiológico. La constitución, en efecto,
tiluzione italiana. Florencia. Barbera, 1960; E es la misma estructura de una comunidad
Cheli, Costiluzione e istituzione polinche in Ita­ política organizada, aquel orden necesario
lia, Bolonia, II Mulino, 1978; V. Crisaiulli, La cos­ que deriva de la designación de un poder
tiluzione e le sue disposizione di principio. Milán, soberano y de los órganos que lo ejercen. Así,
Giuffré. 1952: V'. Crisaiulli, Lezioni di diritto cos- dado que una constitución es inmanente a una
tituzionale, i. Padua, Cedam. 19702. y it, Padua. sociedad cualquiera, es necesario distinguir
Cedam, 19/64: V. Falzone, F. Palermo y F. el juicio científico sobre las características
Cosen tino. La costituzione della Repuhhlica ita­ que son propias a tuda constitución, en su
liana (1948), Milán, .Mondadori, 1976; V. Gueli, aspecto formal como en el material, del jui­
Diritto costituzionale promisorio o transitorio, cio ideológico sobre cuál régimen es “consti­
Roma. Soc. ed. II Foro Italiano. 1950; C. Lavag- tucional" y cuál no loes. Para el jurista, todos
na. Costiluzione e socialismo, Bolonia. 11 Muli­ los estados —y asi tanto los estados absolu­
no. 1977; F. Modugno. I cancel ti di costituzio- tos del siglo xvti como los totalitarios del
ne, en Scritli Mortati, Milán. Giufíre, 1977, i; C. xx— tienen una constitución, en la medida
Mortati. La costiluzione in senso malcríale, en que hay siempre, tácita o expresa, una nor­
Milán, Giuítre. 1940; C. Mortati, Costituzione: ma base que atribuye la potestad soberana de
dottrini generali e costituzione della Repubhli- imperio; que haya luego límites a esta sobe­
ca italiana, en Enciclopedia del diritto, vol. xt. ranía o que su ejercicio esté repartido entre
Milán. Giuffre. 1962: G.L'. Rescigno. Costiluzio­ más órganos, todo esto es irrelevante: ubi
ne italiana e stato borghese, Roma. Savelli. 1975. societas ihi itts. Seria, asi, tarea del c. descri­
bir particulares principios ideológicos que
[G il Slil’PE DE VERGOTTIXI] están en la base de toda constitución y de su
organización interna. Sin embargo, dado que
la ciencia no puede limitarse a afirm ar tau-
336 CONSTITUCIONALISMO

tologías, para ordenar su material empírico constitución, acaba por incluir solamente lo
es necesario además proceder a clasificacio­ accidental de estos regímenes y por perder así
nes y tipologías; se vuelve a proponer, así, el su esencia.
problema de la distinción entre distintas Si observamos el significado concreto que
constituciones y, con ello, la reintroducción tuvieron en el siglo pasado las palabras "cons­
de juicios de valor que los criterios de distin­ titución" y “constitucional", notaremos que
ción presuponen. la ciencia política ha procedido a una obra
La ciencia jurídica, por sus tipologías, usa lenta pero inflexible de depuración de los
también el adjetivo "constitucional", contra­ valores a ellas originariamente implícitas,
poniéndolo al de “absoluto” y al de “parla­ vaciando asi su importancia política para ase­
mentario", para distinguir tres formas distin­ gurar un uso neutro de investigación cientí­
tas de monarquía; esto indica un sistema de fica. Sin embargo, la actual definición de
gobierno en el cual los ministros, aun gober­ "constitución" es demasiado amplia y la de
nando en base a un estatuto o a una carta, son "constitucional" es demasiado restringida
responsables hacia la corona, mientras que para poder partir de ellas con el fin de defi­
hacia el parlamento tienen solamente una res­ nir el significado que tiene hoy este término
ponsabilidad penal —no política— por trai­ en el pensamiento y en la ciencia política, o
ción o violación de la constitución. En otros mejor dicho en aquella parte de la ciencia
términos, "constitucional" indica la forma de política que se preocupa de ingeniería cons­
estado, basada en la separación de los pode­ titucional. El c. no es hoy un término neutro
res. en la cual el poder es casi compartido para un uso meramente descriptivo, dado que
(para algunos ésta es todavía una monarquía en su significado engloba el valor que en un
"dualista", para otros una superación de ésta) tiempo estaba implícito en las palabras "cons­
entre el rey y el parlamento: una forma de titución” y “constitucional" (un complejo de
estado que históricamente sucede o, mejor concepciones políticas y de valores morales),
dicho, sustituye a la monarquía absoluta, en tratando de separar las que fueron las solu­
la cual todo el poder está concentrado en las ciones contingentes (por ejemplo, la monar­
manos del rey y procede o, mejor dicho, se quía constitucional) de las que son sus carac­
desarrolla en la monarquía, o en la repúbli­ terísticas permanentes.
ca parlam entaria, en la cual el poder está en Se ha dicho, con fórmula bastante amplia,
manos del pueblo, que elige la asamblea (o las que el c. es la técnica de la libertad, o sea que
asambleas) representativa, la cual a su vez es la técnica jurídica a través de la cual se les
nombra al gobierno. También ésta, sin embar­ asegura a los ciudadanos el ejercicio de sus
go, reconoce una forma de división de los derechos individuales y, al mismo tiempo, el
poderes, en la medida en que el jefe del esta­ estado es colocado en la posición de no poder­
do (sea un rey o un presidente), aun siendo los violar. Si las técnicas varían según los
irresponsable, conserva todavía un margen tiempos y las tradiciones de cada pais, el ideal
más o menos vasto de poder, necesario para de las libertades del ciudadano sigue siendo
el funcionamiento de los pesos y contrapesos el fin último en vista del cual estas técnicas
entre los distintos órganos constitucionales. son preordenadas u organizadas. Entre estas
La monarquía constitucional es así la forma técnicas podremos puntualizar dos. Por un
de estado que fue instaurada en Inglaterra lado, se ha afirmado, el c. consiste en la divi­
después de la glorious revolution de 1688- sión del poder, de manera de impedir cual­
16S9, en Francia en la era de la restauración, quier arbitrio, y si la adversión hacia el arbi­
en Bélgica con la revolución de 1830, en Ita­ trio es el fin último del c., sin embargo los
lia con el estatuto de 184S, en Alemania en la modos de "dividir el poder" parecen no sólo
era bismarekianu. en Rusia después de la históricamente distintos sino también siguen
revolución de 1905. Esta nueva definición, lógicas bastante lejanas: tenemos una división
aunque presente indudables ventajas en el del poder horizontal, la famosa separación de
plano de la tipología, se arriesga a ser esco­ los poderes, y una vertical, el federalismo (v.).
lástica y extrínseca, en la medida en que, dan­ Por otra parte, en cambio, se ha afirmado que
do una definición tan restringida al término el c. representa el gobierno de las leyes y no
constitucional, distinta de la más amplia de de los hombres, de la racionalidad del dere-
CONSTITUCIONALISMO M7

chu y no del mero poder; pero, también aquí, los poderes, y la tentación de aceptar esta
las soluciones históricas para “lim itar el identificación es bastante fuerte, al menos
poder” son distintas. Por eso, para definir para el prestigio de las personas que la han
este término, es necesario, antes que nada, valorado: basta citar los nombres de Locke,
aceptar el valor que está implícito en él; un Montesquieu, Kant.
valor que, con fórmula abreviada, podremos Sin embargo, el principio jurídico de la
indicar en la defensa de los derechos de la per­ separación de los poderes, tan a menudo pro­
sona, del individuo, del ciudadano (v. dere­ clamado y exaltado por la ciencia jurídica,
chos del hombre). En segundo lugar, es nece­ corre el riesgo, apenas se lo profundice, de
sario lomar tipológicamente, en el caso his­ hacerse un dogma ambiguo y misterioso, por
tórico, las distintas soluciones que en el pla­ un doble orden de razones: por un lado, por
no de los medios han sido dadas para llevar la diversidad de los modos con los que ju rí­
a cabo este fin y que han sido formalizadas dicamente se han ejercido hasta hoy la exi­
a través de conceptos diferentes del de c„ gencia de dividir el poder y, por el otro, por
como el de separación de los poderes, de la imposibilidad de explicar, de una manera
garantismo, de estado de derecho o Recht- suficientemente realista, la dinámica del
slaat, de Rule of law. Se tra ta pues de ver si poder en nuestros sistemas democrático-
el c. hoy, sin negar estas experiencias pasa­ parlamentarios partiendo de este dogma, for­
das, tiene su significado particular y espe­ mulado en el siglo xviu para regímenes
cifico. monárquicos y cuando la aristocracia cons­
tituía todavía un poder político. Y no sólo eso:
n. SEPARAt IrtN ÜE LOS PODERES YGOBIERNOMIXTO. La éste es un dogma peligroso, porque no nos
definición más conocida de c. es la que lo permite garantizar con verdadera eficacia la
identifica con la división del poder o, en su libertad del ciudadano.
formulación jurídica, con la separación de los En el principio de la separación de los pode­
poderes. A favor de esta identificación hay un res se destacan esencialmente dos soluciones
antecedente bastante acreditado: La Déclura- que podemos ilustrar mejor haciendo referen­
tion des druits de l'hom m e el du citoyen de cia al pensamiento de Montesquieu y al de
1789, que tan gran papel tendrá en los acon­ Kant. Montesquieu había iniciado el famoso
tecimientos constitucionales de 18C0 en Euro­ capítulo del Esprit des lois (1748) sobre la
pa, sancionaba en el art. 16: "Toda sociedad constitución inglesa, separando los tres pode­
en la cual no esté asegurada la garantía de los res: legislativo, ejecutivo y judicial, y había
derechos y determinada la separación de los afirmado: "Todo estaría perdido si una úni­
poderes no tiene constitución.” En armonía ca persona, o un único cuerpo de notables, de
con esta definición todavía hoy, en el nivel de nobles o del pueblo, ejerciera estos tres pode­
ciencia jurídica y política, se identifica el c. res: el de hacer las leyes, el de ejecutar las
con la separación de los poderes, con el sis­ resoluciones públicas y el de castigar los deli­
tema de los frenos y de los contrapesos, con tos o las controversias privadas.”
el equilibrio de los órganos. Tómese por ejem­ Sin embargo, después de la afirmación de
plo la ya clásica obra de Cari Friedrich, Ccms- este principio, a medida que se adentra en el
titutional Government and democracy, en la examen de la constitución inglesa, el proble­
cual se puede leer: “ El absolutismo, en todas ma, o la solución, va cambiando, y en la téc­
sus formas, prevé la concentración del ejer­ nica de la separación de los poderes se intro­
cicio del poder; el c., al contrario, el reparto duce un nuevo elemento: la división del poder
del ejercicio del poder”, o, aun, más extensa­ legislativo —"el que representa la voluntad
mente: "El c., con la división del poder, ase­ general del estado"— entre las clases o los
gura un sistema de frenos eficaces a la acción estamentos (o capas) medievales del reino. En
del gobierno. Para estudiarlo es necesario efecto, el parlamento inglés estaba compuesto
examinar los métodos y las técnicas que per­ por el rey, por la nobleza temporal y espiri­
miten establecer y mantener estos frenos (con tual, y por el pueblo. Montesquieu, para cap­
el fin de asegurar) el fair-play y de hacer res­ tar el equilibrio entre los distintos poderes,
ponsable de tal mudo al gobierno.” El c-, asi, introduce en su construcción el ideal clásico
para muchos coincide con ja separación de del gobierno mixto, que procedía justam en­
338 CONSTITUCIONALISMO

te del pensamiento político inglés. Y así, agre­ festación de la voluntad de la mayoría. Pero
gando al nuevo principio de la separación de simples procedimientos solamente pueden
los poderes el viejo tema del gobierno mixto, frenar, no limitar efectivamente la voluntad
es decir la división del poder legislativo, Mon- de la mayoría. La constitución republicana de
tesquieu llega a esta conclusión: "Estando el Italia, con el establecimiento del sistema bica-
cuerpo legislativo dividido en dos partes, una meral y con la conservación de distintas pre­
frenará a la otra con la reciproca facultad de rrogativas para el jefe del estado, realiza una
impedir. Ambas estarán vinculadas por el forma de constitución equilibrada, en el sen­
poder ejecutivo, que lo estará a su vez por el tido de que la voluntad de la mayoría, como
legislativo.” Montesquieu, más que una neta resulta por las elecciones, deviene em brida­
distinción de las funciones de] estado, teori­ da y frenada por estos complejos procedi­
za respecto de un gobierno equilibrado en el mientos que sólo le permiten expresarse en
que los distintos órganos, en un sistema de órdenes válidas y legítimas. Y se quiso una
pesos y contrapesos, realizan un equilibrio constitución equilibrada justam ente por el
constitucional capaz de obstaculizar la afir­ temor de que, concentrando todos los pode­
mación de un poder absoluto. Pero si se exa­ res en una sola asamblea, se derivara de ella
mina atentamente este equilibrio se advierte o el caos o la tiránica voluntad de una mayo­
que es un equilibrio social más que un equili­ ría parlamentaria.
brio constitucional: en efecto. Montesquieu,
confundiendo poder en sentido jurídico y III. SEPARACION DE LOS PODERES LEYES. DECRETOS.
poder en sentido sociológico, identifica un sentencias. La otra versión de la separación
órgano del estado con una clase o capa social. de los poderes es la teorizada por Kant, casi
Esta versión más antigua de la división de retomada de la constitución francesa de 1791.
los poderes ha sido la que en la primera mitad A Kant no le interesaba el empírico, comple­
del siglo xix tuvo más suerte en Europa, jo y maquinal equilibrio de los órganos del
pues garantizaba, en una fase histórica de estado; en la Metaphysik der Sitien {Funda-
transformaciones políticas, el mantenimien­ mentación de la metafísica de las costumbres]
to de un cierto equilibrio social entre las cla­ (1797) quiso más que nada captar en su p ar­
ses: en otros términos, el poder estaba divi­ ticular naturaleza o "dignidad”, las distintas
dido entre el rey, la nobleza y la burguesía, funciones del estado: legislativo, ejecutivo,
y era constitucional el régimen que veia su judicial, son "condiciones esenciales de la for­
armónico concurso en la formación de la mación del estado (de la constitución), deri­
voluntad del estado. Además, el poder legis­ vantes necesariamente de la idea del mismo:
lativo estaba dividido, pero no limitado: podía son dignidades políticas". Para Kant estos tres
hacer todo lo que quería, sólo si había aque­ poderes deben ser autónomos e independien­
lla arm onía o aquel acuerdo de voluntades. tes en su propia esfera —y por lo tanto, deben
Por ejemplo, el estatuto albertino de 1848, a ser ejercidos por personas distintas— y jun­
través de una interpretación extensiva cada tos coordinados en una reciproca subordina­
vez más liberal y democrática, que correspon­ ción, “de m anera que uno no pueda usurpar
día, sin embargo, a las cambiadas relaciones las funciones del otro, al cual aquél le tiende
de fuerza, permitió el traslado del equilibrio la mano, pero tiene su propio principio, es
constitucional: el poder ejecutivo, en un tiem­ decir que él manda en calidad de persona par­
po responsable sólo frente al monarca, se hizo ticular. aunque bajo la condición de respetar
responsable frente a la cám ara de diputados. la voluntad de una persona superior”.
Podemos entonces preguntam os legítima­ Pero esta versión que separa radicalmente
mente qué es lo que quedó de la fórmula de la función legislativa de la ejecutiva, fue de
Montesquieu, después del advenimiento de la escasa utilidad practica, como fue demostra­
democracia, que ve em anar del pueblo todo do por las constituciones francesas de 1791,
poder. Descartada la identificación entre 1795 y 1848, donde un poder terminó por des­
órganos del estado y clase social, queda sola­ tru ir al otro, o sirvió solamente, como escri­
mente la concepción del equilibrio constitu­ be Kelscn, para “conservar al monarca, a
cional, la cual impone solamente modos dis­ medias desautorizado por el movimiento
tintos o complejos procedimientos a la mani­ democrático, la posibilidad de ejercer toda­
C O N S T IT U C IO N A L IS M O 339

vía una influencia en el campo del ejecutivo”, y en efecto hoy se adm inistra y se gobierna
es decir de la diplomacia, de las fuerzas arma­ por medio de las leyes y no según ellas. El par­
das, de la burocracia. Sin embargo, con el lamento, asi, ya no es un órgano de control
advenimiento de las repúblicas democráticas, del poder ejecutivo sino un órgano de gobier­
mientras que en Estados Unidos la marcada no. La ciencia jurídica, por su parte, parece
separación entre ejecutivo y legislativo encon­ secundar esta tendencia: Kant había separa­
tró en el régimen presidencial una aplicación do leyes, decretos, sentencias, y era una dis­
totalmente original, en los regímenes parla­ tinción cualitativa en la medida en que corres­
mentarios europeos fue borrándose la distin­ pondía a las tres esencias distintas del esta­
ción de las personas que ejercen las dos fun­ do. Pero la moderna ciencia jurídica, por su
ciones, en la medida en que el gobierno está parte, parece secundar esta tendencia cuan­
compuesto por diputados, los cuales respon­ do establece una distinción meramente cuan­
den por su mandato directam ente a la (o las) titativa entre leyes, decretos, sentencias: son
asamblea, y sólo indirectamente en las elec­ todas normas jurídicas que se diferencian
ciones. sólo jerárquicam ente en el ámbito del orde­
Sin embargo, se podría sostener que la dis­ namiento jurídico.
tinción entre poder ejecutivo y poder legisla­ El principio de la división de los poderes,
tivo no pasa tanto a través de las personas que en la versión de Montesquieu como en la de
ejercen una u otra de estas funciones, sino Kant, parece por tanto bastante poco útil para
más bien reside en la particular naturaleza comprender el funcionamiento de nuestros
jurídica de estas dos funciones, las cuales sistemas parlam entarios en los cuales se ha
serían radicalmente distintas. Refiriéndose a borrado tuda distinción entre ejecutivo y
Rousseau y a Kant se ha afirmado que la dis­ legislativo y hay, en cambio, una continuidad
tinción entre poder legislativo y poder ejecu­ de poder o un proceso político que tiene su
tivo coincide con la de ley y decreto. Para momento inicial en las elecciones y su
Kant la ley tiene un valor universal, en cuan­ momento terminal en la acción de gobierno.
to no expresa la voluntad empírica de los más Este principio era por cierto más adecuado
sino la unitaria del pueblo, donde "cada uno a un sistema social en el que se daban dos o
decide la misma cosa para todos”; el decre­ tres poderes sociales —el del rey, el de la
to, en cambio, es un acto particular para nubleza y el del pueblo— que el nuestro, basa­
casos particulares. do en el gobierno de la mayoría. Además, el
Si aceptamos el rigor filosófico y jurídico gobierno de la mayoría puede tolerar comple­
de esta distinción debemos concluir que hoy jos procedimientos, como el sistema bicame-
se ha instaurado una peligrosa confusión ral y las prerrogativas del jefe del estado, pero
entre ley y decreto, dado que la distinción no estos procedimientos no constituyen una ver­
depende ya del contenido del acto sino sólo dadera división de su poder. En efecto, el par­
de su fuente. Con una ley en sentido formal, tido que tenga mayoría en las elecciones ten­
es decir aprobada por el parlamento, se esta­ drá también mayoría en ambas cámaras y,
tuye su contenido particular, que en cambio con toda probabilidad, el jefe del estado sal­
debería estar regulado por actos adm inistra­ drá de sus filas. En suma, hay un solo poder,
tivos: es éste el fenómeno de las leyes p arti­ el poder político de la mayoría que gobierna;
culares o leyes preventivas, leyes que no son justamente como escribe Mirkin-Guetzévich:
generales y abstractas, sino que se refieren "La esencia del parlam entarism o moderno
a este o aquel individuo, esta o aquella cate­ consiste en la aplicación política del princi­
goría de individuos, fácilmente individualiza- pio mayoritario o en su traducción en térm i­
bles. Por otro lado la ley, o las disposiciones, nos de gobierno. El pueblo vota, los elegidos
son cada vez menos el resultado de una ini­ se reúnen, nombran y forman un gobierno; de
ciativa autónoma del parlamento, dado que, tal manera el pueblo elige, a través de la
en la mayoría de los casos, las asambleas asamblea, su gobierno.” Pero tal poder, aun
representativas se limitan a votar los proyec­ basado en el consenso, aun disciplinado por
tos de ley propuestos por el gobierno. En sín­ complejos procedimientos, siempre puede
tesis, hoy se ha perdido la distinción entre hacerse arbitrario.
derecho y política, entre legislar y gohernar,
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iv. EL garantismo Al principio de la separa­ sentativo de la opinión” de la cámara de dipu­


ción de los poderes, o mejor dicho a las dos tados); el judicial, del que se trata de refor­
versiones que de ellas fueron dadas por zar la independencia con la inamovilidad de
Montesquieu y por Kant, se agregaron en el los jueces. La novedad consiste en un "poder
siglo xix dos teorías, que a menudo hoy son neutro”, del que está investido el rey, que tie­
identificadas con el c.: aludimos, para Fran­ ne la única función de supervisar para que los
cia, al garantismo, y para Alemania, al estado otros obren de acuerdo, cada uno en su res­
de derecho o Rechtstaai. pectivo ámbito particular, eliminando y resol­
El garantismo, que tiene su principal teó­ viendo los posibles choques y conflictos, pero
rico en Benjamín Constant, acentúa al máxi­ sin participar en sus funciones especificas.
mo, en polémica con Rousseau y con la inter­ Además tenemos un “poder municipal" (de
pretación jacobina de la voluntad general, la las comunas y de los distritos), que no depen­
exigencia de tutelar, en el plano constitucio­ de del poder central: en oposición al princi­
nal. los derechos fundamentales del indivi­ pio de la república "única e indivisible" se
duo, es decir la libertad personal, la libertad reafirm a la tradición federalista. la cual
de imprenta, la libertad religiosa y finalmente requiere centros de autogobierno y, por lo
la inviolabilidad de la propiedad privada. Asi, tanto, de resistencia a las ambiciones del
el problema de la organización del estado está poder central. Como fundamento de este com­
orientado a la exigencia de garantizar a todos plejo equilibrio de órganos-poderes, como
los individuos la libertad del poder político, garantía de los derechos del individuo, se
entendiendo con esto tanto la instauración de plantea finalmente la libertad política: ésta
un método legal en el ejercicio del poder como deriva de la libertad religiosa, se ejerce a tra­
la afirmación de una esfera de autonomía del vés de la libertad de imprenta, tiene el fin de
individuo que el estado no puede legalmente sensibilizar a la opinión pública y, a través
violar. Esto lleva a una reinterpretación del de ella, a la asamblea, la cual registra sus
concepto de soberanía, cuyo contenido en los características y al mismo tiempo participa
sistemas representativos, donde la soberanía de la formación de la voluntad del estado.
del pueblo es de hecho ejercida por sus dipu­
tados, puede ser definido sólo de manera v. el rechtsstaat La idea de libertad política
negativa: “soberanía”, como afirma Constant falta en cambio en el ideal alemán de estado
en su Cours de pulilique constitulionnelle de derecho, un ideal que nace en la Prusia del
(1818-1820), no quiere decir que el rey o el pue­ siglo xvin en contacto con distintas experien­
blo pueden hacer cualquier cosa sino que cias culturales y políticas. Ante todo, el des­
"ningún individuo, ninguna facción, ninguna potismo ilustrado afirma la impersonalidad
asociación particular puede arrogarse la del poder: soberano no es el rey, y tampoco
soberanía si ésta no le es delegada. Pero de lo será el pueblo, sino sólo y únicamente el
esto no se deriva que la universalidad de los estado, que los sintetiza y los supera. Todos,
ciudadanos, o aquellos que están investidos desde el rey hasta el funcionario más bajo,
de la soberanía, puedan disponer soberana­ son servidores del estado, contra el cual los
mente de la existencia de los individuos”. ciudadanos no pueden oponer sus propios
Sin embargo, esta soberanía limitada es derechos originarios, justam ente porque su
ejercida aun en el plano jurídico con la vieja soberanía no conoce limites. Por otro lado la
separación de los poderes, o con la combina­ codificación promovida por Federico II difun­
ción de los distintos intereses de los deposi­ de el ideal de la certeza de la ley, justam ente
tarios del poder, aun cuando se empieza a pre­ cuando la formación de una compleja máqui­
sentir que, cuando los poderes divididos for­ na burocrática pone cotidianamente al ciuda­
man una coalición entonces el despotismo es dano en contacto con la administración públi­
inevitable. Por esto la separación de los pode­ ca, y por lo tanto con sus posibles abusos.
res se presenta mucho más compleja: tenemos Según esta teoría, dado que el estado per­
el poder ejecutivo, politicamente responsable sigue ñus fines sólo en las formas y en los limi­
frente al parlamento: el legislativo, confiado tes del derecho, éste debe garantizar a los ciu­
a dos cám aras (es decir al “poder represen­ dadanos la certeza de su libertad jurídica,
tativo duradero" del senado y al "poder repre­ una libertad sin embargo siempre concedida
CONSTITUCIONALISMO 341

por el estado. Por tanto el estado, por un lado, veniente de que el poder del estado no cono­
puede interferir en los derechos subjetivos de ce ningún limite, que no sea de carácter pro-
los individuos sólo si justifica su acción con cedural: los derechos de los individuos, teo­
una ley general; por el otro, debe mantener rizados por Georg Jcnillck en su System der
rigurosamente distinguida la función ejecu­ suhjektiven offentlichen Rechte (1892), son
tiva de la legislativa, que ejerce por medio de sólo el fruto de una autolimitación por parte
decretos que deben estar en conformidad con del estado. Más brevemente: si el estado de
las leyes generales: nace así la exigencia de derecho es sólo un modo de ejercer la fuer­
un control constante de la acción del ejecuti­ za, el derecho no constituye un verdadero y
vo, es decir de la administración, con el fin eficaz limite de esta fuerza sino que sólo es
de que no viole las normas abstractas y gene­ su modo de manifestarse, por lo que, y no
rales establecidas por el legislativo. paradójicamente, se puede llegar a una for­
El control de la actividad de la adm inistra­ ma de despotismo jurídico. En efecto, la con­
ción pública a veces está sostenido para cepción del Rechtsstaat m adura en el clima
garantizar la sumisión de un órgano del esta­ del positivismo jurídico, que acompaña su
do a otro (o, en Francia, la obediencia del eje­ místico respeto por la ley a una concepción
cutivo al pueblo soberano), controlando jus­ de la ley en términos decididamente volunta-
tamente la ejecución de la ley; otras veces, en ristas, por lo que ésta es solamente la orden
cambio, para garantizar y hacer eficaces las del soberano. El derecho, así. se reduce a fuer­
libertades jurídicas del ciudadano. Esta fina­ za y se establece la fecunda antítesis, propia
lidad diversa se refleja en el órgano que debe de tuda la historia del c., entre poder y dere­
ejercer el control: ¿en un órgano adm inistra­ chos individuales. Otras culturas, en cambio,
tivo, que depende del poder político, o en un como la inglesa, han remarcado siempre en
órgano judicial, verdaderamente indepen­ la ley aun el momento material, además del
diente en los conflictos entre el estado y el ciu­ formal, la ratio y no solamente la voluntas.
dadano? Quien resolvió la controversia fue Además, hoy la propia justicia adm inistrati­
Rudolf von Gneist: en Der Rechtsstaat (1872), va corre el riesgo de ser cercada por la mayo­
aun polemizando contra la jurisprudencia del ría parlamentaria: justamente en la confusión
consejo de estado francés, porque en él la polí­ de la distinción entre legislación y ejecución,
tica prevalecía sobre el derecho, afirmó la exi­ entre leyes y decretos, siempre pueden ema­
gencia de tribunales administrativos, sí, pero nar leyes de contenido administrativo, una lex
independientes, capaces de unir la competen­ in fraudem legis que priva al ciudadano de
cia al enfrentar los delicados y complejos pro­ toda tutela jurídica eficaz.
blemas de la administración a una real liber­
tad de juicio. Su obra comribuyó fuertemen­ vi. el RVLh of u n ; Bastante distinta y total­
te a la evolución de la jurisprudencia adm i­ mente singular es la experiencia constitucio­
nistrativa continental. nal inglesa, centrada en torno al principio del
La concepción del estado de derecho o de rule of law, concepto que es bastante difícil
la justicia en la administración presenta toda­ de definir asi como de traducir: ¿gobierno de
vía una gran actualidad, en la medida en que la ley o regla del derecho? La expresión se
el estado moderno ve enormemente amplia­ afirma en la Inglaterra del siglo xvu, pero
das sus propias tareas administrativas, sobre retoma ampliamente temas medievales, para
todo en el campo económico, como conse­ afirm ar la igualdad de los ciudadanos ingle­
cuencia de la exigencia cada vez más difun­ ses frente a la ley y para com batir todo arbi­
dida de una política social. Para tal propósi­ trio del gobierno que perjudique sus derechos
to es necesario recordar que la teoría del legales. En la base del rule of law se encuen­
Rechtsstaat jam ás ha afirmado el principio tra una experiencia cultural y política del
liberal de que el estado debe limitarse a apli­ derecho que es típica de Inglaterra. Mientras
car el ordenamiento jurídico, sin fines adm i­ que la cultura alemana y la continental esta­
nistrativos, o solamente tutelar los derechos ban dirigidas por sus propios supuestos teó­
de los individuos. Sin embargo, al limitar la ricos a unificar estado y derecho (ordena­
"justicia" al campo administrativo, excluyen­ miento jurídico), la inglesa ignora el concep­
do el constitucional, presenta el grave incon­ to de estado, usando más que nada el de
342 CONSTITUCIONALISMO

"gobierno”, que comprende las tres funcio­ de su batalla por el rule of law. Dicey contri­
nes clásicas, o por lo menos la ejecutiva y la buyó a retardar el desarrollo de instituciones
legislativa. Por otro lado siempre ha afirm a­ que pudieran someter la máquina burocráti­
do la autonomía del derecho junto o por enci­ ca a un control efectivo.
ma del gobierno, o la necesidad de subordi­
nar el gobierno al derecho. Vil El. GOBIERNOLIMITADOEN IA ANTIGÜEDAD YEN LA
Esto ha sido posible no sólo por la indepen­ edad media. La reducción del c. al principio de
dencia de los jueces respecto del poder polí­ la separación de los poderes se revela, como
tico sino sobre todo por el particular carác­ se ha visto, inadecuada y desviante: inadecua­
ter del derecho inglés, el cual todavía hoy ve, da. cuando se quiere comprender la real diná­
junio a normas de producción legislativo- mica política de nuestras instituciones par­
parlam entaria, la common law, un derecho lamentarias: desviante, cuando se buscan nue­
del cual los jueces son conservadores y depo­ vos principios constitucionales capaces de
sitarios: ellos, en efecto, continúan juzgando impedir el arbitrio de la mayoría gubernati­
o remitiéndose a los antecedentes judiciales, va. En efecto, la separación de poderes ha sido
o interpretante las leyes del parlamento en pensada y articulada para una sociedad toda­
el espíritu y según los principios generales vía aristocrática y con un régimen político
inmanentes a la common law. La afirmación, monárquico; hoy. en cambio, vivimos en
en el siglo xvm, de la omnipotencia parla­ sociedades democráticas con sufragio univer­
m entaria condujo a restringir la supremacía sal, casi siempre republicanas o donde la
de la common law que, a principios del siglo monarquía ya no conserva los antiguos pode­
xvn, perm itía a los jueces declarar nulas y res. La formación de la dirección política del
faltas de eficacia las leyes del parlamento que estado ya no nace de la colaboración de dis­
fueran en contra del derecho y de la razón. tintos órganos institucionales, que represen­
Sin embargo, esto dem uestra todavía su efi­ tan los distintos intereses de las clases socia­
cacia en la autolimitación que hace el parla­ les, sino a través de la agregación de la
mento de su omnipotencia. demanda política realizada por los partidos.
El mayor teórico del rule of law es A. V. Asi, la actual división de órganos puede obs­
Dicey; en The law o f the constilution (1885), taculizar o dism inuir la voluntad de un par­
polemizando contra el derecho y los tribuna­ tido fuerte o de una mayoría estable, pero es
les administrativos franceses, demuestra totalmente insuficiente para garantizar tan­
cómo este principio fundamental de la cons­ to los derechos de las minorías como impe­
titución inglesa implica la exclusión de lodo dir el abuso del poder respecto de los ciuda­
poder discrecional o arbitrario y, por esto, la danos, en la medida en que estos órganos pue­
igualdad de los ciudadanos con el gobierno den estar en manos del mismo partido. Por
frente a tribunales ordinarios, excluyendo otro lado la extrema complejidad de la vida
drásticam ente la posibilidad de un derecho moderna, que exige al gobierno rápidas y tem­
y de tribunales administrativos de tipo fran­ pestivas intervenciones en la economía y en
cés. Además, hace una interesante afirmación la sociedad, puede encontrar en una excesi­
teórica: las leyes constitucionales inglesas, las va división del poder un obstáculo para el
normas que en otros países están contenidas cumplimiento de sus funciones legitimas e
en una constitución escrita, no son la fuente indispensables.
sino la consecuencia de los derechos subjeti­ No sólo eso: esta reducción del c. a la sepa­
vos de los individuos, como son definidos y ración de los poderes es incompleta en el pla­
garantizados por las cortes judiciales: la cons­ no histórico, dado que toma solamente un
titución deriva de las normas ordinarias del aspecto del c., el estado mixto, y remarca lue­
país. Sin embargo, en nuestro siglo, con la go su versión más moderna, es decir la divi­
extensión de las actividades económicas y sión de poderes. Por ejemplo, los griegos,
sociales de los gobiernos laboristas, puede cuando con Platón y Aristóteles establecieron
comprenderse que el principio del rule of law, en la supremacía de la ley el criterio de dis­
como lo había formulado Dicey, no era obser­ tinción entre las formas rectas de gobierno
vado, de hecho, justam ente por ser inaplica­ y las degeneradas, hacían avanzar otro tema
ble a sociedades desarrolladas, y así, a pesar del c. que, en la historia del pensamiento poli-
CONSTITUCIONALISMO 343

tico occidental, tendrá una importancia no ricano, Edward Corwin, el cual, vinculándo­
menor que la del ideal del estado mixto, que se con Aristóteles, escribe: "La antítesis entre
también se remite al mundo clásico. Platón el impulso del gobernante humano v la racio­
en las Leyes, en polémica contra tas formas nalidad de la ley constituye, en realidad, uno
degeneradas de democracia, escribe: "Según de los fundamentos en los que se basa la doc­
las leyes antiguas el pueblo no era el señor trina norteamericana en materia de separa­
sino que en cierto modo era voluntariamen­ ción de puderes y, por consiguiente, todo el
te siervo de las leyes", y repetía Aristóteles sistema norteamericano del derecho consti­
en la Política que hay una democracia donde tucional."
es soberana la ley y una donde, en cambio, Ciertamente tenia razón Mcllwain cuando
es soberana la masa: “Otra especie de demo­ afirmaba que el principio de la limitación del
cracia es aquella en que. . . la multitud es gobierno gracias al derecho era la caracterís­
soberana y no la ley, y esto tiene lugar cuan­ tica más antigua y más auténtica del c., y de
do los decretos de la asamblea desbordan la esta tesis deriva una revaloración del pensa­
ley. Este estado de cosas es promovido por miento político medieval, que a muchos podrá
los demagogogos, porque en los estados de parecer desconcertante. En efecto, escribe
régimen democrático guiado por la ley no Mcllwain: “El que trata de relacionar el tér­
nacen demagogos, sino que las clases mejo­ mino ‘medieval’ con algo reaccionario, como
res de los ciudadanos están en una posición cierta gente sin cerebro ha tomado hoy la cos­
preeminente; pero cuando no son las leyes las tumbre de hacer, debería prim ero meditar
soberanas, aparecen los demagogos; . . .un bien [sobre los textos}. El absolutismo políti­
pueblo de esta clase, que es como un monar­ co es fruto de los tiempos modernos; el Medie­
ca, busca la manera de ejercer un gobierno vo no quería saber de él." En el Medievo, en
monárquico por medio de la exclusión del efecto, encontramos no sólo las más claras
gobierno de la ley y se vuelve despótico... apologías del gobierno limitado sino, en
Una democracia de este tipo es comparable armonía con éstas, la más explícita reivindi­
a una forma tiránica de monarquía." cación de la primacía de la función judicial.
En términos modernos, para los griegos era En efectu, la base sagrada del poder del rey
constitucional la forma de gobierno —monar­ consiste únicamente en el deber de d ar a los
quía, aristocracia, democracia— en la que el súbditos "una justicia recta e igual", porque
poder no fuera ¡egibus solutas sino que estu­ "la tarea de juzgar pertenece a Dios, no al
viera en cambio limitado por la ley. hombre”, y, en tal sentido, el rey. sumo juez,
En el principio del gobierno limitado antes era solamente un ministro y un siervo de Dios.
que en el del gobierno mixto, en la soberanía Como escribía un obispo del siglo ix, lona de
de las leyes antes que en la separación de los Ürléans: "Por esto es colocado en este trono
poderes, se ha inspirado el mayor historiador de rey, para pronunciar juicios justos, de
y teórico del c. europeo, el norteamericano manera que tome medidas personalmente e
Charles Howard Mcllwain. En un ensayo investigue con atención que ninguno en el jui­
escrito a continuación del estallido de la cio se aleje de la verdad y de la equidad."
segunda guerra mundial, Mcllwain, advirtien­ El rey, por tanto, era la fuente de la justi­
do ya como inaplazable la elección "entre los cia, el supremo juez de su pueblo, la persona
ordenados procedimientos del derecho y los en la que los derechos de los súbditos podían
sistemas basados en la fuerza, que parecen encontrar su natural tutela y necesaria garan­
bastante más rápidos y eficientes”, define asi tía. Pero la conciencia de esta altísim a fun­
el c.: "Es útil insistir sobre el hecho de que ción, que convierte directam ente al rey en
la más antigua, la más persistente y más dura­ vicario de Dios, acompaña a la conciencia de
dera de las características del verdadero c. la profunda diferencia entre el rey y el tira­
es todavía la que era al principio: la limita­ no, entre el siervo de Dios y el m inistro del
ción del gobierno gracias al derecho", o, más diablo. Basta pensar en el amplio y durade­
sintéticamente: “Todo gobierno constitucio­ ro reconocimiento que obtendrá, por todo el
nal es por definición un gobierno limitado." Medievo, ¡a famosa afirmación de Isidoro de
Una observación igual podemos leer en las Sevilla, un obispo que vivió entre los siglos
páginas de otro conslitucionalista norteame­ vi y vil: “Los reyes son llamados así por la
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función de regir. En efecto, como el sacerdo­ le confiere el derecho" o, aun. que "el suyo
te es llamado así por el santificar, así lo es es el poder del derecho, no de la injusticia”.
el rey por el regir: pero no rige quien no corri­ Y es interesante comparar este principio, que
ge. Por tanto, actuando rectamente conserva­ Bracton ha repetido en los puntos más dis­
rá el nombre de rey, pecando lo perderá. Por pares de su tratado, con las afirmaciones de
eso aun entre los antiguos existia este dicho: los glosadores boloñeses, bien conocidos por
‘Serás rey si te comportas con justicia, de otro nuestro legisla inglés. Bracton había afirm a­
modo no lo serás'." El criterio para distinguir do claramente que “el rey está sujeto a la ley,
la corrección del comportamiento del rey era, porque es la ley quien hace al rey", mientras
en efecto, su respeto de la ley. Por ejemplo. que un siglo antes en Roncagliu, el arzobispo
Juan de Salisburv, en el siglo xu, escribe en de Milán, dirigiéndose a Federico Barbarro-
el Policraticus: "Entre un tirano y un prínci­ ja, a sugerencia de los maestros boloñeses,
pe existe esta única o mejor dicho esencial dijo: "Tua voluntas ius est" [tu voluntad es
diferencia: que éste obedece a la ley, y según derecho], colocando asi al emperador por
su orden gobierna al pueblo, del cual se con­ encima de la ley. justam ente como la afirm a­
sidera servidor. En efecto, la autoridad del ción del Digesto: "Lo que agradó al principe
príncipe deriva de la autoridad del derecho, tiene vigor de ley."
y, en verdad, más que el poder es importante Se trata, como se ve, de dos concepciones
someter a las leyes el supremo poder; de sobre la naturaleza del poder radicalmente
modo que el principe no piense que le sea lici­ distintas, porque una pone acento sobre la
to lo que se aleja de la equidad y de la justi­ ley, por la cual está limitado el poder del rey,
cia." y la otra sobre la voluntad del rey, creadora
Alguien podrá observar, v no sin razón, que de la ley. Son dos concepciones jurídicas a
las afirmaciones ahora mencionadas, muy p artir de las cuales se desarrollarán dos for­
comunes y bastante frecuentes en la cultura mas distintas de estado, que hoy llamamos
medieval, pertenecen tudas a la esfera teoló­ con los nombres de monarquía limitada y de
gica o moral, no a la política o jurídica. En monarquía absoluta. Un jurista francés, Adhé-
efecto, se trata sobre todo de severas y auto­ mar Esmein, explica la afirmación del abso­
rizadas advertencias, dirigidas por los cléri­ lutismo en la Francia del siglo xvi precisa­
gos a los príncipes, con la intención de recor­ mente con el éxito que tendrá en su tierra la
darles los deberes murales y religiosos que obra de los glosadores boloñeses, y del más
tienen frente al verdadero soberano, es decir grande de todos, Accursio, en el que es reto­
Dios, untes aun que respecto de su pueblo. Y mada la famosa máxima, recogida por Ulpia-
en la historia medieval no son infrecuentes no. del principe legihus solutos.
los contrastes entre los principios éticos o Esta diferencia entre la monarquía “ limi­
religiosos y la realidad del poder de hecho tada" inglesa y la monarquía "absoluta" fran­
ejercido. La observación es sin duda justa y cesa era evidente ya para el último gran cons-
pertinente: sin embargo, justam ente estos titucionalista de la Inglaterra medieval: sir
principios éticos son acogidos en Inglaterra, John Fortescue. £1 provenía de la misma cla­
desde el siglo xm. para describir tanto la par­ se que Bracton. la de los legistas, de aquellos
ticular naturaleza del derecho inglés, tan dis­ que elaboraron el sistema jurídico inglés de
tinto del romano, como para diferenciar el sis­ la common law, y a este conocimiento del
tema de gobierno británico del francés. Tóme­ derecho y de la constitución inglesa agregó
se, por ejemplo, a Henry de Bracton, un juez una notable experiencia política, por haber
de la corte del rey, que escribió en la prime­ participado en la Guerra de las Dos Rosas,
ra mitad del siglo xm un monumental trata­ como séquito de los Lancaster, y por haber-
do con el título De Legibus et Consuetudini- seguido a Eduardo, principe de Gales, en su
busAngliae, que muy rápido se hizo un texto exilio en París. Todas las obras de Fortescue
clásico sobre el que se formarán los legistas giran alrededor de una distinción: aquélla
ingleses hasta fines del siglo xvn Aquí Brac­ entre la monarquía absoluta y la monarquía
ton afirma que “no hay rey allí donde manda limitada o, para usar sus expresiones, entre
la voluntad y no la ley", o que "el rey no tie­ el dominium regale y el dominium politicón:
ne otro poder sobre la tierra que no sea el que et regale', detrás de estas definiciones es bus-
C O N S T IT U C IO N A L IS M O 345

tante fácil para el lector descubrir a Francia madura el principio del rule of law, del gobier­
c Inglaterra. El criterio de distinción entre los no limitado o de la supremacía del derecho,
dos sistemas de gobierno es delineado así en un derecho que no es la expresión de la pun­
De Laudihtis Legum Angliae: "El prim er rey tual voluntad del legislador sino que es sobre
—es decir el franees— puede gobernar su pue­ todo costumbre, la costumbre de los derechos
blo con las leyes que él mismo hace, y por lo legales de los ciudadanos ingleses. El tema del
tanto puede imponer a sus subditos, sin su gobierno limitado, de la supremacía del dere­
consenso, las tasas y los otros impuestos que cho, es el otro gran tópico de la historia del
él misino quiere. El segundo rey —es decir el c., más antiguo y más moderno que el tema
inglés— no puede gobernar su pueblo con del gobernó mixto y de la separación de los
leyes distintas de las que éste consiente, y por poderes: no se trata de dividir el poder sino
lo tanto no puede imponer a sus súbditos nin­ de limitarlo, oponiendo a la demonicidad de
gún impuesto sin su consenso.” la política la racionalidad del derecho.
Puede preguntarse ahora qué es, para los
ingleses, esta ley, tan a menudo invocada y VIH. EL GOBIERNO LIMITADO DE LOS MODERNOS. La
proclamada, que el rey no puede cambiar en supremacía de la ley es un tema común al
absoluto, bajo pena de degenerar en tirano. gobierno limitado medieval y a las modernas
No es por cierto la ley en el sentido moderno democracias constitucionales: sin embargo no
de la palabra, es decir la orden del legislador, debemos perder de vista las profundas dife­
justam ente porque en el Medievo era en gran rencias entre la vida jurídica medieval, toda­
parte desconocida la reducción del derecho vía viva hoy en los países de common law, y
a una mera orden: en efecto, la ley no era crea­ el derecho de las modernas democracias del
da sino declarada, no era hecha sino recor­ continente: allá el derecho era una espontá­
dada. y, finalmente, las leyes, como declara­ nea y libre expresión de la sociedad en un pro­
ción por parle de órganos ad hoc (el rey solo ceso secular, en el que no podía intervenir el
o el rey en el parlamento), eran poquísimas. arbitrio creador del legislador: hoy el dere­
En el Medievo la palabra ley tiene un signifi­ cho es la expresión de la puntual y conscien­
cado bastante más amplio: por ejemplo, para te voluntad soberana del pueblo, explicitada
Fortescue están contenidas en las leyes, antes a través de un órgano ad hoc, es decir una
que nada, la ley de naturaleza “que es la asamblea representativa. Ayer el derecho era
madre de todas las leyes humanas”: en segun­ parte integrante de la espontánea vida social,
do tugar las antiquísimas costum bres de hoy es un instrum ento con el cual el estado
Inglaterra, óptimas por ser más antiguas que democrático interviene en la sociedad para
las leyes de Roma y finalmente las leyes en m antener la paz social y para prevenir las
sentido estricto, los estatutos aprobados "con necesidades futuras. En suma, ayer el dere­
el consenso de todo el reino", presente en el cho era casi un hecho nutural y espontáneo,
parlamento. Pero, si observamos atentamen­ hoy es sobre todo el mandato de la mayoría.
te. la verdadera ley es la segunda, es decir la Una diferencia, como se ve, enorme; sin
costum bre, la cual en la medida en que ha embargo, el mundo moderno ha sentido la
resistido por un largo periodo de tiempo, necesidad de mantener, o de retom ar el prin­
obteniendo el consenso de distintas genera­ cipio medieval de la supremacía de la ley,
ciones, demuestra ser justa, y a la cual por reinterpretándolo en forma más adecuada a
tanto los diversos estatutos del parlamento, las exigencias de los nuevos tiempos.
meramente declarativos del derecho, se deben El principio de la suprem acía de la ley. la
adecuar. En suma, el valor de las leyes con­ afirmación de que todo poder político debe
suetudinarias reposa en el hecho de que, ser legalmente limitado, es la mayor contri­
como escribió Glanvill, un legista del siglo bución del Medievo a la historia del c. Sin
xn. son los mores a populo consercari. las embargo, en el periodo medieval es todavía
costum bres consenadas por el pueblo, o, un mero principio, y a menudo poco eficaz,
como repitió más tarde Bracton, éstas son en la medida en que falta una institución legi­
approbaiae consenso utentium, son aproba­ timada que controle, con base en el derecho,
das por el consenso de quien las usa. el ejercicio del poder político y que garanti­
A partir de esta cultura político-jurídica ce a los ciudadanos el respeto de la ley por
346 CONSTITUCIONALISMO

parte de los órganos de gobierno. En cambio además de resolver los eventuales conflictos
el descubrimiento y la concreta realización entre los diversos órganos del estado contro­
de estos medios es propia del c. moderno: en la la justicia de la ley, es decir su conformi­
particular de los ingleses en ese siglo de tran­ dad a las normas fundamentales. La existen­
sición que fue el x v ii , cuando las cortes judi­ cia de este órgano es esencial, pues de otra
ciales proclamaban la superioridad de las manera, contra la violación de la constitución
leyes fundamentales sobre las del parlam en­ por parte del gohíerno-mayoria, no habría
to, o de los norteamericanos, a fines del siglo ningún remedio, a no ser un abstracto dere­
x v iii , cuando iniciaron la codificación del cho a la revolución o una hipotética posibili­
derecho constitucional y se dieron la moder­ dad de recurrir a la fuerza.
na forma de gobierno democrático, bajo el Conviene detenerse un momento más en
cual todavía viven. esta nueva definición del c. —no demasiado
Será oportuno delinear sintéticamente las frecuente en nuestra literatura política— que
tres características principales, por medio de se basa en la contraposición entre derecho y
las cuales se ha realizado hoy el principio del poder, racionalidad y fuerza. Parte de la cla­
gobierno limitado, de manera de hacer más ra distinción entre constitución y gobierno.
evidente lo que lo diferencia de la herencia La constitución, justam ente porque es ante­
medieval. El principio del gobierno limitado cedente y superior al gobierno, puede limitar
es ejercido hoy, en prim er lugar, por medio su poder, y, cada vez que sea violada, el
de una constitución escrita, que contiene una gobierno se hace anticonstitucional, arb itra­
serie de normas jurídicas orgánicamente vin­ rio, en suma, ilegítimo. El concepto de gobier­
culadas entre sí: no sólo regulan el funciona­ no limitado es distinto del de separación de
miento de los órganos del estado sino que los poderes. Como se ha visto, hoy el princi­
sobre todo consagran los derechos de los ciu­ pio de la separación de los poderes se reduce
dadanos, planteados como limites del poder a meras reglas de procedimiento, a través de
del estado. Tal constitución extrae su legiti­ las cuales se expresa de modo legítimo el
midad de dos elementos: tanto del mismo con­ poder de la mayoría. Pero, cada vez que las
tenido de sus normas que se imponen por su reglas sean respetadas y haya concordia entre
intrínseca racionalidad y justicia, como por los diversos órganos del estado, la voluntad
su fuente formal, es decir por em anar de la de la mayoría en el parlamento es omnipoten­
directa voluntad soberana del pueblo, a tra ­ te, y no hay leyes que puedan limitarla. Mien­
vés de una asamblea constituyente y/o un tras que el estatuto albertino ejercía solamen­
referéndum. Si en los siglos xvi-xvu, en la te este aspecto del c., la carta fundamental de
época del iusnaturalismo, prevalecía el pri­ Italia realiza también el otro, el del poder
mer elemento, hoy, con la reducción del dere­ limitado por la ley, en la medida en que no
cho a mera orden, prevalece el segundo. En establece solamente reglas de procedimien­
segundo lugar, la moderna constitución tie­ to para la formación de la voluntad legislati­
ne un carácter rígido e inelástico, en el senti­ va sino que también le impone límites lega­
do de que sus normas no pueden ser ni modi­ les bien precisos en la constitución, y los hace
ficadas ni interpretadas por la normal volun­ eficaces a través de un órgano no político que
tad legislativa, porque son jerárquicam ente tiene la función judicial de controlar si la
superiores a las normas ordinarias, dado que voluntad de la mayoría, como se expresa en
el poder constituyente es superior al poder una ley, está o no de acuerdo con la constitu­
legislativo. Por lo tanto, para modificar la ción y, en el caso de que no lo esté, de decla­
constitución es necesario un procedimiento rar nula y falta de eficacia tal ley.
particular, el cual requiere una mayoría cali­ Así. en un sistema político representativo,
ficada. Por fin, hay una tercera característi­ que ejerce el principio del gobierno limitado,
ca: ésta es la más im portante de todas, por­ la función judicial termina por adquirir un
que hace eficaz la supremacía de la ley, o peso bastante mayor en la realización del
mejor dicho de la constitución. Se trata del equilibrio constitucional antes que en uno
poder judicial en su con junto, como en Esta­ fundado en la mera separación de los pode­
dos Unidos, o de un órgano ad Itoc, como en res. Vuelve asi el otro gran tema de Montes-
Italia; en suma, de una corte judicial, la cual quicu, que se agrega al de la división del poder
CONSTITUCIONALISMO 347

político entre los estados del reino: es decir pueblo y, en consecuencia, ha buscado o favo­
la independencia de la magistratura que, sólo recido las formas de convivencia en las que
en el gubierno limitado, puede encontrar una al pueblo no se le dé solamente la mera titu­
verdadera ejecución, justamente porque la laridad sino también el concreto ejercicio del
primacía del derecho, o de la iurisdictiu, sobre poder soberano: imposible en un gran esta­
el poder impone el reforzamiento de la fun­ do, la democracia directa, ensalzada por
ción que tiene, justamente, la tarea de custo­ Rousseau, se ha manifestado en instituciones
diar el derecho. particulares, como la iniciativa legislativa
Este traslado del equilibrio constitucional popular y el referéndum. Si los demócratas
del poder legislativo al judicial, esta nueva han considerado la fuente del poder sobera­
relación entre el poder y el derecho, marca no, los constitucionalistas han puesto el acen­
por cierto una ruptura con nuestra tradición to más bien sobre el problema de los límites
política más reciente: una ruptura que no es y de los modos de ejercicio de este poder, que
todavía plenamente clara y evidente para no podemos liamar "soberano" justam ente
nuestra cultura política. Esto era necesario porque una soberanía limitada es casi una
justam ente por el advenimiento de la demo­ contradicción en los términos.
cracia. En el pasado, en realidad, se encon­ Así, si la democracia es el gobierno de la
tró una garantía contra el poder arbitrario, mayoría, se podría decir paradójicamente que
sobre todo en los cuerpos representativos que esta forma dec. ejerce el gobierno de la mino­
controlaban J gobierno. Hoy. en cambio, los ría. Para hacer una ley bastan 51 votos con­
cuerpos representativos ejercen una función tra 49, y, en una democracia, la minoría tie­
de control bastante menor, justam ente por­ ne el deber de someterse a la voluntad de la
que el pueblo elige a través de los diputados mayoría. Pero en un sistema constitucional,
al gobierno: las asambleas son así parte inte­ en el que esté en vigor el principio del gobier­
grante del gobierno. Para encontrar una nue­ no limitado, existen normas, como las de la
va garantía contra el poder arbitrario, para constitución, que una simple mayoría de 51
tutelar los derechos de los ciudadanos, es votos no puede cambiar, y son necesarios en
necesario dirigirse por tanto a la función judi­ cambio 67 sobre ICO, y en ciertos estados exis­
cial, única capaz de ejercer la supremacía de ten directam ente normas, las que consagran
la ley sobre el gobierno. los derechos del hombre y del ciudadano, que
Justam ente desde la perspectiva de poner ninguna mayoría puede abolir. Esta vez pare­
limites posteriores al poder de gobierno es ce ser la voluntad de la mayoría la que está
que la temática constitucionalista ha toma­ obligada a someterse a la voluntad de la mino­
do nuevo vigor dentro del ámbito del estado ría, pero, si se tiene presente que con la cons­
de bienestar (v.). Se vigila al estado, que admi­ titución el pueblo soberano pretende estable­
nistra la economía de la gran familia públi­ cer limites al poder que, con las elecciones,
ca: teniendo presente la relación entre normalmente delega a sus representantes, se
impuestos y gastos, entre entradas y salidas, verá como ésta es solamente una aparente
se quiere una constitución fiscal, para impe­ limitación del principio democrático. Se tra­
dir un excesivo retiro público del ingreso, ta más que nada de una limitación funcional
tener un balance equilibrado y combatir la a la propia existencia de la democracia, como
inflación: una constitución fiscal que prescri­ ha hecho notar Luigi Einaudi en un ensayo
ba con frecuencia en estas m aterias la nece­ de enero de 1945: "Estos frenos tienen como
sidad de mayorías calificadas.IX . objetivo lim itar la libertad de legislar y de
operar de los estratos políticos gobernantes
IX. CONSTITUCIONALISMO Y DEMOCRACIA POLITICA. A elegidos por la mayoría de los electores. Apa­
primera vista parecería que no se puede iden­ rentemente se viola el principio democrático
tificar al c, con la democracia, aunque luego que da el poder a la mayoría: en realidad, limi­
es difícil imaginar en concreto una democra­ tando sus poderes, los frenos tutelan la mayo­
cia no constitucional. El pensamiento demo­ ría contra la tiranía de quien de otra manera
crático, en efecto, ha tenido un solo proble­ actuaría en su nombre y, procediendo asi,
ma esencial: dem ostrar cómo la soberanía es implícitamente tutelan la mayoría."
un derecho inalienable e imprescriptible del Otra diferencia puede tomarse desde otro
348 CONSTITUCIONALISMO

punto de vista, allí donde se busque precisar tución de la representación, limitando el prin­
el contenido de la palabra libertad, tan insis­ cipio democrático, lleva consigo el peligro de
tente tanto en las páginas de los constitucio- que la voluntad de la mayoría de los diputa­
nalistas como en las de los demócratas. Para dos no coincida siempre con la volundad de
los primeros la palabra libertad tiene un sig­ la mayoría de los electores. Por tanto, hoy, el
nificado esencialmente jurídico, y sería, pol­ c. no es otra cosa que el modo concreto a tra ­
lo tanto, más oportuno hablar de libertades vés del cual se ejerce y se realiza un sistema
en plural, que son sobre todo libertades ju rí­ democrático representativo.
dicamente protegidas contra el poder de la Sin embargo, el uso de esta nueva perspec­
mayoría. Para los demócratas, en cambio, la tiva, con la cual examinar los modernos sis­
libertad es, en prim er lugar, un valor ético: temas representativos que ejercen el princi­
es una libertad en singular, que se ejerce sola­ pio del gobierno limitado, implica el redimen-
mente a través del estado, es decir a través sionamiento o la eliminación de dos concep­
de la directa participación en la cosa públi­ tos clave que todavía dominan fuertemente
ca. En otras palabras: los constitucionalistas la cultura política europea. Aludimos a los
reivindican para el individuo una amplia esfe­ conceptos de soberanía y de pueblo, y en con­
ra de licitud, y consiguientemente imponen secuencia al de estado, en el ámbito de los
al estado no impedir el ejercicio de estos dere­ cuales el c. no puede desarrollarse. Una sobe­
chos; los demócratas, en cambio, quieren la ranía dividida verticalmente, como en los sis­
directa participación de tuda la comunidad temas federales, o limitada, a través de pro­
en la formación de la voluntad del estado, de cedimientos que garantizan la supremacía de
modo que ésta coincida con la misma volun­ la constitución, es una contradicción en los
tad del pueblo. Así, al obedecer al estado, los términos, siempre que definamos la soberanía
ciudadanos se obedecen sólo a sí mismos: es en los términos tradicionales, como summa
ésta la mística de la voluntad general que nos legi busque soluta potestas. En realidad esta
viene de la tradición jacobina francesa. definición todavía identifica poder y derecho
Se trata, por lo tanto, de doctrinas distin­ o concibe la soberanía en términos de fuer­
tas, fácilmente separables en un plano mera­ za, aunque de una fuerza que no puede actuar
mente conceptual; pero no son doctrinas con­ excepto de un modo jurídico. Aun el concep­
tradictorias porque, aunque en el pasado se to de pueblo, propio de gran parte de la tra ­
han dado regímenes constitucionales no dición democrática, se revela como una abs­
democráticos, hoy no conocemos otra forma tracción desviante, dado que de hecho la
posible de democracia que no sea la consti­ voluntad del pueblo se expresa a través de los
tucional. En efecto, la libertad positiva de par­ partidos (v.j, los cuales justam ente tienen la
ticipar en la formación de la voluntad del función de reunir y de trasm itir la demanda
estado tiene, como necesaria condición, la política y de traducirla en una dirección polí­
libertad negativa, es decir el no impedimen­ tica. Por tanto en un sistema representativo
to por parte del estado de los derechos de tendremos un complejo proceso de formación
libertad de expresión, de imprenta, de asocia­ de voluntad política, que parle de los ciuda­
ción, de religión, etc., porque de otra forma danos y que por los partidos y las asambleas
irían desapareciendo las mismas condiciones culmina en la acción del gobierno, limitada
de una autónoma participación en la forma­ por la lev constitucional. Resulta asi más co­
ción de la voluntad del estado, como sucede rrecto y útil definir estos sistemas políticos
en los regímenes totalitarios, donde los gru­ como sistemas constitucional-pluralistas.
pos en el poder organizan desde lo alto, con
una lista única, la presencia de las masas en bihlicgrafía O. Brunner, Nuevos caminos de la
el estado. Y aún más: la democracia ha sido historia social y constitucional Í1968), Barcelo­
definida como el gobierno de la mayoría; pero na, AlLidil; J.M. Buchanan y R.E. Wagner, Défi­
si esta mayoría tuviera un poder absoluto e cit del sector público y democracia (1977),
ilimitado podría subvertir las regla> del jue­ Madrid, Ri ilp; J.M. Buchanan, Freedom in cons-
go y destruir asi las bases mismas de la demo­ titutional contrae!, Austin, Texas University
cracia; algo siempre posible si tenemos pre­ Press. 1977; E.S. Corwin, ¡.'idea de “legge supe-
sente que en un gran estado la misma insti­ riore "e il diritlo costituzionale americano (1928-
CONTENCIÓN 349

1929), Venecia, Neri Pozza, sf; M. Fioravanti, Giu- tica de c. Para realizarse, la acción de la c. pre­
risti e costituzione política nell'ottocento tedes­ supone la existencia de un antagonismo y, por
eo, Milán, Giuffré, 1979; C.J. Friedrich, Gobier­ lo tanto, de un conflicto latente, de naturale­
no constitucional y democracia (1937), Madrid, za ideológica, política, económica, estratégi­
Centro de Estudios Constitucionales, 1973; F.A. ca entre dos potencias tendencialmente hege-
Hayek, La sacietá libera (1960), Florencia, Vallec- mónicas, o entre grupos de potencias igual­
chi, 1969; F.A. Hermens, La democrazia rappre- mente divididas por rivalidades de la misma
sentativa (1958), Florencia, Vullecchi, 1968; K. naturaleza que podrían explotar, traspasado
Loewenstein, Pulitical power and tlie govemmen- un preciso punto de ruptura establecido por
tal process, Chicago, University oí Chicago Press, los dos campos, en una guerra efectiva. Pos­
1965; N. Matteucci, Organizzazione del potere e tula. por lo tanto, la división del mundo, o de
liberta: storia del costituzionalismo moderno, particulares zonas de interés estratégico rele­
Turín, UTF.T, 1976; C.H. Mcllwain, Constitutiona- vantes, en "esferas de influencia”, de hecho
lism and tbe changing world, Londres, Cambrid­ o tácitamente concordadas, en el interior de
ge University Press, 1939; C.H. Mcllwain, Costi- las cuales cada potencia (o grupo de poten­
tuzionalismo anticue moderno (1940), Venecia, cias) ejerce su propia y exclusiva acción hege­
Neri Pozza. 1956; C, Schmiit. Defensa de la cons­ mónica y lleva a cabo una política de c. fren­
titución (1931), Madrid, Tecnos, 1973; P.L. Ver- te a las tendencias intrusivas de la otra.
du, La lucha por el estado de derecho, Bolonia,
Publicaciones del Real Colegio de España, 1975; ii. pf.kfii. histórico. La política de c. ha tenido
M.J.C. Vile, Constituonalism and the separation su máxima manifestación, en el plano histó­
of powers, Londres, Oxford University Press, rico, desde el nacimiento del estado bolche­
1967; K.C. Wheare. Constituciones modernas vique en la Rusia posrevolucionaria hasta el
(1951), Barcelona, Labor. 197L F.D. YVormuth, estallido de la segunda guerra mundial, con
The origins of modern conslitutionalism, Nue­ la acción desarrollada por las democracias
va York, Harper, 1949. occidentales para impedir la divulgación en
el mundo de sus principios ideológicos y,
[NICOLA MATTEUCCI] sobre todo, desde el fin de la segunda guerra
mundial y el inicio de la llamada guerra fría,
con la acción desarrollada por Estados Uni­
dos para impedir la expansión político-
contención ideológico-estratégica de la Unión Soviética
en Europa. Consecuencia natural de la situa­
i. DEFINICION Por c. se entiende la acción desa­ ción de desconfianza de un grupo de estados
rrollada por un estado (o grupo de estados) ideológicamente hostiles al comunismo, pri­
con el fin de impedir la expansión ideológi­ mero, y del conflicto de poder entre dos esta­
ca. política, económica, estratégica de otro dos tendencialmente hegemónicos, luego, la
estado fuera de su concordada o presunta política de c. representa, por lo tanto, en el
"esfera de influencia". Ésta se manifiesta a plano histórico, uno de los aspectos más sig­
través de precauciones e iniciativas de carác­ nificativos del mudo a través del cual se ha
ter ideológico, político, económico y estraté­ expresado el antagonismo entre la ideología
gico de signo contrario a los puestos en m ar­ comunista y el mundo capitalista en un nivel
cha por el estado cuya acción se quiere con­ del choque de potencias. La formulación de
tener en las zonas donde, a causa del surgi­ la "doctrina" de la c. fue adelantada por el
miento de fenómenos de crisis, pueden deter­ diplomático G. Kennan en un famoso artícu­
minarse vacíos de poder capaces de atraer y lo de Foreign Affairs y fue oficialmente defi­
acelerar su dinamismo natural o calculado. nida el 12 de marzo de 1947, cuando el presi­
Las ayudas económicas a los países en vías dente de Estados Unidos, H. S. Truman, pidió
de desarrollo, la estipulación de sistemas de al congreso norteamericano la autorización
alianzas colectivas, la intensificación de la para un programa de ayuda a Grecia, bajo
propaganda ideológica, la intervención arm a­ guerra civil, y a Turquía, sometida a las pre-
da directa, en donde sia necesario, son los siones por parte de la Unión Soviética, para
principales instrumentos de sostén de la polí­ una coparticipación en el control de los estre­
350 CONTENCION

chos. "Creo —dijo en aquella ocasión Trumari, saria como verdadera y propia ideología autó­
fijando las condiciones para la política de c. noma. El concepto de indivisibilidad de la
norteam ericana— que la política de Estados ideología, es decir la negación de la posibili­
Unidos debe ser la de asistir a los pueblos dad de existencia de interpretaciones plura­
libres que luchan contra las tentativas de listas de la común doctrina en el interior de
dominación por obra de minorías arm adas o las filas opuestas, postulaba un mundo domi­
de presiones exteriores." De tal modo, el pre­ nado rígidamente por las ideologías más que
sidente norteamericano prefiguró tanto los dividido por los intereses. Pero la acentuación
sucesivos programas de ayuda de Estados del conflicto chino-soviético, la desaparición
Unidos a los países no comunistas como el de Mao Zedong (septiembre de 1976), el aban­
nacimiento de los sistemas de alianzas colec­ dono por parte de los chinos de la política de
tivas bajo el liderazgo de Washington, y tam ­ apoyo a los movimientos insurreccionales del
bién, finalmente, las intervenciones militares tercer mundo, el restablecimiento de las rela­
directas estadunidenses, donde se presenta­ ciones diplomáticas entre Estados Unidos y
ra la ocasión. Bajo el perfil histórico, la "doc­ China (enero de 1979) y. sobre todo, la con­
trina Trum an” de la c. puede ser definida vergencia de intereses entre los dos países
como una extensión de la "doctrina Monroe” acerca de la necesidad de una política de con­
(limitada a América), más alladel Atlántico, tención frente al dinamismo internacional de
a la Europa no comunista, frente a la Unión la URSS, han terminado por conferir en el
Soviética y, en un segundo momento, como plano teórico a la política de c. una connota­
lógico corolario, más allá del Pacífico, al Asia ción estratégica específicamente antisoviéti­
no comunista, frente a la República Popular ca más que genéricamente anticomunista. La
China. La acción de rígido control político- necesidad de la creación de sistemas de segu­
ideológico ejercido por la Unión Soviética ridad colectiva entre aquellos que profesan
sobre sus propios estados "satélites” (v. saté­ el mismo tipo de ideología tiene como conse­
lite) en Europa central y oriental, a través de cuencia el nacimiento de organismos político-
la llamada "doctrina de la soberanía limita­ militares multinacionales, en el interior de los
da" de los países comunistas (que postula el cuales el aspecto puramente militar tiende a
derecho de intervención soviética en los asun­ menudo a prevalecer sobre cualquier otra
tos internos de los propios "satélites", cuan­ consideración ético-política a causa del carác­
do el orden marxista-leninista sea, a su jui­ ter totalitario que tales organismos terminan
cio. perturbado) obedece, en clave comunis­ por asum ir desde el punto de vista estratégi­
ta y antioccidental, a la misma lógica de la co: con el resultado de una confusión entre
política de c. ejercida por Occidente frente a fines (la afirmación de los valores comunes)
la Unión Soviética y a China comunista.I y medios (la alianza político-militar), y el pre­
dominio de los segundos, a través de su "fina­
III TEORIA Y PRACTICA DE LACONTENCIÓN. La p o líti­ lización", sobre los primeros. Consecuencias
ca de c. responde teóricam ente a algunos p os­ análogas, es decir, la aceptación de las reglas
tu lados precisos: la con traposición entre d ife­ de la Realpolilik a expensas de las motivacio­
ren tes co n ce p c io n es filo só fic a s y la relativa nes éticopolíticas, tienen el mantenimiento
convicción de la indivisibilidad de las m ism as; del statu quu como sola condición de la paz.
por c o n sig u ie n te la n ecesid a d de p roced er al De la política de c. resulta, así, y halla su pro­
reagru pam iento de tod os aq u ellos que p rofe­ pia justificación histórica y política, la teo­
san el m ism o tip o de id eología en el interiur ría soviética, de origen marxista-leninista, del
de sis te m a s de segu rid ad co lectiv a , y al a is­ "cercamiento" de un estado (o de un grupo
la m ien to de aq u ellos que p rofesan la id eolo­ de estados) por obra de un cordón de estados
g ía contraria: la con vicción de que el m an te­ ligados entre si o por la ideología común o por
n im ien to del statu quo sea la única condición el simple objetivo de impedir al estado (o al
d e la paz, por en cim a y por fuera d e las orga­ grupo de estados) "cercado" toda posibilidad
n iza cio n es m u n d iales in tern acion ales en car­ de expansión territorial, política, estratégica,
gad as de dirim ir las controversias internacio­ económica e ideológica.
n ales y de tu telar la con servación de la paz;
la asu nción del rechazo de la ideología adver­ [PIERO OSTELUNO]
C O N T R A C T U A L ISM O V51

contractualismo contrato un instrumento de acción política


pura imponer límites a quien detenta el poder.
Sun tres niveles de discurso distintos. En
I. PARA UNA DEFINICION DEL CONTRACTUALISMO. A efecto, el primero engloba toda una serie de
menudo suelen acompañar al c. una serie de datos antropológicos: se parte del origen del
teorías bastante dispares entre sí, por lo que hombre para evidenciar las necesidades par­
la posibilidad de definir de manera adecua­ ticulares que lo llevan a darse consensual­
da una corriente tan compleja del pensamien­ mente una vida social, o para explicar el paso
to occidental depende tanto de la adopción de de la horda primitiva o de la sociedad tribal
distintos puntos de vista cumo de una com­ a una forma de vida social más compleja y
paración de las soluciones dadas al proble­ organizada, con el monopolio del poder polí­
ma del orden político por otras corrientes de tico fundado en el consenso. En este terreno
pensamiento. el c. choca con otras teorías, las cuales en el
En un sentido muy amplio el c. comprende plano histórico se manifiestan bastante más
todas aquellas teorías políticas que ven el ori­ sólidas. El tercer nivel de discurso, en cam­
gen de la sociedad y el fundamento del poder bio, está estrechamente conectado con la his­
político (el cual será progresivamente llama­ toria política o con los cambios constitucio­
do potestas. imperium, gobierno, soberanía, nales de este o aquel país: la menor coheren­
estado) en un contrato, es decir en un acuer­ cia teórica de estos contractualistas corres­
do tácito o expreso entre varios individuos, ponde a una mayor eficacia práctica en la
acuerdo que significaría el fin de un estado efectiva organización del poder político.
de naturaleza y el inicio del estado social y En el segundo nivel de discurso —dentro
político. En sentido más reducido, en cambio, del cual se mueve predominantemente el c.
con c. se entiende una escuela que floreció en clásico— es predominante, pero no exclusi­
Europa entre el inicio del siglo xvu y el fin vo, el elemento jurídico, como categoría cons­
del siglo xvm, que tiene sus máximos repre­ titutiva de la sintaxis del discurso, en la medi­
sentantes en J. Althusius (1557-1638), T. Hub- da en que se reconoce sólo en el derecho la
bes (1588-1679), B. Spinoxa (1632-1677), S. única forma posible de racionalización de las
Pufendorf (1632-1694), J. Locke (1632-1704), J.- relaciones sociales o de sublimación jurídi­
J. Rousseau (1712-1778), I. Kant (1724-18041. ca de la fuerza. Esto se explica con base en
Por escuela se entiende aquí no una orienta­ un triple orden de consideraciones: la contem­
ción política común sino el uso común de una poránea afirmación de la escuela del derecho
misma sintaxis o de una misma estructura natural, con la que el c. está estrechamente
conceptual para racionalizar la fuerza y fun­ emparentado; la necesidad de legitimar el
dar el poder sobre el consenso. estado, tanto sus órdenes (es decir las leyes)
Además es necesario hacer una distinción en un periodo on el cual el derecho creado por
analítica entre tres distintos posibles niveles el soberano tiende a sustituir el derecho con­
de discurso: están aquellos que opinan que el suetudinario. como su aparato represivo en
paso del estado de naturaleza al estado de un periodo en el cual el ejercicio de la fuerza
sociedad es un hecho histórico realmente es monopolizado por él; en fin. por una exi­
acontecido, es decir que están dominados por gencia sistemática, aquella capaz de construir
el problema antropológico del origen del hom­ todo el sistema jurídico —comprendido allí
bre civil; otros, en cambio, hacen del estado el público y el internacional— usando una
de naturaleza una mera hipótesis lógica, con categoría típicamente privatista que eviden­
el fin de crear la idea racional y jurídica de cia la autonomía de los sujetos, como la del
estado, del estado como debe ser, y de dar así contrato, y colocando asi en la base de toda
un fundamento a la obligación política en el juridicidad el pacta sutil servando: aquí
consenso expreso o tácito de los individuos encontramos, en los inicios del c., un concepto
de una autoridad que los representa y los individualista del estado, que nace del dere­
encama; otros, finalmente, prescindiendo por cho privado para utilidad pública. Todo esto
completo del problema antropológico del ori­ se desenvuelve en un nuevo clima cultural que
gen del hombre civil y del pioblema filosófi­ ve cada vez mas en el estado una máquina,
co y jurídico del estado racional, ven en el es decir algo que puede y debe ser construi­
352 CONTRACTUALISMO

do artificialmente, en oposición a la concep­ tual, basada en el covenant, en el moderno


ción orgánica propia del Medievo. constitucionalismo.
Las condiciones para la afirmación en la Más complejo es el discurso sobre los temas
historia del pensamiento político de teorías contractualistas que se encuentran en el pen­
contraclualistas. en el ámbito de un debate samiento político medieval que, si por un lado
más amplio sobre el fundamento del poder está completamente dominado por el princi­
político, son tres: en prim er lugar un proce­ pio teológico del non est potestas nisi a Dco
so bastante rápido de desarrollo político que y por una concepción orgánica de la sociedad,
desgaste la sociedad tradicional —la sociedad tiene por otra parte un fuerte sentido del
que ha estado siempre y que, por tanto, extrae derecho. Estos temas contractualistas, como
su legitimidad del p e s o del pasado— e instau­ veremos en el último parágrafo, logran abrir­
re nuevas formas y nuevos procedimientos de se camino a través de la distinción, hecha por
gobierno: por ejemplo, en Grecia el paso de Juan de París, entre la causa formal del
la sociedad gentilicia a la polis, en Europa la poder, que es Dios, y la causa material de la
afirmación del estado moderno sobre la socie­ persona, que es el pueblo. Estos temas caen,
dad feudal basada en las capas. En segundo sin embargo, dentro de la histeria del consti­
lugar una cultura política secular, es decir tucionalismo como proceso político, aunque
dispuesta a discutir racionalmente sobre el estén en los orígenes del c. clásico.
origen y sobre los fines del gobierno, y que Justam ente por esta necesidad de definir
no lo acepte pasivamente porque sea un don el c. partiendo de distintos puntos de vista es
de la tradición o porque sea de origen divi­ oportuno no tanto hacer una sintética histo­
no. En tercer lugar que la sociedad no sólo ria de las aventuras y desventuras del c. como
conozca la institución privada del contrato puntualizar —tanto en el plano antropológi­
sino que sepa hacer de ella un uso analógico: co (§ ii) como en el jurídico (§ iv)— algunos
por ejemplo, entre los griegos la palabra koi- de los pasajes obligados o de los elementos
nonia indica tanto una asociación económi­ que caracterizan el c.; com parar con otras la
ca como una política, mientras que entre los solución dada por él al problema del orden
romanos la sponsiu (promesa), usada para la político, para ver hasta qué punto está sobren­
antigua compra-venta, sirve también para tendido en las actuales teorías de la sociedad
legitimar la lex, que así es una convención de (§ ni); finalmente, aclarar la función que el c.,
todos los individuos y el pueblo es la fuente en un sentido muy amplio, ha ejercido en la
de la ley: lex est communis rei puhlicae spon- historia del constitucionalismo (§ V).
sio. La finalidad es siempre la de dar una legi­
timación racional a las órdenes del poder, II. EL ESTADO DE NATURALEZA. LAS NECESIDADES DEL
mostrando que el mismo se funda en el con­ hombre y la divisió.n del trabajo Uno de los ele­
senso de los individuos. mentos esenciales de la estructura del discur­
Esta premisa tiende a excluir la posibilidad so contractualista es el estado de naturaleza,
del c. en sociedades cuya cultura política esté aquella condición de la cual saldría el hom­
profundamente penetrada por motivos sacros bre asociándose en un pacto con los otros
teológicos, como por ejemplo la judia o la hombres. En qué consiste, para los contrae-
medieval. Es necesario sin embargo recono­ tualistas, este estado de naturaleza es difícil
cer que el término "pacto" es un elemento de decir por el escaso interés que demuestran
central —y bastante elaborado— en la teolo­ (excepto Rousseau) en el conocimiento de las
gía judia asi como en la contractual de los condiciones reales del hombre en sus oríge­
puritanos; sin embargo, esto no sirt e para ins­ nes, dado que casi siempre esta condición fun­
taurar un gobierno sino para indicar la sagra­ ciona como hipótesis lógica negativa sobre
da alianza entre Dios y el pueblo elegido o el cómo sería el hombre fuera de un contexto
pacto de la gracia de la nueva Israel; un pac­ social y político con el fin de establecer las
to que tiene como única finalidad la salvación premisas al fundamento racional del poder
ultraterrena y encuentra a los dos contrayen­ político. De eso deriva, por un lado, una osci­
tes en una condición de inconmensurable dis­ lación entre los distintos contractualistas en
paridad. Con esto no se pretende, sin em bar­ cuanto a definir a cuál estadio de la evolución
go. negar la influencia de la teología contrac­ de la humanidad corresponde el estado de
C O N T R A C TL 'A L ISM O 353

naturaleza, en la medida en que es definido (Primitive culture, 1871) y con L.H. Morgan
sólo negativamente (lo que falta en el estado (Ancient society, 1877). F. Engels (Der Urs-
de naturaleza respecto del estado civil), y, por pritng der Familie, des Privateigentums und
el otro, en la opuesta evaluación de esta con­ des Staats, 1884) ve en la formación por par­
dición humana, que para Hobbes y Spinoza te de la sociedad gentilicia de la familia mono-
es de guerra, para otros (Pufendorf, Locke) de gámica el nacimiento del prim er antagonis­
paz, aunque precaria, y para Rousseau de feli­ mo de clase, en consecuencia de la aparición
cidad. de la propiedad privada (y por lo tanto de la
Sin embargo, para establecer la problemá­ división del trabajo), que causa el nacimien­
tica llevada adelante de distintas maneras por to del estado como órgano de represión en
los contractualistas es preciso incluir sus manos de la clase económicamente dominan­
observaciones en el debate amplio sobre el te. Del mismo modo, para el psicoanálisis de
problema antropológico de los orígenes del izquierda, atento a las inhibiciones y a las
hombre, sobre el cual —desde la era griega represiones de la civilización contemporánea,
hasta nuestros días— los distintos pensado­ es necesario encontrar nuevamente la espon­
res se han dividido cuando se trata de evaluar tánea felicidad de la sociedad matriarcal, una
la mayor o menor positividad de la salida de edad de paz y sin represiones, completamen­
la antigua condición natural: en efecto, para te penetrada por la religión de la madre tie­
algunos, ésta representa una caída, un aleja­ rra, una sociedad destruida por la rebelión
miento de una perfección originaria; para de los hombres, que han creado un mundo de
otros un progreso o la victoria del humo faber guerra basado en el dominio del culto auto­
o del humo sapiens sobre el hombre animal. ritario de los dioses celestes. En ambas inter­
Es necesario recordar la exaltación entre los pretaciones la familia monogámica, la propie­
antiguos de una mítica edad de oro, que retor­ dad privada y la represión del estado y de la
na en el Renacimiento unida al mito de los civilización nacen contextualmente en el sen­
homines a Diis recentes; luego, después del tido de que no hay distinción entre poder
descubrimiento de America y de los hombres social (familia y propiedad) y poder político.
que en ella viven según la naturaleza, el mito En esto no se alejan de los motivos presentes
del buen salvaje; por Tin. en el clima román­ en los nostálgicos de la edad de oro. que en
tico. el retorno a los primitivos, al Vrmensch. ella veian la comunión de los bienes y de las
Encontramos en este filón de pensamiento, mujeres; sólo que ahora son revividos miran­
que combate la civilisation, es decir la indus­ do el futuro, y los conceptos de revolución y
tria y el comercio que hacen más agradable de liberación parecen cum plir con una fun­
la vida de los hombres, a los críticos de la ción análoga a la que tuvo el contrato en las
sociedad, tal como se presentaba ante sus edades precedentes.
ojos, o mejor dicho aquellos que expresan Los contractualistas, en cambio, quienes
todas las molestias subsiguientes al traum a quieren legitimar el estado de sociedad (la
de la modernización, a la rápida transform a­ civilisation) o modificarlo con base en los
ción de los órdenes sociales y políticos, a la principios racionales allí donde el poder no
no inserción del individuo en los nuevos pape­ se funde en el consenso, están necesariamente
les ofrecidos por la sociedad. en oposición a este filón de pensamiento y ven
El mito del estado de naturaleza, en reali­ siempre en el contrato la única forma de pro­
dad regresivo por ser sustancialmente nostál­ greso; también Rousseau, el adversario de las
gico de una edad perdida en la cual vivir feliz letras y de las artes, se ve obligado a recono
coincidía con la comunión de los bienes y de cer en el pacto social un hecho deontológica-
las mujeres, ha sido reinterpretado en tiem­ mente necesario desde el momento en que
pos más recientes en clave revolucionaria o "tal estado primitivo ya no puede subsistir,
en una propuesta de total liberación del hom­ y el género humano perecería si no cambia­
bre, pero siempre en vista del fin de la políti­ ra las condiciones de su existencia" (Du con­
ca, por el marxismo y por el psicoanálisis, trol social, i, 6), porque, después del naci­
después que el mito o la leyenda del buen sal­ miento del lenguaje, de la familia y de la pro­
vaje había entrado en la crítica histórica con piedad privada, sólo es posible o un estado
J. J. Bachofen (Alutterrechl, 1861), E.B. Tylor de guerra o el despotismo, último término de
354 C O N ! R A C TU A LISM O

la desigualdad que, sin embargo, hace igua­ o jurídica con su semejante. La zoología
les a los súbditos bajo la voluntad del señor. moderna, estudiando en el primate el origen
Todos los contractualistas, asi, ven en el con­ del hombre, ha comprobado, amortiguando
trato un instrum ento de emancipación del sus excesos, tanto la tesis de Hobbes como la
hombre, pero sólo de emancipación política, de Rousseau: la inocencia y la felicidad del
que deja inalterada, o mejor dicho garantiza hombre-primate es una insecuritas sin histo­
la estructura social, basada justamente en la ria, en la cual las pasiones y la guerra son oca­
familia y en la propiedad privada, mantenien­ sionales, sólo por el alimento y la mujer,
do asi una clara separación entre el poder mientras que la pobreza, el aislamiento, la
político y el poder social, entre gobierno v ignorancia no son advertidos como un mal.
sociedad civil. Asi, en la lógica contractualista, estado de
Es imposible decir a qué estadio de la evo­ naturaleza y estado civil se contraponen,
lución de la humanidad corresponda para los como se contraponen el reino animal, en el
contractualistas el estado de naturaleza: si al que cada uno sigue sus propios instintos y sus
de homo fe rus primaevus (Hobbes, Rousseau) propios impulsos, y el reino humano, un mun­
o al que conoce algunas formas embrionarias do ordenado por la razón, que logra a través
de organización social, puesto que el discur­ del contrato unificar las voluntades indivi­
so se mueve en un plano politico-juridico o duales.
psicológico y no antropológico. Aquellos que La mayor parle de los contractualistas ipor
con mayor coherencia han llevado a sus extre­ ejemplo: Spinoza, Pufendorf, Locke), en cam­
mas consecuencias su evaluación del estado bio, entre el estado de naturaleza puro y el
de naturaleza son. por un lado, el filósofo estado político colocan un estado social, en
Hobbes, que analiza la dinámica de las pasio­ el cual los hombres conviven según razón por­
nes del hombre en estado puro (la competen­ que son sus propias necesidades las que los
cia por la ganancia, la desconfianza por la hacen sociables. Esta sociedad está caracte­
seguridad, la gloria por la reputación), que rizada por algunas instituciones jurídicas de
causan justam ente un estado de guerra de origen pacticio, como la familia, la propiedad
cada uno contra todos y, por el otro, el anti o- y la compraventa, a través de las cuales el
pólogo Rousseau (el Rousseau del Discours hombre sale de la comunión de las mujeres
sur /'origine el les fondements de l ’inégalilé y de los bienes, que son la lógica premisa del
parmi les hommes), que estudia la formación pactum sovietatis primero, y del pací uní
del hombre y demuestra cómo en los oríge­ subiectionis después. Es éste un “estado de
nes hubo solamente una instintiva felicidad paz, benevolencia, asistencia y consen ación
sin pasiones. Asi, para Hobbes, en el estado recíproca” (Locke, Two treatises af Govern­
de naturaleza hay solamente “el dominio de ment, ti, 19). Sin embargo es un estado
las pasiones, la guerra, el miedo, la pobreza, imperfecto de suciedad en la medida en que
la negligencia, el aislamiento, la barbarie, la existe una paz relativa, puesto que la natura­
ignorancia, la bestialidad" (De vive, x.t), y "la leza racional y social del hombre siempre pue­
vida del hombre es solitaria, misera, repug­ de entrar en conflicto con su instinto de auto-
nante, brutal, breve” (Leviathan, xm). Para conservadón. Los derechos naturales de los
Rousseau, en cambio, en el estado de natura­ individuos son, así, imperfectos, es decir no
leza está “el hombre libre, con el corazón en garantizados por una coacción superior y
paz y el cuerpo en buena salud” {Discours), externa. El estado, nacido a través del con­
que satisface fácilmente pucas necesidades trato. no agrega nada a la racionalidad y a la
elementales y “no respira más que reposo y sociabilidad de la sociedad civil: es solamen­
libertad; no quiere más que vivir y permane­ te un instrum ento coactivo que tiene la tarea
cer inerte”. Sin embargo, la oposición entre no tanto de crear como de ejecutar el dere­
Hobbes y Rousseau se encuentra más en la cho que la sociedad racionalmente expresa.
evaluación que en la descripción del hombre Para tal propósito es necesario hacer un doble
en el estado de naturaleza o mejor dicho del orden de observaciones. En prim er lugar, el
hombre animal, que vive siguiendo sus pro­ problema de que el iusnaturalismo —del cual
pios instintos, tiene la razón sólo en poten­ depende estrechamente el c.— creía haber eli­
cia. está más acá de cualquier relación moral minado la completa racionalización de las
CONTRACTUALISMO 355

relaciones sociales por medio del derecho cuales ha venido siendo formulada desde la
natural, es decir el problema de la fuerza, apa­ antigüedad. Por un lado están aquellos que
recido y resuelto dando su monopolio a un remarcan la particular naturaleza del hom­
poder consensualmente instituido. En segun­ bre, como humo faber, por ser incompleto res­
do lugar, m ientras que para Spinoza, para pecto de sus propias necesidades. Por ejem­
Hobhes y para Rousseau el pacto que instau­ plo. Protágoras destaca la diversidad del hom­
ra el poder legislativo crea también el órga­ bre respecta de los animales: m ientras que
no creador del derecho (ios guia iussum), asi cada uno de estos últimos tiene una sola facul­
se llame mens ¡mica, soberano o voluntad tad v órganos específicos, según una ley gene­
general, para los otros, y en mayor medida ral de equilibrio, el hombre está en cambio
para Locke, la sociedad civil tiende a garan­ "desnudo”. Privado de capacidades natura­
tizarse su propia racionalidad jurídica, tan­ les, está dotado, sin embargo, de la pericia
to participando directamente en el poder técnica que le permite adecuarse a cualquier
legislativo cuanto poniendo a éste como límite ambiente y transform arlo con el fin de pro­
el derecho (o los derechos) natural (iu.s guia curarse las comodidades de la vida. Pero, a
iuslum). pesar de este saber técnico, la convivencia era
En síntesis, se diría que ningún conlractua- imposible porque el hombre no tenía todavía
lista puede disentir de algunas proposiciones la sabiduría política (el "respeto” y la "justi­
claramente enunciadas por Hobhes: el esta­ cia”), que luego fueron distribuidos por Zeus
do de naturaleza está caracterizado sólo de a todos los hombres y no de un modo discri­
manera negativa por la ausencia de un poder minante como en el caso de las artes técni­
legalmente instituido (es decir a través de un cas. Es notable cómo la división del trabajo
contrato), capaz de controlar y de someter a no coincide con una división política, puesto
lodos los miembros de la sociedad, es decir que la sabiduría política está en todos los
que está caracterizado por la falta del mono­ hombres. Lucrecio, retomando y desarrollan­
polio legal de la fuerza. Justam ente por esto do este famoso mito, vio en el pacto la expre­
el estado de naturaleza es un estado de igual­ sión de este saber político (De rerittn natura,
dad (la superioridad física o intelectual no v 1023). Platón no se aleja sustancialmente
otorgan un particular derecho al poder y en de esta linea: la sociedad nace de la multipli­
los hechos pueden contrabalancearse) y tam­ cidad de necesidades del hombre que lo ponen
bién de libertad, con tal que por libertad se en la imposibilidad de bastarse a sí mismo,
entienda una condición de independencia o teniendo él necesidad de una infinidad de
el ser patrones de sí mismos. En el estado de cosas, y de esto deriva necesariamente una
naturaleza, por lo tanto, no hay ni soberanos división del trabajo que será tanto más alta
ni súbditos, ni señores ni siervos. pero la fuer­ cuanto más alto sea el nivel de vida. Pero, a
za es siempre potencial y en estado difuso. diferencia de Protágoras, la división del tra­
En este punto, retornando al discurso ini­ bajo implica también, para una ciudad sana,
cial, es necesario ver por qué, para los con- la formación de un nuevo oficio, el de custo­
traclualistas, se debe pasar del estado de dio, y por lo tanto una neta separación entre
naturaleza al de sociedad, teniendo sin gobernados y gobernantes, basada en el par­
embargo presentes las principales teorías ticular saber que sólo estos últimos tienen.
antropológicas que nos dan una explicación Por el otro lado —y ésta es una teoría
del paso del prim ate al hombre político, del moderna y contemporánea—, en una visión
animal al homo faber, con la especificación mas pesimista se ha puesto el origen del
de las "necesidades" que favorecieron este poder político no en la capacidad técnica del
paso. Nótese, entre paréntesis, que para todos hombre respecto de los animales sino en la
se trata de una lenta evolución debida a la desproporción entre las necesidades del hom­
particular naturaleza del hombre o a la casua­ bre y los medios para satisfacerlas. Este nue­
lidad, mientras que a veces en la lógica con- vo fundamento fue sostenido por Hobbes,
tractualista se trata de un verdadero salto de quien, anticipándose a Freud (Die Zukunft
la naturaleza a la sociedad. einer IIlusión, 1927, y Das UnbJiagen in der
Las respuestas al problema del origen del Kultur, 1929), centró todo en la proporción
hombre son esencialmente dos, una de las entre las pasiones y los apetitos de los hom­
356 CONTRACTUALISMO

bres, que son ilimitados, y los medios para ma de la división del trabajo así presente en
satisfacerlos, que son limitados (De cive, i), el segundo Discnurs: es el propio pueblo el que
lo que causa una guerra de cada uno contra debe autogobernarse dándose directamente
todos. El hombre cambia asi la independen­ las leyes, sin ninguna mediación de represen­
cia y la libertad originarias (el vivir según el tantes. mientras que el gobierno, en un sen­
principio del placer), de las que difícilmente tido estrecho, tiene la mera tarea de aplicar
y por poco podía gozar, por la seguridad y la las leyes y por lo tanto da fuerza a una volun­
paz (con la satisfacción retrasada y limitada tad ajena.
de su propio placer), mediante la instauración
legal de un poder irresistible, más fuerte que III. TRES TEORIAS SOHRE EL ORIGEN DEL PODER POLlTI-
cualquier individuo. El consenso al soberano co. El c. no es la única teoría sobre el origen
coincide con la aceptación del principio de del poder político, como tampoco es la única
realidad y de las represiones de las que es el caracterizada por un elemento voluntarista,
elemento constitutivo, o con la formación del en el sentido en que el orden político es la
superyó, nueva forma de voluntad general en expresión de un acto de voluntad y por lo tan­
la cual las voluntades particulares logran to una construcción artificial. Justamente la
sublimarse. encontramos en los orígenes del debute polí­
Esos temas son en gran parte extraños a los tico secular sobre la naturaleza del estado,
otros contractualistas, aunque sus considera­ aunque en posición minoritaria, junto a otras
ciones jurídicas v políticas muevan a la acep­ dos, con las cuales estará cada vez más entre­
tación y a la defensa de aquel alto nivel de lazada en la historia del pensamiento político.
vida que el hombre a través de la técnica, y En el diálogo contenido en los dos prime­
por lo tanto u través de la división del traba­ ros libros de la República de Platón están
jo y la propiedad privada, había logrado con­ expuestas, personificadas por siete personas,
quistar. Ellos ven en el origen de la sociedad las cuatro teorías principales sobre el origen
aquella necesaria colaboración a la que el de la polis: en el fondo las opiniones tradicio-
hombre es conducido por la exigencia de nalistas de los huéspedes Céfalo y Polemar-
satisfacer sus propias necesidades, y en el ori­ co, que defienden las viejas concepciones
gen del gobierno exclusivamente una necesi­ mitológicas, luego la tesis de los sofistas Tra-
dad política claramente utilitarista, la de una simaco y Clitofón, los que de manera realis­
coexistencia garantizada, exigencia que se ta observan que la justicia no es otra cusa que
mueve entre un minimo, el del orden y de la aquel orden impuesto por quien tiene la fuer­
paz social, y un máximo, el de una mayor za de hacerse obedecer es esto lo que favo­
seguridad al ver tutelados los propios dere­ rece al que manda, al poder constituido, es
chos. Excepto en Rousseau y en Kant, en los decir a quien es más fuerte. Glaucón y Adi-
cuales la lógica utilitarista está ausente, el inanto, los hermanos de Platón, para estimu­
paso al estado civil se presenta como un ver­ lar a Sócrates, exponen la tesis contracto i-
dadero deber moral. Sin contar la división del lista de una parte de la sofística (Calicles): par­
trabajo, consecuencia del hecho de que el tiendo de la contraposición entre nomos (ley)
hombre es un animal que trabaja, todos ellos y physis (naturaleza), afirman que los hom­
aceptan también —salvo Rousseau— la divi­ bres venciendo y sufriendo derrotas (lo que
sión entre quien ejerce directam ente y quien es justo por naturaleza) consideran útil en un
no ejerce el poder político, entre gobernan­ cierto punto ponerse de acuerdo entre si para
tes y gobernado?», o la platónica función de instaurar la paz, estableciendo leyes y acuer­
los custodios. Sin embargo, con esta diferen­ dos recíprocos, que son justos por convención.
cia: que los magistrados legitiman su poder En este punto Sócrates (en realidad Platón)
no por el particular saber en los que son espe­ expone su concepción del estado entendido
cialistas sino por el consenso de todos los aso­ como organismo, que es sano cuando en base
ciados, en la medida en que, de acuerdo con u la división del trabajo cada uno hace bien
Protágoras, todos los hombres poseen el arte su propio oficio e interioriza la necesidad de
político. El único que intenta superar esta esta particular función para el bien del todo:
alienación del poder político es Rousseau, la justicia es asi una armonía consciente %
quien sin embargo hace a un lado el proble­ viviente.
CONTRACTUALISMO 357

Esta última teoría, remarcando que la La concepción orgánica, remarcando la


sociedad es un hecho natural (el hombre naturalidad de la sociedad, constituye lógica­
podría vivir en una situación asucial —es mente la radical antítesis del c.; sin em bar­
decir en el estado de naturaleza'— sólo si fue­ go. de hecho no excluye elementos contrac-
ra una bestia o un dios), que el poder es una tualistas. El propio Platón (Leyes, m, 684)
necesaria función social, representa la anti­ aclara en los estados dóricos el cambio de
tesis radical de las otras dos concepciones juramentos entre rey y súbditos; en la edad
voluntaristas, las cuales ven surgir el estado moderna el arislote!ismu es enriquecido con
a p artir o de la fuerza o del consenso. Esta elementos contractualistas: por ejemplo, para
será orgánicamente desarrollada por Aristó­ Grocio la sociedad pacífica y ordenada exis­
teles en el primer libro de la Política, que deri­ te naturalmente por el mismo appetitus sacíe­
va del principio de que el hombre es por natu­ la tis del hombre y sólo la forma de gobierno
raleza un animal político y social: conforme (no el estado) es de origen contractual. La ver­
a esto expone una interesante teoría del desa­ dadera oposición consiste en el hecho de que
rrollo político, desde la familia, que existe las teorías contractualistas brotan predomi­
para las necesidades elementales e inmedia­ nantemente en el plano prescriptivo, mientras
tas de la vida, hasta la aldea con estructura que las orgánicas lo hacen en el plano descrip­
gentilicia, que apunta a una utilidad más com­ tivo. Estas últimas, en efecto, incurren muy
pleja. y la polis, que sola es autosuficiente y a menudo en el riesgo de eludir el problema
se basta a sí misma porque tiene como fin el central del c.. el de legitimar el poder con base
vivir bien: la polis es la única estructura polí­ en el consenso. Si la vida políticamente orga­
tica que emancipa al individuo de la autori­ nizada es un hecho natural y necesario, si el
dad doméstica y lo hace protagonista de la gobierno es una función social, entonces
vida política. todas las formas de gobierno son iguales y se
Esta concepción orgánica de la sociedad, disponen sobre un mismo plano, atribuyen­
por la cual el todo es más que la suma de las do toda su legitimidad a su efectividad, a su
partes individuales y cada parte se adecúa a existencia de hecho: es difícil, asi, que el dis­
una particular función en la vida del todo, se curso pueda desplazarse en el plano prescrip­
presenta en distintas versiones en toda la his­ tivo sobre el modo concreto con qué organi­
toria del pensamiento político, y es por cier­ zar el gobierno legitimo. Sin embargo, aun en
to la teoría dominante. En el Medievo es cons­ el plano descriptivo, el problema de una dis­
tante la comparación de la sociedad política tinción se presenta y es resuelto de las mane­
con el cuerpo humano; en la edad moderna, ras más diversas: por ejemplo, para Aristó­
a pesar de la difusión de las teorías contrac­ teles hay una diferencia cualitativa entre la
tual islas, la concepción aristotélica no pier­ aldea y la polis, donde solamente hay vida
de por cierto su fuerza y su prestigio. Por fin, política y, junto a las formas rectas de gobier­
en el siglo xix, con la reacción a la revolución no, existen las degeneradas, en las cuales la
francesa y al racionalismo se difunden por clase en el poder actúa persiguiendo su pro­
toda Europa las teorías organicistas, concor­ pio interés particular y no el de la comuni­
dantes en la demostración de la insuficiencia dad, sin después tener presente el despotis­
del individualismo y del c. para fundar el mo asiático que es la antítesis del gobierno
orden social. Burke, en efecto, extiende al helénico. Para Cicerón, no toda sociedad es
estado la concepción orgánica de la sociedad respublica sino solamente aquélla en que el
civil que era propia del pensamiento inglés pueblo es "iuris conscnsu et utilitatis commu-
(Hume, Ferguson), m ientras que Hegel com­ nione sociatus" (De república, i, 25), donde
bate constantemente la idea de contrato como elemento discriminante y legitimante
social porque funda la majestad del estado está justam ente el derecho, y para todo el
sobre un principio de derecho privado. Esta Medievo es dominante la distinción entre rey
orientación antocontractualista será reforza­ y tirano.
da por la antropología evolucionista que, con En el ámbito de las teorías voluntaristas se
Taylor y Morgan, excluye que en los orígenes contraponen al c. todos aquellos que, en cam­
del vivir social existiera un pacto entre los bio, reconocen el elemento constitutivo del
hombres. estado en la fuerza: el intérprete de esta posi­
358 CONTRACTO ALJSMO

ción en el diálogo platónico es justam ente de una liberación absoluta: en el presente sólo
Trasimaco. Con el c. tienen a menudo, ade­ existe la fuerza, el dominio, la represión, y
más, un elemento común: el del estado de cada estado, en cuanto estado, es siempre una
naturaleza, al cual se observa con nostalgia, dictadura. El pensamiento contractualista no
en la medida en que el estado surge de un acto niega por cierto la existencia de la fuerza,
de supremacía. En la historia del pensamien­ pero la ve operando de distintas maneras en
to político moderno esta teoría no ha tenido el estado de naturaleza y en el estado social.
mucho suceso, aun cuando dos grandes con- En efecto, en el prim ero el hombre está suje­
tractualistas, Spinoza y Hobbes, que ponen to al constante riesgo de ser agredido así
al consenso en el origen del estado, ven lue­ como a la tentación de agredir: justam ente
go su fundamento en su capacidad coerciti­ para evitar esta situación de inseguridad don­
va de obtener obediencia de los súbditos a tra­ de la fuerza actúa en estado difuso y cada uno
vés de las sanciones, por lo que el derecho ter­ es libre de decidir si usarla o no. siendo al
mina por coincidir con la fuerza. En épocas mismo tiempo juez y parte, los individuos ins­
más recientes, luego de los primeros estudios tauran a través del contrato el monopolio de
antropológicos, esta teoría tuvo un nuevo la fuerza en manos del gobierno. El estado,
impulso: recordamos al sociólogo Ludwik para los contractualistas, es por lo tanto tam­
Gumplowicz, que ve nacer el estado a partir bién fuerza, pero es una fuerza de tipo dis­
del predominio de las hordas violentas de los tinta, según que este monopolio sea instau­
nómadas sobre las más pacíficas poblaciones rado por uri contrato, es decir por el consen­
dedicadas a la agricultura. Pero el éxito de so de los asociados, y entonces se habla de
esta teoría y su difusión en la cultura se logra "poder", o se dé solamente de hecho, tenien­
con la sociología de Comte, con el marxismo do como única justificación su propia efica­
y con el psicoanálisis. Para Comte la sociedad cia, y entonces se habla de “fuerza". En el
está gobernada por la fuerza, dada por el ámbito de los contractualistas, sin embargo,
número o por la riqueza, a la que es necesa­ es necesario hacer una ulterior distinción
rio oponer el poder espiritual, exigencia per­ entre quien concibe, como Spinoza y Hobbes,
manente de la sociedad. Engels, aclarando el esta soberanía únicamente como capacidad
contemporáneo origen de la familia, de la pro­ de obtener, con el consenso o con la coacción,
piedad y del estado, repite la tesis marxista obediencia a sus propias normas, y quien, en
según la cual el estado es siempre, en cual­ cambio, establece la necesidad de un consen­
quier forma que se manifieste, un instrumen­ so indirecto a través de la representación,
to de opresión en manos de la clase económi­ como para Locke o Kant, o directo del pue­
camente dominante. El psicoanálisis, a su vez. blo, como para Rousseau, a las normas de
o interpreta en clave simbólica algunos mitos comportamiento del soberano, dejando su
y leyendas de la antigüedad, según las cua­ aplicación a un órgano subalterno (el ejecu­
les el estado surge del homicidio del herma­ tivo) al poder legislativo, que es el verdadero
no (Rómulo y Remo, Caín y Abel, Osiris y Set), soberano.
o ve el fin de la pacífica sociedad m atriarcal En la teoría sociológica contemporánea,
en la rebelión de los hombres o bien, de un justamente por prevalecer su orientación des­
modo más articulado, pone como fundamen­ criptiva, son dominantes aquellas concepcio­
to de toda la civilización el complejo edipico: nes que se inspiran en el organicismo o en el
es la rebelión de los hijos contra el padre, jefe conflictualismo, mientras que el c., por la car­
indiscutido de la horda primitiva, y su m uer­ ga prescriptiva que contenía, parece fuera de
te, tos que están en el origen del estado; pero, escena. A las preguntas: ¿cómo es posible el
y aquí se inserta un elemento contractualis- orden y la cohesión social?, ¿qué es lo que
ta, los hermanos se ven luego obligados a esti­ mantiene unidos a los hombres?, ¿Qué es lo
pular pactos entre si para el recíproco respeto que conduce a la limitación de los impulsos
de las mujeres. y de los instintos individuales, al control de
La limitación de todas estas teorías consiste la violencia?, todavía se responde sustancial­
en el hecho de que no permiten ninguna alter­ mente con las viejas tesis: por un lado está
nativa realista, excepto la nostalgia de una quien sostiene que la sociedad es un hecho
perdida edad de oro o la utópica perspectiva natural devenido posible o por una conside­
CONTRACTO ALISMO 359

ración utilitarista (los hombres no pueden excepción, suspendiendo el derecho, o recuer­


satisfacer sus necesidades sin colaborar con da que la sociedad está en pie por la coerción
otros) o por la propia cultura (por el común del grupo más fuerte, que el poder consiste
consenso a ciertos valores) que es interiori­ en el poder disponer del instrum ento de con­
zada en el proceso de educación social; por trol de las sanciones y que justam ente el ejer­
el otro está quien afirma que la sociedad está cicio de la autoridad suscita inevitablemen­
fundada en la coerción y en la amenaza de te resistencias y tensiones: las instituciones
sanciones. En el siglo xix, en verdad, la teo­ no son monumentos del consenso sino bastio­
ría orgánica trató de absorber elementos con- nes para garantizar la paz.
tractualistas, poniendo sin embargo el con­ El c. en el siglo xix parece fuera de escena:
trato en el fin y no en el principio del proce­ esto se atribuye a un doble orden de motivos.
so histórico: Spencer (1S20-1903) ve la solida­ Por un lado la hipótesis de la que se parte,
ridad social como un acuerdo espontáneo de el estado de naturaleza del cual los hombres
los intereses individuales, expresados en los habrían salido a través de un contrato, se ha
contratos individuales; H. S. Muine (1822- revelado totalmente abstracta e irreal luego
1888) ve la evolución histórica como un pro­ de los estudios antropológicos. Por otro lado,
gresivo paso de un régimen de estatus a un el c. ofrece una escasa ayuda en el plano de
régimen de contrato; A. Fouillée (1838-1912) una teoría que quiera ser meramente expli­
teoriza la sociedad como organismo contrac­ cativa del urden (la orgánica) y del cambio
tual. Se trata de una apología descriptiva del social (la confliclual). El c. es más que nada
orden liberal que hoy ya no tiene ninguna una teoría prescriptiva sobre el mejor orden
comprobación de hecho. político, y por lo tanto su influencia en la cul­
Estos temas contractualistas desaparecen tura contemporánea se encuentra en el cons­
del lodo en el siglo xx, en la corriente que titucionalismo, en las diversas ingenierías
parte de E. Durkheim (1855-1917) y concluye constitucionales que nacen del fecundo
en T. Parsons. El orden social es posible por encuentro entre una experiencia teórica y una
una solidaridad orgánica que se basa en la experiencia práctica: la del c. clásico y la del
división del trabajo a partir del cual forma c. como hecho histórico. Salía de escena jus­
una armonía social; de otra manera, existe un tamente cuando en la sociedad civil se iba rea­
natural consenso sobre los valores últimos de lizando una dimensión no institucional, que
los cuales deriva el equilibrio social: la socie­ mejor garantizaba el gobierno basado en el
dad es un todo (integrado) y el individuo nada, consenso que era el fin del c. Aludimos a la
mientras que cada división de autoridad, formación de la opinión pública, como esfe­
prestigio, ganancia, responde a necesidades ra que media entre los individuos privados y
funcionales. El problema, propio de los con- el poder político, sobreponiendo las decisio­
tractualistas, acaba por ser disuclto: el poder nes de este último a una evaluación crítica.
es siempre ejercido en función de la sociedad,
nunca en contra de ella, y es la expresión de IV LA SINTAXIS DEL (ONTRAC TIALISMO CLÁSICO El
una voluntad general de valores comunes con contrato es una relación jurídica obligatoria
la cual colaboran aun los desviados y los anó­ entre dos o más personas (físicas o jurídicas),
malos o. de otro modo, tenemos un equilibrio en virtud del cual son establecidos los dere­
con circuitos internos de poder por el cual chos y deberes recíprocos; son por lo tanto
cada parte desempeña su función particular elementos esenciales los sujetos y el conteni­
para el mantenimiento de la totalidad. do del contrato, es decir las respectivas con­
En el extremo opuesto, no sólo los marxis­ cesiones a las que están obligados so pena de
tas y los psicoanalistas sino también la cien­ una sanción. El c. clásico se presenta como
cia política alemana (C. Schmitt y R. Dahren- una escuela en la medida en que todos acep­
dorf) remarca que la política (y el estado es tan esta sintaxis del discurso: o la necesidad
una de sus manifestaciones pasajeras) es esen­ de instaurar las relaciones sociales y políti­
cialmente hostilidad, lucha, conflicto entre cas basándose en aquel instrumento de racio­
grupos rivales, y que por lo tanto es sobera­ nalización que es el derecho, o de ver en el
no aquel que, más fuerte, puede indicar de pacto la condición formal de la existencia jurí­
hecho la hoslis y decidir sobre el estado de dica del estado. Pero los distintos autores se
360 CONTRACTUALISMO

diferencian —y notablemente— en la deter­ naturaleza, y la imposibilidad lógica de que


minación de los sujetos y del contenido del el soberano o la voluntad general violen el
contrato, como en la especificación de la posi­ contrato.
ble sanción para los transgresores. Los sujetos de la relación jurídica en el pac­
Antes que nada, hay una distinción preli­ to de asociación son siempre las personas físi­
minar entre dos tipos de contrato que ha sido cas, salvo en las construcciones federalistas
profundizada sobre todo por los juristas Alt- más complejas, como la de Althusius, el cual
husius y Pufendorf: por un lado tenemos el ve en el estado una organización compleja,
"pacto de asociación” entre los diversos indi­ que parte del individuo, pero deriva sus pode­
viduos, que así pasan del estado de naturale­ res de una serie de asociaciones intermedias
za al estado social decidiendo vivir juntos; por (familia, corporaciones, comunas) fundadas
el otro, tenemos el "pacto de sumisión", que sobre base contractual: la sociedad no cons­
en cambio instaura el poder político, al cual ta sólo de individuos sino también de perso-
se promete obedecer. El primero crea el dere­ nae fictae. En el pacto de sujeción encontra­
cho, el segundo instaura el monopolio de la mos como sujetos a veces a los individuos,
fuerza; con el prim ero nace el derecho priva­ pero más a menudo a una persona ficta, ins­
do, con el segundo el derecho público. Es taurada justamente por el prim er pacto; por
obvio que en los dos pactos la posición de los un lado el pueblo como universitas. que actúa
contrayentes es distinta en la medida en que como individuo, y por el otro el gobierno, que
en el prim ero los contrayentes están en una no siempre coincide con el sumo magistrado
posición de paridad, cada uno comprometién­ o con el rey, pudiendo ser también una asam­
dose hacia todos, y por lo tanto son libres de blea. Esto se ve. por ejemplo, claramente en
aceptar o no, m ientras que el segundo sirve Pufendorf y en Locke, donde la ruptura del
para crear una relación de subordinación y pacto de sumisión no implica la ruptura del
el individuo no es libre de no aceptar si uno de asociación: se disuelve el gobierno, no la
de los contrayentes es el pueblo entendido sociedad.
como universitas o como persona ficta, dado Este doble contrato causó, sobre todo en la
que en este caso rige la regla de la mayoría. cultura alemana, el difícil problema de con­
En otros términos, en el prim er pacto tene­ ciliar en la superior unidad del estado al pue­
mos el principio fraterno de la igualdad, en blo y al rey, la maiestas realis y la maiestas
el cual cada uno se compromete hacia todos; personalis que acaban por en trar en conflic­
en el segundo, el principio paterno de la domi­ to cuando se trata de decidir quién, en últi­
nación, en el cual la relación se establece ma instancia, es juez del bien común y del
entre gobernantes y gobernados. interés del estado o de la violación del con­
Algunos contractualistas alemanes insertan trato: si el rey o el pueblo. En el prim er caso
entre los dos pactos un tercero, referente a tenemos un contrato no plenamente bilateral,
la forma de gobierno y a la constitución del en el segundo caso el magistrado es un sim­
estado (el pactum ordinaiionis sive lex funda- ple mandatario y tenemos una relación de
mentalis), pero la mayoría de los contractua­ trustí’.e, como para Locke. El problema, en
listas en las distintas construcciones jurídi­ realidad, es político antes de ser teórico: por
cas o remarca sólo el pacto de sumisión o ve eso a menudo ha sido resuelto, como en
en el pacto de asociación la lógica premisa del Pufendorf, de una manera contradictoria res­
segundo, que es por tanto el verdadero pac­ pecto de las premisas, ya sea quitando al pue­
to. Cínicamente Hobbes y Rousseau, con un blo toda personalidad jurídica y dejando así
esquema coherente y original, utilizan el pac­ sólo a los individuos como portadores del
to de asociación, a través del cual, según Hob­ derecho, o dando lugar al pueblo de expresar
bes, los individuos asociados se someten en algunos temas un parecer meramente con­
incondicionalmente a un soberano, que no es sultivo y dejando al principe como juez en
parte del contrato o, según Rousseau, cons­ última instancia. El problema de la unidad del
tituyen una "voluntad general", en la cual estado hallará con Kant su solución más cohe­
cada uno se obedece a si mismo. En ambos rente a través del concepto de separación de
casos hay una renuncia completa de los dere­ los poderes: en la superior unidad del esta­
chos que tiene el individuo en el estado de do, el rey y el pueblo (éste a través de las
CONTRACTO ALIS.MO 361

asambleas) cumplen con (unciones distintas cedentes, que remarcan más que nada los
pero coordinadas, esto es la ejecutiva y la deberes hacia los otros, e ignoran el indivi­
legislativa. dualismo propio de la edad moderna.
Por lo que se refiere al contenido del pacto Si el contrato es una relación obligatoria
es necesario hacer una distinción preliminar entre las partes, es necesario también ver las
entre los contractualistas más coherentes y sanciones que están previstas contra quien lo
rigurosos, como Hobbes, Locke, Rousseau y infrinja; el verdadero problema se establece
Kant, que lo ven como racionalmente nece­ sobre todo contra quien, detentando el poder,
sario y por lo tanto lo consideran indisponi­ tiene el monopolio de la fuerza, salvo contra
ble, es decir sujeto a la determinación arbi­ aquel que con el pacto ha renunciado a un
traria por parte de las partes contrayentes, ejercicio privado de su fuerza. Las soluciones
y los contractualistas más ligados a la con­ son las más diversas: por un lado están aque­
creta realidad jurídica y política, los cuales llos que siguen a Grocio, como Pufcndorf,
dejan la determinación de los derechos y para quien el pacto, establecido por la volun­
deberes recíprocos a la voluntad de los con­ tad, se hace luego necesario y los pueblos ya
trayentes. En los prim eros prevalece el no pueden revocarlo; por el otro lado están
momento de la rafia, en los segundos el de la las tesis políticas de los monarquistas, quie­
voluntas. nes retoman teorías medievales sobre el tira­
Mientras que el contenido del pacto de aso­ nicidio que luego serán reelaboradas por Alt-
ciación no va más allá de la manifestación de husius: corresponde al pueblo y, en su nom­
un deseo general de vivir juntos, es decir de bre, a los éforos, que deben actuar colegiada­
form ar un solo cuerpo político, regulando de mente, un jus resistentiae et exauctorationis
común acuerdo todo lo que se refiere a la contra el monarca o el magistrado republica­
seguridad y conservación de los asociados, el no que hubiere violado el contrato. Este dere­
pacto de sumisión presenta a través del tiem­ cho a la resistencia y a la deposición del
po los contenidos más diversos. En las épo­ gobierno, que ejerza el poder más allá del
cas medieval y moderna, antes del c. clásico, derecho, ha sido luego elaborado sobre todo
tanto en los juram entos de coronación como por el pensamiento político inglés con Millón
en los panfletos antimonárquicos, se estable­ y con Locke; para este último el pueblo con­
cía, junto con la obligación de obediencia por serva un derecho, en contra tanto del princi­
parte de los súbditos, toda una serie de debe­ pe como del poder legislativo, de juzgar si
res que correspondían al rey: después, luego éstos actúan de un modo contrario a la fe
de la elaboración del concepto jurídico de depositada en ellos: no habiendo sobre la tie­
soberanía, el pacto servia para establecer rra un juez superior a las partes no queda más
quién debía ejercer este poder legislativo (el que la apelación al cielo, es decir el derecho
rey o una asamblea, o el rey junto con una a la revolución, para cambiar el gobierno o
asamblea) y si este poder legislativo seria legi- para instituir un nuevo legislativo. Kant, en
bus solutus o limitado por el bien común, por cambio, expresa una posición contradictoria;
las leyes fundamentales o por los derechos de por un lado defiende la revolución francesa,
los ciudadanos. Aun los absolutistas más por el otro excluye, con una prohibición
coherentes, como Hobbes, exigen al sobera­ "incondicional", el derecho de resistencia,
no, que además está fuera del contrato, garan­ puesto que su defensa de la legalidad entra
tizar la paz y dejan al súbdito el derecho a la en conflicto con su concepto de constitución
vida. Con el iusnaturalism o moderno, perso­ como idea a priori.
nalizado sobre todo por Locke y por Kant. el Por razones diversas este problema ni
énfasis se traslada hacia la defensa de los siquiera se plantea, ni puede plantearse en el
derechos naturales o innatos o racionales del ámbito de las coherentes construcciones de
hombre, para la tutela de los cuales es ins­ Hobbes (o Spinoza) y Rousseau; para el pri­
taurado, justam ente con el pacto, el gobier­ mero, en efecto, el soberano, instituido con
no. Esta defensa de los derechos del indivi­ el fin de mantener la paz, haga lo que haga,
duo —del derecho a la vida en prim er lugar, debe gozar de la impunidad, teniendo sólo él
pero luego los derechos a la libertad y a la —y no los individuos— el derecho de juzgar
propiedad— es desconocida en las épocas pre­ sobre el bien y sobre el mal para el estado,
362 CONTRACTl ALISMO

y por lo tanto la única sanción posible para to escrito que establezca los respectivos y
el soberano depende de su incapacidad de recíprocos derechos-deberes.
m antener el orden, es decir cuando dism inu­ En el c. medieval encontramos el cruce de
ye no la legitimidad sino la efectividad de su influencias diversas V dispares. Por un lado
poder. Sin embargo, les queda a los indivi­ la permanencia de elementos romanistas: la
duos, aunque legítimamente condenados a le.x regia de imperio, con la cual el pueblo
muerte, el derecho de salvar su propia vida. romano habría conferido al príncipe el impe
También para Rousseau la voluntad general rium y la putestas, para algunos representa
es siempre recta y tiende sólo al bien público; una alie natío total, para otros es válida sólo
pero, de otro modo que Hobbes, el castigo de en la medida en que el príncipe se desenvuel­
los individuos que violan las leves generales ve en el ámbito de la delegación (por ejemplo
del soberano tiene un significado pedagógi­ para H. Bracton), para otros todavía es un ver­
co en la medida en que los obliga a hacerse dadero pacto bilateral, revocable si el prin­
libres, es decir a uniform arse a la voluntad cipe falta a sus obligaciones (por ejemplo,
general. Manegold de Lautenbach habla de pacto y de
Si la estructura del discurso de los contrac- deposición). Por el otro lado tenemos el injer­
tualistas utiliza una misma sintaxis, las solu­ to de elementos germánicos, de poblaciones
ciones políticas a que llegan son profunda­ que tenian la estructura política bastante pri­
mente diversas, y bajo este perfil es posible mitiva, que se desarrollarán después en el feu­
indicar tres corrientes bien distinguidas. Por dalismo: la elección del rey o la confirmación
un lado tenemos el filón absolutista (Hobbes. y el reconocimiento de la sucesión se obtie­
Spinoza, Pufendorf), un absolutismo que quie­ ne sólo con recíprocas promesas, que tienen
re diferenciarse netamente del despotismo, en su sanción en el juramento de coronación, por
la medida en que ve en las órdenes del esta­ el cual el rey se compromete a respetar la ley,
do no la expresión de una voluntad capricho­ a gobernar con el consejo de los “ancianos”,
sa y arbitraria sino la consecuencia de una a los que corresponde una tarea de vigilan­
lógica necesaria en cuanto racional respecto cia. El sistema feudal se presenta luego como
de los fines, la cual actúa en función del bien un complejo sistema de relaciones sinalagmá­
de los ciudadanos particulares. En contrapo­ ticas (o contractuales) entre señor y vasallo,
sición tenemos el filón liberal (Locke, Kant), por lo que si éste tenia derecho en cambio
que apunta a un control y a una limitación estaba obligado a la fidelitas en relación con
del poder del monarca a través de las asam ­ su señor, y la violación del pacto justificaba
bleas representativas, a las cuales se confia la rebelión o la represión. Sobre estos elemen­
el poder legislativo. Minoritaria es la corrien­ tos se asentaba la cultura estoica que rem ar­
te democrática, expresada en un nivel teóri­ caba cómo la relación política era siempre
co sólo profundizado por Rousseau, con una una relación bilateral de recíprocos derechos
solución que para ciertos aspectos está más y deberes, sobre la base de un aforismo de
cerca de la absolutista que de la liberal, en Séneca [De beneficiis) que afirma: "Ad Reges
la medida en que tiende a conformar a lodos enim potestas omnium pertinet, ad singulos
los individuos a la racionalidad de la sobera­ proprietas.”
na voluntad general.V Todas estas tesis, justam ente por su fina'¡
dad práctica, en una sociedad profundamen­
V CONTRACTL'AUSMO Y CONSTÍTlCIONALISMO. El C. te penetrada por el sentido del derecho y
no es solamente una teoría global, conceptual­ siempre dispuesta a discutir el problema del
mente elaborada, sobre los orígenes de la gobierno, llevan no tanto a una rigurosa ela
sociedad y del poder político, y por lo tanto boración conceptual del c. como teoría de la
sobre la naturaleza racional del estado. En la vida social cuanto a reconocer y m ostrar las
historia medieval y moderna, el contrato es características del tirano (de aquél que ya no
a menudo también un hecho histórico, es es el vicario de Dios sino el instrum ento del
decir que es parte integrante de un proceso diablo) y a legitimar las sanciones que puede
político que lleva al constitucionalismo (v.) y tom ar el pueblo en su contra, las cuales van
en particular a la exigencia de alim entar el de la deposición al tiranicidio. Las tesis de los
poder del gobierno por medio de un documen­ pensadores del Medievo tardío, como las de
CONTRACTl AL1SMO 3M

Marsilio de Pudua {ca. 1275-1342), Ockham mente es la experiencia de las nuevas ciuda­
(1290-1349), Bartola de Sassoferralo (1317- des que son fundadas después de 1636 en las
1357), Nicolás Cusano (1401-1464), retoman regiones que luego tom arán el nombre de
temas de los siglos xi (Manegold de Lauten- Rhode Island y Connecticut; en efecto, vemos
bach) y x ii (Juan de Salishurv) y no están tan surgir en territorios desiertos, fuera de cual­
lejos de los que sostendrán los monarquistas quier jurisdicción política, nuevas ciudades
protestantes, como G. Buchanan (1506-1582), pequeñas, que establecen como fundamento
F. Hotmail (1523-1590), el anónimo autor (aun­ de su existencia un covenant o agreement, sus­
que quizá sea Ph. Duplessis-Mornay) de las crito por todos los propietarios libres, con el
Vindictae contra tyrannos (1579), J. Millón fin de constituir un “budy poli tic incorpora-
(1608-1674), o los teólogos de la segunda esco­ ted" o un “civil body politicke". Con este pac­
lástica, como L. de Molina (1535-16C0), R. to se pretende instituir un gobierno democrá­
Bellarmino (1542-1621), J. de Mariana (1536- tico y popular y se acepta someterse a la
1623), F. Suárez (1548-1617). Pero toda esta voluntad de la mayoría: quien tenia todo el
literatura, bastante importante para la histo­ poder era la asamblea de los freemen y los
ria del e., no puede caer dentro de éste en sen­ pocos magistrados eran elegidos anualmen­
tido limitado, por diversos motivos: tanto por te. Con el tiempo, v acorde, por un lado, con
estar apremiada por intereses inmediatamen­ el aumento de la población, que conduce a ins­
te prácticos como porque predomina el ele­ tau rar un gobierno representativo y, por el
mento religioso, o porque no es la expresión otro, con necesidades de defensa, que obliga
de una tentativa de racionalización integral a las diversas ciudades a federarse entre si,
de la vida política (la ausencia del estado de se extienden documentos bastante más elabo­
naturaleza por un lado y por el otro la sólida rados, que tienen sin embargo siempre su ori­
presencia de un derecho natural no secular gen en el pacto: las Fundamental Urders de
lo demuestran), o por la ausencia de una con­ Connecticut (1639), el Frame o f Government
cepción de la vida individualista, que carac­ de New Haven (1643). En 1643, siempre a tra­
teriza a todo el c. clásico, y del utilitarismo, vés de un instrum ento de pacto, nació una
que es su consecuencia directa, excepto en confederación con el nombre de “Colonias
Rousseau y en Kant. unidas de ¿Nueva Inglaterra", a la cual sólo
En la edad moderna el c., como hecho his­ Rhode Island, por motivos religiosos, no se
tórico. dem uestra su vitalidad, con caracte­ adhirió. Justamente de esta experiencia —una
rísticas nuevas y originales, tanto en la expe­ experiencia vivida poi grandes estratos de la
riencia democrática de la Nueva Inglaterra, población, más que determinada por influen­
donde el pacto es el instrum ento concreto cias culturales— se deriva la exigencia de sen­
para la formación de un real estado de natu­ tirse gobernados por un documento escrito,
raleza de nuevas sociedades, que deben afron­ que no proviniese de un poder extraño a la
ta r los duros y dramáticos problemas de la comunidad sino que fuese su expresión, un
frontera y del wildentess (los espacios desier­ pacto que tendrá su lógica conclusión en los
tos). como en la experiencia aristocrático- artículos de la Confederación primero(1777)
liberal de Inglaterra en busca de una codifi­ y en la Constitución de los Estados Unidos de
cación del nuevo equilibrio constitucional América luego (1787).
entre la corona y el parlamento. El otro documento escrito, de inspiración
El prim ero de estos documentos —el más contractualista, es el que concluye lag/orious
conocido, pero no el más im portante— es el revolution de 16SS-16S9: el Parlamento Con­
pacto suscrito el 11 de noviembre de 1620 vención de 1689 eligió a Guillermo y a María
sobre el Mayflovver, junto a las costas de Cape para el trono de Inglaterra con condiciones
Cod, por cuarenta y dos puritanos separatis­ bien precisas, repudiando asi la teoría del
tas: por este pacto se originó una nueva comu­ derecho divino del rey: el famoso Bill of risilits
nidad política, el asentamiento de Plymouth. contiene claras limitaciones al poder real, y
que se autogoberno hasta 1683 sobre la base es un verdadero contrato entre el rey y el pue­
de una democracia directa con asambleas blo. representado por el parlamento, aunque
generales en las cuales participaban todos los en el contenido sea bastante peco innovador
colonos. Más importante histórica > politica­ respecto de la vieja práctica constitucional
Í6 4 CONTRACTUALISMO

inglesa. Este documento es llamado declara­ versales, expresar al hombre nouménico y no


ciones de los derechos sólo porque la palabra el fenoménico, porque en lu posición origina­
contrato pareció demasiado revolucionaria. ria hay un "velo de ignurancia”, no acerca de
Los caminos del constitucionalismo conti­ los problemas de la sociedad y de los valores
nental f ueron por ciertos aspectos distintos morales, sino sobre los propios dones natu­
del de las naciones anglosajonas y menos rales y sobre la propia posición social futu­
influidos por lu temática contractualista, ra. Se quiere hacer cesar la tensión entre
puesto que la constitución no fue ni un pacto voluntad general e intereses particulares,
originario suscrito por todos los ciudadanos hacer ver que la justicia es también utilidad
que querían vivir en sociedad, ni el choque (no suma de utilidades individuales), fundar
entre la voluntad del pueblo y la voluntad del el principio de los "maximin”, puesto que los
rey. Las constituciones continentales son o la hombres, antes del salto en la sociedad, que­
concesión de un monarca (las cartas octro- rían la justicia, o sea maximizar las posicio
veos) o la expresión de la voluntad de una nes minimas. Así quedan formulados los dos
asamblea constituyente que representa la principios de justicia: "Cada individuo posee
voluntad del pueblo. Pero si la legitimación igual derecho a la más amplia libertad posi­
de estas constituciones es distinta de la con­ ble. compatible con otra libertad igual para
tractualista, sin embargo éstas derivan de la los demás”; “Las desigualdades sociales y eco­
experiencia histórica anglosajona: la exigen­ nómicas deben ser estructuradas de mudo
cia de un documento escrito que regule y limi­ que sean racionalmente productoras de ven­
te los poderes del gobierno y del c. la legiti­ tajas para todos y vinculadas a posiciones y
mación del gobierno en el consenso. comisiones igualmente abiertas a todos”.
Buchanan distingue la elección fundamen­
VI EL NEOCONTRACTUALISMO CONTEMPORANEO. El C.. tal constitucional (o contrato) —que estable­
que parecía haber salido de escena, ha ocu­ ce las reglas del juego— de las elecciones pos-
pado recientemente un lugar central en el constitucionales de carácter operativo para
ámbito de la filosofía política: partiendo del fines contingentes, y en consecuencia el "esta­
pacto social, o sea de las reglas del juego qui do protector” o "estado árbitro” —un poder
deben establecerse antes de em pezar el jue­ neutral que, con el monopolio de la sanción,
go, se quiere volver a encontrar un fundamen­ impone el respeto de las normas jurídicas—
to en la obligación política v en el respeto de y el "estado productivo" o "estado jugador”,
la ley. Sin embargo, los principales exponen­ que proporciona los bienes públicos, cuyos
tes de esta corriente llegan a conclusiones poderes discrecionales deberían moverse en
políticas distintas: John Rawls busca una el ámbito del primero, que lo limita. Las nue­
maximización de la igualdad, James Bucha- vas reglas del juego deberían obstruir las elec­
nan re a d ec u ar los prin cip io s liberal- ciones radicalmente individualistas, que ali­
democráticos pura el estado de bienestar. mentan el conflicto sin maximizar la utilidad
Robcrl Nozick representar de m anera radi­ individual, y favorecer en cambio juegos e
cal la libertad individual, defender a la intercambios cooperativos, con el l in de favo­
anarquía. recer una convivencia constructiva. Nozick,
Rawls quiere llegar a definir de manera en cambio, propone un "estado mínimo”: que
racional un principio universal de justicia (de tendría una sola función, la de proteger los
lu justicia distributiva entendida como equi­ derechos individuales contra toda posible for­
dad): para ello parte del contrato social en un ma de violación. Nace, en el terreno del dere­
nivel de abstracción bastante más elevado que cho privado, como desarrollo de la autopro-
el de Rousseau y el de Kunt. Por medio de la tección, que se dan los vecinos asociándose,
ficción de la "posición originaria" (o sea el o como perfección de agencias, que protegen
estado de naturaleza), quiere tom ar la condi­ a lodos Ion que adquieren esta protección: el
ción hipotética presocial, en la que los indi­ orden político, instaurado por el estado míni­
viduos libres y racionales pueden escoger los mo. queda así explicado en términos no polí­
principios de justicia de la futura sociedad ticos.
política: pueden escoger de manera realmente No se trata de una mera discusión acadé­
“autónoma", ser verdaderos legisladores uni­ mica de filosofía política, ya que las distin­
CONTRATACION COLECTIVA 365

tas soluciones se traducen pronto en una ders, 1968) son los dadores de trabajo, indi­
intervención mayor o menor del estado en la vidualmente o mediante sus asociaciones (v.
vida social y económica, y reproponen asi asociaciones patronales) y los sindicatos de
nuevos límites constitucionales (v. constitu­ trabajadores (v. organizaciones sindicales).
cionalismo) en la era de las crisis del estado Presupone el reconocimiento del sindicato
de bienestar (v.). por parle de las industrias: y este reconoci­
miento y aceptación serán tanto mayores
biblkxjkafia F. Atger, Essai sur l'histoire des cuanto más intensas (como cantidad) y
doctrines di i contrat social, París, Alean, 1906; amplias (como área de las materias motivo de
N. Bobbio y M. Bovero, Societá e stato nella filo­ acuerdo y como número de trabajadores com­
sofía política moderna, Milán, II Saggiatore, prometidos) serán las actividades negociadas.
1979; J.M. Buchanan, Freedom in constituí innal El recurso principal del que se vale el sin­
contrae!, Austin, Texas University Press, 1977; dicato para obligar a las direcciones empre­
J.M. Buchanan. The limits of liberty, Chicago, sariales a negociar el precio y las condicio­
University of Chicago Press, 1975; M. d'Addio. nes del trabajo (antes que decidirlas unilate­
l.’idea del contrallo sacíale dai soffisti alia rifor- ralmente) es su capacidad de organizar la sus­
nta e il De principatu di Mario Salontonio, Milán, pensión de la erogación del trabajo (v. huel­
Giuffré, 1954; G. del Vecchio, Contrihuti alia sto- ga): frente a ¡a realización, o a la amenaza, de
ria del pensiero giuridico e filosófica (1906), huelga las direcciones aceptarán pactar, a
Milán, Giulfré, 1963; R. Derathé, J.-J. Rousseau cambio de un regreso a la prestación laboral
el la Science politique de san lemps, París, Pres- regular, asociando al sindicato en la regla­
ses Universitaires de Frunce, 1950; O. von Gier- mentación de las condiciones de empleo. La
ke. G. Althusius e lo sviluppo delle teorie politi- c. colectiva, por lo tanto, como propuso
che giusnaturalistiche (1880), Turin, Einaudi. recientemente Pizzorno, retomando a Flan-
1943; O. von Gierke, Das deutsche Genossens- ders, se caracteriza como un "proceso norma­
chaftsrecht (1881 ss.), Graz Akademische Drück tivo por el cual los sindicatos, junto a la direc­
und Verlagsanstalt, 1954; J.W. Gough, The social ción, actúan en forma de gobierno privado"
contrae!, Oxford, Clarcndun Press. 1936; T.H. (Pizzorno. 1977).
Creen, lectores on the principies of political ohli-
galion, Londres, Longmans, 1888; O. Jasad y J.D. M. I.AS CONDICIONES PARA El. DESARROLLO DE LA CON­
Lewis, Against the tyrant, Glencoe, Freo Press, TRATACION COLECTIVA. Si hov la actividad de c.
1957; S. Landucci, / /ilosofi e i selvaggi, ¡580-1780, constituye una función central de la acción
Bari, Laterza, 1972; C.B. Macpherson, Libertá e de los sindicatos en los países desarrollados
proprietá alie origini del pensiero borghese (1962), de Occidente, su desarrollo es relativamente
Milán, Isedi, 1973; R. Nozick, Anarchia, stato. uto­ reciente. Tampoco, por otra parte, constitu­
pia (1975), Florencia, Le Monnier, 1981: J. Ravvls, ye la única manera de regular las condicio­
Teoría de la justicia (1971), México. Fondo de Cul­ nes de los trabajadores dependientes. Como
tura Económica. 1979: G. Solari. Individualismo ya observaron los esposos Webb, otros cami­
e diritto prívalo, Turin, Giappichclli. 1939; J. nos practicados fueron el de la regulación uni­
Tuvsman, Obligarían and the body politic, Nue­ lateral por parte de las organizaciones de tra­
va York, Oxford University Press, 1960. bajadores y la de la regulación legislativa
mediante la acción política.
[ nicola m attelcci ] Chamberlain y Kuhn han documentado
ampliamente la práctica de la regulación uni­
lateral en la época de la afirmación de los sin­
dicatos de oficios: en este caso la asociación
contratación colectiva de los oficios es la que debe establecer, a tra-
vés de un pacto suscrito por todos los asocia­
i d e f in ic ió n . C. colectiva es el proceso por el dos. las condiciones por las que deberá pres­
cual en gran parte de los países industriali­ tarse la actividad laboral, y estas condiciones
zados de Occidente se acuerdan las condicio­ serán las que se buscara imponer a las empre­
nes de empleo de las fuerzas de trabajo. Los sas mediante el rechazo a trabajar por menos.
actores de esta "regulación conjunta" (Flan- Naturalmente esto presupone que ningún tra­
Í6f> CONTRATACIÓN COLECTIVA

bajador del oíiciu acepte condiciones inferio­ 111. LOS DISTINTOS SISTEMAS CONTRACTUALES. Según
res o, para decirlo de otro modo, esto presu­ las posiciones ocupadas en la división inter­
pone un control rígido de la oferta sobre el nacional del trabajo, las características del
mercado de cada oficio. Por eso los sindica­ mercado interno de trabajo, el grado de diver­
tos de oficios han desarrollado sistemas de sificación de la base productora, la época y
sanciones contra quien infringe el pacto, de el tipo de sindicalismo que se ha desarrolla­
subsidios para quien se encuentra temporal­ do en ella, se han ido definiendo en los diver­
mente desocupado y sobre todo de control del sos países industriales sistemas contractua­
ingreso en el oficio a través del monopolio del les específicos (Pizzorno, 1976).
aprendizaje (Chamberlain y Kuhn, 1965). Lc>que caracteriza a un sistema contractual
Si el camino de la regulación unilateral está son el nivel (o los niveles) en que sobreviene
estrechamente ligado al sindicalismo de ofi­ la contratación, el marco normativo que regu­
cios en situaciones de mercado favorables a la los procedimientos y la amplitud de las
la oferta (y todavía se encuentran rastros de materias que es posible tra ta r en la negocia­
ello hoy, sobre todo en las prácticas de las ción, la cantidad de trabajadores a los que se
asociaciones profesionales: Clegg, 1980), el aplican los acuerdos, las prácticas previstas
camino de la regulación mediante la interven­ para la administración del contrato.
ción legislativa, a continuación de presiones Por lo que respecta a los niveles de la c., los
en un nivel político, constituye por mucho la dos extremos son: por un lado aquel en el que
única posibilidad de establecer normas gene­ se negocia casi exclusivamente dentro del
rales al control de las condiciones de trabajo nivel nacional centralizado entre los sindica­
de los obreros no profesionales, y ello cuan­ tos nacionales y las asociaciones de los
do se encuentran en condiciones de debilidad em presarios y en el cual tiene escaso peso la
ante el mercado. c. dentro del nivel local (como en la Italia de
A p a rtir de los grandes movimientos de los años cincuenta y por largo tiempo en Fran­
reform a social en turno a la mitad del siglo cia), y por el otro aquel en el que sucede en
pasado, y más tarde con la constitución de los un nivel descentralizado mediante el contra­
sindicatos de industria que incluso organizan to de empresa (como en Estados Unidos).
a las grandes masas de obreros no califica­ Muchísimas son pues las soluciones interme­
dos, hasta nuestros días, el recurso a la acción dias, en las que a una c. centralizada en algu­
política, directa o indirectamente, a través del nas m aterias generales (tal como la determ i­
apoyo de los partidos socialistas, se afirma nación de los salarios mínimos y del horario
cada vez que ello parece más ventajoso, o de trabajo) se afianza una c. descentralizada,
menos ruinoso, que la acción económica (Piz- de nivel regional o local o de em presa o aun
zorno, 1976). de departamento.
El desarrollo de la c. colectiva se vuelve En lineas generales se puede decir que
posible cuando el sindicato se convierte en cuanto más centralizada es la c., tanto más
una organización estable, duradera, cuya los sindicatos estarán empeñados en la per­
supervivencia no está sujeta a las fluctuacio­ secución de estrategias generales de coordi­
nes del ciclo económico. Esto puede suceder nación y reparto justo de las condiciones del
bien vea gracias a una fuerte expansión de la empleo (sindicatos "de clase"); cuanto más
industria en condiciones de mercado de tra­ esté la c. en un nivel descentralizado, tanto
bajo cuya oferta es su.tancialm ente favora­ más el sindicato se m ostrará sensible a las
ble, como sucedió en Estados Unidos a fines condiciones económicas de las empresas indi­
del siglo pasado, o bien gracias al apoyo de viduales (como en el llamado business unió-
legislaciones favorables a los sindicatos, nism estadunidense).
como sucede en muchos países durante los Incluso el marco normativo dentro del cual
periodos bélicos, cuando los sindicatos acep­ se desarrolla el proceso de negociación varía
tan hacerse garantes del buen funcionamiento considerablemente de país a país. Existen
de la producción a cambio del reconoci­ casos (como el de Alemania federal) en los que
miento. la c. colectiva aparece minuciosamente regu­
lada por leyes poi lo que hace a los niveles
en los que es posible negociar las diversas
CONTRATACION COLECTIVA 367

materias, los procedimientos a los que es obli­ no de los trabajadores, mediante decisiones
gatorio atenerse, las circunstancias en las que de cúpula o bien tomadas en la periferia)
es legítimo o no recurrir a la huelga, asi como constituye un aspecto central de la actividad
los casos en los que se recurre a mediaciones de las dirigencias sindicales y uno de los prin­
arbitrales públicas o privadas. cipales indicadores del tipo de estrategia per­
En otros países, como en Gran Bretaña seguida por los sindicatos. La decisión de apo­
(antes de las leves sobre relaciones industria­ yar más un objetivo que otro, y un objetivo
les de los años setenta), las normas y los pro­ determinado en una determinada forma más
cedimientos que regulan la c. están formadas que en otra, dependerá cada vez de la necesi­
por la costumbre, libremente adoptada por dad de crear solidaridad entre estratos dis­
las partes, que se ha consolidado en la prác­ tintos de la clase obrera, o bien de acoger las
tica. En Italia, la legislación prevé una eleva­ demandas de las que son portadores grupos
da libertad de iniciativa de las partes socia­ específicos, de solicitar consensos y adhesio­
les, limitándose a extender erga umnes la vali­ nes. o también de moderar las demandas para
dez de los contratos colectivos estipulados obtener un mayor reconocimiento por las
por los sindicatos representativos; incluso el contrapartes y para poder entrar con más cré­
recurso a la mediación pública en la compo­ dito en el intercam bio político con el
sición de los conflictos de trabajo, que ha gobierno.
aumentado en el transcurso de los años seten­ Si se considera la amplitud de la c., se tra ­
ta, ha permanecido en el plano de la iniciati­ te del arco de las materias sobre las que pare­
va voluntaria y no obligatoria. En general, los ce legítimo intervenir en la negociación, sea
sindicatos italianos han rechazado hasta hoy el número de los trabajadores cuyas condi­
una reglamentación, aun contratada con las ciones de empleo queden reguladas median­
contrapartes, de la actividad de negociación. te acuerdos colectivos, ésta ha aumentado
En este sentido, el sistema italiano aparece considerablemente en todos los países desa­
como uno de los menos institucionalizados. rrollados de Occidente. En la Italia de los
La m ateria central de la c. es el salario, anos setenta se ha pasado de la c. aun minu­
directa o indirectamente, a través de la defi­ ciosa de muchos aspectos de las condiciones
nición del horario, de las cargas de trabajo, de trabajo a la reivindicación de derechos de
de los sistemas de incentivación, del cncua- información y control sobre planes de desa­
dramiento categorial, de la profesión. A rrollo de las empresas en los sectores indus­
menudo se distingue entre reivindicaciones triales. Pero, además de la industria, el méto­
salariales y reivindicaciones de control de las do de negociación se ha extendido a la agri­
condiciones de trabajo, o, aun mejor, entre cultura, a los servicios y al sector terciario
reivindicaciones que implican una mejoría público y privado en general: en la práctica
inmediata del salario y las que implican una a toda la economía. Sin embargo, en la reali­
mejoría diferida o que implican un aumento dad escapa a la capacidad de control sindi­
del poder de intervención de los representan­ cal la determinación de las condiciones de
tes sindicales (o sea que amplían el área y la empleo de los trabajadores ocupados en la lla­
necesidad de la mediación de negociación). mada economía "sumergida", o sector no pro­
Una ulterior distinción posible es aquella tegido de la economía.
entre reivindicación cuyos beneficios se apli­ Esta última observación nos lleva al punto
can de m anera igual para todos los trabaja- final: los contratos, además de negociarse,
dotes a los que se refiere el acuerdo y que deben aplicarse. El grado de desarrollo de téc­
reducen los diferenciales salariales (objetivos nicas y procedimientos para la adm inistra­
igualitarios) y reivindicaciones cuyos benefi­ ción del contrato es uno de los rasgos que más
cios tienen en cuenta las diferenciaciones, diferencian los di'tintos sistemas contractua­
profesionales o de estatus, existentes entre los les. Es probable que, desde este punto de vis­
trabajadores (como los aumentos porcen­ ta, la eficiencia y la eficacia del sistem a sean
tuales). Iunción de la antigüedad de la consolidación
La especificación de los objetivos contrac­ sindical. Existen casos (como el estaduniden­
tuales a negociar con las contrapartes y el se y el sueco) en el que el sistema de los pro­
modo en que sucede (mediante la consulta o cedimientos de reclamación (grievance proce-
368 CONTROL SOCIAL

dure) aparece minuciosamente regulado por les de c. social a las que recurre un determ i­
los acuerdos, cuya aplicación constituye una nado sistema para obtener el consenso: el
de las actividades principales de los represen­ área de los controles externos y la de los con­
tantes sindicales. Mucho más informales, troles internos. Con la prim era expresión se
otros sistemas, como el británico, donde por hace referencia a aquellos mecanismos (san­
otra parte el sistema de control llevado a cabo ciones, castigos, acciones reactivas) que se
por medio de delegados de departamento tie­ ponen en marcha en relación con los sujetos
ne una amplia tradición y está muy desarro­ en el caso de que éstos no se conformen a las
llado de hecho, o como el italiano, en el que normas dominantes. En este nivel nos encon­
la débil tradición (hasta fines de los años tramos ante una gama de sanciones muy
sesenta el sindicato no estable presente en los variada y de distinto peso punitivo, entre las
lugares de trabajo: v. representación obrera) cuales cabe mencionar, además del caso
se asocia a un bajísimo grado de formaliza- extremo de la muerte, el de la privación de
ción: la capacidad de controlar la aplicación determinadas recompensas y derechos, for­
del contrato será al mismo tiempo sobre todo mas de interdicción y de aislamiento, otras
resultado de las relaciones de fuerza. de reprobación social, de rechazo, de sátira.
En el área de los controles internos encon­
BIBLIOGRAFÍA: H. Clegg, SindücalO 6 COMrattazio- tramos aquellos medios con los que la socie­
ne colleltiva (1976), Milán, F. Angelí, 1980; C. dad intenta una interiorización en los sujetos
Crouch y A. Pizzomo (comps.), Conflini in Euro­ —sobre todo durante la socialización prim a­
pa, Milán, Etas Libri, 1977; N.W. Chamberlain ria— de normas, valores, metas sociales con­
y J.W. Kulm. Colleclive hargaining, Nueva York, sideradas fundamentales para el mismo
McGruw Mili, I9652; A. Flanders, Bargaining orden social. Los controles internos son por
theory: the classical model reconsiderad, en tanto, como afirma Berger, los que no ame­
Industrial relations: contémpurary issues, a car­ nazan a una persona desde el exterior, sino
go de B. Roberts, Londres, Macmillan, 1968; A. desde el interior de su conciencia: "los con­
Pizzorno, Osservazione compárate sulle rappre- troles internos dependen de una socialización
sentante del lavoro nei pacsi capitalistici aván­ bien lograda; si ésta se lleva a cabo correcta­
zate, en Problemi del movimenlo sindacale in Ita­ mente, entonces el individuo que comete
lia, Milán, Feltrinelli, 1976; A. Pizzorno, Scam- transgresiones a las reglas de la sociedad será
hio político e identitá colleltiva nel conflitto di condenado por su misma conciencia, que en
classe, en C. Crouch y A. Pizzorno (comps.), Con- realidad constituye la interiorización de los
flitti in Europa, Milán, Etas Libri. 1977; A. Rces, controles sociales”.
Función de los sindicatos en la economía (1962), El objetivo del control no es propio sola­
Buenos Aires, Marymar, 1968; S. y B. Webb, La mente del sistema social o de los grupos domi­
denwcrazia industríale (1902), Turin, UTKT, 1912. nantes en él, sino también de las que en una
determinada sociedad aparecen como desvia­
[ ida REGALIA] cionistas. En efecto, las dinámicas y proce­
sos que caracterizan a los grupos desviacio-
nistas aparecen regulados por normas espe­
cíficas y consolidadas, en relación con las cua­
control social les se establecen claros mecanismos de con­
trol. Esta es en efecto una de las condiciones
Se entiende por c. social el conjunto de indispensables para que la acción del grupo
medios de intervención, sean positivos o nega­ desviacionista no sea nulificada en la
tivos. puestos en marcha por toda sociedad sociedad.
o grupo social a fin de conform ar a los pro­ El concepto de c. social, aunque indirecta­
pios miembros a las normas que la caracte­ mente, está presente en las obras de los clá­
rizan, impidiendo y desaconsejando los com­ sicos de la filosofía política que han tratado
portamientos desviacionistas y reconstruyen­ los temas del estado, del poder, del fundamen­
do las condiciones de conformidad incluso to del derecho de mandar, a partir de la rela­
respecto de un cambio del sistema normativo. ción entre la acción individual y la historia
Se pueden establecer dos formas principa­ de la acción colectiva.
CON! ROI. SOC IAL 369

El concepto de c. social, entendido como la población de una sociedad o parte de ella.


limitación de la acción individual en la socie­ La prim era acepción del concepto, confir­
dad, se encuentra por ejemplo en la teoría del mada en las obras de W.G. Summer, intere­
estado de Hobbes. Según este autor el Tin del sado en poner en evidencia el control de la
estado es salvaguardar la paz, protegiendo la conducta por parte de las "costum bres de
vida de los sujetos que pertenecen a él. Exis­ grupo”, y de C.H. Cooley y que ha encontra­
te el estado cuando los hombres renuncian a do eco incluso en las obras de G. Gurvitch,
recurrir a la fuerza individual —según el esta­ no está sin embargo exenta de fuertes limi­
do de naturaleza— que produce situaciones taciones, entre ellas la de lo genérico de su
de anarquía, para confiarse a un poder colec­ formulación, como muchos críticos han
tivo al que se reconoce el derecho de impo­ observado justamente.
ner las propias órdenes, recurriendo —en los Asi L. von Wiese, habiendo madurado la
casos extremos— incluso a la fuerza. convicción de que el orden social se estable­
También Rousseau estuvo interesado en el ce solamente en presencia de imposiciones
problema de la justificación del poder. En el externas, opta por el concepto de constricción
Contraía critica el derecho del más fuerte, la social, intentando así superar la indetermi­
superioridad del fuerte y del rico, considerán­ nación del planteamiento de Ross, que hace
dolos carentes de legitimidad. Como funda­ derivar de la interacción el ordenamiento
mento del derecho establece la voluntad del interno de una sociedad. Otro límite de dicha
pueblo, el ser colectivo que nace de la libre acepción se encuentra en el hecho de que des­
asociación de todos los hombres que renun­ taca los procesos de socialización como ele­
cian de este modo "a ejercer la propia volun­ mentos de c. social, olvidando otros factores
tad particular”. y el mismo resultado imprevisible y ambiva­
El concepto de c. social está también pre­ lente de los procesos sociales.
sente, indirectamente, en la discusión, lleva­ Tampoco la segunda acepción está exenta
da a cabo durante el siglo xix, entre los de limitaciones, en cuanto que su formulación
investigadores interesados en los temas del más amplia parece sobreponerse a otros con­
curso general de la historia, en especial sobre ceptos, como por ejemplo los de poder y de
el concepto de previsión señalado por Comle autoridad.
y el planteamiento determ inista de Spcncer. En el trascurso de su historia toda socie­
Posteriormente, en el contexto norteamerica­ dad o grupo tiende a modificar los mecanis­
no, algunos autores han retomado y reformu­ mos de c. social a los que recurre para garan­
lado el concepto de previsión. Entre ellos cabe tizar el consenso. Se pueden delinear al res­
mencionar a L.F. Ward, que considera la pre­ pecto —de manera esquemática— los cam­
visión como capacidad de control; a F.H. Gid- bios que han sufrido los sistemas de c. social
dings, para el cual la historia representa un en una suciedad industrial.
proceso de construcción de la sociedad; a F. Mientras que en la formación económico-
Oppenheimer, que trata de los procesos de social del capitalismo liberal el objetivo del
autocivilización de la sociedad. c. social era confiado a las leyes de mercado,
De una m anera explícita, el concepto de c. desde el momento en que se establece un
social lo formula el sociólogo norteamerica­ amplio consenso basado en una lógica de tipo
no E.A. Ross, a finales del siglo pasado, con meritocrático que hacía plausible la diferen­
dos acepciones prevalentes, que han domina­ ciación en las recompensas, con la crisis de
do por mucho tiempo en la discusión socio­ la ideología liberal se determina —aunque
lógica: con la primera se consideran todos los paralelamente al sistema precedente— un
procesos que. al determ inar las relaciones tipo de c. social en el que la intervención esta­
entre varios sujetos en interacción, llevan a tal adquiere cada vez más peso. En esta fase
una regulación y organización de la conduc­ el control se confía, en especial, a las inter­
ta humana y determinan las condiciones del venciones del estado asistencial, el cual inten­
orden social; con la segunda acepción, se con­ ta realizar una situación generalizada de bie­
sidera el control ejercido por un grupo sobre nestar social. En este periodo, en el que se
los propios miembros o por una institución emplea una gran cantidad de recursos públi­
o grupos de presión o clases sociales sobre cos para llegar a una situación de seguridad
370 CONVENCIÓN

social, en el que se amplia la esfera de com­ solidados, con una crisis de representación
petencia y de intervención del estado (ya sea de los grupos de referencia, el problema del
en la dirección de un incremento de la ocu­ c. social se convierte en un problema de regu­
pación en el sector terciario, ya sea en el apo­ lación de intereses y de presiones de los dis­
yo concedido al sector secundario, ya sea tintos grupos, una obra de negociación que,
finalmente en el campo asistencial), se esta­ a cambio de respuestas a los diversos intere­
blece paralelamente, en relación con la fuer­ ses, reclama consenso social. Estamos en la
te intervención del sector público, una situa­ época del intercambio político, del mercado
ción delegada y de menor participación social político, de la consolidación del papel de
de los ciudadanos, así como la consolidación mediación entre los intereses de los diversos
de los intereses de los diversos grupos que grupos por parte del estado, y de la afirm a­
acentúan cada vez más su carácter de presión. ción de una situación de neocorporativismo,
Si por un lado el mito de la sociedad bene- en la cual resultan más fuertes los grupos que
factora aparece en condiciones de polarizar ocupan las posiciones centrales de la estruc­
las aspiraciones de las masas y de determi­ tura social y productiva.
nar sus necesidades, por el otro lado una rea­
lidad de expansión económica y productiva bibliografía A. Ardigó, Crisi di governabiiitá e
garantiza la multiplicidad de los recursos y mondi vilali. Bolonia, Cnppelli, 1980; A.K. Cohén.
hace más concreta la posibilidad de realizar Conirollo sacíale e comportamento decíante
la sociedad bcnefactora. (1966), Bolonia, II Mulino, 1970; G. Gurvitch, El
A pesar de estas condiciones favorables, en control social, en G. Gurvitch y W.Z. Moaré,
algunos contextos sociales, como el italiano Sociología del siglo.xx (1947), vol. i: Los grandes
de los años sesenta, se llega a resultados con­ problemas de la sociología, Buenos Aires, El Ate­
trarios a largo plazo a aquella situación de neo; R.T. La Piere, A theory of social control, la n ­
control social que se había planeado a corto dres, McGravv-Hill, 1954.
plazo. Nos referimos a la ausencia de una
política de programación y a toda una serie [FRANCO GARELLl]
de intervenciones de tipo asistencia!, produ­
cidas por una lógica clientelista, y dirigidas
a extender el campo de la seguridad social sin convención
crear las condiciones económicas y produc­
tivas que podrían legitimarlas, a través de las El término c., entendido como asamblea polí­
cuales el poder público buscaba el consenso tica, tiene esencialmente dos significados, el
unido a las leyes de mercado. segundo de los cuales es típico del vocabula­
En una situación como la actual, de crisis rio político estadunidense; 1] asamblea de
de recursos, resulta imposible para el esta­ representantes del pueblo reunida para dar
do m antener el mismo tipo y calidad de las vida a un nuevo estado y a sus instituciones,
intervenciones puestas en marcha anterior­ o bien para sustituir o modificar la forma de
mente para sostener la economía y garanti­ gobierno existente; 2] asamblea de delegados
zar el estado benefactor. La crisis (económi­ de partido convocada para designar los can­
ca y de legitimación) ha debilitado dicho didatos a un cargo electivo, fijar el programa
modelo de gobernabilidad. La carencia de o preparar la campaña electoral.
recursos públicos, el mayor control de deter­ Corresponderían al prim er caso las c. revo­
minadas fuerzas sociales, la agudización de lucionarias y la1- constitucionales, ejemplifi­
los desequilibrios sociales y productivos, la cadas respectivamente por la c. francesa de
mayor dificultad en la competencia interna­ 1792, a la cual se debe la prim era constitu­
cional, hacen implanteable la reproducción ción de la república francesa, y por la c. de
en la actualidad de una política asistencial y Filadelfia de 1787, que elaboró la constitución
clientelista puesta en marcha anteriormente, federal estadunidense. La principal diferen­
así como el apoyo a las empresas en un perio­ cia entre los dos tipos consiste en el hecho de
do de crisis. que la c. constitucional es convocada de una
Al carecer de amplias perspectivas políti­ manera legalmente válida por el gobierno
cas, con una diversificación de intereses con­ legitimo, al contrario de la revolucionaria. No
COOPTACION 371

puede decirse sin embargo que sus fines sean culos en el nivel federal, por lo que el candi­
cualitativam ente distintos, ya que a menudo dato presidencial representa un símbolo nece­
puede resultar arduo, si no artificioso, distin­ sario de unidad y el acto de su elección es la
guir una de la otra. ocasión para hacer aceptar en el plano nacio­
Las c. de partido estadunidenses pueden nal posiciones, programas e intereses locales.
desenvolverse tanto en el nivel local como
estatal o federal; en este último caso, el más [t iz ia so uo nazzi ]
conocido e importante, sirven para nominar
los candidatos de un partido para los cargos
de presidente y vicepresidente de Estados
Unidos. cooptación
El sistema de las c. es creado en oposición
a aquel, propio del periodo colonial tardío y El término c. denota un sistema de integra­
de la era revolucionaria, del caucus, juzgado ción de un cuerpo colegiado —directivo o con­
antidemocrático porque la nómina de los can­ sultivo— por el cual uno o más miembros son
didatos se llevaba a cabo en reuniones de lide­ elegidos bajo designación de los miembros ya
res de partido sin ninguna intervención de la en funciones. En un sentido más amplio, el
base. La c., cuyos miembros eran elegidos por término es usado también para designar la
los órganos locales del partido consultando acogida, por parte de un grupo dirigente en
a los inscritos, fue por lo tanto un instrum en­ funciones, de ideas, programas, directivas de
to político innovador, que al principio sirvió política propuestos por grupos de oposición,
para la elección de los candidatos al congre­ con el fin de eliminar o reducir las consecuen­
so, hasta que en la era jacksoniana, roto el cias de las agresiones externas.
monopolio de poder de los grandes lideres En el lenguaje democrático el término c. tie­
parlamentarios y del caucus congresal de par­ ne generalmente un significado peyorativo en
tido. del que dependía la nominación del can­ cuanto que los mecanismos para la elección
didato presidencial, también esta última se de los dirigentes de tipo cooptativo se pres­
produjo siguiendo el nuevo método. Surgió tan fácilmente para favorecer el manteni­
así, después de 1830, la national convention, miento de la dirigencia en los cargos sin el
usada por los mayores partidos norteam eri­ consenso, o directamente de un modo contra­
canos para la nominación de los candidatos rio a los deseos de la base. En general, los
a la presidencia y a la vicepresidencia. Per­ ordenamientos internos de las asociaciones
maneciendo casi inmune a las acusaciones voluntarias que prevén la elección desde aba­
dirigidas, a fines del siglo pasado, a los otros jo como forma normal de elección de la diri­
tipos de c., en el sentido de haberse transfor­ gencia, vetan o limitan notablemente el recur­
mado en instrum ento de máquinas de parti­ so a formas de c. Usualmente éstas son admi­
do antidemocráticas y corruptas —lo que con­ tidas en un número limitado de casos, no pue­
dujo después de 19G0 al nacimiento por ley den superar un cierto porcentaje de los luga­
en muchos estados de las “elecciones prim a­ res a asignar, o son admitidas cuando es
rias directas" entre los inscritos en cada par­ necesario proceder con urgencia a reintegrar
tido para la nominación de los candidatos—, un organismo dirigente y no hay tiempo para
la national convention ha demostrado ser cum plir con los procedimientos ordinarios.
momento fundamental y típico de la vida poli- A menudo la elección de los dirigentes por c.
tica estadunidense. debe ser sucesivamente ratificada a través del
La importancia de las national conventions recurso a los mecanismos electorales nor­
de los partidos norteamericanos consiste males.
antes que nada en ser casi el único momento Junto a las formas explícitas de c. hay for­
en que éstos actúan como organismos políti­ mas indirectas y ocultas. Estas ocurren cuan­
cos nacionales. Su estructura, bastante dis­ do la elección de los nuevos dirigentes se rea­
tinta de la centralizada de los partidos euro­ liza formalmente por el trám ite de los proce­
peos, se asemeja en efecto a una confedera­ dimientos previstos por los reglamentos inter­
ción de partidos estatales, con intereses e nos, pero la decisión es en gran parte preor-
ideas a menudo divergentes y con escasos vín­ denada y se realiza con el consenso y con la
372 CORPORATIVISIMO

ayuda de la dirigencia en Funciones, que uti­ porativas: todas excepto las democráticas sur­
liza en gran medida su prupia posición de gidas con el siglo xix, en cuanto que la revo­
poder para influir de un modo decisivo en la lución francesa al destruir los cuadros cor­
elección de los nuevos miembros. Estas For­ porativos ha reducido la sociedad al polvo de
mas de c. son bastante más difíciles de espe­ los individuos" (Manoilescu, 1934). En efec­
cificar, va que los cumplimientos requeridos to, aparte de ciertos precedentes lejanos y
por las normas son formalmente respetados vagos en el mundo clásico, el c. idealiza la
y los acuerdos ocultos son arduos de docu­ comuna medieval italiana donde la corpora­
mentar, y son luego difíciles de erradicar. ción no es solamente una asociación de indi­
No es fácil decir cuál es, en la práctica, la viduos que ejercen la misma actividad profe­
incidencia de formas de c. y cuáles son los fac­ sional: ésta monopoliza el arte u oficio, y por
tores que la hacen más probable. Sin em bar­ lo tanto la producción, vedándola a los extra­
go, se puede formular la hipótesis de que la ños, detenta poderes normativos en m ateria
c. está mayormente difundida en organizacio­ económica (determinación de las normas de
nes caracterizadas por escasa participación comercio y de los precios) y constituye a veces
de la base, por la falta de articulación inter­ un canal obligatorio de representación
na en grupos que compiten por el acceso a los política.
cargos dirigentes, par el grado de homogenei­ El sistema corporativo medieval, basado en
dad de la dirigencia en funciones. Desde el la autonomía semisoberana de las categorías
punto de vista de los dirigentes en el poder, (v. sociedad por capas), implica la trasmisión
el recurso a formas de c. permite no sólo debi­ por vía familiar de la actividad profesional
litar a los eventuales grupos de oposición o y una relación jerárquico-paternalista entre
directamente prevenir su formación sino tam­ el "m aestro”, o sea el jefe de la empresa, y
bién incorporar en su propio programa direc­ el aprendiz, o sea el dependiente. Esto presu­
tivas e iniciativas llevadas adelante por la pone la inmovilidad tecnológica de la colec­
oposición emergente, sustrayéndole asi los tividad medieval y corresponde por tanto a
puntos de fuerza y los motivos de reclamo sociedades de tipo tradicional con niveles pro­
entre la base. ductivos estáticos y tendientes a la autosufi­
ciencia.
[ciacomo sam ] El desmantelamiento del aparato corpora­
tivo se verifica simultáneamente con el inicio
de la revolución industrial. Las Combination
Laws británicas son de 1799. La ley Le Cha-
corporativismo pelier francesa se remonta a 1791. Por un lado
se reconoce en el ordenamiento corporativo,
i. d e fin ic ió n Y prem isa El c. es una doctrina según la tesis de la ciencia económica clási­
que propugna la organización de la colectivi­ ca. un obstáculo para el correcto funciona­
dad sobre la base de asociaciones represen­ miento de la economía de mercado (Adam
tativas de los intereses y de las actividades Smith afirma: "Gente del mismo oficio rara­
profesionales (corporaciones). Éste propone, mente se encuentra junta aun por distracción
gracias a la solidaridad orgánica de los inte­ o por diversión sin que la conversación ter­
reses concretos y a las fórmulas de colabo­ minen una conspiración contra el publico o
ración que de ellos pueden derivar, la remo­ en alguna maniobra para aum entar los pre­
ción o la neutralización de los elementos con­ cios”). Por el otro, se pretende acabar con
flictivos: la competencia en el plano económi­ todo interés intermediario entre el interés
co, la lucha de clases en el plano social, la dife­ particular del individuo y el interés general
renciación ideológica en el plano político. del estado y se considera incompatible el espí­
Según los apologetas del c., "en el pasado ritu de corporación con el proceso de moder­
de la humanidad han existido muchas socie­ nización del sistema político. En esencia, la
dades corporativas y muchos teóricos del c.. verdadera incompatibilidad es con la indus­
comenzando por Platón. Aristóteles, Santo trialización (v.), que requiere para su realiza­
Tomás. Por el contrario, se podría decir que ción la ruptura prelim inar del rígido tejido
todas las sociedades históricas han sido cor­ corporativo, impermeablcal dinamismo pro­
CORPORATIVISIMO 371

ductivo y a la innovación tecnológica. profundo sentido de participación política.


Las nuevas turm as asociativas que surgen Dadas estas premisas, se puede distinguir
con la revolución industrial se basan no en un c. contrarrevolucionario o tradicional del
la conciliabilidad de los intereses categoria- c. “dirigista" mientras se va delineando más
les, en su acumulación en un orden institu­ en la práctica que en la teoría una tercera
cional orgánico, sino en el conflicto de inte­ figura: el c. “tecnocrático”.
reses y en la lucha de clases (v. sindicalismo).
El modelo corporativo es, por lo tanto, II. EL CORPORATIVISMO CONTRARREVOLUCIONARIO O
reformulado y contrapuesto al modelo sindi­ tradicional. El c. nace o mejor dicho renace
cal, el cual dirigiría la conflictualidad subya­ en el curso de la revolución industrial como
cente en la sociedad industrializada o en vías protesta contra la empresa capitalista, pero
de desarrollo y la resolvería cada vez en un se transform a en una protesta contra todo el
plano de una moderada relación de fuerza sistema, contra la revolución industrial y con­
entre trabajo y ganancia. El modelo corpora­ tra la revolución política. El principio de
tivo, por el contrario, impediría justam ente igualdad y el individualismo han aplastado y
la formación de tal elemento conflictual, arti­ aislado al individuo exponiéndolo a las pre­
culando las organizaciones categoriales en varicaciones de los poderusos, a la cruda rela­
asociaciones interclasislus y preparando pro­ ción de fuerza tanto en el trabaju como en la
cedimientos de composición obligatorios para sociedad política. El ideal corporativo es jus­
las controversias colectivas de trabajo. El tamente el de las dirigencias legilimistas y
modelo corporativo sostiene la colaboración católicas, marginadas por la modernización
entre las clases en el ámbito de las categorías. política y económica, que tratan de encontrar,
Su interpretación de la dialéctica social es a través de articulaciones solidaristas, una
optimista mientras que la premisa del mode­ reconciliación con los otros excluidos del sis­
lo sindica] es conflictiva y pesimista. tema: las capas subalternas. Antiliberal, el c.
En el plano político, el modelo corporati­ se presenta como una impugnación absoluta
vo se pone como alternativa al modelo repre­ del sistema, como un ideal restaurador.
sentativo democrático. Éste preconiza la rea­ Una serie de autores y políticos católicos,
lización de una democracia orgánica donde sobre todo franceses lOzanam, Le Play, De
el individuo ya no vale como mera entidad Mun, La Tour du Pin) y alemanes (Ketteler,
numérica sino como portador de intereses Hitze), y en Italia el padre Luigi Taparelli
precisos y clasificables. d ’Azeglio, propugnan la “reconstrucción orgá­
El elemento anticonflictivo, interclasista y nica de la sociedad", tema que se hace recu­
optimista, asimilado por el corporativismo, rrente en la doctrina social católica. La nos­
lo hace menos aborrecible a todos aquellos talgia de la sociedad tradicional estancada e
que en el proceso de industrialización asumen inmóvil, pero orgánica y jerárquica, sin con­
como dato prioritario la eficiencia del orden flictos y antagonismos y éticamente lograda,
político-económico. De factor de estancamien­ está viva en los primeros documentos ponti­
to económico y tecnológico, de obstáculo obje­ ficios dedicados al problema social. En 1878,
tivo a la industrialización, el modelo corpo­ en la Quod apostolici muneris, León XIII
rativo se ofrece como instrum ento para con­ augura: “Se hace oportuno favorecer las
solidar la eficiencia y la concentración del sis­ sociedades artesanales y obreras que puestas
tema y para dispersar las fuerzas centrifugas bajo la tutela de la Religión acostumbren a
ideológicas y clasistas. Los teóricos del c. no todos sus socios a mantenerse contentos de
son por otra parte unánimes en esta conclu­ su suerte y soportar con mérito la fatiga y a
sión. Sobreviven en algunos la desconfianza llevar siempre una vida quieta y tranquila."
hacia la sociedad industrial y la nostalgia de En 1892, en la encíclica Rerum Novarían del
una sociedad descentralizada fundada en mismo pontífice, el modelo corporativo asu­
aquellos cuerpos intermedios, desde la fami­ me una configuración doctrinaria más preci­
lia al ente local y a la asociación profesional sa y menos nostálgica: se afirma textualmente
que acuden a la soledad del ciudadano ase­ que “a la solución de la cuestión ubrera pue­
gurándole, en un marco pluralista, en un equi­ den contribuir mucho los capitalistas y los
librio de poderes y contrapoderes, un más obreros mismos, con instituciones ordenadas
374 CORPORATIVISMO

para ofrecer oportunos auxilios a las necesi­ da cámara de los representantes de las "cla­
dades y para acercar y unir a las dos clases ses organizadas". Según los sindicalistas cató­
entre sí". En prim er lugar, entre tales insti­ licos de la época la colaboración de clase se
tuciones, León XIII coloca a "las corporacio­ lleva a cabo manteniendo la naturaleza de cla­
nes de artes y oficios” y. después de evocar se de los sindicatos.
las ventajas "evidentes entre nuestros mayo­ La orientación de la primera posguerra fue
res" de tales corporaciones, agrega: "Vemos igualmente acogida en la segunda posguerra
con placer formarse por doquier tales asocia­ por el movimiento político y sindical católi­
ciones, ya sea de obreros solamente o bien co. Aun el último residuo corporal ¡vista, el
asociaciones mixtas de obreros y patrones.” principio de la representación de los intere­
Las indicaciones del texto pontificio fueron ses, esforzadamente sostenido por un vasto
retomadas en diversos convenios organizati­ sector de la cultura política católica, tuvo un
vos católicos (basta pensar en el congreso de reconocimiento apenas marginal en la Cons­
Vicenza realizado en el mismo año) y someti­ titución de la República Italiana con la crea­
das a un ulterior desenvolvimiento doctrina­ ción del Consejo Nacional de la Economía y
rio por el economista y sociólogo católico Giu- del Trabajo, asamblea, como es sabido, de
seppe Toniolo. De los dos caminos indicados carácter puramente consultivo y actualmen­
por el papa León XIII, la asociación de los te bastante opacada a pesar de sus atribucio­
obreros solos y la asociación mixta de obre­ nes en m ateria de iniciativa legislativa.
ros y patrones de la misma categoría, la Trastornado por el abandono de la linca tra-
segunda se presenta al principio como la más dicionalista y restauradora del movimiento
adecuada al ideal solidarista del c., pero la fal­ político católico, el c. fue mantenido por la
ta de correspondencia del mundo empresarial veta legitimistu conservadora. Se encuentra
y patronal católico por un lado, y por el otro en los programas de los grupos monárquico-
la presión del sindicalismo de clase, determi­ trudicionalistas como la Action Franca ise y
nan el progresivo abandono por parte de los el carlism o español ("Comunión tradiciona-
organizadores católicos del principio de la lista”) y ha tenido igualmente un principio
unión mixta. La corporación se hace una meta parcial de actuación en algunos sistemas polí­
por alcanzar a través de asociaciones de base ticos de inspiración conservadora como en el
separadas de los dadores y de los prestado­ Portugal de Salazar y en la España de Fran­
res de trabajo, es decir a través de organiza­ co. En este último país, por cuanto no se ha
ciones de clase. De tal modo los católicos adoptado el término "corporación”, ha sido
admiten la existencia de la lucha de clases y aceptado el principio del sindicato mixto que
aceptan el principio de una organización autó­ comprende a empleadores, dependientes y
noma de las clases obreras, aunque se reafir­ expertos, mientras que tanto las Cortes como
me la exigencia de la subordinación de los las asambleas locales admiten una cuota fija
intereses de clase al bien común. de representantes categoriales. Es de notar
El arrinconamiento de hecho del modelo que el ordenamiento corporativo ha funcio­
corporativo, la opción por el modelo sindical nado en Portugal en la óptica de una política
aunque con reservas de carácter general, es antindustrial, dirigida en lo posible u preser­
contemporánea, para los católicos, a la aco­ var las modalidades económicas y sociales de
gida del modelo democrático-representativo. una sociedad tradicional. Tanto en Portugal
Desde ese momento, el principio del intercla­ como en España la adopción de una política
sismo, que todavía es una modalidad esencial de industrialización acelerada ha llevado a
y carac te riz ad o s de los movimientos políti­ una progresiva reducción y destrucción del
cos de inspiración católica, se proyectará más orden corporativo.
en la acción ideológica y política que en la Una curiosa utopia restauradora laica del
acción social y sindical de las fuerzas católi­ c. medieval es el "diseño de un nuevo orde­
cas. La instancia corporativa de una revisión namiento del Estado Libre de Fiume", pro
del sistema representativo sobre la base de puesto el 27 de agosto de 1920 por Gabriele
la representación profesional será corregida: D'Annunzio con la colaboración del sindica­
en la prim era posguerra el Partido Popular lista A. De Ambris. La Regencia italiana de
Italiano reivindica la admisión en la segun­ Carnaro proclama, "ampliamente v por a rri­
CORPORATIVISIMO 375

ba de cualquier otro derecho, los derechos de al objetivo general del desarrollo económico,
los productores; anula y reduce la excesiva prevalece sobre las más confusas elaboracio­
centralidad de los poderes constituidos; divi­ nes doctrinarias que, bajo el am paro de Bot-
de las fuerzas y los cargos, de manera tal que tai, serán expuestas por los corporativistas
por el juego armónico de las diversidades se puros, por los partidarios del “c. integral".
vigorice y enriquezca cada vez más la vida La "corporación propietaria”, sostenida por
común” (D'Annunzio, 1943). El carácter efí­ Ugo Spirito en la convención de Ferrara, más
mero y estetizante del microcorporativismo que incompatible con el orden jurídico pri-
fiumano hace de la experiencia dannunziana vatista conservado por el régimen fascista, es
una sugestión literaria con débil densidad incompatible con el programa de expansión
política. económica que Ruceo, al igual que Spirito,
pero en una óptica más realista, considera
III. ELCORPORATIV1SMODIRIGISTA. El C. "dirigista” objetivo prioritario. En su informe a la Cáma­
ha tenido su encamación en el c. "fascista". ra del 18 de noviembre de 1925, el ministro
Algunos teóricos tienden a oscurecer las dife­ fascista sostiene "un sindicalismo nacional
rencias entre el c. católico y el fascista y a que reclame la existencia entre las categorías
reducirlas a la perspectiva ética del primero y los grupos sociales en Italia de una razón
(supremacía del amor y del bien común sobre de solidaridad que domine las razones de con­
los intereses particulares) y a la política del traste, la solidaridad que una a todos los gru­
segundo (supremacía del interés nacional) pos, todas las categorías, todas las clases de
(Guglielmi, 1972). En realidad la diferencia es un pueblo pobre pero exuberante de hombres
bastante más profunda y radical. Vallauri y de voluntades, el cual debe cam inar hacia
afirma que el c. fascista "nace como exigen­ su porvenir como un ejército ordenado para
cia de las clases dirigentes de una sociedad la batalla”. Para Roccoel problema social es
que en el proceso de transformación de un principalmente el problema del acrecenta­
estadio agrícola a un estadio de mayor dimen­ miento de la riqueza y de la producción nacio­
sión industrial tienen necesidad de controlar nal y no ya el problema de la distribución de
el mudo de evolución y de reunir en el fascio la producción.
las energías del país para alcanzar resultados La fórmula de Ruceo es recibida por el pro­
más eficaces con menor gasto de medios y pio Mussolini que, en noviembre de 1933, pre­
para competir con los más potentes organis­ senta al Consejo Nacional de las Corporacio­
mos productivos extranjeros”. Vallauri obser­ nes un orden del dia en el cual las corpora­
va todavía que "el c. fascista representa una ciones son definidas como “el instrumento
tentativa —autoritaria— de respuesta el des­ que, al amparo del estadu, ejerce la discipli­
gaste del mundo liberal que permite poner en na integral, orgánica y unitaria de las fuer­
acción instrum entos más modernos de ade­ zas productivas, en vista del desarrollo de la
cuación a las necesidades del sistem a” riqueza, del poder político y del bienestar del
(Vallauri, 1971). pueblo italiano”. En la misma ocasión Mus­
El c. "tradicional" es esencialmente plura­ solini identifica en el c. una fórmula de eco­
lista, tiende a una difusión del poder; mien­ nomía guiada o dirigida: "El c. —agrega
tras que el c. "fascista” es monístico (no por Mussolini— es la economía disciplinada, y
casualidad se liga filosóficamente al idealis­ por lo tanto también controlada, porque no
mo), es una tentativa por rcconducir a una se puede pensar en una disciplina que no ten­
unidad, a la unidad dinámica que es la ambi­ ga un control. El c. supera al socialismo y
ción del sistema (v. fascismo), al orden pro­ supera al liberalismo, crea una nueva sínte­
ductivo. En el c. "tradicional" las corporacio­ sis.” Comenta Pellizzi: "Se tuvo por lo tanto
nes se contraponen al estado; en el c. fascis­ una economía, en su mayor parte ‘dirigida’,
ta las corporaciones le están subordinadas, un orden social en el cual el fin colectivo, cada
son órganos del estadu. vez que pareció contrastar con intereses y
El c. fascista se deriva de la concepción razones particulares y privadas, predomina­
nacionalista elaborada por Alfredo Ruceo. Tal ba” (Pellizzi. 1948).
concepción, que subordina el bienestar de las La rígida subordinación de las corporacio­
categorías y los propios intereses concretos nes al estado es proclamada constantemente
376 CORPORATIVISIMO

por los exponentcs fascistas. Farinucci afir­ nociendo a cada individuo un valor y una fun­
ma que “el c. no puede prevalecer sobre las ción de carácter público". El fin último del
que son las funciones del estado". Bottai, el c. integral es superar al dualismo entre polí­
ministro de las corporaciones, explica a su tica y economía, asegurar la prim acía de las
vez: "El estado crea la corporación, llama a jerarquías técnicas, racionalizar el mundo
aquellos que allí trabajan y producen en un económico de manera que sea posible "la eco­
determinado ramo de la producción, los hace nomía programática con la cual solamente es
discutir, los organiza, los disciplina y los posible superar el caos del liberalismo tradi­
orienta." cional” (Spirito, 1970).
El c. es contrapuesto al sindicalismo como De hecho el c. fascista aceptó sólo parcial­
fórmula unitaria y coagulante. “El sindicalis­ mente tales nexos doctrinarios en su propia
mo —afirma Mussolini el 21 de abril de práctica realizando continuos compromisos
1930— no puede ser un fin en sí mismo: o se que, de la misma manera que permiten la con­
agota en el socialismo político o en la corpo­ vivencia entre los exaltadores del "ruralismo”
ración fascista. Es sólo en la corporación don­ y los de la industrialización a ultranza, ali­
de se realiza la unidad económica en sus mentan hasta fines del veintenio la polémica
diversos aspectos: capital, trabajo, técnica; es entre los exaltadores del c. integral y los de
sólo a través de la colaboración, es decir a tra­ un sindicalismo populista, antiburgués v al
vés de la colaboración de todas las fuerzas menos embrionariamente clasista.
contingentes a un solo fin, que la vitalidad del En concreto, las organizaciones de los tra ­
sindicalismo está asegurada." bajadores son mantenidas distintas de las de
La conciliación entre c. e industrialización los empleadores y dotadas de una aparente
es desarrollada ampliamente por ligo Spiri- autonomía. El ordenamiento, sin embargo, es
to, quien, en polémica con Arrigo Serpieri, estrechamente jerárquico y unitario, y el sin­
partidario de una dirección “ ruralista” dicato está subordinado a la corporación, y
antiurbana y antindustrial, sostiene la fórmu­ ésta al estado.
la de la industrialización a ultranza. Para Spi- Las distintas etapas de la reglamentación
rito el verdadero obstáculo para el desarro­ de las corporaciones durante el veintenio con­
llo industrial en Italia está dado por la frag­ firman la evolución del c. fascista en sentido
mentación de las estructuras empresariales, dirigista y totalitario. Por la ley del 3 de abril
por un "hábito individualista y anárquico que de 1926 la corporación es un simple órgano
privilegia a la em presa familiar y semifami- de unión entre los sindicatos de los emplea­
liar respecto de la gran empresa moderna". dores y los de los trabajadores. Con la ley del
"El c., en consecuencia, es la fórmula idónea 5 de febrero de 1934 las corporaciones devie­
para asegurar la unificación y la organización nen una emanación del estado, son institui­
de las fuerzas productivas, un grandioso expe­ das por decreto del jefe del gobierno, son pre­
rimento de unificación industrial y comer­ sididas por un ministro o por un subsecreta­
cial.” rio de estado o bien por el secretario del ¡‘XF.
En su aspecto propiamente teórico el c. Los miembros del consejo de cada corpora­
“ integral" de Spirito representa la exaspera­ ción son designados por cada una de las aso­
ción del principio monístico, y en sustancia ciaciones coligadas pero las designaciones
configura un estado burocrático-tutalitario. deben ser aprobadas por el jefe de gobierno.
Rechaza los residuos sindicalistas, es decir A las corporaciones así configuradas se les
clasistas, sobrevivientes en el sistema corpo­ confia una función normativa en m ateria de
rativo fascista; pero junto al sindicato de clase reglamentación colectiva de las relaciones
rechaza la propiedad individual y propone la económicas y de disciplina unitaria de la pro­
institución de la corporación "propietaria". ducción (leyes corporativas). Las normas así
Para Ugo Spirito el c. es "un comunismo emanadas están sujetas por otro lado al con­
jerárquico que niega al estado nivelador y al censo preventivo del jefe del gobierno y a la
individuo anárquico, que niega la gestión aprobación del consejo nacional de las cor­
burocrática burocratizandu toda la nación, o poraciones. Se le atribuye además funciones
sea haciendo de cada ciudadano un funciona­ consultivas en materia de controversias colec­
rio. a la par que niega la gestión privada reco­ tivas de trabajo. Con la sustitución de la
CORRUPCIÓN POLITICA 377

Cámara de Diputados por la Cámara de los b ib l io g r a fía : A. Aquaronc, L'organizzazione


Fascios y de las Corporaciones (19 de enero dello stato totalitario, Turín, Einuudi, 1965; G.
de 1939} se realiza la etapa final de la inser­ Bottai, Verso il curporativismo democrático o
ción de las corporaciones en el estado fas­ verso una democrazia corporativa?, en II Dirit-
cista. to del Lavoro, 3-4, 1952; G. d’Annunzio, Per la pió
El carácter espurio y pragmático del expe­ grande Italia, Ruma, Mondadori, 1943; S. La
rimento corporativo fascista explica cómo en Francesca, La política económica del fascismo.
la teoria de la posguerra aun aquellos que Barí, Laterza, 1972; N. Guglielmi, II corporati-
habían sido en su tiempo promotores hayan vismo como alternativa, en Intenvnto, 2, 1972;
renunciado a su defensa doctrinaria o lo J.M. Malloy. Authoritarianism, corporatism and
hayan refutado severamente. De todas mane­ mohilization in Perú, en The Review of Politics,
ras, es precisamente recurriendo a fórmulas I, enero de 1974; M. Manoilescu, Le siecle du cor-
semejantes que en algunos países en vias de pora tivisme, París, Félix Alean, 1934; R.C. New-
industrialización, aun a través de expedien­ ton. Natural corporatism and the passing of p<jpu-
tes empíricos y momentáneos y con menor lism in Spanish America, en The Review of Poli­
pompa teórica, se ha buscado y se busca rea­ tics, i, enero de 1974; C. Schwarzenberg, II sin-
lizar el control desde lo alto de las organiza­ dacalismo fascista, Milán, Mursia, 1972; U. Spi-
ciones sindicales o bien hacer de las organi­ rito, II corporativismo, Florencia, Sansoni, 1970;
zaciones cutegoriales los vehículos de trasmi­ C. Valiauri, Le radici del corporativismo, Roma,
sión de la voluntad de desarrollo provenien­ Bul/oni. 1970; H.J. Wiarda. Corporatism and
te del vértice. En tales países se ha recibido development in the ¡heric-Latin World: persistent
más o menos conscientemente el esquema de strains and new variations, en The Review of Poli­
Rocco de la prioridad del crecimiento econó­ tics, l, enero de 1974.
mico sobre la redistribución del ingreso.
En lodo caso, el c. "dirigista”, aunque no [ ludovico in cisa ]
es difícil reconstruir una genealogía que reco­
noce su derivación a través del nacionalismo
del c. "tradicional’', constituye respecto de
este último una ruptura radical. Este es adop­ corrupción política
tado antes que como una fórmula capaz de
reanim ar un pluralismo de base como un Se designa así al fenómeno por medio del cual
agente organizativo único, antes que como un funcionario público es impulsado a actuar
una fórmula capaz de asegurar un orden pro­ de modo distinto a los estándares normativos
ductivo sin contrastes y antagonismos como del sistema para favorecer intereses particu­
un agente de movilización y de aceleración de lares a cambio de una recompensa. Corrup­
la industrialización. (Sobre el neocorporati- to es, por lo tanto, el comportamiento ilegal
vismo de la segunda posguerra, v. neocorpo- de aquel que ocupa una función en la estruc­
ratlvlsmo.) tura estatal. Se pueden señalar tres tipos de
Diversos estudiosos norteamericanos, fren­ c.: la práctica del cohecho, es decir el uso de
te a la existencia de estructuras de control y una recompensa para cam biar a su propio
de organización social de tipo corporativo en favor el juicio de un funcionario público; el
varios países latinoamericanos, han dado vida nepotismo, es decir la concesión de empleos
hipotética como categoría por sí misma, con o contratos públicos sobre la base de relacio­
orígenes históricos propios, al c. ibérico dis­ nes de parentesco y no de mérito, y el pecu­
tinguiéndolo del c. dirigista de tipo fascista lado por distracción, es decir la asignación
(Wiarda. 1974; Nevvton. 1974; Malloy. 1974). de fondos públicos para uso privado. La c. es
Por lo demás, el c. tal como se realiza en los vista en términos de legalidad c ilegalidad y
países en via> de desarrollo no tiene caracte­ no de moralidad e inmoralidad y debe tom ar
rísticas distintas del c. dirigista de tipo fas­ en cuenta la diferencia que se establece entre
cista; basta, por lo demás, pensar que el orde­ prácticas sociales y normas legales y la dife­
namiento corporativista brasileño del estado rencia de evaluación de los comportamientos
novo de Vargas se inspiraba directamente en en el sector privado y en el sector publico. Por
la Carta del trabajo fascista. ejemplo, el director de una empresa privada
378 CORRUPCION POLITICA

que llame a su hijo para un puesto de respon­ de las decisiones. Algunas actividades de los
sabilidad no comete un acto de nepotismo, grupos de presión en su tentativa de influir
aunque ese hijo no posea los requisitos nece­ en diputados, miembros de comisiones par­
sarios, acto de nepotismo que es cometido en lamentarias y expertos pertenecen a la cate­
cambio por el director de una empresa goría de la c. Recurren en general a la c. de
pública. este tipo los grupos que no gozan de una ade­
La c. es entendida como una transacción o cuada representación y que no tienen sufi­
un intercambio entre quien corrompe y quien ciente acceso a los decisión makers. La c. pue­
se deja corromper. Normalmente se trata de de ser considerada también como una tenta­
la promesa de una recompensa a cambio de tiva de obtener acceso privilegiado. El segun­
un comportamiento que favorezca los intere­ do nivel en que se puede recurrir a la c. es
ses del corruptor; raramente se amenaza con cuando las normas son aplicadas por la admi­
castigos en caso de comportamiento que per­ nistración pública y por sus entidades. El
judique los intereses del corruptor. Este inter­ objetivo en este caso es el de obtener una
cambio negativo es mejor definido como coer­ exención o una aplicación de cualquier mane­
ción. La c. es justam ente una alternativa a la ra favorable. Esta intervención tendrá mayor
coerción, alternativa que se produce cuando posibilidad de éxito cuanto más se formulen
las dos partes son lo bastante poderosas como las normas de una manera elástica y vaga. Por
para hacer la coerción muy costosa o incapa­ fin, la c. puede ser ejercida en el momento en
ces de recurrir a ella. que se hacen valer las normas contra los
La c. es un modo particular de ejercer transgresores. En este caso la c. tiene por
influencia: influencia ilícita, ilegal e ilegítima. objetivo evadir las sanciones previstas por la
Ésta se encuadra en referencia al funciona­ ley. Objetos de la c. en los tres niveles son los
miento de un sistema y, en particular, a su parlamentarios, el gobierno y la burocracia,
mudo de tom ar las decisiones. La prim era y la m agistratura.
consideración se refiere al ámbito de institu­ En una sociedad fragm entaria y heterogé­
cionalización de ciertas prácticas: cuanto más nea, en la cual existen discriminaciones frente
grande es el ámbito de institucionalización a algunos grupos, es probable que los grupos
tanto mayores serán las posibilidades de com­ discriminados tiendan a actuar de manera
portamiento corrupto. Por lo tanto, la amplia­ subterránea para no sufrir las discriminacio­
ción del sector público respecto del privado nes de que son objeto a través de una mani­
provoca un aumento en las posibilidades de fiesta actividad de presión. El fenómeno de
comportamiento corrupto. Pero no es sola­ la c. es, por tanto, producido por la existen­
mente la amplitud del sector público sino el cia de un imperfecto sistema de representa­
ritmo con que se expande lo que influye en ción y por un discriminatorio acceso al poder
las posibilidades de c. En ambientes estable­ decisional. La última variable la da el grado
mente institucionalizados los comportamien­ de seguridad de que goza la élite en el poder.
tos corruptos tienden a ser, al mismo tiem­ Cuanto más segura esté la élite de conservar
po, menos y más visibles que en ambientes o reconquistar el poder con medios legales o
de institucionalización parcial o flucluante. de ser castigada si usa los ilegales, tanto
La c., por fin. no está ligada solamente al gra­ menor será la c. Cuanto más amenazada se
do de institucionalización, a la amplitud del siente la élite tanto más recurrirá a medios
sector público y al ritmo del cambio social ilegales para m antener el poder y a la
sino que también es considerada en relación corrupción.
con la cultura de las élites y de las masas. Son notables los efectos de la c. sobre el
Depende también de la percepción que élites funcionamiento de un sistema político. Si la
y masas tienen del comportamiento corrup­ c. está difundida y al menos parcialmente
to. la cual tiende a variar en el tiempo y en aceptada tanto a los ojos de las masas como
el espacio. en las relaciones entre las élites, sus conse­
Si la c. es una manera de influir en las deci­ cuencias pueden no ser completamente dis­
siones públicas, aquellos que la usan busca­ funcionales. Sin embargo, si la c. sirve a la
rán intervenir en tres niveles. Harán uso de élite sólo para mantener el poder y si además
la c. antes que nada en la fase de elaboración los corruptores son elementos externos al sis­
COSMOPOLITISMO 379

tema político nacional, como en el caso del se contrapone tan claramente a las realida­
colonialismo y del neocolonialismo, es proba­ des políticas precedentemente especificadas
ble que su empleo en gran escala cree por un (patria, nación, estado). El segundo término,
lado tensiones en el seno de la élite y, por el internacionalismo, indica, en sentido más
otro, reacciones entre las masas, reacciones general, sobre todo la necesidad de una uni­
activas tales como demostraciones o pasivas dad jurídica supranacional, aunque en una de
tales como apatía y enajenación. En general, las últimas y más significativas acepciones
por lo tanto, la c. es un factor de disgregación históricas (el internacionalismo socialista)
del sistema. En un sistema jurídico altamen­ expresa una abierta polémica con las organi­
te formalista y burocratizado la c. puede, sin zaciones políticas nacionales, como lo puede
embargo, servir para mejorar el funciona­ documentar la clásica afirmación del Mani­
miento del sistema y para hacerlo más expe­ fiesto del partido comunista de que el prole­
dito desbloqueando algunas situaciones. tariado no tiene patria. Pero solamente de una
Momentáneamente funcional, sobre todo reconstrucción más amplia de las doctrinas
cuando los obstáculos de orden formalista- implícitas en el término puede emerger un
jurídico impiden el desarrollo económico, la significado más concreto que la definición de
c, es sólo un paliativo, y aun en este sector la que partimos que permita entender más
su influencia a largo plazo es negativa, aca­ precisamente lo que es común y lo que es
bando con el favorecimiento de algunas zonas específico respecto de los términos con los
respecto de otras. En conclusión, la c., tanto que el c. ha sido relacionado.
si nace en un sistema en expansión y no ins­
titucionalizado como si actúa en un sistema II COSMOPOLITISMO Y TENDENCIAS UNIVERSALISTAS
estable e institucionalizado, es un modo de DESDE LOS SOFISTAS HASTA LACRISIS DE LA SOCIEDAD
influir en las decisiones públicas que golpea griega. No por casualidad las prim eras hue­
al corazón del propio sistema. En efecto, este llas de una doctrina cosmopolita están en Gre­
tipo privilegiado de influencia, reservado a cia, contemporáneamente a las prim eras
aquellos que poseen los medios —a menudo señales de una crisis irreversible de la demo­
únicamente financieros— para ejercerla, con­ cracia de las ciudades. Los antecedentes pue­
duce al desgaste del recurso más im portante den ser hallados en la exigencia de una ley
del sistema, es decir de su legitimidad. universal, presente en Anaximandro, en la
razón universal de Heráclito, la realidad que
[gianfranco pasquino] se contrapone a los distintos modos del deve­
nir. en la ley cósmica de Pitágoras, en la fila-
llelia de Demócrito. que hace posible la vida
en común de los hombres, en la tentativa de
cosmopolitismoI. los sofistas de afrontar en términos nuevos
la relación entre la normativa de las costum­
I. COSMOPOLITISMO. UNIVERSALISMO. INTERNACIONALIS­ bres y de las leyes y la justicia.
MO Como lo indican los étimos griegos, cos­ Es en efecto en el ámbito de la filosofía cíni­
mos y polis, c. (ingl. cosmopolitismo franc. cos- ca que Diógenes se definía a si mismo como
mopolitisme; alem. Kosmopolitismus) es la ciudadano del mundo (Diógenes Laercio, vi,
doctrina que niega las divisiones territoria­ 63). La referencia de estas doctrinas al recha­
les y políticas (patria, nación, estado) afirman­ zo de la polis y a la nueva afirmación de un
do el derecho del hombre, y en particular del poder universal adquiere mayor evidencia
intelectual, a definirse ciudadano del mundo. cuando se toma en cuenta que algunas
En este sentido puede ser significativo distin­ corrientes cinicas (Onesicrito) vieron en Ale­
guir el c. de los dos términos que aparecen jandro el nuevo Hércules, el soberano que
más cercanos: universalismo e internaciona­ daba cuerpo a sus ideales politicos. El c. se
lismo. El prim er término, indicando genéri­ hacia uno de los puntos principales de la doc­
camente toda doctrina ant¡particularista y trina histórica, fundada por Zenón de Citium
antindividualista, en la medida en que rem ar­ alrededor del 300 a. C. Rechazando no sólo
ca lo« elementos sobre todo morales y espi­ los elementos municipalistas típicos de la his­
rituales que los hombres tienen en común, no toria griega sino también la distinción más
380 COSMOPOLITISMO

ampliu entre griegos y bárbaros, ya Zenón su generación y de la sucesiva. Con Panecio


indica la pertenencia de los hombres a la mis­ la filosofía estoica no se presentaba en su
ma grey y sobre todo la dependencia respec­ antigua rigidez, en la medida en que él toma­
to de una ley común. La crisis política de Gre­ ba en cuenta elementos platónicos y aristo­
cia y el paso a la civilización helenística favo­ télicos. Lo que conocemos de la lección de
recieron la difusión de los ideales cosmopo­ Panecio a Roma se deriva casi exclusivamen­
litas en una sociedad en que la lengua griega te del De officiis de Cicerón, y es ciertam ente
dejaba de ser expresión de un estado, o de una oportuno distinguir los trazos que este últi­
nación, para hacerse la coiné, un medio de mo quería atribuirle de su auténtico pensa­
comunicación de algún modo universal. Los miento. Se trata de cualquier modo de una
intelectuales, además, también por el predo­ filosofía moral concreta, que inserta los ele­
minio de formas absolutistas que hacen mentos universales y comunes a todos los
menos significativa su relación directa con los hombres en la vida real de la sociedad. En
problemas políticos, tienden a afirm ar lu pri­ este sentido el c. de Panecio podía ser conci­
macía del problema moral no sólo sobre las liado con la realidad política de Roma, y has­
cuestiones teóricas sino también sobre las ta con su papel de hegemonía. Tan natural­
ocupaciones de la vida cotidiana, sobre la pro­ mente 1o había leído sobre todo Cicerón, que
pia política. No por casualidad el epicureis­ había tratado de dar una respuesta a los com­
mo, el escepticismo y el estoicismo llevaban plejos problemas de su tiempo, contraponien­
adelante toda una concepción de la filosofía do los ideales de humanitas, de la concordia
como vida contemplativa. El estoicismo en ordinum, del papel de las leyes, a la crisis que
particular nutria su c. a través de dos elemen­ estaba amenazando insidiosamente la propia
tos fundamentales: el concepto de una razón existencia de la república. No es casualidad
universal, que regula todas las cosas según que los ideales cosmopolitas se le presenten
un orden necesario y el conocimiento de que sobre todo en la última parte de su propia
la razón suministra al hombre normas infa­ experiencia, frente al fracaso de la tentativa
libles de acción que constituyen el derecho por hacer revivir sobre el derecho y sobre la
natural. Además, el estoicismo, predicando la humanitas a la república. En efecto, en las
exaltación de los valores intelectuales, hacia Tusculanae dispuiationes (v, 37) atribuía a
consistir la distinción entre el sabio y los Sócrates y a sí mismo "Patria est uhicumque
otros hombres justamente en la conciencia de hene est". agregando que el filósofo griego se
la caducidad de los ideales de patria y de definía ciudadano del mundo y consideraba
estado.I sólo a éste su patria y ciudad. Es inútil insis­
tir sobre la deformación que en este caso Cice­
III UVHERENCIA HELENÍSTICA. EL ESTOICISMOYELUNI­ rón hacia del pensamiento de Sócrates, por­
VERSALISMOJURIDICODE LOS ROMANOS En el mun­ tador de una mural universalista, pero en sus­
do romano la presencia de una doctrina cos­ tancia fiel a las leyes de la polis hasta el pun­
mopolita está ligada a la crisis de la cultura to de aceptar la muerte. Era el estereotipo
política “republicana" y a las relaciones con cínico (que ya se ha visto en Diógenes Laer-
el mundo griego y helenístico. En electo, es cio) el que se proyectaba sobre el propio
en el ambiente grecizunie de Lucilio (180-102 Sócrates.
a. C.) donde madura, por parte de los intelec­ La pax augusta había repropuesto por un
tuales romanos, la conciencia de la autono­ momento un papel im portante para los inte­
mía de la literatura respecto del estado y la lectuales en la ideología del principado de
tentativa de traducir en un discurso más com­ Octaviano, pero el equilibrio había sido roto.
plejo lo que había sido afirmado treinta años Reconstruirlo, con base en la filosofía estoi­
antes por Terencio: “Humo sum, nihil huma- ca y en los ideales cosmopolitas, es lo que
ni a me alienum puta", destinado a volver a intentó Séneca bajo el gobierno de Nerón. El
emerger como uno de los más obstinados De clementia es un verdadero manifiesto de
estereotipos del c. literario aun en época estas intenciones de renovar el principado a
moderna. El camino entre la doctrina estoi­ la luz de los valores de humanidad, de filan­
ca y Roma fue el filósofo Panecio, llegado a tropía. c.. enseñados por la filosofía estoica.
la Urbe en la era de Emiliano y m aestro de Pero la tentativa tenía una debilidad intrin-
COSMOPOLITISMO Mi

seca que la historia posterior habría de des- derecho natural. En verdad, este discurso
cubir clamorosamente, dando razón a Persio habría de tener un im portante significado
(el estoico que había rechazado el compromi­ más tarde, con la continuación del derecho
so). La clementia, en efecto, único modo para romano ligada a la escuela de Bolonia.
conciliar paz, libertad y felicidad públicas,
era el sentimiento de amor que habría debi­ IV, RES PVBI.ICACHRtSTIANA Y EDADV.ED1A. Luego de
do de ligar al principe con sus propios súb­ la fractura del imperio, la desapuración del
ditos. indistintamente, en cuanto hombres. de Occidente, las invasiones bárbaras, el
Pero la clementia revelaba la intrínseca debi­ terreno de una comunidad supranacional se
lidad del compromiso de Séneca por hacer inspiró más que nada en los ideales religio­
predominar sus propios ideales filantrópicos sos, en el universalismo de una res publica
y cosmopolitas. En realidad no había otro vín­ christiana, en la cual los hombres eran igua­
culo en el princeps, lenibus solutas, que el les en tanto hijos de Dios. Pero pura el cris­
puramente moral y filosófico de convencer­ tianismo triunfante y ya entonces capaz de
lo a los ideales de la justicia y de la pública investir con su f uerza organizativa y hegemó­
felicidad. El uso del poder por parte de Nerón nica a toda la sociedad, constituyendo progre­
habría demostrudo inmediatamente la pro­ sivamente un notable elemento de unifica­
funda fragilidad de la tentativa. Ésta no fue ción. es mejor hablar de universalismo, más
la última en sentido general en cuanto la era que de c. Desde su inicio, en efecto, el cris­
de los Antoninos pareció realizar cada vez tianismo naciente había debido elegir entre
mas, y sobre todo con Marco Aurelio, la anti­ limitarse a ser una herejía del mundo hebreo,
gua aspiración platónica del sumo poder con­ o dirigirse al mundo entero, superando los
fiado a un filósofo. Este último en particular limites "nacionales" del pueblo de Israel. El
midió la dificultad de traducir el discurso conflicto entre Pedro y el fariseo helenizante
estoico en un programa político para una Pablo, concluido con la victoria de este últi­
efectiva renovación para el imperio. Ya enton­ mo. había significado desde el inicio la elec­
ces los ideales cosmopolitas eran sobre todo ción universalista. En ésta se inspiraron las
el reflejo de un rechazo cada vez más marca­ distintas relaciones con la política que el cris­
do de los intelectuales a estar sujetos al impe­ tianismo llevó adelante, pasando desde la
rio. El último eco im portante de las aspira­ indiferencia o total contraposición al recono­
ciones cosmopolitas de origen estoico fue lle­ cimiento de los dos poderes, hasta los idea­
vado adelante por los juristas que prepara­ les teocráticos que afloraron cada vez más en
ron la Constitutio antonina del año 212, la la secular lucha entre el papado y el imperio.
cual liquidaba definitivamente la separación En este conflicto ambos contendientes afir­
entre los ciudadanos rumanos y los otros y maban la dimensión universal de sus propios
afirm aba la igualdad de todos los hombres poderes, reconociendo, aunque en una dimen­
frente a la ley. Sobre todo Papiniano, prefec­ sión subalterna, al propio antagonista. Se
to del pretorio desde el 203 hasta el 212, al habia oscurecido en cambio la conciencia del
establecer la ciudadanía igual para todos en derecho individual a hacer una elección. La
el imperio, había apuntado a la oicuméne pre­ sociedad feudal misma, con sus complejos
dicada por los estoicos. Pero su propia muer­ vínculos de dependencia de los individuos,
te, decretada por Caracalla, indica la insufi­ contribuía a hacer ya lejanos y cada vez más
ciencia de esta última gran tentativa de iden­ nebulosos los ideales cosmopolitas que
tificar el imperio romano con la cosmópolis podían alcanzar en la antigüedad.
estoica. Xo por casualidad Papiniano se hará
el héroe intelectual de una de las más signi­ V EL NUEVO UNIVERSALISMO LAICO DE LOS HUMANIS­
ficativas tragedias de G. V. Gravina, el mayor TAS Estos ideales volvieron a florecer signi­
"rom anista" de la prim era mitad del siglo ficativamente con el humanismo y el redes-
xvui. Asi, era posible para el derecho ruma­ cubrimiento del mundo antiguo. Xo es casua­
no, sobre todo después de la compleja codifi­ lidad que el humanismo europeo preceda y
cación de Justiniano (Corpus juris civilis). pre­ de alguna m anera determine la fractura de
sentarse como la realidad jurídica mas cer­ la res publica christiana. Junto a las grandes
cana —en la historia humana— al propio interpretaciones mediexales de Aristóteles y
382 COSMOPOLITISMO

de Platón emerge un conocimiento de la cul­ da un siglo antes que en todos los otros paí­
tura clásica desde entonces dirigido y ligado ses de Europa, esto fue mérito no tanto de los
al estudio del griego y a la polémica contra predicadores calvinistas, participes de la
las mediaciones patrísticas, árabes y escolás­ creencia popular que movía a las persecucio­
ticas. En este contexto, mientras que los idea­ nes, como de los magistrados, que habían
les universalistas propios de la Edad Media, heredado el espíritu erasmiano.
papado e imperio, se dirigían irremediable­ Los ideales universalistas y aquéllos más
mente hacia una crisis, mientras que la pro­ precisamente cosmopolitas no estaban ame­
pia oicuméne cristiana se estaba preparando nazados solamente por la gran separación en
para afrontar la más grande fractura por que distintas confesiones y por la rigidez dogmá­
hubiera atravesado jamás, el estudio del pasa­ tica de cada una de éstas, que provocaron a
do saca a luz las doctrinas y los ideales estoi­ su vez los prim eros m ártires de la tolerancia
cos y epicúreos. Individualismo y universa­ y del universalismo cristiano. También el p ro
lismo pueden tener desde entonces una jus­ ceso de reforzamiento de los estados tendía
tificación distinta de la ofrecida tradicional­ fatalmente a subordinar a los intelectuales,
mente por el cristianismo. Se descubría direc­ limitando cada vez más la relación con el
tamente, en la lectura de los textos, la filia de poder a un servicio, que el estado de la Con­
Aristóteles. El propio iusnaturalismo era libe­ trarreform a tendía a hacer cada vez más rígi­
rado de las reiteraciones escolásticas y recon­ do y burocrático. En este sentido el retorno
ducido a sus elementos más puros y esen­ de elementos estoicos y escépticos está casi
ciales. siempre ligado a la polémica contra las cor­
En esta investigación del pasado por el pre­ tes, contra los propios estados de los que
sente se redescubrían lentamente los ideales éstas son expresión, que tienden a establecer
cosmopolitas, que justificaban, frente al doble férreas relaciones de sujeción aun en el cam­
proceso de reforzamiento de los estados abso­ po de la cultura. En esta linea de compleja
lutos y de cierre de las fronteras religiosas, mezcla de individualismo y de nostalgia de
las tentativas de resistencia de los intelectua­ momentos comunitarios se coloca el aristo­
les humanistas. Un típico representante de crático escepticismo de Montaigne y Charron,
esta experiencia es Erasmo, que vive profun­ que se encuentra en los orígenes del liberti-
damente el proyecto de recomponer la frac­ nismo francés.
tura que se estaba haciendo cada vez más gra­
ve, transformando y renovando, con los idea­ VI. LLCOSMOPOLITISMO MODERNOÍPOSTEL. UPSIO, ORO-
les de la tolerancia y de la caridad, la res cioi El c. moderno tiene naturalm ente diver­
publica chrisliana, que él habría querido uni­ sas matrices, algunas cercanas, otras más
da. La tentativa de mediación no tuvo éxito, lejanas. Una de éstas es justam ente la heren­
por el contrario suscitó polémicas y adversio­ cia erasmiana, llevada adelante por aquellos
nes tanto en el campo católico como en el pro­ que, rechazando las guerras religiosas, trata­
testante, pero su cristianismo "razonable" fue ban de construir un ideal político-religioso de
el punto de partida de una política de la tole­ tipo racionalista. Otra es la veta iusnaturalis-
rancia. Su afirmación: “Cristo vive en todas ta, desde Grocio hasta Pufendorf. Otra más
partes; bajo cualquier vestido se sirve a la reli­ es, como ya se ha dicho, el libertinismo. Todos
gión, con tal que no falten los buenos senti­ estos componentes tienen una precisa refe­
m ientos”, abría un discurso que tendrá rencia en su propio tiempo y también ascen­
amplios desarrollos en la segunda parte del dencias más antiguas, que profundizan en el
siglo xvt, en el xvn y sobre todo en el xvui. redescubrimiento y en el uso del pasado que
Justam ente Huizinga, en su rápido y sugesti­ el humanismo habia enseñado. No por casua­
vo perfil de Erasmo (tal vez el prim er héroe lidad una de las prim eras definiciones cons­
de aquella benigna res publica de los intelec­ cientes de c. pertenece a un importante expo­
tuales cosmopolitas que él habría de contra­ nente del irenismo y nicodemismo tardío del
poner el nazismo), notaba que si los magis­ siglo xvi. Fue, en efecto, Guillaumc Postcl
trados holandeses fueron los menos duros y quien se definió cusmopulite, ofreciendo al
crueles de Europa al condenar a las brujas, delfín de Francia sus observaciones De la
tanto que estos horrores cesaron en Holan­ répuhlique des tures... 1560. En esta obra
COSMOPOLITISMO 383

Postel vinculaba conscientemente el término francés (tres ediciones entre 1669 y 1691). La
a la voluntad de realizar la paz universal y la remisión a Sendivogius y al hermetismo
unidad de todos los cristianos bajo la guia de podría parecer extrínseco y solamente pinto­
Francia. No por casualidad el propio térm i­ resco. En realidad no sólo indica la fortuna
no conoce en Francia, después de este prim er del término, que por este camino alcanzaba
esfuerzo para emerger al uso común, un lar­ los umbrales del siglo xviii, sino que especi­
go periodo de silencio. Son los años de las gue­ fica también algunas características que per­
rras religiosas, en que la perspectiva irénica manecían ligadas a él y que se harán esencia­
fue derrotada o por lo menos sobrevivió en les con la ilustración: la idea de la luz-verdad,
las limitadas líneas programáticas de los poli- contrapuesta a las tinieblas del error, la inter­
tiques. Internacionalismo y c., ligados a la nacional de los philosophes, que son ya aque­
herencia de Erasmo, al reflotamiento del llos que saben distinguir la verdad del error.
humanismo, a la larga lucha contra España, En un mundo en el que la separación de las
y posteriormente contra la hegemonía econó­ confesiones era todavía significativa y la afir­
mica inglesa y francesa, se representaban en mación del poder de los estados absolutos no
Holanda en la áge d ’or de la república báta- se veía contradicha por las estrategias del
va. La figura más significativa es por cierto poder “ ilustrado”, los ideales cosmopolitas
la de Huig van Groot, latinizado como Gro- sobrevivían en los juristas holandeses y ale­
tius, el gran teólogo, jurista e historiador manes, en los escépticos y "libertinos” fran­
holandés. Las elecciones políticas y cultura­ ceses, en las grandes corrientes místico-
les fueron extremadamente coherentes. lus- herméticas que estaban al margen de la cul­
naturalista y teórico del derecho internacio­ tura oficial, abriendo cada tanto algún cami­
nal, había sostenido los intereses de Holan­ no, que llegará hasta la ilustración. Es por lo
da (y de la libertad internacional) a propósi­ tanto una aspiración bastante confusa de
to de los mares y del comercio contra el pun­ resistencia a los conflictos religiosos y a las
to de vista inglés sobre el niare clausum brutales afirmaciones políticas del absolutis­
llevado adelante por John Selden. También mo. Los intelectuales "libertinos” descubrían
sobre el plano religioso había propugnado los en la Antigüedad los materiales a usar para
ideales de un cristianism o razonable en que resistir a procesos que tendían a subordinar­
se ajustaban irenismo y socinianismo (De ven­ los, organizando minuciosamente, como la
íate religionis christianae). Por esto fue per­ Francia de Colbert y de Luis XIV, también la
seguido por la ortodoxia calvinista y debió política cultural.
refugiarse en París. El iusnaturalismo de Gro­ Otra forma de c. a considerar en el mismo
d o tenía como referencias la herencia huma­ lapso es la función internacional de los cua­
nista (de Erasmo a Escalígero, a Casaubon), dros políticos e intelectuales italianos. Ya
la lección estoica y universalista de Justo Lip- Gramsci destacó el c. práctico de esta emigra­
sio (De constantia), el racionalismo religioso ción de intelectuales italianos, que suminis­
de Arminio. Además, profundizando el discur­ tró por más siglos a Europa el personal polí­
so abierto con De w rita te, en el De jure fun­ tico especializado. Esta función estaba clara­
daba sobre el cortsensus gentium los cuatro mente vinculada con la presencia en Italia del
dogmas racionales de su religión del género papado y con el carácter internacional de
humano: existencia de un solo dios, y su espi­ gran parte de la cultura “romana" que domi­
ritualidad. providencialidad y omnipotencia. naba en la península. No por casualidad este
Entre el fin del siglo xvi y los inicios del c. de funciones tendía a entrar en crisis hacia
xvii el término cosmopolita es usado en el la segunda mitad del siglo xvti en la medida
ámbito de las doctrinas alquimistas. Así por en que emergían los procesos de formación
ejemplo se definía Alexander Sethon, o Sidon, de imponentes burocracias nacionales, celo­
un escocés que afirmaba fabricar oro y que sas de los extranjeros.
fue encarcelado por Cristiano II, elector de
Sajonin, que quería arrancarle este secreto. VII F.\ LOSORIGENES DEL COSMOPOLITISMO DEL SIGLO
A su muerte, Miguel Sendivogius, un noble XVIII TOLERANCIA. UNIVERSALISMORELIGIOSO CRISTIA­
polaco que lo había liberado y se había hecho NISMO razonable. En los oríg en es del c. del
su discípulo, publicó sus obras, traducidas en xvm se congregan tod as las lin eas q u e hasta
384 COSMOPOLITISMO

ahora se han señalado, componiendo un equi­ de una paz perpetua. El abad Irénée Castel
librio complejo. En los procesos de resisten­ de Saint-Pierre escribió en efecto la primera
cia a los estados absolutos, a las guerras reli­ redacción de su proyecto para una paz per­
giosas, a las fronteras ideológicas y religio­ petua en 1712, mientras se estaba concluyen­
sas, los intelectuales europeos habian cons­ do la guerra de sucesión española. La segun­
truido un ideal como punto común al cual da redacción fue contemporánea de la paz de
referirse: la república de las letras. Era en Utrccht. Esta obra compleja recorrió el siglo
cierto modo la ciudad de Dios que se trans­ xvm, señalada por Mably y retomada por
formaba en la de los hombres. En polémica Rousseau en el Exlrait du prujet de paix per-
con las instituciones que estaban obligados pé fuelle de M. l'abhé de Saint-Pierre. Para
a aceptar, partiendo de una base iusnatura- mantener la paz se pronosticaba una unión
lista, se reconocían iguales, todos hijos de una europea de 24 naciones, criticando la teoría
misma naturaleza, de una moral común y de del equilibrio y sosteniendo que esta unión
una religión natural. Aun el relativismo y el habría debido favorecer el nacimiento de
pirronismo histórico, que además tendían a estructuras similares también en Asia. En la
corroer la institución iusnaturalista, contri­ continuación de Mably y sobre todo de Rous­
buían a hacer aceptar las diferencias de cos­ seau, este discurso estaba destinado a pene­
tumbres, en modo tal que no se pudiera jus­ tra r profundamente en la ilustración más
tificar fácilmente la superioridad de una civi­ madura.
lización respecto de las otras. Se organizaba
por el contrario el mito del buen salvaje, que vm ilustración y cosmopolitismo ¿Cuáles son
es uno de los componentes esenciales de la las relaciones entre las prim eras afirmacio­
“crisis de la conciencia” europea, de la cual nes de la ilustración y el c.? Es difícil definir
nacerá la cultura cosmopolita de la ilus­ en términos puramente doc trinarios un com­
tración. portamiento del hombre que estaba más que
Las guerras religiosas y aquéllas por la nada presente y difuso como referencia, como
hegemonía en Europa lueron otro elemento clima de opiniones, como sentimiento, como
que contribuyó a la difusión de ideales paci­ realidad mental constituida más por una pila
fistas, a través de ios cuales se organizaba len­ de apuntes que por un discurso fácilmente
tamente el discurso del c. del siglo xvm. Tole­ espccificablc. Si los eruditos racionalistas del
rancia, universalismo religioso, cristianismo siglo xvu habian creado una república de las
razonable, derecho internacional, fueron las letras, a la que los grandes periodistas como
bases puestas hacia el fin del siglo xvu para Baylc y Leclerc habian dado una voz y un
la república de las letras. En ella participa­ poder reales, los nuevos philusophes (muy dis­
ron hombres como Loche, Leibniz, J. F. tintos de los alquimistas a los que se había
Turreltini, W. Wake, J. Barbeyrac, P. Baylc, referido Sendivogius) sentían profundamen­
J. Leclerc. Aunque la tentativa de construir te la solidaridad internacional de los intelec­
una única experiencia religiosa, el cristianis­ tuales empeñados en la política de las refor­
mo universal, con el aporte de todas las con­ mas. El vínculo con el propio estado y patria
fesiones, del anglicanismo al luteranismo y tenia sentido hasta cuando estaba justifica­
al propio catolicismo, debía fallar, los idea­ do por la participación en el uso racional del
les de la tolerancia, laicizándose, se impusie­ poder, en la política ilustrada, en la pública
ron haciéndose un componente esencial del felicidad. X aturalm ente esta tensión ideal,
filantropismo ilustrado. Leibniz, que había que llegaba al punto de rechazar las institu­
sido uno de los protagonistas del diálogo con ciones políticas nacionales y locales, cuando
los católicos por el cristianism o universal, éstas entraban en conflicto con la razón o con
debía fijar la diferencia entre c. y universa­ la conciencia del individuo, no sólo es difícil­
lismo eclesiástico tradicional. mente traducible en una doctrina sino que tie­
Un alumno suyo, Christian VVolf, hahria de ne también diversos matices y gradaciones.
teorizar el jns cosmopoliticum, en el ámbito En la fase en que los philosophes tentaron un
del derecho internacional. Contemporánea­ acuerdo con el absolutismo monárquico para
mente, en Europa y en Francia, en la oposi­ ilustrarlo, el c. fue menos acentuado; se hizo
ción a Luis XIV, maduraban las esperanzas n atu ralm en te más significativo en los
COSMOPOLITISMO 385

momento* de ruptura entre poder y calenes de entonces comenzaba a ser usado con
ilustradas. Típica es la elección de Voltaire. mayor frecuencia.
Partiendo de la thése royale y de la apología En 1751, cuando la Encyclapédie estaba en
de la monarquía reformista de Enrique IV (en fase de organización, apareció un pequeño
la cual actuaba el sueño de paz interna e inter­ volumen de Fougeret de Monbron, Le cosmo­
nacional de Sully) intentó, puede decirse toda polite on le citoyen du monde, que hacia refe­
la vida, una relación con el absolutismo ilus­ rencia, en el subtítulo, a la ya citada expre­
trado, desde el de Luis XV hasta el de Fede­ sión de las Tusculanae (v, 37): Patria est ubi-
rico II y Catalina de Rusia. Ya esta serie de cumque est bene. El rechazo del patriotismo
referencias muestra cómo el centro de sus es más explícito que nunca en este diario de
intereses era no la patria sino el poder, que viajes. Monbron se inspira en los cínicos.
pretendía usar racionalmente tanto si fuera Como afirmaba en la primera frase de su pro­
ejercido en Francia, en Prusia, en Rusia, o en pio relato, que llegará hasta el romanticismo,
la propia Ginebra. Además, Voltaire nunca en la continuación de Byron (como lema del
aceptó estar al servicio del despotismo ilus­ Child ¡larold), el universo es una especie de
trado, aun cuando lo eligió como interlocu­ libro del que no se ha leído más que la pri­
tor. La propia residencia en Ferney, en los mera página cuando se ha visto sólo el pro­
confines de Francia, muestra la determ ina­ pio país. Hojeando muchas de sus páginas lo
ción de cumplir sus propias batallas sin reco­ que se puede aprender es que todas las
nocerse en una patria. patrias son igualmente malas. Fougeret de
Se ha insistido sobre el hecho de que el c. Monbron, hombre de "coeur velu", que había
en el siglo xvin haya sido un ideal, una aspi­ adoptado como lema “contemni et contemne-
ración, un sentimiento, un nudo de doctrinas re”, fue tomado como modelo de cínico y de
más que una doctrina definible. Lo demues­ apátrida por Diderot en el Neveu de Ramean,
tra bien el retardo (y el descarte semántico) cuando éste afirm aba la vanidad de toda
con el que la lingüística oficial recibía con­ defensa de la patria, en cuanto que como tal
temporáneamente el término en la misma entonces no existía más. En realidad, aunque
Francia de Voltaire. Después de los usos este c. ncocínico no era aquel de los philoso-
inciertos en el siglo xvi y la continuación phes, sino más bien el que trataban caricatu­
alquimista del xvii, el vocablo no había sido rescamente de atribuirles los antilustrados
reconocido en la edición 1694 del Dictionnai- como Palissot (1760), probablemente a esta
re de l'Académie. Está presente en la edición pequeña obra se debe la suerte del término,
1721 del Dictiannaire de Trévnux, donde sin que aparece luego en la Encyclapédie, aunque
embargo el significado oscila entre "un hom- con una voz no muy significativa. Ésta deri­
me qui n'a pus de demeure l’ixe, ou bien qui va en efecto de la voz del Dictiannaire de Tré-
nullc part n'est étranger". Está luego la exac­ voux ya citada, transcrita casi textualmente
ta referencia a la doctrina cínica y al uso del por lo que se refiere a los significados “en
término en ambiente alquimista. Los autores plaisantant”. Después de la referencia al epi­
del Dictiannaire son favorables por analogía sodio relatado por Diógenes Laercio, presen­
a la forma cosmopolilain, mientras que en la te también en Trévoux, la Encyclopédie agre­
edición de 1771 señalarán la preponderancia ga la declaración de otro filósofo, que prefe­
desde entonces inequívoca de cosmopolite.IX . ría "ma famille á moi, ma patrie á ma fami-
lle, et le gendre humain a ma patrie". Además
IX. PATRIAY FILANTROPIA E\ LAENCYCLOPÉU1E. ¿Oué se remitía a la voz Philosophe, el célebre arti­
habia sucedido en este lapso en el que en culo diversamente atribuido (de Diderot a
Europa se habia afirmado la ilustración y en Dumarsais), donde, a través de la referencia
Francia estaba por ser concluida la propia a la célebre frase de Terencio, se insistía en
Encyclopédie? Mientras que los complejos las características racionales, retomando el
ideales que hemos tratado de delinear son vínculo del philosophe con la sociedad civil
casi comunes, el término que debía expresar­ y la humanidad. En realidad el discurso de
los, quizá por la herencia inquietante y mis­ los philosophes sobre c. y patriotism o está
teriosa del mundo alquimista que llevaba registrado más que nada, en todos sus mati­
atrás, demoraba en imponerse, aunque des­ ces, en otras voces, desde la de Patrie de De
386 C O S M O P O L IT IS M O

Juucourt (en la que se establece la relación gaba a identificar perfectamente para hom­
patria-libertad-razón que ya se ha dicho) y bres como D'Alembert (que lo usó en 1775) y
Économie de Rousseau hasta la espléndida Bernardin de Saint-Pierre (1784) el conjunto
voz Fanatisme de A. Deleyre, que contiene un de aspiraciones que la Encyclopédie había
codicilo sobre el Fanatisme du patrióte. caracterizado más en la voz fanatisme du
A pesar de esta presencia todavía no rele­ patrióte de Deleyre, que en la genérica de cos­
vante, es sin embargo desde los años sesenta mopolite.
que el término cosmopolita llega a coincidir Hasta entonces la politique de los philoso­
con phUosophe como lo muestran las polémi­ phes se había medido según los acontecimien­
cas de Palissot contra Dortidius-Diderot a los tos internacionales, de la guerra de los siete
que se hace exclamar: "Le véritable sage est años a la experiencia de Córcega, del reparto
un cosmopolite" (¡¿es philusophes, m, sec. 4). de Polonia a la revolución norteamericana.
En 1762 el término entraba en la cuarta edi­ Los acentos cosmopolitas se habían dado en
ción del Dictionnaire de l'Académie, pero la medida en que los philosophes habían per­
todavía en sentido más bien negativo: “Cetui dido toda ilusión en la política de reformas
qui n adopte point de patrie. Un cosmopolite de los abolutismos ilustrados. Un corolario
n ’est pas un han citoyen." En el mismo año importante del c. ilustrado es la elección, que
también Rousseau, que habia consumado su por ejemplo madura en torno a la Histoire phi­
amarga separación del grupo, usaba en sen­ losophique et politique des deux ludes de Ray-
tido despreciativo el término, polemizando nal. de com batir esclavismo y colonialismo,
contra los philosophes (Émile, i). Parece sig­ que compromete, a través de la colaboración
nificativo el hecho de que Voltaire en el Dic­ de Diderot, a la propia coterie.
tionnaire philusophique no haya incluido el
término. En realidad el discurso se desarro­ X. ELNUEVOCOSMOPOLITISMODE LOS REFORMADORES
llaba a propósito de patrie. Verdaderamente italianos En Italia, como se ha dicho, existía
cosmopolita, Voltaire, en perfecta antítesis una disposición al c. ligada a la falta de un
con Rousseau, trata de desmistificar, o mejor estado unitario y sobre todo a la tradición de
dicho de m ostrar los limites del am or a la la iglesia. Pero en el siglo xvm, esta tradi­
patria. En efecto, declara que es triste que a ción, que tiene hasta un lenguaje oficial, el
menudo "para ser buen patriota sea necesa­ latín (además tomado en préstamo también
rio hacerse enemigo del resto de los hom­ por la res publica de los sabios), es sustitui­
bres". Citando el ejemplo de Catón muestra da por otro tipo de c., ligado a las nuevas elec­
cómo "ser buen patriota significa desear que ciones políticas y morales, a los valores de los
la propia ciudad se enriquezca con el comer­ que es portadora la nueva civilización de la
cio y se haga potente con las armas. Fero es ilustración. Italia es recorrida por las modas:
claro que un país no puede ganar si otro no galomanía y anglomanía, que son los térm i­
pierde, y que no se puede vencer sin produ­ nos con los que la conciencia romántica tra­
cir infelices. Tal es. por tanto, la condición taba de describir, de un modo ya limitativo,
humana: desear la grandeza del propio país estos fenómenos, reflejan una nueva relación
es desear el mal de los propios vecinos". Con­ de la sociedad civil italiana con Europa. Tam­
cluye Voltaire: "Un hombre que prefiere que bién la masonería, particularm ente viva y
su patria no sea ni más grande, ni más chica, organizada en Florencia, en Ñapóles, en la
ni más rica, ni más pobre, seria un ciudada­ propia Roma, contribuye al c. italiano. En
no del mundo.” todo» los reformadores, desde Verri y Bucea­
En los mismo años (1765) Didcrot definía ría hasta Genovesi y Filangieri. el c. era un
como “vrui cosmopolite” al frecuentador arm a para com batir la opresiva herencia de
ideal del salón de Holbach, el miembro de la la contrarreforma. En este sentido en 1775 el
coterie. Pocos años después (1767), Mercier de propio Pietro Verri, que adema» rechazaba
la Riviérc, exponiendo la doctrina política de "las mezquinas rivalidades nacionales”, afir­
la fisiocracia, podía hablar de la industrie cus- maba la coincidencia de cosmopolita y patrio­
mopolite. Desde 1770, como documenta P. ta. Era un modo de identif icar las caracterís­
Hazard, el término se hacía común y, perdien­ tica» esenciales d J reformador, el equivalente
do toda connotación irónica o negativa, lle­ italiano del pltilosophe. Naturalmente estos
C O S M O P O L IT IS M O Í87

términos, nacidos en el mismo clima y por un Después de la revolución francesa, si Kant


momento usados de una manera convergen­ podía proclamar su fe de antiguo Aufklarer,
te, estaban destinados a asum ir significados considerando el c. como una tendencia natu­
de antítesis en la medida en que, con la revo­ ral y necesaria de la humanidad (1798), los pri­
lución francesa, entraban en crisis los espa­ meros románticos tendían más bien a trans­
cios reform istas sobre los que se habían formar los ideales cosmopolitas en una suerte
formado. de universalismo religioso, en el que tienen
un papel preponderante las individualidades
XI. LA REVOLUCIÓN FRANCESA. LOS IDEALES NACIONA­ nacionales. En esta dirección, en la prim era
LES y i.a grande \ atiok. lx»s ideales de la revo­ cultura romántica, como por o tra parte ya
lución, libertad, fraternidad, igualdad, son los habia sido intuido por Herder. eran revalua­
mismos del c. Hazard documenta cómo nace dos todos los momentos en los que prevale­
hasta un periódico. Le Cosmopolita (1791- cieron las individualidades heroicas (edad de
1792). Pero con más fuerza que los propios los patriarcas, Medievo) y las tendencias uni­
derechos del hombre fijados en 1789, detrás versalistas. A través de F. Schlegel la heren­
del internacionalismo revolucionario, se orga­ cia cosmopolita se transformaba en la exigen­
nizaba "La grande Nation". La progresiva cia de un imperio universal fundado en la
expansión de ésta, su política cultural en los mural y la religión —que se habría debido
países conquistados, provocaron (por valor de contraponer a aquél, artificial y creado sobre
antítesis) el reforzamiento del patriotismo, la avidez de dominio—, el imperio napoleó­
que ya se estaba organizando desde la segun­ nico. De este modo, Schlegel parecía singu­
da mitad del siglo xvm. Esto sucedió particu­ larmente coherente con los ideales de la Santa
larmente en Alemania, Italia, Suiza, Austria. Alianza: “ El imperio, con constitución basa­
Los mismos ideales cosmopolitas tendían a da en la clara distinción de las castas, y la
transformarse. Los antiguos miembros de las jerarquía, responden a la doble exigencia de
logias masónicas, por ejemplo en Italia, aca­ la división y de la unión de las naciones” (Lec­
baron por reencontrarse en las prim eras sec­ ciones. 1804-1806). Así también en Fichte se
tas secretas patrióticas. Un hombre, Filippo ve claramente la tentativa de recomponer la
Buonarroli, que había participado junto a relación entre los dos términos (c. y patrio­
Paoii en la defensa de Córcega contra Fran­ tismo), con la prevalencia del segundo sobre
cia, que está junto a Babeuf en la conjura de todo desde 1807, hasta su Discurso a la nación
los Iguales, que será protagonista de todos los alemana, aunque el filósofo polemizó siempre
movimientos revolucionarios de los primeros contra los ideales reaccionarios y catalizado­
treinta años del siglo xix, une una época a la res del universalismo a la Nuvalis y a la Schle­
otra y demuestra que existe un vinculo aun gel. Con la Restauración, en torno a hombres
físico entre c. y prim er internacionalismo como Stein y Humboldt por una parte, y
revolucionario. Como los hombres, también Müller-Niebuhr por la otra, se dividen las dos
las ideas, junto a ellos, se transform an. Con concepciones del estado que han dominado
el abad Piattoli, en su largo viaje por Euro­ la cultura alemana y europea hasta el siglo
pa. los ideales cosmopolitas acaban por lle­ xx: la liberal y la romántico-conservadora.
gar hasta el turbio internacionalismo autori­
tario de Alejandro I y de la Santa Alianza. XIII. LA HERENCIA DEL INTERNACIONALISMO SOCIALIS­
TA Como es sabido, el siglo xix, definido a
XII. LA IDEA DE NACIÓN Y LACRISIS DELCOSMOPOLITIS- menudo por los historiadores como la era de
MO en ALEMANIA. También en el mundo alemán las nacionalidades, ve singularmente en cri­
la re\olución francesa habia acelerado el pro­ sis los ideales cosmopolitas. Para los más
ceso iniciado desde 1770 con los Stürm cr y grandes países de Europa, desde la segunda
bajo la influencia de Rousseau. Si Lessing mitad del siglo sobre todo, significa un pro­
representa (con Nathan el sabio y los diálo­ ceso de reforzamiento de las estructuras eco­
gos sobre la masonería) la punta más alta del nómicas y la formación del estado industrial
c. alemán, el universalismo de Herder y de la que necesita un mercado nacional. En este
generación sucesiva es mucho más turbio y proceso, en la cultura, que reflejan más que
complejo. nuda las tareas de las unificaciones naciona­
188 CRIMENES DE GUERRA

les, no hay mucho espacio para los ideales bridge, Cambridge University Press, 1965; R.W.-
intem acionalistas y universalistas que no A.J. Carlylc, II pensiero político ntedievale (1950),
conserven alguna turbia huella de la Santa Bari, Laterza, 1956-1967, 3 vols.; L. Ch. Fouge-
Alianza. Pero el estado industrial moderno no ret de Montbron, Le cosmopolite on le citoyen
favorece sólo la hegemonía y el poder de las du monde, int. y notas de R. Trousson, Burdeos.
burguesías nacionales. Crea también su natu­ Duel os, 1970; A. Gramsci, Los intelectuales y la
ral antagonista, el proletariado, para el cual organización de la cultura (1953), México. J.
el llamado al internacionalismo es algo pro­ Pablos; P. Hazurd, Cosmopolite, en Mélanges
fundamente significativo. No por casualidad d'histoire littéraire et comparée offerts á F. Bal-
se ha dicho que Filippo Buonarroti vincula el densperger, París, Champion, 1930, i; I. Lana,
c. del siglo xvm y los prim eros movimientos Studi sul pensiero político classico, Ñapóles, Gui-
del internacionalismo revolucionario. Si la da. 1973 (sobre todos los ensayos: Tracce di dot-
causa de la libertad es igual para todos —por trine cosmopolitiche ¿n Grecia 11951], Tendente
lo que se acuñaron los pactos para luchar por universalistiche nella le itera tura di Roma anti-
ella en Francia, Grecia, Italia, Hungría y Polo­ ca [1959], e ¡ntroduzione a Seneca [ 1966]). Sohre
nia—, mucho más común e internacional es las edades media y moderna: F. Meinecke, Cos­
la del proletariado, que no tiene patria y que mopolitismo e slato nazionale( 1907), Florencia.
reconoce en el estado un instrumento para su La Nuova Italia, 19752; M. Muehl, Die antike
propia explotación. Menschenheitsidee in ihrer geschichtlichen F.nt-
wicklung, Leipzig. Dielerich, 1928; R. Pomeau,
XIV. INTELECTUALESYCOSMOPOLITISMOENTRE LAS DOS L'F.urope des Lamieres: cosmopolitismo el imi­
guerras mundiales. Los ideales cosmopolitas té européenne au xviiP siécle, París, Stock, 1966;
no han sobrevivido sin embargo sólo en esta A. Sailta. Dalla “respublica chrisliana"agli Stati
acepción que desde entonces asume una total l'niti d’Europa, Roma, F.d. St. e Lett., 1948; T.A.
autonomía. Se representan, en cambio, en los Sinclair, Storia del pensiero político greco (1951),
mismos términos que en el siglo xvm, como Bari, Laterza, 19732; M. Untersteiner, / sofisti,
aspiración de una política de los intelectua­ Turin, Einaudi, 1949; F. Venturi, Les idees eos-
les au dessous de la inélée en los inicios del mopolites en llalie au .rvrií‘‘siécle y Perspectives
nuevo siglo, frente al prim er conflicto mun­ européennes du cosmopolitismo au xviii* siécle,
dial. La dificultad, y sobre todo la fragilidad Nancy, mimeo. del Centre Européen Universitai-
de esta elección, que comprometía a su vez re. 1957.
hombres y posiciones muy diferentes (desde
Croce en Italia hasta R. Rolland en Francia) [GIL'SEPPE Riel PERAII]
está indicada ampliamente por el debate que
siguió a la publicación de La irahison des
eleres de Julien Benda (1926). Éste había teo­
rizado sobre la necesidad de que el intelec­ crímenes de guerra
tual fuera, como en el siglo xvm, un mal
patriota. La fidelidad a este programa y la 1 DEFINICIÓN DE LOS CRIMENES DF. GUERRA. En la
reconstrucción de una benigna res publica de doctrina corriente, los c. de guerra se definen
los intelectuales que contraponían su inter­ como las violaciones de las normas del dere­
nacionalismo al fascismo y al nazismo, los cho internacional de guerra que presenten
cuales invadían progresivamente Europa, una gravedad particular en cuanto que se
sobre todo después de los años treinta, coin­ desarrollan a través de acciones inhumanas
cidieron con un retorno de la cultura occiden­ o crueles y son en cierto modo desproporcio­
tal a los valores ilustrados y, aunque no logra­ nadas respecto de los fines que se ha fijado
ron ser inmediatamente una alternativa ven­ el beligerante que los lleva a cabo. Se consi­
cedora, constituyeron de cualquier modo la dera responsables de los c. de guerra no sólo
prim era y frágil pero no menos significativa a los estados en cuyo nombre y por cuyo inte­
resistencia a la "destrucción de la razón". rés se cometen los crímenes sino también los
individuos que los realizan individualmente.
BIBLIOGRAFIA Sobre la antigüedad: H.C. B a ld iv Se especifica, además, que, dado que los esta­
The unity of mankind in Greek thought, Cam­ dos introducen normalmente en sus ordena-
CRIMENES DE GUERRA 389

míenlos normas análogas a las del derecho tía tácita o explícitamente, por medio de una
bélico, la misma acción se configura como cri­ cláusula adecuada llamada amnistía, inclui­
men tanto respecto del ordenamiento jurídi­ da en los tratados de paz, que esta facultad
co del estado al que pertenece el criminal de desaparecerla con el fin del conflicto. El Tra­
guerra como del estado contra el que se diri­ tado de Versalles introdujo en 1919 un nue­
ge el crimen. vo principio según el cual el final de las hos­
tilidades no implicaba la amnistía de los c. de
II. ASPECTOS PROBLEMATICOS. La existencia de nor­ guerra y el vencedor se atribuía el derecho
mas internacionales que rigen el modo de de castigar los del enemigo vencido. Los artí­
ejercer la violencia bélica es fruto de un com­ culos 228 y 229 de ese tratato les reconocían,
promiso entre la aceptación de la inevitabili- en efecto, a las potencias vencedoras el dere­
dad y hasta de la licitud de la guerra y el cre­ cho de juzgar a las personas culpables de
ciente malestar de la conciencia humana ante "actos contrarios a las leyes y a los usos de
la misma. Compromiso dudoso porque esas la guerra" y obligaban a Alemania a proce­
normas (que constituyen el llamado derecho der a su consignación. El articulo 227, ante­
internacional de guerra o derecho bélico) al rior a los untes mencionados, declaraba que
distinguir entre violencia lícita e ilícita corren el jefe del estado alemán era reo de "supre­
el peligro de justificar, bajo ciertas condicio­ ma ofensa contra la moral internacional y la
nes, las matanzas organizadas que se produ­ autoridad sagrada de los tratados". Las pre­
cen en las guerras y ofenden aún más la con­ tensiones presentadas por las potencias ven­
ciencia moral para cuyo sosiego se han esta­ cedoras de la prim era guerra mundial caye­
blecido. ron prácticamente en el vacio porque los Paí­
La definición de los c. de guerra como accio­ ses Bajos se negaron a consignar al Kaiser,
nes inhumanas y crueles sugiere la idea de Guillermo II, asilado en su territorio. En
que no todos los sufrimientos infligidos a los cuanto a los demás criminales de guerra ale­
ejércitos y a las poblaciones enemigas son manes, fueron protegidos por el rechazo del
inhumanas y crueles. Las normas del llama­ nuevo Reich alemán a acatar la obligación de
do derecho bélico no dejan de ser controver­ consignarlos, a pesar del compromiso asumi­
tidas aun en el plano jurídico, como lo ates­ do con el tratado de paz. Por medio de un
tiguan las insistentes oposiciones desde la compromiso posterior se estableció que las
sabiduría jurídica romana (“ínter arma silent personas acusadas fueran juzgadas por un tri­
leges”) y desde el pensamiento renacentista bunal alemán, la suprema corte de Leipzig,
("los golpes no se dan de mutuo acuerdo"), pero ésta absolvió a la casi totalidad de los
hasta Kant (“ la guerra no es juez del dere­ acusados y les aplicó a algunos de los restan­
cho”) y hasta las corrientes modernas y con­ tes penas muy moderadas, que pronto se con­
temporáneas de la doctrina que sostienen la donaron totalmente.
no juridicidad del llamado derecho bélico y
del correspondiente derecho internacional en iv el proc eso de n'L’rembero. En la segunda gue­
general.I. rra mundial fue cuando se confirmó el dere­
cho del vencedor a juzgar los c. de guerra del
III. LAS NORMAS TRADICIONALES Y LAS INNOVACIONES vencido. Desde octubre de 1941, Rooseveit y
OCURRIDASCON ELTRATALODE VERSALLES. Tradiciü- Churchill proclamaron que "el justo castigo
nalmente el derecho bélico concede a todo de los c. de guerra era uno de los objetivos
estado beligerante la facultad de castigar más importantes del conflicto” y en el mes
directam ente a los soldados y civiles de los de noviembre siguiente se asoció a esta decla­
países enemigos que se han hecho culpables ración el soviético Molotov. Un año después,
de c. de guerra cuando éstos caen bajo su a iniciativa unglo-norteamcricana se creó una
poder en el transcurso del conflicto, derogan­ comisión de las Naciones Unidas para los c.
do así el principio general de derecho inter­ de guerra (L'wvcc). Terminada la guerra, el 8
nacional que prohibe a un estado ejercer su de agosto de 1945, Estados Unidos, la t’kss, el
propia jurisdicción sobre los órganos de otro Reino Unido y Francia firmaron un acuerdo
estado. que estableció un tribunal milita! internacio­
Hasta la prim era guerra mundial se admi­ nal para juzgar a los mayores criminales de
3VÜ CRIMENES DE GUERRA

guerra. El proceso empezó en Nuremberg el que se habían cometido los crímenes y otras
20 de noviembre de 1945. Los acusados eran veces, finalmente, de acuerdo con el propio
22. uno de los cuales (.M. Bormann) estaba código penal militar.
escondido, y comprendían (a excepción de
Hitler que había muerto por suicidio) a todos V CRIMENES on CU'ERRA. CRIMENES CONTRA LAPAZ. CRI­
los máximos dirigentes políticos y militares MENES CONTRA í.v humanidad Cumo vimos en el
de la Alemania nazi. Los crímenes de que se párrafo anterior, a los jeles nazis y nipones
les acusaba se clasificaron así: c. contra la se les imputaron, en los procesos de Nurem­
paz, c. de guerra y c. contra la humanidad. berg y de Tokio, no solo c. de guerra sino tam­
Doce criminales fueron condenados a m orir bién c. contra la paz y c. contra la humani­
en la horca, tres condenados a presidio, cua­ dad. Estas tres categorías de crímenes fueron
tro a penas de arresto menores y tres fueron definidas de este modo por el tribunal mili­
absueltos. tar internacional de Nuremberg: 1] C’. de gue­
Al veredicto del tribunal de Nuremberg se rra: "Violaciones de las leyes y usanzas de
le han hecho muchas objeciones de parte de guerra. Estas violaciones comprendían, aun­
los intem acionalistas ortodoxos, alegando que no de m anera exclusiva, el asesinato, el
que en esa ocasión las potencias vencedoras m altrato y las deportaciones forzadas de tra­
figuraban al mismo tiempo como jueces y bajadores o de otros elementos de la pobla­
como partes agraviadas, violando el princi­ ción de los países ocupados; el asesinato y el
pio de que nenio índex in re sua. La observa­ m altrato de los prisioneros de guerra o de
ción es correcta, pero no hay que olvidar que gente del mar, la matanza de rehenes, el
todas las condenas por c. de guerra impues­ saqueo de las propiedades publicas y priva­
tas hasta entonces por estados beligerantes das, la destrucción injustificada de ciudades
en el curso del conflicto violaban el mismo y pueblos, las devastaciones no justificadas
principio. Se ha puesto en evidencia, además, por necesidades militares”; 2] C. contra la paz:
que después de la segunda guerra mundial se "Diseño, preparación, comienzo y realización
condenaron únicamente los crímenes come­ de una guerra de agresión o de una guerra vio-
tidos contra las potencias vencedoras en tanto latoria de tratado'-, acuerdos y promesas
que los cometidos contra las potencias ven­ internacionales o participación en un plan,
cidas quedaron impunes. La exactitud de esta conspiración o conflicto relacionado con cual­
observación señala el fundamento de la afir­ quier delito enumerado anteriormente": 3] C.
mación kantiana mencionada más arriba: la contra la humanidad: "Asesinato, exterminio,
guerra no es juez del derecho. reducción a la esclavitud, deportación y otros
En forma paralela a lo que había aconteci­ actos inhumanos cometidos contra la pobla­
do en Europa, después de la guerra, con la ción civil antes de la guerra y durante la mis­
proclama del general McArthur del 19 de ene­ ma; persecuciones por motivos religiosos,
ro de 1946, también en Asia se instituyó, con raciales o políticos..
sede en Tokio, un tribunal para el Extremo Con una resolución del 13 de diciembre de
Oriente. Se llamó a form ar parte del mismo 1946, la Asamblea General de la onl aprobo
en calidad de jueces a los representantes de "los principios de derecho internacional reco­
11 estados. Los acusados fueron 25. De entre nocidos en Nuremberg y el juicio del tribu­
ellos, 7 fueron condenados a la pena capital, nal” y encargó a una comisión para el dere­
16 a presidio y 2 a penas de arresto menores. cho internacional la preparación de un pro­
Las sentencias fueron ejecutadas el 23 de yecto de "código de c. contra la paz y la segu­
diciembre de 1943, más de tres años después ridad de la hum anidad”. El proyecto defini­
del final del conflicto. tivo redactado por la comisión se termino de
Además de los procesos de Nuremberg y de preparar en julio de 1951. Este proyecto esta­
Tokio, se llevaron a cabo en Europa otros blece el principio de la responsabilidad indi­
muchos de menor alcance por obra de tribu­ vidual directa de los actos estatales contra la
nales militares de distintas nacionalidades, paz V la seguridad de la humanidad (art. 1);
que juzgaron a los acusados algunas veces de define como acto ilícito internacional toda
acucado con el derecho alemán, o tias veces agresión o amenaza de agresión (an. 2); exclu­
de acuerdo con el derecho del territorio en ye que sea circunstancia eximente el hecho
CRISIS 391

de haber actuado como jefe de estado o fun­ lisis del estado de un sistema: la fase previa
cionario público o de haber actuado por al momento en el que se inicia la c., la fase
orden superior, con la condición de que exis­ de c. real y verdadera, y, por último, la fase
ta la posibilidad de una decisión mural (arts. en la cual la c. ha pasado y el sistema ha asu­
3 y 4). Además, el proyecto sostiene el prim a­ mido un "cierto” modelo de funcionamiento
do del derecho internacional, declarando que que no es ya más el anterior a la c. Para una
"el hecho de que el derecho interno no casti­ conccptualización más precisa se requiere
gue un acto que constituye un delito de dere­ además examinar otros tres aspectos: la iden­
cho internacional, no libera de responsabili­ tificación del origen y de las causas del acon­
dad de derecho internacional al que lo ha tecimiento que ha dado inicio a la c. y, en par­
cometido”. Como puede observarse, el pro­ ticular, si se trata de un suceso interno o
yecto de la comisión metía el dedo en un avis­ externo al sistema, reciente o lejano en el
pero de gravísimos problemas políticos y jurí­ tiempo; la disponibilidad de tiempo para la
dicos, como serian los de la soberanía de los respuesta a la situación de c. y en particular
estados, la personalidad internacional de los si es limitada, media o amplia, y la importan­
individuos, la anarquía internacional, la fuer­ cia relativa de la puesta en juego por los acto­
za de coacción de las normas de derecho inter­ res políticos o por los miembros del sistema.
nacional, la efectiva juridicidad de este Es posible conceptualizar de este modo aun
último. las c. económicas y, a menudo, c. políticas y
El proyecto de la comisión todavía no ha c. económicas están estrechamente unidas,
sido aprobado por la asamblea general de las sea en sentido positivo, cuando la solución de
Naciones Unidas. una de las dos aporta elementos benéficos
para la solución de la otra, sea en sentido
BibuociKAFlA: H. Kelsen, Will ihc judgement in negativo, cuando la incapacidad para resol­
thc Nuremberg Trial conslitute a precedeni in ver la c. de una esfera repercute sobre la otra
inlertiational law?, en Internalional Law (Juar esfera. Estas interacciones pueden ser estu­
terly, 1947; O- Wright, Wur crimináis, en The diadas en el plano gubernamental, en el pla­
American Juurnal uf Internatiunal Law, 1945; no del sistema político nacional o en el plano
I m w repurts nf triáis of war crimináis, a cargo del sistema internacional. El último ejemplo
de la Comisión de Crímenes de Guerra de las de c. económica internacional de graves
Naciones Unidas (i nwcc), Londres, 1949, 15 repercusiones sobre los sistemas políticos
vols. nacionales y sobre el sistema internacional
fue la gran depresión de 1929-1932. Recien­
[giokgiq uiam. hi] temente en la literatura científica se ha intro­
ducido el concepto de c. de desarrollo. El tér­
mino c. se utiliza en este caso en un sentido
no técnico para indicar variaciones de gran
crisis alcance, que necesitan de largos periodos
para concluirse y que culminan con la crea­
i. definición Se define como c. a un momento ción del estado moderno, con alta participa­
de ruptura en el funcionamiento de un siste­ ción política y compromiso en la producción
ma. un cambio cualitativo en sentido positi­ y en la distribución de los principales bienes
vo o negativo, una vuelta sorpresiva y a veces económicos (v. modernización).
hasta violenta y no esperada en el modelo nor­ Cada sistema se funda en un conjunto de
mal según el cual se desarrollan las interac­ relaciones más o menos estrechamente liga­
ciones dentro del sistema en examen. Las c. das entre sus variados componentes, de modo
se caracterizan usualmente por tres elemen­ que un cambio en un componente del siste­
tos. Ante todo por el carácter instantáneo, y ma genera cambios en todos los restantes. Sin
frecuentem ente de imprcdccibilidad; en embargo, mientras que en los sistemas mecá­
segundo lugar por su duración, que es a nicos es posible valorar con cuidado el efec­
menudo limitada, y, finalmente, por su inci­ to y la extensión de variaciones similares, y
dencia sobre el funcionamiento del sistema. hasta medirlas, en el ámbito de los sistemas
La comprensión de una c. se tunda en el aná­ sociales se e»tá todavía lejos de esto. Para
m CRISIS

valorar, en sentido amplio, la incidencia de la c.; según otros, por el contrario, las c. pue­
una c. sobre un sistema social, sea como l'ue- den tener dos o más cumbres. Esta tesis alu­
re se requiere unte lodo definir el estado de de también a la posibilidad de una c. en la c..
equilibrio de este sistema. El sistema puede mediante la cual a una c. de una cierta inten­
encontrarse en equilibrio estable, por lo que sidad y de cierta duración puede superponer­
tiende a regresar a la misma posición una ve/ se una nueva c. de mayor intensidad y presu­
que ha pasado la perturbación, o en equilibrio miblemente de menor duración. Esto ocurre
inestable, en cuyo caso tiende a alcanzar un sobre todo en los casos de conflictos bélicos,
nuevo tipo de equilibrio después de la pertur­ pero no deben excluirse tampoco de las c. de
bación y de la c. a la que está sometido (v. sis­ distinto tipo.
tema político). De acuerdo con el tipo de sistema en el cual
Se tienen varios tipos de c. Pueden ser inter­ se verifican podemos distinguir tres tipos de
nas al sistema cuando surgen por el contras­ c.: c. del sistema político, c. gubernamenta­
te entre los componentes, o externas a él cuan­ les y c. internacionales.
do el estímulo proviene desde afuera. Pueden
ser genéticas cuando se presentan en el II. crisis del sistema. Las c. del sistema políti­
momento mismo en el que un sistema comien­ co tienen dos dimensiones principales: por un
za a existir y funcionales cuando se producen lado pueden implicar sólo los mecanismos y
en el curso del funcionamiento mismo del sis­ los dispositivos jurídicos y constitucionales
tema. Pueden ser fisiológicas cuando tocan el del sistema, es decir el régimen político. Asi,
funcionamiento del sistema y provocan su el paso de una monarquía absoluta a una
adaptación y patológicas cuando tocan la monarquía constitucional, como también el
estructura del sistema y provocan su m uta­ paso de una monarquía constitucional a una
ción. Las c. funcionales pueden a su vez ser república y el paso de una república parla­
c. de sobrecarga cuando el sistema tiene que m entaria a una república presidencial, son
hacer frente a más demandas de aquellas a todas c. que encierran solamente cambios de
las que puede responder o c. de carestía cuan­ régimen. La otra dimensión de c. del sistema
do el sistema no alcanza a extraer de sus aden­ político considera en su lugar el orden socioe­
tros o del ambiente los recursos suficientes conómico e implica elementos como las rela­
para su funcionamiento. La sobrecarga pue­ ciones sociales de producción, la distribución
de derivarse del mero número de las deman­ de la propiedad y la estructura de la familia.
das, de la intensidad de las demandas, de la Raramente este segundo tipo de c. puede
fuerza de los componentes portadores de tener lugar sin provocar cambios en el régi­
demandas v del tiempo disponible para la res­ men político. Cuando los cambios en el régi­
puesta. La carestía está estrechamente liga­ men se acompañan de cambios en el orden
da al tipo de apoyo que el sistema alcanza a socioeconómico, la c. frente a la cual nos
dominar, apoyo que representa el índice prin­ encontramos es una c. revolucionaria (v. revo­
cipal con el cual prever el monto de recursos lución).
que el sistema puede extraer y movilizar. De manera menos precisa se habla ahora
Otras c. de funcionamiento consideran el frecuentemente en la literatura de c. de desa­
modo en que el sistema selecciona la infor­ rrollo del sistema. Estas c. consideran ya sea
mación, busca cambiar sus fines o procura el modo en que el sistema se comporta fren­
cam biar el ambiente interno y externo. La te a las provocaciones que surgen de su inte­
fase en la cual el sistema ha alcanzado un nue­ racción con olí os sistemas, o bien el mudo en
vo equilibrio, estable o inestable, marca el tér­ que resiste a las provocaciones provenientes
mino de la c., pero no necesariamente su solu­ desde adentro, por ejemplo de una escisión
ción. La c. puede estar simplemente adorme­ de la élite política. Estas c., que pueden tam ­
cida, retirada pero latente, y por consiguien­ bién tener una larga duración pero que pre­
te manifestarse nuevamente en una fase sentan momentos individuales de mayor
sucesiva. intensidad se verifican sobre todo en corres­
Según algunos autores, las c. se presentan pondencia con cambios relevantes en los sec-
con una curva de distribución uniinodal con toies económico, social, religioso y cultural,
una sola cima que representa la cumbre de que exigen al sistema político hacer frente a
CRISIS 393

nuevas demandas y a nuevas necesidades (v. depender de la falta de representatividad de


modernización). El mudo en que las c. son la clase politica en el poder (por esto, por
afrontadas y resueltas influyen en considera­ ejemplo, el gobierno puede ser considerado
ble medida ya sea en las modalidades con que como "el comité ejecutivo de la burguesía”,
se presentarán las otras c. o en las capacida­ es decir el representante de los intereses de
des del sistema para resolverlas. una sola parte de la comunidad nolítica). de
la falla de legitimación del r :'tc.na, que es
in. crisis gubernamentales. Las c. gubernamen­ rechazado por fuertes grupos de la comuni­
tales consideran el funcionamiento del sub­ dad. y de la falta de eficacia para responder
sistema gobierno y pueden ser generadas por a las demandas de la comunidad.
factores internos del aparato gubernamental A diferencia de las c. sistémicas y de las c.
o de las interacciones de éste con la sociedad. internacionales, las c. de gobierno, sobre todo
Las c. que se originan dentro del aparato en los regímenes parlamentarios, en cuanto
gubernamental dependen de manera relevan­ a lo imprevisible de su inicio, son cuando más
te de la naturaleza del aparato. El aparato reguladas e institucionalizadas por quien con­
gubernamental puede ser homogéneo o hete­ sidera sus modalidades de desarrollo y even­
rogéneo, compuesto de pocos o de muchos tual solución. La institucionalización de los
partidos y formado por una sólida mayoría procedimientos para la solución de las c.
de diputados o por una leve mayoría. A esto gubernamentales sirve para circunscribirlas
se agregan los problemas de la presencia de en extensión y para impedir que puedan
una oposición unitaria o fragmentada, orien­ poner en peligro la existencia del régimen
tada a la aceptación del sistema o a su trans­ político mismo.
formación revolucionaría. Cuanto más homo­
génea sea la coalición gubernamental, es decir rv. crisis internacional. El concepto de c. ha
que no esté dividida a través de los ejes sido empleado de modo particular en el sec­
laicismo-confesionalismo, ciudad-campo, tor de las relaciones internacionales, y sobre
industria-agricultura, y se conforme por este respecto es particularmente relevante la
pocos partidos y por una sólida mayoría, y definición de Lasswcll y Kaplan (1969): “Una
cuanto más esté fragmentada la oposición y c. es una situación de conflicto de intensidad
orientada a la aceptación del sistema, tanto extrema (existen altas expectativas del uso de
menos probables serán las c. gubernamenta­ la violencia).” Además de los aspectos que tie­
les. Sin embargo, las c. gubernamentales nen que ver con el conflicto violento, se des­
dependen también de las relaciones que la cla­ taca la incidencia de la situación de c. sobre
se política instaura con la sociedad y con los el proceso de decisión, esto es la urgencia
tipos de respuestas que ella brinda a las cada vez mayor de tom ar decisiones, urgen­
demandas provenientes de la sociedad. El cia que permite variaciones en el normal iter
aparato gubernamental puede, en realidad, decisional y el recurso a procedimientos
dar preeminencia a aquellas respuestas que excepcionales.
minimicen el conflicto interno respecto de las Una c. internacional puede ser analizada
respuestas que hacen máxima la satisfacción desde el punto de vista de los actores inter­
de la sociedad. En estos casos se asiste al nacionales que se encuentran y desde el pun­
fenómeno bien conocido del inmovilismo, y to de vista de sus procesos de decisión. Des­
que es emblemático de los regímenes multi- de el prim er punto de vista se puede exami­
partidistas de la IV República francesa. Las n ar ante todo por el número de los actores
decisiones tomadas pueden en su lugar llevar implicados en la c. Sin embargo, no se ha
a la ruptura de la coalición gubernamental, dicho que las c. que implican la participación
de modo que algunos gobiernos pueden desa­ de sólo dos actores son de más fácil solución
rrollar solamente el papel de gobiernos para que las c. en las que participan numerosos
la "liquidación” de algunos problemas y caer actores. Por otra parte, en el prim er caso, el
inmediatamente después. En general, no obs­ proceso de composición y mediación de la c.
tante, el elemento determ inante de las c. de parece facilitado por la presencia de un limi­
gobierno se encuentra al nivel de las relacio­ tado número de actores que simplifica los
nes entre clase política y sociedad y puede problemas de comunicación de la informa­
394 C U A R T O E STA D O

ción y de conciliación de los intereses. En llega a quienes toman las decisiones es impor­
segundo lugar, conviene examinar la poten­ tante.
cia relativa de los actores envueltos en la c. Puesto que cada c. es un momento de rup­
En el actual sistema internacional las c. en tura imprevista en el funcionamiento normal
las que participan actores provistos de equi­ de un sistema, requiere respuestas rápidas
pos atómicos son potencialmente más peligro­ que tiendan a llevar nuevamente al sistema
sas que aquellas que ven en juego actores que a su modelo precedente de funcionamiento o
carecen de armas nucleares. En tercer lugar, a institucionalizar un nuevo modelo. La con­
merece examinarse el tocus de la c. La divi­ dición esencial para que esto suceda es que
sión en esferas de influencia hace que las c. el sistema esté suficientemente abierto a los
que se verifican dentro de las esferas de diversos tipos de información, de recabar la
influencia y que no envuelven a las superpo- información suficiente para los procesos de
tencias rivales son menos peligrosas que las respuesta y de adaptación demandados y ser
c. que se desarrollan en zonas disputadas suficientemente fuerte para poder efectuar
entre las dos superpotencias o que ven la selecciones precisas entre los diversos flujos.
intervención de las superpotencias en los Por lo tanto, cada c. puede ser superada por
campos contrarias. En general, ahora, por la un sistema que disponga de una pluralidad
vasta red de alianzas y de pactos de asisten­ de fuentes de información, de la capacidad de
cia. hasta los conflictos en áreas lejanas de elegir entre los diversos flujos y de adoptar
aquellas de estrecho "interés nacional" pue­ nuevos modelos de funcionamiento sin per­
den conducir rápidamente a c. de alcance der sus características esenciales.
mundial.
Las c. internacionales proceden de modo BlBl.lucirafia- G.A. Almond, S.C. Flanagan y R.J.
característico por una erupción imprevista de Mundt (comps.), Crisis, choiee and chance: his-
un conflicto breve o por una compleja obra toricalsiudies of pulilical development, Boston,
de ajustes, que por lo demás no lleva a una Little Brown and Co., 1973; L. Binder el al., Cri-
desaparición permanente y definitiva de las ses and sequences in pulilical development, Prin-
causas de la c. sino a un descanso más o ceton, Princeton University Press, 1971; H.D.
menos largo y a una institucionalización de Lasswell y A. Kaplan, Potere e societá (1950),
nuevas formas de conflicto. Cuando los con­ Milán, Etas Libri, 1969; X. Poulantzas Icomp.).
tendientes consideran que la c. no podrá tener Im crise de Vital, París. Presses Universitaires
otra salida que una mediación, la c. es a menu­ de France, 1976; J.A. Robinson, Crisis, en Inter­
do desencadenada por conquistar una mejor national encyclopedia of the social Sciences, Nue­
posición en la mesa de negociaciones. va York, Collier-Macmillan, 1968, vol. 3; G.E.
Desde el punto de vista del proceso de deci­ Rusconi, La cñsi di Weimar: crisi di sistema e
siones, cualquier tipo de c. provoca una con­ sconfitta operaia, Turín, Einaudi, 1977; O. Young,
centración del poder de decisión en las manos The politics of forcé, Princeton, Princeton Uni­
de pocos individuos, restringe las alternati­ versity Press, 1968.
vas posibles puesto que excluye el recurso de
alternativas más complejas y requiere un pro­ [gianfranco pasquino]
cedimiento más rápido, más informal y
menos controlable. Desde este punto de vis­
ta los momentos claves para cada uno de quie­
nes toman las decisiones conciernen al flujo cuarto estado
de la información, al llamado de la informa­
ción ya adquirida y a la selección de la infor­ Este término está ligado a la tradición extre­
mación más relevante para la c. en acto. En m ista de Hébert y Babeuf, en contraposición
estas fases algunas fuentes de información al tercer estado de la Francia prerrevolucio-
pueden surgir como fuentes privilegiada* y naria fundamentalmente constituido por los
provocar graves distorsiones en el proceso de grupos burgueses. En ella la acepción de la
adquisición y de selección de la información. palabra "estado" (véase la alemana Stand)
Sobre ludo en las c. internacionales la cali­ mantenía el significado de capa, condición
dad, la cantidad v el tipo de información que social, que había tenido hasta los inicios de
C U A R TO P O D E R 395

la época moderna; pero el concepto de “c. prensa independiente es por ello definida
estado” ya implicaba una función antitética como "c. poder”.
respecto de la misma burguesía, añadiéndo­ Hacia fines del siglo xvm, las declaracio­
se por lo tanto a los nuevos estratos sociales nes de los derechos, norteamericana y fran­
alimentados por los desarrollos de la revolu­ cesa, sostenían la libertad de prensa como
ción industrial: al naciente proletariado. Con garantía fundamental de la libertad política.
esta creciente caracterización clasista, el tér­ En Estados Unidos, Thomas Jefferson decla­
mino ha sido usado por Ferdinand Lassalle raba que la libertad está garantizada donde
precisamente para indicar a la clase obrera la prensa es libre y los ciudadanos son capa­
contemporánea, y ha sido adoptado más o ces de leer: "Si a mí me tocara decidir res­
menos a propósito por la publicística y por pecto de la existencia de un gobierno sin dia­
la propaganda socialista entre las masas casi rios o de diarios sin un gobierno, no dudaría
hasta nuestros días (véase también el cono­ un momento en preferir esto último." En
cido cuadro con este título de Giuseppc Peliz- Francia, el desarrollo del c. poder coincide
za da Volpedo). con el predominio del tercer estado: las publi­
Con el título de Quario simo aparece luego caciones políticas se multiplicaron durante
en Milán, entre el 27 de marzo y el 30 de octu­ los días inmediatamente posteriores a la toma
bre de 1926, una “Revista socialista de cul­ de la Bastilla hasta llegar a varios centena­
tura política”, fundada por Cario Rosselli y res de títulos, los que se redujeron a unos
Pietro Ncnni, que. también entre grandes difi­ cuantos bajo el imperio. “La libertad de pren­
cultades, intenta realizar un aporte original sa debe adquirir en manos del gobierno la
a la oposición al fascismo y a la solución de función de un poderoso auxiliar”, escribía
la crisis del socialismo italiano. También Napoleón durante su permanencia en Santa
Quarta stato estado se llamó, en la segunda Elena. Pero al misto tiempo agregaba: "Mi
posguerra, una revista de estudios socialis­ hijo estará obligado a reinar con la libertad
tas dirigida por Lelio Basso desde marzo de de prensa. Esta es hoy una necesidad.” Las
1946 hasta 1950. constituciones liberales del siglo xix reforza­
ron la influencia de la prensa. "Burke ha
b ib l io g r a f ía : F. Buonarroti, Cospirazione per dicho que existían tres poderes en el parla­
rcguagliaitza delta di Babeuf, a cargo de G. Mana- mento, pero —observaba Carlyle— si se con­
corda, Turin, Einaudi, 1971; S. Merli, II "quarta sidera la tribuna de los periodistas, existe un
statu"di Rosselli e Nenni e la polémica sul rin- c. poder cada vez más importante respecto de
novamento socialista nel 1926, en Rivista Stori- todos los demás."
ca del Socialismo, num. 11, Milán, 1960; G. Pnri- La libertad de información no es verdade­
set, L'hébertisme et ¡a conjurado» des égaux, en ramente un poder en sentido constitucional
Anuales Révolutionnaires, 1923; N. Tranfaglia, sino más bien el fundamento de la legitimi­
Cario Rosselli dall'inierventismo a Giustizia e dad de los poderes delegados. En cuanto
Liberta, Barí, Laterza, 1968. explicación directa de la libertad de pensa­
miento y de discusión, la libertad de informa­
f e ARLO LFOPOLDO OTTINO] ción es fundamental para un ejercicio correc­
to de los poderes democráticos y por ello
constituye un derecho que no debe ser atri­
buido sino garantizado; es una libertad no
cuarto poder externa al estado democrático ni subordina­
da a él sino histórica y cor.ceptualmente con­
Los medios de información desempeñan una temporánea a su formación, y lo> atentados
función determinante para la politización de contra el estado democrático son en muchos
la opinión pública y. en las democracias cons­ casos atentados contra la libertad de infor­
titucionales, están en condiciones de ejercer mación.
un control critico sobre los órgano> de los En el ámbito mismo de los estados con
tres poderes ejecutivo, legislativo y judicial. ordenamiento democrático, e s hoy por otro
En cuanto se coloca en competencia coope­ lado difícil desigual a los medios de informa­
rante con los órganos del poder público, la ción (que desde la imprenta se han ampliado
396 C U E S T IO N A GRARIA

hasta los medios audiovisuales) como c. de la situación en el campo británico. Hubo


poder. Respecto del siglo de oro de las publi­ todavía un cierto momento de conjunción
caciones políticas, la exigencia económica de entre obreros, artesanos, pequeños propieta­
la concentración va disminuyendo el núme­ rios y asalariados agrícolas durante la últi­
ro de los diarios, del cual deriva el pluralis­ ma rebelión campesina inglesa de 1831, la
mo y la confrontación de opiniones, y el balan­ cual precedió en muy poco tiempo a la refor­
ce financiero de las empresas periodísticas ma parlamentaria de 1834. En los años de oro
depende no tanto de quienes compran las de mitad de siglo, estimulada por la deman­
publicaciones como de la publicidad. Respec­ da de bienes agrícolas, la gran propiedad
to de los medios audiovisuales, muchas veces nobiliaria, subdividida en fincas capitalistas
son propiedad y están controlados directa­ de grandes dimensiones, controlaba por si
mente por los gobiernos; tanto que Duverger sola casi la mitad de las tierras del reino. La
ha encontrado en los medios de información, ausencia de pequeños propietarios, bisagra
desde los más antiguos (la prensa) hasta los entre grandes propietarios y asalariados,
más modernos (la radio y luego la televisión) aumentaba desmesuradamente el peso polí­
un grado de dependencia de los poderes públi­ tico de la aristocracia como clase hegemóni­
cos inversamente proporcional a su anti­ ca nacional. La posesión de la tierra (inclui­
güedad. dos bosques y minas) por parte de la aristo­
cracia y de los squires permitía un control
[VALERIO /.ASOSE] general sobre el crecimiento de la economía
británica (baste pensar solamente en el desa­
rrollo de las ciudades sobre terrenos que nun­
cuestión agraria ca llegaban a venderse por completo). Sólo la
importación de los cereales y productos ali­
I. CONCEPTO Y CONTEXTO HISTORICO. Con esta menticios a precios más bajos habría permi­
expresión se indica en general el conjunto de tido a los industriales aum entar la producti­
los problemas sociales y económicos que ata­ vidad del propio capital con un ahorro sobre
ñen al sector primario de la economía y espe­ los salarios. Como había previsto D. Ricardo,
cialmente a los que se refieren a los trabaja­ renta y ganancias estaban continuamente en
dores del campo (por eso se puede hablar tam­ contraste. La abrogación de todo arancel
bién de cuestión campesina). Estos problemas aduanal por parte del gobierno liberal de
varían obviamente según las épocas históri­ Robert Peel (1854) habría debido perm itir la
cas y en el lenguaje historiográfico se habla caída de los precios agrícolas. Sin embargo
de una c. agraria en la edad romana, de otra esto ocurrió solamente veinte años después,
en la edad media y de otra aun en la moder­ debido al retraso con que las agriculturas
na y contemporánea. Esta última, durante los extraeuropeas entraban en competencia con
siglos xix y xx, ha sido objeto de gran inte­ la economía del viejo mundo, ya que para
rés por parte de las ciencias sociales, con los ellas se reproducía la relación de dependen­
resultados que iremos viendo a lo largo de los cia y subordinación entre agricultura e indus­
acontecimientos analizados. tria típica del desarrollo económico de la
Los orígenes teóricos del análisis de la c. sociedad capitalista. Con mayor razón se notó
agraria se remontan a la teoría de la renta de entonces la falta de una clase de campesinos
David Ricardo (1817) y de sus predecesores; propietarios: de hecho, por la continua trans­
y, hacia mediados del siglo xix, J.S. Mili formación de los salarios en capital, los pro­
(1848), en un largo capítulo sobre la propie­ ductos de la agricultura campesina debieron
dad campesina, historizaba por prim era vez costar menos, pues no estaban gravados por
las condiciones que estaban en la base del un interés sobre el capital tomado en présta­
desarrollo de la agricultura inglesa y de las mo (al menos en teoría).
continentales. La definitiva desaparición de Casi al mismo tiempo empezaron a publi­
una clase de medianos y pequeños propieta­ carse los escritos de .Marx (La lucha de cla­
rios independientes [yeomen) en la Gran Bre­ ses en Francia, El 18 Brumario de Luis Bona-
taña de principios del siglo xix era el hecho parte) y de Engels {La guerra de los campesi­
de donde arrancaba el análisis sociopolítico nos en Alemania y posteriormente Im cuestión
C U E S T IÓ N A GRA RIA 397

campesina en Francia y Alemania), que situa­ campesinos dentro del ya consolidado esta­
ban el problema campesino en el centro del do liberal. El campo se convertía en destina­
desarrollo social y político de los países de tario del mensaje político que las nuevas orga­
economía capitalista. El modo de producción nizaciones socialistas y católicas lanzaban. En
campesino es una forma económica anterior el último decenio del siglo xix los socialistas
a la capitalista que habría de ser eliminada franceses, alemanes e italianos intentaron
por esta última poco a poco. Después de la fundam entar una política agraria para el
desaparición de la clase campesina sería posi­ campo.
ble para la sociedad capitalista reorganizar­ Aun considerados en su especificidad, los
se de manera más eficiente para el propio fun­ acontecimientos que llevaron a las resolucio­
cionamiento. Sin embargo, la predicción de nes del congreso de Marsella de 1892 son bas­
la desaparición de la clase campesina era más tante sintomáticos de la crisis de estructuras
una declaración de principio que un hecho agrarias que afectaba al campo europeo. En
real; con excepción del caso de Inglaterra, en 1863 la filoxera (nueva y peligrosa plaga de
los países de la Europa continental se obser­ los viñedos) invadió y arrasó rápidamente la
vaba una gran resistencia y capacidad de zona del bajo Languedoc y la Provenza. Un
adaptación a las nuevas situaciones por par­ número de productores cada vez más depen­
te de los campesinos. Pero es necesario esta­ dientes de las entradas en dinero se ve obli­
blecer sin equívocos las causas de la perma­ gado al éxodo (tendencia ya manifiesta des­
nencia de una organización socioeconómica de 1850). Vinculado a la depreciación de los
campesina en medio de un sistema global­ productos, baja también el valor de la tierra:
mente capitalista. Conviene señalar ciertas la tasa de interés del dinero pedido a présta­
necesidades típicas del capitalismo urbano de mo para afrontar la crisis es superior a la tasa
la época: sobre todo la necesidad de obtener de capitalización del suelo, cerca de un 3%.
excedentes regulares (de alimentos y de mano En estas condiciones los arrendatarios y los
de obra) provinentes del campo. En este sen­ medieros podían satisfacer su tradicional
tido el capitalismo urbano encontraba en la aspiración a la posesión de la tierra. La c.
permanencia de ciertas situaciones de subde­ agraria se plantea cada vez más en términos
sarrollo campesino la posibilidad de satisfa­ de cuestión campesina.
cer ciertas necesidades estructurales, en El proteccionismo es el arm a inmediata
momentos de rápido y relativamente espon­ tanto de los conservadores como de los repu­
táneo desarrollo. Algunos decenios después blicanos: los primeros se reúnen en la Socié-
de los escritos mencionados, Marx escribía té des Agriculteurs de France (1867) y los
que la agricultura estaba dominada por los segundos en la Société nationale d'encoura-
principios de la economía capitalista (£7 capi­ gement á 1’agriculture (1880). Cae pues el prin­
tal, libro tercero, Intr. a la sección sexta). Las cipio del libre cambio, una de las columnas
transformaciones llevadas a cabo en los últi­ de la politica económica de la época, y se pac­
mos decenios del siglo xix en toda Europa tan nuevos aranceles según las situaciones y
obligaron a las organizaciones políticas sos­ términos del intercambio recíproco (1881-
tenidas por el estado o por los grupos socia­ 1884 y 1892). El trigo es ciertam ente el pro­
les |de los propietarios a los sindicatos de asa­ ducto privilegiado. Las guerras aduanales
lariados) a escoger una política capaz de sostenidas por Francia con Italia (1888-1899)
hacer frente a los efectos de la crisis agraria, y con Suiza (1893-1895) son hechos conocidos
los cuales habían puesto en tela de juicio las que manifiestan la competencia directa entre
estructuras sociales de las economías agra­ sectores productivos similares (agricultura
rias europeas: a pesar de los numerosos polos mediterránea e industria láctea). El capitalis­
industrializados, éstas se cimentaban todavía mo agrario se ve obligado a enfrentarse en el
en gran parte sobre la sociedad rural. I campo internacional; solamente el aumento
de las cabezas de ganado permite el pago de
II POLITICA Y ECONOMIA AGRARIA DURASTE 1A CRISIS DE ganancias y rentas. El estado reacciona con
u t s i g l o . En el contexto de una economía
f in la creación de un nuevo ministerio de agri­
dual, la c. agraria se planteaba también como cultura (1881) y de obras públicas. Los pro­
cuestión de la representación política de los pietarios se asocian para la selección del
C U E S T IO N AGRARIA

"uñado, ovino y bovino, para la elección de mos eran victimas de la crisis y de la política
semillas cerealeras, con la m ira de llegar a proteccionista que favorecía a los grandes
una especialización regional. Las relaciones productores. Como escribiera Engels, en
con la fuerza de trabajo también están suje­ Francia no se podía hacer la revolución en
tas a cambio. A causa de la disminución de contra de los pequeños propietarios {La cues­
la mano de obra rural (atraída hacia las ciu­ tión campesina en Francia y Alemania, 1894).
dades por los salarios más elevados) se esti­ Pero al mismo tiempo se hacía muy difícil una
mula el aumento de salarios para los que se política más rigurosa de inspiración marxis­
quedan, asi como la difusión de la maquina­ ta y se abrían las puertas a las programas
ria (segadoras, trilladoras y tractores de reformistas de los congresos de Breslau (1895)
vapor) y de los productos de la industria quí­ y de Bolonia (1897). La cuestión agraria de
mica: los fertilizantes. El sindicalismo en Kautsky (1899) nacía como respuesta, en el
Francia considera sobre todo dos categorías: nivel teórico, a los problemas de acción polí­
los asalariados y los medieros. En 1891 la bol­ tica vinculados con la crisis y con las trans­
sa de trabajo de Montpellier intenta organi­ formaciones que se estaban llevando a cabo
zar a los asalariados empleados en la viticul­ en la agricultura europea en las últimas déca­
tura, en competencia con la mano de obra ita­ das del siglo xtx.
liana y española. Más relativo fue el éxito de La obra de Kautsky nació en el seno de las
las organizaciones sindicales entre los asala­ discusiones del congreso de Francfort (1894)
riados de la región parisiense, a pesar de que y de los proyectos en él elaborados acerca de
la concentración de la gran propiedad capi­ la c. agraria, que favorecían un modelo de
talista podía favorecer su desarrollo. En cam­ desarrollo para la agricultura fundado en la
bio fue fuerte en regiones típicas de la medie- pequeña propiedad campesina, típicamente
ría (como la cuenca de Aquitania), donde el "bávara”, que no tenia en cuenta la situación
movimiento de medieros busca lograr un con­ de las otras regiones del Reich. Según
trato tipo, organizándose alrededor de una Kautsky, no podía hacérsele frente al proble­
acción cooperativa. ma campesino como realidad separada ni
En esta situación, el partido obrero fran­ solucionarlo sobre bases democrático-bur­
cés se vela obligado a revisar las decisiones guesas, sino que debía analizarse en relación
del congreso de El Havre (1880), que había con la gran propiedad, o sea como parte de
seguido muy de cerca la tesis de Marx sobre un sistema organizado en dos polos: grande
la abolición de la propiedad privada. Fueron y pequeña propiedad. En esta perspectiva
en cambio los congresos de Marsella (1892) ponía en evidencia cómo la modernización de
y de Nantes (1894) los que sistem atizaron el la agricultura alemana —y los mismos crite­
program a político de los socialistas france­ rios se podían extender a gran parte de la
ses sobre unas bases más elcctoralistas, pero agricultura del continente europeo— debía
también más cercanas a la variedad de situa­ tener en cuenta la organización social cam­
ciones d t finales de siglo. El program a agrí­ pesina que predominaba todavía en muchas
cola contemplaba puntos en favor de todos regiones del Reich. La resistencia de los
lo3 sectores: salarios mínimos, limitaciones pequeños propietarios a las formas más
en contratos de alquiler, utilización de las tie­ comunes de modernización de las técnicas
rras comunales por parte de los campesinos agrícolas (rotación continua y mecanización)
más pobres, lucha contra el proteccionismo no podía interpretarse únicamente como
y, en cambio, préstamo gratuito de maquina­ resultado de la cerrazón campesina unte las
ria por parte de las comunidades. Dichas invenciones más racionales de la época, sino
demandas no se distinguían mucho de las ini­ más bien como necesidad de defensa contra
ciativas de los republicanos con peticiones de la introducción de relaciones capitalistas en
préstamos y de crédito, desgravución de el campo. A este estado de cosas cabe añadir
impuestos y desarrollo de la capacitación la modernización de las estructuras políticas
agrícola. Pero sobre todo se intentaba ampa­ y financieras (parlamentos y partidos políti­
ra r a la median,, y pequeña propiedad, a los cos más o menos representativos y mayor o
campesinos y medieros que, aunque trabaja­ menor facilidad de crédito bancario) que
ban con la ayuda de los asalariados, ellos mis­ hacia finales de siglo el estado había alean-
C U E S T IO N AGRARIA 399

/ado, así como la mejora de los transportes grandes fundos contra la competencia exte­
ferroviarios, que permitía una mayor integra­ rior, y regular el mercado del trabajo, man­
ción regional, la penetración del mercado teniendo alta la oferta de mano de obra. La
capitalista y la difusión de los valores socia­ presencia de las máquinas se convirtió enton­
les burgueses. Sucedía asi que, en el marco ces en un arma contra las huelgas periódicas,
de un estado formalmente moderno, subsis­ mucho más eficaz que la intervención de la
tía una cultura campesina, que de hecho autoridad estatal. Pero en esta situación el
rechazaba una más completa modernización programa de los soeialdemócratas alemanes
de las estructuras sociales. Sombart hablaba no proponía la defensa de la agricultura cam­
en aquellos años de sectores que evitaban el pesina, cuya estructura social, fundada en la
proceso de socialización, ya que de hecho el familia patriarcal, se juzgaba demasiado con­
sector campesino se presentaba como un servadora. Se planteaba la diferencia entre
"orden" residual de la sociedad destruida por propiedades campesinas parasitarias y no
las revoluciones liberales. Dicho proceso parasitarias: estas ultimas debían ser defen­
habría acelerado la proletarización de los didas con una serie de intervenciones legis­
pequeños propietarios y los habría hecho más lativas contra los residuos feudales, el trabajo
dependientes de las exigencias del mercado de los niños, por la protección de los traba­
urbano y del sector industrial, al que no aca­ jadores estacionales y la facilitación de aso­
baban de adaptarse estructuralmente. Un pri­ ciaciones de campesinos, la instrucción téc­
mer resultado fue la disminución del nivel de nica y la nacionalización de los bosques. La
vida de los grupos campesinos, causado sobre introducción de la nueva tecnología agrícola
todo por el empeoramiento de la tasa de inter­ era el medio con el que las pequeñas hacien­
cambio entre productos agrícolas y manufac­ das rurales podían convertirse en agentes
turas industriales, lo cual limitó la posibili­ sociales activos en una nueva Alemania.
dad de m antener el volumen de inversiones
productivas necesarias para hacer más com­ III. CRISIS SOCIAL Y REESTRUCTURACIÓN SOCIOPOLIT1CA
petitivo el propio trabajo. e n e l c a m p o . Es importante recordar que

Por lo tanto el problema se planteaba como m ientras el desarrollo económico del campo
la necesidad de alcanzar una adecuación de europeo seguía un modelo capitalista, el desa­
la productividad de la agricultura campesi­ rrollo de las estructuras politicas seguia con­
na a la del capitalismo, tanto agrario como dicionado por los llamados "residuos feuda­
industrial. Por su parte, la gran propiedad les". Los Junker, los barones sicilianos y los
agrícola im itaba lo que sucedía en la indus­ grandes terratenientes del este europeo admi­
tria: división del trabajo y especialización o tían. al menos en teoría, la reestructuración
monocultivo, sin ninguna consideración por capitalista de sus propios fundos, pero
motivaciones que no se encuadraban según seguían manteniendo el poder político, y por
los principios de la ganancia. La introducción medio de una burocracia a su servicio tenían
de m aquinaria en el ciclo de producción (tri­ el control del estado. Conviene pues señalar
lladoras. cosechadoras, arados de vapor) lle­ el hecho de que la emigración de la mano de
gó a considerarse como la única intervención obra excedente —¡os más pobres, excluidos
conclusiva de la c. agraria, y en consecuen­ de la propiedad de la tierra, pero también los
cia se aconsejaba la constitución de grandes más emprendedores— hacia el continente
fundos, sin tener en cuenta las condiciones americano facilitó el desarrollo económico
del su d o o la oferta local de mano de obra. capitalista y el mantenimiento de un sistema
De hecho se aumentó de esta manera la estre­ político co nservador o decididamente reaccio­
cha dependencia del campo respecto de la nario. Las masas campesinas expulsadas de
economía y de la sociedad urbanas, y al mis­ la tierra no se insertaban directam ente en el
mo tiempo se consumaba la eliminación de ciclo de producción industrial de sus propios
aquellas formas intermedias de producción paise»., y asi Italia, Europa del este y Rusia
ubicadas entre el proletariado capitalista y tienen un desarrollo industrial fragmentario,
los jornaleros agrícolas. Las maquinas tenían dependiente a su vez de la financiación y tec­
la doble función de reducir los costos de pro­ nología anglu francesas y alemanas. La urba­
ducción, manteniendo la producción de los nización se produce en naciones ultraoceáni-
400 CUESTIÓN AGRARIA

cas, donde la organización económica de la Bertani), el mecanismo de transformación de


ciudad y del campo y la ausencia de estruc­ las rentas en ganancia era más lento que el
turas sociales rígidas hacia que estuvieran deterioro socioeconómico que habrá produ­
más preparadas para recibir grandes contin­ cido la gran depresión.
gentes de mano de obra extranjera. Quizás fue En Italia, como en otras partes del conti­
esa alternativa que ofrecía la emigración lo nente europeo, existían asociaciones que de
que hizo que las tensiones sociales derivadas distintas m aneras intentaban responder a la
de la c. agraria no originaran nunca un movi­ c. agraria de modo organizado: los sindicatos
miento revolucionario de masas, si bien es de inspiración socialista, las organizaciones
cierto que la actividad de anarquistas y socia­ católicas, los comités agrarios y las socieda­
listas registró un desarrollo notable en el des de propietarios. Después del fracaso de
campo a finales del siglo xix. las insurrecciones anarquistas de los años
No fueron extraños a la c. agraria los movi­ setenta, los socialistas buscaron el contacto
mientos, al principio espontáneos y después con los jornaleros de la Italia septentrional,
cada vez más controlados v dirigidos por las en Apulia y en Sicilia, con reivindicaciones
asociaciones sindicales, de asalariados, centradas en los aumentos salariales o en los
m edieros, a rre n d a ta rio s y cam pesinos arriendos colectivos de feudos y tierras públi­
pobres, en defensa de su propia condición. cas siempre que se presentara la ocasión en
Fueron especialmente importantes los italia­ la Italia meridional. No fueron siempre fáci­
nos, entre finales de siglo y los años veinte, les las relaciones entre campesinos y socia­
que culminaron en los fascios sicilianos y en listas: los prim eros estaban divididos por un
la ocupación de tierras de 1919-1921. El capi­ sinfín de contratos agrarios, que no corres­
talismo agrario italiano del siglo xix no se pondían exactamente a la simple división
había manifestado de una m anera muy dis­ entre propietarios y asalariados; los segun­
tinta del de los otros países europeos: los dos fluctuaban entre las posiciones de los
numerosos contratos existentes en la penín­ socialistas franceses (partidarios de la peque­
sula poco a poco se habían modificado, o bien ña propiedad) y después a la adaptación a las
hacia la solución dincraria en las relaciones tesis de Kautsky en un contexto no exento de
entre propietario y arrendador o bien hacia notables diferencias. También para los socia­
la erosión de la parle en especie en los con­ listas la difusión del capitalismo en el cam­
tratos de aparcería. Estas luchas se inserta­ po habría significado una indudable mejoría
ban en un movimiento secular de tensiones de la situación de la agricultura italiana. Asi
de clase entre propietarios y campesinos, pues, cuanto más adaptables a las reivindi­
entre ciudad y campo (revueltas en la época caciones salariales obreras eran las agitacio­
napoleónica, usurpaciones de los bienes nes de jornaleros en la región de Mantua, más
públicos meridionales en 1847, agitaciones en difíciles se hacían para los socialistas italia­
Lombardía en 1848, invasión de feudos y bie­ nos las relaciones con los fascios sicilianos,
nes públicos después de la caída del régimen con sus reivindicaciones autonomistas y un
borbónico), que revelaban la aspiración cam­ rechazo profundo del estado unitario y de su
pesina a la propiedad de la tierra. El análisis sistema fiscal. Finalmente podemos encon­
gramsciano del Risorgimento como "revolu­ tra r también una oposición entre pequeños
ción agraria fallida" es ciertam ente la clave propietarios, medieros y asalariados en la
para comprender el peso que conserva la ren­ Federazione Nazionale dei Lavoratori della
ta del suelo en el desarrollo político del nue­ Terra (1S01). Los años anteriores a la prime­
vo reino de Italia. A pesar de que la parte más ra guerra mundial fueron un periodo de inten­
lúcida de los terratenientes había hecho suyo sa transformación capitalista en el campo y
el problema de la mejora de las condiciones de fuertes luchas contractuales, que llevaron
de vida de los campesinos italianos después a un aumento de salarios de los jornaleros en
de los movimientos de 1869 por la molienda el norte y a una mejoría del modo de vida de
(testimonio de ello son las actas de la junta los campesinos arrendatarios, medieros y
de la Inchiesta Agraria. 1877-1884, redactadas pequeños propietarios. Seguía planteado el
bajo la dirección del conde Stefano Jacini, problema de la parcelación del latifundio
católico liberal, y del ex accionista Agostino meridional, que empezaba a encontrar nue­
CUESTION AGRARIA 401

va capacidad productiva sobre todo gracias alineaba la política económica italiana con la
a las inversiones en maquinaria agrícola: sólo de Francia y Alemania, que será después tam­
Salvemini seguía proponiendo la pequeña bién la de Austriu-Hungria y Rusia: los aran­
propiedad como sustituto de la enfiteusis celes del grano servirían para proteger la
como mejora real de los campesinos meridio­ reestructuración de la cerealicultura italia­
nales en la perspectiva de unión política entre na (elevando los rendimientos unitarios), obte­
obreros del norte y campesinos del sur. nida con la aplicación de las técnicas más
En esta situación tenían un amplio margen modernas (inspirada en el high farming
de acción las asociaciones católicas y las de inglés) y destinando al mismo tiempo los
propietarios. Son bien conocidas las ligas terrenos peores a cultivos típicamente medi­
blancas, de inspiración católica, organizadas terráneos, como el olivo o la vid, no afecta­
por Luigi Sturzo en Sicilia con posterioridad dos por la competencia de ultram ar. Se tra ­
a los fascios, y poco a poco en el resto del país, taba de una reestructuración técnica que era
donde organizaron los sectores de pequeños al mismo tiempo una reorganización de la
y medianos propietarios, también profunda­ sociedad agraria y que encontraba aceptación
mente afectados por la crisis económica y a por parte de los representantes más avanza­
quienes la prupaganda socialista no tenia en dos de la industria, como A. Rossi, una vez
cuenta. demostrado que el proteccionismo agrario no
Los principios que inspiraban la acción de implicaba un aumento de los salarios indus­
los católicos se remontaban a las asociacio­ triales. Un instrumento importante para esta
nes de socorro mutuo, en una perspectiva de reestructuración técnica fueron los comités
reorganización y modernización de las estruc­ agrarios y posteriormente los consorcios
turas productivas. El Véneto fue ciertam en­ agrarios (1892) surgidos en todas las provin­
te la región donde más se desarrollaron las cias del reino. Su actividad se dirigía a dos
asociaciones católicas, debido a las especía­ objetivos: la formulación de contratos agra­
les condiciones de inserción del clero en la rios tipo según las relaciones de producción
vida social del campo, importante residuo del locales y la venta de productos industriales
tiempo de los Habsburgos. Teniendo como especializados que se hacían insustituibles
modelo la experiencia alemana y austríaca, para mantener altos los rendimientos y defen­
surgieron cajas de ahorros por todas parles der los cultivos de enfermedades tales como
y fueron el medio de reunir los ahorros de los la peronospora y la filoxera. Cercanos en
agricultores no afectados todavía por la cri­ muchos aspectos (los medieros, el crédito
sis, permitiendo una reinversión en términos rural, la pequeña propiedad) a la problemá­
de maquinaría, fertilizantes y semillas selec­ tica de los católicos, expresan por otro lado
cionadas. Pero de hecho aumentaba la depen­ más decididamente su componente clasista al
dencia de la agricultura campesina respecto examinar las listas de socios y dirigentes:
a los productos industriales y a los mecanis­ empresarios burgueses y miembros de la vie­
mos crediticios. En otras partes, sobre todo ja nobleza local garantizan desde arriba las
en las regiones donde predominaba el régi­ transformaciones capitalistas de la agricul­
men de medieros, se seguía proponiendo tura de la región.
dicho régimen como medio de superar la cri­
sis económica y sobre todo como medio para IV. F.LCAPITALISMO EX EL CAMPOY LACUESTION AGRA­
frenar la transformación de los medieros en RIA en los años veinte y treinta. La crisis pro­
asalariados, lo que representaría su inevita­ ducida por la prim era guerra mundial, debi­
ble adhesión al socialismo. El apoyo a los da a la participación en masa de campesinos
medieros coincidía de este modo con el man­ en los frentes de toda Europa y su mayor poli­
tenimiento del statu quo social en el campo. tización. llevó a un empeoramiento de las
Las asociaciones de propietarios tuvieron relaciones de clase en el campo, sobre todo
un papel importante en la formulación de la en la Europa centro-meridional, donde la eco­
política agraria del reino: muchos de ellos nomía campesina seguía teniendo fuertes ras­
ocupaban un lugar en la cám ara o en el sena­ gos de autosuficiencia socioeconómica. En
do, como por ejemplo Jacini, Minghetti, aquellas circunstancias sólo la reforma agra­
Salandra. La opción proteccionista de 1885 ria se plantea como alternativa a una trans­
402 CUESTIÓN AGRARIA

formación de la c. agraria en revolución. La plo en Rumania, movimientos populistas cola­


caída del zarismo abría el camino a la ocu­ terales de "m archa al pueblo", diferentes sin
pación y división de los latifundios de la embargo de los regímenes fascistas instaura­
nobleza y de los bosques por parte de los cam­ dos en los países de Europa oriental. Por lo
pesinos rusos. demás la desaparición de los imperios centra­
En Europa se asiste en los años de la pos­ les y la agitada vida política de la república
guerra a una continua sucesión de luchas y de VVeimar y de la república austríaca obli­
revueltas: en Italia, entre 1919 y 1920, las gaban a la socialdemocracia austro-alemana
numerosas huelgas desembocan en ocupacio­ a revisar sus propias bases teóricas acerca de
nes de tierras, sobre todo en la Italia centro- la c. agraria para promover una alianza socio-
meridional, contra los bienes públicos y lati­ política más amplia que reforzara los preca­
fundios. La caída de Austria-Hungría dejaba rios sistemas políticos democráticos. Así, Otto
abierta la cuestión de los latifundios perte­ Bauer entendía que la situación sociopolíti-
necientes a la aristocracia austríaca y magiar; ca de la agricultura campesina debía anali­
además, la revolución rusa tuvo una rápida zarse en términos distintos de los que se
influencia en las provincias orientales del ex habían empleado en los años noventa. La
imperio Habsburgo y en 1917 se producen pequeña propiedad mostraba una fuerte ten­
estallidos revolucionarios en Transilvania y dencia a no desaparecer ante el gran fundo
Besarabia e incluso en Voivodina v Croacia. capitalista (del que dependía al ofrecer mano
En dichas regiones, así como en Checoslova­ de obra en tiempos de crisis); por lo demás
quia, la gran propiedad fue repartida entre en Italia había adquirido fuerza precisamen­
los campesinos del lugar. En espera de la te en los años inmediatamente posteriores a
completa transformación de Hungría en esta­ la guerra. La transición al socialismo necesi­
do socialista con la consiguiente nacionaliza- taba la expropiación de las grandes propie­
ción de las tierras, Bela Kun dejó intacto el dades (cabe recordar que en Europa central
régimen agrario existente: fue tarea del almi­ éstas ocupaban inmensas áreas boscosas y de
rante Horthy distribuir en los años treinta la pastos), pero el estado no podía explotar
risible cantidad de un millón de hectáreas en dichos predios sin afectar la estructura de la
los límites del país, y reducirlos a servidum­ propiedad campesina. En esta perspectiva, la
bre militar. Una cantidad algo más grande, alianza entre obreros y campesinos podía ser
seis millones de hectáreas, fueron distribui­ real solamente si los campesinos pobres se
das en Polonia con el mismo objetivo, antes hubieran liberado del control político ejerci­
y después del advenimiento al poder de Pil- do por los campesinos ricos, que, a través de
zudski. En Rumania, en 1918, la reforma agra­ los consorcios y de los mecanismos crediti­
ria establecía el fraccionamiento de los lati­ cios, muy desarrollados en Austria y en Ale­
fundios en Iransilvunia y Besarabia, mientras mania, poseían instrumentos de presión de
que en Bulgaria se iniciaba una reforma diri­ primer orden. Sin embargo, en el breve perio­
gida contra la propiedad de los campesinos do de diez años, y aprovechando la situación
ricos. creada por la crisis económica de 1929, el par­
Sin embargo, el fenómeno político más rele­ tido nacionalsocialista tom aría el poder en
vante en el este europeo, en el periodo com­ Alemania, explotando entre otra* cosas los
prendido entre las dos guerras, fue la crea­ sentimientos anticapitalistas de los campesi­
ción espontánea de numerosos partidos cam­ nos respecto al capital financiero. La demo­
pesinos (Hungría 1919, Bulgaria 1923, Polo­ cracia burguesa, que se sostenía en la supues­
nia 1926, Yugoslavia 1926, Rumania 19311, ta unión política de pequeña burguesía y cam­
con características nacionales propias, pero pesinos, según Bauer, eta sustituida por el
que en general estaban de acuerdo en justifi­ nacionalsocialismo, que aunque manipulado
car la propiedad privada como propiedad de por financieros, capitalistas industriales y
uso del suelo, en eliminar a lo- intermedia­ aristocracia terrateniente, lograba proporcio­
rios capitalistas entre campesino y m ercado nar un desfogue ideológico al malestar peque-
urbano, y que se colocaban junto a los radi­ ñoburgués y campesino. El rearme y la nece­
cales en las formaciones políticas de los nue­ saria política de autosuficiencia alimentaria
vos estados nacionales. Xo faltaron, por ejem­ practicada por Alemania absorbía la sobre-
CUESTION AGRARIA 403

producción agrícola; lemas como Blul und su mayor exponente A.V. Chayanov, que tra ­
Badén servían al campesino alemán para sen­ taba temas externos al marxismo. La caída de
tirse pieza fundamental del Reich, desde el los abastecimientos urbanos de 1927 y el
momento en que la propiedad de su predio aumento de poder de los campesinos respec­
se hacia perpetua y sus necesidades y priori­ to al sector industrial (cuyo desarrollo limi­
dades económicas eran decididas por el esta­ taban de hecho) fue el motivo que llevó a la
do totalitario con una rígida política de colectivización del campo. Trotski había sos­
precios. tenido que la colectivización y mecanización
Profundamente distintas fueron las solucio­ de la agricultura eran el único sistema para
nes a la c. agraria en Rusia. A principios de aum entar la productividad de modo que per­
siglo, populistas y socialistas revolucionarios mitiera la industrialización. Y Stalin en la
(1900) se oponían a una aplicación inmediata Construcción del socialismo en un solo país
del análisis marxista sobre los grandes fun­ indicaba el mismo camino: en 1930 la campa­
dos y las tierras campesinas, sosteniendo que ña para la colectivización fue iniciada y diri­
la vieja comunidad campesina, mir, podía ser gida por la burocracia procedente de la ciu­
la estructura social que perm itiera evitar la dad y de estrecha observancia stalinista. El
fase capitalista en la agricultura. Por su lado koljós era la estructura socioeconómica con­
Lenin (El programa agrario de la socialdemo- trolada por el poder político externo que per­
cracia, 1937; Teoría de la c. agraria. 1889-1917) mitiría finalmente una mejor explotación del
seguía más bien el análisis de Kautsky. Inme­ trabajo campesino, sustituyendo a las anti­
diatamente después de la revolución rusa de guas formas comunitarias, mir. Son bien
1905, las reformas de Stolipin (1906-1910) conocidos los costos económicos y sociales
intentaban resolver la dependencia de la fuer­ producidos por esta apresurada decisión, que
za de trabajo agrícola respecto de la obschi- a los ojos de los dirigentes soviéticos de la
na. la comunidad rural con responsabilidad época se presentaba como una verdadera gue­
fiscal como consecuencia de la liberación de rra para reducir a los campesinos a la inte­
los siervos (1858-1861). La caída del régimen gración política y contribuir así al masivo
zarista provocó la inmediata invasión de lati­ esfuerzo de industrialización del estado sovié­
fundios y bosques por parte de los campesi­ tico con una drástica reducción de los con­
nos y en un periodo de dos años la propiedad sumos.
campesina tenía el control de toda Rusia,
satisfaciendo así una aspiración secular. Pero V. CUESTIÓN AGRARIA Y REFORMA AGRARIA. HOY: LOS
si por una parte la división de tierras las daba países lxtkaeuropeos. En este contexto no
a quien no tenia, por otra ampliaba la propie­ puede dejarse de señalar que con base en el
dad a quien ya tenía. Las fuerzas sociales de esquema de análisis comparado de la expe­
producción se dividieron pues en kulaki, cam­ riencia europea, se han de tener en cuenta de
pesinos medios, campesinos pobres y jorna­ alguna manera las modificaciones de la c.
leros, a los que se anadian algunos koljós y agraria en la segunda mitad del siglo xx.
sovjós y los viejos mir. El nuevo código agra­ Conviene dejar asentado que sólo formalmen­
rio (1922), al mismo tiempo que socializaba te podemos considerarla una continuación de
los medios de producción con la nacionaliza­ los problemas vinculados a la afirmación del
ción de la tierra, garantizaba el uso heredi­ modo de producción capitalista en el campo,
tario perpetuo a los campesinos. Mientras que consolidado en la sociedad occidental durante
se hacia cada vez más claro que el ambicioso la prim era mitad del siglo. En efecto, mien­
plan de industrialización de Rusia no se podía tras que en los primeros decenios de este siglo
lograr con la estructura social existente en el el contexto permanece prácticamente invaria­
campo, había mucha diferencia de rentas y ble respecto al de los años ochenta del siglo
de productividad entre los fundos campesi­ xix, el salto cualitativo de la tecnología y de
nos, grandes y pequeños. Incluso la discusión la economía a escala internacional después
acerca de la mayor o menor productividad de de la segunda guerra mundial es de tal enver­
la gran hacienda se retoma con vigor: nota­ gadura que inserta los problemas de la trans­
ble fue el nivel de teorización de la llamada formación agí ai ia en una perspectiva estruc­
escuela de "organización y producción” y de turalm ente distinta. Asi pues la descoloniza­
404 CUESTIÓN AGRARIA

ción afecta al statu quu político de muchos industrializados, se exporta hacia las agricul­
países extraeuropeos y obliga al capitalismo turas en vías de desarrollo y condiciona su
internacional a reorganizar los propios siste­ transformación en sentido capitalista. Así en
mas de explotación de aquel sector definido México (1911. 193+1940), Bolivia (1953), Chi­
como tercer mundo, como países subdesarro­ le (1964-1970), Perú (1969), para poner algu­
llados en los años sesenta v hoy como países nos ejemplos, las reformas agrarias reforza­
en vías de desarrollo. Los países europeos, ron a las burguesías agrarias más que a los
entre finales del siglo xix y los años treinta, grupos campesinos. Si se considera a los paí­
enfrentaban la c. agraria en situaciones de ses en vías de desarrollo como “el campo” del
capitalismos nacionales, a pesar de las diver­ sistema sociopolítico actual y a los industria­
sas intervenciones bancarias extranjeras, y lizados como "la ciudad" (Lin Piao), solamen­
por tanto permitían la plena disponibilidad te examinando las relaciones internas de cada
del producto nacional bruto por parte de las país, entre industria y agricultura, podremos
burguesías nacionales o de los residuos feu­ ir más allá del simple eslogan político. Ya se
dales todavía activos politicamente. Por otro ha visto cómo las relaciones entre los dos sec­
lado, las burguesías nacionales de las colonias tores constituyen el tejido en el que se inser­
o ex colonias fundamentan su propio poder tan los datos particulares de la c. agraria,
económico y político en la adhesión al mode­ siendo conveniente recordar al respecto que
lo de explotación de materias prim as lleva­ actualmente los sectores agrícola e industrial
do a cabo por los países de capitalismo se aferran de distinta manera al sistema polí­
avanzado. tico y económico internacional. El único país
En las sociedades no industrializadas, la que ha planteado una política económica
tierra representa la forma principal de rique­ según el análisis aquí presentado de las rela­
za, que produce por lo demás poder político ciones entre la industria y la agricultura es
y económico, reflejado en los sistemas loca­ China. El lema "tom ar la agricultura como
les de propiedad y de explotación del sucio. base y la industria como factor dirigente” sig­
En este sentido la c. agraria no se puede resol­ nificaba la renuncia a la opción de una indus­
ver aplicando únicamente nuevas técnicas y tria pesada como tactor dominante de la revo­
nuevos instrumentos crediticios, tal como lución socialista en China. Las tres fases
podría parecer a primera vista en las socie­ (1949-52: reconstrucción; 1953-57: primer plan
dades europeas aquí consideradas; la c. agra­ quinquenal; 1958-60: “salto hacia adelante”)
ria se plantea necesariamente como reforma que preceden a la política económica sinteti­
agraria, precisamente porque en la situación zada anteriorm ente han marcado opciones
anterior era escasamente productiva ante la políticas cada vez más lejanas del modelo de
competencia extranjera. Además era conside­ desarrollo soviético y la adopción de este
rada como garantía contra la difusión de los orden de prioridades: agricultura, industria
movimientos revolucionarios de inspiración ligera, industria pesada. Probablemente la
marxista. actual política de modernización se hace posi­
Pero, de la misma manera que en la trans­ ble gracias a la capitalizóteión del trabajo cam­
formación capitalista del campo europeo la pesino en los mismos lugares de producción
agricultura estaba subordinada a la industria en el periodo de los sesenta y setenta.
precisamente en cuanto a la tecnología Los acontecimientos que han marcado la c.
empleada, así también el imperialismo eco­ agraria en Europa se vinculan estrechamen­
nómico logra subordinar a sus intereses las te con la economía industrial urbana, resol­
posibilid.-.des de resolución de los problemas viendo el conflicto secular ciudad-campo en
agrarios de los países en vías de desarrollo, favor de la prim era. Históricamente sigue
interviniendo en la tecnología y en las estruc­ planteada la cuestión sobre si el desarrollo
turas crediticias. Lenin, en El imperialismo, político de la sociedad europea (y de las socie­
fase superior del capitalismo, había insistido dades que siguen >u modelo) ha >ido promo­
en la necesidad del imperialismo capitalista vido o retardado según la ausencia o presen­
de exportar capitales hacia los países retra­ cia de una amplia clase de pequeños y media­
sados. Del mismo modo la tecnología actual, nos propietarios rurales. Recientemente los
producto del capital invertido en los países teóricos de la modernización que se han ins­
CUESTION MERIDIONAL 405

pirada en el desarrullo política y sucia! del R. Zangheri, Milán, Feltrinelli, 1960; Varios. Isti-
mundo anglosajón han puesta el acento en la tuzioni agraria nel decollo industríale, en Qua-
acción frenante de un grupo campesina nume­ derni Storici, 36, 1977.
roso respecto de la sociedad política. Tenien­
do en cuenta la experiencia de estos últimos [ m au ko a m b k o s o u ]
años, parece ser que las soluciones autorita­
rias en los países de amplia mayoría campe­
sina se han producido debido a la capacidad cuestión meridional
de los grupos hcgemónicos para encontrar
instituciones que rompen la unidad cultural i. d e f in ic ió n d e l f r o b l e m a . Por c. meridional se
de la clase campesina: subordinación de la entiende comúnmente la situación de atraso,
agricultura a la industria, al sistema finan­ o de subdesarrollo, en un nivel sobre todo eco­
ciero y sobre todo a la investigación científi­ nómico y social, aunque algunos añaden
ca, ha sido y sigue siendo el instrumento para incluso el político, en que se encontraba —y
mantener el control sobre la clase campesina. se encuentra aún, con ciertas precisiones que
iremos haciendo— la Italia meridional. Esta
b ib l io g r a fía : P. Barral, Les agrariens franjáis de situación puede considerarse desde dos pun­
Méline a Pisani, París, p f x s p , 1968; O. Bauer, Der tos de vista. En principio puede ser estudia­
Kampf uní Wald und Weide, Viena, Wiener Volk- da en su presentación y desarrollo en la rea­
sbuchhandlung, 1925; O. Bauer, Sozialdemokra- lidad italiana de los siglos xix y xx y, a par­
lische Agrarpolitik (1926), en Werkausgabe, Vie­ tir de allí, imputada por lo menos a toda una
na, Europa Verlag, 1976, t. m; O. Bauer, Tra díte serie de eventos históricos que han condicio­
inierre mondiali? (1936), Turin, 1979; A. Carac- nado el proceso de unificación y de desarro­
ciolo, I m questiune agraria e il nwvinienla socia­ llo de la sociedad italiana. Es éste el tipo de
lista nelle canipagne, en Critica sociale. a cargo aproximación que durante largo tiempo ha
de M. Spinclla, A. Caracciolo, R. Amaduzzi y C. predominado en la cultura italiana en rela­
Petronio, Milán, Fcltrinclli, 1959; A.V. Chayanov ción al problema. Ello naturalm ente no nos
y otros, Chayanov y la teoría de la economía cam­ impide pasar en el análisis a un campo más
pesina, México, Cuadernas de Pasado y Presen­ estrictam ente operativo y, a p artir de allí,
te 94, 1981; F. de Vecchis y A. Varotti, // marxis­ ap o rtar indicaciones más precisamente polí­
mo e la questione agraria in Italia: storia, teoría, ticas. Pero a la fuerza se debe poner especial
metodología, Roma, 1975; M. Gutelman, Estruc­ atención sobre aquellas particularidades de
turas y reformas agrarias, Barcelona, Fontama- la historia italiana que hayan podido contri­
ra, 1981; P. Jalée. Le pillage dit tiers monde, París, buir al surgimiento del problema. Desde este
Maspero, 1967; K. Kautsky, La cuestión agraria punto de vista, este tipo de aproximación, si
(1899), México, Siglo XXI, 1974; S. Lañara, Movi- por un lado pone a la luz toda una serie de
mento cattolico e sviluppo capitalistico nel Véne­ datos indispensables para la comprensión del
to fra 800 e 900, en Studi Storici, XV, 1974; V.I. problema, por el otro no tiene en cuenta las
Lenin, El desarrollo del capitalismo en Rusia útiles indicaciones que el análisis com para­
(1898), México, Ediciones de Cultura Popular, do puede dar, y sobre todo no pone en eviden­
1974; V.I. Lenin, Teoría della questione agraria cia los mecanismos que producen, o tienden
(1899-1917), Roma, Editori Riuniti, 1951; D. a producir, en determ inadas circunstancias,
Milrany, Marx against the peasant: a studx in un determinado tipo de situación como la del
social dogmatism, Darham, Universityof North Mc-zzogiomo.
Carolina Press, 1951; B. Moaré Jr., Los orígenes En la medida posible, precisamente a la
sociales de la dictadura y de la democracia (1966), reconstrucción de estos mecanismos se ha
Barcelona, Península. 1973; E. Serení, La ques­ dedicado en cambio el análisis de las ciencias
tione agraria nella rinascita nazionale italiana, sociales que en la posguerra comenzaron a
Turin, Einaudi. 19752; J. Tepicht, Marxisme et ocuparse del estudio de la c. meridional.
agricultura, París, Colín, 1973; D. Warriner, Eco- Como se verá, la consolidación de este nuevo
nomiesof peasant farming, Londres, Cass, 1964; tipo de enfoque, más que a la influencia de
Lo tu agraric in Italia. La Fcdcrazionc naziona­ la cultura anglosajona se debe en gran medi­
le dei lavorulori della ierra, 1901-1926, a cargo de da al surgimiento, en el nivel internacional,
406 CUESTIÓN MERIDIONAL

del estudio de los problemas derivados del origen nobiliario o granburgués, reforzada de
atraso y del subdesarrollo. En Italia nace lue­ inmediato por el desmembramiento de los
go sobre todo de la reconocida necesidad de bienes no enajenables eclesiásticos, y una
que el estado intervenga en la realidad social masa numerosa de campesinos sin tierras, o
para modificar los mecanismos que han pro­ bien propietarios de pequeñísimos fundos
ducido y producen atraso en el sur. Para ligados económicamente a la gran propiedad.
lograr esto no basta sólo un conocimiento En el medio, la pequeña burguesía, la clase
específico, estrictamente histórico del proble­ media que, privada de sus propios medios de
ma, sino que es indispensable identificar los sostenimiento, se limita a actividades de ser­
mecanismos precisos, deducidos quizá del vicio de la gran propiedad y. en medida cre­
análisis comparado, que la intervención del ciente, a aspirar a los empleos estatales que
estado puede modificar con éxito. pronto se convierten en su exclusivo mono­
La c. meridional como problema político, polio.
cultural y económico nace con la unificación En los años siguientes a la unificación, la
italiana: ya en las primeras correspondencias situación se desarrolla siempre de acuerdo
de los enviados del gobierno piamontés, con estos lincamientos: afirmación de la gran
Cavour entrevé las condiciones de atraso del propiedad, que logra asi insertarse con éxito
ex reino borbónico. en el sistema político nacional; inicio del lar­
El problema, sea cual fuere, queda abierto go proceso de "meridionalización" del apa­
de inmediato e implícitamente resuelto con rato burocrático del nuevo estado, que per­
la atribución de la responsabilidad a los bor- mite de esta forma absorber en gran medida
bones. Su mal gobierno habia empobrecido las aspiraciones de la pequeña burguesía:
una región de por sí rica que, para reponer­ marginación política de los campesinos, que
se de los males que la afectaban, necesita sólo se expresan únicamente a través de formas
de un gobierno ilustrado y enérgico. Este es impropias como el bandolerismo y las revuel­
el argumento que pesa de manera crucial en tas locales similares a las jacqueries medie­
el debate entre centralización y descentrali­ vales.
zación que se desarrolla en esos años en el Sólo después de 1870 en los círculos políti­
nuevo estado. El Mezzogiomo puede ser aban­ cos dominantes se comienza a tomar concien­
donado a sí mismo: su sociedad está corrom ­ cia de la potencial peligrosidad de esta situa­
pida, más bien ha sido corrompida por el ción, cuando un notable grupo de estudiosos
poder político, y a partir de allí no está en con­ contribuye a hacer concentrar la atención de
diciones de autogobemarse. Conceder al Mcz- la opinión pública sobre los problemas del
zogiorno un sistema federal como el nortea­ Mezzogiomo.
mericano significaría no sólo postergar toda Algunos de éstos se reúnen alrededor de la
resolución del problema sino más que nada Rassegna Settimanale y comienzan un estu­
poner en peligro la misma unidad del estado dia sistemático y, en lo posible, científico de
italiano, manteniendo en el sur una situación las condiciones del Mezzogiomo. Se trata de
de m alestar social potencialmente peligrosa. los que fueron designados como el grupo de
Si ya desde fines de 1860 quedaba adverti­ los meridionalistas conservadores que, cons­
da la presencia de serios problemas en el Mez­ cientes de la gravedad de la c. meridional,
zogiomo, en el decenio siguiente precisamen­ decidieron remediarla induciendo a las cla­
te el enfoque arriba señalado refuerza la con­ ses dirigentes a una política de mayor respi­
vicción de que la sola unificación de por si ro, con el fin de reforzar las bases de la joven
habría resuelto la cuestión e impedido que en nación italiana y dem ostrar la misión histó­
el debate político del nuevo estado fueran tra ­ rica de la burguesía como clase libertadora
tados con mayor atención los problemas de (Salvadori, 1963). Y precisamente porque
la región. creen en un conservadurismo capaz de ser
motor de progreso, >u punto de referencia
ii.la búsqueda de las CAUSAS. Mientras tanto se reside en el modelo político constitucional
consolidaba en el sur una típica situación de inglés. Son Pasquale Villari, Sidney Sonnino
atraso. Dos grandes grupos sociales domina­ y Leopoldo Franchetti, autores estos dos últi­
ban la escena: la gran propiedad agraria de mos de la lamosa investigación sobre Sicilia
CUESTION MERIDIONAL 407

nel 1876. Su traba jo se explica principalmen­ cede a analizar con extrema precisión el pro­
te en el campo de la búsqueda empírica de las ceso de empobrecimiento del Mezzogiorno.
condiciones de la sociedad meridional, pro­ Su análisis destaca la función secundaria ejer­
duciendo así un notable e interesante volu­ cida por el sur en las confrontaciones del pro­
men de datos. ceso del desarrollo industrial concentrado en
En cuanto a la solución aconsejada para el norte. A través de un atento análisis de la
modificar la situación, la principal medida política económica y financiera del estado
necesaria es la transformación del latinfudio unitario, Nitti logra demostrar cómo se había
meridional en un vasto número de arrenda­ dado una efectiva transferencia de riquezas
mientos de aparcerías o de pequeñas propie­ del sur hacia el norte y cómo esta transferen­
dades con el fin de form ar una numerosa cla­ cia había favorecido notablemente el despe­
se de campesinos independientes económica gue económico del norte, mientras que este
y politicamente. proceso de explotación había impedido todo
Con Giustino Fortunato la apertura de la desarrollo industrial en el sur y deteriorado
cuestión da un nuevo paso adelante. Surge la la situación socioeconómica general. De este
necesidad de considerar con mayor atención modo el análisis de Nitti llega a la conclusión,
cuáles fuerzas están potencialmente en con­ importantísima en el futuro, de que sin un
diciones de llevar adelante una política de sólido proceso de industrialización, estim u­
reformas en el Mezzogiorno. Para Fortunato lado y dirigido por el estado, no seria posi­
sólo el estado puede hacerlo, movilizando al ble resolver la c. meridional.
mismo tiempo sobre estos objetivos de refor­ Sin embargo no hay que olvidar que en sen­
ma a las masas campesinas. Fortunato llega tido opuesto se levantaban las afirmaciones
a esta conclusión mediante la crítica del pro­ de Don Sturzo. No se trataba, según él, de
ceso histórico de unificación representado hacer recorrer al sur el mismo camino reco­
por el Renacimiento, proceso que por cierto rrido con éxito por el norte, sino, por el con­
no ha involucrado a las grandes musas popu­ trario, racionalizar la estructura productiva
lares. Pero la confianza en el cambio está sen­ existente, es decir la agricultura. De este
tada precisamente en aquellas fuerzas, las modo la modernización del sur sería alcan­
que gobiernan el estado, que no se han mos­ zada sin obstáculos, ahorrando a la sociedad
trado muy interesadas en promover cambios meridional las fracturas disgregadoras de las
relevantes. De hecho, por esto, es decir por transformaciones industriales.
la obstinada insensibilidad del estado ante Mientras tanto, para apuntar la interdepen­
toda necesidad reformadora, y por su función dencia creada entre el desarrollo del norte y
de principal sostén del bloque de poder meri­ el atraso del sur, había surgido el pensamien­
dional, Fortunato llega finalmente a conside­ to socialista (y, en particular, Ciccoti). Des­
rar inútil, e incluso peligrosa, toda interven­ pués de un prim er momento en el cual lamen­
ción del estado en la vida económica del país tablemente se había identificado con el socio-
y, a partir de allí, en un segundo momento, logismo de tinte positivista y con su triste­
a convertirse a un liberalismo radical en opo­ mente famosa teoría "científica" sobre la
sición a un proteccionismo estatal que había natural inferioridad racial de los meridiona­
demostrado ser un formidable instrum ento les como causa prim era del atraso del sur,
de conservación de la estructura social del una más atenta reconsideración del método
Mezzogiorno. marxista lo lleva a señalar los orígenes del
Desde esta perspectiva la c. meridional subdesarrollo meridional en el modo de for­
resulta estrecham ente vinculada a la crítica mación del proceso de unificación adminis­
del Renacimiento y, a partir de allí, a la moda­ trativa y de desarrollo industrial del estado
lidad de actuación del proceso de unificación italiano. En este sentido, el Mezzogiorno,
nacional. Para Colajanni, por ejemplo, entre según la clásica afirmación marxista, pade­
norte y sur se ha establecido una relación en cía tanto del desarrollo del capitalismo como
muchos aspectos sim ilar a la que se instaura de lo insuficiente de este desarrollo.
entre una potencia colonial v sus colonias. Hacia finales del siglo el debate tiende a
Contemporáneamente, desde un punto de superar la dimensión teórica para convertir­
vista más estrictamente económico, Nitti pro­ se en más del inidamente política. La situación
40H CU USTIÓN MERIDIONAL

política meridional, contrastada por la per­ do del sur la base de la revolución italiana"
manente corrupción del restringido electora­ (cit. en Salvadori). En Dorso reaparecen todos
do, influye negativamente en los socialistas los temas del meridionalismo italiano clási­
y los empuja a buscar acuerdos con las Tuer­ co: critica del Risorgimento, necesidad para
zas más abiertas de las clases dirigentes sep­ el reform ador de una fuerza y de un rigor
tentrionales. olvidando completamente a las moral, confianza al señalar como protagonis­
masas del sur. Algo más que escasa es, y siem­ ta del cambio a un grupo social profundamen­
pre lo ha sido, la incidencia de los intelectua­ te ligado al tradicional sistema de poder: la
les meridionalistas sobre la formación de los "pequeña burguesía humanista".
temas políticos de importancia nacional. Para Dorso la situación del Mezzogiorno es
En este contexto, la importancia de Salve- fruto de la autoexclusión de la clase política
mini "reside en haber afirmado por prim era meridional en la gestión del poder político
vez. la verdad, entonces convertida en patri­ nacional. Pero, precisamente por esto, la
monio ideal de las fuerzas socialistas italia­ superación de la condición de súbdito colo­
nas, de que así como los campesinos meridio­ nial no puede ser asignada a los estratos
nales no podrían emanciparse a si mismos sin subalternos, completamente marginados,
la ayuda de los obreros del norte, éstos tam ­ sino a aquellos estratos que, estando en el cen­
poco podrán convertirse en clase dirigente sin tro del sistema político, cultural y social, pue­
la alianza de aquéllos" (Salvadori). den realmente incidir a través de nuevas for­
En efecto, el mérito de Salvemini consiste mas de integración política sobre la vida
en haber intentado por vez prim era un com­ nacional. El mérito de Dorso resulta enton­
pleto análisis de ~lase del sistema de poder ces. no obstante los evidentes limites de su
que gobernaba el sur y en haber señalado en análisis de clase, del replanteo de manera
las masas campesinas el sujeto que debía ser nueva, aunque no original, de la atención
movilizado para destruir la alianza entre lati­ sobre la gestión del poder político, centro de
fundistas y pequeña burguesía, eje fundamen­ dirección de toda manifestación en el sur e
tal de ese sistema. En el Mezzogiomo, en efec­ instancia unificadora respecto de la disgre­
to, faltan casi completamente dos de las cla­ gación general (Turnatori y Lodi).
ses fundamentales de la sociedad moderna: Contemporáneamente a Dorso, desde el sec­
el proletariado y la burguesía capitalista. tor socialista, Antonio Gramsci profundiza
El remedio necesario para esta situación con posterioridad el análisis. Partiendo de
resulta, según Salvemini, un proceso de movi­ consideraciones sobre la situación meridio­
lización de las masas campesinas. Los medios nal no demasiado disímiles de aquellas de los
para activarlo son esencialmente el sufragio clásicos, Gramsci ahonda en ella en un amplio
universal y el federalismo. En este contexto análisis de la clase dirigente italiana.
se encuadra la alianza de todas las fuerzas En la c. meridional detecta ante todo una
progresistas del norte aunque en una óptica, situación funcional, tanto en el nivel político
para Salvemini, todavía algo mecánica: es como económico, al sistema de poder instau­
decir, antes los progresistas del norte pelea­ rado en Italia después de 1861. Para Grams­
ron el sufragio universal y, una vez obtenido, ci la c. meridional se liga directam ente con
buscaron movilizar a los campesinos y liqui­ el problema del Risorgimento como revolu­
dar así las fuerzas reaccionarias. A p artir de ción fallida y por ello se plantea fundamen­
allí, estas dos instancias m archarían separa­ talmente como cuestión nacional. Pero pre­
das hasta que Salvemini, desconfiando de la cisamente en tanto nacional, la c. meridional
oportunista política de alianzas del rsi, tiene la necesidad de ser encuadrada en la
comenzará a considerar sólo a las masas estrategia del movimiento socialista como
meridionales sin tener más confianza en las problema fundamental y no accesorio. De este
del norte. modo, el nudo central por afrontar resulta ser
En esta perspectiva se inserta también el el poder político central. Precisamente sobre
aporte teórico de Guido Dorso, aunque su este punto tiene lugar la división entre refor­
visión reform ista tiende a considerar en mistas y revolucionarios en el interior del
mayor medida a la sociedad italiana en su glo- movimiento obrero: entre quienes creen que
balidad: "la c. meridional se resolverá hacien­ el problema puede ser resuelto con la ayuda
CUESTIÓN MERIDIONAL 409

del poder político y entre quienes piensan, sidad de modificar, con la intervención del
como Gramsci y otros, que sólo un cambio de estado, las estructuras de la sociedad meri­
las relaciones entre las clases y de éstas y el dional.
estado puede resolver efectivamente las
cosas. Según Gramsci, después de 1861 en Ita­ ui. el debate de POSGUERRA. La comprobación
lia se había formado una estrecha alianza más relevante de la cual hay que partir para
entre los dos grupos dominantes en el nivel comprender los desarrollos posteriores del
regional —los agrarios del sur y los industria­ debate es la persistencia de la c. meridional
les del norte— y que esta alianza ha condicio­ en el tiempo, en menoscabo de todos los inten­
nado fuertem ente el desarrollo político del tos hechos para resolverla. La realización de
país después de la unificación, obstruyendo la industrialización en el norte no ha llevado
la democratización de las relaciones sociales ningún beneficio al sur, pese a que en los últi­
en el campo y la superación de las viejas for­ mos años se hayan experimentado sin éxito
mas de producción semifeudales. De este aná­ varios intentos de promover un desarrollo
lisis deriva en consecuencia que. para des­ moderno. Esta situación de cualquier forma
tru ir esta alianza, deben unirse los respecti­ ha contribuido a destacar cada vez más el pro­
vos antagonistas históricos de estos dos gru­ blema y a convertirlo en una verdadera y pro­
pos dominantes: la clase obrera del norte y pia cuestión nacional: después del adveni­
los campesinos del sur, los dos sujetos poien- miento de la República todos los gobiernos
ciuJmente revolucionarios. En particular, en se han planteado el objetivo de encaminar la
el Mezzogiomo Gramsci señala tres estratos situación sin obtener, sea como sea. muchos
sociales en el interior de una sociedad agra­ éxitos.
ria: la gran masa campesina amorfa y disgre­ Esta centralización del problema meridio­
gada, los intelectuales de la pequeña burgue­ nal surge también en una de las críticas más
sía rural, los grandes terratenientes y los articuladas que se le han hecho a la perspec­
grandes intelectuales (Croce y Fortunato) tiva gramsciana, la de Rosario Romeo. Al
(Gramsci, 1972). comentar la tesis gramsciana del Risorgimen-
Éstos son los elementos que el partido debe to como revolución agraria fallida. Romeo
tener en cuenta en el sur para su modelo de indicó sus limitaciones al no haber tomado
transformación de las estructuras de la socie­ en cuenta los vínculos de funcionalidad
dad. El partido organiza así las clases y los corriente entre la explotación de las masas
grupos sociales y, naturalmente, los intelec­ campesinas y el proceso de acumulación o ri­
tuales. para ponerlos al servicio de la revo­ ginaria del capital y de desarrollo del capita­
lución socialista. Más precisamente, en este lismo italiano. De hecho, una revolución agra­
modelo, que disiente ampliamente en especial ria habría implicado una redistribución de la
de la problemática salveminiana, el papel de propiedad de la tierra según el modelo fran­
los obreros del norte no consiste sólo en apro­ cés y, por lo tanto, un aumento del nivel de
vechar los márgenes reform istas del capital consumo de las clases campesinas, por lo que
sino, por el contrario, en organizar a los cam­ habrían dism inuido necesariam ente los
pesinos del sur mediante el partido y llevar­ recur-os disponibles para la acumulación y,
lo hacia los objetivos comunes. de hecho, frenado notablemente el proceso de
En definitiva, con Gramsci se impone en el desarrollo económico. Desde este punto de
estudio de la c. meridional la necesidad de un vista, incluso la propia situación de subdesa­
análisis crítico de la sociedad y de la< fuer­ rrollo del Mczzogiorno se entiende como una
zas sociales dispuestas al cambio. Sin un aná­ fase de explotación del sur por parte del nor­
lisis de clase resulta inútil, y sobre todo peli­ te, moralmente deplorable pero económica­
groso. limitarse al problema del estado y mente necesaria para el desarrollo de todo el
exponerse a las hipótesis de una solución país e ínsita en la diversidad de las situacio­
puramente política del problema. El punto de nes socio-económicas de la> diversas regiones
llegada de Gramsci resulta, en la posguerra, italianas en el momento de la unificación. En
un punto de partida para un análisis que otras palabras, en la diferencia de los puntos
aporte datos más útiles en una situación polí­ de partida está la explicación principal del
tica que en la actualidad ha aceptado la nece­ subdesarrollo meridional.
410 CUESTIÓN MERIDIONAL

La interpretación de Rorreo ha sufrido, des­ avanzada del país. En efecto, a todas las solu­
de luego, muchas objeciones. En particular ciones propuestas para resolver la c. meridio­
se ha observado de manera aguda (Gerschenk- nal es común la convicción de que sustancial­
ron) que m ostrar las carencias y la estreche/ mente el problema del desarrollo del sur no
de la crítica gramsciana al Risorgimento no es diferente del desarrollo del norte y que por
puede justificar el proceder de las clases diri­ ello no puede ser resuelto en el mismo m ar­
gentes italianas durante este periodo. Al con­ co social y político que hasta ahora es domi­
trario, aunque sin rechazar sustancialmente nante. De estas premisas se deriva, por lo tan­
el esquema propuesto por Romeo, la acción to. la necesidad de eliminar, a través de la
del estado italiano después de la unificación acción del estado, todos los obstáculos que
queda considerada como insuficiente sin más puedan de alguna manera turbar u obstacu­
en su asignación de recursos al sistema indus­ lizar el proceso de penetración del desarro­
trial y en su promoción del desarrollo econó­ llo industrial en el área atrasada; gran relie­
mico nacional. De todos modos, a pesar de las ve se le concede a los modelos de com porta­
críticas que pueden hacérsele, debe observar­ miento y de valores considerados cruciales en
se que incluso la tesis de Romeo destaca la el proceso de cambio social.
necesidad de una “política meridionalista" Pero a esta tesis se le ha venido contrapo­
para resolver la c. meridional. niendo progresivamente otra que insiste, por
Mientras tanto, precisamente por las difi­ el contrario, en la unidad del mecanismo de
cultades que se encuentran en su solución, el desarrollo que está en la base tanto del desa­
problema empieza a ser considerado desde rrollo del norte como del subdesarrollo del
una perspectiva cada vez más amplia que lo sur. Recientemente expresada en Italia por
asimila a los problemas generales del atraso Capecelatro y Cario, esta tesis es continuación
y del subdesarrollu. Además, en la posguerra de las elaboraciones de A. Gunder Frank y en
la cultura italiana restablece los propios con­ general de los neomarxistas norteamericanos
tactos con la cultura occidental y en particu­ Baran y Sweezy.
lar con la norteamericana. Así se difunden Si el capitalismo en su desarrollo tiende a
también en este país las prim eras teorías crear y a recrear continuas polarizaciones
generales del desarrollo social formuladas entre áreas metropolitanas y áreas satélites,
por la sociología anglosajona. instaurando entre ellas relaciones de depen­
Para esta corriente de pensamiento, cuyo dencia y de explotación, la situación de sub­
máximo exponente puede ser T. Parsons, el desarrollo del sur es entonces el producto
desarrollo económico-social es un proceso directo del desarrollo capitalista en el país.
tendencialmente universal, basado en la Por eso la única solución verdadera de la c.
industrialización y en la modernización, que meridional es una revolución socialista que
con diferente intensidad involucra e intere­ movilice a lodos aquellos que en algún modo
sa potencialmente a todos los países. Preci­ resultan sistemáticamente explotados por la
samente por esto, eventuales crisis y reflujos metrópoli.
que se manifestan en las sociedades tradicio­ Ya en el debate teórico internacional este
nales en sus relaciones con el exterior tien­ tipo de análisis ha encontrado notables críti­
den a ser interpretadas generalmente como cas, especialmente en loque respecta al con­
fenómenos de resistencia de las viejas estruc­ cepto de modo de producción capitalista usa­
turas que tratan de sobrevivir a la implanta­ do por Frank y, sobre todo, por la subvalora-
ción innovadora. ción del papel que los factores endógenos
En estos términos, la c. meridional se con­ cumplen en los procesos de cambio. Su pos­
vierte en un fenómeno de dualismo de la terior aplicación pura y simple a la situación
estructura *<ocial y económica italiana. En italiana ha generado perplejidad.
efecto, aquí conviven dos organizaciones Sobre todo se ha cuestionado (Bonazzi) el
sociales de diferente tipo: un norte avanzado no haber tenido suficientemente en cuenta el
V un sur atrasado. La solución del problema hecho de que el Mc-zzogiorno forma parte del
tendrá lugar de m anera casi automática, en estado italiano desde hace más de un siglo.
caso de que el sur resulte progresivamente Cuestión de no trascendentes consecuencias
absorbido por el desarrollo de la parte más si pensamos por ejemplo en las particulares
CUESTIÓN MERIDIONAL 411

funciones que ejerce, y ha ejercido, sobre el insumos simbólicos. En este sentido, por
sistema político nacional la clase política ejemplo, debe particularm ente insertarse el
meridional y la meridionalización de la admi­ plan de bonificación integral, que tiende a
nistración pública. Pero particularm ente se desarrollar en el Mezzogiorno ambas funcio­
cuestiona el no tener en cuenta la política nes. Por otro lado se puede agregar la políti­
meridionalista del ¿tasto público experimen­ ca de construcción de obras públicas y la mis­
tada en la posguerra. El modelo de Gunder ma política exterior "im perialista” con la
Frunk, localizando el análisis en los procesos aventura de Etiopia, hecha pasar por solución
de subdesarrollo provocados por la explota­ de los problemas de los campesinos meridio­
ción externa, no ofrece instrumentos teóricos nales. Pero es después de 1945 cuando se asis­
para com prender la particularidad de la te a un cambio cualitativo de la actitud del
estructura interna del Mezzogiorno y en par­ estado hacia el sur. La influencia de las teo­
ticular las relaciones de clase. Por estos moti­ rías del desarrollo arriba citadas lleva a reva­
vos se ha pensado (Bonazzi, 1972) que la rea­ lorizar el papel de la intervención pública y
lidad presente en el Mezzogiorno puede ser de esa forma a institucionalizarla con la crea­
afrontada mejor con un esquema teórico que ción. en 1950, de la Cassa del Mezzogiorno.
comprenda tanto los factores exógenos como No obstante que la Cassa fuera concebida en
los endógenos y que permita valorar los pro­ su creación como un ente extraordinario, nos
cesos de transformación vinculándolos a las encontramos ahora frente a un diseño orgá­
funciones ejercidas por los condicionamien­ nico, o que al menos así se pretende, de solu­
tos estructurales determinados por el tipo de ción del problema meridional. A las tesis de
desarrollo de la comunidad nacional y por la Rosenstein-Rodan en el sentido de un desa­
interacción que se establece entre estos con­ rrollo de la agricultura y de la infraestructu­
dicionamientos v la sociedad meridional con­ ra. y a la de Lutz de una tregua salarial para
siderada en sus componentes internos. crear los márgenes de formación de nuevo
Resumiendo y esquematizando, el proble­ capital para invertir en el sur, se opone, sus-
ma de hoy consiste fundamentalmente en tancialmentc vencedora, la tesis de Saraceno
saber si el considerar la c. meridional como favorable a la creación de “un mecanismo de
un producto directo del desarrollo capitalis­ dcsarrollo autónomo y autopropulsivo”. Esta
ta en Italia lleva necesariamente a superar la línea en concreto significa el intento de indus­
relevancia de la acción política a corto pla­ trializar el Mezzogiorno especialmente por
zo, también y sobre todo dentro del marco medio de la acción del estado, sea como direc­
político-institucional vigente. Es sobre este to contratista o a través de ayudas y subven­
problema que el debate está en marcha entre ciones.
quienes juzgan la acción estatal de cualquier Esta linea de desarrollo lleva consigo dos
tipo como funcional al desarrollo capitalis­ implicaciones notablemente importantes.
ta, y por lo tanto incapaz de dar por si mis­ Sobre todo consagra, también oficialmente,
ma una solución a la c. meridional, y entre la c. meridional como cuestión nacional y la
quienes piensan que en ella pueden encontrar­ coloca de esta manera en el orden del día,
se implicaciones cuantitativas no indiferen­ aunque sea de manera superficial y propagan­
tes sino más bien cruciales para el desarro­ dística. A partir de allí, en segundo lugar,
llo histórico. logra ver como necesaria una intervención
global y programada aunque sólo sea para
iv la acción dfi. ESTADO. Se puede justam ente abril el problema: sin una concepción inte­
sostener que el fascismo había representado gral no se puede aquí seguir hablando ni de
el perfeccionamiento del bloque agrario- afrontar ni de resolver la cuestión.
indu-trial constituido en los primeros 50 años Pero también este tipo de aproximación al
de historia italiana. En efecto, para reducir problema comienza a encontrar creciente difi­
las tensiones a las cuales este bloque había cultad en la segunda mitad de la década de
estado expuesto en los primeros 25 años del los sesenta. Por un lado, de hecho la crisis del
siglo, se empeña por un lado en una política desarrollo industrial en el norte impone una
de control planificado de las fuerzas sociales más atenta consideración de las vinculacio­
y. por el otro, en una creciente emisión de nes económicas internacionales y. a p artir de
412 CUESTION MERIDIONAL

ello, de la posición de Italia en el proceso de posesión de sus parcelas, no están en condi­


división internacional del trabajo: sin un aná­ ciones propias para poder administrar la nue­
lisis de las implicaciones que éstas tienen va empresa sin la ayuda externa. Resulta
para todo el proceso de desarrollo italiano no entonces necesario obtener esta asistencia de
se puede elaborar ninguna solución teórica las entidades de reforma y, a partir de allí,
de la c. meridional. Por otro lado, la misma del estado, que de este modo viene a ejercer
política de industrialización en el sur no ha un masivo control sobre muchos aspectos de
logrado sustanciales éxitos sino que se ha la vida rural. La necesidad de recu rrir a la
limitado a crear "enclaves” desvinculados del ayuda de las entidades de reforma se resuel­
atraso circundante y, por lo tanto, "margina­ ve en la supresión de la autonomía política
les” ellos mismos al "centro” de la sociedad de las masas campesinas y en la siempre cre­
meridional: las famosas "catedrales del ciente dependencia ante el estado y los p arti­
desierto”. dos y grupos que influyen en él.
En suma, parece precisamente que la fase Es éste el cambio estructural que en gran
de industrialización asistida típica de la medida logra explicar la progresiva fragmen­
segunda posguerra debería considerarse fra­ tación del bloque campesino y la consiguien­
casada por lo menos en su objetivo de acti­ tes dificultad que surge para reorganizarlo.
var en el sur un proceso de desarrollo "autó­ En efecto, por el interior de este bloque cru ­
nomo y autopropulsivo” (Galasso, Villari). za ahora una linea divisoria entre pequeños
propietarios y jornaleros, que crea notables
V. LOS NUEVOS I’ROIiLEMAS DE LA SOCIEDAD MERIDIO­ problemas a cualquier movimiento que pre­
NAL. Pura considerar los más recientes desa­ tenda form ar una alianza de todos los cam ­
rrollos políticos de la c. meridional es nece­ pesinos.
sario, en prim er lugar, analizar qué cambios Entre tanto, especialmente después de
relevantes han afectado la sociedad meridio­ 1957, toda la política del estado hacia el Mez­
nal en estos últimos años. zogiomo se orienta de modo particular a esti­
Uno de los cambios estructurales más m ular la industrialización.
importantes es sin duda el movimiento por Sin embargo, los efectivos criterios de
la redistribución de la tierra de los años 1948- inversión pública no logran concentrar
1950 y la posterior reforma agraria que con­ em presas de modo de crear el mayor núme­
secuentemente han modificado radicalmen­ ro posible de puestos de trabajo: no obstante
te el orden social del campo. Bajo la presión que el proceso de expulsión de la agricultura
de un movimiento popular sin precedentes en proceda con vigor, entre 1951 y 1965 la pobla­
el Mezzogiomo, en aquellos años se em pren­ ción activa Gcupada en la industria aumenta
de una reforma agraria que afecta a los gran­ sólo un 4?t (Tarrow). El esfuerzo directo del
des latifundios meridionales y contribuye de estado apunta esencialmente hacia la gran
manera decisiva a la formación de una nume­ industria de base, a la que correspondería
rosa clase de pequeños propietarios. De este inducir de inmediato toda una serie de acti­
modo la reforma corrige el desequilibrio exis­ vidades colaterales favorables al desarrollo
tente entre la pequeña propiedad y el latifun­ industrial. Pero precisamente en este perio­
dio. Y, algo más importante, remueve uno de do, debido a la competencia desarrollada en
los pilares que estaban en la base del viejo el ámbito de la cee, entra en crisis gran p ar­
orden social, cancelando la causa principal te de la industria manufacturera meridional
del rencor campesino, creando al mismo tiem­ que despide un considerable número de tra ­
po una clara diferenciación social entre los bajadores. Lógicamente, esta musa no encuen­
pequeños propietarios y los jornaleros, antes tra ocupación en la industria del estado, que
ocultada por la relación de subordinación que era de alta densidad de capital, sino que se
existía entre la pequeña propiedad y el lati­ dirige fundamentalmente hacia la emigra­
fundio (Tarrow). ción, el empleo en la industria de la construc­
De este modo la reform a produce de inme­ ción, y se traduce además en una acelerada
diato la desmovilización del potencial políti­ desocupación. Nos encontramos aquí frente
co de las masas campesinas. En efecto, la a una creciente fragmentación de la clase
mayor parte de los campesinos, al tom ar obrera. En efecto, la tradicional fábrica capí-
CUESTION MERIDIONAL 413

talista está relativamente ausente, lo que favo­ solidado un nuevo bloque de fuerzas que se
rece el estado de disgregación en el interior está mostrando capaz de realizar un proceso
de la clase e impide la visualización de las de desarrollo sustancialmente desequilibra­
relaciones sociales de producción: al lado de do sin ejercer, por otra parte, un alto grado
grupos empleados en la gran industria de de hegemonía sobre grupos subalternos. Lo
base, unidos frecuentemente por criterios que también debe destacarse, además de los
politicos. se encuentran notables grupos de notables cambios ocurridos en el interior de
obreros de medio tiempo: obreros ocupados las clases dominantes, es la comprobación de
parte del año en la industria, en especial la que tampoco el nuevo orden político-social ha
de pequeñas dimensiones, y parte en la agri­ resuelto el problema del subdesarrollo meri­
cultura. Estos últimos, indefinidos desde el dional sino que se ha limitado sólo a moder­
punto de vista profesional, traducen su inde­ nizar las formas (Galasso).
finición social en una actitud política extre­ En este sentido la desocupación, la emigra­
madamente difusa. ción, las consiguientes formas de rebelión, en
Además de la emigración, otra válvula de una palabra los desequilibrios que caracteri­
escape a la creciente oferta de trabajo se zan aún hoy a la sociedad meridional, tienden
encuentra en el sector terciario, que pasa del a corroborar la tesis que ve una sustancial
27% de la población activa en 1951 al 40% en continuidad en el proceso de subdesarrollo
1965; crecimiento que en gran parte está refe­ del sur, y que del fracaso de todas las hipóte­
rido a la actividad comercial y a la adminis­ sis de desarrollo formuladas en las décadas
tración pública. De hecho, una de las tenden­ de 1950 y 1960 deduce la necesidad de un radi­
cias características del proceso de desarro­ cal salto de calidad, en el sentido anticapita­
llo en el Mezzogiorno desde la posguerra en lista, de las medidas a emprender.
adelante es el ensanchamiento de las diferen­ Desde este contexto surge de inmediato la
cias entre industrialización y urbanización. nueva importancia que asume el papel del
La expulsión de los campesinos del campo no estado. No sólo como prim er empresario y
encuentra en la industria, por los motivos como organizador de la política de interven­
arriba apuntados, un aumento de la deman­ ción extraordinaria, no sólo como eficaz lugar
da de fuerza de trabajo. Debido a este estran- de mediación entre los intereses de los dis­
gulamiento las ciudades experimentan un cre­ tintos grupos que forman o se apoyan en la
cimiento desmesurado y proliferan las acti­ clase dominante, sino sobre todo como ins­
vidades referidas al sector terciario no pro­ trum ento de atracción del bloque de poder en
ductivo. Y es en este sector donde se va cada nivel político y social.
nucleando una nueva clase media de dimen­ Esta nueva capilaridad de la función del
sión y fuerza considerables. Encuentra sus estado está bien ejemplificada por la trans­
principales ocupaciones en el comercio y en formación que sufre el tradicional sistema de
la adm inistración pública, que se desarrolla clientelas. El viejo sistema basado en clien­
en gran medida como fruto del modelo "esta- telas personales, y por lo tanto privadas, ha
tizador” del desarrollo económico (Tarrow). sido barrido en el curso de los años cincuen­
A partir de aquí la importancia de esta nue­ ta. Los viejos notables dotados de prestigio
va clase media crece no sólo por su estrecha personal han sido sustituidos inexorablemen­
compenetración con los órganos del estado te por la organización burocrática, creada y
sino sobre todo por la misma política de inter­ desarrollada por la política de intervención
vención que ella se encuentra prácticamente estatal en el Mezzogiorno, que ofrece desarro­
en posibilidad de ejercer. En estas condicio­ llo económico y favores en esta cosecha de
nes, junto al sector moderno de la industria, votos para los hombres políticos (Tarrow).
tiende a form arse un nuevo tipo de coalición Precisamente por esta calidad organizativa,
que busca prácticam ente disolver el avance la nueva "clientela burocrática" alcanza
de las clases subalternas, ejerciendo un opor­ potencialmente todos los estratos de la pobla­
tuno control sobre las condiciones de desa­ ción y contribuye por ello a erosionar en gran
rrollo económico (Donolo). medida la base social que los movimientos de
Por estos motivos se puede decir que des­ izquierda intentan construir.
de la posguerra progresivamente se ha con­ Ahora se puede comprender mejor como la
414 CUESTIÓN MERIDIONAL

intervención pública, en su totalidad, no se menudo de una coalición que se agencia estre­


ha mostrado capaz de dar solución a la situa­ chamente al sistema político nacional a tra­
ción de subdesarrollo sino que mas bien ha vés del aparato administrativo de la interven­
cumplido a menudo un papel funcional a su ción pública y el papel de mediación de la cla­
mantenimiento: “el sistema político no ha se política local en el nivel nacional.
obrado como un correctivo de la lógica del Por lo demás, para dar testimonio de la
desarrollo polarizado sino que lo ha secun­ importancia del papel desarrollado por el
dado” (Bonazzi). En definitiva, más o menos Mezzogiorno en el sistema político italiano,
intencionalmente, el estado tiende en este basta recordar el impacto de los desórdenes
contexto a cumplir la función de organizador electorales que hubo en el sur al principio de
político de la alianza de los grupos sociales los años setenta y las implicaciones del pro­
dominantes y. viceversa, a obstaculizar o ceso de mcridionalización de la adm inistra­
impedir la organización política de las clases ción pública que, iniciado a fines del siglo
subalternas. pasado, se desarrolló más tarde, en la última
En esta situación se forma una nueva posguerra. Por ejemplo, los funcionarios diri­
estructura de poder que tiene poco que ver gientes de origen meridional, que en 1954 lle­
con la tradicional erigida sobre el "bloque gaban al 5696 del total, sumaban en 1961 el
agrario’'. Para intentar identificarla debemos 62% y no parecen haber disminuido desde
sobre todo tener en cuenta que los grupos que aquella fecha. El crecimiento, y la mcridio­
la componen actúan en un contexto social des­ nalización, del aparato burocrático público
de siempre disgregado al extremo, que el nue­ “parece buscar, bajo el perfil del reclutamien­
vo tipo de desarrollo de la posguerra sin duda to. la absorción del adulador meridional des­
ha contribuido posteriormente a romper. contento, dar una salida al 'proletariado inte­
Esta estructura parece de cualquier modo lectual’ y canalizar la dirigencia futura, con­
construida, en una prim era aproximación quistando su consenso” (Cassese).
—además de la clase política local de gobier­ Enmarcados en un contexto más amplio,
no— por una coalición entre el sector moder­ por lo tanto, deben considerarse mejor los
no de la economía, los aparatos político- costos de la intervención pública y reform u­
administrativos. entre los cuales destacan larse además el juicio en un sentido más cau­
aquellos de la intervención extraordinaria, y to, sobre el "fracaso" de la política meridio­
las nuevas clases medias urbanas sólidamente nal. Sus costos en efecto deben com pararse
ligadas al comercio y a la administración con los beneficios de los que ha disfrutado el
publica. sistema político nacional, o por lo menos sus
En particular, los estratos más interesados grupos dirigentes.
en la gestión de la actual situación pueden ser
identificados en la industria edilicia, en los BIBLIOGRAFIA: P. Allum, Potcrc t secuta a Napoli
pequeños y medianos empresarios que con­ nel dopoguerra, Turín, Einaudi, 1975; G. Bonaz­
siguen el apoyo del poder político con la zi, A. Bagnasco y S. Casillo, Industria e potere
garantía de orden y estabilidad políticas y, in una provincia meridionale, Turín, L’Impresa
finalmente, en el nuevo y numeroso estrato Edizioni, 1972; B. Cuizzi, Nuova antología ilella
de profesionales que el nuevo desarrollo eco­ questione meridionale, Milán, Comunita, 1962;
nómico requiere y en los nuevos grupos de E..M. Capecelatro y A. Cario, Cotitro la questio­
intelectuales subalternos al poder político ne meridionale, Ruma. Savelli, 1973; S. Cassese.
(Donolo). Questione amministrativa e questione meridio­
Este último grupo, junto a toda la clase nale, Milán, Giuffre, 1977; C. Donolo, Sviluppo ine-
media en general, turm a la base de masas de guale e disgregazione sociales note per l'analisi
esta nueva estructura, pero asume posterior dalle classi nel Meridione, en Quaderni Piacen-
relevancia, que supera la importancia núme- tini, 1972, núm. 47; G. Galasso, Mezzogiorno y
rica. a causa del mayor grado de movilización modemizzxizione (1945-1975/. en La crisi italiana.
política que estas clases poseen respecto de a cargo de L. Graziuno y S. Tarrovv, Turín. Einau­
las clases inferiores. Este hecho asume evi­ di, 1979; A. Gerschenkron, El atraso económico
dentemente una importancia política de rele­ en su perspectiva histórica (1962). Barcelona,
vancia estratégica. En general, se trata a Ariel: A. Gramsci, Im cuestión meridional(1926),
CULTURA POLITICA •ti 5

Madrid. Dédalo. 1978: R. Romeo. Risorgimento exclusión o no del recurso a formas violen­
e capitalismo, Bari, Laterita, 1959; M.L. Salvado- tas de acción. No hay que olvidar, por último,
ri. ¡I mito del bnon emento, Turin, Hinaudi, 1963; el lenguaje y los símbolos específicamente
S.G. Tarrow, Partito comunista e contadini nel políticos, como las banderas, las contraseñas
Mezzogiomoi 1967), Turin, Einaudi, 1972; G. Tur- de las diversas fuerzas políticas, las consig­
naturi y G. Ludí. Le classi nella societá meridio- nas, etcétera.
nale: schema d'analisi di Salvemini, Dorso, En un conocido esludio aparecido en 1963,
Gramsci, en Rassegna Italiana de Sociología, dos investigadores estadunidenses encontra­
xiv, 1973, núm. 1; R. Villari, La crisi del blocco ros tres tipos de c. política de cierto interés.
aeraría, en L'ltalia contemporánea 1945-1975, a Después de definir c. política como "el con­
cargo de V. Castronovo, Turin. Einaudi. 1976. junto de las orientaciones psicológicas de los
miembros de una suciedad en relación con la
[CARLO GUARNI tR l] política", los autores distinguen tres tipos de
orientaciones, o sea tres posiciones que el
sujeto puede adoptar o tres modos en que
puede ver los hechos y las relaciones socia­
cultura política les. La orientación cognoscitiva está represen­
tada por el conjunto de los conocimientos y
Investigadores, observadores y pensadores de de las creencias relativas al sistema político,
todos los tiempos, al reflexionar sobre las a las funciones que lo componen, a los titula­
características de distintas sociedades ponen res de estas funciones; la orientación de tipo
con frecuencia el acento no sólo en la diver­ afectivo está representada por el conjunto de
sidad de la praxis y de las instituciones polí­ los sentimientos albergados en relación con
ticas sino también en las creencias, en los el sistema, con sus estructuras, etc.; finalmen­
ideales, en las normas y en las tradiciones que te, la orientación evaluativa comprende ju i­
colorean de manera particular y dan signifi­ cios y opiniones sobre fenómenos políticos y
cado a la vida política en ciertos contextos. requiere la combinación de informaciones,
El interés por estos aspectos, tal vez menos sentimientos y criterios de evaluación. Las
tangibles aunque no por eso menos interesan­ orientaciones se distinguen según que tengan
tes, de la vida política de una suciedad, ha ido por objeto, ya sea el sistema político en su
aumentando en los estudios recientes de cien­ conjunto, ya sea las estructuras de penetra­
cia política y al mismo tiempo se ha ido difun­ ción en el sistema político de instancias y
diendo el uso de la expresión c. política para demandas existentes en la sociedad, ya sea
designar el conjunto de actitudes, normas y también las estructuras de tipo ejecutivo o
creencias, compartidas más o menos amplia­ administrativo mediante las cuales se llevan
mente por los miembros de una determ ina­ a cabo las decisiones, ya sea finalmente la
da unidad social y que tienen como objeto relación que se establece entre el individuo
fenómenos políticos. Así, por ejemplo, podría­ y el sistema. El prim er tipo de c. política
mos decir que forman parte de la c. política —que se conoce con el nombre de parochial
de una sociedad los conocimientos, o mejor political culture— se presenta principalmen­
dicho su distribución entre los individuos que te en sociedades simples y no diferenciadas
la componen, relativos a las instituciones, a en que las funciones y las instituciones espe­
la práctica política, a las fuerzas políticas que cíficamente políticas no existen o coinciden
operan en un determinado contexto; las orien­ con funciones o estructuras económicas y
taciones más o menos difundidas, como, por religiosas. El segundo tipo, llamado c. políti­
ejemplo, la indiferencia, el cinismo, la rigidez, ca de "subordinación”, se presenta cuando los
el dogmatismo o. por el contrario, el sentido conocimientos, los sentimientos y las evalua­
de confianza, la adhesión, la tolerancia hacia ciones de los miembros de la sociedad se
las fuerzas políticas distintas de la propia, refieren esencialmente al sistema político en
etc., y, finalmente, las nonnas, como por ejem­ su conjunto, pero se dirigen principalmente
plo el derecho y el deber de los ciudadanos a los aspectos de output, o de salida, del sis­
de participar en la vida política, la obligación tema, o sea, en la práctica, al aparato adm i­
de aceptar las decisiones de la mayoría, la nistrativo encargado de la ejecución de las
416 CULTURA POLITICA

decisiones. En este cuso, tas orientaciones son que antes estaban separadas, puede conside­
principalmente de tipo pasivo, y esta c. polí­ rarse como un caso de transición que reque­
tica corresponde principalmente a regímenes ría pasar de una c. política de tipo paruchial
políticos autoritarios. Finalmente, en el ter­ a una c. política “de subordinación”; en la
cer tipo de c. política —llam ada "de misma forma, los problemas de la transición
participación”— existen orientaciones espe­ de un régimen autoritario a uno democráti­
cíficas que se refieren no sólo a ambos aspec­ co pueden considerarse como problemas rela­
tos del sistema sino que prevén también una tivos a la reacción, transformación y difusión
posición activa del individuo. En este tipo de de una c. política de tipo "participante”. De
planteamiento se usan los conceptos de adhe­ acuerdo con algunos autores, la c. política de
sión (allegiance), apatía y enajenación para la Italia contemporánea es de tipo mixta, en
caracterizar la relación de congruencia o la que predominan elementos de apatía y ena­
incongruencia entre la c. política y las estruc­ jenación. Los resultados de una investigación
turas políticas. Se da la adhesión cuando los realizada en 1959-1960 en cinco países (Ale­
conocimientos van acompañados de orienta­ mania occidental, Italia, México, Gran Breta­
ciones afectivas y juicios positivos; enajena­ ña y Estados Unidos) muestran que en gene­
ción y apatía, cuando la actitud predominan­ ral —o sea en el nivel de la población toma­
te de los miembros de una sociedad respecto da en su conjunto— Italia se caracteriza por
del sistema es de hostilidad o de indiferencia, la existencia de un escaso apego e identifica­
respectivamente. La congruencia o incon­ ción con el régimen democrático, por una
gruencia entre la c. política y la estructura escasa difusión y aceptación del deber cívi­
política se presentan, por lo tanto, cuando las co de participación en la vida política, por un
orientaciones predominantes no se adaptan escaso interés y un bajo nivel de información
a las estructuras y a la praxis existentes; de y conocimientos en m ateria de política, por
este modo, una c. política “de participación" un difundido sentimiento de impotencia de
que forma parte de un sistema con estructu­ los individuos para influir en las decisiones
ras políticas autocríticas es muy poco con­ políticas tanto en el nivel local como en el
gruente y se adapta menos que una política nacional, por una mayor polarización entre
“de subordinación”. Dígase lo mismo de la los seguidores de las distintas fuerzas políti­
relación entre una c. política en que no se con­ cas, por un mayor tem or y desconfianza res­
sidera al ciudadano como partícipe de las pecto de la política, por un sentimiento más
estructuras políticas de participación. Natu­ difundido de enajenación desde el punto de
ralmente no es necesario decir que los tipos vista emotivo en relación con los aconteci­
descritos más arriba son tipos puros, figuras mientos políticos, por una escasa confianza
totalmente teóricas que se presentan sólo en en el recurso a mecanismos sociales (grupos,
el caso de una absoluta homogeneidad de la asociaciones, etc.) como instrumentos para
c. política. En la práctica, en cambio, encon­ influir en la política y un destacado recurso
tramos únicamente c. políticas de tipo mix­ a medios y a iniciativas personales.
to, que resultan de la combinación de las El hecho de que en un nivel de macroanáli­
diversas orientaciones descritas anteriormen­ sis se pueda hablar legítimamente de la c.
te. De este modo, aun en las sociedades que política de toda una sociedad y caracterizar­
contienen estratos muy amplios de sujetos la de manera general, no debe inducir, sin
‘■participantes” se encuentran porciones con­ embargo, a cometer el error de creer que la
siderables de "súbditos” y de parocliials. A c. política es algo homogéneo. Por el contra­
pesar de que no deja de haber dificultades en rio, se puede considerar que la c. política de
el nivel conceptual, este esquema interpreta­ una cierta sociedad está constituida normal­
tivo tiene cierta utilidad porque permite mente por un conjunto de subculturas, o sea
poner a prueba, o ver desde una perspectiva de actitudes, normas y valores diversos que
nueva, ciertos problemas que son de un noto­ frecuentemente se oponen entre si. En socie­
rio interés para el investigador de fenómenos dades complejas, organizadas y con estructu­
políticos. De esta manera, por ejemplo, el sur­ ras muy diferenciadas y que son el resultado
gimiento de nuevas unidades políticas, que de la agregación de comunidades con histo­
resultan de la reagrupación de comunidades ria y tradición diversas, la presencia de estas
C U LTU RA PO LÍTICA 417

conformaciones llamadas subculturas no lla­ en el poder y de las de la oposición tienen una


ma la atención y la sobrevivencia de divisio­ importancia totalmente desproporcionada a
nes étnicas y diferencias lingüisticas consti­ su fuerza numérica. Basta considerar el papel
tuye el signo exterior más evidente. Desde el que desempeñan las élites al definir los temas
punto de vista político, las diferenciaciones del debate político, al a rra straren una direc­
más obvias de la c. política son las que están ción o en otra a la opinión pública y, sobre
ligadas a la existencia de corrientes de pen­ todo, al tomar decisiones de gran im portan­
samiento, de símbolos y de mecanismos orga­ cia para la estructuración del sistema, como
nizativos que encabezan a las fuerzas políti­ por ejemplo en la formación de coaliciones
cas. En esta forma, dentro de la sociedad ita­ y en las fases de restructuración del sistema,
liana de la última posguerra se pueden encon­ cuando todavía está, por así decirlo, en esta­
tra r algunas subculturas principales que do fluido, como en los momentos de transi­
corresponden, en términos generales, a la tra­ ción de un régimen a otro, antes de que se
dición laico-liberal, a la socialista, a la cató­ hayan consolidado las nuevas instituciones y
lica y a la de derecha. Naturalmente todas los nuevos alineamientos.
éstas no sólo no son totalmente homogéneas
en su interior sino que no constituyen ni b i b l i o g r a f í a : G. Almond y S. Verba. La cultura

siquiera verdaderas islas culturales, y se las cívica (1963), Madrid, Euramérica, 1970; G.
podria presentar más bien como una serie de Almond y S. Verba (coords.), The civic culture
círculos que se inlersectan parcialmente y revisited, Boston, Little Brown and Co., 1930: A.
que contienen núcleos de valores comunes a Broun y J. Gray (cumps.), Political culture and
dos o más subculturas. Existen, además, otras palitical change in communist States, Nueva
diferenciaciones, frecuentemente de origen York, Holmes and Meier, 1977; J.P. Nettl, Poli-
geográfico, ligadas al desarrollo histórico de tical mobilizatian, Londres, Faber and Faber,
ciertas fuerzas políticas: tenemos, por ejem­ 1967; R.D. Pulnam, The heliefs o[ politicians:
plo, una tradición socialista de tipo industrial ideology, conflid. and democracy in Britain and
y una de tipo agrario, tradiciones reformis­ ¡taly, New Haven-Londres, Yale University Press,
tas y maximalistas, etcétera. 1973; LAV. Pye y S. Verba (comps.J, Evolución
Una distinción importante es la que existe política y comunicación de masas (1965), Buenos
entre c. política de las élites y c. política de Aires, Troquel, 1983.
las masas y, desde el punto de vista de la
interpretación de los acontecimientos políti­ [g ia c o m o s a m J
cos, el análisis de la c. política de las élites
chauvinismo

Con este término se indica una actitud de o def iniciones tomadas del propio grupo". Si
exasperado y ciego patriotismo que lleva a en el prim er caso se utilizan expresiones
una continua polémica negadora de los dere­ como “forasteros”, "estadunidenses de ascen­
chos de los otros pueblos y naciones. La pala­ dencia mexicana”, "hispanohablantes”, etc.,
bra deriva del nombre del soldado Nicholas cuando no otras marcadamente peyorativas
Chauvin, valeroso combatiente en las guerras como "espaldas mojadas", “grasicntos” o
napoleónicas, famoso por su fidelidad al “frijoles", y en el segundo se prefiere ciertas
emperador también durante la Restauración, expresiones pretendidamente neutrales como
cuya figura deviene proverbial como ejemplo "Mexican-American”, en el último caso el tér­
de fanatismo patriótico a través de caricatu­ mino que se elige, esto es “ch.”. tiene una con­
ras, canciones y anécdotas, y sobre todo lue­ notación marcadamente política en tanto pre­
go de la comedia La cocarde tricolores, épiso- tende expresar un compromiso respecto de
de de la guerre d'Alger (1831) de los herma­ una lucha contra la opresión del anglo. En
nos Cogniard. Difundido en Francia sobre efecto, a pesar de que no existe unanimidad
todo durante el reinado de Luis Felipe, el tér­ respecto del origen del término (hay quienes
mino pasó también al exterior para indicar sostienen que se desconoce el origen del voca­
toda forma de nacionalismo extremo. blo. otros en cambio afirman que se remon­
De manera sustitutiva, en Gran Bretaña es ta al termino "mexicano" con la “x” pronun­
usado el término jingoism, derivado del nom­ ciada como “sh", tal como se hacía en los
bre de la diosa japonesa Jingo y recogido tiempos de la conquista), quienes así se desig­
interjectivamente en una canción popular de nan no sólo no rechazan la denominación de
tinte nacionalista, en boga durante la guerra mexicano sino, antes bien, se reconocen con
ruso-turca de 1878. orgullo como tales y destacan lo prehispani-
co de este origen para reconocer más altiva­
[GIORGIO B1ANCHI] mente sus raíces indígenas que su herencia
hispánica. Se entiende entonces la identifica­
ción con una región geocultural que simbóli­
chic ano camente llaman Aztlán. Más aún, el proceso
de autoidentificación del grupo se inicia con
I. DIFICULTADES PARA I.A DEFINICIÓN DEL TERMINO la adopción del Plan Aztlán, que si bien pade­
Aunque genéricamente el térm ino ch. es uti­ ce de cierta retórica e imprecisión m uestra
lizado para designar a las personas de origen a las claras la intención de un movimiento que
mexicano que residen en los Estados Unidos, intenta precisar sus objetivos. “ En el espíri­
toda vez que se quiera aludir a las mismas tu de una raza que ha reconocido no sólo su
será necesario hacer una serie de precisiones, orgullosa herencia histórica, sino también la
pues no existe por ahora un sistema para su brutal invasión gringa a nuestros territorios,
identificación o definición que sea aceptado los ch. —se afirma allí—. habitantes v civili­
por todos. Sin embargo, tal como lo afirma zadores de la tierra norteña de Aztlán [...],
Gilberto Cárdenas, "pueden señalarse tres declaramos que el grito de la sangre es nues­
tipos de formulación: 1] definiciones y des­ tra fuerza, nuestra responsabilidad y nuestro
cripciones anglo del pueblo mexicano; 2j auto- inevitable destino. Somos libres y soberanos
definiciones basadas en términos o etiquetas para señalar aquellas tareas por las cuales
tomadas de los anglos, y 3) autodef iniciones gritan justam ente nuestra casa, nuestra tie-

141S|
CHICANO 419

rra, el sudor de nuestra (rente y nuestro cora­ "con la gente de los barrios más proletarios,
zón. Aztlán pertenece a quienes siembran la donde la gente de ascendencia mexicana tien­
semilla, riegan los campos y levantan la cose­ de a ser más morena, menos educada y, sim­
cha. y no al extranjero europeo. No recono­ plemente, más pobre". Y es precisamente de
cemos fronteras caprichosas en el continen­ estos sectores sociales y de sus barrios de
te de bronce. El carnalismo nos une y el amor donde surge el termino ch., siempre utiliza­
hacia nuestros hermanos nos hace un pueblo do por sus jóvenes "como una denominación
ascendente que lucha contra el extranjero que de autoidentificación en términos de grupo".
explota nuestras riquezas y destroza nuestra A su vez el contraste del ch. lo constituye el
cultura. Declaramos el espíritu independiente “Mexican-American", el cual, al menos según
de nuestra nación mestiza. Somos la raza de la opinión de los primeros, no es sino un ch.
bronce. Ante todo el mundo, ante Norteamé­ confuso, que si bien lucha por encontrar su
rica, ante todos nuestros hermanos en el con­ identidad, todavía acepta no sin placer la
tinente de bronce, somos una nación de pue­ designación que el anglo le da. Lo cierto es
blos libres, somos Aztlán. ¡Por la raza, lodo! que para el movimiento y el pensamiento ch.
¡Fuera de la raza, nada!" co n tem p o rán eo el térm in o "M exican-
El concepto de La Raza —tantas veces American” es cuestionable no sólo por su defi­
empleado en el Plan Aztlán y cuya traducción ciencia semántica (el autodesignarse como
más fiel se acercaría al significado de "gen­ "am ericano" con exclusividad repugna al
te" o "pueblo"— mantiene una estrecha vin­ hecho cierto de que en razón de ser mexica­
culación con el término ch. y adquiere un sig­ no, por ejemplo, se es necesariamente "ame­
nificado muy preciso toda vez que desde sus ricano") sino, y especialmente, porque se tra­
orígenes expresaba la creación de La Raza ta de una designación anglo que, por eso sólo,
como resultado de la fusión de los españoles entra en contradicción con uno de los concep­
y de los pueblos indígenas del Nuevo Mundo. tos centrales para los ch. como lo es el de la
Un ch. es asi la representación del concepto autodeterminación y cuya manifestación más
de La Raza. inmediata es la de ser capaz de definir "qué
Para los ch. la palabra que los designa su r­ significan para nosotros ciertos términos y
ge del seno mismo del pueblo, "es un símbo­ palabras y de qué manera queremos denomi­
lo —dice Cárdenas— de nuestra verdadera narnos". Para quienes comprenden la impor­
esencia como pueblo", de "nuestra capacidad tancia que tiene para un movimiento su auto-
para definirnos como queremos”, de la apti­ definición positiva no es posible aceptar un
tud "para elegir nuestros dirigentes sin inter­ término aplicado por el sistema y la cultura
ferencias de los anglos” y "constituye una con la que están directam ente en conflicto
medida indirecta de nuestra libertad dentro pues ello conllevaría la aculturación dentro
de esta sociedad". de la sociedad y cultura dominante.
Para quienes se autodefinen como ch., todo
mexicano que entra en relación con la comu­ n movimiento chicano. Si se acepta aquella
nidad de los anglos en condiciones desfavo­ definición según la cual se puede considerar
rables para sus propios intereses se convier­ como ch. potencial a todo mexicano que esta­
te en un ch. potencial. Se trata de una defini­ blece relación con la comunidad de los anglos
ción que deja de lado cualquier referencia al "en condiciones desfavorables para sus pro­
marco geográfico y que privilegia antes que pios intereses", es posible entonces incluir en
nada el contacto social con el anglo. Defini­ este universo a los que pueden rastrear su ori­
ción abarcadura, pero de la que se sienten gen incluso hasta antes de la invasión y de la
excluidos aquellos que siendo de origen mexi­ conquista de los anglos, a quienes fueron
cano intentan sortear las consecuencias de la inducidos u obligados a trabajar como con­
discriminación a través del rechazo de cual­ secuencia de las políticas de inmigración, en
quier identificación con .México, o bien por fin, a todos los que nacieron y crecieron en
aquellos otros que sin dejar de reconocer su Estados Unidos.
origen mexicano rechazan que se les designe Existen propuestas de periodización res­
como ch. en la medida en que este término pecto del desarrollo político, de la resisten­
se asocia, según afirma Jorge Bustamante, cia y de las luchas de la minoría mexicana
420 CHICANO

contra su subordinación social, económica y un lado, la existencia del factor humano capaz
política en la sociedad norteamericana. En de crear una ideología nueva para ser utili­
este sentido algunos autores acuerdan en dis­ zada en las luchas sociales que debían librar­
tinguir cuatro periodos. El prim ero de ellos se, y por el otro, un proceso de proletariza-
(1848-1920) se inicia en el momento mismo en ción que a su vez facilita las formas organi­
que los angloamericanos conquistan el zativas de los movimientos de masa”. La men­
sudoeste, con la consiguiente iniciación de las cionada ideología, muchas veces designada
actividades guerrilleras, única respuesta ade­ como "chicanismo”, pretende antes que nada
cuada de un pueblo conquistado por la fuer­ conformar una imagen del mexicano distin­
za de las armas, con el incremento del enco­ ta tanto para el anglo como para sí mismo y
no entre los grupos en pugna y, posteriormen­ para ello apela al orgullo de una historia, de
te, con la inactividad casi total de los mexi­ una cultura y de una raza comunes. En esta
canos en lo que a la política se refiere. El búsqueda de definición de la identidad se pri­
segundo periodo (1920-1940) está signado por vilegia esa experiencia única y compartida de
la aparición de organizaciones que no hacen la vida en Estados Unidos antes que el punto
sino reflejar las aspiraciones integracionistas de vista de clase, de generaciones y de luga­
de las capas medias de origen mexicano y que res de residencia, y precisamente por esto
pretenden resolver los problemas económi­ toda acción política, reivindicación económi­
cos. sociales y políticos utilizando los cana­ ca y reorientación cultural se vincula y se
les que la sociedad anglo ofrecía. Durante impregna con la historia común, la cultura y
esos años, y como consecuencia de la segun­ los antecedentes étnicos de La Raza.
da guerra mundial, muchos mexicanos sobre­ Elemento unificador cuando se m anifiesta
vivientes de la misma se consideraron esta vez políticamente bajo la forma de independen­
con derechos inalienables para exigir un cia respecto del anglo, el nacionalismo al que
mejor nivel de vida en el país por el cual adhieren las tendencias y organizaciones que
arriesgaron su vida. Y precisamente también integran el movimiento ch. difieren en cuan­
en estos años, en el marco de grandes luchas to a formas y grados, esto es entre el postu­
clasistas en Estados Unidos, gran cantidad de lado de un nacionalismo cultural y la pro­
mexicanos se incorporan a la lucha sindical puesta del separatismo (tal vez la desembo­
con un marcado tono combativo. Pero es en cadura lógica del primero). Si en la prim era
el tercer periodo (1940-1965) cuando se regis­ forma de conceptualización de la identidad
tra un incremento de la actividad política y ch. originariamente se enfatizaba en definir
se caracteriza por un estilo más agresivo y a los ch. como un grupo especial de méxico-
por más organización. La nueva idea de pro­ norteamericanos en el sentido de que no eran
greso se asocia con la del ejercicio del dere­ exclusivamente ni mexicanos ni norteam eri­
cho político del sufragio y con el propósito canos sino ch., y por lo tanto constituían un
de convertirse efectivamente en actores prin­ grupo étnico más de los varios que integran
cipales de la gestión pública. El cuarto v últi­ la sociedad norteamericana, con posteriori­
mo periodo tiene sus inicios en 1965. La gue­ dad se afirm aba que la Raza de Bronce care­
rra de Vietnam, la intensificación de los con­ cía de limites geográficos, que los mexicanos
flictos sociales y raciales, el incremento de la residentes en los Estados Unidos padecen una
represión interna, la incesante inflación y el suerte de colonialismo interno y que no exis­
alto costo de la vida, y consecuentemente la te ni debería existir ninguna diferencia entre
protesta pública que reflejaba nuevos niveles ch. y mexicanos. De la misma manera, en lo
de conciencia: tal era el marco donde tom a­ referente a las propuestas separatistas se
ría forma más acabada el movimiento ch., ese oscila entre posiciones más o menos realis­
“heredero del espíritu combativo de los tas, pero no menos politizadas, y una "retó­
patriotas del siglo xix, de las bases popula­ rica mística y apocalíptica del nacionalismo”.
res del movimiento huelgüistico de los años Miguel Abruch Linder dice al respecto que
treinta”, ese representante de la "continuidad "quizás esta brecha que existe entre la retó­
de la resistencia de un pueblo subyugado”. rica separatista y la posibilidad de éxito sea
Todas estas nuevas circunstancias "hacen fac­ la que pueda explicar, hasta cierto punto, el
tible —agrega Gilberto López y Rivas—, por hecho de que el separatismo, la creación de
C H IC A N O 421

una nación separada, A/llán, se utiliza en oca­ Vietnam. Los frentes en que nosotros debe­
siones más bien como símbolo que como una mos estar son los frentes de las manifestacio­
alternativa viahle”. nes contra la guerra. Nosotros miramos al
Esa heterogeneidad, tan propia de todo barrio muy diferente también, no como algo
movimiento, especialmente en su momento de confinado por los arbitrarios límites de una
conformación, se manifiesta en este caso tam­ ciudad, que a su vez son determinados por
bién en otros niveles. Las distintas organiza­ políticos corruptos que desean que tú pien­
ciones que integran el movimiento ch. expre­ ses en los limitados términos de tu propio
san incluso esa diversidad —y no podía ser barrio, para que de esta m anera no te moles­
de otra m anera— en sus formas organizati­ tes en pensar en la gente del tercer mundo
vas y en sus métodos de lucha. Desde la utili­ como tus hermanos. Nosotros miramos a
zación de las vías electorales y de tácticas de nuestro barrio como no confinado ni restrin­
acción directa no violentas (César Chávez, en gido a los arbitrarios límites de la ciudad.
el Plan de Üelano, afirma: “ Porque hemos Nuestro barrio va más allá de esos ficticios
sufrido —y no tememos al sufrimiento—, limites y se extiende hasta la Plaza de las Tres
para sobrevivir estamos dispuestos a dejar­ Culturas de la ciudad de México. Nuestro
lo todo, aun nuestras vidas, en la lucha por barrio se proyecta hasta las favelas de Bra­
la justicia social. Lo vamos a hacer sin vio­ sil. Nuestro barrio se ensancha hasta las mon­
lencia, porque tal es nuestro destino") hasta tañas de Bolivia y las selvas de Vietnam. ¡Y
tácticas de autodefensa al estilo del Poder esto es lo que nuestro barrio es! Nuestro
Negro, sin olvidar, claro está, que en algunas barrio es, de hecho, el mundo entero, cual­
c irc u n sta n c ia s c ie rta s o rg an izacio n es quier lugar donde haya gente oprimida."
emplean combinadamente formas legales y Si bien en estos últimos quince años las
violentas de lucha. Algunos autores conside­ luchas de la comunidad mexicana se agrupa­
ran que todo esto es el resultado de otro fenó­ ron en un movimiento social colectivo —The
meno que es característico del movimiento Chicano Movement o La Reconquista— que
ch.: la heterogeneidad ideológica. Pero si es "trascendió —afirma David Maciel— genera­
cierto que en su seno coexisten ciertas ten­ ciones, regiones y perspectivas con el fin de
dencias conservadoras que intentan "hacer emprender una revolución profunda y un
las cosas de buena manera" con otras cada cambio significativo para todos los individuos
vez más antagónicas que propugnan ir más de origen mexicano que viven en los Estados
allá del éxito de una huelga y de la atenua­ Unidos”, sus perspectivas futuras depende­
ción de la discriminación y del racismo (en rán de su capacidad para sortear las barre­
una sociedad donde el juez Gerard S. Char- ras externas e internas que tiene ante si. A
gin, ¡en 1971!, es capaz de decir que los mexi­ punto de convertirse en el mayor grupo mino­
canos son "inferiores a los animales y no tie­ ritario en los Estados Unidos —las estimacio­
nen el derecha de vivir en una sociedad orga­ nes actuales hacen oscilar entre 7 y 10 millo­
nizada", que “no son más que una banda de nes las personas de origen mexicano que
puercos” y que "H itler tenía razón” y que en viven en aquel país y se calcula que alrede­
Estados Unidos “los animales deben ser des­ dor de 1995 podría desplazar a la minoría
truidos porque no tienen derecho a vivir entre negra de su lugar de liderazgo—, y sin olvi­
los seres humanos”) hasta centrar la lucha dar la calidad y cantidad de sus logros, habrá
contra ese sistema que explota tanto a blan­ que insistir, según expresan militantes y estu­
cos como a negros y mexicanos, serán preci­ diosos, en el desarrollo y profundización de
samente estas últimas tendencias, dicen algu­ ese inmenso potencial político, repensar y
nos, las que irán adquiriendo mayor presen­ articular un proyecto político que sea capaz
cia y convirtiéndose en depositarías de las de superar los motivos que dieron lugar a la
esperanzas de una minoría nacional conquis­ fragmentación de la lucha y, a la par, instru­
tada y sojuzgada y que forma parte de esa m entar una estrategia que incluya no sólo a
mayoría de desposeídos. Froben Lozada los sectores ch. progresistas sino también a
expresará de manera ejemplar ese nivel de las otras minorías oprim idas en los Estados
conciencia cada vez más extendido: “Nosotros Unidos.
estamos cansados de estar en los frentes de
422 CHICANO

bibliografía: M. Abruch Linder. Movimiento chi­ México, Nuestro Tiempo, 1971; F. Lozada, Why
carlo: demandas materiales, nacionalismo y tác­ chicano studies?. Nueva York, La Raza, 1970; D.
ticas, México, ENEP-Acatlán, sf; J.A. Bustaman- Maciel, Al norte del rio Bravo (pasado inmedia­
te, Chícanos: biografía de una toma de concien­ to), 1930-1981, vol. 17 de La clase obrera en la his­
cia. en Cuadernos Políticos, núm. 6, México, toria de México, México, Siglo XXI, 1981; C.
octubre-diciembre de 1975; G. Cárdenas, MeWilliams, Al norte de México: el conflicto entre
Towards a definition of the word 'chicano' and “anglas”e “hispanos", México, Siglo XXI, 1968:
a better understandingof the meaningof ‘chica- J. Moore y A. fuellar, Los mexicanos de los Esta­
no’, mimeo., sf; J. Góme/.-Quiñones y D. Maciel. dos Unidos y el movimiento chicano, México,
Al norte del rio Bravo (pasado lejano), 1600-1930, Fondo de Cultura Económica, 1972.
vol. 16 de La clase obrera en la historia de Méxi­
co, México, Siglo XXI, 1981; G. López y Rivas, [COMITE EDITORIAL)
Los chícanos: una minoría nacional explotada.
decisiones colectivas, teoría de las

i. d e f in ic io n e s . La t. de las decisiones colecti­ definición unívoca de grupo. Los grupos pue­


vas se ocupa de problemas que tienen ya una den ser órganos de enormes dimensiones,
gran tradición en la historia del pensamien­ como un cuerpo electoral, u órganos de
to político occidental. Su novedad no está tan­ pequeñas dimensiones como una comisión
to en los contenidos como en el método con parlamentaria.
el que se propone renovar el estudio de pro­ En realidad, una parte de la literatura pre­
blemáticas antiguas que se refieren a las con­ fiere hablar de decisiones colectivas sólo en
diciones de funcionalidad y de estabilidad de los casos de grupos en los que la relación
las formas de gobierno democráticas. En su entre los miembros sea del tipo "cara a cara".
formulación más rigurosa dentro del nivel Por lo general estos grupos se definen como
analítico, la t. de las decisiones colectivas pre­ "comités". De aquí que a menudo se use indis­
senta una estructura lógico-deductiva que, tintamente la expresión "teoría de los comi­
partiendo de axiomas sobre el comportamien­ tés” en lugar de "t. de las decisiones colecti­
to de la elección individual, fija una serie de vas". Sin embargo, a propósito de esto cabe
teoremas basados en el problema de la agre­ observar que, en lo que respecta al problema
gación de las preferencias individuales en una de la agregación de las preferencias indivi­
elección colectiva. A su desarrollo han con­ duales en una decisión colectiva, lo que cuen­
tribuido numerosas aportaciones de otras dis­ ta finalmente en la aplicación de los resulta­
ciplinas, de la teoría económica a la teoría de dos de la teoría no es tanto la relación cara
los juegos y de la economía del bienestar a a cara entre los miembros del grupo como la
la teoría de las finanzas públicas. existencia de un nivel mínimo de interdepen­
El punto de partida de la t. lo da la propia dencia entre los mismos. Aceptado esto, con­
noción de decisiones colectivas. Tal noción viene añadir que existen ciertamente diferen­
nace de la distinción entre decisiones colec­ cias de funcionamiento entre pequeños y
tivizadas y decisiones individuales. Las deci­ grandes grupos. Baste pensar a propósito de
siones colectivizadas son aquellas que se sus­ ello en la posibilidad de cooperación que ofre­
traen de la competencia de cada individuo en cen los primeros respecto a los segundos pre­
cuantu tal. Si por decisión individual se cisamente en virtud de la relación cara a cara.
entiende que cada individuo decide "por sí
mismo”, entonces las decisiones colectiviza­ II. LA REGLA DE MAYORÍA Y F.LTEOREMA DE LA IMPOSI­
das son decisiones no-individuales. A esta pri­ BILIDAD general. Las decisiones individuales
mera distinción le sigue otra. En efecto, nadie no plantean ningún problema de reglas deci-
ha dicho que una decisión colectivizada no sionales. Lo mismo Gcurre con las decisiones
pueda ser tomada por una sola persona. Pero colectivizadas tomadas por órganos monccrá-
si tal persona "decide por todos”, o sea si su ticos. En cambio no es así en el caso de las
decisión resulta vinculante respecto a toda la decisiones colectivas. Cuando el poder deci-
colectividad a la que está dirigida, se trata sional se otorga a un grupo y no a un indivi­
igualmente de una decisión colectivizada. duo. se hace necesario establecer qué regla
Aclarado este punto, se definen como decisio­ debe utilizarse para agregar las preferencias
nes colectivas aquellas decisiones colectivi­ (opiniones o intereses) de los individuos en
zadas en las que el sujeto decisorio no es un una elección colectiva. La formulación más
individuo sino un “colectivo”, o mejor dicho rigurosa de t ste problema se debe a Kenneth
un "grupo". En el ámbito de la t. no existe una Arrow. Arrow parte del supuesto de que cual­

1423)
424 D E C IS IO N E S C O L E C T IV A S . T E O R IA DE LAS

quier regla decisional (función del bienestar lugares donde los derechos formales de las
social) utilizada para tomar decisiones colec­ minorías son respetados. En tal situación la
tivas debe satisfacer determinados criterios, regla mayoritaria tiende a perder legitimidad.
unos de carácter técnico y otros de carácter En efecto, más allá del reconocimiento de los
ético. En su obra fundamental Social choice derechos formales de las minorías, existen
and individual valúes (1963) establece cinco sustanciosos beneficios que sólo pueden ser
criterios o condiciones. La única regla que distribuidos equitativamente si la regla mayo­
satisface dichas condiciones y al mismo tiem­ ritaria funciona con resultados "de suma
po produce resultados estables (no contradic­ positiva”, lo que presupone que todos pueden
torios) es la regla de la mayoría simple cuan­ ganar algo. Pero éste no es el caso cuando hay
do no hay mas que una alternativa de elección mayoría hegemónica; pues la decisión colec­
ante el grupo. En cambio, en el caso en que tiva puede ser “de suma cero”, en el sentido
haya mas de dos caminos a escoger, la regla de que una parte sale ganando lo que la otra
puede satisfacer las condiciones de Arrow, pierde.
pero no produce necesariamente un resulta­ La regla de la mayoría puede funcionar
do estable, o sea no permite determinar siem­ también aunque no exista una mayoría hege­
pre de manera univoca cual es la voluntad del mónica. a condición de que, en ausencia de
grupo. Las preferencias individuales podrían una mayoría tal, las preferencias y los inte­
ser, en efecto, tan diversas entre sí que no reses de los miembros del grupo sean sufi­
podrían integrarse, dando lugar así a un fenó­ cientemente homogéneos. Entonces el resul­
meno que la literatura especializada define tado no sólo es estable, sino en un cierto sen­
como de ‘‘mayorías cíclicas” o no llegar a nin­ tido más equitativo, en cuanto la decisión
guna mayoría. Este es el sentido en que se colectiva tiende a reflejar la media de las pre­
plantea el conocido "teorem a de la imposibi­ ferencias del conjunto de los decisores. La
lidad general” (Arrow 1963). literatura especializada ha establecido diver­
Siguiendo el planteamiento establecido por sas condiciones que aseguran el funciona­
Arrow respecto a las elecciones colectivas, la miento de la regla mayoritaria con base en
literatura especializada ha intentado investi­ una cierta forma de homogeneidad de las pre­
gar en qué condiciones funciona la regla de ferencias individuales. La mas famosa es la
la mayoría y cómo funciona, o sea con qué que propone Duncan Black (1958), que con­
resultados en la distribución de los beneficios siste en postular un solo máximo para las cur­
o de los costos del proceso decisional. A este vas de preferencia individual. Tales preferen­
respecto se observa en prim er lugar que fun­ cias pueden entonces alinearse sobre una úni­
ciona sin duda alguna cuando dentro del gru­ ca escala y la decisión colectiva tomada por
po decisorio “la mitad más uno de los miem­ mayoría corresponde a la preferencia óptima
bros” tenga la misma preferencia sobre la del individuo medio, o sea del individuo que
alternativa a elegir como decisión vinculan­ está en el centro de la distribución de prefe­
te para todo el grupo. En tal caso tenemos una rencias. Sustancialmente dicha condición
mayoría hegemónica (o mayoría predominan­ postula que las preferencias de los miembros
te). Sin embargo, la existencia de una situa­ del grupo sean reduciblcs a un denominador
ción decisional de este tipo tiene implicacio­ común que represente una sola dimensión de
nes negativas en el plano de la “equidad" de conflicto y por tanto de elección. Esto impli­
los resultados del proceso decisional. Ésta ca la existencia de un acuerdo dentro del gru­
comporta la prevalencia dentro del grupo po decisorio sobre el hecho de que las prefe­
decisorio de una parte sobre la otra, o más rencias de los individuos acerca de un deter­
exactamente de una mayoría sobre una o minado problema de elección difieren sola­
varias minorías. El riesgo está en que la mente respecto de un parámetro.
mayoría pueda dominar el juego a costa de Esta relación particular entre consenso y
la minoría. A la larga un sistema decisional disenso, esta especie de concordia discors. res­
que funcione de este modo no puede durar. tringe notablemente el área del conflicto, per­
En lugar de ser un instrumento de componen­ mitiendo así a la regla de la mayoría funcio­
da pacífica de los conflictos, la regla mayori- nar de tal modo que los beneficios y costos
taria acaba por exasperarlos, incluso en los del proceso decisional se distribuyan equita-
DECISIONES COLECTIVAS, TEORIA DE LAS 425

livamente. Se obtiene un resultado análogo dad con que se sienten ciertas cuestiones por
cuando la homogeneidad entre las preferen­ parte de los diversos componentes del grupo.
cias individuales consiste no en el hecho de Quien "cede” o concede hoy es el que siente
tener un solo máximo, sino en tener un solo un determinado problema menos intensamen­
mínimo o bien cuando se refiere a alternati­ te que el que "exige". Con base en esta lógica
vas separables en dos grupos tales que las de transacción, el mecanismo de las compen­
pertenecientes a uno de los grupos sean siem­ saciones recíprocas diferidas permite a la
pre preferidas en cualquier escala de prefe­ regla de la mayoría funcionar aun cuando ello
rencia individual a las pertenecientes al otro no parecía posible, dada la heterogeneidad de
grupo, y viceversa (Inada 1964). Una condición los intereses y de las preferencias indivi­
de homogeneidad todavía más general se ha duales.
definido con base en las hipótesis de que 1] los
miembros del grupo no sean indiferentes res­ ni. unanimidad Y prowjrc ionalismo. La regla de
pecto a la elección entre las diversas posibi­ la mayoría no es el único instrumento de for­
lidades de solución (o sea que estén "intere­ mación de las decisiones colectivas. A pesar
sados") y 2] sus preferencias sean tales que de todo puede funcionar, como se ha indica­
en relación con cada terna de posibilidades do, con "suma cero", o sea beneficiando
de elección (clasificadas como “mejor", exclusivamente a una parte en detrimento de
“peor” o "interm edia” respecto al conjunto, la otra o de las otras. Para evitar este riesgo
o sea teniendo un determinado "valor") exis­ se prefiere recurrir a determinadas condicio­
tan una posibilidad y un "valor" tales que nes de mayorías calificadas o a reglas que den
dicha posibilidad no llegue a asum ir nunca mayores garantías sustanciales a las mino­
aquel valor en ninguna escala de preferencia rías. Entre ellas cabe mencionar la regla de
individual (condición de las preferencias de la unanimidad y el sistem a proporcional. El
valor restringido; Sen, 1970). elemento característico de la regla de la una­
El análisis de la regla de la mayoría no ha nimidad se da en el hecho de que atribuye a
recorrido solamente el camino de la búsque­ todos los miembros del grupo un peso deci­
da de "condiciones de homogeneidad” cada sorio. Ningún voto es inútil o nulo. Todo voto
vez más elaboradas tales que aseguren la posi­ cuenta por cuanto es posible decidir colecti­
bilidad de evitar las implicaciones negativas vamente sólo con el consenso de todos. En la
del teorema de la imposibilidad general. La práctica todo miembro del grupo dispone de
t. de las decisiones colectivas se ha desarro­ un poder de veto que le permite bloquear
llado también en una segunda dirección: la cualquier decisión contraria a sus intereses,
del estudio de los mecanismos de compensa­ o al menos le permite obtener una compen­
ción. Donde los grupos decisorios son comi­ sación adecuada por decisiones que lo perju­
tés, o sea grupos institucionalizados y de dican o por decisiones en que no sale benefi­
pequeñas dimensiones encargados de decidir ciado en modo alguno. Así se explica el recur­
sobre un flujo continuo de cuestiones, la regla so al uso de esta regla en aquellos contextos
m ayoritaria puede funcionar presionando la en que los intereses en juego de los partici­
disponibilidad de los miembros del comité pantes son de tal importancia y potencialmen­
para lograr un acuerdo "cuestión por cues­ te tan divergentes que se deben proteger a
tión", cediendo en el consenso sobre una deci­ cualquier costo, incluso a costa de la paráli­
sión hoy para obtener una satisfacción de los sis del proceso decisional. No por casualidad
propios intereses mañana. En la práctica se la unanimidad es la regla decisional adopta­
trata de poner en marcha un sistema de com­ da en el nivel de organismos colectivos con
pensaciones reciprocas diferidas. Gracias a un carácter supranacional. Pero, precisamen­
ello es posible llegar a decisiones colectivas te por estos motivos, el uso de esta regla es
aun cuando en ausencia de condiciones de muy limitado, aunque en el nivel teórico tie­
homogeneidad de las preferencias individua­ ne arduos defensores entre los politólogos y
les existe una "cultura de transacción”. Entre los economistas, por el hecho de que asegu­
otras cosas, este mecanismo tiene una impor­ ra siempre el logro de soluciones colectivas
tante característica que consiste en su capa­ que satisfacen el criterio de Pareto, según el
cidad de tener en cuenta la desigual intensi­ cual todos salen ganando algo de su fundo-
426 DEFENSA

namiento y nadie sufre daños o tiene que buido a hacer más precisos y sistemáticos
soportar costos imprevistos. nuestros conocimientos sobre las condiciones
La regla proporcional se parece en ciertos de funcionamiento de la democracia, la par­
aspectos a la regla de la unanimidad. Pero a ticipación política y la lucha electoral. Por
diferencia de ella, casi nunca tiene aplicación otra parte, el interés que la t. ha suscitado
en el nivel de pequeños grupos, sino que se entre los especialistas de la ciencia política
usa principalmente cuando en el cuerpo deci­ es todavía muy relativo. En el fondo se pue­
sorio existen grupos que representan colec­ de decir que es aún un patrimonio de pocos
tividades de grandes dimensiones. Su funcio­ y por lo tanto sus potencialidades están toda­
namiento es en teoría simple: cada individuo vía en gran parte inexploradas.
o subgrupo de individuos tiene el derecho de
influir en las decisiones a tom ar en medida bibliografía: K. Arrow, Elección social y valores
proporcional a la importancia de los intere­ individuales (1963), Madrid, Ministerio de
ses que representa o a su consistencia numé­ Hacienda, 1974; D. Black, The theory of commit-
rica. Con esta regla también se asigna en la tees and eleclions, Cambridge, Cambridge Uni-
práctica un poder de veto a cada componen­ versity Press, 1958: J.M. Buchanan y G. Tullock,
te del grupo, como en el caso de la regla de The calculus of consent. Ann Arbor, University
la unanimidad. Se restringe así el universo de of Michigan, 1962; R. D'Alimonte, Regola di mag-
las soluciones posibles del proceso decisional gioranza, stabilitá e equidistribuzione, en Rivis-
y se amplia al mismo tiempo la gama de las ta Italiana di Scienza Política, 4, 1974; A. Dovvns,
preferencias e intereses a tener en conside­ An economic theory of democracy, Nueva York,
ración. Por estas razones la regla proporcio­ Harper and Brothers, 1957; K. Inada, A note on
nal funciona bien como regla para la d istri­ tlie simple majority decisión rule, en Econome-
bución de cargos o para la elección de com­ trica, 32, 1964; P.K. Pattanaik, Voting and collec-
ponentes de organismos representativos más tive choice, Cambridge, Cambridge University
que como regla paru la formación de políti­ Press. I971;G. Sartori, Tecniche decisionali e sis­
cas o decisiones colectivas. Es mucho más tema dei comitati, en Rivista Italiana di Scienza
fácil dividir los cargos v asignarlos en base Política, 4. 1974; A.K. Sen, Elección colectiva y
proporcional que dividir y desagregar las bienestar social (1970), Madrid, Alianza, 1976.
políticas públicas de modo que satisfagan los
intereses en juego en medida proporcional a [ROBERTO D'ALIMONTE]
su peso.
A pesar de estas limitaciones el sistema pro­
porcional ha encontrado y sigue encontran­
do amplia aplicación en aquellos sistemas
políticos que la literatura especializada defi­ defensa
ne como “democracias asociativas". La exis­
tencia de sistemas de división tales como los I. LA F.XIGENCLA DE CONSERVACIÓN: SEGURIDAD Y
de carácter étnico, lingüístico o religioso hace defensa En general el concepto de d. de un
problemático o de plano imposible el uso de ordenamiento político se ha confundido con
mecanismos decisionales de tipo mayoritario. su organización militar, estableciéndose una
De aquí el recurso a reglas decisionales más ecuación entre d. y fuerzas armadas. Seguire­
dúctiles que se presten mejor en tales circuns­ mos esta orientación al examinar la actual
tancias a ajusta: equitativam ente los intere­ organización italiana de la d., haciendo antes
ses divergentes.IV. algunas consideraciones sobre las que pare­
cen las características más importantes de la
IV. CONCLUSIONES. El desarrollo de la t. de las tutela de un ordenamiento.
decisiones colectivas se presta a dos tipos de Todo ordenamiento debe afrontar el proble­
consideraciones. Por una parte es posible afir­ ma de su permanencia. La d., entendida en
m ar que constituye actualm ente el núcleo de sentido amplio, está estrechamente condicio­
una teoría moderna de la democracia. El uso nada a una exigencia de conservación de las
de un lenguaje riguroso y de instrumentos estructuras políticas y jui idicas que reviste
analíticos de tipo lógico-deductivo ha contri­ una importancia no menor que la atribuida
DEFENSA 427

a su afirmación originaria, idealmente plan­ prim arias, como la intervención cuando hay
teada en el momento de la concreción de los calamidades naturales, en cuyo caso estamos
llamados elementos constitutivos del estado, frente a un servicio público.
que según las doctrinas tradicionales se iden­
tifican con el territorio, con el pueblo y con el II. LIMITES DE LAINTERDEPENDENCIA ENTRE DEFENSA
poder organizado y soberano. El momento Y uso de la fuerza armada Existe una difundi­
conservador está estrechamente conectado da tendencia a identificar en el plano organi­
con la esencia misma del estado, el cual no zativo una relación necesaria entre d. y fuer­
puede renunciar a autopreservarse contra za arm ada y en el plano funcional una rela­
fenómenos de subversión de sus propias ins­ ción sim ilar entre d. y agresión proveniente
tituciones. del exterior del ordenamiento lesionado.
La estabilidad del sistema institucional y Tales orientaciones parecen superadas por la
el ordenado desarrollo de la colectividad realidad política y por las más modernas con­
nacional en el marco de los principios cons­ tribuciones de la literatura especializada.
titucionales originariamente aceptados por No existe una necesaria interrelación entre
un ordenamiento se identifica con su seguri­ d. y uso de la fuerza armada, aun cuando sea
dad. Ésta, en cuanto síntesis de conservación exacto que en los casos limites el recurso a
y desarrollo de acuerdo con los principios su empleo parece el último remedio que un
constitucionales, es el máximo valor jurídi­ estado pueda utilizar para precaverse de agre­
co protegido. Fíente a ella, el concepto de d. siones y aun cuando la organización m ilitar
asume un significado estrictamente instru­ debiera tener como fin único y exclusivo la
mental,que comprende todas las modalidades d. armada.
organizativas y funcionales dirigidas a garan­ En caso de efectiva agresión las finalidades
tizar los valores esenciales sintetizados en el de seguridad se persiguen también a través
concepto de seguridad. Se comprende enton­ de modalidades diferentes del uso de la fuer­
ces que es impropio afirm ar que la d. puede za armada, especialmente mediante la acción
ser causa y fin del estado, ya que es cierto en diplomática. Además, en caso de empleo de
cambio que sólo la exigencia de seguridad la fuerza armada siempre son llamados a con­
puede colocarse como origen de fenómenos cu rrir de manera integrativa otros aparatos
asociativos entre individuos y entre colecti­ organizativos del estado no destinados de
vidades —como es todavía evidente en el caso modo primario y exclusivo a tal fin, como las
de constitución de estados federales resultan­ administraciones económicas, técnicas, finan­
tes del desarrollo de confederaciones— y cieras y. siempre, la de los asuntos exteriores.
constituye siempre uno de los fines esencia­ En caso de simple peligro de agresión las
les del ente estatal, perseguible exclusivamen­ finalidades de seguridad pueden ser protegi­
te por éste en cuanio que implica el recurso das mediante la predisposición sin empleo de
a los atributos de la soberanía. la fuerza armada, provocando así la disuasión
El conjunto de los aparatos que son desti­ de potenciales actos hostiles, y mediante el
nados de modo primario y exclusivo a la pro­ recurso a actividades sustitutivas de las mili­
tección de la seguridad en el ámbito de las tares, en especial la diplomática. De lo seña­
relaciones internacionales es calificado como lado deriva la extrema importancia del papel
organización de la d. o. simplemente, como desempeñado por la administración de los
la d. En tal caso la d. se hace generalmente asuntos exteriores en m ateria de protección
coincidir con la organización de las fuerzas de la seguridad en las relaciones internacio­
arm adas del estado. Siempre en sentido ins­ nales de manera auxiliar o sustitutiva respec­
trum ental se habla propiamente de d. con to de la acción de las administraciones mili­
referencia a la actividad desempeñada para tares.
garantizar la seguridad. Cuando nos referi­ Situaciones particulares se presentan cuan­
mos a la actividad globalmcntc desempeña­ do la agresión proviene del interior del orde­
da por el ente estado nos encontramos fren­ namiento afectado, aunque esté diversamen­
te a una función pública, a menos que el apa­ te vinculada con iniciativas de otra estado. En
rato defensivo no sea utilizado para finalida­ tal hipótesis la d. puede realizarse recurrien­
des consideradas anómalas respecto de las do no sólo a la fuerza arm ada sino también
428 DEFENSA

a expedientes preventivos y represivos que no nización de las intervenciones en m ateria


siempre implican su uso: declaración de esta­ defensiva. A titulo de ejemplo recordamos que
do de sitio, proclamación de la ley marcial, en el Consejo supremo de d. establecido por
institución de jurisdicciones de excepción, la constitución italiana, la ley inslitutiva ha
recurso a exasperaciones de la normativa previsto, entre otras cosas, el concurso nece­
penal y de las medidas de policía, adopción sario de los ministros de Asuntos Exteriores,
de medidas propagandísticas y psicológicas del Interior, del Tesoro, de Defensa, de Indus­
que aumenten la voluntad de resistencia de tria y Comercio y del presidente del Consejo
las poblaciones. de los ministros, además de la participación
Son por lo tanto múltiples las adm inistra­ facultativa de otros ministros.
ciones que desempeñan un papel por lo menos
complementario respecto del de las adminis­ III. LIMITES DE LAINTERDEPENDENCIA ENTRE DEFENSA
traciones m ilitares en m ateria de d. Además Y agresión del exterior. Otro aspecto que
de la de los asuntos exteriores, han asumido merece algunas precisiones es el de la supues­
una importancia de prim er plano las encar­ ta necesaria interdependencia entre d. y agre­
gadas de la propaganda, a causa del progre­ sión proveniente del exterior. La doctrina tra­
sivo incremento del componente ideológico de dicional insiste sobre el punto, pero se recuer­
los conflictos, las que controlan los sectores da que la d. toma también en cuenta las agre­
económicos, cuya eficiencia es premisa indis­ siones del interior, es decir las generadas en
pensable para el satisfactorio funcionamien­ el seno del propio ordenamiento afectado.
to de la máquina militar, las encargadas de En realidad toda distinción clara entre las
la investigación científica y tecnológica, cuyos dos formas de agresión es problemática en
desarrollos condicionan los de las técnicas cuanto que a menudo la agresión interna es
militares y de las doctrinas estratégicas. Una estimulada y dirigida por otro estado. El fenó­
justificación de la importancia correspon­ meno es alentado especialmente por dos fac­
diente a muchas administraciones en mate­ tores: por la peligrosidad excesiva del recur­
ria de d. no puede encontrarse en un examen so al conflicto internacional, especialmente
sumario de las competencias sectoriales sino después de los cambios de las técnicas béli­
sólo teniendo presente el carácter unitario y cas que permiten recurrir a las armas nuclea­
global de la d. de un ordenamiento que pre­ res pero que presentan el riesgo de un acto
supone en el nivel operativo el concurso de sim ilar del propio agresor, y por las posibili­
todas las administraciones afectadas y en el dades ofrecidas por la acción disgregadora de
nivel de dirección la intervención de los órga­ las ideologías. Estos dos componentes previe­
nos constitucionales: el carácter global de la nen al estado agresor de exponerse y le acon­
d. es paralelo al carácter total de los grandes sejan formas de acción mediata utilizando el
conflictos internacionales de la era contem­ elemento social del estado que se pretende
poránea teorizado por las doctrinas estraté­ agredir. A estas formas de agresión indirec­
gicas. ta se unen las que se generan espontáneamen­
Una confirmación formal del concurso te en el interior del conjunto estatal: ambas
necesario de las diversas ram as de la admi­ deben ser tenidas en cuenta por la defensa.
nistración en la d. se tiene en la difundida uti­ Con las precisiones hechas puede recordar­
lización del esquema organizativo de los comi­ se que la d. debe tener en cuenta dos hipóte­
tés o consejos de d. que ya es conocido por casi sis de agresión interna diversas, según que
todos los ordenamientos contemporáneos. Se enfrente ataques desde arriba o desde abajo,
trata de organismos interdepartam entales es decir provenientes del vértice organizati­
especializados en las cuestiones referentes a vo del estado o de su base social. Tomando
la d., en general con atribuciones preparato­ como punto de referencia un sistema consti­
rias y consultivas, a veces de dirección, que tucional dado, las tentativas de modificación
tienen en común la característica de ser sedes antijurídica del mismo —con o sin recurren­
de representación colegiada de distintos inte­ cia a la fuerza arm ada y con o sin vínculos
reses confiados a las reparticiones adminis­ con ordenamientos externos— pueden prove­
trativas del estado con el fin de permitir, nir de los órganos constitucionales de vérti­
mediante oportuna coordinación, una arm o­ ce (llamado golpe de esladoi o por parte de la
DEFENSA 429

colectividad nacional (llamada acción subver­ Especialmente en el último caso es fácil


siva. revolución). Todas estas tentativas tie­ comprobar cómo la identificación de la d. con
nen por fin el cambio del ordenamiento en la d. del estado-ordenamiento encierra una
vigor siguiendo una dirección en contraste ficción jurídica. La protección de las fuerzas
irreconciliable con el mismo (que si tiene éxi­ políticas dominantes, representadas en los
to provoca una revolución en sentido técni­ órganos constitucionales, es el objeto prima­
co). En las dos hipótesis planteadas la d. es rio de todo sistema de d. La noción de d. del
asumida por el elemento estatal que se pre­ estado-ordenamiento, globalmente entendido
tende fiel al sistema constitucional. En el caso como abarcante de la totalidad de los elemen­
de acción agresiva al vértice pueden ser algu­ tos constitutivos, constituye un paso ulterior
nos de los órganos constitucionales quienes a través del cual se trata de efectuar una sín­
intervengan o bien la propia colectividad tesis entre d. de las fuerzas políticas dominan­
nacional siempre que pretenda ejercer el lla­ tes y su organización y d. de toda la colecti­
mado derecho de resistencia. En el caso de vidad nacional y relativa organización: de tal
acción agresiva a la base es en general el apa­ modo la d. del estado-aparato se funde con la
rato del vértice quien utiliza los instrum en­ del estado-comunidad. Tal proceso es identi-
tos represivos legalmcnte puestos a su dispo­ ficable siempre en las relaciones interestata­
sición. les, en las que cada estado tiende a presen­
tarse como unidad de todos sus componen­
IV LAS INSTITUCIONES POLITICAS COMO OBJETO DE tes, pero en los ordenamientos de partido úni­
d efensa.Lo expuesto acerca de las modalida­ co tal ficción se produce también en las rela­
des a través de las que se opera la d. y res­ ciones internas, en cuanto que es conocido el
pecto de la posible proveniencia de la acción postulado político de la necesaria coinciden­
agresiva nos acerca a la determinación de los cia entre base y vértice, entre comunidad y
valores que son objeto de defensa. aparato
Hay concordancia sobre dos de éstos: el Si el objeto de la d. está dado por las fuer­
territorio y la población. Especialmente la zas políticas que caracterizan a un ordena­
integridad territorial recibe amplia protec­ miento. significa que la d. puede presuponer
ción en las constituciones, en la legislación una notable fragmentación de los valores y de
penal y en la especial en m ateria de d.. en los los intereses a proteger, fragmentación que
tratados internacionales y en particular en los es proporcional al número de los centros de
de seguridad colectiva. Sin embargo el obje­ poder, más o menos institucionalizados, entre
to esencial de la d. está constituido por el los cuales se reparte efectivamente autoridad
poder organizado, o mejor dicho por las ins­ e influencia en un determinado sistema poli-
tituciones políticas que caracterizan un orde­ tico: jefe del estado, gobierno, parlamento,
namiento. Territorio y población se colocan partidos, sindicatos, cuerpo electoral, entes
como presupuestos objetivos y como dimen­ territoriales y funcionales, administraciones
siones espaciales y personales dentro de las públicas, fuerzas armadas, organizaciones
cuales actúa el poder organizado, que es poder económicas, iglesias y similares, con una ten­
soberano en cuanto instancia última de deci­ dencia a la subdivisión utomista en los orde­
sión capaz de imponerse sobre las diversas namientos democráticos pluralistas y una
voluntades individuales y colectivas que con­ tendencia a la concentración en la síntesis
trola. Sólo es parcialmente coincidente con partido-gobierno en los ordenamientos auto-
estas consideraciones la afirmación según la cráticos de partido único. Corresponde un
cual la d. tiene por objeto la independencia papel particular a la d. de la ideología, soporte
del estado-ordenamiento. Se trata de la veri­ y componente necesario del poder junto al sis­
ficación de un fenómeno parcial, en cuanto tema de las instituciones estatales, elemento
que tiene en cuenta solamente la llamada motor del ordenamiento, tanto de la base
dimensión externa del poder soberano, la que social como de la organización de gobierno,
emerge en las relaciones interestatales. A ésta la última de las cuales es a veces considera­
se le añade siempre en cambio la dimensión da como sostén organizativo de la misma
interna referente a las relaciones que s e ideología, ideologías e instituciones s e encuen­
desenvuelven en el seno del ordenamiento. tran íntimamente vinculadas en la medida en
■ lío DEFENSA

que el sistema político para su mayor efica­ ra parle del art. 11: “ Italia repudia la guerra
cia institucionaliza su propia ideología. En tul como instrum ento de ataque a la libertad de
perspectiva la d. del poder no com portará la otros pueblos y como medio de resolución de
simple d. de las instituciones sino también la las controversias internacionales.” De tal
contextual e implícita d. de la ideología que modo se ha fijado en su momento constitu­
las caracteriza. yente una directiva vinculante de los órganos
Retomando las consideraciones desarrolla­ constitucionales en sus futuras opciones de
das. la d. tiene por objeto la seguridad de un dirección en m ateria de seguridad, en con­
ordenamiento, identificado con sus propias traste con los estados que adoptaban o adop­
instituciones políticas. Éstas están expuestas tan el principio agresivo, que permite direc­
a riesgos de agresión provenientes del exte­ ciones expansionistas, como en el caso del
rior o del interior, según distintas modalida­ pasado ordenamiento estatutario fascista. La
des. El uso de los aparatos militares y el directiva se coloca en el cuadro de las tenta­
empleo de la fuerza armada constituyen sola­ tivas conducidas en un nivel de convenciones
mente uno de los perfiles de las modalidades internacionales y constitucionales con el fin
defensivas, en tanto que se recurre de mane­ de limitar el recurso a la violencia bélica en
ra complementaria o sustitutiva a muchas las relaciones internacionales: Pacto de la
otras administraciones públicas. Es necesa­ Sociedad de las Naciones (1920); Pacto de
rio además señalar que, cuando se identifican París (1928); Carta de las Naciones Unidas
las fuerzas políticas características de un (1945) y una gran cantidad de textos consti­
ordenamiento como el objeto último de la d., tucionales.
existen muchos otros perfiles de la protección Los principios de organización son simila­
de la seguridad. Así, no deberían descuidar­ res a aquéllos seguidos en los ordenamientos
se los expedientes mediante los cuales se dis­ democráticos con separación de poderes. En
tribuye el poder entre diversas instancias, se materia de protección de la seguridad predo­
prevén órganos de garantía constitucional, se mina el principio de separación, en cuanto que
regulan los mecanismos de revisión, se insti­ es considerado una segura garantía de las
tuyen aparatos administrativos y jurisdiccio­ libertades constitucionales: separación entre
nales, se dicta una normativa también penal órganos titulares de los poderes de dirección,
de protección especifica, se estipulan alian­ separación entre órganos de dirección y órga­
zas defensivas y pactos de seguridad colecti­ nos técnico-ejecutivos, separación entre órga­
va, en fin, se ponen en práctica regímenes nos técnico-ejecutivos.
excepcionales de protección en caso de crisis.V . La organización técnica de las fuerzas arma­
das destinadas a la d. se considera absoluta­
V. PRINCIPIOSCONSTITUCIONALES DE LADEFENSA EN EL mente carente de atributos de dirección polí­
ordenamiento i i alia so
La constitución italia­ tica, tanto en general como en la materia espe­
na vigente se refiere de modo marginal a los cifica de la protección de la seguridad. Esto
problemas de la d. Es posible sin embargo se expresa también, tradicionalmente, en el
identificar sus principios esenciales tenien­ principio de la subordinación del llamado
do en cuenta algunas disposiciones formales poder militar al civil o político, expresión con
y la realidad política en la que se encuadra la que se pretende que sólo órganos extraños
el sistema italiano. a la organización militar pueden ser titulares
También en m ateria de seguridad es útil de poderes de dirección política, mientras que
oponer los principios constitucionales de base los órganos m ilitares asumen una posición
—que distinguimos en principios de acción y subordinada de consulta técnica, de prepara­
en principios de organización— (perfil está­ ción y de mera ejecución física. De la subor­
tico) a las que son las direcciones políticas dinación del militar al civil derivan otros prin­
seguidas por los órganos constitucionales al cipios organizadores:
poner en práctica los primeros (perfil diná­ a] el comando presidencial de las fuerzas
mico). Concentrando la atención sobre los pri­ armadas (art. 87. 9o c. de la constitución), que
meros notamos que el principio de acción más no implica en sentido técnico superioridad
importante en el actual ordenamiento es el jerárquica del jefe del estado en las fuerzas
principio defensivo sancionado por la prime­ arm adas sino que quiere afirm ar la subordi­
DEFENSA 431

nación de las mismas al poder civil con la elec­ bilidad de la misma en favor de un único cen­
ción del órgano que está investido de una tro de dirección. Una prim era división se tie­
representación más amplia que la guberna­ ne entre fuerza predominantemente destinada
tiva. que goza de una sólida estabilidad y que a la d. en las relaciones internacionales (fuer­
debería estar por encima de intereses contin­ zas armadas en sentido estricto) y fuerza dis­
gentes de la mayoría: puesta para la protección de la seguridad de
b] la apoliticidud de las fuerzas armadas, la las relaciones internas (otros cuerpos arma­
cual implica la sustracción de su empleo a dos, entre ellos las fuerzas de policía, hasta
fines partidarios y la prohibición de influen­ la entrada en vigor de la ley del 1 de abril de
cia de las mismas en la vida política en cuan­ 1981, núm. 121). En sus rasgos esenciales las
to cuerpo organizado: la apoliticidad puede fuerzas armadas se subdividen a su vez en las
implicar también prohibición de inscripción tres armas: ejército, m arina y aeronáutica
en partidos, como lo prevé el art. 92. 3er. c. militar. Las funciones de policía son cumpli­
de la constitución, para los militares de carre­ das por las guardias de seguridad pública
ra en servicio activo y para los funcionarios —dependientes del m inistro del Interior— y
y agentes de policía; también por integrantes de las fuerzas arm a­
c] la elección por parte del poder político das —los carabineros— dependientes del
civil de los principios reguladores de la orga­ ministro de Defensa, a la par de los integran­
nización militar, que comporta la sustracción tes de las tres armas, pero puestos a disposi­
del ordenamiento de las fuerzas armadas a la ción del ministro del Interior.
aislación del ordenamiento general del esta­ El delicado sector que comprende los ser­
do: el art. 52 de la constitución establece que vicios secretos destinados a proteger la segu­
"el ordenamiento de las fuerzas arm adas se ridad interior y exterior ha sido reordenado
adecúa al espíritu democrático de la Repúbli­ por la ley del 24 de octubre de 1977, núm. 801.
ca", es decir a los principios constituciona­ que ha previsto un Servizio per le informa-
les del estado, y la ley del 11 de julio de 1978, zioni e la sicurezza m ilitare que depende del
núm. 382, establece una serie de principios Ministerio de la Defensa v un Servizio per le
que condicionan el ordenamiento interno informazioni e la sicurezza democrática que
militar afirmando su subordinación a la cons­ depende del Ministerio del Interior, aunque
titución y a la ley. ambos están sujetos en conjunto a otros orga­
d] la intervención de la fuerza armada úni­ nismos nuevos de coordinación interministe­
camente a requerimiento del poder político y rial, bajo la dirección del presidente del
no por espontánea iniciativa de los órganos Consejo.
militares; tanto para las relaciones internacio­ Los integrantes de las fuerzas armadas
nales como para las internas (para estas últi­ están sujetos a la disciplina militar, comple­
mas, v. R.D. 3 de marzo de 1934, n. 183, art. jo de reglas de no fácil armonización con los
19, 6Ü c.). preceptos constitucionales en m ateria de
La organización técnico-ejecutiva que cons­ libertades fundamentales, tradicionalmente
tituye la fuerza arm ada del estado no puede confiado al poder reglamentario gubernamen­
ser más que estatal, en cuanto que el estado tal, pero hoy tratado en la ley del 11 de julio
tiene el monopolio de los poderes de coerción de 1978, núm. 3S2, que fijó una serie de prin­
en el plano interno e internacional. De allí cipios fundamentales relacionados con el
deriva la prohibición de milicias de partido estado jurídico de los militares y, entre otras
—el art. 18. 2o c.. de la constitución prohíbe cosas, reconoce formas de representación de
las asociaciones que persiguen fines políticos los integrantes de las fuerzas armadas (D.P.R.
“ mediante organizaciones de carácter m ili­ del 4 de noviembre de 1979, núm. 691). Están
tar"— y la de milicias locales, estrechamen­ pues sujetos a la jurisdicción militar, consi­
te conectada con el carácter unitario del esta­ derada jurisdicción penal especial (art. 103.
do (r. para tal propósito, el art. 5. la. parte, 3o c. de la constitución).
de la constitución). La participación de los ciudadanos en la d.
La fuerza arm ada estatal esta subdividida es obligatoria y se apoya en la prestación del
en más reparticiones con el fin de evitar los servicio militar (art. 52. I o y 2Uc. de la cons­
riesgos de una concentración de la disponi­ titución). Esta obligación está hoy en día
432 DEFENSA

atemperada por el reconocimiento de la obje­ bilidades técnico-operativas están confiadas


ción de conciencia (ley del 15 de diciembre de al Estado Mayor de Defensa, del que depen­
1972, núm. 772) y por la disciplina del volun­ den los estados mayores de las tres armas. El
tariado civil en el marco de la cooperación Jefe del Estado Mayor de Defensa es el alto
con los países en vías de desarrollo, que bajo consejero técnico-militar del ministro, pero
ciertas condiciones puede consentir la dispen­ también tiene importantes poderes de inicia­
sa del servicio (ley del 19 de enero de 1979, tiva en materia organizativa y estratégica. Sus
núm. 38). Junto a la masa que presta servicio atribuciones lo colocan en una posición orga­
obligatorio por breve tiempo existen elemen­ nizativa de preeminencia frente a los jefes de
tos profesionales que prestan de modo con­ los estados mayores de las tres armas, aun
tinuo y tendencialmente permanente un ser­ cuando una subsiguiente ley institutiva del
vicio voluntario, especialmente con el fin de Comité de los Jefes de Estado Mayor recono­
asegurar la existencia de los cuadros organi­ ce a estos últimos particulares atribuciones
zativos. consultivas (lev del 8 de marzo de 1968, núm.
200 ).
VI. EL MINISTERIO DE DEFENSA Y ELCONSEJO SUPREMO Independiente de la organización del minis­
de defensa. Las fuerzas arm adas dependen terio funciona el Consejo Supremo de Defen­
del ministro de Defensa, el que. como miem­ sa. previsto por la constitución (art. 87, 9Uc.)
bro del gobierno, responde politicamente ante y regulado por una ley de 1950 probablemente
el Parlamento, que desarrolla también en este inconstitucional. En efecto, mientras que la
sector, según la constitución, la misma direc­ constitución se limita a considerar que el con­
ción y control que en el pasudo fue más bien sejo está presidido por el presidente de la
nominal. Las citadas leyes núm. 801 de 1977 república, la ley le atribuye competencias de
y núm. 382 de 1978 parecen indicar la tenden­ notable importancia, en cuanto éste "exami­
cia a valorar la reserva de las leyes parlamen­ na los problemas generales políticos y técni­
tarias en el delicado sector de la protección cos referentes a la d. nacional y determina ¡os
de la seguridad por medio de la organización criterios y fija las directivas para la organiza­
m ilitar —afirmando la preferencia de la ley ción y la coordinación de las actividades que
parlam entaría respecto de los actos norma­ de cualquier manera se refieren a ella": se tra­
tivos del gobierno— y refuerzan las modali­ ta de disposiciones que parecerían asignar
dades del control político parlam entario atribuciones de dirección política en materia
sobre directivas dadas por el gobierno. de d., con una evidente incongruencia respec­
El Ministerio de Defensa fue instituido des­ to de los principios generales fijados en la
pués del segundo conflicto mundial para uni­ constitución que implícitamente consideran
ficar los ministerios dispuestos para las tres al gobierno como autor y responsable aun de
arm as y asegurar la unidad de dirección la orientación en materia defensiva. Contras­
político-administrativa, antes ausente. La ta con estos principios la participación del
reorganización de tales sectores ha sido cum­ Jefe del Estado y del Jefe del Estado Mayor
plida sin embargo sólo recientemente con una de Defensa, en cuanto partes del consejo, en
serie de decretos de 1965 adoptados en vir­ las elecciones de los rumbos a seguir.
tud de delegación legislativa. Particularmente compleja es la posición
La organización del ministerio implica la que se quiere reconocer al jefe de estado, en
habitual repartición en direcciones generales. cuanto que se pretende enfatizar sobre la atri­
pero existen organismos centrales, dependien­ bución constitucional de alto mando para jus­
tes de un secretariado general que depende tificar los poderes anómalos de dirección que
directam ente del ministro, que son órganos derivarían de la presidencia del consejo. Sin
de coordinación y orientación de las activi­ embargo, es cierto que el mundo reconocido
dades de las direcciones. Órgano de consulta al jefe de estado no puede ser ni mando mili­
general —militar, técnica y adm inistrativa— ta ren sentido técnico —que concierne a los
del ministerio es el Consejo Superior de las órganos de vértice de las fuerzas arm adas—
Fuerzas Armadas, articulado en tres seccio­ ni poder de dirección política de la d. —en
nes, una pura cada arm a (ley del 9 de enero cuanto está en contraste con los princ ipios del
de 1951, núm. 167). Las máximas responsa­ gobierno parlam entario—: en materia de d.
DEFENSA 433

conciernen al jefe de estado los poderes nor­ res, se ha convertido en el verdadero centro
males de moderación y equilibrio unidos a los de vinculación con el sistema organizativo de
de garantía constitucional reconocidos en d. en que el estado participa-, irrelevante pare­
todos los sectores en que operan los poderes ce el papel de los órganos constitucionales,
públicos. La atribución de mando, que tex­ nulo el del consejo supremo.
tualmente recarga el contenido de una sobre­
cargada prerrogativa exclusiva, sirve para b i b l io g r a f ía . V. Buchclet, Disciplina militare e

identificar el poder político civil del estado, ordinamenlo giuridico statale, Milán, Giuffré,
globalmente entendido, en cuanto superior al 1962; D. Cantón, La política de los militares
llamado poder militar. Sabemos en efecto que argentinos, Buenos Aires, Siglo XXI, 1971; S.
tradicionalmente el jefe de estado se preten­ Carbonaro, Le responsabilitá militan nell'ordi-
de parte del poder ejecutivo, del cual depen­ namento costituzionale italiano, Florencia, Bar­
den las fuerzas armadas, pero está excluido bera, 1957; M.E. Carranza, Fuerzas armadas y
del área de la mayoría gubernativa y no está estado de excepción en América Latina, México,
comprometido en los problemas contingen­ Siglo XXI, 1978; L.A. Costa Pinto, Nacionalismo
tes de la dirección de ésta, ni sufre la inesta­ y militarismo, México, Siglo XXI, 1974?; G.
bilidad típica del gobierno, en la medida en Ferrari, Guerra (slato di), en F.nciclopedia del
que se basa en una amplia mayoría política diritto, Milán. Giuffré, 1970, vol. XIX; Generales
que lo acerca a una vasta área de la comuni­ para la Paz y el Desarme, La carrera armamen­
dad nacional haciéndolo representante de su tista hacia Armagedón: un desafio a la estrate­
unidad: estos elementos y su pretendida gia listados Unidos-OTAN, México, Siglo XXI,
imparcialidad parecen haber aconsejado per­ 1985; G. Giacobbc, Forz.e armate e diritto di asso-
sonalizar en él el principio de la supremacía ciazione, en Diritto e Socielá, 2.1979; P.G. Gras-
de los poderes constitucionales del estado so, / prohlemi giuridici dello "slato d'assedio"
sobre la organización de las fuerzas armadas. nell’ordinamento italiano, Pavía, Universilá di
Estas consideraciones deberían hacer que nos Pavía, 1959; S. Cabriola, II Consiglio Supremo di
inclináramos hacia la consideración de la Difesa nell'ordinamenlo costituzionale italiano,
inconstitucionulidud de la atribución de pode­ Milán, Giuffré. 1973; G. Candi, Forze armate, en
res de dirección al consejo, aun cuando Enciclopedia del diritto, Milán. Giuffré, 1969, vol.
muchos, ignorando el texto legal, creen que xvtri; G. Motzo, Assedio (slato di), en Enciclope­
el consejo es órgano de mera consulta y coor­ dia del diritto, Milán, Giuffré, 1958, vol. ni; G.
dinación. Motzo, Comando forze armate, en Enciclopedia
Desde el punto de vista práctico muchas de del diritto, Milán, Giuffré, 1960, vol. vil; G. Mot­
las cuestiones que se plantean en torno a los zo, Consiglio Supremo di Difesa, en Enciclope­
poderes del consejo y, sobre todo, en torno dia del diritto, Milán, Giuffré, 1961, vol. VIH; F.
de los poderes presidenciales tienen escasa Pierandrei, Le forze armate in Italia, en Annali
importancia, en cuanto que las decisiones del Seminario Giuridico delta R. Universilá di
determinantes en materia de d. son hechas Palermo, Palermo, 1944, vol. xix; F. Pinto, For­
dentro de la otan, siguiendo las orientaciones ze armate e costituzione, Padua, Marsilio, 1979;
sugeridas por uno de los estados miembros A. Predieri, La difesa e le Forze, en Commenta-
de la organización que, disponiendo de arse­ rio sistemático alia Costituzione italiana, Floren­
nales nucleares, desempeña el papel de poten­ cia, Barbera, 1950, vol. I; A. Predieri, ¡l Consi­
cia hegemónica. En tal marco las direcciones glio Supremo di Difesa e i poteri del presidente
nacionales —una vez que la mayoría ha dele­ dclla Rcpuhblica, en Studi sulla Costituzione,
gado a la otan, autorizándola a ratificar y Milán, Giuffré. 1958, vol. tu; A. Rouquié, El esta­
ejecutar el Tratado del Atlántico Norte, la par­ do militar en América Latina (1982), México,
te sustancial de la soberanía nacional en lo Siglo XXI, 1984; I. Sandoval Rodríguez, Las cri­
que se refiere al tema de seguridad (según el sis políticas latinoamericanas y el militarismo,
art. 11 de la constitución)— se interesan espe­ México, Siglo XXI, 1979J; D. Senghaas, Amia-
cialmente por cuestiones organizativas ejecu­ mento y militarismo (1972j, México, Siglo XXI,
tivas de decisiones adoptadas fuera del orde­ 1974; G. de Vergottini, Indirizzo político dclla
namiento italiano. En tal perspectiva el Minis­ difesa c sistema costituzionale, Milán, Giuffré,
terio de Defensa, a través de los estados mayo­ 1971; G. de Vergottini, La modificazione de lie
434 D W . A l ' U IS M O

competente costituzionali in tema di difesa, en nismo que vive en una historia de "éxitos com­
Rivisia Trimcstrale di Diritto Puhhlico, XXIV, 2, pletos o de ejemplares desgracias”, en la que
1974; G. de Vergottini, An. 87. IX comma (pri­ los periodos de mediocridad eran “anomalías
ma parte), en G. Branca (coinp.), Commentario tan estridentes como absurdas que había que
delta Costituzione: ti presidente delta Repuhhli- im putar a los errores de los franceses y no
ca, arts. 83-87, Bolonia, Zanichelli, 1978. al genio de la p atria” (De Gaulle, 1954).
En la situación de derrota m ilitar y crisis
[GIUSEPPE DE VERC.OTTINl] política, De Gaulle se considera a si mismo
el único representante de esta transfiguración
v el guardián de una legitimidad histórica
superior a la meramente legal del régimen de
de^aullismo Vichy. El hecho de considerarse vicario en la
tierra de una Francia perenne le permitió rea­
i. definición Lo que se define por d. es en con­ lizar una ecuación veteada de elementos
junto una doctrina político-constitucional, un románticos si no místicos entre el interés na­
movimiento político y un régimen. Los tres cional francés v él mismo.
reciben el nombre por el general Charles de Es im pórtam e la actitud que derivaba res­
Gaulle, cuya personalidad y pensamiento son pecto de los franceses, considerados ambi­
la base del fenómeno. Una definición general guos e inestables, dispuestos, después de un
contiene necesariamente elementos de los periodo de grandes realizaciones, a seguir los
tres aspectos. intereses más particulares y a lanzarse a las
El d. se puede caracterizar como un nacio­ luchas más violentas entre facciones, olvidan­
nalismo de tipo moderno personificado en la do la misión histórica de su país en el mun­
figura del salvador nacional. Éste, al replan­ do. Para lograr la unidad nacional de esfuer­
tear la idea y los instrumentos de la tradición zos, característica de los momentos de esplen­
democrático-plebiseitaria, impone una res­ dor, era necesario que los guiara un líder
tructuración desde lo alto de las institucio­ fuerte y por encima de las partes. Un jefe que
nes y fuerzas políticas que van perdiendo legi­ sirviera de mediador entre los grandes desti­
timidad y poder real frente a una violenta cri­ nos de Francia, como los concebía De Gaulle,
sis nacional. En esa situación, el líder se pre­ y la realidad contingente, casi accidental, de
senta como portador de una legitimidad de los franceses.
tipo extralegal que él deduce de la función Al desear asum ir el papel de representan­
positiva desempeñada anteriormente para el te de la unidad nacional, es comprensible que
país y de cualidades consideradas instrinse- el general siempre haya reservado sus pala­
cas a su persona. bras más duras para las fuerzas e institucio­
nes del estado y de la sociedad que reclama­
H. ias raíces del DEGAitiJjsMa El primer núcleo ban un papel de intermediarios entre la pobla­
de personas leales al general se remonta a una ción y su persona. En el lenguaje degaullista
Unión Deguullista organizada para la libera­ siempre se les describe como elementos cen­
ción de Paris. Estaba animada por los cola­ trífugos y disgregadores, dispuestos a asegu­
boradores más dignos de confianza de De rar su interés por encima del de Francia y de
Gaulle, durante su permanencia en Londres su representante. Organizándose alrededor de
(1940-1943) y en el gobierno provisional de diferencias de opinión intelectuales terminan
Argelia (1943-1944). Los elementos más signi­ por "organizar la división de los fiauceses”
ficativos de la ideología degaullista se concre­ (De Gaulle. 1956). El "régimen de los parti­
tan políticamente en este periodo. dos" era en consecuencia por definición no
En Londres, De Gaulle y algunos de sus representativo y no plenamente legitimo en
seguidores se oponen a la paz. con Alemania cuanto articulaba largas líneas de división de
y al régimen que la había aceptado, en tanto alguna manera indivisible.
que la clase política de la III República se des­ Dentro de esta visión ideológica coheren­
banda o se compromete. El punto de referen­ te, el estado nacional v su política exterior
cia de la acción del general es, desde el prin­ teman, por lo tanto, una posición de prim er
cipio. "una cierta idea de Francia” como orga­ plano. Desde los primeros escritos de polui-
D E G A U L L IS M O 435

ca m ilitar del general se manifiesta una con- y el rpf, presidido por el general mismo y
sideración del estado nacional no sólo como organizado pirnmidalincnte por las personas
unidad fundamental de la política internacio­ que siempre le habían sido fieles, obtuvo el
nal sino también como única realidad capa/ 40% de los sufragios en las elecciones muni­
de compendiar tanto las aspiraciones y las cipales de 1947.
glorias como las tradiciones culturales e his­ Los temas fundamentales de la propagan­
tóricas de un pueblo. En cuanto tal. la nación da degaullista contra el régimen eran los ya
y su envoltura estatal son únicas y no pueden descritos, pero el tono del general y la prác­
asemejarse ni unirse a ninguna otra. Las fuer­ tica política del movimiento adquirieron
zas armadas, a su disposición, son la garan­ características más marcadamente de dere­
tía de autodeterminación y el símbolo de la cha. tanto que indujeron a un investigador a
soberanía. definir al De Gaulle de ese periodo como
De esta concepción se derivaría la sospe­ "demagogo fascista" (Werth, 1967). Las espec­
chosa posición de De Gaulle en relación con taculares reuniones degaullistas con las ban­
las organizaciones supranacionales —desde deras con la Cruz de Lorena, los discursos
la cee hasta la onu— con las formas de inte­ cada vez más violentos y provocativos del
gración militar —desde la can hasta la otan. general y el predominio de lemas sobre el
Consideraba el interés nacional como el peligro rojo constituido por los "separatistas"
patrón predominante de una política interna­ del p if , no fueron suficientes tal vez para
cional caracterizada por el conflicto y la lucha convalidar semejante definición. De cualquier
por las ventajas nacionales, y en este campo modo, la idea misma de un Rassemblemenl,
juzgaba las motivaciones ideológicas como y no de un partido, que debía "extenderse has­
elementos superestructurales. ta abarcar a toda la nación", junto con las exi­
gencias antiparlamentarias y antipartidistas,
ni. el DEOAUILISMQen la oposición En el momen­ presentaba elementos totalitarios. También
to de la liberación, De Gaulle capitaneó los los proyectos de "asociación entre el capital
gobiernos provisionales, pero encontró inme­ y el trabajo”, tema preferido de los degaullis­
diatamente la oposición de la primera asam ­ tas de izquierda, adoptaron el carácter de
blea elegida en octubre de 1945. El gobierno reforma profunda que debería conducir al
provisional estaba dirigido por medio de debilitamiento de los sindicatos y a su aboli­
decretos y ordenanzas, y De Gaulle no tenía ción. Con la nueva constitución "ya no era
ni las cualidades ni el deseo de com portarse necesario reconocer a los sindicatos" (La
como lider parlamentario. Además, la nueva Frunce sera la Frunce, 1951).
constitución que las fuerzas políticas estaban El d., en cuanto al régimen, ya no volverá
redactando presentaba los rasgos del parla­ a adoptar los tonos más encendidos ni los ras­
mentarismo que él ya había definido despre­ gos de la práctica político-organizativa del
ciativamente como "régimen de los partidos". rpf. Muy probablemente el general conside­
Después de renunciar en enero de 1946, el ró la tentativa de volver al poder a través de
general seguiría siendo durante once meses un movimiento de masa organizado en su
un duro opositor del régimen y de la política nombre como un fracaso. Para imponerse
de la IV' República. como salvador nacional a la mayor parte de
El clima político de los años 1947-1949 dio la opinión pública, hubiera sido necesaria una
la voz de arranque e imprimió la huella al pri­ situación más critica que la artificial de la
mer movimiento degaullista de masa: el Ras- guerra fría y un planteamiento ideológico-
semblement du Peuple Franjáis. La doctrina politico más matizado.
Truman y el comienzo de la guerra fría, con Al principio de los años cincuenta, la pre­
la consiguiente oleada de anticomunismo y la dicación me dánica y catastrófica de De Gau-
psicosis bien orquestada de una guerra entre lie perdió su capacidad de impacto en la opi­
Oriente y Occidente, le dieron a De Gaulle la nión moderada. El rpf obtuvo sólo el 2096 de
posibilidad de presentarse a la opinión públi­ los votos en las elecciones legislativas de 1951
ca como el único capaz de salvar nuevamen­ y, después de algunas tentativas de acuerdos
te al país de la catástrofe inminente. Sus lla­ parlam entarios con los demás partidos, fue
mamientos tuvieron un efecto considerable disuelto por De Gaulle que ya lo consideraba
4.16 D E G A U L L IS M O

comprometido con el régimen. Entre 1953 y de De Gaulle impusieron procedimientos


1958, el d. parlam entario se dispersó bajo extraconstitucionales y también decidida­
otras siglas, a pesar de que seguía mantenien­ mente anticonstitucionales. Ningún presiden­
do contactos con su inspirador que, por su te del consejo o ministro gozó de autonomía
parte, anunciaba en 1955 su retiro de la vida alguna después de que De Gaulle fuera elegi­
pública do presidente (diciembre de 1958). Este per­
sonal. reclutado entre los “degaullistas de
iv. el DECAUt lismo en el poder El regreso de De siem pre”, recibía las directivas directam en­
Gaulle al poder fue posible debido a la rebe­ te del Elíseo o del cuerpo personal del presi­
lión de los colonos franceses en Argelia con­ dente. Este último recurrió a los poderes
tra las perspectivas de descolonización del excepcionales durante un periodo larguísimo
pais y por la insubordinación de un ejército y en ocasiones que no lo justificaban en el pla­
fuertemente politizado. El callejón sin salida no de la interpretación constitucional.
creado entre Argelia y París y el éxito obteni­ La delimitación de la misión de la Asamblea
do por los seguidores del general al canalizar se agravó aún más por la práctica del refe­
hacia su nombre la rebelión marcó el cambio rendum. Este instrumento, envolviendo com­
de rumbo decisivo. La mayor parte de las pletamente a los llamados intermediarios,
fuerzas de la IV República, incapaces de servía admirablemente a las instituciones de
hacerse obedecer por el aparato adm inistra­ un nacionalismo personificado por De Gau­
tivo y policiaco, aceptaron a De Gaulle como lle y al carisma de éste. Entre 1958 y 1962 se
el único capaz de conjurar el peligro de una sucedieron cuatro referenda de iniciativa pre­
guerra civil. sidencial, el más significativo de los cuales fue
Habiendo regresado al gobierno en condi­ el relativo a la modificación constitucional
ciones excepcionales acordes con su carácter, que introducía la elección del presidente por
el general impuso una nueva constitución sufragio universal. Dado que en esa ocasión
que, aprobada por un referéndum popular en todos los partidos, excepto el degnullista, se
1958, trazó los rasgos institucionales del nue­ alinearon contra la modificación, la cam pa­
vo régimen. ña asumió el significado de un choque entre
El presidente de la república, elegido por la legitimidad del general y la de la Asamblea.
un colegio de grandes electores locales, acre­ La victoria del primero marcó el fin definiti­
centaba considerablemente su poder y su vo de las aspiraciones de regreso a la prácti­
misión estaba definida ambiguamente como ca parlam entaria clásica v la fecha de inicia­
de arbitrio y representación de los intereses ción de una serie de transformaciones profun­
nacionales. Su prerrogativa consistía en recu­ das del sistema partidista francés.
rrir a los poderes excepcionales en situacio­ Este referéndum sirve de ejemplo para des­
nes de grave peligro para la república y sus cribir el estilo de liderazgo de De Gaulle y la
instituciones. El prim er m inistro detenta la naturaleza de la relación que había estable­
esencia del poder ejecutivo disponiendo de cido este ultimo con el público. Sus apelacio­
vastos poderes de reglamentación. La Asam­ nes radiotelevisivas, instrumentos de que dis­
blea era la que había quedado verdaderamen­ ponía despreocupadamente, en lugar de ase­
te destronada respecto de las tradiciones de mejarse a las violentas arengas del periodo
la III y la IV República. No sólo se señalan de oposición, oscilaron entre los tonos pater­
estrictamente las materias sobre las que pue­ nalistas, el llamado a las remembranzas colec­
de legislar sino también una severa reglamen­ tivas y las amenazas de retirarse en caso de
tación parlam entaria inhibe muchas de sus derrota. La capacidad de establecer una espe­
posibilidades de control y de enmienda. La cie de identificación entre si mismo y Fran­
responsabilidad del gobierno ante la Asam­ cia y de sí mismo y Francia con causas eleva-
blea está garantizada por el mecanismo de la dísimas le permitía despertar la adhesión de
moción de censura que puede presentarse tipo emotivo y transform ar las cuestiones
sobre los proyectos gubernativos. El presi­ especificas en una elección entre su persona
dente puede, por iniciativa propia, disolver y el caos.
la Asamblea una sola vez al año. En este periodo, la mayor parte de la opi­
En realidad, la situación y la personalidad nión publica francesa estaba cansada por las
DEG AU LUSM O 437

consecuencias de la descolonización, de la lidad incondicional al general y se entregó a


insubordinación del ejército y del terrorism o la tarea exclusiva de organizar el apoyo a su
del fn l y de la o a s . En esa situación es signi­ acción política, él lo reconoció explícitamen­
ficativo señalar que el carisma de De Gaulle te ante el electorado.
estaba más ligado a la afirmación de un carác­ Desde 1958 hasta 1962, la unr vivió exclu­
ter, de una identidad segura en el desconcier­ sivamente de la luz reflejada por el general,
to y en el peligro, que a la realización de un del que provenía su legitimidad. En 1963 pro­
programa preciso. El éxito de las más oscu­ cedió a la organización de una actividad inter­
ras consignas degaullislas indica que el capi­ na propia y a la penetración en el país, lo que
tal carismático de que disponía el general era desembocó en un rejuvenecimiento y en una
resultado sobre todo de adhesiones psicoló­ ampliación de la base militante.
gicas basadas en mecanismos colectivos de En los once años de presidencia de De Gau­
defensa. lle un fenómeno muy significativo fue que los
Otra característica del régimen degaullis- votos obtenidos por el general en los referen-
ta se deriva directamente de la escasa consi­ da y en la elección presidencial disminuyeron
deración en que tenia De Gaulle a la clase polí­ constantemente, en tanto que los de su parti­
tica de la IV República y al personal político do aumentaron hasta el gran éxito de las elec­
en general. Los gobiernos de la V República ciones legislativas de junio de 1968. La ten­
se caracterizaron por la numerosa existencia dencia indica que, al trazarse una concreta
de personal técnico tomado de los grados más política interna degaullista, la atracción del
elevados de la administración pública ordi­ general disminuía, perdiendo el electorado de
naria y especial. Esta situación, unida a la la izquierda y del centro que en el periodo
destronización de la Asamblea, que ya no era 1958-1962 había desoído las indicaciones de
el Io c iís de las decisiones más relevantes, tuvo sus partidos contrarias a De Gaulle. La unr
importantes consecuencias para los principa­ recogía la herencia y agregaba varios elemen­
les actores del sistema social. tos históricos de la derecha en un gran parti­
De esta manera se fue configurando un tipo do conservador. En consecuencia, la figura de
de sistema político en que los grupos más De Gaulle se transformaba de la de presidente
fuertes, incluyendo naturalm ente la gran por unanimidad nacional en la de represen­
industria y las finanzas, tuvieron la posibili­ tante de un partido colocado claramente a la
dad de acudir directamente a los centros de derecha.
decisión situados en la alta burocracia de los
ministerios y en el cuerpo presidencial. Los VI. POLITICA INTERNA Y EXTERNA. El d. no quiso
más débiles, por el contrario, no tuvieron otra aceptar nunca el calificativo de unificador de
alternativa que dirigirse a parlam entarios la derecha, enorgulleciéndose de que en su
cuya función legislativa se había reducido y interior existieran corrientes de izquierda
que no constituían ya la fuente principal del cuyo esfuerzo constante estaba orientado a
reclutam iento del personal de gobierno. poner en práctica el gran proyecto de asocia­
ción entre capital y trabajo. Las palabrus de
v. la unr. Con el retorno de De Gaulle al los principales líderes se refieren frecuente­
poder, nacía el segundo gran movimiento mente al d. como a una tercera alternativa
degaullista: la Union pour la Nouvelle Répu- entre capitalismo y comunismo, aunque en
blique. Ésta estaba organizada y dirigida por relación con las políticas concretas seguidas
los mismos hombres que habían dado vida a es licito considerar que estas afirmaciones no
la experiencia del rpf y que habían demostra­ eran otra cosa que apelaciones de tipo dema­
do una fidelidad inquebrantable a las ideas gógico.
del general. Las relaciones entre este último Por otra parte, la política económica degau­
y el nuevo partido fueron, desde el principio, llista estuvo administrada principalmente por
más bien distanciadas. Fiel a su personaje, De el ministro de finanzas, el ex independiente
Gaulle evitó apoyar abiertam ente la forma­ Giscard d'Estaing, de acuerdo con los cáno­
ción. Sólo cuando, después de la dolorosa cri­ nes de corte liberal. Algunos investigadores,
sis interna debida a la política de autodeter­ en lugar de considerar al d. como una terce­
minación de Argelia, el partido afirmó su fide­ ra alternativa, lo consideraron como un régi­
43» D I-C .A U L l.IS M O

men político particularm ente apto para res­ monía de las superpotencias, el poder del
ponder a las exigencias de una estructura eco­ dólar, el Vietnain norteamericano, el Quebec
nómica que ya no se caracterizaba por el mer­ inglés, etcétera.
cado y por la competencia sino por el predo­
minio de los grandes monopolios públicos y VII EL DEGAULUSMO SIN DE GAULLE. Chal les de
privados y de sus exigencias de programación Gaulle dimitió en abril de 1969, derrotado en
del mercado. un referéndum por la reform a del senado y
La política interna degaullista se orientó en la regionalización, al que como de ordinario
realidad a un rígido control del desarrollo de había supeditado su permanencia en el poder.
la economía francesa que consistía en pagar La verdadera señal de su decadencia lúe la
a las clases trabajadoras el aumento de la crisis de mayo de 1968. de la cual salieron ven­
capacidad competitiva del neocapitalismo cedores tanto el régimen como el movimien­
francés en relación con el de los países más to degaullista, pero no el propio de Gaulle. Su
avanzados desde el punto de vista industrial. llamado personal ya no se reveló capaz de
Una balanza de pagos que arrojaba supe­ señorear una crisis interna de impronta
rávit. el control de los salarios y la estabili­ exclusivamente social.
dad del franco, eran, en definitiva, objetivos Para valorar qué queda del d. sin De Gau­
necesarios para la política exterior de De Gau- lle y para establecer en qué sentido puede
lle, bajo la cual se puede descubrir frecuen­ hablarse de d. como fenómeno diferenciado
temente la tendencia a convertirse en intér­ de la personalidad del general es necesario
prete del neocolonialismo del gran capital referirse a la distinción inicial entre doctri­
francés en competencia con el expansionismo na, movimiento y régimen. Bajo el perfil ideo­
estadunidense. Junto con la defensa, la polí­ lógico no hay duda de que el fenómeno degau-
tica exterior se consideraba “dominio reser­ llista presenta los rasgos de una tradición
vado" del general y, siguiendo sus ideas bási­ política que “en su prim era aparición en
cas. servia también a las exigencias de su ape­ Francia prevé la vuelta del bonapartism o"
lación popular. (Rcmond). En este sentido histórico, una
El culto a la independencia económica, polí­ corriente doctrinaria degaullista continúa
tica y m ilitar y la consol ¡dación de la misión presente en la cultura francesa y representa
de la nación y de la cultura francesa en el la versión moderna —de una sociedad indus­
mundo, sirven de base a sus iniciativas más trial m adura— de la tradición bonapartista
espectaculares: el veto al ingreso de Gran Bre­ y a la vez jacobina.
taña en el mercado común europeo, la "for­ No obstante, justo por sus características
cé de frappe" atómica, el neutralismo tercer- intrínsecas, esta tradición no puede expresar­
mundista, el acercamiento a la urss y el reco­ se plenamente y reforzarse más que con refe­
nocimiento precoz de China, la polémica anli- rencia explícita a una figura de lídei de gran
norteamericuna y el retiro de las fuerzas fran­ atractivo popular. Sin De Gaulle, la ideología
cesas de la otan. La suma importancia dada y la doctrina degaullista pierden la referen­
a la política exterior reducía la interna a un cia esencial y acaban por reducirse a una exal­
instrum ento de la primera. La actitud hacia tación y defensa del pasado carente de un pro­
el exterior daba, en realidad, ocasione^ muy yecto positivo. De hecho, esto es todo lo que
propicias para unir tras de si a los franceses el movimiento degaullista parece representar
para hacerles olvidar, algunas veces, proble­ hoy. "Primero redimensionado electoralmen-
mas más concretos. tc y dividido internamente, después privado
Consciente de ser un líder cuyo carism a se del control de la presidencia y del gobierno,
acrecentaba en épocas de crisis, De (iaulle era finalmente constreñido a la oposición parla­
un maestro en el arte de crear de vez en cuan­ mentaria por la victoria de la izquierda.. . ”,
do, a través del estilo y de los temas de su poli- el partido degaullista no ha sufrido el colap­
tica exterior, situaciones de tensión, peque­ so global que algunos esperaban, pero a pesar
ñas crisis que rejuvenecían sus apelaciones. de ello aparece privado de una perspectiva
La capacidad de catalizar la atención de los política e incapaz de emanciparse por com­
franceses le perm itía reafirm ar simbólica­ pleto del puro papel de defensor constante de
mente sus valores rebelándose contra la hege­ las características y de los procedimientos de
D EM A G O G IA 419

la constitución de De Gaulle. ca I movement, Londres, Koullcdge and Kegan


El juicio en cambio debe ser distinto al refe­ Paul, 1972; S. Hoffmann, Decline or renewal?
rirnos al régimen dagaullista, ya que, a dife­ France since the I930’s, Nueva York, Viking.
rencia de la experiencia bonapartista, el 1974; R. Macridis (comp.), De Gaulle: implacable
degaullismo no concluyó con una catástrofe ally, Nueva York, Harper and Row, 1966; S.
político-militar y muchos de sus aspectos con­ Mallet, Le gaullisme et la gauche, París, Seuil,
cretos han sobrevivido a su fundador y al ins­ 1965; Ch. Purtschet, Le RPF, Paris, Cujas, 1965;
titucionalizarse se han vuelto parte del patri­ R. Rémond, Ixi destra in Francia (1967). Milán,
monio común de los franceses. La desprejui- Mursia, 1970; S. Seríaty, Frunce, De Gaulle and
cidnda práctica constitucional de De Gaulle Europe, Baltimore, Johns Hopkins University
no ha podido, obviamente, ser seguida por sus Press, 1968; J. Soustelle, Veintiocho años de gau-
sucesores, pero las características esenciales llismo (1968), Madrid, Ibérico-Europca, 1969; S.
del régimen —elección directa del presiden­ Tutino, Gollismo e latía operaia. Turin, Einau-
te, papel determ inante del ejecutivo, poder di. 1964; P. Viansson-Ponté, Histoire de la répu-
reducido del parlamento, ley electoral mayo- blique gaullienne, París, Fayard, 1970, 2 vols.; A.
ritaria a dos vueltas— no han resentido el Werth, De Gaulle (1965), Barcelona, Bruguera,
retiro del general. Si la prueba definitiva de 1969.
la institucionalización del régimen nacido de
la constitución de 1958-1962 no puede ofre­ [STEFANO HAKTOLINl]
cerse más que por su funcionamiento en las
manos de la oposición de izquierda, cierto es
no obstante que muchos aspectos de ello se
han reforzado incluso con la partida de De demagogia
Gaulle, en el sentido de que siempre son acep­
tados por la mayoría de los franceses. En con­ La d. no es propiamente una forma de gobier­
junto. en los años ochenta, el degaullismo pue­ no y no constituye un régimen político sino
de aún identificarse en los rasgos salientes de que es una práctica política que se apoya en
un diseño constitucional en vigor y en un el sostén de las masas favoreciendo y estimu­
movimiento político orientado sobre todo a lando sus aspiraciones irracionales y elemen­
su defensa. tales y desviándolas de la real y consciente
íilHMOGKAFlA: P. Avril, UDR et gaullisles, París, participación activa en la vida política. Esto
Presses Universitaires de Frunce, 1971; S. Bar- se produce mediante fáciles promesas, impo­
tolini, Rifurmu istituzionule e sistema político: sibles de mantener, que tienden a indicar
la Francia callista, Bolonia, II Mulino, 1981; J. cómo los intereses corporativos de la masa
Charlo!, L'UNR: étude chi pouvoir au sein d ’un popular, o de la parte más fuerte y prepon­
partí politique, París, Colin, 1967; J. Charlot, Le derante de ella, coinciden, en realidad más
phénomene gaulliste, París, Fayard, 1970; J. allá de toda lógica de buen gobierno, con los
Charlot (comp.). Le gaullisme, Paris, Colin, 1970: de la comunidad nacional tomada en su con­
J. Charlot (comp.). Les franjáis et De Gaulle. junto. Asi se llamaba demagogo (de Sfjgoc;,
París, Pión, 1971: H, Claude, Gaullisme el grand pueblo, y fiyo», guía), en la antigua Grecia,
capital, París, Editions Sociales, 1960; P. Con- aquel que. hombre de estado o hábil orador,
tens, Gaullisme et proletariai. París, Editions du supiera guiar al pueblo. Fue con Aristóteles
Scorpion, 1960; B. Crozier, De Gaulle, Londres, que el término adquirió en la teoría política
F.yre Mcthucn, 1973, 2 vols.; Ch. de Gaulle, La un significado negativo.
France sera la France: ce que venl Charles de Gau­ La acción demagógica puede desarrollarse
lle, París, kPF, 1951; Ch. de Gaulle, Memorias de de dos maneras, aunque es bastante difícil
guerra: El llamamiento <1940-1942/11954), Barce­ poder distinguir de manera clara y precisa los
lona, Plaza y Janes, 1970: La unidad <1942-194-1/ momentos casi siempre concomitantes de las
(1956), Barcelona. Plaza y Janes, 1970; La salva­ dos acciones. Un tipo de acción, en efecto, es
ción <1944-1946/11958), Barcelona, Plaza y Janes, la ejercida por quien, aprovechando particu­
1970; Ch. de Gaulle, Memorias de esperanza lares situaciones histórico-políticas y dirigién­
(1970-1971), Madrid, Taurus, 1970-1971,2 vols.; dolas para fines propios, excita y guía a las
A. Harlley, Gaullism: the rise and fall of a poli ti­ masas populares sometiéndolas gracias a par-
440 D EM AG OG IA

titulares capacidades oratorias y psicológi­ do un gobierno fuerte. El segundo nace, y es


cas, a menudo instintivas, que le permiten el caso más frecuente, como última lógica
interpretar sus humores y sus exigencias más consecuencia de la práctica demagógica, eli­
inmediatas, uniendo a esto dotes carismáti- minando así toda oposición. En estas condi­
cas no comunes. En el desarrollo de esta polí­ ciones, en efecto, los demagogos, arrogándo­
tica no se tiene mínimamente en cuenta, más se el derecho de interpretar los intereses de
que en forma extremadamente superficial v las masas como intereses de toda la nación,
burda, los reales intereses del país ni los confiscan todo el poder y la representación
resultados últimos a los que puede conducir de las masas e instauran una tiranía o dicta­
con el tiempo la acción demagógica, dirigida, dura personal.
en cambio, más que nada, a la conquista y al El fenómeno de la d. se ha acentuado par­
mantenimiento de un poder personal o de gru­ ticularmente en nuestro siglo con el adveni­
po. Con el término d. podemos pues referir­ miento y el desarrollo de la sociedad indus­
nos a una situación política correspondiente trial y con la consecuente aparición sobre el
a la descrita, peio en la que dominan las escenario político del papel determ inante de
masas en movimiento y se imponen sobre el las masas y la crisis de las democracias libe­
legítimo poder constituido y sobre la ley rales.
haciendo valer sus propias instancias inme­ La era tecnológica, en efecto, tendiendo a
diatas e incontroladas. En este caso Polibio la masificación del hombre y a su transfor­
habla más propiamente de oclocracia (Histo- mación en máquina, ha hecho así que éste
riae. vi, 3, 5-12; 4, 1-11). tienda fácilmente a extraviar y a perder su
En la historia de las doctrinas políticas se propia individualidad, hasta el punto de ser
considera que fue Aristóteles quien especifi­ impulsado a buscar refugio en su propia y
có y definió por prim era vez la d. señalándo­ angustiante inseguridad y en el aislamiento
la como la forma corrupta o degenerada de que lo atenazan todavía y sólo en el grupo y
la democracia que lleva a la institución de un en la masa, adecuando a ella sus propios com­
gobierno despótico de las clases inferiores o portamientos sociales y políticos. Se trata,
de muchos, que gobiernan en nombre de la mirándolo bien, de un círculo cerrado del cual
multitud (Política, iv, 5, 1592a). Por tanto, difícilmente se puede salir, puesto que en el
cuando en los gobiernos populares la norma exterior y en el interior del individuo existen
es subordinada al arbitrio de muchos surgen tales condicionamientos que objetivamente
los demagogos que, halagando y adulando a impiden otra opción. En este marco la instru­
las masas, exasperando sus sentimientos des­ mentalización de las masas, gracias precisa­
tructivos y desviando su empeño político, con­ mente al aporte de las nuevas técnicas de per­
sideran como enemigos del pueblo o de la suasión y de manipulación de las conciencias,
patria a los opositores al régimen despótico se logra fácilmente. Así, a través de los vín­
instaurado, consolidando así su propio poder culos que, sobre todo por mérito de la psico­
a través de la eliminación de toda oposición. logía contemporánea, se han instaurado entre
Aristóteles define, por tanto, al demagogo psicoanálisis y comportamiento político, el
como “adulador del pueblo" (Política, v, II. término d. se ha cargado de nuevos signifi­
1313b). cados y llenado de nuevos contenidos. Se ha
La d., según Platón (República. 562-564) y aclarado, por tanto, la existencia de relacio­
Aristóteles (Política, 1304b-1305a), puede nes sado-masoquistas que presidirían el vin­
determinar, como crisis de la democracia culo entre demagogo y masa, relaciones que
extrema, dos diferentes situaciones políticas tenderían a ayudar al hombre-masa a escapar
que llevan, siempre, a la instauración de un de la soledad y de la impotencia, de la enaje­
régimen autoritario oligárquico o tiránico. El nación y de la apatía política que existen en
primero surge de una exasperación del clima la sociedad industrial contemporánea. El
anárquico en que los demagogos han intro­ carácter autoritario, tampoco explicado, que
ducido al estado, produciendo una reacción como fondo vincula a ambos, consolida esta
de los optimates que derriban a la mayoría, correspondencia, por la que hay por parte de
casi siempre con el apoyo de las armas y a la masa una verdadera identificación en el
menudo con una ayuda exterior, instauran­ líder como momento de exaltación individual
D EM O CRA CIA 441

y colectiva y, en consecuencia, aceptación cie­ romana, de la soberanía popular, con base en


ga de sumisión. Los fenómenos de fanática la cual se contrapone una concepción ascen­
exaltación de campeones deportivos o de per­ dente a una concepción descendente de la
sonajes del mundo del espectáculo, aun cuan­ soberanía según que el poder supremo deri­
do nos conducen al campo de la identificación ve del pueblo y sea representativo o derive del
con el éxito del divo, ponen en movimiento principe y sea trasm itido por delegación del
mecanismos sustancialmente similares a los superior al inferior; cj la teoría moderna,
que presiden la relación líder-masa. De tal conocida como teoría maquiavélica, nacida
modo es posible hoy hablar de d. moderna en con el surgimiento del estado moderno en la
contraposición a la d. clásica no sólo como forma de las grandes monarquías, según la
posible momento de inicio de un proceso cual las formas históricas de gobierno son
revolucionario, y por lo tanto de un necesa­ esencialmente dos. la monarquía y la repúbli­
rio elemento constitutivo de una fase prerre- ca, siendo la antigua d. una forma de repú­
volueionaria (v. revolución), sino también blica (la otra es la aristocracia) donde tiene
como comportamiento de un lider político origen el cambio característico del periodo
que no necesariamente conduce las masas a prerrevolucionario entre ideales democráti­
la revolución sino que las instrumentaliza cos e ideales republicanos, y el gobierno
para sus propios fines personales para pro­ genuinamente popular es llamado, antes que
ceder, una vez obtenido un amplio consenso, d., república.
no ya a un proceso de democratización o de El problema de la d., de sus características
subversión del sistema sociopolítico sino a la y de su prestigio (o de la falta de prestigio)
instauración de un régimen autoritario, del es, como se ve, tan antiguo como la propia
que el demagogo sea un indiscutido y despó­ reflexión sobre las cosas de la política, y ha
tico jefe (Fithrer), o al acuerdo con las autori­ sido repropuesto y reformulado en todas las
dades y las instituciones existentes con tal épocas. Así, un examen de la discusión con­
que éstas le reconozcan una función carismá- temporánea en tom o al concepto y al valor
tica insustituible. De esta m anera los meca­ de la d. no puede prescindir de una referen­
nismos represivos acentúan, en lugar de dis­ cia aunque sea rápida a la tradición.
minuir, las características autoritarias del
gobierno y de la sociedad e impiden la loma ti la tradición aristotélica de las tres formas de
de conciencia libertaria de la masa. gobierno. Una de las prim eras disputas de
que se tenga noticia en torno a las tres for­
bibliografía G. Fasso, ÍM denwcrazia in Grecia mas de gobierno es narrada por Herodoto
(1959), Bolonia, 11 Mulino, 19672, (ni. 80-83). Otanes, Megabizo y Darío discuten
en tomo a la futura forma de gobierno de Per-
[GIAMPAOLO Zl’CCHINl] sia. M ientras que Megabizo defiende la aris­
tocracia y Darío la monarquía, Otanes toma
la defensa del gobierno popular que llama
según el antiguo uso griego "isonoinia” (o
democraciaI. igualdad de las leyes, o igualdad frente a la
ley), con el argumento que todavía entonces
I. EN LATEORIA DE LA DEMOCRACIA CONFLUYEN TRES los partidarios de la d. consideran fundamen­
tradiciones históricas En la teoría contempo­ tal: "cómo cabe en realidad que la monarquía,
ránea de la d. confluyen tres grandes tradi­ a cuyo capricho es dado hacer impunemente
ciones de pensamiento político: a] la teoría cuanto se le antoje, pueda ser un gobierno jus­
clásica, trasm itida como teoría aristotélica, to y arreglado". Igualmente clásico es el argu­
de las tres formas de gobierno, según la cual mento con el que el partidario de la oligar­
la d.. como gobierno del pueblo, de todos los quía (y. apoyándolo, el partidario de la monar­
ciudadanos o bien de todos aquellos que quía) condena al gobierno democrático:
gozan de los derechos de ciudadanía, se dis­ “Nada hay [...] más insolente en el querer que
tingue de la monarquía, como gobierno de el vil y soez populacho." ¿Cómo puede gober­
uno solo, y de la aristocracia, como gobierno nar bien aquel que “ni aprendió de otro lo que
de pocos: h] la teoria medieval, de derivación es útil y laudable ni de suyo es capaz de enten­
442 DEMOCRACIA

derlo” ? "A m anera de un impetuoso torren­ m ientras que el nombre de d. es asignado a


te lo abate y arrastra todo." la forma corrupta, que es definida como el
De las cinco formas de gobierno descritas gobierno "con ventaja de los pobres" y con­
por Platón en la República: aristocracia, timo- trapuesta al gobierno con ventaja del monar­
cracia, oligarquía, d., tiranía, una sola, la aris­ ca (tiranía) y al gobierno con ventaja de los
tocracia, es buena, mientras que "nace, pues, ricos (oligarquía). La forma de gobierno que
la d., creo yo, cuando los pobres, victoriosos en la tradición posaristotélica se convierte en
de sus contrarios, matan a unos, destierran el gobierno del pueblo o de todos los ciuda­
a otros, y comparten igualitariamente con los danos. o de la mayoría de ellos, es aquella que
que quedan el gobierno y las m agistraturas, en el tratado aristotélico se considera como
que en este régimen, además, suelen cu b rir­ gobierno de mayoría solamente en cuanto go­
se por sorteo” (557 a), y está caracterizada por bierno de los pobres, siendo, por lo tanto, gobier­
la "licencia". El propio Platón por otra parte no de una parte contra la otra, aunque de la
reproduce en el Político la tripartición tradi­ parte generalmente más numerosa. De la d.
cional tanto de las formas puras como de las entendida en el sentido mas amplio Aris­
formas degeneradas, y la d. es definida como tóteles subdistingue cinco formas: I] ricos y
“gobierno del número" (291 d) y “gobierno de pobres participan en el gobierno en condicio­
los muchos" (302 c) o “de la m ultitud” (303 nes de paridad (la mayoría es popular única­
<j). Distinguidas las formas de gobierno bue­ mente porque la clase popular es más nume­
nas de las malas con base en el criterio de la rosa); 2] los cargos públicos son asignados
legalidad o de la ilegalidad, la d. es conside­ sobre la base de un censo muy bajo; 3] son
rada la menos buena de las formas buenas y admitidos en los cargos públicos todos los
la menos mala de las iorm as malas: “ Bajo ciudadanos excepto los privados de los dere­
cualquier consideración es cansancio, y no chos civiles luego de un procedimiento judi­
combina mucho de bueno ni de dañino, en cial; 4] son admitidos en los cargos públicos
comparación con las otras formas, porque en lodos los ciudadanos sin distinción; 5] sean
ella están desmenuzados los poderes en cuales fueren los derechos políticos, es la
pequeñas fracciones, entre muchos. Por eso masa y no la ley la que se considera sobera­
de tudas las diversas formas legales, es ésta na (este último caso es el del dominio de los
la más infeliz, mientras que de todas las que demagogos, o sea es la verdadera forma
están contra la ley, es la mejor, y si todas son corrupta del gobierno popular).
desenfrenadas, es en la d. donde se vive mejor: Salvo pocas excepciones, la tripartición
en cambio si son bien ordenadas, es en ella aristotélica fue acogida en toda la tradición
donde es menos agradable vivir" (303 a y b). del pensamiento occidental, al menos hasta
En las Leyes, en la tripartición clásica se Hegel, al que llega ya debilitada, y se hizo uno
incluye la bipartición (que después de de los lugares comunes del tratadism o poli-
Maquiavelo llamamos a menudo moderna) tico. Para señalar alguna etapa de este largo
entre las ' dos madres de las formas de gobier­ recorrido, recordamos a Marsilio de Padua
no", que son la monarquía, cuyo prototipo es (Defensor pacis, i, 8). Santo Tomás (Summa
el estado persa, y la d.. cuyo prototipo es la theologica, i-n, q. 105, art. 1), Bodino (De la
ciudad ateniense: ambas son, aunque por répuhlique, n, 1), Hobbes (De cive, cap. v»;
razones opuestas, malas, una por exceso de Leviathan, cap. xix), Locke (Ensayo sobre el
autoridad, la otra de libertad. También en la gobierno civil, cap. x), Rousseau (El contra­
variedad de las clasificaciones una vez más to social, ni, 4, 5. 6), Kant (Metafísica de las
la d. es bautizada como el régimen "de la costumbres, Doctrina del derecho, § 51), Hegel
libertad demasiado desenfrenada" (701 b). (Principios de la filosofía del derecho, § 273).
En la tipología aristotélica, que distingue No han faltado algunas variaciones entre las
tres formas puras y tres formas corruptas, cuales se cuentan: a] la distinción entre for­
según que aquel que detenta el poder gobier­ mas de estado y formas de gobierno, elabo­
ne de acuerdo con el interés general o con el rada por Bodino, basándose en la distinción
interés propio, el "gobierno de la mayoría” entre la titularidad y el ejercicio de la sobe­
o "de la multitud", distinguido del gobierno ranía, donde se puede tener una monarquía,
de uno solo o de pocos, es llamado "pulida", es decir un estado en el que el poder sobera­
DEMOCRACIA 443

no pertenece al rey, gobernada democrática­ pre el poder de crear derecho a través de la


mente, por el hecho de que las m agistraturas costumbre. Respecto de este segundo tema,
son atribuidas por el rey indiscriminadamen­ la tesis sobre la que chocaron los partidarios
te a todos, o una d. aristocrática, como lo fue y los adversarios de la soberanía popular era
Roma por un cierto periodo de su historia, o la de si la costum bre tenia o no la fuerza de
una aristocracia democrática y así sucesiva­ abolir la ley (como es sabido, los textos justi-
mente; b] la supresión de la distinción entre nianos sobre este punto son contradictorios),
formas puras y corruptas, hecha por Hobbes, en otras palabras: si el derecho derivado
sobre la base de que para un poder como el directamente del pueblo tenia mayor o menor
soberano, que es absoluto o no es soberano, fuerza que el derecho emanado del em pera­
no se puede establecer ningún criterio para dor. Respecto del prim er tema la disputa
distinguir el uso del abuso de poder, y por lo entre defensores y opositores de la soberanía
tanto, el gobierno bueno del malo; c] la degra­ popular se concentró en el significado que
dación, introducida por Rousseau, de las tres debía darse al paso del poder del pueblo al
formas de gobierno a tres modos de ejercicio emperador: se trataba, en otras palabras, de
del poder ejecutivo, permaneciendo constante establecer si este paso era considerado una
el principio según el cual el poder legislati­ trasferencia definitiva, y por lo tanto, no sólo
vo, es decir el poder que caracteriza a la sobe­ del ejercicio sino también de la titularidad
ranía, pertenece al pueblo, cuya reunión en (una verdadera translatio imperii), o bien una
un cuerpo político a trat es del contrato social concesión temporal y por principio revocable,
Rousseau llama no d. (que es solamente una con la consecuencia de que la titularidad del
de las formas en las que se puede organizar poder habría permanecido en el pueblo y al
el poder ejecutivo) sino república. principe se le habría confiado solamente el
ejercicio del mismo (una pura y simple con-
til l.A TRADICION ROMANO-MEDIEVAL DE I.ASOBERANIA cessio imperii). Entre los antiguos glosadores
pope lar. Los juristas medievales elaboraron los más conocidos partidiarios de la tesis de
la teoría de la soberanía popular partiendo la concessio son Azzone, según el cual el pue­
de algunos pasajes del Digestí», del cual los blo jamás ha abdicado totalmente de su pro­
principales son el de Ulpiano <D. i, 4, 1), en el pio poder ya que después de haberlo trasfe­
que. después de la celebérrima afirmación de rido en algunas ocasiones lo ha revocado, y
que “quod principi placuil, legis habem vigo- Ugolino que afirma claramente que el pueblo
rem", se dice que el príncipe tiene tal autori­ jamás ha trasferido el poder al emperador de
dad porque el pueblo se la ha conferido manera tal que no conservara algún vestigio
(“utpote cum lege regia, quae de imperio eius suyo consigo, porque también instituyó al
lata est. populus ei et in eum omne suum em perador como un procuraior suyo.
imperium et potestatcm conferat”), y el de En una de las obras fundamentales del pen­
Juliano (D. i, 3, 32), en el que, a propósito de samiento politico medieval, ciertam ente la
la costumbre como fuente del derecho, se dice más rica en esbozos destinados a ser desarro­
que el pueblo crea el derecho no sólo con el llados por el pensamiento politico moderno,
voto (dando así vida a las leyes) sino también el Defensor pacis de Marsilio de Padua. se afir­
"rebus ipsis et factis” (dando vida a las cos­ ma abiertamente, y se demuestra con diver­
tumbres). El primer pasaje sirvió para demos­ sos argumentos, el principio según el cual el
tra r que, sea cual fuere el efectivo detentor poder de hacer las leyes, en el cual consiste
del poder soberano, la fuente originaria de el poder soberano, concierne únicamente al
este poder era siempre el pueblo, y abrió el pueblo, o a su parte predominante (valentior
camino a la distinción entre titularidad y ejer­ purs), el cual atribuye a otros nada más que
cicio del poder, que habría de perm itir en el el poder ejecutivo, es decir el poder de gober­
cur^o de la larga historia del estado democrá­ nar en el ámbito de las leyes. Por un lado, por
tico salvar el principio democrático no obs­ tanto, "el poder efectivo de instituir o elegir
tante su corrupción práctica. El segundo per­ un gobierno concierne al legislador o a lodo
mitió sostener que también allí donde el pue­ el cuerpo de los ciudadanos, asi como le con­
blo había trasferido a otros el poder origina­ cierne el poder de hacer las leyes [...] Y de
rio de hacer las leyes había conservado siem­ un modo similar concierne también al legis-
DEMOCRACIA

ladur el poder de corregir al gobernante, o las modalidades de la trasmisión del poder,


aun de deponerlo cuando esto sea conveniente total o parcial, definitiva o temporal, irrevo­
para el bien común" (i, 15, 2); por el otro, cable o revocable, se produce en la forma pro­
mientras que la "causa prim era” del estado pia del contrato (el llamado puctum snbiec-
es el legislador, el gobernante (la pars princi- tionis). A través de la teoría de la soberanía
pans) es la “causa secundaria” o. con otras popular la teoría del contractualismo entra
expresiones aún más denominativas, es la con pleno derecho en la tradición del pensa­
“causa instrumental y ejecutiva”, en cuanto miento democrático moderno y se convierte
el que gobierna actúa "por la autoridad a tri­ en uno de los momentos decisivos para la fun­
buida para tal fin por el legislador, y según dación de la teoría moderna de la democracia.
la forma que éste le ha dado” (i, 15, 4). Esta
teoría, ya así perfectamente elaborada por IV LA TRADICION REPUBLICANA MODERNA, A pesar d e
Marsilio —según el cual de los dos poderes que el pensamiento griego había dado prefe­
fundamentales del estado, el legislativo y el rencia a la teoría de las tres distintas formas
ejecutivo, el prim ero en cuanto pertenecien­ de gobierno, no había desconocido, como
te exclusivamente al pueblo es el poder prin­ hemos visto en el Platón de las Leyes, la con­
cipal, mientras que el segundo, que el pueblo traposición entre dos formas opuestas: la d.
delega a otros bajo forma de mandato revo­ y la monarquía. El desarrollo de la historia
cable, es el poder derivado—, es uno de los romana propuso al pensamiento político más
puntos de referencia de las teorías políticas que el tema de la tripartición (que fue por
de los escritores de los siglos xvii y xvm, que cierto representado en la teorización de la
son con razón considerados los padres de la república romana como gobierno mixto) el
democracia moderna: Locke y Rousseau, aun tema de la contraposición entre reino y repú­
cuando luego entre Locke y Rousseau hay una blica, o entre república y principado. En los
diferencia esencial respecto del modo de con­ escritores medievales la tripartición aristo­
cebir el poder legislativo (que para Locke es télica y la bipartición entre reino y repúbli­
ejercido por representantes y para Rousseau ca corren a menudo paralelas: Santo Tomás
directam ente por los ciudadanos). recoge junto a la tripartición clásica la dis­
La doctrina de la soberanía popular no debe tinción entre regimen puliticum y regimen
ser confundida con la doctrina contractualis- regale, fundada en la distinción entre gobier­
ta (v. contractualismo), tanto porque la doc­ no basado en las leyes y gobierno no limita­
trina contractualista no siempre ha tenido do por éstas.
resultados democráticos (piénsese en Hobbes, Ciertamente fue la meditación sobre la his­
a m anera de ejemplo, pero no se olvide a toria de la república romana, aunada a las
Kant, que es contractualista, pero no demo­ consideraciones sobre las cosas de su propio
crático), como porque muchas teorías demo­ tiempo, lo que hizo escribir a Maquiavelo, al
cráticas (sobre todo a medida que se avanza principio de la obra que dedicó al principa­
hacia la edad contemporánea) prescinden do, que “todos los estados, todos los dominios
completamente de la hipótesis contractualis­ que han tenido y tienen imperio sobre los
ta. Del mismo modo que no todo el contrac­ hombres, son estados y son o repúblicas o
tualismo es democrático, así también no todo principados". Aunque la república en su con­
el democraticismo es contractualista. Por traposición a la monarquía no se identifica
cierto, en la medida en que el contractualis­ con la d., con el "gobierno popular", incluso
mo representa en algunas de sus más cono­ porque junto a las repúblicas democráticas
cidas expresiones uno de los grandes filones existen las repúblicas aristocráticas (para no
del pensamiento democrático moderno, teo­ hablar del gobierno mixto del cual el propio
ría de la soberanía popular y teoría del con­ Maquiavelo ve un ejemplo perfecto en la repú­
trato social están estrechamente conectadas, blica romana), en la noción idealizada de
al menos por dos razones: el populus, conce­ república, que de Maquiavelo se trasm itirá a
bido como universitas civium, es en su origen trates de los escritores radicales del xvii y el
el producto de un acuerdo (el llamado pactum x v iii hasta la revolución francesa, entendida
socieiatis); una vez constituido el pueblo, la precisamente en su contraposición al gobier­
institución del gobierno, sean cuales fueren no regio, como aquella forma de gobierno en
DEMOCRACIA 445

la que el poder no está concentrado en las nes de los ciudadanos, sino también sustan­
manos de uno solo sino que está distribuido cialmente, porque está regida por una férrea
diversamente en diferentes cuerpos colegia­ ley agraria que prevé la distribución ecuáni­
dos, a veces en contraste entre sí, se vuelven me de las tierras de manera que nadie sea tan
a encontrar constantemente algunos rasgos poderoso como para oprim ir a los otros. De
que contribuyeron a form ar la imagen, o por las tres formas de gobierno descritas por
lo menos una de las imágenes, como veremos Montesquieu: república, monarquía, despotis­
dentro de poco , de la d. moderna, la cual es mo, la forma de gobierno republicana com­
definida hoy cada vez más a menudo como prende tanto a la república democrática como
régimen policrático, opuesto al régimen a la aristocrática, las que casi siempre son tra­
monocrático. En esta linea, un escritor, que tadas separadamente. Pero cuando el discur­
ha sido considerado justamente como un anti- so habla acerca de los "principios" de todo
cipador del democraticismo moderno, Johan- gobierno, el principia propio de la república,
nes Althusius, exponiendo en el último capi­ la virtud, es el principio clásico de la d. y no
tulo de su Política methodice digesta (1603) la de la aristocracia, y hasta tal punto es cierto
diferencia entre las diversas formas de que respecto de la aristocracia Montesquieu
gobierno, las distingue según que el “summus se ve obligado a afirm ar que si “ la virtud es
m agistratus" sea “monarehicus” o "polyar- igualmente necesaria en el gobierno aristo­
chicus", utilizando una terminología que crático", no es requerida “de manera igual­
seguirá siendo familiar a la ciencia política mente absoluta” (i. 3, 4). No se olvide que
norteamericana desde Robert Dahl, quien en para Saint-Just y Robespierre la nueva d., que
A preface tu democratic theury (1956) elabo­ b arrerá definitivamente al despotismo, es
ra contra las teorías tradicionales (o que él decir el reino del terror, será “el reino de la
considera tradicionales) de la d. mudisonia- virtud”. “Si el motor del gobierno popular en
na y populista la teoría de la polxarchal demu- la paz es la virtud —resuenan las célebres
cracy. Una vez más, si por d. se entiende la palabras pronunciadas por Robespierre en el
forma aristotélica, la república no es d.; pero Discours sur les principes de múrale politi-
en su carácter peculiar de "gobierno libre”, que—. el motor del gobierno popular en la
de régimen antiautocrático, encierra, sin revolución es al mismo tiempo la virtud y el
embargo, un elemento fundamental de la d. terror: la virtud sin la cual el te rro r es funes­
moderna en la medida en que por d. se entien­ to; el terror sin el cual la virtud es impoten­
de toda forma de gobierno opuesta a toda for­ te.” Pero sobre todo en Rousseau, el gran teó­
ma de despotismo. rico de la d. moderna, el ideal republicano y
No obstante la diferencia conceptual, las el democrático coinciden perfectamente; en
dos imágenes de la d. y de la república aca­ El contrato social confluyen hasta fundirse la
ban por superponerse y por confundirse en doctrina clásica de la soberanía popular, a
los escritores, estudiados recientemente por quien compete, mediante la formación de una
Franco Venturi, que exaltan junto con las voluntad general inalienable, indivisible e
repúblicas antiguas las pequeñas y libres infalible, el poder de hacer las leyes, y el ideal,
repúblicas de su tiempo, desde Holanda o no menos clásico pero renovado en la admi­
Genova. Venecia y Lucca, hasta la Ginebra del ración por las instituciones de Ginebra, de la
"citoyen vertueux" Jean-Jacques. La Oceana república, la doctrina contractualista del esta­
de Harrington, que es uno de los puntos de do basado en el consenso y en la participa­
referencia del republicanismo inglés del siglo ción de todos en la producción de las leyes
xvm, es exaltada por el mayor sustentador y el ideal igualitario que ha acompañado en
de la idea republicana en Inglaterra, John la historia a la idea republicana erguida en
Toland. como “ la mas perfecta forma de contra del derigualitarismo de los regímenes
gobierno popular que jamás haya existido". monárquicos y despóticos. El estado que él
Moldeada sobre el ejemplo de las repúblicas construye es una democracia, pero prefiere
antiguas y moderna^, es en realidad una d. llamarlo, siguiendo la doctrina más moder­
igualitaria, no sólo formalmente, basada na de las formas de gobierno, “ república";
como lo esta en la rotación de las m agistra­ más exactamente, retomando la distinción
turas que se produce mediante libres eleccio­ hecha por Bodino entre forma de estado y for­
446 DEMOCRACIA

ma de gobierno, Rousseau, m ientras que lla­ rizante del régimen democrático, también es
ma república a la forma del estado o del cuer­ resuelta en una de las libertades individua­
po político, considera a la d. como una de las les que el ciudadano ha reivindicado y con­
tres posibles formas de gobierno de un cuer­ quistado frente al estado absoluto, y redefi­
po político que, en cuanto tal, o es una repú­ nida como la manifestación de aquella parti­
blica o no es ni siquiera un estado sino el cular libertad que, yendo más allá del dere­
dominio privado de este o aquel poderoso que cho de expresar su propia opinión, de reunir­
se ha apoderado de él y lo gobierna con la se o de asociarse para influir sobre la política
fuerza. del país, comprende también el derecho de
elegir representantes en el parlamento y de
v. democracia y liberalismo. A lo largo de todo ser elegidos. Aun cuando esta libertad es con-
el siglo xtx la discusión en torno de la d. se ceptualmenle diferente de las libertades civi­
desarrolla principalmente a través de un les, en cuanto que éstas son meras facultades
enfrentamiento con las doctrinas políticas de hacer o no hacer mientras que aquélla
predominantes de la época: el liberalismo por implica la atribución de una capacidad jurí­
un lado y el socialismo por el otro. dica específica, donde las prim eras son lla­
Por lo que se refiere a la relación con la con­ madas también libertades negativas mientras
cepción liberal del estado, el punto de parti­ que la segunda es llamada libertad positiva,
da fue el célebre discurso de Benjamín Cons­ el mismo hecho de que el derecho de partici­
tan! sobre La libertad de los antiguas compa­ par aunque indirectamente en la formación
rada con la de los modernos. Para Constant del gobierno esté comprendido en la catego­
la libertad de los modernos, que debe ser pro­ ría de las libertades demuestra que en la con­
movida y acrecentada, es la libertad indivi­ cepción liberal de la d. se pone el acento más
dual respecto del estado, aquella libertad de que sobre el mero hecho de la participación,
la que son manifestación concreta las liber­ como sucede en la concepción pura de la d.
tades civiles y la libertad política (aunque no (que también es llamada “participacionista”),
necesariamente extendida a todos los ciuda­ sobre la exigencia de que esta participación
danos), m ientras que la libertad de los anti­ sea libre, es decir que sea una expresión y un
guos, que la expansión de los comercios ha resultado de todas las otras libertades. Des­
vuelto impracticable, también daiiina, es la de este punto de vista, si es cierto que no pue­
libertad entendida como participación directa de llamarse propiamente liberal a un estado
en la formación de las leyes a través del cuer­ que no reconozca el principio democrático de
po político del cual la asamblea de los ciuda­ la soberanía popular— aunque sea lim itada­
danos es la máxima expresión. Identificada mente al derecho de una parte, también res­
la d. propiamente dicha, sin otra especifica­ tringida, de los ciudadanos, de dar vida a un
ción, con la d. directa, que fue luego el ideal cuerpo representativo—, es aún más cierto
rousseauniano, se va afirmando a través de que según la concepción liberal del estado no
los escritores liberales, de Constant a Tocque- puede haber d. sino en donde se reconozcan
ville y a John Stuart Mili, la idea de que la algunos derechos fundamentales de liberta­
única forma de d. compatible con el estado des que posibiliten una participación políti­
liberal, es decir con el estado que reconoce ca guiada por una determinación autónoma
y garantiza algunos derechos fundamentales, de la voluntad de cada individuo.
como los derechos de libertad de pensamien­ En general, la linea de desarrollo de la d.
to, de religión, de imprenta, de reunión, etc., en los regímenes representativos debe ser
era la d. representativa o parlamentaria, don­ buscada esencialmente en dos direcciones: a]
de la tarea de hacer las leyes concierne no a en la gradual ampliación del derecho de voto,
todo el pueblo reunido en asamblea sino a un que, en un principio restringido a una exigua
cuerpo restringido de representantes elegidos parte de los ciudadanos con criterios basados
por aquellos ciudadanos a quienes se les reco­ en la renta, en la cultura y en el sexo, se ha
nozcan los derechos políticos. En esta concep­ ido extendiendo según una evolución constan­
ción, que se puede llam ar liberal, de la d., la te, gradual y general a todos los ciudadanos
participación en el poder político, que siem­ de ambos sexos que hayan alcanzado un cier­
pre ha sido considerada el elemento caracte­ to límite de edad (sufragio universal): ¿>] en
DEMOCRACIA 447

la multiplicación de los órganos representa­ estado, constituye solamente el punto de par­


tivos (es decir de los órganos compuestos por tida. Además del sufragio universal, la pro­
representantes elegidos), que en un prim er fundización del proceso de democratización
tiempo están limitados a una de las dos asam­ por parte de las doctrinas socialistas se pro­
bleas legislativas, y luego se extienden poco duce de dos modos: a través de la crítica de
a poco a la otra asamblea, a los entes del la d. solamente representativa y la consiguien­
poder local o, en el paso de la monarquía a te continuación de algunos temas de la d.
la república, también al jefe de estado. Hn una directa, y a través de la demanda de que la
y en otra dirección el proceso de democrati­ participación popular, y por lo tanto el con­
zación, que consiste en un cumplimiento cada trol del poder desde lo bajo, se extienda de
vez. más plenu del principio-limite de la sobe­ los órganos de decisión política a los de deci­
ranía popular, se inserta en la estructura del sión económica, de algunos centros del apa­
estado liberal entendido como estado iw pri- rato estatal a la empresa, de la sociedad polí­
mis garantista. En otras palabras, a lo largo tica a la sociedad civil, donde se ha estado
de todo el curso de un desarrollo que llega hablando de d. económica, industrial o, por
hasta nuestros días, el proceso de democra­ la forma de los nuevos órganos de control (los
tización, como se está desarrollando en los llamados ‘‘consejos obreros”), consiliar v de
estados que hoy son llamados de d. liberal, paso del autogobierno a la autogestión.
consiste en una transformación más cuanti­ En las efímeras instituciones creadas por
tativa que cualitativa del régimen represen­ el pueblo parisiense insurgente en la Comu­
tativo. En este contexto histórico la d. no se na de París, Marx, como es subido, creyó
presenta como una alternativa (como lo poder identificar algunos elementos de una
habría hecho en el proyecto rousseauniano nueva forma de d. que llamó "autogobierno
rechazado por Constant) al régimen represen­ de los productores”. Las características dis­
tativo sino como un complemento del mismo; tintivas de esta nueva forma de estado respec­
no es su transformación sino su corrección. to del régimen representativo son principal­
mente cuatro: a] m ientras que el régimen
vi democracia y socialismo. No es distinta la representativo está basado en la distinción
relación entre d. y socialismo. También res­ entre el poder legislativo y el ejecutivo, el nue­
pecto del socialismo, en sus diferentes versio­ vo estado de la Comuna debe ser “no un orga­
nes, el ideal democrático representa un ele­ nismo parlam entario, sino de traba jo, ejecu­
mento integrante y necesario, pero no cons­ tivo y legislativo al mismo tiempo”; b] mien­
titutivo. Integrante, porque una de las metas tras que el régimen parlam entario injertado
que siempre se han propuesto los teóricos del en el tronco de los viejos estados absolutos
socialismo ha sido el refuerzo de la ba¡.e popu­ ha dejado sobrevivir junto a sí órganos no
lar del estado; necesario, porque sin este representativos y relativamente autónomos,
refuerzo nunca se alcanzaría aquella profun­ que desarrollados con anterioridad a la ins­
da transformación de la sociedad que los titución de los parlam entos continúan cons­
socialistas de las diversas corrientes siempre tituyendo una parte esencial del aparato esta­
han vislumbrado. Pero también no constitu­ tal. como el ejército, la m agistratura y la
tivo. porque la esencia del socialismo siem­ burocracia, la Comuna extiende el sistema
pre ha sido la idea del revolucionamiento de electoral a todas las ramas del estado; c] mien­
las relaciones económicas y no solo de las tras que la representación nacional caracte­
relaciones políticas; de la emancipación rística del sistema representativo se distin­
social, como dijo Marx, y no sólo de la eman­ gue del veto de mandato imperativo, cuya con­
cipación pulitica del hombre. Lo que cambia secuencia es la irrevocabilidad del cargo por
en la doctrina socialista respecto de la doc­ todo el tiempo de la legislatura, la Comuna
trina liberal es la manera de entender el pro­ está "compuesta por concejales municipales
ceso de democratización del estado. En la teo­ elegidos por sufragio universal en los distin­
ría marxengelsiana (pero no sólo en ésta) el tos distritos de París, responsables y revoca­
sufragio universal, que para el liberalismo en bles en cualquier momento”: d] mientras que
su desenvolvimiento histórico es el punto de el sistema parlam entario no ha logrado des­
llegada del proceso de democratización del truir la centralización política y adm inistra­
4-1í> DEMOCRACIA

tiva de los viejos estados sino que más bien conscientemente en ciertos supuestos ideoló­
la ha conf irmado a través de la institución de gicos que conducen a diversas orientaciones
un parlamento nacional, el nuevo estado ten­ respecto de los valores últimos. A fines del
dría que descentralizar al máximo sus pro­ siglo pasado, contra la d.. entendida justa­
pias funciones en "comunas rurales", que mente en su sentido tradicional de doctrina
habrían de enviar sus representantes a una de la soberanía popular, se fue formulando
asamblea nacional, a la que dejarían “pocas, una critica, que pretendió por el contrario
pero importantes funciones [ .. .] cumplidas estar basada exclusivamente en la observa­
por funcionarios comunales”. ción de los hechos, no ideológica, sino, al
Inspirándose en las reflexiones de Marx menos en el asunto, científica, por parte de
sobre la Comuna, Lenin, en El estado y la revo­ los teóricos de las minorías gobernantes o.
lución y en los escritos y discursos del perio­ como serán llamadas luego con un nombre
do revolucionario, enunció las líneas directri­ destinado a tener suerte, de las élites, como
ces y echó las bases de esa nueva d. de los con­ Ludwig Gumplowicz, Gaetano Mosca y Vilfre­
sejos, que estuvo en el centro del debate entre do Pareto. Según estos escritores la sobera­
los principales teóricos del socialismo en los nía popular es un ideal-limite y jamás ha
años de 1920, desde Gramsci hasta Rusa correspondido ni puede corresponder de nin­
Luxemburg, desde Max Adler hasta Korsch, guna manera a una realidad de hecho, por­
para acabar con Antón Pannekock, cuya obra que en todo régimen político, cualquiera sea
Organización revolucionaria y consejos obre­ la "fórm ula política” bajo la que los gober­
ros es de 1940. Lo que caracteriza a la d. de nantes y sus ideólogos lo representan, es
los consejos respecto de la d. parlam entaria siempre una minoría de personas, que Mos­
es el reconocimiento de que en la sociedad ca llama "clase política”, la que detenta el
capitalista se ha producido un traslado de los poder efectivo.
centros de poder de los órganos tradiciona­ Con esta teoría se concluye la larga y afor­
les del estado a la gran empresa, y que, por tunada historia de las tres formas de gobier­
tanto, el control que el ciudadano puede ejer­ no que, como se ha visto, está en los orígenes
cer mediante los canales tradicionales de la de la historia del concepto de d.: desde el
d. solamente política no es suficiente para momento en que en toda suciedad, de todos
impedir los abusos de poder cuya abolición los tiempos, y en todos los niveles de civili­
es el objetivo final de la democracia. El nue­ zación, el poder está en manos de una mino­
vo tipo de control no puede producirse más ría, no existe otra forma de gobierno que la
que sobre los propios lugares de la produc­ oligárquica. Lo cual no implica que todos los
ción, y es ejercido no por el abstracto ciuda­ regímenes sean iguales sino simplemente que,
dano de la d. formal sino por el ciudadano en si se puede destacar una diferencia, ésta no
cuanto trabajador a través de los consejos de puede depender de un criterio extrínseco
fábrica. El consejo de fábrica se hace asi el como el del número de los gobernantes fuño,
germen de un nuevo tipo de estado, que es el pocos, muchos) sino de los diversos modos
estado o comunidad de los trabajadores en con que una clase política se forma, se repro­
contraposición al estado de los ciudadanos, duce, se renueva, organiza y ejerce el poder.
a través de una expansión de este tipo de orga­ El propio Mosca distinguió, respecto del
nismo a todos los lugares de la sociedad en modo con que se forman las clases políticas,
los que existen decisiones importantes a las que se trasmiten el poder hereditariamen­
tomar. El sistema estatal en su conjunto será te y las que se alimentan de las clases infe­
una federación de consejos unificados riores; respecto del modo con que ejercen el
mediante una ascendente agrupación de los poder, las que lo ejercen sin control y las que
mismos a diversos niveles territoriales y de están controladas desde abajo; de tal modo
empresa. contrapuso en el prim er caso d. a aristocra­
cia, en el segundo d. a autocracia, especifican­
vil DF..MQCRACIA v ELiTis.MO La critica que, por do por lo menos dos tipos de regímenes que
un lado, el liberalismo dirige a la d. directa, aun teniendo una clase política dominante
y la crítica que. por el otro, el socialismo diri­ pueden considerarse según el derecho demo­
ge a la d. representativa, están inspiradas cráticos. En este camino la teoría de las él i-
DEMOCRACIA 449

tes recupera lo que de realista, y no meramen­ gación renovable periódicamente y fundada


te ideológico, contiene la doctrina tradicional en una declaración de confianza, y en el ámbi­
de la d., y tiene como consecuencia no tanto to de reglas establecidas (constitución), y no
la negación de la existencia de regímenes en virtud de los dotes carismáticos del jefe
democráticos, cuanto más que nada una rede­ o a partir de la conquista violenta (golpe de
finición, que ha acabado por hacerse predo­ estado, revuelta militar, revolución, etc.) (v.
minante en la actual ciencia política, de demo­ también élites, teoría de las).
cracia. En Capitalismo, socialismo y democra­
cia (1942), Joseph A. Schumpeter contrapone VIII. EL SIGNIFICADO FORMAL DE DEMOCRACIA. Tanto
a la doctrina clásica de la d., según la cual la por el modo con que doctrinas opuestas res­
d. consiste en la realización del bien común pecto de los valores fundamentales, como las
a través de la voluntad general, expresando doctrinas liberales y las socialistas, han con­
una no mejor identificada voluntad del pue­ siderado la d. no incompatible con sus pro­
blo, otra doctrina de la d. que toma en cuen­ pios principios sino más bien como una par­
ta el resultado considerado rcalislamente te integrante de su propio credo, al punto de
impugnable de la teoría de las élites. Según que es perfectamente correcto hablar de libe­
Schumpeter, hay d. donde hay diversos gru­ ralismo democrático y de socialismo demo­
pos que compiten entre si por la conquista del crático y es creíble que un liberalismo sin d.
poder, mediante una lucha que tiene por obje­ ya no sería considerado hoy un "verdadero”
to el voto popular. Una definición de este liberalismo, y un socialismo sin d. un "ver­
género toma en cuenta la importancia prima­ dadero” socialismo, cuanto por el modo con
ria, no descuidable, del liderazgo en toda for­ que una doctrina inicialmente hostil a la d.,
mación política, y al mismo tiempo permite como la teoría de las élites, se ha ido conci­
distinguir un régimen de otro con base en el llando con ella, puede deducirse que por d.
modo con que los diversos liderazgos se dis­ se ha entendido siempre un método o un con­
putan el poder, señalando en la d. aquella for­ junto de reglas de procedimiento para la cons­
ma de régimen en que la contienda por la con­ titución del gobierno y para la formación de
quista del poder se resuelve en favor de quien las decisiones políticas (es decir de las deci­
haya legrado acaparar en una libre competen­ siones vinculantes para toda la comunidad)
cia el mayor número de votos. más que una determinada ideología. La d. es
Ampliando y precisando esta temática, una compatible, por un lado, con doctrinas dife­
redefinición de d. que quisiera tener en cuen­ rentes en contenido ideológico, por el otro,
ta la ineliminable presencia de más clases con una teoría, que en algunas de sus expre­
políticas en competencia entre si debería siones y por cierto en su motivación inicial,
comprender el examen de por lo menos tres ha tenido un contenido netamente antidemo­
puntos: reclutamiento, extensión y fuente del crático, precisamente porque siempre ha ido
poder de la clase política. Respecto del reclu­ asumiendo un significado esencialmente de
tamiento, una clase política puede llamarse procedimiento y no sustancial, aun cuando la
democrática cuando su personal es obtenido aceptación de estas reglas y no de otras pre­
mediante una libre competición electoral, y supone una orientación favorable a algunos
no, por ejemplo, mediante la trasmisión here­ valores, que a menudo son considerados
ditaria o la cooptación. Respecto de la exten­ característicos del ideal democrático, como
sión, cuando este personal es tan numeroso el de la solución pacífica de los conflictos
que se divide de manera estable en clase polí­ sociales, de la eliminación hasta donde sea
tica en el gobierno y clase política en la opo­ posible de la violencia institucional, de la fre­
sición y cubre el área del gobierno central y cuente alternancia de la clase política, de la
del gobierno local en sus múltiples articula­ tolerancia y asi sucesivamente.
ciones, y no está, en cambio, constituido por En la teoría política contemporánea predo-
un grupo restringido y cerrado que dirige m in an te en los p aíses de tra d ic ió n
lodo un país mediante comisarios o funcio­ democrático-liberal las definiciones de d. tien­
narios dependientes. Respecto de la fuente del den a resolverse y a agotarse en un elenco más
poder, cuando éste es ejercido por una clase o menos amplio según los autuies de reglas
política representativa, con base en una dele­ del juego o, como también han sido llamadas,
450 DEMOCRACIA

de "universales de procedimiento”. Entre es posible establecer cuántas de estas reglas


ellos: 1] el máximo órgano político, a quien deben ser observadas para que un régimen
está asignada la función legislativa, debe pueda llamarse democrático; puede afirmarse
estar compuesto por miembros elegidos solamente que un régimen que no observe
directa o indirectamente, con elecciones de ninguna no es por cierto un régimen demo­
prim er o de segundo grado, pur el pueblo; 2] crático, al menos hasta que se mantenga fir­
junto al supremo órgano legislativo deben exi- me el significado de procedimiento de demo­
tir otras instituciones con dirigentes elegidos, cracia.
como los entes de la administración local o
el ¡efe del estado (como sucede en las repú­ IX . ALGUNAS TIPOLOGIAS DE LOS REGIMENES DEMOCRÁ­
blicas); 3] electores deben ser todos los ciu­ TICOS. En el ámbito de esta noción de d., y por
dadanos que hayan alcanzado la mayoría de lo tanto permaneciendo constante el imperio
edad sin distinción de raza, de religión, de de estas reglas, se suelen distinguir diversas
ingresos, y posiblemente también de sexo; 4] especies de regímenes democráticos. La mul­
todos los electores deben tener igual voto; 5] tiplicidad de las tipologías depende de la
todos los electores deben ser libres de votar variedad de los criterios adoptados para la
según su propia opinión formada lo más libre­ clasificación de las diversas formas de demo­
mente posible, es decir en una libre contien­ cracia. Enumeramos algunas, disponiéndolas
da de grupos políticos que compiten por for­ según la profundidad del nivel de la estruc­
mar la representación nacional; 6] deben ser tura social global que toman en conside­
libres también en el sentido de que deben ración.
estar en condiciones de tener alternativas rea­ En el nivel más superficial se coloca la dis­
les (lo cual excluye como democrática a cual­ tinción. husada en el criterio juridico-
quier elección con lista única y bloqueada); institucional. entre régimen presidencial y
7] tanto para las elecciones de los represen­ régimen parlamentario: la diferencia entre los
tantes como para las decisiones del supremo dos regímenes está en la diferente relación
órgano político vale el principio de la mayo­ entre legislativo y ejecutivo. Mientras que en
ría numérica, aun cuando pueden ser estable­ el regimen parlam entario la democraticidad
cidas diversas formas de mayoría según cri­ del ejecutivo depende del hecho de que éste
terios de oportunidad no definibles de una vez es una emanación del legislativo, el cual a su
por todas; 8] ninguna decisión tomada por vez descansa en el voto popular, en el régimen
ma>oria debe limitar los derechos de la mino­ presidencial el jefe del ejecutivo es elegido
ría. de m anera particular el derecho de con­ directamente por el pueblo con la consecuen­
vertirse, en igualdad de condiciones, en mayo­ cia de que éste responde por su mandato no
ría; 9] el órgano de gobierno debe gozar de la al parlamento sino a los electores que sancio­
confianza del parlamento o bien del jefe del nan su conducta política no reeligiéndolo.
poder ejecutivo a su vez elegido por el pueblo. En el nivel inmediatamente inferior >e halla
Como se ve, todas estas reglas establecen la tipología que toma en consideración el sis­
cómo se debe llegar a la decisión política y tema de los partidos, de la cual existen dos
no qué se debe decidir. Desde el punto de vista variantes. Con base en el número de los par­
del qué el conjunto de las reglas del juego tidos (es decir con base en el mismo criterio
democrático no establecen nada salvo la númcrico que caracteriza a la tipología aris­
exclusión de las decisiones que de alguna totélica) se distinguen sistemas bipartidistas
manera contribuirían a dejar sin efecto una y m ultipartidistas (el sistema monopartidis-
o más reglas del juego. Por otra parte, como ta, al menos en >us formas más rígidas, no
para todas las reglas, también para las reglas puede estar comprendido en las forma- demo­
del juego democrático se debe tener en cuen­ cráticas de gobierno). Basándose en el mudo
ta la desviación existente entre la enunciación en que los partidos se disponen lo- uros hacia
de su contenido y el modo en que son aplica­ o contra los otro- en el sistema, es decir en
das. Por cierto ningún régimen histórico ha los lLntudos polos de atracción o de repul­
observada jamás completamente el dictado de sión de los diversos partidos, se distinguen
todas estas reglas, y por esto es licito hablar regímenes bipolares, en los que los diversos
de regímenes más o menos democráticos. No partidos se agrupan en turno a los dos polos
DEMOCRACIA 451

del gobierno y de la oposición, y multipola- distinguido tres tipos de d.: a] con una alta
res, en los que los diversos partidos se dispo­ autonomía de los subsistemas (Inglaterra y
nen hacia el centro y hacia las dos oposicio­ Estados Unidos), donde por “subsistemas” se
nes, la de derecha y la de izquierda (con la entienden los partidos, los sindicados, los gru­
advertencia de que también en este caso un pos de presión en general; h¡\ con limitada
sistema monopolar, es decir donde no exista autonomía de los subsistemas (la Francia de
una oposición reconocida, y por lo tanto exis­ la III República, Italia después de la segun­
ta sólo un polo, no puede ser considerado da guerra mundial, la Alemania de Weimar);
entre las formas democráticas de gobierno). c] con baja autonomía de los subsistemas
Esta segunda variante (introducida por Gio- (México). Modelos ideales más que tipos his­
vanni Sartori) ofrece en comparación con la tóricos son las tres formas de d. analizadas
prim era dos ventajas: a] permite tener en por Robert Dahl en su libro A preface tu demu
cuenta las alianzas de los partidos con la con­ cratic theory (1956): la d. madisoniana, que
secuencia de que un sistema m ultipartidisla consiste sobre todo en los mecanismos de fre­
puede ser bipolar, y por lo tanto tener las mis­ no del poder, y por lo tanto coincide con el
mas características que un sistema biparti­ ideal constitucionalista del estado limitado
dista; h\ permite una ulterior distinción entre por el derecho o del gobierno de la ley con­
sistemas polarizados y sistemas no polariza­ tra el gobierno de los hombres (en el que siem­
dos según que existan en los dos extremos pre se ha manifestado históricamente la tira­
franjas que tienden a la ruptura del sistema nía); la d. populista, cuyo principio fundamen­
(partidos antisistema), de donde la ulterior tal es la soberanía de la mayoría; la d. poliár-
distinción entre m ultipartidism o extremo y quica, que busca las condiciones del orden
mulliparlidismo moderado. Teniendo en democrático no en expedientes de carácter
cuenta, además del sistema de partidos, tam­ constitucional sino en prerrequisitos sociales,
bién la cultura política, Arend Lijphart ha dis­ es decir en el funcionamiento de algunas
tinguido los regímenes democráticos basados reglas fundamentales que permiten y garan­
en la mayor o menor fragmentación de la cul­ tizan la libre expresión del voto, el predomi­
tura política en centrífugos y centrípetos (dis­ nio de las decisiones que han tenido el mayor
tinción que corresponde aproximadamente a número de votos, el control de las decisiones
la precedente entre regímenes polarizados y por parte de los electores, etcétera.
no polarizados); por lo tanto, introduciendo
un segundo criterio basado en la observación X. DEMOCRACIA FORMAL Y DEMOCRACIA SUSTANCIAL
de que el comportamiento de las élites pue­ Junto a la noción procesal de d., predominan­
de estar más dispuesto a las coaliciones (coa- te en la teoría política occidental y en el ámbi­
lesccnt) o más competitivo, y combinándolo to de la "ciencia política", se ha ido difundien­
con el precedente, ha especificado otros dos do en el lenguaje político contemporáneo otro
tipos de d., que ha llamado "d. consociativa” significado de d. que comprende formas de
(consociatiunal) y "despolitizada" según que régimen político, como las de los países socia­
el comportamiento no competitivo de las éli­ listas o de los países del tercer mundo espe­
tes se empalme con una cultura política frag­ cialmente africanos, en los que no están en
mentada u homogénea. La d. consociativa, de vigor, o no son respetadas, aun cuando están
la que los mayores ejemplos son Austria, Sui­ en vigor, algunas o todas las reglas por las que
za, Holanda, Bélgica, ha sido llamada tam ­ se llaman democráticos por larga tradición
bién, con particular atención al caso suizo, los regímenes liberal-democráticos y los regí­
" c o n c o rd a n te ” (concordan! 'democracy, menes socialdemócratas. Para evitar la con­
Konkurdanz-demokratie) y definida como fusión entre dos significados tan diferentes
aquella en que se producen tratativas en el del mismo término s e ha establecido el uso
vértice entre los lideres de las subculturas de especificar el concepto genérico de d. con
rivales por la formación de un gobierno un atributo calificante, y asi se llama, por
estable. ejemplo, "formal” a la primera y "sustancial"
Descendiendo a un nivel todavía más pro­ a la segunda. Formal la primera, porque e s t á
fundo, es decir al nivel de las estructuras de caracterizada por los llamados "universales
la sociedad subyacente, Gabriel Almond ha de procedimiento”, con el empleo de los cua­
452 DEMOCRACIA

les se pueden turnar decisiones de diferente necesario reconocer que en las dos expresio­
contenido (como demuestra la presencia de nes "d. formal” y "d. sustancial" el término
regímenes liberales y democráticos junto a “d.” tiene dos significados netamente distin­
regímenes socialistas y democráticos); sustan­ tos. En la prim era indica un cierto conjunto
cial la segunda, porque se refiere predomi­ de medios, como lo son precisamente las
nantemente a ciertos contenidos a su ve/, ins­ reglas de procedimientos arriba descritas,
pirados en ideales característicos de la tra­ independientemente de la consideración de
dición de pensamiento democrático, in primis los fines; en la segunda indica un cierto con­
el igualitarismo. Según una vieja fórmula que junto de fines, como lo es, sobre todo, el fin
considera a la d. como gobierno del pueblo de la igualdad no solamente jurídica sino tam­
pura el pueblo, la d. formal es más que nada bién social cuando no económica, indepen­
un gobierno del pueblo, la d. sustancial es dientemente de la consideración de los
más que nuda un gobierno para el pueblo. Así medios adoptados para lograrlos. Puesto que
como una d. formal puede favorecer a una en la larga historia de la teoría democrática
minoría restringida de detentadores del se entrecruzan motivos de método y motivos
poder económico, y por lo tanto no ser un ideales, que se encuentran perfectamente fun­
gobierno para el pueblo aun siendo un gobier­ didos en la teoría rousseauniana según la cual
no del pueblo, una dictadura política puede el ideal igualitario que la inspira (d. como
favorecer en periodos de transformación valor) se realiza solamente en la formación de
revolucionaria, cuando no subsisten las con­ la voluntad general (d. como método), ambos
diciones para el ejercicio de una d. formal, a significados de "d.” son históricamente legí­
la clase más numerosa de los ciudadanos, y timos. Pero la legitimidad histórica de su uso
por lo tanto ser un gobierno para el pueblo, no autoriza ninguna ilación sobre la eventua­
aun sin ser un gobierno del pueblo. También lidad de que tengan un elemento connotati-
se ha observado (Macpherson) que el concep­ vo común. De esta falta de un elemento con-
to de d. referido a los estados socialistas (y notativo común es prueba la esterilidad del
a los estados del tercer mundo) refleja más debate entre partidarios de las d. liberales y
fielmente el significado antiguo (aristotélico) partidarios de las d. populares sobre la mayor
de d. por el cual d. es el gobierno de los pobres o menor democraticidad de los respectivos
contra los ricos, es decir que es un estado de regímenes. Cada uno de los dos tipos de régi­
clase, y tratándose de la clase de los pobres, men es democrático según el significado de
es el gobierno de la clase más numerosa o de “d.” preelegido por el defensor y no democrá­
la mayoría (y es ésta la razón por la que la tico según el significado preelegido por el
d. ha sido en el curso de los siglos más exe­ adversario. El único punto en que los unos y
crada que exaltada). los otros podrían convenir es que una d. per­
Para quien, como Macpherson, opine que fecta —hasta ahora en ningún lugar realiza­
el discurso en torno a la d. no se resuelve con da, y por lo tanto, utópica— debería ser al
definir y redefinir una palabra que por su sig­ mismo tiempo formal y sustancial.
nificado eulógico se refiere a diversas cosas
sino que se debe concluir con el determ inar b i b l i o g r a f í a : J. Agnoli y P. Brückner, La trans­

un concepto general de d. distinguible en spe- formación de la democracia (1968). México, Siglo


cíes, de las que una sería la d. liberal, la otra XXI, 1971; R. Aron, Democracia y totalitarismo
la d. de los países socialistas, dicho esto que­ (1965), Barcelona, Seix Barral; G. Burdeau, La
da la dificultad de hallar lo que estas dus espe­ democracia (1956), Barcelona, Ariel, 1970; L.
cies tienen en común. La respuesta extrema­ Cavalli. La democrazia manipolata, Milán, 1965;
damente genérica que se ve obligado a dar R.A. Dahl. A preface lo democratic theory, Chi­
este autor, según el cual las tres especies de cago, 1956; R.A. Dahl, Poliarcliia (1971), Milán.
d. tienen en común el fin último, “proveer las F. Angelí, 1981; M.I. Finley, Vieja y nueva demo­
condiciones para el pleno y libre desarrollo cracia (1972), Barcelona, Ariel; G. Fasso. (comp.),
de las capacidades humanas esenciales de La democrazia in Grecia (1959). Bolonia. I! Muli-
todos los miembros de la sociedad" (p. 37), no, 19672; C.J. Friedrich, Gobierno constitucio­
dem uestra la inanidad de la tentativa. Para nal y democracia (1950), Madrid, Centro de Estu­
no perderse en discusiones inconcluyentes es dios Constitucionales, 1975; P. González Casano-
DERECHO 453

va (comp.). No intervención, autodeterminación nes consideradas más destructivas del con­


y democracia en América I'.atina, México, Siglo junto social, la solución de los conflictos que
XXI-ns, 1983; F.A. Hermens, Im democrazia rap amenazan, si no son resueltos, con hacer
presentativa (1964), Florencia, Vallecchi, 1968; H. imposible la propia subsistencia del grupo,
Kelsen, Esencia y valor de la democracia, Bar­ la consecución y el mantenimiento, en suma,
celona, Labor, 19772; J.C. Livingston y R.C. del orden o de la paz social. Si luego se agre­
Thompson, II consenso dei governati (1966), ga, según la dirección predominante de la teo­
Milán. Giuffré, 1971 ;C.B. MacPherson, I.a reali­ ría del d., que el carácter específico del orde­
dad democrática: liberalismo, socialismo, tercer namiento normativo del d. respecto de las
mundo (1966), Barcelona. Fontanellu, 1968; C.B. otras formas de ordenamientos normativos
MacPherson, La democracia liberal y su época (como son la moral social, las costumbres, los
(1977), Madrid, Alianza; R. Miliband, Marxismo juegos, los deportes, etc.) consiste en el hecho
e democrazia borghese (1977), Bari, Laterza, 1978; de que el d. recurre en última instancia a la
R. Miliband, Marxismo y política (1977), México, fuerza física pura obtener el respeto de las
Siglo XXI, 1978; S. Moore, Critica de la demo­ normas, para hacer, como se dice, efectivo o
cracia capitalista, México, Siglo XXI, 19792; F. eficaz el ordenamiento en su conjunto, la
Qppenheim, Damocracy: characteristics included conexión entre d. (entendido como ordena­
and excluded.cn The Monisl, 29-50, 1971; G. Sar- miento normativo coactivo) y política se hace
tori, Aspectos de la democracia (1957), México, tan estrecha como para hacer considerar al
Limusa; W. Schlangcn, Democrazia e socictá d. como el principal instrumento mediante el
borghese (1973), Bolonia, II Mulino, 1979; J.L. Tal- cual las fuerzas políticas que detienen el
mon, Los orígenes de la democracia totalitaria poder dominante en una determinada socie­
(1952), México, Aguilar, 1956; W. Ullmun, Prin­ dad ejercen su dominio.
cipios de gobierno y política en la Edad Media De esta conexión se hizo consciente la filo­
(1961), Madrid, Aguilar, 1985; F. Venturi, Utopia sofía política y jurídica que acompaña el naci­
e riforma nelTilluminismo, Turín, Einaudi, 1970. miento del estado moderno e interpreta y
refleja su espíritu, desde Hobbes, a través de
[NORBERTO BOBBIO] Locke, Rousseau, Kant, Hegel, Marx, hasta
Max Weber y Kelsen, al punto de hacer apa­
recer estructura jurídica y poder político,
ordenamiento y fuerza coactiva, el momento
derechoI. de la organización del poder coactivo y el
momento de la potencia que se sirve de la
I. EL DERECHO COMO ORDENAMIENTO NORMATIVO COAC­ organización de la fuerza para alcanzar sus
TIVO. Entre los múltiples significados de la propios objetivos, en suma d. y estado en las
palabra “d." el signií icado que está más estre­ acepciones más comunes de estos dos térm i­
chamente conectado con la teoría del estado nos, como dos caras de la misma moneda. Una
o de la política es el del d. como ordenamien­ de las características principales de las diver­
to normativo (significado que aparece, por sas teorías del estado moderno, una especie
ejemplo, en expresiones como "d. positivo ita­ de hilo rojo que perm ite mantener juntas las
liano”), es decir como conjunto de normas de diversas doctrinas y de comprender su nexo
conducta y de organización que constituyen y su desarrollo, es justam ente el doble y con­
una unidad, que tienen por contenido la regla­ vergente proceso de estatalización del d. y de
mentación de relaciones fundamentales para juridicización del estado, por el cual, por un
la convivencia y la supervivencia del grupo lado, el d. es considerado desde el punto de
social, como son las relaciones familiares, las vista del estado, o de lo que es el elemento
relaciones económicas, las relaciones superio­ característico del poder del estado, es decir
res de poder (o relaciones políticas), asi como el poder soberano, por lo cual de Hobbes en
la reglamentación de los modos y de las for­ adelante surge la tendencia a definir el d.
mas con que el grupo social reacciona a la vio­ como el conjunto de las regla» establecidas
lación de las normas de prim er grado o insti­ e impuestas por aquel o aquellos que deten­
tucionalización de la sanción, y que tiene tan el poder soberano y, por el otro, el esta­
como fin ininimo el impedimento de las accio­ do es considerado desde el punto de vista del
-ÍS4 DERECHO

ordenamiento jurídico, es decir de la comple­ relaciones de fuerza— al estado jurídico, es


ja red de reglas, de la que las normas consti­ decir al estado que está basado en un acto
tucionales, no importa si escritas o no escri­ jurídico como lo es el pacto con que los indi­
tas, son el techo o los cimientos, las leyes, los viduos particulares se asocian y comparten
reglamentos, las previsiones administrativas, sus propios haberes y sus propias fuerzas
las sentencias de los jueces son los diversos para atribuirlas a un único soberano que, una
pisos (para repetir una vez más la dichosa vez constituido, es fuente única y exclusiva
metáfora kelseniana del ordenamiento ju rí­ del derecho positivo. En Locke el paso de la
dico como una estructura piramidal), como suciedad natural, donde se desarrollan las
el conjunto de los poderes que son ejercidos relaciones familiares y las económicas, al
en el ámbito de dicha estructura (el llamado estado, puede representarse como el paso de
estado de d. en el sentido más amplio de la la sociedad de d. privado, es decir de un d.
palabra), y en cuanto tales, y sólo en cuanto todavía imperfecto, y no protegido, porque
tales, son aceptados como poderes legítimos. falta un poder super partes capaz de dirim ir
Este proceso de convergencia entre estructu­ las controversias en modo imparcial, a la
ras jurídicas y poder político tuvo como con­ sociedad de d. público, es decir de d. protegi­
secuencia la reducción del d. a d. estatal (en do y, por lo tanto, perfecto. En las dos for­
el sentido de que no existe otro ordenam ien­ mas de sociedad precedentes al estado del
to jurídico que el que se identifica con el orde­ contrato social descritas por Rousseau en el
namiento coactivo del estado) y al mismo Discurso sobre el origen de la desigualdad
tiempo la reducción del estado a estado ju rí­ entre los hombres, el estado de naturaleza es
dico (en el sentido de que no existe el estado un estado no jurídico por ser esencialmente
sino como ordenamiento jurídico). Con dos no sociable, donde el hombre es bueno no por­
fórmulas simples y simplificantes: desde el que esté frenado por las leyes (de las que no
momento en que nace el estado moderno hay ninguna necesidad) sino porque no tiene
como estado centralizado, unitario, unifican­ vicios ni pasiones; en la stK'iété civile, que nace
te, que tiende a la monopolización, en un de la división entre lo mío y lo tuvo, siendo
momento, de la producción jurídica (a través las relaciones entre los individuos, de mane­
de la subordinación de todas las fuentes de ra no diferente de lo que sucede en el estado
producción del d. a aquella que es propia del de naturaleza hobhesiano, relaciones de fuer­
poder estatal organizado, es decir la ley) y del za. no rige otro d. que el d. del más fuerte que
apartado coactivo (a través de la transform a­ al principio de El contrato social es criticado
ción de los jueces en funcionarios de la coro­ como no derecho. Sociedad jurídica es sola­
na y la formación de ejércitos nacionales), se mente la asociación que nace del contrato
puede decir que ya no existe otro d. que el d. social, es decir el estado en el sentido propio
estatal, y ya no existe otro estado que el esta­ de la palabra, cuya voluntad se expresa por
do jurídico.I. medio de aquella forma de d. más alta que es
la ley. Para Kant, como para Locke. la socie­
II. CONVERGENCIA ENTRE ORDENAMIENTO JURIDICO Y dad natural que precede al estado es una
PODER ESTATAL EN LA riLOsOFtA POLITICA MODERNA. sociedad de d. natural o privado: la constan­
Momento ejemplar de esta convergencia entre te tendencia a integrar el d. en el estado, a
ordenamiento jurídico y poder estatal es la considerar el d. perfecto, e> decir el d. prote­
filosofía política de Hobbes, que también por gido por la coacción, como el momento que
esta razón puede ser considerada como la pri­ discrimina el estado del no estado, se revela
m era y más significativa teoría del estado aqui en la contraposición entre el d. m era­
moderno: el paso del estado de naturaleza al mente provisional del estado de naturaleza y
estado civil, que luego es paso del no estado el d. perentorio del estado civil.
al estado, representa también el paso de un El sistema de filosofía del d. de Hegel es
estado, no jurídico —es decir donde no exis­ demasiado complejo para pjder ser compren­
te un d. objetivo un ¡versal mente válido, sos­ dido en la única temática de las relaciones
tenido por una fuerza común, sino que exis­ entre d. y estado: el d. en sentido amplio com­
ten solamente d. subjetivos sostenidos por la prende no sólo el d. privado y el d. público
fuerza de cada uno, y por lo tanto solamente sino también la moralidad, no solo el d. en
DERECHO 455

sentido estricto (que corresponde a grandes rente que el d. público-positivo respecto del
rasgos al d. privado) sino también la esfera d. privado-natural. Para Kelsen, el estado no
de la elicidad. Sin embargo, es un hecho que está para nada fuera del ordenamiento ju rí­
si el d. en sentido amplio es “el reino de la dico: desde el momento en que el estado es
libertad realizada", el mismo se realiza con la organización de la fuerza monopolizada, y
plenitud solamente en el estado. En Marx d. esta organización se expresa en un ordena­
y estado pertenecen ambos a la esfera de la miento coactivo, es decir en el ordenamiento
superestructura, denominada en el conocido normativo específico que es el d., d. y estado
pasaje (que sirve de modelo) de la Contribu­ son unum et Ídem, y lo que se llama habitual­
ción a la critica de la economía política, "supe­ mente poder político no es otra cosa que el
restructura jurídica y política", como si se poder que, haciendo efectivo un ordenamien­
tratara de un conjunto mal distinguible en to normativo, hace de este ordenamiento un
partes diferentes y separadas: tanto que la ordenamiento real y no imaginario. Weber y
extinción del estado implica también la extin­ Kelsen interpretan a fondoel mismo fenóme­
ción del d. y viceversa. En general tudas las no de la convergencia del estado y del d. aun­
corrientes sociales que, como las corrientes que observándolo desde dos puntos de vista
anarquistas y las del socialismo utópico, diferentes: Weber, desde el punto de vista de
hicieron la guerra al estado, al mismo tiem­ la jurisdicción del estado, es decir del poder
po hicieron la guerra al d.: ¿qué mejor prue­ estatal que se racionaliza a través de una com­
ba de la identificación de d. y estado en el pen­ pleja estructura normativa articulada y jerár­
samiento político que acompaña el crecimien­ quica; Kelsen, desde el punto de vista de la
to del estado moderno y de la concepción pre­ estatalización del d., es decir del sistema nor­
dominante del d. como fenómeno estatal que mativo que se realiza a través del ejercicio del
esta polémica simultánea contra el estado y máximo poder que es el poder que se vale dé­
el d. por parte de las corrientes libertarias y la fuerza monopolizada. Weber considera al
socialistas? d., o bien la estructura normativa, en función
Considérense por fin los dos mayores teó­ del poder; Kelsen considera al poder en fun­
ricos del estado moderno de este último siglo: ción del derecho. 1.a racionalización del poder
Max Weber y Hans Kelsen. La tendencia a la a través del d. es la oirá cara de la realiza­
identificación del d. (entendido como ordena­ ción del d. por medio del poder: el d. es la polí­
miento coactivo) con el estado (entendido tica vista a través de su proceso de racionali­
como aparato a través del cual los detenta­ zación. asi como el poder es el d. visto en su
dores del poder legitimo ejercen su dominio) proceso de realización. Pero como no puede
llega a sus extremas consecuencias. Para haber poder sin d., si el poder del estado
Weber el gran estado moderno es el estado moderno es poder legal, así no puede haber
en que la legitimidad del poder depende de d. sin poder, si el d. es el ordenamiento que
su legalidad, es decir del hecho de que el se realiza solamente mediante la fuerza.
poder se presenta como derivado de un orde­
namiento normativo constituido y aceptado, n i la su pr em a c ía df. la L tv , El proceso, aquí bre­
y se ejerce según normas preestablecidas: la vemente delineado, de convergencia entre d.
gran dicotomía ahistórica de la filosofía polí­ y estado contribuye a destacar particularmen­
tica iusnaturalista, entre sociedad natural y te, entre las diversas formas que una regla
sociedad civil, Weber la sustituye por la dico­ imperativa puede asumir, la forma de la ley,
tomía históricam ente fundada entre poder cuando por ley se entienda la norma que es
tradicional y poder legal, a la cual, en térm i­ general respecto de los destinatarios, abstrac­
nos jurídicos, corresponde la distinción ya no ta respecto de la acción prevista, e impuesta
entre d. privado o natural y d. público o posi­ con un acto de voluntad deliberada por el
tivo, y tampoco entre no derecho y d., sino poder dominante. Lo cual equivale a decir que
entre d. consuetudinario, propio del estado en el proceso de desarrollo del estado moder­
patriarcal, y d. legislativo, propio del estado no, junto a la resolución del d. entendido
de d., donde además el d. legislativo represen­ como ordenamiento normativo del estado,
ta respecto del d. consuetudinario un d. más mediante la identificación del d. con el orde
perfecto, más "racional", de manera no dife­ namienio coactivo y del estado con la fuerza
450 DERECHO

monopolizada, se asiste también a la reduc­ dos para aplicarlas: “La autoridad legislati­
ción de todas las fuentes tradicionales del d. va o suprema no puede asum ir el poder de
a la única fuente de la ley. Este doble proce­ gobernar con decretos extemporáneos y arbi­
so puede ser resumido en esta fórmula: mien­ trarios, sino que es mantenida para dispen­
tras que el d. en sentido restringido se hace sar la justicia y para decidir en torno a los
cada vez más d. estatal, el d. estatal en senti­ derechos de los súbditos, con leyes promul­
do restringido se hace cada vez más d. legis­ gadas y fijas y jueces autorizados y conoci­
lativo. Aún más brevemente: el proceso de dos” (Segundo tratado sobre el gobierno civil,
juridificación del estado es acompañado por §§ 134 y 136). En Rousseau la propiedad esen­
un proceso de legalización del derecho. Las cial que posee la voluntad soberana de ser
manifestaciones históricamente más impor­ general es la misma que tiene el d. en su for­
tantes de este proceso son, por un lado, las ma característica de la ley. que se distingue
constituciones escritas que acompañan a los de una orden, de un decreto, de una manifes­
grandes trastornos del fin del siglo xvm tación de voluntad particular, justam ente en
(revolución norteamericana y revolución fran­ cuanto "general". "Cuando digo que el obje­
cesa) y, por el otro, las grandes codificaciones. to de las leyes es siempre general, pretendo
También de este segundo proceso se pue­ decir que la ley considera a los súbditos como
de encontrar un preciso reflejo en la filoso­ cuerpo colectivo y las acciones abstractamen­
fía política desde Hobbes en adelante. Una de te, nunca a un hombre como individuo ni una
las principales prerrogativas del soberano es, acción particular” (El contrato social, n, 6).
según Hobbes, la de "establecer y promulgar La voluntad general no puede expresarse sino
normas, es decir criterios de medida genera­ a través de esas normas generales que son las
les de manera que cada uno sepa qué se debe leyes, pero al mismo tiempo no podría haber
entender como propio y ajeno, justo e injus­ leyes, es decir normas generales dirigidas a
to, honesto y deshonesto, bueno y malo” (De todos los componentes del cuerpo político
cive, vi, 9): estas normas "suelen llamarse indistintamente, si no hubiera una voluntad
leyes civiles, o sea leyes del estado, porque general. Sólo el estado regido por leyes es un
son las órdenes de quien detenta, en el esta­ estado de acuei do con el ideal que inspira El
do, la soberanía". Mientras que exalta la ley, contrato social, y es digno, según Rousseau,
Hobbes desacredita, como es sabido, la cos­ de ser llamado república. Lo cual significa
tum bre y el d. de los jueces (el common law), que la ley es la forma privilegiada de mani­
como las fuentes de d. a las que falta el sello festación de la soberanía popular, es decir de
de la voluntad del soberano, y de tal manera, aquella forma de soberanía que es, a los ojos
después de haber identificado el d. con el úni­ de Rousseau, la única legítima. La voluntad
co d. estatal, identifica también el d. estatal general produce y no puede no producir leyes.
con el único d. legislativo. El "gobierno civil” La producción del d. bajo forma de ley es la
de Locke se basa en la primacía del poder principal garantía contra el despotismo.
legislativo: "la prim era y fundamental ley Sobre las huellas de Rousseau, Kant distin­
positiva de todas las sociedades políticas con­ gue la sociedad civil que deriva de un contrato
siste en establecer el poder legislativo”, el originario, aun ideal (pero no ficticio), de las
cual "no solamente es el poder supremo de diversas formas de gobierno en que la sobe­
la sociedad política, sino que permanece ranía que no concierne sino al pueblo puede
sagrado e inmutable en las manos en que la ser ejercida. "La única constitución perma­
sociedad lo ha colocado". El fin por el cual nente —afirm a— es aquella en que la ley es
los individuos se reúnen en sociedad es el de soberana y no depende de ninguna persona
evitar el arbitrio de la interpretación y de la particular” (Metafísica de las costumbres.
ejecución de las leyes naturales, lo cual suce­ Doctrina general del derecho, § 52), donde por
dería inevitablemente si los hombres conti­ "ley” entiende la norma general y abstracta
nuasen viviendo en el estado de naturaleza: que sola permite dar ciudadanía a intereses
el principal remedio contra el arbitrio es la no particularistas (y por lo tanto, garantizar
constitución de un poder a quien se confie la la igualdad). El lugar que ocupa la ley en el
tarea de establecer leyes ciertas y fijas, igua­ pensamiento hegeliano, desde los escritos
les para todos, y de instituir jueces autoriza­ juveniles hasta la Filosofía del derecho, es
DERECHO 457

bien conocido: en este punto basta recordar órganos cuya competencia específica es la de
que la ley, justamente como expresión de la producir nuevas reglas y los órganos cuya
voluntad general, declarada, promulgada y competencia especifica es la de aplicar reglas
pública, es la máxima expresión de la racio­ ya establecidas, están caracterizados en resu­
nalidad del estado, es decir del hecho de que men por el predominio que asume sobre todas
el estado expresa el interés universal, la con­ las otras formas de d. el d. bajo forma de ley.
ciencia de sí del pueblo organizado. Un esta­ Uno de los presupuestos del poder legal es,
do cuya voluntad no se exprese todavía en la según Weber, que "cualquier d. pueda ser
forma de la ley no es un estado cumplido, no estatuido racionalmente respecto del valor o
es el estado llegado a la más alta expresión respecto del fin (o de ambos), mediante pac-
de si, como lo es justamente el estado moder­ tación o imposición’’; un segundo presupues­
no representativo y burocrático del cual to es que "cada d. sea en su esencia un cos­
Hegel es al mismo tiempo el teórico y el ideo­ mos de reglas abstractas, y de normas esta­
lógico. Es sabido que Hegel, al mismo tiem­ tuidas a propósito” (Economía y sociedad, i):
po que exalta la ley, condena el sistema inglés inútil es decir que el d. asi definido, o sea el
basado en un d. no legislativo, critica a la d. que tiene el carácter de ser estatuido racio­
escuela histórica que revalora el d. consue­ nal c intencional mente, es el d. legislativo en
tudinario. se alinea con los partidarios de la contraposición al d. consuetudinario. La nue­
codificación, llama benefactores de la huma­ va forma de poder legitimo que es propia del
nidad a los gobernadores que como Justinia- estado moderno nace justamente del hecho de
no y Napoleón han dudo un código de leyes que el d. legislativo, o sea el d. estatuido por
a sus pueblas. órganos ad hoc, ha suplantado poco a poco
al d. consuetudinario.
iv. PODER legal y poder de derecho La más aca­ Por fin, en las más autorizadas teorías gene­
bada y consciente teorización de este proce­ rales del d. contemporáneas el ordenamien­
so de identificación del d. con la forma especi­ to jurídico estatal es distinguido de otros
fica de la ley, propio del estado moderno, es ordenamientos jurídicos, o simplemente nor­
la tipología weberiana de las divei sas formas mativos, por c-1 hecho de que a través de un
de poder legítimo, que individualizó en el gradual proceso de división del trabajo ju rí­
paso de las diversas formas de poder trad i­ dico (consistente en las dos actividades de la
cional —como son los estados patriarcales y producción y de la aplicación de las normas
patrimoniales, en el que el d. es predominan­ jurídicas) la producción de las normas gene­
temente consuetudinario o judicial— al poder rales ha sido sustraída a la costum bre y ha
legal —en que el d. asume cada vez más la for­ sido confiada a un órgano adecuadamente
ma de norma estatuida—. el paso de los esta­ delegado a tal fin, como el parlamento de los
dos premodernos al estado moderno repre­ estados representativos, con la consecuencia
sentativo y admininistrativo. Poder legal es de que el ordenamiento jurídico estatal está
para Max Weber aquel que recibe su propia caracterizado por el hecho de producir d. bajo
legitimidad por el hecho de ser ejercido en la forma de ley. A causa de este predominio
conformidad y en el ámbito de reglas precons- de la ley, el estado se distingue, según Kelsen,
tituidas, y por lo tanto presupone órganos de otros ordenamientos jurídicos, como el
adecuadamente delegados a la producción y ordenamiento de las sociedades primitivas y
a la continua modificación de estas reglas, como el ordenamiento internacional, en cuan­
como son justam ente los órganos legislativos, to ordenamiento relativamente centializado,
que se diferencian cada vez más en un proce­ es decir en cuanto ordenamiento cuyas nor­
so natural de división del trabajo respecto dé­ mas jurídicas generales no son producidas
los órganos del poder judicial y los del poder por la costum bre sino por un órgano ad hoc,
administrativo. .Mientras que los estados de es decir que asumen la forma de ley. Esta dife­
poder tradicional están caracterizados por renciación del ordenamiento estatal respec­
ordenamientos de reglas que se trasmiten por to de los ordenamientos de las sociedades pri­
tradición y se renuevan por obra del cuerpo mitivas y del ordenamiento internacional ha
judicial, los estados de poder legal están constituido el tema central d». la u o ria del d.
caracterizados por la distinción entre los de Hart: una de las características distintivas
45S D E R E C H O S D EL H O M B R E

del estado es también para Hart la presencia (1968), Madrid Tecnos, 1971; R. Treves, Intro­
de normas (secundarias) que atribuyen a órga­ ducción a la sociología del derecho (1980*),
nos determinados la función de producir nue­ Madrid. Taurus, 1981; M. Weber, Economía y
vas normas generales o de cam biar las exis­ sociedad i 1922, 1964), México, Fondo de Cultu­
tentes. ra Económica, 1964, 2 vols.
La superposición, característica de las teo­
rías políticas y jurídicas que acompañan la [NOKBEKTO BOBBIOj
formación del estado moderno, de la imagen
del d. como ordenamiento normativo relati­
vamente centralizado con la del estado como derecho de asilo, v. asilo, derecho de
aparato para el uso de la fuerza concentra­
da. ha dado lugar a la persistente imagen del
"estado de d.". en la cual las dos ideas del d.
y del estado están estrechamente ligadas al derechos del hombre
punto de constituir un solo cuerpo. Ninguna
otra cosa de la doctrina del estado de d. — I. DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS E HISTORIA CONSTI­
que se hizo la doctrina oficial del d. público TUCIONAL. El constitucionalismo moderno tie­
europeo por casi un siglo, de los juristas de ne en la promulgación de un texto escrito, que
la Restauración a los de la República de Wei- contiene una declaración de los derechos del
m ar— puede sintetizar plásticamente el pro­ hombre y del ciudadano, uno de sus momen­
ceso aquí brevemente delineado de eslatali- tos nodales de desarrollo y de sus principa­
zación del d. y de juridificación del estado que les conquistas, que consagra las victorias del
acompaña a la formación del estado moder­ ciudadano sobre el poder.
no. Respecto de dicha doctrina se pueden for­ Usualmente, para ubicar en el plano histó­
mular dos interpretaciones: una teórica y una rico su origen, se remite a la Déclaralion des
ideológica. Teóricamente, expresa, como ha droits de l ’hotnme el du citoyen, votada por
destacado muchas veces Kelsen, la exigencia la Asamblea Nacional Francesa en 1789, en
meramente científica de describir al estado la cual se proclamaba la libertad y la igual­
como ordenamiento jurídico, y probaria que dad en los derechos de todos los hombres, se
una teoría no ideologizada del estado no pue­ reivindicaban sus derechos naturales e
de ser construida sino como teoría jurídica. imprescriptibles (la libertad, la propiedad, la
Ideológicamente, expresa el ideal del consti­ seguridad, la resistencia a la opresión), en vis­
tucionalismo moderno, es decir el ideal del ta de los cuales se constituía toda asociación
estado limitado por el d., cuyos poderes política legítima. En realidad la Déclaralion
actúan en el ámbito del d. y cuya legitimidad tenía dos grandes precedentes: los bilis of
depende del hecho de que su acción se desa­ righls de muchas colonias norteamericanas,
rrolla dentro de los limites de reglas precons­ rebeladas en 1776 contra el dominio de Ingla­
tituidas. terra, y el Bill uf righls inglés, que consagra­
ba la "Glorious Revolution” de 1689. Desde
bibliografía S. Cotia, Perché il dirilto, Brescia, el punto de vista conceptual no existen dife­
La Scuola, 1979; H.L.A. Hart, El concepto de dere­ rencias sustanciales entre la Déclaralion fran­
cho (1961), Bueno* Aires, Abeledo-Perrot, 1968; cesa y los Bills norteamericanos, dado que
F. Hayek, Fundamentos de la libertad (1960), todos maduraron en el mismo clima cultural
Madrid, Unión, 1978’; H. Kantorowicz, The defi­ dominado por el iusnaturalismo y por el con-
nitiva of law, Cambridge, Cambridge University tractualismo: los hombres tienen derechos
Press, 1958: H. Kelsen. Teoría genera/ del dere­ naturales anteriores a la formación de la
cho y del estado <1945), México, lnam, 1969; H. sociedad, derechos que el estado debe reco­
Kelsen, Teoría pura del derecho (1960), Bue­ nocer y garantizar como derechos del ciuda­
nos Aires, Eudeba: S. Romano, El ordena­ dano. Bastante diferente es el Bill inglés, dado
miento jurídico (1945), Madrid. Instituto de que en él no se reconocen los derechos del
Estudios Políticos, 1963; A. Ross, Sobre el hombre sino que se reafirman los derechos
derecho v la justiciu (1958), Buenos Aires, tradicionales y consuetudinarios del ciudada­
Eudeba; A. Ross, 1.a lógica de las normas no inglés, fundados en la common law. Duran-
D ER EC H O S D EL H OM BRE 459

le la revolución francesa son proclamadas una posición intermedia aquellos que siguen
otras Déclarations (1793, 1795): son interesan­ al contractualismo. los cuales, ayer como hov,
tes la de 1793. por su carácter menos indivi­ fundan estos derechos en el contrato, expre­
dualista y más social en nombre de la frater­ sado pot la constitución, entre las diversas
nidad. y la de 1795. porque junto a los "dere­ fuerzas políticas y sociales. Varían las teorías,
chos'' son precisados también los “deberes", pero varía también la eficacia de la defensa
anticipando asi una tendencia que tomará de estos derechos, que es máxima solamente
cuerpo en 180Ü (piénsese en los Duveri en un fundamento iusnaturalista, porque los
dell'uomo, de Mazzini); también la constitu­ hace imprescriptibles. Por ejemplo, la actual
ción italiana lleva como título de la prim era constitución de la República Federal Alema­
parte "Derechos y deberes de los ciuda­ na prevé la no posibilidad de revisión consti­
danos”. tucional para los derechos del ciudadano,
La declaración de los derechos ha plantea­ trastornando asi toda la tradición iuspubli-
do diversos problemas que han sido, al mis­ cista alemana, fundada en la teoría de la auto-
mo tiempo, políticos y conceptuales. Antes limitación del estado.
que nada, la relación entre la declaración y El tercer problema se refiere al modo de
la constitución, entre la enunciación de gran­ proteger estos derechos: m ientras que la tra ­
des principios de derecho natural, evidentes dición francesa se confiaba solamente en la
a la razón, y la concreta organización del separación de lus poderes (y sobre todo en la
poder por medio del derecho positivo, que autonomía del judicial) y en la participación
impone a los órganos del estado órdenes y de los ciudadanos, a través de sus propios
prohibiciones precisas: en electo, o dichos representantes, en la formación de la ley, la
derechos quedan como meros principios abs­ tradición norteamericana, desconfiada fren­
tractos (pero los derechos pueden ser prote­ te a la clase gobernante, quiso una constitu­
gidos sólo en el ámbito del ordenamiento esta­ ción rígida, no mudificable más que por un
tal, por ser derechos jurídicamente exigibles) poder constituyente, un control de constitu-
o son principios ideológicos, que sirven para cionalidad de las leyes aprobadas por el legis­
subvertir el ordenamiento constitucional. lativo: esto garantiza lus derechos del ciuda­
Sobre este tema chocaron a fines del siglo dano contra el despotismo legal de la mayo­
xvtii, por un lado, el racionalismo iusnatura- ría. Los países que han vivido la experiencia
lisla y. por el otro, el utilitarism o y el histo­ del totalitarismo, como Italia y Alemania, se
ricismo, ambos hostiles a la temática de los han inspirado para sus constituciones más en
derechos del hombre. Era posible asi el con­ la tradición norteam ericana que en la
flicto entre los abstractos derechos del hom­ francesa.
bre y los concretos derechos del ciudadano, Por fin, estos derechos pueden ser clasifi­
es decir una contienda sobre el valor de las cados en civiles, políticos v sociales. Los p ri­
dos cartas. De otra manera, si inicialmente, meros son los que se refieren a la personali­
tanto en Norteamérica como en Francia, la dad del individuo (libertad personal, de pen­
declaración estaba contenida en un documen­ samiento. de religión, de reunión, libertad
to separado, la constitución federal de Esta­ económica), y por ellos se garantiza al indi­
dos Unido» acabó con esta tendencia, por lo viduo una esfera de arbitrio o de licitud, siem­
cual hoy lus derechos de los ciudadanos son pre que su comportamiento no viole el dere­
identificados en el texto constitucional. cho de los otros. Los derechos civiles obligan
Un segundo problema deriva de la natura­ al estado a una actitud de no impedimento,
leza de estos derechos: quien opina que son a una abstención (son una libertad pur\. Los
naturales, pertenecientes al hombre en cuan­ derechos políticos (libertad de asociación
to hombre, opina también que el estado pue­ en los partidos, derechos electorales) están
de y debe solamente reconocerlos, admitien­ vinculados a la formación del estado demo-
do. a»i. un limite preexistente a su soberanía: crático-representativo e implican una liber­
para quien no siga al iusnaturalismo, éstos tad activa, una participación de los ciuda­
son derechos subjetivos concedidos a los indi­ danos en la determinación de la dirección
viduos por el estado en su autónoma sobera­ política del estado (son una libertad t/e'|. Los
nía. que de tal manera se autolimita; toman derechos sociales (derecho al trabajo, a la
460 DERECHOS DEL HOMBRE

asistencia, al estudio, protección de la salud, de nuestro siglo y del pasado parecía domi­
libertad de la miseria y del miedo) m adura­ nada por la lucha por los derechos sociales,
dos por las nuevas exigencias de la sociedad se asista ahora a una inversión de tendencia
industrial, en cambio, implican un compor­ y se retome la batalla por los derechos civiles.
tamiento activo por parte del estado al garan­
tizar a los ciudadanos una situación de certi­ B.A. Ackerman, Social justice in
b ib l io g r a f ía :
dum bre (son todavía libertades por). the liberal State, New Haven, Yale University
La originaria huella individualista de la Press, 1980; E. Bundman (comp.). Bioethics and
declaración, que expresaba la desconfianza human rights, Boston. Little, Brown and Co.,
del ciudadano contra el estado y contra cual­ 1978; R. Claude (comp.), Comparativo human
quier forma de poder organizado, el orgullo rights, Baltimore, Johns Hopkins Press, 1977; i.
del individuo que por sí solo quería construir­ Dunn, Western pulitical theory in the face of the
se su mundo, entrando en relación con los future, Cambridge, Cambridge University Press,
otros en un plano meramente contractual, ha 1979; R. Dworkin Derechos en serio (1978), Bar­
sido superada no sólo con el redescubrimien­ celona, Ariel; K. Glascr (comp.), Victims of poli-
to de que el individuo no es tan internam en­ tics: the State of human rights, Nueva York,
te libre y autónomo, como la ilustración creía Columbio University Press, 1979; E. Kamenka,
que era, sino que es un ser frágil, indefenso, Human rights, Nueva York, St. Martin’s Press,
inseguro. Por ello hemos pasado del estado 1978; G. Loescher, Human rights: a global crisis,
ausentista, garante sólo de las libertades por. Nueva York, Dutton, 1979; A. Pollis (comp.),
al estado asistencia!, garante, pero activamen­ Human rights: cultural and ideológica! perspec-
te, de nuevas libertades por. El individualis­ tives, Nueva York, Praeger, 1979; D.D. Raphael
mo ha sido también superado por el recono­ (comp.), Political theory and the rights of man,
cimiento de los derechos de los grupos socia­ Bloomington, Indiana University Press, 1967:
les: particularm ente significativo cuando se A.S. Rosenbaum (comp.), The philosophy of
trata de minorías (étnicas, lingüísticas y reli­ human rights, Londres, Aldwych, 1980; A. Schaff,
giosas), de excluidos (los enfermos, los pre­ Marxista and the human individual, Nueva York,
sos) o de marginados (los ancianos, las muje­ McGraw-Hill, 1970.
res). Sin embargo, todas son consecuencias
que derivan lógicamente del principio de la [nicola matteucci]
igualdad, que ha sido el motor impulsor de
las transformaciones en los contenidos de la
declaración, abriendo cada vez más dimensio­ II PROTECCIÓN INTERNACIONAL DE IOS DERECHOS DEL
nes nuevas a los derechos del hombre, y por homhre. 1] La acción internacional por la pro­
lo tanto confirmando la validez y la actuali­ moción y la protección de los derechos del
dad del texto del xvm. hombre antes y después de la segunda guerra
La actualidad está demostrada por el hecho mundial. Las exigencias avanzadas en todos
de que hoy, en todo el mundo, se lucha de los tiempos y en todos los ambientes socia­
diversas maneras por los derechos civiles, por les por el mejoramiento de la condición del
los derechos políticos, por los derechos socia­ hombre han desembocado en la reivindica­
les: éstos eventualmente pueden no coexistir, ción de libertades y de d. sintéticamente cali­
aun cuando, por principio, son tres clases de ficados como "d. del hom bre”. La manera y
derechos que, para estar verdaderamente los límites en que estas reivindicaciones han
garantizados, deben ser solidarios. Se lucha logrado encontrar satisfacción en las diver­
todavía por estos derechos porque, luego de sas comunidades, a las que ha dado lugar la
las grandes transformaciones sociales, no se convivencia humana, están estrechamente
llegó a la situación garantizada de una vez por ligados a la fuerza y al contenido que dentro
todas en la que creía el optimismo ilustrado. de éstas los ideales hum anitarios han adqui­
Las amenazas pueden provenir, como ayer, rido como principios de acción política y al
del estado, pero también de la sociedad de grado en que han podido o sabido encontrar
masas, con sus conformismos, o de la socie­ apoyo en un conjunto de fuerzas sociales
dad industrial, con su deshumanización. Es capaces de promoverlas y de asegurarles de
significativo que. mientras que la tendencia hecho un normal respeto.
DERECHOS DEL HOMBRE •461

En la comunidad internacional los ideales según los cuales "los miembros se compro­
hum anitarios fueron por largo tiempo nor­ meten a actuar colectiva o individualmente
malmente invocados solamente en relación en cooperación con la organización" con el fin
con el tratam iento de los extranjeros y, más de "promover el respeto y la observancia uni­
esporádicamente, en relación con el de indi­ versa] de los d. del hombre y de las liberta­
viduos que forman parte de una minoría étni­ des fundamentales para todos, sin distinción
ca o de un grupo religioso. La gran importan­ de raza, sexo, lengua o religión”.
cia que los estados, los miembros de base de Después de todo esto, dentro de la Organi­
la comunidad internacional, han atribuido a zación de las Naciones Unidas se programó,
la defensa de su propia soberanía y, en con­ desde 1947, un "International Bill of Human
secuencia, al respeto de la de los otros, han Rights”, que debería haber estado constitui­
hecho así que éstos hayan actuado activamen­ do por una declaración universal que inclu­
te por la promoción y la protección de los d. yera la enunciación de los d. del hombre, un
del hombre sólo en el caso de ponerse en jue­ "covenant” que contuviera compromisos jurí­
go sus intereses directos, para ejercer la pro­ dicos precisos de los estados de respetar los
tección diplomática de sus propios súbditos mismos d.. y un sistema de control (“Mcasu-
en el exterior, o para solidarizarse con indi­ res of Implementation”) dirigido a garantizar
viduos ligados a la población nacional por vín­ el respeto de los mismos d. La realización de
culos particulares de orden étnico, lingüísti­ dicho programa ha encontrado grandes difi­
co o religioso. cultades.
Fue sólo en el curso de la segunda guerra Los estados miembros de la organización
mundial, luego de las aberraciones del nazis­ han logrado actuar bastante rápidamente sólo
mo. de las reacciones por ellas determinadas por la adopción por parte de la Asamblea
y de la intensificación del intento de las General de la declaración (con resolución 217
Naciones Unidas de multiplicar los esfuerzos [m] la Asamblea general la adoptó el 10 de
p..ra realizar una más estrecha cooperación diciembre de 1948 con la denominación de
y solidaridad internacional, cuando se perfi­ “Declaración universal de los derechos del
ló una verdadera acción internacional por la hombre”). Los mismos han debido, en cam­
promoción y por la protección del hombre en bio. proceder a una larga y difícil negociación
cuanto tal. En el clima de cooperación para para la elaboración de un "covenant” que con­
la realización de ideales comunes que enton­ tuviera compromisos jurídicos precisos que
ces se vivió, el 1 de enero de 1942 los gobier­ vinculen de manera concluyente a los estados
nos firmantes de la Declaración de las Nacio­ miembros.
nes Unidas se proclamaron convencidos de Las dificultades surgidas en la negociación
que una victoria completa sobre sus enemi­ de la que se habló coinciden con las que
gos era "esencial para defender la vida, la encuentra generalmente la acción internacio­
libertad, la independencia y la libertad reli­ nal por la promoción de los d. del hombre.
giosa, así como para conservar los derechos Estas se derivan del hecho de que la asunción
humanos y la justicia en los propios países de compromisos jurídicos precisos en la
y en las otras naciones"; poco más tarde, el m ateria postula el logro de un acuerdo sobre
26 de junio de 1945, en San Francisco, los fórmulas capaces de expresar ios ideales
redactores de la Carta de las Naciones Uni­ comunes de estados diferentes entre si en
das incluyeron entre los fines de la Organi­ cuanto a tradiciones jurídicas, sistemas polí­
zación de las Naciones Unidas el de “conse­ ticos y fes religiosas, lo cual implica una toma
guir la cooperación internacional en la solu­ en consideración de los diferentes estándares
ción de los problemas internacionales de económicos y sociales de dichos estados, y
carácter económico, social y cultural o huma­ requiere la previsión de un sistema de con­
nitario, y en la promoción y el fomento del trol especial capaz de promover, si no de
respeto de los d. del hombre y de las liberta­ garantizar, la observancia de las normas obje­
des fundamentales para todos sin distinción to de la negociación.
de raza, de sexo, de lengua o de religión" y La dificultad de alcanzar fórmulas capaces
han insertado en el "E statuto" de la misma de expresar los ideales hum anitarios comu­
organización dos artículos, los arts. 55 y 56, nes a los estados entre los que el acuerdo está
462 DERECHOS DEL HOMBRE

destinado a entrar en vigor, concillando las mas cuanto más destacado es de hecho el inte­
diferencias existentes entre éstos en cuanto rés por el respeto de los otros estados con­
a tradiciones jurídicas, sistemas políticos y trayentes que el acuerdo pretende proteger.
fes religiosas, es notable. Dichas diferencias Un acuerdo es fuente de una relación jurídi­
no existen solamente entre estados occiden­ ca que se inserta en una serie de relaciones
tales y estados de ‘‘democracia popular", jurídicas con diversa importancia en el inter­
entre mundo cristiano y mundo islámico, cambio entre los estados. La reacción de un
entre tradiciones anglosajonas de “commun estado ante la violación de un acuerdo por
law" y tradiciones continentales de "derecho parle de otro —si bien lícita— puede deterio­
civil". Se dan a menudo diferencias de consi­ rar una buena vecindad, alterar la atmósfe­
derable importancia entre paises que tienen ra de relaciones amistosas en la que sólo la
mucho en común, entre Estados Unidos y cooperación entre los estados puede desarro­
Gran Bretaña y entre países de Europa occi­ llarse y evolucionar fecundamente. En con­
dental, del mundo árabe y de América Latina. secuencia, tal reacción debe meditarse siem­
No menor importancia tienen las diferen­ pre atentamente: las ventajas que puede pro­
cias de condición económica y social. La asun­ ducir se comparan siem pre con los posibles
ción de un compromiso internacional de daños; asi, se toma cuando las prim eras son
garantizar d. y libertades a los individuos, inferiores a los segundos o, por lo menos,
sobre todo d. en m ateria cultural, económi­ cuando los segundos no son superiores a las
ca y social, pero también d. de orden civil y primeras. Ahora bien, el interés que tiene un
político, es ciertamente menos onerosa para estado en que otro estado respete una conven­
países de avanzado nivel económico y social ción en materia de d. del hombre, acordada
que para paises menos desarrollados, por ser, entre ambos, es siempre un interés muy deli­
por ejemplo, de reciente formación o limita­ cado, desarrollado, pero de una intensidad
dos en recursos naturales o afligidos por fenó­ que ha probado ser de hecho normalmente
menos de ineficiente valorización de los fac­ superada por la del interés en el manteni­
tores de la producción. Una cosa es compro­ miento de una atm ósfera amistosa, en la que
meterse internacionalmente a garantizar a pueda felizmente desarrollarse la ejecución
cada individuo el “d. al estudio” para un esta­ de otros acuerdos y puedan intensificarse
do económicamente avanzado, ya dolado de muchas más relaciones de carácter económi­
una adecuada organización escolar, y otra co y comercial y en la que, de cualquier mane­
para un estado nuevo y económicamente ra, no decaigan las relaciones de buena
deprimido, desprovisto de una organización vecindad.
similar. La previsión, en una convención internacio­
nal en m ateria de d. del hombre, de un siste­
2] La importancia de sistemas de control que ma de control ud hoc constituye un modo
funcionen con referencia especifica a la pro­ importante para hacer el interés de los esta­
tección internacional de ¡os derechos del hom­ dos contrayentes de respetar la convención
bre. En el orden internacional, a falta de un más intensa de lo que sería de otro modo. Un
aparato central capaz de garantizar desde lo sistema tal. para ser realmente eficiente,
alto la abscrvancia de las normas, un factor debería prescindir lo más posible de la inicia­
que contribuye de manera importante a que tiva de los estados, asum ir un carácter dis­
los acuerdos internacionales sean norm al­ tinto del control reciproco, un carácter m ar­
mente observados y tengan, por lo tanto, efec­ cadamente internacional.
tivo vigor en las relaciones entre los estados,
está constituido por el interés que cada uno 3] El pacto internacional sobre los derechos
de ellos en general tiene de respetarlos por económicos, sociales y culturales, el pacto
el tem or a la reacción que los estados parte sobre los derechos civiles y políticos y el pro­
del acuerdo podrían (de derecho y de hecho) tocolo concerniente al pacto sobre los dere­
poner en práctica en forma de autoprotec- chos civiles y políticos. Las dificultades men­
ción. Tal interés y tal temor -es obvio— son cionadas en el párrafo precedente se han
tanto más intensos y tanto más funcionales hecho sentir de manera tal en el curso de la
a la observancia de una práctica de las nor­ negociación para la ejecución del "Internatio-
DERECHOS DEL HOMBRE 463

nal Bill of Human Rights" que los estados mes previstos por el prim er pacto sometidos
miembros de las Naciones Unidas, para rea­ al examen de un “Comité de los d. del hom­
lizar el programa prefijado, han debido aban­ bre" compuesto por dieciocho miembros ele­
donar tanto la idea originaria de un único gidos por los estados partícipes de la conven­
"Covenunt" que contenga normas de carác­ ción entre una lista de ciudadanos de los pro­
ter uniforme, como la de un sistema de con­ pios estados, preparada y a discreción de
trol indiferenciado. dicho comité y trasmitidos al Consejo Econó­
Bajo el prim er perfil las Naciones Unidas mico y Social; los previstos por el segundo
debieron decidirse a hacer que la Asamblea pacto sometidos directamente al Consejo Eco­
General, como lo hizo el 16 de noviembre de nómico y Social y a los institutos especiali­
1966, procediera a la adopción de dos diferen­ zados, en tolo o in parte, en cuanto que ellos,
tes pactos, un pacto referente a los d. econó­ siempre in foto o in pane, se refieren a cues­
micos, sociales y culturales y un pacto refe­ tiones que caen dentro de la competencia de
rente a los d. civiles y políticos: un pacto sobre dichos institutos en el sentido de los correla­
los d. civiles y políticos que contenga dispo­ tivos estatutos y sólo a discreción del Conse­
siciones de orden sustancial redactadas en jo Económico y Social trasm itidas a la Comi­
términos predominantemente preceptivos, en sión de los d. del hombre con fines de estu­
consideración del hecho de que los d. y las dio y para la adopción por parte de ésta de
libertades por él enunciados y protegidos son recomendaciones de orden general o para
d. y libertades cuya garantía no implica una informaciones).
acción por parte de los estados sino que se Sólo en relación con los d. y con las liber­
realiza normalmente a través de su no hacer, tades protegidos por el pacto sobre los d. civi­
un pacto internacional sobre los d. económi­ les y políticos se prevén procedimientos de
cos, sociales y culturales que contenga dispo­ control de tipo contencioso, promovibles
siciones redactadas, en cambio, en términos mediante "comunicaciones”, por parle de
programáticos en la supuesta consideración estados o de individuos contra estados que los
de que el reconocimiento y la protección de unos o los otros consideren que violan las dis­
dichos d. presuponga una acción para la posiciones del pacto. Dichos procedimientos,
remoción de los obstáculos de orden econó­ sin embargo, no entrarán en vigor simultánea­
mico y social a su ejercicio, acción a llevarse mente entre sí v en concomitancia con los pac­
a cabo no inmediatamente sino en periodos tos. El procedimiento de comunicaciones
de tiempo variables de estado en estado, estatales encontrará aplicación entre estados
mediante el empleo por parte de cada uno de participes de los pactos que habrán recono­
éstos del “máximo de los recursos de que cido una especial competencia para recibir
dispone”. dichas comunicaciones por parle del Comité
En correlación con las indicadas diferen­ de los d. del hombre, después que se tengan
cias de orden sustancial, el pacto sobre los al menos diez declaraciones en tal sentido (el
d. civiles y políticos y aquél sobre los d. eco­ 8 de enero de 1979 se tenían sólo ocho) y
nómicos, sociales y culturales están caracte­ podra funcionar únicamente frente a estados
rizados o acompañados por diferentes siste­ que hayan realizado el mismo reconocimien­
mas de control. Ambos pactos prevén que los to. El procedimiento de comunicaciones indi­
estados contrayentes deben, en una fecha viduales, por su parte, operara únicamente
preestablecida, o periódicamente, presentar frente a estados partícipes en los pactos que
informes respectivamente sobre las medidas hayan ratificado del mismo modo un proto­
que hayan adoptado para dar ejecución a los colo facultativo (el protocolo facultativo refe­
d. reconocidos en el pacto, asi como sobre el rente al pacto internacional sobre los d. civi­
progreso cumplido en el goce de tales d. (art. les y políticos, que entró en vigor, para los dos
40 del Pacto sobre los d. civiles y políticos) pactos, el 23 de marzo de 1976 y que hoy está
y “sobre las medidas que hayan tomado y vigente —pura el 22 de agosto de 1979— en
sobre los progresos realizados con el fin de 29 países). Podrá luego ser utilizada solamen­
conseguir el respeto de los d. reconocidos en te por individuos sometidos a la jurisdicción
el pacto” (art. 16. n. 1, del Patio sobre los d. de un estado participe del protocolo y en rela­
económicos, sociales y culturales) (los infor­ ción con comportamientos del mismo estado.
464 DERECHOS DEL HOMBRE

4] La actitud de ¡os estados miembros de la nes regionales, en relación con las cuales son
osv en relación con el compromiso por ellos menos fuertes —respecto al ámbito de las
asumido. La adopción por parle de la Asam­ Naciones Unidas— las diferencias de tradi­
blea General de las Naciones Unidas de los ciones jurídicas, sistemas políticos y están­
instrumentos internacionales arriba descri­ dares económico-sociales, han concluido con­
tos aun constituyendo un hecho importante venciones para una precisa protección de
en el movimiento en acto en la comunidad todos o de gran parte de los d. y de las liber­
internacional por la promoción de los d. del tades fundamentales enunciados por la decla­
hombre, no constituye, sin embargo en sí una ración universal (aludimos a la convención
satisfacción inmediata a las reivindicaciones europea para la protección y la salvaguardia
humanitarias hechas desde el fin de la segun­ de los d. del hombre, asi como a los cinco pro­
da guerra mundial en adelante. El conjunto tocolos a ella complementarios y a la carta
de las normas contenidas en los pactos, como social europea así como a la Convención ame­
ya se ha indicado, entró en vigor tres meses ricana sobre los d. del hombre, Pacto de San
después del depósito del 35° instrum ento de José. Costa Rica, que entró en vigor el 18 de
ratificación y sólo para los estados ratifican­ julio de 1978);
tes o adherentes. El 22 de agosto de 1979 el h] en un plano más multilateral o inter­
pacto referente a los d. económicos, sociales regional (en el nivel Naciones Unidas o insti­
y culturales ha sido ratificado por 73 estados, tuciones especializadas) han concluido con­
el referente a los d. civiles y políticos por 71. venciones para la protección de valores de la
Durante el periodo de las negociaciones persona humana más intensamente sentidos
para la adopción de los pactos y de su puesta por todos los estados o por un gran número
en vigor se ha producido una progresiva dila­ de ellos y más neutrales respecto de las diver­
tación en la sensibilidad de los estados y en sas ideologías y de los diversos sistemas
la práctica de la importancia del compromi­ socioeconómicos afirmados en las diversas
so que los miembros de las Naciones Unidas partes del mundo (aludimos, en el caso de
han asumido con los arts. 55 y 56 de la Carta Naciones Unidas, a la convención para la pre­
de actuar tanto separada como conjuntamen­ vención y la represión de los crímenes de
te con la organización por la promoción y la genocidio del 1 de diciembre de 1948, a las
protección de los d. del hombre. Entre éstos convenciones de Ginebra del 12 de agosto de
se ha ido abriendo camino progresivamente 1949 en m ateria de d. bélico, a la convención
la convicción de que dicho compromiso no referente al estatuto de los refugiados del 28
puede agotarse en la participación en nego­ de julio de 1951 y al protocolo a ella agrega­
ciaciones sino que se convierte en una obli­ do del 31 de enero de 1967, a la convención
gación mucho más estricta de realizar o no referente al protocolo de los apatridas del 28
realizar con el pasar del tiempo y con el de septiembre de 1954, asi como a la conven­
aum ento de sus posibilidades técnico- ción sobre la reducción de los casos de apa­
económicas; obligación para cada estado de tridas del 30 de agosto de 1961, a la conven­
poner en acción al máximo los propios recur­ ción sobre los d. políticos de la mujer del 31
sos en la dirección señalada por la declara­ de mayo de 1953, así como sobre la naciona­
ción universal y por los otros instrumentos lidad de la mujer casada del 20 de febrero de
internacionales que han seguido a ésta. 1957 y a la referida al consenso respecto del
Lo indicado ha tenido importantes reflejos matrimonio, la edad mínima para contraer
tanto on el plano convencional como en la matrimonio y el registro del mismo del 10 de
acción de la Unión y en el de las relaciones diciembre de 1962, al protocolo del 7 de di­
este-oeste.5 ciembre de 1953 que enmienda la conven­
ción suplem entaria referente a la abolición
5] Las convenciones regionales en materia de de la esclavitud, de la trata de esclavos y de
derechos del hombre y las estipuladas para la las instituciones y prácticas análogas a la
protección de derechos o libertades individua­ esclavitud del 7 de septiembre de 1956, a la
les. En el plano convencional los estados convención sobre la eliminación de todas las
miembros de la organización: formas de discriminación racial del 21 de-
d\ en ámbitos como los de las organizacio­ diciembre de 1965, asi como a la convención
DERECHOS DEL HOMBRE 465

referente a la imprcscriptibilidad de los crí­ u ordinativas "que llaman" a los estados a


menes de guerra y de los crímenes contra la "respetar" dichas declaraciones. En cuanto
humanidad del 26 de noviembre de 1968; en al Consejo Económico y Social esos mismos
el nivel de instituciones especializadas, a las estados, con su voto, convinieron en la adop­
convenciones de la Organización Internacio­ ción de una serie de resoluciones con las que
nal del Trabajo sobre la libertad sindical, el el Consejo Económico y Social: a] invita a los
d. de organización y de contratación colecti­ estados miembros de la organización a hacer
va, la igualdad de remuneración entre la "inform es" sobre su comportamiento en
mano de obra masculina y la mano de obra m ateria de d. del hombre; h] pide a las "orga­
femenina por un trabajo de igual valor, la abo- nizaciones no gubernamentales dotadas de
lición del trabajo forzado y la no discrim ina­ estatuto consultivo" cooperar con su acción
ción en m ateria de admisión y de ocupación); de promoción y de control; c] predispone una
c] han insertado en los textos de las conven­ catalogación de las "comunicaciones indivi­
ciones indicadas en a] y h] disposiciones que duales" llegadas a la organización como que­
prevén sistemas de promoción y de control jas de comportamiento de estados miembros
de la efectiva aplicación de las normas con­ individuales y un sometimiento de las mismas
vencionales concordadas, algunos más sim­ a la consideración de los estados interesados
ples o rudim entarios aplicables autom ática­ para eventuales "observaciones" y un "exa­
mente con la entrada en vigor de la conven­ men” de las mismas, y d] atribuye a la sub­
ción en la que están insertos y frente a todos comisión para la lucha contra la discrimina­
los estados que formen parte de la misma; ción y la protección de las minorías la fun­
otros, más complejos y elaborados, subordi­ ción de preparar un "inform e” que contenga
nados, en la aplicación, a su aceptación por informaciones sobre las violaciones de los d.
parte de los estados ratificantes o adheren- y de las libertades fundamentales del hombre
tes de una cláusula facultativa.6 y de som eter a la atención de la comisión de
los d. del hombre cada situación que consti­
6] La práctica de las Naciones Unidas: las tuya, a su juicio, un im portante caso de vio­
declaraciones de la Asamblea General y los lación de dichos d. o de dichas libertades,
procedimientos de control instituidos por el tomando para uno y otro efecto en examen
Consejo Económico y Social. En el plano unio- —también a través de un "grupo de trabajo"
nistico, los estados miembros de la Organi­ propio— igualmente comunicaciones indivi­
zación de las Naciones Unidas convienen en duales.
la promoción y en el control de los d. enun­
ciados en la declaración universal de los d. 7] La protección de los derechos del hombre
del hombre tomando una serie de destacadas y del principio de autodeterminación de los
actitudes tanto dentro de la Asamblea Gene­ pueblos y la Conferencia de Seguridad y Coo­
ral como dentro del Consejo Económico y peración en Europa. En el plano de las rela­
Social. ciones este-oeste, los representantes de los 35
Dentro de la Asamblea General ellas, con países que participaron en la conferencia
su voto unánime o casi unánime, han contri­ sobre seguridad y cooperación en Europa
buido a la adopción por parte de la Asamblea (c sc e ) decidieron por unanimidad incluir en
General de una amplia serie de declaraciones el acta final aprobada en Helsinki el 1 de agos­
(sobre los d. del niño, sobre la concesión de to de 1975, entre los diez principios que rigen
la independencia a los países y a los pueblos las relaciones entre los estados participantes,
coloniales, sobre la soberanía permanente de dos principios, el vu y el vin, que respectiva­
los pueblos respecto de los recursos n atu ra­ mente se relacionan, el primero, con los dere­
les, sobre la eliminación de todas las formas chos del hombre y las libertade1 fundamen­
de discriminación racial, sobre la eliminación tales (incluida en éstas la libertad de pensa­
de las discriminaciones frente a la mujer, miento, conciencia, religión y credo) y, el
sobre el asilo territorial y sobre el progreso segundo, con la autodeterminación (entendi­
y el desarrollo en el campo social) y a la inser­ da ésta, dados el debate que precedió a la
ción en el texto de algunas de ellas de cláu­ cscf. y el contexto de esta última, como dere­
sulas que contienen expresiones preceptivas cho universal capaz de actuar en favor de
466 DF.RKCHOS DEL HOMBRE

todos los pueblos y no sólo en el marco de los 8] Confrontación entre el sistema de los pac­
procesos de descolonización). tos y la práctica analizada en ¡os tres parágra­
Al enunciar el prim er principio los estados fos precedentes. Lo que se ha verificado des­
participantes en la c sc e de iy45 hasta hoy en el plano convencional
a\ reconocieron que el respeto a los derechos y en la práctica de la Organización de las
del hombre y de las libertades fundamenta­ Naciones Unidas y en el ámbito de la c sc e , si
les constituye "un factor esencial de la paz, bien indudablemente disminuye la importan­
de la justicia y del bienestar necesarios para cia del retardo en el perfeccionamiento del
asegurar el desarrollo de relaciones amiga­ procedimiento de conclusión de los pactos y
bles y para la cooperación entre ellos como de los limites subjetivos de su entrada en
entre todos los estados" y fe] declararon su vigor, no la elimina, sin embargo, completa­
determinación a respetar constantemente mente. Las convenciones que fueron dispues­
dichos derechos y dichas libertades en sus tas —o bien desde el punto de vista de los d.
relaciones reciprocas y de esforzarse conjun­ garantizados o desde el de los estados entre
ta y separadamente, aun en colaboración con los que han entrado en vigor— tienen un
las Naciones Unidas, para promover su res­ alcance bastante más limitado respecto del
peto universal y efectivo. Al enunciar el segun­ que están destinados a tener los "pactos" una
do, han destacado su universalidad y por lo vez ratificados, como se ha previsto, por todos
tanto su aplicabilidad también para los esta­ los miembros de las Naciones Unidas. La par­
dos soberanos participantes en la conferen­ ticipación en el control puesto en práctica por
cia, precisando que todos los pueblos “tienen las Naciones Unidas de las organizaciones no
siempre [y por lo tanto no sólo en el marco gubernamentales, la redacción por parte de
de un proceso de descolonización] el derecho la subcomisión para la lucha contra la discri­
a determ inar con plena libertad, cuando lo minación y la protección de las minorías de
deseen y según lo deseen, el estatuto político un "inform e” que contiene informaciones
propio, tanto interno como externo, sin inje­ extraídas de todas las fuentes posibles y el
rencias del exterior, y a perseguir según la procedimiento de examen de las comunicacio­
propia y libre elección el tipo propio de desa­ nes individuales, por su parte, constituyen un
rrollo político, económico, social y cultural”. conjunto de elementos que, aunque se reali­
Así, pues, dieron particular relieve e impor­ za de m anera ampliamente independiente de
tancia a la enunciación de uno y otros prin­ la iniciativa, y por lo tanto, también llegado
cipios, llegando a expresar, a la par con lo que el caso, contra la voluntad de algunos de ellos,
hace a los otros ocho principios de carácter agota sus efectos en una "puesta en m archa”
más territorial y económico (además de la de una opinión pública demasiado restringi­
propia determinación a respetarlos y a apli­ da para que pueda llegar al rango de factor
carlos plenamente "en todos sus aspectos, en social capaz de determ inar que los estados
sus relaciones recíprocas y en su cooperación, observen los estándares de las declaraciones.
con el fin de asegurar a cada estado partici­ Las comunicaciones individuales son llevadas
pante las ventajas que resultan del respeto y a conocimiento de los miembros de la subco­
de la aplicación de dichos principios por parte misión únicamente para que su consideración
de todos”), el propio empeño en proceder sirva para dar un marco práctico al estudio
igualmente en lo sucesivo a la adopción del que éstos están llamados a cumplir para la
acta final "en un intercambio de puntos de elaboración de textos y recomendaciones que
\ista profundizado tanto sobre la actuación pueden ser sólo de carácter general. Los
de las disposiciones del acta final como sobre esfuerzos que se han llevado a cabo para for­
la ejecución de la» tareas definidas en la con­ zar y superar los limites implícitos en tan res­
ferencia" y a organizar para tal fin “encuen­ tringida función han encontrado trabas de
tros entre sus representantes, empezando con orden jurídico y político no logrando hasta
una reunión en el nivel de los representantes ahora triunfar.
designados por los ministros de Asuntos Exte­ Finalmente, la previsión en el acta final de
riores”, encuentros llamados así "reuniones Helsinki —junto a la enunciación de un prin­
de verificación”. cipio d e respeto d e los d. del hombre y de las
libertades fundamentales v de un principio
DERECHOS DEL HOMBRE 467

de autodeterminación de los pueblos— de concreta de situaciones individuales es pura­


reuniones de verificación, capaces en lo abs­ mente eventual y subsidiaría: los valores pro­
tracto de constituir instrumentos útiles para clamados en las declaraciones de las Nacio­
la garantía de su respeto, no ha dado lugar nes Unidas o en un acta como la de Helsinki
a la evolución concreta correspondiente. La asumen importancia sólo cuando en dichos
Unión Soviética y los demás países de demo­ ordenamientos se esté en presencia de nor­
cracia popular se han opuesto decididamen­ mas que se presten a dos interpretaciones,
te a toda discusión o verificación acerca de permitiendo presumir al intérprete que debe
la forma en que ellos han aplicado o dado eje­ predominar aquella que eventualmente resul­
cución a dichos principios, invocando —ade­ te conforme a ellos.
más del carácter no vinculante del acta en la La adecuación de los ordenamientos jurí­
que se expresan— el principio de la "no inter­ dicos estatales a los pactos daría, en cambio,
vención en los asuntos internos", que en la lugar a normas especiales que predominarían
propia acta lo precede en la enunciación de respecto de las normas generales estatales,
los criterios que deben presidir para la segu­ anteriores y posteriores, cualquiera que fue­
ridad y la cooperación en Europa. Y, a con­ ra el contenido de estas últimas.
secuencia de semejante actitud: a] se pudo lle­
gar a la adopción de un documento final de 9] Limites y perspectivas de la acción interna­
la prim era reunión de verificación, manteni­ cional. Las observaciones desarrolladas más
da en Belgrado del 4 de octubre de 1977 al 9 arriba, si, por un lado, hacen intuir cuántas
de marzo de 1978, y solo con referencia a la dificultades deberán ser superadas antes de
parle occidental y de los países neutrales se que los pactos puedan ser ratificados por el
llegó a la redacción de éste sin que contuvie­ mayor número —si no por todos los estados
ra indicación alguna sobre la puesta en obra miembros de las Naciones Unidas—, inducen,
de las previsiones del acta concerniente a los por otro lado, a destacar cómo los límites y
d. humanos, y b] la segunda de dichas reunio­ las perspectivas de desarrollo de una acción
nes, celebrada en Madrid, fue suspendida el internacional para la protección de los d. del
12 de marzo de 1982 (y reiniciada el 9 de hombre están inseparablemente conectados
noviembre del mismo año) debido a la preten­ a los límites y a las perspectivas de desarro­
sión de que los occidentales y los neutrales llo de la Organización de las Naciones Unidas
discutían la compatibilidad de los factores y más en general de las organizaciones inter­
que determinaron la crisis polaca con los nacionales (v.J. Bajo este perfil la entrada en
principios de Helsinki. vigor de los pactos entre el mayor número
La entrada en vigor de los pactos —sobre posible de estados podrán m arcar un cambio
todo si no va acompañada de la del protoco­ de la condición del individuo tanto más
lo referente a los d. civiles y políticos— pon­ importante cuanto más el fenómeno conoci­
dría en acción mecanismos mucho menos evo­ do como "organización internacional” se
lucionados y, especialmente después de su refuerce y evolucione hacia una superación
entrada en vigor, de eficacia subjetiva limi­ de las actuales características de la comuni­
tada, pero por cierto no tan reducidos en sus dad internacional.
efectos objetivos: frente a instrumentos segu­ Ante tal perfil, debe valorarse como un dato
ramente obligatorios la Organización de las extremadamente positivo el hecho de que en
Naciones Unidas podría no sólo actuar para el marco de una organización internacional
solicitar un buen funcionamiento de los meca­ como la Comunidad europea, que cabalmen­
nismos de control previstos convencional- te más que ninguna otra está provista de un
mente sino también colocarse ella misma, sistema de garantía del respeto del d., la cor­
>obre todo mediante la Asamblea General y te de justicia ha llegado a afirmar que "la pro­
el Consejo de Seguridad, como factor agente tección de los d. fundamentales constituye
para su observancia. parte integrante de los principios generales”
Paralelamente, la importancia que la prác­ de los que garantiza la observancia.
tica de la ose (comprendidas las declaracio­
nes) puede asumir en los ordenamientos ju rí­ b ib l io g r a f ía G . Arangio Ruiz y L.V. Ferraris. I

dicos internos en relación con la disciplina diritti dell'uumo da Helsinki a Belgrado: risnlta-
468 DESARROLLISMO

ti e pmspettive, Milán, Giuffre, 1981; F. Baltaglia, samiento que ha hecho del desarrollo econó­
¡m dichiaruzione universale dei dirilti dell'uomo: mico el centro de sus reflexiones. Dentro de
antecedenti storici e prospettive giuridiche. esta corriente coexisten sectores y tendencias
Roma, Accadcmia Nazionale dei Lincei, 1969; F. diferenciados. Pero, además, ha proyectado
Capotorti, Studio introduttivo, en Patti interna- su influencia hacia disciplinas sociales no eco­
zionali sui dirilti dell’uomo, Padua, CEDAM, 1967; nómicas —la sociología de la modernización,
A. Caúsese, The admissibility of Communications por ejemplo, uno de cuyos expositores más
tu the United Nations on human rights violations, destacados en América Latina ha sido Gino
en Revuc des Droits de l ’Homme, 1972; R.S. Germani—, todo lo cual ha contribuido a ali­
Clark, /I UN high commissioncr for human rights, mentar la imprecisión. Por otra parte, y con
La Haya, Nijhoff, 1972; R.J. Dupuy, ¡.es F.tats- no menos amplitud, ha serv ido para designar
Unis, I'ÜEA et l’ONU á Saint-Domingue, en las políticas intentadas por gobiernos latinoa­
Annuaire Franjáis de Droit International, 1965; mericanos de signo político-ideológico diver­
H. Golsong, Implementation of intematianal pro- so que han procurado, con base en las elabo­
tection of human rights, en Recueil des cours de raciones doctrinarias desarrollistas, enfren­
l ’Académie de Droit International de í.a Haye, tar los problemas del atraso, el estancamiento
iii, 1963; H. Lauterpacht, International lawand V la insuficiencia de las economías de la
human rights, Londres, Stevens and Sons, 1950; región.
M. Magagni, L’evoluzione della tutela dei dirilti Los distintos enfoques que el desarrollismo
fundamentali nella giurisprudenza e nella pras- como corriente del pensamiento económico
si delle Comunitá europee, en Rivista Trimeslrale alberga en su interior son susceptibles de ser
di Diritto e Procedura Civile, 1979; P. Mengozzi, organizados en tres grandes agrupamientos;
Le contróle du résped des droits de l’homme de a] el que concibe al desarrollo como creci­
la Convention européenne par rapport au systé- miento; h] el que plantea el desarrollo como
me de mise en oeuvre interaméricain, en Rivis­ un proceso en el que son discernihles fases;
ta di Diritto Europeo, 1979; P. Mengozzi, Im c] el que entiende el desarrollo como un cam­
nozione di ordine pubblico nel diritto comuni­ bio de estructuras.
tario e nel sistema della Convenzione di Roma, a] El desarrollo como crecimiento. Esta
en Europa e dirilti umani, Turin, sio i -kda , 1981; corriente encuentra en las formulaciones de
A. Robertson, The European comvntion for the Keynes sus antecedentes más importantes.
protedian of human rights, en British Interna­ Para el economista inglés, estudioso de los
tional Law, 1951; J.J. Salmón, Essai de typolo- mecanismos anticiclicos, toda política de esta­
gie des systémes de protection des droits de l'hom- bilización debía procurar mantener un alto
me, en La protection inlernationale des droits de nivel de empleo y una plena utilización de la
l ’homme, Bruselas, Édiiions de l'Université de capacidad instalada, lo cual dependía de un
Bruxelles, 1977; M. Sprensen, / dirilti iscritti alto nivel de inversiones. La inversión desem­
nella convenzione europea dei diritti dell'uomo peña un doble papel: acrecienta, por un lado,
nel 1950 hanno lo stesso signifícalo nel 1975?, en la capacidad instalada y, por otro, incremen­
Rivista de Diritto Europeo, 1975; Sperduti, voz ta la demanda efectiva. Si ambos movimien­
Diritti umani (protezione inlernazionale dei), en tos son coincidentes, la actividad económica
Enciclopedia del diritto, Várese, Giuffre, 1964. cuenta con la posibilidad de desenvolverse sin
sobresaltos. Esta preocupación por la inver­
[ m o l o m engo zzi ] sión como factor anticiclico es lo que vincu­
la las concepciones keynesianas con las teo­
rías del desarrollo como crecimiento. En efec­
to. éstas no encuentran mayor obstáculo en
desarrollismo reconocer que en los países industrializados
una política anticíclica tiende a ser lo mismo
El que nos ocupa es, por una variedad de razo­ que una política de desarrollo. Pero, al mis­
nes, un concepto amplio, poco preciso, que ha mo tiempo, aquellas teorizaciones están en
sido usado por lo menos con referencia a dos condiciones de conectar el lento crecimiento
órdenes de problemas. Por una parte, ha ser­ de los países "en vías de desarrollo", asocia­
vido para caracterizar una corriente del pen­ do a una escasez de capitales, con los temas
DESARROLLISMO 469

de la necesidad de una mayor acumulación c] El desarrollo como cambio de estructu­


y de una elevación de los niveles de ahorro ras. En este renglón se ubica el grueso de la
e inversión. La teoría del crecimiento asigna literatura latinoamericana en materia de teo­
al estado un importante papel en tanto orien­ ría del desarrollo. Su producción fundamen­
tador de políticas económicas y en cuanto tal ha venido dada por las elaboraciones apor­
estim ulador de la inversión pública o priva­ tadas por la cepal desde su fundación en
da y adm inistrador de un adecuado nivel de 1948. Esta escuela, a p artir de una —en su
gasto público. Los autores que adoptan estos momento— original interpretación de los pro­
puntos de partida son numerosos y en casi cesos que regulan las relaciones económicas
todos ellos son recurrentes las cuestiones entre los países "centrales” y los “periféri­
referidas a la inversión: el nivel de ingresos, cos" (la denominación es ccpaliana), pone el
la determinación de las tasas decrecim iento acento en un conjunto de reformas estructu­
y de inversión, el papel del sector público, el rales que sería preciso encarar de manera glo­
financiamiento externo, la asignación de bal para superar los obstáculos para el desa­
recursos según criterios de prioridad, rrollo. El pensamiento de la clpal ha ido, con
etcétera. el tiempo, ajustando algunos de sus plantea­
b] El desarrollo como secuencia de fases. Elmientos iniciales, enriqueciéndolos o modi­
denominador común de las teorizaciones ficándolos. En la actualidad su más lúcido
agrupadas bajo este rótulo consiste en que el expositor y, podría decirse sin exageración,
desarrollo es concebido como una sucesión su inspirador más importante, Raúl Prcbisch,
de fases. Los diversos países, arrancando des­ ha desarrollado una serie de planteamientos
de una etapa primitiva o tradicional, pasarían autocríticos con la intención, quizá, de aggior-
por una serie de estadios intermedios hasta nar la doctrina (para mayor información v.
alcanzar la más avanzada que sería aquella cepalismo).
que prototipicamente representa la moderna En cuanto al uso político del concepto en
sociedad industrial. El subdesarrollo consti­ consideración, es preciso rem ontarse hasta
tuye uno de esos estadios intermedios. Los el fin de la segunda guerra mundial para ras­
autores englobados en este rubro tienden, por trear sus orígenes. En efecto, a p artir de esa
lo general, a privilegiar una característica que época el tema del desarrollo económico
proponen como la fundante del subdesarro­ comenzó a ganar difusión en diversos ámbi­
llo. Así, por ejemplo, para Hirschman se tra ­ tos politizados de las sociedades latinoame­
ta de un asunto que concierne a las decisio­ ricanas, así como a escala internacional.
nes de inversión, pues existen condiciones y Como ha sido señalado ya, en 1948 se creó la
recursos, pero falta capacidad pura decidir c epa l , que estaría llamada a desempeñar un
adecuadamente; para A. Lewis el problema papel relevante tanto en el plano doctrinario
básico consiste en un excedente de mano de cuanto en el de la planeación y puesta en prác­
obra generalizado; para Nurkse se trata de tica de iniciativas concretas en m ateria de
superar el "círculo vicioso de la pobreza" desarrollo. Los gobiernos de la región, por su
derivado de la estrechez de los mercados, la parte, comenzaron a presionar al de Estados
carencia de capital y la escasa productividad. Unidos para que éste se comprometiera en un
El esfuerzo realizado por los integrantes de plan de asistencia económica que tuviera una
esta tendencia para individualizar lo peculiar significación similar a la que alcanzara el Plan
del mundo subdesarrollado, que implica un Marshall de reconstrucción de Europa, en la
paso adelante respecto de la corriente rese­ inmediata posguerra. Así sucedió, por ejem­
ñada en prim er término, corre, sin embargo, plo, en la Novena Conferencia Interamerica-
el riesgo de esterilizarse. Tanto el punto de na realizada en Bogotá en 1948 y en las con­
arribo como la sucesión de fases presupues­ ferencias interam ericanas de Quitandinha,
tas hasta alcanzarlo son deducidos de la expe­ Brasil, en 1954, y de Buenos Aires en 1957.
riencia vivida por las sociedades industriali­ En todos estos casos la respuesta de Estados
zadas de Occidente: al mismo tiempo que bus­ Unidos fue negativa. En Bogotá, su represen­
can capturar la peculiaridad de la región sos­ tante. G. Marshall, adujo que su país no pedia
tienen un por demás dudoso de te fahula emprender simultáneamente el esfuerzo de
narra tur. reconstruir Europa y atender a Latinoaméri-
470 DESARROLLISMO

ea. En los dos congresos posteriores los repre­ ante el cuerpo diplomático de las repúblicas
sentantes norteamericanos se limitaron a latinoamericanas convocado al efecto. Con
señalar que los países latinoamericanos posterioridad, la Conferencia del Consejo
debían preocuparse por generar un clima pro­ Intcram cricano Económico y Social realiza­
picio para la inversión privada extranjera, da en Punta del Este, Uruguay, del 5 al 17 de
operando a través del control de la inflación agosto de 1961, aprobó una carta que sancio­
y de la estabilidad cambiaría. Como gobier­ nó los acuerdos definitivos. La Alianza se pro­
no, Estados Unidos no se comprometía a ponía una década de desarrollo económico
nada. planificado y de reforma social en la región.
Eri 1956 J. Kuhitschek alcanzaba la presi­ Para lo cual los representantes norteameri­
dencia en Brasil y en 1958 A. Frondizi hacia canos en Punta del Este notificaron la deci­
lo propio en Argentina. Ambos fueron proto- sión de su gobierno de colaborar con mil
típicos exponentes del d. de esta prim era eta­ millones de dólares en fondos públicos duran­
pa. En procura de una industrialización que te el año inicial y con veinte mil millones a
condujera a la autosustentación económica, lo largo del decenio. La Carta fijaba entre sus
atrajeron con éxito inversiones externas en objetivos elevar el ingreso percápita en los
un nivel no alcanzado hasta entonces en los países de la región y mejorar su distribución;
distintos países de la región. El capital extran­ lograr una diversificación equilibrada de sus
jero privado se radicó en industrias como la estructuras económicas; acelerar el proceso
automotriz, la eléctrica, la química; de bienes de una industrialización racional; aum entar
de capital en el caso de Brasil; en la explota­ la producción y la productividad agrícolas;
ción petrolera en Argentina. Con base en el impulsar si fuese necesario programas de
crédito exterior se intentó alentar el desarro­ reforma agraria y fiscal, etc. Estos objetivos
llo de la industria siderúrgica y de la petro­ de desarrollo económico debían ser concomi­
química estatales, astilleros y grandes centra­ tantes con el fortalecimiento de las institucio­
les eléctricas en Brasil. En Argentina la side­ nes democráticas de la región y debían per­
rúrgica fue financiada con crédito externo, seguirse a partir de un esfuerzo nacional de
mientras que la petroquímica se puso en mar­ planeación que procurase aprovechar al
cha con base en la radicación directa de capi­ máximo los recursos humanos y materiales
tal extranjero. Ni Kubitschek ni Frondizi disponibles en cada país. La integración eco­
resolvieron los problemas de desarrollo de nómica regional, así como la defensa de los
sus respectivos países. Contribuyeron, en precios de los productos latinoamericanos de
cambio, a definir un perfil de relaciones entre exportación, constituían dos capítulos impor­
aquéllos y Estados Unidos, que de allí en más tantes de la Carta.
ganaría consistencia en la región. Facilita- Los gobiernos soeialdemócratas de Acción
miento de la radicación del capital privado Democrática y socialcristianos de copei en
extranjero en la estructura productiva inter­ Venezuela y demócrata cristiano de E. Frei
na y endeudamiento externo creciente serían en Chile fueron claros exponentes de esta
dos de sus características distintivas. segunda fase desarrollista en América Latina.
Sin embargo, el d. conocería una segunda Diversos factores se anudaron para impe­
etapa en América Latina. El triunfo de la revo­ dir que tan ambicioso programa funcionara.
lución cubana (finales de 1958) alertó a Esta­ En prim er lugar merece destacarse que los
dos Unidos sobre la posibilidad de la propa­ veinte mil millones de dólares en fondos
gación del ejemplo. Sonaba la hora de que el públicos, destinados a créditos de largo pla­
gobierno norteamericano se comprometiera zo y baja amortización, ofrecidos por el
en un vasto plan de asistencia económica para gobierno norteamericano, jamás fueron apro­
la región, respondiendo a los viejos anhelos bados en forma global por el congreso nor­
latinoamericanos. El encargado de llevarlo teamericano. Los montos de fondos públicos
adelante seria John F. Kennedy. Su instru­ para créditos a América Latina, que si los
mento, la Alianza para el Progreso. El joven hubo, ‘ e aprobaban anualmente como era de
presidente demócrata dio a conocer los linca­ rigor en el país del norte, junto con el paque­
mientos generales de su programa en un dis­ te presupuestario del que podía disponer el
curso que pronunció el 13 de marzo de 1961 gobierno federal. Como lógica consecuencia.
DESCENTRALIZACIÓN (Y CENTRALIZACION) 471

las posibilidades de una planificación latinoa­ Buenos Aires, Eudcba, 1956; C. Furtado, Teoría
mericana a mediano o largo plazo se vieron y política del desarrollo económico, México, Siglo
afectadas por esta situación. La inestabilidad XXI, 1968; C. Furtado, TI desarrollo económico:
política de la región —el presidente J. Qua- un mito, México, Siglo XXI, 1975; A.VV. Lcwis,
dros del Brasil renunció diez días después de Teoría del desarrotlu económico, México, Fondo
firmada la Carta; el presidente argentino A. de Cultura Económica, 1958; W.W. Roslow, Las
Frondizi fue derrocado por un golpe m ilitar etapas del crecimiento económico, México, Fon­
ocho meses después; el presidente Prado del do de Cultura Económica, 1974; O. Sunkel y P.
Perú fue depuesto antes que la Alianza cum­ Paz, El subdesarrollo latinoamericano y la teo­
pliera un año— contribuyo, a su turno, a ría del desarrollo, México, Siglo XXI, 1970.
em pantanar la marcha del programa. El ase­
sinato del presidente Kennedy, en noviembre [ERNESTO LÓPEZ]
de 1963, asestaría otro rudo golpe al desarro­
llo del programa. Ni su remplazante en la pre­
sidencia, Johnson, ni los funcionarios de la descentralización (y centralización)
Alianza designados por él, estaban compro­
metidos con ésta como lo estuvo la adminis­ I. CENTRALIZACIÓN Y DESCENTRALIZACIÓN. CONSIDERA­
tración Kennedy. En medio de estas circuns­ CIONES INTRODUCTIVAS RELATIVIDAD DE LA DISTIN­
tancias que se han evocado y que, desde lue­ CIÓN. La centralización y la d. en general (y en
go, no hacen más que pintar un cuadro a gran­ consecuencia también la centralización y la
des rasgos, las tendencias que habían preva­ d. administrativas) no son instituciones ju rí­
lecido con anterioridad a la Alianza en las dicas unívocas sino fórmulas que contienen
relaciones económicas entre América Latina principios y tendencias, modos de ser de un
y Estados Unidos terminaron por imponerse. aparato político o administrativo. Son, por lo
Continuó creciendo la inversión privada nor­ tanto, directivas de organización en sentido
teamericana directa, aumentó el endeuda­ amplio, no conceptos inmediatamente opera­
miento externo latinoamericano mientras los tivos. Además, si es cierto que representan
créditos públicos concedidos por el gobierno dos tipos distintos y contrapuestos de orde­
norteamericano fueron predominantemente namientos jurídicos, también es cierto que se
usados para cubrir los incrementados servi­ trata de figuras comparables en su totalidad
cios de la mencionada deuda; se acentuó el solamente en teoria: en efecto, si por un lado
desequilibrio de la balanza comercial de los la d. total conduce a despedazar la propia
países latinoamericanos en favor de Estados noción de estado, también es conocido por el
Unidos. Como resultado inevitable de este otro el carácter utopista de una centralización
intento fallido, las economías latinoamerica­ total en el estado moderno, caracterizado por
nas se abrieron a la penetración del capital una gran cantidad y complejidad de fines y
transnacional que bajo formas diversas —des­ de funciones. Esto significa que todos los
de la industria del automóvil hasta la fabri­ ordenamientos jurídicos positivos están en
cación de cosméticos— encontró condiciones parte centralizados y en parte descentraliza­
propicias para su desenvolvimiento, contó dos, es decir, considerando la centralización
con el aval de su propio gobierno y de los y la d. como dos valores posibles, que no exis­
gobiernos locales y alcanzó un lugar predo­ te un sistema político-administrativo que esté
minante en la estructura productiva interna exclusivamente orientado hacia la optimación
de los países de la región. Las organizaciones del uno o del otro. Por tanto, como consecuen­
políticas y los gobiernos latinoamericanos cia de la combinación de los dos principios,
ligados de un modo u otro a este proceso cons­ muy difícilmente, aun para sectores limita­
tituyen la amplia gama de actores sociales a dos de la organización de un estado, d. y cen­
los que se les aplica, de un modo general, el tralización están en estado puro, sino que apa­
concepto del que hemos venido ocupándonos. recen como centralización y d. imperfectos.
Tal observación tiene un carácter mera­
biBLiGGRArlA 1. Adclman, Teorías del desarrollo mente descriptivo, en cuanto, tratándose de
económico, México, Fondo de Cultura Económi­ normas de organización en sentido amplio, se
ca, 1974; C. Furtado, Desarrollo y subdesarrollo, intuye que no es correcto hablar de perfec­
472 DESCENTRALIZACION (Y CENTRALIZACION)

ción en un sentido o en otro, y además un rado desde hace tiempo la conexión entre la
ordenamiento que de centralizado en estado administración pública y el cambio de las
puro se transform ase en descentralizado en estructuras sociales, y la consecuente nece­
estado puro, no tendría con el precedente nin­ sidad de que el desarrollo de las estructuras
guna relación: se trataría de la creación de administrativas se adecúe a este cambio, acti­
un nuevo ordenamiento. El problema de la vando una distribución de las tareas y de las
centralización y de la d. se plantea en cuanto funciones según aquellos criterios que, a la
que uno y otro están presentes en la organi­ luz de los cambios sociales producidos, per­
zación del estado, y se trata, por lo tanto, de mitan asignar a las transferencias operadas
valorar los instrumentos jurídicos a través de un real contenido y una real operatividad.
los cuales, respectivamente, son valorizados: Bajo el perfil del derecho público, en parti­
el único camino para una transformación es, cular, el problema de la subdivisión de las
precisamente, el de un movimiento gradual tareas y de las funciones no es un problema
y progresivo dirigido a mitigar aquellas ten­ de organización que se refiera solamente a las
dencias, en un sentido y en otro, considera­ unidades administrativas centrales y los otros
das como ya no adecuadas a la realidad efec­ entes u órganos por éstas separados sino que
tiva. Desde un punto de vista general hay un es un fenómeno que comprende en su gene­
constante cambio entre centralización y d., ralidad el modo de ser, las cualidades y los
como consecuencia de un proceso de concen­ predicados de un determinado aparato, ya sea
tración y de disgregación, generalmente gra­ estatal o no, o la acción de un peder público.
dual y lentísimo, pero a veces más veloz, que En definitiva no es un problema de derecho
se manifiesta en toda sociedad. administrativo interno, que se vincule a la
Una vez que se considere esta premisa y que única colectividad estatal, sino que es un pro­
se aclare que centralización y d. totales son blema de derecho público general que puede
solamente polos ideales, puede aceptarse, con comprender, cuando asume las característi­
fines descriptivos, el criterio del mínimo cas de la d. política, colectividades en el inte­
indispensable para que se pueda hablar de d. rior del estado o supraestatales.
Existe centralización cuando la cantidad de El problema de la d. no se plantea en todos
los poderes de los entes locales y de los órga­ lados en los mismos términos y es indispen­
nos periféricos está reducida al mínimo indis­ sable situarlo cada vez en el ambiente social
pensable para que éstos puedan colocarse y en la época histórica en los que encuentra
como entidades subjetivas de administración; concreta realización. Éste asume, sin embar­
existe en cambio d. cuando los órganos cen­ go, características de particular urgencia e
trales del estado tienen el mínimo de poder importancia, bajo el perfil administrativo, en
indispensable para desarrollar sus activi­ los ordenamientos que, como el italiano,
dades. reproducen el modelo organizativo centralis­
Actualmente el valor fundamental de la d. ta de tipo francés: en efecto, nuestro ordena­
está ampliamente reconocido, tanto en el inte­ miento está, en conjunto, todavía inspirado
rior de una única organización adm inistrati­ en el principio de "organización jerárquica”
va, como en referencia a las relaciones entre más que en el principio de "organización
más estructuras, que forman parte de .una autónoma", en contraste evidente con los
organización más comprensiva complejamen­ principios constitucionales (nrt. 5).
te entendida. Es una afirmación común por
parte de los estudiosos de ciencias de la admi­ 11. LADESCENTRALIZACIÓNCOMOPRINCIPIOTEKDENCIAL
nistración, de ciencias políticas y de derecho de organización. La d, puede hallar concreta
que el problema de la transferencia de fun­ ejecución mediante figuras organizativas atí­
ciones desde el "centro” hacia la "periferia” picas y mediante instrumentos heterogéneos;
está ligado a cualquier administración que en consecuencia, son rechazadas, en forma
supere ciertas dimensiones, comprendiendo, extrema, las tentativas dirigidas a identificar­
en consecuencia, no solamente la administra­ la con una institución histórica y jurídicamen­
ción estatal sino también la de los entes públi­ te única, que tiene características técnicamen­
cos menores y las grandes entidades em pre­ te bien definidas y constantes. Además, el pro
sariales privadas. En particular, se ha acla­ blenia es afrontado en estrecha relación con
DESCENTRALIZACIÓN (Y CENTRALIZACIÓN) 473

los modos de manifestación y con el grado de 5 de la constitución que enuncia el principio


eficacia logrado, en el ámbito de determ ina­ de la d. administrativa. Se trata, en efecto, de
das estructuras, por el opuesto principio de una afirmación no casual sino que represen­
la centralización. En este sentido debe repe­ ta una norma de organización, y que es la
tirse que efectivamente centralización y d. expresión de una opción de fondo precisa;
representan dos principios de organización constituye uno de los principios fundamen­
opuestos; sin embargo, esta afirmación es tales del ordenamiento, con un alcance que
válida solamente en el piano conceptual, por­ va mucho más allá de las limitadas y más
que, en la práctica, la presencia de uno y otro modestas exigencias de orden técnico, para
principio es esencial, y no se puede no asis­ incidir profundamente sobre la estructura del
tir a un fenómeno de reciproca moderación. estado, modificándola y contribuyendo, cada
Uno y otro principio no subsisten en su inte- vez que dé lugar, a una división de la sobera­
gralidad y totalidad sino que se manifiestan nía en sentido horizontal y a garantizar
bajo formas, por así decirlo, intermedias mayormente las exigencias de democratici-
—aunque tendencialmente centralizadoras o dad del ordenamiento.
descent ral izadoras—, cuyas posibilidades de
concreción y ejecución son susceptibles de IU. DESCENTRALIZACIÓN Y FEDERALISMO. DESCENTRA­
desarrollarse de m aneras bastante variadas LIZACIÓN política. Con base en las considera­
que hacen difícil llegar a definiciones pre­ ciones hasta ahora desarrolladas, parece posi­
cisas. ble incluir en la noción de d. una serie de ins­
Se debe agregar que centralización y d. asu­ tituciones, considerándolas como distintas
men, de acuerdo con la realidad social, un manifestaciones de un fenómeno en su esen­
carácter esencialmente dinámico. De allí se cia cualitativamente único. De esta manera
deriva que toda evolución de la organización se hace posible no solamente incluir el esta­
política o administrativa de situaciones está­ do íederal y la confederación entre estados
ticas y de equilibrio a otras fórmulas de orga­ en el ámbito de los estados descentralizados,
nización está caracterizada principalmente sino también presentar, como ejemplo de
por uno u otro de estos dos principios opues­ ordenamiento caracterizado por una d. muy
tos: correspondientemente, resulta desgasta­ pronunciada, el ordenamiento internacional,
do aquel que, en el sistema administrativo en el cual, por otra parte, existe quien reco­
considerado, asumía, bajo el perfil de la orga­ noce los síntomas de un tendencial proceso
nización, el papel de principio fundamental. de centralización. En efecto, bajo este perfil,
En el caso del ordenam iento político- no existe más que una diferenciación en el
adm inistrativo italiano, en el cual se traduce grado de d. en los diversos sistemas conside­
la concepción de un estado fuertem ente cen­ rados, tratándose, en sustancia, de diversas
tralizado, todo procedimiento de reorganiza­ categorías lógico teóricas con las cuales se
ción de los poderes públicos está conectado designan las diversas modalidades del equi­
con la solución de los problemas de la d. al librio que se realiza entre centralización y
menos bajo el perfil de la organización admi­ descentral ización.
nistrativa. En efecto, independientemente del En este sentido se puede efectuar un vín­
problema de la conexión existente entre la culo entre estado federal y estado unitario
forma política de un estado y su «rodo de cen­ descentralizado, siempre que se tenga bien
tralización, cualquier estado que alcance un presente el hecho de que entre ellos hay una
cierto nivel de desarrollo no tiene solamente diferencia que no es solamente ''cuantitati­
una administración sino una pluralidad de va”. Desde este último punto de vista podre­
administraciones o de estructuras adminis­ mos hablar de formas intermedias entre esta­
trativas distintas e irreducibles a la unidad, do federal y estado más o menos descentrali­
al menos en el plano propiamente adminis­ zado —y, por lo tanto, de d. regional, de d. por
trativo. entes locales, de d. adm inistrativa en senti­
Por fin, con referencia al ordenamiento ita­ do estricto—, pero existe una profunda dife­
liano, e independientemente de la fórmula de rencia entre la d. adm inistrativa y la d. fede­
organización que concretamente lo caracte­ ral. Esta se basa principalmente en el concep­
riza, se debe destacar la importancia del art. to de autonomía política y de d. política.
474 DESCENTRALIZACION IY CENTRALIZACIÓN!

Lu d. política se distingue de la d. adminis­ mediante su propio órgano legislativo, con


trativa no solamente por el distinto tipo de una ley ordinaria o constitucional, el urden
funciones ejercidas sino por el "titulo" que precedente. En sustancia el nivel de autono­
está en su fundamento. La d. política expre­ mía constitucional de las regiones es objeto
sa una idea de derecho autónomo, mientras de competencia legislativa estatal (es decir
que en la d. administrativa verdadera se tie­ solamente del parlamento del estado), y no
ne un fenómeno de derivación de poderes existe un poder judicial constitucional que,
administrativos que es además derivación del con referencia a la región, esté en posición de
aparato político-administrativo del estado, es real independencia respecto del estado.
decir del estado-persona. Por otra parte la d.
política no coincide con el federalismo: segu­ IV. DESCENTRALIZACION. DEMOCRATICA DAD, PLURALIS­
ramente un estado federal está políticamen­ MO. Es una afirmación casi constante y gene­
te descentralizado, pero hay estados política­ ralizada que existe una estrecha conexión
mente descentralizados que no son federales. entre los conceptos de d. y de democracia, aun
Solamente cuando la d. asume las caracterís­ en relación con el hecho de que la lucha por la
ticas de la d. política puede comenzarse a d. consiste principalmente en la lucha por
hablar de federalismo o, en un nivel menor, las autonomías Iccales, persiguiendo así, ade­
de real autonomía política de los entes terri­ más de la d., objetivos de democratización.
toriales. Lo que asume importancia para que También hubo quien vio en la d. el instrumen­
se pueda hablar de centralización política es to a través del cual pueden manifestarse com­
que un único centro tiene la posibilidad de pletamente las fuerzas de la nación (del
hacer prevalecer, de manera general, tanto estado-comunidad, según la más reciente te r­
bajo el perfil territorial como bajo el de los minología) en contraposición a las fuerzas del
argumentos, la propia concepción del bien estado (del estado-persona), que está institu­
público, usufructuando para este fin el mono­ cionalmente dominado por el principio de la
polio de la creación del derecho positivo. centralización; la d. seria el medio para poder
Asi la dificultad de distinguir entre estado llegar, a través de la repartición de la sobe­
unitario administrativamente descentraliza­ ranía, a una real libertad política. “La centra­
do y estado politicamente descentralizado lización es autoritaria y gubernativa, la d. es
puede hallar solución en la posibilidad de una fuerza liberal y constitucional": esta afir­
ejercer una efectiva dirección política por mación resume las posiciones de la doctrina
parte del estado miembro y no la dirección predominante, por la cual las mismas pala­
político-administrativa más limitada que bras de centralización y de d. se remiten inme­
caracteriza, en el ordenamiento italiano, por diatamente a las polémicas de los escritores
ejemplo, la autonomía de las comunas y de progresistas contra el absolutismo y la gran
las provincias. Se rompe la unidad de la ley, etapa del liberalismo del siglo pasado. Se tra ­
sobre la que se basa la d. administrativa, en taba ya entonces de una afirmación a rb itra ­
cuanto que la autonomía de que goza el ente ria o basada en la observación de una reali­
políticamente descentralizado puede estar dad circunscrita y contingente; a pesar de eso,
opuesta al legislador estatal. Tal situación, ha sido conservada acríticamente en el cu r­
por otra parte, caracteriza tanto al estado so de los años hasta la época actual. Así se
federal como al estado unitario regional: aun continúa sosteniendo una estrecha conexión
la competencia legislativa de las regiones, en de la d. con la libertad y con la democracia,
efecto, es capaz de concretar la idea de "dere­ con base sustancialmente en una interpreta­
cho autónomo", que se ha señalado como ción "rom ántica” y en una tendencial ideali­
esencial para la noción de d. política. Lo que zación del concepto de d. El error consiste en
diferencia a estas dos formas de estado resi­ haber partido del postulado de una distinción
de en la distinta garantía constitucional: si dicotómica, que luego fue rígidamente man­
tenemos una d. federal, se impone al estado tenida, entre centralización y d., entendidos
federal una obligación de respeto de los esta­ como posiciones bien definidas y contrapues­
dos federados, obligación que no subsiste en tas. Esto ha conducido a una polarización de
cambio frente a las regiones, existiendo la los valores, en el sentido, generalmente, de
posibilidad por parte del estado de cambiar. asignar a la d. el polo positivo, en el que se
DESCENTRALIZACION (Y CENTRALIZACION) 475

sitúan valares como la libertad individual y la distribución del poder en el ámbito de la


el autogobierno democrático, mientras que la comunidad, adoptando una concepción orgá­
centralización es el polo negativo, autocráti- nica del estado que valorice las organizacio­
co y totalitario. nes com unitarias destinadas a am pliar los
Sin embargo, esto no debe asombrar: si es intereses de los individuos. Los ordenamien­
cierto que el poder es efectivo sólo en cuanto tos del pasado, basados en la ficción de que
que está legitimado, es decir sólo en cuanto se el pueblo estaba unido en torno a intereses
mueve en el ámbito de la ideología que lo solamente generales e indiferentes, por eso
justifica y en nombre de la cual puede ser mismo clavados en el aparato del estado y
impuesto desde arriba y puede ser aceptado centralizados, son sustituidos por ordena­
desde abajo, la equivalencia entre bien y d. mientos en los que a los intereses nacionales
—en cuanto garantía de libertad— y mal y se enfrentan una serie de intereses propios
centralización —en cuanto sinónimo de esta­ de comunidades menores, para el logro de los
do autocrático— se sitúa perfectamente en cuales se establecen estructuras autónomas
una época en la que una serie de valores gené­ y descentralizadas: la d. parece asi constituir
ricamente sintetizables en el concepto de él medio jurídico para la afirmación del plu­
democraticidad han constituido la base de los ralismo de los centros de poder.
cambios institucionales. Aunque, en última La d., sin embargo, puede ser solamente un
instancia, se sitúa igualmente bien, en el mis­ instrumento dirigido a dar cuerpo efectivo al
mo orden de ideas, la posibilidad de recha­ pluralismo; pero de la efectividad del plura­
zar la d. como institución antidemocrática. lismo depende la introducción en las estruc­
En efecto, si indudablemente es necesario turas políticas y adm inistrativas del concep­
entenderse con base en la noción de democra­ to “de partido” y de órganos o entes que se
ticidad. también es cierto que, según la opi­ pueden definir “exponentes" de determinadas
nión de muchos, las exigencias de igualdad, fuerzas que se mueven en el ámbito del orde­
que también son exigencias de democratici­ namiento. En este sentido la afirmación de
dad, son favorecidas por la centralización. que la falta de reconocimiento de las comu­
Un razonamiento análogo puede ser efec­ nidades intermedias es necesariamente cen­
tuado con referencia a la noción del pluralis­ tralización o de que el reconocimiento de
mo. La garantía relativa a las formaciones éstas implica en cada caso d., es sometida a
sociales en que se desarrolla la personalidad una atenta revisión. Nos encontramos, en
del hombre, contenida en el art. 2 de la cons­ efecto, en un plano distinto, consecuentemen­
titución italiana, puede estar vinculada con te al reconocimiento de una instancia de liber­
la d. de funciones públicas a entes autónomos tad, de libertad respecto del estado, paralela
locales o de otra naturaleza, en la considera­ a la afirmación de los derechos de libertades
ción de que su ejercicio pueda estar mejor individuales.
asegurado confiándolo a aquellos que pare­
cen más directamente interesados v, por lo v. la descentralización como valor. Las obser­
tanto, más idóneos para conferirle el máxi­ vaciones hechas hasta ahora nos m uestran
mo de funcionalidad, Solamente de este modo cómo muchos de los equívocos surgidos en
la concepción por la cual el estado es el ente torno a las nociones de centralización y de d.
en el que toda la sociedad en todos sus aspec­ se basan en aquella polarización de valores,
tos y en sus articulaciones naturales se uni­ en virtud de la cual cada uno ha tratado de
fica y se personifica puede ser superada, con encontrar en la d., aprionsticam ente defini­
todo el panestatalismo que en ella encierra, da como un bien, el desarrollo y la defensa
a p artir de la tendencia a considerar equiva­ de los valores incluidos en su propia ideolo­
lentes los términos ■‘público” y "estatal” y de gía. En efecto el tema específico de la d. de
la influencia que ejerce todavía en la interpre­ la administración pública, que a principios de
tación del nuevo orden constitucional. siglo estaba limitado a los programas de los
Al valorar la esencia del estado moderno, partidos progresistas, es hoy el objeto casi
se hace valer, evidentemente, la necesidad de constante de controversias ideológicas (pero
considerar, además dvl aspecto jurídico- sólo para los métodos con los cuales ejercer­
formal. también el sustancial o sociológico de la o con referencia al lugar que se le debe asig­
476 DESCENTRALIZACION (Y CENTRALIZACION)

nar en el complejo ordenamiento) y se halla esenciales perdura todavía. Es en este


insertado, como fin a perseguir, en los pro­ momento, en efecto, cuando la respuesta a la
gram as políticos de todos los partidos. Esto elección entre centralización y d. se manifies­
se debe al hecho de que cada uno hulla en la ta definitivamente no sólo en el rechazo de
d. lo que considera más oportuno hallar en una completa d. autárquica sino también en
ella, según lo que se verifica con frecuencia la valorización de la más pronunciada centra­
aun en la época actual. lización en el interior de la organización uni­
Pero si la d. puede identificarse con diver­ taria del estado. No solamente las libertades
sas ideologías, es im portante aclarar cuáles locales cesaron de existir en el mismo
son éstas en su determinado momento histó­ momento en que nacían sino que la propia
rico y en una sociedad con un determinado estructura organizativa del estado, que ya
desarrollo social, puesto que solamente de desde entonces conducía al desarrollo de una
este modo será posible establecer si la d. efec­ serie conspicua de órganos periféricos, esta­
tivamente se ejerce o si, en cambio, no se ejer­ ba dominada por el principio de jerarquía.
ce una d. ficticia y aparente, por lo que se hace Con esto el estado no solamente se constituía
necesario investigar las motivaciones profun­ un propio aparato periférico, destinado a cui­
das. Al mismo tiempo será posible aclarar si d ar los intereses en el nivel local y suscepti­
la persistencia de la idea de d. traduce la per­ ble de en trar en conflicto con las oficinas de
manencia de los valores y de las ideologías los entes locales y de superponerse a ellos,
del periodo precedente, adaptados ya a la rea­ sino que estructuraba los cargos jerárquica­
lidad actual, o si en cambio no estamos fren­ mente, evidenciando como elemento caracte­
te a algo nuevo, con la consecuente posibili­ rístico la identidad de competencias con los
dad de un conflicto de valores. Se hace, así, órganos centrales verticales. De este modo se
casi inevitable preguntarse si la noción de d. satisfizo la exigencia de que el ministro cen­
no constituye bastante a menudo una espe­ tralizase no el máximo sino la totalidad de los
cie de cobertura a debates que se refieren, poderes de decisión, para poder responder
sustancialmentc, a otros valores más profun­ sobre la situación de la cosa pública frente
dos concernientes a la vida social.V I. al parlamento, pero al mismo tiempo se impe­
día cualquier posible desarrollo del aparato
VI. IA DESCENTRALIZACION EN ELORDENAMIF.NTOADMI­ adm inistrativo en sentido descentralizado.
NISTRATIVO ITALIANO Con referencia al ordena­ La situación, hoy, ha cambiado profunda­
miento republicano italiano, después de la mente, puesto que en la República Italiana
centralización heredada de las monarquías —como consecuencia de un previsible proce­
absolutas, cuyo mantenimiento fue favoreci­ so histórico, en la medida de la normativa
do por la necesidad de la unificación prime­ vigente y del vigente orden constitucional,
ro y por el régimen fascista después, el tipo como en aplicación de posibles directivas de
de estructura política y el dictado constitu­ reforma conectadas a las actuales exigencias
cional tienden a favorecer las condiciones políticas— la solución del problema de la d.
para un desarrollo de la d. tanto política como adm inistrativa no puede ser confiada sola­
administrativa. La prim era principalmente mente a una más completa ejecución de las
mediante la introducción del ordenamiento autonomías locales. También es necesaria la
regional, la segunda mediante la más comple­ d. interna a la organización administrativa del
ta valorización de los entes locales ya existen­ estado, que se basa en el art. 5 de la constitu­
tes y mediante una efectiva obra de d. inter­ ción y que podemos definir como burocráti­
na al aparato burocrático estatal. ca: esto implica la transferencia a los órga­
Este último tipo de d. interna a la organi­ nos administrativos periféricos de una acti­
zación adm inistrativa del estado merece una vidad decisional, no meramente ejecutiva o
consideración más profundizada. Para com­ preparatoria, y la ruptura completa del mode­
prender bien la noción de d. administrativa lo jerárquico como modelo esencial de las
es necesario rem itirse a la adopción del relaciones de los órganos administrativos
esquema de prefecturas y a la legislación entre sí. La d. implica la existencia de una plu­
adm inistrativa puesta en práctica en el ralidad de niveles de decisión ejercióles autó­
momento de la unificación, que en sus lineas nomamente por cargos independientes del
DESOBEDIENCIA CIVIL 477

centro: éste resultaría favorecido donde exis­ un mayor desarrollo de la autonomía técni­
tiese la posibilidad por parte de otro cargo ca y financiera, ligada a una organización de
superior de sustituir el cargo periférico en la actividad de carácter especialista. El tipo
virtud de sus poderes jerárquicos. De este tradicional de organización adm inistrativa
modo se funda no solamente la independen­ por órganos estructurados verticalmente es
cia del órgano periférico sino también su sustituido por una repartición horizontal de
cspecialización y responsabilización, mien­ las funciones divididas entre unidades orga­
tras que la unidad de la acción adm inistrati­ nizativas especializadas, por otra parte dota­
va puede ser adecuadamente mantenida das de una personalidad jurídica separada.
mediante las normas emanadas de los órga­ Es en esta última dirección donde se mani­
nos centrales y el cumplimiento por parte de fiestan principalmente las lincas de tenden­
los mismos de un control dirigido a verificar cia de la moderna organización adm inistra­
la adherencia a la ley de la acción de los órga­ tiva, comprendidos los llamados entes públi­
nos periféricos. Las tentativas dirigidas sim­ cos instrumentales: aun éstos aparecen como
plemente a descongestionar la administración la consecuencia del desarrollo de una irrefre­
púhlica central, multiplicando en el interior nable tendencia descentralizadora inspirada
de la organización del estado los órganos peri­ en razones técnicas, que apunta, en algunos
féricos, sin incidir de un modo sustancial en países como Francia, a sustituir las exigen­
el poder de decisión y sin operar una neta cias de d. política, haciendo pasar a éstas a
superación de ordenamiento jerárquico, dan un segundo lugar.
lugar simplemente a medidas de desconcen­ Por fin, se recuerda que la noción de d.
tración o, si se prefiere, de d. jerárquica. Has­ adm inistrativa no coincide con la de autono­
ta ahora, en el ordenamiento italiano, las mía local (comunas y provincias, sobre todo),
repetidas tentativas de descentralizar la orga­ aunque, efectivamente, un ente autónomo
nización adm inistrativa del estado han con­ local es, tendcncialmente, una típica expre­
ducido únicamente a limitar medidas de des­ sión de d. administrativa. Si, en efecto, la
concentración. autonomía local es también d. adm inistrati­
va, lo que igualmente la caracteriza y la colo­
VIH. CLASIFICACIÓN YTIPOLOGÍADF. LADESCENTRALIZA­ ca en un plano distinto es el hecho de que la
CIÓN. En el ámbito de la noción de d. es autonomía local, aun cuando no se manifies­
común hacer una serie de distinciones, algu­ ta como autonomía política, no aparece como
nas propias solamente de la ciencia jurídica, una derivación de la organización administra­
otras de uso más común. Además de la dife­ tiva del estado. Trasciende el marco concep­
renciación entre d. y desconcentración, tual de la mera d. adm inistrativa y se vincu­
recientemente recordada, y de la distinción la, como por otra parte se ha destacado pre­
entre d. política y d. administrativa, se con­ cedentemente, a la temática de la libertad y.
sideran a menudo de un modo diverso la atri­ por lo tanto, a los diversos conceptos de
bución de funciones a entes separados del democraticidad y de pluralismo.
estado, definida como d. aulárquica o tam­
bién institucional, y el orden descentraliza­ [fabiq roversi-voxaco]
do del poder en el ámbito de una única orga­
nización, definido como d. burocrática, según
una terminología bastante común. Las dos
hipótesis corresponden en sustancia a la exi­ desobediencia civil
gencia, ya recordada, de entes autónomos
locales y de órganos descentralizados en el i obediencia y resistf.nci.v Para comprender
interior de las estructuras administrativas del qué es lo que se entiende por "d. civil" es pre­
aparato estatal. ciso partir de la consideración de que el deber
A estas dos hipótesis se le agrega el im por­ fundamental de cada persona sujeta a un
tante sector de la ‘‘d. por servicios”. Con ella ordenamiento jurídico es el deber de obede­
se tiene la constitución de entes por sectores cer las leyes. Este deber se llama obligación
homogéneos de actividad, así como la crea­ política. La observancia de la obligación polí­
ción de órganos descentralizados, y se tiene tica por parte de la gran mayoría de los suje­
478 DESOBEDIENCIA CIVIL

tos, o bien la general y constante obediencia injusta, el caso de la ley ilegitima (es decir
a las leyes, es al mismo tiempo la condición emanada de quien no tiene el poder de legis­
y la prueba de la legitimidad del ordenamien­ lar) y el caso de la ley inválida (o inconstitu­
to, si por "poder legítimo” se entiende webe- cional). Según los partidarios de la d. civil, en
rianam ente el poder cuyos mandatos son, en todos estos casos la ley no es verdadera ley:
cuanto mandatos, es decir independientemen­ en el prim er caso no lo es sustancialmente,
te de su contenido, obedecidos. Por la misma en el segundo y en el tercero no lo es formal­
razón por la que un poder que pretende ser mente, El argumento principal de éstos es que
legitimo fomenta la obediencia, desalienta la el deber (moral) de obedecer a las leyes exis­
desobediencia; mientras que la obediencia a te en la medida en que es respetado por el
las leyes es una obligación, la desobediencia legislador el deber de emanar leyes justas (es
es algo ilícito y como tal diversamente cas­ decir de acuerdo con los principios de dere­
tigada. cho natural o racional, con los principios
La d. civil es una forma particular de deso­ generales del derecho o como se los quiera lla­
bediencia, en cuanto que se hace acto con el mar) y constitucionales (es decir de acuerdo
fin inmediato de dem ostrar públicamente la con los principios sustanciales y con las
injusticia de la ley y con el fin mediato de reglas formales previstas por la constitución).
inducir al legislador a cambiarla; como tal va Entre ciudadano y legislador existiría una
acompauada por parle de quien la cumple con relación de reciprocidad: si es cierto que el
justificaciones tales que pretende ser consi­ legislador tiene el derecho a la obediencia, es
derada no sólo como lícita sino también como igualmente cierto que el ciudadano tiene dere­
debida, y que exige ser tolerada, a diferencia cho a ser gobernado sabiamente y según las
de cualquier otra trasgresión, por las autori­ leyes establecidas.
dades públicas. Mientras que la desobedien­
cia común es un acto que desintegra el orde­ II DIVERSAS FORMAS DE RESISTENCIA. El problema
namiento, y por lo tanto debe ser impedida de si es licito desobedecer a las leyes, en qué
o depuesta para que el ordenamiento sea rein­ casos, dentro de qué límites y por parte de
tegrado en su prístino estado, la d. civil es un quién, es un problema tradicional que fue
acto que apunta en última instancia a cam­ objeto de infinitas reflexiones y discusiones
biar el ordenamiento, es en resumen un acto entre filósofos, moralistas, juristas, teólogos,
no destructivo sino innovativo. Se llama etc. La expresión d. civil que u ello se refiere
"civil” justam ente porque quien la cumple es en cambia moderna y entró en el uso
considera no cometer un acto de trasgresión corriente a través de los escritores políticos
de su propio deber de ciudadano sino que en anglosajones, comenzando por el clásico ensa­
todo caso considera comportarse como buen yo de Henry David Thoreau, Civil disohedicn-
ciudadano en esa circunstancia particular ce (1849), en el cual el escritor norteam erica­
más bien desobedeciendo que obedeciendo. no declara rechazare! pago de los impuestos
Justamente por este carácter demostrativo v al gobierno que los emplea para hacer una
por este fin innovativo el acto de d. civil tien­ guerra injusta (la guerra contra México), afir­
de a tener el máximo de publicidad. Este mando: "La única obligación que tengo el
carácter de la publicidad sirve para distinguir derecho de asum ir es la de hacer a cada
netamente la d. civil de la desobediencia momento lo que considero justo”, y por lo tan­
común: m ientras que el desobediente civil se to, frente a la consecuencia de su propio acto
expone al público, y sólo exponiéndose al que podría conducirlo a la prisión, responde:
público puede esperar lograr su propio obje­ “Bajo un gobierno que encarcela a cualquie­
tivo. el desviante común debe, si quiere alcan­ ra injustamente, el verdadero lugar para un
zar su propio objetivo, cum plir el acto en el hombre justo es en prisión.”
máximo secreto. En sentido propio la d. civil es solamente
Las circunstancias en que los partidarios una de las situaciones en que la violación de
de la d. civil consideran que desaparece la la ley es considerada, por quien la cumple o
obligación de la obediencia y debe ser rem­ hace su propaganda, éticamente justificada.
plazada por la obligación de la desobedien­ Se trata de las situaciones que son compren­
cia son sustancialmente tres: el caso de la ley didas habitualmente por la tradición predo­
DESOBEDIENCIA CIVIL 479

minante de la filosofía política en la catego­ acción violenta coincida a menuda con el paso
ría del derecho a la resistencia. Alessandro de la acción omisiva a la acción comisiva); e]
Passerin d’Entréves ha distinguido ocho dife- dirigida al cambio de una norma o de un gru­
rentes modos de comportarse del ciudadano po de normas o bien de todo el ordenamien­
frente a la ley: 1] obediencia consciente: 2] res­ to; es decir, de tal manera que no pone en
peto formal; 3] evasión oculta; 4] obediencia cuestión todo el ordenamiento, como sucede
pasiva; 5] objeción de conciencia; 6] d. civil; con la objeción de conciencia a la obligación
7] resistencia pasiva; 8] resistencia activa. Las de prestar el servicio militar, especialmente
formas tradicionales de resistencia a la ley en circunstancias excepcionales, como una
comienzan con la obediencia pasiva y term i­ guerra sentida como particularm ente injus­
nan con la resistencia activa: la d. civil, en su ta (para dar un ejemplo reciente que volvió
significado restringido, es una forma inter­ a poner en discusión con particular intensi­
media. Siguiendo a Rawls, d'Enlréves la defi­ dad el problema de la d. civil, la guerra de
ne como una acción ilegal, colectiva, pública Vietnam) o bien tal que tiende a derrum bar
y no violenta, que apela a principios éticos todo el sistema, como es propio de la acción
superiores para obtener un cambio en las revolucionaria. Además, la desobediencia
leyes. puede ser, según una distinción que se per­
Las situaciones que caen dentro de la cate­ mite a las teorías políticas de la era de la
goría general del derecho de resistencia pue­ reforma, pasiva o activa: es pasiva la que está
den ser distinguidas con base en criterios dirigida a la parte preceptiva de la ley y no
diversos, es decir según que la acción de deso­ a la parte punitiva, en otras palabras la que
bediencia sea: a] omisiva o comisiva, es decir se cumple con la precisa voluntad de aceptar
que consista en el no hacer lo que se ordena la pena que le seguirá y, en cuanto tal, si bien
(por ejemplo el servicio militar) o en el hacer no reconoce al estado el derecho de imponer
lo que está prohibido (es el caso del negro que obligaciones contra conciencia, le reconoce el
se va a sentar en un local público vedado a derecho de castigar toda violación de las pro­
los hom bres de color); h] individual o colecti­ pias leyes; activa, la que está dirigida al mis­
va, según que sea cumplida por un individuo mo tiempo a la parte preceptiva y a la parte
aislado (típico es el caso del objetor de con­ punitiva de la ley, de manera que quien la
ciencia. que generalmente actúa soio y en vir­ efectúa no se limita a violar la norma sino que
tud de un dictamen de su propia conciencia, tra ta por todos los medios de librarse de la
individual), o por un grupo cuyos miembros pena.
comparten los mismos ideales (ejemplo de Combinando cada una de las distintas
ello son las campañas gandhianas por la libe­ características de cada criterio particular con
ración de la India del dominio británico); c] todos los otros se obtiene un notable núme­
clandestina o pública, o bien preparada y ro de situaciones que no viene al caso enume­
cumplida en secreto, como sucede y no pue­ ra r aquí. Para dar un ejemplo: la objeción de
de no suceder en el atentado anarquista que conciencia al servicio m ilitar (allí donde las
debe contar con la sorpresa, o bien proclama­ leyes no la reconocen) es omisiva, individual,
da antes del cumplimiento, como son habi­ pública, pacífica, parcial, y realiza una for­
tualmente las ocupaciones de fábricas, de ma de desobediencia pasiva. Para dar otro
casas, de escuelas, hechas con el fin de obte­ ejemplo clásico: el tiranicidio es comisivo,
ner la revocación de normas represivas o pro­ generalmente individual, clandestino (es decir
hibitivas consideradas discriminantes; d] no declarado con anticipación), violento, total
pacífica o violenta, es decir cumplida con (tiende, como el de los monarcómacos de las
medios no violentos, como el sil-in. y en gene­ guerras religiosas de los siglos xvi y xvn o el
ral toda forma de huelga (se entiende donde de los anarquistas de las luchas sociales del
la huelga es ilegal; pero también donde la xix, a un cambio radical del estado presen­
huelga es lícita -áempre hay formas de huel­ te), y además realiza una forma de desobe­
ga consideradas ilícitas) o bien ccn armas pro­ diencia activa. Refiriéndonos a la d. civil, tal
pias o impropias, como sucede generalmen­ como habitualmente la concibe la filosofía
te en tuda situación revolucionaria (es nota­ política contemporánea, que toma en consi­
ble que el paso de la acción no violenta a la deración las grandes campañas no violentas
480 DESOBEDIENCIA CIVIL

de Gandhi o las campañas por la abolición de y bien delimitado entre los dos tipos extremos
las discriminaciones raciales en Estados Uni­ —c históricamente más frecuentes y también
dos, es omisiva, colectiva, pública, pacífica, más estudiados— de la resistencia individual
no necesariamente parcial (la acción de Gand­ no violenta y de la resistencia de grupo vio­
hi fue por cierto una acción revolucionaria) lenta. La d. civil tiene, de la resistencia colec­
y no necesariamente pasiva (las grandes cam­ tiva, la característica del fenómeno de grupo
pañas contra la discriminación racial tienden excepto en ciertos casos de masa, y al mismo
a no reconocer al estado el derecho de casti­ tiempo tiene, de la resistencia individual, el
gar los supuestos crímenes de lesa discrimi­ carácter predominante de la no violencia; en
nación), otras palabras; es una tentativa de hacer
rechazar por el grupo "sedicioso” las técni­
111 LAS CARACTERISTICAS ESPECIFICAS DE I.A DESOBE­ cas de lucha que le son más familiares (el
DIENCIAcivil. Con el fin de distinguir la d. civil recurso a las armas propias o impropias) y
de todas las demás situaciones que se inclu­ de hacerle adoptar comportamientos que son
yen históricamente en la vasta categoría del característicos del objetor individual (el
derecho a la resistencia, las dos característi­ rechazo de portar las armas, el no pagar los
cas más destacadas entre las enumeradas impuestos, el abstenerse de cumplir un acto
arriba son la acción de grupo y la no violen­ que repugna a la propia conciencia, como la
cia. La prim era característica sirve para dis­ adoración de dioses falsos y falaces, etcétera).
tinguir la d. civil de los comportamientos de La d. civil, en cuanto que es una de las diver­
resistencia individual sobre los que se han sas formas que puede asum ir la resistencia
detenido generalmente las doctrinas de la a la ley, está además siempre caracterizada
resistencia en la historia de las luchas con­ por un comportamiento que pone en prácti­
tra las diversas formas de abuso de poder. ca intencionalmente una conducta contraria
Típico acto de resistencia individual es la a una o a más leyes. Debe ser, por lo tanto,
objeción de conciencia (al menos en la mayo­ ulteriormente distinguida de comportamien­
ría de los casos en que el rechazo a portar las tos que a menudo la acompañan y que, aun
arm as no sea hecho en nombre de la perte­ teniendo el mismo fin de oponerse a la auto­
nencia a una secta religiosa, como la de los ridad legítima fuera de los canales normales
mormones o de los testigos de Jehová) o el de la oposición legal y de la protesta pública,
caso imaginado por Hubbes de aquel que se no consisten en una violación intencional de
rebela contra el soberano que lo condena a la ley. La prim era distinción a hacer es la de
muerte y lo obliga a m atarse. Es individual la d. civil y el fenómeno reciente, e igualmente
aunque apele a la conciencia de otros ciuda­ dramático, de la contestación, aun cuando a
danos el gesto de Thoreau de no pagar los menudo la contestación sea ahogada en epi­
impuestos. Es individual el caso extremo de sodios de d. civil. El mejor modo de distin­
resistencia a la opresión, el tiranicidio. La guir d. civil de contestación es recurrir a los
segunda característica, de la no violencia, sir­ dos respectivos contrarios: el contrarío de
ve para distinguir la d. civil de la mayor par­ desobediencia es obediencia, el contrario
te de las formas de resistencia de grupo que, de contestación es aceptación. Quien acepta un
a diferencia de las individuales (generalmen­ sistema lo obedece, pero se puede obedecer­
te no violentas), han dado lugar, en donde fue­ lo aun sin aceptarlo (así la mayoría de los ciu­
ron efectuadas, a manifestaciones de violen­ dadanos obedece p a r inercia o por costum ­
cia (desde la insurrección hasta la rebelión, bre o por imitación o por un vago miedo de
desde la revolución hasta la guerrilla). las consecuencias de una eventual infracción,
Si, por lo tanto, se toman en consideración sin estar por otra parte convencida d eq u e el
los dos criterios más caracterizantes de los sistema al que obedece sea el mejor de los sis­
diversos fenómenos de resistencia, el que dis­ temas posibles). En consecuencia, la desobe­
tingue resistencia individual de resistencia diencia en tanto excluye la obediencia cons­
colectiva y el que distingue resistencia violen­ tituye un acto de ruptura contra el ordena­
ta de resistencia no violenta, la d. civil, en miento o una parte suya; la contestación, en
cuanto fenómeno de resistencia tanto de gru­ tanto excluye la aceptación (pero no la obe­
po como no violento, ocupa un lugar preciso diencia), constituye un acto de critica que
DESOBEDIENCIA CIVIL 4N1

pone en tela de juicio el ordenamiento cons­ declaración no ciertam ente para evitar la
tituido o una parte suya, pero no lo pone elec­ pena que debería serme infligida sino para
tivamente en crisis. Mientras que la d. civil dem ostrar que he desobedecido a la urden
se resuelve siempre en una acción aun pura­ que se me había dado no por falta de respeto
mente demostrativa (como el romper el papel a la legítima autoridad sino para obedecer a
de llamado a las armas), la contestación se la ley más alta de nuestro ser, la voz de la con­
realiza en un discurso critico, en una protes­ ciencia" (Autobiugraphy, parte v, cap. xv).
ta verbal, en la enunciación de un eslogan (no La otra fuente histórica de justificación es
por azar el lugar donde se explica más fre­ la doctrina de origen iusnaturalista, luego
cuentemente la actitud contestativa es la trasm itida a la filosofía utilitarista del siglo
asamblea, es decir un lugar donde no se actúa xix, que afirma el predominio del individuo
sino que se habla). El otro comportamiento sobre el estado, de donde deriva la doble afir­
que conviene distinguir de la d. civil es el de mación de que el individuo tiene algunos dere­
la protesta bajo forma no de discurso sino de chos originarios e inalienables, y que el esta­
acción ejemplar, como el ayuno prolongado, do es una asociación creada por los propios
o el suicidio público mediante formas dramá­ individuos por común consenso (el contrato
ticas de autodcstrucción (como prenderse fue­ social) para proteger sus derechos fundamen­
go después de haberse rociado el cuerpo con tales y asegurar su libre y pacífica conviven­
materiales inflamables). Antes que nada estas cia. El gran teórico del derecho a la resisten­
formas de protesta no son, como la desobe­ cia, John Locke, es iusnaturalista, individua­
diencia, ilegales (si se puede discutir la lici­ lista, contractualista, y considera al estado
tud del suicidio, no es discutible por cierto como una asociación surgida del común con­
la licitud de ayunar desde el momento en que senso de los ciudadanos para la protección de
no existe la obligación jurídica de comer), y sus derechos naturales. Asi expresa su pro­
en segundo lugar apuntan al fin de modificar pio pensamiento: “El fin del gobierno es el
una acción de la autoridad pública conside­ bien de los hombres; ¿y qué es mejor para la
rada injusta no directamente, es decir hacien­ humanidad: que el pueblo se encuentre siem­
do lo contrario de lo que debería hacerse, sino pre expuesto a la ilimitada voluntad de la tira­
indirectamente, es decir traíanlo de suscitar nía o que los gobernantes se encuentren a
un sentimiento de reprobación o de execra­ veces expuestos a la oposición, cuando se
ción contra la acción que se quiere combatir.IV . vuelven excesivos en el uso de su poder y lo
emplean para la destrucción y no para la con­
IV. LADESOBEDIENCIACIVIL YSLSJLSTIF1CACIONES. La servación de las propiedades del pueblo?"
d. civil es, como se ha dicho al principio, un (Segundo trufado sobre el gobierno, § 229).
acto de trasgresión de la ley que pretende ser Una tercera fuente de justificación es por
justificado, y por lo tanto halla en esta justi­ fin la idea libertaria de la maldad esencial de
ficación la razón de su propia diferenciación toda forma de poder sobre el hombre, en espe­
de tudas las otras formas de trasgresión. La cial del máximo de los poderes que es el esta­
principal fuente de justificación es la idea ori­ do, con el corolario de que cada movimiento
ginariamente religiosa, luego laicizada en la que tiende a impedir al estado prevaricar es
doctrina del derecho natural, de una ley una premisa necesaria para instaurar el rei­
moral, que obliga a cada hombre en cuanto no de la justicia, de la libertad y de la paz. El
hombre, y como tal obliga independientemen­ ensayo de Thoreau comienza con estas pala­
te de toda coacción, y por tanto en concien­ bras: “Acepto de buen grado el lema: ‘El
cia, distinta de la ley establecida por la auto­ mejor gobierno es el que gobierna m en o s!...]
ridad política, que obliga sólo exteriormente Llevado a sus extremas consecuencias condu­
y, si nunca en la conciencia, solamente en la ce a esta otra afirmación en la que también
medida en que está de acuerdo con la ley creo: ‘El mejor gobierno es el que no gobier­
moral. Todavía hoy los grandes movimientos na en absoluto'.” Es manifiesta la inspiración
de d. civil, desde Gandhi hasta Luther King, libertaria en algunos grupos de protesta y de
han tenido una fuerte huella religiosa. Dijo movilización de campañas contra la guerra
una vez Gandhi, a un tribunal que debía juz­ de Vietnam en Estados Unidos de los años
garlo por un acto de d. civil: “Oso hacer esta sesenta (de la que una de las expresiones cul­
482 DESPOJOS. SISTEMA DE

turalm ente más conscientes es el libro de go cualquier forma de actividad política a los
Noam Chomsky, Los nuevos mandarines, empleados públicos que asumieran por con­
1968). curso. Después de 1945, a pesar del regreso
marcado por la presidencia de Eisenhower,
bibliografía: Civil disobedience: theory and prac- durante la cual más de 100 000 puestos ya
tice, Nueva York, 1969; S. Gendin, Governmen- sujetos a concurso devinieron "despojos” del
tal loleralion of civil disobedience, en Philosophy partido republicano, la profesionalización de
and political action, Londres, Oxford University la administración federal quedó casi comple­
Press, 1972 (y la bibliografía en él citada); A. Pas- tada, en particular en los rangos intermedios,
serin d’Entréves, Obbedienzju e resistenta in una quedando a disposición de los partidos —ade­
sacietá democrática, Milán, Edizioni di Comuni- mas de una parte de los empleos en los
ta, 1970; A. Passerin d'Entreves, Ohbligo políti­ correos, reserva tradicional de los "despo­
co e liberta di coscienza, en Riv. hit. Fil. Dir., jos"— sobre todo una serie de puestos en los
1973; R. Polin, L'obligation politique, París, puf, niveles más altos de la administración y de
1971; M. Walzer, Obligation: essays on disobe­ las agencies vinculadas, donde las funciones
dience, warand citizensbip, Cambridge, Harvard de policy making son relevantes, además de
University Press, 1970. muchos otros en los niveles más bajos y no
calificados. El spoils system no es, por lo tan­
[norberto bobbiü] to, ya una característica importante de la
burocracia central norteamericana, aunque
esta última no ha alcanzado todavía la rigi­
dez de la de muchas naciones europeas. Sin
despojos, sistema de embargo, está ampliamente difundido en el
nivel estatal y local, donde en muchos casos
Spoils system es una expresión incorporada faltan leyes correspondientes a la Pendleton
a la jerga política estadunidense en la mitad Aei y donde, de cualquier forma, abundan
del siglo xtx y canonizada con el uso hasta empleos de todo tipo, a veces simples sinecu­
convertirse en término técnico para indicar ras, a disposición de los partidos que se sir­
una de las características del empleo públi­ ven de ellos para mantener a sus propios acti­
co norteamericano; la de que muchas funcio­ vistas y funcionarios.
nes, en todo nivel y tanto en la adm inistra­ El spoils system es, por lo tanto, esencial
ción central como en la local, no están con­ para mantener con vida las máquinas de par­
fiadas a un personal de carrera sino que con­ tido, función considerada por muchos como
ciernen, como verdaderos despojos de guerra, iniinpugnable una vez que se le sustrae la par­
a miembros del partido victorioso en las elec­ te vital de la administración federal. Un jui­
ciones. cio global sobre el s. d„ despojos os tal vez
Los orígenes del s. de despojos se remiten imposible. Es necesario de cualquier mane­
a los primeros tiempos de la república, aun ra tener presente la inveterada aversión popu­
cuando es con el advenimiento de Andrew lar hacia el ejecutivo —no por nada la profe­
Jackson a la presidencia, en 1828, cuando se sionalización de la burocracia se produjo
lo hace iniciar tradicionalmente. Su momen­ sobre todo en un nivel federal y avanzó junto
to de máximo aunque infausto esplendor se con la ampliación de los poderes del presiden­
dio en los decenios sucesivos a la guerra civil, te y su desvinculación de muchos de los con­
cuando la administración pública, completa­ troles del legislativo—, aversión que se refle­
mente controlada por los partidos, conoció un ja en el gran número de cargos adm inistrati­
periodo de profunda corrupción. La Pendle- vos electivos (a >u vez similares a los "despo­
ton Act de 1883 trató de remediarlo estable­ jos") y en la mayor fe acordada a los parti­
ciendo la obligatoriedad del concurso públi­ dos. considerados como un verdadero
co para una serie de empleos federales; pero representante de la voluntad popular. Este
sus efectos no fueron inmediatos, aunque con­ último hecho, que hace de los mismos parti­
dujo a una inversión de tendencia que se hizo dos organismos descentralizados y complejos,
particularm ente fuerte entre las dos guerras destinados a reflejar v proteger ideas e inte­
mundiales. La Hatch Act de 1939 prohibió lue­ reses inmediatos de sus electores, puede
DESPOTISMO 483

hacer parecer justificado el cambio de dictadura, autocracia, tienen en común el ser


muchos empleados públicos con cualquier formas de gobierno en que quien detenta el
cambio electoral. Si la escasa diferenciación poder lo ejerce sin límite de leyes (naturales,
entre los partidos, sobre todo en el nivel local, consuetudinarias, establecidas por órganos
hace que los cambios debidos a los "despo­ ad hoc, etc.), es decir detenta un poder abso­
jos" no provoquen por sí solos graves disfun­ luto, entendido como legibus solutos, y arbi­
ciones administrativas, sigue siendo sin trario en cuanto dependiente exclusivamen­
embargo cierto que a través del spoils system te de la propia voluntad. Pero no son menos
los partidos son indirectamente financiados importantes las diferencias: mientras que el
por la colectividad, se convierten en instru­ carácter absoluto del poder despótico está
mentos de poder en el plano público en manos estrechamente conectado con el carácter de
de caciques locales que controlan los “despo­ los súbditos, naturalm ente dispuestos a la
jos” y permanecen vinculados a una ética pri- obediencia e incapaces de gobernarse por sí
vatista en la gestión de la cosa pública que mismos (según la tradición aristotélica, asi
choca cada vez más con la complejidad orga­ como hay individuos esclavos por naturale­
nizativa de la sociedad estadunidense contem­ za hay pueblos esclavos por naturaleza), el
poránea. absolutismo del poder tiránico depende de la
naturaleza del gobernante, que desprecia las
[TI7.1ANO BONAZZl] leyes establecidas y gobierna a su capricho;
m ientras que el absolutismo del déspota
depende más que nada de circunstancias de
lugar (pueblos tendencialmente dispuestos a
despotismo la esclavitud según la tradición, prolongada
hasta las famosas observaciones de Montes-
I. CONSIDERACIONESGENERALES. "D.” significa en quieu sobre el d. y aún más allá, son los pue­
sentido especifico aquella forma de gobierno blos que habitan las grandes comarcas de
en que quien detenta el poder tiene respecto Asia, los "bárbaros" para los griegos), el abso­
de sus súbditos el mismo tipo de relación que lutismo del dictador depende más que nada
el patrón (en griego “despotés") tiene respecto de circunstancias de tiempo, es decir de la
de los esclavos en su posesión. Como es sabi­ verificación de circunstancias excepcionales,
do, Aristóteles distingue desde las prim eras como por ejemplo una guerra, que imponen,
páginas de la Política tres tipos de relación aun cuando temporalmente, la suspensión de
de dominio: el conyugal, o bien del marido las garantías constitucionales y la institución
sobre su mujer, el paterno, o bien del padre de un poder al que le es licito actuar fuera
sobre los hijos, y el patronal o despótico, o de las leyes establecidas o con leyes excepcio­
bien del patrón sobre los esclavos. Con base nales. Sólo "autócratas", en cuanto significa
en esta distinción fue llamada despótica des­ aquel que se gobierna por sí mismo, es un tér­
de la antigüedad aquella forma de gobierno mino genérico —aunque históricamente usa­
en que la relación entre gobernantes y gober­ do sobre todo para designar el gobierno de
nados puede ser asimilada a la relación entre los zares de Rusia, hoy está en desuso— que
patrón y esclavos. En sentido genérico, sobre tiene un significado solamente polémico para
todo en el lenguaje político moderno que ha sustituir, según los diversos contextos, tan­
olvidado el significado etimológico de la pala­ to a déspota como tirano y dictador (en el sen­
bra, d. es usado polémicamente para indicar tido moderno a su vez genérico y no en el sen­
cualquier forma de gobierno absoluto, y a tido antiguo y específico de la palabra). Ade­
menudo es sinónimo de tiranía, dictadura, más, mientras que la tiranía es una forma
autocracia, absolutismo y similares. Sólo si degenerada de gobierno, tanto en su forma de
se tiene en cuenta el significado originario de gobierno ilegal (tiranía respecto al modo de
la palabra, y el uso técnico que de ella se ha ejercicio del poder) como en su forma ilegiti­
hecho en la tradición de la filosofía política, ma (tiranía respecto al título de adquisición
el término d. indica una forma de gobierno del poder, o usurpación), el d.. al igual que la
distinta de las otras con las que en el discur­ dictadura, siempre ha sido considerado una
so polémicamente genérico se la confunde. D„ forma de gobierno perfectamente legítima en
484 DESPOTISMO

cuanto apropiada a determinadas circunstan­ el ejercicio del poder), prueba de ello es que
cias de lugar y a la naturaleza de ciertos pue­ es descrita en otras partes de la obra (1279
blos que se pretendió o presumió no pudrían b) como una de las formas degeneradas o
vivir colectivamente excepto en un estado de corruptas, mientras que la monarquía despó­
sujeción absoluta y de obediencia incondicio­ tica en cuanto monarquía pertenece a las for­
nal semejante a la esclavitud. Finalmente, mas no corruptas. Con las palabras de Aris­
mientras que la dictadura (por otra parte tam­ tóteles: “ Ella [la monarquía despótica] tiene
bién la tiranía) es una turma de gobierno de un poder muy afín al de las tiranías, si bien
breve duración (la dictadura, por principio, es legitima y trasm itida por derecho heredi­
en la medida en que el dictador romano era tario”; poco después dice: ”[...] estos reinos
nombrado por un periodo de seis meses; la son tiránicos, si bien son seguros en cuanto
tiranía, de hecho, porque el tirano general­ que están fundados en la ley y en la trasm i­
mente está destinado a sucumbir por las mis­ sión hereditaria". Más adelante, resumiendo
mas consecuencias de sus excesos), el d. es la tipología de las monarquías, redefine la
una forma de gobierno duradera. Quizá sea monarquía "b árb ara” con estos tres atrib u ­
la forma de gobierno que tuvo más larga dura­ tos: "legal, despótica y hereditaria" (1285 b).
ción, como recientemente fue sustenido por En cuanto legal, se distingue de la tiranía; en
YVittfugel, al analizar las condiciones, las for­ cuanto despótica, de las monarquías antiguas
mas y los modos del llamado “d. oriental". y modernas griegas; en cuanto hereditaria,
tanto de la tiranía (especialmente de la tira­
ti. EL DESPOTISMOENARISTOTELES. El concepto de nía por falta de título, o usurpación) como del
d., en su significado técnico, y por lo tanto res­ gobierno de los esinmeti, que es un gobierno
tringido y específico, nace, como gran parte despótico, pero electivo. Por fin, en el pasaje
de los conceptos de la teoría política de Occi­ dedicado a la descripción de las diversas for­
dente, de la Política de Aristóteles. En el libro mas de tiranía retoma el tema de las m onar­
tercero Aristóteles distingue diversas formas quías que son tiránicas respecto al modo en
de monarquía. Una de estas formas es la "pro­ que el poder es ejercido (y éstas son las
pia de muchos pueblos bárbaros". Inmedia­ monarquías bárbaras u orientales y el reino
tamente después precisa que estos pueblos de los esinmeti) y las distingue de la tiranía
bárbaros son los pueblos asiáticos. La razón verdadera que es la forma de gobierno en la
por la cual estas monarquías son diferentes que aquel que detenta el poder lo ejerce no
de las que han dominado (desde los tiempos sólo despóticamente sino también sin tener
heroicos) y dominan hasta entonces en Gre­ el derecho para ello, o porque es un usurpa­
cia (por ejemplo en Esparta) es que "siendo dor (y puede ser usurpador en las monarquías
estos pueblos bárbaros más se n iles que los hereditarias no siendo el heredero según la
griegos [...] soportan sin dificultad un poder ley que regula el procedimiento de la elec­
despótico ejercido sobre ellos” (12S5 a). Lo ción), o porque gobierna sobre pueblos libres
que distingue, por tanto, esta forma de gobier­ como si fueran esclavos. La forma más pro­
no es que, por el mismo carácter de los pue­ pia de la tiranía es, por lo tanto, aquella en
blos sobre los que se instala, y por tanto por la que el señor domina "sobre mejores e igua­
una razón objetiva, la relación entre gober­ les", y por tanto se ejerce “contra la volun­
nante y gobernados es de la misma naturale­ tad de los súbditos porque ningún hombre
za que la relación entre patrón y esclavo. El libre soportaría un dominio similar" (1295 a).
propio Aristóteles tiene cuidado al advertir La monarquía despótica, por el contrario, rei­
en el mismo contexto que, dado que puede ser nando sobre pueblos naturalm ente esclavos,
confundida con la tiranía por el modo en que ejerce el poder sobre sujetos que se someten
es ejercido el poder (en efecto, es perfecta­ a este poder absoluto y arbitrario voluntaria­
mente correcto decir que el tirano gobierna mente.
de m anera despótica), la monarquía despóti­ Lo que resulta importante observar en esta
ca es una forma de gobierno diferente. La tipología aristotélica es lo siguiente: en cuan­
diversidad verdaderamente esencial consis­ to degeneración de una monarquía legitima
te en el hecho de que la tiranía es una forma y legal, la tiranía no tiene un lugar histórico
ilegal o ilegitima (tanto por el titulo como por y geográfico propio, sino que toda monarquía
DESPOTISMO 4815

puede curromperse y degenerar dando lugar dicha región soportan este gobierno sin afli­
a una forma corrupta de gobierno. Pueden girse por su naturaleza bárbara y servil y pol­
darse tiranías en cualquier tiempo y en cual­ la influencia de la costumbre. Pero también
quier lugar. Por el contrario, el d. es una For­ este gobierno es regio, porque es originario
ma de gobierno histórica y geográficamente de dicho país y es ejercido sobre súbditos
bien determinada, que corresponde a preci­ voluntarios, quizá porque los antecesores del
sas condiciones de tiempo v de lugar, y como monarca fueron los primeros habitantes de
tal, por más desfavorable que pueda ser el jui­ la región. Pero, en un cierto sentido, también
cio que de ella dan los no bárbaros, pertene­ es tiránico, en cuanto sus leyes no están abso­
ce a la lista de las formas puras y no corrup­ lutamente dirigidas al beneficio común, sino
tas de gobierno. En conclusión, el d. es la for­ más bien al del monarca" (i, 9, 4).
ma de gobierno (más precisamente de monar­
quía), que tiene las siguientes características: ni de maouiaveloa hobbes . La teoría de las for­
a] la relación entre gobernante y gobernados mas de gobierno tuvo después de Aristóteles
es sim ilar a la relación entre patrón y escla­ a su mayor autor, como es sabido, en Maquia-
vo; h] tiene lugar en donde hay pueblos natu­ velo. Para Maquiavelo dos son las formas
ralmente esclavos; c] estos pueblos natural­ principales de gobierno: el principado (es
mente esclavos son los pueblos bárbaros decir la monarquía) y la república. Dos son
(específicamente en Asia). también las clases de principado: "O por un
Mediante esta descripción de las monar­ príncipe y todos los otros siervos que como
quías asiáticas, Aristóteles introdujo en la teo­ ministros por gracia y concesión suya ayudan
ría política la categoría, destinada a tener a gobernar ese reino; o por un principe y por
gran fortuna en los siglos siguientes (ha lle­ barones que, no por gracia del señor sino por
gado hasta nuestros días), del d. oriental. En antigüedad de sangre, tengan dicho grado."
la tradición aristotélica de los grandes escri­ Aristóteles, y después de él todos los aristo­
tores medievales (después del redescubri­ télicos, habían distinguido cinco formas de
miento de la Política), el tema es retomado sin gobierno monárquico. Maquiavelo innova no
variantes significativas. Véase el comentario sólo respecto a la distinción fundamental,
de santo Tomás a la Política: después de haber reuniendo la aristocracia y la democracia de
expuesto el concepto aristotélico según el cual los antiguos en la república, sino también res­
"los bárbaros sostienen la monarquía despó­ pecto a la subdistinción de las formas monár­
tica (principatus clominativus) sin lam entar­ quicas. que son reducidas a dos. De estas dos
se de ella porque tienen una inclinación a sos­ la prim era, es decir aquella en que uno solo
tenerla’', santo Tomás precisa: "Lo que es es el príncipe y todos los otros son siervos,
según la inclinación, es natural y voluntario" es manifiestamente la m onarquía despótica
(In libros politicorum Aristotelis expositio, ed. de los antiguos. Es interesante anotar que
M arietti, nota 478. p. 170), repitiendo asi el Maquiavelo actualiza la ejemplificación: el
carácter de la naturalidad, y por lo tanto, de ejemplo típico de reino despótico ya no son
la legitimidad en determ inadas circunstan­ los antiguos imperios asiáticos, sino el reino
cias de tiempo y de lugar de la monarquía des­ turco a él contemporáneo (pero se trata siem­
pótica. Tolomeo de Lúea en el De redimirte pre de un estado extraeuropeo): “Los ejem­
principian distingue el principatus politicus plos de estas diversidades de gobierno son en
de! principatus dispoticus y explica que el nuestros tiempos el turco y el rey de Francia.
segunda "es propio del señor respecto al sier­ Toda la monarquía del turco está gobernada
vo" (libro n, cap. vin). En el Defensor pacis por un señor, los otros son sus siervos: y dis­
Marsilio de Padua escribe, parafraseando a tinguiendo su reino en sanjacatos manda allí
Aristóteles; "Otro modo es aquel por el cual diversos administradores y los cambia y varía
reinan ciertos monarcas asiáticos, que reci­ como le parece" (El principe, cap. iv).
ben su dominio por sucesión hereditaria, Después de Aristóteles, el tratado m ás
según la ley; pero esta ley es casi como la de amplio y articulado de las formas de gobier­
los déspotas, porque está mayormente diri­ no es el que se encuentra en el segundo de los
gida a la ventaja del monarca antes que a la seis libros de la República de Jean Bodin.
ventaja de la comunidad. Los habitantes de Menospreciando las formas arcaicas de
4*6 DESPOTISMO

monarquía, que había resumido Aristóteles, a ellos. A propósito del reino despótico de
y rechazando la distinción tradicional entre Etiopía anota: “En cambio los pueblos euro­
las form as buenas y las formas malas del peos, más altivos y más guerreros que los afri­
gobierno, Budín distingue tres tipos de canos, no han podido tolerar jamás monar­
monarquía, que llama respectivamente "des­ quías despóticas”. Otro rasgo característico
pótica”, "regia” y "tiránica”, y considera jus­ y calificante del d. oriental sobre el que Bodin
tamente no tres tipos de régimen diferentes, insiste es el de la duración: "Las monarquías
sino tres modos diversos de ejercer el mismo despóticas han sido grandes y muy durade­
tipo de poder que es el poder regio, es decir ras: así las antiguas monarquías de los asi­
el sumo poder concentrado en una sola per­ rios, de los medos, de los persas, de los egip­
sona. La monarquía despótica es definida asi: cios y ahora la de los etiopes, que es la más
"[...] aquella en la que el principe se ha hecho antigua monarquía de toda Asia y Africa y que
señor de los bienes y de las personas de los tiene sujetos como esclavos a cincuenta reyes,
súbditos por derecho de arm as y de guerra si creemos a Paolo Giovio”. La razón de esta
justa, y gobierna a los súbditos como un jefe duración está, según Bodin, en la plenitud y
de familia a sus esclavos” (libro 11, cap. 2). En la completud del poder (anticipando una cate­
esta definición se observan dos cosas: prime­ goría política contemporánea, estaríamos ten­
ro, la habitual asimilación del poder despó­ tados de traducir la caracterización bodinia-
tico a la relación entre patrón y esclavos; na del pleno poder con el atributo "totalita­
segundo, una motivación de este tipo de rela­ rio"), que hace viles y serviles a los subditos:
ción completamente diferente de la tradicio­ en contraste con la tradición aristotélica, el
nal, basada en la naturaleza servil de ciertos carácter servil de dichos pueblos no es la cau­
pueblos. Pura Bodin el fundamento del poder sa del d. sino más bien la consecuencia.
despótico es únicamente la conquista, y por Bodin determina bien la diferencia entre d.
lo demás la conquista en una guerra justa. y la tiranía. Aunque rechace la distinción
Esto quiere decir que para Bodin, como para entre formas buenas y formas malas de
todos los escritores políticos cristianos, la gobierno, y considere tanto al d. como a la
esclavitud puede tener sólo una causa, la pri­ tiranía como dos especies de monarquías,
sión de guerra, se sobrentiende de una gue­ reconoce que hay una diferencia fundamen­
rra justa, porque solamente en tal caso el ven­ tal entre el tra ta r como esclavos a los escla­
cedor conserva lo que conquista por derecho vos (sean éstos esclavos por naturaleza o por
y no solamente con base en la fuerza. Consi­ expiación de una culpa) y el tra ta r como es­
derada la guerra justa como una sanción, la clavos a hombres y pueblos libres. El déspo­
esclavitud es el castigo que de ella deriva, y ta reina como patrón sobre esclavos; el tirano
como tal, es decir como consecuencia de un reina como patrón sobre libres. Lo que tam ­
delito, es licita. Es común a la tradición en bién puede explicar por qué los reinos des­
Bodin la especificación de las monarquías póticos duran y las tiranías son generalmen­
despóticas en los grandes imperios exóticos. te de breve duración. "Los hombre» libres y
“Se encuentra todavía un cierto número de señores de sus bienes, si se trata de someter­
ellas —dice— en Asia, Etiopía y también en los o de usurpar lo que les pertenece, se rebe­
Europa, por ejemplo el señorío de los tárta­ lan en breve tiempo, porque tienen ánimo
ros y .Moscovia”. Pero la casuística es enri­ generoso, nutrido de libertad y no degenera­
quecida con una referencia a los primeros do por la servidumbre". Tanto la monarquía
grandes imperios coloniales. A propósito de despótica como la tiránica se distinguen lue­
Carlos V, Bodin anota que "reducido en suje­ go de la regia, la cual a diferencia de la pri­
ción el reino de Perú, se hizo su monarca des­ mera no reina sobre esclavos y a diferencia
pótico”. Por otro lado, a pesar de la diferen­ de la segunda no trata a los libres como
te motivación del d., permanece bastante viva esclavos.
también en Bodin, y permanecerá todavía en También Hobbes y Locke basan el reinado
los siglos sucesivos, la contraposición entre despótico en la conquista. En el Lcviatán Hob­
los países extraeuropeos sujetos habitualmen­ bes escribe; “El dominio adquirido con la con­
te a regímenes despóticos y los países euio- quista o con la victoria en guerra es aquel que
peos que son estados generalmente inmunes algunos escritores llaman despótico, de des­
DESPOTISMO 487

potes, que significa señor o patrón y es el modo inminente) de las tierras sobre las que
dominio del patrón sobre su siervo" (cap. gobierna, y en las cuales no existe propiedad
xx), donde se nota respecto a la análoga fun- privada en el sentido restringido de la pala­
damentación de Bodin que falta toda referen­ bra, es decir, como derecho de gozar y de dis­
cia al hecho de que la guerra sea justa. Pero poner de la cosa a voluntad.
para Hobbes no hay justicia antes del pacto
o de una ley nacida de un pacto: y el pacto iv. e l d e s p o t is m o s e c C n m o n t e s q u i e u . La consa­
entre vencedor y vencido nace solamente des­ gración de la categoría del d. oriental se pro­
pués de la victoria, de manera que él mismo duce en la obra de Montesquieu, en la cual
es quien legitima el poder del primero sobre el d. alcanza por prim era vez la dignidad de
el segundo. En el cap. xv del Segundo trata­ tipo prim ario de forma de gobierno junto a
do sobre el gobierno, Locke distingue las tres la monarquía y a la república. Maquiavelo,
tradicionales formas de dominio del hombre como se ha dicho, había reducido a dos las
sobre el hombre, el paterno, el civil, el des­ formas de gobierno fundamentales, m onar­
pótico, basándose en su diferente fundamen­ quía y república, y por lo tanto había subdis­
to de legitimación: el dominio paterno se basa tinguido la monarquía en dos tipos, de los que
en la generación, y por lo tanto tiene un fun­ uno era el despótico. En el Esprit des lois Mon­
damento natural, el civil se basa en el consen­ tesquieu distingue tres formas de gobierno:
so, y por lo tanto tiene un fundamento con­ la monarquía, la república y el d.; de tal mane­
tractual o convencional, el despótico se basa ra el d. se convierte en una forma autónoma,
en el derecho que tiene el vencedor de una ya no solamente, como siempre lo había sido
guerra justa de castigar, tratando como escla­ hasta entonces, una especie del género monar­
vos a los vencidos. Esta tripartición interesa quía. Y las distingue según su naturaleza y
a Locke no solamente con fines descriptivos, según su principio. Según la naturaleza el
sino también con el fin de sostener que sólo gobierno despótico es aquél en el que "uno
es gobierno legítimo en general, salvo casos solo, sin leyes ni frenos, arrastra a todo y a
excepcionales, aquel que se basa en el consen­ lodos detrás de su voluntad y sus caprichos"
so, y para condenar tanto las doctrinas pater­ (libro ii, cap. i). Según el principio, el gobier­
nalistas del poder político como las despóti­ no despótico se rige por el miedo, mientras
cas. En la caracterización del gobierno des­ que el monárquico por el honor y el republi­
pótico Locke sigue, por un lado la tradición cano por la virtud. Nadie antes de Montes­
que ve en esta forma de gobierno la trasposi­ quieu había tratado sobre el d. con tanta
ción a la relación gobernante-gobernado de amplitud y con tanto cuidado de las mínimas
la relación que subsiste entre señor y escla­ particularidades. El gobierno despótico es
vo, por otro lado consolida la doctrina ya apa­ examinado allí en sus instituciones, en sus
recida con Bodin, según la cual el único fun­ relaciones con la educación, con la adminis­
damento de legitimidad del gobierno despó­ tración de la justicia, con la exacción de los
tico es la victoria en una guerra justa. Parti­ tributos, con el comercio, con la religión,
cularmente interesado en el problema de la etcétera.
relación entre poder político y propiedad, De los temas tradicionales el tratado de
Locke explica la diferencia entre las distin­ Montesquieu conserva inalterado el de la rela­
tas formas de dominio también con base en ción servil entre gobernantes y gobernados.
el diferente modo de regular la propiedad: A propósito de la educación escribe que en los
poder político c-s aquél en el que los ciudada­ gobiernos despóticos "la educación tiene que
nos pueden disponer libremente de sus pro­ ser servil” (libro iv, cap. m). A propósito de
piedades, paterno aquél en el que los desti­ la condición de las mujeres: “ En los estados
natarios del poder no pueden gozar de la pro­ despóticos las mujeres no ponen en uso el lujo
piedad temporalmente, es decir hasta que no sino que ellas mismas son objeto de lujo. Ellas
alcanzan la mayoría de edad, despótico aquél deben vivir en una condición de extrema
en el que los súbditos no tienen propiedad exclavitud" (libro vu, cap. ix). Los pueblos
alguna. Entre las conocidas características que se someten a un régimen despótico se
del d. oriental, se encuentra siempre esta: el encuentran en un estado de esclavitud polí­
déspota es señor efectivo (y no solamente en tica cuando no de completa esclavitud civil.
4 *8 DESPOTISMO

La otra idea en que Monlesquieu sigue la doc­ griegos, sino también el clima, la naturaleza
trina tradicional del d. es la que hace de los del territorio, el carácter de las instituciones,
grandes imperios antiguos y modernos de de las que más específica era el visirato, V la
Oriente el teatro de este abominahle régimen, religión, en particular la religión mahometa­
tan contrario a la naturaleza de los pueblos na. que, según Monlesquieu, "hablando sólo
europeos. El prototipo de los regímenes des­ el lenguaje de la espada, actúa todavía sobre
póticos es, para Montcsquieu. el imperio chi­ los hombres con el mismo espíritu destruc­
no. Mientras que monarquía y república son tor que le dio vida” (libro xxiv, cap. IV). La
las formas de gobierno que han alimentado relación de dependencia del d. de la religión
el desarrollo civil e intelectual europeo, el d. es el tema fundamental de las Recherches sur
es la forma de gobierno que ha mantenido al 1’o rigine du despotisme oriental de Nicolas-
continente asiático en un estado de perenne Antoine Boulanger, aparecidas postumas en
atraso y ha hecho de los grandes imperios que 1762, cerca de quice años después del Esprit
allí se sucedieron suciedades sin historia. En des Inis. Según Boulanger, el origen de todos
el vocablo despotisme de la Encyclopédie, los males de la humanidad reside en el gobier­
extraído del Espril des lois, los reinos despó­ no de la religión, o para decirlo mejor de los
ticos, definidos como gobiernos "tiránicos, sacerdotes, es decir en la teocracia, la cual,
arbitrarios, absolutos de un solo hombre", haciendo idólatra al hombre, lo hace también
son colocados en Turquia, en Mongolia, en esclavo, bárbaro y salvaje: "Por más sublime
Japón, en Persia, es decir en "casi toda Asia”. que parezca un gobierno que no tiene otro
Después de Monlesquieu la contraposición punto de vista que el cielo, y que pretende
entre la monarquía o la república, los únicos hacer de él su modelo, no puede tener, sin
gobiernos adaptados a los pueblos civilizados. embargo, más que un éxito funesto sobre la
Vel d., en que viven las poblaciones orienta­ tierra. Un edificio político construido aquí
les, se convierte en un lugar común de la cul­ sobre una especulación sim ilar ha debido
tura ilustrada, uno de los rasgos constantes necesariamente derrum barse y producir los
de la polémica de los “philosophes" contra los más grandes males” (sec. xt). Mientras que
siglos y los pueblos oscuros. En su obra prin­ en Occidente la teocracia ha dado origen al
cipal, De l ’esprií (1758). Helvecio se detiene bandolerismo y a la libertad desenfrenada del
largamente en la contraposición entre gobier­ salvaje, en Oriente ha producido por el con­
nos “libres" y “despóticos" (sobre todo en los trario los regímenes despóticos de los que
capítulos xvi-xxi del tercer discurso), pero en dichos países fueron y son todavía las vícti­
el momento en que afronta el problema de mas: "De todos los vicios de la teocracia —es­
este contraste advierte luego que hablando de cribe— el más grande y el más fatal fue el que
d. se refiere al “deseo desenfrenado de poder preparó el camino al d. oriental" (sec. xt). O
arbitrario, como se ejerce en Oriente". Si hay también: “Todo el Oriente está todavía en esta
mil razones para execrar el d., el autor de De situación: no se puede comprender allí qué
l'esprit no deja escapar ninguna. Distingue son nuestras repúblicas de Europa y se las
dos especies de d.. el que se abate imprevis­ considera como sociedades monstruosas. Pre­
tamente con la fuerza sobre una nación vir­ juicio que no tiene otros principios que las
tuosa, como Grecia, y el que se instaura a tra ­ antiguas ideas teocráticas, que jamas han
vés del tiempo, el lujo y la molicie: de este desaparecido totalmente en esta parte del
segundo, que domina en los grandes imperios mundo” (sec. xn). De ahí se sigue que la
orientales, pretende ocuparse mostrando sus lucha por una “Europe raisonnable” debe ser
tristes efectos sobre la naturaleza de las ins­ al mismo tiempo una lucha contra el d. y la
tituciones y -obre el carácter de los súbditos, religión, su aliada.
con particular referencia al envilecimiento de
la virtud (que, según Montcsquieu. era el prin­ V. EL DESPOTISMO COMOCATEGORIA POLÉMICA. Junto
cipio inspirador de las repúblicas). al significado especifico de d., ilustrado has­
En el Esprit des lois el tema de las razones ta aquí, se repite en la literatura del xvm
del d. se habia ampliado; entre éstas ya no era también el significado genérico de gobierno
solamente la naturaleza de los pueblos servi­ arbitrario, que como tal no es propio sólo de
les, según la tradición que se remitía a los los pueblos orientales sino también de otros
DKSPOTISMO 489

pueblos, de los pueblos europeos, por ejem­ trario, es el modo de ejercer el poder que per­
plo, en determinados momentos de su histo­ mite conservarlo al usurpador. En sus pági­
ria. F.I d. asi entendido se convierte en un con­ nas la diferencia entre d. y usurpación
cepto polémico del cual se sirven algunos corresponde a la distinción clásica entre el
escritores políticos para criticar y combatir tirano según el ejercicio y el tirano que se
su propio gobierno. En el Essai sur le despo- basa en el título. Y una vez más el concepto
tisme, publicado anónimo en 1776, Gabriel- genérico de d. se superpone al de tiranía.
Honoré Mi rabea u considera la disposición al Mientras que en la teoría clásica del d. orien­
d., es decir al mando arbitrario, como un dato tal la forma de gobierno despótico es aque­
constante en la naturaleza del individuo y de lla que tiene mayor estabilidad, y por lo tan­
los pueblos. No hay pueblo que en su histo­ to mayor duración, para Constant los gobier­
ria no haya conocido periodos en que el nos despóticos no están destinados a durar,
gobierno se haya transformado de libre en y están sujetos a continuos y repentinos cam­
despótico: sólo Suiza constituye la excepción. bios. Signo evidente de que piensa más en el
Aun reconociendo que Asia es todavía presa fenómeno de la tiranía que en el del d. pro­
del “flagelo destructor" del d., del cual fue pio de los grandes imperios, descritos por
la cuna, Mirabeau no duda en erigirse como Montesquieu.
acusador del gobierno despótico de Luis XIV. Constant señala otro problema importan­
Pero la caracterización que hace del gobier­ te en la doctrina del d.: la relación entre d.
no despótico es genérica: considerado como y guerra. Ya en el pensamiento ilustrado la
la corrupción del buen gobierno, se asemeja execración de la guerra iba a la par con la con­
más a la tiranía que al d., en el sentido pro­ dena del despotismo. Cuando Rousseau cri­
pio de la palabra: "Pretendo dem ostrar —es­ tica el proyecto de paz perpetua del abate de
cribe— que el d. es en el soberano el amor a Saint-Pierre, observa que no se puede espe­
los goces y en consecuencia la sujeción al d. ra r una política de paz de gobiernos despóti­
en los pueblos es la ignorancia o el olvido de cos, porque, dice, “es sabido que de un pue­
sus derechos. Instruid al rey y a los súbditos blo de esclavos se recaudan dinero y hombres
y el d. será cortado por la raíz (ed. original, a voluntad para someter a otros” (Juicio sobre
pp. 47-48). el proyecto de paz perpetua). Y así cuando
El d. como categoría esencialmente polémi­ Kant opina que la prim era condición de un
ca reaparece en el célebre panfleto antinapo­ tratado entre estados para la institución de
leónico de Benjamin Constant, De l ’e sprit de la paz perpetua es que estos estados tengan
conque te et de l ’usurpation dans leurs rap- una forma de gobierno republicana, entien­
ports avec la civilisation européenne (1813): de por gobierno republicano un gobierno no
"Yo entiendo por d. —escribe Constant— un despótico. Constant contrapone el espíritu de
gobierno donde la voluntad del señor es la conquista ya entonces anacrónico al espíritu
única ley: donde las corporaciones, en donde de comercio: del mismo modo que el espíri­
existan, no son más que sus órganos; donde tu de comercio exige y promueve la paz. el
este señor se considera el único propietario espíritu de conquista estrechamente ligado a
de su imperio y no ve en sus súbditos más que la regencia despótica es fomentador de
usufructuarios; donde la libertad puede ser­ guerras.
le arrancada a los ciudadanos sin que la auto­
ridad se digne explicar los motivos y sin que vi el despotismo ilustrado. Respecto de la dis­
se pueda pretender conocerlos; donde los tri­ tinción entre el buen y mal gobierno el d.
bunales están sujetos a los caprichos del siempre ha sido considerado un ejemplo de
poder; donde sus sentencias pueden ser anu­ mal gobierno. En el lenguaje político, inde­
ladas; donde los absueltos son conducidos pendientemente de su significado descripti­
delante de nuevos jueces, instruidos por el vo, que, como se ha visto, cambia de autor en
ejemplo de sus predecesores, que no existen autor, el término "d." tiene habitualmente un
sino para condenar" (parte i. cap. ix). En rea­ significado valorativo netamente peyorativo.
lidad la crítica de Constant está dirigida con­ Pero es necesario hacer al menos una excep­
tra la usui pación y sólo indirectamente con­ ción, cuando se utiliza en la expresión, tam ­
tra el d. porque éste, en cuanto gobierno arbi­ bién del siglo xvtii, de "d. ilustrado". La idea
450 DESPOTISMO

del d. en sentido bueno es una parte impor­ x v i i i en torno al d. Para Mably el mismo con­
tante de la teoría y de la ideología política de cepto de d. legal es una contradicción en los
la fisiocracia. Comenzando por el fundador, términos. Un gobierno, si es verdaderamen­
Frani'ois Quesnay, los fisiócratas sostuvieron te despótico, es decir tal que aquel que deten­
que. dentro de un orden natural, regido por ta el sumo poder no está sometido a ningún
leyes férreas y objetivas tanto físicas como control, no puede ser arbitrario: en la reali­
morales, la tarea del buen legislador es ya no dad no existe otra forma de d. que el d. arbi­
la de crear leyes positivas a su arbitrio sino trario, o por lo menos el d. se convierte siem­
la de reconocer las leyes naturales, y por lo pre en gobierno del arbitrio, y por lo tanto
tanto de promulgar leyes positivas que estén en d. arbitrario. No escapa a la controversia
lo más de acuerdo posible con la naturaleza. entre Mably y los fisiócratas el problema del
Para el cumplimiento de esta tarea, que no d. oriental: mientras que Quesnay y con él Le
es constitutiva sino declarativa, es necesario Mercier de la Riviére habían exaltado en el
un soberano único, que cuando sea educado gobierno de China un ejemplo de d. legal a
por sabios consejeros acerca de la existencia imitar, Mably critica a su antagonista, soste­
de las verdaderas leyes, debe gozar de la ple­ niendo que también el gobierno chino es, por­
nitud de sus propios poderes para hacerlas que no puede dejar de ser, un gobierno des­
aplicar, promoviendo así el bienestar y la feli­ pótico, una forma de gobierno arbitrario, y
cidad de sus súbditos. En la obra L'ordre defiende a ultranza el gobierno mixto basa­
naturcl el cssentiel des sociétés politiques do en la separación de los poderes, que había
(1767), el fisiócrata Le Mercier de la Riviére tenido como máximo teórico justam ente al
distingue dos formas de d., llamando al pri­ severo crítico del d. oriental, el autor del
mero "legar' y al segundo "arbitrario". Mien­ Esprit des lois.
tras que el segundo inspirado por la simple
"opinión" es malo, el primero, guiado por la vil. d e h e o e l a w i t t f o g e l . La idea o el mito del
"evidencia”, es el único modo bueno de gober­ d. oriental atraviesa todo el siglo xix y llega,
nar. En efecto, una vez confirmado que el como ya se dijo, hasta nuestros días, es decir
orden natural es evidente, o sea que puede ser hasta la crisis o la caída de la concepción
tomado en su integridad por la mente huma­ eurocéntrica de la historia, es decir de la con­
na iluminada por la razón, se hace por eso cepción que contrapone la Europa progresis­
mismo aprehensible, y en consecuencia no ta al Oriente inmóvil, y hace depender el desa­
puede ser impuesto más que despóticamen­ rrollo de las sociedades más atrasadas del
te. ¿Existe alguien que se lamente de verse encuentro que puede ser también un choque
obligado a aceptar sin discutir los teoremas doloroso con las naciones europeas más avan­
de la geometría euclideana? Euclides no es zadas. Baste con recordar aquí el lugar que
menos déspota que el monarca ilustrado que ocupa la categoría del d. en esa sublimación
gobierna obedeciendo a la evidencia de las del eurocentrismo que es la filosofía de la his­
leyes naturales. Pero se trata justam ente de toria de Hegel. Fiel a su visión histórica de
un d. natural y necesario conforme a la razón. la realidad, Hegel toma las célebres catego­
De Le Mercier de la Riviére se hace eco Pierre- rías de Montesquieu y las considera como
Samuel Dupont de Nemours, el cual, después momentos sucesivos del desarrollo histórico.
de haber condenado como formas de mal "Oriente sabia y sabe solamente que uno es
gobierno a la democracia, a la aristocracia y libre, el mundo griego y romano que algunos
a la monarquía electiva, exalta la monarquía son libres, el mundo germánico que todos son
hereditaria, porque sólo en esta forma de libres. Por eso la prim era forma que vemos
gobierno "simple y natural" los soberanos en la historia del mundo es el d., la segunda
son verdaderamente “déspotas” (De l'origine es la democracia y la aristocracia, y la terce­
ei des progrés d'une science nutivelle, 1768). ra es la monarquía.” Despóticos son los esta­
Contra esta tesis Mablv escribió un ensa­ dos primitivos y bárbaros de Africa, antes de
yo, Dudas propuestas a los filósofos economis­ la colonización, donde la esclavitud (carácter,
tas sobre el orden natural y esencial de las como se vio. propio de las sociedades gober­
sociedades políticas (1768). que representa un nadas en forma despótica) "constituye la rela­
momento im portante en la disputa del siglo ción fundamental del derecho", y por lo tan-
DESPOTISMO 4<*t

tu allí "manda un señor, porque la tosquedad es una obra de análisis teórico y también de
sensible puede ser domada sólo por una fuer­ polémica política. La contraposición entre
za despótica” (se trata del tema verdadera­ sociedades policéntricas, como las que se
mente recurrente de la relación entre d. y radicaron en Europa, caracterizadas por una
sociedad servil). Pero los grandes estados des­ fuerte tensión entre sociedad civil y aparato
póticos surgieron y se perpetuaron en Asia, estatal, y sociedades monocéntricas, caracte­
comenzando por el imperio chino, definido rizadas por el predominio del estado sobre la
como "d. teocrático” (el nexo entre d. políti­ sociedad, como serían las que se formaron y
co y teocracia también es típicamente ilustra­ establecieron en los grandes imperios orien­
do), y del cual nace la época histórica (Africa tales, y de cualquier m anera en sociedades
es todavía un continente sin historia), para extraeuropeas (como algunas de las grandes
continuar en la India, cuyo gobierno es defi­ civilizaciones americanas precolombinas), no
nido como "d. de la aristocracia teocrática”. sería solamente un concepto polémico y tan­
A pesar de que en Oriente nazca la época his­ to menos un mito. Es, según Wittfogel, una
tórica, estos estados, China e India, a causa realidad histórica, que, aunque específica des­
de su estancamiento, todavía están fuera de de hace siglos, no había tenido jamás por par­
la historia del mundo. Llegados hasta un cier­ te de los historiadores la debida atención.
to grado de desarrollo, el prim er grado de Wittfogel retoma y desarrolla algunos temas
desarrollo del espíritu objetivo, se detuvieron, tradicionales: el carácter total, no controla­
y permanecieron ajenos al movimiento histó­ do, y por lo tanto absoluto, del poder despó­
rico. El tema también recurrente de la rela­ tico; el terro r como instrum ento de dominio,
ción entre d. e inmovilidad encuentra su sello y correlativam ente la sujeción total del súb­
en la siguiente frase de Hegel: "Lo universal, dito hacia el soberano; la larga duración en
que aquí aparece como sustancial, moral, es, el tiempo, y por fin la conexión entre d. y teo­
a través de un absolutismo tal, tan despóti­ cracia. Respecto de la tradición, la innovación
co. que la libertad subjetiva, y por lo tanto el de Wittfogel se refiere a la explicación del
cambio no ha podido tener lugar. Desde que fenómeno: los potentísimos aparatos burocrá­
el mundo es mundo, estos imperios no han ticos que constituyen el nervio del d. nacen
podido desarrollarse sino en si. En la idea de la necesidad en que se encuentran los terri­
ellos son los primeros, y al mismo tiempo son torios de las grandes llanuras asiáticas de una
los inertes” (Filosofía de la historia, Madrid, regulación de la irrigación, es decir de una
Revista de Occidente, 19C0, c. 1118). regular y regulada (desde lo alto) distribución
La Filosofía de la historia de Hegel contri­ y canalización del agua en los ríos. Ya no se
buyó u fijar de modo casi definitivo la cate­ trata, como en los escritores clásicos, de la
goría del d. oriental y concluyó, aunque no naturaleza de los pueblos, ni tampoco, como
agotó, su vicisitud histórica. A través del aná­ en los modernos, de la naturaleza del clima
lisis marxiano, que trasladó el centro de gra­ o de la religión: el estado burocrático y des­
vedad de la investigación histórica de las ins­ pótico de las sociedades que Wittfogel llama
tituciones políticas al conjunto de las formas "hidráulicas” nace por razones técnicas, a su
y de las relaciones de producción, el proble­ vez conectadas con la naturaleza del suelo y
ma tradicional del d. oriental dejó el lugar al con la forma de producción. Como forma de
problema, sobre el que se desató un secular gobierno, el d. está caracterizado por el mono­
debate, todavía hoy actualísimo, del modo de polio de la organización burocrática, que, for­
producción asiático, que. en cuanto distinto mado por razones objetivas en las sociedades
de los modos de producción que habrían agrarias, aplicado en la edad contemporánea
caracterizado la historia de Occidente (escla­ también a las sociedades industriales, repre­
vista. feudal, burgués), mantiene de la cate­ senta sin duda la más terrible amenaza a la
goría del d. oriental la connotación de la csta- libertad del hombre.
ticidad, y ha contribuido a la permanencia de
la idea eurocéntrica del Oriente inerte e inmó­ bibliografía R. Kcsebner, Despot and despotisni:
vil. Sólo en estos últimos anos el tema del d. vicissitudes ofa political terin, en Journal of the
oriental fue resucitado por el libro de Karl Warburg and Courtauld Institute, 1951; A. Mal-
A. Wittfogel, Oriental despatism (1957), que ley, Un plagio di F. Quesnay: il despotismo de la
492 DICTADURA

Ciña, en II Pensiero Político. 1973; G. Sofri, El rales muy rígidos. No podía durar más de seis
modo de producción asiático (1969), Barcelona. meses, o duraba aun menos toda vez que.
Roma. 1971; S. Stelling Michaud, Le mythe dti antes de expirar los seis meses, decayera el
despotismo oriental, en Scltweizer Reitrüge zur cargo del magistrado que había nombrado al
allgemeine Geschichte, 1960-1961; F. Venturi, dictador, o bien este último hubiera termina­
Despotismo oriéntale, en Rivista Storica Italia­ do la obra para la que había sido nombrado.
na, 1960; K.A. Wittfogel, Despotismo oriental: Esta rigurosa restricción temporal era el mar­
estudio comparativo del poder totalitario i 1957). co característico de la institución y repercu­
Madrid, Guadarrama, 1966. tía con eficacia en la conducta del dictador,
el cual sabía que dentro de un breve lapso vol­
[norberto boubio] verían a en trar en vigor todos los límites y
todos los controles constitucionales.
La institución de la d. aquí esbozaba es
peculiar de la república romana, para la cual
dictadura constituía casi una necesidad, si se conside­
ra el marcadísimo grado de división v de limi­
I LA DICTADURA ROMANA V LA LLAMADA "DICTADl RA tación del poder que distinguía su urden cons­
constitucional". La palabra “d.” tiene su ori­ titucional: la pluralidad de las asambleas, la
gen en la dictatura romana. Pero el significa­ multiplicidad de las m agistraturas, su cole-
do moderno de la palabra es completamente gialidad (con derecho de veto), su breve dura­
distinto al de la institución que el término ción (ordinariamente un año). En este marco,
designaba en la Roma republicana. se puede decir que para la república romana
La d. romana era un órgano extraordinario la d. era un modo de suspender temporalmen­
que se podía activar, según procedimientos te su propio orden constitucional para pre­
y dentro de límites constitucionalmente defi­ servar su integridad y permanencia. Y la d.
nidos. para hacer frente a una situación de desempeñó tal función por dos o tres siglos,
emergencia. El dictador era nombrado por del v al ni a.c„ permitiendo a la república
uno o ambos cónsules bajo propuesta del afrontar de manera eficiente las breves gue­
senado, a quien competía la aceptación de la rras de la primera parte de su historia, y tam­
situación que hacía necesario el recurso a la bién los desórdenes internos provocados por
d. El cónsul no podía autonom brarse dicta­ la lucha entre las clases. Más tarde, cuando
dor, ni este último podía declarar el estado las guerras se tornaron más largas y compro­
de emergencia. El fin para el que se nombra­ metedoras, la d. comenzó a perder su efica­
ba un dictador estaba claramente delimita­ cia. En el siglo m estaba en decadencia, tam ­
do. y el dictador debía atenerse a él. Habitual- bién porque había estado sometida a ulterio­
¡líente se trataba de la conducción de una gue­ res restricciones, y cada vez más frecuente­
rra (dictatura rei gerendae causa) o de la solu­ mente era activada por razones diferentes a
ción de una crisis interna (dictatura seditio- la necesidad de superar una crisis grave. Rea­
nis sedandae et rei gerendae causa). Los pareció de manera esporádica durante las
poderes del dictador eran amplísimos: ejer­ guerras púnicas y decayó definitivamente al
cía el pleno mando militar; los cónsules, le final del siglo ni. El nombre volvió a ser
estaban subordinados; sus actos no eran empleado, y explotado, durante las luchas
sometibles a la intercessio de los tribunos; civiles del siglo i, con las d. de Sila (82 a.c.) y
gozaba del ius cdiccndi y, por la duración del de César (43 y 4ó); pero solamente el nombre.
cargo, sus decretos tenían valor de ley; con­ La vieja institución republicana era un
tra sus sentencias penales el ciudadano no recuerdo del pasado, y los gobiernos de Sila
podía apelar. Sin embargo, no eran poderes y de César son asimilables, en realidad, a la
ilimitados: el dictador no podía abolir o cam­ d. moderna.
biar la constitución, declarar la guerra, impo­ Según este último uso. sobre el cual volve­
ner nuevos impuestos fiscales a los ciudada­ ré más detalladamente en seguida, y que tien­
nos romanos, y no tenia competencia en la de a incluir bajo la etiqueta de “d.”, incluso
jurisdicción civil. Sobre todo, la d. rumana en un intento polémico-práctico, a todos los
estaba circunscrita dentro de limites tempo­ regímenes antidemocráticos o no demoeráti-
DICTADURA 493

eos modernos, la d. se vuelve en algo muy dis­ Pero esta distinción es equivoca en varios
tinto de la romana. El punto de contacto entre aspectos. En prim er lugar, porque la asimi­
los dos fenómenos es la concentración y el lación del moderno gobierno de crisis con la
carácter absoluto del poder. Pero la d. moder­ d. romana no puede ser llevada muy adelan­
na no está autorizada por reglas constitucio­ te. Es cierto, en efecto, que ambos tipos de
nales: se instaura de facto o de todas mane­ institución responden a la necesidad de hacer
ras trastorna el orden político preexistente. frente a situaciones de emergencia en un régi­
La extensión de su poder no está predetermi­ men de separación más o menos avanzada del
nada por la constitución: su poder no sufre poder. Pero existe también una diferencia
limites jurídicos. Y, aunque algunas de las d. considerable. La d. romana es un órgano
modernas tiendan todavía a presentarse a sí extraordinario (y por esto se habla de un "dic­
mismas como "tem porales'', su duración no tador" y de una “dictadura"); de ahí que no
está fijada con anticipación: su permanencia, sólo el poder dictatorial, sino el propio órga­
como la de cualquier otro régimen, depende no y su ocupante escapan del marco político
de las vicisitudes históricas. En resumen, la apenas se restablece la situación de normali­
d. romana es un órgano excepcional y tempo­ dad. El moderno gobierno de crisis se basa
ral: la d. moderna, una forma de gobierno nor­ en el conlerimiento de poderes extraordina­
mal y permanente. rios a órganos estatales normales: de mane­
Más que nada, la d. romana es aproxima- ra que resulta mucho más difícil desarraigar
ble, en lo que se refiere a la función, a las ins­ la instauración, el ejercicio y el éxito de un
tituciones excepcionales previstas o puestas gobierno de crisis desde las perspectivas de
en práctica por muchos estados constitucio­ la lucha por el poder de las fuerzas políticas
nales modernos para superar un estado de militantes. Los efectos de esta diferencia no
emergencia, interno o externo, que no puede pueden ser establecidos de m anera general,
ser enfrentado de modo adecuado con los ins- abstrayendo los contextos en que operan las
lruínenlos constitucionales normales. Estas instituciones. En los contextos históricos por
instituciones implican en general la concen­ nosotros conocidos, se puede destacar que la
tración del poder en un órgano constitucio­ d. romana vivió por algunos siglos sin poner
nal del estado (habiiualmente un órgano eje­ en peligro o alterar significativamente el
cutivo). la extensión del poder más allá de los orden constitucional; mientras que en la
límites ordinarios (por ejemplo, con la sus­ Europa y en la América contemporáneas los
pensión de los derechos de libertad de los ciu­ diversos tipos de gobierno de crisis han dado
dadanos) y la emancipación del poder respec­ la ocasión a veces para la destrucción del
to de los frenos y de los controles normales. orden constitucional y han contribuido a
Tales son los rasgos de la lev marcial y del menudo a alterar en mudo más o menos per­
estado de sitio, dirigidas a sobrellevar una cri­ manente la distribución del peder entre los
sis repentina y violenta, que implican un cre­ órganos constitucionales del estado.
cimiento extraordinario de los propios pode­ En segundo lugar, la distinción entre d.
res del ejecutivo. Tal es también el conleri- constitucional y d. inconstitucional es equi­
miento al ejecutivo de un poder legislativo de voca desde otro punto de vista que, para nues­
emergencia, como aquel previsto por el art. tros fines, es aun más significativo. Los dos
48 de la constitución alemana de Weimar, o términos de la distinción no son homogéneos.
aquellos atribuidos al gobierno por los p ar­ Aqui vale todo lo dicho, con mayor razón, a
lamentos de diversos estados beligerantes propósito de la diversidad sustancial entre el
durante la primera y la segunda guerras mun­ uso moderno y el uso romano de "d.”. La d.
diales. Para designar a todos estos rasgos y moderna (llamada “d. inconstitucional”) es
otros análogos, se ha acuñado la expresión una forma de gobierno más o menos durable
"gobierno de crisis". Pero también se ha pro­ en el tiempo. La "d. constitucional” designa
puesto reagrupar estas instituciones junto procedimientos excepcionales, que son sim­
con la d. rumana, denominándolos con la eti­ ples elementos secundarios de una forma de
queta de “d. constitucional" (o limitada), y gobierno (habitualmente la democracia libe-
oponiendo a esta ultima la "d. inconstitucio­ rail que se caracteriza por instituciones total­
nal" (o ilimitada). mente distintas. La prim era "d." encuentra
494 DICTADURA

lugar, si se la relaciona con un significado des­ dos, como sucede en la sola d. moderna. Añá­
criptivo, en la clasificación de los sistemas dase que la "d. revolucionaria” preanuncia
políticos; la segunda en la fenomenología de otro carácter posible de la moderna: el poder
los medios extraordinarios a los que los regí­ no está necesariamente en manos de un solo
menes políticos recurren para superar situa­ hombre (el dictador) y puede mantenerlo tam­
ciones de crisis grave. Por lo tanto, la ”d. cons­ bién un grupo de hombres (una convención,
titucional" se distingue de la "d, inconstitu­ una asamblea, un partido revolucionario). Por
cional” no sólo y no tanto por la diferente este camino Marx irá más adelante hasta el
adjetivación ("constitucional”, “inconstitucio­ punto de hablar de la d. de una clase social
nal”), sino también y sobre todo porque el entera, pero de esta manera la noción de d.
mismo sustantivo "d." denota en los dos casos perderá su significado político específico (véa­
dos fenómenos diferentes. De nada valdría se al respecto la última sección de este a rtí­
objetar que una u otra de las instituciones que culo). El punto en que la "d. revolucionaria”
se comprenden en el concepta de “d. consti­ parece incluso divergir de la moderna, y acer­
tucional" han sido utilizadas a veces para carse más a la romana, está en su carácter
introducir una “d. inconstitucional”. Porque temporal, limitado en el tiempo. Pero, en p ri­
el hecho de que pueda producirse un nexo de mer lugar, debe observarse que este carácter
sucesión temporal o también genética entre temporal ya no está garantizado ah externo
uno y otro fenómeno no es un argumento para por la constitución, sino que descansa en la
afirm ar que pertenecen a la misma clase. mudable voluntad del propio grupo revolucio­
nario: en este sentido, incluso d. modernas
II. DICTADURA. DESPOTISMO. ABSOLUTISMO. TIRANIA, distintas se autoproclam an inicialmente
autocracia, autoritarismo. Es distinto, y con­ como temporales, para permanecer después
trapuesto, el uso romano y el uso moderno más o menos duraderam ente. Y. en segundo
de "d.”. Aqui puede uno preguntarse cómo lugar, debe observarse que incluso en las d.
pudo verificarse un cambio tan sustancial de modernas, que no proclaman la propia tem­
significado. Es probable que el anillo de con­ poralidad, está presente un rasgo particular,
junción entre los dos significados distintos que en cierto modo reclama el carácter de
pueda rastrearse históricamente en la noción temporalidad, y sobre el cual volveré dentro
de "d. revolucionaria", tal como ha sido de poco: la debilidad o precariedad de las
empleada para designar el gobierno revolu­ reglas de sucesión al poder.
cionario instaurado por la Convención nacio­ Antes bien, lo que distingue de manera cla­
nal francesa el 10 de octubre de 1793 hasta ra la d. moderna, por un lado, de la d. roma­
la llegada de la paz, al igual que la concep­ na y de la "revolucionaria", por el otro, es su
ción del gobierno revolucionario que, según distinta connotación de valor. La d. romana
las ideas de Babeuf y Buonarroti, habría debi­ tiene una connotación tmdicionalmente posi­
do seguir a la explosión revolucionaria y pre­ tiva, en cuanto órgano capaz de defender el
ceder al nacimiento de la sociedad de los igua­ orden constituido frente a crisis de emergen­
les. En esta especie de d., a la que Maurice cia más o menos graves, y una connotación
Hauriou llamó “convencional" y Cari Schmitt de valor positiva, por lo menos en su surgi­
"soberana”, el poder dictatorial no está auto­ miento, tiene también la “d. revolucionaria”,
rizado por la constitución, ni está limitado en cuanto gobierno dictatorial provisional
constitucionalmente. Xo está "constituido”, que prepara el camino para la instauración
sino que se impone de hecho, y su función no de una sociedad más justa (la sociedad de los
es superar una crisis parcial del régimen iguales). La d. moderna, en cambio, tiene una
vigente: es la función "constituyente" de fun­ connotación decididamente negativa. Desig­
dar un nuevo régimen sobre las ruinas del na la clase de los regímenes antidem ocráti­
precedente. cos o no democráticos modernos, y en cuan­
En la ”d. revolucionaria”, pues, el poder to tal se contrapone, como el término negati­
dictatorial no sólo está concentrado v es abso­ vo al término positivo de una gran dicotomía,
luto —como sucede tanto en la d. romana a la "democracia moderna", a su vez enten­
como en la d. moderna—; además, se instau­ dida como la que denomina la clase de los
ra de hecho y no soporta límites prestablcci- regímenes liberaldemocráticos.
D ICTA DU RA 495

En este sentido, la democracia liberal, sacralización del déspota, el cual aparece


como término ‘‘positivo’' de la dicotomía, está como un dios o como un descendiente de un
caracterizada por la separación de hecho y de dios o como un sumo sacerdote. En el segun­
derecho del poder y por la trasmisión de aba­ do sentido, que fue adoptado en Europa en
jo arriba de la autoridad política; mientras los siglos xvii y xviii para designar también
que. como término ‘‘negativo", la d. se distin­ las monarquías de Occidente, "despotismo"
gue, en el punto opuesto, por una concentra­ pierde su connotación derogatoria e indica
ción marcada del poder y por la trasmisión cualquier régimen de monarquía ilimitada.
de la autoridad política de arriba abajo. Debe En esta nueva visión, el despotismo no es bue­
observarse igualmente que las características no o malo en cuanto tal, sino según el modo
“antidem ocráticas” indicadas pueden ras­ en que el monarca ejerce el poder. Así, par­
trearse incluso en regímenes políticos que por tiendo de Francis Bacon, que a principios del
lo común son designados con nombres distin­ siglo xvii propugnó un despotismo ilustrado
tos al de "d.". Por ello parece necesario, para para instaurar el gobierno de la ciencia, la
dilucidar ulteriorm ente el uso moderno de ilustración consideró al despotismo como un
‘‘d.", un análisis de las relaciones que se entre­ hecho positivo a condición de que se dejase
cruzan entre “d." y otros términos que han guiar por la razón. Los enciclopedistas habla­
sido usados para nombrar, en todo o en par­ ron entonces de despotisme éclairé, y los fisió­
te, los regímenes no democráticos. Las pala­ cratas de despotisme légale (v. despotismo).
bras de más relieve a este respecto son "des­ En la segunda acepción, "despotism o” es
potismo", "absolutismo", "tiranía”, "autocra­ prácticamente sinónimo de "absolutism o”,
cia" y "autoritarism o”. palabra con la cual se indican principalmen­
Se habla de “despotismo” en dos acepcio­ te las monarquías ilimitadas que se instauran
nes diferentes. El primer sentido el del "des­ en Europa entre los siglos xvi y xvm, en el
potismo oriental", se remite al pensamiento contexto histórico de la formación del esta­
griego clásico y designa un régimen político do moderno (v. absolutismo). En la monarquía
marcadamente monocrático. que seria típico absoluta lodo poder (legislativo, ejecutivo,
de Asia y también de Africa, y sustancialmen­ judicial) está concentrado formalmente en
te extraño a la cultura occidental. En el ter­ manos del soberano, que está libre de cual­
cer libro de la Política Aristóteles asimila el quier limitación jurídica, desligado de las
gobierno despótico al poder que el señor (des­ leyes (legihus solutos). Ningún orden exterior,
pules) ejerce sobre el esclavo, y lo clasifica civil o eclesiástico, interno o internacional, es
entre las formas de gobierno monárquico, superior al monarca absoluto, sobre el cual
como una monarquía propia de “muchos pue­ se centraliza toda la responsabilidad del ejer­
blos bárbaros”, los cuales a ella están predis­ cicio del mando (aun cuando el rey puede
puestos por naturaleza. Desde entonces el compartir tal ejercicio con un círculo de cola­
"despotismo oriental”, por una parte, fue boradores). Por otra parte, el monarca abso­
referido, siguiendo a Aristóteles, a la índole luto no se identifica en la figura del déspota
de los pueblos asiáticos, incapaces de gober­ oriental que nos legó la tradición. El estilo del
narse por si mismos y propensos a la obedien­ mando de los monarcas absolutos no es nece­
cia. m ientras que, por otra parte, se remarcó sariam ente brutal. Y, asi, generalmente se
la arbitrariedad y a menudo la brutalidad que considera que ellos no pudieron abandonar­
caracterizan el modo de su ejercicio. Montes- se a los excesos de arbitrio y de crueldad de
quieu, que retomó en esta perspectiva el con­ los déspotas de Oriente; incluso porque las
cepto de despotismo, lo definió como un monarquías absoluta», si no estaban limita­
gobierno en el que “uno solo, sin ley ni fre­ das por la ley positiva, encontraban un freno
nos, arrastra todo y a todos tras de su volun­ en las concepciones morales predominantes
tad y sus caprichos”, e identificó su “princi­ (las llamadas “lev natural” y "divina") y sobre
pio”. es decir la pasión que lo mueve, en el todo en obstáculo» de hecho derivados de una
miedo, el cual “debe abatir todos los ánimos estructura de la sociedad muy diferente de la
y desalentar el más débil sentido de ambi­ de las sociedades asiáticas.
ción". Se observó también que este tipo de El despotismo y el absolutismo son simila­
régimen está a menudo caracterizado por la res a la d. por la concentración y el carácter
4% D ICTA DU RA

ilimitado del poder. Pero son sustancialmen- era un monarca legítimo, sino el jefe de una
te distintos, porque tanto el absolutismo facción política que imponía con la fuerza el
como el despotismo son monarquías heredi­ propio poder a todos los demás partidos.
tarias y legítimas, m ientras que la d. es una Como los dictadores modernos, los tiranos
monocracia (o el gobierno de un pequeño gru­ ejercían un comando arbitrario e ilimitado,
po) no hereditaria o ilegítima o dotada de una recurriendo ampliamente a los instrumentos
legitimidad precaria. En su connotación his­ coercitivos. Con el tiempo, sin embargo, el
tórica. "absolutism o” y "despotismo" están concepto de tiranía se fue t ransformando, ale­
ligados a sociedades de tipo tradicional, en jándose en parte del sentido originario, y colo­
donde la participación política de la gran cando el acento cada vez más exclusivamen­
mayoría de la población es nula, y la monár­ te sobre el modo de ejercicio del poder. Desa­
quica es sentida como la única forma posible rrollando un urna ya presente en Aristóteles,
de gobierno, que hunde sus raíces en el pasa­ santo Tomás distinguió entre el tirano que es
do y en el origen o en el carácter divino. Esto tal porque no tiene titulo (absque titulo), el
explica por qué, con la revolución francesa, que lo es por el modo en que ejerce el mando
la imposición de los principios republicanos (qtirxul exercitium), y el que lo es tanto por una
y la decadencia de los monárquicos, la noción como por otra razón. En este sentido, también
de "despotismo ilustrado", acariciada por la un monarca legitimo puede ser un tirano si
inteliguentsia ilustrada, desaparece comple­ ejerce el poder de modo arbitrario y violen­
tamente del horizonte cultural y político. to. El significado de la palabra se modificó
Sale de escena el despotismo y entra en ulteriorm ente en esta dirección, y en el len­
escena la d. La cual, en efecto, al contrario guaje político contemporáneo los usos más
del absolutismo y del despotismo, está vincu­ comunes se centran en tomo al modo de ejer­
lada a una sociedad en vías de transform a­ cicio del poder y olvidan tener en cuenta la
ción, con una participación política amplia­ presencia o la ausencia de un titulo legitimo.
da o incipiente, y en la cual se impuso o está Es claro que, en la medida en que esto suce­
en ascenso el principio de la soberanía popu­ de, decae la analogía de significado entre “d."
lar. En este contexto, el régimen dictatorial y "tiranía".
no puede basarse en la tradición y en la acep­ A diterencia de los otros términos exami­
tación pasiva de gran parte de la población. nados precedentemente, “autocracia" no tie­
La d. representa más que nada una ruptura ne una connotación histórica precisa; no fue
de la tradición; se instaura utilizando la movi­ acuñado para denominar un tipo particular
lización política de una parte de la sociedad de sistema político concreto (aun cuando
y sometiendo con la violencia a otra parte, y "autócrata" era el nombre que se le daba
no puede garantizar su continuidad ni cun el especialmente al zar de Rusia). Es un térm i­
procedimiento democrático, del cual es la no abstracto, que se utiliza cun dos significa­
negación, ni con el principio hereditario, que dos principales: uno particular y otro gene­
está en contraste con las condiciones políti­ ral. En el significado particular, y más ple­
cas objetivas y con su misma pretensión de no. de la palabra, "autocracia" denota un gra­
representar los intereses del pueblo. De aquí do máximo de absolutismo, en la dirección de
el carácter precario de las reglas de sucesión la personalización del poder, lina autocracia
al poder. es siempre un gobierno absoluto, en el senti­
Sustancialmente análoga a la d. moderna do de que detenta un poder ilimitado sobre
era en cambio la "tiranía" griega. Es conoci­ los súbditos. Pero, además de eso, la autocra­
da la extraordinaria pertinencia, en relación cia comporta que el jefe del gubierno sea de
con la d. moderna, de las observaciones de hecho independiente, no sólo de los súbditos,
Platón y de Aristóteles sobre la tiranía. Como sino también de los otros gobernantes, que le
las m odernas d., las tiranías griegas nacían están por eso rígidamente subordinados. El
generalmente de la crisis y de la disgregación jefe de un gobierno absoluto es un autócrata
de una democracia, o de un régimen político si sus decisiones no pueden ser eficazmente
tradicional en el cual se perfilaba una amplia­ f renadas por fuerzas intraguhemativas. Bajo
ción del interés y de la participación políti­ este perfil, el monarca absoluto puede ser un
ca. Como el dictador moderno, el tirano no autócrata; pero puede también no serlo si
D IC TA D U R A 497

com parte el poder con algunos colaborado­ mente moderado de movilización política de
res que son capaces de limitar su voluntad. las masas y de penetración política de la
Y las d. son a menudo regímenes autocráti- sociedad (v. autoritarismo).
cos que se centran en la figura de un jefe y
pueden llevar muy adelante la personaliza­ III. LAS CARACTERISTICAS FUNDAMENTALES DE LA DIC­
ción del poder; pero también hay d. no auto- TADURA. De lo que se ha dicho hasta ahora se
cráticas, en las cuales el poder reside en un llega a un significado más preciso de la d.
pequeño grupo de jefes que dependen recípro­ moderna. Con la palabra "d." se tiende a
camente el uno del otro. designar a la clase entera de los regimenes no
En su significado general, “autocracia" ha democráticos específicamente modernos, es
sido adoptado por algunos teóricos de la polí­ decir que se les encuentra en los países
tica y del derecho, y señaladamente por Hans modernos o en vías de modernización (a los
Kclsen, Ferdinand A. Hermens y Cari J. Frie- que pueden asimilarse también las “tiranías"
drich, como el término más apropiado para griegas de los siglos vn y vi a.c. y algunos
designar a la clase de los regímenes antide­ otros gobiernos esparcidos por la historia de
mocráticos o no democráticos por entero. En Occidente). Sin embargo, debe reconocerse
esta acepción general, sin embargo, la pala­ que este significado de “d.“, aun teniendo una
bra no ha tenido fortuna, ni en el lenguaje indudable dimensión descriptiva, ha sido usa­
ordinario ni en el lenguaje técnico de la cien­ do a menudo con fines práctico-ideológicos,
cia política. En todo caso, aun cuando hubie­ como un blanco de valores negativos que con­
ra arraigado, no podría sustituir a "d." en su traponer polémicamente a la "dem ocracia".
significado moderno, puesto que la clase de Incluso por esta razón, en los últimos años,
los regimenes políticos denotados por "auto­ el uso de “d." en su significado moderno, que
cracia" sería de todas maneras más amplia era común en los años cincuenta y sesenta,
que aquella a la que se refiere la palabra "d.”. tiende a aclararse, y no falta quien querría
Según la indicada acepción general, de hecho, relacionar la palabra con el significado de
ciertamente habría que comprender entre las órgano excepcional y temporal, que es propio
"autocracias" a todas las monarquías y des­ de su origen romano.
potismos hereditarios del pasado, que, en En este caso no se trata de enredarse en una
cambio, como se ha mostrado antes, deben cuestión que podría volverse una pura cues­
ser excluidos del campo de significado de tión de palabras. Antes de ir más allá, basta­
"dictadura”. rá con detenerse en los dos puntos siguien­
Un discurso análogo, por lo menos en par­ tes: 1 ] hasta ahora no se ha encontrado un tér­
te, debe hacerse para "autoritarism o”. Tam­ mino más adecuado que “d." para nom brar
bién el término “autoritarism o" ha sido usa­ en su conjunto a los regímenes no democrá­
do a veces para indicar el conjunto de todos ticos modernos; 2 J en todo caso, quien hable
los regímenes contrapuestos a los democrá­ de aquí en adelante de los caracteres y de las
ticos. En este sentido, el dcnotatum de "auto­ tipologías de las dictaduras entenderá una
ritarism o" es más amplio que el del signifi­ serie de proposiciones que consideran sobre
cado moderno de “d.”, puesto que incluye, al todo, precisamente y más allá de las palabras,
igual que la mencionada acepción general de a los regimenes no democráticos modernos.
“autocracia”, incluso a las monarquías y a los En esta perspectiva, empezaré analizando
despotismos hereditarios de las sociedades las características fundamentales de la d.
tradicionales. Por otro lado, cuando se utili­ moderna, tal como surgieron de la discusión
za con referencia a los solos sistemas políti­ de la "d .”, en relación con "despotismo"
cos modernos, el significado de "autoritaris­ "absolutismo", "tiranía", "autocracia” 3
mo" tiende a restringirse algo y a volverse "autoritarism o". Para mí, son tres estas ca
más circunscrito que el de "d.”. En los usos racterísticas: la concentración y la ilimitabi
más diiundidos y más eficaces, se habla de lidad del poder; las condiciones políticas am
"autoritarism o", en contraposición a "to ta­ bientales constituidas por la entrada de gran-
litarism o”, para designar únicamente a una des estratos de la población en la política y
subclase de los regimenes no democráticos el principio de la soberanía popular, y la pre­
modernos; aquellos con un grado relativa­ cariedad de las reglas de sucesión al poder.
498 DICTADURA

En relación con la concentración del poder, contemporánea, a partir de la revolución


me limito a recordar que puede hacer jefe a francesa. El prim er periodo marca el paso de
un solo hombre o a un pequeño grupo de hom­ las ciudades griegas de la estructura tradicio­
bres. Sobre las diversas propiedades de estos nal de la sociedad, con base agrícola y oligár­
dos tipos de d. regresaré más adelante. Aquí quica, a una nueva estructura, con base m er­
me detengo brevemente sobre la condición de cantil y artesanal, igualitaria y democrática.
absolutez del poder dictatorial, por personal Y el segundo periodo es el del proceso aplas­
u oligárquico que sea. El gobierno dictatorial tante de la industrialización que destruye la
no está frenado por la ley, está por encima vieja sociedad agrícola y aristocrática, amplía
de la ley y traduce en ley su propia voluntad. las bases de la movilidad social y política, e
Aun cuando se mantengan o introduzcan nor­ indica imperiosamente en el pueblo (aun
mas que salvaguarden nominalmente los cuando éste podrá convertirse en el “prole­
derechos de libertad, o limiten en cambio el tariado", la “nación” o la "raza”) el funda­
poder del gobierno, estas reglas jurídicas son mento de la justificación del gobierno.
un velo exterior, con escasa eficacia real, que En este marco, y con referencia al mundo
el gobierno dictatorial puede desobedecer con contemporáneo, la d. puede surgir, en primer
discreción más o menos absoluta, recurrien­ lugar, en una sociedad con un alto grado de
do a otras leyes que contradicen a las prime­ modernización económica y social y de movi­
ras o hacen excepción de ellas, utilizando lización política: es entonces el resultado de
potentes organismos políticos sustraídos al una grave crisis del régimen democrático, ata­
derecho común, o invocando directamente los cado por perturbaciones internas o externas.
pretendidos principios superiores que guían Vpuesto en un estado de anarquía por las divi­
la acción del gobierno y prevalecen sobre siones inconciliables entre los diversos p ar­
cualquier ley. Este carácter absoluto del tidos políticos. Existiendo el ambiente social
poder dictatorial hace imprevisible e irregu­ en que se instaura, esta d. dura sólo si adop­
lar la conducta del dictador o de la élite dic­ ta una política de movilización permanente
tatorial. En las d. más moderadas pueden de la población. En segundo lugar, la d. pue­
existir límites de hecho, interpuestos por los de surgir en una sociedad con un grado mode­
grupos dirigentes subyacentes, que mantie­ rado o bajo de modernización económica y
nen una cierta autonomía, y esto confiere social y de movilización política. En este caso,
algún grado de regularidad y de previsibili- la d. puede actuar como impulsora para el
dad a la conducta del gobierno. Pero tampo­ nacimiento de la democracia liberal, o pue­
co en este caso hay garantía legal o institu­ de frenar la modernización para salvaguar­
cional alguna de que dichos limites tengan dar lo que resta del urden tradicional, llevan­
una validez permanente. En cuanto a los ins­ do a cabo una movilización intensa sólo en la
trumentos de control coercitivo que emplean, fase inicial o en periodos de crisis, limitán­
y al grado de su penetración y regimentación dola en cambio radicalmente una vez que se
de la sociedad, los regímenes dictatoriales haya consolidado, o puede acentuar coerciti­
difieren unos de otros, y remito por eso, para vamente el proceso de industrialización, lle­
este tema, a lo que se expondrá cuando se ana­ vando a cabo una movilización social y polí­
licen las tipologías de las dictaduras. . tica permanente. Por fin, la d. puede también
Vayamos al segundo punto: el trasfondo surgir en una sociedad todavía no tocada por
social y político de la d. El ambiente más típi­ la modernización, pero en la cual los valores
co de los regímenes dictatoriales es el de una y los imperativos del desarrollo económico,
sociedad recorrida por una profunda trans­ social y político, que se irradian desde los
formación económica y social, la cual activa centros-guia de la historia mundial, impulsan
el interés y la participación política de estra­ a una pequeña élite a imponer desde arriba
tos cada vez más amplios de la población y la industrialización y el desarrollo. En este
hace emerger el principio de la soberanía caso, la d. trata de introducir una intensa y
popular. No por azar los contextos históricos, duradera movilización, pero encuentra cons­
en los cuales el gobierno dictatorial tuvo su tantemente limites muy tenaces en la estruc­
mayor difusión, fueron el de las ciudades grie­ tura de la sociedad tradicional.
gas de los siglos vii-vi a.c. y el de la época Tercer punto: el problema de la legitima-
D ICTA DU RA 499

ciún del poder, y en particular de las reglas menos por una parte de la sociedad, como
de sucesión. Desde esta perspectiva la d. está vanguardia o guía del pueblo (legitimidad
caracterizada por una contradicción de fon­ basada en la ideología de partidoj. Pero el pri­
do, dado que concentra el poder y trasm ite mer tipo de legitimidad es esencialmente per­
rígidamente la autoridad política desde a rri­ sonal y temporal, porque, cuando decae el jefe
ba hacia abajo, en una situación en la que pre­ carismático, no hav ningún procedimiento
domina o se está afirmando el principio de regular que pueda trasm itir a otro sus cuali­
la soberanía popular, al cual ella misma debe dades excepcionales. Esto explica las graves
de alguna m anera rem itirse para alim entar crisis de sucesión que se desencadenan en tan­
su propio sostén. Por eso las d. tienden a pre­ tas d., con las luchas intestinas entre los
sentarse como la expresión de los intereses miembros de la élite dominante que ambicio­
y de las necesidades del pueblo. De aquí el ele­ nan ocupar el lugar del viejo dictador y a
mento cesarisla que caracteriza así a menu­ veces con la caída del propio régimen dicta­
do a las d. personales. Y de ahí todos los arti­ torial. El segunto tipo de legitimidad, funda­
ficios que adoptan las d. para cubrirse del do en el partido, confiere una estabilidad
consenso del pueblo: de los plebiscitos a las mucho mayor a la d., porque la vanguardia
reuniones de masa con el contacto directo con o la guia del pueblo es formalmente el p arti­
el jefe o con sus representantes, hasta llegar do, y el partido permanece aun cuando decae
a la imposición capilar y coercitiva de la acep­ el dictador-persona. Sin embargo, tampoco
tación entusiasta del régimen a toda la pobla­ esta forma de legitimidad es capaz de dar vida
ción. Se asiste entonces a una especie de a un procedimiento ordenado y reconocido de
democracia cabeza aba jo, donde el pueblo se sucesión del poder. El partido se convierte en
ve obligado a m anifestar una completa adhe­ la base exclusiva del reclutamiento del nue­
sión a la dirección política del dictador, para vo o los nuevos jefes; pero el modo de su elec­
que éste pueda proclam ar que su acción está ción no puede estar reglamentado de mane­
basada en la voluntad popular. Pero todas ra aceptable, porque la función suprem a de
estas técnicas no confieren a la d. la legitimi­ guía o de vanguardia se autoproclam a y se
dad democrática, porque no pueden eliminar autoimpone, y no existe otro sistema para
el hecho crucial de que la autoridad política reconocer al hombre o a los hombres idóneos
es trasm itida desde arriba hacia abajo, y no para desempeñarla, fuera del éxito y del pre­
viceversa. Por tanto, aun cuando prescinda­ dominio en los hechos mismos. Por lo tanto
mos de ciertas d. de pura explotación, que son el régimen dictatorial se hace más estable
radicalmente ilegitimas, la legitimidad de la porque el partido le provee una coraza de
d. aparece siempre incierta y ambigua. Lo defensa contra el exterior; pero sigue siendo
demuestra de manera evidente la caracterís­ discontinuo e irregular en la sucesión de uno
tica debilidad de la d. frente al problema de a otro dictador o de uno a otro grupo dicta­
la sucesión, cuando, como escribe felizmen­ torial.
te Giovanni Sartori, "un absolutismo republi­
cano no puede —en cuanto absolutismo— iv. t i p o l o g í a s . Se han propuesto diversas cla­
‘elegir’ al nuevo dictador, pero tampoco lo sificaciones de la d. con base en varios crite­
puede ‘heredar’ en razón del principio repu­ rios. Las más significativas se basan en la
blicano". naturaleza del poder, el fin perseguido, las
Más en detalle, se puede decir que la con­ características de la élite dominante, las pro­
tradicción entre el ambiente, que exige la legi­ piedades de la ideología y la base social.
timidad popular, y la estructura del poder En la naturaleza del poder, es decir en los
dictatorial, que la niega, impone que su invo­ instrumentos de control de que se sirven las
cación esté mediada por un factor vinculan­ diversas d.. y correlativamente en el grado de
te. Este factor intermedio puede ser el mis­ su penetración en el tejido social, se basa la
mo dictador, que con sus poderes extraordi­ tipología más rica en contenido y más gene­
narios es considerado capaz de representar ralmente utilizada. Se trata de la dicotomia
directamente la voluntad del pueblo (legitimi­ entre d. autoritarias y d. totalitarias; o, según
dad de tipo carismálico), o un partido políti­ la propuesta de Franz Neumann, de la trip ar­
co que se autoproclama, y se hace aceptar al tición de d. simples, cesaristas y totalitarias.
500 D ICTA D U RA

La d. autoritaria (o simple) se funda en los renovado; las d. conservadoras, a defender el


medios tradicionales del poder coercitivo statu quo de los peligros del cambio. A veces
(ejército, policía, burocracia, magistratura), se agrega también la figura de las d. reaccio­
y tiene por eso escasas capacidades de pro­ narias. dirigidas a revivir valores y formacio­
paganda y de penetración directa en las ins­ nes sociales del pasado en vías de extinción.
tituciones y en los grupos sociales, reprimien­ Esta tipología no es de fácil aplicación, sea
do la oposición abierta y contentándose con porque los propósitos proclamados pública­
una masa apolítica y con una clase dirigente mente pueden corresponder sólo en parte a
dispuesta a colaborar. De ella son ejemplos las metas efectivas de una d., sea porque una
la d. franquista en España, la de Salazar en misma d. puede tener —conjuntamente— tan­
Portugal y la de los coroneles en Grecia (v. to finalidades progresistas como finalidades
autoritarismo). La d. totalitaria emplea, ade­ de tipo conservador o reaccionario. La segun­
más de los medios coercitivos tradicionales, da dificultad puede ser superada, dentro de
el peculiar instrum ento del partido único de ciertos limites, introduciendo la ulterior cate­
masas, y por eso es capaz de controlar com­ goría de las d. mixtas (o termidorianas), que
pletamente la educación y los medios de están caracterizadas por el equilibrio de obje­
comunicación y más o menos completamen­ tivos revolucionarios y conservadores y que
te las instituciones económicas, de ejercer tienden a instaurarse después de una revolu­
una presión propagandística capilar y perma­ ción brutal y demasiado avanzada respecto
nente y de penetrar en cualquier formación de la conformación de la clase dirigente (tipi­
social y hasta en la vida familiar de los ciu­ en, en este sentido, es la d. de Napoleón). Y
dadanos, suprimiendo toda oposición o tam ­ también la primera dificultad se puede supe­
bién las críticas más tenues a través de apa­ rar en parte observando el funcionamiento
ratos políticos de policía y de terror especia­ real de los regimenes dictatoriales y a las
les, e imponiendo la aceptación entusiasta del capas o las clases sociales que los apoyan. En
régimen a la población entera. Los ejemplos esta dirección Neumann afirm a que las d.
clásicos son la Alemania nazi y la Rusia del pueden ser la expresión o de clases destina­
periodo estaliniano (v. totalitarism o, donde das a desaparecer que tratan de trasto rn ar
se discute también el espinoso problema de la situación político-social para recuperar su
la extensión del concepto). Entre estos dos antiguo predominio (por ejemplo, el nazismo):
tipos de d., Neumann coloca a las d. cesaris- podríamos llamarlas d. reaccionarias, o de
tas, que son generalmente d. personales carac­ clases en decadencia que tratan de mantener
terizadas por el hecho de que el dictador está sus posiciones (por ejemplo, la d. de Franco):
o se siente obligado a form arse un sostén podríamos llamarlas d. conservadoras, o de
popular para conquistar o ejercer el poder, clases en ascenso y no reconocidas política­
o para ambas cosas. El elemento cesarista, mente que tratan de imponer sus intereses:
que conlleva una fascinación ejercida por el podríamos llamarlas d. revolucionarias. Neu­
jefe sobre la masa y por esto tiene una espe­ mann opina también que las d. revoluciona­
cial componente carismática, falta en las d. rias son de breve duración cuando las clases
simples, pero está presente en las totalitarias. en ascenso tienen un alto grado de madurez
De por si, sin embargo, las d. cesaristas se dis­ política (por ejemplo, la d. de Cromwell o de
tinguen de las totalitarias porque carecen del Robespierre), o bien se hacen permanentes
partido único de masas y de los otros instru­ cuando las clases en ascenso tienen un bajo
mentos de control y penetración total de la grado de madurez política (por ejemplo, la d.
sociedad. Son ejemplos de d. cesaristas no de Lenin). Según Duverger, que adopta una
totalitarias, según Neumann, las de Pisistra- dicotomía entre d. revolucionarias y d. reac­
to, de Julio César, de Cola di Rienzo, de Crom- cionarias, la mayor parte de las d. (tiranías)
well, de Napoleón. griegas de los siglos vil y vi fueron de tipo
Con referencia al fin, se distingue entre d. revolucionario; mientras tanto en la Roma del
revolucionarias y d. conservadoras o de siglo i a.r. como en la historia del siglo xx se
orden. Las d. revolucionarias apuntan a aba­ produjo una concatenación dialéctica de d.
tir o atacar de modo radical el viejo orden revolucionarias y reaccionarias.
político-social y a introducir uno nuevo o Siempre con referencia al fin, también se
DICTADURA 501

ha hablado de d. pedagógicas, que tienen el el dictador. Y sus colaboradores más cerca­


objetivo de crear las condiciones sociopoliti­ nos le prestan una obediencia absoluta por­
cas para la instauración de la democracia que tienen una fe ciega en lo que creen ser sus
(seria el caso de la d. de Pisístrato), y de d. dotes extraordinarias y carismáticas: o por­
de desarrollo, bastante similares a las prime­ que le temen, alimentando el dictador de
ras. si se toma como prototipo la d. de Ata- modo sistemático su sospecha y su terro r al
türk en Turquía, que estuvo dirigida princi­ enfrentarlos entre si y al recurrir a las san­
palmente a preparar la democracia política, ciones más despiadadas, porque extraen gran­
o bien considerablemente diferentes si por des ventajas materiales y de prestigio de sus
“desarrollo” se entiende sobre todo el desa­ cargos o de la cercanía a la fuente de todo el
rrollo económico. En este segundo sentido, poder. La personalización del poder es a veces
las d. de desarrollo son habitualmente ju sti­ tan acentuada, que los rasgos psicológicos del
ficadas con base en la necesidad frente a la dictador se convierten en una componente
cual se encuentran las restringidas élites significativa del funcionamiento del régimen.
modernizantes de muchos paises subdesarro­ Una consecuencia frecuente de esto es la inca­
llados de construir de manera coercitiva las pacidad del sistema de recibir y de elaborar
premisas económicas y políticas del despegue convenientemente las retroalimentaciones y
en una situación m arcadamente hostil, tan­ en general los mensajes provenientes del
to por las resistencias de las viejas élites feu­ ambiente. La constante preocupación de los
dales y tradicionales como por el atraso de colaboradores de conservar el favor del dic­
la cultura política de las masas. Las figuras tador o de evitar su cólera y sus efectos tien­
de las "d. pedagógicas” y "de desarrollo" son de en efecto a desviar el flujo de las informa­
sugestivas, pero plantean graves problemas ciones y de las interpretaciones en las direc­
en cuanto a su aplicación práctica, dado que ciones que parecen gratificantes para las pre­
su naturaleza impide que puedan ser especi­ ferencias y las expectativas del jefe; con la
ficadas, como las d. revolucionarias y conser­ consecuencia de que el dictador permanece
vadoras, en la porción de las capas y clases en una característica atmósfera de irrealidad.
sociales que las sostienen. En las d. oligárquicas, que pueden ser tanto
Por lo que se refiere a las características de regímenes relativamente permanentes (como
la élite dominante, los criterios de clasifica­ la d. soviética en su fase poststaliniana) como
ción más relevantes son el tipo de origen o de formas de transición entre una u otra d. per­
reclutamiento del personal político de direc­ sonal, el poder es compartido por el restrin-
ción y la distribución del poder en su seno. gidísimo número de las personas que compo­
Con base en el prim er criterio, se distingue nen el organismo o el grupo de vértice del sis­
entre las d. militares, especialmente típicas tema (junta, comité, directorio, troika, etc.).
del continente latinoamericano, pero actual­ En este caso, la distribución del poder crea
mente cada vez más difundidas en otras par­ una dialéctica de control y limitación recipro­
tes, y las d. políticas, según que el personal ca entre los jefes, que quita al régimen el
directivo provenga o sea reclutado de las filas carácter de autocracia, y a veces tiende tam ­
del ejército o de una fracción de la clase polí­ bién a mitigar —aunque sin atacarlo en sus­
tica, en general un partido político que se tancia— su carácter absoluto. Para aumentar
hace partido único después de la conquista el propio poder o para no verlo disminuir,
del poder. Con referencia a los regímenes dic­ cada jefe puede en efecto verse inducido a vin­
tatoriales ya consolidados y llegados a la cularse con esta o aquella fracción de la cla­
segunda generación, se habla también de d. se dirigente sustentante, haciéndose dentro
burocrática o de aparato, cuando el recluta­ de ciertos limites su representante, y cuan­
miento de la élite se produce mediante la do más se manifiesta este fenómeno, tanto
cooptación en el interior de una organización más tiende a surgir una cierta corriente aun
burocratizada. limitada de presiones y de limitaciones que
Con base en el segundo criterio se puede son ejercidas desde afuera sobre el gobierno
distinguir entre d. personales y d. oligárqui­ dictatorial.
cas. F.n las d. personales, todo el poder está Vayamos al criterio clasificatorio que se
concentrado en manos de una sola persona: refiere a las propiedades de la ideología. Un
S02 DICTADURA

prim er nítido de distinguir las d., bajo este les y que apuntan a una transformación par­
perfil, es el de tomar en consideración el gra­ cial; las “quiliásticas”, expresivas y dirigidas
do de su elaboración ideológica, ubicándolas a una transformación total, y las “adminis­
a lo largo de una gama continua que va des­ trativas”, expresivas y dirigidas a una trans­
dé un grado mínimo hasta un grado máximo formación parcial. De estos cuatro tipos de
de elaboración. En el límite inferior podemos ideologia, los primeros tres son propios de los
colocar a las d. simples caracterizadas por regímenes dictatoriales. Así. puede distinguir­
una separación máxima entre el régimen y la se entre d. monopartidistas de ideologia tota­
población, y donde la élite dominante está litaria, que liberan un grado máximo de dina­
sujeta principalmente por intereses de explo­ mismo transformador, no obstante su congé-
tación; de ellas son ejemplos algunas d. lati­ nita inestabilidad, que impone el recurso a las
noamericanas caudillescas del siglo xix y purgas y al terro r (por ejemplo, la Rusia sta-
aun del xx, que son típicamente carentes de liniana, la China maoista, la Alemania nazi);
mitos. En el límite superior encuentran lugar d. monopartidistas de ideologia protectora,
las d. totalitarias, en las cuales el esfuerzo de que alimentan un dinamismo transformador
movilización de la población y de sus recur­ más limitado, más moderado y mucho más
sos es impulsado hasta el paroxismo, y la flexible respecto del de los sistemas totalita­
ideología debe justificarlo y guiarlo, recondu­ rios (por ejemplo, Túnez, Yugoslavia, la Tur­
ciendo todos los aspectos de la vida y de la quía de Atatürk). y d. monopartidistas de ideo-
actividad social a los asuntos y a los impera­ logia qniliástica, que están caracterizadas por
tivos políticos fundamentales. En la faja inter­ un dinamismo transform ador bastante esca­
media, y en una sucesión de creciente elabo­ so, y tienden a depender al menos parcialmen­
ración ideológica, podemos ubicar a las d. te de fuerzas sociales y económicas externas
autoritarias conservadoras, las cesaristas y y a disminuir con el tiempo la importancia
las autoritorias modernizantes. En general, del partido (por ejemplo, la Italia fascista, el
las d. revolucionarias tienen un mayor gra­ Ghana de N'krumah, Cuba, la Argelia de Ben
do de elaboración ideológica respecto de las Bella).
conservadoras y las d. militares tienen uno Con referencia, por fin, a la base social de
menor respecto de las políticas. las d., Maurice Duverger distingue entre d.
Si se contempla sólo los sistemas dictato­ sociológicas, que brotan de una crisis estruc­
riales monopartidistas, en los cuales la ideo­ tural de la sociedad, ligada a una crisis de
logía es habitualmente la base de la legitimi­ legitimidad del poder político, y correspon­
dad, adquiere importancia una tipología pro­ den a necesidades de una gran mayoría de la
puesta por Clement H. Moore, basada en un población, y d. técnicas, que surgen de una cri­
análisis más articulado de los caracteres de sis solamente coyuntural, ligada a un traum a
la ideología. Este autor tiene presentes dos del sentimiento público que no ataca la legi­
parámetros: el fin oficial de la ideologia, dis­ timidad y corresponden a las necesidades de
tinguiendo entre transformación total y trans­ los pocos que de ella son protagonistas. Las
formación parcial de la sociedad, y la función d. sociológicas son "endógenas”, en el senti­
de la ideología, distinguiendo entre función do de que en su base hay una situación que
"in stru m en tar’, es decir práctica, de persis­ envuelve a toda la sociedad, mientras que las
tente guía de la acción (lo que hace accesible técnicas son "exógenas” en el sentido de que
a la ideología para la crítica racional), y fun­ en su base hay factores externos, o bien fac­
ción “expresiva”, es decir sin efectos direc­ tores internos, pero aislados respecto de la
tos sobre la acción, pero que expresa el sen­ sociedad en su conjunto.
tido de solidaridad y los sentimientos comu­ Esta tipología fue criticada severamente,
nes de los miembros del partido (lo que hace sobre todo por Sanori, tanto por la termino­
inaccesible a la ideología para la crítica racio­ logía que allí se adopta como por la sustan­
nal). Combinando entre sí los dos parámetros, cia de la distinción. Desde el punto de vista
Moore obtiene cuatro tipos de ideología: las terminológico, la opción de Duverger es real­
ideologías "totalitarias", que son instrum en­ mente muy poco feliz. El adjetivo "sociológi­
tales y apuntan a una transformación total de co” no indica una cualidad propia de un fenó­
la sociedad; las “protectoras”, instrum enta­ meno social, sino un modo de estudiarlo, y.
D IC T A D l'R A 503

en este sentido, todas las d. son "sociológi­ Esto tiene una legítima ubicación en la his­
cas”. Y el adjetivo “técnico” no expresa en toria de las doctrinas políticas, donde se refie­
realidad la propiedad parasitaria de la d.. que re a una particular teoría y a una justifica­
debería indicar. Desde el punto de vista sus­ ción del poder, m ientras que no es utilizable
tancial. la distinción, basada como lo está en empíricamente para la clasificación de los
el criterio evasivo de la correspondencia o no regímenes, dado que no permite señalar una
correspondencia entre la d. y las necesidades forma específica de ordenamiento político.
de la población, parece más que nada frágil Para Marx —que usó la expresión por pri­
e inspirada más en un juicio de valor que en mera vez en Im lucha de clases en Francia
una seria aserción de hecho. Puede agregar­ (1850) y la retomó luego especialmente en la
se también que los ejemplos de d. técnicas Crítica del programa de Gotha (1875)— la d.
dados por Duverger (las d. pretorianas, la ocu­ del proletariado es la organización del acto
pación m ilitar o el dominio colonial extran­ revolucionario del proletariado, correspon­
jero, y las "máquinas" políticas dominantes diente a la fase intermedia entre la destruc­
en ciertas ciudades norteamericanas entre los ción del estado hurgues y el surgimiento de
siglos xtx y XX) son notablemente heterogé­ la sociedad sin clases. Él nunca precisó, y
neos y no todos rcconducibles a la estructu­ declaró que no se podía precisar, la forma
ra del régimen dictatorial. política específica que tal d. debía asumir. Por
Sin embargo, la tipología de Duverger tie­ una parte, la d. del proletariado implicaba el
ne al menos el mérito de indicar un sector de desmantelamiento del estado burgués: la abo­
investigación muy prometedor y hasta aho­ lición de la burocracia, de la policía y del ejér­
ra escasamente sondeado: el que se refiere a cito permanente, como surge de los escritos
ta base social de las d. Opino que una investi­ de Marx sobre la Comuna de París. Por otra
gación puntual y sistemática de la naturale­ parte, la d. del proletariado conlleva el ejer­
za y de la configuración de la clase dirigente cicio de la violencia arm ada del proletariado
y de la ciase dirigida, y de las relaciones entre por todo el periodo transitorio que debía
gobierno, clase di rigente y clase di rígida que desembocar en la total extinción del estado
caracterizan a las diversas d. puede resultar y en la sociedad sin clases. Lo que si es cier­
preciosa, no sólo para la construcción de una to es que para Marx la d. es, literalmente, d.
tipología pertinente, sino también por la acla­ del proletariado sobre la burguesia, cualquie­
ración de diferentes puntos que permanecen ra que sea la vestimenta política concreta que
aún oscuros e inciertos en la teoría general ella puede asumir. En la concepción marxis­
de los regímenes no democráticos modernos. ta c) estado es una máquina para la opresión
Barrington Moore Jr. ha demostrado ya la fer­ de una clase por parte de otra. Y, como afir­
tilidad de esta aproximación, si bien en una mó Engels en el Anti-Dührinf> (1878), la d. del
dimensión histórica muy general, estudian­ prolctai iado es un semiestado o cuasi esta­
do los orígenes sociales de la democracia, de do que se extingue cuando desaparece el mis­
las d. fascistas y de las comunistas.V . mo objeto de la opresión, es decir la clase
dominada. Por eso, su carácter de d. no está
V. LA DICTADURA DEL PROLETARIADO.La noción mar- en un ordenamiento político especial, sino en
xiana y leniniana de "d. del proletariado" está la relación de contraposición y de opresión
conectada con la base social de los regímenes entre una clase dominante y una clase
políticos. Hallando lugar en una concepción dominada.
que privilegia de modo radical el momento En Lcnin el contexto teórico y práctico, en
económico-social, tal I unción termina por que se ubica el concepto de la d. del proleta­
definir algo que no es un estado particular, riado, cambia sensiblemente. Por un lado, hay
es decir una forma de regimentación políti­ una conciencia más precisa de que la transi­
ca, sino la subyacente relación de hegemonía ción entre el capitalismo y el comunismo
de una clase social (el proletariado) sobre otra constituye toda una fase de la historia. Por
(la burguesía). En este sentido, el significado otro, la concepción del partido como "van­
de "d.’\ que es propio de la expresión "d. del guardia del proletariado" y la del "centralis­
proletariado", es secundario y anómalo res­ mo democrático" están destinadas a ti ansfoi •
pecto de aquel del que tratam os hasta aqui. mar de hecho la d. del proletariado en la espe­
504 D IPLOM A CIA

cífica d. política del partido. Sin embargo, monía" para denotar la primacía política de
también en Lcnin la expresión “d. del prole- una clase sobre la otra. Si se toma en cambio
tariado" no designa un régimen político par­ el prim er camino, se deberá distinguir entre
ticular, sino la subyacente relación entre las una d. (hegemonía de clase) liberal (en cuan­
clases, y "d." es un término genérico que no to al régimen político) y una d. dictatorial. En
puede servir para clasificar a los estados, des­ cualquier caso, aun quien acepte la tesis mar­
de el momento en que los designa a todos. En xista del estado como instrumento del domi­
La revolución proletaria y el renegado nio de clase debe adm itir que este dominio
Kuutsky (1918) sostiene permanentemente la puede expresarse politicamente en la forma
tesis de que todos los estados son d. esencial­ de un gobierno dictatorial o bien en la de un
mente basadas en la violencia, en cuanto gobierno no dictatorial.
expresiones de la lucha entre clases contra­
puestas e irreconciliables, y correspondien­ bibuccírafia- V Bobbio. Democrazia e diitatura.
tes a la dominación y a la opresión de una cla­ en Política e cultura, Turin, Einaudi, 1955; A.
se por otra. Y en un párrafo de El estallo y Cobban, Dictatorsliip: its history and theory, Lon­
la revolución, agregado en la segunda edición dres, 1939; \1. Duverger, l.a dittatura (1961),
de octubre de 1918, escribe con gran claridad: Milán, Comunitá, 1961; C.J. Fricdrich, La dicta­
"Las formas de los estados burgueses son dura constitucional y el gobierno militar, cap.
extraordinariam ente variadas, pero su sus­ xxvi de Gobierno constitucional y democracia
tancia es única: todos estos estados son de (19502). Madrid, Instituto de Estudios Poli ticos,
una u otra manera, pero en última instancia, 1972; B. Moore Jr., Los orígenes sociales de la dic­
necesariamente, una d. de la burguesía. El tadura y la democracia (1965), Barcelona, Edi-
paso del capitalismo al comunismo, natural­ cions 62, 1973; C.H. Moore. The single party as
mente, no puede dejar de producir una enor­ a source of legitimacy. en S.P. Huntington y C.H.
me abundancia y variedad de formas políti­ Moore (comps.), Authoriiarian pulitics in módem
cas, pero la sustancia será inevitablemente society, Nueva York. Basic Books, 1970; F. Neu-
una sola: la d. del proletariado.” mann, \o ta s sobre la teoría de la dictadura, en
Por lo tanto, aun permaneciendo en el inte­ El estado democrático y el estado autoritario,
rior de la concepción marxista, este signifi­ Buenos Aires, Paidus; N. Poulantzas, La crisis de
cado del término "d." no prejuzga sobre el las dictaduras: Portugal, Grecia. España (1975),
problema del tipo de régimen político que el México. Siglo XXI, 1976; N. Poulantzas, Fascis­
predominio (la d.) de una u otra clase puede mo y dictadura: la tercera internacional frente
asum ir de hecho. Y, por eso, tampoco puede al fascismo (1970), México, Siglo XXI, 1971; C.
prejuzgar la posibilidad de que el predomi­ Rossiter, Conslitutional dictatorship, Princeton,
nio de clase asum a una forma política espe­ Princeton University Press. 1948; G. Sartori,
cifica no dictatorial. Este punto fue aclara­ Appunti p¡. r una teoría genérale delta dittatura,
do con particular nitidez por Norberto Bob- en Theorie und Politik: Festschríft zum 70.
bio. Si aceptamos llamar “d. de la burguesía" Geburstag fiir C.J. Fricdrich. a cargo de K. von
a cualquier régimen donde la clase burguesa Beyme. La Huya, Nijhoff. 1971; C. Schmitt. La
es la clase hegemónica, debemos pues admi­ dictadura (19282), Madrid. Revista de Occiden­
tir que esta d. puede ser ejercida en dos for­ te. 1968.
mas muy diferentes: con una forma de gobier­
no liberal democrático y con una de tipo anti­ [MARIO STOPI'INO]
liberal y antidemocrático, a la cual solamen­
te el lenguaje político común reserva el tér­
mino específico de “d.”. Algo análogo podría
decirse de la “d. del proletariado". Surge diplomacia
entonces el problema terminológico de si con-
\ iene emplear el mismo nombre de "d." para D. es, según la célebre definición del Oxford
designar dos fenómenos diferentes, o s¡ no es English dictionary, "la conducción de las rela­
oportuno sustituir la palabra en uno de los ciones internacionales a través de negociados:
dos usos. En esta segunda dirección, Bobbio el método mediante el cual estas relaciones
sugiere usar la expresión gramsciana “hege­ son reguladas y mantenidas por embajadores
D IS E N S IO N 505

v enviados; el oficio o el arte del diplomáti­ jador, legado, nuncio; 2 ] enviado extraordina­
co". El objeto de la d. es, por lo tanto, el méto­ rio y ministro plenipotenciario; 3] ministro
do mediante el cual son conducidos los nego­ residente; 4] encargado de negocios. Incidie­
ciados y no el contenido de los negociados ron principalmente sobre el desarrollo de las
mismos. Y es este contenido el que ha varia­ actuales formas de la d. en el siglo pasado tres
do progresivamente en el curso de los siglos. factores: la mayor conciencia de los estados
El término d. fue usado por prim era vez en individuales de pertenecer a una comunidad
la acepción corriente por Edmund Burke en de naciones, la influencia creciente de la opi­
1796; el mismo, sin embargo, deriva de diplo­ nión pública y el desarrollo de las comunica­
ma, el folio rotulado usado antiguamente ciones. En el siglo xx, por fin, la revolución
para las leyes y bandos públicos y, posterior­ tecnológica, la gran variedad de los medios
mente, sinónimo de licencia, privilegio, con­ de comunicación, el ingreso en las relaciones
feridos a una persona. El uso de servirse de internacionales de una serie de factores nue­
medios para dirim ir las controversias es, por vos y condicionantes, el más im portante de
otra parte, antiquísimo. Si se excluyen las pri­ los cuales es la ideología, han determinado la
meras experiencias hechas a propósito por el progresiva y cada vez más acentuada trans­
hombre, de las que no se tienen testimonios ferencia de las funciones clásicas del diplo­
precisos, fueron los griegos quienes estable­ mático del siglo xix al hombre político. Fren­
cieron primeramente, en el siglo v a.c., un te a la invasión de la d. "política”, la llamada
sistema de relaciones diplomáticas, codifican­ open diplomacy (que a menudo no es ya ni
do el principio de la inviolabilidad de los siquiera bilateral, sino multinacional, como
medios (que requería exclusivamente una lo atestiguan las muchísimas organizaciones
gran habilidad oratoria), como lo recuerda internacionales y las conferencias mundiales),
Tucidides en la Historia de la guerra del Pelo- se requiere que el diplomático de profesión
poneso. Caída en desuso entre los romanos hoy sea sobre lodo un correcto informador.
(que fueron los inventores del uso de la com­
pilación de los tratados), más acostumbrados [FIERO OSTKLL1XO]
a vencer que propensos a tratar, el arte de la
d. volvió a su auge con los últimos empera­
dores, cuando fue preciso sustituir la fuerza
declinante del imperio por el negociado. Con disensión
Bizancio la d. adquirió una peculiaridad total­
mente nueva y todavía hoy actualísima: se I. l’ROBLEYIAS DF. DEFINICIÓN Y CARACTERISTICAS. Una
hizo también el arte de referir, en cuanto que definición precisa y univoca de d. es difícil de
al diplomático se le confía la tarea no sólo de formular, sobre todo por dos motivos. En pri­
negociar sino también de relacionar, una vez mer lugar, con el térm ino d. son denotados
que regresa a la patria, sobre las condiciones a menudo fenómenos bastante diferentes. La
de vida, sobre la fuerza, sobre la disponibili­ d. adquiere así un significado muy amplio y
dad a la guerra o a la paz de los países donde con contornos indefinidos. Un segundo moti­
había estado en misión. Durante el periodo vo, que en parte se superpone al primero, es
feudal, la d. se distinguió sobre todo como que no menos a menudo se provoca confusión
arte de la compilación (heredada de los roma­ entre los términos que indican diversos tipos
nos) y de la exégesis (totalmente nueva) de los de comportamientos negativos hacia el siste­
tratados; m ientras que on los siglos xv y xvi ma político. Más exactamente, es frecuente
la misma expresó las primeras misiones per­ la confusión entre d. y desobediencia civil (v.)
manentes sobre todo por obra de los estados u oposición (v.) o. también, violencia (v.). Una
italianos, arcaica anticipación de las m oder­ prueba ulterior de esta afirmación reside en
nas embajadas. Sólo en el siglo xix la d. obtu­ el hecho de que se trata de d. sobre todo en
vo, sin embargo, su definitiva consagración, escritos sobre la desobediencia civil, sobre la
en un anexo del Tratado de Viena y en un pro­ oposición o sobre la protesta, violenta o no
tocolo del Congreso de Aivla-Chapelle. Fue violenta.
en esta ocasión cuando fueron codificadas las En realidad, los motivos que explican las
cuatro categorías de diplomáticos: 1 ] emba­ dificultades de definición tienen un tunda-
5Q¡> DISENSION

mentó serio si se considera, como se propo­ mente, hay diferencias sustanciales entre las
ne aquí, que la d. —o sea el contrario de con­ diversas formas de d. sobre la base del gra­
denso (v.)— es la categoría más general y com­ do de organización que posee, incluso de
prehensiva de toda forma de desacuerdo y de acuerdo con el surgimiento y el papel desem­
actitud negativa hacia el sistema político o peñado por los lideres ocasionales, en caso de
sus aspectos más específicos. Desde este pun­ ausencia total de estructura de la d. o de lide­
to de vista, la desobediencia civil, las diver­ res más o menos estables, en el caso con­
sas formas de oposición y de protesta son trario.
manifestaciones típicas y muv particulares de Es razonable pensar que sean cuales fue­
disensión. ren las manifestaciones que asume la d.. apar­
Así, según la lorma que asume, la d. se con­ te del caso de la apatía y la indiferencia, tie­
creta en apatía (v.), indiferencia, desapego del ne en la publicidad su arma principal: la efi­
sistema político, o bien en exhortar, persua­ cacia de la d. se correlaciona positivamente
dir, criticar, hacer presión con medios violen­ con la luerza con la que los disidentes logran
tos o no violentos, para inducir a quienes alcanzar a la opinión pública e, indirectamen­
toman las decisiones a preferir una elección te, a la autoridad política. Determinadas
en lugar de otra o a modificar decisiones o manifestaciones incluso espectaculares de d.
directivas políticas precedentes. Puede bus­ o, más particularm ente, de protesta tienen
car la sustitución de un gobierno por otro. incluso la mira de ‘ser noticia' y alcanzar así
Puede poner en discusión la legitimidad o las mejor el propio blanco: movilizar a la opinión
reglas fundamentales que dan sostén al régi­ pública y, en consecuencia, a la autoridad
men o a la comunidad política. En casos extre­ política sobre los lemas y de los modos
mos puede incluso ir más allá hasta transfor­ deseados.
marse en un rechazo de todo el sistema polí­ Los líderes, o los protagonistas aislados, de
tico. Por consiguiente, de acuerdo con sus la d. son de origen social muy distinto: escri­
propios objetivos, puede ser el más modera­ tores, artistas, intelectuales en general, pero
do o volverse el más extremoso de los com­ también obreros y campesinos. Los grados de
portamientos negativos contra el sistema d. pueden colocarse a lo largo de un continuo
político. según la intensidad del desacuerdo sosteni­
Sobre la base de la delinición que acaba­ do. En los dos polos del continuo se encuen­
mos de dar es fácil deducir que la d. tenga una tran, en la forma menos intensa, las manifes­
amplia gama de variables de acuerdo con sus taciones antes dichas de apatía, de protesta
características principales. Puede ser violen­ no violenta o de desobediencia civil y, en la
ta, pero también no violenta. Individual o forma más intensa, las diversas manifestacio­
colectiva, por ser sostenida por individuos nes de oposición violenta.
separados o por grupos. Como se dijo, no Algunos autores han preferido a esta
implica necesariamente una violación inten­ amplia definición una más restringida que
cional y demostrativa de una norma en cuanto hace de la d. no la categoría general y com­
que puede igualmente traducirse en indife­ prehensiva de todas las actitudes negativas
rencia. apatía y desapego del régimen o del hacia el sistema político o hacia alguna par­
sistema político. Desde luego, si por contra te de él sino más bien una categoría residual.
llega a concretarse, por ejemplo, en oposición Según estos autores, la d. sería toda forma de
violenta, el discurso es bien distinto. Pero lo desacuerdo no organizada de manera estable
que importa precisar aqui es que la d. existe y no institucionalizada, que se mantiene siem­
lóg icam en te an tes del en cu en tro - pre dentro de ámbitos moderados y no vio­
de>encuentro con la norma, y que puede lentos, individuales o colectivos. Desde este
transform arse en un segundo momento en punto de vista, la d. verdadera tendría sus
apatía, desobediencia civil, oposición o pro­ manifestaciones típicas en escritos de diver­
testa. Puede organizarse establemente o ins­ sos tipos en periódicos y revistas, llamados
titucionalizarse o bien faltarle todo apoyo a la opinión pública, manifiestos, formas
organizativo aun cuando tenga carácter colec­ diversas de protesta no violenta y así sucesi­
tivo. Finalmente, puede organizarse sólo en vamente. Los líderes, más o menos ocasiona­
ocasión de circunstancias especificas. 0 b\ já­ les, de la d. entendida asi serian escritores,
DISENSION 507

artistas, intelectuales y, en general, todo cio de derechos civiles, como la libertad de


aquel que por su formación profesional tie­ prensa, de palabra y de asociación.
ne mejor y más fácil acceso a los instrum en­ En algunas de sus manifestaciones más
tos de comunicación de masas. Es evidente moderadas, la d. puede desarrollar una fun­
que también dentro de este concepto de la d. ción posterior: contribuir al mantenimiento
la publicidad de los actos disidentes desem­ del régimen. Solicitándole un continuo auto-
peña un papel fundamental. cambio y ofreciendo la oportunidad de desa­
hogar los motivos de descontento existentes
n. justificaciones y funciones. La d. puede jus­ entre los miembros de la sociedad, permite
tificarse con argumentos de tipo ideológico. un aumento del grado de legitimidad del pro­
Las tesis disidentes son presentadas como las pio régimen, o sea de una de las condiciones
mas "justas" o las más "racionales" porque esenciales para el mantenimiento de los sis­
realizan mejor los valores de los disidentes, temas políticos (v. estabilidad política). Tam­
tanto si estos valores sirven de fundamento bién por este motivo los teóricos de la demo­
a la legitimidad del sistema político como si cracia han sostenido la necesidad de la pro­
no. En la realidad política, sin embargo, este tección de la d.: formas no extremas de d.
tipo de d., definible como "ideológica”, es ofrecen canales de desahogo a una insatisfac­
acompañada a menudo por una d. que tiene ción que de otra manera podría radicalizar­
raíces económicas o sociales. En este segun­ se y desembocar en formas más abiertas y vio­
do caso la ideología es sólo una justificación lentas de impugnación, y contribuye asi a
de superficie. Y el tema de la contienda se incrementar la legitimidad del régimen.
encuentra en intereses específicos, frecuen­ De lo hasta aquí sostenido puede deducir­
temente económicos, sostenidos por los gru­ se que la d. puede asum ir aun una función
pos disidentes. A la d. ideológica se superpo­ conjunta de im pulso hacia el cambio-
ne una d. "de intereses" más concreta. adaptación. Se trata de una presión hacia la
La d., luego, desempeña algunas im portan­ autocurrección. El sistema político encuen­
tes funciones, con consecuencias diversas tra de este modo un impulso hacia el cambio
según el sistema político en el que se expli­ que se origina en su interior. El impulso al
ca. Una prim era función se ha delineado ya cambio puede provenir de abajo, o sea de
parcialmente en el curso del tema preceden­ actores no oficiales del sistema, o también de
te. La d. hace emerger e impone a la atención los propios actores políticos, colectivos o indi­
de la opinión pública injusticias y privilegios viduales. Desde este punto de vista se vuelve
existentes en el sistema social. Y en este sen­ más atendible ln tesis de quien sostiene que
tido da oportunidad de expresión —aunque la d. contribuye a la “calidad” del gobierno.
no siempre con resultados positivos— a mino­ En otros casos la d. desempeña una función
rías subprivilegiadas. Además, por medio de muy distinta a la descrita más arriba: tiene
una critica vigilante puede desarrollar una efectos más o menos intensamente desesta­
obra más general de control de la conducta bilizantes. Esto se produce cuando el grado
del gobierno al aclarar los motivos o lo-» erro­ de legitimidad del sistema político es muy
res —efectivos o presuntos— de los procesos bajo; la insatisfacción está bastante difundi­
decisionales gubernativos. Desde este punto da a causa de una crisis económica o por la
de vista, algunos teóricos democráticos han expansión de ía demanda en fases de rápido
sostenido la necesidad de la protección de la crecimiento y movilización social, y la d. se
d. y de la libertad de critica a él ligada. Más expresa en una fuerte oposición, que puede
bien, desde un punto de vista histórico, pue­ ser también antigubernam ental y asum ir
de creerse que la democracia, como régimen características violentas. En las condiciones
político, nace efectivamente cuando se reco­ descritas puede haber al mismo tiempo varias
noce en definitiva la libertad de disentir, con­ formas de d., más moderadas o extremas, y
dicionada sólo por el hecho de que ésta no lle­ pueden todas catalizarse acrecentando el peli­
gue a concretarse en manifestaciones de vio­ gro de desencadenar la reacción destructiva
lencia. La protección democrática de la d. con­ de algunos miembros del sistema. En un caso
siste en la practica en la efectiva aplicación similar, incluso el regimen puede ser abati­
de todas las norm as que garantizan el ejerci­ do. En definitiva, la d. no siempre es funcio­
508 DISENSIÓN

nal al sistema, y a veces se torna disfuncio­ efecto garantizados y, por ejemplo, existe la
nal: depende del terreno político en que se posibilidad de tener acceso a los diversos
ejerce y de las formas e intensidades que canales de comunicación de masas. Cuanto
asume. más aquellos derechos están realmente garan­
Por otro lado, debe ser considerada una tizados tanto mayor es la posibilidad de
particular función desempeñada por una for­ expresión de la d. en sus distintas formas. En
ma específica de d.: la protesta legal. Toman­ consecuencia, es bastante importante tam­
do el tema del frecuente recurso a actos de bién el grado de control y limitación que la
protesta por parte de grupos carentes de autoridad política ejerce sobre los diversos
recursos. Lipsky (1968) ha sostenido que para instrumentos mediante los cuales se expresa
estos grupos la protesta, mantenida en los la d.: por ejemplo, sobre los periódicos, la
límites de la legalidad, es un verdadero recur­ radio, la televisión y sobre la posibilidad de
so político. Éste permite a grupos subprivi­ organización de los disidentes.
legiados intervenir en el proceso de contra­ La segunda característica está condiciona­
tación política y agitar el arm a de la protes­ da por la prim era y condiciona ampliamente
ta, o también ponerla en acción, para obtener las formas de d. más probables. Con mayor
de la autoridad política un mejoramiento de exactitud, si existe la posibilidad de expresión
sus propias condiciones económicas y socia­ de la d., es importante ver el grado de recep­
les. Lipsky describe esta original función de tividad que tiene el régimen en concreto. De
la protesta legal en sus diversos aspectos, difi­ hecho, la d. encuentra más fácil y más pro­
cultades y límites. Sólo se agregará que la ductivo m anifestarse donde existe un siste­
estrategia adoptada para aum entar la propia ma receptivo y capaz de respuesta, cuyas
fuerza contractual en el proceso político fácil­ autoridades políticas admiten la posibilidad
mente puede ir más allá del umbral de lega­ de un impulso al cambio proveniente de aba­
lidad y así pasar de la simple protesta legal jo. En ausencia o bajo grado de receptividad
a una ilegal o, sea como fuere, a otras formas y capacidad de respuesta los disidentes bus­
más acentuadas de disensión. carán otros modos de expresión del desacuer­
do, y fatalmente la d. tenderá a radicalizar­
ni. SISTEMAS POLITICOS. REGIMENES Y DISENSION. se. Así, cuanto mayor es el grado de recepti­
Manifestaciones de d. existen, en grados y for­ vidad y de autocorrección del régimen, tanto
mas diferentes, en todos los sistemas políti­ más probable es que la d. asuma formas
cos. No son necesarias particulares condicio­ moderadas y, correlativamente, las formas
nes políticas, sociales, económicas o cultura­ extremas sean más reducidas y limitadas.
les para que se verifiquen expresiones de d. De estas consideraciones emerge un ele­
Si no algún grado de insatisfacción, habitual­ mento que especifica mejor la relación entre
mente presente en todos los sistemas políti­ régimen y d. La d. es un modo de articular
cos, por lo menos la pluralidad de intereses la demanda política a través de los medios
de diverso tipo y origen (políticos, sociales, masivos de comunicación, o mediante las
económicos o culturales) constituye la base, otras formas de expresión institucionaliza­
tal vez ineliminable, de la d. Sin embargo, das. Un modo que, sobre todo en la forma de
para profundizar en el problema hay que ver la protesta legal, pone a disposición de los
qué características especificas poseen los grupos subprivilegiados un instrumento poli-
regímenes que protegen o al menos toleran tico capaz de reducir la desigualdad de los
la d. y qué formas de d. son más probables miembros del sistema respecto de la d istri­
en presencia de aquellas características. bución de las oportunidades de acceso a los
Las características en cuestión son sobre canales de trasmisión de las demandas.
todo dos y están estrecham ente vinculadas: Ahora bien, es evidente que las dos carac­
la existencia concreta de la posibilidad de terísticas mencionadas y la concepción de la
articular y manifestar la d. y. en segundo d. como modo de articular la demanda polí­
lugar, la presencia de cierto grado de recep­ tica existen y son posibles sólo en un régimen
tividad del régimen. Respecto del primer pun­ democrático (v. democracia). Más bien, un
to tiene importancia la medida en la que los régimen es tanto más democrático cuanto
distintos derechos políticos y civiles están en más evidentemente existen aquellas dos
DISTENSION 509

características. Así puede decirse que, aun en independientemente del tipo de régimen polí­
el ám bito de notables a variaciones entre tico existente.
democracia y democracia, en este tipo de regí­
menes la d. tolerada es muy amplia tanto si b iblio g ra fía : C. Ake, Pulitical obligation and
mira a la política como al sistema en su con­ political dissent, en Canadian Journal of Politi-
junto. En el plano normativo está ampliamen­ cal Science, 11, 1969; A. Etzioni, Demonstrarían
te protegida; la autoridad política se siente democracy, Nueva York, Gordan and Breach,
poco amenazada; las sanciones contra los disi­ 1970; M. Lipsky, Protest as a political resource,
dentes, si las hay —pero en la medida en que en American Political Science Review, l x x ii ,
el régimen es más democrático no debería 1966; E.B. McLcan, Limits of dissent in a demo­
haberlas—, son limitadas; más frecuente es cracy, en ti Político, xxxv, 1970; E.M. Zashin,
el caso de que el régimen se muestre recepti­ Civil disohedience and democracy, Nueva York,
vo a las demandas expresadas con la d.; para The Free Press, 1972. [Véanse también las biblio­
el disidente es bastante fácil alcanzar la opi­ grafías de desobediencia civil, oposición y vio­
nión pública; el peligro de que la d. se radi­ lencia.)
calice no es muy alto desde el momento en
que tiene canales de desahogo y, al mismo [LEONARDO M ORl,I\o]
tiempo, el sistema es receptivo.
En la amplia gama de los regímenes no
democráticos, desde los tradicionales hasta
los autoritarios o totalitarios, las manifesta­ distensión
ciones de d. admitidas son limitadas en una
medida mayor o menor. En todo caso, la d. Por d. se entiende el proceso a través del
no está protegida. La autoridad política la cual las dos superpotencias vencedoras de la
siente como una amenaza muy grave a su segunda guerra mundial, Estados Unidos y la
poder, incluso debido a que existe la posibi­ Unión Soviética, han atenuado poco a poco su
lidad concreta de que la d. contribuya al aglu- actitud de recíproca desconfianza y hostili­
tinamiento de todos los opositores al régimen, dad, propia del periodo de la guerra fría, para
sobre todo donde es alta la insatisfacción, con encaminarse a la aceptación de comunes, y
las consecuencias desestabilizadoras hechas tácitam ente concordadas, reglas de pacifica
evidentes. En consecuencia, las sanciones coexistencia. La d. se ubica, por lo tanto, his­
contra los disidentes son mucho más duras, tóricamente entre el periodo de la guerra fría
incluso porque se les reconoce justamente y el periodo de la coexistencia pacifica y
como culpables de actividades anticstatales. representa su estadio intermedio desde el
El acceso a la opinión pública —si hay algu­ punto de vista político. La fecha de inicio de
no— es bastante difícil, y la autoridad políti­ la d. puede ser formalmente fijada en el 25
ca se esfuerza por controlar todos los cana­ de diciembre de 1952, cuando Stalin, en una
les de comunicación. Es más probable que la entrevista concedida al New York Times.
d. se radicalice, y de ahí la necesidad todavía expresó la opinión, contrariam ente a lo sos­
mayor de impedir toda forma de expresión, tenido en el pasado, de que una guerra entre
reprimiéndola. Finalmente, la justificación Estados Unidos y la Unión Soviética no debe­
ideológica, que por lo común extrae la auto­ ría considerarse inevitable y manifestó el pro­
ridad política del propio poder y de la pro­ pósito de colaborar para poner fin a la gue­
pia legitimidad, contribuye a poner otros con­ rra de Corea. El periodo en que la d. comen­
troles y ligám enes sobre el disidente zó a manifestarse concretamente es, sin
potencial. embargo, el que va desde la m uerte de Stalin
Por último, téngase presente no sólo que en y el fin de la guerra de Corea en adelante.
los regímenes democráticos y en los no demo­ Sinónimo y equivalente de d. es deshielo, un
cráticos existe una amplia gama de variacio­ término que destaca el carácter particular del
nes en la forma en que se responde a la d., paso de las relaciones ruso-norteamericanas
sino también que existe una multiplicidad de de la fase de frialdad del periodo inmediata­
otras formas de control social y oculto de la mente posterior al fin de la segunda guerra
d. que hacen aún mas difícil su expresión, mundial (periodo de la guerra fría) a la fase
5IU DISUASIÓN

sucesiva, caracterizada progresivamente pol­ se determina una particular situación de equi­


la disminución de la propaganda reciproca­ librio en las relaciones entre los estados
mente hostil, por la limitación de los inciden­ detentores de las arm as atómicas, que impi­
tes diplomáticos, por una mayor y más sere­ de el estallido de nuevas guerras mundiales.
na valoración de las reciprocas actitudes, por Se puede ver, por lo tanto, en el deterrent un
la conciencia de la posibilidad de una mejor elemento fundamental del periodo de la “gue­
convivencia, por la instauración de relaciones rra fría". Sobre la estela del éxito del dete­
más intensas. Las causas histórico-politicas rrent como factor de paz, se formula, a p ar­
de la d. se encuentran en la redefinición de tir de 1950, una particular cunceptualización
las lineas de poder en Europa (lograda esta­ de las relaciones internacionales fundada en
bilidad de la zona occidental y de la oriental), la teoría de la d. termonuclear, que en este
en la consiguiente transferencia de las oca­ ámbito indica la particular condición, en que
siones de tensión a otras áreas geopolíticas, los estados dotados de armas termonucleares
juzgadas por las dos superpotencias como se encontrarían, de recíproca incapacidad de
menos peligrosas para su propia seguridad enfrentarse directamente por el miedo inspi­
(sobre todo en el mundo ex colonial), en la rado por la posibilidad de deber recurrir al
estabilización de las relaciones estraiégico- empleo de tales armas. El alcance del concep­
militares entre Estados Unidos y la urss, en to de d., que encuentra su principal aplicación
el progresivo paso de Europa de sistema en el problema de la prevención de la guerra,
internacional principal (que determina la paz es sin embargo mucho mayor, pudiéndose
y la guerra mundiales y proyecta al exterior rem itir al más amplio contexto de la relación
sus propios equilibrios internos) a sistema social, en cuanto que los aspectos disuasivos
internacional subordinado (en el ám bito de pueden caracterizar no solamente las relacio­
un sistema de equilibrios mundiales). Esto nes entre estados sino entre grupos, políticos
explica por lo demás por qué la crisis de la o no, o entre individuos, toda vez que se deter­
d. producida a partir de la segunda mitad de mine una situación conflictual.
los años setenta y sobre todo a los inicios de
los años ochenta encuentra sus razones en el ti. estructura de u DISUASION. El recurso a la d.
ligamen que el mundo occidental ha encon­ se concreta en la formulación de una amena­
trado, frente a la carrera arm am entista y al za dirigida al adversario (la otra parte en con­
creciente dinamismo de la lkss en el tercer flicto) con el fin de obtener de él la absten­
mundo, entre estabilidad y d., o sea entre el ción de comportamientos distintos que los
mantenimiento de todas las condiciones que deseados. La estructura condicional del men­
habían determinado su nacimiento y la alte­ saje disuasivo consiste en la amenaza de una
ración de algunas de ellas, como por ejemplo represalia en el caso de que el adversario no
el respeto de los equilibrios estratégico- se adecúe a la voluntad del disuasor a través
m ilitares y de un aceptable nivel de tensión de la predefinición de una situación futura
en el tercer mundo (teoría de la indivisibili­ daíiina para el destinatario. En este sentido
dad de la distensión). el recurso a la d. se pone como alternativa (y
preliminar) respecto del recurso a la guerra
IPIERO QSTLLLIN01 (entendiendo este termino en el sentido
amplio que va desde el conflicto internacio­
nal hasta el que puede existir entre dos gru­
pos, dos bandas o dos individuos), en cuanto
disuasión que su objetivo fundamental es el de alcan­
zar, a través de una particular obra de con­
i concepto El concepto general de d. asume vencimiento frente al adversario, las mismas
históricamente una connotación técnica en el ventajas que derivarían del éxito en el conflic­
lenguaje político a p artir de los años inme­ to, sin tener que soportar sus costos.
diatamente posteriores a la segunda guerra Sin embargo, puede tomarse una compo­
mundial, en particular en la forma restringi­ nente disuasiva también en el ejercicio del
da del deterrent. que representa la amenaza conflicto, en el sentido de que todo incremen­
concreta de guerra atómica, gracias a la cual to en la violencia que un contendiente decide
DISUASION 511

tiene la función demostrativa de indicar al conflicto, por lo cual cuando por ejemplo en
adversario que le será imposible alcanzar el el contexto internacional se califica la natu­
éxito. El incremento actual contiene, por tan­ raleza de las relaciones entre bloques de esta­
to. una amenaza de ulterior incremento dos como disuasiva, no se pretende tanto refe­
potencial: en este aspecto se identifica el con­ rirse a cada momento en particular de la vida
tenido de la amenaza de escalation, término de relación entre los estados cuanto al hecho
del lenguaje de la estrategia m ilitar que con­ de que cada acción se desarrolla en un con­
siste justamente en amenazar al adversario texto disuasivo y que cada acción individual
para que se retire de la lucha, gracias a la puede ser cumplida según el estilo de la
demostración de la propia capacidad de incre­ disuasión.
mentar la cantidad de violencia que, en el
momento disuasivo, permanece potencial. De ni. técnica de ia DISUASION. Mientras que en el
allí resulta una doble área de ejercicio de la caso del conflicto violento la acción de los
d.: una preventiva (o alternativa) del estalli­ contendientes está dirigida contra la fuerza
do de las hostilidades, y una sucesiva (o com­ (militar, política, física, etc.) del adversario,
plementaria) al propio estallido. Esta distin­ el ejercicio de la d. consiste en frustrar, en
ción. demostrando que la operatividad de la el plano de la mera eventualidad, las inten­
técnica disuasiva es mucho más amplia de lo ciones del adversario: el choque disuasivo
que resulta si se concibe a la d. simplemente puede, por tanto, ser imaginado como un cho­
como técnica dirigida a obtener una absten­ que de voluntades e intenciones contrapues­
ción, permite extender el empleo del análisis tas. De allí deriva la particular delicadeza de
en términos disuasivos a toda la gama de los la aplicación de tul técnica. Es. por lo tanto,
fenómenos conflictuales. Además, cuanto más útil examinar específicamente la técnica de
se reconoce e institucionaliza al conflicto, tan­ ejercicio de la d. Antes que nada, la d. se con­
to mas la técnica disuasiva tiende a conver­ figura, justamente por el motivo apenas men­
tirse en el único modo de conducir el propio cionado, como una tentativa caracterizada
conflicto. por la incertidumbre: la amenaza disuasiva
Deriva de la circunstancia de haber sido se ve siempre obligada a fundarse en la espe­
empleado esencialmente en el campo de la ranza de que las palabras sean eficaces, mien­
prevención de la guerra atómica, el hecho de tras que un bombardeo, un golpe, un daño,
que el contenido de la d. sea considerado a lo son siempre. Tanto más cuanto que, sien­
menudo como exclusivamente abstensivo. En do objetivo de la amenaza el de no deberse
cambio, tanto en el campo de las relaciones realizar, la efectiva voluntad de actuar (en el
internacionales como en el ámbito más gene­ caso de que el destinatario no sea disuadido)
ral del conflicto político, la d. puede ser sigue siendo siempre objeto de incierta talo-
empleada tanto con fines abstensivos como ración: en efecto, el destinatario sabe que el
activos: el disuasor puede pedir al adversa­ disuasor preferiría no tener que ejecutar la
rio tanto un hacer como un no hacer, puesto amenaza. Esto se desarrolla entonces, en
que el elemento característico que indica una segundo lugar, en un contexto riesgoso. El
relación disuasiva está constituido no por el disuasor arriesga que la amenaza no sea efi­
tipo de adecuación requerida al adversario caz (suficiente), el destinatario arriesga la
sino por el hecho de que este adecuamiento posibilidad de sufrir, si actúa, la represalia.
sea requerido a través de la formulación de Por otra parte, ha sido justam ente este últi­
una amenaza. El predominio abstensivo pue­ mo quien provocó la amenaza: la actitud del
de ser, sin embargo, remitido al hecho, muy disuasor es reactiva. Frente a la eventualidad
conocido para los juristas, de que por ejem­ de que el adversario cumpla una acción con­
plo es mucho más fácil impedir que promo­ siderada dañina (o no cumpla una acción
ver una acción o un comportamiento. Pero si deseada), el disuasor reacciona formulando
la d. fuese únicamente impeditiva no le seria la amenaza de represalia: la d. es, por lo tan­
posible aprehender e interpretar los aspectos to, una reacción dirigida a cambiar la actitud
dinámicos de la conducción del conflicto. Con asumida o las intenciones expresadas por el
el concepto de d. se pretende en cambio refe­ adversario en la forma de la predefinición de
rirse a una connotación estructural de todo la realidad futura, según la fórmula de la
512 DISUASION

“profecía que se autoadccua” (teorema de to. Los poderes contrapuestos, por el hecho
Thomas). Asi examinada la forma del mensa­ de ser equivalentes, no pueden sino ser, uno
je. es necesario pasar a las condiciones de éxi­ frente a otro, poderes de facto. Pero una for­
to de la maniobra disuasiva, que están repre­ ma de d. puede aparecer también en relacio­
sentadas: 1 ] por la credibilidad; 2 ] por la rela­ nes entre desiguales: la madre disuade al hijo
ción entre las fuerzas; 3] por la importancia de desobedecerle con la amenaza de un cas­
de la puesta en juego. Mientras que el papel tigo, el superior jerárquico puede disuadir al
de la relación entre las fuerzas es fácilmente subordinado de comportarse de cierto modo,
comprensible (pero se volverá sobre él más la ley disuade al ciudadano de violarla con la
adelante), y el de la importancia de la puesta amenaza de una serie de sanciones. En todos
en juego determina el nivel cuantitativo de la los casos en que los poderes contrapuestos no
amenaza (en relación a la gravedad del caso) se encuentran en un estado de reciprocidad,
es útil detenerse sobre el requisito de la cre­ se hablará entonces, en vez de relación disua­
dibilidad. Para que la amenaza sea creíble es siva, de una relación de intimidación, carac­
necesario antes que nada que sea ejecutable terizada por el hecho de que uno de los con­
y que el destinatario lo sepa; en segundo lugar tendientes reviste frente al otro el papel de
la amenaza debe ser proporcional a la grave­ la autoridad. La intimidación depende, por lo
dad de la eventualidad a impedir: así como tanto, del poder de sanción reconocido, per­
no debe ser inferior, no debe superarla dema­ teneciente por definición a una sola de las
siado para no parecer excesiva y, por lo tan­ partes. Esta distinción entre d. e intimidación,
to, increíble; en tercer lugar quien formula basada en la que existe entre poder de facto
la amenaza debe tener la capacidad (voluntad, (Machi) y poder de derecho (Herrschaft), per­
intención) de ejecutarla y debe convencer de mite su aplicación a todas las diversas formas
ello al destinatario: en cuarto lugar la ame­ de conflicto, teniendo presente que la intimi­
naza. cuyo contenido no debe necesariamen­ dación no es más que una forma más intensa
te ser el mismo de la acción temida, debe diri­ de disuasión.
girse a un aspecto en el cual el destinatario Un último aspecto del fenómeno disuasivo
sea vulnerable, y debe configurarse como general es el del estatus. Dado que la fórm u­
dañosa al punto de convencer al destinatario la disuasiva se basa en una predefinición, asu­
de la ventaja de la renuncia al logro del obje­ me una importancia notable, en la valoración
tivo gravado por el costo representado por la de los contendientes, el dato representado por
represalia. Sobre estas connotaciones actua­ las expectativas que el pasado hizo inheren­
rán las valoraciones subjetivas que están tes al papel de cada parte. En otros términos,
dudas por la relación entre las fuerzas y por la mayoría de las veces los contendientes no
el valor asignado a la puesta en juego. tienen necesidad de recurrir a la formulación
material de la amenaza, puesto que el adver­
iv. disu asió n f. intimidación La configuración de sario puede prever que el otro tratará de
la relación entre las fuerzas tiene im portan­ disuadirlo de su intención. Es solamente en
tes repercusiones sobre la propia definición el caso en que la crisis supere este prim er
de la d. Hasta ahora hemos considerado las umbral que las amenazas (reciprocas o no) se
posiciones de los contendientes de modo uni­ manifiestan. El estatus disuasivo, del que se
lateral, sin tener en cuenta su relación. Pero siente revestido, desempeña, por lo tanto, la
solamente en el caso en que la relación sea función latente de prevenir las intenciones
de paridad (equivalencia) se da lugar a la d. ajenas. Esta situación aparece más claramen­
En efecto, la posibilidad de ejercer la d. no te todavía en la relación entre ley y ciudada­
pertenece a uno solo de los contendientes sino no, en donde el estatus intimidatorio de la ley
a ambos. Y para que ambos sean capaces de está directamente codificado y está dirigido
actuar es necesario que se verifique una situa­ a impedir su violación con su sola presencia
ción de reciprocidad. La posibilidad de la d. y gracias al conocimiento por parte de los aso­
caracteriza así un tipo particular de relacio­ ciados del previsible éxito de su aparato
nes: el que se desarrolla entre dos fuerzas coercitivo-represivo.
equivalentes se configura, respecto del poder En conclusión, resumiendo la importancia
de que disponen, como una situación de fac­ política ligada al análisis del concepto de d.,
D O C T R IN A 513

se puede decir que cualquier sistema de rela­ en la historia política y de la filosofía políti­
ción social, y en particular el sistema políti­ ca y jurídica tienen importancia otros signi­
co internacional v los sistemas políticos inter­ ficados. En derecho, con el término d. se indi­
nos, conocen entre sus reglas de funciona­ can el estudio y la elaboración de las normas
miento la técnica disuasiva, la cual tiene el jurídicas y la interpretación teórica del dere­
papel de introducir un principio racionaliza- cho, a menudo en contraposición a jurispru­
dor, preventivo de la violencia —pero no por dencia, que se refiere a la interpretación del
esto pacífico— en las relaciones conflictivas. derecho que el juez efectúa en vista de su apli­
cación. En política, la voz asume particular
BiBLioc.KAPiA: R. Aron, Paz y guerra entre las significado especialmente en el lenguaje
naciones (1962), Madrid, Alianza, 1963; A. Beau- diplomático norteamericano, donde designa
fre. Disuasión y estrategia (1964), Madrid, Insti­ la enunciación formal, por parte de un jefe
tuto de Estudios Políticos, 1966; L Bonanate, ím de estado o de un hombre político responsa­
política ilclla dissuasione, Turín, Giappichelli, ble, de la linea política a la que su país se aten­
1971; P. Green, Deadly logic: the theory of nuclear drá respecto de un sector dado de las relacio­
deterrence, Columbus, Obi» State llniversity nes ' internacionales (ejemplo, la Doctrina
Press, 1966; J.J. Holsl y U. Kerlich (comps.), Monroe, de 1823, que se suele resum ir con la
Hey on d nuclear deterrence, Nueva York, Crane, fórmula "América para los americanos" y
Russak and Cu., 1977; R. Rosencrance (cump.), enuncia el principio según el cual Europa no
The future of the intemational strategic system, debe intervenir en los asuntos americanos; la
San Francisco, Chandler, 1972; T.C. Schelling, I m Doctrina Stimson, de 1932, con la que se
diplomazia della viulenzju (1966), Bolonia, II Muli- declara a China y a Japón la intención del
no, 1968. gobierno de Washington de no reconocer nin­
guna situación que esté en contraste con el
[ixigi bonanatl] pacto Briand-Kellogg de 1928; la Doctrina
Drago, de 1902, con la cual el gobierno argen­
tino enuncia sus tesis acerca de la responsa­
bilidad de un estado hacia extranjeros por las
doctrina deudas públicas contraídas por los gobiernos
precedentes; la Doctrina Truman, de 1947,
El término asume múltiples significados, que referente a las relaciones entre Europa occi­
se desarrollaron a partir del originario, eti­ dental y el bloque soviético). En la filosofía
mológico, del latín doctrina, de doceo, "ense­ política, el término d. política indica en gene­
ñanza". El sentido más antiguo, por lo tanto, ral un complejo orgánico de ideas resultado
es el de enseñanza o aprendizaje del saber en de una metódica reflexión, y con referencia
general o de una particular disciplina. Con el a este significado se habla de historia de las
tiempo se ha perdido como significado prima­ d. políticas. Finalmente, tiene importancia
rio el referente a la enseñanza, mientras que política, desde la segunda mitad del siglo
ha servido cada vez más para indicar un com­ xix, como reacción a las consecuencias del
plejo de teorías, de nociones, de principios régimen capitalista y en contraposición a las
entre sí coordinados orgánicamente, que instancias del pensamiento marxista, la que
constituyen el fundamento de una ciencia, de se denomina d. socialcristiana, que es la enun­
una filosofía, de una religión, etc., o bien se ciación de los principios de la sociología cris­
refieren a un determinado problema, y que tiana, tendientes a fundar un nuevo orden
se consideran implícitamente pasibles de ser social sobre la renovación de los espíritus y
enseñados. El significado más común es el sobre la subordinación de la economía a la
conectado con una religión, y respecto de ésta moral cristiana más que sobre el marxismo
indica el conjunto de las enseñanzas dogmá­ m aterialista y sobre sus consecuencias, vis­
ticas y morales de las normas litúrgicas, y tas en el excesivo poder del estado y en la des­
finalmente también el texto que las contiene; valorización de la personalidad humana. Por
así por antonomasia en nuestra civilización eso la d. socialcristiana garantiza la propie­
la d. es la cristiana o el libro que contiene sus dad como instrumento de libertad, pero con­
principios en forma simple y explicativa. Pero dena sus abusos individualistas, por lo cual
S1-4 D O C T R IN A R IO

propone intervenciones del estado pura limi­ cés, que surge con la restauración de Luis
ta r la superpropiedad y para centralizar en XVIII. Sus jefes son: P.-P. Royer Collard, F.-
sus manos la riqueza. Protege en cambio al P.-G. Guizot, P.-F.-H. de Serre, J.-C. Beugnot,
proletario, permitiéndole alcanzar la propie­ P. de Barante, C. Jordán, a los que más tarde
dad, sea mediante la difusión de la pequeña se agregan los jóvenes A.-Ch.-L.-V. de Broglic
propiedad agrícola, sea con formas de copar­ y Ch. de Rémusat. No obstante el restringido
ticipación obrera en la propiedad y en las uti­ número de sus componentes, el partido de los
lidades de las empresas. Además condena par­ d. es heterogéneo; sin embargo, en general
cialmente el sistema asalariado, auspiciando basa su ideología en un constitucionalismo
la evolución de la forma salarial a la asocia­ tendiente a garantizar el orden público y. des­
tiva, a partir de la cual se debería conseguir pués de la experiencia de la era napoleónica,
la destrucción del predominio del capital y la en la aversión al cosmopolitismo, y sostiene
instauración de una sociedad de propietarios. la Carta octroyée de 1814. Ésta concede, entre
Esta d. surge, antes que en Italia, en paises otras cosas, la igualdad ante la ley; la liber­
como Alemania, Francia e Inglaterra, en don­ tad de conciencia, de palabra y de prensa; la
de el sistema capitalista está más desarrolla­ abolición del régimen y de los derechos feu­
do y el marxismo se difunde mayormente. Es dales; confía el poder ejecutivo al rey y el
aprobada por León XIII en 1891 con la Rerum legislativo a dos cám aras (una cántara de los
Novarían. Después de una grave crisis, que pares, de nominación real y con carácter here­
culmina en los años que van de 1907 a 1910, ditario, y una cámara de los representantes,
cuando muchos de sus exponentes están com­ elegidos por sufragio censatario), pero la ini­
prometidos en la condena del modernismo, ciativa legislativa es de exclusiva competen­
se revigoriza, particularm ente después de la cia de la corona. Los d., por lo tanto, sostie­
prim era guerra mundial. nen las principales conquistas de la revolu­
ción francesa, y sobre ellas quieren construir
[SAFFO TF.STONI BlNETTl] la nueva nación, contra las tendencias de la
extrem a izquierda, constituida en gran par­
te por hombres que, fieles en el pasado al des­
doctrinario potismo napoleónico, hallan luego insuficien­
tes las libertades concedidas por la Carta, y
contra los ultras de la derecha, que no admi­
El termino indica, en general, a quien se atie­ ten limitaciones a la autoridad monárquica
ne rígidamente a los principios de su propia y aspiran a una total restauración del anden
doctrina, prestando atención a la teoría toma­ régime. Los d. se colocan como técnicos del
da in abstracto más que a la práctica; en polí­ régimen constitucional: no se ocupan del pro­
tica, la expresión indica a quien sigue imita­ blema de la soberanía, dado que la conside­
tivamente los principios de una doctrina polí­ ran como un atributo exclusivamente divino;
tica sin tener en cuenta la situación concreta. se ocupan en cambio de la sociedad concebi­
Históricamente se distinguen dos acepcio­ da como organismo, del reconocimiento por
nes precisas del término. En 1747 se consti­ parle de la monarquía de las diferentes fun­
tuye una Congregación de los d. (lat. Congre­ ciones sociales y de sus autonomías y liber­
gado Presbyterorum doctrinae christianae), tades. de la protección de los derechos cons­
congregación religiosa en la que confluyen tituidas. De tal manera quieren conciliar a la
congregaciones ya existentes, con la tarea de nueva I~rancia con su pasado. Pero demues­
difundir más ampliamente la doctrina cris­ tran escasa adhesión a la realidad cuando,
tiana; el fundador reconocido es César de Bu- fracasada la conjunción entre su esquema
(1544-1607), fundador en realidad de una de jurídico ideal y la monarquía de los Borbo­
las congregaciones precedentes; fue suprimi­ lles. no saben crear un nuevo esquema adap­
da en 1870. tado a la situación.
En la historia política tiene mayor impor­
tancia el que se indica con la expresión Par­ [SAFFOTF.STOMBIXF.TTIJ
tido de los d. (fr. les Doctrinaires). Se trata de
un partido monárquico-constitucional fran­
D O M IN A D O 515

dominado decididamente el de un monarca militar, y


también es significativo el apelativo dominus
el deus a él atribuido (en tanto no se trata de
i d e i .a anarquía militar a DiocLECiANO. Por era una novedad absoluta). Después de una últi­
del d., o monarquía absoluta, se entiende el ma tentativa de restauración senatorial con
periodo que desde el advenimiento al poder Tácito y Probo, se abre prácticam ente la era
de Diocleciano (año 284 d.c.) o, según otros diocleciana.
estudiosos, desde el de Constantino (que se También de origen ilirico, Diocleciano con­
puede hacer coincidir efectivamente con la quistó el poder a p artir del 285 d.c., creando
victoria de Ponte Milvio del 312 d.c.), llega asi las premisas para una serie de importan­
hasta la caída del imperio romano de Occi­ tes innovaciones. Bastará recordar las rela­
dente (476 d.c.): sin embargo, si se quiere tivas a la organización territorial (las provin­
referir a la problemática jurídica (sobre todo cias, fraccionadas, fueron recomprendidas en
privatista, pero también publicista) no es ino­ diócesis más amplias); al ejército (con la dis­
portuno tener presente también el periodo tinción entre tropas estables, distribuidas en
que llega hasta la muerte de Justiniano (565 las fronteras, y ejército móvil, que servía de
d.c.), em perador de Oriente. escolta al emperador y estaba por eso bajo sus
Recapitulemos brevemente los hechos que órdenes directas); a la economía en general
conducen desde la caída de la dinastía de los (con reformas monetarias, fiscales, y con la
Severo hasta Diocleciano, y luego hasta Cons­ emanación de un ediclum rerutn venalium, es
tantino: esto servirá para ilustrar la instau­ decir de un gigantesco impuesto). Por lo que
ración del nuevo régimen jurídico y político. se refiere al fundamento constitucional y polí­
La muerte de Alejandro Severo (235 d.c.) tico del poder imperial se puede hablar sin
abre en el estado romano una aflictiva era de duda de una monarquía de tipo militar, en la
anarquía militar. En el breve periodo desde medida en que el emperador es aclamado por
el advenimiento al poder de Maximino el Tra- el ejército; es dudoso en cambio si intervino
cio (235 d.c.) hasta Numeriano (284 d.c.) se una investidura por parte del senado. Si se
cuentan en efecto veinticuatro emperadores; instaura una comparación con las m onar­
a ellos deben agregarse los llamados treinta quías de tipo oriental, se debe reconocer que
tiranos (es decir, pretendientes del poder ni siquiera con Diocleciano degenera el poder
imperial). Las causas de esta crisis fueron de absoluto en arbitrario, y también se debe
diversamente especificadas por los estudio­ adm itir que, incluso estando presentes en la
sos; una de las tesis más importantes es la de monarquía diocleciana muchos elementos
Rostovzev que configura la existencia de una religiosos, aún no se puede hablar de una ver­
lucha de clases entre los campesinos y los dadera concepción teocrática del poder.
habitantes privilegiados de la ciudad. Sin Todo esto provoca la abstención, por par­
embargo, hoy se tiende a opinar que en la base te de muchos estudiosos, de reconocer en Dio­
de la crisis existía una muliplicidad de cau­ cleciano al auténtico fundador del d., e impul­
sas (políticas, sociales, económicas, militaresj; sa a identificar en cambio en Constantino el
estas causas, interactuando, habrían llevado autor del nuevo curso institucional. Si se
a una verdadera "desintegración” del orden acepta esta interpretación, se debe destacar
constituido. En la crisis se insertan de todas otra vez la complejidad de los pasos que con­
formas, a partir del largo reinado de Galieno dujeron a la afirmación total y exclusiva de
(desde el 253 hasta el 260 d.c. con el padre, elementos ya presentes in nuce en el prim er
y luego desde el 260 hasta el 268 solo), elemen­ principado, y al mismo tiempo la resistencia
tos innovadores del orden constitucional (que de las formas y de los órganos de la constitu­
se traducen, en concreto, en una exclusión de ción republicana.
los senadores del mando militar), y luego a
partir del fin de la anarquía m ilitar propia­ II. CONSTANTINO. LA INSTAURACIÓN DEL DOMINADO.
mente dicha, es decir desde Aureliano (uno de Después del fracaso del sistema tetrárquico,
los restitutores ilíricos, que reinó desde el 270 imaginado por Diocleciano para asegurar un
hasta el 275 d.c..), se tiene una cierta estabi­ pacífico traspaso de los poderes imperiales,
lización política. El poder de Aureliano es Constantino permaneció en el poder con Lici-
516 D O M IN A D O

nio en el 312 d.c., y luego solo en el 324. La del derecho romano clásico, Constantino
m onarquía constantiniana marca la definiti­ resulta mucho más propenso a ceder y a dar,
va ruptura con el pasado: la forma monárqui­ por lo tanto, reconocimiento a normas ju rí­
ca ya no aparece justificada, en efecto, con dicas de derivación oriental. Finalmente tam­
la necesidad de preservar el imperio rumano bién la fundación de Constantinopia asume,
de la disolución sino que corresponde a una en este cuadro, un carácter emblemático; ade­
opción política precisa. La concentración del más de las razones de la decisión imperial,
poder —de todo el poder— en manos de uno significa en la práctica que Roma va no es el
solo, se liga resueltamente a una visión teo­ único centro del imperio, y que la distinción
crática, es decir a una concepción del empe­ entre la parte occidental y la oriental tiende
rador como representante de Dios en la tie­ a institucionalizarse.
rra (aun cuando Constantino no deriva todas
sus consecuencias en el plano de la sucesión III SOCIEDAD Y ECONOMIA EN EL BAJO IMPERIO No es
imperial). posible, con referencia a este tema, delinear
En cuanto a los eventos fundamentales del la historia del d. después de Constantino. Bas­
reinado de Constantino, debe ponerse en pri­ tará destacar que la división del imperio en
mer plano el reconocimiento legal del cristia­ dos partes se estabiliza definitivamente con
nismo con el Tamoso edicto de Milán (punto posterioridad al año 395 d.c.; lo cual explica,
por otra parte muy discutido por los estudio­ además, cómo la caída del imperio romano
sos). Este edicto no sólo pune rin a un perio­ de Occidente no trastornó también a la pars
do de persecuciones (persecuciones que urientis.
habían sido particularmente ásperas aún bajo Nos limitaremos, por lo tanto, a fijar algu­
Diocleciano) sino que echa las bases para un nos caracteres fundamentales de la sociedad
rápido cambio de posiciones (que conduce a y de la economía del Bajo Imperio. El dato
reconocer al cristianismo una posición de quizá más llamativo es el de la creación de
neta supremacía). Paralelamente se encuen­ una serie de vínculos, que hacen obligatorios
tra otro fenómeno, y es la injerencia del esta­ y hereditarios algunos oficios (y la pertenen­
do en las cuestiones internas de la iglesia, cia a las relativas corporaciones). Fenómeno
también de orden dogmático: se inicia así el análogo es el de la difusión del colonato, en
llamado cesaropapismo. razón del cual el colono se hallaba sometido
Acerca de las reformas, la opinión más a la tierra que trabajaba; su condición ju rí­
difundida es la que ve a Constantino como dica de liberto se trasm utaba así, de hecho,
continuador, en este campo, de la obra diu- en un estado muy similiar al de esclavo. Es
cleeiana; pero no faltan problemas en que la evidente que estas nuevas situaciones socioe­
posición constantiniana se destaca decidida­ conómicas tienen un vínculo estrecho con la
mente de la de Diocleciano. Además de un decadencia del régimen esclavista (decaden­
reordenamiento de la administración central cia cuyo alcance es discutido).
del estado, se señala la reforma de la prefec­ Nace en esta época (a propósito de la cual
tura del pretorio, ahora vista como órgano del algún estudioso ha hablado de socialismo de
gobierno de circunscripciones territoriales estado, o al menos de dirigismo) también una
(de aquí la multiplicación de los prefectos), empresa pública, con la tarea de la produc­
ya sin poderes militares. Otras innovaciones ción de equipos bélicos. Ciertamente la aten­
importantes se refieren al ejército (con el ción del estado es muy vigilante respecto de
incremento de la arm ada móvil en perjuicio los problemas monetarios: en un ambiente
de la frontera) y a la moneda (con la acuña­ perturbado por la tendencia al aumento de
ción de una nueva moneda de oro, el solidas, los precios (en ciertos momentos inconteni­
y con el abandono de toda defensa del curso ble) se suceden políticas monetarias de diver­
fiduciario de la moneda de cobre, es decir de sos tipos, inflacionistas y deflacionistas. La
la moneda para los cambios comerciales nor­ propiedad de bienes reales parece obviamente
males). un refugio contra la devaluación; incluso
Se debe recordar aún que mientras que Dio­ algún estudioso ha hablado hasta de un aban­
cleciano había aparecido en su conjunto, en dono de la economía monetaria para un retor­
su legislación privatista, como un defensor no a la economía natural.
DOMINADO 517

En cuanto a las clases sociales, además de da, de la civilización romana.


lo que ya hemos dicho, se señala al menos la Se diría en cambio que la historiografía
formación de una clase de curiales, es decir más reciente se inclina a aceptar visiones más
de pertenecientes a los senados citadinos. Los eclécticas, es decir que tiende a considerar
curiales de todo el imperio tenían en común que una serie de factores contribuyó al
una serie de problemas, y en particular el de derrum be final. Entre los datos que mejor
la responsabilidad por las obligaciones fisca­ documentan la amplitud de la crisis podemos
les de las comunidades citadinas, lo cual per­ recordar, a titulo de ejemplo, la expansión del
mitió que, aun en las diversas condiciones patrocinium, configurable como un verdade­
económicas de las ciudades particulares, ro protectorado —interesado— de los poten-
madurase la conciencia de la sustancial iden­ tiores, es decir de las clases más elevadas (a
tidad de su estado jurídico. menudo de los mismos funcionarios civiles y
La clase social más elevada sigue siendo la directam ente de los militares), sobre las cla­
senatorial (ya existen dos senados, uno en ses más humildes e indefensas: se trata en
Roma y otro en Constantinopla); la clase de efecto de un síntoma clarísimo del desmoro­
los caballeros tuvo en cambio diversas fortu­ namiento de las instituciones estatales. Es
nas, pero sustancialmente, ya a partir del obvio, de cualquier manera, que los diversos
siglu iv, aparecía con rango inferior a la factores de la crisis asumen un peso diferen­
senatorial. te en las tesis eclécticas particulares; en esta
perspectiva es necesario también notar que
iv. la caída d e l im perio komano Hablemos aho­ la historiografía marxista tiende a dar impor­
ra brevemente de la caída del imperio y de tancia preminente a las causas económicas,
sus causas. Es obvio que nos referimos a la y sobre todo a la declinación de la economía
caída del imperio en la pars occidentis, por­ esclavista (sin que los esclavos fueran susti­
que el imperio romano de Oriente continua­ tuidos por adecuadas fuerzas de trabajo).
rá todavía por muchos siglos después de Jus- Pero parece oportuno al menos agregar, para
tiniano (es decir, como es sabido, hasta la perm anecer en el campo económico, que
toma de Constantinopla por obra de los tu r­ sobre las clases típicamente acumuladoras de
cos en 1453). bienes gravaba el peso del mantenimiento de
Sobre este tema, indudablemente fascinan­ un aparato burocrático y m ilitar de grandes
te, las tesis de los estudiosos son muy contras­ proporciones, y parece igualmente necesario
tantes, y reflejan a menudo visiones de con­ reafirmar que la incidencia de los simples fac­
junto del desarrollo histórico. Será preciso tores de crisis debe ser evaluada en un cua­
recordar, para este propósito, la fortuna y las dro muy amplio y articulado.
críticas encontradas de la tesis de Gibbon, el
cual veía en el predominio de la religión cris­ A.H.M. Jones, II tardo impero
b íb l ic o RArlA:
tiana el factor más importante de la decaden­ rumano (1964), Milán, II Saggiatore, 1973-1974;
cia romana. También otras opiniones, sin F. de Martino, Storia delta costituzione romana.
embargo, están impregnadas de visiones Nápoles, Jovene, 1975, v, 3; S. Mazzarino,
"pesim istas” del cambio de las clases de L'lmpero romano, imi, Bari, Laterza, 19762; E.
gobierno: así Seeck considera un deber asig­ Stein, Histoire du Bas-Empire: I, 1 y 2: Da l'élat
nar un peso predominante a la decadencia romain a l ’élat byzantin (284-476), y II: De ¡a des-
demográfica de la vieja clase aristocrática, y parition de l ’empire d ’Occidenl á la mort de Jus-
aun Rostovzev afirm a que la rebelión de las linien (476-565) (1949), Amsterdam, Hakkert,
clases campesinas, ya señalada como crucial 1968.
para otros pasajes históricos, contribuyó
grandemente a la decadencia, y luego a la caí­ [ROBERTO B0N1NI]
ejecutivo

En el grado máximo, las expresiones poder como en las repúblicas parlam entarias se
e. y "procedim iento" e. indican las activida­ mantiene una clara distinción entre el ¡ele del
des en sentido lato del gobierno, en contra­ gobierno y el jefe del estado. Las repúblicas
posición con el legislativo, referido a la acti­ presidenciales, en cambio, se caracterizan
vidad del parlamento, y al judicial, referido precisamente por la fusión de los dos cargos
a la actividad de la magistratura. Las formas en la misma persona que es elegida directa­
de gobierno contemporáneas pueden subdi­ mente por el electorado: tal es el caso de Esta­
vidirse en distinas clasificaciones —m onar­ dos Unidos (en que. sin embargo, hasta hace
quías o bien repúblicas, monarquías absolu­ poco tiempo, se les pedia a los miembros de
tas o bien monarquías parlamentarias, repú­ los colegios electorales elegidos por la pobla­
blicas parlamentarias o repúblicas presiden­ ción la elección del presidente) y tal es el caso
ciales y, finalmente, gobiernos m ilitares—, de la mayoría si no en todas las repúblicas
pero lo que nos interesa respecto del análi­ latinoamericanas en el transcurso de su his­
sis del e. son los modos de formación del toria, excepción hecha de los periodos de
poder e. y las modalidades del procedimien­ gobiernos militares. También en este caso se
to e. A este fin debe dirigirse evidentemente puede señalar que la variable interventora del
la atención a las monarquías parlamentarias sistema de partidos desempeña un papel rele­
y a los tipos de repúblicas, o sea a las formas vante. En efecto, en las repúblicas latinoame­
de gobierno en que el e. es elegido y es res­ ricanas, además de otras causas socioeconó­
ponsable en distintas formas ante el parla­ micas y políticas de inestabilidad y de depen­
mento. dencia. la fragmentación del sistema políti­
En las monarquías parlamentarias y en las co que no permite al presidente de la repú­
repúblicas parlamentarias el e. es la manifes­ blica contar con una mayoría estable, ha
tación del parlam ento y su jefe o prim er desempeñado un papel negativo. En Estados
ministro es normalmente el líder del partido Unidos, en cambio, el presidente de la repú­
de la mayoría absoluta o de una mayoría rela­ blica es también el jefe de un partido, que pue­
tiva en los casos de coalición. La diferencia de no ser partido de la mayoría, pero que, sin
sustancial dentro de estas dos formas de embargo, le garantiza una base sólida de
gobierno está dada por el tipo de sistema par­ poder, dada también la falta de compacidad
tidista: en efecto, si el sistema de partidos es de los partidos estadunidenses y su discipli­
el bipartidismo, es prácticamente el electora­ na no rígida.
do el que elige al prim er ministro, ya que éste Un caso particular de república presiden­
será automáticamente el líder del partido que cial. en que no existe la fusión entre los car­
venza en las elecciones. Si el sistema de p ar­ gos de jefe de gobierno y jefe de estado, y sólo
tidos es el multipartidismo. habrá un amplio este último es elegido por sufragio universal
espacio ya sea para las negociaciones entre (a partir de 1965), es el constituido por la V
los distintos partidos para la constitución del República francesa. El jefe de gobierno es ele­
gobierno, ya sea dentro del partido de mayo­ gido por el jefe del estado y es responsable
ría relativa que forma parte de la coalición tanto ante la Asamblea Nacional como ante
para la elección del primer ministro, que sólo el jefe del estado. Este tipo de república pre­
muy rara vez es también secretario general sidencial está expuesta a los peligros de la fal­
del partido. ta de una mayoría favorable al jefe de gobier­
Tanto en las monarquías parlam entarias no en la asamblea, derivada, por ejemplo, de
ÉLITES, TEORIA DE LAS 519

una discrepancia entre la mayoría que ha ele­ que afirma que en toda sociedad el poder polí­
gido al jefe del estado y la que ha elegido a tico, o sea el poder de tom ar y de imponer,
las cám aras (fenómeno acentuado por el uso aun recurriendo en última instancia a la fuer­
del sistema electoral de doble vuelta que no za, decisiones valederas para todos los miem­
"retrata" las preferencias políticas del elec­ bros del grupo, le pertenece siempre a un cir­
torado). culo restringido de personas. La formulación
Por lo que respecta al procedimiento e., se que ya se ha convertido en clásica de esta teo­
entiende con éste el proceso de cumplimien­ ría fue dada por Gaetano Mosca en sus Ele-
to de las leyes, de los reglamentos y, en gene­ mentí di scienza política (1896): "Entre las ten­
ral, de todas las decisiones políticas del dencias y hechos constantes, que se encuen­
gobierno. A pesar de que recientemente se ha tran en todos los organismos políticos, hay
producido en casi todos los sistemas políti­ uno cuya evidencia puede ser fácilmente
cos contemporáneos una concentración del manifiesta a todos: en todas las sociedades,
poder en el e. y ha crecido, por consiguiente, empezando por las más mediocremente desa­
el papel de "ejecución-cumplimiento” de las rrolladas y que han llegado apenas a los
decisiones políticas, sin embargo hay que comienzos de la civilización, hasta las más
orientar el análisis a las relaciones entre el cultas y fuertes, existen dos clases de perso­
e. (gobierno en sentido estricto) y la burocra­ nas: la de los gobernantes y la de los gober­
cia, aunque en algunos casos la actividad de nados. La primera, que siempre es la menos
esta última se restringe al ámbito del proce­ numerosa, cumple todas las funciones polí­
so administrativo. El procedimiento e. sería, ticas. monopoliza el poder y goza de las ven­
en definitiva, un proceso complejo en que el tajas que lo acompañan; en tanto que la
gobierno asum iría el papel de guía y la buro­ segunda, más numerosa, está dirigida y regi­
cracia el papel de mera cumplimentadoru. da, de un modo más o menos legal o más o
Sigue siendo cierto que en la práctica las rela­ menos arbitrario y violento, por la primera,
ciones entre gobierno y burocracia pueden que le proporciona, por lo menos en aparien­
asum ir características muy distintas, depen­ cia, los medios materiales de subsistencia y
diendo de la estabilidad-inestabilidad, de la los que se requieren para la vitalidad del orga­
homogeneidad-heterogeneidad, del dinamis- nismo político" (i, p. 78). El éxito del térm i­
nio-inmovilismo, de la organización interna no é. se remonta, en cambio, a Pareto, que
del gobierno y las modalidades de recluta­ algunos años después, y no sin el influjo de
miento y del grado de preparación y de la Mosca, enunció, en la introducción de los
competencia de la burocracia. Sy sientes socialisles (1902), la tesis de que en
toda suciedad hay una clase superior que
¡OIAN FRANCO HASOL’INO] generalmente detenta el poder político y el
económico, a la que le dio el nombre de "aris­
tocracia" o de "élite".
élites, teoría de las II LOS PRECURSORES: MOSCA, PARETO, UICHELS.Que
toda sociedad estuviera dividida entre gober­
i. d e f in ic ió n d e e l it e . Por t e o r í a d e l a s é . o e li - nantes y gobernados y que los gobernantes
t i s t i c a (d e a h í t a m b i é n e l n o m b r e d e e l i t i s m o ) fueran una minoría, era una tesis no cierta­
s e e n t i e n d e la t e o r í a q u e a f i r m a q u e e n t o d a mente nueva, común a todos los escritores
s o c i e d a d u n a m i n o r í a e s s i e m p r e la ú n ic a q u e que habían compartido una concepción rea­
d e te n t a e l p o d e r e n s u s d iv e r s a s fo r m a s , fr e n ­ lista de la política. El mismo Mosca, por otra
t e a u n a m a y o r í a q u e c a r e c e d e é l . Ya q u e parte, reconoció haber tenido algunos precur­
e n t r e t o d a s l a s f o r m a s d e p o d e r (d e l a s c u a ­ sores, como Saint-Simon, Taine y Marx-
le s la s m á s im p o r t a n t e s s o c i a l m e n t e , o " e s t r a ­ Engels. Lo que permite considerar a Mosca,
té g ic a s " , s o n , c o m o s e h a d ic h o , e l p o d e r e c o ­ mucho más que a Pareto (dejando a un lado
n ó m ic o , e l p o d e r id e o ló g ic o y e l p o d e r p o lít i­ la diatriba entre los dos sobre su respectiva
c o ) la t e o r í a d e la s é. n a c i ó y s e d e s a r r o l l ó p a r ­ precedencia), como el primer teórico de la cla­
t i c u l a r m e n t e e n r e l a c i ó n c o n e l e s t u d i o d e la s se política es el hecho de que él presentó esta
é. p o l í t i c a s , p u e d e r e d e l i n i r s e c o m o la t e o r í a tesis como la piedra angular de una conccp-
520 ELITES, TEORÍA DE LAS

ciún que pretendía ser científica, es decir tribuyen en varios grados, que van desde el
basada en una observación paciente y sin pre­ superior hasta el inferior; llamó é. a los que
juicios de los hechos, y no ya apriorista, ideo­ componen el grado superior; se detuvo par­
lógica o ideologizante, de la política; la elevó ticularmente en los individuos que, por el
al rango de ley constante y cierta de todo agre­ hecho de ocupar los grados superiores de la
gado político, primitivo y evolucionado, anti­ riqueza y del poder, constituyen la é. más pro­
guo y moderno; partió de ella para reform u­ piamente política, o "aristocracia”. Pareto se
lar de una manera nueva algunos conceptos sintió atraído más que por los problemas de
fundamentales de la teoría política tradicio­ la constitución y de la formación de la clase
nal, como el de las tres formas clásicas de politica, por el fenómeno de la grandeza y de
gobierno (todos los gobiernos, partiendo de ¡a decadencia de las aristocracias, o sea por
la teoría de laclase política, son oligárquicos), el hecho de que "las aristocracias no duran"
para renovar la m ateria misma de la ciencia y la historia es el teatro de la continua lucha
política, que debería orientar su propio estu­ entre una aristocracia y otra. En el Trattato
dio principalmente a la naturaleza distinta, di sociología gene rale (1916), la teoría del equi­
a las diferentes características de acuerdo con librio social está basada en gran parte en el
las épocas y las civilizaciones, a los proble­ modo en que se combinan, se integran y se
mas de la formación y de la organización, de sustituyen las diversas clases de é., de las cua­
la clase política. Además, Mosca no se limitó les las principales son las políticas (cuyos dos
a enunciar el principio de que en toda socie­ polos son los políticos que usan la fuerza, o
dad existe una clase política compuesta por leones, y los que usan la astucia, o zorros), las
un número restringido de personas sino tra ­ económicas (cuyos dos polos son los especu­
tó también de dar una explicación del fenó­ ladores y los rentistas) y las intelectuales (en
meno, insistiendo repetidas veces en la obser­ que se contraponen continuamente los hom­
vación de que la clase política obtiene su fuer­ bres de fe y los de ciencia).
za del hecho de estar "organizada”, entendien­ En los años que transcurrieron entre los
do por "organización” tanto el conjunto de dos escritos de Pareto (1902 y 1916), Robert
relaciones interesadas que inducen a los Michels, inspirándose en las ideas de Mosca
miembros de la clase política a unirse entre y Pareto. aunque más en las del primero que
sí y a constituirse en grupo homogéneo y soli­ en las del segundo, publicó, prim ero en una
dario contra la clase dirigida más numerosa, edición alemana (1910) y luego en una edición
pero dividida, desarticulada, dispersa, desu­ italiana (I.u sociología del partilopolítico nella
nida, como también el aparato o la máquina democrazia moderna, 1912), una obra que,
estatal de que se sirve la clase política como estudiando la estructura de los grandes par­
instrum ento para la realización de sus pro­ tidos de masa, especialmente la del partido
pios fines. De acuerdo con esta característi­ socialdemócrata alemán, puso de relieve en
ca, la teoría de la clase política se llama habi­ el ámbito de una gran organización, como la
tualmente también teoría de la minoría orga­ del partido de masa, el mismo fenómeno de
nizada. la concentración del poder en un grupo res­
La circunstancia de que aproximadamen­ tringido de personas que Mosca había com­
te en esos mismos años esta teoría fuera aco­ probado en la sociedad en general. A este gru­
gida por un personaje mucho más autoriza­ po de poder le dio el nombre de "oligarquía”,
do en el campo de las ciencias sociales y, a usando un término que, a diferencia del de
diferencia del provinciano Mosca, conocido "aristocracia”, usado por el conservador
internacionalmente, como fue Vilfredo Pare- Pareto, tiene una connotación evaluativa
to, contribuyó ciertam ente a darle un relieve negativa, y revela que para el autor, prove­
particular a la teoría de la clase política y a niente de las filas del movimiento socialista,
convertirla en una especie de tema dominan­ el fenómeno tenia un carácter degenerativo
te de la ciencia política. Pareto, ya desde la (aunque inev itable). Tan inevitable que hasta
introducción de los Systimes socialistes, como lo indujo a formular la famosa (o mal afama­
se dijo anteriormente, llamó la atención sobre da) “ ley férrea de la oligarquía”, cuya enun­
el hecho de que, siendo lus hombres desigua­ ciación más conocida es la siguiente: "La
les en todos los campos de su actividad, se dis­ organización es la madre del predominio de
ÉLITES. TEORIA DE LAS 521

los elegidos sobre los electores, de los man­ como inminente por los reformadores socia­
datarios sobre los mandantes, de los delega­ les. y a las que se les atribuye un valor tau­
dos sobre los delegantes. Decir organización matúrgico, o son los nuevos bárbaros o son
es lo mismo que decir oligarquía." Por más únicamente un ejército de maniobra de la
opuesta que sea la relación entre organización nueva clase política en ascenso. En Mosca y
y grupo de poder de Michels a la propuesta en Pareto, aunque no en Michels, para el que,
por Mosca —para Mosca la organización es por lo menos en los prim eros años, los resul­
un instrumento para la formación de la mino­ tados de la investigación científica no son
ría gobernante, en tanto que para Michels la capaces de mitigar los ardores y las esperan­
misma organización es la que tiene como con­ zas democráticas, la teoría de las minorías
secuencia la formación de un grupo oligárqui­ gobernantes avanza con el mismo ritmo que
co—. la obra de Michels constituye una con­ una concepción esencialmente inigualitaria
firmación histórica y empírica de la teoría eli­ de la sociedad, que una visión estática o cuan­
tista, y su comprobación en un campo espe­ do mucho cíclica de la historia, que una acti­
cífico como el de los partidos de masa, el tud más pesimista que optimista respecto de
dem ostrar la posibilidad de una aplicación la naturaleza humana, que una incredulidad
más amplia de la misma, contribuyó a con­ casi total en relación con los beneficios de la
solidar su éxito. democracia, que una crítica radical del socia­
lismo como creador de una nueva civilización,
III. INTERPRETACION CONSERVADORA E INTERPRETA­ y que una desconfianza que siente desprecio
CION DEMOCRATICA DE LA TEORIA DE LAS ELITES. El por las masas portadoras de nuevos valores.
éxito de la teoría de las é. dependió en su naci­ En una palabra, la teoría de las é., en su pri­
miento del hecho de que, a pesar de su pre­ mera aparición, sirvió de vaso colector de
tensión de tener validez como teoría científi­ todos los humores antidemocráticos y anti­
ca y hasta como la prim era teoría científica socialistas (más bien, para algunos, antidemo­
en el campo de la política, habia nacido con cráticos por antisocialistas), provocados por
un fortísimo contenido polémico antidemo­ el nacimiento del movimiento obrero, y per­
crático y antisocialista, que reflejaba muy mitió formular, de una manera que hasta
bien el "gran miedo” de las clase dirigentes entonces no habia sido nunca tan clara, la
de los países en que se habían intensificado antítesis élite-masa, en que el término posi­
o estaban a punto de intensificarse los con­ tivo era el prim ero y el negativo el segundo,
flictos sociales. Desde el punto de vista ideo­ y llevar a cabo un completo trastocamiento
lógico, esta teoría, sobre todo en la lección de la filosofía de la historia propuesta por la
paretiana, que fue la más escuchada politica­ doctrina socialista, en donde el sujeto histó­
mente, fue una de las muchas expresiones a rico no serian las é. sino las masas (aunque
través de las cuales se puso de manifiesto, al guiadas por vanguardias conscientes). Sin
final del siglo, la crisis de la idea del progre­ embargo, a través de Michels y del segundo
so indefinido que habia marcado el periodo Mosca (cuya obra final es la segunda edición
de la burguesía en ascenso, y el ideal del de los Elementi di scienza política, 1923), la
democratismo igualitario tuvo que soportar teoría de las é. se va imponiendo poco a poco
el choque con la dura y áspera lección del dar­ por su valor euristico hasta el grado de que,
vinismo social que encontraba en la selección apartándose poco a poco del molde ideológi­
a través de las luchas las despiadadas aunque co, es acogida como teoria históricamente
necesarias condiciones de la evolución. Esta correcta, es decir por su valor científico, por
teoría, en efecto, podía dar buenos argum en­ escritores liberales y también democráticos
tos a los que se interesaban por dem ostrar como, en el caso de Italia, Einaudi y Croce.
que la historia es una repetición monótona de Salvemini y Gobetti. El mismo Mosca había
conflictos, en los que no interesan sino úni­ abierto el camino a una interpretación no res­
camente la fuerza y la astucia, que los sedi­ tringida ideológicamente de la teoría, distin­
centes revolucionarios no son otra cosa que guiendo. en un capitulo añadido en la segun­
la sustitución de una clase dirigente por otra da edición, dos diversos modos de formación
(y por lo tanto, dejan las cosas como están), de las clases políticas —ya sea que se trasm i­
que las masas, cuya llegada es considerada ta el poder por herencia, en cuyo caso surgen
522 ÉLITES. TEORIA DE LAS

los regímenes autoritarios, o bien que proven­ iv ei. éxito de la teoría en estados unidos. Ordi­
ga de la base, lo que da origen a regímenes nariamente se considera a Mosca, Párelo y
que. a falta de otro término. Mosca llamó libe­ Michels como los padres fundadores. Pero la
rales. pero que habría podido llamar también teoría de las é. adquirió el pleno derecho de
correctam ente democráticos, aunque en el ciudadanía en la ciencia política contempo­
sentido en que “democracia” se contrapone ránea, renacida o renovada en Estados Uni­
no a "aristocracia" sino a “autocracia”. De dos, desde que lúe acogida, reelaborada en
este modo, la diferencia entre regímenes aris­ diversas formas y difundida por Haroid D.
tocráticos, y autocráticos, por un lado, y regí­ Lassvvell, aproximadamente en los mismos
menes democráticos y liberales, por el otro, años en que se introducía entre los investiga­
no debe seguir buscándose en la existencia o dores norteamericanos y se discutía amplia
inexistencia de una clase política sino en el y rabiosamente, a través de la excelente tra ­
hecho de que en los primeros hay é. cerradas ducción inglesa, el Tratado de Párelo (1935).
y restringidas y en los segundos hay é. abier­ En una de sus obras principales Who gels
tas y ampliadas. El régimen parlamentario, what, wben, how (1936), el prim er capítulo
cuyos defectos Mosca llegó a criticar áspera­ intitulado “ Élites", empieza con estas pala­
mente. pero cuya validez histórica defendió, bras: "Ei estudio de la política es el estudio
es un régimen que no desmiente de ninguna de la influencia y de los que la ejercen [...]
m anera la teoría de las é.: representa el régi­ Los que tienen influencia son los que se apo­
men en que la clase política es más abierta deran de la mayor parte de lo apoderable. Los
y menos restringida, además de que está con­ valores disponibles pueden clasificarse en
trolada desde la base. valores de deferencia, de ingreso v de seguri­
Después de Mosca, los mayores teóricos de dad. Los que obtienen la mayor parle de éstos
las é. fueron, en Italia, un escritor democrá­ son la é., el resto es la masa" (The political
tico, Guido Dorso, que provenía de la expe­ writings of H. Ü. Lasswell, 1951). Al form ular
riencia gobettiana de "revolución liberal", y el concepto de é.. Lasswell apela explícita­
que escribió en 1944, como contribución para mente a la tradición de Mosca, Pareto y
el nuevo estado democrático que debería sur­ Michels. En el libro posterior, escrito en cola­
gir de las cenizas del fascismo, un ensayo, Dit- boración con Abraham Kaplan, Power and
tatura, classe política e classe dirigente, en saciety (1950), articulando aún más el concep­
que, partiendo de la comprobación irrefuta­ to, distingue la é. propiamente dicha, que está
ble de que en toda sociedad existen "form a­ constituida por los que tienen el mayor poder
ciones oligárquicas que forman el esqueleto en una sociedad, de la é. media, constituida
de toda la estructura social", describió las por los que tienen un poder inferior, y de la
relaciones entre la clase dirigente y la clase masa, constituida por los que tienen el poder
dirigida, entre la clase dirigente y la clase menor. No duda en afirmar que los miembros
política, entre la clase política en el gobier­ de la é. son ordinariamente menos numero­
no y la clase política de la oposición en un sos que los de la masa. Distingue diversas for­
régimen pluralista, y un escritor liberal. Filip- mas de dominio, o sea diversas formas en que
po Burzio, paretiano ferviente, que publicó en el poder de una sociedad está controlado y es
1945, al día siguiente de la liberación del ejercido de acuerdo con los distintos tipos de
dominio del fascismo, un libro, Essenza ed é. (una é. de funcionarios da origen a la for­
attnalitú del liberalismo, en el que, después ma de dominio burocrática, de nobles a la
de haber afirmado que todo lo original y crea­ aristocracia, de especialistas a la tecnocracia,
tivo que se hace en el mundo es obra de mino­ etc.). Niega decididamente que la introduc­
rías, sostenía que las mejores é. son las que ción del concepto de é. impida la posibilidad
se forman a través de la lucha y están en con­ de concebir un tipo de gobierno democrático;
tinua competencia entre si, como afirman las reafirma el principio, ya enunciado por Mos­
doctrinas liberales, y que, siendo elegidas y ca, de que “la democraticidad de una estruc­
controladas periódicamente por los ciudada­ tura social no depende de que exista o no una
nos, no “se imponen" sino que "se proponen", é. sino más bien de las relaciones establecidas
como afirman las teorías democráticas. entre la é. y la masa: del modo en que la é. se
recluta y del modo en que ejerce el poder".
ÉLITES. TEORIA DE LAS 523

Por otra parte, a pesar de la autoridad de actualmente están concentrados los instru­
Lasswell, la sociología norteamericana oficial mentos del poder, de la riqueza y de la cele­
y académica siempre vio con cierto recelo las bridad". Por medio de un análisis histórico
teorías elitistas. El elitismo en sentido origi­ y sociológico trata de dem ostrar que en la
nal debió su éxito en Estados Unidos sobre actualidad Estados Unidos está dominado por
todo a dos libros extra muenia, cuya popula­ un restringido grupo de poder, que constitu­
ridad fue mucho mayor que la de los produc­ ye precisamente la “é. en el poder” y está com­
tos que salen de las instituciones universita­ puesto por los que ocupan las posiciones cla­
rias: The managerial revolution (1941) de ves en tos tres sectores de la economía, del
James Burnham y The power elite (1957) de ejército y de la política. Éstos constituyen una
C. Wright Mills. El mismo Burnham puso de é. en el poder, porque, contrariam ente a lo
manifiesto en qué grado estaba ligado a la tra­ que aparece o se hace creer, están por razo­
dición elitista de los padres fundadores, en nes sociales, familiares, económicas ligados
un libro publicado algunos años después, The unos a otros, se sostienen y se refuerzan reci­
macltiave llians (1947), en el que, partiendo de procamente, tendiendo cada vez más a con­
la contraposición entre la concepción idealis­ centrar sus instrum entos de poder en insti­
ta de la política, personificada por Dante, y tuciones centralizadas e interdependientes.
la realista, personificada por Maquiavclo, Por medio de un juicio sintelizador, que se
tejió un elogio de los nuevos maquiavélicos, hace eco de una manera sorprendente de la
que son precisamente Mosca, Pareto y tesis mosquiana de las minorías organizadas
Michels, además de Sorel. La interpretación frente a las mayorías desorganizadas, Wright
general de la historia en que se basa su exce­ Mills escribe: “El sistema norteamericano del
lentísimo libro sobre la revolución de los poder es de este modo porque el vértice está
directores es elitista: toda sociedad se carac­ mucho más unificado y es mucho más pode­
teriza por el hecho de estar dominada por un roso y la base mucho más desunida, y por eso
grupo de poder (rulittg class) que tiene cier­ impotente, de lo que suponen generalmente
tas características: “Cuando existe ese gru­ los que se dejan engañar observando los estra­
po de control, el grupo que, a diferencia del tos medios del poder mismo, los que no refle­
resto de la sociedad, tiene en mayor medida jan la voluntad de la base ni determinan las
el control sobre el acceso a los instrumentos decisiones del vértice.”
de producción y un trato preferencial en la
distribución de los productos de estos instru­ V. LOS CRITERIOS DEMOCRATICOS VLOSCRITERIOS MAR­
mentos, podemos hablar de este grupo como XISTAS. El modo polémico y hasta provocati­
del grupo socialmente dominante o de la cla­ vo con que se presentó la tesis de Wright Mills
se gobernante de esta sociedad." La revolu­ dio ocasión a un debate sobre el concepto mis­
ción social de nuestro tiempo, que él descri­ mo de y en general sobre la validez del eli­
be y profetiza, consiste en la transición de una tismo como teoría científica. El concepto de
clase dom inante (la de los burgueses- é. en el poder fue criticado por dos partes
capitalistas) a otra (la de los directores); la his­ opuestas: los liberáis niegan la unidad de la
toria es el distinto sucederse de una clase é. en el poder, o sea niegan que el poder den­
dominante a otra. tro de la sociedad norteam ericana esté reu­
Contra la imagen idílica de Estados Unidos nido en un grupo monolítico, de acuerdo con
como paraiso del hombre común, Wright la tesis que se ha llamado por retorsión polé­
Mills parte de la contraposición del hombre mica de las tres "c” (convicción, cohesividad,
común, definido como aquel cuyos poderes conjura), y le oponen la teoría que se deno­
"están limitados por el mundo cotidiano en minó de diversas maneras: "pluralista",
que vive" y "parece con frecuencia movido "poliárquica" o también en antítesis al mu-
por fuerzas que no puede comprender ni con­ nolitismo, "política”. Lo- radicáis, o mejor
trolar”, con la e. en el poder, "compuesta por dicho los marxistas, sostienen, por el contra­
hombres que se encuentran en posiciones rio, que la é. en el poder no está en realidad
tales que les permiten trascender el ambien­ organizada en los tres sectores encontrados
te del hombre común” y “ocupan las pusicio por Mills, porque la clase dominante es en
nes estratégicas de la estructura social en que definitiva una sola: la de los delentaduies del
524 ÉLITES. TEORIA DE LAS

poder económico. El representante más auto­ método, y más precisamente el método que
rizado de la primera crítica es Robert A. Dahl. permite que los distintos individuos o grupos
que en un ensayo (A critique o f the ruling éli­ rivales luchen por la conquista del poder
te mudel, 195S) aparecido dos años después mediante una competencia recíproca "a tra ­
del libro de Wright Mills sostiene que la hipó­ vés de una contienda que tiene por objeto el
tesis de la existencia de una é. en el poder sólo voto popular” (Capitalism, sacialism and
se puede probar si: íi] la hipotética é. gober­ democracy, 1942). Por lo demás. Karl Mann-
nante es un grupo bien definido; b] hay una heim, haciéndose eco de Mosca, decía —en
muestra suficiente de casos de decisiones fun­ una análisis escrito alrededor de 1930, pero
damentales. en que las preferencias de la publicado postumamente— sobre el proceso
hipotética é. estén en oposición con las de los de democratización de la sociedad contempo­
otros grupos; c] en todos estos casos prevale­ ránea (The demucratization of culture, en
cen las preferencias de la hipotética é. Pero Essayson the sociology o f culture. 1956): “ La
como ni el primero ni el tercer punto han sido democracia no implica que no haya é.: impli­
probados empíricamente hasta ahora, la teo­ ca más bien un cierto principio específico de
ría de las é. en el poder no tiene, según Dahl, formación de las é." y consideraba este prin­
fundamento científico. De la segunda se ha cipio junto con el principio de la igualdad de
convertido en intérprete Paul M. Sweezy todos los hombres y el de la autonomía del
(Power élite or ruling class?, 1956), quien con­ individuo como una de las características fun­
sidera que Wright Mills sobrevalúa el papel damentales de la democracia moderna. Tam­
de los militares y de los políticos de profesión; bién Raymond Aron, estudioso de Pareto, vol­
sostiene que en Estados Unidos no existen vió repetidas veces sobre este tema en los últi­
tres é. sectoriales unidas en una é. en el poder mos años, empezando por el articulo Social
sino una "clase dominante’’ (en el sentido structure and the ruling class (en The British
marxiano de la palabra), y para poder com­ Journal of Sociology. i, 1950), en donde escri­
prenderla es necesario estudiar todo el siste­ be entre otras cosas: “ La diferencia funda­
ma del capitalismo monopolista y no los mental entre una sociedad de tipo soviético
dominios separados de la vida social nortea­ y una de tipo occidental es que la primera tie­
mericana; critica globalmente la teoría de las ne una é. unificada m ientras la última tiene
é. pues "distrae inevitablemente la atención una é. dividida", para terminar con el artículo
de los problemas de la estructura y del pro­ Social class, political class, ruling class (en The
ceso sociales y conduce a buscar causas aje­ European Journal of Sociology, i, 1960), don­
nas de los fenómenos sociales”. de contrapone las suciedades industriales de
La crítica de los liberáis no conduce nece­ Occidente con la sociedad industrial de la
sariam ente a una negación radical del elitis- Unión Soviética basándose en la diferencia
mo. No niega que existan élites y que. aun entre oligarquía desintegrada y oligarquía
dentro de la sociedad democrática, haya una unificada en un partido único. En esencia, la
contraposición permanente entre los que tie­ critica del elitismo monolítico terminó por
nen el poder y los que no lo tienen, sino más dar origen a una concepción desmitizada, rea­
bien que en u ra sociedad extremadamente lista, desencantada de la democracia, que
compleja y fundamentalmente conflictiva, había sido bautizada y también recientemente
como es la sociedad norteamericana, haya criticada con el nombre de "elitismo demo­
una sola é.; en una palabra, niega no tanto el crático" y cuyas principales características
elitismo como el monolitismo. Reanudando eran la competencia entre las é. políticas, el
la tradición comenzada por Mosca, que dis­ hecho de que estas é. debían rendir cuentas
tinguía, como ya dijimos, la é. aristocrático- de su operación periódicamente ante los elec­
autocrática de la é. democrático-liberal, con­ tores y eran accesibles de distintas maneras
tinuada por Lasswell, que consideró perfec­ a las instancias provenientes de la base (P.
tamente compatibles la existencia de las é. Bachrach, 1967).
con el funcionamiento del régimen democrá­ A diferencia de la crítica de los pluralistas,
tico, esta teoría se enlaza con la concepción la critica proveniente de los m arxistas (bas­
de Joseph A. Schumpeter, según el cual lo que taría recordar, retrocediendo mucho más allá
caracteriza al régimen democrático es el de la polémica Wright Mills-Sweezy, los jui­
ELITES. TEORIA DE LAS 525

cios hirientes de Luckács y de Gramsci sobre la formación de las clases sociales, o de las
la obra de Michels y, recientemente, las obje­ desigualdades y por consiguiente de los con­
ciones presentadas por Nicos Poulantzas, en flictos, no es la propiedad sino la autoridad,
Poder político y clases sociales, 1968) se basa es decir el poder de em itir los mandatos que
en una interpretación radicalmente distinta logran la obediencia. De estas premisas dedu­
de la sociedad, entendida como conjunto de ce la conclusión de que se es capaz de identi­
relaciones entre dominantes y dominados, ficar a los contendientes de un cierto tipo de
utiliza instrumentos analíticos distintos y conflicto cuando se ha logrado identificar a
conduce a una verdadera teoría alternativa, "los que ocupan las posiciones de dominio y
que es interesante com parar con la teoría de de subordinación en una determinada asocia­
las é. en sus dos versiones, monística y plu­ ción”. En una palabra, Dahrendorf, al propo­
ralista. aunque conviene mantenerlas separa­ ner sustituir el criterio de la distribución de
das para no caer en contusiones y simplifi­ la propiedad por el de la distribución del
caciones deformantes. Si la teoría elitista par­ poder para explicar la división de la sociedad
te, como se vio, de la contraposición entre é. en grupos opuestos, expresa bastante bien
y masa, separadas entre sí como el elemento una forma actualizada de la interpretación
activo y el elemento pasivo de la sociedad, y elitista de la sociedad en contraposición direc­
limita el momento conflictivo al conflicto ta con la interpretación que se deriva de los
interno de las é., la teoría marxista parte de clásicos del marxismo.
la contraposición entre las dos clases antagó­
nicas de los poseedores de los instrumentos VI. COMPROBACION EMPIRICA: INVESTIGACIONES SOBRE
de producción y de los proletarios, y consi­ LAS ÉLITES DF. US COMUNIDADES LOCALES Por enci­
dera el conflicto entre las dos clases sociales ma de las discusiones técnicas que la concep­
como el principal motor del movimiento his­ ción elitista de la sociedad ha despertado y
tórico. En la visión elitista de la sociedad, la sigue despertando todavía, se ha ido robus­
relación entre é. y masa no es necesariamen­ teciendo, en estos últimos veinte años, sobre
te antagónica. En su intento por fijar una tipo­ todo en Estados Unidos, la tendencia a com­
logía de las diversas sociedades, a partir de probar la validez de la teoría por medio de
la dicotomía é.-masa, William Kornhauser investigaciones empíricas que se han orien­
considera, por un lado, la mayor o menor tado, por razones técnicas fácilmente com­
posibilidad que las é. tienen de sufrir el influ­ prensibles, al estudio de los grupos de poder
jo de las masas y, por el otro, la mayor o de las comunidades pequeñas o de alguna for­
menor posibilidad que tienen las masas de ser ma no muy grandes, como son las adminis­
movilizadas por la é. (The politics o f mass traciones municipales, las organizaciones sin­
society, 1960): ninguna de estas dos relacio­ dicales o profesionales. Como prim er ejem­
nes es una relación antagónica como la que plo conspicuo, y en cierto sentido precursor,
pone en relieve de m anera particular la teo­ de un estudio de la é. de un centro urbano,
ría marxista. Además, en tanto que la teoría hay que mencionar la investigación que Floyd
marxista se remonta a la forma de produc­ Hunter desarrolló en Atlanta, Georgia (Com-
ción, o sea al aspecto estructural, para encon­ m unity power. A sludy o f decisión makers,
trar los elementos constitutivos y determinan­ 1953), al que siguieron muchos otros. Sin
tes del movimiento social. la teoría elitista embargo, la investigación más conocida es la
encuentra el elemento determinante de la del mismo Roben Dahl desarrollada algunos
desigualdad social, que caracteriza a todas las años después en New Haven (U’/io governs?
sociedades que existen o que han existido, en Democracy and power in an American city,
la diversa distribución del poder político, o 1961) que lo llevó entre otras cosas a la con­
sea en el aspecto que un marxista considera­ vicción, poco antes recordada, de que la teo­
ría superestructural. En esta dirección se ha ría de una é. única en el poder, que había des­
desenvuelto Ralf Dahrendorf, quien en el penado tanta polvareda a través de la obra
libro Soziale Klassen und Klassenkonflikt in de Wright Mills, era empíricamente falsa. Por
der industriellen Gesselschaft (1957) sostiene, otra parte, si alguno pretendía, partiendo de
criticando a Marx y uniéndose explícitamen­ las investigaciones empíricas realizadas hasta
te con los teóricos de las e., que la causa de la fecha, llegar a la confirmación de una de
5 2t> ELITES. TEORIA DE LAS

las dos interpretaciones prevalecientes de la algunos rasgos comunes que sirven para dis­
teoría elitista, la monista o la pluralista, más tinguir esta teoría que desde hace algunas
bien que de la otra iría al encuentro de una décadas representa con distinta suerte una
desilusión. De las dos investigaciones mencio­ tendencia constante de la ciencia política: 1]
nadas, la de Hunter y la de Dahl, tanto la una en toda sociedad organizada las relaciones
está segura de sostener la tesis monista como entre individuos o entre grupos que la carac­
la otra de sostener la tesis pluralista. No se terizan son relaciones de desigualdad; 2] la
puede decir que lo que es válido en una comu­ causa principal de la desigualdad consiste en
nidad lo sea también en otra: toda teoría, al la distribución desigual del poder, o sea en
bajar del cielo de las abstracciones a la tie­ el hecho de que el poder tiende a concentrar­
rra de la investigación de campo, se ve obli­ se en manos de un grupo restringido de per­
gada a perder algo de su rigidez y de sus pre­ sonas; 3] entre las diversas formas de poder,
tensiones de ser válida universalmente. De lo determinante es el poder político; .'] los que
este modo se podría llegar a la conclusión de detentan el poder (especialmente el poder
que la distinción entre monistas y pluralistas político), la clase política propiamente dicha,
es una distinción teórica (y desgraciadamen­ son siempre una minoría; 5] una de las cau­
te ideológica) y que, en cambio, empíricamen­ sas principales de que una minoría logre
te, ambos, monistas y pluralistas, tienen dominar un número enormemente mayor de
razón. Se ha observado por otra parle que las personas consiste en el hecho de que los
diversas conclusiones a las que han llegado miembros de la clase política, por ser pocos
Hunter y Dahl pueden depender también de y tener intereses comunes, están ligados entre
la distinta técnica adoptada por el uno o por sí y son solidarios por lo menos en la conser­
el otro para identificar los componentes del vación de las reglas del juego que les permi­
grupo de poder de la ciudad preseleccionada. ten ora a unos ora a otros el ejercicio alter­
Hunter se ha dirigido a un cierto número de nativo de¡ poder; 6] un régimen se diferencia
personas influyentes de la ciudad y les ha pre­ de otro por el distinto modo en que las é.
guntado a quiénes consideran como podero­ nacen, se trasm iten y mueren, por el distinto
sos en ese lugar (método consideracional); modo en que se organizan y por el distinto
Dahl, en cambio, examinó el iter de algunas modo en que ejercen el poder; 7] el elemento
decisiones sobre problemas particularm ente opuesto a la é., o la no é., es la masa, que cons­
relevantes para la ciudad seleccionada como tituye el conjunto de personas que no tienen
m uestra y observó cuáles eran los grupos de poder o por lo menos no tienen un poder polí­
interés que prevalecían cada vez (método dcci- ticamente relevante, y que numéricamente
sional). Ninguno de los dos métodos está exen­ son la mayoría, no están organizadas o bien
to de criticas: al prim ero se le ha reprochado están organizadas por los mismos que parti­
sobre todo de no haber sido capaz de distin­ cipan en el poder de la clase dominante, y por
guir entre el poder supuesto y el poder real lo tanto están al servicio de la clase dominan­
y de haber logrado identificar mejor el poder te (la teoría de la sociedad de masa es la con­
potencial que el real. Al segundo se le ha obje­ traparte de la teoría de las é. y ambas se han
tado sobre todo que el influjo de un grupo de desarrollado paralelamente en este último
poder no se explica a través de las decisiones siglo). Lo que las diversas teorías tienen en
que logra impedir que lleguen a feliz térm i­ común desde el punto de vista negativo es. por
no. Es probable, como se ha señalado recien­ un lado, la critica de la ideología democráti­
temente (Stoppino, 1971), que el mejor meto- ca radical, según la cual es posible encontrar
do para identificar un grupo de poder consis­ una sociedad en que el poder sea ejercido
te en utilizar ambos métodos, que de hecho efectivamente por la mayoría y, por el otro
no son imcompatibles sino más bien se inte­ lado, la critica de la teoría marxiana, según
gran recíprocamente. la cual ya que el poder está ligado a la pro­
piedad de los medios de producción, es posi­
Vil CARACTERISTICAS POSITIVAS Y NEGATIVAS DF. LA ble encontrar una sociedad basada en el
teoría A pesar de las divergencias que sepa­ poder de la mayoría y hasta de todo el pue­
ran a los sostenedores de la teoría de las é., blo, cuando la propiedad de los medios de
se pueden señalar, a guisa de conclusión, producción esté colectivizada.
ENAJENACIÓN 527

Como teoría realista de la política, mantie­ so en virtud del cual alguien o algo (para
ne firme la tesis de que el poder pertenece Marx, la misma naturaleza puede estar impli­
siem pre a una m inoría y de que la única dife­ cada en el proceso de e. humana) está cons­
rencia entre un régimen y otro radica en la treñido a convertirse en otra cosa de lo que
existencia o inexistencia de minorías en com­ es propiamente en su esencia" (P. Chiodi). El
petencia recíproca. Ideológicamente, por el uso corriente del térm ino designa, a menudo
hecho de haber nacido como reacción contra en forma genérica, una situación psicosocio-
el temido advenimiento de la sociedad de lógica de pérdida de la propia identidad indi­
masa, y por lo tanto no sólo contra la demo­ vidual o colectiva vinculada con una situación
cracia sustancial sino también contra la negativa de dependencia y de falta de auto­
democracia formal, su principal función his­ nomía. Apela pues a una situación subjetiva
tórica, que de ninguna manera se ha agota­ y al mismo tiempo a una dimensión objetiva
do, consiste en denunciar cada vez las siem­ histórico-social. En este sentido se puede
pre renovadas ilusiones de una democracia hablar de: e. mental como estado psicopato-
integral. Si en su aspecto ideológico pudo lógico vinculado a la enfermedad mental; e.
haber contribuido a obstaculizar el avance de de los colonizados en cuanto sufren e interio­
una transform ación democrática de la socie­ rizan la cultura y los valores de los coloniza­
dad (aun en el sentido de que la democracia dores; e. de los trabajadores en cuanto son
y existencia de una clase política minoritaria asimilados con tareas puramente mecánicas
no son incompatibles), en su fase realista con­ y despersonalizantes a la estructura técni­
tribuyó y sigue contribuyendo todavía a des­ co-jerárquica de la empresa industrial, sin
cubrir y a m antener al desnudo la ficción de tener poder alguno en las decisiones funda­
la "dem ocracia m anipulada”. mentales; e. de las masas en cuanto objeto de
heterodirección y de manipulación a través
BIBLIOGRAFIA P. Buchrach. Critica de la teoría eli­ de los medios de comunicación de masa, de
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Pulitical élite, Londres, 1969: S. Passigli (comp.), una complejidad semántica que tiene en la
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M. Stoppino, Chi comanda? I metodi di ricerca dicho término ha sido acuñado.
del potere neüa comnnilá lócale, Genova, ECIC,
1982. n de roi'sseac a marx. La doctrina contractual
transfiere el concepto de e. de un ámbito ori­
[NORBERTO B íisBlO] ginalmente jurídico (alie natío como cesión de
una propiedad) al ámbito filosófico-politico
a fin de explicar el fundamento del estado y
enajenación"
ron no- dice: ‘‘O tra- lenguas románicas, a diferencia
i "En el ni\el de máxima genera­ del español, no conservaron nineün -.djetivo derivado
definición.
lización, la e. se puede definir como el proce-* dei latín alienas |. jenol y sólo han podido construir,
sobre la base de alienare, alienada, términos culto- y
opacas del tipo de 'alienar', ‘alienación’ (compáreselo-
* En l;i “Advertencia del traductor" a K. Marx, El ca­ con sus equivalente- castellano- transparentes 'enaje­
pital, México. Siglo XXt. t. i. vol. I. p. xix, Pedro Sea- nar' \ 'enajenación')" IE.]
528 ENAJENACIÓN

de Ja sociedad política. Hobbes habla de y comunidad en la JiíjXio. El mundo moderno


"cesión” (fo give up) del derecho de gobernar­ es la ruptura de aquella unidad, por obra
se a sí mismo al soberano, a través de un pac­ sobre todo de la Riqueza que disuelve la uni­
to que marea el destierro del estado de natu­ versalidad del estado y hace que la realidad
raleza. Rousseau introduce el término de e. social en lugar de ser una realización aparez­
para indicar la cláusula fundamental del con­ ca a la conciencia como "inversión” y "pér­
trato social consistente en la "e. total de todo dida de la esencia”. Son estos procesos ana­
aquel que está asociado con todos sus dere­ líticos los que Marx tiene en cuenta en los
chos a toda la comunidad ”, de modo que Manuscritos económico-filosóficos de 1844 al
"cada uno, uniéndose a todos, no obedezca sin afirm ar que en la Fenomenología de Hegel
embargo más que a si mismo y permanezca están contenidos, aunque en forma idealista
tan libre como antes” {Contrato social, i, 6 ). y mistificada, ” todos los elementos de la crí­
La e. se presenta de esta manera como el acto tica”. "Lo más importante de la Fenomeno­
de cesión positiva que instituye la voluntad logía de Hegel y de su resultado final —la dia­
general. léctica de la negatividad, como el principio
Hegel rechaza la teoría contractual de la motor y engendrador— es, por tanto, de una
formación del estado y de la e. como relación parte, el que Hegel conciba la autogénesis del
recíproca de cesión y de intercambio. El moti­ hombre como un proceso, la objetivación
vo más importante es el hecho de que para como desobjetivación, como e. y como supe­
él el sujeto de la historia no son los individuos ración de esta e., el que capte, por tanto, la
sino el espíritu absoluto o conciencia de si; la esencia del trabajo...” (Tercer manuscrito.
multiplicidad y la otreidad aparecen como XXIII).
momentos derivados y negativos respecto de En la historia del trabajo como objetivación
la unidad del Espíritu {y de sus manifestacio­ enajenada del ser del hombre (en cuanto ex­
nes: el espíritu del pueblo, el estado). Hegel trañamiento de las fuerzas esenciales de la
retoma pues en un terreno histórico-social el humanidad producido bajo el signo de la pro­
núcleo conceptual que había sido propio de la piedad privada) el joven Marx ve la clave inter­
teología neoplatónica, o sea el Uno que se pretativa para reformar los resultados de la
escinde y se multiplica en un proceso necesa­ economía política clásica según clave antropo­
rio de e.-extrañamiento (respectivamente: lógica. Hegel entendió que la historia es la
Fntausserung/Verausserung y Entfremdung). autogestión enajenada que el hombre hace de
La Fenomenología del Espíritu está enteramen­ si mismo en el trabajo, pero entiende el tra­
te construida sobre la base de la demostración bajo como actividad espiritual de un sujeto
del proceso necesario de e.-extrañamiento del absoluto. La critica antiespeculativa de Feuer-
Espíritu, a través de la concatenación de las bach ha denunciado la inversión idealista de
figuras históricas, de la necesaria superación sujeto y predicado y ha repropuesto con fuer­
del sei-otro y del#extrañamiento respecto de za al sujeto como ser natural, sensible, y por
la totalidad del devenir y la unidad del abso­ lo tanto la objetivación y la otreidad como
luto. El objetivo final es el saber absoluto dimensiones en línea de derecha positivas,
como conciencia de que el objeto es producto rechazando la confusión hegeliana entre obje­
de la conciencia de si y se integra en ella. Por tivación y e. Sin embargo no comprendió la
eso, dice Hegel, la e. de la conciencia de sí "tie­ productividad histórica de la e. en cuanto pre­
ne un significado no sólo negativo sino tam­ misa necesaria para su superación histórica
bién positivo" en cuanto proceso necesario de en el comunismo. La superación de la e. gira
autoafirmaciún a través de la escisión y la pro­ sobre el eje de la abolición de la propiedad pri­
ducción de formas de otreidad histórico-ob- vada y del trabajo enajenado. La e. del traba­
jetiva. jo en los Manuscritos se analiza como: a] extra­
Teniendo como fondo este planteamiento ñamiento del obrero respecto del producto del
lógico-ontológico, Hegel desarrolla también trabajo; b] extrañamiento de la actividad labo­
un análisis de gran eficacia del mundo moder­ ral. que de ser una primera necesidad se con­
no como "espíritu que se enajena". El punto vierte en actividad coaccionada; c] extraña­
de referencia es la idealización (presente tam­ miento de la esencia humana por cuanto la
bién en Rousseau) de la unidad de individuo objetivación del género humano se degrada a
ENAJENACION 529

una actividad instrumental en vista de la mera na, mientras que a menudo habla de una
existencia particular; d] extrañamiento de los estructura (el modo capitalista de producción)
hombres entre si en relaciones en la que sur­ dentro de la cual las relaciones sociales asu­
gen antagonismo y competencia. men necesariamente la apariencia fetichista
A partir de La ideología alemana (1845- de cosas. No se debe por tanto minimizar la
1846) Marx, mientras enriquece el análisis del dislocación epistemológica que se ha produ­
extrañamiento a través de una historia de la cido; sobre todo cabe señalar el hecho de que
propiedad privada como división del traba­ la desenajenación y la reapropiación apare­
jo, toma sus distancias respecto al comunis­ cen como efecto de los cambios estructura­
mo filosófico y su concepto clave: la e. de la les en el proceso de transición hacia un modo
esencia humana. De hecho Marx y Engels distinto de producción (el comunista).
están elaborando los conceptos fundamenta­
les del materialismo histórico y una crítica III. EL CONCEPTO DE ENAJENACIÓN EN LA FILOSOFIA
desde dentro de la economía política, que se política contemporAnea. El marxismo de la
convertirá en teoría del modo de producción Segunda Internacional, aun conociendo en
capitalista como una estructura fundada en párte los escritos inéditos de Marx (el Nach-
la producción de plusvalor. En ello se basa lass fue publicado en parte por F. Mehring),
la tesis de algunos intérpretes que exponen no atribuyó ninguna importancia al concep­
la teoría de la e. del joven Marx como "pre- to de e., de la misma manera que resulta un
m arxista" (L. Althusser). La cuestión resulta concepto extraño al marxismo-leninismo de
bastante controvertida, porque: a] si bien es la Tercera Internacional, a pesar de la escru­
cierto que en El capital no existe una referen­ pulosa publicación de los Manuscritos en 1932
cia precisa a la e., también es cierto que en y de los Grundrisse en 1939-1941, estando
partes enteras del mismo, como en la cuarta ambas interesadas en las tendencias objeti­
sección del libro primero, se considera la his­ vas, en la crisis general del capitalismo y en
toria de la industria como un creciente extra­ la transferencia de las fuerzas productivas
ñamiento de los trabajadores respecto de la maduradas en el seno de la sociedad burgue­
concentración de instrumentos de trabajo, sa y en un socialismo entendido como cstati­
saber y fuerza combinada del trabajo en un zación de los medios de producción. La rea­
aparato objetivo extraño a ellos y contrapues­ nudación de la problemática conceptual con­
to en cuanto capital. En particular existe una cerniente al nexo e.-fetichismo-reificación tie­
continuidad entre el concepto juvenil de tra ­ ne lugar más bien al margen de las corrien­
bajo enajenado y el concepto maduro de tra­ tes principales de la tradición marxista, a
bajo abstracto; b] es innegable el estrecho menudo por obra de los críticos de dicha tra­
parentesco entre análisis del trabajo enajena­ dición.
do y el de fetichismo (cap. 1 del libro prime­ En especial el concepto de e. ha sido fun­
ro y cap. 48 del libro tercero), o sea del "carác­ damental en la filosofía política, que ha inten­
ter mistificador que transform a las relacio­ tado reformular las categorías hegelomarxis-
nes sociales a las que sirven en la producción, tas en relación con la crítica del neocapita-
como portadores, los elementos materiales de lismo por un lado y del socialismo burocrá­
la riqueza, en atributos de esas mismas cosas tico por el otro. La difusión de la problemá­
(mercancías) y que llega aún más lejos al con­ tica de la e. tiene lugar en los años cincuenta
vertir la relación misma de producción en una y sesenta cuando se redescubren los prime­
cosa (dinero)”; c] el término y el concepto de ros escritos de Lukács y Korsch y tienen gran
e. aparecen muy a menudo en lugares decisi­ aceptación los trabajos de Marcuse y de Sar-
vos de los cuadernos de los Grundrisse, tra ­ tre. El prim er Lukács (Historia y conciencia
bajos preparatorios para la crítica de la eco­ de clase, 1923) ve el fenómeno de la e.-
nomía política escritos por Marx en los años reificación extenderse de la fábrica tayloris-
1857-1858: d]es igualmente cierto que inclu­ ta a todos los sectores de la sociedad —al
so en los lugares de más estrecho parentesco derecho, a la administración, a la industria
con la teoría juvenil, sólo de vez en cuando cultural, etc...— constituyendo sectores autó­
retoma el planteamiento conceptual de un nomos, fragmentados, apoyados en una racio­
sujeto (el trabajo, o el hombre) que se enaje­ nalización fundamentada en el cálculo y en
530 ESPACIO POLITIC O

una eficiencia que es fin en si misma. La e. Bedeschi, Alienación y fetichismo en el pensa­


no se refiere solamente al trabajo en las con­ miento de Marx (1968), Madrid, Corazón, 1975;
diciones capitalistas, sino también al mundo G. Bedeschi. Alienazione, en Enciclopedia. Turín,
de la ciencia y de la técnica tal como se ha Einaudi, 1977, vol. t, pp. 309-343: C. Camporesi,
formado dentro de las relaciones burguesas II concetto di alienazione da Rousseau a Sartre,
de producción. Una ampliación análoga del Florencia, Sansoni, 1974; P. Chiodi, Sartre e il
concepto de e. a todo el mundo del trabajo e marxismo. Milán. Feltrinclli, 1965; I. Mészáros.
incluso a toda la civilización en cuanto pro­ I m teoría de la enajenación en .Marx (1970), Méxi­
ducto del principio de prestación y de la racio­ co, Era, 1976; C. Napoleoni, Lecciones sobre el
nalidad instrumental, se encuentra en Mar- Capitulo sexto (inédito) de Marx (1972), México.
cuse, para el cual "razonablemente el siste­ Era, 1976.
ma de trabajo debería organizarse más bien
con el intento de ahorrar tiempo y espacio [CESARE PIANCIOLA]
para el desarrollo individual más allá del
mundo del trabajo, inevitablemente represi­
vo” {Eroa y civilización, 1955, ix). El concep­
to de e. desempeña también una función esen­
cial en el existencialismo marxista de Sartre espacio político
(Crítica de la razón dialéctica, 1960), que insis­
te en la necesaria recaída —en el marco de i. definición. Por e. político se entiende el área
la escasez— de la praxis individual y de gru­ del conflicto político que está en la base de
po en el mundo de los aparatos anónimos rei- la relación entre electores y partidos de un
ficados, el mundo de la seriación y de lo determinado sistema político en un cierto
práctico-inerte, en el cual los fines se trans­ momento histórico. Todo sistema político
forman necesariamente en contrafinalidad está caracterizado por un cierto número de
anónima y los hombres pasan a ser objeto de conflictos: conflictos sobre la distribución del
procesos que no controlan. ingreso, sobre la intervención del estado en
Ha sido señalado el hecho (G. Bedeschi) de la economía, sobre las relaciones estado-igle­
que estos autores dan mucha importancia a sia. o bien conflictos de naturaleza lingüísti­
la conexión Hegel-Marx y acaban por confun­ ca, étnica, etc. En la medida en que estos con­
dir e. y objetivación, recayendo en aquella flictos o estas líneas de división son factores
posición idealista que el joven Marx critica de movilización del electorado, ejercen
a Hegel. Sin embargo conviene tener presen­ influencia sobre la conducta política de los
te el marco de referencia especifico respecto electores y las estrategias de los partidos, y
al cual ellos usan los conceptos de e. y de rei- por ello sobre la marcha de la competencia
ficación: la problemática de las condiciones electoral. La configuración de estos conflic­
de emergencia de la conciencia revoluciona­ tos constituye el área del e. político. Sustan­
ria en el capitalismo desarrollado (Lukács); cialmente, pues, el e. político es el e. de la
el capitalismo maduro como "sistema” omni- competición electoral en los regímenes demo­
comprensivo y totalmente adm inistrador cráticos de masa.
(Marcuse); el surgimiento de aparatos buro­ Sin embargo, no basta que existan conflic­
cráticos y represivos dentro mismo del pro­ tos —y por tanto problemas por resolver y
ceso revolucionario (Sartre). Se tendría que opciones a tomar— para poder utilizar de for­
distinguir todavía, sobre todo respecto a ma significativa la noción de e. político. Para
Hegel, que la estructura Iógico-ontológica del ello es necesario que se cumplan algunas con­
concepto de e. y su uso parcialmente h e u ri- diciones que aseguren la existencia de un cier­
tico al poner en evidencia los aspectos histó- to grado de "racionalidad" en la conducta de
rico-sociales, constituyen, para la filosofía electores y partidos: 1 ] electores y partidos
política, un problema de ascendencia marxis­ han de estar en condiciones de percibir y valo­
ta más o meno> cercana. ra r su posición reciproca en relación con las
dimensiones del conflicto político más sobre­
biblicokaHA: L. Althusser, Im revolución teórica salientes o relevantes en un determinado
de Marx (1965), México, Siglo XXI, 1967; G. momento; 2 ] estas percepciones y las \ alora-
ESPACIO POLITICO 531

dones consiguientes han de estar dotadas de II ESPACIOS LINEALES Y ESPACIOS PL.URIDIMENSIONA-


un minimo de coherencia interna; 3] el elec­ les. Cada e. político viene definido por un
tor vota por aquel partido cuya posición en cierto número de dimensiones. Tales dimen­
el e. es más cercana a su propia colocación siones corresponden a las lineas de conflic­
espacial. to, a los problemas, a las opciones que ejer­
De por si dichas condiciones se cumplen de cen su influencia sobre las posiciones de los
manera distinta en los diversos sistemas polí­ partidos y de los electores y orientan su con­
ticos y en ciertos casos no se cumplen en abso­ ducta. Según sean una o más de una, se habla
luto. La percepción del e. político puede variar de e. lineal o de e. pluridimensional. El e. polí­
de elector a elector por diversos motivos. En tico más simple, y más utilizado en el terre­
primer lugar no siempre los electores "ven” no de la investigación o en el del debate polí­
todos los partidos de un sistema ni siquiera tico, es el definido por la dimensión izquier­
lo más importantes. A menudo reconocen so­ da-derecha. Esta dimensión (o continuo) ha
lamente a su partido, el partido con el que se sido interpretada de forma muy diversa. An­
identifican estrechamente. O bien sí conocen thony Duvvns, el primer politólogo que utiliza
la existencia de los diversos partidos, pero no de manera sistemática la noción de e. políti­
logran distinguir las connotaciones caracterís­ co con base en dicha clave, la interpreta como
ticas y por tanto su posición relativa en el e. el grado de intervención del estado en la eco­
Otras veces puede suceder en cambio, que la nomía, según lo cual una posición de izquier­
percepción de ciertos electores sea del todo o da se identifica con una mayor propensión en
en parte distinta de la percepción de otros, favor de políticas de intervención. Para Lip-
porque es diversa para ellos la relevancia o set y muchos otros, la línea divisoria entre
importancia de los conflictos en juego. En izquierda y derecha está en la actitud más o
otros casos es posible que las valoraciones que menos favorable en relación con políticas de
hace un elector de los diversos partidos sean cambio del staru quo. Cualquiera que se con­
del todo contradictorias y por lo tanto caren­ sidere la interpretación más correcta, no hay
tes de cualquier lógica interna. Cuando dichos ninguna duda de que en las modernas demo­
fenómenos asumen dimensiones relevantes, la cracias de masa las nociones de izquierda y
noción de e. político pierde prácticamente su de derecha desempeñan un papel relevante en
significado empírico. Sustuncialmente, para el ámbito de la competencia electoral entre
poder hablar de e. es necesario que exista una los partidos. Estas nociones simplifican las
cierta "estructura ordenada" que sobrentien­ opciones de los electores y son un medio efi­
da la conducta de electores y partidos. caz de comunicación entre electores y p arti­
La frecuencia con la que electores, lideres dos. Esto está demostrado por numerosos
y observadores políticos utilizan términos estudios empíricos que revelan cómo en el
como izquierda-derecha, laico-clerical, con­ nivel de los electorados de los diversos paí­
servador-progresista, y otros análogos, para ses la mayor parte de los entrevistados no tie­
def inir las propias posiciones políticas es un nen ninguna dificultad en colocarse a sí mis­
indicador de que tul estructura existe, aun­ mos y a los partidos del sistema (al menos los
que en medida diversa si se trata según el mayores) sobre este continuo.
nivel de élites o el nivel de masa. Es una Establecido lo anterior, y a pesar de la nota­
estructura formada por imágenes simplifica­ ble contribución que el uso de la dimensión
das respecto de la complicada realidad de los izquierda-derecha ha aportado al estudio de
partidos, pero no por ello menos eficaz al pro­ la competencia política, no se puede identifi­
porcionar a los electores una sintesis de las car esta noción, como hacen algunos investi­
connotaciones políticas más relevantes de los gadores, con la noción de e. político sin empo­
diversos partidos. Tomando como base dichas brecer esta última desde un punto de vista
imágenes el elector construye su propio mapa analítico y sustancial. Los e. lineales son sim­
del sistema y organiza sus propios conocimien­ ples y por tanto fáciles de utilizar y de inter­
tos politicos. La reconstrucción, en el labora­ pretar, pero precisamente por razón de su
torio del investigador, de este mapa muestra simplicidad no pueden explicarse siempre
los elementos constitutivos del espacio político. ciertas estrategias de partido o ciertas con­
ductas de voto, porque pasan por alto la exis-
512 E S P A C IO P O L IT IC O

leticia de otras dimensiones de identificación problemas particulares que de vez en cuan­


y competencia que pueden interferir con la do asumen importancia política a los ojos de
dimensión izquierda-derecha y alterar asi la los electores. El problema del aborto, el de
dinámica global de la competición política. la energía nuclear o determinadas cuestiones
Por ejemplo, una de estas dimensiones es la de política exterior son posibles ejemplos de
religiosa, pero también podemos citar al res­ ello.
pecto la dimensión étnica, la lingüistica y
otras. Tal vez dichas dimensiones pueden iii. consideraciones CRITICAS. El análisis espa­
superponerse al continuo izquierda-derecha, cial de la competencia electoral presupone en
pero es más frecuente que lo interfieran. En cierta medida una interpretación "racional”
este caso, el e. político se ha de considerar del comportamiento electoral. Esto se dedu­
pluridimensional para todos los efectos, y no ce claram ente de lo que hemos dicho hasta
lineal. ahora. Sin embargo, precisamente por este
Concluyendo, lo que se quiere afirm ar es motivo muchos investigadores formulan obje­
que no se puede establecer a priori la estruc­ ciones sobre la aplicahilidad y relevancia de
tura del e. político como si existiera un solo una noción que en el fondo implique conduc­
e. de la política válido universalmente. La con­ tas que parecen contradecirse con la realidad
figuración del e. político puede variar de sis­ de los hechos. El escaso interés por la políti­
tema a sistema e incluso dentro de un mis­ ca y el bajo grado de conocimiento de dicha
mo sistema de un determinado periodo his­ m ateria entre ciertos estratos de electores
tórico a otro, precisamente porque cambian han sido demostrados por muchas investiga­
los conflictos, las líneas divisorias, los pro­ ciones empíricas. Según una firme tradición
blemas que definen las imágenes de los par­ investigadora sobre el comportamiento elec­
tidos y la propia colocación de los electores toral de masa, el elector "medio”, más que
en el e. Aceptado lo anterior se puede afirmar, expresar su propio voto después de una aten­
con base en la experiencia proporcionada por ta confrontación entre las propias preferen­
el funcionamiento de los regímenes democrá­ cias políticas y las propuestas y programas
ticos occidentales, que los componentes fun­ de los diversos partidos del sistema, tiende
damentales del e. político han permanecido a identificarse con un determinado partido
más bien estables en el nivel de la masa. Éstos basándose en un sentido de proximidad psi­
corresponden todavía en gran parte, a pesar cológica más que racional. El voto no sería
de los cambios recientes, al sistema de rup­ pues una opción verdaderamente consciente,
turas que ha caracterizado el proceso de for­ sino más bien un hecho consuetudinario
mación de los partidos y de los sistemas de determinado por la presencia de un grado
partido. Estas rup tu ras (contraste ciu­ notable de simpatía por el propio partido y
dad-campo. la lengua, la religión, la ideolo­ de hostilidad respecto a los partidos antago­
gía) están en gran medida en la base de los nistas.
procesos de identificación partidista y por Aunque estas observaciones están funda­
tanto del comportamiento de voto entre la mentadas en sólidas bases fácticas, la conclu­
gran mayoría de electores de los países de sión a que a menudo se llega de que una teo­
Europa occidental. Sin embargo, el e. políti­ ría racional del comportamiento electoral
co no está formado solamente por estas resulta de una casi absoluta irrelevancia es
dimensiones. Junto a dichas dimensiones demasiado apresurada por diversos motivos.
"tradicionales” pueden existir otras. En gene­ En prim er lugar, el fenómeno de identifica­
ral cualquier cuestión sobre la que los parti­ ción entre elector y partido no excluye la pre­
dos políticos asumen posiciones diversas sencia de elementos de carácter racional en
entre ellos y que puede ubicarse en una línea esta relación. El elector identificado es tam ­
de división preexistente puede representar bién en muchos casos un elector que tiene una
una dimensión del e. político a condición de cierta imagen de partido condicionada por la
que constituya efectivamente un factor de adhesión al programa del partido y a sus posi­
movilización de una parte del electorado. Asi ciones políticas sobre las cuestiones del
en ciertos sistemas políticos el e. de la com­ momento. El hecho de que su voto sea fun­
petencia electoral puede estar constituido por damentalmente estable no significa que sea
ESTABILIDAD POLITIC A 533

sólo el resultado de factores psicológicos, no mudéis of party competilion, en American Poli-


susceptibles de un análisis racional. A este tical Science Review, l v ii , junio de 1963.
propósito no se puede deducir de la estabili­
dad del voto su presunta "irracionalidad”. En [ROBERTO D ALIMOMi:]
segundo lugar, la misma noción de elector
“medio" tiene poco significado. No existe un
elector tipo, sino que existen más bien diver­
sos tipos de electores, entre los que los elec­
tores identificados no son más que una cate­ estabilidad política
goría. Junto a éstos existen también electo­
res de opinión, que se orientan en su compor­ i. definición del concepto. Una definición satis­
tamiento no tanto sobre la base de conside­ factoria del concepto de e. debe partir de algu­
raciones de orden ideológico o tradicional nas consideraciones preliminares. Antes que
como por estar influidos por la posiciones de nada, se debe buscar una definición carente,
los partidos sobre temas y problemas de en lo posible, de elementos valorativos. Debe
actualidad en el debate político o bien por la ponerse particular atención en este punto
percepción de su eficiencia, honradez, com­ sobre todo con un concepto al que, habitual­
petencia de los lideres del gobierno y de la mente, se ha acusado de privilegiar el momen­
oposición. to de la conservación respecto del cambio: un
Estas consideraciones bastan para pensar sistema político, por ejemplo, se considera
que en efecto una teoría espacial del compor­ estable a menudo justamente en cuanto capaz
tamiento electoral tiene un campo de aplica­ de mantener el siatu quo. Se debe aclarar,
ción más amplio de lo que usualmente se ha en cambio, que se buscará una definición neu­
creído. Ya sea el comportamiento de los elec­ tra; que un sistema estable no tiene por sí mis­
tores "identificados”, ya sea con mayor razón mo una connotación positiva: un sistema polí­
el comportamiento de los electores de opi­ tico estable no es “bueno” en cuanto tal, y,
nión, son clasificables en un análisis espacial. por fin, que la e. no es necesariamente, ni debe
Sobre todo en el caso de estos últimos el uso ser, el fin de lodo sistema.
de la noción de e. se presta muy bien a expli­ En segundo lugar, es importante sólo una
car las transferencias de voto y por tanto definición empírica y operativa, susceptible
algunos aspectos de la dinámica global del sis­ de una inmediata vinculación con la realidad,
tema. En efecto, los electores de opinión son que perm ita determ inar, al final del proceso
los más críticos, los más móviles. Como con­ cognitivo, el grado de e. de este o aquel siste­
secuencia es precisamente el voto de éstos el ma en particular.
que determina los desplazamientos margina­ Por fin, es necesario buscar una definición
les en las relaciones de fuerza entre partidos idónea para evidenciar que la e. es un estado
de gobierno y de oposición, las cuales deci­ del sistema en un intervalo de tiempo dado.
den a menudo el resultado de la competen­ La e. es el resultado de la determinada dis­
cia electoral. A pesar de que su número pue­ posición de los elementos del sistema.
da ser exiguo, su importancia es tan relevan­ Con base en estas consideraciones la defi­
te que pesa de una manera muy concreta en nición, que parece tener más que otras los
la formulación de las estrategias de partido requisitos requeridos, es la siguiente: la e. es
y sobre el funcionamiento del sistema. la previsible capacidad del sistema de durar
en el tiempo. Así, un sistema debe ser consi­
biblio g ra fía . A. Downs, A » economic theory uf derado estable cuando, en un momento dado
democracy, Nueva York, Harper, 1957; R. Ingle- y sobre la base de un conjunto de indicado­
hart y H.D. KJingemann, Party identificulion, res, es racionalmente previsible que durará
ideológica! preference and left-right dimensión en el tiempo. Existe una notable diferencia
among Western mass publics, en Party identifi- entre la e. asi definida y la entendida como
ialian and beyond, a cargo de I. Budge, I. Cre- simple duración en el tiempo. Esta segunda
we y D. Farlie, Nueva York, VViley, 1976; G. Sar- definición, a diferencia de la primera, no da
lori. Parties and party Systems, Nueva York, Cam­ el sentido típico de este concepto, que querría
bridge University Press, 1976; D. Stokes, Spatial tener también tareas previsionales, más que
534 ESTABILIDAD POLITICA

referirse a sistemas históricos. Y podría indu­ físicas de la realidad social; ftj el equilibrio
cir a sostener erróneamente que, por ejemplo, estable privilegia el statu quo; en cambio, un
una monarquia tradicional, que dura desde sistema para ser estable, es decir para per­
mucho tiempo atrás, es estable aunque pue­ sistir en el tiempo, debe ser capaz de cambiar
da estar en el punto de quedar trastornada adaptándose a los desafíos que provienen del
por una revolución. Por otra parte, es eviden­ ambiente: sólo una continua adaptación a la
te que en un juicio a posteriori se puede decir realidad siempre cambiante permite a un sis­
que un sistema político, que ha durado mucho tema sobrevivir. Se puede afirmar, por lo tan­
tiempo, ha sido probablemente estable por to. que. paradójicamente, justo un sistema en
una buena parte de su duración. equilibrio estable corre el riesgo de volverse
La definición dada de e. puede parecer más el más inestable.
bien genérica si no se procede a algunas espe­ También es errónea la identificación entre
cificaciones. Es necesario, por lo tanto, acla­ e. y equilibrio indiferente, es decir un equili­
ra r qué no es e. La e.. antes que nada, no se brio siempre nuevo y distinto, puesto que no
identifica con el equilibrio estable. Esta ecua­ esta del todo empíricamente probado que un
ción, hecha por muchos autores, es inexacta, sistema, sobre todo un sistema político, per­
y para comprender un puco más a fondo su siga siempre un estado de equilibrio. En efec­
erro r es necesario hacer una reseña del con­ to, para alcanzar sus fines un sistema puede
cepto de equilibrio y, más en general, del también desear un estado no "equilibrado”,
modelo de equilibrio. Se dice que un sistema admitiendo que “desee” algo: precisamente
está en equilibrio cuando se encuentra en una para mantenerse estable, para poder persis­
condición de reposo debido a la interacción tir un sistema político, a veces, persigue fines
de fuerzas opuestas, es decir cuando “ningu­ que perpetúan el desequilibrio.
na variable [del sistema] cambia su posición E. no es, por fin, ni inmovilismo ni estatici-
o relación respecto de las otras variables" dad, en cuanto que un sistema permanece
(Easton, 1953). El equilibrio puede ser está­ estable justam ente porque es capaz de adap­
tico o dinámico. Es estático cuando en esta­ tarse a los desafíos que provienen del ambien­
do de reposo los parám etros del sistema per­ te, de modificarse autónomamente.
manecen constantes en el intervalo de tiem­ Cuando se pasa de la definición del concep­
po considerado. Es dinámico cuando en situa­ to al análisis de las condiciones de la e., son
ción de cambio la propia tasa de cambio per­ necesarias otras precisiones. Puesto que la e.
manece constante o bien se presenta con un consiste en la capacidad del sistema de per­
modelo que se repite siempre. Por otra parte sistir a través de las adaptaciones, debe agre­
es necesario distinguir, y éste es el punto que garse entonces, antes que nada, que, cuando
más interesa, entre equilibrio estable, ines­ *e estudian la e. y la inestabilidad, no se estu­
table e indiferente. Se tiene equilibrio esta­ dian dos fenómenos considerados en una
ble cuando el sistema, después de haber sufri­ perspectiva antinómica, sino un solo fenóme­
do cualquier disturbio exterior, tiende a retor­ no, y el problema es el de determ inar empí­
nar al precedente estado de quietud. Se tie­ ricamente el grado de e. de un sistema parti­
ne equilibrio inestable cuando el sistema, cular.
siempre por la intervención de un disturbio Además hasta ahora se ha hablado de e. del
exterior, se encuentra en un equilibrio pre­ sistema, sin precisiones ulteriore*. Pero para
cario que lo predispone a asum ir otras posi­ ser más exactos es necesario introducir la dis­
ciones, conformes o no con la precedente. Se tinción entre comunidad política, régimen y
tiene, por fin, equilibrio indiferente si el sis­ autoridad. Por comunidad política se entien­
tema asume una nueva posición después de de “el conjunto de miembro* de un grupo en
la intervención de cualquier factor exterior. el que hay división del trabajo político y que
Lo* motivo* por lo* cuales *e rechaza la persigue objetivos que los miembro* por
identificación entre e. y equilibrio estable *on separado no podrían alcanzar". El régimen
por lo menos do*: a] la noción de equilibrio es “el conjunto de valores (los principios y las
estable no lleva lejos y, de todas formas, no metas colectivas sobre los cuales, habitual-
parece susceptible de hacerse operativa por mentc. existe una plataforma mínima de
la distancia que separa estas concepciones acuerdo en el interior de la comunidad), de
ESTABILIDAD PO L IT IC A 535

las normas (las reglas del juego que discipli­ nes políticas bastante moderadas v equilibra­
nan la participación en la vida política) y de das. Por lo lanto, en un sistema político con
las estructuras de autoridad (las funciones “cultura cívica" se tendrá una actividad polí­
ocupadas por gobernantes dotados de legiti­ tica vivaz, pero sin poner en peligro a la auto­
midad) típicos de todo sistema político”. Por ridad gobernante, un empeño civil modera­
autoridad, finalmente, se entienden "los do, disensiones poco profundas, confianza en
gobernantes oficiales en el interior del régi­ el propio ambiente social y. por fin, un pru­
men”. Estas distinciones entre comunidad dente con junto de respeto por la autoridad y
política, régimen de autoridad —y, luego, en de vigorosa independencia. Este tipo de cul­
el interior de los regímenes, o sistemas polí­ tura es la más congruente con un sistema polí­
ticos, entre sistemas políticos democráticos tico democrático y garantiza mejor que cual­
y autoritarios, primitivos y modernos, tradi­ quier otra la estabilidad.
cionales y en vías de desarrollo— son nece­ Se puede considerar, por lo tanto, que un
sarias para especificar mejor las condiciones sistema político es estable no tanto a causa
fundamentales de la e., que son distintas de su estructura sino de su cultura política
según los diferentes niveles y tipos de siste­ congruente con la propia estructura. Y esta
mas en los que se mueve. Resta decir que, pro­ congruencia existe cuando la cultura políti­
bablemente. las condiciones de e. de un cier­ ca induce a los miembros de una comunidad
to tipo de autoridad están englobadas en las a obedecer a las estructuras y a tener tanto
condiciones de un determinado sistema polí­ conocimiento y conciencia de las mismas
tico, y éstas a su vez en las condiciones de una como sentimientos y evaluaciones a ellas
determ inada comunidad política. favorables, como sucede cuando se incluyen
Casi todos los estudiosos de la e. se han estructuras democráticas en una “cultura
dedicado a la enucleación de las condiciones cívica”. Pero si es asi, está claro que esta
de e. de los sistemas políticos democráticos explicación privilegia demasiado el momen­
(t . democracia). Se ha contribuido muy puco to cultural. Y, aun sin desconocer completa­
al estudio de este fenómeno en los sistemas mente el papel de la cultura política, se podría
no democráticos. Por lo tanto, m ientras que oponer una explicación estructural igualmen­
es posible dar explicaciones avanzadas y aten­ te plausible y sostener que son las estructu­
dibles de la e. democrática, no se puede decir ras democráticas quienes forman y mantie­
nada válido de la e. no democrática: son nen una "cultura cívica” y no al contrario.
demasiados los problemas no resueltos al res­ Probablemente la verdad está en un condicio­
pecto. namiento reciproco entre cultura y estructura
en el que no es posible distinguir un prius o
ti hipótesis principal Las hipótesis más rele­ en el cual, de cualquier manera, la prioridad
vantes referidas a e. del sistema político son debería sei sum inistrada por pruebas empí­
cuatro. La prim era puede enunciarse así: ricas más conclusivas y esmeradas. Además,
“sólo un sistema pulítico democrático que parece que Almond usa el término "estructu­
posee una cultura cívica tiene probabilidades ra ” en una acepción puramente formal y, en
de ser estable” (Alrr.ond y Verba, 1963). Es la cuanto tal, demasiado restringida e inexacta,
más clásica explicación “cultural” de la e. excluyendo, por ejemplo, estructuras como
Aun reconociendo la importancia de otros fac­ los partidos y los grupos de presión.
tores, Almond atribuye un papel decisivo a la La segunda hipótesis es: “ Un sistema polí­
cultura política, es decir al conjunto de las tico democrático es estable sólo si está a]
actividades y de las orientaciones de los desarrollado económica y socialmente; b]
miembros de una comunidad nacional hacia dotado de legitimidad, y c] de eficacia” (Lip-
el sistema político del que forman parte (v. set, 1963). Esta es la esencia de la teoría de
cultura política). Lipset, quien hace también una serie de con­
En cuanto a la cultura cívica, es una cultu­ sideraciones sobre la función de la iglesia
ra participante, propia de ciudadanos orien­ católica y de la religión en general, sobre la
tados a asum ir un papel activo de apoyo al importancia del comportamiento de ciertos
sistema político; es la resultante de un con­ grupos conservadores, sobre el papel del con­
junto de actitudes que producen orientacio­ flicto en una sociedad democrática, sobre el
536 E S T A B IL ID A D PO LITICA

distinto desarrollo histórico de las naciones, lodo tipo de sistema político con cualquier
etc. Pero, en el Fondo, Lipset asigna importan­ grado de e.-inestabilidad es posible, y en estos
cia sólo a los tres factores mencionados más casos el desarrollo socioeconómico explica
arriba, si bien puede afirm arse que conside­ muy poco.
ra al desarrollo socioeconómico como el úni­ Más compleja y refinada es la teoría de la
co factor verdaderamente determinante de la e. democrática formulada por Eckstein. Esta
e. democrática. En efecto, por una parte, la se puede resumir en la tercera hipótesis: “Un
eficacia, es decir la capacidad del sistema de sistema político democrático es estable sólo
lograr asum ir sus funciones de gobierno fun­ si los modelos de autoridad en el nivel guber­
damentales, es rápidamente apartada pues­ nativo son congruentes con aquéllos en el
to que se le atribuye "antes que nada el sig­ nivel de sociedad civil" (Eckstein, 1966). Eck­
nificado de un constante desarrollo económi­ stein parte de una definición de e. más amplia
co” (Lipset, 1923). Por la otra, se reconoce a que la aquí formulada. En efecto, compren­
la legitimidad —es decir a la capacidad del de no sólo la persistencia de los modelos sino
sistema de hacer surgir y mantener la convic­ también la eficacia dccisional y la genuinidad
ción de la validez de las instituciones políti­ democrática. Y. declarando querer ir más allá
cas vigentes— una influencia secundaria en de las causas superficiales de la e., como un
el condicionamiento de la e. de una democra­ alto nivel del consenso, una cultura política
cia; en otras consideraciones Lipset destaca pragmática o un cierto sistema de partidos,
el papel decisivo del desarrollo socioeconó­ llega a formular el concepto central de su teo­
mico para el nacimiento del consenso en los ría: la congruencia entre modelos de autori­
sistemas democráticos, afirmando, por ejem­ dad. Puesto que existen formas de autoridad,
plo, que una democracia más "rica" es más de relaciones de subordinación, en cualquier
estable, en cuanto que a un ingreso nacional agregado social, un modelo de autoridad es
más alto corresponde una mayor igualdad congruente con otro cuando es idéntico o al
social, una distribución más equitativa de bie­ menos bastante similar a él. Un ejemplo esta­
nes de consumo y, por lo tanto, un mayor apo­ ría dado por los modelos de autoridad pre­
yo al sistema. Es, por lo tanto, el desarrollo sentes en el gobierno y en los partidos políti­
socioeconómico el único factor que está en la cos ingleses: la congruencia está dada por el
base de esta explicación de la estabilidad. hecho de que, en ambos casos, los modelos
En verdad, es justam ente la relación de de autoridad resultan formados por una com­
dependencia entre desarrollo socioeconómi­ binación sim ilar de elementos democráticos
co y e. la que requiere todavía ser verificada: y autoritarios.
podría tratarse de una simple relación de Sin embargo, hay una dificultad que debe
coincidencia. Por ejemplo, se debería expli­ ser superada antes de poder afirm ar la exis­
car cómo es posible que existan países con tencia de esta congruencia: aún en un siste­
alta tasa de desarrollo socioeconómico, como ma político democrático existen organizacio­
Francia e Italia, que pueden ser considerados nes, como las económicas, militares o buro­
inestables. Sobre todo, no puede ser invoca­ cráticas, que por sus propias características
da para Francia la excepción del rápido desa­ funcionales deben ser no democráticas. En
rrollo económico, con base en la cual se sos­ estos casos es posible hablar de congruencia
tiene que. permaneciendo verdadera la regla sólo si se tiene presente que la semejanza de
general de dependencia entre desarrollo y e., modelos, requerida para afirm ar la propia
ésta puede sufrir una excepción siempre que congruencia, es siempre menor a medida que
el país considerado haya tenido un desarro­ aumenta la distancia entre los modelos de
llo económico rápido: Francia, justamente, no autoridad considerados, es decir entre mode­
ha tenido un tipo de desarrollo similar. Ade­ los de nivel gubernativo —que siguen siendo
más, esta correlación parece débil aun basán­ el punto de referencia fijo— y modelos gra­
donos en la consideración de que incluso, dualmente más cercanos a la sociedad civil
admitiendo que a los niveles más altos y más y lejanos de las estructuras gubernativas: es
bajos de desarrollo correspondan, respecti­ éste el concepto de semejanza gradual. Se
vamente, países estables e inestables, queda puede afirmar, por lo tanto, que un sistema
toda una amplia franja intermedia en la que político es estable si los modelos de autori­
E S T A B IL ID A D PO LITIC A 537

dad del nivel gubernativo son idénticos a menor existencia de la propia congruencia.
aquéllos del nivel de sociedad civil o bien exis­ Por lo tanto, un sistema político será estable
te semejanza gradual entre los dos tipos de no sólo si existe la congruencia antes preci­
modelos, semejanza mayor o menor según la sada sino también e. de los modelos de auto­
distancia de los modelos de autoridad del ridad y, consecuentemente, de las estructu­
nivel social respecto de los gubernativos. A ras políticas y sociales. La congruencia expli­
la prim era condición corresponde la con­ ca sólo una parte del problema. Por la otra
gruencia máxima, por ejemplo entre modelos parte, una e. es explicada con otra e. o per­
gubernativos y modelos de autoridad presen­ sistencia dada por descontada: la de los mode­
tes en los partidos políticos; a la segunda con­ los de autoridad y de las estructuras políti­
dición corresponde la congruencia mínima, cas y sociales. En el fondo, la hipótesis de la
por ejemplo entre los mismos modelos guber­ congruencia entre modelos de autoridad pare­
nativos y los modelos de autoridad presentes ce ser un modo bastante inteligente de demos­
en la familia. tra r el condicionamiento recíproco existente
Así, para que en el plano real haya con­ entre estructuras políticas y sociales y, tam­
gruencia, no sólo las relaciones de autoridad bién,’ entre estructuras políticas y cultura,
dentro de la sociedad deberían ser más demo­ asumiendo una única unidad de análisis: los
cráticas sino que las propias estructuras polí­ modelos de autoridad.
ticas deberían tener un cierto grado, por otra A diferencia de los autores precedentes, al
parte ineliminable, de autoritarismo. En efec­ form ular su propia teoría, Huntington pien­
to, será dificilísima una congruencia de cual­ sa más en los países en vías de desarrollo, y
quier tipo si el sistema político institucional en cómo transform ar la inestabilidad típica
configura una democracia pura. Será, en cam­ de estos países en c., que en los democráti­
bio. más probable si configura una democra­ cos, desarrollados y estables. Y esto cambia
cia impura, es decir si un cierto grado de auto­ notablemente la perspectiva, en cuanto
ritarism o contamina un sistema democráti­ replantea, entre otras cosas, el problema de
co. Sobre la necesidad de este "balanceo" la mayor o menor existencia de condiciones
Eckstein insiste particularmente también en de e. válidas para todo sistema político, demo­
el nivel de cultura política, donde una acti­ crático o no. Por lo tanto, la cuarta hipótesis
tud pragmática debería chocar y equilibrar­ es: “Un sistema político es o se hace estable
se con una ideológica. sólo si posee o alcanza un nivel de institucio­
La teoría de Eckstein, por ser interesante nalización adecuado al nivel de participación
y aguda, requiere una ulterior afinación en existente" (Huntington, 1968). Si la pobreza
el nivel teórico y el apoyo de una cuidadosa absoluta o la riqueza pueden ser considera­
investigación en el nivel empírico. En este das como otras tantas barreras a la inestabi­
nivel, la aplicación a Noruega evidentemen­ lidad. existe una amplísima faja de países de
te no es suficiente para validar la teoría: es moderado, o apenas iniciado, desarrollo eco­
necesario examinar también otros casos. En nómico, que constituye un terreno fértilísimo
el nivel teórico siguen siendo vagos y ambi­ para la inestabilidad. Si luego interviene la
guos tanto el concepto de semejanza gradual movilidad social (r. movilidad), que produce
como el de “balance”. Sería necesario, pues, expectativas cada vez más crecientes, enton­
precisar el quantum de congruencia que un ces el resultado es sin duda la inestabilidad.
sistema debe tener, en los distintos niveles de A este estado del sistema se llega, por lo tan­
segmentación social, para ser estable. En to, a través de los siguientes pasos: las expec­
suma, desde este punto de vista, se cae en una tativas, creadas por la movilidad y no satis­
cierta aproximación. fechas por el desarrollo, son portadoras de
La teoría de Eckstein plantea también otras frustración social; si ésta se halla en el inte­
dificultades: es evidente que la condición sine rior de la sociedad con oportunidades de
qua non de la congruencia es la existencia de movilidad, el resultado es un impulso a la par­
patrones de autoridad en el nivel gubernati­ ticipación como único medio para superar la
vo y en el nivel social que sean estables a su propia frustración; pero un salto en la parti­
vez, o persistentes, y no en continuo cambio: cipación, al que no corresponda de inmedia­
sólo asi es posible establecer la mayor o to un aumento de la institucionalización, con-
53» ESTABILIDAD POLITICA

ilute a la inestabilidad. Es éste el paso final como de la importancia de la propaganda y


que explica tanto la inestabilidad como lu e.: de la educación para los fines de la socializa­
si el nivel de participación es superior al de ción. En suma, demuestra un descuido por
institucionalización se produce la inestabili­ todos los valores culturales que Almond habia
dad, si en cambio el proceso de instituciona­ privilegiado demasiado, y de la propia cultu­
lización es siempre capaz de controlar los ra política destaca, brevemente, sólo la impor­
efectos aplastantes de la participación enton­ tancia de las actitudes favorables o desfavo­
ces se tendrá un sistema político estable. rables a las instituciones.
El proceso de institucionalización es el úni­
co proceso capaz de controlar la moderniza­ ui. condiciones políticas e "indicadores". Las teo­
ción (v.) y la movilidad social, es el único rías arriba expuestas pueden ofrecer signifi­
modo de producir e. en un sistema político. cativas indicaciones para especificar al menos
Los parámetros con base en los cuales juzgar dos condiciones importantes de e.: la legiti­
el nivel de institucionalización son cuatro: midad y la eficacia decisional. Todos los auto­
adaptabilidad-rigidez (que es función de los res considerados reconocen un papel im por­
desafios ambientales superados, de la edad tante, si no autónomo y primario, a la prime­
cronológica, generacional y funcional, la cual ra condición: para Almond la "cultura cívi­
depende a su vez de los cambios en las fun­ ca” es homogénea precisamente en cuanto
ciones principales), complejidad-simplicidad que el régimen es reconocido como legitimo,
(que corresponde a una multiplicación de uni­ son aceptadas las reglas del juego, y la hom-
d ad es o rg a n iz ativ as y de funciones), geneidad de esta cultura condiciona la e.; Lip-
autonomía-subordinación (dada por el grado set indica explícitamente la importancia de
en que la institución es independiente de otras la legitimidad, pero le adjudica un papel
agrupaciones sociales y tiene normas de com­ secundario; según Eckstein la legitimidad es
portamiento propias), coherencia-desunión importante, pero es la congruencia de los
(debida al grado de consenso sobre los limi­ modelos de autoridad la que está en el fondo
tes funcionales del grupo y sobre procedi­ de la propia legitimidad; Huntington, por fin,
mientos para resolver los conflictos). Existe indica de manera explícita, pero muy rápida­
un vínculo de dependencia reciproca entre mente, que el fundamento de la instituciona­
estos cuatro parámetros: por ejemplo, la com­ lización está en un amplio consenso y en una
plejidad contribuye a la autonomía, y ésta cultura favorable al sistema con un bajo nivel
está ligada a la coherencia. Pero aquí intere­ de conflictividad. Por lo que se refiere a la efi­
sa destacar que la organización moderna, que cacia decisional, Lipset habla de ella explíci­
parece poder alcanzar más altos niveles en los tamente aunque no toma su aspecto distinti­
parámetros de institucionalización e interpre­ vo en cuanto la reconduce todavía al desarro­
ta r mejor las exigencias de c., es el partido llo económico; Eckstein la coloca en la mis­
político (v. partidos). Al partido se le confia ma definición de e.; Huntington la considera
la tarea t»c la estabilización sobre todo allí una consecuencia de la propia e. Sólo Almond
donde las instituciones políticas son débiles no hace alusión a ella. En suma, estas dos
y están en crisis, es decir en muchos países dimensiones del sistema político considera­
en vías de desarrollo. El partido es 1a única das relevantes, son, pues, descartadas para
organización fuerte que puede ser capaz de preferir otros factores considerados más ade­
controlar una mayor participación, haciéndo­ cuados para explicar la e. Se debe revaluar,
se fuente de autoridad y de legitimidad. en cambio, la idoneidad de estas dos nocio­
Huntington, uno de los representantes más nes para explicar la e. democrática: justamen­
significativos del enfoque neoinstituciona! al te la legitimidad y la eficacia decisional pue­
estudio del desarrollo político, se encuentra den ser consideradas las condiciones políti­
en la orilla completamente opuesta respecto cas decishas de la estabilidad. Se podría, por
de Almond y se presta a las críticas contra­ lo tanto, enunciar una quinta hipótesis; “ Es
rias a las que se hacían a este autor. De Hun­ probable que exista una correlación positiva
tington es necesario, por lo tanto, rem arcar entre la legitimidad y eficacia decisional, por
su descuido tanto del papel decisivo de las un lado, y la c., por el otro.” Cuanto mayoi
ideologías en los procesos de movilidad social es la legitimidad y más alta la eficacia deci-
ESTABILIDAD EOLITICA 539

sional tanto más estable será un sistema polí­ de confrontar el porcentaje de los votos a tri­
tico democrático. buidos a los partidos ant¡sistema con el por­
La legitimidad es la medida en que un sis­ centaje de los votos obtenidos por los parti­
tema político democrático se considera mere­ dos prosistema.
cedor de apoyo por parte de los miembros del El otro "indicador” está dado por el quan­
mismo sistema. No es ésta una definición que tum de orden-desorden civil existente, que se
conduce a entender la legitimidad como sim­ concreta en la frecuencia de las huelgas gene­
ple aceptación pasiva del sistema o bien como rales o políticas, en las manifestaciones sobre
obediencia voluntaría a las instituciones temas de público interés, en choques entre
vigentes con base en un cálculo de convenien­ grupos de extremistas o entre éstos y la poli­
cia o a causa de la existencia de costum bres cía, en delitos políticos y otras expresiones
de obediencia consolidadas. Es, en cambio, similares de negación de las instituciones
una concepción que toma en consideración el democráticas.
conjunto de los sentimientos positivos de los La eficacia decisional, que es la otra condi­
ciudadanos en relación con las instituciones ción de la e. democrática, establece proble­
democráticas, consideradas como las más mas empíricos de todavía más difícil solución.
idóneas para disciplinar los conflictos, para Se define como eficacia la propiedad que tie­
proteger los derechos de los miembros del ne un sistema político de tomar y ejecutar con
sistema. prontitud decisiones relevantes en respuesta
Dos son los aspectos de la legitimidad que a desafios políticos. Son distintos los elemen­
es necesario analizar: su amplitud y su inten­ tos que tienen relevancia en este caso: desde
sidad, es decir la proporción de los miembros el número de las personas que establecen el
del sistema dispuestos a apoyar las institu­ desafío, a la importancia de estos mismos gru­
ciones y la profundidad de esta voluntad de pos. a la esencia del desafío por su repercu­
apoyo o, por el contrario, la profundidad de sión sobre todo el sistema político. Sin des­
enajenación del propio sistema. Es. sin cuidar. por otra parte, la importancia de la
embargo, bastante problemático destacar existencia de elites hábiles y capaces de obte­
estas dos dimensiones en cuanto que se redu­ ner prestaciones satisfactorias del sistema.
cen, en esencia, a percepciones subjetivas y, Existen, además, estrechas relaciones entre
como tales, difíciles de aprehender empírica­ eficacia decisional y legitimidad por lo menos
mente. por un triple orden de factores. Es claro,
De cualquier manera, prescindiendo de una antes que nada, que sólo un sistema político
serie de problemas a afrontar, parecen ser eficaz, que sepa responder y satisfacer a las
dos los modos más seguros para destacar la demandas establecidas por sus miembros
existencia de estas dim ensiones de la logra, a largo plazo, m antener o am pliar su
legitimidad-ilegitimidad: la adhesión a grupos legitimidad: la ineficacia repercute sobre el
antisistema y el grado de orden civil existen­ apoyo corroyéndolo hasta reducirlo a niveles
te. El prim er "indicador” puede asum ir dis­ de guardia y, por otra parte, un sistema efi­
tintas formas: de la participación en complots caz se crea un apoyo cada vez más amplio. En
revolucionarios, a la pertenencia formal a segundo lugar, si un sistema es, por si mis­
organizaciones antisistema, a las contribucio­ mo, poco legitimo, sucederá que la eficacia
nes financieras, a dar el voto a partidos anti­ misma aum entará de importancia para el
sistema. a la simple identificación y simpa­ mantenimiento del sistema: bastarían, en
tía. Entre estas diversas manifestaciones, el efecto, pocas decisiones ineficaces para poner
porcentaje de los votos por partidos antisis­ en duda la sobrevivencia del sistema, en cuan­
tema parecería el “ indicador" más claro, to que éstas producirían una erosión —aun
dado que se puede com probar —como debe­ pequeña— del apoyo ya bajo. Por fin, para
ría hacerse de vez en cuando— si un partido poder verificar si una decisión e- más o
extremista, de derecha o de izquierda, si un menos eficaz seria necesario observar sus
partido separatista o uno monárquico en un efectos sobre los miembros del sistema y
régimen republicano, >on partidos antisiste- poder controlar el grado de satisfacción
ma en el sistema partidista considerado. Un expresado por éstos. Obviamente, la satisfac­
modo de com pletar este "indicador" sería el ción se traducirá en apoyo al sistema.
540 E S T A B IL ID A D PO LÍTIC A

Es por la existencia de estas estrechas rela­ efectos, incidencia de factores internacionales.


ciones entre legitimilad y eficacia que algu­ Aun siendo clarísima la importancia de esta
nos autores, cuando se plantean el problema condición, ha sido justam ente la imposibili­
de los indicadores, han considerado a los indi­ dad de form ular cualquier generalización la
cadores de legitimidad como indicadores indi­ que ha hecho de ella un elemento descuida­
rectos de eficacia. Por otra parte, es extrema­ do. Sólo se puede convenir en que hasta el sis­
damente difícil encontrar otros elementos tema más estable puede caer por la interven­
que puedan ser considerados "indicadores" ción de una potencia extranjera o de una
satisfactorios de esta condición de e. Por aho­ coyuntura internacional desfavorable o, por
ra se pueden indicar sólo tres factores que, el contrario, que el sistema político más ines­
probablemente, ofrecerían sugerencias útiles table puede persistir por años sostenido por
sobre la eficacia del sistema político conside­ una potencia extranjera o por una situación
rado: a] regularidad y frecuencia de rotación internacional favorable. Habitualmente, por
en cargos de personas que ocupan funciones lo tanto, se incluye esta condición en la cláu­
clave en el sistema político, sobre todo, por sula coeteris paribus..
ejemplo, en el gobierno. Sustituciones muy Finalmente, es necesario precisar que la
frecuentes de los titulares de estos cargos movilidad social y el desarrollo económico no
implican, por sí mismas, que ninguna linea han sido enumerados entre las condiciones de
política puede ser seriamente seguida y nin­ e. no tanto porque aquí han sido examinadas
guna decisión im portante llevada a cabo con sólo las condiciones políticas de la e.. como
la probable consecuencia de una menor efi­ porque se trata de fenómenos que no tienen
cacia del sistema político, b] Quantum de importancia directa, sino sólo indirecta, para
disensión existente en el interior de la élite en la propia e. Por una parte, en efecto, la movi­
el poder. A una mayor disensión correspon­ lidad social en sus distintos aspectos y en los
de. a menudo, una menor probabilidad de lle­ complejos procesos que pone de relieve es, sin
gar a soluciones de compromiso, que conten­ duda, decisiva pura la legitimidad del siste­
tando a todos no resuelven nada, c] Funcio­ ma político; por otra, el desarrollo económi­
namiento de procesos decisionales “norma­ co, que se traduce en quantum de recursos
les", o no, es decir que las decisiones son materiales existentes en un sistema, es, a su
tomadas, habitualmcntc, siguiendo procedi­ vez, bastante relevante para una mayor efi­
mientos estándar y de acuerdo con las nor­ cacia decisional. Por lo tanto, entre movilidad
mas previstas o bien son adoptadas sólo a par­ social y legitimidad, entre desarrollo econó­
tir del recurso a medios extraordinarios para mico y eficacia decisional existen correlacio­
la existencia de un iter dccisiomd lleno de obs­ nes directas, que no existen, en cambio, entre
táculos, maquinal, a veces aprisionado y siem­ los mencionados procesos socioeconómicos
pre avaro. En efecto, si existe un proceso deci- y la estabilidad.
sional irregular y es dificil tom ar rápidas
decisiones, el sistema resultará, probable­ iv. perspectivas d l ax Al is is . El tema de la e. es
mente, menos eficaz en cuanto que las deci­ un tema a profundizar en sus diversos aspec­
siones serán tomadas con atraso y en núme­ tos, y del cual, si es difícil codificar los resul­
ro menor que el necesario. Aunque de difícil tados logrados, es bastante simple indicar las
advertencia empírica, estos tres elementos perspectivas de análisis. En el nivel teórico
parecen, sumando todo, mejor identificables de formulación de las hipótesis generales, se
que otros, sobre todo si son especificados y trata de resolver mejor la querella entie aque­
profundizados. llos que eligen una definición bastante amplia
Son bastante evidentes las dificultades a de e., asumiendo como dimensiones del con­
superar cuando se enfrentan los numerosos cepto las que podrían ser consideradas sólo
problemas que se refieren al estudio de este como "condiciones de acontecimiento", y
tema. Se vuelven directamente insuperables aquellos que, en cambio, prefieren una defi­
si se toma en consideración otra condición de nición más circunscrita. En segundo lugar, se
e. de los sistemas políticos, en general com­ trata de avanzar en la misma especificación
pletamente descuidada por todos los autores de las condiciones y en la investigación empí­
que se han ocupado del problema: función, rica sobre los fenómenos de la legitimidad y
ESTADO CONTEMPORANEO 541

de la eficacia. Siempre en el nivel teórico, estado contemporáneo


muchos otros podrían ser los problemas a
enfrentar: por ejemplo, sobre las relaciones
entre e. y eficacia decisional, puesto que la i. estado de derecho Y f.stado social. Una defi­
eficacia podría ser considerada también como nición de “e. contemporáneo" comporta
una consecuencia de la e. y, por lo tanto, numerosos problemas que derivan principal­
habria una relación recíproca con base en la mente de la dificultad de analizar completa­
cual más e. se traduciría en mayor eficacia mente las múltiples relaciones que se han ido
y viceversa, o bien sobre cómo especificar instaurando entre el estado y el conjunto
cuando se pasa de un sistema a otro —lo que social para detectar después los efectos en la
es importante para verificar a posteriori la e. racionalidad interna del sistema político. Una
de un sistema. aproximación que resulta ser especialmente
Además, téngase presente que lo que se for­ útil en la investigación de las problemáticas
mula aquí en el plano teórico es sólo una hipó­ implícitas en el desarrollo del e. contempo­
tesis de trabajo aplicable empíricamente, un ráneo está constituida por el análisis de la
con junto de conceptos formulados para hacer difícil coexistencia de las formas del esta­
posible una atenta y cuidadosa comparación. do de derecho con los contenidos del estado
Serán los datos quienes falsificarán o no la social.
hipótesis propuesta. Por fin, el trabajo de Los derechos fundamentales representan la
investigación y de preparar los indicadores, tutela tradicional de las libertades civiles:
en esencia, está todo por hacer y debería con­ libertad personal, política, económica, y cons­
cluir sólo cuandu se fuera capaz de calcular tituyen una defensa contra la intervención del
verdaderos indices de e. de los diversos paí­ estado. Por el contrario, los derechos socia­
ses examinados. les representan derechos de participación (en
el poder político y en la distribución de la
b i b l i o g r a f í a : G.A. Al molí d y S. Verba, La cultu­ riqueza social producida). Asi, la forma del
ra cívica (1963), Madrid. Eurumérica, 1970: R.A. estado oscila entre libertad y participación (E.
Dahl, Who goveras?, New Haven, Yule Univer- Forsthoff, 1973).
sity Press, 1961; D. Easton, II sistema político Además, mientras que los derechos funda­
(19601, Milán, Comunitá, 1963; H. Eckstein, // ren- mentales representan una garantía del stalu
dimento dei sistemi politici (1971), en Rivista Ita­ quo, los derechos sociales, al contrario, no se
liana di Scienza Politica, ti, 1972; H. Eckstein, pueden prever a priori sino que han de satis­
División and cohesión in democracy: a study of facerse caso por caso donde surjan a partir
Norway. Princeton, Princeton University Press, del contexto social. Como consecuencia, la
1966: H. Eckstein y T.R. Gurr, Pattems of autlio- integración entre estado de derecho y estado
rity:a structural hasis for political inquiry, Nue­ social no puede producirse en el nivel cons­
va York, Wiley and Sons, 1975: T.R. Gurr. Por titucional sino sólo en el nivel legislativo y
qué de las rebeliones (1970), México, Edamex: S.P. administrativo. Si los derechos fundam enta­
Huntington, Orden político en las sociedades de les son la garantía de una sociedad burguesa
cambio (1968), Buenos Aires, Paidós: L. Hurwitz, separada del estado, por el contrarío los dere­
Au índex of democratic political stability, en chos sociales representan un camino a través
Comparative Political Studies, IV, 1971: L. Hur­ del cual la sociedad entra en el estado alte­
witz. Contemporary approaches lo political sta­ rando su estructura formal.
bility, en Comparative Politics, v, 1973; S.M. Lip- El cambio fundamental lo ha representado,
set, El hombre político (1960), Buenos Aires, a p a rtir de la segunda mitad del siglo xix, la
Eudeba; D.C. Potter et al., Political stability, Rus- gradual integración del estado político con la
tington, The Opcn University, 1974. sociedad civil, que ha terminado por alterar
la forma jurídica del estado, los procedimien­
[LEONARDO MOKLINO] tos de legitimación y la estructura de la admi­
nistración.
La estructura del estado de derecho puede
sistem atizarse de la siguiente manera:
1 ] estructura formal del sistema jurídico,
5-;2 ESTADO CONTEMPORANEO

o sea garantía de las libertades fundamenta­ Desde un punto de vista marxista, este cam­
les a través de la ley general abstracta apli­ bio de rumbo es el que ha llevado a la forma­
cada por jueces independientes; ción del capital social global (Gcaamtkapital),
2 ] estructura material del sistema jurídico: que consiste en la concentración del capital
libertad de competencia en el mercado, reco­ industrial y en el sometimiento a éste del capi­
nocida en el intercambio entre sujetos pro­ tal comercial, con el fin de reducir los tiem­
pietarios: pos de circulación en los que permanece fijo
3] estructura social del sistem a jurídico: la de manera improductiva el valor a realizar.
cuestión social y las políticas reform istas de La presencia de fuertes concentraciones
integración de la clase trabajadora: industriales representaba un grupo de pre­
4] estructura política del sistema jurídico: sión en condiciones de incidir en la política
separación y distribución del poder (F. Neu- interna, como se demostró por ejemplo en
mann, 1973). Alemania con el establecimiento de una polí­
Los cambios acaecidos en la estructura tica de protección aduanera.
material y en la estructura social del sistema La relación estado-economía quedó modi­
jurídico ocasionan las transformaciones en el ficada pues por la constitución del capital
nivel formal y en el nivel político. financiero y no podía ya fundarse, como en
el siglo x v iii , en una independencia de la polí­
u. el capitalismo okgamzado. Entre fines del tica respecto del intercambio de mercado. El
siglo xix y principios del siglo xx se produ­ paradigma ha cambiado: la política económi­
cen transformaciones profundas en la estruc­ ca del estado interviene ahora directamente
tura material del estado de derecho por cuan­ y no sólo mediante medidas proteccionistas
to viene radicalmente alterada la forma de la en la confrontación con el capital monopolista
libre competencia de mercado. "Organisier- o incluso con maniobras m onetarias de la
ter Kapitalismus” es la categoría que expre­ banca central y progresivamente con la crea­
sa este im portante cambio. En Alemania, por ción de condiciones infraesiructurales favo­
ejemplo, el cambio de rumbo tuvo lugar des­ rables a la valorización del capital industrial.
pués de los años setenta, favorecido por algu­ (Desde un punto de vista teórico, esto impli­
nas tendencias: a] la introducción de tecno­ ca el paso de la economía política al análisis
logía avanzada; el trato preferencial a las y crítica de la política económica del estado.)
grandes empresas; la formación planificada Al cam biar la estructura material se alte­
de "capital humano" y la consolidación de un ra pues la lógica de la política estatal, ya que
nacionalismo económico como ideología del un estado que primero ha contribuido, duran­
desarrollo; b] la legislación liberal de los años te todo el siglo xviii, a crear la forma de m er­
setenta —nuevo derecho industrial, bancario, cado, no sólo con respecto a las mercancías
comercial, de acciones y de bolsa— que creó sino también con respecto al trabajo, al dine­
un marco institucional para este desarrollo, ro y a la tierra (K. Polany) y, posteriormente,
el cual fue considerado ventajoso por parte se ha limitado a garantizar formalmente des­
de los representantes de los bancos y de las de fuera la estructura del libre cambio, se
empresas (H.U. Wehler, 1974). La forma de la convierte ahora en un estado que interviene
propiedad cambió en cuanto pasó a ser dispo­ activamente desde dentro del proceso de valo­
nible a través de acciones de bolsa. Al mismo rización capitalista. Pero el cambio no afec­
tiempo la anarquía en la producción encontró ta solamente a la política económica, sino
un prim er remedio en una forma de planifi­ también a las funciones tradicionales del esta­
cación económica privada. Se asistía a la for­ do de derecho. F. Neumann ha analizado en
mación de grandes concentraciones que en- efecto las transformaciones de la función de
contraron un apoyo en los bancos, aunque no la ley ante la presencia del “capitalismo orga­
llegaran a fundirse con ellos. La tendencia que­ nizado". La ley general abstracta correspon­
daba ya delineada y las antiguas formas sepa­ de formalmente a una situación de mercado
radas de capital industrial, comercial y banca- constituida por sujetos que intercambian
rio se unieron bajo la forma de capital finan­ libremente en condición de paridad. La diver­
ciero. realidad histórica en la que se manifestó sificación del capital en sectores monopóli-
el “capitalismo organizado". cos y sectores todavía competitivos pide en
ESTADO CONTEMPORÁNEO 5-13

cambio una intervención legislativa de tipo del estado de derecho es racional —escribe
selectivo. Weber— cuando "se apoya en la creencia de
Sin embargo, esta posibilidad es casi siem­ la legalidad de los ordenamientos estableci­
pre irrealizable, porque en el Parlamento dos o del derecho de aquellos que han sido
están presentes los partidos de la clase tra ­ llamados a ejercer el poder". Así pues la fe
bajadora, que podrían imponer un control en la legitimidad se convierte en una fe en la
"dem ocrático” de la economía, frente a los legalidad, y la legitimación de la adm inistra­
partidos que tradicionalmente tutelan los ción que trasm ite las órdenes políticas pasa
intereses del capital en contra del trabajo. De a ser una legitimación legal. La lógica de esta
ello se sigue un vacío de la función legislati­ racionalidad adm inistrativa es propia del
va y una reorganización de la dirección polí­ estado de derecho: se presenta como ejecu­
tica, que ha empezado a desplazarse a otros ción de la ley general según un esquema del
centros del aparato estatal. Las últimas fases tipo " s i . . . entonces. . N. Luhmann lleva
de la república de VVeimar, por ejemplo, antes a las últimas consecuencias el planteamien­
del advenimiento del nacionalsocialismo, se to weberiano y formula la hipótesis, dentro
caracterizaron por una acentuación de las de un*esquema sistémico, de un tipo de legi­
intervenciones presidenciales en forma de timación por procedimiento (electoral, legis­
decretos y por un creciente recurso al poder lativo, judicial, administrativo) [Legitimution
de revisión judicial, con base en la cual el juez durch Verfahren]. Este tipo de lógica de carác­
podía interpretar la ley general abstracta ter hipotético-deductivo que va del caso p ar­
recurriendo a "principios generales" extra- ticular a la ley general será profundamente
jurídicos, especialmente en los contenciosos alterado por las modificaciones que se irán
de trabajo y en la reglamentación de la com­ produciendo dentro de la sociedad civil.
petencia de mercado: esto representó un Weber detecta algunas características prin­
resurgimiento del derecho natural, pero ya no cipales del poder legal racional: impersona­
en forma progresista como lo fue para la bur­ lidad, jerarquía de las funciones (v. poder) y
guesía de los siglos xvu y xvm, sino con una finalmente competencia, o sea la posesión por
función conservadora. Más allá de los conflic­ parte de los funcionarios de un saber especia­
tos históricos, se puede afirm ar que la ten­ lizado. Resulta pues evidente que la creencia
dencia detectada por Neumunn representa un en la legitimidad, convertida en creencia en
camino irreversible del e. contemporáneo, la legalidad, pasa a ser en última instancia
que lo ha llevado a vaciar progresivamente el una fe en el saber especializado del aparato
poder legislativo en beneficio de una orga­ administrativo. Pero todo ello correspondía
nización corporativa del poder fundada en todavía a una estructura formal adecuada a
la creciente funcionulizución de las agencies una economía de mercado competitivo.
de la administración en su relación con los W eber no podía prever las transformaciones
diversos sectores del capital (J. Hirsch, J. del aparato adm inistrativo y la nueva racio­
O’Connor).I. nalidad, ya no de tipo legal-racional, impuesta
por una sociedad civil que se ha ido hacien­
III. EL PODER LEGAL-RACIONAL. A una sociedad do cada vez más complicada.
estructurada sobre los automatismos del
mercado corresponde un cierto lipa de poder, IV. El. i'KOBLEMASOCIALDELESTADOCONTEMPORANEO.
que Weber define como legal-racional. y un La "cuestión social’’, que irrumpe en la segun­
cierto modo de trasmisión de las órdenes con­ da mitad del siglo xix. tomó poi sorpresa a
cretas. Poder e> la posibilidad que tienen cier­ la burguesía, imponiéndose como el proble­
tas órdenes específicas de ser obedecidas por ma principal que ella debía afrontar y repre­
parte de un determinado grupo de personas. sentando hasta el momento el punto clave del
Todo poder requiere de un aparato adminis­ e. contemporáneo.
trativo para la ejecución de sus ordenamien­ En 1601 se había promulgado en Inglaterra
tos generales. En definitiva lo que legitima el la Poor Law, ley que instituía un impuesto
poder no es tanto o sólo la motivación afecti­ para ayuda a los pobres con un sistema de
va o racional respecto del valor, sino sobre s u b s i d i o s en dinero, pero fue un intento de
todo la creencia en su legitimidad. El poder eliminar más bien a los pobres que a la pobre-
544 ESTADO CONTEMPORANEO

7.a. Cada comunidad, que dcbia proveer al a la obra con plena convicción”. El Verein fue
mantenimiento de sus propios pobres, busca­ el principio de una ideología conocida como
ba la m anera de expulsarlos o de perm itir la socialismo de cátedra, la cual, empleando un
entrada al menor número posible. Hasta prin­ método histórico en economía, fue el prim er
cipios del siglo xix las funciones asistencia- intento, aun antes del marginalismo, por opo­
les eran confiadas a las corporaciones de nerse a la difusión en Europa del marxismo
artes y oficios. Al desaparecer éstas, cumplie­ por parte del estado legislativo de derecho.
ron dicha misión las sociedades de ayuda Ciertamente por este camino empezó a
mutua, que tenían también una tarea de pre­ abrirse de manera problemática una alterna­
visión social. Finalmente la previsión social tiva al liberalismo. En efecto, a finales del
se impuso como una necesidad ante los ries­ siglo xix nació un estado intervencionista
gos surgidos de la revolución industrial, que que se comprometía cada vez más en la finan­
creaba para los trabajadores unas condicio­ ciación y en la administración de programas
nes con mayores carencias y los relegaba a de seguridad social. Las prim eras formas de
vivir en vastos conglomerados urbanos sin los welfare se dirigían a contrastar el avance del
vínculos de solidaridad existentes en la comu­ socialismo buscando crear una dependencia
nidad rural. del trabajador respecto del estado, pero al
La "cuestión social", surgida como efecto mismo tiempo elaboraron algunas formas de
de la revolución industrial, representó el fin política económica destinadas a modificar
de una concepción orgánica de la sociedad y irreversiblemente el rostro del e. contempo­
del estado (típica de la filosofía hegeliana), ráneo. La ley que instituía pensiones por inva­
que sostenía que la unidad de la formación lidez y vejez, aprobada en Alemania en 1889,
económico-política estaba asegurada por el representaba una contribución de 50 marcos
desarrollo autónumo de la sociedad, con la por parte de la hacienda imperial para cada
simple garantía de unas intervenciones polí­ pensionado. Más adelante los seguros socia­
ticas de "policía". les, extendidos a otras categorías de trabaja­
Se impuso en cambio la necesidad de una dores además de los obreros, constituyeron
tecnología social que detectase las causas de una forma de redistribución del ingreso entre
las fracturas sociales y buscase los remedios los núcleos familiares. Siempre con este fin
a través de intervenciones concretas de refor­ se fue imponiendo progresivamente una inter­
ma social. Si Inglaterra, antes de 190Q, con­ vención financiera del estado cada vez más
taba ya con una avanzada legislación de fábri­ acentuada.
cas, en la Alemania de Bismarck se llevó a
cabo, en cambio, una serie de intervenciones v. el estado fiscal. R. Goldscheid ha señalado
articuladas dirigidas a crear un sistema de la tendencia histórica hacia un progresivo
previsión social, concretado entre 1883 y 1SS9 empobrecimiento del estado, ya que la bur­
en los primeros programas de seguro obliga­ guesía ha sabido crear un estado dependien­
torio contra la enfermedad, la vejez, la inva­ te de sus concesiones en cuanto a disponibi­
lidez. Tanto la legislación de fábrica inglesa lidad financiera. Si en la época del estado
como el sistema de previsión social alemán absolutista los que detentaban el poder repre­
tuvieron una amplia aplicación en otros paí­ sentaban exactamente al estado y la riqueza
ses. Dinamarca aplicó los procedimientos de del estado era su propia rique/.u, en la época
pensión entre 1891 y 1S98; Bélgica entre 1894 del gobierno constitucional estado y propie­
y 1903; Suiza, con una enmienda constitucio­ dad se separan. Esta separación origina la
nal de 1850, permitió al gobierno federal orga­ dependencia —una dependencia fiscal— del
nizar un sistema de seguridad nacional. estado respecto de la sociedad. El problema
La obra de Bismarck encontró un firme del estado parece estar pues en su "recapita­
apoyo en la constitución en 1873 del Verein lización" sobre la base de la imposición fis­
¡iir Sozialpolilik, fundado por G. v. Schmoller, cal, o sea en la acumulación y concentración
que agrupaba “bajo una misma bandera a de capital público y de propiedad pública
todos aquellos que, de acuerdo con la urgen­ p-ira perm itir la solución de los problemas
cia de las reformas sociales y dispuestos a tra­ sociales más urgentes. E. Forsthoff ve en el
bajar por ellas, se habian decidido a en trar estado fiscal la posibilidad de realizar una
ESTADO CONTEMPORANEO 545

síntesis entre estado de derecho y estado ros decenios de este siglo el principal motivo
social, dejando inalterada la estructura de la de crisis del e. contemporáneo, al escribir que
propiedad y realizando al mismo tiempo una "es el momento de la empresa privada... y con
redistribución del ingreso tal que pueda resol­ la empresa privada es también el momento
ver la emergencia de las múltiples instancias de! Estado fiscal", pero "la sociedad está cre­
sociales. ciendo más allá de la empresa privada y del
Por este camino la ciencia de las finanzas Estado fiscal” (Schumpeter, 1918, p. 371).
debe culminar en una teoría de la propiedad
pública. Las finanzas públicas empiezan asi vi. la teoría marxista del estado. En la recien­
a adquirir un papel central en el análisis del te teoría marxista el estado se concibe como
estado, ya que en ellas se sintetiza la relación una derivación (Ableitung) de la lógica de valo­
de lo '‘político" con la sociedad civil ("todo ración del capital. El enfoque metodológico
problema social es un problema financiero", que se emplea en estos procesos deductivos
escribía Goldscheid a principios de siglo). La es genético y funcional: genético porque se
sociología de las finanzas se impone de hecho investiga el origen histórico de las funciones
como el enfoque que puede indagar la depen­ del estado, que se encuentra en los conflictos
dencia del estado respecto de las estructuras entre las clases sociales o en la contradicción
sociales. entre los diversos sectores del capital; funcio­
Lo que puede consolidar al estado fiscal es nal porque se analiza si las tareas produci­
el ahorro, pero es necesario definir los lími­ das históricamente y presididas por el esta­
tes dentro de los cuales puede desarrollarse do se convierten o no en una relación de fun­
la intervención fiscal del estado, a fin de no cionalidad respecto de los procesos de valo­
anular el interés financiero de los empresa­ ración de la estructura capitalista.
rios en el proceso productivo. Es posible distinguir cuatro funciones fun­
La discusión sobre el estado fiscal a prin­ damentales que lleva a cabo el e. contempo­
cipios del siglo xx refleja las transformacio­ ráneo: a] creación de las condiciones materia­
nes producidas dentro de la estructura mate­ les generales de la producción ("infraestruc­
rial y social del estado de derecho. Así se pue­ tura”); b] determinación y salvaguarda del sis­
de reconocer la necesidad de "recapitaliza­ tema general de leyes en el que se dan las rela­
ción" del estado para proveer a la satisfac­ ciones entre sujetos jurídicos dentro de la
ción de la demanda social y discutir la sociedad capitalista; c] reglamentación de los
posibilidad de una transformación del libre conflictos entre trabajo asalariado y capital;
juego competitivo de las fuerzas de mercado d] afirmación y expansión del capital nacio­
(J. Schumpeter, 1918). nal global en el mercado capitalista mundial
Se trata pues de definir por un lado los már­ (E. Altvater, 1979).
genes permitidos a la imposición directa y por Si A. Smith y D. Ricardo limitaban las fun­
el otro de analizar las posibilidades concre­ ciones del estado al mantenimiento de insti­
tas de constitución y desarrollo de un estado tuciones militares, policiales, educativas y
empresarial en condiciones de dirigir empre­ jurídicas y dejaban todo lo restante al desa­
sas públicas; sin embargo se deja entrever en rrollo "natural" de la lógica del mercado, las
ello una crisis de la lógica que dirige la for­ funciones anteriormente señaladas expresan
ma mercado. El estado fiscal se encuentra en cambio claramente la presencia del esta­
ante dos limitaciones: la prim era representa­ do dentro del proceso de acumulación.
da por la naturaleza del objeto fiscal (según Desde un punto de vista m arxista este pro­
la cual la imposición directa puede gravar ceso se explica por un aumento progresivo de
mayormente sobre la renta y sobre el capital la complejidad del proceso de producción: el
monopólico que sobre la empresa competiti­ desarrollo capitalista se ha hecho cada vez
va) y por la tendencia a la conservación de una más dependiente de la ciencia y de la técni­
economía libre; la segunda constituida por la ca, la división del trabajo se ha ido acentuan­
posibilidad de un incremento no controlable do más y más, las prestaciones laborales se
de la demanda de gasto público hasta el pun­ han hecho más especializadas. El sector pre­
to di producir el colapso del estado fiscal. dominante del desarrollo económico —el del
Schumpeter había ya detectado en los prime­ capital monopólico— requiere de crecientes
346 ESTADO CONTEMPORANEO

inversiones infraestructurales (capital social, blemática está también presente en otros


según O'Connor) en el sector de investigación autores (Habermas, Offe), los cuales señalan
y desarrollo, en los transportes y en la califi­ que la ruptura de los automatismos del inter­
cación de la fuerza de trabajo. cambio, junto con la crisis de la forma de mer­
La intervención del estado adquiere asi un cado como medio de integración ideológica
sentido preciso ya que tiende a socializar, o en la sociedad liberal y en cuanto fundamen­
sea a imponer a toda la sociedad civil, la car­ to de los valores de "igualdad" y "libertad",
ga de la valorización del puro sector econó­ representa una condición insalvable de crisis
mico más desarrollado. (Por este camino el de legitimación del e. contemporáneo. La legi­
estado aporta una cuota de capital constan­ timación no puede ya residir en la creencia
te que contribuye a frenar la caída de la tasa en la legalidad, como lo era para Weber; la
media de ganancia.) Aquí se origina el incre­ ley universal y abstracta, en efecto, no pue­
mento del gasto público señalado por A. Wag- de ya referirse a un contexto económico y
ner a principios de siglo cuando teorizaba una social profundamente deshomogéneo, por lo
"ley del crecimiento de la actividad estatal" que su aplicación se realiza mediante proce­
(Das Gesetz der zunehmenden Staatstatigkeit. dimientos administrativos en función cada
en Handwórterbuch der Staatswissenchaften, vez más de intereses precisos surgidos de un
vol. 7, 1911). aparato productivo ampliamente diferencia­
Aquí se hace evidente cómo la política eco­ do. La legitimación de la autoridad política
nómica del estado (compuesta de política del estado debe buscar otro fundamento.
monetaria, fiscal y social) se subordina pro­ Según O'Connor la crisis de legitimación se
gresivamente a la lógica de valorización de un presenta como crisis fiscal del estado, o sea
sector del "capital global". Igualmente es como incapacidad de la autoridad política
posible distinguir la constitución de un "com­ para afrontar la contradictoria emergencia de
plejo político-industrial" formado por la arti­ los intereses del gran capital frente a los de
culación de la autoridad política con los inte­ la fuerza de trabajo marginal existentes den­
reses de la valorización del capital. De ello se tro del cuerpo social. El gusto público no
sigue el fin de la forma de mercado y la crea­ logra proveer, a causa del abismo creciente
ción de un sistema dentro del cual operan entre egresos requeridos e ingresos insufi­
complementariamente dos lógicas distintas: cientes, la erogación de recursos para satis­
la del capital, de tipo cuantitativo, que busca facer las instancias de un conjunto cada vez
la creación y la realización de la ganancia, y más amplio de sujetos, cuya reproducción
la del estado, de tipo cualitativo, por cuanto social puede ser confiada solamente a la
no produce mercancías (valores de cambio) expansión de los gastos sociales por parte del
para el mercado sino valores de uso (que pue­ estado. La crisis fiscal (y con ella la crisis de
den comprender prestaciones de diversos legitimación) se revela pues como una crisis
tipos, de«de creaciones infraestructurales social o crisis del estado de seguridad social.
hasta la "calificación" de la fuerza de traba­ La creciente integración de estado y socie­
jo), los cuales representan las condiciones dad civil —o sea la extensión de las políticas
generales de valorización del capital. dirigidas a asegurar el equilibrio de los inte­
Sin embargo, la intervención del estado, reses emergentes— encuentra en el análisis
que históricamente asume prim ero la tarea del gasto público el instrum ento privilegia­
de una mera garantía formal del funciona­ do de investigación para aclarar el alcance y
miento de la competencia mercantil y poste­ los resultados de la estrecha articulación exis­
riorm ente la de preparar políticas económi­ tente entre el estado y la sociedad. Pero el aná­
cas claram ente dirigidas a favorecer la valo­ lisis de la política no es todavía el análisis de
rización del capital, plantea contradicciones lo político, o sea délas estructuras institucio­
difícilmente superables: la orientación publi­ nales del estado. Sin embargo, a p artir del
ca en favor de la acumulación trae consigo el fundamento establecido por la política es
problema de la legitimación de tal interven­ posible investigar las transformaciones his­
ción. O’Connor distingue en esta acumulación tóricas de lo político y su nivel de funcionali­
y legitimación las dos funciones que deben dad respecto de la nueva complejidad de la
presidir toda acción pública. Pero esta pro­ sociedad civil.
ESTADO CONTEMPORANEO *47

vil. i-Acrisis df. i.a planificación i*olitica. La con­ tiva aparece organizada en agencias que tie­
solidación de una sociedad compleja altera nen como objetivo la satisfacción de intere­
los principios fundamentales del estado de ses sectoriales. Al no poderse realizar una pla­
derecho. Esta complejidad es consecuencia, nificación de toda la estructura productiva,
por un lado, de una diversificación del apa­ la única práctica adm inistrativa posible de
rato productivo en tres sectores (monopóli­ carácter decisional consiste en una coordina­
co, competitivo, estatal) con su consiguiente ción negativa (F. Scharpf, 1973) de las posi­
segmentación en el mercado del trabajo; por bles decisiones a tomar, o sea que las agen­
el otro lado, de una multiplicación de instan­ cias se limitan a excluir aquellas decisiones
cias. necesidades y comportamientos en el que podrían tener efectos negativos en los sec­
campo de la reproducción de la fuerza de tra­ tores mencionados. Se plantea asi una con­
bajo. a lo que debe corresponder una inter­ tradicción real entre las decisiones tomadas
vención política profundamente diferenciada. por proyectos, determinadas por un cierto
Al tradicional aparato político-representati­ sector productivo, y el conjunto de la socie­
vo del estado se añaden funciones económi­ dad, cuyas relaciones no pueden separarse: la
cas (orientadas a la valorización de los diver­ complejidad de los fenómenos recíprocamen­
sos sectores del capital global) y funciones te interrelacionados se descompone en una
sociales dirigidas a asegurar, a través de multiplicidad de polos decisionales adminis­
diversas formas de política social, la integra­ trativos carentes de un centro unificador
ción de la fuerza de trabajo en los equilibrios capuz de captar dicha complejidad en su con­
del sistema político-económico. junto. Entre la decisión político-administra­
Estas connotaciones modificadas de las tiva y el conjunto de la sociedad existe una
relaciones entre "político” y "económico” ori­ brecha que consiste en un déficit inform ati­
ginan la crisis de los principios fundam enta­ vo y que apela en última instancia a la con-
les del estado legislativo de derecho, a saber: flictividad de los intereses sectoriales. Se tra­
a] del principio de la supremacía del poder ta pues de una coordinación solamente nega­
legislativo; b] de la legalidad de la actividad tiva, sin ninguna posibilidad de una coordi­
ejecutiva del estado según formas preestable­ nación política positiva. La planificación
cidas de la ley universal y abstracta; c] del resulta imposible. Solamente es posible la
control de legitimidad, o sea de la conformi­ contradicción entre agencias condicionadas
dad con las leyes, efectuado por la actividad por intereses sectoriales precisos.
judicial. El parlamento se presenta como carente de
La economización y la .socialización del toda capacidad de decisión política que no sea
estado llevan a una privatización del aparato la mera indicación de criterios muy genera­
del estado, o sea de la administración, que se les cuya aplicación se confía a los múltiples
expresa en forma de una creciente autonomi- sistemas administrativo-industriales. Como
zación respecto del poder del parlamento y escribe Luhmann, el proceso decisional se ha
de una subordinación a grupos concretos de invertido de arriba abajo, porque faltan en el
interés. Como escribe J. Hirsch, es posible debate parlam entario las informaciones que
encontrar actualmente una apropiación de perm itirían tom ar decisiones. Se consolida
funciones públicas por parte de ciertos sec­ asi un centro de poder administrativo-indus­
tores industriales, que expresa también la trial que vacía de su contenido las formas tra­
posibilidad de unificación de algunos niveles dicionales del sistema político representati­
organizativos de la burocracia de estado y de vo burgués. El principio de la supremacía del
la gran industria privada que se traduce en poder legislativo >e presenta desprovisto de
conflictos entre los diversos sectores econó­ fundamento, ya que se ha producido un des­
mico^ en el interior de la administración. En plazamiento del poder del parlamento a lo-
consecuencia la intervención del estado no aparatos burocráticos y una autonomización
logra realizar una planificación global, que del ejecutivo. La transformación se explica
se sustituye cada vez más por un tipo de pla­ por la exigencia de realizar estructuras orga­
nificación por proyectos adecuados a las exi­ nizativas y formas de intervención flexibles,
gencias de las grandes empresas. Como señala que se liberen de las rígidas formas norm ati­
también J. Hirsch, la estructura adm inistra­ vas del estado de derecho, lo cual representa
548 ESTADO CONTEMPORANEO

la crisis de legalidad de la actividad ejecuti­ producción tiene lugar a través de la expan­


va cada vez menos condicionada por la for­ sión de un tipo de trabajo concreto que es
ma de la ley y cada vez más perfeccionada a remunerado con un ingreso y ya no con un
través de procedimientos informales libres de salario; un trabajo cuyos productos no son
todo control de legitimidad. mercancías, sino resultados precisos, valores
La intervención del estado en economía no de uso que se consumen y no se intercambian
logra expresar ningún principio de autoridad; en el mercado (por ejemplo la calificación de
al contrario: son los diversos capitales los que la fuerza de trabajo).
se apropian del aparato burocrático adminis­ Al mismo tiempo la estructura sectorial del
trativo y hacen imposible cualquier forma de aparato económico está afectada por una ten­
planificación política. En este nivel no pare­ dencia hacia una "desocupación tecnológica"
ce posible establecer, pues, ninguna ‘‘autono­ cada vez más amplia en el mercado del tra ­
mía de lo político”. bajo, inducida por las innovaciones técni­
co-científicas del capital monopolista y por
VIII. EL ESTADODF. VIGILANCIAYCONTROL. Si las fun­ la existencia de componentes del mercado de
ciones del estado respecto de la estructura trabajo que. a causa del bajo nivel de las retri­
económica m uestran la subordinación de la buciones salariales, acaban por depender
autoridad política a la lógica de los procesos cada vez más del aparato de la seguridad
productivos, de manera distinta se presentan social del estado. Nacen de esta manera algu­
en cambio los procesos de las formas de "lo nos procesos dirigidos hacia una progresiva
político" respecto de las exigencias de repro­ independencia de la fuerza de trabajo respec­
ducción de la fuerza de trabajo. to de la forma tradicional de integración ideo­
A este respecto las funciones tradicional­ lógica en un estado capitalista, o sea la for­
mente desempeñadas por el estado pueden ma de mercado, ya que amplios sectores de
ser esquematizadas de la siguiente forma: la fuerza de trabajo tienden a no ser conside­
1] predisposición de las condiciones m ateria­ rados ya como una mercancía, sino que ela­
les de la reproducción (protección del traba­ boran una especie de identificación con la sus­
jo, seguridad social, asistencia sanitaria, etc.); tancia y las condiciones del trabajo, o bien
2] creación de las motivaciones adecuadas al acentúan modalidades antintelectualistas que
proceso laboral (aparato ideológico, estabili­ representan un retorno a modos instintivos
zación de la familia como agente fundamen­ en oposición a la lógica de la organización del
tal del proceso de socialización burgués); trabajo (D. Bell).
3] reglamentación de la oferta de mano de El estado no puede por tanto limitarse a
obra (función de colchón del sistema de for­ producir políticas sociales dirigidas a asegu­
mación profesional, calificación y recalifica­ rar en forma complementaria la integración
ción, movilidad, selección, etc.) (Offe-Lcn- del mercado; al contrario, debe afrontar la
hardt, 1979). Estas funciones demuestran cla­ pérdida de control social expresada esencial­
ram ente que la intervención del estado es mente como crisis motivacional (J. Habermas.
siempre complementaria a la intercambiabi- 1975) respecto de los valores tradicionales del
lidad de la muño de obra como mercancía en individualismo y de la profesionalidad,
el mercado. En efecto, es cierto que el capi­ teniendo lista una extensa red de vigilancia
talismo ha "liberado” mano de obra, pero no y control que comprende ya sea la ampliación
ha definido la cantidad y la calidad de traba­ del aparato policial, ya el desarrollo de gran­
jo que debe invertirse en el proceso de pro­ des sectores del llamado trabajo social (con­
ducción. y es precisamente esta reglamenta­ sultores familiares, centros de capacitación
ción la que compete al estado. Sin embargo, profesional, centros sociales de barrio, círcu­
es posible detectar algunas tendencias den­ los juveniles, etc.) en condiciones de sustituir
tro de una sociedad de capitalismo maduro la pérdida de motivaciones tradicionalmen­
capaces de alterar la relación de complemen- te aportadas por la familia. Pero es fácil intuir
tariedad existente entre estado y reproduc­ que por este camino la teoría del estado debe
ción de la fuerza de trabajo. convertirse en una teoría del poder capaz de
Efectivamente, el cumplimiento de las fun­ abarcar toda la extensión de la red discipli­
ciones estatales implicadas en el proceso de naria descentralizada que el estado pone en
ESTADO CONTEMPORANEO 54*}

acción para asegurar la integración social del racionalidad weberiana, que es la racionali­
sujeto; lo cual implica la necesidad de un enri­ dad del estado de derecho, es incompatible
quecimiento temático y categorial de la tra­ con la nueva racionalidad que debe mediar
dicional teoría del estado, tanto por la parte entre los requerimientos del ambiente y la
burguesa como por la parte marxista. lógica legal-racional del sistema político. Si
Como ya hemos visto, el proceso de valori­ el modelo del poder weberiano se fundamenta
zación del capital requiere la constitución de en la conformidad de las acciones adminis­
funciones del estado que se manifiesten esen­ trativas a las normas jurídicas, por el contra­
cialmente a través de la expansión del traba­ rio en el estado social, como escribe Offe, las
jo concreto, o sea a través del logro de finali­ premisas de la acción son resultados concre­
dades concretas planteadas con base en cri­ tos, o sea que "el objetivo que la práctica
terios no sólo cuantitativos sino sobre todo adm inistrativa se propone vale como prim er
cualitativos. Se trata pues de establecer las criterio de juicio acerca de las decisiones y
prioridades, la distribución de los costos, los acciones dentro de la administración: de los
efectos sobre la ocupación, los incentivos, los objetivos propuestos dependen los insumos
subsidios, etc. De todo ello se sigue —como que deben ser producidos y aplicados” (C.
escribe Offe— que cuanto más concreta se Offe, 1974, p. 336). Se sigue como consecuen­
hace la política, tanto más se multiplican los cia la contradicción fundamental que actual­
conflictos y se acentúan los efectos de pola­ mente afecta a la lógica de la racionalidad
rización. Se abre por una parte una crisis poli- administrativa, ya que ésta, por un lado, debe
tica por la incapacidad de coordinar todos los conformarse a las normas y, por el otro, debe
intereses del conjunto social; por la otra, se dirigirse hacia fines precisos. La nueva racio­
plantea para el estado un problema de legiti­ nalidad adm inistrativa se entiende con base
mación, o sea de consenso alrededor de cri­ en la tendencia hacia la "politización” de la
terios cualitativos que rigen en sus interven­ administración, ya que a ella se le asigna aho­
ciones. ra la tarea de asegurar la legitimación de la
£1 esquema analítico ha detectado pues dos decisión política; pero no se trata ya de una
procesos: el primero representado por la rela­ legitimación legal, sino de una legitimación
ción estructura productiva-segmentación de de tipo suhlegal fundada en procesos em píri­
la administración, de donde se sigue como cos de investigación sobre el consenso (sobre
consecuencia la imposibilidad de la planifi­ todo respecto a la erogación de dinero).
cación política; el segundo constituido por la
expansión, dentro del aparato estatal, del tra­ X LEGITIMACIÓN POR PROCEDIMIENTO. Luhmann
bajo concreto y, dentro del mercado de tra ­ también detecta la tendencia hacia la politi­
bajo, de la nueva composición y de los nue­ zación de la administración, planteándola
vos comportamientos de la fuerza de traba­ como proceso contradictorio dentro del sis­
jo, que abren una crisis motivacional del suje­ tema político.
to, y finalmente una crisis de legitimación del Según Luhmann, el sistema político se des­
poder político.IX compone en un subsistema de partidos y en
un subsistema adm inistrativo que compren­
IX LOS CRITERIOS DE LARACIONALIDADADMINISTRATI­ de lo legislativo, lo ejecutivo y lo judicial.
VA. LAPOLITIZACIÓN DE LAADMINISTRACIÓN. La pro­ Las categorías fundamentales de la refle­
gresiva independencia de la reproducción de xión politológica de N. Luhmann son las de
la fuerza de trabajo respecto del control complejidad y contingencia. Complejidad es
social plantea el problema de un nuevo con­ el conjunto de posibilidades de acción que se
senso a las políticas de intervención del esta­ han abierto para el sujeto en una sociedad de
do. A la política le correspondía tradicional­ capitalismo maduro; contingencia es el ámbi­
mente la tarea de asegurar el consenso alre­ to de las posibilidades de acción reducidas o
dedor de las intervenciones ejecutivas que iba sea permitidas al sujeto. Asi pues el sistema
a efectuar la administración (N. Luhmann). político reduce la complejidad del sistema
Ahora en cambio se hace cada vez más eviden­ social con el fin de garantizar la propia esta­
te que la relación política-administración se bilidad. Por ejemplo, es "lo político”, según
ha invertido completamente. En efecto, la Luhmann, lo que define los temas sobre los
550 ESTADO CONTEMPORANEO

que debe formarse la opinión pública, pero dimiento administrativo es cada vez menos
sobre todo es el poder político el que orienta ejecutor de las directivas políticas —la polí­
la acción social controlando y trasmitiendo tica decide sólo sobre las decisiones, o sea
las informaciones necesarias para actuar de plantea las modalidades de las decisiones
un extremo al otro del sistema social ("poder adm inistrativas, pero sin establecer los con­
como comunicación", N. Luhmann, 1979). tenidos— e interviene más bien dentro de la
Estas intervenciones de "lo político" deben globalidad social según criterius de oportu­
ser legitimadas y esto tiene lugar por medio nidad. De aquí la crisis de la teoría de los sis­
de cuatro procedimientos (electoral, legisla­ temas, ya que es la política adm inistrativa la
tivo. administrativo, judicial) (Luhmann, que debe ahora hacerse pasiva, o sea adap­
1969). Los procedimientos son "sistemas tarse caso por caso a los problemas que van
sociales de naturaleza especial construidos surgiendo, renunciando a la integración del
para elaborar decisiones vinculantes" (Luh­ cuerpo social a unos procedimientos forma­
mann. 1977. p. 259). El actor social es sepa­ lizados. Pero la crisis de legitimación por
rado de su propio ambiente social o "mundo medio de procedimiento es la crisis de la posi­
vital" (Lebenswelt) e inmerso en papeles diri­ bilidad de reducir la complejidad. Cada vez
gidos a la promulgación de una decisión. De más a menudo el poder-medio de comunica­
este modo se entiende que el sistema políti­ ción se encuentra ante bloques de poder, o sea
co reduzca al sujeto a una mera variable de fuentes de poder que no son controlables y
la propia lógica interna y acabe por legitimar­ con las cuales debe establecer una nueva for­
se a si mismo. ma de coexistencia que parece configurarse
Lo que caracteriza a los procedimientos es como un tipo de "politicismo localista, basa­
su autonomización respecto de la compleji­ do en la especificidad de determinados mini-
dad social reducida por el sistema político. sistemas" (N. Luhmann. 1979. p. 113). La nue­
Pero esto comporta algunas consecuencias va estructura social que se esta delineando
especialmente significativas: en primer lugar deja entrever una organización fundada en
el abandono de categorías como la de repre­ núcleos cada vez mas descentralizados, vin­
sentación, ya que no se trata, según Luhmann. culados por una red informática que ya no tie­
de traducir dentro del sistema político la glo- ne un centro.
balidad social, sino más bien de reducirla; de La irreductibilidad de la complejidad social
ello se sigue que la crisis del e. contem porá­ abre una dialéctica nueva dentro del sistema
neo no puede haber sido causada por un défi­ político. Al eludir el filtro político represen­
cit de representación, sino sólo por un even­ tado por el sistema de partidos, el régimen
tual déficit de reflexión. En otras palabras, lo parlam entario va no tiene la posibilidad de
que resulta decisivo dentro de la estructura asegurar la lealtad de las masas y confía la
del poder político es el conocimiento de las legitimación de "lo político” a procedimien­
norm as que rigen los procedimientos, o sea tos que no son legales, sino de tipo sublegal.
de los procesos que permiten una elaboración Sin embargo la carga que revierte sobre el
más eficaz de las decisiones. En segundo estado administrativo, o sea sobre el estado
lugar, la categoría "estado" se sustituye por de seguridad social, es demasiado gravosa: no
la categoría "sistema”, ya que el problema no sólo a causa de los límites estructurales de
radica tanto en las relaciones estado-socie­ una crisis fiscal insuperable, sino también
dad, o estado-aparato productivo, como más por la crisis de la forma de mercado como ins­
bien en el análisis de los procedimientos inter­ trumento tradicional de integración, que pri­
nos del sistema político. En definitiva, la va de eficacia a la política social del estado,
democracia es condenada a la complejidad y la cual representaba una intervención com­
a la reducción por obra de los procedimien­ plementaria respecto de la forma ideológica.
tos del sistema político-administrativo. El sistema de seguridad social no está en
condiciones de garantizar la legitimación
xi. el estado de SEGURIDAD nacioval. En realidad (sublegal) del sistema político y el aparato
Luhmann también reconoce las dificultades político representativo no tiene ya la capaci­
cada vez más insolubles que encuentra la legi­ dad de asegurar la lealtad de las masas. El
timación por procedimiento, ya que el proce­ sistema político debe entonces asum ir otra
ESTADO DE BIENESTAR 551

función, la de la tutela de la constitución, Cultura Económica, 1964; H.U. W'ehler, DerAufs-


decidiendo que no es amigo ni enemigo de tieg des organisierten Kapitalismus und Interven-
ella, apelando a una instancia d e supe ríenuli­ tionsslaales in Deutschland, en la obra colecti­
dad política por encima de los principios va Organisierter Kapitalismus, Gotinga, Vanden-
constitucionales. Las funciones del aparato hueck & Ruprccht, 1974.
político representativo no tienen ya la misión
de garantizar la lealtad de las masas, sino la [GUSTAVO GOZ7.I]
de tutelar la seguridad nacional (éste es el sen­
tido más auténtico de la categoría "autono­
mía de lo político”). Un sistema de superle-
galidad puede sobreponerse al de legalidad, estado de bienestar
a la libertad individual y en definitiva al esta­
do de derecho. i. definiciones Yperfiles históricos. El e. de bie­
La oscilación entre un principio de super- nestar (welfare State) o estado asistencial pue­
legalidad y los criterios de una legitimación de definirse —en una prim era aproxim a­
sublegal es la dialéctica dentro de la cual se ción— como un estado que garantiza "están­
mueve el e. contemporáneo y constituye el dares mínimos de ingreso, alimentación,
horizonte problemático y abierto de la actual salud, habitación, educación a todo ciudada­
investigación y reflexión pulitológica. no como derecho político y no como benefi­
cencia” (H.L. Wilensky, 1975).
bibliografía: E. Altvater, Notas sobre algunos Como el ejemplo más cercano a esta defi­
problemas del intervencionismo de estado (1973). nición se suele presentar la política llevada
en El estado en el capitalismo contemporáneo, a cabo en la Gran Bretaña durante la segun­
a cargo de H.R. Sonntag y H. Valecillos. Méxi­ da guerra mundial, cuando, después de la dis­
co, Siglo XXL 1977; E. Forsthofl, Problemas cusión provocada por la presentación del pri­
actuales del estado social de derecho en Alema- mer informe Beveridge (1942), se aprobaron
mu (1964), Alcalá de Henares, Escuela Val. de algunos proyectos en los sectores de la salud
Administración Pública, 1966; J. Habermas, Pro­ y de la educación para garantizar prestacio­
blemas de legitimación en el capitalismo tardío nes iguales a todos los ciudadanos, indepen­
(1973), Buenos Aires, Ainorrurtu, 1975; J. Hirsch, dientemente de su ingreso. Este ejemplo nos
Wissettschaftlich-Technischer Fortschritt und lleva a vincular el concepto de asistencia
polilisches System, Francfort, Suhrkamp, 1973: pública al de sociedad industrialm ente desa­
N. Luhmann, Legitimation durch Verfahren, rrollada y con un sistema político de tipo li­
Darmstadt, Luchtcrhand, 1969; N. Luhmann, beral-democrático. En realidad, lo que distin­
Sociología del dirittol 1972), Barí, Laterza, 1977; gue al estado asistencial de otros tipos de
X. Luhmann, Potere e complcssitá sacíale (1975), estado no es tanto la intervención directa de
Milán. II Saggiatorc, 1979; F. Neumunn, El esta­ las estructuras públicas para mejorar el nivel
do democrático y el estado autoritario (1957), de vida de la población, sino más bien el
México, Paidós, 1981; J. O’Connor, La crisi fis- hecho de que tal acción es reivindicada por
cale dello stato (1973), Turin, Einaudi, 1977; C. los ciudadanos como un derecho.
Offe y G. Lcnhardt, Teoría dello stato e política Ahora bien, un breve análisis histórico de
sacióle, Milán, Feltrinelli, 1979; C. Offe, La abo­ las intervenciones llevadas a cabo por los
lición del control del mercado y el problema de estados en el campo social dem uestra que la
la legitimidad (1974), en El estado en el capita­ relación entre asistencia, industrialización y
lismo contemporáneo, a cargo de H.R. Sonntag democracia es muy compleja, dando lugar a
y H. Valecillos, México, Siglo XXI, 1977; F.W. profundas tensiones, y sólo en la época más
Scharpf, Planung ais politischer Prozess. Franc­ reciente logra configurarse plenamente. En
fort. Suhrkamp, 1973; J. Schumpeter, Die Krise efecto, en el siglo xviii muchos estados euro­
des Steuerstaats (1918), en Die Finanzkrtse des peos (Austria, Prusia, Rusia, España) llevaron
Steuerstaats, Beitrüge zur politischen Úkonomie a cabo una relevante actividad de asistencia,
der Staatsfinanzen, a cargo de R. von Hickel, antes de la revolución industrial o indepen­
Francfort, Suhrkamp, 1976; M. Weber, Econo­ dientemente de ella, o dentro de estructuras
mía y suciedad (1922 [1964]), México, Fondo de de poder de t po patriarcal. Weber nos recuer­
552 ESTADO DE BIENESTAR

da que "el poder político esencialmente lado y derechos sociales por el otro sigue exis­
patriarcal asumió la forma típica del estado tiendo durante gran parte del siglo xix y tie­
de bienestar [. . .] Esta aspiración hacia una ne su ejemplo más claro en la legislación
administración de la justicia liberada de suti­ social de Bismarck. Las leyes aprobadas en
lezas y de formalismos jurídicos, y dirigida Prusiu entre 1883 y 1889 representan la pri­
a una justicia material, es de por si propia de mera intervención orgánica del estado en la
todo patriarcalismo principesco” (M. Weber. tutela del proletariado industrial a través de
1922). un sistema de seguros obligatorios para la
Asi pues, fueron precisamente los estados protección de accidentes de trabajo, enferme­
patriarcales, que estaban muy lejos de acep­ dades, invalidez y vejez. Sin embargo, este
tar formas de legitimación legal-racional, los programa asistencial fue realizado por un
que más avanzaron hacia formas de tutela del estado en el que la burguesía industrial era
bienestar de los súbditos, mientras que en las débil v políticamente marginada y las repre­
sociedades en las que se iba afirmando la sentaciones políticas de la clase obrera no
revolución industrial, las normas más ele­ gozaban de ningún reconocimiento: en efec­
mentales de tutela de la población eran con­ to. algunos años antes, en 1878, una ley “anti­
sideradas como barreras medievales que se socialista" había prohibido las reuniones así
oponían a la libre iniciativa. En efecto, el como la propaganda de estas organizaciones.
naciente capitalismo se caracteriza más bien Sólo a principios del siglo x.\ podemos
por una actitud de la ética protestante hacia encontrar proyectos asistenciales que ya no
la caritas: ésta no puede sostener a los pere­ están en contradicción con los derechos civi­
zosos, ya que. en una sociedad fundada en la les y políticos de las clases desfavorecidas y
libre competencia, la asistencia constituye que de algún modo constituyen un desarro­
una desviación inmoral del principio "a cada llo y ampliación de dichos derechos. En Ingla­
uno según sus méritos". terra, entre 1905 y 1911, un grupo político
Analizando las decisiones adoptadas en progresista en el poder permite la aprobación
Inglaterra a finales del siglo xviu, está bien de decretos de inspiración igualitaria, como
claro que no se trata solamente de discusio­ el que establece una institución de seguro
nes ideológicas, sino de orientaciones con un sanitario nacional y un sistema fiscal muy
significado político preciso. Con estas deci­ progresista. Ahora si, el trasfondo había cam­
siones quedaba abolida toda reglamentación biado profundamente. Estas leyes son lleva­
sobre el salario mínimo, derivada del siste­ das a la práctica por un estado liberal-demo­
ma medieval de los gremios y que ahora se crático que reconoce plenamente los derechos
consideraba lesiva para la libertad de contra­ sindicales y políticos de la clase obrera, en
tación. una sociedad profundamente marcada por la
La contraposición entre derechos civiles (de industrialización y por el carácter urbano de
expresión, de conciencia, pero también de las grandes masas.
comercio) y derecho a la subsistencia se hizo Los años veinte y treinta marcan un paso
del todo explícita con la ley sobre los pobres importante hacia la constitución del estado
aprobada en Inglaterra en 1S34, según la cual de bienestar. La prim era guerra mundial (y
se podía conseguir el sustento por parte de más tarde la segunda) permite experimentar
la colectividad a cambio de renunciar a la pro­ una intervención masiva del estado tanto en
pia libertad personal. Como señala T.H. Mars- la producción (con la industria bélica) como
hall (1964), para tener la garantía de la super­ en la distribución (de artículos alimentarios
vivencia el pobre tenia que renunciar a todo y sanitarios). La gran crisis de 1929, con las
derecho civil y político, debía colocarse “fue­ tensiones sociales creadas por la inflación y
ra de juego" respecto del resto de la sociedad. la desocupación, determina en todo el mun­
Si el estado lo protege, no lo hace en cuanto do occidental un fuerte aumento del gasto
portador de cierto derecho a la asistencia publico para apoyar el empleo y las condicio­
pública, sino porque se le considera un peli­ nes de vida de los trabajadores. Sin embar­
gro potencial para el orden público y para la go, las condiciones institucionales en las que
higiene de la colectividad. Esta contraposi­ fueron llevadas a cabo dichas políticas eran
ción entre derechos civiles y políticos por un radicalmente distintas: mientras que en los
ESTADO DE BIENESTAR 553

estados nazi-fascistas la protección del traba­ finales de los años sesenta los gastos del
jo la ejerce un régimen totalitario, con estruc­ gobierno tienden a aumentar más rápidamen­
turas de tipo corporativo, en los Estados Uni­ te que los ingresos, provocando la crisis fis­
dos del New Deal la realización de las políti­ cal del estado (O’Connor, 1973). Este aumen­
cas asistenciales tienen lugar dentro de ins­ to del déficit público provoca inestabilidad
tituciones liberal-democráticas, a través del económica, inflación, inestabilidad social,
reforzamiento de los sindicatos industriales, reduciendo notablemente la posibilidad de
la canalización del gasto público en apoyo del utilizar el bienestar en función del consenso
empleo, la creación de estructuras adminis­ respecto del sistema político. Algunos esta­
trativas especializadas en la gestión de los ser­ dos se han visto obligados a limitar las inter­
vicios sociales y de la ayuda económica a los venciones asistenciales, mientras que el
necesitados. aumento de la carga fiscal genera en amplios
Pero es necesario llegar a la Inglaterra de estratos de la opinión publica una actitud
los años cuarenta para poder encontrar una favorable a regresar a un tipo de prestacio­
afirmación explícita del principio fundamen­ nes basándose en el principio de contratación.
tal del estado de bienestar: independiente­ Estos elementos han inducido a hablar de una
mente de sus ingresos, rodos los ciudadanos nueva fase en la historia del e. asistencial,
—en cuanto rales— tienen el derecho a ser pro­ caracterizada por su profunda crisis y quizá
tegidos —con pagos en efectivo o con servi­ por una tendencia a desaparecer.
cios— en situaciones de dependencia de lar­
go plazo (vejez, invalidez...) o de breve plazo II. l-AS CAUSAS DEl. DESARROLLO DEL ESTADO ASISTEN-
(enfermedad, desempleo, maternidad...). El cial. Es necesario considerar ahora algunos
eslogan de los laboristas ingleses en 1945 "La problemas teóricos planteados por el surgi­
parte justa para todos" resume con eficacia miento, consolidación y crisis del estado de
el concepto universal de las prestaciones del bienestar.
estado de bienestar. A partir del final de la Una prim era serie de cuestiones se refiere
segunda guerra mundial, todos los estados a las causas que han determinado su creci­
industrializados han llevado a cabo proyec­ miento. Durante los años cincuenta y sesen­
tos que amplían la red de servicios sociales, ta los investigadores ingleses y norteam eri­
han establecido cargas fiscales muy progre­ canos (T.H. Marshall. Bendix) ponen mucha
sistas e intervienen en apoyo del empleo o de atención en las razones políticas que han pro­
los ingresos de los desempleados. vocado el reforzamiento de las intervenciones
El desarrollo más o menos lineal de dichas asistenciales. Según Marshall (1964) en la his­
intervenciones ha producido algunas conse­ toria política de las sociedades industriales
cuencias importantes cuyo significado anali­ pueden distinguirse tres fases: la primera
zaremos a continuación: ha aumentado el (alrededor del siglo xvm) está dominada por
índice del producto nacional bruto destina­ la lucha por conquistar los derechos civiles
do al gasto público; las estructuras adminis­ (libertad de pensamiento, de expresión. . .);
trativas canalizadas a los servicios sociales la fase siguiente (alrededor del siglo xix) está
se han ampliado o se han hecho más comple­ centrada en la reivindicación de los derechos
jas: ha crecido el número y la relevancia poli- políticos (de organización, de propaganda, de
tica del estrato de los "profesionales del bie­ voto...) y culmina con la conquista del sufra­
nestar"; se han refinado las técnicas para la gio universal. El desarrollo de la democracia
detección y medida de las necesidades socia­ y el aumento del poder político de las orga­
les; se ha precisado el conocimiento del nizaciones obreras inauguran una tercera
impacto de las diversas formas de asistencia fase, caracterizada por el problema de los
sobre la redistribución del ingreso y sobre la derechos sociales, cuyo respeto se considera
estratificación social. Sin embargo, a pesar requisito imprescindible para lograr la ple­
de que hnn mejorado los instrumentos técni­ na participación política. El derecho a la edu­
cos para prever y controlar la marcha del gas­ cación desempeña históricamente una fun­
to público, en las naciones donde es más ción de puente entre los derechos políticos y
amplia la cobertura de los servicios sociales los derechos sociales: el logro de un nivel
(Estados Unidos, Gran Bretaña, Suecia. ..) a mínimo de escolarización se convierte en de-
554 ESTADO DE BIENESTAR

t echo-deber estrechamente vinculado al ejer­ micas y políticas resulta más bien efímera o
cicio de la ciudadanía política. Algunos auto­ irrelevante. Otros factores que parecen influir
res (Tilmuss, 1958) han señalado la importan­ positivamente en el desarrollo de las políti­
cia de las ideologías en la determinación y cas sociales no hacen más que reforzar esta
consolidación del bienestar. Si en las socie­ tesis: en efecto, si es cierto que el porcentaje
dades tradicionales las situaciones de indi­ de ancianos y la antigüedad del sistema de
gencia se consideran como un signo de la administración social están en relación con
voluntad divina y en la ética protestante como la amplitud de las políticas de bienestar, tam­
la culpa de una falta personal, con el pleno bién es cierto que ellas dependen a su vez del
desarrollo de la sociedad industrial las cau­ desarrollo económico de una nación. No nos
sas que provocan situaciones de dependencia sorprende pues que el propio Wilensky nos
tienden a aum entar y a tener un origen social invite a observar además la "retórica del bie­
v escapan totalmente al control del individuo. nestar", que varía de país a país en relación
En estas condiciones se atenüa en la opinión con las ideologías dominantes, para captar la
publica la contraposición entre demandas sustancial convergencia de las políticas socia­
fundadas en el mérito y demandas fundadas les en países fuertem ente industrializados.
en la necesidad, y el universalismo de las pres­
taciones no entra en contraste con el princi­ III. IAS CAUSAS DE LACRISIS DEL ESTADO ASISTENCIAL.
pio de justicia ni en competencia con la exi­ Analicemos ahora qué problemas teóricos
gencia de conservar la propensión al traba­ plantea la plena expansión y la crisis del esta­
jo. Todas estas interpretaciones tienen en do asistencial en las sociedades poscapitalis­
común un fuerte acento puesto en los facto­ tas o de capitalismo tardío. Todos los inves­
res político-culturales, con el consiguiente tigadores del estado de bienestar consideran
análisis del bienestar en términos de logros su desarrollo como una ruptura de la sepa­
de civilización. ración entre sociedad (o mercado, o esfera pri­
Las investigaciones más recientes tienden vada) y estado (o política, o esfera pública),
en cambio a señalar el papel que desempeñan tal como se había constituido en la sociedad
los facturas económicos en la constitución del liberal, y describen la evolución de los cana­
estado asistencial. A partir del análisis com­ les que han permitido históricamente la
parado de la historia de las políticas socia­ comunicación entre las dos esferas.
les en Europa, Estados Unidos y Rusia, Rim- Durante los años sesenta, la nueva relación
linger (1971) llega a la conclusión de que la entre estado y sociedad se interpreta en tér­
causa principa] del éxito de dicho estado se minos de equilibrio, de compromiso, de coe­
explica por el paso de la sociedad agraria a xistencia pacífica, dentro de la ruptura de la
la industrial: si las diferencias políticas y cul­ separación. Marshall habla de distribución de
turales pueden explicar la diversidad de deci­ los recursos basándose en un sistema dual,
siones adoptadas por los distintos países, el en el que junto al mercado actúa el estado.
desarrollo industrial aparece como la única Habermas (1975) observa el surgimiento de
constante capaz de motivar el surgimiento del una especie de tierra de nadie respecto a la
problema de la seguridad social en todas cual resultan inadecuadas tanto las catego­
estas regiones. La tesis de la relevancia del rías del derecho público como las del dere­
desarrollo económico no es válida solamen­ cho privado. Otros señalan la síntesis ideoló­
te para la verificación de los grandes perio­ gica entre meritocracia e igualdad, entre efi­
dos históricos, sino que queda confirmada ciencia y solidaridad, síntesis que represen­
también por el análisis sincrónico del gasto ta la base de los programas sociales más orgá­
destinado a los servicios sociales en una nicos.
amplia muestra de naciones. Wilensky (1975), Sin embargo, desde finales de los años
y anteriormente Aaron y Cutright, demostra­ sesenta, el proceso de ruptura de la separa­
ron que el porcentaje del producto nacional ción entre sociedad y estado es analizado con
bruto utilizado para fines sociales crece en instrumentos nuevos, que tienen en cuenta los
proporción al desarrollo económico de una primeros síntomas de crisis en un desarrollo
nación. Respecto a esta clara correlación, la de las políticas sociales que hasta entonces
influencia de las diversas decisiones econó­ había sido bastante lineal. La crisis fiscal del
ESTADO DE BIENESTAR 555

estado se considera un signo de iu incompa­ parálisis por sobrecargo de demandas; la


tibilidad tendencial entre las dos funciones competencia entre las organizaciones políti­
del e. de bienestar: el reforzamiento del con­ cas lleva a la incapacidad de seleccionar y
senso social, con la consiguiente lealtad hacia agregar intereses, causando la incapacidad de
el sistema por parte de las grandes organiza­ las instituciones respecto a las demandas
ciones de masa, y el apoyo a la acumulación fragmentarias. El peso asumido por la admi­
capitalista con el uso anticoyuntural del gas­ nistración en la mediación de los conflictos
to público. La especial relación entre estado provoca una burocratización de la vida polí­
y sociedad que se da en el estado de bienes­ tica, que a su vez genera una "disolución del
tar ya no se lee en términos de equilibrio, sino consenso”. Sobre la base de este análisis, apa­
como elemento de una crisis que lleva progre­ rece claro que las posibilidades de salida de
sivamente a la eliminación de uno de sus la crisis se confian a la capacidad de resisten­
polos. cia de las instituciones, a su autonomía res­
Para un prim er grupo de autores (Offe, pecto de las presiones de los grupos sociales
1977: Habermas. 1975) el e. de bienestar pro­ constantemente en posición reivindicativa.
duce como resultado una ‘'cstatización de la Ahora bien, nos podemos preguntar cómo
sociedad". Trabajo, ingreso, nivel de vida, ya la crisis del e. de bienestar puede dar lugar
no están determinados por el mercado, sino a interpretaciones tan distintas. Antes que
por mecanismos políticos que tienen como nada conviene precisar que la contraposición
objetivo la prevención de los conflictos, la se agranda muchas veces debido a los diver­
estabilidad del sistema, el reforzamiento de sos planteamientos metodológicos: en reali­
la legitimación del estado. La voluntad polí­ dad los análisis más complejos admiten la
tica ya no se forma por el libre juego de agre­ existencia de ambos procesos. Sin embargo,
gados en la sociedad civil, sino que se coagu­ los resultados tan distantes a que se llega al
la pasando a través de mecanismos institu­ analizar la crisis del e. de bienestar con las
cionales que operan como filtro para la selec­ categorías de “estado" y de "sociedad"
ción de las demandas funcionales del siste­ demuestran al menos una cosa: el crecimien­
ma. Partidos, sindicatos y parlamento actúan to y la consolidación del e. de bienestar en los
como empresas que ofrecen servicios y pres­ últimos cien años es un proceso tan profun­
taciones a cambio de apoyo político. Los do que requiere diferenciar claramente esta
resultados de este proceso son diversos según institución respecto de las precedentes, ya
el grado de extinción de la autonomía de la que en gran medida resulta inadecuado el
suciedad ante un "despotismo adm inistrati­ esquema conceptual elaborado por las teorías
vo” que puede llevar a la total dependencia clásicas para definir el estado y sus funciones.
de los individuos y de los pequeños grupos
respecto de los aparatos públicos. La posibi­ BIBLIOGRAFIA: R. Bcndix, Estaiht nacional y ciu-
lidad de superación de dicha situación está dadania (1964), Buenos Aires, Amorrortu, 1974;
en la capacidad de resistencia de los núcleos A. Briggs, The welfare State in históricat perspec-
de sociedad civil: ámbitos privados de vida, tive, en Archives Européennes de Sociologie, n.
sectores de economía competitiva, grupos 1961; M. Crozier, S.P. Huntington y J. Watanu-
portadores de intereses no filtrados por las ki. La crisi della denwcmzia (1975), Milán, Angelí,
instituciones. 1977; I. Gough. Gastos del estado en el capitalis­
Por otro lado, la crisis del e. de bienestar mo avanzado, en El estado en el capitalismo con­
puede interpretarse también como un proce­ temporáneo, a cargo de H.R. Sonnlag y H. Vale-
so de "socialización del estado" (Rose, 1978; cilios, México, Siglo XXI. 1977; J. Habermas,
Huntington y Crozier, 1975). Para los autores Problemas de legitimación en el capitalismo tar-
que ponen de relieve este aspecto, el e. de bie­ diu (1973), Buenos Aires, Amorrortu. 1975; T.H.
nestar ha difundido una ideología igualitaria Marshall, Citladinanza e classe sacíale (1964),
que tiende a deslegitimar la autoridad políti­ Turin, I'tet, 1976: J. O'Connor, La crisi fiscale
ca; la disponibilidad del estado para interve­ dellu stato[\973), Turin. Einaudi. 1977; C. Offe,
nir en las relaciones sociales protoca un enor­ Lo stato nel capitalismo maturo. Milán, Etas
me aumento de las demandas dirigidas a las Libri. 1977; G.V. Rimlinger, Welfare policy and
instituciones políticas, lo que determ ina una industrialization in Entape. America and Russia,
556 F.STADO DE POLICIA

Nueva York. Wiley, 1971; R. Rose. Wltat is del significado comúnmente atribuido al con­
goveming?, Englevvood Cliffs, Prentice-Hall, cepto de e. de policía sino también convencer­
1978; R.M. Titmuss, Essays on the “welfare S t a ­ se de que dicho significado debe ser sustitui­
te", Londres, Unwin, 1958: M. Weber. Economía do por otro mucho mejor fundado histórica­
y sociedad (1922 [1964]). México, Fondo de Cul­ mente y dotado no ya de implicaciones posi­
tura Económica, 1964; H.L. Wilensky, The wel­ tivas o negativas sino de una adhesión más
fare State and equality, Berkeley. University of estrecha a las características reales de dicha
California Press, 1975. forma de estado.
En efecto, como sucede a menudo en la his­
[g l o r ia r e g o n in i] toria de los conceptos y de los significados,
los historiadores liberales que acuñaron el
término del que nos estamos ocupando no se
equivocaron al reconocer en la actividad de
estado de policía policia la característica más específica de la
forma de estado precedente, en Alemania, al
I. ACEPCIÓN HISTORIOGRÁFICA Y ORIGEN HISTÓRICO estado de derecho. Además, como también
concreto de la •policía".El término-concepto ocurre a menudo, atribuyeron a dicha activi­
en cuestión adquiere su significado técnico dad el restringido e inequívocamente valora-
en el campo historiográfico. Esto significa tivo significado corriente en su tiempo, es
que se trata de una expresión acuñada por la decir en el ámbito de la concepción del esta­
historiografía para indicar un fenómeno his­ do de derecho, y .sustancialmente análogo al
tórico muy preciso y particular. Más exacta­ contemporáneo. No queda otra cosa que
mente, se remite a los historiadores consti­ hacer, por tanto, que volver a recorrer la his­
tucionales alemanes de mediados del siglo toria del concepto de "policía" para tra ta r de
xix que. partiendo de un empeño político descubrir qué significado tenía en el ámbito
liberal-burgués correspondiente al ideal cons­ de dicha concepción y de la praxis estatal
titucional del "estado de derecho", pretendie­ vigente justam ente en el e. de policía.
ron contraponer a este ultimo, como fase anti­ No es difícil reconocer en el termino grie­
tética o al menos precedente del desarrollo go politeia y en el latino (medieval tardío) poli-
histórico de las formas estatales, precisamen­ tia la matriz etimológica de la moderna "poli­
te el “e. de policia”. cía”. Sin embargo, tanto en el pensamiento
El mismo origen del término sugiere ya la griego clásico como en su recepción por obra
intención peyorativa con que es acuñado y de la escolástica (politia ordinata), el térm i­
usado por largo tiempo. Tal intención se refie­ no mantuvo un significado global y finalista,
re evidentemente a la parte específica del tér­ lejano tanto de la comprensión contem porá­
mino, a la "policía", es decir que en la clasi­ nea y del siglo xix (policía como sector sub­
ficación de las formas de vida estatal implí­ sidiario de la actividad del estado, en orden
cita en el uso historiográfico arriba indica­ sobre todo a la prevención y al castigo de la
do debía contraponerse al "derecho”, como ilicitud mediante el empleo de un aparato rígi­
dimensión ya no sólo limitada y circunstan­ do y autoritario de investigación e interven­
cial sino también degenerativa respecto de ción) como del contenido que le fue atribui­
este último. do del humanismo en adelante, en la acepción
Dando por descontado las precisiones rela­ peculiar del e. de policía. Si en efecto politeia
tivas al concepto de estado, a las cuales será significaba para Aristóteles el ordenamiento
necesario por otra parte retornar de vez en total de la polis —en sustancia, su constitu­
cuando, conviene por consiguiente fijar la ción— y si para santo Tomás la politia ordi­
atención en el concepto de "policia”. tratan ­ nata era el ordenamiento global de la vida
do de captar en su evolución histórica las terrenal en el que se obtenía la superación del
razones que han determinado una actitud his­ dualismo propio del antiguo mundo cristia­
toriográfica tan unívoca como la que se ha no entre esfera religiosa y esfera mundana,
recordado. De tal modo será posible no sólo para ambas concepciones el término no indi­
darse cuenta con exactitud de las motivacio­ caba el gobierno sino la form a de gobierno,
nes ideológicas que se encuentran en la base y tenía, por tanto, sólo un significado descrip­
ESTADO DE POLICIA 557

tivo, estático, y no prescriptivo, activo. que se sirvió el príncipe territorial para impo­
Fue en el interior de los estados renacen­ ner su presencia y su autoridad frente a las
tistas, en Italia, pero sobre todo en Francia, fuerzas tradicionales de la suciedad imperial:
en el Ducado de Borgoña. que el concepto de el emperador, por encima de él, y las clases
policía adquirió una importancia operativa territoriales, por debajo. En el paso de una
inmediata, de instrum ento preciso en las estructura constitucional típicamente "por
manos del príncipe para perseguir sus fines castas", como la imperial del siglo xvi, a una
políticos (o cumplir con los deberes de su esta­ organización centralizada del poder en los
do. que es lo mismo). De Borgoña el nuevo sig­ estados territoriales particulares, como se
nificado pasó a Alemania, donde encontró verificó en algunos territorios alemanes en el
difusión y fortuna gracias a la particular curso del siglo xvii, es fácil comprender
situación constitucional del Sacro Imperio cómo el problema central consistía en la nece­
Romano, reducido a partir del siglo xvi a sidad para el príncipe territorial —que se
mero ámbito territorial y formal en el que los colocaba históricamente como el punto de
príncipes alemanes llevaban a cabo sus ope­ apoyo de tal paso— de crearse un verdadero
raciones para la conquista de la soberanía. espacio autónomo, una verdadera esfera sobe­
En Francia en cambio la pólice fue adqui­ rana tanto hacia arriba como hacia abajo. Tal
riendo muy rápido un significado absoluta­ operación fue intentada, con distinto éxito,
mente técnico, en el ámbito de la precoz orien­ por los mayores príncipes alemanes: su ras­
tación iuspublicista que allí asumió —a cau­ go constante fue, allí donde triunfó, que el
sa de las distintas (más anticipadas) condicio­ príncipe conquistara su propia soberanía no
nes constitucionales— la actividad del esta­ tanto apropiándose de competencias y funcio­
do. Una vez. cum plido el proceso de nes antes concernientes a las fuerzas políti­
unificación territorial y consolidada en los cas concurrentes —tanto inferiores como
hechos la soberanía del monarca, los proble­ superiores— como creándose nuevos campos
mas constitucionales que se plantearon en de intervención y de presencia política en los
Francia a partir del siglo xvii fueron los de sectores nuevos de la vida asociada que el pro­
la consolidación y de la defensa de tal sobe­ ceso histórico hacia cada vez más im portan­
ranía frente a las persistentes fuerzas excén­ te y que al mismo tiempo la arcaica estruc­
tricas dirigidas a conservar o a reconquistar tura constitucional del Sacro Imperio Roma­
los antiguos privilegios locales. La solidez del no de la Nación Alemana no perm itía cubrir
título de soberanía del monarca y su posición adecuadamente. El conjunto de las interven­
de defensa y no de ataque frente a las otras ciones y de las afirmaciones del príncipe en
fuerzas políticas —ademas de la existencia de tales sectores —siempre cambiantes y nue­
una consolidada tradición jurídica que des­ vos— constituyó en su plenitud la Polizey.
de hacía siglos estaba al servicio de las pre­ que, por lo tanto, en lo esencial fue el princi­
tensiones reales y que precisamente en el xvt pal instrumento con el cual el príncipe logró
había alcanzado su máximo cum plim iento- realizar su propio esquema centralizado!' y al
hicieron así que la pólice, entendida en prin­ mismo tiempo justificarlo históricamente.
cipio como conjunto de las actividades de El ejemplo más significativo de la lineali­
gobierno, se sometiese a determinaciones dad de este proceso está dado por el propio
jurídicas cada vez más precisas, cristalizán­ modo en que se puso en movimiento. El siglo
dose progresivamente en una suma de inter­ xvi alemán se caracteriza por los esfuerzos
venciones prefijadas en temas ya consolida­ del emperador por devolver al imperio la
dos y tendencialmente reducibles a la segu­ capacidad de responder a las exigencias y a
ridad y a la tranquilidad de los subditos (y del las necesidades políticas de los nuevos tiem­
principe).I pos. Junto a previsiones más estrictam ente
constitucionales, fueron llevadas a cabo en tal
II LA"POLICIA"COMOMOMENTOCENTRAL EN LAFORMA­ sentido intervenciones inmediatamente ope­
CIÓN del estado territorial alemán Radical­ rativas dirigidas a satisfacer de un modo uni­
mente distinto fue en cambio el papel desem­ forme para todo el imperio las más urgentes
peñado por la Polizey en los territorios ale­ necesidades concretas del momento: fueron
manes. Aquí se convirtió en el instrumento del emanadas asi im portantes ordenanzas impe-
558 E S T A D O DF. P O L IC IA

ríales de pulida referentes a los más diver­ mente empuñados por el príncipe: todo esto
sos campos de la vida asociada. La lábil es desde entonces, a fines del siglo xvn, la
estructura política del imperio, sin embargo, policía, "todo el ordenamiento interior del
no permitía al mismo em perador vigilar estado, y en consecuencia el aparato de poder
directamente la ejecución y la observancia de destinado a garantizar este último".
tales ordenanzas: de ellas tuvieron que hacer­
se cargo, por tanto, los propios exponentes de III. EL ESTADO DE POLICIA COMO SINTESIS DE ORDEN Y
los territorios particulares en que estaba divi­ DI BIENESTAR SI' FORMA TIPICA DF. REALIZACIÓN EN
dido el imperio: los estamentos del imperio PRisjA La policía resume en sí esencialmen­
o bien los príncipes territoriales. Es fácil com­ te el nuevo “orden" del estado: orden de ele­
prender que esta ocasión se transform ó de mentos en parte nuevos, pero también bastan­
motivo de reforzamiento de la estructura te antiguos, hasta entonces dejados casi a sí
imperial en motivo ulterior de su resquebra­ mismos, en una visión tradicionalmente jerar­
jadura, en favor de la naciente fuerza políti­ quizada. y por tanto automática, estática,
ca de los principes individuales. Éstos en efec­ desorganizada, y ahora en cambio regulados,
to no se limitaron a ejecutar las ordenanzas simplificados, guiados, dirigidos. La jerarquía
imperiales sino que emanaron las suyas pro­ estática del cerrado orden medieval (imperial)
pias (ordenanzas territoriales de policía), en fue sustituida, por obra del príncipe y de su
buena parte apoyadas integralmente en las policía, por una estructura abierta, innova­
prim eras, pero en medida creciente referen­ dora, mecánica, tendencialmente igualitaria
tes a nuevas cuestiones, siempre originadas (los súbditos por una parte, el príncipe por
directam ente en la autoridad soberana del la otra), ordenada desde lo alto.
príncipe territorial y no ya en la imperial. De Se explica de tal modo por si mismo el sig­
tal modo, lentamente, la "orden” del prínci­ nificado tautológico de la expresión más
pe va adquiriendo fuerza de ley, colocándose comúnmente usada por los contemporáneos
como fuente originaria junto al derecho tra ­ para indicar el sistema político amoldado a
dicional. Desde los problemas más pequeños la actividad de policía: “gute Ordnung und
de la vida social, como el control sobre los Polizei", donde policía y orden son sinónimos
pesos y las medidas, sobre las bebidas y sobre o, mejor dicho, constituyen una especie de
los alimentos, sobre los mercados y sobre las endíadis en la que la policía es vista como el
actividades comerciales, sobre la seguridad medio par? perseguir el orden, a su vez enten­
y sobre la tranquilidad de la vida en las ciu­ dido no como un esquema prefijado e inmó­
dades y en los campos, la orden del principe vil (como en la tradición aristotélico-
se extendió hasta reglamentar los problemas escolástica) sino como el fruto siempre cam ­
de fondo de los nacientes estados territoria­ biante de precisas intervenciones políticas.
les: la creación de un ejército estable, el Esto lo confirma el atributo implícito a este
aumento de la tasación, la formación de una orden de policía: éste debe ser "bueno", es
adm inistración profesional, eficiente y segu­ decir debe inspirarse en criterios de fondo
ra, el impulso a la actividad económica, el bie­ precisos que el príncipe es Humado a ejecu­
nestar de los súbditos. En todos estos secto­ ta r y no ya a modificar. Tales criterios son
res la orden del príncipe interviene como ele­ en sustancia reducibles a uno solo: Wuhlfahrt,
mento de racionalización, de regulación y de el bienestar de los súbditos, también éste
impulso del mecanismo estatal en vías de for­ entendido de un modo totalmente distinto que
mación, ejerciendo influencia en las dos direc­ su antecedente medieval —el bonum comirm-
ciones de las competencias imperiales y supe­ ne de la escolástica, rígido e inmutable, que
riores y de los privilegios tradicionales de las debe ser conservado más que creado. El bie­
castas locales. En donde la acción del prínci­ nestar de la “policía" está en cambio impreg­
pe tuvo éxito (en prim er lugar en Prusia), el nado no sólo de elementos eudemonistas,
resultado final lúe la construcción de un cuer­ mundanos, concretos (la “felicidad material"
po compacto de prerrogativas soberanas, de de que redundan los escritos políticos de los
intervenciones reguladoras indiscriminadas siglos xvn y x v iii ), sino que justamente por
en la vida de los súbditos, de nuevos instru­ eso es siempre fruto de intervenciones huma­
mentos administrativos y burocráticos firme­ nas, de operaciones políticas, de elecciones
ESTADO DF. POLICIA 559

conscientes y fatigosas. Además, el bienestar no de la justificación ideológica, pero también


de los súbditos no es sólo un fin a alcanzar en el funcionamiento concreto, de la policía,
para realizar el estado ideal: es un medio de la que constituyen respectivamente los
importante para hacer funcionar al estado en objetivos y los instrumentos. La política de
su concreción histórica. Para tal fin es ilumi­ los Hohenzollern, que desde mediados del
nante la estrecha relación que se instaura, en siglo xvii hasta fines del xvm han hecho de
la teoría y en la praxis del estado alemán de Prusia uno de los principales estados euro­
los siglos xvii y xvin. entre el bienestar de los peos, ha sido sintetizada como "política de
súbditos y la prosperidad del estado. Este potencia y de bienestar” y con estas palabras
último necesita medios financieros cada vez es posible también dar la mejor definición del
más imponentes para mantener en eficiencia e. de policía.
el aparato m ilitar y burocrático que consti­ Justam ente en Prusia, en efecto, este últi­
tuyen su espina dorsal. El canal imprescin­ mo encontró su primera y más cumplida rea­
dible para obtener tales medios es el impues­ lización histórica; imponente hasta el punto
to, la recaudación del cual, por otra parte, de ser directamente generalizada como for­
depende del tenor de vida de los subditos, de ma "típica” de estado. Las etapas concretas
su bienestar: éste es el mecanismo gracias al de esta realización no son fácilmente indivi-
cual el bienestar se vuelve el resorte decisi­ dualizables. La totalidad, la globalidad de la
vo para el funcionamiento del nuevo estado, actividad de policía impiden tom ar en ella
y no es casual que la policía sea definida como momentos particularmente significativos. Es
el complejo de las instituciones creadas por necesario remitirse a la obra de los tres gran­
el príncipe para realizar el bienestar de los des príncipes prusianos de la casa de los
súbditos. Hohenzollern para tener un sentido aproxi-
Si se piensa en las implicaciones prácticas rnativo de dicho cambio ultracelular. AI Gran
que tiene en la actividad del estado el nexo Elector (Federico Guillermo I) que desde 1640
bienestar-impuesto, se tiene finalmente un hasta 1688 implantó sólidamente las bases del
cuadro completo del significado global que ejército estable y de la nueva organización tri­
puede revestir la expresión “e. de policía”. butaria dependiente directamente del prínci­
Estim ular el bienestar significa en efecto pe. A su sobrino Federico Guillermo II (pero
guiar la economía, llevar a cabo intervencio­ I, como re\ de Prusia). conocido como “ rey-
nes persuasivas o disuasivas frente a ésta o soldado” por la expansión que dio al ejérci­
aquella actividad económica. Esto significa to, pero más im portante por el esfuerzo cen-
no sólo rem itirse a una precisa política eco­ tralizador que cumplió en el campo adminis­
nómica —que refleja perfectamente, en esta trativo, sobre todo creando, en 1723, un nue­
fase, los principios de la teoría mercantilis- vo órgano unitario, el “General-ober-Finanz-
ta— sino también predisponer los instrumen­ Krieg-und-Domanen-Direktorium” (General-
tos necesarios para ejercer las intervenciones di reí: torium. verdadero órgano propulsor y
requeridas y valerse de la obra de técnicos, de control del Gesamtsraat prusiano, del cual
de adm inistradores, de expertos del sector. no se ocupó sólo el sector financiero y mili­
Por otra parte, la acentuación del momento tar sino toda la actividad de policía, en la cual
referente al impuesto implica consecuencias precisamente los dos sectores recuperaban su
del mismo tipo, tanto en el plano de la orga­ unidad. Y por fin a Federico II el Grande, su
nización concreta (uno de los momentos deci­ hijo, que a partir de 1740 dedicó todos sus
sivos para la formación de una burocracia esfuerzos a hacer funcionar el complejo y
profesional está constituido en Alemania por delicado mecanismo construido por sus pre­
los comisarios de impuestos) como en el de decesores. Fue con él que el e. de policía
la elaboración teórica (se ha visto en otra par­ alcanzó su mayor fulgor y el más alto nivel
te que el camerali^mo [v\] no es otra cosa que de prestación. Fue en contra suya que desde
el interés científico unitario para los diver­ Kant en adelante se desarrolló en Alemania
sos sectores de la ciencia de la policía, de la el movimiento liberal de opinión contra el
economía privada y de la ciencia de las finan­ estado paternalista, contra el principe-padre
zas). El bienestar y el orden se presentan por que pretendía decidir lo que era mejor para
eso como los momentos centrales, en el pla­ los súbditos, contra la tutela en que se man-
560 ESTADO DE SITIO

tenia a éstos en todo lo concerniente a su vida. el régimen jurídico excepcional al cual una
Es indicativo que la expresión "e. de poli­ comunidad territorial es sometida temporal­
cía” haya sido acuñada justamente para defi­ mente, en consideración a un estado de peli­
nir, en términos desvalorizantes, al estado de gro para el orden público, por efecto de una
Federico el Grande. Por cierto, al mismo tiem­ previsión de la autoridad estatal que atribu­
po era cambiado el significado del concepto ye poderes extraordinarios a la autoridad
de policía, y en dicha expresión se quiso pública y que sanciona correspondientes res­
tom ar sobre todo su aspecto obsesivo y opre­ tricciones de las libertades de los ciudadanos.
sivo del intervencionismo estatal, y no en Las circunstancias perturbadoras que suelen
cambio su filosofía política, las finalidades dar ocasión a una situación tal son general­
complejas que estaban por detrás de él. El tér­ mente de orden político, pero pueden ser tam­
mino empleado se ha revelado, sin embargo, bién hechos naturales como terremotos, epi­
bastante bien elegido aun después del examen demias. etc.; en este caso el peligro para el
del significado real que tuvo la policía en su orden público no está constituido por las cir­
peculiar contexto histórico; los historiadores cunstancias perturbadoras que ha ocasiona­
liberales de cien años atrás, preocupados por do el e. de sitio sino por sus efectos (véase,
defender la dignidad individual de las prepo­ por ejemplo, el decreto de e. de sitio del 28
tencias paternalistas de un estado demasia­ de diciembre de 1908 para Messina y Reggio
do invasor, pudieron detenerse en una recons­ Calabria).
trucción polémica más que reductiva de la Según los tiempos v las exigencias, o pre­
forma de estado que los había precedido. Los suntas exigencias del caso concreto, el e. de
historiadores, (los hombres) de hoy no pue­ sitio reviste formas más o menos amplias,
den hacerlo. Para ellos el significado pleno, pudiendo ir desde tenues medidas de policía
global, ético del e. de policía es indispensa­ (prohibición de reuniones, que normalmente
ble para comprender, aun a la luz de los pro­ son licitas) hasta la total suspensión de las
blemas contemporáneos, un aspecto determi­ garantías constitucionales.
nante de su historia, de la del propio "estado El e. de sitio asume distintas configuracio­
m oderno” en el cual continuamos viviendo. nes en relación con las condiciones de hecho
en las que se aplica: se distinguen sobre todo
BiHi.ior.RAHA: J. Brückner, Staatswissenschaflen, los acontecimientos de guerra de las condi­
Kameralismus und Namrrechl. Ein Bcitrag zur ciones de emergencia interna. En el prim er
Geschichte der politischen Wissenschaft in Deuts- caso el e. de sitio representa sólo un momen­
chlund des spiiten 17. und friihen 18. Jahrhun- to de la conducta general de las operaciones
deris. Munich, Beck, 1977; E. Bussi, Principi di bélicas, por las cuales es condicionado e infor­
govemo nellostato d<polizia. Cagliari, Editrice mado: los problemas de este tipo de e. de sitio
Sarda Fossataro, 1955: H. Maier, Dic altere deuts- pertenecen al problema más amplio de los
che Status- und Verwahungslehre (Polizeiwissens­ poderes de guerra, m ientras que falta una
chaft). Ein Beitrag zur Geschichte der politischen referencia similar para el e. de sitio civil. Si
Wissenschaft in Deutschland, Neuwied am una distinción tal está bastante difundida en
Rhein-Berlín, 1966; K. Wolzendorff, Der Polizei- los ordenamientos estatales, no siempre se
gedanke des modemen Sitiales. Ein Versuch zur encuentran netas divisiones en las normas
allgemainen Venvaltungslehre unter hesonderer positivas V en la práctica; particularmente
Beriicksichtigung der Entwicklung in Preussen, para los ordenamientos anglosajones no son
Breslau, M. und H. Marcus, 1918. posibles separaciones claras entre los tipos
de e. de sitio bélico o civil.
[PIERAXGELO S( HIERA]
II. MOMENTOS EN OLE SE CONCRETA LA NOCIÓN DEL
orden excepcional El acto constitutivo del c.
de sitio es una "decisión". El paso de la nor­
estado de sitio malidad al estado de excepción implica dos
valoraciones fundamentales: la comprobación
i so cio s de estado de sitio. Con la expresión "e. del estado de peligro para el orden público
de sitio” se pretende habitualmcnte indicar y la determinación de la necesidad de reac-
ESTADO DE SITIO 561

cionur con medidas excepcionales. Estas dos tándonos a form ular una clasificación de los
valoraciones, aun cuando no asuman una rele­ diversos tipos de e. de sitio destacables en la
vancia propia desde el punto de vista formal, experiencia de los diversos ordenamientos
constituyen elementos bastante delicados; de estatales, fundada en criterios de totalidad,
su completo y equilibrado cumplimiento con referencia al esquema típico de la cons­
depende que sean más o menos conjurados titución de los ordenamientos de "dem ocra­
los peligros para la estabilidad del sistema cia clásica”, y excluyendo ex profeso las dis­
constitucional. Esto porque normalmente los tinciones en orden a los elementos particula­
órganos a los que concierne la comprobación res del e. de sitio indicados arriba, pueden
y la valoración del estado de peligro son los señalarse dos tendencias distintas: una pri­
mismos que están legitimados para ejecutar mera tendencia a considerar el e. de sitio pre­
las medidas extraordinarias previstas por el dominantemente como institución regulada
e. de sitio, con la consecuencia de que podría y limitada según el principio del "estado de
verificarse — como en efecto se ha verifica­ derecho” y a atenuar asi su carácter de excep­
do en la práctica de varios ordenamientos— ción reconduciendu también los poderes
que la valoración de los peligros para las ins­ extraordinarios de la autoridad a que da lugar
tituciones se cumpla en función de la actitud bajo las reglas fundamentales de la organi­
de los grupos de oposición (recuérdense los zación y de la acción estatal; una segunda ten­
sucesos que precedieron y siguieron a la for­ dencia, inspirada en criterios propiamente
mulación por parte del gobierno italiano pre­ políticos, a atrib u ir predominantemente
sidido por Facía del decreto de proclamación amplios poderes extraordinarios a una auto­
del c. de sitio a p a rtir del 28 de octubre de ridad constitucionalmente preordenada, para
1922). la conservación de la estabilidad estatal.
El hecho de que el e. de sitio sea ocasiona­ Entre los tipos de e. de sitio más conformes
do para, y dirigido a, enfrentar situaciones de con los ideales y con los principios del "esta­
excepción a priori no previsibles, hace que no do de derecho” se recuerdan antes que nada
sea fácilmente determinable a priori su régi­ los previstos por los ordenamientos del con­
men y que éste deba ser normalmente deter­ tinente europeo, en los cuales el fundamen­
minado, de caso en caso, por el órgano que to, la atribución y el ejercicio de todo poder
ha decidido su institución. Es tarca y poder son previstos en disposiciones de ley. El e. de
de éste disponer de instrumentos extraordi­ sitio está preventiva y legislativamente dis­
narios y adecuados a las necesidades a las que ciplinado; la verificación de una situación de
la excepcionalidad de la situación da lugar. emergencia juega como una condición de apli-
Dichos instrumentos resultan más o menos cabilidad del régimen particular prefijado.
complejos y evidentes según consistan en Esto resulta, desde el punto de vista de la
innovaciones de tipo organizativo o en una actuación práctica, bastante ineficiente, en
atribución de poder que, manteniendo las cuanto que es bastante arduo disponer
organizaciones de los poderes públicos ordi­ mediante una normación abstracta de lodos
narios, equivalga a reforzar el ejecutivo los instrumentos idóneos para hacer frente
mediante una ampliación de sus facultades a situaciones que por su propia naturaleza tie­
normales o la atribución al mismo de nuevas nen carácter de imprevisibilidad, empirismo
funciones. y contingencia.
En la situación de excepción a que da lugar Una cierta elasticidad y empirismo en la
el e. de sitio se instauran nuevas relaciones acción de emergencia del gobierno y de la
entre individuo e individuo y sobre todo entre administración, inspirándose siempre en el
individuo y autoridad, que se concretan en principio del "estado de derecho", presenta
una comprensión de las libertades fundamen­ en cambio la figura del e. de sitio recurrente
tales. El conjunto de estas nuevas relaciones en el ordenamiento británico. La acción de
se indica comúnmente con el término "orden" emergencia puede cumplirse sólo con base en
excepcional.I un titulo jurídico específico y dentro de los
límites rigurosamente determinados en cada
III El. ESTADO DE SITIO COMO INSTITUCIÓN REGULADA caso. Por regla, a falta de un titulo jurídico
Y LIMITADA SEGUN EL "ESTADO DE DERECHO". Limi­ rigurosamente predeterminado, no se recono­
562 ESTADO DE SITIO

ce licitud a la acción extra ordinem. del parlamento, los poderes excepcionales,


Aún mayor elasticidad y empirismo presen­ por un largo periodo, al órgano de gobierno:
ta la institución del e. de sitio en el ordena­ de este modo se atribuye establemente a un
miento estadunidense. En éste el acuerdo con órgano la tarea de vigilancia sobre la seguri­
los principios del "estado de derecho” se dad pública, con la facultad de intervención
reduce a ¡a existencia de una posibilidad de inmediata. Este sistema —si bien evita la
acudir ante la autoridad jurisdiccional para necesidad de un conferimiento extraordina­
un control sobre los actos de derecho públi­ rio de poderes v el riesgo que implica la autoa-
co ejecutados en conexión con la emergencia. sunción de potestad en presencia de condicio­
La constitución estadunidense, si bien prevé nes anormales— da lugar al peligro de que la
la suspensión del derecho de babeas Corpus. investidura perpetua o a largo plazo de tales
no indica en realidad la autoridad investida poderes pueda conducir también a la supera­
del poder de suspensión, ni los criterios capa­ ción del limite que deriva de la separación
ces de delinear la disciplina de los poderes entre el ejercicio de la ordinaria actividad de
supremos o el ámbito y los limites de las atri­ gobierno y las acciones extraordinarias, y
buciones. En la práctica siempre se ha recu­ también al peligro de que las potestades
rrido a previsiones de excepción tratando de extraordinarias sean ejercidas cada vez más
dar a los actos de las autoridades supremas frecuente y ampliamente, aun en momentos
un fundamento jurídico con base en criterios y por casos sujetables a la disciplina ordi­
válidos en el sistema constitucional nortea­ naria.
mericano. Dada la posición constitucional del
presidente, la acción extraordinaria ha sido V. ESTADO DE SITIOY"DERECHOS DELHOMBRE IACON­
cumplida sobre todo por aquel órgano. A la VENCION El ROPEA PARA LA PROTECCION DE LOS DERE­
corte suprema le ha concernido siempre un CHOS DEL HOMBRE Y DE LAS LIBERTADES FUNDAMEN­
control en última instancia (siguiendo las TALES. Las medidas excepcionales estableci­
reglas de procedimiento ordinarias) sobre el das luego de la proclamación del e. de sitio,
ejercicio de los poderes excepcionales; esto en cuanto que se concretan en la suspensión
obedeciendo al principio básico del ordena­ de las garantías constitucionales, se hallan en
miento constitucional norteamericano que oposición a los principios sancionados por las
prevé la sujeción de todas las autoridades a diversas convenciones sobre los derechos del
la jurisdicción.IV
. hombre. En virtud de estas convenciones, los
estados adheridos a ellas se empeñan en res­
IV. ELESTADO DESITIOCOMOMANIFESTACION PARTICU­ petar toda una serie de normas dirigidas a la
LAR DE PLENOS PODERES POLITICOS O DE PROTECCIÓN protección de los derechos civiles y políticos
de la constitución. La aplicación integral al e. de los ciudadanos. Nos encontramos así fren­
de sitio de los principios del "estado de dere­ te a dos exigencias a prim era vista contra­
cho" es posible en condiciones de solide/ de puestas: por un lado la exigencia de mante­
la estructura del estado. En el curso de este ner o restaurar el orden y la legalidad, fin
siglo se han determinado factores de peligro alcanzable sólo mediante la adopción de
para la existencia del estado, hasta no permi­ medidas excepcionales; por otro lado la exi­
tir una previsión de los mismos según crite­ gencia. cada vez más sentida, de garantizar
rios apriorísticos. En consideración de esto el respeto de la libertad y de la dignidad
se ha tratado de reconocer amplios poderes humana. Sacrificar completamente la prime­
a las supremas autoridades del estado para ra ante la segunda exigencia, además de no
hacerlas capaces de cumplir las actividades ser posible de hecho, no sería ni siquiera
necesarias, en condiciones de peligro para la oportuno, en cuanto que el e. de sitio puede,
estabilidad estatal. Dos son los modos en que en ciertos casos, impedir que una minoría,
esencialmente esto se lleva a cabo: en algu­ que no pueda hacer triunfar sus ideas demo­
nas constituciones se ha conferido al jefe del cráticamente, logre imponerlas por la fuerza.
estado, de modo permanente, la potestad de Considerando esto, la “Convención europea
adoptar en cualquier momento las previsio­ para la protección de los derechos del hom­
nes que sean necesarias; otras veces se ha pre­ bre y de las libertades fundamentales", des­
visto la posibilidad de conferir, con actuación pués de haber indicado los derechos v las
ESTADO MODERNO 563

libertades que las partes de la Convención bibliografía G. Camus, L'état de nécessité en


deben acordar a cualquiera que se encuentre démocratie, París, Librairie Genérale de Druit et
bajo su jurisdicción, reconoce a los estados de Jurisprudente, 1965; H.E. Folz, Staatsnots-
parte de la Convención el poder de derogar­ lund und Notstandsrecht, Colonia, Heymann,
los, no sólo en caso de guerra sino también 1962; F. Franchini, ¡.asíalodi necessita neldirilto
en caso de grave peligro para la propia vida costituzionale, Roma, Tipografía Consorzio
de la nación y limitándose a las medidas Nazionale, 1943; P.G. Grasso, / pmbtemi giuri-
estrictamente necesarias (art. 15, § 1). Las par­ dici dello “statu d ’assedio" nell’ordinumento ita­
tes contrayentes que ejerzan tal poder tienen liano, Pavía, Tipografía del Libro, 1959; A. Mat-
la obligación de informar al secretario gene­ hiot. La ihéorie des circunstantes exceptionne-
ral del Consejo de Europa de la acción lles, en L'évolution du druit ptiblic (Eludes en
emprendida y de los motivos que la han ins­ rhunneur d'A. Mestre), París, Sirev, 1956; P. Mer-
pirado (art. 15, § 3). Frente a una parte que tens. Le fondement juridique des luis des ptm-
haya declarado el e. de sitio invocando el urt. vuirs spéciaux, Bruselas, Bruvlanl, 1945; G.
15. § 1 de la Convención, cada uno de los otros Morelli, La suspensione dei dirilti fundamentan
contrayentes tiene la posibilidad de recurrir nello’stato moderno. Milán. Giuffré, 1966; T.
a la Comisión Europea de Derechos del Hom­ Perassi, Necessita e stato di necessitá nella teo­
bre. Siempre que la Comisión opine que el ría dogmática delle fonti, en Scritti giuridici,
estado ante e! cual se ha presentado el recur­ Milán, Giuffré, 1958, vol. l; S. Romano, Sni
so haya actuado sin que en efecto subsistie­ decrelti legge e lo stato d'assediu, en Scritti mino-
sen las condiciones previstas por el art. 15, ri, Milán, Giuffré, 1950, vol. i; P. Stellacci, Cos-
§ l , o haya adoptado medidas no estrictamen­ tituzionalitá dello stato d ’assediu, en La Giusti-
te necesarias, se pone en funcionamiento un zia Pénale, 1951, i; The Greek case, en Yearhook
mecanismo que puede conducir a la adopción of the European Conventiun on Human Rights,
de medidas frente al estado considerado inob­ xii, 1969. La Haya, Nijhoff, 1972.
servante, medidas que pueden ir desde la
recomendación de poner término al e. de sitio [CARLO BAl.DlJ
hasta la publicación de un informe de la
Comisión y la expulsión del estado del Con­
sejo de Europa. Se reconoce así a una orga­
nización un tipo de control sobre los estados estado moderno
(partes de la Convención), en lemas tradicio­
nalmente pertenecientes a la esfera de la I. ELESTACOMODERNOCOMOFORMA HISTORICA DETER­
"jurisdicción interna” o ‘‘doméstica" de los MINADA. "Para nuestra generación, vuelve a
estados. en trar ahora en el patrimonio seguro de la
El procedimiento y el control mencionados conciencia científica el hecho de que el con­
han tenido ocasión ya de encontrar aplicación cepto de ‘e.‘ no es un concepto universal sino
concretamente y con una cierta eficacia en que sirve solamente para indicar y describir
seguida de la proclamación en Grecia del e. una forma de ordenamiento político que se
de sitio al dia siguiente del golpe de estado dio en Europa a p artir del siglo xm y hasta
del 21 de marzo de 1967. En aquellas circuns­ fines del siglo xvm o hasta los inicios del xtx,
tancias los órganos del Consejo de Europa sobre la base de presupuestos y motivos espe­
juzgaron que no existían los extremo.*; de que cíficos de la historia europea, y que desde
habla el art. 15 de la Convención europea que aquel momento en adelante se ha extendido
consiente la suspensión de las garantías indi­ —liberándose en cierta medida de sus condi­
viduales decretadas por el gobierno de los ciones originarias concretas de nacimiento—
"coroneles" y que, por lo tanto, ese compor­ al mundo civilizado todo.” Esta afirmación
tamiento constituía una violación a la propia de Ernst Wolfgang Bockenforde puede bien
Convención. Como consecuencia, Grecia, ame­ servir de punto de partida una vez aclarado
nazada con la expulsión, fue constreñida a que el método aquí adoptado es el histórico-
separarse del Consejo de Europa, al que podía critico, encargado, por una parte, de propor­
volver sólo después del restablecimiento de cionar al fenómeno que se quiere estudiar el
la democracia en el país. necesario espesor conceptual y, por la otra.
564 ESTADO MODERNO

de buscar los límites exactos dentro de los la respublica christiana, enunciada en la teo­
cuales se puede hacer uso de modo homogé­ ría y aplicada en la práctica, por parte papal,
neo de aquel concepto. En este sentido, el "e. a través de la lucha por la investidura (1057-
moderno europeo" aparece como una forma 1 1 2 2 ): por su conducto fueron sentadas las
de organización del poder históricamente premisas para la ruptura irremediable de la
determ inada y. en cuanto tal, caracterizada unidad poli tico-religiosa que todavía regia la
por una filiación que la hace peculiar y dife­ vida política de Occidente. De hecho —y es el
rente de otras formas también históricamente segundo aspecto— es al proclamar la prepon­
determ inadas y. en su interior, homogéneas, derancia de lo espiritual sobre lo político, con
de organización del poder. el fin de fundar sólidamente esa preponderan­
El elemento central de tales diferenciacio­ cia, que el papa reconocía la autonomía al
nes consiste, sin duda, en la progresiva cen­ menos potencial de la política v ofrecía el
tralización del poder por una instancia cada terreno sobre el que pudieron instalarse,
vez más amplia, que termina por comprender moverse, reforzarse y. en fin, prevalecer los
el ámbito entero de las relaciones políticas. intereses temporales que surgieron de las
De este proceso, basado a su vez en la afir­ nuevas relaciones económicas y sociales.
mación concomitante del principio de la terri­ Estas, por su parte, actúan con efectos aplas­
torialidad de la obligación política y en la pro­ tantes sobre los ámbitos cerrados y circuns­
gresiva adquisición de la impersonalidad del critos de los señoríos de origen feudal, fun­
mando político, a través de la evolución del dados en una economía natural exclusivamen­
concepto de officium, surgen los rasgos esen­ te agrícola y de cambio y en la organización
ciales de una nueva forma de organización social correspondiente, estática e integrada,
política: el e. moderno, precisamente. predominantemente concentrada en las rela­
Max Weber tradujo el carácter de la cen­ ciones personales del señor con los indi­
tralización —válido sobre todo en el nivel viduos.
histórico-institucional— en aquél más marca­ El encuentro de los dos movimientos des­
damente politológico del "monopolio de la critos. del alto y del bajo, se cumple muy len­
fuerza legítima". Esta denominación perm i­ tamente sobre de un prim er plano, espacial,
te comprender mejor el significado histórico constituido por el “territorio”: extensión físi­
de la centralización trayendo a la luz, más allá ca de terreno suficientemente amplia para
del aspecto funcional y organizativo, la evi­ perm itir el creciente intercambio de intere­
dencia más abiertamente polílica. que consis­ ses y de relaciones entre grupos cercanos y
te en la tendencia a la superación del policen- para recibir, por tanto, reconocimiento y dis­
trism o del poder en favor de una concentra­ ciplina institucional. Es el paso que Theodor
ción del mismo en una instancia parcialmen­ Mayer ha definido sintéticamente del Perso­
te unitaria y exclusiva. La historia del naci­ ne nverbandstaat al institutioneller Fláchens-
miento del e. moderno es la historia de esta taat (del estado por asociaciones personales
tensión: del sistema policéntrico y complejo al estado territorial institucional). El segun­
de los señoríos de origen feudal se llega al do plano, sobre el que tiene lugar el encuen­
estado territorial centralizado y unitario, tro. pertenece todavía más ul momento insti­
mediante la llamada racionalización de la ges­ tucional. y propiamente al problema de la
tión del poder —y por tanto, de la organiza­ organización del poder, a través del surgi­
ción política— dictada por la evolución de las miento, sobre los diferentes antiguos "seño­
condiciones históricas materiales. ríos" de los que en principio constaba el nue­
Esto implica la búsqueda de fuerzas poli- vo “territorio”, de un momento sintético de
ticas que han interpretado el nuevo curso y decisión y de gobierno, representado por el
se han hecho portadoras de los nuevos inte­ señor territorial, es decir por el principe, en
reses políticos en juego. En términos esencia­ cuya cabeza el antiguo, genérico señorío con
les, la forma de organización del poder con­ un contenido predominantemente personal,
forme a tales intereses se contrapone a un se transform a en soberanía con un conteni­
mundo político caracterizado por dos rasgos do para siempre m arcadam ente político. Es
de fondo, sólo en apariencia contradictorios. el paso del "señorío de la tierra” (Grundherrs-
El prim ero es la concepción universalista de chafi) a la "soberanía territorial" (Laude sito-
ESTADO MODERNO 565

heit) (a través do la Landesherrschaft). Ambos Alemania c Inglaterra— su solución no en el


planos expresaban, sin embargo, un dato de triunfo de una Te sobre la o tra sino, precisa­
fondo común en la medida en que servían mente, en la superación de toda pretensión
para dar forma —una de las formas posi­ de fundación del poder sobre una fe cualquie­
bles— a nuevos contenidos políticos, surgien­ ra. Más allá de las partes contendientes, dis­
do de la transformación social inducida y ges­ puestas sobre los dos frentes opuestos de la
tionada por la incipiente burguesía, en vías conservación de los residuos de policentris-
de encontrar el propio espacio exclusivo de mo del poder con bases señoriales, fundado
acción en las cosas del mundo, por siempre en las antiguas libertades feudales ahora en
más separadas de las del cielo y, por tanto, vías de transform arse en los modernos dere­
por siempre más necesitadas de regímenes y chos innatos, y de la rigurosa afirmación del
seguridades inmediatos y actuales, más que poder monocrático del rey sobre bases igual­
de juicios morales y de promesas ultraterre- mente tradicionales, divinas y personales, se
nas; no es casual que fuera precisamente el tiene una visión técnica del poder que, al
"tercer estado" el que ofrecía al principe, en entenderlo como orden externo necesario
su mayor parte, los "ayudantes" de los que para garantizar la seguridad y la tranquilidad
se sirvió para fundar teóricamente y aplicar de los súbditos, apuntaba expresamente hacia
concretamente su nueva soberanía. el cumplimiento del proceso de integración
La descripción apenas realizada represen­ y de reunificación del propio poder en la per­
ta, en grandes líneas, el "e." político de la sona del principe, apoyado por un aparato
Europa cristiana de la era inmediatamente administrativo (la organización de los cargos)
premoderna, es decir entre los siglos x i h y eficiente y funcional para los intereses de los
xvi. Este es. de otra parte, el significado que estratos sociales cambiantes. La doctrina de
el término "estado" (status, estat, estáte, staat) los pulitiques, expresión moderna de la pri­
generalmente tiene en los documentos de la mera administración de la monarquía fran­
época: ello indica la condición del país en sus cesa y, por su conducto, de las fuerzas más
rasgos tanto sociales como políticos, en su vivas del tercer estado, se resume en la nece­
constitución material, en las características sidad de la unidad del pais, en la observan­
que constituían el ordenamiento: la condición cia del mandato del soberano como ley supre­
del príncipe y de sus ayudantes, de los secto­ ma y en el reconocimiento del soberano mis­
res que expresaban la organización del poder mo y de su soberanía como instancia neutral
que derivaba de ella. El estado, en conclusión, opuesta por encima de los partidos y de los
de todo lo que se refiere a la esfera de la vida súbditos: la única en condiciones de conser­
humana organizada, no directam ente referi­ var la paz. La religión deja de ser parte inte­
da al fin espiritual. "La distinción entre lo grante de la política: esta última se justifica
'espiritual' y lo 'mundano', desde el principio ahora en su interior para los fines que es lla­
introducida por los papas para fundar la mada a realizar, que son los fines terrenos,
supremacía de la iglesia, desplegó su fuerza materiales y existenciales del hombre: en pri­
hacia el predominio y la supremacía de la mer lugar el orden y el bienestar.
política." Es fácil captar, en este proceso, el papel
i desempeñado por aquellas que ya han sido
ti. el estado como "Ordun PoLiTiar. La transición identificadas como las premisas necesarias
no se hizo, sin embargo, sin dolor, si se con­ para el nacimiento de la nueva forma de orga­
sidera que precisamente las luchas religiosas nización del poder. La unidad del mandato,
que laceraron la Europa del siglo xvi y del la territorialidad del mismo, su ejercicio a tra­
xvn se deben considerar la matriz, o más vés de un cuerpo calificado de ayudantes "téc­
bien el punto necesario de transición de la nicos”, son otras exigencias de seguridad para
nueva forma de organización del poder que aquellos estratos de población que, por una
alude expresamente a la "política”. El drama­ parte, no alcanzan ya a desarrollar sus rela­
tismo de tal génesis es, a su vez, todavía exal­ ciones sociales y económicas en el interior de
tado por el hecho de que el conflicto religio­ las antiguas estructuras organizativas y, por
so encontró al final —marcadamente en Fran­ otra, especifican con claridad, en la persisten­
cia, pero en modo no diferente también en cia del conflicto social, el mayor obstáculo a
566 ESTADO MODERNO

la propia afirmación. Desde su prehistoria, el las relaciones sociales que el hombre podía
estado se presenta claramente como la red de y debía gestionar directamente con los instru­
enlace del conjunto de tales relaciones, uni­ mentos de que disponía, con base en la nece­
ficadas en el momento político de la gestión sidad y en la capacidad de la naturaleza. Y
del poder. Pero es sólo con la base "política" es esta última, investigada siempre más a fon­
del poder, consecuente a las luchas religiosas, do en sus connotaciones empíricas y materia­
que los nuevos atributos del estado —mun­ les (por obra, en prim er lugar, de Hobbes). la
danidad, finalidad y racionalidad— se insti­ que proporciona el trám ite lógico necesario
tuyen para dar a este último la imagen moder­ entre la vida misma del hombre en el mundo
na de única y unitaria estructura organizati­ —cargada de miedo y de egoísmo, necesita­
va formal de la vida asociada, de verdadero da de paz y de bienestar— y el Dios siempre
y exacto aparato para la gestión del poder, más abstracto y "oculto” que justifica todo.
operante según procedimientos cada vez El orden estatuí se convierte asi en un "pro­
mejor definidos, pero sobre todo en función yecto racional" de la humanidad en torno al
de un objetivo concreto: la paz interna del propio destino terrenal: el contrato social,
país, la eliminación del conflicto social, la nor­ que señala simbólicamente el paso del esta­
malización de las relaciones de fuerza a tra­ do de naturaleza al estado civil, no es otro que
vés del ejercicio monopólico del poder por la toma de conciencia, de parte del hombre,
parte del monarca, definido como souvcrain, ya sea de los condicionamientos materiales
capaz de establecer, en los casos controver­ a los que está sujeta su vida en suciedad, o
tidos, de qué parte está el derecho, es decir, bien de la capacidad de la cual él dispone para
como ya se ha dicho, de "decidir en torno al controlar, organizar, utilizar estos condicio­
caso de emergencia". Con Budín, el más nota­ namientos. en prim er lugar para su sobrevi­
ble de los pulitiques, y con Hobbes, que medio vencia, en segundo para su creciente bienes­
siglo mas tarde concluye sobre bases todavía tar. Pero desde el momento en que todo esto
más rigurosas y modernas, en un discurso presupone la instauración del orden “políti­
análogo, se cumple la base mundana del co", es decir la eliminación preventiva de los
poder, unitario y centralizado, totalitario y conflictos sociales, surge inmediatamente el
absoluto. problema del puesto ocupado, en tal estruc­
Tal es el carácter esencial del nuevo esta­ tura, por los reagrupamicntos sociales tradi­
do, incluso en el plano institucional y orga­ cionales y por aquellos en vías de formación
nizativo. Con referencia a ello, se ha hablado (los estamentos, las clases) en su pretensión
de estado-máquina, estado-aparato, estado- de ejercicio de una función hegemónica sobre
mecanismo. estado-administración; en cada la comunidad entera. Del diferente éxito y del
caso se trata de una organización de las rela­ diferente grado de dominación asumidos por
ciones sociales (del poder), a través de proce­ las fuerzas sociales, viejas y nuevas, depen­
dimientos técnicos preestablecidos (las insti­ de la diversidad, surgida en los distintos paí­
tuciones, la administración), útiles a la pre­ ses y en los distintos momentos históricos, en
vención y a la neutralización de los casos de torno al modo general de organización de las
conflicto y al logro de los fines terrenos que relaciones sociales como variantes del mismo
las fuerzas predominantes de la estructura modelo general de estado, detentador del
social reconocen como propias e imponen monopolio de la fuerza legitima.
como generales al país entero. Esto se ha vuel­
to posible en el interior de una nueva visión III. DE LAANTIGUA SOCIEDAD PORCAPAS A I A MODERNA
del mundo, resultante del paso de una con­ sgciedad civil En la imposibilidad de seguir
cepción del orden como jerarquía prefijada al detalle la evolución entera, bastará indicar
e inmutable de valores y de fines, extendida el modelo de fondo dentro del cual toda ella
al universo entero; orden al cual la esfera se conjuga, con referencia a la persistencia,
social no podía más que adecuarse, median­ en la prim era fase organizativa del e. moder­
te una articulación interna que respetase la no. de las articulaciones sociales por capas
armonía del cosmos, a un orden más restrin­ (con base en el reconocimiento jurídico de los
gido. pero más inmediato y, por tanto, más "derechos y libertades” tradicionales y al
concerniente al hombre: el orden mundano de prestigio de la posición social de tal modo
ESTADO MODERNO S67

adquirida) y a la contemporánea prefigura­ moderno, entendida, como se ha hecho aqui,


ción. en ella, de un diferente modo de articu­ como tendencia a la centralización y a la ges­
lación social, ya no vertical sino horizontal, tión monopolista del poder de parte de una
basado en la posición de clase en las conf m u­ instancia unitaria y monocrática, aun cuan­
taciones de la relación de producción capita­ do estuviera fundada sobre un sólido apara­
lista. Bajo el prim er perfil, se habla normal­ to de funcionarios, no es necesario demostrar­
mente de sociedad por capas (v.) para indicar lo. El desarrollo constitucional del e. moder­
aquella fase inicial del e. moderno ya carac­ no debería desarrollarse contra las capas, en
terizada por la unidad territorial v por el sur­ función de la eliminación de su poder políti­
gimiento de una instancia de poder parcial­ co y administrativo. Todavía más, tal vez es
mente hegemónica en la figura del principe, posible afirm ar que se puede hablar de e.
pero también por la presencia de una válida moderno en sentido propio solo cuando el
organización de las fuerzas sociales tradicio­ dualismo constitucional típico del “estado
nales, sobre los dos planos, estrechamente por capas o estamentos" fuera definitivamen­
vinculados, de la decisión y de la adm inistra­ te dejado de lado. Que esto haya podido suce­
ción. El elemento unificador del dualismo der coh relativa facilidad depende del hecho
constitucional resultante está principalmen­ de que el poder estaba en realidad fundado
te constituido por el motivo financiero, que en una concepción y una organización de rela­
desde el inicio se presenta como uno de los ciones sociales de viejo estilo. No es casual
más sólidos hilos conductores de la experien­ que ahora se prefiera hablar, más que de
cia estatal moderna. El origen "señorial" del “estado por capas”, de una “antigua sociedad
poder monárquico fue marcado de tal mane­ por capas”: esto evidencia, del modo más cla­
ra para condicionar rápidamente el proceso ro, el carácter todavía no diferenciado de una
de formación del aparato estatal, en razón de estructura organizativa en la que la separa­
la absoluta insuficiencia de los ingresos "pri­ ción entre social y político no se verificaba
vados" del principe para la instauración de todavía del todo y persistía, en cambio, una
una administración eficiente y, sobre todo, articulación policéntrica de base predominan­
para la creación de un ejército estable. De esto temente señorial o "personal” del poder. El
resultó la absoluta necesidad del príncipe de e. moderno significaba claramente la nega­
recurrir a la ayuda del “país” a través de sus ción de todo esto: la instauración de un nivel
expresiones políticas y sociales: los estamen­ diferente de vida asociada, la delimitación de
tos reunidos en asamblea. Se entiende de aquí una esfera rígidamente separada de relacio­
que tal ayuda no podía dejar de estar subor­ nes sociales, gestionada exclusivamente de
dinada a un previo "consejo” de parte de los mudo político, en el sentido no equívoco que
propios estamentos, en torno a los objetivos se ha visto antes. En tal esfera entraban tam­
para los cuales el príncipe se veía obligado bién, más o menos directamente, los tradicio­
a solicitar su contribución financiera. Al con­ nales "derechos y libertades" de las capas,
sejo acompañaba después, a menudo, un ulte­ pero estaban subordinados a la gestión uni­
rior control sobre la gestión de las sumas taria y política a la que se sometía la esfera
recaudadas que se transform aba sustancial­ entera, de parte del príncipe monocrático,
mente en una verdadera y propia adm inistra­ soberano que garantizaba el derecho. La vali­
ción dirigida por las capas o estamentos afec­ dez de aquellos "derechos” y de aquellas
tados por la recaudación misma. A esto se "libertades” era confiada a la decisión de este
agrega que la posición de fuerza de tal modo último y se volvía siempre más discutible en
ocupada por los estamentos del naciente esta­ la medida en que decaía lentamente el moti­
do territorial, tenía importantes reflejos vo real de fuerza de los estamentos en los
sobre el plano constitucional en la participa­ enfrentamientos con el e. moderno: el moti­
ción que ellos obtenían y ejercitaban desde vo financiero. Desde el momento en que el
los más altos cargos políticos y adm inistra­ principe hizo a un lado el derecho de apro­
tivos que iban surgiendo para acompañar el bación de los impuestos de las capas, inven­
crecimiento del aparato estatal. tando modos y canales de exacción de las con­
Que todo esto constituye un elemento con­ tribuciones controladas y adm inistradas
tradictorio con la tendencia de fondo del e. directam ente por él, las capas perdieron su
568 ESTADO MODERNO

originaria posición constitucional y vieron en monopolizador de la esfera política, sus


reducida su presencia —que hasta aquí había interlocutores directos no fueron ya los esta­
sido global, en el interior de una visión del mentos sino los individuos —súbditos en la
mundo que no conocía distinción entre social sola esfera de su "privado". Este dato, que
y político, entre sociedad y estado— a la esfe­ encuentra infinitas comparaciones en la his­
ra social. Es en este ámbito donde no deja­ toria cultural y religiosa del Occidente de los
ron de desempeñar un papel más o menos siglos xvu y xvm constituye el terreno de fon­
im portante según los diferentes países y do sobre el cual se viene constituyendo, en
siguieron ejerciendo a veces relevantes primer lugar, la toma de conciencia, por parte
influencias políticas, manteniendo y organi­ de los individuos, de la identidad y comuni­
zando fermentos de resistencia nada desde­ dad de sus intereses privados; en segundo
ñables frente al príncipe absoluto. lugar, y como consecuencia de esto, la prime­
Pero aquel proceso fue posible, como se ha ra organización de tales intereses a través de
señalado, por la progresiva adquisición, por una actitud cada vez menos pasiva y cada vez
parte del príncipe y su aparato adm inistrati­ más critica frente a la gestión del estado por
vo, de la esfera financiera, a la cual estaba parte de la fuerza histórica que había consen­
estrechamente vinculada la esfera económi­ tido la superación de la antigua estructura
ca del país. Esto podía suceder, en prim er feudal: el principe. Es por estas vías, y sobre
lugar, gracias al apoyo que el príncipe fácil­ la base del desarrollo económico, verdadero
mente encontró en su lucha contra los privi­ principio unificador de los intereses comunes
legios aun fiscales de la más importante de de los súbditos seriamente comprometidos no
las capas, la nobleza, por parte de los estra­ sólo en la defensa de lo privado sino también
tos económicamente más comprometidos de en la atribución que se le hace a éste de vali­
la población, y m arcadamente en la burgue­ dez política, por las que se viene formando
sía citadina, preocupada no sólo por una más la moderna “sociedad civil" como conjunto
equitativa distribución de la carga fiscal entre organizado de los intereses privados y, en su
las diversas fuerzas del país, sino también por interior, la primordial diferenciación en cla­
una activa política de defensa, de apoyo y de ses sobre la base de la dominación adquiri­
estímulo del principe frente a la actividad da, cada vez menos contrastada, del nuevo
financiera y comercial. La importancia adqui­ modo de producción capitalista.
rida en el plano institucional por los comisa­
rios fiscales del príncipe en ambas direccio­ IV. LA CONCEPCION I.1UEKAI. DEL ESTADO Y SU CRISIS.
nes y, aun más, el papel principalísimo del En el momento culminante de la forma de
concepto de "bienestar" como objetivo de la organización del poder propia de la edad
política económica y como premisa de la polí­ moderna, es decir en el ámbito del estado
tica fiscal del estado mercantilista, demues­ absoluto, el cuestionamiento de la legitima­
tran claramente la obligatoriedad de este ción exclusiva del príncipe a la titularidad del
paso para el crecimiento del e. moderno. poder se llevó a cabo a través de la intención
La reducción de las capas al ámbito social, de recalificación política de aquellas posicio­
desvinculado de aquella política en la que nes privadas que iban siendo, m ientras tan­
dominaba el aparato estatal, significó tam­ to, y más o menos conscientemente, organi­
bién la superación definitiva de la organiza­ zadas en el nivel social. Que tal giro presente
ción de las relaciones interhum anas que era desfases cronológicos en los diversos países
característica de la "antigua sociedad por de Occidente, sobre todo respecto de la expe­
capas", en la que, más allá de la distinción riencia continental y de la anglosajona, no
entre público y privado, no era permitida nin­ parece alterar el significado de todo proceso
guna presencia política del individuo, total­ hasta ahora descrito, que consiste en la
mente absorbido en la dimensión comunita­ impugnación, por obra de los movimientos
ria de miembro de un cuerpo social —de la revolucionarios modernos, no ya de la estruc­
familia a la representación de estamento— a tura de poder sometida al estado absoluto
través de la cual solamente encontraba expli­ sino principalmente de la personificación his­
cación la vida asociada. Una vez erigido el tórica que tal estructura había recibido en la
estado —el príncipe y su aparato de poder— figura del monarca. La unicidad del mando,
ESTADO MODERNO 569

.su carácter de última decisión, su posibilidad venido reduciendo toda la carga de neutrali­
de aplicación a través de un sólido aparato dad que desde el inicio había caracterizado
profesional de órganos ejecutivos y coactivos, la experiencia estatal como monopolio de lo
todo esto no se cambia, como no cambia el político. El fenómeno se encuadraba, a su vez,
objetivo de fondo al que esto estaba dirigido: en un proceso más general de formalización
la instauración y el mantenimiento del orden. del estado mismo, por el cual se hacia cada
Solo, este orden, presentándose como vez menos necesaria la personificación en la
exclusivamente mundano, racional y técnico, figura del monarca y cada vez más indispen­
pierde el significado predominantemente neu­ sable la connotación abstracta dentro de
tral de defensa del conflicto social y de garan­ esquemas lógicamente indisputables y con­
tía de la libertad subjetiva que había tenido vencionales. siendo el principal, precisamen­
hasta aquí, para adquirir lentamente conno­ te, la ley, la norma jurídica.
taciones positivas de realización y desarrollo El paso de la esfera de la legitimidad a la
de intereses más precisos, descritos y presen­ de la legalidad señaló, en esta forma, una fase
tados como propios del individuo, ahora ele­ ulterior del e. moderno, la del estado de dere­
vado al rango de protagonista directo de la cho fundado más bien en la libertad política
vida no sólo civil sino política. Son ahora los (y no solamente privada) y en la igualdad de
valores del individuo los que conforman el participación (y no solamente preestatal) de
urden social: este último se presenta más los ciudadanos (no ya súbditos) frente al
bien, a través de la mediación iusnaturalis- poder, pero adm inistrado por la burguesía
ta, como la suma, la codificación racionaliza­ como clase dominante, con los instrumentos
da de los valores individuales. La profunda científicos proporcionados por el derecho y
raíz social de estos últimos en la sociedad por la economía en el momento triunfal de la
civil, ahora plenamente organizada, hace que revolución industrial.
sea, finalmente, el mismo orden el que apa­ Es ante este estado, basado en el derecho
rezca como persona y sume en si los elemen­ al punto de coincidir con el mismo ordena­
tos de legitimación del poder y de explicación miento jurídico respetuoso del individuo y de
del mismo que hasta entonces le tocaban al sus derechos naturales, y por tanto también
principe, ya pintado como "déspota": en la de la sociedad y de sus leyes naturales, sobre
mejor de las hipótesis como déspota paterno todo en el campo económico, que se propuso
e ilustrado. Esto se vuelve tanto más plausi­ la definición de "instrum ento de dominio de
ble en cuanto que son los individuos mismos la clase dominante" y que se ha desarrollado
los que conservan los instrumentos directos el coherente diagnóstico de su necesaria eli­
de determinación de tal orden, a través de la minación una vez que aquel dominio pudie­
fatigosa conquista del poder decisivo (el de se ser abandonado gracias a la instauración
mando, es decir el poder legislativo) por par­ de una sociedad sin clases. Pero es también
te de la fuerza hegemónica de la sociedad ante este mismo estado que se ejerce la capa­
organizada: la burguesía. Esta última, en vir­ cidad de sobrevivencia de la sociedad civil,
tud de la estructura no vertical sino horizon­ burguesa, con el empleo de medios cada vez
tal del nuevo orden social, puede ejercitar en más refinados de autorganización y de con­
prim era persona, en nombre de todos, el trol del orden constituido. Asi. tanto en el pla­
poder del estado que, a su vez, encontraba su no teórico como en su aplicación práctica la
propia encarnación en el ordenamiento ju rí­ elaboración de modelos de representación y
dico y la propia justificación material en el de asociación más adecuados a la expansión
orden natural de la economía. El estado con­ de la sociedad (a causa de la incorporación
tinuó existiendo en su dimensión histórica; en en ella de nuevos titulares de nuevos dere­
el plano institucional cambió muy poco con chos) y relacionados con un papel cualitati­
el paso del antiguo al nuevo régimen; por el vamente diferente desarrollado por la burgue­
contrario, los rasgos esenciales del e. moder­ sía como fuerza hegemónica, llevó a la recep­
no fueron ulteriorm ente perfeccionados y ción de los temas de fondo de la doctrina
reforzados, en correspondencia con el progre­ democrática, formalizados en el fenómeno del
sivo carácter técnico asumido par el gobier­ parlam entarism o y del partido de masas; el
no y por la administración, en la que se había verdadero paso adelante estuvo, sin em bar­
S70 ESTADO Y CONFESIONES RELIGIOSAS

go, representado en la constitución del esta­ o menos inadvertidamente se iba transfirien­


do como estado social, en respuesta directa do —en el plano de soluciones puramente
a las necesidades sustanciales de las emergen­ materiales, reificadas— problemas de sustan­
tes clases subalternas. Se asiste, en otras pala­ cia y de cualidad, pertenecientes a los valo­
bras, a una reasunción por parte del estado res últimos de la vida humana. Después de
V de su aparato de una función de gestión cincuenta años los medios técnicos de gestión
directa del orden social, pero sobre todo del del orden social y económico son mucho más
orden económico, cuya marcha natural era refinados: de forma análoga, sin embargo, tal
ahora puesta en duda con el decrecimiento de vez sean ulteriorm ente aplacadas las defen­
la homogeneidad de clases de la sociedad sas tradicionales de la sociedad (del hombre)
civil, y por lo tanto con la imposibilidad de frente a una administración tecnocrática a la
un control automático y univoco del estado que parece ahora que tendría necesariamen­
mismpo por parte de esta última. El bienes­ te que reducirse la versión contemporánea del
tar volvió a ser el motivo más prestigioso de antiguo modelo estatal de orden racional y
la gestión del poder, no ya en funciones decla­ mundano, entendido como prevención, repre­
radam ente fiscales y político-económicas sión o gestión del conflicto social. Lo que que­
como durante el estado absoluto sino en vis­ da por preguntarse es si aquel modelo es toda­
ta de un progresivo e indefinido proceso de vía válido.
integración social. La administración a la que.
en la ideología del estado de derecho, se le b i b l io g r a f ía . R. Bcndix. Re o papóla: il poltra e
atribuía una función marginal y subsidiaria il mandato di gavemare, Milán. Feltrinelli, 1980:
(aun cuando, de hecho, como fue bien enten­ J. Burckhardt. Reflexiones sobre la historia uni­
dido por la mayoría de los teóricos del pro­ versal (1905), México. Fondo de Cultura Econó­
pio estado de derecho, desempeñaba el papel mica, 1961: M.S. Giannini. Corso di diritto anuni-
insustituible y delicadísimo de trám ite entre nistrativo, vol. I, primera parte: Le premesse
sociedad y estado, como lo demuestra el mis­ sociologiche e storiche e i profili costituzianali,
mo nacimiento, vigoroso desde su inicio, del Milán, 1970; O. Hintze. Organizzazione, cultura,
derecho administrativo) readquirió de tal societá: saggi di storia costituzionale, a cargo de
modo la antigua importancia, obteniendo ven­ P. Schiera, Bolonia. 1980; A. Negri (comp.), Scien-
taja del hecho de que. m ientras tanto, se sus­ ze politiclie, I: Stato e política, Milán, Feltrine­
traía a todo vínculo con el titular personal del lli. 1970: G. Poggi. La vicenda dallo stato moder­
poder {el monarca absoluto) y vivía por ende no: una prospettiva sociológica, Bolonia, Il Muli-
una vida autónoma, como parte esencial del no, 1978; E. Rotclli y P. Schiera (comps.), Lo sta­
ordenamiento estatal, favorecido precisamen­ to moderno, Bolonia, II Mulino, 1971 ss.\ R. Ruf-
te por el carácter de neutralidad y tecnicis­ filli (comp.), Crisi dallo stato e storiografia
mo derivado de su integral sujeción al orden contemporánea, Bolonia, II Mulino, 1979; C.
jurídico. Schmitt, La dictadura (19641), Madrid, Alianza,
No es el caso de regresar a las preocupa­ 1968; C. Schmitt, Le categoría del "politico", Bolo­
ciones de Tocqueville o de Weber ante el rena­ nia, Il Mulino, 1972; Ch. Tilly (comp.), The for-
cimiento burocrático; bastará preguntarse, mation of national States in Western Europe,
basándonos en cuanto se ha dicho hasta aho­ Princeton, Princeton University Press, 1975; M.
ra. cuáles han sido los intereses materiales Weber, Economía y sociedad (1922 y 19652),
que, de hecho, se concretaron en este proce­ México, Fondo de Cultura Económica, 19652.
so de readquisición de atributos sustanciales
(de intervención, o sea de política) por parte [l'IERANGELO SCHIERA]
de un orden estatal del que se había intenta­
do en vano la exorcización formal. El carác­
ter autoritario que los primeros intentos de
instauración del estado social tuvieron en estado y confesiones religiosas
todos los países, entre ellos Italia, es notable.
Si no se trató de situaciones inevitables, es I SISTEMAS DE RELACIONES ENTRE ESTADO VCONFESIO­
cierto, sin embargo, que fueron el fruto de NES religiosas. Un sistema de relaciones entre
una adhesión aerifica a un desarrollo que más el e. y las confesiones religiosas es un conjun­
ESTADO Y CONFESIONES RELIGIOSAS 571

to de elementos políticos e institucionales mientos extranjeros con respecto al estatal,


mucho más amplio y complejo que la deter­ porque se ha de tener en cuenta la identidad
minación conceptual de tipo jurídico de las de territorio y de personas sobre los que se
relaciones entre sociedad civil y sociedad reli­ ejerce la autoridad respectiva del e. y de la
giosa. Su reducción a tipologías cristalizadas confesión religiosa y la falta de una linea pre­
que prescinden de la importancia de la reali­ cisa de demarcación entre las materias que
dad ideológica y política, o de la reglamenta­ cada una de estas autoridades reivindica
ción positiva de las manifestaciones concre­ como de su propia competencia (por ejemplo
tas del fenómeno religioso en un determ ina­ en m ateria matrimonial). La cuestión de las
do momento histórico y en un ordenamiento relaciones entre e. y confesiones religiosas se
jurídico específico (jurisdiccionalismo, sepa­ plantea pues de manera muy diversa que cual­
ratismo. teocracia, cesaropapismo. coordina­ quier otro problema de relaciones entre
ción, etc.), puede ser útil a manera introduc­ "sociedades distintas en cuanto a sus miem­
toria. como orientación empírica aproxima- bros"; aunque dicha cuestión no llega a plan­
tiva que no pretenda llegar a conclusiones tearse en el caso de una fusión completa de
partiendo de clasificaciones determinadas las dos sociedades o en el de una subordina­
aprioristicamenie. ción integral de la religiosa a la civil. En las
En la realidad el conjunto de instituciones, otras hipótesis esta implícita la posibilidad
reglas y situaciones que dan vida a un siste­ teórica de considerarse ambas sociedades
ma de relaciones entre un e. y una confesión competentes para definir cada una de ellas
religiosa constituye una estructura comple­ su propia competencia, sin que sea posible
ja "form ada por elementos jurídicos y ele­ marcar a priori limites objetivamente válidos
mentos no jurídicos, pero de gran valor para con base en categorías conceptuales abstrac­
el historiador y para el político", cuya exclu­ tas (lo espiritual, lo temporal, etc.). Sin embar­
sión "daría una imagen deformada de los go, tales límites pueden establecerse a poste-
ordenamientos, de los que quedaría fuera de riori a través del análisis de situaciones polí­
consideración el espíritu informador que pre­ ticas y jurídicas históricamente consolidadas,
side su formación y su actuación” (Jcmolo). que perm ita delinear las relaciones de fuer­
En efecto la normativa que está en la base del za, la aplicación o no aplicación de la legisla­
sistema está determ inada por las ideologías ción y la adecuación de ésta a criterios no
que prevalecen en el ámbito social concreto, meramente formales de pertenencia confesio­
en el cual los elementos políticos se hacen nal. La compenetración entre sociedad civil
relevantes por la cualificación del ordena­ y sociedad religiosa —muy estrecha en aque­
miento jurídico por cuanto determinan su llos países de fuerte presencia de una confe­
contenido. La definición del sistema no pue­ sión mayoritaria— comporta que, junto a sec­
de ser por lo tanto empírica, ni contingente, tores de competencias exclusivas, considera­
ni deducible del ordenamiento en un tiempo das recíprocamente irrelevantes, se dé una
y lugar determinados, ni a través de concep­ amplia categoría de materias mixtas (no en sí
tos absolutos arbitrariamente elevados al ran­ mismas, pero sí reivindicadas respectivamen­
go de tipología unitaria. te) que presentan una característica de espe­
Evidentemente, entonces resulta inútil cla­ cialidad respecto de las relaciones propias de
sificar rígidamente los ordenamientos jurídi­ la vida real interna del e. o de la confesión
cos de las relaciones c.-confesiones religiosas religiosa, y que están a menudo en la base de
o transformar los conceptos políticos de sepa­ conflictos recurrentes entre las dos socie­
ración, confesionalismo o aconfesionalismo, dades.
laicismo o no laicismo, en arquetipos jurídi­
cos que correspondan. II. ESTADOVCONFESIONES RELIGIOSAS DF. IS A .n ALTRIL'V
Es imposible considerar el vínculo entre e. FO DE LA IZQUIERDA. LACUESTION ROMANA. El siste­
y confesiones religiosas de la misma manera ma de relaciones entre el e. y las confesiones
en que se estudia la relación entre estados, religiosas se ha planteado en la Italia contem­
o sea identificando la posición y relevancia poránea de una manera peculiar y con carac­
jurídica de los ordenamientos confesionales terísticas distintas que en los otros países
con la posición y relevancia de los ordena­ europeos, a causa de la presencia en territo­
572 ESTADO Y CONFESIONES RELIGIOSAS

rio italiano del pontífice y de lo* órganos de masas populares de las ciudades. Separados
gobierno de la iglesia católica y también de por divergencias de credo político y de senti­
la condición de bautizados de la mayoría de miento religioso, en desacuerdo respecto a
la población en esta misma confesión católi­ fines, métodos y compromiso, los hombres de
ca. A dicha presencia se añadía, en el prim er la derecha estaban de acuerdo en la reafirma­
decenio de la unidad italiana, un reducido ción del laicismo del estado y en las exigen­
dominio temporal del pontífice, el cual se cias unitarias de la burguesía, expresadas
transformó, una vez superada la prohibición concretamente en la italianidad de Roma. La
pontificia de participar en la vida pública, en política eclesiástica de la derecha no pudo sin
una adhesión que ha llevado a un compromi­ embargo realizarse sin dudas y sin compro­
so directo de los católicos en cuanto tales en misos: sus exponentes, en gran parte católi­
la lucha política, en nombre del principio pre­ cos, se acercaron siempre con temor reveren­
dominante de la unidad política, induciendo cial a todo lo que tocaba la vida de la iglesia,
sistemáticamente una serie de intervenciones, preocupados por distinguir entre organiza­
sean directas o indirectas, de las autoridades ción eclesiástica y religión. Y esto no sólo por
confesionales en la sociedad civil mucho más el sentimiento profundamente religioso de
allá de una dinámica normal de relaciones algunos de sus lideres, sino también por no
entre el e. y las confesiones religiosas. Cues­ privarse de un instrumento esencial de defen­
tión romana, cuestión católica y cuestión sa ante el despertar político de las masas
democristiana han hecho en determinados pequeñoburguesas y obreras de la ciudad,
momentos más difícil y complicada la situa­ infestadas ya de irreligiosidad y de teorías
ción, política y legislativa, de tales relaciones. subversivas. Por otro lado, la nueva posición
El problema del poder temporal del papa­ central del estado en la sociedad representa­
do y de su soberanía sobre Roma (la cuestión ba un atentado al tradicional magisterio ecle­
romana), después de la revolución de 1848, siástico y provocaba un enfrentam iento ine­
aumentó el abismo entre una concepción de vitable entre programa político y problema
la iglesia católica como sociedad perfecta y eclesiástico, al margen de motivos propia­
la del estado liberal, que reivindicaba una mente religiosos o de conciencia. De ello deri­
serie de competencias tradicionalmente ejer­ vó una concepción de las creencias religiosas
cidas por la iglesia, así como la misma tutela como problema individual, de exclusiva com­
de la libertad religiosa individual de los ciu­ petencia del ciudadano, cuyos derechos de
dadanos, incluso frente a las confesiones reli­ libertad prevalecen, bajo el perfil de la tute­
giosas. El articulo primero del estatuto alber- la jurídica, por encima de los de la confesión
tino (1848) disponía que la religión católica religiosa a la que pertenece, hacia la cual el
era la única religión del estado y las otras con­ ordenamiento del estado se coloca en posición
fesiones eran "toleradas” conforme a la ley de total indiferencia, cuando no de expresa
común, pero la ley sarda del 19 de junio de animadversión. Es típico el caso de la legis­
aquel mismo año dejaba sin efecto tal dispo­ lación supresora y expropiadora de las enti­
sición al declarar que la pertenencia a otro dades y bienes eclesiásticos (1866-1867), aun­
culto no constituía una excepción para el goce que en su conjunto la legislación de la dere­
de los derechos civiles y políticos y el acceso cha, y especialmente la ley de las garantías
a cargos civiles y militares, y el código penal pontificias (1871), logró evitar que el choque
de 1889 pone en el mismo nivel, bajo el perfil entre estado e iglesia católica se convirtiera
de la tutela jurídica, todos los cultos adm iti­ en lucha religiosa y pusiera en crisis la recien­
dos en el estado. te unidad política. Ni la paz religiosa llegó a
Alrededor de la cuestión romana y del lai­ ser amenazada realmente ni quedaron huellas
cismo del estado se va produciendo, en los pri­ profundas de este conflicto en la conciencia
meros quince años de vida unitaria, lenta y popular. Los casos de crisis efectiva fueron
fatigosamente, a través de dramáticos con­ los del clero nacionalista y de los políticos sin­
trastes, la unificación de la burguesía italia­ ceramente religiosos; por lo general, la indi­
na y su neta distinción respecto a las viejas ferencia de los laicos respecto a los proble­
clases dominantes, lo cual la situó en los mas internos de la iglesia y, por el lado con­
estratos políticamente más avanzados de las trario, la absoluta docilidad a las directivas
ESTADO Y CONFESIONES RELIGIOSAS 573

y deseos del pontífice, contribuyeron a evitar en el sentido de la "igualdad en la libertad de


guerras de religión, pero, con el paso del tiem­ cultos” y de la plena libertad "de profesar,
po, hicieron sentir su peso negativo sobre la discutir y enseñar cualquier doctrina religio­
vida de la iglesia. Por una parte, la iglesia sa". Muy poco se añade a la legislación ecle­
pudo reforzar el absolutismo papal y por el siástica de la derecha (abolición de la fórmu­
otro integrarse rápidamente a la sociedad ita­ la confesional del juramento, abolición de los
liana, agrupando a su entorno notables fuer­ "diezmos sacramentales", inclusión de la reli­
zas de la burguesía, pero conservando, gra­ gión como m ateria obligatoria en educación
cias al desarrollo del movimiento católico, un —dejada después sin efecto por la interpre­
fuerte ascendente sobre las masas, recuperan­ tación del Consejo de estado—, nivelación de
do así, gradualmente y bajo diversas formas, todos los cultos a efectos de tutela penal,
los instrum entos de intervención política y secularización de las instituciones de benefi­
económica en la vida del país, de los que había cencia, etc.), pero hay un compromiso, en el
sido privada temporalmente por la legislación plano de la acción adm inistrativa y de la
eclesiástica de la derecha. orientación judicial, por una efectiva y con­
Con el advenimiento de la izquierda al creta aplicación de las leyes vigentes: con
poder, la política religiosa no sufrió los cam­ mayor voluntad política que la derecha, pero
bios radicales que se podían esperar con base no siempre con éxito. Después de 1876, por
en las anteriores actitudes de sus exponentes. otro lado, empiezan a producirse movimien­
Más allá de la opinión de aquellos que sostie­ tos, internos y externos, en pro de la partici­
nen que la derecha estaba en el camino justo pación oficial de los católicos en la vida poli-
y que la izquierda debia pues reconocerlo una tica: la derrotada derecha piensa en un movi­
vez llegada al poder (Jemolo) y de aquellos que miento “nacional-conservador” que pueda
han señalado la identidad sustancial de inte­ consolidarse con los votos de los católicos,
reses entre los dos grupos políticos y la sus­ muchos de los cuales tienden a colaborar con
tancial convergencia de ciertos presupuestos los liberales moderados por razones de con­
ideológicos (Scoppola), la "revolución parla­ servación político-social y de lucha contra el
m entaria" de 1S76 no fue más que un despla­ anticlericalismo democrático, un anticlerica­
zamiento de fuerzas dentro de las clases lismo que en última instancia sólo llegó a
dominantes, que no logró resolver las contra­ adquirir sustancia en una serie de "alfilera­
dicciones suscitadas por la política teórica­ zos" (Jemolo). Al mismo tiempo, y correspon­
mente unitaria de la derecha. Los hombres de diendo con el pontificado de León XIII, se pro­
la izquierda no tuv ieron el empuje revolucio­ ducen una serie de cambios en la sociedad
nario ni la valentía que, a pesar de todo, carac­ religiosa, sobre todo en el clero y en la con­
terizaron a la política eclesiástica de la dere­ ciencia de la llamada facción social de la igle­
cha y que había expresado los intereses de cla­ sia: a la democracia "gibelina" se empieza a
se de la burguesía en un momento en que ésta contraponer una democracia “güelfa”. La cla­
ejercía una función histórica decididamente se dirigente de los últimos dos decenios del
progresista. Con el transformismo, el parti­ siglo xix no muestra sin embargo advertir el
do de la burguesía se consolidaba en un sen­ peso real de tales transformaciones. Prisio­
tido predominantemente conservador y anti­ nera de los esquemas conflictivos que la
popular, incluso a través de la asimilación, habían opuesto a la derecha, cree poder lle­
en el nivel gubernamental de la oposición var adelante su proyecto vigilando la aplica­
moderada y de las fuerzas emergentes. Con ción exacta de la legislación, multiplicando
la izquierda en el poder no parece cam biar las manifestaciones externas de animadver­
nada en cuanto a directivas de fondo de polí­ sión respecto de los católicos obedientes y de
tica eclesiástica: no sólo se considera ya into­ sus sentimientos religiosos, sin darse cuenta
cable el sistem a de relaciones con la iglesia de las transformaciones, deseadas o sufridas,
fundado en la ley de garantías, sino que el de la organización eclesiástica, por el hecho
Consejo de estado, en 1878, la declara ley fun­ de que las masas de trabajadores fieles a la
damental del estado, al tiempo que la juris­ iglesia y a su magisterio “constituyen, moral
prudencia sigue reteniendo sustancialmente y socialmente, un baluarte mucho más váli­
modificado el articulo primero del Estatuto do que el que ofrecía en otro tiempo el ejér­
574 ESTADO Y CONFESIONES RELIGIOSAS

cito pontificio” (Piovani). La victoria del "esta­ y grandeza de Italia; d] consiguiente consoli­
do liberal” va apareciendo como menos defi­ dación de la nueva ideología de una Roma
nitiva de lo que se creía en un principio: se guerrera católica apostólica romana, plena­
establecen de este modo las bases de una polí­ mente reafirm ada en la conquista de Etiopía
tica que, precisamente en la dimensión cleri­ y en la participación en la guerra de España;
cal-imperialista del conciliadorismo de Cris­ e] superación progresiva de las polémicas pol­
pí, llegará a dar sus frutos, más allá de la sim­ la cuestión romana en exacta coincidencia
ple recuperación del patrimonio de San con la progresiva crisis del estado laico v libe­
Pedro, con el neotemporalismo concordato­ ral, surgido como antítesis del legitimismo
rio de 1929. Si la cuestión romana continua­ pontificio y con la lenta suturación de la heri­
ba siendo el obstáculo que impedia llegar da latente producida por el enfrentamiento
rápidamente a una colaboración entre esta­ de las fuerzas nacionalistas con las fuerzas
do e iglesia que alejara la amenaza de la revo­ católicas, la cual había impedido hasta enton­
lución proletaria, el Vaticano había ya com­ ces a la burguesía concentrar todas sus fuer­
prendido, en los últimos veinte años del siglo zas y emplearlas de manera útil ante el pro­
pasado, que la debilidad de la clase dirigente letariado m anufacturero y el rural. A estas
liberal-moderada le permitía establecer cier­ constantes se añadirán, en el transcurso de
tos elementos de estabilidad y seguridad a los dos prim eros decenios del siglo, nuevos
través de un control de las masas que la igle­ procesos: actitudes cada vez más "naciona­
sia estaba recuperando a través del asociacio- listas" del episcopado italiano; predominio de
nismo devoto, la organización obrera de tipo instancias moralistas y culturales de tipo
cooperativo y la red progresiva de institucio­ igualmente nacionalista y que prepararán el
nes de crédito, sobre todo en el mundo rural. advenimiento del fascismo; restauración cul­
De tal modo, lejos de ser marginada, la igle­ tural en un sentido religioso y nacional.
sia católica se integraba plenamente como En 1904 se inaugura —con el apoyo de los
fuerza activa en la sociedad civil, cuyas con­ católicos a los candidatos moderados en las
tradicciones internas le perm itirían bien elecciones generales— aquella política de
pronto convertirse en uno de los elementos alianzas clerical-moderadas que se expresa­
más importantes.I. rá, en las elecciones de 1913, con el llamado
Pacto Genliloni, de cuya crisis, causada por
III. DE LA■CONCILIACIÓN SILENCIOSA" A LA PAZ" RELI­ la separación entre Giolitti y los católicos que
GIOSA de i92y. A principios del siglo xx ya se habían sido elegidos, resultó la orientación
están gestando todos los elementos de fondo haciu la derecha del gobierno Salandra. Al
de una serie de constantes de la política ecle­ mismo tiempo la guerra de Libia —en cuya
siástica que llevarán a la Conciliación de 1929: preparación, en el nivel gubernativo y de opi­
a] vínculos de naturaleza económico-finan­ nión pública, el Vaticano desempeñó una fun­
ciera entre bloques clerical-moderados (el ción nada secundaria— permitiría a los nacio­
mismo Vaticano en el caso del Banco de Roma nalistas entablar un diálogo directo con los
de E. Pacelli) y la clase dirigente italiana: católicos, intensificado después en los congre­
b] continua exigencia de conservación de sos nacionalistas de 1912 y 1914, en los que
determinados intereses de clase, relacionados prevalecieron las orientaciones "filoclerica-
con el miedo al "socialismo subversivo", ya les" representadas por Federzoni y, sobre
que la iglesia había superado la distancia que todo, por Alfredo Rocco, el cual retoma y
la separaba de las otras fuerzas dirigentes del desarrolla los principios de política eclesiás­
mundo capitalista (Togliatti) y no podía dejar tica delineados en 1914 en una serie de inter­
de ejercer una función de conservación del venciones (llevadas a cabo entre 1922 y 1923)
orden social existente; c] renuncia por parte de las que se hizo eco el Osservatorc Roma­
de la Santa Sede a un proyecto de reforza­ no, que veía en ellas el programa de “un futu­
miento interno inmediato —cabe señalar al ro régimen" que llevaría "las conciencias. ..
respecto la actitud significativa de La Civil- a una pacificación entre estado e iglesia”.
tá Caltolica en ocasión del Año Santo de Efectivamente, las bases ideológicas de la
1900— para colaborar, especialmente en el Conciliación de 1929, y en general de la polí­
plano de la política exterior, con la expansión tica religiosa de Mussolini, pueden detectar­
ESTADO Y CONFESIONES RELIGIOSAS 575

se can toda exactitud en la concepción de las nación de los sindicatos blancos. Estas accio­
relaciones estado-iglesia delineada por Roc- nes se inscribían todas ellas en la misma polí­
co en 1914. tica de los gobiernos prefascistas de hostili­
Con el inicio del pontificado de Benedicto dad hacia el popularismo y de eliminación de
XV, las relaciones entre Italia y la Santa Sede la cuestión católica, último obstáculo que que­
asumirían una nueva y peculiar fisonomía, al daba para el entendimiento con la iglesia y
establecerse intensas relaciones oficiosas en la solución jurídica de la cuestión romana.
el plano de acuerdos previos y de acciones de que. al ser superado, concentraría todas las
gobierno, pero será la gran guerra la que lle­ fuerzas de la burguesía. La consolidación de
vará a una maduración efectiva del proceso esta política, y su correspondiente expresión
de superación de las polémicas por la cues­ en la legislación eclesiástica, tuvo lugar en la
tión romana en el sentido de encontrar una linea emprendida por el regimen a p artir del
solución bilateral a los problemas comunes. discurso de Mussolini del 3 de enero de 1925,
Tal solución estuvo ya a punto en los acuer­ que marcó el principio efectivo —en el plano
dos parisienses entre V.E. Orlando y el envia­ de las relaciones e.-confesiones religiosas—
do pontificio, monseñor Cerretti, que estable­ de la restauración política que llevaría, en
cían las bases del futuro tratado y concorda­ febrero de 1929, a la Conciliación entre Ita­
to. Sin embargo este proceso tuvo que afron­ lia y la Santa Sede sobre las bases que A. Ruc­
tar la nueva cuestión católica surgida del defi­ eo, retomando las concepciones delineadas
nitivo ingreso de los católicos en la vida desde 1914, había establecido con precisión
pública con el Partido Popular y sus anexas en vísperas de la marcha sobre Roma y que
organizaciones sindicales cristianas, que expresaban no tanto un sentido "fascista”
encontró primero oposición por parte de las —como se decía en la retorica fascista y, en
“componendas" clerical-moderadas y nacio­ general, antifascista— sino una función de
nal-católicas y fue usado después “como defensa de la sociedad capitalista y del orden
rehén a entregar al fascismo para la solución social existente en un momento en que la
jurídica de la cuestión rom ana” (Sturzo). En naturaleza del conflicto había ya perdido todo
vísperas del fascismo, pues, la vieja clase diri­ carácter de reivindicación territorial y la
gente y las jerarquías eclesiásticas, ante la recuperación del poder temporal se plantea­
necesidad de elegir entre la observancia de ba con formas y significados muy diversos,
las formas legales —que llevando al poder a pero mucho más concretos y complejos que
las clases elevadas por el sufragio universal, los reivindicados por el papa Mastai.
hubiera cambiado las bases sociales del es­
tado— y la indulgencia frente a la violencia IV. DF. LALEGISLACION FASCISTAALACONSTITUCIÓN DE
de los grupos de acción —que acabarían por la república. Al Tratado, al Concordato y al
apoyar a la fuerza que ocupaba el poder— se Convenio financiero del 11 de febrero de 1929
orientaron hacia la solución que estabilizaba —que sancionaban bilateralmente la Conci­
el orden social existente. liación con la iglesia católica— el fascismo
La iglesia, en particular, había entendido añadió una serie de disposiciones unilatera­
inmediatamente que de una convergencia les para regular la vida de las otras confesio­
entre movimiento proletario y partido cató­ nes religiosas, que ya no eran simplemente
lico no podía obtener las ventajas que le ofre­ toleradas sino admitidas (ley núm. 1159 de
cían los grupos más típicamente conservado­ 1929 y e.r. 289 y 1731 de 1930), con las que
res del fascismo, que acabarían por prevale­ se establecía una diversidad de trato jurídi­
cer, eliminando al mismo tiempo el ala intran­ co entre la religión católica y los otros cul­
sigente y el ala liberal del partido de Musso- tos. Para estos últimos, en efecto, se reque­
lini, cuya actitud respecto al Partido Popular ría la aprobación gubernativa en el nom bra­
puede entreverse en el planteamiento que dio miento de ministros del culto, una autoriza­
a la reforma de la legislación eclesiástica de ción por real decreto para la apertura de tem­
los años 1923-1925 (unilateral, pero concor­ plos y oratorios, estableciendo asimismo toda
dada con el Vaticano), en las relaciones entre una serie de rígidas formas de control respec­
gobierno y clérico-fascistas con ocasión de las to de las entidades y una discriminación entre
elecciones políticas de 1924, y con la elimi­ ciudadanos católicos y no católicos en m ate­
576 ESTADO Y CONFESIONES RELIGIOSAS

ria matrimonial (exceptuando a los judíos de y que, gracias a los derechos de libertad indi­
las islas del Egeo y de Libia). La normativa vidual y colectiva sancionados en la carta de
se completó en 1938 con las "Disposiciones 1948, logró am pliar el campo de la interven­
para la defensa de la raza italiana”, que pri­ ción de la iglesia en la vida pública mucho
vaban a los hebreos de toda una serie de dere­ más allá de las intenciones del legislador con­
chos y libertades, incluidas las de tipo reli­ cordatario, proporcionando al partido de la
gioso-cultural. unidad de los católicos instrumentos decisi­
Las relaciones con la iglesia católica se vos para su consolidación. La cuestión dentó-
mantuvieron sustancialmente buenas durante cristiana llegaba a añadirse a la cuestión con­
todo el ventenio fascista dentro del sistema cordataria, con la exigencia, para el partido
concordatario, aunque ninguna de las dos de De Gasperi, de perm itir a la iglesia man­
partes logró alcanzar los objetivos previstos: tener la posición privilegiada establecida por
el de reconstruir el "estado católico” por la la legislación lateranense, a cambio de un apo­
parte eclesiástica y el de “fascistizar” a la igle­ yo pleno. Se explica así el contraste entre los
sia por la parte fascista. Los únicos momen­ perfiles más avanzados de la nueva ideología
tos de crisis, en 1931 y 1938, se debieron a las constitucional (igualdad de los ciudadanos sin
polémicas respecto a la Acción Católica, a la distinción de religión, tutela de los derechos
cual la Santa Sede, a la som bra de los privi­ humanos incluso dentro de formaciones
legios lateranenses, intentaba transform ar en sociales "interm edias”, plena libertad para
un gran refrigerador (De Felice) en el cual las confesiones religiosas, libertad de reunión
hibernaran los católicos militantes, protegién­ y de asociación, tutela de los derechos indi­
dolos de toda contaminación ideológica, en viduales y colectivos de libertad religiosa,
espera de tiempos mejores que permitieran libertad de expresión, libertad de enseñanza,
su transformación en clase dirigente en sus­ igualdad en el acceso a oficios y cargos públi­
titución de la fascista, o en el peor de los cos, etc.) y una línea de conservación de las
casos, si no era posible catolizarla, poderla estructuras jurídicas existentes (negativa a
enfrentar con éxito. Con los acuerdos de 1931 superar o modificar el conjunto normativo
el régimen obtuvo la reafirmación del carác­ derivado de los pactos lateranenses, continui­
ter religioso y “diocesano” de la Acción Cató­ dad en la autolimitación de los poderes del
lica, en estrecha dependencia de la jerarquía estado en m aterias que no corresponden al
eclesiástica; con los de 1938 una suspensión orden eclesiástico). El predominio de tales
de las hostilidades pontificias como preludio estructuras, junto con la ruptura entre los
de las reform as de estatutos de 1939, que partidos obreros de izquierda, llevó a la refe­
serán juzgados "conformes a los deseos del rencia especifica del articulo 7 constitucional
gobierno". A más de diez años del 3 de enero ("Sus relaciones serán reguladas por los pac­
de 1925, Mussolini se daba cuenta de que no tos lateranenses”), lo cual ha permitido a unos
había logrado absorber las grandes fuerzas magistrados particularm ente sensibles a las
que le habían perm itido sin embargo tom ar orientaciones políticas predominantes confe­
definitivamente el poder (la monarquía, el rir a cada una de las normas de los protoco­
Vaticano y la gran burguesía) y por tanto iban los de 1929 "el mismo valor y la misma efica­
a ser objetivos logísticos, pero de hecho estas cia que hubieran tenido si estuvieran inclui­
fuerzas sobrevivieron al fascismo (aunque por das en la carta constitucional o [ . . .] aproba­
poco tiempo en el caso de la monarquía). Y das por ley constitucional; o incluso se pue­
sobrevivieron también de manera egregia los de decir que tienen mayor valor, al ser
pactos lateranenses, explícitamente mencio­ establecida la inaplicabilidad del procedi­
nados en la Constitución republicana (art. 7) miento de revisión constitucional” (corte de
que establecía —gracias al compromiso de la casación, 23 de junio de 1964). Sólo después
democracia cristiana— la conservación inte­ de la introducción del divorcio (diciembre de
gral, con todos sus detalles, del planteamiento 1970), a finales de la V legislatura y con una
político-jurídico de las relaciones entre e. y mayoría de centro-izquierda, se empezó a
confesiones religiosas en el tiempo del fascis­ rom per el hielo parlam entario sobre el pro­
mo, considerado como uno de los elementos blema de la revisión del Concordato y se abre
importantes de la continuidad institucional camino la hipótesis de que el artículo 7 cons-
ESTADO Y CONFESIONES RELIGIOSAS 577

tituciunal, reconociendo al estado y a la igle­ estado-iglesia (entidades y bienes eclesiásti­


sia una posición reciproca de independencia cos, actividades no eclesiásticas de dichas
y soberanía y aun dando rango constitucio­ entidades, instrucción religiosa en las escue­
nal a los pactos laterancnses, "no puede tener las públicas, reconocimiento de las sentencias
fuerza para negar los principios supremos de eclesiásticas en materia matrimonial, etc.) en
la ordenación constitucional del estado" (Tri­ un modo susceptible de ser aprobado por el
bunal Constitucional, 30/1971). parlamento. La cuestión del Concordato ha
En cuanto a las otras confesiones religio­ terminado por paralizar también la aproba­
sas, aunque la constitución las ha nivelado ción de los acuerdos con los valdenses y meto­
con la católica en el plano de una "misma distas que fueron preparados por una comi­
libertad” y les ha reconocido el derecho de sión mixta.
"organizarse según los propios estatutos" y En realidad —como puede observarse a
de regular sus relaciones con el estado a tra ­ partir de un análisis de los componentes his­
vés de leyes precedidas de “acuerdos" con sus tóricos de las relaciones e.-confesiones reli­
representantes (art. 8 ), todo el sistema legis­ giosas— el sistema vigente está todavía vin­
lativo vigente antes de 1948 relativo a su con­ culado a una estructura social que no se ha
dición jurídica y actividad ha continuado en modificado en cuanto a relaciones de poder,
vigor, a pesar de su evidente contraste con los a pesar de las profundas transformaciones de
principios constitucionales. Más aún, los la sociedad italiana y la progresiva seculari­
organismos competentes del estado, en vez de zación de las mentalidades y conductas (bas­
interpretar dicho sistema según el espíritu de te pensar en los resultados de los referendos
la Constitución, han preferido "recurrir a las de 1974 y 1981 sobre dos temas, el divorcio
menos liberales disposiciones del ventcnio y el aborto, tan estrechamente relacionados
fascista para interferir e impedir la satisfac­ con dicho sistema) en los últimos decenios.
ción regular de las necesidades religiosas de El sistema, por lo tanto, no puede modificar­
las m in o rías confesionales ita lia n a s " se sino en forma paralela a un cambio real­
(Lariccia). mente efectivo de las relaciones entre las cla­
ses sociales.
v. la cuestión del concordato. La cuestión del
Concordato, o sea de la adecuación de la legis­ BIBLIOGRAFIA: G. Cutalano, Sovrunitá de lio stato
lación derivada de Lctrán a los principios de e autonomía delta chiesa nidia Costituzionc,
la Constitución, y la de los acuerdos con las Milán. Giuffré, 1974; M. Falco, Sulla condizione
confesiones religiosas distintas de la católi­ HÍuridica de lie minórame religiosa in Italia, Flo­
ca, siguen abiertas y sin solución, después de rencia, 1934; A.C. Jemolo, Chiesa e stato in Ita­
más de treinta años de la carta republicana. lia negli ultimi centoanni, Turin, Einaudi, 1963;
De 1967 a 1978 el parlamento ha insistido en F. Margiotta Broglio, Italia e S. Sede dalla gran­
m anifestarse en favor de las modificaciones de guerra alia conciliazione, Bari, Laterza, 1966;
—de acuerdo con la Santa Sede— de los pac­ F. Margiotta Broglio. Stato e confessioni religio­
tos lateranenses y de la estipulación de acuer­ sa. I: Fonti; II: Teorie e ideologie, Florencia, La
dos específicos para regular las relaciones Nuova Italia, 1975-1977; Individuo, gruppi, con­
con las confesiones distintas de la católica. fessioni religiose nello stato democrático, a car­
Se conocen al menos cinco proyectos de revi­ go de A. Ravá, Milán, Giuffré, 1973; F. Ruffini,
sión del Concordato (unilateral el de 1969; Relazioni tru stato e chiesa, Bolonia, II Mulino,
negociados con la Santa Sede los de 1976, 1974; Chiesa e stato nella sturia d'ltuliu, a cargo
1977, 1978 y 1979; otro de 1980 que no ha sido de P. Scoppola, Bari, Laterza, 1967; G. Spadoli-
dado a conocer), dos proyectos de acuerdos ni. La questione del concordato, Florencia, Le
con las confesiones valdense y metodista; un Monnier, 1976; Varios, Cinquant’anni di concor­
proyecto de acuerdo con la religión hebrea. dato, Florencia, La Nuova Italia, 1979 (número
Ninguno de los gobiernos que se han ido suce­ especial de ll Ponte, xxv, 2-3); Varios, Stato
diendo en Italia después de 1967, y sobre todo democrático e regime pattizio, Milán, Giuffré,
después del inicio de las negociaciones con 1977; Varios, Teoría e prassi delle. liberta di reli-
el Vaticano (1976), ha logrado form ular las gionc, Bolonia, II Mulino, 1975; Varios, Un secó­
cuestiones fundamentales de las relaciones la da Porta Pia, Ñapóles, Guida, 1970.
57S ESTRATEGIA Y POLITICA ARMAMENTISTAS

Indicaciones bibliográficas completas pueden amenaza de uso de la fuerza física, a fin de


encontrarse en S. Lariccia, Dirilto eclesiástico ita­ lograr los objetivos indicados en cada caso
liano. Bibliografía 1929-1972, Milán, Giuffré, por la política. No es cierto pues que una
1974; Varios, Letioni di dirilto ecclesiastico (con estrategia se concrete solamente en la apli­
Bibliografía 1973-1980), Padua, Cedam, 1980: cación de la violencia material, pudiéndose
Varios, Bibliografía sui patti laterattensi (1929- escoger otras formas de acción menos direc­
1979), en Cinqimnt'anni di concordato, Florencia, tas, como la "aproximación indirecta” teori­
La Nuova Italia, 1979. zada por Liddell Hart, redefinida por Beau­
fre como estrategia indirecta, que es “la que
[FRANCESCO MARGIOTTA BRütiUO] quiere lograr las ventajas esenciales de la vic­
toria con medios distintos de los de una vic­
toria m ilitar".
Con ello se rebate claramente el alcance de
estrategia y política armamentistas la fórmula de Clausewitz, la cual, al hacer de
la guerra una continuación de la política con
i. delimitación del campo. Asi como la estrate­ otros medios, coloca en el centro de la refle­
gia es la técnica al servicio del logro de un xión el papel de la e. como bisagra entre el
objetivo (individual o colectivo; privado o momento pacifico y el momento violento de
público; pacífico o bélico-militar), la política la vida política. La e. entonces se transform a
de los armamentos representa el instrum en­ de técnica al servicio de la voluntad militar
to por medio del cual los estados desarrollan en ciencia subsidiaria de las relaciones inter­
su e. El uso material de un arm a es pues la nacionales, o en sector de estas últimas, con
fase final de un proceso complejo, que se ini­ tanta mayor razón a p artir del momento en
cia con la definición de un objetivo, la deter­ que han entrado en los arsenales las armas
minación de la estrategia más idónea para nucleares o termonucleares, que con su sim­
conseguirlo y la elección de los instrumentos ple existencia han "obligado" incluso a los
más eficaces; las armas pueden ser utilizadas, más tenaces defensores de las estrategias
pero a veces basta con que sean exhibidas, directas a buscar sustitutos capaces de evi­
para obtener el sometimiento del adversario tar la destrucción de la humanidad. No es por
al objetivo prefijado. casualidad, sino como una lógica consecuen­
Con base en esta delimitación general del cia de lo dicho, que la teoria estratégica en
campo, podemos hacer algunas distinciones. los últimos treinta años se ha desarrollado
En primer lugar la e. es la programación a lar­ gracias a los científicos sociales (de H. Kahn
go plazo del empleo de instrumentos políti­ a H. Kissinger, de T. Schelling a R. Rosecran-
cos y militares en el curso de los conflictos ce, de R. Aron a E. Luttwak) más que a los
internacionales, m ientras que la táctica será estrategas propiamente dichos. Sin embargo,
la aplicación directa y cambiante, según las esta alternación (o desplazamiento) no ha ser­
circunstancias, de los instrumentos en parti­ vido para reducir el espacio de violencia en
cular. Desde el punto de vista puramente mili­ el mundo contemporáneo ni para conducir la
tar, la táctica es "el arte de emplear las armas estrategia a formas de lucha no violenta.
en combate a fin de obtener el mejor rendi­ Como veremos al analizar el balance de la teo­
miento" (Beaufre), m ientras que la e. se con­ ria estratégica en la era termonuclear, la rea­
cibe como un plan de dimensiones más lización del sueño de la paz perpetua no está
amplias que se apoya en un conjunto de prin­ cerca en manera alguna.
cipios de carácter general y de determinacio­
nes directam ente operativas estrechamente II. FUNCIÓN POLITICA DE LOS ARMAMENTOS. Aunque
vinculadas entre sí. En este sentido, así como las arm as sean propiamente instrumentos
la e. está subordinada a la política, la táctica que desarrollan la fuerza necesaria para con­
debe subordinarse a la estrategia. Represen­ ducir y finalmente ganar una guerra, para ios
ta precisamente el medio de aplicación de la fines de un análisis del papel político que pue­
estrategia. Corresponde al comportamiento den desempeñar, las hemos de considerar
estratégico una atenta elección de los medios necesariamente en una prim era instancia en
(tácticas), que implican siempre el uso o la términos de su función defensiva de instru­
ESTRATEGIA Y POLITICA ARMAMENTISTAS 579

mentó de conservación del orden, y por tan­ cia ejercida por la revolución industrial sobre
to de la paz, tanto respecto de los peligros la teoría estratégica, que ha invertido la rela­
externos suscitados por la agresividad de ción entre el hombre y el arma. La condición
otros estados (guerra internacional) como res­ fundamental de la victoria ya no es (o no es
pecto de los peligros internos que pueden ser solamente) el número de los combatientes,
causados por los intentos subversivos de sino la cualidad y potencia de los arm am en­
determinados grupos políticos (guerra civil). tos, relegando en consecuencia al hombre a
Si se tiene presente que el poder político nace, un papel de instrum ento para su funciona­
de todas maneras, de la fuerza física y que su miento.
conservación depende en última instancia de El desarrollo tecnológico aplicado a los
la posibilidad del recurso a la violencia, pon­ armamentos ha comportado en el trascurso
dremos en evidencia un aspecto con base en de los siglos una continua ampliación del
el cual los armamentos pueden definirse tam­ número de los que se dedican a la investiga­
bién como el instrum ento más común para ción científica, producción y empleo de arm a­
reprimir la voluntad de los demás. Sin embar­ mentos, hasta el punto de representar actual­
go, mientras tales instrumentos pertenezcan mente uno de los sectores fundamentales de
a ambos contendientes en el plano internacio­ la vida económica de los países industrial­
nal, serán por definición monopolio del poder mente más avanzados y determinando un
constituido en el plano del sistema estatal. De fenómeno conocido con el nombre de milita-
ello se deriva que, si ambos sistemas fundan ry-industrial complex, que puede ser tomado
su permanencia en gran medida en los arm a­ como indicador de la creciente militarización
mentos, en el sistema internacional la proba­ de los estados, incluso en periodos de paz. Un
bilidad de violencia actual es mucho mayor ejemplo clarísimo de tal situación está repre­
que en el nacional, lo que explica la costum ­ sentado por la estructura y organización del
bre predominante de considerar únicamente Departamento de Defensa norteamericano: el
el papel bélico de los armamentos. llamado "Pentágono", sobre el que cabe
Pero aunque los armamentos fueran con­ recordar la denuncia formulada por C.
siderados solamente como un instrum ento Wright Mills en el cap. vu de La élite del
que confiere la fuerza necesaria para llevar poder, representa en un cierto sentido el más
adelante una guerra, el análisis de su influen­ grande empresario del mundo.
cia política no podría en ningún caso limitarse La profecía de Comte, que veía en el desa­
al ámbito internacional. Incluso dentro de rrollo de la sociedad industrial la premisa
una función sustancialmente defensiva es para la eliminación de la guerra, no ha sido
posible establecer una definición restringida solamente desmentida sino invertida, desde
de armamentos, cuando se quieran conside­ el momento en que la guerra y su preparación
rar solamente aquellos instrumentos que sir­ se han convertido en aspectos cada vez más
ven para producir directa y únicamente la vio­ importantes en el mundo contemporáneo.
lencia, y otra definición amplia que tenga en Esta situación se retrotrae sobre la teoría
cuenta el conjunto de las organizaciones com­ estratégica, la cual pasa de ser un estudio fun­
plementarias, pero necesarias, al empleo dado esencialmente en las acciones de los
directo de los mismos armamentos. No se hombres a convertirse en el análisis del uso
puede pues prescindir de considerar como más eficiente de los instrum entos ofrecidos
algo estrechamente unido al papel político de por el progreso tecnológico.
los armamentos la influencia que ejercen
sobre la vida de un estado la investigación tec­ ni. armamentos y estrategia. La teoría estraté­
nológica o bien la ampliación del aparato mili­ gica contemporánea y la misma actividad de
tar, convertido en algo indispensable dada la los gobiernos de los estados más poderosos
complejidad de los servicios necesarios para (más armados) tienen que enfrentar casi a dia­
poder emplear eficazmente mecanismos cada rio, tanto en la producción científica como en
vez más perfeccionados y delicados. A gran­ la acción diplomática, los problemas deriva­
des rasgos se puede pensar que el motivo por dos de la existencia y continua fabricación de
el que los armamentos han ocupado este lugar armas cada vez más potentes, lo cual da a
en el contexto social depende de la influen­ entender la voluntad bélica de los estados pro­
580 ESTRATEGIA Y POLITICA ARMAMENTISTAS

ductores. Pero es precisamente ante esta voluntad pacífica de los gobiernos que parti­
situación que se multiplican los esfuerzos, cipan en las conferencias internacionales es
teóricos y prácticos, para llegar a cierta for­ por lo menos dudosa, y por otra parte el sig­
ma de control-reducción-desarme que invierta nificado de dicha participación debe buscar­
la tendencia impuesta por la práctica de la se más allá de los contenidos específicos del
carrera armamentista. acuerdo logrado. En efecto, con las propues­
Mientras que el periodo de la carrera arm a­ tas de reducción y de control de ios armamen­
mentista se consideraba antes como una fase tos no se intenta tanto la exclusión de la fuer­
transitoria que indicaba el paso de un tiem­ za en la vida del sistema internacional (como
po de paz a un tiempo de guerra, periodo ocurriría si la voluntad de las partes fuera
naturalm ente destinado a agotarse con el fin genuinamente pacífica), sino más bien la eli­
de la guerra, después de la segunda guerra minación de las deseconomías que comporta
mundial, sea por causa de las exigencias de una carrera arm am entista cada vez más ace­
guerras locales recurrentes, sea por la exigen­ lerada. ya que los armamentos pasan a ser
cia del perfeccionamiento de las arm as o del obsoletos apenas producidos. Si el desarro­
equilibrio estratégico, no se ha verificado nin­ llo y la producción de los armamentos se
guna disminución en la carrera arm am entis­ sometieran a un control común por parte de
ta. Al contrario, en más de 130 conflictos loca­ los estados se podría llegar a una situación
les que se han producido en el mundo a par­ más segura sin necesidad de eliminar los
tir de 1945, se ha absorbido naturalm ente armamentos, o eliminando solamente los que
gran parte de la producción normal de la ya son ineficaces. Es precisamente el concep­
industria m ilitar (dejando bien claro el pre­ to de seguridad, y no el de paz. el que ocupa
juicio según el cual la existencia de tantas el centro de la literatura especializada en
arm as favorece el desarrollo de los conflic­ favor de estas prácticas. Por lo que respecta
tos: no son las armas las que hacen estallar al problema de la reducción de los armamen­
las guerras, sino estas últimas las que produ­ tos, es necesario tener presente que. ya que
cen las armas. Valga como ejemplo —real­ ningún estado renunciará a las arm as que
mente decisivo— la historia de la producción considera importantes para su seguridad, la
de la prim era bomba atómica). Más en gene­ conclusión será la misma que antes: las armas
ral, se puede observar que hoy la producción eliminadas serán únicamente lus que va estén
ha llegado a tales niveles que supera lo que tecnológicamente superadas o resulten ya ine­
se necesita para la destrucción total de la ficientes. De ello se concluye que el verdade­
humanidad. A pesar de esta constatación, ro significado de la política de reducción-con­
lejos de pararse, se ha ido intensificando. trol de los armamentos está en el valor de
¿Cuál es entonces la función de las propues­ racionalización y de consolidación del siste­
tas formuladas en innumerables conferencias ma político internacional contemporáneo.
internacionales (en el nivel gubernativo)? Esta Lógicamente poco nos queda por decir
aparente contradicción se desvanece tan sobre el desarme y sus posibilidades de rea­
pronto recordamos que la función de los lización. El problema fundamental a este res­
armamentos no es tan sólo la de destruir, sino pecto consiste en la determinación de la acti­
también la de prevenir la guerra: si la concep­ tud que debería informar las eventuales nego­
ción de dicha función ha sido tradicionalmen­ ciaciones: ¿preferencia por los acuerdos téc­
te confiada a la sabiduría popular, con la apa­ nicos parciales progresivos o dirigirse al
rición de las armas termonucleares ésta se acuerdo político global? Según P. Noel Baker
presenta dotada con la nueva justificación de sería utópico confiar desde un principio en
la posibilidad de la destrucción total. Los el segundo camino: el clima favorable al
armamentos, especialmente los más moder­ acuerdo global brotará precisamente del éxito
nos, alcanzan una categoría de valor políti­ de una serie prelim inar de acuerdos limita­
co: sirven para conquistar el poder interna­ dos. Sin embargo, esta tesis demuestra, a
cional, no a través de su empleo material, sino pesar de su sabiduría empírica, el grado de
simplemente por el hecho de su existencia. Si dificultad que acompaña a un proyecto de
éste es esencialmente el valor político de los esta magnitud: los acuerdos parciales, distin­
armamentos, está claro por una parte que la tos de un acuerdo de control o de reducción.
E S T R A T E G IA Y P O L ÍT IC A A R M A M E N T IS T A S 581

serán posibles sólo cuando sea distinta la del caudillo: las victorias napoleónicas se
voluntad política de los contrayentes; pero caracterizan precisamente por la capacidad
dicho cambio debería favorecerse precisa­ de disponer en cada uno de los enfrentamien­
mente por la distensión consiguiente a los tos de una masa de combatientes superior a
diversos acuerdos parciales. Con esta misma la del adversario, el cual confiaba todavía en
dificultad se encuentra la teoría del desarme el recurso tradicional a las reglas del arte
unilateral, que se funda en la actitud sacrifi­ militar. La revolución industrial, mientras
cada que asume una de las partes, que se que por un lado contribuye a transform ar la
desarma sin exigir contrapartida: asi, demos­ política internacional de ser esencialmente
trando de forma inequívoca la propia volun­ europea a tener una tendencia mundial, a tra­
tad pacífica, se hace posible invitar a los vés de los fenómenos del colonialismo y del
adversarios, con grandes probabilidades de imperialismo, por el otro pone a disposición
éxito, a que se comporten de manera recipro­ de los ejércitos nuevas arm as que permiten
ca. A partir de esta m atriz unilateralista, se pasar por alto las diferencias de número de
ha desarrollado otra estrategia, sostenida con combatientes y que transform an, a través de
matices distintos por C.E. Osgood y A. Etzio- innovaciones brillantes como el avión o el
ni, el gradualismo, la cual reduce los peligros submarino, todas las nociones estratégicas
y lo inaceptable del sacrificio total unilateral, tradicionales. A causa de que el esfuerzo pro­
distribuyendo de modo gradual y concatena­ ductivo requerido por tales armamentos
do diversas demostraciones de buena volun­ implica la movilización de enormes recursos
tad, siendo cada una de ellas unilateral, pero y medios económicos, solamente los estados
limitada. más ricos podrán dotarse de ellos y su poten­
La causa del desarme podría ciertam ente cia se evaluará precisamente con base en la
favorecerse con una técnica unilateralista, superioridad de su armamento. En efecto, los
cuyo valor está en ofrecer al adversario la presupuestos militares norteamericano (111
prueba palpable del significado de la propia mil millones de dólares en 1980) y soviético
acción, pero no existe todavía una táctica para (107 mil millones de dólares) representan casi
convencer a un gobierno a que la haga pro­ el 50% del gasto mundial (estimación de
pia, poniendo sus esperanzas de paz en la sipri). Es interesante señalar (como síntoma
colaboración y no en las arm as y en la hosti­ de la difusión del papel de los armamentos
lidad..IV en el mundo) que solamente hace quince años,
o sea en 1966, el porcentaje ruso-norteame­
IV. LA PROBLEMÁTICA ESTRATÉGICA CONTEMPORÁNEA. ricano respecto del gasto mundial represen­
Si es cierto que tanto motivos internos como taba el 61 %. Sin embargo, estas cifras son tan
internacionales concurren a determ inar el sólo estimativas y permiten como máximo
papel político de los armamentos, no se pue­ una evaluación comparativa: se ha de tener
de olvidar sin embargo que, precisamente presente que la reducción del porcentaje de
debido al estímulo impuesto por el recurso las dos supcrpotencias en relación con el gas­
a formas de guerra cada vez más totales, hay to mundial de armamentos no se debe a una
un progreso en la técnica de producción de reducción de su gasto particular, sino más
los armamentos y en la forma de uso de los bien a un notable incremento del gasto res­
mismos, obligando a los estados a alcanzar pectivo de los países del tercer mundo (área
niveles de movilización cada vez más eleva­ muy densa en cuanto a conflictos reales y
dos de hombres y de recursos. potenciales), que en 1971 gastaban el 9% del
Aunque han existido siempre formas de total y en 1980 el 16%. Además, mientras que
conscripción, solamente con la revolución antes la producción bélica era lim itada en
francesa se establece el principio de un ejér­ cuanto al tiempo (al menos en un sentido rela­
cito nacional (la "nación en armas"), carac­ tivo), entre el periodo que precedía inmedia­
terizado por el reclutam iento general y obli­ tamente a la explosión de un conflicto y el fin
gatorio, que no se llega a realizar completa­ del mismo, hoy día la complejidad y variedad
mente hasta el siglo xx. La potencia de una de los conflictos hacen extensivas a los perio­
nación no se fundaba en la superioridad de dos de paz las características que eran pro­
los armamentos, sino en el genio estratégico pias del movimiento económico y producti­
582 E S T R A T E G IA Y PO LITIC A A R M A M E N T IS T A S

vo del tiempo de guerra: el gasto mundial por te a causa del desarrollo de técnicas de lan­
concepto de armamentos alcanzaba en 1949 zamiento y de la extensa producción de nue­
los 51 mil millones de dólares (con valor cons­ vas armas, desde las químicas y bacterioló­
tante). m ientras que en 1980 alcanza los 455 gicas hasta los m ir v y los crióse.
mil millones de dólares. Potencia armamen­
tista y potencia industrial se encuentran pues v. el problema cualitativo. La existencia de
estrecham ente vinculadas por su función de arm as de una potencia destructiva tal que
requisito fundamental en el establecimiento haga posible la destrucción de la humanidad
de las posiciones relativas de poder de los pone en discusión la misma definición del
diversos estados en el ámbito general del sis­ papel político de los armamentos, porque
tema internacional. A los armamentos se les obligan a enfrentar el problema de si, en estas
asigna el papel político de estabilizador de las condiciones, el recurso a la guerra, y la insti­
relaciones internacionales, entendidos como tución misma de la guerra, tienen todavía sen­
instrum ento de prevención de la guerra. El tido, o por lo menos si no carecerá éste de
triunfo de esta concepción ha sido sin embar­ parangón con el papel desempeñado por la
go determinado sólo por la aparición de las guerra en los siglos anteriores a la aparición
arm as atómicas y termonucleares, hasta el de las arm as termonucleares. A esta pregun­
punto de que la paz viene asegurada por el ta. que ha sido la cuestión central del gran
equilibrio del terror que se deriva del temor debate ético-político de los años cincuenta
de su uso. Pero con las arm as termonuclea­ (baste recordar la obra y acción de B. Russell,
res se establece también la posibilidad técni­ K. Jaspers, G. Anders), sería posible respon­
ca de la realización de un principio teórico der afirmativamente en el caso de que se
de "uso absoluto de las fuerzas", que según lograra dem ostrar que la bomba atómica
Clausewitz encarnaba la esencia de la guerra, (usamos esta expresión como símbolo ) no
pero que no correspondía a una realidad solamente pone en crisis las concepciones y
empírica de una guerra que no implicaba la teorías tradicionales de la guerra clásica, sino
destrucción total para vencer, lo cual es posi­ que convierte en algo totalmente improponi-
ble y connatural a la lógica de la guerra ter­ ble la guerra tout cauri como instrumento de
monuclear. Es pues en este contexto suma­ solución de los conflictos.
mente precario que se plantea la vocación Respecto a este problema se pueden esta­
pacifista de los armamentos, cuyo papel se blecer a grandes rasgos tres posiciones: la pri­
justifica, como decíamos anteriorm ente, por mera —la reduccionista— sostenida entre
su capacidad de garantizar el mantenimien­ otros por R. Aron, restringe la cuestión a tér­
to del orden y de la paz. Pero al mismo tiem­ minos puram ente estratégicos: la diferencia
po la capacidad destructiva alcanza (e inclu­ entre la bomba atómica y las armas clásicas
so supera) el límite teórico de la posibilidad es esencialmente cuantitativa; los problemas
de la destrucción total de la humanidad. Con­ morales que pueden surgir del riesgo de
siderando que el número de bombarderos m atar una cantidad incomparablemente
estratégicos es de 348 para Estados Unidos mayor de individuos que en el pasado, se
y 156 para la Unión Soviética; el de misiles resolverán a través de la formulación de una
balísticos intercontinentales, 1 052 por par­ "estrategia adecuada", como por ejemplo la
te de Estados Unidos y 1 938 por parte de la que consiste en lim itar el teatro de la guerra
Unión Soviética; el de misiles balísticos sub­ únicamente a los mares, de modo que el
marinos, 600 para uno y 950 para la otra, y enfrentamiento fuera entre submarinos que
el equivalente a bombas termonucleares representaran como paladines a los pueblos
almacenadas en los arsenales (o transporta­ implicados. Aparte de la falta de realismo de
das continuamente por cielo o por mar). 9 000 tal proposición (baste pensar en las conse­
megatones por parte de Estados Unidos y cuencias de la contaminación radioactiva de
7 000 por parte de la URSS; resulta que por las aguas), aceptando y reconociendo la bom­
cada individuo que habita actualmente el pla­ ba atómica como un arm a igual a las otras,
neta existen varias toneladas de dinamita a se acaba por avalar la política fundada en el
su disposición. La variedad de las formas de equilibrio del terror (o en la "sabiduría" como
violencia se amplía más y más, especialmen­ prefiere decir Aron), motivada no por el mié-
E S T R A T E G IA Y PO LITIC A A R M A M E N T IS T A S 583

do a la destrucción total, sino por el miedo dos ya descritas, es la que podría llamarse con
a una destrucción excesiva. De ahí se sigue el nombre de teoría del ‘‘tigre de papel”.
que la única novedad estratégica derivada de Como se sabe, desde 1946 Mao Zedong sos­
la existencia de la bomba atómica está repre­ tuvo que la bomba atómica era precisamen­
sentada por la práctica de la disuasión. te un tigre de papel, un arm a que no tenía por
La segunda posición, algo más aceptada qué asustar al pueblo, ya que si bien era cierto
quizá, puede definirse como totalitaria, ya que se trataba de un arma de capacidad des­
que, a partir de la existencia de la bomba ató­ tructiva incomparable a cualquier otra ya
mica, deduce que la guerra se ha vuelto impo­ existente, la posibilidad de recurrir a ella por
sible: ya no puede considerarse, según la fór­ parte de un gobierno, aun imperialista, era
mula de Clausewitz, como la continuación de muy pequeña por el hecho de que su uso
la política con otros medios, sino que la gue­ habría suscitado la rebelión del pueblo con­
rra atómica es cualitativamente distinta de la tra sus gobernantes, los cuales se encontra­
guerra clásica. Pero, m ientras que por una rían aislados, incluso en un nivel mundial, por
parte se afirm a la omnipotencia de la bomba la condenación moral de haber recurrido a un
atómica, por la otra se reconoce que, preci­ arm a tan monstruosa. Este planteamiento,
samente a causa de esta diferencia cualitati­ descrito a grandes rasgos, tiene su base teó­
va, esta arm a no puede ser usada, porque rica en el rechazo a aceptar una concepción
implicaría la negación de la política a la que de la omnipotencia de las armas respecto del
quiere servir. Como consecuencia, aunque papel del hombre o mejor dicho del pueblo,
este planteamiento se distingue netamente de por lo cual Mao Zedong puede declarar que
la posición reduccionista en cuanto al juicio la bomba atómica separada de las luchas lle­
sobre la diferencia de cualidad entre armas vadas a cabo por el pueblo no sirve para nada.
atómicas y clásicas, en el nivel político se pro­ Mientras que en el plano general y estratégi­
duce un acercamiento, ya que la paz mundial co la bomba atómica se deprecia, perdiendo
continúa confiándose al dominio ejercido por así valor la amenaza disuasiva imperialista,
el miedo a la destrucción. Sin embargo, si la en el nivel contingente y táctico la teoría del
primera posición propone como remedio sola­ tigre de papel nos invita a no infravalorar la
mente la innovación estratégica, la versión enorme destructividad de las nuevas armas.
totalitaria se ve obligada a proponer una prác­ Una verificación empírica, aunque parcial, de
tica de relación conflictiva que sustituya a la este planteamiento puede entreverse en la
de la guerra, caracterizada por la competen­ impotencia política en la que se encuentra la
cia pacífica (coexistencia), que esconde a su bomba atómica ante la guerra de guerrillas,
vez un equívoco, si se tiene en cuenta que en cuanto su capacidad destructiva no sería
dicha propuesta debería ser válida en un sis­ ineficaz, sino más bien ineficiente.
tema internacional que es estructuralm cntc Se puede pues d ar por concluido este pro­
el mismo que ha permitido hasta ahora el blema recordando que, si bien es inaceptable
estallido de las guerras, y que además el tipo la instancia que hace de la bomba atómica un
de paz a que se llega se continúa basando en arm a omnipotente, no lo es la que la consi­
el equilibrio del terror. La posición totalita­ dera un arma incomparable respecto a las del
ria exalta pues el papel político de los arm a­ pasado. La conciencia del cambio cualitativo
mentos: ellos son tan importantes que, aun podrá entonces establecerse como el momen­
no pudiendo ser usados, condicionan los fun­ to inicial con vistas a promover una actitud
damentos mismos de las relaciones políticas consciente y generalizada en oposición al uso
internacionales. Como consecuencia de este político y práctico de las armas termonuclea­
planteamiento la teoría de la cualidad puede res, con base en el cual el mundo podría efec­
llegar a concretarse en un uso político repre­ tivamente llegar a su destrucción. La impo­
sivo: la amenaza de los terribles daños de una sibilidad de la guerra atómica se basa preci­
guerra atómica debería servir para defender samente en la posibilidad técnica de desen­
a los detentores de aparatos termonucleares cadenarla: si es cierto que es la política y no
de las intenciones ‘‘agresivas’' que tengan los las armas lo que predomina, en ella se debe
adversarios. fundar la búsqueda de la paz y no en el chan­
Una tercera posición, intermedia entre las taje termonuclear.
584 E S T R A T E G IA Y PO L ÍT IC A A R M A M E N T IS T A S

Una últim a consecuencia derivada de con­ cia posterior. En realidad, la época termonu­
siderar omnipotente la bomba atómica pue­ clear empezó en 1952 coh la explosión expe­
de verse en el éxito obtenido en los últimos rim ental de la prim era bomba H (norteame­
años por la doctrina que establece que la ricana) de la historia, cuya relación propor­
mera existencia (disponibilidad) de los arm a­ cional con la bomba atómica era alrededor de
mentos es una de las causas posibles del esta­ 1 a 1 000.
llido de las guerras. Gn su versión renovada Hasta aquel momento la estrategia estadu­
esta teoría se presenta a través de la formu­ nidense no había sentido la necesidad de recu­
lación de algunos conceptos estratégicos nue­ rrir a los análisis de política internacional, ya
vos: guerra por error, guerra por adelantado, que se basaba en elementos sumamente sim­
guerra preventiva. La existencia de la bom­ ples. El prim er esfuerzo de programación
ba atómica hace tan precaria la posibilidad estratégica (una vez entrados en la era termo­
de ganar la guerra, si no se ha tenido la ini­ nuclear) lo representó la doctrina de la res­
ciativa de la misma, que no sería posible para puesta masiva (massive retaliation), que fue
los gobiernos o comandos estratégicos esta­ formulada oficialmente por el secretario de
blecer con seguridad el significado de ciertas estado norteamericano Foster Dalles en 1953.
acciones accidentales, erróneas o imprevistas, La doctrina afirm aba que Estados Unidos se
supuestam ente procedentes del adversario reservaba el derecho de opción sobre el lugar
probable. Ya que el tiempo útil para las deci­ y las arm as con que habría hecho frente, en
siones de respuesta termonuclear está esta­ ataque de respuesta, a una agresión soviéti­
blecido alrededor del cuarto de hora, se ca en cualquier parte del planeta. Aunque algo
podría producir el estallido de un conflicto impreciso en sus términos, se trataba de res­
por error, debido por ejemplo a la precipita­ ponder a una agresión soviética en cualquier
ción causada por un error de lectura del parte del mundo considerada importante con
radar. La presunción de que el adversario está un ataque nuclear contra el "santuario" ene­
a punto de atacar, podría llevar a un gobier­ migo, o sea contra la misma Unión Soviéti­
no a desencadenar una guerra adelantada, ca. Esta doctrina fue durante mucho tiempo
deseada con el fin de preceder al golpe del la posición oficial del gobierno, aunque a fina­
adversario. Finalmente, la guerra preventiva les de los cincuenta la situación militar de los
se justificaría con la presunción de poder aga­ dos bloques había cambiado y anunciaba nue­
rra r impreparado al adversario. Está claro vos cambios drásticos para un futuro inme­
que estas tres posibilidades estratégicas diato. La Unión Soviética, superior en el terre­
intentarían justificarse por la novedad de las no de las arm as convencionales, llevaba a
condiciones impuestas por la lógica de la gue­ cabo un intenso programa de construcción de
rra termonuclear, a tal punto que sería la mis­ cazabombarderos y misiles balísticos y ame­
ma estrategia, más que la voluntad política, nazaba pues con adquirir, en un tiempo rela­
la que determ inaría la causa y las condicio­ tivamente breve, la superioridad también en
nes del estallido de una guerra. Sin em bar­ el terreno nuclear. Lo inadecuado de la doc­
go, no debemos olvidar que el sobrevalorar trina de la respuesta masiva y sobre todo .su
estos riesgos tiene un significado claramen­ pérdida de credibilidad se hicieron del lodo
te "retórico", en el sentido de que al señalar­ evidentes: no era ya verosímil que Estados
los se contribuye a difundir el terror, el cual Unidos estuviera dispuesto al riesgo de la des­
a su vez es un terrible instrumento de gobier­ trucción del propio territorio provocando un
no y de opresión. choque frontal con los soviéticos como res­
puesta a un ataque llevado a cabo en una zona
VL LA ESTRATEGIA TERMONUCLEAR. En los prime­ no considerada "vital". Teóricos como Henry
ros años de la posguerra Estados Unidos Kissinger (Nuclear weapons and foreing
gozaba de una situación de monopolio de las policy, 1957) y Hermán Kahn (Oh thermonu­
arm as atómicas, puesto que solamente en clear war, 1961) demostraron con argumen­
1949 la Unión Soviética logró producir la pri­ tos convincentes la absoluta inadecuación de
mera. Se trataba por lo demás de armas cuya la doctrina Dulles, preparando asi el terreno
potencia era todavia limitada, especialmen­ para un cambio de rumbo.
te si se las considera a la luz de la experien­ La doctrina McNantara fue formulada por
E S T R A T E G IA Y PO LÍTIC A A R M A M E N T IS T A S 585

el secretario de Defensa de este nombre inme­ Sin embargo, se debe tener en cuenta el dis­
diatamente después de su toma de posesión. tinto valor implícito en cada una de estas
Ésta se basaba en que la respuesta norteame­ alternativas: la estrategia contra ciudades
ricana a cualquier agresión soviética debería corresponde (al menos de m anera relativa) a
ser proporcional al tipo de ataque (flexible res­ un planteamiento más defensivo (y por tanto
ponso). La nueva doctrina tomaba pues en menos agresivo) con respecto a la estrategia
consideración todas las posibilidades de res­ contra-fuerzas, dado que —renunciando a la
puesta, de la guerra limitada con arm as con­ hipótesis de "desarm ar" al adversario—
vencionales a una guerra nuclear limitada o apuesta a toda su población en el juego disua­
a una guerra convencional total. A fin de sivo, lo cual es índice de una predisposición
hacer creíble la nueva doctrina era necesario no agresiva.
reorganizar todo el sistema de armamentos, La distinción entre capacidad de prim er o
disminuyendo el abismo existente en el terre­ segundo golpe está vinculada al mismo tiem­
no de las arm as convencionales y llevando a po con la posibilidad de defensa y de disua­
cabo un intenso programa de construcción de sión. La capacidad de golpear primero exis­
armas nucleares tácticas, intensificando final­ te reálmente cuando un estado tiene la posi­
mente los esfuerzos para la creación de un sis­ bilidad de golpear de manera definitiva (o sea
tema eficiente de misiles balísticos. La carre­ con un máximo de destrucción) las fuerzas
ra arm am entista fue al mismo tiempo causa nucleares del adversario. La posibilidad del
y efecto de las complejas elaboraciones del segundo golpe es en cambio operante cuan­
pensamiento estratégico de aquellos años. do, una vez sufrido un ataque contra las pro­
La e. contem poránea se fundamenta en el pias fuerzas, el actor posee todavía una capa­
mecanismo de la disuasión. Con el adveni­ cidad de respuesta tal que pueda causar gra­
miento de la era nuclear ha venido a menos ves daños a la potencia m ilitar adversaria.
la posibilidad de una victoria real y los pla­ La invulnerabilidad (o vulnerabilidad) de
nes estratégicos se basan en la capacidad de las fuerzas nucleares (su capacidad o no de
intimidar el adversario (v. disuasión). El duelo resistir a un ataque adversario) es el elemen­
estratégico con arm as similares implica dos to en que se funda el llamado “equilibrio del
distinciones fundamentales que se refieren al terror", del cual depende el funcionamiento
lugar y al momento en que puede desencade­ de la relación disuasiva.
narse un ataque nuclear. Es necesario distin­ Entre las fuerzas de respuesta podemos
guir entre: l]e . contra-fuerzas —cuando el considerar tres relaciones posibles: 1] ambas
objetivo del ataque son los armamentos ató­ fuerzas de choque son vulnerables; 2] a una
micos del adversario— y e. contra-ciudades fuerza de choque invulnerable corresponde
(o contra-recursos) —cuando el objetivo son en el campo opuesto una fuerza de choque
los centros vitales del país adversario—, y vulnerable; 3] ambas fuerzas de choque son
2] iniciativa del ataque o prim er golpe (first relativamente invulnerables.
slrike) y respuesta o segundo golpe (second En el prim er caso ninguna de las dos par­
slrike). tes está en condiciones de proteger su fuerza
La distinción entre e. contra-fuerzas y e. de respuesta de un ataque por sorpresa: en
contra-ciudades, una vez formulada, sirvió tal situación gana el que golpea primero. Por
para superar la convicción ampliamente ambas partes existe sólo una capacidad de
difundida de que el único tipo de guerra ató­ primer golpe, pero no una capacidad de
mica posible consistía en la destrucción reci­ segundo golpe: el equilibrio entre los conten­
proca total de los actores en conflicto. Evi­ dientes es inestable y la probabilidad de que
dentemente es más útil para el atacante des­ uno de los dos actores ceda a la tentación de
truir (si es posible) la capacidad de respues­ atacar prim ero (preemptive blow) por temor
ta del enemigo, o sea sus fuerzas nucleares, de un ataque adversario es elevada.
que a rra sa r indiscriminadamente las ciuda­ En el segundo caso la parte invulnerable no
des. Una vez destruida su fuerza de choque, tiene necesidad de atacar primero por cuan­
el adversario ya no tendría posibilidad de con­ to, por definición, posee una capacidad de
tratacar y se vería obligado a la rendición con segundo golpe y está en condiciones de impo­
el fin de evitar el suicidio. ner su supremacía estratégica al actor adver­
586 E S T R A T E G IA Y PO LITIC A A R M A M E N T IS T A S

sario. La parte vulnerable, a su vez, se encuen­ de un punto de vista teórico, una serie de esta­
tra en una posición de neta inferioridad estra­ dios intermedios: desde la infiltración de gue­
tégica, por lo que el hecho de atacar prim ero rrilleros hasta una guerra limitada con armas
no le asegura la victoria. Incluso la credibili­ convencionales, de la guerra nuclear limita­
dad de una amenaza de guerra total que pro­ da a la guerra convencional total. I-a proxi­
venga del actor vulnerable resulta notable­ midad de los diversos estadios y su vincula­
mente reducida. ción con la e. nuclear hacen que en cada fase
La tercera hipótesis, finalmente, al menos persista la posibilidad de un proceso de esca­
desde un punto de vista teórico, es la que lada (escalation) hacia el enfrentamiento
parece garantizar la máxima estabilidad. En nuclear.
estas condiciones cada una de las partes pare­ Entre estos estadios mencionados ha adqui­
ce estar en grado de infligir elevadas pérdi­ rido una importancia particular en la discu­
das al adversario, prescindiendo del hecho de sión de los estrategas el conocido como gue­
que sea una u otra la que golpea primero, rra limitada. Por razones prácticas (el inicio
garantizando asi aquel equilibrio que, según del conflicto vietnamita) y por razones teóri­
los estrategas, seria la base fundamental de cas (la convicción ampliamente difundida en
la paz mundial (la invulnerabilidad recipro­ la época de los gobiernos de Kennedy v John­
ca es de hecho la característica actual de la son, según la cual las guerras limitadas repre­
relación entre las fuerzas de choque de Esta­ sentaban el único medio de garantizar la paz
dos Unidos y las de la Unión Soviética). Sin mundial, funcionando como válvula de esca­
embargo, el equilibrio se ha ido haciendo cada pe en la competencia entre las dos superpo-
vez más inestable, debido a la carrera arm a­ tencias), los estrategas norteamericanos de
m entista y al progreso tecnológico. En efec­ los años sesenta dirigieron su atención a esta
to, una fuerza de choque puede ser invulne­ forma de conflicto.
rable en un determinado momento y vulne­ Una guerra puede ser limitada cuando hay
rable poco después, a causa de la aparición disparidad de potencia entre los dos comba­
de arm as más modernas y complejas. La per­ tientes (guerra de Corea, guerra de Vietnam,
cepción en cada momento del estado de rela­ etc.); o bien cuando el actor que tiene a su dis­
ciones entre las fuerzas de choque respecti­ posición la máxima potencia no puede desple­
vas implica una flexibilidad continua y una gar todo su potencial bélico por consideracio­
modificación incesante del comportamiento nes no militares (por ejemplo, ideológicas); o,
estratégico, sin contar con que es condición finalmente, cuando en un conflicto hipotéti­
esencial de funcionamiento de cualquier co que implicara a las dos superpotencias,
estrategia disuasiva el mantenimiento de un ellas mismas se impusieran límites a fin de
cierto grado de incertidumbre, inseguridad, evitar un enfrentamiento nuclear. Una gue­
imprevisibilidad. A este fin —evitar que la rra limitada entre las superpotencias, aunque
excesiva estabilidad provoque un enquista- sea improbable, podría plantearse confinada
miento de todo el mecanismo— se dirigieron a una determinada área, o sin utilizar todos
las preocupaciones posteriores. los armamentos de que disponen, o utilizán­
dolos limitando su uso a objetivos específicos.
vil. LA COMPLEJIDAD DF. LA ESTRATEGIA TERMONU­ La distinción más importante que es nece­
CLEAR. La e. contemporánea no se limita a sario establecer es aquella entre guerras limi­
elaborar la complicada serie de alternativas tadas con arm as convencionales y guerras
que hemos mencionado en el terreno de la limitadas con armas nucleares. La superación
disuasión global. Tiene la tarea de orientar del "umbral atómico" es el peligro real des­
a los decisionmakers cuando se ha dejado la de el punto de vista de la e. nuclear, porque
palabra a las armas. "Quizá el problema fun­ lleva a situaciones nunca experimentadas has­
damental de la estrategia en la era nuclear ta hoy en el conflicto internacional. Éste es
está en establecer una relación entre una polí­ probablemente el motivo de que ni durante
tica de atemorización y una e. para combatir la guerra de Corea ni durante la de Vietnam
la guerra en el caso de que la atemorización Estados Unidos recurriera a las bombas ató­
falle" (Kissingcr, 1957). Entre la guerra micas. La hipótesis, tomada en consideración
nuclear total y la paz se pueden concebir, des­ durante el gobierno de Johnson, de usar
E S T R A T E G IA Y PO LITIC A A R M A M E N T IS T A S 587

arm as atómicas de tipo táctico en Vietnam tratos. El chantaje reciproco (consistente en


fue descartada porque se consideró un ries­ tener como rehén, o sea bajo amenaza atómi­
go demasiado grande, al hacer posible una ca,a la ciudad del enemigo) es. según los estra­
escalada que escapaba al control de los pro­ tegas, la probable fase posterior de un hipo­
tagonistas, por lo que era preferible una tético conflicto nuclear. Es posible que los
derrota “ limitada" a una posible victoria contendientes, después de haber destruido
"total". parte de las respectivas fuerzas de choque, se
Incluso en el caso de una guerra limitada abstengan de la destrucción de las ciudades
con arm as convencionales, subsiste la posi­ por temor a una acción idéntica por parte del
bilidad de que sea traspasado el “umbral ató­ adversario. Pero incluso después de que
mico". Su mayor o menor probabilidad huyan empezado tales ataques el proceso de
dependerá de la relación entre las capacida­ escalada puede detenerse antes de la destruc­
des de prim er o segundo golpe de las respec­ ción total. Los dos actores podrían limitarse
tivas fuerzas de choque. Si la relación es asi­ en una prim era fase a golpear solamente las
métrica, o sea si a la invulnerabilidad de uno ciudades de menor importancia, dejando un
de los dos actores corresponde la vulnerabi­ margen para las negociaciones; sólo después
lidad del otro, o si, por hipótesis, el agresor del fracaso de esta maniobra se llegaría a la
(el que inicia la guerra limitada) es el actor fase de destrucción recíproca. Sin embargo
invulnerable, entonces cabrá esperar razona­ la e. nuclear no considera solamente los pro­
blemente que el umbral nuclear no será tras­ blemas vinculados a las posibilidades de con­
pasado, a menos que sea él mismo quien lo flicto entre las dos superpotencias, sino que
desee. Es en efecto difícil que para salvaguar­ estudia también las implicaciones estratégi­
dar un objetivo limitado (para la e. nuclear cas de la proliferación de las armas atómicas
todo objetivo que no sea el mismo "santua­ y las inherentes a los proyectos de desarme
rio” está considerado limitado), el actor vul­ y control de armamentos. Si efectivamente el
nerable se exponga al riesgo del suicidio. objetivo primordial de la e. en la era nuclear
Igualmente difícil resulta que el umbral ató­ es garantizar la seguridad nacional (o sea la
mico sea traspasado en el caso de invulnera­ supervivencia de la nación y en un sentido
bilidad reciproca: la consecuencia seria la más amplio la salvaguarda de sus posiciones
destrucción de ambos actores. políticas y económicas), tales implicaciones
Ya que la invulnerabilidad absoluta es plantean una serie de dilemas de no fácil solu­
irrealizable, a partir de la eventualidad de una ción. El problema de la proliferación de los
guerra limitada cada una de las partes en con­ armamentos nucleares y en especial el de sus
flicto puede caer en la tentación de desenca­ posibles efectos desestabilizadores es muy
denar un ataque preventivo. En tal cuso las delicado, aunque parezca sumamente impro­
probabilidades de enfrentam iento son direc­ bable que tal pioliferación pueda contribuir
tamente proporcionales al grado de tensión en breve tiempo a aum entar los peligros de
existente en el sistema. El "umbral atómico" una guerra total (en cambio sí puede aumen­
puede ser pues traspasado en cualquier tar el grado de peligrosidad de las guerras
momento: el proceso de escalada puede lle­ limitadas en las que estén implicadas poten­
var a la guerra limitada con armas nucleares cias nucleares menores).
y después, escalón por escalón (Hermán Kahn Ninguna de las actuales potencias llamadas
ha establecido 44 posibles etapas del proce­ menores (bajo el concepto de armamentos
so de escalada), llegar al ataque directo con­ nucleares), como China, Francia, Inglaterra
tra el santuario enemigo. Pero incluso en esta o la India, posee en efecto una fuerza de cho­
eventualidad, según algunos estrategas que invulnerable. Ademas de carecer de una
(Kahn, Schelling), existe la posibilidad de que capacidad de segundo golpe, tales países
el conflicto se mantenga bajo control, siem­ poseen también una escasa capacidad de pri­
pre que los actores se comporten racional­ mer golpe en relación con las superpotencias.
mente. Después de que los dos actores se Difícilmente podrán alterar pues a corto pla­
hayan infligido reciprocamente pérdidas zo el equilibrio nuclear existente, al carecer
desastrosas por medio de una e. contra-fuer­ de una capacidad de atemoriz.ación similar a
zas, existe todavía un cierto margen para los la de Estados Unidos o la Union Soviética (con
588 E S T R A T E G IA Y PO LITIC A A R M A M E N T IS T A S

mayor razón esto también es válido para za de choque invulnerable (baste pensar en la
aquellos países como Sudáfrica, Israel o posición muy sim ilar asumida por los sovié­
Japón, que pueden entrar en posesión de ticos en el periodo de monopolio atómico esta­
arm as atómicas en un futuro bastante dunidense, de 1945 a 1949). Pero existe la
próximo). duda sobre si se continúa considerando váli­
do el principio tradicional del asedio de las
VIH. LAS VARIANTES ESTRATEGICAS SOVIETICAS Y CHI­ ciudades por parte del mundo rural, que ha
NAS. Paralelamente y en contraposición a la constituido una aportación fundamental al
doctrina estratégica norteamericana (que se pensamiento estratégico chino en los años de
funda en la mayoría de aserciones aquí ana­ la "revolución cultural” y del éxito de Lin
lizadas), se ha desarrollado, aunque más len­ Piao. quizá ya actualmente superado, o puesto
tamente y a través de elaboraciones quizás al margen, en favor de una política más rea­
menos sofisticadas, una doctrina estratégica lista en m ateria de armamentos que no tiene
soviética. Después de la m uerte de Stalin, como objetivo competir con la Unión Sovié­
según el cual la e. para com batir las guerras tica, sino más bien redimensionar el gasto
futuras debía fundarse en la experiencia de m ilitar (que de 1971 a 1980 no tiene práctica­
las guerras pasadas, los soviéticos empezaron mente incrementos, de 39 mil millones de
a examinar seriamente las implicaciones dólares a 40 mil) en benef icio de otras formas
estratégicas de la existencia de los arm am en­ de inversión civil.
tos nucleares. Uno de los puntos esenciales
de diferenciación de la doctrina soviética, que IX CRITICADEL PENSAMIENTOESTRATEGICO. Los teó­
desde entonces ha venido madurando y afi­ ricos estadunidenses han intentado convertir
nándose, con respecto a la estadunidense, la estrategia term onuclear en una verdadera
consiste en la negativa a establecer una dis­ y propia ciencia social, sirviéndose entre
tinción neta entre e. contra-fuerzas y e. con­ otras cosas de técnicas matemáticas, utilizan­
tra-ciudades, por la convicción de que ambas do computadoras y adoptando técnicas de
serían aplicadas en una eventual guerra ter­ simulación (como por ejemplo los "escena­
monuclear. Esta posición y el consiguiente rios") en el juego estratégico. Sin embargo es
rechazo, al menos en el plano oficial, a adop­ posible formular diversas críticas, y de hecho
ta r una doctrina que se funde en la respuesta han sido formuladas, ya sea acerca de la vali­
flexible antes que en la respuesta masiva, ha dez científica de tales usos, ya sea sobre la
determinado dos consecuencias fundamenta­ proclamada "neutralidad" de la e. nuclear.
les: l]s e hace hincapié en los armamentos Los teóricos de la e. han pretendido funda­
convencionales, ya que se tiene la convicción mentar la llamada "ciencia estratégica" sobre
de que las arm as nucleares no pueden por sí todo en la teoría de los juegos y en el cálculo
solas decidir el resultado de un conflicto aun­ de probabilidades. Pero, como ha observado
que sea de carácter termonuclear; 2] una acti­ Anatol Rapoport (Strategy and conscience,
tud distinta (de mayor cautela) de los estra­ 1964), tales usos revelan la existencia de pun­
tegas soviéticos respecto de los estaduniden­ tos débiles en dos circunstancias fundamen­
ses acerca del problema de la guerra limita­ tales: en prim er lugar en la presuposición,
da; considerando impensable la posibilidad requerida por la teoría de los juegos, de la
de diversas fases de escalada antes del esca­ “racionalidad” de los actores en conflicto,
lón supremo de la guerra termonuclear total, racionalidad que en realidad no existe en esta­
señalan el alto grado de peligrosidad para la do puro, o sea libre de prejuicios ideológicos,
paz mundial que se deriva de la participación implicaciones emotivas, tradiciones, condicio­
directa de una superpotencia en un conflic­ namientos culturales, etc., de lo cual se sigue
to, aunque éste sea geográficamente limitado. la imposibilidad de una "racionalización
Por lo que respecta al pensamiento oficial matemática” de la conducta estratégica según
chino en m ateria de e. nuclear, éste se funda­ la teoría de los juegos. En segundo lugar, el
menta en gran medida en la "teoría del tigre cálculo de probabilidades es igualmente ina­
de papel", que ha sido considerada sobre todo plicable, como señala Rapoport, en m ateria
(sin evaluar del todo su significado) como un de e., por la simple razón de que las probabi­
repliegue impuesto por la falta de una fuer­ lidades son matemáticamente calculables
E S T R A T E G IA Y P O L ÍT IC A A R M A M E N T IS T A S 589

sólo en presencia de una larga serie de acon­ de Estados Unidos en el sistema internacio­
tecimientos iguales, de lo cual se sigue la nal), orientaciones que contradicen de un
imposibilidad, en contra de lo que proclaman modo flagrante las afirmaciones de “neutra­
los estrategas, de calcular por ejemplo las lidad" de la e. nuclear, rechazada ya por algu­
probabilidades de estallido de una guerra ter­ nos estrategas como Hermán Kahn o Thomas
monuclear durante una crisis internacional. Schelling.
Faltando pues una secuencia de aconteci­ Si es cierto pues que con la aparición de las
mientos (ya que el acontecimiento del que se nuevas armas el papel de las mismas ha pasa­
pretende form ular la probabilidad de reali­ do a ser esencialmente político, se trataría
zación está caracterizado por su “ unicidad"), ahora de captar, a través de las modificacio­
el cálculo de probabilidades resulta a todas nes que las armas termonucleares imponen
luces inutilizable. a la teoría estratégica, la influencia que ejer­
Según Horowitz (The war gante. 1963), el cen sobre las reglas de conducta política de
principal defecto de las tesis de los estrate­ los estados. Con este fin es necesario enfren­
gas consiste en el casi total descuido de los ta r el problema que en la literatura estraté­
aspectos políticos del juego estratégico, al gica contemporánea se conoce con el nombre
estar concentrados en el estudio de las rela­ de "paradojas de la era nuclear”.
ciones de fuerza militar. Es significativo el La paradoja fundamental, de la que se deri­
hecho de que en las hipótesis formuladas por van otras menores, ha sido puesta en eviden­
los estrategas acerca de un eventual ataque cia en diversas ocasiones por R. Aron y pue­
soviético contra Europa se toman en consi­ de formularse de la siguiente manera: por un
deración sólo las implicaciones militares de ludo los arsenales van siendo continuamente
tal acontecimiento —situación de las fuerzas enriquecidos con nuevas piezas cada vez más
m ilitares europeas, tipo de armamentos uti- potentes y destructivas, con base en la pre­
lizables por parte norteamericana, etc.— sunción de que su simple presencia bastará
m ientras que falta un análisis —observa ju s­ para disuadir el ataque de cualquier adver­
tamente Horowitz— acerca de posibles ele­ sario; pero por otro lado se declara que una
mentos políticos, como la caída de regímenes guerra atómica sería demasiado terrible para
o similares, los cuales podrían modificar sen­ poder ser combatida: se disuade de la guerra
siblemente el resultado técnicamente pre­ gracias a la presencia de armas termonuclea­
visto. res. No se puede recu rrir a estas armas por­
Otra tesis fundamental del pensamiento que son demasiado terribles, pero no sirve de
estratégico, fuertemente rebatida por sus crí­ nada amenazar al adversario con una posibi­
ticos, consiste en la afirmación según la cual lidad en la que no se cree o no se intenta rea­
los armamentos nucleares representarían la lizar.
única garantía de la paz mundial. En realidad De dicha incongruencia estructural se deri­
este asunto, como se ha demostrado, tiene un van una serie de consecuencias, la más impor­
planteamiento erróneo, ya sea porque postu­ tante de las cuales es que la amenaza de gue­
la la "racionalidad" de los actores en conflic­ rra con la que se quiere conservar la situa­
to, que les perm itiría evitar en cualquier ción pacífica no puede valerse de las armas
situación el recurso a las armas termonuclea­ atómicas en relación con conflictos menores,
res, ya sea porque no tiene en cuenta el hecho porque serian desproporcionadas; de esta for­
de que el “equilibrio del te rro r” está conti­ ma dicho nivel de conflicto carece de inhibi­
nuamente amenazado por la carrera de arm a­ ciones, pero al mismo tiempo resulta que la
mentos y por el progreso tecnológico. amenaza no puede ser usada ni tan sólo en
Por último es necesario señalar que por relación con los conflictos mayores, por las
parte de casi todos los críticos del pensamien­ razones ya mencionadas. El significado del
to estratégico se tiende a poner el acento recurso a la técnica de la escalada se encuen­
sobre las orientaciones ideológicas claras en tra a su vez prejuiciado: representa un peli­
las que se fundamentan las teorías de la gro que se quiere evitar, pero una amenaza
disuasión (originadas esencialmente por la a la cual no se puede renunciar.
conciencia del papel de "guardián del mun­ H. Morgenthau estableció otras paradojas
do libre" hasta hoy desempeñado por parte en la estrategia de la era termonuclear: 1] la
590 E S T R A T E G IA Y PO L IT IC A A R M A M E N T IS T A S

política fundada en la decisión de recurrir a les se funda la política disuasiva. No es pues


la fuerza cuando sea necesario está, al mis­ un principio abstracto de solidaridad lo que
mo tiempo, paralizada por el temor de tener garantiza la ayuda, sino más bien una exigen­
que recurrir a ella; 2] es contradictorio inten­ cia defensiva del mismo líder.
tar conciliar el uso de las armas atómicas con El contraste entre la carrera arm am entis­
la declarada irracionalidad de la guerra ató­ ta y el intento por detenerla plantea también
mica y, precisamente por esta razón, inten­ una temática muy significativa: ¿cómo pue­
tar descubrir un modo racional de usarlas; de ser que la práctica de la carrera armamen­
3] se sigue una política de carrera arm am en­ tista sea seguida por aquellos mismos países
tista al mismo tiempo que se pretende dete­ que cada dia proclaman desear alcanzar lo
nerla; 4] se continúa siguiendo una política de más pronto posible la estipulación de acuer­
alianzas que ha sido superada por la dispo­ das internacionales para el control de arm a­
nibilidad de arm as termonucleares. mentos prim ero y para el desarme después?
Está claro que una situación tal no puede
dejar de reflejarse en el nivel más general de X HAl-ANCfc DE TREINTA ANOS DE ESTRATEGIA TERMO­
la estructura del sistema político internacio­ NUCLEAR. Quien quiera comparar el gran auge
nal, y por lo tanto en el tipo de alianzas. En de la literatura especializada sobre estrate­
especial Morgenthau, seguido por los ideólo­ gia en ios últimos años con el corpus que se
gos de la forcé de frappe francesa, los gene­ había establecido en el prim er veintenio de
rales A. Bcaufre y P. Gallois, sostenía que en teoría estratégica termonuclear difícilmente
todo caso el riesgo de destrucción atómica podrá evitar el desencanto producido por la
que podría correrse para salvar la propia vida sensación del deja va: en los años recientes
no puede aceptarse para ayudar a un país (finales de los setenta, principios de los ochen­
aliado que sea víctima de una agresión. De la ta) las publicaciones sobre estrategia han
consiguiente necesidad de que cada estado resurgido después de un periodo de estanca­
debe preocuparse de su propia defensa sin miento y de repetición de teorías preceden­
confiar en ayudas externas se deriva la justi­ tes, pero también es cierto que simplemente
ficación para crear una fuerza de disuasión se han cambiado los nombres a conceptos y
termonuclear independiente. Sin embargo, es problemas que no eran nuevos. La e. de disua­
posible plantear un argumento completamen­ sión reciproca se llama actualmente mad
te opuesto al presentado, el cual tendría tam ­ (abreviatura de m utual assured desiruction,
bién el defecto de prescindir de la realidad que produce un juego de palabras —de mal
histórica contemporánea. Si puede ser com­ gusto— para recordar que seria “loco” quien
prensible la negativa de un país a comprome­ quisiera provocarla); la riqueza y la flexibili­
terse en abstracto en la defensa de un alia­ dad de los arsenales se ha convertido en la
do, no es así en el caso de que la derrota del "Triad” (misiles balísticos intercontinentales;
aliado representara una pérdida de poder misiles balísticos lanzados por submarinos;
internacional o una amenaza posterior a la bombarderos estratégicos y crttise, o bombar­
propia seguridad e integridad. Más que debi­ deros no pilotados o misiles de crucero); pero
litar la estructura de las alianzas se puede los problemas que las armas tenían que resol­
decir que el contexto termonuclear contribu­ ver con su m era presencia no son hoy menos
ye a consolidarla, haciendo conscientes rea­ dramáticos que hace veinte años.
lísticamente a los países pequeños de la pro­ La sensación de que estamos escuchando
pia incapacidad para garantizar, con sus solas una vieja melodía apenas arreglada puede
fuerzas, la seguridad nacional, llevándolos parecer infundada para el que acentúe las
por consiguiente a aceptar el “paraguas ter­ diferencias entre el sistema internacional
monuclear’’ que un pais más poderoso le ofre­ actual (1982) y el de años atrás. La solidez del
ce con el fin de reforzar el control sobre los orden internacional en los prim eros años
aliados. En esta situación ningún ataque ochenta aparece reducida respecto al pasado;
sufrido por un aliado menor puede dejar iner­ la capacidad de gobierno y de control en rela­
te al líder, so pena de perder su credibilidad ción con los aliados que Estados Unidos y la
acerca de las amenazas (a los adversarios] y Unión Soviética habían logrado, ahora requie­
de las promesas (a los aliados) sobre las cua­ re un recurso a la fuerza allá donde bastaba
E S T R A T E G IA Y P O L IT IC A A R M A M E N T IS T A S 591

antes la simple amenaza. Estados Unidos ha Esta última propuesta, viéndolo bien, no
perdido un aliado geo-estratégicam ente representa en absoluto el anuncio de una nue­
importante (Irán) como punto final de una va era. Al proponer que los estados no nuclea­
creciente dificultad en controlar la situación res (o no todavía) lleguen a serlo, en el fondo
del Oriente Medio; la Unión Soviética ha teni­ se acepta implícitamente que todos deben imi­
do su "Vietnam” en Afganistán. El poder no ta r a sus respectivos "hermanos mayores"
parece pues estar cerrado dentro del ámbito (según la expresión usada hace veinte años
de las dos grandes potencias, sino que va por R. Aron), lo cual difícilmente puede pasar
redistribuyéndose (¿liberándose?) o "difun­ por ser un buen signo, por nuevo o viejo que
diéndose" según la afortunada fórmula pro­ sea el planteamiento del sistema internacio­
puesta por el International Inslitute for Stra- nal en el que vivimos.
tcgic Studies de Londres en 1977.
Si estas tendencias, a las que debe añadir­ bibliografía: R. Aron, Paz y guerra entre las
se la imposibilidad de controlar ciertas rebe­ naciones (1962), Madrid, Alianza, 1963; A. Beau-
liones, se consolidaran, podríamos pensar que fre, Introducción a la estrategia. Madrid, Insti­
estamos a las puertas de un nuevo sistema tuto de Estudios Políticos. 1965; N. Bobbio, II
internacional. Los datos actuales de la situa­ problema del la guerra e le vie de lia pace. Bolo­
ción político-estratégica no son sin embargo nia, 11 Mulino, 1979; L. Bonanate, Strategia, en
favorables a la posibilidad que acabamos de Política internazionale. a cargo de L. Bonanate,
señalar, porque si bien no cabe duda de que Florencia, La Xuova Italia. 1979; Desarme, con­
los síntomas de crisis son reales, es difícil trol de armamentos y seguridad nacional, a car­
sacar como consecuencia que ya no existen go de D. Brennan, Barcelona, Seix Barral; D.V.
dos grandes superpotencias como tales. Es Edwards. Arms control in international politics,
significativo —desde este punto de vista— el Nueva York. Holt, Hinchan and Winston, 1969;
panorama de la literatura especializada en el L. Freedman, The evolution of nuclear strategy,
tema estratégico de los años más recientes, Londres, Macmillun, 1981; R.L. Garthoff, Soviet
preocupada en general en reproponer los strategy in the nuclear age, Nueva York, Praeger,
principios teóricos ya formulados hace vein­ 195o: C.S. Gray, SucUar strategy: a case of a
te años, con excepción de algunos casos en tlieory of victory, en International Secnriry. iv.
que se proponen aplazamientos o innovacio­ núm. 1, 1979; I.L. Horowitz, II gioco de lia gue­
nes dirigidas a confirmar la sustancial corres­ rra, Milán, Feltrinelli, 1967; International Insti-
pondencia entre bipolaridad estratégica y tute for Straiegic Studies, Militan Balance
bipolaridad política. Citemos por ejemplo dos (publicación anual); K. Jaspers, La bomba ató­
recientes escritos de K. Walt/, (uno de los más mica y el futuro del hombre, Madrid, Taurus,
eminentes investigadores sobre la teoría de 1966; H. Kahn, On thermonuclcar war, Prince-
las relaciones internacionales), en el prime­ ton, Princeton University Press, 1961; H.A. Kis-
ro de los cuales —en relación con el shock singer, Armas nucleares y política internacional
provocado en Estados Unidos por el secues­ (1957), Madrid, Rialp, 1962; Soviet m ilitan thin-
tro de los diplomáticos en la sede de Tehe­ king, a cargo de E. Leebaert, Londres, Alien and
rán— se propone una estrategia fundada en Unwin, 1981; B. Liddell Hart, Strategy: the indi-
el recurso a fuerzas de rápida intervención; rect approach. Londres, Faber, 1954; E. Luttwak,
y en el segundo —dedicado a la proliferación Diccionario de la guerra moderna (1971), Cara­
de los armamentos termonucleares— se cas, Monte Avila; S. Melman, La corsa alia pace,
sugiere: more may be better. Acabando con el Turin, Einaudi, 1962; H.J. Morgenthau, The four
prejuicio de que la exclusividad del club ató­ puradoxes of nuclear strategy, en American Poli-
mico sea una garantía de seguridad, Waltz tical Science Review, lviii, marzo de 1964; P.
sostiene que (precisamente a la luz del pre­ Noel Baker, La carrera de armamentos: un pro­
dominio del planteamiento bipolar) una "len­ grama para el desarme mundial. Madrid, Tecnos,
ta” difusión en la proliferación convencería 1964; R. O'Neill y D.M. Horner. New directions
a todos los estados (y en especial a los nue­ in strategic thinking, Londres, Alien and Unu in,
vos poseedores de armas nucleares) de que es 1981; C.E. Osgood, An allernative to war or
necesario com portarse cada vez con mayor stirrender. Urbana, University of Illinois Press,
prudencia. 1962; Strategy and the social Sciences, a cargo de
592 ESTRATIFICACIÓN SOCIAL

A. Perlmutter y J. Gooch. Londres, Franck, Cass, sabemos que ciertas características conside­
1981; G.H. Quester, Offensc and de ffe use in ihe radas generalmente como "naturales" sufren
intemational sysient, Nueva York, VViley, 1977; el influjo de las condiciones sociales, por
A. Rapoport, Strategia e coscienza, Milán, Bom- ejemplo la estatura, la fecundidad y así suce­
piani, 1969; T.C. Schelling, La estrategia del con­ sivamente.
flicto (1960), Madrid. Tecnos. 1964; sipri, Year- El hecho de que las desigualdades natura­
hook of world armaments and disarmament les no coincidan con las sociales se demues­
(publicación anual); sipri. Armamentos y desar­ tra precisamente por el hecho de que los sis­
me en el mundo: anuario reducido del SIPRI temas de e. presentan una gran variabilidad
1985. Datos actualizados para 1986, Madrid, a través del tiempo y de una sociedad a otra;
ff.pri, 1986; R.D. Specd, Strategic deterrence in esto significa, en otras palabras, que los meca­
lite I980‘s, Stanford, Hoover Inslitution Press, nismos mediante los cuales se distribuyen los
1979; K.N. Walt/., A strategy for the tupid deploy- bienes y valores sociales dependen de la
ment forcé, en International Security, V, num. 4, estructura de la sociedad más bien que de la
1981; K.N. Walt/, The spreadof nuclear weapons: distribución dentro de la misma de caracte­
more ntav he hetter, en Adelphi Papers, núm. 171, rísticas, dotes y capacidades "naturales”.
1981.
II. LOS PROCESOS DE DIFERENCIACION. EVALUACION Y
[LUIGI BQNANATE] asignación DE las recompensas En la base del
fenómeno de la e. se encuentra el hecho fun­
damental de la diferenciación de las posicio­
nes y de las funciones sociales, vale decir la
estratificación social división del trabajo. En una sociedad en que
no hubiera tal vez división del trabajo, en que
r consideraciones introductorias El concepto todos los hombres desempeñaran las mismas
de e. tal como se usa actualmente en sociolo­ actividades sustancialmente del mismo modo,
gía es con mucho sinónimo del concepto de no se producirían formas de e. El hecho de
desigualdad social, o sea indica que los hom­ que ninguna sociedad conocida del pasado y
bres están colocados en posiciones diversas del presente esté exenta de alguna forma aun­
en lo que respecta al acceso a los bienes socia­ que sea embrionaria de división del trabajo
les, el deseo de los cuales está generalizado, plantea inmediatamente la siguiente pregun­
pero cuya disponibilidad resulta escasa. Es ta: si la diferenciación de las tarcas es prc-
im portante señalar la naturaleza social de la rrequisito de la e., ¿esto implica también que
e. para no confundir las desigualdades socia­ todas las formas de división del trabajo y de
les con las desigualdades naturales. Es evi­ diferenciación de las funciones produzcan
dente que los hombres no son iguales, y que necesariamente alguna forma de e.? La expe­
no sólo difieren en lo que respecta a sus carac­ riencia histórica sugiere una respuesta afir­
terísticas físicas (peso, estatura, color de los mativa, ya que no se ha dado nunca una socie­
ojos y del cabello, sexo, salud, fuerza física, dad que no haya conocido algún modo de cla­
etc.) sino también a sus capacidades menta­ sificar en diversas funciones dentro de la
les. Estas diferencias de por si no son capa­ dimensión de inferior-superior y de asignar
ces de explicar las desigualdades sociales, a los individuos a las diversas funciones. El pro­
pesar de que en ciertos casos pueden influir ceso de diferenciación de las posiciones socia­
en ellas. En una sociedad que da mucha les va acompañada siempre, de hecho, de un
importancia a la capacidad de manejar proceso de evaluación diferencial de las mis­
arm as, un individuo dotado de gran prestan­ mas. La gran variabilidad de las formas que
cia física estará en ventaja respecto a otro de adopta el proceso de evaluación indica, sin
débil m usculatura y de salud precaria. Una embargo, que no existe un nexo necesario
cosa es, pues, el problema de analizar cómo entre la existencia de diversas funciones y su
una determinada sociedad asigna respecto de colocación en una escala jerárquica, ya que
las demás gran valor a las dotes militares y la evaluación diferencial de las posiciones
otro el de ver cómo éstas se distribuyen efec­ sociales no es un elemento que forme parte
tivamente entre la población. Por otro lado de la definición de las funciones a las que
ESTRATIFICACION SOCIAL sy a

éstas corresponden. Por ejemplo, en las socie­ la actividad gigantesca de una gran sociedad
dades industríales de Occidente se tiende a financiera, el empleado de base de una peque­
valorar más el trabajo intelectual que el tra ­ ña empresa goza ciertamente de un prestigio
bajo manual y más el trabajo manual de las muy ba jo. Si el empleado se com parara cons­
fábricas que el del campo. Sin embargo, resul­ tantemente con el gran dirigente, el prestigio
ta claro que puede haber suciedades en que de que goza resultaría ser más bien una
la escala de valores sea la inversa. Además, recompensa negativa. Respecto del mozo o del
una sociedad en constante estado de guerra dependiente de mostrador, el empleado
con sus vecinos no sólo tenderá a estim ular adquiere cierto prestigio y su prestigio
las virtudes militares en la población sino a adquiere, por lo tanto, el valor de una recom­
darles a las profesiones m ilitares una valo­ pensa positiva. El poder es, finalmente, una
ración particularm ente elevada. En general,' recompensa de naturaleza particular, ya que
la escala de valores con la que se valora la no sólo determina en gran medida la distri­
inferioridad-superioridad relativa de las fun­ bución de las demás recompensas sino que
ciones sociales en una determinada sociedad resulta una recompensa positiva únicamen­
refleja, por una parte, la importancia de las te para el que lo ejerce. La carencia de poder
tareas que la misma sociedad debe cumplir no se puede considerar, en realidad, como
para garantizar su propia sobrevivencia y, algo relativo a una hipotética cuota cero,
por la otra, refleja las exigencias, de quienes según la cual el que no tiene poder no puede
ocupan posiciones elevadas, de conservar su hacer otra cosa que soportar al que lo tiene.
superioridad. En tuda sociedad tenderá a p ro Con mucha frecuencia no sólo la curva de
ducirse un cierto consenso sobre el mudo de distribución de estas tres categorías de
valorar la importancia relativa de las distin­ recompensa sigue un comportamiento análo­
tas funciones sociales; pero si este consenso go sino que existe una alta correlación entre
no se produce, significa que la sociedad está las mismas, en el sentido de que el que tiene
sufriendo transformaciones que hacen surgir muchas riquezas también goza en general de
un nuevo sistema de estratificación. un elevado prestigio y ejerce un considerable
Después de los de diferenciación y de valo­ poder. Existen, sin embargo, muchísimas
ración, el tercer proceso que forma parte del excepciones a esta regla; se podría decir, en
fenómeno general de la e. se llama proceso efecto, que en ciertos casos las distintas
de asignación de las recompensas. Del mismo recompensas son capaces de compensarse
modo que anteriorm ente hablamos de valo­ recíprocamente. Por ejemplo, el bajo ingre­
ración diferencial, hablaremos aquí de recom­ so de que goza un magistrado es compensa­
pensas diferenciales dadas a los que desem­ do por el elevado prestigio, en tanto que un
peñan las distintas funciones sociales. Se hábil usurero podrá recabar mucho de su
acostum bra clasificar estas recompensas en actividad, pero no ciertam ente en términos
tres categorías que, dada su importancia, se de consideración social.
consideran también con frecuencia como las Cada sociedad presenta mecanismos p arti­
tres dimensiones fundamentales del proceso culares, regidos por un sistema algunas veces
de e.: se trata de la riqueza, del prestigio y del complejo de normas o sanciones, para trans­
poder. La riqueza es la forma más generali­ form ar un tipo de recompensa en otro, por
zada de recompensa en las sociedades occi­ ejemplo para transformar la riqueza en poder
dentales modernas, sobre todo por el hecho o viceversa, o bien en prestigio, y así sucesi­
de que en su forma monetaria es un bien que vamente. Se ha lanzado la hipótesis de que un
puede transform arse rápidamente en otros individuo que haya alcanzado cierta posición,
bienes y determina, por lo tanto, de un modo por ejemplo en la escala de la riqueza, tende­
amplio, el estilo de vida de una persona. El rá a equilibrar su propia posición también en
prestigio, en cambio, indica la cuota de honor, las demás dimensiones, o sea a elim inar los
deferencia o respeto ligada a una determ ina­ llamados desequilibrios o incongruencias de
da posición social, al ejercicio de una profe­ estatus. La figura del parvenú representa un
sión o al desempeño de una función. El con­ caso ejemplar de incongruencia de estatus; la
cepto de prestigio es eminentemente relati­ literatura lo pinta como un nuevo rico ansio­
vo; respecto del gran dirigente que controla so de ver reconocida su posición por los que
5M4 ESTRATIFICACION SOCIAL

furmun parte, desde su nacimiento, de la cla­ maciones de la estructura socioprofesional


se superior: tratará de imitar los gustos, el correspondientes a los procesos de cambio
estilo de vida del grupo al que ambiciona per­ tecnológico. Estos últimos hacen desaparecer
tenecer, pedirá la admisión en los circuios de ciertas categorías profesionales al mismo
las personas de alta posición, tenderá a ligar­ tiempo que producen otras y generan, por lo
se con éstas con vínculos de carácter perso­ tanto, fenómenos de movilidad social (v.) de
nal, de ser admitido en su mesa y, en el caso carácter colectivo. El segundo aspecto, en
extremo, de casarse con una de sus hijas. Por cambio, es de naturaleza subjetiva, y depen­
el contrario, el noble endeudado o el finan­ de del modo en que estas transformaciones
ciero que perdió todo en un dia de mala suerte son percibidas e interpretadas. Por ejemplo,
en la bolsa tratará deseperadamente de con­ el desarrollo cuantitativo de la clase media
servarse a la altura de la posición ocupada puede interpretarse por una parte como un
anteriorm ente mostrando un nivel de consu­ fenómeno de movilidad social ascendente y
mo superior al que efectivamente puede per­ por otra puede considerarse como un fenó­
mitirse. meno de proletarización de las capas medias.
En toda sociedad habrá obstáculos a la El segundo tipo de cambios en la e. se refie­
transformación de un componente del esta­ re. a su vez, al modo en que los individuos se
tus en otros y, por lo tanto, a pesar de la ten­ distribuyen entre las distintas funciones
dencia al equilibrio entre los distintos com­ sociales y, por lo tanto, en las capas. A este
ponentes, se producirán siempre fenómenos proposito se distingue entre mecanismos de
de incongruencia. Si esta última no se refie­ naturaleza adscriptiva y adquisitiva. Los pri­
re únicamente a individuos sino a grupos meros prevalecen en las sociedades en que la
sociales enteros, es probable que se convier­ posición social de un individuo está determi­
ta en la base para las formación de acciones nada por características trasmitidas esencial­
colectivas y de movimientos sociales encami­ mente por herencia; los segundos, en cambio,
nados a modificar el sistema de e. Las incon­ destacan la importancia de las capacidades
gruencias de estatus son en realidad una fuen­ adquiridas por el individuo para cumplir con
te prim aria de cambio social.I. una determinada función, prescindiendo de
la posición social de la familia de nacimien­
III. LOS CAMBIOS EN LA ESTRATIFICACIÓN SOCIAL. Los to o de su pertenencia a grupos sociales par­
cambios en el sistema de e. pueden ser esen­ ticularmente privilegiados tanto en sentido
cialmente de dos tipos, aunque con frecuen­ positivo como negativo. Muchos sociólogos
cia éstos se presentan unidos y combinados sostienen que los mecanismos adscriptivos
en un proceso único. Tenemos, en prim er son típicos de las sociedades tradicionales y
lugar, los cambios en la forma de e. Si ésta estáticas, en tanto que las sociedades moder­
se representa, como es costumbre, mediante nas y dinámicas tienden a preferir los méri­
una pirámide, podremos tener una base muy tos individuales y, por lo tanto, los mecanis­
amplia que se va reduciendo rápidamente a mos adquisitivos. Sin embargo, la simple
medida que se acerca al vértice (como por comprobación del hecho de que las capacida­
ejemplo, en las sociedades basadas en la agri­ des individuales son en si mismas un produc­
cultura), o bien una pirámide con una base to de las oportunidades diferenciales ofreci­
muy estrecha, o también dos pirámides uni­ das a los distintos estratos sociales y de que
das entre si por la base. Esta forma, según también las sociedades más dinámicas mues­
algunos, es la más adecuada para represen­ tran una tasa elevadisima de heredabilidad
tar las sociedades industriales modernas de las posiciones sociales, hace que toda afir­
avanzadas, cuya característica dominante mación de este tipo deba considerarse de una
sería el enorme desarrollo de la clase media manera muy relativa si no desea ser una mera
respecto de las clases extremas y sobre todo declaración de principios de carácter ideo­
la reducción cuantitativa de las clases infe­ lógico.
riores basadas en el trabajo manual. En los En realidad, el estudio de la e. no puede
cambios de este tipo se pueden distinguir ulte­ separarse de las implicaciones ideológicas
riorm ente dos aspectos. El prim ero es de ligadas inevitablemente con la problemática
naturaleza objetiva y depende de las transfor­ de la desigualdad >ocial, lo que se ha defen­
ESTRUCTURA 595

dido recientemente, sobre todo en relación do orgánico como el de la e. social. Así como
con la teoría funcionulista de la e. formula­ aumenta la masa de los cuerpos vivientes, así
da por prim era vez en un ensayo de K. Davis también la c. de la sociedad sufre un incre­
y W. Moore en 1940. Estos autores sostienen mento debido a la integración de comunida­
que la e. no sólo es universal sino también ine­ des pequeñas y simples. La integración va
vitable y necesaria ya que no sería posible acompañada de la diferenciación de las par­
motivar a los individuos para ocupar posicio­ tes (un cargo gubernativo, la división entre las
nes elevadas de gran responsabilidad si no se partes reguladoras y las operativas). Final­
les asignara a éstas una cuota desproporcio­ mente una diferenciación progresiva de las
nadamente elevada de recompensas en térmi­ funciones se desarrolla simultáneamente con
nos de riqueza, poder y prestigio. Contra este la de las partes de la e. Las partes que la com­
planteamiento, Tumin y otros han puesto de ponen son interdependientes ya que la com­
relieve que la necesidad de recompensas dife­ binación de sus acciones es lo que constitu­
renciadas depende de los valores que domi­ ye la vida del todo, y la modificación de una
nan culturalm ente en nuestra sociedad, y no de ellas se refleja en todas las demás. Spen­
de caracteres atribuihles a la naturaleza cer sostiene que la e. social atraviesa por un
humana y que. por lo tanto, es posible postu­ proceso natural análogo al del mundo orgá­
lar en principio una sociedad en que los incen­ nico, del que comparte las leyes evolutivas:
tivos para desempeñar los distintos cargos por esto, resulta inaceptable la tesis de Hob-
sociales no den lugar a la desigualdad de las bes, que puso el contrato social en el origen
posiciones sociales. de la sociedad y proclamó, por lo tanto, el
carácter artificial de la misma.
BIHUociKAFtA: R. Bendix y S.M. Lipsct (comps.),
Clase, status y poder {1953), Madrid, Euraméri- II. I_A ESTRUCTURA EN EL FUNCIONALISMO ESTRUCTU­
ca, 1972-1973, 3 vols.; A. Carbonarofcomp.), Stra- RAL. Según Talcott Parsons, Spencer fue víc­
tificazioue e classi sociali, Bolonia, 11 Mulino, tima de la evolución (de la ciencia), de la que
1971; F. Parkin, Orden político y desigualdades había sido uno de los sostenedores más con­
de clases (1971), Madrid, Debate, 1978; W.G. Run- vencidos. El funcionalismo estructural, del
ciman, Inenuantianza e coscienza sacíale (1966), que Parsons es uno de los más insignes expo­
Turín, Einaudi, 1972; M. Tumin, Estratificación nentes, abandonó completamente, en efecto,
social: formas y funciones de la desigualdad la analogía estrecha con el mundo orgánico en
(1967), México, Trillas. la que Spencer había basado su concepto de
e. social. Talcott Parsons distingue dos nive­
[ALESSANDRO CAVALLl] les de investigación sociológica: a] nivel des­
criptivo; b] nivel analítico. El prim ero se refie­
re a los datos concretos experimentados en
un reconocimiento empírico; el segundo a un
estructura esquema lógico gracias al cual consideramos
y describimos los fenómenos de la acción
El término "e." ha adquirido significados muy social. A este segundo nivel es al que uno debe
diversos, empezando por el positivismo evo­ referise para seguir la reconstrucción efectua­
lucionista y llegando al eslructuralism o da por Parsons del concepto de e. social. En
metódico. una prim era aproximación ésta indica la red
de relaciones entre los sujetos comprometi­
t til. CONt IZPTODE ESTRLCTl RAEN ELPOSITIVISMOevo­ dos en un proceso de interacción. La partici­
lucionista de HEkBERT spencer Herbcrl Spen- pación del sujeto en esas relaciones estruc­
cer define el concepto de e., que toma de la turadas tiene dos aspectos primarios: por un
biología, como un conjunto de partes funcio­ lado, la posición que ocupa el sujeto respec­
nales respecto de la unidad que constituye, to de los demás, o sea su estatus; por el otro,
o sea mutuamente dependientes. Spencer des­ el aspecto de proceso, que se refiere a lo que
cubre también en la organización social las el sujeto hace en sus relaciones con los demás,
leyes de la evolución universal, que presiden o sea a su función. Estas precisiones permi­
por consiguiente tanto el desarrollo del mun­ ten descubrí los cuatro elementos de la e.
596 ESTRUCTURA

social: 11 el acto social realizado por el suje­ siguen. El análisis estructural mertoniano se
to agente y orientado hacia uno o varios suje­ basa en tres operaciones fundamentales: i]
tos en función de objetos de referencia: 2] el identificación de las determinantes. Se trata
estatus-función, o sea el conjunto de actos rea­ de referencias concretas a las que puede
lizados por sujetos que ocupan estatus recí­ orientarse la acción de los sujetos, que pue­
procos: 3] el sujeto como sistema de estatus den verse atraídos por los valores y normas
y funciones que pueden reducirse al mismo, de grupos de referencia, es decir de forma­
ya sea como objeto de referencia ya sea como ciones sociales de diversos tipos, ya sea por
autor de actividades de función; 4] finalmen­ individuos de referencia, ya sea finalmente
te está la unidad constituida por la colectivi­ por modelos de función (entendiéndose con
dad, yu sea como sujeto agente, ya sea como esto una identificación más limitada con un
objeto. individuo en una sola de sus funciones); n]
La identificación de los cuatro componen­ análisis de las propiedades estructurales; ni]
tes no agota todavía toda la riqueza y la com­ definición de las condiciones estructurales
plejidad de la noción de e. social. La teoría del comportamiento (por ejemplo, la obser­
de la acción está constituida, en efecto, en vancia de las normas, que es una de las pro­
Parsons, por tres centros: <j] la e. social; h] los piedades estructurales, depende del estatus
aspectos motivacionales del sujeto; c] los que ocupa una persona. Así, el que detenta la
aspectos culturales de la acción, o sea los cri­ autoridad tiene un conocimiento mayor de las
terios de valor. A Parsons le interesan parti­ normas, a fin de respetarlas, ya que en esto
cularmente los modos de orientación del suje­ consiste precisamente la mayor garantía de
to respecto de la situación: el sujeto juzga, en su autoridad). Lo que se desprende de este
efecto, cuáles son las propiedades de los obje­ análisis es el concepto mertoniano de e. social
tos de contexto de la situación (proceso cog­ como e. de la situación, la cual comprende:
noscitivo), si son favorables o desfavorables a] el con junto de referencias, o sea la conste­
(proceso catético), cuáles necesidades satis­ lación de los grupos, categorías sociales,
facer inmediatamente y cuáles pueden satis­ colectividades, subgrupos (partidos, sindica­
facer después (proceso evaluativo). El aspec­ tos, etc.); h] las condiciones de la selección
to cultural de la acción se refiere a los crite­ subjetiva de un determinado contexto estruc­
rios normativos que establecen si los juicios tural (o sea de los valores y normas de un gru­
formulados por el sujeto son válidos o bien po de referencia). Este concepto de e. no toma
no lo son. Según Parsons, el sujeto integra en en cuenta, a diferencia del parsonsiano, el
su propia personalidad los modos de orien­ lado molivacional de la elección subjetiva y
tación cultural preexistentes v que les llegan deja surgir más bien los aspectos objetivos
desde el exterior. (grupos de referencia, condiciones de la elec­
Las consideraciones anteriores le permiten ción individual) de la situación en que el suje­
a Parsons, siguiendo las huellas de Durkheim, to se ve obligado a actuar.
definir, en últim a instancia, la e. del sistema En ciencias políticas. Almond llama e. a las
social como el conjunto de los modelos cul­ uniformidades observables que constituyen
turales normativos institucionalizados en el el sistema político. En una forma más preci­
sistema e interiorizados en la personalidad de sa, la e. es un conjunto de funciones relacio­
sus miembros. Se tratu, en otras palabras, de nadas entre sí. Por la función se debe enten­
una correlación de orientaciones psicológicas der la esfera de actividad de los individuos
y culturales, es decir de la interacción e inte­ que es inherente a los procesos políticos. Por
gración de las motivaciones. ejemplo, la actividad del juez es una función,
Mientras que T. Parsons reconstruye la e. el tribunal es una e. Almond usa los términos
del sistema total, Robert K. Merton llega a la función y e.. y no oficio e institución, ya que
identificación de la e. de la situación. Tam­ pretende referirse a comportamientos obser­
bién para este autor es válida la distinción ya vables y no a normas formales.
mencionada entre el nivel descriptivo y el
nivel analítico del procedimiento sociológico. III. ASPECTOS METODOLÓGICOS DEL FUNCIONALISMO
En relación con este último nivel es como se estructural. El fu n cio n a lism o estru ctu ra l
deben entender las consideraciones que p erten ece a los estru ctu ra lism o s glo b a les.
ESTRUCTURA S97

cuyo carácter es el de sujetarse a las interac­ En la perspectiva del eslructuralismo meto­


ciones observables de un determinado siste­ dológico la e., además de no poderse compro­
ma (v. Jean Piaget, El eslructuralismo, Bue­ bar a título de dato, posee, según Piaget. las
nos Aires. 1972). La reconstrucción de la e. es siguientes características: i] la totalidad. La
el redescubrimiento de un orden, en cierto c. consta de elementos subordinados a leyes
nivel de abstracción, dentro de la realidad de composición, que le confieren al todo pro­
descrita. El nivel en el que se lleva a cabo esta piedades distintas de las de los elementos; n]
operación implica el recurso a elementos ana­ la transformabilidud; mj la autorregulación,
líticos (por ejemplo, los conceptos de fin, o sea el respeto de los límites y la conserva­
medio, condiciones, normas) a las que corres­ ción de las leyes de la c. por parte de las trans­
ponden, en el nivel empírico, valores preci­ formaciones estructurales.
sos (un fin, un medio determinado, etc.). El
estatus de este análisis estructural es, pues, V. ELCONCEPTO DE ESTRUCTURA EN LAANTROI*OLOGIA
fenomenológico (son frecuentes, en efecto, las estructural La antropología estructural, que
referencias de Parsons a Husserl), ya que con­ podemos contar entre los estructuralism os
duce a la elaboración de un esquema que per­ metodológicos, formula una definición de e.
mite considerar y describir la realidad con­ que es estrechamente afín con la de la lingüís­
creta. Se trata de un eslructuralism o estáti­ tica estructural. Una disposición cualquiera
co preocupado por la interacción e integra­ de las partes se convierte en una e. cuando
ción de las partes. Finalmente relaciona ínti­ responde a las dos condiciones siguientes: a]
mamente el concepto de e. con el de función Debe ser un conjunto de elementos expresa­
definida como consecuencia de la acción dos en forma simbólica, con propiedades
(Merton), o bien como condición de la conser­ (reglas) que aseguren su cohesión interna.
vación del marco estructural (Parsons). Esta prim era condición permite una doble
interpretación: o la e. es un con junto con pro­
iv. el estructurausmo metodológico La peculia­ piedades, o bien se resuelve en las propieda­
ridad del llamado estructuralism o metodoló­ des de este mismo conjunto. Esta última solu­
gico consiste en la superación de la realidad ción es la más probable, como es lícito infe­
empírica y de su descripción. Llega, en efec­ rir también de la definición de e. elemental
to, a construir una e. que consta de relacio­ del parentesco, identificada con las leyes
nes lógicas, y que no es, por lo tanto, ni un internas de pertenencia (a las) y de exclusión
"hecho” ni un urden que pueda encontrarse de las clases exogámicas, expresadas en for­
dentro de los "hechos". El viraje metodoló­ ma simbólica, en que se ha subdividido una
gico ha sido marcado por la lingüística, cuyas cierta población (v. Claude Lévi-Strauss, Las
perspectivas han terminado por interesar a estructuras elementales del parentesco, Bue­
todas las ciencias que de distintas maneras nos Aires, 1969). a] Debe ser una transform a­
están entregadas al estudio del hombre (por ción estructura] (por ejemplo, de una e. ele­
ejemplo, la antropología estructural y el psi­ mental del parentesco a otra), o sea que debe
coanálisis). pertenecer a un grupo de transformaciones.
La construcción estructural llevada a cabo Una característica fundamental de una e. es,
por la lingüística no es, como en la física, una pues, su traductibilidad a otro conjunto de
construcción teórica que sobrepone su pro­ elementos de acuerdo con reglas de transfor­
pio sistema hipotético a los datos encontra­ mación. Es necesario precisar que las trans­
dos por la investigación empírica; al contra­ formaciones no son de naturaleza histórica
rio, la red de relaciones lógicas que se cons­ sino lógica, ya que se llevan a cabo con ope­
truye, a pesar de no pertenecer al orden de raciones lógicas (permutaciones) de un con­
los hechos y ni siquiera al de las abstraccio­ junto de símbolos a otro. La pertenencia de
nes que se pueden deducir de éstos, no es, sin una e. a un grupo de transformaciones son
embargo, un esquema ficticio sino la traduc­ una condición fundamental de su inteligibi­
ción, en términos rigurosos, de una formula­ lidad. Además, los grupos de transformación
ción lógica, de principios y relaciones existen­ están sujetos a una sola combinatoria, cuyas
tes. como escribe Saussure, en el nivel de la reglas son las del espíritu humano, que gene­
conciencia colectiva. ra todas las e. posibles con una actividad
598 ESTRUCTURA

inconsciente. Los conjuntos de tus e. cuyo son los objetos comunicables, en tanto que la
carácter inconsciente hemos puesto de relie­ red es el conjunto de canales que se estable­
ve, se encuentra universalmente presente en cen entre los emisores y receptores y a tra­
potencia, en tanto que su realización depen­ vés de los cuales se intercambian los men­
de de la acción humana sobre la base del sajes.
material histórico de la que ésta dispone. F.1
carácter universal de la e. garantiza la obje­ VI F.L CONCEPTO DF. ESTRUCTURA F.N El. MARXISMO
tividad del modelo que la expresa: una e. úni­ estructuralista. Para formular el concepto de
ca supone tanto el sistema como el objeto de e. según el marxismo estructuralista es opor­
la investigación y las modalidades de apren­ tuno establecer algunas premisas metodoló­
dizaje del antropólogo. gicas. El capital empieza con la exposición de
Finalmente, la última característica de la un grupo de categorías que son indispensa­
e. es su ahistoricidad; es decir, que se opone bles para la comprensión de la e. de cualquier
a la historia. La oposición entre sincronía y sistema de producción mercantil: el concep­
diacronía es paralela a esta opción. No hay to de valor de cambio de una mercancía, el
que confundir la e. con las relaciones socia­ dinero, que aparece como mercancía especial;
les de un sistema concreto: estas últimas son el dinero definido como una forma de mone­
sólo la m ateria prim a, utilizada pura la cons­ da; el capital, o sea el dinero que añade valor
trucción del modelo que pone en evidencia la al valor inicial; el plusvalor. Un aparato teó­
e., que se convertirá entonces en la "e. del sis­ rico semejante es necesario para la identifi­
tem a”. Ésta consta de la relación entre ele­ cación de la e. especifica del sistema capita­
mentos simultáneos y constituye un estado en lista y de cualquier otro modo de producción.
equilibrio. La historia en cambio es la suce­ El análisis del concepto de mercancía redu­
sión de hechos contingentes (migraciones, ce las relaciones de producción; el concepto
guerras, alianzas) que pueden provocar una de plusvalor se representa como el concepto
modificación de la e.; pero si la orientación de un conjunto de relaciones, o sea como el
estructural resiste el golpe, las nuevas solu­ concepta de una e. de producción. En una pri­
ciones se mantendrán en la línea anterior. Se mera aproximación, la e. es el mecanismo de
producirá entonces un desplazamiento de los producción del plusvalor a través de la rela­
términos de la e., pero ésta conservará su pro­ ción capital-trabajo. El proceso teórico que
pio equilibrio interno, aunque cambiándolo. permite la elaboración de la e. consiste en la
El ordenamiento estructural no tiene en sí superación de la realidad descriptiva, es decir
mismo el principio de su propio movimien­ de la actividad concreta de los hombres, y en
to: este último se encuentra en el exterior, en la construcción de un aparato de conocimien­
la historia. Mientras la e. es una sucesión de tos científicos. El descubrimiento del fetichis­
estados de equilibrio, la historia e s el catali­ mo de las mercancías, por ejemplo, permite
zador de los cambios estructurales, o sea de superar las apariencias constituidas por el
la realización de las posibilidades intrínsecas intercambio de productos en el mercado y
a la estructura. Al equilibrio estructural se descubrir el conjunto de las relaciones de p ro
le opone la serie de hechos individuales y for­ ducción. El proceso, lúcidamente descrito por
tuitos; al orden de lo necesario se le opone el Althusser, que se desarrolla de la generalidad
orden de lo contingente. El método de la i (o sea, de las representaciones de una rea­
antropología estructural es, pues, un méto­ lidad verificada; de las abstracciones que
do fundamentalmente aristotélico, que con­ reflejan especularmente el plano empírico) a
sidera científicamente inteligible sólo lo que la generalidad ni, constituida por el conjun­
sucede por necesidad o con frecuencia. to de conocimientos científicos. Es la transi­
Añadamos una im portante distinción: la ción de la ideología a la ciencia, hecha posi­
que existe entre e. de código y e. de red. Las ble debido al cuerpo de conceptos que descri­
prim eras son las reglas que rigen un conjun­ bimos anteriormente. Ei resultado de esta
to de mensajes (por ejemplo, los mensajes lin­ operación es la construcción de la e. del sis­
güísticos); las otras son las reglas que rigen tema productivo definida como el conjunto
un conjunto de intercambios (por ejemplo, los de dos relaciones: 1 ] la relación de propiedad;
intercambios matrimoniales). Los mensajes 2) la relación de apropiación real. La prim e­
ETNIA 599

ra expresa, según Marx, la relación de perte­ marco de referencia que le impide la acumu­
nencia al propietariu tanto de los medios de lación ciega de datos empíricos.
producción como del trabajador. La segunda
se refiere a la combinación de los medios de L. Althusser y É. Balibar, Para leer
r i b i . io g k a HA.
producción y de los individuos en el proceso “El capíf«/”(1965), México, Siglo XXI, 1967; M.
productivo. La identificación de la e. con las Godelier, Racionalidad e irracionalidad en eco-
dos relaciones excluye toda consideración noniia (1966), México, Siglo XXI, 1967; C. Lévi-
antropológica. Superada la perspectiva del Strauss, Antropología estructural (1958), Buenos
homo oeconomicus, es decir de los sujetos Aires, Eudehu; C. Lévi-Strauss, Las estructura ele­
humanos y de sus necesidades, esta e. se tra­ mentales del parentesco (1974), Buenos Aires, Pai-
duce únicamente en la combinación de los dós; R.K. Merton. Teoría y estructuras sociales
diferentes elementos de la producción. La (1949), México, Fondo de Cultura Económica,
desaparición del sujeto, que constituye la 1968’; T. Parsons, El sistemu social, Madrid,
garantía de la construcción científica de la e., Revista de Occidente, 1976; J. Piaget, El estruc-
marca la distancia que separa la obra mar- turalistno (1968), Barcelona. Oikos-Tau, 1974; J.
xiana de la de los economistas clásicos. Ade­ Pouillon y otros. Problemas del estructuralismo
mas, la e. de las relaciones de producción es (1966), México, Siglo XXI, 1967; L. Sebag, Mar­
precisamente el auténtico sujeto, ya que asig­ xismo y estructuralismo (1967), Madrid, Siglo
na los lugares y las funciones ocupados y XXI, 1969; H. Spencer, Principios de sociología
adoptados por los agentes de producción, que (1904), Varios autores. Che cos'é lo siruiturulis-
son sus portadores (Trtiger) (v. Althusser y mo?, Milán, iu, 1971; Varios autores, Structura-
Balibar, 1969). La diversa ubicación de los lisme et marxisme, París, Union Genérale d’Édi-
objetos y de los agentes de la producción res­ tions, 1970.
pecto de las relaciones estructurales permi­
te definir la e. de cualquier sistema produc­ [GUSTAVO gozzi]
tivo (feudal, socialista o simplemente imagi­
nado, como aquél al que Marx llamó "el mudo
de producción m ercantil’’).
Finalmente, la escuela althusseriana recon­ etnia
sideró la relación e.-supercstructura dentro
de la e. global, llamada "con dominante”, de La e. es un grupo social cuya identidad se defi­
la sociedad. No se trata de una relación meca- ne por la lengua y cultura comunes, las tra­
nicista entre un fenómeno, o una apariencia, diciones y memoria histórica y el territorio.
y la esencia. Por el contrario, se trata de un La palabra e. parece que fue usada por pri­
condicionamiento recíproco de existencia. mera vez en 1896 en el libro ¡jes séleclions
Como la e. productiva fue la condición del sociales de Vacher de Lapouge. Es sinónimo
desarrollo de la e. jurídica (es decir del con­ de otras expresiones, como "comunidad étni­
junto de las relaciones jurídico-lormales entre ca y lingüística", "nacionalidad espontánea”,
los individuos), asi esta última constituye, a "nacionalidad sin estado”, etcétera.
su vez, la condición de existencia, en cuanto Hablar la misma lengua, estar radicados en
da forma a las relaciones de producción. El el mismo ambiente humano y en el mismo
conjunto de los niveles estructurales consti­ territorio, tener las mismas tradiciones, son
tuye la e. jerárquica de la sociedad caracte­ factores que constituyen la base de las rela­
rizada por el dominio alternativo de las dis­ ciones ordinarias de la vida cotidiana. Mar­
tintas e.: la e. del parentesco en la sociedad can tan profundamente la experiencia de los
primitiva; la e. política en la polis griega; la individuos que pasan a ser un elemento cons­
e. económica en la sociedad capitalista. titutivo de su personalidad y al mismo tiem­
La importancia de semejante construcción po definen los caracteres específicos del
teórica se mide en relación con la historia ya modo de vivir de una población. Por otro lado,
que permite construir el modelo de funciona­ las relaciones sociales, que son la consecuen­
miento de cualquier sistema productivo, cia de pertenecer a una misma e., crean inte­
modelo que sirve como hipótesis de trabajo reses colectivos y vínculos de solidaridad de
para lo histórico y al mismo tiempo como carácter comunitario.
600 ETNIA

Cabe observar que no hemos mencionado torios que pertenecen al estado español y al
la raza como criterio de base para definir la francés. Pero no existen estados cuyos confi­
e. El concepto de raza, en su uso más común, nes coincidan con los de un grupo étnico.
no tiene un fundamento científico. Los úni­ Lo dicho prueba la arbitrariedad de la seu-
cos objetivos para los que ha sido usado (y doteoria de las "características nacionales”,
continúa siéndolo) han sido los de justificar la cual postula la existencia de una afinidad
la discriminación y alim entar el odio racial, étnica entre los miembros de los estados
creando y manteniendo la hostilidad entre nacionales, que distinguiría a los italianos o
grupos humanos. En efeclu, las característi­ a los franceses del resto de la humanidad.
cas biológicas, trasm itidas por via heredita­ Esta teoría tiene la función de justificar la
ria, se distribuyen a lo largo de una linea con­ constitución de los estados nacionales y dar
tinua en las diversas partes del mundo, de un fundamento a la leyenda de los orígenes
manera que en cada grupo humano se puede de las naciones, según la cual la nación pre­
constatar la preeminencia de determinadas cedería al estado. En realidad la experiencia
características. Sin embargo, las caracterís­ histórica dem uestra que es el estado el que
ticas preeminentes de un grupo confluyen crea la nación. En efecto, los comportamien­
gradualmente hacia las de los grupos conti­ tos étnicos definen a grupos que se forman
guos, de modo que no es posible distinguir a y mantienen sin la intervención del poder
un determinado grupo basándose en caracte­ político. Por consecuencia la extensión de una
rísticas biológicas distintivas. Por otro lado, e. es del todo independiente de la dimensión
la genética y la antropología han puesto en territorial del estado y sus características no
claro que no existe una relación directa de dependen de la forma de organización políti­
determinación de las características psicoló­ ca del estado. Estas consideraciones perm i­
gicas a p artir de las biológicas, m ientras que ten pues distinguir la e. de la nación, enten­
las características hereditarias y la evolución dida como "ideología de un estado burocrá­
biológica de la especie humana están condi­ tico y centralizado”, la cual si tiene necesidad
cionadas en gran medida por factores de natu­ de un estado para mantenerse.
raleza histórico-social, o sea por el conjunto La extraordinaria vitalidad y fuerza de
de normas que regulan la reproducción y el resistencia que han demostrado las etnias,
matrimonio, las cuales a su vez dependen del incluso en los estados nacionales, a pesar de
sistema productivo, de la estructura de la la constante actividad centralizadora de los
organización política y de la forma de la gobiernos nacionales, prueba cuán arbitraria
cultura. y artificiosa resulta la operación política de
Cabe añadir todavía una observación en fusionar el estado con la nación. Las e. que
cuanto al territorio. De hecho, existen pueblos han continuado latentes en la época del nacio­
que han mantenido su identidad cultural nalismo no sólo no han perdido su sentido de
independientemente del vínculo con un terri­ identidad bajo la fuerza centralizadora y nive­
torio determinado, como los gitanos y los ladora del estado nacional unitario, sino que
judíos (antes de la constitución del estado de han renacido incluso en los estados naciona­
Israel). les de vieja constitución, como Francia y
Examinados los criterios que permiten defi­ España, y se consolidan gracias a la constan­
nir la e., se hace necesario distinguir la e. de te búsqueda y reivindicación de autonomía y
la nación (v.). La observación de las caracte­ participación politica.
rísticas étnicas pone en evidencia que se tra ­ Las instituciones federales se fundamentan
ta de grupos diferentes con respecto a los gru­ en un mecanismo que permite realizar (lo que
pos nacionales. En efecto, existen naciones en garantizaban en parte los imperios m ultina­
las que se asientan diversos grupos étnicos, cionales en el pasado) la coexistencia pacífi­
como por ejemplo Francia, compuesta ade­ ca y la igualdad de todos los pueblos, defen­
más de por franceses, por bretones, vascos, der su independencia y proteger sus derechos.
alsacianos, corsos, occitanos, catalanes y fla­ Permiten además evitar la fragmentación de
mencos; y existen etnias que están divididas determinadas áreas geográficas en pequeños
por fronteras de varios estados, como los vas­ estados sólo formalmente independientes,
cos y catalanes, los cuales se asientan en terri­ pero carentes, a causa de sus dimensiones, de
EUKOCOMUNISMO 601

los recursos políticos, militares y económicos portugués, no ha firmado las más im portan­
necesarios para adquirir una efectiva autono­ tes declaraciones "eurocom unistas” y no
mía internacional. Por ejemplo, Lafont ha comparte muchas de las posiciones públicas
puesto en evidencia que, en el marco de la del e. y, por otro lado, partidos comunistas
federación europea, sería posible una recom­ no europeos, como el japonés y el australia­
posición de grupos étnicos actualmente divi­ no. siguen la línea del eurocomunismo.
didos por las fronteras políticas. Analizando
el caso de Francia, propone la unificación de II. DIMENSIONES DEL EUROCOMUNISMO. Existen
la parte española de la región vasca con la varios modos posibles de identificar las carac­
parte francesa, del Rosellón con Cataluña, de terísticas constitutivas del e. Tratándose,
Córcega con Cerdeña, de la parte francesa de como hemos dicho, de un proceso, es conve­
la región flamenca con la parte belga, en una niente señalar que estas características, o al
forma tal que conciliara las exigencias de reu- menos algunas de ellas, pueden haber sido
nificacion de los grupos étnicos con la forma­ adquiridas antes por algunos partidos y sólo
ción de regiones dotadas de dimensiones y después por los otros, pueden haber penetra­
recursos productivos necesarios para asegu­ do profundamente en algunos y sólo superfi­
rar la independencia económica. cialmente en otros, y que por lo tanto los par­
tidos eurocomunistas se podrían clasificar a
bibliografía J. Beneyto, Las autonomías: el lo largo de una línea continua: de un máxi­
poder regional en España, Madrid, Siglo XXI, mo a un mínimo de e. Lo importante es tener
1980: G. Héraud, Pupoli e litigue d'Europa, Milán, presente que el ingreso en el ámbito euroco-
Ferro, 1966: R. Lafont. La revolución regionalista munista requiere la superación de un umbral
(1967). Barcelona, Ariel, 1968: S. Salvi, Le nazio- mínimo que marca una ruptura en la conti­
ni proibite, Florencia, Vallecchi, 1973. nuidad de las relaciones entre el partido
nco-eurocomunista y la tradición comunista
[LI CIO levi] encarnada en la Unión Soviética y definida y
redefinida por ella.
Aceptado lo anterior, quizá sea posible aho­
ra establecer dos dimensiones sintéticamen­
eurocomunismo te definibles como "leninism o” y “stalinis-
mo". Según su génesis histórica todos los par­
i. d e f in ic ió n . El término parece que fue acu­ tidos comunistas son leninistas en el sentido
ñado en 1975 por un periodista yugoslavo, de que tuvieron que aceptar las veintiuna
Frane Barbieri, corresponsal de periódicos tesis de Lenin para en trar a form ar parte de
italianos. Con él intentaba sintetizar algunos la Tercera Internacional. Sin embargo, lo que
procesos, muy complejos, que han llevado a aquí nos interesa a fin de comprender el e.
una diferenciación de las posiciones sobre son las actitudes y comportamientos de los
política internacional y sobre estrategia inter­ partidos comunistas respecto a tres dimen­
na entre el Partido Comunista de la Unión siones específicamente leninistas: la conquis­
Soviética y algunos partidos comunistas de ta del poder, la gestión del poder y la natura­
la Europa occidental (y, casi al mismo tiem­ leza del partido (su autopercepción).
po, el Partido Comunista Japonés y el austra­ Por lo que respecta a la conquista del poder,
liano). Rechazado en un primer momento por con modalidades y tiempos diversos, vincu­
los mismos partidos definidos como euroco- lados en parte a su experiencia histórica y a
munislas, que tenían la implicación relativa su existencia legal o clandestina, todos los
a la creación de un polo de referencia alter­ partidos comunistas de Europa occidental,
nativo y en contraste con la Unión Soviética, con la posible pero no segura excepción del
el término tiene actualmente un uso amplio partido portugués, han abandonado la vía
y generalizado. Con él se describe, más que leninista de acceso al poder a través de una
un fenómeno acabado, un proceso de trans­ insurrección. Con base en una fría valoración
formación en curso. Su delimitación geográ­ de las relaciones de fuerza internacionales,
fica no es del todo exacta, ya que al menos en un análisis detallado de la estructura de
un importante partido comunista europeo, el la suciedad italiana y de las consecuencias de
602 EL'ROCOMUNISMO

la guerra civil en Grecia (la "perspectiva grie- cas. socialistas y comunistas (el compromi­
ga”). Togliatti formalizó para el PCI (Partido so histórico) atenta a prevenir una repetición
Comunista Italiano) el principio de la "vía de la "perspectiva chilena”, o sea una vasta
parlam entaria al socialismo". Esta adquisi­ coalición de fuerzas anticomunistas de cen­
ción teórica de los comunistas italianos, en tro y de derecha, o una amenazadora reacción
el periodo inmediato de posguerra, por la que internacional. Cercanos a esta posición se
no existe ningún Palacio de Invierno que con­ encuentran los comunistas españoles, signa­
quistar, se difundió entre los comunistas fran­ tarios del acuerdo con los socialistas y con
ceses sólo después de la publicación del infor­ la Union de Centro Democrático conocido
me Jruschov sobre los crímenes stalinistas. como Pacto de la Moncloa. Los comunistas
El PCF empezó a hablar después de 1956 de franceses entraron desde 1972 en una alian­
una “vía pacífica al socialismo". Por razones za con los socialistas: Union de la Gauche,
obvias, el Partido Comunista Español conti­ basada en un programa común de gobierno,
nuó poniendo el acento en la necesidad de una abandonado en septiembre de 1977. La con­
"ruptura democrática" con el franquismo secuencia fue la derrota sufrida por los dos
hasta la transición que culminó en las elec­ partidos de izquierda en la consulta electo­
ciones libres de junio de 1977. Pero desde ra! de marzo de 1978. A la situación de socio
1972 el PCE había aceptado la idea y la pra­ minoritario en una triunfante coalición de
xis de una amplia alianza de tuerzas popula­ izquierda para el gobierno, los comunistas
res. En cambio, por razones también com­ franceses prefirieron entonces mantener su
prensibles. el Partido Comunista Portugués pureza de partido obrerista y de cuadros, o
creyó posible, bajo el empuje de la revolución sea mantener una organización estrecha y
de abril de 1974 que derrumbó al régimen de cohesionada, disciplinada y unitaria. Pero la
Salazar-Caetano, intentar la conquista del opción rechazada anteriorm ente se impuso
poder con el apoyo de los oficiales de izquier­ después de la victoria de M ilterrand en las
da. El fracaso de esta operación ha puesto en elecciones presidenciales y de la conquista de
movimiento un proceso de autocrítica, aun­ la mayoría absoluta de los escaños por parte
que más bien lento y no lineal. Los demás par­ de los socialistas en las legislativas de 1981.
tidos comunistas de Europa occidental, con Al sufrir una seria pérdida electoral, el PCF
la excepción del Partido Comunista Griego tuvo que aceptar una participación subalter­
(llamado "desde fuera” filosoviético) han na en el gobierno presidido por el socialista
aceptado en todo la vía parlam entaria al Mauroy. Finalmente, los comunistas portu­
socialismo. gueses. después del fracaso de la vía insurrec­
Naturalmente existen grandes diferencias cional, se han replegado a la búsqueda de una
entre los diversos partidos, según su luerza alianza con los socialistas, clara y repetida­
electoral, según sus posibilidades de lograr mente rechazada poi éstos. Además de los
ejercer concretamente el poder político y casos mencionados, también en Suecia los
según la estrategia que intentan llevar a cabo comunistas desempeñan una función relevan­
para obtener el poder político. En algunos te; dado el estrecho margen existente entre
casos la cuestión ni se plantea, dada la esca­ la coalición burguesa y el Partido Social-
sa consistencia de algunos partidos comunis­ dcmócrata, los votos comunistas han sido a
tas (por ejemplo el británico y el austríaco). menudo determinantes, aunque no fueron
En otros casos, como en Islundia v Finlandia, contratados abiertam ente ni tampoco han
los partidos comunistas han estado forman­ recibido compensaciones políticas explícitas.
do parte a menudo del gobierno, en coalicio­ El leninismo no fue solamente una teoría
nes en las que no eran los socios dominantes. de la conquista del poder, sino también una
A causa de su potencial de coalición y de teoría de la gestión del poder: la dictadura del
su consistencia electoral y parlamentaria, los proletariado. También en esta dimensión, con
partidos que han atraído mayor atención son diversas variaciones y tiempos, los eurocomu-
los de Francia, Italia, Portugal y España. Sus nistas se han alejado de la concepción leni­
estrategias presentan diferencias significati­ nista, hasta el punto de abandonar explícita­
vas. Por un lado podemos situar al PCI favo­ mente la teoría. Para el PCI no fue necesario
rable a una amplia alianza de fuerzas católi­ un repudio formal, ya que su tradición y su
EUROCOMUNISMO 603

elaboración teórica estaban ya lejos de la dic­ a las purgas y se deja un cierto espacio a los
tadura del proletariado, modificada por la disidentes, que a veces es conquistado por
formulación gramsciana de hegemonía, a con­ ellos mismos; los grupos parlamentarios han
quistar en la sociedad a través de una acción adquirido una indispensable autonomía de
de penetración cultural, anterior al acceso al funcionamiento y decisión; los sindicatos,
poder. Con ello la dictadura del proletariado para bien o para mal. son sensibles a otras
era ya un concepto obsoleto incluso antes de demandas y no sólo responden a las órdenes
que empezara la revisión de los elementos del partido, sino a una lógica distinta de la
leninistas todavía presentes en un cierto plan­ disciplina de partido, en relación con los cam­
teamiento de la hegemonía. Por su lado, los bios acaecidos en sus grupos de referencia
partidos com unistas francés y español, socioeconómicos.
impregnados más profundamente de leninis­ Sin embargo, es la persistencia del centra­
mo y carentes de una tradición marxista lismo democrático lo que parece constituir el
autóctona, han procedido a un abandono a talón de Aquiles de los partidos eurocomunis-
bombo y platillo de la dictadura del proleta­ las que dicen haber renunciado al leninismo.
riado. Con un procedimiento típico el PCF La crítica que se les hace es que un partido
ratificó, en ocasión de su 22o. Congreso en organizado según principios decididamente
febrero de 1976. una decisión tomada en el jerárquicos y centralizados puede recurrir
vértice del partido al respecto. Los comunis­ fácilmente a métodos no democráticos y
tas españoles se liberaron por via rápida del potencialmente es un arm a organizativa en
leninismo después de una amplia discusión condiciones de derrotar o marginar a los
en los diversos congresos regionales y des­ potenciales socios gubernamentales. Su pro­
pués de un apretado voto en el seno del 9o. ceso decisional interno no ofrece ninguna
Congreso nacional, en abril de 1978. garantía de que los derechos de las minorías
El leninismo es también una concepción sean respetados o sus opiniones y preferen­
específica del partido que a menudo se ha cias escuchadas o tomadas en consideración,
identificado polémicamente con el aspecto del ni siquiera es seguro que surja efectivamen­
centralismo democrático. Ahora bien, el pro­ te como vencedora la linca politica com par­
ceso de alejamiento del leninismo que han tida por la mayoría. Una minoría organizada
sufrido y están sufriendo los partidos euro- puede adueñarse del partido y dirigirlo a su
comunistas se valora también con base en la gusto.
eventual disminución del coeficiente de leni­ La cuestión del centralismo democrático,
nismo en la organización del partido en sus vinculado al problema todavía sin resolver de
cuatro componentes cruciales: centralismo la democracia interna de los partidos, está
democrático, control del partido sobre el gru­ cargada de un potencial emotivo y simbólico
po parlamentario, sindicatos como correa de que a menudo ha afectado el análisis concre­
trasmisión del partido, purgas frecuentes e to de las variaciones acaecidas en el funcio­
intensas de afiliados y militantes. namiento efectivo de dicho centralismo demo­
En un cierto sentido, al venir a menos el crático en los partidos euroeomunistas. En
centralismo democrático como praxis opera­ lineas generales, al menos tres factores tie­
tiva dentro de los partidos euroeomunistas, nen una notable relevancia en la valoración
declinaron o desaparecieron los otros tres de las distintas variedades de centralismo
componentes de un partido organizativamen­ democrático: la dimensión del partido en tér­
te leninista. Del mismo modo, los cambios minos de afiliados y de unidades básicas (célu­
acaecidos en la esfera política de las demo­ las y secciones), la homogeneidad heteroge­
cracias occidentales han hecho obsoletos y neidad en el conjunto del partido y. entre los
muy costosos, en términos de energía y ren­ afiliados, la autodefinición del partido.
dimiento político, los intentos de subordinar En una primera aproximación, los partidos
a los grupos parlamentarios, guiar a los sin­ se sitúan en un continuum que va de los par­
dicatos, expulsar a todos los miembros disi­ tidos pequeños con apoyo social homogéneo
dentes, etc., pero más que todo resulta con­ y que se definen como vanguardia de la clase
traproducente para la imagen y funcionalidad obrera, a los partidos grandes, con apoyo
misma del partido. Asi pues ya no se recurre social heterogéneo y que se definen como el
604 EUROCOUL'NISMO

PCE como “una organización política de van­ a su vez en la estrategia. Un partido de cre­
guardia de la clase ubrera y de las fuerzas yentes, de militantes, de revolucionarios de
progresistas de todos los pueblos de España" profesión, puede fijarse el objetivo de la palin-
o como el PCI que "es órgano de los obreros, génesis revolucionaria; un partido laico de
trabajadores, intelectuales, ciudadanos" adherentes a un programa se fijará como
(mientras que el PCF se dice “el partido de objetivo la transformación social a través de
la clase obrera de Francia" y el PCP "el par­ reform as socioeconómicas estructurales,
tido político del proletariado portugués”). radicales c incisivas.
Pero incluso partidos pequeños, como el Par­ Analizado el componente "leninista”, pase­
tido Comunista Sueco, pueden tener un apo­ mos al componente "stalinista". Aunque
yo relativamente heterogéneo y dejarse llevar obviamente el stalinismo tuvo efectos gravo­
por exigencias y demandas no controladas sos y duraderos en la estructura de los p arti­
desde el centro. En definitiva lo que cuenta dos comunistas, en términos de burucratiza-
en el centralismo democrático es la voluntad ción y de culto a la personalidad, su rasgo más
de los grupos dirigentes de dom inar los flu­ distintivo se encuentra en la absoluta sumi-
jos de información y la formación de las pre­ 'sión de los intereses y estrategias de los par­
ferencias políticas (y su capacidad para lle­ tidos comunistas (y no sólo de los de Europa
varlo a cabo) o tal vez su disponibilidad para occidental) a la defensa de la construcción del
mantener abiertos los canales de comunica­ "socialismo en un solo país” y por lo tanto
ción o de influencia política. En conclusión, a los intereses de la Unión Soviética. Concre­
la misma posibilidad de gobernar y de gober­ tamente, el componente stalinista en este con­
nar bien dependerá del tipo de modelo deci- texto está constituido por la dimensión del
sional interno en el que se transform e o se apoyo dado por los partidos comunistas a la
haya ya transformado el centralismo demo­ política exterior soviética. Por lo tanto, res­
crático, Aunque se puedan introducir correc­ pecto a esta dimensión, las posiciones auto­
tivos al centralismo democrático, como la nomistas y las desviaciones respecto a las
posibilidad del voto secreto sobre tesis o per­ opciones soviéticas califican a los partidos
sonas, el verdadero contrapeso lo da la com­ como eurocomunistas.
petencia electoral y la fuerza de las otras Las etapas de este proceso son diversas y
organizaciones políticas. Como para todos los tienen intensidad y grados de apoyo bastan­
otros partidos, las eventuales degeneraciones te diferenciados. El prim er paso lo dio Tito
antidemocráticas de los partidos comunistas con la ruptura entre Yugoslavia y la Unión
pueden ser bloqueadas o derrotadas sólo por Soviética en 1948, pero quedó como un hecho
una sociedad fuerte o articulada. La historia aislado. El segundo paso, provocado por las
de Europa occidental, cuna del e., parece insurrecciones en Polonia y Hungría en 1956,
dem ostrar que las instituciones políticas de se apoya por un momento en los movimien­
las democracias occidentales han sido lo bas­ tos nacionalistas, para regresaren seguida al
tante fuertes o flexibles para integrar el reto aprecio de la causa soviética y verse obliga­
comunista, obligando a los partidos comunis­ do Togliatti a repudiar su doctrina del poli-
tas a cam biar en sí mismos o a resignarse a centrismo. El tercer paso es el cisma chino-so­
un papel de oposición m inoritaria perm a­ viético en 1961 y la imposibilidad para la
nente. Unión Soviética de obtener una condena rati­
La autudefinición del partido, sus transfor­ ficada por todo el movimiento comunista
maciones en el trascurso del tiempo hacia una internacional. El cuarto e importantísimo
configuración más abierta y más laica cons­ paso es el testamento político de Togliatti.
tituyen la tercera dimensión con la que se conocido como Memorándum de Yalta, de
puede medir el alejamiento del leninismo, o 1964. En él se encuentran claramente estable­
sea de la concepción de un partido de van­ cidos los principios de la unidad en la diver­
guardia de clase, que enseña y guía, controla sidad de los partidos que forman parte del
y ordena, depositario único e infalible de la movimiento comunista internacional, de la
verdad política y de la linea estratégica. opción estratégica autónoma por parte de los
Según esta misma dimensión se puede medir diversos partidos, del rechazo de un centro
también la laicización del partido que incide organizativo. El quinto paso fue la condena,
EUROCOMUNISMO 605

por parte de un buen número de partidos tras las relaciones entre el mundo occidental
comunistas occidentales (entre ellos el PCI, y la Unión Soviética estaban marcadas por la
el PCF y el PCE), de la intervención soviética dureza de la guerra fría, por una serie de razo­
contra la Primavera de Praga de Dubcek en nes que iban de lo ideológico a lo financiero,
agosto de 1968. Después de ello, el sexto paso de lo político a lo estratégico, los partidos
y quizá el más im portante está representado comunistas se veían obligados a mantener en
por el proceso de convocación y por los resul­ alto el nivel de identificación con "la gran
tados de la Conferencia de los partidos comu­ combatiente antifascista y antim perialista”,
nistas europeos celebrada, después de varios con la "patria del socialismo”. La tensión
aplazamientos, en Berlín oriental a finales de entre las dos esferas de influencia impidió el
junio de 1976. surgimiento de matices y diferenciaciones: se
La declaración final de dicha conferencia pertenecía a un campo o al otro.
no fue firmada por varios partidos, no se con­ El inicio de la distensión, los diversos pro­
sideró vinculante, reafirmó la independencia cesos de apertura política y el nuevo clima
de cada partido, aprobó el diálogo de los que se iba creando en un nivel internacional
comunistas con fuerzas progresistas no pcrrriitieron a los partidos comunistas redu­
comunistas y sobre todo no mencionó el inter­ cir su identificación con la Unión Soviética
nacionalismo proletario (sustituido desde y por tanto presentarse de una manera dife­
entonces por la "solidaridad internacional”), rente, mucho más autónoma, a los ojos de los
no propuso una línea política general común, electorados occidentales. Además, las mismas
no habló de dictadura del proletariado. El sociedades democráticas occidentales, cuyas
resultado final, todavía con carácter tempo­ instituciones se habían consolidado, se sen­
ral, de este proceso fue que la política exte­ tían mucho más confiadas en su capacidad de
rior era ya el único mínimo común denomi­ resistencia al reto comunista y permitieron
nador de intereses entre la Unión Soviética una competencia política más vivaz. A su vez,
y los partidos comunistas de Europa occiden­ teniendo en cuenta la imposibilidad de recu­
tal (c incluso oriental). rrir a caminos distintos de los electorales y
Si como conclusión integramos los movi­ parlamentarios, de acuerdo con los ritmos
mientos a lo largo de las dos lineas y los dos antes mencionados, los partidos comunistas
componentes (leninismo y stalinismo), obten­ fueron obligados a adaptar sus estrategias a
dremos los ejes sobre los que se mueven los los contextos en que debían operar. Surgie­
partidos eurocomunistas y podremos valorar ron así, y no podía ser de otra manera, las ten­
su e. precisamente con base en su alejamien­ dencias autonomistas y reform istas que
to del leninismo y del stalinismo. Por otro caracterizan al e.: autonomismo entendido
lado, por tratarse cíe un proceso, aunque algu­ corno opción de la estrategia peculiar en cada
nos elementos del mismo parecen irreversi­ país y refonnismo como rechazo de las moda­
bles, no se excluyen pasos hacia atrás. En par­ lidades leninistas de conquista y de gestión
ticular un partido se puede "cerrar” después del poder. Cabe añadir que ciertas tendencias
de una derrota electoral o para tom ar aire autonomistas aparecieron también en el seno
situándose en una posición más cómoda; un del movimiento comunista internacional, en
partido puede creer oportuno dar un apoyo Yugoslavia, Hungría, Polonia, China y Ruma­
condicionado a la política exterior soviética, nia, y finalmente en la Primavera checoslo­
etc. Las oportunidades y los vínculos, las vaca que fue la síntesis del autonomismo y
potencialidades y las limitaciones del e. pue­ reformismo. Todo ello expresaba con moda­
den valorarse mejor después de determ inar lidades diversas y con diferentes énfasis la
las condiciones genéticas y las causas del búsqueda de un socialismo distinto, más
nacimiento del fenómeno eurocomunista. apropiado a las condiciones de los países en
particular, independientemente del modelo
Fundamentalmente
n i. o k ig f . x e s y c o n d ic io n e s . soviético.
son dos las condiciones que dan origen al e. Bajo muchos puntos de vista el empuje
En prim er lugar el proceso de distensión decisivo del e., el verdadero cambio de rum­
internacional y en segundo la evolución de las bo. lo constituyó el análisis y la valoración del
sociedades democráticas occidentales. Mien­ experimento checoslovaco y su trágica con­
600 EUROCOMUNISMO

clusión. De ello salieron reforzadas no sólo iv. contenidos. Además de caracterizarse, en


las propensiones autonomistas y reformistas el aspecto negativo, como crítica al modelo
de los partidos eurocomunistas, sino que tam­ soviético, rechazando la subordinación en
bién se abrió camino a un juicio crítico sobre política exterior y abandonando los compo­
la política de potencia hegemónica de la nentes leninistas histórica y espacialmente
Unión Soviética y a una valoración menos dados, ¿puede el c. caracterizarse en un
positiva del balance de la construcción del aspecto positivo? ¿Su reformismo es sola­
socialismo en los países de Europa oriental. mente el rechazo de la vía insurreccional y la
A este propósito surgen diferencias signi­ indicación de una vía electoral y parlam en­
ficativas entre los partidos. Limitándonos a taria, entendida tácticamente, o bien tiene raí­
los de Europa meridional, los portugueses no ces más profundas? Naturalmente para pro­
formulan en la práctica ninguna crítica y se fundizar en esta temática seria necesario pro­
alinean con la posición de la Unión Soviéti­ ceder a un minucioso análisis histórico de las
ca. Los franceses concluyen oficialmente que variaciones que se han ido introduciendo
el balance del socialismo en los países del este poco a poco en el léxico de los partidos comu­
es "globalmente positivo" (Marcháis en el nistas occidentales. Nos limitaremos a pre­
XX1I1 Congreso de mayo de 1979), pero Jean sentar la formulación más avanzada suscri­
Elleinstein habla de la Unión Soviética como ta por los partidos francés, italiano y espa­
de un ■antimodelo”. Los italianos, reaiirman- ñol en la cumbre de Madrid del 2 y 3 de m ar­
do por un lado el valor histórico de la ruptu­ zo de 1977.
ra revolucionaria de 1917, llegan a la conclu­ "Los comunistas españoles, franceses e ita­
sión de que las experiencias actuales presen­ lianos tienen como objetivo trabajar para la
tan un socialismo con rasgos contrarios a la construcción de una nueva sociedad en el plu­
libertad. A través de la pluma de Carrillo, el ralismo de las fuerzas políticas y sociales y
Partido Comunista Español no se limita a cri­ en el respeto, la garantía y el desarrollo de
ticar la falta de libertad, sino que pone de todas las libertades individuales y colectivas:
relieve los elementos antidemocráticos del libertad de pensamiento y de expresión, de
estado soviético y auspicia una transform a­ prensa, de asociación y de reunión, de mani­
ción en la linea de un verdadero estado demo­ festación, de libre circulación de las personas
crático de los trabajadores. dentro y fuera del país, libertad sindical, auto­
Respecto a lo anterior, está claro que Carri­ nomía de los sindicatos y derecho de huelga,
llo toca el límite extremo de la autonomía que inviolabilidad de la vida privada, respeto al
los soviéticos pueden tolerar para los e.: sufragio universal y posibilidad de la alter­
poner en duda la misma legitimidad del socia­ nancia democrática de las mayorías, liberta­
lismo en la Unión Soviética. No se trata ya de des religiosas, libertad de la cultura, libertad
una cuestión de disensiones sobre aspectos de expresión de las diferentes corrientes y
particulares ni de un tibio apoyo a las opcio­ opiniones filosóficas, culturales y artísticas.
nes de política exterior ni de rechazo a ele­ Esta voluntad de construir el socialismo en
mentos doctrinales: se toca el verdadero la democracia y en la libertad inspira las con­
núcleo del problema de las relaciones entre cepciones elaboradas con plena autonomía
los partidos comunistas y la Unión Soviética. por cada uno de los tres partidos. Los tres
De lodos modos, el análisis y el juicio sobre partidos intentarán desarrollar en el futuro
la Unión Soviética y sobre el socialismo en los la solidaridad intem acionalista y la amistad
países orientales, unidos al apoyo a los disi­ con base en la independencia de cada parti­
dentes, se han convertido, más que en posi­ do, la igualdad de derechos, la no injerencia,
ciones diferenciadas sobre problemáticas de el respeto a la libre opción de caminos y solu­
política exterior, en la piedra angular de la ciones originales para la construcción de
solidez y difusión del e. El carácter regional sociedades socialistas que correspondan a las
no es tan importante, ya que al menos dos de condiciones de cada país."
los partidos más influyentes (el francés y el En otras ocasiones (por ejemplo en la decla­
portugués) no parece que quieran ir mucho ración conjunta PCF-PCI del 15 de noviembre
más allá en su critica eventual del modelo de 1975), los partidos eurocomunistas habían
soviético. dado respuesta a una objeción a menudo plan­
EL'ROCOMl'NISMO 607

teada señalando que su aceptación de la vida meridional en una coalición gubernamental


democrática tiene un valor de principio. "Esta constituye un triple reto. En prim er lugar se
posición no es táctica sino que se deriva de trata de un reto a la solidez de las institucio­
un análisis de las condiciones objetivas e his­ nes democráticas del país en cuestión, a su
tóricas específicas de cada país y de la refle­ capacidad de adaptarse a un cambio cualita­
xión sobre el conjunto de las experiencias tivo sin temores y sin cesiones (y esto vale
internacionales.” también para las instituciones internaciona­
les del mundo occidental). En segundo lugar,
v. conclusión:ELRLTO EUROcoMiNtSTA. Admitidos por su misma existencia, constituirá un reto
en el gobierno en la fase de crisis que se cono­ para el mundo oriental: transformaciones
ce con el nombre de reconstrucción, los par­ incisivas en coaliciones amplias de fuerzas
tidos comunistas italiano y francés aceptaron progresistas podrían reforzar los elementos
(o soportaron) verse apartados cuando la de disensión dentro de los países orientales
situación interna e internacional cambió drás­ y dar respiro a los elementos liberalizantes
ticamente. En el gobierno de la prim era fase presentes en el liderazgo soviético.
posrevolucionaria, el partido portugués inten­ Finalmente, el tercer y mas importante reto
tó arduamente crear condiciones favorables recae sobre los mismos partidos eurocomu-
para su permanencia indefinida, pero una vez nistas. Consistirá en su capacidad de refor­
derrotado, fue relegado a la oposición. Cohe­ m ar las propias sociedades democráticamen­
rentemente democrático, el Partido Comunis­ te al mismo tiempo que transformen la pro­
ta Español ha desarrollado su acción de pia organización de partido aflojando más y
cooperación-competencia con rigor. Otros más los vínculos con la Unión Soviética has­
partidos, como los ya mencionados islandés ta su desaparición completa. Y esto lo han de
y finlandés, entran y salen de las respectivas hacer sin gestos clamorosos ni rupturas trau­
coaliciones gubernativas según los resultados máticas. evitando provocar daños en las rela­
electorales y el clima político. ¿Qué signifi­ ciones internacionales o debilitar al propio
cado tiene todo ello? ¿Se trata de una acep­ partido, que es la clave de su obra de trans­
tación incondicional, en los hechos y en las formación. Reformismo incisivo y coherente,
conductas, de las reglas de la democracia polí­ transformación del centralismo democrático,
ticas, de la alternancia decretada por las com­ abandono de relaciones privilegiadas con la
peticiones electorales? Unión Soviética: éstas son las tareas que se
Con las diferencias anteriormente mencio­ plantean a los partidos eurocomunistas.
nadas la respuesta no puede ser sino positi­ El e. es un proceso que viene de lejos, que
va. Pero el problema se plantea teniendo en ha superado umbrales y saltado obstáculos,
cuenta la solidez de las instituciones demo­ que ha sufrido derrotas y ha dudo pasos atrás,
cráticas y la confianza y el grado de acepta­ que tiene dimensiones internas e internacio­
ción por parte de la opinión pública a dichas nales, que es portador de elementos de esta­
instituciones, por un lado, y la penetración bilización y de desestabilización al mismo
de ideas y de conductas democráticas en los tiempo. En definitiva constituye uno de los
dirigentes comunistas y en las organizaciones aspectos más significativos de los esfuerzos
cercanas al partido. En general parece plau­ de transformación social y de control demo­
sible que los diversos partidos y organizacio­ crático de la misma que se han emprendido
nes colaterales más o menos vinculados a en los sistemas políticos occidentales. Y como
ellos no estén dispuestos a poner en juego las tal se ha de analizar, criticar y comprender.
ventajas derivadas de la expansión de la
democracia para adueñarse del poder e ins­ blblioorafIA: Communism and political systems
tau rar una experiencia de democracia popu­ in Western Etirope, a cargo de D. Albright, Boul-
lar de la que ya han visto y criticado, con der, Westview Pre>s, 1979; D.L..VI. Blackmer,
mayor o menor fuerza, todas sus limitaciones, Unity in diversity: ¡¡alian communism and rhe
imperfecciones y degeneraciones. communist world, Cambridge, mit, 1968; II
Ño cabe duda, por otro lado, que una trans­ comunismo in Italia e Francia, a cargo de D.L.M.
formación de tan grande alcance como el Blackmer y S. Tarrow, Milán, Etus Libri, 1976:
ingreso de un partido comunista de Europa S. Carrillo, Eurocomunisnto y estado, Barcelo­
608 EXTREMISMO

na. Crítica, 1977; F. Claudia, Eurocotmmismo y orientación (en el terreno doctrinal), un com­
socialismo, Madrid, Siglo XXI, 1977; A. Kriegel, portamiento o un verdadero modelo de acción
¿Comunismo diferente? (1977), Madrid, Rialp, política adoptado por un movimiento, por un
1979; N. Mclnnes, Los partidos comunistas de la partido o por un grupo político que rechaza
Europa occidental (1975), Barcelona, Ibérica, las reglas del juego de una comunidad políti­
1977; G. Pasquino, Organizptianal models of ca, al no reconocerse en los fines, en los valo­
Southern European communist parties, Johns res y en las instituciones propuestas a la vida
Hopkins Occasional Paper núm. 29, abril de pública y que actúan para modificarlas radi­
1980; A. Rizzu. La frontiera dell'eurocomunismo, calmente. En última instancia, lo que carac­
Bari, Laterza, 1977; A. Rubbi, / partiti comunis- teriza al e. es la tendencia a ver las relacio­
ti dtll’Europa accidéntale, Milán, Teti, 1978; M.L.
nes políticas en términos de alternativas radi­
Salvación, Eurocomunismo e socialismo sovié­ cales y el consiguiente rechazo de la gradua-
tico (Prohlcmi attuali del PCI e del movimento lidad y de la parcialidad de los objetivos, la
operaiol, Turín, Einaudi, 1978; R.N. Tannahill, repulsa del negociado y del compromiso, el
The communist parties of Western Europe, West- pedido urgente del "todo y al momento”. En
port, Greenwood Press. 1978; / partiti comunis- esta acepción, el término acaba por acercar
ti delTEuropa mediterráneo, a cargo de H. Tim- su significado (en el uso corriente) al de radi­
mermann, Bolonia, II Mulino. 1981; Eurocommu- calismo y al de maximalisma, de los cuales
nism and déteme, a cargo de R. Tokes, Nueva siempre había andado separado.
York, University Press. 1979; B. Valli. Los euro- El e. es un fenómeno que se repite en la his­
comunistas (1976), Barcelona, DOPESA, 1977. toria política moderna y contemporánea y ha
dado lugar a una gran variedad de movimien­
[gianpranco pasquino] tos sociales y políticos, sobre todo en épocas
criticas de intensa movilización social y de
profundas transformaciones de los órdenes
europeísmo, v. u n if ic a c ió n e u r o p e a productivos e institucionales. La sociología
política, algo sumariamente, ha clasificado
dos variantes fundamentales. Hay un tipo de
extremismo e. convencional considerado “de derecha”,
emanación directa de clases y categorías suje­
I. EL EXTREMISMO COMOCATEGORIA SOCIOLOGICA. El tas a pérdidas repentinas de posición y de sta­
térm ino "e." lleva implícita una connotación tus y a una drástica reducción de su influen­
negativa que reclama remotos antecedentes cia política. Es el e. de quienes "tuvieron”,
filosóficos; ya en la ética aristotélica el equi­ cuya acción política se vuelve hacia la defen­
librio, la racionalidad y la virtud coinciden sa a ultranza y la reconquista de las prerro­
con el justo medio, mientras que los extremos gativas político-sociales tradicionales pro­
son las pasiones de las que hay que huir. La pias. El comportamiento extremista de estos
convicción arraigada en el sentido común de grupos se concreta históricamente en el naci­
que ni medio stat virtus traspuesta al plano miento de movimientos y de partidos porta­
político sugiere como ideal al cual conformar dores de una práctica subversiva y violenta,
el comportamiento político la moderación, el que rechazan los vínculos formales de una
centralism o y el statu quo. reducción del conflicto a controversias pro­
En la literatura política el concepto no ha pias de la tradición parlamentaria.
sido capa 2 de emanciparse completamente de En el polo opuesto, surgido con frecuencia
esta hipoteca peyorativa. Aun en relación con simultáneamente con el de derecha, hay un
la ubicación y la conducta de algunos p arti­ e. de izquierda, cuya matriz social puede más
dos y grupos parlam entarios (piénsese en la bien rastrearse en las clases que “nunca han
Estrema, surgida del parlamento posterior al tenido", que por lo tanto radica, según algu­
Risorgimento en oposición intransigente al nas escuelas sociológicas, en la clase obrera
extendido transformismo)* “e.” indica una y en el subproletariado, favorecido por el bajo

* Transform ism o es. en Italia, la práctica de form ar líelos, con el fin de superar la política de grupos y las
mayorías parlamentarias con exponentos de varios par- m aniobras tradicionales, [i.]
L X T R li.M l.S M O WW

nivel de instrucción y de cultura de los gru­ e. de izquierda, para sus críticos marxistas,
pos sociales más desheredados y por ello mis­ tiene consecuencias graves en el plano de la
mo inclinado —tal es la opinión por ejemplo táctica política. De él se originan en efecto el
de Lipset— a representaciones simplificadas rechazo de todo compromiso y por lo tanto
y maniqueas de la realidad sociopolitica. El de toda alianza aunque sea parcial y tempo­
síndrome extremista, en esta interpretación, ral, el abstencionismo parlamentario, el
encuentra su máxima expresión política en rechazo a trabajar en los sindicatos “ refor­
los movimientos y en los partidos comunis­ mistas", la subvaluación de !a necesidad de
tas y en su intransigente contraposición a la dar marcha atrás y, de un modo más general,
democracia parlam entaria. de la "guerra de posiciones”, la falta de com­
Finalmente, según otros estudiosos, tenden­ prensión ante las reivindicaciones nacionales
cias extremistas prosperan en todo movimien­ y democráticas de los pueblos, etcétera.
to social en status nascenti, en tanto portador En el plano historiográfico, la suma de
en la fase de búsqueda de una identidad pro­ estas características pertenece a una veta del
pia de "fines no negociables" y de formas de movimiento obrero internacional, al que suele
lucha en consecuencia radicales. El proceso designársele como e. histórico, cuyo denomi­
de institucionalización, al que está sujeto todo nador común es la polémica, explícita o sub­
movimiento social, tiene como efecto remitir terránea, con por lo menos una de las partes
la vocación extremista a la intransigencia en constitutivas de la doctrina leninista: la teo­
el cauce del negociado, del compromiso y de ría del partido, del estado, del imperialismo.
la gradualidad. En el interior del e. histórico, sin embargo,
puede distinguirse entre componentes clara­
ii. extremismo Ycomunismo. En el ámbito de la mente caracterizados, como la sindicalista
cultura marxista, sobre todo después del (iww, shopstewards, etc.) o la de consejos
opúsculo de Lenin sobre El “izquierdismo", (Pannekoek, Korsch, etc.) o la trotsquista y
enfermedad infantil del comunismo, el con­ otras menores.
cepto indica una desviación de izquierda den­ Al e. histórico se adhirieron, en el umbral
tro del movimiento obrero, contrapuesta a (y de los años setenta, muchas posiciones de la
provocada por) la desviación de derecha, el izquierda estudiantil y extraparlam entaria,
oportunismo, pero menos grave que aquélla. identificando dentro del patrimonio teórico
Sin embargo, incluso el e., como por lo demás y práctico del e. cuanto de positivo ha produ­
el oportunismo, tiene raíces de clase, objeti­ cido el movimiento obrero desde Marx en ade­
vas: éstas residen en la penetración en el lante, y su conciencia critica, aunque mino­
movimiento obrero de elementos pequeño- ritaria y discriminada. Ante la degeneración
burgueses, que atraen dentro de sí sus exas­ del socialismo real y la burocratización de los
perados resentimientos de estratos expropia­ partidos obreros tradicionales, el e. históri­
dos y proletarizados del capitalismo. co y contemporáneo, hasta el límite de sus
Desde un punto de vista doctrinal, en las versiones más violentas y terroristas, es con­
raíces de la desviación extremista está antes siderado ya no como la enfermedad infantil
que nada la fallida asimilación del método del comunismo, sino como remedio a su
dialéctico. El método de análisis del e. es más enfermedad senil.
el de la lógica clásica que el de la dialéctica
marxista. Para resolver la contradicción A-no BIBLIOGRAFIA. G.M. Bravo, Critica dell'estremis-
A la única m anera es suprim ir uno de los dos mo, Milán, II Saggiatore, 1977; R. Campa (comp.),
términos. Por ejemplo, la contradicción entre Estremismo e radicalismo, Milán, 1969; G. y D.
desarrollo de las fuerzas productivas y rela­ Cohn Bcndit, El izquierdismo, remedio a la enfer­
ciones de producción no aparece resuelta, dia­ medad senil del comunismo (1968), México, Gri-
lécticamente, negando la negación y afirman­ jalbo; V.I. Lenin, El “izquierdismo", enfennedad
do una sintesis que acoge y supera lo positi­ infantil del comunismo (1920), en Obras comple­
vo de la tesis. Para el e. tertium non datur. su tas, Madrid, Akal, 1978, t. xxxm; S.M. Lipset, El
concepción es diádica y no triádica. El socia­ hombre político, Buenos Aires, Eudcba.
lismo niega al capitalismo en su totalidad.
Esta actitud metodológica implícita en el [SILVANO BELUGNl]
fabianismo

i f.l termino. En 1883. por obra de un grupo cuestión más delicada y debatida. Muchos
de intelectuales, entre los que se encuentran sostienen que el f. es un fruto del liberalis­
Sidney Webb, George Bernurd Shaw. Annie mo inglés que no ha sido afectado por el mar­
Besant y Edward Pease. se constituye una xismo: en prim er lugar, los mismos marxis­
asociación privada con el objeto de "contri­ tas, ansiosos de dem ostrar que los fabianos
buir a la reconstrucción de la sociedad de no conocían a Marx; en segundo lugar, los
acuerdo con sus más altas posibilidades socialistas ingleses, que no quieren adm itir
morales”. La asociación se inspira en la estra­ que su socialismo tenga un modelo distinto
tegia contemporizadora llevada a cabo en la del socialismo de Robert Owen y de los re­
guerra del cónsul romano Quinto Fabio Máxi­ formadores sociales; finalmente, los Cabía­
mo, y adopta, por lo tanto, el nombre de nos, orgullosos de la posición singular ad­
Fabian Society. El término f. se hace famoso quirida por la asociación en el contexto so­
sólo a partir de 1889 al indicar el "socialis­ cial inglés.
mo británico” elaborado en los Fahian essays En realidad no se puede negar el influjo del
in socialism. Esta recopilación —que es la marxismo sobre el f.: los fabianos de la ” 0 1 d
transcripción de un ciclo de conferencias— Gang” conocían muy bien El capital, y vn las
examina en un contexto orgánico “las bases discusiones quincenales del Hampstead His­
del socialismo”, "la organización de la socie­ torie Club, centro fundado para el estudio y
dad”, "la transición a la socialdemocracia”. la difusión del marxismo en Inglaterra que
Las propuestas se refieren a la fiscalidad albergaba entre sus admiradores a eminen­
redistribuidora, u la cstatización o la muni­ tes fabianos, la teoría del valor de Marx se
cipalización de la parte de la economía que convirtió en un punto central de interés fabia-
de otra forma habría dado origen a grandes no en relación con el marxismo, siendo la pla­
monopolios privados, a la reducción de la ren­ taforma de toda elaboración económica pos­
ta inmobiliaria, a la legislación social para la terior. Si se tiende a separar el f. del marxis­
protección del trabajo y de la infancia, a la mo se debe en gran parte al hecho de que el
absorción de la desocupación mediante los f. se aparta, con la adopción de posiciones ofi­
trabajos públicos, a la emancipación políti­ ciales muy precisas, del revolucionarismo de
ca de la mujer y a la aplicación del método la Social Democratic Federal ion, abandera­
de investigación de las ciencias a la refurma da del marxismo en Inglaterra, y ante el fra­
s o c i a l . I. caso de estos métodos, el f. supera también
una interpretación de Marx en términos
II. LASFUENTES DEL FABIANISMO: El f. proviene de moderados —a diferencia del revisionismo
dos corrientes de pensamiento: por un lado, alemán— y descarta la inserción en el ala
la tradición liberal inglesa, trasmitida por los radical de la izquierda para optar por una ubi­
escritos de John Stuart Mili y por el radica­ cación ideológica socialista que responda
lismo londinense de los años ochenta, tribu­ mejor a las demandas que van surgiendo en
tario en gran parte de la doctrina positivista el país. Además, adm itir en cierto modo el
francesa; por el otro lado, el socialismo en su influjo del marxismo sobre el f. permite con­
elaboración teórica más significativa: el m ar­ siderar a éste como un aspecto del momento
xismo. En tanto que ningún autor niega la socialista más amplio y no como un fenóme­
presencia decisiva del liberalismo en la ideo­ no único, separado, aislado.
logía fabiana, la relación f.-marxismo es una La llamada unicidad del f. no depende de

[M 01
F A B IA N 1 S M O 611

la presencia o ausencia del marxismo dentro la población, etc.) destinados a los lideres y
del mismo, sino de la mezcla especial isima del a los electores.
socialismo con la tradición liberal inglesa. A Junto con los Fabian Traéis de pocas pági­
esta última el f. le debe ante todo la atención nas y de ágil lectura, los temas políticos del
prestada a la cultura política. Distinguiéndose f. se difunden en el largo plazo por medio de
en esto de las demás componentes del socia­ las obras monumentales de los Webb sobre
lismo británico, el f. promueve una actividad la suciedad industrial, tules como The histury
de propaganda completamente peculiar: la of trade unionism (1894), English local govem-
permeation. Con esta estrategia se propone menl (15 vols., 1906-1922), Industrial demo-
influir en las personas que —también, y sobre cracy (1920), The consumer's cooperative
todo, alejadas formalmente del socialismo— m ovem ent (1921). Otro canal de no menor
ocupan puestos claves de poder en todos los importancia de la permeation fabiana es el
niveles y en todos los campos: éstos son pre­ New Slatesman, el "sem anario de hechos y
cisamente los destinatarios de las "dos o tres discusión”, fundado por los Webb en 1915 y
gotas de socialismo’' que George Bcrnard hecho famoso también por el suplemento
Shaw consideraba útil y fácil sum inistrar. Si especial mensual, el Bine Book, un fascículo
los objetivos prim arios de la permeation son de documentación de los hechos políticos
los hombres políticos, también los profesio­ relevantes y de los documentos oficiales apa­
nistas, los maestros y los empresarios deben recidos en el mes.
"em paparse” de tal m anera que aborden Los Fabian Tracts desarrollan una obra sin­
como socialistas sus respectivas profesiones gular de promotion de la idea socialista que,
para prestar su servicio más valioso a la rota en los miles de problemas de la adminis­
comunidad y con el fin de prefigurar su pro­ tración cotidiana, se restablece dentro de un
pia función en la futura sociedad socialista. marco más amplio en que la democracia, úni­
En esta actitud elitista —comprensible si se co agente político del socialismo, tiende a la
toma en cuenta la homogeneidad social y cul­ conquista de la máquina central del estado
tural de los ideólogos de la prim era genera­ con el objeto predominante de organizar una
ción—, se pone de manifiesto la decisión de producción socialista y democrática. El f. se
incidir de manera indirecta en la politica y propone como una fase de la evolución gra­
de no adoptar en prim era persona tareas de dual de la democracia, de una democracia que
administración del poder. no se realiza nunca de m anera completa: por
esto el f. no se preocupa por el futuro remo­
ni. teoría y practica del FABiANisMO. Los m a t e r i a ­ to sino sólo par uno próximo, y tiende a hacer
le s e n q u e s e a p o y a la permeation s o n u n a eficientes las instituciones existentes más
s e r i e d e o p ú s c u l o s ( l o s Fabian Tracts) o r g a ­ bien que a modificarlas radicalmente. El f. no
n iz a d a e n t r e s s e c c i o n e s : a] m o n o g r a f í a s s o b r e se propone evocar costum bres ajenas a la
t e m a s e s p e c í f i c o s d e la s o c i e d a d i n d u s t r i a l experiencia inglesa sino más bien descubrir
( d e s d e e l m í n i m o s a l a r i a l y la j o r n a d a l a b o ­ por medio de qué instrum entos éstas se pue­
r a l d e o c h o h o r a s h a s t a la p r e v e n c i ó n d e l o s den insertar en una sociedad planificada que
i n c i d e n t e s e n e l t r a b a j o , d e s d e e l a r b it r io o b l i ­ salvaguarde la práctica de la libertad dejan­
g a t o r i o e n c a s o d e h u e l g a h a s t a la e x i g e n c i a do un espacio adecuado al individuo. En sín­
d e la m u n i c i p a l i z a c i ó n d e l g a s , d e l a s c e n t r a ­ tesis, el f. pretende persuadir a las personas
l e s d e la l e c h e , e t c é t e r a : d e b i d o a e s t a ú l t i m a para que usen de un cierto modo el poder que
s e r i e d e e x i g e n c i a s , ¡e l f . r e c i b e l a a c u s a c i ó n ya poseen, y establecer un clima de interés
d e h a b e r r e d u c id o e l s o c ia lis m o a u n a c u e s ­ sereno por el socialismo adaptando sus pro­
t i ó n d e g a s y a g u a !) ; b ] c u e s t i o n a r i o s e n v i a ­ pios ideales a las cualidades típicas del carác­
d o s a lo s c a n d id a t o s a la s e le c c io n e s d e lo s ter británico: la tradición del servicio públi­
e n te s lo c a le s p a r a s o n d e a r s u b a g a je p o lít i­ co, el respeto a la ley, el instinto de la unidad
c o ; f i n a l m e n t e , c ] o p ú s c u l o s q u e c o n t i e n e n la social. Al f. le queda como herencia de la épo­
r e v e la c ió n d e lo s p r in c ip a le s d a to s , a c t u a li­ ca victoriana la confianza en el progreso y en
z a d o s c o n tin u a m e n te , d e la s g r a n d e s c iu d a ­ la razón, la convicción de que el desarrollo
d e s i n g l e s a s ( i n g r e s o p e r c á p it a , p r o d u c c i ó n , histórico tiene un desenvolvimiento lineal, y
r e n ta , g a n a n c ia s y s a la r io s , m o v im ie n to s d e que las organizaciones sociales no deben
f>12 F A B IA N IS M O

sufrir grandes transformaciones: "Los gran­ una modificación parcial— si quiere tener efi­
des cambios orgánicos de la sociedad —escri­ cacia debe llevarse a cabo gradualmente y
be S. Webb— deben ser democráticos, gra­ actuando en diversos puntos, en los de menor
duales, constitucionales y pacíficos.” resistencia. Es francamente obvia la oposi­
Del análisis de los escritos fabianos se ción total a un enfoque de tipo marxista: a la
deduce una carencia voluntaria de una cons­ preminencia dada al aspecto de la estructu­
trucción teórica de la economía: "En la actua­ ra económica se le contrapone, en efecto, la
lidad no existen maestros autorizados del atención a la cultura política, a la sustitución
socialismo", escribe George Bernard Shaw en de la clase en el poder o al menos su conver­
el prefacio de los Fabian essays iu socialism. sión parcial, a una estrategia revolucionaria
Pero el hecho de que esto no signifique falta una estrategia reformista-gradualista. La
de atención para los problemas económicos tarea del f. no debe consistir en atacar al esta­
se deduce de la fundación, en 1895, por obra do en cuanto tal sino en utilizar su aparato,
de los fabianos, de la London School of Eco- sus instrumentos democráticos para conse­
nomics and Political Science (i .sí-:), con el guir los propios fines. El estado es el vínculo
objeto de "dar una instrucción en las ciencias natural del programa del f. y deberá ser úni­
política y económica [...] esperando que la camente un mecanismo neutral controlado
lse pueda convertirse en un centro de inves­ por funcionarios incorruptibles; considera a
tigación sistemática de las ciencias sociales”. la estructura del gobierno local y parlam en­
Sin embargo, existe un modelo de referen­ tario más que suficiente para los grandes
cia empírico. Mediante el análisis histórico cambios que el f. se propone realizar.
de las intervenciones realizadas, el f. se pro­
pone comprobar las teorías económicas pre­ IV RELACIONES CON EL PARTIDO LABORISTA. En Una
dominantes, llegando a la conclusión de que forma coherente con la lógica del influjo
el camino fabiano al colectivismo pasa a tra­ externo sobre el poder, los fabianos no han
vés de dos grupos de disposiciones: el míni­ querido nunca tomar directam ente la admi­
mo nacional (la extensión de las funciones nistración del partido socialista sino que han
estatales de protección de la clase trabajadora representado la eminencia gris que ha presi­
y de reglamentación de la comunidad en su dido junto con el Independen! Labour Party,
conjunto) y la municipalización (gracias a la con la Social Democratic Federation y con el
cual se supera la concepción típica del libe­ Trade Unions Congress, la constituyente del
ralismo inglés de una simple supervisión del partido laborista (1900). Todavía en la actua­
estado para llegar a propuestas precisas de lidad la producción literaria de la Fabian
intervención no indiscriminada ni maniquea). Societv es uno de los puntos cardinales de la
En el plano práctico estas dos operaciones formación teórica del partido laborista, aun­
requieren que la burocracia entendida a la que se insiste en la propia autonomía abso­
manera tradicional sea sustituida por "la aris­ luta respecto del aparato del partido. La aso­
tocracia del talento”: una clase de funciona­ ciación está afiliada al partido y las relacio­
rios locales técnicamente preparados en nes de colaboración son sumamente estables
estrecho contacto y bajo el control vigilante y abiertas; pero "que quede bien claro, la
de una administración municipal verdadera­ Fabian Societv no es simplemente una parte
mente democrática. La municipalización se del partido laborista sino un grupo separa­
presenta en este sentido como el vector de una do de personas organizadas para hablar pol­
descentralización política invocado como la causa socialista” (G. D. H. Colé, 1952). Como
medida necesaria para favorecer una parti­ productor de "cultura política” más que de
cipación política activa más numerosa en la "acción política", el f. no puede circunscri­
vida del país. birse a un partido porque el socialismo no es
De todo esto se deduce que la actitud del para los fabianos sólo una cuestión política:
f. en relación con el sistema político existen­ es una teoría y un modelo de vida.
te tiende a la recuperación de sus rasgos posi­ Por lo tanto, se caería en un error si se con­
tivos: es un enfoque de ingeniería social más siderara a los fabianos como la sección de
bien que un ataque frontal. La modificación estudios del partido laborista: éstos entien­
del sistema —que. por lo tanto, es siempre den más bien al partido como un instrum en­
F A L A N S T E R IO 613

to para la realización práctica de sus propias en el campo de las costumbres; genial antici­
opiniones. El f. conserva un campo de acción pación de la cooperativa de producción y de
deliberadamente más vasto en el sentido de consumo para Charles Gide y todos los que
que sus destinatarios no son únicamente los siguieron y siguen su interpretación; mode­
laboristas, y al mismo tiempo más especifi­ lo y punto de apoyo, finalmente, de la revo­
co dentro de los límites en que es más espe­ lución global en que un número cada día
cifica la elaboración cultural que la de la polí­ mayor entrevé el sentido del pensamiento de
tica. Y si la incidencia del f. se ha ido debili­ Fourier.
tando con el tiempo, se ha debido a la pérdi­ El agregado falansteriano —agregado
da general de poder de los intelectuales en los espontáneo de 1 6C0-1 800 personas aproxi­
partidos. madamente— representa ciertam ente una
alternativa radical para la sociedad burgue­
b i b l i o g r a f í a : G.D.H. Colé, The fahian society: sa, alternativa que, si bien se apoya en la res­
pasl and presen!, Londres, Fabian Publications, tructuración económica, no se agota en ésta,
1952; G.D.H. Colé, Fahian socialista. Londres, sino que afecta todos los ámbitos de la vida
Frank Cass, 1971; M. Colé, 7'he slury of fahian individual y social. Esta restructuración se
socialism, Londres, Heinemann, 1961; A.M. concreta en el abandono de la economía frac­
McBriar, Fahian socialism and English poliíics, cionada o "incoherente" y en la sustitución
1884-1918, Cambridge, Cambridge University de la misma por una economía asociada que
Press, 1962; E. Pease, The hisíory of ihe Fabian encuentra su propio elemento transm isor en
Society, Londres. Frank Cass, 1963. la "serie pasional", organismo societario de
la vida falansteriana en que confluyen natu­
[CRISTINA MARCUIAKO CERCHEO] ralmente los individuos animados de las mis­
mas tendencias o “pasiones”. Aplicada a la
esfera de la producción, en que por otra par­
falangismo, v. franquismo te encuentra su principal campo de acción,
la "serie pasional" entraña la consolidación
de una relación distinta entre el hombre y la
naturaleza, a través de un trabajo que no se
falansierio presenta ya como castigo o rescate sino que
se caracteriza más bien como medio de mani­
El termino f., acuñado por Charles Fourier festación de la personalidad individual y
para designar el edificio destinado a hospe­ lugar de un encuentro armonioso entre la sub­
dar a la “ Falange", célula básica de su socie­ jetividad y la objetividad. El trabajo, que de
dad ideal, ha sufrido un proceso de rápida este modo se vuelve “atrayente", debería
dilatación semántica y ha llegado a indicar el garantizar, en los intentos de Fourier, el máxi­
conjunto de las estructuras no sólo m ateria­ mo rendimiento individual y por lo mismo el
les sino también económicas, domésticas, máximo producto social y, junto con las eco­
morales, administrativas, etc., en que se apo­ nomías realizadas a través del sistema aso­
ya el nuevo mundo teorizado por el utopista ciativo en el sector del consumo, debería con­
francés. Ha terminado por resum ir en la glo- tribuir a lograr la prodigiosa abundancia en
babilidad de sus aspectos la fórmula social la cual este teórico pone el fundamento de la
de la alternativa opuesta por Fourier al sis­ armonía social. Si en la sociedad falansteria­
tema en que vivía. En consecuencia, la repre­ na sigue existiendo en efecto la propiedad pri­
sentación del f. ofrecida por la critica no ha vada y sigue vigente un sistema retributivo
podido dejar de reflejar la interpretación que, a pesar de dar la mayor importancia al
general de la doctrina fourieriana presenta­ trabajo, le da cabida al capital y al talento,
da sucesivamente por los diversos investiga­ su extraordinaria opulencia debería ser
dores; símbolo de una sociedad basada en la capaz, sin embargo, de eliminar las conse­
más desenfrenada tolerancia hasta aproxima­ cuencias negativas de la desigualdad: pudicn-
damente los años setenta del siglo xix, si se do el rico satisfacer todas sus pasiones y
consideraba esta doctrina a través de la estre­ estando garantizado a cada uno un mínimo
cha óptica de las innovaciones que aportaba que le permite vivir desahogadamente, desa­
614 F A N A T IS M O

parecen en el f., según Fourier, los supuestos tan ser discutidas por los demás, y en el terre­
mismos de la servidumbre y de los conflictos no práctico le corresponde el sectarismo, o
sociales. De ahí la inutilidad y la consiguien­ sea la parcialidad con los seguidores y el odio
te desaparición en el f. de los tradicionales para los no creyentes. En una sociedad en que
órganos políticos represivos y la transform a­ un grupo de fanáticos toma la delantera, se
ción del gobierno político en la mera admi­ genera por contrapeso y se difunde el espíri­
nistración de las cosas. De ahí también el sur­ tu del conformismo. El conformista respon­
gimiento de una nueva moralidad, en que el de al celo obstinado del fanático con el celo
interés individual se funde y se concilio con cobarde, del que no quiere correr el riesgo de
el de la colectividad. ser perseguido por sus propias ideas, con la
Si el principio asociativo, aplicado al sec­ aceptación resignada y servil de las verdades
tor de la producción, crea en la sociedad ajenas, aunque en lo interno no les dé fe; el
falansteriana las condiciones de la armonía conformismo se convierte, por así decirlo, en
y de la moralidad pública, es conveniente el antidoto natural del f. en cuanto que la total
recordar que ese principio opera en todos los renuncia a las propias ideas es el modo más
niveles de la vida individual: en el campo cómodo de escapar del furor de las ideas aje­
doméstico, en que entraña la abolición de la nas. El enemigo de ambos es el espíritu críti­
familia; en el afectivo, en que determina la co, el uso de la razón confortada por la expe­
consolidación de la plena libertad sexual; en riencia, que contra la exaltación de los faná­
el sector educativo, en que abre interesantes ticos enseña el sentido de la limitación y la
perspectivas de educación de grupo. No han virtud de la tolerancia, y contra la resigna­
tenido en cuenta la complejidad de las impli­ ción de los conformistas despierta la duda y
caciones de la utopía fourieriana los que han enseña a reflexionar con la propia cabeza,
tratado de llevar a cabo e l !., reducido, en las actuando en el prim er caso como dique y en
realizaciones prácticas que se han intentado el segundo caso como acicale. El f. y el con­
(Condé-sur-Vesgre, Citeaux, Guise, para citar formismo, nacidos de un solo parto, están
sólo las más importantes), a una simple coo­ condenados a desaparecer juntos. Del mismo
perativa de producción y de consumo. modo que en el bien la tolerancia se contra­
pone al f., así en el mal se contrapone el cinis­
[MIRELLA LAKI/ZA] mo (en el sentido usual y no filosófico del tér­
mino). El fanático cree de una manera exas­
perada en una sola idea; el cínico no cree en
ninguna, pero está dispuesto a valerse de
fanatismo todas según le convenga. Ambos pueden lle­
var consigo la libido dmnimindi: pero mien­
Por f. se entiende una obediencia ciega a una tras que uno tiende al éxito sofocando las
idea, servida con celo obstinado, hasta ejer­ ¡deas ajenas, el otro tiende al éxito vejando-
cer la violencia para obligar a otros a seguir­ las, o mejor dicho acariciando ora una ora
la y castigar al que no está dispuesto a abra­ otra según las circunstancias. No hay que des­
zarla. En el concepto de f. está implícito que cartar que el cínico se sirva de los fanáti­
la idea a la que se apega el fanático es una cos para conseguir sus fines; no ocurre lo
idea falsa y peligrosa, no digna de ser abra­ inverso.
zada con tanta perseverancia. En esto el f. se El significado que le damos actualmente a
opone al entusiasmo: un estusiasta sigue una la palabra f. y a todo lo que comprendemos
idea noble, generosa o benéfica. La intoleran­ con este concepto, así como los juicios de
cia de las ideas ajenas y un espíritu de f. arre­ valor que despierta, están intimamente liga­
batado que no evita los medios violentos y dos con la polémica ilustrada de los philoso-
hasta crueles, son consecuencias de una acti­ pbes. La palabra "f.” tiene un significado
tud y de una mentalidad fanáticas. El f. está amplísimo en su lenguaje: indica todo lo que
relacionado generalmente con el dogmatismo, ellos combaten y quisieran ver desaparecer
o sea con la creencia en una verdad o en un del mundo para la felicidad del individuo y
sistema de verdades que una vez aceptadas el progreso de la humanidad, es decir la
ya no deben ponerse en discusión v no acep­ superstición religiosa y las funestas conse-
F A N A T IS M O 615

cuencius de lu guerra, de las hogueras, de las un cínico; sin embargo, expresó, con la fór­
persecuciones. Si se tuviera que expresar con mula del "creer, obedecer, comhatir", la divi­
una fórmula el significado global de la bata­ sa y la quintaesencia de todo f. O tra diferen­
lla de las luces no se podría definirla mejor cia más profunda entre los philosophes y
que como la más extensa y popular batalla nosotros se refiere a las causas y a los reme­
intelectual contra el f. que jamás se ha reali­ dios. Ellos veían en la ignorancia del vulgo
zado. No se puede dejar de recordar a Voltai- (explotada por los astutos) 1a causa principal
re que en el Dictionnaire philosophique defi­ de la superstición que generaba los fenóme­
ne el f. como "une folie réligieuse sombre et nos de f. individual y colectivo; y reduciendo
cruelle", y en la Henriade, al introducir el f. el problema a una lucha de la luz de la razón
como consejero del asesino de Enrique III, contra las tinieblas de la superstición, no
exclama: "II vient, le Fanatisme et son te rri­ encontraban otro remedio que la difusión de
ble nom I Enfant dénaturé de la religión, / un conocimiento basado en la razón y en la
Armé pour la défendre, il cherche á la détrui- experiencia. Voltaire, en el Diclionaire philo­
re / Et re(;u dans son sein, l'em brasse et la sophique dice: “ El único remedio para esta
déchire" (v, 83, 8 6 ). Dedica a la condena del enfermedad epidémica es el espiritu filosófi­
f. una de sus más conocidas tragedias [Le co, que, difundido pacientemente de hombre
fana ti ame on Mahomet le prophéte, 1742), a hombre, terminará por suavizar las costum­
cuyos seguidores son descritos como "Une bres de la humanidad, y por prevenir los exce­
troupe égarée,/ De poi.sons de Perreur avec sos del mal." Nosotros, después de la explo­
zéle enivrée. / De ses miracles faux soutient sión más tremenda de f. colectivo que tal vez
I’illusion, I Répand le fanatisme et la sédition" jamás haya existido, el nazismo, estamos
(acto i, esc. 1 ), e intitula una de sus más des­ menos seguros de las causas y menos confia­
piadadas obras de crítica bíblica y religiosa dos en los remedios. Muy probablemente 1a
Le tombeau du fanatisme (1767). mentalidad fanática se debe a profundas per­
La diferencia entre los ilustrados, que turbaciones psíquicas, en las que un egocen­
salían de dos siglos de grandes guerras reli­ trismo exagerado se une con una rigidez y
giosas, y nosotros, consiste en que el f. que cerrazón mental llevada hasta la monomanía
combatían era casi exclusivamente religioso, y a una energía volitiva irrefrenable. Sin
y el que experimentamos actualmente es casi embargo, el problema del f. no puede redu­
exclusivamente político: los personajes histó­ cirse a un análisis psíquico: es un problema
ricos que encarnaban el f. eran, en sus escri­ social. El fanático sin adeptos es mera y sim­
tos, un Torquemada, un Calvino, un Clément, plemente un caso clínico, y se podría llam ar
del mismo modo que para nosotros son los mejor un demente o un monomaniaco. El f.
distintos doctores Goebbels de los regímenes siempre está ligado a fenómenos de exalta­
totalitarios; asociaban el f. con las grandes ción colectiva, no es una enfermedad, sino
religiones como la judía, la cristiana o la una epidemia: los personajes históricos, a los
musulmana, y les contraponían, idealizándo­ que se les da el nombre de fanáticos, son o
la, la religión filosófica de Confucio, del mis­ fundadores o adeptos de sectas, y su acción
mo modo que nosotros lo asociamos con la se desenvuelve en un determinado contexto
agudización de los movimientos nacionalis­ social, que tolera y hasta provoca ese conta­
tas, con el comunismo, con el nihilismo, con gio. El remedio, por lo tanto, debe ser social,
el racismo y en general con los regímenes dic­ en el sentido más amplio de la palabra. La
tatoriales opuestos a los regímenes de liber­ experiencia histórica nos ha enseñado que las
tad (tómese como ejemplo de la polémica con­ sociedades más inmunes a la infección del f.
temporánea contra el f. L ’hom m e revolté de son aquellas en las que la educación intelec­
Albert Camus que es un libro esencialmente tual y civil tiende cada vez más a basarse en
de critica politica). Esto no quiere decir que la libre discusión de las ideas más bien que
los dictadores v sus colaboradores más cer­ en la enseñanza de sistemas de verdades ya
canos sean ellos mismos fanáticos sino que definidas, y cuyo régimen está inspirado en
el f. de los gregarios es generalmente un ins­ el principio de la multiplicidad de caminos
trumento necesario para su dominio. Musso- para llegar a la verdad y en el rechazo, por
lini no tenia nada de jefe fanático; era, tal vez. lo tanto, de una filosofía o de una ideología
616 F A S C IS M O

del estado que no sea la de la coexistencia precio de los valores del individualismo libe­
pacifica de todas las filosofías e ideologías. ral, en el ideal de colaboración entre las cla­
ses, en una contraposición frontal ante el
[norulrto hobhio] socialismo y el comunismo, en el ámbito de
un ordenamiento de tipo corporativo; unos
objetivos de expansión imperialista en nom­
bre de la lucha de las naciones pobres con­
fascismo tra las potencias plutocráticas; una moviliza­
ción de las masas, encuadradas en organiza­
i. problemas de DEFINICION. En la vasta produc­ ciones dirigidas hacia una socialización polí­
ción literaria acerca del fascismo es normal tica planificada en función del régimen; una
encontrarse con definiciones conceptuales eliminación de la oposición por medio del uso
diversas y a menudo contradictorias. La mul­ de la violencia terrorista; un aparato de pro­
tiplicidad de definiciones es indicativa de la paganda fundado en el control de la informa­
complejidad real del objeto investigado y de ción y de los medios de comunicación de
una pluralidad de enfoques, cada uno de los masas; un creciente dirigismo estatal en el
cuales destaca ciertos rasgos considerados ámbito de una economía que sigue siendo fun­
especialmente significativos para la descrip­ damentalmente privada; un intento de inte­
ción o explicación del fenómeno. grar en las estructuras de control del parti­
En principio se pueden distinguir tres usos do o del estado, según una lógica totalitaria,
o significados principales del término. El pri­ el conjunto de las relaciones económicas,
mero se refiere al núcleo histórico original sociales, políticas y culturales.
constituido por el f. italiano en su especifici­
dad histórica; el segundo está vinculado con II, IAS -TEORIAS" SOBRE EL FASCISMO. Como todo
la dimensión internacional que el f. adquirió acontecimiento histórico de relieve, el f. ha
cuando el nacionalsocialismo se consolidó en suscitado desde su nacimiento un interés que
Alemania con características ideológicas, cri­ va más allá de la contingencia de la lucha polí­
terios organizativos y finalidades políticas tica, para tocar una serie de temas importan­
tales que indujeran a los contemporáneos a tes a la comprensión de la sociedad contem­
establecer una afinidad sustancial entre el f. poránea. Ha estimulado, pues, una imponen­
italiano y el llamado f. alemán; el tercero, te reflexión teórica sobre las causas y posi­
finalmente, extiende el término a todos aque­ bles consecuencias de los regímenes fascis­
llos movimientos o regímenes que comparten tas, articulada en una serie de hipótesis
con el definido como "f. histórico” un cierto interpretativas, que con el tiempo se han ido
núcleo de características ideológicas, crite­ afinando y enriqueciendo, ya sea por efecto
rios organizativos y finalidades políticas. En de la acumulación de material empírico, va
esta últim a acepción, el término f. ha asumi­ por efecto de la adopción de nuevos marcos
do una indeterminación tal que pone en entre­ teóricos de referencia. A esta serie de hipó­
dicho su utilización con fines científicos. Se tesis interpretativas, más o menos sistemáti­
ha ido delineando pues cada vez más una ten­ camente correlacionadas y más o menos veri­
dencia a lim itar su uso solamente al f. histó­ ficadas empíricamente, se hace a menudo
rico, cuya vigencia cubre en Europa el perio­ referencia cuando se habla de "teorías" sobre
do comprendido entre 1919 y 1945 y cuyas el f. y con esta amplia acepción será usado
especificaciones están constituidas esencial­ también dicho término en el presente con­
mente por el f. italiano y el nacionalsocialis­ texto.
mo alemán. Existen diversos criterios para clasificar las
Por lo general se entiende por f. un siste­ teorías sobre el f.: el cronológico, el políti­
ma de dominación autoritario caracterizado co-ideológico. el disciplinar y el sistemático
por: un monopolio de la representación polí­ —por citar los más usados—, los cuales se
tica por parte de un partido único y de masas, pueden combinar diversamente entre si. dan­
organizado jerárquicamente; una ideología do origen a tipologías más o menos comple­
tundam entada en el culto del jefe, en la exal­ jas. La subdivisión que aquí utilizaremos tie­
tación de la colectividad nacional y en el des­ ne un carácter introductorio e intenta llamar
F A S C IS M O 617

la atención sobre los principales enfoques al al carácter represivo de la cultura, a las carac­
análisis del fenómeno, desarrollados por terísticas inmanentes de la lucha política,
investigadores de diversas tendencias a p ar­ etcétera.
tir de los años veinte. La propensión hacia las leorias singulari­
Utilizando la terminología usada por E. zantes o generalizantes respectivamente no
Nolte en su conocido ensayo Theorien iiber puede atribuirse, como a menudo sucede, a
den Faschismus, la cual forma ya parte del la diversa orientación de los historiadores por
léxico común de los estudios sobre este tema, una parte y de los científicos sociales por la
las teorías sobre el f. pueden dividirse en dos otra. De hecho, no faltan corrientes historio-
grandes categorías: teorías singularizantes y gráficas que. aun con la necesaria articula­
teorías generalizantes. ción de una investigación en diversos niveles
Pertenecen a la primera categoría aquellas de cada realidad nacional, no sólo no contra­
teorías que, para la explicación del surgimien­ dicen una teoría generalizante, sino que recu­
to y de la consolidación de los movimientos rren a ella —baste pensar por ejemplo en la
y de los regímenes fascistas, recurren a fac­ historiografía m arxista—, asi como existen
tores estrecham ente vinculados con las par­ análisis sociológicos que asumen como fac­
ticularidades de una determ inada realidad tor explicativo general del surgimiento de
nacional y rechazan todo intento de genera­ regimenes fascistas la especifica configura­
lización desde un contexto histórico especi­ ción de las relaciones entre sistema social,
fico a otro. Según los partidarios de dicha político y cultural de un país determinado. La
aproximación, las analogías que se pueden opción por una u otra orientación aparece
encontrar entre los movimientos y regímenes más bien determinada por el tipo de factores
cumúnmente definidos como fascistas tienen que se consideran más relevantes con fines
un carácter formal, mientras que las diferen­ de descripción o explicación del fenómeno o
cias entre una situación y otra son tan rele­ por el nivel prioritario de análisis.
vantes que permiten una reflexión fundada Es preciso tener presente este último aspec­
científicamente sólo en los fascismos parti­ to, porque —como ha observado Gino Germa-
culares. Por consiguiente, el término f. es apli­ ni— la falta de distinción entre diferentes
cable correctam ente al movimiento político niveles de análisis del fenómeno fascista ha
consolidado en Italia en los años que siguie­ originado a menudo contrastes interpretati­
ron inmediatamente a la primera guerra mun­ vos más aparentes que reales, porque están
dial y al tipo de régimen instaurado por dicho fundados en la contraposición de resultados
movimiento después de tomar el poder, y sólo válidos en diversos niveles de generalización.
de manera impropia se puede aplicar a otros En realidad, el f. en cuanto acontecimiento
movimientos y regímenes asimilados de diver­ histórico concreto forma parte de una amplia
sa m anera a través de la utilización de sus fenomenología del autoritarism o en la socie­
esquemas analíticos. dad moderna y se plantea como resultado de
Pertenecen a la segunda categoría aquellas una serie bastante compleja de concatenacio­
teorías que consideran el f. como un fenóme­ nes causales, unas remotas, otras más próxi­
no supranacional que ha tenido, en las formas mas, que se estudian en sus interrelaciones
en que se ha presentado históricamente, especificas. El problema principal pura la ela­
características sustancialmente análogas, boración de una teoría del f. consiste pues en
reducibles a un conjunto de factores homo­ la determinación de un nivel de observación
géneos. Según los factores que se consideren que permita captar la especificidad sin renun­
varían la definición y el ámbito de aplicación ciar a las conexiones de carácter general que
del concepto. Las teorías generalizantes pue­ hacen del f. un fenómeno radicado en algu­
den a su vez subdividirse en dos subcatego­ nos rasgos típicos de la moderna sociedad
rías, que se pueden definir respectivamente industrial.
como intrapolíticas y transpolíticas. Las pri­
meras se refieren a factores histórico-políti- ni. el enfoove SINGULARIZANTE. La tendencia a
cos determinados, empíricamente individúa- analizar el f. como un producto de caracte­
bles; las segundas se refieren a factores ahis- rísticas particulares de la sociedad italiana
tóricos, inherentes a la naturaleza humana, y de su historia es contemporánea al mismo
61» F A S C IS M O

surgimiento del f. Aunque m inoritaria en el evolución del sistema político en un sentido


panorama global de los estudios sobre este moderno, habían sido terreno abonado para
tema, ha constituido una parte importante de el f., que se planteaba más en una linea de con­
la historiografía italiana y extranjera y ha tinuidad que de ruptura, respecto del siste­
recibido nuevos impulsos en los años recien­ ma liberal. De aquí arranca un juicio susian-
tes bajo la influencia de investigaciones como cialmentc reductivo del f. v de su potenciali­
la de G. Mosse sobre Los orígenes culturales dad de expansión, que podía captarse sola­
del Tercer Reich, que, revalorando la impor­ mente a partir del reconocimiento de los ele­
tancia del componente nacionalista para la mentos de novedad existentes, va sea en las
comprensión de los aspectos esenciales del técnicas de gestión del poder, ya en el modo
régimen nazi, y en primer lugar el del consen­ de organización del cuerpo social, y, más en
so, ha abierto de hecho nuevamente la discu­ general, en la configuración de las relaciones
sión sobre el peso relativo de las diferencias entre estado y sociedad civil. Dicho con otras
y analogías entre f. y nacionalsocialismo pri­ palabras, lo que les faltaba a los partidarios
mero y a continuación entre determinados de la tesis del f. como revelación era una per­
regímenes autoritarios que han marcado la cepción adecuada de la naturaleza de la cri­
historia contemporánea más reciente. sis que había afectado al sistema liberal, y no
Las prim eras hipótesis de explicación del sólo en Italia, en el periodo comprendido
f. sobre la base de factores internos y típicos entre las dos guerras mundiales, así como del
de la sociedad italiana fueron naturalm ente tipo de solución dada por el L a dicha crisis.
formuladas en los años veinte, simultánea­ La afirmación del carácter típicamente ita­
mente con la afirmación del movimiento fas­ liano del f., que incluso hicieron propio, entre
cista, con la toma del poder por parte de Mus- otros, notables teóricos fascistas que reivin­
solini y con la progresiva transformación del dicaban para él la culminación del proceso de
estado liberal en un estado de connotaciones unificación nacional iniciado con el Risorgi-
totalitarias. Pocos supieron ver entonces en mento, fue puesta en tela de juicio al apare­
el f. la anticipación de una crisis más gene­ cer movimientos fascistas en diversos países
ral que conmovió Europa y produjo, a través europeos y sobre todo por la ascensión al
de la catástrofe de la segunda guerra mundial, poder del nacionalsocialismo en Alemania. A
profundos cambios en la organización inter­ partir de los años treinta predominaron las
na de los estados nacionales en particular y interpretaciones tendientes a señalar el carác­
en la situación internacional en general. ter supranacional del f., que han orientado a
Las causas inmediatas de la victoria del f. la mayor parte de las investigaciones y ali­
fueron generalmente atribuidas al clima de mentado la discusión teórica, incluso después
fuerte inestabilidad social, política y econó­ de la segunda guerra mundial.
mica creado en Italia en los primeros años de Precisamente polemizando contra tales
la posguerra. Sin embargo, con la intención interpretaciones se ha ido delineando en el
de explicar la vulnerabilidad de las institu­ último decenio una corriente historiográfica
ciones liberales y su caída, algunos investi­ tendiente a reducir nuevamente el ámbito de
gadores se preguntaron por el pasado de la aplicabilidad del concepto de f. únicamente
historia nacional, llegando a detectar en el al contexto italiano. Planteando la justa exi­
proceso de formación del estado unitario una gencia de evitar las generalizaciones arb itra­
debilidad intrínseca en sus estructuras, la rias, pero expresando al mismo tiempo una
cual fue cuestionada por el f. Surgió así la orientación metodológica de desconfianza
conocida tesis del f. como "revelación”, pro­ respecto del uso de conceptos generales en la
pugnada por hombres tan distintos como G. investigación histórica y respecto de mode­
Fortunato, C. Rosselli, P. Gobetti, G. Salvemi- los teóricos propios de las ciencias sociales,
ni y otros. El retraso del país, la ausencia de dicha corriente —que tiene en Italia a su expo­
una auténtica revolución liberal, la incapaci­ nente mas notable en Renzo de Felice— ha
dad y pereza de las clases dirigentes, unida producido una serie de investigaciones sobre
a la arrogancia de una pequeña burguesía el f. como movimiento y como régimen con
parasitaria y enferma de retórica, la prácti­ el objetivo de estudiar el fenómeno —por así
ca del transformismo, que había impedido la decir— desde el interior {de aquí la utilización
F A S C IS M O 619

de Tuentes predominantemente fascistas) y de relación con la burguesía y el proletariado,


reconstruir la historia más allá de esquemas el f. como movimiento representaría un
interpretativos preconstruidos. El resultado momento de ruptura respecto del pasado, una
de tales investigaciones ha sido el de llevar propuesta de modernización de las estructu­
a una revaloración de las diferencias entre los ras de la sociedad italiana con cierta carga
diversos "fascismos", hasta llegar a poner en revolucionaria. El f. como régimen, en cam­
tela de juicio la utilidad de un modelo uni­ bio, en cuanto resultado del compromiso
tario. entre el ala moderada del movimiento y las
Las argumentaciones aducidas para soste­ viejas clases dirigentes, habría marcado un
ner esta nueva versión de la especificidad del freno del empuje subversivo de los orígenes
f. italiano difieren radicalmente de las que del movimiento y el predominio de las tradi­
habían caracterizado los primeros análisis de cionales relaciones de poder entre las clases,
los investigadores contemporáneos al mismo. aunque sin llegar a una pura y simple reac­
Estos fundamentaban el tema de la especifi­ ción. La delegación de la gestión del poder
cidad en un conjunto de variables estructu­ político al í. por parte de la burguesía marcó
rales típicas de la sociedad italiana, cuya per­ en efecto la puesta en marcha de un proceso
sistencia se asumía como principal factor de recambio de la élite dirigente, el cual, si
explicativo del régimen fascista, y ponían el no hubiese sido interrumpido por la caída del
acento en la relación de continuidad respec­ régimen como consecuencia de los aconteci­
to del sistema liberal, la cual, no por casuali­ mientos bélicos, habría podido desafiar a los
dad, ha sido después aceptada por gran par­ centros del poder real controlados hasta
te de la historiografía marxista o cercana al entonces por las viejas clases dominantes.
marxismo. La r e a f i r m a c i ó n d e la " u n i c i d a d ” d e l f. i t a ­
En otra perspectiva completamente distin­ l i a n o y d e la n e c e s i d a d d e h a c e r p r e v a l e c e r
ta se ubican en cambio las investigaciones que lo s e le m e n t o s d e d if e r e n c ia c ió n e n tr e r e g ím e ­
hemos mencionado anteriormente. El análi­ n e s d e fin id o s c o m o f a s c is t a s c o n a r g u m e n ta ­
sis se centra en efecto sobre el f. en su dimen­ c i o n e s s ó l i d a s , c o n e l f in d e u n a c o m p r e n s i ó n
sión político-ideológica y la tesis de la espe­ h is tó r ic a m á s c la r a , h a s u s c it a d o m u c h a s
cificidad se argumenta en prim era instancia p o l é m i c a s . E s t a s n o c u e s t i o n a n t a n t o la v a l i ­
sobre la base de las diferencias ideológicas d e z d e p r o p o s ic io n e s d e te r m in a d a s — n in g u ­
y proyectivas del f. italiano respecto del nazis­ n a d e la s c u a le s e s d e p o r s í to t a lm e n t e n u e ­
mo. No se niega la existencia de un denomi­ v a — c o m o u n a c u e s t ió n d e fo n d o q u e e s al
nador común entre los dos fenómenos y por m is m o tie m p o d e m é to d o y d e c o n te n id o ; e s
tanto de la posibilidad de integrarlos bajo el d e c ir , la le g i t i m i d a d d e a s u m i r c o m o c r i t e r i o
mismo concepto de f., pero dicho denomina­ p r i n c i p a l d i s c r i m i n a n t e la d i m e n s i ó n id e o l ó -
dor sirve más para establecer límites respecto g ic o -c u ltu r a l, c o n e l r ie s g o d e c o n s id e r a r
del exterior —o sea, en relación con otros c o m o d is tin to s fe n ó m e n o s q u e so n s u s ta n c ia l­
regímenes de tipo autoritario— que para cla­ m e n te s im ila r e s .
rificar la naturaleza, los objetivos de fondo
o la función histórica. Estos objetivos se ven iv El.enfoque generalizante. Que el f. italiano
diferentes en cuanto se contrapone el radica­ y el nacionalsocialismo alemán, a pesar de las
lismo de izquierda y el carácter revoluciona­ diferencias debidas a las particularidades de
rio del movimiento fascista italiano al radi­ las respectivas historias nacionales, se deben
calismo de derecha, sustancialmcnte reaccio­ considerar como especificaciones de un
nario, del nazismo. modelo de dominación sustancialmcnte úni­
También el problema de la relación con el co. ha sido sostenido por la mayoría de los
orden social y político preexistente se plan­ investigadores contemporáneos, independien­
tea sobre bases distintas, y concretamente temente de su ubicación ideológica y políti­
sobre la diferenciación entre f. como movi­ ca. A ellos se debe la elaboración de algunos
miento y f. como régimen. En cuanto a expre­ esquemas interpretativos que han contribui­
sión de las aspiraciones de la clase media do en gran medida a orientar el trabajo de los
emergente, o de una consistente parte de la historiadores y de los científicos sociales de
misma, con un papel político autónomo en la generación posterior. Las hipótesis e.xpli-
621) FA SC ISM O

cativas que tales planteamientos sugieren son ra. entre esfera de la economía y esfera de la
distintas, cuando no decididamente alternas, política.
y dependen en diversa medida del tipo de fac­ En la primera formulación, los orígenes del
tores predominantes, del nivel de análisis en f. como fenómeno internacional se plantean
el que se mueven y de la diversidad de los en relación con la crisis histórica del capita­
paradigmas de referencia. Lo que tienen en lismo, que ha entrado ya en su fase final, la
común es el intento de captar las raíces del del imperialismo, y con la necesidad, por par­
f., y en general de los fenómenos autoritarios te de la burguesía, ante las crisis económicas
en la sociedad moderna, dentro de un marco cada vez más graves y ante el conflicto de cla­
de variables que trascienden los límites de las se cada vez más agudo, de mantener el pro­
realidades nacionales en particular. pio dominio intensificando la explotación de
Por el diverso peso que han ejercido en el las clases subalternas, y en prim er lugar de
panorama global de los estudios sobre el f. la clase obrera. El imperialismo comporta
y por su aportación al conocimiento del f. en una tendencia a la transformación de las ins­
su dimensión histórica concreta, presentare­ tituciones de la burguesía en un sentido reac­
mos aquellas interpretaciones que permiten, cionario, y el f. es la expresión más consecuen­
en diversa medida, traducir las hipótesis te de esta tendencia. El f. constituye pues una
generales que contienen en cuestiones a inves­ de las formas del estado capitalista, y preci­
tigar susceptibles de verificación empírica. samente la que se caracteriza por una dicta­
No tomaremos en cambio en consideración dura abierta de la burguesía ejercida ya sin
aquellas contribuciones que, ubicándose en la mediación de las instituciones de la demo­
cracia parlam entaria. Italia y Alemania, en
el terreno filosófico o de filosofía de la histo­
ria, constituyen un capítulo im portante en la cuanto anillos débiles de la cadena im peria­
historia de las ideas de nuestro siglo, pero lista, fueron las prim eras en experim entar
escapan a toda posibilidad de control que se esta forma de dominación, pero la amenaza
pudiera ejercer mediante el recurso a catego­ se cernía igualmente sobre los otros estados
rías históricamente determinadas. capitalistas.
Los elementos centrales de este tipo de aná­
a] El fascismo como dictadura abierta de la lisis son dos: la concepción instrum ental de
burguesía. Entre los prim eros que captaron los partidos y de los regímenes fascistas, con­
la dimensión internacional del f. y su poten­ siderados como expresión directa de los inte­
cialidad expansiva están los exponentes del reses del gran capital y su función esencial­
movimiento obrero en sus varias denomina­ mente contrarrevolucionaria en el doble sen­
ciones. El elemento unificante entre las diver­ tido de ataque frontal contra las organizacio­
sas formas de reacción en Europa en el perio­ nes del proletariado y de intento de frenar el
do comprendido entre las dos guerras fue el curso del desarrollo histórico. Por consiguien­
análisis de las contradicciones de la sociedad te se da escaso relieve al hecho, cualitativa­
capitalista y de las modificaciones introdu­ mente nuevo respecto de las formas preceden­
cidas en ella por la dinámica de las relacio­ tes de reacción, de que el f. opera a través de
nes y del conflicto entre las clases en la fase la mediación de un partido de masas de base
histórica inaugurada con la prim era guerra predominantemente pequeñoburgucsa, aun­
mundial. que sobre ello llamaron la atención comunis­
Dentro de esta interpretación conviene dis­ tas italianos o alemanes, como Palmiro
tinguir una formulación "clásica” —retoman­ Togliatti y Clara Zetkin. Al contrario, fueron
do las tesis elaboradas por la Tercera Inter­ decididamente rechazados, porque descono­
nacional comunista hacia la mitad de los años cían la definición del f. como dictadura de la
treinta— respecto de sus derivaciones poste­ burguesía, todos los análisis que desde diver­
riores, que retomarán temas y rasgos de la sas partes se hacían dentro del movimiento
discusión abierta entre los diversos grupos obrero acerca del f. como forma de “bonapar-
marxistas europeos a partir de la toma del tismo", o sea como régimen caracterizado por
poder del f. en Italia, considerándolas en fun­ la cesión temporal del poder político a una
ción de un análisis menos esquemático de las tercera fuerza y por una relativa autonomía
relaciones entre estructura y superestructu­ del ejecutivo respecto de las clases dominan­
FA S C IS M O 621

tes, posibilitada por una coyuntura de equi­ tes, en un contexto caracterizado por la dis­
librio de las principales fuerzas de clase en gregación de los estratos sociales tradiciona­
lucha. les, el derrum be de sistemas de valores com­
La teoría del f. como dictadura de la bur­ partidos, la atomización y la masificación de
guesía constituye todavía la clave interpreta­ los individuos, en una situación de burocra-
tiva dominante en aquellos estudios que tie­ tización creciente.
nen como paradigma de referencia el marxis­ El aspecto más im portante de esta teoría,
mo y su concepción del cambio histórico. Sin y al mismo tiempo el más criticado, es la inte­
embargo, dicha teoría ha sufrido con el tiem­ gración bajo una misma categoría, la de esta­
po una revisión que ha hecho más problemá­ do totalitario, de regímenes fascistas y comu­
ticos algunos nexos, en especial los existen­ nistas sobre la base de las analogías existen­
tes entre la burguesía y el f., entre movimien­ tes en la estructura y en las técnicas de ges­
tos y regímenes fascistas, entre capitalismo, tión del poder político. Al existir tales analo­
democracia y f. Tal revisión ha sido el resul­ gías, independientemente de los objetivos
tado de una reflexión teórica que ha tenido declarados, de los precedentes históricos y del
importantes efectos en varias direcciones: en contenido de las ideologías respectivas, los
prim er lugar, la atenuación del economicis- teóricos del totalitarismo las presentan como
mo presente en las prim eras formulaciones privilegiadas en el plano descriptivo y como
y el reconocimiento de una autonomía rela­ problema principal en el plano explicativo.
tiva de la esfera de la política respecto de la Los elementos que definen el estado totali­
de la economía. Esto comportó un análisis tario en la formulación elaborada por Frie-
más profundo de la crisis en la que surgen los drich y Brzezinski en términos típicos idea­
regímenes fascistas; una articulación más les son: una ideología oficial tendiente a
compleja de la relación entre f. y clases socia­ cubrir todos los ámbitos de la existencia
les; una consideración más atenta de los humana, a la cual todos supuestamente se
aspectos institucionales de los regímenes fas­ adhieren, al menos de manera pasiva; un par­
cistas, de su lógica de funcionamiento, de sus tido único de masa, guiado en su forma más
bases de legitimación. A pesar de todo no se típica por un solo hombre; un sistema de con­
ha modificado la concepción del f. como for­ trol policiaco terrorista; el monopolio casi
ma especial de dictadura de la burguesía, completo de los medios masivos de comuni­
pero si se ha atenuado con el reconocimien­ cación; el monopolio casi completo del apa­
to de una relativa autonomía de los estados rato bélico y, finalmente, un control centra­
fascistas respecto del gran capital en el ámbi­ lizado de la economía. El objetivo general es
to de una convergencia común hacia los ob je­ conseguir el control total sobre la entera orga­
tivos imperialistas. nización social al servicio de un movimiento
caracterizado ideológicamente.
b] El fascismo como totalitarismo. En una Las condiciones esenciales para su apari­
perspectiva completamente diversa de la ción son un régimen de democracia de masa
anterior se ubica el análisis del f. en térm i­ y la disponibilidad de un aparato tecnológi­
nos de totalitarismo, cuya aportación princi­ co que solamente puede ofrecer la moderna
pal ha sido haber captado la novedad repre­ sociedad industrial. El estado totalitario se
sentada por la aparición de los regímenes fas­ configura por lo tanto como una forma de
cistas en la escena política y haber llamado dominación completamente nueva, no sola­
la atención sobre las diferencias cualitativas mente respecto de los sistemas de democra­
entre las formas tradicionales de autoritaris­ cia liberal, sino también respecto de las for­
mo y las modernas. mas precedentes de dictadura y de autocra­
El marco de referencia está constituido, cia, ya que en el pasado no existían los supues­
directa o indirectamente, por las teorías de tos para su realización. El totalitarism o tie­
la sociedad de masas y se sustituye a la diná­ ne además un carácter subversivo respecto
mica de las relaciones entre clases, como prin­ de la ordenación social preexistente, porque
cipal factor explicativo del surgimiento de modifica radicalmente una estructura funda­
fenómenos de autoritarism o moderno, por la da en la existencia de una pluralidad de gru­
dinámica de las relaciones entre masas y éli­ pos y de organizaciones autónomas.
622 FASCISMO

Las razones por las que los regímenes tota­ monstruoso experimento de ingeniería social,
litarios se consolidan se pueden encontrar en teniendo como fin la creación de un nuevo
la decadencia del sistema liberal burgués, y tipo de hombre-máquina completamente he-
en especial en la disolución del sistema cla­ terodirigido— y la renuncia explícita a dar
sista que es causa y condición de su sobrevi­ una explicación en favor de una morfología
vencia. Sin embargo, lo que más interesa a los de los sistemas totalitarios.
partidarios de la teoría clásica del totalitaris­ El segundo orden de problemas se refiere
mo son los mecanismos de funcionamiento a la utilidad misma del concepto de totalita­
del estado totalitario en el ámbito de una mor­ rismo en cuanto instrum ento que no permi­
fología más general de los sistemas políticos. te una discriminación entre regímenes que,
En esta perspectiva, las diferencias existen­ aun presentando analogías de funcionamien­
tes entre regímenes fascistas y comunistas, to del sistema político, difieren en lo que hace
como las que pueden encontrarse en su seno a otros aspectos importantes como los refe­
—que ciertam ente no se niegan— pierden rentes a la convergencia de fuerzas que ha
importancia: unos y otros, en la medida en favorecido la consolidación de los mismos, a
que presentan la especial combinación de ele­ la relación entre viejas y nuevas élites, al tipo
mentos que definen al estado totalitario, per­ de intervención sobre la estructura económi­
tenecen a la misma clase de fenómenos y co-social y a sus consecuencias. Se ha ido pues
expresan el rostro del autoritarism o en la afirmando, entre los que retienen todavía la
sociedad mederna. validez de la teoría en el plano descriptivo,
La teoría clásica del totalitarism o ha sido la exigencia de una tipología más amplia de
sometida a numerosas críticas que compor­ los sistemas totalitarios, fundada en un aná­
tan dos órdenes de problemas. El prim era se lisis comparado de los diversos regímenes,
refiere al terreno específico del análisis de los capaz de tener en cuenta tales diferencias. De
regímenes fascistas. Desde este punto de vis­ aquí surge la tendencia a reconsiderar den­
ta parece hoy difícilmente sostenible la hipó­ tro del mismo tipo el f. italiano y el nacional­
tesis según la cual el origen y el éxito de los socialismo alemán basándose en las analogías
movimientos fascistas están en relación con que podemos encontrar no solamente en las
una serie de fenómenos integrados bajo el técnicas de gestión del poder político, sino
concepto de "sociedad de masas". Investiga­ también en la ideología, en la base social y en
ciones recientes han demostrado que en los la función histórica de los dos regímenes.
países en donde el f. se ha consolidado el sis­
tema de estratificación es más rígido, el peso cj El fascismo como camino a la moderniza­
de las estructuras tradicionales más fuertes ción. En tiempos más recientes se ha desarro­
y el grado de "atomización" —en términos de llado un nuevo tipo de enfoque que tiene como
falta de estructuras asociativas intermedias— referencia el esquema teórico de la moderni­
bastante menor que en otros donde el f. no zación y considera a los regímenes fascistas
se ha planteado nunca como alternativa con­ como una de las formas político-instituciona­
creta. Incluso el intento de explicar el proce­ les a cuyo través se ha llevado a cabo históri­
so de fascistización en términos de dinámica camente la transición de una sociedad agra­
de las relaciones entre masas carentes de una ria de tipo tradicional a la moderna sociedad
precisa connotación de clase se contradice industrial.
con el dato empírico, hoy aceptado, de la base Los análisis precedentes —a excepción de
de masas predominantemente pequeñobur- los intentos par explicar la consolidación del
guesas de los movimientos fascistas y su coa­ f. en Italia sobre la base del retraso general
lición con amplios sectores de la burguesía de la sociedad italiana— tienen en común un
agraria e industrial, antes y después de la aspecto: el de situar a los regímenes fascis­
ascensión al poder. Finalmente, dicha teoría tas en un contexto caracterizado en su con­
no logra aportar una explicación satisfacto­ junto por una situación de industrialización
ria al problema de la función histórica de los avanzada. La dinámica entre masas y élites,
regímenes fascistas, oscilando entre una res­ el conflicto entre gran burguesía y proletaria­
puesta de tipo irracionalista —por la que los do en la fase imperialista del capitalismo, asi
regímenes totalitarios serían una especie de como la rebelión de los grupos medios emer­
F A S C IS M O 623

gentes, son todo ello indicadores de un tipo sociopolítico tradicional.


de sociedad en la que el paso a la moderni­ Los factores básicos para una solución de
dad ya se ha producido por completo o en par­ tipo fascista se encuentran pues en las moda­
te. Incluso los fenómenos de naturaleza más lidades asumidas por el proceso de moderni­
estrecham ente política que se plantean en zación en los países donde se ha consolidado.
relación con el surgimiento de los movimien­ Esta perspectiva de investigación ha con­
tos y de los regímenes fascistas son típicos tribuido a enriquecer el análisis de los fenó­
de un sistema democrático plenamente con­ menos fascistas en diversas direcciones.
solidado, ya sea que se subrayen sus contra­ Reclamando la atención sobre la variedad de
dicciones internas, como pretende el análisis formas que el f. puede asum ir en distintos
marxista, ya sea que se establezca en él el contextos nacionales, dicha teoría ha favore­
terreno específico donde aquéllos pueden sur­ cido el desarrollo de la aproximación histó-
gir y desarrollarse, como pretende la teoría rico-comparativa, estableciendo las premisas
del totalitarism o. para la formulación de generalizaciones empí­
El análisis del f. a la lu/. de las teorías de ricas fundamentadas en investigaciones sis­
la modernización, en cambio, lo ubica no en temáticas y llevadas a cabo a la luz de cate­
relación con los conflictos y las crisis propias gorías homogéneas. El concepto de moderni­
de la sociedad industrial sino con los conflic­ zación, como proceso global de transform a­
tos y las crisis que caracterizan la fase de ción que afecta a todas las esferas del siste­
transición a ella. En este marco. los regíme­ ma social, ha orientado además los estudios
nes fascistas se configuran como uno de los hacia un análisis de las interacciones entre
caminos a la modernización —siendo ios sistema político, sistema económico y siste­
otros caminos establecidos históricamente el ma sociocultural, originando fracturas, asin­
libe ral-burgués y el comunista— fundado en tonías y discontinuidades que parecen carac­
el compromiso entre sector moderno y sec­ terizar mejor las situaciones en las que sur­
tor tradicional. Los rasgos característicos, en gen los fenómenos fascistas.
1a esfera económica, son una industrializa­ La aportación más consistente de este tipo
ción retrasada pero intensa, promovida des­ de enfoque se ha producido en el plano de las
de arriba con la intervención conspicua del indicaciones de método y, en el plano sustan­
estado en favor de la acumulación; en la esfe­ tivo, en la profundización de las precondicio­
ra política, el desarrollo de regímenes auto­ nes del f., pero parecen bastante problemáti­
ritarios y represivos, expresión de la coalición cas las vinculaciones entre éstas y el mismo
conservadora entre élites agrarias y élites f. En particular, el análisis del f. como diná­
industriales, que intenta avanzar sobre el mica de los procesos de modernización resul­
camino de la modernización económica, sal­ ta más eficaz al explicar la vulnerabilidad de
vando al mismo tiempo las estructuras socia­ los sistemas liberales burgueses de los paí­
les tradicionales; en la esfera social, el inten­ ses en que se ha consolidado que al estable­
to de evitar la disgregación de tales estruc­ cer las modalidades de la caída de estos últi­
turas obstaculizando o reprimiendo los pro­ mos y del tipo de régimen que les ha sucedi­
cesos de movilización social puestos en m ar­ do. Acentuando el peso del componente tra ­
cha por la industrialización. dicional, dicha teoría tiende a infravalorar el
El concepto de movilización social adquie­ alcance del enfrentamiento de clase entre bur­
re especial relieve en cuanto el f. se conside­ guesía y proletariado, el papel de las clases
ra como un tipo particular de respuesta a los medias, la crisis del sistema liberal y de sus
conflictos que surgen de la exigencia de par­ instituciones representativas, fenómenos
ticipación en el goce de determinados bienes todos ellos que se presentan vinculados con
y sen-icios —materiales y no materiales— por las tensiones que se producen en el contexto
parte de sectores de la población anterior­ de una sociedad que ofrece como rasgos fun­
mente excluidos; respuesta fundada en la des­ damentales las características de una socie­
movilización forzada de los grupos que dad industrial moderna. La misma óptica,
habían empezado a movilizarse, llevada a además, impide captar la especificidad de los
cabo por la coalición entre viejas y nuevas éli­ regímenes fascistas y los elementos de nove­
tes, en función de la conservación del status dad que presentan o diferenciarlos respecto
624 FASCISMO

de otras formas de regímenes reaccionarios, ta sin embargo, desde la consolidación del f.


conservadores o autoritarios. en Italia, como uno de los elementos caracte­
rísticos del movimiento fascista.
d] El fascismo como rebelión de la pequeña Este hecho fue analizado por algunos obser­
burguesía. Al contrario que en las interpre­ vadores en términos de rebelión de la peque­
taciones precedentes, cada una de las cuales ña burguesía urbana y rural, amenazada en
se encuadra en una perspectiva teórica bien su status por los procesos de transformación
definida, que ha permitido la elaboración de socioeconómica en acción, especialmente por
hipótesis relativamente homogéneas acerca los procesos de concentración industrial, y
de la naturaleza y la función de los regíme­ por el consiguiente crecimiento en la escena
nes fascistas, el análisis centrado en la rela­ política del peso de la gran burguesía y del
ción entre pequeña burguesía y f. no ha alcan­ proletariado industrial. El esquema de la
zado nunca una autonomía tal que le perm i­ lucha de clases, aplicado a la pequeña burgue­
tiera imponerse como posibilidad interpreta­ sía. aportaba el criterio interpretativo de un
tiva global. Lo mencionamos ya sea por la movimiento considerado revolucionario en
aportación específica dada al conocimiento sus premisas subjetivas, pero reaccionario en
de aspectos decisivos del fenómeno, ya sea sus contenidos objetivos, en cuanto expresión
por su función de estímulo ejercido respecto de estratos marginados del desarrollo pro­
de esquemas teóricos demasiado simplifi­ ductivo y de la evolución de la sociedad capi­
cados. talista.
El hecho de que la pequeña burguesía En los años treinta, después del éxito del
pudiera contribuir de modo determ inante al nazismo en Alemania, la atracción ejercida
éxito de los movimientos fascistas, aportan­ por los movimientos fascistas sobre la peque­
do los cuadros y las bases masivas en la fase ña burguesía se convirtió en objeto de inves­
de ascenso, así como un activo consenso en tigación tendiente a intregar la explicación en
la fase de régimen, no entraba en los esque­ términos socioeconómicos con un análisis psi-
mas clásicos de la teoría liberal y del marxis­ cosocial.
mo. Según la prim era, esta pequeña burgue­ Las cuestiones a las que la aproximación
sía constituía uno de los presupuestos de la psicosocial pretendía dar respuesta eran del
ordenación democrática y la garantía de un siguiente tipo: ¿Por qué la pequeña burgue­
desarrollo pacífico y gradualmente progresi­ sía, más que cualquier otra clase, se había
vo de la sociedad; para el segundo, estaba adherido al f., del cual no podía venir ningu­
imposibilitada para desempeñar un papel na solución a su situación de crisis? ¿Qué ele­
político autónomo en virtud de su ubicación mentos de la ideología fascista habían ejer­
en la estructura de clase y su posición subal­ cido una influencia tal sobre ella capaz de
terna respecto del conflicto fundamental más eficacia que cualquier otra propuesta
entre gran burguesía y proletariado. De presentada en términos racionales acerca de
acuerdo con tales esquemas, la aportación de las finalidades y objetivos del movimiento fas­
la pequeña burguesía al éxito de los movi­ cista? ¿Estaban dichos elementos relaciona­
mientos fascistas, o fue infravalorada, como dos con la especial ubicación de clase de la
en la teoría del totalitarismo, en favor de la pequeña burguesía en la estructura de la
relación entre masas indiferenciadas y élites, sociedad capitalista y con las modificaciones
o bien fue concebida en términos instrum en­ que ésta estaba atravesando? Ya que no existe
tales, atribuyéndole la función de masa mani­ una relación inmediata de correspondencia
pulada por un movimiento al servicio de los entre situación de clase y acción de clase, ya
proyectos del gran capital, como en la teoría que ésta sufre la mediación de la percepción
del f. como dictadura de la burguesía. subjetiva de aquélla, ¿qué aspectos del siste­
La capacidad de movilizar a la pequeña bur­ ma social pueden explicar la conducta social
guesía a p artir de una ideología compleja, en de la pequeña burguesía y, más en general,
la que confluían irracionalismo y voluntaris­ la disposición de individuos, grupos y clases
mo. anticapitalismo y antisocialismo, v a g a s sociales a someterse a relaciones de tipo auto­
aspiraciones a una democracia radical unidas ritario?
a rasgos fuertemente nacionalistas, se presen­ Las contribuciones más relevantes se abrie­
FASCISMO 625

ron en dos direcciones: por una parte en la v. lo s pr o blem a s a r ie r t o s . La variedad de las


profundización de las características de la interpretaciones que han sido elaboradas en
ideología fascista —en especial en su versión el curso de los años sugiere una imagen del
alemana— asi como de su capacidad de cana­ fascismo como un fenómeno de muchas face­
lizar el resentim iento de la pequeña burgue­ tas, cada una de las cuales capta un aspecto
sía hacia objetivos ficticios a cambio de satis­ parcial, sin lograr reconstruir el conjunto.
facciones por lo general simbólicas; por la Una tul imagen parece dar razón a los que sos­
otra, en el establecimiento de un nivel de aná­ tienen que se debe abandonar el camino
lisis intermedio entre situación de clase y demasiado trillado de la investigación de
acción de clase, como el de la personalidad modelos explicativos de carácter general para
según la importancia de las estructuras de dirigirse a una investigación histórica de los
socialización —en prim er lugar de la fami­ diversos fascismos, sin pretender juzgar o
lia— en cuanto sede de formación y reproduc­ evaluar de manera global la naturaleza y la
ción de estructuras psíquicas congruentes función de los regímenes fascistas.
con la ideología de las clases o élites domi­ No es ahora el momento de enfrentar las
nantes. complejas cuestiones de método que una
Que la relación entre pequeña burguesía y opción de este tipo lleva consigo. Tampoco el
f. constituya uno de los aspectos clave para de establecer si una reconstrucción históri­
la comprensión de la naturaleza de los regí­ ca carente de hipótesis interpretativas y guia­
menes fascistas está demostrado por el cons­ da por el solo criterio de "hacer hablar a los
tante interés que tal tema suscita y por las hechos” sería posible y aun deseable. En rea­
numerosas investigaciones empíricas que se lidad el rechazo de los modelos interpretati­
llevan a cabo al respecto. Se trata sin em bar­ vos aceptados apelando a los hechos es el
go de una cuestión todavía no resuelta, sobre resultado de una opción, más o menos explí­
todo en lo que se refiere a la función, dirigente cita, en favor de un modelo diverso a la luz
o subalterna, de la pequeña burguesía dentro del cual los hechos se seleccionan o inter­
del sistema de poder fascista. Mientras que pretan.
actualmente está suficientemente documen­ Ahora bien, las dificultades para resolver
tado y articulado el papel que ha desempeña­ algunas cuestiones fundamentales para la
do como base masiva de los movimientos fas­ comprensión de los regímenes fascistas deri­
cistas, parece más problemático el intento de van en parte de la diversidad de los paradig­
presentar al f. régimen como expresión de la mas de referencia, asi como de la confusión
pequeña burguesía en el poder. Las investi­ de los niveles de análisis y de la poca exigen­
gaciones que se orientan en esta dirección, si cia respecto de una estrategia de investiga­
bien han demostrado el crecimiento cuanti­ ción tendiente a traducir las hipótesis gene­
tativo de los estratos pequeñoburgueses —co­ rales en cuestiones susceptibles de verifica­
mo consecuencia de la expansión del papel del ción empírica.
estado y de sus funciones político-administra­ Una relación de las diversas interpretacio­
tivas, de los aparatos de propaganda y de re­ nes y de su evolución en el tiempo permite
presión—, el restablecimiento de las distan­ establecer una serie de temas entre los cua­
cias sociales en la confrontación con la clase les ha ido disminuyendo la distancia, ya sea
obrera, un cierto recambio de los cuadros por acumulación de los datos históricos acer­
dirigentes en los diversos niveles de las buro­ ca de los sistemas investigados, ya sea por
cracias políticas y administrativas, no han una mayor disponibilidad por parte de los
logrado sin embargo dem ostrar de manera investigadores de distintas tendencias para
convincente que las opciones de fondo de los proceder a una verificación de los propios
regímenes fascistas respondieran a una lógi­ resultados a la luz de los resultados de otros.
ca contraria a los intereses de las viejas cla­ De m anera especial se ha producido una
ses dominantes ni que fueran reducibles a un convergencia notable en el análisis de las con­
proyecto de transformación social dotado de diciones de surgimiento de los regímenes fas­
autonomía propia y tendiente a conferir a la cistas y en la forma político-institucional a
pequeña burguesía, vieja o nueva, un papel través de la cual se ha hecho intrínseco su
hegemónico. dominio. Esto ha llevado a un uso más criti­
f>26 FASCISMO

co del término, cuyo ámbito de aplicación se y los que consideran que era la forma totali­
circunscribe cada vez más a los casos italia­ taria más adecuada a los objetivos imperia­
no y alemán. listas del capitalismo monopolista (como
Más distantes quedan en cambio las evalua­ Franz Neumann). Se ha ido pues planteando
ciones acerca de la naturaleza y la (unción de la exigencia de pasar de un tipo de argumen­
los regímenes fascistas. Una diferencia de fon­ tación en términos de objetivos buscados
do sigue siendo la de la relación entre capi­ intencionalmente a otra fundamentada en el
talismo y f. Sigue pues abierta la cuestión análisis concreto de los cambios producidos
acerca de si el f. habrá representado un tipo en las estructuras de la sociedad fascista,
especial de solución a las crisis de transfor­ como resultantes de estrategias, a veces con­
mación del sistema capitalista a lo largo de vergentes. a veces divergentes, de las m últi­
una linea de identidad estructural o si más ples fuerzas en juego.
bien ha representado la puesta en m archa de A partir de este trabajo de profundización
un proceso de modificación de las estructu­ dirigido en varios sentidos surge una imagen
ras del capitalismo tendiente a crear un orden de los sistemas fascistas bastante más com­
económico y social distinto del capitalismo pleja y contradictoria que en el pasado. Esta
y del socialismo. La solución a esta cuestión complejidad v contradicción parece vincula­
se vuelve cada vez más difícil por el hecho de da al hecho de que tales sistemas han repre­
que la duración relativamente breve de los sentado un ejemplo de solución a los conflic­
regímenes fascistas y su correspondiente caí­ tos que surgen en el campo de la sociedad
da como consecuencia de los acontecimien­ industrial, fundada en la utilización de téc­
tos bélicos sólo permite hacer frente al estu­ nicas políticas profundamente innovadoras,
dio en términos de tendencias. cuyas implicaciones no han sido formuladas
La cuestión gira alrededor de la relación con la suficiente claridad.
entre política y economía y del mayor o
menor grado de autonomía alcanzado por los T.W. Adorno y otros, The authori-
b ib u o u k a f IA:
estados fascistas en relación con las fuerzas larian personality, vol. I de Studies in prejudi-
económicamente dominantes, especialmente ce, a cargo de M. Horkheimer y S.H. Flowerman,
el gran capital industrial y financiero. Exis­ Nueva York, Harper. 1950; H. Arendt. Los orí­
ten al respecto dos lineas de investigación genes del totalitarismo (1951). Madrid. Taurus.
importantes, que se mueven de manera diver­ 1974:0. Bauer, H. Marcuse y otros, Fascismo y
gente: la prim era tiende a dem ostrar la con­ capitalismo (1967), Barcelona, Martínez Roca,
vergencia de intereses entre f. y gran capital, 1972; F. Borkenau, Zitr Sociología des Faschis-
con el fin de apoyar la tesis de una continui­ mus, en Archiv fiir Wisscnschaft und Sozialpoli-
dad estructural entre capitalismo y f., según tik. 68, 1923: R. de Felice, Fascismo: sus inter­
la cual la autonomía relativa del poder polí­ pretaciones (1970), México. Paidós; C.J. Friedrich
tico se explica dentro de una coincidencia sus­ y Z. Brzezinsky, Dictadura totalitaria y autocra­
tancial de objetivos y fines respecto del poder cia (1956), Buenos Aires, Libera, 1975; G. Germa-
económico; la segunda, en cambio, tiende a ni. Autoritarismo, fascismo e classi sociali, Bolo­
presentar tal convergencia como resultado de nia, 11 Mulino, 1973; D. Guérin, Fascismo y gran
situaciones contingentes que evitan que apa­ capital (1939), Madrid. Fundamentos, 1974; R.
rezca la contradicción de fondo entre la ideo­ Hilferding, State capitalism or totalitarian State
logía y práctica de los movimientos y regíme­ economy (1940). en Modern Review, i, 1947; Slu-
nes fascistas y las condiciones de sobre\ ¡ven­ di sull'autoritá e la famiglia (1936), a cargo de
d a del sistema capitalista. Bajo este aspec­ M. Horkheimer, Turin, it e t , 1974; R. Kühnl,
to, las investigaciones llevadas a cabo en Liberalismo y fascismo: dos formas de dominio
ambas líneas no parecen haber modificado burgués (1971), Barcelona, Fontanella, 1978: B.
los términos del problema respecto de la dis­ Moore Jr., Los orígenes sociales de la dictadura
cusión suscitada a principios de los años cua­ y de la democracia (1966), Barcelona, Penínsu­
renta, incluso dentro del marxismo, entre los la, 1973; F. Neumann, Behemoth. Pensamiento
que sostienen una incompatibilidad de fon­ y acción en el nacionalsocialismo (1942), Méxi­
do entre la lógica de los estados totalitarios co, Fondo de Cultura Económica, 1943; E. Nol-
y la lógica del capitalismo (como Hilferding) te, Fascismo (1970), Barcelona, Plaza y Janes,
F E D E R A L IS M O 627

1972; A.F. Organsky, Le»forme Jallo sviluppo polí­ nizados emplearon los principios federalistas
tico (1965), Barí, Laterza, 1970; N. Poulantzas, para definir su actitud política.
Fascismo y dictadura (1970), México, Siglo X XI, Estas dos observaciones parecen indicar la
1971; Fascismo a sociala italiana, a cargo de G. superioridad del segundo modo de concebir
Qunzza, Turin, Einaudi. 1973; W. Reich, Psico­ el f., o sea entendido como una doctrina social
logía da masas dal fascismo (1933), Buenos Aires, de carácter global como el liberalismo o el
Latina, 1974; P. Togliatti, facciones sobre el fas­ socialismo, que no se reduce, en consecuen­
cismo (1935), México, Ediciones de Cultura Popu­ cia, al aspecto institucional sino que entraña
lar, 1977; The natura of fascism, a cargo de J.S. una actitud autónoma hacia los valores, la
Woolf, Londres, Weidenleld and Nicholson, sociedad, el curso de la historia, etc. El pun­
1968. to de referencia obligado para este segundo
significado es la utopía de Proudhon que, sin
[Lt-DA SACCOMANl] embargo, a pesar de haber hecho en ciertos
aspectos una aportación efectiva a la teoría
del f., al no basar su concepción en una defi­
fascismo latinoamericano nición científica de la estructura social y al
dejar históricamente indeterminado su pro­
V. MILITARISMO LATINOAMERICANO yecto federalista, no fue capaz de darnos una
definición satisfactoria.
Para llegar a una definición más rigurosa
federación, v. f e d e r a l is m o
es preciso proceder, por medio del método de
las ciencias histórico-sociales, prim ero a
encontrar el conjunto de los datos federalis­
federalismo tas y luego a organizar los diferentes aspec­
tos identificados (de valor, de estructura,
I. LACONFUSION DE SUS SIGNIFICADOS En la CultU- histórico-social) dentro de un marco coheren­
ra p o lític a el té rm in o f. se u sa p a r a d e s ig n a r te. De este modo se podrá situar el f. en el cur­
d o s o b je tiv o s d ife re n te s . En u n a p r im e r a so de la historia y relacionarlo con las demás
ac ep ció n , c la r a a u n q u e re d u c tiv a , d e s ig n a la ideologías.
te o ría d el e s ta d o fe d e ra l. En u n a s e g u n d a
acep ció n , m á s b ie n o s c u ra , s e re fie re a u n II. LA NEGACION DLL ESTADO NACIONAL. Tal Vez se
p a n o ra m a g lo b a l d e la so c ie d a d . puede llegar más fácilmente a comprender el
Si el prim er significado no es controverti­ significado del f. si se empieza considerándolo
do, porque se basa en la teoría del estado fede­ desde el punto de vista de lo que niega, más
ral, modelo constitucional que ha sido obje­ bien que desde el de lo que afirma. En efec­
to de numerosos estudios que han ilustrado to, desde el punto de vista histórico, las deter­
los aspectos fundamentales de su estructura minaciones positivas de la teoría del f. se han
y de su funcionamiento, es sin lugar a dudas ido aclarando a través de la experiencia de la
reductivo. En efecto, por un lado el conoci­ negación de la división del género humano en
miento de un estado no es completo si no se estados soberanos. Y ya que esa división se
toman en cuenta las características de la ha manifestado de un modo más agudo en la
sociedad que permiten mantener y hacer fun­ Europa de las naciones, el f. se ha precisado
cionar las instituciones políticas. Y, por con­ como la negación del estado nacional.
siguiente, si el estado federal es un estado con En Europa se ha puesto de manifiesto una
características propias, que lo distinguen de corriente federalista al mismo tiempo que se
los demás tipos de estado, debemos suponer afirm aba el principio de la soberanía nacio­
que la conducta de los que viven en ese esta­ nal durante la revolución francesa, y se ha
do tiene cierto carácter federal. Por otro lado, mantenido viva en el transcurso de los siglos
debemos poner de relieve la existencia de con­ xix y xx. En la obra de Kant y en la utopía
ductas federalistas aun fuera de los estados europea de Saint-Simon se encuentra por pri­
federales: en Europa, durante el transcurso mera vez el elemento cosmopolita del ideal
de los siglos xix y xx, primero individuos ais­ federalista. Este ideal se encuentra en los pro­
lados y luego verdaderos movimientos orga­ gramas de las asociaciones pacifistas, en las
62» F E D E R A L IS M O

resoluciones de los congresos de paz y de los acción política de los estados nacionales y de
congresos de los juristas del final del siglo las fuerzas que los sostenían, ya que prove­
pasado, en los escritos de Cattaneo, Frantz, nían de la creciente incompatibilidad entre
Mazzini y Proudhon. Y se presenta de mane­ esta fórmula política y el equilibrio interna­
ra persistente y consistente, aunque con los cional.
eclipses producidos por las vicisitudes histó­ Mientras dominó en Europa la fórmula
ricas, en el seno de las corrientes liberal, política del estado absoluto, las relaciones
democrática y socialista, que dominaron la internacionales fueron relaciones de reyes o
historia del siglo xix para atestiguar la con­ de príncipes, en las que estaban excluidos los
vicción de que los valores de los que esas pueblos. La aristocracia formaba una socie­
corrientes eran portadores no podían limitar­ dad europea común a la que le correspondían
se a un solo país sin degenerar. Pura simpli­ obligaciones derivadas de lú unidad mural del
ficar el peso efectivo de ese ideal, baste recor­ mundo cristiano y del reconocimiento de las
dar que Lenin sintió en 1915 la necesidad de normas del llamado "derecho europeo”, que
adoptar una posición en contra de la "consig­ tenia por objeto mantener el equilibrio de
na de los Estados Unidos de Europa", cuyo poder entre los estados. También las relacio­
valor positivo no pudo, sin embargo, refutar. nes entre individuos de nacionalidades distin­
Se limitó a insistir en que la tarea preliminar tas llevaban la huella de la convicción de per­
consistía en la realización de la revolución tenecer a una sociedad europea común, en
socialista dondequiera que fuera posible, que los elementos de unidad eran más fuer­
empezando por algunos países o aun por un tes que los de división. La formación política
solo país. Pero como pensaba que ésta era de Metternich sufría el influjo de esta reali­
inminente en tuda Europa, sólo se posponía, dad, y si el orden europeo que emanó del Con­
a la época en que el socialismo hubiera triun­ greso de Viena fue estable se debió al hecho
fado. el momento de lanzar esa consigna. En de que esas obligaciones conservaban fuerza
consecuencia esta posición adoptada no equi­ vital aun en la era del incipiente nacionalis­
valía de hecho al rechazo del principio de la mo y representaban todavía un contrapeso a
unidad europea. la confrontación abierta de los egoísmos
De todos modos, se trataba de una exigen­ nacionales.
cia ideal, a la que no correspondían todavía Por otra parte, las transformaciones sufri­
en la realidad histórica condiciones adecua­ das por el estado con las reformas democrá­
das para traducirla en acción política. Sin ticas y sociales, que al hacer que el gobierno
embargo, su raiz era profunda. La razón impi­ se basara en la participación popular y exten­
de considerar que los valores liberales, demo­ diera su propia competencia a la intervención
cráticos y socialistas, que en el siglo pasado en la vida económica y social, favorecieron
dieron origen a nuevos modelos de conviven­ una enorme concentración de poderes en el
cia pacifica y que, sin embargo, se realizaron estado burocrático, inconcebibles durante el
de manera parcial y precaria dentro de los anden regime. El estado se apropió de esta
estados nacionales, se limitan al solo espacio manera de las energías despertadas por la
nacional. Por otra parte, la difusión de estos revolución industria] y por las transformacio­
valores en el terreno europeo, para abrirles nes políticas que la acompañaron, y el resul­
camino a su consolidación universal, no es tado (no deseado ni previsto ni por los libe­
posible sin la utilización de estructuras poli- rales ni por los demócratas ni por los socia­
ticas federales. Además, los límites del esta­ listas) fue la concentración, la integración
do nacional, que en un principio sólo se nacional y el nacionalismo. Esto se debió al
podían percibir en el horizonte teórico del f.. hecho de que bajo la "nación soberana” esta­
o sea basándose en la negación de la preten­ ba siempre el estado con las viejas exigencias
sión de la ideología dominante de presentar de seguridad y de poder, pero que ahora se
las instituciones nacionales como la única for­ había vuelto más agresivo a causa de la nece­
ma legítima de organización política de la sidad de servir a los intereses económicos y
humanidad, con el pleno desarrollo y la gene­ sociales de las masas en una época en la que,
ralización del principio nacional, se transfor­ a consecuencia de la revolución industrial,
maron en límites prácticos de la misma que iba multiplicando las relaciones entre los
FEDERALISMO 629

individuos pertenecientes a estados diversos, brio europeo y al hacer inevitable la prim era
las relaciones internacionales tendían a difun­ guerra mundial con sus características de
dirse y a multiplicarse constantemente, agra­ guerra generalizada y total, confirmó el ju i­
vando de este modo la anarquía internacio­ cio histórico de Proudhon y de Frantz.
nal, el desorden económico y el autoritaris­ Desde este momento el f., o sea la teoría del
mo. Por otra parte, el control de los valores gobierno democrático supranacional, instru­
lingüísticos, morales y culturales, que animan mento político que perm ite establecer rela­
el sentimiento nacional y que hasta ese ciones pacíficas entre las naciones y garanti­
momento habian quedado excluidos de la zar al mismo tiempo la autonomía mediante
lucha política, pasó al estado que los utilizó su subordinación a un poder superior aunque
para fundamentar tanto la legitimación de su limitado, puede empezar a convertirse ten-
propio poder como su propia política exte­ dencialmente en una alternativa teórica y
rior. De este modo, el estado nacional supri­ práctica que puede funcionar históricam en­
mió todos los lazos espontáneos de unión que te, porque el fracaso de la Internacional socia­
los hombres habian tenido siempre con las lista y el estallido de la prim era guerra mun­
comunidades territoriales más pequeñas y dial ponen de manifiesto los prim eros efec­
con las colectividades más grandes de la tos catastróficos de la crisis histórica del esta­
nación, para impedir que otros lazos pudie­ do nacional. Sin embargo, en tanto que la cla­
ran debilitar la fidelidad absoluta que de los se d irig en te europea e sp e ra b a de la
ciudadanos pretendía el estado. generalización del principio nacional y de la
La fusión del estado y de la nación elimi­ fundación de la Sociedad de las Naciones,
nó, en consecuencia, los límites internos e decididas en Versalles, el comienzo de una era
internacionales que habian evitado el choque de paz, se crearon las prem isas del fascismo
entre los estados cuando estaban basados en y del nazismo, de la segunda guerra mundial
el principio dinástico y los convirtió en gru­ y del derrum be del sistema europeo de los
pos cerrados, centralizados y belicosos. Y en estados.
las conciencias se albergó la convicción ideo­ La teoría federalista, que en esta fase toda­
lógica de que las naciones eran "estirpes" vía no se había desarrollado en todos sus
absolutamente diversas, fundadas en princi­ aspectos, y que se concebía simplemente
pios inconciliables. AI mismo tiempo que se como un complemento necesario de la teoría
difundía la ilusión de que fundamentando a liberal, de la democrática y de la socialista,
toda Europa sobre bases nacionales se podría permitió iluminar la verdadera naturaleza de
garantizar el mejor equilibrio, Proudhon, con algunos aspectos esenciales de este proceso
gran clarividencia, escribió que la mezcla histórico. Einaudi puso de manifiesto, desde
explosiva de la fusión del estado y de la nación 1918, los límites del proyecto de la Sociedad
acentuaría las divisiones internacionales, de las Naciones que, basándose en el princi­
transformando las luchas entre los pueblos pio de la confederación, no limitaba la sobe­
en "exterminio de razas". Por otra parte, ranía nacional, y le contrapuso la federación
Frantz intuyó la contradicción fundamental europea como único medio para garantizar
del nacionalismo entre la aspiración a la auto­ la paz. Además identificó en el problema de
nomía y a la igualdad de todos los pueblos y la unificación europea el hilo conductor de
su división política. La división política trans­ la historia de nuestro siglo, definió las gue­
forma los pueblos en grupos armados y hos­ rras mundiales como dos intentos de resol­
tiles y vuelve precaria, y a la larga imposible, verlo por medio de la violencia y señaló la cau­
su coexistencia pacífica. La distribución desi­ sa de tales guerras en la contradicción entre
gual del poder político entre los estados deter­ el carácter tendencialmente supranacional de
mina relaciones hegemónicas e imperialistas la producción y de todos los demás aspectos
de los estados más fuertes sobre los más débi­ de la conducta humana ligados directa o indi­
les. La autonomía y la fraternidad de todos rectamente a aquélla y las dimensiones nacio­
los pueblos, sostenidas en los principios, son nales de la organización política. Lo que que­
negadas en la realidad. Y la consolidación del dó implícito y que L. Dehio, último represen­
principio nacional, prim ero en Italia y luego tante de la escuela histórica rankiana, desa­
sobre todo en Alemania, al alterar el equili­ rrolló, aunque de manera incompleta, fue la
630 FEDERALISMO

relación entre la crisis del estado nacional y ricana, la soviética y la china en ascenso),
el nazifascismo. Demostró que el estado cuyo orden de magnitud hizo que tuvieran un
nacional, a pesar de haberse convertido en un régimen político más complejo que el de los
espacio demasiado restringido para la expan­ estado unitarios y diferencias sociales de ori­
sión de la producción, debía proveer a su pro­ gen territorial más o menos destacadas. Sig­
pia defensa en un clima de fuerte tensión nos todos que indican que la fórmula del esta­
internacional y, en consecuencia, debía bus­ do nacional había quedado históricamente
car con el proteccionismo la propia autosu­ superada v que los estados europeos sólo
ficiencia económica y el debilitamiento de los podían recuperar su independencia unificán­
vecinos. El nazifascismo representó, por lo dose. Y se pudo prever que la unión de las
tanto, en el plano económico-social la respues­ naciones históricas de Europa sólo podía ser
ta autárquica y corporativa al estancamien­ de tipo federal. Por otra parte, tanto la for­
to económico, al empobrecimiento de las mación de movimientos federalistas organi­
masas proletarias y pequeñoburguesas y a la zados durante la resistencia y su desarrollo
agudización de la lucha de clases, y en el pla­ aún durante la posguerra como el grado avan­
no politico, la respuesta imperialista a un zado de unificación europea parecen indicar
equilibrio europeo ya insostenible. Fue. en que el f. puede llevarse a la práctica en Euro­
una palabra, el intento extremo del estado pa. En realidad, con la elección por sufragio
nacional de sobrevivir en un mundo cuyo por­ universal del parlamento europeo, la Comu­
venir ya estaba en manos de los estados de nidad europea ha cumplido un prim er paso
dimensiones continentales, llevando hasta sus hacia la transformación hacia una federación.
últimas consecuencias la lógica totalitaria de En efecto, en la historia no se conocen ejem­
la comprensión de todas las fuerzas produc­ plos de confederaciones con una asamblea
tivas dentro de los propios confines y de la elegida por sufragio universal: todas las unio­
movilización de todos los recursos sociales al nes de estados que se fundamentan en el voto
servicio de la política de potencia. son federaciones. Ciertamente, la Comunidad
En el periodo comprendido entre las dos después de las elecciones es una federación
guerras mundiales, los representantes del en estado embrionario, todavía no dotada de
movimiento federalista inglés (Federal Union) todos sus poderes (moneda, ejército, etc.).
emplearon el f. para explicar la crisis del esta­ Pero, a partir de las elecciones europeas, el
do nacional. Lord Lothian dio una explicación proceso de unificación se mueve hoy sobre un
precisa de la enseñanza kantiana sobre la terreno constitucional, ya que el voto consti­
naturaleza de la guerra y de la paz, aplicán­ tuye el principal derecho constitucional. De
dola al mundo contemporáneo, encontró en cualquier modo, en esta última fase de crisis
la anarquía internacional la causa de la gue­ del estado nacional, la de la integración euro­
rra y señaló su remedio en las instituciones pea, el f. pudo llegar hasta el umbral de una
federales. Al mismo tiempo se identificó a la visión global de la sociedad, capaz de domi­
anarquía internacional como el principal obs­ nar teórica y prácticamente lo que M. Alber-
táculo para la plena consolidación del libera­ tini llamó la fase supranacional del curso de
lismo (L. Robbins) y del socialismo (B. Woot- la historia, que actualmente se manifiesta a
ton). En esencia, el principio implícito en través del proceso de unificación de Europa,
todos estos autores, y que se enunciaría por pero que, en el futuro, tenderá a unificar el
parte de A. Spinelli y E. Rossi durante la resis­ género humano.
tencia en el Manifestó di Vtntolene. sostiene
que la linea divisoria entre la conservación m e l a sp e c t o de l valor . En los escritos políti­
y el progreso coincide ya con la línea diviso­ cos, jurídicos y filosófico-históricos de Kant,
ria entre el estado nacional y la federación en el um bral de la era del nacionalismo,
europea. encontramos la primera formulación de algu­
Después de la segunda guerra mundial las nos elementos esenciales de la teoria federa­
naciones europeas agotaron su función his­ lista entendida como doctrina social global.
tórica y quedaron reducidas a elementos Lo que caracteriza su pensamiento no es toda­
subordinados de un sistema mundial forma­ vía la negación del estado nacional sino la
do por potencias continentales (la norteame­ negación de la guerra y de la anarquía Ínter-
FEDERALISMO 631

nacional, denunciadas como los factores fun­ tifica de manera rigurosa el discriminante
damentales que mutilan al hombre y le impi­ que separa la paz de la guerra y coloca la tre­
den su libre desarrollo. El proyecto kantia­ gua (o sea la situación en que. a pesar de no
no de paz perpetua se distingue profunda­ haber hostilidades declaradas, sigue en pie la
mente de los que lo precedieron, porque no amenaza de que éstas se deben producir) del
está concebido como una propuesta que ha> lado de la guerra.
que presentar a los gobiernos y diplomáticos Para Kant, la condición fundamental de la
para alcanzar un equilibrio mejor. Por uri paz es, por lo tanto, el derecho, o mejor dicho
lado, alegando que el derecho internacional la aplicación del derecho a todas las relacio­
y el equilibrio entre las potencias son instru­ nes sociales, particularm ente a la esfera de
mentos eficaces para garantizar la paz, for­ las relaciones entre los estados. Sólo en el
mula un juicio que la historia de divisiones ámbito de una federación universal de pue­
y guerras de la Europa de las naciones con blos libres el derecho internacional se conver­
firm aría. Por el otro lado, sosteniendo que tirá en una realidad jurídica completa, basa­
sólo el f. perm itiría establecer la paz, define da en un poder capaz de regular las relacio­
este valor en términos radicalmente nuevos, nes entre los estados y de impedir que los
como expresión de la exigencia de unificar los hombres, aislados o en grupo, recurran a la
pueblos, que habían entrado en el escenario violencia para resolver sus conflictos. De esta
de la historia junto con la revolución france­ manera, la idea de una federación mundial,
sa, creando un gobierno supranacional. capaz de eliminar la guerra y de garantizar
Ya que en el nivel internacional, a diferen­ la paz perpetua, representa el corolario de la
cia de lo que sucede dentro de los estados, la doctrina kantiana del derecho y de la política.
potencia no está monopolizada por un centro Pero, según Kant, para alcanzar el objeti­
de poder que ofrezca a todos una garantía vo de la paz perpetua, los estados que entran
legal sino que está dispersa, cada estado debe­ a form ar parte de la federación mundial
rá permanecer armado, debiendo suponer deben regirse por una constitución republi­
siempre que debe hacerse justicia por si mis­ cana, única forma de gobierno que garantiza
mo. Por lo tanto, de acuerdo con Kant, las la libertad y la igualdad de los ciudadanos.
relaciones internacionales pertenecen toda­ Ella, en efecto, por un lado, al limitar la liber­
vía a la esfera prejurídica del estado de natu­ tad de cada uno, hace posible la coexistencia
raleza. Y el derecho internacional, al que se pacifica de los individuos de acuerdo con una
deben adaptar las organizaciones internacio­ ley umversalmente válida y, por el otro, les
nales modernas como la Sociedad de las permite a los hombres obedecer solamente las
Naciones y la onu por carecer de un poder leyes que han contribuido a elaborar. Bajo
propio, es un instrum ento eficaz para elimi­ estas condiciones es posible establecer rela­
nar la guerra, puesto que no limita la sobe­ ciones efectivamente pacíficas entre los indi­
ranía absoluta de los estados y no afecta el viduos, lo que en la actualidad llamamos paz
principio de la autoprotección de sus dere­ social.
chos. Por lo tanto, la guerra “aun cuando ten­ Pero este régimen político no podrá alcan­
ga éxito, es decir aun cuando sea victoriosa zar su propia perfección mientras no se cree
—escribe Kant—, no dirime la cuestión del "una relación externa entre los estados regi­
derecho”. da por leyes". La situación en que la guerra
De m anera coherente con estas premisas, es siempre pusible marca profundamente tan­
Kant def ine la paz como “el fin de toda hos­ to la estructura social como la misma condi­
tilidad" y no simplemente como la suspensión ción humana. Hamilton describió los efectos
de las hostilidades que se establece en el inter­ que los conflictos internacionales determinan
valo comprendido entre dos guerras. La paz sobre la estructura de los estados; Kant las
no es una situación que exista en el estado de consecuencias de esos conflictos sobre la con­
naturaleza sino que debe construirse y garan­ dición humana. Bajo la presión de la anarquía
tizarse con un ordenamiento jurídico soste­ internacional, los recursos materiales e idea­
nido por un aparato coercitivo por encima de les de la sociedad se orientan en gran parte
los estados. Al definir la paz como la situa­ hacia los preparativos militares y los indivi­
ción en que la guerra es imposible, Kant iden­ duos se insertan en estructuras políticas auto-
632 FEDERALISMO

rilarías, las más eficaces para garantizar la rra y de la amenaza permanente de la guerra.
independencia del estado en la palestra polí­ Sólo en esta etapa de la historia la sociedad
tica internacional. De ahí se deriva la conse­ conquistaría el poder de establecer un con­
cuencia de que las exigencias de seguridad y trol racional sobre su propia actividad y sobre
de potencia del estado tienden de un modo su propio cambio, los hombres podrían rea­
fatal a prevalecer sobre las de libertad de los lizar plenamente su naturaleza racional y su
individuos y de autonomía de las comunida­ conducta podría adaptarse plenamente al
des en las que éstos viven, transformando a principio de la autonomía de la voluntad. Se
los hombres en instrumentos de la política del trata de una transformación radical de las
estado trastocando de este modo la relación relaciones entre el individuo y la sociedad,
entre los medios y los fines sostenida por la que m arca el logro de la condición indispen­
religión cristiana y por el pensamiento polí­ sable para la extinción del estado, para la
tico liberal, democrático y socialista. Cada disolución tendencial del poder en la socie­
estado fundamenta, en efecto, su propia auto­ dad, y para realizar el "reino" kantiano "de
nomía en el ejército y en el poder de obligar los fines”, en el cual será posible tra ta r a los
a los ciudadanos a m atar y a m orir por la hombres como fines en todas las relaciones
patria. Y este poder sólo puede legitimarse sociales.
con la condición de que el estado mistifique Kant es, por lo tanto, el prim er gran pen­
en la conciencia de los individuos las carac­ sador federalista y su aportación teórica con­
terísticas universales de los valores cristia­ siste en haber fundamentado el f. en una
nos, liberales, democráticos y socialistas y les visión autónoma de los valores y del curso his­
arranque por la fuerza a los ciudadanos una tórico. Sin embargo, por el hecho de no haber
fidelidad exclusiva, con la consecuencia de reflexionado sobre la naturaleza de la inno­
sacrificar y de subordinar la lealtad a la vación constitucional que había permitido la
humanidad en aras de la lealtad a la patria. fundación de los Estados Unidos de Améri­
Por este motivo Kant califica la guerra como ca, no llegó a conocer el funcionamiento del
"el obstáculo más grande de la moralidad, el estado federal y, por lo tanto, no llegó a tener
eterno enemigo del progreso". La necesidad los instrumentos conceptuales necesarios
objetiva que tienen todos de adaptar su con­ para concebir de manera real la posibilidad
ducta a una estructura social moldeada en las de un gobierno democrático mundial, capaz
necesidades autoritarias y belicosas del esta­ de lim itar la soberanía absoluta de los esta­
do y su conciencia a la ética del combate, que dos, pero que fuera al mismo tiempo limita­
esa estructura produce, determina, en efec­ do. Estando prisionero de la teoría unitaria
to, un desarrollo limitado y unilateral de su del estado, temía que la federación mundial
capacidad creativa e impide su progreso pudiese degenerar en tiranía. De este modo,
moral. siempre que abordó el problema del poder
Todo esto no es algo inevitable. Al contra­ político mundial se sintió inducido a optar
rio, se trata de la consecuencia directa del por el principio de su "sustituto negativo”,
modo irracional en que está organizado el es decir por una confederación de estados,
género humano, de su división política, del que, sin embargo, al m antener la soberanía
estado de anarquía en que está sumergido. Si absoluta de sus miembros, perpetuaría la
se realiza en todas partes la libertad y la igual­ anarquía internacional, que el gobierno mun­
dad con estados republicanos y la paz con la dial habría debido eliminar. A pesar de esta
federación mundial, tanto la form a de las contradicción, concibió correctam ente el
relaciones sociales como las motivaciones de orden pacífico mundial como un poder polí­
la vida individual sufrirán, según Kant, un tico y un ordenamiento jurídico por encima
cambio radical. Si se conquista el poder de de los estados, concepción que le permitió dar
canalizar dentro de los cauces del derecho una definición rigurosa de la paz y hacer una
toda conducta social, se rompe el ciclo de la crítica del derecho internacional válida para
razón de estado, de las relaciones de fuerza siempre.
en la política internacional, de la guerra, y Hay que señalar, no obstante, otra limita­
desaparece la legitimación de la violencia del ción de la teoría política y de la concepción
hombre contra el hombre derivadas de la gue­ filosófico-histórica de Kant, aun cuando no
FEDERALISMO 633

sea posible tratarla aquí de m anera conve­ cuenta, y que se producirá al término del pro­
niente. Haber definido la paz como condición ceso de integración social que va difundien­
esencial de la emancipación humana, haber do la interdependencia material de los hom­
encontrado el fundamento de la paz en el bres por encima de las fronteras de los esta­
derecho y haberle asignado al derecho, en su dos y va formando individuos que desarrollan
forma perfectamente justa, la tarea de esta­ sus relaciones en un plano universal, crean­
blecer un régimen republicano capaz de do de este modo las bases sociales del cosmo­
garantizar la libertad y la igualdad política, politismo.
no es suficiente para abarcar el conjunto de Así, el concepto de comunidad, que siem­
los factores que hacen posible la liberación pre ha sido un elemento central de las metas
del hombre del dominio y de la opresión. En revolucionarias y de emancipación de la his­
efecto, el dominio del hombre sobre el hom­ toria de la humanidad, puede formularse de
bre no depende únicamente de las estructu­ un modo más claro en la teoría del f., que defi­
ras del estado, como se ha ido modelando bajo ne un criterio indispensable de imaginabili-
la presión de las exigencias defensivas y ofen­ dad y una condición necesaria de realización:
sivas. sino, como lo ha puesto de manifiesto la federación mundial, que se precisa como
el materialismo histórico, también de las el gobierno cosmopolita de la humanidad
estructuras de la producción, que determ i­ libre y desarmada. La imagen de la humani­
nan, en última instancia, las estructuras polí­ dad desarrollada íntegramente en la forma de
ticas, a pesar de que estas últimas poseen una asociación federalista se configura, por lo tan­
relativa autonomía. to, como dividida en una pluralidad de comu­
De ahí se deduce que, por un lado existe una nidades libres y unida en un todo cosmopoli­
condición adicional, puesta de relieve por ta, fórmula que ofrece criterios básicos para
Marx y por Proudhon, sin la cual la paz no considerar la riqueza y la complejidad de las
puede tener un fundamento estable: la supe­ relaciones sociales en un mundo liberado de
ración de la explotación de clase. Por lo tan­ la división en clases y en naciones.
to, la realización de la libertad y de la igual­
dad en el plano político es una premisa nece­ iv. el a spec to d e la e str u c t u r a . Si se reflexiona
saria, pero no suficiente, de la emancipación sobre la condición de los Estados Unidos de
humana, porque esos valores, para realizar­ América —el prim er ejemplo de pacto fede­
se plenam ente, exigen un fundam ento ral entre estados soberanos y al mismo tiem­
económico-social, que sólo la justicia social po la experiencia constitucional más impor­
puede garantizar a través del control demo­ tante, a pesar de estar parcialmente desarro­
crático de la producción. Además, la completa llada, en la historia de las instituciones fede­
realización de la justicia social no puede con­ rales—, no se puede dejar de concluir que
cebirse sin una planificación democrática introduce un nuevo instrum ento político,
mundial, único instrumento capaz de romper cuyo fin universal es la paz perpetua. Los
el ciclo del imperialismo, del subdesarrollo ensayos del Federalist, que Hamilton publi­
y de la distribución desigual de la riqueza en có entre 1787 y 1788 en colaboración con Jay
el mundo. y Madison para sostener la ratificación de la
Las energías humanas liberadas de este constitución federal norteamericana, nos dan
modo podrán orientarse al libre gobierno de la prim era y una de las más completas for­
las "comunidades" en que se desenvuelva la mulaciones de la teoría del estado federal. No
vida humana, en las que sea posible concebir existe, sin embargo, en esta obra ni en las
relaciones humanas en las cuales "el libre otras contemporáneas sobre el mismo tema,
desarrollo de cada uno sea la condición del de acuerdo con el carácter pragmático de la
libre desarrollo de todos” y la propiedad pri­ cultura anglosajona, ninguna consideración
vada pueda también ser abolida. Pero este sobre el sentido global de este instrumento
proceso, que Marx y Proudhon habían presen­ institucional. Es que se presentó más como
tido. no podrá producir sus efectos si no va medio de resolver los problemas políticos de
acompañado de la unificación política del los norteamericanos que como modelo de
género humano, cuyas condiciones histórico- gobierno de la sociedad de las naciones.
sociales, por otra parte, Kunt no tomó en El principio constitucional en que se fun-
614 FEDERALISMO

(lamenta el estado federal es la pluralidad de nación de la competencia escolar al gobier­


centros de poder soberanos coordinados no central, que al mismo tiempo controla el
entre si, de tal manera que al gobierno fede­ ejército, escapan de la lógica tendencialmen-
ral, competente respecto de todo el territorio te totalitaria del estado nacional, el cual
de la federación, se le confiere una cantidad emplea su poder para hacer de los ciudada­
mínima de poderes indispensables para nos buenos soldados.
garantizar la unidad política y económica, y Como el modelo federal lleva a cabo una
a los estados federales, competentes cada uno verdadera división del poder soberano de
en su propio territorio, se les asignan los acuerdo con la división territorial, el equili­
poderes restantes. La atribución al gobierno brio constitucional no puede mantenerse sin
federal del monopolio de la competencia rela­ la primacía de la constitución sobre todos los
tiva a la política exterior y militar permite eli­ puderes. La autonomía de este modelo se tra­
minar las fronteras militares entre los esta­ duce efectivamente en el hecho de que el
dos, de manera que las relaciones entre los poder de decidir en concreto, en caso de con­
estados pierden el carácter violento y adquie­ flicto, cuáles son Jos límites que no pueden
ren un carácter jurídico y todos los conflic­ rebasar los dos órdenes de poderes sobera­
tos pueden resolverse ante un tribunal. La nos no le corresponden ni al poder central
transferencia a los órganos federales de algu­ (como sucede en el estado unitario, en que las
nas competencias en el campo económico tie­ colectividades territoriales más pequeñas
ne por objeto eliminar los obstáculos de gozan de una autonomía delegada) ni a los
carácter aduanal y monetario, que impiden estados federados (como sucede en el siste­
la unificación del mercado, y atribuirle al ma confederal, que no limita la soberanía
gobierno federal una capacidad autónoma de absoluta de los estados). Este poder le corres­
decisión en el sector de la política económi­ ponde a una autoridad neutral, los tribuna­
ca, La consecuencia de esta distribución de les, a los que se les ha conferido el poder de
las competencias entre una pluralidad de cen­ revisión constitucional de las leyes. Estos
tros de poder independientes y coordinados basan su autonomía en el equilibrio entre el
consiste en que cada parle del territorio y poder central y los poderes periféricos y pue­
cada individuo están sometidos a dos pode­ den desempeñar eficazmente su función con
res soberanos, al del gobierno federal y al de la condición de que ninguno de los dos órde­
un estado federado, sin que por esto desapa­ nes de poderes rivales prevalezca de manera
rezca el principio de unidad de decisión sobre decisiva. Con el fin de dar fuerza a las deci­
cada problema. siones judiciales, se establecen disposiciones,
Por lo tanto, el gobierno federal, a diferen­ ya sea por parte de los estados federados, ya
cia del estado nacional, que tiende a homo- sea por parte del gobierno central, que las
geneizar tedas las comunidades naturales que apoyan siempre que converjan con sus respec­
existen en su territorio, tratando de imponer­ tivos intereses. Por lo tanto, sólo en virtud de
les a todos los ciudadanos la misma lengua sus propias decisiones el poder judicial es
y las mismas costumbres, está fuertemente capaz de restablecer el equilibrio entre los
limitado porque los estados federados dispo­ poderes definido por la constitución.
nen de poderes suficientes para regirse autó­ Por otra parte, la elección directa del pre­
nomamente. En esta forma, las instituciones sidente de la federación, que reúne los pode­
típicas de la concentración estatal (los ejér­ res de jefe del estado y jefe del gobierno, le
citos basados de manera permanente en la confiere al ejecutivo los requisitos de fuerza
conscripción obligatoria, la escuela estatal, y de estabilidad necesarios para cumplir efi­
los grandes ritos republicanos, la imposición cazmente la función equilibradora de la vida
a todas las colectividades territoriales más social y para llevar a cabo de manera orgáni­
pequeñas del mismo sistema administrativo ca y coherente e! programa de gobierno
y de la protección prefectoral) no se conocen, (actualmente la planificación), en tanto que
o en cierto modo no han echado nunca ralees la atribución de poderes soberanos a los esta­
profundas en los estados con régimen fede­ dos miembros constituye el freno más eficaz
ral o fuertemente descentralizado. Las estruc­ al abuso de poder por parte del gobierno cen­
turas federales, en tanto no conllevan la asig­ tral y la garantía más sólida contra los peli­
FEDERALISMO 635

gros de la dictadura. Y este equilibrio cons­ En el estado centralizado no existe, en cam­


titucional, que permite conciliar el principio bio, ningún centro autónomo de poder fuera
de la unidad de la comunidad política con el del gobierno central. La lucha política se
de la autonomía de sus partes, se refleja en desenvuelve en un solo marco institucional
la composición del poder legislativo, una de para la conquista de un solo poder, que con­
cuyas ramas representa al pueblo de la fede­ trola, a través de los gobernadores, todos los
ración en una medida proporcional al núme­ entes locales y que de hecho es árbitro de la
ro de los electores, en tanto que la otra es ele­ constitución. Proudhon fue el primero en
gida por los pueblos de cada uno de los esta­ denunciar que la división de los poderes y el
dos miembros con un número igual de repre­ sufragio popular —que deberían garantizar
sentantes, independientemente de las diferen­ la libertad y la igualdad política respectiva­
cias de población. mente— en una estructura estatal tan rígida
La distribución del poder sobre la base se reducirían a fórmulas jurídicas vacias. En
territorial es en realidad mucho más eficaz efecto, en los estados unitarios, en que la divi­
que la de base funcional en lo relativo a garan­ sión de los poderes se basa exclusivamente
tizar el control dividido del poder, principal en lás funciones, el legislativo y el ejecutivo
garantía de la libertad política, en cuanto que tienden inevitablemente a ser controladas por
el gobierno federal y los estados miembros las mismas fuerzas políticas, con la conse­
pueden fundar su propia independencia en cuencia de que el poder judicial, el más débil
una base social distinta. El régimen federal, de los tres poderes, se reduce de hecho a un
como dice Hamilton, permite “am pliar la ramo de la administración pública. De este
esfera del gobierno popular”. En efecto, al modo una democracia que sólo se manifies­
mismo tiempo que la democracia directa per­ ta en el nivel nacional sin la base del autogo­
mite realizar la libertad política en la ciudad- bierno local es una democracia nominal, por­
estado y la democracia representativa, y la que controla desde el vértice, sofocándolas,
división formal del poder en legislativo, eje­ a las comunidades, es decir la vida concreta
cutivo y judicial, permiten realizar la liber­ de los hombres. Y se puede añadir que tam ­
tad política en el estado nacional, el gobier­ bién la planificación, si se decide en el cen­
no democático supranucional, y la división tro, sin una relación efectiva con el ambien­
sustancial del poder entre gobierno federal te humano en que están arraigadas las insti­
y estados federados (también éstos con base tuciones regionales y locales y con las exigen­
democrática), permiten unificar diversas cias reales que éstas expresan, no sólo tiene
comunidades nacionales y realizar la parti­ un carácter autoritario sino que es ineficaz,
cipación política en una extensión limitada porque no se basa en las preocupaciones con­
del territorio hasta abarcar todo el mundo y cretas de los hombres.
todo el género humano. En particular, la La federación constituye, por lo tanto, la
superación del principio de indivisibilidad de realización más elevada de los principios del
la soberanía, con la posibilidad de hacer coe­ constitucionalismo. En efecto, la idea del esta­
xistir en la misma área constitucional dos do de derecho, estado que pliega todos los
órdenes de poderes soberanos, permite con­ poderes a la ley constitucional, sólo parece
ciliar las ventajas de la pequeña dimensión, poder encontrar su plena realización cuando
en la cual los individuos tienen mayor posi­ los poderes ejecutivo y judicial, basándose en
bilidad de participar directa y permanente­ una distribución sustancial de las competen­
mente en el proceso de formación de las deci­ cias. adquieren las características y la función
siones políticas y donde el poder puede ser que tienen en el estado federal.
sometido a un control más directo por parte
del pueblo, de modo que se deje amplio espa­ v. f.l aspecto histórico -so cial La teoría del esta­
cio al autogobierno de las comunidades lo­ do federal, como se desprende de los ensayos
cales, con las ventajas de la gran dimensión, de Hamilton, no contiene un análisis de las
requerida por las condiciones modernas de condiciones histórico-sociales que permiten
la producción industrial y de la técnica mili­ a las instituciones federales funcionar y man­
tar \ necesaria para m antener el desarrollo tenerse. Ya que ninguna institución política
económico y la independencia política. puede mantenerse sin una base social corres­
636 FEDERALISMO

pondiente y ningún equilibrio constitucional toda la sociedad en antagonismos entre bur­


puede d u rar sin el soporte de un equilibrio gueses y proletarios— tiende a hacer preva­
social correspondiente (las instituciones esta­ lecer el sentido de pertenencia a una de las
bilizan ciertas realidades sociales preexisten­ dos partes sociales en conflicto sobre cada
tes, pero no pueden crearlas ex novo), hay que una de las demás solidaridades de grupo e
llevar el análisis hasta la estructura de la impide el establecimiento de fuertes vínculos
sociedad y tra ta r de encontrar las caracterís­ de solidaridad en el nivel de las colectivida­
ticas especificas de la sociedad federal. des locales, indispensables para la aparición
En una federación, la sociedad civil tiene y la persistencia de la bipolaridad social típi­
características unitarias en ciertos aspectos ca de la sociedad federal. Por otro lado, la pre­
y pluralistas en otros. La población está uni­ sión de los conflictos de poder determina el
da en una sociedad de las mismas dimensio­ reforzamiento del poder central a costa de los
nes que la federación y dividida en una plu­ poderes locales, necesario para una rápida
ralidad de sociedades pequeñas, con confines movilización de la sociedad en caso de gue­
territoriales bien definidos, en el ámbito de rra. Al romper el equilibrio político interno
la sociedad más vasta. De ahí que el compor­ entre el centro y la periferia, esta presión
tam iento social típico de esa población ten­ favorece la consolidación del nacionalismo y
ga un carácter bipolar: por un lado, está la del monismo social a costa de la lealtad hacia
lealtad hacia la sociedad global y, por el otro, las colectividades locales y del pluralismo
la lealtad hacia cada una de las comunidades social.
más pequeñas diferenciada de acuerdo con la Las experiencias federalistas se han desa­
distribución territorial de la población. Y lo rrollado en los estados a los que el sistema
singular es el hecho de que el sentimiento de mundial de las potencias les ha asignado una
apego a la unión coexiste con el del apego a función neutral (Suiza) o aislacionista (Esta­
cada una de sus partes y ninguno de ellos pre­ dos Unidos), que los mantenía al am paro de
valece sobre el otro, como sucede en un sen­ los efectos centralizadores de los conflictos
tido en el estado nacional y en el sentido internacionales. Por otra parte, se han pues­
opuesto en una confederación de estados. to de manifiesto en zonas en que la amenaza
En efecto, una sociedad en la cual se preci­ de fuertes tensiones sociales se ha m anteni­
sa la unidad —que se deriva de la necesidad do frenada a través de la posibilidad brinda­
de resolver de manera unitaria los problemas da a los oprimidos y a los descontentos de
relativos a la defensa y al desarrollo econó­ colonizar inmensos espacios libres (y el fede­
mico— es bastante fuerte para d ar origen a ralismo de los Estados Unidos, de Canadá y
instituciones políticas independientes, pero de Australia tiene, en efecto, muchos aspec­
limitadas, y la necesidad de autonomía de las tos comunes con el colonialismo), o bien en
comunidades territoriales —diferenciadas el estado pequeño, como Suiza, en que los pro­
desde el punto de vista de las tradiciones, de blemas de gobierno tienen más carácter admi­
las costumbres, de las instituciones políticas nistrativo que político, o sea en situaciones
y algunas veces también de la lengua— es en que la lucha de clase no ha adquirido for­
suficientemente fuerte para perm itirles sos­ mas tan radicales que impidan la formación
tener gobiernos independientes, pudiendo de una cierta solidaridad dentro de las comu­
funcionar sólo con instituciones federales, nidades de base.
instituciones que permiten la división de la A pesar de estas circunstancias sin duda
soberanía popular entre el pueblo federal y favorables, el f. se ha presentado, en todas
cada uno de los pueblos de ios estados fede­ partes, de m anera imperfecta e inestable. En
rados. efecto, en aquellos lugares en que la lucha de
De estas consideraciones se deduce clara­ clase se presenta sólo en formas atenuadas,
mente que el comportamiento social típico de las relaciones sociales com unitarias no se
la sociedad federal sólo es compatible con una pueden desarrollar plenamente y, por otra
situación en que la lucha de clase y los con­ parte, en las sociedades en que el choque
flictos de poder dejan sentir poco su influjo entre las potencias se deja sentir sólo de
sobre la estructura de la sociedad. En efec­ m anera mitigada, la lealtad hacia el gobier­
to, por un lado la lucha de clase —al dividir no central, responsable de las relaciones
F E D E R A L IS M O 637

internacionales, tiende a prevalecer sobre la que se presenta de este modo como una doc­
lealtad hacia las comunidades territoriales trina social de carácter global, hay que rela­
más pequeñas. Además, la creciente interde­ cionarlo con las demás ideologías. El f. es la
pendencia de todos los estados del mundo ha teoría política que por prim era vez en la his­
eliminado ya el privilegio de las islas políti­ toria establece el valor de la paz como obje­
cas, que favoreció el desarrollo del federalis­ tivo específico de lucha. Y se distingue de
mo al margen del escenario principal de la todas las expresiones modernas del pensa­
historia. En esta fase histórica ya sólo es con­ miento político y social que conciben la paz
cebible una sola isla, la formada por todos los como consecuencia automática y necesaria de
estados del mundo unidos y desarmados en la transformación de las estructuras internas
una federación, que generalizaría, perfeccio­ de los estados en sentido liberal, democráti­
nándola, la situación insular. Se puede con­ co y socialista y le asignan, por lo tanto, una
cluir. por lo tanto, que el régimen federal está posición subordinada.
destinado a degenerar si permanece confina­ La divergencia fundamental se refiere,
do a un solo estado (como lo m uestra la cre­ pues, a la evaluación de los fenómenos de la
ciente centralización del poder en los Esta­ política internacional, de la paz y de la gue­
dos Unidos, después de la prim era v sobre rra. En la teoría del f.. la política de potencia
todo después de la segunda guerra mundial) y las tendencias belicosas que se forman en
y que sólo puede realizarse de manera per­ las relaciones internacionales se atribuyen
fecta si adquiere dimensiones mundiales. esencialmente a la anarquía internacional, es
Esta ley del desarrollo de las instituciones decir a la división pura y simple del género
federales se ha manifestado, aunque de mane­ humano en estados soberanos, a consecuen­
ra parcial, a través de la actitud particular cia de la cual, cada estado, independientemen­
de la sociedad federal hacia las sociedades te del régimen político y del sistema produc­
vecinas. En tanto que la organización cerra­ tivo, debe plegarse a la ley de la fuerza para
da, rígida y monolítica del estado nacional se proteger su propia autonomía. Esto no signi­
traduce en una política hostil y belicosa con fica que se niegue el influjo subordinado a las
los estados limítrofes, la estructura abierta, estructuras internas, pues Kant afirmó que
flexible y pluralista de las federaciones per­ la paz exige premisas de valor liberales y
mite asociar los vecinos al prim er núcleo democráticas, es decir, en esencia, la paz
federal, a pesar de que estos últimos sigan social, que, sin embargo, como se ha visto,
manteniendo una amplia autonomía. La aper­ sólo podrá realizarse de manera parcial y pre­
tura de la sociedad federal hacia el mundo, caria dentro de los distintos estados, si no se
en acción mientras la presión de las relacio­ garantiza con un orden pacifico universal
nes de poder no imponga la cerrazón y la cen­ basado en un poder superior a los estados.
tralización. representa, por lo tanto, una En el horizonte teórico de las demás ideo­
auténtica alternativa a la soberanía absolu­ logías, la política internacional se explica por
ta de los estados y a la violencia en las rela­ medio de las mismas categorías de la políti­
ciones internacionales. En esencia se puede ca interna, y las tensiones internacionales y
decir que la dialéctica de la unidad en la plu­ las guerras se atribuyen exclusivamente a la
ralidad que anima a la sociedad federal habrá naturaleza de las estructuras internas de los
alcanzado su forma final sólo cuando sus estados. Los liberales, los demócratas y los
polos sean la sociedad federal mundial y las socialistas, habiéndose limitado a transfor­
comunidades. m ar las estructuras internas del estado, no
El análisis del aspecto histórico-social y del sólo no han sido capaces de subordinar la
institucional permite, por lo tanto, descubrir política internacional —que ha permanecido
las condiciones históricas y los instrumentos en el terreno de las relaciones de fuerza— a
prácticos, respectivamente, que posibilitan las exigencias que hicieron valer en la políti­
los fines pacíficos, cosmopolitas y comunita­ ca interna sino que han caído en compromi­
rios que Kant le asigna al federalismo.V I. sos con el imperialismo, la violencia y los pri­
vilegios sociales.
VI. LL PACIFISMO DESDE LA I TOFlA HASTA LA CIENCIA En cuanto teoría del gobierno supranacio-
Encontrados los aspectos que definen el f., nal, gobierno capaz de controlar las relacio­
M8 F E D E R A L IS M O

nes entre los estados, el f. es la teoría que per­ vil. la unidad europea. La exigencia de la paz se
mite conocer de manera científica las relacio­ ha dejado sentir de una manera más aguda
nes internacionales. Explica el proceso histó­ en Europa, en donde el problema de la coe­
rico a través del cual se ha formado una plu­ xistencia entre los estados adquiere caracte­
ralidad de estados, descubre las Tuerzas rísticas muy distintas de las que se presenta­
reales que determinan el antagonismo entre ron en los vastos espacios deshabitados de la
los estados y las consecuencias que se crean isla política norteamericana, que la historia
en su interior e identifica los instrumentos había mantenido al amparo de las trágicas
necesarios para superar la anarquía interna­ consecuencias de los conflictos entre los esta­
cional. Por un lado pone en evidencia que el dos y las clases. Y ya que ninguno de los
mismo factor histórico-social, que represen­ miembros de esa federación había tenido una
tó la base de la formación de los estados amplia historia como estado independiente y
nacionales (la evolución del modo de produ­ soberano, la experiencia federalista no repre­
cir que. con la revolución industrial, unificó sentó la superación de naciones históricamen­
el comportamiento humano en los espacios te consolidadas. Por otra parte, el carácter
de dimensiones nacionales), los está destru­ mitigado que asumió la lucha de clase no debe
yendo, porque extiende la integración social atribuírsele al éxito del movimiento socialis­
por encinta de las barreras nacionales, des­ ta, que nunca ha sidu capuz de incidir en el
truyendo las bases mismas de su autonomía desarrollo histórico de los Estados Unidos,
y creando las de estados continentales y, en sino que ha sido resultado de circunstancias
lo futuro, las de la unificación del género históricas afortunadas. A pesar de que Hamil-
humano. Por otro lado m uestra que las rela­ ton utilizó el ejemplo del sistema europeo de
ciones entre los estados estarán dominadas los estados, con la anarquía internacional y
por la ley de la fuerza m ientras no se rijan el autoritarism o de sus instituciones de
por un poder común, y que la lucha entre los gobierno como término de comparación para
estados influye en su estructura interna en ilustrar lo que se evitaría escogiendo la fede­
sentido autoritario. ración en lugar de la confederación, es decir
Por lo tanto, los valores democráticos, libe­ la unidad en lugar de la división, concibió la
rales y socialistas quedan indefectiblemente fundación de Estados Unidos como un medio
subordinados a las necesidades belicistas y para atenuar el aislamiento, sin ser conscien­
autoritarias que la sobrevivencia del estado te del hecho de que las instituciones federa­
en la palestra política internacional alimen­ les proporcionaban instrumentos prácticos
ta. De ahí que la subordinación de la política para llevar a cabo la paz universal. En con­
internacional a esos valores no dependa tan­ secuencia, el f. norteamericano no fue una
to de la transformación del orden interno de experiencia política autónoma sino que se
los estados como, sobre todo, de la supera­ presentó como un elemento subordinado al
ción de la anarquía internacional a través de liberalismo y a la democracia, como un ins­
la creación de un gobierno democrático mun­ trum ento institucional que, convirtiendo a
dial. La falta de una teoría adecuada, que sea Estados Unidos en una isla política, protegía
capaz de conocer y dominar la política inter­ las instituciones democrático-liberales de la
nacional, es la que explica en definitiva la degeneración que indefectiblemente sufren a
impotencia de las ideologias tradicionales causa de la anarquía internacional.
frente a las guerras mundiales y el fracaso de Por otra parte, Europa, en donde el nacio­
los principios de la colaboración pacifica nalismo puso en peligro las bases mismas de
entre los estados, de la fraternidad entre los la convivencia civil, fue el terreno en que la
pueblos y de la solidaridad internacional del experiencia federalista, a pesar de estar con­
proletariado, sostenidos en teoría, pero sacri­ denada por mucho tiempo a no tener salidas
ficados constantemente en la práctica en aras concretas, se desarrolló en el sentido de una
de los egoísmos nacionales. De tal manera que visión global de la sociedad, que se definió,
se puede concluir que el pacifismo, cuando como hemos visto, como la conciencia teórico-
supera, gracias a la teoría federalista, los lími­ práctica del curso supranacional de la histo­
tes del internacionalismo, lleva a cabo la tran­ ria. Examinemos las características esencia­
sición de la utopía a la ciencia. les de esta visión del curso histórico.
FEDERALISMO 639

En la prim era fase de la revolución indus­ nidad sobre el desarrollo económico y sobre
trial el desarrollo de las fuerzas productivas la vida social.
desencadenó la lucha de clases, que luego se Sólo la superación de las naciones euro­
mitigó con el reconocimiento de los principa­ peas, expresión de la más profunda división
les derechos de las clases subalternas y con política del género humano y de la más fuer­
su integración en la vida política de los esta­ te centralización del poder que la historia
dos nacionales. Y en la medida en que se moderna jamás haya conocido, perm itirá al
removieron los obstáculos más graves que se f. contar con una prim era realización signi­
oponían a la emancipación del proletariado ficativa en el plano de la historia universal.
en cuanto clase (derecho de voto, de asocia­ Sosteniendo la ¡legimidad del estado nacio­
ción, de huelga, salarios superiores al nivel nal, que todavía en la actualidad se conside­
de subsistencia, reducción de la jornada de ra como la forma más elevada de organiza­
trabajo, control parcial de la programación, ción de la sociedad (como lo dem uestra la
etc.), a pesar de que no se eliminó la explota­ experiencia de los países salidos recientemen­
ción, la historia pone en la orden del día la te de la dominación colonial), la federación
lucha por la liberación del individuo a través europea se presentará como una formación
de la creación de relaciones sociales comuni­ política pluralista y abierta a todo el género
tarias, imposible mientras la sociedad ente­ humano. Y’ la tensión que la impulse hará sur­
ra estuvo dividida por el odio de clase. En una gir los valores que califican al f.: el cosmopo­
fase posterior, abierta en Europa después de litismo, que perm itirá a los hombres tomar
la segunda guerra mundial, los estados nacio­ conciencia de que pertenecen a la humanidad,
nales, destruidos como centros de poder inde­ y el cumunilarismu, es decir la aspiración de
pendientes y reducidos a la condición de saté­ los hombres a arraigarse en las comunidades,
lites de las dos superpotencias, al dejar de fre­ a participar activamente en el gobierno local
nar el desarrollo de las fuerzas productivas, v a consolidar su autonomía.
dierun comienzo a la integración europea, No obstante, la federación europea será un
proceso en cuyo desenvolvimiento la sociedad estado entre los estados. Deberá defender su
civil adquiere junto con el carácter exclusi­ propia independencia con las armas y la lógi­
vamente nacional uno europeo y tiende a con­ ca de potencia de las relaciones internacio­
vertirse en una sociedad federal. Se trata de nales la obligará a encerrarse en sí misma.
la manifestación más avanzada de una nue­ Por otra parte, el desarrollo insuficiente de
va fase histórica de integración de la activi­ las fuerzas productivas y la presión centrali-
dad humana por encima de las barreras de zadora de las relaciones de poder impedirán
los estados, que tiene dimensiones mundia­ superar la división social del trabajo y, por
les y que creará las condiciones sociales de lo tanto, el dominio y la explotación. A pesar
la federación mundial. de que la federación europea contribuya a
El desarrollo técnico-productivo, que deter­ lograr un equilibrio internacional más pací­
mina estos efectos, al transform ar las condi­ fico y un ordenamiento social más libre (por­
ciones de vida de todo el género humano pre­ que contribuirá a form ar un equilibrio m un­
senta también agudos aspectos negativos. Por dial más elástico, de tipo policéntrico, y por­
un lado, las arm as nucleares abren la posibi­ que destruirá el estado nacional junto con su
lidad de la destrucción física de la humani­ autoritarism o y su impotencia frente a los
dad, y por el otro la producción industrial problemas fundamentales de la política exte­
amenaza con la destrucción del ambiente rior y económica, que ya alcanzan dimensio­
urbano natural, que ha representado el m ar­ nes europeas), la negación del estado nacio­
co de toda la actividad humana. Estas contra­ nal que llevará a cabo será del todo inadecua­
dicciones dependen de la impotencia de las da respecto de los valores sobre los cuales
instituciones políticas heredadas del pasado fundará su propia legitimidad. A pesar de
para controlar las fuerzas despertadas por el estas limitaciones, la federación europea, al
progreso técnico. El problema tiene un carác­ superar por prim era vez a naciones históri­
ter político, y el f. parece proporcionar el ins­ camente consolidadas, adoptará el significa­
trum ento institucional para realizar por un do de la negación de la división política del
lado la paz y por el otro el control de la comu­ género humano y abrirá el camino a la lucha
640 FEMINISMO

por la plena realización de esta negación feminismo


mediante la federación mundial.

M. Albertini. Lo stato nazionale,


b ib i .iog raf IA: i. d e f in ic ió n . Con este termino se indica un
Milán, Giuffré, 1960; M. Albertini, II federalismo: movimiento y un conjunto de teorías que se
antología e definizione, Bolonia, II Mulino. 1979; proponen la liberación de la mujer. El movi­
R.R. Bowie y C.J. Friedrich (comps.), Studi sul miento nació en Estados Unidos en la segun­
federalismo (1954), Milán, Comunitá, 1959; L. da mitad de los años sesenta y se desarrolló
Einaudi, La guerra e limita europea, Milán, rápidamente en todos los países avanzados en
Comunitá, 1948; C. Frantz, Der Fiideralismus ais los años 1968-1977.
das leitende Prinzip fiir die soziale, staatliche und El término liberación se entiende aquí
intemalionale Organisation, Maguncia, Scientia como contraposición a la idea de emancipa­
Verlag Aalen, 1879; A. Hamilton, J. Jay y J. Madi- ción de los movimientos del siglo pasado, de
son, El federalista (1788), México, Fondo de Cul­ los que el f. contemporáneo representa la fase
tura Económica, 1943; I. Kant, La paz perpetua extrema y al mismo tiempo su superación. La
(1795), Madrid, Aguilar, 1966; I. Kant, Idea di una lucha por la emancipación consistía en la peti­
storia universale dal punto di vista cosmopoliti- ción de la igualdad (jurídica, política y eco­
co (1784), en Scritti politici e di filosofía delta sto­ nómica) con el hombre, pero permanecía den­
ria e del diritto, Turín, u t et , 1956; Lord Lothian, tro del ámbito de los valores masculinos
Pacifista is not enough, ñor patriotism either, implícitamente reconocidos y aceptados. Con
Londres, Oxford University Press, 1935; P.-J. la idea de liberación se prescinde de la "igual­
Proudhon, El principio federativo (1863), Madrid, dad" para afirmar la "diferencia” de la mujer,
Aguilar, 1971; L. Robbins, L economía pianificata entendida no como desigualdad o complemen-
e l'ordine intemazionale (1937). Milán, Rizzoli, tariedad, sino como asunción histórica de la
1948; L. Robbins, Le cause economiche delia gue­ propia alteridad y búsqueda de valores nue­
rra (1939), Turín. Einaudi, 1944; A. Spinelli y E. vos para una completa transformación de la
Rossi. Problemi delta Federazione europea, sociedad.
Roma, Edizioni del Movimento Italiano per la El punto fundamental de la doctrina femi­
Federazione Europea, 1944: K.C. Wheare, Del nista, muy variada y articulada alrededor de
govemo federóle (1945), Milán, Comunitá, 1949; la proposición de soluciones y problemas par­
B. Wootton, Socialismo e federazione (1940), en ticulares. es que existe una opresión especí­
Federazione europea, Florencia, La Nuovu Ita­ fica de todas las mujeres. La opresión, que se
lia, 1948. manifiesta tanto en el nivel de las estructu­
ras como en el de las superestructuras, asu­
[ lucio lf.v i ] me formas diversas según las diversas clases.
Por lo demás, no puede solucionarse ni con
mejoras jurídicas dentro de la sociedad libe­
ral ni con una revolución económica, a pesar
de las previsiones formuladas por los socia­
listas, desde Marx y Engels hasta August
federalismo europeo Bebel y Clara Zetkin. El ejemplo de la URSS,
V. FEDERALISMO: UNIFICACIÓNEUROPEA donde, después de algunas provisiones revo­
lucionarias, se ha vuelto gradualmente a una
concepción de la familia pequeñoburguesa,
dem uestra de hecho que no basta con abolir
felicidad pública la propiedad privada y colocar a la mujer en
el mundo de la producción, sino que más ade­
Es el valor más elevado indicado en la ética lante debe cambiarse el modo de producción,
utilitarista, definido en forma clásica por J. la superestructura psicológica y cultural por
Bentham como "la mayor felicidad para el entero y que las mujeres deben adm inistrar
mayor número" (v. utilitarismo). directam ente su poder.
En su significado más amplio, el f. como
denuncia de la opresión femenina, rechazo de
FEMINISMO 641

la idea de desigualdad natural y por lo tanto p artir del cual, en vez de encontrar la tan
de inferioridad, visión conflictiva de las rela­ deseada libertad, han adquirido "un odioso
ciones entre los sexos y reivindicación de la guardián" (p. 27). Sin instrucción, sin medios
igualdad, se ha manifestado en el tiempo de económicos, la mujer se sentia a merced del
diversas maneras, todas ellas dependiendo hombre, padre, marido o hermano, patrón de
estrechamente de la sociedad en la que se ori­ su vida, árbitro único que decide si casarla
ginaron y de las condiciones históricas de la o no y que acabe su vida "sirviendo a los nie­
mujer. tos" (p. 23).
Un caso realmente particular y único lo
II. El. FEMINISMO EN IA CONTRARREFORMA. Aunque representa la figura y los escritos de Arcan-
el debate sobre la cuestión femenina suceda gela Tarabotti. Obligada por el padre a entrar
siempre en varios planos, estando la mujer en 1620, a la edad de dieciséis años, al con­
integrada en las estructuras fundamentales vento de benedictinas de Santa Ana, A. Tara­
de la sociedad, de todos modos es posible dis­ botti ve transcurrir, tras grandes sufrimien­
tinguir algunos grandes temas. En el clima tos, su existencia, hasta que muere en 1652.
misógino de la contrarreform a, las reivindi­ En estos treinta y dos años, en las obras, en
caciones feministas debían partir del princi­ las cartas escritas desde la "cárcel de muje­
pio de la inferioridad femenina, al que con fre­ res”, como llamaba al convento, A. Tarabotti
cuencia se contrapone, según el esquema de persigue una denuncia original, por estar pri­
la obra del humanista Cornelio Agripa fDe vada de esquemas culturales y de referencias
nobilitate et pruecellentia foeminei sexas, doctas, de la condición de inferioridad feme­
1529), el principio de la superioridad nina. En sus obras, desde la Antisatira v la
femenina. Difesa delle donne contro Horatio Plata has­
En Italia, durante la prim era mitad del ta la más significativa Semplicitá ingannata
siglo xvii, tres intelectuales venecianas plan­ o La tirannia paterna (Leida, Sambix, 1654),
tearon con extraordinaria fuerza y eficacia el denuncia los falsos moralismos masculinos,
problema de la condición femenina de su épo­ la ausencia de libertad para la mujer, la vio­
ca. Lucrezia Marinelli, en La nobiltá e l ’ecce- lencia súbita cuando, jovencísima, cogida con
Ilenza delle donne (Venecia, Ciotti, 1601), sos­ la pluma en la mano, fue devuelta "a la agu­
tiene la igualdad esencial de los dos sexos y ja y la rueca". Atada a los ambientes liberti­
descubre en las teorías aristotélicas, según las nos, crítica en el enfrentamiento con ciertos
cuales la función social estaba determinada formalismos religiosos, llega incluso a con­
por las diferencias cualitativas naturales, el cebir una especie de religión punitiva para los
origen de cierto antifeminismo cultural. En hombres, condenados en el más allá, en un
polémica con la historiografía masculina que inmenso infierno dantesco, a expiar todas las
olvidaba las “bellas obras y las egregias accio­ maldades y represiones contra el sexo
nes de las mujeres" {p. 34), L. Marinelli quie­ femenino.
re revaluar a las llamadas "mujeres ilustra­ En sus obras, A. Tarabotti anticipa algunos
das" y la contribución que tantas mujeres de motivos racionalistas que encontrarán expre­
ciencia, filósofas y guerreras, a pesar de las sión más madura en el racionalismo cartesia­
prohibiciones formales y de las dificultades no y en la obra de Poullain de la Barre, De
materiales, han dado a una historia de la civi­ l'énalité des sexes (1673), en la que se desarro­
lización que no puede más que ser común. Del lla el tema cartesiano de la lucha contra los
Mérito delle donne (Venecia, Imbcrti, 1600) de prejuicios extendiéndola al prejuicio más
Modérala Ponte surge en cambio la situación antiguo, el de la superioridad del sexo mas­
de la mujer hogareña de la época. Lejos de la culino.
presencia masculina, en un diálogo denso lle­
no de poesía, un grupo de mujeres reflexio­ III DEL UBERTINISMOALAILUSTRACIÓN. En el siglo
na sobre la vida propia y sobre el propio des­ xvm, la difusión del iluminismoy, por lo tan­
tino. Este grupo de amigas critica una condi­ to, de la confianza en la capacidad de mejo­
ción vital insoportable ("como bestias confi­ ramiento humano y en los efectos positivos
nadas entre los muros") cuando expresan la de la cultura, favorece la discusión sobre la
decepción encontrada en el matrimonio, a enseñanza femenina.
642 FEMINISMO

Por lo que respecta a la ilustración france­ año, la Convención rechazaba la propuesta de


sa, sus principales intérpretes, de Montes- igualdad política entre los dos sexos, ignoran­
quieu a Diderot, tuvieron sobre el problema do la valiente tesis de Condorcet que soste­
de la mujer actitudes generalmente ambiguas nía el derecho de la mujer "au droit de cité”.
e inciertas y, en cualquier caso, sostienen Los límites de la revolución fueron entre­
Albistour y Armogathe, no es en el articulo vistos por Mary Wollstonecraft (Vindication
" Femme’' donde hay que buscar el carácter o f the rights of women, 1792), que auspicia­
revolucionario de la Encyclopédie. Rousseau, ba una revolución en el comportamiento de
en el Entile, trazó el retrato de Sophie, cuya la mujer y la abolición de todas las tiranías
educación terminaba a gusto del hombre, y de todos los privilegios, comprendidos los
aunque cuantos sostienen un Rousseau más del sexo. En Italia, la idea de los "derechos"
abierto se remitan a la Julie de la Nouvelle de la mujer fue sostenida por Rosa Califro-
HeloTse. Sin embargo, por lo general, el dis­ nia con su Breve difesa dei diritti delta don-
curso iluminista sobre la mujer está vincula­ na (1794).
do con el estudio de su "naturaleza" y cerra­
do por consiguiente a tuda posibilidad de iv. Et. feminismo emancipación 1STA. En la segun­
conocimiento histórico. da mitad del siglo xix se desarrolla el f. como
En Italia, el problema planteado en 1723 en movimiento de emancipación con el fin de
la Accademia de’ Ricovrati de Padua. acerca obtener la igualdad jurídica (voto, educación,
de “Si las mujeres deben admitirse en el estu­ profesiones liberales) v se extiende de Ingla­
dio de las ciencias y de las nobles artes", abrió terra a los demás países europeos.
una larga polémica sobre la “utilidad” de la De hecho, la situación de la mujer contras­
instrucción femenina, con intervenciones de taba con los principios de una sociedad que
Aretafila Savini de’ Rossi y Diamante Meda- se decía liberal y. por otra parte, el desarro­
glia Faini, que se declararon totalmente en llo industrial que reclamaba la participación
favor. A esta tendencia, aunque limitada, de de las mujeres e incluso de los niños, ponía
dar acceso a la mujer en la ciencia, correspon­ de relieve la elasticidad de los conceptos y fór­
de el intento de llevai la ciencia al nivel de mulas tales como el de la misión doméstica
la mujer. Con la obra de F. Algarotti. II new- de la mujer. Como observaba J. Stuart Mili
lonianismo per le dame (Nápoles, 1737), se ini­ (On the suhjection of women, 1869), "la inca­
cia una serie de obras de divulgación relacio­ pacidad de la mujer era el único ejemplo en
nadas con la matemática, la botánica, la físi­ que las leyes golpean a un individuo desde su
ca y la economía doméstica. En esta literatu­ nacimiento y decretan que, durante el tiem­
ra, no carente de cierto narcisismo, encontra­ po de vida que tenga, nunca será autorizado
mos de todos modos un deseo de comunicar a competir por posiciones determ inadas" (p.
que no debe dejarse de lado y sí verse como 40). La prohibición legal debida al sexo con­
un aspecto del gusto más general por lo pri­ trastaba con los principios de la libertad y de
mitivo, lo incontaminado. En Europa en los la libre competencia. Mili retomaba el prin­
salones aristocráticos, la mujer representa cipio de Fourier según el cual el grado de
más bien al “buen salvaje". ascenso o descenso de la m ujeres el criterio
La revolución francesa marca, para muchos más seguro para medir la civilización de un
estudiosos, el inicio del f. moderno. En 1791, pueblo V proponía el fin de la disparidad de
Olimpia de Gouges compone la Déclaration los derechos en la familia, la admisión de las
des droits de la femme et de la citoycnnc (s.e. mujeres en todas las fundones y ocupaciones,
ni f.) en la que proclamaba que la mujer la participación en las elecciones y una mejor
poseía, al igual que el hombre, derechos natu­ educación.
rales y que debía participar en la formación En Italia, A..M. Mozzoni conduce entre 1864
de las leyes directa o indirectamente a través y 1920 una larga batalla para incluir la cues­
de la elección de representantes. La obra com­ tión femenina en todos los problemas que la
prendía un proyecto de contrato social entre Italia posterior a la unidad debía enfrentar
los sexos y representa la expresión más orgá­ (reforma del código civil, reforma de la ley
nica del f. racionalista y democrático. O. de electoral). De form ación ilum inista, al
Gouges fue guillotinada en 1793 y, el mismo corriente del debate europeo sobre el tema.
FEMINISMO 643

las tesis de A.M. Mozzuni resultan en el pano­ ticamente aisladas. La reforma electoral de
rama de una Italia cultural y económicamente Giolitti, en 1912, extendía el llamado sufra­
atrasada. La originalidad de sus posiciones gio "universal” incluso a los analfabetos, pero
se observa desde su obra de 1864, La donna excluía a las mujeres, a los menores de edad,
e i suoi rapporti social i, en la que, uniéndose a los condenados y a los dementes. Derrota­
a Cesare Beccaria, criticaba la concepción do políticamente, el movimiento también lo
patriarcal según la cual la sociedad está for­ fue en el plano histórico y cultural. Cuando,
mada por los cabezas de familia más que por en 1945, después de dos guerras mundiales
un conjunto de individuos. La mujer debía ser y el fascismo, las mujeres italianas obtuvie­
considerada en su relación con la sociedad y ron el voto, todo el precioso material de refle­
no sólo en la familia. Aquí era preciso dar a xión y propuestas acumulado en tantos años
la mujer el derecho al voto, reform ar el sis­ de batalla había sido olvidado. Para el f. el
tema educativo y las relaciones dentro de la mito de Sisifo era de nuevo actual: se trata­
familia, así como darle la posibilidad de tra ­ ba una vez más de empezar desde cero.
bajo y de acceso a tudas las profesiones y a
todos los empleos. Particularm ente sensible v. el feminismo contemporáneo. En el momen­
a los problemas de la mujer trabajadora fue to en que en Europa la mujer conquistaba el
A. Kuliscioff, quien con sus actos y sus escri­ voto y en el que parecían caer las más eviden­
tos mantiene viva la cuestión femenina den­ tes prohibiciones legales, en una obra que por
tro del Partido Socialista Italiano. La elabo­ el momento no obtuvo mucha resonancia, Le
ración socialista de la cuestión femenina deuxiéme sexe (1949), Simone de Beauvoir
había sido formulada por August Bebe! en El descubría que la opresión femenina tenía raí­
socialismo y la m ujer (1889). Bebel aceptaba ces muy profundas. En la historia, en la visión
el esquema engelsiano del paso de la socie­ del mundo, el hombre establece una relación
dad de una mítica y feliz fase matriarcal a una directa con la naturaleza y la cultura, colo­
fase patriarcal basada en la propiedad priva­ cándose como sujeto, m ientras que la mujer
da. De este modo, la emancipación de la mujer se coloca en relación con el hombre y es con­
venia unida y en cierto modo subordinada a siderada “el o tro ”. Mientras tanto, se verifi­
la supresión de la propiedad privada. caba un fenómeno absolutamente nuevo en
A.M. Mozzuni mantenía por su lado que la la historia: entre 1950 y los sesenta un núme­
opresión femenina no era de naturaleza exclu­ ro cada vez mayor de mujeres accedía a la
sivamente económica y temía que, al día enseñanza superior y entraba en el mundo de
siguiente de una revolución social, la mujer la producción y del trabajo, aunque fuera en
se encontrarla de nuevo "pupila, prohibida, trabajos inherentes a la función femenina y
excluida, subordinada, accesoria, ni más ni mal pagados. Pero los caracteres de la opre­
menos que hoy” (A.M. Mozzoni, / socialisti e sión femenina sólo habían cambiado. Las
l'emancipazione della donna, en La liberazio- obras de las teóricas norteam ericanas de los
ne della donna, a cargo de F. Pieroni Borto- años sesenta encuentran una inmediata res­
lotti, 1975). La disidencia acerca del modo dis­ puesta en el amplio público femenino que
tinto de entender las exigencias y los modos logra comprender, a través del análisis pro­
específicos de la lucha femenina, radical y pio, las razones de su m alestar e insatisfac­
socialista, estalló alrededor de las leyes tute­ ción. Betty Friedan, en La mística de la femi­
lares votadas en 1902. Defendidas por A. neidad (\9bi) explica los nuevos caracteres de
Kuliscioff, fueron criticadas por Mozzoni, la la opresión de la mujer en la sociedad indus­
cual temía que a fuerza de ser "tutelado” el trial, el contraste entre su capacidad y la
trabajo femenino se viera reducido y limita­ misión desarrollada, entre los predominan­
do a las labores domésticas. tes valores masculinos y la persistente mís­
La campaña de emancipación, en la que tica de la femineidad que niega la exigencia
participaron numerosos intelectuales, no tuvo iundamental de la maduración de la perso­
los resultados esperados. Las "sufragistas”, nalidad, exigencia que no se acaba con la fun­
escarnecidas por la burguesía conservadora, ción biológica. En casa las mujeres desarro­
juzgadas burguesas por el partido socialista llan un trabajo no retribuido, enajenante en
y peligrosas por los católicos, quedaron polí­ su repetitividad, y tienen una importante fun­
644 FEUDALISMO

ción dentro de la sociedad capitalista como des Femmes, 1977; M. Beurd, Women as forcé in
compradoras. Así se inicia un movimiento que history (1946), Nueva York y Londres, Collier
crece en una acción de agregación y separa­ Macmillan, 1973; S, de Beauvoir, El segundo sexo
ción y que alimenta, y a su vez es alimentado (1949), Buenos Aires, Siglo XX; A. Bcbcl, La
por ella, una original producción teórica, mujer y el socialismo (1889), México, Ediciones
cuya amplitud de temas tratados es realmente de Cultura Popular, 1979; R. Califronia, Breve
sorprendente. Kate Millet descubre en el di ¡esa dei diritli delta donna. Asís, s.c. y s.f. (pero
patriarcado la base de todo poder (La políti­ 1974); G. Cappabianca y L. Capezzuoli, Historia
ca del sexo, 1970) y S. Firestone (La dialécti­ de la emancipación femenina (1964), Madrid, Cas-
ca de los sexos, 1970) auspicia una revolución tellote, 1973; G. Conti Odorisio, Donne e societá
feminista capaz no sólo de poner en discusión nel seicento, Roma. Bulzoni, 1979; G. Conti Odo­
toda la cultura occidental sino también de risio, Storia dell’idea femminista in Italia, Turín,
modificar la organización de la propia natu­ eri, 1980; E. Garin, La questione femminile nel-
raleza. Se discute acerca de la relación entre le varié correnti ideologiche, en L'emancipazio-
marxismo y f., en los grupos de autoconcien- ne femminile in Italia, Florencia, La Nuova Ita­
cia se profundizan los problemas específicos lia, 1963; F. Engels, El origen de la familia, de
de la condición femenina, los de la sexualidad, la propiedad privada y del estado (1884), Méxi­
la familia, el trabajo. El movimiento se con­ co, Cartago, 1982; S. Firestone, La dialéctica del
solida al comprometerse en algunos objetivos sexo (1970), Barcelona, Kairos, 1976; B. Friedan,
como el divorcio y el aborto {ley 194 de 1978). La mística de la feminidad (1963), Barcelona,
Con la llegada de la crisis económica y del Sagitario, 1975; K. Millet, Política sexual (1970).
debate sobre la violencia y el terrorismo (sien­ México. Aguilar, 1973; J. Mitchell, La condición
do el f. un movimiento pacifista), el f. de 1977 de la mujer (\9bb), Barcelona. Anagrama. 1977;
parece atravesar un momento de crisis y es J. Stuarl Mili, 1.a esclavitud femenina (1869), en
difícil prever su futura evolución. Los elemen­ J.S. Mili, De la libertad. Del gobierno represen­
tos que habían determinado su desarrollo, la tativo. La esclavitud femenina, Madrid, Tecnos,
falta de organización, la falta de líderes y la 1965; La liberazione della donna, a cargo de F.
pluralidad de las posiciones, se han revelado Pierone Bortolutti, Milán, Mazzotta, 1975; M.
no aptas para asegurar su permanencia en un Wollstonecraft, Vindicación de los derechos de
periodo de graves crisis. la mujer (1792). Madrid, Debate, 1977.
Sin embargo, debemos observar que las
ideas feministas han penetrado, aunque sea [g in e v k a c o n t i o d o r is io ]

en forma reducida, en algunos partidos, en


los sindicatos, en los medios de masas y en
general entre las mujeres politizadas e inte­
gradas a las instituciones. En Estados Unidos
y en las principales universidades europeas feudalismo
(con la excepción de Italia) se afirma la vali­
dez científica de los nuevos sectores de inves­ i. cuestiones generales . El sistema feudal en
tigación, como Womett's Studies y, reciente­ su edad madura no es otra cosa que el pro­
mente, en febrero de 1981, incluso el parla­ ducto de la tentativa real, lograda parcialmen­
mento europeo votó una resolución acerca de te, de colocar una nueva clase dirigente de ori­
la situación de la m ujer en los diversos paí­ gen monárquico en lugar de las viejas dirigen­
ses de la Comunidad, que, aunque resulta de cias como las expresadas tradicionalmente
un compromiso entre los partidos, es indica­ por los diversos grupos étnicos populares ger­
tiva del camino recorrido por las ideas femi­ mánicos. Sólo que la capacidad insospecha­
nistas, y de todo lo que falta por hacer. da de reproducirse de esta nueva clase hizo
que se les escapara de las manos el sistema
bibliografía L. Abensour, Histoire genérale du a los monarcas, de tal manera que el ordena­
féminisme (1921), Ginebra, Slatkine reprints, miento feudal, concebido como realidad sus-
1979; G. Arrighi, La storia del femminismo, Flo­ tancialmente centralista, adquirió en breve
rencia, Razzolini, 1911; M. Albistour y D. Armo- tiempo las características del fraccionismo
gathe, Histoire du féminisme frunzáis, París, Éd. más acentuado. Y la historia de Occidente
FEUDALISMO 645

quedó marcada de una manera irremediable. res y riquezas. En sus orígenes, el rey germá­
Estas observaciones permiten hacer inme­ nico sólo era de hecho un jefe político o un
diatamente dos comprobaciones metodológi­ jefe ocasional: en realidad sólo era el jefe mili­
cas: la prim era consiste en que al referirnos tar de la naliü germánica, elegido cada vez por
al f. nos referimos aquí de manera exclusiva el pueblo para guiarlo en las diversas expe­
al fenómeno típicamente europeo occidental diciones; de tul manera que el rey era algo así
que vio la prim era luz concreta en la época (y sólo) como el símbolo y el modelo de las
carolingia (siglos viimx) y halló su ocaso defi­ virtudes militares de su gente. Un maestro,
nitivo —como sistema de gobierno local— en digamos, de escuela de armas, al que acudían
la época de la revolución francesa; a aquel los jóvenes de las familias más conspicuas
fenómeno que habiendo nacido entre los Tran­ para aprender.
cos encontró en la misma Francia la consa­ Por más convencional que sea este esque­
gración de su condena. Las otras dos formas ma interpretativo —basado en algunos pasa­
o sistemas feudales que se manifestaron en jes conocidísimos de Tácito—, permite
civilizaciones diferentes v en épocas diversas reconstruir los orígenes de la comitiva real
(el llamado f. "chino”, "indio”, "otom ano”, que aparece en una época histórica, en el
etcétera) sólo pueden aproximarse, en nues­ tiempo de las migraciones de los pueblos a
tra opinión, al f. occidental desde el punto de los territorios del imperio romano, cuando ya
vista sociológico —recuérdese la tentativa de se había establecido la institución monárqui­
Max Weber—, ya que desde el punto de vista ca como forma continuadora de la guia
histórico no admiten comparación sus premi­ político-militar de las nationes germánicas.
sas y su desarrollo. Las figuras del vassus franco y del gasindio
La segunda observación metodológica con­ longobardo están bien documentadas en las
siste en que un tipo de evaluación como el que más antiguas fuentes literarias y jurídicas
hemos señalado aquí deduce el sistem a feu­ que han llegado a nosotros.
dal sustancialmente de la realidad social y Sólo que estos fideles, ligados al rey por el
política, de los niveles culturales y de la cri­ vinculo de una consaguitiitas casi sagrada,
sis del mundo germánico de la alta Edad porque se derivaba del riesgo común y de la
Media. Cualesquiera que hayan sido en la solidaridad en la batalla, frente a la muerte,
antigüedad temprana o tardía, determinados no eran originalmente titulares de ningún
factores o técnicas de gobierno que se pue­ poder particular o función especifica, aunque,
den tom ar también como antecedentes del f. obviamente, su relación con el jefe del pue­
(la inmunitas, por ejemplo), nos parece que blo les aseguraba una posición honorífica
debe considerarse que los fenómenos de la notoriamente influyente. El pueblo, por otra
decadencia romana cuando mucho pueden parte, seguía administrándose, de acuerdo
apreciarse como una indicación de tendencia. con el esquema tradicional familiar-gentilicio,
Aunque en realidad, y para no hacer arqueo­ con el cual el jefe de cada uno de los grupos
logía jurídica, estas instituciones, prácticas (Fura, Sippe, etc.) se seguía definiendo no por
o indicaciones adquieren un tinte completa­ su relación con el rey sino únicamente por sus
mente particular sólo a la luz de la experien­ relaciones de influencia, prestigio o dominio
cia germánica y asumen de este modo un sobre su propia gente. De tal modo que cuan­
valor original propio: tal es el caso de la expe­ do esa gente se instalaba en forma estable en
riencia particular y sustancialmente novísi­ un lugar, después de la conquista del oeste o
ma del f. carolingio franco.I del sur de Europa, el mismo mecanismo defi­
nía la jerarquía territorial provincial. El jefe
II LA PRÁCTICA DE LA FIDEUTAS GERMÁNICA. El f. del grupo, expresión de éste, se convertía
parece nacer de la antigua práctica de los pue­ automáticamente en jefe del distrito.
blos germánicos —pueblos que, como es sabi­ Por otra parte, sin embargo, el desarrollo de
do, fueron nómadas, y por lo tanto guerreros la institución monárquica, comportando una
durante largo tiempo— de enrolar en el séqui­ acentuación de las funciones, permitió que se
to (trustis) del rey a personas jóvenes y muy llamara a ocupar oficios que iban aparecien­
jóvenes para que se perfeccionaran en el uso do en el palatium real principal y naturalmen­
de las armas y se ganaran de este modo hono­ te a los fideles de la comitiva real, que de este
64* FEUDALISMO

modo empezaron a desarrollar un poder polí­ tas creada por el vinculo del vasallaje.
tico concreto, aunque todavía no como vassi En esta forma, dicha relación se enrique­
sino sólo como funcionarios, embajadores, ció y se transformó: para tener fideles en las
ministros del rey. A falta de un auténtico con­ diversas zonas, para vincularlos a la tierra,
cepto de estado, les pareció natural a los nue­ el rey concedió en beneficium a su vasallo una
vos reyes germánicos de Occidente apoyarse porción de tierra tomada originalmente de los
principalmente en personas que habían uni­ bienes del fisco o de las iglesias, territorios
do a su misma persona física, individual, sus que no se asignaba en propiedad sino en pre-
propios destinos. Los fideles del rey fueron carium (o sea ad nulum del rey, con un nego­
llamados de este modo a dirigir las funciones cio patrimonial unilateral y una concesión
centrales y aun las provinciales, en competen­ gratuita revocable en cualquier momento),
cia, sin embargo, y en condiciones de debili­ territorio de cuyo trabajo el vassus debía
dad respecto de las estructuras y de las for­ obtener los medios para mantenerse, arm ar­
mas del poder político territorial, esencial­ se y vigilar los intereses del soberano en la
mente autárquicas. zona circunvecina.
En esta permanente diarquía y conflicto de La relación del vasallaje se completó, pol­
poderes entre el rey, en el centro, y los diver­ lo tanto, con el beneficio, de contenido con­
sos grupos patriarcales y tribales de las pro­ creto (aun cuando todavía tenía un valor obli­
vincias, radicaba, como es sabido, la causa gatorio y no real), constituido, en general, por
principal de todas las debilidades de las fra­ el bien que en una economía ampliamente
gilísimas construcciones políticas creadas natural, como la de la época carolingia, sólo
por los germanos en Occidente (agravadas por podía consistir en la tierra; el concepto del
otras tensiones con los grupos románicos más beneficium-feudum se convirtió en el aspec­
numerosos, el conflicto religioso entre arria- to característico, primero del f. franco, y lue­
nismo y catolicismo, etc.): así, estas estruc­ go del occidental, de modo que lo que era el
turas se desvanecieron una tras otra por simple objeto del trato daría su nombre sig­
impulsos externos (visigodos, longobardos, nificativamente a toda la relación (relación
borgoñones, vándalos, etc.) o quedaron para­ feudal), la necesidad de crear con el vassus
lizadas por largo tiempo (el mayor ejemplo enfeudado un contrapeso válido para la tra ­
de estas parálisis es aquello conocidísimo de dicional organización territorial, entraño
los reyes franco— merovingios: los llamados también que el mismo vassus estuviera exen­
rois fainéants).I. to de las prestaciones públicas, las que eran
adm inistradas en la provincia por los pode­
III. LA FEL1DALIZACION DF. LOS VASSI REALES COMOINS­ res tradicionales; de este modo el vassus no
TRUMENTO DE GOBIERNO. La exigencia del refor­ pagaría al cuines impuesto alguno, ni queda­
zamiento del poder real entre los francos fue ría comprendido en el marco de la repartición
lo que indujo a utilizar sistemáticamente en m ilitar local del territorio, ni estaría sujeto
forma política la tradicional estructura del a la jurisdicción del magistrado local: por
vasallaje: el cambio de la dinastía, la sustitu­ todas estas cosas el vassus tenia como único
ción de los merovingios con los carolingios jefe directam ente al rey.
indujo a estos últimos —desde el tiempo de Una amplia ramificación feudal de este tipo
Pipino el Viejo y de Carlos Martcl (y por lo le permitió al rey un control mucho mayor
tanto, aun antes del ascenso al trono de los sobre la realidad tribal de la provincia tradi­
grandes mayordomos del reino)— a buscar cional. asegurándole una fide litas general
nuevas relaciones directas con el mundo mucho mayor. La función m ilitar del vassus
popular, ligado a los esquemas tradicionales ciertam ente es prim aria, pero no exclusiva.
(y a la misma dinastía tradicional). Al no Esto permite rechazar la conocida tesis de
poderse difundir por razones objetivas más Brunner sobre la difusión del feudo franco
allá de cierto limite, el poder basado en la unida a las necesidades militares en que se
relación de sangre, de familia —única rela­ encontró Carlos Martel en tiempos de la ame­
ción verdaderamente sólida en el mundo ger­ naza árab e contra la Francia centro-
mánico—, se recurrió a la utilización de la meridional: el proceso de transformación del
relación particular de affectiu, de familiari- vassus en feudatario comenzó, en realidad.
FEUDALISMO 647

mucho untes, por razones políticas precisas, dirigencias locales y provinciales con vassi de
aunque ciertamente las necesidades militares origen real, el sistema feudal empezó a fun­
creadas por la invasión árabe favorecieron la cionar en contra de la centralización monár­
difusión sistemática de esta institución. quica: de instrumento en manos del rey, el f.
Entre todas las fuentes conocidas, la insti­ se transform ó en instrum ento fundamental
tución feudal, como asunto jurídico, puede en manos de las nuevas aristocracias locales.
definirse como una especie de contrato- De hecho, aparte de que con mucha frecuen­
desigual, privado, pero con una importancia cia el vasallo real investido de los máximos
pública creciente. El vassus jura la fide litas poderes feudalizados (condado, marquesado,
a su dominus que por su parte le concede su misado, etc.) no era otra cosa que el nuevo
propia initio (defensa): la ceremonia va acom­ exponenle de los viejos poderes locales de
pañada frecuentemente por la pronunciación estirpe o de familia, el hecho mismo del éxi­
de palabras sagradas, por el abrazo y por el to de la institución indujo a la gran feudali-
beso. Inmediatamente después, el dominus le dad a utilizarlo en beneficio propio, constru­
trasm ite a su nuevo homo la titularidad yendo con medios similares a sus dependen­
—desde los contenidos que van deslizándose cias una jerarquía feudal esencialmente idén­
poco a poco basta la possessio y el plenum dtt- tica a la que el soberano había difundido en
m inium — sobre los territorios que se le han todo el estado. Dada la debilidad creciente,
asignado, con las correspondientes inmuni­ por su misma naturaleza, de la relación jerár­
dades. En esta relación, el aspecto beneficia­ quica dominus-vassus, se le creó con esto una
rio adquirió cada vez más importancia respec­ barrera impenetrable al poder soberano en
to del aspecto sacramental: a tal grado que las provincias que empezaban la progresiva
en Italia, todavía en una época muy remota, autocefalización y fragmentación que fue el
la concesión del feudurn antecedía, en lugar hecho más característico de la sociedad feu­
de seguir, al sacramentani fidelitatis, o sea dal en su máximo florecimiento (siglos x-xii).
que la fidelitus (relación ético-espiritual) esta­ El estado feudal permanecía intacto, pero
ba también subordinada estrechamente a la de hecho el soberano estaba cada vez más ale­
concesión del feudo (relación patrimonial).IV jado de los habitantes del estado (no se pue­
de hablar obviamente de súbditos). Esto se
IV IAS REACCIONES PARTICULARISTAS: 1A FRAGMENTA­ puso de manifiesto cuando un soberano como
CIÓN de la sociedad. De acuerdo con estas Carlos el Calvo debió acudir al Capitular de
bases, la híbrida y compleja institución feu­ Kiersy (Capitolare Carisiacum) del año 877, en
dal se difundió por tuda Europa durante el el que, por encima de las distinciones y limi­
siglo ix, trasm itida por la conquista franca, taciones formales, la práctica consuetudina­
y adquirió tunta mayor importancia cuanto ria feudal construyó el fundamento de la suce­
mayores eran las exigencias del nuevo empe­ sión hereditaria de los grandes beneficios. La
rador franco-germánico de controlar los fun­ fide litas del heredero del feudatario difunto
dos extranjeros y las poblaciones celosas de —heredero identificado de acuerdo con las
su propia autonomía. Los límites de la apli­ reglas estrictas del derecho fam iliar— se le
cación de esquemas privados para gobernar imponía al soberano como válida para la suce­
fundos públicos, aunque fuera en aquel "esta­ sión en la relación feudal en el usufructo de
do de asociación individual" que constituyó la función pública: la relación fiduciaria bila­
la máxima experiencia política germana, teral habia quedado sin valor, en suma, por
como diría Mitteis, se pusieron, sin embargo, la necesidad de los feudatarios de asegurar
de manifiesto muy pronto, una vez que la difu­ la sucesión a sus propios descendientes aun
sión misma del sistema feudal indujo u obli­ en el cargo público. El beneficium y su usu­
gó al rey a conferir a título feudal los gran­ fructo ya eran más importantes que la fideli-
des cargos centrales o el gobierno de las tas, causa original y fundamental del trato.
reparticiones provinciales, transformando asi Es sabido que éste proceso se desarrolló
el officium en beneficium. Desde ese momen­ aun más y llegó a Italia —sede de una expe­
to, que teóricamente era el del máximo flo­ riencia feudal muy particular— y fue capaz
recimiento del f. monárquico, porque permi­ de asegurar ía sucesión hereditaria aun para
tía la sustitución íntegra de todas las viejas los beneficios menores (Edictum de benefiáis,
64.1 FILOSOFIA DI-, LA POLITICA

de Conrado II. 1037), una decisión con la que filosofía de la política


el monarca pudo devolver en cierto modo a
la gran aristocracia feudal el golpe sufrido un
siglo y medio antes, a pesar de que semejan­ i. concepto de filosofía política. No es tarea
te acto, al perfeccionar la disgregación del sis­ fácil establecer con claridad y precisión qué
tema feudal italiano, consagró una fragmen­ cosa se entiende o se debe entender con “f.
tación que debía perdurar por siglos, identi­ de la política” (o f. política como es preferi­
ficándose con la atomista experiencia comu­ ble decir siguiendo el uso común). Es tan
nal. Es muy fácil, en efecto, identificar en el grande la variedad de opiniones a este pro­
edicto de Milán de 1037 la premisa de la expe­ pósito, que el mejor camino que se puede
riencia siguiente de las comunas citadinas seguir no parece ser el de proponer, como
como nuevo modo de organizarse de la peque­ punto de partida, una definición a priori o
ña y media feudalidad italiana. convencional sino una definición del tipo que
En aquellos lugares en donde las tierras actualmente se llamaría ostensiva, tomada
que no sufrieron esa fragmentación estabili­ del trabajo realizado por los historiadores del
zada y definitiva pudieron recuperar más pensamiento político, del material recopila­
rápidamente, con la ayuda de otros medios, do por éstos, remontándose de los casos p ar­
su organización nacional unitaria a través del ticulares al problema general, el problema de
resurgimiento de la institución monárquica, la existencia y de la posibilidad misma de una
la experiencia histórica italiana estuvo con­ consideración filosófica del fenómeno
denada. por la pulverización del sistema feu­ político.
dal como instrumento de gobierno local, a Ahora bien, entre las muchas preguntas que
una am pliam ente secular pulverización vienen a la mente cuando uno se coloca en
política. esta perspectiva, se presentan inmediatamen­
te algunas de carácter destacadamente críti­
bibliografía: P. Anderson, Transiciones de la co. que afectan y ponen, por asi decirlo, en
Antigüedad al feudalismo (1974), Madrid, Siglo tela de juicio los mismos cánones de la histo­
XXI, 1979; M. Bloch, La sociedad feudal (1939- riografía, los criterios seguidos por los his­
1949), México, i'TEHA, 2 vols.; R. Boutruche, toriadores de las doctrinas políticas para deli­
Sefiorio y feudalismo (1968-1970), Buenos Aires- m itar el campo de su investigación y para
Madrid, Siglo XXI, 1973-1979. 2 vols.; R. Bran- exponer y discutir las ideas y los autores que
coli Busdraghi, La formazione storica del feudo consideran cada vez. Una prim era pregunta
lombardo come diritto reale, Milán, Giuffré, libre de prejuicios podría ser, por lo tanto,
1965; J. Dhondt, La alta Edad Media, en Histo­ ésta: ¿Con qué premisas explícitas o implíci­
ria universal, vol. 10, México, Siglo XXI, 1971; tas se eligen estas “ideas” y se hacen objeto
J. Godechot y otros, La abolición del feudalismo de reconstrucción y de historia? ¿Por qué
en el mundo occidental (1971). Madrid Siglo XXI, (usando los términos más simples) a algunos
1979; C.E. Labrousse y otros. Órdenes, estamen­ autores se les considera "políticos" y se les
tos y clases (1973), Madrid, Siglo XXI, 1980; J. juzga merecedores de ser incluidos en esta
Le Goff, La baja Edad Media, en Historia univer­ "historia", y se excluye en cambio a otros, o
sal, vol. 11, México, Siglo XXI, 1971; K. Lehmann, se les cataloga con otras etiquetas, como auto­
Die langobardische Lehenrccht, Gotinga, Die- res de teorías económicas o, de una manera
trich, 1896; F.G. Maier, Las transformaciones del más general, de teorías sociales? Y ¿qué rela­
mundo mediterráneo. Siglos lll-V lll, en Histo­ ciones exactamente intervienen entre estas
ria universal, vol. 9, México. Siglo XXL 1972: H. tres grandes categorías que se nos presentan
Mitteis, Le strutture giuridiche e polinche dell'etá y en qué medida las ideas políticas difieren
feudale (1933), Brescia, Morcelliana, 1962; J.L. propiamente de las otras dos? ¿Quiénes son,
Romero, La revolución burguesa en el mundo en esencia, los escritores "políticos”, qué
feudal, México, Siglo XXI, 1967; J.L. Romero, razones y qué características nos permiten
Crisis y orden en el mundo feudoburgués, Méxi­ llamarlos asi? Una vez hechas estas pregun­
co Siglo XXL 1980. tas inmediatamente surge de manera espon­
tánea otra pregunta: suponiendo que sabemos
[PAOLO COLLIVA] quiénes son, ¿qué cosa hacían o pretendían
FILOSOFIA DE. LA POLITICA 649

hacer estos escritores políticos? ¿Se propo­ entenderla le corresponde un significado


nían únicamente estudiar, analizar, describir diverso de la expresión f. política. No una,
el fenómeno político, o bien pretendían tam ­ sino muchas serian, por lo tanto, las defini­
bién evaluarlo? Y si lo evaluaban, ¿con qué ciones que se podrían d ar de esta disciplina,
escala de valores lo hacían, con qué objeto? a no ser que, para declarar legítima una sola,
¿Para recomendar o propugnar un tipo ideal se declaren ilegítimas (y se demuestre que lo
y perfecto de relación política, de estado, o son) todas las demás.
simplemente para señalar remedios, correc­
ciones, ajustes a la realidad política existen­ II FILOSOFIA POlíTIl ACOMODETERMINACIÓN DELESTA­
te? De este modo llegamos a una última pre­ DO Optimo. A pesar de la conclusión un poco
gunta: Estos valores, estos ideales, que ins­ desalentadora a que conduce, la clasificación
piraron a los pensadores políticos del pasa­ que hemos expuesto de m anera somera pue­
do y que a través de sus obras mostraron que de resultar útilísima también para nuestros
estaban preñados de consecuencias, hasta el fines, y parece ciertam ente confirmada por
punto de provocar algunas veces revolucio­ la investigación histórica. No es difícil, en
nes o cambios radicales en las vicisitudes de efecto, ejemplificar históricamente, es decir
los hombres, ¿qué significado adquieren asociar a nombres concretos los cuatro
actualmente para nosotros, v cómo podemos modos que hemos distinguido de filosofar
y debemos juzgarlos? sobre la política. Empezando por el primero
No pretendo ciertam ente que esta breve —la f. política entendida como búsqueda de
enumeración circunscriba y abarque todos óptima statu reipublicae—, el ejemplo más
los interrogantes, todas las dudas que la lec­ antiguo, más conocido y más llamativo es y
tura de los “clásicos políticos" despierta en sigue siendo la República platónica, modelo
nuestra mentalidad moderna. Creo, sin ideal de estado construido mediante un pro­
embargo, que ofrece una prim era aproxima­ cedimiento lógico abstracto y deductivo, con
ción, que constituye un prim er paso para una serena indiferencia sobre las posibilida­
entender y definir la naturaleza o, si se pre­ des de su realización efectiva. En la misma
fiere. las características sobresalientes de la senda de Platón se pueden agrupar en estas
disciplina que se conoce con el nombre de f. categorías de filósofos políticos a todos los
política. Determinar la esencia propia del utopistas, descriptores y teóricos también
fenómeno político y los elementos que los dis­ ellos de modelos de sociedad perfecta: mode­
tinguen en el campo más vasto y complejo de los en que el historiador moderno descubre
los fenómenos sociales; valorar críticamente con ojo crítico reflejos algunas veces dolien­
el método seguido cada vez por los investiga­ tes de experiencias concretas, pero que expre­
dores que se han ocupado del mismo; evaluar san todos de igual manera siempre la certi­
las explicaciones que proponen sobre las razo­ dumbre de dar una solución definitiva al pro­
nes de esa relación: examinar, finalmente (al blema político, solución fundada en un valor
menos por interés histórico), los distintos supremo y absoluto de justicia. Por esta últi­
modelos ideales de una sociedad perfecta que ma razón se pueden incluir, además, en esta
en cada época han inspirado y algunas veces categoría, escritores menos radicales que Pla­
obsesionado las mentes de los grandes pen­ tón y que los utopistas, dispuestos (como por
sadores (o por lo menos considerados como ejemplo Cicerón o Tomás de Aquino) a reco­
tales por el consenso común): estas cuatro nocer la divergencia entre la teoría y la prác­
tareas corresponden, en efecto (aunque sea en tica, mas no a renunciar por esto a señalar
progresión inversa), a la clasificación que en el ordo iustitiae la condición única con la
Norberto Bobbio propuso recientemente que puede realizarse un ordenamiento social
sobre los diversos modos en que se ha enten­ y político perfecto. Se podrían finalmente
dido y puede entenderse la f. política: como añadir también a esta categoría autores que,
descripción del estado óptimo, como búsque­ aunque rechazan desdeñosamente la imputa­
da de su fundamentación, como identificación ción de utopismo, consideran, sin embargo,
de la "categoría de lo político” y, finalmen­ posible señalar como meta última de las lar­
te, como metodologia de las ciencias políti­ gas penalidades de la humanidad la liberación
cas en general. A cada uno de estos mudos de de las cadenas de la explotación y de la opre­
650 FILOSOFIA DE LA POLITICA

sión: recuérdese la "transición del reino de un cálculo utilitarista, en el derecho de la san­


la necesidad al de la libertad” preconizado gre o en el consenso popular: lo que interesa
por los marxistas, o también las muchas for­ es el recurso a un determinado principio (o
mas "contestatarias" que vemos en nuestros a un conjunto de principios) —a una “ ideolo­
días. Si la característica común de los teóri­ gía” particular, como se dice actualmente—
cos del estado perfecto consistía en creer que para justificar, exigir o impugnar el respeto
poseían un criterio de valor absoluto, la debido al detentador o a los detentadores del
característica común de los contestatarios poder. En ese sentido, se pueden designar
modernos es la convicción de poseer un cri­ como ideologías tanto la teoría patriarcal de
terio de disvalor seguro, que permite la con­ Filmer como la del contrato social de Hobbes,
dena inapelable del orden existente, dejando Lockc y Rousseau: a este último escritor se
indeterminada la creación de un orden nue­ te debe considerar tal vez, por otra parte,
vo, libre de los defectos pasados. Sería super- como el prim ero que distinguió claramente,
fluo añadir que esta última observación se ha desde el principio mismo de su obra más
hecho aquí por el mero gusto de lo paradóji­ importante, entre la existencia del poder y la
co (como paradójico es el término "utopia al legitimación. Pero, ya que precisamente estas
revés" con que Bobbio designa esta actitud teorías se apoyan en una premisa de valor, se
mental) y que, excepción hecha de algún fiel podría preguntar: ¿no son una simple subes­
retrasado de la “gran tradición” como Hayek pecie de las relativas al estado óptimo, al esta­
o Strauss, o de algún profeta mesiánico de do ideal, que después de tudu también son
una nueva condición humana, va son pocos ideologías, únicamente desarrolladas de una
los que se atreven a atribuirle a la f. política m anera más amplia y completa? La diferen­
la tarea de elaborar una teoría del estado cia es sutil, pero, es sin embargo, importan­
óptimo. te, porque las teorías de la legitimación per­
miten una amplitud de interpretación y de
III FILOSOFIA POLITICACOMOBl'SCJIEDA DEL CRITERIO aplicación mucho mayor que las del estado
DE legitimidad del poder. Es mucho menos óptimo: se limitan de ordinario a señalar las
ambiciosa, más rica y compleja, en efecto, la condiciones que el poder debe acatar para ser
segunda categoría en que, como se dijo, se (o merecer ser) aceptado como válido, dejan­
pueden agrupar los escritores políticos que, do indeterminados los mudos en que se pue­
en lugar de teorizar un modelo de estado den realizar de hecho estas condiciones;
ideal, se han propuesto analizar el fundamen­ recuérdese la variedad y multiplicidad de los
to de la relación política, las razones de la sistemas políticos justificados actualmente en
relación de dependencia que esto implica, en nombre del "principio democrático". No son
una palabra, determ inar el por qué del esta­ raros los casos en que sobreviven juntos prin­
do, los motivos que explican la obediencia que cipios de legitimidad muy diversos, sobrepo­
los hombres prestan o recusan al poder. El niéndose unos a otros, sin que los hombres
objeto de la investigación ya no es el estado se den cuenta plenamente de su distinta pro­
óptimo sino lo que se llama, con un vocablo veniencia y de su posible ¡incompatibilidad;
desusado, pero que recientemente ha cobra­ recuérdese la fórmula “por la gracia de Dios
do actualidad, su “legitimización”: problema y la voluntad de la Nación" que hasta ayer se
que muy bien se puede decir que mancomu­ acogía en Italia como principio de legitima­
na a pensadores antiguos y modernos, a pesar ción de la monarquía constitucional. Desde
de las variadísimas soluciones que en cada este punto de vista, la f. política es, en conse­
ocasión se han dado del mismo y que, como cuencia, una ideología o, mejor dicho, una teo­
es sabido, Max Weber trató de clasificar con ría de la ideología: en su mismo nombre se
su merecidamente famosa tipología de las halla contenida su definición, aunque tam­
tres legitimidades: tradicional, carismática y bién, para muchos, su condena.
racional. En nuestra opinión, no reviste una
importancia particular el hecho de que la legi­ IV. FILOSOFIA POLITICA COMO ESPECIFICACION DF. LA
timación del poder deba buscarse en su ins­ categoría de lo político.La tercera acepción
titución divina o bien en una determinación posible de la f. política es, como se dijo, la
humana consciente, en el culto al pasado o en determinación del concepto general de poli-
FILOSOFIA DE LA POLITICA 651

tica, de lo que caracteriza el fenómeno polí­ logía de la fuerza como elemento constituti­
tico y lo hace tal, distinguiéndolo y diferen­ vo y al mismo tiempo legitimante del estado.
ciándolo de los demás fenómenos sociales. En No carece, por lo tanto, de significado el
este punto el pensamiento vuela hasta Croce hecho de que precisamente como seguidores
que, en un ensayo famoso, señalaba en el des­ de semejante ideología hayan podido recibir
cubrimiento de la "autonomía de la política” el nombre de "maquiavélicos" algunos teóri­
precisamente el comienzo de la f. política en cos políticos cercanos a nosotros, como Mos­
sentido estricto: autonomía que significa ca y Párelo, para los que la esencia del fenó­
identificación de las características propias meno político consistía en la imposición del
de la actividad política y de las leyes que la poder por parte de una minoría sobre la
gobiernan y que son distintas de (y algunas mayoría, y dentro de este contexto no se pue­
veces opuestas a) las propias de otras activi­ de pasar por alto otra teoría mucho más
dades humanas, y marcadamente distintas de reciente, que considera encontrar la catego­
las de la moral. Según Croce el autor de este ría de lo político en la relación amigo-
descubrimiento fue Nicolás Maquiavelo, y, enemigo, en la solidaridad de grupo frente al
debido a la gran resonancia que tuvo entre reto o la amenaza de un adversario: teoría for­
nosotros la enseñanza de Croce, ha prevale­ mulada hace unos treinta años por un escri­
cido ciertamente esta acepción en nuestra dis­ tor nazi (Cari Schmitt), y continuada recien­
ciplina (dentro de Italia). Es necesario, sin temente por dos filósofos políticos, francés
embargo, poner de manifiesto de una vez por el uno (Julien Fround), italiano el otro (Ser­
todas los limites y (para llamar las cosas por gio Cutta). También en este caso se le asigna
su nombre) la parcialidad de la tesis erocia- a la f. política la tarea de determ inar las
na, que conduce ante todo (de lo que dan fe características diferenciales del fenómeno
las mismas palabras de Croce) a una paradó­ político, que se reduce, en ultima instancia,
jica deformación histórica. ¿Quién se atreve­ a una relación de fuerza.
ría actualmente, siguiendo los pasos de Cro­
ce, a empezar la historia de la f. de la políti­ V. FILOSOFIA POLITICACOMOMETODOLOGIA DE LASCIEN­
ca a partir de Nicolás Maquiavelo, a buscar­ CIAS políticas. Llegamos así a lo que para las
la en los tediosos escritos de los teóricos de orientaciones filosóficas más modernas y agu­
la razón de estado, a seguirla a través de Vico das constituye el cuarto y más correcto modo
y de Galiani, excluyendo de ella a Rousseau, de entender la f. politica: de entenderla como
y concediendo sólo un modesto lugarcillo u una simple metodología, como una reflexión
Hegel y a Marx? Para ser justos y reconocer crítica sobre el discurso político, ya sea éste
como filósofos políticos a Aristóteles o Mar- el discurso del científico moderno o bien el
silio de Padua, Jean Bodin o John Stuart Mili, de los teóricos políticos del pasado. La f. poli-
es necesario adm itir que también filosofan tica se presenta aquí como una investigación
sobre la política otros autores de tipo no de segundo grado, que tiende a analizar, acla­
maquiavélico, autores que admitían o soste­ rar y clasificar el lenguaje, los argumentos y
nían explícitamente las intimas relaciones de los propósitos de todos los que han hecho o
interdependencia que unían la política con siguen haciendo de la política un objeto de
otros muchos aspectos de la experiencia prác­ discusión y de estudio. En este sentido se pue­
tica: aunque también éstos debían tener su de hablar de la f. politica como de una “meta-
noción, aunque confusa, de lo que era la polí­ ciencia”, o sea de una comprobación riguro­
tica, si no se atrevían a describir sus carac­ sa de los procedimientos con que se lleva a
terísticas y a señalar sus confines. Sigue cier­ cabo la investigación de la ciencia política
tamente formando parte de las tareas del empírica; hablando más en general, se le pue­
investigador la exigencia de aclarar de p arti­ de atribuir la tarea de encontrar los elemen­
da. al estudiar a un pensador político cual­ tos del pensamiento político tradicional, pen­
quiera, el concepto que tiene de la política, samiento que se presenta precisamente al
y sigue siendo cierto que el concepto que análisis como "impuro" desde el punto de vis­
Maquiavelo se formaba sobre la misma cons­ ta metodológico, como resultado, en la mayo­
tituía sin lugar a dudas una ideología (una ría de los casos, de la confluencia de tres pro­
ideología por lo demás muy antigua): la ideo­ pósitos muy diversos, y que son: a] la adop­
652 FILOSOFIA DE LA POLITICA

ción de conceptos no siempre comprobados tivistas; que condujera a reconocer que cual­
críticamente; b] una descripción que dice ser quier discurso político está (o por lo menos
objetiva y “evaluativa” de situaciones reales lo está en la situación actual) condicionado
y de las leyes que rigen su curso, y finalmen­ por el lenguaje que uno debe utilizar; lenguaje
te, c] una indicación de los fines a los que tien­ que (como se ha visto) es un lenguaje "im pu­
de o debería tender la actividad política, fines ro”, o tal vez sería mejor decir un lenguaje
que por su parte se usan como cartabón para "de muchas dimensiones”; un lenguaje que,
discernir y juzgar la realidad política existen­ en el acto mismo en que se usa, cumple fun­
te. Entendida de este modo, y sólo de este ciones diversas: designa y evalúa, describe,
modo, la f. política parece poder tener toda­ y al mismo tiempo también prescribe (aunque
vía cierta posibilidad de justificación a los sea de manera inconsciente), y esto por la sen­
ojos de algunos filósofos modernos; pero cilla razón de que los vocablos que utilizan
todos se dan cuenta de que esta justificación tienen ya de partida un tinte emotivo, son
se obtiene a costa de eliminar como ilegítimos palabras "cargadas” que encierran una con­
o carentes de significado los tres modos res­ notación apreciativa que no es posible (o por
tantes, más o menos tradicionales, en que, lo menos no ha sido posible hasta ahora) eli­
como hemos visto, se la ha podido concebir. minar. Los ejemplos que vienen a la mente
Eliminadas las dos prim eras acepciones, o son numerosos: basta recordar el uso que se
más exactamente englobadas bajo el nombre da corrientemente al hablar de política a pala­
de ideologías: posiciones apodícticas de valor bras como "libertad” o "igualdad", que desig­
no susceptibles de un discurso controlado y nan al mismo tiempo un hecho y un valor o
significativo; subsumida la tercera en el aná­ la posibilidad de darle al mismo hecho polí­
lisis del lenguaje y en la tarea, confiada pre­ tico un significado distinto y algunas veces
cisamente a la f. política, a la que le corres­ opuesto llamándolo con un nombre más bien
pondería, como metaciencia, depurar como que con otro ("castigo"-"represión”, "fuerza”-
prim era cosa el concepto de política y deli­ "violencia”); basta reflexionar en la incerti­
m itar el campo en que se ejerce, o puede ejer­ dumbre que reina todavía acerca del signifi­
cerse, la investigación empírica. No es difí­ cado exacto de términos como "poder” y
cil descubrir en estas tesis radicales el influ­ "autoridad” y su delimitación recíproca; bas­
jo de las corrientes neopositivistas que pre­ ta recordar lo que se dijo poco antes a pro­
dominan en la actualidad en la filosofía del pósito de la dificultad de definir con preci­
mundo occidental, y de la polémica "antime- sión lo que se entiende por "política".
tafisica" que las inspira y la caracteriza. V I.
Conside­
vil filosofía política y ciencia política.
VI. FILOSOFIA POLITICA Y ANALISIS DEL LENGUAJE. Al rada desde este punto de vista, la f. política se
final de este rápido recorrido panorámico no presenta ciertamente, pues (y se puede definir
se puede dejar de concluir que es preciso par­ provisionalmente, en la cuarta acepción que
tir de esta última posición examinada, pero hemos mencionado), como una operación crí­
no para aceptar supinamente sus conclusio­ tica que tiende a cuestionar cualquier discur­
nes sino más bien para desandar, por asi so (cualquier investigación o razonamiento)
decirlo, el camino y ver si es posible llegar a que tenga por objeto la política. Como tal se
un juicio más caritativo y positivo sobre los distingue, por lo tanto, principalmente (y esta
modos tradicionales de concebir la f. políti­ distinción es tal vez, en el momento actual,
ca. No es posible, en efecto, prescindir en la la más importante) de la llamada "ciencia
actualidad de la clarificación prelim inar del política”, de las orientaciones que prevalecen
lenguaje que es una exigencia fundamental actualmente en el estudio de los problemas
del pensamiento filosófico moderno, lo dis­ políticos y sociales, y se distingue, habría que
tintivo de lo que, sin exageración, se ha lla­ añadir, por el hecho de colocarse frente a la
mado una verdadera revolución en el modo ciencia política no siempre (como se cree) en
de filosofar. Podría suceder, sin embargo, que una relación de integración reciproca sino
el análisis del lenguaje político condujera a algunas veces también en una relación de cla­
resultados todavía más radicales de lo que se ra oposición: porque muy bien puede suceder
deduce de las observaciones de los neoposi­ que la crítica filosófica no se limite a escla-
FILOSOFÍA DE I.A POLÍTICA 653

recer y a afinar los procedimientos y los ins­ no se ve por qué valga la pena discutir de polí­
trum entos de la investigación científica sino tica si no se trata de entender las razones por
que impugne y llegue a hacer vanos sus pro­ las que esto sucede. He citado el otro caso,
pósitos: o sea. puede suceder (usando una también altamente significativo, del distinto
metáfora muy favorecida actualmente por los tinte emotivo que puede darse al mismo
defensores de la filosofía como “metacien- hecho recurriendo a palabras diferentes: el
cia”) que la "terapia” en lugar de curar lle­ uso o mal uso que en nuestros días le dan a
gue a m atar al paciente. No es éste el lugar este expediente los que "impugnan” el orden
para examinar con detalle la naturaleza y los establecido es un ejemplo de esto. Al llamar
supuestos de una ciencia que en estas últimas represión al castigo y violencia a cualquier
décadas ha encontrado amplio consenso y es intervención coercitiva de los órganos esta­
objeto de un asiduo esfuerzo por parte de tales, interpolan un juicio de valor (o más
insignes investigadores. No se trata tampo­ exactamente de disvalor) en lo que pretende
co de levantarle un proceso, enumerando las ser meramente la descripción de un hecho: a
objeciones que se les puede hacer (y que. decir verdad, los politólogos, desconfiados
hechas, dan lugar actualmente a apasionadas como son de cualquier connotación norm ati­
discusiones) a los tres supuestos fundamen­ va de los fenómenos sociales, no se muestran
tales (la empiricidad, la no prescriptividad y muy sensibles ante la diferencia cualitativa,
la evaluatividad) de acuerdo con los cuales esa y no sólo cuantitativa, que se establece entre
ciencia trata de legitimarse y de incorporar­ el ejercicio arbitrario de la fuerza y la fuerza
se entre las ciencias más desarrolladas. La ejercida en nombre de la ley.
objeción fundamental sigue siendo la mencio­ Pero el ejemplo más probatorio y decisivo
nada anteriormente: la ambigüedad del len­ de la imposibilidad que tiene el politólogo de
guaje que se refiere al fenómeno político, y prescindir, en la determinación misma de su
la incapacidad hasta ahora aparente de la propia tarea, de la adopción de una posición
ciencia política para crearse un lenguaje apro­ evaluativa (o, si se prefiere, ideológica) se pue­
piado, o sea (como el de las ciencias exactas) de encontrar en la atribución realizada por
sin ninguna resonancia evaluativa, "esterili­ éste, en el punto de partida, de un significa­
zado” y meramente factual. Ya he citado algu­ do particular y específico a la palabra “ polí­
nos ejemplos de vocablos "pluridimensiona- tica”: atribución no menos apodictica y pre­
les” que aparecen frecuentemente en el len­ juiciosa de lo que era la de los filósofos polí­
guaje político: quisiera añadir ahora que las ticos del pasado. Atribuir a determinados
tentativas realizadas hasta el presente por los fenómenos el carácter político no es de hecho
politólogos de reducir estos vocablos a un sig­ otra cosa que darles una importancia parti­
nificado único no me parecen haber sido coro­ cular respecto de los demás fenómenos,
nadas por el éxito. Es de ayer una interesan­ importancia que es por sí misma una conno­
te polémica (Rivista de filosofía, lv-lvi, 1964- tación de valor. La palabra "política”, deri­
1965) sobre la posibilidad de dar una defini­ vada originalmente de la experiencia carac­
ción "n eu tra”, científica, y por lo tanto obje­ terística del mundo griego, se ha ampliado o
tivamente válida del concepto de libertad polí­ restringido de diversas maneras pura desig­
tica. La conclusión a la que ha llegado uno de nar experiencias muy distintas (recuérdese la
sus más fervientes sostenedores. Oppenheim, traducción medieval de polis por civitas vel
es por si sola suficiente para dejar perplejos regnum). Considerada durante largo tiempo
sobre las ventajas de semejante reduccionis- como arte suprema del "bien vivir", como
mo. pues, en opinión de Oppenheim. sería ciencia coordinadora y "arquitectónica" de
absurdo discutir si hay más libertad en una la convivencia humana, la política se redujo
democracia o en una dictadura. Es sólo cues­ por obra de Maquiavelo a mera "gram ática
tión de distribución: en una dictadura la liber­ de la obediencia”, por obra de Locke a sim­
tad es la del dictador, en una democracia la ple seguro sobre la vida y las posesiones.
de los ciudadanos. Cusa que puede ser cierta Varia su competencia de acuerdo con los
también desde el punto de vista empírico, tiempos y con los lugares: aspectos de la vida
pero esto no quita que la palabra libertad siga que un día se consideraban políticos ya no los
perturbando y embriagando los corazones: y son en la actualidad; las convicciones religio­
654 FILOSOFIA DE LA POLÍTICA

sas de los ciudadanos, irrelevantes para el examinadas, vimos someramente descritas


estado moderno, no lo eran para el estado como francas ideologías. Finalmente, hay que
confesional; las relaciones económicas, con­ enfrentar, por lo tanto, cara a cara, el uso (o
sideradas políticamente indiferentes por un el abuso) que se hace corrientem ente en la
liberal, no lo son ciertam ente para un m ar­ actualidad de esa palabra, y preguntarse con
xista. Definir la política es, por lo tanto, en qué fundamento nos libramos por medio de
si mismo adoptar una posición acerca de los ella de las imponentes construcciones concep­
fines de la actividad humana, es establecer tuales a las que hace algún tiempo nos acer­
una jerarquía entre las diversas formas de la cábamos con mayor respeto.
vida asociada, es. en una palabra, una elec­ De acuerdo con una definición generalmen­
ción de valor, preñada de consecuencias prác­ te aceptada ahora, se entiende por aserción
ticas e indicativas de una visión particular de ideológica “ un juicio de valor disfrazado de,
la vida y del hombre. ¿Cómo no preguntarse, o cambiado por, una aserción de hecho”. De
entonces, si el concepto moderno de ciencia acuerdo con esta definición todas o casi todas
política, si la tentativa de estudiar "científi­ las f. políticas del pasado son. por lo tanto,
camente", o sea de una manera totalmente ideologías y programas ético-políticos camu­
desapegada e imparcial, una determinada flados de teorías científico-filosóficas, y la
esfera de relaciones humanas designadas tarea del investigador moderno consiste en
como "políticas” no son también resultado de "desenm ascararlas” poniendo al desnudo
una decisión, la señal, digamos, de una ideo­ entre otras cosas los intereses concretos y
logía en particular? A este paso se term ina­ algunas veces sórdidos que se ocultaban bajo
ría por darles la razón a sus críticos más esas construcciones, y que éstas trataban de
encarnizados, a cuyos ojos la ciencia política defender o de consagrar, pretendiendo pre­
occidental, con su ideal de una “política cien­ sentar como verdades irrefutables (porque se
tífica" que la caracteriza y la inspira, no es podían dem ostrar empírica o deductivamen­
otra cosa que el producto de un contexto his­ te) algunas premisas necesarias o útiles para
tórico y social perfectamente determinado. convalidar un determinado sistema de rela­
Desaparecida su pretensión de "cientifici- ciones políticas y sociales. No hay duda de
dad”. a la ciencia política no le quedaría otro que, por este camino, se puede llegar a reali­
remedio que esperar sobrevivir como f. polí­ zar una verdadera obra de desmantelamien-
tica del mundo contemporáneo. to de las teorías políticas más célebres, un
verdadero jen de massacre!Tómese por ejem­
vni. filosofía política e IDEOLOGIA. Si el análisis plo la doctrina aristotélica de la desigualdad
del discurso político conduce o puede condu­ "natural" de los hombres: ¿quién podría
cir a conclusiones tan singulares, es obvio que negar que esa doctrina sirvió a las mil m ara­
la reflexión filosófica no puede detenerse villas para justificar la institución de la escla­
aquí, porque reconocer el carácter evaluati- vitud? Y cuando Aristóteles añade que la
vo o ideológico de este tipo de discurso hace naturaleza misma parece haber hecho más
surgir en la mente un problema más, el del robustos los cuerpos de los esclavos, desti­
porqué de ese carácter, o sea la exigencia de nándolos a las fatigas más pesadas, ¿no está
entender las razones por la que la calificación claro tal vez que disfraza con un juicio de
política es una calificación evalualiva y no hecho lo que en realidad era un triste prejui­
sólo descriptiva, de encontrar una explicación cio de los antiguos? O bien tómese el ejem­
de las decisiones que los hombres toman al plo de la teoría del contrato social: proyec­
atribuirles a algunos fenómenos una impor­ tando hacia el pasado el origen del estado, y
tancia política que excluyen en otros y, sobre descubriendo ese origen en un acto delibera­
todo, de establecer exactamente qué cosa sig­ do y consciente de los distintos elementos del
nifica esta atribución, cuáles son sus conse­ mismo, ¿sus teóricos no partían tal vez de la
cuencias y cuál es, en una palabra, realmen­ premisa de valor —la atribución al individuo
te la puesta en juego. A estas preguntas res­ de un derecho original a la libertad y a las po­
pondían sin duda, o trataban de responder, sesiones— tratando de corroborarla con una
las f. políticas tradicionales: las que. enume­ referencia a un hecho que se había llevado a
radas en las dos prim eras categorías recién cabo únicamente en circunstancias históricas
FILOSOFIA DE LA POLITICA 655

y ambientales particulares? En casos como nes, para llevar a cabo decisiones, para juz­
éstos, y en otros que se podrían citar aún, es gar la realidad política, para aceptarla, para
perfectamente exacto decir que los filósofos mejorarla y, si era necesario, para rechazar­
políticos del pasado camuflaban con teorías la y transform arla. Un solo ejemplo podría
científicas sus programas ético-políticos v dis­ bastar para aclarar e ilustrar este punto: el
frazaban con una aserción de hecho lo que en de la llamada doctrina del derecho natural,
realidad era un juicio de valor. que con frecuencia ha sido interpretada erró­
neamente por sus críticos como una afirm a­
IX. FILOSOFIA POLITICA Y TEORIA DF. IOS VALORES. Y ción sobre lo que es la naturaleza del hombre,
sin embargo, viendo bien las cosas, la expli­ en tanto que en sus más elevados sostenedo­
cación propuesta disfraza un poco los inten­ res es más bien una reivindicación de lo que
tos y la obra misma de los que hace tiempo debería ser considerado y respetado en el
filosofaban sobre la política. Para empezar, hombre. Decir que los hombres son iguales
se debe señalar que no todos atribuían a los por naturaleza, señalaba Lincoln en uno de
"hechos" la función de prueba decisiva y defi­ sus más nobles discursos, no significa que
nitiva que se les imputa. Se podrían citar has­ sean iguales de hecho (lo que seria una locu­
ta casos de filósofos políticos que desde el ra) sino que deben ser tratados como poten­
principio descartan los hechos como irrele- cialmente iguales, y que sólo es legitimo el
vantes para sus propósitos: Grocio. por ejem­ ordenamiento político en que las desigualda­
plo, que declara en los Prolegomeni al De iure des de hecho no constituyen un factor de dis­
belli ac parís querer estudiar el derecho criminación.
"prescindiendo mentalmente de cualquier cir­ Las filosofías políticas tradicionales son,
cunstancia particular", o bien Rousseau, que por lo tanto, discursos sobre los valores y no
al principia de su Discurso sobre la desigual­ discursos sobre los hechos, ya sea que se tra ­
dad proclama: “ Empecemos dejando de lado te de aquellas (aunque menos frecuentes) que
todos los hechos, porque no tienen nada que elaboraban modelos de estado ideal o de aque­
ver con el problem a”, o, finalmente, el más llas (mucho más numerosas) que buscaban las
significativo de todos, Kanl, que al presentar razones, el porqué de la relación política y
el contrato social como criterio de legitimi­ proponían criterios de legitimación de las
dad del estado añade expresamente que se relaciones existentes, o socababan sus bases
trata no de un acontecimiento real sino de un en nombre de valores nuevos y revoluciona­
principio normativo: “simple idea”. Pero no rios. Reconocer la validez de este modo de
es sólo porque los filósofos políticos del pasa­ filosofar no significa de ninguna manera
do atribuían a los hechos un peso distinto del negar la posibilidad del otro enfoque, “cien-
que nosotros estamos inclinados a atribuir­ tífico”, o si se quiere "m oderno”, del proble­
les que sus construcciones resisten el "desen­ ma político del que liemos hablado. Signifi­
mascaramiento" que pretenden realizar los ca simplemente reconocer que hay dos modos
modernos. El punto verdaderamente impor­ de abordar y ver el problema: que (usando
tante es otro: que las que nos parecen ser (o una fórmula algo rancia y escolástica, pero
pretenden ser) "pruebas" no eran en realidad siempre oportuna) hay dos preguntas distin­
pruebas sino “razones”; aquellos filósofos, en tas que se pueden hacer acerca de la realidad
otras palabras, no intentaban describir que nos rodea: una sobre el "como" y otra
hechos sino prescribir decisiones, propugnar sobre el “porqué". El politólogo, si está cons­
valores, y sabían muy bien (mejor tal vez de ciente de los limites de su horizonte y de las
lo que creemos saber nosotros) que los valo­ dificultades que se derivan de la imperfección
res no se "prueban” sino que se "proponen”, de los instrumentos de que dispone, tiene el
se "argum entan", se "enseñan", se “atesti­ pleno derecho de plantearse como objeto de
guan”, no apelando únicamente (como con su investigación el conjunto de fenómenos
demasiada facilidad estamos inclinados a que. separados de la esfera más amplia de los
creer en la actualidad) a los instintos, a las fenómenos sociales, se consideran, en el
emociones, al lado irracional del hombre sino momento en que desarrolla su trabajo, como
a su capacidad de entender y de razonar, de fenómenos politicos. Pero también tiene el
corregir los instintos, de dominar las emocio­ deber de admitir que esos mismos fenómenos
65* FILOSOFÍA DE LA POLÍTICA

pueden ser objeto de una investigación de un derecho y moral. Aunque no hay nadie que no
tipo radicalmente distinto; que la existencia se dé cuenta de que la obligación política
misma de ese "poder” que él toma como dato entendida en el prim er sentido no es más que
último e incontrovertible de dichos fenóme­ un nombre para describir una condición de
nos, “existe" sólo en cuanto hay hombres que hecho: una situación de hecho en que el ele­
lo reconocen y lo convierten en tal. Y para que mento determinante es la posesión de la fuer­
los hombres lo reconozcan v lo conviertan en za por parte del que manda, y su capacidad
tal, es necesario que existan razones (el mie­ de imponer el acatamiento de una determ i­
do, la vileza, la cobardía, dirían algunos; la nada conducta a los que están sujetos a ella.
convicción, la aceptación consciente y razo­ No han faltado ciertamente en la historia del
nada, dirían los otros) para que se sometan pensamiento político autores que le han dado
y obedezcan sus mandatos. Estas razones son este significado a la obligación política. Se
y no pueden dejar de ser el ob jeto de la f. de puede decir que a éstos Ies ha respondido
la política, que se presenta, de esta manera, Rousseau en nombre de todos en un célebre
precisamente como la entendían los que pasaje. “La fuerza es un poder físico —se lee
durante tantos siglos la practicaron: como en uno de los capítulos introductorios a El
una investigación critica sobre la naturaleza contrato social— y yo no logro comprender
de la obligación política, como una investiga­ qué consecuencia moral pueda tener. Ceder
ción sobre un problema que. a pesar de la a la fuerza es un acto de necesidad, no de
diversidad de los tiempos y lugares, y a pesar voluntad; cuando mucho un acto de pruden­
de la diversidad de las soluciones propuestas, cia. ¿En qué sentido podría constituir un
ha permanecido esencialmente sin variar, deber? Debemos pues convenir en que la fuer­
porque de él depende gran parte de nuestra za no crea el derecho, y que no se está obliga­
experiencia, y no sólo de nuestra inevitable do a obedecer si no a los poderes legítimos.”
condición de ciudadanos sino de nuestra toda­ El segundo problema está estrechamente
vía más inevitable condición humana. relacionado con el primero. Rousseau, como
hemos visto, habla de una consecuencia
X. NATURALEZA DE LA OBLIGACIÓN POLITICA. Según “ moral" de la legitimidad del poder. ¿Debe­
parece son esencialmente tres los problemas remos concluir, por lo tanto, que la obligación
que se plantean a la consideración filosófica política se confunde en última instancia con
sobre la naturaleza de la obligación política. la obligación moral? Esta es la posición adop­
Los señalaré brevemente a modo de con­ tada más comúnmente por los teóricos tra ­
clusión. dicionales y m arcadamente por los seguido­
El prim er problema se refiere al significa­ res de la doctrina del derecho natural, que
do que hay que darle a la misma palabra hacían depender precisamente la exigencia de
"obligación" en la expresión propuesta; si se fidelidad, dirigida al ciudadano, del valor
debe entender con esta expresión simplemen­ moral encarnado en la orden del legislador.
te la situación del que, en un contexto políti­ La ley "justa" obliga in foro conscientiae: las
co (entendido en el sentido más amplio de leyes inicuas tnagis sutil violcntiae quatn
relación de dependencia de un poder consti­ lenes. Bastaría, sin embargo, volver a leer el
tuido), se ve inducido a adoptar cierto tipo de Critón o dirigir nuestro pensamiento a casos
conducta por la existencia de una sanción, o todavía más cercanos a nosotros para conven­
bien, si se debe entender, en cambio, como la cernos de que la obligación política no entra­
condición de aquel al que le parece deseable, ña en realidad la atribución de un valor moral
necesaria u "obligatoria” esa conducta inde­ a todas las leyes a las que, en un contexto polí­
pendientemente de la posibilidad de su impo­ tico, se les reconoce el carácter obligatorio.
sición coactiva por parte del poder superior. Sócrates no deja lugar a dudas en este pun­
La primera interpretación (casi no seria nece­ to. Si en lugar de buscar escapatoria en la hui­
sario recordarlo) corresponde a la aceptada da obedece a la condena injusta, es porque
tradicionalmente por los juristas para seña­ considera que éste es su deber como ciuda­
lar la característica de la obligación jurídica; dano de Atenas. En nuestros días, el juez que
el elemento de la sanción (o de la coercibili- en nombre del principio dura tex sed lex apli­
dad) es un lugar común de la distinción entre ca una ley que preferiría que se reform ara o
FISIOCRACIA 657

abrogara, acata una obligación distinta del gobierno sino simplemente de "aducir razo­
que le impondría su conciencia moral. El nes” para preferirla, como el sistema que, al
objetor de conciencia, por otro ludo, que asegurar la mayor participación de todos en
rechaza em puñar las arm as en nombre del las decisiones fundamentales, hace menos
principio de la no violencia, no impugna por probables la divergencia y el conflicto entre
ello el orden constituido ni, en la mayoría de las obligaciones que se le imponen al hombre
los casos, sus otros deberes de buen ciu­ como ciudadano v las que se le imponen como
dadano. hombre o, por lo menos, que disminuye su fre­
Existe, por lo tanto, una diferencia sustan­ cuencia, mitiga sus tensiones, disponiendo un
cial entre la obligación política y los otros modo pacifico de resolverlos y superarlos.
muchos deberes que se le presentan al hom­
bre, y una de las tareas de la f. política sin bibliografía: E. Bni'ker, Principies of social and
duda consiste en analizar esta diferencia, pulitical theory, Oxford, Clarendon Press, 1951;
poniendo de manifiesto lo que caracteriza en A. Brecht, Teoría política: los fundamentos del
prim er lugar esta obligación y que so podría pensamiento político del sif(lo XX (1959), Barce­
llamar su carácter inclusivo o, por así decir­ lona, Ariel, 1963; C.J. Friedrich, Introduzionealia
lo, global; por el cual implica y convalida toda teoría política (1970), Milán, Istituto Librará»
una serie de otras obligaciones, prescindien­ Internazionalc, 1971; F.E. Oppenheim, Etica e
do de los casos particulares e imponiendo filosofía política (1968). Bolonia, II Mulino, 1971;
conductas que algunas veces pueden estar en A. Passerin d'Entréves, Ohhedienza e resistema
abierta y trágica contradicción con la obliga­ in una socielá democrática, Milán, Ed. di Comu-
ción moral (corno en los casos de Sócrates, del nita, 1970; A. Passerin d'Entréves, II palchetlo
juez y del objetor de conciencia). assennalo agli statisti, Milán, F. Angelí, 1979; A.
Son pocos por otra parle los que reflexio­ Ouinton (enmp.). Filosofía política (1967), Méxi­
nan seriam ente en todas las consecuencias co, Fondo de Cultura Económica, 1974; L.
implícitas en la existencia de la obligación Strauss, ¿Qué es filosofía política? (1959),
política: dispuestos en su mayoría a gozar de Madrid, Guadarrama, 1970; E. Weil, Filosofía
sus beneficios en la existencia cotidiana pací­ política (1956), Ñapóles, Cuida, 1973; S.S. Wolin,
fica, pero prestos a oponérsele de manera Política y perspectiva: continuidad y cambio en
radical cuando los tiempos se hacen difíciles el pensamiento político (1960), Buenos Aires,
y las exigencias de la convivencia pacífica Amorrortu, 1973.
están en contradicción con la aspiración de En relación directa con el tema deben recor­
nuevos ideales. La f. política puede conducir darse las siguientes colecciones: Annales de Phi-
a la comprensión más m adura y más cons­ losophie Politique, a cargo del Institut Interna­
ciente de la naturaleza de esta obligación, y tional de Philosophie Politique, 1956 ss.; Philo-
en esto consiste justam ente la tercera tarea sophv, Polilics and Society, a cargo de P. Laslett,
que se le puede y debe asignar. Ya que en esto primero, y más tarde de P. Laslett y W.G, Run-
precisamente se manifiesta la oportunidad y ciman, 1956 ss.; Nomos, a cargo de la American
necesidad de la "argumentación" sobre los Society for Poli tica! and Legal Philosophy, 1958
valores mencionados anteriormente, y es la ss.
única que permite juzgar la consistencia de
la obligación política y transform ar eventual­ [ALESSANÜRU PASSERIN D'ENTREVES]
mente lo que en la mayoría de los casos es una
aceptación pasiva o un destino fortuito (la
dependencia de un ordenamiento político par­ fisiocracia
ticular, la pertenencia a un determinado esta­
do) en una aceptación deliberada y convenci­
da, justificando la preferencia por un deter­
minado tipo de ordenamiento más bien que i. definición. Aquellos que en la historia del
por otro. Ésta es, por ejemplo, la justificación pensamiento político y del pensamiento eco­
que se podría proponer del ordenamiento nómico llamamos "fisiócratas" eran llamados
democrático: no ya que se trate de "probar" por sus contemporáneos simplemente econo­
que la democracia es un sistema perfecto de mistas. El término phvsiocraiie (del griego
65S FISIOCRACIA

q>u8 u;, naturaleza, y xpra, dominio) se encuen­ Ulteriores elaboraciones del Tablean se
tra por prim era vez en 1767, diez años des­ encuentran en la Philosophie rurale de 1763,
pués del nacimiento del movimiento, en la también en colaboración con Mirabeau, y en
antología que, con este titulo, recopilaba los 1766, en el Analyse de la formule arithméti-
escritos más importantes de dicha escuela. que du tablean économique de la distribntion
Para los seguidores de la misma, la f. era la des dépenses armuelles d'une nation agricole.
ciencia; para sus adversarios, una secta. El publicado en F.pliéméride du Citoyen, la revis­
neologismo reflejaba la aspiración a una ta que difundía las ideas de la escuela. La sis-
visión científica, universal, de la historia tematización definitiva de la ciencia tuvo ya
pasada y futura, la confianza en un modelo lugar en la mencionada antología Physiocra-
natural todavía por descubrir, un modelo al tie, bajo la dirección de Du Pont de Nemours
que nos tenemos que adecuar: el mejor posi­ (1739-1817), o en el Ordre naturel et essentiel
ble, por ser el único capaz de realizar la máxi­ des sociétés poli tiques (1767) de Le Mercier de
ma y más armónica satisfacción de los inte­ La R iviere.
reses de la autoridad soberana y de las cla­
ses que componen el país. Pero precisamen­ ni lo s •taulf.a i x \ Las representaciones gráfi­
te estas pretcnsiones universales, la convic­ cas del sistema de producción y de consumo
ción de poder dar una respuesta acerca de como proceso circular constituyen un instru­
todo a todo el mundo, la forma catequística mento analítico que es como una anticipación
de su enseñanza, el lenguaje para iniciados de lo que la ciencia económica de nuestros
y el culto de la personalidad de Franyois días llama un modelo. Por loque desde Marx
Quesnay, fueron terreno abonado para la acu­ hasta Wassily Leontief se ha insistido conti­
sación de sectarismo contra los fisiócratas, nuamente en la modernidad de Quesnay. El
lo cual mermaba sus ambiciones de objetivi­ Tablean precisa el papel fundamental del
dad científica. capital: explica cómo todo el mecanismo eco­
nómico se mueve por iniciativa del que anti­
ii. h ist o r ia . La fecha de nacimiento de la f. es cipa el capital y distribuye las ganancias. Sin
diciembre de 1758, cuando Luis XV se diver­ embargo Quesnay ha sido naturalm ente acu­
tía componiendo en la tipografía real las sado de confundir el modo de producción de
pocas páginas del Tablean économique, que un determinado periodo histórico con una
se convertirá en el texto fundamental de la especie de mecanismo con supuesta validez
escuela y. a los ojos de Karl Marx, en fruto universal, puesto por la naturaleza para
de una "idea de verdad genial". garantizar prosperidad a los hombres de
El autor, Franyois Quesnay (1694-1774), todos los tiempos y de todos los lugares a tra ­
médico de la Pumpadour, sólo dedicó a la eco­ vés del desarrollo ilimitado del ahorro de los
nomía poco más de un decenio de su larga capitalistas privados.
vida. Sus escritos de interés económico, polí­
tico y social se sitúan en el periodo compren­ iv. acción POLITICA. Además de una teoría eco­
dido entre 1756, cuando colaboró en la Ency- nómica (el análisis de la producción capita­
clopódie con el artículo Fermiers, y 1768. Lle­ lista que tanto impresiona a Marx) se puede
gó a la economía a los sesenta años y la aban­ ver en la f. una utopia social con presupues­
donó para dedicarse a estudios de geometría, tos seudocientíficos y un proyecto político
precisamente cuando el movimiento fisiocrá- que, planteado ya en 1758, será llevado ade­
tico se difundía por Francia y por Europa, lle­ lante, hasta el gobierno Turgot (1774-1776),
vando al poder a Turgot, colmando así las por un movimiento organizado para influir
ambiciones de gobierno que desde 1758, con sobre la opinión pública con periódicos (el
la publicación del Tablean économique, Journal d'Agriculture primero, las Éphémé-
habían sido objetivo de las iniciativas de rides du Citoyen después) y con gran número
Quesnay. de folletos, salidos de las plumas de Abeille
Una segunda versión del Tablean fue publi­ Baudeau, Du Pont de Nemours, Le Trosne, Le
cada en 1760, en la sexta parte (pp. 119-279) Mercier de la Riviére, Mirabeau, etcétera.
del Am i des hommes del marqués de Mira- F.1 Tablean, como toda la actividad de Ques­
beau( 1715-1789), primer discípulo del doctor. nay en el decenio de los sesenta, está dentro
FISIOCRACIA 659

de un proyecto político dirigido a evitar la caí­ ya presente en su esencia en la obra de Ques­


da de la monarquía, incrementando las entra­ nay y sobre todo en el Tablean économique
das del estado y estableciendo un equilibrio y sus apéndices anexados en las posteriores
social duradero. Quesnay estaba consciente redacciones de este documento fundamental
de la gravedad de la crisis y confiaba en la de la f. Du Pont de Nemours, el prim er histo­
posibilidad de que antes o después se recu­ riador del movimiento fisiocrático, escribe en
rriría a las curaciones aconsejadas por su 1768: "Existe un camino necesario para acer­
"medicina". De hecho la f. inspiró los últimos carse lo más posible al objetivo de la asocia­
provectos serios de reform a antes de la revo­ ción entre los hombres y de la formación de
lución, desde los edictos sobre el comercio del los cuerpos políticos. Existe pues un orden
trigo hasta las iniciativas de Turgot. natural, esencial y general, que comprende las
leyes constitutivas y fundamentales de todas
v la ciencia política. Sólo recientemente se ha las sociedades: un orden del cual las socieda­
dado un lugar a los fisiócratas en la historia des no pueden alejarse sin dejar de ser menos
del pensamiento político. Su fama de econo­ sociedades, sin que el estado político deje de
mistas ha oscurecido siempre los contornos tener menos consistencia, sin que sus miem­
de un sistema que partía de una concepción bros se encuentren desunidos y en una situa­
del mundo y de la sociedad para desarrollar ción de violencia; un orden que no puede
una teoría política y, al llevar a cabo esta últi­ abandonarse del todo si no se quiere la diso­
ma, desarrollar asimismo una política econó­ lución de la sociedad y como consecuencia la
mica. A la larga se ha invertido esta realidad destrucción total de la especie humana. He
histórica y los supuestos filosóficos y políti­ aquí lo que no sabía Montesquieu." Quesnay,
cos se han visto como justificaciones poste­ "animado por la importancia de estos puntos
riores de las instancias económicas. de vista y por la perspectiva de las grandes
Es cierto que, en orden cronológico, la consecuencias que derivaban de ellos, aplicó
enunciación de las directivas de política eco­ toda su penetrante inteligencia a la investi­
nómica precede a la elaboración de los escri­ gación de las leyes físicas relativas a la socie­
tos de teoría política. Pero también es cierto dad y llegó finalmente a apoyarse en el fun­
que los fundamentos de la concepción del damento indestructible de tales leyes, a cap­
mundo y de la sociedad están ya presentes en tarlas en su conjunto, a analizar sus concate­
el Essai sur Véconumie anímale (en la redac­ naciones, a extraer y dem ostrar sus resul­
ción definitiva de 1747) y en los artículos Évi- tados”.
dence (1756) y Grains (1757) para la Encyclo- Casi cincuenta años después, Du Pont de
pédie. Nemours escribirá a J. B. Say una apasiona­
Ya se ha dicho que el movimiento fisiocrá- da carta en defensa de los principios y de los
tico se desarrolla basándose en una exigen­ ideales fisiocráticos, sosteniendo que la eco­
cia práctica: sus orígenes están estrechamen­ nomía no debe ser simplemente una "ciencia
te vinculadas con la crisis financiera que de las riquezas", sino "la ciencia del derecho
alcanzó su fase más aguda en plena guerra de natural aplicado a las sociedades civiliza­
los siete años, con una monarquía aislada das. .. la ciencia de las constituciones, c|ue
dentro del país y sin una política alterna a la enseña y enseñará no sólo lo que los gobier­
de proseguir las hostilidades contra Prusia e nos no deben hacer por su propio interés y
Inglaterra a cualquier costo. Quesnay, prime­ por el de sus naciones, o de sus riquezas, sino
ro por sí solo, apoyado después por la acción también lo que no deben hacer ante D io s...
de discípulos entusiastas, vio claramente que La economía política es la ciencia de la justi­
la crisis no podía superarse con simples eco­ cia ilustrada en todas las relaciones sociales
nomías, como proclamaba el parlamento de y e x te rn a s... Quesnay ha fundado nuestra
París en un intento de evitar la afectación de ciencia..., ha puesto las bases del tem plo...,
viejos privilegios. Sin embargo, la política ha construido sus paredes maestras. Noso­
económica de los fisiócratas nace de una tros y vosotros le hemos puesto comisas,
visión de la sociedad que pretende tener el remates, arbotantes, algún capitel sobre
valor de la ciencia. Dicho sistema, considera­ columnas que ya estaban en pie.”
do válido para cualquier tiempo y lugar, está Tratándose de una adecuación a las leyes
660 FISIOCRACIA

naturales, el legislador, al publicar las leyes de la propiedad se defiende desplazando la


positivas, no hace otra cosa que tom ar nota fundamentución de la discusión del terreno
y declarar la validez de un modelo perfecto. moral y jurídico ai social y económico. Para
La teoría contractual del estado es superada una formulación más completa y categórica,
por una organización social que no es crea­ léase la cuarta parte de las Máximes genéra­
ción arbitraria, sino necesaria derivación de les: "Debe garantizarse a los legítimos posee­
la naturaleza del hombre y de las cosas. En dores la propiedad de los bienes inmuebles y
este sentido se debe interpretar la respuesta de las riquezas muebles, ya que la segundad
que Le Mercier de la Riviére dio a Catalina de la propiedad es el fundatnento esencial del
II: “Dar o hacer leyes, Señora, es una tarea urden económico de la sociedad. Sin la certe­
que Dios no ha encomendado a nadie.” De za de la propiedad el territorio quedaría sin
aquí la teoría del despotismo legal, contra­ cultivar. No existirían ni propietarios ni
puesta a la del despotismo ilustrado: funda­ arrendatarios que hicieran los gastos necesa­
do el primero en el imperio de leyes inmuta­ rios para valorizarlo y cultivarlo, sí no se ase­
bles, descubiertas de una vez para siempre; gurara la conservación del fondo y de los pro­
el segundo fundado en el arbitrio personal, ductos de los inversores. Es la seguridad de
condicionado a cada caso en particular. la posesión permanente lo que estimula el tra­
¿ En qué consiste este modelo ideal ? ¿Cuá­ bajo y el empleo de las riquezas para la mejo­
les son las características del “gobierno evi­ ra y el cultivo de las tierras y para las inicia­
dentemente más perfecto", de aquel que pue­ tivas comerciales e industriales. Solamente
de perm itir la máxima extensión del derecho el poder soberano asegura la propiedad de los
natural? Los principios fundamentales los súbditos y un derecho primitivo a la reparti­
encontramos en las treinta Máximes genéra­ ción de los productos de la tierra, única fuen­
les du gouvernement éconontique d'un royan­ te de riqueza.”
me agricole, anticipadas diez años antes en Se reclama también la tolerancia en mate­
un apéndice del artículo Grains y después en ria de religión en nombre del interés econó­
el Tablean éconontique. En ellas encontramos mico: “La libertad religiosa atrae a los hom­
la indicación de los ejes de tuda organización bres v las riquezas. La intolerancia demasia­
social (propiedad, libertad, seguridad) y la do rigurosa los separa” (articulo Hommes).
determinación de las funciones del gobierno No compartimos la opinión de Tocqueville de
(despotismo legal) y de las clases (criterio de que los fisiócratas “adoraban la igualdad has­
productividad) en el orden social teorizado ta la esclavitud", pero tampoco la de Louis
por la fisiocracia. Blanc, en el sentido de que ellos “inauguran
Propiedad, libertad, seguridad: los tres el reino del individualismo”. Existe en Ques-
principios se resumen en el primero, desde nay una defensa de los principios liberales
el momento en que los otros dos sirven para que van más allá de la simple libertad econó­
garantizar el máximo disfrute de la propie­ mica (el laissez faire. laissez passer), pero su
dad personal. Se los considera como condi­ fundamento se sitúa exclusivamente en una
ciones de existencia de cualquier sociedad. La valoración economicista. Al contrario, por
teoría política, vinculada estrechamente a los ejemplo, de Argenson, cuya máxima de Pas
principios de la economía política y a las pres­ trop gouverner se oponía al Laissez nous fai­
cripciones de la política económica, está ya re de Colbert.
claramente expresada en el artículo Hommes Llegamos así al núcleo del pensamiento
(1757), en donde con gran capacidad do sín­ político de Quesnav y de la f.: ¿cómo se con­
tesis sostiene que “los estados se vivifican por ciba la teoría del despotismo legal con la liber­
la libertad y por el interés privado”, mientras tad económica y, prescindiendo de las otras
que el despotismo de los soberanos y de sus libertades invocadas, con las continuas adver­
ministros, la insuficiencia y la inestabilidad tencias de que no pese demasiado la autori­
de las leyes, las irregularidades del gobierno, dad del estado? La contradicción es solamen­
la incertidum bre de la propiedad de los bie­ te aparente si aceptamos los supuestos del sis­
nes, las imposiciones desordenadas, destru­ tema. recordando antes que nada que el legis­
yen la sociedad. lador no debe hacer otra cosa que declarar las
Cabe señalar que en Qucsnay la institución leyes positivas, adecuándolas a las naturales;
FORMACIÓN SOCIAL 661

mientras que los gobiernos deben controlar sociales en virtud de convenciones termino­
la aplicación de las mismas y el ciudadano, lógicas establecidas o de procedimientos con­
gozando de la propia libertad mural, obser­ trolables subjetivamente. En la literatura se
varlas con la conciencia de ampliar el propio pueden hallar tres acepciones principales:
derecho natural cuando ya no parecía posi­ a) un concepto descriptivo: el término f.
ble hacerlo. No se trata pues de un despotis­ social es un expediente taxonómico apto para
mo de un hombre o de una aristocracia, ni de designar las más diversas configuraciones,
un obsequio a cualquier ordenamiento social autónomas y distinguibles empíricamente, de
en defensa de intereses particulares, sino de las interacciones sociales estabilizadas;
un despotismo de la "form a de gobierno evi­ h] un concepto teórico marxista: por f.
dentemente más perfecta”, porque responde social se entiende la totalidad histórico-sncial
a los principios del orden social natural y a constituida por un modo de producción y su
la máxima satisfacción posible de los intere­ superestructura política e ideológica;
ses de todos. c] un concepto teórico sociológico: la f.
social se define como un conjunto de estruc­
BIBLIOGRAFIA: Franjáis Quesnay et la physiocra- turas de la personalidad, del sistema social,
tie, 1 . 1 1 : Tcxtes atinotées, París, ined, 1958; Oka- de la cultura, congruentes entre sí.
nomische Schriften, a cargo de M. Kuczynski. Las tres acepciones se distinguen porque la
Berlín, Akademie Vcrlag, 1971-1976, 2 vols. en descriptiva designa la parte y las teóricas el
4 i.; Quesnay's Tablean économique, a cargo de todo; porque la descriptiva es común tanto a
M. Kuczynski y R.L. Meck, Londres, Macmillan, la doctrina jurídica como a las ciencias socia­
1972; E. Fox-Genovese, The origins of physio- les, mientras que las teóricas se usan sólo en
cracy, Ithaca. Cornell University Press, 1976; A. las ciencias sociales; en fin, porque las teóri­
Maffev, II pensiero político dalla fisiocrazia, en cas son tales en cuanto, a diferencia de la
Storia dalle idee pulitiche, economiche e sociali, acepción descriptiva, precisan la definición
a cargo de L. Firpo, Turín, UTKT,1975, vol. IV, t. de las componentes "formación"y "social"y
2, pp. 491-530; R.L. Meek, Fisiocracia ( 1963), Bar­ del nexo que las une mediante teorías socio­
celona, Ariel, 1975; F. Quesnay, y otros, Los fisió­ lógicas y epistemológicas particulares: el
cratas, Buenos Aires, Centro Editor de América materialismo histórico y la abstracción deter­
Latina; F. Quesnay, Tablean économique y otros minada, la primera, el funcionalismo estruc­
estudios económicos, Madrid, Ministerio de Tra­ tural, el empirismo y el método de los tipos
bajo y Seguridad Social, 1974; C. Weulersse, Le puros, la segunda. La acepción dinámica del
motíveme»t physiocratique en France fde 1756 á lenguaje común, ausente en el concepto des­
1770), París, Alean, 1910, 2 vols. criptivo, está en cambio presente en los con­
ceptos teóricos.
[ALDO MAFFF-Y]
II. CIENCIAS JURIDICAS Y FORMACIÓN SOCIAL. 1] L üS
juristas entienden por f. social aquellas aso­
ciaciones, comunidades o sociedades, inter­
formación social medias entre el individuo y el estado, donde
el individuo se realiza como persona y
i. tres acepciones del termino. Con este térm i­ mediante las cuales se expresan y se unen
no se puede designar a cualquier orden de intereses particulares. La familia, la iglesia,
entes sociales claramente discernióle. el partido político, la empresa, el sindicato,
Dentro del lenguaje común, el concepto de la escuela, las minorías étnicas son las f.
f. oscila entre una acepción estática: la for­ sociales más importantes de una sociedad.
ma, la disposición de los objetos en el espa­ Los derechos y valores que intenta custo­
cio, y una acepción dinámica: el proceso de diar esta concepción son: la democracia plu­
dar o tom ar forma de un sujeto. El atributo ralista, el desarrollo de la personalidad huma­
social refiere este concepto a las relaciones na en las relaciones sociales, la libertad de
entre los hombres. asociación, la participación democrática.
El concepto de /. social asume valor cientí­ Resulta polémica su actitud frente a la con­
fico en la doctrina jurídica y en las ciencias cepción liberal-estatalista, contraria o indife-
662 FORMACION SOCIAL

renle a las sociedades intermedias entre el La posterior discusión doctrinal de los


individuo y el estado, y frente a la concepción juristas nos muestra particularm ente empe­
totalitaria que absorbe dentro del estado toda ñados en la defensa y difusión de este concep­
forma asociativa. La indiferencia, la hostili­ to de í. social a C. Mortati y a P. Rescigno, y
dad y la represión hacia las formas asociati­ encuentra interlocutores en el ámbito del pen­
vas establecidas fuera del estado se practica­ samiento social católico y críticos entre los
ron históricamente en Italia a través de los estudiosos del derecho laico (N. Bobbio). En
gobiernos y de la administración publica, tan­ esta discusión se pone de manifiesto la doble
to en el periodo liberal como en el fascista. naturaleza de este concepto: es indudable­
No es por casualidad que se haya introduci­ mente progresista cuando reconoce la exis­
do tal concepción, luego de las luchas de resis­ tencia de ordenamientos fuera del estado,
tencia antifascistas, en la Constitución de la pero homólogos a él en cuanto interesa a más
República Italiana, la cual en el articulo 2 sujetos organizados según normas, —fuentes
afirma: "La República reconoce y garantiza de saludable contrapoder— indispensables
los derechos inviolables del hombre ya sea para el orden económico y político de una
como individuo ya sea en las formaciones sociedad pluralista, que debe por lo tanto
sociales donde se desarrolla su personalidad garantizarse constitucionalmente, y cuando
y exige el cumplimiento de los deberes inde- revela con pesar que el único de estos orde­
rogables de solidaridad política, económica namientos intermedios verdaderamente pro­
y social." tegido por los códigos es la em presa privada
G. La Pira, en sesión de la Asamblea Cons­capitalista; pero a su vez resulta innegable su
tituyente, sostiene que “los derechos esencia­ carácter conservador cuando afirma la inten­
les de la persona humana no se respetan —y ción conciliadora de la participación demo­
por ello el estado no cumple los fines para los crática asi garantizada, sin reconocer en nin­
cuales fue construido— si no son respetados gún caso como estructurales para nuestro
los derechos de la comunidad familiar, de la tipo de sociedad a ciertos conflictos de inte­
comunidad religiosa, de la comunidad de tra­ reses. y cuando convalida un modelo organi-
bajo, de la comunidad local, de la comunidad cista de la sociedad con la comprobación de
nacional, porque la persona es necesariamen­ que estos grupos intermedios son portadores
te miembro de alguna de estas comunidades, de intereses, quizá mal expresados pero gene­
y posee su estatus". El desacuerdo expresa­ rales, y llega a considerarlos como medios
do por L. Basso fue superado por una inter­ para un único fin verdadero. Estas exposicio­
vención de Oossetti: "Este concepto funda­ nes, totalmente inadecuadas para describir
mental de la anterioridad de la persona, de los desarrollos del pensamiento social cató­
su visión integral y de la integración que expe­ lico actual (testimoniadas por la Encíclica
rim enta en un pluralismo social que debería Mater el Alagistru de Juan XXIII), tratan de
ser deseado por las corrientes progresivas indicar el contexto en el que se sitúan las dis­
que representa, puede afirmarse con el acuer­ cusiones de la doctrina, tendientes a estable­
do de todos", y en el cual P. Togliatti deter­ cer todo lo que comprende el concepto de f.
minó un "amplio terreno de acuerdo” posi­ social: la constitución am para explícitamen­
ble. G. La Pira y L. Basso elaboraron un tex­ te a las asociaciones en general (art. 18). a las
to que luego fue presentado por la subcomi­ comunidades religiosas (arts. 8 , 19), a la fami­
sión a la asamblea plenaria de la Constituyen­ lia (art. 29), al sindicato (art. 19), al partido
te: las "comunidades naturales", que G. La (art. 49), a la empresa (privada y cooperati­
Pira había extraído del provecto del codigo va: arts. 41,42, 43,45) y establece como limi­
Mounier, se diluyeron así en “formas socia­ te para su am paro los intentos de delito y las
les" y finalmente en “formaciones sociales". bandas armadas. Sin embargo, algunos intér­
El texto definitivo, más breve, fue presenta­ pretes añaden a la lista a la universidad, las
do y aprobado con dos enmiendas idénticas escuelas, las minorías étnicas, la huelga. Un
cuyos primeros firmantes fueron, respectiva­ instrumento terminológico de delimitación lo
mente, A. Fanfani y G. Amendola. El acuerdo constituyen los diversos sinónimos de f. social
relativo se logró sobre la base, sugerida por en el uso jurídico: cuerpos intermedios, socie­
A. Moro, de la "polémica antifascista”. dades intermedias, comunidades naturales.
FORMACION SOCIAL 663

comunidades intermedias, ordenamientos vo” de funcionamiento del sistema político,


intermedios. Cada uno de ellos puede servir que consiste en el negociado permanente del
para indicar una acepción jurídicamente rele­ gobierno entre representaciones de intereses
vante de 1'. social, mientras que el término no sujetos a control electoral.
más general ha entrado ya a Formar parte de La concepción de las f. sociales como inter­
las instituciones Fundamentales del derecho. mediarios positivos entre el individuo y el
Un manual acreditado afirm a "que el térm i­ estado sigue teniendo interés, no como ins­
no ‘f. social’ se usa en el artículo 2 en un sen­ trum ento cognoscitivo sino como una idea a
tido comprensivo de todas las entidades la que la historia le ha dado pie, quizá dema­
supraindividuales con una base asociativa, siado y en camino hacia metas inciertas, por
voluntaria o necesaria (como en los entes lo menos tantas cuantos son los conceptos del
públicos) o con elementos comunes a la una pluralismo (v.), en virtud de lo indeterm ina­
y a la otra (como la Familia), corporativas o do de la noción y de la hipoteca integrista que
institucionales, provistas o carentes de per­ pesa sobre ella.
sonalidad jurídica” (Morlati). Recordemos por último que el térm ino f.
2] Dentro de las ciencias sociales el concepto social se usa como traducción del alemán
que más corresponde a este uso jurídico del suziale Gebilde, usado por Max Weber, por
termino i. social es quizás el del grupo secun­ Werner Sombart y por Leopold von Wiese con
dario, aparecido en el contexto de observacio­ referencia al estado, a los grupos humanos,
nes empíricas v teorías sobre las relaciones a las sociedades, a las instituciones más diver­
entre el individuo y el estado reunidas por E. sas e introducido luego en el lenguaje corrien­
Durkheim en algunas lecciones dictadas en te de la sociología alemana (por ejemplo en
la Sorbona entre 1898 y 1900, y publicadas Dahrendorf, Fuchs) junto a su sinónimo For-
postumamente con el título Lefons de socio- mation. El término francés correspondiente
logie: Phvsique des moeurs el du droit (París, fue usado por H. Jeanne para un análogo obje­
1950). to clasificatorio.
La tendencia de las solidaridades orgánicas
a prevalecer sobre las solidaridades mecáni­ III MARXISMO Y FORMACIÓN SOCIAL. 1] F. SOCÍal CS
cas Fundamenta la exigencia de que el estado una abreviatu ra de formación económico-
libere las personalidades individuales de las social, térm ino preferible para indicar el co n ­
obligaciones de las colectividades particula­ ce p to m arxista de f. social, el cual d esign a al
res, o bien de los grupos secundarios cuya con ju n to de relacion es que con el d esa rro llo
información, según comprueba el autor, "es de un m odo de producción se van determ inan­
inevitable, porque en tuda sociedad de gran­ do h istóricam en te en tre éste, su su p erestru c­
des dimensiones existen siempre intereses tura p o lítica e ideológica, a sp ecto s de otro s
particulares, locales y profesionales, que tien­ m udos de producción y de otras su p erestru c­
den a reunir a las personas afectadas”. Por turas.
otra parte, "la fuerza colectiva del estado, Una f. social está compuesta por: a] fuer­
para ser liberadora del individuo, necesita zas productivas, o sea herram ientas, máqui­
contrafuerzas, debe estar contenida por otras nas, edificios para la producción, organiza­
fuerzas colectivas, o sea por estos grupos ciones del trabajo, medios de transporte,
secundarios”. Éstos, por lo tanto, "no sirven conocimientos técnicos y científicos, mano de
sólo para regular y adm inistrar los intereses obra humana; /?] relaciones sociales no sólo
de su competencia. Tienen un papel más gene­ económicas sino, según algunos autores, polí­
ral: son una de las condiciones indispensables ticas e ideológicas, que dan lugar a una
de la emancipación individual” (lección v). estructura de clase; c] el estado, como insti­
El análisis sociológico común para estudiar tución y como conjunto de organizaciones; d]
estas f. sociales o grupos secundarios usa, sin aspectos de la conciencia social (creencias,
embargo, conceptos menos comprensivos y valores, doctrinas) y de las instituciones
mas cargados teóricamente, como organiza­ (como la lamilia, la iglesia, la escuela, los par­
ción, grupo de interés, grupo de presión. El tidos políticos, la industria cultural, en el caso
texto citado puede considerarse todavía como de las sociedades modernas) que son sus vehí­
una anticipación del modelo "neocorporati- culos.
664 FORMACIÓN SOCIAL

Las fuerzas productivas y las relaciones de designa precisamente como una “ f. social
producción, unidas en un modo de produc­ [que] jamás perece hasta tanto no se hayan
ción. constituyen la estructura cualificadora desarrollado todas las fuerzas productivas
de la f. social, la base real para caracterizar para las cuales resulta ampliamente suficien­
a las componentes de la f. social y sus rela­ te”. "A grandes rasgos puede calificarse a los
ciones, el desarrollo de la f. social y sus con­ modos de producción asiático, antiguo, feu­
tradicciones. Del conjunto de las componen­ dal, burgués, moderno de épocas progresivas
tes de la f. social depende la reproducción de de la formación económica de la sociedad”,
las relaciones sociales dominantes en una y la sociedad del modo de producción
sociedad. O sea que las componentes enuncia­ capitalista-burgués es “ la formación social
das antes no son elementos externos el uno con que se cierra la prehistoria de la socie­
respecto del otro, colocados en el mismo pla­ dad humana".
no, tendientes a un equilibrio estático; por el En el texto citado, y en otros pasajes fáci­
contrario, están unidos por relaciones socia­ les de encontrar en los Grundrisse (1857-1858)
les. subordinados a la configuración del modo y en El capital ( 1867 ss.), el mismo término ale­
de producción, movidos por tensiones. mán Gesellschaftsfonnation (o también óko-
El carácter del nexo entre los componen­ nomische Gesellschaftsfonnation) se usa para
tes ha sido definido en diversas formas por dos conceptos similares pero distintos: el uno,
los estudiosos marxistas como reflejos o dado en español con la expresión formación
interdependencia o articulación con dominan­ económica de la sociedad, designa el lugar teó­
cia o correspondencia según la teoría del rico de la continuidad entre los modos de pro­
conocimiento implícita en su pensamiento. La ducción; el otro, dado en español con la expre­
determinación de las modalidades históricas sión formación económico-social, abreviada
de tales nexos, y de su misma existencia, con­ a menudo como f. social, indica el lugar del
cierne a las investigaciones histórico-sociales condicionamiento ejercitado por las relacio­
que adopta el concepto de f. social para sumi­ nes sociales y las fuerzas productivas sobre
nistrar explicaciones estructurales (y no el sistema político y sobre la conciencia
estructuralistas) antes que factoriales del social.
desarrollo de la sociedad. El término f. social Este segundo concepto, f. social, está dado
no puede usarse pues como un sinónimo a la precisamente por Lenin. Definiciones explí­
moda de época o de sociedad, sin presuponer citas figuran en pasajes muy claros de ¿Quié­
como ya dada a una totalidad que es. en cam­ nes son los amigos del pueblo y cómo luchan
bio, un producto histórico que debe ser reco­ contra los socialdemocrátas? (1894), El con­
nocido como tal por la investigación. tenido económico del populismo y su critica
Mediante el concepto de f- social, el clási­ en el libro del señor S tru w (1894-1895) y Karl
co problema de las relaciones entre estruc­ Marx (1914). Está implícito en una de las
tu ra y superestructura se puede replantear mayores obras de investigación de Lenin: El
en términos eurísticamente más válidos. El desarrollo del capitalismo en Rusia (1898). En
problema más reciente de la coexistencia de estos escritos el significado de f. social es
diversos modos de producción y de sus efec­ siempre el mismo: “ La base de la sociedad
tos sociales, descrito hasta ahora sólo histo- —el sistema de las relaciones de producción—
riográficamente, puede ser enfrentado con que se reviste de formas jurídico-politicas y
una teoría. de ciertas tendencias del pensamiento social.”
2] Los clásicos: Marx y Lenin. En la medida Del concepto de f. social Lenin destaca con
en que el concepto de f. social expresa el fuerza polémica el valor científico del instru­
núcleo teórico del materialismo histórico, mento conceptual para conocer a la sociedad,
está presente en toda la obra de Marx en for­ de la cual reconstruye un orden estructura­
ma implícita. La siguiente definición explíci­ do ("organismo” es la metáfora utilizada a
ta de f. social figura en el “Prólogo" a la Con­ veces por el autor) y explica el desarrollo
tribución a la critica de la economía política según su base real.
(1859): “ El modo de producción de la vida La introducción del "criterio cientifico
material determina el proceso social, políti­ general y objetivo de la reiterabilidad” en el
co e intelectual de la vida en general" y se estudio de la sociedad, mediante el concepto
FORMACION SOCIAL 665

de f. social, es el fundamento de tal ciencia do la exigencia de un nuevo concepto de f.


social. social (Sofri, 1969).
En la obra de Marx v Lenin la aplicación
de la teoría del materialismo histórico como tv. el debate contemporáneo. 1] El interés por
método de investigación prevalece sobre el este tema, renovado en Occidente por un ensa­
interés de encontrar una definición precisa yo de C. Luporini publicado en 1966 y por un
y explícita de las componentes de la f. social, libro de N. Poulantzas de 1968, se produjo
del carácter de su nexo, del planteamiento sobre todo entre estudiosos italianos y fran­
categorial subyacente a las formulaciones del ceses próximos al pci y al pcf, tales como E.
concepto. Tales definiciones han sido reca­ Serení, C. Luporini, V. Gerratana, G. La Gras-
badas por los sucesivos especialistas que han sa, G. Labica. J. Texier. M. Godelier, C. Glucks-
intentado varias interpretaciones de las me­ mann. R. Gallissot, G. Dhouquois. Estos die­
táforas usadas con cierta frecuencia por ron lugar, entre 1970 y 1972, a un vasto debate
ambos autores. en las revistas La Pensée y Crítica Marxista,
Muy pronto el concepto y los términos de instalado sobre la dimensión sintáctica del
f. social caen en desuso en el marxismo. En concépto de f. social quizá más que sobre la
los diccionarios de marxismo-leninismo, la semántica. La discusión, suscitada por un
voz f. social es poco más que la enésima repe­ ensayo de E. Sereni intitulado "Da Marx a
tición de los cánones del materialismo histó­ Lenin: la categoría di formazione economico-
rico soviético. También a los principales expo­ sociale”, en Quadcnti di critica marxista
nentes del marxismo occidental les es extra­ (núm. 4, 1970), fue particularm ente vigorosa
ña la posibilidad de una teoría especial de las respecto de los problemas de interpretación
f. sociales. del texto de .Marx —en el cual figuran dife­
Termino y concepto reaparecen hacia 1960 rentes dicciones: Gesellschaftsfurm, Gesells-
en la obra de dos sociólogos. Z. Hauman y J. chaftsformation, Farm, con o sin ókonamis-
Hochefeld. y de un economista, O. Lange, che— y sus problemas de relación entre el
estudiosos del marxismo-leninismo y de las concepto de f. social y los de modo de produc­
ciencias económicas y sociales "burguesas". ción y superestructura.
Estos autores conciben a la f. social como el Los principales problemas de interpreta­
con junto que forman el modo de producción ción que se trataron son: a] el valor de la
y su superestructura. Con la contribución de expresión Farm o Bildmtg, antes que Forma-
la sociología occidental intentan una defini­ liotr, b] el valor del adjetivo ókonomische, o
ción más precisa de las componentes de la f. sea el significado, único o doble, de ókonomis­
social, sobre todo de aquellas superestructu- che GeseUschaftsformalion: ¿se debe entender
rales. El carácter del nexo se concibe en tér­ como formación económica de la sociedad o
minos de causalidad, de interdependencia, de f. social?
funcionalidad. La teoría social adoptada es la a] La expresión Gesellschaftsfonnatiun hu­
de las leyes de desarrollo permanente de las biera sido preferible a la de Gesellschafts-
fuerzas productivas y la de la corresponden­ fomx con el fin de acentuar el carácter pro-
cia entre éstas y las relaciones de producción, cesual del fenómeno sin perder la metáfora
y entre el modo de producción y la superes­ geológica presente en Marx al describirlo: su
tructura. La epistemología implícita mezcla valor sería la "unidad de las diversas esferas
categorías positivistas y mecanicistas. La asi­ en la continuidad y la discontinuidad del pro­
milación del concepto de f. social a los de épo­ ceso histórico", según Serení, el cual ve en
ca y de sociedad es la consecuencia lógica de esta ambigüedad estático-dinámica el inten­
la concepción homogénea unilineal del desa­ to de Marx por form ular una categoría com­
rrollo histórico, como fue sostenida por J. prensiva del proceso y de su resultado del
Stalin con base en una interpretación literal doble significado de formación de la sociedad
y mecanicista de un fragmento de Marx cita­ y de f. social, expresada por A. Labriola con
do antes, y que estos autores subentienden. las palabras "estadio morfológico en el flujo
El debate posterior sobre el llamado "modo de un proceso". M. Godelier concuerda con
de produción asiático" ha desmitificado y Sereni en este punto. Según V. Gerratana,
negado esta hipótesis unilineal y ha plantea­ Marx utilizó en cambio la palabra extranje­
066 FORMACION SOCIAL

ra Formalion antes que la alemana Bildung combinaciones de modos de producción v una


—la cual indica un proceso de construcción- abstracción determinada, dando primacía,
precisamente para que al término f. social se respectivamente, o a un concepto descripti­
le atribuyera el valor de resultado, de conjun­ vo de f. social o a un concepto teórico (véan­
to estructurado. El argumento filológico de se Dhouquois y Labica).
E. Serení —la sustitución de Fontiation por e] En cuanto a las consecuencias semánti­
Farm para acentuar el carácter procesual del cas de tales soluciones, la selección del pri­
concepto de f. social— le parece errado a V. mer término de los casos c] y d] —unida a pri­
Gerratana, el cual pone los conceptos expre­ vilegiar la marxologia y la dimensión sintác­
sados por ambas dicciones en relación de tica sobre la semántica del concepto de f. so­
genero (Gesellschaflsform) a especie (Gesells- cial— origina su fragmentación en un núme­
chaftsformation). ro tal de acepciones (f. socioeconómica,
h] Según E. Serení, el añadido del adjetivo sociopolitica, económica, social, económica
dkonomische significaría una precisión del de la sociedad), que se hace problemático su
fundamento, del criterio de distinción de las empleo en la investigación social (véanse
f. sociales, constituido no por relaciones de Gallissol y Texier), m ientras que la selección
propiedad en sentido jurídico, sino por rela­ del segundo término puede ser el fundamen­
ciones de producción en sentido económico- to teórico de una definición euristicamente
social. No daría lugar a ningún concepto nue­ válida, como la que dio M. Godelier en un bre­
vo, como sostiene en cambio C. Luporini —de ve ensayo sobre las componentes de la f.
acuerdo en este punto con G. Labica y J. Te- social del antiguo imperio inca.
xier—, el cual basa precisamente sobre tal La selección del prim er término del caso c]
añadido la propia tesis de que dkonomische y del segundo del caso t/] caracteriza, en cam­
Gesellschaftsformation indicaría un concep­ bio. la posición de G. La Grassa, centrada en
to diferente, formación económica de la socie­ el concepto de reproducción social como
dad, definido como "el lugar teórico de la con­ arm a teórica eficaz contra el mecanicismo y
tinuidad de las tuerzas productivas en la dis­ un cierto hiperempirismo.
continuidad de las épocas históricas", que es Toda la discusión se produce en realidad
exclusivamente marxiano. entre una corriente "historicista” y una
Con respecto de esto el concepto leniniano corriente “estructuralista” del marxismo, y
seria original, puesto que en Marx f. social arriba a la formulación de dos conceptos de
sería algo más que una expresión útil para f. social: el prim ero define las componentes
denotar el efecto del modo de producción de la fuerza social en términos análogos a los
sobre la sociedad de una época. Godelier, en marxianos y leninianos, concibe su correla­
cambio, admite la presencia de ambos signi­ ción como unidad de una totalidad histórica
ficados en el texto marxiano. en devenir. adopta las teorías propias de la
e] El asunto de la relación entre f. social yescuela marxista gramsciana italiana, y tien­
superestructura se puede llevar otra vez a los de en último análisis a un uso historiográfi-
dos conceptos de f. social, el marxiano y el co y descriptivo del concepto de f. social,
leniniano, distintos en h]: el acento cae sobre mientras que el segundo atribuye al concep­
el modo de pruducción para aquellos inves­ to de f. social la pretensión teórica de una
tigadores que se interesan en rastrear una ciencia de la sociedad. Entre sus principales
continuidad entre más épocas y sociedades en sostenedores mencionemos a N. Poulantzas
las fuerzas productivas; cae sobre la superes­ y a M. Godelier.
tructura para los investigadores que buscan En Poder político y clases sociales Poulant-
configurar como f. social una articulación zas formula una teoría m arxista del proble­
especítica de las esferas económica, social, ma político en la que el concepto de f. social
política, ideológica, en un contexto histórico desempeña un papel central. La f. social es
determinado (véanse Luporini y Sereni). "una unidad compleja y dominante de un cier­
d] Los marxistas franceses conciben la rela­to modo de producción sobre otros que la
ción entre f. social y modo de pruducción, o componen", "una totalidad social en un
bien como relación entre lo concreto históri­ momento de su existencia histórica" carac­
co y el modelo, o bien como la relación entre terizada por "una articulación particular
FORMACIÓN SOCIAL 667

—un índice de dominación y sobredetennina- pertenencia de una sociedad determinada a


ción— de sus niveles o instancias: del econó­ una f. social. El estudio de sociedades parti­
mico, del político, del ideológico y del teóri­ cularm ente avanzadas en el desarrollo de un
co. que en general, teniendo en cuenta las des­ modo de producción (como lo era Inglaterra
viaciones que se producen, es el del modo de para el capitalismo analizado por Marx) es
producción dominante". muy útil para tal investigación.
El problema del estado, considerado "fac­ 2] Investigaciones marxistas. Hasta ahora
tor de cohesión de los niveles de una f. social" se ha utilizado el concepto de f. social sobre
y "estructura en la que se condensan las con­ todo en el estudio de las sociedades mixtas.
tradicciones” dentro de ellos, se plantea en El carácter mixto de la sociedad, cuya com­
la obra anteriorm ente citada a partir de la probación es obvia, se transform a en un pro­
configuración del modo de producción y de blema a indagar en los casos de países sub­
la f. social, puesto que según el autor si todo desarrollados, de sociedades con un desarro­
modo de producción tiene su propio tipo de llo fuertemente irregular como la sociedad
estado, todo tipo tiene formas diversas, nor­ italiana, de los periodos de transición de la
males o de excepción, que dependen de la rela­ afirmación de un modo de producción a otro
ción que se determina entre las contradiccio­ (por ejem plo, feu d alism o -cap italism o ,
nes de la I. social. capitalismo-socialismo).
Las componentes de la f. social son pues las Algunos estudiosos de los países ex colonia­
instancias económica, política, ideológica, les, reconociendo las carencias de la teoría de
articuladas en un modo de producción domi­ la dependencia de A. Gunder Frank —consis­
nante, y las instancias de otros modos de pro­ tentes en un ocultamiento de los caracteres
ducción coexistentes y subordinados a la prin­ específicos del desarrollo económico, de las
cipal. La f. social es una estructura en situa­ estructuras de clase, de los regímenes políti­
ción de reproducirse: el mecanismo de la cos presentes en tales países, y en un oscure­
reproducción ampliada es también el meca­ cimiento de la posibilidad de una práctica
nismo de subordinación de las instancias política emancipadora que conlleva— han
colaterales. Las relaciones entre las instan­ realizado investigaciones sobre los modos de
cias son conceptos en términos de correspon­ producción locales, anteriores o contemporá­
dencia y descarte. El aparato conceptual uti­ neos respecto de la colonización, para expli­
lizado es el del marxismo de L. Althusser y car el tipo particular de subordinación al
de E. Balibar. modo de producción capitalista, externo e
Contrario a la arquitectura conceptual al- interno a las estructuras económicas, socia­
thusseriana es M. Godelier. preocupado por lo les, políticas y a las características étnicas
demás en dar una posición teórica al concep­ locales. S. Amin, S. Arrighi, C. Bctlclheim, A.
to de f. social y con él a la investigación his­ Córdova. S. Divitciouglu, T. Dos Santos, M.
toriográfica y "sociológica” marxista. Pocas Godelier, M. Rodinson, han asi destacado en
investigaciones logran plenam ente, sin la f. social el lugar teórico, además del histó­
embargo, lo que parecería el "programa cien­ rico. de la coexistencia entre diversos modos
tífico" contenido en el concepto marxiano de de producción y superestructuras.
f. social. Según Godelier ello consistiría en E. Serení, al reconocer la utilidad de ree­
una indagación comparativa, histórica y teó­ xaminar el problema del desarrollo del capi­
rica como la de .Marx en El capital (i. xn), talismo en Italia, de la permanencia de res­
empeñada no en identificar sociedades con­ tos feudales, mediante el concepto de f. sedal,
cretas sino en construir conceptualmente la lo considera apto para explicar el carácter
naturaleza del modo de producción que fun­ estructural del puso del feudalismo al capi­
damenta una turma pura de sociedad histó­ talismo, operación ya realizada en su tiempo
ricamente determinada (por ejemplo la socie­ por Lenin en su estudio sobre el capitalismo
dad burguesa), sus leyes de funcionamiento en Rusia (véase la introducción de 196S a //
y desarrollo, los elementos desarrollados en capitalismo nelle campagne).
correspondencia con las formas y leyes del Finalmente, una vasta literatura sobre la
modo de producción, la articulación interna transición al socialismo, cuyos exponentes
de tal correspondencia, donde reconocer la principales son hasta ahora C. Bettelheim y
668 FORMACIÓN SOCIAL

C. Palloix, utiliza el concepto de f. social para de los tres niveles parecen relativamente inte­
definir el puesto de las instancias en una gradas y sujetas a vicisitudes, a causa de un
sociedad de transición hacia el dominio del alto grado de coherencia reciproca”.
modo de producción socialista, incorporan­ La f. social resulta asi compuesta por: un
do aspectos de la precedente transición del tipo modal de estructura molivacionul de los
feudalismo al capitalismo, sobre la cual tam ­ individuos; un conjunto de instituciones y
bién N. Poulantzas ha escrito páginas intere­ organizaciones políticas, económicas, integra-
santes (Poulantzas, 1968). tivas, reproductivas, constituyentes de un sis­
En estos tres casos que son objeto de inda­ tema social (por ejemplo, en el caso de una
gación es siempre la relación entre modos de sociedad moderna: estado, empresa, comuni­
producción dominantes y modos de produc­ caciones de masa, familia); una cultura, en el
ción subordinados o en declinación la que sentido antropológico del término, lo que
caracteriza a una sociedad como “mixta". comprende tanto símbolos y valores como
Esta relación tiene su lugar en la f. social, m anufacturas y técnicas de producción; un
cuyos componentes superestructurales son sistema ecológico.
reconocibles en la coexistencia estructural Tal concepto ha sido aplicado al estudio del
con mediaciones más o menos complejas. Un carácter mixto de la sociedad italiana, con
ejemplo de tales mediaciones lo proporciona referencia a los problemas de la educación
Fascismo y dictadura del propio N. Pou­ formal, sujeta a demandas sociales contradic­
lantzas. torias (Gallino, 196S), y de! accionar de las cla­
iv. sociología y FORMACION so cial . Un concepto ses sociales que la evolución de la estructu­
sociológico de f. social ha sido elaborado para ra de clases en Italia ha llevado a un equili­
caracterizar el modo de ser global e integra­ brio de fuerzas, origen del estancamiento
do de tipos de sociedades determinados. "F. (Gallino, 1970). Ambas investigaciones recons­
social" no es el único candidato a satisfacer truyen en la sociedad italiana tres tipos de f.
esta exigencia de la teoría sociológica. El fun­ social —tradicional-agrícola, moderna com­
cionalismo norteamericano, por ejemplo, la petitiva, contemporánea-dirigista— con base
resuelve con los conceptos de sociedad, sis­ en las cuales se formulan las explicaciones y
tema societario, sistema social: valga por las previsiones de los fenómenos en examen.
todos el ejemplo de T. Parsons en Sistemas Tal modo de describir la sociedad italiana
de sociedad (1972). El concepto de fenómeno permite una mayor articulación respecto de
social total, elaborado por el sociólogo fran­ la hipótesis dualista adoptada comúnmente.
cés G. Gurvitch, no podría expresar mejor Su aplicación a los problemas del estado y de
esta exigencia de observar la realidad social la política en Italia configura diversos siste­
tomando la profundidad y la integración de mas políticos y tipos de organización de la
sus niveles, sea cual fuere el objeto del análi­ administración pública requeridas y parcial­
sis: institución o sociedad global. En esta mente logradas por las tres f. sociales coexis­
línea de razonamiento, dos sociólogos como tentes en la sociedad italiana.
J. Habermas y L. Gallino han escogido en Las evoluciones de la teoría de los sistemas
cambio el térm ino f. social para indicar dos y de la sociobiologia in jertadas en esta con­
conceptos distintos que sin embargo tienen cepción de la f. social conducen al autor en
en común referencias teóricas parecidas, 1980 a reformular el concepto subrayando su
como serían el funcionalismo estructural, la dinámica y determinación: el sistema social
teoría de los sistemas y el marxismo. tiene un núcleo interior de relaciones más
En prim era instancia, L. Gallino define así densas, funcionales a su reproducción, que se
la f. social: "un conjunto de estructuras de articula en la reproducción biofísica de los
personalidad, de relaciones sociales sistemá­ individuos, en la reproducción socioculiura!
ticas y de elementos culturales, no necesaria­ de la identidad colectiva, en la organización
mente coextensivo con la sociedad entera y política y en la producción económica.
caracterizado a] por un determinado nivel de Estos mecanismos actúan extrayendo
desarrollo de las fuerzas productivas en un recursos de otros sistemas vivientes: organis­
marco de relaciones de producción casi cons­ mos, poblaciones, sistema psíquico, cultura.
tantes; b] por el hecho de que las estructuras Puede cada una operar de maneras diversas,
FORMACION SOCIAL 669

pero se requiere una integración entre estos zados según un único y mismo principio, his­
tres modos, sin la cual se hace imposible toda tóricamente determinado, característico. La
acción social. Cómo se combinan los modos f. social es incluso para Habermas un tipo
de reproducción tiene una especificidad y puro, no una sociedad concreta. Distingue
determinación histórica. El éxito de la com­ una f. social precultural, organizada por las
binación es una f. social. Una sola sociedad- funciones primarias de la edad y del sexo alre­
estado puede comprender varias f. sociales: dedor del núcleo institucional del sistema de
de hecho, el mismo sistema social concreto parentesco; una f. social tradicional organi­
puede presentar más modos de reproducción zada por un dominio político de clase alrede­
sociocultural, más modos de producción, más dor de la institución del estado; una f. libe-
modos de organización política, entre los cua­ ralcapitalista organizada alrededor de la rela­
les rige igualmente una cierta integración, ción económica entre trabajo asalariado y
aunque distinta y menor respecto de aquella capital y en la institución del mercado; una
que existe entre los mecanismos de reproduc­ formación social capitalista tardía organiza­
ción de sistemas diversos, constitutivos de la da alrededor de la administración de las cri­
f. social, que es un tipo puro. sis de legitimación; una f. social de cara al
En el análisis sociológico se consideran los futuro, posmoderna, organizada alrededor de
siguientes tipos de f. social: comunitaria, teo­ un principio no clasista.
crática. antigua, latifundista esclavista, feu­ En análisis de Habermas se detiene sobre
dal, burgo-artesanal, latifundista mercantil, todo en la f. social capitalista tardía de la que
capitalista competitiva, capitalista oligopolis- capta que todo sistema tiene una función y
ta, estatal. Cada una incorpora elementos que está sujeto a un tipo de crisis particular: fun­
representan un estadio evolutivo de civiliza­ ción política es producir elecciones adminis­
ción, en el orden superselectivo que no cons­ trativas racionales y crisis de racionalidad;
tituye sin embargo una escala evolutiva por­ función económica es producir recursos eco­
que toda f. social representa una respuesta nómicos y crisis económicas; funciones socio-
histórica particular a la exigencia de adapta­ culturales son la legitimación del sistema y
ción al ambiente natural, a la población exis­ la motivación de sus individuos miembros, y
tente. a la cultura disponible, a los tipos psi­ las respectivas crisis. Característica de esta
cológicos más difundidos de generaciones f. social es que sus crisis no se traducen en
sucesivas de individuos más allá del arco vital una crisis de identidad del sistema en su con­
de los cuales se ha reproducido el sistema junto, como sucedía con las demás f. socia­
social. les, sino que pueden ser manejadas, reconver­
La teoría de la f. social de Habermas privi­ tidas de un sistema a otro (como sucede por
legia la función de control y la problemática ejemplo para las crisis de legitimación de ele­
de la crisis de los sistemas sociales al tiempo vada conflictividad industrial que se resuel­
que su reproducción y evolución. De hecho, ven en crisis económicas, o sea procesos de
Habermas sostiene, recobrando a Marx, que inflación que reducen drásticam ente la con­
aun cambiando el principio de organización flictividad).
del macrosistema a partir de la f. social (la El concepto de f. social en todas sus versio­
disposición privilegiada de los medios de pro­ nes orienta no obstante el análisis sociológi­
ducción característica de las f. sociales cla­ co hacia interdependencias complejas. Su
sistas), la mayoría de las observadas institu­ subsiguiente utilidad para la investigación
cionaliza una relación de dominio que a la lar­ empírica ha sido en tal sentido confirmada
ga mina la integración social del sistema, en el caso italiano por A. Bagnasco. De hecho
creando los supuestos de una crisis de legiti­ constituyen una f. social per se —una “terce­
mación propia, al manifestarse su incapaci­ ra Italia” entre el norte desarrollado y el sur
dad por resolver los problemas de control subdesarrollado— las condiciones sociales,
suscitados al garantizar una distribución de políticas y culturales que han favorecido en
excedente desigual aunque legitima. Pura las regiones nororientales y centrales del país
Habermas, la f. social es un macrosistema la difusión de pequeñas empresas que, con
constituido por subsistemas —los sistemas bajas inversiones y elevado empleo de mano
sociocultural, político, económico—. organi­ de obra calificada, producen y exportan
670 FORMAS DE GOBIERNO

manufacturas por las cuales Italia goza de las formas de gobierno


mejores posiciones en el mercado internacio­
nal: confección, tejidos, muebles, instrumen­
tos musicales, objetos de oro. Las condicio­ i ia PROBLEMATICA. El análisis de las f. de
nes de desarrollo de esta economía, “perifé­ gobierno se plantea como conceptualmente
rica” respecto de la división internacional del distinto del análisis concerniente n las f. de
trabajo, satisfacen: la disponibilidad de oferta estado (o de régimen). Estas últimas, ya sea
de mano de obra precaria pero calificada, que se definan recurriendo a los criterios aris­
familias dotadas de economías sumergidas de totélicos sobre el poder de uno, de pocos o de
bienes y servicios (huertos, labores caseras, todos, ejercido en beneficio de uno, de pocos
ayuda mutua de parientes y vecinos), eleva­ o de todos, o en términos modernos tales
da integración social, subculturas políticas como los de régimen autoritario, totalitario
homogéneas hegemónicus (católicas y socia­ o democrático, o que se limiten a una simple
listas). Muy diversas condiciones se realizan distinción entre monarquía (cuyo titular ocu­
en las f. sociales "centrales” del noroeste y pa un cargo hereditario) y república (cuyo
"m arginales” del sur, que favorecen la gran titular ocupa un cargo electivo), se refieren
em presa o la asistencia estatal. a problemáticas diferentes de las que respec­
tan a las f. de gobierno propiamente dichas.
b i b l i o g r a f í a : S. Amin, Su lia sviluppo ineguale Dejando de lado las variedades de regíme­
delle formazioni suciali, en Terzo Mondo, 1972, nes autoritarios caracterizados por el poder
v. 18; A. Bagnasco, Trc halle. Bolonia. 11 Muli- arbitrario de un jefe o. como ocurre más fre­
no, 1977; A. Bagnasco. en Quademi de la Fonda- cuentemente, de la institución militar, asi
zione G. Feltrinelli, 1981, 14 y 16; Z, Bauman, como los regímenes totalitarios centrados en
Fundamentos de sociología marxista (1964), el poder de un solo partido político, la aten­
Madrid, Corazón, 1975; L. Gallina, Personalita e ción se dirige principalmente a determ inar
industríalizzazione, Turín, Laescher, 1968; L. diferentes f. de gobierno en el ámbito de la
Gallina, I. evoluzione delta struttura di classe in f. de estado democrático. De esta manera
Italia, en Quuderni di Sociología. 1970, xtx, 2; L. podremos ver cómo la distinción entre
Gallina, La sacie tá, perché cambia, come funzio- monarquía y república pierde en la práctica
na: introduzione sislemica alia sociología, Turín, toda relevancia.
Paravia, 1980; .M. Godelier, Formazione Resumiendo, el análisis de las f. de gobier­
economica-sociale, en Enciclopedia, Turín, no se refiere a la dinámica de las relaciones
Einaudi, 1979, vol. vi; J. Habermas, Problemas entre poder ejecutivo y poder legislativo y en
de legitimación en el capitalismo tardío (1973). particular a las modalidades de elección de
Buenas Aires. Amorrortu, 1975; V.I. Lenin, los dos organismos, su título de legitimidad
¿Quiénes son los "amigos del pueblo" y cómo y el balance de sus prerrogativas. Además,
luchan contra los socialdemócratas? (1894), en dada la naturaleza de los regímenes democrá­
Escritos económicos (1893-1899), Madrid, Siglo ticos modernos, adquiere una importancia
XXI, 1974, vol. 2; C. Luporini, en Critica Marxis­ esencial para com prender y explicar el fun­
ta, 1977, 3; K. Marx, Contribución a la critica de cionamiento de las diversas formas de gobier­
la economía política (1859), México, Siglo XXI, no el planteamiento del sistema de partidos
1980; N. Poulantzas, Poder político y clases socia­ presentes y operantes en dichas formas.
les en el estado capitalista (1968), México, Siglo
XXI, 1969; N. Puulantzas, Fascismo y dictadura ii. la bipartición' clasica. La bipartición clásica
(1970), México. Siglo XXI, 1971; P. Rescignu, Per­ distingue entre f. de gobierno parlam entario
sona e comunitá, Bolunia, II Mulino, 1966; G. y f. de gobierno presidencial. Es preferible
Soíri, El modo de producción asiático, Barcelo­ mantener estos términos y no recu rrir a la
na. Edicions 62; Varios autores, en Quademi di distinción entre república parlam entaria y
Critica Marxista, 1970, 4, v en Critica Marxista. república presidencial porque, mientras que
1971, ix. 4; 1972, x. 1 y 2-3. el presidencialismo no puede más que ser pro­
pio de un sistema republicano, la forma de
[SERGIO SCA\H Z7.I] gobierno parlamentaria se encuentra tanto en
el ámbito de sistemas monárquicos como en
FORMAS l)íi (íOUlERMO 671

el (le sistemas republicanos. Más aún, bajo miento del equipo de gobierno desde el seno
muchos puntos de vista cabe señalar que el del parlamento (Bagehot señalaba que la fun­
gobierno parlamentario nace, se desarrolla y ción más importante del parlamento era ele­
alcanza su más alta expresión en el ámbito gir bien el gobierno) y de su responsabilidad
de las monarquías constitucionales, y en par­ ante el mismo parlamento, el cual puede lle­
ticular de la británica (con otros ejemplos gar a decretar su caída. A su vez, en los siste­
luminosos en las monarquías escandinavas: mas parlamentarios el gobierno tiene el poder
Dinamarca, Noruega, Suecia). Según algunos de disolver el parlam ento o de pedir su diso­
autores, este desarrollo positivo se debería al lución al jefe del estado en el momento en que
hecho de que la exclusión de la competencia no obtenga de éste su confianza (o en algunos
política para la conquista del más alto cargo casos, como el inglés, a fin de convocar nue­
del estado —mientras que el parlamento limi­ vas elecciones en mejores circunstancias).
taba y contrastaba tal poder— ha tenido un El elemento diferencial de mayor relieve
efecto moderador en la lucha política en los entre los diversos tipos de gobierno parla­
países anteriorm ente mencionados. mentario lo constituye la naturaleza del sis­
La prim era y más precisa distinción que se tema de partidos. En efecto, en donde exis­
conoce entre las dos f. de gobierno es la que ten sólo dos partidos, o en el caso en que un
formuló Walter Bagehot. En su famoso ensa­ solo partido obtenga la mayoría absoluta de
yo sobre la Constitución inglesa (1865-1867). los escaños, la f. de gobierno parlam entaria
el estudioso británico hacia ver el contraste reviste características de solidez y de estabi­
entre la f. de gobierno parlamentario del Rei­ lidad mayores que en los lugares donde el
no Unido, definida por él como cabinet gobierno está compuesto por coaliciones de
government, y la forma de gobierno de Esta­ varios partidos. Del mismo modo, el funcio­
dos Unidos, definida como presidential namiento del sistema está influido positiva­
government. Esta distinción, a pesar de la mente por la presencia de un partido de opo­
posterior publicación de la obra Congressio- sición que puede presentarse por si solo como
nal government (1885) del futuro presidente posibilidad legitima y confiable de gobierno.
de Estados Unidos Woodrow Wilson. sigue El modelo inglés está precisamente carac­
siendo conceptualmente válida. No sólo la terizado por la alternancia periódica (en tiem­
gran mayoría de las f. de gobierno contem­ pos recientes más dificultosa) de uno y otro
poráneas se pueden hacer derivar del proto­ partido mayor al frente del gobierno. Dadas
tipo británico o del prototipo estadunidense, las características de la competencia electo­
sino que ambas f. de gobierno han permane­ ral, con circunscripciones uninominales de
cido sustancialmente intactas en el siglo que una sola opción, y la existencia de sólo dos
ha transcurrido. Asi por ejemplo, los países partidos en condiciones de conquistar la
de emigración blanca de lengua inglesa, Aus­ mayoría absoluta de los escaños, la tarea de
tralia, Canadá, Nueva Zelanda, Sudáfrica y form ar gobierno se confía automáticamente,
muchas ex colonias en Africa y en Asia, han de parte del jefe del estado (en el caso inglés
adoptado el cabinet government, mientras el monarca), al líder del partido de mayoría.
que la casi totalidad de los países del conti­ Entre otras cosas, dicha praxis hace obsole­
nente latinoamericano han importado el pre­ ta la afirmación citada por Bagehot sobre la
sidential government. Por lo que respecta a función más im portante del parlamento y
Europa continental, con la excepción que será acentúa la preeminencia del party govern­
analizada después del gobierno presidencial m ent sobre la asamblea legislativa, en térm i­
de la Francia de la V República, la f. domi­ nos de cantidad y cualidad de producción
nante es la parlamentaria. A su vez, las dife­ legislativa que se deriva de este hecho.
rencias que subsisten entre el parlam entaris­ En los modelos parlamentarios plasmados
mo inglés clásico y las variedades continen­ según el modelo británico, el prim er minis­
tales se deben casi siempre a las diferentes tro lo es en cuanto lider del partido de mayo­
características del sistema de partidos. ría. Esta coincidencia de cargos es de impor­
tancia decisiva a fin de mantener la cohesión
in. el gobierno parlamemario. La f. de gobier­ \ la disciplina del grupo parlamentario y con­
no parlam entario se caracteriza por el surgi­ secuentemente a fin de asegurar la traducción
672 F O R M A S DF. G O B IE R N O

en leyes del programa de gobierno. Sin ponentes inquietos de la mayoría guberna­


embargo no es sólo el grupo parlam entario mental y como instrumento de enfriamiento
del partido de mayoría quien tiene interés en de tensiones emergentes.
m antener su unidad de acción. A su vez. el Resulta obligada una última observación al
partido de oposición constituye en su interior respecto. El análisis comparado de las varie­
un gobierno en la sombra (shadow cabinet), dades concretas de las f. de gobierno parla­
con el doble objetivo de ejercer un estrecho mentarias revela que el caso italiano es la úni­
control sobre actividades y decisiones guber­ ca excepción a la norma generalizada por la
namentales y de presentar al electorado un que el líder del partido o coalición de parti­
equipo ministerial alterno de alguna manera dos vencedores en las elecciones se convier­
ya entrenado. te automáticamente en prim er ministro,
En la misma linea del sistema de cahinet según una praxis que confiere un mayor peso
government de tipo británico, fundado en el y relevancia inmediata a las opciones de los
gobierno exclusivo del partido de mayoría y electores y al mismo tiempo atribuye respon­
en su cohesión, se encuentran los gobiernos sabilidades precisas al partido de mayoría,
de coalición característicos de las democra­ absoluta o relativa, y a su líder.
cias continentales europeas. En estos contex­
tos, el problema fundamental está constitui­ iv. el gobierno prksiden'ciai- La f. de gobierno
do por la formación de una mayoría guber­ presidencial se caracteriza, en su estado puro,
namental entre varios partidos que garanti­ por la concentración en un único cargo de los
cen una suficiente homogeneidad y una ade­ poderes de jefe de estado y de jefe de gobier­
cu ad a d u ració n . En ta le s siste m a s no. El presidente es elegido por sufragio uni­
m ultipartidistas, en especial en los escandi­ versal por el electorado, subdividido o no en
navos, la consistencia política y electoral de colegios. En dicha f. de gobierno, el presiden­
los partidos socialdemócratas y la escasa dis­ te ocupa una posición central respecto de
tancia ideológica entre los partidos "burgue­ todas las fuerzas e instituciones políticas. En
ses" de oposición han permitido la formación el caso estadunidense él es, al menos nomi­
de equipos ministeriales estables. En otros nalmente, el jefe de su partido, el jefe del
sistemas, y en particular en Europa meridio­ gobierno o administration, y escoge personal­
nal (comprendida la Francia de la IV Repú­ mente a los diversos ministros o secretarios
blica), la inestabilidad de las coaliciones de departam ento (que deben abandonar el
gubernamentales parece endémica, aunque cargo a petición de él y no son responsables
raram ente se produce un recambio de clase ante el congreso). El presidente representa a
política o de los ministrables, precisamente la nación en las relaciones internacionales:
porque no se logra producir una circulación estipula, aunque sujetu al advice and consent
de personal político. del senado, los tratados internacionales; le
A dicha inestabilidad del gobierno parla­ compete el poder de declarar la guerra. Ade­
mentario en los sistemas m ultipartidistas se más tiene la iniciativa en las leyes más impor­
ha intentado responder con diversos correc­ tantes y es fuente de decisiones.
tivos. A p artir de la dramática experiencia de La centralidad de su función deriva del
inestabilidad gubernamental de la república hecho de haber sido elegido por el conjunto
de W eimar y con el fin de evitar vacíos de del cuerpo electoral. Ante él se encuentran los
poder, la ley fundamental de la República representantes de la cámara elegidos en cir­
Federal Alemana (Gmndgesetz) establece la cunscripciones uninominales de extensión
necesidad de que la falta de confianza respec­ similar, portavoces de intereses sectoriales,
to de un canciller no pueda ser declarada sino y los senadores, elegidos en colegios que
a través de la expresión de un voto de descon­ cubren el territorio entero de los diversos
fianza constructiva, con el cual se elija al mis­ estados, dos pura cada uno de los cincuenta
mo tiempo al nuevo canciller. Aunque sea estados de la Unión. Cabe observar además
dudoso que en condiciones de crisis real este que la duración o tenure del ejecutivo y de los
mecanismo pueda asegurar la estabilidad de miembros del legislativo es significativamen­
la f. de gobierno, puede actuar probablemente te diferente. Mientras que los congressmen se
como elemento de disuasión entre los com­ someten a nuevas elecciones cada dos años
F O R M A S D K G O B IE R N O 673

y los senadores duran en su cargo seis años, los diversos departamentos, sino también la
el mandato presidencial es de cuatro años, de hacer funcionar la máquina de la reelec­
renovable una sola vez {la enmienda corres­ ción. Finalmente el presidente tiene amplios
pondiente fue introducida después de que poderes pura efectuar nombramientos; en
Franklin D. Roosevelt obtuvo la elección especial son importantes los relativos al
durante cuatro mandatos consecutivos). poder judicial y a la elección de los jueces de
La centralidad del presidente en el ámbito la Suprema Corte. Aunque el senado puede
del sistema de tipo estadunidense aparece ejercer con vigor y rigor sus poderes de cun-
todavía más nítidamente si se observa la fun­ finnation, la discrecionalidad del presidente
ción que desempeñan las otras instituciones. es bastante amplia y los casos de rechazo son
Por lo que respecta a los partidos políticos raros, más bien resonantes y casi nunca debi­
norteamericanos, su momento de mayor relie­ dos al partidismo del senado.
ve, visibilidad y activismo, la única fase en la Precisamente porque el sistema gira alre­
que cumplen una función en el nivel nacional, dedor de la figura del presidente, sus capaci­
es el proceso de selección del candidato pre­ dades y su misma personalidad han influido
sidencial, la llamada nominarían y el folklo­ de manera decisiva en la evolución de la ins­
re (más que debate político) que caracteriza titución y el funcionamiento del sistema en
a las llamadas conventions. Después de su conjunto. Históricamente el sistema pre­
recientes reformas que han ampliado y refor­ sidencia] estadunidense se consolidó gracias
zado la democracia del proceso de elección al prim er periodo presidencial de Washing­
de los delegados a la convención, se ha acen­ ton y al de Andrew Jackson, extendió consi­
tuado una declinación de las maquinarias par­ derablemente sus poderes con Lincoln, que
tidistas nacionales. afirmó la preeminencia del gobierno federal
Como reflejo inmediato de este proceso, el sobre los derechos de los estados, después con
presidente se convierte en la cabeza visible Theodore Roosevelt, Woodrow Wilson y,
de un partido evanescente (el de los delega­ sobre todo, debido a los retos internos e inter­
dos de la convención), mientras que los repre­ nacionales en la paz y en la guerra, con Frank­
sentantes de su mismo partido en la cámara lin D. Roosevelt, hasta llegar a la criticada
y en el senado por lo general no están liga­ presidencia imperial de Lyndon Johnson.
dos a él por ninguna orientación especifica, Por mucho que la institución dependa para
no presentan características de homogenei­ su funcionamiento y para sus poderes efecti­
dad ideológica o política y no tienen una dis­ vos de quien ocupa el cargo, se ha ido pasan­
ciplina de voto. La creciente incapacidad del do poco a poco, en menos de diez años, de una
presidente en hacer pasar su programa legis­ preocupación prevalente por la imperial a la
lativo es una de las consecuencias más rele­ imperiled presideney (presidencia en peligro).
vantes de este estado de cosas. Puesto que el Una f. de gobierno como la presidencial, que
congreso reacciona a las iniciativas presiden­ se apoya en tan gran medida sobre la capaci­
ciales, aunque rara vez tiene la capacidad o dad del sistema en seleccionar un liderazgo
voluntad de asum ir por si mismo la iniciati­ a la altura de los tiempos y de los problemas
va, de ahí se sigue la parálisis institucional, no puede dejar de resentir de manera fuerte­
debida obviamente en gran parte a la deca­ mente negativa los contragolpes derivados del
dencia de los partidos, causa y efecto de la mal funcionamiento del proceso de selección.
fragmentación de la representación política, En este sentido, el paso del credibility yjap de
y a su falta de cohesión. Johnson al escándalo de W atergate de Nixon
Sin embargo el presidente es, para bien o fue muy breve. El reajuste total de la admi­
para mal, el punto de apoyo del sistema. Ade­ nistración. fenómeno sin precedentes decidi­
más del reclutamiento de los miembros de la do en el verano de 1979 por Cárter para apun­
administration, en tiempos recientes el pre­ talar su vacilante mandato y hacer subir su
sidente ha creado y ampliado un verdadero índice de popularidad, aparece como un sub­
y propio slaff en la Casa Blanca que cumple terfugio que no logró b o rrar los síntomas de
la tarea no sólo de mantener los contactos con una crisis que puede pasar de política a ins­
el congreso, desempeñar una función de rela­ titucional.
ciones públicas o de controlar la actividad de La más importante y conocida variante de
674 F O R M A S D F. G O B IE R N O

gobierno presidencial la constituye el mode­ ción a la Asamblea, durante los mandatos de


lo de la V República francesa. Las diferencias De Gaulle y de Giscard d ’Estaing.
formales y sustanciales respecto a la f. pre­ A diferencia del sistema estadunidense, el
sidencial estadunidense son muchas, pero papel de los partidos en la elección del presi­
existen algunas importantes similitudes. La dente francés y en la formación de una mayo­
más relevante se refiere a la elección directa ría parlamentaria es muy importante y tal vez
del presidente de la República por parte de decisiva. Especialmente después de la desa­
la población (procedimiento introducido por parición de De Gaulle, que por su personali­
enmienda constitucional en 1962. después de dad y por su pasado pudo hasta cierto punto
que la prim era elección de De Gaulle en 1958 y en cierto momento (la segunda vuelta con
se había realizado por obra de un colegio de M itterrand en 1965 fue significativa) desem­
notables) y por tanto su legitimación por par­ peñar el papel de exponente super parles, las
te de un cuerpo electoral nacional. La más posteriores elecciones presidenciales de Pom­
contrastante se refiere a la asamblea nacio­ pidou en 1969 y sobre todo las de Giscard en
nal, compuesta por representantes elegidos 1974 y de M itterrand en 1981 dejaron ver una
en circunscripciones uninominales con escru­ división del cuerpo electoral en dos campos
tinio mayoritario y con segunda vuelta. contrapuestos según lineas partidistas. Del
Fuera de la similitud mencionada, impor­ mismo modo, las elecciones legislativas de
tante por el título de legitimidad que el pre­ 1973 y 1978 reprodujeron en cada circuns­
sidente adquiere, existen toda una serie de cripción una segunda vuelta entre el candi­
diferencias que modelan un sistema global no dato de la mayoría y el de la oposición. Los
asimilable al norteamericano. En prim er partidos franceses constituyen el apoyo indis­
lugar, el presidente de la República no es al pensable de cualquier mayoría presidencial.
mismo tiempo jefe del gobierno. Sin em bar­ —cosa que no sucede con los meros reagru-
go es de su incumbencia el nombramiento de pamientos de tendencias particularistas, ni
un prim er ministro que de hecho depende de tampoco con partidos tan disciplinados y
él, como de él dependen los demás ministros cohesionados como los británicos—, obliga­
elegidos de mutuo acuerdo. En principio el dos como están de todos modos a la forma­
gobierno no tiene necesidad de un voto explí­ ción de coaliciones de gobierno.
cito de confianza por parte de la asamblea, No obstante, sigue planteado el problema,
la cual puede por lo demás votar una moción muy delicado constitucionalmente, de la coe­
de desconfianza. En este caso el presidente xistencia entre un presidente de una parte
de la República puede decidir entre aceptar política y una mayoría parlam entaria fuerte
la dimisión del gobierno o disolver la asam­ y unitaria de la parte opuesta. Mientras que
blea, pero no se puede recurrir a la disolución en el caso estadunidense, donde no existe el
en el prim er año después de las elecciones poder de disolución de las cámaras, el voto
legislativas. discrecional de los diputados en particular y
El mandato del presidente f rancés dura sie­ los recursos de contratación a disposición del
te años y es renovable, así que no se excluye presidente permiten actuar al menos en p ar­
una evolución en sentido presidencialista del te el programa legislativo y evitar un conflicto
sistema —aunque tampoco se excluye una institucional, en el cuso francés no sólo exis­
reafirmación del poder de la asamblea. El te el riesgo de que se produzcan choques fron­
periodo de poco más de veinte años de vigen­ tales, sino incluso se puede degenerar en una
cia de la Constitución de la V República, con verdadera crisis constitucional.
la sucesión de cuatro presidentes (De Gaulle, En definitiva, esta fórmula de gobierno pre­
Pompidou, Giscard y Mitterrand) tan diferen­ sidencial, que parece a primera vista respon­
tes entre sí por su extracción y personalidad, der eficazmente a la doble exigencia de los
no permite avanzar hipótesis fundamentadas. modernos gobiernos constitucionales —esta­
El mandato de la asamblea es de cinco años. bilidad y eficiencia del ejecutivo— pero que
La primacía del presidente en el sistema ha comporta un fuerte freno a la iniciativa y un
sido muchas veces reafirmada con relación fuerte control parlam entario (ya que el pre­
a los equipos gubernamentales y a los prime­ sidente lo puede disolver por poderes extraor­
ros ministros en particular, así como con rela­ dinarios concedidos por el articulo 16), pre­
F R A C C IO N E S h75

senta algunos inconvenientes potencialmen- Giappichelli, 1976; L. Elia, Forme di governo, en


te serios. Hasta que dicho sistema se pruebe Enciclopedia del diritlo, Milán, Giuffré, 1969, vol.
con éxito en condiciones de crisis, su confia- xix, pp. 634-675; A. King, Executives, en Hand-
hilidad sigue siendo dudosa. book of political Science, a cargo de F.I. Grcens-
tein y N.W. Polsby. Reading, Addison-Wcslcy,
V NOTA SOBRE ELGOBIERNODIRECTORIA!-. Esta rela­ 1975, vol. V, pp. 173-256; A. King, Mudes of exe-
ción de las f. de gobierno seria incompleta si cutive-legislalive relations: Great Brítain, Frun­
no se tomara en consideración, aunque sea en ce and West Germany, en Legislative Studies
síntesis, la llamada I. directoría! que carac­ (Juarterly. i, febrero de 1976; J. Linz, Totalita-
teriza ni gobierno de la Confederación Helvé­ rian and atit huríla rían regióles, en Handhook of
tica. Por una serie de motivos históricos (gue­ political Science, cit., vol. til, pp. 175-411; C. Mor­
rras entre cantones protestantes y católicos), tal!, Lezioni di diritlo costiluzionale italiano e
étnicos (diferencias profundas entre grupos compáralo, Roma, Edizioni Ricerche, 1962; R.
lingüísticos) y constitucionales (la naturale­ Neustadt, El poder presidencial, México, Limu-
za constitucional del sistema), el consejo fede­ sa, 1976; Presidents and prime minisiers, a car­
ral, surgido del poder legislativo, tiene una go dé R. Rose y E.N. Sulcimun, Washington,
naturaleza colegial. No puede disolver las American Enterprise Institute, 1980; A.M. Schle-
cámaras, es elegido con base en la represen­ singer Ir., La presidencia imperial (1973), Bar­
tación proporcional según la consistencia de celona, Dupesa, 1974.
los diversos partidos y funciona según una
rotación periódica del cargo de presidente del [GIANFRANCO l'ASOlllNO]
consejo federal.
Algunos autores han querido ver en la f. de
gobierno suiza sólo una racionalización espe­
cífica de un fenómeno o de una tendencia pre­ fracciones
sente en otras pequeñas democracias occiden­
tales (por ejemplo Austria u Holanda): des- i. d e f i n i c i ó n . Las f . son grupos que se organi­
mantelamiento de la oposición y búsqueda de zan autónomamente dentro de un partido con
acuerdos de fondo de tipo consociativo, llá­ el objeto de imponer su propia linea política
mense Proporzdemokralie o agrément amical. y adquirir una porción mayor de puestos cla­
Continuar en esta línea de investigación res­ ve y de "botín” para los propios miembros.
pecto de los tipos de regímenes democráticos Si consideramos la organización autónoma
—de alternancia, centristas sin rotación, con- como un carácter distintivo de las f . podre­
sociativos— nos llevaría demasiado tiempo. mos destacar su presencia poniendo atención
Cabe sin embargo señalar a este propósito no sólo en los grupos que compiten abierta­
que son la función de los partidos, su asenta­ mente en las elecciones internas sino también
miento subculturnl y el tipo de competencia en los grupos qwe —a pesar de presentarse
que plantean lo que diferencia a los diversos unidos a otros en las consultas de p a r tid o -
tipos de regímenes democráticos entre sí, mantienen una organización distinta (sedes,
como nos han servido para diferenciar las órganos de prensa, pactos, etc.) y negocian
diversas fórmulas constitucionales con sus f. autónomamente su propio ingreso en las coa­
de gobierno democrático respectivas. Partien­ liciones que gobiernan el partido o su propia
do del principio deque la democracia moder­ adhesión a cada una de las decisiones de la
na se fundamenta en el sistema de partidos, mayoría a cambio de una aceptación por lo
serán la evolución y la transformación de los menos parcial de su propia línea política y de
partidos las que introduzcan variaciones recompensas para sus propios miembros.
importantes en las f. de gobierno conocidas La f. se puede considerar como la especifi­
y brevemente analizadas en este artículo. cación de un fenómeno más general, que Lass-
well define como "un grupo perteneciente a
b i b l i o g r a f í a : P. Avril, Le régime politique de ¡a un conjunto más vasto que actúa para bene­
Ve. République, París, Librairie Genérale de ficio de personas particulares o de líneas polí­
Droit, 1964; N. Bobbio, La teoría detle forme di ticas particulares". Sin embargo, no todos los
govertio nella storia del pensiero político, Turín, autores que se han ocupado de las f. se han
676 F R A C C IO N E S

ocupado también de distinguir terminológi­ organizados autónomamente (los fraccionis-


camente el fenómeno del disentimiento orga­ tas, precisamente).
nizado dentro del partido de los fenómenos
que se le parecen. Los autores de lengua ingle­ u. clasificaciones y TIPOLOGIAS. Los primeros
sa —por ejemplo— usan el mismo término intentos de clasificar las corrientes no han ido
faction para indicar: la facción en sentido clá­ más allá de la distinción hecha por Hume
sico; las agregaciones en el nivel social que entre facciones "de interés" y facciones “de
influyen en las formaciones poli ticas sobre opinión". Se trataba más bien de clasificacio­
todo en los países en vins de modernización; nes de difícil aplicación en el plano em píri­
las formaciones prepartidistas en el nivel par­ co. En los últimos años hemos asistido a
lamentario; las tendencias ideológicas intra intentos de clasificación dotados de mayor
e interpartidistas, los fenómenos de disiden­ capacidad operativa. Junto a las dimensiones
cia en el voto parlam entario y, finalmente, la que conciernen a las actitudes —f. orientadas
f. como la hemos definido nosotros. Esta defi­ a los valores y f. orientadas al “botín", f. ideo­
nición demasiado amplia y ambigua refleja lógicas y f. programáticas—, f. ubicadas en
dificultades de conceptualización del fenóme­ los diversos segmentos del arco derecha-
no, dificultades que implicaron no pocos pro­ izquierda han hecho evidentes otras dimen­
blemas en la confrontación histórica y en la siones: la amplitud, la duración en el tiempo,
comparación en diferentes sistemas políticos. la función en el interior de las coaliciones de
Por esto es preferible no adoptar la traduc­ partido y de gobierno, el tipo de liderazgo (f.
ción literal de faction [facción] para evitar personalistas y f. no personalistas), la com­
esta ambigüedad, por el carácter desusado posición en términos de instalaciones geográ­
del térm ino en nuestro lenguaje político, y ficas, en términos de pertenencia o de prove­
sobre todo por su connotación frecuentemen­ niencia social, de grado de instrucción de los
te negativa. componentes. El camino para completar esta
El vocablo comúnmente usado en Italia dirección parece por lo demás bastante lar­
para indicar la f. es corrente, otro término que go, sea porque el campo no parece todavía
presenta considerables carencias a causa de limpio de clasificaciones que deberían perte­
su carácter eufemista y minimizante; corrien­ necer al marco definitorio (como aquella
te se prestaría mejor, en efecto, para desig­ entre f. organizadas y f. no organizadas) o
nar una tendeney, una linea ideológica o pro­ también sobre todo porque no se ha encon­
gramática. antes que la presencia y la acción trado el acuerdo entre la necesidad de que las
de un grupo organizado. También el término dimensiones observadas sean importantes y
f. se presta, en realidad, a críticas por su poli­ la necesidad de que puedan llegar a serlo.
valencia: en Alemania, por ejemplo, fraktion
indica en general la representación parlamen­ III. INFLUENCIA DEl. FENOMENO EN LOS PARTIDOS Y EN
taria de los diversos partidos. No obstante el sistema hoi.itico El juicio sobre el tipo de
parece preferible este término, al menos por acción desarrollada por las f. tanto en el inte­
dos razones: su proveniencia del lenguaje rior de los partidos en que operan como, más
matemático (f. como subdivisión de un todo) en general, en los sistemas políticos en que
permite, en efecto, la máxima separación de se descubre su presencia, parece bastante
implicaciones evaluativas, y al mismo tiem­ acorde con su evaluación negativa. Según la
po la más fácil traductibilidad lingüistica. Se gran mayoría de la literatura sobre el frac-
trata, por lo tanto, del término más idóneo cionismo:
para la comparación; además se debe tomar * las f. producen inestabilidad y ambigüe­
en cuenta el hecho de que el término f. ya ha dad en el gobierno de los partidos. La existen­
sido usado válidamente desde el punto de vis­ cia de f. entraña normalmente la necesidad
ta histórico. Recuérdese, por ejemplo, los par­ de vidministrar el partido por medio de una
tidos socialistas y comunistas europeos, en coalición de éstas. Además, al mismo tiempo
los que el término f. se usa para indicar a los el carácter menos definido ideológicamente
grupos internos, no sólo disidentes de la y menos estable de las f. respecto de los par­
mayoría en el plano ideológico (los llamados tidos hace que estas coaliciones internas pre­
desviacionistas) sino también y sobre todo los senten una inestabilidad y una incoherencia
F R A C C IO N E S 677

superiores a las —de por sí altas— de las coa­ *el pluralismo extremo y polarizado. El sis­
liciones gubernamentales; tema parlamentario no garantiza suficiente­
* las /. aumentan aún más la inestabilidad mente la cohesión en los partidos. Hay que
y la conflictividad interna de los gobiernos de considerar también el tipo de sistema parti­
coalición. A la inestabilidad y conflictividad dista. Por ejemplo, una fragmentación extre­
derivadas de la necesidad de mitigar las diver­ ma y una radicalización de las fuerzas políti­
gencias y de distribuir las pérdidas entre los cas obstaculizan, en efecto, la alternación en
partidos se añaden, en efecto, la inestabilidad el gobierno de partidos o coaliciones de par­
y los conflictos derivados de la necesidad aná­ tido. En un sistema partidista de este tipo, en
loga de mitigar las divergencias y de d istri­ el que el elector no puede decidir cuál parti­
buir el "botín”, dentro de los distintos parti­ do o cuál coalición de partidos irá al gobier­
dos, entre las f. Este problema ha sido des­ no, y en el que, en consecuencia, tanto el
crito de una manera eficaz por D’Amato (1966) gobierno como la oposición, o los distintos
con la fórmula de la "doble inestabilidad”; partidos, no se hacen prácticam ente respon­
* las f. no son representativas del electora­ sables ante el electorado, las decisiones polí­
do, que vota, por el contrario, por la imagen ticas se toman considerando más las relacio­
global (o mayoritaria) del partido; constitu­ nes de poder dentro de los partidos que las
yen, por lo tanto, un elemento de distorsión reacciones previsibles del electorado. El jue­
de la representación. go de las f. encuentra así un terreno particu­
Sin embargo, algunos autores consideran larmente amplio y favorable. Además, desde
positiva la acción desempeñada por las f., el momento en que la caída del gobierno no
especialmente en un sistema rígidamente implica automáticamente una derrota políti­
bipartidista o en un sistema con un partido ca definitiva, los grupos internos del partido
hegemónico o predominante. Partiendo del pueden perm itirse actitudes opuestas a la
supuesto de que un sistema bipardista es linca m ayoritaria y hasta a las opiniones del
incapaz de representar las diversas posicio­ propio electorado;
nes políticas que realmente existen en el país * los sistemas electorales ajenos a la com­
—o sea que lleva a cabo una reducción forza­ petencia intrapartidista. Todos los sistemas
da de la representación—, se considera que que prevén la competencia no sólo entre los
las f. pueden cumplir una función positiva partidos sino también (y algunas veces sobre
representando opiniones y posiciones diferen­ todo) entre los candidatos del mismo parti­
ciadas respecto de las de los dos únicos par­ do favorecen la conflictividad interna y desa­
tidos. Igualmente, en un sistema partidista lientan la formación de f. Éstas, en efecto,
escasamente competitivo, y particularm ente ofrecen a los candidatos la organización y los
ante la existencia de un partido hegemónico, medios necesarios para enfrentar las elec­
las f. compensan la carencia de oposición en ciones;
el sistema político desarrollando tales funcio­ * el voto secreto en las asambleas parlamen­
nes desde el interior del partido mayoritario. tarias,que hace imposible en el nivel parla­
A este propósito se ha tratado de encontrar mentario identificar y castigar la disidencia
una relación entre la falta de competencia intrapartidista. Por el contrario, la posibili­
entre los partidos y el surgimiento del frac- dad de com probar la indisciplina parlamen­
cionalismo en el interior del partido. IV. taria (a través de la apelación nominal y el
voto abierto) le permite a la mayoría penali­
IV. FACTORES QUE ALIENTAN O DESALIENTAN EL FRAC- zar a los parlamentarios de minoría, que coin­
CIONISMO. Entre los principales factores que ciden frecuentemente con los dirigentes de las
parecen determinar el fraccionismo intrapar- f. Por esta razón parecerían menos expuestos
tidista, las investigaciones realizadas hasta al fraccionalismo los sistemas parlamentarios
ahora indican: en que no se permite el voto secreto;
*el sistema constitucional presidencial, en * el sistema electoral proporcional dentro
el que la falta de responsabilidad del ejecuti­ de los distintos partidos que, por el hecho de
vo ante las asambleas parlam entarias entra­ no penalizar a los grupas pequeños, favore­
ña menores necesidades de partidos homogé­ ce su continua proliferación. De este modo la
neos o cohesivos; administración del partido por parte de una
678 F R A C C IO N E S

mayoría compacta es sustituida por adminis­ consideraron suficiente para producir el frac-
traciones de coalición que están expuestas al ciunalismo la dimensión excesiva del partido
chantaje de algún grupo capaz de hacerle per­ en tanto entraña automáticamente un esca­
der a la coalición su carácter mavoritario. Por so cuntrol de sus miembros;
lo tanto, los grupos pequeños terminan por * la falta de disciplina interna. En algunos
adquirir un poder superior a su consistencia partidos la constitución de f. está vedada y
numérica; fuertemente penalizada hasta llegar a la
* la descentralización politictmdministrati- expulsión de los componentes de la f. La posi­
va. Confiriéndole una considerable impor­ bilidad de construir f. está por lo tanto liga­
tancia al poder local, la descentralización da a la ausencia o a la debilidad de las san­
hace que los representantes locales del par­ ciones disciplinarias frente a los comporta­
tido, al cubrir cargos públicos importantes, mientos fraccionalistas;
gocen de recursos de prestigio y de poder * la composición social heterogénea del par­
que les permiten contraponerse al partido tido, en el sentido de que la cohesión de los
central; partidos —especialmente de los de clase—
* la articulación funcional del partido, en dependería de la unidad de intereses y de la
el sentido de que la articulación del partido homogeneidad cultural de sus miembros;
en organizaciones colaterales —como los sin­ * la ideología: según algunos autores, los
dicatos, las asociaciones profesionales y ju­ partidos que premian ideológicamente el
veniles— con objeto de reclutar miembros, disentimiento y el conflicto, legitiman el
socializarlos e integrarlos, de organizar el hecho de que sus propios miembros lleven
voto y de recolectar financiamicntos, repre­ esta teoría al interior del partido y estén más
senta un terreno ideal para la proliferación expuestos, por lo tanto, al fraccionalismo;
del fraccionalismo intrapartidista. Cuando El apoyo empírico de la comparación ha
las organizaciones escapan al control del apa­ logrado señalar en los sistemas electorales
rato central del partido, o no dependen de él externos, en la articulación funcional y en el
(considérese la relación entre ciertas organi­ tipo de disciplina las principales determinan­
zaciones católicas y la democracia cristiana tes del fraccionalismo.
en Italia), en éstas, en efecto, fácilmente se
constituyen núcleos de f., y de éstas salen estí­ V. TÉCNICASANTIFRACCIONAUSTAS. Si éstas son las
mulos y ayudas para las f. Si los miembros principales causas del f. que se encuentran
de las organizaciones locales o los miembros en la literatura, los remedios propuestos —co­
de las organizaciones colaterales actúan entre mo podría presum irse— no son su simétrico.
sí más que con el partido en su conjunto, sir­ La literatura se ha interesado más por encon­
viéndose de estructuras de comunicaciones tra r las causas que por proporcionar técni­
preferenciales (reuniones, pactos, sedes, pren­ cas para reducir el fenómeno, ya sea porque
sa), también se crea un verdadero “diferen­ en algunos casos se deberían emprender revi­
cial de comunicación" entre éstos y el parti­ siones constitucionales (abolición del sistema
do, lo que también puede dar origen, en efec­ presidencial y de la descentralización político-
to, a una diferenciación de línea política. Ade­ administrativa) que en su mayoría son inopor­
más, los grupos locales y los de las organiza­ tunas e imposibles de proponer, ya sea por­
ciones colaterales, que escapan a un control que en otros casos la aplicación de las medi­
efectivo del centro, pueden gozar de un acce­ das antifraccionalistas se encuentra con
so por lo menos parcialmente autónomo a los situaciones consolidadas o entra en conflic­
principales recursos del partido: los votos y to con ios valores políticos de los investiga­
el financiamiento. Las preferencias y el finan- dores. Esta cautela se inspira, probablemen­
ciamiento son también los principales recur­ te, también en el nivel poco avanzado de las
sos de las f. desde el momento que les permi­ investigaciones.
ten a los candidatos disidentes ser reelegidos Se deben tomar en cuenta, sin embargo, por
aun sin el apoyo del partido. Parece, por lo lo menos cuatro propuestas: la de revisar el
tanto, evidente la influencia de la organiza­ sistem a electoral proporcional externo
ción partidista en el fraccionamiento intra­ (D'Amato); la de suprim ir el voto prefei encial
partidista. A este respecto algunos autores (Pasquino); la de revisar el sistema electoral
F R A C C IO N E S 679

proporcional interno (Sartori) y por último la lar; además, si es cierto que el financiamien-
de financiar públicamente a los partidos to público refuerza a los aparatos centrales
(Zincone). y mavoritarios del partido respecto de los
A la primera se le pueden hacer las mismas locales y minoritarios, se trata de un refuer­
criticas concernientes a la revisión constitu­ zo relativo, que por lo mismo no excluye que
cional, considerada como entidad de la inter­ las f. continúen recibiendo los financiamien-
vención. La modificación de una ley electo­ tos propios por otros canales y logren asi
ral entraña un acuerdo difícil entre las fuer­ sobrevivir.
zas políticas interesadas, o una manipulación
peligrosa de la mayoría. Además, se debe vi. conclusiones. Hasta mediados de los años
recordar que, de acuerdo con algunos auto­ setenta, las investigaciones sobre f. conside­
res, el sistema electoral uninominal no ha raban los estudios sobre sistemas partidistas
impedido en Gran Bretaña el surgimiento del individuales, si no sobre partidos particula­
fraccionalismo (véase el caso de los socialde- res o directamente sobre determinadas f. Por
mócratas en el partido laborista inglés). largo tiempo el fenómeno fue ignorado, con
La segunda propuesta, en parte, tiene con­ la laudable excepción de Duverger, quien sin
traindicaciones de la primera, pero son contra­ embargo no se detuvo demasiado en el tema.
indicaciones menores: sea por la menor fuerza El prim er estudio sistemático se debe a Zaris-
de la intervención, sea por la mayor facilidad ki (1960) y el prim er estudio comparado
para encontrar un acuerdo que favorecería a amplio a Ozbudun (1970). Este último traba­
los componentes mavoritarios de todos los par­ jo, sin embargo, se resuelve en un elenco de
tidos. los posibles factores capaces de influir en el
La tercera propuesta puede aplicarse sin fenómeno, elenco que destacaba los factores
excesivos dramas, pero podría tener sólo efec­ aptos para explicar las f. en los partidos esta­
tos temporales: no toca las raíces del proble­ dunidenses. La expansión desde mediados de
ma y puede fácilmente hacerse reversible. De los años sesenta en adelante de los estudios
hecho es cierto que un sistema electoral inter­ de politica comparada y la formulación de
no de tipo m ayoritario (quorum o mayoría redes cognitivas para el descubrimiento de
para la elección de los delegados al congreso los datos ha dudo también sus frutos en este
o para la elección de los órganos centrales del campo tan largamente descuidado: en la
partido) induce a las f. a coaligarse para obte­ segunda mitad de los años setenta Sartori
ner el porcentaje de mayoría o para no verse (19/6) intenta una elaboración sistemática del
excluidas de la competencia: el quorum alien­ tema; Belloni y Beller (1978) buscan sacar el
ta la formación de f. de tipo medio, m ientras hilo del trabajo desarrollado. Pero todavía
que el porcentaje de mayoría, al favorecer los hoy falta una conceptuuli/ación unívoca y
cárteles, deberá reducir el número de las f. precisa del fenómeno y las tipologías del frac­
Pero las viejas f. podrán seguir actuando en cionalismo no han alcanzado todavía un gra­
el interior de las nuevas macrofraccioncs; do de exhaustividad y de operutividud sufi­
además, es difícil imaginar una revisión elec­ ciente. En el conjunto, se han dado algunos
toral que no tome en cuenta las relaciones de pasos decisivos hacia adelante, pero si no se
fuerza entre las propias f. que deberán reali­ resuelven estos dos nudos la investigación
zarla, y que por ello sea eficaz y duradera. La empírica podrá continuar su progreso en el
revisión del sistema electoral interno sigue perfil cuantitativo, pero no podrá alcanzar los
siendo uno de los pocos instrumentos fácil­ niveles cualitativos que sí se han logrado en
mente utilizablcs por quien se plantee el pro­ otros campos.
blema de modificar el número y la dimensión
de las fracciones. BIBLIOGRAFIA: F.P. Belloni y D.C. Beller, Faction
El financiamiento público de los partidos, politics: política! parties and factionalism in cum-
si se confía al control de los aparatos centra­ paralive perspeclive, Oxford, abc Clio Press,
les y mavoritarios de los partidos, podría con­ 1978; L. D’Amato, Correnii di partito e partito di
trabalancear el acceso autónomo de las f. a correnti, Milán, Giufíre, 1965; L. D’Amato, L'equi-
otras fuentes de financiamiento. Esta provi­ librio di un sistema di "partid di correnti”, Roma,
sión tiene el defecto de ser escasamente popu­ Editori di Scienze Sociali, 1966; E. Ozbudun,
680 F R A N Q U IS M O

Party cohesión in Western democracies: a causal sobre la base de ópticas distintas a la de Linz,
anaíysis, Beverly Hills, Sage, 1970; G. Surtori dando primacía a los aspectos sociales o eco­
(comp.). Correnli, fruzioni e fazioni nei partiti nómicos del régimen más que a los exclusi­
politici italiani, Bolonia, II Mulino, 1973; G. Sar- vamente políticos. Por otro lado, a la defini­
tori, Partidos y sistemas de partidos: marco para ción de Linz se le imputaba ser ideológica­
un análisis (1976), Madrid, Alianza; R. Zariski, mente condicionada de modo favorable al
Party factions and comparative politics: same pre­ régimen franquista. Los que han criticado
liminary observations, en Midwest Journal of específicamente la definición de f. como un
Political Science, iv (1960). caso de autoritarismo lo han hecho sobre todo
en tres direcciones: a] La noción de pluralis­
[giovanna zimcone] mo limitado es sustancialmente inaceptable
en cuanto es contradictoria: el pluralismo (v.)
es un término carente de significado fuera del
contexto de las democracias competitivas;
franquismo b] No es cierto que el f. no haya tenido una
ideología propia, sino sólo mentalidad; al con­
i. dkfinicion del régimen. Desde un punto de trario. el f. demostró poseer ideologías par­
vista exclusivamente cronológico, el f. ha sido cialmente distintas en periodos diversos de
el régimen que dominó en España desde 1939 su historia; c] De todos modos no es correcto
hasta la muerte de Francisco Franco (20 de atrib u ir al f. las mismas características a lo
noviembre de 1975). Lo que ha sido efectiva­ largo de su duración de casi cuarenta años.
mente dicho régimen, sus características Si respecto a los dos primeros puntos la dis­
específicas, los momentos cruciales y los cam­ tancia entre Linz y los otros autores se da por
bios acaecidos durante los 36 años de persis­ una diversa valoración de los mismos acon­
tencia, es difícil de establecer y es objeto de tecimientos o, como se ha dicho, según la
apasionada discusión entre los diversos inves­ variable más acentuada, en el tercer punto el
tigadores, españoles o no, que han dado cara mismo Linz está de acuerdo (1975).
al problema. Linz (1964) ha sido el prim er De lo que se lia dicho hasta ahora se dedu­
politólogo que ha intentado aislar las carac­ ce que una valoración correcta del fenóme­
terísticas principales del régimen franquista. no franquista debe hacerse sobre la base de
Más aún, su análisis del f. le ha servido para una periodización precisa. Pero tampoco en
elaborar un modelo de régimen autoritario (v. este punto hay acuerdo entre los investigado­
autoritarismo) aplicable a otros países. Pos­ res, los cuales han dividido sucesivamente el
teriorm ente (1975) repropuso su modelo en el f. en dos, tres, cuatro o incluso cinco perio­
ámbito de una compleja tipología de regíme­ dos, según las variables mayormente acentua­
nes políticos. Sin embargo, los elementos que das. Sin embargo se puede sostener que todos
él había indicado como propios del f. —plu­ los autores aceptan una división mínima en
ralismo político limitado, escasa articulación dos periodos: el prim ero que empieza mucho
ideológica, baja movilización política en las antes de 1939, con el golpe de estado m ilitar
etapas centrales, poder de un jefe o de un gru­ del 17-18 de julio de 1936, y termina con el
po dentro de límites previsibles— habían ya final de la segunda guerra mundial (1945) y
sido puestos en tela de juicio, en parte o del el segundo, que después de una fase confusa
todo, por diversos autores. E. f. fue definido de cambios y crisis, se desarrolla, con carac­
sucesivamente como un caso de cesartsmo terísticas más claras, entre finales de los años
(v.), de bonapartismo (v.), de "democracia cincuenta y finales de los sesenta, term inan­
orgánica" de sello corporativo (v. corporati- do con el inicio de la transición a la democra­
vismo) o incluso como una dictadura (v.), no cia (1975).
obstante sus rasgos pragmático-conservado­
res, una forma de fascismo (i\). un régimen II F.LFRANQUSVO COMOFASCISMOABORTADO. El pro­
totalitario (v. totalitarismo), un despotismo ceso de instauración de un régimen que se ins­
modernizante así como un régimen neo-bis- piraba en el modelo fascista italiano más que
markiano. en el nacionalsocialista alemán, se inicia con
Todas estas definiciones del f. se han dado el golpe de estado m ilitar de julio de 1936. La
F R A N Q U IS M O 681

evidencia no está tanto en los dos decretos (25 tades, en seguida surgió una solución ideoló­
de septiembre de 1936 y 10 de enero de 1937) gica de recambio. El f. no se basaba ya en la
con los que se declaran ilegales todos los par­ doctrina fascista v corporativa sino en una
tidos y sindicatos de inspiración socialista y versión tradicional y autoritaria del solida-
anarquista, sino en la creación de un partido rismo católico a la que se le superpone un
único y de los sindicatos verticales. El decre­ cierto barniz democrático. El Fuero de los
to de unificación (19 de abril de 1937) crea el españoles (17 de julio de 1945), la ley del refe­
partido único, la Falange Española Tradicio- réndum (22 de octubre de 1945) y el mismo
nalista y de las ions, integrando las dos fuer­ referéndum que convierte al régimen en una
zas políticas que habían apoyado el golpe de monarquía (6 de mayo de 1947) son la prue­
estado militar, los falangistas y los carlistas, ba de tal cambio de rumbo. En estos años se
dos actores importantes en aquellos años, produce pues una acentuación de los aspec­
pero mucho menos relevantes en los años cin­ tos católicos del régimen, pasando a un segun­
cuenta y sesenta, a pesar de los intentos de do plano el falangismo, casi desapareciendo
revilalización e institucionalización del .Movi­ los carlistas de entre los actores importantes
miento. como será llamado después el parti­ y representando los papeles principales
do único. monárquicos y católicos, con una obsesiva
La estructura sindical corporativa se deli­ insistencia en el anticomunismo tanto en polí­
nea con el Fuero del Traba jo (9 de marzo de tica interna como internacional, un desarro­
1938), la ley de unidad sindical (26 de enero llo de la ideología del caudillaje, que racio­
de 1940) y la ley de base de la organización naliza el papel de Franco como protagonista
sindical (6 de diciembre de 1940). De estas tres y árbitro absoluto del régimen y una política
instancias surge con evidencia la doctrina cor­ de desmovilización (v. movilización) y de
porativa fascista inspirada en los principios represión de los residuos de resistencia con­
de unidad, totalidad y jerarquía. El sindica­ tra el régimen. Todo ello permite al f. conti­
to vertical, que ponía juntos a todos los que nuar subsistiendo, incluso con el apoyo inter­
formaban parte de un mismo ramo produc­ nacional dentro del clima de la guerra fría,
tivo —del em presario al obrero— era la ins­ pero con el precio de una cierta transform a­
titución destinada a concretar los tres prin­ ción interna.
cipios mencionados.
La misma ley institucional de las Cortes (17 III EL FRANQUISMO COMO AUTORITARISMO MODERNI­
de julio de 1942) está en la linea de una repre­ ZANTE. A finales de los años cuarenta el f. no
sentación corporativa basada en las tres "uni­ estaba plenamente consolidado y había sufri­
dades naturales” de las que habla José Anto­ do ya sustanciales transformaciones en sus
nio Primo de Rivera, el líder falangista muer­ características políticas distintivas. Sus
to durante la guerra civil: familia, municipio mayores problemas eran entonces de carác­
y sindicato. ter económico: la política autártica había teni­
En aquellos años, junto a la ideología fas­ do efectos desastrosos hasta llegar a un
cista corporativa y a los actores mencionados momento muy delicado de crisis (1955-1956),
—falangistas, carlistas y militares con el mis­ en el cual incluso los altos mandos militares
mo Franco como árbitro— tienen también muestran preocupación e inquietud. De dicha
mucha importancia otros dos actores políti­ crisis el régimen saldría asumiendo definiti­
cos: los monárquicos y la iglesia. Ésta, que vamente unas características de autoritaris­
nunca había aceptado la política anticlerical mo modernizante. Los militares continúan
de la República, había apoyado desde un prin­ sosteniéndolo, ya que de hecho han consegui­
cipio el Alzamiento, oficializando la propia do una mejor posición económica a través de
posición en una pastoral colectiva de los obis­ la oportunidad de un segundo trabajo. El par­
pos españoles (julio de 1937). Cuando por efec­ tido único asume un papel cada vez más
to de contrastes internos entre monárquicos secundario incluso después de la proclama­
y falangistas (1942-1943), pero sobre todo por ción de los Principios del Movimiento (17 de
la influencia de factores internacionales —la mayo de 1958): el proyecto Arrese, que había
guerra en la que iban perdiendo las fuerzas precedido a la proclamación, y todas las opo­
del Eje— el régimen se encontró con dificul­ siciones y discusiones que el mismo había
682 FRANQUISMO

suscitado dentro del f. ponían en claro defi­ mado mentalidad —tomando prestado el tér­
nitivamente que el partido no sería nunca una mino del sociólogo alemán Geiger. Aunque
estructura de movilización desde lo alto, sino algunos autores ponen de relieve correcta­
que estaba condenado a ser, junto con los sin­ mente el papel clave desempeñado por Fran­
dicatos, una institución burocrática con su co, a quien se le imputan todas las decisiones
propia clientela, luente de poder para sus cruciales tomadas en estos años, no se pue­
dirigentes. La iglesia continúa apoyando al f. de negar que desempeñan un papel importan­
y entre los católicos surge una nueva élite tec- te una pluralidad de actores, que se mueven
nocrática, formada en su mayor parte por en un contexto no democrático: además de la
miembros del Opus Dei. Gracias al Plan de iglesia y del ejército, la élite burocrática y tee-
Estabilización y a las sucesivas políticas eco­ nocrática, expresión directa de los intereses
nómicas, España fue saliendo del túnel del industriales y financieros que se habían desa­
subdesarrollo a que había sido condenada por rrollado en aquellos mismos años. Por más
la destrucción de la guerra civil y la política que queramos ver elementos ideológicos,
autártica. como el desarrollista y el consumista carac­
Surge entonces con claridad el nuevo f., un terísticos del autoritarism o tecnocrático del
régimen autoritario que está en condiciones mismo periodo, no se puede negar que dichos
de promover el desarrollo económico, de elementos por si solos no son suficientes para
m ejorar el nivel de vida de las clases medias, caracterizar una ideología (v.) verdadera y
de adm itir una contratación colectiva, aun­ propia que mantenga a un régimen, sino más
que dentro del ámbito de la vieja concepción hien una mentalidad.
corporativa de los sindicatos verticales.
Evidentemente una parte im portante en la iv ei. frasoi ismo como modelo. El f. se ha pre­
renovación de este marco son los procedi­ sentado como un modelo de régimen políti­
mientos de relativa y aparente "apertura co no democrático, pero al mismo tiempo no
democrática" de los años sesenta. En prim er totalitario, que siendo politicamente conser­
lugar la ley de Reforma Orgánica aprobaba vador logró inducir un desarrollo socioeco­
por referéndum (14 de diciembre de 1966) que nómico. Desde este punto de vista ha sido
aunque rechazando como nefastos a los p ar­ señalado como ejemplo a im itar por parte de
tidos admite un "legítimo contraste de opi­ líderes políticos que querían evitar los peli­
niones", modifica las modalidades de elección gros de inestabilidad de las democracias a las
de los miembros del Consejo Nacional del que se les hacía imposible seguir la vía tota­
Movimiento y de las Cortes, amplía las posi­ litaria. Pero ¿puede el f. ser realmente un
bilidades de huelga por razones económicas modelo ‘‘exportable" de autoritarismo moder­
V elimina de las leyes fundamentales prece­ nizante capaz de una duración más o menos
dentes las frases de tipo corporativista y fas­ larga?
cista. Aparece más tarde una ley de prensa Si se observa lo ocurrido en España la res­
que aparentemente limita las precedentes puesta ha de ser negativa. En efecto, en el
facultades de censura. Además, una serie de ámbito del contexto económico y político
leyes, de 1958 a 1971, reconocen la contrata­ europeo, España se ha desarrollado efectiva­
ción colectiva y prevén un sistema de eleccio­ mente, pero esto llevó a cambios socioeconó­
nes sindicales para delegados y comités de micos profundos, como la urbanización, la
empresa. Le sigue una ley de tutela de la liber­ industrialización, la secularización cultural
tad religiosa (28 de junio de 1967) y finalmente y en conjunto a la reactivación de algunos
el nuevo Estatuto del Movimiento en diciem­ conflictos tipicos —desde el regional y auto­
bre de 1968. nomista, ya existente en la España prefran­
Toda esta obra legislativa es la prueba del quista, hasta el de clase, en especial entre
cambio-adaptación que sufría el régimen en industriales y obreros. Gracias a los cambios
aquellos años. Para dicho periodo tiene sen­ mencionados la misma coalición política que
tido hablar de pluralismo limitado y señalar sostuvo al f. se modificó profundamente no
que no existe ya una verdadera ideología, sino tanto por el papel asumido por el partido úni­
solamente un conjunto de valores ambiguos, co sino por otras razones. En prim er lugar
escasamente articulados a los que Linz ha lla­ por la gradual separación de la iglesia respec-
FRENTE POPULAR 683

lo del f., cuando se dio cuenta de la seculari­ 1967; R. de la Cierva. Historia del franquismo,
zación en curso y de los peligros a que se vols. i y ti, Barcelona, Planeta, 1978; A. de
exponía de haber continuado sosteniendo al Miguel, Sociología del franquismo, Barcelona,
régimen. En segundo lugar por la separación Euros, 1975: E. Díaz. Pensamiento español 1939-
de la misma élite industrial que en un cierto 1973, Madrid, Edicusa, 1974: J. Georgel, II fran-
momento creyó más conveniente tra ta r con cbismo: storia e hilando (1939-71), Turín, SEl,
los sindicatos clandestinos, representantes 1972; R. Gómez Pérez, Política y religión en el
auténticos de los obreros, que con los simu­ régimen de Franco, Barcelona, Dopesa, 1976; G.
lacros de los sindicatos verticales. Finalmen­ Hermet, L’Espagne de Franco, París, Armand
te, por la neutralización del ejército en un pais Colín. 1974; J.F. Linz, An authoritarian regime:
estratégicam ente importante, pero periféri­ Spain, en Cleavages, idetdogies and party systems,
co y reducido al rango de potencia secunda­ a cargo de E. Allardl e Y. Littunen, Helsinki, The
ria aliada de Estados Unidos. Westermarck Society, 1964; J.F. Linz. From
Junto al derrumbe de la coalición que había Falange la Movimiento-Organización: the Spa-
sostenido al f., debido sobre todo al mencio­ nish single party and the Franco regime, ¡936-
nado cambio radical de la estructura social 1968, én Authoritarian politics in modern socie-
que lo había legitimado, crecían diversos ties, a cargo de S.P. Huntington y C.H. Moore,
tipos de oposición dentro y fuera del régimen. Nueva York, Basic Books, 1970; J.F. Linz, L'oppo-
La base social de dicha oposición estaba for­ sizione in un regime autoritario: il caso della
mada por intelectuales, estudiantes, obreros Spagna, en Storia Contemporánea, i, núms. 1 y
y muchos católicos. Ante ellos no pudieron 2, 1970; J.F. Linz, Totalitarian and authoritarian
mucho la "democratización” aparente y los regimes, en Handbook of Political Science, vol.
procedimientos represivos adoptados por el 3: Macropolitical theory, a cargo de F.I. Greens-
régimen. tein y N.W. Polsby, Reading, Addison-Wesley,
En esta situación se iniciaba y se iba pro­ 1975; J.F. Linz, El régimen franquista. Barcelo­
fundizando la crisis del f. que moriría con su na, Península, 1978; S.G. Payne, Politics and the
fundador. En otros términos, y paradójica­ military in modern Spain, Stanford, Stanford
mente. la mecha de la crisis estaba ya pren­ University Press, 1967; S.G. Payne, Franco’s
dida desde que el 1. llevó a cabo su transfor­ Spain, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1968;
mación en un régimen que promovía la M. Ramírez Jiménez, España 1939-1975(Régimen
modernización de la sociedad y de la econo­ político e ideología), Barcelona, Labor. 1978: S.
mía. El f. como autoritarism o modernizante Vilar, La naturaleza del franquismo. Barcelona,
tenia en si mismo los gérmenes de la autodes- Península, 1977; K. von Beyme, Vom faschismus
trucción y de nada sirvieron todo: los inten­ zur entwicklungsdiktatur: machtelite und oppo-
tos de institucionalización formulados por sition in Spanien, Munich. Piper, 1971; Varios,
Franco y el complejo mecanismo de sucesión El régimen franquista, en Papers, vill. núm. S,
preparado para la continuación del régimen 1978.
después de su muerte. Por otro lado, ello no
excluye que en un contexto geopolítico no [LEONARDO MORUNO]
europeo y en un país escasamente desarrolla­
do en el plano socioeconómico un nuevo auto­
ritarismo modernizante pueda desarrollar las
mismas funciones del f. y quizá persistir por frente popular
más largo tiempo, logrando la institucionali­
zación. El f. popular es un tipo de alianza centrada
en la unidad de acción de los partidos de
bibliografía: F. Almendros Morcillo, y otros, El izquierda, democráticos y antifascistas, expe­
sindicalismo de clase en España (1839-1977), Bar­ rimentada por primera vez en el periodo 1934-
celona, Península, 1978: J. Amodia, Franco's poli- 1935 en algunos países europeos. Remite his­
tica! legacy: frvtn fascism lo ¡ayude dcmocracy. tóricamente al antecedente del f. único, fór­
Londres. Alien Lañe, 1977: M. Beltrán. La élite mula política fundada en el entendimiento de
burocrática española, Barcelona. Ariel, 1977; M. los partidos que se adhieren a la II y III Inter­
Grozier. Franco. Londres. Eyre andSpottiswood, nacional. con la capacidad de promover y san­
684 FRENTE POPULAR

cionar la unidad de acción sobre objetivos o de inspiración fascista y por la presencia


económicos y políticos transitorios de todos de peligro de guerra a continuación de la cri­
los sectores de la clase obrera, excepción sis económica internacional y de la declina­
hecha de la fisonomía ideológica y organiza­ ción del liderazgo de las clases políticas libe­
tiva de cada uno de los partidos. La tenden­ rales oligárquicas. La amenaza de guerra y de
cia a la unidad de acción, que se manifiesta una reacción fascista generalizada indujo al
por medio del frente único "desde la base" movimiento obrero a un nuevo análisis,
(sostenido por los prim eros congresos de la menos esquemático y menos sectario, de la
Internacional Comunista), está integrada, naturaleza del fascismo internacional y a un
desarrollada y orientada sucesivamente por drástico vuelco del juicio sobre la socialde-
el frente único "desde arrib a”, que se lleva mocracia, hasta entonces marcada de "social-
a cabo a través de acuerdos estipulados por fascismo”: en el prim ero se reconoce al ene­
las direcciones de los partidos obreros. migo principal, m ientras que la segunda se
El f. popular constituye una continuación convierte en el aliado fundamental en la lucha
y un desarrollo de frente único después de la antifascista (v. antifascismo). De aquí el con­
división entre los partidos obreros. Consiste tenido defensivo y ofensivo a la vez de las polí­
en la unidad de acción sobre objetivos comu­ ticas de f. popular, que comprenden reivin­
nes que abarca no sólo los partidos obreros dicaciones de carácter económico y político,
y las clases trabajadoras sino también los en el corto y en el mediano plazo: la protec­
partidos democráticos v radicales y las cla­ ción de las condiciones de vida y de trabajo
ses pequeñoburguesas del campo y la ciudad. de las clases trabajadoras; la persecución de
Mientras que el frente único es más bien una reformas estructurales en el campo económi­
alianza proletaria y anticapitalista, el f. popu­ co y social que habían de llevar a debilitar las
lar es "dem ocrático” y "antifascista". posiciones de dominio de los grupos capita­
Esta coalición entre partidos políticos de listas más reaccionarios; el objetivo univer­
la izquierda acerca de objetivos intermedios sal de la defensa de la paz y, para los comu­
comunes puede, y en ciertos casos debe, tener nistas, de la Unión Soviética, y el restableci­
su prolongación y sanción en el nivel parla­ miento o salvaguardia de las libertades demo­
mentario y gubernamental con la formulación cráticas "burguesas", aunque fueran consi­
de acuerdos electorales, de programas comu­ derados en su mayoría como precondiciones
nes y de gobiernos de f. popular, cuya com­ para la transición al socialismo así como tam­
posición puede variar según las característi­ bién como valores autónomos.
cas histórico-políticas de cada país, pero que Una ampliación posterior de los f. popula­
necesariamente deben tener como núcleo de res, como confirmación del apoyo de que
impulso la alianza entre punidos comunistas gozaban entre gran parte de la opinión públi­
y partidos de matriz socialista. Los primeros ca antifascista, se tiene en numerosos países
ejemplos de f. popular, ampliado o abierto a europeos y asiáticos en el transcurso de la
fuerzas populares diversas de las obreras y segunda guerra mundial, con alianzas antifas­
a organizaciones políticas radicales burgue­ cistas (f. nacionales) extendidas a todas las
sas, fueron el español y el francés, ambos con fuerzas políticas empeñadas en la defensa
fuerza en 1936. nacional y en la resistencia. Lu plataforma
La política de f. popular representa un giro programática, en estos casos, es m arcada­
táctico bastante marcado en el ámbito del mente defensiva y circunscrita en el tiempo
movimiento comunista internacional liderea- a la fase del surgimiento de la nación. El
do por la URSS de Stalin, giro que se concre­ método es por regla general el de la lucha
ta en la resolución del VII Congreso de la arm ada o el de la guerrilla que desemboca en
Internacional comunista (1935) y en el infor­ la insurrección. Un ejemplo de la aplicación
me en él presentado por G. Dimitrov. El esce­ de este modelo es el f. único chino contra la
nario político en el que se producen las pri­ invasión japonesa.
meras experiencias y los primeros gobiernos La derrota del fascismo cierra una fase en
de f. popular es el caracterizado por una gene­ la historia de los f. populares y abre una
ralización a escala europea y mundial de segunda que, aunque conserva de la anterior
movimientos, partidos y regímenes de matriz puntos de contacto extrínsecos, marca sobre
FU ERZA 685

todo diferencias profundas. Estrategias de le comunista, en Studi Storici, I I, 1974; F. Clau­


tipo frentista caracterizan las relaciones entre dio, Crisis del movimiento comunista: I. De la
comunistas, socialistas y fuerzas radicales Komintem al Kominfortn, Barcelona, Ibérica,
democráticas en algunas situaciones euro­ 1978; F. De Felice (comp.). Fascismo, demacra-
peas y extraeuropeas de la posguerra. Tal es zia. fronte populare. Barí, De Donato. 1973; F. De
el caso, en Italia, del Fronte d e lpopo/o(1947- Felice. Fronti popolari, en II mondo contempo­
1948). alianza electoral entre el Partido Comu­ ráneo. Storia d'Europa /, a cargo de B. Bongio-
nista y el Partido Socialista, desbaratado de vanni, G.C. Joctau y N. Tranfaglia, Florencia, La
golpeen las elecciones de 1948. Fuera de Ita­ Nuova Italia, 1980.
lia son de observar las vicisitudes dram áti­
cas de algunos países del bloque oriental en [s il v a n o b e l u g n i]

los que en el momento de la liberación se


constituyeron gobiernos de coalición llama­
dos de f. popular, de f. nacional dem ocráti­
co, unión nacional antifascista, f. de la patria, fuerza
etc., reagrupando a todos los partidos de la
resistencia antinazi. De 1945 a 1948, en Che­ En el campo de las relaciones políticas y
coslovaquia. Rumania. Hungría y Polonia, los sociales se entiende por "f.” cualquier inter­
gobiernos de coalición se transform an en vención física voluntaria de un hombre o gru­
regímenes dirigidos casi en exclusiva por los po contra otro hombre o grupo, destinado a
comunistas. destruir, agraviar o coartar. En este sentido
Dentro de los módulos del frentismo, como meramente descriptivo "f.” es sinónimo de
se designa con frecuencia, no sin un explíci­ "violencia”, y para un examen del significa­
to intento despreciativo, al deseo de d ar vida do y de las funciones políticas de estas inter­
a alianzas que reproducen el esquema del f. venciones físicas remitimos a violencia. Vale
popular, pueden clasificarse igualmente las la pena recordar aquí brevemente las distin­
experiencias de Unidad Popular (1970-1973) ciones que se han hecho entre f. y violencia,
y de la Union de Cauche', la experiencia chi­ especialmente en la filosofía política, en la
lena de Salvador Allende termina trágicamen­ doctrina jurídica y en ciertas formulaciones
te con el golpe fascista de Pinochet, mientras ideológicas, y señalar las razones que han
que la unidad programática entre comunis­ desaconsejado su aceptación en la literatura
tas y socialistas franceses no puede resistir politológica y sociológica.
las divisiones internas y termina también con En la filosofía política, la distinción más
la derrota de sus protagonistas. difundida es la que llama "f." a las interven­
No es de extrañar que esta serie de fraca­ ciones físicas justas, que preservan el urden
sos y de tragedias haya llevado a estudiosos social o persiguen el bien común, y “violen­
y políticos a considerar que la experiencia del cia” a las intervenciones físicas injustas, que
f. popular puede darse por terminada hoy, y rompen el orden social o se oponen al bien
ya no proponible: alternaciones, grandes coa­ común. En la doctrina jurídica se tiende a
liciones, democracia consociativa parecen a designar con el término “f." las intervencio­
los respectivos sostenedores formas de alian­ nes conformes con la ley, y por lo tanto líci­
za parlam entaria y de gobierno más adecua­ tas, y con "violencia” las intervenciones que
das a los desafíos de las modernas socieda­ violan las normas jurídicas y que son por eso
des industríales. Sobre el frentismo pesa la mismo ilícitas. Finalmente, entre las concep­
sospecha de ser un expediente táctico para ciones ideológicas, podemos mencionar la de
preparar la hegemonía comunista, la acusa­ Georges Sorel que. en una perspectiva de exal­
ción de preferir el terreno electoral y parla­ tación de la violencia, veía en la f. el instru­
mentario al de las alianzas sociales, y de dejar mento de dominio autoritario de una mino­
irresuelto el problema capital de la relación ría sobre la mayoría, y en la violencia el in>-
entre democracia y socialismo. trum ento de la liberación de la mayoría de la
explotación por parte de unos cuantos. Es de
H ih t.iG G K .\r i.\ A. Agosti, ¡m svolta del Vil Con- evidencia inmediata que todas estas distincio­
gresso in alcuni recenti studi sull'lnternaziona- nes están fuertemente empapadas de juicios
68e> FUERZAS ARMADAS

ilc valor. Una diversa valorización (ética, ju rí­ cia", usando la palabra en sentido desprecia­
dica o ético-política), que se pronuncia sobre tivo. En esta situación, lo que los agentes del
el fin. el efecto o las modalidades de dos even­ gobierno juzgan como asesinato puede ser
tos exteriormente análogos, es la que perm i­ considerado por los agentes de la revolución
te llamar al primero, evaluado positivamen­ como una ejecución de una sentencia pronun­
te, f., o al contrario, a la manera de Sorel, vio­ ciada en nombre del pueblo o de la justicia,
lencia, y al segundo, evaluado negativamen­ y lo que para los agentes del gobierno es una
te, violencia, o el contrario f. Ahora bien, estos ejecución capital sancionada por la ley legi­
juicios de valor, en cuanto formulados por tima del estado, para los agentes de la revo­
cuenta propia del filósofo, del jurista o del lución puede convertirse en un simple asesi­
ideólogo, son legítimos en un discurso abier­ nato. Por lo tanto, para evitar cualquier equí­
tamente prescriptivo; pero no lo son en un dis­ voco, parece más oportuno, de acuerdo con
curso científico y descriptivo, como el de la el uso ampliamente aceptado en los estudios
ciencia política y de la sociología. de la ciencia política y de la sociología, renun­
Naturalmente, también el politólogo y el ciar a la distinción mencionada entre “f." y
sociólogo necesitan distinguir entre las inter­ “violencia”, usandu los dos términos como
venciones físicas, que en cierto ámbito social sinónimos o empleando uno sólo para seña­
se consideran legitimas, y las que no lo son. lar las intervenciones físicas, y distinguir, en
En este caso, el investigador no pronuncia un cambio, con una fórmula que tenga la venta­
juicio de valor por cuenta propia sino que des­ ja de la claridad inmediata, los empleos de la
cribe el “sentido", incluyendo también eva­ f. (o violencia) "considerados legítimos" de los
luaciones, que los que pertenecen a un deter­ empleos “considerados ilegítimos" en deter­
minado contexto social atribuyen a ciertas minados grupos o agregados sociales, y dis­
relaciones. Sólo de este modo se puede dis­ tinguir. además, los diversos sistemas de valo­
tinguir. dentro de una determinada sociedad, res que les sirven de base a los diferentes gru­
entre una muerte que se considera "asesina­ pos o agregados sociales para considerar legí­
to” y una muerte que se considera “ejecución timos o ilegítimos ciertos usos de la f. (o vio­
capital". Sin embargo, usar en este sentido lencia).
las dos palabras "f.” y "violencia" es con Ire-
cuencia engañoso, porque el empleo de dos [MARIO STOPHNO]
términos distintos tiende a objetivar la dis­
tinción, a hacerla demasiado rígida, a suge­
rir que no existe un consenso unánime o casi
unánime acerca de las intervenciones físicas fuerzas armadas
que deben considerarse legítimas y las que
deben considerarse ilegítimas. Mientras que i definición. Las f. arm adas representan el
desde el punto de vista de la ciencia la ampli­ conjunto de las unidades y de los servicios
tud de la difusión de la creencia en la legiti­ militares del estado: su núcleo tradicional y
midad de determinadas intervenciones físicas central está constituido por el ejército, la
no puede darse por descontada por los mis­ marina militar y la aviación militar.
mos términos que se emplean sino que debe El ejército es una fuerza m ilitar típica de
verificarse cada vez por medio de una inves­ tierra, preparada y equipada para desarrollar
tigación empírica. Puede suceder, por ejem­ operaciones de defensa del territorio nacio­
plo, que amplios estratos de la población de nal y de ofensiva en territorio enemigo: su
un estado, a pesar de no rechuzarla activa­ organización le permite operar en todos los
mente, no compartan la creencia en la legiti­ terrenos empleando pequeños, medianos o
midad de muchas de las intervenciones físi­ grandes contingentes, según las característi­
cas que lleva a cabo el jefe del gobierno. Y cas del teatro de operaciones y las exigencias
pueden existir grupos rebeldes o revolucio­ bélicas. Sin embargo, en nuestro siglo, el
narios que proclamen la legitimidad de sus empleo táctico de grandes contingentes de
propias intervenciones físicas y la ilegitimi­ soldados ha resultado cada vez menos adecua­
dad de las del gobierno y que llamen a estas do a las exigencias de la guerra moderna y la
últim as "f.", a la m anera de Sorel, o "violen­ utilización bélica del ejército se ha caracte­
FUERZAS ARM ADAS 687

rizado por la presencia de pequeños y ágiles por códigos militares comunes y por regla­
grupos coordinados por mandos centraliza­ mentos diferenciados. Estos cuerpos depen­
dos y estructurados en diferentes especiali­ den en Italia del presidente de la República,
dades operativas y técnicas. en cuanto jefe de las f. arm adas y de los dis­
La marina militar se dedica a la defensa de tintos ministerios según las tareas que les han
las aguas territoriales, de las infraestructu­ sido encomendadas. En Italia son cuerpos
ras portuarias y receptoras y, en tiempo de armados la guardia aduanal, dependiente del
guerra, a la protección de las comunicacio­ Ministerio de Hacienda, el cuerpo de agentes
nes marítimas v de los convoyes comerciales. de vigilancia, dependiente del Ministerio de
En colaboración con el ejército asegura el Gracia y Justicia, el cuerpo de guardias fores­
transporte por m ar de tropas de tierra y, con tales, dependiente del Ministerio de Agricul­
la aviación militar, el empleo de unidades por­ tura y Bosques. En algún momento ha forma­
taciones; se encarga del ataque de unidades do parte de los cuerpos armados el cuerpo de
navales adversarias y de la destrucción de las homberos, dependiente del Ministerio del
infraestructuras portuarias enemigas. Opera Interior.
generalmente a base de convoyes constitui­ Los cuerpos armados desempeñan funcio­
dos por unidades de diferentes especialida­ nes típicas de policía (v. pclicía) y tienen esca­
des, con vistas a una defensa mutua y a un sa relevancia desde el punto de vista militar.
empleo ofensivo más incisivo de sus medios. Un cuerpo que tiene al mismo tiempo funcio­
La aviación militar, la última de las tres nes militares (de policía militar) y civiles (de
arm as en cuanto a su formación histórica, policía civil) es el de los carabineros, que for­
además de suministrar apoyo táctico a las tro­ ma parte integral del ejército, dependiendo
pas de tierra y a los convoyes marítimos, se del Ministerio de la Defensa en cuanto a pro­
encarga también de operaciones bélicas autó­ blemas jerárquicos y organizativos, y del
nomas de destrucción, por medio de bombar­ Ministerio del Interior por cuanto desempe­
deos de unidades o infraestructuras milita­ ña tareas de policía y en lo referente a finan­
res enemigas y, si es necesario, también del ciación y operación. Como parte integrante
aparato industrial o de las infraestructuras del ejército sus grados son equiparables.
civiles (centros habitados, etc.) de los países
adversarios. La aviación opera con unidades II. ORGANIZACIÓN. Desde un punto de vista téc­
simples para operaciones de reconocimiento nico militar, las f. armadas están internamen­
y con unidades organizadas en escuadrilla te organizadas en función de su preparación
para una mayor concentración del esfuerzo para las tareas que institucionalmente le han
ofensivo en los bombardeos. sido encomendadas: maximización del poten­
La distinción tradicional del lugar físico de cial ofensivo y defensivo, relación óptima
empleo óptimo (tierra, mar, aire), que carac­ entre gastos y calidad del equipo, así como
teriza a las tres arm as, tiende lentamente a el más estrecho y funcional grado de integra­
desaparecer y toma cada vez mayor fuerza un ción entre los diversos cuerpos.
sistema defensivo-ofensivo integrado, dirigi­ Para coordinar esfuerzos y lograr los fines
do y organizado por un mando central único. propuestos, así como por tradición histórica,
Se han creado especialidades de conexión las f. armadas, y especialmente el ejército, se
entre las tres armas: en Italia las unidades de subdividen en armas y servicios: las primeras
"incursores” y de ''estacionarios" en la mari­ son estructuras adm inistrativas autónomas,
na, los grupos de helicópteros de la marina, que se distinguen por sus especialidades
una aviación ligera del ejército, etc. Todas las técnico-operativas (arma de caballería, de
unidades, organizadas formalmente en las infantería, de artillería, de ingenieros...); los
tres armas, dependen en Italia del Ministerio segundos >on estructuras de complemento de
de la Defensa (v. defensa). las primeras, caracterizadas por el uso de téc­
A estas tres arm as se han ido añadiendo nicas particulares de apoyo (senecio sanita­
poco a poco otros cuerpos armados, prepara­ rio, veterinario, de transportes, de transmi­
dos para desempeñar predominantemente siones . ..).
tareas de orden interno, organizados formal­ Tal organización formal no responde
mente dentro de las f. armadas, disciplinados actualmente a razones militares y operativas.
688 FUERZAS ARMADAS

sino a necesidades de funcionamiento y de de agresión realmente efectuado y limitan por


continuidad burocrática y jerárquica para el tanto el servicio de "defensa de la p atria” a
desarrollo de la carrera del personal y para la posición defensiva, excluyendo acciones
una distribución funcional de los medios e preventivas o agresivas.
infraestructuras militares. En tiempo de gue­ Sin embargo, históricamente también se ha
rra, en efecto, las unidades operativas de las entendido por "defensa de la patria” la con­
fuerzas armadas están estructuradas general­ quista de territorios considerados parte inte­
mente por cuerpos de ejército, organizados grante de la "patria ", por razones históricas,
por un mando centralizado con diversas con­ étnicas o culturales, pero sometidos al con­
tribuciones de todas las armas y servicios. trol y jurisdicción de países extranjeros, o
Resulta pues difícil analizar las f. armadas bien la conquista de territorios considerados
desde un punto de vista político, con base en esenciales para la sobrevivencia y el desarro­
el sistema organiza!ivo-burocrático de armas llo económico del estado, prescindiendo de
y se n id o s, porque esto tiene escaso valor ope­ consideraciones de carácter nacional y étni­
rativo y funcional y se reduce a ser el resul­ co (salidas al mar, etcétera).
tado histórico y tradicional de antiguas uni­ A p artir de esta ultima concepción, ya no
dades y cuerpos militares. sólo defensiva sino también agresiva, de
En cambio, es más interesante el análisis "defensa de la patria", se ha ampliado dicho
de la relación existente entre f. arm adas y cla­ concepto a una defensa de los territorios de
se política —en términos de respuesta al algún modo controlados por la administración
requerimiento de senicios militares que esta estatal y a una conquista de los territorios
última les dirige— y entre f. arm adas y socie­ considerados necesarios por laclase política
dad civil —sobre formas de participación de para el desarrollo y la afirmación internacio­
los ciudadanos en el funcionamiento de las nal del país. Ha sido asi posible confundir la
f. arm adas y en el tipo de reclutamiento "defensa de la patria" con la conquista de
adoptado. territorios coloniales y su mantenimiento por
la fuerza, encubriendo la función colonialis­
tu. los se r v ic io s m ilita r es . Entre los diversos ta e imperialista con la “patriótica". Para los
servicios militares, la "defensa de la patria" países colonialistas (por ejemplo Portugal)
representa indudablemente el requerimiento dicha cobertura resultaba tan precaria que
más común que pueda dirigirse a las f. arma­ se vieron obligados a transformar las colonias
das. Una primera acepción de tal servicio con­ en provincias, con los mismos derechos que
siste en la defensa de la agresión extem a del la madre patria; de esta forma las f. arm adas
territorio, del espacio aéreo y de las aguas fueron empleadas en contra de los movimien­
territoriales nacionales. La preparación para tos m ilitares locales de liberación nacional
esta defensa comprende el adiestramiento del oficialmente "en defensa de la patria amena­
personal militar, la actualización de planes zada en una de sus provincias de ultram ar".
defensivos capaces de rechazar la agresión y Otro servicio militar vinculado en parte con
la actividad referente al espionaje y contraes­ la "defensa de la patria" es el que concierne
pionaje. a la salvaguardia del orden público y de la
Una segunda acepción, en términos moder­ estabilidad interna. Se requiere este servicio
nos y democráticos, del servicio de "defensa en el caso de calamidades naturales, en las
de la patria" amplía los objetivos del sen-i­ cuales a las f. arm adas se les asignan tareas
cio a la defensa de las instituciones que garan­ de socorro y tutela de las zonas de desastre
tizan el funcionamiento y la vida democráti­ en colaboración con las fuerzas de policía,
ca del estado: el parlamento, el gobierno, las incluso para un verdadero control de la vida
regiones, las administraciones locales, etc. política y de sus manifestaciones callejeras.
Según tal acepción, las f. arm adas están lla­ En este úliimo caso, la clase política en el
madas a defender el estado incluso de agre­ poder hace coincidir el concepto de "defen­
siones internas que tengan como objetivo la sa de la p atria” y de sus instituciones con el
destrucción de los ordenamientos políticos y de defensa del urden social y económico vigen­
adm inistrathos. Ambas acepciones vinculan te: las f. arm adas empleadas en esta forma se
estrecham ente la respuesta m ilitar a un acto convierten en instrumento de regulación
FUERZAS ARMADAS 689

interna de ios conflictos y de las tensiones ración de personal técnico por obra de las f.
económicas y sociales del país, llegando a armadas puede representar una utilidad con­
desempeñar tareas que son propiamente de creta. En cambio, en el caso de un pais sufi­
policía (v. policía). cientemente industrializado dicho servicio es
Otros dos servicios no directam ente mili­ de escasa importancia, aunque sigue siendo
tares recaen sobre las f. armadas en situacio­ un motivo de atracción para los jóvenes que
nes histúrico-pol¡ticas especiales: la alfabeti­ no tienen una especialización, por su carác­
zación de las reclutas y la {urinación de una ter de enrolamiento voluntario.
ideología nacional. El primer servicio se deri­ El servicio de formación y difusión de una
va de la convergencia entre la estructura orga­ ideología nacional es propio de las f. arm a­
nizativa de las f. arm adas articuladas en lodo das de países confederados o que han alcan­
el territorio nacional y la relación coercitiva zado recientemente la unidad nacional. La
existente entre f. armadas y ciudadanos en el organización de las f. armadas, única y cen­
ámbito del sistema de reclutam iento obliga­ tralizada, y las posibilidades de contacto y
torio. Los ciudadanos que han quedado fue­ colaboración que se crean entre ciudadanos
ra del sistem a escolar obligatorio primario, procedentes de diferentes situaciones étnicas
una vez reclutados en las f. armadas, son ins­ y sociales, permiten actuar con vistas a la for­
critos en cursos acelerados de alfabetización, mación de una ideología y de una mentalidad
simultáneamente con el normal adiestramien­ nacional unitarias, que de otra forma seria
to militar. Sin embargo, históricamente la difícilmente alcanzablc. Sin embargo, de
importancia de tal servicio no ha consistido manera parecida al servicio de alfabetización,
tanto en la función real de llevar a cabo la también este servicio ha sido usado instru-
alfabetización como en el uso propagandísti­ mentalmcnte con fines propagandísticos; en
co que se ha hecho de tal función, presentan­ la estructura disciplinada de las f. arm adas,
do a las f. arm adas como organización útil caracterizada por un estado objetivo de cons­
para el progreso civil del país. De aquí se ori­ tricción moral y física hacia las arm as de los
gina la visión de las í . armadas, y en especial ciudadanos, por un aislamiento del mundo
de las que son reclutadas por el sistema obli­ del trabajo y de las fuerzas sociales económi­
gatorio, como escuela de la nación, o bien camente activas, muy a menudo la formación
como organismo formativo a la par del siste­ de la ideología nacional ha coincidido con la
ma escolar, y por lo tanto funcional respecto transmisión forzada de la ideología de la cla­
al desarrollo de las capacidades del país. se en el poder, sometiéndose la interpretación
Actualmente el servicio de alfabetización de de una parte de la sociedad y del país a los
los reclutas casi es inexistente en las f. arm a­ intereses de toda la comunidad nacional. El
das de los países industrializados y que tie­ mismo sistema jerárquico que diferencia a las
nen por tanto un servicio escolar eficiente, f. armadas de las otras organizaciones de ser­
mientras que en los países en vías de desarro­ vicio se usa para el condicionamiento ideo­
llo se ha añadido a la alfabetización la fun­ lógico de los ciudadanos con respecto a las
ción de preparación de personal técnico espe­ armas: la parcelación de tareas y funciones,
cializado. En efecto, en ausencia de un siste­ el aislamiento, el rechazo de una concepción
ma escolar especializado en el campo técni­ social y cooperativa del trabajo militar, han
co, los cuadros militares, precisamente por­ representado los más seguros elementos de
que están en contacto con sistemas de arm as condicionamiento ideológico profundo.
tecnológicamente avanzadas, fungen como La transmisión de ideología continúa inclu­
elementos de preparación de personal espe­ so cuando los jóvenes regresan al desempe­
cializado. Las dificultades para llevar a cabo ño de las ocupaciones civiles correspondien­
este servicio están en las sustanciales diferen­ tes: es una tradición bastante difundida que
cias existentes entre las tecnologías necesa­ los ex militares se inscriban en las asociacio­
rias para el (uncionamiento de los sistemas nes de arma, según la especialidad a la que
de armamento de las f. arm adas y las utiliza­ pertenecen (alpinos, jinetes, aviadores, cho­
das por el aparato industrial civil. En un con­ feres, paracaidistas, cazadores, tanquistas,
texto productivo atrasado estas diferencias etc.). Estas asociaciones organizan encuentros
pueden considerarse secundarias y la prepa­ y desfiles con ocasión de conmemoraciones
690 FUERZAS ARMADAS

militares, recreando y perpetuando momen­ lidad de la conscripción obligatoria. Esta últi­


tos de vida colectiva en los que se refuerza ma se considera, en efecto, un tipo de reclu­
y revive la ideología transm itida durante el tamiento que responde sobre todo al espíri­
servicio militar. tu democrático de los modernos ordenamien­
tos estatales: el deber de cumplir el servicio
iv. el RECLUTAMIENTO. Las f. arm adas están militar, y por tanto de prepararse para la
organizadas de modos diferentes en relación "defensa de la p atria”, se considera un dere­
con los servicios que les son requeridos. Un cho adquirido históricamente, en oposición
elemento común a todos los tipos de organi­ al monopolio de la defensa y del poder mili­
zación está constituido por la presencia de un tar mantenido originalmente por la aristocra­
núcleo orgánico de cuadros permanentes cia y los militares de oficio. Sin embargo, la
voluntarios, como garantía de continuidad en conscripción obligatoria ha conservado sólo
la preparación de las unidades y como cen­ formalmente esta característica democrática,
tro propulsor de las f. arm adas en caso de porque dicho monopolio se ha reproducido
conflicto. Las fuerzas arm adas están pues por lo general debido a la profunda diferen­
caracterizadas por el tipo de reclutamiento cia cualitativa de preparación m ilitar que
adoptado para completar los cuadros y el per­ existe entre los componentes de carrera de las
sonal necesario en tiempo de paz, aseguran­ f. arm adas y los componentes provisionales
do los servicios requeridos. procedentes del remplazo. El control y el
Un modelo de reclutamiento que se ha ido empleo de las armas modernas presenta tales
consolidando desde la Revolución francesa es complejidades que sólo pueden ser maneja­
el de la conscripción obligatoria masculina: das por personal altamente especializado.
todos los ciudadanos varones nacidos o resi­ Este problema no puede resolverse con
dentes en el territorio del estado, apenas empleo de personal de reclutamiento, no sólo
alcanzado un límite de edad establecido por por el breve tiempo en el que éste puede ser
la ley, se inscriben en las correspondientes lis­ adiestrado, sino también por el desaprovecha­
tas de conscripción de la administración local miento de recursos que representaría inver­
y, después de una revista médica de idonei­ tir ingentes sumas para preparar personal
dad efectuada por la autoridad médica mili­ utilizable solamente para el breve periodo que
tar, son enviados a las distintas armas. dura la leva.
El servicio m ilitar prestado de esta forma Sobre todo en la aviación y en la marina
se considera un deber del ciudadano y tiene militar, los diferentes grados de especializa-
una duración establecida por la ley en rela­ ción han reducido poco a poco el peso del per­
ción con el contingente que se considera nece­ sonal procedente de la conscripción respec­
sario mantener en las distintas arm as y para to del personal de carrera. Además, este últi­
asegurar los servicios m ilitares esenciales en mo ha prevalecido constantemente sobre
tiempo de paz. aquél debido a su mejor conocimiento del
El deber del ciudadano en el adiestramiento aparato militar y de su funcionamiento, mien­
m ilitar no concierne a las mujeres en la tras que el personal de reclutamiento, llama­
mayor parte de países. Dicha exclusión está do a adiestrarse en el uso de las armas duran­
en relación, en el plano histórico, con la exclu­ te el tiempo de paz una sola vez, no ha podi­
sión de las mujeres de la vida política y del do utilizar nunca los conocimientos adquiri­
goce de los principales derechos civiles. En dos durante el servicio m ilitar para un efec­
estados de nueva formación (por ejemplo, tivo control democrático del aparato.
Cuba e Israel) las mujeres son Humadas a Cada vez tiene menos valor la opinión de
desempeñar el servicio a la par que los hom­ la conscripción obligatoria como tipo de
bres, mientras que en las democracias occi­ reclutamiento "dem ocrático”: el personal
dentales el problema de la ampliación a las procedente de ésta se encuentra en efecto no
mujeres de la conscripción obligatoria —plan­ sólo inserto en un aparato del que no conoce
teado a veces como respuesta polémica en el funcionamiento, sino que además se le asig­
relación con los movimientos feministas— no na una condición subordinada y marginal con
ha llegado a resultados efectivos. respecto al conjunto de funciunes militares
Ello ha coincidido con la crisis de credibi­ confiadas a las f. armadas. La característica
FUERZAS ARMADAS 691

democrática de la conscripción obligatoria ya descritos, es el que se vincula con la concep­


no tiene pues razón de existir y se ha trans­ ción defensiva de la nación armada. Se trata
formado en instrum ento de propaganda en de un tipo especial de reclutamiento de cons­
manos de los miembros de carrera de las f. cripción obligatoria masculina, en el cual, a
arm adas en la confrontación de la clase polí­ un prim er periodo de instrucción de algunos
tica y la opinión pública, como cómodo pro­ meses, efectuado por los ciudadanos a la edad
tector que permite un control eficaz de la vida de veinte años, sigue una serie de llamadas
interna de las I. armadas. más breves y distanciadas hasta alcanzar un
Esta diferenciación interna en las f. arm a­ limite comprendido entre los 40 y los 50 años.
das ha sido la base de otro tipo de recluta­ El ciudadano es asi adiestrado y puesto al día
miento por el que una parte de la tropa nece­ permanentemente no sólo respecto de las
saria se obtiene de la conscripción obligato­ innovaciones técnicas en el campo militar,
ria y otra a través del reclutamiento volunta­ sino también en cuanto a la doctrina defen­
rio de especialistas durante un período más siva elaborada por el estado mayor. Este tipo
largo. Las f. arm adas reclutadas por este sis­ de reclutamiento ha sido adoptado en la Con­
tema están pues constituidas, no sólo de federación Helvética y asegura a este estado
hecho, sino también oficialmente, por cua­ la posesión de una eficiente fuerza m ilitar
dros de oficiales, suboficiales, personal espe­ adiestrada permanentemente y pronta a la
cializado de carrera y tropa en general, for­ defensa del territorio; además, para eliminar
mada por conscriptos sometidos al tradicio­ el peligro de un ataque imprevisto por parte
nal periodo de instrucción m ilitar y enviados de fuerzas enemigas, con las consiguientes
de nuevo a su casa. dificultades relativas a la movilización y
Este tipo de reclutamiento mixto de la tro­ armamento de los combatientes, cada ciuda­
pa, con parte obligatoria y parte voluntaria, dano-soldado tiene en consigna, por toda la
es el que está actualmente vigente en los ejér­ duración del servicio, o bien hasta la última
citos de la mayoría de los estados europeos; llamada, un arm a individual propia, de cuyo
éstos tenían el doble problema de no sustraer mantenimiento y eficiencia tiene que respon­
por un largo periodo de tiempo a las fuerzas der periódicamente.
productivas del proceso de trabajo y por otro Además de las ventajas reales en términos
lado tener que preparar f. armadas eficien­ de eficiencia defensiva militar de este tipo de
tes, sin renunciar a los más modernos y com­ reclutamiento, la estructura de llamadas
plejos sistemas de armamentos. La presencia periódicas hace que los ciudadanos estén pro­
institucionalizada de personal profesional vistos de suficientes conocimientos sobre el
entre la tropa ha existido siempre en los ejér­ funcionamiento del aparato m ilitar y puedan
citos modernos: el fenómeno que aquí se seña­ ejercer un control incisivo sobre el funciona­
la no consiste en la presencia de militares de miento de las f. arm adas y, por tanto, sobre
carrera entre la tropa, sino en el hecho de que el personal de carrera de las mismas.
éstos concentran absolutam ente en sus Un sistema de reclutamiento que represen­
manos el control de los sistemas defensivos ta una modificación ulterior de la conscrip­
y ofensivos más eficaces. Ha sido asi posible, ción obligatoria es el que se organiza alrede­
por ejemplo, dividir a las f. arm adas en dos dor de la concepción de una guerra de coman­
sectores operativamente separados: por una dos (v. guerrilla), para la defensa descentra­
parte un sector de empleo rápido, caracteri­ lizada de las ciudades y de las plantas indus­
zado por sistemas de armamento no conven­ tríales de las diversas zonas del pais, por
cionales (nucleares) formado por profesiona­ parte de los mismos habitantes. La constitu­
les (por ejemplo, la forcé de frappe francesa), ción de grupos armados, con la contribución
Vpor la otra un sector formado por unidades de jóvenes de ambos sexos, es el sistema adop­
convencionales constituidas predominante­ tado por ejemplo en la República de Yugos­
mente por conscriptos y utilizables como apo­ lavia. El grado de autonomía de los diversos
yo logístico a los primeros. grupos respecto del comando central, la sus­
Un tipo de reclutamiento que resuelve en tancial limitación geográfica de sus objetivos
parte los problemas políticos planteados por a la defensa del territorio, el perfecto cono­
la conscripción obligatoria tal como han sido cimiento del terreno de las operaciones y el
692 FUERZAS ARMADAS

estrecho vinculo que se crea entre m ilitares temas de reclutamiento de conscripción obli­
y realidad sociopolítica, permiten considerar gatoria del tipo nación armada o creación de
este sistema de reclutamiento como el más comandos armados, son los más seguros. En
apto para la defensa del estado en sus confi­ cambio, si a través de una ampliación del con­
nes nacionales; además está la garantía de no cepto de "patria”, existe una separación entre
menor importancia de que tal sistema no pue­ la concepción del estado y de sus intereses
de ser empleado para acciones bélicas agre­ por parte de la clase política en el poder y por
sivas contra territorios de otros estados. parte de la mayoría de la población, el siste­
Una condición esencial para llevar a cabo ma de conscripción obligatoria de larga dura­
este tipo de reclutamiento y de organización ción o mixto permite utilizar con una función
m ilitar es el estrecho vinculo que debe exis­ subordinada la capacidad militar de la pobla­
tir entre clase política c instituciones estata­ ción, sin am pliar la gestión de los objetivos
les. por un lado, y pueblo y sujetos políticos, eslralégico-militares. El sistema del volunta­
por el otro; de lo contrario, la parcelación de riado total coloca finalmente a las f. armadas
la fuerza m ilitar y de las instancias decisio- en condiciones de responder a cualquier
nales militares en un sistema de participación requerimiento de servicios militares, pero
política inestable resultaría contraproducen­ puede com portar un aumento del gasto mili­
te para la estabilidad de las instituciones y tar debido a la necesidad de asegurar al per­
ordenamientos del estado. sonal voluntario unos estipendios competiti­
Finalmente, aparece como más clara la vas respecto a las profesiones civiles, sin olvi­
opción de un voluntariado como único tipo d ar el peligro político que representa la pre­
de reclutam iento de la tropa de las f. arm a­ sencia de un cuerpo organizado de militares
das en tiempo de paz: éste está formado sola­ junto a la f. de policía, y por lo tanto una
mente por personal voluntario enrolado sobre mayor posibilidad de involuciones preloria-
la base de contratos de trabajo con términos nas de las mismas f. armadas.
precisos. Este sistema ha sido adoptado en
Europa por la Gran Bretaña y permite dispo­ bibliografía: Anónimo, Le istituzioni militari e
ner de un eficiente pero limitado contingen­ l'ordinamento costituzionale. Roma, Editori Riu-
te de f. armadas, sin distraer mano de obra nili, 1974; Anónimo, Cittadini in uniforme.
del mercado del trabajo. En caso de guerra, Cosenzu. Lcrici, 1976; V. Agresti y M. Pacelli,
alrededor de esta pequeña estructura de f, Códice delle leggi salle forzearmate, Milán, Giuf-
armadas se organizan contingentes proceden­ fré, 1966 y 1971 (apéndice); A. Boldrini y A.
tes de enrolamientos obligatorios. El recluta­ D’Alessio, Esercito e política in Italia, Roma, Edi­
miento voluntario presenta además la venta­ tori Riuniti, 1974; S. Bova, 11 contrallo político
ja de nivelar a los ojos de la clase política y delle forze armate, Turin, Einaudi. 1982; S. Bova
de la opinión pública a las f. arm adas con las y G. Rocha!, I a: forze armate in Italia, en Inchies-
f. de policia, solicitando un mismo tipo de ta, 2, 1971; G. Francesconi, Servizio militare e
control sobre la operación y posibles desvia­ democrazie, en II Malino, 229,1973; A. Giobbio,
ciones de las dos organizaciones militares. L'esercito e i suoi criteri, en Comunitá, 166,1972;
Al querer vincular el tipo de servicio mili­ R. Ronza, II Pierino va soldato. Esperienze e pro­
tar requerido a las f. arm adas con la organi­ poste sul servizio militare in Italia, Milán, Jaca
zación del reclutamiento, cabe señalar que si Book, 1968; C. Trun, II senizio militare. Torre
el servicio m ilitar requerido consiste en la Pellice, 1967.
“defensa de la patria” respecto de agresores
externos y existe un estrecho vínculo entre [SERGIO BOVA]
población e instituciones del estado, los sis­
galicanismo

i. d e f in ic ió n . El término g. es reciente. Apare­ g.: la de la aparición progresiva de las actitu­


ce en las controversias político-religiosas del des y tesis galicanas (siglos xiv-xv), con
siglo xix sobre el tema de la autoridad pon­ momentos fuertes en el conflicto entre Feli­
tificia y de las relaciones entre la Santa Sede pe el Hermoso y Bonifacio VIII (1296-1303) y
y Francia, y por tanto en una época en que en la crisis provocada por el gran cisma (1378-
dicha temática ha perdido ya gran parte de 1438); la de su apogeo, al establecerse una
su importancia. Bajo esta denominación se doctrina y aplicarse (desde finales del siglo
comprenden varias teorías sobre la división xvi hasta la Revolución francesa), y finalmen­
de los poderes en la iglesia y sobre las rela­ te la prolongación y desarrollo de las prece­
ciones entre la autoridad secular y la sede dentes durante el periodo revolucionario e
romana, que se fueron elaborando en el tras­ imperial (1789-1815). Pero no se han de olvi­
curso de una larga historia y que tenían como dar las manifestaciones de g. durante el siglo
característica común su origen principalmen­ xix y los rasgos que todavía se pueden des­
te francés (pero no exclusivamente) y el hecho cubrir a principios del siglo xx.
de proponer ciertos límites al superpoder En el siglo xv, el g., después de haberse
pontificio. estructurado a grandes rasgos con la dispu­
A pesar de algunos intentos en los siglos ta que enfrentó a Felipe el Hermoso con Boni­
xvn y xviu, la doctrina galicana nunca fue facio VIII, a propósito de la jurisdicción rei­
claramente definida y el elenco de sus propo­ vindicada por el papa respecto al rey (1296-
siciones esenciales ("las libertades y franqui­ 1303) y haber cobrado consistencia con la cri­
cias de la iglesia galicana”, expresión muy sis del gran cisma y del movimiento conciliar
antigua esta última y referida geográficamen­ (1378-1449), se puede decir que ha adquirido
te a Francia) nunca se fijó ni siquiera en for­ ya sus características esenciales: estrecha
ma oficiosa. Tal vez se estableció alguna dis­ unión entre el rey y la iglesia (no exenta de
tinción, por motivos de claridad expositiva, graves dificultades), independencia del rey
entre un "g. episcopal" (o eclesiástico), preo­ respecto del papa en las cuestiones tem pora­
cupado por afirm ar los derechos de los obis­ les, exención de la iglesia respecto de ciertas
pos en relación con el primado romano, y un intervenciones romanas en nombre de la
"g. político" (a su vez subdividido en "g. libertad y franquicias de la iglesia galicana
regio” y "g. parlamentario"), el cual desarro­ y, como contrapartida, reconocimiento al rey
llaba el tema de una cierta autonomía de la de ciertos derechos sobre los bienes de la igle­
iglesia de Francia respecto de Roma, aunque sia: tutela (garde), regalía (regale), impuestos;
al mismo tiempo recordaba los estrechos vín­ no se acepta "recibir" sin examen previo para
culos de dicha iglesia con la monarquía. Pero su aplicación en Francia la legislación ponti­
el g. es antes que nada un producto de la his­ ficia, y a su vez se acepta la posibilidad de que
toria, resultante, en sus diversas formas, de el rey legisle en materia de disciplina eclesiás­
una serie de situaciones conflictivas. Por lo tica; finalmente se declara la superioridad del
tanto no puede analizarse sin colocarlo den­ concilio sobre el papa.
tro de este proceso histórico. Estas máximas (y otras, como la condena
Dejando aparte las épocas en las que no es del tiranicidio), aparecidas poco a poco, sus­
posible hablar de g., ni tan sólo embrionario, citadas por situaciones coyunturales, no lle­
sin forzar el significado de las palabras, pode­ gan a form ar un cuerpo doctrinal bien defi­
mos distinguir tres épocas en la historia del nido. Será necesario esperar hasta finales del
694 (iALICANISMO

siglo xvi para ver aparecer los primeros tra ­ bas que justificaban tales máximas para "un
tados sobre las "libertades galicanas". tratado más amplio". Dichos textos, recopi­
lados después de su muerte por P. Dupuy, fue­
II. EL (IALICANISMOA FINALES DEL SKILO XVI Y J'RINCI- ron publicados en 1639 por este ultimo junto
i’ios del xvii. La oposición de los parlamentos con otros ensayos de Pithou y algunos otros
a la aceptación en Francia de los decretos del tratados sobre las libertades galicanas, en un
concilio de Trento (1545-1563) proporciona a nuevo Traité des druits et libertes de l'Éfilise
los galicanos una ocasión para precisar sus gallicane, condenado por los obispos france­
tesis y presentar visiones de conjunto. En este ses, que lo consideraron “un amasijo casi infi­
momento se multiplican los tratados que se nito de falsas y heréticas servidumbres más
convertirán en las biblias del g. En 1594 se que de libertades". En la base de esta conde­
publican una serie de opúsculos sobre las nación estaban los atentados perpetrados
libertades: los de Guy Coquille. Des üroits contra la autoridad pontificia y los obstácu­
ecclésiastiques et libertes de l'Éfilise gallica- los que interponía al ejercicio de la jurisdic­
ne et les raisons et moyens d'ahus contre les ción eclesiástica. Por lo demás también el
bulles décemées parle pape Grégoire X IV con­ episcopado estaba de acuerdo con las liber­
tre la Frunce en 1591 (publicado en Oeuvres tades galicanas, por lo que queda en eviden­
de G. Coquille, 1 . 1, París, J. Guignard. 1665); cia las consecuencias de la ambigüedad de
el de P. Pithou (París, M. Patisson), Traite des dicha noción y la variabilidad de su conteni­
libertes de l ’église gallicane; el de A. Hotman. do: el g. parlam entario no se ha de confundir
Traite des drvits ecclésiastiques, franchises et con el episcopal. Sin embargo, ambos estaban
libertes de l'Éfilise gallicane. Al año siguiente de acuerdo en un punto esencial: en la con­
se publica el Traite des libertes de l ’Éfilise dena del tiranicidio, vieja discusión origina­
gallicane, de Guy Lanier de Leffretier. En da en el siglo xv, reanudada en la época de
1609, L. Bochel (Bouchcl) publica sus Decre­ las guerras de religión y agudizada con el ase­
tarían ecclesiae gallicanae Libri V lll (París, sinato de Enrique IV.
Mace), y en 1617 el De sacro politia forensi de Otra máxima que era objeto de vivaces con­
Choppin se traduce al francés con el título de troversias era la que negaba al papa el dere­
Trois livres de la pólice ecclésiastique, el cual cho de deponer al soberano, máxima defen­
trata des druits royaux sur les personrtes et les dida por los galicanos desde principios del
bieus des ecclésiastiques. Pithou daba un elen­ siglo xiv. Pero, aceptando que el poder del
co de 85 proposiciones, aun reconociendo que rey era delegado (transferido) por el pueblo,
existían todavía otras. De hecho, los doctores se podía adm itir que el pueblo depusiera a un
—teólogos o juristas— no llegaron nunca a rey excomulgado. Profesada por los protes­
ponerse de acuerdo sobre un elenco determi­ tantes, y después por los Ligueurs, la doctri­
nado. Persistieron las divergencias en el siglo na de la soberanía popular estaba muy viva
xvii, por ejemplo sobre la regalía universal o en la segunda mitad del siglo xvi. Todavía se
sobre la apelación por abuso, pero la misma mantiene en la asamblea del clero de 1615,
imprecisión de la lista actuaba en favor de las como tenue sobrevivencia. Pero el triunfo del
pretensiones galicanas. absolutismo de derecho divino en el siglo
El elenco de las libertades redactado por xvu hace insostenible la idea de una deposi­
Pithou estaba dedicado a Enrique IV como ción del principe, cualquiera que sea la moti­
“ Rey cristianísimo, hijo primogénito y pro­ vación.
tector de la Iglesia y especialmente como Asi pues, a pesar de los intentos realizados
patrón de la de vuestro reino”. a finales del siglo xvi para fijar las máximas,
Las principales reglas formuladas por Pi­ el g. continúa siendo una doctrina multi­
thou indican que su g.. preocupado sobre todo forme.
por mantener las prerrogativas regias y por Richelieu, obispo y cardenal, pero también
lim itar las intervenciones pontificias en los prim er m inistro del rey. intentará conciliar
asuntos de la iglesia de Francia, se dirigía estas corrientes diversas entre 1624 y 1642.
también a establecer ciertas máximas refe­ Custodio celoso de las prerrogativas de la
rentes a la disciplina eclesiástica. corona, quiere asegurar al mismo tiempo al
Pithou se reservó la exposición de las prue­ papa el “ respeto y reverencia que le son debi­
(iALICANlSMO 695

dos". Como jefe de gobierno, Richelieu pro­ tución Inter multíplices, Alejandro VIII decla­
fesa un galicanismo político que lo lleva a afir­ rará nula la declaración. Sin embargo, desde
mar la independencia absoluta del rey en el antes, las críticas que levantó la declaración
dominio temporal; como obispo y caí denal desde su misma publicación, incluso en la
quiere evitar un cisma, al que podría llevar facultad de teología, en Francia y en varios
un g. exagerado. De todo ello se desprende su países extranjeros, indujeron al rey a encar­
voluntad de m oderar los excesos de la Sor- gar a Bossuet la redacción de una defensa. La
buna y de los parlamentos, política prudente Defensiu declaratiunis cleri gallicani, term i­
que se expresa en los preceptos de su "Testa­ nada en 1685, constituye la sumnia más com­
mento político": “si los reyes están obligados pleta del galicanismo. No obstante, su publi­
a respetar la tiara de san Pedro, igualmente cación no fue inmediata, porque se quería evi­
lo están a salvaguardar el poder de su pro­ tar sin duda la tensión con Roma. Solamente
pia corona". en los primeros años del siglo xvm se empie­
za a difundir en varias ediciones, aunque ya
III. 1)F. I.A DECLARACION DE I6s2 Al. FIN DEL ANTIGUO en 1684 se había publicado el Tractatus de
régimen. Para sostener su propia posición liberiatibus ecclesiae gallicanae de A. Charles.
respecto a Inocencio XI, Luis XIV se apoya En el siglo xvm el "g. real" queda un poco
en la asamblea del clero. Sin llegar a la con­ a la sombra. La monarquía, preocupada por
vocatoria de un concilio nacional, idea que las controversias jansenistas, tiene necesidad
había sido tomada en consideración por par­ de la autoridad de Roma, y a menudo las ten­
le de algunos, reúne a una asamblea extraor­ dencias ultram ontanas se manifiestan en el
dinaria del clero que el 19 de mayo de 1682 mismo consejo del rey.
publica la célebre declaración de los cuatro Cuando el antiguo régimen toca a su fin,
artículos en la que la doctrina galicana se afir­ Guyot, en su Répertoire universe! et raisuns
ma de modo vigoroso. de jurisprudence (t. x, París, 1785, sobre las
Ya no se presenta como una codificación Lihertés gallicunes) propone una definición
de usos de la iglesia de Francia sino que quie­ moderada y prudente de las libertades gali­
re ser considerada como enseñanza doctrinal. canas: "La palabra ‘libertad’, que para los
El articulo primero, que retoma con rigor las espíritus serviles de los ultram ontanos pare­
tesis de los tres artículos de 1626 sobre la ce designar privilegios exorbitantes, no indi­
independencia y autoridad del rey, cita el ca más que el antiguo derecho común de
Evangelio y a san Pablo, presentando la pro­ todas las iglesias, derecho común que los
pia "d o ctrin a... como conforme a la palabra franceses han sabido conservar y defender
de Dios". El artículo 2 confirma la autoridad contra las iniciativas de la corte de Roma con
de los decretos del concilio de Constanza, mayor constancia que los magistrados y doc­
invocando "la práctica de los pontífices roma­ tores de las otras naciones católicas."
nos" y la tradición de la iglesia galicana en Considerada doctrina oficial, aunque enten­
lo que respecta a la "plenitud del poder" de dida de manera distinta por la monarquía, los
la sede romana, lo que significaba adoptar, parlamentos y el clero, el g. no es solamente
sin decirlo explícitamente, la teoría de la tema de tratados y discursos. En el trascur­
superioridad del concilio sobre el papa. El art. so del siglo xvm se pueden detectar manifes­
3 limita el gran poderío pontificio, del que taciones sociales concretas en la apelación
"conviene regular el uso", mediante la obli­ por abuso, en los impuestos sobre el clero, en
gación de respetar los cánones y usos, espe­ la jurisdicción eclesiástica y en la poca recep­
cialmente los de la iglesia galicana. Finalmen­ tividad en Francia de las bulas pontificias
te el art. 4 establecía que "el juicio del papa (como por ejemplo una de Clemente XII en
no es irreformable, a menos que intervenga la que canonizaba a san Vicente de Paul).
el consenso de la iglesia".
Los cuatro artículos, obra principalmente IV. CONTINUACIÓN DEL PROCESO EN LA ÉPOCA REVOLU­
del obispo de Meaux, Bossuet, serán durante CIONARIA E imperial (1790-1815). Al votar la
más de un siglo la carta del g. y su enseñanza constitución civil del clero el 1 2 de julio de
en las facultades de teología fue prescrita por 1790, la asamblea constituyente realiza una
la autoridad política. En 1691, con la consti­ aplicación de las doctrinas galicanas que nun­
696 GALICANISMO

ca se habrían atrevido a hacer ni la monar­ especial por lo que respecta al nombramien­


quía ni los parlamentos del antiguo régimen. to de obispos).
La misma iniciativa es profundamente gali­ No es posible ofrecer una exposición deta­
cana: se trata de un decreto de la autoridad llada de todas las manifestaciones de g. en la
política que, sin acuerdo previo ni consultas Francia del siglo xtx. El episcopado de la res­
con Roma, delibera sobre el nuevo estatuto tauración continúa teniendo un fuerte espí­
de la iglesia de Francia. La "constitución" ritu galicano. En 1818, Mathieu de Barre!,
mantiene además la apelación por abuso. arzobispo de Tours, publicaba una Défense
También es una idea galicana la de la elec­ des libertes de l'Église gallicane; otro escrito
ción de los obispos y de los párrocos, aun similar es publicado por el obispo-duque de
cuando los colegios electorales de departa­ Langres, monseñor de la Luzerne, cardenal y
mento y de distrito no puedan ser considera­ par de Francia.
dos como un simple retorno a las antiguas El g. episcopal se preocupa en prim er lugar
usanzas de la iglesia. El obispo, elegido por de salvaguardar las prerrogativas de los obis­
los ciudadanos, será "ordenado" canónica­ pos en relación con Roma. Como decía el nun­
mente por el arzobispo metropolitano. El cio apostólico, los obispos hacían una traspo­
papa sólo recibirá una notificación de tal sición de una célebre formula y sostenían que
nombramiento “como testimonio de la unidad “el papa en Francia reina pero no gobierna".
de fe y de comunión" (t. ti, art. 19). Esto se podrá observar mejor hacia mitad de
El concordato de 1801, que tiene la inten­ siglo al explotar la controversia sobre la intro­
ción de poner fin a la crisis religiosa abierta ducción de la liturgia romana. Si por un lado
con la constitución, y los “artículos orgáni­ el g. afirma la independencia de la iglesia, por
cos” (1802) que lo acompañaron, no renuncian el otro no impide a sus seguidores apelar, si
claramente al g. Al igual que la "constitución conviene, al poder civil.
civil del clero”, dan a la iglesia de Francia una Cuando en los primeros años de la tercera
organización que emana exclusivamente del república al anticlericalismo se hace más
poder civil; ciertam ente se presentan como agresivo, el procedimiento galicano de la ape­
ampliación de las disposiciones demasiado lación por abuso será utilizado por los repu­
generales del concordato, pero en realidad blicanos contra sus adversarios.
van mucho más allá y manifiestan un espíri­ Sin embargo, poco a poco el g. va decayen­
tu muy distinto. do. Se conserva en una parte del alto clero,
Una veintena de artículos enuncian los prin­ en la compañía de sacerdotes de Saint Sulpi-
cipios generales formulados en el concorda­ ce. que dirige numerosos seminarios (entre
to. Conciernen al nombramiento y juram en­ ellos el de París), en algunos altos funciona­
to de obispos y párrocos, los seminarios, las rios, en ciertos magistrados y hombres polí­
circunscripciones diocesanas y parroquiales, ticos, pero se hace difícil encontrarlo en el
los emolumentos y alojamiento de los minis­ bajo clero, que se dirige gustosamente a
tros del culto, la utilización de los edificios Roma para buscar apoyo contra el autorita­
destinados al culto. rismo episcopal. El ultramontanismo domi­
Pero en los otros artículos no hay ninguna na entre religiosos que ejercen una fuerte
referencia al concordato. Sus disposiciones, influencia sobre la población católica y entre
que tratan de las relaciones entre Roma V los notables. Poco a poco se difundirá tam­
Francia y de la disciplina eclesiástica, se bién entre el episcopado, aun sin llegar a una
insertan en la más pura tradición del g. par­ generalización.
lamentario. En 1853 la encíclica Inter multíplices con­
Rechazados por Pío VII desde el 24 de mayo dena el g. y pone en el índice numerosos libros
de 1802, los artículos orgánicos han sido siem­ galicanos. Más tarde, con lo que se puede con­
pre "ignorados" por Roma. Sin embargo, siderar la última manifestación colectiva del
seguirán considerándose como legislación del g. episcopal, unos sesenta obispos, encabeza­
estado hasta la ley de separación del 9 de dos por monseñor Dupanloup, se separan de
diciembre de 1905, y en las diócesis de Metz Roma al no querer suscribir el decreto sobre
y de Estrasburgo, donde se mantuvo el régi­ la infalibilidad pontificia en el Concilio Vati­
men concordatorio, son todavía aplicados (en cano I.
GANDH1SMO 6 97

De hecho, después de las deliberaciones del nunciatura de París et les affaires écclésiastiques
Concilio Vaticano I, el g. ya no tiene muchas de France sous le regne de Louis-Philippe, 1830-
posibilidades de expresarse oficialmente. Por 1838, París, 1949; J. Maurain, La politique écclé-
otro lado los profundos cambios políticos lle­ siastique du Second Empire de I852á 1869, París,
van consigo nuevas tendencias. La caída de 1930; G. Mollat, Les origines du gallicanisme par-
Roma plantea al mundo católico la cuestión lementaire aux xiV el x \f siécles, en Rev. d'His-
de la libertad del papa. En Francia, la lucha toire Écclés., t. 43, 1948; M. Nuttinck, La vie et
republicana, el anticlericalismo y el ateísmo l'oeuvre de van Espcn, Lovaina, 1969; E. Preclin
provocan la formación de nuevos grupos, y E. Jarrv, Les luttes poli tiques et doctrinales aux
favoreciendo un ultram ontanism o cada vez xviie et xviii* siécles, en Histoire de l'église, diri­
más extendido. gida por A. Fhche y V. Martin, t. xix, París,
La solución del conflicto, con la separación Bloud et Gay. 1955-1956, 2 vols.; J. Quillet, La
de la iglesia y del estado, plantea en nuevos philosophie politique du “Songe du vergier",
términos la cuestión de las relaciones entre París, Vrin, 1977; J. Riviére, Le problema de l'égli­
los dos poderes, asi como la de las relaciones se et de le taran temps de Pltilippe le Bel, Spici-
entre Roma y las iglesias locales. Las tesis legium sacrum lovaniense, viii, Lovaina, 1926;
galicanas ya no ofrecen soluciones válidas y E. Sevestre, Les idees gallicanes et royalistes du
los nuevos grupos se forman alrededor de un huut-elergé á la fin de l ‘A nden Régime, París.
ultramontanismo dominante en toda Europa. Picard, 1917.
Sin embargo, aunque el g. como doctrina per­
tenezca al pasado, durante mucho tiempo [JF.AX GAUDEMF.T]
ciertos tipos de sensibilidad llevarán todavía
su sello.

BIBLIOGRAFIA: P. Blet. Le clergé de Frunce el la


gandhismo
monarchie. Roma, Universidad Gregoriana,
1959, 2 vols.; P. Blet, Les assemblées du clergé "No existe algo parecido al g." Con esta afir­
el Luhís XIV de 1670 á 1693, en Analecta Grego­ mación en la que Gandhi (1S69-194S) insistió
riana, núm. 189, Roma, 1972; J. Chetail, Liber­ durante toda su vida, quería señalar dos
tes de l'Église gullicane d'aprés un conimenlateur cosas: a] el carácter no definitivo, abierto y
du pére Thomassin, en Rindes juridiques el bis- experimental de sus concepciones éticas,
tonques dédiées á ... R. Naz, Mem. et doc. sociales y políticas, y en consecuencia, b] su
pubtiés par la Société savoisienne d’Histoire. . . . toma de posición contra toda forma de sec­
t. 84. Musée Savoisien, 1971; J. de Lanversin, tarismo que intentara apoyarse en su nombre.
L ’appel camine d'abus dans lu jurisprudence du En 1936 escribía: "Las opiniones que me he
conseil d ’état, en Rcv. Administrativa, 1962; J. formado y las conclusiones a las que he lle­
Gadille, Lu pensée et l'action politique des évé- gado no son definitivas. Podría modificarlas
ques frunzáis att debut de la III1 République, en cualquier momento’' (Teoría e pratica de Ha
1670-1863, París, Hachette. 1967, 2 vols.; R. non violenta, 1973, p. 5). Y en 1939 añadía:
Lapral, Liberte de léglise gallicane, en Dict. de “ No tengo la intención de ser coherente con
droit canonique, a cargo de R. Naz Letouzey, mis anteriores afirm aciones. . . sino de ser
París, 1955; A. Latreille, Le gallicanisme écclé- coherente con la verdad tal como se me pre­
siastique sotts le 1er Empire, en Rev. Historique. senta en un determinado momento” (Harijan,
t. 194, 1944; A.G. Martimort, Le gallicanismc de 30 de septiembre de 1939). “La verdad y 1a
Bossuet, París. Cerf, 1953; A.G. Martimort, L'éta- ahimsa —escribía en 1940— nunca serán des­
blissement du texte de la “Defensio declarationis" truidas, pero si el gandhismo no es más que
de Bossuet, Parí», Cerf. 1956: A.G. Martimort. Le un nombre para indicar cierta forma de sec­
gallicanisme, París, PUF, 1973; V. Martin, Le tarism o merece ser destruido" (Harijan, 2 de
gallicanisme et la reforme catholique (tesis), marzo de 1940). Reafirmó una y otra vez que,
Clermoiit-Ferrand, 1919; V. Martin, Le gallicanis- por lo menos mientras siguiera con vida, era
me politique et le clergé de Frunce, París, Picard, imposible escribir un tratado sobre su con­
1929; V. Martin, Les origines du gallicanisme, cepción de no violencia, y si se escribía sería
París, Bloud et Gay, 1939, 2 vols.; J. Martin, La "necesariamente incompleto”. Él mismo
f>98 GANDH1SMO

declinó tuda propuesta de escribir un trata­ para los que es posible distinguir en la con­
do semejante, diciendo que "no estaba hecho cepción gandhiana "lo que está vivo de lo que
para redactar escritos académicos" va que su está muerto", o sea distinguir aquellos aspec­
fuerte estaba en el terreno de la acción. La tos que son meramente culturales o relativos
mayor parte de sus escritos, en efecto, con­ a una época o situación histórica concreta de
sisten en miles de artículos, la mayoría bas­ lo que es válido más allá de ellos y continúa
tante breves, reflexiones, cartas, llamados, siendo de gran interés y actualidad. Entre lo
redactados generalmente con ocasión de que se considera vivo se encuentran general­
determinados acontecimientos y casi siempre mente: a] la critica de Gandhi al industrialis­
con el fin de aclarar para sí y para los demás mo en cuanto tal y no sólo en su variante capi­
aspectos e implicaciones de su concepción no talista; b] su concepción de un "estado no vio­
violenta. La mayor parte de dichos escritos lento"; c] sus ideas sobre la educación fun­
aparecían en inglés en dos semanarios, Young dada en la participación en el trabajo produc­
India y Harijun (literalmente “el pueblo de tivo, sobre todo manual; dj su filosofía de los
Dios", expresión con la que Gandhi se refe­ conflictos de grupo; e] su concepción de las
ría a los intocables), a través de los cuales relaciones entre ética y política, y fj su doc­
Gandhi se dirigió al pueblo indio y al mundo trina del satyagraha como modalidad especial
entero por espacio de casi treinta años. La de lucha política. En este artículo nos limita­
recopilación completa de los escritos de remos a exponer en sus líneas esenciales los
Gandhi. todavía en proceso de publicación, ha dos últimos aspectos.
llegado ya al volumen setenta y cinco.
A p artir de esta vasta obra se pueden 1. Etica Ypolítica. A menudo se suele distinguir
extraer un conjunto de ideas filosóficas y reli­ entre ética individual o privada y ética de gru­
giosas, conceptos ético-políticos, proposicio­ po o política, apelando a Maquiavelo, a Lute­
nes sobre el sentido de la historia y de la vida ro, a los teóricos de la razón de estado, a Mei-
humana, tesis sobre la naturaleza del hombre necke, a M. Weber y a muchos otros teóricos
y los conflictos humanos, concepciones de la y filósofos políticos. A la prim era se la hace
educación, sobre la vida asociada y el poder coincidir, grosso modo, con una etica univer­
político, propuestas de estrategia y métodos salista articulada en una serie de obligacio­
de lucha política, todo lo cual, sistematizado nes (no mentir, no matar, etc.) que el indivi­
según cierto criterio interpretativo, puede duo ha de aceptar en sus relaciones, incluso
presentarse como una "doctrina" particular conflictivas, con otros individuos a cuyos inte­
a la que se le puede asignar el término gan- reses debe estar abierto de manera imparcial
dhismo. y altruista. En dicha doctrina ética subyace
La falta de sistematización de los escritos una concepción del individuo humano como
gandhianos (de una manera muy similar a los ser racional, influiblc por una argumentación
de Gramsci) y las incoherencias que a menu­ o por una apelación moral, capaz de simpa­
do aparecen entre ellos, hace muy laboriosa tía respecto a otros individuos con los que
la tarea de ofrecer una reconstrucción siste­ entra en contacto y de una conducta no vio­
mática y coherente de la "doctrina" gandhia- lenta incluso en situaciones de conflicto inte-
na, así como la de defender una interpreta­ rindividuul muy agudo. La ética de grupo o
ción correcta de la misma. De hecho, las inter­ política, por el contrario, se identifica, siem­
pretaciones del g. son muchas y variadas (así pre grosso modo, con una ética particularis­
como las valoraciones de la obra política de ta que plantea el criterio de justificación
Gandhi) y van desde lo más negativo, cuando moral de la acción colectiva, o de un indivi­
se afirma que no se trata de una doctrina ori­ duo que actúa en nombre de un grupo, con
ginal sino de un acervo de tesis entresacadas miras a la máxima realización posible del
de aquí y de allá, hasta lo extremadamente interés colectivo (del estado, nación, clase,
positivo, cuando se ve en el g. la única doc­ partido o en general de un cierto grupo). El
trina verdaderamente nueva de nuestro siglo fin, o sea el interés del estado, nación, clase,
(considerando el leninismo y el maoísmo etc., justifica cualquier medio apto para con­
como una simple variante del marxismo). seguirlo de modo eficaz, y por tanto, si es
Entre estos dos extremos se ubican aquellos necesario, también el uso de medios violen­
GANDHISMO 699

tos. A una tal doctrina normativa subyace una hacer operante la "ley" en la que se funda en
concepción de los grandes grupos (naciona­ la esfera política, ya que al refutar toda for­
les, económicos, etc.) movidos exclusivamente ma de fuerza y constreñimiento no propone
por motivos de egoísmo colectivo o de todos ninguna alternativa concreta y eficaz a la vio­
modos como mínimamente interesados en las lencia y acaba por renunciar del todo a la polí­
necesidades, incluso las más vitales, de otros tica. Pero no ocurre lo mismo con Gandhi, el
grupos y por lo tanto difícilmente influibles cual, al mismo tiempo que rechaza la violen­
por la apelación a razones de justicia, de don­ cia y un poder fundado en la amenaza de la
de se deduce que las relaciones conflictivas misma, no renuncia a la política, sino que par­
entre dichos grupos se van a regular por el ticipa en ella como primer actor y líder, indis­
uso del poder, o sea por la amenaza de la vio­ cutible durante muchos años, del movimien­
lencia y finalmente por el empleo efectivo de to no violento de liberación de la India res­
la misma. La política se convierte así necesa­ pecto del yugo del imperialismo británico. Y
riamente en relación de poder y violencia puede hacer esto por dos razones concretas:
(‘‘Ihrem Viesen nach Umgang mit der Gevvalt” a] porque su rechazo de la violencia no impli­
como dice Jaspers parafraseando a Weber) y ca el rechazo de toda forma de fuerza o pre­
la ética política, en cuanto distinta de la indi­ sión, y b] porque logró inventar una modali­
vidual, no es más que una ética de justifica­ dad de lucha no violenta en gran escala, apli­
ción del poder y de la violencia con vistas a cable en el plano de la masa y especialmente
fines definidos en términos de intereses de eficaz, a la que dio el nombre de satyagraha.
grupo considerados legítimos como tales. La contribución particularmente interesante
Según una interpretación muy común, uno del g. a la cuestión de las relaciones entre éti­
de los aspectos más interesantes del g. con­ ca y política consiste por lo tanto en haber
siste precisamente en el rechazo de la concep­ puesto en tela de juicio el tema pesimista de
ción dualista anteriorm ente delineada. Gan- la acción de grupo que subyace en la concep­
dhi escribe: "Lo que es éticamente malo para ción dualista, demostrando, a través de sus
un individuo es igualmente malo para una "experimentos" de lucha satyagraha. que
comunidad o una nación" (Ha rijan, 26 de abril incluso los grandes grupos, en situaciones
de 1942). En dicha posición no hay nada ori­ conflictivas agudas del tipo de las que se regu­
ginal en absoluto; sólo para citar un ejemplo, lan con el recurso a la violencia, están en con­
Bentham había ya rechazado implícitamen­ diciones de comportarse de modo altamente
te la distinción entre ética individual y ética moral y no violento, logrando bloquear la vio­
de grupo señalando (en el prim er capitulo de lencia del adversario y alcanzar determ ina­
los Principies of moráis and legislalion) que dos objetivos justificables y éticamente legí­
el principio de utilidad que está en la base de timos respecto de una concepción ética uni­
su doctrina ética es válido indistintamente versalista.
tanto en la esfera privada corno en la políti­
ca. Y Tolstoi, que tuvo una notable influen­ i i . f. l s a t y a g r a h a . Gandhi distingue tres tipos

cia en la formación del pensamiento gandhia- de no violencia: "la no violencia del fuerte",
no, habia ya rechazado con anterioridad la “ la no violencia del débil" y "la no violencia
concepción dualista sosteniendo la existencia del cobarde”. Con esta última expresión quie­
de una sola ética, válida tanto para los indi­ re denunciar la actitud de los que huyen de
viduos como para los grupos, y ésta era la éti­ la violencia por pura cobardía o por otros mo­
ca del amor, la cual prohíbe toda forma de tivos egoístas. A éstos, cuando sea necesario
fuerza y constreñim iento y prescribe asumir luchar por los intereses legítimos propios o
los sufrimientos en la propia persona siem­ para proteger los intereses legítimos de otros,
pre que ésta sea la única alternativa respec­ Gandhi les recomienda el recurso a la vio­
to a infligirlos a otros. “La renuncia a toda lencia: " . . .estoy convencido de que la no
oposición que implique el uso de la fu e rz a... violencia es infinitamente superior a la vio­
es lo que prescribe la ley del amor no adulte­ lencia. .. [pero] creo que en el caso en que la
rado por sofismas” (asi escribe Tolstoi en una única opción posible fuera entre la cobardía
famosa carta a Gandhi en septiembre de y la violencia, yo aconsejaría la violencia. ■.
1910). Sin embargo, el tolstoísmo no logra Preferiría que la India recurriera a las armas
700 GANDHISMO

para defender su honor antes que. de una lencia en el mundo en lugar de disminuirla.
manera cobarde, se convirtiera en testimonio Para dem ostrar esta tesis Gandhi se remite
impotente del propio deshonor” (Teoría e pra- a toda la historia humana, que si desde un
tica dalla non violenta, 1973, pp. 18-19). Con cierto ángulo visual se presenta como una
la expresión “no violencia del débil” Gandhi emancipación progresiva de la violencia ("la
entiende la posición de aquellos que en una historia es en realidad el registro de todas las
situación conflictiva aguda no recurren al uso interrupciones en la constante acción de la
de la violencia por la simple razón de que no fuerza del am or”, op. cit., p. 65), por otro ludo
disponen de los medios necesarios para lle­ se presenta como un proceso de continua
var adelante una lucha violenta. Gandhi for­ escalada de la violencia armada, desde los
muló muchas veces la opinión de que la no tiempos en que los hombres se combatían con
violencia con la que el Partido del Congreso armas de alcance destructivo muy limitado
se habia distinguido durante la lucha de libe­ hasta nuestros días, en que el hombre dispo­
ración del yugo británico era de este tipo. La ne de instrumentos de destrucción que ponen
"no violencia del fuerte” es en cambio para seriamente en peligro la existencia del géne­
Gandhi la posición de aquellos que aun ro humano y de toda otra forma de vida sobre
teniendo los requisitos necesarios (valentía, la tierra. "El punto de saturación de la vio­
espíritu de abnegación, voluntad de resistir, lencia” está constituido, según Gandhi, pol­
etc.) para el uso de la violencia por una cau­ la segunda guerra mundial, sellada por la
sa justa, se niegan a recurrir a este método matanza atómica de Hiroshima y Nagasaki:
de lucha por determinadas razones de orden "a no ser que el mundo acepte ahora la no vio­
moral y sostienen poder llevar adelante la lencia, irá de seguro al suicidio” (Ha rijan, 29
lucha de manera eficaz con métodos distin­ de septiembre de 1946).
tos. En este contexto se ha de entender la La no violencia a la que Gandhi se refiere
reflexión de Gandhi sobre la violencia y el sa- es el satyagraha, término acuñado por él mis­
ty agrafía. mo y que significa, más o menos, una moda­
El rechazo de Gandhi a la violencia no con­ lidad de lucha caracterizada por la firmeza
sidera solamente el uso de la fuerza armada: en la verdad. Dicha modalidad de lucha se
comprende cualquier forma intencional de define según seis principios fundamentales,
homicidio o de infligir sufrimientos, físicos que e x p resad o s b rev em en te son los
o psíquicos, por comisión o por omisión, a siguientes:
cualquier ser sensible. Entendida de este 1] En una situación conflictiva no se han de
mudo tan amplio la violencia no resulta del fijar objetivos incompatibles con la concep­
lodo eliminable de nuestras vidas; "ya que ción ética que subyace en la doctrina no vio­
toda actividad comporta en cierta medida vio­ lenta: "Es imposible practicar el satyagraha
lencia, lo único que podemos hacer es redu­ al servicio de una causa injusta” (Gandhi, op.
cirla al mínimo” (op. cit., p. 77). La norma que cit., p. 2 2 ).
subyace en la doctrina no violenta de Gan­ 2] En una situación conflictiva se debe plan­
dhi no es pues tanto la que prescribe abstener­ tear desde el inicio la lucha de modo tal que
se de la violencia como la que prescribe no amenace al adversario en sus intereses
actuar de modo tal que nuestra acción lleve vitales (la vida, la integridad física y psíqui­
a la mayor reducción posible de la violencia ca), escogiendo técnicas de lucha deliberada­
a largo plazo y en todas sus formas. Con base mente dirigidas a minimizar los sufrimientos
en dicha norm a no se puede excluir a priori que el conflicto puede comportar para la par­
el recurso a la violencia armada, por cuanto te adversaria.
ésta, en una determinada situación conflicti­ 3] En una situación conflictiva es preciso
va, pueda conducir a la máxima reducción estar dispuesto a asum ir sacrificios que pue­
posible de la violencia en el mundo. Se trata den llegar a ser considerables. Aparte el
pues de una cuestión empírica. Sin embargo, hecho de que quien recurre a la violencia tam­
Gandhi tenia la firme convicción de que el bién ha de estar dispuesto a asum ir todos los
recurso a la violencia armada, de cualquier sacrificios que comporta tal método de lucha,
forma, además de corrom per el buen fin que incluido el sacrificio de la propia vida, Gandhi
se busca con ella, hace que aumente la vio­ fundamenta este mismo requisito en un doble
GANDHISMO 701

aspecto del satyagraha: el primero, de natu­ lucha satyagraha en Sudáfrica y en la India


raleza moral, se deduce de la siguiente afir­ habían demostrado la validez de las tres
mación: “La doctrina u ' i violencia se refie­ siguientes hipótesis: a] con una debida prepa­
re a una ufensa causad t-or una persona en ración y organización es posible llevar a gran­
perjuicio de otra. Sufrir la ofensa en la pro­ des masas a la práctica de formas de lucha
pia persona, por el ':ontrario, forma parte de que satisfacen en gran medida los requisitos
la esencia de la no violencia y constituye la del satyagraha; b] el método satyagraha cons­
alternativa a la violencia contra el prójimo" tituye una concreta y eficaz alternativa a la
(op. cit., p. 6 ). El segundo aspecto, de orden violencia arm ada en la lucha por las causas
psicológico, es aquel por el que ante la firme­ justas; c] el satyagraha tiende a bloquear, por
za testimoniada por los sufrimientos a los que la fuerza de factores morales, psicológicos y
el satyagraha se somete por la propia causa políticos, la reacción violenta del opositor, y
y a fin de ahorrar al máximo los sufrimien­ conduce a soluciones negociadas y construc­
tos que la lucha comporta para el adversario, tivas de los conflictos, y en consecuencia a
este último no puede dejar de reaccionar de una máxima reducción de la violencia en el
tnodo positivo y de convencerse de que ha de mundo.
ceder, o al menos regresar a la mesa de nego­
ciaciones: "el satyagraha postula la conquis­ bibliografía: J. Bandyopadhayaya, Man Tse-tung
ta del adversario a través del sufrimiento en and Gandhi, Nueva Delhi, Allied Publishers,
la propia persona" (op. cit., p. 18). 1973; J.V. Bondurant, Conquest of violence: the
4] El cuarto principio del satyagraha pres­ (landliiun philosophy of conflict, Princeton, Prin-
cribe atenerse, en todas las fases del conflic­ ceton University Press, 1958; N.K. Bose, Studies
to, a la máxima objetividad e imparcialidad, in Gandhism, Calcuta. India Associated, 1940:
apelando siempre a la razón, intentando com­ G.N. Dhawan, The pulilical philosophy of Mahat-
prender los motivos y los argumentos de la ma Gandhi, Ahmcdabad, Navajivan, 1946, y Con-
parte adversaria y no actuando en la clandes­ necticut, 1973; E.H. Erikson. La verdad de Gan­
tinidad. dhi (1969). Buenos Aires, Sudamericana, 1973; M.
5] Un requisito fundamental del satyagra­ Gandhi, Non-violence in peace and war, Ahme-
ha es el de un compromiso continuo y cons­ dabad, Navajivan. 1942-1949. 2 vols.; M. Gan­
tante en un programa constructivo fundado dhi. Economic and industrial Ufe and relations,
en parte en el establecimiento de fines jerar­ Ahmcdabad, Navajivan, 1959, 3 vols.; M. Gan­
quizados, de tal forma que su realización sea dhi Teoría e pruína delia non violenzju, Turín,
en interés de las partes en conflicto y sólo sea Einaudi, 1973; M. Gandhi. Non-violen! resistan-
posible por medio de una cierta colaboración ce (satyagruhal, Nueva York, Shocken Books,
entre ellas. Esto sirve para crear el mínimo 1951; M. Gandhi. ¿Defensa armada o defensa
de comunicación sin el cual una lucha del tipo popular no violenta?, Barcelona, Nova Terra.
satyagraha no es posible. “La mejor prepara­ 1977; M. Gandhi, Hacia un socialismo no violen­
ción a la no violencia y la mejor expresión de to, Buenos Aires, Pléyade, 1981; M. Gandhi, The
la misma consiste en la incansable realización collected works, Ahmcdabad, Navajivan-
de un programa constructivo. Quien crea que Government of India, Vlinistry of Information
sin el apoyo de un programa constructivo está and Broadcasting. 1958 ss.: hasta la fecha se han
en condiciones de dem ostrar en el momento publicado 75 volúmenes, el último es de 1979;
decisivo una verdadera fuerza no violenta, R.N. Iyer, The moral and political thought of
está destinado a un miserable fracaso" (op. Mahatma Gandhi, Nueva York, Oxford Univer­
cit., p. 240). sity Press, 1973; W.E. Mühlmann. Mahatma
6 ] Un último principio fundamental de la Gandhi. Der Mann, sein Werk und seine Wirking,
lucha satyagraha es el llamado por Gandhi Tubinga, J.C.B. Mohr, 1950; A. Naess, Gandhi
"ley de progresión de los medios": se puede and group conflict, Oslo, Universitetsforlaget,
recurrir a formas más radicales de lucha no 1974; B.R. Nanda, Gandhi, Madrid, Cid, 1960; G.
violenta solamente después de que las más Puntara, Introduzione a M. Gandhi, Teoría e pra-
blandas han demostrado ser claramente ine­ tica delta non violenza, a cargo de G. Pontara,
ficaces. Turín. Einaudi. 1973. pp. vii-cxxxvii; N. Pyare-
Gandhi sostenía que sus '‘experimentos" de lal. Mahatma Gandhi: the last phase, Ahmcdabad,
702 GENOCIDIO-GEOPOLITICA

Navajivan, 1956-1958, 2 vols.; D.G. Tendulkur, grupo.” La convención establece el principio


Mahatma: life of M.K. Gatulhi, Nueva Delhi, de la responsabilidad individual de las per­
Government of India Publications División. 1960, sonas que cometen actos de g. y prescribe
8 vols.; I. Vecchiotti, Che cusa ha veramente detto también el castigo del acuerdo para cometer­
Gatulhi, Roma, Astrolabio, 1971. lo. la instigación pública, el intento y la com­
plicidad en el g. A los estados que se adhie­
[giuliano pontara] ren a la convención se les obliga a introducir
en su ordenamiento interno las disposiciones
necesarias para cumplir las normas, mera­
mente pragmáticas, de la misma Convención.
"enocidio Los reos del crimen de g., que para los fines
de la extradición no ha de considerarse como
El término lo usó por prim era vez con el sig­ crimen político, deben ser juzgados por tri­
nificado actual, en 1944, R. Lcmkin, para indi­ bunales del estado en que se cometió el acto
car la destrucción masiva de un grupo étni­ ilícito o bien por una corte penal internacio­
co así como todo provecto sistemático desti­ nal, en caso de que se instituya.
nado a eliminar cualquier aspecto fundamen­ La Convención de las Naciones Unidas, a las
tal de la cultura de un pueblo. Definido de que se adhirieron numerosos estados (entre
esta manera, el g. es casi tan antiguo como los cuales Italia que emitió en 1967 una ley
la historia humana, pero sólo después de la que modificaba su propio código penal), ha
última guerra la comunidad internacional, sido criticada en varios aspectos. Se ha puesto
horrorizada por los enormes crímenes come­ en evidencia, de m anera particular, la inde­
tidos por la política racial del nazismo, sin­ terminación de la cuestión de la pena, deja­
tió la necesidad de fijar normas de derecho da completamente a discreción de los estados
internacional contra este crimen. En esta for­ signatarios, y más aún la pretensión irreal en
ma nació una nueva figura de delito relevan­ que la misma se fundamenta, de que ante crí­
te en la esfera del derecho penal internacio­ menes como el del g., que no pueden come­
nal y perteneciente a la categoría de los crí­ terse sin instrucciones o complicidad estata­
menes contra la humanidad, (v. crímenes de les, un estado puede aceptar o castigar o
guerra). La Asamblea de la ONU definió —en hacer castigar a los que han actuado de acuer­
una resolución del 11 de diciembre de 1946— do con sus instrucciones o apoyándose en su
el g. como "la negación del derecho a la exis­ aquiescencia.
tencia de grupos humanos enteros", como un
"delito del derecho de gentes opuesto al espí­ BiBLiooRAFtA: G. Chiarclli, La convenzjume sul
ritu y a los fines de las Naciones Unidas, deli­ genocidio, en Riv. St. Pul. Intemaz-, 1959; R. Lem-
to que el mundo civil condena”, y dispuso la kin, Genocide: a new inleniatiunal crinte, punish-
elaboración de un proyecto de convención a ment and prevenlion, en Revue Inter, de Üruit
este propósito. El proyecto definitivo fue Penal. 1946; G. Pérsico, Sul delito di "genocidio ",
aprobado por la Asamblea General el 9 de en Arch. Pen., i. 1951.
diciembre de 1948. El articulo 2 de la Conven­
ción define el g. como sigue: "Por g. se entien­ [giorgio bianchi]
de cualesquiera de los actos siguientes, come­
tidos con la intención de destruir total o p ar­
cialmente un grupo nacional, étnico, racial o
religioso en cuanto tal: a] asesinato de miem­ geopolítica
bros del grupo; b] grave atentado contra la
integridad física o mental de los miembros Los redactores de la Zeitschrift für Geopoli-
del grupo; r] sometimiento intencional de un lik de 1927 definieron la g. como la ciencia
grupo a condiciones de existencia orientadas que "trata de encontrar los lazos que unen los
a provocar su destrucción física total o p ar­ eventos políticos con la Tierra y pretende
cial; d] medidas tendientes a impedir los naci­ señalarle a los estados las directrices de la
mientos en el ámbito del grupo; e] transferen­ vida p o lítica, to m ad a de un estu d io
cia forzada de los niños de un grupo a otro geográfico-histórico de los hechos políticos,
GOBERNABILIDAD 703

sociales y económicos, y de su relación". La de ser desempeñada también por Estados


conducta política y las capacidades militares Unidos, que goza de una posición semejante.
pueden explicarse y preverse basándose en el J. Spykman retoma, en cambio, la teoría de
ambiente físico. Esta influencia puede llegar Mackinder y declara que Estados Unidos pue­
a determ inar la tecnología, la cultura, la eco­ de intervenir en el "ciclo”, señalado por el
nomía de los estados, su política interna y geógrafo inglés, trastocándolo. Los gobernan­
externa y las relaciones de poder entre ellos. tes norteamericanos deben comprender que
Las corrientes fundamentales de la g. son la seguridad del país consiste en impedir que
las formuladas, siguiendo la estela de los con­ las “islas circunvecinas", las rimlands, caigan
ceptos propuestos por F. Ratzel y R. Kjellen bajo el control de las grandes potencias de la
(el estado como organismo que vive en el espa­ heartland, ya que de otra manera América
cio), por K. Haushofer. J. Mackinder. A. T. quedará cercada, como decía Mackinder.
Mahan y J. Spykman. Probablemente todos La g. como estudio del determinismo del
los estudios de g. que se han hecho han sufri­ ambiente físico sobre la política de los esta­
do la mala fama que les otorgó la obra de K. dos ha desaparecido va del mapa. Después de
Haushofer, ya que el pensamiento de este geó­ años de rechazo de su ciudadanía entre las
grafo y general alemán fue más bien una ciencias sociales, sin embargo, el estudio de
racionalización del expansionismo territorial los factores geográficos coaligados a los fenó­
hitleriano. La g. de Haushofer —que se con­ menos políticos ha vuelto a la vida; el análi­
sidera unánimemente como un conglomera­ sis de las relaciones internacionales del últi­
do seudocientífico de "metafísica geográfica”, mo decenio ha puesto nuevamente su aten­
economía, antropología y racismo— se pue­ ción en variables tales como el ambiente físi­
de reducir a la afirmación de que la raza ale­ co, la distancia, los recursos, etc., a las que
mana estaba destinada a llevar la paz al mun­ ahora se prefiere con mucho llamar variables
do a través de la dominación y. por lo tanto, ecológicas o del ambiente no humano. H. y M.
los demás estados debían asegurarle u Alema­ Sprouts (Towards a politics of the planet
nia su espacio vital (Lebensraum). Earth, Nueva York, Van Nostrand. 1972) son
El pensamiento de Haushofer tuvo su ori­ las cabezas visibles de este enfoque global del
gen en lo que había afirmado, algunos años estudio de la política internacional que tiene
antes, un geógrafo inglés, J. Mackinder, defen­ relaciones estechas con el análisis sistémico.
sor de la heartland theory. De acuerdo con Sobre todo mediante los conceptos y las pro­
esta teoría, el dominio de la zona central o posiciones analíticas del paradigma sistémi­
heartland (Alemania oriental. Rusia, Siberia) co es que. de hecho, se han injertado los fac­
de la world island (Eurasiu), permite el con­ tores geográficos en un examen global de la
trol de la faja periférica o rimlands (Europa sociedad del ‘‘planeta tierra".
occidental. Medio Oriente, India y China), y
e! control de esta faja asegura el control de [f il m o ATTINA]
las islas circunvecinas (Gran Bretaña, Africa,
Indonesia y Japón) y de las ‘‘islas’’ transoceá­
nicas (América y Australia). Basándose en esta
teoría. Mackinder auguraba la instauración gobcrnabilidad
de un equilibrio que impidiera que un solo
estado fuera capaz de dominar la zona cen­ Actualmente se usa con más fre­
i D E F ix ic ió x .
tral, llamada también pivot arca. cuencia el término opuesto de "ingobemabi-
Los norteamericanos A. T. Mahan y J. lidad". Marcado por implicaciones pesimis­
Spykman elaboraron otras dos teorías; pero tas (crisis de g.) y a menudo conservadoras,
hay que señalar que todos los escritores de el término se presta a múltiples interpreta­
g. se han basado esencialmente en la experien­ ciones. En especial, las posiciones más genui-
cia histórica de la Gran Bretaña. A. T. Mahan nas son las de aquellos que atribuyen la cri­
es el iniciador de la teoría del poder naval (seu sis de g. a la incapacidad de los gobernantes
power theory): el estado que controla las vias (hasta llegar a constatar la existencia de con­
marítim as controla la política mundial; la diciones incurables y contradictorias de los
función que desempeñó la Gran Bretaña pue­ sistemas capitalistas) y las de los que atribu­
704 G O B K R N A B IL ID A D

yen la ingobcrnabilidad a las demandas exce­ y de una crisis de apoyo político de los ciu­
sivas de los ciudadanos. En esta segunda posi­ dadanos a las autoridades, a los gobiernos.
ción se define la ingobernabilidad como una En su formulación más compleja, la ingober­
sobrecarga de demandas. En línea general las nabilidad es la suma de una crisis de entra­
dos interpretaciones tienen algunos puntos de da y de una crisis de salida. "Las crisis de sali­
contacto, pero si se consideran como comple­ da tienen forma de crisis de racionalidad: el
tamente distintas tienden a degenerar en acu­ sistema administrativo no logra hacer com­
saciones (contra los gobernantes o contra patibles o manejar los mecanismos de control
algunos grupos sociales, como los sindicatos) que le exige el sistema económico. Las crisis
o en posiciones ideológicas (regreso a un míti­ de entrada tienen forma de crisis de legitimi­
co estado de "quietud” del sistema fundado dad: el sistema legitimator.o no logra man­
en la obediencia de los ciudadanos o avance tener el nivel necesario de lealtad de las
hacia el socialismo o superación del capita­ masas al actuar los mecanismos de control
lismo). Su debilidad principal está en la falta que le exige el siste m a eco n ó m ico "
de integración, en el plano analítico, de dos (Habermas).
componentes fundamentales: capacidad y Antes de pasar a analizar en particular y
recursos de gobiernos y gobernantes por un en sus diversos componentes las tres tesis
lado y demandas, apoyo y recursos de los ciu­ expuestas sucintamente, es conveniente plan­
dadanos y grupos sociales por el otro. La g. tearse una cuestión preliminar: ¿por qué a
y la ingobernabilidad no son pues fenómenos principios de los años setenta han prolifera-
acabados, sino procesos en curso, relaciones do las hipótesis, tesis e interpretaciones sobre
complejas entre los componentes de un sis­ el concepto de ingobernabilidad? En cierta
tema político. medida es evidente que los estímulos que han
suscitado la elaboración de las tres tesis ante­
II HIPOTESIS SOBRE LA IKGOBERNíAIULIDAD. No CS riormente mencionadas han sido diversos, ya
tarea fácil extraer de la literatura especiali­ sea en el nivel teórico o en el nivel práctico
zada, vasta pero poco sistematizada, amplia contingente. Pero no hay duda de que también
pero a menudo confusa, hipótesis claramen­ responden a un proceso común que han sufri­
te planteadas. En un intento de simplifica­ do todos los sistemas políticos occidentales:
ción, es posible sostener que los autores que la expansión de la política, de toda su esfera
se han ocupado de esta problemática defien­ y actividad, de la participación de los ciuda­
den en todo o en parte una de las siguientes danos y de la intervención del estado. Dicha
hipótesis (o una combinación de las mismas): expansión constituye el motor de un fenóme­
I. La ingobernabilidad es el producto de una no que presenta rasgos peculiares respecto
sobrecarga de demandas a las que el estado del pasado. Sin embargo las características
responde con la expansión de sus servicios y atribuidas al fenómeno actual de ingoberna­
de su intervención, pero que provoca inevi­ bilidad no son elementos absolutamente nue­
tablemente una crisis fiscal. En este caso vos. Crisis fiscales de los estados, falta de ins­
ingobernabilidad se considera equivalente a titucionalización de las organizaciones y pro­
crisis fiscal del estado (O'Connor). 2. La ingo­ cesos políticos, colapso de los aparatos admi­
bernabilidad no es solamente ni principal­ nistrativos y falta de legitimidad de las estruc­
mente un problema de acumulación y distri­ turas políticas se han producido en todo
bución de recursos, bienes y servicios a los tiempo y lugar, y frecuentemente han lleva­
ciudadanos, sino más bien un problema de do a revoluciones, guerras civiles y golpes de
naturaleza política: el de la autonomía, com­ estado. Queda pues rechazada la pretensión,
plejidad, cohesión y legitimidad de las insti­ propia de quien no posee una memoria his­
tuciones. En su exposición más sintética e tórica suficientemente amplia, de hacer resal­
incisiva, “la g. de una democracia depende de ta r con exceso las peculiaridades de la época
la relación entre la autoridad de las institu­ actual. No obstante, no se descarta que ade­
ciones de gobierno y la fuerza de las institu­ más del fenómeno de expansión politica, exis­
ciones de oposición” (Huntington). 3. La ingo­ tan en la actualidad otras características nue­
bernabilidad es el producto conjunto de una vas que es preciso determ inar con respecto
crisis de gestión adm inistrativa del sistema a la ingobernabilidad.
(¿OBKKNAHILIDAD 70S

No sólo el estado con sus aparatos ideoló­ respectivamente la versión débil y la versión
gicos y administrativos se ha convertido en fuerte de una misma tesis que establece la
el punto de referencia principal de las activi­ raíz económica de la pérdida de legitimidad,
dades políticas de los ciudadanos y de los gru­ más o menos gradual, por parte del estado.
pos y con su intervención creciente y suhli- Ambas versiones basan su planteamiento en
minal en todos los estratos de la sociedad ha el papel del estado en la economía, pero mien­
incidido sobre sus mismas fuentes de legiti- tras que la primera se preocupa de los pro­
mi/ación. Además se han producido cambios cesos a corto plazo y no propone una inter­
no solamente en las relaciones de fuerza inter­ pretación global del estado capitalista, la
nas de cada estado, sino también en las rela­ segunda intenta fundam entar una teoría de
ciones entre estados. Por ejemplo, un conjun­ la crisis del estado capitalista derivada de la
to de países del tercer mundo puede dificul­ asunción de nuevas funciones.
tar la adquisición a bajo precio de m aterias 1.a formulación del más prolífico exponen­
primas y fuentes energéticas, introduciendo te de la tesis de la sobrecarga es bastante sim­
un factor de fuerte disfuncionalidad en la acu­ ple: "Cuando el producto nacional aumenta
mulación y distribución de recursos por parte más lentamente que los costos de los progra­
de los sistemas políticos occidentales. mas públicos y de las demandas salariales, la
Por lo tanto, la crisis actual, de cualquier economía está sobrecargada" (Rose, 1978). Las
forma que se interprete, tiene como telón de consecuencias de la sobrecarga pueden ser de
fondo una serie de acontecimientos de carác­ diversos tipos. En prim er lugar pueden inci­
ter político en sentido amplio. Ciudadanos y dir en la eficacia del gobierno, o sea en su
grupos organizados de los sistem as políticos capacidad para alcanzar los objetivos prome­
occidentales, habituados a un crecimiento tidos y m antener la fe en los compromisos.
constante e ininterrum pido desde finales de En segundo lugar influyen en el consenso de
los cincuenta y hasta principios de los seten­ los ciudadanos, o sea en su disposición a obe­
ta, se han encontrado de improviso ante un decer espontáneamente las leyes y directivas
estancamiento del proceso y una posterior del gobierno aunque éstas vayan en contra de
inversión del mismo. A fin de alejar las con­ sus intereses contingentes.
secuencias desagradables y aprovechando los Un gobierno que mantenga el consenso de
numerosos espacios disponibles de participa­ los ciudadanos, pero que pierda eficacia, será
ción, ciudadanos y grupos han presionado improductivo. Si la situación persiste, a la lar­
sobre los respectivos gobiernos a fin de que ga la pérdida de eficacia llevará a una dismi­
mantuvieran el mismo nivel de servicios nución del consenso y por lo tanto a la ilegi­
sociales globales. En los sistemas competiti­ timidad a los ojos de los ciudadanos e inclu­
vos, los diversos gobiernos han accedido a so a una posible caída. Es raro el caso inver­
tales demandas a fin de no perder las eleccio­ so de un gobierno que goza de escaso consen­
nes y así el desequilibrio entre entradas y sali­ so pero que es eficaz, y que por lo tanto puede
das ha aumentado considerablemente apare­ recurrir a la coerción con respecto a los opo­
ciendo la espiral inflacionaria (sin reducir por sitores. Solamente un gobierno que se base
otro lado la insatisfacción de los diversos gru­ en la eficacia y en el consenso es un gobierno
pos). Según el tipo de sistema, la disponibili­ plenamente legítimo y así pues, en los siste­
dad de recursos, la capacidad de los gobier­ mas políticos contemporáneos, cada vez más
nos, el nivel asociativo y el control de las aso­ la legitimidad es el producto de las prestacio­
ciaciones sobre los procesos políticos, el coe­ nes gubernamentales que satisfacen las exi­
ficiente de inflación y la crisis de g. se han gencias de amplios grupos sociales.
manifestado de manera distinta. Sin em bar­ Recientemente los exponentes de la versión
go, dicho proceso ha afectado a todos los sis­ de la sobrecarga se han planteado la cuestión
temas políticos. Pasemos a analizar más deta­ de si esta sobrecarga pueda conducir final­
lladamente las tesis anteriorm ente mencio­ mente a la bancarrota de los gobiernos. La
nada'-. pregunta se origina en el constante desequi­
librio entre entradas y salidas y en la impo­
m so brecarg a y c r isis fiscal d e l e sta d o . Sobre­ sibilidad que tienen algunos gobiernos de
carga y crisis fiscal del estado representan reducir en forma significativa el gasto públi­
706 (iOBERNABIUÜAD

co o de aumentar de modo adecuado las entra­ "el estado debe esforzarle por crear y conser­
das. La respuesta a tal pregunta es que los var condiciones idóneas para una rentable
gobiernos no pueden declararse en bancarro­ acumulación de capital y, por otro lado, por
ta como hacen los comerciantes o las indus­ crear y conservar condiciones idóneas para
trias. Para evitar este fenómeno existen las la arm onía social. Un estado capitalista que
redes de solidaridad entre los gobiernos occi­ utilizara abiertamente sus propias fuerzas de
dentales, basadas en una valoración de las coerción para ayudar a una clase a acumu­
repercusiones internacionales que tendría. lar capital a costa de otras clases perdería
Sin embargo con ello sigue planteado el pro­ legitimidad y socavaría las propias bases de
blema de la erosión de legitimidad de un lealtad y consenso. Pero un estado que igno­
gobierno que en la práctica resulta insolvente. rara la necesidad de estim ular el proceso de
Los partidarios de la versión de la sobre­ acumulación de capital correría el riesgo de
carga. cuando se aventuran a proponer solu­ cegar la fuente del propio poder: la capaci­
ciones. caen en las recetas de sello neolibe­ dad de la economía de generar excedentes y
ral. La prim era de estas soluciones se consi­ los impuestos grabados sobre tales exceden­
dera ya clásica: "reducir de modo significa­ tes" (Ó’Connor).
tivo la actividad del gobierno”. Se trata de Con una argumentación basada casi exclu­
una receta a largo plazo, dados los compro­ sivamente en el contexto estadunidense y en
misos de gasto asumidos por numerosos pro­ la evolución del presupuesto estatal y de los
gramas de gobierno y dadas las limitaciones sectores económicos de aquel país, la tesis de
electorales, lo cual hace que no sea aceptada la crisis fiscal del estado aparece dudosa bajo
sino parcialmente. Ni siquiera los llamados distintos puntos de vista. En prim er lugar la
gobiernos burgueses que han sucedido a los premisa de fondo, que establece la necesidad
socialdemócratas en Suecia han querido o por parte del estado (capitalista) de garanti­
han sabido desmantelar el estado de bienes­ zar la acumulación y de preservar la legiti­
tar. La segunda receta, de mayor complejidad, midad, parece olvidar que éstas son prácti­
consiste en intentar reducir las expectativas camente las funciones indispensables, esen­
de los grupos sociales, desvaneciendo la ilu­ ciales, de todos los estados contemporáneos
sión de que en un momento u otro el estado desde el momento en que se ha superado la
intervendrá para salvar o sanear cualquier etapa de un estado como vigilante nocturno.
situación. Aunque choque con valores y creen­ En todo caso varían las modalidades con las
cias muy difundidos, en caso de tener éxito que se cumplen tales funciones y el peso de
esta receta representaría un elemento impor­ la coerción y del consenso en el proceso de
tante "en descargo" de tos estados. La terce­ acum ulación y de distribución de los
ra receta consiste en aum entar los recursos recursos.
o entradas a disposición del estado; a pesar Además falta una explicación a fondo de las
de la "bendición a medias” de la inflación, razones por las que la crisis fiscal del estado
resulta una solución difícil. Finalmente, una se presenta con características más graves a
receta apenas esbozada por los investigado­ p a rtir de la mitad de los sesenta (aunque el
res de la sobrecarga consiste en proceder a caso norteamericano pueda interpretarse par­
una reorganización de las instituciones esta­ cialmente a la luz de la excesiva expansión del
tales en el sentido de su simplificación en lo gasto público derivada de la decisión de John­
que respecta a que la complejidad estorba a son de financiar el estado de bienestar, o sea
su eficacia. En esta última temática se basa los programas de la Gran Sociedad, y el war-
también la versión fuerte de la crisis fiscal farc State, o sea la guerra de Vietnam) y no
del estado y las tesis de las crisis de la demo­ se mencionan los mecanismos políticos que
cracia y de la racionalidad del estado. han conducido a este estado de cosas. No se
Por lo que respecta a la tesis de la crisis fis­ llega a un análisis profundo y adecuado de la>
cal del estado, se parte de la premisa de que relaciones entre la función de acumulación
el estado capitalista, a fin de asegurar su y la función de legitimación, que según O’Con-
reproducción, debe desempeñar dos funcio­ nor estarían caracterizadas por una contra­
nes fundamentales: garantizar la acumula­ dicción interna. En el análisis económico de
ción y mantener la legitimidad. En resumen. la crisis fiscal del estado norteamericano el
G O B F .R N A H IM D A D 707

autor no considera en absoluto el papel de los los procedimientos y organizaciones políticas.


aparatos ideológicos y de la legitimación sim­ Si por el contrario disminuye la autoridad
bólica. Su tesis llega como máximo a señalar política se sigue como consecuencia la ingo-
algunos problemas de crisis fiscal del estado, bernabilidad del sistema. Aunque a grandes
como el del desajuste debido a la incapacidad rasgos el punto de referencia sigue siendo el
de financiar el aumento de los gastos con ade­ caso estadunidense, su aplicabilidad tiene un
cuados incrementos tributarios. Pero, como alcance más amplio: "la vitalidad de la demo­
ha observado acertadam ente Antonio Pedo- cracia en los años sesenta (manifestada en el
ne, una cosa es la crisis fiscal del estado y otra aumento de participación política) generó
muy distinta la crisis del estado fiscal. Esta problemas para la g. de la democracia en los
ultima solamente tiene lugar cuando se pro­ años setenta (derivados de la disminución de
duce una contracción drástica en la esfera de confianza del público en la autoridad de
las actividades económicas sometidas a la ini­ gobierno)” (Huntington).
ciativa privada y en consecuencia un agota­ La situación se muestra especialmente gra­
miento de las "propias bases del estado fis­ ve, ya que la expansión de la intervención del
cal. Pero, como dem uestra la experiencia, la gobierno se realiza en una fase en la que se
disolución más o menos rápida del estado fis­ produce una contracción de su autoridad,
cal puede ir acompañada de una expansión derivándose de ello un desequilibrio democrá­
o refor'/.amiento de la organización estatal" tico. La disminución de confianza de los ciu­
(Pedone). dadanos respecto de las instituciones de
Los que sostienen la tesis de la crisis fiscal gobierno y la falta de credibilidad en los
del estado no proponen deliberadamente nin­ gobernantes provocan automáticamente una
guna solución a un problema que consideran disminución de las capacidades de estos últi­
positivo porque revela las bases y socava los mos para afrontar los problemas, en un cir­
fundamentos del estado capitalista, adelan­ culo vicioso que puede definirse como la espi­
tando su caída. La solución es pues la espera ral de la ingubernubilidad.
de la caída (que paradójicamente prede ser Las causas de dicho fenómeno se i emontan
el producto no querido y no intencional de . <s a las transformaciones culturales de amplio
rebeliones antiimpuestos de los contribuyen­ alcance que culminaron en ¡os años sesenta
tes de la clase media) o, más raramente, un en un tipo de sociedades altamente escolari-
cambio de relaciones entre las clases. Pero es zadas, expuestas a los medios de comunica­
precisamente dicho cambio lo que a corto pla­ ción de masa, tendientes a la participación
zo constituye la causa más im portante de la reivindicativa, lanzadas a desafiar a la auto­
necesidad de desarrollar, por parte del esta­ ridad en todos los campos y en todas las ins­
do, las funciones de acumulación y legitima­ tituciones, de la familia a la escuela, de la
ción a un mismo tiempo. Sin embargo queda fábrica a la burocracia. Los efectos positivos
abierto el problema de si la organización esta­ de la ruptura de modelos político-culturales
tal que seguirá al cambio de relaciones de cla­ fundados a menudo en el paternalismo y en
se estará en condiciones de hacer frente a la el autoritarism o resultaron ser de corto efec­
propia exigencia de cambio y reproducción to, ya que nada ha sustituido a tal desafío
sin crisis fiscal y sin coerción de las masas. antiautoritario, nada que permita una recom­
Resurgen los problemas políticos referentes posición de los valores y un reagrupamiento
a la organización del consenso afrontados de de intereses. El resultado global ha sido un
m anera directa, dentro del marco capitalis­ consenso sin objetivo.
ta y democrático, por la tesis de la crisis de Determinadas las causas de la crisis de g.
la democracia. de la democracia en la relación entre trans­
formaciones culturales en sentido amplio y
iv. la crisis d e la dem ocracia . En el núcleo cen­ estructuras y procesos políticos, los autores
tral de esta tesis se afirm a que una democra­ vinculados a la Comisión Trilateral han bus­
cia es tanto más fuerte cuanto más organiza­ cado las soluciones en la misma esfera. En
da está y que el aumento de la participación efecto, las mismas tensiones inflacionarias y
política debe ir acompañado por una institu­ las dificultades fiscales pueden canalizarse,
cionalización (legitimación y aceptación) de en esta perspectiva, hacia la esfera política
70N (¡OBKKNAHILIDAD

y social: alta participación política, fuerte preferencias y de las expectativas políticas.


competición electoral, total dependencia de I.a tesis de la crisis de racionalidad intenta
los gobernantes a las preferencias de los ir más allá de estas premisas y en cierto sen­
gobernados, amplia aceptación de los valores tido las supera formulando una ambiciosa
democráticos de igualdad y de individua­ proposición de teoría global de la crisis del
lismo. "capitalismo maduro".
La solución más controvertida que se plan­ Modificando numerosos conceptos de la
tea a partir de tal relación consiste no tanto teoría de los sistemas y buscando una inser­
en auspiciar praxis no democráticas como en ción en un esquema interpretativo que surge
ir frenando el proceso de democratización de una lectura moderna de Marx, la tesis de
(“existen limites potencialmente auspiciables la crisis de racionalidad parte del análisis de
en un proceso de ampliación indefinida de la los estados capitalistas (y en realidad de todas
democracia política”), con el intento de "des­ las formaciones socioeconómicas) en cuanto
cargar” el sistema político de demandas que sistemas globales basados en un "principio
amplíen funciones o socaven autoridad (“se organizador”. Este principio tiene un doble
hace necesario sustituir una menor margina­ aspecto: por un lado consiste en la afirmación
ción de algunos grupos con una mayor auto- de un dominio no político de clase ("despoli­
limitación de todos los grupos"), por una rein­ tización de la relación de clases y anonimato
troducción de diferenciaciones (“ toda orga­ del dominio de clase”); por el otro, se explica
nización social requiere en cierta medida dis­ en la institución de un mercado en el que exis­
paridad de poderes y diferencias de funcio­ te un "intercam bio de equivalentes" y una
nes”) y finalmente por una descentralización acción orientada hacia el interés sustituye a
política ("la g. de una sociedad en el plano una acción orientada al valor.
nacional depende de la medida en que es Sin embargo, este principio de organización
gobernada eficazmente a niveles subnaciona­ contiene en si mismo una contradicción con­
les, regionales, locales, funcionales e indus­ siderada fundamental. El estado se encuen­
triales”). tra ante el deber de proteger la propiedad pri­
Aunque estas recetas puedan parecer por vada al mismo tiempo que justifica su exis­
un lado conservadoras y por otro poco inci­ tencia ya que cumple funciones sociales. Asi
sivas, su valor real consiste en detectar terre­ pues la incapacidad de desempeñar las fun­
nos inmediatamente operativos a partir de los ciones sociales esenciales para el manteni­
éxitos conseguidos en aquellos países que han miento de la integración social se refleja
superado la crisis de g. En Austria, Suecia, inmediatamente en una crisis del sistema glo­
Suiza o Noruega, la credibilidad de los gobier­ bal. Con palabras de Habermas, "en las socie­
nos es la resultante de la diferenciación de dades liberal-capitalistas las crisis se hacen
poder o de la presencia de una vasta red de endémicas porque los problemas de control
asociaciones a punto de unificar eficazmen­ no resueltos a tiempo, generados por el pro­
te los intereses y de form ular reivindicacio­ ceso de crecimiento económico a intervalos
nes con éxito dentro de un marco de compa­ mas o menos regulares, amenazan como tales
tibilidad. Pero con base en lo dicho, ¿se pue­ la integración social”.
de decir que no existe una verdadera crisis Fiel heredero de la tradición de pensamien­
de los estados contemporáneos? V . to de la escuela de Francfort, Habermas
amplía su interpretación hasta el punto de
V. LA CRISIS DI. LA RACIONALIDAD. La tesis de comprender el sistema social entero en sus
Haberm as acepta algunos de los presupues­ diversos componentes, detectando en el mis­
tos sobre los que se han construido las otras mo cuatro tendencias de crisis:
tesis que explican la crisis de g. En especial, "* el sistema económico no crea en la medi­
acepta la premisa de la expansión del papel da necesaria valores consumibles;
del estado y del crecimiento de su interven­ * el sistema administrativo no genera en la
ción en la esfera de la economía y señala las medida necesaria opciones racionales;
características políticas de la crisis debidas * el sistema de legitimización no aporta en
al cambio de relaciones entre valores y estruc­ la medida necesaria motivaciones generali­
turas en el campo de la participación, de las zadas;
(¡UHt-KMAMLIDAI) 709

' el sistema sociocultural no genera en la cos que han existido históricamente. Por lo
medida necesaria una motivación para la tanto el término g. tiene connotaciones de
acción." problema efectivamente nuevo. Aceptado
Permaneciendo siempre en la linea de la esto, se plantea la discusión sobre las carac­
tradición de Francfort, Habermas no formu­ terísticas de tal novedad y sobre sus impli­
la soluciones especificas al problema de la cri­ caciones. La confrontación de las diversas
sis de racionalidad. Sin embargo, partiendo tesis hasta ahora formuladas suscita una pro­
de la contradicción de fondo, que se expresa blemática de tales dimensiones que no pue­
de esta manera: ‘ en la medida en que los de interpretarse en forma reduccionista como
recursos económicos no bastan para alimen­ una simple crisis de sobrecarga o crisis fis­
tar debidamente a las víctimas del crecimien­ cal del estado, ni tan sólo como una mera cri­
to capitalista, se plantea el dilema entre inmu­ sis de los aparatos políticos, sino como cri­
nizar al estado contra tales pretensiones o sis global de transformación de las bases de
paralizar el proceso de crecimiento", Haber­ todo un sistema social (ya sea que nos limite­
mas establece las soluciones que se han de mos a los sistemas capitalistas, como se hace
evitar. En abierta polémica contra la teoriza­ comúnmente, o que nos extendamos, como
ción de Niklas Luhmann, rechaza la solución seria lo correcto, a todos los sistemas contem­
fundada en la planificación o en la creación poráneos avanzados).
de un estado administrativo protegido por los En esta perspectiva, la indicación metodo­
partidos y por la opinión pública, inmuniza­ lógica de Luhmann adquiere todo su valor. La
do respecto a una participación demasiado necesidad de tener en cuenta interacciones
incidente. globales no reducibles a intercambios bilate­
En conclusión, aunque articulada y profun­ rales y relaciones en las que no son inmedia­
da en el análisis, la tesis de la crisis de la tamente identificables todos los actores, obli­
racional idad del estado, aun captando mejor ga a avanzar en la linea de un análisis sisté-
que cualquier otra tesis los nexos entre las mico. Éste se funda en la detección de cam­
diversas esferas que por si solos pueden expli­ pos funcionales y en la verificación de las
car la ingobernabilidad de los sistemas glo­ posibilidades existentes para la acción con la
bales, parece pecar de falta de realismo. En correspondiente selección de opciones. Pero
efecto, algunas de las categorías usadas, entre tampuco Luhmann ofrece indicaciones con­
ellas la de propiedad y la de clase social, han cretas en cuanto a perspectivas de investi­
sido sometidas a una severa y drástica críti­ gación.
ca, obligando a una rcformulación; otras, Si por un lado a algunas de las tesis ante­
como por ejemplo la de participación, están riormente expuestas les falta la congruencia
actualmente en proceso de revisión. Haber­ indispensable para ser verdaderas y reales
mas no llega a confrontar plenamente dos de teorías interpretativas (como es el caso de las
los más importantes conceptos desarrollados tesis de la sobrecarga y de la crisis fiscal del
lúcida y fríamente por Luhmann, a saber: la estado), por otro tienen el mérito de ser fácil­
sustitución de una explicación fundada en la mente falsificablcs. La tesis de la crisis de la
estratificación por clases por una basada en democracia parece haber sido formulada en
la diferenciación funcional y por la categoría términos tales que se pueda llegar a una veri­
de “globalidad social". ficación empírica, gracias a la detección pre­
cisa de áreas en las que tal verificación es
v i i'ERsi’ECTiVAS de la inv est ig a c ió n . Es precisa­ posible y auspiciable. En cambio, la tesis de
mente la categoría de globalidad social la que la crisis de racionalidad, por su misma pre­
indica el camino potencialmcnle más fecun­ tensión de oinnicomprensividad, se coloca en
do para el análisis de los problemas de g. y un nivel de abstracción excesivamente eleva­
de ingobernabilidad de los sistemas políticos do, haciéndose necesaria una traducción en
contemporáneos. No hay duda de que, desde términos operativos; por lo tanto está desti­
cualquier punto de vista con que se enfrente nada a chocar con algunos de los procesos
la temática, se hace evidente que los sistemas reales detectados por Luhmann y a reform u­
políticos actuales son más difíciles de gober­ lar algunos de los conceptos clave que utiliza.
nar v de transform ar que los sistemas políti­
710 G O H II-R N O

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de 1978; R. Rose. Risorse dei governi e sovracca- El significado que la palabra g. tiene en los
rico di domande, en Sindacato e política nella idiomas latinos difiere del que la palabra
socielá post-industriale, a cargo de G. L'rbani, government tiene en los países anglosajones.
Bolonia. II Mulino, 1976; Challenge lo governan- Esta última significa en efecto, grosso modo,
ce. Studies in overloaded polities, a cargo de R. lo que en el continente europeo se designa con
Rose, Londres, Sage Publications, 1980; R. Rose la expresión régimen político (v.), y que tie­
y G. Petcrs, Can government go bankrupt?, Nue­ ne, por lo tanto, una acepción mucho más
va York, Basic Books, 1978; A. Wolfe, Los limi­ amplia que el término g.: en cambio, para
tes de la legitimidad (1977). México, Siglo XXI. indicar lo que entendemos con la palabra g.,
1980. en el idioma inglés se usan otros términos
como cabinet, en Inglaterra, y administra lian,
[g ia nfr an co pa sq u ino ] en Estados Unidos.
Aunque bajo la influencia del uso anglosa­
jón también en muchos estudios políticos
publicados en Europa continental se ha usa­
gobierno do con bastante frecuencia la noción amplia
del término g., parece oportuno rem itir para
i. DLFixtcióN. En u n a p r i m e r a a p r o x i m a c i ó n , y este concepto a la voz régimen político (v.) y
d e a c u e r d o c o n u n o d e lo s s ig n ific a d o s q u e definir el g. con la acepción más limitada pro­
tie n e e l t é r m in o e n e l le n g u a j e p o lít ic o puesta anteriormente, porque está más de
c o r r ie n te , s e p u e d e d e fin ir e l g . c o m o e l c o n ­ acuerdo con el lenguaje corriente.
ju n to d e la s p e r s o n a s q u e e je r c e n e l p o d e r
p o l í t i c o , o s e a q u e d e t e r m i n a n la o r i e n t a c i ó n n o r ig e n h istó r ic o . Más arriba vimos que el
p o l í t i c a d e u n a c i e r t a s o c i e d a d . Es n e c e s a r i o término g. estaba asociado ordinariamente a
a ñ a d ir , s i n e m b a r g o , q u e e l p o d e r d e g ., e s t a n ­ la noción de estado. Ahoru bien, el estado sólo
d o o r d in a r ia m e n te in s titu c io n a liz a d o , so b r e es una de las formas que ha adoptado la orga­
t o d o e n la s o c i e d a d m o d e r n a , e s t á a s o c i a d o nización política de la sociedad en el trans­
n o r m a l m e n t e a l a n o c i ó n d e e s t a d o . En c o n ­ curso de la historia (la más evolucionada y la
s e c u e n c i a , c o n la e x p r e s i ó n " g o b e r n a n t e s ” s e más compleja), en la que se ha puesto de mani­
e n tie n d e e l c o n ju n t o d e la s p e r s o n a s q u e fiesto el poder de g. Si el estado es un tipo de
g o b i e r n a n e l e s t a d o y c o n la d e " g o b e r n a d o s " organización política relativamente reciente
el g r u p o d e p e r so n a s q u e e stá n su je ta s al (de ordinario se sitúa su origen a principios
G O B IE R N O 711

del siglo xvi), la formación de un poder de g. específica de llevar a cabo la integración de


se remonta a una fase histórica muy anterior. la sociedad y defenderla de los grupos
Por ejemplo, la ciudad-estado y el imperio feu­ externos.
dal son formas preestatales de organización La supremacía del g. sobre los demás cen­
política, en las que se puede encontrar un tros que operan en el seno de la sociedad está
poder de gobierno. garantizada por la tendencia a monopolizar
Desde el momento en que la evolución de el uso de la fuerza. Ahora bien, si la existen­
la división del trabajo determinó, por un lado, cia de un g. central que detenta el monopolio
la formación de relaciones sociales más com­ de la fuerza es, indudablemente, un aspecto
plejas que las relaciones de parentesco y, por típico del estado moderno, y representa, por
el otro lado, la consolidación de profundas lo tanto, el punto de llegada de una larga y
desigualdades sociales entre los individuos y compleja evolución histórica, el uso de la
entre los grupos, se crearon conflictos tan fuerza (o la amenaza de recurrir a ella) ha sido
fuertes que surgió la necesidad de organizar siempre el medio específico que han tenido
la población bajo el mando de un jefe, al que las autoridades del g. a su disposición para
se le debía confiar la tarea de imponer las garantizar la supremacía de su poder.
reglas necesarias para la producción y de Sin embargo, puede decirse que un g. será
limitar los efectos disgregatorios de esos con­ Tuerte si se funda en el consenso, mientras
flictos. De esta manera se produjo, en sus tér­ que ningún g. podrá subsistir a la larga si está
minos más generales, la transición de la constreñido a imponerse siempre por la fuer­
comunidad primitiva a la organización polí­ za. Aunque el liberalismo, la democracia y el
tica de la sociedad, en la que aparece por pri­ socialismo hayan contribuido a am pliar la
m era vez una form a ru d im en taria de base social del poder y, en consecuencia,
gobierno. hayan dado inicio a un proceso de humani­
No obstante, el poder de g. no es sólo el zación de la vida política, el ejército, la poli­
resultado de elementos determinantes pro­ cía, las cárceles, etc., constituyen aún el fun­
pios de la comunidad sino también de una damento último sobre el que descansa el
necesidad externa. Ya que el mundo siempre poder de gobierno.
ha estado (y todavía lo está) politicamente La fuerza y el consenso son pues los dos
dividido y dominado por la anarquía interna­ momentos dialécticos que definen al g. Se tra­
cional, cada g. debe proveer a la defensa de ta de términos contradictorios, que no obs­
los ataques de otras comunidades políticas. tante pueden concillarse en una situación, que
La concentración del poder en los órganos de nunca se ha realizado en la historia más que
g. constituye, pues, el instrumento más efi­ como aspiración, en la que la fuerza se califi­
caz para hacer frente a las exigencias de segu­ que de autoconstricción de la sociedad sobre
ridad y de poder de la comunidad política. si misma, en la que, en definitiva, fuerza y
consenso tiendan a confundirse.
til. FUNCIÓN YESTRUCTURA DELGOBIERNO. Debido a Si nos proponemos ahora especificar más
que en ninguna sociedad se produce nunca las determinaciones posteriores del concep­
una adaptación espontánea y automática a las to de g. en relación con las funciones del esta­
normas en que se funda el desenvolvimiento do, tal como se han ido distinguiendo lenta­
regular y ordenado de las relaciones sociales, mente en el transcurso de la historia, y tal
en toda comunidad política existe un órgano como se han formulado en la doctrina de la
que tiene como tarea la de imponer las reglas división de los poderes, debemos afirm ar que
de conducta y de tomar las decisiones nece­ el g. coincide con el poder ejecutivo, o mejor
sarias para mantener la cohesión del grupo. dicho con los órganos de la cúspide de ese
Este órgano es el g. Por este motivo, en todo poder, o sea con exclusión de todo el aparato
el transcurso de la evolución histórica de la de funcionarios que tiene la tarea de colabo­
humanidad, a partir de una determinada fase rar en el funcionamiento de los servicios
de su desarrollo, en toda sociedad se puede públicos, dando cumplimiento a las decisio­
encontrar alguna forma de g., entendido como nes del g., o sea la administración pública.
poder relativamente autónomo respecto de De la definición propuesta se deduce tam­
los distintos grupos sociales con la función bién que los órganos legislativos y los judi-
712 G O B IE R N O M IX T O

cíales no forman parte directamente de los cuyo papel, en todo caso, no debería exceder
órganos de g., a pesar de que estos últimos el de la presión o influencia sobre los hom­
ejercen su poder dentro de una competencia, bres que están en el poder. Sin embargo, en
más o menos amplia y más o menos directa, todos los lugares en que se puede identificar
según los casos, con los primeros. N atural­ la sede efectiva del poder de g.. en toda comu­
mente, el hecho de que esos órganos concu­ nidad política, es posible encontrar un con­
rran al ejercicio del poder implica también junto de funciones estables y coordinadas,
que pueden delim itar y controlar en cierto ligadas al uso del monopolio de la fuerza, en
modo la acción del gobierno. los que descansa el poder de decidir de mane­
En el estado moderno, el g. se compone nor­ ra determinante la orientación política. Des­
malmente del jefe del estado (monarca o pre­ de el punto de vista de la teoría de la clase
sidente de la república) y del consejo de minis­ política, entendida como esquema clasifica­
tros, dirigidos por el jefe del g. En las repú­ dor de las conductas de los que dedican la
blicas presidenciales el jefe del estado es la mayor parte de su actividad a la política, las
figura prominente del g.. y en las repúblicas funciones de g. constituyen, por lo tanto, sólo
parlam entarias la figura prominente es, en una parte de la clase política, la cúspide de
cambio, la del prim er ministro. En algunos la clase política de g. con exclusión de la p ar­
tipos de federación, como en Estados Unidos, te restante de la clase política de g. y de la
el presidente reúne los poderes de jefe del clase política de oposición.
estado y de jefe del g. Del mismo modo, en
las monarquías absolutas todo el poder le per­ bibliografía : G.Mosca. Elemenii di scienza poli-
tenece al monarca. tico, Barí, Later/.a, 195.V; Varios autores, Gou-
A pesar de que desde el punto de vista cons­ vernés el goutvmants, en Recueils de la Sociélé
titucional el g. se define como el órgano en Jean Bodin pour l'liistoire comparative des ins­
que se manifiesta el poder estatal en toda su tilo tions, xxil-xxvil, Bruselas, 1965-1969; M.
plenitud, desde el punto de vista sociológico Weber. La política como profesión, en El traba­
se comprueba que en los estados modernos, jo intelectual como profesión. Barcelona, Bru-
en que se cumplen las condiciones de alguna guera, 1985.
forma, más o menos libre, de participación
electoral del pueblo, los centros de poder a [lucio levi ]
los que de ordinario está subordinado el g.,
en última instancia (subordinado naturalmen­
te de una m anera no absoluta ni mecánica,
porque siempre cuenta con una autonomía gobierno mixto
relativa propia) son el partido o la coalición
de partidos de g. En los regímenes de parti­ i en i.', antigüedad. Para comprender qué se
do único, el poder de g. es detentado por el entiende por “g. mixto" en la historia del pen­
jefe o por los jefes del partido, y en los regí­ samiento político hay que p artir de la tipolo­
menes bipartidistas el jefe del g. es ordina­ gía clásica de las formas de gobierno, según
riamente el jefe del partido de la mayoría: en la cual existen tres formas buenas; la monar­
los regímenes pluripartidistas, la designación quía. la aristocracia y la democracia, y tres
del jefe del g. surge de un compromiso entre formas malas: la tiranía, la oligarquía y la
los partidos de la coalición de gobierno. demagogia; hay que partir también de la idea,
Por otra parte, puede suceder que el poder común a los principales escritores políticos
de g. esté concentrado parcial o totalmente de la antigüedad, según la cual las tres for­
en un grupo de lecnócralas de la adm inistra­ mas buenas tienden fatalmente a degenerar
ción pública, de jefes militares, de jefes reli­ en las respectivas formas malas. La doctrina
giosos, etc., a los que, de acuerdo con el esque­ del g. mixto consiste en el enunciado y en la
ma constitucional de la división de poderes, argumentación relativa en favor del principio
se les debería negar el poder de decisión polí­ según el cual la degeneración de una forma
tica, y al menos en lo que concierne a la admi­ buena en una mala puede evitarse con la cons­
nistración pública y al ejército debería haber titución de un gobierno que resulte de una
institucionalmente funciones de ejecución, y mezcla o combinación o atemperación o inte-
G O B IE R N O M IX T O 713

g ración reciproca o fusión sin más de las tres dadera y propia ideología del g. mixto, y a
formas buenas. En sustancia, el g. mixto Polibio se refieren generalmente tanto quie­
representa una cuarta o, si se tiene en cuen­ nes la adoptan adaptándola a las diversas
ta también a las formas malas, una séptima situaciones históricas como quienes la recha­
forma de gobierno cuyo tratamiento pertene­ zan. En el sexto libro de la Historia, Polibio,
ce no tanto al análisis descriptivo de las for­ después de haber narrado las vicisitudes de
mas de gobierna y su consiguiente tipología la batalla de Cannas (216 a.C.), se detiene para
cuanto al debate en torno a la mejor forma describir la constitución romana, pues "la
de gobierno. constitución de un pueblo debe ser conside­
La primera referencia a la bondad de la con­ rada la prim era causa del ascenso y la caída
mixtión se encuentra en conocido pasaje de de toda nación” (vi, 2). Ahora la excelencia de
las Leyes de Platón, en el que por lo demás la constitución romana consiste realmente en
no se enuncia la doctrina clásica del g. mixto que es una constitución mixta, pues “si con­
porque las formas de gobierno tomadas en sideramos la parte del poder de los cónsules,
consideración no son tres sino dos: después el estado aparecía sin más como monárqui­
de haber dicho que las dos formas de gobier­ co o real, pero si en cambio consideramos al
no madres de todas las demás son la monar­ senado aparece como aristocrático, y si vemos
quía, de la que la más alta expresión se el poder de la multitud parece sin duda demo­
encuentra en Persia, y la democracia, cuya crático" (vi, 12). Esta excelencia depende del
más alta expresión se encuentra entre los hecho de que sólo las constituciones mixtas
griegos, Platón precisa que "para que en un aseguran gobiernos estables. Polibio parte de
estado haya libertad y concordia. . . es abso­ la tipología de las seis formas de gobierno,
lutamente necesario que el gobierno partici­ tres buenas y tres malas; después sostiene que
pe de una y otra de estas dos fo rm a s...; un cada una de las formas buenas está destina­
estado no podrá ser bien gobernado si faltan da a degenerar en la respectiva forma mala,
estas condiciones" (693d). En el segundo libro dando origen a un ciclo histórico formado por
de la Política, Aristóteles, criticando esta afir­ seis fases (monarquía, tiranía, aristocracia,
mación platónica, añade: “Mejor es el parti­ oligarquía, democracia, oclocracia), el cual,
do de aquellos que buscan mezclar los diver­ al completarse, regresa al principio (se trata
sos tipos de constitución, porque es mejor la de la famosa teoría de los ciclos o anaciclo-
forma de constitución que deriva de la fusión sis). La prim era constitución mixta, y ejem­
de muchos tipos distintos” (1266a). Poco plar, es, según Polibio, la de Esparta: habién­
antes, el propio Aristóteles daba el ejemplo dose dado cuenta Licurgo de que "todo
de Esparta: "Hay quien sostiene que la cons­ gobierno simple v fundado en un solo princi­
titución mejor debe estar constituida por la pio era precario porque bien pronto cambia
mezcla de todos los tipos de constitución y a la forma corrompida", elaboró una consti­
por ello loan a la de Esparta: de hecho sos­ tución que reunía "todas las cualidades y
tienen que ésta deriva de la monarquía, de la características de los sistemas políticos exce­
oligarquía y de la democracia" (1265b). Aun­ lentes, de modo que ninguno de ellos, al
que Platón en las Leyes se refería a la consti­ adquirir una fuerza mayor que la necesaria,
tución de Esparta como una constitución se desvie hacia los males cungénitos, sino de
compuesta, que por ciertos aspectos se pare­ modo que la fuerza de uno neutralice las de
ce a una tiranía, por otros a una democracia, los demás, se equilibren los diversos poderes,
por otros más a una aristocracia y a una ninguno se exceda y el sistema político per­
monarquía, no lo hacía tanto con el fin de ele­ manezca por largo tiempo en perfecto equi­
varla a modelo como para constatar la difi­ librio, como la nave que vence a la fuerza de
cultad de asignarla a tal o cual tipo de cons­ la corriente que se le opone" (vi, 10). De este
titución (712d-c). En toda la historia del pen­ pasaje se ve además que la superioridad del
samiento político la constitución de Esparta g. mixto no depende sólo del hecho de que
se volverá un punto de referencia obligado en garantice la estabilidad mejor que las formas
la discusión en pro o en contra del g. mixto, simples, sino también del equilibrio que se
empezando por Polibio. logra instituir entre las diversas fuerzas
Precisamente con Polibio se inicia la ver­ sociales al atribuir a cada una una parte del
714 G O B IE R N O M IX T O

poder, logrando de tal forma que el poder de titucionales que hicieran posible la transfor­
una controle el poder de la otra (verdadero mación en g. mixto de los estados que nunca
precedente histórico del equilibrio de fuerzas). han seguido aquel modelo o se han alejado de
Esta misma cualidad del g. mixto se pone en él.
evidencia en Polibio a propósito de la consti­ Durante siglos, lus dos estados que fueron
tución romana, con esta perfecta representa­ elevados a la condición de modelos por su
ción del poder limitado por el poder: “Cuan­ excepcional estabilidad, por no ser estados
do uno de los órganos constitucionales, ensan­ sujetos a las “mutaciones” a las que se ven
chándose, se ensoberbece y prevalece más de sometidos de ordinario los estados simples,
lo conveniente, claro está que no siendo una y en los que se reconoce como causa princi­
parte autónom a. . . y pudiendo desviarse o pal de la estabilidad la propia naturaleza del
impedirse cualquier designio, ninguna de las g. mixto, son la monarquía inglesa y la repú­
partes excede u su competencia y sobrepasa blica de Venecia.
la mesura. Todos, pues, permanecen dentro La idea de que el estado inglés sea un g.
de los limites prescritos, por un lado porque mixto es común entre los escritores políticos
se Ies impide cualquier impulso agresivo, por ingleses por lo menos desde que John Fortes-
el otro porque desde el principio temen la cue (segunda mitad del siglo xv) definiera a
vigilancia de los demás" (vi, 18). la monarquía inglesa como un g. mixto, recu­
También el principal filósofo de la repúbli­ rriendo a la expresión de santo Tomás, domi-
ca romana, Cicerón, teje el elogio del g. mix­ nium politicum et regale, que indica una for­
to. Después de relacionar las acostumbradas ma de régimen que se contrapone por un lado
tres formas de gobierno, afirm a que con al dom inium regale (o monarquía absoluta)
mucho es mejor la monárquica, pero que a y por el otro al dominium politicum, o gobier­
ésta la supera la que deriva en forma equili­ no sometido a la ley. En realidad santo Tomás
brada de las tres en conjunto. Cicerón usa dos había hablado de modo mucho más claro y
expresiones en endiadis, "aequatum et tem- correcto de g. mixto en un pasaje de la Sum-
peratum ", donde es de notarse aquel "tem- ma theologica, en el que refiriéndose al libro
pcratum ”, palabra clave hasta nuestros días segundo de la Política de Aristóteles sostie­
para indicar una forma de gobierno que con­ ne que el régimen mejor es aquel en el que
trapone al rigor del absolutismo un control todos participan del poder, y habla de una
del poder por parte de las fuerzas sociales “politia bene conmixta ex regno, in quantum
organizadas. También para Cicerón, que tie­ unus praeest, ex aristocratia in quantum mul-
ne ante sus ojos la república rumana, aunque ti principantur secundum virtutem, et ex
en el último acto (muere un año después del democratia, id est potestate populi, in quan­
asesinato de César), la cualidad del g. mixto tum ex popularibus possunt eligí principes et
en relación con todas las otras formas de ad populum pertinet electio principum ” (la,
gobierno radica en la estabilidad (firmitudo); uae, q. 105, art. 1). Cuando, en Inglaterra,
“No hay motivo de cambio ahí donde cada estalla la controversia entre los partidarios
quien permanece sólidamente colocado en el del primado del rey y los partidarios del pri­
propio lugar y no se pone en condiciones de mado del parlamento, durante el siglo xvit,
precipitarse y caer’’ (De república, i, 45). unos y otros se presentan como sostenedores
del g. mixto, pues se ha vuelto communis opi­
n. en la edad moder.va. De la antigüedad clási­ mo la tesis de que el estado inglés es un esta­
ca en adelante, a través de la edad media ta r­ do mixto y es una buena forma de gobierno
día (sobre todo desde el redescubrimiento de propio por cuanto logra mantener en peren­
la Política de Aristóteles), el humanismo, el ne equilibrio el contraste de los diversos esto­
renacimiento, la edad moderna y hasta la les. Para los partidarios del rey, la interpre­
edad contemporánea, la ¡dea de que el g. mix­ tación de Carlos I en la Answer to the nine-
to sea la mejor forma de gobierno está tan leen propositions (1642) puede servir de ejem­
arraigada que induce a los escritores políti­ plo. y en ella se lee: “ La experiencia y la sabi­
cos a elevar a la categoría de modelo aque­ duría de nuestros antepasados han moldeado
llos estados en los que se reconoce cierta for­ este gobierno a través de una combinación de
ma de g. mixto y a proponer reformas cons­ estas tres formas [monarquía, aristocracia,
G O B IE R N O M IX T O 715

democracia], para dar a este re in o ... las ven­ una venga a corregir los defectos de la otra"
tajas de las tres, sin los inconvenientes de nin­ {Opere, Florencia, Le Monnier, 1852, vol. i, p.
guna de ellas, con el fin de que haya un equi­ 393). Gianotti, partiendo de la idea de que la
librio entre los tres estados y éstos se desli­ mejor república es aquella en la que todos los
cen conjuntamente por su propio canal”. Por ciudadanos pueden satisfacer sus deseos,
la parte opuesta, un ejemplo igualmente nota­ principalmente la libertad, el honor, la gran­
ble seria este fragmento de Reformation in deza, llega a la conclusión de que para "ins­
Englund ( \tA \) por John Milton: "Los gobier­ titu ir un gobierno en una ciudad donde hay
nos mejor constituidos v menos bárbaros han tales humores es preciso pensar en ordenar­
considerado una cierta combinación de sus la de modo que cada una de aquellas partes
caracteres, participando de las diversas vir­ obtenga su deseo: y de esas repúblicas que tie­
tudes de los demás estados, de modo que cada nen este orden se puede decir que son perfec­
parte, por si misma, pudiera conservar en tas” (Della repubhlica florentina, libro i, cap.
conjunto estabilidad e integridad. . . No exis­ n i).
te ningún gobierno civil conocido, ni el espar­ En Florencia el modelo del g. mixto tuvo
tano ni el romano (aunque ambos hayan sido reconocimiento gracias a la autoridad de
elogiados por el sabio Polibio), más divina y Maquiavelo, quien, en el segundo capítulo de
armoniosamente regulado, más equitativa­ los Discursos, remachando aquí y allá casi
mente equilibrado en su carácter y en el literalmente el texto de Polibio, habia decla­
balance de justicia de lo que lo sea la nación rado que todos los gobiernos simples son
inglesa, donde, bajo un monarca libre y here­ "pestíferos” por su breve duración, por lo que
ditario, los hombres más nobles, ricos y p ru­ los legisladores prudentes, conocedores de tal
dentes tienen en sus manos, con la plena apro­ defecto, habían elegido una forma de gobier­
bación y el sufragio del pueblo, la suprema no "que participara de todos, considerándo­
Vfinal decisión de los asuntos más importan­ lo más firme y más estable, pues el uno cui­
tes.” da al utro, siendo en una misma ciudad el
Los propios escritores políticos ingleses, al principado de los proceres y el gobierno popu­
referirse a los precedentes ilustres (Esparta lar”. En polémica también con el Maquiave­
y Roma), no por ello olvidaban a la república lo político, Francesco Guicciardini se decla­
de Venecia, cuya representación como ideal ra partidario en general del g. mixto. En par­
del g. mixto se debía principalmente al De ticular escribe para su patria el Dialogo del
magistratibus et republica venetorum (1544) reggintento di Firenze (1526), en el que un per­
de Gaspare Contarini y al Delta perfezione sonaje histórico. Bernardo del Ñero, al expo­
della vita política (1579) de Paolo Paruta, ade­ ner a dos amigos, de los que uno es el padre
más de los escritos políticos del republicano del propio Guicciardini, las ideas propias
florentino Donato Gianotti, que había pro­ sobre la reforma del estado, dice que el
puesto el g. mixto de la república de Venecia gobierno libre y popular que tiene en mente
como modelo para la república de Florencia. “se parece mucho al gobierno veneciano, el
Gaspare Contarini, cuya obra era considera­ cual, si no me engaño, es el más bello y mejor
da como un texto autorizado tanto por sus gobierno no sólo de nuestros tiempos sino
seguidores como por los opositores (como también de cualquier ciudad que pueda haber
Bodin. por ejemplo), después de com parar la habido en los tiempos antiguos, porque p ar­
republica de Venecia con la de Esparta por ticipa de todas las especies de gobierno, de
su característica común de g. mixto, explica­ uno, de pocos o de muchos, y es moderado por
ba que el Dogo representa la autoridad regia; todos, de modo que ha recogido la mayor par­
el Senado, junto con el Consejo de los Diez y te de los beneficios que tiene en si cualquier
el Colegio. los órganos de una república de gobierno y evitado la mayor parte de los
los mejores, y el Consejo mayor el órgano del males”.
o ta d o popular. El mismo concepto repite
Paoio Paruta: "Al buscar ordenar un estado, ni los críticos. El ejemplo inglés muestra más
lo mas perfecto que se pueda para conservar­ que otro el argumento de que el principio de
lo largamente, es necesario poner juntas estas la combinación de las tres formas de gobier­
formas directas de gobierno, de modo que la no como principio del buen gobierno está aso­
716 (iO H IK R N Ü M IX T O

ciado históricamente con la defensa del esta­ distinción entre estado y gobierno, hoy diría­
do moderado contra toda forma de estado mos entre la titularidad de la soberanía v su
absoluto. De hecho son propiamente los teó­ ejercicio, donde un estado monárquico, que
ricos del absolutismo los que. recurriendo a sigue siendo monárquico en cuanto estado,
diversos argumentos históricos y teóricos, puede ser gobernado democrática o aristocrá­
atacan a la doctrina tradicional del g. mixto, ticamente según que el rey se sirva de un
mientras que en un país como Francia, enca­ número restringido de privilegiados para
minado, a diferencia de Inglaterra, hacia el ejercer el propio poder o bien confiera indis­
absolutismo, se refieren al g. mixto los sos­ criminadamente cargos y funciones a los
tenedores de la monarquia moderada. En el humildes y a los grandes sin establecer pri­
Prohéme d'Appien (1510), prefacio a la traduc­ vilegios para nadie. La monarquia aristocrá­
ción de la historia romana de Apiana, Clau­ tica o la democrática no son formas de g. mix­
de de Seysscl interpreta la monarquia fran­ to, son pura y simplemente formas distintas
cesa como una especie de g. mixto por cuan­ de monarquia. Siguiendo los pasos de Bodin
to el poder absoluto del soberano se ve fre­ (citado en Elements af law natural and poli-
nado por la noble/a y por el tercer estado con tic. 1640, ii, 8, 7), también Hobbes refuta la
sus prerrogativas y sus libertades (aunque doctrina del g. mixto, partiendo del mismo
más tarde, en la obra mayor De la monarchie supuesto de la indivisibilidad del poder sobe­
de la France ya no recurre al modelo del g. rano, y la condena con tanta mayor fuerza
mixto y usa la expresión "monarquía regula­ cuanto que la considera una teoría sediciosa
da"). También Bcrnard de Girard, señor del que puede llevar, como sucedió en Inglaterra,
Haillan, en su De Vestal el succez des af¡aires a la guerra civil. Por lo demás, hay que obser­
de France (1570), aplica a la monarquía de var que, a partir de la indivisibilidad del
Francia el modelo del g. mixto: el rey repre­ poder, Hobbes apunta no sólo hacia la divi­
senta el principio monárquico, el consejo y los sión entre rey y parlamento sino también
oficiales la aristocracia y los estados genera­ hacia la de estado e iglesia: la unidad del
les la democracia. poder debe estar garantizada ya sea por la
El prim er gran ataque a la doctrina del g. unión del poder legislativo con el ejecutivo,
mixto proviene de Jean Bodin. En el capítulo ya sea por la unión de poder temporal y espi­
dedicado a las formas de gobierno en los Six ritual.
livres de la République (1576) enfrenta de De los escritores antiguos. Tácito había
inmediato con decisión y con una amplia negado ya la existencia del g. mixto, cuando
documentación histórica el problema. Las afirmaba que "unum esse reipublicae corpus
formas del estado son tres, y no más de tres: et unius animo regendum” donde “cunetas
monarquía, aristocracia y democracia, pues nationes et urbes populus aut primores aut
el criterio por cuya base pueden distinguir­ singuli regunt" (Aun. iv, 33). A Tácito remite
se es la titularidad del poder suberano y el Vico para sostener que "además de estas tres
poder soberano es indivisible. Pura demostrar formas de estados públicos, prescritas según
la propia tesis Bodin recurre esencialmente la naturaleza de los pueblos, las otras tres,
a dos argumentos. Antes que nada recurre al mezcladas por provisión humana, son más
argumento histórico: Esparta, Roma y Vene- deseadas por el cielo que posibles de conse­
cia, que la tradición considera ejemplos de g. guirse y, si por suerte sucede esto, de todos
mixto, han sido según las épocas una vez modos no durarán" (Scienza nuuva seconda,
monárquicos, otra aristocráticos, otra demo­ tj 1004). Pero el Vico historiador busca hallar
cráticos. Algún caso extremo, como el de la razón para que ciertos regímenes del pasa­
Dinamarca, en el que el rey y la nobleza se do o incluso de su tiempo hayan sido inter­
dividen la soberanía, demuestra que donde la pretados como g. mixtos. No recurre a la
soberanía está dividida el país no tiene paz explicación doctrinal de Bodin. que distingue
y el régimen que deriva de él parece más una al estado del gobierno, sino que propone una
corrupción de estado que un verdadero esta­ explicación histórica: partiendo de la digni­
do. En segundo lugar, a un argumento doc­ dad de que, “al cam biar los Hombres, retie­
trinal, al cual se referirán para aprobarlo o nen por un tiempo la impresión de su hábito
criticarlo autores sucesivos, como Vico: la prim ero”, observa que en la fase sucesiva de
(íO B IK R N O M IX T O 717

una forma de gobierno nunca desaparecen los to la participación de las diversas fuerzas
modos y formas de gobierno de la fase pre­ sociales con sus respectivos órganos en el
cedente. Por ello, si no pueden darse estados ejercicio del poder, en particular en la fun­
mixtos en el sentido propio de la palabra, en ción principal, que es la legislativa. La con­
realidad son estados en los que las formas fusión puede nacer y nace del hecho de que
sucesivas se "mezclan” con las formas pre­ ambas surgieron de la necesidad de resolver
cedentes supervivientes, lo que ocurrió en un problema de equilibrio. Pero uno es el
Roma cuando la república aristocrática se equilibrio de las fuerzas sociales que propug­
volvió popular y cuando la república popu­ na el gobierno mixto y otro el de las funcio­
lar se volvió principado. Si hubiera g. mixtos nes y el respectivo ejercicio que propugna la
verdaderos y propios, éstos serian "mons­ separación de poderes. La prueba mejor de
truos": el parangón de los g. mixtos con los su diversidad puede extraerse de la diferen­
monstruos ya había sido hecho por Hobbes cia entre los respectivos opuestos: la negación
ahí donde la idea de semejante gobierno le del gobierno moderado es el despotismo,
suscitara la imagen del hombre "que tiene mientras que la negación del g. mixto está en
otro hombre que le sale del costado" (Levia- las diversas formas de gobierno simples, que
nín, cap. xxix). no necesariamente son despóticas.
La interpretación más autorizada de la
IV UOBIF.KNO MIXTOY MONAROl'IACONSTITtCIOMAL A monarquía constitucional como g. mixto se
pesar del ataque de los partidarios de los encuentra en la Filosofía del derecho de
gobiernos absolutos, el ideal del g. mixto nun­ Hegel. A la crítica que Hegel lanza contra la
ca desmaya, antes renace con la teoría y la distinción clásica de las formas de gobierno
práctica de la monarquía constitucional y aun fundada en un elemento extrínseco, como lo
se lo confunde con frecuencia inadvertida­ es el número de los gobernantes —e incapaz
mente con la doctrina de la separación de los de com prender la complejidad de la monar­
poderes. Que se dé en Montesquieu tanto la quía moderna y sus articulaciones internas—,
defensa de la separación de los poderes cuan­ sigue la afirmación de que las tres formas
to la defensa de la monarquía moderada antiguas son “ rebajadas" en la monarquía
(siempre interpretada como especie de g. mix­ constitucional de su momento: "El monarca
to) no debe inducirá identificar, como con fre­ es uno; con el poder gubernativo intervienen
cuencia se hace, ambos problemas. En su sig­ los pocos y con el poder legislativo la mayo­
nificado original, el g. mixto resulta de la dis­ ría en general" (§ 273). A Hegel le sale mejor
tribución del poder entre las diversas fuer­ que a los escritores precedentes la identifi­
zas sociales, cuya colaboración debe servir cación de la monarquía moderada con el g.
para m antener la concordia necesaria a la mixto porque los tres poderes constituciona­
convivencia civil. La separación de los pode­ les a los que se refiere aquí no son aquellos
res resulta, al contrario, de la distribución de típicos de la doctrina de la separación de los
las tres funciones principales del estado: poderes y le falta, como cualquiera puede
legislativa, ejecutiva, judicial, en órganos dis­ observar, el poder judicial. Aunque en este
tintos. Podría haber una cierta corresponden­ contexto Hegel no usa la expresión “g. mix­
cia entre ambas concepciones si cada fuerza to", la idea es clara: por lo demás, en un cu r­
social fuera el titu lar de una función especí­ so posterior dado en el año 1824-1825 sobre
fica, si, en otras palabras, hubiera correspon­ el pasaje correspondiente, Hegel explica que
dencia entre los sujetos entre los cuales se dis- la "constitución racional”, y por "constitu­
tribuyera el poder y las funciones requeridas ción racional” entiende la constitución de la
a los detentadores del poder político: si pudie­ monarquía constitucional, es la "constitución
ran establecerse las tres ecuaciones: rey = mixta”.
poder ejecutivo, aristocracia = poder judi­ Entre los constitucionalistas contemporá­
cial. democracia = poder legislativo. Pero neos, la misma interpretación es acogida por
esta correspondencia ni siquiera mínimamen­ Cari Schmitt, en la Verfassungslehre (1928).
te es el objetivo del g. mixto, el cual mira no Para Schmitt la constitución del estado del
tanto evitar la concentración de las diversas derecho burgués es siempre una constitución
funciones del estado en una sola mano cuan­ mixta porque en ella se unen y mezclan uno
718 G O B IE R N O M IX T O

con oiro los distintos principios y elementos ya aducidos de los gobiernos de larga dura­
formales, o sea el principio monárquico, el ción: el reino de Esparta, la república roma­
aristocrático y el democrático. Como tal. na, la monarquía inglesa, la república de
refleja una anticua tradición según la cual el Venecia, y en demostrar que la larga duración
ordenamiento estatal ideal descansa en una depende sin más de la propia naturaleza de
unión y en una mezcla (Verbindung ttnd Mis- los g. mixtos.
chitng) de los distintos principios. Pero el argumento de la estabilidad no es
Sin una referencia particular a la m onar­ el único. Pueden aducirse otros tres. De
quía constitucional, Gaetano Mosca, que por hecho, se puede sostener que el g. mixto obe­
otro lado musito su fidelidad a tal monarquía dece a un principio de justicia, al principio
en el momento en que se abate el hacha del según el cual es justo dar a cada quien lo suyo,
fascismo sobre el régimen liberal en Italia, si el punto de vista es el de quien pide justi­
teje repetidamente el elogio del g. mixto en cia. o bien es justo que cada quien haga lo que
sus obras políticas. En la segunda edición de le corresponde, si el punto de vista es el de
sus Elementi di scienza política (1923), des­ quien otorga la justicia. Con el lenguaje de
pués de haber citado a los clásicos del g. mix­ hoy, podría decirse que el g. mixto obedece
to, atribuye a los "grandes pensadores” la al criterio de una justa distribución del poder
idea común de que "la solidez de las institu­ entre las diversas fuerzas sociales con la mira
ciones políticas depende de una oportuna de que una no prevalezca sobre la otra. En
fusión y atemperamienlo de los distintos, aun­ segundo lugar se ha sostenido, y es el argu­
que constantes, principios y tendencias que mento que ha acabado por prevalecer, que el
actúan indefectiblemente en todos los orga­ g. mixto, al instituir un gobierno fundado en
nismos políticos" (p. 144). En las páginas fina­ el atem peramienlo de las fuerzas sociales,
les de la Storia delle dottrine pulitiche, casi permite el control recíproco de los diversos
a modo de conclusión de la larga exposición poderes, e impide por lo tanto el abuso de
histórica, afirma: "Del estudio objetivo de la poder, que es el peor de todos los males que
historia se puede extraer la consecuencia de pueden corrom per a un estado. Esta idea del
que los mejores regímenes, o sea aquellos que equilibrio de los poderes ya había sido expre­
han logrado una mayor duración y que por sada con la máxima claridad por Polibio, que
largo tiempo han sabido evitar aquellas cri­ también por esto puede ser considetado con
sis violentas que de cuando en cuando, como justa razón como el verdadero inspirador de
sucedió con la caída del imperio romano, han la doctrina, a propósito de Esparta y de
rechazado la humanidad por la barbarie, son Roma, tal como se dijo en el § i. Sobre todo,
los mixtos” (p. 307).V. ésta es la interpretación que ha asegurado la
vitalidad de la doctrina y ha permitido su uti­
V. LAS BUENAS RAZONES DEL GOBIERNO MIXTO. De lización por parte de los autores modernos y
estas pal ibras de Mosca puede extraerse la contemporúneos.
razón fundamental por la que la ideología del
g. mixto ha alcanzado tanta fortuna. La ven­ bibliografía F. Buttaglia, La dottrina dello esta-
taja principal que el g. mixto asegura a una io misto nei politici fiorentini del Rinascimcn-
colectividad es la estabilidad. Naturalmente, to, en Riv. int. fil. der., vil, 1927, pp. 286-304; G.
la estabilidad está considerada como un Cadoni, Liberta repubblicana e governo misto in
carácter positivo (y a la inversa el cambio un Machiavelli, en Riv. int. fil. der.. xxxix, 1962, pp.
carácter negativo) en una concepción de la 462-484; L. d’Avack, I nadi del potere: ¡a teoría
historia como fue la de los griegos en los del governo misto nell'Inghilterra del seicento,
comienzos de Platón, para quien el cambio de Milán, Giuffré, 1979; R. de Mattei, La fortuna del-
las formas de gobierno se interpretaba como la formula del governo misto nel dottrinarismu
el paso de una forma de gobierno buena a una político italiano del cinque t seicento, en Riv. int.
mala por medio de una continua degradación, fil. der., L, 1973, pp. 633-656; K. Fritz, The theory
estableciendo el parangón con la corrupción of the mixed constitution in Antiquity, Nueva
de las cosas de la naturaleza. Uno de los prin­ York, Arno Press, 1975.
cipales argumentos en favor de los gobiernos
mixtos ha consistido siempre en los ejemplos [norberto bobbioJ
G O B IE R N O S SO C IA L D EM O C R A TA S 7IV

gobiernos socialdemócratas La relación establecida entre partido y sin­


dicato es de intercambio reciproco y de
mutua interdependencia: el partido es el por­
l. partido y sindicato. La experiencia de los g. tador de los intereses del sindicato en el ámbi­
socialdemócratas en Europa occidental tiene to parlamentario, añadiendo a sus propues­
ya tras de si, en el caso escandinavo, casi cua­ tas un paquete que le permita contar con el
renta años. Sin embargo, en la actualidad este voto de un público más amplio; el sindicato
hecho no es objeto de celebraciones entusias­ actúa como potente organismo al dirigir los
tas sino de críticas más o menos globales de votos hacia el partido y los candidatos social­
todo el proyecto socialdemócrata y de sus demócratas. En la fase más específicamente
resultados. de gobierno, el partido toma las decisiones
Como algo preliminar hemos de señalar que teniendo en cuenta los intereses del sindica­
la experiencia de los g. socialdemócratas no to y el sindicato, en la fase reivindicativa, se
ha sido producto de un proyecto preexisten­ com portará de un modo que no afecte las
te conscientemente delineado, sino la respues­ competencias establecidas por el partido.
ta por parte de un partido y de un sindicato Las condiciones indispensables para que
a una situación de crisis: la depresión de 1929- esta relación se mantenga en forma durade­
1932, que se intentaba superar. Por lo tanto, ra y en función del crecimiento de la fuerza
lo primero que se ha de analizar y explicar organizada de ambos contrayentes son: en
es la naturaleza y la función del partido primer lugar, que partido y sindicato sean los
socialdemócrata y del sindicato, asi como de actores, si no únicos al menos dominantes, en
sus relaciones mutuas. La experiencia social- el ámbito de la clase obrera; en segundo lugar,
demócrata es inseparable, por razones obvias, que ambos demuestren y estén efectivamen­
de la existencia de un fuerte y dominante par­ te en condiciones de aceptar los compromi­
tido socialdemócrata y de una estrecha rela­ sos asumidos informalmente: en tercer lugar,
ción de colaboración de éste con el sindicato. que la prestación global del sistema políti­
El prim er elemento importante es el hecho co-económico aporte los recursos necesarios
de que el partido socialdemócrata. en los luga­ para satisfacer los intereses de los grupos de
res donde llega al gobierno en los años trein­ referencia electoral y social de ambos actores.
ta, es un partido fundamentalmente de la cla­ Con el fin de reducir la incertidumbre en
se obrera, con alguna aportación, en un nivel las relaciones y formalizar los canales de con­
electoral y de conocimientos, de los sectores tratación y de evaluación de resultados así
técnicos e intelectuales y sin tener que afron­ como para neutralizar la oposición de los
tar desafíos significativos a su izquierda. Los otros grupos sociales, especialmente el de los
partidos comunistas, si es que existen concre­ empresarios, los g. socialdemócratas han
tamente. son de poca envergadura y no cons­ intentado a menudo la elaboración de fórmu­
tituyen una alternativa creíble a los partidos las especificas para la contratación colecti­
socialdemócratas y carecen de amplia acep­ va. comprendidas bajo el nombre de neocor-
tación dentro de la clase obrera organizada. porativismo (v. el punto iv).
El partido viene a ser en gran medida expre­ Además de las prestaciones positivas del
sión de la clase obrera organizada y en algu­ sistema político-económico, el éxito socialde­
nos casos, como en el del Partido Laborista mócrata se ba^a en la capacidad de los p arti­
inglés, esta relación se formaliza claramente dos de tal denominación de mantener una
atribuyendo al Trade Union C'ongress un posición dominante en el sistema de partidos,
poder específico en una serie de áreas de hasta el punto de obtener la mayoría absolu­
importancia política (puestos en el comité ta de los escaños (como en Suecia o Norue­
central del partido, candidatos en determina­ ga) y pudiendo por tanto gobernar por sí
das circunscripciones y obviamente una bue­ solos. Esta capacidad ha sido resultado del
na parte de los escaños parlamentarios y una éxito en la obra de integración de nuevos sec­
influencia en la formulación de la platafor­ tores sociales al mismo tiempo que se man­
ma política); en otros casos, como en las tenía la hegemonía respecto de la clase obre­
socialdemocracias escandinavas, la relación ra. Sin embargo se ha notado recientemente
es igualmente evidente. que la diversificación de los sectores socia-
72Ü GOBIERNOS SOCIALDEMOCRATAS

les, la transformación de las preferencias en la gestión de los recursos globales del


políticas, el surgimiento de fracturas socia­ sistema.
les menos ligadas al tradicional conflicto Este tipo de política económica de los g.
socioeconómico, ha hecho mucho más com­ socialdemócratas, similares en todos los
pleja la obra de integración de partidos y sin­ casos, tiene sus raíces históricas en el- hecho
dicatos socialdemócratas. Este fenómeno se de que los primeros g. socialdemócratas fue­
ha hecho evidente en especial en el desafio a ron consecuencia de la depresión, y sus raí­
una gestión definida como burocrática por el ces intelectuales en la fórmula innovadora de
partido o sindicato y ha privado al partido del Keynes que en aquel momento se hace l'acti-
apoyo de sectores básicos del electorado, lo ble. Los g. socialdemócratas creyeron en el
cual ha significado en algunos casos (Suecia keynesianismo hasta épocas recientes, apli­
y Noruega) la derrota electoral. cando sus principales propuestas: gasto defi­
Partidos sólidos y enraizados, sindicatos citario, apoyo público a la demanda y defen­
bien organizados y presentes capilarmente en sa del empleo. Pero actualmente encuentran
el sistema son acusados de haberse converti­ obstáculos en un contexto internacional
do en máquinas políticas burocratizadas, dominado por la nueva inflación y en el que
atentas a perseguir los intereses de las res­ no han sabido maniobrar. Bajo este punto de
pectivas organizaciones y dirigentes, v menos vista, la crisis de los g. socialdemócratas es
atentas a la evolución social y a los nuevos la crisis de adapiucion de un modelo de ges­
intereses de los grupos surgidos del propio tión económica que no ha sido todavía eficaz­
éxito socialdemócraia. La bu roe rali/.ación y mente renovado en función de las nuevas
el vcrticalismo son los principales defectos situaciones.
imputados a partidos y sindicatos. Los críticos de las experiencias socialdemó­
Sean o no justas dichas acusaciones, lo cier­ cratas han detectado desde perspectivas dis­
to es que se ha producido una ligera pero sig­ tintas dos inconvenientes fundamentales de
nificativa declinación de la fuerza organiza­ sus políticas económicas. Se ha señalado que
da y electoral del sindicato y del partido, lige­ un elevado y progresivo aumento de los
ra pero de gran importancia, va sea a la impuestos desanima a los em presarios en la
izquierda ya al centro de la formación políti­ búsqueda de mayores beneficios y por otro
ca. Sigue planteado el problema de la moda­ lado reduce los recursos disponibles para la
lidad con la que partidos y sindicatos social­ inversión. En una situación tal, la acumula­
demócratas estarán en condiciones de respon­ ción capitalista no logra desarrollarse a un
der al desafio de la desburocratización y de ritmo adecuado, las inversiones caen si no son
la apertura en sus organizaciones. sostenidas por el estado y el nivel de creci­
miento de la economía se resiente autom áti­
n la gestión dela ECONOMIA. En un cierto sen­ camente. Sólo gracias a unas circunstancias
tido. el corazón de la experiencia socialdemó- favorables en la economía internacional, los
crata es la modalidad con la que se afronta g. socialdemócratas pudieron llevar a cabo
la gestión de la economía. Los socialdemócra­ con éxito sus políticas hasta principios de los
tas no han seguido la vía comunista tradicio­ setenta. Sin embargo, en la actualidad se ha
nal consistente en la expansión del sector llegado a un umbral más allá del cual no es
estatal y han rechazado ampliamente el recur­ previsible un crecimiento ulterior en la línea
so a las nacionalizaciones, prefiriendo el de de estas mismas políticas, a no ser que se
una intervención del estado a través de dos acepte una mayor injerencia del sector
instrumentos. El prim ero es un sistema fis­ privado.
cal eficaz y global con respecto a las ganan­ Otros críticos en cambio, partiendo tam ­
cias de los particulares y de las empresas. El bién de la constatación del estancamiento de
segundo es la transferencia de estos recursos las políticas económicas socialdemócratas,
en favor de los sectores económicos cuya formulan un diagnóstico y sugieren un pro­
importancia lo requiera (por motivos econó­ nóstico bien distinto. La política económica
micos o por motivos sociales, o en pro de gru­ socialdemócrata, basada en la fiscalización
pos sociales). O sea que el estado ejerce pre­ progresiva y en el poder de orientación del
dominantemente una función de orientación estado, ha agotado sus potencialidades. No
GOBIERNOS SOCIALDEMÓCRATAS 721

puede ir más allá: ha protegido al sistema mente la estratificación social en sus respec­
capitalista y lo ha llevado, sin sacudimientos tivos países. Esto no significa naturalmente
y sin crisis, hasta su punto más alto, pero no que el efecto de los g. socialdemócratas sobre
ha sido capa?, de transformarlo. Éste es el pro­ las condiciones de vida de las clases trabaja­
blema actual: la transformación y superación dora y media-baja no haya sido positivo. Pero
del sistema capitalista. Sólo yendo más allá indica que las mejoras en cuanto al nivel de
podrán ser aprovechadas plenamente las vida, la seguridad social y las expectativas no
potencialidades de la experiencia socialdemó- se han reflejado en un cambio de la estructu­
crata. Pero ir más allá significa establecer ra de clase.
nuevas modal iilades de gestión económica, de Núcleo de la experiencia socialdcmócrata
participación de los trabajadores en los bene­ e instrumento clave con el que los socialde-
ficios de las empresas, de intervención del mócratas han logrado vincular a amplios sec­
estado. La discusión está abierta y las solu­ tores de la clase obrera y de la clase media-ba­
ciones propuestas van desde la autogestión ja es el estado de bienestar (welfare State).
hasta la participación en las ganancias según Este ha actuado eficazmente como defensa
el controvertido proyecto sueco conocido ante los riesgos tradicionales de los trabaja­
como Plan Meidner. dores: enfermedad, desempleo, reducción del
Naturalmente, el problema que se plantea nivel de vida por jubilación, constituyendo un
a las economías socialdemócratas es en gran poderoso escudo protector, pero su efecto glo­
parte fruto de su mismo éxito. El estanca­ bal no ha ido más allá. Ampliado progresiva­
miento actual es producto de una crisis glo­ mente a enormes sectores sociales, el siste­
bal de la teoría económica y resultado de un ma asistencial por un lado ha significado una
cambio en las relaciones de fuerza en el sis­ limitada y relativa redistribución del ingre­
tema económico internacional, cambio al que so entre los diversos estratos sociales y por
están mayormente expuestas aquellas econo­ el otro ha impuesto al estado y a sus organi­
mías abiertas y de transformación, como son zaciones operantes en este sector una serie
las escandinavas y la británica.I. de tareas amplias y onerosas que han incidi­
do en la eficiencia global del aparato estatal
III. LA IvSTRATIFICACIÓN SOCIAL. Los Críticos de las y en su política económico-fiscal de manera
experiencias socialdemócratas señalan que, negativa.
más allá de haber sido fieles y hábiles gesto­ La crisis del estado de bienestar es al mis­
res de la economía capitalista, los g. social­ mo tiempo producto de la protesta de algu­
demócratas no han avanzado mucho en lo que nos sectores sociales que se sienten excesiva­
se refiere a un cambio de la estratificación mente gravados respecto a los beneficios
social. La estructura de clase en los países esperados del sistema vigente (protesta a
socialdemócratas no ha cambiado sustancial­ menudo egoísta y con claro contenido de cla­
mente por la acción de los gobiernos. Una se) y de la protesta contra un aparato buro­
comparación entre la acción de los socialde- crático que ha crecido desmesuradamente
mócratas y la de los gobiernos de los países con el transcurso del tiempo, convirtiéndose
de Europa oriental (Parkin) revela que mien­ cada vez más en algo anónimo e impersonal.
tras que en estos últimos se ha producido un A estos aspectos se han de añadir la reduc­
cambio radical en la estratificación social, en ción de recursos disponibles en tiempos de
los países socialdemócratas los cambios han crisis económica y el desperdicio de tales
sido marginales. recursos por parte de la administración.
Aunque obviamente el análisis de Parkin Estructura capital de las experiencias de g.
puede ser refutable, otras fuentes (Scase) indi­ socialdcmócrata, el estado de bienestar como
can que, además de diferencias significativas componente no marginal de las políticas key*
de país a país (entre Gran Bretaña y Suecia nesianas atraviesa una fase de crisis que pue­
por ejemplo), debidas a la duración, solidez de atribuirse, como en otros aspectos de los
y eficacia de la acción de gobierno y al tipo g. socialdemócratas, a su mismo éxito. No se
de relaciones entre partido y sindicato, efec­ excluye naturalm ente que hayan llegado a
tivamente los socialdemócratas no han logra­ reform ar los aspectos más deficientes, redu­
do transform ar radicalmente o significativa­ cir la burocratización y elim inar el desperdi-
722 GOBIERNOS SOC1ALDEMÓCRATAS

cío, ampliando la participación y mejorando servancia de las decisiones tomadas y ratifi­


la distribución selectiva de las ganancias. cadas; finalmente permiten proceder a even­
También en este caso el estancamiento es el tuales y necesarias correcciones de rumbo.
producto de dificultades teóricas y prácticas En parte, obviamente, su funcionamiento po­
reales que ubican las experiencias socialde- sitivo se basa en la capacidad global del siste­
mócratas globalmente, en términos cuantita­ ma para producir recursos a ser distribuidos,
tivos y cualitativos de servicios, a un nivel pero la naturaleza del consenso social no se ve
superior al de cualquier otro tipo de gobier­ afectada sólo por dificultades temporales.
no (esto se ha notado en el controvertido pro­ La peculiaridad de las políticas neocorpo-
blema del escaso cambio en la estratificación rativas en los casos de los g. socialdemócra­
social). tas está en el hecho de que sólo en tales casos
el sindicato puede sentirse suficientemente
iv. la función del estado. Las experiencias protegido por el partido socialdemóerata en
socialdemócratas no se han caracterizado el gobierno hasta el punto de ceder parte de
últimamente por determinadas relaciones su poder real a cambio de potenciales bene­
entre partido y sindicato y por políticas eco­ ficios en el futuro. Al mismo tiempo. las orga­
nómicas y sociales específicas. Éstas han ten­ nizaciones empresariales, al entrar al juego
dido incluso a la creación de planteamientos de los planteam ientos neocorporativos,
administrativos y políticos según una estra­ logran reducir el grado de incertidumbre en
tegia global. En particular, se ha observado relación con la conducta de las otras partes
como pilar de la experiencia socialdemócra- sociales y por lo tanto pueden program ar las
ta sobre todo en los países escandinavos la inversiones, la producción y la reconversión
creación de planes neocorporativos. de sus actividades. Si decae la disciplina inter­
En síntesis (v. neocorporativismo). las polí­ na de los diversos grupos sociales, si surgen
ticas neocorporativas se caracterizan por grupos que no se sienten adecuadamente
estructuras en las que los más importantes representados por las estructuras existentes,
grupos sociales organizados (sindicatos y aso­ si disminuye la credibilidad de los gobiernos
ciaciones empresariales) interactúan con el y obviamente si cambia el partido en el
estado a fin de producir acuerdos relevantes gobierno, los planteamientos neocorporativos
respecto a las opciones económicas y socia­ tendrán que transform arse o quizás desapa­
les más importantes. El estado (o mejor dicho, recer. Esta fase puede considerarse ya inicia­
el gobierno) adquiere las informaciones nece­ da en los países escandinavos, aunque el con­
sarias para sus acciones; los grupos sociales senso de fondo no parezca haber sido
al mismo tiempo comunican y obtienen infor­ afectado.
maciones y compromisos, poniéndose reci­
procamente al corriente de las propias exigen­ V. ¿AGOTAMIENTO O SUPERACIÓN DLL EXPERIMENTO
cias y capacidades y asumiendo los compro­ socialdlmócrata? Una evaluación global de
misos ratificados por el gobierno. La proba­ las experiencias socialdemócratas resulta
bilidad de que dichos compromisos sean res­ algo enormemente complicado si no se utili­
petados depende obviamente en primer lugar zan estándares explícitos y se las relaciona
del grado de credibilidad, sobre la base de las con otras experiencias. Los g. socialdemócra­
prestaciones precedentes, que el gobierno y tas han sido respuestas precisas a un estado
las contrapartes sociales han adquirido unos de crisis; la superación de la crisis y de la
a los ojos de los otros; en segundo lugar de depresión con fórmulas democráticas que
la coherencia de la acción de gobierno (tanto han llevado a gobiernos en los que el partido
más probable cuanto más estable y durade­ representativo de la clase obrera organizada
ro sea el gobierno) y de la disciplina y cohe­ era el eje fundamental o el elemento dominan­
sión de las partes sociales. te constituye con tuda seguridad el fenóme­
Los planteamientos neocorporativos permi­ no positivo de mayor relevancia. Los países
ten una relativa programación de las activi­ socialdemócratas son ejemplos de una eficaz
dades de los diversos grupos sociales, inclui­ integración social y política en la democra­
do el gobierno; permiten asimismo valorar cia. Los críticos sostienen que dicha integra­
con seguridad el grado de observancia o inob­ ción de la clase obrera, a pesar de la repre­
GOLPE DE ESTADO 723

sentación del partido socialdemócrata, o qui­ bibliog rafía : A. Bergounioux y B. Manin, La


zás a causa de ella, ha sido una integración socialdcmocratie on le compromis, París, Pres-
subordinada o quizás incluso manipulada. ses Univcrsitaires de Franco, 1979; Eurocomu-
Para confirmar su posición, los críticos de las nism and eurosocialism. The left confronta
experiencias socialdemócratas aportan por modemity, a cargo de B.E. Broun, Nueva York.
un lado datos relativos a la estratificación The Cyrco Press, 1979; F.C». Castles, The social
social, que muestran escasos cambios en su democratic imane ofsoctely. A Study of achieve-
conjunto, con una relativa movilidad entre ments and origins of Scandinavian social demo-
estratos, y por otro lado aportan datos sobre cracy in comparative perspective, Londres, Rou-
la estructura económica que indican que el tledge and Kegan Paul, 1978; F. Claudín, Euro-
carácter capitalista de la economía no ha cam­ comunismo y socialismo, México, Siglo XXI,
biado y que los ricos propietarios privados, 1977; H. Heclo, Módem social politics in Britain
a pesar del sistema fiscal, están todavía en and Sweden, New Haven, Yale University Press,
condiciones de legar a sus herederos enormes 1974; W. Koipi, The working class in welfare
patrimonios. capitalism: work, unions and politics in Sweden,
Los sostenedores de las experiencias social­ Londres, Ruutledgo and Kegan Paul, 1978; L.
demócratas, evaluando positivamente la fase Panitch, Social democracy and industrial mili-
de los g. .socialdemócratas en los años cuaren­ taney. The iMhour Party, the trade unions, and
ta y señalando la exigencia de avanzar más incomes policy, ¡945-1974, Cambridge, Cambrid­
allá, nos hacen ver la importancia de algunos ge University Press, 1976; F. Parkin, Orden poli-
elementos generales. En prim er lugar, el tico y desigualdades de clase (1971), Madrid,
carácter democrático amplio y sustancial de Debate, 1978; W.E. Patersone 1. Campbell, Social
las experiencias socialdemócratas, la estabi­ democracy in post-war Europe, Londres, Macmi-
lidad política y el crecimiento económico. En llan, 1974; Social democratic parfies in Western
segundo lugar, a pesar de la controversia Europe, a cargo de W.E. Paterson y A.H. Thomas,
sobre los cambios limitados en la escala de Londres, Croom Helm, 1977; A. Przeworsky,
estratificación social, no se puede negar que Social democracy as u social phenomenon, en
el tenor de vida de la clase trabajadora y de New I.eft Review, 1980, núm. 112; R. Scase,
las clases medio-bajas, la seguridad social, las Social democracy in capitalist society. Working
oportunidades de instrucción, son netamen­ class politics in Britain and Sweden, Londres,
te superiores en comparación con otros paí­ Croom Helm. 1976; A. Wolfe, Has social demo­
ses con similares condiciones pero no dirigi­ cracy a future?, en Comparative Politics, octubre
dos por g. socialdemócratas. de 1978, pp. ICO-125; A. Wolfe, Los limites de la
Críticos y partidarios están de acuerdo en legitimidad: contradicciones políticas del capita­
un punto, por encima de las diferencias de lismo contemporáneo (1977), México, Siglo XXI,
fondo por las que los primeros consideran la 1980.
experiencia socialdemócrata un fracaso sus­
tancial y los segundos un éxito sustancial. El [CIAXfranco pasquino ]
punto de acuerdo está en señalar la necesi­
dad de ir más allá. Acerca de las modalida­
des concretas o perspectivas especificas de
superación de las experiencias socialdemó­ golpe de estado
cratas, la discusión sigue abierta y está en
relación con una serie de cuestiones igual­ El significado de
i. la evolución del significaco .
mente en discusión abierta: el problema de la expresión g. de estado ha cambiado con el
la transición democrática al socialismo, el de tiempo. La actual configuración del fenóme­
la gestión y transformación de las sociedades no comparada con la acepción que se le daba
industriales con instrumentos liberales, el de por ejemplo hace tres siglos, presenta diferen­
la naturaleza política, social y económica de cias que van desde el cambio sustancial de los
las sociedades po.sindu.striales, etc. Esta dis­ actores (quién lo hace) a la forma misma del
cusión involucra el futuro de todos los siste­ acto (cómo se hace). Sólo un elemento se ha
mas políticos modernos, tanto democráticos mantenido inmutable y se presenta justamen­
como no democráticos. te como trail d'union entre estas diferentes
724 GOLPE DE ESTADO

configuraciones: el g. de estado es un acto lle­ tiempos más cercanos, nos encontramos fren­
vado a cabo por parte de órganos del mismo te a una verdadera proliferación del fenóme­
estado. Una breve síntesis histórica aclarará no, si bien con características un puco distin­
mejor tanto las diferencias mencionadas tas. Efectivamente, a comienzos de los años
como la permanencia de este último ele­ setenta, más de la mitad de los países del
mento. mundo tiene gobiernos surgidos de g. de esta­
do exitosos y, por lo tanto, el g. de estado
u. el cambio de los actores. La expresión coup como método de sucesión gubernativa se ha
d'État ha adquirido derecho de ciudadanía en vuelto más usual que las elecciones o la suce­
la literatura francesa, tanto que Gabriel Nau- sión monárquica. Pero los actores del g. de
dé escribía, ya en 1639. sus Considérations estado han cambiado. En la gran mayoría de
poli tiques sur le Coup d'État. Para Naudé el los casos, quienes se adueñan del poder polí­
g. de estado tiene las más variadas acepcio­ tico a través del g. de estado son los titulares
nes y llega a confundirse con la ‘‘razón de de uno de los sectores claves de la burocra­
estado”. De tal manera, g. de estado es tanto cia estatal: los jefes militares. El golpe mili­
la decisión de Catalina de Medici de eliminar tar o pronunciamiento, según la voz acuñada
a los hugonotes la noche de San Bartolomé, por la tradición española, se ha transform a­
como la prohibición del emperador Tiberio do, de este modo, en la forma más corriente
a su cuñada, que había enviudado, de con­ de g. de estado.
traer nuevas nupcias para evitar el peligro de A través de este itinerario, desde Naudé
que los eventuales hi jos de ésta pudiesen aspi­ hasta nuestros días, el elemento decisivo para
ra r a la sucesión imperial contra sus propios caracterizar el fenómeno se encuentra en la
hijos. Pero los múltiples ejemplos señalados respuesta a la pregunta: ¿quién lo hace? En
por Naudé, bajo el nombre de g. de estado, el prim er caso, el soberano; en el segundo el
tienen en común el que se trata de un acto lle­ titular o los titulares del poder político legal;
vado a cabo por el soberano para reforzar su en el tercero, un sector de funcionarios públi­
propio poder. Esta decisión es tomada, por cos, los militares (cuya tajada de poder va, de
lo general, sorpresivamente, para evitar reac­ hecho, desde una im portante influencia en
ciones contrarías por parte de aquellos que algunos países a un papel de auténtica tutela
deberán sufrirla (y en tal sentido la condena u ocupación interna en otros).
a viudez perpetua que recayó sobre la pobre
cuñada del em perador era sin duda mucho til. MODALIDADES DEL GOLPE DE ESTADO. ¿CÓnlO se
menos g. de estado que la sangrienta deter­ hace un g. de estado? A diferencia de la gue­
minación de Catalina de Medici). rrilla o de la guerra revolucionaria, cuyo pri­
La expresión asi acuñada se ha delimitado mer objetivo es el debilitar hasta aniquilar o
cada vez más, sobre todo con el advenimien­ dispersar las fuerzas arm adas o de policía al
to del constitucionalismo: en este punto es servicio del estado, el g. de estado se lleva a
necesario hacer referencia a los cambios de cabo no sólo a través de funcionarios del mis­
gobierno operados violando la constitución mo estado, como hemos visto en el parágra­
legal del estado, generalmente de manera vio­ fo anterior, sino también usando elementos
lenta, y por parte de los mismos detentores que forman parte del aparato del estado. Esta
del poder político. El diccionario Larousse característica diferencia también al g. de esta­
consagra la tradición francesa del término do del levantamiento, entendido como insu­
definiendo al g. de estado como una violation rrección no organizada, que tiene muy pocas
déliberée des fortnes constilutiounelles par un o ninguna posibilidad de lograr el éxito en el
gouvemement, une assemhlée on un groupe intento de derrocar a la autoridad política del
de persotwes qui détiennent l'auturité. Y en estado moderno. Curzio Malaparte había des­
tal sentido, el g. de estado por antonomasia tacado ya en 1931, en su libro Técnica del gol­
es el concretado por Luis Bonaparte. en 1851, pe de estado, que atacar las sedes del parla­
cuando dio el golpe de gracia a la II Repúbli­ mento o de los ministerios, hoy en día. no es
ca, de la que él mismo era presidente, y logró mas que una ingenuidad. Si esto puede llegar
proclam arse nuevo em perador de Francia. a ser una tarea final, más que nada simbóli­
Tomando como objeto de investigación ca, para coronar el éxito del g. de estado el
GOLPE DE ESTADO 725

prim er objetivo es ocupar y controlar los cen­ de un grupo pequeño no militar, no parece
tros del poder tecnológico del estado, como confirmada por los ejemplos que vemos cada
la red de telecomunicaciones, la radio, la tele­ día. En prim er lugar, no existen g. de estado
visión, las centrales eléctricas, las estaciones hechos sólo por la burocracia; ni siquiera por
ferroviarias y las intersecciones de caminos: la policio sola (excepto en pequeñísimos esta­
esto perm itirá adueñarse de los órganos del dos donde la policía es la única fuerza arm a­
poder político. Justam ente esta característi­ da). Resumiendo: la existencia, hoy en dia, de
ca indiscutible del g. de estado nos vuelve a organizadísimos servicios informativos en
poner ante el interrogante de quiénes pueden cada sector de las fuerzas arm adas, el estric­
ser los posibles protagonistas actuales del to control que éstas ejercen sobre los oficia­
fenómeno. les, tanto de la propia arm a como de las otras,
implica que no es suficiente la mera infiltra­
iv. golpe uk estaño y golpe militar. La compleji­ ción de un grupo no m ilitar que logre llegar
dad del aparato tecnológico del estado moder­ a influir a un grupo de oficiales. Hoy no exis­
no es la fuente tanto de su fuerza como de su te g. de estado sin la participación activa de
eventual fragilidad. Por encima de los técni­ por lo menos un grupo m ilitar o la
cos encargados de asegurar el funcionamien­ neutralidad-complicidad de todas las fuerzas
to y la custodia de esos nudos estratégicos, arm adas.
el estado prevé la continuación en la presta­ En la gran mayoría de los casos el g. de esta­
ción de estos servicios aun frente a la llama­ do en nuestros días implica, por lo tanto, la
da insurrección o guerra interna. Esta tarea incautación, por parte de un grupo de mili­
es generalmente asignada a las fuerzas arm a­ tares o de las fuerzas arm adas en su conjun­
das y a la policía. Dado que el prim er objeti­ to, de los órganos y las atribuciones del poder
vo en la estrategia del g. de estado es justa­ político, mediante una acción sorpresiva con
mente la conquista de los centros tecnológi­ cierto margen de seguridad y que, normal­
cos del aparato estatal, para tener éxito en el mente, reduzca la violencia inherente al acto
intento es necesario que aquellas fuerzas sean con el mínimo empleo posible de violencia
aplastadas (locual implicaría un proceso pre­ física.
vio de desgaste de las mismas mediante una
lucha de guerrillas o de guerra revoluciona­ V DISTINCIONES ENTRE GOLPE DE ESTADO Y REVOLU­
ria), o que se produzca la participación en el CION. INDICADORES EMPIRICOS DEL FENÓMENO. Has­
g. de estado de, cuando menos, un sector deci­ ta aquí hemos caracterizado al g. de estado
sivo de aquellas mismas fuerzas, que logre sin mencionar la distinción entre g. de esta­
imponerse sobre los demás sectores. La ter­ do y la revolución. Alrededor de esta proble­
cera posibilidad, o sea una eventual neutra­ mática, sin embargo, ha girado la discusión
lidad de las fuerzas armadas frente a los suce­ de la mayor parte de la literatura sobre el
sos, implica en realidad un apoyo pasivo al tema. Se parte de la caracterización de la
g. de estado. revolución como proceso que instaura un nue­
En este orden de ideas, para Edwurd Lutt- vo orden político y jurídico y se la contrapo­
wak, autor de uno de los más modernos tra ­ ne al g. de estado que provoca sólo cambios
tados sobre el tema, el g. de estado consisti­ de menor alcance. (El g. de estado es conce­
ría "en la infiltración en un sector limitado bido, de tal manera, por ciertos autores como
pero critico del aparato estatal y en su empleo una "revolución menor".) Este tipo de trata­
con el fin de sustraer al gobierno el control dos ha sido heredado por la teoría jurídica,
de los restantes sectores". Esta caracteriza­ pero en este ámbito el problema no tiene solu­
ción no deja de ser abstracta y, entre otras ción: Kelsen ya ha demostrado, en la Teoría
cosas, no muy cierta. Aunque el mismo Lutt- general del derecho y del estado, cómo tam ­
wak señale que hoy el g. de estado se efectúa bién el g. de estado instaura siempre un nue­
fundamentalmente a través de sectores cla­ vo orden jurídico, pues la violación de la lega­
ves del sistema —empleados estatales de lidad del orden anterior implica también el
carrera, fuerzas armadas y policía—, su tesis cambio de su norma fundamental y, por lo
según la cual bastaría la infiltración en uno tanto, la invalidación de todas las leyes y dis­
de estos sectores criticos, incluso por parte posiciones emanadas en virtud de la misma.
726 GRUPOS DE PRESIÓN

En otras palabras, el g. de estado implica la do. En su manifestación actual, en la mayo­


instauración de un nuevo poder de hecho que ría de los casos, es efectuado por un grupo
impondrá a su vez su propia legalidad. Este m ilitar o por las fuerzas arm adas en conjun­
poder de hecho podrá también, si lo desea, to. En caso contrario la actitud de las fuer­
convalidar todas las leyes y disposiciones zas arm adas es de neutralidad-complicidad;
resultantes del orden anterior, pero el orden 2 ] las consecuencias más usuales del g. de
jurídico deberá considerarse nuevo puesto estado consisten en el simple cambio de lide­
que habrá cambiado el título de validez. Y son razgo político;
éstas las razones por las que. según el dere­ 3] el g. de estado puede ser acompañado o
cho internacional, el gobierno surgido de un seguido de movilizaciones políticas y socia­
g. de estado debe pedir un nuevo reconoci­ les, pero éste no es un elemento ni recurren­
miento a los demás estados. te ni necesario al mismo;
Todo esto no significa absolutamente que 4] generalmente la potenciación del apara­
el g. de estado produzca modificaciones sus­ to burocrático y policial del estado sigue al
tanciales en las relaciones políticas, económi­ g. de estado;
cas o sociales (es más, la experiencia históri­ 5] una de las consecuencias más típicas del
ca demuestra lo contrario), sino tan solo que, fenómeno opera sobre las formas de agrega­
bajo el aspecto jurídico, entre g. de estado y ción de la demanda política, puesto que es
revolución no existe diferencia. Partiendo de característica recurrente la eliminación o
esta certeza, ciertos estudiosos han caracte­ disolución de los partidos políticos.
rizado el g. de estado como "una revolución
en derecho, no en política", una definición BIBLIOGRAFIA: C. Barbé, Colpa di stato. en Políti­
que no ofrece puntos de partida operativos ca e sacielá, Florencia, La Nuova Italia, 1979, vol.
para ulteriores estudios. i; E.N. Luttwak, Técnica del culpo di sialo
Para evitar el callejón sin salida al que con­ (1968), Milán, Longanesi, 1969; C. Nuudé. Consi-
ducen los tratados de tipo jurídico y la polé­ derazioni politiche sai cttlpi di stato (1639), Turin,
mica respecto de si el g. de estado, que es tra­ Boringhicri, 1958; D.C. Rapoport, Coup detat,
dicionalmente un método de la derecha para the view uf the men fitina pistáis, en Rcvolntion,
adueñarse del poder político, puede también a cargo de C.J. Friedrich, Nueva York, Alherton,
generar un proceso en sentido inverso, un sec­ 1967.
tor de la doctrina prefiere definirlo como poli­
ticamente neutro y sostener que, si el g. de [c a k io s b a k u e ]
estado habrá de ser o no el prim er paso de
un proceso revolucionario (respecto de los
fines últimos, sociales y económicos), esto ata­
ñe a las futuras acciones de aquéllos que con­ grupos de presión
quistan el poder. De por sí, g. de estado cons­
tituiría, pura y simplemente, un método para 1. LA TEORIA DE LOS GKlPOS Y GRIPOS DF. PRESION.
conquistar el poder, sin connotaciones polí­ Comúnmente se suele empezar cualquier dis­
ticas o socioeconómicas. Esta definición se cusión sobre los g. de interés o de presión par­
detiene en el estudio de la estrategia del g. de tiendo de la llamada teoría de los grupos en
estado sin indagar las consecuencias del mis­ la formulación dada por Arthur Bentley, The
mo sobre el sistema político o sobre los demás process o f govemment (1908) y continuada por
sistemas sociales. David Truman, The govenunental process
Por el contrario, el g. de estado podrá ser (1951), en la que muchos capítulos están dedi­
mejor definido y mejor conocido siguiendo el cados específicamente, y no de manera
rastro de los indicadores empíricos del fenó­ casual, precisamente a los g. de interés. En
meno según su concreta manifestación his­ síntesis, esta referencia obligada se puede jus­
tórica. tificar ampliamente porque Bentley se pro­
Así encaminados podemos encontrar indi­ ponía con su exposición polémica dirigir la
cadores como éstos: atención y el interés de los politólogos de las
1] en la tradición histórica el g. de estado instituciones jurídico-formales a las activida­
es un acto llevado a cabo por órganos del esta­ des informales de los distintos g. que actúan
GRUPOS DE PRESIÓN 727

en una suciedad. Su afirmación de que "la formulación carece de los atributos propios
gran tarea del estudio de cualquier forma de de una teoría: no especifica las relaciones
vida social es el análisis de estos grupos. entre las variables, no señala relaciones de
Cuando se presentan adecuadamente los gru­ causa y efecto, no establece una correspon­
pos, todo es presentado, y si digo todo entien­ dencia entre relaciones formales y fenómenos
do todo”, se puede entender precisamente reales y, finalmente, no es falsificable. En
como una tentativa que provoca la destruc­ definitiva, afirma que toda la actividad polí­
ción del predominio de las disciplinas jurídi­ tica se reduce a una lucha entre g., y ya que
cas y parafilosóficas en el estudio de los fenó­ la definición de g. es tan vasta que es omni-
menos políticos y que propone un análisis comprensiva y puede identificarse con la mis­
descriptivo y empírico, aunque sólo en esta ma actividad, esta afirmación resulta tauto­
medida restringida. lógica. El g. es una musa de actividades, un
Otras tendencias intelectuales llevaron a un g. político es una masa de actividades que so
análisis de la actividad política en términos orientan en una dirección política común (un
de actividad de grupo. Estaba ante todo la g. no es un conjunto de individuos que inte­
reacción de los pluralistas ingleses —prim e­ ractúan, como pretende la definición socio­
ro Figgis y Maitland, y después G. D. H. Colé lógica mas difundida); cuando se producen
y Laski— y alemanes —sobre todo Gierke— ciertas actividades que tienden a satisfacer­
contra la teoría monista del estado como úni­ lo, existe un interés, de tal mudo que las ideas,
ca organización autorizada a exigir obedien­ las instituciones y los individuos se reducen
cia y obediencia absoluta (teoría propuesta en a g. cuyas interacciones terminan por produ­
Inglaterra por Austin y, en Alemania, ejem­ cir las políticas gubernativas. Actuando de
plificada por la acción de Bismarck). En este modo desaparece, sin embargo, toda dis­
segundo lugar, ocupan una parte considera­ tinción entre los tipos de g. existentes en una
ble los esfuerzos de los sociólogos europeos sociedad, tanto primarios como secundarios,
—Gumplowicz, Simmel y Ratzenhofer— por formales e informales, voluntarios o involun­
comprender y explicar los procesos sociales tarios, en tal forma que no es posible evaluar
por medio de la categoría analítica de grupo. la incidencia de los distintos g. en el proceso
Entre estas dos tendencias se inserta la obra político y en la distribución de los valores
de Bentley que. bajo el influjo de Dewey, tra ­ sociales y los g. más complejos y organizados
ta de superar la reificación de las categorías formalmente como el gobierno, la burocracia
jurídicas, políticas y psicológicas que preva­ y el ejército, se ponen en el mismo nivel que
lecía a principios del siglo. los demás grupos.
La prim era observación de la que hay que Sin embargo, Truman va mucho más lejos
p a rtir para realizar un análisis de la teoría cuando habla de ”g. potenciales” —distinción
de los g. consiste en que Bentley no entendía que Bentley había dejado en la oscuridad al
su estudio tanto como la elaboración de una hablar de underlyin% groups y de representa­
verdadera teoría sino como la tentativa de tivo aroups— que son actitudes compartidas,
plasm ar un instrum ento analítico. Y, de intereses ampliamente difundidos en la socie­
hecho, no se puede hablar propiamente de dad que inciden en el proceso político aunque
una teoría, desde el momento que, si se redu­ sin estar organizados formalmente. Debido a
ce n lo esencial, la teoría de los g. no dice otra este artificio, Truman logra dar cuenta de las
cosa que “la política es el proceso por medio reglas del juego, de los procedimientos de una
del cual los valores sociales se asignan de un cierta sociedad, del sistema de creencias,
modo imperativo; esto se lleva a cabo por incluyéndolas en la categoría de g. potencia­
medio de decisiones; las decisiones son pro­ les. La crítica más fuerte a esta exposición es
ducidas por actividades; cada actividad no es que, por encima de su no falsificabilidad, la
algo separado de las demás sino que masas realidad política no puede ser reducida, sin
de actividades tienen tendencias comunes res­ dejar residuo, a un paralclogramo de fuerzas
pecto de las decisiones; estas masas de acti­ constituido por g. de interés, y los individuos
vidades son g.; en esa forma la lucha entre los no pueden ser considerados como protagonis­
g. (o intereses) determina qué decisiones se tas efectivos de los procesos políticos sólo en
han de tom ar” (Eckstein y Apter, 1963). Esta cuanto miembros de g. más o menos organi­
728 CiRLPOS l)F. PRESION

zados, y mucho menos pueden considerarse hacer uso de la amenaza de sanciones.


simples árbitros de un conf licto entre los g. G. de interés es la dicción más difundida
y los órganos de registro y ratificación de los de las tres que estamos examinando, y su defi­
resultados de estos conflictos. nición más explícita se encuentra en Truman,
A causa del defecto que los discípulos más según el cual g. de interés es “cualquier g.
fieles y más preparados no han sido capaces que, basándose en una o varias actitudes com­
de eliminar, y que consiste en una serie de partidas, lleva adelante ciertas reivindicacio­
definiciones vagas, aproximativas y genéri­ nes ante los demás g. de la sociedad, para el
cas, cuando no hasta tautológicas, de sus con­ establecim iento, el mantenimiento o la
ceptos clave —g., interés y actividad—, la teo­ ampliación de formas de conducta que son
ría de los g. no puede aspirar legítimamente inherentes a las actitudes compartidas". Esta
al estatus de teoría general de la política. En definición adolece, sin embargo, de tres
su forma menos ambiciosa, sin embargo, ha inconvenientes: por un lado, los distintos
atraído v despertado la atención sobre el aná­ autores que la usan terminan arruinándola
lisis de las fuerzas efectivas que están en jue­ al convertir la noción de interés en algo dema­
go en la actividad política y particularm ente siado genérico y, por lo tanto, analíticamen­
sobre la interacción de los g. semipoliticos te inservible, de tal modo que prácticamente
que tratan de obtener decisiones favorables todo g. existente en una suciedad se convier­
de los g. gubernativos organizados e institu­ te en un g. de interés: por otro lado, en
cionalizados, es decir ha impulsado el inte­ muchos de ellos existe la tendencia a reducir
rés de los investigadores hacia la actividad de insconscicntc aunque significativamente lodo
los g. de presión y ha permitido plantear algu­ interés a interés meramente económico, des­
nas preguntas significativas concernientes a cuidando otros intereses existentes y organi­
su existencia, a su importancia, a la intensi­ zados, como los intereses culturales, religio­
dad y al ámbito de sus actividades y a las con­ sos y así sucesivamente; finalmente esta defi­
diciones que favorecen o impiden su éxito.I. nición no nos permite decir nada de las moda­
lidades de interacción de los distintos g. exis­
II. GRUPOS DE INTERÉS. DE PRESIÓN. U O B B YtN C , Y PAR- tentes en la sociedad ni sobre el modo preciso
TlDOs. El primero y más importante problema en que tratan de hacer prevalecer sus intere­
que se presenta en este punto es el de distin­ ses. Bentley no se planteó este problema, ya
guir las expresiones que se usan comúnmen­ que unte todo consideraba al g. como una
te de manera intercambiable, o sea g. de inte­ categoría analítica y no concreta v, en segun­
rés, g. de presión y lobbving (o lobhy). En do lugar, identificaba el interés con la activi­
segundo lugar habrá que distinguir entre g. dad, aunque procediendo de este modo daba
de presión y partidos, y analizar las relacio­ por descontado que lodo interés se manifies­
nes entre los g. y los partidos. Desembaracé­ ta en forma de actividad, siendo que puede
monos, ante todo, de la expresión lobbying. haber intereses que no se convierten en acti­
Como indica la expresión misma, tomada del vidades. Truman trata de resolver estas obje­
corredor de los edificios parlamentarios y de ciones usando la dicción g. de interés políti­
la entrada de los grandes recintos en que fre­ co, pero también ésta es insatisfactoria pues
cuentemente residen los parlamentarios, se hay intereses no políticos que pueden consi­
trata de una actividad o, mejor dicho, de un derar necesaria la búsqueda de decisiones
proceso más bien que de una organización. Es políticas favorables a fin de establecerse,
el proceso por medio del cual los represen­ mantenerse o ampliarse.
tantes de g. de interés, actuando como inter­ Queda, por lo tanto, la dicción g. de presión.
mediarios, ponen en conocimiento de los Ésta indica al mismo tiempo la existencia de
legisladores o de los decision-makers los una organización formal y la modalidad de
deseos de sus grupos. Por lo tanto lobhying acción del g. mismo en vista a la consecución
es, sobre todo, una trasmisión de mensajes de de sus fines: la presión. Entendemos por pre­
los g. de presión a los decision-makers por sión la actividad del conjunto de individuos
medio de representantes especializados (y en que unidos por motivaciones comunes tratan
algunos casos, como el de Estados Unidos, de influir, a través del uso o de la amenaza
legalmente autorizados) que pueden o no del uso de sanciones, en las decisiones que
GRUPOS DE PRESIÓN 729

loma el poder político, ya sea a fin de cam­ dimensiones anteriores es fácil señalar los
biar la distribución prevaleciente de bienes, continua, que van desde el máximo de persis­
servicios, cargas y oportunidades, ya sea a fin tencia de la actividad hasta el mínimo, desde
de conservarla ante las amenazas de interven­ el máximo de organización hasta el mínimo
ción de otros g. o del poder político mismo. y así sucesivamente, la articulación y la agre­
Presión, no es, pues, como consideran algu­ gación parecen ofrecer, por lo menos en prin­
nos autores, tanto la posibilidad de tener ucee- cipio, un criterio adecuado para la diferen­
so al poder político, como la posibilidad de ciación. Pero no es así. Si por articulación de
recurrir a sanciones negativas —castigos— o intereses entendemos, en efecto, "el proceso
positivas —premios— con el fin de influir en a través del cual los individuos y los g. for­
la asignación imperativa de los valores socia­ mulan demandas a las estructuras decisiona-
les a través del poder político. Distinguidas les políticas", no hay duda de que este pro­
de este modo las expresiones lobbying, g. de ceso lo pueden empezar y controlar indiferen­
interés y de g. de presión, queda por resolver temente los g. de presión o los partidos ni de
el problema más delicado, o sea el de diferen­ que la línea de distinción tendrá un carácter
ciar los g. de presión de los partidos políticos. cuantitativo y no cualitativo. De una manera
Si uno se apega a la teoría de los g., resulta semejante, si por ugregación de intereses
más difícil, por no decir imposible, efectuar entendemos "la conversión de las demandas
esta distinción que es de fundamental impor­ en decisiones políticas alternativas", habrá
tancia. La definición de g. de interés dada por muchos tipos de partidos que no llenen esta
Truman y reproducida anteriormente no per­ función y tendremos algunos g. de presión
mite dar ningún paso hacia adelante, ya que —las grandes confederaciones industriales,
tanto los g. de interés como los partidos se agrícolas y sindicales— que además de la tute­
presentan como species del genus grupo. Las la de los intereses de sus asociados se propo­
prim eras tentativas de diferenciación pusie­ nen explícitamente el objetivo de formular
ron su atención en características que no eran decisiones políticas alternativas.
capaces de distinguir los g. de presión de los En definitiva, por lo que respecta a estas
partidos políticos sino que servían más bien dos funciones, tampoco podemos decir que
para hacer distinciones dentro de las dos cate­ los g. de presión sean la organización (o las
gorías. No puede servir a este objeto la con­ estructuras) especializada en el cumplimien­
tinuidad o la intermitencia de la actividad: a to de la función de articulación de los intere­
este propósito, en efecto, se ha llegado a seña­ ses asi como no podemos afirm ar que los par­
lar que, por lo menos en el contexto anglosa­ tidos sean la estructura especializada en la
jón, "las campañas de los g.. comparadas con agregación de los intereses. Se podría obje­
la intermitencia de las actividades prácticas, tar que la distinción entre g. de presión como
con lo abstracto y lo general de la propagan­ artieuladores de intereses y los partidos polí­
da de los partidos, resultan concretas y cons­ ticos como agregadores de intereses existe
tantes" (Ehrmunn, 1968). No puede servir por lo menos en el nivel genético. Vale decir,
tampoco la dimensión de la organización, ya los g. de presión surgen por el esfuerzo de
que numerosos partidos son mucho más hacer frente a un problema inmediato, se
pequeños que algunos g. de presión —recuér­ basan en un solo interés y se transforman lue­
dense no sólo las confederaciones industria­ go para prestar los servicios que sus afilia­
les sino también los mismos sindicatos—, ni dos van considerando necesarios, en tanto
el ámbito de la actividad, ya que hay g. de pre­ que los partidos, desde el mumento de su
sión de carácter nacional y partidos sólo loca­ constitución, se presentan como representan­
les o regionales, ni la finalidad, ya que hay g. tes de diversos intereses. Pero tampoco esta
de presión y partidos que proclaman finali­ distinción es correcta ya que muchos g. de
dades de carácter general, ni, finalmente, la presión surgieron con la intención de defen­
articulación de los intereses como función der diversos intereses y, por otra parte, algu­
propia de los g. de presión y la agregación de nos partidos surgieron basándose en un solo
los intereses como específica de los partidos interés y ampliaron luego el ámbito de sus
políticos. actividades (además, esta distinción no es
Sin embargo, mientras que para todas las capaz de explicar la existencia de los llama­
730 G Rl'PO S DF. PRESIÓN

dos partidos flash que viven el espacio de una de los partidos o reciben, en cierto modo, de
sola elección). ellos un apoyo indispensable. En este caso,
Se puede encontrar una solución a este pro­ el control de los partidos les impide a los g.
blema refiriéndose a las funciones que se les de presión articular de manera autónoma las
atribuyen comúnmente a los g. y a los parti­ demandas existentes en la sociedad, represen­
dos y tratando de descubrir las que sólo desa­ tar intereses específicos y pragmáticos y ter­
rrollan los partidos. De una manera o de otra, minar por imponer un contenido ideológico
ambas estructuras realizan todas las funcio­ a toda la actividad de los g. de presión, impi­
nes de trasmisión de la demanda política, de diendo que sus demandas puedan reagrupar­
intermediación entre la sociedad y el gobier­ se mediante negociaciones o compromisos.
no. de reclutamiento político, de participa­ El tercer caso es el más difundido en los sis­
ción política y de integración social. No obs­ temas democráticos: existe una identidad de
tante, se pueden encontrar por lo menos tres intereses entre algunos g. y algunos partidos
funciones que realizan sólo los partidos y no en temas importantes, pero nunca en todos
los g. de presión: la función de competencia los temas políticamente relevantes: en todo
electoral, la función de administración direc­ caso, los programas de los partidos no se pue­
ta del poder v tal vez la función de expresión den reducir nunca completamente a las pre­
democrática (Fisichella, 1972). En definitiva, siones de los grupos.
podemos concluir que son g. de presión los El problema de las relaciones entre parti­
g. organizados que, a pesar de que tratan de dos y g. es, sin embargo, interesante también
influir en la distribución de los recursos den­ en otro sentido, es decir cuando se analiza la
tro de una sociedad ya sea para mantenerla influencia de los sistemas políticos sobre las
invariada ya sea para cambiarla a su favor, actividades de los g. de presión. En la litera­
no participan directamente en el proceso elec­ tura no todos están de acuerdo sobre el gra­
toral y. en cierto modo, no están interesados do de influencia ejercido por los distintos
realmente en adm inistrar por cuenta propia tipos de sistemas partidistas, sobre el núme­
el poder político sino en cuanto a tener un ro y sobre la intensidad de las actividades de
acceso fácil y franco a este último y en influir los g. de presión en el caso de sistemas de par­
en sus decisiones. tido único, aunque se puede hablar también
Antes de pasar a examinar cuáles son los de una manera correcta de g. de presión (v.
canales de acceso de los g. de presión al poder infra), éstos actúan cuando mucho dentro del
político y cuáles son los recursos que les per­ partido mismo y su número es tanto más ele­
miten desempeñar una función importante en vado cuanto más compleja es la sociedad y su
el proceso político de las sociedades, demo­ actividad tanto más intensa cuanto más
cráticas o no, es necesario profundizar las "abierto” es el sistema de reclutamiento del
relaciones entre los g. de presión y los parti­ partido (o sea cuando no es receptivo sólo a
dos. El prim er problema se refiere al tipo y algunos grupos y hostil a otros). El desacuer­
grado de mutua penetración entre los parti­ do entre los investigadores surge a propósi­
dos y los g. de presión. Primer caso: los g. de to de los sistemas bipartidistas y de los sis­
presión controlan a los partidos, es decir no temas pluripartidistas. El contexto bipartidis­
sólo financian la actividad de los partidos sino ta, se ha afirmado (Key, 1964), alienta la for­
que pueden decidir también de una manera mación de los g. de presión, ya que es muy
significativa tanto el reclutamiento de los diri­ arriesgado para los partidos convertirse en
gentes del partido como el tipo de política a portavoces de intereses demasiado específi­
seguir y realizar. En este caso, los g. de pre­ cos y caracterizados excesivamente por la cir­
sión obstaculizan fuertemente la capacidad cunstancia de que su victoria está ligada a una
' de los partidos para combinar intereses espe­ apelación más generalizada. Precisamente
cíficos mediante programas que tienen por para lograr una apelación más vasta, se ha
objeto alcanzar un apoyo más vasto, y por lo objetado (Eckstein y Apter, 1963), los parti-
tanto el proceso legislativo se ve obligado a doN de los sistemas bipartidistas se compo­
afrontar una serie de demandas burdas y par­ nen frecuentemente de alas y fracciones que
ticularistas o rígidas v vagas. Segundo caso: se convierten en portavoces de intereses sec­
los g. de presión son verdaderas emanaciones toriales, aunque no de cualquier tipo. Por lo
GRUPOS DE PRESION 731

tanto, Ion sistemas bipartidistas no desalien­ un control efectivo sobre el gobierno) el cen­
tan la constitución de g. de presión sino más tro del proceso decisional y la medida en que
bien su acceso a través de los canales inter­ la administración pública interviene en la for­
nos de los partidos, en tanto que en los siste­ mación y en la aplicación de las decisiones
mas multipartidistas algunos partidos tienen políticas.
en sí mismos características de g. de presión.
En realidad, este análisis no es de por sí III. RECURSOS DE LOS GRUPOS DE PRESIÓN Y CANALES
suficiente porque las características de los de acceso. Llegamos ahora a un análisis de los
sistemas partidistas no son las únicas que recursos que tienen a su disposición los g. de
condicionan el número de los g. de presión presión y a su estructura organizativa para
y la intensidad de sus actividades sino tam­ tra ta r de describir tanto sus modalidades de
bién, por un ludo, las características de la acción como sus probabilidades de éxito. Es
organización interna de los distintos partidos evidente que, ya que el éxito del grupo depen­
y, por el otro, las características del funcio­ de en gran medida de la organización formal
namiento, de la mecánica del sistema parti­ e informal del sistema en que opera el g., este
dista. En un sistema bipartidista, por ejem­ análisis debería considerar la actividad del g.,
plo, un g. de presión que mantiene relaciones entre otras cosas, como una serie de respues­
privilegiadas con uno de los dos partidos se tas y de adaptaciones a la estructura del pro­
encontrará inevitablemente en desventaja ceso decisional del sistema. Algunos autores
cuando el otro partido esté en el poder \ debe­ sostienen que uno de los indicadores más con­
rá, por lo tanto, buscar otros canales de acce­ fiables que señalan en que radica el poder real
so a los decision-makers. Pero si la disciplina consiste en identificar en dónde aplican más
interna de los dos partidos no es muy rígida, sus recursos los g. de presión; otros llegan al
el g. de presión podría intentar influir en un grado de afirmar que, para aumentar sus pro­
número suficiente de diputados para obtener babilidades de éxito, el g. de presión trata de
medidas legislativas no del todo desfavo­ influir y de adoptar, en esencia, algunas
rables. características importantes.
En un sistema m ultipurtidista en que se Un ejemplo significativo se refiere al elec­
produce una cierta alternación en el poder, to de la organización centralizada o descen­
los g. de presión tienen grandes posibilidades tralizada, unitaria o federal, del estado. Si las
operativas aun en el nivel de los partidos; en decisiones concernientes a una categoría pro­
cambio, en aquellos lugares en que. como en fesional. por ejemplo a la de los profesores
los sistemas con un partido predominante o no universitarios, no se toman en un nivel
con un partido de mayoría relativa que siem­ nacional o federal, sino regional o estatal, el
pre está en el gobierno, no existe o casi no g. de presión representado por los maestros
existe esta alternación, los g. de presión presumiblemente no está organizado de
"parientes" del partido en posición de pree­ manera centralizada en el nivel nacional sino
minencia tendrán un acceso privilegiado y que está más bien descentralizado v es más
lograrán decisiones favorables en tanto que aguerrido en el nivel local. Siguiendo todavía
los demás g. tratarán de influir en los distin­ por un momento en este terreno, la organi­
tos representantes del partido de mayoría zación federal del estado puede producir una
—que de ordinario no está fuertemente dis­ consecuencia adicional, deseada o inespera­
ciplinado y unido— o de presionar directa­ da, la de crear g. de presión representantes
mente en la administración pública, cuidán­ de los estados o de las regiones. Asi, en Ale­
dose en ambos casos de no dejarse identifi­ mania, los Latider son verdaderos g. de pre­
car de una manera demasiado manifiesta con sión no sólo por ser representantes en el Bun-
los partidos de oposición (o con los demás desral en que cada Latid dispone de una ofi­
partidos en general), Naturalmente, ya que el cina y de un equipo, sino también porque, a
objetivo de los g. de presión consiste en obte­ causa de una disposición constitucional,
ner decisiones favorables, el análisis desarro­ todos los proyectos de ley deben someterse
llado hasta aquí seria insuficiente si no se al Bundesrat y los ministros de los distintos
tomara en cuenta la medida en que los parti­ IMnder gozan del privilegio de dirigirse direc­
dos ocupan directam ente (aun por medio de tamente al Bundesrat y a sus comisiones para
732 GRUPOS DE PRESION

poner de relieve cuáles son los intereses que nes favorables: su politización es, al mismo
están en juego en los diversos proyectos de tiempo, más intensa, pero está también más
ley. su jeta a crisis radicales —con el consiguien­
Ahora debemos preguntarnos cuáles son te abandono o expulsión de la arena política—
los factores que determinan la forma que en los frecuentes casos de fracaso. El núme­
adopta la actividad de los g. de presión. De ro de g. que entran en competencia en un nivel
acuerdo con distintos autores, esta pregunta inferior al gubernativo y una elevada compe­
dirige su atención esencialmente a las inte­ tencia entre los grupos son, en cierta medi­
racciones de los g. de presión con los orga­ da, indicadores del grado de aceptación del
nismos gubernamentales —el gobierno mis­ sistema —o sea del consenso social— y de la
mo y la administración pública—. aunque es vitalidad del sistema mismo, a pesar de que
evidente que, conforme al ordenamiento esta­ las características de esta competencia y el
tal. sería útil que la atención del investigador grado de autonomía del gobierno respecto de
(y de los g. de presión) se dirigiera cada vez los distintos g. presenten indicadores tal vez
también a los grupos parlam entarios y a los más seguros y más confiables para evaluar
partidos (v. supra). Es más raro el caso de los la vitalidad y democraticidad del proceso
g. de presión que actúan simplemente sobre político.
la opinión pública por medio de amplias cam­ En cuanto a la legitimidad, habrá que dis­
pañas publicitarias; en este caso se habla de tinguir entre la legitimidad que la cultura
grupos promotores o de propaganda. También política del sistema les asigna a las activida­
los g. de presión pueden recurrir a la sensi­ des de los g. organizados, y que va de un míni­
bilización de la opinión pública, aunque sólo mo en los sistemas totalitarios y en los paí­
como una etapa intermedia y como uno de los ses nuevos a un máximo en los países anglo­
modos posibles de desarrollar una actividad sajones —aunque con diversos matices—, y
de presión. la legitimidad tanto de la necesidad de con­
¿Cuál es la razón de que, en algunos siste­ vertirse en una organización formal como de
mas políticos, la actividad de los g. de presión la pertinencia de emprender ciertas acciones
y su número resulten superiores a los de otros para proteger los propios intereses, o de la
sistemas? Una de las condiciones por las que forma en que la considera el liderazgo o la
el número de los g. es elevado se debe a la dife­ membrecía del grupo mismo (tómense en
renciación estructural de la sociedad, pero cuenta, aunque en planos diversos, el hecho
esta condición todavía no es capaz de expli­ de que las huelgas de los soldados y de los
car por qué los representantes profesionales carabineros no sólo son ilegitimas sino tam­
y las asociaciones voluntarias creadas por la bién ilegales y que las de los médicos muchas
modernización se transform an en g. de pre­ veces se consideran ilegales aun por parte de
sión y actúan como tales. La intervención los mismos médicos).
cada vez mayor del estado en las esferas Las diferencias más significativas entre las
económico-sociales constituye sólo una expli­ distintas formas adoptadas por la actividad
cación parcial. Hay que examinar, en efecto, de los g. de presión pueden basarse, por un
otros tres factores: el grado y el tipo de con­ lado, en las características del proceso dcci-
senso social, la legitimidad asignada a los g. sional y, por otro, en la cultura política del
de presión y el funcionamiento del sistema sistema en que actúan. Comencemos por el
partidista. De este último factor ya hemos dis­ segundo factor. En los países en que su acti­
cutido ampliamente; será mejor que veamos vidad evoca los fantasmas del gobierno invi­
los otros dos. sible y de la corrupción y donde de alguna
Si el consenso social es muy limitado, como manera es considerada ilegítima y nociva, los
sucede en los países totalitarios y en los paí­ g. de presión no tienden a desarrollar una
ses nuevos, es evidente que cuando los dis­ obra de persuasión y de presión a plena luz
tintos grupos logran organizarse tratan de del sol —cosa que por otra parte es sumamen­
adueñarse directam ente del poder y de cam­ te rara aun en los sistemas en que su activi­
biar las modalidades y los procedimientos de dad está permitida—, sino a través de consul­
su ejercicio más bien que de aprovechar estos tas y negociaciones más o menos secretas, y
procedimientos con el fin de obtener decisio­ el locus de su actividad no es el parlamento
GRUPOS DE PRESION 733

y el gobierno sino los distinlos ministerios. grupo —y en esto el pensamiento vuela inme­
Este desplazamiento se ve favorecido o inhi­ diatamente a los sindicatos obreros— por una
bido. además, por la amplitud o por la res­ parte puede influir de manera explícita en las
tricción. respectivamente, de la esfera de dis- posiciones adoptadas por los partidos que
crecionalidad de que gozan los distintos saben que tienen que depender de los votos
ministerios en la aplicación de las leves apro­ del g., y por la otra, aunque de una manera
badas por el parlamento. En Gran Bretaña y menos clara, en las decisiones gubernamen­
en Estados Unidos este ámbito de discrecio- tales que. si se efectúan en abierta oposición
nalidad es más bien elevado; en Francia y en con los desiderata del grupo, deberán aplicar­
Italia, en la mayoría de los casos, es muy res­ se con costos mucho mayores. La riqueza pue­
tringido (a causa de la proliferación de leyes de utilizarse en diversos modos: para corrom­
respecto de los reglamentos administrativos). per ¡out cauri a los que deben tom ar o hacer
Otro factor que influye en la forma de acti­ aplicar las decisiones —los parlamentarios o
vidad de los g. de presión está dado por la los burócratas, caso que. si no es frecuente
expansión de la esfera de intervención guber­ en los sistemas políticos occidentales, cons­
namental: el estado de bienestar o asistencial, tituye siempre una posibilidad real—, para
con su creciente absorción de actividades eco­ desarrollar amplias acciones publicitarias y.
nómicas y con la ayuda a la satisfacción de finalmente, para apovar las campañas elec­
necesidades sociales, ha ampliado considera­ torales de los distintos diputados. Los cono­
blemente el área en que es necesario presio­ cimientos son útiles sobre todo en la fase de
nar al gobierno para obtener decisiones favo­ elaboración de los proyectos de ley —de
rables o impedir decisiones desventajosas, manera particular cuando la materia a regla­
obligando a los g. interesados a organizarse. m entar es compleja y se pide su redacción a
Al mismo tiempo, la expansión de la esfera distintos diputados o a órganos ministeriales
gubernamental ha hecho que los entes paraes­ con un personal no preparado adecuadamen­
tatales se erijan también en calidad de g. de te—, en la fase de discusión de las enmiendas
presión. y en la fase de aplicación de las leyes, sobre
Las probabilidades de éxito de un g. de pre­ todo cuando éstas no están formuladas rígi­
sión reciben un fuerte influjo de los recursos damente sino que dejan discrecionalidad a los
que tienen a su disposición. Entre estos recur­ burócratas para em itir reglamentos integra-
sos, los más im portantes parecen ser: la tivos.
dimensión (o magnitud de la membrecia), la La representatividad puede entenderse de
riqueza, la calidad y la amplitud de los cono­ dos modos: o el liderazgo del grupo es real­
cimientos y la representatividad. En igualdad mente expresión de la base, es decir goza de
de recursos parece, además, que la probabi­ la confianza y es receptiva a sus exigencias
lidad de éxito de un g. de presión se acrecienta —representatividad que frecuentemente se
considerablemente cuando los afiliados y los niega a los lideres sindicales— o el grupo aco­
lideres de la organización provienen de estra­ ge una inmensa mayoría de las unidades que
tos sociales superiores, cuando el g. trata de operan en el sector. De este modo, los lide­
promover fines que no están en conflicto con res sindicales pueden también ser represen­
los valores sociales prevalecientes, y cuando tativos de su base, pero si sobre veinte millo­
los decision-makers consideran legitimo al g. nes de trabajadores los afiliados a los sindi­
No todos los g., sin embargo, poseen la mis­ catos son solamente cinco millones, los sin­
ma cantidad de recursos, y una evaluación dicatos no se considerarán representativos;
realista de la incidencia de los recursos a su del mismo modo, una confederación indus­
disposición, y por lo tanto de las tácticas a trial puede reunir un porcentaje considera-
seguir, aum enta en consecuencia las proba­ ble de industrias que operan en la sociedad,
bilidades de éxito, ya que cada uno de los pero si las dos o tres industrias con el núme­
recursos mencionados anteriorm ente hace ro mas elevado de dependientes y con la fac­
que el grupo sea capaz de tratar, desde una turación más im portante no forma parte de
posición más favorable, con una contraparte la misma, la representatividad de la confede­
más bien que con otra. ración industrial se verá muy disminuida.
Por ejemplo, la magnitud de los afiliados al Dígase lo mismo en el caso de que existan
734 GRUPOS DE PRESIÓN

varias organizaciones sindicales en mutua representatividad de la organización que los


competencia: este hecho disminuye la percep­ utiliza pueden influir, por lo menos en cierta
ción de la representatividad de los sindicatos medida, en las decisiones que se han de tomar
y, simultáneamente, aumenta los costos deci- y sobre cómo se han de aplicar. Estos dos últi­
sionales, haciendo más complicadas las ope­ mos recursos se han hecho valer, de ordina­
raciones de consulta entre gobierno, burocra­ rio, ante el gobierno y también unte la admi­
cia y sindicatos y casi imposibles las negocia­ nistración pública.
ciones en sentido estricto, requiriendo estos Por lo que respecta a las relaciones entre
últimos la concentración de la autoridad en g. de presión, partidos y administración públi­
las contrapartes a fin de obtener el máximo ca, se pueden identificar tres categorías
de credibilidad en la aplicación de las deci­ importantes: la relación de parentesco por la
siones adoptadas de común acuerdo. que el partido sólo se muestra receptivo a las
De nada sirve la posesión de ciertos recur­ presiones y a las sugerencias de los g. de su
sos si no se hacen valer a través de los cana­ mismo origen ideológico-político, la relación
les apropiados. La dimensión de la membre- clientelar por la que diversos ministerios
cia y su cohesión son recursos que se pueden recurren para su funcionamiento adecuado
hacer valer en las competencias electorales, a la aportación de algunos g. de presión que
y no sólo en el caso de circunscripciones se convierten al mismo tiempo en interlocu­
pequeñas con sistema electoral mayoritario tores privilegiados y en los máximos benefi­
sino también en donde la circunscripción es ciarios de las decisiones políticas, y la rela­
grande y el sistema electoral es de represen­ ción de colonización, por medio de la cual
tación proporcional. El caso de las relaciones algunos g. de presión, por costum bre o por
estrechas entre trade-unions y partido labo­ un poder real de chantaje, son capaces de
rista en Inglaterra es demasiado conocido vetar el nombramiento de importantes fun­
como para tener que insistir aún más en él; cionarios administrativos, o de imponerlo. En
para Italia, la Federación de Cultivadores algunos países, y sobre todo en Estados Uni­
directos constituye el caso más macroscópi­ dos, se desarrolla una lucha de este tipo entre
co desde el momento que presume, y con toda los g. de presión por el nombramiento nc» sólo
probabilidad tiene razón, de poder "m andar” de los distintos secretarios de departam ento
al parlamento una cuarentena de diputados sino también de los jueces de los circuitos
por legislatura (todos dentro de las filas federales, en favor o en contra de los indus­
democristianas). triales, en favor o en contra de los trabajado­
A pesar de todo, la riqueza parece ser el res, en favor o en contra de los negros. La
recurso de menor peso en la actividad de los representatividad, finalmente, es el recurso
g. de presión, si no fuera porque además de que permite un acceso a los decision-ntakers,
poder aplicarse para dificultar la realización no sólo informal sino también formal, "ins­
de las decisiones gubernamentales la rique­ titucionalizado” —cuando existen organismos
za es frecuentemente la clave para gozar de como el Consejo nacional de economía y del
consultores preparados e influyentes, para trabajo— y que en cierto modo legitima tam ­
financiar campañas electorales de partidos bién la actividad de los g. de presión: cuanto
enteros y de diputados en particular y para más representativos tanto más legítimos o,
influir en la opinión pública a través de In por lo menos, tanto menos ilegitirnos.
prensa y la publicidad. Por más que la rique­ Todavía una palabra más respecto de la
za se considere el recurso típico de las orga­ función de los órganos consultivos. En
nizaciones industriales, con mucha frecuen­ muchos países existen organismos de este
cia también los sindicatos disponen de la mis­ tipo en los que encuentran cabida, junto con
ma en una medida considerable aunque, de los expertos que no pertenecen a g., también
cualquier modo, nunca en igual medida que los representantes de los g. más importantes,
los industriales. Mientras que las dimensio­ las llamadas asociaciones-cúspide, cuya tarea,
nes de la membrecia, la cohesión del g. y su por lo menos desde el punto de vista teórico,
riqueza sólo pueden influir, por lo menos teó­ es doble: alentar la agregación de las deman­
ricamente. en ¡os que serán los de cision­ das antes de que lleguen a la mesa del minis­
óla kers. la posesión de conocimientos y la tro y apoyar la negociación y el compromiso
G R U P O S D E P R E S IO N 735

antes de que el problema resulte prácticamen­ ante todo analizando si la actividad de los g.
te irritante y penetre en el campo de las con­ de presión sólo es posible en los sistemas
troversias partidistas. El éxito de estos orga­ democráticos, y en segundo lugar tratando de
nismos está ligado al funcionamiento mismo evaluar su función dentro de los sistemas
del sistema político; cuando las condiciones democráticos, es decir si representan una
de pertenencia no están muy alejadas, como degeneración de estos sistemas o si desempe­
en Inglaterra y en Alemania, el resultado ñan funciones útiles pura el mantenimiento
parece ser satisfactorio; en cambio cuando el y la adaptación de los mismos, y en qué con­
conflicto es bastante elevado, como en Italia diciones y con qué riesgos.
y en Francia, la conciliación de los intereses Si uno se apega a la group theory uf poli-
sólo se produce rara vez y deja siempre ven­ tics no es posible negar la existencia de g. aun
cidos y vencedores. dentro de los sistemas totalitarios, a pesar de
Un tema de investigación particularm ente lo que implica la definición de totalitario, es
interesante es el de la función que desempe­ decir monolitismo. Sin embargo, lo que nos
ña el representante de un g. de presión que interesa es evaluar la existencia de dos con­
es elegido miembro del parlamento o nombra­ diciones esenciales para la actividad de los g.
do alto funcionario de un ministerio o juez de presión: ante todo la posibilidad de orga­
(en Estados Unidos). Habitualmente se con­ nizarse, posibilidad no sólo sancionada por
sidera que su conducta en la nueva posición las leyes sino efectiva, y en segundo lugar la
se inspira fundamentalmente en su prove­ posibilidad de presionar, de incidir en las deci­
niencia y que, por lo tanto, se esfuerza por siones tomadas en el sistema. Ahora bien, sin
favorecer de cualquier modo y en cualquier negar la existencia de g. informales dentro de
circunstancia los intereses del g. del que pro­ los sistemas autoritarios y totalitarios, encon­
viene y con el que está en deuda por su nue­ tramos aquí de ordinario g. que tratan de con­
va posición (y al que. presumiblemente, pue­ trolar, como lo señalamos más arriba, al
de deberle también su permanencia en la nue­ gobierno, asi como una lucha por incidir en
va posición). Habría que profundizar en qué el proceso decisional; en segundo lugar, existe
medida las expectativas del cargo que el repre­ ordinariam ente en estos sistemas una "par­
sentante del g. de presión ha llegado a ocu­ te" guia que puede ser la burocracia partidis­
par, las normus formales e informales que ta, la burocracia m ilitar o la burocracia tout
rigen su actividad, influyen en sus decisiones court y es escasa la autonomía de los demás
y provocan tensiones que no se pueden resol­ g.. de tal modo que. en tercer lugar, la liber­
ver ni superar fácilmente con su simple adhe­ tad de asociación es casi siempre sólo formal.
sión a las normas del g. del que es represen­ En definitiva, aun cuando no se puede negar
tante. La misma noción evasiva y escurridi­ que el proceso de industrialización y de
za de interés general o publico puede llevar modernización crea en los sistemas autorita­
al representante a adoptar posiciones incom­ rios y en los sistemas totalitarios asociacio­
prensibles si se considera únicamente su nes formales e informales (de escritores, de
background intelectual y su proveniencia. Del economistas, de científicos, de gerentes, de
mismo modo que el proceso de decisión no oficiales) no es correcto, sin embargo, llamar
puede reducirse a un simple análisis de los a estos grupos g. de presión, ya que no llenan
g. de presión en cuestión, la actividad de los las condiciones fundamentales de autonomía
representantes de los g. de presión que ocu­ de los g. y de posibilidad efectiva de incidir
pan posiciones legislativas, adm inistrativas en el proceso decisional.
o judiciales, no puede determ inarse a priori Asi pues, los g. de presión en sentido estric­
por su simple pertenencia de g. sino que to son organizaciones típicas de los sistemas
requiere un análisis más cuidadoso y más democráticos, pero esto no significa que se
atento de los conflictos entre las diversas ten­ las considere inmediatamente como parte
siones (de representación o de cargo).IV integrante del proceso político ni que en la
actualidad se las acepte plenamente. En efec­
IV DEMOCRACIAYGRUPOSDEPRESIÓN La discusión to, ni la teoría clásica liberal, que considera­
de las relaciones entre los g. de presión y la ba la actividad política como la suma de los
democracia puede abordarse de dos maneras: intereses individuales y su composición auto-
73<> G R U P O S D E P R E S IO N

nunia, ni la teoría rousseauniana democráti­ ya sea porque es difícil establecer qué cosa
ca. en que la voluntad general no era la suma es el interés público, ya sea porque no dispo­
de los intereses de los ciudadanos sino que nemos de otro término de comparación. Se
los trascendía, dejaban mucho espacio en la puede suponer que las decisiones tomadas sin
sociedad para los cuerpos intermedios entre la intervención de los g. de presión hubieran
el ciudadano y el estado. Y la polémica diri­ sido menos costosas en términos de amplitud
gida durante largo tiempo contra los partidos y complejidad de la consulta, pero más cos­
no podía dejar de considerar también a las tosas para la adquisición de información y de
organizaciones como los g. de presión que por los conocimientos necesarios v mucho más
su misma naturaleza, no institucionalizada y costosas en términos de su aplicación ante la
menos visible, resultaban todavía más difíci­ resistencia de los g. no consultados.
les de controlar. Y a pesar de la famosa afir­ Entre los problemas más espinosos —ade­
mación de Tocqueville de que "para que los más del de encontrar la forma de que se
hombres sigan siendo civilizados o logren ser­ expresen los intereses no organizados, por ser
lo se requiere entre otras cosas que el arte de más débiles y tal vez menos aprehensibles
asociarse se desarrolle y se perfeccione, en desde el punto de vista electoral: los intere­
la misma medida en que aumenta la igualdad ses de los marginados, de los pensionados, de
de condiciones”, los g. de presión seguirán los pobres, de los viejos y. en el caso extre­
siendo, durante largo tiempo, precisamente mo, de los consumidores— se encuentra el
en Estados Unidos, en referencia a los cua­ tema de las garantías que deben exigirse a las
les Tocqueville había hecho su observación, actividades de los g. de presión: ante todo, y
un fenómeno que deberá exorcizarse. sobre todo, menos secreto y, por lo tanto, la
Sin embargo, a mediados del siglo XX, los publicación de los balances; en segundo lugar,
g. de presión se presentan ya como un elemen­ democracia interna contra la perpetuación de
to probablemente incliminable del proceso oligarquías y. por consiguiente, una regla­
político de los sistemas democráticos. La pri­ mentación explícita de sus actividades. Es
mera pregunta que hay que hacerse es si estos cierto al parecer que el surgimiento de los g.
sistemas funcionarían mejor o peor sin los g. de presión como factor dominante en un sis­
de presión. La segunda pregunta es cuáles son tema político señala la grave crisis tanto en
las garantías necesarias para que éstos ope­ el nivel de la administración pública como en
ren como instrum ento de estabilidad y desa­ el nivel de los organismos representativos y
rrollo democrático y no como factor de dege­ tal vez también que las medidas sugeridas
neración. En la mayoría de los casos se podría pueden llegar demasiado tarde.
decir, respondiendo a la prim era pregunta,
que los sistemas democráticos funcionarían BiBUoe.kAKIA A. Bentlev, The process of Govern­
peor si no existieran los g. de presión. En efec­ ment: a stitdy of social pressure (190¡->), Cambrid­
to, los partidos tienden, actualmente, a reu­ ge, Belknap Press, 1967; K. von Beyme, Interes-
nir las demandas políticas en gran escala en senurnppen in der demokraiie, Munich, Pipt-r,
una medida no suficientemente frecuente y 1969; H. Eckstein, Group theory and the cuntpa-
en ocasiones limitada a las elecciones; proce­ rative study of pressure groups, en Compurative
diendo de este modo, resulta que frecuente­ politice: a rcader, a cargo de H. Eckstein y D.E.
mente no están en sintonía con las nuevas Apter. Nueva York, Free Press. 1963; S. Ehrlich,
demandas que emergen de la sociedad. Los Tolere e nn<ppi di pressione (1971), Roma, Edi-
g. de presión operan de una manera más cons­ tori Kiuniti, 1974; H.W. Ehrmann icomp.). hne-
tante y más específica y actúan como inter­ restgroupson fourconiinents, Pittsburgh. Uni-
mediario eficaz entre los g. sociales organi­ versity of Pittsburgh Press, 1958; H.W. Ehrmann,
zados y el gobierno; además pueden permi­ Interes! ¿roups, en International Encyclopedia
tir una participación más significativa a sus of the Social Sciences, Nueva York, Collier-
afiliados que la que ve logra con la actividad Macmillan, 1968, vol. 7: D. Fisichclla (comp.i. Par­
interna de los partidos. Xo se puede afirm ar tid e uruppi di pressione, Bolonia, II Mulino.
con seguridad que las decisiones tomadas con 1972: V.O. Key, Política, partidos y grupos de pre­
la intervención de los g. de presión estén m á' sión (1942), Madrid, Instituto de Estudios Polí­
de acuerdo con el interés público o general, ticos, 1962; R.B. Kvavik, Inte resi groups in Mor-
GUERRA 737

urgían politics, Oslo, Universiletsforlaget, 1976; conocidas están lasque se inspiran en el dere­
J. Lapalombara, Clientela e parentela: stiulio sni cho. Los intem acionalistas han buscado los
gruppi d'interesse in Italia (1964), Milán, Comu- criterios que pueden servir de base pura dis­
nitá, 1967; J. Meynaud, Los grupas de presión tinguir exactamente el estado de g. del esta­
(1965), Buenos Aires, Eudoba; J. Mcynaud y C. do de paz, con el objeto de poder aplicar las
Risé, Gruppi di pressione in Italia e in Francia, normas llamadas de derecho bélico. Pero
Ñapóles, Esi, 1963; J. Mevnaud y D. Sidjanski, estas definiciones no se proponen tanto cap­
Les groupes de pression dans la communaulé tar la esencia del fenómeno sino más bien
européenne, 1958-1968, Bruselas, fidilions de poner en evidencia determinadas circunstan­
l'Institul de Socioiogie, 1971; M. Olson, The logic cias formales, que —por otra parte— van
of collective aclion: public goods and lite theory desapareciendo cada vez más en la práctica
of groups, Cambridge, Harvard Universily Press, actual. El resultado es que también los juris­
1965; R. Presthus (comp.). Interes! groups in tas deben prestar cada vez mayor atención a
intemational perspective, en The Aunáis of the la naturaleza sustancial de éste como de otros
American Academy of Social and Poli tica i Scien­ fenómenos, cosa que hacen cuando recurren
ce, vol. 413, 1974; G.K. Roberts, Politics, parlies al principio llamado de la "efectividad”.
andpressure groups in Britain, Londres, Weidcn- Desde el punto de vista esencial, 0. Wright
feld and Nicolson, 1970; R.H. Salisbury, Interes! define la g. en una prim era aproximación,
groups, en Handhaok of political Science, a ear- como “un contacto violento de magnitudes
go de F.I. Greenstein y N.W. Polsby, vol. iv: Non- distintas, pero semejantes". Obviamente, esta
governmental politics, Reading, Addison-Wesley, definición comprende numerosos casos; sin
1975; P. Sehmitter, Interest conflicl and politi­ embargo, en nuestra opinión puede estar suje­
cal chango in Brazil, Stanford, Stanford Univcr- ta a dos críticas: 1] no abarca todo el concep­
sity Press, 1971; H.G. Skilling y F. Griffiths to de g.; 2] no todu lo que comprende se pue­
(comps.). Interest groups in Soviet politics, Prin- de catalogar como g., de acuerdo con el sen­
ceton, Princeton University Press. 1971; D. Tru- tido común. La doctrina ha insistido mucho,
raan, The govemmental process: political inte- por otra parte, en que la violencia se mani­
rests and public opinión, Nueva York. Knopf, fiesta en la g. a través de la fuerza annada.
1951; G. Wuotton, / gruppi d'interesse (1970), Esto ha reducido indudablemente los casos
Bolonia, II Mulino, 1975. que adoptan la forma de g., pero también
aqui, si se ha ganado tal vez en precisión, se
[CIANFKANCO 1'ASOlTNü] ha perdido por lo menos el contacto con las
realidades de nuestra época. En la actualidad,
en efecto, la fuerza ya no se manifiesta (o ya
no se concibe) únicamente en términos mili­
guerra tares sino en términos económicos, psicoló­
gicos y de otro tipo. El hecho es, sin em bar­
I SIGNIFICADODF-XANALISISCIENTIFICODE 1.AGUERRA go, que las normas de derecho bélico sólo pue­
La g. ha sido siempre objeto de reflexión por den aplicarse actualm ente al fenómeno de la
parte del hombre, pero sólo desde hace poco g. entendida como contacto violento a través
los científicos estudian sistemáticamente el de la fuerza armada. Todos los demás tipos
fenómeno (en el que, por otra parte, a partir de g. (g. psicológica o g. fría, g. económica,
de 1516 puso su atención Maquiavelo) con el etc.), que también influyen grandemente en
propósito de quitarle el halo de inevitabilidad las relaciones internacionales actuales, que­
que lo ha caracterizado ab antiquo y de hacer­ dan fuera de esta norm a específica.
lo entrar en la esfera de los fenómenos cono­ Todo esto equivale a decir que es muy vago
cidos y, por lo tanto, controlados y previsi­ el límite que divide la g. de la paz. Los escri­
bles. En este sentido, se ha hablado atinada­ tores que se han ocupado de este tema están
mente de "desacralización de la g." (F. completamente seguros de esto. Von Clause-
Fornari).I witz, por ejemplo, poniendo su atención en la
forma externa de las relaciones internaciona­
II DEFINICIÓN DELCONCEPTOGUERRA Son muchas les, sostuvo que la g. es la continuación de la
las definiciones del concepto. Entre las más política con otros medios. Otros se han pro­
738 GUERRA

puesto llegar más a fondo y han encontrado con los que se puede descomponer el concepto
la esencia de la g. en el grado de hostilidad de g. Por ejemplo, en relación con los grupos
psicológica que caracteriza, en un momento en lucha, la g. se llama internacional cuando
dado, las relaciones entre los estados. Para se realiza entre grupos sujetos al ordenamien­
Hobbes, por ejemplo, "the nature of w ar con- to jurídico internacional; interna o civil si se
sisteth not in actual fighting, but in the known realiza entre miembros de un mismo grupo
disposition therelo". Viéndolo bien, todo esto organizado (ciudadanos de un mismo estado);
está íntimamente ligado con la conocida pro­ colonial, si los grupos contendientes son pue­
blemática de la paz negativa y de la paz posi­ blos de civilizaciones diversas, una de las cua­
tiva. Q. Wright, al tratar de conciliar las diver­ les es considerada inferior a la otra. En cuan­
sas interpretaciones del fenómeno, concluye to a la intención o a la psicología de los pro­
que la g. es la "condición jurídica que permi­ tagonistas, la g. se subdivide en ofensiva,
te igualmente a dos o más grupos hostiles sos­ defensiva, preventiva o de nervios.
tener un conflicto con la fuerza armada". Cla­ Con relación al tipo de armas utilizadas,
ro está, sin embargo, que también esta defi­ puede ser convencional o nuclear. Finalmen­
nición, como todas las fórmulas de compro­ te, con relación a los objetivos perseguidos,
miso. no está exenta de críticas en el plano la g. puede ser limitada (g. política de acuer­
esencial. Se debe señalar, por otra parte, que do con el concepto de Clausevvitz) o total o
la doctrina no ha ido mucho más allá de esta absoluta (cuando se llega hasta las últimas
definición, y esto es una prueba de la natura­ consecuencias).
leza compleja del fenómeno. Para Bouthoul, La g. merece una consideración particular
por ejemplo, las características distintivas de como instrum ento político. Cuando la g. es
la g. son tres: 1] es un fenómeno colectivo; 2] absoluta tiene por objeto la destrucción total
es una lucha a mano armada; 3] tiene carác­ del adversario; la g. limitada (la que R. Aron
ter jurídico. Este autor deduce de la especi­ llama "g. real") es un instrumento para un fin
ficación de estos elementos, la siguiente defi­ deseado. La política, "inteligencia del estado
nición de g.: "Lucha arm ada y cruenta entre personificado", utiliza dos instrumentos: la
grupos organizados", en que —por otra par­ diplomacia y la g. Pero si los medios son
te— no aparece su caracterización jurídica en diversos, el designio que guía la acción es úni­
toda su evidencia. co. La diplomacia se retira cuando sus obje­
El análisis de la doctrina conduce, pues, a tivos sólo pueden alcanzarse a través de la
concluir que no existe una definición univo­ fuerza arm ada, dispuesta a dejar sentir nue­
ca del concepto de g. Podría apegarse más a vamente su peso, no bien se considere posi­
la realidad una definición que tomara en ble. El fin, en una palabra, no es la anulación
cuenta —como propone, en otro lugar. 0. Wri­ completa del contrincante sino la modifica­
ght— el análisis de los hechos históricos con­ ción de algunas de sus motivaciones.
cretos que han recibido el nombre de "g.”.
Ahora bien, estos hechos se han caracteriza­ IV. LASFASES HISTÓRICAS Y LAGUERRA. La historia
do por: a] una actividad militar; b] un eleva­ de la g. puede dividirse en cuatro fases
do grado de tensión en la opinión pública; c] histórico-cualitativas: g. animal (en sentido
la entrada en vigor de normas jurídicas ati- psicológico), g. primitiva (en sentido socioló­
picas respecto de las que rigen en el periodo gico). g. histórica entre grupos civilizados (en
"de paz"; d] una progresiva integración polí­ sentido jurídico), g. actual (en sentido tecno­
tica dentro de las estructuras estatales beli­ lógico). De este modo, la definición de la g.
gerantes. De este modo, la g. adopta al mis­ se va enriqueciendo cada vez más con nuevas
mo tiempo la forma de una especie de con­ dimensiones a medida que avanza la civiliza­
flicto, de una especie de violencia, de un fenó­ ción, respondiendo, por lo mismo, cada vez
meno psicológico-social, de una situación jurí­ más a la naturaleza compleja del fenómeno.
dica excepcional y de un proceso de cohesión En correspondencia, las interpretaciones
interna.I. sobre las causas de la g. son de orden psico­
lógico, sociológico, jurídico o tecnológico.
III. CLASIFICACIONES POSIBLES: LA GUERRA COMO INS­ El estudio de la g. animal es sumamente ins­
TRUMENTO político Son muchos los criterios tructivo para los fines de una comprensión
GUERRA 739

cada vez más clara de los instintos que llevan culo (The element of decisión in the pattern
a los hombres a atacarse entre sí. Sin em bar­ of war, en American Sociological Review,
go, a pesar de las semejanzas, son im portan­ 1941, 6) —después de un análisis pormenori­
tes también las diferencias, que reflejan las zado de 25 g. históricas— que "la decisión
diversas funciones de la g. animal y de la racional y calculada se toma mucho antes del
humana. Por ejemplo, la g. animal es sobre estallido efectivo de las hostilidades [. . .]; la
todo g. entre especies diversas, en tanto que decisión de emprender una g. se produce de
la g. humana es una g. entre miembros de la uno a cinco años antes del estallido de las hos­
misma especie. Las estadísticas, entre parén­ tilidades".
tesis, muestran una elevada correlación entre Por lo que respecta a las segundas, basta­
la g. y el grado de interdependencia de los rá evocar aquí la escuela psicoanalitica y, a
estados (O. Wright, 1942). De este modo, la pri­ título de ejemplo, el estudio de Sigmund
mera debe interpretarse funcionalmente en Freud y William Bullitt sobre Thomas Woo-
términos de la especie, en tanto que la segun­ drow Wilson.
da debe interpretarse funcionalmente en tér­ En el nivel de grupo (estado), se deben
minos de la sociedad y de la cultura. La pri­ tom ar en cuenta algunos subsistemas como
mera asegura el equilibrio, la segunda el cam­ el gubernamental, el burocrático, el legisla­
bio. Sin embargo, como dice 0. Wright, "aun­ tivo. el económico, los grupos de presión y la
que la g. tuviera la función de asegurar cam­ naturaleza misma del estado (carácter nacio­
bios en la sociedad, su efecto último ha sido nal, geográfico, etc.). El análisis efectuado en
el de producir oscilaciones en el surgimien­ este nivel ha dado frutos concretos, m ostran­
to y en la caída de los estados y de las civili­ do, por ejemplo, que la g. no guarda una rela­
zaciones. Cualquier evolución persistente que ción causal directa mayor con un régimen
se haya producido en la historia de la huma­ absolutista que con uno democrático. Basán­
nidad, no se ha debido tanto a la g. sino al pen­ dose en observaciones estadísticas precisas,
samiento. Los Alejandro, los César, los Napo­ 0. Wright puede afirm ar que "la paz ha pro­
león, han producido oscilaciones. Los Aristó­ ducido más democracia que la democracia ha
teles, los Arquímedes, los Agustín, los Gali- producido paz". Además, de análisis hechos
leo, han producido progreso". en este nivel se deduce que las "grandes
potencias" desencadenan un mayor número
v.c a u s a s d e l a g u e r r a . El análisis de las causas de conflictos que las potencias medianas y
de la g. puede llevar a resultados tanto más pequeñas. Este resultado debe objetarse,
concretos cuanto más se refiera a los datos según parece, en cuanto al periodo reciente,
proporcionados por la realidad histórica. tomando en cuenta la distinta naturaleza de
Ahora bien, el estudio cuidadoso de un gran las g. a partir de la revolución nuclear. Actual­
número de g. reales |Q. Wright) ha llevado a mente parece estar más cercana a la verdad
la conclusión de que las causas de los conflic­ la afirmación de que las g. se han convertido
tos bélicos pueden subdividirse en cinco cate­ ya en "privilegio" de las pequeñas potencias.
gorías: causas ideológicas, económicas, psi­ A pesar de la indudable importancia de los
cológicas, políticas y jurídicas. hechos presentados por los análisis efectua­
Sin embargo, esto no es suficiente. El ana­ dos en este nivel, otros estudios muestran que
lista debe investigar aún más, en tres niveles la política exterior de ios estados sufre cada
distintos (D. V. Edwards): el individual, el de vez más el influjo de las situaciones externas.
grupo (estado) y el de sistema de grupos (sis­ En este punto, el análisis se sitúa en el nivel
tema internacional). del sistema internacional (sistema de grupos).
En el nivel individual se encuentran las De acuerdo con el supuesto de que todo sis­
decisiones conscientes y las motivaciones tema tiende a la autoconservación (concepto
inconscientes. Por lo que respecta a las pri­ de homeostasis), la g. se explica en términos
meras, debe señalarse aquí lo que dice K. sistemáticos, como un instrumento para man­
Deutsch: que las g. presuponen siempre la tener el equilibrio (balance of power). En
organización. Desde otro punto de vista, pero nuestra opinión, este nivel de análisis es par­
en la misma linea sustancial de pensamien­ ticularmente adecuado para el estudio de las
to, Theodore Abel decía en 1941, en su a rtí­ posibles causas de una g. nuclear. En este
74» GUERRA

caso, tm efecto, la interacción parece preva­ Desde hace algún tiempo J. David Singer
lecer sobre la acción. Hermán Kahn enume­ (The carretales nf war prujecl) emprendió el
ra cuatro hipótesis acerca del origen de la camino de la medición de los factores útiles
misma: 1] g. no intencional; 2] g. como resul­ para el estudio de las causas de la g., y cons­
tado de un cálculo equivocado; 3] g. calcula­ truyó una taxonomía general para la descrip­
da; 4] g. catalítica (cuando es provocada por ción y el análisis de los con! líelos internacio­
una tercera parte). Como puede verse, el nales que, a diferentes niveles de análisis, pre­
ambiente exterior desempeña aquí un papel senta tres clases de variables: las caracterís­
predominante, que sólo puede apreciarse en ticas —físicas o materiales, estructurales y
el plano del análisis sistemático. culturales— de las entidades sociales, los vín­
Obviamente, una explicación completa de culos y las relaciones que existen entre ellas,
los conflictos bélicos presupone una investi­ y la conducta seguida por las mismas. Una de
gación cuidadosa en cada uno de estos nive­ las hipótesis fundamentales que sirve de base
les. Viéndolo bien, las explicaciones dadas se a la investigación consiste en que la estruc­
sitúan en una escala temporal que va desde tura del sistema es más im portante que sus
las condiciones básicas e inevitables (nivel del características culturales y, tal vez, también,
proceso decisional) hasta las causas indirec­ que las físicas o materiales.
tas o inmediatas que requieren un hecho o un Según la hipótesis de que la probabilidad
acontecimiento particular (nivel de grupo) y de una g. está en función de las "distancias"
hasta las especificas e inmediatas (nivel del que existen entre los estados y de las políti­
sistema de grupos). Consideradas desde otro cas que éstos persiguen, y tratando de efec­
punto de vista, las causas de la g. se pueden tuar previsiones que no sean vanas, O. Wright
clasificar, de acuerdo con las propuestas, distingue ocho aspectos, u categorías, de esas
esencialmente homogéneas, presentadas por "distancias": tecnológica (t). estratégica (st).
los científicos, historiadores y publicistas, a intelectual (i), jurídica o legal (i.), social (s).
pesar de que estas categorías de escritores le política (p), psíquica (i*s) y de expectativa
dan frecuentemente —como lo menciona Q. (actitud ante la iuerza, expeclancy, e). Estas
Wright— significados diversos al concepto de "distancias” se pueden medir, aunque no de
causa, en: 1] fuerzas materiales (los científi­ una manera totalmente perfecta, y constitu­
cos hablan de balance af power, los historia­ yen, por lo tanto, importantes indicadores
dores de factores políticos, los publicistas de prcdictivos. El análisis de las políticas de los
necesidades); 2] influencias racionales (dere­ estados es, sin embargo, más importante,
cho internacional, interés nacional, razón); 3] para los fines de previsión, que el examen de
instituciones sociales (organización interna­ las “distancias” entre los mismos. Entre los
cional, ideología, cultura o costumbre); 4] métodos utilizados para evaluar la probabi­
reacciones de la personalidad (opinión públi­ lidad de un conflicto arm ado debe tomarse
ca, factores psicológicos y económicos, capri­ en cuenta el que consiste en extrapolar las
cho o emoción). Es obvio que las concepcio­ tendencias de ciertos indicadores como los
nes sobre las causas de la g. serán distintas, presupuestos militares y el comercio interna­
dependiendo del significado que se le atribu­ cional (L. F. Richardson) y en medir periódi­
ya a este último concepto (g. como conflicto camente (se acostum bra hablar de tensióme-
de armas, de leyes, de culturas, de individuos).VI. tros internacionales) algunas variables rele­
vantes: actitud, conducta, capacidad (O.
VI. CONTRIBUCIÓN A UN ANALISIS PROVISIONAL DE LA Hulsti).
guerra. Entre las causas de los conflictos
bélicos se podrían —y deberían— tomar en VII ELCONTROL DE LAGUERRAY LLSALTERNATIVASDE
cuenta las que se relacionan con la opinión LOSCONFLICTOSARMADOS. Frecuentemente se ha
pública. La institución y la actualización con­ hablado de una función social de las g. Se han
tinua de "mapas" de la tensión colectiva debe­ considerado como mecanismos de estabiliza­
ría ser tarea de las Naciones Unidas o de la ción del poder o de la economía, o de regula­
UNESCO, que de este modo cumplirían la tarea ción de la expansión demográfica, o de des­
de instituciones de observación tan necesa­ viaciones de las tendencias antisociales, o de
rias en nuestra época. promoción del desarrollo de la ciencia y de
GUERRA 741

la tecnología. Por otra parte parece lícito afir­ das, es muy clara en este punto. En cierto sen­
mar que el advenimiento de las armas nuclea­ tido se puede decir que ha recobrado actua­
res las ha privado ya de cualquier función. A lidad la distinción medieval entre ju s a d
consecuencia de esto, se ha desarrollado una b e llu m y j u s in b e llo . Resumiendo, en las tres
tendencia cada vez mayor a buscar, en térmi­ fases citadas, el derecho ha considerado la g.:
nos científicos y tecnológicos, de que medios 1] como un posible medio de justicia; 2] como
de control dispone el hombre y qué alterna­ una prerrogativa de la soberanía; 3] como un
tivas hay para los conflictos armados. Esta crimen.
búsqueda parte de la comprobación de que No hay duda de que la fase de la “razón de
los instrumentos de control tradicionales, es estado” coincidió con la consolidación de un
decir las normas jurídicas y éticas, no han paradigma interpretativo de las relaciones
impedido la conflictividad armada (de acuer­ internacionales, ya superado por la doctrina,
do con estudios recientes, en 3 400 años de que consideraba el sistema internacional
historia la humanidad ha tenido sólo 234 años como la sede de la anarquía y de la conflicti­
de paz, que se pueden definir en términos de vidad permanente y necesaria. De acuerdo
ausencia de conflictos armados. Según los cál­ con esta teoría, que —como es subido— empe­
culos de Singer, desde el Congreso de Viena zó con los preceptistas italianos de los siglos
hasta hoy se han producido 93 guerras) y de xvi y x v ii, y llegó a su punto más alto con la
que, por lo tanto, es necesario seguir el cami­ d o c t r i n a d e l e s ta d o - p o te n c ia en el siglo xix y
no del “ser", más bien que el del "deber ser”. a principios del x.\, con Hegel, Ranke, Treits-
De este modo —por poner sólo un ejemplo chke y Meinecke, cualquier estado, indepen­
entre tantos— Etzioni sugiere que es útil para dientemente de su estructura interna, está
tal fin el estudio de qué industrias han apren­ condicionado en su política exterior por la
dido a transform ar sus objetivos negativos y naturaleza anárquica del sistema internacio­
destructivos de competencia (g. de precios) en nal y tiende, por lo tanto, de una manera con­
positivos y constructivos (competencia cua­ tinua a buscar la consolidación de su propio
litativa). Esta búsqueda que tiene por objeto poderío, a costa de los demás estados, y aun
controlar la g. y construir alternativas para la a costa de violar todas o casi todas las nor­
misma, ya se conoce con el nombre de p e a c e mas morales y jurídicas. De acuerdo con esta
resea rch . teoría, la g. es, en esencia, justa porque es
necesaria.
VIH. DESDE ELBELLL'U JUSTUM HASTAIJt GUERRACOMO En las fases 1] y 3] y sobre todo en la últi­
crimen contra la humanidad. La historia de la ma fase, está implícito un paradigma inter­
evaluación moral de la g. puede dividirse, por pretativo distinto. Según esta interpretación,
lo menos en lo que respecta a las obras rela­ que al mismo tiempo precede y en parte sigue
tivamente más cercanas, en tres fases: la del a la expresada por la teoría de la "razón de
h e llu m ju s t u m , la de la r a is o n d ' é t a t y la de estado”, la g. es necesaria cuando es justa.
la g u e r r a c o m a c r im e n . Lo que equivale a Es interesante, por lo tanto, detenerse en
decir que con el desarrollo de la conciencia la evolución de la doctrina del b e llu m ju s tu m .
social de los pueblos y con el progreso de la La prim era distinción entre g. justa y g.
tecnología militar, la g. se ha convertido cada injusta es de san Agustín, pero santo Tomás
vez más en un problema candente que exige es el que establece la teoría de las condicio­
una solución radical. Las justificaciones de nes —una formal y objetiva y las otras dos
la g. basadas en el derecho, que eran tan fre­ esenciales, pero subjetivas— de la g. justa.
cuentes cuando estaba vigente la tesis del Éstas son:
b e l l u m ju s tu m , pero que ya no se considera­ 1] la declaración de g. debe ser hecha por
ban tan necesarias cuando estaba en auge la la autoridad legítima;
teoría de la “razón de estado", han encontra­ 2] debe subsistir una “causa justa";
do una función muy precisa en el marco de 3] el beligerante debe tener recta intención.
un sistema internacional que ya considera ilí­ Una cuarta condición, precisada por la doc­
cita la g. como instrumento para resolver los trina, sería la de la n e c e s id a d , o sea de la
conflictos internacionales. La carta de San imposibilidad de hacerse justicia por otros
Francisco, establecida por las Naciones Uni­ medios.
742 GUEKRA

El surgimiento de los estados-nación cris­ to que los mecanismos que acabamos de men­
tianos, cada uno de los cuales apelaba a la cionar consideraban únicamente las violacio­
misma doctrina, confirmó, en la visión de nes del derecho positivo. La duda se presen­
Grocio, la posición escolástica de que, frente ta acerca de las Naciones Unidas, cuyo análi­
a una sola justicia "objetiva", podían coexis­ sis debería profundizarse aún más.
tir dos. o más, inocencias "subjetivas". Esta El hecho está en que la Sociedad de las
visión llevó teóricamente a imponerles a los Naciones y las Naciones Unidas, aun dentro
estados neutrales determinadas obligaciones de sus diferencias sustanciales en cuanto al
que tenían por contenido una discriminación problema de la licitud del recurso de la g.
entre las partes beligerantes. —sobre todo las Naciones Unidas— supera­
Las tentativas de incorporar la doctrina del ron la doctrina del hellum justum. por lo
hellum justum en el derecho positivo fueron, menos en el sentido de someter al consenso
por otra parte, vanas y se tendió entonces den­ de la comunidad de los estados la determina­
tro del derecho internacional a desarrollar las ción de la legitimidad de los actos bélicos
normas para el control de las hostilidades, internacionales.
una vez que éstas hubieran empezado (jus in El supuesto de la doctrina tradicional, en
helio). El sis'em a del balance of power del cambio, era en el sentido de considerar a cada
siglo xix fue el marco político ideal para esta uno de los estados capacitado para decidir
consideración realista de la licitud de la sobre la naturaleza, justa o injusta, de esos
guerra. actos.
Lo dicho anteriormente no le quita nada a Pero sólo con el Pacto Briand-Kellog, que
la gran importancia que la doctrina del se confirm aría en la Carta de San Francisco,
hellum justum tuvo a partir de la Edad Media. se produce un cambio de rumbo fundamen­
Probablemente esta importancia tuvo más tal, es decir la transición del jus ad hellum
bien efectos negativos en el sentido de que retomado por Covenant al jus contra hellum.
retardó el desarrollo de un sistema de nor­ Esto significa, en la especificación normati­
mas jurídicas capaces de impedir la realiza­ va de las Naciones Unidas, que se consideran
ción desenfrenada de conflictos bélicos, a ilícitas todas y cada una de las formas de g.
pesar de que es indudable que trató, aunque que no sean las comenzadas dentro del m ar­
por otra parte sin gran éxito, de deducir de co de los mecanismos de protección colecti­
las premisas del jus ad hellum (uso de una va o la legítima defensa, admitida a título pro­
fuerza proporcional a la injuria sufrida, dere­ visional.
chos de los combatientes y de los prisioneros, Con el nacimiento del jus contra hellum
etc.) las normas del jus in helio. empiezan también las tentativas de una defi­
El hecho es que el jus in helio se desarrolló nición acorde de los actos de agresión.
de ahí en adelante por separado y precisamen­ Obviamente un estudio, aunque sea some­
te como consecuencia de la desaparición de ro, del problema de la licitud de la g. no pue­
la convicción de poder establecer en concre­ de prescindir de examinar la teoría leninista
to la legitimidad del recurso de la g.. consi­ en la materia, según la cual sólo las g. que
derado ya como un hecho extrajurídico. resultan de las luchas de clases pueden defi­
La disolución del sistema europeo de balan­ nirse como justas. A esta categoría pertene­
ce of power, ocurrida después del primer con­ cen, por ejemplo, las g. revolucionarias nacio­
flicto mundial, llamó de nuevo la atención nales contra las potencias imperialistas.
sobre la necesidad de reconsiderar las posi­ Sin embargo, la actitud del partido comu­
bilidades de un jus ad hellum. nista y del proletariado en relación con una
De este modo, según algunos autores, la g. no está ni debe estar determinada tanto por
Sociedad de las Naciones, el Pacto Briand- razones doctrinales como por razones de
Kellog, las Naciones Unidas, fueron mecanis­ oportunidad política. De este modo, por ejem­
mos inspirados en la doctrina del hellum jus­ plo, no debe apoyarse una g. " justa" que pue­
tum. Según otros, en cambio, esta última da dar origen a consecuencias reaccionarias
tomaba en cuenta las violaciones del derecho en el nivel mundial.
positivo y del derecho natural en la construc­ Por lo tanto, la importancia de la doctrina
ción del concepto del hellum justum, en tan­ leninista del hellum justum está subordina­
GUERRA 743

da, sobre lodo en las interpretaciones poste­ IX. EVOLUCIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL. Des­
riores de los escritores marxistas, a conside­ pués de este breve estudio de la doctrina del
raciones concernientes a la praxis política. bellum justum. es fácil darse cuenta de que
De cualquier modo, podría sostenerse que, su evolución está intimamente ligada con la
a pesar de las diferencias indudables entre las del derecho internacional. Este último no
posiciones del marxismo-leninismo y las sos­ siempre ha logrado incorporar esta doctrina,
tenidas por el pensamiento político contem­ aunque siempre ha estado influido profunda­
poráneo no comunista a propósito de la lici­ mente por ella.
tud de la g., tanto las unas como las otras han El derecho internacional de la g. y el de la
evolucionado en dirección del jus contra neutralidad han sido dos sectores del dere­
bellum. Las tendencias producidas reciente­ cho internacional que han evolucionado en
mente en los estados de nueva formación y función de la influencia ejercida por aquélla.
en vías de desarrollo concuerdan con esta ten­ Y aun cuando esta influencia ha disminuido
dencia. o ha sido objetada, estos derechos —precisa­
En la base de todo esto se encuentra cier­ mente por esta razón— han sufrido transfor­
tamente la naturaleza distinta de la g. contem­ maciones profundas y algunas veces radica­
poránea y la inconcebible potencia destruc­ les. Hasta el punto de puder hacer ilegítima,
tiva de las arm as producidas sobre todo por dentro del espíritu de las Naciones Unidas,
la tecnología nuclear. Y esta revolución tec­ la condición misma de estado neutral.
nológica ha sido precisamente la que ha con­ La neutralidad clásica, basada, en efecto,
tribuido a poner en crisis la misma validez en el deber de imparcialidad respecto de
moral de la doctrina del bellum justum, con­ todos los beligerantes independientemente de
siderada, por muchos, peligrosa en cuanto se la licitud o ilicitud de su conducta, se pudo
desarrolla alrededor del concepto del jus aü sostener en el periodo de la "razón de esta­
bellum. más bien que alrededor del concep­ do", cuando ya se había superado la distin­
to del jus contra bellum. ción entre g. lícitas y g. ilícitas.
Otros, en cambio, consideran que la teoría Sin embargo, el regreso a esta distinción,
tradicional todavía es aplicable a la época el progreso tecnológico, la naturaleza distin­
contemporánea, y hasta necesaria en la medi­ ta de las relaciones internacionales y la apa­
da en que todavía en la actualidad se consi­ rición de dificultades para distinguir clara­
dera una utopía la abolición de la guerra. mente la g. de la paz, m arcaron la decaden­
Sin embargo, el argumento principal con­ cia, aparentemente irreversible, de esta ins­
tra la doctrina del bellum justum parece refe­ titución clásica del derecho internacional.
rirse al presupuesto mismo que le da vida, o Como dice Serení, "la neutralidad es un
sea el hecho de que ésta postula la licitud del aspecto de la g., y sólo puede adquirir una
hacerse justicia por si mismo e implícitamen­ fisonomía precisa cuando la distinción entre
te la falta de ilicitud del recurso a las arm as paz y g. ha quedado claramente establecida”.
cuando existe una causa justa. El discurso es Actualmente, puesto que la g. se considera
ciertamente complejo y está íntimamente uni­ como un crimen contra la humanidad, cual­
do a la problemática sobre la paz y sobre la quier refugio en la misma se considera con­
no violencia. Se pudría afirmar, sin em bar­ trario a la moral y al derecho.
go, que en un sistema internacional profun­
damente distinto y en una situación de tec­ R, Aron, Paz y guerra entre las
b ib l io g r a f ía
nología destructiva como la actual, el peligro naciones (1962), Madrid, Alianza, 1963; G. Bot-
mayor para los estados proviene precisamen­ houl, Traité de sociologie: les guerres, eléments
te del área de "dominio reservado" que esca­ de polémologie, París, Payot, 1951; K. von Clau-
pa al control y al consenso de la comunidad sewitz, De la guerra (después de 1831), Barcelo­
internacional. La exigencia de asegurar la jus­ na, Labor, 1976; S.A. Coblentz, From arrow to
ticia ya no puede prescindir de la exigencia atom humh. Nueva York, Barnes, 1953; D.V.
paralela de seguir procedimientos multilate­ Edwards. Análisis de la política internacional
rales, procedimientos que encuentran su (1969), México, Paidós; F. Fomari y otros, La des-
esencia jurídica, política y moral en la legis­ mitificación de la paz y la guerra (1969), Barce­
lación de las Naciones Unidas. lona, Dupcsa, 1971; F. Fomari, Psicoanálisis de
744 G U E R R IL L A

la guerra (1966), México. Siglo XXI, 1972: U. Gori La larga duración es posible debido al apoyo
(comp.), Natura c orieniamenti delle ricerche de la población, persuadida por una ideolo­
sulla pace, Milán, F. Angelí, 1978; H. Kahn. Thin- gía acorde con sus sentimientos, y debido a
king about thc unthinkahle, Nueva York, Avon, la ayuda (aprovisionamiento de armas, prin­
I9662; H. Kahn, On thennonuclear war (1960), cipalmente) de potencias extranjeras. El apo­
Nueva York. Avon, I9692; A.P. Serení. Diritió yo de la población adopta formas diversas,
intemazionale, IV, Milán. Giuffre. 1965; J.D. Sin- pero todas vitales: desde el aprovisionamiento
ger y otros, Explaining war. causes aml carreta­ de bienes y alimentos hasta la asistencia a los
les uf war, Londres, Sage, 1980; War. en The guerrilleros heridos, desde la preparación de
International Encyclopciliu of thc Social Scien­ refugios hasta el servir de guías y hasta la
ces. vol. XVI, Nueva York, Free Press. 1968. negativa a proporcionar informaciones a las
fuerzas antiguerrilleras. El control psicoló­
[lIMBERTO CiORl] gico sobre las masas se ha considerado, pol­
lo tanto, junto con el control de las áreas rura­
les (el "cam po”), la piedra angular de la vic­
toria de los movimientos de guerrilla.
guerrilla La influencia sobre la población se obtie­
ne de diversas maneras: con una doctrina
La g. es un tipo de combate que se caracteri­ política que condena las injusticias sufridas
za por el encuentro entre formaciones irre­ por la población, con el terrorism o, con la
gulares de combatientes y un ejército regu­ demostración de la superioridad militar
lar. Los objetivos que con ésta se persiguen sobre las fuerzas regulares, con las mismas
son más políticos que militares. La destruc­ campañas de propaganda.
ción de las instituciones existentes y la eman­ Desde el punto de vista de la conducta mili­
cipación social y política de las poblaciones tar, la g. se confía mucho en la improvisación
son, en efecto, los objetivos principales de los y en el aprovechamiento de las ocasiones favo­
grupos que recurren a este tipo de lucha rables. Los guerrilleros evitan los encuentros
armada. Por este motivo, los términos "g.” y que no Ies permiten actuar en condiciones de
"guerra revolucionaria” se han ido identifi­ superioridad. El buen conocimiento del terre­
cando cada vez más. La g. es típica, en efec­ no y el apoyo de la población les permiten
to, de los estados en que existen profundas adoptar una táctica evasiva que reduce el
injusticias sociales y la población está dis­ número de los ataques sólidos y asesta sus
puesta al cambio. golpes decisivos bajo la forma de sabotaje y
Las posibilidades de llevar a cabo investi­ emboscada contra los puestos avanzados y las
gaciones para un análisis político-social en unidades aisladas del ejército y de la pulida,
este campo son más bien problemáticas; los contra las lineas de comunicación y de rea­
estudios de científicos políticos y sociales son, bastecimiento, contra las fuentes de riqueza
por lo tanto, pocos y generales. Existe, en del gobierno.
cambio, una amplia producción de jefes polí­ Se evitan las grandes concentraciones de
ticos y militares que toman la g. desde el pun­ fuerza durante largos periodos, ya sea por­
to de vista práctico de la conducta de las ope­ que no se ven obligados a defenderse, ya sea
raciones. para crear en las fuerzas regulares la impre­
Si se quieren aislar las características prin­ sión de estar en tudas partes en cualquier
cipales de la g. es necesario concentrarse en momento: se trata del llamado "efecto para­
tres sectores de investigación que están inti­ lizante” que se logra actuando siempre a la
mamente relacionados entre sí: relaciones ofensiva. La movilidad del ejército regular se
entre guerrilleros y población, aspectos reduce considerablemente, las tropas se ven
estratégicos-militares y ambiente físico. obligadas a concentrarse y deben limitarse a
El éxito de los movimientos de g. se basa actividades defensivas. Esta situación influ­
frecuentemente en la prolongada duración de ye mucho en la población, que ve que el ejér­
la lucha, destinada a aislar moral, física y cito es incapaz de mantener el orden.
politicamente a los gobernantes respecto de Entre las actividades de los guerrilleros
la población y de la comunidad internacional. figura también el terrorism o, realizado en
G U F .R R IL L A 745

perjuicio de personas o grupos ligados direc­ adquiere el peso mayor; en esta fase, además,
tamente con la clase en el poder. Puede estar se pone de manifiesto el apoyo externo, polí­
dirigido también, con fines punitivos, contra tico y material, y se acrecienta debido a la
la población de alguna /una o pueblo que no confianza ganada con los éxitos de los guerri­
ha colaborado; pero, siendo un indice de debi­ lleros.
lidad. las fuerzas de la g. tratan de utilizarlo La intervención externa despierta conside­
lo menos posible, ya que puede provocar, en raciones generales sobre la función que la g.
efecto, reacciones contrarias en la población. como fenómeno político interno puede adop­
En cuanto a las fuerzas de contraguerrilla, ta r en el sistema internacional. El potencial
éstas se han caracterizado por una gran supe­ destructivo de las arm as nucleares es tal que
rioridad de armamento, y se puede prever ponen en alerta a los estados sobre la peligro­
fácilmente que podrían disponer de medios sidad de una guerra abierta; por lo tanto es
cada vez más abundantes y eficaces. Pero esto probable que la g. sea la forma de violencia
no cambiaría mucho la situación. Estas fuer­ más accesible a la que pueden recurrir poten­
zas se encontrarían siempre con la dificultad, cias antagonistas, que, tomando parte en con­
si no es que con la imposibilidad, de contro­ flictos internos, desean modificar la distribu­
lar simultánea y continuamente todo un país ción del poder existente en algunas regiones.
escenario de movimientos de guerrilla. Lo expuesto hasta aquí indica, sin embargo,
El ambiente físico, el "terreno" en que se claram ente que las regiones en que es posi­
ha practicado la g.. se ha caracterizado siem­ ble la g. son únicamente las económicamen­
pre por ser montañoso y estar cubierto por te subdesarrolladas, con una red de comuni­
una espesa vegetación. Este terreno reduce, caciones poco extendida y en que existe un
en efecto, la movilidad de los grandes ejérci­ amplio sector de la población que no está polí­
tos convencionales y Ies da a las fuerzas irre­ ticamente orientado.
gulares la ventaja de poderse esconder fácil­
mente y de no ser señaladas sólo de una mane­ RtiiLKXiRAFIA- R.B. Asprey, W’ur in the shadows:
ra muy aproximada. lite guerrilla iu history, Garden City, Doubleday,
Los guerrilleros utilizan bases (los llama­ 1971; Régis Debrav, La critica de las armas. ¡
dos "santuarios") en que preparan sus planes, (1974), México, Siglo XXI, 1975: R. Debrav, Las
forman a sus hombres y desarrollan todas las pruebas de fuego. La critica de las armas. 2 (1974),
actividades necesarias para la preparación México, Siglo XXI, 1975; R. Debrav, La guerri­
del combate. Estas bases deben ser seguras, lla del Che (1974), México, Siglo XXI, 1975: W.
razón por la cual se encuentran frecuente­ Hahlweg. Storia della guerriglia: tattica e stra-
mente en el territorio de estados limítrofes tegia delta guerra senza fronti, Milán. Feltrine-
que aceptan o toleran estas actividades. lli, 1973; W. Luqueur, The urigmsof guerrilla doc­
Cuando la actividad de la g. ha llegado a la trines, en Journal of Contemporary History, 1975,
constitución de una fuerte organización polí­ 3.
tica con el apoyo de la población, los facto­
res naturales pierden casi toda su importan­ [F I LVIO ATTIXA]
cia, en tanto que el control de la población
hegemonía

I EL USO DEL TÉRMINO EN I.AS RELACIONES INTERNA­ das, sino en la tradición y en la historia. Así,
CIONALES. Parte de la literatura política desig­ para Gioberti, la Italia posterior al Rissorgi-
na con el término "hegemonía" —calca lati­ mento puede contraponer su h. al dominio del
na de la palabra griega hegemonía, que sig­ extranjero, y Roma, sede histórica del papa­
nifica “dirección suprema", usada para indi­ do, goza de la h. moral en una Italia que tie­
car el poder absoluto conferido a los jefes de ne en el Piamonte sabovano su brazo armado.
los ejércitos, llamados justamente egemoni, Sin embargo, otros autores prefieren man­
o sea guias— la supremacía de un estado- tener al concepto de h. dentro de un signifi­
nación o de una com unidad politico- cado más cercano al de su etimología, de
territorial dentro de un sistema. La potencia dominio apoyado en la fuerza de las armas.
hegemónica ejerce sobre el conjunto de los Tal es el caso de los historiadores alemanes
demás una preminencia no sólo militar, sino de la tradición que se funda en la doctrina de
también económica y cultural, inspirándoles la razón de estado, sobre todo Ranke y Dehio,
o condicionándoles las elecciones en virtud que elevaron la categoría de h. a canon inter­
de su prestigio no menos que de su potencial pretativo básico, colocándola en el centro de
superior de intimidación y coerción, hasta el su reflexión sobre la historia europea y mun­
punto de constituir un modelo para las comu­ dial. en antítesis con el concepto de equilibrio.
nidades hegemonizadas. El concepto de h.. Siendo la vocación intrínseca al comporta­
por lo tanto, no es un concepto jurídico, de miento de todo estado la de una extensión
derecho público o de derecho internacional; máxima del poder propio, la historia de las
connota más bien una relación interestatal de relaciones internacionales no es otra cosa que
poder que prescinde de una reglamentación una alternación perenne de equilibrios ines­
jurídica precisa. Puede definirse a la h., de tables y de intentos hegemónicos por parte
este modo, como una forma de poder de de estados en posición interior o exterior a
hecho que en el continuo influencia-dominio los sistemas internacionales que va consoli­
ocupa una posición intermedia, que oscila o dándose poco u poco: desde la ciudad-estado
bien hacia una de los polos o bien hacia el griega hasta la Italia de los principados y la
otro. Europa de las grandes monarquías. En este
Algunos autores, como Triepel, subrayan su proceso han tenido una importancia decisi­
carácter de "influencia particularmente fuer­ va las potencias periféricas o también los
te", que se ejerce sin el recurso directo a las espacios coloniales exteriores: los intentos
arm as y a la fuerza, y que por ello no carece hegemónicos continuos que se han sucedido
de cierto fundamento de legitimidad. En esta en el continente europeo desde Carlos V has­
acepción “h." es una subespecie del concep­ ta Hitler se han desvanecido gracias sobre
to más general de dirección y se emancipa todo a la aportación de las grandes potencias
casi totalmente de su significado originario externas en posición insular o periférica
de supremacía político-militar. Análogo es el (Inglaterra, Rusia, Estados Unidos), que
sentido en que se utiliza el concepto en el gio- supieron favorecer vastas coaliciones contra
bertiano "Primado moral y civil de los italia­ el estado que amenazaba con imponer su pro­
nos". o sea en el sentido de "superioridad. .. pia h.. determinando asi la victoria del prin­
no legal, ni jurídica, hablando propiamente, cipio del equilibrio sobre el de la h. y amplian­
sino de eficacia m oral”, como prim ado ético do progresivamente las dimensiones del sis­
y cultural, fundado no en las fuerzas arm a­ tema internacional.

[746]
H E G E M O N IA 747

Dentro de los limites de la acepeiün ría de la h. que Antonio Gramsci puso en el


político-militar del término se sitúa del mis­ centro de su reflexión sobre la política y el
mo modo la categoría de hegemonismo, de estado moderno consignada en las páginas de
derivación china. El hegemonismo consiste en los Cuadernos de la cárcel.
una suma de comportamientos, diplomáticos Según Gramsci, en la sociedad clasista, la
y militares, imputados al socinlimperialismo supremacia de una clase social se ejerce siem­
de la URSS y de sus satélites (Cuba, Vietnam), pre mediante las modalidades complementa­
con la mira de modificar el equilibrio mun­ rias (y de hecho integradas por ser analítica­
dial y de imponer progresivamente el lideraz­ mente disociables) del dominio y de la h. Si
go soviético. Como derivado de la degenera­ el primero se ha hecho valer sobre los gru­
ción im perialista de la URSS, el hegemonis­ pos antagonistas mediante los aparatos coer­
mo busca sustituir la fuerza de las armas, en citivos de la sociedad política, la segunda se
el momento del descenso de su prestigio como ejerce sobre los grupos sociales aliados o neu­
país guía en el campo socialista, para contra­ trales justam ente a través de los "aparatos
poner a la pérdida de h. una política de poder hegemónicos” de la sociedad civil. Una con­
agresiva y sin principios, cuyo desenlace ine­ jugación de fuerza y de consenso, de dictadu­
vitable, aunque diferible, es la guerra. ra y de h. está en la base de todo estado, pero
la proporción entre los dos elementos varía
it. el t so marxista. En los casos recordados en razón del grado de desarrollo de la socie­
antes, el concepto de h. tiene como campo de dad civil, que como sede de la acción orien­
aplicación el sistema internacional y las rela­ tada ideológicamente es el locus de formación
ciones entre los estados. Por otra parte, se y de difusión de la h., el centro neurálgico de
habla de h. hoy también y sobre todo, en espe­ tuda estrategia política. Donde aquélla pre­
cial por parte de autores marxistas, pero no senta una "estructura de masas”, como suce­
sólo de ellos, con referencia a las relaciones de en el Occidente industrial y movilizado por
entre las clases sociales, entre los partidos el capitalismo, el papel de la acción hegemó­
políticos, a propósito de las instituciones y de nica. no sólo en la administración sino tam­
los aparatos públicos y privados. bién en la conquista y en la edificación del
También en esta segunda acepción del con­ estado, es capital y privilegiado respecto del
cepto encontramos la oscilación entre dos sig­ de la fuerza, aunque presente y necesario. No
nificados prevalecientes que ya destacamos sólo el dominio no puede aquí mantenerse
a propósito del uso tradicional de él. Un sig­ mucho sin h., sino que a diferencia de los paí­
nificado tiende a equiparar, o incluso a con­ ses donde "el estado lo es todo” y la sociedad
cordar, h. con dominio, destacando el aspec­ civil es informe e indiferenciada, la conquis­
to coactivo respecto del persuasivo, la fuer­ ta del poder no es posible si la fuerza que
za ante la dirección, la sumisión de quien es ambiciona “hacerse estado" no se vuelve
hegemonizado respecto de la legitimación y antes hegemónica de un bloque social anta­
el consenso, la dimensión política respecto de gonista del bloque en el poder. En otros tér­
la cultural, intelectual y moral. Tal es el uso minos, en Occidente la h. no es sólo una moda­
que prevalece en los escritos de los teóricos lidad necesaria de ejercicio del poder por la
de la Tercera Internacional: Lenin en primer clase dominante, sino que es además un pre-
lugar, pero también Bujarin, Stalin, etc. Fren­ rrequisito estratégico para toda clase revolu­
te a este significado parece prevalecer hoy, cionaria. Gramsci expresa este concepto fun­
sobre todo en la cultura política italiana, un damental de su teoría revolucionaria, en polé­
segundo significado que ve en la h. sobre todo mica con el economismo dominante, median­
la capacidad de dirección intelectual y moral te las metáforas de la "guerra de posiciones”
en virtud de la cual una clase dominante, o y de la ocupación gradual de las "casamatas”
aspirante al dominio, logra acreditarse como del campo adversario por parte del sujeto
guía legítimo, se constituye en clase dirigen­ adversario.
te y obtiene el consenso o la pasividad de la A la luz de este levantamiento teórico, se
mayoría de la población ante las metas impre­ llega a comprender cómo la crisis del estado,
sas a la vida social y política de un país. Este en cuanto "orgánica”, tenía como contenido
último es el significado que deriva de la teo­ propio una crisis de h., una pérdida de capa­
74 S HISTORICISMO

cidad de los grupos dominantes para ser tam­ BIBLIOGRAFIA M. Basáñez, La lucha por ¡a hege­
bién dirigentes, un grave déficit de legitimi­ monía en México, 1968-1960. México. Siglo XXI,
dad a partir del cual pueda m adurar el tras­ 1981; C, Buci-Glucksmann, Gramsci y el estado
paso a una nueva forma de estado, a equili­ (1975), México, Siglo XXI, 1978; L. Dchio, Equi­
brios orgánicos más avanzados (como es el librio o egemonia (1948), Brescia, Morcelliana,
caso de la revolución jacobina) o estáticos 1954; A. Gramsci. Cuadernos de la cárcel (1975),
(como en el Rissorgimento italiano, en el fas­ México, Era, 1981-1986,4 vols.; L. Gruppi, llcon-
cismo y en las numerosas variantes históri­ cetto di egemonia in Gramsci, Roma, Editori Riu-
cas de "revolución pasiva"). niti. 1972; J. Labastida Martín del Campo
Es natural que cada clase social se garan­ (comp.), Hegemonía y alternativas políticas en
tice, en su proceso de organización en clase América iMtina, México, Siglo XXI, 1985; N. Puu-
dirigente, una instrumentación armónica p ro lantzas, Poder político y clases sociales en el esta­
pia peculiar: el parlamentarismo, los partidos do capitalista (1968), México, Siglo XXI, 1969; H.
dcmoliberales, la opinión pública mediante Triepel, L'egemonia (1938), Florencia, Sansoni,
los grandes órganos de información en el caso 1949.
de la burguesía capitalista más avanzada, con
apoyo estructural del mercado y de su pro­ [SILVANO BELLIGNt]
pia organización de fábrica; los consejos obre­
ros (en un prim er momento), el sindicato y
sobre todo el partido revolucionario en el
caso del proletariado en lucha por el poder. historicismo
A este último le espera la tarea de seleccio­
nar a los intelectuales orgánicos de la clase i. DEFINICIÓN general. Tanto en el contexto del
ubrera, organizando su h., armándola con una pensamiento filosófico como en el del pensa­
teoría y con una estrategia capaces de enfren­ miento político, el término no tiene un signi­
tar victoriosamente a la h. de las clases domi­ ficado univoco. Para precisar los significados
nantes. fundamentales en que puede entenderse, con­
Con la ayuda de las indicaciones gramscia­ viene por lo tanto p artir de la identificación
nas, el debate sobre la h. prosiguió hasta nues­ de su contexto más general y por lo mismo
tros días, precisando el concepto y enrique­ común a los diversos significados que surgen
ciéndolo con determinaciones nuevas. Algu­ en ella. Desde este punto de vista, se puede,
nos estudiosos marxistas, en particular Micos sin más, aceptar la indicación de Meinecke (El
Poulantzas, han sostenido la capitalidad de historicismo y su génesis, “Introducción")
una función hegemónica en el interior del pro­ según el cual el h., que constituye una acti­
pio bloque en el poder, con el fin de regular tud del pensamiento que surge de modo cons­
las contradicciones entre las distintas clases ciente a partir, grosso modo, del periodo que
y fracciones de clase que lo componen. La h. abarca los últimos años del siglo xviii y los
de una clase, o de una fracción, sobre las primeros del xix, representa ante todo una
demás que componen el bloque de poder reacción contra la orientación iusnaturalis-
dominante, determina que cada una renuncie ta dominante hasta entonces. El autor men­
a los in te re se s p ro p io s in m ed iato s, cionado define de la siguiente manera esta
económico-corporativos, en favor del interés última orientación: “La actitud iusnaturalis-
político común por la explotación y el domi­ ta del pensamiento, predominante desde la
nio sobre las clases subalternas. La h. actúa Antigüedad, inculcaba la fe en la inmutabili­
como principio de unificación de los grupos dad de la naturaleza humana antes que de la
dominantes y, contextualmente, de disfraz del razón humana. Las afirmaciones de la razón,
dominio de clase. Simétricamente, en el blo­ se decia, pueden verse ofuscadas por las
que revolucionario entendido como unidad pasiones y por la ignorancia, pero si la razón
contradictoria entre clases dominadas, la h. se libera de estas ofuscaciones afirm ará las
indica la constitución política, además de mismas cosas en todos los tiempos y será
lodo particularism o y corporativismo, del capaz de encontrar verdades eternas, de valor
interés de la clase obrera en intereses gene­ absoluto, que corresponderán plenamente a
rales de todos los explotados. la racionalidad de todo el universo." Por el
HISTORICISMO 749

lado opuesto, el prim er principio del h. con­ de Viena) de los aspectos irracionales de la
siste para iMeinccke en sustituir una conside­ vida de los estados, o sea de la fuerza de las
ración generalizante y abstractiva de las fuer­ tradiciones, de la costumbre, de los instintos
zas histórico-humanas por la consideración y de los sentimientos populares que condicio­
de su carácter individual, con la convicción nan de manera decisiva, según esta orienta­
de que la aplicación de juicios generalizantes ción de pensamiento, el desarrollo histórico
respecto del hombre y de los fenómenos cul­ concreto de los estados. En esencia, el roman­
turales y sociales a los que éste ha dado ori­ ticismo político le atribuye una importancia
gen no permite com prender las transform a­ histórica central a estos aspectos del compor­
ciones profundas y la diversidad de formas tamiento humano, individual y colectivo, que
que sufre y adopta la vida moral y espiritual según el racionalismo iusnaturalista moder­
del individuo y de las comunidades, a pesar no deben considerarse única y exclusivamen­
de la permanencia invariada de ciertas cua­ te como prejuicios irracionales destinados a
lidades humanas fundamentales. ser eliminados muy pronto por la razón ilus­
En lo que respecta al contexto especifico del trada, con la condición de que se le conceda
pensamiento político, la actitud iusnaturalis- a ésta la más amplia posibilidad de acción.
ta contra la que reacciona el ordenamiento El reconocimiento de la importancia de los
historicista es la doctrina de los derechos del aspectos irracionales de la vida política con­
hombre, que surge de la versión moderna duce, por otra parte, no sólo a sostener la
racionalista del iusnaturalismo y que es sos­ imposibilidad de someter a una norma
tenida por las revoluciones nortamericana y, común, racional y universal, la vida y el desa­
sobre todo, francesa, en la que está implícita rrollo de todos los pueblos y, por lo tanto, de
la convicción de que la forma del estado libe­ todos los estados, sino, más en general, la
ral constituye un modelo de validez absoluta imposibilidad, salvo dentro de límites muy
y universal, ya que se basa en las exigencias restringidos, por parte de la voluntad guia­
eternas, y por lo tanto idénticas en todos los da por la razón, de orientar de acuerdo con
tiempos y en todos los lugares, de la razón sus propios fines el desarrollo de las institu­
humana. Contra esta pretensión, la orienta­ ciones políticas y sociales, que tienen en cam­
ción historicista representa, en general, la bio un carácter esencialmente orgánico e
afirmación del carácter históricamente rela­ inconsciente. De ahí la ulterior consecuencia
tivo de las formas de organización políticas de que las únicas instituciones válidas y vita­
y sociales y, por lo tanto, de una manera más les para un pueblo sean las correspondientes
global, de los valores políticos. a su peculiaridad, a su irreductible individua­
Especificado en estos términos el conteni­ lidad. que se han ido formando a través de
do más general de la orientación historicista procesos históricos seculares y que no tole­
en el contexto político, se puede proceder a ran rupturas bruscas de la continuidad de su
la especificación de las tendencias teórico- desarrollo.
prácticas fundamentales en que se articula,
precisando los diversos modos en que se ha h. ti. historicismo romántico La expresión más
entendido la relatividad histórica de los valo- orgánica y coherente de esta concepción la dio
re> políticos y, por lo tanto, la especificidad la teoría del "espíritu del pueblo” (Volksgeist)
de la s diversas formas históricas de organi­ form ulada por la “escuela histórica alema­
zación político-social por parte de las orien­ na", en particular por Savigny y por los her­
taciones criticas respecto de las pretensiones manos Grimm, y anticipada por E. Burkc y
de absolutez y de universalidad propias del A. Müller. El espíritu del pueblo, que está
iusnaturalismo moderno. constituido no por el conjunto de las volun­
Desde el punto de vista histórico, la prime­ tades individuales sino que representa un
ra forma significativa de reacción historicis­ nexo orgánico y racionalmente insondable en
ta contra la doctrina de los derechos del hom­ cuanto punto de encuentro y de convergen­
bre está representada por la revaloración cia de tuerzas esencialmente irracionales, es
romántica (que coincide con las luchas con­ concebido por la teoría homónima como el
tra la Francia revolucionaria y con la políti­ principio creativo unitario de las múltiples
ca de la Restauración después del Congreso manifestaciones de la existencia de cada pue­
750 HISTORICISMO

blo y, por lo mismo, también de sus institu­ romántico, la doctrina del estado-potencia
ciones políticas y sociales, de sus valores polí­ formulada por Rankc y sus seguidores, y que
ticos, que por lo tanto sólo tienen valide/, nor­ representa una fase de profundización teóri­
mativa en relación con el espíritu del pueblo ca más avanzada dentro de la tradición del
individual e irreductible que los ha produci­ pensamiento basada en el concepto de "razón
do, y no en cambio una validez absoluta y uni­ de estado", e iniciada por Maquiavelo (v.
versal. En consecuencia, se considera el pro­ razón de estado), presenta un interés parti­
ceso histórico como el terreno de la realiza­ cular, ya que configura una determinada ver­
ción de los diversos espíritus nacionales en sión del h. dentro del contexto político. Tam­
su acción fundamentalmente inconsciente, en bién esta doctrina representa indudablemen­
sus relaciones y en su lucha. te una reacción a la doctrina moderna de los
Es claro el significado político conservador derechos del hombre. También ésta sostiene,
del irracionalismo romántico. Al negarle a la en contra de la pretendida validez absoluta
acción política la posibilidad de transform ar y universal del modelo de estado, caracterís­
las relaciones económicas, sociales y políti­ tico de las revoluciones occidentales, que
cas, creadas inconscientemente por la miste­ todas las experiencias estatales se desarrollan
riosa alma popular, de acuerdo con planes según un principio individual propio en el que
racionales, que indican determinados fines y se inspiran indudablemente los responsables
las instituciones respectivamente necesarias del estado en cuestión. En el origen de la espe­
para realizarlas, esta orientación de pensa­ cificidad irreductible de tuda experiencia
miento proporciona los instrumentos ideoló­ estatal y, por lo tanto, de los valores que sur­
gicos fundamentales de defensa de las insti­ gen en la misma, no se encuentra, sin em bar­
tuciones absolutista-feudales contra las ten­ go. de m anera principal la acción misteriosa
dencias reform adoras desencadenadas en e inconsciente del alma popular (cuya influen­
toda Europa por la revolución francesa y por cia reconoce, por otra parte, esta doctrina,
las guerras revolucionarias. En sus indicacio­ aunque en una medida menos relevante), sino
nes más generales, esta forma de estado con­ básicamente la posición de poder del estado
servador, aun cambiando obviamente en las en el sistema de los estados, con la influen­
indicaciones más especificas y acogiendo las cia determ inante que de ahí se deriva para la
más diversas integraciones, ha mantenido una política exterior e interior de cada estado. En
determinada y cierta vitalidad hasta nuestros esencia, la especificidad del estado coincide
días en el mundo de la praxis y de la cultura con el "prim ado de la política exterior" que,
política, y se presenta siempre como descon­ por ejemplo, en el caso de los estados conti­
fianza más o menos acentuada respecto de la nentales europeos impidió, según este punto
tendencia a racionalizar las instituciones de vista, una evolución político-institucional
sociales y políticas, y como preferencia por y económico-social análoga a la de ios países
un desarrollo lento y sin rupturas bruscas y liberales occidentales y planteó por el contra­
lo más espontáneo posible (v. conservaduris­ rio estructuras de un tipo más conservador
mo). Existe, por otra parte, un aspecto de la y autoritario.
temática del ir racionalismo romántico que no La doctrina rankeana del estado-potencia,
tiene un significado conservador, y es la exi­ a pesar de unirse al filón romántico, no tiene
gencia de salvaguardar las particularidades un significado unívocamente conservador
culturales (tradiciones, lenguas, costumbres) como el de la teoría romántica del espíritu del
de los diversos grupos étnicos contra las ten­ pueblo, precisamente porque tiende a despla­
dencias a la nivelación y a la uniformidad pro­ zar el acento de los conceptos nebulosos e
pias del centralismo burocrático moderno. indescifrables del irracionalismo romántico
Esta exigencia fue recibida por la doctrina a los datos conocibles y describibles en tér­
federalista y puesta en práctica a través de minos conceptuales más claros, como son pre­
las instituciones del autogobierno local.I. cisamente la política de potencia, el sistema
de los estados, el influjo de la política exte­
III. LA DOCTRINA ALEMANA DEL ESTADO-POTENCIA rior sobre la política interna. En muchos
Entre las diversas orientaciones que en cier­ casos la doctrina rankeana se utilizó (y cier­
to modo se relacionan con el irracionalismo tamente por parte de su autor) con contení-
HISTORICISMO 751

dos más o menos conscientemente conserva­ economía clásica, como el sistema de las nece­
dores y para rechazar, en relación con las sidades y del trabajo de los hombres. A pesar
necesidades de seguridad y de defensa, refor­ de basarse en un planteamiento idealista
mas políticas y sociales puestas en el orden según el cual toda realidad económica y social
del día por el desarrollo histórico. Pero se proviene de la idea, es capaz de comprender,
puede estar de acuerdo también con un orde­ dentro de este marco teórico, la relación exis­
namiento historicista progresivo, el cual, tente entre las estructuras económicas y
frente a la abstractividad de procedencia ius- sociales, y las diversas formas que éstas asu­
naturalista, reconozca el condicionamiento men en las diversas épocas y situaciones his­
decisivo ejercido sobre la evolución de un tóricas, por una parte, y las instituciones polí­
estado por su posición dentro del marco inter­ ticas y sus correspondientes valores en su
nacional, a pesar de que se vea en esto una evolución histórica, por la otra. En particu­
dificultad que se debe superar de acuerdo con lar, considera el derecho natural moderno y
las posibilidades históricas. el correspondiente modelo liberal de estado
como manifestaciones de la sociedad burgue­
IV. EL MATERIALISMO HISTÓRICO. Junto COn la sa moderna basada en la propiedad privada
orientación historicista que surge del irracio- y en la libre competencia, y por lo tanto rela-
nalismo romántico, la tendencia historicista tiviza, en general (obviamente en un modo
más relevante en el contexto político es la que todavía no satisfactorio), las instituciones y
tiene como fundamento el materialismo his­ los valores políticos en relación con las diver­
tórico. cuyas implicaciones políticas son dia­ sas fases históricas de la evolución de las
metralmente opuestas a las del h. de origen estructuras económicas y sociales. Precisa­
romántico. Antes de examinar en qué térm i­ mente por este aspecto la filosofía hegeliana,
nos configura el materialismo histórico una cuyo significado político no siempre es fácil
forma de actitud historicista, es necesario de definir con precisión (y en cierto modo
detenerse en un filósofo, cuyas tesis acerca aquí puede dejarse de lado este problema),
de la problemática que estamos examinando precede e introduce el materialismo histórico.
ocupan una posición en cierto sentido inter­ Si ahora se quiere indicar el contenido esen­
media entre el irracionalismo romántico y el cial del materialismo histórico, en cuanto
materialismo histórico. Se trata de Hegel. puede ser considerado como una versión fun­
Hegel tiene en común con la escuela román­ damental de la actitud historicista dentro del
tica el recurso al concepto de espíritu del pue­ contexto político, se puede decir precisamen­
blo pura explicar la especificidad de las dis­ te que constituye una radicalización y una
tintas épocas y situaciones históricas y, por profundización de las indicaciones hegelianas
lo mismo, de los valores políticos que éstas acerca de la relación entre evolución históri­
manifiestan. Sin embargo, definió el conteni­ ca de las estructuras económicas y sociales
do de este concepto en términos muy distin­ y especificidad de las instituciones y de los
tos. Ante todo, los diversos espíritus de los valores políticos en las diversas épocas y luga­
pueblos se conciben como encarnaciones del res. En esencia, dentro del planteamiento de
"espíritu del mundo" y de la razón universal Marx y Engels, el materialismo histórico pre­
que gobierna la historia y se realiza sobre supone la eliminación de todo componente
todo a través de la acción de los "pueblos his­ idealista, y en general de todo componente
tóricos”, es decir de aquellos pueblos que meiafisico de la filosofía hegeliana de la socie­
ejercen una función de guia en una determ i­ dad y de la historia, y se traduce en una con­
nada época histórica y en los que se manifies­ cepción del desarrollo histórico como un pro­
ta el grado de progreso alcanzado por el espí­ ceso de revolucionamiento ininterrumpido de
ritu universal en ese momento. Además, todos los aspectos de la vida colectiva huma­
Hegel le da una importancia decisiva entre los na, cuya fuerza motriz fundamental está cons­
elementos que definen la especificidad de tituida por la evolución del modo de produc­
todo pueblo histórico y, por lo tanto, de toda ción (v. marxismo). En esta perspectiva la
época histórica fundamental, a la estructura especificidad de las instituciones y de los valo­
de la "sociedad civil”, entendida por él, res políticos que surgen en las diversas épo­
siguiendo los pasos de las enseñanzas de la cas y situaciones históricas parece determi-
752 HUELGA

nada por las diversas Tases de la evolución del bibliog rafía : N. Bobbio, Hegel e i7 giusnaturalis-
modo de producción y parece corresponder mo, en Rivista di filosofía, l v ii , núm. 4, 1966; K.
a éstas. Por lo que respecta a la doctrina de Mannheim, Das komervalive Dcnken, en Archiv
los derechos del hombre y al modelo liberal für Sozial wissenschaft und Sozialpolitik, 57,
de estado, éstos, lejos de ser considerados 1926, ahora en Wissensoziologie, Berlín-
como normas de valor universal, son conce­ Neuwied, 1964; K. Marx, Contribución a la cri­
bidos como superestructuras del modo de tica de la economía política (1859), México, Siglo
producción capitalista burgués y, por lo tan ­ XXI, 1980; K. Marx, Critica de la filosofía del
to, históricamente relativos y destinados a ser derecho de Hegel [1843), Buenos Aires, Ed. Nue­
superados por el paso al modo de producción vas, 19682; K. Marx y F. Engels, ¡m ideología ale­
socialista. mana (1846), México. Ediciones de Cultura Popu­
La historización de las instituciones y de los lar. 1974; F. Meinccke, El historicismo y su géne­
valores políticos en relación con la evolución sis (1936), México, Fundo de Cultura Económi­
del modo de producción propuesta por el ca, 1943; F. Meinecke, Cosmopolitismo e stato
materialismo histórico tiene un significado naziona le (1908), Perugia-Venecia, La Nuovu Ita­
político evidentemente progresista. Esta lia. 1930; F. Tessitore, Profilo dello storicismo
orientación teórica, en efecto, a pesar de cri­ político, Turín, UTET, 1981.
ticar el racionalismo abstracto del iusnatu-
ralismo moderno, recoge su exigencia racio­ [SERGIO PISTOSE]
nalista fundamental, que significa una críti­
ca de las instituciones existentes desde el pun­
to de vista de las posibilidades racionales del
hombre, y agrega el convencimiento de que huelga
el progreso hacia instituciones cada vez más
racionales está condicionado por la evolución i. h u e l g a y c o n f l ic t o in d u s t r ia l . La h. es la for­
histórica de las estructuras económicas y ma más usual de expresión del conflicto
sociales. Por otra parte, la actitud progresis­ industrial organizado (v. conflicto industrial).
ta del h. de origen marxista puede adoptar A diferencia de otras formas de conflicto labo­
una inclinación revolucionaria o reform ista ral, o en general de lucha obrera, la h. con­
según que el desarrollo económico-social, y siste en la abstención organizada del trabajo
por lo tanto político, se conciba en términos de un grupo más o menos amplio de trabaja­
de un proceso a través de contradicciones y dores.
rupturas o bien como una evolución gradual. Los dos elementos de la definición que mar­
Para completar el cuadro se debe recordar can los limites del fenómeno son: el sujeto y
también que dentro de la orientación marxis­ la modalidad de la acción conflictiva. El suje­
ta surgió la tendencia a considerar la teoría to puede variar desde comprender toda la
de los "caminos nacionales al socialismo" fuerza de trabajo, organizada y dirigida por
como si estuviera basada en una actitud his­ un sindicato, hasta un pequeño grupo de tra­
toricista. Esta teoría representa, en efecto, bajadores (un equipo, una sección, una ofici­
una reacción contra la tendencia del marxis­ na) guiados por un lider informal; pero nun­
mo oficial soviético a considerar la experien­ ca puede referirse a un solo individuo, como
cia revolucionaria y de construcción del socia­ en el caso de ausentismo, los retrasos u otras
lismo llevada a cabo en Rusia como un mode- formas de “desinterés laboral”. La h. es siem­
lu de valor universal para todos los movimien­ pre una acción colectiva que requiere un gra­
tos socialistas y comunistas, y destaca la exi­ do mínimo de organización. Además esta
gencia de tom ar en cuenta, en la lucha por la acción asume siempre la forma de una abs­
instauración del socialismo, la diversidad de tención de trabajo, aunque puede ir acompa­
las situaciones nacionales, definidas no sólo ñada de otras formas de lucha (piquetes,
en términos de evolución económico-social manifestaciones, etc.). Las acciones conflic­
sino también en relación con la cultura, las tivas llevadas a cabo en el lugar de trabajo
tradiciones y las costumbres. sin interrupción de la actividad laboral (sabo­
tajes. disminución de la producción, etc.), aun
cuando son colectivas y organizadas, no
HUELGA 753

unirán en el concepto de h. propiamente rios del mismo. En los sistemas de relaciones


dicha. industriales maduras (v. relaciones industria­
Estas precisiones nos aclaran que la h. es les), en las que un porcentaje notable de la
sólo una de las formas posibles, llevadas a fuerza de trabajo en la industria y en los ser­
cabo con eficacia, del conflicto industrial. Sin vicios —y no sólo los núcleos centrales de la
embargo, ha sido la forma históricamente clase obrera— está sindical izada, y en las que
predominante. El "retiro del trabajo" ha sido el sindicato está reconocido por parte de
en efecto la más obvia y directa amenaza que empresarios y gobiernos como legítimo repre­
los trabajadores pueden plantear en las nego­ sentante de los trabajadores y copartícipe en
ciaciones para una contratación colectiva con la contratación, existe a menudo un desdobla­
los empresarios (Crouch y Pizzomo, 1977:407- miento del fenómeno de la h. Por un lado,
433). La h. causa un daño efectivo a la con­ grandes huelgas organizadas por los sindica­
traparte porque bloquea la producción (diver­ tos alrededor de lemas vinculados a estrate­
samente de otras formas de protesta "expre­ gias a largo plazo (empleo, derechos sindica­
sivas"), sin dañar por lo general las plantas les, etc.); por el otro, microconflictividad orga­
y por lo tanto la continuidad del empleo nizada informalmente por parte de cada gru­
(como ocurre en el caso del sabotaje). De po de trabajadores acerca de cuestiones estre­
m anera distinta que en el caso de disminu­ chamente relacionadas con su situación
ción de la producción y de otras formas simi­ concreta, salarial o laboral. Entre las h. orga­
lares, requiere sólo de un mínimo de organi­ nizadas por los sindicatos, junto a las propia­
zación al mismo tiempo que provoca un nota­ mente contractuales, aumentan día a día las
ble impacto en la opinión pública y en las dirigidas, directa o indirectamente, a los
autoridades de gobierno. poderes públicos, a fin de que intervengan con
Más allá de su eficacia respecto al proceso decisiones favorables a los trabajadores. La
de contratación colectiva, la h. ha sido a h. adquiere entonces el significado de una
menudo considerada el arma principal de la prueba de fuerza, más que de una acción diri­
lucha de clases. En efecto, la h. no es sólo una gida a provocar un daño efectivo al adversa­
prueba de fuerza respecto del adversario; rio. Las h. dirigidas contra los empresarios
puede ser antes que todo un factor de identi­ pueden también dividirse en h. "instrum en­
dad, un elemento que permite al grupo de tra­ tales", o sea usadas para imponer a la con­
bajadores que participan en la h. reconocer­ traparte las propias reivindicaciones en la
se como clase en oposición a otra. Además, contratación colectiva, y h. "dem ostrativas”
ha sido y sigue siendo un recurso im portan­ o simbólicas, dirigidas a consolidar las bases
te en el contexto del conflicto político. A fina­ y a aum entar el grado de adhesión.
les del siglo xtx y a principios del xx, las La microconflictividad encuentra su razón
musas obreras buscaban a través de la h. obte­ de ser en la fragmentación de las situaciones
ner no solamente una mejora de las propias laborales y en el diverso poder contractual de
condiciones salariales y laborales, sino tam­ los distintos grupos de trabajadores, además
bién la ampliación del sufragio. Todavía hoy de la institucionalización del sindicato, que
muchos movimientos obreros usan la h. (espe­ no les permite representar adecuadamente
cialmente la h. general) para imponer al esta­ tudas las demandas de la base. En estos casos
do la adopción de políticas económicas y se trata a menudo de h. de “nivelación" o de
sociales o leyes favorables a ellos. “imitación" de situaciones relativamente pri­
vilegiadas. Otras veces se trata de h. de "pro­
ii TIPOS df. huelga. Si los aspectos anterior­ testa" contra ciertas situaciones considera­
mente mencionados han determinado el pre­ das insostenibles, o incluso contra el sindica­
dominio histórico de la h. por encima de otros to, cuando no representa eficazmente algunos
tipos de conflicto, sus características han ido intereses particulares.
camhiando con el trascurso del tiempo. En
parte han cambiado los sujetos, o sea la exten­ III. ELPROCESODELAS HUELGASYSUS CAUSAS. El pro­
sión y la organización del grupo de trabaja­ ceso discontinuo de las h. en el tiempo ha
dores que sostiene la h., así como han cam­ constituido desde siempre un problema
biado también los objetivos y los destinata­ im portante de investigación en las ciencias
754 HUELGA

sociales, además de ser un desafío a cualquier tidumbre en la misma conceptualización del


visión simplista de desarrollo unidimensional fenómeno de la h. Según un notable grupo de
del conflicto (hacia la institucionalización o teóricos, la h. es esencialmente una forma de
hacia una salida revolucionaria). “protesta” obrera, lo cual encuentra su expli­
En muchos países capitalistas, las h. se han cación en las condiciones que hacen explotar
producido "por oleadas" (Shorter y Tilly, o bien canalizar la protesta. Otro grupo de
1974) o "por ciclos" (Crouch y Pizzomo, 1977), investigadores, actualmente predominante,
más que por cambios graduales. Y esto es considera en cambio la h. como un "instru­
cierto tanto desde el punto de vista cuantita­ mento táctico", que los sindicatos usan a su
tivo como desde el punto de vista de las prin­ conveniencia; lo cual se explica teniendo en
cipales características de la h. (objetivos, for­ cuenta los factores que hacen aum entar su
mas de lucha, relaciones entre base y sindi­ utilidad u dism inuir los riesgos que puede
cato). Las investigaciones que se han plantea­ implicar para las mismas organizaciones sin­
do como problema la manifestación de ciclos dicales. Apelando a la tipología de las h. pre­
de luchas obreras con especiales caracterís­ sentada en el parágrafo anterior, es fácil d ar­
ticas de radicalismo, se han convertido en se cuenta que en los sistemas de relaciones
interpretaciones de alguna manera elabora­ industriales maduros ambos aspectos están
das. Para explicar este fenómeno es capital presentes. Los límites interpretativos de las
la formación periódica de nuevas "identida­ investigaciones sobre el proceso de las h. se
des colectivas", que tiende a modificar los encuentran probablemente en la heterogenei­
modelos existentes de mediación (Crouch y dad del fenómeno que pretenden explicar, ya
Pizzorno, 1977: 407-433; Pizzomo, Revneri, que fenómenos sociales distintos requieren a
Regini, Regalía, 1978). su vez tipos distintos de explicación.
Cuando se ha intentado en cambio explicar
el proceso cuantitativo de las h. a todo lo lar­ O. Ashenfelter y G. Johnson, Bar-
biblio g ra fía :
go de extensos periodos históricos o en diver­ ¡•aining theory. traje unians and industrial stri-
sos contextos (nacionales o sectoriales), se ha ke activity, en American Economic Review, 40.
recurrido cada vez más a diversos tipos de 1969; II moví mentó degli scioperi nel xx sécalo,
variables como posibles factores de explica­ a cargo de G. Celia, Bolonia, II Mulino, 1979; Con-
ción. Variables económicas como el índice de flitti in Europa, a cargo de G. Crouch y A. Piz­
desempleo, el de inflación, la relación entre zorno, Milán, Etas Libri, 1977; D. Hibbs, Indus­
salarios y ganancias, han sido considerados trial conflict in advanced industrial societies, en
por mucho tiempo como los principales fac­ American Political Science Review, l x x , 4, 1976;
tores de explicación del proceso discontinuo R. Hyman, Strikes, Londres. Fontana. 1972; C.
de las h. (Rees, 1952; Ashcnfelter y Johnson, Kerr y J. Siegel, The inter-industry propensity tu
1969). A éstas se han añadido más reciente­ strike, en Industrial conflict. a cargo de A. Kom-
mente variables políticas y sindicales, como hauser, R. Dubin y A. Ross, Nueva York,
la presencia de partidos de la clase obrera en McGraw-Hill. 1954; W. Korpi y M. Shalev, Stri­
el gobierno, el grado de sindicalización o el kes, power and politics in the western nations,
de centralización de las relaciones industria­ 1900-1976, en Political power and social theory,
les (Hibbs, 1976; Konpi y Shalev, 1980). Ade­ a cargo de M. Zeitlin, Greenwich, Jai Press, 1980,
más de la discontinuidad en el tiempo, se ha vol. i; A. Pizzomo, E. Revneri. M. Regini e I.
estudiado también la e* istentc entre diversos Regalia, Lorie operaie e sindacato: il ciclo 1968-
sectores productivos (Kerr y Siegel, 1954; 1972 in Italia, Bolonia, II Mulino. 1978: A. Rees,
Shorey, 1977), desplazando así la atención Industrial conflict and Business fluctuations. en
hacia variables relativas a la estructura pro­ Journal of Political Economy, 60,5, 1952; J. Sho­
ductiva y de la mano de obra. A pesar de la rey, An inter-industry analysis of strike frequeney,
gran cantidad de investigaciones empíricas, en Económica, 43, 1977; E. Shorter y C. Tilly,
estos estudios cuantitativos llegan sólo a con­ Strikes in Frunce, 1830-1968, Londres, Cambrid­
clusiones parcialmente satisfactorias, ya sea ge University Press, 1974.
a nivel estadístico o a nivel interpretativo
(Celia, 1979: 583-627). [MARINO REGINI]
Además de estas dificultades, existe incer­
ideología

i PREMISA. Tanto en el lenguaje polítieo prác­ tul como se presentan en estratos politizados
tico como en el de la filosofía, de la sociolo­ o en la masa de ciudadanos. En su acepción
gía y de la ciencia política no existe qui/á nin­ particular, lo "ideológico” está sólidamente
guna palabra que esté a la par de i. por la fre­ contrapuesto, de mudo expiieito o implítico,
cuencia con que es empleada y, sobre todo, a lo “ pragmático”, y el carácter de la “i.” es
por la gama de significados distintos que le atribuido a una creencia, una acción o un esti­
son atribuidos. En la intrincada multiplicidad lo político por la presencia en ellos de cier­
de usos del término se pueden todavía deli­ tos elementos típicos, como el doctrinarismo,
near dos tendencias generales o dos tipos el dogmatismo, un fuerte componente pasio­
generales de significado, que Norberto Bob- nal, etc., que han sido diversamente definidos
bio ha propuesto llamar significado "débil" y organizados por diferentes autores. De este
y significado "fuerte” de i. En su signiticado uso particular, o mejor dicho de este grupo
débil, “ i.” designa el genus, o una species de usos particulares del significado débil de
variadamente definida, de los sistemas de i., se deriva el tema del "fin” o de la “decli­
creencias políticas: un conjunto de ideas y de nación de las ideologías" en las suciedades
valores concernientes al orden político que industriales de Occidente, originado entre los
tienen la función de guiar los comportamien­ años cincuenta y sesenta por las interpreta­
tos políticos colectivos. El significado fuerte ciones de sociólogos como Raymond Aron,
tiene origen en el concepto de i. de Marx, Daniel Bell y Seymour Martin Lipset, y lue­
entendido como falsa consecuencia de las go incorporado a un complejo y prolongado
relaciones de dominación entre las clases, y debate que, en ciertos aspectos, perdura aún
se diferencia claramente del primero porque hoy.
mantiene en el propio centro, diversamente El significado fuerte de i. ha sufrido, por
modificada, corregida o alterada por los dis­ su parte, una singular evolución. En Marx,
tintos autores, la noción de falsedad: la i. es "i." denotaba las ideas y las teorías que son
una creencia falsa. En el significado débil, "i.” socialmentc determinadas por las relaciones
es un concepto neutro, que prescinde del de dominación entre las clases y que justifi­
eventual carácter mistificante de las creen­ can tales relaciones dotándolas de una falsa
cias políticas; en el significado fuerte “i." es conciencia. En la evolución posterior del sig­
un concepto negativo que denota precisamen­ nificado de la palabra ha sigo generalmente
te el carácter mistificante, de falsa concien­ olvidada —salvo en el lenguaje polémico de
cia. de una creencia política. la política práctica— la conexión entre i. y
En la ciencia y en la sociología política con­ poder. En cuanto al resto, el destino de este
temporánea predomina netamente el signifi­ significado de i. se ha planteado en las rela­
cado débil de i., tanto en su acepción general ciones entre dos de los elementos constituti­
como particular. La prim era acepción se vos de la formulación original: el carácter de
encuentra en los intentos más acreditados de falsedad de la i. y su determinación social. Por
teoría general, tanto tradicionales como inno­ una parte se ha mantenido firme y se ha gene­
vadores, asi como también en la interpreta­ ralizado el principio de la determinación
ción de los particulares sistemas políticos y social del pensamiento, perdiendo así de vis­
en el análisis comparado de diversos siste­ ta el requisito de la falsedad: la i. está disuel
mas, y en la búsqueda empírica directa por ta en el concepto general de sociología del
establecer los sistemas de creencias políticas conocimiento. Por otra parte se ha manteni­
756 ID H Ü L O C ilA

do firme, se ha generalizado y se ha reinter- co (Bobbio, 1969). Pareto abre así el camino


prelado el requisito de la falsedad, olvidan­ a la interpretación neopositivista, según la
do a su vez la determinación social de la i.: cual "i.” designa las deformaciones que los
el punto de llegada es aquí la crítica neoposi- sentimientos y las orientaciones prácticas de
tivista de la i. una persona provocan en sus creencias, dis­
En el prim er sentido, el desarrollo funda­ frazando los juicios de valor bajo la forma
mental se encuentra en el pensamiento de simbólica de las afirmaciones de hecho. De
Kurl Mannheim, donde la critica del uso polé­ este modo se mantiene el requisito de la fal­
mico que hace Marx de la palabra "i.” lleva sedad de la i., aunque sea interpretado de
consigo, casi inadvertidamente, el abandono modo muy particular. Pero aparece comple­
de la interpretación ntarxiana de la génesis tamente ausente su génesis social especifica.
social de la i. (las relaciones de dominación), Ante esta situación no nos debe sorprender
y donde, sobre todo, con el paso de la noción demasiado que la ciencia política contempo­
"especial" a la "general" de i,, la atención se ránea tienda a considerar parcialmente el sig-
fija en el fenómeno muy generalizado de la nifieado fuerte de “ i.”, relegándolo al domi­
determinación social del pensamiento de nio de la crítica o de la sociología del conoci­
todos los grupos sociales en cuanto tales. miento, y considerándolo explícita o implíci­
Según Merton esta generalización, que impli­ tamente poco útil en el estudio empírico de
ca "no sólo los errores o las ilusiones o la los fenómenos políticos. Giovanni Sartori ha
creencia no auténtica sino también el descu­ expresado con claridad este punto de vista.
brimiento de la verdad”, es la "revolución "Las discusiones sobre la i. —escribe— caen
copemicana” en el campo de la sociología del generalmente en dos grandes sectores: la i. en
conocimiento. Desde el punto de vista de la el conocimiento y la i. en la política. Respec­
función de la disciplina general de la socio­ to del prim er campo de indagación el proble­
logía del conocimiento, la observación de ma es si el conocimiento del hombre está con­
Merton es verdadera. Pero, al mismo tiempo, dicionado o distorsionado ideológicamente,
no aparece silenciado o disminuido el hecho y en qué grado. Respecto del segundo campo
de que la generalización de la determinación de indagación el problema consiste en saber
social del pensamiento ha sido tomada en con­ si la i. es un aspecto esencial de la política y,
sideración demasiado trivialmcnte y ha pro­ convenido que lo sea, qué es lo que ella está
ducido una concepción que esconde cada en condiciones de explicar. En el prim er caso
creencia, se limita a juzgar igualmente ver­ la i. resulta contrapuesta a la ‘verdad’, a la
daderas todas las visiones del mundo de las ciencia y al conocimiento válido en general;
distintas sociedades, clases, iglesias, sectas, en el segundo lo importante no es el valor de
etc., y olvida definitivamente el concepto de verdad sino, por decirlo caprichosamente, el
i. en su significado original (por ejemplo, VV. valor funcional de la ideología”.
Stark, S ocíoIorv o f Icnowledge, Londres, La objeción que se puede hacera esta posi­
1958). ción es que, en la interpretación original del
En el segundo sentido, el desarrollo funda­ concepto, o sea en la interpretación niarxia-
mental está dado en el pensamiento de Vil- na, la falsedad y la función social de la i. no
fredo Pareto, donde la crítica de la i. es en son recíprocamente independientes sino que
buena medida una crítica minuciosa e infati­ están estrechamente vinculadas entre si. Por
gable de la falsedad, y de los tipos particula­ una parte, la falsa conciencia, velando o
res de falsedad, de las teorías sociales y polí­ enmascarando los aspectos más duros y anta­
ticas, y donde, en relación con la génesis de gónicos de la dominación, tiende a facilitar
la i., el dominio social pasa decididamente a la aceptación de la situación de poder y la
segundo orden para dejar el puesto a lo que integración política y social. Por otra parte,
Pareto considera los instintos fundamentales precisamente por ser falsa conciencia, la
de la naturaleza humana. De aqui se deriva creencia ideológica no es una base indepen­
que "lo que en Marx es un producto de una diente del poder, y su eficacia y su estabili­
determinada forma de sociedad, en Pareto ha dad dependen, en último análisis, de aquellas
devenido en un producto de la conciencia propias de las bases efectivas de la situación
individual”, objeto de un análisis psicológi­ de dominación (para Marx: las relaciones de
ID E O L O G IA 757

producción). Ahora bien, si en estas proposi­ ofrecen "una interpretación del pasado, una
ciones se puede conferir un significado des­ explicación del presente y una visión del futu­
criptivo y empírico, antes que polémico- ro ” (A systems analysis o f pulitical life, Nue­
prescriptivo y metacmpírico, el concepto va York, 1965). En relación con la distinción
fuerte de i. se convierte por eso mismo en un entre gobierno, régimen y comunidad políti­
concepto importante para el estudio científi­ ca, Easton clasifica las i. en partidarias, diri­
co del poder y, en consecuencia, para el estu­ gidas a organizar el consenso hacia tipos par­
dio científico de la política. La comprobación ticulares de lineas políticas y de prácticas de
del carácter ideológico de una creencia polí­ gobierno: legitimantes, dirigidas a sostener o
tica permitiría, en efecto, extraer conclusio­ a impugnar el régimen político y el derecho
nes significativas sobre la relación de poder de los gobernantes a gobernar, y comunita­
a la cual la creencia se refiere: por ejemplo, rias, dirigidas a apoyar la persistencia o la
sobre su confl¡dualidad potencial y sobre su transformación de la comunidad política en
estabilidad. su conjunto. Esta clasificación es analítica y
Por lo tanto, un discurso sobre el estado de tiene en cuenta, más que la i. en sí, los diver­
los usos y de la utilidad del concepto de i. en sos niveles del sistema político a los cuales
el análisis político no puede hacer menos que ella puede referirse. En la realidad, cada uno
ocuparse del significado fuerte de la palabra, de los tres tipos de i. no son más que un aspec­
más que de su significado débil. Es por eso to de i. más generales (como el conservadu­
que la segunda parle de este ensayo está divi­ rismo, el liberalismo, el socialismo, y otras),
dida en dos secciones. En la prim era de ellas que Easton llama i. ómnibus, y que expresan
reseñaré algunos de los usos principales del orientaciones tanto hacia la comunidad polí­
significado débil de i., tanto en su acepción tica como hacia el régimen y hacia el
general como particular, y recordaré los gobierno.
aspectos más importantes del debate que tie­ Otra definición general de i. es la propues­
ne lugar alrededor de las tesis de la "decli­ ta por Zhigniew K. Brzezinski: "Un progra­
nación de las i.‘‘. En la segunda parte exami­ ma apto para la acción de masas, derivado de
naré las perspectivas actuales de una refor­ determinados asuntos doctrinales sobre la
mulación del significado fuerte de i., con el naturaleza general de la dinámica de la rea­
objeto de convertirlo en un instrum ento legí­ lidad social, y que combina ciertas afirmacio­
timo y prometedor para la ciencia política, y nes sobre la inadecuación del pasado o del
mostraré, en especial, los problemas que sur­ presente con ciertos rumbos explícitos de
gen, orientando la investigación en esta direc­ acción para m ejorar la situación y ciertas
ción, en relación a la estructura de la i., es nociones sobre el estado de cosas final y
decir, en prim er lugar, a su carácter de "fal­ deseado" (Ideology and power in soviet poli-
sedad”.I tics, Nueva York, 1962). Esta definición des­
taca la dimensión activista, transform adora,
II tu. SIGNIFICADO DLBI1. DF. IDEOLOGIA. A) ALGUNOS de la i., y probablemente por esta razón Cle-
usos. Entre los usos más generalizados del ment H. Moore ha podido construir su clasi­
significado débil de i. se puede mencionar el ficación de las i. de los partidos-guía de los
de Cari J. Friedrich, según el cual las i. son distintos sistemas unipartidistas (sean ellos
"sistemas de ideas conectados con la acción”, un partido único o un partido predominan­
comprenden típicamente "un programa y una te). Este politólogo tiene presentes dos pará­
estrategia para su actuación”, están dirigidas metros: el objetivo oficial de la i., diferencian­
a "cambiar o a defender el orden político exis­ do entre transformación total y transform a­
tente" y tienen la función de sostener simul­ ción parcial de la sociedad, y la función efec­
táneamente a un partido u otro grupo com­ tiva de la i., diferenciando entre función “ins­
prometido en la lucha política (.Han and bis trum ental”, es decir práctica, de persistente
goverument, Nueva York, 1963), o el de David guía de la acción, y función "expresiva", es
Easton, quien ve en las i. las "interpretacio­ decir sin efectos directos sobre la acción pero
nes" y los “ principios éticos" explícitos y ela­ que expresan el sentido de solidaridad y los
borados que "definen los objetivos, la orga­ sentimientos comunes de los miembros del
nización y los limites de la vida política” y partido. Combinando estos dos parámetros se
758 IDEOLOGIA

obtienen cuatro tipos de i. de los sistemas uni- democrático-constitucional norteamericana,


partidistas: las ideologías totalitarias, que son y de esto sacan conclusiones preocupantes
instrumentales y están dirigidas a una trans­ acerca de la solidez del sistema democrático
formación total de la sociedad (por ejemplo norteamericano o bien, más frecuentemente,
el comunismo soviético durante el periodo sta- consideran necesario redimensionar. de
linista); las ideologías tutelares, instrum enta­ manera bastante drástica, la importancia del
les y dirigidas a una transformación parcial consenso de la población sobre los valores
(por ejemplo el comunismo yugoslavo); las políticos fundamentales, como requisito para
milenaristas, expresivas y dirigidas a una el buen funcionamiento y para la estabilidad
transformación total de la sociedad (por ejem­ de un régimen democrático. Más reciente, en
plo el fascismo italiano), y las administrati­ la literatura de los estudios referidos a los sis­
vas, expresivas y dirigidas a una transform a­ temas de creencias políticas, se ha perfilado
ción parcial (por ejemplo, la i. del Partido una corriente que intenta cuestionar y corre­
Revolucionario Institucional de México). gir. al menos parcialmente, la veracidad de
Un concepto general de i., que destaca el la existencia de una distancia radical entre
carácter de la sistematización de la coheren­ las creencias políticas de las élites y las del
cia, ha sido también utilizado, especialmen­ hombre común, y se ha comenzado a estudiar
te en Estados Unidos, en los estudios empíri­ el grado de coherencia de las actitudes y de
cos de las creencias políticas del público, o las creencias del público general aun en una
bien a través de entrevistas prolongadas con perspectiva diacrónica, es decir en su evolu­
pocas personas (R. Lañe, Political ideolugy, ción temporal, encontrando un sustancial
Nueva York, 1962) o bien, sobre todo, por incremento y, por lo tanto, un aumento de la
medio de cuestionarios a personas represen­ orientación ideológica del hombre común
tativas de la población. Herbert McClosky, norteamericano.
autor de una de las más interesantes de estas Las características de la sistematización y
investigaciones, define las i. cunto "sistemas de la coherencia que aparecen en algunas de
de creencias explícitas, integradas y coheren­ las definiciones generales de i. arriba mencio­
tes, que justifican el ejercicio del poder, expli­ nadas, y especialmente en la última, retornan
can y juzgan los acontecimientos históricos, también n las nociones particulares del sig­
identifican lo que está bien y lo que está mal nificado débil de i., con las cuales se deter­
en política, definen las relaciones entre la mina una contradicción entre lo “ideológico"
política y otros campos de actividad y sumi­ y lo “pragmático”, u otro concepto análogo.
nistran una guía para la acción" (Consensos Sin embargo, en estas acepciones particula­
and ideology in American politics, en Ameri­ res la i. o lo "ideológico" resulta contradic­
can Political Science Review, uvin, 1964). torio con otros diferentes requisitos especí­
Estas investigaciones generalm ente han ficos. Edward Shils, por ejemplo, ha plantea­
encontrado que las características de la sis­ do una contradicción entre "política ideoló­
tematización y de la coherencia distinguen gica” y "política civil”, con base en la cual la
netamente las creencias de las élites políticas política ideológica se caracteriza por la férrea
de las fragmentarias e incoherentes del hom­ preeminencia de un sistema general y cohe­
bre de la calle. El significado especifico de rente de principios, por una perspectiva tota­
esta variedad, y las consecuencias que de aqui lizadora, por la obsesión hacia el futuro, por
se han extraído, son sin embargo diversas. una visión dicotómica amigo-enemigo, por la
Lañe, pese a encontrar que el hombre común hostilidad hacia los compromisos, por una
norteamericano tiene opiniones políticas gro­ tendencia extremista, y por otros elementos
seras y no estructuradas, sostiene sin embar­ (Shils, 1938). Volviendo sobre el argumento
go que sus actitudes y sus creencias están sus­ diez años después, Shils ha identificado la i.,
tancialmente encaminadas a apoyar al siste­ entre todas las otras variantes de sistemas
ma democrático. Otros investigadores, en generales de interpretaciones y de ideas
cambio, han descubierto en el público gene­ morales concernientes al hombre y la socie­
ral un estado muy difuso de confusión, dad. sobre la base de la presencia conjunta
imeomprensión y desacuerdo sobre el signi­ de nuevos rasgos característicos: 11 una for­
ficado de los valores fundamentales de la i. mulación explícita; 2 ] un alto grado de inte­
ID E O L O G ÍA 759

gración y de compatibilidad sistemática, obte­ cias se asocian con una mentalidad cerrada
nido a través de una concentración pronun­ y con una fuerte carga pasional; al contrapo­
ciada sobre unas pocas proposiciones cognos­ nerse dos sistemas de creencias pragmáticas
citivas y valorativas; 3] la presencia destaca­ tienden a dar vida a consensos o a compro­
da de la propia diversidad (antes que la misos, o en todo caso a transacciones prag­
similitud) respecto de los otros sistemas de máticas, desde el momento en que los siste­
creencias y de las otras i.; 4] la resistencia a mas de creencias se asocian con una menta­
las innovaciones del sistema ideológico y la lidad abierta y con una carga pasional más
tendencia a negarle o a empequeñecerle el sig­ o menos baja. Por otro lado la i., asi entendi­
nificado; 5] la imperatividad con la cual la i. da, por sus pronunciados componentes de
exige la obediencia en el pensamiento y en la variada dirección, es el instrum ento princi­
conducta a los individuos que se le adhieren pal que tienen a su disposición las élites polí­
y a la propia actuación práctica; 6 J una fuer­ ticas para producir la movilización política
te carga emotiva que acompaña tanto la pro­ de las masas y para llevar a un grado máxi­
mulgación como la aceptación y la aplicación mo su manipulación.
de la i.; 7] el consenso total requerido a todos Robert D. Putnam ha empleado a su vez el
aquellos que se le adhieren; 8 ] el carácter concepto de "estilo ideológico", connotándolo
autoritario que los simpatizantes reconocen como un modo de razonar en política funda­
a su formulación explícita; 9] el nexo con cual­ do en principios generales, deductivo, que
quier forma de asociación colectiva, dirigida pone el acento sobre la importancia de las
a mantener la disciplina entre los simpatizan­ ideas y comporta una visión utópica del futu­
tes y a traducir en realidad el sistema ideo­ ro. Estudiando las creencias políticas de un
lógico. Las i., asi definidas, no tienen por nece­ representante de los hombres políticos italia­
sidad una naturaleza primariamente política; nos y de un representante de los hombres
sólo a partir del siglo xvii su componente políticos ingleses, Putnam ha encontrado que
político se vuelve crucial y a partir del xix el estilo ideológico es mucho más frecuente
decididamente predominante. Surgen sola­ en Italia que en Gran Bretaña. Ha tratado
mente en periodos de crisis, cuando la visión también de ver si existen correlaciones entre
del mundo dominante no alcanza a satisfacer estilo ideológico y otras actitudes determina­
nuevas e impedentes necesidades sociales y das que, como muestran las definiciones de
exige imperiosamente a sus adherentes una Shils y Sartori arriba señaladas, están a
transformación social de la sociedad o un reti­ menudo asociadas a la política ideológica y
ro total de ella. aparecen a propósito de resultados algunas
Giovanni Sartori ha construido expresa­ veces positivos y otras negativos. En general,
mente una contraposición entre i. y pragma­ ha encontrado un nexo positivo entre estilo
tismo, fundada en una doble dimensión de los ideológico, por una parte, y extremismo (a lo
sistemas de creencias políticas; la dimensión largo del eje derecha-izquierda), enajenación
cognitiva y la emotiva. Los sistemas de creen­ (en el sentido de separación y de oposición
cias ideológicas se caracterizan, en el nivel radical a los ordenamientos políticos domi­
cognitivo, por una mentalidad dogmática nantes) y propensión a percibir los problemas
(rígida, impermeable tanto a los argumentos políticos en términos de conflicto, por la otra.
como a los hechos) y doctrinaria (que apela Al mismo tiempo no ha verificado una rela­
a los principios y a las argumentaciones ción significativa con la hostilidad hacia los
deductivas) y, en el nivel emotivo, por un fuer­ compromisos, con el fanatismo, con el dog­
te componente pasional, que les confiere un matismo y, en general, con una actitud nega­
alto potencial de actividad; por su parte, los tiva hacia el proceder del pluralismo políti­
sistemas de creencias pragmáticas se carac­ co. En cuanto a la hostilidad y a la intoleran­
terizan por la cualidad upuesta. Según Sar- cia hacia los opositores, según Putnam no
tori. este concepto de i. sirve para explicar los existe una correlación directa con el estilo
conflictos políticos: al contraponerse dos sis­ ideológico, o sea en el nivel de las actitudes
temas de creencias ideológicas tienden a dar de los hombres políticos particulares, sino
vida a conflictos más o menos radicales, des­ que existe una correlación indirecta en el
de el momento en que esos sistemas de creen­ nivel del sistema político en su totalidad.
760 ID E O L O G IA

III. ii| EL DEBATE SOBRE LA "DECLINACIÓN DE LAS ideo ­ cia había enseñado que las demandas políti­
logías " Vinculada con ciertas connotaciones cas divergentes podían ser conciliadas. En
de la acepción particular de i., como el dog­ 1958, en el mismo ensayo en el que proponía
matismo, el doctrinarismo, la fuerte carga la diferenciación entre "política ideológica"
pasional, la propensión hacia conflictos radi­ y "política civil”, Edward Shils expresaba la
cales, la tendencia extremista, valoradas en convicción de que la política ideológica era
general de manera negativa, está la tesis del declinante en la sociedad industrializada de
"fin’’ o de la “declinación de las i.”. Esta tesis Occidente y daba una valoración positiva del
toma forma hacia la mitad de los años cin­ fenómeno. En 1960, Daniel Bell observaba que
cuenta, en la atmósfera creada por un pro­ las viejas i. sistemáticas, totalizantes, empa­
nunciado desarrollo económico de Occiden­ padas de pasiones y dirigidas a transform ar
te, por el deshielo soviético y por la crecien­ por entero el modo de vida del hombre, se
te desilusión respecto de la posibilidad de una estaban agotando en el mundo occidental por
afirmación del comunismo en los países un complejo de razones históricas, que habían
industrializados. Entre otras proposiciones alentado su adopción y habían producido un
afirma las siguientes: que en los últimos vein­ consenso suficientemente extenso entre los
te años se ha dado una relativa disminución portadores de las i. —los intelectuales— acer­
del extremismo, con lo cual resultaban afir­ ca de los principales problemas políticos. La
mados los fines y los objetivos ideológicos, y aceptación tan difundida del “estado de bie­
que se había producido un aflojamiento rela­ nestar”, de una organización descentraliza­
tivo de la intensidad emotiva con la cual aque­ da del poder, de una unión entre economía
llos fines y aquellos objetivos eran persegui­ mixta y pluralismo político, tendía a poner en
dos. La ocasión para la prim era difusión de el olvido los ásperos contrastes ideológicos
la tesis fue el encuentro sobre el "Futuro de de otro momento. En el mismo año, Seymour
la libertad", organizado por el Congreso pol­ Martin Lipset formulaba de modo análogo la
la Libertad de la Cultura, celebrado en sep­ tesis de la declinación de las i., centrando la
tiembre de 1955 en Milán, en el Museo de la atención sobre todo acerca de un sustancial
Ciencia y de la Técnica, con la participación decrecimiento de la polarización ideológica,
de cerca de ciento cincuenta escritores, polí­ es decir una decidida atenuación de los con­
ticos, periodistas y profesores universitarios trastes entre derecha e izquierda. “Esta trans­
provenientes de todo el mundo. Después de formación de la vida política occidental
días de discusión y de debate, entre los par­ —escribía— se debe al hecho de que los pro­
ticipantes occidentales se formó un consen­ blemas políticos fundamentales después de
so suficientemente amplio sobre el hecho de la revolución industrial han sido resueltos: los
que las i. extremistas estaban en decadencia, trabajadores obtuvieron un reconocimiento
que esta decadencia se reflejaba en una cier­ de sus derechos económicos y políticos; los
ta convergencia entre las i. tradicionalmente conservadores han aceptado el concepto del
antagónicas, y que tal cosa debía ser consi­ estado de bienestar; la izquierda democráti­
derada en relación con el desarrollo econó­ ca ha reconocido que un aumento indiscrimi­
mico y el elevado bienestar de las sociedades nado de los poderes del estado en vez de con­
industriales avanzadas. ducir a la solución de los problemas econó­
Entre 1955 (aun antes del encuentro de micos comporta una seria amenaza para la
Milán) y 1960 se pueden localizar las formu­ libertad. Este triunfo real y verdadero, en los
laciones más notables e influyentes de la tesis países occidentales, de la revolución social
de la declinación de las i.: las de Aron, Shils, democrática ha puesto un límite a la política
Bell y Lipset. En 1955, Raymond Aron desta­ interna para aquellos intelectuales que, por
caba la declinación del fanatismo asociado estar inducidos a la acción política, necesitan
con las creencias políticas; la pérdida de ser estimulados por i. o utopias.”
importancia, la progresiva erosión de las i. La tesis de la declinación de las i. ha pro­
tradicionales, alguna vez rígidas e im perati­ vocado numerosas y vivaces criticas y un
vas, y observaba que en los países occidenta­ intenso y prolongado debate en el cual han
les la atenuación de las contradicciones ideo­ participado, además de los sostenedores ori­
lógicas dependía del hecho de que la experien­ ginales de la tesis, especialmente Bell y Lip-
ID E O L O G IA 7M

sel, ¿.utores como C. W. Mills, J. Meynaud, I. cierta cunfusión de términos, y aunque sus
L. Horowitz, H. D. Aiken, J, LaPalombara, D. sostenedores no distingan de manera sistemá­
H. Wrong, M. Harrington y otros, cuyas inter­ tica las i. de los otros sistemas de creencias,
venciones han sido casi todas recogidas en perspectivas y concepciones, que no son ideo­
dos volúmenes antológicos (Waxmun, 1969; lógicos, de sus escritos resulta claramente
Rejai, 1971). Entre las muchas críticas plan­ que aquello de lo cual predican la declinación,
teadas, las m¿is importantes y a las que se y cuya declinación evalúan positivamente, es
recurre con mayor frecuencia son cuatro. De un modo particular de emplear las ideas y los
éstas, las prim eras dos comprenden la vali­ ideales en política, y no las ideas y los idea­
dez científica o cognoscitiva de la tesis: su ver­ les políticos en general. "El fin de las i. —es­
dad o falsedad. Por su parte, las otras se refie­ cribe por ejemplo Bel!— no es —no debe ser—
ren a su componente valorativo o directivo. el fin de la utopia [.. .] Hoy más que nunca
La prim era crítica sostiene que la tesis es la utopía es necesaria, en el sentido de que
prácticam ente luisa: no es verdad que las i. los hombres necesitan —como han necesita­
y los contrastes ideológicos huyan term ina­ do siempre— de una visión de su potenciali­
do o estén terminando, desde el momento en dad que les permita unir la pasión a la inteli­
que todavía en el sistema político norteame­ gencia" (Bell, 1960). La tercera crítica —se­
ricano —que ofrece las condiciones más pro­ gún la cual la tesis de la declinación de las
picias pura consum arse el fin de las i.— esta­ i. es ella misma una i.— puede ser aceptada
llan los problemas raciales y de la pobreza, a condición de que se adopte, en este caso, una
y toman forma una derecha radical y la nue­ acepción amplia, general de i. Es inobjetable,
va izquierda. La segunda crítica sostiene que en efecto, que los sostenedores de la tesis
la tesis es una interpretación equivocada de —desde Aron hasta Shíls, desde Bell hasta
un fenómeno real, en el sentido de que des­ Lipset— no se limitan a aceptar que las i.
cribe como declinación de las i. aquello que declinan en Occidente sino que también
es simplemente un desplazamiento del área expresan una apreciación positiva del fenó­
del conflicto ideológico: mientras se atenúan meno. Con esto ellos hacen una elección a
los contrastes ideológicos alrededor de los favor de un determinado tipo de política y en
viejos problemas políticos, nuevos o más contra de otro tipo de política: hacen una elec­
intensos contrastes ideológicos surgen en ción política y, lato sensu, ideológica. Lipset
nuevos sectores. La tercera critica sostiene lo ha reconocido explícitamente en una polé­
que la tesis de la declinación de las i. es ella mica con LaPalombara. Ahora bien, está cla­
misma una i.: una i., moderada, fundada en ro que esta elección puede ser compartida o
una valoración positiva de la política pragmá­ rechazada. Pero también está claro que todo
tica, de los compromisos, del estado de bie­ esto no tiene nada que ver con el valor cientí­
nestar y demás, y por ello fundamentalmen­ fico o cognoscitivo de la tesis, con su verdad
te favorable al siatit quo. La cuarta crítica, o su falsedad.
por último, sostiene que la tesis es un ataque Veamos pues las críticas referidas a la vali­
contra las visiones políticas generales y los dez cognoscitiva de la tesis. La prim era criti­
ideales humanos y éticos, que no serían muy ca. que niega el "fin" de las i., es por cierto
importantes: explota un "fetichismo del empi­ plausible pero no da en el blanco. Ño obstan­
rismo", para usar las palabras de C. W. Mills, te la imprecisión de algunas formulaciones,
que debilita y vuelve irrelevante cualquier está suficientemente claro que quienes apo­
capacidad de trascender la situación de yan la tesis no sostienen el "fin” —en senti­
hecho. do literal— de las i. sino más bien su decli­
Pasando de la exposición a la valoración, nación o. si se desea usar otra palabra, el
comenzaré con ¡as criticas que ponen la mira “fin” de las i. extremistas, empapadas de
en el componente directivo de la tesis de la pasiones, totales, y cosas similares. Igualmen­
declinación de las i. La que mencioné en últi­ te, los favorecedores de la tesis, aun cuando
mo término, y según la cual la tesis de la decli- la posición de algunos de ellos pueda parecer
naciún de la i. es un ataque contra los puntos al respecto menos unívoca, no entienden la
de vista generales y los ideales etico-políticos, declinación de las i. como un fenómeno que
es la menos fundamentada. No obstante una se ha manifestado de una vez y para siempre
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y, por lo tanto, irreversible. Sin embargo ase­ cincuenta, que él intentaba verificar: 1 ] la
guran simplemente que en el arco de tiempo hipótesis de la convergencia, es decir de la dis­
que oscila alrededor de la segunda guerra minución de la divergencia entre partidos,
mundial, entre los años treinta y los años cin­ sobre problemas políticos: 2 ] la hipótesis de
cuenta y sesenta, ha habido una declinación la despolarización, es decir del desplazamien­
de las i. en las sociedades industriales avan­ to hacia la derecha de los partidos “obreros”
zadas, probablemente destinada a tener una y del desplazamiento hacia la izquierda de los
determinada duración. De la primera de estas partidos "no obreros”; 3] la hipótesis de la
dos precisiones se concluye que los ejemplos desradicalización, es decir del decrecimien­
de nuevos sectores y de nuevos contrastes to de las demandas de cambios, tanto de los
ideológicos no dejan de demoler la tesis de la partidos obreros como de los no obreros; 4]
declinación —en sentido relativo— de las i.; la hipótesis del alejamiento de las i. tradicio­
a menos que con aquellos ejemplos no se nales, tanto de los partidos obreros como de
deseara sostener que la intensidad de la poli- los no obreros. El análisis de los cambios en
tica ideológica no ha disminuido sino que las posiciones políticas de los partidos con­
solamente se ha desplazado a áreas diversas firma la tesis de la declinación de las i., tan­
desde las tradicionales. Es lo que sostiene, en to en el sentido de la convergencia entre los
efecto, la segunda critica, la más interesan­ partidos políticos asi como también en el de
te. A ella se le ha rebatido que los más impor­ la desradicalización de las demandas de cam­
tantes entre los movimientos políticos :.urgi- bio. En cuanto a la despolarización, se ha con­
dos en las sociedades industrializadas de firmado un desplazamiento hacia la izquier­
Occidente, y especialmente en Estados Uni­ da de los partidos no obreros, mientras que
dos, como el movimiento estudiantil, por la el desplazamiento hacia la derecha de los par­
paz y por los derechos civiles y de la nueva tidos obreros resulta irrelevante; esto pare­
izquierda, carecen de un sistema general y ce m ostrar que la desradicalización de los
coherente de principios, de una definición de partidos obreros ha sido causada en gran
fines políticos comprensibles y de una estra­ medida por el desplazamiento hacia la
tegia para llevarlos a la práctica, sin los cua­ izquierda del status qtw. También en cuanto
les no se puede hablar de i. en el sentido acep­ a las hipótesis del alejamiento de las i. tradi­
tado por los sostenedores de la tesis de la cionales. las conclusiones no son unívocas: el
declinación de las i. Al respecto, no tenemos alejamiento es confirmado por los partidos
sin embargo análisis articulados e investiga­ liberales, socialistas y socialdemocratas, pero
ciones empíricas que encuadren y afronten no por los partidos laboristas del Common-
adecuadamente la cuestión en su totalidad. wealth y por los comunistas.
En lo restante, la ausencia de respuestas bien
orientadas y controladas, incluso por parte IV F.LSIGNIFICADOFUERTE Dh IDEOLOGIA. Al LA"FALSE­
de los favorecedores de la tesis, quienes no DAD" DE LA IDEOLOGIA LOMO IALSA REPRESENTACION.
han intentado jamás una elaborada verifica­ Ya he señalado que la vía más adecuada para
ción empírica de ella, ha contribuido a tor­ recuperar el significado fuerte de i. en la
nar difícil, confuso y en gran medida incon­ sociedad y en la ciencia política consiste en
cluso la totalidad del debate. una reformulación, en términos empírica­
Un intento de verificación directa de la tesis mente aceptables, del concepto marxista de
de la declinación de las i. ha sido realizado falsa conciencia y del nexo entre falsedad y
recientemente por John Clavton Thomas, función social de la i. que está presente en
mediante un estudio de los cambios en las ella. Sin embargo, esta orientación de las
posiciones de los partidos, en relación con investigaciones resulta ardua y requiere que
diversos problemas políticos, en doce países se afronten y resuelvan diferentes y difíciles
industrializados, y teniendo como principa­ problemas. Los más importantes son los que
les puntos de referencias los periodos 1931- se refieren a la estructura, génesis y función
1935, 1950-1956, 1957-1962. Thomas descom­ de la i. Respecto de la estructura, se traía de
pone la tesis de la declinación de las i. en cua­ dar un significado preciso y empíricamente
tro hipótesis diferentes, referidas al periodo plausible a la “falsedad” de la creencia ideo­
comprendido entre los años treinta y los años lógica. Respecto de la génesis, se trata de dar
ID E O L O G IA 763

un significado preciso y empíricamente plau­ po, por una parte, y sus creencias, por la otra,
sible a la relación de determinación entre los y ha señalado la dirección que necesita tomar
intereses y las exigencias prácticas de los para llegar a una definición de los intereses,
hombres comprometidos con el poder, por en sentido objetivo, que sea útil a este fin. Fal­
una parte, y la creencia ideológica, por la otra. ta, sin embargo, una especificación analítica
Respecto de la función, se trata de dar un sig­ satisfactoria de todos los términos del pro­
nificado preciso y empíricamente plausible a blema y de los procesos inconscientes o semi-
la acción que la creencia ideológica ejerce en conscientes que están implicados.
el sentido de la justificación del poder y de Pero previa a cualquier otra investigación
la integración política, tanto del lado de la existe una reformulación empíricamente
obediencia como de la dominación. manejable de la estructura de la i., que es, en
Este trabajo de reformulación ha sido rea­ prim er lugar, el significado de su "falsedad”.
lizado o preparado en parte y en parte queda A las distintas maneras en que tal falsedad
por hacer. Poco hace que se afrontó el tema puede ser entendida dedicaré lo que resta de
de la función de la i. y que se propuso, entre este ensayo, retomando en gran parte un
otras, una solución del problema más espino­ reciente análisis sobre este tema (Stoppino.
so en este campo: el de explicar cómo una 1974).
creencia, que in primis cubre y enmascara los Una prim era forma de definir la falsedad
intereses de los detentadores del poder, pue­ de la i. es la de entenderla como una falsa
de actuar como falsa conciencia también en representación: una creencia ideológica es fal­
quienes están sujetos al poder. A este respec­ sa porque no corresponde a los hechos. La
to, el punto fundamental parece residir en la aplicación de este concepto de falsedad a las
distinción entre intereses de corto plazo (ins­ teorías sociales y políticas es un aspecto
critos en la situación de poder) e intereses de im portante de la crítica de las i. de Pareto.
largo plazo (relativos al cambio de la situa­ "En general —escribe al respecto en los Sis-
ción de poder). Tanto entre los dominantes temí socialisti (1902-1903)— es necesario dis­
como entre los dominados, son los intereses tinguir siempre el fenómeno objetivo concre­
de corto plazo —aunque para los dominantes to de la forma bajo la cual nuestro espíritu
sean mas bien positivos: o sea encarados a lo percibe: forma que constituye otro fenóme­
obtener o a conservar ventajas, mientras que no que se puede llamar subjetivo. Aclaremos
para los dominados puedan ser más bien esto con un ejemplo trivial: la inmersión de
sobre lodo negativos: o sea encarados a evi­ un bastón vertical en el agua es el fenómeno
tar los males mayores que derivarían de la objetivo: nosotros vemos el bastón como si
rebelión— que explican la aceptación de una estuviera roto, y si no nos damos cuenta de
justificación común ideológica del poder. nuestro erro r lo describiremos como tal: éste
Esta creencia ideológica hace corresponder es el fenómeno subjetivo." Esta distinción
a ideales ético-políticos, y por ello oculta e entre “fenómeno objetivo" y "fenómeno sub­
idealiza, por un lado, la persecución de ven­ jetivo" fue confirmada por Pareto en obras
tajas propias y, por el otro, el temor de san­ subsiguientes, aunque con palabras distintas.
ciones y el sentimiento de humillación. Al mis­ Lo im portante es que para Pareto las doctri­
mo tiempo, justamente obligada por esta idea­ nas sociales y políticas son generalmente doc­
lización de la situación existente, la i. tiende trinas que describen la realidad social en la
a volver escasamente perceptibles los hechos misma forma en que nosotros describiríamos
que puedan favorecer un cambio de la situa­ el bastón inmerso en el agua si dijéramos que
ción de poder, e incluso los intereses de lar­ está roto. Su crítica se basa, en gran parte,
go plazo —que puedan ser contrapuestos más en el hecho de que tales doctrinas son, de
o menos entre si— tanto de los dominantes hecho, falsas representaciones.
como de los dominados (Stoppino, 1978). También la crítica m arxista de la i. se pre­
En relación con la génesis de la i., \V. G. senta a menudo en la forma de una critica de
Runciman ha mostrado la legitimidad y la falsas "representaciones” de la realidad. Ba»-
pl audibilidad empírica de la idea de un posi­ ta recordar el pasa je fundamental de La ideo­
ble nexo causal entre los intereses y las exi­ logía alemana, donde Marx y Engels afirman
gencias prácticas de un individuo o un gru­ que en su teoría “no se parte de lo que los
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hombres dicen, se representan o se imaginan, ineficaces, doctrinas verdaderas y eficaces,


ni tampoco del hombre predicado, pensado, doctrinas falsas y eficaces, doctrinas falsas
representado o imaginado, para llegar, arran­ e ineficaces. De la verdad o falsedad de una
cando de aquí, al hombre de carne y hueso; doctrina no se puede deducir nada acerca de
se parte del hombre que realmente actúa y, su eficacia o ineficacia, y de la eficacia o ine­
arrancando de su proceso de vida rea!, se ficacia de una doctrina no se puede deducir
expone también el desarrollo de los reflejos nada acerca de su verdad o falsedad. Ahora
ideológicos y de los ecos de este proceso de bien este dualismo de Pareto puede tal vez ser
vida". Esta formulación considera, por un correcto en determinados casos, en el senti­
lado, la génesis de la i., y afirm a que las imá­ do de que hasta ahora la eficacia de una doc­
genes y las representaciones que los hombres trina social o política puede conllevar una
se hacen de la situación social y de sí mismos cierta proporción, por así decirlo, de verdad.
son determinados (son "reflejos” o “ecos”) Pero, en su aspecto fundamental, el dualismo
por el proceso real de la vida en la que actúan. paretiano aparece irrefutable. En consecuen­
Por otro lado observa la falsedad de la i., que cia, no podemos basarnos en la noción de la
es entendida como una falsa representación, falsa representación para dar una interpre­
en el sentido de que las imágenes que los hom­ tación del concepto marxiano de i. que haga
bres se hacen de la situación social y de si mis­ explícito el nexo, que se encuentra ensombre­
mos son imágenes que no corresponden a la cido. entre la falsedad y la función social de
realidad. De hecho, como se lee un poco más la creencia ideológica.
arriba, lo que cuenta es el proceso de la vida La segunda objeción es más radical porque
de "individuos determinados", "no como pue­ ataca la viabilidad de la noción de la falsa
dan presentarse ante la imaginación propia representación en los sistemas de creencias
o ajena, sino tal y como realmente son”. Sería políticas. Los sistemas de creencias políticas
absurdo reducir el concepto marxiano de la no son teorías científicas que se limitan a la
falsa conciencia a una pura y simple falsa descripción y a la explicación descriptiva. En
representación. Pero se da el hecho de que la ellos se encuentran elementos descriptivos así
falsedad de la i. aparece aquí en forma pre­ como también elementos prescriptivos, y
dominante, así como en otros pasajes, como estos últimos son esenciales desde el momen­
una descripción falsa de la realidad. to que las creencias políticas tienen una fun­
Mientras sea el más simple y el más obvio, ción eminentemente práctica. Su "dar un sen­
el concepto de falsedad como falsa represen­ tido" a la situación política es, por una par­
tación de la realidad es también el más débil, te, una interpretación de la realidad social en
y del que se puede uno desembarazar más la cual los hombres se mueven, pero también
fácilmente. Esto va en contra, en nuestro con­ es, por otra parte y de m anera especial, una
texto, de dos objeciones formidables. En pri­ orientación y una guia de sus comportamien­
mer lugar, resulta aquí pertinente la distin­ tos colectivos. Todo esto es sin duda obvio,
ción de Sartori entre el valor de verdad y el pero lleva consigo una notable consecuencia
valor funcional de la i., con la consecuencia para nuestro tema: las creencias políticas
de que la falsedad, como falsa representación, pueden considerarse falsas sólo en sus ele­
es poco o nada útil en el estudio de las fun­ mentos descriptivos, no en los prescriptivos.
ciones que los sistemas de creencias desarro­ Si aceptamos la distinción fundamental entre
llan en el proceso político. Del resto, ha sido las afirmaciones de hecho y los juicios de
el propio Párelo quien ha distinguido con valor, el carácter de la falsedad, como falsa
mayor fuerza y coherencia entre la verdad o representación, puede ser predicado de las
la falsedad de una doctrina, su eficacia o ine­ primeras, no de las segundas. En base al cri­
ficacia y su utilidad o daño social. Limitán­ terio de la correspondencia con los hechos,
donos a los primeros dos aspectos de la dis­ los juicios de valor no son ni verdaderos ni
tinción, que son los que interesan en esta falsos. Pero, de este modo, la calificación de
cuestión, podemos decir con Párelo que entre la falsedad la podemos referir solamente a
la verdad o la falsedad de una doctrina y su una parte, y no a la más importante, de las
eficacia o ineficacia no existen relaciones sig­ creencias políticas.
nificativas. Existen doctrinas verdaderas e Es evidente, en cambio, que el concepto
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marxiano de la falsa conciencia —que trata­ porque, guste o no. el poder motivador de sus
mos de esclarecer v de reformular en una for­ criterios resulta, al menos a veces, notable­
ma empíricamente manejable— considera el mente incrementado cuando ellos asumen la
sistema entero de creencias. Para Marx son forma de ideologías.”
falsa conciencia no sólo las af irmaciones y las Según esta perspectiva bergmanniana, aná­
interpretaciones sino también, y sobre todo, loga a la de Theodor Geiger y sustancialmen­
los ideales y los valores de la i. burguesa. Si te recogida por Ernest Topitsch, el carácter
a la noción de falsa conciencia se le quita el ideológico de una proposición no reside en su
requisito de la compatibilidad, se le quita fulla de correspondencia con los hechos. La
también una gran parte de su fuerza sugesti­ proposición ideológica no es un juicio de
va. Nuestro problema se transforma, por lo hecho, incluso aunque tenga un estatus sim­
tanto, en el siguiente: ¿existe un significado bólico: es un juicio de valor. En cuanto tal,
de "falsedad" que pueda traducir, en térm i­ la proposición no "representa” la realidad y,
nos empíricamente plausibles, esta fuerza en consecuencia no es, desde este punto de
sugestiva de la noción marxiana de i.? ¿Pode­ vista, ni verdadera ni falsa. Más bien su fal­
mos predicar la falsedad de determinados sedad es entendida como una falsa presenta­
valores en un sentido que no sea simplemen­ ción: en la conciencia de la persona la valo­
te polémico y ni siquiera fundado en una con­ ración se presenta bajo la falsa vestidura de
cepción incontrolable de la realidad y de la una afirmación de realidad. Analíticamente,
historia? A la posibilidad de dar una respues­ la falsedad de la proposición consiste en la
ta positiva a este intento está ligada también incompatibilidad entre su contenido (que es
la posibilidad de resolver de un modo satis­ una valoración) y su forma simbólica (que es
factorio el problema relacionado con la res­ la típica de las afirmaciones de hecho). Lo que
tauración de un nexo significativo entre la fal­ es falso es, por lo tanto, su estatus simbóli­
sedad y la función social de la ideología.V co, su modo de presentarse a la conciencia.
Esta interpretación es indudablemente bri­
V H] LA "FALSEDAD" DE LA IDEOLOGIA COMO FALSA llante, y especifica un fenómeno de relieve.
representación Un modo de atribuir el carác­ Sin embargo, respecto de nuestro problema
ter de la falsedad a ciertos juicios de valor se se presta a dos objeciones que me parecen
puede extraer de la que he llamado interpre­ difícilmente superables. La primera es que la
tación ncopositivistu de la i. Esta interpreta­ interpretación bergmanniana es mucho más
ción es expuesta por Gustav Bergmann de la útil en el campo de la critica del conocimien­
siguiente manera: "Si tomamos en conside­ to que en el de la investigación política. Sir­
ración la historia humana, creo que no se pue­ ve para deslindar las distorsiones que los
de sustraer a la siguiente conclusión: el poder valores y las inclinaciones prácticas infiltran
moli\ ador de un juicio de valor se ve a menu­ en las teorías científicas v filosóficas, pero sir­
do muy incrementado cuando en el 'racional’ ve mucho menos para estudiar v comparar,
de quien lo tiene [es decir en el conjunto de en el caso empírico, los sistemas de creencias
los conocimientos y de los ideales que cons­ políticas.
tituyen la base general de su mudo de pensar] Su aplicación práctica, en efecto, presupo­
éste aparece no ya bajo la bandera lógica ne una clara distinción entre las formas sim­
apropiada, o sea precisamente como un jui­ bólicas "correctas" para los juicios de valor
cio de valor, sino disfrazado de una afirm a­ y las formas simbólicas "correctas" para las
ción de hecho. Llamaré a una afirmación de aserciones de hecho. El punto importante es
este tipo, es decir a un juicio de valor trans­ que esta distinción debe estar presente no
formado en. o cambiado por una afirmación sólo en el discurso de quien aplica el concep­
de hecho, 'afirmación ideológica’. Llamaré ‘i.’ to de i. sino también en el discurso al que tales
a un ‘racional’, o una parte importante de él, aplicaciones se refiere. Si en este último dis­
que contenga, en algunos lugares lógicamen­ curso la distinción es inexistente o tenue e
te cruciales, aserciones ideológicas. Y, en fin. inconstante, y las mismas formas simbólicas
defino al hombre ‘animal ideológico’, porque, se encuentran empleadas con significados
al menos hasta este punto de la historia, sus diferentes, tanto para expresar valoraciones
‘racionales’ han sido muy a menudo las i. y cuanto para afirm ar hechos, entonces la apli-
766 ID E O L O G IA

catión del concepto bergmanniano de i. i»e ellos es ideológica para el primer esclavo por­
vuelve más difícil y poco concluyente. Cuan­ que en su conciencia los juicios de valor se
to más crece la divergencia entre la distinción presentan bajo la forma de afirmaciones de
de las formas simbólicas en el discurso del hecho, pero no lo es para el segundo porque
crítico de la i. y la falta de distinción de las en su conciencia los juicios de valor-se pre­
formas simbólicas en el discurso sometido a sentan en la forma simbólica correcta.
crítica, tanto más la operación crítica tiende La verdad es que entre la noción de i. de
a transform arse en la sobreimposición de un Bergmann y la marxiana existe una diferen­
lenguaje técnico y con significados unívocos cia de fondo. La primera es dictada principal­
a un lenguaje no técnico y con significados mente por el intento de purificar la teoría o
polivalentes. el intelecto de las incrustaciones de la prác­
Por eso este concepto de i. es útil sobre todo tica; la segunda por el de liberar la práctica
para analizar criticamente las teorías cientí­ de los falseamientos de la teoria o de la con­
ficas y filosóficas que se caracterizan por un ciencia. El máximo enemigo de la prim era
uso controlado de los símbolos, y también las aseveración es el dogmatismo y la intoleran­
doctrinas políticas, desde el momento en que cia; el de la segunda, la dominación del hom­
no tienen una directa función político- bre por el hombre. Por ello, entendida en sen­
práctica, pero representan un empeño serio tido bergmanniano, la crítica de la i. produ­
de reflexión y comportan un empleo más o ce la claridad intelectual, el conocimiento de
menos riguroso del lenguaje. Pero se vuelve la distinción entre hechos y valores; entendi­
mucho menos fértil cuando se trata de apli­ da en sentido marxiano, produce el desenmas­
carlo a las creencias políticas, consideradas caramiento del atropello y la explotación. Se
en su efectiva y práctica existencia. Tales sigue que las creencias políticas pueden ser
creencias involucran grandes multitudes de referidas al concepto marxiano de falsa con­
hombres comunes, se expresan en la concien­ ciencia independientemente de la forma sim­
cia y en el lenguaje del hombre común y están bólica que en ella asuman los juicios de valor:
lejos de las sutilezas del científico y del filó­ ya sea la apropiada, o bien la incorrecta, que
sofo, en las cuales la distinción entre juicios pertenece a las afirmaciones de realidad.
de hecho y juicios de valor es, por no decir Las dos objeciones expuestas hasta aquí a
otra cosa, muy confusa e incoherente, y no las nociones de falsa presentación son deci­
existe una separación clara entre las formas sivas e insuperables. Sin embargo, a estas dos
simbólicas utilizadas para afirm ar hechos y se les debe añadir una tercera, que parece
las utilizadas para expresar valoraciones. igualmente decisiva para nuestros fines y que
En todo caso, incluso si admitimos su apli- constituye el vuelco de una de las críticas
cabilidad a las creencias políticas, el concep­ avanzadas a su época ante la noción de falsa
to de i. de Bergmann iría contra la segunda representación. Puesto que contempla el esta­
objeción: ello no resuelve nuestro problema tus simbólico de los juicios de valor, la false­
de encontrar un significado controlable para dad como falsa presentación puede aplicar­
la idea de que los juicios de valor puedan se a los ideales, a los valores, a las normas,
constituir una falsa conciencia de una situa­ a los principios éticos; pero no puede aplicar­
ción de poder. La falsa conciencia, tal como se a las descripciones, a las interpretaciones,
la entendía Marx, es algo que va mucho más a las previsiones, en una palabra a las afir­
allá del modo en que una creencia es formu­ maciones de hecho. No obstante, también las
lada o del estatus simbólico con el que se pre­ afirmaciones de hecho son parle integrante
senta ante la conciencia. La falsa presentación de aquel complejo aparato simbólico que da
es una cosa, la falsa conciencia es otra. Una sentido y justifica una situación dada de
creencia no deja de ser ideológica si en ella poder, y que llamamos i. La noción de falsa
viene corregida la presentación de juicios de presentación tiene que ver sólo con los juicios
valor, y estos últimos son todos restituidos de valor, tal como vimos que la noción de fal­
al estatus simbólico apropiado. Por otra parte sa representación tiene que ver sólo con las
debemos decir, por ejemplo, que la creencia afirmaciones de hecho. El concepto de false­
de dos esclavos que justifican como bueno y dad, que nos es necesario, debe poderse apli­
legitimo el poder que el patrón tiene sobre car. en cambio, tanto a la componente direc­
ID E O L O G IA 767

tiva fumo a la componente descriptiva de una velo sobre sus instintos y sobre sus sentimien­
ideología. tos" (§ 1400), es decir precisamente sobre
aquellos que son para Pareto los móviles de
VI. C] LA "FALSEDAD" DE LA IDEOIXIGIA COMO FALSA MOTI­ sus acciones. Está presente en Nietzsche, que
VACION. Hemos vuelto así a nuestro problema: puede ser considerado el tercer autor clási­
¿en qué sentido los juicios de valor pueden co en el campo de la critica de la i. y para
constituir una falsa conciencia? Y. además, quien nuestros juicios de valor y la moral mis­
¿de qué modo un mismo tipo de falsedad pue­ ma son "solamente el lenguaje figurado de
de predicarse tanto de los juicios de valor nuestros impulsos”, y detrás de nuestros
como de las afirmaciones de realidad? Para "motivos conscientes” está “la lucha de los
encontrar una respuesta satisfactoria a estos impulsos y de las condiciones, la lucha por
interrogantes creo que se debe centrar la el poder" (cit. en Barth, 1945). Sobre todo, es
atención sobre el vínculo existente entre i. y central en el concepto marxiano y engelsia-
poder. Los sistemas de creencias políticas, no de la falsa conciencia, que enmascara los
que pueden tener un carácter ideológico, intereses materiales de la clase dominante
interpretan y justifican situaciones de poder con el velo de valores morales y políticos, de
dadas. En ellas los juicios de valor califican modo que. como está escrito en La ideología
como legitimo, bueno o útil el poder. De este alemana, por ejemplo, “una época se imagi­
modo motivan los comportamientos de domi­ na que se mueve por motivos puramente 'polí­
nación y los comportamientos de obediencia. ticos' o 'religiosos', a pesar de que 'la religión’
Sobre esta base se puede especificar otra o 'la política' son simplemente las formas de
noción de falsedad: el juicio de valor puede sus motivos reales". Y, como se lee en un
ser una falsa motivación, que cubre o enmas­ pasaje famoso de una carta de Engels a Meh-
cara los motivos reales de la dominación o de ring (del 14 de julio de 1893), "la i. es un pro­
la obediencia. Por ejemplo, el juicio de valor ceso realizado por el llamado pensador de
con base en el cual se cree en la superioridad modo consciente, pero con una falsa concien­
moral y "natural” de los patrones respecto cia. Los motivos reales que lo impulsan per­
de los esclavos pueden enmascarar, en mayor manecen desconocidos: de otro modo no se
o menor grado, en la conciencia de los patro­ trataría de un proceso ideológico. Por lo tan­
nes y en la de los esclavos, la motivación de to, él se imagina motivos falsos o aparentes".
hecho prevaleciente en el dominio que pue­ En su dinamismo psicológico, la i. como fal­
de ser el logro de los intereses y la motiva­ sa motivación es análoga al concepto psicoa-
ción, de hecho predominante de la obedien­ nalitico de "racionalización”, con el que se
cia, que puede ser el temor a la violencia. Creo designa precisamente la elaboración de moti­
que este concepto de falsedad es, en gran par­ vos ficticios de las acciones propias o de las
te, el más prometedor para el estudio empí­ propias actitudes, cuyos móviles reales per­
rico de la política. manecen inconscientes. Pero, a diferencia de
La noción de falsedad como falsa motiva­ la racionalización, el concepto de i. tiene una
ción se encuentra en todos los escritores más naturaleza social porque comprende los com­
importantes que han dado origen al signifi­ portamientos colectivos y no los individuales,
cado fuerte de i. o que han desarrollado, bajo y, más específicamente, los comportamientos
distintas terminologías, la crítica de las i. Se colectivos que se establecen en una situación
encuentra en Pareto, quien en los Sistemas de poder. De aquí se concluye que las creen­
socialistas destaca ía "singular circunstancia” cias a las que se puede atribuir el carácter de
de que "muy a menudo los hombres no tie­ i., son también ellas creencias colectivas, que
nen conciencia de las fuerzas que los impul­ esconden o enmascaran los diferentes móvi­
san a actuar", y "dan a sus acciones causas les de la conducta en el nivel de grupo o de
imaginarias, muy diferentes de las causas rea­ agregado social antes que en el nivel del indi­
les": la presente noción de "derivación", uno viduo. Esta formulación de la particular natu­
de los conceptos capitales de la critica de las raleza social de la i. es claramente una gene­
i., desarrollado en el Trattato di sociología ralización del punto de vista de Marx, porque
genérale, señala los razonamientos seudoló- es precisamente en Marx, mucho más que en
gicos con los que los hombres tienden "un Pareto, y de manera mucho más concreta y
768 ID E O L O G ÍA

determ inada que en Nietzche, donde la i. puede ser falsa en su contenido descriptivo,
como falsa motivación está insertada sólida­ pero irrelevante desde el punto de vista ideo­
mente en las relaciones de la dominación del lógico porque es un elemento accesorio y de
hombre por el hombre. poca influencia respecto de la función justi­
Otros aspectos significativos de la noción ficadora y motivadora de la creencia de la que
de falsedad como falsa motivación surgen forma parte.
cuando consideramos las relaciones que se Por lo tanto, es la falsa motivación la que
sitúan entre esta y otras nociones de falsedad prevalece sobre la falsa representación, y no
discutidas anteriormente: la falsa represen­ viceversa. Ella provee el criterio unitario con
tación y la falsa presentación. La prim era base en el cual se debe valorar el carácter
relación parece muy estrecha a prim era vis­ ideológica de las creencias políticas. Lo que
ta, ya que la falsa motivación es, implícita­ no quiere decir, sin embargo, que las false­
mente, una falsa representación. Lo falso no dades factuales (o sea de las afirmaciones de
es el juicio de valor en cuanto tal sino su fun­ hecho) sean todas, por definición, ideológica­
ción de motivación, y por lo tanto la descrip­ mente irrelevantes. Sólo significa que tienen
ción (implícita) que tiene la fuerza motivado- carácter ideológico en la medida en que con­
ra exclusiva o principal de las relaciones de tribuyen significativamente al edificio simbó­
poder. Por ejemplo, en relación con un poder lico que constituye, en mayor o menor medi­
dado, el juicio de valor con base en el cual "los da. la falsa fuerza motriz del mando y de la
mejores gobernantes son aquellos elegidos obediencia.
por el pueblo", no es de por sí ni verdadero Este punto es im portante porque permite
ni falso; verdadera o falsa es la representa­ superar el dilema de la contradicción entre
ción (implícita) según la cual “la creencia en la falsedad y la función social de la i. La afir­
la legitimidad democrática del poder es la mación paredaña de que no hay relaciones
motivación predominante o exclusiva de los significativas entre el aspecto "objetivo" (el
comportamientos de mando y de obediencia". acuerdo o no con la experiencia) y el "subje­
¿Debe señalarse ahora que la noción de fal­ tivo" (la eficacia práctica) de la i., y la distin­
sa representación absorbe en sí a la de falsa ción de Sartori entre el "valor de la verdad"
motivación? ¿Que las creencias políticas son (que es lo que interesa en el campo de la cri­
de las i. cuando dan una representación fal­ tica y de la sociología del conocimiento) y el
sa del poder, con la advertencia de que los jui­ “valor funcional” de la i. (que es lo que inte­
cios de valor son interpretados como descrip­ resa en el estudio de la política), son legíti­
ciones de las motivaciones de la dominación mas y correctas m ientras la falsedad sea
y de la obediencia? La respuesta debe ser interpretada en el sentido de la falsa repre­
negativa va que, si aceptáram os esta conclu­ sentación de la realidad, pero no rige ya des­
sión terminaríamos yuxtaponiendo dos crite­ de el momento en que por falsedad se entien­
rios diversos de valoración de la falsedad de la falsa motivación. Este último tipo de fal­
ideológica de una creencia política. Por la par­ sedad observa directam ente el aspecto prác­
te descriptiva, juzgaríamos con base en su tico y funcional de las creencias políticas y,
contenido; por la parte prescriptiva, juzgaría­ precisamente, el carácter dependiente o inde­
mos con base en su función. De este modo des­ pendiente de su eficacia directriz de los com­
cuidaríam os el hecho de que la función de portamientos colectivos de la relación de
"dar un sentido”, de justificar el poder, y por poder. Con base en esta interpretación el sig­
ello motivar la dominación y la obediencia, nificado fuerte de i. que apunta sobre la
atañe no sólo a los valores sino también a los noción de falsedad recupera, desde el punto
hechos verdaderos o p rountos que están con­ de vista de los principios, toda la pertinencia
tenidos en la creencia política. Una aserción y su importancia en el campo de la interpre­
de realidad comprendida en una política pue­ tación empírica de los fenómenos políticos.
de ser verdadera en su contenido descripti­ Pasemos ahora a la segunda relación. Res­
vo y falsa en su función, es decir como ele­ pecto de la falsa presentación, la falsedad
mento que contribuye a motivar los compor­ como falsa motivación constituye, si se mira
tamientos que se establecen en la relación de la sustancia, un verdadero ti astocainicntu de
poder. O bien, una afirmación de realidad los términos. En el prim er tipo de falsedad
i d i -:ü i .o c ; I a 769

un juicio de valor se disfraza de afirmación posible de las creencias que interpretan y jus­
de hecho. En el segundo tipo de falsedad es tifican las diversas relaciones de poder, que
más bien un hecho que se disfraza de valor. pueden estar presentes en diferente grado y
Por ejemplo, los que son de hecho intereses que, cuando están presentes, esconde otras
particulares se transforman en bienes comu­ motivaciones, otros factores determinantes
nes o, por el contrario, la que es de hecho la de la relación de poder, los cuales no pueden
necesidad de subordinarse a una fuerza supe­ ser establecidos con anticipación y en forma
rior transform a el deber de obedecer en un general sino que deben especificarse de vez
principio ético. Este trastocamiento esclare­ en vez por medio de la investigación em píri­
ce aún más la diferencia de niveles a los que ca. En consecuencia, y en quinto lugar, esta
se refiere el concepto aquí sugerido y el con­ interpretación abre el camino, al menos en
cepto bergm annianode i. El primero, de ori­ principio, a un posible tratam iento empírico
gen marxiano, se refiere al estadio en el cual de la falsedad ideológica de las creencias polí­
las condiciones reales de poder contribuyen ticas. Una vez rolo el vinculo con la filosofía
a for jar (y a deformar) las representaciones- marxiana de la historia, la especificación de
aceptaciones del poder, y por lo tanto los valo­ la falsa conciencia no se funda ya en la posi­
res mismos. El concepto bergmanniano, en ción práctica privilegiada de una clase social
cambio, no pone en discusión el proceso de sino en los métodos de verificación y de con­
formación de los valores sino que los acepta trol de la ciencia, empleados para buscar la
como dados v concentra la atención en el esta­ posible divergencia entre las condiciones
do analíticamente sucesivo en el cual los valo­ determ inantes y las fuerzas motrices reales
res ya formados, para incrementar su propia del poder y las formas que asumen en las des­
eficacia, se presentan en la forma simbólica cripciones y en las prescripciones de la creen­
de las afirmaciones de hecho. Resumiendo: el cia política.
primer concepto observa la formación (la
génesis) de los valores; el segundo concepto, BIBLIOGRAFIA: D. Apter (comp.), Ideology and dis-
su formulación. content, Nueva York, Free Press, 1964; R. Aron,
En conclusión, se puede decir que la inter­ El opio de los intelectuales (1955), Buenos Aires,
pretación de la falsedad de la i., en el sentido Siglo XX; J. Bacchler, ¿Qué es la ideología?
de la falsa motivación, tiene diversas venta­ (1976), Buenos Aires, Emecc; H. Barth, Venta e
jas. En prim er lugar, da un significado pre­ ideología (1949), Bolonia, II Mulino, 1971; D. Bell,
ciso a la idea de que los juicios de valor pue­ El fin de las ideologías (1960), Madrid, Tecnos,
den ser elementos integrantes de la falsa con­ 1964; G. Borgmann, Uell'ideolngiu (1954), en Occi-
ciencia de una situación de poder. En conse­ dente, XI, 1955; N. Bobbio, Párelo e la critica
cuencia, y en segundo lugar, restaura el nexo delle ideologie (1957) y I. ideología in Párelo e in
entre la falsedad y la función de la i., restitu­ Marx (1968), ahora en Saggi sulla scienza políti­
yendo a la palabra su significado fuerte aun ca in Italia, Barí, Laterza, 1969; J. Gabel, Uléo-
en el lugar del análisis político, y evitando tan­ lories, París, Anthropos, 1974; T. Geiger, Ideo­
to el debilitamiento implícito en la aceptación logía y verdad(1953), Buenos Aires, Amorrorlu,
del puro significado débil como también la 1972; A. Izzo, II concello di ideología, Milán, Ise-
dilución en la concepción bergmanniana de di. 1978; F. Leonardi, Sociología dcll'ideología,
la falsa presentación. En tercer lugar, esta­ Catania, Giannotta, 1966; G. Lichthcim, The con-
blece una relación estructural entre i. y poder, cept of ideology and uther essays, Nueva York,
evitando la disolución del concepto en el Random House, 1967; K. Mannheim, Ideología
maremágnum de la sociología del conoci­ y utopia (1929), México, Fondo de Cultura Eco­
miento. nómica, 1941; D.J. Manning (comp.), The fornt of
En cuarto lugar, esta interpretación, aun­ ideology, Londres, George Alien and Umvin,
que recupera el núcleo de la noción marxia- 1980; K. Marx y F. Engels, La ideología alema­
na de la falsa conciencia (y su vinculo con la na {1845-1846), Montevideo, Pueblos Unido-; R.K.
situación de poder), no está obligada a hacer Merton, La sociología del conocimiento y las
suya también la ontología. Desde el punto de comunicaciones de masas, en Teoría y estructu­
vista de la sociología y de la ciencia política, ra sociales (1949), México, Fondo de Cultura Eco­
la i. como falsa motivación es un carácter nómica, 1964; C. Mongardini, Ideología e socie-
770 IG UALDAD

tá, Roma, Bulzoni, 1969; V. Parcto, Traliato di ingreso, aptitud o necesidad, significa simple­
sociología generóle, Milán, Comunitü, 1964 (1 mente que tienen la misma edad, nacionali­
ed. 1916); R.D. Putnam, The heliefs of politicians: dad. color, ingreso, habilidad o necesidad
ideologv, conflici, and demacracy in Britain and (Bedau, en Pennock, 1967), o que son sustan­
Italy, New Havcn, Yale University Press, 1973; cialmente semejantes en estos aspectos.
M. Rejai (comp.). Decline of ideology?, Nueva Cuando Hobbes dice que "la naturaleza ha
York, Aldine, 1971; F. Ros.si-Landi, Ideología hecho a los hombres tan iguales en sus capa­
(1978), Barcelona, Labor; W.G. Runciman, Fal- cidades. físicas e intelectules" (Leviatán, cap.
se consciousness, en Sociology in iis place, Cam­ xm) que cualquier persona puede matar,
bridge, Cambridge University Press, 1970; G. Sar- pero no superar en astucia a otra, quiere dedi­
tori, Politics, ideologv, and helief Systems, en que todos los hombres tienen sustancialmen­
American Polilical Science Review, LXlll, 1969; te la misma potencia física e intelectual, y que
E. Shils, Ideologv and civility: on the politics of las diferencias son insignificantes. Personas
the intellectual, en Sen-anee Review, lxvi, 1958; de diversa edad, raza o habilidad se conside­
E. Shils, "The concept and function of ideology” ran desiguales en estos aspectos. Se puede
y H.M. Johnson, "Ideology and the social decir que los seres humanos son iguales o
svstem", que conforman la vo/. Ideologv de la desiguales únicamente en relación con cier­
International Encyclopedia of the Social Scien­ tas características que deben especificarse.
ces, Nueva York, Macmillan y Freo Press, 1968, No tiene sentido decir que “todos los hombres
vol. vm; M. Stoppino, Supra la “falsitá" dclle crc- son iguales". Respecto de cualquier caracte­
denze ideologiche relative al potete, en Le forme rística dada, algunos hombres pueden ser
del potere. Ñapóles, Cuida. 1974; M. Stoppino, iguales, mas no todos son iguales. La única
La ftmzione política dclle credenze ideologiche, característica que comparten es una "natu­
en II Político, XLitl, 1978: J.C. Thomas, II decli­ raleza humana” común, pero ésta es una afir­
no delle idcologie: interpretazione e verifica, en mación tautológica.
Rivista Italiana di Scienza Politica, tv, 1974; E. La i. y desigualdad de características son
Topitsch, /l che serve l'ideologia (1961), Bari, indudablemente conceptos descriptivos. En
Laterza, 1975: C.I. Waxman (comp.), The end of efecto, que A y B tengan la misma edad, nacio­
ideology debate, Nueva York. Funk and YVag- nalidad o ingreso se puede comprobar empí­
nalls, 1968. ricamente, asi como la aserción de que A tie­
ne mayor habilidad o aptitud que B. Estas
[MARIO STOPPINO] aserciones descriptivas y no normativas se
llaman juicios de valor caracterizantes.

ii. igualdad de tratamiento. Si dos o más perso­


igualdad nas son "tratadas de igual m anera" o no, es
también una cuestión empírica. A y B son tra­
Ante todo determinemos la expresión que tados de igual manera por C. si C concede a
queremos definir. Aquí debemos hacer una A y B el mismo beneficio especifico (por ejem­
distinción. La “ i.” puede predicarse de cier­ plo. un voto) o carga (un año de servicio mili­
tas características personales, o de distribu­ tar), o la misma cuota de algún beneficio o
ciones hechas por un actor al menos entre carga específicos (salario, carga fiscal). Si A
otros dos, o bien de normas que establecen puede votar, pero B no puede, si A es convo­
cómo deben efectuarse estas distribuciones. cado a las armas, pero B es exonerado, si A
La “ i." en los prim eros dos significados no recibe un salario mayor que B, entonces A y
presenta ningún problema desde el punto de B son tratados de un modo desigual en estos
vista de nuestro tema, por lo cual nosotros aspectos.
nos ocuparemos principalmente de la i. como El hecho de que A y B deban recibir una dis­
propiedad de las normas de distribución.I. tribución igual o desigual depende de la regla
de distribución que se puede aplicar. Respec­
I. IGUALDAD DL CARACTERISTICAS PERSONALES. Cuan­ to de una determinada regla de distribución
do se dice que dos o m ás personas son igua­ A y B son tratados de igual manera no ya si
les respecto de la edad, ciudadanía, raza. ambos reciben la misma concesión sino si la
IG UALDAD 771

regla se aplica a ambos de manera imparciai. (efectiva o imaginable) de distribución como


Respecto del derecho de votar limitado a igualitaria o no igualitaria, prescindiendo de
los blancos, blancos y negros son tratados de cualquier consideración de valor o norm ati­
igual manera si los prim eros tienen el dere­ va? Examinemos ahora algunos de los crite­
cho de votar y los últimos no lo tienen. Cual­ rios que se han aplicado tradicionulmcnte,
quier regla de distribución puede aplicarse aunque con frecuencia sólo de m anera
de mudo parcial o imparcial. El tratam iento implícita.
de acuerdo con las reglas prevalecientes, sea
lo que fuere lo que éstas puedan establecer, IV CRITERIOSTRADICIONALES DE IGUALITARISMO, PAR
siempre es igualitario en el sentido de tes iguales para todos. Según una concepción
imparcial. extrema, un sistema moral o jurídico es igua­
litario si todos los beneficios o cargas deben
III REGLAS IGUALITARIAS DE DISTRIBUCIÓN. Que en distribuirse en partes iguales a todos. Éste es
efecto dos personas cualesquiera sean tra ta ­ el principio aristotélico de i. numérica —"ser
das igualmente respecto de una determinada tratados de una manera igual e idéntica en el
regla de distribución debe ser distinto del número y cantidad de las cosas que se reci­
hecho de que deban ser tratadas igualmente ben” (Política. 1301b)— aplicado a todas las
en virtud de esa regla. Éste es el problema que cosas que cada uno debe recibir o a las que
nos interesa: no nos ocupamos del tratamien­ debe renunciar. Este es también el principio
to igualitario correspondiente a una regla utilitarista enunciado por Mili —"todos cuen­
sino del carácter igualitario de las reglas tan para uno, ninguno cuenta para más de u-
mismas. no"— en la distribución de todos los benefi­
La "i.” y la "justicia” tienen efectivamente cios y cargas. Un tratam iento igual de todos
un carácter común importante: ambas pue­ en todos los aspectos ha sido sostenido por
den afirm arse sólo por reglas que establecen algunos anarquistas del siglo xix: la i. de
que ciertos beneficios o cargas deben distri­ ocupación (la participación de los intelectua­
buirse entre las personas. Se podría pregun­ les en los trabajos manuales), de consumo
tar si es moral o inmoral perm itir o prohibir (comer y vestirse todos de manera semejan­
el aborto o el divorcio, pero no si esas deci­ te) y especialmente de educación eliminaría
siones son justas o injustas (Frankena, en finalmente las desigualdades de las caracte­
Brandt, 1962), o si son igualitarias o no igua­ rísticas personales, como las del talento y de
litarias. Estas últimas categorías se pueden la inteligencia, y forjaría por Tin una especie
aplicar a principios que establecen el modo humana uniforme.
en que el derecho de voto, los salarios, el El problema que nos interesa aquí no es si
deber de pagar los impuestos o de hacer el semejante sociedad es deseable o tal vez posi­
servicio militar en las fuerzas armadas deben ble sino si es posible que existan reglas de este
distribuirse. género. Las reglas de distribución se refieren
Las reglas de distribución tienen la siguien­ siempre a ciertos beneficios o cargas que hay
te forma general: cualquier beneficio (por que distribuir entre ciertas personas. Hasta
ejemplo, el derecho de voto) o carga (un principios generales como los de la revolución
impuesto general sobre el ingreso) específi­ norteamericana o de la revolución francesa
cos deben distribuirse o negarse a una per­ proclaman que a todos se les deben recono­
sona según tenga o no alguna característica cer los mismos derechos fundamentales, es
específica (por ejemplo, la de ser ciudadano decir a todos los ciudadanos en cualquier sis­
con más de veinte años, la de ser blanco, la tema político por sus respectivos gobiernos.
de com prar cigarrillos). O bien, la cuota de Si igualitarismo significara partes iguales de
un beneficio especifico (por ejemplo, el sala­ todo para todos, prácticamente todas las
rio) o de una carga (un impuesto sobre el reglas existentes serian no igualitarias.
ingreso) estará en función del monto o del gra­
do en que una persona posee cierta caracte­ v . h a r t e s i g u a l e s a l o s i g u a l e s . El mismo Aris­
rística (su habilidad, su ingreso). tóteles amplió el criterio del igualitarismo
Ahora nos preguntamos: ¿existe un crite­ para incluir reglas que asignan "partes igua­
rio que nos permita clasificar cualquier regla les a los iguales”, o sea partes iguales de cual-
772 IGUALDAD

quicr tipo especificado a todos los que son igualitario que sus predecesores, pero menos
iguales respecto de cualquier característica igualitario que los sostenedores posteriores
especifica. Por el contrario, una regla no es del sufragio universal. Por otra parte, una
igualitaria "cuando los iguales tienen partes norma que asigna cargas es tanto más igua­
desiguales o los no iguales tienen parles igua­ litaria cuanto mayor es la clase de personas
les" (Ética nicomaquea, 1131 a). a las que se les impone. Exonerar a los estu­
Aquí se consagra la crítica opuesta. Toda diantes del servicio m ilitar es menos iguali­
regla de distribución concebible se presenta tario que enrolarlos.
igualitaria en este sentido, ya que toda regla Este criterio tiene la gran ventaja de que
asigna el mismo beneficio o carga a todos los igualitarismo y no igualitarismo se convier­
que tienen la misma característica especifi­ ten en conceptos comparativos. Desde el pun­
ca, y no a los que son desiguales en ese senti­ to de vista de la ciencia empírica, ésta es una
do. Sufragio universal significa que todo ciu­ ventaja respecto de los conceptos meramen­
dadano adulto tendría un voto, y que los te clasificatorios, y eventual mente puede lle­
menores o los dementes no tendrían ningu­ var a la cuantificación.
no. F.l sufragio para los blancos significa que Su ventaja consiste en que las reglas del
se concede el derecho de voto a todos los ciu­ tipo "a cada quien según su necesidad" resul­
dadanos adultos blancos, mas no a las perso­ tarían altam ente inigualitarias, a menos que
nas negras. Por el contrario, una regla no ocurra que una proporción relativamente
igualitaria en este sentido es una imposibili­ grande de la población tenga la misma nece­
dad lógica. Una regla no puede establecer que sidad en grado elevado. Un impuesto general
los iguales —en el sentido de los que poseen al ingreso sería muy igualitario; pero un
la característica específica de la regla— impuesto progresivo sobre el ingreso sería
obtendrán partes desiguales y los no iguales claramente inigualitario, dado que divide a
partes iguales. Practicar la discriminación los contribuyentes no sólo en dos clases sino
racial significa dar el mismo tratam iento a en un gran número de niveles, imponiendo la
los del mismo color, y dar partes desiguales mayor carga fiscal al numen) generalmente
a los que no son iguales respecto de esta más pequeño de los que tienen el ingreso
característica. V
I. mayor. Sólo en el caso de que la gran mayo­
ría forme parte del nivel más alto, un impues­
VI. PARTESICJUA1.ESAl'N GRUPORELATIVAMENTEGRAN­ to progresivo sobre el ingreso puede resultar
DE. Ya que toda regla de distribución se refie­ más igualitario. Hasta el principio de i. de
re a cierta clase de personas que deben ser oportunidades seria, a pesar de su denomi­
tratadas de igual manera, se podrían obser­ nación. inigualitario, dado que les da a los que
var —como lo hace Berlín (19611— que una carecen de ciertas oportunidades ventajas
regla es más igualitaria que otra si asegura mayores que a los que ya las tienen.
“que un número mayor de personas (ociases
de personas) recibirían un tratam iento seme­ vil IGUALDAD proporcional Sin embargo, nos
jante en circunstancias especificas". Para set- inclinamos por considerar igualitaria la asig­
más precisos, una distribución de beneficias nación de beneficios mayores a los más nece­
es tanto más igualitaria cuanto mayor es la sitados o un impuesto progresivo sobre el
clase de personas que los recibe, si se com­ ingreso. Son tales, en efecto, si el igualitaris­
paran con el número de las excluidas. El mo se entiende en el sentido de la "i. propor­
sufragio universal, que sólo excluye a los cional" o de la "i. de relaciones" de Aristóte­
menores y a los dementes, es más igualitario les (Política. 1301b).
que un sistema que excluye también a los Se puede decir que una regla de distribu­
negros. Privar del derecho ele voto a las muje­ ción corresponde a esta exigencia si la canti­
res es más inigualitario que privar a los dad de beneficio o de carga asignada a una
negros, si estos últimos constituyen menos de persona es una función monotónica crecien­
la mitad de la población, pero es menos ini­ te de la característica personal especificada
gualitario si la mayoría es de color. Locke, por la regla: cuanto m ayores la característi­
que sostenía la i. de los derechos políticos ca, tanto mas grande es la parte. Dos indiv i-
para los poseedores de propiedades, era más dúos cualesquiera son tratados de igual
K iU A l.D A D 771

manera en este sentido cuando la diferencia te. Cuanto más merece una persona tanto
de la cuota distribuida a cada uno se relacio­ mayor será su recompensa, y por lo tanto per­
na de m anera semejante con el grado en que sonas de ¡guales méritos merecen partes igua­
se diferencian respecto de la característica les. Cualquier criterio de distribución que no
especificada. toma en cuenta el mérito no es entonces ver­
De cualquier modo, basándose en este cri­ daderamente igualitario.
terio toda regla concebible resultaría iguali­ En este caso no se puede afirm ar cierta­
taria. precisamente como sucede con el prin­ mente que toda regla es igualitaria. La criti­
cipio de las partes iguales a los iguales. Todas ca es más bien que el igualitarismo en este
las reglas de distribución no sólo asignan en caso se define en términos de evaluación más
efecto "partes iguales a los iguales” y "p ar­ bien que en términos descriptivos. Aristóte­
les desiguales a los no iguales” sino las asig­ les mismo considera que una distribución es
nan también "en proporción” a las desigual­ igualitaria en este sentido si "los valores rela­
dades de estos últimos. Ambas reglas "a cada tivos de las cosas dadas corresponden a los
quien según su propia necesidad” y “a cada de las personas que las reciben" (Política,
quien según su propia estatura" dan partes 1280a). Ahora bien, el valor relativo de las
diferentes a personas diferentes en la propor­ cosas dadas puede ser generalmente compro­
ción en que éstas difieren en necesidad o en bado objetivamente y medido, y esto vale tam­
estatura. Un impuesto lijo y un impuesto pro­ bién para las características personales como
gresivo sobre el ingreso satisfacen ambos la la edad o el ingreso y hasta para la inteligen­
exigencia de la i. proporcional. F.l ideal de cia o la aptitud pura una determinada tarca.
Marx era el principio "a cada quien según su Por el contrario, el valor relativo de una per­
propia necesidad” más bien que "a cada quien sona (que recibe), es decir el grado de su méri­
según su propio trabajo”. Sin embargo, no to, es evidentemente objeto de una evaluación
negó que también esta última regla fuera subjetiva, y no de una comprobación objeti­
igualitaria, ya que “el derecho de los produc­ va. Aserciones que establecen que A tiene más
tores (recibir medios de consumo) es propor­ mérito (o el doble de mérito) que B, en el sen­
cional al trabajo desempeñado por ellos; la tido de que A tiene un valor moral mayor, son
i. consiste en el hecho de que la medida está juicios de valor genuinos, no caracterizantes.
hecha con un equo denominatorc, el trabajo". Aquí está implícita la doctrina platónico-
Esta regla es por lo tanto un principio igua­ aristotélica según la cual los hombres tienen
litario a pesar de que "reconoce tácitamente esencialmente un valor o un mérito desigual,
que las dotes individuales desiguales y por en contraposición con el posterior punto de
consiguiente la capacidad productiva son pri­ vista estoico de la igualdad de mérito o dig­
vilegios naturales”. También las reglas que nidad de todos los seres humanos. Basándo­
establecen sólo dos categorías son igualitarias se en el criterio en cuestión, la i., por ejem­
según este criterio. Tanto el sufragio univer­ plo, de derechos políticos, seria igualitaria
sal como el sufragio limitado a los blancos según este último e inigualituria según el pri­
tratan a todas las personas en proporción a mer punto de vista. Y también, si los blancos
su desigualdad, respecto de la característica son considerados "superiores” a los negros
especificada. Entonces, la i. numérica no es (en lo que concierne a los méritos en general
otra cusa que un caso especifico de la i. pro­ y no, por ejemplo, a la inteligencia), entonces
porcional. la discriminación racial resulta igualitaria; la
misma política sería inigualitaria para los que
\ ni x cada ocien secón sus propios mekitos Aris­ no ju/gan el valor de una persona por su
tóteles contrapone algunas veces la i. no a la color.
i. proporcional en general sino a la "i. propor­
cional al m érito" (Política, 1301a). Las canti­ tx DISTRIBUCIONESDESIGUALESCORRESPONDIENTES
dades de beneficios no deben ser proporcio­ adiferencias relevantes. Actualmente la ver­
nales al grado en que los beneficiarios tienen sión más difundida de la i. proporcional es
no una característica cualquiera que la regla la siguiente: una regla de distribución es igua­
podría especificar sino una característica litaria si y solamente si las diferencias en la
específica, es decir el mérito correspondien­ distribución corresponden a diferencias relé-
774 IG UALDAD

vantes de características personales; en otras en discusión. Por ejemplo. Bernard Williams


palabras, si la característica especificada, es considera "decididamente falso" afirm ar
relevante respecto del género de beneficios “que el problema de si cierta consideración
o de cargas por distribuir. Ya que la edad y es relevante respecto de una cuestión moral
la ciudadanía se consideran relevantes res­ es un problema de evaluación”. El sostiene
pecto del derecho de voto, es igualitario limi­ lo que sigue: "El principio de que los hombres
tar la franquicia a los ciudadanos adultos. La deberían ser tratados de manera diversa res­
riqueza es relevante respecto de los impues­ pecto del bienestar simplemente basándose
tos; por lo tanto un impuesto l ijo o un impues­ en el color no es un tipo especial de princi­
to progresivo sobre el ingreso son igualita­ pio moral sino es (si acaso) una afirmación
rios. Por el contrario, una regla es iniguali- meramente arb itraria de voluntad, como la
turia si se basa en diferencias de caracterís­ de un tirano que decidiese ajusticiar a todos
ticas no relevantes o si no toma en cuenta aquellos cuyo nombre tiene tres “erres”
para nada las relevantes. Kl sexo o el color (1962). Me parece, sin embargo, que el con­
0 la riqueza no son relevantes respecto del traste entre un principio mural v una aserción
hecho de votar; la limitación de este derecho arbitraria de voluntad no constituye una dico­
a los hombres o a los blancos o a los posee­ tomía válida. Según la teoría no cognosciti-
dores no es igualitaria. La riqueza es relevan­ vista de los valores, todos los principios mora­
te respecto de la imposición; en consecuen­ les (o por lo menos los fundamentales) son
cia, un impuesto indirecto es inigualitario ya “afirmaciones arbitrarias de voluntad" en el
que establece un impuesto en la misma medi­ sentido de que expresan compromisos m ora­
da para los compradores pobres y ricos. les subjetivos. Desde el punto de vista de nues­
Como el mérito personal, la relevancia de tro argumento, es más importante la aserción
una característica personal es un término eva- de que el color es relevante respecto de los
1uativo, no descriptivo. Mientras la asignación beneficios sociales no es descriptiva, y el mis­
a una persona de características como la edad mo autor no reivindica que lo sea.
o el ingreso es un dato empírico, los juicios Argumenta además que "si existen deter­
que establecen que estas características son minadas razones” para la discriminación
relevantes o no respecto de cierto tipo de dis­ racial, "serán razones que tratan de relacio­
tribución son evaluativos. El hecho de que la nar el color de la piel con algunas otras carac­
edad sea importante para votar, y no lo sea terísticas que se proponen como relevantes
en cambio el color, significa no sólo que es para establecer el modo en que se debería tra­
justo exigir una edad mínima para votar sino ta r a un hombre, como la insensibilidad, la
que también es injusto basar el derecho a repugnante estupidez, la irresponsabilidad
votar en el color. Es inigualitario —y esto sig­ incorregible, etc.". No niego que una aserción
nifica que es injusto— tratar de manera desi­ como “el color es relevante para determ inar
gual a personas que comparten una caracte­ el grado de inteligencia" sea descriptiva. Ella
rística relevante; pero concesiones desigua­ significa que la inteligencia es una función del
les a personas que difieren en ciertos aspec­ color, y que esta aserción puede ser exami­
tos relevantes son igualitarias y por lo tanto nada —y desmentida— empíricamente. Pero
justas. O bien, "una diferencia en el trato en este caso es la inteligencia, y no el color,
requiere una justificación en términos de dife­ lo que se considera determinante, por ejem­
rencias relevantes y suficientes entre los que plo, para el derecho de votar. A diferencia del
tienen derecho" (Ginsberg, 1965). Los soste­ "color es relevante respecto de la inteligen­
nedores y los opositores de la discriminación cia”. "la inteligencia es relevante respecto del
racial tienden a disentir sobre el hecho de que derecho de votar" es una aserción norm ati­
la raza sea una diferencia "relevante” y que va; precisamente como es una aserción nor­
la discriminación sea justa. Basándose en la mativa "el color es relevante respecto del
definición en cuestión, deberían estar tam ­ derecho de votar”. Esta significa que este
bién en desacuerdo respecto de si dicha polí­ derecho debería depender de la inteligencia
tica es igualitaria o no. o del color, y que una regla que lo establece
Esta interpretación evaluativa del concep­ es justa. Llamar igualitaria (más bien que jus­
to de relevancia se ha puesto recientemente ta) a una regla fundada en diferencias consi-
IG l ALIJAD 775

cifradas relevantes, nu altera el carácter nor­ terio descriptivo de igualitarismo como carac­
mativo de la aserción. terística de las reglas de distribución.
Más recientemente, W. T. Blackstone ilus­
tró el conceptu de relevancia de este modo: x. distribucionesDEsiouAi.Es justas. El igualita­
"Decir que 'X es relevante', cuando se habla rismo se define algunas veces en términos de
de tratam iento de personas, significa que X justicia (y no indirectamente, o sea a través
está efectiva o potencialmente conectado de de la relevancia). Según un articulo reciente,
manera instrumentalmente útil o nociva con “ lo verdaderamente opuesto a i. es la desi­
la consecución de un determinado fin y por gualdad de tratamiento arbitrario, o sea injus­
consiguiente debería tomarse en considera­ tificable o inicua". De ahí que la desigualdad
ción en la decisión de tratar a alguno en una justificable o equitativa de tratamiento seria
m anera determ inada” (1967). Se puede estar “verdaderamente” igualitaria. Entonces, si la
de acuerdo con el autor en que la primera pai ­ discriminación racial es igualitaria o no.
te de esta definición es descriptiva y la segun­ depende también del hecho de que se consi­
da parte prescriptiva, pero no en el "por con­ dere justa o injusta.
siguiente". La tesis de que una aserción de Éste es un ejemplo de lo que quisiera lla­
relevancia en términos de lo que es implica mar la falacia de la definición a la inversa.
otra en términos de lo que debe ser no es sos- Y consiste en definir un término de valor, por
tenible. Tomemos precisamente su ejemplo: ejemplo “bueno" o "deseable”, en relación
“Si, por ejemplo, la raza c» el color fueran con términos descriptivos, comu por ejemplo
adoptados como fundamento para el trata­ “felicidad" o "aprobación". Ahora bien, si
miento diferencial de las personas respecto “bueno” significa lo mismo que "contribuyen­
del derecho al estudio o se dem ostrara que te a la felicidad” o "deseable" lo mismo que
el color o la raza no tienen nada que ver con "aprobado por la mayoría", sería aulocontra-
el ser educablc, entonces el presupuesto empí­ dictorio decir que una cosa que provoca la
rico de los que apelan a estos criterios demos­ felicidad es mala o que una cosa es indesea­
traría ser falso y estos mismos criterios no ble pero aprobada por la mayoría. La afirma­
serían relevantes (en el sentido empírico de ción aristotélica de que "lo injusto es desigual
'relevante').” y lo justo es igual" es otro caso de esta fala­
"El color es relevante respecto de la edu- cia. Aquí el concepto normativo de justicia se
cabilidad" es una aserción empírica, y "la define en términos de igualitarismo, que Aris­
educabilidad es relevante respecto del dere­ tóteles mismo considera como un término
cho al estudio” es una aserción normativa. descriptivo, como se ha visto ya ("dando par­
Sin embargo, la primera no implica la segun­ tes iguales a los iguales”). En cambio, no es
da. Alguno puede estar de acuerdo en que el contradictorio decir que un impuesto progre­
color "no tiene que ver nada con”, o sea no sivo sobre el ingreso es inigualitario y sin
es relevante respecto de la educabilidad. Sin embargo es justo.
embargo, puede sostener, sin ser incoheren­ Tenemos también el procedimiento inver­
te, que se deberían dar las mayores posibili­ so. El igualitarismo, un conceptu que desea­
dades de instruirse a los más educables, o a ríamos que funcionara descriptivamente, se
los blancos, o que todos deberían tener igual define mediante el concepto normativo de jus­
derecho al estudio (o sea que ningún grupo ticia. Si "la regla X es igualitaria” significa
debería recibir un trato preferencial). El lo mismo que “ la regla X es justa (justifica­
autor de esto dice: "Fácilmente se podría dar ble o equitativa)", entonces es contradictorio
el caso de que las personas están de acuerdo considerar justo pero nu igualitario un
en la parte empírica de un juicio de relevan­ impuesto progresivo, o injusto pero igualita­
cia (o sea que ciertos derechos están instru- rio un impuesto indirecto.
mentalmente relacionados con ciertos fines)
y sin embargo discordar en la parte prescrip­ xt igualdad pp.ocF.SAL. Los que consideran el
tiva de ese juicio (o sea en que ese juicio sea igualitarismo como un principio "procesal"
deseable)." Esto parece estar en contradicción relacionan la i. con la justicia: "trátese a las
ton la aserción citada anteriormente (“por personas de manera igual, a menos que o
consiguiente”). La "relevancia" no es un cri­ mientras no exista una justificación para tra ­
776 K il AI.DAD

tarlas en forma desigual” (Frankena, en o una carga específicos debe asignarse a dos
Brandt, 1962). Tomado en este sentido, el personas cualesquiera. 4 y B. Las reglas de
igualitarismo no se refiere en realidad a una distribución también se pueden considerar
característica de las reglas de distribución desde el punto de vista del resultado final.
sino a la misma regla de distribución, es ¿Cuánto tendrán .4 y fí después de que se les
decir: "todas las personas deben ser tratadas haya aplicado la regla? ¿Cómo deben redis­
en igual forma, a menos que se encuentren tribuirse los beneficios o las cargas entre A
buenas razones para tratarlas en forma diver­ y /?? Se deben distinguir ahora tres fases: 1]
sa". Es cierto que esta "orden expresa de i. la distribución original —por ejemplo 4 tie­
no es por si misma una regla positiva de éti­ ne 8 unidades y B tiene 2: 2] la aplicación de
ca sino una regla para adoptar otras reglas” alguna regla de distribución —por ejemplo,
(Monroe, 1964). Sin embargo esa regla es nor­ quitarle 3 a A y darle 3 a B: 3] la redistribu­
mativa (por adoptar reglas sustanciales). Este ción resultante de la aplicación de la regla de
principio no es sólo meramente normativo distribución —en este ejemplo especifico, tan­
sino que también es meramente procesal, to 4 como B terminan teniendo 5.
compatible con cualquier regla discriminato­ Propongo llamar igualitaria a una regla de
ria de distribución que pueda considerarse distribución si nivela, o por lo menos redu­
" justificada” o fundada en "buenas razones". ce, las diferencias entre las cantidades de bie­
Este criterio de igualitarismo no nos permi­ nes. También pueden llamarse reglas de nive­
te clasificar las reglas sustanciales de distri­ lación las reglas igualitarias de distribución.
bución en reglas igualitarias y no igualitarias. Por el contrario, una regla de distribución que
Hasta ahora la búsqueda de una determ i­ deja intactas las desigualdades anteriores de
nación fructífera del concepto de i. ha sido beneficios o de cargas, o hasta aumenta estas
vana. Resumiendo, si igualitarismo se definie­ diferencias, es inigualitaria. Nuestro ejemplo
ra “partes iguales para todos”, ninguna regla anterior es un caso de aplicación de una regla
sería igualitaria: si significara "partes igua­ de nivelación. También quitarle 3 a 4 y nada
les para los iguales" o "igualdad proporcio­ a B seria igualitario, ya que la diferencia entre
nal” tuda regla lo sería, y cualquier regla sus bienes (3 - 2 = 3) es ahora menor de lo
podría ser igualitaria de acuerdo con defini­ que era inicialmente(8 -2 = 6): perúes menos
ciones que se refieren al mérito o a las dife­ igualitaria que si sus bienes se nivelaran com­
rencias relevantes o a la justicia. La i. proce­ pletamente (como en el prim er ejemplo). Por
sal no designa ni siquiera una característica otra parte, quitarle I a 4 v 1 a B no sería igua­
de las reglas de distribución. "Partes iguales litario (ya que no influiría en la diversidad
a un grupo relativamente grande” sigue sien­ anterior de sus bienes, o sea 6). y con mayor
do la definición más satisfactoria; pero ya se razón, quitarle I a 4 y 2 a B (la diferencia sería
señaló el hecho de que su aplicación lleva ahora de 7).
resultados que frecuentemente son contrain­ Estos ejemplos demuestran que una regla
tuitivos. Hasta los sostenedores de la discri­ de redistribución puede llamarse igualitaria
minación racial tienden, en efecto, a conside­ o no sólo en relación con alguna distribución
rar no igualitario el limitar los beneficios asis- anterior. El igualitarismo se transform a en
tenciales a los blancos independientemente de un concepto ordinal —una ventaja que esta
la necesidad (aunque la gran mayoría de la definición tiene en común con la "definición
población sea blanca), e igualitario, en cam­ menos insatisfactoria” examinada anterior­
bio, efectuar pagos asistenciales a las nece­ mente. Respecto de una determ inada d istri­
sidades independientemente de la raza (aun­ bución, una regla de redistribución es tanto
que los necesitados sean una pequeña mino­ más igualitaria cuanto menor es la diferen­
ría), Creo que es posible encontrar un crite­ cia entre los bienes al final en comparación
rio descriptivo general de igualitarismo que con el principio. Repitiendo: si al principio4
tome en consideración estas distinciones. tenia 8 y B tema 2. quitarle 3 a 4 \ darle 3
a B es mas igualitario que quitarle 3 a 4 y
xtl. kECLAS df. nivelación Todas las definicio­ nada a B.
nes que hemos examinado hasta ahora toman Nuestros ejemplos ilustran ademas que dis­
en consideración sólo cuanto de un beneficio tribuciones iguales pueden llevar a redistri­
IC lA L D A D 777

buciones inigualitarias y viceversa. Un da com prar a otro, y que ninguno sea tan
impuesto indirecto es una regla de redistri­ pobre que se vea obligado a venderse a sí mis­
bución inigualitaria, porque constituye un mo" {El contrato social. 1. u, cap. xi).
agravio mayor para los compradores pobres Por otra parte, ni siquiera la igual distri­
y no reduce las diferencias de riqueza. Por el bución de dinero llevaría a una felicidad
contrario, un impuesto progresivo sobre el igual. Es más, la felicidad, la satisfacción o
ingreso es una regla de nivelación, y en cuanto la utilidad no son beneficios tangibles que C
tal es igualitaria. F.I concepto de nivelación pueda distribuir o redistribuir entre A y B.
pone ahora remedio precisamente a los defec­ ni en forma igual ni en forma desigual.
tos de la definición examinada anteriormente.
Examinemos ahora algunas de las más XIV 101 ALDADDF.OPORTl'NIDADES C 11U puede dar
importantes reglas de distribución a la luz de o distribuir las utilidades o la oportunidad
este concepto de igualdad. entre A y B. “A tiene la oportunidad de obte­
ner .v” significa que no encuentra obstáculos
K ioi itZA Hasta donde exis­
m i i n iv e l a c ió n d e la en el camino para obtener x. de tal manera
te i. de derecho de propiedad, en casi todas que. si quiere, puede hacer v. (' le da a A la
las sociedades la propiedad misma se distri­ oportunidad de alcanzar x si elimina deter­
buye en forma desigual. Esta desigualdad es minados obstáculos y por lo tanto pone a A
el resultado de la herencia, del estado social en condiciones de obtener .v. por lo que el
o de la capacidad personal más que de una hecho de que A obtenga v depende sólo de su
distribución gubernamental deliberada. Una hahilidad natural y adquirida y de su esfuer­
nivelación total de los bienes requeriría obvia­ zo. A v B tienen igual oportunidad de vencer
mente la aplicación de distribuciones fuerte­ en una competencia, si parten de la misma
mente desiguales, o sea quitarle a los ricos línea. Si A se encuentra al principio atrás de
para darle a los pobres. Este resultado podría B. debe desplazarse hacia adelante hasta la
lograrse a través de la imposición o de la linea común de partida para tener la misma
socialización, por lo menos de los medios de oportunidad que B.
producción. Su "posesión común" eliminaría, El principio de la i., o mejor dicho de la
según el Manifiesto del partido comunista, la nivelación de oportunidades, se ocupa por lo
posibilidad de explotación de una clase sobre tanto de la redistribución del acceso a las dis­
otra, y "con la abolición de las diferencias de tintas posiciones de la sociedad, pero no de
clase desaparecerían por si solas en forma la distribución de las posiciones mismas. El
automática todas las desigualdades sociales problema consiste, pues, en acoplar personas
y políticas derivadas de éstas”. con dotes desiguales con posiciones que rin­
A pesar de que una nivelación completa de den una remuneración o un poder o un pres­
los bienes se considera deseable, en general tigio desiguales. La solución consiste en
se juzga utópica. Aun cuando en un momen­ hacerlos accesibles a todos de acuerdo con
to dado se alcanzara esta meta, las diferen­ una base competitiva. La hipótesis consiste
cias reaparecerían pronto, por lo menos por­ en que. si todos tienen un punto de partida
que "los hombres son desiguales" en lo que igual. la posición que ocupen al final depen­
respecta a las dotes personales: por este moti­ derá exclusivamente de la velocidad con que
vo, el poder y la influencia quedarían nece­ hayan corrido y de la distancia alcanzada.
sariamente distribuidos en forma desigual en El liberalismo clasico sostenía que la i. de
cualquier sistema político o social. Nivelar la oportunidades se podía llevar a cabo a través
riqueza significa, en general, no tanto elimi­ de una asignación igual de los derechos fun­
nar como reducir las desigualdades de pro­ damentales "a la vida, a la libertad y a la pro­
piedad existentes. Según la definición pro­ piedad”. Solo si se eliminan los privilegios \
puesta. este genero de redistribución, aunque se establece una i. de derechos no habrá nin­
menos igualitario, es igualmente igualitario. gún obstáculo en el camino de ninguno para
Como dina Rousseau: "Por i. no debe enten­ que busque la felicidad con la habilidad que
derse que el grado de poder y de riqueza sea tiene para acceder a la posición adecuada a
absolutamente idéntico para todos sino que mi máxima capacidad.
[...] ningún ciudadano sea tan rico que pue­ Mas tarde se dieron cuenta de que la i. de
778 IG IA L D A Ü

derecho no es suficiente para hacer accesi­ lación están unidas generalmente con otra
bles, a los que socialmente están en desven­ regla, inigualitaria, de redistribución: a cada
taja. las oportunidades de que disponen los quien según su propia habilidad. Una vez que
individuos socialmente privilegiados. Se nece­ se provee a las necesidades mínimas de cada
sitan distribuciones desiguales para llevar a uno, y todos tienen una posibilidad igual,
los primeros a un nivel común de partida, o empieza la competencia, y la posición ocupa­
sea que se necesitan privilegios jurídicos y da al final porcada uno dependerá únicamen­
beneficios materiales para los no privilegia­ te de su cupacidad o “habilidad", por lo
dos económicamente. Por lo tanto, los progra­ menos en teoría. A diferencia del “mérito” de
mas henil start, aunque son intrínsecamente una persona, su habilidad en el sentido de
inigualitarios, son igualitarios extrínsecamen­ capacidad para alguna tarea específica pue­
te, ya que llevan a una nivelación de las opor­ de determinarse objetivamente, por lo menos
tunidades de instrucción. en teoría. Pero como "a cada quien según lo
que merece" —a diferencia de “a cada quien
XV IGUAL SATISFACCIÓN DE LAS NECESIDADES FUNDA­ según su propia necesidad"— también “a
MENTALES El principio de la nivelación de las cada uno según su propia habilidad" consti­
oportunidades está relacionado con otro prin­ tuye una regla inigualitaria de redistribución.
cipio de nivelación: la igual satisfacción de las Esquemáticamente podemos hacer una dis­
necesidades fundamentales. Mientras las tinción entre las siguientes fases: 1] una dis­
necesidades personales varían en género y tribución desigual inicial de bienes; 2] una
medida, hay un mínimo de necesidades fun­ regla inigualitaria de distribución —adicio­
damentales que son sustancialmente idénti­ nal para los necesitados; 3] que se resuelve
cas para todos, en una determinada sociedad en una redistribución más igualitaria —igual
y en un determinado tiempo. De algún modo satisfacción de las necesidades fundam enta­
las personas son desiguales respecto de sus les, i. de oportunidades; 4] por lo tanto, una
necesidades fundamentales no satisfechas. redistribución inigualitaria final —a cada
"Sería necesaria una distribución desigual de quien según su habilidad.
los recursos para nivelar los beneficios en los Este concepto de i. no sólo es general y des­
casos de necesidad desigual" (Vlastos, en criptivo, sino también valorativamente neu­
Brandt, 1962). Cuanto m ayores la necesidad tral. Por ejemplo, el autor de The rise uf meri-
fundamental no satisfecha de algunos, tanto tocracy sostiene “no una aristocracia de naci­
mayores son los beneficios que recibe. Aque­ miento, no una plutocracia de riqueza sino
llos cuyas necesidades fundamentales ya una verdadera meritocracia de los talentos"
están casi satisfechas pueden no recibir nada (Young, 1961). De acuerdo con el criterio pro­
y tal vez deban renunciar a alguna cosa super- puesto, todos estos tres principios son inigua­
flua para proveer a las necesidades de los litarios. tanto el que él propugna como los dos
demás. El resultado final de esta distribución que rechaza. Nótese también que el principio
desigual es, una vez más, una mayor nivela­ inigualitario de meritocracia está relaciona­
ción de la riqueza y de las oportunidades. do con las reglas igualitarias de i. de oportu­
"A cada quien según su necesidad" es otro nidades y de satisfacción de las necesidades
principio de nivelación aún más radical. Por fundamentales, pero es incompatible con la
lo menos teóricamente le impone a la socie­ otra regla de nivelación: a cada quien según
dad. y especialmente al gobierno, el deber de su necesidad, prescindiendo de la capacidad.
satisfacer todas las necesidades de cada uno. Por otro lado, los defensores de la "merilo-
por desiguales que puedan ser en género y en cracia” no se proponen am pliar este princi­
grado. pio a la participación política: se quedan a
favor del sufragio igual, prescindiendo de la
XVI A CADA OLIEN SEGÚN SL HABILIDAD Algunos capacidad.
defensores contemporáneos del estado asis­ Esto conduce a la conclusión de que la teo­
tencia! democrático tienden a propugnar los ría democrática moderna no puede calificar­
principios menos extremistas de igual satis­ se ni como igualitaria ni como inigualitaria
facción de las necesidades fundamentales y sino que es una fusión de los dos géneros de
de i. de oportunidad. Estas dos reglas de nive­ principios: nivelación hasta un cierto punto
IL U S T R A C IÓ N 779

(a través de distribuciones desiguales), más ohedience lo law, en Lawattd philosophy, a car­


allá del cual intervienen redistribuciones ini­ go de S. Hook, Nueva York, New York L'niver-
gualitarias. Ésta es, por lo tanto, menos ini­ sity, 1964; R. Nozick, Anarchy, State, and utopia,
gualitaria que las ideologías que basan la desi­ Nueva York, Basic Books. 1974; A.M. Ükun,
gualdad de tratam iento en la herencia, en el Igualdad y eficiencia: la gran disyuntiva (1975),
color, en la religión o en la riqueza. Buenos Aires, Sudamericana, 1982; F. Oppen-
Naturalmente no hay contradicción en con­ heim, Egalitarian núes of disiributiun, en Elhics.
siderar la meritocracia inigualilaria y justa xc, 1980; R.J. Pennock, Sontos VIII: Eqnality,
al mismo tiempo. También se puede conside­ N'uc\a York, Athertun, 1967; D. Rae, Equalities,
ra r injusta y sin embargo deseable por otras Cambridge. Harvard University Press, 1981; J.
razones: injusta, porque la habilidad de un Rawls, Teoría de la justicia (19711, México, Fon­
individuo depende en parte de factores que do de Cultura Económica. 1979; J.H. Schaar,
no están bajo su control, como la inteligen­ Sonic ways of thinlcing about eqnality, en Philo­
cia innata, la educación o el adiestramiento sophy, polines and society, a cargo de P. Laslett
(por lo menos en ausencia de una cúmplela y W.G. Ruñe imán. Oxford, Blackwell, 1962; M.
i. de oportunidades de instrucción); sin Young, El triunfo de la meritocracia (1962),
embargo es deseable de acuerdo con bases Madrid, Tecnos, 1964.
utilitaristas, ya que los incentivos para una
mayor productividad aumentan el bienestar [FELIX fc. OPI’ENHF.IM]
de lodos.
Este análisis presenta cierta relación con
la cuestión de la justificación de la i. Se ha
afirmado con frecuencia que los hombres son ilustración
iguales, y por lo tanto que el igualitarismo es
justo o el inigualitarismo equitativo porque 1 lA ILUSTRACION. FORMAUF. PENSAR DIFl XDIDA EN EL
los hombres son desiguales. Por ejemplo, un siglo xviit El término i. indica un movimien­
experto en ciencia política considera, en un to de ideas que tu to su origen en el siglo xvu
articulo reciente, "la gran discrepancia entre (o incluso en los siglos precedentes, a partir
los hechos de desigualdad observados y el del xv, según la interpretación de algunos
valor de la i. como un serio compromiso inte­ historiadores), pero que se desarrolló sobre
lectual” (Schaar, 1964). Como si fuera inco­ todo en el siglo xvm, y que precisamente por
herente sostener que los hombres deberían esto se llamó "siglo de las luces”. Este movi­
tener iguales oportunidades a pesar de tener miento se propone desarrollar la lucha de la
inteligencias desiguales, o bien salarios desi­ razón contra la autoridad, o bien la lucha de
guales a pesar de sus necesidades fundamen­ la "luz" contra las "tinieblas". De ahi se deri­
tales iguales. De las generalizaciones empíri­ va el nombre de i., traducción de la palabra
cas no se puede llegar a principios norm ati­ alemana Aufklartmg, que significa esclareci­
vos; la i. y la desigualdad de alguna caracte­ miento. clarificación, dilucidación. La i. es,
rística personal no entrañan la deseabilidad pues, una filosofía militante, de critica a la
del igualitarismo o del in igualitarismo. tradición cultural e institucional; su progra­
ma es la difusión del uso de la razón para diri­
bibliografía. S.I. Benn y R.S. Peters, Social prin­ gir el progreso de la vida en todos sus aspec­
cipies and tlie democralic State, Londres, Alien tos. Esto es, la expresión del proceso de secu­
and Unwin. 1959; 1. Berlín. Eqnality as ideal, en larización de la ciencia política.
Justice and social palicy, a cargo de F.A. Olafsun, Mas allá de esta definición muy general, se
Englcwood Cliffs. Prentice Hall, 1961; W.T. necesita todavía considerar que no se trata
Blackstonc. On lite meaningand justificarían of de un movimiento homogéneo: no se puede ni
lite principie uf eqnality. en Elhics, l.xxxt, 1971: encontrar en ella un sistema de ideas ni una
R.B. Brandt, Social justice. Engleivood Cliffs. escuela; puede decirse que es sobre todo una
Prentice Hall, 1962: C. Frankel, Eqnality uf mentalidad, una actitud cultural y espiritual,
opportunity. en Ethks, L.xxxt. 1971; M. Gins- que no sólo es de los filósofos en sentido
berg, On justice in suciety. llhaca. Cornell l'ni- estricto, sino de gran parte de la sociedad de
versitj Press, 1965; C.B. Monroe, Eqnality and la época, en particular de la burguesía y de
780 11.1 S T R A C IO N

Ion intelectuales, pero también de la sociedad No obstante, con diferencias a veces impor­
mundana en sentido amplio, y hasta de algu­ tantes. también hay una i. alemana, italiana,
nos reyes. Le corresponde, por lo tanto, un española, austríaca, y una i. de los países de
amplio clima de opinión, en el que sin embar­ la Europa oriental.
go se observan, junto a las ideas predominan­ Claro está que a tales complejidades corres­
tes. diversas excepciones y originalidades, ponden historias diversas en cuanto a perio­
tanto ideales como geográficas o cronológi­ dización, asi como a problemática, a relacio­
cas. El término philosophe, con que el ilus­ nes entre los estratos sociales, a intereses eco­
trado se deline a si mismo, indica la figura nómicos, etc. En cada país la i. tiene peculia­
de un vivificador de ideas, de un "educador", ridades propias. Pero aun teniendo en mente
de aquel que en todo se deja guiar por las todo esto, puede intentarse, a título de orien­
luces de la razón y que escribe para ser útil, tación. una periodización muy general, distin­
para dar una contribución al progreso inte­ guiendo una primera generación que madu­
lectual, social y moral, contra cualquier for­ ra las ideas ilustradas en la primera mitad del
ma de tiranía, ya sea intelectual, moral o reli­ siglo xvm, y una segunda lase, que es la de
giosa. El philosophe se deline antes que nada la generación de los "enciclopedistas" en
por su función en la sociedad: quiere llegar a Francia, de Lessing en Alemania, de los teó­
la instauración en el mundo de un nuevo ricos de las reformas juridico-polnicas en Ita­
orden, caracterizado por la felicidad, y por lia. Esta segunda generación es aquella que,
ello quiere que la philosophie esté al alcance particularm ente a partir de los años setenta,
de todos, en contraposición con la filosofía ve gradualmente extinguirse las ilusiones de
antigua. colaboración con el poder, y es en gran parte
Este modo de pensar y de sentir se difun­ por ello que. junto a las doctrinas de la Hu­
dió en muchos países de Europa durante el evetopé(lie. se encuentran ideas igualitarias y
siglo xvm. Tuvo sus prim eras manifestacio­ tesis utopistas.
nes en Inglaterra y en Holanda, pero fue un
movimiento que interesó sobre todo a Fran­ ii racionalismo y NATI KAI.ISMO. La i. es un movi­
cia, donde la decadencia del gobierno abso- miento de escasa originalidad teórica; es prin­
luto oriento la filosofía a la doctrina política cipalmente ecléctico. La ciencia, interpreta­
y social. En este país, entre las clases privile­ da en sentido práctico y utilitarista, es el
giadas, el clero poseía cerca de la quinta par­ núcleo alrededor del cual gravita el pensa­
le del territorio nacional, con una enorme ren­ miento. Para el siglo xvm, la seguridad y la
ta y con exenciones y privilegios sustancia­ confianza en la razón se derivan de la cien­
les, y la nobleza tenía privilegios análogos y cia. Los éxitos de las ciencias experimentales
rentas sumamente considerables, por lo que fomentan la idea de que ese mismo método
la burguesía, cuya cultura y cuya importan­ conduce a un progreso concreto en todos los
cia económica aumentaron hasta el punto de campos de la cultura y de la vida. Por este
convertirla en el verdadero sostén de la socie­ motivo, también el pensamiento político tie­
dad, no pudo dejar de considerarlas como cla­ ne fe en la posibilidad de la felicidad y del pro­
ses de parásitos. En la primera mitad del siglo greso bajo la guia de la razón.
xviii, pues, se publican numerosísimos libros La razón, en efecto, es el órgano típicamen­
y opúsculos de temas directam ente y. aún te ilustrado, que se contrapone a la autoridad
más, indirectamente políticos: obras históri­ y a los prejuicios. Para algunos, proporciona
cas sobre las antiguas instituciones francesas, pocas verdades elementales e indudables, que
o bien sobre la justificación y sobre el fin del tienen el valor de postulados de la ciencia, y
gobierno, obras sobre la constitución ingle­ que se consideran evidentes por si mismos,
sa, informes de viajes a países exóticos que a tal grado que no requieren ninguna demos­
generalmente se comparaban con Francia, tración; estos postulados constituyen el fun­
propuestas de reforma y. en general, obras damento del razonamiento y del crecimiento
de propaganda, con más frecuencia negativas de los conocimientos. Sin embargo, la razón
que positivas. En la segunda mitad del siglo se aplica sobre todo a los datos proporciona­
w iii se difundió ampliamente la discusión dos por los sentidos; la i., en efecto, hace suya
de estos temas e invadió todo género literario. la formula "nihil est in iniellectu quiñi prius
IL U S T R A C IÓ N 7.SI

non fueril in sensn" y. procediendo con el do primitivo, o sea los derechos que le corres­
método analítico racional de las ciencias, ponden a su dignidad de hombre, por el solo
aspira a encontrar verdades indiscutibles o, hecho de ser hombre. Cualquiera que sea la
cuando esto no es posihle, generalizaciones razón por la que el hombre ha pasado a la vida
legítimas que tengan una valide/, metodoló­ civilizada (cuando el estado de naturaleza nu
gica 1'lindada. La explicación está en el hecho se considera como una simple hipótesis o ter­
de que los ilustrados tienen una confianza ili­ mino de comparación meramente racional,
mitada en la razón y se proponen liberar el esto no modifica las conclusiones), la puesta
conocimiento humano de ludo lo que no está a punto de los derechos naturales es impor­
de acuerdo con la razón, sobre todo si pro­ tante, precisamente para establecer los dere­
viene de la tradición y de la historia. Por esto. chos inalienables del hombre, es decir los
Kant le atribuye a la i. el lema "supere ande!". derechos que la sociedad civil está obligada
Este espíritu critico, que se propone some­ a tom ar en cuenta, asi como para dem ostrar
ter lodo el saber al tamiz de la razón, abarca el fundamento racional del estado.
todos los aspectos de la actividad humana. No Utilizando el mismo procedimiento racio­
faltan tampoco las exasperaciones del proce­ nal se habla también de una moral natural y
dimiento analítico racional, que conducen al de una religión natural, en que la referencia
mecanicismo determ inista de un La Mcttric a la naturaleza tiene el mismo significado
o al materialismo del barón de Holbach, cau­ mencionado a proposito del derecho natural.
sados precisamente por la pretensión de apli­ La moral natural se propone, ante todo, ser
car rigurosamente los criterios de la ciencia una moral independiente de la religión, en
a la actividad humana, aun a la sentimental, f unción del hombre mundano, considerado
cosa que se gana las criticas de muchos de los tal como es y no tal como debería ser. De ahí
mismos ilustrados. Los resultados más inte­ se deriva una antropología y una psicología
resantes de este nuevo modo naturalista de ilustradas, destinadas a poner de relieve la
filosofar son las consideraciones de Montes- inevitabilidad de las pasiones y también su
quieu sobre el vinculo existente entre las ins­ bondad, llegando a entenderlas algunas veces
tituciones políticas y las leyes jurídicas, por como la condición indispensable de la reali­
una parte, y el ambiente físico y el clima, por zación de lo sublime, tanto más cuanto más
la otra. fuertes son y cuanto mas están en armonía
También en el campo de la filosofía jurídi­ (véase, por ejemplo, Diderot). Los fundamen­
ca todos están de acuerdo, aunque con diver­ tos de la moral ilustrada son algunos princi­
sas características, en establecer como fun­ pios, también universales, percibidos igual­
damento del derecho a la naturaleza, y se mente por todos los hombres razonables, que
habla de derecho natural o de ley natural, en se reducen a ser principios de tolerancia
que "naturaleza" significa ante lodo lo que moral, ya que se cree que también la moral
no es sobrenatural, y de manera específica la está relacionada con las características de un
esencia del hombre, es decir la razón. Con pueblo y con los aspectos naturalistas del
esto la i. se une a la escuela del derecho natu­ ambiente. De ahí se deriva una moral relati­
ral y cree poder construir un cuerpo de nor­ vista, hedonista, o una moral del sentimien­
mas jurídicas universales e inmutables, que to. pero de cualquier modo una moral utili­
por el momento constituyen el criterio de jui­ tarista.
cio de la legislación vigente, pero que en un También en lo que se refiere a la religión
estado ilustrado m.* transform an al mismo las ideas son muy diferentes entre si. aunque
tiempo en causa eficiente y tina! de la legis­ siempre prevalece un modo de sentir que se
lación misma. Para explicar los principios del opone al misterio como a lo que no está de
derecho natural se recurre, como ya se hahia acuerdo con la razón. De ahí se deriva el
hecho en el siglo xvu, a la naturaleza huma­ rechazo de las religiones reveladas en gene­
na in se, prescindiendo de las modificaciones ral. La religión mas típicamente ilustrada es
que ha introducido en ella la cixilizacion. el deísmo, que reconoce la existencia de un
suponiendo un status naturae anterior a la dios personal y creador del uni\erso. concep­
sociedad civil. \ definiendo los derechos que to al que se llega racionalmente partiendo de
el hombre debe haber tenido desde este esta­ la observación de la armonía que reina en el
782 ILUSTRACION

universo; sin embargo no se admite ningún mo ilustrado no significa simplemente un


otro atributo de Dios, y mucho menos se rechazo o un desinterés por todo lo que ha
admiten los cultos, los ritos, los dogmas, etc. traído la historia sino más bien un rechazo
En una palabra también en este campo se de lo que tiene autoridad por el solo hecho
aceptan los principios que se consideran de ser histórico, una ampliación del tamiz de
comunes a todas las religiones y a todos los la razón a todo lo que desde siglos se acepta­
pueblos y que, desligados de los supuestos ba pasivamente, en conclusión, un rechazo del
trascendentales, resultan de acuerdo con la principio de autoridad.
razón o con la naturaleza. La religión se con­ Paradójicamente, justo el llamado antihis­
vierte en un modo de sentir, en un sentimien­ toricismo ilustrado está en el origen de la nue­
to intimo de comunión con Dios, que se deri­ va historiografía riquísima, que se presenta
va de la adhesión sentimental a la armonía como "crítica", o sea que reexamina las fuen­
de la naturaleza. Es comprensible que la tran­ tes y reconstruye la historia con mente
sición del deísmo al inmanentismo y al pan­ desembarazada de preconceptos políticos y
teísmo sea fácil; sobre todo los ilustrados más culturales, con método "científico", y da lugar
jóvenes identifican frecuentemente la natu­ de esta manera a las grandes obras históri­
raleza con Dios, cuando no proclaman un cas e histórico-politicas del siglo xvm (basta
ateísmo m aterialista. Sin embargo, si el deís­ pensar en las obras de Montesquieu y de Vol-
mo es la religión de muchos ilustrados, se taire, cuyos métodos pueden asumirse como
puede afirmar que casi todos ellos fueron, por típicos intentos de innovaciones respecto de
lo menos en una fase de su vida, deístas. Y la historia-relato de tipo tradicional, el pri­
esta religión natural no sólo pone de mani­ mero por la conexión hecha evidente entre la
fiesto una exigencia de rechazo de lo sobre­ historia y la ciencia de la sociedad que pue­
natural y de oposición a las religiones histó­ de extraerse de ésta; el segundo por la con­
ricas sino también una exigencia de procla­ cepción de la historia como historia de la civi­
mar nuevamente el principio de la tolerancia. lización, como conquista progresiva de cono­
En conclusión, la naturaleza es el funda­ cimientos que es a la vez conquista de arm o­
mento de la ética y de la religión, del mismo nía, felicidad y libertad).
modo que es el centro al que se orienta el Este llamado antihistoricismo constituye
conocimiento y del que proviene el conoci­ por un lado el limite de la i. en la medida que
miento. Así como proporciona las leyes de la significa abstractismo. Los ilustrados no con­
lógica, así también proporciona las leyes de sideran al hombre y a la sociedad como his­
la vida social y unifica todo el orden de las toria sino más bien como razón y naturale­
relaciones y de los fines del hombre. Basán­ za, no los ven como entidades individuales
dose en la naturaleza es como el hombre diri­ sino universales. A pesar de esto se puede ver
ge sus intereses; se da cuenta de que su reali­ en este carácter la fuerza de la i. porque está
zación y su posibilidad de perfeccionamien­ unido con la confianza que el hombre tiene
to provienen de su conocimiento de la natu­ en si mismo y en sus posibilidades, y le da
raleza, lo que significa que también provie­ fuerza para influir profundamente en la cul­
nen de su posibilidad de librarse del dominio tura europea del siglo xviii v para suprim ir
de la naturaleza y de dominarla por sí mis­ doctrinas e instituciones va superadas. En
mo. En esto, el hombre de la i. es el heredero realidad, más que de antihistoricismo se
del hombre del Renacimiento. Si es cierto, debería hablar de una nueva concepción de
pues, que la naturaleza está en el centro de la historia, basada en la experiencia y en el
su interés, también es cierto que ese interés descubrimiento de una relación segura exis­
está en función del hombre y del acrecenta­ tente entre la historia y el conocimiento de
miento de su poder. La i. tiene una confianza la naturaleza, que se vuelve patrimonio cul­
incondicional en la perfectibilidad del hom­ tural común de todos los hombres. El senti­
bre y en su capacidad de progresar hacia una miento de solidaridad entre los pueblos y el
era mejor. Es, por lo tanto, el mismo huma­ cosmopolitismo ilustrados tienen su funda­
nismo el que lleva a la i. a una actitud que se mento en esta concepción.
ha llamado, de una manera no totalmente
apropiada, antihistoricismo. El antihistoricis-
ILUSTRACION 783

m razón e i n s t i t u c i o n e s . La i. le da diversas que en general se puede decir que ninguno de


formas a la tentativa de racionalizar la con­ ellos es propiamente un revolucionario. En
dición del homhre, o bien de hacerla más feliz. el prim er periodo se produce una reflexión
La obra de los ilustrados se concentra alre­ sobre las instituciones que es sobre todo una
dedor de este fin práclico. Por lo cual llevan racionalización de las mismas o una referen­
conscientemente a cabo la idea del progreso, cia a su deber ser o a su naturaleza. Éste es
abandonando la representación de la historia el sentido, por ejemplo, de gran parte de la
como una decadencia continua y gradual, obra de iMontesquieu, que no niega de ningu­
para considerarla más bien como un progre­ na manera la bondad de las instituciones del
sivo e indefinible mejoramiento institucional, anden régitne, sino que explica su íntima
económico, moral, civil, tanto mayor cuanto racionalidad y señala la deontología de su fun­
más decididamente esté guiado por la razón. cionamiento, que consiste precisamente en
Con esto es con lo que el ilustrado pretende asegurar la libertad; el llamado a la garantía
consolidar su libertad de la historia, convir­ de la libertad se traduce en el llamado al res­
tiéndose en su dominador más bien que en su peto de la constitución.
servidor: con esto es con lo que se propone La teoría contractualista, que pretende ser
consolidar su libertad ante las cosas, de las sobre todo un criterio de legitimidad del esta­
cuales se libera ampliando sobre ellas, como do, tiene un significado parecido. Y el moti­
sobre la historia, el dominio que proviene de vo recurrente de la constitución inglesa, basa­
su conocimiento y del convencimiento corres­ da en la idea de la distribución de poderes,
pondiente de que éstas son sólo un elemento más que una propuesta concreta pretende ser
condicionante e inevitable de la actividad una descripción del modo en que un estado
humana. Si por una parte se liberan las cosas monárquico puede asegurar la libertad, o una
humanas del dominio de lo trascendental, por exaltación de la misma libertad, y principal­
la otra se sostiene la decisión de construir mente de la libertad de expresión.
sobre ellas un nuevo mundo, libre y feliz, y La insistencia de los ilustrados en la natu­
para tal fin la razón inspira proyectos de raleza y en el espíritu de las leyes y de las
reformas sociales y económicas, nuevas legis­ constituciones deriva del temor al peligro
laciones, una obra de educación colectiva, de siempre presente ante el despotismo y del cul­
la que se espera una renovación efectiva de to genuino de la libertad civil y política, que
la vida y un acrecentamiento de la felicidad. para ellos significa sin duda que la obligación
La obra ilustrada por excelencia, la Encyclo- está expresada y al mismo tiempo limitada
pédie, utiliza por un lado, como medio, la cri­ por la ley. Montesquieu, Voltaire, Rousseau.
tica universal aplicada a todos los campos, y Diderot, aun en la profunda diversidad de sus
por el otro se propone, como fin, reunir y uni­ doctrinas, creen firmemente en este princi­
ficar en un sistema general los conocimien­ pio. Los temas conectados con una reforma
tos para divulgarlos y trasm itirlos a la pos­ judicial son objeto de atenta reflexión. La cul­
teridad, con la convicción de que el fortaleci­ tura italiana, por lo demás, presta particular
miento de la institución determina también atención al problema jurídico, o bien de la
el acrecentamiento de la virtud y de la felici­ codificación y de la administración de la jus­
dad. El problema de la nueva instrucción es ticia, partiendo del supuesto de que las leyes
enfrentado y debatido directamente, sea racionales pueden y deben escribirse e impo­
como fuere, por los ilustrados en muchos paí­ nerse como leyes positivas y aplicarse rigu­
ses europeos. rosamente en los juicios.
La adhesión a estos conceptos adquiere En cuanto a la forma de gobierno, el ideal
características diversas entre cada uno de los predominante es el del despotismo ilustrado,
ilustrados, y sobre todo entre la prim era y la es decir, del soberano filósofo que es un
segunda generación de los philosuphcs. La auténtico philosophe y que. ilustrado preci­
renovación social, que está implícita en las samente por la razón, fortalecida a su vez por
doctrinas ilustradas, para los philosophes sus conocimientos, promueve las reformas
más viejos es más bien una consecuencia indi­ adecuadas para el establecimiento del bienes­
recta. v su crítica a las instituciones es menos tar y de la felicidad de los súbditos. No por
radical que la de los más jóvenes, a pesar de acaso en muchas voces de la Encyclopédie
7ü4 ILUSTRACION

retorna e! concepto de que la autoridad sobe­ estructuras institucionales, de un ordena­


rana está fundada en el consenso, principio miento social completamente distinto del ac­
observado como válido por cualquier forma tual. Aparecen entonces en algunas obras las
de gobierno. Por esto, muchos se oponen al ideas republicanas, que ciertamente no son
anden régime y a cualquier forma de tiranía ideas características de la i. Del mismo modo,
y cifran su esperanza en los soberanos euro­ surgen el socialismo y el comunismo del siglo
peos que se consideran ilustrados, como Fede­ x v i i i , que dan origen a construcciones utópi­

rico de Prusia y Catalina de Rusia. La actitud cas, semejantes en muchos aspectos a las de
negativa de los ilustrados franceses hacia la los llamados socialistas utópicos del siglo xix.
monarquía se dirige más bien hacia la perso­ Por otra parte se trata de manifestaciones es­
na del monarca que a la institución. porádicas, ya que en general los ilustrados
La misma economía, que los filósofos del no atacan el derecho a la propiedad privada
siglo xviii consideran uno de los principales sino más bien lo defienden. Además, ninguno
instrumentos para la racionalización de la de estos socialistas concibe la posibilidad con­
vida, es juzgada como un medio en manos creta de llevar a cabo una revolución en el
ante todo del soberano. La doctrina económi­ campo político; como todos los demás pltilo-
ca típicamente ilustrada es la fisiocracia, que sophes, rechazan toda acción revolucionaria
se basa en la idea de un orden natural regido porque la consideran como un remedio siem­
por las leyes eternas, al que es racional adap­ pre peor que lo que se pretende sanar. El ideal
tarse. ya que esas leyes, si no se violan, pro­ republicano de estas obras es principalmen­
ducen la máxima prosperidad y armonía. te un ideal literario.
Para los fisiócratas, la legislación positiva También los que lanzan acusaciones violen­
debería favorecer, por lo tanto, la explicación tas al gobierno y demuestran ya una clara
del orden natural, concediendo la máxima conciencia de su propio estrato y de la explo­
libertad económica. Sin embargo, los fisiócra­ tación a que está sometida la burguesía, que
tas no pretenden derrocar la monarquía; por todavía está excluida de la vida pública en
el contrario, la monarquía absoluta es para beneficio de las clases superiores, terminan
ellos aceptable en la medida en que adopten proponiendo rem edios extrem adam ente
una política económica ilustrada. moderados, como, por ejemplo, una educa­
Es comprensible que la filosofía de la i. sea ción adecuada que se destine principalmen­
la filosofía de la burguesía. El burgués es el te a los reyes y que desarrolle su razón a tal
hombre nuevo que lucha por las reformas grado que los lleve a comprender que su inte­
progresistas contra el oscurantismo y contra rés personal es el interés mismo de los sub­
los privilegios de la aristocracia y del clero. ditos. De ahí se deriva una concepción por la
Su filosofía es la f ilosofía de la liberación, de que el verdadero reform ador sigue siendo
un ideal racionalizado intelectualmente pero siempre el soberano y la tarea del pililo-
no socialmente. La libertad de comercio, la sophe sigue siendo una vez más una tarea edu­
abolición de los privilegios y de las inmuni­ cativa, o sea la tentativa de hacerle entender
dades de las otras dos clases, la divulgación al soberano que la política tiránica es una
de la cultura, la revisión del sistema fiscal, mala política. “Tout p o u rle peuple, ríen pal­
etc., son los motivos de la filosofía del siglo le peuple" es la fórmula que retoma la doc­
x v i i i , pero son sobre todo las aspiraciones de trina del despotismo ¡lustrado.
la burguesía. Se puede decir que la i. es la filo­ También el ideal revolucionario puede
sofía del Tercer Estado, mas no la filosofía excluirse de los pensadores que establecen
del pueblo, hacia el que los philosophes mues­ teóricamente sociedades civiles basadas en la
tran mas bien cierta desconfianza v cierto re­ voluntad del pueblo o, mejor dicho, en la
celo, por lo menos mientras se lleva a cabo su voluntad general, término que se refiere a uno
educación. de los conceptos fundamentales del pensa­
miento político de Rousseau, pero que tam­
i\ h a z o s v r e s o v a c i o s s o u a i Solo en la segun­ bién es usado por otros ilustrados (v. Didc-
da generación ilustrada se agudizan las refe­ rot, en el vocablo IJroit naturel de la Encyclo-
rencias a una renovación social radical, la idea ptdie). Se trata de ideas que difícilmente tie­
de una sociedad transformada en sus mismas nen cabida dentro de la i. El pensamiento tipi-
ILUSTRACIÓN 785

trámenle ilustrado debe encontrarse en un V. I.A ILUSTRACIÓN EN F.l. SICiLO XX. PROBLEMAS MISTO-
curpus literario y debe buscarse sobre todo RIOGKAFICOS E INTERPRETATIVOS. Eli nuestro
en el espíritu de la Encyclopédie. Las ideas siglo, v sobre todo a p artir de la segunda gue­
que caracterizan en cambio estas nuevas rra mundial, la i. es entendida en general
construcciones sociales indican más bien que como un pensamiento en continuo progreso
se está abriendo camino gradualmente otro y como una apertura a la praxis concreta del
mudo de sentir, que se está apagando la espe­ hombre. A los ilustrados se les atribuye el des­
ranza puesta en la obra reform adora de los cubrimiento de la razón no como función
déspotas ilustrados (la repartición de Polonia especulativa sino más bien como un conjun­
le asesta un duro golpe a las ilusiones de los to de instrumentos conceptuales operativos.
philosoplies), y que se presenta por- primera Por esto, la Resistencia hace suyos los valo­
vez el ideal del ejercicio de la soberanía pul­ res de la i. y los identifica con sus ideales y
parte del pueblu. con el pensamiento revolucionario capaz de
Las construcciones de sociedades perfectas, transform ar el mundo, v asimismo se los opo­
que abundan sobre todo en la segunda fase ne a las filoso!ias conservadoras de la his­
del movimiento, son racionalizaciones del toria.
concepto de armonía, que la i. aplica a todos La esencia de la i. se encuentra en la alter­
los aspectos de la vida. En este caso, la armo­ nativa, dado que el ilustrado considera que
nía. que es la condición de la felicidad o la feli­ la posibilidad del perfeccionamiento huma­
cidad misma, se traduce frecuentemente en no puede realizarse en el mundo de los hom­
la trasposición del mito del bou sauva^e, usa­ bres y que, en consecuencia, la actividad
do a menudo en el siglo xvm también como humana y el proceso histórico están condicio­
instrum ento de polémica política y antiteo­ nados ante todo por un acto de elección y pue­
lógica. Las tierras que los exploradores des­ den someterse además a una evaluación crí­
cubren, y cuyas características divulgan des­ tica. Su concepción pragmática de la historia,
pués a través de relaciones de viaje que publi­ orientada a encontrar las fuerzas motoras de
can a su regreso, simbolizan el estado natu­ la historia misma, evita de manera tenaz la
ral que la civilización ha corrompido con sus búsqueda, en la metahistoria, de la justifica­
convenciones. El salvaje parece vivir una vida ción de la actividad humana y, por lo tanto,
auténtica y espontánea; el ilustrado sabe que su aceptación pasiva.
el regreso a un estado anterior a la civiliza­ El objeto de la i. es, por el contrario, el
ción es imposible, pero está convencido de dominio de la razón sobre la naturaleza inter­
poderse inspirar en las sociedades primitivas na y externa, y por lo mismo la abolición del
para crear ordenamientos comunitarios que miedo a lo sobrenatural. Por este motivo
le permitan al hombre, cualquiera que sea el la i. es también la filosofía de la ciencia y deja
país en que viva y el grado de civilización en suspenso el juicio sobre todo lo que no
alcanzado, una vida igualmente auténtica y se explica con el criterio del cálculo y de la
espontánea. El llamado antihistoricismo ilus­ utilidad.
trado es también este modo de prescindir de Este rechazo del principio de autoridad
las situaciones concretas de los pueblos. aclara incluso por qué en las últimas décadas
El ideal revolucionario es preparado, por en Francia el término philosophe ha sido asu­
lo tanto, por el clima que la i. contribuye a mido por quienes quieren acentuar la nove­
crear, pero no es un ideal ilustrado. Los phi- dad absoluta, la ausencia de raíces, de una
losoplics no toman parte en la revolución forma particular de creatividad, artística o
francesa, excepción hecha de Condorcet. el critica. El ejemplo más reciente es el de un
más joven de ellos. Sin embargo, es signifi­ grupo de intelectuales que se han definido a
cativo el hecho de que la revolución que nace si mismos como los nouveaux philosophes, los
de ese clima sea una revolución burguesa, y cuales, desconociendo la eficacia de las res­
que la Declaración de los Derechos del Hom­ puestas que ios filósofos precedentes han
bre redactada por la Asamblea Constituyen­ dado a las inquietudes del hombre y a las cri­
te de 1789 sea una expresión del individua­ sis de la sociedad, advierten un estrecho liga-
lismo y de los intereses de la burguesía. men entre filosofía y política, entre saber y
poder, sacan a luz su carácter represivo, y
786 ILUSTRACION

sobre esto abren una critica radical a las for­ dental, el dilema que se plantea es si es pre­
mas culturales e institucionales del pasado ciso abandonarlo o bien introducir en él
y del presente, rechazan el marxismo como correctivos que eliminen su tendencia des­
fundamento de su izquierdismo y reivindican tructora y autodestructora. Esta segunda
la autonomía y la libertad de su pensamien­ hipótesis es la que inspira el renacimiento
to sobre temas de nuestro tiempo. ilustrado por parte de la cultura alemana (por
No es difícil explicar y comprender la con­ ejemplo los más jóvenes seguidores de la
dena romántica y sobre todo hegeliana de la escuela de Frankfurt).
i., que hizo que tuviera que pasar mucho tiem­ La insatisfacción ante las lecturas parcia­
po. tras la revolución, para que al movimien­ les y la sensación de que muchos problemas
to de los philosuphes se le dedicara una seria permanecen todavía sin solución para llegar
atención y fuera revaluado. De hecho, es pre­ a una interpretación segura, ha llevado
ciso llegar al umbral de nuestro siglo, cuan­ recientemente a los estudiosos a la búsque­
do la concepción romántica de la historia v da histórica quizá demasiado minuciosa, par­
en general las filosofías de la historia serán ticularmente en las zonas hasta ahora poco
sometidas a critica y puestas en discusión, exploradas, por lo que actualmente se obser­
para que se inicie una historiografía seria de va un notabilísimo reflorecimiento de los
la i. El mérito de ello pertenece a Wilhelm estudios sobre la ilustración.
Dilthey v más tarde a Ernst Cassirer y a Frie-
drich Mcinecke. Después de éstos, la historio­ b i b l io g r a f ía : VI.S. Anderson. Historians and
grafía sobre la edad de las luces se vuelve eightaenth ceniury Europa, 1715-1789, Oxford.
riquísima, y lo es todavía, considerando los Oxford Clarendon Press. 1979: B. Baczko, L 'ino­
estudiosos que muchos nudos quedan aun por pia: immaginazione sacíale e rappresemazione
resolver. Se lian incluso intentado claves utopiche nell’etá dell’illuminismo (1978), Turin,
interpretativas particulares que tienden a dar Einaudi, 1979; G. Benrekassa, Le concentrique
unidad a un movimiento tan variado, en el que el l'exccntrique: margas das humeras, París,
eran comunes los enemigos a vencer, pero no Payot, 1980: E. Cassirer, La filosofía de la ilus­
desde luego las soluciones propuestas. Asi, tración (1932), México. Fondo de Cultura Econó­
partiendo de un análisis sociológico, la i. ha mica. 1943: L.G. Crocker, Uñeta di crisi: nomo
sido identificada tout cauri con el pensamien­ e mondo nal pensiero franease dal settecento
to de la burguesía (por ejemplo, por L. Gold- (1959), Bolonia, II Mulino, 1975: F. Díaz, Filoso­
mann); el estructuralism u intentó su lectura, fía a política nal sal lácenlo francesa, Turin,
y hoy todavía estudiosos en cierto modo vin­ Einaudi. 1962: L. Goldmann, La ilustración y la
culados con el estructuralism o prestan aten­ sociedad actual (1967), Caracas. Monte Avila; B.
ción especial a los problemas lingüísticos de Groethuysen, Filosofía dalla rivoluzione frailea­
los textos ilustrados. se (1956), Milán, 11 Saggiatore. 1967; G. Gusdorí,
El significado problemático y "dialéctico" l.'avéneme nt des Sciences huma ines an siécle des
lo ponen de relieve en cambio los padres de lumiaras, París, Payot, 1973; N. Hampson, Slo­
la escuela de Frunkíurt. M. Horkheimer y ria e cultura dell’illuminisma (1968), Barí, Laici­
T.W. Adorno, quienes, lejos de la armonía bus­ za. 1969; P. Hazard. t.a pansaa européenne au
cada por los philosuphes, consideran al con­ xviii siécle: de Montesquiau á Lessing, París. Boi-
trario que los ilustrados pagaron la adquisi­ vin et Cíe., 1963; M. Horkheimer y T.W. Adorno.
ción de su dominio sobre la naturaleza con Dialéctica dal iluminismo (1947), Buenos Aires,
el precio de la enajenación de la naturaleza Sudamericana; R. Koscllcck, Crítica y crisis del
misma. La relación entre el ilustrado y la mundo hurgues (1959), Madrid, Rialp, 1965: N.
naturaleza ha sido parangonado con la que Merker, L'illuminismo tedesco: ala di Lessing.
hay entre el dictador y los hombres: la cono­ Bari. Laiciza, 1968: R. Pomeau, ¡.'Europa des
ce sólo en tanto puede m anipularla; también lamieres: cosmopolitisma ai imité européenne au
el científico conoce las cosas en tanto puede dixhttiiiéme siécle, París, Stock, 1966: A. Santucci
manipularlas, pero esto implicaría una trans­ (comp.), ¡ntepretazioni dell'illuminismo, Bolonia,
formación de la esencia de las cosas en sim­ II Mulino, 1979: F. Valjavec, Historia de la ilus­
ple sustrato de un dominio total. Por ¡o tan­ tración an Occidente (1961). Madrid, Rialp, 1961;
to, si la i. es un paradigma de la historia occi­ F. Venturi. Settecento riformatora, Turin, Einau-
IM P E R IA L IS M O 787

di. 1969-1979. 3 vols.; F. V e n lu ri, Utopia e rifor­ da respecto a la Alemania nazi, un proyecto
ma nell'illuminismo, T u rm , E in a u d i, 1970. hegemónico más limitado en el área del Medi­
terráneo. Después de 1945 se agotó el proce­
(SAFFO TESTUNI BINETT l] so imperialista de los estados europeos y de!
Japón y se produjo el proceso de descoloni­
zación. pero el fenómeno del i. ha continua­
imperialismo do manifestándose, obviamente bajo formas
diversas, ya sea a través de las relaciones
l.INTRODUCCION. Si los fenómenos que normal­ hegemónicas instauradas entre las dos super-
mente se vinculan con la expresión “i.” —ex­ potencias y los estados de su bloque corres­
pansión violenta por parte de los estados o pondiente, ya sea a través de la política neo-
de sistemas políticos análogos del ámbito colonialista practicada sobre todo por Esta­
territorial de su influencia o de su poder dos Unidos (y en menor escala por las otras
directo y las formas de explotación económi­ potencias capitalistas).
ca en perjuicio de los estados o pueblos some­ De lo dicho se comprende el surgimiento y
tidos que van unidas normalmente a estos fe­ el desarrollo de la amplia temática represen­
nómenos— se han manifestado, con formas tada por las teorías del i., las cuales tienen
y modalidades diversas, en cada época de la esencialmente por objeto el estudio de los
historia, la expresión es en cambio relativa­ fenómenos imperialistas de nuestra época,
mente reciente (B. Semmel considera que se sin excluir en muchos casos la confrontación
fue consolidando a partir de 1870 en la Ingla­ con otras épocas o el intento de elaborar teo­
terra victoriana para designar la política de rías más generales, relativas a los fenómenos
üisraeli, dirigida a reforzar la unidad de los imperialistas de cada época.
estados autónomos del imperio, o sea a crear En las raíces de este hecho existe sin embar­
la imperial federation) y solamente hacia fina­ go, en nuestra upinión, una actitud de criti­
les del siglo xix se inició el estudio sistemá­ ca y de rechazo del i., cada vez más difundi­
tico de dicho conjunto de fenómenos, surgien­ da, incluso en los países imperialistas, en
do entonces las prim eras teorías de! i., dan­ escala mundial (en correspondencia al hecho
do vida a un tipo de análisis que no ha deja­ de que con la expansión imperialista europea
do de desarrollarse cuantitativa y cualitati­ todo el mundo se transforma por primera vez
vamente hasta nuestros días. Esto depende en un sistema interdependiente), y que tiene
evidentemente del hecho de que en los últi­ su fundamento en último término en el hecho
mos decenios del siglo xix (especialmente de que el i. aparece como contradictorio res­
una vez terminados los procesos de unifica­ pecto del principio de la autodeterminación
ción italiana y alemana en 1870) se inició una nacional establecido por la revolución fran­
fase histórica caracterizada por una especial cesa y reafirmado por la revolución soviéti­
intensidad y calidad de los fenómenos impe­ ca. Es en efecto significativo que las teorías
rialistas. En efecto, entre 1870 y el estallido del i. estén en su gran mayoría orientadas des­
de la prim era guerra mundial tuvo lugar la de un punto de vista contrario al i. y la mis­
repartición casi completa de Africa entre los ma expresión "i." haya ido adquiriendo veloz­
estados europeos y la ocupación (con p arti­ mente, después de haber surgido con una con­
cipación del Japón y en menor escala de Esta­ notación positiva, un significado generalmen­
dos Unidos) de amplios territorios de Asia, te negativo —interrum piendo de esta forma
que quedaron subordinados a la influencia una tradición histórica en la que la expresión
europea (China, Persia, imperio otomanoj. "imperio", de la que deriva la de "i.”, tenía
Concluida esta fase, entre 1914 y 194.3 se también un significado positivo, entendiéndo­
desarrolla el i. particularm ente agresivo de se entonces (como puede verse, por ejemplo,
Alemania, que intenta dos veces alcanzar su en el De monarchia de Dante Alighieri) como
hegemonía en Europa; del Japón, que inten­ sinónimo de paz internacional.
ta hacer lo mismo en Asia; de la Italia fascis­ Una vez establecido esto, procederemos a
ta, que ocupa el último territorio indepen­ enum erar los puntos esenciales de las prin­
diente de Africa (Etiopia) e intenta llevar a cipales teoría*, del i., las cuales se pueden cla­
cabo, en una posición de alianza subordina­ sificar en cuatro grupos básicos: las teorías
788 IM P E R IA L IS M O

de inspiración marxista, que hasta tiempos que el capitalismo tiende indefectiblemente


recientes han sido las más difundidas; las de a producir precisamente como consecuencia
orientación social demócrata, entendidas en de sus manifestaciones imperialistas.
una linea que se distingue ya sea del libera­ Las teorías marxistas más importantes de!
lismo. ya del marxismo revolucionario; la i. son las de Rosa Luxemburg y las de -Lenin.
interpretación liberal; la interpretación Fun­ Después de la segunda guerra mundial sur­
dada en la teoría de la ra/.ón de estado. gió una nueva interpretación importante ori­
ginal de los marxistas norteamericanos Baran
II I.AS PRINCIPALESTEORIAS MARXISTAS DEL IMPERIA­ y Sweezy. De esta última corriente, que repre­
LISMO. Antes que todo conviene precisar al senta la aportación marxista más importan­
respecto que en las obras de Marx no se te al análisis de los fenómenos del neocolo-
encuentra una teoría específica del i., ni por nialismo y del subdesarrollo, ha surgido ade­
lo tanto un uso de dicho término en su acep­ más el intento por dar una explicación del i.
ción moderna, y sólo cabria señalar algunas soviético en términos marxistas.
apreciaciones más bien generales a dicho pro­
blema en sus escritos sobre el colonialismo. 1. l.a leona del subconsumo. La explicación
Su contribución fundamental al estudio del del i. formulada por R. Luxemburg se basa
i. está en la teoría acerca de las contradiccio­ en la inserción en el ámbito del planteamien­
nes del capitalismo moderno (en especial to marxista de la teoría del subconsumo ela­
sobre la baja tendencial de la tasa de ganan­ borada anteriorm ente fuera de este marco
cia y el problema de la realización del plus- teórico y que se atribuye sobre todo a Mal-
valor, considerados como factores esenciales thus. Sismundi. Rodbertus y Hohson. y que
del proceso histórico contemporáneo destina­ puede tener cierta relación con las tesis de
do a desembocar en la revolución socialista), Marx respecto al problema de la producción
a la cual se han referido más o menos fielmen­ de plusvalor. Se puede resum ir la teoría del
te sus seguidores que han elaborado las diver­ subconsumo, según la versión de Luxemburg,
sas teorías m arxistas del i. Éstas, en efecto, diciendo que. ya que la clase trabajadora tie­
aun divergiendo netamente entre ellas en la ne inevitablemente un bajo poder adquisiti­
formulación de los aspectos específicos con­ vo, siendo mantenida en un nivel de vida mise­
tradictorios del sistema productivo capitalis­ rable a consecuencia de las leves objetivas de
ta que llevan al i., están de acuerdo en que, la acumulación capitalista, es indispensable,
en la fase de pleno desarrollo de tal sistema para que pueda ser absorbida tuda la produc­
que empieza precisamente en los últimos ción normal, la existencia de una "tercera per­
decenios del siglo xix, todas las formas de sona", de un comprador externo al sistema
violencia internacional se originan en defini­ capitalista. En resumen, debe existir un mun­
tiva o de modo predominante en las contra­ do no capitalista junto al capitalista, a fin de
dicciones estructurales del capitalismo, el que el funcionamiento de este último no se
cual en este periodo llega a instrumentar cada obstruya. En las prim eras fases del desarro­
vez más eficazmente el estado a los propios llo capitalista, la tercera persona estaba
fines. Por otro lado el i. aparece como el ins­ representada por la economía rural, que coe­
trumento fundamental para enfrentar, expor­ xiste todavía junto a la capitalista. Pero en
tándolas al plano internacional —a través de una fase sucesiva, como consecuencia de la
la explotación de otros pueblos v la posibili­ transformación en sentido capitalista de tal
dad de hacer concesiones a la clase obrera de sector, los mercados internos ya no bastan y
las metrópolis capitalistas—, las contradic­ se hacen indispensables los mercados exter­
ciones del capitalismo y por tanto para pro­ nos para dar salida a la producción, los cua­
longar su sobrevivencia. Estrechamente vin­ les se adquieren con la conquista de las colo­
culada a estas tesis existe la convicción de que nias. Ya que las áreas de explotación eran
la eliminación de los fenómenos del i. y de la limitadas, antes o después los conflictos se
guerra es solamente posible a través de la hacían inevitables, como será también inevi­
superación del capitalismo v que, por otra table la catástrofe final del sistema capitalis­
parte, ésta será posible debido a las profun­ ta, cuando los mercados externos ya no sean
das crisis, potencialmente revolucionarias. tampoco suficientes.
IMPERIALISMO 78<J

2. La teoría leninista del imperialismo. La ico- los monopolios no puede limitarse dentro de
ría marxista más aceptada generalmente no los confines del estado. El "capital financie­
es la del subconsumo, sino la más ortodoxa ro". fruto de la f usión entre capital bancario
de Lenin. La hipótesis central de la teoría de y capital industrial, intenta asegurarse el con­
Lcnin no se basa en el empobrecimiento del trol de las materias prim as y de los merca­
proletariado y su incapacidad de consumir, dos en escala mundial. Antes o después diver­
sino que se refiere a la baja tendencial de la sos intereses entran en conflicto entre ellos.
tasa de ganancia. Las finanzas monopolistas, El mundo se divide en áreas de influencia de
en las fases más avanzadas del capitalismo, los diversos monopolios, o bien, lo que es lo
se ven obligadas a explotar el mercado mun­ mismo, de los diversos gobiernos. Una vez que
dial entrando en conflicto con otros grupos la división del mundo en áreas de influencia
financieros que intentan hacer lo mismo, ya se completa, crece la tensión entre los dife­
que los beneficios que se consiguen del m er­ rentes grupos y la guerra se hace inevitable
cado interno tienden a desaparecer. La ha ja tarde o temprano, abriéndose asi la posibili­
de la tasa de ganancia, en la teoría marxista, dad de desencadenar la revolución socialista.
se explica grosso modo por la creciente com­ Como ya hemos señalado, la doctrina leni­
petencia entre los capitalistas. Esta ley del nista del i. es la más difundida entre los par­
mercado ohliga a invertir grandes capitales tidarios del marxismo, y todavía hoy, con
en maquinaria cada vez más perfeccionada algunas añadiduras, ocupa un lugar esencial
para vencer a la competencia. Pero si ésta res­ en tal orientación y especialmente en la doc­
ponde al desafío, muy pronto las nuevas trina política oficial de los países de régimen
máquinas serán obsoletas y será necesaria su comunista. Las razones por las que ésta ha
renovación si no se quiere perder. Esta lucha sido casi siempre preferida en relación con
sin tregua disminuye los beneficios de los la de Luxemburg se pueden resum ir sustan­
capitalistas v de vez en cuando puede llevar cialmente en las siguientes tres consideracio­
a un aumento temporal de la tasa de salario, nes. En primer lugar, la teoría leninista, al no
ya que los capitalistas están dispuestos a estar fundamentada en la hipótesis del empo­
pagar más a los trabajadores para acaparar­ brecimiento creciente del proletariado, pare­
los. Además, a largo plazo (aunque este aspec­ ce ser más cercana a la realidad histórica, la
to del análisis de Marx no es retomado explí­ cual ya en tiempos de Lenin, pero sobre todo
citamente por Lenin), sustituyendo en una en los años posteriores, ha contradicho tal
escala cada vez más amplia con máquinas (el hipótesis de una manera cada vez más inequí­
capital constante) a la mano de obra (el capi­ voca. En segundo lugar, Lenin supo criticar
tal variable), se restringe la misma fuente de de manera convincente a Luxemburg acerca
la que se deriva el plusvalor (siendo solamente del hecho de que los intereses imperialistas
el trabajo vivo el que produce un nuevo valor). no se refieren sólo a los países subdesarro­
La creciente e inevitable mecanización de la llados, sino también a áreas altamente capi­
producción provoca por otro lado la concen­ talistas. Las guerras entre Francia y Alema­
tración de ésta en pocas manos. A medida que nia por la conquista de Alsacia y Lorena son
el capitalismo se desarrolla se pasa de la for­ un claro ejemplo de ello. En tercer lugar, el
ma de mercado competitivo a la monopolis­ análisis de Lenin, aun habiendo sido formu­
ta. Unos pocos individuos, que se pueden lado como el de Luxemburg en una época en
reducir incluso a uno, controlan conjuntos que la forma más usual del i. era el colonia­
enormes con miles de trabajadores. Esta es lismo, al ser más elástico, tiene una mayor
la fase más avanzada del capitalismo. capacidad para acoger en su propio ámbito
Naturalmente, con el crecimiento y el refor­ explicativo fenómenos imperialistas distintos
zamiento de los monopolios se desarrolla de los de la expansión colonial o de las gue­
también la tendencia a controlar el gobierno rras coloniales entre potencias imperialistas
del estado por parte del poder económico. La producidas por la misma expansión colonial.
política nacional no es otra cosa que el resul­ Por lo general este análisis, con algunas aña­
tado de esta influencia. En esta fase del desa­ diduras, se ha podido aplicar al fenómeno del
rrollo capitalista, dada la organización de la ncocolonialismo, típico del periodo posterior
producción en escala mundial, la actividad de a la segunda guerra mundial, o sea a sitúa-
7<¿U IM P E R IA L IS M O

dones en las que los países explotados tienen cer mundo responde, por una parte, a la exi­
un gobierno independiente, al menos formal­ gencia de obstaculizar la extensión del área
mente. de los estados explotadores. socialista (lo que explica la superación de los
conflictos interimperialistas y la duradera
3. El "capitalismo monopolista" de liaran y aceptación por parte de los países capitalis­
Sweezy. Ante los nuevos datos surgidos en la tas del liderazgo del más poderoso de ellos
última posguerra (sobrevivencia del capitalis­ y también las ventajas económicas que ello
mo a pesar de la descolonización v consoli­ comporta), es por otra parte funcional al desa­
dación de un bloque de estados socialistas, el rrollo de la sociedad opulenta.
subdesarrollo v el neocolonialismo. el papel Por lo que respecta al problema del subde­
de Estados Unidos en esta nueva fase del sarrollo, esta teoría sostiene (retomando una
imperialismo), muchos investigadores m ar­ linea de pensamiento que se ha desarrollado
xistas (o mejor “neom arxistas”) han sentido ampliamente en la ultima posguerra por obra
la exigencia de construir una nueva teoría en de numerosos investigadores m arxistas y no
lugar de intentar mantener a toda costa el marxistas) que la explotación de los países
planteamiento conceptual elaborado por atrasados se ha podido llevar a cabo, no obs­
Lenin (o por Luxemburg). Entre ellos cabe tante haber logrado su independencia, porque
señalar especialmente a los economistas nor­ éstos han continuado insertos en el sistema
teamericanos Baran y Sweezy, cuya intención mundial capitalista, dominado por los países
declarada es superar la teoria de Lenin. toda­ capitalistas más fuertes y por las grandes
vía demasiado vinculada a una economía de empresas transnacionales (que son las expre­
tipo competitivo, y la construcción de un siones más típicas de la actual fase de desa­
modelo teórico que considere más explícita­ rrollo del capitalismo monopolista). El siste­
mente la economía monopolista como el prin­ ma capitalista, dominado por la búsqueda de
cipal factor que mueve al i. La parte más inno­ la ganancia, asi como tiende de manera orgá­
vadora de esta teoría (que ha sido elaborada nica a producir desequilibrios sociales y terri­
teniendo como objeto central de estudio la toriales dentro de los estados capitalistas,
economía norteamericana) respecto a las tesis hace lo mismo y con menos obstáculos en el
de Lenin es la que se refiere al militarismo. plano mundial, obviamente con perjuicio de
Según estos autores, uno de los principales los países más débiles y pobres, los cuales,
usos del “excedente” (nuevo concepto intro­ careciendo de un adecuado poder de contra­
ducido por ellos en lugar del concepto clási­ tación en el plano internacional, son cada vez
co de plusvulor, que yu no es adecuado en su mas pobres. La única alternativa valida para
opinión a las condiciones del capitalismo ellos es salir del sistema mundial capitalista
monopolista) está representado por los gas­ a través de la guerra revolucionaria y crear
tos militares. Estados Unidos no habría podi­ una economía socialista. En la medida en que
do tener en la última posguerra un desarro­ se produzca y se vaya extendiendo, será
llo económico tan rápido y de dimensiones menor la posibilidad, por parte de las metró­
tan impresionantes si no hubiera empleado polis capitalistas, de exportar sus contradic­
gran parte de su presupuesto en armamen­ ciones por el mundo, y por tanto la supera­
tos. Dichos gastos permiten tener ocupada en ción revolucionaria del capitalismo volvería
servicios militares directos e indirectos (sec­ a la orden del día también en ellas.
tores productivos que trabajan para la defen­ Para concluir, conviene recordar que en
sa) una gran parte de la población que de otro una reelaboración reciente del análisis de
modo seria improductiva. Además, los gastos orientación marxista del i., en la que ha
m ilitares son un instrum ento bastante efec­ desempeñado un papel im portante Sweezy,
tivo para favorecer el desarrollo tecnológico, existe un esfuerzo por explicar, con base en
ya que gran parte de las invenciones mas las categorías de origen marxista, el fenóme­
importantes, usadas después en el sector civil, no del i. soviético. Después de la invasión de
proceden de la actividad de investigación de! Checoslovaquia, que ha hecho más difícil a los
sector militar. Como consecuencia, si la polí­ investigadores marxistas no subordinados a
tica norteamericana de contención de la la ideología oficial soviética negar la existen­
URSS y de presencia político-militar en el ter­ cia de aspectos imperialistas en la política
IMPERIALISMO 791

exterior soviética (ya sea en el sentido de la ción las tesis de los máximos teóricos de la
imposición por la fuerza de su propia volun­ socialdemocracia histórica. Entre éstos cabe
tad a los estados satélites, ya sea en el senti­ mencionar sobre todo a Kautsky (con el cual
do de su explotación económica), Swee/.y y concuerda .sustancialmente Hilferding, aun­
utros han abierto una nueva linea de reflexión que sus tesis acerca del capitalismo financie­
basada en la tesis de la restauración del capi­ ro constituyan uno de los ingredientes fun­
talismo en la URSS, y por lo tanto de las ten­ damentales de la teoría leninista del i.), que
dencias imperialistas propias y orgánicas de sostiene, en contra de la tesis de los marxis­
tal sistema económico-social. tas revolucionarios sobre la inevitabilidad de
las guerras imperialistas entre países capita­
III LA INTERPRETACIÓN SOCIAl.DEMOCRATA DEL IMI'E listas. que el i. agresivo constituye no una fu.se
r ia u s m o . Al hablar de interpretación sucial- necesaria, sino una política del capitalismo,
demócruta del i., se pretende establecer una la cual puede ser sustituida por una política
orientación interpretativa cuyos elementos "ultraim perialista", que implique la colabo­
característicos son: a] el rechazo (común a ración pacifica entre las potencias capitalis­
todas las teorías no marxistas del i.) de la tesis tas (lo cual, por lo demás, es más convenien­
acerca del nexo orgánico existente entre i. y te, ya que el i. agresivo representa unos cos­
capitalismo, de la cual se deriva que sólo con tos mayores que sus beneficios) en la organi­
la superación radical de este sistema econó­ zación del mercado mundial y en la inserción
mico-social es posible eliminar el i. y las gue­ en el mismo de los países que están todavía
rras; b] la convicción de que las tendencias fuera de él. Esta política no eliminaría la ten­
imperialistas existentes en el capitalismo (y dencia de los países capitalistas a repartirse
que se pueden aliar con tendencias imperia­ los países atrasados, sobre todo los que apor­
listas derivadas de grupos sociales precapi- tan materias primas, y a explotarlos, ya que
talistas, como por ejemplo las castas milita­ la tendencia a la explotación de los países
res) pueden ser eliminadas a través de refor­ atrasados es estructural en el sistema capi­
mas democráticas y reformas económico-so­ talista —y Kautsky desarrolla al respecto
ciales. tesis que anticipan las modernas teorías del
Sentada esta premisa, puede integrarse a subdcsarrollo, o sea una reflexión que los
esta orientación al exponente de la teoría m arxistas revolucionarios contemporáneos
anteriormente mencionada del subconsumo, han profundizado menos, ya que partían del
Hobson, aunque en el plano ideológico deba presupuesto de que el capitalismo estaba a
catalogarse como liberal-demócrata más bien punto de ser completamente sustituido por
que como social-demócrata. En efecto, ha la revolución socialista— y tal explotación
ejercido una notable influencia en los ambien­ solamente puede ser superada a través de
tes de la iz.quicrda no marxista, especialmente reformas socialistas dirigidas a introducir un
en los partidos socialistas anglosajones, for­ control político cada vez. mayor del desarro­
mulando a principios del siglo xx la tesis llo económico en función de los intereses
según la cual para curar la plaga del subcon­ generales (economía mixta, programación,
sumo de las clases populares, con sus impli­ etc.). El ultraim perialism o eliminaría sin
caciones imperialistas vinculadas a la inves­ embargo la ruinosa conflictividad entre las
tigación espasmódica de mercados exteriores potencias capitalistas, y por lo tanto la carre­
donde vender e invertir, se debe llevar a cabo ra de armamentos y las guerras, ya sea a cau­
una política de reformas económico-sociales sa del reparto de las colonias o esté dirigida
dirigida a aumentar, en el marco de una eco­ a la expansión territorial en la misma Euro­
nomía capitalista competitiva y librecambis­ pa. Ello constituiría una situación bastante
ta. integrada sin embargo a la función deci­ más avanzada respecto de la lucha por el
siva del gasto público, la capacidad de con­ socialismo, y la clase obrera tiene pues inte­
sumo de los trabajadores que permita el cre­ rés en favorecer una evolución en este senti­
cimiento constante y la regular absorción de do mediante una política que favorezca las
la producción, sin tener que recurrir a la tendencias más pacificas del capitalismo, que
expansión imperialista. debilite el militarismo (el cual refuerza las
Obviamente se encuentran en esta orienta­ tendencias imperialistas del capitalismo) y
792 IMPERIALISMO

abra la perspectiva de la progresiva realiza­ mación, de la política regional, etc., en lugar


ción de vínculos federales entre los estados. de abandonarse a la actividad incontrolada
Este último aspecto de la reflexión de de las grandes empresas transnacionales.
Kautsky, o sea la relación entre militarismo Esta perspectiva se considera una alternati­
e i., ha sido desarrollado orgánicamente en va mejor que la de introducir en los países
la última posguerra, refiriéndose al i. alemán, atrasados rígidos sistemas colectivistas, los
por Hans-LUrich Wehler, el cual ha aportado cuales rompen los vínculos de dependencia
la mejor contribución a la elaboración de la del mercado capitalista mundial, pero con los
teoría del "socialimperialismo”. Esta teoría que deben renunciar también a las ventajas
explica en sustancia el i. por el concepto de derivadas de la interdependencia con siste­
bonapartismo, señalando como factor decisi­ mas económicos fuertemente dinámicos, pre­
vo la tendencia de la casta noble burocráti- cisamente porque en ellos no se ha produci­
co-militar dominante en Prusia y en Alema­ do una burocratización completa de la eco­
nia a llevar a cabo, en alianza con la indus­ nomía (cuyos limites son bastante evidentes),
tria pesada, una política exterior de expan­ como ha sucedido en los países de la esfera
sión imperialista y de prestigio, no tanto o no soviética.
principalmente pam obtener ventajas econó­
micas. como para debilitar y derrotar a las IV. SCHUMPETER Y LA INTERPRETACIÓN LIBERAL DEL
fuerzas político-sociales que buscaban una im p e r ia l is m o . Si las doctrinas socialdemócra­
radical transformación democrática de ten­ tas se separan netamente de algunos princi­
dencia socialista de las estructuras autorita­ pios básicos del marxismo ortodoxo o revo­
rias, conservadoras y m ilitaristas del impe­ lucionario, dada su tendencia a considerar
rio alemán. Esta tesis, según Wehler, se pue­ posible la corrección de los aspectos imperia­
de generalizar a muchos otros casos de i., y listas del capitalismo, la teoría elaborada por
es cercana en algunos aspectos al plantea­ Schumpeter en un ensayo de 1919 represen­
miento de Schumpeter, que veremos a conti­ ta un cambio completo respecto al plantea­
nuación, pero del que se diferencia netamen­ miento marxista.
te a causa del punto de vista crítico sobre el A través de un erudito análisis de los fenó­
sistema capitalista que está en su base. menos imperialistas desde la antigüedad has­
En conclusión, la línea interpretativa ta la prim era guerra mundial, este autor lle­
socialdemócrata en esta posguerra tiene ga a la conclusión de que el i. moderno, lejos
como característica una posición (común a los de ser un producto del modo capitalista de
partidos que forman parte de la Internacio­ producción, es por el contrario el reflejo de
nal socialista, y en la que convergen las tesis condiciones políticas, culturales, psicológi­
del Club de Roma y las tendencias revisionis­ cas, sociales y económicas precapitalistas,
tas más avanzadas del comunismo occiden­ que el desarrollo capitalista no ha logrado eli­
tal) sobre la problemática del subdesarrollo, minar todavía. En resumen, el capitalismo
la cual puede resumirse de la siguiente mane­ (que para Schumpeter. en el periodo en que
ra: así como dentro de los países industriali­ escribió dicho ensayo, en ausencia de inter­
zados más avanzados las políticas dirigidas ferencias políticas que operen en contra debe­
a subordinar el desarrollo económico al inte­ ría tender naturalm ente a un equilibrio fun­
rés general aun sin eliminar radicalmente el dado en la libre competencia y en el libre
papel de la libre iniciativa y del mercado (pro­ intercambio, en lugar del monopolio y el pro­
gramación económica, control de las inversio­ teccionismo) es por naturaleza esencialmen­
nes, política regional, etc.) han abierto el te pacífico, por cuanto posee intrínsecamen­
camino hacia la superación de los desequili­ te una fuerte tendencia racionalizadora —en
brios económicos, sociales y territoriales pro­ el sentido del cálculo racional de gastos e in­
ducidos por un capitalismo incontrolado, así gresos— que extiende progresivamente su
también podrá suceder en escala mundial, influencia a todos los aspectos de la vida
por lo que respecta al desequilibrio funda­ social. En especial tiende a neutralizar las
mental entre países ricos y países pobres, en actitudes agresivas e irracionales que se
la medida en que el mercado mundial sea manifiestan en la praxis política interna e
gobernado con los instrumentos de la progra­ internacional en di\ersas formas de violen­
IMPERIALISMO 793

cia, como la guerra y la expansión imperia­ es al mismo tiempo el más importante país
lista. canalizándolas y dirigiéndolas hacia una capitalista y el que no ha tenido prácticamen­
racional y pacífica competencia económica en te una tradición colonial. Además esta inter­
el mercado y favoreciendo sobre tal base la pretación ha inspirado una visión muv difun­
afirmación de procedimientos democráticos. dida en los ambientes liberales por la que.
Dada tal tendencia del capitalismo, el hecho partiendo del nexo "pleno desarrollo del capi­
de que se manifiesten fenómenos muy rele­ talismo y del sistema liberal democrático-su-
vantes de política imperialista en el ámbito peración del i.”, tiende a considerar la políti­
de la civilización capitalista no se puede expli­ ca soviética como la forma más relevante, si
car más que como consecuencia de la perma­ no la única, de i. en la segunda posguerra, y
nencia en dicho ámbito de actitudes psicoló­ establece un nexo orgánico entre el i. y la
gicas y culturales asi como de intereses con­ alternativa colectivista totalitaria respecto al
cretos de origen y naturaleza precapitalista, sistema democrálico-pluralista fundado en la
los cuales manifiestan su influencia a través economía de mercado. Finalmente pueden
del poder político, dirigiéndolo precisamen­ en trar dentro del planteamiento schumpete-
te hacia una política imperialista contradic­ riano (aunque vinculados con la teoría del so-
toria respecto a la lógica del capitalismo. cial-imperialismo) los análisis del i. norteame­
Concretamente Schumpeter llama la aten­ ricano que se refieren al así llamado comple­
ción sobre las pasiones nacionalistas irracio­ jo m ilitar industrial.
nales difundidas en amplios estratos de la opi­
nión pública de los países europeos y deriva­ V, I A INTERPRETACION DEL IMPERIALISMO SOBRE LA
das del lastre histórico de las incesantes BASE DE 1A TEORIA DE 1A RAZÓN DE ESTADO. Entran
luchas por el poder que se produjeron en dentro de esta línea interpretativa los análi­
Europa en los pasados siglos. Y sobre todo sis del i. surgidos en el ámbito de las corrien­
pone en evidencia la orientación acentuada­ tes más modernas de la tradición de pensa­
mente belicista y filoimperialisia de las cas­ miento referente a la teoria de la razón de
tas militares y feudales asi como de amplios estado, en especial a la doctrina alemana del
sectores de las burocracias de los estados con­ estado-potencia (cabe mencionar al respecto
tinentales europeos. Estos grupos sociales, a Paul Rohrbach, Max Weber, Otto Hintze,
que se han constituido o consolidado en el Hermann Schumacher) y sobre todo a la
periodo del absolutismo y de sus continuas corriente federalista (Lionel Robbins, Lord
guerras de conquista, son todavía bastante Lothian. Luigi Einaudi, Ernesto Rossi, Altie-
fuertes en la época capitalista y contribuyen ro Spinelli, Ludwig Dehio, Mario Albertini).
de modo decisivo a determ inar el empuje El elemento distintivo de esta orientación lo
imperialista, no por un interés económico constituye la tesis de la autonomía de la polí­
dirigido a la expansión territorial, sino por­ tica exterior respecto de las estructuras inter­
que esta política justifica el mantenimiento nas de los estados, la cual se contrapone a la
y reforzamiento de enormes aparatos milita­ tesis de la primacía de la política interna res­
res y burocráticos, o sea la base material de pecto a la externa, que constituye en cambio
su poder, de sus privilegios y de su prestigio. el fundamento teórico común de las orienta­
Establecidas en dichos términos las raíces del ciones interpretativas precedentes y es un ele­
i.. Schumpeter puede llegar a la conclusión mento característico del internacionalismo.
de que "el i. es un atavismo" y confiar por tan­ En resumen, mientras que para estas inter­
to en su superación progresiva como conse­ pretaciones el i. deriva fundamentalmente de
cuencia del pleno desarrollo del capitalismo. las estructuras internas políticas y económi­
Esta interpretación del i. ha tenido mucho co-sociales de los estados y sólo puede supe­
éxito en los ambientes liberales, y sobre todu rarse transformando tales estructuras (obvia­
en los liberal-conservadores norteam erica­ mente en direcciones distintas según los
nos, ya que. poniendo completamente entre diversos puntos de vista), la orientación que
paréntesis la problemática del i. informal y estamos examinando ve en definitiva en el i.
por tanto la de la explotación neocolonial de una consecuencia de la estructura anárqui­
los países atrasados, se adapta perfectamen­ ca. por estar fundamentada en la soberanía
te a la imagen ideológica of icial de un pais que estatal absoluta, de las relaciones internacio­
744 IMPERIALISMO

nales —lo cual no excluye que el bonapartis­ al periodo comprendido entre 1870 y 1945 y
mo (v. bonapartismo) pueda ser un factor con­ los correspondientes al ultimo periodo pos­
comitante importante de la política de poder bélico.
y del i. La anarquía internacional establece
entre los estados, cualquiera que sea su sis­ 1. El imperialismo entre IH70 y 1945. El fac­
tema económico-social y su régimen político, tor decisivo sobre el que se llama la atención
la ley de la fuerza, traduciendo por ello ine­ para explicar el i. en este periodo, en el que
xorablemente la diversa distribución del tienen un papel decisivo las potencias euro­
poder entre los estados en un dominio de los peas y, en el contexto asiático, el Japón, en
más fuertes sobre los más débiles y por tan­ donde se pasa del colonialismo a los intentos
to en la posibilidad de explotación económi­ hegemónicos de Alemania v de Japón, es la
ca de los primeros hacia los segundos, empu­ crisis del estado nacional. Con este concepto
jando por otra parte a los estados, especial­ (que ha sido elaborado sobre todo por la
mente a las grandes potencias, a reforzar corriente federalista, a la que se hará referen­
incesantemente por exigencias de seguridad cia principalmente, pero que también se fun­
la prupia potencia incluso a través de conquis­ da en las contribuciones de los teóricos ale­
tas territoriales, apenas se presente la ocasión manes del estado-potencia, los cuales han lle­
y la posibilidad, evitando al mismo tiempo la gado a justif icar sobre esta base el i. alemán)
intervención de las potencias competidoras. se pone en evidencia en prim er lugar la con­
En esta situación la única forma de eliminar tradicción que se ha ido manifestando desde
de raíz el i., asi como en general las guerras, finales del siglo xix entre las dimensiones de
es (como afirma la corriente federalista: v. los estados nacionales europeos (y esto vale
razón de estado, iv) la superación de la anar­ también en cierta medida para Japón) y las
quía internacional mediante una constitución exigencias del desarrollo productivo, las cua­
federal mundial, la cual sustituya la política les como consecuencia de la puesta en m ar­
de potencia por la protección jurídica de la cha de la producción de musa requerían mer­
independencia de las naciones. cados de dimensiones continentales. La con­
La tesis referente al nexo entre i. y anarquía dición fundamental que ha hecho posible la
internacional (que ha recibido infinidad de manifestación y el progresivo agudizarse de
confirmaciones desde la experiencia históri­ esta contradicción ha sido detectada, desde
ca, lo cual pone en evidencia la continuidad finales de los años setenta, en el predominio
de la política de potencia y del i., aun habien­ de la tendencia a un creciente proteccionis­
do cambiado los contenidos económicos y mo económico. De ello se deriva el peligro de
sociales, más allá de las más radicales trans­ ser excluidos cada vez más de los mercados
formaciones de las estructuras internas de los externos y, ul faltar la voluntad politica de
estados) indica un aspecto esencial de los poner en marcha formas de integración
fenómenos imperialistas, aunque en un sen­ supranacional, ya que los estados nacionales
tido muy general, lo cual por sí solo no per­ europeos estaban en la cima de su fuerza y
mite una comprensión adecuada de tales fenó­ no existía por tanto un espacio real para una
menos en su concreta determinación históri­ politica de limitación de la soberanía, preva­
ca, por cuanto prescinde de los contenidos leció la tendencia a asegurar el control polí­
económico-sociales específicos de las relacio­ tico directo o indirecto de un territorio lo más
nes interestatales y de las configuraciones amplio posible, o sea a extender el área de
concretas del sistema de los estados. Sin protección (que los teóricos alemanes definen
embargo, esta tesis aporta la base indispen­ como “espacio vital”), eliminando el protec­
sable para una teoría general del i., o sea apli­ cionismo de cualquier otro. De aquí la razón
cable, con los debidos ajustes, a contextos his­ económica fundamental del abandono, inclu­
tóricos distintos de los del i. moderno, con lo so por parte de la Gran Bretaña (la cual, sien­
cual la explicación de los fenómenos del i. en do librecambista hasta 1931. retoma la expan­
su especificidad se fundamenta en ulteriores sión colonial en grande para mantener lo más
determinaciones. Para reconstruir de mane­ amplio posible el territorio sustraído a las
ra adecuada este desarrollo del análisis, con­ políticas proteccionistas practicadas por los
viene distinguir entre los análisis referentes otros estados), de la tendencia al i. informal
IMPERIALISMO 795

que se había manifestado claramente en la dos de un estado federal. Esto significa que
época del libre intercambio. Se comprende así la condición institucional que hace posible
la razón económica de la agresividad especial operar efectivamente a dichos factores (a los
de la política imperialista llevada a cabo por que se añaden otros importantes: la exigen­
estados como Alemania, Italia y Japón, en los cia de desarrollar sectores económicos de
que el problema de las dimensiones territo­ importancia estratégica según los fines de
riales demasiado restringidas respecto de las una política de potencia, aunque sean poco
exigencias del desarrollo económico era espe­ rentables desde un punto de vista estricta­
cialmente grave por el retraso con que habían mente económico: la exigencia de defender el
llegado a participar en la expansión imperia­ empleo o en general las políticas dirigidas a
lista formal o informal. De ello se deriva un afrontar las crisis económicas, las cuale* pro­
evidente nexo entre las fases de agudización ducen generalmente desequilibrios con rela­
de la política proteccionista y las fases de ción al exterior) en el sentido de introducir
expansionismo exasperado. el proteccionismo o exagerar la soberanía
Para entender mejor el alcance de esta linea estatal absoluta. Esta implica por una parte
interpretativa, conviene precisar que pone en la subordinación de las exigencias económi­
claro un punto débil fundamental en todas las cas a la razón de estado y por otra significa
otras interpretaciones. En sustancia, los teó­ que no existe un poder soberano por encima
ricos anteriorm ente m encionados, aun de los estados, encargado de tutelar el inte­
tomando en consideración el nexo entre pro­ rés común y teniendo por tanto el poder de
teccionismo e i. (Hilfcrding. Kautsky, Buja- impedir a los estados una tutela particularis­
rin y el mismo Schumpeter hablan explícita­ ta de los propios intereses, destinada inevi­
mente de tendencia a la expansión imperia­ tablemente a desencadenar represalias. La
lista del área protegida, para poder exportar incapacidad de detectar en la soberanía esta­
libremente hacia ella mercancías y capitales), tal absoluta la raíz fundamental del protec­
o sostienen que el proteccionismo es una con­ cionismo está estrechamente vinculada a las
secuencia necesaria de la fase monopolista limitaciones del punto de vista intem aciona­
del capitalismo (Bujarin) o insisten, además lista que es el fundamento de los otros plan­
de en dicho aspecto, en las exigencias para los teamientos. Estando en efecto dicho punto de
países relativamente atrasados por recuperar vista fundado en la tesis de la primacía de la
con el proteccionismo el retraso respecto de política interna, no pone en discusión la sobe­
la Gran Bretaña (Hilferding), o señalan la ranía absoluta, sino que tiende a considerar­
necesidad pura los estados capitalistas de la como un dato natural inmodificable (o.
crear para si áreas reservadas, precisamen­ como en el caso de Kautsky. tiende a ver en
te mediante el proteccionismo, lo rnás la afirmación de los vínculos federales entre
amplias posible para poder resolver el pro­ los estados una consecuencia casi autom áti­
blema de la realización del plusvalor (Luxem­ ca del reforzamiento de las tendencias socia­
burgo o en definitiva hacen derivar el protec­ listas dentro de los estados, y no como el fru­
cionismo de las presiones en este sentido de to de una acción política deliberada y especí­
las castas nobles y militares prccapitulistas ficamente dirigida hacia tal objetivo), y por
(Schumpeter). De este modo se olvidan de la tanto se llega a no tomarlo en consideración
raíz fundamental del proteccionismo, que es como el factor decisivo del proteccionismo y
la soberanía estatal absoluta. Precisamente del i. Este obstáculo ideológico está ausente
esto es lo que punen en evidencia los teóricos en cambio entre los teóricos de la corriente
de la corriente federalista, los cuales llaman federalista precisamente porque ellos cues­
la atención sobre el hecho de que las mismas tionan prácticamente la soberanía absoluta.
tendencias anteriormente indicadas, si están Sobre esta base, éstos entre otros han podi­
formadas efectivamente por factores que lle- do poner en evidencia que el i. no está vincu­
\an al proteccionismo, con todas sus conse­ lado orgánicamente al capitalismo, si bien es
cuencias, en el plano internacional, no pro­ verdad que en este contexto histórico concre­
ducen en cambio consecuencias anulogas en to han desempeñado un papel decisivo los
las relaciones entre las diversas regiones de intereses capitalistas, los cuales (junto con
un estado unitario y entre los diversos esta­ otros intereses, comprendidos los de grupos
796 IMPERIALISMO

enormes de trabajadores) han llevado al pro­ este contexto, a la decadencia de la potencia


teccionismo. Incluso se ha previsto que en un británica correspondió su incapacidad de
futuro sistema de estados socialistas sobera­ mantener el libre intercambio a escala mun­
nos, caracterizados por las mismas exigencias dial, mientras que la opción de enfrentar con
objetivas de planificación y por un fuerte pro­ una respuesta imperialista la incipiente cri­
teccionismo, no podría decaer la exigencia sis del estado nacional, una vez agotados los
económica de extender el área protegida y por territorios extraeuropeos susceptibles de ocu­
tanto no podrían decaer los conflictos entre pación, derivó en el último y terrible intento
ellos, a no ser que el orden no pudiera ser hegemónico que se ha producido en la histo­
garantizado por una potencia socialista hege­ ria del sistema europeo de los estados.
mónica. Sobre esta base se ha criticado la El i. de las potencias europeas (asi como el
tesis de Kautsky y de Schumpeter acerca de del Jupón) desapareció finalmente después de
la no conveniencia económica del i., demos­ ser absorbida su autonomía en el marco del
trando que en un contexto proteccionista la sistema mundial bipolar dominado por Esta­
expansión imperialista tiene sobre todo la dos Unidos y la Unión Soviética. En este m ar­
función de evitar las pérdidas que se deriva­ co. en la zona de influencia norteamericana
rían de abandonar ciertos territorios y caer (y en términos algo distintos también en la
éstos en manos de otros. Esta exigencia, aun­ soviética), se ha podido poner en marcha, con
que a menudo el proteccionismo sea impues­ el proceso de integración europea, la respues­
to por intereses particulares, corresponde a ta pacifica a la crisis del estado nacional.
un interés nacional, o sea interclasista, ya que
la pérdida de territorios sujetos al proteccio­ 2. El imperialismo después de la segunda gue­
nismo de otros perjudica a todas las clases, rra mundial. Por lo que respecta a los fenó­
y en mayor medida a las clases trabajadoras. menos imperialistas posteriores a 1945, en los
Lo dicho explica de manera decisiva el hecho que tienen un papel decisivo las superpoten-
de que las políticas imperialistas hayan recu­ cias Estados Unidos y URSS, el análisis fun­
rrido en definitiva al consenso de la gran dado en la teoría de la razón de estado se
mayoría de las poblaciones de los países caracteriza esencialmente por la tendencia a
imperialistas. señalar la influencia autónoma derivada de
Además de llamar la atención sobre el nexo la configuración concreta de las relaciones
entre proteccionismo e i., con el concepto de intcrestatales en la manifestación de los fenó­
crisis del estado nacional se ubica el i. en el menos imperialistas v sus modalidades.
contexto de la crisis del sistema europeo de Siguiendo el anterior criterio, en general se
los estados, establecido al consolidarse la fór­ llama la atención sobre las implicaciones
mula del estado nacional en general y por el imperialistas del sistema mundial bipolar.
nacimiento del estado nacional alemán en Este sistema tiene ciertam ente el mérito his­
particular. En el marco de una paz armada, tórico de haber puesto fin a las cada vez más
que se ha ido haciendo cada vez más costosa ruinosas convulsiones del sistema europeo de
y precaria a causa del reforzamiento inaudi­ los estados, y por tanto a las aventuras impe­
to de la potencia de los estados europeos, rialistas de las potencias europeas y del
hecho posible por la industrialización y por Japón. En este marco se ha desarrollado ade­
la conscripción obligatoria (características más el proceso de liberalización de los inter­
típicas del estado nacional moderno) y a cau­ cambios (Estados Unidos ha utilizado eficaz­
sa de los factores de conflictividad introdu­ mente su posición hegemónica respecto a los
cidos por la propia ideología nacional (irre­ estados de economía de mercado para reto­
dentismo, disminución radical del sentimien­ m ar la política de libre cambio llevada a cabo
to de pertenencia a una comunidad suprana- por Gran Bretaña a mediados del siglo xix)
cional, fruto de la herencia cultural común y el proceso de integración europea (desarro­
europea), la creación del estado nacional ale­ llado de maneras diversas y más limitadas
mán, tan poderoso como incierto en sus con­ incluso en la esfera de influencia soviética),
fines, rompió definitivamente según este pun­ llegando al mismo tiempo a su fin el gran pro­
to de vista el equilibrio europeo v abrió una ceso de la descolonización. Por otra parte, la
fase de creciente desorden internacional. En creación de bloques hegemónicos por parte
IMPERIALISMO 797

de las superpotencias, necesariamente deri­ tema general de libre cambio, a desarrollar


vadas de la estructura bipolar del sistema (v. los países atrasados y a llevar gradualmente
relaciones internacionales), ha determinado al autogobierno a los pueblos coloniales. El
relaciones de fuerte dependencia entre las límite de este punto de vista consistía pues
superpotencias y sus satélites y por tanto la en la carencia de un análisis riguroso de las
posibilidad de imponer los intereses de las tendencias orgánicas hacia un desarrollo
primeras a los segundos, no excluyendo inclu­ desequilibrado propias de un mercado mun­
so formas de explotación económica, obvia­ dial capitalista fuera del marco de los instru­
mente con distintas modalidades (papel del mentos de intervención pública dirigidos a
dólar, empresas transnacionales, dependen­ hacer prevalecer el interés general en contra
cia tecnológica, etc., en la esfera de influen­ de los intereses particulares. Lo cual refleja­
cia norteamericana; división internacional del ba las convicciones liberalistas demasiado
traba jo en el Comecon en función de los inte­ optimistas de algunos de estos teóricos (espe­
reses soviéticos), según la diversidad de los cialmente Robbins y Einaudi) acerca de los
sistemas políticos y económico-sociales en las efectos positivos de un sistema generalizado
dos esferas hegemónicas. De aquí la necesi­ de libre competencia y de libre intercambio,
dad de la superación de los bloques, evitan­ no obstaculizado por la intervención de fac­
do el regreso a la balcanizacion de Europa con tores políticos perturbadores como el protec­
una unificación federal del continente. cionismo.
Por lo que respecta al neocolonialismo y al Si esta laguna analítica se ve pues colma­
subdesarrollo, la reflexión parte de la conver­ da a través de una visión más clara de la nece­
gencia con la tesis, desarrollada por la orien­ sidad de tener listos instrumentos de políti­
tación socialdemócrata, según la cual el capi­ ca económica capaces de som eter a un con­
talismo incontrolado tiende a conservar y trol eficaz las fuerzas espontáneas del m er­
agravar los desequilibrios entre países pobres cado mundial, la contribución específica de
y países ricos en el mercado mundial, los cua­ la corriente federalista a dicho propósito con­
les sólo podrían superarse progresivamente siste en aclarar la situación de poder sin la
con la introducción de instrumentos eficaces cual tales instrum entos no están en condicio­
de programación y de política regional a esca­ nes de operar. Esta situación de poder no pue­
la mundial. De este modo se produce una inte­ de más que consistir en definitiva en la orga­
gración con el análisis elaborado por los teó­ nización del sistema democrático en un nivel
ricos de la corriente federalista de antes de internacional, lo cual es posible sólo a través
la segunda guerra mundial, los cuales habían de instituciones federales (v. federalismo). En
contemplado el problema de la explotación de efecto, ha sido la afirmación y consolidación
los países atrasados por parte de los paises del sistema democrático loque ha permitido,
de economía capitalista madura, pero habían en el ámbito de los estados capitalistas, rea­
insistido sobre todo en la relación entre tal lizar formas (todavía insatisfactorias a cau­
explotación y las luchas por el poder entre los sa de las dimensiones inadecuadas de los esta­
paises avanzados, las cuales, en el contexto dos) de control del desarrollo económico en
de la crisis del sistema internacional entre función del interés general, ya que la necesi­
1870 y 1945, comportaban la necesidad de dad de los gobiernos democráticos de obte­
recurrir a cualquier medio para incrementar ner el consenso de todas las clases y de todas
la fuerza económica, y por tanto política, de las regiones ha permitido a las clases y a las
cada estado. Con base en este punto de vista, regiones menos favorecidas obtener un mayor
un predominio de la solución federal, en lugar respeto a sus exigencias. El mismo proceso
de la imperial, del problema de la creación puede producirse en una escala mundial en
de espacios económicos más amplios, hacien­ la medida en que las decisiones fundam enta­
do dism inuir la necesidad objetiva de tra ta r les de gobierno de la economía mundial ya no
a los pueblos coloniales y retrasados en fun­ serán i ruto de puras relaciones de fuerza
ción de los intereses vitales de poder de los entre los estados sino de un proceso demo­
países avanzados, habría abierto automática­ crático mundial, que se puede organizar a tra­
mente el camino a una política común de vés de estructuras federales, las cuales, dejan­
estos últimos, dirigida, en el marco de un sis­ do a los estados miembros el máximo de auto-
798 IMPERIALISMO

nomia compatible con el mantenimiento de imperialismo. Barcelona, Fontanella, 1975; P A.


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integrado con las exigencias de desarrollo de 1971; A.G. Frank, Capitalismo y subdesarrollo en
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tema pluripolar más elástico (v. relacione: M. Magdoff, La era del imperialismo (1969). Méxi­
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más durable y dé una mayor autonomía y una lier. La naturaleza de la URSS, Barcelona, Fon-
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tesis tiene su clara continuación en los pro­ Engels, Sobre el colonialismo, México, Cuader­
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demostrado que la disminución de la fuerza Marx y F. Engels. Imperio y colonia. Escritos
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de movimiento a los países del tercer mun­ Presente 72, 1979.
do, especialmente a los poseedores de mate­ Interpretación socialdemócrata: J. Gallagher
rias primas. En este marco tiene una impor­ y R. Robinson. The imperialism of free-trade, en
tancia decisiva realizar (llevando a término The Econumic History Review, 6 , 1953; J. Gallag­
en prim er lugar la integración de la Europa her, Suma del mondo moderno, Milán, Garzan-
occidental) formas eficaces de integración ti, 1970; R. Hilfcrding, El capital financiero,
regional y por tanto federaciones en las regio­ (1910), Madrid, Tecnos, 1973; J.A. Hobson, Estu­
nes más homogéneas, de manera que se creen dio del imperialismo (1902), Madrid, Alianza,
comunidades políticas con dimensiones más 1982; K. Kautsky, Vieja y nueva política colonial,
adecuadas a las exigencias del desarrollo eco­ en I m Segunda Internacional y el problema nacio­
nómico y capaces de una autonomía real. nal y colonial, México, Cuadernos de Pasado y
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rra e 1'nniia europea, Milán, Cumunitá, 1948: O. de las entidades regias o principescas que no
Hintze, Sicuii und Verfassung, Gotinga, estaban dispuestas a fusionarse, en organiza­
Vandenhoeck-Ruprecht, 1970; L. Levi. Cris i del- ción de poder absoluto en un aglomerado
lo stato nazionale. intemazionalizz/izione del pro­ social para la conquista de espacios territo­
ceso produttivo c inlernazionalismu upe raía, riales. Un instrum ento que ha reproducido,
Turín, Tirrenia, 1976; Lord Luthian, II pacifismo hasta en el nombre, la experiencia romana,
non basta (1935), en M. Albertini, Federalismo e a la que se refería como modelo perfecto, pero
stato federóle, Bolonia, II Mulino, 1979; S. Pis- de la que, en general, reproducía, digamos,
tone, Política di potenza e imperialismo, Milán, más los vicios del segundo periodo que las vir­
F. Angelí, 1973; L. Rubbins, L’economia pianifi- tudes unificadora.1! del primero.
cata e l'ordine internazionale (1937), Mitán. Riz- Una tendencia común típica de todos los
zoli, 1948; L. Rohhins, Le cause economiche delta modelos de i. en Europa (romano, germánico-
guerra (1939), Tunn, Einuudi, 1944; P. Ruhrbach, feudal, bizantino-ruso), exceptuando tal vez
Dcutschland linter den Weltvolkem, Dresde, Ver- al carolingio por las condiciones desespera­
lag "Das grossere Dcutschland”, 1903; E. Rossi, das en que tuvo que actuar casi inmediata­
[.'Europa de domani. Lugano, 1944: J.R. Seeley. mente, fue ciertamente la de desarrollar pro­
L'espansione deH'Inghilterra (1883). Bari, Later- gresivamente el podei del imperator en su
za, 1928; A. Spinelli y E. Rossi, Prublemi delta interior y los impulsos expansionistas hacia
Federazione Europea, Roma, MFE, 1944; D. Velo, el exterior; de ahí se deriva la consecuencia
La crisi económica internazionale e l\alternati­ de que, en el i., el em perador trataba de for­
va europea. Aspelti mondan e finanziari, Milán, talecerse cada vez más a expensas de la rea­
Giuífré, 1976: M. Weber, El estado nacional y la leza subordinada y tendía cada vez mas. con
política económica alemana (1895), en Escritos el paso del tiempo, a proponer un fuerte
políticos, a cargo de J. Aricó, México, Folios, impulso expansionista hacia el exterior para
1982. voi. I. corregir e integrar los limites de la constitu­
ción imperial y encontrar, en la conquista, la
[SERGIO PISTOSE] continua confirmatio del poder, los nuevos
motivos de consenso popular que los órganos
de representación o de opinión de los diver­
sos grupos sociales ya no expresaban.
imperio La aplicación del modelo romano y, en la
práctica, sobre todo la del romano tardío o
I. CARACTERISTICAS GENERALES. Por m á s diversos constantiniano, tut o consecuencias comunes
que hayan sido en la historia de Europa y de! precisas para la concepción del poder impe­
mundo cristiano en general los modos y las rial: ante todo, y sobre todo, la unicidad. A
formas de administración del poder político pesar de que también en la era romana este
a titulo personal o de grupos restringidos (r. modelo solo fue un dato parcialmente logra­
monarquía, señorío.*, y principados), no hay do. con la progresiva bifurcación de las duae
duda de que el modelo mas completo y desa­ partes coniunctissinti Jmpcrii desde el siglo
rrollado fue el i. Como modelo típicamente i\ en adelante, se convirtió en un hecho com­
romano, tanto por la forma como por el con­ probado que todos los i. siempre quisieron
tenido. el i. representó una sugestión perma­ presentarse como un unicum, como un cen­
nente para todos aquellos regímenes y orde­ tro coordinador de toda la humanidad o (con­
namientos que. habiendo llegado a un deter­ creta y conscientemente) de toda aquella par­
minado momento crítico de su desarrollo, se te de la humanidad que reconocía idénticos
dedicaron a buscar y a definir su superpoder motivos étnicos y político-culturales de fon­
legal y centralizado!' dentro de ellos mismos, do: esto puede decirse del i. bizantino, gestor
con el objeto de superar sus dificultades. \ titular del helenismo y del cristianismo
El i. se convirtió poco a poco en un instru­ oriental, puede decirse del Sacro i. romano
mento para conciliar realidades políticas en para la cristiandad occidental, y puede decir­
oposición creciente y divergente dentro del se también del i. ruso para el mundo eslavo.
800 IMPERIO

Asi como Augusto hahia sido el único jefe, en la concepción bizantina y en la del i.
la única guía del urbis romanas, asi también romano-germánico restaurado, en las que,
el Basileus debia serlo de todo el mundo "civi­ finalmente, la sublimidad de la idea imperial
lizado” oriental de lengua y cultura griegas, parecía sustituir la sustancial fragilidad,
el piissimus Augustas germánico de la Sáne­ debilidad o semiinexistencia de poder real.
la romana respublica, el z.ar de todo el mun­ Omnis potestas a D eo.. . . y por lo tanto de
do eslavo-oriental después de la caída de Dios provenía ante todo y sobre lodo la pri­
Constantinopla. Sólo hasta la época napoleó­ mera de las potestades mundanas, la corona
nica y la ruptura definitiva del mundo medie­ imperial que estaba preordenada para salas
val se entra en una era de competencia para­ et bonum animarum de todos los cristianos.
lela y de no unicidad aun conceptual de i. De Como titular de un poder único y eterno, el
este modo la fórmula designa sólo un tipo par­ emperador estaba revestido también de la
ticular importante de estado (i. de los fran­ más alta dignidad sobre la tierra: ningún
ceses. de Austria, de Alemania, de todas las poder mundano hubiera podido competir con
Rusias, etcétera). él.
La concepción de la perennidad del i. cons­ Estos datos complejos convierten al i. en
tituyó otra característica fundamental común una realidad particular y significativa para
a todos los modelos imperiales realizados la Antigüedad romana y para la edad medie­
siguiendo todavía el ejemplo del romano. val y moderna, que no se cansan de repetir­
Perennidad que estaba unida al concepto de la. Por la capacidad que siempre tuvo el
continuidad y de necesidad: el i. se conside­ modelo imperial de adaptarse a los tiempos,
ró exactamente como instrum ento necesario nutriéndose de las diversas motivaciones tem­
para la salvación de todo el mundo que se porales y sacras que la sociedad le iba pro­
unia a él. y también llegó a considerarse ins­ porcionando. se presentó como instrum ento
trum ento concebido por Dios mismo para idóneo para organizar (o tratar de organizar)
este fin, elemento esencial y exclusivo de sal­ sociedades todavía ampliamente unitarias y
vación espiritual y temporal, guía única y ple­ en trabajo de desarrollo.
na, perfecta y por lo tanto permanente. Instrumento que no pudo mantenerse más
Esto provenia claram ente de la perspecti­ que en épocas de contenidos culturales y
va y de la doctrina cristiana: Dios había con­ sociales precisos, y que de hecho sólo rebasó
cedido a los romanos el i., primero para la los límites de su propio tiempo para desna­
difusión y luego para tutela de su religión turalizarse. Permaneciendo, si acaso, como
revelada. El i., que al principio era hostil, se mero "imperialismo" de potencia, muy arrai­
había convertido en el defensor y casi en el gado en nuestro tiempo a pesar de la inexis­
depositario de la nueva religión, de tal modo tencia de su modelo formal.
que la permanencia de la religión exigía la
permanencia misma del i., de la esencialidad II. LOS DOS MOMENTOS DEL IMPERIO DE ROMA. Las TUÍ-
de la religión se derivaba la esencialidad del ces del éxito de la fórmula imperial deben
i., la perpetuidad de la religión conducía a buscarse en plena era romana, con la consti­
deducir la perpetuidad del i. mismo. Precisa­ tución del “ principado” de Augusto, unos
mente como decían muchos documentos treinta años antes del nacimiento de Cristo.
medievales, .. ./n perpetuum valiturum ... Revestido varias veces dél consulado, y des­
De ahí se deriva también la otra concepción pués de manera estable de la tribunicia potes-
común de la sublimidad del i.: durante la era tas y del Impcrium proconsulare maius, ade­
romana, prim ero el princeps v luego el domi­ más de haber recibido, después del año 1 2 a.
nas estaban rodeados del esplendor y de la c., la suma autoridad pontificial, el "buen
dignidad viva y sustancial del Imperum popa- Augusto” sólo era formalmente el primero
li romani. La justificación primero mundana entre los magistrados romanos de la antigua
y luego religiosa dada en el mundo romano constitución municipal.
de la perennidad del i. contenía en si la suma Como lo dice él mismo —y tal vez mejor que
dignidad de oficio y función del que cubría cualquier otro— en las Res gesta: "[.. .]auc-
ese cargo. Concepto que se acrecentaría, en tórnate ómnibus prestid, potestatis untan
lugar de debilitarse con el paso del tiempo. nihilo amplius hahui quam ceteri qui mihi
IMFEKIO «01

quoque in nwgistratu conlegae fuerunt[. . .]" los cultores de lo nuevo y los representantes
Superior en autoridad, se declaraba igual a de la tradición, constituyó indudablemente
sus "colegas" de magistratura (cónsules, pro­ una operación política perfecta y una sólida
cónsules, etc.). La fórmula que mejor expre­ base para todos los endurecimientos que ven­
sa la realidad constitucional de Augusto es la drían después.
de princeps, de "prim ero" en la República, lo La administración monocráticn del desme­
que sin embargo es ya una forma anticonsti­ surado i. romano, como es sabido, se fue acen­
tucional o por lo menos aconslitucional, pues­ tuando y estuvo acompañada constantem en­
to que una República no puede estar regida te de una política de expansión externa que
bajo la initio de un princeps sin una sustan­ hicieron coincidir verdaderamente los confi­
cial disminución y limitación de autonomía nes del i. con los del mundo conocido; esto
y poder. sucedía mientras la decadencia progresiva de
Esto fue de lo que se trató en realidad: y la sociedad itálica y q u in ta n a iba debilitan­
el compromiso de Augusto entre el partido do cada vez más una de las columnas sobre
democrático vencedor y la parte senatorial las que se levantaba el compromiso de Augus­
depositaría de los valores tradicionales del to. La crisis económica acompañada por la
estado romano contenia ya in nuce todo el gravísima crisis política del siglo m favore­
desarrollo imperial y absolutista posterior. ció la transición a la fórmula del i. absoluto,
Por lo demás, Augusto adquirió para sí y la misma fórmula que se transm itiría a la
sobre sí un título mayestático preciso, con la Edad Media.
simple e inconveniente fórmula de Imperalor Como dominus legihus solutus, en sentido
Caesur Auguslus que debía encerrar todos los pleno, el Augusto, desde Constantino en ade­
desarrollos y las aspiraciones definitorias lante, circundado del fausto y distinguido con
posteriores. títulos cada vez más pomposos, dominus del
De hecho, Augusto, jefe del poder m ilitar i. en el sentido más pleno, con el senado redu­
que provenía de la tradición cesariana, fue cido a mera cám ara de trasmisión de las
inmediatamente el titular de poderes amplí­ directivas del príncipe, con tuda la legislación
simos en todas las provincias no senatoria­ resumida en las Consiiluiiones principis (de
les, objeto de culto v divinización en Egipto, ahí el apelativo de era de la codificación), con
depositar o. aun en la urbe y en el antiguo la plena aceptación de un sistema de sucesión
mundo romano, del poder de intercessio, es dinástico, representó cada vez más y mejor
decir de veto al acto de cualquier magistra­ el modelo de lo que las fuentes bizantinas
do citadino y provincial: tenía en sus manos definirían más tarde como el aulocrator, el
una aucloritas vastísima que ha hecho pen­ autócrata. Duro autócrata del que dependía
sar a los historiadores y a los juristas en una todo: desde el régimen fiscal hasta el militar,
diarquía particularísim a en Roma, entre el desde la fijación coactiva de los precios de las
ordenamiento republicano y el ordenamien­ mercancías hasta el sistema productivo, des­
to principesco o (y es mejor) en una especie de la política internacional hasta las cuestio­
de Initio, en una especie de poder de protec­ nes religiosas.
ción y guía ejercido por un estado "nuevo” Habiendo sido adversario del cristianismo
(el princeps, el "prim ero”, con sus funciona­ hasta el 313 d. c., el i. se fue haciendo poco
rios) sobre un estado “viejo” (representado a poco tolerante y más tarde se convirtió en
por la respublica romanorum, formalmente protector de la nueva religión, llegando a con­
intacta). vocar y presidir los primeros concilios ecu­
Respecto de la civililas romana, Augusto ménicos (a p artir del de Nicea, en 325) y a
introdujo de hecho elementos nuevos: el Sena- transform arse en guía y brazo secular en la
tus y el populas romanas se fueron reducien­ lucha contra los paganos y los herejes. Defen­
do ampliamente en el nuevo modelo princi­ sor de la iglesia romana y de la ortodoxia con­
pesco. Modelo que precisamente por la saga­ tra la herejía romana y bárbara, el penúlti­
císima contaminación entre lo viejo y lo nue­ mo y último i. se convirtió así también en el
vo, por el patente respeto a los poderes que modelo del estado cristiano, tutor de la ver­
iba vaciando, por el sentido de tranquilidad dad reconocida v definida por el papa y el con­
y de seguridad que fue capaz de difundir entre cilio, asegurándose la transformación que
802 1MPF.RIO

perpetuaría tan grande éxito ideal en la Edad nombre romano, titular de un poder popular
Media (r. también, principado; dominación). muy distinto en sus fines y en su contenido
del poder romano. Narra su biógrafo que el
tu. EL imperio medieval. A partir de 476 d. c., el nuevo Augusto de Occidente fue el prim ero
i. desapareció prácticamente de las tierras de en maravillarse de la escenificación que pre­
Occidente, quedando vivo en Oriente con tendía hacer provenir del papa y del pueblo
características cada vez más acentuadas y romano el poder que sólo estaba preso en su
exclusivamente helénicas y bizantinas. Indu­ duro puño bárbaro. A pesar de ser anacróni­
dablemente el i. conservó su unidad formal ca, la coronación de la navidad del 800 (o 799)
V de hecho se dieron disposiciones precisas tuvo consecuencias incalculables, precisa­
a este respecto por lo menos en Italia, prime­ mente por el hecho osado y repentinamente
ro en tiempos de Zenón (enviado de Teodori- absurdo de unir el concepto de la imperiali-
co el Grande) y luego en tiempos de Justinia- dad romana con el esquemático dominio bár­
no (guerra greco-gótica); pero la "transición baro. por el hecho de incorporar en la pers­
a la barbarie” de muchos estratos de las pectiva todavía pragmática y popular de la
poblaciones románicas italianas y la reduci­ monarquía franca la concepción de un poder
da defensa que opusieron en el fatal 568 a la mayestático, absoluto y de origen divino (v.
penetración de los lungobardos pusieron de monarquía).
manifiesto lo que había quedado en concre­ Con ese titulo, el papado hizo de Carlomag­
to de la antigua herencia romana en esas no un soberano muy distinto de lo que había
experiencias. sido antes, separó nuevamente a Occidente de
De hecho, el i., dividido en diversos regna Oriente y creó las prim eras premisas para el
romano-germánicos interesados en arrebatar­ regreso al i. en el orbe romano-germánico. Y
se la herencia territorial y estatal de Roma, al mismo tiempo se posesionó de manera esta­
llegó a su ocaso en Occidente, donde no había ble del aspecto creativo del Augusto, unien­
nada más alejado de la concepción de Augus­ do indefectiblemente su suerte a la del papa­
to que el espíritu tribal y nacional de las do y del catolicismo romano.
diversas naciones germánicas. Todas ellas, Si Carlomagno y sus sucesores no fueron
muy alejadas del i., estaban arduamente durante muchísimos años otra cosa que sobe­
empeñadas en la adquisición del concepto y ranos germánicos revestidos de un titulo
de la perspectiva del regnum. mayestático poco comprensible, con el tiem­
Si en Occidente se conservaba algo del i. po las cosas cambiaron y la concepción que
como idea superior y supranacional, no dehia el em perador tenía de si mismo se modificó
buscarse en las cortes bárbaras, sino exclu­ sensiblemente. Las primeras escaramuzas se
sivamente en la curia pontificia, que estaba presentaron en el breve gobierno de Otón III
ocupada en defender su propia autonomía de Sajonia, hacia el final del siglo x. Sin
territorial recién lograda (Ducatus rumanas) embargo, el renacimiento romanista siguiente
de los bizantinos y longobardos y que aspi­ fue el que puso de manifiesto todos los fru­
raba siempre a hacer resurgir una concepción tos de la restauración imperial intentada, jun­
imperial que le asegurase al mismo tiempo to con el progresivo surgimiento del prima­
la defensa temporal y la misión apostólica do en dignidad del emperador dentro de la
universal. sociedad feudal occidental y junto con la
Este hecho explica la aparentemente incom­ aceptación de su poder general —aunque ge­
prensible reproposición de la idea y del con­ nérico— de guia y dirección: el emperador
cepto de i., en plena era germánica y por crecía en poder dentro del i. y se robustecían
medio de un soberano germánico: la absur­ sus características de sublimidad, unicidad
da coronación en el Vaticano por parte de un y necesidad.
papa como León III —que acababa de "librar­ Federico I de Suebia, llamado Barbarroja,
se" de las infamantes acusaciones que le fue el que por lo menos en algunos aspectos
había hecho la aristocracia rom ana— y en comprendió con mayor claridad la concep­
favor de un "em perador” como Carlomagno, ción de la supremacía no sólo formal sino sus­
totalmente ligado a la tradición germánica, tancial del emperador de la Respublica chris-
expresión de una sociedad todavía hostil al liana, y propuso nuevamente la figura de un
IMPERIO 803

dominas que se com portara concretamente (Italia centromeridional e insular) directa­


como un auctocrator de la lejana romanidad. mente sometidas al papado romano; en todas
El joven Federico se desenvolvió con suma estas tierras el i. ejercía un altum dominiunt
decisión en medio de una sociedad occiden­ de naturaleza ética, cuasi espiritual, reserván­
tal que se iba desmembrando, que asistía al dose la mera soberanía, en tanto que los ple­
nacimiento de nuevos regna nacionales en el nos poderes de gobierno eran administrados
ueste, que asistía al explosivo florecimiento por las entidades locales (reinos, comunas,
de las realidades comunales en el sur (v. dinastías feudales).
comuna) y a la condensación y solidificación El emperador, como advucatux Ecclesiae,
de los poderes feudales territoriales en el cen­ razón por la cual el i. tenia como confines los
tro y en el este. mismos de la catolicidad y se ampliaba al
Su tentativa más grande consistió, prime­ expandirse la evangelización (aparte de las tie­
ro. en el esfuerzo por controlar autoritaria­ rras sujetas al Imperium Constantinopolita-
mente las realidades feudales y el mundo num, entre las que se contaba, en Occidente,
comunal italiano dentro de un equilibrio pre­ sólo la ciudad de Venecia), era defensor de la
cario que se rompió definitivamente en Leg- fe, tutor de los derechos de las iglesias y de
nanu (1176); desde entonces, el César germ á­ todas las posiciones de debilidad y margina­
nico se esforzó, de todos modos, por presen­ ción social (menores, viudas, miserabiles per-
tar nuevamente al i. como centro de coordi­ sonae en general), garante de la paz y de la
nación subcontinental y continental, como unidad de la cristiandad occidental.
realidad en ascenso y guia de los diversos La Sancta rumana respublica estaba guia­
mundos locales. Los demás Augustos de la da de este modo por el papa in spiritualibus
dinastía sueba siguieron este mismo camino y por el em perador in temporalibus: un ele-
con diversa suerte, hasta que el proceso impe- vadísimo modelo formal de estructura polí­
rializante quedó bloqueado definitivamente tica, destinado a corromperse y a desapare­
a la muerte de Federico II de Suebia (1250) cer cuando el clima cultural y el elevado espí­
y el mundo feudal germánico-italiano se dio ritu religioso en que se apoyaba dejaran de
cuenta progresivamente de la imposibilidad encontrar respuesta en las nuevas formas
también formal de presentarse como centro mundanas y temporales del pensamiento occi­
coordinador y directivo de las explosivas v dental.
crecientes realidades particulares de todo el
Occidente. iv las experiencias de la edad moderna. Desapa­
Sin embargo quedó todavía sólidamente recido el último vestigio del i. bizantino con
con vida el modelo imperial ideal, cuyas prue­ la caída de Constantinopla (1453) y cada vez
bas sucesivas fueron prim ero la experiencia más debilitado el i. occidental por la insigni­
de Enrique VII y después la de Luis el Báva- ficante consistencia de los Césares de la casa
ro que cobraron vida sobre todo en las apa­ de Luxemburgo y por las nuevas ideas huma­
sionadas reconstrucciones teóricas de los nísticas dominantes, la idea imperial de Occi­
escritores imperializantes encabezados por dente vivió su última época significativa con
las páginas del De numarchia de Dante. Según el encuentro entre el título cesáreo y el con­
Dante, que escribió a principios del siglo xiv, junto de los dominios de la casa de Austria.
al emperador le competían de cualquier El Sacro Imperio Romano, fortalecido no
modo, y se le debían reconocer siempre de en si mismo sino por el conjunto de los domi­
manera general, dos funciones: la de legisla­ nios que su titular (Carlos V, precisamente
dor universal en las materias fundamentales, como emperador, y I como rey de España)
de interés común, y la de juez supremo e ina­ desarrolló nuevamente y de manera concre­
pelable en las controversias entre los estados, ta en la prim era mitad del siglo xvi su fun­
realidades independientes, soberanas, semi- ción de coordinador y guia de Europa occi­
soberanas y autónomas. dental y de defensor de la iglesia romana ame­
De acuerdo con este punto de vista, la rela­ nazada por la nueva herejía luterana. Gran­
ción imperial abarcaba todo el Occidente des objetivos tradicionales en una sociedad
(.. An Italia —escribía Juan de Legnano— totalmente distinta, objetivos cuya consecu­
milla térra est acepltala. . .) salvo las zonas ción constituyó la fuerza inquietante de la
S04 INDIGENISMO

casa de Austria y marcó también en su tota­ recientes— pero las cuales nos ponen ante la
lidad el agotamiento y la desaparición —in­ extrema patología de la institución.
cluso formal— de la idea imperial.
Desde ese momento, como es sabido, el i., BIBLIOGRAFIA E. Bussi, II tliríllt) pnhhlico del
que había quedado en manos de una rama de Sacro romano impero alia fine del VIH secuto,
los Habsburgo, no fue capaz de desarrollar Milán. Giuffré, 1957-1959. vuls. Mi; R.W. y A.J.
una función de dominio en la baja Alemania, Carlyle, II pensiero poli¡ico medievale (1903-
ni en la alta Italia, ni en parte de la cuenca 1909), Bari, Laterza, 1956-1968, vols. i-iv P. De
balcánica: i. todavía teóricamente único v solo Francisci, Arcana Imperii, Roma, Bulznni, 1970,
(con excepción de la experiencia de la casa de vols. i-ni; A. Dempf, Sacrnnt Imperinm: la filo­
los Romanov que en Rusia se presentó bajo sofía della storia e dello stato nel Medioevo e nella
el título imperial [Caesar = zar] como conti­ rinascenza poli tica (1962), Messina-Milán, Prin-
nuadora tardía y abstracta del bizantinismo cipato, sf; G. De Vergotlini, l.ezioni di storia del
constantinopolitaño), formalmente siempre diritto italiano: il diritto pubblico italiano nei
excelso, permanente, necesario. En realidad, secoli xii-xv, Milán, Giuffré. 1960’. vol. i; F.
sólo era uno de tantos estados, algunos inclu­ Ercole, Dal comune al principato, Florencia,
so más fuertes que él, con una situación de Vallecchi, 1928; G. Falco, La Santa romana
parcelización y de desintegración interna que repuhhlica:profilo storico del Medio Evo, Milán-
los tratados de Westfalia (1648) definieron Nápoles. Ricciardi, 1950: H. Fichlenau. ¡.'impe­
también de manera expresa y tajante. ro carolingio (1949), Bari, Laterza, 1958: P E.
Imperio ciertam ente todavía "sacro” y Schramm, Kaiser. Rom und Renovatio. Sindica
“ romano” en lo formal, pero en realidad, nnd Texte zur Geschichte des Romisclien Erneu-
como decía su nuevo titulo oficial, "de la rnngsgedankc rom Ende des karolingischen Reí­
nación alemana”, definido cada vez de acuer­ dles biz znm Investilurstreit (1929), nueva ed.:
do con términos lingüísticos, territoriales y Darmsladt. Wissenschaf11¡che Buchgesel lschal t,
ambientales que eran exactamente lo contra­ 1975.
rio de la antigua construcción romana y
medieval. Se trata de un i., por lo tanto, redu­ [l'AOLO COLLIVA]
cido a mera forma, hasta que su mismo titu­
lo cayó en desuso como había sucedido con
su contenido.
El título imperial, en lugar de servir para indigenismo
designar al (por lo menos potencial) jefe úni­
co de una parte de la humanidad, rico en fun­ El término i. designa a la política instrumen­
ciones sagradas y religiosas, guia moral antes tada por los gobiernos de los países america­
que política, se usó para designar poderes nos para tratar específicamente con el sector
monárquicos sectoriales particularm ente de la población nacional definido, jurídica­
fuertes o uniones nacionales de estados coor­ mente o de hecho, como indígena o indio. En
dinados entre sí bajo un superpoder preciso, términos rigurosos, y según esta definición,
llamado precisamente i.; de este modo Napo­ ha habido i. desde el instante mismo en que
león quiso ser (y lo fue) "em perador” de los los europeos iniciaron la invasión del conti­
franceses, Francisco II se dio a si mismo el nente a fines del siglo xv; sin embargo, el tér­
título de "em perador” de Austria en 1806, v mino se ha aplicado en forma restringida y
asi también en el momento de la unidad ale­ se refiere únicamente a las políticas que se
mana el titulo cesáreo, con una interpretación formalizan a partir de 1940. año en que se rea­
totalmente nacional (si no es que nacionalis­ liza el prim er Congreso Indigenista Interame-
ta), se usó para definir el poder de guía del ricano en Pátzcuaro. Es entonces cuando sur­
rey de Prusia. ge el movimiento indigenista que comparte,
Realidades todas ellas novísimas, en rela­ en mayor o menor medida, una cierta orien­
ción sólo formal con el pasado: capaces de tación teórica y política y un conjunto de
crear sugestiones que desembocan en ridicu­ practicas en su acción sobre los pueblos
las construcciones de i. ficticios —como el indios.
que conoció la historia italiana en años muy Gonzalo Aguirre Beltrán, uno de los indi­
INDIGENISMO 805

genistas de mayor influencia en América, ron a cargo de Gonzalo Aguirre Bellrán y


resume en pocas palabras el núcleo del pro­ Julio de la Fuente, quienes concibieron la
yecto indigenista al concebirlo como "ideo­ acción indigenista en términos regionales de
logía del mestizaje, método y técnica de uni­ manera que se transform aran las comunida­
ficación nacional" (1957). Por lo menos en los des indias pero también sus relaciones de
países de Latinoamérica la política indigenis­ dependencia con los centros urbanos no
ta responde, efectivamente, a una concepción indios enclavados en cada región, asi como
ideológica según la cual la nación no está las actitudes discriminadoras de la población
totalmente construida y le corresponde al mestiza o “ ladina” que se halla en relación
estado (que fue previo a la nación) acelerar constante con los indios. Se propuso una
el proceso de unificación nacional. La diver­ acción integral a partir del propio centro rec­
sidad étnica se aduce como un obstáculo en tor o metrópoli ladina. Durante más de 25
el empeño por forjar la nación y el i. como años los esfuerzos por llevar a la práctica,
la herram ienta privilegiada para removerlo. masivamente, la teoría indigenista, tropeza­
Todo el proyecto descansa en la idea de que ron con la insuficiencia de los recursos, la
un estado abarca y define una nación y que imposibilidad de coordinar el conjunto de las
tal correspondencia es un valor absoluto que acciones gubernamentales en las regiones, los
debe realizarse. Si, como sucede en la reali­ intereses creados para cuya defensa se recu­
dad, estado y nación no coinciden, la opción rre frecuentemente a la violencia, y la resis­
del estado es construir la nación; pero en nin­ tencia de los pueblos indios aferrados a sus
gún caso se plantea la alternativa contraria: propios proyectos.
ajustar el estado a las características nacio­ En Brasil, con una problemática muy dife­
nales y étnicas de la sociedad. rente por tratarse mayoritariamente de
Lo anterior explica el énfasis de la teoría comunidades selváticas y no campesinas, ha
indigenista en la noción de integración. Antes habido también un notable desarrollo teóri­
de que se generalizara el uso de ese término co en relación con el indigenismo, a partir de
en la literatura especializada se emplearon los los trabajos de Darcy Ribeiro, Roberto Car-
de incorporación y asimilación, que denotan doso de Oliveira y sus seguidores, quienes han
claramente la idea de eliminar la especifici­ explorado diversos modelos de "frentes de
dad étnica de los grupos indígenas. La inte­ expansión” y han diseñado medidas para sal­
gración se ha planteado, según los principa­ vaguardar a la población aborigen del impac­
les teóricos del i., como un proceso capaz de to aniquilador que produce el contacto espon­
eliminar la marginación de la población indí­ táneo con los "civilizados”. Sin embargo, el
gena y asegurarle una posición de igualdad divorcio total entre los teóricos del i. y la
entre los demás sectores de la sociedad nacio­ agencia brasileña encargada de form ular y
nal; desde el congreso de Pálzcuaro y con una aplicar la política indigenista, controlada por
fraseología cambiante, un componente cons­ mano m ilitar durante largos años, ha impe­
tante del i. ha dado la consideración del indio dido poner en práctica los proyectos más con­
como un sector social en alguna forma débil secuentes.
y desvalido, lo que justifica la acción estatal Salvo algunas brutales excepciones, las
en su favor. El peso de la acción indigenista tesis indigenistas afirman siempre la necesi­
se ha cargado hacia la transformación de las dad de recuperar los aspectos "positivos” de
comunidades y culturas indias para "inte­ las culturas indias, que pueden ser ciertas for­
grarlas” a la vida nacional; de ahi que las mas de organización social, las maneras pro
labores educativas (en alfabetización y caste- pias de expresión estética y algunos valores
llanización, salud, técnicas agrícolas y arte­ nunca precisados. Parece que nunca fue nece­
sanales y otros campos) se cuenten siempre sario indicar quién decide lo que es “positi­
como proyectos centrales y logros fundamen­ vo” en la vida indígena: evidentemente es el
tales en todos los planes indigenistas. estado, gestor de la política indigenista. Los
México ha sido el país latinoamericano en resultados en este terreno son paupérrimos.
el que se ha prestado mayor atención oficial Los individuos y grupos "integrados” no con­
al desarrollo de una teoría del i. Las form u­ servan, en general, ningún valor tradicional
laciones más ambiciosas y coherentes corrie­ que pueda aceptarse como “ positivo”. En
80t IN D K iK N ÍlS M C )

algunas ocasiones se usan formas de trabajo das por dirigentes con experiencia y prepa­
comunal para realizar obras públicas decidi­ ración tales que les permite actuar no sólo en
das por las agencias indigenistas, o se incre­ el interior de sus comunidades sino en el
menta la comercialización de objetos tradi­ terreno político regional, nacional y aun inter­
cionales convertidos en "artesanías” para el nacional. Surge también una nueva intelec­
turismo. tualidad constituida frecuentemente por per­
El debate sobre el posible destino de las len­ sonas que recuperan su identidad india tras
guas indígenas ha ocupado constantemente un largo proceso de desindianización. Los
la atención de los indigenistas. El uso de la programas, las demandas y las luchas concre­
lengua materna como puente para la adqui­ tas de las organizaciones indias introducen
sición de la lengua nacional en los primeros un nuevo y fundamental elemento en el pano­
años de escolaridad ha sido recomendado rei­ rama indigenista del continente. Muchos cua­
teradam ente en los congresos indigenistas, dros y especialistas que las agencias indige­
así como la defensa y el estimulo de los idio­ nistas formaron en las propias comunidades
mas indios, pero poco se ha hecho en ese sen­ con el fin de que actuaran como agentes de
tido y resulta menos cuando se compara con cambio en favor de la integración reclaman
la creciente presión que se ejerce contra las ahora el derecho a ser ellos, en tanto indios,
lenguas indígenas por diversos medios, inclui­ quienes decidan las políticas convenientes
do el propio sistema escolar. para el desarrollo de sus pueblos. Se afirma
Cada estado nacional imprime a la políti­ en todos los casos el derecho a ser y seguir
ca indigenista su propio carácter, variable siendo indios, el derecho a la diferencia que
según la correlación de las fuerzas que se dis­ resulta de la especificidad histórica de cada
putan el poder de decisión. El i. chileno de pueblo, que no debe significar desigualdad,
1972 es radicalmente diferente del que impe­ inferioridad ni discriminación. La participa­
ra dos años después. Hay momentos que per­ ción, antítesis de la marginalidad, se conci­
miten acciones más definidas en defensa de be sólo a partir del ejercicio libre de la pro­
la población indígena y otros en los que el i. pia cultura, lo que significa un giro de 180"
es una punta de lanza en beneficio de intere­ frente al i. integracionista. Más allá de las
ses no indios, frecuentemente transnaciona­ demandas inmediatas y angustiosas, los pro­
les. De ahí que. aunque todo es oficialmente gramas de las organizaciones políticas indias
i., resulta difícil generalizar sobre muchos proponen un proyecto civilizatorio alterna­
aspectos concretos. tivo. un ideal social diferente, basado en una
Hacia 1970 se puede fijar el inicio de dos concepción distinta de la relación entre el
movimientos de contestación del i. que m ar­ hombre. la suciedad y la naturaleza.
can toda la década. Por una parte, se desarro­ Ante este reto planteado ya por los pueblos
lla una corriente teórica que cuestiona, des­ indios los gobiernos se han visto obligados a
de los centros académicos, los fundamentos revisar sus políticas indigenistas. En el caso
mismos del i. A escala latinoamericana esa de México, a partir de 1977 se reformula el
posición se expresa en la “Declaración de Bar­ discurso indigenista y se anuncia que el i. no
bados” (1971), que defiende el derecho de los es mas una política para los indios sino con
pueblos indios a ser protagonistas de su his­ los indios, al mismo tiempo que se admite la
toria y gestores de su propio destino y llama pluralidad étnica como un recurso y no como
a los gobiernos, las iglesias y los científicos un obstáculo para la construcción del país.
sociales a cumplir su misión en concoi dun­ En otros casos la respuesta a la movilización
d a con ese objetivo. En este planteamiento creciente de los pueblos indios ha sido la per­
la autogestión ocupa el lugar de la integración secución y la represión violenta, acompaña­
y el desarrollo étnico remplaza a la acultura­ da de cambios administrativos y jurídicos que
ción dirigida. buscan reforzar el control absoluto del esta­
Simultáneamente surge otro movimiento do sobre el destino de los pueblos indios. Hay,
con objetivos similares pero mucho más como marco general, una nue\a embestida
importante: en todos los países con población que intenta apoderarse de los recursos natu­
indígena comienzan a aparecer organizacio­ rales y la fuerza de trabajo que han conser­
nes políticas indias de nuevo cuño, encabeza­ vado los pueblos indios.
IN D U S T R IA L IZ A C IO N 807

h i b i . k X j RAFIA: G. Aguirre Bcltrán, El proceso de nacional; 4] política de abundancia), hace


aculturación. México, U N A M , 1957; G. Aguirre coincidir la política de i. con las dos etapas
Bcltrán, Regiones de refugio. México, Instituto citadas del desarrollo económico (Organski,
Indigenista Interamcricano, 1967, G. Bonlil Bata­ 1965).
lla (comp.), Utopia y revolución: el pensamiento El concepto de i. debe distinguirse del con­
político de ¡os indios en América /.atina, Méxi­ cepto de modernización. Ya sea que se consi­
co, Nueva Imagen. 1981; Documentos de la dere como el aspecto económico de un pro­
Segunda Reunión de Barbados. Indianidad y des­ ceso más general de modernización, ya sea
colonización en América ¡atina, México, Nueva que se considere como un fenómeno hetero­
Imagen, 1979; Instituto Indigenista Interamcri- géneo e independiente de ese proceso, la i..
cano. INI, JO años después, México, IN I, 1978; desde el momento en que, a diferencia del pro­
A.D. Marroquin, Balance del indigenismo. Méxi­ ceso de modernización, es mensurable en tér­
co, IN I, 1972; D. Ribeiro, las fronteras indígenas minos cuantitativos y desde el momento en
de la civilización, México, Siglo XXI, 1971; que es susceptible de una periodización más
Varios, /.a situación del indígena en América del precisa, puede examinarse de una manera
Sur. Montevideo, Tierra Nueva. 1972; Wánkar. totalmente autónoma.
Tawantinsuyo: cinco siglos de lucha contra Espa­ La relación entre modernización e i. está
ña, México, Nueva Imagen, 1981. definida mejor en la sucesión cronológica al
identificar el proceso de modernización en
[G U IL L E R M O B O N FI1. BATALLA] sentido estricto con la segunda fase de Rus-
tow (reunión de las condiciones preliminares
del desarrollo) y en particular con el proceso
de unificación nacional (Organski habla jus­
industrialización tamente, a propósito de este periodo, de polí­
tica de unificación primitiva). Si el estado
i definición. Se entiende por i. en sentido nacional sigue siendo todavía la forma más
general el proceso a través del cual una socie­ moderna de organización política, es obvio
dad con actividades predominantemente pri­ que la decisión de construir un estado nacio­
marias se transform a en una sociedad con nal marque el principio de un proceso de
actividades predominantemente terciarias. modernización y que la consecución de la uni­
En este sentido, la i. es sinónimo de creci­ dad nacional, dentro de un determinado mar­
miento económico, desarrollo económico y co constitucional autónomo, sea su prim er
modernización económica. acto.
En sentido más restringido, y con fines de Está comprobado históricamente que la
análisis político, la i. se refiere únicamente unidad nacional —o sea una fase del proceso
al periodo crucial del proceso correspondien­ de modernización— es el presupuesto de la
te, o sea a la transición desde su comienzo i. Esto no significa que el proceso de moder­
hasta la lase autopropulsiva, periodo que se nización termine con el nacimiento del esta­
caracterizó por cambios drásticos y decisivos do nacional y con el principio de la i. Sin
en la configuración política y social del país embargo, después de la unidad nacional los
en cuestión (revolución industrial). dos procesos avanzan de m anera asincróni­
En el proceso de desarrollo económico Ros- ca y pueden también en trar en conflicto. El
tow distingue cinco fases correspondientes: proceso de modernización tiende, en efecto,
1 ] la sociedad tradicional; 2 ] la reunión de las a la integración nacional, o sea a introducir
condiciones preliminares para el despegue; 3] a lodos los miembros de la comunidad en el
el despegue; 4] la transición a la madurez; 5] circuito político, con iguales derechos de par­
el periodo de los grandes consumos masivos ticipación. El proceso de i., por el contrario,
(Rostow. 1962). Por i. en sentido estricto tiene sobre la sociedad nacional un efecto que
entenderemos el periodo correspondiente a en un prim er momento es desintegrante.
la tercera y cuarta etapas. También Organs-
ki. que subdivide el desarrollo político en cua­ II.ORIGEN La i. no es un movimiento espontá­
tro etapas ll] política de unificación prim iti­ neo. Responde a una decisión consciente de
va; 2] política de i.; 3] política de bienestar desarrollo y es un acto fundamentalmente
808 IN D U S T R IA L IZ A C IO N

agresivo hacia el ambiente circunstante tarias, son fenómenos incoherentes desde el


empezando por el ambiente natural nacional punto de vista estricto de la objetividad eco­
al que le exige una transformación. Se suele nómica, pero se insertan perfectamente en la
contraponer el carácter espontáneo de la pri­ lógica agresiva de la decisión de desarrollo.
mera revolución industrial a la i. tardía en La agresividad, como característica de la
que el estado desempeña una función prim a­ voluntad de desarrollo, explica cómo la gue­
ria. Estudios recientes niegan el papel pasi­ rra, que se presenta como organización de esa
vo del poder en la i. británica y, aunque remi­ agresividad, puede convertirse, y de hecho se
ten a Pili el Joven el principio de una políti­ ha convertido en muchas ocasiones, en un fac­
ca económica pública programada, se insis­ tor acelerador del desarrollo. La voluntad de
te en que la revolución industrial coincide con desarrollo puede p a rtir obviamente de una
la organización de una economía de guerra derrota militar como elemento unificador de
al final de la conclusión victoriosa de la cam­ una agresividad reprimida o frustrada.
paña antinapoléonica (Deane, 1971). También en este aspecto la primera revo­
A diferencia de la voluntad modernizado- lución industrial, la británica, no se aparta
ra, la voluntad de desarrollo no se presenta del paradigma: reacción de la sociedad nacio­
como una voluntad desinteresada sino que se nal al aislamiento internacional (guerra de los
traduce siempre en la imposición, por parte 7 años) y a la derrota m ilitar (pérdida de las
de la élite agresiva v desprejuiciada, que es colonias americanas). Las guerras napoleóni­
la protagonista, del pago del precio del desa­ cas acompañaron al despegue y el imperialis­
rrollo a los sectores más débiles de la socie­ mo al drive fur maturity.
dad nacional y algunas veces también a sec­
tores externos a la sociedad nacional. El pro­ til. IN D U ST R IA L IZ A C IÓ N Y S O C IE D A D : KL D U A LISM O . Se
ceso de acumulación que hace posible el desa­ ha dicho que en un principio la i. produce
rrollo autopropulsivo es pagado en general efectos contrarios a la modernización, pues
por los sectores ajenos al desarrollo. Malthus en lugar de acelerar el proceso de integración
llega a proponer la eliminación física de los nacional produce un efecto disgrega!ivo en la
elementos marginales. Ley de bronce de la comunidad nacional. La existencia de un sec­
política de i. es la negación del bienestar. tor socioeconómico dinámico convierte en
El contenido agresivo de la decisión de obsoleto al sector tradicional y también a las
desarrollo explica que ésta aflore como reac­ estructuras sociales y políticas del país que
ción a una humillación nacional, como reac­ están legitimadas exclusivamente por la
ción a un evento que simboliza traum ática­ sociedad tradicional. El crecimiento del sec­
mente las circunstancias negativas internas tor industrial hace cada vez más estridente
y externas que bloquearon la dilatación del el contraste y más graves las descompensa­
potencial físico y humano de una sociedad ciones sociales y políticas que se derivan de
considerada atrasada. Paradójicamente, esta él. Las medidas de autodefensa adoptadas por
reacción es al mismo tiempo imperialista los sectores que soportan el peso de la acu­
hacia el exterior y antim perialista hacia el mulación agravan los resquebrajamientos
interior. Imperialista hacia el exterior porque sociales y alimentan un particularism o cor­
tiende a obtener aun fuera de la comunidad porativo.
nacional los medios para su desarrollo (teo­ Los contrastes generados por la i. pueden
ría del "espacio vital", del “lugar bajo el sol", resumirse en el concepto de dualismo. La
etc.). Antimperialista hacia el interior porque sociedad se presenta dividida en dos: un sec­
tiende a considerar cualquier injerencia exter­ tor moderno y dinámico, el sector en vias de
na como factor de fricción en la consecución i., y el sector tradicional, estático, pero insti­
del desarrollo autopropulsivo (xenofobia, pro­ tucionalmente capaz de oponer una resisten­
teccionismo, tendencias autárquicas, expul­ cia durísima a las nuevas fuerzas sociales. El
sión de los capitules externos, etc.). El colo­ dualismo tiende a profundizarse de tal mane­
nialismo y el belicismo de los países en vías ra que genera una situación de guerra civil
de desarrollo por un lado, y por el otro sus latente, que puede resolverse con la imposi­
hostilidades hacia las intervenciones externas ción de una disciplina autoritaria o con una
a pesar de ser económicamente complemen­ movilización general de la sociedad nacional,
IN D U S T R IA L IZ A C IÓ N 809

o bien puede desembocar en el conflicto abier­ adm inistrar el proceso de i. cambiando su


to (guerra de secesión norteamericana, gue­ naturaleza (como sucede con el comunismo
rra civil española, etc.) cuando las dos socie­ soviético) o promoviendo programas imperia­
dades presentan entre sí una dosis demasia­ listas externos que unifican todos los secto­
do elevada de irrcductibilidad o cuando fal­ res de la sociedad nacional, en una mística de
tan modelos unitarios eficaces. agresión externa (liberalismo Victoriano, la
Desde el punto de vista político constitucio­ Jacksoniun Democracy en Estados Unidos,
nal, el dualismo hace saltar los mecanismos radicalism o francés, dem ocracia ru ral
de conciliación preexistentes (comprendidos israelita).
los sistemas políticos representativos), que. Los sistemas capaces de cicatrizar autori­
asignando en el mejor de los casos igual peso tariam ente el dualismo, uniendo las ramas
al sector dinámico que al sector estático de principales de la sociedad nacional, tienen en
la sociedad, paralizan al primero. Ciertos cambio posibilidades de éxito en el periodo
fenómenos de retroceso político que sobrevie­ de la industrialización.
nen en el momento dramático del dualismo La i. en sí misma no se presenta como fac­
y que se presentan en abierto contraste con tor de democratización. Al contrario, postu­
la linealidad abstracta del proceso de moder­ la por lo menos transitoriam ente una orga­
nización, son tales sólo en apariencia y de nización autoritaria de la suciedad. La prime­
cualquier modo no están en contraste con la ra revolución industrial de la historia, la bri­
lógica del proceso de i. Se trata simplemente tánica, no constituye una excepción.
de superaciones drásticas del dualismo. El panorama político que presenta Inglate­
El dualismo, ejemplo típico de la situación rra en las dos décadas de las guerras napo­
de descomposición social que Jules Monne- leónicas es realmente desolador: el liaheas
rot llama “situatiun de détresse”, tiene como Corpus queda suspendido, los salarios reales
consecuencia inmediata una "demanda de van disminuyendo, los alborotadores son
poder” (Monnerot, 1969).IV . reclutados en las fuerzas de la Marina. Cual­
quier tentativa de asociación en el ámbito
IV. IN D U STR IA L IZA C IÓ N Y PO LITIC A . E L PR O B LEM A DE LA obrero es reprimido por los Cuntbinatiun Acts
d e m o c r a c i a . La relación entre i. y sistema de como práctica restrictiva del comercio. La
gobierno debe considerarse de acuerdo con represión se promulga por un largo periodo
la capacidad de este último de proporcionar aun después de la conclusión de las guerras
un complemento de poder necesario para napoleónicas. Los delitos contra la propiedad,
detener el proceso de disgregación nacional. que comprenden también los delitos "sindi­
Las fórmulas políticas que no se manifies­ cales", entrañan la aplicación por vía admi­
tan capaces de proporcionar un complemen­ nistrativa de la pena de la deportación. Los
to de poder son extrapoladas inexorablemen­ jefes de las agitaciones obreras corren peli­
te por el proceso de i. Y entre las primeras gro de muerte. El Rcform Bill de 1832, con
en ser extrapoladas están las ideologías que el que empieza la apertura democrática del
nacen en el periodo de la i. y que se identifi­ sistema político inglés, representa simple­
can con los intereses de los grupos que están mente la cooptación, por parte de los estra­
empeñados en ella. Nos referimos tanto a las tos dirigentes tradicionales, de la clase empre­
ideologías protectoras de la clase obrera sarial en ascenso (de Schweinilz Jr., 1964).
(socialismo, comunismo, anarquismo, anar­ En el periodo de la i. el principal obstácu­
cosindicalismo. etc.) como a las ideologías lo para la democratización es la imposibili­
típicas de los estratos técnicos y em presaria­ dad que esta tiene de ofrecer un mejoramien­
les (liberalismo, radicalismo, socialdemocra- to al nivel de vida de las masas populares. El
cia, utilitarismo, saintsimonismo, etc.) y de problema de los sistemas políticos que pro­
las vanguardias culturales (futurismo). Tan mueven la i. no es el de mejorar el nivel de
to las unas como las otras no pasan de estar vida de las masas populares sino el de dar una
en función de intereses sectoriales y dan ori­ justificación válida a la falta de mejoramien­
gen a sistemas que en lugar de superar el dua­ to, y hasta del empeoramiento, tomando en
lismo lo agravan. Pueden resultar en sistemas cuenta que también los posibles mejoramien­
de gobierno estables que únicamente logran tos se ven moralmente anulados por el eíec-
810 I N D U S T R IA L IZ A C IÓ N

to negativa de la ostentosa opulencia de la éli­ tada todavía por la guerra civil). Únicamente
te industrializadora. En este sentido, la gue­ el prim er tipo es aceptable desde el punto de
rra, o de alguna manera una organización vista histórico: en efecto, sus características
m ilitar del país contra una amenaza exterior (1] autoridad jerárquica; 2] fidelidad total; 3]
aun ficticia, se presenta como una coartada flexibilidad táctica; 41 unitarismo; 5] difusión
mística de una austeridad inevitable. ideológica) le permiten responder a las exi­
Existen de cualquier modo sistemas com­ gencias inmediatas de la sociedad dualista.
patibles con la intensificación del proceso de El politólogo brasileño H. Jaguaribc ofre­
democratización: está el caso que denomina­ ce los siguientes modelos: 1 ] el "nacional-
remos de la "i. mimética” o de la "democra­ capitalismo”, basado en el predominio de la
cia dependiente" o "satélite”. Este se lleva a burguesía empresarial, apoyado en un parti­
cabo cuando la i. se exporta literalmente de do del desarrollo que bajo un liderazgo de tipo
un país a otro. La agresividad se apaga de esta neobismarekiano se convierte en partido
manera porque la misma decisión de desarro­ mayoritario y como tal ejerce el poder con el
llo se sustituye con una decisión externa. His­ apoyo de las masas en oposición a las Iuer-
tóricamente tenemos el ejemplo de Estados zas reaccionarias y radical-revolucionarias y
Unidos, que deben el comienzo del despegue oriente la comunidad hacia el desarrollo
a la expansión de la i. británica. Dentro de nacional mediante una adecuada program a­
esta misma línea se desarrolla toda la trayec­ ción, asegurándoles a los empresarios la
toria del proceso de i. en Canadá, en Austra­ dirección de las empresas; 2 ] el "capitalismo
lia y en diversos países europeos (Bélgica. de estado", para los casos en que predomina
Holanda, Suecia, Suiza). Se puede hablar de la clase media tecnocrática que toma el poder
i. mimética también en el caso de Italia duran­ mediante un golpe de estado, constituye un
te el periodo anterior a 1915 (baste pensar en partido revolucionario para aliarse a través
la parte de los capitales alemanes, suizos, de él con las masas rurales y proletarias, y
franceses e ingleses, en las prim eras iniciati­ con el apoyo de éstas promueve el desarrollo
vas industriales, y en la válvula de escape de nacional mediante una programación adecua­
nuestra emigración) y durante el periodo da. asegurándole a la burocracia tecnocráti-
siguiente a 1945. En esos modelos, el dualis­ ca la dirección de las empresas; 3] el “socia­
mo se atenúa, tanto por el aumento de los lismo desarrollista", forma radical del capi­
recursos disponibles que permite detener los talismo de estado, caracterizado por la socia­
sacrificios como por la relativa debilidad de lización de los medios de producción y por la
la élite industrializadora que en parte es abolición de la economía de mercado, que
externa. También la lucha de clase se atenúa promueve el desarrollo a través de la planifi­
por la posibilidad de llevar a cabo sim ultá­ cación. asegurándole a la burocracia revolu­
neamente una política acelerada de i. y una cionaria la dirección de las empresas.
política acelerada de transformación social La clasificación de Jaguaribc tiene al mis­
y de difusión del bienestar.V mo tiempo un carácter preceptista y determi­
nista. De hecho sostiene que los países con un
V T IPO L O G IA PO LITIC A D E LA IN D I ST R IA L IZ A C IÓ N . La bajo nivel de ingreso sólo pueden industria­
clasificación más difundida de los regímenes lizarse aplicando el segundo o el tercer mode­
promotores del desarrollo la ha dado David lo. en tanto que el prim er modelo sólo es ade­
Apter: 1] “mobilization system '’; 2] “ reconci- cuado para los países en vías de desarrollo
liation system"; 3] “modernizing oligarchy” con un ingreso superior a los 250 dólares
(Apter, 1970). (Jaguaribe, 1969).
A la clasificación de Apter se le pueden Comparando con la observación empírica
hacer las siguientes observaciones criticas: el los esquemas de estos y de otros investigado­
tercer tipo se refiere a países que están toda- res (Organski y Graciarena) resulta que en el
\ia en la prehistoria de la i. (y algunos hasta periodo de i. surgen los siguientes modelos
en una fase "prerrostovviana"): el segundo políticos:
tipo no ofrece modelos duraderos válidos si 1] modelas pluralistas:
no están ligados con la i. mimética (Apter u] democracias imperialistas (Inglaterra,
tomaba como prototipo una Nigeria no afec­ Estados Unidos. Francia, Bélgica. Holanda y,
INDUSTRIALIZACIÓN s il

actualmente, India e Israel). maturgo capaz de su tu rar las heridas de una


h] democracias dependientes (Canadá, Aus­ sociedad en crisis. La función del caudillo la
tralia, Países escandinavos, Suiza y, actual­ asumen en las suciedades modernas las fuer­
mente, varios países sudamericanos); zas arm adas en su conjunto. El recurso a las
2 ] modelos de hegemonía militar. fuerzas armadas como "estado de reserva" es
a] con pluralismo imperfecto (Turquía de la forma más simple de proveer el comple­
hoy; España, 1945-1975; Portugal de Salazar- mento de poder requerido por la i. Con su
Caetano; H ungría de H orthv; G recia, organización unitaria y al mismo tiempo capi­
1967-1974); lar. el ordenamiento m ilitar se sobrepone a
3] modelos nacional-populistas: la sociedad desintegrada como un gigantes­
<i] bipolares o neotradicionales o sincréti­ co enyesado. La intervención m ilitar se tra­
cos (Italia fascista; Argentina peronista; Bra­ duce. en esencia, en la imposición de una gue­
sil, 1935-1938; España, 1939-1945; Irak, Siria, rra social y política que, en la medida en que
Argelia de Ben Bella, Túnez, México posrevo­ permite la continuación del crecimiento eco­
lucionario); nómico y en la medida en que secunda la mar­
h) monopolares o revolucionarios o totali­ cha de la historia, tiene posibilidades de dura­
tarios (lrss staliniana. China, Cuba actual). ción indefinida.
El mismo país puede adoptar durante la i. El sistema m ilitar se presenta en general
diversos modelos. Así, por ejemplo, Italia con características de provisionalidad y pue­
antes de 1914 puede calificarse como una de no sustituir todo el sistema representati­
democracia dependiente (con tentativas de vo preexistente al que se reservan franquicias
transformación con Crispí y con el mismo más o menos amplias, promoviendo igual­
tiiolitti, en democracia imperialista), desde mente coaliciones de poder (Turquía, Brasil,
1942 hasta 1943 como sistema nacional- Argentina y la España franquista). Aun cuan­
populista. y desde 1943 hasta el término de do el sistema representativo queda totalmen­
la i. nuevamente como una democracia depen­ te eliminado (sistemas carismáticos), el régi­
diente. La transición de la democracia depen­ men m ilitar no lo sustituye con un ordena­
diente al modelo de hegemonía m ilitar o al miento radicalmente nuevo. El régimen mili­
modelo nacional-populista es bastante fre­ tar, eminentemente proyectivo, es el gendar­
cuente. dada la incompatibilidad creciente me de la i. Su estabilidad depende de la
entre i. tardía e i. mimética. Otro fenómeno eficacia de su obra de tutela.
típico de nuestros días es la doble naturale­ Los sistemas nacional-populistas se pueden
za imperialista y dependiente de algunos paí­ reducir a un modelo único: el fascismo italia­
ses en vías de i. con modelo pluralista (India, no. del que siguen siendo todavía variantes
Israel). En el pasado también Bélgica y Holan­ inconfesadas (v. fascismo). Se puede aceptar
da tuvieron el doble carácter de sutélites la distinción de Graciarena entre regímenes
imperialistas. Las formas típicas están cons­ nacional-populistas neotradicionales (o sin-
tituidas. por otra parte, por modelos de hege­ cráticos, si queremos usar la terminología de
monía militar o nacional-populista, que repre­ Organski, o bipolares, si queremos usar una
sentan ya la regla de los países en vías de terminología más exacta), que no introducen
industrialización.V I. cambios en las relaciones de propiedad y lle­
van a cabo una política de compromiso con
V I. C A R A C T E R IST IC A S DF. L O S S IS T E M A S POLITIC O S D E LA las fuerzas tradicionales, y los regímenes
lambicn en los regímenes
in d u s t r ia l iz a c ió n nacional-populistas revolucionarios, que
pluralistas democráticos es frecuente el introducen alteraciones radicales en el orde­
recurso a un jefe m ilitar con una capacidad namiento jurídico del mundo económico
de atracción carism ática interclasista en los (reforma agraria, socialización de los medios
momentos cruciales de la i.: Wellington en de producción, supresión de la economía de
Inglaterra, MacMahon en Francia (I uis Napo­ mercado, etc.). En ese caso de puede restrin­
león puede considerarse por su parte porta­ gir el modelo fascista a los regímenes
dor de un carism a militar). Jackson y Grant nacional-populistas bipolares y considerar ei
en Estados Unidos responden al appelau sol­ stalinismo como prototipo de los modelos
dar El caudillo es considerado como un tau­ nacional-populistas monopolares o totalita-
812 I N D U S T R IA L IZ A C IO N

ríos. Existen, sin embargo, considerables de la disciplina represiva (sistema militar)


semejanzas entre los dos sistemas, tanto que sino en el plano de la movilización emotiva
no se puede concluir que la lógica del siste­ y por lo tanto consensual, hace que estos sis­
ma produza una transformación en sentido temas sean capaces de ofrecer lo que se ha
revolucionario del régimen neotradicional e, llamado un new deal of emolions (Gerschenk-
hipótesis todavía más frecuente, la transfor­ ron, 1965) y los obligan a mantener permanen­
mación en sentido opuesto del régimen revo­ temente al pais en una tem peratura de ebu­
lucionario en correspondencia con una fase llición cercana a la explosión.
avanzada del proceso de i. (Brzezinski habla La fórmula nacional-populista contiene de
de "socialfascismo" a propósito de Hungría algún modo elementos sugestivos tales que
y de la Rumania actuales; los casos de Méxi­ hacen que a menudo sea imitada aun por los
co y de Bolivia son casos típicos de transfor­ sistemas militares (especialmente los semica-
mación de regímenes nacional-populistas rismáticos), y esto explica muchas de las con­
revolucionarios en regímenes nacional- fusiones en la clasificación.
populistas ncotradicionales.) Una de las características comunes de los
La distinción entre sistemas militares y sis­ sistemas no pluralistas descritos es la tran-
temas nacional-populistas está dada por la sitoriedad. Superado el despegue, adelanta­
tendencia de los primeros a resolver el dua­ do el desarrollo autosostenido, subordinado
lismo con métodos empíricos, o sea con la o eliminado el sector tradicional, la i. deja de
desmovilización del aparato político e ideo­ requerir la hibernación o la exasperación del
lógico, con un proceso de despolitización y aparato político. El bienestar de las masas no
con la acentuación de los elementos economi- se convierte en un obstáculo sino más bien
cistas del sistema. La política se subordina en un incentivo para la i. Es posible una orga­
a la economía. El desarrollo económico goza nización del consenso basada en la difusión
de una prioridad absoluta. La problemática del bienestar y no en la disciplina o en la neu­
política y social se pone en relación con el rosis colectiva. Ya no se pone en discusión la
estado de atraso. Su solución se pospone a la existencia de la comunidad nacional. En el
i. completa con la confianza de que entonces ámbito de la sociedad industrial aflora la dia­
esa problemática ya habrá perdido su conte­ léctica de los grupos de presión y de los gru­
nido dramático. pos de interés. El pluralismo surge en el inte­
Los sistemas nacional-populistas proponen, rior mismo del bloque político de poder de
por el contrario, una ideología global, o mejor origen nacional-populista (sistema colegial en
dicho un programa nacional global, encarna­ la c r s s ) o m ilitar (España franquista, Portu­
do por un liderazgo carismático capaz de gal, Argentina). Esto no quita que la descom­
atraer un consenso interclasista y realizar presión política resulte muy larga y compli­
una movilización de masa, un proceso gene­ cada, como lo demuestran diversos casos. De
ral de politización que abarca a todas las cla­ todos modos, el proceso de i. actúa en las
ses y edades sin distinción. La movilización fases avanzadas en el sentido del proceso de
se realiza alrededor de reivindicaciones de modernización y de democratización, dejan­
carácter nacional (la grandeza del país), algu­ do de actuar en sentido divergente.
nas veces a costa de retardar la i. o de defor­
marla (política armamentista). La misma pre­ vil. c o n c l u s i o n e s . En la coyuntura internacio­
tensión de permanencia de estos regímenes, nal actual la i. sólo excepcionalmente resul­
y por lo tanto la necesidad en que se encuen­ ta compatible con los sistemas pluralistas y
tran de prolongar artificialmente la tensión, va acompañada casi en todas partes por la
los hacen más aventurados y por lo mismo suspensión del sistema representativo, por
más vulnerables —sobre todo externamente— graves restricciones de la libertad individual
a los sistemas militares, paradójicamente y por una organización represiva o instru­
mucho más prudentes y empíricos, a menos mental de los estratos subordinados en bene­
que la movilización de masa no esté sosteni­ ficio de una omnipotente élite cupular.
da por un aparato totalitario particularm en­ El carácter tardío de los procesos de i. en
te eficiente (stalinismo). En esencia, la reali­ curso tiende a agravar las complicaciones
zación de la unidad nacional, no en el plano políticas descritas, aumentando aún más la
IN S U R R E C C IO N 813

agresividad latente en las sociedades atrasa­ tégicos forman parte de un discurso más
das. en las llamadas naciones proletarias. La amplio sobre la revolución, o bien desapare­
única tendencia contraria podría estar repre­ ce por sí misma, y por este motivo tiende más
sentada por procesos de integración interna­ bien a coincidir siempre con manifestaciones
cional basados en la i.-mimética, o sea en la masivas pero que entrañan una participación
aceptación sistemática, por parte de las menor de personas, como la sedición o la sub­
potencias industriales, del peso del desarro­ versión.
llo de los países no industrializados. Derivando el término i. del latín insurgere
[levantarse contra], en el pasado recibió la
BIBLIOGRAFIA- D. Apter, System, process and ihe mayoría de las veces el significado limitati­
politics of economic development, en Industria- vo del movimiento "legitimo", guiado por los
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logie polinche dei pac si in via di svilnppo, Bolo­ to contra la opresión del pueblo y por la libe­
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Glencoe. The Free Press. 1964. En el curso de la revolución francesa, tenien­
do como fuente indirecta el pensamiento de
[l u d o v ic o in c is a ] Locke. hubo intentos de legalizar el derecho
a la i., de resolver con la ley lo que histórica­
mente siempre se resolvió por medio de una
manifestación de fuerza; en efecto, en el artí­
insurrección culo 35 de la Declaración de los derechos del
hombre y del ciudadano del acta constitucio­
Es el movimiento generalizado de un núcleo nal del 24 de junio de 1793, se afirmaba que.
de individuos contra el poder dominante, que cuando el gobierno viola los "derechos del
ordinariamente se puede identificar con el pueblo”, la i. se convierte, tanto para el pue­
gobierno; coincide en general con cualquier blo como para los individuos en "el más
rebelión de masa y se caracteriza por el uso sagrado de los derechos y en el más indispen­
de la violencia, a pesar de que ésta no nece­ sable de los deberes". Esto evidentemente es
sariamente debe manifestarse en forma físi­ un caso anómalo de legislación, típico de un
ca o material sino que puede ser simplemen­ gobierno revolucionario, pero es significati­
te moral. La i. es una especie de premisa de vo porque ha tenido algunas confirmaciones
la revolución, y su rasgo distintivo está dado en el mundo contemporáneo en situaciones
sobre todo por su corta duración; en efecto, de emergencia o de alta tensión ideal.
o da origen a la revolución \, por lo mismo,
la preparación táctica y los objetivos estra­ [C IA N M A R IO BRAVO]
814 I N T E G R A C IO N

integración segunda corriente destaca tanto la validez


empírica de la concepción que considera al
poder político como el motor de los procesos
i. i n t e g r a c i ó n Y u n i f i c a c i ó n Kn sentido lato, i. de i., de tal modo que sin su intervención efec­
significa superación de las divisiones y de las tiva pierden impulso y fracasan, como el
rupturas y vinculación orgánica entre los hecho de que la mayor receptividad del poder
miembros de una organización. En la actua­ político a las demandas de los miembros de
lidad esta organización se identifica norm al­ las distintas organizaciones lo convierte, al
mente con el estado-nación; se trata, enton­ mismo tiempo, en un instrumento más demo­
ces, de rupturas entre los diversos grupos que crático y más sensible. Mientras que la pri­
forman parte del mismo. Si la organización mera corriente parece caer, en definitiva, en
está constituida por una federación, las rup­ una especie de inevitabilidad —dadas ciertas
turas se deben al grado de heterogeneidad de condiciones— de la integración, la segunda
los estados miembros. La i. puede considerar­ parece estar más fácilmente en condiciones
se como un proceso, o bien como una condi­ de dar cuenta de las dificultades y de las
ción. Cuando se considera como una condi­ inversiones de tendencias registradas por los
ción se habla de organizaciones más o menos numerosos procesos de i. nacional y supra-
integradas. El nivel de i. dependerá de los sec­ naciunal emprendidos en nuestro siglo.
tores particulares que se tomen en cuenta. De De lo dicho hasta aquí resulta claramente
este modo se puede tener una elevada i. jurí­ que la i. política no puede distinguirse fácil­
dica y económica juntamente con una baja i. mente de los procesos de unificación nacio­
política. Habitualmente la i. económica y la nal y supranacional, y que el término i. indi­
i. jurídica son dos condiciones que favorecen ca generalmente un proceso más vasto y más
la i. política; pero cuando el poder político es complejo que la simple unificación. Un esta­
el motor de la i. uno de sus prim eros actos do o una organización pueden ser unitarios
consistirá en intentar promover la i. jurídica y tener, no obstante, un bajo nivel de i. El
y económica. nivel de i. se puede medir en relación con tres
Sin embargo, no se puede establecer a prio­ parámetros: una organización está tanto más
ri en cuál de los sectores del sistema se debe integrada cuanto más logre controlar los ins­
llegar a una i. más estrecha o más rápida para trumentos coercitivos e imponer la observan­
obtener una i. más elevada en lodos los sec­ cia de las normas y de los procedimientos que
tores. Esta tentativa debe basarse en un aná­ emanan de ella; estará tanto más integrada
lisis de la estructura interna de la sociedad cuanto más controle las decisiones concer­
o de las sociedades que están involucradas en nientes a la distribución de los recursos, y,
el proceso de i. Existen en literatura, a este finalmente estará tanto más integrada cuan­
propósito, dos corrientes de pensamiento: to más constituya el centro de referencia o de
una, llamada funcionalisia, sostiene que la identificación dominante para los miembros
ampliación gradual de las áreas de colabora­ de la organización misma. Es importante tam­
ción entre las distintas organizaciones esta­ bién el alcance de la i. que depende ante todo
tales y el aumento de los beneficios garanti­ del número de las áreas en que interactúan
zados a los miembros de estas organizacio­ de manera habitual los diversos elementos de
nes term inarán produciendo intereses cons­ la organización y de la intensidad de las inte­
titutivos para el mantenimiento de las áreas racciones.
integradas hasta desembocar en una i. global Queda por señalar la evaluación de las posi­
de todas las áreas. Otra corriente pone de bilidades de éxito de una tentativa de i. basa­
relieve que. ya que la mayor parte de los pro­ da en la naturaleza de las unidades que la pro­
blemas que hay que resolver para llegar a una mueven. La homogeneidad cultural de las dis­
organización integrada son de naturaleza y de tintas unidades parece ser un elemento deci­
carácter políticos o inciden de manera rele­ sivo para que dé comienzo una tentativa de
vante en el comportamiento y en la actividad i., pero no es un elemento suficiente para
de todos los miembros de las distintas orga­ hacerla avanzar hacia niveles más elevados.
nizaciones, el poder político es el que debe Una vez empezado el proceso, la cantidad y
tom ar la dirección del proceso de i. Esta la calidad de los beneficios que puede conse­
IN T E G R A C IÓ N 815

guir de la organización son los que impulsan periferias, con el uso de la fuerza en la mayo­
a los diferentes miembros a unir sus energías ría de los casos. Si el grupo que conquista el
pura alcanzar niveles más altos de i. Sin territorio y somete a los demás grupos es de
embargo, los beneficios económicos o simbó­ lengua y de composición étnica diferente, el
licos no son tampoco suficientes para que una proceso de i. territorial dejará residuos difí­
organización quede integrada en todas sus ciles de eliminar. Se producirán, en efecto,
esferas, de manera uniforme y en niveles ele­ desobediencias y oposiciones recurrentes a
vados, si falta el impulso de una élite (es posi­ las directivas del grupo en el poder, conflic­
ble que dos o tres élites potenciales actúen tos prolongados y tentativas de secesión. Esto
como centros propulsores, pero es más com­ ocurrirá, particularmente, cuando el grupo
probable una competencia entre ellas y el con­ en el poder intente cancelar la autonomía
siguiente estancamiento del proceso) y si fal­ local a través de la supresión de la enseñan­
ta el incentivo de fines dinámicos lo sea no za de la lengua de los grupos periféricos
meramente defensivos y negativos). Tenien­ (ejemplos típicos, las luchas de Cataluña y del
do presentes todas estas observaciones, e país vasco contra Castilla).
insistiendo en que el proceso de integración En la fusión se tiene un proceso lento de
tiene una dimensión histórica relevante, se acercamiento progresivo entre los diversos
puede esbozar una tipología de la i.: i. terri­ grupos geográficamente contiguos, que de
torial, i. nacional e i. social. ordinario se ve facilitado por la comunidad
lingüística, pero que puede también ser el
n. i n t e g r a c i ó n t e r r i t o r i a l . La i. territorial resultado de la percepción de intereses comu­
representa el proceso mediante el cual el con­ nes. El prim er caso está representado por la
trol del poder de un grupo logra extenderse unificación italiana, que se produjo, por lo
a todo un territorio anteriormente fracciona­ menos hasta 1861, como consecuencia de un
do. De acuerdo con las normas y las costum­ acercamiento progresivo entre los diferentes
bres del derecho internacional, este territo­ estados y que culminó en la conquista del rei­
rio se considera, desde ese momento, sujeto no de las dos Sicilias y de Roma. El segundo
al dominio del poder unificador. Este tipo de caso está representado por la experiencia de
i., que entraña la transferencia de la obedien­ la Confederación Helvética, sobre todo des­
cia desde las distintas regiones y desde los pués de la guerra de 1847-1848 entre los can­
distintos grupos a las autoridades centrales, tones protestantes y los cantones católicos.
se define comúnmente, en la ciencia política El tercer modelo de i. territorial, la irradia­
contemporánea, con la expresión construc­ ción, requiere ante todo la existencia de un
ción del estado y constituye, según muchos símbolo central aceptado por todos los gru­
autores, el prim er paso en el camino de la pos como punto de referencia; en segundo
modernización política (v. modernización). La lugar una considerable homogeneidad étnica
i. territorial puede producirse de acuerdo con v. en tercer lugar, la necesidad de un perio­
diversas modalidades concernientes a las do prolongado de manera que las capacida­
relaciones centro-periferia, y su objetivo no es des del sistema se expandan al mismo ritmo
únicamente la creación de una autoridad cen­ que la tasa de movilización y de las expecta­
tral fuerte sino la construcción de un merca­ tivas de los grupos. El sistema puede abrirse
do único, el establecimiento de un código jurí­ de éste a todos los grupos colocándolos en el
dico uniforme, de un sistema de transportes mismo nivel de oportunidades y de retribu­
unificado y de un sistema tributario extendi­ ciones. Este modelo caracterizó a la i. terri­
do a todos los grupos. torial de Gran Bretaña y de Japón.
En una prim era aproximación se pueden
distinguir tres modelos diversos de i. territo­ ni. integración nacional El segundo tipo de i.
rial: la conquista, la fusión y la irradiación. se refiere al proceso de creación de una iden­
Los tres modelos entrañan un conjunto de tidad común a todos los grupos étnicos, lin­
relaciones bien configuradas entre el centro güísticos, religiosos y regionales con el fin de
y la periferia. En la conquista nos encontra­ que se sientan parte de la misma comunidad
mos frente a un centro que tonta la iniciativa política. Este proceso se define, en la ciencia
del proceso de i. territorial de las distintas política contemporánea, como construcción
816 INTEGRACION

de la nación. Ya se conocía en el siglo xix; vicios —casas, escuelas, hospitales— y de


dentro de esta perspectiva hay que interpre­ oportunidades, dirigidas por los miembros de
ta r la famosa frase de Massimo D’Azeglio: la comunidad politica a las autoridades, es
“ Hecha Italia hay que hacer a los italianos.” probable que aumenten los conflictos entre
M ientras que el proceso de i. territorial con­ los diversos grupos de la comunidad respec­
siste esencialmente en la imposición de la obe­ to de la repartición de los bienes, de los ser­
diencia. el proceso de i. nacional consiste en vicios y de las oportunidades y de la imposi­
la aceptación, por parte de la población, de ción de diversas cargas necesarias para el fun­
las órdenes provenientes de las autoridades cionamiento del sistema.
centrales porque se consideran legitimas. Es evidente que el proceso de arreglo y de
El proceso de i. nacional recibe un fuerte solución de los conflictos se ve facilitado noto­
influjo del modo en que se desarrolla el pro­ riamente en el caso de que la movilización de
ceso de i. territorial. En efecto, si esta últi­ las masas esté estrictam ente controlada por
ma ha llevado a una posición de preminencia las élites de los diversos grupos Pero esto de
a un determinado grupo étnico o social, y éste por si no es suficiente, pues se necesita tam ­
sigue manteniendo todas las posiciones de bién que las élites se pongan de acuerda sobre
poder, es difícil que los demás grupos acep­ algunos procedimientos para la resolución de
ten sus órdenes sin oponerse. Por otra parte los conflictos, acuerdo que disminuye el tiem­
la situación se complica aún más porque po que hay que dedicar a cada conflicto y que
podemos encontrarnos ante un grupo numé­ refuerza la cohesión entre las élites. La exis­
ricamente m ayoritario en el poder, o bien tencia de estructuras partidistas capaces de
ante un grupo numéricamente minoritario en mediar en los conflictos y de agrupar los inte­
el poder, o bien ante grupos en igualdad reses, el reclutamiento de los funcionarios
numérica sustancial y ante su coalición en el públicos y de los magistrados de manera pro­
poder o, finalmente, ante un completo frac­ porcional entre los distintos grupos, asi como
cionamiento de la sociedad. El grupo numé­ una economía en expansión, son todos ele­
ricamente dominante toma tarde o tem pra­ mentos que permiten una solución positiva
no el poder central y se encuentra ante el dile­ del proceso de i. nacional por lo que concier­
ma de la opresión de los grupos minoritarios, ne a la difusión v aceptación de los valores
y su asimilación, o la aceptación de la unidad comunes. Algunas veces, sin embargo, la
en la diversidad. Esta última estrategia fra­ representación excesiva de algunos grupos
casó recientemente en Nigeria (entre Hausa- dentro de la burocracia nacional, el poder
Fulani, Ibo y Yoruba) y en Malasia (entre los excesivo de algunos partidos políticos (o su
malasios, chinos e indios). La opresión de un obra de encapsulamiento de algunos grupos)
grupo étnico numéricamente dominante se y la corrupción de la m agistratura constitu­
aplicó con éxito en Ruanda por parte de los yen precisamente el obstáculo más grande.
Uhutu sobre los Watussi. La opresión de un Hemos dicho que cuanto más movilizadas y
grupo numéricam ente m inoritario se produ­ cuanto menos asim iladas estén las masas en
jo en Sudáfrica y en Rodesia del Sur, que el proceso político de nacionalización tanto
representan casos evidentes de no-i. nacional. más importante resultará la función de las éli­
Hasta ahora sólo la India, debido también a tes de los distintos grupos. Estas pueden ser­
la secesión de los musulmanes de Pakistán, vir de filtro para las nuevas movilizaciones
consiguió m antener la unidad politica y la y para las crecientes demandas, aunque con
diversidad cultural. frecuencia su lucha por el poder las llevará
La creación de un consenso mínimo sobre precisamente a movilizar a las masas como
algunos valores fundamentales, y especial­ instrumento de lucha politica. Tácticas de
mente sobre la aceptación de algunos proce­ este tipo dan origen a fenómenos definidos
dimientos para la resolución de los conflic­ como de i. nenativa (como en el caso de la
tos, reviste una importancia relevante para socialdemocracia en la Alemania guillermina)
el proceso de i. nacional. Desde el momento o de agudización de las fracturas sociales
en que la modernización entraña un proceso (como en el conflicto entre la India y Pakis­
de movilización en amplia escala, del que se tán, en Ceylán y en Chipre).
derivan demandas crecientes de bienes v ser­
INTEGRACIÓN 817

iv. integración social El tipo de i. que defini­ deriva de aquélla, constituyen dos caracterís­
mos como social se refiere a la superación de ticas esenciales de la modernidad. Y, en gene­
la divergencia entre élites y masas, entre ral, la renuencia a colaborar indica precisa­
gobernantes y gobernados. Esta divergencia mente una tendencia peligrosa a la desinte­
no adquiere importancia política mientras las gración de las organizaciones. En este tipo de
masas acepten como justo el gobierno de las conducta, que llamaremos integrante, influ­
élites. Pero esta percepción tiende a cambiar yen tanto las características culturales de una
cuando se produce la transición de una fór­ población como las capacidades de las élites
mula de poder a otra y, típicamente, cuando para ponerse como guía y para señalar fines
se pasa del poder tradicional, basado en una dinámicos a las actividades de la sociedad.
obediencia cuyo origen ya no se recuerda, a
nuevas formas de poder, basadas generalmen­ v autonomía f. INTEGRACIÓN. El proceso de i.
te en la legalidad v en la racionalidad, es decir política de las distintas comunidades es, en
en un apego de las normas y de las órdenes definitiva, un proceso multidimensional,
a procedimientos acordados y consolidados. sometido a numerosos influjos internos v
Sin emhargo, el problema de hacer que el país externos. Estos últimos, en particular, se han
legal sea cada vez más representativo del país descuidado frecuentemente. Pero, así como
real no desaparece en este punto. Ya que la la i. política de los estados europeos recibió
divergencia entre élites y masas no se debe un influjo profundo de las distintas guerras
sólo a una desigualdad de acceso al poder sino sostenidas en el continente, asi también la i.
que depende también de la desigualdad en la política de los países nuevos, m arcada por la
instrucción y en el nivel de conocimientos y expansión colonial y por sus consecuencias,
de la dificultad de las comunicaciones, su se ve retrasada por la actividad de las gran­
superación requerirá intervenciones comple­ des potencias ncocoloniales y por las grandes
jas y múltiples. compañías económicas internacionales y tras-
El problema de la comunicación entre éli­ nacionales. Estas últimas tienden, en efecto,
tes y masas, pero también la comunicación a favorecer conscientemente a algunos gru­
de las demandas de las masas, es im portan­ pos más que a otros y a mantener en el poder
te, aunque es mucho más importante aún la a gobernantes desacreditados con tal de que
actitud de las élites respecto de las masas. Si apoyen su política económica. Las compañías
las élites consideran a las masas únicamente internacionales encuentran redituable finan­
como medio para acrecentar el poder del esta­ ciar a algunos grupos, a algunos sectores y
do, sólo como una materia prima que hay que a algunos estados creando aristocracias del
plasmar, es probable que la divergencia se trabajo e islas de desarrollo y acrecentando
agudice a medida que avanza la moderniza­ la divergencia dentro de los distintos estados,
ción hasta que se ponga una contraélite a la tanto respecto de los grupos de trabajadores
cabeza de las masas. Por el contrario, si las como respecto de los grupos regionales y étni­
élites logran mantener siempre un justo equi­ cos favorecidos por ellos a través de sus inver­
librio entre la necesidad de dar una guia y una siones privilegiadas. Los ya de por sí difíci­
orientación a la sociedad y la apertura a los les problemas internos de los países del ter­
deseos de las masas y a los líderes elegidos cer mundo se complican aún más por el com­
por éstas, la divergencia tenderá a reducirse. plejo juego internacional del que, por la bue­
La superación de la divergencia élites- na o por la mala, ya han entrado a form ar
masas está, por lo tanto, condicionada fuer­ parte.
temente por la calidad del liderazgo, aunque Pero, además de los países del tercer mun­
la disponibilidad de recursos económicos y do, también en los países occidentales los pro­
simbólicos representa una ventaja no despre­ blemas de la i. política han resultado difíci­
ciable para la consecución de la i. social. Ade­ les de solucionar, como lo atestiguan los per­
más, a medida que avanza la i. aumenta la dis­ sistentes conflictos de orden religioso, cultu­
ponibilidad de los individuos a trabajar uni­ ral y étnico de los años sesenta. Salvo en
dos por la consecución de objetivos comunes. pocos casos afortunados, no se ha alcanzado
Esta predisposición y la capacidad de hacer todavía el justo equilibrio entre autonomia e
funcionar organizaciones complejas que se integración.
818 INTEGRISMO

iiiBLlQ(>rafia Between sovereignty and integra- prendida la ciudad de Roma, se aceleró el pro­
non, fascículo especial de Government and ceso de ruptura, determinando el rechazo
Opposition, IX, invierno de 1974; K.W. Deutsch, radical del estado italiano por parte de la
Nationalism and social continúnication, Nueva curia romana y en consecuencia una actitud
York. John Wiley and Sons, 1953; A. Et/.ioni, Uni- de intransigencia por parte del mundo cató­
ficazione poli tica (1965), Milán, Etas I.ibri, 1969; lico organizado respecto del nuevo estado uni­
R.O. Keohane y J.S. Nye, International interde- tario. Al rechazar el nuevo orden, la iglesia
pendence and integrution, en Handhook of poli- se encuentra con una actitud de oposición en
tical Science, a cargo de F.I. Greenstein y N.W. varios países: en Francia, la Comuna cambia
Polsby, Reading, Addison Wesley, 1975, vol. vm; radicalmente de actitud con relación a la igle­
R.O, Keohane (cump.), Transnational relations sia; en Alemania aparecerá el K ulturkam pf
and world politics, Cambridge, Harvard Univer- que enfrentará a Bismarck contra la iglesia
sity Press, 1972; L.N. Lindberg y S.A. Scheingold católica, politicamente organizada alrededor
(comps.). Regional integrution: theory and del partido del Centro: en países tradicional­
resea reh, Cambridge, Harvard Universiiy Press, mente católicos (España. Portugal, América
1971; M. Weiner, Political integration and poli- Latina) la iglesia se enfrenta con los gobier­
tioal development, en The Atináis, 358, 1965; C.E. nos liberales anticlericales. La única solución
Welch Jr., Dream of unity: Pan-africanism and posible parece ser el retomo a un orden social
political unification in West Africa, Ithaca, Cor- cristiano. En ello estarán de acuerdo los
nell Universiiy Press, 1966. papas que se irán sucediendo: León XIII reco­
ge la herencia de Pió IX, indicando un cami­
[gianfranco pasquino] no que será continuado por Pío X.
Pío IX se había mantenido a la defensiva;
León XIII retoma la iniciativa. Asi se expli­
can sus diversas intervenciones, primero para
integrismo restaurar en las escuelas católicas una rígi­
da disciplina de pensamiento, regresando a
El término i. tiene su connotación precisa a la tradición tomista; después estableciendo
partir de la segunda mitad del siglo xix, para las bases para unas nuevas relaciones entre
indicar una concepción global y unitaria del la iglesia y los estados; finalmente, y sobre
cristianismo, no sólo porque reafirm a la todo, dando al orden social cristiano un con­
intangible integridad doctrinal, sino también tenido de acuerdo con los datos concretos de
y sobre todo porque se presenta como un sis­ la época. Éste será precisamente el progra­
tema de vida y de pensamiento aplicado a ma y el objetivo de la encíclica más conocida
todas las necesidades de la sociedad moder­ de este papa, la Retrum Novarían (1891), que
na, mientras que el liberalismo y después el se convierte en el texto básico del catolicis­
socialismo piensan que la sociedad tiene en mo integral, que confirma asi su intransigen­
sí misma los medios para resolver sus pro­ cia con fuertes enunciados sociales. Contra
blemas y la religión debe seguir siendo una la burguesía y su revolución, que ha provo­
cuestión privada, un simple problema de con­ cado el desorden social de donde nacerá nece­
ciencia. sariam ente el movimiento socialista, la igle­
Las premisas de la concepción integral del sia se presenta como la defensa del pueblo
catolicismo se encuentran en el Syllabus de cristiano, de las categorías menos favoreci­
Pío IX (1864), donde se reafirm a en términos das y olvidadas por el nuevo orden burgués.
explícitos la imposibilidad para la iglesia de Pasando a realizaciones concretas, el cato­
reconciliarse con la sociedad moderna, por licismo integral descubre la miseria de la vida
cuanto dicha sociedad quiere excluir la igle­ obrera y campesina, y tal descubrimiento
sia y la religión de la vida pública. A una con­ determina el nacimiento de ciertos movimien­
cepción laica y privada de la religión, la igle­ tos en los que la juventud católica y el clero
sia opone su concepción integral y confe­ se dedicarán a la acción social y de ahí surgi­
sional. rá la democracia cristiana. Esto no significa
Cuando se completó la unidad de Italia con que la iglesia abandone a la burguesía: al con­
la pérdida de los estados pontificios, com­ trario, intentará \ arias veces la reconquista
INTELECTUALES «19

de la misma, abriendo el camino a la futura bibliog ra fía :Sobre la historiografía y la histo­


alianza clérico-moderada. ria de las diversas actitudes del mundo católi­
La actitud intransigente de la iglesia apa­ co, véase el Dizionario sumen del movimento cat-
rece pues como consecuencia directa de esta tulico in Italia IR6Q-I9H0, Turin, Marietti, 1981,
concepción integral de la vida religiosa y del vol. i, t. I y 2; G. Cannizzo, Alcuni recenti sludi
urden social cristiano. Hn un sentido amplio, sull'integrismo, en Rivista di Sturia delta Chie-
dicha actitud indica un rechazo de los valo­ sa in Italia, 1970, 2; É. Poulat, Intégrisme et cal-
res liberales de la sociedad moderna; en un holicisme integral. Un réseau secret intematio-
sentido más estricto, la intransigencia será la nal:la "Sapiniére"f1909-1921), París, Casterman,
connotación de fondo del movimiento católi­ 1969; É. Poulat, Cathulicisrne, démocratie et
co italiano, nacido y estructurado a partir del socialisme, París, Casterman, 1977; F. Siccardo,
rechazo a reconocer los hechos consumados "Intégriste" e "intégrisme". Stratigrafia di due
de la toma de Roma y del fin del poder tem­ vocaboti francesi, Genova, ll Melangoio, 1979; G.
poral. La actitud de intransigencia prevale­ Tassani, La cultura política de Na destra cattuli-
cerá hasta finales del siglo xix, a pesar de la ca, Roma, Coinés, 1976.
presencia de una tendencia transigente y con­
ciliadora. pequeña minoría duramente com­ [ÉMILE POULAT]
batida por el movimiento oficial.
Resulta confusa la identificación de los tér­
minos, sobre todo en aquellas lenguas donde
se usan indistintamente "integrismo" o “inte- intelectuales
gralism o” (integrismo en español, pero inte-
gralismus en alemán, integralism en inglés, I DOBLE SIGNIFICADOY ORIGEN DELTERMINO Al sus­
integraltsmo en italiano). tantivo i. se le puede d ar dos significados
A finales de siglo y en los primeros años del principales, aparentem ente semejantes pero
siglo xx, cuando aparecen de manera cada sustancialmente diversos. En prim er lugar,
vez más evidente los síntomas de la crisis, designa una categoría o estrato social p arti­
incluso dentro del mundo católico, de la con­ cular. que se distingue por la instrucción y
cepción integrista rígida acerca de la religión la competencia científica, técnica o adm inis­
y por tanto acerca de la actitud intransigen­ trativa superior a la media y que comprende
te, nace su último epígono, el integrismo pro­ a los que ejercen actividades laborales o pro­
piamente dicho. Originariamente el término fesionales especializadas. A este propósito es
indicaba un partido político español, disiden­ típica sin duda la definición que se da de los
te del carlismo, fundado con escaso éxito alre­ i. en la Unión Soviética, en donde éstos cons­
dedor de 1890, como aplicación del Syllabus. tituyen un estrato interm edio compuesto de
Adoptado en Francia algunos años después, "trabajadores no m anuales”, como los inge­
se usó para indicar la oposición al progresis­ nieros, los médicos, los abogados, etc., y que.
mo en m ateria de exégesis bíblica, y por tan­ a pesar de distinguirse del proletariado por
to para definir las formas de oposición más el contenido de su actividad laboral, no tie­
duras contra el modernismo, especialmente nen sin embargo una posición independiente
después que el mismo modernismo había sido en el sistema de producción. Por otra parte,
condenado por Pío X (con la encíclica Pascen- no es muy distinta la definición duda por
di de 1907). Acabará asi por asum ir una con­ muchos sociólogos norteam ericanos, según
notación polémica, refiriéndose a los católi­ los cuales los i. son aquellos que están ocu­
cos que se oponen por todos los medios y sis­ pados en la producción y aplicación de los
temas a toda apertura a la modernidad. conocimientos y de los valores. Entendida de
Más que este i. estrecho, el i. más general este modo, la noción de i. se convierte en sinó­
sigue siendo una concepción y una actitud nimo de técnicos o, dicho a la francesa, de
abierta y cuestionada. Dicha concepción se cadres.
presenta siempre que se analiza la ubicación Junto con esta prim era acepción del térm i­
de la religión en la sociedad y se constata que no, que se puede encontrar con mucha fre­
ella no puede reducirse al solo ámbito de la cuencia en los ensayos de carácter sociológi­
conciencia, de lo interior o de lo privado. co y económico, hay una segunda, más difun­
«20 INTELECTUALES

dida en las publicaciunes de actualidad lite­ pués, también los más grandes exponentes del
raria y política, según las cuales i. son los sindicalismo revolucionario, como G. Sorel y
escritores "comprometidos”. Por extensión, E. Berth. Recibido con desconfianza en los
el término se aplica también a artistas, inves­ diccionarios, v considerado a menudo como
tigadores, científicos y, en general, a los que voz jergal y despreciativa, el término i. con­
han adquirido, con el ejercicio de la cultura, servaba todavía el sentido político que tenia
una autoridad y un influjo en las discusiones por el hecho de haber sido acuñado, como si
públicas. Esta ultima acepción, menos precisa fuera un nombre de batalla, en el conllicto
que la prim era, es sin embargo la más inte­ que puso frente a frente a conservadores \
resante de profundizar, ya que está relacio­ progresistas en torno al affaire Dreyfus. Aun
nada con el discutido problema de la conduc­ en la actualidad, señalarse a si mismo o a los
ta política de los i. y de su actitud critica y demás como i., no designa, en efecto, única­
cuestionadora, que los predispone a la opo­ mente una condición social y profesional sino
sición de izquierda y, no rara vez, también al que sobreentiende una elección polémica de
apoyo militante de movimientos revolucio­ ubicación v de alineamiento, la insatisfacción
narios. por una cultura que no es capaz de conver­
Esta duplicidad de significado está docu­ tirse también en política, o por una política
mentada también en la historia del término. que no quiere entender las razones de la
Aparte de algunos antecedentes inciertos, el cultura.
adjetivo latino encontró una prim era forma Partiendo de esta duplicidad de significa­
de sustantivación hacia la mitad del siglo do. la historia del problema se configura
xix, en la lengua rusa, con el térm ino como historia de la relación y al mismo tiem­
inteliguentsia, acuñado por el novelista P. D. po de la oposición existente entre inteliguent­
Bohorykin y casi simultáneamente reprodu­ sia e i., entre la formación y composición de
cido y difundido por I. S. Turgueniev. Trans­ los estratos cultos y la eficacia política de la
crito a todas las principales lenguas europeas, cultura.
este termino indicó prim eramente a un gru­
po social particular, típico de la Rusia zaris­ II. la s INTELECTUALES COMO FRACCION PROC.KES1STADE
ta y de la mayoría de los demás países esla­ la bi roiksia revolucionaria. Algunos autores
vos; pero muy pronto se generalizó para hablan de manera genérica de estratos cultos
designar el estrato culto, la categoría de las o i., en sentido lato, asociando instituciones
personas que tenían una instrucción superior, Vfiguras sociales muy diversas desde el punto
en todas las sociedades. de vista histórico, como la casta sacerdotal
Cerca de cuarenta años después de esta pri­ del antiguo Egipto, los mandarines de la Chi­
mera forma de sustantivación aparece una na clásica, los sol istas griegos, los clérigos iti­
segunda en lengua francesa, con el término nerantes de la Edad Media, los doctos huma­
intellectuels. Esta palabra probablemente ya nistas y, en general, los estudiosos y los artis­
se había difundido antes en algunos circuios tas de cualquier época y país. Sin pretender
literarios y políticos, pero el acta de nacimien­ negar algunas semejanzas y analogías, está
to, por así decir oficial, se remonta al céle­ claro, sin embargo, que sólo se puede hablar
bre Manifesté des intellectuels, publicado por en una forma conveniente de i. en sentido pro­
el diario Aurore del 14 de enero de 1898. Este pio refiriéndose a la época moderna, en que
manifiesto (el prim ero de una serie larguísi­ el desarrollo de las fuerzas productivas y la
ma) estaba firmado precisamente por escri­ formación de la sociedad civil establecen las
tores, críticos y estudiosos como E. Zula, los bases materiales para una profunda transfor­
dos Halévv, A. France, L. Blum y M. Proust, mación de las que hasta entonces se llama­
junto con otros, que exigían la revisión del ban artes liberales, destruyendo la organiza­
proceso Dreyfus. Parece que la idea del titu­ ción corporativa. Junto con esto, las reformas
lo se debe a Clemenceau. director del diario. del aparato administrativo y burocrático esta­
El uso público del término provocó inmedia­ tal. la relativa liberalización del acceso a los
tamente una mordaz respuesta en la prensa cargos públicos, que hasta entonces había
nacionalista por parte de M. Barres; a la polé­ sido el refugio de la aristocracia y del clero,
mica contra los i. se unían, algún tiempo des­ y sobre todo la institución de escuelas publi­
INTELECTUALES 821

cas y la renovación de las universidades y de propia ala más radical y avanzada, adaptán­
las academias, hacen posible la existencia de dola a las condiciones de un desarrollo
un verdadero estrato culto, que es un fenó­ gradual.
meno social muy distinto de la existencia de La acusación hecha a los escritores de
castas, sectas y corporaciones de doctos y corrom per a las clases inferiores fingiéndo­
sabios que se encuentran en las sociedades se estar a su servicio, con fines de poder, refle­
antiguas y en la Edad Media. ja el contraste entre los i. y los demás elemen­
Durante el siglo xvm la "gente instruida" tos de la burguesía. El joven Fichte, que des­
o estrato culto representa, en los orígenes de de hacia puco tiempo era profesor en Jena,
lo que B. Grocthuysen llamó "espíritu b u r­ le respondía con sus célebres lecciones sobre
gués", un elemento importante de la burgue­ la misión del docto {Einige Vorlesungen iiher
sía, con el que la burguesía misma se identi­ die Bestimmung des Gelehrten, 1794), en que
ficaba y por la que tuvo hegemonía. Los phi- se reivindican la autonomía de los doctos y
losophes ilustrados constituyen su fracción la libre comunicación del saber como la
más avanzada y progresista. Uno de los pro­ expresión fenoménica más cercana al ideal
motores de la Enciclopedia, D'Alembert, kantiano de la autodeterminación como fin
escribe un Essai sur les f>ens de lettres (1753), en sí mismo de los seres racionales. Además,
que puede considerarse como el prim er estu­ para Fichte, la autonomía del docto no pue­
dio, en sentido moderno, del problema de los de .realizarse en el aislamiento: su tarea con­
i. Es significativo que e! tema del ensayo sea siste en conocer las necesidades de su tiem­
la polémica contra el mecenismo corruptor po y los remedios para satisfacerlas, promo­
de los grandes y de los nobles y la presenta­ viendo la más amplia y orgánica cooperación
ción del philosophe como nuevo Diógenes. En entre los hombres, como forma de socializa­
esta polémica se puede encontrar, por un ción de la libertad. En esta primera redacción
lado, el rechazo de la condición subordinada, de la obra se perciben, junto con los motivos
de cortesano, que el hombre de letras tiene ilustrados, indicaciones nuevas y socialistas.
en las suciedades aristocráticas y, por el otro, Para responder a las acusaciones de desorga-
la propuesta y la intuición de una función nicidad que le hacen, el docto se ve obligado
independiente y "libre de nexos” de los escri­ a apelar a una solidaridad que está por enci­
tores, que la creciente autonomía económica ma de su clase de pertenencia, la burguesía,
de la burguesía, encaminada ya hacia la revo­ buscando pura su causa o tras clases y estra­
lución, hace posible con el otorgamiento a los tos. Este fenómeno es mucho más evidente en
pkilosophes del apoyo de una numerosa e H. de Saint-Simon. Escritor fecundo y discon­
influyente opinión pública.I tinuo, siempre en busca del principio en que
basar la "filosofía social", sostiene en algu­
III El. DISTANCIAMIENTO ENTRE INTELECTUALESY BUR­ nos de sus primeos opúsculos, escritos entre
GUESÍA en el poder. La hegemonía del estrato 1804 v 1814, que la causa principal de las gue­
culto y la función de vanguardia burguesa de rras y de las revoluciones que sacuden a la
los i. sólo son posibles, sin embargo, en las Europa de esa época debe buscarse en el
situaciones en que, como en la Francia pre- hecho de que las creencias con que las masas
rrevolucionaria, el marco de las relaciones rigen su conducta no tienen ningún funda­
jurídicas v políticas sofoca el desarrollo de mento científico y han sido destruidas por la
las fuerzas productivas. Aunque la revolución obra crítica y negativa de los escritores ilus­
se encuentra todavía en su comienzo, ya E. trados. Ya es hora de que la filosofía se con­
Burke \Reflexions on the revolution in Frun­ vierta en un instrum ento de reorganización
ce, 1790) pone en alerta a la burguesía de social; por esta razón, Saint-Simon apela a los
Inglaterra en el poder sobre los riesgos que savanls europeos para que vuelvan a hacer un
corren las naciones en que los hombres de uso positivo de su saber, promoviendo una
letras se convierten en "políticos" y pueden religión fundada en la ciencia que reeduque
formar una "cabala filosófica y literaria" que a las masas, haciendo pasar a la humanidad
detente el monopolio de la opinión pública. de una época critica a la nueva época orgáni­
Una vez llegada ai poder, la burguesía se ca del futuro.
encuentra frente al problema de moderar su En realidad, con la revolución industrial y
S22 INTELECTUALES

con la imposición de las relaciones capitalis­ se que no tenia nuda que perder excepto sus
tas de mercado, el estrato instruido perdia su propias cadenas y cuya emancipación coin­
propia importancia determinante dentro de cidiría, por lo tanto, con la de la humanidad
la burguesía, desdasando.se a un estrato entera. Solamente con la alianza con los
intermedio, incapaz de proporcionar el sos­ explotados la filosofía habría podido poner
tén a una dirección del movimiento por p ar­ fin a su propia miseria y a la mistificación de
te de los i. La pretensión de escritores y filó- lo real, transformándose en una fuerza mate­
solos de comprometer a la burguesía en con­ rial e histórica capaz de revolucionar las rela­
tra de sus propios intereses que recién se ciones sociales y orientar el desarrollo pro­
habían consolidado, en una ampliación de la ductivo.
socialidad y de la cooperación, estaba desti­
nada a presentarse cada ve/, más como una tv HESDK ELPROBLEMA l)F. |J\ AUTONOMIA DE IOS INTE­
utopia o como una abstracción, semejante a LECTUALES HASTA IA EXPERIENCIA DEL FRENTE POPI
¡a de los i. franceses, los ideólogos que Napo­ lar El debate sobre los i. continúa hasta el
león había lanzado bruscamente, en su tiem­ presente en los términos alternativos fi jados
po. a la realidad del poder. Reanudando, mas por Tocqueville y por Marx, esto es entre la
de sesenta años después, la polémica abierta imposibilidad de repetir la experiencia ilus­
por Burke, A. de Tocqueville demuestra que trada de dirección y vanguardia de la burgue­
ya se había consumado el distanciamiento sía y la posibilidad de volver a tener una fun­
entre los i. v la burguesía. En L'ancien régi- ción política dentro de la alianza con el pro­
me el la révolulian (1856), Tocqueville sostie­ letariado. Respecto de estos términos, los
ne que la politización de los i. nace de su fal­ escritores de inspiración radical han insisti­
ta de experiencia práctica y de su amor a las do. sin embargo, en la dificultad de aceptar
ideas generales, que los hacen indulgentes con la alternativa y en la necesidad de buscar una
el extremismo simplificador y apriorista. ene­ posición intermedia v no exclusiva. Si desde
migos máximos de una correcta conducción el punto de vista subjetivo es muy difícil para
de los asuntos públicos y de la libertad polí­ los i., sobre todo en los momentos de radica-
tica. El sentido implícito de esta argumenta­ lización, no verse comprometidos y no parti­
ción es que los i. sólo pueden tener una fun­ cipar en la lucha política, por otra parte su
ción negativa en la política, exultando a la ubicación social intermedia impide una adhe­
muchedumbre con sus simplificaciones y sión sin reservas a una de las dos partes en
abriendo el camino al despotismo. Deben contienda. Max Weber nos ha dejado tanto en
retornar pues a las letras, dejando la políti­ sus escritos como en su experiencia propia
ca a una clase de gobierno experta y capaz. una imagen inquieta y cuestionante de este
Casi al mismo tiempo. Marx y Engels, par­ contraste lacerante para los i. Dividido entre
tiendo también de la denuncia de la "ideolo­ la pura entrega a su propio objetivo y la nece­
gía" del extremismo impotente y charlatán de sidad de adoptar una posición y participar en
las "cabezas alemanas", llegaban a resulta­ los problemas de su tiempo, para M. Weber
dos muy distintos v en cierto sentido opues­ la tarea del i. la constituye el continuo esfuer­
tos. Su itinerario juvenil del radicalismo al zo crítico y la tensión entre la comptensión
socialismo, parece marcado por un descubri­ y la autonomía de juicio, ética de la respon­
miento, económico y filosófico: que contraria­ sabilidad y de la intención, como términos
mente a lo que habían afirmado primero Fich­ que por ser inconciliables es necesario
te y después Hegel, reproduciendo en esto un afrontar.
punto de vista ilustrado, los i. no eran de nin­ A diferencia de Weber, K. Mannheim trató
guna manera la clase representante de los de dar una respuesta positiva al dilema de los
intereses mas generales de la sociedad; más i. respecto de las clases en lucha, configurán­
bien, tomados en sí mismos, no eran ni siquie­ dola como la búsqueda de un tercer camino.
ra una clase, un grupo social fundamental. La ubicación intermedia de los i. se convier­
Por si solos nunca hubieran podido llevar a te, para Mannheim. en garantía sociológica
cabo el proyecto de liberación histórica que de imparcialidad y en capacidad de evitar el
la izquierda hegeliana había concebido. Era condicionamiento histórico y existencial del
preciso, por el contrario, considerar a la cla­ pensamiento. Esto se lograría si los i. fueran,
INTELECTUALES 823

a diferencia de las castas sacerdotales de las volviendo a sus raíces nacionales y populares.
sociedades antiguas, un grupo freischwebend, De este modo, la palabra i. adquiría un sig­
libre de nexos (la expresión fue acuñada por nificado unívoco en los años del frente popu­
Alíred Weber, hermano del más célebre Max), lar, en la guerra española y en la resistencia:
porque estaría compuesto por individuos pro­ junto con los obreros y campesinos, los i. se
venientes de todas las clases sociales y. por convierten en una de las categorías constitu­
lo tanto, porque sería capa/, de elaborar pre­ tivas del frente unido antifascista, en repre­
cisamente en su interior una sintesis de valo­ sentantes de la pequeña burguesía revolucio­
res capa/, de trascender al punto de vista uni­ narla y en los elementos más avanzados de
lateral de las ideologías y de transform ar la la misma.
utopia en una empresa científica en la que
participaran las mejores energías de todos los V LA IMPUGNACIÓN ESTUDIANTIL V LAREVOLUCIÓNCl'L-
grupos y clases sociales. Todavía más que ti raí Al final de los años sesenta, el proble­
Ideologie und Utopie (1929), los escritos ma parece trastocarse con la guerra de Viet-
siguientes de Mannhcim. sobre todo los que nam y con el movimiento estudiantil: a la cri­
tratan de la "planificación de la libertad", tica intelectual del poder la sustituye la
ponen de manifiesto que, en realidad, la auto­ impugnación política de la cultura. A los ojos
nomía de los i. como tercer camino se tradu­ de muchos, la llamada “impugnación” se pre­
ce en una propuesta de dirección social y polí­ senta como una tentativa extremista de recha­
tica por parte de éstos. En otras palabras, el zar y dar por terminado el discurso sobre los
"tercer camino” se presenta como el mismo i. en la forma en que lo habían desarrollado
que la burguesía hubiera podido seguir si la las generaciones anteriores. Aunque el juicio
experiencia de la ilustración hubiera conti­ histórico sobre un periodo tan reciente no
nuado. En esos mismos años el moralista pueda considerarse todavía maduro, ya se
francés J. Renda se dedicaba a reflexionar con puede entrever que la impugnación sólo fue
una mirada más penetrante en las causas que en muchos aspectos el enésimo episodio del
en nuestra época impiden la vuelta a la ilus­ proceso que la razón había intentado hacer
tración. En una obra que pronto se haría céle­ contra la razón, en condiciones sociales dis­
bre (La trahison des cleros, 1927), Benda tintas. Por encima de las tendencias irracio-
encuentra el sentido de la autonomía de los nalistas que se presentan siempre en las socie­
i. en la lucha contra las pasiones irraciona­ dades industriales, la cuestión relevante con­
les, siempre difundidas pero que por prime­ siste en saber si el desarrollo de las fuerzas
ra vez tienen como propagadores y sostene­ productivas, en escala no sólo nacional sino
dores a los "clérigos", a los hombres de cul­ internacional, había eliminado las condicio­
tura. La tarea histórica de los i. se convertía nes que hacían posible la alianza entre el pro­
de este modo en la lucha contra el fascismo. letariado y las fracciones más avanzadas de
La importancia de esta posición de Benda los estratos medios. ¿La cultura crítica se
más que doctrinal es política, ya que al reco­ estaría transformando, pues, de elemento
ger la herencia trasm itida por los i: dreyfu- progresivo en un privilegio y en un instrumen­
sards de una batalla cultural v civil contra el to de conservación de relaciones sociales ya
nacionalismo, el antisemitismo y el militaris­ superadas? Es de particular interés, a este
mo. hacía posible el encuentro y el diálogo propósito, el análisis de la revolución cultu­
entre el punto de vista liberal y el marxista. ral china. Esta última muestra, por un lado,
Ya sea con G. Luckács, que al estudiar la difu­ que el avance en la profundización del pro­
sión de las tendencias irracionales en la cul­ ceso de socialización de las musas campesi­
tura burguesa describía su historia como un nas y obreras requiere un cuestionamiento
"asalto a la razón"; ya sea con A. Gramsci, que radical de la relación entre división del tra­
teorizaba respecto de la necesidad —antes de bajo y cultura, y, por otro lado, que el desa­
la toma del poder por parte del proletariado— rrollo programado y estatal de la economía
de un bloque histórico de clases y de una hace desaparecer ciertas figuras capitalistas
lucha por la hegemonia que indicara a los como los "propietarios" y los empresarios,
mismos i. burgueses un camino para el rena­ pero hace surgir al mismo tiempo un nuevo
cimiento de la cultura después del iascismo. estrato dirigente, formado por administrado­
824 INTERCLASISMO

res, técnicos y cuadros políticos. En este no en sentido despreciativo. En este sentido,


estrato el i. encuentra una alternativa de cla­ cualquier forma de i. implica actuar o pen­
se a la alianza con el proletariado; es signifi­ sar contra los propios intereses reales de cla­
cativo que en China la polémica ya no se dirija se por parte de los que en la sociedad sufren
contra el i. tradicional sino contra un nuevo el poder de otra clase. Por el contrario, los
tipo de i. que "estudia para convertirse en que niegan que la vida social y política debe
funcionario”. Es igualmente significativo que necesariamente adoptar la forma de lucha o
la revolución cultural, a pesar de haber esta­ de conflicto de clase, han usado el término en
do precedida por un choque dentro del par­ sentido pusitivo.
tido, haya empezado como movimiento masi­ En los sistemas políticos contemporáneos
vo, a partir de discusiones filosóficas en las es frecuente la existencia de partidos inter­
universidades y a partir de la representación clasistas. Éstos pueden ser tales desde tres
de espectáculos teatrales. El espíritu iguali­ puntos de vista: I] sus miembros se reclutan
tario de la revolución cultural no sólo tuvo en todas las clases o por lo menos en varias
su origen en el estimulo masivo sino en cier­ de ellas; 2 ] su ideología es interclasista en el
ta forma en aquel racionalismo de los i. que sentido de una concepción de la sociedad en
Tucquevillc definía como abstracto. Por esto, que las clases no se oponen entre si sino con­
si en China y en otras partes el desarrollo de tribuyen todas al bien colectivo; 3] los objeti­
las fuerzas productivas hizo posible y actual, vos que persiguen no son en beneficio exclu­
a través del dirigismo, que los i. adquirieran sivo de ninguna clase sino de la sociedad en
una función de poder como "expertos”, no su conjunto. Con mucha frecuencia estos tres
por esto los i. como grupo social están con­ elementos no se encuentran todos juntos. En
denados inevitablemente a ser absorbidos por la mayoría de los casos los partidos intercla­
la nueva "burguesía de estado"; ni la cultura sistas son partidos cuyos objetivos consisten
ha dejado de ser la fuente de tendencias y en m antener el orden, a diferencia de las ten­
movimientos de radicalización política. dencias subversivas y revolucionarias, y en
superar situaciones de crisis. Se trata, por lo
B IB L IO G R A FIA : A. Asor Rosa. Intellcttuali e classe tanto, con mucha frecuencia, de partidos que
operant, Florencia, La Nuova Italia, 1973; N. Bob- de hecho persiguen intereses de clase, y en
bio, Política e cultura, Turin, Einaudi, 1955; L.A. particular de la clase dominante, que sin
Coser, Hombres Je ideas: el punto de vista de un embargo se disfrazan y se hacen valer como
sociólogo (1965), México, Fondo de Cultura Eco­ intereses colectivos.
nómica, 1968; A. Celia (comp.), The intelligent- Existen aspectos interclasistas en todas las
sia and the intellectuals: theory, methode and ideologías que ponen el acento en la comuni­
casestudy, Beverly Hills, Sage, 1976; S. Piccone dad territorial ya sea local o nacional (v.
Stclla, Intellcttuuli c capitule nella sude tu italia­ nacionalismo). El i. se ve favorecido por deter­
na del dopoguerra, Bari. Laterza, 1972; Varios, minadas situaciones que estimulan la forma­
Storia d'ltalia. Annali. ¡ntelleltuali e potere, ción de solidaridades colectivas, por ejemplo
Turín, Einaudi. 1981. una comunidad azotada por una catástrofe
natural, una sociedad en guerra, o sea por
[CARIZ) MARLETTl] situaciones en que la existencia de una ame­
naza externa hace necesaria la movilización
de todas las energías disponibles. En situa­
ciones revolucionarias, finalmente, se mani­
interclasismo fiesta en general una coalición de todas las
clases contra la clase dominante que se con­
Por i. se entiende toda forma de acción, orga­ sidera como la clase de los opresores. En este
nización. ideología o situación que involucre caso el frente revolucionario puede estar com­
personas y grupos pertenecientes a clases puesto por individuos y grupos muy hetero­
sociales distintas. Los que consideran que las géneos en cuanto a su situación de clase, pero
conductas significativas en el nivel político, unidos en el objetivo de subvertir el statu quo.
social y cultural se basan todas en la clase, La misma situación interclasista se presenta
han usado con mucha frecuencia este term i­ también en el caso de la fundación de un nue­
INTERÉS NACIONAL 825

vo estado o de la unificación de varios esta­ tas para obtener un grado suficiente de auto­
dos soberanos. A pesar de que estos procesos suficiencia económica; puede determ inar la
pueden resultar ventajosos para los intereses adhesión en una posición subordinada a blo­
de una clase más bien que de otra, involucran ques hegemonizados por una potencia que
de hecho, aunque en diversa medida, los inte­ restringe más o menos fuertemente la auto­
reses de todas las clases y de la sociedad en nomía de los satélites, pero que garantiza su
su conjunto. seguridad; finalmente, puede, junto con otras
razones, conducir a la propia elección de la
[alessandro cavalu] integración supranacional. o sea a la progre­
siva renuncia a la soberanía nacional abso­
luta en favor de instituciones supranaciona-
Ies, mediante las cuales un conjunto de pue­
interés nacional blos que han perdido una capacidad de real
autonomía internacional tienden a recuperar­
Para aclarar qué se entiende por i. nacional, la ya no individualmente, sino como conjun­
antes que nada hay que distinguir entre el to (v. integración europea).
contexto de las relaciones internacionales y Partiendo de esta última experiencia, pue­
el de la política interna. de incluso teorizar que en un futuro no dema­
En el contexto de las relaciones internacio­ siado lejano, dado la difusión y el perfeccio­
nales (donde esta expresión se usa con más namiento de las arm as de destrucción total,
frecuencia) el i. nacional se entiende por lo que tienden a excluir la posibilidad del recur­
general (con la ayuda de las enseñanzas de la so a la guerra como instrum ento de solución
teoría de la razón de estado, no raram ente de los conflictos entre estados, y dada la inter­
definida como "teoría de los intereses de los dependencia cada vez más estrecha y profun­
estados”) como la exigencia de seguridad pro­ da en el plano económico y en el ecológico
pia de cada estado en la condición anárquica entre todos los países del mundo, el i. nacio­
de las relaciones internacionales, la cual hace nal podrá impulsar a todos los estados del
en verdad que los conflictos entre los estados mundo hacia la progresiva creación de insti­
se resuelvan en ultimo análisis con el uso o tuciones de integración supranacional en el
la amenaza de la fuerza. Para poder defender nivel mundial, entendidas como condiciones
los intereses propios, económicos o de otra indispensables para la supervivencia de toda
naturaleza, cuando entran en conflicto con los la humanidad y por lo tanto de cada país por
de otros estados, y también, en definitiva, separado. En este caso, sin embargo, desapa­
para poder decidir con autonomía en las cues­ recería el i. nacional entendido como interés
tiones internas, cada estado debe proveer de seguridad en un mundo anárquico.
ante todo a la propia seguridad, y ello procu­ Todo esto arroja luz acerca de cómo el con­
rándose una adecuada potencia militar, y aun cepto de i. nacional, referido al contexto de
desarrollando una actividad diplomática que las relaciones internacionales, indica una ten­
tienda a equilibrar la fuerza de la potencia o dencia bastante importante, pero de carácter
de la formación de potencias con las que hay general —la búsqueda prioritaria de la pro­
o pueden preverse divergencias y conflictos. pia seguridad—, cuya extemación concreta es
Más allá de esta tendencia general, el i. nacio­ extremadamente variable y remite, para ser
nal entendido asi puede determ inar por otro claramente comprendida, a la atenta consi­
lado comportamientos distintos según la deración de la situación histórica concreta.
situación histórica concreta, la fuerza del Pasando al contexto de la política interna,
estado en cuestión, su estructura económica el i. nacional se entiende aqui como el inte­
e incluso su régimen político. Esto puede lle­ rés de la generalidad de los habitantes de un
var a políticas expansivas o de contención de país (el cual es susceptible de diversas defi­
otras potencias para mantener el equilibrio: niciones y realizaciones según las distintas
puede llevar a la búsqueda de espacios vita­ situaciones históricas y las demandas que
les, para garantizarse el acceso a los merca­ surgen de la sociedad civil) y se contrapone
dos y a las m aterias primas de importancia a los intereses particulares de los ciudadanos
estratégica, asi como a políticas proteccionis­ individuales y de cada uno de los grupos
«26 INTERNACIONALISMO

económico-sociales (pero en este caso se tien­ nen un peso excesivo los intereses naciona­
de u usar con mayor frecuencia la expresión les de tipo particularista.
"interés general" o "interés público") y sobre
todo a los intereses regionales de carácter [SERGIO PISTONE]
particularista. Para dar un ejemplo, la poli-
tica de ayuda a las regiones deprimidas de un
país se considera en correspondencia con el internacional, organización, v. organi­
i. nacional de aquel país más que con el inte­ zación INTERNACIONAL
rés legítimo de las regiones deprimidas, mien­
tras que la resistencia a tal política provenien­
te de las regiones ricas aparece como debida
a intereses regionales particularistas. A este internacionales, relaciones, v. relacio­
propósito se observa también que entre el nes INTERNACIONALES
interés regional bien entendido y el i. nacio­
nal no hay contradicción, destacando cómo
los desequilibrios regionales, al provocar vas­
tos fenómenos migratorios, con todas sus con­ internacionalismo
secuencias, tendencias inflacionistas, y así
sucesivamente, perjudican en definitiva tam ­ I DHLCOSMOPOLITISMOAL INTERNACIONALISMO PROLE­
bién a la generalidad de la población de las TARIO. El término "i.” entró a form ar parte
regiones más ricas. del vocabulario político en la segunda mitad
Una problemática análoga, aunque se del siglo xix y se empleó inicialmente para
expresa con fórmulas verbales distintas, se designar movimientos idealistas y fenómenos
presenta en la Comunidad europea, que hoy políticos muy diversos, pero todos ellos carac­
por hoy es el ejemplo más importante y avan­ terizados genéricamente por el predominio
zado de organización que tiende a realizar una asignado a los intereses comunes de las nacio­
integración supranacional. En electo, en este nes, a la solidaridad política y económica de
caso se comprueba una compleja dialéctica todos los pueblos, a su voluntad de coopera-
entre el interés común europeo o interés eión recíproca, a los intereses y móviles nacio­
comunitario (que corresponde al i. nacional nales y estatales. Esta acepción tan amplia se
en el marco de un estado) v los distintos inte­ deriva de la herencia del cosmopolitismo (v.)
reses nacionales (que corresponden a los inte­ iluminista y abraza en su seno tendencias tan
reses regionales en el marco de un estado), los diversas como la genérica aspiración huma­
cuales pueden tener un carácter esencialmen­ nitaria a una comunidad de ideas y de idea­
te particularista y estar en contradicción con les capaces de unir a todos los pueblos en una
el interés comunitario, o en cambio pueden sola organización civil, el esfuerzo por hacer
ser coincidentes tcndencialmente con tales progresar la causa de la paz a través de un
intereses, como parece el caso (y por las mis­ sistema de instituciones y de normas supra-
mas razones antes indicadas) para la deman­ nacionales, como el arbitraje obligatorio o los
da de los estados más pobres de una mayor tribunales de justicia internacionales, o la
solidaridad por parte de los más ricos. La utopia de la libcralización completa de los
diferencia entre la situación de la Comunidad intercambios comerciales dirigida a confor­
y la del estado individual, bajo este aspecto, m ar las relaciones mundiales según una pre­
consiste por lo demás en el hecho de que. aun­ sunta armonía de intereses de todos los pue­
que en este último los órganos encargados blos. Todas estas formas de i., producidas al
institucionalmente de hacer prevalecer el mismo tiempo que la hegemonía social de la
interés común, es decir un parlamento elegi­ burguesía e inscritas en el universo ideal del
do directam ente y un gobierno con poderes liberalismo, se basan en la convicción —ex­
reales, están plenamente desarrollados en la presada generalmente en proyectos nebulo­
Comunidad europea son por el momento bas­ sos y moralizantes— de que es posible mejo­
tante más débiles (se trata de !a legislatura rar de una manera pacífica y gradual el orden
europea, aunque todavía no de un verdadero social existente, superando los conflictos
gobierno europeo) \ por lo tanto todas ia tie­ nacionales a través de la creación de nuevas
INTERNACIONALISMO S27

instituciones y la reforma de las concepcio­ ha creado una clase que tiene el mismo inte­
nes políticas predominantes. A ellas se con­ rés en todas las naciones, para la cual la
trapone de una manera cada vez más clara el nacionalidad ha sido ya anulada; es una cla­
i. proletario, que apela a la solidaridad de las se que se ha liberado realmente de todo el vie­
clases trabajadoras, oprimidas por el orden jo mundo y al mismo tiempo se contrapone
social vigente, y que ve en la eliminación de a éste."
la sociedad de clases por medios revolucio­
narios la premisa de la superación de los anta­ ti. i.aprimera internacional. El desarrollo y el
gonismos nacionales. resultado de las revoluciones europeas de
La conciencia de la existencia de una soli­ 1848 confirman este análisis: por un lado
daridad internacional entre los trabajadores ponen en evidencia el carácter internacional
de distintos países es casi simultánea a la apa­ de la lucha entre absolutismo y democracia,
rición de los prim eros movimientos obreros por el otro demuestran que la burguesía ha
organizados, alrededor de 1830: diversos fac­ perdido en gran parte su empuje revolucio­
tores estimulan su desarrollo, como la emi­ nario y, cuando sin más no llega a alcanzar
gración masiva, la competencia en los mer­ un equilibrio de compromiso con las clases
cados mundiales, la voluntad de los trabaja­ aristocráticas feudales, se cierra dentro de los
dores de los distintos países de apoyarse reci­ límites del estado respectivo a defender los
procamente en los respectivos conflictos privilegios adquiridos, sustituyendo el utópi­
económicos, la comunidad de ideales de­ co programa de una alianza internacional de
mocráticos y la tendencia a defender la in­ los pueblos contra los tiranos con la prosai­
dependencia de las pequeñas nacionalida­ ca realidad de una lucha sin cuartel por el
des. la defensa de la paz, la propagación del reparto de los mercados. La bandera de la fra­
ideal socialista de la emancipación de la cla­ ternidad internacional solam ente puede
se obrera. tom arla y asum irla como propia el proleta­
En el periodo posterior, hasta las revolu­ riado, que, elevándose a "clase nacional", eli­
ciones de 1848. la idea de una organización minará "la explotación de una nación por
internacional se convierte en patrimonio obra de otra nación".
común de minorías revolucionarias que for­ Sin embargo, antes de que el i. obrero se
man parte del contexto de los emigrados polí­ acabe de form ar y tome conciencia de si mis­
ticos en Gran Bretaña, Bélgica y Suiza. En vís­ mo, deberán pasar algunos años, durante los
peras de la insurrección parisiense de febre­ cuales sus programas y sus métodos se entre­
ro de 1848, el Manifiesto del partido comunis­ lazan estrechamente con los del i. democrá­
ta. escrito por Marx y Engels, aporta por pri­ tico. En el periodo comprendido entre la
mera vez una formulación completa del i. publicación del Manifiesto y la fundación de
proletario, fundamentándolo en un análisis la Primera Internacional casi es imposible
preciso de las relaciones entre las clases en separar las dos formas de i.: las asociaciones
la época de las revoluciones burguesas. "Las secretas de Mazzini. Buonarroti. Blanqui. los
separaciones y los antagonismos nacionales grupos inspirados por Owen. la Association
de los pueblos —afirma un pasaje famoso del Démocratique de Bruselas, la asociación de
Manifiesto— van desapareciendo cada vez los prófugos franceses de la isla de Jersey,
más, va sea por el desarrollo de la burguesía, etc., desde el punto de vista ideológico son
ya por la libertad de comercio, la uniformi­ todas ellas una mezcla de socialismo mesiá-
dad de la producción industrial o sus corres­ nico, i. liberal y radicalismo revolucionario.
pondientes condiciones de existencia. El Xo tienen un carácter específico de clase ni
dominio del proletariado los hará desapare­ disponen de un claro programa político: están
cer todavía más. Una de las prim eras condi­ todavía impregnadas de los ideales revolucio­
ciones de >-u emancipación es la acción uni­ narios generosos aunque vagos de 1848. los
taria. al meno" en los países civilizados.” cuales se expresan con las palabras de orden
Unos años antes Marx había escrito en La de "fraternidad de lo> pueblos", "república
ideología alemana: "M ientras que la burgue­ universal", "solidaridad de todas las nacio­
sía de cada nación conserva todavía intereses nes oprimidas". En esta fase, incluso Marx y
nacionales particularistas, la gran industria Engels señalan como tarea principal de las
828 INTERNACIONALISMO

fuerzas revolucionarías en la escena interna­ La decadencia de la ait se acelera debido a


cional la lucha contra el absolutismo y con­ otros Tactores: la experiencia de la Comuna
tra la reacción, así como llevar acabo el pro­ de París profundiza y agudiza el conflicto
ceso de unificación de las grandes naciones entre los diversos componentes ideales y polí­
“ históricas", Alemania e Italia en prim er ticos que habían convivido en su seno, y la
lugar, interpretando esta lucha como una for­ gran depresión económica iniciada en 1873
ma concreta, históricamente necesaria, de la frena y debilita el desarrollo de las luchas
lucha de clases en escala planetaria. obreras, llevando a un repliegue defensivo en
Con la reanudación de las luchas obreras el ámbito estrictam ente nacional. De aquí la
a finales de los años cincuenta se producen necesidad de organizar el movimiento en el
nuevos esfuerzos para establecer formas de marco nacional para apoyarlo en bases más
vinculación permanente entre los movimien­ sólidas. En el momento en que se abre cami­
tos de diversos países, que culminan con la no —contra la resistencia que oponen los
fundación de la Asociación Internacional de mutualistas y los anarquistas— la convicción
los Trabajadores (ait), que más tarde será de que el movimiento obrero debe convertir­
conocida como la Primera Internacional. se en protagonista de la lucha política y cons­
En los temas principales de los trabajos del tituirse en partido político independiente,
congreso de fundación (Londres, septiembre organizado en el nivel nacional e inserto en
de 1864) se reflejan de m anera significativa la realidad de los diversos países, la misma
los componentes ideales del i. que predomi­ ait pasa a ser un instrum ento superado y la
nan en esta fase histórica: por un lado la soli­ práctica del i. asume nuevas formas.
daridad con la lucha de las naciones oprim i­
das por su independencia (es el caso de Polo­ ni. la segunda internacional. La disolución de
nia, por su insurrección en 1863), por el otro la ait —decidida oficialmente en 1876, pero
la necesidad de hacer frente con una acción de hecho ya implícita en la resolución toma­
coordinada a las repercusiones de la coyun­ da en 1872 de transferir el consejo general a
tura internacional en los niveles de ocupación Nueva York— no significa la desaparición de
y de salario de la clase obrera (como por ejem­ las aspiraciones intemacionalistas, que sobre­
plo en la situación creada en las industrias viven en los repetidos intentos, tanto por par­
textiles francesas e inglesas como consecuen­ te de los anarquistas como por parte de los
cia de la guerra civil norteamericana, que marxistas, por revivir la vieja institución. Los
había producido la interrupción del suminis­ sensibles progresos del socialismo registra­
tro de algodón). dos hacia finales de los años ochenta y el cre­
La Primera Internacional llega a su máxi­ cimiento del movimiento obrero en la mayor
mo esplendoren el bienio 1868-1869. El agra­ parte de los países europeos, hacen m adurar
vamiento de la tensión internacional, que aflo­ las condiciones para el restablecimiento de
ra en la guerra franco-prusiana de 1870, rea­ una organización internacional capaz de coor­
viva los sentimientos nacionalistas y marca dinar la actividad de los diferentes partidos
el principio de su decadencia. Ante el conflic­ obreros nacionales: nace así en París en 1889
to. el i. obrero revisa sus posiciones acerca la que será después conocida como Segunda
de la guerra: si hasta entonces, en contraste Internacional. A pesar de la continuidad de
con la tradición pacifista del cosmopolitismo tal denominación —usada ya por los contem­
iluminista, no se rechazaba la guerra "en si", poráneos de la fundación y en seguida acep­
sino que se veia en ella un medio útil para tada umversalmente—, el nuevo organismo
hacer precipitar la crisis del absolutismo (de expresa en realidad algo profundamente dis­
aquí la insistencia de Marx y Engels sobre el tinto con relación a la ait. Como señala F.
significado progresista de una guerra contra Andreucci, "sus prim eras fases de existencia
Rusia), ahora se condena la guerra como con­ parecen de hecho sancionar la realidad de la
firmación de la “razón del más fuerte” y recién conquistada autonomía e independen­
"medio de sumisión de los pueblos a las cla­ cia del movimiento socialista de cada país, no
ses privilegiadas o a los gobiernos que las re­ la voluntad de establecer una línea política
presentan" y se señala la renovada vocación y una estrategia común... El desarrollo desi­
pacifista del movimiento obrero. gual del capitalismo, los periodos distintos en
INTERNACIONALISMO 829

la formación de la clase obrera, las diferen­ Es cierto que los problemas que el movi­
cias nacionales en el terreno de las relacio­ miento obrero tiene que afrontar presentan,
nes entre el movimiento socialista y las otras al menos en escala europea, una notable
formaciones políticas (la democracia, el anar­ semejanza: el periodo comprendido entre
quismo), las diferentes formas en la estruc­ 1873 y 1896 está caracterizado casi en todas
tura institucional de la democracia represen­ partes por una tendencia a la depresión eco­
tativa, la diversa amplitud de las libertades nómica, la cual amenaza por distintos fren­
democráticas en cada país y por tanto las dife­ tes al empleo y los salarios, provocando ten­
rencias organizativas del movimiento obrero, taciones autoritarias recurrentes en las cla­
finalmente las diversas opciones ideológicas ses dominantes (leyes antisocialistas en Ale­
en el ámbito de las doctrinas socialistas, todo mania, aventura boulangista en Francia, reac­
ello constituyó la base sobre la cual el prin­ ción de Crispí en Italia, refot/am iento de las
cipio de autonomía asumió el papel central tendencias imperialistas en Inglaterra): por
en las relaciones entre los partidos socialis­ esto los diversos partidos socialdemócratas
tas y caracterizó sus vínculos internacio­ nacionales se baten a fondo por la defensa y
nales". la mejora de las condiciones de vida de los tra­
Así, por más de diez años la Segunda Inter­ bajadores —que se consiguieron a menudo a
nacional rechaza plantearse como organiza­ través de una política social y asistencial del
ción permanente, carece de estatuto por años estado— y por la democratización de la vida
y de una dirección central, o siquiera cuenta política (plena libertad de asociación, amplia­
con un secretariado organizativo. Si la a i t ción del derecho de voto, etc.). Sin embargo,
había asumido el carácter de verdadero y pro­ este marco de referencia, aunque permite
pio partido internacional, la Segunda Inter­ detectar la homogeneidad de objetivos soli­
nacional, aunque le guste presentarse como citados por las organizaciones intersocialis­
tal. en realidad no es más que una libre fede­ tas y la posibilidad de una confrontación
ración de grupos autónomos nacionales —ya sobre los problemas de interés común, seña­
sean partidos o sindicatos— y ejerce un poder la también que el terreno donde el proceso de
vinculante muy limitado sobre sus miembros. formación y desarrollo de los partidos socia­
Representa una tribuna en la que se van dis­ listas adquiere toda su amplitud es el de las
cutiendo periódicamente los principales pro­ sociedades nacionales. Con este telón de fun­
blemas del movimiento obrero europeo, ejer­ do. el i. que caracteriza el periodo de la Segun­
ciendo sus decisiones una influencia conside­ da Internacional se presenta como un senti­
rable en la definición del programa de los miento arraigado pero vago, fundado en la
diversos partidos socialistas, pero solamen­ conciencia genérica de pertenecer a un movi­
te en el orden moral. Hasta 1900 no tiene miento universal que expresa e interpreta las
prácticamente vida propia fuera de los con­ leyes de la evolución histórica.
gresos, que se reúnen con una periodicidad A principios del siglo xx, cuando llega a su
irregular, y que de todos modos evitan inter­ fin la larga depresión económica y el mundo
venir en las cuestiones internas de las seccio­ capitalista conoce un periodo de expansión
nes nacionales. A partir de 1900, con la cons­ y de nueva prosperidad, se esfuman las espe­
titución de una oficina de secretaria perma­ ranzas de un cambio radical del orden esta­
nente con sede en Bruselas —el Bureau Socia- blecido. La concepción del i. proletario refle­
liste International— y sobre todo a partir de ja la desorientación y la revisión de valores
1905, cuando asume dicha secretaria el bel­ que afectan al campo socialista; si había ya
ga Camille Huysmans, la Segunda Internacio­ perdido su carácter originario de teoría y
nal empieza a tener una organización consis­ estrategia de la revolución europea para
tente, pero esto no hace cambiar la situación: transform arse en vehículo de circulación de
durante toda su existencia los procesos de experiencias y de discusión sobre tácticas,
pensamiento y de acción socialistas están más ahora acentúa su carácter defensivo y se
determinados por las experiencias vividas por expresa, en su forma mas visible, como com­
el movimiento obrero internacional en cada promiso de lucha común contra la amenaza
país que por las influencias teóricas y políti­ de guerra.
cas irradiadas desde la central internacional. Sin em bargo, com o señala tam bién
830 IN T E R N A C IO N A L IS M O

Andrcucci, "los problemas de una verdadera iv. ia tercera in tern acional . Con la victoria de
y propia 'política exterior de la clase obrera', la revolución de Octubre, la convicción de que
vinculados a una estrategia revolucionaria estaba madurando una nueva fase histórica
mundial, no podían resolverse solamente en en el desarrollo de las luchas del proletaria­
el plano de la lucha contra la guerra. Seguían do y de que era necesario adecuar sus instru­
planteadas las complejas distinciones respec­ mentos políticos a objetivos inmediatos de
to de las características de las guerras posi­ poder pasa a ser patrimonio de amplios sec­
bles (de defensa, de agresión, colonial, etc.); tores del movimiento obrero, y al mismo tiem­
seguían sin resolverse los problemas de las po existe la persuasión de que la misma
nacionalidades, que tendrían después un peso supervivencia del poder soviético en Rusia
relevante en el estallido de la primera guerra dependía de la ampliación y consolidación del
mundial; los contrastes entre estados de proceso revolucionario más allá de sus fron­
características diversas, finalmente, se impli­ teras, y en prim er lugar en algunos de los
caban continuamente en el incierto juicio de principales países capitalistas europeos. La
los socialistas”. Tercera Internacional o Internacional comu­
La falla de resolución de estos conflictos nista (Cominiern) nace precisamente en 1919
constituye la base de la caída de la Segunda como expresión organizativa de un proyecto
Internacional al estallar la guerra de 1914, al revolucionario considerado realizable a cor­
alinearse la mayoría de los partidos socialis­ to plazo y como garantía de las conquistas de
tas con las opciones de las clases dominan­ la prim era revolución proletaria victoriosa.
tes de los respectivos países en nombre de la Por lo tanto, desde su origen, expansión del
"unión sagrada” de la nación para la defen­ proceso revolucionario y defensa de su pri­
sa de la patria y de la "paz civil”. mer bastión están indisolublemente vincula­
Pero el fracaso de la Segunda Internacio­ das en ¡a estrategia del "partido mundial de
nal no representa en ningún momento la desa­ la revolución”, abriéndose el camino a una
parición del principio del i.: si los partidos posible osmosis entre los intereses de la revo­
socialistas de los países beligerantes se decla­ lución en Europa y en el mundo y los intere­
raron casi todos en favor de la guerra, en su ses estatales de la revolución proletaria en el
interior pequeños grupos minoritarios no poder. El principio de la solidaridad interna­
renunciaron a denunciar el carácter imperia­ cional de la clase obrera de todos los países,
lista del conflicto y se batieron por la reanu­ que se funda en el supuesto de la comunidad
dación de una acción internacional común del de ideales y de fines de los trabajadores de
movimiento obrero, y los partidos de los paí­ cualquier nacionalidad, y que consiguiente­
ses que permanecieron neutrales sostuvieron mente reconoce la primacía de los intereses
a dichos grupos. En el seno de esta minoría generales del movimiento obrero internacio­
intemacionalista, un ala más intransigente, nal sobre los particulares del movimiento
representada sobre todo por los bolcheviques obrero de cada país, debe tener en cuenta que
rusos, no se limita a perseguir el objetivo de por prim era vez hay una nueva realidad que
la paz inmediata, “sin anexiones y sin indem­ dejará una huella imborrable en el i. de los
nizaciones”, sino que afirma claram ente que años siguientes: la condición de desigualdad
no puede existir una paz efectiva y duradera entre las clases trabajadoras de una nación
"en tanto que no le sea arrebatado al capital en que han conquistado —o al menos asi se
el poder de decidir la vida y la muerte de los presume— el poder político y económico, y
pueblo-.”, y que es necesario transform ar la las de otros países en que están oprimidas por
guerra imperialista en una guerra civil revo­ el capitalismo y el imperialismo.
lucionaria. Desde aquel momento, esta ala La contradicción potencial inherente a esta
intransigente consideró a la Segunda Inter­ situación será resuelta por el movimiento
nacional condenada a muerte e intenta dar comunista según la mencionada completa
vida a una nueva Internacional, en condicio­ coincidencia entre los intereses de la Unión
nes de ponerse a la cabeza del proceso revo­ Soviética y los intereses de la revolución mun­
lucionario que la guerra suscitará en escala dial. En efecto, mientras la Rusia soviética es
mundial. considerada como un país atrasado, aunque
las circunstancias lo han llevado a ocupar el
IN T E R N A C I O N A L I S M O 831

puesto de guia del movimiento revoluciona­ tiende cada vez más a atribuir a la mera exis­
rio internacional, y cuya consolidación no era tencia de la URSS el papel de catalizador y
imaginable sin un proceso revolucionario vic­ de detonador de las contradicciones del mun­
torioso a escala europea, la política del esta­ do capitalista asi como una función de radi­
do soviético tendió, al menos en teoría, a calizaro n política de las masas explotadas.
subordinarse a las exigencias de la causa del La nueva orientación asumida por la polí­
proletariado internacional, regulando las pro­ tica exterior soviética después de la victoria
pias acciones con base en las necesidades y de Hitler en Alemania, que permite al movi­
perspectivas de la revolución mundial. Pero miento comunista identificar sin equívocos al
a medida que la ola revolucionaria de la pos­ fascismo como "enemigo principal", inyecta
guerra se agota sin que el proletariado con­ nuevo vigor en las venas del i., caracterizado
quiste el poder en ningún otro país fuera de desde entonces como antifascista en sus con­
Rusia, el problema de la revolución mundial tenidos y valores fundamentales. Con esta
empieza a verse bajo una nueva luz: a partir renovación se produce un reanudamiento de
de 1921, a medida que se constatan por un los motivos del i. democrático de los decenios
lado los éxitos sorprendentes del régimen centrales del siglo xix: por un lado la unidad
soviético y por el otro el constante retraso de de todas las fuerzas progresistas contra la
la revolución en Europa, la Internacional reacción, por el otro la aceptación e incluso
comunista considera que su tarea esencial es la conveniencia de las guerras "justas”, en
la defensa y el reforzamiento del prim er esta­ este caso de las guerras de defensa frente a
do proletario. la agresión nazi-fascista. Sin embargo, a dife­
Este es el marco en el que se elabora y, des­ rencia de aquel pasado ya lejano, existe el
pués de 1924, se consolida con creciente fuer­ hecho nuevo y decisivo de la proclamada coin­
za la teoría —de Stalin y de Bujarin— de la cidencia total entre la política del movimien­
"construcción del socialismo en un solo pais", to obrero internacional y la política exterior
la cual expresa por un lado la confianza de de la URSS: coincidencia que es un elemento
la victoriosa revolución rusa en si misma, que de fuerza, porque en virtud de la misma el
ya no tiene necesidad de depender de una ayu­ movimiento obrero es llamado por prim era
da externa, y por el otro asigna al movimien­ vez a actuar como factor activo de las rela­
to revolucionario de los otros países un papel ciones políticas internacionales, en una lucha
más adecuado a su fuerza afectiva, desde el por la paz que ya no es una opción moral gene­
momento en que la conquista del poder pare­ rosa sino que se apoya en un bloque de esta­
ce relegada a un futuro lejano e indetermina­ dos; pero también representa una limitación,
do: deja entender a los partidos comunistas porque vincula las opciones de las diferentes
que, aunque no logren hacer caer el viejo secciones del "partido mundial de la revolu­
orden social a corto plazo, no dejarán de tener ción" a los bruscos cambios de la razón de
una misión histórica si siguen afirmándose estado de la URSS.
como baluarte contra los planes imperialis­ El pacto soviético-alemán de agosto de 1939
tas de restauración del capitalismo en Rusia hace resaltar en efecto el absurdo político de
y actuando como centinelas del prim er expe­ una tesis según la cual una determinada situa­
rimento de construcción del socialismo. ción internacional debe implicar las mismas
En 1929 el horizonte internacional se hace reacciones en partidos y movimientos de dis­
todavía más propicio a la consolidación de tinta ubicación, señalando la necesidad de
esta visión fuertemente unilateral del proce­ establecer una relación diferenciada, ya no de
so revolucionario y del i. Después de la explo­ simple y total identificación, entre la políti­
sión de la crisis económica mundial, la con­ ca exterior del estado soviético y la actitud
cepción de la construcción del socialismo en de la Internacional. Cuando poco después,
un sulo país se impone cada vez más como como consecuencia de la agresión nazi a la
teoría global de la revolución mundial. El rui­ URSS y del regreso a las palabras de orden
doso contraste entre los dos sistemas, el capi­ de lucha contra el fascismo y de defensa de
talismo en ruinas y el socialismo en construc­ las libertades democráticas, los partidos
ción, se ve como el meollo profundo de la comunistas asumen una función de prim er
revolución internacional; por otro lado, se orden en los movimientos de resistencia y
832 I N T E R N A C IO N A L IS M O

logran conquistar una dimensión de masa ejerza todavía, de m anera indirecta, sobre
como nunca antes habían conseguido, empie­ millones de trabajadores, su vida organizada
za a delinearse una dialéctica nueva que, se reduce a la de una tribuna de libre discu­
imponiendo de hecho sus leyes objetivas más sión e intercambio de experiencias entre los
allá y por encima de los esquemas de una uni­ partidos afiliados.
dad monolítica, nace del mismo desarrollo y Después de la segunda guerra mundial, el
avance del movimiento. En este sentido, la i. obrero no ha creado formas organizativas
resolución que decreta la desaparición de la permanentes comparables a las del pasado
Comintern (15 de mayo de 1943), cuando afir­ por su influencia o sus tendencias universa­
ma que “la forma de organización y de unión listas. Sobrevive una Cuarta Internacional,
de los trabajadores elegida por el 1 Congreso fundada por iniciativa de los grupos trotskis-
de la Internacional comunista se veía cada vez tas en 1938, con base en la presunción de que
más superada a medida que el movimiento la Tercera Internacional, dominada pur la
crecía y aumentaba la complejidad de sus pro­ burocracia stalinista, había perdido definiti­
blemas. hasta el punto de convertirse inclu­ vamente la auténtica acción revolucionaria,
so en impedimento al reforzamiento ulterior pero está afectada por escisiones internas y
de los partidos obreros nacionales", no pro­ su influencia real es muy limitada. En 1951
porciona solamente una coartada a las opcio­ se reconstituyó la Internacional socialista,
nes de la diplomacia soviética —que quiere bajo el signo de una opción declarada de cam­
ganarse la confianza de los aliados con una po en favor del "mundo libre" occidental,
renuncia solemne a exportar la revolución pero su papel no ha llegado nunca más allá
socialista a otros países—, sino que registra del de un organismo de consulta entre los
una situación real y plantea las premisas para mayores partidos socialdemócratas europeos,
una nueva fase de desarrollo de la solidari­ escapando a sus objetivos cualquier función
dad revolucionaria internacional. de coordinación sistemática de su acción.
Por lo demás, la concepción del i. represen­ En el movimiento comunista, el viejo i.,
tada por la Comintern no había alcanzado un caracterizado por una adhesión total y acrí­
monopolio absoluto dentro del movimiento tica al modelo soviético, ha sobrevivido por
obrero, ni siquiera en el periodo comprendi­ largo tiempo, en las condiciones de tensión
do entre las dos guerras. La guerra y la revo­ creadas por la guerra fría, más allá de la diso­
lución rusa, por el contrario, marcan un cam­ lución formal de la Comintern, cristalizando
bio de rumbo en la historia de dicho movi­ en 1947 en una forma organizativa especial,
miento, provocando una profunda escisión la Oficina de Información (Cominform), cons­
entre sus filas, reflejada en la contraposición tituida por los partidos comunistas en el
de organizaciones internacionales políticas y poder en las democracias populares y por los
sindicales, divididas por fuertes polémicas. partidos comunistas italiano y francés, cuyos
Junto a la Internacional comunista, en par­ temas de propaganda ideológica (división del
ticular. continúa existiendo una Internacio­ mundo en dos campos, lucha por la paz) pre­
nal obrera socialista, la cual, como fruto a su sentan algunos elementos de continuidad con
vez de un proceso de paciente reunificación la concepción del i. propia de la Comintern.
de las diversas corrientes de la socialdemo- Pero la crisis del stalinismo, que abre un pro­
cracia, se proclama heredera de la Segunda ceso de diferenciación dentro del movimien­
Internacional. Sin embargo no es más que una to comunista, puso rápidamente fin a esta
pálida imagen de esta última: no llega nunca experiencia. Por otro lado, el surgimiento de
a representar una expresión colectiva orga­ un conflicto cada vez más grave entre la URSS
nizada del movimiento socialista internacio­ y China —sosteniendo ambas sus razones en
nal, sino que se queda a nivel de federación, nombre de la concepción “ marxista-leninis-
con vínculos internos todavía más inconsis­ ta" del i.— representó un golpe muy serio a
tentes que los que caracterizaban a su prede- las esperanzas de edificar un universo socia­
cesora, la de los partidos socialistas de Euro­ lista en el que desaparecerían los contrastes
pa occidental de los que refleja la confianza entre las naciones. El i. proletario demuestra
incondicional en los métodos de la democra­ sin embargo una gran vitalidad como senti­
cia parlam entaria. Aunque su influencia se miento de solidaridad hacia los pueblos opri-
IN T E R N A C I O N A L I S M O 833

ruidos que luchan por su propia liberación mundial, pero desarrolla una actividad muy
(por ejemplo en el caso de Vietnam y antes limitada y de hecho no incide sobre la orien­
el de Argelia, con una gran carga de movili­ tación de los partidos miembros.
zación de la opinión pública y sobre todo En 1947 se constituyó también en Oxford
entre las masas juveniles). Como realidad una Internacional liberal, con la adhesión de
organizativa operante, en el sentido de ejer­ partidos liberales de 19 países, en su mayo­
cer influencia directa sobre las relaciones ría europeos. La Internacional liberal apro­
políticas internacionales, el i. aparece hoy bó una nueva declaración program ática en
fragmentado en muchas corrientes, tal vez 1967, donde se indica como tarca impedir la
complementarias pero más a menudo contra­ degeneración totalitaria de la democracia de
puestas, que tienden a definir sus propios masas y comprometerse en la formación pro­
objetivos y tareas en escala regional (v. euro- gresiva en todas partes del mundo "de socie­
comunismo). dades libres, compuestas de ciudadanos ilus­
trados y responsables, defendidos adecuada­
V OTRAS FORMAS DF. INTERNACIONALISMO. Junto al mente a través de sus esfuerzos comunes con­
i. proletario se han ido consolidando en el tra el miedo y la carestía y contra toda opre­
trascurso de este siglo, con una fuerza expan­ sión interna y externa".
siva mucho menor y con estructuras organi­
zativas mucho más débiles, cuando no del HlHl.loc,RAFIA Obras de carácter general: W. Aben-
todo inexistentes, otras formas de i., que ape­ droth, Historia del movimiento obrero europeo
lan a fuentes de inspiración distintas del mar­ (1965), Barcelona. Cultura Popular, 1968; A.
xismo y tal vez contrapuestas al mismo. Omi­ Agosti, Le ¡nternazionali operaie, Turín, Locs-
timos mencionar los intentos promovidos en chcr, 1973; J. Braunthal, Geschichte der Interna­
diversas ocasiones, antes y después de la tionale, Hanover, Dietz, 1961-1971, 3 vols.; G.D.H.
segunda guerra mundial, por los diversos Colé, Historia del pensamiento socialista (1953-
movimientos fascistas nacionales para dar 1960), México, Fondo de Cultura Económica,
vida a internacionales fascistas. 1957-1963,7 vols.; The revolutionary internatio-
Poco conocido es el intento de la llamada nals 1864-1943, a cargo de M.M. Drackhovitch,
"Internacional blanca", cuya constitución fue Stanford, Stanford University Press, 1966; A.
auspiciada desde 1920 por Luigi Stur/o como Kriegel, I m s internacionales obreras (1970), Bar­
medio de coordinación entre los diversos par­ celona, Martínez Roca, 1972; L. Lorwin, Labour
tidos de inspiración católica. En 1925, por ini­ and internationalism, Nueva York, Macmillan,
ciativa del Partido Democrático Popular fran­ 1929; M. Molnar, Internationalismus, en
cés, se constituyó un secretariado permanen­ Sowjetsystem und dcmokratische Gesellschaft, t.
te. A dicha organización se adhirieron belgas, 3, Friburgo, Herder, 1969; E. Ragionieri, II mar­
alemanes, austríacos y los representantes del xismo e Tintemazianale, Roma, Editori Riuni-
Partido Popular italiano en el exilio. Entre ti, 1968.
1925 y 1933, la "Internacional blanca" cele­ Sobre la Primera Internacional: A. Arru, Pri­
bró diversos congresos, pero, a pesar de las ma Intemazionale. en II mondo contemporáneo,
presiones de los delegados italianos, agotó sus a cargo de N. Tranfaglia, Florencia, La Nuova
trabajos en simples declaraciones de princi­ Italia, 1979; A. Arru, Clase y partido en la Primera
pios (la reforma del estado y de la familia), Internacional, Madrid, Corazón, 1974; G.M. Bra­
sin tom ar una posición clara sobre el fascis­ vo, La Prima Intemazionale. Storia documenta­
mo, la unidad europea o las cuestiones polí­ ría, Roma, Editori Riuniti, 1978; G.M. Bravo,
ticas internacionales. El involucionismo auto­ Marx e la Prima Intemazionale, Barí, Laterza,
ritario en Alemania y en Austria y más tarde 1979; La Primera Internacional, a cargo de J.
la guerra civil en España provocaron escisio­ Freymond, Madrid, Zero, 1973, 2 vols.; Institu-
nes crecientes entre los partidos de inspira­ te of Murxism-LeninKm, Documents of the First
ción católica y dejaron a la Internacional sin International, Moscú, Progress, 1967; La Premié-
influencia alguna. Una Internacional de par­ re Internationale. L'institution, limplantation, le
tidos democristianos, con adherentes en rayonnament, a cargo del CS'RS, París, 1965; M.
Europa occidental y en América Latina, se ha Molnar, El declive de lu Primera Internacional,
reconstituido después de la segunda guerra Madrid. Cuadernos para el Diálogo, 1974; G.M.
834 I N T R A N S IG E N T IS IM O

Stekloff, History of the First International, Lon­ Claudín, La crisis del movimiento comunista. De
dres, Lawrence, 1928. la Komintern al Kominform, París, Ruedo Ibé­
Sobre la Segunda Internacional y su crisis: F. rico, 1974; F. de Felice, Introducción, en Fascis­
Adler, l.a guerra e la crisi delta socialdemocra­ mo. democracia y frente popular. Vil Congreso
zia (1919), a cargo de E. Collotti, Roma, Editori de la Internacional Comunista, cit., pp. 7-84: M.
Riuniti, 1972; F. Andreucci, Secando Intemazio- Hajek, Im táctica de la lucha de “clase contra cla­
nale, en II mondo contemporáneo, a cargo de N. se" en el VI Congreso, en VI Congreso de la Inter­
Tranfaglia. Florencia, La Nuova Italia, 1973: E. nacional Comunista, cit. (primera parte), pp. 7-
Bernstein y otros, Im Segunda Internacional y 83: M. Hajek. Storia dell'lntentazionale comunis­
el problema nacional y colonial, México. Cuader­ ta 1921-1935. Im política del fronte único, Roma.
nos de Pasado y Presente 73 y 74, 1978, 2 vols.; Editori Riuniti, 1969; Istituto di Marxismo-
G. Haupt, La Seconda Intemazinnale (1964), Flo­ Leninismo, Storia dell'lntentazionale comunis­
rencia. La Nuova Italia, 1973; G. Haupt, II falli- ta (1969), Moscú, Progresso, 1974; E. Ragionie-
mento della Seconda Internazionale (1965). ri. Lenin y la Internacional, en Ims cuatro prime­
Roma, Samoná e Savelli, 1970; G. Haupt. L'lnter- ros congresos de la Internacional Comunista, cit.
naz.ionale socialista dalla Comune a Lenin, Turin, (primera parte), pp. ix-xliv; R. Schlesinger, La
Einaudi, 1978:0. Hess Gankin v H.H. Fisher, The Internacional Comunista y el problema colonial
bolshevicks and the world war. The origin of the (1967), México, Cuadernos de Pasado v Presen­
Third International, Stanford. Stanford Univer- te 52, 1974; Studien zur Geschichte der Kommu-
sity Press, 1940; J. Joll, La Segunda Internacio­ nistischen Internationale, Berlín, Dietz, 1974; La
nal (1889-19141(1955), Barcelona, Icaria, 1976; II crisis del capitalismo en los años veinte. Análi­
marxismo nell’etá della Seconda Internaziona- sis económico v debate estratégico en la Tercera
le, en Storia del marxismo. Turin. Einaudi. 1979, Internacional (1978), a cargo de M. Teló, Méxi­
vol. II. co. Cuadernos de Pasado v Presente 85. 1981.
Documentos de la Tercera Internacional: Los
cuatro primeros congresos de la Internacional [AI.DO ACJOSTl]
Comunista, México, Cuadernos de Pasado y Pre­
sente 43 y 47. 1973,2 vols.; VCongreso de la Inter­
nacional Comunista (17 de junio-S de julio de intransigentismo
1924): Informes, México, Cuadernos de Pasado y
Presente 55 y 56. 1975; VI Congreso de la Inter­ El i. católico tiene su realización concreta y
nacional Comunista. Primera parte: Tesis, mani­ su máxima expresión en Italia a partir de la
fiestos y resoluciones, México, Cuadernos de mitad del siglo xix como consecuencia del
Pasado y Presente 6 6 . 1977; VI Congreso de la proceso de formación del estado unitario, al
Internacional Comunista. Segunda parte: Infor­ cual se contrapone. Y tanto es así que duran­
mes y discusiones, México. Cuadernos de Pasa­ te mucho tiempo, en los estudios sobre esta
do y Presente 67, 1978; Fascismo, democracia y temática, se entendía por "movimiento cató­
frente popular. Vil Congreso de la Internacional lico” a aquellos católicos que, fieles a las
Comunista, México, Cuadernos de Pasado y Pre­ directivas pontificias, se organizaron para la
sente 76, 1984. defensa de la iglesia contra el estado liberal.
Sobre la Tercera Internacional: A. Agosti, La En efecto, el movimiento intransigente
Terza Internazionale. Storia documentaría, encuentra su correspondencia en el plano cul­
Roma, Editori Riuniti, 1974-1979, 3 vols.; A. Agos­ tural en la actitud de contraposición y nega­
ti, II marxismo ncll’ctá della Terza Intcmaziona- ción de la sociedad moderna surgida de la
le, en Storia del marxismo, Turin, Einaudi. 1930- revolución francesa: el i. va a "com batir con­
1981, vol. III, I y 2; M. Caballero, La Internacio­ tra todo lo que ha sido pensado y llevado a
nal Comunista y América Latina. La sección vene­ cabo fuera de la Iglesia”, desconociendo "lo
zolana, México, Cuadernos de Pasado y Presen­ que hay de verdadero, de bueno y de cristia­
te 80, 1978; E.H. Carr. El V. Congreso de la Inter­ no en la civilización moderna” (F. Fonzi) y
nacional Comunista, en V. Congreso de la Inter­ viendo en el liberalismo la ideología que com­
nacional Comunista, cit. (primera parte), pp. 5- prende todos los males del siglo y contra la
29; E.H. Carr, Historia dt la Rusia soviética (1950- cual es necesario comprometerse en un
1978), Madrid, Alianza, 1974-1985, II vols.; F. enfrentamiento decisivo.
IN T R A N S IG E N T IS IM O 835

La prim era manifestación política intran­ sos que exceden los limites específicos de este
sigente fue la propuesta dirigida a los católi­ artículo, cabe señalar que la posición intran­
cos por el director de Armonía, dom Giaco- sigente puso sin duda en evidencia una de las
mo Margotti, en enero de 1861, de no partici­ limitaciones del nuevo estado unitario italia­
p aren las elecciones políticas (Ni elegidos ni no: el control político de la nación entera
electores), propuesta bien acogida en diversos detentado por un grupo restringido. Este
ambientes católicos y que encontró el apoyo aspecto se fundaba en la premisa del indivi­
del mismo Pío IX, dando así consistencia a dualismo liberal, que era el sustrato ideoló­
la posición abstencionista, aspecto que carac­ gico del nuevo estado, el cual no había pre­
terizó al movimiento intransigente en los visto en su estructura orgánica las asociacio­
decenios posteriores. La publicación del Síla­ nes (por ejemplo, religiosas) autónomas res­
bo (1864), las decisiones del Concilio Vatica­ pecto de la autoridad estatal ni había dado
no I y la ocupación de Roma no hicieron más el espacio adecuado para una presencia de
que agravar la situación y hacer cada vez más cuerpos sociales intermedios entre el indivi­
duro el enfrentamientu entre catolicismo y duo y el estado, aspecto este último que se
liberalismo, entre iglesia y estado, el cual tuvo convertirá en punto esencial de los programas
en la Civiltá Cattolica el ariete teórico de esta políticos de los católicos en los decenios pos­
contraposición, asi como en la numerosa teriores.
prensa católica local una eficaz caja de reso­ Sin embargo esta crítica del planteamien­
nancia. to individualista y burgués "no reconoce nin­
Precisamente a p artir de la situación crea­ guno de los valores positivos que llevaba con­
da después de 1870, los intransigentes logran sigo la revolución liberal y está anclada en un
realizar su proyecto de organización nacional, absurdo sueño de retorno al pasado, a una
que hasta entonces no habían podido concre­ relación ideal entre sociedad religiosa y socie­
tar. No por casualidad el 12 de junio de 1874, dad civil que no hacía la necesaria distinción
en la apertura del congreso católico de Vene- entre las dos esferas y ya no correspondía a
cía, el barón siciliano Vito D’ondes Reggio la nueva realidad histórica” (P. Scoppola).
pronunció la “declaración de intransigencia" Después de una etapa de incertidumbre,
(repetida en todos los congresos posteriores), que corresponde a los primeros años del pon­
que representa ciertam ente el marco ideoló­ tificado de León XIII, el movimiento intran­
gico en el que se basa desde sus principios la sigente cobra de nuevo fuerza a mediados de
"Opera dei congressi e dei comitati cattolici los años ochenta. Haciendo notar su presen­
in Italia", constituida oficialmente un año cia incluso en el terreno económico-social, los
después, con ocasión del segundo congreso intransigentes intentan dar una base masiva
celebrado en Florencia. La Sagrada Peniten­ al movimiento convirtiéndose al mismo tiem­
ciaria, que se convirtió en bastión de la orga­ po en abanderados de la linea político-religio­
nización católica en todo el territorio italia­ sa de León XIII acerca de una inserción de
no, indicó a los obispos que preguntaban si la iglesia en la sociedad civil. La acción social
estaba permitido a los católicos participar en pasa a ser el aspecto en el que confluyen nue­
las elecciones que "Attentis ómnibus circuns- vas energías, especialmente de jóvenes y en
tantiis, non expedit”, encontrando así el abs­ particular después de la publicación de la
tencionismo intransigente su confirmación encíclica Rerum novarum (15 de mayo de
oficial. Al mismo tiempo el abstencionismo 1891), pero no logra incidir en lo más míni­
electoral (exceptuando las elecciones en el mo en el plano político general del i., escuda­
plano administrativo, en las que a p artir de do todavía en posiciones de defensa del poder
los ochenta la presencia católica será fuerte) temporal y de la más estricta aplicación del
refuerza la posición intransigente, la cual abstencionismo electoral.
—separándose definitivamente de las posicio­ En el clima de crisis general que afecta al
nes legitimistas— se lanza a la defensa del país en el último decenio del siglo xix, surge
"país real" contraponiéndose al “país legal". el contraste dentro del movimiento católico
Más allá de las motivaciones polémicas que intransigente entre el grupo dirigente de la
están en la base de la posición intransigente Obra de los congresos y los "jóvenes”. La
y más allá de los aspectos meramente religio­ aceptación por parte de estos últimos de los
KV> u ; s n a t i : k a l is m o

principios fundamentales de la doctrina democrático constitucional, dando voz a las


social católica no significa sin embargo que masas populares y superando la actitud
no captaran ciertos límites en la acción social paternalista), lo que llevó a una nueva cum­
propuesta por la organización intransigente bre eclesiástica en agosto de 1903, bajo la pre­
y no sintieran la necesidad de unir a la refle­ sidencia de Pío X, y a la disolución de la Obra
xión sobre la "dem ocracia social" otra sobre de los congresos en julio de 1904. Se pone fin
la "democracia política": en 1896, por parte al i. en el plano político-religioso y en el orga­
del grupo milanés, reunido alrededor del nizativo con la decisión, tomada después de
Osservatorc Cattolico y de su director dom la prim era huelga general, de invitar a los
Davide Albertario (durante muchos años una católicos a participar en las elecciones polí­
de las figuras más representativas de la polé­ ticas apoyando algunas candidaturas libe­
mica intransigente), se lanza el santo y seña rales.
"preparación en la abstención", con la inten­ En el momento en que los católicos entran
ción de superar la actitud pasiva que hasta en la vida político-electoral —aunque parcial­
entonces había distinguido a los católicos. mente y en una posición subalterna— se cie­
En septiembre de 1897, en el decimoquin­ rra una etapa de la historia del movimiento
to congreso celebrado en Milán, el movimien­ católico, dundo inicio a una política clcri-
to católico todavía se presenta con una facha­ cu-modcradn y recomponiéndose la división
da unitaria y de alguna manera "rica". El con­ entre catolicismo transigente e intransigente.
greso de Milán, en efecto, marca la meta del
camino iniciado veinte años antes en el pla­ HiHMQGRAFlA: C. Brczzi, Cristiano sociali e intran-
no organizativo por la Obra de los congresos sigenti. I.'opera di Medolaga Albani fino alia
y representa una verdadera y propia demos­ “Rerum novarían", Roma, finque Lune, 1971: G.
tración de fuerza del movimiento intransigen­ Candcloro. II movimento variólico in Italia,
te y un "apogeo del i." en el plano de los con­ Roma, Rinascita, 1933; G. De Rosa. Stnria del
tenidos (G. De Rosal. Las diferenciaciones movimento variólico in Italia. Vol. i: Dalla Res-
entre católicos surgieron con ocasión de los taurazionealle tú gtolittiana, Bari, Laterza, 1966:
acontecimientos de la primavera del 98, que F. Fonzi, / cattolici e la societá italiana dopo l’nni-
además de representar la culminación de la tá, Roma, Studium, 1977'; A. Gambasin, // movi­
crisis política y social de finales de siglo sig­ mento sacíale neWOpera dei congtvssi (1874-1904).
nifican sin lugar a dudas una división en la Contributo per la storia del catlolicesimo sacía­
historia del movimiento católico intransigen­ le in Italia. Roma, Gregoriana, 1958; Aspetti della
te. La mayoría apoya las posiciones de los cultura variólica nella etá di l.eone XIII, a car­
dirigentes enfocadas a dem ostrar la imposi­ go de G. Rossini, Roma, finque Lune, 1961: P.
bilidad de conjugar el catolicismo con los Scoppola, Del neoguelfismo alia demacrada cris­
"rojos subversivos" y a acelerar el camino de tiana. Roma, Studium, 1979\ D. Seceo Suardo,
acercamiento al estado liberal. Los jóvenes I cattolici intransigenti. Studio di una psicología
cristianos democráticos en cambio, precisa­ e di una mentalitá, Brescia. Morcelliana, 1962;
mente debido a la represión del gobierno, diri­ G. Spadolini. L'opposizione variólica. Da Porta
gen sus fuerzas a una incisiva acción "politi- Pía al '98, Florencia, Vallccchi. 1954; G. Veruc-
ca", partiendo de la aspiración de una recon­ ci. Movimento variólica daU'unitá al fascismo, en
quista de la sociedad por parte de la iglesia II mondo contemporáneo, a cargo de F. Levi, U.
a través de una acción social —característi­ Levra y N. Tranfaglia, Florencia, La Xuova Ita­
ca del pontificado de León XIII— sin dejarse lia, 1978, vol. 11.
influir sin embargo por el i. de tipo témpora-
lista. [CAM1LLO BREZZl]
Como consecuencia de los acontecimientos
mencionados se produce la salida a campo
abierto de los demócratas cristianos (con la
presentación de una línea propia alternativa iusnaturalismo
respecto a las posiciones oficiales del catoli­
cismo, la cual, mediante un partido político, I DIVERSAS rORMAS DE LA DOCTRINA DF.L DERECHO
fundamentara el estado liberal en el terreno Nati-ral. El i. es la doctrina según la cual
H J S N A T U R A L IS M O 837

existe y puede conocerse un "derecho natu­ II. KLIUSNATURAUSMO ANTIGUO Y MEDIEVAL. Las pri­
ral’’ (íms miturale), o sea un sistema de nor­ meras manifestaciones del i. se presentaron
mas de conducta intersubjetiva distinto del en la antigua Grecia, y en casi un símbolo del
constituido por las normas establecidas por mismo ha devenido la figura de Antígona en
el estado (derecho positivo), y este derecho la tragedia homónima de Sófocles, en la cual
natural tiene valide/, por si mismo, es ante­ el personaje se niega a obedecer la orden del
rior y superior al derecho positivo y, en caso rey porque considera que las órdenes de éste,
de conflicto con este último, debe prevalecer es decir de la autoridad política, no pueden
suhre el mismo. El i. es por lo tanto la doctri­ ser superiores a aquellas, eternas, de los dio­
na opuesta a la llamada "positivismo jurídi­ ses. La afirmación de un "justo por natura­
co”, según la cual el único derecho es el que leza” opuesto a un "justo por ley” se debe a
establece el estado y cuya valide/ es indepen­ varios sofistas que. desde entonces, entendían
diente de cualquiera de sus referencias a valo­ ese "justo por naturaleza” en diversas formas
res éticos. Algunas veces el término i. se reser­ y con consecuencias políticas diferentes. Sus
va, por antonomasia, para las doctrinas que, posiciones son más bien típicas y reaparecen
teniendo algunas características específicas muchas veces en la historia del pensamiento
comunes de las que hablaremos en seguida, jurídico-pulftico: Calicles, por ejemplo, afir­
sostuvieron esas tesis en los siglos xvn y ma que lo justo por naturaleza es lo más difí­
xv iii , al grado de que se ha producido la opi­ cil de dominar; en cambio Hipias, Antifón y
nión equivocada de que la doctrina del dere­ Alcidamas, consideran como justo por natu­
cho natural em pe/ó sólo hasta ese periodo. raleza lo que está de acuerdo con la razón,
El i. es una expresión peligrosamente equí­ proclamando la igualdad natural de todos los
voca, pues su significado, tanto filosófico hombres.
como político, varia mucho de acuerdo con El i. que se encuentra en Platón y, aunque
las distintas concepciones del derecho natu­ de manera incidental, en Aristóteles, fue ela­
ral. En la historia de la filosofía jurídico- borado en la cultura griega, sobre todo por
política aparecen, en efecto, por lo menos tres los estoicos, para quienes toda la naturaleza
versiones fundamentales de este último (cada estaba gobernada por una ley universal racio­
una de las cuales tiene sus variantes): la de nal inmanente; conocemos su doctrina, a este
una ley establecida por voluntad de una divi­ propósito, sobre todo por la divulgación que
nidad y revelada por ésta a los hombres; la de ella hizo Cicerón en Roma, en páginas que
de una ley "natural” en sentido estricto, en ejercieron una influencia capital en el pensa­
cuanto algo físicamente connatural, a modo miento cristiano de los prim eros siglos, en el
de instinto, para todos los seres animados, y, medieval y también en las prim eras doctri­
finalmente, la de una ley dictada por la razón, nas iusnaturalistas modernas. En un célebre
y específica por lo tanto del hombre, que la pasaje del De res publica, Cicerón sostiene la
vuelve a descubrir en forma autónoma den­ existencia de una "verdadera” ley acorde con
tro de sí mismo. Se trata de concepciones la razón, inmutable y eterna, que no varia de
heterogéneas y, en algunos aspectos, opues­ acuerdo con los distintos países y las distin­
ta*- (aunque algunas veces coexisten en doc­ tas épocas, y que el hombre sólo puede vio­
trinas particulares, como las panteístas, que lar renegando de su propia naturaleza. Al ser
identifican la divinidad con la naturaleza físi­ reproducido y acogido por Lactancio, uno de
ca y con la razón); sin embargo, todas tienen los Padres de la Iglesia, este pasaje influyó
en común la idea de una sistema de normas grandemente en el pensamiento cristiano de
lógicamente anteriores y éticamente superio­ cultura latina que, como habia sucedido des­
res a las del estado, de cuyo poder constitu­ de el siglo iii con el de cultura griega, acogió
yen una limitación infranqueable; las normas la idea de un derecho natural dictado por la
jurídicas y la actividad política de los esta­ razón. Esto despertó, sin embargo, entre los
dos, de las entidades y de los individuos que Padres de la Iglesia graves problemas de
se opongan al derecho natural, de cualquier orden teológico, ya sea por la dificultad de
manera que se conciba, son consideradas ile­ explicar la coexistencia de una ley natural y
gitimas por las doctrinas iusnaturalistas y de una ley revelada, ya sea porque la admi­
permiten la desobediencia de los ciudadanos. sión de la existencia, en el hombre, de una ley
83» IU S N A T U R A L IS M O

moral autónoma ponía en tela de juicio la según el cual el derecho natural es un dicta­
necesidad de la gracia. Estas dificultades do de la razón, pero la razón no es más que
atorm entaron sobre todo el pensamiento de un medio de comunicarle al hombre la volun­
san Agustín, que a este propósito adoptó acti­ tad de Dios, que puede modificar, por lo tan­
tudes muy diferentes en diversas épocas. to, el derecho natural a su arbitrio: tesis que
También los juristas romanos habían toma­ fue retomada y desarrollada, desde el prin­
do de los estoicos la idea de un derecho natu­ cipio, por la Reforma protestante.
ral. que sin embargo no profundizaron; uno Con frecuencia se hizo valer el principio del
de los más grandes, Ulpiano, más bien la des­ i. de santo Tomás (que, en realidad, había sido
figuró profundamente, definiendo el derecho enunciado por san Agustín y que santo Tomás
natural como “el que la naturaleza ha ense­ había aceptado con serias limitaciones y
ñado a todos los seres animados”, incluyen­ reservas), según el cual una ley positiva con­
do entre éstos de manera explícita a las bes­ traria al derecho natural, y por lo mismo
tias. lo cual reducía el derecho natural, antes injusta, no era una verdadera ley ni obliga­
que a una norma de conducta, a un mero ins­ ba. Este principio, muy por encima de las
tinto. a una necesidad de orden físico. Esta intenciones de santo Tomás, se esgrimió
definición ulpiana es por otro lado muy muchas veces para atacar la validez de las
importante, porque fue acogida frecuente­ leyes del estado en los casos en que éste se
mente por los escritores medievales junto con encontró en oposición con la iglesia; los juris­
la de Cicerón, a pesar de ser antitéticas. tas y políticos católicos apelan al mismo aún
La aceptación indiscriminada del i. en todas en nuestros días.
sus versiones, sin lomar en cuenta su recípro­
ca incompatibilidad, es una característica, en IIIF.I. ORK'.KN DEL ll'SNATURAUSMO MODERNO. En
efecto, del pensamiento medieval. Junto con realidad, la doctrina tomista de la ley natu­
la versión naturalista de Ulpiano y la racio­ ral no hacia otra cosa que retom ar la estoico-
nalista de Cicerón (y también aquella, debi­ ciceroniana de la “verdadera" ley en cuanto
da a una mala interpretación de un diálogo racional, encerrándola, sin embargo, en un
tardío de Platón, de una justicia inmanente marco teológico. Y a pesar de que un difun-
en todo el universo como principio de la didisimu lugar común historiográfico afirme
armonía del mismo), la Edad Media desarro­ lo contrario, en la actualidad se va abriendo
lló la doctrina de un derecho natural, identi­ camino la opinión de que el i. moderno (que
ficado con la ley revelada por Dios a Moisés adoptó, sobre todo en el siglo xvm, caracte­
y con el Evangelio: esto se debió sobre todo rísticas decididamente laicas y, en el cam pt/ .
al canonista Graciano (siglo xn) y a sus político, liberales) se desarrolló en gran par­
comentaristas. te a p artir de la doctrina estoico-ciceroniana
Santo Tomás de Aquino (siglo xm) puso fin del derecho natural trasm itida precisamen­
a esta confusión de ideas, entendiendo como te gracias a su acogida en el tomismo. Sobre
"ley natural” la parte del orden, establecido lodo por el hecho de que la orientación tomis­
por la razón de Dios gobernador del univer­ ta se opuso enérgicamente, a partir del siglo
so, que se encuentra en la razón del hombre: xiv y sobre todo en el siglo xvi, durante la
una norma, por lo tanto, racional. El i. de san­ Relorma, al voluntarismo teológico inspira­
to Tomás reviste una gran importancia his­ do en las tesis de Guillermo de Ockam. que
tórica porque constituye, aunque no siempre establecía como fuente prim era de toda nor­
se entiende de una manera perfecta y univo­ ma de conducta y como fuente de legitimidad
ca, la base del i. católico que se hizo tradicio­ de la autoridad política, la voluntad divina y,
nal y que, a pesar de no haber sido declarado por lo mismo, las Sagradas Escrituras. Por
nunca por la iglesia m ateria de fe, forma, sin lo general, todos los juristas españoles que
embargo, parte central de la doctrina moral estudiaron ampliamente el derecho natural
y juridico-política católica. En el ámbito de (entre los que ocupa el lugar principal Fran­
la teología de la Edad Media tardía fue obje­ cisco Suarez), trataron de establecer una
to de ásperas objeciones por parte de las mediación entre el voluntarismo y el i. de ins­
corrientes voluntarista» cuyo mayor exponen­ piración tomista.
te fue Guillermo de Ockam (siglo xiv), y Precisamente en oposición al voluntarismo
I U S N A T U R A L IS M O 839

de las alas extremas del calvinismo, nació la mente para Grocio, del derecho internacional:
doctrina que se acostumbra considerar pie­ en ese tiempo los tratados de este derecho
dra angular del i. moderno: la del holandés casi siempre llevaban el título de Acerca del
Hugo Grocio (Huig de Groot), enunciada en derecho natural y de las gentes.
el De iure belli ac pacis de 1625. En esa obra
Grocio afirma —al establecer el derecho natu­ IV. t AKALTERISTICAS DEL IUSNATURALISMO MODERNO
ral basado en un derecho que podía ser reco­ Se ha difundido muchísimo la opinión de que
nocido como válido por todos los pueblos (y entre el i. antiguo-medieval y el i. moderno
que se convertiría en el derecho internacio­ existe una prolunda antítesis, en cuanto que
nal)— que ese derecho había sido dictado por el primero estaría constituido por una teoría
la razón, y que era independiente no sólo de del derecho natural como norma objetiva,
la voluntad de Dios sino también de su mis­ mientras que el segundo sería una teoria
ma existencia. Esta afirmación, que se hizo exclusivamente de derechos subjetivos, de
famosísima, se consideró en la época ilustra­ facultades. En realidad, entre el i. antiguo,
da como revolucionaria y precursora de la medieval y moderno no existe de hecho una
nueva cultura laica y antiteológica, a la cual, ruptura sino más bien una continuidad sus­
por eso mismo, el i. grociano le hahia abier­ tancial; sin embargo, lo cierto es que el i.
to el camino en el campo de la moral, del dere­ moderno pone decididamente el acento en el
cho y de la política; la doctrina de Grocio aspecto subjetivo del derecho natural, o sea
actuó, en efecto, en este sentido, aunque la en los derechos innatos, dejando en la oscu­
tesis de la independencia de la ley natural res­ ridad su correspondiente aspecto objetivo, el
pecto de Dios reproducía viejas fórmulas de norma, en el que generalmente insistieron
escolásticas ligadas a la polémica entre el i. los iusnaturalistas antiguos y medievales, y
racionalista y el voluntarismo, y se remonta­ también el mismo Giocio. Precisamente por
ba hasta el em perador rumano Marco Aure­ esta característica el i. moderno, o sea el de
lio, seguidor de la filosofía estoica. los siglos xvn y xvm, informa profundamen­
En el siglo xvn, la obra de Grocio, debido te a las doctrinas políticas de tendencia indi­
también a su actualidad, en cuanto estudio vidualista y liberal, estableciendo resuelta­
sistemático del derecho internacional, y a la mente la instancia del respeto, por parte de
fama que como tal alcanzó en tuda Europa, la autoridad política, de lo que se proclama
difundió con gran eficacia la idea de un dere­ como derechos innatos del individuo.
cho "natural", en el sentido de "no sobrena­ El i. moderno considera al estado mismo
tural’', de un derecho que tenía como fuente como una obra voluntaria de los individuos
de validez exclusivamente su conformidad y no, como en la mayor parte de las doctri­
con la razón humana, y esta concepción del nas clásicas y medievales, como una institu­
derecho natural influyó profundamente en la ción necesaria por naturaleza. Para los ius-
proposición de la idea de la necesidad de naturalistas modernos, los individuos aban­
adaptar el derecho positivo y la constitución donan el "estadonatural” (entendido porcada
política de los estados a un derecho semejante uno de ellos de un modo diverso, pero siem­
y, también, de la legitimidad de la desobedien­ pre sin organización política) y dan vida al
cia y de la resistencia a los que no se adapta­ estado organizado politicamente y con auto­
ban al mismo. Esta tendencia se desarrolló, ridad, precisamente para que se vean mejor
por otra parte, también fuera del influjo protegidos y garantizados sus derechos natu­
directo del i. inspirado en Grocio o derivado rales, y el estado es legítimo siempre y cuan­
del mismo, y al encontrarse en Inglaterra con do cumpla esta función esencial suya, que se
la antigua tradición constitucionalista de ese le ha delegado por medio de un pacto estipu­
país (v. constitucionalismo;, que ya había esta­ lado entre los ciudadanos y el soberano (con­
blecido límite» a) poder del rey, halló su for­ trato social). En algunas doctrinas iusnatu­
ma precisa en los Ensayas sobre el gobierno ralistas modernas se rechaza el individualis­
civil de Locke, escritos alrededor de 1680 y mo hasta el grado de considerar a la socie­
aparecidos en 1690. Además de esto, el i. del dad misma como fruto de un contrato entre
siglo xvn tuvo gran importancia como funda­ los individuos, y de dividir e! contrato social
mento teórico, como lo hahia sido precisa­ en dos aspectos: pacto de unión y pacto de
«40 IU S N A T U R A I.IS M O

su jeción: aunque esto es mucho más raro de la razón sino también por concebir como tales
lo que se cree, ya que aun entre los iusnatu- las que en realidad sólo eran instancias polí­
ralistas modernos el “estado natural" se ticas, y no rara vez económicas, de la socie­
representa generalmente como una forma de dad de la época. Por o tra parte, el hecho mis­
sociedad; sociedad, sin embargo, precaria e mo de haberlas lomado como exigencias
incierta, que hace conveniente la salida de esa racionales absolutas les confirió a estas ins­
condición para dar vida a una institución tancias la fuerza que condujo a su pleno cum­
juridico-política organizada. plimiento. El ideal iusnaturalista del siglo
Los derechos innatos, el estado natural y xvm tuvo de esta manera efectos muv gran­
el contrato social, a pesar de ser entendidos des en la política: la Declaración de Indepen­
de diversas maneras por los distintos escri­ dencia de los Estados Unidos de América
tores, son conceptos característicos del i. (1776), en la que se afirma que todos los hom­
moderno y se encuentran en todas las doctri­ bres tienen derechos inalienables, como la
nas del derecho natural de los siglos xvu y vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad,
xvili, tanto que se ha podido hablar (aunque se inspiro en la doctrina del derecho natural
en realidad impropiamente) de una "escuela —aunque también contribuyeron algunos ele­
del derecho natural”. Esto ha contribuido a mentos historíeos y doctrinales, derivados
que muchos reserven la expresión "i.” para sobre todo de la tradición constitucionalista
las doctrinas de este periodo histórico y ha inglesa. La Declaración de los Derechos del
creado también la opinión equivocada de que Hombre y del Ciudadano. 178ó, que fue uno
la idea del derecho natural nació v se cultivo de los primeros actos de la revolución fran­
sólo a partir de ese periodo, y mas precisa­ cesa. en la cual se proclaman igualmente
mente desde Grocio en adelante. como "derechos naturales” la libertad, la
Las teorías de los distintos iusnaturalistas igualdad, la propiedad, etc., tiene un carác­
de los siglos xvm y xix (entre los que se pue­ ter francamente iusnaturalista.
den mencionar, además de Grocio y Locke. a
Millón. Pufendorf, Cumberland. Tomasio, V F.L IfSNATl'RALlSMO EN El. SIOIjO XIX El i. del
Barbeyrac, Wolff, Burlamaqui, Vattel y, en siglo xvm tuvo también otros efectos concre­
una posición particular, a Rousseau y Kanl, tos importantísimos. El derecho natural
y, además, en la prim era fase de su pensa­ representaba un modelo perfecto para las
miento. Fichte) presentan diferencias que legislaciones positivas y parecía proporcionar
algunas veces llegar a ser profundas, v los el medio para llevar a cabo, aun en este cam­
mismos conceptos de estado natural y de con­ po. una reforma que no respondía sólo al espí­
trato social se presentan en ellos configura­ ritu innovador de la época sino que satisfa­
dos de diversa manera. De estos escritores, cía, además, exigencias prácticas y técnicas.
los primeros parecen referirlos a hechos real­ La idea de un sistema racional y universal de
mente sucedidos, en tanto que los últimos normas (idea acorde con la tendencia de la
—sobre todo Rousseau y Kant— los presen­ cultura ilustrada, que consideraba la racio­
tan como meras ideas, capaces de explicar nalización y la sistematización de todos los
racionalmente la realidad histórico-política aspectos de la realidad, rechazando las apor­
y de constituir un término de referencia y de taciones de la tradición v de la historia, v todo
evaluación para ésta; o sea que el estado lo que no tuviera la apariencia de un dictado
encuentra su justificación racional (no histó­ de la razón), se oponía, en efecto, de una
rica) en el contrato que les es inmanente y que manera estridente a la realidad de la vida jurí­
es legítimo en la medida en que se adapta a dica de esa época.
los términos racionales del contrato mismo. Este periodo se caracterizó por un grave
En otras palabras: el estado, para ser legiti­ estado de confusión y de incertidumbre. cau­
mo, debería existir como si en cada momen­ sado por la crisis del derecho vigente en ese
to de su existencia naciera del contrato. entonces, que era un derecho llamado
Ciertamente el i. de los siglos xvm y xix “común”, o sea el derecho romano justinia-
pecó gravemente de falta de sentido históri­ no modificado y complicado a través de los
co. no sólo por haber presentado como even­ siglos por el concurso de otras variadísimas
tos sucedidos realmente meras exigencias de fuentes de normas jurídicas, y prácticamcn-
I U S N A T U R A L IS M O 841

le imposible de conocer a ciencia cierta. Se de los derechos innatos, si se entendían como


sentía, por lo tanto, la necesidad imperiosa los entendían efectivamente los iusnaluratis-
de reformas legislativas que le dieran al dere­ tas de los siglos xvu y xvm, esto es connatu­
cho, sobre lodo, certidumbre, y el i., con su rales al hombre independientemente de su
teoría de un derecho absoluto y universal­ situación histórica.
mente válido porque había sido dictado por En el transcurso del siglo xix, el i. cayó en
la razón, ofrecía la base doctrinal de una un descrédito total. Sobrevivió únicamente en
reforma racional de la legislación. Se creyó, su forma católica que se apoyaba en la doc­
en efecto, que el problema de ésta consistía trina de las leyes de santo Tomás, pero exclu­
en traducir las normas del derecho natural sivamente en los ambientes clericales, con
en normas positivas que debían llevarse a una función conservadora y frecuentemente
cabo de una vez. por todas, y éste fue el tema reaccionaria y, sobre todo, como instrumen­
de las codificaciones que se hicieron (entre las to de impugnación de la legitimidad del esta­
que son particularm ente importantes la pru­ do liberal y constitucional. Los juristas usa­
siana y la francesa) entre el final del siglo ban el adjetivo "iusnaturalista" en sentido
xvm y el principio del siglo xix; en realidad despreciativo, para indicar concepciones o
los codificadores tomaron en cuenta, además argumentaciones ajenas al campo de la juri­
del derecho natural, el derecho vigente, tra­ dicidad, pues se entiende ya por “jurídico"
tando de darle a este último un ordenamien­ únicamente lo que corresponde al derecho
to racional, que lo acercara al modelo iusna- positivo. De vez en cuando se anunciaba algún
turalista. “resurgimiento" del derecho natural; pero se
En el momento en que se celebraba su trataba, sin embargo, de voces aisladas, que
triunfo, sin embargo, el i. agoló su función caían totalmente en el vacío.
con la promulgación de los códigos, sobre
todo del napoleónico. Traspuesto el derecho VI. El. IUSNATURALISMO CONTEMPORANEO. El i. des­
raciona] en el código, no se considero ni se pertó. después de la segunda guerra mundial,
admitió otro derecho que el del código y se como reacción al estatismo de los regímenes
consideró ilegitimo recurrir a principios cía totalitarios. En gran parte el fenómeno se pro­
normas ajenas al sistema del derecho positi­ dujo todavía en el ámbito de la cultura cató­
vo. Se llegó hasta el punto de negar, excep­ lica: pero también en los ambientes protes­
ción hecha del código austríaco de 1811, la tantes alemanes y, en una medida bastante
posibilidad de recurrir al derecho natural en considerable, también en el mundo laico la
caso de lagunas del ordenamiento jurídico idea del derecho natural se abría paso, sobre
positivo; triunfó el principio, característico todo como dique y limite del poder del esta­
del positivismo jurídico (de la posición anti­ do. Es característica, a este respecto, la posi­
tética al iusnaturalismo), de que para cual­ ción adoptada por uno de los más grandes
quier caso se puede encontrar la solución den­ juristas alemanes: Radbruch.
tro del ordenamiento jurídico del estado. Hasta pensadores provenientes del idealis­
En esos mismos anos —principio del siglo mo, que por su historicismo esencial se
xix— se le hizo un fuerte ataque al i. por par­ habían opuesto siempre a la idea del derecho
te del historicismo alemán (la "escuela histó­ natural —entre cuyos críticos más acérrimos
rica del derecho") que. como manifestación estaba Bcnedetto Cruce—. se fueron acercan­
del romanticismo en el campo del derecho, do al i., y esto se vio favorecido por el hecho
reaccionaba de esta m anera a lo que había de que los iusnaturalistas, por su parte, se
sido, en cambio, en ese campo, la manifesta­ decidieron a abandonar las tesis de la inmu­
ción de la ilustración. Los juristas de la escue­ tabilidad y de la eternidad del derecho natu­
la histórica acusaron al i. de abstraccionis­ ral y empezaron a considerarlo como inma­
mo intclectualista por su pretensión de esta­ nente a la historia, tal como lo había consi­
blecer normas y valores inmunes al devenir derado en el siglo xvm G. B. Vico, o en cier­
histórico, eternos e inmutables, y consiguie­ ta forma como algo que devenía con ella,
ron algo al señalar, como expresiones de ese como lo había concebido Romagnosi en el
abstraccionismo, conceptos como los del esta­ siglo xvin. Sin embargo este renacimiento
do natural y del contrato social, y también el del i. no estuvo exento de oposiciones: ataca­
842 IUSNATURALISMO

do enérgicamente por los seguidores del posi­ contenido del derecho natural (no excluida,
tivismo jurídico, que veían en él una traspo­ por otra parte, por santo Tomás, en quien se
sición ilegítima del derecho del plano de la inspira el i.) parece inclinarse actualmente a
valide/ formal al del valor, recibió criticas aceptar una dimensión histórica del mismo.
también bajo el aspecto ético, como doctrina Si se concibe históricamente, como expresión
objetivista y universalista, incompatible con de los ideales jurídicos y políticos siempre
la concepción moderna de la moral. La polé­ nuevos que van surgiendo de la transform a­
mica en pro y en contra del i. se desarrolló ción de la sociedad en oposición con el dere­
frecuentemente en planos diferentes: en algu­ cho positivo (que por la misma estructura de
nos casos en el de la ética, en otros en el de los órganos legislativos no siempre es capaz
la política, o bien en el de la ciencia jurídica, de adaptarse a esa transformación), el i. tie­
y los argumentos de los contendientes, al no ne ante sí una función, peligrosa tal vez, pero
ser homogéneos, cayeron en el vacio: o sea que puede ser fecunda; el problema de los
que estuvo viciada, por ambas partes, por pre­ fines y de las limitaciones de la misma afec­
juicios clericales o anticlericales, por la con­ ta, sin embargo, al de la relación entre el juez
vicción errónea, albergada todavía por y la ley y, por lo tanto, al de las relaciones
muchos, de que la concepción del derecho entre el poder legislativo y el poder judicial,
natural era prupia de la doctrina católica. ya que si se admite que el juez puede apoyar­
La lorma en que actualmente el i. puede se en un "derecho natural" y puede compro­
tener todavía vitalidad es, según parece, la meter la certeza del derecho, se les atribuye
que se aproxima a las doctrinas sociológicas a los órganos judiciales el poder, en esencia,
y "realistas" del derecho que rechazan el posi­ de crear derecho.
tivismo jurídico por su formalismo, o sea pre­
cisamente por el mismo defecto que el histo­ N. Bobbio, El problema del positi­
biblio g ra fía .
ricismo romántico e idealista le achacaba al vismo jurídico (1965), Buenos Aires, Eudebu; G.
i. Los seguidores del positivismo jurídico con­ Fasso, La legue dellu rugione (1964), Bolonia, II
sideraban "iusnaturalistas", desde el prim er Mulino, 1966; G. Fasso. Historia de la filosofía
momento de su aparición, a las doctrinas jurí­ del derecho (196b-1970), Madrid, Pirámide, 1982-
dicas de inspiración sociológica que no loma­ 1983, 3 vols.; G. Fasso, La scienza e la filosofía
ban en cuenta la estructura formal del dere­ del diritto, en Slorie delle idee politiclie. econo-
cho sino su contenido real, y, por otra parte, miche e sociali, a cargo de L. Firpo, Turín, ltht ,
los pensadores positivistas que apoyaban en 1979, vol. vi; E. Galán y Gutiérrez, Jus naturae
la sociología, como Spencer o Ardigó, acep­ (1934), Madrid, Instituto Editorial Reus, 1961,2
taron expresamente la idea del derecho natu­ vols.; A. Passerin d’Entréves, La dottrina del dirit-
ral, y los juristas sociológicos, como el nor­ lo natnrale (1954), Milán, Comunita, 1962; P. Pio-
teamericano R. Pound, hablaron de "derecho vani, Giusnaturalismo ed etica moderna, Bari,
natural positivo”; a principios del siglo xx, Laterza, 1961; F. Pollock. The history of the law
los defensores de una "investigación libre del of nature (1900), reed. en Jnrisprudence and legal
derecho" (Ehrlich, Kantorowicz, Gény), apro­ essays, Londres, Macmillun, 1961; H. Rommen,
ximaron su idea del derecho al derecho Derecho natural: historia, doctrina (1947), Méxi­
natural. co. Jus; J. Sauter, Die philosophischcn Grundla-
Ciertamente, sólo desligado de la idea de un gen des Saturrechts (1932), Frankfurt, Sauer und
derecho natural meiafisico. extrahistórico, Auvermann, 1966; H. Welzel, Diritto naturale e
eterno e inmutable, el i. puede encontrar un giustizia mate ríale (1962*), Milán, Giuffre. 1965.
lugar en la cultura jurídico-politica actual. Y
en efecto, el mismo i. católico, que siempre [o lido fa sso ]
había rechazado la variabilidad histórica del
jacobinismo

Aunque un diccionario de la lengua francesa se en el grupo político más intransigente den­


de uso muy difundido como el Roben consi­ tro del proceso revolucionario iniciado en
dere que el sinónimo moderno del término 1789. Los jacobinos "históricos” fueron los
"jacobino" sea el de "republicano ardiente e indiscutibles protagonistas de la vida política
intransigente”, es indudable que en el léxico francesa e incluso europea durante los trece
político de los dos últimos siglos el área meses que van de junio de 1793 a julio de
semántica de dicho término, aunque no se 1794. o sea desde la destitución de los jefes
contradice formalmente con tal definición, se girondinos provocada por el comité insurrec­
ha ampliado notablemente y se ha cargado de cional hasta el golpe de mano moderado del
connotaciones a menudo contradictorias 9 de Termidor, que concluyó con la muerte de
entre si, como puede verse en la definición, Robespierre y de Saint-Just.
más peyorativa que la del Robert. que da del A partir de este periodo la importancia polí­
j. el Grand Larousse: "opinión democrática tica e ideológica de los jacobinos dentro de
exaltada o sectaria”. la revolución francesa empieza a trascender
Es conveniente distinguir desde un prim er el puro contexto histórico y asume un nivel
momento entre el significado restringido del paradigmático, convirtiéndose en modelo de
término, que encontramos en los historiado­ un posible comportamiento político, más allá
res, y el significado amplio del mismo, más de la gran atracción que suscitó entre los
propio del léxico político, aunque obviamen­ demócratas y revolucionarios europeos con­
te el proceso de osmosis entre los dos signi­ temporáneos, deseosos de “hacer como en
ficados hn llegado a un punto tal que resulta Francia" y de destruir, con toda la energía
imposible m antener aislados en su pureza posible, los vínculos feudales. En un prim er
uno y otro concepto. Aunque haya ganado en momento el club (influido por el modelo
extensión, el térm ino no ha perdido intensi­ inglés) empieza a presentarse como una espe­
dad. Para los historiadores, el arco cronoló­ cie de partido de gran eficiencia, dotado de
gico del j. se puede reducir esencialmente al instancias locales organizadas sobre base
decenio 1789-1799. Los jacobinos son los territorial (de la región al barrio) y tal vez
genuinos representantes del tercer estado creadas por la acción y la propaganda de un
que, como grupo compacto de la Asamblea militante enviado del centro a la periferia;
Nacional, se reúnen en un prim er momento empieza asi a perfilarse, en una situación de
bajo el nombre de “club bretón" y después ba­ radicalización del enfrentamiento revolucio­
jo el de "Société des amis de la Constitu- nario. el prim er embrión de partido político
tion”. A partir de octubre y noviembre de moderno (de cuadros y de masa), cuya con­
1789 se reúnen en el convento de los domini­ solidación posterior será una de las causas
cos (o jacobins) de la calle de Saint-Honoré. determinantes de que perdure con éxito el tér­
siendo denominados por sus adversarios mino jacobinismo.
"jacobinos” (el j. tiene en común con el "m ar­ Un segundo aspecto de la importancia para­
xismo" el hecho curioso de que debe el ori­ digmática del j. >e refiere a la atención pres­
gen de su nombre a sus adversarios). En 1791 tada por la organización política a la realidad
se produjo una escisión significativa y los mo­ física de la> clases sociales: paralelamente a
derados fundaron el club de los "feuillants”. la presencia social de la plebe, el ascenso polí­
Desde este momento el j. se convierte defini­ tico de los jacobinos, con su propaganda acti­
tivamente en republicano, hasta transformar­ va contra los “monopolizadores" y todo géne­
844 JA C O B IN IS M O

ro de parásitos, configura un momento de monía política. 1793, son sinónimos de una


hegemonía de todos los estratos productivos. especie de salto de calidad en la dinámica del
Esto es un hecho importante: desde el proceso revolucionario, por cuanto se radi­
momento en que la política se profesionaliza caliza y llega a su extremo el enfrentamien­
a través de una red de militantes revolucio­ to. De la reflexión sobre este fenómeno se
narios (económicamente no productivos), se derivan diversas categorías interpretativas,
abre camino la ambición, difundida gracias a la vez históricas y políticas (todas con una
a una ideología puritana y austera (el j. se pre­ gran carga de pasión ideológica), como la
senta como una dictadura de la virtud), de revolución permanente, la dictadura revolu­
sanar las intolerables lacras de la sociedad cionaria. el terro r del estado revolucionario,
civil. De estos dos aspectos del paradigma se o también la aulonominación del momento
deriva un tercero, que funge como vigoroso político respecto a la sociedad civil, el origen
apoyo ideológico: el j. se presenta en calidad de la democracia totalitaria, la desviación en
de poder revolucionario radical, hasta el pun­ sentido centralizado-dictatorial de un proce­
to de autoinvestirse de una misión palinge- so de modernización política y de desarrollo
nética y al mismo tiempo nacional-patrióti­ liberal-democrático.
ca, ética y social. Karl Marx, en los años 1843-1844, verá en
Se comprende pues porqué el término "j." el periodo jacobino el intento de la vida polí­
ha seguido siendo usado mucho más allá del tica por sofocar su mismo supuesto: la socie­
decenio 1789-1799, alimentando no sólo las dad civil. Sin embargo, la permanencia de la
pasiones políticas, sino también las reflexio­ revolución llevará a la restauración y la mis­
nes teóricas. En él están implicadas la estruc­ ma revolución permanente se transform ará
tura de la forma-partido, la relación entre el en las guerras permanentes de Napoleón, cul­
partido y la nación (considérese la “patria en minación lógica de la radical autonomía de
peligro") y entre el partido y aquellos secto­ lo político, establecida por el terror jacobi­
res más vivos de la sociedad que después se no. El "marxismo", dispositivo teórico-prác-
llamarán clases sociales. También resulta tico postumo, restringirá el significado uni­
implicado el núcleo profundo de la categoría versal del j. al más estrecho de revolución
moderna de “politico”, o sea la relación entre burguesa, y por tanto de revolución incom­
el partido y el poder estatal, entre el momen­ pleta, que se debe completar con los mismos
to de la organización, de la adm inistración y métodos eficaces del j. En Francia, "m arxis­
del gobierno: a todo ello se vinculan los lemas mo" y j„ disfrazados de guesdismo y de hlan-
de la democracia y de la dictadura y la eter­ quismo, tenderán a identificarse a menudo y
na cuestión de los medios y de los fines, o sea el fracaso de la Comuna de París significará
de las modalidades y oportunidades de ejer­ por una parte una revaloración de los oríge­
cer el poder (considérese el Terror). nes nacional-jacobinos del movimiento insu­
El episodio significativo de la conjuración rreccional y por la o tra una apelación a una
de los iguales de Babeuf, desafortunado apén­ mayor energía centralizada por parte de los
dice del j. y al mismo tiempo prim er núcleo revolucionarios. La propia Segunda Interna­
de agitación "comunista", introduce en el cional, el organismo de la socialdemocracia
debate politico la cuestión de la permanen­ de todos los países, será fundada en París el
cia de la organización revolucionaria y de las 14 de julio de 1889, con ocasión del centena­
posibilidades insurreccionales en un periodo rio de la gran revolución; el movimiento obre­
marcado por una coyuntura desfavorable; de ro se siente cada vez más fascinado por la
aquí el doble problema de la conspiración y revolución incompleta (además de traiciona­
de la clandestinidad, dos factores que no da por la burguesía conservadora) y el j. se
podran dejar de enfatizar la tendencia de la convierte en un modelo político-revoluciona­
forma-partido a darse a sí misma una estruc­ rio adaptable también a las exigencias del
tura centralizada y coherente, además de vigi­ proletariado. Lcnin definirá al sccialdemócra-
lante respecto a infiltraciones, aun de orden ta revolucionario como un perfecto jacobino;
ideológico. El problema histórico del j. se Trotski y Rosa Luxemburg se opondrán, en
inserta también en los análisis de la mecáni­ los primeros años del siglo xx, al bolchevis­
ca de la revolución. El j. y el año de su hege­ mo leninista, interpretando el j. como una
J r R IS D IC C IO N A L IS M O 845

estructura política no indiferente al carácter 1971; P. Kropotkin, La grande rivoluzione. 1789-


burgués de la revolución de 1789. 1793 (1909), ¿atañía, Ed. della rivista "Anarchis-
El juicio político acerca del j. condiciona las mo”, 1975; G. Lefebvre, 1789: la revolución fran­
interpretaciones historiográficas fundamen­ cesa (1951). Barcelona, Laia, 1976; G. Martin. Les
tales sobre la naturaleza de la revolución jacohins, París, puf, 1945; A. Mathiez, Le bolché-
francesa. La interpretación que convencional- visme el le jacobinisme, París, Librairie de
mente llamaremos liberal ve en el j. una des­ l'Humanité, 1920; R.R. Palmer, L'era delle rivo-
viación respecto al proceso de democratiza­ luzioni detnacraiiche (1959-1964), Milán, Rizzo-
ción, una desviación autorilario-plebcya den­ li, 1971; G. Rudé, La Europa revolucionaria, 1783-
tro de una dinámica ya iniciada en el Anden 1815 (1964), México, Siglo XXI, 1974; A. Soboul.
régime y en condiciones de dirigir el mundo La revolución francesa (1981), Madrid, Tecnos,
moderno hacia el estado de derecho y las ins­ 19S3; J.L. Talmon, Los orígenes de la democra­
tituciones libres. La interpretación que llama­ cia totalitaria (1952), México. Aguilar, 1956; 11
remos democrática ve en el j. un momento de mito della rivoluzione frúncese, a cargo de M.
ruptura necesariamente violenta con el mun­ Temi, Milán. 11 Saggiutore, 1980: A. de Tocque-
do feudal de la monarquía reaccionaria; los ville. El antiguo régimen y la revolución (1956),
jacobinos se convertirán en héroes trágicos Madrid, Guadarrama, 1969.
de esta interpretación, a la m anera de cier­
tos héroes antiguos, porque encarnan las [BRI SO BÜNGIOVANNI]
necesidades de la historia y los dolores de par­
to de la nueva civilización democrática. La
interpretación marxista ortodoxa ve en el j.
el momento más avanzado de la revolución jurisdiccionalismo
burguesa, cerrado dentro de los limites socia­
les de dicha revolución, pero capaz de apor­ Se conoce con este nombre un sistema de polí­
ta r al futuro proletariado el modo politico tica eclesiástica por el cual el estado ejerce
definitivo (partido, dictadura, revolución per­ una injerencia más o menos amplia en los
manente, estado revolucionario) de la orga­ actos de la autoridad eclesiástica y en la vida
nización de clase y de la revolución socialis­ de la iglesia en cosas que no conciernen a
ta. La interpretación libertaria ve finalmen­ materias propiamente dogmáticas. Se trata
te en el j. un grupo político particular que, epi del llamado lus circa sacra. Las aplicaciones
nombre de ideales universales, usurpa y de este principio son naturalmente muy varia­
expropia autoritariam ente un movimiento das; se pueden señalar como principales: I]
revolucionario genuina y espontáneamente control de la publicación de los actos de la
popular. autoridad eclesiástica (decretos, pastorales,
bulas pontificias, etc.) por medio de un visto
bibliog rafía : Actes dtt enlloque girondins et bueno llamado placel o exequátur, 2] control
montagnards, París, Société des Études Robes- de las relaciones entre el pontífice y las auto­
pierristes, 1980; A. von Borcke, Die Vrspmng des ridades eclesiásticas del territorio estatal; 3]
Bolchewismus. Die jakobinische Tradiíion in revisión de Ja legitimidad de las sentencias de
Russland wid die Theorie der revolutionarer Dik- la autoridad eclesiástica; 4] legislación res­
tutur, Munich, Berchmans, 1977; A. Cuchin, Mee- trictiva (y eventualmente hasta la abolición)
canica d c lla rivoluzione (1924), Milán. Rusconi. de las órdenes religiosas; 5] restricción acer­
1971; G. Forrero, Potete: i geni invisibili delta til­ ca de la adquisición y el ejercicio de la pro­
til (1942|, Milán, Surgarco, 1981; F. Furet, La piedad eclesiástica (leyes de manos muertas);
revolución francesa (1978), Madrid. Rialp, 1982; 6] alto dominio sobre el patrimonio eclesiás­
A. Gérard. Los mitos de la revolución francesa tico (impuestos, administración de los ingre­
(1970), Baicelona, Edieions 62, 1973; J. GoJeehot, sos de sedes vacantes [el llamado ius regaliae],
Las revoluciones, Barcelona, Labor, 1977; D. Gué- confiscaciones); 7] injerencia en el nombra­
rin, La lucha de clases en el apogeo de la revolu­ miento de los obispos y. en general, en el otor­
ción francesa (1973). Madrid, Alianza, 1974; J. gamiento de oficios y beneficios eclesiásticos,
Ju u ré s, Storia socialista delta rivoluzione frún­ ya sea negativa (ius exclusivac), ya sea positi­
cese (1901-1904). Roma. Editori Riuniti, 1969- va, con la propuesta o el nombramiento.
«46 JU S T IC IA

El sistema jurisdicciunalista ocupa un susodichas afirmaciones tienden a denotar lo


lugar intermedio entre el de la teocracia (v.). deseable del estado de cosas que describen.
que absorbe el estado en la iglesia, y el del Sin embargo, esto no es necesariamente cier­
ce.saropapismu (v.), que absorbe la iglesia en to. No es incoherente decir que no es iguali­
el estado. Presupone la distinción y al mismo tario el pago de salarios más elevados al per­
tiempo la correlación entre los dos poderes sonal especializado, a pesar de que pueda ser
y se opone por lo tanto también al separatis­ deseable, o que se debería reducir la libertad
mo (v.J. Por este carácter intermedio es sus­ de expresión por el bien de la seguridad nacio­
ceptible de muchas gradaciones. Otro presu­ nal. La j. es, por otra parte, un concepto nor­
puesto, si no estrictamente jurídico al menos mativo. y expresiones como “esta acción o
político-moral, consiste en que el mismo esta­ esta norma o esta institución es ju sta”, o bien
do que practica el j. profesa él mismo la reli­ “es justo establecer leyes fiscales igualita­
gión de la iglesia sobre la que ejerce su poder rias", representan juicios normativos y no
(iglesia de estado) y protege a una y a otra. afirmaciones descriptivas. No deberíamos
El sistema jurisdicciunalista pertenece por dejarnos engañar por una expresión platóni­
tanto esencialmente al pasado: los dos siglos ca como “estamos buscando la j. que es más
en que floreció más fueron el xvn y el xvui; preciosa que muchos trozos de oro" (Platón,
en la segunda mitad de este último adoptó, 1.a República, i, 336). La j. no es una “cosa"
en el imperio habsbúrgico de José II, la for­ y menos aún una cosa visible (ni siquiera en
ma extrema de ¡osefinismu. En la actualidad el sentido platónico). Para mayor claridad se
los restos del j. sobreviven en forma de cláu­ debería evitar el sustantivo y usar el adjeti­
sulas de los concordatos estipulados entre los vo. “ X es justo” es más parecido a “X tiene
distintos estados y el papado. razón” que a "X es igualitario”. Un racista
y su rival no pueden estar de acuerdo sobre
HiBi.KKikAFlA. P. Gismondi. II fiuovo giurisdizio- el hecho de que la discriminación racial es
nalismo italiano. Milán. Giuffré, 1946: A.C. Jemo- realmente inigualitaria; pero es probable que
lo Stato e chiesa negli scrittori politici dei sei- no estén de acuerdo en juzgar justa o injusta
cenlu e del settecento, Turín, Bocea, 1914; A.C. esta práctica, y su desacuerdo se base en una
Jemolo. II giansenismo in Italia prima delta rivo- actitud moral, mas no en una prueba em­
luzione, Barí, Lalerza, 1928. pírica.

[LLTGI SALVATORELU] ii . definición . Si la j. es un concepto normati­


vo. surge entonces el problema de la posibi­
lidad de definirla en términos descriptivos.
La j. se ha equiparado con la legalidad, la
Justiciai imparcialidad, el igualitarismo, la retribución
del individuo de acuerdo con su grado, su
i un conceito NORMATIVO. La j. es un fin social, habilidad o su necesidad, etc. Ahora bien, si
como la igualdad, la libertad, la democracia estas definiciones fueran aceptables, se
o el bienestar. Existe, sin embargo, una dife­ podría partir de premisas empíricas para lle­
rencia importante entre el concepto de j. y los gar a conclusiones normativas. Por ejemplo,
demás conceptos que acabamos de mencio­ si “justo” tiene el mismo significado que
nar. "Igualdad”, “libertad", etc., son térm i­ “igual'1, entonces, si una determinada norma
nos descriptivos. Y aunque son abstractos y es igualitaria, sin duda también seria justa.
teóricos, se pueden definir de tal m anera que Lógicamente sería incoherente, por lo tanto,
resulten comprobables en general las afirma­ considerar injusta cualquier norma igualita­
ciones que aparecen mediante la referencia ria e in justa cualquier norma no igualitaria.
a la evidencia empírica; por ejemplo, “esta ley Evidentemente estas definiciones no son
fiscal es igualitaria", “ la libertad de la pala­ aceptables. Y por cierto no podemos pasar del
bra prevalece en esta sociedad" (v. igualdad "ser" al “deber ser”, de los hechos a los valo­
y libertad). Es cierto que estos términos han res. Todas las definiciones de j. presentadas
adquirido, por lo menos en la actualidad, con­ aqui resultan no ser en realidad definiciones
notaciones euíemistas y que, por lo tanto, las sino más bien juicios normativos, bajo el
JU S T IC IA -S47

ropaje verbal de definiciones, con el objeto, derecho” (Rawls). De este modo, decir que una
en general, de una eficiencia retórica. No determinada acción, norma, política o activi­
debemos, por lo tanto, interpretar afirmacio­ dad es injusta, implica al mismo tiempo que
nes como ‘‘la j. significa igualitarismo" como determinadas personas tienen derecho a
una definición del concepto de j. sino como determinados beneficios, y esto significa, a su
expresión del principio normativo de que las vez. que los demás tienen el deber de no inter­
normas igualitarias de distribución son jus­ ferir en determinadas acciones del primero,
tas, y las no igualitarias injustas, de lo que como por ejemplo llevar adelante sus respec­
se deduciría que sólo las normas del prim er tivas reivindicaciones.
tipo deberían ser aprobadas y aplicadas. Lo Esto sirve para demostrar, como lo señaló
mejor es considerar la j. como noción ética Hume, que en las sociedades surgen proble­
fundamental y no definida. mas de j. porque los hombres están interesa­
dos esencialmente en si mismos y los bienes
ni justicia . bien , derechos ¿ No es lo mismo son esencialmente escasos. “La j. tiene su ori­
decir que una acción es justa que decir que gen únicamente en el egoísmo y en la limita­
es moralmente buena? Platón tendía a consi­ da generosidad de los hombres, junto con los
derar la j. y la virtud como sinónimos, y Aris­ escasos recursos que la naturaleza ha dis­
tóteles identificaba la j., en su sentido más puesto para sus necesidades [...] Elevad a un
amplio, como “virtud plena y excelencia en grado suficiente la bondad de los hombres,
el verdadero sentido de la palabra" {Ética. o la abundancia de la naturaleza, y habréis
1130a). Aristóteles mismo, sin embargo, esta­ inutilizado la j., sustituyéndola con virtudes
ba más interesado en considerar el tipo de j. mucho más nobles y con bendiciones más
"que forma parte de la virtud" {ihui). En este valiosas” (A treatise o f hum an nature, 1739,
sentido más restringido y más común habla­ libro ni. parte n, sección n).
mos de “ justo" y de "injusto" "cuando no nos
ocupamos de la conducta de un solo indivi­ IV. JUSTICIA DISTRIBUTIVA V JUSTICIA REPARADORA
duo sino del modo de tra ta r a las clases de Una conducta justa e injusta puede consistir
individuos, cuando tenemos que distribuir en la promulgación de normas que asignan
entre ellos alguna carga o algún beneficio [ ... J beneficios (por ejemplo, cargos, votos, sala­
Justo e injusto son formas más especificas de rios) o cargas (por ejemplo, impuestos, mul­
crítica moral que lo bueno o lo malo o lo tas) a clases de individuos; en la aplicación
moralmente bueno o moralmenie malo" de esas normas a casos particulares y en la
(Hart). La legalización o la condena legal del nbsen’ancia de estas normas. No solo las leyes
aborto o del divorcio, o el ejercicio de estas propiamente dichas sino también las costum­
prácticas, pueden considerarse moralmente bres y los principios éticos, pueden conside­
equivocadas, pero difícilmente pueden con­ rarse justos o injustos. En sentido derivado
siderarse injustas. “ No todas las acciones se puede hablar de una persona justa (que
moralmente buena.'— por ejemplo, los actos tiende a actuar de un modo justo), de normas
de benevolencia, los actos de piedad, o el justas (cuya promulgación constituye una
devolver bien por mal—, pueden describirse acción justa), de instituciones o sistemas
propiamente como justas. No todas las accio­ sociales justos (que constan de normas
nes moralmente malas son injustas. Las con­ justas).
sideraciones sobre hacer j. son sólo una espe­ Se ha adoptado en general la distinción
cie de las consideraciones sobre hacer el aristotélica entre j. distributiva y j. repara­
bien" (Frankena). dora. La prim era es “la que se manifiesta en
El concepto de j. está intimamente ligado la distribución de cargas, de bienes m ateria­
no sólo con el de bien sino también con el de les o de cualquier otra cosa que pueda divi­
derecho, en el sentido de derecho legal y dirse entre los que toman parte en el sistema
moral. "Se presentan problemas de j. cuan­ político" {Ética. 1930b); en cambio, la segun­
do se proponen reivindicaciones opuestas en da está relacionada de una manera más espe­
la proyección de una actividad y cuando se cifica con situaciones en que una persona ha
da por descontado que cada uno insistirá, has­ sufrido una ofensa de otra persona y exige,
ta donde sea posible, en lo que considera su por lo tanto, una reparación. Las normas de
»4tv JU S T IC IA

la j. reparadora se subdividen, además, en lesión para los demás" (Del Vecchio, cap. vm;
normas de j. compensativa y normas de j. las cursivas son mias). Precisamente porque
correctiva. Las prim eras se refieren a tran ­ el concepto de j. es normativo, sus principios
sacciones privadas y voluntarias y tienen por deben expresarse en términos descriptivos.
objeto restablecer un equilibrio perturbado,
mediante la compensación de la parte ofen­ vi. justicia formal. "Dado que el que viola la
dida; la segunda inflige el castigo al culpable. ley es, como hemos dicho, injusto, y en cam­
La j. reparadora puede considerarse, pues, bio el que respeta la ley es justo evidentemen­
como una subclase de la j. distributiva, en que te todas las acciones legitimas son justas en
los beneficios y las cargas que hay que asig­ cierto sentido porque ‘legitimo' es lo que el
nar están representados por recompensas y arte legislativo ha definido como tal. y llama­
castigos. Esta voz se ocupa sobre todo de la mos ‘justo’ cualquier procedimiento legisla­
j. distributiva en el sentido más restringido tivo particular” (Aristóteles, Ética, 1129b). Las
del término. "La tarea de una teoria de la j. acciones legitimas son acciones justas en el
distributiva consiste en proporcionar la sentido restringido de que se adapten a un
maquinaria en cuyos términos se puedan eva­ cierto sistema preexistente de leyes positivas.
luar los méritos y deméritos relativos a una Dado un sistema cualquiera de este tipo, una
distribución, efectuando esta 'evaluación' des­ acción es justa si es exigida o permitida por
de un punto de vista ético o moral" (Rescher). las normas, e injusta si éstas la prohíben, Éste
Examinaremos por lo tanto los distintos prin­ es el principio de legalidad, o de la j. formal
cipios alternativos de j. distributiva que se o abstracta (Perelman). A pesar de que está
han propuesto. expresado en términos descriptivos es casi
tan vacío de significado como las fórmulas
v. normas vacias. Los principios de j. expresa­ citadas en el § v. Deciamos “casi” porque
dos en términos normativos son vacíos y tau­ prohíbe a los ciudadanos desobedecer las nor­
tológicos. Es imposible en rigor de lógica vio­ mas sustantivas que están en vigor en ese
lar, por ejemplo, la norma de que es justo dar momento. Además les exige a los que aplican
a cada uno lo que le corresponde. Los que des­ las normas, por ejemplo a los jueces, que
tinan a otros a los campos de concentración actúen de manera imparcial. Así, un juez,
pueden afirm ar que les dan lo que merecen, pura llegar a una decisión formalmente jus­
es decir lo que deberían obtener. Se pueden ta. debería " tra ta r los casos semejantes de
hacer criticas del mismo tipo también a fór­ modo semejante y los casos diversos de un
mulas como: "una justa distribución es aque­ modo diverso", pero sólo en el sentido de que
lla en que el valor relativo de las cosas corres­ debería tom ar en cuenta las semejanzas y las
ponde a los valores de las personas que las diversidades de las características persona­
reciben" (Aristóteles, Política, 12S0a). El valor les que la ley misma señala específicamente
relativo de las cosas, por ejemplo, se puede como relevantes. Si se deja llevar por prefe­
medir frecuentemente en términos moneta­ rencias personales o se corrompe con dádi­
rios; mas no el valor relativo de las personas, vas, su veredicto será injusto. Si todos los ciu­
que es un problema de evaluación normati­ dadanos tienen derecho al voto sería injusto
va. Y no puede haber un tratam iento injusto impedirle a un ciudadano de color que vota­
si es justo tra ta r a las personas de un modo ra. Dentro de un sistema que limita el dere­
diverso entre si, siempre que las diferencias cho de voto sólo a los ciudadanos blancos, la
correspondan a distinciones relevantes y no misma acción sería legal y por lo tanto for­
arbitrarias de las características personales. malmente justa, y seria ilegal e injusto per­
Algunos sostienen que las diferencias racia­ mitirle a un negro que votara. La j. formal
les son relevantes para los fines del derecho excluye la arbitrariedad y exige la previsibi­
de voto, lo que significa que el sufragio debe­ lidad no sólo en las decisiones judiciales sino
ría basarse en la raza. De la misma manera, también en el ejercicio de la autoridad polí­
cualquier norma imaginable de distribución tica: “gobierno de leyes y no de hombres". Las
resulta justa si la j. impone "el deber de hacer normas jurídicas mismas pueden ser justas
a los demás lo que fundadanu.nu pueden pre­ en sentido formal, siendo el único criterio dis­
tender y no hacer lo que constituiría una tintivo el de determ inar si han entrado en
JU S T IC IA S4V

vigor de acuerdo con las normas de compe­ ra semejante y casos diversos de manera
tencia del sistema jurídico en si, por ejemplo diversa queda comprendido, de este modo, en
cuando son constitucionales. el concepto mismo de norma. Para llegar a la
La j. formal se aplica a las normas mora­ enunciación de principios sustanciales de la
les y a las normas jurídicas. Frecuentemente j. es necesario especificar las semejanzas y las
se sostiene que el mismo concepto de mora­ diferencias de características personales que
lidad entraña la idea de una conducta gober­ deberían tomarse como base para un trata­
nada por normas, y de ahí nace el deber moral miento semejante o diferenciado. En realidad,
de decidir cada caso de acuerdo con alfil*» el paradigma de cualquier norma de distri­
principio ético general más bien que de acuer­ bución es: un beneficio (por ejemplo, una exen­
do con su valor. La reciprocidad moral se con­ ción) o una carga (por ejemplo, un impuesto)
vierte de este modo en un caso particular de determinado (y especificado) debe asignarse
imparcialidad moral y ambos son ejemplos o negarse a cualquier persona, según tenga o
de j. formal. le falten determinadas características espe­
Los filósofos como Hobbes usan el concepto cíficas (por ejemplo, raza, ciudadanía, rique­
de j. exclusivamente en sentido formal, si no za, habilidad). “La búsqueda histórica de la
directamente jurídico. En consecuencia, en el j. ha consistido, en efecto, de amplios inten­
estado natural carente de leyes "nada puede tos por eliminar determ inadas diversidades
ser injusto. Las nociones de moralmente bue­ como bases para una diferencia de tratamien­
no y moralmcnlc malo, de j. c injusticia, no to y determinadas semejanzas como bases
encuentran cabida dentro de la misma [...] para una identidad de tratam iento" (Franke-
Por lo tanto, antes de que los términos ‘jus­ na). Establecidos estos principios sustanciales,
to’ e 'injusto' encuentren su ubicación debe pueden resultar justas determ inadas accio­
existir cierto poder que obligue a los hombres nes, no contempladas por la ley positiva, o
a acatar de manera igual sus pactos, mediante directam ente ilegales. Del mismo modo las
la amenaza de algún castigo de mayor enti­ decisiones legales se pueden juzgar injustas
dad que los beneficios que podrían esperar­ desde un punto de vista moral. Pero la más
se de la ruptura de su pacto” (Lcviatán, caps. importante de todo es que hay normas ju rí­
13 y 14). Actuar justam ente es respetar todo dicas formalmente válidas que pueden criti­
lo que las leyes mandan, con la condición de carse como sustancialmente injustas.
que hayan sido promulgadas por un sobera­ Algunas filosofías de la j. han puesto de
no suficientemente poderoso para hacerlas manifiesto características personales sobre
respetar. las que los individuos no tienen ninguna posi­
También Marx y Engels usan el concepto bilidad de control, ya sea físicas (por ejem­
de j. en sentido formal y no en sentido jurídi­ plo, sexo, edad, raza) o sociales (por ejemplo,
co. El hecho de que el excedente creado por posición, religión, riqueza heredada). De
la mano de obra quede en beneficio del capi­ acuerdo con estos puntos de vista, es justo
talista "es un elemento de suerte particular que los que ya gozan de alguna ventaja (por
para el comprador, aunque de acuerdo con ejemplo, los libres, los aristócratas, los ricos)
las leyes que rigen el intercambio de las mer­ reciban ulteriores privilegios (por ejemplo,
cancías no representa en realidad una injus­ posiciones de un nivel más elevado, mayores
ticia hacia el vendedor" (en este caso, el pres­ derechos políticos, más amplias oportunida­
tador de la obra) (Engels, Anti-Diihriiiíi). En des profesionales y educativas); en cambio los
otras palabras, estas transacciones son for­ que carecen de ventajas (por ejemplo, los
malmente justas en términos de normas de esclavos, los extranjeros, los pobres, los que
distribución capitalistas. Ésta es precisamen­ pertenecen a una raza "inferior" o a una fe
te la razón por la que se considera que el re­ "equivocada”) deberán soportar cargas más
medio no es una distribución de los salarios grandes (por ejemplo, hacer servidos más
más "ju sta” sino la abolición de un sistema pesados, pagar impuestos más elevados). De
de producción que es más malo que injusto. acuerdo con el punto de vista opuesto, es jus­
to dar alguna compensación por las desven­
vil JUsriUA sustancial. El p rin cip io form al de tajas iniciales. De esto modo el principio "a
que ca so s sem ejantes deben tratarse de m ane­ cada uno según su necesidad” requiere que
850 JU S T IC IA

a los necesitados (por ejemplo, enfermos, ingreso es igualitario y un impuesto sobre las
pobres, desocupados) se les asignen mayores adquisiciones inigualitario (ya que afecta de
beneficios y cargas menores, o por lo menos una manera más pesada a los compradores
que ninguno pueda disponer de bienes super- más pobres).
fluos antes de que todos hayan satisfecho sus Actualmente, la mayor parte de la gente uti­
propias necesidades fundamentales. Hn con­ liza principios de j. sustancial distintos en sec­
secuencia, los salarios mínimos, la cuota de tores distintos: normas de voto esencialmen­
desocupación, las asignaciones familiares, te igualitarias (sufragio universal para todos
etc., se consideran principios fundamentales los ciudadanos de una cierta edad, sin tomar
de j. distributiva. en cuenta el "mérito"); el principio igualita­
Los principios de mérito establecen que rio de la satisfacción igual de determinadas
ventajas tales como las posiciones y los sala­ necesidades mínimas (lo que requiere mayo­
rios sean proporcionales al mérito o al valor res beneficios para los que tienen mayores
que se calcula de acuerdo con distintos cri­ desventajas); además de esto, sin embargo,
terios: por ejemplo, la habilidad innata (otro existe el principio inigualitario de los salarios
factor sobre el que no se tiene ningún control), diferenciados de acuerdo con la habilidad y
la habilidad adquirida o demostrada o poten­ el resultado; estas desigualdades, a su vez. se
cial (que depende por lo menos parcialmente reducen parcialmente a través de impuestos
del esfuerzo personal), o la cantidad o cuali­ progresivos sobre el ingreso.
dad del trabajo producido. Entre todos los
demás inmunerables principios, cito sólo la viii. metaetica dk la justicia. En el cuso de una
afirmación de que un precio justo o un sala­ discrepancia entre j. formal y j. sustancial
rio justo es el que se puede conseguir en un surge la pregunta normativa sobre cuál de las
mercado abierto. dos debe prevalecer. ¿Un juez está obligado
Se ha tratado de llegar a estándares más moralmente a aplicar de manera justa las
generales de j. sustancial. Mientras que la j. leyes injustas, o bien deberia guiarse por prin­
formal es al mismo tiempo igualitaria (igual cipios de "una ley superior"? ¿Los ciudada­
tratam iento a los que poseen determinadas nos deben obedecer todas las leyes positivas,
características especificas) e inigualitaria o tienen en cambio el derecho moral, y tam ­
(diversa distribución a los que difieren en este bién el deber, de seguir la "verdadera” justi­
sentido), tanto la igualdad como la desigual­ cia? Pero, entre los principios distintos y
dad se han esgrimido como criterios de j. opuestos mencionados en el § vn, ¿cuáles son
social en general. Por ejemplo, Platón sostie­ los verdaderos? ¿Es posible dem ostrar que
ne que las normas de distribución para ser cualquiera de ellos es objetivamente válido?
justas deben ser inigualitarias, en tanto que La escuela cognoscitiva ha respondido afir­
Rousseau defendía los principios igualitarios mativamente a esta pregunta y la escuela no
de la j. La dificultad estriba, aquí, en que una cognoscitiva negativamente, y sigue sin tre­
cierta norma de distribución sólo puede cali­ gua la antigua disputa entre estas dos escue­
ficarse de igualitaria o inigualitaria respec­ las metaéticas.
to de una distribución preexistente; igualita­ El cognitivismo puede subdividirse a su vez
ria si reduce, inigualitaria si acrecienta las en intuicionismo y naturalismo. Los intuicio-
diferencias entre las propiedades de aquellos nistas afirman que se puede dem ostrar la ver­
a los que se aplica (v. igualdad). Por ejemplo, dad de determinados principios morales en
am pliar el voto a todos los propietarios fue. general, y de j. social en particular, basándo­
en su época, una exigencia igualitaria dirigi­ se en la intuición ya sea moral (por ejemplo.
da contra los privilegios hereditarios de la Platón), ya sea religiosa (por ejemplo, san
nobleza. Las calificaciones de propietario Agustín), ya sea racional (santo Tomás de
para tener derecho al voto se convirtieron en Aquino). La mayor parte de los teóricos del
una norma inigualitaria, cuando se esgrimie­ derecho natural son intuicionistas del tercer
ron en defensa de los intereses adquiridos de tipo. He aquí dos ejemplos modernos de intui­
propiedad y en contra de los defensores del cionismo aplicado a la j. Del Vecchio afirma
sufragio universal. Contrariamente a lo que que "la idea y el sentimiento” de la j. (cap.
parece, un impuesto progresivo sobre el vn) pueden "obtenerse por deducción a par­
JU S T IC IA í(5l

tir de una consideración trascendental de declara, pero no constituye una afirmación


nuestra misma naturaleza" (cap. vm) que a de hecho y, por lo tanto, no resulta en una
su vez entraña "nuestra fe en la existencia de afirmación que sea verdadera o falsa. Hume
otros sujetos" (cap. vn) (una fe que "emana es el representante clásico de este punto de
de la íntima necesidad del espíritu [...] y no vista metaélico, y se pueden citar, como ejem­
está ligada precisamente a la representación plos modernos, Hans Kelsen y Alf Ross. A la
empírica de tal o cual individuo" [ibíd.]). No "pregunta de si un determinado derecho es
está claro, sin embargo, que la conciencia de justo o no, y en qué consiste el elemento esen­
sí y de los demás comprenda principios sus­ cial de la j. [...] no se puede de ninguna mane­
tanciales de j. como el de que todos tienen ra responder científicamente [...] Su decisión
iguales derechos naturales a una libertad es un juicio de valor, determinado por facto­
igual (cap. xi). El punto de vista de Ruwls, res emotivos y, por lo tanto, de carácter sub­
muy discutido en la actualidad, podría con­ jetivo [. . .]” (H. Kelsen. 1963). "Una persona
siderarse como un tipo de intuicionismo de que sostenga que una determ inada norma, o
intuición racional, combinado con un rena­ un cierto ordenamiento —por ejemplo, un sis­
cimiento de la teoría del contrato social. Sos­ tema impositivo—, es injusto, no da ninguna
tiene que las personas autorizadas y raciona­ razón de su actitud sino que manifiesta una
les que no tienen ninguna autoridad entre si expresión emotiva. A dice: 'Yo soy contrario
y para las que se “ requiere comprometerse a esta norma porque es injusta’, Lo que debe­
formalmente desde antes, sin saber cuál será ría decir es: 'Esta norma es injusta porque yo
su condición particular", estarían obviamente me opongo a ella’ " (A. Ross, 1959). Los no cog­
de acuerdo sobre determinados principios de nitivistas no niegan que una vez que hayamos
"j. como un conjunto de tres ideas: libertad, adoptado un principio normativo, por ejem­
igualdad y bien común". Esta teoría ha sido plo "el igualitarismo es justo", la aserción "el
criticada ampliamente. sufragio universal es justo" sea verdadera,
Los naturalistas sostienen que las normas basándose empíricamente en el hecho de que
de j. sustancial pueden en cierto modo dedu­ el sufragio universal es igualitario. Podernos,
cirse de generalizaciones empíricas o id eo ­ en verdad, dem ostrar que una determinada
lógicas (por ejemplo, Aristóteles) o de defini­ acción o norma es justa o injusta, pero sólo
ciones descriptivas de términos éticos (por en términos de un determinado estándar de
ejemplo. Bentham). Ahora bien, una afirm a­ j. El no cognitivismo es además incompatible
ción como “ todos los hombres son iguales" con la aplicación de criterios de racionalidad
(¿en qué respecto?) no conduce a que las nor­ a la elección de principios de j. Por ejemplo,
mas igualitarias son justas. Por otra parte, si se puede dem ostrar que el compromiso de
por definición la j. se equipara con el iguali­ una persona con el igualitarismo como están­
tarismo, se deduce por lo tanto que si una nor­ dar general de j. no es racional si ha adopta­
ma es igualitaria también es justa. Sin embar­ do el principio de una escala salarial diferen­
go, en el § iv se señaló que constituye un ciada de acuerdo con la habilidad. La contro­
error definir un concepto normativo como el versia entre las dos filosofías metaéticas se
igualitarismo o de cualquier otro modo des­ refiere únicamente al estatus cognoscitivo de
criptivo. principios intrínsecos de justicia.
Los no cognitivistas como Hobbes niegan
que "justo” c "injusto" tengan algún signifi­ ix. justicia y utilidad Cualquiera que sea la
cado, salvo cuando se usan como sinónimos posición metaética de cada uno se debe lle­
de "legal" e "ilegal" (v. § vi). Sin embargo, la var a cabo una elección entre los principios
mayor parte de los no cognitivistas no consi­ alternativos de j. sustancial. Estos pueden
dera carente de significado hablar de leyes oponerse entre si, no sólo el uno con el otro,
justas e injustas sino que sostiene que estos y con la j. formal, sino también con otros fines
términos de valor no tienen significado des- sociales, como la benevolencia y el bienestar.
criptivo sino únicamente emotivo. En conse­ Obligar a pagar a un individuo pobre los
cuencia, la expresión de un juicio intrínseco daños hechos a un individuo rico puede con­
de valor como “el sufragio universal es jus­ siderarse justo, aunque moralmcnte equivo­
to" expresa el compromiso moral del que lo cado. Y, en contra de John Stuart Mili, que
«52 JU S T IC IA

sostenía que la j. está "implícita en el mismo de la gente tendería a dar más valor a la j. que
significado de utilidad" (Utilitarianism, cap. a la utilidad. Asimismo, pocos osarían llegan
v), estos dos puntos de vista se oponen fre­ a adoptar la máxima general fiat justitia,
cuentemente entre si y deben sopesarse el uno percat mundiis.
contra el otro. De este modo, mientras que "la
idea de la j. sostiene los derechos del indivi­ uibuogkai tA: R. Barry, A liberal theory uf justi-
duo, aun del individuo culpable, contra las ce, Oxford, Oxford University Press, 1973; R.B.
exigencias de la utilidad [...] las considera­ Brandt (comp.). Social juslice, Englewood Clifts,
ciones de interés social general, en circuns­ Prentice Hall. 1962; N. Daniels (comp.), Reading
tancias excepcionales, pueden llegar a auto­ Ravvls, Nueva York, Basic Books, 1975; G. Del
rizar la detención de una persona que no haya Vecchio, La giustizia, Bolonia, Studium, 1924;
violado ninguna ley" o a aislar personas afec­ C.J. Friedrich y J.W. Chapman (comps.). Nomos
tadas por enfermedades contagiosas o a VI: Juslice, Nueva York, Athcrton, 1963: H.L.A.
excluir del servicio m ilitar a hombres con Hurí, El concepto de derecho (1961), Buenos
capacidades particularm ente importantes Aires, Abeledo-Perrot, 1968: H. Kelsen, Teoría
para los fines de la guerra" (Raphael). Del mis­ general del derecho y del estado (1946), México.
mo modo la j. puede exigir que se les conce­ UNAM, 19693; J.R. Lucas, On juslice, Oxford,
dan beneficios particulares a los miembros Oxford University Press, 1980; F.E. Oppcnhcim.
menos productivos de la sociedad, por ejem­ Etica c filosofía política (1968). Bolonia, II Muli-
plo los viejos o los inválidos, en tanto que con­ no. 1971; C. Perelman, De la justicia j1963), Méxi­
sideraciones de utilidad podrían exigir que co, UNAM, 1964; D.D. Raphael, Problemas de filo­
los salarios y los beneficios se usaran sólo sofía política (1970), Madrid, Alianza, 1983; J.
como incentivos para una mayor productivi­ Ravvls, Teoría de la justicia (1971), México, Fondo
dad. Hasta la institución de la esclavitud, de Cultura Económica, 1979; N. Rescher, distri-
injusta de acuerdo con la mayor parte de los tive juslice, Indianápolis, Bobbs Merrill, 1966;
cánones de la j., podría defenderse según una A. Ross, Sobre el derecho y la justicia (1959),
base igualitaria, si se pudiera dem ostrar que Buenos Aires, Eudeba.
las ventajas de los patrones de los esclavos
son superiores a la infelicidad de los escla­ [FELIX E. Ot'PENHEIM]
vos. En este caso, sin embargo, la mayor parte
laborismo

i. e l t é r m i n o . L abourism (laborism o) deriva, g u en tsia h ay a so sten id o y ganado a lg u n a s de


obviam ente, de la b o u r (trabajo). El sufijo sus b a ta lla s m ás im p o rta n te s p o r los d e re ­
d e n o ta ta n to u n a o rie n ta c ió n po lítica com o chos civiles y la re fo rm a del e sta d o a n te s del
una orientación ideológica. Desde este segun­ éxito in stitu c io n a l del m ovim iento o b re ro ,
do punto de vista, es significativo que ese sufi­ re s u ltó m uy im p o rta n te p a ra los fines de la
jo e sté ligado a un té rm in o genérico com o consolidación del régim en p a rla m e n ta rio
labour, d e sta c an d o c ie rta m e n te la n a tu r a le ­ inglés y de su ad a p ta c ió n a la sociedad in d u s­
za de clase del m ovim iento p e ro dejándolo en tria!.
la in d ete rm in a c ió n ideológica. El socialism o El problem a c o rrelativ o de la form ación de
inglés perm aneció siem pre, en efecto, en u n a u n a clase p o lítica e sp ecífica del m o v im ien to
posición m in o rita ria , se c ta ria , ya sea p o r el o b rero debe relacionarse con este crecim iento
éxito del a so ciacio n ism o sindical, e s tim u la ­ o rg an izativ o e in stitu c io n a l del m ovim iento
do c ie rta m e n te por los m ism os ag ita d o re s sindical así com o con las diversas p a rtic u la ­
so cialistas, ya sea p o r la d ifu n d id a tra d ic ió n rid a d e s de la p o lític a m u n icip al o rie n ta d a
del siglo xrx de un m o d o p a rtic u la r de selec­ m ás precozm ente h acia soluciones colectivas.
ción de los jefes —a tra v é s de u n a p lu ra lid a d No p o r nad a, la fó rm u la m ás o rig in a l del
de instituciones radicales y no conform istas— socialism o inglés fue la de la "Sociedad Fabia-
que d e sta c a b a sus c a p a c id a d e s o p e ra tiv a s y n a ”, so ste n e d o ra d e un "so cialism o g a s y
o rg an izativ as, o bien p o r la fu e rte tra d ic ió n a g u a ” , o sea de u n a a d m in istra c ió n colectiva
o b re ris ta d e riv a d a de la co m p acid ad p reco z de los servicios locales, y p o r o tr a p a rte no
de la clase y de u n a ríg id a je ra rq u iz a c ió n de id en tifica d a c la ra m e n te antes de la g u e rra
la sociedad. E n co n secuencia, el sufijo sirv e m u n d ial con el m o v im ien to p o lítico del t r a ­
p a ra d e fin ir m ás c o h e re n te m e n te la in s ta n ­ bajo. Por el lado c o n tra rio , otro im p o rta n te
cia p o lític a del m u n d o del tra b a jo . g ru p o "so c ia lista ”, sostenedor de la re p re se n ­
El térm in o , com o tal, a p a re c e en la se g u n ­ tación p o lítica in d ep e n d ien te del tra b a jo , o
da m ita d del siglo xix u n id o a liberal p a ra sea el In d ep e n d e n t L a b o u r P arty (tlp) fu e un
d e sig n a r la o rie n ta c ió n de algunos jefes s in ­ p ro d u c to c a ra c te rís tic o del n o rte in d u stria l
dicales de explícito a lin e am ien to en el p a r t i ­ y no c o n fo rm ista: aq u í la tra d ic ió n revivalis-
do liberal (los lib-labs). R esulta, en efecto, sin ­ ta no e ra c ie rta m e n te la m ás idónea p a r a la
g u larm en te idóneo p a ra se ñ a la r la n a tu r a le ­ d eterm inación de u n a sólida p latafo rm a ideo­
za p a rtic u la r de un m ovim iento que se c o n ­ lógica. El te rc e r g ru p o so c ia lista im p o rta n ­
solidó an te todo com o m ovim iento sin d ical y te, la S o cialist D em o cratic F ed eratio n (s d f ),
cuyas p rim eras instancias políticas fueron las fue sobre todo un m ovim iento londinense que
c a ra c te rís tic a s de un g rupo de presión. El se apoyó en el m arx ism o p ero que m uy p r o n ­
e n c u e n tro e n tre el ''tr a b a jo " y la gran tr a d i­ to se aisló del m o v im ien to p olítico p rin c ip al,
ción rad ic al de la in te lig u e n tsia inglesa fue en c ie rta fo rm a d e stin a d o al éxito, p a ra a is ­
ocasional, in te rm ite n te y no c a re n te de e q u í­ la rse en u n a p o sició n sectaria.
vocos: se tra tó , m ás ta rd e , de un e n c u e n tro
e n tre el tra b a jo y el m u n d o de las p ro fe s io ­ II. NACIMIENTO DEL PARTIDO Y SU EVOLUCIÓN. P o r lo
nes, que a p a re c e en el siglo xx com o u n a que re sp e c ta al p a rtid o la b o rista b ritá n ic o ,
especialización sociológica respecto de la t r a ­ éste nació fo rm a lm e n te com o "C om ité de
dición in te le c tu a l de c a ra c te rís tic a filiación R e p resen tació n del T ra b a jo ”, re s u lta d o de
w hig y lib e ral. El h e c h o de que esta in te li­ u n a decisión to m a d a en 1899 po r el co n g reso

[853]
854 LABORISMO

de los sin d ic a to s y p o r las o rg anizaciones solide, en c o n tra de un p a rtid o p o lítico p a r­


an tes m en c io n ad a s en el se n tid o de c re a r un lam en tario débil e incierto , u n a línea a g re s i­
o rg an ism o electo ral y p a rla m e n ta rio . Se tr a ­ va de acción in d u stria l que fra c a s a ría ru id o ­
tó típicam ente, p o r lo tanto, de un caso de ori­ sam ente en el fam oso “ V iernes N e g ro ” de
gen “ e x te rn o ” al p a rla m e n to y de e s tric ta 1921 y m ás lard e en la huelga general de 1926.
dep en d en cia de los sindicatos, que n u n ca E ra la c lá sica situ a c ió n de las p ro m e sa s béli­
d e sap a re ce ría . El crecim ien to del p a rtid o , cas incum plidas. P osteriorm ente la depresión
pen o sísim o p o r lo dem ás, se p ro d u jo en dos consum ó las e s p e ra n z a s o b re ra s y e n to n ces
d irecciones; p o r u n a p a rte h a c ia las trade se p rodujo so b re todo el d ram a de los m in e ­
unions, en la te n ta tiv a de a p a rta rla s p ro g re ­ ros, un cu e rp o o rg anizado de m ás de un
sivam ente de la tra d ició n de lealtad lib e ral y, m illón de tra b a ja d o re s .
p o r la o tra , hacia el P a rtid o L iberal m ism o Más tarde, la crisis económ ica acrecentó los
con el fin de o b te n e r p a ra los c a n d id a to s del su frim ie n to s de los o b re ro s con la d e so cu p a ­
tra b a jo en las c irc u n sc rip c io n e s e lecto rales ción m asiva , testim o n io agudo de las c o n tra ­
e n c u e n tro s d ire c to s con los c a n d id a to s con­ dicciones del s iste m a c a p ita lista q u e ,d e b ía
se rv a d o res. E sto, n a tu ra lm e n te , h acía v an as tra n s fo rm a r la c o n su lta electo ral de 1945 en
dos in sta n c ia s c a ra c te rís tic a s del socialism o una im p o rta n te p ru e b a de la m em o ria colec­
político c o n tin en tal: la c o h eren cia y la fideli­ tiva de la n a c ió n inglesa.
dad ideológica y el e s p íritu de no c o m p ro m i­ El p a rtid o la b o rista estuvo dos veces en el
so oficial. De hecho, an tes de la g u e rra m un­ p o d er a u n q u e sea en posición m in o rita ria : en
dial, el nuevo p a rtid o no logró re u n ir m á s de 1924 y en 1929-1931, o p o rtu n id a d en que se
m edio m illón de sufragios; p ero en 1922, des­ vio d ra m á tic a m e n te tra u m a tiz a d o p o r la
pués de la d e safo rtu n a d a “K h a ki ele c íio n "d e "traició n " de sus jefes y en p a rtic u la r de Ram-
1918, los su frag io s fu ero n de 4 m illo n es y say M acD onald, que p asó a g u ia r un g o b ier­
m edio y el L abour P a rty se co n v irtió en la no de coalición nacional.
O posición de Su M ajestad. Los afiliados a las El P a rtid o L a b o rista , como p a rtid o c o n sti­
unions p a sa ro n de m enos de un m illón en tucional, co m p ro m etid o , sin em b arg o , a p a r ­
1886 a dos m illones al f inalizar el siglo, a lc a n ­ tir de 1918, en u n a tra n sfo rm a c ió n so c ia lista
zando los c u a tro m illones a n te s de 1914; des­ de la sociedad, carecía en absoluto de u n a filo­
pués de la g u e rra los in sc rito s fu ero n m ás de sofía política ad ecu ad a, de u n a e stra te g ia , de
ocho m illones. En esta form a se ponen en evi­ una ideología de go b iern o y seguía siendo
dencia dos hechos; en p rim e r lugar, no se pro­ to ta lm e n te im p o ten te (re n te a la d e so c u p a ­
dujo un avance p a ra le lo e n tre un fenóm eno ción m asiva. La lección se aprendió en la déca­
y el otro; en segundo lu g ar, la g u e rra ac tu ó da siguiente a p a rtir de las p rim eras experien­
en am bos casos com o elem en to decisivo de cias de p lan ificació n e u ro p e a y a p a r t i r del
transform ación. De cu alq u ier modo, las cifras "N ew D eal” de R oosevelt y de las en señ an zas
sindicales son las que ex p resan de una m an e­ de H obson y de K eynes. El p a rtid o , nacido
ra m ás d ire c ta la d inám ica del m ovim iento com o federación de sindicatos y c u erp o s polí­
social. La g eneralización del m ovim iento sin­ ticos, cayó en esa d é c ad a en m anos de los
dical e n tra ñ a b a , de hecho, fó rm u la s o rg a n i­ poderosos jefes sindicales com o Bevin y Citri-
zativas nuevas, políticas diferenciadas, ascen ­ ne. Se c o n su m a b a m ie n tra s ta n to la división
so de nuevos jefes o b rero s; en u n a p a la b ra , del ilp e iba m a d u ra n d o la o rg an iz ac ió n de
el crecim iento de la conflictividad social. Del ¡as circunscripciones políticas del p a rtid o que
un io n ism o de oficio se p a sa b a al un io n ism o term in aro n obteniendo una rep resen tació n en
general; ya no sólo los artesan o s sino tam bién el ejecutivo, d o m in a d o ya po r los jefe s s in d i­
los sem iesp ecializad o s y los sim p les o b re ro s cales y los p a rla m e n ta rio s.
se convertían en p ro ta g o n ista s del m ovim ien­
to. Las tra s fo rm a c io n e s in d u stria le s, so b re ni. la s e g u n d a p o s g u e r r a . En el trág ico 1940 se
todo en la in d u s tria m ecánica, e stim u la b a n fo rm ó el g o b iern o de coalición C hurchill-
en g ra n m ed id a la m ilita n c ia de los o b re ro s Attlee. P o s te rio rm e n te la v icto ria de 1945
especializados, o tro ra privilegiados. a b ría el p e rio d o del q u in q u en io creativ o : las
No h ay que s o rp re n d e rse , pues, de q u e en n acio n alizacio n es, el servicio m édico n a c io ­
la situación in m ediata de la p o sg u erra se con­ nal, la c o n tin u id a d del sistem a fiscal rcdis-
LABORISMO 855

trib u tiv o im puesto d u ra n te la g u e rra , la ley P o r lo que re sp e c ta a Ja evolución de la


de S e g u rid a d N acional fu n d ad a en el fam o­ sociedad, p u ed e d e s c u b rirs e un p ro ceso p r o ­
so In fo rm e B everidge. El que tom ó la ad m i­ fundo de c re c im ie n to de la d em o cracia en
n istra c ió n del p o d e r e n 1945 era, en efecto, G ran B re ta ñ a , de p ro g re so en la co n cien cia
un p a rtid o nuevo. La m ay o ría p a rla m e n ta ria social y civil. Del m ism o m odo, el c a rá c te r de
e ra cla ra y los cu adros parlam en tario s h ab ían la fo rm ació n p o lítica antagónica —el p a rtid o
cam b iad o c o n sid e rab le m e n te: la re p re s e n ta ­ co n serv a d o r— se h a ido tra n sfo rm a n d o
ción o b re ra h a b ía ced id o el p aso a la de los sim ultáneam ente. Com o la lucha política e s tá
p ro fe sio n ista s —abogados, m édicos, m aes­ p ro g ra m a d a en té rm in o s de una c o n tie n d a
tros, p erio d istas, u n iv e rsita rio s— y el control por el co n tro l de la s c irc u n scrip c io n e s m a r ­
político fue to m ad o p o r el p a rtid o p a rla m e n ­ ginales de dudosa lealtad política o de los g ru ­
ta rio que resta b le c ió su in d ep en d en cia re s ­ pos sociales ig u alm en te flu c tu an te s —en té r ­
pecto del poderoso "C onsejo G e n e ral” de las m inos de una "v en ta de la im agen p ú b lica del
trade unions. P o r u n a p arte, pues, el p a rtid o líd e r” y de u n a selección e stra té g ic a del
realizab a, com o p u n to de convergencia del m o m en to ele c to ra l fa v o ra b le —, así tam b ié n
m ovim iento p ro g resista, como centro de aglu- el an ta g o n ism o e n tr e los p a rtid o s se h ace
tin a m ie n to de las d istin ta s c o rrie n te s h istó ­ cada vez m ás ritu a l, en ta n to que su c o n te n i­
ricas del p en sam ien to social inglés, lo que R. do tien d e a d ife re n c ia rse cada vez m enos.
T itm us lla m a b a la w elfare tradiíion] p o r la "P a ra d ó jic a m e n te, las vicisitudes de los in i­
o tra , re a firm a b a un p rin c ip io c a rd in al de la cios de los años ochenta, p o r ser to d av ía flu i­
trad ició n con stitu cio n al inglesa: el de la inde­ das, p a re c e n c o n firm a r e s ta tendencia. La
pen d en cia del p a rtid o p a rla m e n tario . a p e rtu ra político-ideológica de los dos p a r ti­
A p e s a r de q u e el p ro ce so de evolución h is ­ dos p o r in iciativ a del m o n eta rism o de M ar-
tó ric a puede d a r la im p re sió n de que se efec­ g a re t T h a tc h e r en el p o d e r y de W. B enn en
tuó una sim ple s u stitu c ió n de p ro ta g o n ista s la oposición, p arece a b rir el cam ino a una te r­
—el p a rtid o la b o rista en lu g ar del p a rtid o li­ cera fu erz a de c e n tro que a n u n c ia el fin del
b e ra l—, no o b stan te, la e s tru c tu ra m ism a del b ip a rtid ism o . A sim ism o los in n o v ad o re s
p a rtid o victorioso d e m u e s tra que no se tra tó tuvieron su p rim e ra d e rro ta electo ral, d e s ti­
de una sim ple tra s m is ió n de las consignas. n a d a a a la rg a rse a m enos q u e haya una d ra-
Por lo que re sp e c ta a la o rganización del m atización de la situ a c ió n in te rn a c io n a l.”
p a rtid o la b o rista inglés, hay que se ñ a la r que Las nuevas o rie n ta c io n e s del rad ic alism o
a p a r tir de 1927 los in sc rito s en los sin d ic a ­ socialista d e n tro del p a rtid o la b o rista (desar­
tos pasaban autom áticam ente a ser m iem bros me u n ila te ra l, re tiro del m erc ad o com ún
del p a rtid o a m enos q u e se o p u sie ra n explí­ europeo, p ro teccio n ism o , etc.) no p o r acaso
citam ente (cláusula del coníracting out) y una se h an v in culado a u n a b a ta lla in stitu c io n a l
p a rte de sus cuotas sin d ícales se d e stin a b a al cuyo in ten to , d e stin a d o a re d u c ir la a u to n o ­
p a rtid o . E sta c lá u su la se su p rim e en 1946, y mía p a rla m e n taria, c o n tra s ta claram ente con
p o ste rio rm e n te se e sta b lec e de nuevo con la la tra d ic ió n p o lítica inglesa a cep tad a h a s ta
consecuencia de que c e rc a de un tercio de los este m o m en to sin discu sió n ,
in sc rito s en los sin d ic a to s no siente u n a ver­
d ad era atracción por el p artid o (no m anifiesta iv. una e v a l u a c ió n . En los últim os tre in ta años,
una adhesión voluntaria), hablándose en estos ya sea que los c o n se rv a d o re s o los la b o rista s
casos de adhesiones colectivas indirectas. No estén en el poder, la cuestión dom inante p a re ­
sólo el p a rtid o d ep en d e fu ertem e n te de los ce h a b e r sido, en efecto, u n a sola: la de la
sin d ic a to s p a ra su so ste n im ie n to fin a n c ie ro balanza de pagos. Se puede d ecir que el logro
y p a ra la p ro p a g a n d a electo ral, que, en de la m o deración de la lu ch a po lítica y la
m uchos casos la d e sa rro lla n , en las d istin ta s su p eració n , tal vez p re c a ria y no definitiva,
c irc u n scrip c io n e s, los com ités locales de los de la b rec h a a b ie rta p o r la revolución in d u s­
sin d icato s: tam b ién en la p rá c tic a el T rade trial, califican co njuntam ente a la elaboración
Union C ongress, au n q u e no de m an era m ono­ de la p ro b le m á tic a del e sta d o del b ie n e s ta r
lítica, da vida a una c o rrie n te m uy influyen­ y a la ex p erien cia la b o ris ta inglesa.
te que se relacio n a con la izquierda del Si uno se d etiene ú n ica m en te en ésta, es
p a rtid o . preciso señalar, entonces, que la orig in alid ad
856 LAICISMO

del 1. debe b u s c a rs e an te todo en el com plejo h isto ria de las instituciones y se p u eden resu ­
acontecer h istó rico m enciondo an terio rm en te m ir en las dos expresiones de " c u ltu ra laic a ”
de m a n e ra resu m id a . E ste aco n tecer su rg ió y de "e sta d o la ic o ” .
de la c o n fro n ta c ió n e n tre u n a g ran fu erza En la p rim e ra expresión con flu y en las
social, la clase o b re ra inglesa, y u n a trad ició n c o rrie n te s de p en sam ien to q u e so stien en la
política excepcional com o la del p a rla m e n ta ­ em ancipación de la filosofía y de la m o ra l res­
rism o inglés. El m ovim iento la b o rista fue el p ecto de la religión positiva. La c u ltu r a del
in stru m e n to de e s ta conciliación fu n d am e n ­ R en acim ien to , al re v a lu a r las cien cias n a tu ­
tal, pero p a ra esto fue necesario que o tra s tra ­ rale s y las a c tiv id a d e s te rre n a le s en lu g a r de
diciones y o tra s fu erzas —in telectu ales y mo­ la esp ecu lació n teológica, dio lugar, a p a r tir
ra le s— se u n ie ra n a su tronco. Vale la pena del siglo xvii, a un g rad u a l d ista n c ia m ie n to
recordar, sin em bargo, que existen m ovim ien­ e n tre el p ensam iento político y los p ro b le m as
tos y p a rtid o s la b o rista s en o tro s p aíses de religiosos y a la difusión de u n a m e n ta lid a d
h a b la inglesa, “ e x p o rta d o s ” desde la m ad re laica que se co n so lid ó en el siglo xvm re iv in ­
p a tria sobre todo a A ustralia y a N ueva Zelan­ d ican d o el p rim a d o de la razó n sobre el m is­
dia (y a C anadá); al m ism o tiem po se les ase­ terio . P o r lo ta n to el I. echa su s p ro p ia s ra í­
m ejan tam b ié n los p a rtid o s socialistas escan ­ ces en el p ro ceso de secu larizació n c u ltu ra l
dinavos, todos ellos con lazos e s tre c h o s con q u e interviene p a ra refo rz a r las te o ría s p re e ­
los sin d ic a to s, con ideología p ra g m á tic a y x iste n te s so b re la n a tu ra le z a s e c u la r del
como agentes de representación e integración gobierno.
“ p o sitiv a ” de la clase o b re ra d e n tro de sus La c u ltu ra laica es trib u ta r ia de las filo so ­
resp ectiv o s siste m a s políticos. fías rac io n alista e in m a n e n tista que re c h a z a ­
b a n la v erd ad revelada, ab so lu ta y definitiva,
BIBLIOGRAFÍA: M. Beer, Storia del socialismo bri- y a firm a p o r el c o n tra rio la lib re b ú s q u e d a
tannico (1940), Florencia, La Nuova Italia, 1964; de las verd ad es relativas, a través del exam en
G.D.H. Colé, Historia del pensam iento socialis­ c rític o y la d iscusión. En térm in o s c u ltu r a ­
ta, México, Fondo de Cultura Económica, 7 vols., les el 1. no es ta n to u n a ideología c u a n to un
1957-1963; E. Grendi, L'avvento del laburismo: m étodo, y m ás bien p u eden d e fin irse p re c i­
il m ovim ento operaio inglese dal 1880 al 1920, sam en te com o u n m étodo o rie n tad o al d e se n ­
Milán, Feltrinelli, 1964; Kingsley Martin, Harold m a sc a ra m ie n to de to d a s las ideologías.
Laski, teórico del laborismo, M adrid, Tecnos, La seg u n d a expresión, que tiene u n a re la ­
1972; R. M iliband, II labourismo: storia di una ción m ás e x tre c h a con el lenguaje político, es
política (1963) Roma, E ditori Riuniti, 1968. la de e sta d o laico, q u e indica lo c o n tra rio del
e sta d o confesional, es decir del e sta d o que
[e d o a r d o g r e n d i ] a d o p ta com o p ro p ia u n a d eterm inada religión
y concede privilegios a sus fieles re sp e c to de
los cre y e n te s de o tra s religiones y de los no
la ic is m o I creyentes. A la noción de estado laico se refie­
re n las c o rrie n te s po líticas que so stie n en la
I DEFINICIONES: CULTURA LAICA -Y ESTADO LAICO La a u to n o m ía de las in stitu c io n e s p ú b lic a s y de
d istin ció n e n tre iglesia docente y p u eb lo dis- la sociedad civil resp ecto del m ag iste rio ecle­
cente, o sea e n tre clero y laicos, h a ejercido siá stic o y de las in je ren c ias de las o rg a n iz a ­
una incid en cia perdurable, en la c u ltu ra polí­ ciones confesionales, el régim en de s e p a r a ­
tica y en las in stitu c io n e s pú b licas de los p aí­ ción ju ríd ic a e n tre estado e iglesia y la g a ra n ­
ses católicos; el térm in o 1. que se d e riv a de tía de lib e rta d de los c iu d a d a n o s en la co n ­
ahí es de uso c o rrie n te en los p aíses de len­ fro n ta c ió n con am bos poderes.
gua latin a , en ta n to que no tiene eq uivalente La te o ría del e sta d o laico se b a sa en una
en el lenguaje p olítico anglosajón, en el que concepción secu lar y no sacra del p o d e r polí­
la acepción m o d e rn a de 1. puede tra d u c irs e tico com o actividad autónom a respecto de las
m ás bien, en fo rm a ap ro x im ad a, con el té r ­ co n fesiones religiosas; las que sin em b arg o ,
m ino “s e c u la rism ". co locadas en un m ism o plano de igual lib e r­
Los d iv erso s significados de 1. se refieren , tad , p u ed en e je rc e r un influjo p o lítico de
a un tiem po, a la h isto ria de las ideas y a la ac u erd o con su p ro p ia im p o rtan cia social. El
LAICISMO 857

e sta d o laico e n te n d id o a d e c u a d a m e n te no p rese n te en los p rim e ro s siglos del c ristia n is­


p ro fe s a por lo tan to u n a ideología “ la ic is ta ” mo, en c o n tra p o sic ió n con la u n ificació n
en caso de q u e se e n tie n d a p o r tal u n a ideo­ p a g a n a de las funciones del sacerd o te con las
logía irre lig io sa o a n tirre lig io sa . del m a g istra d o civil. La invio lab ilid ad re c í­
Del m ism o m odo que el térm ino "la ic o ” tie ­ p ro c a de las dos ju risd ic c io n e s, q u e pro ced e
ne h istó ric a m e n te el significado de "n o cle­ de afirm acio n es d e los textos sag rad o s, es
ric a l” , el 1. in d ica lo c o n tra rio de clericalis­ rec o n o c id a p o r la p a tr ís tic a y se c o n fig u ra al
mo (v.) y m ás en g e n e ra l de confesionalismo final del siglo v p o r o b ra del po n tífice Gela-
(v.); p e ro así com o el an ticlericalism o no coin­ sio I con la im ag en de las "d o s e s p a d a s ” , q u e
cide n e c esa ria m e n te con la irrelig io sid ad , de no pueden se r em puñadas p o r u n a sola m ano.
la m ism a form a el té rm in o "laico ” no es sinó­ E n u n c ia d a o rig in a lm en te con el fin de s u s ­
nim o de no creyente, n i pueden defin irse p ro ­ tr a e r a los e c le siá stic o s al ju ic io de los tr ib u ­
piam en te laicas las c o rrien te s de radicalism o n ales civiles, la te o ría de las d o s e sp a d a s
irre lig io so que co n d u cen al ateísm o de e s ta ­ c o n stitu y ó el p u n to de refe re n c ia en las c o n ­
do. La relació n e n tre lo tem p o ral y lo e s p iri­ tro v e rsia s m ed iev ales e n tre al p a p a d o y el
tual, e n tre la n o rm a y la fe no es de c o n tra ­ im p erio (siglos xi y xn) y e n tre el p ap ad o y el
posición sino de re c íp ro c a a u to n o m ía e n tre rein o de F ra n c ia (en tre fines del siglo xm y
los dos asp ecto s d istin to s del p en sam ien to y p rin c ip io s del xiv). La d istin ció n e n tre las
de la a c tiv id a d h u m an a; así tam b ién , la se p a ­ dos a u to rid a d e s d ife ria d e la concepción
rac ió n e n tre e sta d o e iglesia no im plica n ece­ m o d ern a de la iglesia y del estado, que el p e n ­
sa ria m e n te oposición e n tre los dos p o d eres. sam ien to m edieval c o n sid e ra b a com o a s p e c ­
El estad o , en c u a n to g a ra n tiz a a to d as las tos diversos de u n a sociedad c ristia n a u n iv er­
confesiones libertad de religión y de culto, sin sal, su je ta al m ism o tiem po a las dos a u to r i­
e sta b le c e r con ellas ni un sistem a de p riv ile ­ d a d e s d e p e n d ie n te s d ire c ta m en te de Dios;
gios ni un siste m a de c o n tro l, no tu te la so la ­ p ero ya en las d isp u ta s con los p a p ista s a p a ­
m en te la a u to n o m ía del p o d e r civil resp e c to rece in term iten tem en te, ju n to con las tesis de
del p o d e r religioso sin o que tu te la ig u alm e n ­ la d e p en d ien cia d ire c ta de la so b e ra n ía se cu ­
te la au to n o m ía de la s iglesias resp e c to del la r resp e c to de D ios, tam b ién la tesis d e s ti­
p o d e r tem p o ral que no puede im ponerles a n a d a a c o n so lid a rse en la edad m o d ern a: de
los c iu d a d a n o s n in g u n a p ro fesió n de o rto d o ­ a c u erd o con e sta seg u n d a tesis, a la sociedad
xia confesional. La reiv in d icació n de la laic i­ se c u la r le co m p ete p ro v ee r al p ropio g o b ie r­
dad del e sta d o no c o rre sp o n d e ú n icam en te a no sin in te rfe re n c ia del clero, al que, d e n tro
las co rrien tes laicistas sino tam bién a las con­ de la co m u n id ad civil, le c o rre sp o n d e n sólo
fesiones religiosas m in o rita ria s, que e n c u en ­ ta re a s de in stru c c ió n y de exhortación.
tra n en el estado laico la g a ra n tía p a ra el e je r­
cicio de la lib e rta d religiosa. III ACEPCIONES MODERNAS DE LA AUTONOMÍA RECIPRO­
Del m ism o m odo en que rech aza los re g í­ CA e n t r e r e l i g i ó n y p o l ít ic a . La noción m o d e r­
m enes teocráticos o cu rialistas, por m edio del na del 1. co ntiene e n sí no sólo la d istin c ió n
cual la iglesia su b o rd in a a sí m ism a el e s ta ­ e n tre estad o e iglesia sino tam b ié n la concep­
do, el 1. rech aza los siste m a s en que el e sta d o ción de la iglesia com o asociación v oluntaria;
su je ta a la iglesia o la red u ce a un ram o de esto s dos e le m en to s a p arecen en el p e n s a ­
su p ro p ia adm in istració n . Finalm ente, ya que m ie n to de los p u rita n o s ingleses del siglo
el 1. so stiene no sólo la sep aració n p o lític a y x v i i , en los e scrito s de Jo h n M ilton so b re la
ju ríd ic a e n tre e sta d o e iglesia sino tam b ién lib e rta d religiosa y de Jo h n Locke so b re la
los d erech o s in d iv id u ales de lib e rta d re sp e c ­ to leran cia.
to de los dos, el 1. re s u lta in co m p a tib le con El p rin c ip io de que "el estad o no pu ed e
c u a lq u ie r régim en q u e im ponga a los c iu d a ­ n a d a en m a te ria m e ra m e n te e sp iritu a l y la
danos no sólo u n a relig ió n sino tam b ié n u n a iglesia n a d a en m a te ria te m p o ra l” es a firm a ­
irre lig ió n de estad o . I. do p o r Locke en la Epístola, de tole randa
(1689): el p o d e r político no debe e x p re sa r ju i­
II. ORIGENES DE LA DISTINCIÓN DE LOS PODERES EN LA cios sobre la religión, ya que no es com petente
La d istin ció n e n tre
t e o r í a d e las d o s e s p a d a s . p a ra d a r defin icio n es en m a te ria de fe, y p o r
au to rid ad esp iritu al y poder tem p o ral está ya su p a rte la ig lesia debe m a n te n e r su p ro p ia
858 LAICISMO

a u to rid a d d e n tro de la e sfe ra e sp iritu a l q u e Se com prende, p o r lo tanto, cóm o los o p o ­


le es p ro p ia. Ya q u e el fin de la religión es la sito re s al 1., o p o n ién d o se a la te o ría del ju i­
consecución de la v id a e te rn a lo g ra d a con el cio p riv ad o en las cosas de fe, la cual le a s ig ­
c u lto a Dios, las leyes eclesiásticas no deben na al fo ro in te rn o de la conciencia in d iv id u al
re fe rirse a los b ien es te rre n a le s ni re c u r rir el a rre g lo de la relació n e n tre rea lid a d t e r r e ­
a la fuerza, que le perten ece sólo al m a g is tra ­ nal y p e rsp e c tiv a u ltra te rre n a , c o n sid e ra n el
do civil; la única fu erz a de que es legítim o 1, com o un re s u lta d o del individualism o p r o ­
d e p o sita rio el p o d e r eclesiástico es la de la te s ta n te y u n a m an ifestació n del s u b je tiv is­
p ersu ació n , que tien d e a p ro m o v er el lib re m o escéptico. Desde e s ta posición G iovanni
consenso de la conciencia individual, y la ú n i­ G entile (Genesi e stru ttu ra della societá, 1946)
ca sanción p a ra los d isid en tes es que, al so ste n ía que "el e s p íritu laico o e sta d o laico
ponerse en c o n tra de la iglesia, d e ja n de fo r­ es u n a fá b u la ” p ro d u c id a po r el d e m o c ra tis ­
m a r p a rte de ella. m o agnóstico, y que el estado, en c u a n to es
El p la n te a m ie n to de a u to n o m ía re c íp ro c a "h u m a n id a d del h o m b re ” , debe c o n te n e r en
dado por Locke a la relació n e n tre religión y sí la religión, o c u p a rse de la fe del pu eb lo y
política se e n c u e n tra en e s c rito re s p o lític o s fav o re c er el c u lto religioso nacional.
p o ste rio re s que tra ta r o n de c o n c ilia r el lib e ­ Del lado c o n tra rio , la c u ltu ra laica c o n tem ­
ralism o con la d o c trin a c ristia n a. p o rá n e a c o n tra p o n e a los d o g m atism o s la
En La dem ocracia en A m érica (1840), Ale­ lib e rta d religiosa y la lib ertad de c rític a a las
xis de Tocqueville observa, com o se sabe, que religiones, p o rq u e las h e re jía s de hoy pueden
"las religiones d eb en ser capaces de d e lim i­ se r las o rto d o x ia s del m añana, y p resu p o n e ,
ta r su p ro p ia e s fe ra de acción. M ahom a, p o r p o r lo tan to , q u e n in g u n a certeza es in d is c u ­
ejem plo, hizo d e sce n d e r del cielo y puso en tible y que las ú n icas certezas razo n ab les son
el Corán no sólo d o ctrin as religiosas sino ta m ­ las que surgen de la discusión m ism a. La d efi­
bién m áxim as p o líticas, leyes civiles y p e n a ­ nición s irú e tiz a d o ra de e sta acepción de 1. ha
les y teorías científicas. El Evangelio, en ca m ­ sido fo rm u la d a p o r G uido Calogero, según el
bio, hab la sólo de las relacio n es de los h o m ­ cual el 1. no es una filosofía o ideología p o lí­
bres con Dios y de los hom bres entre sí. E n tre tic a p a rtic u la r sino el m étodo de convivencia
m iles de razones, é sta sola b a s ta ría p a ra de to d as las filosofías e ideologías posibles,
d e m o s tra r que la p rim e ra de e sta s dos re li­ y el p rincipio laico co n siste en la reg la de "n o
giones no p o d rá do m in ar p o r largo tiem po en p r e te n d e r p o se e r m ás v erd ad de la que c u a l­
épocas de civilización y de d e m o c rac ia " (vol. q u ie r o tro pu ed e p re te n d e r p o seer".
ii, p a rte i, cap. iv). Todavía m ás am plia es la definción de 1. fo r­
H ay que re c o rd a r, adem ás, que Locke p a r ­ m u la d a p o r N icola A bbagnano, quien in te r ­
tía de la p rem isa de que " to d a iglesia es o rto ­ p re ta el 1. com o re c íp ro c a au to n o m ía no sólo
doxa p a ra sí m ism a y e rró n e a o h e ré tic a p a ra e n tre el p e n sam ien to político y el p e n sa m ie n ­
los dem ás", casi ad elantándose con esta in tu i­ to religioso sino e n tre to d as las a c tiv id a d e s
ción al rac io n alism o m o d ern o que so m ete a h u m an a s; las d iv ersa s activ id ad es no deb en
un co n tro l p e rm a n e n te las v e rd a d e s a c e p ta ­ e s ta r s u b o rd in a d a s u n as a o tra s en una re la ­
das por la razón y excluye toda-absolutez defi­ ción de dep en d en cia je rá rq u ic a , ni p u e d e n
nitiva. El lazo que une el 1. con el lib e ra lism o e s ta r su je ta s a fines o in te rese s ajenos a las
en un fu n d a m e n to ra c io n a lista co m ú n se m ism as, sino q u e deben, en cam bio, d e s a r r o ­
encuentra, po r ejem plo, en la Historia del libe­ lla rse a u tó n o m a m e n te de a c u erd o con sus
ralismo europeo, de Guido de Ruggiero (1925): p ro p ia s fin a lid a d e s y reglas in te rn a s: en la
"E n el orden político esto q u iere q u e la ra c io ­ acep ció n de A bbagnano el 1. c o rre sp o n d e, en
n alid ad del e sta d o lib e ral no co n siste en la las rela cio n e s e n tre las activades h u m an a s,
expansión ilim ita d a de su dom inio sino en la a la lib e rta d en las relacio n es e n tre los in d i­
c a p a c id a d de s e ñ a la rs e lím ites y de im p e d ir viduos.
q u e el d om inio de la m e ra razón se c o n v ie rta
en el dom inio o p u e sto del dogm a y que el IV. EL LAICISMO POLÍTICO EN EL SIGLO XIX. EL I, polí-
triu n fo de la v e rd a d no c ie rre el cam ino al tico del siglo xix se c e n tra en el con flicto
fatigoso p ro ceso p o r m edio del cu al se a lc a n ­ e n tre la ig lesia c a tó lic a y los m o v im ien to s
za la v e rd a d .” liberales. En la H istoria de Europa en el siglo
LAICISMO 859

x lx (1932). B enedetto C ruce defin ía el c o n ­ La " d e re c h a h istó ric a " trib u ta b a al estad o
tra s te e n tre la iglesia de R om a y la “ religión casi u n a fe laica, h a s ta el p u n to de co n sid e­
de la lib e rta d " com o el e n c u e n tro e n tre “ dos rarlo com o a n ta g o n is ta m oral de la iglesia:
fes religiosas o p u e s ta s ” , ob serv an d o que el el 1. del R isorgim ento, em papado p ro fu n d a ­
m ovim iento lib eral, en cam bio, no e ra a ta c a ­ m ente p o r valores ético s, d ife ría del 1. ra d i­
do sino m ás bien favorecido p o r las co nfesio­ c a liza n te de las d é c ad a s p o ste rio re s, al que
nes p ro te sta n tes "que se habían hecho p rim e­ Croce c ritic ó en c u a n to trib u ta rio de te n d e n ­
ro ra c io n a lista s e ilu m in ista s, y p o r ú ltim o cias cie n tífic a s y p ositivas.
idealistas e histo ricistas [. . .] tan to que la igle­ La sistem atización ju risd ic c io n a lista que el
sia ro m a n a ponía en un solo haz al p ro te s ta n ­ e sta d o quiso d a r a las relaciones con la igle­
tism o, la m aso n e ría y el lib e ra lism o ” . sia p o r m edio de la s g a ra n tía s (1871) fue
Si en relació n con a lg u n a s c o rrie n te s p ro ­ rechazada p o r la iglesia, quien, a p e sa r de a te ­
testa n te s se puede h a b la r, siguiendo los pasos n u a r con el tiem po la polém ica co n tra el e sta ­
de Max W eber y de E rn e s t T ro eltsch , de reli­ do nacional, sólo en 1929 llegó, con la e s tip u ­
giones “ laicas", o bien secu la riz ad a s, en los lación de los P actos d e L etrán , a la c o n c ilia ­
p aíses cató lico s el 1. del siglo xix ad optó, en ción, todavía vigente, b asad a en el régim en de
cam bio, co n n o tacio n es a n tic le ric a le s y aun coordinación e n tre e sta d o e iglesia p o r a c u e r­
irre lig io sa s. La m áxim a difusión del I. ra d i­ do c o n c o rd a ta rio .
cal se e n c u e n tra en F ra n c ia (Ém ile Faguet,
L ’anticléricalism e, 1906). El racionalism o c a r­ V DIFUSIÓN DE LOS PRINCIPIOS DE LAICIDAD. En algu­
tesian o , el e scep ticism o de Bayle, la I lu s tra ­ nos docum entos del Concilio E cum énico V ati­
ción y el en ciclopedism o d e s a rro lla ro n en la cano II, y so b re todo en la c o n stitu c ió n p a s ­
c u ltu ra f ran cesa una o rie n ta c ió n a n tim e ta fí­ toral G audium et S p e s so b re la iglesia en el
sica general. El !. del siglo xix influyó en g ru ­ m undo co n te m p o rá n e o , se a firm a ex p líc ita ­
pos c u ltu ra le s y p o lític o s d isp a re s, desde los m en te la relación de a u to n o m ía de los laicos
p ro te sta n te s liberales h a sta los católicos gali­ en los asu n to s secu lares (G audium et Spes, 43)
canos, p ero la po lém ica confesional fue sos­ y se a c ep ta el p rin cip io de que "la co m unidad
te n id a so b re todo p o r los lib re p e n sa d o re s política y la iglesia son independientes y a u tó ­
ligados a la m aso n e ría . La cam pagne leu que nom as u n a de la o tr a en su p ro p io c a m p o ”
alcanzó las m anifestaciones m ás agudas hacia (ibíd., 76).
el final del siglo, con el affaire Dreyfus. La lite­ En razó n de la m isión religiosa que le es
r a tu r a a n tic le ric a l tu v o entonces u n a fácil propia, la iglesia d e c la ra que no se co n sid e­
p o p u la rid a d p o r obra, e n tre o tro s, de Ém ile ra lig ad a " a alg u n a fo rm a p a rtic u la r de civi­
Zola y A natole France. lización h u m an a o siste m a político, económ i­
En Italia, el d e s a rro llo del 1. p o lítico en el co o so c ia l" (ibíd., 42).
siglo xix está ín tim a m en te unido con las vici­ P o r o tro lado, la m a y o r p a rte de los e s ta ­
situ d e s del R iso rg im en to , siendo el fin del dos reiv in d ica p rin c ip io s de laicidad, a n te
gobierno tem poral del p apado condición nece­ todo en lo que c o n c ie rn e a la lib e rta d religio­
s a ria p a ra el c u m p lim ie n to de la unificación sa de los ciu d ad an o s: po r ejem plo, la Decla­
nacional: el 1. del R isorgim ento fue, po r lo tan ­ ración u niversal de los derechos del hom bre,
to, sim ultáneam ente u n a cuestión de concien­ p ro c la m a d a en 1948 p o r la asam b lea general
cia y u n a cu estió n de e sta d o . En c o n tra de la de las N aciones U nidas, reconoce a cada indi­
co existencia en la n ació n cató lica de las dos viduo el d e re c h o a la lib e rta d de religión:
a u to rid ad e s, resp ecto de las cuales los c iu d a ­ "este d e re c h o incluye la lib e rta d de c a m b ia r
danos eran d o b lem e n te su b d iti legum v sub- de religión o de fe y la lib e rta d de m a n ife s ta r
d iti canonum , el I. del R iso rg im en to sostuvo a isla d a o c o m u n ita ria m e n te , en público o en
la distinción de los dos poderes (Cavour decla­ privado, la p ro p ia religión o el p ro p io c re d o
ró en el p a rla m e n to que éstos no podían e sta r en la en señ an za, en las p rác tic a s, en el c u lto
reu n id o s bajo una a u to rid a d ú n ica sin gene­ y en la o b serv an cia de los rito s" (art. 18).
r a r "el m ás a sq u e ro so d e sp o tism o ") y con la La C o n stitu ció n de la R epública ita lia n a
fó rm u la "ig lesia libre en e sta d o lib re ” so s tu ­ (1948) co n fig u ra un e sta d o laico en su s p r in ­
vo la lib e rta d de la iglesia en el estad o y la cipios fu n d am e n ta les, en cu a n to d e c la ra la
lib e rta d del e sta d o respecto de la iglesia. irrelev an cia ju ríd ica de las convicciones re li­
860 LEGALIDAD

giosas de los in d ividuos (art. 3), e stab lece la h a s ta las sociedades in d u stria liz a d a s, u r b a ­
in d ep en d en cia y la so b e ra n ía del e sta d o y de n a s y p ro fa n a s, en las q u e se a s is te a u n a
la iglesia cató lica, c a d a u n o en su p ro p io red u cció n p ro g re siv a del alcance pú b lico de
o rd e n (art. 7), y reconoce la p lu ra lid a d de las la religión o rg an izad a, q u e p ierd e cad a vez
confesiones religiosas d o ta d a s de igual lib e r­ m ás la fu n ció n de co n tro l social. La p r o g re ­
tad, que p o r o tra p a rte no significa igualdad, siva "d esa c ra liz a c ió n ” de la sociedad m o d e r­
an te la ley (art. 8). Al m ism o tiem po, la co n s­ n a d escrita p o r M ax W eber (Economía y socie­
titu ció n estab lece, sin em b arg o , q u e las re la ­ dad) resuelve p o r sí m ism a algunos de los
ciones e n tre e sta d o e iglesia se rigen p o r los aspectos histó rico s del I.; pero al m ism o tie m ­
P actos de L etrán , d e ja n d o con esto sin re so l­ po surgen, p re c isa m e n te en las so cied ad es
v er alg u n as d ific u ltad e s de la relació n e n tre m ás secularizadas, com o p a ra s u p lir los valo­
los dos p oderes, esp ecialm en te en lo q u e con­ re s sa cro s p e rd id o s, ideologías to ta liz a n te s
ciern e al o rd e n a m ie n to de la fam ilia y de la que constituyen nuevos atentados a la concep­
escuela, que constituyen, no sólo en Italia, los ción p ro p ia m e n te laica de la p o lític a y de la
asp ecto s so b re sa lie n te s de la p ro b le m á tic a c u ltu ra .
del I. en la a ctiv id ad p o lítica co n creta.
b i b l i o g r a f í a : G. Calogero, Filosofía del dialogo,
vi l a ic is m oy s e c u l a r i z a c i ó n . Los d e s a rro llo s Milano, Com unitá, 1962; A.C. Jemolo, Chiesa e
a c tu a le s del p e n sam ien to laico se h an lib e ra ­ stato in Italia dall'unificazione a Giovanní X XIII,
do casi to ta lm e n te de la tra d ic ió n a n tic le ri­ Turín, Einaudi, 1965; H. Lübbe, La secolarizza-
cal y con m ay o r razón de las ten d en cias i r r e ­ zione (1965), Bolonia, II Mulino, 1970; L. Salva-
ligiosas q u e c a ra c te riz a ro n el 1. del siglo xix torelli, Chiesa e stato dalla rivoluzione francese
en los p aíses latin o s. P o d ría n a d m itirse , si ad oggi, Florencia, La Nuova Italia, 1955; V arios
acaso, sig u ien d o a H ans K elsen (Los fu n d a ­ autores, La laicidad (1960), Madrid, Taurus, 1963;
m en to s de la dem ocracia) que la a c titu d de G. Weill, Storia d ell’idea laica in Francia nel sec.
to le ra n c ia de p e n sa m ie n to p ro p ia del 1. se xix (1929), Bari, Laterza, 1937.
co n so lid a c u a n d o “ la convicción relig io sa no
es b a s ta n te fu e rte com o p a ra so b re p o n e rse [VALERIO ZANONE]
a la inclinación p o lític a ”; sin em bargo, ya que
la co m u n id ad p o lític a co m p re n d e in clu so a
los crey en tes, el 1. a c e p ta tam b ié n el influjo
de las iglesias en la vida p o lítica con la c o n ­
le g a lid a d
dición de que pro v en g a de su im p o rta n c ia
a u tó n o m a social y no de privilegios co n ced i­ E n el lenguaje p o lítico se en tien d e p o r 1. un
dos p o r el estado. a trib u to y un re q u isito del poder, p o r el cual
En la sociedad co n te m p o rá n e a el sig n ifica­ se dice q u e un p o d e r es legal o a c tú a leg a l­
do del 1. se a p e g a en m uchos asp ecto s al p ro ­ m en te o tien e c a rá te r de 1. cu ando se e je rce
ceso de secularización (v.) sie m p re que éste en el á m b ito o de a c u erd o con las leyes e s ta ­
se e n tie n d a no en el significado o rig in a l p ro ­ b lecid as o de a lg ú n m odo acep tad a. Ya que
pio del d e re c h o canónico (en el que el té rm i­ no sie m p re se d istin g u e, en el u so com ún, y
no " se c u la riz a c ió n ” es d istin to de "la iciz a ­ con fre c u e n cia tam p o co en el uso técnico,
c ió n ” en c u a n to in d ica el reg reso al m u n d o e n tre 1. y leg itim id ad , se puede e m p le a r la 1.
secu lar sin ren u n c ia'to tal al estado religioso), a p ro p ó sito del e je rcic io del p o d e r y la le g iti­
sino en el sig nificado d eriv ad o que se d ifu n ­ m idad a p ro p ó sito de la titu la rid a d : un p o d e r
dió en E u ro p a a lre d e d o r de 1880 y que, p o r legítim o es un p o d e r cuyo títu lo e stá fu n d a ­
o tra p arte, ya a p a re c ía algunas décadas antes do ju ríd ic a m e n te , un p o d e r legal es un p o d e r
en los e sc rito s de V íctor Cousin, en e x p re sio ­ que se ejerce de a c u erd o con las leyes. Lo con­
nes com o "sé c u larisa tio n de l’é ta t” y “enseig- tra r io de un p o d e r legítim o es u n p o d e r de
nem en t sé cu lier de la p h ilo so p h ie ” . hecho; lo c o n tra rio de un p o d e r legal es un
En la lite r a tu r a sociológica, el térm in o p o d e r a rb itra rio . No sie m p re que se tie n e un
"secularización" se em plea com únm ente p a ra p o d e r de hecho se ejerce a rb itra ria m e n te , así
in d ic a r el p roceso de tra n sic ió n desde las com o no sie m p re los que ejercen el p o d e r
sociedades p a triarc ale s, ru ra le s y " c e rra d a s ” a rb itra ria m e n te tienen ú nicam ente u n p o d e r
LEGALIDAD 86!

d e hecho. De a c u e rd o co n e sta acepción del b res, c o n tra p o sic ió n q u e va aco m p a ñ a d a p o r


té rm in o 1., se e n tien d e p o r p rin c ip io de 1. el u n ju ic io de v a lo r c o n sta n te, p o r el cual el
p rin c ip io de a c u e rd o co n el cual todos los g o b iern o bueno es el p rim e ro y el m alo el
ó rg an o s del estad o , o sea todos los órg an o s segundo. Donde g o b iern a n las leyes, ahí está
q u e e je rce n un p o d e r público, se co n sid e ra el reino de la ju stic ia ; donde g o b iern an los
que actúan d entro del ám b ito de las leyes, sal­ h o m b re s, ahí e s tá el rein o del a rb itrio . Uno
vo en casos excepcionales establecidos e x p re ­ de los rasg o s p e rm a n e n te s con que e s tá m a r­
sam en te, y legalizados tam b ié n p o r el hecho cado el g o b iern o tirá n ic o es el de ser g o b ier­
m ism o de h ab erse establecido expresam ente. no de u n h o m b re por encim a de las leyes, y
El prin cip io de 1. to lera el ejercicio discrecio ­ no de la s leyes p o r en c im a de los h om bres.
n a l del po d er, p e ro excluye el ejercicio a r b i­ La "iso n o m ía ” de los griegos, la " su p re m a ­
tra rio , c u an d o p o r e je rcic io a rb itra rio se cía de la ley” (rule o f law) de la tradición ingle­
en tien d e u n acto realizad o de acuerdo con un sa, el "e sta d o de d e re c h o ” (R ec h tssta a t) de la
j u ic io e x c lu s iv a m e n te p e r s o n a l de la d o c trin a alem an a del d erech o público en el
situ ació n . siglo p asad o , refleja n , a u n q u e en diversas
No o b sta n te q u e el p rin c ip io de 1. se co n si­ situ a c io n e s h istó ric a s , la p e rm a n e n c ia del
d e ra com o uno de los p u n to s de apoyo del principio del 1. com o id ea reguladora del buen
e sta d o co n stitu c io n al m o d ern o , del llam ado g obierno por excelencia, aunque después sólo
"e sta d o de d e re c h o ”, es ta n an tig u o com o la se p u e d a e n c o n tra r la plena realización del
esp ec u lac ió n so b re los p rin c ip io s de la p o lí­ p rin c ip io —según Max W eber— en el e sta d o
tic a y so b re las d iv ersas fo rm a s de gobierno. m o derno, el cual se ha ido o rg an izan d o com o
Se rem o n ta al ideal griego de la isonom ía, o u n a g ra n em presa a trav és de la expropiación
sea de la ig u ald ad ante las leyes, c o n sid e ra ­ y la a d ju d ic ac ió n de los m edios de servicio
d a com o esencia del b u e n gobierno, com o lo que en los estados an terio res pertenecían p re­
a te s tig u a el elogio de E u ríp id e s en Las s u p li­ cisam ente a los que estab an investidos de fu n ­
cantes-, "N o hay n ad a m ás hostil p a ra una c iu ­ ciones pú b licas, o sea de la fo rm a de p o d e r
d a d que u n tira n o , c u a n d o no existen a n te que se lla m a "legal o ra c io n a l” y que, a d ife­
to d o leyes generales, y u n solo h om bre e stá rencia del p o d er trad icio n al y del poder caris-
en el poder, co n v irtié n d o se a sí m ism o en la m ático, recibe su p ro p ia leg itim id ad del
ley, y no existe de nin g u n a m an e ra ig u ald a d ” hecho de e s ta r regido p o r leyes y de se r e je r­
(vv. 403-405). En el De legibus, C icerón e s c ri­ cido de a c u e rd o con las leyes que lo rigen.
be: "C om prendéis, por lo tanto, que la función P a ra c a ra c te riz a r el p o d e r legal tam b ién M ax
del m a g istra d o es la de g o b e rn a r y p re s c ri­ W eber re c u rre a la c o n tra p o sic ió n e n tre
b ir lo que es ju sto y útil y aco rd e con las leyes p o d e r regido p o r las leyes y p o d e r p ersonal;
[coniuncta cum legibus]. Del m ism o m odo que m ie n tra s que en el caso del p o d e r trad icio n al
las leyes e stá n p o r e n c im a de los m a g is tra ­ se obedece a la p e rso n a del s e ñ o r y en el caso
dos, ésto s se e n c u e n tra n p o r en cim a del p u e ­ del p o d e r c a rism á tic o se obedece a la p e rso ­
blo; y se puede d e c ir m u y bien que el m ag is­ na del jefe, en el caso del p o d e r legal el ciu ­
tra d o es la ley q u e h ab la, y la ley es el m ag is­ d a d a n o obedece "la s o rd en a c io n e s im p e rso ­
tra d o m u d o ” (iii, 1, 2). Uno de los p rin cip io s nales y o b jetivas legalm ente e s ta tu id a s y las
fu n d am e n ta les y c o n sta n te s de la d o c trin a p e rs o n a s p o r e llas d e sig n a d a s, en m érito s
m edieval del e sta d o es el de la su p e rio rid a d é sta s de la legalidad fo rm al d e sus d isp o si­
de la ley a u n resp ecto de la v o lu n tad del p r ín ­ ciones d e n tro del c írc u lo de su co m p eten cia”
cipe, cu y a fo rm u la c ió n m ás célebre la da (E conom ía y sociedad, M éxico, 1964, t. I, p.
B racto n en el De legibus et co n su etu d in ib u s 172).
Angliae: "Rex n o n debet esse su b hom ine, sed Com o todas las id ea s card in ale s de la teo ­
su b Deo et sub lege, q u ia lex facit reg e m ” [El ría p o lítica, tam p o c o el p rin c ip io de la l. es
ho m b re no debe e s ta r so m etid o al ho m b re, u n a id ea sim ple. Se p u e d e n d is tin g u ir p o r lo
sino a Dios y a la Ley, p o rq u e la ley hace al m enos tre s sig n ificad o s de a c u e rd o con los
rey]. Desde la a n tig ü ed ad h a sta nuestros días, d iv erso s niveles en q u e se c o n sid e ra la re la ­
uno de los térm in o s re c u rre n te s del p e n s a ­ ción e n tre la ley, en tendida com o norm a gene­
m ien to p o lítico es la c o n tra p o sic ió n e n tre el ral y a b s tra c ta , y el po d er. El p rim e r nivel es
gobierno de las leyes y el gobierno de los hom ­ el de la relación e n tre ley y p e rs o n a del p r ín ­
862 LEGITIMIDAD

cipe: a e ste nivel, gobierno de la ley signifi­ orden a rb itra rio ; la aplicación del derecho de
ca, com o en la fó rm u la a n te rio rm e n te citad a acu erd o con la ley g a ra n tiz a el tra ta m ie n to
de Bracton, que el príncipe no está n u n ca legi- igual de todos los que pertenecen a la c a te ­
bus solutas, y p o r lo ta n to debe g o b e rn a r no goría e sta b lec id a po r la ley, y nos salva del
según su p ro p io ben ep lácito sino de c o n fo r­ peligro del tra ta m ie n to p refe re n c ía l y odio­
m idad con las leyes que son su p e rio re s a él, so de tal o cual individuo, de tal o cual g ru ­
a p e sar de que e sta s leyes no sean leyes posi­ po, como resu ltaría de un juicio caso p o r caso.
tivas sino las leyes divinas o n a tu ra le s , o sea
las leyes fu n d am e n ta les del país, cu y a vali­ [n o r b e r t o b o b b i o ]
dez depende o de la tradición o del pacto cons­
titu tiv o del estado. El segundo nivel es el de
la relació n e n tre el p rín cip e y sus súbditos:
en este nivel, la idea del gobierno de las leyes legislativo, proceso, v. proceso legis ­
debe in te rp re ta rs e en el sentido de que los lativo
g o b e rn a n tes deben e je rc e r su p ro p io poder
ú n icam en te m ed ia n te la p ro m u lg ació n de
leyes, y sólo excepcionalm ente m ediante orde­
nanzas o d ecreto s, o sea a trav és de n o rm a s
legitimidad
que valgan p a ra la g e n e ra lid a d de las p e rso ­
nas y no p a ra grupos p articu la re s o, p e o r aún, i d e f i n i c i ó n g e n e r a l . En el lenguaje o rd in a rio
p ara individuos en especial, y, en cu a n to tales, el térm in o 1. tiene dos significados: uno gené­
que tiendan al bien com ún y no ai in terés p a r ­ rico y uno específico. En el sig nificado gené­
tic u la r de tal o cual c a te g o ría de su jetos. El rico, 1. es casi sinónim o de ju stic ia o de razo-
te rc e r nivel es el relativ o a la ap licación de n a b ilid a d (se h a b la de 1. de u n a decisión, de
las leyes a los casos p a rtic u la re s : a e s te nivel u n a a c titu d , etc.). El significado específico
el principio de 1. consiste en exigir que los ju e ­ a p a re c e a m en u d o en el lenguaje político. En
ces decidan las co n tro v ersias que se les som e­ este contexto, el re fe re n te m ás fre c u e n te del
ten no de a c u e rd o con un ju ic io eq u itativ o , o concepto es el estado. N a tu ra lm e n te aquí nos
sea caso p o r caso, sino de a c u erd o con p r e s ­ o cu p am o s del significado específico.
crip c io n e s e sta b le c id a s en fo rm a de n o rm a s En una p rim e ra a p ro x im ació n se puede
legislativas. E x p re sió n tra d icio n a l de e ste d e fin ir la 1. com o el a trib u to del e s ta d o que
asp ecto del p rin c ip io de legalidad es la m áxi­ consiste en la existencia en u n a p a rte relevan­
ma: “N u llu m crim en, m illa poena, sin e lege" te de la p o b lac ió n de un g ra d o de c o n sen so
[No hay crim en , ni pena, sin ley a n te rio r al tal que asegure la obediencia sin que sea nece­
hecho]. En o tra s p a la b ra s , u sa n d o la d istin ­ sario, salvo en casos m arg in ale s, r e c u r r ir a
ción fu n d am en tal e n tre el m om ento de la p ro ­ la fuerza. P o r lo tanto, todo p o d e r tra ta de
ducción y el m o m en to de la ap licación del g a n a rse el co n sen so p a ra q u e se le reco n o z­
derecho, se pu ed e d e c ir que re sp e c to del p r i­ ca com o legítim o, tra n sfo rm a n d o la o b e d ie n ­
m er m om ento el principio de 1. expresa la idea cia en ad h esió n . La c re e n c ia en la 1. es, p u es,
de la p ro d u c c ió n del d e re c h o m e d ia n te leyes el e lem en to in te g ra n te de las re la c io n e s de
y resp e c to al seg u n d o m om ento e x p re sa la p o d er que se d e sarro llan en el á m b ito estatal.
idea de la aplicación de acuerdo con las leyes.
Ya sea q u e s e 'c o n s id e re n los tre s niveles o II. LOS NIVELES DEL PROCESO DE LEGITIMACIÓN. Aho­
bien q u e se ten g an en c u e n ta los dos m o m e n ­ ra bien, si se co n sid e ra el estado d e sd e el p u n ­
tos, la im p o rta n c ia del p rin c ip io de 1. e stá en to de v ista sociológico y no ju ríd ic o , se c o m ­
el hecho de que a s e g u ra los dos v a lo re s fu n ­ p ru e b a que el p ro c e so de leg itim ació n no tie ­
d a m e n ta le s en cu y a realización co n siste la ne com o p u n to de re fe re n c ia al e s ta d o en su
fu n ció n del d erecho, el v a lo r de la c e rtez a y c o n ju n to sirio su s diversos aspectos: la com u­
el v alo r de la ig u ald a d (form al). La p ro d u c ­ nidad política, el régim en, el g obierno y, c u a n ­
ción del d e re c h o m e d ia n te leyes, o sea a t r a ­ do el e s ta d o no es in d ep e n d ien te , el e sta d o
vés de n o rm a s generales y a b stra c ta s, p erm ite h egem ónico al q u e e stá s u b o rd in a d o . P o r lo
p rev e r las con secu en cias de las p ro p ia s accio ­ tan to , la leg itim ac ió n del e sta d o es el re s u l­
nes, es d e c ir se salva de la in se g u rid a d del tado de u n a se rie de e le m en to s d isp u e s to s en
LEGITIMIDAD 863

niveles crecientes, cada u n o de los cuales con­ d e te rm in a ció n in stitu c io n a l del poder, p a ra
c u rr e de m odo relacivam ente in dependiente que se califiqúe com o legítim o b a sta q u e este
a d e te rm in a rla . E s n ecesario, p o r lo tanto, ú ltim o se haya fo rm a d o de co n fo rm id a d con
e x a m in a r s e p a ra d a m e n te las c a ra c te rís tic a s las n o rm as del régim en y que e jerza el p o d e r
de estos elem entos que co n stitu y e n el p u n to de a cu erd o con esas n o rm a s, de tal m a n e ra
de referencia de la creencia en la legitim idad. que se respeten d eterm in ad o s valores fu n d a ­
a] La c o m u n id a d política es el g ru p o social m e n ta le s de la vida p o lítica. Puede suceder,
con base territo ria l que reú n e a los individuos sin em bargo, que la p e rso n a q u e es jefe del
ligados p o r la división del tra b a jo político. g o b iern o sea d ire c ta m e n te o b jeto de la o rd e ­
E ste asp ecto del e sta d o es objeto de la c re e n ­ nanza en la 1.
c ia en la 1. cu ando en la población se han En el estad o m o d ern o o c u rre esto cu ando
difu n d id o sentim ientos de identificación con las instituciones políticas están en crisis y los
la co m u n id ad política. En el estad o nacional únicos fu n d am e n to s d e 1. del poder son el
la c reen cia en la 1. se c o n fig u ra p re d o m in a n ­ ascendiente, el p re stig io y las cu alid ad es p e r­
tem e n te en térm in o s de fid e lid a d a la co m u ­ sonales del h o m b re p u e sto en el v értice de la
n id ad p o lític a y de lea lta d nacional. je ra rq u ía estatal. En to d o s los regím enes exis­
b] El régim en es el co n ju n to de in stitu c io n e s te, a u n q u e en d iv ersa m edida, una d osis de
que regulan la lucha p o r el p o d e r y el e je rc i­ p erso n alizació n del p o d er, com o co n secu en ­
cio del p o d e r y de los v a lo re s que a n im an la cia de la cual los h o m b re s no olvidan n u n ca
vida de esas in stitu c io n e s. Los p rin cip io s las cu alid ad es p e rs o n a le s de los jefes bajo la
m o n árq u ico , d e m o c rático , so cialista, fasc is­ función que ejercen. P ero lo q u e es esencial
ta, etc., definen algunos tip o s de in stitu c io ­ p a ra d istin g u ir el p o d e r legal y el tra d icio n a l
nes y de valores c o rre sp o n d ie n te s, en los que del p o d e r p erso n al o c a rism á tic o (esta céle­
se basa la 1. del régim en. La c a ra c te rístic a fun­ b re división es de Max W eber) es que la 1. del
d am e n tal de la ad h e sió n al régim en, so b re p rim ero se basa en la creencia en la legalidad
todo cu an d o é sta se b a sa en la fe en la legali­ de las n o rm a s del régim en, e sta tu id a s ex pro-
dad, consiste en el hecho de que los gobernan­ fesso y de m odo racio n al, y del derech o de
tes y su p o lític a son a c ep ta d o s en cu a n to m a n d a r de los q u e d e te n ta n el poder b a sad o
e stá n leg itim ad o s los a sp e c to s fu n d a m e n ta ­ en tales norm as; la 1, del segundo tipo se apo­
les del régim en, p re sc in d ie n d o de las d istin ­ ya en el resp e to a las in stitu c io n e s c o n sa g ra ­
ta s p erso n as y de las d istin ta s decisiones polí­ das p o r la tradición y a la p ersona (o a las p e r­
ticas. De ahí que el que legitim a el p o d e r debe sonas) q u e d e te n ta n el poder, cuyo d erech o
a c e p ta r tam b ié n el g o b iern o que se fo rm e y de m an d o se a trib u y e a la trad ició n ; la 1. del
a c tú e de c o n fo rm id a d co n las n o rm a s y con te rc e r tip o se fu n d a s u s ta n c ia lm e n te en las
los valores del régim en, a p e s a r de que no lo cu a lid ad e s p e rso n a le s del jefe, y en fo rm a
a p ru e b e o h a s ta se op o n g a al m ism o y a su su b o rd in a d a en las in stituciones. E ste tipo de
p o lítica. E sto d epende del hecho de que exis­ 1., al e s ta r ligado a la p e rso n a del jefe, tiene
te un in te ré s c o n c re to que m an co m u n a las una existencia efím era, po rq u e no resuelve el
fu erz a s que ac ep ta n el régim en: la c o n serv a ­ p ro b le m a fu n d am e n ta l del que d epende la
ción de las in stitu c io n e s que rigen la lucha c o n tin u id a d de las in stitu c io n e s p o lític a s, o
p o r el po d er. El fu n d am e n to de e s ta conver­ sea el p ro b le m a de la tra sm isió n del po d er,
gencia de intereses consiste en el hecho de que d] Q ueda to d av ía po r e x a m in a r el caso del
se ad o p ta el régim en com o p latafo rm a com ún e sta d o que, al no s e r in d ep en d ien te, no es
de lu ch a e n tre los g ru p o s políticos, ya que capaz de desem peñar la ta re a fundam ental de
esto s ú ltim o s lo c o n sid e ra n com o u n a s itu a ­ g a ra n tiz a r la se g u rid a d de los ciu d a d a n o s (o,
ción que ofrece co n d icio n es fav o rab les p a ra algunas veces, ni siq u ie ra el d e s a rro llo eco­
la conservación de su poder, p a ra la conquista nóm ico). No se tra ta , pues, de un e sta d o en
del g o b iern o y p a ra la rea liz a c ió n p a rc ia l o el v e rd a d e ro se n tid o de la p a la b ra sin o de un
to ta l de los p ro p io s o b jetiv o s políticos. país co n q u ista d o , de u n a colonia, de un p ro ­
c] El gobierno es el c o n ju n to de funciones en te c to ra d o o de un s a té lite de u n a p o ten c ia
q u e se c o n c re ta el e je rcic io del p o d e r p o líti­ im perial o hegem ónica. Una c o m u n id ad p o lí­
co. Se h a visto que n o rm a lm e n te , es d ecir tica que se h a lla en esas condiciones e n c u en ­
c u a n d o la fuerza del g o b iern o d e sca n sa en la tra m u c h a s d ific u lta d e s en d e s p e rta r la leal­
864 LEGITIMIDAD

tad de los ciu d a d a n o s, po rq u e no es un c e n ­ p ro p o n e un m odo d istin to de a d m in is tra r el


tro de d ecisio n es au tónom as. En c o n sec u e n ­ sistem a constituido. El segundo tipo de lucha
cia, su lea lta d debe b a sa rse c o m p le ta m en te está dirigido c o n tra el orden c o n stitu id o y tie ­
o en p a rte en la del sistem a hegem ónico o ne por objeto m odificar sustancialm ente algu­
im perial del q u e fo rm a p a rte . El p u n to de nos de sus a sp ec to s fu n d am en tales; no co m ­
re fe re n c ia de la c re e n c ia en la 1. será, e n to n ­ b a te ú n ica m en te al gobierno sino ta m b ié n al
ces, to ta l o p a rc ia lm e n te la p o tencia hegem ó­ s iste m a de g o b ierno, o sea a las e s tru c tu ra s
nica o im p erial. del que é ste es expresión.
Con e sto hem os p asad o ya a e x a m in a r el
III. LEGITIMACIÓN E IMPUGNACIÓN DE LA LEGITIMIDAD. c o m p o rta m ie n to im p u g n a d o r de la 1. En este
Los diversos niveles del proceso de 1. definen se c to r hay que d istin g u ir dos a c titu d e s: la de
o tro s ta n to s e le m en to s que re p re s e n ta n el reb elió n y la rev o lu cio n aria. La a c titu d de
p u n to de refe re n c ia obligado h acia el cual se rebelión se lim ita a la sim p le negación, al
o rie n tan los individuos y los grupos en el con­ rechazo a b s tra c to de la rea lid a d social, sin
texto político. Si analizam os la acción de estos d e te rm in a r históricam ente la propia negación
ú ltim o s, desde este p u n to de vista podem os y el p ro p io rechazo. En co n secu en cia, no es
d e s c u b rir dos tipos fu n d a m e n ta le s de com ­ capaz de re c o n o c e r el m ovim iento h istó ric o
p o rta m ie n to . Si d e te rm in a d o s individuos o de la sociedad, ni de e n c o n tra r o b jetivos de
g ru p o s se d a n c u e n ta de que el fu n d a m e n to lucha c o n c re to s, y te rm in a siendo p risio n e ­
y los fines del p o d er son co m p atib les o están ro de la re a lid a d q u e no lo g ra c a m b ia r. La
en a rm o n ía con su p ro p io sistem a de c re e n ­ a c titu d re v o lu c io n a ria lleva a cabo, en cam ­
cias y a c tú a n en pro de la conservación de los bio, una negación d e te rm in a d a h istó ricam en ­
asp ecto s b ásico s de la vida política, su co m ­ te de la re a lid a d social. Su p ro b le m a co n sis­
p o rta m ie n to se p o d rá d e fin ir com o leg itim a ­ te sie m p re en d e sc u b rir la lucha c o n creta,
ción. En cam bio, si el e sta d o es c o n sid e rad o p u e sta de m an ifie sto por el m ovim iento h is­
en su e s tr u c tu r a y en sus fines com o c o n tra ­ tó ric o real que p e rm ita re a liz a r las tra n s fo r ­
d ic to rio con el p ro p io sistem a de creencias, m aciones p o sib les de la sociedad. E s to sig n i­
y este juicio negativo se trad u ce en u n a acción fica que la acción revolucionaria no tiene n u n ­
o rie n ta d a a tra n s fo rm a r los a sp ecto s básicos ca com o objetivo c a m b ia r ra d ic a lm e n te la
de la vida p o lítica, este c o m p o rta m ie n to sociedad sino d e rrib a r las in stitu c io n e s polí­
p o d rá d e fin irse com o im pugnación de ¡a legi­ ticas que im piden el d e sa rro llo y c r e a r o tra s
tim idad. nuevas cap aces de lib e ra r las ten d en cias que
El c o m p o rta m ie n to de legitim ación no han m a d u ra d o en la sociedad h acia form as
c a ra c te riz a so la m e n te a las fu erzas que so s­ de convivencia m ás elevadas. Por lo que re s ­
tienen el go b iern o sino tam b ién a las que se pecta, luego, a la elección del m étodo legal o
oponen al m ism o, en cu an to no tengan el p ro ­ ilegal p a ra re a liz a r los objetivos rev o lu cio n a­
p ó sito de c a m b ia r tam b ié n el régim en o la rios, se tr a ta de un p ro b lem a que se resuelve
c o m u n id ad política. La acep tació n de las en tas d ife re n te s fases de la lucha en función
"re g la s del ju eg o ", en p a rtic u la r, o sea de las de la u tilid a d y de la e tic a d a de cad a u n a de
n o rm a s en q u e se b a sa el régim en, no e n tr a ­ las acciones relacionadas con el fin. La e s tra ­
ña solam en te, com o ya se ha señalado, la tegia debe, en electo, a d a p ta rse a las circ u n s­
ac ep ta ció n del g o b iern o y de sus m an d ato s, tan c ias en que se d e s a rro lla la lucha, que no
en c u a n to estén conform es con el régim en, pueden se r elegidas. Es p reciso s u b ra y a r que
sino tam b ié n la leg ítim a ex p ectativa, p a ra la. la im pugnación de la I. no sólo tiene una c a li­
oposición, de tra n s fo rm a rs e en g o b ierno. ficación de izquierda, tam b ién puede ten erla
La d ife ren c ia e n tre oposición de go b iern o de derech a. Un ejem plo de ello lo e n c o n tra ­
e im p u g n ació n de la 1. en c ie rto s asp ecto s m os en la oposición fascista y nazi a los regí­
c o rre s p o n d e a la que existe e n tre p o lítica m enes d e m o c rático s en Ita lia y en F ra n cia o
re fo rm is ta y p o lític a rev o lu cio n aria. El p r i­ en la oposición n acio n alista al m ovim iento de
m er tip o de lu ch a tien d e a lo g ra r in n o v acio ­ unificación euro p ea.
nes —c o n serv a n d o las e s tr u c tu r a s p o líticas
e x iste n te s—, co m b ate al go b iern o pero no a IV. ESTRUCTURA POLITICA Y SOCIAL. CREENCIAS EN LA
las e s tr u c tu r a s que co n d icio n an su acción y l e g i t i m i d a d e id e o l o g ía . El influ jo del co n sen ­
LEGITIMIDAD 865

so de los d ife ren te s m ie m b ro s de u n a c o m u ­ a d a p ta rs e a la d u ra re a lid a d de su condición


nidad política en la legitim ación de cu alq u ier social, el h o m b re o rd in a rio se ve llevado a
estado, a u n del m ás d em o c rático , no es de id e a liz a r su p asiv id ad y sus sa crificio s en
hecho equivalente. El p u e b lo no es u n a su m a n o m b re de p rin cip io s a b s o lu to s capaces de
a b s tra c ta de individuos, c a d a uno de los c u a ­ h a c e r re a lid a d el deseo y de c o n v e rtir en v e r­
les p a rtic ip a d ire c ta m e n te con igual cu o ta de d a d su e sp era n z a.
p o d e r en el control del g o b iern o y en el p r o ­ En cam bio, c u a n d o el p o d er e stá en c risis,
ceso de form ación de las decisiones políticas, p o rq u e su e s tru c tu ra h a e n tra d o en c o n tra ­
com o a p arece a través d e la ficción ju ríd ic a dicción con el d e sarro llo de la sociedad, e n tra
de la ideología d e m o c rática . Las relacio n es ta m b ié n en c ris is el p rin c ip io de I. que lo ju s ­
sociales no su b sisten e n tr e individuos a b s o ­ tifica. O c u rre e s to p o rq u e en la s fases rev o ­
lu ta m e n te autónom os sin o e n tre individuos lucionarias, o sea c u an d o el a p a ra to del poder
situ a d o s que o cupan un papel defin itiv o en se deshace, caen ta m b ié n los velos ideo ló g i­
la división social del tra b a jo . A hora bien, la cos que lo o cu ltaban a ¡a población y se m an i­
división del tra b a jo y la lu ch a social y p o líti­ fie sta a p len a lu z su in c a p a c id a d de reso lv e r
ca que se deriva de ella hacen que la so cie­ los problem as q u e van m ad u ran d o en la socie­
d ad no se co n sid ere n u n c a a trav és de r e p r e ­ dad. E n tonces la co n cien cia de las m asas
se n ta c io n e s conform es con la re a lid a d sino e n tra en contradicción con la e s tru c tu ra polí­
con una im agen d e fo rm a d a de los in te rese s tica de la sociedad; to d o s se vuelven p o lític a ­
de los p ro ta g o n ista s de e sa lu ch a (ideología) m ente activos, p o rq u e las decisiones son sim ­
cuya función consiste en leg itim ar el p o d e r ples y c o m p ro m eten d ire c ta m e n te al h o m b re
co n stitu id o . Se tra ta de u n a re p re se n ta c ió n o rd in a rio ; el p o d e r de decisión está re a lm e n ­
com pletam ente fa n tá s tic a de la realid ad y no te en m anos de todos. N a tu ra lm e n te estos
de una sim ple m en tira . C ada ideología, cada fenóm enos o c u rre n m ie n tra s no se haya fo r­
p rin c ip io de 1. del poder, p a ra d e s a rro lla rs e m ado o tro p o d e r y, e n consecuencia, o tro
con eficacia, debe, en efecto, c o n te n e r ta m ­ p rin c ip io de 1. La e x p erien cia h istó ric a
bién elem entos descriptivos que lo hagan c re í­ d e m u e stra , en efecto, q u e a todo tipo de e s ta ­
ble y, en consecuencia, idóneo p a ra p ro d u c ir do le c o rre sp o n d e un tip o d istin to de 1., o sea
el fenóm eno del consenso. Por este m otivo, a cada fo rm a de lucha p o r el p o d e r le c o rre s ­
cuando las creen cias en q u e se b a sa el p o d er ponde u n a ideología d o m in a n te d istin ta .
no c o rre sp o n d en ya a la rea lid a d social, se
a b a n d o n an y se a siste al cam bio h istó ric o de V. EL ASPECTO DE VALOR DE LA LEGITIMIDAD. El C O n-
las ideologías. senso h acia el e sta d o no ha sido nu n ca (y no
C uando el p o d e r es e sta b le y es capaz de es) lib re sino siem p re, p o r lo m enos en p a rte ,
cum plir de m an era p ro g re sista o conservado­ forzado y m anipulado. La legitim ación se p re­
ra sus p ro p ias funciones esenciales (defensa, senta de o rd in a rio com o una necesidad, cu al­
d e sa rro llo económ ico, etc.), esto hace valer q u ie ra que sea la fo rm a del estado. Nuimero-
sim u ltá n e am e n te la ju stific a c ió n de su p ro ­ sas investigaciones sociológicas han probado,
pia existencia, a p e la n d o a d e te rm in a d a s exi­ p o r ejem plo, que el fenóm eno de la m an ip u
gencias late n te s en las m asas, y con la p o ten ­ lación del consenso existe tam bién en los regí­
cia de su propia positividad se crea el consen­ m enes d e m o c rático s. A hora bien, com o el
so necesario. En los p e rio d o s de e sta b ilid ad p o d e r d e te rm in a siem p re, p o r lo m enos en
política y social el influjo so b re la form ación p a rte , el contenido del consenso, que pu ed e
de la conciencia social de quienes la división ser, p o r co n siguiente, m ás o m enos libre o
del tra b a jo ha colocado en el vértice de la m ás o m enos forzado, no p a re c e lícito d a rle
sociedad es decisiva, p o rq u e es capaz de con­ el a trib u to de leg ítim o ta n to a un e sta d o
dicionar en form a relevante el com portam ien­ d e m o c rá tic o com o a un estad o tirá n ic o p o r
to de quienes no o cu p an papeles p rivilegia­ el solo hecho de que en am bos se m an ifie sta
dos. A estos últim os les p arece tan im portante la ac ep ta ció n del sistem a.
la realidad del estado q u e tienen la sensación Si nos Em itam os a definir com o legítim o un
de e n c o n tra rse fre n te a u n a fu erza n a tu ra l o e sta d o del que se a c e p ta n los valores y las
condiciones n e c e sa ria s e in m u tab le s de la e s tru c tu ra s fundam entales, e s ta form ulación
existencia asociada. P o r o tra p a rte , p a ra te rm in a incluyendo tam bién lo o p u esto de lo
866 LENINISMO

que c o m ú n m e n te se e n tie n d e p o r consenso: gico, ta n to m ás se rá aparente. De acu erd o con


el c o n sen so im p u e sto y el c a rá c te r ideológi­ esto se p u e d e fo rm u la r u n a nueva defin ició n
co de su co n te n id o . La definición p ro p u e s ta de 1. q u e p e rm ita s u p e ra r las lim ita cio n e s y
al p rin c ip io se ha vuelto, p o r lo ta n to , in sa ­ las in co n g ru e n cia s de la p ro p u e s ta al p rin c i­
tisfa c to ria , p o rq u e es c o m p a tib le con c u a l­ pio. Se tr a ta en esen cia de in te g ra r en la d e fi­
q u ie r c o n ten id o . P a ra s u p e ra r e s ta incon­ nición el asp ec to d e valor, que es u n elem en­
gruencia, que p a re c e in v alid a r la m ism a exac­ to co n stitu tiv o de! fenóm eno. Por co n sig u ien ­
titu d se m á n tic a de la d efinición d e scrip tiv a, te se p o d rá d e c ir q u e la 1. del e s ta d o es una
hay q u e p o n e r en evidencia u n a c a ra c te r ís ti­ situ a c ió n q u e no se realiza n u n ca en la h isto ­
ca q u e el té rm in o 1. tiene en com ún con ria, sino com o a sp ira ció n , y que, p o r co n si­
m u ch o s o tro s té rm in o s del len g u aje político guiente, un e sta d o será m á s o m en o s leg íti­
(lib e rtad , d e m o c rac ia , ju stic ia , etc.): designa m o en la m ed id a en que re a lic e el v a lo r de un
al m ism o tie m p o u n a situ a c ió n y un v alor de co nsenso m a n ife sta d o lib re m e n te p o r p a rte
la convivencia social. La situ a c ió n q u e d esig ­ de una c o m u n id a d de h o m b re s a u tó n o m o s y
na e se té rm in o co n siste en la ac ep ta ció n del conscientes, o sea en la m edida en q u e se acer­
e sta d o p o r p a rte de u n a fracción relevante de que a la id e a lím ite de la elim in ació n del
la población; el valor es el consenso lib rem en ­ p o d e r y de la ideología de las rela cio n e s
te m a n ife sta d o p o r u n a c o m u n id ad del h o m ­ sociales.
b res a u tó n o m o s y c o n scie n te s. El se n tid o de
la p a la b ra 1. no es e stá tic o sino dinám ico; es D. Easton, Esquema para un aná­
bibl io gra fía:
una u n id a d a b ie rta , de la q u e se su p o n e u n lisis político (1965), Buenos Aires, A m orrortu,
cu m p lim ien to p o sib le en un fu tu ro in d efin i­ 1969; G. Ferrero, Potere, Milán, Comunitá, 1947;
do y cuya re a lid a d a c tu a l es sólo u n asom o. C. Schm itt, Legalidad y legitim idad (1932),
En c u a lq u ie r m an ifestac ió n h is tó ric a de la 1. Madrid, Aguilar, 1971; Varios autores, L'idée de
b rilla sie m p re la p ro m esa, p re s e n ta d a h a s ta légitimité, París, Presses Universitaires de Fran-
a h o ra com o irre a liz a d a , de u n a sociedad j u s ­ ce, 1967; M. W eber, Economía y sociedad (1922),
ta en que el consenso, q u e c o n stitu y e su esen ­ México, Fondo de Cultura Económica, 2a. ed.,
cia, p u ed a m a n ife sta rse lib rem en te sin in te r­ 1964; A. Wolfe, Los lím ites de la legitim idad
fere n c ia del p o d e r y de la m an ip u lació n y sin (1977) México, Siglo XXI, 1980.
m istificacio n es ideológicas. Con e s to hem os
a d e la n ta d o cu áles son las co n d icio n es so c ia ­ [ l u cio l e vi j
les que p e rm itiría n a p ro x im a rse a la plena
realizació n del valor in co rp o rad o en el c o n ­
cep to de 1.: la d esap arició n ten d en cial del
leninismo
p o d e r en las relaciones sociales y del elem en­
to psicológico que e s tá ligado a ellas: la ideo­ i. d e l p o p u l i s m o al m a r x i s m o . El 1. es la in terp re­
logía. tación teó rico —p rá c tic a del m arxism o, des­
A hora bien, el c rite rio que p e rm ite d isc ri­ de el p u n to de v ista rev o lu cio n ario , e la b o ra ­
m in a r ¡os diversos tip o s de co n sen so p arece da p o r V. I. Lenin en un p a ís y p a ra un país
c o n sistir en el d istin to grado de d eform ación in d u stria lm e n te atrasad o , com o e ra Rusia, en
ideológica a que e stá so m etid a la cre e n c ia en donde los cam p esin o s re p re s e n ta b a n la
la 1. y en el d istin to g rad o de m an ip u lació n in m en sa m ay o ría de la pob lació n .
c o rre s p o n d ie n te a que se su je ta d ich a c re e n ­ S obre la base de e sta re a lid a d h a b ía b ro ta ­
cia. De a c u erd o con e ste c rite rio se p o d ría do u n a ideología específica, el po p u lism o , de
d e m o s tra r que no todos los tip o s d e co n sen ­ cuya in flu e n cia ni siq u ie ra el ala de la i n te 1i -
so son iguales y que sería m ás legítim o el e sta ­ g u en tsia que in tro d u ce el m arx ism o en R usia
do en que el consenso p u d iera expresarse m ás logró sin e m b arg o lib e ra rs e n u n c a del todo.
lib re m e n te y en el que fu e ra m en o r la in te r ­ Tanto que incluso el 1., com o ha escrito recien­
vención del p o d er y de la m anipulación y, p o r tem ente un h isto ria d o r com unista, "se c a ra c ­
lo tanto, m en o r el grado de deform ación ideo­ teriza po r su vínculo de c o n tin u id a d o rg á n i­
lógica de la rea lid a d social en la m ente de los ca y c re a d o ra con la ex periencia in telectu al,
individuos. P o r tanto, cu an to m ás forzado sea p rim e ro , y organizativa, después, del p o p u ­
el c o n sen so y m ás ten g a un c a rá c te r ideoló­ lism o r u s o ” (Strada).
LENINISMO 867

De aquí la necesidad, p a ra en ten d er el 1., de tra d o a A lejandro II en 1881, a u n q u e sin con­


re m o n ta rn o s a las razo n es que, a u n fav o re­ seg u ir los re su lta d o s po lítico s esp erad o s,
ciendo la penetración del m arxism o en Rusia, e n tre los co n ju rad o s q u e cayeron víctim as de
le im p id iero n sin e m b a rg o a lc a n z ar una vic­ la represión se e n c o n trab a A lejandro Ulianov:
to ria definitiva so b re el populism o. V la d im ir Ulianov, llam ad o p o s te rio rm e n te
El p o p ulism o ru so se c a ra c te riz ó p o r tre s Lenin, que entonces te n ía diez y siete años,
elem entos: 1] u n a devoción m ístic a h acia el em pezó de este m odo, siguiendo las h u ellas
p u eb lo cam pesino; 2] el rech azo de la in d u s­ de su h erm an o m ayor, la c a rr e ra revolucio­
tria liza c ió n , p o r el p rec io que im plicaba p re ­ n a ria com o populista, y m anifestó siem pre su
c isa m e n te p a ra las c la se s ru ra le s, p o r lo a d m irac ió n po r el in s tru m e n to org an izativ o
m enos en la fo rm a p riv a tis ta com petitiva del c re a d o p o r el p o p u lism o , a p e s a r de que la
m odelo inglés, con la co n secu en te idea de lle­ m u e rte de su h e rm a n o lo llevó a re v isa r la
g a r d ire c ta m en te al socialism o desde el o rd e ­ e s tra te g ia p o p u lista b a sa d a ex clu siv am en te
nam iento co m unitario trad icio n al del cam po, en los gru p o s se c ta rio s y en la p rá c tic a de los
b asad o en la com una ru ra l u obschina, sa lta n ­ a te n ta d o s.
do la e ta p a del capitalism o; 3] finalm ente, un M ientras tanto, aun antes del a te n tad o con­
elem en to m esiánico—n a c io n a lista , que los tra A lejandro II, un peq u eñ o núcleo de p o p u ­
d e riv a o en c ie rto m odo m ezcla con la d e re ­ listas guiados p o r Plejánov(1856-1918) h a b ía
c h a eslavófila, a trav és del cual la p ercepción rech azad o , por e sté ril, la vía del te rro rism o ,
del g ran a tra s o del p ro p io país, sen tid o p ro ­ desplazando sus p ro p ia s esperanzas de la cla­
fu n d a y d o lo ro sa m e n te p o r los in te le c tu ale s se cam pesina, que p o r así d e c irlo no h a b ía
ru so s, se tra n s fo rm a en u n sentido c o m p en ­ d ad o m u e s tra s de s e r digna de to m a rse en
s a to rio de su p e rio rid a d , to ta lm e n te irre al, c u e n ta , a la clase o b re ra , to d av ía en los alb o ­
p e ro no p o r esto m enos p re p o te n te y eficaz res en R usia, p e ro re sp e c to de la cual el m a r­
com o e stím u lo p a ra la acción. xism o, im p o rta d o de O ccidente, g a ra n tiz a b a
Cuando, a p rin cip io de los años se te n ta del la se g u ra vocación rev o lu cio n aria.
siglo pasado, después d e d écad as de p re p a ­
ració n teórica, el m ovim iento p o p u lista se ¡ i . e l d i l e m a d e l m a r x i s m o r u s o . La ta re a te ó ri­

concretó en el acercam iento al pueblo, del que ca del núcleo m a rx is ta consistió, a n te todo,
d eb ía to m a r el no m b re, sob rev in o in m ed ia­ en d e m o s tra r q u e a R u sia le e sp e ra b a un p o r­
ta m e n te la desilusión y la c risis. En efecto, venir c a p ita lista y, en consecuencia, la fo rm a­
los cam pesinos d iero n u n a p é sim a a cogida a ción de u n a clase o b re ra n u m ero sa y a g u e rri­
los e n tu s ia sta s que llegaban a ellos con la da. De ahí surgió una polém ica que d u ró déca­
e sp e ra n z a de p ro m o v e r la m ad u re z cívica y d a s con los p o p u lista s, quienes n egaban la
política p a ra inducirlos al levantam iento con­ p o sib ilid ad de un d e sa rro llo c a p ita lista en su
tr a la a u to c ra c ia . El p o p u lism o no a b a n d o n ó país deb id o a la falta de un m erc ad o in te rn o
p o r esto su fe en la p o te n c ia lid a d ren o v ad o ­ corno co n sec u e n c ia de la e x tre m a d a m ise ria
ra del cam p esin o ru so sin o que se dio c u e n ta de los cam pesinos, o se a del 90% de la p o b la ­
de la im p o rta n c ia de las in stitu c io n e s lib e ra ­ ción, y la no d isp o nibilidad de m ercados exte­
les para realizar un contacto provechoso en tre rio res, a c a p a ra d o s to d o s ellos por las m ayo­
los in te le c tu ale s y el p u eb lo , de to d as m an e ­ res p o ten c ias in d u stria le s .
ras prisionero del a tra so c u ltu ra l y de una ins­ C uando Lenin, llev ad o p o r la m ism a nece­
tin tiv a d esconfianza p o r lo nuevo. N ació de sid a d de una c e rte z a fid e ísta en la inevitabi-
e ste m odo la N aródnaia Volia, organización lidad de la revolución, a rrib ó al m arx ism o se
te rro ris ta que se pro p o n ía in tim id ar con aten ­ dio tiem po p a ra e n d u re c e rs e a sen ta n d o los
tad o s a la a u to c rac ia , p a ra in d u c irla a con­ ú ltim o s y decisivos g o lpes en e sta p olém ica.
c e d er u n a c o n stitu c ió n de tipo occidental. En sus e sc rito s ju v en iles, ap o y án d o se en el
E sta organización secreta, que a g ru p a b a bajo seg u n d o lib ro de E l capital, e sca sa m e n te
u n a ríg id a d iscip lin a u n a élite de ex tracció n conocido po r los p o p u lista s, que c o n s id e ra ­
b u rg u e sa y h a s ta noble, co n stitu y ó el m o d e­ ban com o un teso ro al p rim ero , Lenin dem os­
lo del p o s te rio r p a rtid o len in ista . C uando en tró de u n a m an era irre fu ta b le el c a rá c te r eco­
1887 fracasó el a te n ta d o c o n tra A lejandro III, nóm ico y no g e o g rá fic o del co n cep to de m e r­
desp u és de que había ten id o éxito el p e rp e ­ cado, cu y a a m p litu d no debe m ed irse, p o r lo
868 LENINISMO

tanto, en kilóm etros c u ad rad o s y ni siquiera, lu cio n arias, las cuales se reu n ie ro n después
en rig o r de térm inos, en m illones de h a b ita n ­ en el p artid o que se llamó p recisam ente socia­
tes, sino en función de la división social del lista rev o lu cio n ario y que estuvo d e stin a d o a
tra b a jo , que depende, a su vez, del d e s a rro ­ d e sem p e ñ ar un papel de p rim e r plano en
llo de la cien cia y de la técnica. 1917.
P or el m o m en to Lenin no se dio c u e n ta de Sin em b arg o Lenin no dudó ante el dilem a:
que en e sta fo rm a había ido m ás allá del blan­ o tra ic io n a r el e s p íritu científico del m arx is­
co, p re se n ta n d o una im agen de la din ám ica mo, enarbolando la antigua idea populista del
c a p ita lista p riv a d a de co n tra d ic c io n e s in te r­ salto de la fase cap italista, a a c e p ta rlo a fon­
nas in su p erab les, en condiciones de c a u sa r el do, sa crifica n d o la im paciencia p o r la revo­
fatal tropiezo. H om bre de acción, y p o r lo tan ­ lución socialista, y se r un m arx ista ortodoxo.
to llevado a e n fre n ta r las dificultades a m edi­ El desarro llo del capitalism o en el nivel de las
da que se iban p resen tan d o , se co m p ren d e e s tru c tu ra s y el d e sa rro llo de la d e m o c rac ia
m uy bien que an te el hecho tan g ib le de la no p a rla m e n ta ria en el nivel de las s u p e re s tru c ­
re sp u e sta de la clase cam pesina a la m isión tu ra s e ran , en efecto, p a ra él, las ta re a s p r i­
rev o lu cio n aria que le habían asig n ad o los m a ria s y p e rju d icia le s del p a rtid o socialde-
p o p u listas, Lenin no se dejara to c a r por la m ó c ra ta ru so . C uando m ás, en la o b ra final
du d a te ó ric a en el sen tid o de que tam poco la del p rim e r perio d o de su m ilita n c ia m a rx is­
clase o b re ra m a n ife sta b a e s ta r a la a ltu ra de ta, E l desarrollo del capitalism o en R usia
esta m isión. (1899), se n o ta c ie rto esfuerzo p o r d e m o s tra r
El tra s p la n te del m arx ism o a R u sia p la n ­ que el p aís e ra m ás c a p italista , y p o r lo ta n to
tea b a si acaso u n a d ific u ltad m ás, in h ere n te , m ás c e rc a del socialism o, de lo que e ra la rea­
esta vez, al c u e rp o m ism o de los p o stu la d o s lidad.
fu n d a m e n ta le s de la d o c trin a, y p o r lo ta n to
ineludible. S u b o rd in a n d o rig u ro sa m e n te el III. EL DEBATE ALREDEDOR DEL REVISIONISMO Y EL
advenim iento del socialism o al pleno d e sarro ­ n a c i m i e n t o d e l l e n i n i s m o F ue sólo en los ú lti­
llo de la fase c a p italista -b u rg u e sa, esp ec ial­ m os años del siglo, al d ifu n d irse en R usia la
m ente d esp u és de la polém ica que en la E u ro ­ co n cien cia del rev isio n ism o b e rn ste in ia n o ,
pa de los años se te n ta lo h a b ía c o n tra p u e s to hecho suyo inm ediatam ente po r diversos inte­
al v o lu n ta rism o an árquico, el m arx ism o obli­ lectu ales ru so s, c u an d o en Lenin em pezó la
gaba, en efecto, a los so c ia lista s ru so s a crisis que term inó en 1902 con el ¿Qué hacer?,
lu c h a r p o r u n a revolución sólo b u rg u esa , a d e stin a d o a c o n v e rtirse en el texto b ásico de
a b rir m ás bien el cam in o al pleno d e sa rro llo u n a n u ev a ideología, p re c is a m e n te el leni­
de un s iste m a que, p o r definición, un so cia­ nism o.
lista p a re c e ría d estin ad o a c o m b a tir sin c u a r­ El revisionism o (v.) im p u g n a b a en efecto,
tel, es d e c ir el siste m a c a p italista . La enorm e desde el seno m ism o del m arxism o, y por obra
d e sp ro p o rc ió n e n tre la p a rte a tr a s a d a y la de B e rn ste in —uno de los m ás g ra n d e s c o la ­
p a r te m ás m o d e rn a de la econom ía ru sa a le ­ b o ra d o re s to d av ía vivos de los dos m ae s­
ja b a a d e m á s p o r alg u n as g e n eracio n es la tro s —, la vocación re v o lu c io n a ria de la clase
sig u ien te revolución: la so cialista. o b re ra , b a sá n d o se en p o r lo m en o s m edio
De e ste m odo, si el m arxism o p a re c ía s a tis ­ siglo de e x p e rien c ia o ccid en tal, ta l com o los
facer la necesidad de certeza en la revolución, m a rx ista s ru so s, en esto " re v is io n is ta s ” del
e n tra ñ a b a , sin em b arg o , el sa c rific io de un p o p u lism o , h a b ía n negado a n te rio rm e n te la
elem en to ta n to o m ás esencial que la p sic o ­ de la clase cam pesina. En este m o m en to e s ta ­
logía del a u té n tic o rev o lu cio n ario : la im p a ­ b a c o m p ro m e tid a tam b ié n la c e rte z a que el
ciencia y el deseo de vivir com o p ro ta g o n is ta m arxism o p a re c ía g arantizar. El g rad u alism o
el a c o n te c im ie n to palin g en ético . E sto ex p li­ p o r el que los m a rx ista s ru so s h a b ía n s u b o r­
ca p o r qué el m arx ism o , a p e s a r de que el d in ad o la revolución so c ia lista a la b u rg u e ­
d esarro llo c a p italista que se p ro d u jo en R usia sa, e n tr a b a de ese m odo en c risis. El a d v en i­
en los añ o s del c am b io de siglo les dio p le n a ­ m ie n to de la d e m o c rac ia p o lític a y el pleno
m en te la razó n , no logró sin e m b a rg o d e s a ­ d e sa rro llo del cap italism o d ejab an de p re se n ­
le n ta r el p o p u lism o . La im p acien cia c o n ten ía ta rs e com o la g a ra n tía del se g u ro c u m p li­
u n a p a rte c o n sid e ra b le de las fu e rz a s rev o ­ m ien to de la revolución so c ia lista . P or el co n ­
LENINISMO 869

tra rio , al p e rm itirle a la clase o b re ra gozar so cialism o de e s te g énero, en lu g ar de n e g a r


d e lib e rta d e s " b u rg u e s a s " y c o n seg u ir m ejo­ r a d ic a lm e n te la s o c ie d a d d e m o c rá tic o -
r a s progresivas en su p ro p io ten o r de la vida, b u rg u e sa , se p re s e n ta b a sin em b arg o , depo­
debilitarían , com o ya h a b ía sucedido en Ingla­ n ien d o c u a lq u ie r v eleid ad p alin g en ética,
te rra , su v o lu n ta d com bativa, tra n s fo rm a n ­ com o p e rfe c cio n a m ie n to de la m ism a, y el
d o su vocación re v o lu c io n a ria en u n a p rá c ti­ m arxism o a rrib ab a así tam bién él al reformis-
c a reform ista. Ya que p o r o tra p a rte no había mo (v.).
su rg id o to d av ía n in g u n a nueva clase a la que L enin a d m ite sin p reju icio s la n a tu ra le z a
se p u d iera tra s fe rir de nuevo la m isión palin- refo rm ista de la clase o b re ra y rechaza im plí­
genética, la aceptación de la p rio rid a d p e rju ­ c ita m e n te la teo ría del d e rru m b e esp o n tán eo
dicial de la fase d e m o c rático -b u rg u esa en del cap italism o , en el que fin cab a su s esp e­
R usia im p lic a b a , m ás bien , la ren u n c ia a la ranzas rev o lu cio n arias los m arx ista s o rto d o ­
revolución so cialista. ¿Q ué hacer, en to n ces? xos, precisam ente p o rq u e p retende salv ar con
Si Lenin se p lan teó con lucidez la p re g u n ­ hechos, y no só lo con p a la b ra s, la p e rs p e c ti­
ta, fue, e n tre o tra s cosas, por el excepcional va revolucionario-pal ingenética. La c o n c o r­
in stin to político del h o m b re y p o r su p a rti­ d a n c ia objetiva e n tre 1. y revisionism o se
c u la r form ación m arx ista . Se p u ed e decir, en d etien e p o r lo ta n to en el diagnóstico. En un
efecto, que las p re m isa s teó ricas de los c o ro ­ nivel de tera p ia , e! 1. se c a ra c te riz a , en ca m ­
lario s o p e ra tiv o s de B ern stein , Lenin las bio, p o r el esfu erzo p o r p o n e r en acción un
hab ía e la b o ra d o con a n te rio rid a d y con c o n ju n to d e i n s t r u m e n to s id e o ló g ic o -
m ayor p recisió n , en el c u rso de la polém ica organ izativ o s c a p aces de tra s to c a r el cu rso
contra los populistas. Su teoría sobre los m er­ n a tu ra l de las cosas.
cados equivalía, en efecto, a neg ar la e x iste n ­ Si la evolución de la clase o b re ra , en un
cia de obstáculos de o rd en económico al desa­ régim en d e m o c rático p a rla m e n ta rio , la c o n ­
rro llo in d efin id o del c a p ita lism o y p o r co n si­ duce fuera de las vías del socialism o, se reque­
guiente al m ejo ram ien to indefinido de la con­ rirá a n te todo una g u ía que m an ten g a las
dición o b re ra d e n tro del sistem a. "La h isto ­ m asas en el cam in o ju sto . De ahí, pues, la
ria de to d o s los países a te stig u a que la clase n ecesid ad y la fu n ció n de un p a rtid o de revo­
o b re ra —e scrib e L enin en ¿Qué h a cer?—, lu cio n a rio s de p ro fe sió n de o rigen pequeño-
exclusivam ente con su s pro p ias fuerzas, sólo b u rg u és, c o n stitu id o fu era de la c la se o b re ­
e stá en condiciones de e la b o ra r u n a co ncien­ ra y no co n tro lab le ni in fluible p o r ella. El
cia tra d e u n io n ista , es d ecir, la convicción de p a rtid o , d e p o sita rio de la verd ad en c u a n to
que es n e c esa rio a g ru p a rs e en sindicatos, in té rp re te de la esen cia de la clase o b rera ,
lu c h a r c o n tra los p a tro n e s, re c la m a r al en carn ació n p re s e n te del socialism o y única
go b iern o la p ro m u lg a ció n de tales o cuales g a ra n tía de su adv en im ien to futuro.
leyes necesarias p a ra los o breros." Por lo tan­ Y so b re el tipo de p a rtid o que hay que cons­
to, "la conciencia p o lític a de clase sólo p u e ­ tru ir se pro d u ce en 1903, d e n tro de la social-
de d á rse le al o b re ro desde fuera, o sea, desde d em o cracia ru sa , la división e n tre b o lchevi­
fu era de la lu ch a económ ica". Lo que, en ques y m encheviques. La cu estió n , sólo en
rigor, significa que a la lucha de clase le a p arien cia de orden m era m e n te organizativo,
co rre sp o n d e u n a conciencia de clase que no e n tra ñ a b a en re a lid a d un ju ic io d istin to a c e r­
es el socialism o: lucha de clase y socialism o ca de las in stitu cio n es dem ocrático-liberales:
no sólo no coinciden sin o m ás bien divergen. los m encheviques, ai no c o m p a rtir, com o
El revisionism o, en realid ad , no h a b ía lle­ Lenin, la tesis de los rev isio n ista s sobre la
gado m ás allá. M ás bien h a b ía seguido pen­ n a tu ra le z a re fo rm is ta de la clase o b rera,
sando que, a p a r tir de la sum a de los e s fu e r­ se g u ía n c o n s id e r a n d o las in s titu c io n e s
zos y de las luchas p o r elevarse social y cu l­ d e m o c rático -p a rla m e n tarias com o u n a etap a
tu ra lm e n te , se h ab ía llegado a la m ad u ració n al m ism o tiem po n ecesaria y útil p a ra los que
en la clase o b re ra de una au to co n cien cia d eseab an un p a rtid o d e m o crático de m asa
socialista, sim u ltá n e a m e n te al proceso que, que p u d iera u tiliz a rla s plenam ente; en ta n to
a p a rtir de la su m a de la s refo rm as a rr e b a ta ­ que los bolcheviques de Lenin, a p e s a r de no
das o im p u estas, h a b ría visto tra n s fo rm a rs e lleg ar tod av ía a la negación de la n ecesid ad
a la sociedad de c a p ita lis ta en socialista. Un de u n a fase d em ocrático-burguesa, tem ían la
870 LENINISMO

capacidad de seducción de é sta en las con­ venir con la desautorización de hecho, y si era
frontaciones de la clase obrera, a la que inten­ n e c esa rio con la su p resió n m e ra y sim ple de
tab a n su m in istrar, a través del p a rtid o m ono­ las in stitu c io n e s liberales, el alejam ien to de
lítico, el a n tíd o to que la salvase a p e sa r suyo. la clase o b re ra de la senda del socialism o.
La v e rd a d e ra puesta en juego de la escisión De este m odo, re g re sa b a en Lenin la a n ti­
en el C ongreso fue p u es el d estin o de Rusia: gua idea p o pulista del salto de la fase b u rg u e ­
o bien h u b ie ra debido co ncluirse con la eu ro ­ sa, a u n q u e p ro fu n d a m e n te cam b iad a, p a ra
peización del país, com o q u e ría n los lib e ra ­ responder a preocupaciones de un o rd en com ­
les a la p a r con los m encheviques, o b ien con p leta m e n te d istin to . M ien tras los p o p u lis ta s
u n a asim ilación de la técnica occidental, aun­ se sentían im pulsados por la g enerosa ilusión
que d e n tro del m arco de la p e rm a n en c ia de de p o d e r d a rle s a las m asas el b ien e star, a h o ­
tos c a ra c te re s o rig in a le s de la civilización rrá n d o le s los to rm e n to s de la in d u s tria liz a ­
rusa, según el esp íritu del populism o, "el cual ción, p a ra Lenin, y en esto siguió siendo siem ­
se m o stró m u ch o m ás ten az de lo que creye­ p re (aun en 1917) rig u ro sam e n te m arx ista , la
ron los p rim e ro s sociald em ó cratas y los libe­ fase de la industrialización y, por lo tan to , del
ra le s ” , lo g ra n d o así d a r su fu e rte im p ro n ta cap italism o, era inevitable; se tra ta b a , según
al 1. n acien te, d e sp u és de que se le cre ía ya él, de salv ar el aspecto liberal-dem ocrático de
m u e rto (Strada). la era b u rg u e sa , p a ra im p ed irle a la clase
La teo ría del p a rtid o , de ev id en te base o b re ra m a n ife s ta r su p ro p ia p ro p en sió n al
p o p u lista, to d av ía no podía p o r sí so la b a s­ ab u rg u esam ien to . El p ro g ra m a len in ista con­
ta rs e p a ra d a r al 1. la c a p ac id ad de d e te rm i­ sistía, p u es, en la c o n q u ista del p o d e r p a ra
n a r en el se n tid o d esead o el fu tu ro c u rso de p ro m o v e r un d e sa rro llo m ás rá p id o de la
la h isto ria ru sa . P ero ¿qué eficacia p o d ría in d u stria liz a c ió n bajo el co n tro l de un e s ta ­
ten er el p artid o m onolítico, una vez que la cla­ do o m n ip o ten te , cap az de so fo c a r c u a lq u ie r
se o b rera , a d m itid a al goce de las in stitu c io ­ im p u lso au tó n o m o de la sociedad civil h acia
nes lib erales, re c h a z a ra su función de guía o objetivos d istin to s del socialism o. Con las
la c o n serv a ra de hecho in d iferen tem en te? La p a la b ra s de Lenin: ca p italism o de e s ta d o +
u rg en c ia de e s ta p reg u n ta , q u e se d e riv a con d ic ta d u ra del p ro le ta ria d o .
fé rre a lógica de la p re te n sió n de c o n c ilia r la Así, Lenin se rec o n c iliab a con la te o ría de
revolución so c ia lista con la d esco n fian za en la revolución p e rm an en te de T rotski, a la que
la v o lu n ta d s o c ia lista de la clase o b re ra lle­ en u n a p rim e ra ép o ca h a b ía m a rc a d o con el
v ará al 1. del p a rtid o m onolítico h acia el e sta ­ sello de a n á rq u ic a . Y a tra v é s de la te o ría de
do to ta litario , único in stru m e n to que parecía la revolución p erm an en te, al m arx ism o revo­
cap az de p e rm itirle al p a rtid o d e s a rro lla r a lu cio n a rio de L enin y de T ro tsk i se co ligaba
fondo y, de alg ú n m odo, "a u n en c o n tra de la de nuevo con "aq u e l c o n ju n to de te o ría s del
clase o b re ra " , la función de guía hacia el d e sarro llo m odernizador acelerad o que tom a
so cialism o . S o lam en te entonces, d e s a p a re c i­ el n o m b re de p o p u lism o ", el cual no h a b ía
da ju n to con la clase o b re ra ta m b ié n su te n ­ d ejad o n u n c a de in flu ir a " to d a la lín e a a n ti­
d en cia al tra d e u n io n ism o , se e x tin g u irían el m enchevique y a n tilib e ra l de la socialdem o-
e sta d o y el p a rtid o , ced ien d o su lu g a r a la c ra c ia r u s a ” (S trada).
lib e rta d u n iv ersa l en la ig u aldad u n iv ersal. D entro del m arco internacional e ste p ro g ra ­
A ñádase a e sto que en R usia las in stitu c io ­ m a colocaba a R usia siem pre a la cola respec­
nes d em o crático-parlam entarias todavía e sta­ to de los países occidentales, ya m ad u ro s para
ban p o r c o n q u ista rse . La d eb ilid ad y la inde­ el socialism o, p o r lo m enos de a c u e rd o con
cisión de la b u rg u e sía p a re c ía n , adem ás, con­ la o rto d o x ia m a rx ista , de la cual L enin n u n ­
fia r e sta ta r e a al p a rtid o socialdem ócrata: en ca renegó explícitam ente. De ahí la ten tació n
ta n to que los m encheviques e sta b a n ansiosos de a sig n a rle a R usia la función dem iú rg ica de
de a s u m irla y de re a liz a rla en la m e jo r fo r­ rea v iv ar p a ra el so cialism o a las m a sa s p ro ­
m a, ios bolcheviques, d ad as las p rem isa s que le ta ria s de los p a íse s evolucionados, inexpli­
h em os v isto, e s ta b a n ten ta d o s en cam bio a cablem ente —siem p re d e n tro de los térm in o s
in stru m e n ta r la lucha d em o crática p a ra tr a s ­ del d o g m a — e n to rp e cid a s. O sea el reg reso
to c a r la a u to c ra c ia y c o n v e rtirse en dueños de o tro e lem en to tam b ién del po p u lism o : el
a b so lu to s de la s itu a c ió n de m a n e ra de p r e ­ n a c io n a lism o m esiánico.
LENINISMO 87!

IV. LA FUNCION REVOLUCIONARIA DE LA GUERRA Y LA te m enos a u to c rá tic a s, en ta n to que la clase


Dos tipos de crític a se
t e o r í a df.l i m p e r i a l i s m o . o b re ra em p ezab a p o r p rim e ra vez a sa ca r
le v a n ta ro n en c o n tra d e e sta e stra te g ia des­ algún provecho del desarro llo capitalista, que
d e las filas del so cialism o in te rn ac io n al. En re to m a b a sus fu e rte s ritm o s iniciales, y, p o r
p rim e r lugar, se d u d a b a que p u d ie ra consi­ u n a in ev itab le re p e rc u sió n , se p ro d u cía u n a
d e ra rs e a ú n socialism o, o sea au to g o b iern o re s q u e b ra ja d u ra in ev itab le en el seno de la
de la clase o b rera, cu a n d o en rea lid a d se p re­ in te lig u e n tsia rev o lu cio n aria. Sin em bargo,
fig u ra b a com o e n ro la m ie n to de la clase y del de los a c o n te c im ie n to s de 1904-1905 se d es­
pueblo en su to ta lid a d b ajo la d ic ta d u ra no p ren d ía tam bién una indicación positiva, que
sin d ic a b le del s e c re ta rio del p a rtid o . En Lenin co m p ren d ió in m ed iatam en te: la d e rro ­
segundo lugar, que un c o n ju n to de ex pedien­ ta de R u sia en la g u e rra c o n tra Japón p ro v o ­
tes o rg an iz ativ o s s irv ie ra v e rd a d e ra m e n te có el a rro jo rev o lu cio n ario de las m asas y la
p a ra g a ra n tiz a r la rev o lu ció n en el caso de d e so rie n ta c ió n de la clase d irig en te, e s p e ra ­
que llegara a fa lta r efectivam ente la voluntad dos en vano p o r casi u n siglo d e la din ám ica
de la clase o b re ra . L enin se m o stró in se n si­ in te rn a del sistem a. N o quedaba, pues, m ás
ble al p rim e r tip o de c rític a s, seguro com o que e sp era r una g u e rra de proporciones to d a ­
todo p ro fe ta de e n c a rn a r la v e rd a d e ra volun­ vía m ás g ig an tescas y una d e rro ta todavía
ta d del p u eb lo elegido; e n cam bio el segundo m ás d e s a s tro s a p a ra p ro m e te rs e n u evam en­
tip o no cesó de a to rm e n ta rlo in te rn am e n te , te u n a revolución v icto rio sa. Y en en ero de
h a sta la victo ria de o c tu b re y desp u és de ella, 1913 L enin e sc rib ía p re c isa m e n te a G orkí:
d e te rm in a n d o así el d e s a rro llo p o s te rio r de “ Una g u e rra de A u stria c o n tra R u sia se ría
su pen sam ien to . m uy ú til p a ra la revolución [en toda la E u ro ­
Al sólido rea lism o de Lenin, que provenía pa oriental], p e ro es poco p ro b ab le q u e F ra n ­
del populism o en com binación con el m arx is­ cisco Jo sé y N icolás nos p ro c u re n este
mo, la e s tra te g ia del ¿Qué hacer? debía a p a ­ p la c e r.”
recer, en efecto, considerándolo con m ás a te n ­ La teo ría del im p erialism o , e la b o ra d a en
ción y aleccionado po r los hechos, como b a sa ­ 1916, desp u és de que la g u e rra h a b ía e s ta lla ­
da en u n a h ip ó tesis in fe c ta d a de idealism o. do, tie n e la ta re a de d e s c a rg a r la re s p o n s a b i­
Que to d a una clase social actú e de a cu erd o lidad en la d in ám ica del siste m a c a p ita lista ,
con una conciencia im puesta desde el exterior re in te g ra n d o de e ste m odo c re a tiv a m e n te en
y no, en cam bio, de a c u e rd o con sus propios un nivel teó rico la o rto d o x ia del m arxism o,
reflejos n a tu ra le s c o n d ic io n a d o s p o r el p ro b ad a tan d u ra m e n te por los acontecim ien­
a m b ie n te social, era u n a p e rsp e c tiv a p o líti­ tos de 1870-1914.
ca m ás bien inconcebible en térm inos del rea­ Desde el p u n to de v ista científico, la te o ría
lism o sociológico m arx ista . Si no hay razón que c o n sid e ra la g u e rra por la rep a rtic ió n de
p a ra so ste n e r que la clase o b re ra se vea los m ercad o s com o la salida in ev itab le de la
im p u lsad a a a ta c a r el p o d e r p o r el ag rav a­ im posibilidad objetiva para el capitalism o de
m iento inexorable de su s condiciones de vida; elevar el nivel de vid a de la m asa o b rera ,
si re s u lta igualm ente im p ro b a b le que la c la ­ am p lian d o así su p ro p io m erc ad o in te rn o
se dom inante caiga en el m arasm o por la inca­ para hacerlo capaz de a b so rb e r la producción
p acidad de h a c e r fre n te a las co n tra d ic io n es sie m p re creciente, no m erece la aten ció n
del siste m a y la p ro te s ta o b re ra que se d e ri­ excesiva que se le h a dado. Se tra ta , en efec­
va de ellas; si esto sucede se req u ieren e n to n ­ to, de u n a rep etició n de tem as p o p u listas que
ces otros estím ulos y o tra s causas, igualm ente e n c u e n tra n su m ejo r refu tac ió n p re c isa m e n ­
poderosas y realistas, p a ra lo g rar los m ism os te en los e scrito s ju veniles de Lenin.
resultados; de o tra form a, el partido, p o r p er­ Es difícil, en cam bio, e x a g era r su im p o rta ­
fecta que sea su o rganización e in c o n ta m in a ­ d a en la h isto ria de la ideología m arx ista. Ya
da su d o c trin a , c o rre peligro de c a er en el hem os visto que a los p o p u listas d e silu sio n a ­
vacío. dos de la clase c a m p e sin a el m arx ism o se les
Esto e ra lo que e sta b a sucediendo realm en ­ p re se n ta b a com o la p ro m e sa del a d v en im ien ­
te en R usia en los añ o s que fu ero n testigos, to de una c la se “v e rd a d e ra m e n te rev o lu c io ­
después de la rev o lu ció n de 1905, de la e s ta ­ n a ria " y que Lenin, h ab ien d o llegado a d u d a r
bilización del z a rism o en fo rm a s lig e ram e n ­ tam b ién de ésta, h a b ía tra s la d a d o al p a rtid o
872 LENINISMO

la ta re a de la v a n g u a rd ia revolucionaria. El m om ento de su com ienzo h a s ta su c u lm in a ­


fracaso a n te la g u e rra de 1914 p o r p a rte del ción, es u n a explosión de a n a rq u ism o que,
p a rtid o alem án, co n sid erad o com o un m ode­ m ie n tra s d estru y e las bases del an tig u o régi­
lo p o r Lenin, lo o b ligaba po r lo tan to a b u s­ m en, ve el ingreso de g ran d es m a sa s en el
c a r g a ra n tía s m ucho m ás eficaces. E n Occi­ escenario político. A hora bien, en el cu rso del
dente el p a rtid o había fracasado porque esta­ largo p e rio d o prebélico, d u ra n te el cual la
ba co rro m p id o , y e sta b a c o rro m p id o p o rq u e esp eran za de la revolución sólo h a b ía p o d i­
se había identificado con la a risto c ra c ia obre­ do p re se rv a rse con los m edios leg alistas de
ra que, in te re sa d a en las m igajas del botín la socialdemocracia (v.), e n tre el m arx ism o y
colonial, h a b ía ab d icad o de su m isión. La el a n a rq u ism o se h a b ía llegado, a c a u sa de la
in su rrecció n de los pueblos coloniales, hecha im paciencia rev o lu cio n aria que c a ra c te riz a ­
inevitable p o r la crecien te ex p lotación a la ba a este ú ltim o , a una r u p tu r a to ta l, que
que se e n tre g a n los p aíses c a p ita lista s en el h a b ía co m p ro m etid o a todas las c o rrie n te s y
vano in te n to de alejar el d e rru m b e q u e am e­ m atices del socialism o m arx ista, sin excluir
naza las e s tru c tu ra s económ icas, com o con­ a la bolchevique. Se req u ería, p o r lo tanto,
trag o lp e h a ría de nuevo e x p lo ta r las c o n tra ­ a ju s ta r la m ira. Adem ás, en R usia, d esp u és
dicciones del ca p italism o y de ese m odo aca­ de que la revolución de feb rero de 1917 h ab ía
rre a ría al p ro le ta ria d o occidental, o m ejor in tro d u c id o la d em o cracia p a rla m e n ta ria y
dicho a su partido, el apoyo de las m asas colo­ los soviet, se tra ta b a , p ara el p artid o , de m oti­
niales explotadas. Por encim a de las innum e­ v ar la sig u ie n te revolución que, en su s in te n ­
rab les e inexplicables in co n g ru en cias in te r­ ciones, o m ejo r dicho en las de Lenin y T rots-
nas, la teo ría pone a salvo el m esianism o revo­ ki, debía d a rle s el p o d e r ab so lu to , p e ro que
lu cionario, y h a s ta lo extiende po r p rim e ra en térm inos de la d octrina m arx ista debía lle­
vez v e rd a d e ra m e n te al nivel m u n d ial. Y esto v ar a u n a fo rm a tra n s ito ria de e sta d o , c ie r­
es lo que c u e n ta políticam en te. tam e n te d ic ta to ria l com o to d o estad o , p ero
De ca m p e sin o s a cam p esin o s, ya que las m enos y no m ás d icta to ria ], m ás y n o m enos
m asas colonizadas del te rc e r m undo no están d e m o c rá tic a que la re p ú b lic a p a rla m e n ta ria
c o n stitu id a s sino p o r cam pesinos, la teo ría b u rg u e sa . Y que de a cu erd o con la d o c trin a
del im p erialism o es, pues, la clave de la orien- de los a n a rq u is ta s , cuyo e n tu sia sm o rev o lu ­
talización del m arxism o, del resurgim iento en c io n a rio se tra ta b a de c o n q u ista r, só lo po d ía
su seno de an tig u o s m otivos p o p u listas. Sin ju s tific a rs e si co nducía al e s ta b le c im ie n to
em b arg o L enin sólo h a p u e sto las p re m isa s in m ed iato del au to g o b iern o , a la abolición
de esto s av an ces co n te m p o rá n e o s. E n lo que sú b ita del estado. A ñádase a esto q u e el c a p i­
re sp e c ta a él, fiel en e sto al núcleo del m a r ­ talism o , lejos de h a b e r llegado a la m ad u rez,
xism o, siguió e u ro c é n tric o h a sta el final, con­ se e n c o n tra b a en los com ienzos de su rec o ­
vencido de la p rim a c ía de los p a rtid o s c o m u ­ rrid o , de tal m a n e ra que e n tre las ta re a s de
n ista s de los p aíses ya in d u stria liz a d o s, a los los v en ced o res se e n c o n tra b a tam b ié n la de
que, con E l im perialism o, m ás que un s u s ti­ la industrialización, que c iertam en te no podía
tu to tr a ta b a de d a rle un so stén y un acicate re a liz a rs e sin u n a fu erte dosis de co erción.
p a ra c o m p e n s a r las d eficiencias, in ex p lica­ ¿Cuál es la re s p u e s ta de Lenin fre n te a ex i­
bles, según la teo ría a u n q u e a d v e rtid a s y gencias tan c o n tra sta n te s? D efiende el a c u e r­
su frid a s de m a n e ra re a lis ta p o r L enin en sus do s u s ta n c ia l con los a n a rq u is ta s , en c u a n to
últim o s años. al fin ú ltim o: la abolición del e sta d o . P ero
in siste en el hecho de que a tra v é s del d e rr o ­
v estado y r e v o l u c ió n .La in iciativ a del p a r ti­ c a m ie n to del e sta d o b u rg u és se d e b e lleg ar
do de é lite en lu g a r de la del p ro le ta ria d o ; el de in m e d ia to al e s ta b le c im ie n to de la d ic ta ­
d e s q u ic ia m ie n to de las e s tr u c tu r a s so ciales d u ra del p ro le ta ria d o . N o o c u lta n i siq u ie ra
p ro vocado p o r la d e rro ta m ilita r en lu g a r de que, p o r las condiciones p a rtic u la re s de a tr a ­
los tro p iezo s de la din ám ica cap italista: fin al­ so de R usia, la d ic ta d u ra s e rá m ás fé rre a de
m en te la te o ría del im p e ria lism o p a ra ju s ti­ lo p re v is to p o r los cánones. P ero p a ra s a lv a r
fic a r id eo ló g ic a m en te e sta s s u s titu c io n e s la o rto d o x ia m a rx ista , y s a tis fa c e r y e s tim u ­
p ues h acía fa lta algo to d av ía p a ra c o m p le ta r lar al m ism o tiem po las asp iracio n es a n á rq u i­
la te o ría len in ista . T oda revolución, desde el cas de las m asa s, concede el e sta b le c im ie n to
LENINISMO 873

inm ediato de la d em o cracia d ire c ta o au to g o ­ a u to r de E l estado y la revolución, se la e n te n ­


b iern o de los p ro d u c to re s . Lenin no explica, día no en un sentido an árq u ico sino en un sen­
sin em bargo, p o r lo m enos en E l estado y la tido jaco b in o -b lan q u ista. De hecho, com o
revolución (ag o sto -sep tiem b re de 1917), en ponía de relieve el líd e r m enchevique M ártov,
qué fo rm a se re g u la ría n las rela cio n e s e n tre Lenin d irig ía p a ra d ó jic a m e n te aquel lem a
estos dos poderes: la d ic ta d u ra del p a rtid o a "c o n tra los soviet reales ya e x iste n te s”, aq u e ­
nom bre del p ro le ta ria d o y el auto g o b iern o de llos q u e “ la m ay o ría del p ro le ta ria d o ” h a b ía
los p ro d u c to re s por m ed io del s iste m a de los lib re m e n te e x p re sa d o d e sp u és de la revolu­
soviet o consejos obreros. N ada im pide en ten ­ ción d e m o c rática de feb rero . Según M ártov,
der, o tal vez esto es p re c isa m e n te lo que se signo evidente de que tras de "la ilusión a n á r ­
quiere d e ja r de entender, que h a b rá u n a espe­ quica de d e stru ir al e sta d o ” se ocultaba la re a ­
cie de división de ta re a s: a la d ic ta d u ra , la lidad "la ten d en cia a c o n c e n tra r to d a la fu e r­
direcció n po lítica s u p re m a de la revolución; za c o e rc itiv a del e s ta d o en m anos de u n a
en la d em o cracia d ire c ta , la d irecció n de la m in o ría ”, b a sán d o se en la convicción de que,
prod u cció n y la a d m in is tra c ió n de la vida si “el socialism o cie n tífic o es la m ism a v e r­
c o tid ia n a de las co m u n id ad es locales, h a sta d a d ” , el g ru p o que la posee "tie n e el d e b e r
la extinción de la d ic ta d u ra , o estado, en el de im p o n e rla a las m a s a s ” .
m om ento de la p le n itu d de los tiem pos. E l estado y la revolución no po r ello m a rc a
El e s p íritu que e m p a p a la o b r a y los a n te ­ po r p a rte de Lenin u n a revisión o un retoque,
cedentes del p e n sa m ie n to len in ian o no p e r­ sino el p erfe c cio n a m ie n to final del edificio
m iten, sin em bargo, e s ta in te rp re ta c ió n , que to ta litario del que había em pezado a ec h ar los
por lo dem ás es rech azad a ex p resam en te p o r cim ientos en 1902 con ¿Qué hacer?
Lenin m ism o no bien u n d iario m enchevique
in sin ú a que, h a b ie n d o o p tad o p o r el e sp o n ­ vi. la última revisión . El ejercicio de! p o d e r
tan eism o an árq u ico , los bolcheviques no im ponia a Lenin la ta re a de a p o rta r todavía
lograrían m an ten erse en el p o d e r u n a vez que una ú ltim a revisión, la m ás significativa, al
lo g raran c o n q u ista rlo . Lenin rep lica: “C uan­ m arx ism o tra d ic io n a l. F re n te al fra c a so
do los e s c rito re s de la N ovaia Gizn a firm a n d e sa stro so del co m u n ism o de g u e rra , y fa l­
que, dejando la consigna del 'c o n tro l o b re ro ’, tan d o en la d o c trin a c u a lq u ier indicación re s ­
caerem o s en el sindicalism o, su afirm a c ió n pecto de la e stra te g ia económ ica a seguir p a ra
no es m ás que un m odelo to n to y esco lástico llevar a cabo la m o d ern iza c ió n a c e le ra d a de
del m arxism o. El sin d ic a lism o o rep u d ia la R usia, Lenin la n z a ría en 1921 la nueva p o lí­
d ic ta d u ra del p ro le ta ria d o , o la relega, com o tica económ ica (NEP), que im plicaba un reg re ­
al p o d e r político g en eral, al ú ltim o lugar. so gu iad o al c a p italism o .
N osotros le dam os el p rim e r lu g ar." Adem ás: Caía así la idea de que c o n stru c c ió n del
“Cuando decíam os 'co n tro l o b re ro ’ [entendía­ socialism o y d estru cció n del cap italism o fu e ­
mos] sólo el co n tro l o b re ro del e sta d o o b re ­ ran las dos c a ra s de un m ism o e idéntico p ro ­
ro.” P ero p a ra c o n firm a r que n u n c a tuvo la ceso, d e stin a d o s p o r ello a a n d a r al m ism o
intención de a b a n d o n a r la te o ría que le a sig ­ paso. H acia ad elan te. En vez de ello, a h o ra se
na al p a rtid o la ta re a de tu te la r los v e rd a d e ­ a d m itía que la m arc h a h acia a d e la n te del
ros in te re se s de las m asas en lu g a r de las socialism o en el m u n d o p o d ía sin m ás aco m ­
m asas m ism as, que el a u to g o b ie rn o , p a ra él, p a ñ a rse con la d e lib e ra d a p rom oción de un
sólo es una p a la b ra de o rd en p ro p a g a n d ista , lim itad o d e s a rro llo c a p ita lista , cu a n d o ello
Lenin concluye: “D espués de la revolución de e ra in d isp e n sab le o serv ía sim p lem e n te p a ra
1905, 130 000 p ro p ietario s nobles gobernaron re fo rz a r las posiciones ya c o n q u ista d as. B as­
R usia. ¿Y los 240 000 in sc rito s en el p a rtid o ta b a con q u e el p o d e r total del p a rtid o so b re
bolchevique no h u b ie ra n sido c a p aces de la sociedad civil, a la que se le consentía re s u r­
g o b e rn a rla s en beneficio de los p o b re s c o n ­ g ir de sus p ro p ia s cenizas, no h u b ie ra de
tra los ric o s ? ” Es d isc u tib le que la fó rm u la su frir, de m odo q u e su g ru p o d irig e n te fu e ra
“ todo el p o d e r p a ra los so viet", o sea a un sim p re el resp o n sa b le de d e te rm in a r los lím i­
organism o de re p re s e n ta n te s electos, c o rre s ­ tes y la d u rac ió n del ex p erim en to .
pondiese de v erd ad a la abolición a n á rq u ic a El p o p u lism o c o n te m p la b la u n a m o d e rn i­
del estado. De todos m odos, p o r p a r tir del zación a c ele ra d a de Rusia, sin p a s a r por el
874 LENINISMO

cap italism o , p e ro no tenía ni la m en o r idea 1939), que vio al 1. d e c la ra rse en d e fe n sa del


de cóm o h acer que esto fuera posible concre­ cap italism o dem ocrático, donde é ste todavía
tam en te. Al c o n tra rio , al m arxism o c o n te m ­ e sta b a en pie en E uropa.
plaba la tra n sfo rm a c ió n so c ia lista de u n a La fase sucesiva se abrió en la segunda pos­
R usia ya m o d ern iza d a po r el cap italism o , g u e rra con la aceptación de la vía pacífica y
pero no po d ía in d ic a r cuál podía ser en e ste dem ocrática hacia el poder, en lugar de la im i­
p roceso la función de un p a rtid o so c ia lista tación en E uropa m ism a de la vía seg u id a en
rev olucionario. Am bas ideologías, cada u n a R usia. El m odelo soviético seguía siendo de
p o r su cuenta, p o r lo m enos en R usia, e s ta ­ todos m odos válido p a ra la so cied ad a cons­
ban co njuntam ente en un p u n to m uerto. Con­ tru ir desp u és de la c o n q u ista del poder.
ju n tá n d o la s, Lenin se propone re a c tiv a rla s. Sólo d e sp u és de que el XX C ongreso del
Por ello e ra b a s ta n te lógico que el I. llegara pcus en 1956 reveló a qué h o rro re s se había
a la id en tificació n del socialism o con el p r o ­ llevado con S talin el vuelco de la d e m o c ra c ia
ceso de m o dernización (populism o) y de este deseado p o r Lenin fue que e s ta segunda vuel­
últim o con la im itación del c a p italism o (m ar­ ta del 1. en O ccidente m ad u ró len tam en te sus
xismo), a condición de que fu era guiado p o r consecuencias. T en d ríam o s así el reco n o ci­
un p artido que de antem ano se p rese n ta como m iento de la d em o cracia com o v a lo r p e re n ­
dueño a b so lu to del p o d e r p o r m edio de la ne y el em peño en c e rra r un c o m p ro m iso
revolución (populism o y m arxism o). d u ra d e ro , si no con el cap italism o , que sigue
E sto explica p o r qué la fo rtuna del 1. ha q u e­ siendo u n a re a lid a d negativa q u e hay que
dado c irc u n s c rita a las zonas a tra s a d a s del " a b a tir" , " s u p e r a r ” , " d e s tru ir" (B erlinguer),
m undo, en las que n u n c a fa lta un anarco- p o r lo m enos con la p ro p ie d a d p riv ad a, y no
po p u lism o local al cual in je rta r el m arx ism o sólo con la pequeña, y con el m ercad o .
p a ra d a rle vigor. De este m odo, el 1. en O ccidente, m ás que
volver a las posiciones de la so c ia ld e m o c ra ­
VII. LAS METAMORFOSIS DEL LENINISMO EN OCCIDENTE. cia (y.) clásica, resp ecto de las cu ales, con el
Por el c o n tra rio , la s u e rte del 1. en los países rechazo del colectivism o in te g ral, se coloca
avanzados es m uy d istin ta . En algunos de si acaso m ás a la d erech a, se a c e rc a a la
ellos, do n d e la so c ia ld em o c ra c ia (v.) h a b ía izq u ie rd a so c ia ld em o c rá tic a . S igno de e sta
logrado e fectiv am en te m a n te n e r a b ie rta la co n v erg en cia es la com ún reiv in d icació n de
e sp era n z a en la revolución, el 1. puclo todavía u n a " te r c e r a v ía ” . A d ife ren c ia de la m ayo­
p ro sp e ra r, p e ro sin llegar nu n ca a la co nquis­ ría la izq u ie rd a so c ia ld e m o c rá tic a no id en ti­
ta del po d er. El co m ponente p o p u lista que en fica de hecho al socialism o de ia te rc e ra vía
los p aíses de d e s a rro llo re tra s a d o g alvaniza con el m odelo hecho po r el p ro p io p a rtid o , en
al m arx ism o , en aq u ello s in d u stria lm e n te el q u e ve c u a n d o m ás u n a v a ria n te m ejo rad a
m ad u ro s pesa so b re él u lte rio rm e n te , c o n d e­ del cap italism o , sin o que lo b u sc a en u n a te r ­
n án d o lo a m a rc a r el paso. c e ra vía e n tre el re fo rm is m o (v.) b u rg u é s y el
La po sició n sin sa lid a ha p u e sto en m ovi­ colectivism o soviético, tal com o lo hacen hoy
m ien to un p ro ce so de revisión in clu so en el incluso los e u ro le n in ista s.
in te rio r del 1., que se ha d e sp le g a d o en dos Lo que todavía falta p a ra u n a p e rfe c ta iden­
tiem pos, el segundo de los cuales todavía e stá tidad de p u ntos de vista e n tre los socialdem ó-
en c u rs o de evolución. c ra ta s de izq u ie rd a y los e u ro le n in is ta s es el
La p rim e ra fase tom ó im pulso m uy tím id a ­ reco n o cim ien to , p o r p a rte de e sto s últim os,
m en te en tiem p o s del p ro p io Lenin, cu an d o de que el c e n tra lism o llam ad o d e m o c rá tic o
el líd e r bo lch ev iq u e d e b e ría h a b e r to m ad o es la negación de la d e m o c rac ia de p a rtid o ,
c o n scien cia de que la ocasió n rev o lu c io n a ria al igual que el so cialism o lla m a d o real es la
en E u ro p a se h a b ía alejado. En e sp e ra de que negación del socialism o. No se t r a t a de c u e s­
volviese, se c o n se n tía a los p a rtid o s le n in is­ tio n es a b s tra c ta m e n te ideológicas, sino que
tas que m a n io b ra ra n en el m are o de la leg a­ e stá en ju eg o el vínculo que los e u ro le n in is ­
lidad dem o crática. C uando m ás ta rd e se hace ta s to d av ía q u ie re n c o n se rv a r co n la URSS.
s e n tir en la URSS la am en aza del fascism o, S ie m p re y c u a n d o fu e ra s u p e ra d o e ste o b s­
e s ta v u elta tác tic a fue llevada al e x tre m o con tác u lo , q u e d a c la ro que la p a rá b o la del 1. en
la p o lític a de los fre n te s p o p u la re s (1935— O c c id en te lle g a ría a su fin.
LIBERALISMO 875

A. Besanqon, Orígenes intelectuales


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876 LIBERALISMO

c u ltu rale s y diversas e s tru c tu ra s de poder, el ii. e l a d j e t i v o l i b e r a l . P ara el h isto ria d o r es


1. se e n c o n tró con p ro b lem as p o líticos p a rti­ una cosa obvia y n a tu ra l p e n sa r que la ú n ica
culares, cuya solución determ inó la fisonom ía definición posible del 1. es la h istó ric a , dado
y p recisó los co n tenidos, que con fre c u e n cia que e stá convencido de que su esen cia coin­
son una v ariab le se cu n d a ria resp e c to de la cide con su h isto ria: el 1. es un hecho h istó ri­
esencia del 1. A ñádase a esto u n a c ie rta inde­ co y un conjunto de acciones y de p en sam ien ­
term in ació n en la c o rre sp o n d en c ia h istó ric a tos que se han dado en un c ie rto m om ento de
del térm in o 1.: é sta pu ed e in d ic a r u n a s veces la h isto ria e u ro p e a y am erican a. S in e m b a r­
un p a rtid o p o lítico y o tra s veces un m ovi­ go, pueden e x istir diversas d efiniciones h is­
m iento político, una ideología p o lític a o u n a tóricas. P a rla m o s del uso, en la h is to rio g ra ­
m eta política (o una ética), una e stru c tu ra ins­ fía, del adjetivo " lib e ra l’’: éste se ha u sado de
titu cio n a l en p a rtic u la r o la reflexión p o líti­ un m odo m era m e n te receptivo, fo to g ra fia n ­
ca que é sta h a estim u lad o , a fin de p ro m o v e r do todos los co n ten id o s que llevan la e tiq u e ­
un m ejo r o rd e n político, p rec isam e n te el ta de lib eral, o en u n m odo explicativo, com o
liberal. c rite rio p a ra in d ic a r un perio d o o u n a edad
En un principio sólo es posible d ar una defi­ h istó ric a , Al m ism o tiem po se ha u sa d o en
nición b a s ta n te genérica: el 1. es un fenóm e­ niveles de investigación m uy d iv erso s que
no h istó ric o que se m an ifie sta en la edad encabezan d iferen tes disciplinas: p a ra d e scri­
m o d ern a y que tie n e su c e n tro de g rav ed ad b ir las o rie n tac io n es de los m ovim ientos y de
en E u ro p a (o en el á re a atlántica), a p e sa r de los p a rtid o s políticos que se definen com o
h a b e r influido en los países que e x p e rim e n ­ liberales, p a ra c a ta lo g a r en una h is to ria del
ta ro n con m ás fu erza e sta h egem onía c u ltu ­ p ensam iento político las ideas liberales, p a ra
ral (A ustralia, A m érica L atina y, en p a rte , la c a ra c te riz a r en el plano tipológico el estad o
India y Japón). En efecto, d u ran te la época de liberal e n tre las dem ás form as de estado, p ara
la descolonización, es la m enos e x p o rta d a o co m p re n d er filosóficam ente el c a rá c te r pecu­
ex p o rtab le de las ideologías nacidas en E u ro ­ lia r de la civilización occidental.
pa, com o la d e m o c rac ia , el nacionalism o, el E n tre las m u ch as definiciones h istó ric a s
socialism o, el cato licism o social, los que en que u san el adjetivo liberal, e s tá a n te todo la
cam bio tu v ie ro n g ra n éxito en los p aíses del ingenua del h isto ria d o r p u ro , que p a rte del
te rc e r m undo. E n tre las d iv ersa s ideologías uso p olítico del térm in o " lib e ra l” , q u e p e rte ­
e u ro p e a s es la ú n ica que no realizó el c o n te ­ nece al siglo xix (prim ero, en el lenguaje
nido co sm o p o lita q u e no o b sta n te tenía, ju n ­ com ún, indicaba una ac titu d ab ierta, to le ran ­
to con la d e m o c ra c ia y el socialism o. Tal vez te y/o g en ero sa, o las a rte s p ra c tic a d a s p o r
se pueda d escu b rir en este hecho, aunque d es­ los hom bres libres). De hecho, el adjetivo libe­
de un punto de vista negativo, un c riterio p a ra ral a p a re c e en la p ro c la m a de N apoleón del
d a r u n a d efinición del lib eralism o . 18 B ru m ario , y d esp u és e n tr a d e fin itiv a m e n ­
Una d efinición m á s re s trin g id a del 1. debe te a fo rm a r p a rte del lenguaje político con las
p a rtir n ecesariam en te de un exam en de la lite­ C ortes de Cádiz de 1812, p a ra s e ñ a la r el p a r ­
r a tu r a e x iste n te m ás m a d u ra a fin de p ro b a r tido serví! y en la lite ra tu ra , con M adam e de
la validez y los lím ites de los respectivos en fo ­ Staél y S ism ondi, p a ra in d ic a r u n a nueva
ques. Sólo con p o s te rio rid a d , d e sp u é s de o rie n ta c ió n ético-política q u e se e s ta b a c o n ­
h a b e r ex p e rim e n tad o la escasa u tilid a d de los solidando. El lím ite de esta definición e stá en
dos en fo q u es m ás ra d ic ale s, el del h is to r ia ­ el hecho de que el h isto ria d o r, si se e n c u en ­
d o r y el del filósofo, cuyas definiciones calan tra d e sp ro v isto de un c rite rio ló g icam en te
re sp e c tiv a m e n te d e m a sia d o poco o d e m a s ia ­ d efin id o so b re lo que es “ lib e ra l” , te rm in a rá
do ( § § i i , ni), y d e sp u és de h a b e r p u e sto de c a m b ian d o el adjetivo p o r el su sta n tiv o , los
m a n ifie sto alg u n o s " p re ju ic io s '' q u e se p r e ­ lib erales p o r el 1., o sea p o r in c lu ir —y a tr i ­
sentan en algunas in te rp re ta c io n e s h istó ric a s b u ir al 1.— to d a u n a se rie de c o m p o rta m ie n ­
de am p lio e s p e c tro (§§iv, v), tra ta r e m o s de tos p o lítico s, en ta n to que el s u s ta n tiv o sólo
d ar u n a definición del 1. (§vi), p a ra v er si éste designa alg u n o s. La a c ep ta ció n a c rític a del
es u n a te o ría c rític o -e m p íric a a c tu a l o p e rte ­ té rm in o ''lib e r a l” , p o r ejem plo, p u e d e llev ar
nece m ás bien al p a sa d o e u ro p e o y es un a co n sec u e n c ia peligrosas, ya sea que la a te n ­
" e x p e rim e n to ” ya c o n c lu id o (§§vu). ción se ponga en g ru p o s o p a rtid o s que se
LIBERALISMO 877

autodefinen como liberales, ya sea que se pon­ al h a c e r c o in c id ir la cau sa nacional con la


ga en ideas que se p ro c la m a n liberales. En liberal, perd ían con frecu en cia el significado
este p lan o ingenuo, la h isto ria del 1. eu ro p eo lib eral de u n a o rg an izació n federal o s u b o r­
es u n a h isto ria de en red o s: tenem os m uchos d in a b a n la lib e rta d a la u n id ad nacional; los
lib e rale s diversos e n tr e sí, p e ro no el lib e ra ­ cató lico s (o los p ro te s ta n te s ) liberales que,
lism o. c o n tra los c le ric a le s a n tilib e ra le s y los a n ti­
Es u n a definición peligrosa, e n tre o tra s clericales (quizá liberales), so sten ían la se p a ­
cosas p o rq u e no sie m p re los gru p o s y p a r ti­ ración de la iglesia resp e c to del estado; los
dos que se in spiraban en ideas liberales ad o p ­ lib e rale s-d e m o c rá tico s que, c o n tra la visión
taron el nom bre de liberal, de la m ism a m ane­ re stric tiv a del 1. e n té rm in o s de m e ra g a ra n ­
ra que no siem p re los p a rtid o s liberales e je r­ tía de los derech o s individuales, in sistía n en
cieron u n a po lítica c o h e re n te con el p rin c i­ el e lem en to de la p a rtic ip a c ió n d e m o c rá tic a
pio p ro cla m a d o . El re g istro de los g ru p o s, en la dirección d el país; fin alm en te los
m ovim ientos o p a rtid o s lib erales del siglo lib e ra le s-lib re c a m b ista s que, a d iferen cia de
xix y del siglo xx p re s e n ta n o to rio s esp acio s los lib e ra le s-e sta ta lista s, p u g n a b a n p o r la
vacíos; lo que no sig n ifica que en esos p aíses a b so lu ta no in terv en ció n del gobierno en el
no h ay an existido id e a s lib erales. A dem ás, m ercado in te rn o y en sus relaciones con el
ayer com o hoy, los diversos p a rtid o s de n o m ­ in te rn ac io n al (an tiproteccionism o). Algunos
b re o de ideales lib e ra le s han ocupado en las de e sto s co n ten id o s com o la fe m o n árq u ica ,
alin eacio n es p a rla m e n ta ria s posiciones m uy el id eal nacional, el privilegio exclusivo del
diversas; c o n serv ad o ras, c e n tristas, m o d e ra ­ laissez faire, laissez passer, ya no c a ra c te riz a n
das, p ro g re sista s. el 1. d e hoy; o tro s, en cam bio, se han a c e n tu a ­
T odavía en la a c tu a lid a d la p a la b ra lib e ra l do, com o la rela ció n indisoluble e n tre 1. y
tiene significados diversos según las diversas d em o cracia o el re d e sc u b rim ie n to de la fu n ­
naciones: en algunos p aíses (In g laterra, Ale­ ción de la religión com o a n tíd o to del m a te ­
m ania) indica una posición de centro, c a p az ria lism o de las so cied ad es o p u len tas.
de m e d ia r e n tre innovación y conservación; C om o se h a dicho, aun a nivel de las id eas,
en o tro s (E stados U nidos) el rad ic alism o de el té rm in o " lib e ra l’’ re s u lta am biguo debido
izq u ierd a, agresivo d e fe n so r de nuevas y vie­ fre c u e n te m e n te al hecho de que se u sa en
jas lib e rta d e s civiles; en o tros, a su vez (Ita ­ á m b ito s d isc ip lin a rio s muy diversos e n tre sí.
lia), los c o n se rv a d o re s de la lib re in iciativ a Tenem os, p o r ejem plo, un 1. jurídico, que m ira
económ ica y de la p ro p ie d a d p riv ad a. P o r so b re todo a la p a rtic u la r o rg an izació n c o n s ­
esto, un a u to riza d o p e n sa d o r lib eral (F. A. titu cio n al del e s ta d o capaz de g a ra n tiz a r los
H ayerk) p ro p u so re n u n c ia r al uso de u n a derech o s del individuo, un 1. que a m enudo
p a la b ra tan equivoca. Sin em bargo, los d iv e r­ se ve llevado a tra n s fo rm a r sus p ro p ia s so lu ­
sos p a rtid o s lib e rale s se han en cam in ad o en ciones p a rtic u la re s en fines a b so lu to s (véase
este siglo hacia form as de integración, p rim e ­ por ejem plo la lu c h a de los lib e rale s fra n c e ­
ro con “ L 'E n ten te in te rn a tio n a le des p a rtís ses en la e ra de la R e stau ra ció n , firm es en el
rad ic au x e des p a rtís d em o c ratiq u es sim ilai- g a ra n tism o , c o n tra los d e m ó c rata s, o la te o ­
r e s ”, fu n d ad a en G in e b ra en 1924, y d e sp u és ría a le m a n a del R echtstaat, o el regreso al
con la “ In te rn a c io n a l lib eral" fu n d ad a en E s ta tu to invocado p o r S onnino en 1897),
O xford en 1947; hoy, en el P a rla m en to e u ro ­ T enem os adem ás un 1. político, en el que es
peo, se en cuentran fed erad o s en el grupo libe­ m ás fu e rte el se n tid o de la lucha po lítica p a r ­
ral y dem ocrático. lam entaría; éste se com pendia en el principio
Con frecuencia, sin em bargo, g ru p o s y p a r ­ del " ju s to m ed io ’’ com o a u té n tic a e x p resió n
tidos no usan, solo, el adjetivo liberal; en el de un a rte de gobierno capaz de acep tar y p ro ­
siglo xix estuvo a c o m p a ñ a d o de o tro s té r m i­ m over las innovaciones, m as no la revolución.
nos políticos que a lg u n a s veces te rm in a b a n En su realización p ráctica, sin em bargo, este
negando o lim itan d o el contenido. T enem os, a rte de g o b e rn a r o sciló c o n tin u a m e n te e n tre
p o r ejem plo, los m o n árq u ico s-lib e ra les que, el sim ple c o m p ro m iso p a rla m e n ta rio , o rie n ­
en la firm e defensa del prin cip io m o n á rq u i­ tado a m a n te n e r in v ariad o s los e q u ilib rio s
co, adm itían form as restrin g id as de rep resen ­ existentes, y la capacidad de una síntesis c re a ­
tación política; los lib erales-n acio n ales que, tiva e n tre la co n serv ació n y la innovación
878 LIBERALISMO

capaz de lib e ra r y m ovilizar nuevas energías. lib e ran d o au tónom am ente, a p a r tir del siglo
A e sta p o lític a se debe el p aso de la m o n a r­ xvn, de la e s tru c tu ra c o rp o ra tiv a , el indivi­
quía co n stitu c io n al a la p a rla m e n ta ria , a duo a p a re c e in serto " n a tu r a lm e n te ” en la
p e s a r de que el lib eral no e ra p o r p rin cip io sociedad y e ste espacio se c o n tra p o n e al
rep u b lica n o , o el e n c u e n tro e n tre 1. y d em o ­ gobierno, que siem p re es co n sid e rad o como
cracia, au n q u e las resiste n c ia s fu ero n co n si­ un m al n ecesario . En aquellos lu g ares, com o
d e ra b les p o r el re c u e rd o de la e x p erien cia en F rancia, en que la sociedad co n serv a su
jaco b in a o p o r el m iedo de los clericales y de n a tu ra le z a corporativa, la revolución apela al
los socialistas. Finalm ente, tenem os un 1. eco­ e sta d o com o d e p o sita rio de la so b e ra n ía del
nóm ico, ligado e stre c h a m e n te con la escuela pueblo, p a ra lib e ra r al individuo, razón por
económ ica de M anchester: éste, al so ste n e r la cual no se adm ite ninguna m ediación entre
que la m axim ización de la felicidad general el individuo y el estado. En aq u ello s lugares
depende de que cad a uno b u sq u e lib re m e n te en que, com o en A lem ania, la so c ie d a d por
su p ro p ia felicidad, ha d escu id a d o con fre ­ capas m anifiesta todavía su vitalidad, el 1. p re­
cuencia los costos que esto e n tra ñ a en té r m i­ sen ta u n a concepción orgánica del estado que
nos de lib e rta d e s civiles y ha olvidado que el m an tie n e —-sin divisiones ni c o n tra p o sic io ­
fin de la felicidad ha sid o p re c isa m e n te la nes, sino com o su elem ento p re lim in a r y n e ­
fin a lid a d de los estad o s ab so lu to s. c e sa rio — a la sociedad civil, de la q u e se p r e ­
O tra razón de la d ificu ltad del uso del té r ­ senta com o verd ad m anifiesta. La p rim e ra de
m ino lib e ral en el cam po de la h isto ria de las e sta s tre s posiciones —aso ciacio n ista, indivi­
ideas se debe a las d iv ersas e s tru c tu ra s d u a lista y o rg án ica— p rev aleció com o conse­
socioinstitucionales en que se m anifiestan. De cu e n cia de la revolución in d u stria l —según
a c u e rd o con la acepción de la Ilu stra c ió n T ocqueville—, a p e sar de que el 1. seguía p re ­
fra n c e sa (ac e p ta d a ín te g ra m e n te p o r el p e n ­ se n ta n d o dos c a ra s o dos e stra te g ia s: la que
sam iento reaccionario o católico de principios s e ñ a la b a la sociedad civil com o sede n a tu ra l
del siglo xix) y del u tilita ris m o inglés, 1. sig­ del lib re d e sa rro llo del individuo, en op o si­
nifica in d iv id u alism o , y p o r in d iv id u alism o ción al g o b ierno, y la que veía en el estado,
no se en tiende sólo la defensa radical del indi­ en c u a n to d e p o sitario de la v o lu n tad general,
viduo, único y solo p ro ta g o n ista de la vida é ti­ el g a ra n te político, en ú ltim a in sta n c ia , de la
ca y económ ica c o n tra el estado y la sociedad, lib e rta d individual.
sino ta m b ié n la a v ersió n a la e x iste n cia de O tra oposición, q u e dom inó so b re todo
c u a lq u ie r so cied ad in te rm e d ia ria e n tre el e n tre el final del siglo xvm y la p rim e ra
in dividuo y el estad o , p o r lo que, ta n to en el m ita d del xix se p a ra n d o el 1. c o n tin e n ta l del
m erc ad o p olítico com o en el económ ico, el inglés, se debió a d iv erso s c o n te x to s c u ltu r a ­
h o m b re d eb e a c tu a r p o r sí solo. No o b s ta n ­ les en que se d esenvolvían los lib e ra le s y a la
te, el 1. en c o n tex to s so c io in stitu c io n ale s p a rtic u la r filosofía de la p rá c tic a que servía
d iv erso s in sistió en el c a rá c te r o rg án ic o del de so p o rte a su acción, p o r lo que tenem os un
estado, últim o elem ento sintético de u n a serie 1. ético y un 1. u tilita ris ta . E stas dos con cep­
de asociaciones p a rticu la re s y n a tu ra le s b a s a ­ ciones son de r u p tu r a o de potencia! ru p tu ra
das en el e s ta tu s, o reiv in d icó la función de con la fo rm u la c ió n p a rtic u la r del in d iv id u a­
las a so cia cio n e s lib re s (p artid o s, sin d icato s, lism o d a d a p o r la filo so fía iu s n a tu ra lis ta y
etc.), ya sea p a ra p ro te g e r al ind iv id u o del c o n tra c tu a lis ta ; am bas ponen com o fin ab so ­
e sta d o b u ro c rá tic o , ya sea p a ra e s tim u la r la lu to la rea liz a c ió n de los d e re c h o s del h o m ­
p a rtic ip a c ió n p o lítica del ciu d ad an o , que el bre, p e ro luego se se p a ra n ra d ic a lm e n te , en
individualism o (de los propietarios) h a b ía te r­ la m edida en q u e el 1. ético tiene su fuente —a
m in a d o p o r e n c e rra r en la e s fe ra de la vida tra v é s de K an t y C o n sta n t— en R ousseau, y
p riv ad a. el 1. u tilita ris ta —a tra v é s de J, B en th am y
E stos contextos socioinstitucionales c o rre s­ J a m e s M ili— en H obbes. P a ra el 1. u tilita ris ­
po n d en a diversos m odos de d e s a rro llo p olí­ ta el deseo del propio p la c e r es el único móvil
tico. P odem os d e s c rib ir sin té tic a m e n te tre s del individuo: la co n fian za en la p o sib ilid a d
posiciones d iversas, to m an d o com o p u n to de de la a rm o n ía de los in te re se s p riv a d o s egoí-
re fe re n c ia la sociedad civil. En aquellos lu g a­ ta s o de la co in c id en c ia de la u tilid a d p riv a ­
res en que, com o en In g la te rra , é s ta se h a ido d a con la p ú b lic a se hizo p o sib le g rac ias a la
LIBERALISMO 879

aplicación a n a ló g ica a la p o lítica de los c o n ­ c o n tra la h isto ria , se le c o n tra p o n e el h is to ­


c e p to s fo rm u la d o s p o r la econom ía de los ricism o y su n u ev a concepción de la in d iv i­
lib re c a m b ista s A dam S m ith y R icardo, o sea d ualidad, que no es asocial o a b s tr a c ta sin o
la de los m ercados y de la utilidad. Las e stru c ­ d e te rm in a d a s im p re h istó ric a m e n te. El h is­
tu ra s p o líticas que m ax im iz a ra n el m e rc a d o to ricism o liberal, p rec isam e n te p o r su s e n ti­
político, ex p a n d ie n d o el c álcu lo u tilita rio al do de la co n c re c ió n y de la realid ad , so stie n e
m ayor núm ero de personas, e hicieran depen­ que sólo es p o sib le h acer una nueva h isto ria
d er a los g o b e rn a n te s de las leyes del m e rc a ­ si no se rom pe to ta lm e n te con el p asad o , lo
do, a trav és de fre c u e n te s elecciones, p e rm i­ que se logra n ecesariam ente por m edio de las
tiría n la m áxim a felicidad del m ay o r n ú m e ­ refo rm a s y no p o r m edio de la revolución,
ro de p erso n as. Sin e m b arg o el 1. u tilita ris ta a u n q u e se pu ed e a c e p ta r e s ta ú ltim a en e s ta ­
es so b rev alu ad o p o r el peso in d u d ab le q u e do de necesidad y rec h a z ar el m ito de la revo­
tuvo en el rad ic alism o inglés, en el m ovim ien­ lución, p ro p ia de los d e m ó c ra ta s y de los
to p o r las re fo rm a s ju ríd ic a s , eco n ó m icas y so cialistas.
electorales de las p rim e ra s décadas del siglo; La in d iv id u alid ad , ta n to de los d istin to s
se tra ta , sin em bargo, de un p a ré n tesis, p u e s­ individuos com o de la nación, tie n e d e re c h o
to q u e ya con John S lu a rt M ili se re a firm a el a la lib re m an ifestació n , en v ista s a u n a
1. ético que será el distintivo de todo el 1. inglés m ayor elevación m oral de los h o m b re s com o
po sterio r. de los pueblos. De la lib ertad , e n te n d id a de
Como conclusión de esta pan o rám ica so b re este m odo, se d eriv an en todos los se cto res
los gru p o s y so b re los p a rtid o s “ lib e ra le s ” y co n secuencias q u e cam bian rá p id a m e n te al
so b re las ideologías o so b re las filo so fías aspecto de E u ro p a : en la vida económ ica, la
“lib e ra le s ” , sólo es posible c o n c lu ir que el ru p tu ra de los lazos corporativos y de los p ri­
único com ún d e n o m in a d o r e n tre p o siciones vilegios feu d ales p e rm ite el despegue e co n ó ­
tan d iv ersas es la d e fe n sa del e s ta d o lib eral, m ico que va a c o m p a ñ a d o de un nuevo fenó­
que nació antes del uso político del térm in o m eno, el del aso ciacio n ism o (tanto p a ra el
liberal: un estado q u e term in a po r g a ra n tiz a r p ro g reso económ ico com o p a ra el so c o rro
los d erech o s del ind iv id u o fre n te al p o d e r m utuo); en el cam p o político, la fo rm ació n de
político y p o r esto exige form as, m ás o m enos una opinión p ú b lic a in fo rm a d a q u e c o n tro la
am plias, de re p re se n ta c ió n política. al go b iern o a tra v é s de un d eb ate libre; en el
En el plano h istó rico se usa el adjetivo libe­ cam po de la vida social po lítica y c u ltu ra l, la
ral p a ra u n a definición m ás totalizante, expli­ lucha c o n tra la o p resió n clerical por m edio
cativa y no d escriptiva: se h ab la de u n a “e r a ” de la abolición de los b ienes de m anos m u e r­
liberal, que em pieza con la R e sta u ra c ió n ta s y del trib u n a l eclesiástico, p o r la laicid ad
(1815) y que concluye o con la revolución del e sta d o y de la enseñanza, y, fin a lm e n te ,
d e m o c rática de 1848, o con el d istin to clim a la lucha c o n tra las m o n a rq u ía s a b so lu ta s,
ético-político p o ste rio r a 1870, por el que p re ­ p a ra o b te n e r co n stitu c io n es, in stitu c io n e s
valeció la R ea lp o lilik, el n acio n alism o y el r e p r e s e n ta tiv a s , la r e s p o n s a b ilid a d del
im perialism o, en p o lítica, y el hedonism o, el g o b iern o en u n a p a la b ra , nuevas in stitu c io ­
m ate ria lism o y el irra c io n a lism o en la é tic a nes que fre c u e n te m e n te son un co m p ro m iso
(Croce), o con la p rim e ra g u e rra m undial y la e n tre el ab so lu tism o , la m o n arq u ía y la sobe­
co n sig u ien te c ris is del o rd e n a m ie n to liberal ra n ía p o p u lar. Un co m p ro m iso que, b a jo la
(De Ruggiero, Laski). Se habla de u n a e ra libe­ presión de las fu erz a s d e m o c rática s, a p ro v e ­
ral no sólo por q u e en este p erio d o se dan cha totalm ente a la m onarquía, a p e sa r de que
c u e n ta de que la lib e rta d es el valor su p re m o del viejo estad o a b so lu to sobreviven los g ra n ­
de la vida ind iv id u al y social sino tam b ién des c u erp o s, com o la b u ro c ra c ia y el e jé rcito
porque la lib e rta d es la c a te g o ría g e n e ra d o p erm an en te. Dígase lo m ism o de la nación: el
ra y explicativa de to d a u n a serie de c o n d u c ­ p rincipio liberal de la n acio n alid ad se p ro p o ­
tas p o líticas y sociales ín tim a m e n te ligadas nía al m ism o tie m p o la u n id ad de la nación,
entre sí. Aunque se regresa a los grandes p rin ­ si ésta se h a lla b a dividida en d iv erso s e s ta ­
cipios de la revolución fran cesa, la a tm ó s fe ­ dos, su in d ep en d en cia, si e s ta b a s u je ta al
ra c u ltu ra l ha c a m b iad o rad ic alm en te : a la dom inio de un e sta d o e x tra n je ro , y su lib e r­
Ilu stració n , con su fe exclusivista en la razón tad, o sea las e s tr u c tu r a s in stitu c io n a le s que
880 LIBERALISMO

le p e rm itie ra n m a n ife s ta r y ejercer, de este un e sta d o a u to rita rio o una dem ocracia popu­
m odo, su m isión p a rtic u la r en el c o n cierto lista o to ta lita ria .
europeo. El estado nacional, capaz de d a r una
ex p resió n p o lítica al e s p íritu de la nación, n i. e l s u s t a n t iv o l ib e r t a d . Si la rec o n stru c c ió n
sigue sien d o la ex presión s in té tic a de la e ra del m apa de los diversos partid o s y m ovim ien­
lib eral. tos lib e ra le s del siglo xix no nos p e rm ite lle­
E s difícil e s ta r p len a m en te de a c u e rd o con g ar a u n a ad e cu a d a definición del 1. tal vez
e s ta red u c c ió n del 1« a ideología re c to ra de la sea ú til in te n ta r e x p lo ra r el cam in o o p u esto
e ra liberal. En efecto, en la E u ro p a de la R es­ y tr a ta r de e n c o n tra r el valor del que los libe­
ta u ra c ió n e sta e ra no explotó p o r casualidad: rales, con su m ism o n o m b re, se p ro clam an
no sólo tuvo, en el plano de las ideas (por defensores, o sea el de “ lib e rta d ” . En e sta for­
ejem plo: el individuo com o fin), un prólogo m a p a sam o s de una definición histórico-
p ro v id e n c ia l en la c u ltu ra de la E u ro p a e m p íric a a u n a esen cialm en te teó rica, del
m o d ern a , desde el h u m an ism o en adelante, ad jetiv o al su stan tiv o .
sino que so b re to d o h e re d ó el e sta d o liberal, No nos in te re s a aquí el a n tig u o p ro b lem a
tal com o se h a b ía d elin ead o en la tra d ic ió n del lib re a lb e d río , y sólo nos in te re s a m a rg i­
p lu ris e c u la r de In g la te rra o en la e x p e rien ­ n alm en te, p o r su s reflejos p olíticos, el hecho
cia rev o lu cio n aria de los E stados Unidos y de de que el h o m b re , en c u a n to n a tu ra le z a , esté
F ran cia. D espués, h ab ien d o concluido la e ra su jeto a la ley de la c a u sa lid a d y sea objeto,
lib e ra l a c a u sa de la am p lia c ió n del derech o p o r lo tan to , de estu d io po r p a rte de la biolo­
e le c to ra l y del c o rre sp o n d ie n te a d v en im ien ­ gía, de la antropología y de la psicología. Tam ­
to de los p a rtid o s de m asa —con ideologías poco nos in te re sa p o rq u e d esd e el p u n to de
fre c u e n te m e n te a n tilib e ra le s o a lib e ra le s —, vista científico o exp erim en tal la lib e rta d no
el e sta d o lib eral (en lo que te n ía de peculiar) es d e m o stra b le, com o no es d e m o s tra b le su
no desap areció sino que m ás bien siguió to d a ­ c o n tra rio . Nos o cu p arem o s ú n ica m en te de la
vía en la versión lib e ral-d e m o c rá tic a . Tal vez lib e rta d en relació n con la acción del hom bre
p o r estos m otivos, p recisam en te porque e sta ­ (y p o r c o n sig u ie n te tam b ién en rela ció n con
b a a rra ig a d o en la h isto ria e u ro p e a " p a rtic u ­ la política) m as no de la lib e rta d in te rio r,
la r" , el I. re s u lta un ideal y u n a e s tru c tu ra siguiendo los pasos de las tre s p rin c ip ale s
p o lític a difícilm en te ex p o rta b le . d efiniciones q u e el p e n sa m ie n to político-
Es n ecesario , p o r lo tan to , u tiliz a r o tra filosófico m oderno ha d ad o de las c a ra c te rís ­
p e rs p e c tiv a que p o n g a a p ru e b a no sólo los ticas que d istin g u en la acción libre: la lib e r­
g ru p o s o las ideas o la e ra liberal sino el e s ta ­ tad n a tu ra l, la racio n al y la lib e ra d o ra .
do lib e ral, p a san d o de la p a rte al todo. Si los Ante todo es o p o rtu n o co n sid erar la concep­
lib e ra le s tu v ie ro n a su lado re a c c io n a rio s y ción n a tu r a lis ta de la lib ertad : el h o m b re es
re v o lu c io n a rio s, a u to rita rio s y d e m ó c rata s, v e rd a d e ra m e n te libre cu an d o p u ed e h a c er
clericales y socialistas, el estado liberal m ani­ todo lo que le place. Es u n a co n cep ció n n a tu ­
festó u n a s o rp re n d e n te c o n tin u id a d y u n a ra lista , en la m ed id a en que la acción h u m a ­
cap acid ad de ad aptación a las situaciones his­ n a sigue u obedece sus p ro p io s in stin to s o
tó ric a s m o d ificad as y de su p erv iv en cia a ese a p e tito s ocasionales; pero, p a ra te n e r la posi­
to ta lita rism o , que p a re c ía d a r fin d efin itiv a­ bilidad de sa tisfa c er sus propios deseos y, por
m en te a la e x p erien cia lib e ral eu ro p ea. En lo tan to , se r lib re, el h o m b re n o debe en co n ­
o tro s térm inos, el 1. no debe en ten d erse com o t r a r ob stácu lo s y, si los e n cu en tra, debe tener
u n a sim p le ideología p o lítica d e un p a rtid o , tam b ié n la fu e rz a (o el poder) de o b lig a r o
sino c o m p re n d e rse com o id ea e n c a rn a d a en s u b o rd in a r a los dem ás h o m b res.
in stitu c io n e s políticas y en e s tru c tu ra s socia­ Es u n a lib e rta d que p resu p o n e , pues, la d esi­
les. T odas las grandes ideologías del siglo xix gu ald ad . Dado que la lib e rta d co in cid e con el
—com o las d em o crática, n a c io n a lista , c a tó ­ po d er, el que tiene m ás p o d e r es m ás libre;
lica (en su v ersió n re a c c io n a ria y en su v er­ p a ra d ó jic a m e n te el hom bre v e rd a d e ra m e n te
sión social), so c ia lista —, en la m ed id a en que lib re es el déspota.
se a p a rta n ex p líc ita m e n te del 1. tra ta n de E sta lib e rta d nos la d escribió H obbes cuan­
c o n s tr u ir u n a fo rm a d istin ta de estad o , que, do p u n tu a liz a b a la condición del h o m b re en
de a cu erd o con el p a tró n ideológico, podía ser el e sta d o de n a tu ra le z a , o F re u d c u a n d o veía
LIBERALISMO 881

en el p rin c ip io del p lac e r el in stin to c o n s ti­ su s p ro p ia s p a sio n e s y d e sus p ro p io s in stin ­


tu tivo de la n a tu ra le z a h u m an a. Sin e m b a r ­ tos. Se d e b e a b s te n e r d e lo que el in dividuo
go, los c o n tra c tu a lis ta s y los p s ic o a n a lis ta s no es c a p az de c o n tro la r, se d eb e a d a p ta r a
están de acuerdo e n poner en evidencia la des­ la necesid ad que co rresp o n d e a un o rd e n cós­
p ro p o rc ió n e x iste n te e n tre las n e c e sid a d e s y m ico, se debe llevar, al nivel de la conciencia,
los in stin to s, p o r un lado, y, p o r el o tro , los la vida in stin tiv a a tra v é s del a u to a n á lisis.
m edios y los re c u rso s p a ra satisfacerlos, que La o tra dirección, la q u e p reten d e e n te n d e r
de hecho son escaso s y lim itad o s. S u rg e de la posición del h om bre en el orden social, defi­
e ste m odo la p o lítica com o p o d er de decisión ne a é s te de un m odo e stá tic o (en los siglos
so b re la d istrib u c ió n de esto s m edios y de x v ii -x v iii ) o de u n m odo dinám ico (en e l xix);
esto s recursos: el hom bre, al no p o d e r te n e r e n tre e s ta s dos definiciones se e n c u e n tra la
todo, po r lo m enos tiene algo p leg án d o se a la te o ría del e sta d o y la filosofía de la h is to ria
a u to rid a d o al p rin c ip io de realidad. En o tro s de Hegel. P a ra los p rim e ro s (p ara H obbes,
térm in o s, en todo g rupo social, que ten g a un Spinoza, R ousseau) la v e rd a d e ra lib e rta d se
m ínim o de organización, la lib e rta d de los tiene sólo en el e sta d o (ab so lu to o d e m o c rá ­
in d ividuos de h a c e r lo que les p lace e stá m ás tico) que, c o n ju n ta m e n te, realiza el o rd e n y
o m enos re s trin g id a , de a c u e rd o con la o p i­ es d e p o sita rio d e un v a lo r ético, dad o q u e en
nión que tiene las clases d o m in an tes so b re la el elem en to e s ta ta l el egoísm o del individuo
nocividad social de tal o cual libertad n a tu ra l. se c o m p rim e y se su p e ra a trav és de la volun­
Es necesario p a s a r a h o ra a o tra d efinición ta d m ás elevada o general que en g lo b a en sí
de la lib e rta d , q u e es rad ic a lm e n te o p u e sta tam bién el alter o el socius. P ara M arx y Com-
a la que p a rte de la lib e rta d n a tu ra l y llega te la v e rd a d e ra lib e rta d co n siste en el cono­
a la iden tificació n de la lib e rta d con la f u e r ­ cim ien to de la d ire c ció n de la h is to ria y en
za. Ésta, en efecto, c o n tra p o n e la v e rd a d e ra la acción co rresp o n d ien te p a ra realizar su fin
lib e rta d con el a rb itrio del individuo, que no in m a n e n te , que s e ría la so cied ad sin clases o
es libre en la in m ed iatez y en la e sp o n ta n e i­ el o rd en social plan ificad o p o r la ciencia.
d a d de su acción sin o que puede lle g a r a se r M ien tras la lib e rta d n a tu ra l sie m p re es una
libre en la m edida en que se a d a p ta a un o rd en libertad respecto del estado, ésta, en cam bio,
necesario y objetivo en que se su stan cia la ver­ es u n a lib e rta d en el e sta d o (o en la clase o
d a d e ra lib e rta d . E l "puedo [ser libre] p o rq u e en el o rd e n d e sc u b ie rto por la ciencia).
q u iero y po rq u e ten g o el p o d e r de a c tu a r" se E xiste, finalm ente, u n a te rc e ra definición
su stitu y e p o r el "p u ed o p o rq u e debo, y lo de la lib e rta d que, en m odos div erso s, p a rti­
debo en cu an to , com o ho m b re, p a rtic ip o de cip a ta n to de la p rim e ra com o de la segunda.
un o rden racio n al". Un in stru m e n to p a ra lle­ P or un lado, en efecto, señala que la v e rd a ­
g a r a s e r lib re es el conocim iento, y algo d e ra lib ertad no consiste en la esp o n tan eid ad
o p u esto al in stin to , p rec isam e n te com o el n a tu ra l sino en la em an cip ació n é tica del
ho m b re en su e s ta d o de n a tu ra le z a es o p u e s ­ hom bre; p o r el o tro , sin em bargo, so stien e
to al hom bre racional que vive en la sociedad que no existe un c rite rio objetivo y necesario
La v e rd a d e ra lib e rta d se p re se n ta , así, com o p a ra e s ta b le c e r lo que es bueno y lo que es
co nocim iento de la necesidad. m alo, y m ucho m enos u n p o d e r (la iglesia, el
Es difícil re s u m ir en qué consiste este estado, la clase, el p artid o , la ciencia) q u e sea
o rd en , y p o r c o n sig u ie n te e s ta lib e rta d , p o r ­ in té rp re te o ejecu to r del m ism o. En o tro s té r­
que las re s p u e s ta s v arían según los d iv erso s m inos, la v e rd a d e ra lib e rta d , co nsiste en una
p en sad o res. En fo rm a esq u em ática podem os situ a c ió n de p o sib ilid a d , p a ra el h o m b re , de
indicar prelim in arm en te dos direcciones m uy escoger, m a n ife s ta r y d ifu n d ir sus p ro p io s
diversas: u n a que m ira so b re todo al h o m b re valores, ta n to m o ra le s com o p o lítico s, p a ra
en su dim ensión antropológica, algunas veces re a liz a rse a sí m ism o.
en un o rd e n cósm ico, y o tra que lo e n tie n d e Se h a h a b la d o de u n a situ a c ió n de p o sib ili­
en su dim ensión social. La p rim e ra in te re s a dades, porque, p a ra se r libre, deben c u m p lir­
sólo m arg in alm en te: es la que e n c o n tra m o s se dos co n d icio n es p recisas. P o r u n lad o es
en la filosofía h elen ista, en Spinoza y en n e c e sa rio m a x im iza r las p o sib ilid a d e s obje­
Freud, según la cual el h o m b re se hace lib re tivas de elección en un siste m a p o lítico y en
en la m edida en q u e se conoce y es d u e ñ o de un co n te x to social, que g a ra n tic e n un p lu r a ­
882 LIBERALISMO

lism o real ta n to p a ra las vocaciones com o e s ta lib e rta d es una e sfe ra esen cialm en te p ri­
p a ra las pro fesio n es: c ie rta m e n te no es m uy vada, q u e le p em ite al h o m b re un te stim o n io
libre el que se ve obligado a esco g er e n tre de su s v alores m o ra les, o es la e sfe ra de lo
a c e p ta r o re c h a z ar, e n tre la p re se n c ia o el " p o lític o ” , p a ra c o n trib u ir a d e te rm in a r la
silencio, y, adem ás, es m ás libre una sociedad elección de la c a lid a d de la vida.
en la m edida en que es m en o r la elim inación E stas tre s d efin icio n e s de la p a la b ra libect
e n tre las vocaciones y las p rofesiones. P o r el tad no nos sirv e n de m ucho p a ra id e n tific a r
o tro lado, en cam bio, es necesario m in im iza r el fenóm eno h istó ric o del 1., d ad o q u e a b a r ­
los co n d icio n am ien to s (externos e internos) can d em asiad o . Con e sta s tr e s definiciones
de los m otivos o m óviles de la acción. C onti­ podríam os, en efecto, co m p ren d er toda la his­
n u a n d o con alg u n o s tem as señ alad o s en este to ria de la filosofía p o lítica m o d e rn a , y
p arág rafo , es necesario te n e r p resen te que no podríam os e n c e rra r en ellas to d as las form as
sólo los p ro ce so s n o rm ales de socialización de organización del poder que c ie rta m en te no
(desde la educación h asta los m edios de com u­ son lib e rale s, desde la a b s o lu tis ta h a s ta la
nicación de m asa) sino tam b ién la psicología d e m o c rá tic a (pura) y la so c ia lista (soviética).
y la biología, u tiliz a d a s en nivel in stru m e n ­ Sin em bargo, el an á lisis que se ha hecho p u e ­
tal p o r el p o d e r político, p u eden co n d ic io n ar de s e r útil, si n o s p re g u n ta m o s cuál es la re s­
la elección del individuo. El cual, po r o tra par­ p u e sta de los p e n sad o re s que c o m ú n m en te se
te, aun sin esto s co ndicionam ientos, p a ra ser han c o n sid e ra d o " lib e ra le s ” al p ro b le m a de
libre debe a d u e ñ a rs e de sus p ro p io s in stin ­ e sta s tre s lib e rta d e s: la lib e rta d n a tu ra l, la
tos y de sus p ro p ia s pasio n es a tra v é s del lib e rta d en el o rd e n racional y la lib e rta d
conocim iento. com o au to -em an cip ació n .
Con e sta te rc e ra definición hem os pasado N ingún p e n sa d o r liberal se opone a la re s ­
n e c e sa ria m e n te de u n a " lib e rta d de auloe- tricció n , por p a rte del estado, de la lib e rta d
m an cip ació n o de realización de sí m ism o ” a n a tu ra l o de la esfera del a rb itrio de cada indi­
una "lib ertad respecto de los condicionam ien­ viduo, a u n q u e con dos condiciones p rec isas:
tos externos e in te rn o s ”. La lib e rta d de hacer p o r un lado, se tra ta de c o n ciliar u n a e sfe ra
su p o n e, de ese m odo, la lib e rta d de poder m áx im a de a rb itrio p a ra el in d iv id u o (el
h acer: d e sta c am o s la p a la b ra " p o d e r ” p re c i­ hom bre c o n tra el estado represivo) con la coe­
sa m e n te p o rq u e é ste sigue ligado de algún xisten cia de los a rb itrio s de los dem ás, de
m odo a la lib e rta d , dad o que la lib e rta d de a c u e rd o con el p rin c ip io de la ig u ald ad j u r í ­
q u e re r req u iere, en el nivel de la acción, algu­ dica; p o r el o tro , la re stric c ió n de la lib e rta d
n a s g a ra n tía s , o sea la au sen c ia de im p ed i­ n a tu ra l debe u tiliz a r como in s tru m e n to el
m entos y condicionam ientos externos e inter­ d erech o —la n o rm a ju ríd ic a g en eral válida
nos. En o tro s térm in o s, re q u ie re la e x iste n ­ p a ra to d o s—, un derecho que sea e x p re sió n
cia de u n esp acio pú b lico que p e rm ita y de una v o lu n ta d co m ú n (Kant). En o tro s té r ­
g a ra n tic e a! m ism o tiem po el lib re ejercicio m inos, la d ecisión so b re la no civ id ad o no de
de las fa c u lta d e s del h o m b re y el de ios p ro ­ tal o cual lib e rta d v el c o rre sp o n d ie n te c o n ­
cesos políticos y sociales. Pero esta transición trol social llevado a cab o a tra v é s del d e re ­
n e c e s a ria no im p lica que ja lib e rta d sea un cho debe re s p o n d e r a la opinión p ú b lic a y a
e sta tu s político y socialm ente garantizado: es las form as institu cio n ales a trav és de las c u a ­
■sólo u n a condición o un p re rre q u is ito de la les e stá o rg an iz ad a .
p o sible m a n ife sta c ió n de la lib e rta d , de la Los p ensadores liberales han defendido his­
em ancipación o de la realización del hom bre, tó ric a m e n te dos lib e rta d e s n a tu ra le s c o n tra
que depende siem pre de una elección o, m ejor del estado. En la e ra del c a p ita lism o n a c ie n ­
dicho, de u n a acción del m ism o. En e ste sen­ te lucharon p o r la libertad económ ica; el e s ta ­
tido, p o r acción lib re se en tien d e la que es do no debía e n tro m ete rse en el libre juego del
capaz de lla m a r a la ex isten cia lo que no exis­ m ercad o , que en c ie rto s asp ecto s se p re s e n ­
tía, ro m p ien d o así los p ro ceso s histó rico - tab a com o un e sta d o n a tu ra l o m e jo r dicho
sociales que, p o r la pasiva rep e tic ió n de los com o u n a so cied ad civil b a sa d a en c o n tra to s
fines de la acción, c o rre n p eligro de volverse e n tre privados. Sólo se a c e p ta b a al e sta d o
a u to m á tic o s y p e trifica rse. F alta todavía por com o gen d arm e, d e ja n d o u n a lib e rta d co m ­
e s ta b le c e r si la e sfe ra en que se m an ifie sta p leta (laissez faire, laissez passer), en el a r r e ­
LIBERALISMO 883

glo de los conflictos e n tre tra b a ja d o re s y zad o r del valor é tic o en q u e se debe s u s ta n ­
d ad o res de trab ajo , al p o d e r c o n tra c tu a l de c ia r la vida del individuo, p o rq u e el estad o ,
las p a rte s, o en los co n flicto s en tre las d iv e r­ por un lado, es c o n sid e ra d o como g o b iern o
sas e m p re sa s (en el á m b ito tan to n acional (y com o p a rte re sp e c to del todo que es la
com o su p ra n a c io n a l) al p o d er de re s is tir la sociedad) y, p o r el o tro, com o u n a sim p le
com petencia, que p re m ia al m ejor. En la e ra o rganización p o lític a y ju ríd ic a de la fu e rz a
p o sin d u stria l y tecnológica, en cam bio, la que, p a ra el lib eral, debe o b te n e r su p ro p ia
izquierda reivindicó la lib ertad sexual y el uso leg itim id ad del consenso.
de las drogas en c o n tra de las inhibiciones de El pensador liberal, sin em bargo, se ve obli­
u n a m oral que era al m ism o tiem po c a tó lic a gado sie m p re en su concepción, que es re la ­
y b u rg u esa, s a c ra m e n ta l y p ro d u c tiv ista , en tiv ista en la m ed id a en que se opone al q u e
favor de la re s u rre c ió n te rre n a de la c a rn e . co n sid era q u e hay un orden n ecesario y o b je ­
Ambas libertades son n atu rales de diversas tivo del que alguien es in té rp re te y g a ra n te ,
m an eras, ya que p re m ia n al m ás fu erte, ta n ­ a c o n serv a r u n bien ab so lu to , que es p re c is a ­
to en el m ercado com o en la búsqueda del p la ­ m ente el e sta d o lib e ral. Sigue siendo un bien
cer; p o r lo ta n to g en eran conflictos y violen­ absoluto, a p e s a r de que se su strae de la e sfe ­
cia y un d e b ilita m ie n to de la tu te la ju ríd ic a , ra de la é tica (lib e rtad in tern a) y se so m e te
que es la ta re a n a tu ra l p a ra la que se ha co n s­ en cam bio a la del d erech o (libertad externa),
titu id o el e sta d o m o d ern o . M uchos p e n sad o ­ a p e s a r de que el e sta d o liberal debe s e r
res m o d ern o s, sin e m b a rg o , sie m p re han m o ra lm e n te n e u tra l y p e rm itir ú n ic a m e n te
a c ep ta d o u n a cu o ta — m ás o m enos a lta — de una o rganización d e la sociedad en la que
conflicto y de violencia en el ám bito e sta ta l, cada individuo y c a d a grupo social sea c a p az
p recisam en te p a ra a m p lia r la esfera del a r b i­ de p e rs e g u ir lib re m e n te sus p ro p io s fines y
trio o de la lib ertad n a tu ra l del hom bre, p ero de elegir su p ro p io destino, o su p ro p io se r
sin re n u n c ia r nunca a la intervención del en el m undo, sin que los dem ás hom bres o los
gobierno, en ú ltim a in sta n c ia , com o p o d e r dem ás g ru p o s p u e d a n im p ed írselo ; en u n a
a rb itra l e n tre las p a rte s en lucha (m ediacio­ p alabra, a p e sar de s e r un estado que se r e d u ­
nes en los conflictos lab o rales, p ro te c c io n is­ ce a un m ero p ro c e d im ie n to político y j u r íd i­
mo, leyes contra los m onopolios) o com o ó rg a ­ co. Es un bien a b so lu to p rec isam e n te p o rq u e
no que g a ra n tiz a las posiciones de los m ás p resu p o n e com o v a lo r al individuo e n te n d i­
débiles (tu tela de los d e re c h o s civiles, re f o r ­ do com o fin y no com o m edio, el prin cip io del
ma del derecho fam iliar, con p a rtic u la r a te n ­ diálogo, la s u p e rio rid a d d e la p e rs u a c ió n
ción a los m en o res de edad y a la condición so b re la im p o sició n , el resp e to de los d e m á s
de la m u jer, lucha c o n tra las drogas fu ertes). y, b ajo este valor, el significado p o sitiv o de
Los lib e rale s han sido, en cam bio, p re d o ­ las d ife ren c ias y de las d iv ersid ad es. En s ín ­
m in a n te m e n te c o n tra rio s al p rin cip io de la tesis: el 1. a b so lu tiz a un m étodo, no los fines.
lib ertad en el estad o , sie m p re que e ste p r in ­ El estad o liberal, com o bien absoluto, sigue
cipio se in te rp re te ú n ic a m e n te como lib e rta d siendo sie m p re un ideal lím ite o re g u la d o r de
política y com o p a rtic ip a c ió n en la d e te rm i­ la e x p e rie n c ia p o lític a , p orque los c o n flicto s
nación de la o rie n ta c ió n política del g o b ie r­ o las tensiones, in h eren tes a la e s tru c tu ra p lu ­
no, al m ism o tie m p o que reivindican u n a ra lista , no sie m p re se resuelven en el d iá lo ­
libertad social (de palab ra, de reunión, de aso­ go con la p e rsu a c ió n sino fre c u e n te m e n te la
ciación, de p ren sa, de em presa) por p a rte del fu erza in te rv ie n e com o fa c to r d e te rm in a n te ;
estado. Los liberales, salvo los que se han in s­ sin e m b arg o se tr a ta siem p re de u n a fu e rz a
pirado en la filosofía de R ousseau o de Hegel, que a c ep ta u n a reg la ju ríd ic a , aq uélla p o r la
no han cre íd o nu n ca q u e la voluntad general cual es m ejo r c o n ta r las cabezas que ro m p e r­
m anifestada por el e sta d o sea cu alitativ am en ­ las. Sin em bargo, no o b s ta n te esta te n ta tiv a
te d iv ersa de la su m a , o m ejor dicho de la de re g u la r el uso de la fuerza, es n e c e s a rio
agregación basada en com prom isos de las d is­ reco n o cer q u e é s ta no ha elim in ad o la e x is­
tin tas v o lu n tad es de los individuos o de los ten cia de los p o d e ro so s y de los d ébiles en el
grupos. A dem ás, sie m p re se han o p u e sto a la m ercad o p o lítico y social; la ten ta tiv a de legi­
afirm ación de que el e sta d o , en c u a n to u n i­ tim a r la fuerza, al tra n s fo rm a rla en p o d e r
v ersalid ad c o n c re ta , sea d e p o sita rio y re a li­ (legítim o), no la e lim in a nu n ca de m a n e ra
884 LIBERALISMO

com pleta, ya que sigue existien d o un e sta d o m en "te ó ric o ” de las diversas definiciones de
de n a tu ra le z a p rec isam e n te en los espacios la lib ertad , nos p ro p o rcio n an , sin em bargo,
que ha dejado a b ie rto s en la sociedad civil una p e rsp e c tiv a con la que podem os exam i
(por ejem plo, ta n to el m ercad o económ ico n a r —au n q u e siem p re en el cam po de la c rí­
com o el espacio político). tic a — alg u n a s definiciones h istó ric a s de
La te rc e ra definición de la lib e rta d , la que am plio e sp e c tro del 1. La p e rsp e c tiv a e stá
la en tiende com o em ancipación o com o auto- d ad a p re c isa m e n te p o r estas dos líneas con­
rrealizació n del hom bre, p arece co m p ren d er v ergentes que d e b e ría n serv ir p a ra p o n e r a
la v e rd a d e ra lib e rta d ; sin e m b arg o hay que p ru e b a el 1.: p o r un lado, un d a to " d u r o ” y
reconocer que en las teorizaciones que se han " f r ío ”, el estado lib eral, con sus m ecanism os
hecho de ésta frecuentem ente prevalece el ele­ ju ríd ic o s y políticos; y, por el otro, u n dato
m ento ético (y p o r lo ta n to u n a lib e rta d que "su av e” o "cálido”, los reales desenvolvim ien­
p o d ría d e s a rro lla rs e en el m ero plano p riv a ­ tos c u ltu ra le s, po lítico s y sociales de em a n ­
do) so b re el político de la a d m in istra c ió n del cipación h u m an a resp ecto de e s tr u c tu r a s
poder: en el caso ex trem o p o d ría e n te n d e rse a u to rita ria s y de ru p tu ra de los autom atism os
tam b ién com o lib e rta d resp e c to de la p o líti­ de los procesos histórico-sociales, en sum a las
ca, en ta n to que p a ra se r libres hay que h acer estaciones lib erales.
sólo lo que e stá d e n tro del p ro p io poder, y el
estado m o d ern o e x p erim en ta fu ertes ten d en ­ E x am in a­
iv. l ib e r a l ism o y c iv iliza ció n m o d e r n a .
cias que co n d u cen a un m áxim o de d e sp o liti­ rem os a h o ra dos tip o s de in te rp re ta c ió n del
zación y de n e u tra liz ac ió n del individuo en la 1. que definirem os respectivam ente: la p rim e­
e sfe ra de lo p riv a d o y de lo no político. ra, " e p o c a l”, en la m edida en que tr a ta de
E ste 1. ético c o rre p elig ro de p re s e n ta rs e c o m p re n d e r el e s p íritu de u n a época; la
com o u n a p o sición a ris to c rá tic a , reiv in d ica­ segunda, " e s tru c tu ra l" , en la m ed id a en que
da por re strin g id a s élites, com o la p o lítica de tra ta de c o m p re n d e r las e s tru c tu ra s , ya sean
los in te le c tu ale s. La au sen c ia del elem en to é sta s in stitu c io n a le s (el estado) o so ciales (el
esp ecíficam en te político se explica, en p a rte , m ercado, la o p in ió n pública), D ado q u e p ro ­
p o r el h ech o de que e sta s reiv in d icacio n es cedem os tip o lógicam ente, se p u ed e a firm a r
su rg en so b re todo en p e rio d o s en que las que la p rim e ra dom inó en la c u ltu ra p o lític a
e s tru c tu ra s a u to rita ria s del e sta d o no p e rm i­ e n tre las dos g u e rra s, en ta n to que la seg u n ­
ten la p o lítica, o en aq u ello s en q u e la m ovili­ da se ha ido p re c isa n d o m ejor y c o n fig u ra n ­
zación to ta lita r ia d e ’ los in d ividuos red u ce do en e sta p o sg u e rra . Sin em bargo, a m b a s se
to d as las m a n ifestac io n e s de la vida en p o lí­ desenvuelven d e n tro del m ism o h o riz o n te de
tica: b a s te p e n s a r en la reiv in d icació n de la discu rso : el 1. es un fenóm eno que c a r a c te r i­
lib e rta d relig io sa en el p eriodo del a b so lu tis­ za la E u ro p a en la edad m o d ern a. E s ta a fir ­
mo o en la "re lig ió n de la lib e r ta d ” de Croce m ación es ju s ta si el uso del adjetivo " m o d e r­
en la e ra de los to ta lita rism o s . Sin em b arg o , n o " fu e ra n e u tra l y d e scrip tiv o ú n ic a m e n te
el p e n sa m ie n to p olítico lib e ra l (con Locke, (después del siglo xvi); con fre c u e n c ia es, en
M ontesquieu, C onstant) ha sostenido siem pre cam bio, a ltam en te evaluativo (el bien después
que la lib e rta d política y la p a rticip ació n efec­ del mal), dado que lo " m o d e rn o ” tien e un
tiva de los c iu d a d a n o s en el p o d e r legislativo " v a lo r” . E ste p u n to de vista es m uy p e lig ro ­
es, en ú ltim a in sta n c ia , la ú n ica g a ra n tía v er­ so y e n tra ñ a graves riesgos de m alas in te rp re ­
d a d e ra de to d a s las dem ás lib e rta d e s a u tó n o ­ tac io n es en el p lan o h istó ric o del 1. que t r a ­
m as, en ta n to q u e Tocqueville te n d ía a c o n si­ ta re m o s de s e ñ a la r al h a b la r de tre s " p re ju i­
d e ra r que la in sta n c ia ética lib eral po d ía re a ­ c io s ” : el filosófico (iv), el ju ríd ic o y el h is tó ­
liz a rse ú n ic a m e n te en la p o lítica. rico (v).
A través de e s ta rein terp retació n , hecha con In ic ia lm e n te se debe o b s e rv a r q u e si todo
la a y u d a de los " c lá s ic o s ” del 1., de las tre s lo que se d a en lo " m o d e rn o ” se liga p o sitiv a ­
defin icio n es del co n cep to de lib e rta d , no m en te con el 1. se te rm in a p o r tra n s fo r m a r
h em o s lo g ra d o to d av ía d e fin ir el 1.; los re s u l­ la c o n tig ü id a d de p ro ce so s h istó ric o s d iv er­
tad o s de la re c o n s tru c ió n " h is tó ric a ” del sos en su co in cid en cia. De e ste m o d o se llega
re g is tro de los m o vim ientos y de las ideas con fre c u e n c ia a u n a visión p ro v id e n c ia l y
lib e rale s, p o r u n lado, y p o r el o tro , del ex a­ triu n fa lis ta del 1. que p ierd e la a sp e re z a de
LIBERALISMO 885

su s lu ch as, sus fre c u e n te s d e rro ta s , la d iv er­ e stá p o r c o n q u is ta rs e en su to ta lid a d , re p re ­


sidad de sus e strateg ias según las diversas cir­ senta la p rim e ra r u p tu r a rad ical con la Edad
c u n s ta n c ia s h istó ric a s. En sum a, se p ierd en Media, en la q u e no h a b ía cabida cultural p a ra
las estacio n es lib e rale s c o n c re ta s p a ra te n e r la convicción del v alor universal y creativo de
un 1. sie m p re —al m en o s h a s ta la segunda la lib e rta d , que sólo se d ab a bajo la fo rm a de
m itad del siglo xix— en la cim a de la historia: privilegio. M ás a d e la n te , la refo rm a p ro te s ­
el 1. en su h isto ria m ás v e rd a d e ra no coinci­ ta n te —y so b re todo el calvinism o— lleva a
de siem p re con el gobierno, p u esto que con la d o c trin a del libre exam en, dem uele el p rin ­
m u ch a fre c u e n cia se e n c o n tró en las p o sicio­ cipio de una je ra rq u ía eclesiástica com o órga­
nes de una radical oposición, si no es que h as­ no de de m ediación e n tre el h om bre y Dios,
ta de u n a herejía. p o r lo que se e m a n c ip a la co n cien cia de los
A dem ás, e sta in te rp re ta c ió n u n ita ria del 1. d istin to s individuos, m in istro s del v e rd a d e ­
en la e d a d m o d ern a con d u ce a d e sc rib ir sus ro Dios, que en la asce sis in tra m u n d a n a d is­
a lb o res, su apogeo y su ocaso. En las in te r­ ciplina racio n alm en te toda su propia vida. De
p reta cio n e s epocales, m ás o p tim istas, el 1. m an e ra sem ejante, c o n D escartes se p ro d u ­
debería ser verificado y su p erad o por el socia­ ce un rech azo de la trad ició n , y la razón
lism o, hijo tam b ién d e la m o d ern id ad (De e n c u e n tra en sí m ism a su p u n to de p a rtid a ,
R uggiero y Laski). En las in te rp re ta c io n e s elim in an d o con la d u d a m etódica y el e sp íri­
e s tru c tu ra le s , m ás p e sim ista s, el final del 1. tu c rític o to d o s los d ogm as y todas las c re e n ­
es un fenóm eno de a u to d e s tru c c ió n y coinci­ cias, confiada únicam ente en los nuevos m éto ­
de con la c ris is de E u ro p a (Elaberm as, Kose- dos e m p íric o -a n a lític o s de la ciencia. E sta
lleck); la apariencia del I. e stá dem o strad a por revolución cu ltu ral llegará a su plenitud polí­
su rá p id a conversión en " fa sc ism o ” (M arcu- tica en la Ilu stra c ió n , p u esto que en n o m b re
se, H orkheim er), com o consecuencia de la de la razón se d e c la ra la g u e rra c o n tra la tir a ­
tra n sfo rm a c ió n del m ercad o : son dos form as nía e je rc id a p o r el estad o , p o r la iglesia, p o r
del dom inio " b u rg u e s a s ” (Kühnl). En el m e r­ la escuela, p o r los m ito s y p o r las c o stu m b re s
cado, en efecto, p rim e ro o p eran los c a p ita lis­ so b re las con cien cias, p u e sto que, en u n a
tas in d iv id u ales, con la posesión efectiva de p a la b ra, se em pieza a a p licar el e sp íritu cien ­
las propiedades privadas, g arantizadas p o r un tífico al dom inio de la n a tu ra le z a y a la re o r­
estad o n e u tra l; pero d esp u és, con el c a p ita ­ ganización de la sociedad.
lism o m o n o p o lista o con el c a p ita lism o de Se tra ta de un la rg o proceso h istó ric o que
estado, se q u ita to d a c a b id a a la lib e rta d y se ha llevado al individuo a sentirse libre, a te n e r
en c am in a h a c ia la so c ie d a d to ta l del p u ro una plena conciencia de sí m ism o y de su p ro ­
dom inio, p o rq u e e s ta r ía reg u la d a p o r u n a pio v alo r, a q u e re r in s ta u ra r c o m p letam en te
razón q u e sólo c a lc u la las m ag n itu d e s y las el regnun h o m in is so b re la tie rra . Los o ríg e­
cosas, en ta n to que m a rg in a la lib e rta d y la nes del I. coiciden de este m odo con la fo rm a ­
fan tasía de los h o m b res. ción de la m ism a "civilización m o d e rn a ”
Las in te rp re ta c io n e s epocales del 1., al tr a ­ (europea), que co n stitu y e la victoria del inma-
ta r de d efin ir el espíritu, buscan todas el "p ró ­ n en tism o so b re el tra sc e n d e n tism o , de la
logo en el c ie lo ” de las fo rm a s h istó ric a s de! lib ertad sobre la revelación, de la razón so b re
1. (De R uggiero, Laski). E ste e s p íritu co n sis­ la a u to rid a d , de la ciencia so b re el m ito.
te en la nueva concepción del hom bre, que se El lím ite de e sta rec o n stru c c ió n epocal del
va consolidando en E u ro p a a través de la ru p ­ 1. consiste en un preju icio "filosófico" que lle­
tu ra con la E dad M edia y que tiene com o e ta ­ va a re s u lta d o s q u e —en el plano de la c ríti­
pas esenciales el ren acim ien to , la reform a, el ca h istó ric a — ya no son sostenibles. In te rp re ­
racio n alism o (de D e sc a rte s a la Ilu stració n ). ta, en efecto, un fenóm eno e stric tam e n te polí­
El R enacim iento, con su concepción antropo- tico, com o es p rec isam e n te el I., p a rtie n d o de
céntrica en c o n tra del dualism o medieval, con la tra d ic io n a l perio d izació n de la h isto ria de
su indicación de la d ig n id a d del hom bre, con la filo so fía m o d ern a , e n te n d id a com o victo­
su visión te rre n a de la vida y de los p ro b le ­ ria del su b je tiv ism o so b re la tra sc e n d e n c ia o
m as que en la m ism a debe reso lv er el h o m ­ com o re d e sc u b rim ie n to de lo a b so lu to en el
bre, con sus ciencias m u n d an a s, con su se n ­ h o m b re m ism o que, de e sta m an era, se uni-
tido o rg u llo so y o p tim is ta de un m u n d o que versaliza. En e sta reconstrucción, los clásicos
886 LIBERALISMO

del 1., ligados to d o s ellos a la política, tienen tad o desde el p u n to de vista filosófico y el 1.
poco peso, en ta n to q u e tienen d e m a siad o desde el p u n to de vista p o lítico co n siste en
peso los de la filosofía, por lo que se c o rre el el hecho de que el p rim e ro ex alta la u n id ad
peligro de c o n v e rtir el 1. en la m an ifestació n de la v o lu n ta d p o lític a so b e ra n a y el segun­
p o lítica de la filosofía “ m o d e rn a ” . E n o tro s do defiende las d iferencias e n tre los diversos
térm in o s, se c o rre el p elig ro de c o n v e rtir el g ru p o s sociales. E n la h isto ria de la E u ro p a
1. en u n a concepción del m undo, en u n a ideo­ m o d ern a se da to d a una se rie de fenóm enos
logía s in c re tis ta , re c o n s tru id a a posteriori, c u ltu ra le s y sociales que ro m p en el o rd en en
so b re m a te ria le s filosóficos divergentes, p re ­ que se a p o y a b a el m u n d o m edieval y disg re­
cisam en te c u a n d o es m uy difícil, si no im po­ gan la sociedad. Por un lado, tenem os la refo r­
sible, in s e r ta r los clásicos del p e n sam ien to m a p ro te s ta n te y la a p arició n de u n a p lu ra li­
p olítico lib e ra l en una h is to ria de la filosofía d ad de iglesias; p o r el o tro, ten e m o s la c o n ­
p e rio d iza d a de a c u e rd o con el c rite rio de lo solidación de un m erc ad o a b ie rto en que s u r ­
" m o d e rn o ” (ilu stra d o o rom ántico). gen nuevos g ru p o s sociales, que em p iezan a
E sta reco n stru cció n epocal debe ex a m in ar­ d a rs e c u e n ta de sí m ism os y a c o n tr a p o n e r ­
se n u e v a m e n te d e sd e un p u n to de v ista p o lí­ se. El a c to d e n acim ien to del 1. c o n siste, p r e ­
tico y no filosófico q u e tom e en c u e n ta p ro ­ cisam en te, en d a rs e cu enta de que e s ta d iv er­
cesos sociales m ucho m ás v asto s y c o m p le­ sidad no es u n m al sino u n bien, y de que, p o r
jos. N o c ab e d u d a que el 1. e s tá e s tre c h a m e n ­ consiguiente, es necesario e n c o n tra r las so lu ­
te ligado con la teo ría del individualism o, que ciones in stitu c io n a le s p a ra que e sta sociedad
es p ro p ia de la c u ltu ra de la E u ro p a m o d e r­ “ d iv e rs a ” p u e d a m a n ifestarse . Las d o s g ra n ­
na; au n q u e las m otivaciones c u ltu ra le s c a m ­ des e ta p a s a tra v é s de las cuales m a d u ra el
bian p ro fu n d a m e n te desde el ren a c im ien to 1. son el d ebate sobre la lib ertad religiosa, con
h asta el rom anticism o. Sin em bargo, el 1. sólo la n e c e sa ria sep aració n e n tre lo p o lític o y lo
es u n a de las soluciones p o líticas de e sta te o ­ relig io so (M ilton, Locke), y la d e fe n sa de los
ría, la que se p re s e n ta h istó ric a m e n te com o p a rtid o s políticos com o can ales de ex presión
v encedora con las d iv ersas D eclaracio n es de de los d iv erso s g ru p o s so ciales (Hum e,
los derechos del h o m b re y del ciudadano, que Burke).
co n sag ra n las lib e rta d e s —en p lu ra l— de los Finalm ente, la m ism a concepción inm anen-
d istin to s c iu d a d a n o s. El p u n to de vista filo­ tista es la que debe tra s to c a rs e y e n te n d e rs e
sófico conduce, en cam bio, a se ñ ala r, d e n tro no com o un d e sa rro llo ideal (o filosófico) a
de u n a visión p ro g re s is ta (ilu stra d a) o p ro v i­ trav és del cu al el pen sam ien to a lcan za la p le­
dencial (rom ántica) las e ta p a s n e c e sa ria s e n itu d de la auto co n cien cia sino com o un sim ­
inevitables a tra v é s de las c u ales el h o m b re ple hecho, o com o un proceso histórico-social,
se e m a n c ip a p a ra lleg ar a la razón a b s tra c ta que c a ra c te riz a la h isto ria de la E u ro p a
" u n iv e rs a l” de la Ilu stra c ió n o a la razón h is ­ m oderna, llam ado actu alm en te de se cu la riz a ­
tó ric a " u n iv e rs a l” de la filosofía ro m á n tic a , ción o de la m u e rte de Dios; en e s te e sc e n a ­
en cuyos elem entos, según los diversos a u to ­ rio se debe c o lo c a r la h is to ria del 1. P o r una
res, se e n c o n tra ría la plena convicción de la parte, se debe ten e r presente el proceso de lai­
idea lib eral. P ero este Ir filosófico, d e p ro c e ­ cización de la c u ltu ra política, c a d a vez m ás
dencia fra n c e sa (R ousseau, C ondorcet) o a le ­ m arc a d o a p a rtir del siglo xvi, y q u e resu ltó
m an a (Hegel), m ira a la lib e rta d en sin g u la r in ev itab le debido a la m ayor c o m p lejid ad de
—o sea a b so lu ta — que el individuo sólo a lcan ­ la ad m in istra c ió n del estad o m o derno, p o r lo
za si es c a p a z de elevarse a lo u niversal a la que e ra n necesarias técnicas racionales, b a sa ­
v o lu n ta d g e n e ra l o a la v o lu n ta d del estado, das en la cu an tificació n , o la ap lic ac ió n de la
que ú n ica m en te son m an ifestac io n e s de u n a razón p a ra u n ifo rm a r los d ato s de la tra d i­
lib e rta d a u té n tic a . En síntesis: la p e rs p e c ti­ ción. P or la o tra p arte, se debe te n e r p re se n ­
va filo só fica re d u c e la lib e rta d del in dividuo te el c re c ie n te p roceso de difusión de la cu l­
a la vo lu n tad general o al estado, en ta n to que tu ra , desde la invención de la im p re n ta , que
la p ersp ectiv a política p retende g a ra n tiz a r las m u ltiplicó la fu erza y la difusión de las ideas,
lib e rta d e s e m p íric a s de los d istin to s in d i­ h a s ta la rev o lu ció n de los m edios de c o m u n i­
viduos. cación de m asa, que puso a los in d iv id u o s en
U na segunda d ife ren c ia e n tre el 1. in te rp re ­ condiciones de se n tirse su je to s lib re s y auto-
LIBERALISMO 887

nom os en la fo rm u la c ió n de su p ro p io ju icio . o sea la co nfianza en la razón, so ste n id a p o r


El su bjetivism o m o derno, q u e lleva al indi­ la vo lu n tad de la m ayoría, o en la ciencia, que
viduo a so m eter p ro g re siv a m e n te al co n tro l se ría capaz de c o n s tru ir el v e rd a d e ro o rd e n
de la razón to d as las fo rm as c o n d ic io n an te s económ ico, p lan ific a n d o la vida social. E n
de su vivir (desde la razón h a s ta la ciencia, o tro s térm in o s, el 1. no c re e que la sociedad
desde la p o lítica b a s ta la econom ía, desde la sea u n a m áq u in a q u e p u e d a c o n s tru irs e a r t i ­
ética h a s ta la estética), y a e x p re s a rs e a t r a ­ ficialm ente de a c u erd o con u n m odelo d o c tri­
vés de las form as m ás v a ria d as y e x tra v ag a n ­ n a rio sino q u e la ve com o un o rg an ism o que
tes, no c o n siste ta n to en u n a evolución filo ­ debe c re c e r de a c u erd o con las tendencias de
sófica cu an to en un v e rd a d e ro proceso social sus fu erz a s in te rn a s , en la lib e rta d d ia lé c ti­
h a d a u n a igualdad cada vez m ayor de las con­ ca de los valores q u e ex p resa (J: S. Mili). El
diciones y de los p en sam ien to s, en la que la m arx ism o es m ás b ien el h e re d e ro del ra c io ­
lábil su b je tiv id a d e m p íric a triu n fa so b re el nalism o co n stru c tiv ista de la Ilustración. P re ­
su jeto tra sc e n d e n ta l: en e ste nuevo o rd e n a ­ c isa m en te p o r e sto el 1. se ve llevado a re c la ­
m ien to social el a b so lu to , d e sc u b ie rto p o r la m ar lím ites p a ra el poder d el gobierno, a d e s­
filo so fía com o in m a n e n te en el individuo, se c o n fia r de la v e rd a d objetiva y a b so lu ta , a
ha m an ifestad o —tra s to c a d o — con el c o n fo r­ e s tim u la r una m e n ta lid a d e x p e rim e n tal y
m ism o de la sociedad de m asa, en la que todos p ra g m á tic a , que som eta c o n tin u a m e n te a
los h o m b re s se cre e n lib res y autónom os en com p ro b ació n em p iric a su s propios e n u n c ia ­
sus p en sam ien to s, y con la d e stru c ció n de dos, p o rq u e sólo é s ta p e rm ite una c o n fro n ta ­
todas las a u to rid ad es in stitucionalizadas o de ción o diálogo positiv o e n tre posiciones p o lí­
todos los valores tra sc e n d e n te s, en ta n to que ticas d iversas. En o tro s térm in o s, los lib e ra ­
au m e n ta la presió n de la opinión com ún que, les se reconocen m á s en u n m étodo que en
al c a m b ia r de las m odas, da cab id a m áxim a una d o c trin a.
a la lib re m a n ifestac ió n de u n a su b jetiv id ad S in em b arg o la equivocación m ás grave
fu era de to d a n o rm a. co n siste en ver en el 1. u n a co n secu en cia de
E ste p reju icio “ filo só fic o ” que pone en el la refo rm a (o del puritanism o): u n a tesis m uy
ren acim ien to , en la re fo rm a y en el ra c io n a ­ d ifu n d id a ta n to e n tr e los cató lico s integris-
lism o el "prólogo en el cielo” del 1., lleva a tres tas com o e n tre los lib e rale s laicos, que igno­
g raves equivocaciones en el plano histó rico , ra los m otivos radicalm ente religiosos no libe­
que a h o ra es co nveniente señ alar. En el p e n ­ rales que a n im a ro n a lu te ran o s, c a lv in ista s
sam ien to político lib e ral, sim p re a te n to a la y p u rita n o s, y olvida que la refo rm a es la a n tí­
realid ad , falta c o m p le ta m e n te el ideal del tesis y no la co n tin u a ció n del ren a c im ien to .
ren acim ien to de P rom eteo, la org u llo sa c e r­ Si el p e n sam ien to lib eral asum e m otivos de
teza de que el hom bre, una vez ro ta s las c a d e ­ la religión c ris tia n a , los ab so rb e ta n to de la
nas, rea liz a ría en la tie rra su co m p leta e m a n ­ refo rm a católica (el libre albedrío de Erasm o)
cipación ju n to con la de la hum anidad. Lo que com o de la p ro te s ta n te (el pesim ism o a n tr o ­
le im pide acceder a e s ta concepción perfec- pológico), pero en una síntesis, que es política-
tista es el a rra ig a d o p esim ism o a n tro p o ló g i­ se c u la r y no religiosa, d a d o que no m ira a la
co, p o r el cual al lib e ral le co rre sp o n d e ú n i­ salvación u ltr a le rr e n a sin o a un o rd e n p olí­
cam ente un p acien te tra b a jo de re c o n s tru c ­ tico te rre n a l b a sa d o en las lib e rta d e s civiles
ción c o n tra las am enazas, siem pre nuevas y y en el c o n tro l del poder político, al que se
siem pre d istin ta s, a la lib e rta d . Su co n fian za le q u ita todo fu n d a m e n to sacro. C ie rta m e n ­
en el individuo no es ilim itada: sólo se tiñe te es v e rd a d que en F rancia, d u ra n te las gue­
de tin tes o p tim ista s en la polém ica c o n tra el rra s de religión, y en In g la te rra , a n te s v
p atern alism o a b so lu tista que parte de la m is­ d u ra n te las g u e rra s civiles, e n c o n tram o s en
m a p re m isa a n tro p o ló g ic a p e sim ista p a ra el d e b a te p olítico u n a com binación e stre c h a
c o n c lu ir que los h o m b re s son incapaces de e n tre a rg u m en tacio n es co n stitu cio n ales, teo­
a u to g o b e rn arse y de elegir su p ro p ia felici­ rías p o líticas d e m o c rá tic a s y m otivaciones
dad (Kant). religiosas, pero sólo se tr a ta de u n a co m b i­
De m anera sem ejante, el p ensam iento libe­ nación, debida a las c irc u sta n c ia s h istó ric a s
ral no co m p a rte el racio n alism o c o n s tru c ti­ p a rtic u la re s , que la secularización de la c u l­
vista propio de u n a p a rte de la Ilu stra c ió n , tu ra po lítica d e sh a ría fácilm ente.
888 LIBERALISMO

En esto s d e b a te s p o líticos em piezan a des­ encim a del estado que pueda lim itar su volun­
tacarse los p rim ero s principios del 1. P ero este tad: el estad o conquista de este modo el poder
sólo pone de m a n ifie sto su asp ecto de a u to ­ de d e te rm in a r p o r m edio de las leyes la co n ­
nom ía en la re s p u e s ta q u e da al p ro b le m a de d u c ta de los sú b d ito s. Los m ism os d erech o s
la ru p tu r a de la u n id a d religiosa, re sp u e sta subjetivos se p re se n ta n con frecu en cia com o
que, en un p rin cip io , es de to le ra n c ia y que concesiones g ra tu ita s o com o ex p resió n de
luego es de lib e rta d religiosa: la lib e rta d reli­ u n a autolim itación del poder del estado. Ade­
giosa es la cu n a de la lib e rta d m o d ern a . La m ás, se define fre c u e n te m e n te la so b e ra n ía
conclusión de e s ta larg a y co m pleja h isto ria , en térm in o s del p o d e r y no de derecho: sobe­
que es testig o de las a p o rta c io n e s de los polí­ ran o es aquel que tiene la fu erza p a ra h a c e r­
ticos, que raz o n a b a n en térm in o s de razón de se ob ed ecer y no el q u e deriva este p o d e r de
estad o p a ra d e fe n d e r la to leran cia, d e los u n a ley su p erio r. En el plano político, el e s ta ­
católicos fo rm a d o s en la trad ició n h u m a n is ­ do m oderno rep re sen ta la destrucción del plu­
ta e ra sm ia n a , q u e p re fe ría n la p e rsu a c ió n a ra lism o org án ico p ro p io de la so cied ad c o r­
la persecución, del ala m ás radical de la refor­ p o rativ a p o r capas: b ajo su in cesan te acción
m a p e rse g u id a en to d as p a rte s, y p o s te rio r­ se e lim in an todos los ce n tro s de a u to rid a d
m ente de los d e ísta s y de los ateos, no es cier­ que reiv in d ican funciones p o lític a s a u tó n o ­
tam e n te el e sta d o d e m o c rático laico con su m as, com o las ciu d ad es, los estad o s, las c o r­
religión civil, ni el e sta d o ético, que n o s lle­ p o racio n es, de m a n e ra que no haya n in g u n a
gan de la tra d ic ió n del jaco b in ism o fra n c é s m ediación (política) e n tre el prín cip e, d e p o ­
y del idealism o alem án, respectivam ente, p re­ sita rio de u n a vo lu n tad su p erio r, y los in d i­
cisam ente p o rq u e "la ico ” y "é tic o ” son expre­ viduos, red u c id o s a u n a vida m e ra m e n te p r i­
siones de la religión de lo " m o d e rn o ”. La ver­ vada e ig u alad o s todos en cu a n to m ero s súbr
d a d e ra co n clu sió n se e n c u e n tra en el p rin c i­ ditos. En el plano sociológico el estado m oder­
pio, c la ra m e n te e n u n ciad o p o r T ocqueville, no se p re s e n ta com o e sta d o a d m in istra tiv o ,
de iglesias lib re s en e sta d o libre, en q u e las en la m ed id a en q u e e stá a d isposición del
iglesias no re p re s e n ta n un refugio p a ra el p rín c ip e un in stru m e n to o p erativ o nuevo: la
individuo en su ser p riv a d o sino que c o n s ti­ m oderna burocracia, que es una m áq u in a que
tuyen u n a v e rd a d e ra in stitu c ió n p o lítica, que a c tú a de m an e ra racio n al y efic ie n te en v is­
g a ra n tiz a a la c o m u n id a d toda la riq u e z a de tas a un objetivo d ire c ta m e n te d e p e n d ie n te
una vida é tic a y religiosa, cap az de op o n erse de él.
a los im p u lso s hedon-istas h acia la sociedad La h isto ria del 1., según ellos, p a s a de e ste
del b ie n e sta r, que re p re s e n ta el p elig ro m ás m odo a tra v é s de la h isto ria del e s ta d o a b so ­
insidioso p a ra la lib e rta d en u n a sociedad luto, p o rq u e la consolidación del elem ento de
d e m o c rá tic a de m asa. la a u to rid a d co n stitu y e la p re m isa n e c e sa ria
p a ra u n a a u té n tic a lib e rta d , que no sea un
v. l ib e r a l is m o , e r a b u r g u e s a . La in te rp re ta c ió n m ero p rivilegio de e sa clase o de ese e s tra to .
e s tru c tu ra l, tra d ic io n a l e n tre los ju ris ta s , ha El 1. (y/o la dem ocracia) re p re s e n ta de este
sido re to m a d a rec ien te m e n te p o r h isto ria d o ­ m odo la reco n q u ista desde la base de esta for­
res de in sp ira c ió n m a rx ista o w eb erian a: el m a de e sta d o llegada a su p len itu d : el 1. c o n ­
1., según éstos, es hijo del e sta d o m o d ern o o, duce a la a u to lim ita c ió n del e sta d o a fin de
■más a m p liam en te, n ace com o co n secu en cia g a ra n tiz a r los d erech o s p ú blicos su b jetiv o s
o com o re s p u e s ta a la nueva fo rm a de o rg a ­ de los c iu d a d a n o s en ta n to que la d e m o c ra ­
nización del p o d e r que se in s ta u ra en E u ro ­ cia sirve p a ra la leg itim ació n de e ste e sta d o
pa a p a r tir del siglo xvi. a tra v é s del su fra g io u n iv ersal. E s ta tesis es
El estado m oderno se define com o el m ono­ la ex p resió n del p reju icio " ju ríd ic o ” que con­
polio de la fu e rz a (o del p o d e r de decisió n en duce a in te r p re ta r m al la h isto ria del 1. y a
ú ltim a in stan cia), que se ejerce en tre s nive­ d e sco n o c e r la c o n trib u c ió n que sólo é ste ha
les: ju ríd ic o , p o lític o y sociológico. E n el p la­ dado a la p ro yección de p ro c e d im ie n to s j u r í ­
no ju ríd ic o , con la a firm a c ió n del co n cep to dicos y e s tr u c tu r a s in stitu c io n a le s g a ra n tis-
de so b e ra n ía q u e confía al e sta d o el m onopo­ tas. En efecto, en el plano ju ríd ic o , el 1., d e b i­
lio de la p ro d u c c ió n de las n o rm a s ju ríd ic a s do a sus lazos e stre c h ísim o s con el c o n s titu ­
po r lo que no existe un d e re c h o vigente p o r cionalism o, sie m p re tuvo fe en el p rin c ip io
LIBERALISMO 889

(m edieval) de la lim ita ció n del p o d e r político la n a tu ra le z a (liberal y no d e m o c rática ) y los


a trav és del derecho, p o r lo que sólo son sobe­ o ríg en es (m edievales y no m o d ern o s) de u n a
ra n a s las leyes, p re c is a m e n te las leyes que in stitu c ió n c a rd in a l d e los a c tu a le s s is te m a s
lim ita n el p o d e r del go b iern o . En el p lan o c o n stitu c io n al-p lu ra lista s, el del control de la
político el 1. se p re s e n tó sie m p re com o un c o n stitu c io n alid ad de las leyes, que sirve p re ­
d e fe n s o r de las a u to n o m ía s y de las lib e rta ­ cisam en te p a ra g a ra n tiz a r los derechos de los
des de la sociedad civil y de ¡os cu erp o s in te r­ " d is tin to s ” c iu d a d a n o s c o n tra la voluntad de
m edios que m edian e n tr e las exigencias re a ­ la m ayoría y sin la cu al cu alq u ier declaració n
les de la so cied ad y las in sta n c ia s m ás esp e­ de los d e re c h o s del h o m b re queda com o la
c ífica m en te políticas: al p o d e r c e n tra l que m era expresión de un acto de buena voluntad.
o p e ra de m a n e ra m in u cio sa, u n ifo rm e y sis­ E s ta in te rp re ta c ió n ju ríd ic a ha sido re f o r ­
tem á tic a, sie m p re le c o n tra p u s o la v a rie d ad , m u la d a re c ie n te m e n te por la h isto rio g ra fía
la d iv ersid a d , la p lu ra lid a d , que se dan en la a le m a n a (K oselleck, H ab erm as, K ühnl) e
sociedad civil, com o v a lo r positivo. En el p la­ inglesa (M acpherson) y puede c o n s titu ir u n a
no sociológico el l. no e stu v o nu n ca de a c u e r­ refo rm u lació n m ás sagaz de una tesis m a rx is­
do con la idea de e sta d o a d m in istra tiv o , que ta ya tra d icio n a l: el 1. es la ideología p o lític a
p a ra re a liz a r el orden o el b ie n e s ta r o la ju s ­ de la b u rg u e sía en su fase a sce n d e n te , c u a n ­
ticia social relega a los individuos a la vida do el m erc ad o p e rm itía m árgenes de g a n a n ­
p riv ad a: en ta n to que el e sta d o b u ro c rá tic o cia, en ta n to que en la era d e los m onopolios
p e rm ite un m áxim o de desp o litizació n de la y de la p lan ificació n económ ica la b u rg u e sía
sociedad y de n eu tralizació n de los conflictos, optó p o r el e sta d o a u to rita rio , ya sea el f a s ­
p a ra los pensadores liberales lo que debe revi­ c ista (Laski, M arcuse), ya sea el del c a p ita lis ­
tal izarse es p re c is a m e n te la po lítica (incluso mo de e sta d o (H orkheim er),
co nfiada a e stra to s o clases m ás o m enos res­ De a c u e rd o con e s ta in te rp re ta c ió n la m is ­
tringidos), acep tan d o el costo en térm in o s de ma lógica del e s ta d o ab so lu to es la que h a
conflictos que esto im plica, p o rq u e éstos, si creado las p rem isas de su propia destrucción,
se m an tie n e n d e n tro del m arc o c o n stitu c io ­ ya que, en efecto, in s ta u ra una ríg id a s e p a ­
nal, son m an ifestac ió n de vitalid ad y no de ración entre política (o esfera pública) y m oral
desorden. (o e sfe ra privada), d e s te rra n d o de e ste m odo
En sín te sis, este p re ju ic io “ju ríd ic o " nos la m o ra l de la re a lid a d p o lític a y releg an d o
im pide ver que el 1., en continuidad con el pen­ los d istin to s individuos, u n a vez c o n v e rtid o s
sam iento m edieval, se co n fig u ra p re c isa m e n ­ en m ero s sú b d ito s, a la e sfe ra p rivada. Sin
te com o lucha c o n tra la consolidación del em bargo, d e n tro de cada e sta d o a b so lu to se
estado absoluto, con posiciones ap aren tem en ­ form a un espacio p rivado interno, que la b u r ­
te d iv ersas en los diversos países, de a c u e r­ guesía, al d a rs e c u e n ta de su p ro p ia m o ra li­
do con la m ayor o m en o r atención que se p re s­ dad, ocu p a p ro g re siv a m e n te p a ra c o n v e rtir­
te al p lan o in stitu c io n a l de los p rin c ip io s del lo en público, au nque no d irectam ente en polí­
ab so lu tism o . De e ste preju icio se pueden tico: las acciones políticas em piezan a ser ju z ­
d educir, desde el p u n to de vista teórico, gadas p o r el trib u n a l de la m oral. E ste tr ib u ­
num erosas interpretaciones equivocadas: p o r nal de la sociedad (clubes, bares, bolsa, cafés,
ejem plo, Locke pu ed e p a re c e r a m uchos academ ias, diarios) se llam a "opinión p ú b li­
com o la expresión de la alianza e n tre la a r is ­ c a ” y a c tú a en n o m b re de la razón y de la c r í­
to cracia y la b u rg u esía, en ta n to que M ontes- tica. Sin em bargo, m ie n tra s que en In g la te ­
quieu puede se r relegado a la reacción a r is ­ rra se tiene una co o rdinación e n tre m o ral
to crática, a p e sa r de que en esencia su p e n ­ (opinión pública) y po lítica (gobierno), en
sam iento no d ifiera m ucho. Adem ás se p u e ­ F ran cia, con la Ilu stra c ió n , se rad icaliza el
de a firm a r que en el siglo xix el 1. acep tó al c o n tra ste , p re p a ra n d o de e ste m odo la c ris is
estado b u ro crático (autoritario), en ta n to que rev o lu cio n aria. La b u rg u esía lib eral se c o n ­
p recisam en te el p e n sam ien to liberal, desde solida, de este m odo, en el siglo x v iii con el
Tocqueville h a sta W eber, fue el que vio en el m onopolio del p o d e r m oral y del p o d e r e c o ­
estado ad m in istra d o r la m ayor am enaza p a ra nóm ico, resp e c to del cual el estado ab so lu to ,
la política y p o r lo m ism o p a ra la lib e rta d . en c u a n to e sta d o m era m e n te político, seguía
F inalm ente se c o rre peligro de no e n te n d e r siendo n e u tra l. Su tra n sfo rm ac ió n y su d e s ­
890 LIBERALISMO

trucción provienen de la opinión pública y del sie m p re fue lib e ral la b u rg u esía c a p ita lista ,
m ercado. com o no sie m p re fueron los lib e ra le s d efen ­
Pero al d e s a p a re c e r el elem ento c rític o de sores de e sta burguesía. É sta es u n a in te rp re ­
la opinión p ú b lic a y de la lib e rta d de m e rc a ­ tación m e c a n ic ista que p ierd e al m ism o p ro ­
do, al d e sa p a re c e r e sto s espacios autónom os tag o n ista , en la m edida en que es incapaz de
de la sociedad civil, d esap arecen tam b ién los e n te n d e rlo desde el in terio r, y, a n c la d a to ta l­
su p u e sto s e s tru c tu ra le s de la acción liberal m ente en la tra y e cto ria de la b u rg u esía, debe
de la b u rg u esía . Si, p o r o tra p a rte , se m o stró c o n c lu ir con el final del 1. o con la realización
que el individualism o, que ta n to en su versión del 1. en el fascism o (ad m itien d o que el fas­
é tica com o en la u tilita ris ta era la base del cism o sea un fenóm eno del c a p ita lism o que
1., es la m an ifestac ió n de la e s tr u c tu r a m is ­ ha llegado al m om ento de su c ris is y no una
m a del m ercado, donde el individuo, en c u a n ­ e tap a del d e sa rro llo político deb id o a un p ro ­
to p ro p ie tario , es to ta lm e n te libre excepto de ceso de a tra s o en la in d u stria liz a c ió n del
las obligaciones c o n tra ctu a le s vo lu n tarias, la país).
sociedad m erc an til y las in stitu c io n e s p o líti­ Se tr a ta de un p rejuicio, p o rq u e, en el pla­
cas liberales de origen c o n lra c tu a lis ta tienen no em p írico , se puede fa lsific a r fácilm ente
una relació n indisoluble. De ahí la inevitable e sta id en tificació n . Ante todo no d a ninguna
c risis a c tu a l del 1., p o rq u e e sta te o ría se p r e ­ cabida, en efecto, a todas las reivindicaciones
se n ta com o in ad e c u a d a p a ra se rv ir de fu n d a ­ de lib ertad política que provienen de los e s tra ­
m ento a la obligación ju ríd ic a d e riv a d a del tos a ris to c rá tic o s y que h an sido d e te rm in a ­
surgim iento de la clase o b rera con una e stru c ­ dos (en In g la terra y en Francia) p o r la d estru c­
tu ra p o lític a d istin ta , b a sad a en la so lid a ri­ ción del p o d e r ab so lu to del p rín cip e, que
dad, que no a c ep ta las leyes in ev itab les del e n c o n tró en E u ro p a, d u ra n te la e ra del des­
m ercado. potism o ilu strad o , un sostén precisam en te en
Nos e n c o n tra m o s a n te el te rc e r p rejuicio, la b u rg u esía p rec a p ita lista y resisten cia en la
el " h is tó ric o ” , que es c ie rta m e n te el m ás nobleza de toga o b u rg u esía de servicios. Este
a rra ig a d o de los tre s: el 1. es la ideología de origen a ris to c rá tic o y no b u rg u és del 1. debe,
la b u rg u esía . Un p reju icio debido a dos e rr o ­ en cam bio, se ñ ala rse , p re c isa m e n te p a ra
res m etodológicos: a n te todo, la b u rg u esía , e n te n d e r alg u n o s aspectos so b re sa lie n te s del
com o clase, es un térm in o m uy vago y eq u í­ 1. c o n te m p o rá n e o : éste, en efecto, tiene con­
voco, po rq u e, cu ando se u sa p a ra u n periodo fianza, c o n tra la dem o cracia p o p u lista, en la
histórico tan largo que coincide con la fo rm a ­ d ia lé c tic a e n tre las élites a b ie rta s y e sp o n tá ­
ción de la E u ro p a m oderna, puede in d icar los neas, y c o n tra la d em o cracia a d m in istra tiv a ,
h a b ita n te s de la ciu d ad , los d e te n ta d o re s de en el a sp ec to de la lu ch a o de la c o n fro n ta ­
cargos, los p ro p ie ta rio s -re n tis ta s, los e s tr a ­ ción p o lítica. La posición de T ocqueville es
tos m erc an tile s, los c a p ita lista s, el e s tra to re p re s e n ta tiv a de e sta tra n sic ió n : un a ris tó ­
m edio de las p ro fe sio n e s libres, los em p lea­ c ra ta , p ero tam b ié n "u n lib eral de tipo nue­
dos de cuello blanco, las clases d o m in a n te s vo” —com o él m ism o se defin ió —, que a sp i­
(o clase política). La b u rg u e sía se co n v ierte ró a f iltr a r en el pueblo las p a sio n e s a ris to ­
así en un fan tasm a de mil caras, al que es difí­ c rá tic a s.
cil im p u ta r la e s tra te g ia c la ra y co n scien te En seg u n d o lugar, si el 1. p olítico se id e n ti­
p a ra el p ro p io d e sa rro llo , q u e s e ría p re c is a ­ ficó, so b re todo en In g la te rra , con el 1. eco­
m ente el lib eralism o . nóm ico, hay que reco n o cer ta m b ié n q u e no
El segundo e rr o r m etodológico co n siste en toda la b u rg u e sía europea fue lib recam b ista,
d ed u cir de la co n tig ü id ad cronológica de dos dado q u e con m u ch a fre c u e n cia a p ro v e c h a ­
procesos h istó ric o s m uy d istin to s (la revolu­ ba el p ro te c c io n ism o e sta tal, oblig an d o a
ción in d u stria l y la co n so lid ació n de la b u r ­ m enudo a los lib e rale s-lib re ca m b istas o a los
guesía c a p ita lis ta com o c la se social hegem ó­ lib re c a m b is ta s no liberales (a veces so cialis­
nica, po r un lado, y del 1. político, p o r el otro) tas) a la oposición.
lazos que no sean m e ra m e n te co n tin g e n te s y En te r c e r lugar, se tr a ta de c o m p ro b a r si,
tra n s ito rio s , c o n v irtie n d o al 1. en un m ero con el ocaso de la e ra b u rg u esa y con el adve­
su b p ro d u c to de la b u rg u e sía , en ta n to que, n im ien to de la sociedad de m asa, en que se
desde el p u n to de v ista h isto rio g rá fico , no da un p ro c e so de p ro le ta riz a c ió n de los a n ti­
LIBERALISMO 891

guos a lia d o s de la b u rg u e s ía c a p italista s, o S ólo d e sp u és d e h a b e r in te n ta d o u n a


con el ad v en im ien to de las sociedades so c ia ­ rec o n stru c c ió n h istó ric a del 1., com o fenóm e­
listas, en las que la b u rg u e s ía d e te n ta d o ra de no "ético -p o lític o ” que se in je rta en el p ro c e ­
los m edios de p ro d u cció n ha sido e lim in a d a so de d e sarro llo de las in stitu c io n e s po líticas
en beneficio de u n a "n u ev a c la s e ” b u r o c r á ti­ re p re s e n ta tiv a s d e los e sta d o s e u ro p eo s, se
ca, los tem as tra d ic io n a le s del 1. y la d e fe n sa p o d rá d e lin e ar m e jo r el papel del p e n sa m ie n ­
de los d e re c h o s civiles cont ra el p o d e r p o líti­ to liberal en la doble tendencia del estado con­
co y social y la lucha p o r la m axim ización de te m p o rá n e o h a c ia u n a solución " so c ia l” o
la p a rtic ip a c ió n p o lític a en e s te p o d e r to d a ­ h acia una so lu ció n " a s is te n c ia l” , p a ra v er si
vía son actu ales o no. e ste papel es el de u n m ero c o n se rv a d u rism o
De e ste p la n te a m ie n to , q u e tra ta de d iso ­ o de una m e ra proyección utópica, p riv ad a de
ciar el 1. de la b u rg u esía (entendida a la m an e­ to d a e sp era n z a de realización p rác tic a , p o r
ra m a rx ia n a com o c la se d e te n ta d o ra de los lo q u e la fe lib e ral se ve o b lig a d a a e n c e r r a r ­
m edios de pro d u cció n ), se d e riv a n e c e s a ria ­ se en el esp acio p riv a d o de la c o n cien cia
m ente u n a rev alu ació n del elem ento ético del m oral.
1.: é ste se p re se n ta , así, com o una re s p u e s ta
a u n a necesid ad m o ra l y e s p iritu a l, se n tid a VI LAS ETAPAS DEL ESTADO LIBERAL EstOS C uatro
por el ho m b re en c ie rta e tap a de su evolución enfoques d istin to s (histórico, filosófico, ép o ­
civil, com o u n a re s p u e s ta q u e tiende a se r ca] y e s tru c tu ra l) n o s han p e rm itid o p o n e r
válida p a ra todos los h o m b re s y, p o r lo ta n ­ m ejo r a p ru e b a m u ch o s asp ecto s del I., p ero
to, universal. Este p lan team ien to im plica una nos han m o stra d o tam b ié n que es im posible
desvalorización de los m otivos extrínsecos del d a r u n a definición ad e cu a d a del m ism o, p r e ­
1. y de las re s p u e s ta s que los lib erales o b u r ­ cisam en te po rq u e no se pu ed e tra z a r una h is­
gueses o b u rg u eses-lib erales dieron a p ro b le ­ to ria del 1. e u ro a m e ric a n o com o si fu e ra un
m as c o n tin g en tes d esd e el p u n to de vista fenóm eno u n ita rio y hom ogéneo, que tie n e
m eram ente político de razón de estado, de u ti­ sus o ríg en es en la tra n sic ió n del c o n s titu c io ­
litarism o , de in te re se s p a rtic u la ris ta s de nalism o m edieval al m oderno, d u ra n te las
clase. g u e rra s de religión y la e ra del iu sn a tu ra lis-
A e s ta a ltu ra vuelve a ser a c tu a l la p re g u n ­ mo, su apogeo d u ra n te la e ra de la revolución
ta so b re la a c tu a lid a d del 1.: con el c a p ita lis ­ d em o crática (1776-1848) y su crisis en el adve­
mo de e sta d o (ad m in istra d o p o r la vieja b u r ­ nim iento de los regím enes totalitario s o de los
guesía o p o r la nueva clase de las b u ro cra c ia s estad o s a sisten c iale s. E sto no q u ita que haya
socialistas) el e sta d o c o n te m p o rá n e o ha sido " e s ta c io n e s ” lib erales, en las que p o d am o s
testigo, en efecto, p o r un lado, de la progesi- e n tre v e r dos c o n sta n tes: u n a en el plano in s ­
va d e sa p a ric ió n de la opinión p ú b lica rac io ­ titu cio n al y la o tra en el p lan o de los c o n te n i­
nal y c rític a por la m an ip u lació n de los dos ético-políticos.
m edios de co m u n icació n de m asa y, po r el En el plano de la organización social y cons­
otro, del m ercado, com o espacio autónom o en titucional de la convivencia, el 1. sie m p re ha
que p u eden c o n fro n ta rs e e lá stic a m e n te las prom ovido com o in stru m e n to s de innovación
d iv ersas e s tra te g ia s y los co n su m id o re s p u e ­ y de tran sfo rm ació n social, en co n tra de c u a l­
den e x p re sa r lib rem en te su voto. A hora bien, q u ie r fo rm a p o sible de e sta d o ab so lu to , las
la p re g u n ta es ésta: ¿el e sta d o c o n te m p o rá ­ in stitu c io n e s re p re s e n ta tiv a s (o sea la lib e r­
neo perm ite todavía una posibilidad de expre­ tad política con la p a rticip a ció n in d ire c ta de
sión p ú b lica y no p riv a d a de la necesid ad los ciu d a d a n o s en la política y con la re s p o n ­
m oral y e sp iritu a l del h a m b re o, p o r el co n ­ sabilidad del gobierno en las confrontaciones
tra rio , tiende a c o n c e n tra r en sí m ism o no de los p a rla m e n to s y/o del electorado), la
sólo el p o d er p o lítico (com o el e sta d o a b so ­ a u to n o m ía de la sociedad civil com o a u to g o ­
luto), sino tam bién el poder m oral-intelectual b iern o local y aso ciativ o o com o espacio eco­
(por los m edios de com unicación de m asa) y nóm ico (el m ercado) y c u ltu ra l (la opinión
el p o d er económ ico (a trav és de la p lan ific a ­ pública) d e n tro del estado, no a d m in is tra d o
ción), siendo de e ste m odo sólo un p erfeccio ­ d ire c ta m e n te p o r e ste últim o. Desde el p u n ­
nam iento o la co n clu sió n lógica del an tig u o to de vista in stitu c io n a l, el 1. se c o n fig u ra
a b so lu tism o ? com o la racio n alizació n del co n slitu cio n alis-
892 LIBERALISMO

mo m edieval en In g la te rra y de la e x p e rie n ­ les, y los m odos, m ás o m enos eficaces, p a ra


cia colonial en Am érica, o com o ten ta tiv a , en su tu te la ju ríd ic a .
F rancia, p rim e ro de re v ita liz a r a n tig u a s in s ­ La cuna de la lib ertad m oderna son las gue­
titu cio n es c aíd as en desuso, y luego de p r o ­ rra s de religión q u e p erm itiero n la consoli­
yectarlas de acuerdo con m odelos racionales, dación del ideal de la lib e rta d religiosa, y
o en Alemania, de racionalización ju ríd ic a del todos los clásicos del 1. p e rm a n ec e n fieles a
e sta d o a b so lu to (el e sta d o de derecho, los e sta reiv in d icació n de la lib e rta d é tic a del
derechos públicos subjetivos) o com o re in te r­ hom bre. Lockc, al ir m ás ad elan te, reiv in d i­
p retació n de la vieja so cied ad p o r cap as en ca, en m a te ria política, la au tonom ía de la ley
el m arc o de un e sta d o orgánico. A p e sa r de m oral o " filo só fic a ” resp ecto de la ley civil
que en E u ro p a p revalece el e lem en to ra c io ­ y del p o d e r e s p iritu a l del ju icio m o ra l que le
n a lis ta so b re el tra d ic io n a lista , el m odelo c o rre sp o n d e a la opinión pública. E ste ele­
anglosajón, en sus dos v ersio n es del régim en m en to é tic o no sólo puede e n c o n tra rs e en la
p a rla m e n ta rio y del régim en p resid en cial, se c o n stru c c ió n te ó ric a del u tilita ris m o inglés,
e n c u e n tra p rese n te en to d as las o rg an iz ac io ­ del u tilita rism o que se ría c ritic a d o p re c isa ­
nes co n stitu c io n ale s. Desde el p u n to de v ista m ente p o r John S tu a rt Mili.
histórico, estas instituciones liberales presen­ De e s ta defensa de la au to n o m ía m oral del
tan u n a c o n tin u id a d v e rd a d e ra m e n te im p re ­ individuo se deriva precisam ente u n a concep­
sio n a n te y, si excluim os los dos im p e rio s de ción rela tiv ista , la cual reconoce com o p o si­
F rancia, sólo ex p e rim e n tan u n a v e rd a d e ra tiva p a ra to d a la sociedad u n a p lu ra lid a d de
ru p tu ra con el ad v en im ien to del to ta lita r is ­ valores, la im p o rta n c ia del d isen tim ien to , de
mo. Pero no se pu ed e h a c er c o in c id ir la h is ­ la discusión y de la com petencia. Sólo le pone
to ria del 1. con la h isto ria de las in stitu c io n e s com o lím ite que el conflicto y la c o m p e te n ­
liberal-dem ocráticas: estas últim as p resen tan cia sean in stitu cio n alizad o s: en las c o stu m ­
c ie rta m e n te u n a c o n tin u id a d y u n a re s is te n ­ b res a tra v é s de la to le ran c ia, en la po lítica
cia a los cam bios im p rev isto s y rad icales, a través de in stitu cio n es re p re se n ta tiv a s que
p e ro d e n tro de e sta s e s tru c tu ra s se e n c u en ­ p e rm ita n la discusión (el p a rlia m e n tu m ) y de
tra n frecu en tem en te fuerzas p o líticas y socia­ n o rm a s ju ríd ic a s g enerales, pues sólo en el
les que se desenvuelven de a c u e rd o con p r o ­ derech o es p o sib le e n c o n tra r un c rite rio de
g ra m a s e ideologías que no son lib e rale s, si c o ex isten cia e n tre las lib e rta d e s y/o los a rb i­
es que no son ex p líc ita m e n te a n tilib e ra le s. trio s de los d istin to s individuos. E ste r e la ti­
En el p lan o de los c o n te n id o s ético- vism o no es m a n ife sta c ió n de esce p tic ism o
políticos, el 1. revivió de d istin to m odo, según sino de a n tid o g m a tism o p o rq u e p resu p o n e
los diversos m ovim ientos cu ltu rales que m an ­ u n a confianza en la critic id a d del p e n sa m ie n ­
tenían u n a c o n tin u id a d cronológica con él (el to, que se e n c u e n tra p rese n te ta n to en la c u l­
renacim iento, el racionalism o, el utilitarism o, tu ra ilu stra d a com o en la histo ricista, las cu a­
el historicism o). Sin em bargo, es co n sta n te la les —en d iv erso s aspectos y en d iv erso s ca m ­
defen sa del individuo c o n tra el p o d e r (ya sea p o s— c o n flu y en en el 1. c o n te m p o rá n e o a
del e sta d o , ya sea de la sociedad) en pro de n o so tro s. Por un lado, se d e sta c a en m a te ria
un v a lo r m o ral a u tó n o m o y o rig in a l del que política, eco n ó m ica y social el hech o de que
aquél es d e p o sita rio . E sta d e fe n sa re s u lta si la razón qu iere ser c rítica debe so m e te r sus
sié m p re p rim a ria , au n en aq u ello s p e n sa d o ­ p ro p io s p ro y e c to s y sus p ro p ia s so lu c io n e s a
res que re c h a z a ro n u n a concepción ra d ic a l­ c o m p ro b a c io n e s ex p e rim e n tale s co n tin u a s,
m en te in d iv id u alista , com o L ocke con el so pena de c a e r en la ideología; p o r el o tro
re d e s c u b rim ie n to de la sede del v a lo r m o ra l lado, con la convicción del se r h is tó ric o o de
en la c o m u n id a d o com o T ocqueville con su la h isto ric id a d de todas las ideas se confía en
defen sa de la asociación, ú n ico in s tru m e n to la cap ac id ad del p en sam ien to p a ra p e rsu a d ir
p o sib le p a ra la c o n so lid ació n de la lib e rta d c rític a m e n te so b re la d e s a d a p ta c ió n a los
política del individuo. Una m anifestación ju rí­ tiem p o s de d e te rm in a d o s v alo res.
dica de e ste com plejo p ro ce so h istó ric o son Dicho esto, se pu ed e a firm a r q u e la concep­
las d is tin ta s c a rta s y d e c la ra c io n e s de los ción lib e ral es esen cialm en te co m p etitiv a, en
d e re c h o s del h o m b re y del c iu d a d a n o , de su cu an to e stá o rien tad a a poner a los individuos
lib e rta d p o lític a com o de su s d e re c h o s civi­ en co n d icio n es de m ax im iz a r su a u to rre a li-
LIBERALISMO 893

zación, p o rq u e de e sto se deriv a un bien p a ra fia b a a las re p re s e n ta c io n e s de la n ació n la


toda la sociedad. A quélla c re e en la co m p e­ ta r e a de d e te rm in a r, a tra v é s de la ley, la
tencia y en el conflicto, po rq u e sólo éstos p u e­ v o lu n tad com ún de la nación (Locke, M ontes-
den se le c cio n a r a ris to c ra c ia s n a tu ra le s y quieu, Kant, H um boldt, Constant). Los m in is­
espontáneas, élites a b ie rta s, capaces de im pe­ tro s eran “ p e n a lm e n te ” y n o “p o lític a m e n te"
d ir la m e d io c rid a d d e un c o n fo rm ism o de responsables ante la rep resen tació n nacional.
m asa, g o b e rn a d o a d m in is tra tiv a m e n te p o r El segundo reto afecta, e n cam bio, al 1. en
una ru tin a b u ro c rá tic a (Tocqueville, J. S. Mili, el p o d e r, y co in cid e con el ad v en im ien to de
W eber, Croce). Es o p o rtu n o re c o rd a r que la d e m o c rac ia . A é s te se le respondió, a n te
p a ra el p e n sam ien to liberal la te o ría de las todo, con la am p liació n del su frag io e le c to ­
élites co rresp o n d e a u n hecho (y es po r lo ta n ­ ral y con la m arg in ac ió n de la c á m a ra h e r e ­
to em píricam ente falsificable) y no a u n a ideo­ d ita r ia (que se c o n v e rtiría luego ta m b ié n en
logía, en ta n to que c a e en p elig ro sas fo rm a s electiva), y p o s te rio rm e n te con la p ro p u e s ta
de m istificació n id eo ló g ica p re c isa m e n te de u n a división del p o d e r político, ya se a en
quien la niega. P u e sto de relieve este hecho, se n tid o v ertical (au to n o m ía s locales, fe d e ra ­
p a ra el lib e ral se tr a ta , en efecto, de m axim i- lism o) ya sea en se n tid o h o riz o n tal, en el que
zar la p a rtic ip a c ió n a trav és de e s tr u c tu r a s la a n títe s is m ay o ría-m in o ría to m a b a el lu g a r
que p e rm ita n la circu lació n y la co m p eten cia de la a n títe sis rey -p a rla m e n to (F ederalist,
e n tre u n a p lu ra lid a d de élites. A dam s, T ocqueville, J. S. Mili).
Dicho esto, es n e c e sa rio a rtic u la r alg u n a s E sto coincidió con una d istin ta localización
g rad a c io n e s en la h is to ria del 1. que, en sus de los in te rese s del pen sam ien to político, p o r
estaciones m ás válidas, ha sido sie m p re u n a lo q u e la aten ció n y a no se puso en el e sta d o
re s p u e s ta original a los nuevos reto s p o te n ­ y en sus in stitu c io n e s, sin o en la so c ie d a d y
cialm ente a b so lu tistas planteados por el d esa­ en sus e stru c tu ras, precisam ente porque ta m ­
rrollo político y p o r el cam bio social: u n a re s­ bién —y so b re to d o — de ella podían d e riv a r­
p u e s ta en la que él se p re se n ta b a m ás com o se peligros y a m en azas p a ra la lib e rta d del
fu erza d inám ica que com o fuerza d irig id a a individuo en la general atom ización social.
la estabilización. U na fuerza dinám ica d irig i­ C ontra la concepción de la dem ocracia, e n te n ­
da a v a lo riza r, com o p o sitiv as to d as las d ife ­ d id a como realizació n del bien co m ú n a t r a ­
ren ciacio n es que se iban p re se n ta n d o en el vés de la voluntad general, o basada en la exal­
d esarro llo c u ltu ral, político y social de E u ro ­ tació n de la v o lu n ta d de la m ayoría, c o n tra
pa, rec h a z an d o de e s te m odo los ideales p o lí­ e s ta s con cep cio n es m o n istas re a firm ó -—a
ticos de u n ifo rm id a d p ro p io s del a b s o lu tis ­ nivel de la so cied ad — la validez del p rin c ip io
mo, Al p rin cip io se p ro p u so el ideal de la p lu ra lista . É ste se realiza ahí donde hay co h e­
lib e rta d religiosa, luego se d escu b rió la fu n ­ ren c ia real e n tre los diversos g ru p o s p a ra la
ción p a rla m e n ta ria de los p a rtid o s (Hum e, c o n q u ista del p o d e r en el m ercad o electo ral,
Burke), com o e x p resió n de g ran d e s ideales ahí donde es elevada la autonom ía de los su b ­
políticos, fin a lm e n te se identificó la ta re a de siste m a s (p artid o s, sin d icato s, aso ciacio n es,
las asociaciones com o un m odo d istin to en g ru p o s de p resió n ) re sp e c to del s iste m a p o lí­
que la sociedad civil podía a rtic u la rs e (Toc­ tico, ahí donde la elevada p a rticip a ció n p o lí­
queville). tica perm ite el control so b re los diversos líde­
El p rim e r reto e s tá re p re se n ta d o p o r la res, ahí donde el p lu ra lism o p erm ite diversos
tra n sfo rm ac ió n de la m o n arq u ía c o n stitu c io ­ c e n tro s de p o d er (político, económ ico y c u l­
nal m edieval en m o n a rq u ía a b so lu ta y b u ro ­ tu ra l) y p o d eres in te rm e d io s que ejercen una
c rá tic a . El c o n tra ta q u e del 1. al a b so lu tism o función de m ediación política capaz de g a ra n ­
p a rte de la reivindicación de los d e re c h o s tiz a r espacio de autonom ía, o, m ás brev em en ­
n a tu ra le s del individuo y a firm a el p rin c ip io te, ahí do n d e hay un régim en poJiárquico.
de la separación de los poderes. Con este p rin ­ F inalm ente, en la época c o n te m p o rá n e a ,
cipio se g a ra n tiz a b a , por un lado, la in d ep e n ­ tenem os dos fo rm a s m uy d istin ta s de 1., el
dencia del poder ju d icial, m ero a p lic ad o r del occid en tal y el o rie n ta l (o de los países del
derecho (ya sea u n a ley o u n a costum bre), y, este), que e stá n lig ad as, de m an e ras ra d ic a l­
p o r el o tro , se d e ja b a al m o n arc a la titu la r i­ m en te d istin ta s, al reto dei socialism o.
dad del p o d e r ejecutivo, en ta n to que se c o n ­ El 1. occid en tal no p u ed e d e ja r de p re s e n ­
894 LIBERALISMO

tarse com o m etap o lítico o p re p a rtid is ta (B, esencia del 1.: las lib e rta d e s de. Difícil ta m ­
Croce), dado que se ha convertido en p a trim o ­ bién po rq u e las fo rm as m odernas de e sta d o
nio de o tro s m ovim ientos políticos y que las to ta lita rio (aunque de color político opuesto:
e stru c tu ra s del estado liberal-dem ocrático ya com unism o y nazism o) han p ro ced id o a una
no se ponen en discusión: no puede d e ja r de planificación radical de la economía. En otros
invocar, com o ideal, el im perio de la ley y la térm in o s, la d ife ren c ia entre el 1. y el so c ia ­
a n a rq u ía de los e sp íritu s (Einaudi). Ha te n i­ lism o no c o n siste tan to en la m ayor o m enor
do que d a r re sp u e sta , sin e m b arg o a la c u e s­ velocidad con que se p rete n d e llevar a cabo
tión social y al reto del socialism o ante la a c u ­ las re fo rm a s c u a n to en la " c u a lid a d ” de la
sación de d e fe n d e r lib e rta d e s que sólo eran in terv en ció n e sta tal o en la e s tra te g ia gene­
" fo rm a le s ” , en ta n to que la gran m ay o ría de ral del d e s a rro llo social que puede c o n d u c ir
la población no gozaba de las libertades "su s­ a un e sta d o asisten c ial o a un estad o social.
ta n c ia le s” , que e ra n el su p u e sto lógico o la El 1. o rie n ta l, a p e s a r de no h ab er m o s tr a ­
condición esencial de las prim eras. El 1. luchó do todavía de m anera com pleta su ro stro , p re­
esen cialm en te p o r las lib e rta d e s de (o sea de sen ta u n a fisonom ía to ta lm e n te diversa: su
religión, de p a la b ra , de p ren sa , de reunión, m áxim o in té rp re te es M ilovan Djilas, y su
de asociación, de p a rticip a ció n en el p o d er expresión política cu ltu ralm en te m ás p ro fu n ­
político, de in iciativ a económ ica de los in d i­ da ha sid o la " p rim a v e ra ” de P rag a y luego
viduos), y p o r e sto reivindicó un no im p e d i­ el “o toño” polaco. El 1. del este nace com o ten­
m ento p o r p a rte del e sta d o y u n a g a ra n tía de tativ a de su p e ra c ió n de la solución to ta lita ­
estos derech o s in d iv id u ales, civiles y p o líti­ ria que tuvo en esos p aíses el so cialism o con
cos. Ahora, en cam bio, el a cen to se d esp laza la convicción de que el socialism o sólo p o d rá
a las libertades respecto de (o sea de las c a re n ­ ser realizad o p o r el refo rm ism o lib e ral. Se
cias, del m iedo, de la ignorancia), y p a ra la d e s a rro lla en tre s direcciones: la re iv in d ic a ­
co n secu ció n de esto s fines, que e sta b a n en la ción de las lib e rta d e s individuales y civiles y
lógica u n iv e rsa lista del 1., se ren u n ció al dog­ de una ig u ald a d efectiva; la defensa del p ro ­
m a de la no in terv en ció n del estad o en la vida ceso de d ife ren c iac ió n de ja sociedad, en la
económ ica y social. P a ra el 1. el p ro b le m a de que las clases, las ag ru p acio n es sociales y los
c o n c ilia r la lib e rta d económ ica y la ju stic ia gru p o s n a c io n a le s p u e d a n llegar a s e r auto-
social (o el socialism o) se h a p re se n ta d o , por conscientes, y, finalm ente, el red escu b rim ien ­
ejem plo, no com o un p ro b le m a ético —d o n ­ to de la función del m ercad o en u n a econo­
de los v alores no e stá n d isp o n ib les— sino m ía so c ia lista , p a ra h a c er m ás e fic ie n te y
com o un p ro b le m a p ráctico de co rre sp o n d en ­ m enos d o g m átic a su a d m in istra c ió n , s u s tr a ­
cia de los m edios con los fines; y de este m odo yén d o la de la "n u ev a c la se ” que e s tá fo rm a ­
ha podido h acer una n o toria contribución rea­ da p o r u n a b u ro c ra c ia p a ra s ita ria .
lista al re fo rm ism o d e m o c rático .
P or lo ta n to se logra c o m p re n d e r m ejo r el VII. ELESTADO LIBERAL; ¿SOLIALO ASISTENCIA!.? P ara
1. o c c id e n ta l c o n te m p o rá n e o en los diversos c o n c lu ir so b re la a c tu a lid a d del 1., se p u ed e
p e n sa d o re s o en las d iv ersa s e scu elas in te re ­ p a rtir de u n a a firm a c ió n de K eynes según la
sa d as en la p o lític a económ ica y en la p o líti­ cual los siste m a s p o lítico s dem o crático -
ca social: L. E inaudi, W. Rópke, B everidge, la lib e rale s d e m u e s tra n con hechos su s u p e rio ­
escu ela k ey n esian a, la escu ela de F rib u rg o ridad al g a ra n tiz a r al m ism o tiem po un m áxi­
(\V. Eucken) y la escuela de Chicago (M. Fried- mo de eficiencia económ ica, de ju stic ia social
m an, F. H. H ayek). A p e s a r de que todos y de lib e rta d individual. E sta tesis es ú til no
s u b o rd in a n la so lu ció n de la c u e stió n social ya p a ra c o n firm a r —o no— la s u p e rio rid a d
(la justicia) a la lib ertad , estas escuelas se dife­ de los siste m a s d e m o c rático s sobre los so cia­
ren cian e n tre sí p o r el m ay o r o m en o r te m o r listas sino p a ra id e n tific a r los elem en to s p ro ­
de que el e s ta d o asisten cia! lleve in ev ita b le ­ blem áticos insertos en la coexistencia de valo­
m en te al fin del 1. La re s p u e s ta del 1. al reto res tan div erso s, sie m p re que p o r lib e rta d no
del socialism o es, en efecto, la re s p u e s ta m ás se e n tie n d a u n a m e ra situ a c ió n g a ra n tiz a d a
difícil, p o rq u e la in stru m e n ta c ió n c o n c re ta p o r la ley. En o tro s térm in o s, se tr a ta de ver,
con la q u e se d e b e n re a liz a r e sta s lib e rta d e s ten ie n d o p re s e n te s las in q u ie tu d e s de la lite­
respecto de c o rre pelig ro de c o m p ro m e te r la r a tu r a lib e ral m ás recien te, si la re s p u e s ta
LIBERALISMO 895

d a d a al p ro b le m a de la e fic ie n c ia económ ica c o n cien cia de los d is tin to s individuos. Los


con la a c ep ta ció n de la ló g ica de la técn ica, m edios de co m u n ic ac ió n de m a s a b o m b a r­
o al de la ju stic ia social c o n el fo rta le c im ie n ­ d e a n c o tid ia n a m en te , en efecto, la m ente del
to del e s ta d o a d m in is tra tiv o , es c o m p a tib le e s p e c ta d o r, de m a n e ra q u e c re a n en él e m o ­
con el ejercicio p o r p a rte del individuo de u n a ciones p asaje ra s —a u n q u e in ten sas— y no un
lib e rta d p o lític a y social efectivas: en s ín te ­ h á b ito c rític o a rra ig a d o . A dem ás, c u an d o
sis, si el e sta d o de b ie n e s ta r es un e sta d o d e p e n d en del e sta d o o d e g ra n d e s c o n c e n tra ­
lib e ral. ciones económ icas, p u eden p e rm itir una v er­
La lu ch a c o n tra la p o b rez a , p o r llev ar a d a d e ra m anipulación, d esd e lo alto, de la opi­
c a b o la lib e rta d de la n e c esid ad , no sie m p re nión pública, m a rg in a n d o los gru p o s m in o ri­
h a ten id o com o r e s u lta d o un a u m e n to en la ta rio s del d ise n so (tienen el m ism o p o d e r
p a rtic ip a c ió n política: el q u e h a salid o b e n e ­ so b re el m erc ad o , viciando, a trav és de la
fic iad o h a sido m ás bien el tiem p o lib re (pri­ p u b lic id a d , la elección p o r p a rte del c o n su ­
vado) de los d istin to s c iu d a d a n o s y no la a c ti­ m idor).
vación de sus lib e rta d e s p o lític a s form ales, A dem ás, las ex ig en cias de la sociedad tec­
y ha prevalecido la d istrac c ió n y no el e sfu e r­ nológica ha llevado a u n a m arginación de la
zo. A dem ás, la so cied ad del b ie n e s ta r ha K u h u r y a la difusión de un s a b e r que se p u e­
e n g e n d ra d o una fo rm a de d e so rie n ta c ió n de e v a lu a r técn icam en te: las in stitu c io n e s
e s p iritu a l, p o r la que ha e n tra d o en c risis los e d u c a tiv a s tienden m en o s a la form ación de
fines del d e s a rro llo económ ico, en la m ed id a un hábito crítico, con ideas que estén a la a ltu ­
en que al b ien estar de a m plias áreas de po b la­ ra de los tiem pos y que sirvan p a ra vivir c rí­
ción se c o n tra p o n e n d e s p ilfa rro s y zonas de ticam ente el presente, y más, d e n tro de la p a r­
pobreza, la d estru cció n ecológica, el tedio e d ización del sa b er, a la form ación de un
e s p iritu a l y la a p a tía p o lítica. F inalm ente, la “ esp ecialista b á rb a ro " (O rtega y Gasset) fu n ­
lucha c o n tra la pobreza, realizad a a través de cional a la eficiencia del siste m a económ ico.
la m axirnización de la eficiencia del sistem a P o r ejem plo, ju n to con el m ercado d e s a p a re ­
económ ico, ha llevado a u n a desaparición ten­ ce la opinión pública com o depositaría del ju i­
dencial del m ercado, com o espacio a b ie rto y cio m oral: tienden a d e s a p a re c e r los dos p ila ­
libre, en pro de u n a econom ía a d m in istra d a re s del 1. clásico. No só lo esto: en la d e sa p a ­
desde el centro p o r m edio de la planificación. rición tendencial de e sto s d o s espacios el
En efecto, ha ido d e sap a re cie n d o cada vez p o d e r político, el económ ico y el m oral-
m ás la d istin ció n e n tre e sta d o (política) y ideológico te rm in a n p o r c o n c e n tra rs e en
sociedad civil (economía), en la m edida en que m anos de una r e s trin g id a élite del p o d er que
el p rim e ro tie n d e cada vez m ás a in te rv e n ir puede ejercer, en rela ció n con la lib e rta d de
en la seg u n d a a trav és de sus p ro g ra m a c io ­ los gobernados, u n a fo rm a m ú ltip le de con­
nes y de la a d m in istra c ió n de grandes em p re­ dicionam iento, que va desde la coacción ju r í­
sas (el estado-capitalista o industrial), en tanto dica p ro p ia m e n te dicha h a sta la presión p s i­
que en la seg u n d a se h a n form ado g ran d es cológica y la p é rd id a del p u e sto de trab ajo .
concen tracio n es m onopolistas, las cuales tie ­ En fin, la lucha c o n tra la inseguridad, p a ra
nen necesidad del apoyo y del sostén del llevar a cabo la lib e rta d del m iedo, o sea p a ra
gobierno. tu te la r a los in d ig en tes y desocupados, los
La lu ch a c o n tra la ig n o ra n c ia ha tenido enferm os y los ancianos, ios m arginados y los
g ra n d e s éxitos en algunos países, ya sea con discrim inados, h a d e te rm in a d o la form ación
la am pliación de las e s tr u c tu r a s educativas, de una m iria d a de e n te s y agencias b u ro c rá ­
ya sea con la a m p lísim a difusión de los m e­ ticas, q u e a d m in is tra n los ciudadanos, p ro ­
dios de com unicación de m asa. Pero tam ­ veyendo a su se g u rid a d y d e s a rro lla n d o al
poco e sta lucha ha hech o su sta n c ia lm e n te m ism o tiem po u n a función propia de la socie­
m ás lib re al individuo en su relación con la dad civil que te n ia com o sedes m ás idóneas
sociedad si se com para con los tiem pos en que a la fam ilia y las asociaciones. El estado in te r­
su c u ltu ra e ra so b re to d o oral, pues ha b rin ­ viene de este m odo en p ro b le m as d istin to s de
dado la posibilidad de tra n s fo rm a r las m asas los tra d icio n a le s resp ecto de la conservación
en objetos de m an ip u lació n política, cu ltu ral del d erech o y del o rd en , dado que in stitu y e
y económ ica, e x p ro p ia n d o de este m odo la una se rie de servicios p a ra las necesidades
896 LIBERALISMO

com unes, p a ra toda u n a serie d e fin es socia­ blem as de la ju stic ia y de la s e g u rid a d social
les que están d e stin a d o s a a u m e n ta r cad a vez se da en el nivel de la sociedad civil y no en
más. E sto e n tra ñ a , p o r un lado, la restric ció n el nivel institu cio n al estatal, con su b sistem a s
de las p o sibilidades de elección p o r p a rte del au tó n o m o s en relación con el s is te m a p o líti­
ciu d ad an o en cu e stio n es im p o rta n te s de su co, con iniciativ as q u e no d e p e n d en de y que
vida (com o la salud, la vejez) y, p o r el o tro, c o la b o ra n con p a rte de las fu erz a s sociales
la acción p a te rn a lis ta de m áquinas b u ro c rá ­ e sp o n tá n e a s, y no con acciones b u ro c rá tic o -
ticas que evalúan discrecionalm ente las nece­ adm inistrativas. En otros térm inos, el proble­
sidades del c iu d a d a n o y el b ien público y m a h istórico que e s tá debatiendo actu alm en te
a c tú a n sin co n tro les p o lítico s eficaces o sin el p e n sa m ie n to lib e ra l —de d e re c h a y de iz­
una p a rtic ip a c ió n real en la a d m in is tra c ió n q u ie rd a — es el de re d e s c u b rir y r e a d a p ta r a
por p a rte de los u su ario s, a los q u e se les q u i­ nuevos c o n tex to s la función o tro ra d e s a r r o ­
ta h a s ta la posibilidad de elegir. La seg u rid ad llada p o r las autonom ías locales en c o n tra del
social tiene, p o r ejem plo, sus costos: la segu­ e sta d o b u ro c rá tic o -c e n tra lista , de re fo rz a r
rid ad favorece la a p a tía política del c iu d a d a ­ u n a vez m ás el p rim a d o de la so c ie d a d civil,
no y lo m oviliza únicam ente p a ra re c ib ir cada e n c o n tra n d o nuevas fo rm as p a ra su e x p re ­
vez m ás del e sta d o (paterno), realizan d o así sión, d ejan d o al estad o la ta re a de g a ra n tiz a r­
u n a en a je n a ció n e n tre el ciu d a d a n o y el s is ­ les a todos la ley com ún y la función de ó rg a ­
tem a po lítico , que sólo alg u n as fo rm a s con­ no de e q u ilib rio y d e incentivación de las ini­
c re ta s de p a rtic ip a c ió n pueden su p e ra r. ciativas a u tó n o m a s de la sociedad.
El p e n sa m ie n to político lib e ral d e m u e stra La ú n ica a lte rn a tiv a a este re g re so a la
a c tu a lm e n te que es c o n scien te de que, p a ra sociedad civil y al m erc ad o es el neocorpora-
ser capaz de resp o n d e r al reto del socialism o, tivism o (v.) o e sta d o co rp o rad o , q u e se b a sa
se e n c u e n tra an te u n a elección e n tre el e s ta ­ en la o rg an izació n de los g ra n d e s in te re se s
do a sisten c ial, v a ria n te del viejo "estad o - p rivados y en su colaboración en el nivel polí­
policía", que confía la realización del antiguo tico en c u a n to a las decisiones del estado,
b ie n e s ta r o de los fin es sociales a a p a ra to s org an izacio n es q u e así q u e d a n in c o rp o ra d a s
b u ro c rá tic o s y asum e de este m odo u n a a c ti­ a él.
tud p a te rn a lista ante los ciudadanos, y el e sta­
do m ínim o, que resp o n sa b ilice a los indivi­ B.A. Ackerman, Social justice ¡n
b ib l io g r a f ía :
duos —solos o a so c ia d o s— m e d ia n te el lib re ihe liberal State, New Haven, Yale University
m ercado. En el estad o a sisten c ial la co n clu ­ Press, 1980; I. Berlín, Fonr essays on liberty, Lon­
sión in ev itab le es u n a sociedad to ta lm e n te dres, Oxford University Press, 1969; P. Costa II
a d m in istra d a , en la que no hay c a b id a p a ra progetto giuridico, Milán, Giuffré, 1974; M.
el 1., y que m a rc a el fin del e sta d o liberal y Cranston, Freedom: a new analysis, Nueva York,
el p rin c ip io del e sta d o a u to rita rio o del p u ro Basic Books, 1968; B. Croce, Storia d'Europa riel
dom inio. En o tro s té rm in o s, el 1. c o n te m p o ­ secolo decimonono, Bari, Laterza, 1932; E. Cuo-
ráneo tien d e a p o n e r de m an ifiesto la no id o ­ mo, Profilo del liberalismo europeo, Ñapóles,
neidad de los estados b u rocráticos p a ra resol­ Edizioni Scientifiche Italiane, 1981; R.D. Cum-
ver la c u e stió n social, p re c isa m e n te por la ming, H um an nature and history: A stu d y of the
fatal desviación de las organizaciones respec­ developm ent of liberalpolitical thought, Chica­
to de las funciones p ree stab le cid a s (la fo rm a­ go, University of Chicago Press, 1969; G. de Rug-
ción de u n a nueva clase que actú e en v istas giero, Storia del liberalismo europeo, Bari, Later­
a su p ro p io interés) y p o r la n e c esa ria c o n tra ­ za, 1925; M di Lalla, Storia del liberalismo ita­
dicción e n tre la lógica de los a p a ra to s y la de liano, Bolonia, Formi, 1976; M. Duverger, Las dos
la p a rtic ip a c ió n . caras de Occidente (1972), Barcelona, Ariel, 1975;
O bien, si el 1. tien e fe en su vocación a n tiu ­ P. Gentile, La idea liberal (1958), México, u t e h a ,
tilita ris ta , p o r la que no se debe d e s tr u ir la 1960; H.K. Girvetz, From wealth lo welfarc: The
lib e rta d de e s p íritu del h o m b re p a ra n u tr ir evolution of liheralism, Nueva York, Macmillan,
su cu e rp o , si tiene fe en su a n tig u a a v ersió n 1950; J. Haberm as, Storia e critica d e ll’opinio-
a ris to c rá tic a h acia to d o lo que se d o n a d e s­ ne pubblica (1962), Bari, Laterza, 1971; J.H.
de lo alto, p u e d e o p ta r p o r la so cied ad civil, Hallowell, The decline of liberalism as an ideo-
en la m e d id a en que la re s p u e s ta a los p ro ­ logy, Berkeley-Los Angeles, University of Califor­
LIBERALISMO LATINOAMERICANO 897

nia, 1943; F.A. von Hayek, Los fundam entos de la vida. De m a n e ra tal que, a p a r tir de 1810,
1a libertad (1960), M adrid, Unión, 1978; M. Hork- en lo s d iv erso s p ro ce so s re v o lu c io n a rio s e ra
heim er, Lo stato autoritario (1942), en La socie- p o sib le re c o n o c e r la ideología lib eral, au n
tá di transizione, Turín, Einaudi, 1979; R. Kühnl, c u a n d o re c o rrie n d o toda u n a g a m a d ic ta d a
Due forme di dominio borghese: liberalismo e fas­ no sólo p o r la in sp ira c ió n d o c trin a ria de sus
cismo, (1971), Milán, Feltrinelli, 1973; H.J. Las- líderes sino seg u ram en te tam bién p o r las p a r ­
ki, El liberalismo europeo (1936), México, Fon­ tic u la re s co n ex io n es de las élites c rio lla s con
do de C ultura Económ ica, 1939; C.B. M acpher- los s e c to re s s u b a lte rn o s , y e sp ec ialm en te ,
son, Liberta e proprietá alie origini del pensiero seg ú n el g rad o en que se c o n c ib ie ra la re la ­
borghese (1972), Milán, i s e d i , 1973; H. M arcuse, ción e n tre el 1. y la dem ocracia.
La lotta contro il liberalismo nella concezione Filósofos y d o ctrin ario s europeos p rin c ip al­
totalitaria dello stato (1934), en Cultura e socie- m en te fu ero n la fu e n te m á s ex p lícita de in s­
td, Turín, Einaudi, 1969; N. M atteucci, 11 libera­ p ira c ió n d e los in d e p e n d e n tis ta s lib e rale s,
lismo in un mondo in trasformazione, Bolonia, p e ro las d ific u lta d e s de d iv ersa índole que
II Mulino, 1972; T.P. Neill, The rise and decline p r o n ta m e n te se p ro d u je ro n lle v a ro n a
of liberalism, Milwaukee, Bruce, 1953; W.A. m uchos de éstos a a c e n tu a r los contenidos eli­
Orton, The liberal tradition, New Haven, Yale tis ta s y a u n a u to rita rio s de sus p ro p u e s ta s
University Press, 1945; M. Salvador!, L ’eresia o rg an iz ativ as. E je m p la r en este a sp e c to es el
libérale, Bolonia, Formi, 1979; J.S. Schapiro, Libe­ p ro y ec to político boliv arian o , e x p re sa d o en
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The liberal idea of freedom, Tucson, University ce la convicción d e que sólo un o rd e n f u e r te ­
of Arizona Press, 1964; L. Strauss, Liberalismo m en te c e n tra liz a d o se rá capaz de lim ita r los
antico e moderno (1968), Milán, Giuffré, 1973; F. efectos d isg reg ad o res de u n a realidad que, de
W atkins, The political tradition of the west: A o tro m odo, se p rev é com o irre m isib le m e n te
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Cambridge, Harvard University Press, 1948; R.P. N a tu ra lm e n te , d u ra n te el p erio d o de la
Wolff, The poverty o f liberalism, Boston, Beacon organización nacio n al de los nuevos estad o s,
Press, 1969; V. Zanone, II liberalismo moderno, el 1. se v e ría d u ra m e n te c o n fro n ta d o con las
en Storia delle idee politiche, economiche e socia- te n d e n c ia s co n serv a d o ra s, que ya en las p r i­
l i , a cargo de L. Firpo, tomo vil, Turín u t e t , m e ra s d écad as del p ro ceso e n tre v ie ro n una
1972. p o sib ilid ad m ás aco rd e con sus p reten sio n es,
ya sea p o r una c o y u n tu ra in tern acio n al favo­
[ n ico la m a t t e u c c i ] ra b le o p o r los efectos d e cid id am en te d e s a ­
le n ta d o re s que p o d ían d e te c ta rs e fácilm en te
en la p rim e ra m ita d del siglo xix com o p ro ­
d u c to de las g u e rra s de independencia p rim e ­
lib e r a lis m o la tin o a m e r ic a n o ro y de las lu ch as civiles después. E sta re a li­
d a d re s u lta b a no o b s ta n te tan poco p ro p ic ia
El 1. se b a ila ligado a la h is to ria la tin o a m e ri­ p a ra los experim entos innovadores que inclu­
c a n a desde los o ríg en es m ism os de las n a c io ­ sive m uchos de los lib e rale s fu ero n a d o p ta n ­
nes in d ep e n d ien te s de e sta p a rte del m undo. do definiciones que, en su s extrem os, p r o d u ­
En definitiva, b u e n a p a rte de las ideas que je ro n u n a re s u lta n te ecléctica e n tre las p ro ­
g e n e ra lm e n te a p a re c e n v in cu lad as al te m a p ia s posiciones y las co n serv a d o ra s. O bvia­
liberal c irc u la ro n d u ra n te el p erio d o prein- m ente, experiencias europeas com o la R estau­
d e p e n d e n tista com o a ro m a ideológico ju sti- ración, la g u e rra c a rlis ta en E sp a ñ a o las
fic a to rio de la n ecesid ad de ro m p e r el v ín cu ­ revoluciones fra n c e sa s de 1830 y 1848 —to ­
lo colonial. E stas nociones se e x p re sa ro n ya do esto d e n tro del am biguo fenóm eno, en su
sea en el registro económ ico —donde el 1. real­ faz política, re p re s e n ta d o p o r el ro m a n tic is ­
m en te ofrecía a secto res ansiosos de un a cce­ m o— d eb ían s e r o tra s de las e n señ a n z a s u ti­
so d ire c to al m ercad o m u n d ial la a tra c c ió n lizadas p o r los latinoam ericanos p a ra d ia g ra ­
indudable del librecam bio— com o tam bién en m a r m odelos de nación cuya in o rg a n icid a d
o tra s exp resio n es relacio n ad as con la teo ría e sta b a d e te rm in a d a p o r sociedades civiles
política e incluso con una actitud general ante g e la tin o sa s q u e p a re c ía n d e m a n d a r la e m e r­
898 LIBERALISMO LATINOAMERICANO

gencia de estados fuertes. E stas confro n tacio ­ de C olom bia; en V enezuela, R afael M aría
nes e n tre lib e rale s y c o n se rv a d o re s no a lb e r­ B aralt p u b licó el R esum en de la historia a n ti­
gaban sólo el c a rá c te r de una po lém ica m ás gua y m oderna de Venezuela, m ie n tra s que en
o m enos d o c trin a ria sino que im plicaban cu r­ México Jo sé M aría Luis M ora —sie m p re d en ­
sos de acción d iv erg en tes en u n a se rie de tro de e s ta c a te g o ría s lib e ra le s— c o m p u so
a sp ec to s c o n c re to s y decisivos. D en tro de M éxico y su s revoluciones. E sta so m e ra lista
ellos a p a re c ía n com o rele v an te s las a lte rn a ­ sólo p u ed e c ie rta m e n te re c u p e ra r alg u n o s
tivas e n tre el fed e ra lism o o el ce n tralism o ; el títu lo s y n o m b re s a lta m e n te significativos,
papel q u e d eb ía se rle reconocido o negado a d en tro de lo que fue un núcleo de in te n sa p ro ­
la iglesia; la c sta tiz a c ió n o el reco n o cim ien to du ctiv id ad d u ra n te el siglo xix, y en el cual
de a q u é lla en la e s tr u c tu r a e d u c ativ a , —tra s el p ro p ó sito expreso de rec o n stru cció n
e tc é te ra . del p a sad o — se ju g ab a n en realid ad d iv erso s
Y si las c o rrie n te s c o n se rv a d o ra s a c e n tu a ­ p royectos a lte rn a tiv o s p a ra la c o n stru c c ió n
ban los asp ecto s m ás ligados con la trad ició n de las resp e c tiv a s naciones.
h isp án ica en u n a línea que n e c e sa ria m e n te La p o lém ica a n tilib e ra l llevada a d e la n te
debía d e se m b o c a r en una reivindicación po r los c o n se rv a d o re s c o n ta ría ig u alm en te
im p lícita o m an ifiesta de la colonia, no resu l­ con una n u trid a y p o r cierto n a d a su b e stim a ­
ta rá s o rp re n d e n te que p o s te rio rm e n te estos ble producción, especialm ente si se p iensa en
ju icio s v a lo ra tiv o s se tra d u je ra n en d ife re n ­ el e c u a to ria n o G abriel G arcía M oreno o el
tes con cep cio n es h isto rio g rá fica s. En to rn o m exicano L u cas A lam án, p e ro lo im p o rta n te
de esta interrogación —que será tan re c u rre n ­ aquí es q u e las c rític a s que d irig ie ro n al 1.
te com o in se g u ra s se rev elaren las fu en te s de p u sieron n u e v a m e n te en cuestión algunos de
la n a c io n a lid a d p a ra los nuevos e s ta d o s — se los ele m en to s d o c trin a rio s y realizacio n es
fueron d iseñ an d o las p rim e ra s pro d u ccio n es prácticas que aquél m ás ex presam ente reivin­
re a lm e n te o rig in a le s de lo que a p a r tir de dicaba. En e ste o rd en de ideas, el e le m en to
entonces se co nstituía como una c u ltu ra espe­ c e n tral de la polém ica fue o tra vez el re fe ri­
cífica. Indudablem ente, uno de los textos fun­ do al juicio so b re la co n q u ista española, el sis­
d ad o res en este sentido lo configuró el Facun­ tem a colonial y la a c titu d de la iglesia. Com o
do del arg e n tin o D om ingo F a u stin o S arm ien ­ se ha dicho, m u ch a s de e sta s c rític a s c o n ta ­
to, que d ib u jó p a ra to d a una g e n e ra c ió n libe­ ban en su favor con el tu rb u le n to perio d o que
ral la c o n tra p o sic ió n —leída con u n a lin e a li­ siguió a las independencias nacionales, situ a ­
dad e x tre m a — e n tre la "civilización" u rb a n a ción que c o n d u jo a m uchos lib e ra le s a m o d e­
y a b ie rta a las influ en cias e u ro p e a s, p o r un ra r sus p ro p u e s ta s ig u a íita ris ta s y a d e s c ri­
lado, y la " b a r b a r ie ” refu g iad a en las zonas b ir de hecho aquel m ovim iento re fe rid o de
ru ra le s e im p e rm e a b le s a aq u ellas m ism as a c e rc a m ie n to con c ie rta s po sicio n es c o n s e r­
influ en cias, p o r el o tro . En el m ism o sen tid o vadoras.
de reiv in d ic a ció n de la visión lib e ra l o p e ra ­ En este ú ltim o sentido, h acia las ú ltim a s
rían las o b ra s de B artolom é M itre y de Vicen­ d écad as del siglo p a sad o se im pone en no
te Fidel López, sie m p re d e n tro de la in telec­ pocos p aíses la tin o a m e ric a n o s la p a ra d ó jic a
tu a lid a d a rg e n tin a , p e ro tam bién en el veci­ concepción de la " d ic ta d u ra lib e ra l” , según
no C hile esta ten d e n c ia te n d ría re p re s e n ta n ­ la cual las é lite s p o se ed o ra s de los bienes y
tes de v a sto s alcan ces, com o es el caso de del sab er debían tu te la r los in tereses de la n a­
F ran cisco B ilbao, q u e rev elab a su 1. rad ical ción con c o n sid e ra b le au to n o m ía resp e c to de
en Sociabilidad chilena, así com o los h isto ria ­ las m asas, cu y a p a rticip a ció n po lítica q u e d a ­
dores Diego B arro s Arana, José V ictorino Las- ba releg ad a a u n a e ta p a p o ste rio r n u n c a bien
ta r r ia y B en jam ín V icuña M ackenna, a u to r definida, y que s e ría re su e lta en los hechos
este ú ltim o —e n tre o tra s — de Vida de O'Hig- por vía tra n s fo rm is ta o revolucionaria, según
gins y Vida de Portales. T endencias se m e jan ­ las d iv ersa s situ a c io n e s la tin o a m e ric a n a s.
tes son d e te c ta b le s en el P erú en la o b ra de E stas co n cep cio n es p u d iero n c irc u la r có m o ­
Daniel F. O’L eary, La am ancipación del Perú d am en te d e n tro de la ideología p o sitiv ista ,
y en la Historia del Perú independiente de Feli­ que h acia esa m ism a época d ia g ra m ó u n a de
pe Paz S oldán. En C olom bia, José M anuel las p ro p u e s ta s c u ltu ra le s m ás o p e ra n te s p re ­
R estrep o escrib ió la H istoria de la revolución senciadas p o r este subconlinente. Y es que de
LIBERALISMO LATINOAMERICANO 899

esta sim biosis —expuesta n alu ralm en le a ten­ güense R ubén D arío— dan c u e n ta en su h e te ­
siones obvias— e n tre i, y positivism o (v. posi­ ro g en eid ad de una p a rte del élan novocentis-
tivismo latinoamericano) su rg ió un siste m a ta que desde perspectivas m uy disim iles cues­
de ideas y de prácticas que p enetraron no sólo tio n a b a el p la n lib e ral. El A riel del u ru g u a y o
a los secto res g o b e rn a n te s sin o que fu ero n Rodó, a p a re c id o en 1900, debió al hecho de
co m p artid as incluso p o r fuerzas que en o tro s s in te tiz a r m uchas d e estas ten d e n c ia s un éxi­
aspectos tra ta b a n de c u e stio n a r políticam en ­ to q u e no lo a b a n d o n a ría d u ra n te v a ria s
te aq uella d o m in ació n . Así, el m ito del p r o ­ décadas.
greso in d efin id o —q u e a c tu a b a so b re e s tr a ­ Pero ju n to con e s ta p ro te sta , o tro e s tra to
tos a n te rio re s y de la m ism a d ire c cio n a lid a d de la c u ltu ra la tin o a m e ric a n a iba a d e te c ta r
co n ten id o s en la idea de "A m érica com o tie ­ en el 1. una eventual fuente de m ales que a te n ­
rra de p ro m is ió n " — p asó a c o n s titu ir p rá c ­ taban d ire c ta m e n te c o n tra la idea m ism a de
ticam ente un co n ten id o ideológico p ropio del la nacionalidad. Un p re su n to cosm opolitism o
sentido com ún, sobre todo en aquellos países a trib u ib le a aquél h a b ría co n clu id o —según
donde la in c o rp o ra c ió n al m ercad o m u n d ial a q u e lla c rític a — p o r diso lv er a lg u n a s e s e n ­
c a p ita lista se h ab ía rev elad o c la m o ro sa m e n ­ cias sin las cuales no era p o sible sig n a r n in ­
te exitosa. gún p roceso de id en tid ad nacional. E s e n to n ­
Por lo dem ás, aquellas m inorías m an ten ían ces c u an d o se pro d u ce, com o m o v im ien to
férrea m en te su p o lític a laicizad o ra de las reactivo, un re to rn o hacia aquellos p re su n to s
e s tru c tu ra s de la vida e sta ta l y social, con lo núcleos originarios en una dirección que cada
cual volvieron a ch o car con los intereses ecle­ c u ltu ra h a b ría de re c o rre r según su p ro p io
siásticos, e sp e c ia lm e n te en u n a época sig n a ­ pasado. O b ras com o C um andá del e c u a to ria ­
da en este te rre n o p o r las encíclicas Q uanta no Ju a n León M era, E n riq u illo del d o m in ic a ­
cura y Syllcibus, en las cu ales los se cto res no M anuel de Je sú s G aiván, Tabaré del u r u ­
católicos e n c o n tra ro n nuevas fu en tes de r e s ­ guayo Ju a n Z o rrilla de S an M artín, A ves sin
paldo p a ra su p o lític a a n tilib e ra l. P ero e s ta nido de la p e ru a n a C lorinda M atto de T urner,
c rític a trad icio n al p ro n ta m e n te vería s u rg ir Canaan del b ra s ile ñ o G raqa A ranha, c o n s ti­
so b re la escena p o lític a y c u ltu ra l o tro tip o tuyen una m u e s tra re p re se n ta tiv a de este
de c u e stio n am ie n to s, m uchos de ellos e x p re ­ re to rn o a la tie rra , al n egro o al indio en un
sión de la em ergencia de nuevos sujetos socia­ in te n to de refu n d a c ió n de la n a c io n a lid a d .
les en el p lan o de la co m unidad p o lítica. R efu n d ació n que e ra e x p e rim e n ta d a com o
Dichos cu e stio n am ie n to s ten ían de todos m ás acuciante en aquellos países com o los del
m odos d iv erso s o rígenes y p e rse g u ían o b je ­ su r del su b c o n tin e n te en donde el aluvión
tivos igualm ente diferen tes y no siem p re c la ­ in m ig ra to rio h a b ía m odificado de m a n e ra
ram en te explícitos. Uno de los re g istro s de m ás radical la com posición dem ográfica y los
e sta a c titu d c rític a h acia el 1. iba a n u c le a rse h á b ito s c o tid ia n o s de d ich as rep ú b lica s. Un
en to rn o de lo que en la term in o lo g ía de la caso típico en e ste sen tid o lo c o n fig u ró la
época se llam ó "la cu estió n social", y q u e A rgentina, do n d e se a siste hacia el C en ten a­
d en u n ciab a el c a rá c te r p lu to c rá tic o y o lig á r­ rio a un v a sto p ro c e so de c o n stitu c ió n de la
quico en que h a b ía d esem b o cad o el p ro y ec to n a c io n a lid a d so b re el tip o ru ra l del gaucho
liberal. E sta o p osición form ó u n a am p lia y el poem a M artín Fierro, de José H ernández,
m ancha tem á tic a d e n tro de la cual se conec­ que lo e x p re sa b a e je m p la rm e n te.
taban tra n sv e rsá lm e n te m otivos de p e rte n e n ­ No o b sta n te , y p o r difun d id o s q u e algunos
cias tan diversas com o el m o d ern ism o lite ra ­ de estos m ovim ientos resu lta ren , nin g u n o de
rio, c o rrien te s rad icales de capas m edias que ellos pu so en c ris is real u n a serie de v alores
d em an d ab an un esp acio político de p a rtic i­ p ro v en ie n te s del p ro y ec to lib eral, lo cual se
pación, m o vim ientos so cialistas y g ru p o s tra d u jo en las d ific u lta d e s de los se cto res
a n a rq u ista s. F ig u ras com o las del p e ru a n o a n tilib e ra le s p o r e la b o ra r algo m ás que c rí­
M anuel González P rada, los a rg e n tin o s Lean­ ticas parciales y proponer, p o r el contrario, un
dro N. Alem y Ju a n B. Ju sto , el m exicano m odelo a lte rn a tiv o global de sociedad y de
Francisco M adero, los u ru g u ay o s José Batl- c u ltu ra. No h a b ía n faltad o p o r c ie rto c rític a s
le y O rdóñez y E m ilio Frugoni, sin o lv id ar la radicalizadas del m ism o, p ero incluso las que
fig u ra del jefe del m o d ern ism o —el n ic a ra ­ se fu n d aro n de u n a u o tra m an e ra en el ejem -
900 LIBERALISMO LATINOAMERICANO

pío fasc ista d e b ie ro n a g u a rd a r a que se p re ­ dad m enos d efo rm ad a p o r los riesgos del cos­
s e n ta ra u n a c o y u n tu ra m a te ria lm e n te c ríti­ m opolitism o (v.). Ya la revolución m exicana
ca p a ra p o d e r d ifu n d irse en se cto res m ás h ab ía rev elad o u n a fu e rte co m p o n e n te in d i­
am plios que los lim ita d o s c írc u lo s que h a s ta gen ista que p ro m o v e ría una se rie de ensayos
en to n ces h a b ía n c o n stitu id o su au d ien cia. so b re la “ m ex ican id ad ", concepción que
Aquella c o y u n tu ra fue, p recisam en te, la o fre ­ —a le n ta d a p o r José V asconcelos— se d e sa ­
cida p o r la c risis de 1930, en la ex acta m ed i­ rro lló a tra v é s de p e n sad o re s, sociólogos y
d a en q u e vino a d e sq u ic iar un m odelo de a rtis ta s que b u sc a b a n d e fin ir el " se r n a c io ­
d e s a rro llo económ ico e ideológico q u e h a s ta n a l” . En el P e rú el aprismo (v,), fu n d ad o por
en to n ces h a b ía m o stra d o u n a a lta c u o ta de V íctor Raúl H aya de la Torre, tam b ién in c o r­
fu n cio n a lid a d . Por las g rie ta s a h o ra sí p u e s­ p oró no pocos de estos elem entos, a los que
ta s al d escu b ierto en el m odelo liberal com en­ se su m a b a n los que h a b ía n sid o a rr a s tr a d o s
zaron a p e n e tra r con fuerza una serie de movi­ o constituidos en el vasto m ovim iento latinoa-
m ien to s y de ideas de c o rte n a c io n a lista de m e ric a n ista de la reforma universitaria (v.).
diverso signo que, en el p erio d o q u e p reced ió Ig u alm en te en B olivia este se n tim ie n to se
a la segunda g u e rra m undial, g rav itaría n con e n c a rn ó en la p réd ic a del M ovim iento N acio ­
d iv ersa in te n sid a d so b re alg u n as c o rrie n te s n a lista R ev o lu cio n ario de V ícto r Paz E s te n s ­
de m asas. soro y su te o ría de la “ b o liv ia n id a d ” . En el
E stas ten d e n c ia s iban a so ld arse, p o r lo B rasil, el p re sid e n te G etúlio V argas fundó el
dem ás, con un re g istro de m ás vieja d a ta en E stado N o vo so b re ex p re so s lin cam ien to s
la conciencia la tin o a m e ric a n a , com o el cons­ a n tilib e ra le s, y en la A rgentina J u a n D om in­
tituido por el ''a n tim p eria lism o ”. Si en un pri­ go P erón (v. peronism o y populismo) se p re o ­
m er m o m en to e s ta ten d en cia se h a b ía e x p re ­ cupó po r t r a t a r de e s tr u c tu r a r una c o n c ep ­
sado m ás a c a b a d a m e n te y p o r p rim e ra vez ción a le jad a del m arxism o y del lib e ralism o .
luego de la g u e rra h isp a n o -n o rte am e ric a n a, A e ste e m b a te de los p opulism os c o n tra el
y h a b ía ten id o so b ra d a s o casio n es de d esp le­ 1. no h ab ía resu lta d o e x tra ñ a la izquierda la ti­
g arse a n te el in te rv en c io n ism o e s ta d u n id e n ­ n o a m e ric a n a (v. marxismo latinoamericano)
se del big stick de T h eo d o re R oosevelt, aho­ esp ecialm en te la a g ru p a d a b ajo la in flu en cia
ra del 1. tam b ié n e ra se n ta d o en el b a n q u illo de la III In te rn a c io n a l, que d u ra n te m ucho
de los acusados p o r su tendencia a estab lecer tiem po —y sie m p re de a c u erd o con los v ai­
pactos económ icos con potencias e x tra n je ras venes d e te rm in a d o s p o r la po lítica general de
que h a b ría n d e sem b o c ad o en un p ro ceso de la C om intern— identificó las llam ad as " lib e r­
d e p en d en cia cu y as co n secu en cias neg ativ as tades fo rm ales” con consignas liberales p a tri­
e sta lla b a n con ocasión de la crisis. D entro de m onio exclusivo de las b u rg u esía s locales (r.
e ste u n iv erso de d isc u rso , el 1. se fue tra n s ­ burguesía nacional). E sta línea s e ría en no
form ando en un térm ino acusador, con el cual escasa m ed id a recogida p o r la ‘r evolución
se d e n o ta b a la d o c trin a económ ica de la oli­ cubana, cu y a influ en cia so b re la izq u ie rd a
g a rq u ía a so cia d a al c a p ital e x tra n je ro . latin o am erican a se ría tan v asta com o p ro fu n ­
La c rític a , sin em b arg o , no se d e te n ía en el da en el decenio de los sesen ta. E sa rev o lu ­
p u ro asp ecto económ ico sino que c u e stio n a ­ ción a c e n tu a ría así m uchos de los asp ec to s
ba h a s ta el m ism o tip o de ejercicio de la polí­ antiliberales que ya habían sido relevados po r
tica y de la re p re s e n ta tiv id a d im ag in ad o p o r los p o p u lism o s o p o r un c ie rto re g is tro de la
el 1. p a ra la p a rtic ip a c ió n {o exclusión) de las izquierda, y a p u n ta ría sus c u e stio n a m ie n to s
m asas en el p o d er. En su lu g a r a p a re c e ría n ta n to so b re los a sp ecto s de la d e p en d en cia
u n a se rie de d o c trin a s y de re a lid a d e s que económ ica cu an to de las desigualdades socia­
ponían en el p rim e r plano de la escena la figu­ les p rom ovidas p o r e s tru c tu ra s que re p ro d u ­
ra de caudillos p o p u lares (v. caudillismo) que cían en su in te rio r u n a e stra tific a c ió n de cla­
u n a p rim e ra p e ro p ro n ta m e n te in su ficien te ses que sólo p o d ría h a lla r té rm in o con la
term in o lo g ía term in ó p o r c la sific a r bajo el c o n stru c c ió n del socialism o. T am bién desde
ru b ro u n ifo rm a n te de los “ p o p u lism o s" (v. este ángulo, pues, parecía llegada la hora final
populismo). E sto s m ovim ientos a p e la ría n a del 1. en L a tin o am érica. Y sin e m b a rg o los
aquellos elem en to s ya señ alad o s en los c u a ­ regím enes fero z m e n te represivos y a u to r ita ­
les se su p o n ía p o d ía fu n d a rse u n a n a c io n a li­ rios (v. militarismo latinoamericano) surgidos
LIBERA LSOCIALISMO 901

en la ú ltim a década e sp ec ialm en te en el cono los lib e rale s los que so m e tía n su p ro p ia d o c ­
sur, así com o las g rav es d ific u ltad e s en los trin a a una c e rra d a crítica.
países del llam ad o “ so c ia lism o re a l” p a ra Fue p ro b a b le m e n te el filósofo inglés Jo h n
s a tis fa c e r una p a rtic ip a c ió n d e m o c rá tic a en S tu a rt Mili (1806-1873) el p rim e ro e n tre los
el p o d e r, han a le n ta d o rec ien te m e n te un teó rico s lib e rale s en d e sta c a r, en el á m b ito
intento p o r re to m a r alg u n as de las ideas libe­ de la co n cep ció n lib e ral del estado, alg u n a s
rales al respecto. in sta n c ia s p ro p u e s ta s po r el socialism o pre-
m a rx ista europeo: en p a rtic u la r la exigencia
b ib l io g r a f ía : M.A. Belaúnde, Bolívar y el pensa­ de u n a e q u ita tiv a división d e la p ro d u cc ió n
miento político de la emancipación hispanoame­ e n tre todos los m iem b ro s de la sociedad, de
ricana, M adrid, C ultura Hispánica, 1959; W.R. la elim inación de los privilegios de n a c im ie n ­
Crawford, A century o¡ Latín American thought, to, de la g ra d u a l s u s titu c ió n de un e s p íritu
Cambridge, Harvard University Press, 1944; Jean c o m u n ita rio e n lu g ar del egoísm o del indivi­
Franco, La cultura moderna en América Latina, duo que tra b a ja y a c u m u la ú n ica m en te p a ra
México, Joaquín Mortiz, 1971; P. Henríquez Ure- su provecho. A dem ás, poniendo c la ra m e n te
ña, Historia de la cultura en la América Hispáni­ el acento en la d istinción e n tre ciencia y p o lí­
ca, México, Fondo de C ultura Económica, 1947; tica y ad m itien d o intervenciones e sta ta le s en
C. Jane, Liberty and despotism in Spanish A m e­ la econom ía, Mili a n tic ip ó sin d u d a la in tu i­
rica, Oxford, Oxford University Press, 1929; B. ción fu n d am en tal de la ideología liberalsocia-
Moses, The intellectual background of the revo- lista.
lution in South America, 1810-1824, Nueva York, P ero es en la se g u n d a m ita d del siglo xix,
Hispanic Society of America, 1926; J.L. Rome­ o m ejo r dicho h a s ta el final del siglo y la p r i­
ro, El pensamiento político de la derecha latinoa­ m era m itad del siglo xx, q u e el 1. fue p re c i­
mericana, Buenos Aires, Paidós, 1970; J.L. Rome­ sándose com o ideología y d e sp ertan d o m ayor
ro, Latinoamérica, las ciudades y las ideas, Méxi­ in terés y consenso en las m inorías in te le c tu a ­
co, Siglo XXI, 1976; Liberalismo, en II mondo les de toda E u ro p a. P or u n a p arte, la c ris is
contemporáneo, VI: Storia dell America Latina, del m arx ism o y el a c a lo ra d o debate so b re el
a cargo de M arcello Carm agnani, Florencia, La rev isio n ism o provocado p o r los e s c rito s de
Nuova Italia, 1979; L. Zea, Dos etapas del pensa­ E d u a rd B ern stein (1850-1932) p la n te ó a los
miento en Hispanoamérica: del romanticismo al socialistas el p ro b le m a de co n c ilia r h ip ó te sis
positivismo, México, El Colegio de México, 1949. y p rin c ip io s de la d o c trin a m a rx ista o rto d o ­
xa con la re a lid a d d e la sociedad c a p ita lis ta
[c o m it é e d it o r ia l ] y la p rá c tic a del m o v im ien to o b re ro o rg a n i­
zado, y llevó a los teó rico s y líd eres de p a r t i ­
do a a c e p ta r, de u n a m a n e ra m ás o m enos
explícita, alg u n o s p u n to s claves de la c o n c ep ­
liberalsocialismo ción liberal, m itig a n d o el clasism o y el re c h a ­
zo del m étodo p a rla m e n ta rio e induciéndolos
Desde el p u n to
i. las p r im e r a s f o r m u l a c io n e s . a lu ch a r p o r e s tru c tu ra s co lectivistas no o b s ­
de v ista h istó ric o g e n e ra l es o p o rtu n o re c o r­ ta n te el p e rs is tir de la econom ía de m ercado.
dar q u e en E u ro p a se em pezó a h a b la r de /. Por o tra p a rte , y en el m ism o periodo, el d e sa ­
o socialism o liberal o liberalism o socialista a rro llo in d u stria l y los avances del m o v im ien ­
p a rtir de la p rim e ra m itad del siglo pasado. to o b rero im p u lsab an en diversos países a los
En A lem ania, al m ism o tiem po que M arx teó rico s del lib eralism o , o p o r lo m enos a los
re d a c ta b a el M anifiesto del partido c o m u n is­ m ás in q u ieto s y a to rm e n ta d o s, a d e s c u b rir
ta, la ex p resió n liberaler S o zia lism u s ya c ir ­ c ie rta s lim itacio n es de la ideología p ro p u g ­
c u la b a en el d eb ate político; así en F ra n cia y nada, que a la v ista se m a n ifestab a incapaz
en In g la terra hacían su propia aparición locu­ de c o n tr a r r e s ta r eficazm en te tan to el in je rto
ciones análogas. La a sp ira ció n a la sín te sis de la idea im p e ria lis ta so b re el tro n c o lib e ­
en tre socialism o y lib e ra lism o provenía d e s ­ ral com o el m ensaje m arxista, o rie n tad o éste
de entonces de p a rte de liberales insatisfechos a se ñ a la r con fu erz a la exigencia de la ju s ti­
y de socialistas de diversas escuelas: pero, por cia social p a ra las m asas p ro le ta ria s. En e sta
razones h istó ric a s in tu ib le s, e ra n sobre todo fo rm a se p e rc ib ía n de un lado y del o tro te n ­
902 LIBERALSOCIALISM O

tativas de sín te sis e n tre socialism o y lib e ra ­ el liberalism o lib re ca m b ista favorecía p o r su
lismo, acen tu an d o ya uno ya o tro térm ino del p arte la p erm anencia y el acrecen tam ien to de
binom io. las situaciones de privilegio y de d esig u ald ad
Pero en e ste p u n to es n e c esa rio h a c e r una e x iste n te s en el o rd e n c a p italista .
distinción: en el se n tid o que acen to s y m o ti­ Los liberalsocialistas sostienen que el e rro r
vos lib e ra lso c ia lista s se e n c u e n tra n en una fu n d am en tal es el de c o n sid e ra r que las dos
serie de m ovim ientos y c o rrie n te s diversos co rrientes son o p uestas e inconciliables entre
e n tre sí, c a ra c te riz a d o s p rin c ip a lm e n te por sí, pues en la re a lid a d su in teg ració n no sólo
o tra s in stitu c io n e s, y no es po r lo ta n to lícito es posible sino deseable. La condición nece­
re fe rirse a ellos en el m om ento en que se p re­ saria p a ra que esto suceda es que ta n to la una
tende d e lin e a r el núcleo de la ideología libe- com o la o tra ren u n c ien a algunos de su s p ro ­
ralso c ia lista . De este m odo, en lu g a r de refe­ pios " d o g m a s” que ya no e n c u e n tra n c ab id a
rirse a los fab ian o s o a B e rn ste in y, en gene­ en la rea lid a d .
ral, a to d o el revisionism o e u ro p eo de p rin ­ El " d o g m a ” al que debe re n u n c ia r el libe­
cipios del siglo xx, sería m ás ú til refe rirse en ralism o es, p a ra los liberalsocialistas, el libre -
form a p re c isa a los teó rico s que al h a b la r del cam bism o. Según u n a d istin ció n fu n d a m e n ­
I. o socialism o liberal lo colocan explícitam en­ tal debida, com o se vio, a S tu a rt M ili y ac la ­
te en el c e n tro de su especulación. Y, desde ra d a y p re c is a d a p o s te rio rm e n te p o r Croce,
este p u n to de vista, el hilo c o n d u c to r c o rre c o n sid e rar el librecam bism o com o u n a c a ra c ­
desde el inglés L, T. H obhouse h a s ta el ita lia ­ te rístic a irre n u n c ia b le de la d o c trin a liberal
no S averio F ra n ce sc o M erlino y, tam b ié n en significa c o n v e rtir e sto que es un " p rin c ip io
u n a época m ás recien te, desde C ario Rosse- económ ico leg ítim o ” en u n a " te o ría é tic a ile­
lli h a sta G uido C alogero y los dem ás teóricos g ítim a ” , o sea d a rle a una n o rm a c o n tin g e n ­
del m ovim iento lib e ra lso c ia lista de los años te su rg id a en un d e te rm in a d o p erio d o h istó ­
tre in ta y c u a re n ta . A e sta s c o rrie n te s en p a r ­ rico y lig ad a e s tre c h a m e n te con u n a c o n c ep ­
ticular se debe re fe rir uno actualm ente —a u n ­ ción filosófica su p erad a, com o el u tilita rism o
que sin o lv id a r el su rg im ie n to y el re s u rg i­ ético de B a stia t, la d ig n id a d y el v a lo r de ley
m iento de b ro tes análogos en diversos países, social v á lid a en c u a lq u ie r época y en c u a l­
sobre todo e n tre las dos g u e rra s m u n d iales— q u ie r c irc u n sta n c ia . É ste es un e r r o r cuyas
p a ra d ise ñ a r las c a ra c te rístic a s esenciales de co n secu en cias se m an ifie sta n cada d ía m ás,
esa ideología. I. a m edida que el d e sa rro llo in d u stria l y la fo r­
m ación de g ra n d e s m asas p ro le ta ria s re c la ­
II. CRÍTICA DEL MARXISMO Y DEL LIBERALISMO. La doc­ m an la in terv en ció n sólida del e sta d o ya sea
trin a lib e ra lso c ia lista nace de un an álisis p a ra p ro p o rc io n a r servicios e sen c iale s a la
cerrad o , p e ro a su m odo d ista n c ia d o y se re ­ c o m u n id ad o b ien p a ra c o o rd in a r y d isc ip li­
no, de la c risis en que caen el so cialism o m a r­ n a r las a c tiv id a d e s eco n ó m icas con el fin de
xista y el liberalism o lib recam b ista. Los obje­ e v ita r los excesos especulativos y el p red o m i­
tivos de las dos c o rrie n te s son co m u n es —el nio de unos pocos en la vida nacional.
p ro g re só g en eral de la so cied ad h u m a n a —, El lib e ra lism o no tien e n a d a que o p o n e r a
pero son a ta c a d o s de lados d ife re n te s: una la in terv en ció n e s ta ta l en la eco n o m ía si esto
pone el a c en to en la so lid a rid a d social, en la o c u rre d e n tro del resp e to de los derech o s del
re sp o n sa b ilid a d y en los d e b e re s que tiene el in dividuo y con el objeto de s a lv a g u a rd a r los
fu e rte en relació n con el débil; su s consignas in te re se s c o m u n ita rio s. El p ro b le m a , si ac a ­
son c o o p e ra c ió n y o rg an izació n . La o tr a sos­ so, co n siste en c o n c ilia r los unos con los
tiene que el ejercicio c o m p leto de la lib e rta d o tro s, salv an d o de la tra d ició n lib re c a m b is ­
de cad a uno no pu ed e d e ja r de llevar al p ro ­ ta lo que no c h o ca con las nuevas exigencias
greso de to d a la sociedad. Pero el socialism o del p ro g re so social.
m a rx ista d e scu id a las c o n q u ista s fu n d am e n ­ R especto del socialism o los lib e ralso cia lis­
tales de la dem ocracia liberal, em pezando por ta s so stie n en q u e ya es tiem po de s u p e ra r la
todos los d e re c h o s in d iv id u ales de lib e rta d , concepción m a rx ista del e sta d o y de la socie­
convencido equivocadam ente de que éstos son dad hum ana. El debate revisionista h a dem os­
resa b io s del c a p ita lism o lib e ral y en d e fin iti­ trado, en opinión de éstos, que el núcleo d e te r­
va de u n a civilización q u e hay que d e rro c a r; m in ista, e c o n o m ic ista y fa ta lis ta del m a rx is ­
LIBERALSOCIALISMO 903

m o no se a d a p ta m uy bien con !a lib re e x p re ­ liza y el bien eco n ó m ico de que se d isp o n e ” :


sión de ia p e rso n a lid a d de los individuos que a c a d a uno, en sín te sis, según su p ro p io t r a ­
o c u p a u n lu g a r c e n tra l en la concepción libe­ bajo. S e m eja n te o bjetivo de la ideología libe-
ral y con d u ce las m a sa s a b u s c a r en fo rm a ra ls o c ia lis ta se tra d u c e en un p reju icio a n ti­
to ta l la tra n s fo rm a c ió n m a te ria l de la socie­ c a p ita lista , no a b s o lu to sin o relativ o , o rie n ­
d a d (socialización de lo s m edios de p ro d u c ­ tad o so b re todo a im p e d ir situ a c io n e s d e
ción, etc.) y a no c o m p ro m eterse en esa “ revo­ p a ra sitism o o de privilegio p a rtic u la r (de ahí
lución de las c o n c ie n c ia s” q u e es el p re s u ­ la insistencia en la necesidad de la im posición
p u e sto de todo o rd e n a m ie n to so c ia lista n u e ­ progresiva) y so b re to d o en el e sta b le c im ie n ­
vo. T am bién aq u í se coloca en el m ism o p la ­ to de u n a econom ía " m ix ta ” o "de dos se cto ­
no lo que es un medio, aunque sea im portante, re s ” en la q u e coexisten e m p re sa s p riv a d a s
p a ra un cam bio revolucionario com o la socia­ al lad o de se c to re s n a c io n a liz a d o s o c o n tro ­
lización de los m edios de producción, con los lados en alguna fo rm a por el estado de a c u e r­
fines de la rev o lu ció n que c o n sisten en la do con c rite rio s d istrib u tiv o s de tip o e m p íri­
tra n sfo rm ac ió n de las m asas y en la c o n stru c ­ co, q u e em an an en c ad a caso de las exigen­
ción de u n a so cied ad q u e elim ine los p riv ile ­ cias de la sociedad en su co n ju n to .
gios sociales y económ icos y les dé a todos la En los p ro b lem as in te rn ac io n ale s se r e p ro ­
lib e rta d resp e c to de la necesid ad com o c u a l­ du cen los p u n to s esen c iale s de la ideología:
q u ie r o tra lib e rta d c o n s a g ra d a po r la tr a d i­ aplicación de la exigencia c o m u n ita ria en las
ción lib e ral (los d e re c h o s políticos de la p e r­ relacio n es e n tre los estad o s, lu ch a c o n tra
sona, la lib e rta d de p a la b ra , de p ren sa, de racism o , im p e ria lism o y n acionalism o, te n ­
voto y así sucesivam ente). d encia a la co o p eració n y a la expansión c a d a
vez m ay o r de o rg an ism o s in te rn ac io n ale s
ni. la s in s t a n c ia s f u n d a m e n t a l e s . De a c u e rd o rep re sen ta tiv o s.
con esto se explica con precisión la p a rte p o si­ El I. p re s ta p a rtic u la r aten ció n a la c o n s­
tiva del 1. " L ib e ra lism o y socialism o, c o n si­ tru cció n de un e s ta d o de tip o nuevo, a las
d e ra d o s en lo m ejor d e su esen cia —é sta es g a ra n tía s ju risd iccio n ales y a la educación de
la definición que se e n c u e n tra en un e sc rito las m asas. En una sociedad que se b asa en
de G uido C alogero— n o son ideales o p u e sto s n o rm a s eficaces en c u a n to m an ifestació n de
ni conceptos d iv erg en tes sino esp ecificacio ­ la m ayoría de los ciudadanos es necesario d is­
nes p a ra lela s de un ú n ico principio ético, que p o n e r de in stru m e n to s idóneos p a ra co m b a ­
es el canon u n iv ersal de cu a lq u ier h isto ria y tir y e rra d ic a r ev entuales ab u so s legislativos
de c u alq u ier civilización. É ste es el p rin cip io o a d m in istra tiv o s: de ahí la conveniencia de
m ed ian te el c u a l se reco n o ce a las p e rso n a s re fo rz a r la in d ep en d en cia y la au to n o m ía del
de los dem ás a n te la p ro p ia p erso n a, se le da c u e rp o ju d ic ia l y de c o n s titu ir u n a c o rte
a cada u n a de ellas un derech o igual al d e re ­ su p re m a que d e fie n d a la ley fu n d am e n ta l, o
cho p ro p io .” sea la C onstitución. En c u a n to a la escuela,
De ah í la exigencia, en el cam po político, sólo c u an d o é s ta se o rganice, de m a n e ra q u e
de que cada ley y c a d a norm a de go b iern o p u ed a o fre c e r a todos una in stru cc ió n c o m ­
o b ten g a su derecho ú n ic a m e n te del c o n sen ­ p le ta y g en eralizada, se p o d rá n a lc a n z a r dos
so de la m ayoría y q u e los individuos y g r u ­ objetivos esenciales del 1.: la revolución de las
pos sociales tengan m odo de luchar lib rem en ­ conciencias y la ig u aldad de o p o rtu n id a d e s
te p o r la consolidación de sus p ro p ia s ideas: p a ra cada ciu d ad an o .
p o r ejem plo, no es co m p a tib le con la co n cep ­
ción liberal socialista u n a lib e rta d de p re n s a iv. la " t e r c e r a vtA". El 1., por el hecho de h a b e r­
in fe c ta d a p o r el dom inio financiero de unos se d esarrollado en un periodo que tenía frente
cu a n to s grupos e d ito ria le s o la existencia de a sí dos tipos de sociedad, la c a p ita lista occi­
m ovim ientos políticos que no resp eten en su dental y la co m u n ista soviética, sufre los efec­
in terio r las reglas fundam entales de la dem o­ tos de esta situ ació n no sólo al p ro p o n e r u n a
cracia. m ediación, y casi u n a síntesis, e n tre los dos
En el plano económ ico-social, la in sta n c ia sistem as sino al prever tam bién su fu tu ra con­
fu n d am e n ta l es "logro de la m áxim a p ro p o r­ ciliación y fusión. Los lib e ralso cia lista s no
cionalidad posible e n tre el tra b a jo que se re a ­ creen, com o los m arx ista s ortodoxos, que el
904 LIBERTAD

socialism o, o m ejo r dicho la nueva sociedad valorativo. Las definiciones d e sc rip tiv a s de
liberalsocialista, tenga necesidad de realizar­ "1.” designan estados de hecho d eterm in ab les
se m ediante u n a sacu d id a rev o lu cio n aria: el e m p íric a m e n te y p u eden ser a c e p ta d a s p o r
socialism o, en cu an to h e re d e ro del lib e ra lis­ c u a lq u ie ra sin c o n s id e ra r los p u n to s de vis­
mo, los su c ed e rá g rad u a lm e n te desp u és de ta norm ativos de cada uno en lo que re fie re
h a b e r a b so rb id o las in stan cias vitales y el a la 1. (§ § m v ). La "1.” en sentido valo rativ o
capitalism o occidental y el com unism o sovié­ (§§ v v iii ) se u sa p a ra rec o m en d a r m ás que
tico verán d e sap a re ce r grad u alm en te los con­ p a ra d e scrib ir; en consecuencia, tiene sig n i­
tra s te s y las d ife ren c ias recíp ro cas. La " te r ­ ficados d ife re n te s de ac u erd o con los d iv e r­
c e ra v ía ” p rev ista p o r S o m b art e s tá d e s tin a ­ sos m odelos éticos en que se in sp ira n los
da a realizarse. "E s posible co n ceb ir —e s c ri­ e scrito res.
be R osselli en S o cialism o libérale— que la El concepto de 1. in te rp e rs o n a l o social se
tra n sic ió n de u n a sociedad a o tra se lleve a refiere a las relacio n es de in teracció n e n tre
cabo con un p ro c e so g rad u a l y pacífico; con p e rso n a s o grupos, es d ecir al hecho de que
u n a tra n sic ió n que, salvando las v e n ta jas ya un a c to r d e ja a o tro a c to r en 1. de a c tu a r en
a se g u ra d a s p o r la una, las refu erce p ro g re si­ cierto m odo. E ste concepto debe definirse con
v am ente con las v e n ta jas de la o tr a .” re fe re n c ia a o tra relació n de in te rac c ió n , la
de la no-1, in te rp e rso n a l o social.
G. Calogero, Difesa del liberalsocia-
b ib l io g r a fía :
lismo (1945), Milán, Marzorati, 1972; G.D.H. Colé, i. n o -l ib e r t a d s o c ia l . R especto del a c to r B, el
Historia del pensamiento socialista, III: La Segun­ a c to r A es no-libre de rea liz a r la acción x, si
da Internacional, ¡889-1914 (1956), México, Fon­ y sólo si B hace im posible a A la realizació n
do de C ultura Económica, 1959; A. Garosci, Vita de x, o sea p u n ib le p a ra A h a c e r x. "B hace
de Cario Rosselli (1946), Florencia, Vaílecchi, im p o sib le a A la realización de x " sig n ifica
1973; T.H. Grecn, L'obbligazione política (1882), q u e B lleva a cabo la acción y tal q u e si A
Catania, Giannotta, 1973; L.T. HobhoLise, Libe­ in te n ta se re a liz a r x fra c a s a ría en su in te n to .
ralismo (1911), Florencia, Sansoni, 1973; C. Ros­ N egándole a un ciu d a d a n o el p a sa p o rte , el
selli, Socialism o libérale (1930), en Opere se el te go b iern o lo hace p rá c tic a m e n te in cap az de
di C. Rosselli, 1.1. Turín, Einaudi, 1973; N. Tran- v iaja r al e x tra n je ro y p o r lo ta n to no-lib re de
faglia, Cario Rosselli dall'interventism o a Gius- realizar esa acción. R especto de E stad o s Uni­
tizia e Liberta, Bari, Laterza, 1968; L. Valiani, II dos, la C hina c o m u n ista es no-libre de con­
liberalsocialismo, en Ri.vista Storica Italiana, q u is ta r F o rm o sa y viceversa, ya que las fu e r­
núrn. 1, 1969. zas n o rte a m e ric a n a s p resu m ib le m e n te im pe­
d irían la invasión de u n a de las dos p o ten cias
[N[COLA TRANFAGLIA] p o r p a rte de la otra. Si el Ku K lux K lan im p i­
d iera con la fu erza a los negros e n tr a r en una
escuela pública, estos últim os serían no-libres
de hacerlo resp e c to de esa organización, pero
libertad no resp e c to del gobierno. "B hace p u n ib le
p a ra A h a c e r x ” sig n ifica que si A lle v a ra a
La p a la b ra 1. tien e una fu e rte c o n n o tació n cab o x, B re a liz a ría la acción y que c a s tig a ­
e p fe m ista. P or lo ta n to se ha u sa d o p a ra ría a A. Las san cio n es del g obierno en c o n tra
c u b rir c u a lq u ie r acción política o in stitu c ió n de los a c to s legales son ú n ica m en te u n e je m ­
que p u d iera c o n sid erarse válida, desde la obe­ plo de p u n ib ilid a d e n tre los tipos de no-
diencia al d erech o n a tu ra l o positivo h a s ta la lib e rta d social: R especto de un sin d ic a to u n a
p ro sp e rid a d económ ica. Los escritos políticos e m p re sa es no-libre de re c h a z a r c ie rta s
r a r a vez dan definiciones explícitas de la "1.” indem nizaciones si el prim ero organiza pique­
en té rm in o s d e scrip tiv o s; p ero con fre c u e n ­ tes fre n te a la seg u n d a. R especto de los ve­
cia, se p u ed en e x tra p o la r del co n te x to d e fin i­ cinos, q u e tr a ta n de im p o n er el o s tra c is m o
ciones d e scrip tiv as. El concepto de 1. se refie­ a los a n tic o n fo rm is ta s , los h a b ita n te s de un
re m ás fre cu en tem en te a la 1. social, que debe edificio de los s u b u rb io s m o d ern o s son no-
d istin g u irse de o tro s usos de la p a la b ra ta n ­ lib res de a p a rta r s e de c ie rta s n o rm a s no e s ­
to en se n tid o d e scrip tiv o com o en se n tid o c ritas.
LIBERTAD 905

La 1. so cial no es lo o p u e sto
ii. l ib e r t a d s o c ia l . cidad) y nos a b s te n e m o s de accio n es que
s im é tric o d e no-1. social. O ficialm en te yo no som os lib re s de re a liz a r (por ejem plo, c o n d u ­
soy no-libre de p a g a r los im p u e sto s so b re la c ir a c u a lq u ie r v elo cid ad in fe rio r al lím ite).
ren ta ; no o b s ta n te tam p o c o soy lib re de
p a g a rlo s; m ás b ien soy no-lib re d e re h u s a r el III. LIBERTAD SOCIAL Y OTRAS RELACIONES SOCIALES.
pago. Una rela ció n de 1. se refiere a u n a se rie Las rela cio n e s de 1. y de no-1. in te rp e rs o n a l
o p o r lo m enos a dos accio n es, o tip o s de o social p u ed en e x is tir e n tre dos p e rso n a s o
accio n es a lte rn a tiv a s . Yo soy no-libre de g ru p o s c u a le sq u ie ra; p o r ejem plo, m iem b ro s
h a c e r esto; yo soy lib re d e h a c er e sto o a q u e ­ de u n a fam ilia, c o m p ra d o re s y vendedores,
llo. Un a c to r es lib re de a c tu a r en uno c u a l­ p a rla m e n to y e je c u tiv o , p a p a y e m p e rad o r,
q u iera de d istin to s m odos, con tal que no haya m ie m b ro s del m e rc a d o com ún. La 1. de un
o tro a c to r que lo haga no-libre de re a liz a r g o b iern o p u ed e e s ta r o no lim ita d a p o r c u a l­
c u a lq u ie ra de e s ta s acciones. P o r ejem plo, q u ie r o tro gobierno, u n a iglesia, u n a o rg a n i­
re sp e c to de B, A es lib re de h a c e r x o z, si B zación in te rn a c io n a l, los p ro p io s c iu d a d a ­
no hace ni im p o sib le ni p u n ib le p a ra A el nos, c u a lq u ie r g ru p o de in te ré s d e n tro o fu e ­
h a c e r x o z. "L. de v o to ” significa 1. de v o ta r ra de su ju risd icció n , etc. La 1. política es una
o de a b ste n e rse ; p e ro "1. de d ifu n d ir la v er­ s u b c a te g o ría de la 1. social y n o rm a lm e n te se
d a d ” significa no-1. de d ifu n d ir opiniones re fie re a la 1. de los c iu d a d a n o s o de las aso ­
" e r r ó n e a s ” . A dem ás, yo puedo se r libre de ciaciones respecto del gobierno. El interés p o r
a c tu a r de un m odo o de o tro con una p e rs o ­ la 1. política en los diversos periodos de la h is­
n a o con un grupo, en ta n to que o tro a c to r me to ria se c o n c e n tra en la 1. de religión, de p a la ­
h ace no-libre de e n tre g a rm e a u n a de e sta s b ra o de prensa, de asociación (religiosa, polí­
a ctiv id ad es. O ficialm ente, los n o rte a m e ric a ­ tica, económ ica), de p a rtic ip a c ió n en el p ro ­
nos tienen la 1. de esco g e r c u a lq u ie r religión ceso político (sufragio). La id e a de 1. p o lític a
o de no apegarse a ninguna, pero m uchos n o r­ h a sido la m ism a p a ra c u b rir la exigencia de
tea m erica n o s son no-libres de s e r agnósticos 1. económ ica, de 1. de necesidades, de a u to d e ­
resp e c to de c ie rto s g ru p o s no oficiales que term in a c ió n n acio n al, etcétera.
som eten a los " a te o s ” a todo género de s a n ­ No-1. y p o d e r o c o n tro l son c a teg o rías que
ciones in form ales. se in te rfie re n . Im p id ien d o a A h a c e r x, B
Se puede d e te rm in a r con certeza, pero sólo hace a A no-libre de h a c erlo y c o n tro la su
ex post facto, si un a c to r e ra no-libre de h a c er com p o rtam ien to . Si B castiga a A po rq u e hizo
lo que hizo en rea lid a d . Si el in te n to de A de x, A e ra , resp ecto de B, no-libre de h a c e r x,
h a c er x fue fru stra d o p o r B, o si A logró h acer p ero B no co n tro ló la acción x de A, ya q u e
x, pero fue castigado por B por haberlo hecho, su am en aza d e c a stig o no logró in tim id a r a
se deduce po r d efinición que A fue, resp ecto A en su realización de x. El influjo es u n a te r ­
de B, no-libre de h a c er x. El hecho de q u e A c e ra fo rm a de poder: si B logra, por ejem plo,
sea no-libre de h a c e r x, o el hecho de q u e A p e rs u a d ir a A de v o ta r por los d e m ó c rata s,
tal vez sea o sería libre de hacer x o z son hipó­ no lim ita la lib e rta d de A de v o ta r p o r los
tesis em p íricas que pueden sostenerse ú n ica ­ rep u b lica n o s (o p o r los dem ócratas). En e ste
m en te con c ie rto g ra d o de p ro b ab ilid ad , caso las relaciones d e p o d e r y de 1. s u b siste n
d ep en d ien d o de la re s p u e s ta a p reg u n ta s e n tre la m ism a p a re ja de actores. Lo m ism o
como: ¿si A hace x, B lo castigaría? Si el sesen­ sucede en las sig u ien tes situ acio n es: B c o n ­
ta p o r cien to del to tal de los que en F rancia tro la a A respecto de un cam p o lim itad o de
. sobrepasan los lím ites de velocidad son decla­ a lte rn a tiv a s; A es lib re d e n tro de ese cam po.
rad o s cu lpables, los c o n d u c to re s fran ceses Por ejem plo, el gobierno tien e el p o d er de
son en esa p ro p o rc ió n no-libres de so b re p a ­ ob lig ar a los ciu d ad an o s a p re s ta r su s e rv i­
s a r los lím ites de velocidad, sin to m a r en cio en las fuerzas a rm a d a s, p ero puede d e ja r­
cu enta cuántos so brepasan esos lím ites y son los en 1. de so m e te rse a la con scrip ció n o de
m u ltad o s y cu án to s re sp e ta n la ley. La 1. e n ro la rse com o v o lu n tario s. A puede ser, con
social de una p erso n a no depende de su com ­ resp e c to a B, libre de hacer x, o porque B no
p o rta m ie n to efectivo. Con frecuencia realiza­ tiene ningún p o d e r p a ra lim ita r la I. de A, o
m os acciones que no som os libres de realizar p o rq u e le p e rm ite a A h acer x. El C ongreso
(por ejem plo, so b re p a s a r los lím ites de velo­ de E stad o s Unidos es libre de legislar a su
906 LIBERTAD

a rb itrio resp ecto de! p resid e n te , en la m ed i­ tos ram o s del gobierno, el g o b iern o y los
da en que e ste ú ltim o decide no e je rc e r su gobernados, la m ay o ría y la m inoría. Igual 1.,
p o d e r de veto. D ecir que la !. de p a la b ra p re ­ no m ás 1., es la esen cia de la dem o cracia.
valece en una d e te rm in a d a sociedad eq u iv a­
le a re fe rirs e a las sig u ien tes relaciones de 1. iv. o t r o s s ig n if ic a d o s d e s c r ip t iv o s . M ien tras la
y de no-l. (y de poder) e n tre dos c u a le sq u ie ra 1. social se refiere a dos a c to re s y a sus re s ­
de sus m ie m b ro s A y B: A deja a B y B deja pectivas acciones, la 1. de elección designa una
a A en !. de d e c ir lo q u e quiera; re sp e c to de relació n e n tre un a c to r y u n a serie de accio ­
B, A es no-libre de im pedirle ex p re sa r sus opi­ nes a lte rn a tiv a s p otenciales. "A tiene la 1. de
niones y viceversa; A y B son n o -lib res de escoger x: o z” significa que p a ra A es p o sib le
h acerlo , no sólo u n o resp e c to del o tro sino h a c er .r o z ; p a ra A, ta n to x com o z so n acce­
tam b ié n resp ecto del gobierno, que p ro te g e sibles o evitables; q u e A e fe c tu a rá x con la
el d e re c h o de p a la b ra a cu alq u iera. condición de que elija h a c er x. Por el c o n tr a ­
A lgunas I. sociales e s tá n p ro te g id as po r rio, si p a ra A es im p o sib le o n e c e sa rio h a c e r
d e re c h o s legalm ente reconocidos y p o r los x, A no tie n e 1. de elección en c u a n to a x. Es
correspondientes deberes. Los conceptos rela­ c a ra c te rís tic a de e ste uso la d e fin ició n de 1.
tivos al co m p o rtam ien to efectivo y al derecho de H um e e n te n d id a com o "el p o d er de a c tu a r
deben ser distintos. Todos los conductores tie­ o no a c tu a r, de a c u erd o con la d eterm in ació n
nen el d e b e r im p u e sto p o r la ley de no s o b re ­ de la 1.” L a 1. de elección no es u n a co n d ició n
p a s a r los lím ite s de velocidad; son no-libres ni n e c e sa ria ni su fic ie n te de la 1. social. Si A
de s o b re p a s a r esto s lím ites en la m ed id a en no puede h a c e r x:, es no-libre de h a c e rlo sólo
que son m u ltad o s. P o r ejem plo, el c o n d u c to r si su incapacidad ha sido provocada p o r algún
A, que so b re p a só los lím ites de v elo cid ad en o tro a g e n te B. De o tra m an era, A sigue sie n ­
una o casió n p a rtic u la r, sin s e r d escu b ie rto , do lib re de h a c er x, a u n c u a n d o no te n g a 1.
fue, en sentido c o n d u e lista , lib re de h acerlo de elección en cu a n to a x. La m ayor p a rte de
en esa ocasión, a p e s a r de que no te n ía n in ­ las p e rso n a s es incapaz, a p e s a r de te n e r la
gún d e re c h o reco n o cid o legalm ente en ese 1., de c o n v e rtirse en m illo n a rio o de o b te n e r
sentido. Si el 40% del to ta l de los que en F ra n ­ el prem io N obel. La desocupación d u ra n te la
cia so b re p a sa n los lím ites de velocidad e sc a ­ recesión es u n a ejem p lo de fa lta de 1. de elec­
pan a la condena, los c o n d u c to re s fran ceses ción, no de fa lta de I. social, a m enos q u e la
son en esa proporción social (aunque no legal­ recesión pu ed a relacionarse causalm ente, p o r
m ente) lib re s de so b re p a sa rlo s. ejem plo, con u n a p o lítica p a rtic u la r del
M uchos c re e n que la d em o cracia es "u n a gobierno. El costo elevado de la d u ra c ió n de
sociedad lib re ” . Sin em bargo, cu alq u ier socie­ una tra sm isió n televisiva hace que e ste m edio
dad o rg a n iz a d a e s tá c o n s titu id a p o r u n a red sea inaccesible a la m ayoría; e sta c irc u n s ta n ­
in trin c a d a de rela cio n e s p a rtic u la re s de 1. y cia lim ita la 1. de elección, pero no la 1. de p a la ­
de no-l. (no e x is te .n a d a sem ejan te a la 1. en b ra, C ada u n o es so c ia lm e n te " lib re de d o r­
general). Los c iu d a d a n o s de u n a d e m o c rac ia m ir d eb ajo de los p u e n te s ” o en casa, in c lu ­
p u eden te n e r la 1. p o lític a de p a rtic ip a r en el yendo a los que no tienen casa, los c u a le s no
p ro c e so p o lític o á tra v é s de elecciones pueden e le g ir en e sta m a te ria (en to d o s e sto s
" lib r e s ” . Los vo tan tes, los p a rtid o s y los g ru ­ casos es p ro b a b le que el a c to r evalúe las posi­
pos dé presión tienen p o r ello el p o d er de lim i­ bilidades q u e no tiene y no la 1. que tiene). Por
ta r la 1. de los c a n d id a to s que ban.elegido. La el c o n tra rio , tenem os 1. de elección re sp e c to
d em ocracia exige que las "1. civiles” sean p ro ­ de la m a y o r p a rte de acciones pu n ib les, y nos
teg id as p o r d erech o s reco n o cid o s leg alm en ­ hacem os no-libres de rea liz a rla s p re c isa m e n ­
te y p o r lo c o rre sp o n d ie n te d eb eres, y estos te p o rq u e son accesibles.
ú ltim o s im p lic a n ta m b ié n lim itacio n es de 1. Los in d e te rm in is ta s sostienen con fre c u e n ­
En un tip o ideal de d ic ta d u ra , el g o b e rn a n te cia que los seres hum anos tie n e n " lib re a lb e ­
tiene u n a 1. ilim ita d a resp e c to de sus sú b d i­ d río ” en la m ed id a en que tienen 1. de elec­
tos, en ta n to q u e estos ú ltim o s son to ta lm e n ­ ción; es d e c ir que sus elecciones efectivas, y
te no-libres re sp e c to del p rim e ro . En una el com portam iento que se desprende de éstas,
d e m o c rac ia las 1. y no-l. e stá n d istrib u id a s en no están d e te rm in a d o s c a u sa lm e n te sino que
una fo rm a m ás ig u a lita ria : e n tre los d is tin ­ c o n stitu y e n eventos accid en tales. Los d e te r­
LIBERTAD 907

m inistas pueden negar, con perfecta co h eren ­ u n se n tid o de 1. del h ech o de q u e se les deja
cia, la d o c trin a del lib re a lb e d río y so ste n e r en 1. cu a n d o "h u y en de la i.” p a ra so m eterse
sin e m b a rg o que los h o m b re s tienen a m en u ­ a u n a a u to rid a d que los condiciona a q u e re r
do 1. de elección. A rgum entan que el hecho de h a c er lo que deben h a c er. El G ran In q u isid o r
q u e A p u e d a h a c er r o z n o im pide la p o sib i­ de D ostoievski ju e g a co n esto s dos sig n ifica­
lid ad de e x p lic ar o p re v e r la elección e fe c ti­ dos de la palabra: "H oy la gente está m ás con­
va de A g rac ias a las leyes (por ejem plo, p si­ v en cid a que n u n c a que tiene a b so lu ta I.; sin
cológicas o sociológicas) causales. em bargo, nos h a e n tre g ad o su 1. y la h a pues­
De una acción se p u e d e decir que fue lib re to h u m ild em e n te a n u e s tro s p ie s .”
o no-lib re cu ando decim os: " E ste a sesin ato A c a u sa de la c a ra c te rís tic a eufem ista de
fue una acción lib re"; "P agó los im puestos, la p a la b ra 1. los e s c rito re s se h a n visto incli­
p e ro no lib re m e n te ". El c o m p o rtam ie n to nados fre cu en tem en te a definirla respecto de
in v o lu n ta rio es no-libre y tales son las accio­ a q u e llas y sólo a q u e lla s relaciones, ya sea de
nes no d e lib e ra d a s, p o r ejem plo las que el i. o de no-1., que su e le n a p re c ia r o rec o m en ­
a c to r e stá condicionado a realizar. Las accio­ d a r a o tro s. E stas definiciones persu asiv as de
nes v o lu n ta ria s son libres, a m enos que estén 1. son útiles no com o in stru m e n to s de las cien­
m o tiv ad as p o r el tem o r o por el castigo. La cias sociales e m p íric a s sino com o ex p ed ien ­
e n tre g a de su p ro p io d in e ro por p a rte de A tes retó ric o s; les d an a los e s c rito re s la p o si­
a B, que a p u n ta su fu sil co n tra A, es una b ilid ad de m a n ife s ta r en fo rm a a se rtiv a su
acción no-libre (sin e m b a rg o es una acción p u n to de vista no rm ativ o . Por ejem plo, al a fir­
v o lu n taria, d e te rm in a d a en p a rte po r ¡a am e­ m a r q u e ob ed ecer " a las leyes estab lecid as
naza de B y en p a rte p o r el deseo de A de sa l­ p o r la sociedad es se r lib re ", R ousseau tra ta
v ar su vida). Pero el rech azo de A a c e d er es de e x h o rta r a los ciu d ad an o s a o beceder esas
u n a acción libre. Se p u e d e h a c er lib rem en te leyes m ás bien q u e e x p lic a r el significado de
lo que se es no-libre de h a c er. P o r o tra p a rte , la 1. Las definiciones p e rsu a siv a s de 1. se han
si B p ersu ad e a A de h a c e r x sin am enazar cas­ u sa d o p a ra p ro p o n e r c u a lq u ie r género de
tigos, la acción x de A es libre. A lgunas veces, id eo lo g ía política, com o lo ilu s tra n los
sin em b arg o , se ha u s a d o el té rm in o " lib re ” sig u ie n te s ejem plos.
en un se n tid o m ás a m p lio en relació n con
acciones q u e son a u tó n o m a s, o sea que e stá n V. LIBERTAD COMO PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS FUN­
d e te rm in a d as exclusivam ente p o r las decisio­ DAMENTALES. El lib e ra lism o clásico, desde
nes del a u to r y no p o r el influjo de los dem ás. Locke h a s ta S p e n c e r v sus se g u id o re s, so ste ­
P o r ejem plo: "La ú n ica 1. digna de e ste n o m ­ nía que el e sta d o d e b e ría lim ita r la 1. de una
b re es la de p e rse g u ir n u e s tro b ien a n u e s tra p e rso n a c u a n d o y sólo c u a n d o fu era n ecesa­
m a n e ra ” (J, S. Mili). rio p ro te g e r los d e re c h o s fu n d am e n ta les de
" L ib re ” a m enudo no se refiere a c a ra c te ­ o tr a p e rso n a (co n sid erad o s fre c u e n te m e n te
rís tic a s de las acciones sin o de las p e rso n a s. com o c o rre s p o n d ie n te s a los d erech o s n a tu ­
Se pu ed e decir que u n a p e rso n a es lib re en rales). P o r esto, "n in g u n a sociedad en que
la m edida en que está d isp u e sta a a c tu a r libre­ e sta s leyes no se an re s p e ta d a s en su co n ju n ­
m en te o a a c tu a r a u tó n o m a m e n te , o a d e sa ­ to es lib re " (J. S. Mili). Por el c o n tra rio , una
r ro lla r al m áxim o su p ro p ia c a p ac id ad . Por so c ie d a d es lib re si se funda en estos p rin c i­
ejem plo, M arx profetizó u n a sociedad "en que pios de laissez faire. Y una p e rso n a que goza
el lib re d e sa rro llo de c a d a uno es condición de e sto s d erech o s leg alm en te reconocidos y
del libre d esarro llo de to d o s ”. La 1. se convier­ e s tá su jeta a los c o rre sp o n d ie n te s deb eres es
te en sinónim o de a u to rre a liz a c ió n . libre, a u n q u e p u e d e s e r no-libre en o tro s
Con fre c u e n c ia se d ice que la 1. c o n siste en a sp e c to s y resp e c to d e agentes d istin to s del
h a c e r lo q u e uno q u iere . S ería m ás p reciso g o b iern o , po r ejem p lo a c a u sa de la e x p lo ta­
d e c ir q u e un a c to r se sie n te lib re en la m edi­ ción económ ica o de la p resió n social. Así, la
da en que h ace lo que q u iere . La 1., com o e s ta ­ S u p re m a C orte de E sta d o s U nidos sostuvo
do m ental, es independiente de la 1. com o esta­ que las leyes q u e fija b a n un sa la rio m ínim o
do em p írico . E n tre las c o sas que q u iero evi­ y un m áxim o de h o ra s de tra b a jo violaban el
t a r p u ed e h a b e r a lg u n a que soy lib re y o tra p rin c ip io c o n stitu c io n a l de la 1., po rq u e e sta s
que soy no-libre de h a c e r. Algunos d educen re g la s no e ra n n e c e s a ria s p a r a la p ro te c ció n
908 LIBERTAD

de los derechos fu n d am en tales y sí c o n sti­ fu era del estab lecid o po r el e sta d o p o r con­
tuían lim itaciones ' ‘a rb itra ria s ” de la "1. con­ senso c o m ú n ” (Locke). Bajo e ste siste m a los
tra c tu a l” del d a d o r del tra b a jo y del sala­ hom bres son lib res porque su I. e stá lim ita ­
riado. da sólo p o r disposiciones en cuya p ro m u lg a ­
ción e s ta b a en 1. de p a rtic ip a r. Con u n ligero
VI. LIBERTAD COMO SATISFACCIÓN DE LAS NECESIDADES cam bio, la ” 1.” deja de basarse en el d e b e r del
f u n d a m e n t a l e s . Los n eo lib erales ponen de estado de se r sensible a la voluntad de los ciu­
relieve que el d erech o a a d q u irir las cosas dadanos p a ra ap o y arse en el d eb er de los ciu ­
in d isp en sab les p a ra la vida tien e poco valor dadanos de o b ed ecer las d isp o sicio n es del
p a ra los que c a re c en de la p o sib ilid a d de gobierno que reflejan la voluntad de la m ayo­
a d q u irirlo s; que el e sta d o d e b e ría hacerlo s ría o de la "v o lu n ta d g e n e ra l” . Según R ous­
accesibles a todos: que esto exige p o r p a rte seau los h o m b re s son libres si cum plen lib re ­
del e sta d o una lim ita ció n de la 1. individual m ente e s ta obligación o si h a n sido " o b lig a ­
a tra v é s de reg las so b re la sa lu d pública, la dos a se r lib re s ” . Y de este m odo la 1. llega
in strucción y el b ien estar. El b ie n e sta r social, a re fe rirse no ya al hecho de a c tu a r de un
no la 1. social, es su objetivo últim o; a u n q u e m odo o de o tro sino al hecho de no a c tu a r de
usan la p a la b ra "1.” p a r a d e sig n a r e ste obje­ n in guna o tr a m a n e ra que de la p re s c rita p o r
tivo. ”L. p e rso n a l significa, en efecto, poder la a u to rid a d .
del ind iv id u o de a s e g u ra rs e el alim ento, el
alo jam ien to y el v estido s u fic ie n te ” (S. y B. viii, l ib e r t a d com o c o n st r u c c ió n m o r a l . Las defi­
W ebb). Por el c o n tra rio , los q u e son in ca p a ­ niciones de 1. co n sid e rad a s h a s ta aquí, in clu ­
ces de c o n seg u ir lo q u e la so cied ad d e b e ría yendo tam b ién las p ersu asiv as, se com ponen
hacerlos cap aces de alcanzar, p e ro son libres to ta lm e n te de té rm in o s d e scrip tiv o s. Sin
de h a c e rlo re sp e c to del gobierno, c a re c e n de em b arg o las definiciones de 1. incluyen con
la " v e rd a d e ra 1.” "L a 1. de c a re n c ia s ” , a dife­ fre c u e n cia té rm in o s éticos, com o “ju s to ” ,
ren c ia de la 1. de p a la b ra , no se re fie re d ire c ­ " d e b e r” o " v ir tu d ” . En esos casos no sólo el
ta m e n te a la 1. social sino a la a u se n c ia de térm in o p o r d e fin ir (1.) sino tam b ié n la e x p re ­
c a re n c ia s y a la ex isten cia de un nivel sa tis ­ sión d e fin ito ria tien en un sig n ificad o valora-
fa c to rio de vida p a ra todos. Sólo en un se n ti­ tivo. P or ejem plo, " la 1. p u ed e c o n s is tir ú n i­
do in d ire c to "lo s h o m b re s m e n e ste ro so s no cam en te en p o d e r h a c er lo que debem os
son h o m b re s lib re s ” (F. D. R oosevelt). É stos h a c e r” (M ontesquieu). Del m ism o m o d o se
tien en poca 1. de elección y so c ia lm e n te son dice frecu en tem en te que una p e rso n a es libre
no-libres re sp e c to de los p o d e ro so s desde el no si a c tú a lib re m e n te o si d e s a rro lla sus
p u n to de v ista económ ico. La "1." se refiere c a p a c id a d e s sino si realiza "lo m e jo r” o "lo
no sólo al objetivo del b ie n e s ta r sino tam b ién e sen c ial" de sí m ism a.
a c u a lq u ie r lim ita ció n de la 1. social co n sid e ­ Por ejem plo "la 1. se puede d e fin ir com o la
ra d a n e c e sa ria p a ra alcan zarlo . La S u p re m a afirm a c ió n p o r p a rte de un ind iv id u o o de un
C orte a c tu a lm e n te in te r p re ta la 1. en el se n ti­ g rupo de su p ro p ia n a tu ra le z a ” (Laski). Algu­
do de in c lu ir las leyes sobre el s a la rio m íni­ nos han so ste n id o que es su m a m e n te p ro b a ­
mo y o tra s "reglas y prohibiciones razonables ble que si a alg u ien se le d e ja en 1. de eleg ir
im p u e sta s p o r el in te ré s de la c o m u n id a d ” . por sí solo realice su p ro p ia n a tu ra le z a . De
La “ 1,” incluye la no-1. social d eseable y exclu­ a cu erd o con o tra trad ició n que, p a rtie n d o de
ye la 1. social fndeseable. Platón, a trav és de los estoicos y el p en sam ien ­
to c ris tia n o llega al neohegelism o, el h o m b re
VIL LIBERTAD COMO GOBIERNO BASADO EN EL CON­ alcanza la fo rm a m ás alta de a u to rrea liz a c ió n
SENSO. La defin ició n p e rsu a siv a de 1, com o so m etién d o se a alg u n a n o rm a m oral im p u e s­
g o b iern o b a s a d o en el co nsenso se u sa p a ra ta desde el e x te rio r p o r alguna a u to rid a d re li­
m a n ife s ta r la n o rm a de que el g o b iern o d e b e ­ giosa o política, o p o r el p ro p io "yo su p e rio r"
ría b a s a rs e en el consenso de los g o b ern ad o s, que o rd in a ria m e n te se id en tifica con la fe, la
y e sto sig n ifica, o rd in a ria m e n te , g o b iern o razón o la co n cien cia m oral. "L lam o lib re al
re p re s e n ta tiv o y reg la de la m ay o ría. Por que se d e ja g u ia r ú n ic a m e n te p o r la ra z ó n ”
ejem plo, "la 1. del h o m b re en la so cied ad con­ (Spinoza). "La o b ed ien cia a u n a ley que noso­
siste en no e s ta r b a jo o tro p o d e r leg islativo tro s m ism o s p re s c rib im o s es 1.” (R ousseau).
LIBRECAMBISMO 909

La 1. d eja de d e sig n a r la au sen c ia de lim ita ­ librecambismo


ciones d e sa g ra d a b le s p a ra d e sig n a r la exis­
ten c ia de lim itacio n es a g ra d a b le s. " E n efec­
to, no ad q u irim o s la 1. ap ag an d o lo que desea­ i. d e f in ic ió n . Aquí, en su acepción m ás sim p le
m os sino d e stru y e n d o n u e s tro deseo" (Epic- y e s tric ta , el 1, es u n a d o c trin a fav o rab le a la
teto). E n sín tesis, la 1. es la no-1. de h a c e r el lib e rta d económ ica, según las razones filo só ­
m al, en ta n to q u e la 1. d e d esv iarse del cam i­ ficas que ex p u so A dam S m ith de m a n e ra s is ­
no p re sc rito es licencia. "Si a todos se les con­ tem á tic a, en a b ie rta p o lém ica c o n tra el m e r ­
ced iera u n a licencia d e sen fren a d a de p a la b ra cantilism o. L a difu sió n del 1. (nunca c u e stio ­
o de e scrito , no q u e d a ría n a d a de sag rad o e nada) iba a c o m p añ ad a de u n a visión de la eco­
inviolado [. . .] De este m odo, la licencia g an a­ n o m ía d is tin ta de la tra d icio n a l, q u e d u r a n ­
ría lo que la 1. te rm in a ría p o r p e rd e r ” (Encí­ te m ilen io s h a b ía c o n s titu id o casi la ú n ic a
clica Libertas). in terp retació n del conflicto e n tre los h om bres
Si se u sa “ 1." com o e tiq u e ta p a ra las p re fe ­ y que se b a s a b a en el viejo ax io m a de que “ la
ren cias m o ra les o p o lític a s de cada uno, el gan an cia de unos es la p érd id a de o tro s ” . “ De
esfu e rzo de c a d a cu al p o r la 1. se ría vano. A ristóteles en a d e la n te , los filósofos e sp e c u ­
Todos e s ta ría n de a c u e rd o en que la 1. es el laron a este respecto definiendo con precisión
bien suprem o, p ero no e s ta ría n de acu erd o en la u tilid a d rep ro b a b le , o sea la excedencia del
n in g u n a o tra cosa. Un d e sac u e rd o sig n ific a ­ ju sto p re c io ” (J. S chum peter). En cam b io con
tivo sobre el valor de la 1. presupone un ac u er­ el 1. se re fu ta la id ea de la econom ía co m o
do so b re el sig n ificad o de I. en térm in o s no "o p era c ió n con su m a c e ro ” y se em p ieza a
valorativos. El co n cep to de 1. social p ro p o r­ c o n sid e ra r com o p o sible fu en te de un m a y o r
ciona u n a base a d e c u a d a p a ra una d isc u sió n b ie n e s ta r p a ra todos, de m odo q u e la lib e r­
fru c tífe ra sobre los a sp ec to s tan to n o rm a ti­ tad no degenere n e c esa ria m e n te en lib e rtin a ­
vos com o em p írico s de la 1. E n cu a n to a los je, sin o que deje espacios p a ra una c o la b o ra ­
se cto res a los que se les d e b e ría a m p lia r o ción c o n tra ta d a .
lim ita r la 1. social, h a b rá opiniones d iv erg en ­ N o hay d u d a de q u e el p a so de la vieja a la
tes, d ep en d ien d o del v alo r q u e se les asigne nueva d o c trin a fue a y u d a d o p o r la d e c a d e n ­
a otros fines sociales, com o la igualdad, la ju s ­ cia de la a g ric u ltu ra , que p e rd ió la p rim a c ía
ticia o el b ien estar, q u e pueden co m p etir con productiva, y por el d esarro llo de la industria,
el fin de la lib ertad . que a d q u irió tal p rim a cía . En la a g ric u ltu ra
la riq u e z a p rin c ip a l es la tie rra , o sea un
b ib l io g r a f ía : R. Aron, Ensayo sobre las liberta­ re c u rs o n a tu ra l escaso y no renovable; a g o ­
des (1965), Madrid, Alianza, 1969; C. Bay, La ta d a la d isp o n ib ilid a d de tie r r a virgen o de
estructura de la libertad (1958), Madrid, Tecnos, nadie, quien desee m ás p ro p ie d a d es las tie ­
1961; I. Berlín, Libertad y necesidad en la histo­ ne que s u s tr a e r a o tro s. En cam bio, en la
ria (1969), Madrid, Revista de Occidente, 1974; in d u s tria la riq u e z a d o m in an te es el c ap ital,
J.P. Day, Th,reais, offers, laxv, opinión and liberty, un rec u rso a rtific ia l renovable a vo lu n tad ,
en American Philosophical Quarterly, xiv, 1977; ac u m u lab le aun sin lle g a r a s u s tra e rlo de
C. Friedrich (conrp.), Liberty, Nueva York, Ather- p o seedores a n te rio re s. S in em bargo, h a s ta
ton, 1962; F.A. von Hayek, Fundamentos de la poco an tes de la revolución in d u stria l, en la
libertad (1960), M adrid, Unión, 1969; F. Oppen- época de la revolución m ercan til de los siglos
heim, Dimensioni della liberta (1962), Milán, Fel- xvi y xvii , el o ro y la p lata, ad em ás de la tie ­
trineili, 1964; Political concepts: A reconstniction, rra, co n firm a b a n la existencia en el m u n d o
Chicago, University of Chicago Press, 1981; W. de u n a dotación fin ita de riqueza, de do n d e
Parent, Some recent work on the concept of un pedazo m ayor p a ra uno im ponía un p e d a ­
liberty, en American Philosophical Quarterly, XI, zo m en o r p a ra alg ú n otro.
1974; A. Passerin d’Entréves (comp.), La liberta La tie rra no p ro d u c ía m ás tie rra , ni el oro
política, Milán, Contunda, 1974; H, Steiner, Indi­ m ás oro, ni la p la ta m ás p lata. Un g ran o de
vidual liberty, en Proceedings of the Aristotelian trigo sí p ro d u c ía m ás g ran o s de trig o y, en
Society, l x x v , 1975. efecto, h a s ta finales del siglo xvm (incluidos
los fisiócratas), se continuó pensando que sólo
[FELIX E. OPPF.NHEIMj la p ro d u cc ió n a g ra ria g en era un excedente,
910 L1BRECAMBISMO

pero un excedente tan exiguo que im pide una e ste 1. se tra n s fo rm ó cada vez m ás e n un
m ejora general d u ra d e ra de las condiciones e n fre n ta m ie n to e n tre la econom ía de m e rc a ­
de vida. Inclu so después de Sm ith, los econo­ do y la econom ía p lanificada, en el c u a l se
m istas clásicos, au n adm itien d o la posib ili­ oían p o r un lado las voces de los e co n o m is­
d ad de u n excedente fu e ra de la a g ric u ltu ra , tas teó rico s y p o r el o tro las voces de los
in sistie ro n en o c u p a rse so b re to d o d e los hechos h istó ric o s de c u a lq u ie r tipo, q u e con
an tag o n ism o s ac erc a de su d istrib u c ió n . Por e! paso del tiem po iban enriqueciendo la expe­
el contrario, la am pliación global del exceden­ riencia. A dem ás del 1. com o d o c trin a econó­
te se c o n tin u a b a c o n sid e ran d o en c ie rto sen­ m ica, e x istía un 1. com o p o lítica económ ica
tido inútil, ya q u e se tem ía que a u m e n ta ra la o com o p o lítica tout court, con su p ro p ia evo­
p o b lación en la m ism a m edida (los h o m b res lución, y es p re c isa m e n te a d ich a evolución
crecían "co m o r a ta s en un g ra n e ro ”), m a n te ­ de la p rá c tic a lib re c a m b ista a la que vam os
niendo un salario m ínim o de subsistencia: así a d e d ic a r la sig u ien te sección.
h ab ía o c u rrid o d u ra n te m ilenios y así c o n ti­
n u a ría o c u rrie n d o . II. EVOLUCIÓN DE LA PRÁCTICA LIBRECAMBISTA. Empe-
A unque c o n tra rio al pesim ism o d e m o g rá ­ cem os dicien d o que, obviam ente, si p o r un
fico de los m althusianos, K. M arx llegaba por lado c o n ta m o s con ejem plos d e 1. teó rico en
o tro s cam in o s m ás m od ern o s a las m ism as estado p u ro , carecem o s po r o tro de ejem plos
conclusiones, y teo riza n d o la " lu c h a de cla­ de 1. político lib res de com prom isos o p a rc ia ­
se s” e n tre p ro le ta rio s y c a p ita lista s re b a tía lidades. Del m ism o m odo, n in g u n a p o lític a
como nu n ca se h a b ía hecho la concepción con­ plan ificad o ra ha llegado a ser alguna vez in te­
flictiva de la econom ía, dándole nuevos fu n ­ gral, y el m ism o m e rc a n tilism o com o p o líti­
d am entos. El so cialism o se p re s e n ta b a de ca re su ltó en todas p a rte s m uy deslavado.
rep en te com o u n a d v e rsa rio fo rm id a b le de la C uando S m ith a ta c a b a el m e rc a n tilis m o b r i­
in cip ien te d o c trin a lib re c a m b ista , la cual tánico, a d m itía sin e m b arg o q u e las A ctas de
solam ente con los econom istas neoclásicos de Navegación (leyes típicam ente m ercantilistas)
la se g u n d a m ita d del siglo xix e la b o ró ideas h a b ía n sido quizás "la s m ás sab ias reg la m e n ­
fu ertes p a ra d e fe n d e rse y a ta c a r. E n tre tales taciones com erciales de In g laterra”, si se valo­
ideas p rev a lec ía la de la p ro d u c tiv id a d m a r­ ran en el plano del p o d e r nacional adem ás del
ginal de c a d a fa c to r en p a rtic u la r: tra b a jo , económ ico. En efecto, aquel tip o de m e rc a n ­
cap ital, tie rra . N inguno de los fa c to re s su s­ tilism o e ra un a rm a de g u e rra de G ra n B re ­
tra ía n a d a a los o tro s, p o rq u e lo que rec ib ía tañ a c o n tra H o lan d a, que en to n c e s e s ta b a a
en los m e rc a d o s co m petitivos e ra su c o n tri­ la v a n g u a rd ia del d e s a rro llo económ ico: un
bución a la producción: si recibía m ás e ra gra­ a rm a s im ila r a los p ro p io s c añ o n es q u e a c a ­
cias a su m ay o r p ro d u ctiv id a d , no p o r efecto b a ro n p o r u s a rs e p a ra reso lv e r la c u e stió n .
de u n a m a y o r exacción de las co n trib u cio n e s P or lo dem ás, c u a lq u ie r seg u id o r de e s ta doc­
ajenas. El ra z o n a m ie n to neoclásico o m argi- trin a sabe que el m onopolio hace daño a quien
n alista e ra criticable, pero reflejaba la eviden­ lo su fre y c u a lq u ie r inglés se a le g ra b a de
cia de s a la rio s rea les, que, p o r p rim e ra vez p o d e r h a c e r dañ o a los enem igos de In g la­
en la h isto ria , ib an c re c ie n d o c o n tin u a m e n ­ te rra .
te sin p e rju d ic a r a las g anancias. E n el c o m e rcio in te rn a c io n a l, la reg la c o n ­
D esde entonce.s, el 1. com o d o c trin a econó­ siste en q u e el 1. sea m ás g ra to a los p aíses
m ica, o sea en su acepción m ás sim ple y m ás d e sarro llad o s y m enos g ra to a los dem ás,
e s tric ta , sig u ió la s u e rte de la s te o ría s neo­ los cuales intentan d ism in u ir o a n u la r su infe­
clásicas o m arg in alistas que le servían de apo­ rio rid a d con re c u rs o s p ro te c c io n ista s . A
yo. Tuvo vigencia y a c e p ta c ió n h a s ta la p r i­ m ed id a q u e la in fe rio rid a d b r itá n ic a se a te ­
m era g u e rr a m u n d ial; desp u és a c u só las n u a b a p a ra c o n v e rtirse fin a lm e n te en su p e ­
d u ra s c rític a s de J.M. K eynes en 1936 y de P. rio rid a d , con la revolución in d u s tria l, el 1. se
S raffa en 1960 (por no c ita r m ás que dos nom ­ c o n so lid a b a y se h a c ía m ás se g u ro m ás allá
b res y dos fechas), a u n q u e re c ie n te m e n te vol­ del c a n al de la M ancha, d ejan d o a lo s p a íse s
vió a a d q u ir ir c ie rta fu erz a con las te o ría s de que se q u e d a b a n a tr á s a m e rc e d de su s p r o ­
los econom istas que podem os lla m a r neo-neo­ pias d ecisio n es al re sp e c to . Pero in clu so los
clásicos. La p o lém ic a en p ro o en c o n tra de lib re c a m b is ta s a c e p ta b a n que la s nu ev as
LIBRECAMBISMO 911

in d u s tria s " n a c ie n te s" ten ían necesid ad de riz a b a el fu n d am e n to de la sociedad civil en


u n a c ie rta p ro tecció n tem p o ral, h a s ta lle g a r defensa de la p ro p ied ad privada, fru to del tr a ­
a su e d a d a d u lta . H a b ía n d e sap a re cid o bajo individual, y no p o r casualidad, un libre­
m uchas de las condiciones objetivas y m uchas c a m b ista de hoy com o R N ozick re to m a los
de las c re e n c ia s del m erc an tilism o , ya n a d ie arg u m e n to s de Locke p a ra fo rm u la r la igual­
p e n sa b a q u e la g a n a n c ia de uno re p re s e n ta ­ dad e n tre un g o b iern o ju sto y un g o b iern o
ra in ev ita b le m e n te la p é rd id a de otro, p ero m ínim o.
los políticos co n tinuaban actuando en la p rá c ­ Sin e ste halo, que p o n e al 1. en co n tacto con
tic a com o uno o dos siglos a trá s . los grandes ideales extraeconóm icos del hom ­
Sin em bargo, si c o n sid eram o s la econom ía bre, no se explicaría la aceptación del 1. inclu­
in te rn a de cada nación e n p a rticu la r, en lu g ar so fu e ra de G ran B retañ a, en A m érica, en la
de la econom ía in tern acio n al, observarnos un E u ro p a continental, en la época de la Ilu s tra ­
p a n o ra m a d istinto. En pleno siglo x v ii , to d a ­ ción y d esp u és, en tiem p o s y lu g ares d iv er­
vía en condiciones de re la tiv o s u b d e sa rro llo sos, en condiciones económ icas diferentes. En
económ ico, G ran B re ta ñ a no d u d a b a en reco ­ Ita lia fu ero n lib re c a m b ista s los R om agnosi,
n o cer a sus ciu d ad an o s (no así a los e x tra n je ­ los Cavour, los Francesco F errara, varios p ro ­
ros) a m p lia s lib e rta d e s económ icas, d istin ­ tagonistas del R isorgim ento, y por las m ism as
gu ién d o se en e s te a sp e c to n e ta m en te de la razo n es de fondo que m ovían ai R iso rg im en ­
F ran cia a b so lu tista: " E n tr e el m erc an tilism o to. El m ás g ran d e e c o n o m ista italian o , V.
inglés y el c o lb e rtism o y sus d erivados exis­ Pareto, fue librecam bista; lo fue tam b ién Lui-
te la m ism a d ife re n c ia que e n tre un tra je gi E inaudi, que en tre las dos g u e rra s m u n d ia ­
hecho a la m edida y o tr o ya co n fe c c io n a d o ” les, en un p erio d o de graves c risis ec o n ó m i­
(C. W ilson). In clu so los privilegios m onopo­ cas, p o lem izab a con K eynes acu sán d o lo de
listas de las com pañías m ercan tiles se vieron ofender no ta n to al 1. com o a los valores m o ra ­
sie m p re con s u sp ic a c ia por p a rte de la opi­ les to d av ía m ás preciosos en que se basa.
nión pú b lica inglesa o d e algunos sectores del A ctu alm en te la so b rev iv en cia del 1. (com o
p a rla m e n to , so b re to d o cu ando e n tra ro n en la de su a n tité tic o , el socialism o " o b lig a to ­
conflicto con los in te rese s de los in d u striales. rio ”) no depende ya d e sus a sp ec to s e sp e c ífi­
Cuando G ran B retañ a se apuntaló en la in d u s­ cos a c e rc a del co m ercio in te rn ac io n al, la efi­
tr ia y el carb ó n , d e sm a n te ló rá p id a m e n te las cien cia económ ica o c u a lq u ie r o tra c u e stió n
c o m p a ñ ías m e rc a n tile s así com o las viejas lim itada a la m e ra econom ía. B. Croce, en d is­
c o rp o ra c io n e s de a rte s y oficios, m ie n tra s cu sión con E in au d i, in te rp re ta b a el 1. com o
fav o recía las inno v acio n es técnicas y la libre p e rte n e c ie n te a la e sfe ra de lo ú til y no a la
in ic ia tiv a e m p re sa ria l. de lo ju sto , y p o r lo tan to lo releg ab a a u n
Los in te re se s a g ra rio s, re p re se n ta d o s po r á m b ito su b o rd in ad o al de la m oral m ás noble
la p o derosa nobleza, fu ero n igualm ente sa cri­ del liberalism o. Pero casi ninguno de los lib re­
ficados a los in te re s e s in d u stria le s " b u rg u e ­ c a m b ista s a c tu a le s a p o y a ría a C roce c o n tra
ses” cuando e n tra b an en conflicto. Sin em b ar­ E in au d i; al c o n tra rio , casi to d o s te n d e ría n a
go, la abolición de la s leyes p ro te c cio n ista s c re e r que el 1. es la versió n m ás p u r a e in te ­
so b re el trigo, a v a n za d o ya el siglo xix, no gral del lib e ralism o , com o verem os en la
fue consecuencia de la política económ ica b ri­ sig u ien te sección.
tán ic a sino la co n tin u a ció n de un proceso ini­
ciado m ucho an tes, en el siglo xvi. Tal o rie n ­ 111 EL RENACIMIENTO DEL LIBRECAMBISMO POLÍTICO.
tació n no resp o n d ía sólo a m otivos económ i­ El a c tu a l cre d o lib re c a m b ista , e n te n d id o en
cos: en G ran B re ta ñ a e ra n m uchos los que se n tid o am plio, em pieza con las p rim e ra s
concebían la lib e rta d económ ica com o p a rte p a la b ra s del lib ro de Nozick, Anarquía, esta­
in te g ra n te de la lib e rta d h u m a n a en se n tid o do y utopía: "Los individuos tienen derechos;
am plio, un d erech o n a tu r a l con so lid ad o con hay cosas q u e nadie, individuo o gru p o , p u e ­
dos revoluciones p o lític a s en el siglo xvii: la den h a c e rle s (sin v io la r su s derech o s).” Lo
p u rita n a y la " g lo rio s a ”, que tu v iero n lu g a r colectivo es p a ra los lib re c a m b ista s sólo u n a
en el seno de u n a m o n a rq u ia c o n stitu c io n a l reu n ió n de in d iv id u o s y no tra s c ie n d e n u n c a
ú n ica en E u ro p a. L ocke in te rp re ta b a un sen ­ los individuos. Los deberes que se contem plan
tim iento britán ico m uy difundido cuando teo­ son de los in d iv id u o s resp ecto de o tro s indi-
912 LIBRECAMBISMO

viduos, el " re v e rso de la m e d a lla ” de unos de m illones y m illones de individuos d e sco ­


derechos individuales. Lo cual se vincula con nocidos, p e ro el lib re ca m b ista d u d a de que
la idea lib re c a m b ista de que cada individuo u n p lan ific a d o r c e n tra l p u ed a en algún
es d istin to de los o tro s, único e irre p etib le ; m o m en to d isp o n er, aunque lo q u isie ra , de
n a d a lo pu ed e s u s titu ir, lo cual e sta b le c e el to d a la in fo rm ació n n e cesaria p a ra su o b je­
v alor y la sa cra lid a d de to d a vida h u m an a. El tivo, y c re e en cam bio que el m erc a d o com ­
individuo tiene el derecho de vivir su vida, que p etitiv o se a c erc a m ás al ideal de la “ s o b e ra ­
no es de nadie m ás; tiene el derecho, y quizás n ía de los c o n su m id o re s” .
tam b ién el d eber, de h a c e r explícitas sus La fó rm u la del com unism o: " a c a d a uno
exclusivas capacidades creativas, de h a c er su según su s n e c e sid a d e s” sería p e rfe c ta m e n te
p ropia o b ra m aestra, siguiendo " la tendencia a c e p ta b le p a ra el lib re c a m b ista si no h u b ie ­
fu n d a m e n ta l a la ex celencia” . P o r lo ta n to ra escasez y si los bienes disp o n ib les b a s ta ­
n ecesita lib e rta d de elección y de ex p erim en ­ ra n p a ra s a tis fa c e r to d as las n e c esid ad e s de
tación, p a ra a c tu a r su originalidad, como con­ todos. P ero al no b a s ta r, los bienes escaso s
dición p a ra ser lo que los o tro s no son ni p u e­ se asignan re s p e ta n d o p rio rid a d e s, las c u a ­
den ser. les o son e stab lecid as p o r una a u to rid a d polí­
Así en te n d id o , el 1. es u n a fo rm a del indivi­ tic a o son e x p re sa d a s p o r los m ism os in divi­
d u alism o , q u e no debe c o n fu n d irse con el duos m ediante su disposición a g a sta r m ás en
a n a rq u ism o in d iv id u alista . Al re a liz a r sus c ie rto s b ien es y m enos en o tro s. El lib re c a m ­
experim entos, el lib re ca m b ista d e scu b re dos b ista se d e c la ra en favor, obviam ente, de este
vínculos o lím ites: el re s p e to de los d erech o s segundo m étodo, a u n esta n d o co n scien te de
y lib e rta d e s de los o tro s y la escasez de los sus defectos: quien no tiene m edios p a ra gas­
re c u rs o s m a te ria le s d isp o n ib les (au n q u e en t a r no e s tá en condiciones de m a n ife s ta r en
continuo aum ento). La política y la econom ía, el m ercad o n in g u n a d e m a n d a de alim en to s,
en c u a n to ciencias, e stá n p ues lla m a d a s a p o r m ucha h a m b re q u e tenga. El m erc ad o no
c o la b o ra r, p ero la p rim a c ía de la econom ía se fu n d a m e n ta en el egoísm o sino en la e q u i­
e n tre los in stru m e n to s lib erales d e riv a del valencia e n tre lo que se da y lo que se recibe
hecho de p e n s a r que la escasez de los r e c u r­ a cam bio, e sta b lec id a m ed ian te la c o m p e ten ­
sos sea u n a de las c a u sa s p rin c ip a le s de las cia y el c o n tra to . Q uien no tiene n a d a q u e d a r
d ificu ltad es políticas y no viceversa. El a n a r ­ a los dem ás, n a d a recibe, salvo que el in te r­
quism o p arece a trib u ir poca im p o rta n c ia a la cam bio p e rm ita el don. El lib re c a m b is ta es
escasez, com o si la n a tu ra le z a p ro v e y e ra lo fav o ra b le a la g e n e ro sid ad p riv a d a v o lu n ta ­
suficien te p a ra sa tisfa c e r al h o m b re en c u a n ­ ria, p e ro d esco n fía de la g e n e ro sid a d p ú b li­
to d e sa p a re z c a n los m ales a rtific ia le s del ca bajo p resió n , p o rq u e tem e sus ab u so s, que
gobierno y del derecho; no así el lib re c a m b is­ van desde el ro b o legal h a s ta el p ro te c c io n is ­
ta, que no cree s u p rim ió le la p e n u ria re sp e c ­ m o indebido.
to de n u e s tro s deseos ilim itad o s y se dirige Aun así no considera ju sta y equ itativ a cual­
a la n a tu ra le z a com o a algo que h ay que con­ q u ier re d istrib u ció n del ingreso y de la riq u e ­
q u is ta r de m a n e ra p ro m eteica. za en se n tid o ig u a lita rio . P a ra él, in g re so s y
La lección del lib re c a m b is ta A dam S m ith riq u e z as se ju zg an no p o r lo q u e son, iguales
co n sistía en d e m o s tra r que la división del tr a ­ o d esig u ales, sino según cóm o se fo rm a ro n
bajo ay u d a al hom bre a liberarse, salvo excep­ h istó ric a m e n te : su d istrib u c ió n s e rá ju sta ,
ciones, de los p eo res im p e d im e n to s económ i­ a u n q u e d esig u al, si fue ju s ta en su o rig e n y
cos que incluso y so b re todo lo c a stig a ría n en fu ero n ju s ta s las p o s te rio re s v a ria cio n e s,
rela ció n con a q u e llas a c tiv id a d e s no ligadas en m endando toda in justicia que p u d ie ra a p a ­
a fines económ icos. P ero la división del t r a ­ re c e r en el p ro ceso (p rin cip io de Nozick). En
bajo m u ltip lic a e n o rm e m e n te los vínculos el m erc a d o co m petitivo, el éxito y la riq u e z a
sociales y los extiende, m ás allá de la fa m i­ son a sig n a d o s p o r la gente a q u ien m ás la
lia, de las a m ista d e s, del vecinazgo, de la t r i ­ satisface: no im p o rta si se p re m ia el m é rito
b u y de la nació n , a p e rs o n a s a le ja d a s y d e s­ o la su e rte , al lib re c a m b is ta le im p o rta que
co n o cid as. Se p re c isa de u n a o rg an izació n p re m ie n la in ic ia tiv a de q u ien lo g ra s a tis fa ­
co m p leja p a r a p ro v e e r a las n ec esid ad e s c e r a la gente. La lib re c o m p e ten c ia es n e c e ­
d iv e rsific a d a s y c o n tin u a m e n te c a m b ia n te s sa ria p o rq u e no re s u lta seguro e sta b lec e r po r
LIBRF.CAMBISMO 913

a d e la n ta d o quién sea el m ejor sa tisfa c to r: No tenem os ni siq u iera la certeza de q u e en tre


sólo la e x p erien cia p u e d e d e c id ir al re sp e c ­ los g o b e rn a n te s no se in tro d u z ca n m alv ad o s
to. C o n tra ria m e n te a lo que dicen m uchos e incom petentes, a p e s a r de to d as las p re c a u ­
lib ro s de econom ía, el e m p re sa rio , tal com o ciones p a ra evitarlo. Así pues la pregunta m ás
lo en tien d en los lib re ca m b istas, no calcula el im p o rta n te p a ra el lib re ca m b ista no es quién
m áxim o beneficio p a rtie n d o de un c o n ju n to debe gobernar, sino cóm o debe gob ern ar p a ra
de d a to s, sino que m o d ific a el c o n ju n to de no p e rju d ic a r d e m a siad o en c u a lq u ie r even­
d ato s q u e e n c u en tra y h ace lo que o tro s no tu a lid a d posible. T am bién p o r este cam ino,
se im aginan que se p u e d a h a c er o creen eq u i­ que es el que sigue K. P opper, se llega al
vocado. go b iern o " m ín im o ” .
El lib re c a m b ista e s tá pues d isp u e sto a El lib re c a m b is ta no tiene co n fian za en los
s a c rific a r la eficiencia a la lib e rta d , si é sta s g ra n d e s proyectos, y p re fie re p ro c e d e r con
e n tra n en conflicto, o m á s bien co n sid era efi­ pequeños pasos ex p erim en tales, con el m éto ­
ciente lo que se dirige a sa tisfa c e r las lib res do del ensayo y error. La iniciativa individual,
elecciones de consum o, de tra b a jo , etc.; no le au nque e n c e rra d a e n tre estrech o s h o rizo n tes
in te re s a la eficiencia d e la econom ía " ra c io ­ y no c o o rd in a d a a p a re n te m e n te , a tra v é s de
n a liz a d a ” con planes, m o nopolios o e s ta n d a ­ los siglos tal vez h a llegado a c o n stru c c io n e s
riz a cio n e s p ro p u e sta s p o r tec n ó c ra ta s com o colectivas en g ra n m ed id a siste m á tic a s, las
W. R athenau. La e ficien cia c o n q u ista d a al cuales nadie h a p ro yectado y de las q u e todos
precio d e la u n ifo rm id a d , que d e stru y e las d isfru ta n ; el m erc a d o , la lengua, el d e re c h o
opciones individuales, es rech azad a p o r el en los países de! c o m m o n law, el h á b ito
lib re ca m b ista, el cual p o r análoga raz ó n no social. F. H ayek in siste , com o lib re ca m b ista,
acep ta ni siq u ie ra la d e m o c ra tic id a d de cu al­ en d e c ir que el o rd e n social n u n c a se alcan za
q u ier decisión votada p o r una m ayoría. No ve solam ente con u n a p erfecta com prensión lógi­
la razón de v o ta r por m ay o ría, im poniendo a ca de los nexos c a u sa les e n tre m edios d isp o ­
la m in o ría una u n ifo rm id a d que é sta a b o rre ­ n ib les y fines deseados, sino tam b ién n ecesa­
ce, sie m p re que el voto se re fie ra a lo que por ria m e n te con reg las e m p íric a s de c o n d u c ta
su n a tu ra le z a p u e d e s e r d iferen te de la elec­ tra s m itid a s de gen eració n en gen eració n ,
ción de los individuos. A dem ás, allá donde la a d a p ta d a s de vez en cuando, g rad u a lm e n te,
u n ifo rm id a d sea in ev ita b le p o r razón de su y que d ism in u y en los efectos de n u e s tra in e ­
objeto, el 1. rec o m ie n d a que é s ta sea m o d e ra ­ v itab le ceguera resp ecto del fu tu ro . El 1. d eja
da, o se a que no o fen d a n u n ca los d erech o s m u ch o espacio a la c a su a lid a d , a la su e rte , y
in d iv id u ales p rin c ip a le s. a c e p ta no sólo los prem ios, sino ta m b ié n las
El lib re c a m b ista no se opone en a b so lu to " in ju s tic ia s ” y los daños. E n econom ía, u n a
al socialism o y al co m u n ism o , e in cluso e stá m a la c o y u n tu ra p u e d e e n c o n tra r rem ed io s
d isp u e sto a a p o y a r e x p e rim e n to s en ta l sen ­ lib recam b istas, p e ro con la conciencia de que
tido, sie m p re q u e sean v o lu n tario s, com o es e r r a r es h u m an o y de que la p e rfe c ta e s ta b i­
el caso del k ib b u tz isra e lita . Lo que re p u d ia lid ad es irre aliz a b le e n el m undo de los vivos.
es el so cialism o y el co m unism o forzados, N egando al su p e rh o m b re , el 1. cree sin
o b lig ato rio s: p a ra el lib re c a m b ista , la su p e ­ e m b a rg o en el h o m b re a d u lto , re sp o n sa b le ,
rio rid a d del c a p ita lism o e stá en esto, en que independiente, m oderado, que quizás no exis­
ad m ite los actos de c o m u n ism o e n tre a d u lto s te o existe en u n o s pocos e je m p la re s in su fi­
que consienten en ello, m ie n tra s que el com u­ cien tes p a ra d a r el to n o debido a la sociedad.
nism o no a c ep ta tal rec ip ro c id ad . El m e jo r El 1. defiende la lib e rta d de consum o, p e ro
g o b iern o no es el que o fre c e su u to p ía, sino e s tá co n scien te de q u e los con su m o s de los
el que p erm ite un cam po de lib e rta d en el cual h o m b re s b a sto s s e rá n a sim ism o b a sto s, y lo
todos p u e d a n p acífic a m e n te b u sc a r y e x p e ri­ lam enta. La lib e rta d es com o un espacio vacío
m e n ta r las propias y diversas utopías. En este q u e es n e c esa rio lle n a r de cosas bellas, no de
sen tid o N ozick re c la m a el gobierno " m ín i­ cosas feas. Y a e ste resp ecto el 1. a c ep ta y aco­
m o". Los g o b e rn a n te s son h o m b re s com o ge to d o lo que c u a lq u ie r o tra filosofía p u e d a
todos los dem ás, con los vicios y d e b ilid a d e s o fre c e rle con v ista s a una vida m e jo r y p r o ­
de los dem ás: no ten em o s n in g u n a g a ra n tía m e te d o ra en a lg ú n sen tid o . P a ra co n clu ir, el
de que sus utopías sean m ejores que las o tras. 1. es u n a filo so fía abierta y su c o n te n id o no
914 LIDERAZGO

se puede d e s c rib ir m ás a llá de u n a c ie rta m en te m ás fru c tífe ro — c o n sid e ra r el 1. com o


posición. un papel: que a] se desem peña en un co n tex ­
to específico de interacción y refleja en sí m is­
b ib l io g r a f ía : L. Einaudi, La fine del laissez- mo (y en su "co m etid o ”) la "situ ació n ” de este
faire?, en Riforma Sociale, noviembre-diciembre contexto; fe] m an ifie sta c ie rta s m otivaciones
de 1926; M. Friedm an, Capitalismo y libertad del líder y re q u ie re c ie rto s a trib u to s de p e r ­
(1962), M adrid, Rialp, 1966; F.A. Hayek, Funda­ so n a lid a d y h ab ilid ad , adem ás de c ie rto s
mentos de la libertad (1960), Madrid, Unión, 1978; rec u rso s en g eneral, q u e son todos (m otiva­
J.M. Keynes, The end of laissez-faire (1926); J.M. ciones, a tr ib u to s y recursos) v a ria b le s del
Keynes, Teoría general de la ocupación, el inte­ p ap el en función de su contexto; c] e s tá liga­
rés y el dinero (1936), México, Fondo de C ultura do a las e x p ectativ as de sus seguidores, con
Económica, 1943; R. Nozick, Anarchia, stato e sus rec u rso s, sus d em an d as y sus a c titu d e s.
utopia (1974), Florencia, LeM onnier, 1981; K.R.
Popper, La sociedad abierta y sus enemigos u f u n c ió n y c o n t e x t o . E n te n d e r el 1. en este
(1966), México, Paidós, 1980; A. Smith, Investi­ se n tid o no significa —o b v iam en te— e x c lu ir
gación sobre la naturaleza y causas de la rique­ q u e el líd e r p u e d a p o r sí m ism o e la b o ra r su
za de las naciones (1776), México, Fondo de Cul­ papel, en u n a m edida m ás o m enos d e te rm i­
tu ra Económ ica, 1958; Ch. Wilson, II cam m ino nante, y h a sta prom over la form ación del con­
verso Vindustrializzazione (1965), Bolonia, 11 tex to en el que se coloca com o 1. Se tr a ta m ás
Mulino, 1979. bien de p re c is a r la distinción e n tre 1. d e te r­
m inado p o r el papel y líd er que d e te rm in a el
[SERGIO RICOSSA] papel.
Desde e s te p u n to de vista, B. de Jouvenel
(1958) esta b lec e una d ife ren c ia de p o sición y
de m e n ta lid a d e n tre el rentier p o litiq u e y el
liderazgo.I entrepreneur po litiq u e (distinción que —en el
p e n sa m ie n to del a u to r — e stá u n id a a la que
I. EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DE LIDERAZGO. El 1. SC existe e n tre la autorité su b sista n te o préexis-
en tiende n o rm a lm e n te , en la a c tu a lid a d , en tante y la a u to rité ém ergeante). Y so b re esta
un sentido m uy d istin to del concepto c o rrie n ­ b a se (H, G erth y C. W. Mills (1953) d istinguen
te en toda u n a tra d ició n de p e n sam ien to que tre s tipos de líder: el rutinario, el in n o va d o r
se re m o n ta h a sta P latón. y el precursor. Con e s ta últim a figura, e n te n ­
Como ejem p lo de u n a fo rm u la c ió n m o d e r­ d ien d o p o r " p r e c u r s o r ” un líd e r que c re a su
na del co n cep to tra d ic io n a l se puede c ita r la papel p ero no tiene n in guna p o sib ilid a d de
definición de 1. q u e dan R. M. M aclver y C. d e se m p e ñ a rlo (por ejem plo, R o u sse a u com o
H. Page (1937), q u ien e s lo c o n sid e ra n com o ideólogo), G e rth y M ills le dan a su tipología
" la c a p ac id ad de p e rs u a d ir o d irig ir a los la m ism a a m p litu d excesiva q u e —com o se
h o m b res que se d e riv a de cu a lid ad e s perso­ v erá m ás a d e la n te — le dan a su co n cep to de
nales in d ep en d ien tem en te del o ficio ’’. Aquí el 1. Sigue sie n d o cierto , sin em b arg o , d e sd e el
I. se id en tifica y se resuelve en la e sfera de p u n to de v ista que acab am o s de c o n sid e ra r,
poder que es la re su lta n te de las a c titu d e s del que se p u e d e n d is tin g u ir efectiva y ú tilm e n ­
líd er en c u a n to tal. El c o n c ep to de 1. p e rm a ­ te p o r lo m enos tre s tip o s de 1.:
nece, de e ste m odo, ín tim a m e n te ligado a la *el líder rutinario, q u e no c re a (y no re e la ­
idea de u n a biología p a rtic u la r del líder: y bora) ni su papel ni el c o n tex to en q u e lo
éste es el ú ltim o re d u c to de una concepción desem peña sino que cum ple únicam ente, den­
del líd e r com o " h é ro e ” c a ris m á tic o que ha tro de los lím ite s g e n e ra lm e n te p rev isto s, un
e n tra d o en c ris is —en el p lan o de la p rax is papel de g u ía de u n a in stitu c ió n ya e x is te n ­
po lítica— con las revoluciones d e m o c rá tic a s te, un papel al que —si acaso— le im p rim e su
de los siglos, XIX y xx. y —en el p lan o de la estilo p erso n al (por ejem plo, en Italia, un p r e ­
e la b o ra c ió n d o c trin a l— con el d e s a rro llo de sidente de la R epública que se co m p o rte com o
las ciencias sociales o cu rrid o en e sta s últim as lo h icie ro n De N icola y, por lo m enos h a s ta
décadas. 1954, E inaudi);
Es, en cam b io , m ás re a lis ta —y c ie n tífic a ­ *el líder innovador, que ree lab o ra tam b ié n
LIDERAZGO 915

rad ic alm en te un papel de guía de una in sti­ m ism o 1., aunque un hincapié excesivo en este
tución ya existente y a p e sar de todo ree la ­ aspecto —señalado ju sta m e n te por A. S. Tan-
b o ra el papel m ism o d e esta in stitu c ió n (por nenbaum (1968) en la m ayor p a rte de los e stu ­
ejem plo, en Italia, un p re sid e n te de la R epú­ dios so b re el te m a — e n tra ñ a u n a teo rizació n
blica que logre a s e g u ra rs e p o d eres de d ire c ­ del 1., in te rp re ta d o c o n serv a d o ra m en te , que
ción política, o bien —p a ra p o n e r o tro ejem ­ es p o r lo m enos u n ila te ra l.
plo sacad o de la a c tu a lid a d ita lia n a — un I.
sindical que a su m a c o m o p ro p ia s las funcio­ ni. lid er a zg o y p e r s o n a l id a d . D espués de lo que
nes de los partidos); se dijo en el §i, a p e n a s si es el caso se ñ a la r
*el líd e r prom otor, u n a fig u ra sem ejante que no te n d ría m ucho sentido in sis tir en te n ­
au nque no idéntica a la del organization buil- tativas de com pilar u n a especie de lista de los
d er tal com o lo id en tifica n F. H. H a rb iso n y a trib u to s de p e rso n a lid a d y h a b ilid a d in tr ín ­
C. A. M yers (1959), o sea com o u n líd e r que secos a la fig u ra del liderazgo.
c re a ta n to su p ap el co m o el c o n tex to en que E s ta s te n ta tiv a s h a n sido m uy n u m ero sa s,
lo realiza (por ejem plo, el que se c o n v ierte en y algunas veces tam b ién m uy au to rizad as. Es
fu n d a d o r de un grupo, un sindicato, u n p a r ­ el caso de Platón, co m o ya se indicó, que —en
tido, o tam b ién de un estado, siem pre y c u a n ­ la R epública — d iseña un m odelo de líd er f o r ­
do —se e n tie n d e — lo g re d a rle un m ínim o de jad o p a ra su papel de "cu sto d io del e s ta d o ” ,
c o n sisten c ia a su in ic ia tiv a y m an te n g a una no sólo p o r " u n a c ie r ta disp o sició n n a tu r a l”
posición de líd e r d e n tro déla in stitu c ió n que sino so b re todo por la educación. Y de A ris­
ha prom ovido). tóteles, que —en la Política— desplaza el acen ­
Por o tra p a rte , la p e rso n a lid a d del líd er no to p re c is a m e n te h a c ia las dotes n a tu ra le s
es m ás que uno de los facto res que influyen ("desde el n acim ien to , algunos e stá n d e s tin a ­
en la d eterm in ació n d e uno de los diversos dos a o b ed ecer, y o tro s a m a n d a r”). M ichels,
tip o s de 1. En los c a so s de p a p e le s ya d e te r­ a su vez —en Los p a rtid o s políticos (1911)—,
m inados, éstos puedan definirse m ás o m enos e n u m e ra toda u n a se rie de " c u a lid a d e s p e r ­
—com o p ro c e d im ie n to de re c lu ta m ie n to y sonales po r las que alg u n o s lo gran c o n tro la r
com o reg la de c o n d u c ta — y c o rre s p o n d e r a a las m asas y que, p o r lo tan to , deb en co n si­
exigencias m ás o m en o s flexibles, y, p o r lo d erarse com o dotes específicas de los líderes"
tanto, p u e d e n r e s u lta r m ás o m enos su sce p ­ (adem ás del talento o ra to rio —evaluado com o
tibles de re e la b o ra c ió n p o r p a rte del 1. En el " fu n d a m e n to del 1.” en el p rim e r perio d o
todo caso, es decisivo el hecho de que el 1. se del m ovim iento o b re ro —, fuerza de voluntad,
relaciona siem p re con la situación del contex­ su p e rio rid a d de conocim ientos, p ro fu n d id a d
to en que se consolida, a u n c u a n d o e sta re la ­ de convicciones, solidez ideológica, c o n fia n ­
ción no a p a re z c a ta n m ecán ica com o p a ra za en sí m ism o, c a p a c id a d d e c o n cen tració n “
p o d e r d e c ir tout court que "los líd eres son y "en casos e s p e c ia le s ” tam b ién b o n d a d de
siem pre, o c u lta o a b ie rta m e n te , 'preseleccio- ánim o y d esin terés, " e n cu a n to les rec u e rd a n
n a d o s’ p o r sus s o ste n e d o re s de a c u e rd o con a las m asas la fig u ra de Je su c risto y d e sp ie r­
las n ecesid ad es situ a c io n a le s del g ru p o ” (L. tan en ellas los s e n tim ie n to s religiosos no
G. S eligm an, 1968). Y a Hegel, p o r ejem plo, extinguidos sino ú n ica m en te ad o rm e cid o s”).
señaló q u e los " g ra n d e s líd e re s ” su rg e n m ás A d ife re n c ia de o tro s a u to re s, yo no a ñ a d i­
fácilm en te en las so c ie d a d es en fase de r á p i­ ría en c am b io a e s ta lis ta —que p o r lo dem ás
da tra n s fo rm a c ió n e s tr u c tu r a l. sólo tien e un valor de e je m p lific a ció n — el
De m a n e ra se m e ja n te , las fu n cio n es (y los n o m b re de M aquiavelo. E n E l Príncipe,
objetivos) del 1. no p u e d e n c o n sid erarse comcf M aquiavelo p ro p o n e un co n cep to de la " v ir­
si reflejaran exclusivam ente las m otivaciones tu d ” p o lítica tan e lástico que puede in te rp re ­
(y los intereses) del líd e r, siendo que siem p re ta rse m uy bien, en el lenguaje de ciencia
deben c o n sid e rarse , en cam bio, relacio n ad o s m o d ern a , com o u n a v a ria b le en fu n ció n del
en c ie rto m odo con el " c o m e tid o ” a trib u id o co n tex to en q u e se d e sem p e ñ a el p ap el de
al 1. p o r el co n tex to q u e ex p resa. P or e s ta líder.
razón es cierto que el líder, en cuanto tal, tien­ E ste e n fo q u e es p re c is a m e n te el m ás co n ­
de sie m p re a la co n serv a c ió n de las e s tr u c tu ­ veniente p a ra el a n á lisis de la p e rso n a lid a d
ra s y v a lo re s de in te g rac ió n re sp e c to de su del 1. Lo a te s tig u a n las in v estigaciones lleva-
916 LIDERAZGO

das a cabo en e sta m a te ria , las cuales, c u a n ­ de W. Lange —en su estudio so b re el "p ro b le ­
do no se lim itan a p ro p o rc io n a r resu lta d o s m a del genio”— reto m ad a por G erth y Mills).
dem asiado genéricos, identifican o tra s tan tas A sim ism o hay que distin g u ir e n tre la im agen
constelaciones de a trib u to s p erso n ales del 1. ñel papel y la im agen de su titu la r.
tan num erosas com o los tipos de grupos e stu ­
diados (y sus situaciones). D entro de su sim ­ iv. l íd er y s e g u id o r e s . En cuanto a los seguido­
plicidad, es v á lid a la enseñanza que ya en res, p ro b ab le m e n te —com o hace n o ta r C. A.
1948 R. M. Stogdill sacab a de una de sus rese­ G ibb (1968)— "la cosa m ás im p o rta n te que
ñas de los e stu d io s sobre los facto res p e rs o ­ hay que d e c ir acerca del concepto de segui­
nales del 1.: ya q u e éste es " u n a rela ció n que dores es que éstos tam bién desem peñan p ap e­
existe e n tre p e rso n a s in se rta s en una d e te r­ les activos ” . En 1os an álisis tra d ic io n a le s el
m inada situación social [. . .], las personas que 1. se c o n sid e ra b a com o una relació n u n ila te ­
son líderes en u n a situación no n ecesariam en­ ral: "uno, o guía o es g u iad o ” . P ero ya a p rin ­
te pueden se r líd eres en o tra s s itu a c io n e s ” . cipio del siglo —com o re c u e rd a Tannen-
Las d o tes de p e rso n a lid a d y h a b ilid a d del b a u m —, G. Sim m el, en lugar d e a d h e rirs e a
líder —com o sus m otivaciones— form an p a r­ u n a concepción del 1. m ás b ien tra d icio n a l
te, en efecto, del m arc o de los rec u rso s que, desde el p u n to de v ista global, a d v e rtía que
en la situ a c ió n específica, se ponen en ju eg o “ todos los que g u ían son tam b ié n g u ia d o s”
p a ra la c o n q u ista y la co n serv ació n del L: y y, adem ás, "en in n u m e rab le s caso s el je fe es
estos re c u rso s p u e d e n s e r tan diverso s com o esclavo de sus esclav o s” . A hora bien —ta n to
d iv ersas p u eden s e r las razones p o r las que m ás después de los estudios de C. J. F ried rich
se esta b lec e una relació n de influencia. sobre la "reg la de las reacciones p rev ista s"—,
No es —com o p o d rá e n te n d e rs e — q u e la e stá c la ro q u e líd er y seg u id o res se e n c u e n ­
p e rso n a lid a d del líd e r no c o n stitu y a un fac­ tra n d e n tro de u n a relació n de in flu jo re c í­
to r de im p o rta n c ia relevante, ni que la fig u ­ proco. Se tr a ta de dos realid ad es com plem en­
ra del líd e r no tenga co n n o tacio n es e sp ec ífi­ tarias: ta n to que los seg u id o res se p u eden
cas re sp e c to de la de sus seguidores. Se tr a ­ d e fin ir —com o su g ie re S. V erba (1961)—
ta so lam en te del hecho de que los a sp ecto s com o " c o la b o ra d o re s ” del liderazgo.
p e rso n a le s del 1. no p u e d a n g e n e ra liz a rse , S obre la rela ció n e n tre líd e r y seg u id o res
m ás a llá del u m b ra l de la b a n a lid ad , si no es —m ás e x a cta m e n te so b re el p ap el q u e a d o p ­
d e n tro del m arco de u n a tipología p re c isa (de ta el líd er resp e c to de sus se g u id o re s —, se
la que a c tu a lm e n te to d av ía no disponem os). b a sa la tip o lo g ía p ro p u e s ta p o r M. C onw ay
C uando m ucho, se p u ed e co n v e n ir con H. D. (1915), que d istin g u e tre s tip o s de liderazgo:
L assw ell y A. K aplan (1950) c u a n d o escrib en *los líderes que arrastran a la m u c h e d u m ­
q u e "el rasg o d istin tiv o del tip o político de bre, que “ son ca p ac e s de co n c eb ir u n a gran
p e rso n a lid a d com ún a todos los líd eres es la idea, de fo rm a r u n a m u c h e d u m b re su fic ie n ­
a cen tu ad a dem an d a de valores de deferencia, tem en te g ra n d e p a ra re a liz a rla y de fo rz a r a
sobre todo del poder y del respeto y, en m enor la m u c h e d u m b re a re a liz a rla ” ;
m edida, de la re c titu d y del afe c to ” . Sin duda, *los líderes intérpretes de la m uch ed u m b re,
"el líd er, com o tip o de p e rso n a lid a d , es em i­ que son h á b ile s so b re todo " p a r a h a c e r cla­
n e n te m e n te u n político: su c o n d u c ta e stá ra m e n te e x p lícito s los se n tim ie n to s o ideas
d e te rm in a d a p o r c o n sid e rac io n es re la tiv a s a vagos y o sc u ro s de la m a s a ” ;
la ad q u isic ió n y al d is fru te de los v a lo re s de *los líderes representantes de la m u c h e d u m ­
d e fe re n c ia ” . bre, q u e se lim ita n a " m a n ife s ta r so la m e n te
Por o tr a p a rte , no debe c o n fu n d irse la p e r­ la o pinión co nocida y e sta b le c id a p o r la
so n a lid a d del líd e r con su im agen: ya sea m u c h e d u m b re ” .
com o " a u to im a g e n ” —la que el líd er tie n e de A su vez —a u n q u e desde un p u n to de v ista
sí m ism o, o la q u e de a lg u n a m a n e ra tien d e d istin to , relativ o a las razones p o r las q u e se
a a c re d ita r —, ya sea com o im agen que los unen al líd e r— los seguidores p u e d e n dividir
se g u id o re s se fo rm a n de su líd er. P o r e je m ­ se en dos tipos: los fieles, q u e se c o m p ro m e ­
plo, la " g ra n d e z a ” se m an ifie sta m ás a m en u ­ ten p o r razo n es de c a rá c te r " m o r a l”, y los
do com o u n a tr ib u to de la im agen que del m ercenarios, q u e lo h acen p o r m o tiv o s de
h o m b re al que se re fie re (es u n a o b se rv a c ió n in te rés. Se tr a ta de u n a d istin ció n q u e d e s a ­
LIDERAZGO 917

rro lla F. G. B ailey (1969), p ero él m ism o tie ­ nos a u to re s —p o r ejem plo, S. V erba (1961) y
ne que se ñ a la r que la re la c ió n en tre líd e r y M. S h e rif (1962) —se ñ ala n p re c isa m e n te e ste
se g u id o re s sigue sien d o de la m ism a n a tu r a ­ aspecto de la " e s p o n ta n e id a d ” de los segui­
leza en am bos casos. Un líd e r "no pu ed e d ores en cu a n to tales. En su form u lació n , el
in flu ir y d irig ir los a c to s de su s seg u id o res co n cep to de e sp o n ta n e id a d im p lica adem ás
sino en la m ed id a en que d istrib u y e r e c u r ­ el de grupo: "el e s ta tu s m ism o del líd e r —d i­
so s”: y las relaciones "m o ra le s" son tan re c u r­ ce S h e rif— ex iste d e n tro de un grupo, y no
so com o los dem ás. P o r o tra p arte, si los fu era del m ism o ”. Y el concepto de g rupo a
" m e rc e n a rio s ” p re te n d e n u n a " p a g a ” d ire c ­ su vez, e stá ligado a la idea de un a c u erd o
ta, tam bién los "fieles” im ponen obligaciones en tre líd e r y se g u id o re s so b re los objetivos
a su líder, por lo m enos la obligación de " s e r ­ a alcan zar, lo cual es una c o n sta n te que se
v ir a la c a u sa ” y de c o m p o rta rs e com o "el e n c u e n tra en casi to d as las definiciones
m odelo de sus id e a le s ” . T anto en un caso m o d ern as de liderazgo.
com o en el o tro se realiza, p o r lo tan to , u n a Los a u to re s que se refieren al c a rá c te r
relación de " tr a n s a c c ió n ” . "efectiv o ” de su p o d e r ponen en evidencia
En rea lid a d —en m a te ria de relaciones otra c a ra c te rístic a de la figura del líder. Como
e n tre líder y seguidores—, el problem a de fon­ escribe K. Lang (1964), "el 1. sie m p re es u n a
do es el de c o n o cer " p o r qué el que es gu iad o acción efectiva, no un m ero p re s tig io ” . C uan­
sigue al que lo g uía" pero, en sus térm in o s do se p ro d u ce " u n escaso ejercicio de p o d er
gen erales, éste es el m ism o p ro b lem a del efectivo —precisan Lasswell y K aplan—, tene­
p o d e r (v. poder) y de su legitim ación. m os u n a a u to rid a d fo rm a lista , m as no un 1.”
(pero son los jefes y no los líderes los que ejer­
v. d e f in ic ió n d e l id e r a z g o . Las d u d a s y las con­ cen un p o d e r efectivo "sin q u e é ste se fo rm a ­
tro v e rsia s sobre este p ro b lem a pesan no poco lice en v ista s a la a u to r id a d ” ).
en las definiciones d a d a s del concepto de 1., Pero la posición del líder no es u n a posición
que, con todo, son b a s ta n te vagas e im p re c i­ c u a lq u ie ra de p o d e r sino u n a posición "ce n ­
sas, a p esar de que C. B a rn a rd no podría rep e­ tr a l” , ta n to en el se n tid o en que h a b la ta m ­
tir c ie rta m en te en la a c tu a lid a d —después de bién Lang c u an d o dice que el líder "es el p u n ­
los m o d ern o s a n á lisis de psicología, sociolo­ to focal de la a c tiv id a d de su g ru p o ” (y W. F.
gía y ciencia p o lític a — el lap id ario ju icio que W hyte [1943] d e m u e s tra q u e esta " c e n tra li­
p ro n u n c ia b a en 1940 se ñ a la n d o que "el 1. ha d a d ” d istin g u e las in ic ia tiv a s del líd e r de las
sido tem a de u n a c a n tid a d e x tra o rd in a ria de in ic ia tiv a s de u n seguidor), com o en el se n ti­
d e sp ro p ó sito s (nonsense) enunciados d o g m á­ do en q u e h a b la A. S. M acF arlan (1969) c u a n ­
tic a m e n te ” . do se ñ ala que "la id e a de 1. co m b in a al m is­
Según G erth y M ills, se puede c a lific a r mo tie m p o los dos c o n cep to s im p o rta n te s de
com o relació n de 1. to d a relació n " e n tre uno poder y decisiones c ru c ia le s” (issue salience).
que gu ía y uno que es g u ia d o ”, o sea to d a En co n clu sió n —a u n q u e sin la p re te n sió n
situación en que "a c a u sa del que guía los que de d a r u n a d efin ició n to ta lm e n te e x h a u sti­
son g uiados a c tú a n y sien ten en una fo rm a v a —, se pu ed e d e c ir que son líd e res los q u e
d iv ersa de lo q u e lo h a ría n en un caso d is tin ­ a] d e n tro de un g rupo b\ d eten tan tal posición
to ” . Sin em bargo, el co n cep to de 1. a d q u ie re, de p o d e r que influye en fo rm a d e te rm in a n te
de este m odo, una a m p litu d excesiva y se con­ en las d e c isio n es de c a rá c te r estratég ico , c]
funde p rá c tic a m e n te con el concepto de p o d er que se ejerce activ am en te, d] y que
influencia, sin p o n e r de m an ifiesto su rasg o e n c u e n tra u n a legitim ación en su c o rre s p o n ­
específico. Los m ism o s G erth y Mills a d v ie r­ dencia con las ex p ectativ as del grupo.
ten que " ta l vez” se ría m ás exacto “d e lim ita r
el 1. a c ie rta s especies de a u to rid a d ”, e n te n ­ b ib l io g r a f ía : E.G. Bailey, Las reglas del juego
dida é s ta com o un p o d e r que po r una p a rte político (1969), Caracas, Tiempo Nuevo, 1972; H.
se ejerce consciente e intencionalm ente y que, Gerth y C. W right M ills, Carácter y estructura
p o r la o tra , se acep ta y se reconoce e s p o n tá ­ social (1953), Buenos Aires, Paidós, 2a. ed., 1972;
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Com o u n a c a ra c te rís tic a específica de la (1968), T urrialba (Costa Rica), iic a , (1969); F.
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918 LUDDISMO

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S. Verba, El liderazgo: grupos y conducta políti­ ces que ib an d esd e la c o n ju ra ja c o b in a h a s ta
ca (1961), M adrid, Rialp, 1968; W.F. Whyte, Estí­ la reb elió n lu d d ista.
m ulo económico y rendim iento laboral (1943), Es claro, sin em b arg o , que si ú n ica m en te
M adrid, Rialp, 1969 p a ra los a c o n te c im ie n to s d e sc rito s aq u í de
m a n e ra so m e ra se p u ed e u s a r el térm in o 1.,
[o r a zio m . pf .t r a c c a ] hubo ya o tra s fo rm as de p ro te s ta en 1718,
1724, 1738, 1757, 1766, 1795, m a n ife stá n d o ­
se con in u n d ac io n es de m inas, incendios de
cosechas, d e stru c c ió n de m a q u in a ria . Des­
Iuddismo pués de la crisis de los años 18111812 y 1816-
1817, su rg ie ro n tod av ía violentos m o tin es en
M ovim iento de p ro te s ta o b re ra q u e se d e sa ­ 1826 c o n tra los te la re s de vap o r. Poco d e s­
rrolló en In g la te rra a principios del siglo xix: pués, en 1830-1831, h u b o una rev u e lta de a sa ­
a trav és d e la d e stru c c ió n de algunos tipos de la ria d o s a g ríc o la s, q u e d e stru y e ro n trilla d o ­
m aq u in aria textil tra ta b a de o b te n e r m ejoras ras. In v estig acio n es m ás recien tes p o n en en
s a la ria le s y fre n a r la m ecan izació n com ple­ su p e rsp e c tiv a ju s ta la com plejidad del m ovi­
ta del ciclo de p ro d u c c ió n textil. El n o m b re m iento, se ñ ala n d o ad em ás su asp ecto p o líti­
deriv a de un fa n tá s tic o lid e r del m ovim iento co, su rela ció n con los clubes de izq u ie rd a y
llam ado "N ed d L u d d ” (que h a b ría sido el p ri­ su rela ció n con la ag itació n p o r la re fo rm a
m e r o b re ro te x til que d e stru y ó el te la r del p a rla m e n taria. La generalización del m odo de
p a tró n , a c a u sa de un co n flicto con él, en p ro d u cc ió n in d u s tria l y del p o d e r b u rg u é s,
Loughborough, Leicestershire, hacia fines del que co nducía a u n m ay o r control so b re la cla­
siglo xvm), p o r lo que su s seguidores se lla­ se o b rera , así com o la fo rm ació n de las p r i­
m aro n ludders o lud d ites (ludditas). El 1. pro­ m eras trade-unions (legalizadas en 1824), lim i­
p iam e n te dicho e sta lló en N o ttin g h a m sh ire , ta ro n la im p o rta n c ia y la p o sib ilid a d de las
L a n c ash ire y Y o rk sh ire e n tre los años 1811 reb elio n es lu d ista s. La d e stru c c ió n del m e r­
y 1817, con dos m o m en to s c u lm in a n te s en el cado in te rn o fu n d ad o en la m a n u fa c tu ra
invierno de 1811-1812 y 1816-1817. Tuvo com o p a rte del siste m a de fá b ric a p o n ía la
cara c te rístic a s locales b a sta n te diferenciadas relació n e n tre o b re ro s y -m a q u in aria en n u e ­
(más acentuado el asp ecto de la reivindicación vos té rm in o s y h acía fra c a s a r aquel c o n tr a s ­
sa la ria l en N o ttin g h am sh ire, m ás fu e rte m e n ­ te d ire c to e n tre tra b a jo h u m a n o y tra b a jo
te p o litizad o en Y o rk sh ire, en fu n ció n a n ti­ m ecánico q u e e sta b a e n la b a se de e s ta fo r­
londinense y an tig ubernam ental, de una orga­ m a de p ro te s ta . La p a la b ra I. te rm in ó siendo
nización m ás m ilita riz a d a en L ancashire). La em o tiv am en te negativa, ta n to p a ra las clases
lu ch a tu v o su p u n to c u lm in a n te en el a sa lto dom inantes, a tacad as d irectam en te en la p ro ­
n o c tu rn o a la m a n u fa c tu ra de W illiam C art- p ied a d p riv a d a y en el c a p ita l in d u stria l,
w right, en Y orkshire, en a b ril de 1812. El año com o p a ra las o rg an izacio n es o b re ra s in flu i­
sig u ien te se realizó en Y ork el p ro ce so m ás das de m an e ra d iv ersa p o r el m arxism o, sien ­
am plio c o n tra los lu d d istas: so b re 64 in cu l­ do m an ifestac ió n de un m odo de p ro d u cc ió n
pados se e m itie ro n 13 co n d en as a m u e rte y ya p ro fu n d a m e n te in d u stria liz a d o . La p a la ­
LUDDISMO 919

b r a sa b o ta je p u e d e s e rv ir m ejo r p a ra califi­ b ib l io g r a f ía : E.J. Hobsbawm, $tudi di storia del


c a r los actos d e violencia o b re ra , incluso m ovim ento operaio (1964), Turín, Einaudi, 1972;
colectivos, que de a lg ú n m odo no tie n d e n a Lionel Mumby, The luddites and other essays, a
la su b v ersió n del sis te m a de p ro d u cció n cargo de E.J. Hobsbawm , Londres, 1971.
in d u stria l, sino que a ta c a n a la p ro p ie d a d y
al cap ital. [MAURO AMBROSOLl]
macartismo

M. es un térm ino de uso político esta d u n id en ­ nes sobre el co m p o rtam ie n to de em pleados


se e indica u n a a c titu d de an tico m u n ism o de e n tid a d es públicas. Los violentos a ta q u e s
ab so lu to que se c o n c re ta en una visión p o lí­ y el in ten to de so m e te r a investigaciones al
tic a m aniquea y en u n a rea l p ersecu ció n de ex p resid e n te T ru m a n y a varios o ficiales del
ho m b res e in stitu c io n e s d e c la ra d a s a n tin o r­ ejército, así com o el clim a de sospecha, d e s­
tea m erica n a s p o r s e r " c o m u n ista s". H is tó ri­ confianza y desorganización cread o s en la
cam ente el m re p re s e n ta la cu lm inación de a d m in istra c ió n pública, e m p u jaro n al p r e s i­
la g u e rra fría en la p o lític a in te rn a de E s ta ­ dente Eisenhow er, a su vez atacado, y al S en a­
d o s U n id o s y c o in c id e c o n lo s a ñ o s do a a c tu a r c o n tra M cCarthy. Una m oción de
— 1950-1954— en que se co n su m a la p a rá b o ­ c e n su ra v o tad a c o n tra él por el p ro p io S e n a ­
la del se n a d o r re p u b lic a n o Jo sep h M cC arthy do en d iciem b re de 1954 hizo que d e c ay e ra
(1907-1957). rá p id a m e n te su e s tre lla p o lítica y dio inicio
La h is to ria del m. coincide con el p erio d o a la declinación de todo el m ovim iento.
in m e d ia ta m e n te p o s te rio r a la v icto ria de la El m. es u n fenóm eno e stre c h a m e n te liga­
revolución china y al e stallid o de la p rim e ra do a las p e c u liarid ad e s h istó ric a s de E stad o s
ató m ica so v iética (1949), el m ism o de la g u e­ Unidos. Desde un punto de vista histórico, ello
r r a de Corea. E s el m o m en to de m ás e x a sp e ­ se funda en u n a h ip ó te sis c o n s p ira to ria que
ra d o a n tic o m u n ism o de la seg u n d a p o sg u e­ e n c u e n tra su p a ra lelo en los m o vim ientos
rra, que da lu g ar a una serie de "p u rg a s" polí­ políticos antim asones y anticatólicos del siglo
ticas en todo nivel y en todos los cam pos —pe­ xix, p reo c u p a d o s p o r s a lv a g u a rd a r la id e n ti­
ro sobre todo en el in te le c tu a l—, en un clim a dad estad u n id en se. E ste "estilo p olítico” , que
de ca ce ría de b ru ja s m ás in ten so que la m ás R. H o fs ta d te r definió com o " p a ra n o id e ” p o r
d u ra lu ch a in te rn a al c o m u n ism o de o tro s la m anía p e rs e c u to ria a la que es afecto y que
p eriodos. a c a b a p o r v o lv erse c o n tra to d o s los a d v e rs a ­
L íder p o lítico y m o ral de e ste m ovim iento rios, p arece ligado a la dificu ltad h istó ric a de
fue el s e n a d o r M cC arthy, que le dio u n a p la ­ p ro p o rc io n a r a d e cu a d o s siste m a s de id e n ti­
ta fo rm a teó rica al fo rm u la r la tesis de que las ficación a u n a nació n q u e se h a fo rm a d o p o r
d e rro ta s n o rteam erican as en política exterior la c o n tin u a so b re p o sició n de g ru p o s in m i­
sólo p o d ían e x p lic arse p o r la in filtra c ió n en g ra n te s d isím iles e n tre sí. E sto y el in te n so
el a p a ra to e s ta ta l de espías y a g ita d o re s clim a de co m p e ten c ia social e n tre los g ru p o s
c o m u n ista s y de sus sim p a tiz an te s, q u e sis­ étnicos, p a re c e h a b e r con d u cid o a p ro fu n d a s
tem áticam en te sa b o te a b an su operación p a ra in se g u rid a d e s de las que la p o lític a " p a ra n o i­
lo g ra r la v ic to ria de la U nión S oviética. En d e ” es u n sín to m a. No p o r n a d a la p o p u la ri­
consecuencia, el p re rre q u isito de toda m an io ­ d a d de M cC arthy p a re c e h a b e r sido p a rtic u ­
b ra de p o lític a e x te rio r e ra u n a d u ra c ru z a ­ la rm e n te viva e n tre los grupos de m ás rec ien ­
da c o n tra la c o n sp ira c ió n in te rn a . La v ic to ­ te in m ig ra c ió n o que ap e n as e sta b a n c o n so ­
ria rep u b lica n a en las elecciones p re sid e n c ia ­ lid an d o su p o sició n social.
les y c o n g re s ista s de 1952 llevó a M cC arthy Pero es ev id en te que e sta h ip ó te sis p o r sí
a la p resid e n cia del p o deroso S enate Com m it- sola no b a s ta p a ra e x p lic ar c o n c re ta m e n te el
tee on G o v e rn m e n t O p e ra tio n s, así com o del fenóm eno. R e co rd em o s que M cC arthy no
P e rm a n e n t S u b c o m m itte e on In v estig a tio n s e n c ab e z a b a u n m ovim iento p o p u la r e s p o n tá ­
de aquél, que le p e rm itió d a r vida d u ra n te neo y a n tiin s titu c io n a l. Los m ed io s de c o m u ­
todo el añ o 1953 a u n a serie de in v estig a c io ­ nicación de m asa lo p u siero n sin d u d a en con­

[920]
MAFIA 92!

ta c to con am p lio s e s tra to s de op in ió n p ú b li­ la ca n tid ad y la calid ad de las cosechas, co b ra


ca de lo m ás receptiva; p e ro sie m p re a c tu a ­ los a lq u ile re s y los im p u e sto s. A lred ed o r de
ro n d e n tro de las e s tr u c tu r a s p o líticas ex is­ é ste , en u n nivel ejecutivo, g ira toda u n a co r­
te n te s y p re c isa m e n te con el apoyo de la te de c a p ata ce s, g u a rd ia n e s y a rre n d a ta rio s
d e re c h a c o n se rv a d o ra del p a rtid o re p u b lic a ­ m en o res, m ie n tra s que los ú n icos que tra b a ­
no. La victoria rep u b lican a de 1952 vino a d a r ­ ja n la tie r r a con sus p ro p ia s m anos, aseg u ­
le u n a posición de p o d e r en el C ongreso y ran d o las gan an cias p a r a todos, son los ca m ­
algunos p o d e ro so s se n a d o re s rep u b lica n o s p esin o s y los peones, lo s cuales re p re se n ta n
fu ero n quienes fav o reciero n con todos los la base de la p irá m id e .
m edios las investigaciones en el ám bito de un Un código de leyes n o e scrita s reg u la las
m ás am p lio designio p o lític o co n serv ad o r. rela cio n e s que van d e sd e el p ro p ie ta rio h a s­
C laram en te, el objetivo de sus ataq u es fueron ta los a rre n d a ta rio s , y h a s ta lo s cam pesinos;
s o b re todo los m ie m b ro s o sim p a tiz an te s del p a ra a seg u ra r el resp e to de las m ism as, antes
p a rtid o d e m ó c rata . In c lu so su c a íd a se dio del sesenta, los b aro n es aco stum braban ten er
d e n tro y con los in stru m e n to s de la vida polí­ a sueldo v e rd a d e ra s m ilic ias p riv ad as, in clu ­
tic a oficial y se debió al "ra d ica lism o de d e re ­ so c o m p u e sta s p o r d e lin c u en te s com unes.
c h a ” del que sig u iero n sien d o p risio n e ro s y D espués de la u n ificació n , q u e en u n a c ie rta
q u e les im pidió m o d e ra r su posición cu ando m ed id a m a rc a un lím ite al s u p e rp o d e r de la
el p a rtid o republicano, c o n so lid án d o se en el clase a g ra ria , se fo rm a n en cam b io pequeñas
p o d er, h ace m ás flexible la p ro p ia línea p o lí­ asociaciones, llam adas cosche, integradas por
tic a in te rn a e in te rn a c io n a l. pocos individuos que se encargan de g a ra n ­
tizar, sin lla m a r m u ch o la atención, la e s ta ­
b ib l io g r a f ía : R. Griffith, The politics of fear: J. b ilid ad de las rela cio n e s económ icas y socia­
McCarthy and the Seríate, Lexington, Kentucky les en u n a d e te rm in a d a zona. É ste es el acto
University Press, 1970; R. H ofstadter, The para- de n acim ien to de la m.: fo rm a de m onopolio
noid style in American politics, Nueva York, de la violencia q u e su stitu y e los p o d eres del
Knopf, 1965; Antiintelectualism o en la vida nor­ e sta d o y se e n c arg a de m a n te n e r el " o rd e n ”
teamericana, M adrid, Tecnos, 1969; M.P. Rogin, m ás a llá de la ley. La m. in terv ien e g e n e ra l­
The ¡ntellectuals and McCarthy: The radical spec- m en te a trav és de “a c u erd o s e n tre a m ig o s” ,
ter, Cambridge, m it Press, 1967; R. H. Rovere, o si no, en los casos m ás difíciles, con el uso
Senatorloe McCarthy, Nueva York, H arper Row, de la fuerza, y a se g u ra de ese m odo la s o b re ­
1959. vivencia de un s iste m a a g ra rio feudal en el
in te rio r de un estado q u e se p ro clam a liberal.
[TIZIANO BONAZZI] Com o e s tru c tu ra de p o d e r de hecho, la m.
se coloca a m ita d de cam ino en la fra c tu ra
fu n d am en tal que la sociedad civil p rese n ta en
e sta s zonas m ás a tra s a d a s de Sicilia, aq uella
mafia que existe e n tre los p ro p ie ta rio s de en o rm es
c a n tid a d e s de te rre n o y quienes las tra b a ja n ,
Fenóm eno crim in o so típ ico de la Sicilia occi­ se a su m e la ta r e a de m ed ia rla . Por lo ta n to
dental cuyos orígenes h ay que rela cio n a r con la m. te rm in a siendo la organización de todo
las fo rm a s de e x p lo ta ció n del latifu n d io , que ese com plejo m u n d o que existe e n tre el
es la e s tru c tu ra s u s te n ta d o ra de la econom ía p a tró n y el peón, y obtiene u n a renta de la tie ­
en esta p a rte de la isla. La explotación del lati­ rra sin te n e r nin g ú n títu lo p a rtic u la r. De esa
fundio co n siste en u n a com pleja y e la b o rad a form a ejerce su p resió n en dos d irecciones:
especulación, o rg a n iz a d a en fo rm a ríg id a ­ h acia los p ro p ie ta rio s p a ra pag ar los a lq u i­
m en te p ira m id a l. El v értice e s tá re p re s e n ta ­ leres m ás b ajo s p o sib les y h a c ia los c a m p e si­
do po r el p ropietario, q u e h a b itu a lm e n te vive nos p a ra que en treg u en la totalidad de la cose­
de re n ta en la c iu d a d y p refiere ce d er la ges­ cha. Poco a poco a su m e todo el co n tro l de la
tión del feudo a un gran a rre n d a ta rio , el gabe- econom ía de u n a zona, sobre todo del agua
llotto, q u e tiene en sus m anos la re sp o n sa b i­ y del com ercio. A tra v é s de ¡os m erc ad o s
lidad m ayor: su b d iv id e la tie rra en lotes p e n e tra m ás ta rd e en las ciudades, donde se
m en o res que desp u és su b a rrie n d a , c o n tro la dirige hacia las licitaciones de o bras públicas
922 MANIPULACIÓN

y com ienza su ascenso h a c ia la a d m in is tra ­ con el fin de a lte ra r su fo rm a. P o r ejem plo,


ción p ú b lic a y la política. se h a b la b a y se h a b la de "m .” en rela ció n con
É sta es la fase re so lu tiv a en la afirm a c ió n el p rocedim iento artificial de la am algam a de
de la m .: p rim e ro las a d m in is tra c io n e s loca­ m etales nobles, o en relación con el tra ta m ie n ­
les, luego el p a rla m e n to nacional, la m agis­ to de las su s ta n c ia s e n los e x p e rim e n to s q u í­
tra tu ra , la b u ro c ra c ia , los órg an o s de segu­ m icos. E n analogía con este sig n ific a d o o r i­
ridad pública; m ás o m enos, toda la clase polí­ ginario, en la tra n sp o sic ió n a la e s fe ra social
tica lib e ral tien e vínculos con la m. A hora ya y p o lítica “ m .” in d ic a toda u n a serie de re la ­
estam o s fre n te a u n a o rg an izació n de e n o r­ ciones c a ra c te riz a d a s por u n a b re c h a m uy
mes dim ensiones, que interviene en cu alq u ier m a rc a d a e n tre el c a rá c te r activ o e in te n c io ­
relació n de la vida po lítica, económ ica y nal de la in te rv en c ió n del m a n ip u la d o r, d iri­
social, que a d m in is tra u n a ju stic ia suya, dis­ gida a tra n s fo r m a r la c o n d u c ta del m a n ip u ­
trib u y e p rem io s y castigos; todos los in te n ­ lado, y el c a rá c te r pasivo e in co n scien te de la
tos de e x tirp a rla con m ed id as de p o lic ía con­ co n d u cta re s u lta n te de este últim o. E l m a n i­
tra sus jefes reconocidos se revela obviam ente p u lad o r tr a t a al m an ip u la d o com o si fu e ra
vano. El fascism o consigue lim itar sus dem os­ una cosa: co n tro la, m a n io b ra , p la s m a sus
tra c io n e s de fuerza, p e ro en la se g u n d a pos­ c re e n c ia s y c o n d u c ta s, sin c o n ta r con el co n ­
g u e rra la m. su rg e n u ev am en te con toda su se n tim ie n to o la v o lu n ta d c o n scie n te de e ste
potencia. H asta los años cincuenta la m. cum ­ últim o. El m an ip u lad o , a su vez, ig n o ra que
plió e se n c ia lm e n te u n a función c o n serv a d o ­ es o b jeto de m.: c re e ten er u n a d e te rm in a d a
ra: se o p u so a las ocupaciones de tie r r a s por conducta según una opción propia, cu an d o en
p a rte de los cam pesinos y a la d e stru c ció n de rea lid a d su opción es c o n tro la d a d e sd e la
los feudos con la refo rm a agraria; vez por vez o s c u rid a d po r el m a n ip u la d o r.
es in d e p e n d e n tista , m o n á rq u ic a y fin a lm e n ­ En la e s fe ra social y política, la m . p u ed e
te d e m o c ristia n a . F inalm ente ren u n c ia a una defin irse, en líneas g enerales, y co n alg u n a
defensa in ú til de sus p o siciones en la econo­ excepción que se ñ ala re m o s m ás a d e la n te ,
m ía a g ra ria y se dirige h acia cam pos m ás ren- com o u n a c a ra c te rís tic a del poder (v.), d e fi­
didores. La m. a c tu a l tien e m odos m ás ru id o ­ nido a su vez com o la d e te rm in a c ió n in te n ­
sos y violentos, tien e las dim en sio n es e m p re ­ cional o in te re s a d a de la c o n d u c ta de o tro s.
s a ria le s del g a n g ste rism o n o rte a m e ric a n o y La m. es una relación en la que A determ ina
sus cam pos de acción son los m ercados al por una cierta conducta de B y al m ism o tiempo,
m ayor, la in d u stria de la construcción, el con­ por una parte, A no reclama abiertam ente a
tra b a n d o , el trá fic o de la d ro g a. E n tre la vie­ B tal conducta, sino que, al contrario, escon­
ja y la nueva m. perm an ece, quizás, un vín­ de a B su intención de obtenerla (o bien la
culo de m entalidad: la especulación, la explo­ naturaleza de su intervención para obtenerla)
tación p a r a s ita r ia com o único m o d o p a ra y, por la otra, B no se da cuenta del hecho de
enriquecerse, la violencia co n tra los m ás débi­ que su conducta es la voluntad de A (o bien
les com o fo rm a p a ra ha c erse valer en la vida. no advierte el m odo como es causada por la
intervención de A), sino que, al contrario, cree
[ a l fio m a s t r o p a o l o ] elegir librem ente (o tom ar una decisión cons­
ciente). L as c a ra c te rís tic a s p rin c ip a le s de la
m. social son dos. E n p rim e r lu g a r su c o n d i­
manipulación ción de algo esco n d id o o invisible. El su jeto
m an ip u la d o no sab e que lo es y c re e d e c id ir
i. q u é e s la m a n ip u l a c ió n . El uso de la p a la b ra librem ente, m ie n tra s que su co n d u cta e stá de
" m .” p a ra in d ic a r d e te rm in a d a s rela cio n e s hecho c o n tro la d a p o r el m a n ip u la d o r, com o
sociales o po líticas, que vinculan individuos los m o v im ien to s del títe re e stá n c o n tro la d o s
o g ru p o s, no es un u so o riginal sin o deriv a­ po r el titir ite ro . El c a rá c te r ocu lto de la m.
do. O rig in a lm e n te el té rm in o fue em pleado puede r e fe rirs e a la ex isten cia m is m a de la
p a ra d esig n ar ciertas intervenciones del hom ­ in terv en ció n del m a n ip u la d o r, com o sucede
b re so b re la n a tu ra le z a , m ed ian te las cuales en el c a so que a c ab a m o s de d e s c rib ir, o bien,
se tra ta b a n con las m an o s, o en g e n e ra l físi­ com o se h a dicho en la d e fin ició n gen eral,
cam ente, d e te rm in a d a s su sta n c ia s n a tu ra le s puede refe rirse a la n a tu ra le z a de la in terv en ­
MANIPULACIÓN 923

ción del m an ip u lad o r. L a segunda c a ra c te rís ­ in terv en ció n m a n ip u la d o ra se pu ed e d istin ­


tica co nsiste en el asp ecto intencional de e je r­ g uir n e ta m en te el concepto de m. del de ideo­
c e r la m. No sólo el m a n ip u la d o r quiere p r o ­ logía, e n te n d id a en s u significado " fu e r te ” , o
v o c a r in te n c io n a lm e n te la c o n d u c ta d esead a sea com o falsa conciencia de una situación de
p o r p a r te del m an ip u la d o , sin o que in te n ta p o d e r (v. ideología). E n su sen tid o m ás f u e r ­
ta m b ié n e sc o n d e r la e x iste n c ia o n a tu ra le z a te, u n a situ a c ió n "id e o ló g ic a ” c o m p o rta q u e
de la in te rv e n c ió n q u e pro v o ca la c o n d u c ta la justificació n ideológica del poder sea acep ­
del m an ip u la d o . ta d a ta n to p o r los d o m in a d o s com o p o r los
Si se observa el c a rá c te r escondido de la m., d o m in ad o res. P o r co n sig u ien te, tal ju s tific a ­
re s p e c to de la e x iste n cia de la in terv en ció n ción del poder es una falsa conciencia, no p o r­
m a n ip u la d o ra , la re la c ió n de m. puede con­ que cierto s a c to res sociales engañen intencio­
tra p o n e rs e a la de persu a sió n . C uando un n a lm e n te a o tro s a c to re s sociales, sino p o r ­
su jeto in te n ta p e rs u a d ir a otro p a ra que a b ra ­ que é s ta c o n stitu y e u n a falsa m otivación de
ce u n a c ie rta c re e n c ia o siga u n a c ie rta c o n ­ las c o n d u c ta s de m an d o y de las c o n d u c ta s
d u c ta , e s tá in d icando de m a n e ra explícita y de o b ed ien cia, m ed ia n te la cu al los d o m in a ­
a b ie rta a q u e lla c re e n c ia o co n d u cta, fo rm u ­ d o res y los d o m in a d o s se a u to e n g a ñ a n a t r a ­
lan d o de m a n e ra ig u alm e n te explícita las vés de p ro ce so s in co n scien tes. Se tr a ta p re ­
razones que a c tú a n en favor de tal creen cia c isa m en te de u n a " fa ls a conciencia", no de
o co n d u cta. De e sta m a n e ra la p e rsu a sió n , al una "fa lse d a d c o n sc ie n te ” . P o r el c o n tra rio ,
c o n tr a rio de la m., se d irig e a o b te n e r el c o n ­ la falsedad q u e cara c te riz a cierto s tipos de m.
senso v o lu n ta rio y consciente del sujeto. Pero es p ro p iam en te un engaño consciente: un ins­
e v id en tem en te no todos los m ensajes p e rs u a ­ tru m e n to que el m a n ip u la d o r em plea de
sivos se a sem e ja n a lo q u e p o d ríam o s lla m a r m an e ra d elib erad a resp e c to del m anipulado.
el m odelo ideal de la p e rsu a sió n racio n al, E sta d istin ció n co n cep tu al e n tre ideología y
cuyo o b jetivo s e ría a rg u m e n ta r la verd ad , la m. no im pide sin e m b a rg o que, de hecho, en
ra c io n a lid a d o la ra z o n a b ilid a d de u n a a s e r­ situaciones sociales c o n c re ta s, p u edan d a rse
ción, o pinión o d ecisión en c u a n to tal. M uy casos, y a m enudo se d an, de tipo interm edio,
a m enudo, e sp e c ia lm e n te en la e sfera p o líti­ c a ra c te riz a d o s po r u n a co m binación de los
ca, los m en sajes p ersu asiv o s de los hom bres, dos fenóm enos. En ta le s casos, se unen u n a
con tal de o b ten e r la d e se a d a adhesión de los p re se n c ia m ás o m en o s d ifu sa de u n a falsa
d e stin a ta rio s, re c u rre n a m edios que son conciencia de la situ a c ió n de p o d e r y d elib e­
in a d m isib le s según el m odelo de p e rsu a sió n rad a s p rác tic a s m an ip u la d o ra s p a ra in cu lcar
racio n al, pues están d irig id o s a e n g añ ar a los la d o c trin a ideológica, por p a rte de los d o m i­
d estin atario s, a p la sm a r sus opciones sin re s ­ n a d o re s.
p e ta r su lib ertad ; por ejem plo en los casos de D esde el p u n to de v ista axiológico, la m. es
d isto rsió n de la inform ación, de m en tira p r o ­ un fenóm eno u n ív o ca y d e cid id am en te n e g a ­
p ia m e n te d ich a o del re c u rs o a m ecanism os tivo. De to d as las fo rm a s del p o d e r es la que
psicológicos inconscientes. En estos casos, el m ere ce una c o n d e n ac ió n m o ra l m ás fu e rte .
m en sa je es a p a re n te m e n te u n m ensaje p e r ­ Se h a dicho, p o r ejem plo, que co n stitu y e "el
suasivo, pero en rea lid a d se tr a ta de u n a p e r ­ ro stro m ás to rp e del p o d e r”, o "la form a m ás
su asió n en g añ o sa o, co m o se h a dicho, de una in h u m a n a de vio len cia", o q u e el su jeto que
persuasión oculta, y p o r ta n to de una fo rm a la s u fre "es d e fra u d a d o en el a lm a ” . E sta cla­
de m. El c a rá c te r o c u lto de e sta s relacio n es ra connotación axiológica se puede fo rm u la r
no se refiere a la existencia de la intervención, con tr e s im p o rta n te s aserciones: la m. es
que p o r lo general el d e s tin a ta rio percibe c la ­ sie m p re un m al; n ieg a de raíz el v a lo r m o ra l
ra m e n te , sino que se re la c io n a m ás bien con del hom bre; es irre sistib le . 1] O tros térm in o s
la n a tu ra le z a de la in te rv en c ió n . Lo que a p a ­ p ey o rativ o s u sa d o s con relació n al po d er,
re n te m e n te es una p e rs u a s ió n racional y com o " o p re s ió n ” o " e x p lo ta c ió n ”, se refiere n
e x p líc ita es en c am b io una p lasm a ció n del a sus efectos. E n tal c a so el p o d e r se c o n sid e ­
m ensaje en las c re e n c ia s y co n d u ctas del d e s­ ra axiológicam ente n e u tro , que puede conver­
tin a ta rio por m edio de in stru m e n to s que éste tirse en un m al o en u n bien según los efec­
ignora. tos q u e p ro d u ce . E n la m., en cam bio, el ju i­
Si se o b se rv a el c a r á c te r inten cio n al de la cio de v alo r se re fie re al p o d e r en sí, o sea al
924 MANIPULACIÓN

m odo en que se ejerce. La form a de p o d e r lla­ lla c re e n c ia o a q u e lla acción.


m ad a " m .” es sie m p re y n e c e sa ria m e n te un En seg u n d o lu g ar, se pu ed e o p e ra r so b re
m al. 2] Desde e ste segundo p u n to de vista, m. la e s tr u c tu r a de las m otivaciones q u e e m p u ­
es s im ila r a " c o e rc ió n ” , que d e n o ta tam b ién ja n a los h o m b re s a d e te rm in a d a s c re e n c ia s
un m odo de ejercicio del poder u n ív o cam en ­ o a d e te rm in a d a s acciones. Como v erem o s
te m alo. P ero la coerción, si b ien d e stru y e la m ás ad e la n te , la e s tr u c tu r a de las m o tiv ac io ­
lib e rta d del sujeto, no niega u n a fran q u eza nes p u e d e e n te n d e rs e en un se n tid o am plio,
b ru ta l: es a b ie rta y explícita, y se d irig e a com prendiendo tam b ié n los co ndicionam ien­
o b te n e r p o r m edio de u n a am enaza u n a con­ tos sociales así com o las e stra te g ia s y las tá c ­
d u c ta que no deja de s e r v o lu n ta ria y cons­ ticas a d o p ta d a s p o r el sujeto. Sin em b arg o ,
ciente. La m. en cam bio es sutil y oculta, y tra ­ las rela cio n e s m ás co n o cid as e im p o rta n te s
ta al h o m b re com o u n a cosa: p lasm a su con­ de m., que o p e ra n s o b re la e s tr u c tu r a de las
d u c ta sin p a s a r a trav és de su v o lu n ta d cons­ m otivaciones, se re fie re n a los im p u lso s y a
ciente, n eg an d o no sólo la lib e rta d , sino la los d in am ism o s psicológicos, de c a rá c te r
m ism a c ap acid ad de opción del hom bre: o sea rep e titiv o o a u to m á tic o o c asi a u to m á tic o ,
el a tr ib u to que lo hace u n su je to m oral. 3] De que p odem os e n c o n tra r en la b a s e de las
lo dicho a n te rio rm e n te podem os d e d u c ir que creencias y co n d u ctas hum anas. Las opciones
se p u ed e r e s is tir a la coerción, p a g a n d o un del h o m b re , ta n to en té rm in o s de c re e n c ia
p recio m ás o m enos alto; pero a n te la m. toda com o en té rm in o s de c o n d u cta, no son so la ­
re siste n c ia es im p o sib le. El m á r tir o el cons­ m en te fru to de d e lib e ra c io n e s ra c io n a le s y
p ira d o r, que p re fie re n la m u e rte a n te s que co n scien tes; en g ra d o m ay o r o m en o r, son
re n e g a r de su p ro p ia fe o tra ic io n a r a los tam bién el re su lta d o de d in am ism o s p sicoló­
co m p añ ero s de lucha, pag an al p rec io de la gicos, in je rta d o s en la e s tr u c tu r a d e la p e r­
vida; p ero al m ism o tie m p o re siste n al p o d er sonalidad, cuyo su je to no es c o n scie n te ni
o in clu so lo ponen en jaque. En cam bio el puede lib e ra rse . P o r consiguiente, se pueden
alum no al que su m ae stro ad o ctrin a explotan­ c o n tro la r o c u lta m e n te las c re e n c ia s y las
do su v u ln e ra b ilid a d no pu ed e re s is tir, p o r­ acciones de los h o m b re s m ed ia n te el control
que no es colocado fre n te a u n a opción e igno­ (activación/desactivación) de los d in a m ism o s
ra que es o b jeto de m an ip u lació n . psicológicos inconscientes. B a b ra z a u n a
E x isten dos fo rm a s g en erales de e je rc e r la creencia, o se com prom ete en una acción, que
m. social. Se puede a c tu a r con base en las p re ­ él m ism o elige; p e ro la opción de B, sin que
m isas de las creencias o con b ase en las accio­ él lo sepa, e s tá d e te rm in a d a p o r A p o r m edio
nes de los h o m b re s. T oda opinión y to d a con­ del control que A ejerce sobre los dinam ism os
d u c ta h u m an a , que no sea p u ra m e n te in stin ­ psicológicos in co n scien tes de B, y q u e d irige
tiva, e stá g u iad a o ju stific a d a p o r los conoci­ a B h acia aq u e lla c re e n c ia o a q u e lla acción.
m ien to s y v a lo ra cio n e s del su jeto so b re el P or lo g eneral, la activ ació n m a n ip u la d o ra
a m b ie n te , p e rc ib id o com o rele v an te p a ra la de los dinam ism os psicológicos inconscientes
o p in ió n y la acción. P o r esto se p u e d e n g u iar o p e ra a tra v é s de la em isión de m en sajes que
o c u lta m e n te la s creen cias y las acciones de im p a c ta n al su je to pasivo, y que e s tá n o rg a ­
un individuo o de u n grupo, c o n tro la n d o y nizados de m a n e ra p ro g ra m a d a p a r a in v ad ir
m o delando las co m unicaciones que recibe las dim ensiones in co n scien tes de su p e rs o n a ­
ac erc a del a m b ien te relevante. E sta fo rm a de lidad. Las p rá c tic a s m a n ip u la d o ra s m ás típ i­
m. se p u ed e lla m a r distorsión o supresión de cas de este género p e rte n ec e n al ca m p o de la
la in fo rm a c ió n , e n te n d ie n d o el té rm in o publicidad com ercial y de la p ro p ag an d a polí­
" in fo rm a c ió n ” en un se n tid o g eneral, que tica. A e s ta clase de m. la lla m a re m o s m. p si­
incluye ta n to los m ensajes de co n ten id o des­ cológica. Sin em bargo, no debem os olvidar
criptivo com o los m ensajes de contenido valo- que la activ ació n (o desactivación) de los
rativ o . B a b ra z a u n a creencia, o se co m p ro ­ im p u lso s, y en general de los e sta d o s em oti
m ete en u n a acción, que él m ism o elige; p ero vos, o in clu so de los e sta d o s de aten ció n y de
la opción de B, sin que él lo sepa, e s tá d e te r­ inteligencia, puede o p erarse por m edio de una
m in a d a p o r A p o r m edio del c o n tro l y de la alteració n física del cuerpo de un sujeto. B as­
d isto rsió n , que A ejerce sobre in form aciones te p en sar en los p ro d u cto s de la m o d ern a neu-
rec ib id a s p o r B, y que dirigen a B h acia aque­ rofarm acología (los llam ados psicofárm acos),
MANIPULACIÓN 925

así com o en las p o sib ilid a d e s a b ie rta s p o r la tas de relieve y a rg u m e n ta d a s p o r m uchos


com binación de las téc n ica s de los m icrom e- p e n sad o re s po lítico s clásicos, com o P latón y
canism os electrónicos con la cirugía cerebral. M aquiavelo. E n n u e s tra época son b ien co n o ­
M ediante la in o c u la c ió n de su e ro s o el su m i­ cidas las falsed ad es e m p le ad a s d e sp re o c u p a ­
n istro de p íld o ra s o la in sta la c ió n de m icro- dam ente en la p ropaganda de algunos g obier­
m ecanism os e le c tró n ic o s en el c ereb ro , se nos to ta lita rio s. Sin em bargo, la m en tira p olí­
pueden co n tro lar, tem poral o indefinidam en­ tica no es p ro p ie d a d ex clu siv a de los reg ím e­
te, los im p u lso s de u n hom bre, sus e sta d o s nes n o lib erales. E n tre los casos co n o cid o s
em otivos, de la a te n c ió n o de la inteligencia. que se han p ro d u c id o rec ien te m e n te en los
Si el su je to p asivo no sa b e que e stá so m etid o p aíses lib e ral-d e m o c rá tic o s y que h a n ten id o
a a lg u n a de e sta s in terv en cio n es, o bien no consecuencias de larg o alcance cabe d e sta c a r
conoce la n a tu ra le z a y los efectos de las m is­ la reso lu c ió n lla m a d a del golfo de T onquín,
m as, c ie rta m e n te es o b je to de m. A e sta clase con la cual el C ongreso de E stad o s U nidos,
la lla m a re m o s m. física. N ótese que é s ta no basándose en falsas n o ticias acerca de un a ta ­
se d ife ren c ia de la c la s e a n te rio r p o r la m eta que c o n tra naves de g u e rra n o rte a m e ric a n a s,
o p o r el objetivo, que sigue siendo p sicológi­ concedió am plios poderes al p resid en te J o h n ­
co, ya que se re fie re a los im p u lso s y a los son en relació n con la g u e rra de V ietnam .
e sta d o s de la m ente. Se d iferen cia de la "m . La supresión de la in fo rm a ció n es u n a
p sicológica" p o r el m edio que em plea: la segunda técnica general de m . inform ativa. De
m odificación física del cuerpo del sujeto p a si­ po r sí, la supresión de la inform ación no com ­
vo, en lu g ar de la em isión de u n m ensaje sim ­ p o rta la m en tira: sim p lem e n te no se h acen
bólico dirig id o a él. p ú b lic a s d e te rm in a d a s noticias, in te r p r e ta ­
Para concluir este punto, cabe rec o rd a r que ciones o valoraciones. En e ste caso, la m. o p e ­
se p u ed en d istin g u ir d o s form as g enerales de ra u n a re stric c ió n de la base de los conoci­
m., u n a que o p e ra so b re las p rem isas cognos­ m ientos, in te rp re ta c io n e s y valo racio n es de
citivas y valorativas de las opciones y o tra que que p u ed en d isp o n e r los d e s tin a ta rio s de la
op era sobre la e s tru c tu ra de las m otivaciones inform ación, y po r consiguiente tam bién ope­
de las opciones. Ya q u e la seg u n d a fo rm a de ra u n a re stric c ió n d e las p o sib ilid ad es de
m. se puede desco m p o n er a su vez en dos su b ­ opción con las que se e n c u en tra n , ya sea en
tipos p rin c ip ale s, h em o s de c o n s id e ra r tre s té rm in o s de c re e n c ia s o de c o n d u ctas. De
clases de m.: la m. de la inform ación, o sea hecho, las form as m á s com unes de su p re sió n
la d isto rsió n o su p re sió n de info rm ació n ; la p o lítica de la in fo rm a c ió n —com o las p r á c ti­
m. psicológica, o sea la activación de d in am is­ cas de co n tro l se c re to y de c e n su ra p o lític a
m os psicológicos inconscientes m ediante in s­ de los m edios m asivos de com u n icació n e
tru m e n to s sim b ó lico s, y la m. física, o sea la incluso de las com unicaciones p riv ad as— tie­
activ ació n de im p u lso s y e sta d o s de la m en te nen com o o bjetivo p rin c ip a l in h ib ir a la o p o ­
m ediante in stru m en to s físicos. En los siguien­ sición potencial.
tes a p a rta d o s nos o cu p arem o s se p a ra d a m e n ­ La m. pu ed e o p e ra r no sólo a trav és de u n a
te de c a d a u n a de e s ta tre s clases de m a n ip u ­ lim itació n de la in fo rm ació n , sino tam b ié n a
lación. I. tra v é s de un exceso de inform ación. La em i­
sión in ce sa n te de m ú ltip le s in fo rm acio n es y
II. LA MANIPULACIÓN DE LA INFORMACION. El ejem plo de in terp retacio n es diversas o c o n trad icto rias
m ás sim ple de m. de la inform ación es la m e n ­ puede s a tu r a r la c a p ac id ad de recepción y de
tira. P ro p o rc io n a n d o a B falsa s in fo rm a c io ­ valo ració n del d e s tin a ta rio de los m en sajes,
nes acerca de hechos q u e son relevantes p a ra em p u ján d o lo h acia u n a a c titu d defensiva, de
sus opciones, A puede c o n tro la r o c u lta m e n ­ in d ife re n c ia o de lim ita ció n a una e sfe ra de
te a B in d u ciéndolo a una c ie rta co n d u c ta , in te re se s m ás c e rc a n o s. E ste efecto ha sid o
m ie n tra s que B, to m a n d o las in fo rm a c io n e s p u e sto de relieve e sp ec ialm en te en las in v es­
p o r v e rd a d e ra s, c re e o p ta r lib rem en te. La tigaciones sobre los m edios masivos de com u­
im p o rta n c ia de la m e n tira en política, así nicación, pero una técnica parecida se em plea
com o su eficacia con fines de m an ip u lació n , a m en u d o en las a sam b lea s y en los com ités
esto es, p a ra co n seg u ir el consenso del p ú b li­ políticos, cu a n d o un líder deja p rim e ro que
co o de o tro s a c to res políticos, h an sido p u e s ­ sus seg u id o res se d e so rie n te n po r u n exceso
926 MANIPULACIÓN

de docu m en to s o de in form aciones, co n las ca en la que son to d av ía en g ra n m ed id a mol-


que no llegan a n in g u n a conclusión a p e sa r deables y p o r lo ta n to en gran m ed id a v u ln e­
de su com p ro m iso y del calor de la discusión, rables. Según algunos, la escuela, al se r la
p a ra p re s e n ta r desp u és una in te rp re ta c ió n sede p riv ile g iad a de la rep ro d u cció n de los
sim ple de los hechos y una p ro p u e s ta de valores y de las orientaciones sociales, es por
acción ig u alm e n te sim ple, que se rá n a c e p ta ­ lo m ism o u n " a p a ra to al servicio de la ideo­
das de in m e d ia to y con alivio. logía d o m in a n te ” , que im plica necesariam en ­
O tros tipos m ás especiales de d isto rsió n de te a d o c trin a m ie n to y m. Sin em bargo, e sta
la inform ación se pueden e n c o n tra r en el uso tesis p a re c e u n ila te ra l y b a s ta n te c a rg a d a
que se hace de los sím bolos ta n to en un d is­ em otivam ente, con el grave defecto de no
curso p ersu asiv o dirigido a un au d ito rio lim i­ h a c er d istin cio n e s y u s a r u n a e tiq u e ta p o b re
tado, com o en el d isc u rso persu asiv o d irig i­ en co n ten id o explicativo. De hecho, u n a vez
do a vastos a u d ito rio s p o r los m edios m asi­ que es a c e p ta d o el co n d icio n am ien to e s tr u c ­
vos de co m unicación, y que puede a s u m ir el tu ra l que a c tú a so b re la in stitu c ió n esco lar,
papel, ex p lícito o im plícito, de la propagan­ sigue siendo im p o rta n te d istin g u ir e n tre una
da (v.). En c u a n to a los recursos retóricos, enseñanza d irig id a a la co m p ren sió n , a p ro ­
c a ra c te rís tic o s de los d isc u rso s del p rim e r m over el p e n sam ien to y la c a p a c id a d de ju i­
tipo, cabe re c o rd a r que p u eden em p le arse cio a u tó n o m o del educando, al serv icio de la
p a ra q u e el a u d ito rio acepte a serc io n e s que verdad y de la lib e rta d , y una en señ a n z a d iri­
la fig u ra re tó ric a no m enciona d irectam en te, gida a h a c e r creer, a h a c er del e d u c an d o un
y que sin e m b arg o p resu p o n e o im p lica táci­ in stru m en to dócil de la sociedad, de la nación
tam en te. B aste p e n s a r en c ie rto s u so s del o de la revolución, y p o r ello al servicio de una
eufem ism o ("países en vías de d e sa rro llo " en e n tid a d p o lític a colectiva y de su p o d e r. En
lu g ar de “ p aíses s u b d e sa rro lla d o s ”), de la este segundo caso, o sea en el caso del adoc­
com unión (el " n o so tro s" que a b a rc a a o ra d o r trin a m ien to , ya sea é ste de tip o c o n fo rm ista
y auditorio), de la calificación ("M inisterio de (basado en los preju icio s ya a d q u irid o s en la
la D efensa” en lugar de "M inisterio de la Gue­ sociedad p a ra reforzarlos), y a de tip o se c ta ­
r r a ”), de la m etáfora, de la interrogación retó­ rio (que a ta c a los p reju icio s ra d ic a d o s p a ra
rica, etc. E n tre los recursos propagandísticos s u s titu irlo s p o r otros), o b serv am o s un uso
usados p a ra fin es m a n ip u la d o re s cabe seña­ g en eralizad o de técn icas de s u p re s ió n y de
lar, ad em ás de la selección c o n tro la d a de los d isto rsió n de la inform ación, típ ica s de la m.
m en sajes a tra s m itir, q u e es una fo rm a de info rm ativ a.
su p resió n de la inform ación, las técnicas a n á ­ La condición que influye de m a n e ra deci­
logas q u e p e rm ite n s u b ra y a r o d a r m ás relie­ siva en el g rad o y eficacia de la m. de la in fo r­
ve a c ie rta s in fo rm a c io n e s q u e a o tra s (lugar m ación es el régim en en el q u e o p e ra el em i­
priv ileg iad o en el espacio, rep e tic ió n en el sor: p u e d e e x is tir un m onopolio de la in fo r­
tiem po, etc.); la m ezcla de n o ticias, in te r p r e ­ m ación o bien un p lu ra lis m o c o m p e titiv o
tacio n es de los hechos y v alo racio n es de los e n tre d iv erso s c e n tro s em iso res. En un régi­
m ism os, que p e rm ite p re s e n ta r com o fu n d a ­ m en p lu ra lis ta , la c o m p eten cia e n tre los
m en ta d a en esto s hechos la conclusión d ire c ­ diversos e m iso re s p ro d u ce u n a p lu ra lid a d de
tiva d esead a ("los hechos h a b la n ”); la a p a re n ­ d e scrip cio n e s, in te rp re ta c io n e s y v a lo ra c io ­
te d eriv ació n de la co n clu sió n d e sea d a de las nes q u e h ace p o sib le el rec o n o c im ien to y la
ideas y p rin c ip io s m o ra le s del a u d ito rio . c o rre c c ió n de las d isto rsio n e s y de las s u p re ­
Una fo rm a de m. de la inform ación especial­ siones u n ila te ra le s de la in fo rm a c ió n ; por
m en te in sid io sa es la q u e puede p ro d u c irse co n sig u ien te, se lim ita de m odo s u s ta n c ia l la
en la escuela, c u an d o la enseñanza se co n v ier­ p o sib ilid a d de que cada e m iso r e je rza u n a m.
te en a d o c trin a m ie n to . Se tr a ta de u n a fo rm a eficaz. Por el co n trario , el m onopolio au m en ta
m uy in sidiosa, deb id o a las condiciones espe- en fo rm a d e s m e s u ra d a la v u ln e ra b ilid a d de
c ia lisim a s que la favorecen. P o r u n lado, la los d e s tin a ta rio s de los m ensajes; c o rr e la ti­
escu ela fo rm a p a rte de la vida de los jóvenes v am ente, a u m e n ta la p o sib ilid a d de que el
d u ra n te un la rg o p e rio d o de años y d u ra n te único e m is o r in fo rm a tiv o r e c u r r a a la m. y
m u ch a s h o ra s al día; p o r el o tro , los jóvenes lo h ag a con p len a eficacia. Al f a lta r la p o sib i­
llegan y p e rm a n ec e n en ella d u ra n te u n a épo­ lidad de ac ce so a fu en te s de in fo rm a c ió n
MANIPULACIÓN 927

a lte rn a s , d ism inuye la p o sib ilid a d e s tru c tu ­ en la q u e B se m ueve, y q u e B cree que es


r a d a de la c rític a y de la im pugnación p ú b li­ secreta, A e stá en co n d icio n es de h a c e r m ovi­
ca. En la m ed id a en q u e el m onopolio se hace m ientos eficaces p a r a ejercer un p o d e r m an i­
absoluto, la supresión d e la inform ación a c e r­ p u la d o r sobre B. E s ta posibilidad de u tiliz a r
ca de un hecho se convierte, p o r así decirlo, con fines de poder, y con fines de m., las n o ti­
en la su p re sió n del hecho; las d isto rsio n e s y cias re se rv a d a s que co n ciern en a los a c to res
las v a lo racio n es u n ila te ra le s p a sa n a ser sociales, hace p o te n c ia lm e n te p eligroso el
hechos y valores indiscutibles; la m ism a m en­ control centralizado de las inform aciones p e r­
tira , re p e tid a in ce sa n te m en te y falta de sonales por m edio d e c o m p u ta d o ra s, y hace
im pugnación, se c o n v ierte en verdad, D ebe­ esp ecialm en te insid io so s los m icrom ecanis-
m os a ñ a d ir q u e el m o n o p o lio info rm ativ o mos de espionaje e le c tró n ic o que p e rm ite n
d e b ilita gravem ente in cluso la p o sib ilid ad de re g is tra r o e s c u c h a r a d ista n c ia co n v ersacio ­
re s is tir a la m. p sico ló g ica y a la m. física, nes re se rv ad a s. D ichos in stru m e n to s no e je r­
dad o que so lam en te la lib e rta d de in v estig a­ cen de p o r sí la m., p e ro a u m e n ta n la v u ln e­
ción y de inform ación h a c e posible el recono­ rab ilid a d de los a c to re s sujetos a ellos, y p u e ­
c im ie n to y la den u n cia p ú b lic a de d ichas fo r­ den c o n stitu ir una p rem isa p a ra ejercer la m.
m as de m. De hecho, el régim en de los m edios sobre los m ism os.
de in fo rm ació n es tan decisivo p o lític a m e n ­ Pasem os a a b o rd a r la m. psicológica. Como
te que se p re s e n ta com o elem en to c o n s titu ti­ una clase de m. o p e ra n te so b re la e s tru c tu ra
vo de los diversos tipos de sistem as políticos: de las m otivaciones, é sta se b a sa en u n a e sp e ­
e! p lu ra lism o de las fu e n te s de in fo rm ació n cial vuln erab ilid ad d el sujeto pasivo, que p u e­
y la p o sib ilid a d efectiv a de la im pugnación de d e fin irse p re c is a m e n te com o psicológica.
p ú b lic a son un re q u is ito fu n d a m e n ta l de los E xiste m. p sic o ló g ic a cu a n d o A e x p lo ta los
sistem as liberal-dem ocráticos y poliárquicos, d e te rm in ism o s psíq u ico s in co n scien tes de B
y el m onopolio de los m edios de c o m u n ic a ­ p a ra c o n tro la r o c u lta m e n te su co n d u cta. La
ción es un requisito n ecesario de los sistem as gran eficacia social y p o lític a de la m. p sico ­
to ta lita rio s. lógica depende esencialm ente de dos factores.
El p rim e ro es que los im pulsos em otivos
i i i . la m a n ip u l a c ió n p s ic o l ó g ic a . Como ya se ha in co n scien tes m o tiv an m u ch as de las op cio ­
dicho a n te rio rm e n te , la m. psicológica y la nes y de las acciones de los h o m b res. El
física no a g o ta n c o m p le ta m e n te la c a te g o ría segundo es que ex iste n sím bolos o im ágenes
de las intervenciones m a n ip u la d o ra s o p e ra n ­ que tienen u n a fu e rte cap acid ad de atra cc ió n
te s en la e s tr u c tu r a de las m otivaciones. H ay sobre aq u ello s im p u lso s. La ta re a del m a n i­
u n a fo rm a gen eral de m . que se hace p o sible p u la d o r co n siste p o r ta n to en a so c ia r el sím ­
cad a vez que u n a c to r co n o ce los determ in is- bolo-clave y la im agen-clave o p o rtu n o s al
m os, no sólo psíquicos y físicos, sino tam bién objeto social so b re el que p re te n d e a p lic a r el
sociales, que d irig en e n m ay o r o m e n o r g r a ­ im p u lso em otivo (un p ro d u c to que c o m p ra r,
do la c o n d u c ta de o tro actor. P o r u n a p arte, un jefe político q u e a m a r u obedecer, u n a
en la m edida en que tale s determ inism os d iri­ nación e x tra n je ra q u e o d ia r y com b atir); al
gen efectivam ente la c o n d u c ta de B, éste tien­ re p e tirse de m odo incisivo y c o n tin u o e sta
de a re a c c io n a r de u n a m a n e ra p rev isib le a asociación, el nexo e n tre el objeto social y la
unos estím u lo s a m b ie n ta les dados, y po r ello em oción llega a s e r a u to m á tic o en los in d iv i­
es v u ln era b le re sp e c to del po d er, y en esp e­ duos m an ip u lad o s, com o un reflejo co n d icio ­
cial del p o d e r m a n ip u la d o r de o tro s acto res. nado. E stas téc n ica s han sido ap lic ad a s de
Por o tra p arte, si A conoce los determ inism os m an e ra refin ad a p o r la publicidad com ercial
que dirigen en c ie rta m ed id a la c o n d u c ta de b asad a en la investigación m otivacional: p a ra
B, e stá en co n d icio n es de e je rc e r poder, y v en d er los p ro d u c to s m ás d isp a re s se m ovi­
poder m anipulador, so b re este últim o. Lo que lizan em ociones p ro fu n d a s tales com o la
se ha esbozado a c erc a de los d e te rm in ism o s angustia, la agresividad, la sexualidad, el m ie­
sociales se puede a p lic a r tam bién a las e s tra ­ do al aisla m ien to y a la d iv ersid ad , etc. P ero
tegias y tá c tic a s de acción, en las cuales u n desde sie m p re se h a n servido de las m ism as
a c to r se c o m p ro m ete de m an e ra se c re ta o técnicas, a u n q u e f u e ra de m a n e ra in tu itiv a,
reservada. Si A conoce la estrateg ia de acción los p ro p a g a n d ista s po lítico s y religiosos. El
928 MANIPULACIÓN

apego y el a m o r por la divinidad, p o r la tri­ ción de todo el siste m a de v a lo re s e ideas


bu, po r la p a tria , po r el p a rtid o , así com o el a d q u irid o s p o r un sujeto, así com o en c ie r­
m iedo y el odio por o tra s naciones, religiones, tas clases extrem as de adoctrinam iento, cono­
razas o clases, h a n sid o p ro p ala d o s p o r lo cidas con el n o m b re de lavado de cerebro. Los
m enos en p a rte del m ism o m odo: m ediante ejem plos m ás conocidos de lavado de c e re b ro
la aso ciació n de c ie rto s sím bolos a o tro s, y son recientes: las técn icas e m p le ad a s p a ra
en d efin itiv a con d e te rm in a d o s im pulsos o b te n e r las "co n fe sio n e s" de las v íctim as de
in co n scien tes de los h o m b re s. los procesos stalinistas, las "co n v ersio n es” de
La ap elació n d ire c ta a los im p u lso s em o ti­ los prisioneros norteam erican o s en Corea, las
vos in co n sc ien te s es p a rtic u la rm e n te eficaz p rá c tic a s d rá s tic a s de a d o c trin a m ie n to u s a ­
cu ando va d irig id a a u n a m u ltitu d . En una das en C hina con el nom bre de "reed u cació n ” .
m u ltitu d el a u to c o n tro l racio n al y el sentido Sin e m b arg o ex isten p re c e d e n te s en la h is to ­
de la re s p o n s a b ilid a d p e rso n a l de los indivi­ ria de ép o cas a n te rio re s: b a s te p e n s a r en las
duos se deb ilitan ; to m a n un relieve d ecid id a­ técnicas con las que los trib u n a le s de la Inqui­
m ente m ás p ro n u n cia d o y a b ie rto los com po­ sición a rr a n c a b a n las " c o n fe sio n e s” a las
n entes irra c io n a le s e inconscientes de la p e r­ " b ru ja s " . En to d o s esto s caso s p odem os
so n alidad, y tie n d e a v e rific a rse u n a especie e n c o n tra r rasg o s com unes. E n p rim e r lu g ar,
de co n tagio em otivo e n tr e los m ie m b ro s de u n a g ra n c a n tid a d de in terv en cio n es físicas:
la m ultitud. Todo ello h ace que los individuos a isla m ie n to social, im p ed im en to del sueño,
sean especialm ente“vulnerables a la sugestión re d u c c ió n fu e rte de a lim e n to s y tal vez to r­
em otiva. Se tr a ta de u n a situación c la ra p a ra tu ra . A m en u d o se d an tam b ié n téc n ica s de
los a g ita d o re s y dem agogos p olíticos, que m. física, com o el su m in istro de d ro g as y de
incluso u tilizan catalizad o res especiales para p sico fárm aco s. Sin em b arg o , el n ú cleo del
in c re m e n ta r el co n tro l em otivo de la m u lti­ p rocedim iento es p rin c ip alm e n te psicológico
tud. P iénsese en el uso ritu a l de p a la b ra s que y co n siste en la inhibición a u ltra n z a de los
conform an lem as o ju ram en to s, a veces acom ­ reflejos a d q u irid o s, o sea de las ideas, de los
p a ñ ad o s con m ú sic a (him nos n acio n ales o p rin c ip io s m o ra le s e in clu so de la id e n tid a d
p atrió tico s, m arc h as po p u lares, etc.) y p o r las del su jeto pasivo. Las re fe re n c ia s de hech o y
coreografías visuales de b anderas, em blem as de v alo r de la víctim a, su p ro fesió n , su re li­
y gestos estilizados. E sta s técnicas fu ero n lle­ gión y ta l vez su m ism o n o m b re son a n iq u i­
vadas a un g ra d o elevado de eficacia e n los lados y su stitu id o s p o r o tros. E sta p é rd id a de
estad o s to ta lita rio s, y en p a rtic u la r en la Ale­ significado de p a la b ra s c a rg a d a s p o r la expe­
m an ia nazi. A veces la ten sió n em otiva c re a ­ rien cia del p asad o —refo rzad a por in te rro g a ­
da con el u so de estos c a ta liz a d o re s e ra tan to rio s in te rm in ab le s, con in te rv alo s irre g u la ­
in te n sa que, c u a n d o H itle r em p ezab a fin al­ res, sie m p re so b re los m ism o s tem as, c o n el
m en te a h a b la r, el c o n te n id o del d isc u rso fin de h a c er su rg ir continuas contradicciones,
c a re c ía casi de im p o rta n c ia p a ra la m u ltitu d ju n to con un creciente agotam iento físico cau­
h istérica y en adoración. E n ciertos casos pue­ sado p o r la im p o sib ilid a d de d o rm ir y p o r la
de a c tu a r com o c a ta liz a d o r del c o n tro l em o­ d e s n u tric ió n — lleva al su je to a un e s ta d o de
tivo de u n g ru p o el u so de acto s o p a la b ra s d e sin te g ra c ió n de la p e rso n a lid a d , de m iedo
que no tien en n a d a q u e v er con la situación, y de a n g u stia in to lera b le s, h a s ta el p u n to de
y que sin em bargo, p o r sus c a ra c te rís tic a s que se activ a en él u n .m e c a n ism o p síq u ic o
in trín se c a s, a u m e n ta n el im p acto del m en sa ­ extrem o de autodefensa: la canalización de su
je. E ste m ecanism o psicológico existía, por carga em otiva hacia un m odelo opuesto al que
ejem plo, en el ju ra m e n to de los m au m au, g u ia b a su c o n d u c ta h a b itu a l en el p a sad o . Se
cuyo ritu a l, o b sc en a m en te te rro rífic o y g ra­ llega así al m om ento de la p len a confesión de
tu ita m e n te ex trañ o , refo rz a b a la po ten cia acto s n u n c a com etidos, y al rech azo to ta l de
irra c io n a l de la c e re m o n ia y el c o n tro l em o­ las ideas y de los principios m orales que h ab ía
tivo de los individuos. p o seído en la a n te rio r e x p erien cia vital.
Una fo rm a esp ecialm en te in te n sa y p ro lo n ­
gada de m. psicológica, com b in ad a con in te r­ iv. la m a n ip u l a c ió n f ís ic a . La m. de la in fo rm a ­
venciones co e rc itiv as ig u alm e n te in te n sa s y ción y la m. psicológica, que tr a té h a s ta aquí,
prolongadas, se da en los casos de desin teg ra­ son fo rm as de p o d e r social. En am bos casos,
MANIPULACIÓN 929

en efecto, un a c to r (individuo o grupo) m o d i­ c o n tra la v o lu n tad d e quien la sufre, se p u e ­


fica la conducta v o lu n taria de o tro a c to r (indi- de m o v er o d e s p la z a r su cuerpo, p e ro no se
vi dúo o grupo). E s c ie rto que el su jeto m an i­ puede d e te rm in a r n in g u n a c o n d u c ta so cial­
p u lad o ig n o ra e s ta r so m e tid o a la v o lu n tad m en te relevante. A hora bien, es p re c isa m e n ­
del m a n ip u la d o r (o b ien ig n o ra la n a tu ra le z a te desde este p u n to d e vista q u e la "nueva vio­
de su intervención), p e r o no p o r ello d e ja de lencia” , o sea la m. física, a su m e un papel del
h a b e r u n a condición de existencia de u n a rela­ todo especial. P a rec e s u p e ra r los lím ites de
ción de poder: esto es, que el objeto de la eficacia de la violencia tradicional, ya que con
intervención esté constituido p o r una conduc­ la inoculación de un su e ro o el su m in istro de
ta voluntaria. Con o tra s p a la b ra s, en la m. de u n a p íld o ra o la tra sm isió n de un im p u lso
la in fo rm ació n y en la psicológica el su jeto e lé c tric o al c e re b ro se puede, al m enos en el
activo de la relación o p e ra por m edio de m en­ plano de las h ip ó te sis, p ro d u c ir o ag ilizar
sajes q u e p e n e tra n en el cam po de aten ció n d ire c ta m en te una c o n d u c ta positiva: un
(consciente o in co n scien tem en te) del su jeto hacer, no so lam en te un no hacer. V eam os
pasivo, de m odo que lo g ra m o d ific a r con efi­ pues en qué g rad o su c ed e e sto en los d iv er­
cacia su voluntad. sos tip o s de m . física y en qué g ra d o e ste
Las cosas cam bian c u a n d o pasam o s a la m. m odo d e o p e ra r de la "n u ev a violencia" p u e ­
física. E n este caso, el objeto de la in te rv e n ­ de se r u tiliz a d o en el dom inio político.
ción m a n ip u la d o ra no es la v o luntad, sin o el Los tip o s p rin c ip a le s de m . física son dos:
cu e rp o del su je to p asiv o . En la m. física el el su m in istro de p sic o fá rm a c o s y la e s tim u ­
m a n ip u la d o r o p e ra p o r m edio de in stru m e n ­ lación e lé c trica del c ereb ro . E n am bos ca so s
tos quím ico s o eléctrico s, q u e a lte ra n los se tr a ta de técn icas su rg id a s y d e s a rro lla d a s
m ecanism os físicos q u e co n tro lan los se n ti­ en el ám b ito de la p rá c tic a m édica p a ra el t r a ­
dos y los e sta d o s del o rg an ism o del su jeto ta m ie n to y c u ra c ió n d e en ferm ed ad es m e n ta ­
pasivo, de m a n e ra que é ste conform a con efi­ les. Se co n v ierten e n u n a fo rm a de m. física
cacia su receptividad o reactividad a los m en­ c u a n d o el su je to p asivo no sabe q u e le son
sajes o e stím u lo s a m b ie n ta les. Es c ie rto que a p lic a d a s o n o conoce su n a tu ra le z a y efec­
la m. física sirv e p a ra in flu ir en la c o n d u c ta tos. La c a ra c te rís tic a e m p íric a m e n te d is tin ­
del su je to pasivo, y p o r ello es un in stru m e n ­ tiva, y é tic a m e n te p e rtu rb a n te , de e s ta s f o r ­
to p a ra ejercer el po d er, pero, co n sid erad a en m as de m. física es que, u n a vez que se h a p r o ­
sí m ism a, no es poder, p o rq u e no a c tú a so b re d u cid o la in te rv en c ió n , el su jeto pasivo no
la v o luntad, sin o s o b re el e sta d o físico del p u ed e re a c c io n a r en a b so lu to . Dicho de o tr a
sujeto pasivo. Se p o d ría d e c ir m ás b ien que m an e ra, la irre s is tib ilid a d de la m. llega a su
se tr a ta de u n a fo rm a d e violencia, si con este g rad o m ás in ten so . En la m . de la in fo rm a ­
c o n c e p to d e sig n a m o s las in te rv e n c io n e s ción y en la p sic o ló g ic a sie m p re es posible,
intencionales de un a c to r so b re el estad o físi­ com o h ip ó te sis, q u e el su jeto pasivo se dé
co de o tro a c to r, c o n tr a la v o lu n ta d (expresa c u e n ta en u n se g u n d o m om ento del hecho o
o p re su n ta ) de este ú ltim o (v. violencia). de la n a tu ra le z a de la m. y p o r lo ta n to in te n ­
En sus m a n fiestac io n e s tra d ic io n a le s, la te re a c c io n a r y h u ir de la m ism a. La m. fís i­
violencia es u n a in te rv en c ió n física d irig id a ca, en cam bio, in v ad e de un m odo ta n eficaz
a h e rir, a m a ta r, a d e s tru ir; o b ien a inm ovi­ la su b je tiv id a d del m an ip u la d o que éste,
lizar, a a p re s a r en u n esp acio c e rra d o . E s ta m ie n tra s d u ra el efecto de la intervención, no
violencia “tra d ic io n a l” —la violencia de las puede d ejar de se r un aliado del m anipulador.
a rm a s y de las fu e rz a s a rm a d a s, de las c á r­ Al su m in istro de psico fárm aco s y a la e stim u ­
celes y de los cam p o s de c o n c en tra c ió n — tie ­ lación e lé c tric a del c e re b ro se p o d ría a ñ a d ir
ne u n o s lím ites de e fic ac ia b ien p reciso s. Si el co n tro l (p arc ia l o total) de los n a c im ie n to s
co n sid eram o s los efecto s d irecto s de la in te r­ con v istas a u n a selección genética de los q u e
vención física en c u a n to tal, la violencia tr a ­ h a n de n acer. E ste tip o de in terv en ció n no es
dicional sirve p a ra im p e d ir q u e el su jeto p a si­ sin em b a rg o u n a fo rm a de m. de la c o n d u c ­
vo h ag a algo: m a tá n d o lo o ap risio n án d o lo , se ta, en el se n tid o a q u í definido. E ste tip o de
le im p id e te n e r c u a lq u ie r c o n d u c ta so c ia l­ c o n tro l no sirve p a r a m o d ificar las creencias
m en te relevante; p e ro no sirv e p a ra o b lig a r­ o las co n d u cta s de d e te rm in a d o s in d iv id u o s
lo a h a c e r algo: con la m e ra p re sió n física, y o grupos; sirve p a ra p ro g ra m a r los individuos
930 MANIPULACIÓN

que deben o no e n tr a r a fo rm a r p a rte de la de servicio público. Pero, p a ra c o n se g u ir el


sociedad. En e ste sentido, según el p u n to de efecto, la s u s ta n c ia quím ica d e b e ría s e r tan
vista que se adopte, el co n tro l selectivo de los p o d e ro sa q u e in h ib iría no solam ente el e sp í­
n a c im ie n to s p u e d e in te rp re ta rs e com o algo ritu de reb elió n , sino tam b ié n c u a lq u ie r fo r­
m ás o algo m e n o s que la m. física de la con- m a de p a rtic ip a c ió n activ a y esp ec ializa d a en
du cta, p e ro en to d o caso es algo distin to . la vida social; así p u es este tip o de in te rv e n ­
Los p sic o fá rm a c o s son c o m p u esto s q u ím i­ ción p o d ría r e s u lta r ú til sólo en el caso,
cos que a c tú a n so b re el siste m a nervioso cen­ a c tu a lm e n te m u y poco p ro b a b le (au n q u e no
tra l y a m en u d o influyen en " h u m o re s" de del to d o desechable), en que u n a élite d o m i­
c a rá c te r general. Los tra n q u iliz a n te s calm an n a n te se c o n fo rm e con la o b ediencia ciega y
a las p e rso n a s; los e stim u la n te s las excitan con u n a a c tiv id a d m an u a l y b u r d a de u n con­
p o n ién d o las en u n e sta d o de eu fo ria; los alu- g lo m erad o de h o m b re s. En cam b io es m ás
cinógenos a lte ra n las p e rc e p c io n e s y la con­ que p ro b a b le , ya que se ha realizado m u c h a s
ciencia. R ecien tem en te, a esto s tip o s g e n e ra ­ veces, el u so de in stru m e n to s q u ím ico s com ­
les de fá rm a c o s se va añ a d ie n d o to d a una binados con o tra s form as de intervención con
se rie de c o m p u e sto s especiales, con los que el fin de c o n tro la r in d iv id u o s so c ia lm e n te
se busca, con m ás o m enos éxito, a c tu a r sobre d esad ap tad o s o incluso activistas políticos de
c o m p o n e n te s p sico ló g ico s d e te rm in a d o s, oposición. P o r ejem plo, el em pleo de com ­
com o la a g re siv id a d o la m em o ria. El a lc a n ­ p u esto s quím ico s p a ra a lte ra r el e sta d o m en­
ce de los efecto s de todos esto s c o m p u e sto s tal del m a n ip u la d o se da a m en u d o en los
q u ím ico s es in d u d a b le m e n te n o tab le. Sin com plejos procedim ientos de "lavado de cere­
em bargo, con fin es de c o n tro l del hom bre, b r o ”, que hem os m encionado ya bajo el rubr o
p a ra que lo d irija hacia c re e n c ia s y c o n d u c ­ de la m. psicológica.
tas específicas, son m enos eficaces de lo que In te rv en c io n es físicas m ás selectiv as y efi­
a m en u d o se c re e o se tem e. P or ejem plo, el caces, en c o m p a rac ió n con la s h a s ta a h o ra
llam ad o " su e ro de la v e rd a d ” (el pentotal), m en cio n ad as, h a n sido p o sib le s por la com ­
so b re el q u e se h a fa n ta se a d o a m e n u d o p re ­ b in ació n de téc n ica s de m in ia tu riz a c ió n de
se n tá n d o lo com o un a rm a irre sis tib le , es un in stru m e n to s ele c tró n ico s y de c iru g ía c e re ­
co m p u esto a n estésico con efectos h ip n ó tico s b ra l. Con el u so de d ich a s técn icas se puede
y rela ja n tes, que p u ed e a y u d a r a u n a p e rs o ­ p e n e tr a r en el cereb ro , in tro d u c ie n d o e n tre
n a inhibida, y que ten g a ya la in ten ció n de los tejidos c e re b ra le s m ic ro in s tru m e n to s
h a b la r, a re to m a r rec u e rd o s q u e e sta b a n e le c tró n ico s e stim u la d o re s de tipo e lé c trico
re p rim id o s y a re fe rirlo s, p ero de nin g u n a o de tipo quím ico, los cuales p e rm ite n co n ­
m a n e ra tie n e el p o d e r de o b lig a r a u n a p e r­ tr o la r desde el e x te rio r in clu so los p ro p io s
sona a rev e lar hechos que q u ie re m a n te n e r m ecanism os c e n trale s de control del cerebro.
en secreto. P or lo general, los lím ites del con­ A ccionando im p u lso s e léctrico s, que a c tú a n
tro l quím ico de la conducta son prin cip alm en ­ d ire c ta m e n te o p o r m edio de rea c c io n e s q u í­
te dos: en p rim e r lugar los psico fárm aco s son m icas, es p o sib le e s tim u la r o in c re m e n ta r,
e sca sa m e n te selectivos, en el se n tid o de que s u p rim ir o d ism in u ir funciones del cu e rp o ,
sólo m uy débilm ente logran a c tu a r sobre acti­ em ociones y estad o s m entales vinculados con
vidades p síq u ic a s específicas, ten ie n d o bajo d e te rm in a d a s zonas y p ro ce so s c e re b rale s:
co n tro l las o tra s actividades. De ahí se d e ri­ p o r ejem plo, las acciones del com er, b e b e r o
va, en segundo lugar, que dichos p sic o fá rm a ­ d o rm ir; el te r r o r o el am or; la d o cilid ad o la
cos son m ás eficaces p a ra in h ib ir u n tip o agresividad; la m em oria, la atención, la c u rio ­
gen eral de co n d u cta, p o r ejem plo la a g re si­ sidad, la inteligencia. Los p ro g re so s q u e se
vidad, q u e p a ra d irig irla h acia objetivos p a r ­ han hecho en e ste cam po, ya sea en la inves­
tic u la re s. Todo ello h ace b a s ta n te im p ro b a ­ tigación exp erim en tal con anim ales, ya sea en
ble un uso político m asivo de estos in stru m e n ­ la p rá c tic a c lín ic a con un n ú m ero c re c ie n te
tos quím icos. S e ría posible q ue la agresividad de h o m b re s víctim as de d iv ersas e n fe rm e d a ­
de una población políticam ente som etida fue­ des, hacen p e n s a r que la tecnología de la e sti­
ra in h ib id a de u n a m a n e ra c o n sta n te in tro ­ m ulación e lé c tric a del c e re b ro p u e d e en el
d u cien d o u n a c ie rta c a n tid a d de c o m p u esto s fu tu ro llegar a algo cercano a las hipótesis del
quím icos tra n q u iliz a n te s en el ag u a p o tab le co n tro l ab so lu to de la co n d u cta. Las p e rsp e c ­
MAOÍSMO 931

tivas de uso político de estas técnicas son m ás p o siciones id eo ló g icas o teó ricas, a m en u d o
bien in q u ietan tes, a u n q u e sea im p ro b ab le un im portadas de países extranjeros y ad o p tad as
uso m asivo de las m ism as. A p ro p ó sito de ello por los chinos sólo e n térm in o s in telectu alis-
puede re p e tirs e lo q u e ya se h a dicho re sp e c ­ tas. O tro m otivo lo p o d em o s e n c o n tra r en el
to del u s o político de los psico fárm aco s. P or rech azo por p a rle de Mao Zedong a a c e n tu a r
una p a rte , la c o m p le jid a d de la s in terv en cio ­ el a sp e c to teórico, c o n ten d e n c ia a b s tra c ta ,
nes de p e n e trac ió n c e re b ra l, q u e c o m p o rtan de su p ro p ia obra, la cual q u iso sie m p re vin­
una e x p lo ra ció n re fin a d a de cad a individuo c u la r a la praxis p a ra que fu e ra fu en te de u n a
y costos m uy elevados, hacen m uy díficil una praxis u lte rio r y no de elaboraciones teóricas.
aplicación m asiva. P o r o tra p arte, sin e m b a r­ No se tr a ta e v id en tem en te de u n a a c titu d
go, no se excluye la p o sib ilid a d de r e c u r r ir " m o d e s ta ” p o r p a rte de Mao, ya que Mao fu e
a la e stim u la ció n e lé c tric a del c e re b ro p a ra v o lu n taria y co n scien tem en te el p ro m o to r del
c o n tro la r a d e te rm in a d o s m iem b ro s de u n a culto a su p ro p io p e n sam ien to y a su función,
oposición política y, con m ayor razón, a d e te r­ con o b jetiv o s p olíticos. En efecto, el m. m á s
m in ad o s individuos so c ia lm e n te peligrosos. que u n a fo rm u la c ió n ideológica p ro p ia m e n ­
te d ich a ha sid o u n a línea e s tra té g ic a que en
J.A.C. Brown, Técnicas de persua­
b ib l io g r a f ía : un c ie rto m o m en to — so b re todo en los a ñ o s
sión (1963), Madrid, Alianza, 1978, y Buenos s e se n ta — fue c o n sid e ra d a y en c ie rta m a n e ­
Aires, Abril, 1972; P. Bourdieu y J.C. Passeron, ra e la b o ra d a com o u n a concepción a lte rn a ­
La reproducción (1970), Barcelona, Laia, 1977; L. tiva a la del c o n ju n to del m ovim iento o b re ro
Cavalli, La democrazia manipolata, Milán, Comu- o c c id e n ta l y a la del m ovim iento c o m u n is ta
nitá, 1965; S. Ciacotin, Técnica della propagan­ in te rn a c io n a l v in cu lad o al p a rtid o c o m u n is­
da politica (1952), Milán, Sugar, 1964; M. Edel- ta soviético.
man, The symholic uses ofpolitics, Urbana, Uni- A e s ta línea g lobal, m uchos de los que la
versity of Illinois Press, 1964; R.W. Goodin, Mani- hicieron p ro p ia le a ñ a d ie ro n después elem en­
pulatory politics, New Haven, Yale University tos q u e d eriv ab an d e com plicados p ro c e so s
Press, 1980; E. Katz y P.E. Lazarsfeld, L'influenza ex isten ciales del to d o extraños, no so la m e n ­
persónate nella comunicazione di massa (1955), te a las fo rm u la c io n e s ideológicas sino in clu ­
Turín, f. r i , 1968; P. London, II contrallo del com- so a la s e x p e rien c ia s h istó ric a s c o n c re ta s y
portamento (1969), Milán, Istituto Librario Inter- a las exigencias políticas contingentes de M ao
nazionale, 1971; H. M arcuse, E l hombre unidi­ y de los c o m u n ista s chinos. En c ie rta m e d i­
mensional (1964), México, J. Mortiz, 1966; V. Pac- da e s te p ro c e so de tra n sfo rm a c ió n del m. en
kard, Las formas ocultas de la propaganda (1957), un c o n ju n to de fenóm enos de im p u g n ació n
Buenos Aires, Sudam ericana, 1958; O. Reboul, del o rd e n social y c u ltu ra l e x iste n te se p r o ­
Adoctrinam iento (1977), Buenos Aires, Ateneo, dujo ta m b ié n en C h in a y o p e ró en u n se n tid o
1981; J. Rudinow, M anipulation, en Ethics, o p u e sto a las exigencias q u e h a b ía n m ovido
l x x x v iii (1978). a M ao.
M ás a llá de las m itific a c io n e s y de las t r a s ­
[MARIO STOPPINO] posiciones ilícitas h a c ia el e x te rio r de su c o n ­
texto, conviene a n a liz a r la e x p erien cia h is tó ­
ric a de la rev o lu ció n china y el p ap el q u e
d esem p eñ ó M ao en la m ism a, a fin de c o n s­
m a o ís m o
ta ta r si es lícito o no el concepto de m aoísm o.

i. d e f in ic ió n . El té rm in o m. n u n c a se ha u s a ­ O. POTENCIAL REVOLUCIONARIO DE LOS CAMPESINOS Y


do en China y los co m u n istas chinos han obje­ sus l im it a c io n e s . El e lem en to que m otivó la
tad o sie m p re el uso del m ism o incluso c u a n ­ ex p erien cia h istó ric a de M ao Zedong en 1927
do lo h acían fu erzas e x tra n je ra s que se in s­ fue la co n statació n -co n v icció n del p o ten c ial
p ira b a n en sus posiciones políticas. El origen subversivo q u e c o n s titu ía n los c a m p e sin o s
de e s ta a c titu d se d e b e a m ú ltip le s c irc u n s ­ p o b res en u n p a ís com o C hina, a sí com o de
tan c ias, u n a de las c u a le s p u ed e se r la d e s­ su cap acid ad de d esem p eñ ar tareas revolucio­
co nfianza que se d ifu n d ió en C hina d esd e los n a ria s m o d e rn a s p o r las cuales el e m p u je
años veinte respecto a los "ism os”, o sea h acia h a c ia la tra n s fo rm a c ió n se d irig ie ra a fin es
932 MAOÍSMO

a c tu a liz a d o s y se e n c u a d ra ra en u n a visión el e la b o rad o p o r M arx, m ie n tra s que la re fle ­


q u e tu v ie ra en c u e n ta los p ro ceso s sociales xión sobre la función h istó rica del p a rtid o fue
a largo plazo y de alcance m u n d ial de u n a m á s lim ita d a en M ao h a s ta las v ísp e ra s de la
fu erz a p o lític a c a p az de s u p e ra r los lím ites revolución c u ltu ra l. En su sta n c ia , Mao a c e p ­
h istó rico s ta n to de la sociedad china com o de ta b a el p rin c ip io de M arx por el que só lo el
las condiciones s u b a lte rn a s típ ica s del m u n ­ p ro le ta ria d o in d u strial puede llevar a cab o la
do colonizado. E s ta fu e rz a e ra p a r a M ao el em ancipación de todos los oprim idos, p o r sus
p a rtid o c o m u n is ta chino, fo rm a d o con la c a ra c te rístic a s de m odernidad y su capacidad
opción c u ltu ra l de n u m e ro so s intelectu ales a o rg an iz ativ a, p e ro tra n s fe ría al p a rtid o e sta
p a r tir de 1919 en favor del m arx ism o en su fu n ció n h is tó ric a del p ro le ta ria d o . É s ta fue
in terp retació n leninista, consolidado después, s in d u d a u n a de las m ás graves lim ita cio n e s
e n tre 1921 y 1927, en una serie de luchas o b re ­ del m aoísm o.
ra s y n acio n ales. Un p la n te a m ie n to de e ste En u n a situ a c ió n tal se p la n te a b a en el
tipo im plicaba p a ra el p a rtid o revolucionario n ú cleo del p ro y ec to político el p ro b le m a de
u n a fu n ció n " d id á c tic a ” p e rm a n e n te y c a p i­ la tra s m is ió n y de la fo rm u la c ió n de la id eo ­
la r q u e iba m ás a llá de la tesis le n in ista del logía, que c o n stitu ía p rec isam e n te el elem en ­
p a rtid o com o v a n g u a rd ia de la clase o b re ra to " m o d e rn o ” de r u p tu r a resp ecto del e s tá ti­
y que re to m a b a en c ie rta m ed id a la co ncep­ co m undo tra d ic io n a l de los cam p e sin o s y de
ción tra d ic io n a l ch in a de los in te le c tu a le s los in te le c tu a le s-a d m in istra d o re s. P a ra M ao
com o m ae stro s-d irig e n tes-o rg a n iz ad o re s de Zedong y p a ra los o tro s c o m u n ista s chinos
las m asas cam pesinas, a pesar de que los jóve­ en lucha activa e sta b a c la ro que el m arx ism o
nes in te le c tu a le s c o m u n ista s re c h a z a ra n e en su acep ció n le n in ista h a b ía sido a su m id o
im p u g n a ra n el d e re c h o al privilegio y el co n ­ en China ad a p ta n d o algo creado en el e x te rio r
se rv a d u rism o de la c la se d irig e n te tra d ic io ­ p o r el m o v im ien to o b re ro de los p a íse s d e sa ­
nal china. rro lla d o s. Sin e m b a rg o una rep etició n triv ial
"B ajo la guía del p a rtid o ” —en u n a relación o la sim ple a p lic ac ió n de los p rin c ip io s y de
d ia lé c tic a en la q u e los in te le c tu a le s en señ a ­ la s p rá c tic a s del m arx ism o no h a b ría n p o d i­
b a n a los c am p esin o s u n a concepción m o d er­ do d a r lu g a r a u n a ex p erien cia vital en C hina
na de la rev o lu ció n y los c am p esin o s p o b res sin o a trav és de un proceso orig in al de re p e n ­
c o n d icio n ab an a los in te le c tu a le s a tra b a ja r sa m ie n to y rep la n te a m ie n to teórico. E sto e ra
por la liberación de los oprim idos— las m asas m uy difícil de realizar en los años tre in ta p o r
ru ra le s p o d ían d e se m p e ñ a r u n a función his­ p a rte d e c u a lq u ie r p a rtid o c o m u n ista , d e b i­
tó ric a ta l com o la que desem p eñ ó el p ro le ta ­ do a las p resio n e s que la In te rn ac io n al co m u ­
ria d o en la so cied ad b u rg u e s a d e s c rita p o r n is ta —y a tra v é s de ella el P a rtid o C o m u n is­
Marx, a u n q u e M ao nunca identificó a los cam ­ ta de la U R SS— e je rcía p a ra o b ten e r la "bol-
p esin o s p o b res con el p ro le ta ria d o ni a la ch ev izació n ” de los o tro s p a rtid o s c o m u n is­
revolución p o r su e m an cip ació n de la explo­ tas, p ara hacerlos hom ogéneos según el m ode­
tació n de n o ta b le s y te rra te n ie n te s y p o r la lo de p a rtid o co m u n ista concebido p o r Lenin
liberación de C hina respecto de la dom inación y sobre todo poco después p o r Stalin. De aquí
e x tra n je ra con la revolución in vocada p o r la n e c esid ad p o r p a rte de M ao de c o m b a tir
M arx p a ra h a c e r c a e r a la b u rg u e sía y c re a r c o n s ta n te m e n te el "cu lto del lib ro ” , el dog­
u n a so cied ad so c ia lista . M ao d erivó de M arx m a tism o y las in flu e n cia s e x tra n je ra s , o sea
la concepción de las c la se s com o p a rte s com ­ la ten d e n c ia a tra n s fe r ir a C hina las fó rm u ­
p o n en tes a n ta g ó n ica s de la so cied ad y de las ideológicas y p o lític a s e la b o ra d a s p a ra la
Lenin la visión del p a rtid o com o organización URSS, en especial p o r lo que re s p e c ta a las
indispensable de v an guardia p a ra la dirección e s tr u c tu r a s del p a rtid o . E s ta lu ch a p o r la
de la lu ch a rev o lu c io n a ria , ad em ás de la a u to n o m ía ideológica de los c o m u n ista s c h i­
d e n u n c ia del im p e ria lism o com o siste m a nos fue uno de los a sp ec to s clave de la o b ra
m u n d ia l v in cu lad o a la sociedad c a p ita lista . de M ao y tuvo sus e ta p a s fu n d a m e n ta le s, en
Sin e m b a rg o su a n á lisis de las clases de la cu an to a elaboración de una estrateg ia de gue­
so cied ad ch in a re su ltó , p o r m otivos p ro p io s rrilla en 1930-1935, en el p la n te a m ie n to de
de la e s tru c tu ra social de un p aís su b d e sa rro ­ u n a re s is te n c ia nacional fre n te a J a p ó n de
llado, b a s ta n te m ás co m p leto y flexible que 1937 a 1945 y en las opciones p a ra la c o n s­
MAOÍSMO 933

tru c c ió n de la so c ie d a d s o c ia lis ta después de p r e c o n sid eró e s tre c h a m e n te v in cu la d a con


1949. los in te re se s de la re d local d e p o d er de los
n o ta b le s -te rra te n ie n te s , que e ra la b a se de
III. LUCHA DE CLASES RURAL A R M A D A , B A S E S R O JA S , in se rc ió n en C h in a de la influencia económ i­
r e s is t e n c ia S egún M ao, la tr a n s ­
p r o l o n g a d a . ca, política y m ilita r e x tra n je ra . Este fenóm e­
form ación de la sociedad ru ra l china no podía no de c o lab o ració n se hizo esp ecialm en te evi­
p ro d u c irse por u n p ro ceso pacífico, ya que la dente en el caso de la invasión jap o n esa a p a r­
rep resió n sutil e je rcid a so b re los cam pesinos t i r de 1937, c u a n d o lo s jap o n e se s que b u s c a ­
p o b res p o r p a rte de los te rra te n ie n te s y p o r b a n en C hina a b a ste c im ie n to s a lim e n ta rio s,
m edio de las m ilicias p a tro n a le s y o tra s o rg a ­ d e m a te ria s p rim a s y d e m ano de o b ra, inci­
nizaciones de tip o m añ o so , así com o el con­ d ían d ire c ta m e n te en la supervivencia de los
tro l m an ten id o p o r los n o ta b le s y los in te re ­ c am p esin o s y e n c o n tra b a n to d o tipo de co la­
ses s u b o rd in a d o s de los órg an o s de p o d e r b o ra c ió n e n tre los te rra te n ie n te s . P re c isa ­
local excluían c u a lq u ie r p ersp ectiv a de d e sa ­ m en te en los a ñ o s dó la resiste n c ia fre n te a
rro llo d e m o c rá tic o o u n a gestión a lte rn a tiv a Jap ó n , a c tu a n d o en la base de la so cied ad
ta n to en el p lan o de la a ld e a com o en el de ru ra l a trav és de la e sp esa y v asta re d de la
la p ro v in c ia o del estad o , debido a las g a ra n ­ g u e rrilla , los c o m u n ista s lo g ra ro n in s titu ir
tías recíprocas y connivencia e n tre el com ple­ u n a sociedad a lte rn a tiv a en m iles de ald e a s
jo de in te rese s e n tre n o ta b le s -te rra te n ie n te s del n o rte de China. La caíd a de cualquier régi­
y la p irá m id e del p o d e r pro v in cial y c en tral. m en que hubiese in ten tad o restab lecer el an ti­
La lu ch a de clases en C h in a so lam en te podía guo o rd e n h a b ría sido fácil, com o se d e m o s­
s e r p o r lo tan to u n a lu c h a de clases a rm a d a , tró d u ra n te la g u e rra civil e n tr e co m u n ista s
com o siem p re h a b ía su c ed id o en el tr a s c u r ­ y el K uom intang, e n tr e 1946 y 1949.
so de las tra d icio n a le s rev u e lta s cam pesinas.
T am b ién bajo e s te p u n to de v ista el p a rtid o IV . E L S O C I A L I S M O C O M O V I A D E S U P E R V I V E N C I A . DeS-

c o m u n ista p o d ía y d e b ía a c tu a r resp e c to de p ués de la tom a del p o d e r en 1949, y de la


los cam p esin o s según u n a nueva relació n a rad ic al re fo rm a a g r a r ia que q u itó la tie r ra a
tra v é s de la c o n stitu c ió n del "e jé rc ito ro jo ”, los p ro p ie ta rio s que n o la cultivaban y la dis­
c o b e rtu ra c o n sta n te y c a p ila r —con su a c ti­ trib u y ó a los c a m p e sin o s p o b re s, M ao —p re ­
vidad de g u e rrilla m óvil— de la tra n s fo rm a ­ sid e n te del p a rtid o y p o r diez años del nuevo
ción social en c u rso de elaboración en las e s ta d o — in ten tó e la b o ra r u n a e stra te g ia de
aldeas. P a rtid o y "e jé rc ito ro jo ", e s tre c h a ­ d e s a rro llo que p e rm itie ra c o n c re ta r la victo­
m ente v in cu lad o s si no co in cid en tes, e ra n la ria sobre la dom inación ex tran jera y sobre los
v a n g u a rd ia in d isp e n sa b le p a ra la c o n s titu ­ n o tables-terratenientes con u n a sustancial eli­
ción de las "b a se s ro ja s", frag m en to s de la m inación de la m ise ria , so b re todo la ru ra l.
nu ev a sociedad in se rto s en el contexto del M ao estuvo sie m p re convencido de que la
antiguo régim en y destinados a am pliarse g ra­ in d u stria liz a c ió n —llevada a cabo p re d o m i­
dualm ente a m edida que p ro sp erab an la labor n a n te m en te p o r la in ic ia tiv a e sta tal y con
e d u c ativ a po r p a rte del p a rtid o y la to m a de capital público— era la vía indispensable p a ra
co n cien cia p o r p a rte de los cam pesinos, ju n ­ a u m e n ta r la c a n tid a d de bienes p ro d u cid o s
to con su ca p ac id ad d e o rg anización y de y de ing reso d isp o n ib le p a ra el pueblo chino.
go b iern o y la tra n s fo rm a c ió n de las re la c io ­ S in em bargo, n u n c a p ensó q u e la in d u s tria ­
nes sociales. T odo ello im p licab a un d e s a rro ­ lización en cu a n to ta l p u d iera reso lv er los
llo g radual, u n a "lucha p ro lo n g a d a ” que p e r­ p ro b le m as de los cam p esin o s, c a re n te s de
m itie ra e n tra r en el ju eg o a los com plejos ele­ c a p ital p a ra in v e rtir, si no e ra posible m u lti­
m entos sociales, políticos y económ icos, pero p lic a r la p ro d u cció n , la p ro d u ctiv id a d y p o r
tam b ién h um anos y psicológicos, que e ra n ta n to el ingreso de los cam pesinos de m a n e ­
in d isp en sab les p a ra lle v a r a cabo u n a revo­ ra que se le g a ra n tiz a ra n a la industria, al m is­
lución en un p a ís a tra sa d o . E s ta lucha c a p i­ mo tiem po, m a te ria s prim as, capitales y m e r­
lar, fu n d ad a en la tra n sfo rm ac ió n de las a c ti­ cados de salid a. M ao c o n sid e rab a que e ste
tudes h u m an as, era tam b ié n la b ase de la au m e n to del in g reso de los cam pesinos se
lucha p o r la e m a n c ip a c ió n nacional de la podía ob ten er potenciando y sobre todo racio­
dom inación im p e ria lis ta , la cual Mao siem ­ nalizando la inversión de tra b a jo p o r p a rte de
934 MAOÍSMO

los c am p esin o s y o rg an izan d o su actividad. h icieron r e s a lta r sin em bargo ta m b ié n sus


E sta o rg an iz ac ió n racio n al podía p ro d u c irse lim itacio n es y c o n tra d ic c io n e s, p o r ejem plo
so la m e n te a tra v é s de e s tru c tu ra s socialistas e n tre la lla m a d a a u n a m ovilización p e rm a ­
que re p re s e n ta ra n p a ra los c am p esin o s una n e n te de las m asa s so b re la b a se de lem as
m ejo ra de las co n d icio n es m a te ria le s com o re v o lu c io n a rio s y la opción p o lítica de m an ­
com p en sació n p o r su a u m en to de tra b a jo y te n e r b ajo e stre c h o co n tro l a las m ism as
de p roducción, d a n d o a dichas m e jo ra s un m asas; la d e n u n c ia siste m á tic a del privilegio
c a rá c te r colectivo. social p o r un lado y el m onopolio del p o d e r
P a rtie n d o de e s ta s bases, M ao prom ovió y del priv ileg io rese rv a d o a pocas p e rso n a s
e n tre 1955 y 1956 la colectivización de la a g ri­ in c o n tro la d a s p o r el o tro , así com o ta m b ié n
c u ltu ra y d e sp u és la re e s tru c tu ra c ió n de las el p ro p io c u lto a Mao; la form ulación de u n a
in stitu cio n es políticas y p ro d u ctiv as del cam ­ ideología d ia lé c tic a com pleja y ric a p o r u n a
po en las lla m a d a s "co m u n as del p u e b lo ” , en p a rte y la red u cció n del " p e n sa m ie n to de
1958. E sta exigencia de transform ación social M ao” a fó rm u la s triv iales c a re n te s de v erd ad
continua im plicaba una serie de ru p tu ra s den­ h istó ric a y social p o r la o tra; la d ifu sió n de
tro de la sociedad, e n tre ciudad y cam po, y los ideales d e m o c rá tic o s —so b re to d o en la
so b re to d o e n tre c am p esin o s y clase d irig e n ­ ed u c ac ió n — y la p rá c tic a de u n a d ic ta d u ra
te (ad m in istra d o re s, in te le c tu ale s, cu a d ro s que no tien e n a d a que ver con la del p r o le ta ­
del p artido), p ro d u c ie n d o n u m e ro sa s te n sio ­ riad o com o clase social co n creta.
nes sociales e in ten so s im pulsos ig u alitarios. La exigencia que se a b rió cam ino en el
En e ste m ism o se n tid o iba la p reo c u p a c ió n m ovim iento o b re ro o ccid en tal de p ro c e d e r a
de Mao, sobre todo a p a rtir de 1960, po r im pe­ una c rític a del m arx ism o soviético y al m is­
d ir el su rg im ie n to y la rep ro d u c c ió n d e n tro mo tiem po la u rg en c ia de u n a a lte rn a tiv a a
de la sociedad de e s tra to s y g ru p o s p riv ile ­ la falaz "so c ie d ad del b ie n e s ta r" fu n d a d a en
giados y p a ra s ita rio s que c o n su m iesen los la explotación del " te r c e r m u n d o " h ic ie ro n
excedentes, im p id ien d o la a c u m u lac ió n de que el m. a p a re c ie ra com o u n a so lución v áli­
cap ital in d isp e n sab le p a r a s u p e ra r el a tra so . da p a ra p ro b le m a s que Mao n u n c a se h a b ía
A este te m o r a u n a re s ta u ra c ió n del p riv ile ­ planteado y que no podían resolverse con u n a
gio de u n o s pocos c o n trib u ía la visión tip ica ideología que, a u n q u e b a sad a en u n a a c e p ta ­
de Mao a c e rc a de la d ialé ctica —m óvil, a rti­ ción tá c ita del m arxism o, su rg ió en un p a ís
c u la d a y no p re d e te rm in a d a —: s u s ta n c ia l­ tan d istin to de aq u ello s que h a b ía n visto
m en te n e g a b a q u e la m a rc h a h acia el socia­ n a c er la sociedad burguesa, la dem ocracia, el
lism o fu e ra u n p ro g re so reg u lar, n a tu ra l e m ovim iento o b re ro y las so cied ad es c a p ita ­
irreversible, y c o n sid e ra b a m ás que p ro b ab le listas actuales. P or ello, la p o p u la rid a d del m.
un p ro ce so de involución social ap e n as la se ha re d u c id o d rá stic a m e n te , lo m ism o en
tra n s fo rm a c ió n rev o lu c io n a ria d e ja ra de ali­ C hina que en O ccidente, d esp u és del fra c a so
m e n ta rs e de la lu ch a de clases. E sta s in sta n ­ de la rev o lu ció n c u ltu ra l y de la m u e rte de
cias nos d a n u n a explicación de la revolución Mao. A p e s a r de ello, el m., con su s c o n tr a ­
c u ltu ra l d e s a rro lla d a en C hina a p a r tir de dicciones y lim itacio n es, debido a su fu e rte
1966 so b re la b a se de los p rin c ip io s ideológi­ ca rg a de m ovilización, a su a p a sio n a n te com ­
cos fo rm u la d o s p o r Mao, pero tam b ié n so b re ponente educativo y m oral y a su valorización
la b ase de las c o n tra d ic c io n e s co m p le ja s e del ideal hu m an o , q u e quizás ha sido u tó p i­
im previsibles im plícitas en la sociedad china. V . co, p e ro de to d o s m odos ig u alitario , h a d e ja ­
do u n a h u ella im b o rra b le en todos aq u ello s
V. CONTRADICCIONES. LIMITES Y APORTACIÓN VITAL DEL que en u n a c ie rta e ta p a de su vida se vieron
m ao I s m o . La revolución c u ltu ra l fue el fenó­ influidos p o r él o lo h an ad o ptado com o v alo r
m eno h istó ric o q u e dio m ay o r n o to rie d a d al de referencia. Esto últim o vale in d udablem en­
m aoísm o, o m ejo r dicho al " p e n sa m ie n to de te ta n to p a ra C hina com o p a ra O ccidente.
M ao” , com o fo rm u la c ió n o rg án ic a de una
e s tra te g ia re v o lu c io n a ria válid a no so lam en ­ E. Collotti Pischel, La revolución
b ib l io g r a f ía :
te p a ra C hina y com o p la n te a m ie n to d ialéc­ china (1958-1979), México, Era, 1981, 2 vols.; E.
tico cap az de e n riq u e c e r el m arx ism o . D icha Collotti Pischel y otros, La revolución cultural
revolución —y los procesos que la siguieron— china, Córdoba, Cuadernos de Pasado y Presen­
MAQUIAVELISM0/MARX1SM0 935

te 23, 19732; J. Ch'en, Mao y la revolución chi­ ceptos, de las tesis, de las teo rías, de las
na (1965), Vilassar de Mar, Oikos Tau, 1968; Mao su p u estas m etodologías científicas y de e s tra ­
Tse-tung, Obras escogidas, M adrid, Fundam en­ tegia política, en g e n e ra l la concepción del
tos, 1974-1978, 5 vols.; Mao Tse-tung, Discorsi ine- m undo, de la vida a s o c ia d a y de la política,
diti, a cargo de S. Schram , Milán, Mondadori, co n sid e rad a com o un c u e rp o hom ogéneo de
1975; Mao Tse-tung, Sobre las diez grandes rela­ pro p o sicio n es h a sta llegar a c o n s titu ir una
ciones, en E. Collotti Pischel y otros, La revolu­ v e rd a d e ra " d o c tr in a '’, que se puede e x tra e r
ción cultural china, cit.; Mao Tse-tung, Per la de las o b ras de K arI M arx y de F rie d ric h
rivoluz.ione cultúrale, Turín, Einaudi, 1974; Mao E ngels. La ten d en cia, que se h a m an ifestad o
Tse-tung, La construcción del socialismo en Chi­ m uchas veces, a d istin g u ir el p ensam iento de
na, en La construcción del socialismo en ¡a URSS M arx del de E ngels se d e sa rro lla en el in te ­
y China, Córdoba, Cuadernos de Pasado y Pre­ rio r del m ism o m., es decir que es en sí m is­
sente 65, 1976; E. Masi, La contestazione ciñese, m a u n a fo rm a de m. S e distin g u en vario s m.,
Turín, Einaudi, 1967; J. Rué, Mao Tse-tung in tanto sobre la base d e las diversas in te r p re ­
opposition, Stanford University Press, 1964; S. taciones del p e n sa m ie n to de los dos fu n d ad o ­
Schram, Mao Tse-tung, Madrid, Cid, 1967; D. Wil- res com o de los ju ic io s de v a lo r con los que
son, Mao Tse-tung ante la historia (1977), Méxi­ se p rete n d e d is tin g u ir el m. q u e se a c e p ta de
co, Era, 1980. aquel que se rechaza: p a ra ejem plificar, m. de
la II y de la III In te rn a c io n a l, m. rev isio n ista
[ e . c o l l o t t i p is c h e l ] y ortodoxo, vulgar, dogm ático, prim itivo, etc.
Aquí nos lim itam os a ex p o n er las líneas de la
te o ría m arx ista del estad o , y en g e n e ra l de la
m a q u ia v e lis m o política, con la ad v e rten c ia d e que se te n d rá n
en c u e n ta p rin c ip a lm e n te las o b ras de M arx
y sólo su b s id ia ria m e n te las de Engels, que,
Es una e x p resió n u tiliz a d a so b re todo en el com o siem pre, y p o r lo ta n to tam bién en este
lenguaje co m ú n p a ra in d ic a r u n a m an e ra de caso, rep re sen ta n d o fre c u e n te m e n te las tesis
a c tu a r, tan to en p o lític a com o en todos los de M arx en p o lém ica con los que las m alen-
secto res de la vida social, falsa y sin e s c rú ­ tien d en o con los difam ad o res, te rm in a
pulos, que im plica el uso, m ás que de la vio­ m u ch as veces p o r h a c e rla s m ás rígidas.
lencia, del fra u d e y del engaño. "M aquiavéli­
Com o es n otorio, M arx no e scrib ió n in g u ­
co" se c o n sid e ra en p a r tic u la r a quien hace na o b ra de teoría del estado en sentido e s tric ­
creer que su conducta se in sp ira en principios
to, a u n q u e su p rim e ra o b ra de aliento, que
m o rales y a ltru is ta s , m ie n tra s que en re a li­ por o tra p a rte p e rm a n ec ió in co m p leta y p o r
dad p ersig u e fines e g o ísta s. E sa ex p resió n
casi un siglo in éd ita (escrita en 1843 se p u b li­
co n stitu y e en el lenguaje com ún un te stim o ­
có p o r p rim e ra vez en 1927), fue un c o m e n ta ­
nio de la reacción que co n tin ú a suscitando en rio y u n a c rític a , p á rra fo p o r p á rra fo , de u n a
la conciencia p o p u la r la d o c trin a de M aquia-
p a rte co n sp icu a de la sección so b re el e s ta ­
velo y de la te n d e n c ia a c o n s id e ra rla com o
do de la Filosofía d e l derecho de H egel (o b ra
una enseñ an za in m o ral. E sta e x p resió n p u e ­ a h o ra conocida con el títu lo Crítica de ¡a filo ­
de tam bién u tiliz a rse en un se n tid o e s tr ic ta ­
sofía del derecho pú b lico de Hegel), y au n q u e
m ente técnico p a ra in d ic a r la d o c trin a de en la obra inm ediatam ente posterior, que p e r­
M aquiavelo o, m ás en general, la trad ició n de
m aneció tam bién in co m p leta e inédita, cono­
p en sam ien to fu n d a d a so b re el concepto de cida con el títu lo M a n u scrito s económ ico-
razón de estado (v.). filosóficos de 1844, había p rean u n ciad o en las
p rim e ra s líneas del "P re fa cio " que h a b ría de
[SERGIO PISTOME]
seg u ir "u n a a una en ensayos diversos e in d e ­
p en d ien tes la c rític a del derecho, de la m oral
y de la p o lític a ”. M uchos años m ás tard e, en
m a r x is m o el "P rólogo" de la C ontribución a la crítica de
la econom ía política (1859), explicando la h is ­
I. MARX Y EL PROBLEMA DEL ESTADO. P or "m ." S e toria de su form ación, n a rró cómo había p a sa ­
en tien d e el co n ju n to de las ideas, de los c o n ­ do de los p rim e ro s e stu d io s ju ríd ic o s y filo ­
936 MARXISMO

sóficos a los e stu d io s de econom ía política, cedentes, en p a rtic u la r de la te o ría h eg elia­


y cómo, a trav és de e sta s investigaciones n a (§ 2); segundo, te o ría general del e sta d o (§
h a b ía llegado a la co n clu sió n de "que ta n to 3); tercero, teo ría del e sta d o b u rg u és en p a r­
las condiciones ju ríd ic a s com o las fo rm a s tic u la r (§ 4); c u a rto , teo ría del e sta d o de tr a n ­
políticas no podían co m p ren d erse p o r sí m is­ sición (§ 5); qu in to , te o ría de la ex tin ció n del
m as ni a p a r tir de lo que h a dado en lla m a r­ e sta d o (§ 6).
se el d e sa rro llo general del e sp íritu hum ano,
sino que, p o r el c o n tra rio , rad ic an en las con­ II. LA CRÍTICA DE LA FILOSOFÍA POLÍTICA HEGELIANA. En
diciones m ateriales de vida” . Para rec o n stru ir la filosofía del derecho de Hegel se h a b ía lle­
el p en sam ien to de M arx a lre d e d o r del e s ta ­ vado al cum p lim ien to (y a la exasperación) la
do es n e c esa rio p o r lo ta n to r e c u r rir a los ten d en cia, c a ra c te rís tic a del p e n sa m ie n to
señalam ientos dispersos que se e n c u en tra n en político que aco m p añ a el nacim iento y la fo r­
las o b ras económ icas, h istó ric a s y p o líticas: m ación del e sta d o m oderno, de H obbes en
a u n q u e desp u és de su o b ra juvenil de c rític a ad elan te, a c o n s id e ra r al estad o com o la fo r­
de la filosofía del d e re c h o de Hegel no e x ista m a racional de la existencia social del h o m ­
u n a o b ra de M arx que tra te esp ecíficam en te bre, en c u a n to g a ra n te del o rd e n y de la paz
el p ro b lem a del estad o , no hay de igual m odo social, que es el único in terés que to d o s los
o b ra de la cual no se p u e d a n e x tra e r so b re individuos vivientes en una sociedad tien en
este m ism o p ro b lem a pasajes relevantes e ilu­ en com ún (Hobbes), o en c u a n to á rb itro
m in ad o res. No es n e c e sa rio a g re g a r q u e, a im p a rcia l m ás allá de las p a rte s que im p id e
cau sa de e s ta fra g m e n ta rie d a d y tam b ié n a la deg en eració n de la sociedad n a tu ra l, es
c a u sa del hecho de que estos fra g m en to s d e c ir so ste n id a so la m e n te por la s leyes de la
están diseñados a través de un periodo de m ás n a tu ra le z a o de la razón, en un estad o d e con­
de 30 años y las tesis q u e éstos e x p re sa n en flictos p e rm a n e n te s e insolubles (Locke), o en
form a concisa son fre c u e n te m e n te ex p u estas cu an to expresión de la voluntad general a tr a ­
en fo rm a o casio n al y polém icam en te, toda vés de la c u a l cad a uno, re n u n c ia n d o a la
reco n stru cció n d e m a siad o rígida de la te o ría lib e rta d n a tu r a l en fav o r de todos los d em ás,
m arx ian a del e sta d o c o rre el riesg o d e ser a d q u ie re la lib e rta d civil o m o ral y es m ás
d e fo rm an te o p o r lo m enos u n ila te ra l. Pero lib re que a n te s (Rousseau), o en c u a n to es el
es preferib le c o rre r este riesgo an tes que dete­ m edio a trav és del cual es posible d ar u n a rea­
n e rse en la a c ep ta ció n de u n a in su p e ra b le lización p rá c tic a al principio ju ríd ic o ideal de
am b ig ü ed ad , o en el re g is tro de la p re se n c ia la coexistencia de las lib ertad es ex tern as, por
de dos (o tre s o c u a tro ) teo rías p a ra le la s. lo cual no es ta n to el efecto de un cálcu lo uni­
P a rtie n d o de la c rític a de la filo so fía del ta rio sino el de u n a obligación m oral p o r p a r­
d e re c h o y del e s ta d o de Hegel, q u e lo lleva a te de los individuos el sa lir del estado de n a tu ­
u n a in v ersió n de la rela ció n tra d icio n a l e n tre rale za y e n tr a r en el e sta d o (Kant). In ic ian d o
sociedad (n a tu ra l o.civil) y estado, M arx p r o ­ la sección de la Filosofía del derecho d e d ic a ­
pone u n a teo ría del estad o estrech am en te vin­ da al e sta d o , H egel h a b ía dicho que " e l e s ta ­
c u la d a con la te o ría g e n e ra l de la so cied ad y do, en cu an to es la realid ad de la v o lu n ta d sus­
de la h isto ria , que él e x tra e del e stu d io de la tancial [. . .] es lo raciona] en sí y p o r s í”, dedu­
econom ía política. E s ta teo ría g en eral le p e r­ ciendo que el " d e b e r s u p re m o ” de c a d a uno
m ite d a r u n a in te rp re ta c ió n y h a c e r u n a c rí­ de los in d iv id u o s e ra el de " s e r c o m p o n e n tes
tica del e sta d o b u rg u é s que le es co n te m p o ­ del e s ta d o ” (§ 258).
ráneo en las diversas form as en las que se p re ­ La c rític a q u e M arx, bajo la in flu en cia de
sen ta y d a r u n a in te rp re ta c ió n y fo rm u la r F eu erb ach , hace a H egel en el e s c rito juvenil
alg u n as p r o p u e s ta s re la tiv a s al e sta d o que a n te rio rm e n te c ita d o , Crítica de la filosofía
d e b e rá se g u ir al e sta d o b u rgués; fin a lm e n te del derecho público de Hegel (que contiene un
le p e rm ite d e d u c ir el fin o la e x tin c ió n del c o m e n ta rio a los p a rá g ra fo s 261-313 de los
estad o . De to d o e sto se d educe q u e p a ra una F undam entos de la filosofía del derecho), tie ­
exposición lo m ás siste m á tic a p o sib le de las ne m ás un valor filosófico y m etodológico que
líneas g e n e ra le s de la te o ría m a rx ia n a del político, en el sentido q u e lo que in te resa p rin ­
e sta d o es n e c e sa rio to c a r los sig u ie n te s cin ­ c ip a lm e n te a M arx en e ste e sc rito es la c ríti­
co pun to s: p rim e ro , c rític a de las te o ría s p re ­ ca del m éto d o esp ecu lativ o de Hegel, es d ecir
MARXISMO 937

del m étodo seg ú n el c u a l lo que d eb ería ser tos objetivos ir r e a le s ” o, con o tra s p a la b ra s,
el p redicado, la idea a b s tra c ta , se convierte m ie n tra s que ésto s so n "el fa c to r a c tiv o ” (es
en el su jeto , y lo que d e b e ría se r el sujeto, el d ecir u n real su je to histórico), en la filosofía
s e r co ncreto, se c o n v ierte en el p redicado, especulativa los “a c tiv a ” la idea real y "deben
com o re s u lta m ás c la ra m e n te que de c u a l­ su existencia a otro e s p íritu que no es el suyo
q u ie r ex p licació n por el ejem plo que sigue. p ro p io ” , por lo que " la condición p a s a a se r
Hegel, p a rtie n d o de la id ea a b s tra c ta de sobe­ lo co n d icio n ad o , lo d e te rm in a n te se c o n v ie r­
ra n ía a n te s que de la figura h istó ric a del te en lo d eterm in ad o , el p ro d u cto r es co n v er­
m o n a rc a c o n stitu c io n al, fo rm u la la p ro p o si­ tido en p ro d u c to del p ro d u c to ” (Escritos de
ción e sp e c u la tiv a "la s o b e ra n ía del e sta d o es ju v e n tu d , pp. 322-323). Desde los p rim e ro s
el m o n a rc a ”, m ie n tra s que p a rtie n d o de la p á rra fo s del c o m e n ta rio M arx llam a a este
o bservación de la rea lid a d el filósofo no espe­ p ro ce d im ie n to "m istic ism o lógico” . No es
culativo debe d e c ir que "el m o n arca (es decir n e c esa rio d e te n e rse en las c rític a s p a rtic u la ­
ese p e rso n a je h istó ric o que tien e aquellos res que M arx hace a e s ta o aq u ella te sis p o lí­
d e te rm in a d o s a trib u to s ) tiene el poder sobe­ tica de Hegel: es su fic ie n te d e c ir que las m ás
r a n o ” (en las d o s p ro p o sicio n es, com o se ve, im p o rta n te s so n a q u e llas c o n resp e c to a la
su jeto y p re d ic a d o e s tá n invertidos). E n un concepción del e s ta d o com o organism o, la
p a rá g ra fo de La sagrada fam ilia (1845), que exaltación de la m o n arq u ía co n stitu cio n al, la
es el m e jo r c o m e n ta rio a esta crítica, in titu ­ in te rp re ta c ió n de la b u ro c ra c ia com o clase
lado "E l m iste rio de la c o n stru c ció n esp ecu ­ u n iv ersal, la te o ría d e la re p re se n ta c ió n p o r
lativ a ”, Marx, después de hab er ilu stra d o con e s tra to s c o n tra p u e s ta al siste m a re p re s e n ta ­
o tru ejem plo el m ism o tipo de inversión (para tivo q u e h ab ía n a c id o con la revolución fra n ­
el filósofo no e sp e c u la tiv o la p e ra es u n a fru ­ cesa. Es n e c e sa rio d e s ta c a r p a rtic u la rm e n te
ta, m ie n tra s q u e p a ra el filósofo e sp e c u la ti­ que el rec h a z o del m éto d o esp ecu lativ o de
vo el fru to se p la n te a com o u n a pera), ex p li­ Hegel lleva a M arx a in v e rtir la relación e n tre
ca que e s ta o p e ra c ió n c o n siste n te en el con­ so cied ad civil y e sta d o , co n secu en cia de e ste
c e b ir la su s ta n c ia com o sujeto (m ien tras que m étodo, a d e te n e r su aten ció n m u ch o m ás
d e b e ría se r el p red icad o ) y el fenóm eno com o so b re la so cied ad civil que so b re el estado, y
p re d ic a d o (m ie n tras d e b e ría se r el sujeto) p o r lo tan to a e n tre v e r la solución del p ro b le ­
"form an el c a rá c te r esencial del m étodo hege­ m a civil no e n la su b o rd in a c ió n de la socie­
lia n o ” {La sagrada fam ilia, p. 125). d ad civil al e sta d o sino, p o r el c o n tra rio , en
Se e n tien d e que, u n a vez a p licad a la c ríti­ la a b so rc ió n del e s ta d o por p a rte de la so cie­
ca del m étodo esp ecu lativ o a la filosofía polí­ dad civil, en lo que co n siste la " v e rd a d e ra ”
tica de Hegel, M arx re c h a z a no so lam en te el dem ocracia, de la cual los franceses dicen que
m étodo hegeliano sino tam bién los resultados en la m ism a " d e s a p a re c e el e sta d o p o lítico "
que Hegel creyó p o d er d ed u cir con este m éto­ (ibíd., p. 344), y cu y a in stitu ció n fu n d a m e n ­
do resp e c to de los p ro b le m a s del estado. Lo tal, el su frag io universal, tiende a e lim in a r la
que M arx c ritic a y rech aza es el m ism o p la n ­ d ife ren c ia e n tre e s ta d o p olítico y sociedad
teo del sistem a de la filosofía del derech o civil, con " d e n tro del estado político a b s tra c ­
hegeliana fundado so b re la p rio rid ad del e sta ­ to, la exigencia de su disolución, a sí com o de
do so b re la fam ilia y so b re la sociedad civil la d iso lu ció n de la so cied ad civil" {ibíd., p.
(es d e c ir sobre las e s fe ra s que h istó ric a m e n ­ 432).
te p rec e d e n al estado), p rio rid a d que H egel
a firm a sin o b se rv a r y sin re s p e ta r la re a lid a d La inver­
n i. e l e st a d o c o m o s u p e r e s t r u c t u r a
h istó ric a de su tiem po ni e s tu d ia r cóm o efec­ sión de la relació n e n tre sociedad civil y e s ta ­
tiv a m e n te se fo rm a el e sta d o m o d ern o sino do re a liz a d a p o r M arx resp ecto de la filoso­
que la d ed u ce de la id ea a b s tra c ta de e sta d o fía p o lítica de H egel m a rc a una v e rd a d e ra
com o to ta lid a d s u p e rio r y p rec e d e n te a sus r u p tu r a con tocia la tra d ició n de la filosofía
p a rte s. M ien tras que en la rea lid a d fam ilia y p o lític a m o d ern a. M ie n tra s é sta tien d e a v e r
so cied ad civil son los p re s u p u e s to s del e s ta ­ en la so c ie d a d p re e s ta ta l (se tra te del e sta d o
do, " e n la e sp ecu lació n , o c u rre a la in v e rs a ” , de n a tu ra le z a de H obbes, la sociedad n a tu ra l
vale d e c ir "los sujetos reales, la sociedad civil de Locke, o el e sta d o de n a tu ra le z a o p rim iti­
y la fam ilia [. . .] se convierten aquí en m om en­ vo de R ousseau, o el estad o de las relacio n es
938 MARXISMO

de derecho privado-natural de ICant, o ia fam i­ son solam ente m odalidades especiales de p ro ­


lia y la sociedad civil de Hegel) u n a in fra e s ­ ducción, y se rigen p o r la ley general de é s ta "
tru c tu ra , real, sí, p ero efím era, d e s tin a d a a (Escritos de ju ve n tu d , p. 618). Aún m ás c la ra
se r re s u e lta en la e s tr u c tu r a del e sta d o en la y a m p lia m e n te en la g ra n o b ra que le siguió,
cual solam ente el hom bre puede conducir una La ideología alem ana (1845-3 846): "L a vida
vida racional, y por lo tan to desap arecer to ta l­ m aterial de los individuos, que en m odo algu­
m ente o en p a rte u n a vez q u e se ha c o n s titu i­ no depende de su sim p le 'v o lu n tad ', su m odo
do el estado, M arx considera al estado, en te n ­ de producción y la fo rm a de in tercam bio, que
dido com o el co n ju n to de las in stitu c io n e s se co n d icio n an m u tu a m e n te , c o n stitu y e n la
políticas, en el q u e se c o n c e n tra la m áxim a b a se real del e sta d o y se m an tie n e n com o
fuerza im ponible y d isponible en una d e te r­ tales en to d as las fases en que siguen siendo
m inada sociedad, p u ra y sim p lem en te com o n e c e sa ria s la división del tra b a jo y la p ro p ie ­
u n a s u p e re s tr u c tu r a resp e c to de la sociedad dad p rivada, con a b so lu ta in d ep e n d e n c ia de
p re e s ta ta l, que es el lu g a r donde se form an la vo lu n ta d de los individuos. Y e sta s rela cio ­
y se d e s a rro lla n las relacio n es m a te ria le s de nes reales, lejos de se r c re a d a s p o r el p o d e r
existencia, y en c u a n to s u p e re s tr u c tu r a d es­ del estado, son, por el contrario, el p o d e r c re a ­
tin a d o a d e s a p a re c e r a su vez en la fu tu ra dor de é l” (p. 386). En la obra del m ism o p erio­
sociedad sin clases. M ie n tra s que la filosofía do, La sagrada fam ilia, a diferen cia de la p re ­
de la h isto ria de los e s c rito re s p rec e d e n te s cedente que queda inédita, p u blicada en 1845,
hasta Hegel (y con p a rtic u la r fuerza ju sta m e n ­ la inversión de la idea tra d icio n a l, p e rs o n ifi­
te en Hegel) p ro ce d e siem p re hacia un m ay o r cad a en e ste co n texto po r B ru n o B auer, p a ra
p erfe c cio n a m ie n to del estado, la filo so fía de e! cual "el s e r u n iv ersal del e sta d o debe te n e r
la h isto ria de M arx p ro ce d e in v ersa m e n te unidos c ad a u n o de los átom os e g o ís ta s ”, no
hacia la ex tin ció n del estado. A quello que podía e x p re sa rse con m ayor agudeza: "Sólo
p a ra los e scrito res p recedentes es de la socie­ la superstición política se figura, aún hoy, que
dad p re e s ta ta l, es d e c ir el reino de la fu erza el e sta d o debe m a n te n e r ligada la v id a b u r ­
irre g u la r e ileg ítim a —se tra te del belhttn guesa, c u a n d o en re a lid a d es la vid a b u rg u e ­
o m n iu m contra o m n es de H obbcs, o el e s ta ­ sa la que m an tien e la cohesión del e s ta d o ” (p.
do de g u e rra o de a n a rq u ía que, según Loc- 139). R especto de las relaciones e n tre e s tru c ­
ke, u n a vez que com ienza no puede a b o lirse tu ra y s u p e re s tr u c tu r a el p a saje im p o rta n te
sino con su sa lto en la sociedad civil o p o líti­ es el fam oso del "P ró lo g o ” a la C ontribución
ca, o la société civile de R ousseau, en la cual a la crítica de la econom ía política: "L a to ta ­
rige el preten d id o derecho del m ás fuerte, que lidad de e sa s rela cio n e s de p ro d u c c ió n co n s­
en realidad no es derecho sino una m era cons­ tituye la e s tru c tu ra económ ica de la sociedad,
tricció n , o el e s ta d o de n a tu ra le z a “ sin n in ­ la base rea l so b re la cual se alza u n edificio
guna g a ra n tía ju ríd ic a ” y p o r lo ta n to p ro v i­ [Überbau] ju ríd ic o y político, y a la cual
sional de K ant—, es p a ra M arx todavía el esta­ c o rre sp o n d e n d e te rm in a d a s fo rm a s de co n ­
do, el que, en c u a n to rein o de la fu erz a o ciencia social. El m o d o de p ro d u c c ió n de la
según la co n o cid a definición que se d a en E l vida m a te ria l d e te rm in a [bedingen] el p ro c e ­
capital, "v io le n cia o rg an iz ad a y c o n c e n tra d a so social, político e in te le c tu a l de la vida en
de la .s o c ie d a d ” (t. i/3, p. 940), no es la ab o li­ g e n e ra l” (p. 4).
ción ni la superación sino la prolongación del C o n tra la " su p e rstic ió n p o lític a ", es d e c ir
estad o de n a tu ra le z a , es d ecir és el e sta d o de c o n tra la so b re v a lo ra c ió n del e sta d o , el a ta ­
n a tu ra le z a com o e sta d o h istó rico , o p re h is ­ que de M arx, a p e sa r de lo q u e dicen algunos
tórico, no solam ente im ag in ario o ficticio, de in té rp re te s recien tes, es c o n sta n te . Es este
la h u m an id a d . rechazo de la su p e rstic ió n p o lític a lo que le
Ya en los M anuscritos económico-filosóficos hace d e c ir en un e sc rito juvenil, La cuestión
de 1844 M arx e x p re sa e ste co n cep to fu n d a ­ judía (1843), que la revolución fran cesa no ha
m ental según el cual el e sta d o no es el sido una revolución com pleta en la m ed id a en
m om ento su b o rd in an te sino que es el m om en­ que ha sido so la m e n te u n a revolución p o líti­
to s u b o rd in a d o del siste m a social to m ad o en ca, y que la em ancipación po lítica no es aún
su co n ju n to , a firm a n d o que "religión, fam i­ la e m an cip ació n h u m an a. Y en un e s c rito de
lia, estado, derecho, m oral, ciencia, a rte , etc., la m a d u re z c o n tra M azzini dice q u e é ste no
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ha e n te n d id o n u n c a n a d a p o rq u e “p a ra él el cia que so b re la dep en d en cia del e sta d o re s­


e sta d o q u e crea en su im aginación es todo, pecto de la sociedad: “ E sta lógica, q u e con­
m ie n tra s que la sociedad, que en realid ad vierte al se rv id o r del p ro p ie ta rio de un b o s­
existe, no es n a d a ” (que es o tra form a de decir q u e en u n a a u to rid a d del estad o , convierte a
q u e u n a revolución so la m e n te p o lítica no es la autoridad del estado en servidora de los pro­
u n a v e rd a d e ra revolución). pietarios de b o sq u es” (E scrito s de ju v e n tu d ,
p. 267). re firié n d o se p a rtic u la rm e n te al e s ta ­
iv. i-:l e s t a d o b u r g u é s c o m o d o m in io d e c l a s e . El do b u rg u é s, es d e c ir a esa fase del d e sa rro llo
cond icio n am ien to de la su p e re s tru c tu ra polí­ d e la so cied ad civil e n la cual los ó rd en e s se
tic a p o r p a rte d e la e s tr u c tu r a económ ica, o han tra n sfo rm a d o en clases y la propiedad en
lo q u e es lo m ism o la d e p e n d e n c ia del e sta d o c u a n to p riv a d a se h a em an cip ad o c o m p le ta ­
de la sociedad civil, s e jn a n ifie s ta en el hecho m ente del estado, M a rx a firm a en La ideolo­
de que é s ta es el lugar donde se fo rm an las gía alem ana q u e el e sta d o " n o es m ás que la
clases sociales y se revelan sus antagonism os, form a de o rganización que lo s b u rg u eses se
y el e sta d o es el a p a ra to , o el co n ju n to de los dan p o r necesidad, ta n to h a c ia el e x te rio r
a p a ra to s , de los cuales el d e te rm in a n te es el com o h a c ia el in te rio r, a fines de g a ra n tiz a r
a p a ra to rep resiv o (el u so de la fu erza m o n o ­ re c íp ro c a m e n te su p ro p ie d a d y sus p ro p io s
polizada), cuya función p rin c ip al es, p o r lo in te re s e s ” . D espués d e h ab er p rec isad o u n a
m enos en g eneral, y p o r lo ta n to salvo casos vez m ás que “la independencia del estad o hoy
excepcionales, im p e d ir que el an tag o n ism o no se e n c u e n tra m ás que en aquellos p aíses
d e g e n ere en lu ch a p e rp e tu a (que se ría un donde los ó rd en es no se han todavía d e s a rro ­
re to rn o p u ro y sim ple al e sta d o de n a tu ra le ­ llado en c la se s” , y p o r lo ta n to en A lem ania
za), no ya m ediando los in te re se s de las cla­ pero no en E stad o s Unidos, fo rm u la la p ro ­
ses c o n tra p u e s ta s sin o reforzando, es d e c ir pia te sis en los sig u ien tes térm in o s g e n e ra ­
c o n trib u y e n d o a m a n te n e r, el dom inio de la les e inequívocos: “ El estado es la fo rm a bajo
clase d o m in a n te sobre la clase dom inada. En la que los individuos d e una clase d o m in a n te
el M anifiesto del partido com unista el “p o d er hacen v aler sus in tereses com unes y en la que
político" se define con u n a fó rm u la que se ha se condensa toda la sociedad civil de una épo­
c o n v e rtid o en clásica: “ e! p o d e r de u n a clase ca" [La ideología alem ana, p. 71).
o rg a n iz a d o p a ra o p rim ir o tra ". Que en c ie n o s periodos de crisis, en los que
Aun sin d e ja r de lad o las fo rm as de p o d er el con flicto de c la se s se h ace m ás agudo, la
p olítico en o tro s tipos de so c ie d a d d istin ta s clase d o m in a n te c e d a o se vea o b lig ad a a
de la b u rg u esa, M arx c o n c e n tró su atención ced er el p ro p io p o d e r p o lítico directo, q u e
y reu n ió la gran m ay o ría de su s reflexiones ejerce a través del p a rla m e n to (que no es m ás
so b re el estad o b u rg u é s. C uando él h a b la del que un "com ité de negocios” de la burguesía),
e sta d o com o del “ d o m in io " o com o del “ d es­ a un p e rso n a je que a p a re c e m ás allá de las
p o tism o " de clase, o com o de la “ d ic ta d u ra ” p a rte s, com o su ced ió en F ra n c ia d esp u és del
de u n a clase so b re o tra , el objeto h istó rico es golpe de e sta d o del 2 de d iciem b re de 1851
casi siem p re el estad o b u rg u és. Ya desde uno que dio el p o d e r su p re m o a Luis N apoleón,
de sus p rim e ro s a rtíc u lo s co m en tan d o los no sig n ifica de n in g u n a m a n e ra que el e s ta ­
Debates sobre la ley castigando los robos de do cam bie su v e rd a d e ra n a tu ra le z a : lo que
leña (1842), h a b ía n o ta d o cóm o el in te ré s del sucede en este caso (el llam ad o " b o n a p a rtis ­
p ro p ie ta rio de b o sq u es e ra "el p rin c ip io mo", que Engels extenderá, co n v in ién d o lo en
d eterm inante de toda la sociedad", con la con­ una c a te g o ría h istó ric a , al régim en in s ta u ra ­
secuencia de que “ todos los órganos del e s ta ­ do p o r B ism a rc k en A lem ania) es p u ra y sim ­
do se co n v ierten en oídos, ojos, brazos y p ie r­ plem ente el pasaje de las p re rro g a tiv a s sobe­
nas p o r m edio de los cu a le s puede oir, ver, ranas, en el in te rio r del m ism o e sta d o b u r ­
ta sa r, defen d erse, a p r e s a r y c o rr e r el in te ré s gués, del poder legislativo al p o d er ejecutivo,
del p ro p ie ta rio del b o s q u e ” . P o r lo tanto, rep re sen ta d o p o r el regente d e la a d m in is tra ­
había concluido con u n a frase que m erece ser ción p ública, en o tra s p a la b ra s del p a rla m e n ­
d e sta c a d a en c o n tra de las in te rp re ta c io n e s to a la b u ro c ra c ia , que por o tr a p arte es p re e ­
d e lo rm a n te s, y a mi p a re c e r incluso p a ra li­ x isten te al p a rla m e n to , hab ién d o se fo rm a d o
zantes, que insisten m ás sobre la independen­ d u ra n te la m o n arq u ía ab so lu ta y c o n stitu y e n ­
940 MARXISMO

do un " e sp a n to so o rg an ism o p a ra s ita rio que rié n d o se ju sta m e n te al últim o c a p ítu lo del
se ciñe com o u n a red al cu erp o de la so cie­ e s c rito s o b re el golpe e n F ran cia (El diecio ­
dad fra n c e sa y le tap o n a to d o s los p o ro s ” (El cho B rum ario de Luis Bonaparte), en el que
dieciocho B rum ario, en K. M arx y F. Engels, h a b ía a firm a d o que " to d a s las rev o lu cio n es
Obras escogidas i, p. 488). E sta su stitu ció n de p e rfe c cio n a b an e sta m áq u in a —la m á q u in a
u n p o d er p o r o tro pu ed e d a r la im p re sió n de del e sta d o —, en vez de d e s tro z a rla ” (ibíd., p.
que el e sta d o se h a y a co n v ertid o en in d ep e n ­ 488), re a firm a , d e sp u és de 20 años, que "la
diente de la sociedad civil: y, en cam bio, inclu­ p ró x im a te n ta tiv a de la revolución en F r a n ­
so esta fo rm a e x tra o rd in a ria de "d esp o tism o cia deberá señalarse com o objetivo la d e stru c ­
in d iv id u al” no p u e d e so sten erse si no se ap o ­ ción del a p a ra to b u ro c rá tic o m ilita r y no,
ya en u n a d e te rm in a d a clase social, la cual com o ha sucedido h a sta ahora, h a c er que pase
en el caso específico de Luis N apoleón es, de unas m anos a o tra s. Es la co n dición e se n ­
según M arx, la clase de los pequeños p ro p ie ­ cial p a ra c u a lq u ie r revolución re a lm e n te
tario s cam pesinos, y sobre todo la función del p o p u la r en el c o n tin e n te ” (Cartas a K u g el­
p o d er político, e sté el m ism o en p o d e r de una m ann, p. 128). Precisa p o r lo tan to que el obje­
asam b lea del p a rla m e n to o de u n h o m b re tivo al que tien d en los p arisie n se s sublevados
com o el d icta d o r, no cam bia: B o n a p a rte sien­ es ju stam en te éste: no tienden a a d u e ñ arse del
te, o b serv a M arx, que " se cree lla m a d o a a p a ra to b u rg u és sino q u e tra ta n de " q u e b ra r­
g a ra n tiz a r el ‘o rd e n b u rg u é s ’ ” (ibíd., p. 495), lo” . En las co n sid eracio n es so b re la C om una,
aun si d esp u és, sum id o en las c o n tra d ic c io ­ M arx vuelve fre c u e n te m e n te so b re e s te c o n ­
nes de su papel de m e d ia d o r m ás allá d e las cepto: en un m o m en to dice que la u n id a d de
p a rte s, es d ecir de un papel cuyo ejercicio y la nación se debe c o n v e rtir en una re a lid a d
cuyo éxito han sido c o n v ertid o s en im p ra c ti­ “ al d e s tr u ir el p o d er de! estad o , que p r e te n ­
cables p o r las condiciones su b je tiv a s de la día ser la encarnación de aquella unidad inde­
sociedad de clase, no tie n e éxito en la te n ta ­ p e n d ie n te y situ a d o p o r encim a de la m ism a
tiva (o p o r lo m enos M arx ju zg a que, en vez nación, en cuyo c u e rp o no e ra m ás q u e u n a
del orden prom etido, el p resu n to salvador ter­ excrecen cia p a r a s ita r ia ”; a veces h a b la de la
m ine dejando el p a ís de u n a nueva anarquía). C om una com o de u n a nueva fo rm a de e sta d o
En realid ad , si la b u rg u e sía re n u n c ia al p ro ­ que "q u ie b ra ” el m oderno poder estatal, y que
pio p o d e r d irecto , vale d ecir al rég im en p a r­ su stitu y e con “ la a u to a d m in is tra c ió n de los
lam e n ta rio , p a ra c o n fia rse al d ic ta d o r, esto p ro d u c to re s " al viejo go b iern o c e n tra liz a d o
sucede p o rq u e c o n sid e ra (aun h a c ie n d o un (La guerra civil en Francia, en K. M arx y F.
cálculo que d esp u és r e s u lta r á equivocado) Engels, Obras escogidas n, p. 234).
que en un m o m en to difícil el d ic ta d o r a seg u ­ Parece p o r lo tan to que p a ra M arx la depen­
ra su dom inio en la sociedad civil, p o rq u e es d encia del p o d e r e s ta ta l resp e c to del p o d e r
el dom inio lo que cuenta, m e jo r que el p a rla ­ de clase es ta n e s tre c h a que el p a saje de la
m ento, es d e c ir " c o n fie s a ” , com o dice M arx, d ic ta d u ra de la b u rg u e s ía a la d ic ta d u ra del
"que p a ra m a n te n e r in ta c to su p o d e r social p ro le ta ria d o no p u ed e o c u rrir sim p lem e n te
tiene q u e q u e b ra n ta r su p o d e r p o lític o ” , o a tra v é s de la c o n q u is ta del p o d e r e s ta ta l, es
m ás v u lg arm en te, "q u e p a ra s a lv a r la bolsa, d e c ir de ese a p a ra to q u e la b u rg u e s ía h a u ti­
hay que re n u n c ia r a la c o ró n a ” (ibíd., p. 447). lizado p a ra e je rc e r el p ropio dom inio, sino
que exige la d e stru c c ió n de aq u ellas in s titu ­
v. e l e s t a d o d e t r a n s ic ió x . De l a a firm a d a ciones y su su stitu ció n con in stitu cio n es com ­
dep en d en cia del e sta d o de la so c ie d a d civil, p letam en te diferen tes. Si el estado fuese sola­
del p o d e r político de la clase dom inante, Marx m ente un a p a ra to n e u tra l m ás allá de las p a r­
da u n a co n firm a c ió n p re c is a en o p o rtu n id a d tes, la c o n q u is ta de este a p a ra to o in cluso
en que p lan te a el problem a del pasaje del esta­ so lam en te la p e n e tra c ió n en el m ism o se ría
do cuya clase d o m in a n te es la b u rg u e s ía al su fic ie n te p o r sí m ism o a m o d ific a r la s itu a ­
estad o cu y a clase d o m in a n te se rá el p ro le ta ­ ción existen te. El e s ta d o es, sí, u n a m á q u in a ,
riad o . S o b re e ste p ro b le m a lo h a r á m e d ita r p ero no es u n a m á q u in a que c a d a u n o p u ed e
so b re to d o el ep iso d io de la C om una d e P arís u tiliz a r a su p lac e r: cad a clase d o m in a n te
(m arzo-m ayo de 1871). En u n a c a rta a Lud- debe fo rja r la m áq u in a e sta tal según sus p ro ­
wig K u g elm an n del 12 de a b ril de 1871, refi­ p ias exigencias. S o b re los c a ra c te re s del n u e ­
MARXISMO 941

vo estado M arx d a alg u n as indicaciones suge­ m ero, q u e la e x iste n cia de las clases sólo va
r id a s ju sta m e n te p o r la ex p erien cia de la unida a determ inadas fases del desarro llo his­
C om una (de las cuales to m a rá in sp irac ió n tórico de la producción; segundo, que la lucha
L enin en el ensayo E l estado y la revolución de las clases conduce, necesariam ente a la dic­
y en los e sc rito s y d isc u rso s de los p rim e ro s ta d u ra del proletariado; tercero, que e sta m is­
m eses de la revolución): s u p re s ió n del e jé rci­ m a d ic ta d u ra no co n stitu y e de p o r sí m ás que
to p e rm a n e n te y de la p o lic ía p ag ad a y s u s ti­ el trá n s ito hacia la abolición de todas las cla­
tu ció n de am bos p o r el p u eb lo arm ad o ; fu n ­ ses y h acia una sociedad sin clases.” La expre­
c io n a rio s electos o colocados bajo el control sión es, p o r decirlo de alguna m an era, con­
p o p u la r, y po r lo tan to * resp o n sab les y rev o ­ sa g ra d a en la Crítica d e l program a de G otha
cables; ju ec e s electivos irrev o cab les; so b re (1875): “ E n tre la so cied ad c a p ita lista y la
todo sufragio universal p a ra la elección de los so c ie d a d c o m u n ista m e d ia el p erio d o de la
d eleg ad o s con m a n d a to im p e rativ o y p o r lo tra n s fo rm a c ió n re v o lu c io n a ria de la p rim e ­
ta n to revocables; ab o lició n de la a la rd e a d a r a en la segunda. A e s te p erio d o c o rre sp o n d e
p e ro fic tic ia se p a ra c ió n de los p o d eres ("la ta m b ié n u n p erio d o p olítico d e tran sició n ,
C om una no h a b ía de s e r u n o rg an ism o p a r ­ cuyo e sta d o no p u e d e s e r o tro que la dicta­
lam e n ta rio , sino u n a co rp o ra c ió n de trabajo, dura revolucionaria d el proletariado’’ (Obras
e je c u tiv a y legislativa al m ism o tie m p o ”), y escogidas m, p. 23).
fin a lm e n te una am p lia descen tralizació n que
p e rm ita re d u c ir a pocas y esenciales las fu n ­ vi. la e x t in c ió n d e l e s t a d o . Como aparece en la
ciones del g o b iern o c e n tra l (“ Las pocas p ero c a rta a W eydem eyer, el tem a de la d ic ta d u ra
im p o rta n te s funciones q u e a ú n q u e d a ría n del p ro le ta ria d o e stá e s tre c h a m e n te v in cu la ­
p a r a un go b iern o c e n tra l [ . . .] se ría n desem ­ do al de la extinción del estad o . T odos los
p e ñ a d as p o r agentes co m u n ales y, p o r tanto, estados que han existido han sido siem pre dic­
e s tric ta m e n te re s p o s a b le s ”) {ibíd., pp. 233- ta d u ra de una clase. A esta re g la no es una
234). M arx llam ó a e sta n u ev a fo rm a de e s ta ­ excepción el e sta d o en el que el p ro le ta ria d o
do "g o b ie rn o de d a s e o b r e r a ” {ibíd., p. 236), deviene clase g o b e rn a n te ; p e ro a d iferen cia
m ie n tra s que Engels, en la introducción a una de la d ic ta d u ra de o tr a s clases, que h a n sido
ree d ició n de los e sc rito s m arx ian o s so b re la sie m p re d ic ta d u ra s de u n a m in o ría de o p re ­
g u e rra civil en F ran cia, la llam ó con fuerza sores so b re una m a y o ría de oprim idos, la dic­
y con intención p ro v o c a d o ra " d ic ta d u ra del ta d u r a del p ro le ta ria d o , en cu an to d ic ta d u ­
p ro le ta ria d o ” : "Ú ltim am en te, las p a la b ra s r a de la g ran m ay o ría d e los o p rim id o s so b re
‘d ic ta d u ra del p r o le ta r ia d o ’ h an vuelto a u n a m in o ría de o p re s o re s d e stin a d a a d e sa ­
s u m ir en san to h o r ro r al filisteo socialdem ó- p a re c e r, es todavía, sí, u n a fo rm a de estad o ,
c ra ta . P ues bien, c a b alle ro s, ¿ q u e ré is sa b e r p ero de tal m odo que, ten ie n d o com o o b je ti­
q u é faz p re s e n ta e sta d ic ta d u ra ? M irad la vo la elim in ació n del a n ta g o n ism o de clase,
C om una de París: he ah í la d ic ta d u ra del p ro ­ tien d e a la g rad u a l ex tin ció n de ese in s tr u ­
le ta ria d o ” (Ibid., p. 200). Y a desde el M anifies­ m ento de dom inio de c la se que es ju s ta m e n ­
to M arx y Engels habían dicho muy claram en ­ te el estado. La p rim e ra indicación de la desa­
te que, h ab ien d o sido sie m p re el p o d e r p o lí­ p a ric ió n del estad o se e n c u e n tra en la ú ltim a
tico de u n a clase o rg a n iz a d a p a ra o p rim ir p ág in a de la M iseria de la filosofía: "E n el
o tra , el p ro le ta ria d o no h a b ría podido e je r­ tra n s c u rs o de su d e sa rro llo , la clase o b re ra
c e r el p ropio dom inio sin co n v e rtirse a su vez s u s titu ir á la a n tig u a so cied ad civil p o r una
en clase d om inante. P arece q u e M arx ha a so ciació n que ex clu y a a las clases y su a n ta ­
.h a b la d o p o r p rim e ra vez de " d ic ta d u ra del gonism o, y no e x is tirá ya u n p o d e r p olítico
p ro le ta ria d o ” en se n tid o p ro p io (y no es sen­ p ro p ia m e n te d ic h o ” (p. 159). El M anifiesto
tid o polém ico com o h a b la en Las luchas de in tro d u c e el te m a de la d e sap a rc ió n del e s ta ­
clases en Francia de 1848 a 1850; Obras esco­ do en el propio p ro g ram a: "Si en la lucha con­
gidas i, p. 288) en una conocida ca rta a Joseph tr a la b u rg u e s ía el p ro le ta ria d o se c o n s titu ­
W eydem eyer del 5 de m arzo de 1852 donde ye in d efe ctib le m en te en clase; si m ed ia n te la
co n fiesa no h a b e r sido el p rim e ro en d em os­ revolución se co n v ierte en clase d o m in an te y,
t r a r la e x iste n cia de las clases y se reconoce en c u a n to clase d o m in an te, su p rim e p o r la
el único m érito de h a b e r d em o strad o : “ P ri­ fu erz a las viejas rela cio n e s de pro d u cció n ,
942 MARXISMO LATINOAMERICANO

suprim e, al m ism o tiem p o que e sta s re la c io ­ sión y de la su p e ra c ió n puede d e c irse que la


nes de p ro d u cc ió n , las co n d icio n es p a r a la su p re sió n del estad o b u rg u és no es la s u p re ­
e x isten cia del an ta g o n ism o de clase y d e las sión del e sta d o sino q u e es la co n d ició n p a ra
clases en g en eral y, por lo tan to , su p ro p ia su superación. Y es p o r esta razón que el e sta ­
dom inación de c la se ” (en K. M arx y F. Engels, do b u rg u é s debe en un p rim e r tiem p o s e r su
Obras escogidas i, p. 130). El a n á lisis que prim id o , a d ife ren c ia de lo q u e so stien en los
M arx rea liz a en La guerra civil en Francia de so c ia ld em ó c ra tas, p a ra poder se r en un se­
la nueva fo rm a de gobierno de la C om una gundo tiem po, a d iferen cia de lo q u e so stie­
d e m u e stra que él individualiza la novedad de nen los a n a rq u is ta s , su p erad o .
la m ism a re sp e c to de to d as las fo rm a s de
dom inio p rec e d e n te s, ju sta m e n te en el hecho b ib l io g r a f ía : Muchas de las obras citadas aquí
de que c o n tie n e en e m b rió n las condiciones de Marx y Engels pueden encontrarse en las
p a ra la g rad u a l desaparición del estado corno Obras escogidas en tres volúmenes publicadas
m ero in s tru m e n to de rep resió n : la C om una por Editorial Progreso de Moscú. Hay un inten­
fue " u n a fo rm a p o lítica p e rfe c ta m e n te flexi­ to de edición de las Obras completas p o r E dito­
ble, a d ife re n c ia de las fo rm as a n te rio re s de rial Grijalbo de Barcelona y unas Obras funda­
gobierno, que h ab ían sido fu n d a m e n ta lm e n ­ mentales que inició el Fondo de C ultura Econó­
te re p re s iv a s ” (ibíd., p. 236). El e sta d o en el mica de la ciudad de México. Siglo XXI ha publi­
que la clase d o m in a n te es el p ro le ta ria d o no cado una edición anotada (si no crítica) de El
es po r lo ta n to un estado com o todos los otros capital, así como la Contribución a la crítica de
po rq u e e s tá d e stin a d o a ser el ú ltim o estado: la economía política, los Grundrisse y Miseria de
es un estad o de " tra n s ic ió n ” a la sociedad sin la filosofía, tam bién anotados. Por o tra parte,
estado. Y es un e sta d o d ife re n te de to d o s los reunió la Correspondencia entre Marx, Engels y
o tro s p o rq u e no se lim ita a a d u e ñ a rs e del el socialista ruso Danielsón. En Cuadernos de
estado e x iste n te sino que c re a uno nuevo, y Pasado y Presente se encuentran igualm ente
c re a uno ta n nuevo que coloca las co n d icio ­ diversos escritos de Marx menos conocidos
nes p a ra el fin de todos los estad o s. El e s ta ­ (como sus Escritos sobre Rusia). Véanse en espe­
do de tra n sic ió n e stá c a ra c te riz a d o p o r dos cial, K. Marx, Escritos de juventud, México, Fon­
elem entos dif e re n te s que se deb en m a n te n e r do de C ultura Económica, 1982; La ideología ale­
bien d istin g u id o s: el m ism o, au n d e s tru y e n ­ mana, México, Ediciones de C ultura Popular,
do el e sta d o b u rg u é s p rec e d e n te , no d e s tr u ­ 1974; La sagrada familia, México, Grijalbo, 1967;
ye al e sta d o en c u a n to tal, y sin em bargo, Cartas a Kugelmann, Barcelona, Península, 1974;
c o n stru y e n d o un nuevo e sta d o , coloca ya los S. Avineri, II pensiero político e sociale di Marx
cim ien to s de la sociedad sin estado . (1968), Bolonia, II Muiino, 1972; L. Gruppi, Socia­
E stos dos c a ra c te re s sirven p a ra d istin g u ir lismo e democrazia. La teoría marxista dello sta-
la teo ría de M arx, p o r una p a rte , de la social- to, Milán, Edizioni del Calendario del Popolo,
d e m ó c ra ta y, p o r o tra , de la a n a rq u ista . La 1969; M.A. Losano, La teoría de Marx ed Engels
p rim e ra so stie n e que la ta re a del m ovim ien­ sul diritto e sullo stato, Turín, c l u t , 1969; D.
to o b re ro es la de c o n q u ista r el e sta d o (b u r­ Losurdo, Stato e ideología nel gwvane Marx, en
gués) d e sd e el in te rio r, y no de " q u e b r a rlo ”, Studi Urbinati, núm. 1-2, Xt.lV, 1970; R. Mili-
la seg u n d a so stie n e q u e se p u ed e d e s tru ir al band, Marx e lo stato, en Critica Marxista, IV,
estado en c u a n to tal sin p a s a r a tra v é s del 1966; M arxismo y política (1977), M adrid, Siglo
■estad o de tra n sic ió n . C ontra la teoría social- XXI, 1978; N. Poulantzás, Poder político y cla­
d e m ó c rata M arx sostiene, p o r el c o n tra rio , ses sociales en el estado capitalista (1968), Méxi­
que el e sta d o (burgués) no se puede co n q u is­ co, Siglo XXI, 1969.
ta r sino que debe ser p rim e ra m e n te d e s tru i­
do; c o n tra la te o ría a n a rq u is ta so stien e que [NORBF.RTO BOBBIO]
lo que debe s e r d e s tru id o no es el e sta d o tout
courl sino ju sta m e n te el e sta d o burgués; p o r­
que el e s ta d o en cu a n to tal, u n a vez d e s tru i­ m a r x is m o la tin o a m e r ic a n o
do el estado burgués, está destinado a la extin­
ción. M an ten ien d o d ife ren c iad o s los dos m o­ i, c o n s id e r a c io n e s g e n e r a l e s , La in se rc ió n del
m entos d ia lé c tic a m e n te u n id o s de la s u p re ­ m. en la c u ltu ra p o lític a la tin o a m e ric a n a
MARXISMO LATINOAMERICANO 943

p la n te a un c o n ju n to de p ro b le m as de difícil ju icio " e u ro p e ís ta ”, el so slay am icn to e ra un


dilu cid ació n d a d o que el vocablo incluye una re s u lta d o h a sta c ie rto punto inevitable de
v a sta constelación de perspectivas diferencia­ lim itacio n es s u b y a c e n te s en la p ro p ia te o ría
d a s en té rm in o s d o c trin a rio s y p ro g ra m á ti­ p o r él e la b o ra d a . F o rzad o p o r el fu e rte p e r­
cos. E sta c irc u n sta n c ia se com plica po rq u e, fil an tih eg elian o que ad o p tó p o lém icam en te
en m uchos casos, p a rtid o s políticos o m ovi­ su co n sid eració n del estad o m o d ern o , M arx
m ie n to s nacionales q u e rec lam a n e n fá tic a ­ se sintió inclinado a n e g a r teóricam ente todo
m en te p a ra sí la calificación de m arx ista s p o sible rol a u tó n o m o del e sta d o político. Al
d e b e ría n con ju s ta raz ó n se r co n sid e rad o s extender indebidam ente al m undo no europeo
e x p re sio n e s m ás o m en o s m o d ern izad as de la c rític a del m odelo heg elian o de u n e sta d o
a n tig u a s c o rrie n te s d e m o c rática s latinoam e­ p olítico com o fo rm a s u p re m a y fu n d a n te de
ric a n a s, an tes q u e fo rm acio n es ideológicas la com unidad ética, M arx d e b ía ser co n d u c i­
a d h e rid a s e s tric ta m e n te al p e n sam ien to de do, po r la p ro p ia lógica de su an álisis, a d es­
M arx o a las c o rrie n te s q u e de él se d e s p re n ­ c o n o cer en el e sta d o to d a c a p acid ad de fu n ­
d iero n . La d ific u ltad in icial, y no p o r e sto la dación o de " p ro d u c c ió n ” de la sociedad civil
m enos im p o rta n te , re sid e en el escaso in te ­ y, por extensión y analogía, cu alq u ier in fln :n-
ré s (p ara no h a b la r de so sla y a m ie n lo p re ju i­ cia so b re los p ro ce so s de c o n stitu c ió n o fu n ­
cioso) que los fu n d a d o re s del m. p re s ta ro n a d ació n d e la nación. A p a rtir de esto s p re s u ­
esa su erte de "confín” del m undo europeo que p u esto s, que en el caso de sus tra b a jo s so b re
el colonialism o de u ltra m a r hizo de Am érica. A m érica L atina n u n c a estu v iero n c la ra m e n ­
Y e ste hecho acabó g ra v ita n d o n e g a tiv am e n ­ te explicítados, a u n q u e pueden ser deducidos
te so b re el d e stin o te ó ric o del c o n tin e n te en del an á lisis que hizo, p o r ejem plo, de la figu­
la tra d ic ió n socialista. E n p rim e r lugar, p o r ­ ra de Sim ón B olívar, M arx se reh u só a c o n ­
q u e a d ife ren c ia de lo o c u rrid o con aquellos ce d er e sp eso r h istó ric o , alg u n a d e te rm in a ­
p a íse s donde el m. p u d o se r de m a n e ra sig n i­ ción real, a los estad o s-n acio n es la tin o a m e ­
ficativ a la te o ría y la p rá c tic a de un m ovi­ rican o s y al c o n ju n to d e los p ro ceso s ideoló­
m ie n to social de c a rá c te r fu n d a m e n ta lm e n ­ gicos, c u ltu ra le s, po lítico s y m ilita re s que los
te o b rero , e n tre n o s o tro s sus in te n to s de tr a ­ g e n e ra b a n . Al p riv ile g ia r el c a rá c te r a r b itr a ­
d u cció n no p u d iero n m e d irse c rític a m e n te rio, a b su rd o e irra c io n a l de tale s procesos en
con una herencia teó rica "fu e rte " com o la del A m érica L atina M arx co ncluye h aciendo un
p ro p io M arx, ni con elab o racio n es equivalen­ raz o n a m ie n to se m e ja n te al d e Hegel y con
te s p o r su im p o rta n c ia te ó ric a y p o lítica a las consecuencia sim ila re s. Por q u e si é ste exclu­
q u e él hizo de las d iv ersa s rea lid a d e s n a c io ­ ye a A m érica de su Filosofía de la historia,
nales europeas. A usente una relación original M arx sim p lem en te la soslaya.
con la c o m p lejid ad de la s ca te g o ría s a n a líti­ La id ea de u n c o n tin e n te " a tr a s a d o ” q u e
c as del p e n sam ien to m arx ian o , y con su sólo p o d ía lo g ra r la m o d e rn id a d a tra v é s de
po ten cial cognoscitivo a p lic ad o a fo rm a cio ­ un ac ele ra d o p ro c e so de a p ro x im ac ió n y de
n es nacio n ales c o n c re ta s, el m. en A m érica id en tificació n con E u ro p a —p a ra d ig m a fu n ­
L a tin a fue, salvo m uy e sca sa s excepciones, d a n te de todo el p e n sam ien to la tin o a m e ric a ­
u n a rép lica e m p o b re cid a de esa ideología del no del siglo p a s a d o y de las dos p rim e ra s
d e sa rro llo y de la m o dernización canonizada d écad as del p re s e n te — e stab a in sta la d a en la
com o m a rx ista p o r la II In te rn a c io n a l y su m a triz m ism a del p e n sa m ie n to de M arx. La
o rg an izació n hegem ónica, la socialdem ocra- ex hum ación de los tra b a jo s sobre R u sia y
cia alem ana. o tro s p aíses " a n ó m a lo s ” d e m u e s tra n cóm o
Pero el "m en o sp recio ” de M arx p o r la Amé­ e sta idea ya h a b ía sido im pugnada p o r el p r o ­
ric a h isp a n a , o m ejo r dicho, su in d iferen cia pio M arx, sin e m b a rg o su p e n sam ien to siem ­
fre n te al p ro b le m a de la n a tu ra le z a esp ec ífi­ p re reacio a d e ja rse e n c e r r a r en la o rto d o x ia
ca de las sociedades la tin o a m e ric a n a s —en sis te m a tiz a d o ra se c ris ta liz ó en la tra d ic ió n
u n a e ta p a de su reflexión en la que, p a ra d ó ji­ m a rx ista bajo la fo rm a de u n a ideología fu e r­
cam ente, ab o rd ó con m a y o r a m p litu d y a p e r­ te m e n te e u ro c é n tric a . La in se rc ió n de e s ta
tu ra crític a el m undo n o eu ro p eo —, tuvo ta m ­ tra d ic ió n en la re a lid a d la tin o a m e ric a n a no
bién co n secu en cias n e g a tiv as p o r razones de hizo sino a c e n tu a r, con el p re stig io que le
o rd en e s tric ta m e n te teó rico . M ás que un p re­ o to rg ab a su p re su n ta "cientificidad”, la arrai-
944 MARXISMO LATINOAMERICANO

gada convicción de una identidad con E uro­ tas "m arxistas” . Porque la aceptación p o r los
pa que perm itía confiar en una evolución segundos de una insuprim ible dimensión polí­
fu tu ra que su tu rase en un tiem po previsible tica de la lucha o b rera los llevaba necesaria­
los desniveles existentes. La "anom alía” lati­ m ente a privilegiar u n a exigencia heredada
noam ericana tendió a ser vista por los socia­ de la I Internacional y que constituyó el pun­
listas de form ación m arxista como una atipi- to de ru p tu ra entre bakuninistas y m arxistas:
cidad transitoria, una desviación de un esque­ la form ación de un p artido político au tóno­
ma hipostatizado de capitalism o y de relacio­ mo con respecto a la dem ocracia burguesa.
nes entre las clases adoptado como modelo De ahí entonces que todos aquellos que colo­
"clásico” . Pero en la m edida en que un razo­ cándose desde el punto de vista de la clase
nam iento analógico como el aquí planteado obrera expresaran la necesidad de constituir
es, por su propia naturaleza, de carácter con- un p artid o político propio, se pensaran a sí
trafáctico, las interpretaciones basadas en la mismos como m arxistas, no im p o rta qué
identidad de América con Europa, o más conocim ientos tuvieran de las ideas de Marx.
am biguam ente con Occidente, de la que los El m arxism o fue entonces en América Lati­
m arxistas latinoam ericanos se convirtieron na una determ inación de fro n teras precisas
en los m ás fervientes portavoces, no represen­ respecto de los an arq u istas y de la d em ocra­
taban en realidad otra cosa que tran sfig u ra­ cia burguesa, antes que la introducción de
ciones ideológicas de p ropuestas políticas una form a del saber, reconocida en sus cate­
m odernizantes. De ahí entonces que la dilu­ gorías fundam entales. Para los socialistas
cidación del cará cter histórico de las socie­ latinoam ericanos Marx no era sino uno de los
dades latinoam ericanas, elemento im prescin­ tantos en una vasta pléyade de reform adores
dible p ara fu n d ar desde una perspectiva sociales que las deficientes ediciones españo­
m arxista las p ro p u estas de transform ación, las mal trad u cían del francés, m ientras que
estuviera fuertem ente teñida de esta perspec­ en la publicistica de la época eran m ucho más
tiva, eurocéntrica. A fin de cuentas, no era citados Louis Blanc, Pablo Lafargue, Enrico
tanto la realid ad efectiva, como la estrategia Ferri, o los a n arq u istas Bakunin, Proudhon,
a im plem entar p ara m odificarla en un senti­ M alatesta o Reclus.
do previam ente establecido, lo que tendió a Los p artid o s socialistas que se form an ya
predom inar en el marxismo latinoam ericano. a p a rtir de fines de siglo en América Latina
El perfil eurocéntrico de la "traducción" (v. socialism o latinoamericano) sólo recogen
latinoam ericana del m., derivado de la form a del m arxism o —en form a ab stra c ta y sin el
teórica e ideológica adquirido por éste al con­ necesario "reconocim iento nacio n al”— las
vertirse desde fines del siglo en la doctrina tres orientaciones fundam entales recabadas
de una p a rte significativa del movimiento de los program as de acción del socialism o
social europeo, encontró un terreno fértil de europeo:
convalidación en las características singula­ a] la autonom ía ideológica, política y orga­
res del proceso de form ación de un p ro leta­ nizativa del m ovim iento obrero y en conse­
riado m oderno en las áreas de m ás tem p ra­ cuencia la necesidad de que el p artid o socia­
no desarrollo capitalista. De orígenes a b ru ­ lista se d istin g u iera nítidam ente de los p a r­
m adoram ente europeos, los trabajadores que tidos dem ocráticos o radicales burgueses;
dan vida a las prim eras expresiones de un b] la exigencia de que el m ovim iento o bre­
m ovimiento o brero estru ctu rad o encuentran ro autóm ono no se aislara en la espera de una
en el pensam iento y en la acción de los p a rti­ crisis revolucionaria, sino que se p re p a ra ra
dos socialistas europeos las orientaciones para ella y para su resolución favorable cuan­
fundam entales p ara su actividad. En países do sobreviniera, m ediante la participación en
como Argentina, Chile, U ruguay y Brasil, el las luchas cotidianas de los trabajadores por
reconocim iento por los m ism os trabajadores la extensión de la democracia y por la satisfac­
de una condición propia, la co n q u ista de una ción de sus propias reivindicaciones de clase;
identidad obrera, estuvo teñida de una volun­ c] la convicción de que la crisis revolucio­
tad de tran sfo rm ació n social que se expresó naria era el resu ltad o de una necesidad his­
inicialm ente bajo las form as antagónicas de tórica inm anente al propio d esarrollo de la
la contraposición de an arq u istas y socialis­ sociedad capitalista.
MARXISMO LATINOAMERICANO 945

Sin em bargo, a los núcleos dirigentes del ra vez en América Latina. P ero d u ran te estos
socialism o latinoam ericano les faltó —no años iniciales y hasta la constitución del P a r­
im porta fueran reform istas o revoluciona­ tido Socialista en la Argentina, en 1896, el
rios, sindicalistas revolucionarios o sindica­ conocim iento de las obras m ás im portantes
listas refo rm istas— u n a com prensión m ás o de M arx estaba en m anos de los pequeños
menos adecuada de cóm o estas tres o rien ta­ núcleos de la em igración política alem ana
ciones podían ser plasm adas en la realidad. —que leía tales obras en su idioma original—
Faltos de una sólida cu ltu ra m arxista, adhe­ o francesa e italina. Pablo Zierold, desde
ridos a las corrientes m ás paternalistas de la México, o el ingeniero socialista alem án G er­
II Internacional, im buidos de una fe inconmo­ mán Ave Lallemant, desde Argentina, m an tu ­
vible en la ciencia y el progreso de la h um a­ vieron un estrecho contacto con los socialde-
nidad, no pudieron e lab o rar una definición m ócratas alemanes, y en especial con Kautsky
sobre las condiciones “ nacionales” en las que y su revista Die Neue Zeit, de la que eran
su voluntad de transform ación debía a b rir­ corresponsales. Sin em bargo excepto en el
se paso. Concibieron al movimiento obrero pequeño núcleo de em igrantes alemanes que
como la prolongación del movimiento radical- protagonizó con Lallem ant la experiencia de
dem ocrático, y el encargado p o r tanto de lle­ un periódico declaradam ente m arxista como
var a cabo las tareas históricas que la burgue­ El Obrero, publicado en Buenos Aires desde
sía no había sabido o podido resolver. El 1890, el conocim iento del m arxism o no pudo
socialism o m arxista significaba p ara ellos expandirse en los medios obreros e intelec­
una acción d o ctrin aria y política tendiente a tuales latinoam ericanos, aunque el nombre de
lograr la progresiva dem ocratización de la Marx com enzara a se r reiteradam ente m en­
sociedad y del estado m ediante los instrum en­ tado por pensadores como José Martí, Tobías
tos dem ocrático-burgueses de la concientiza- B arreto, Euclides da Cunha y otros. Fue sin
ción del pueblo y de la conquista de m ayorías duda desde la creación por m ilitantes socia­
parlam entarias. D entro de esta concepción el listas argentinos del periódico obrero La Van­
m arxism o no era sino una vertiente m ás que guardia, en 1894, y dos años después, del P ar­
contribuyó a la form ación del pensam iento tido Socialista, que la teoría m arxista com ien­
socialista, y sus hipótesis fundam entales no za a difu n d irse en form a orgánica, y en to r ­
desem peñaron ningún papel determ inante en no a la experiencia idológica y política de un
su práctica política. organism o o b rero que su sten ta tal filiación.
Solam ente desde los años veinte del nuevo En 1898, y como resu ltad o del m em orable
siglo, y con la form ación del movimiento esfuerzo intelectual de! socialista Juan B. Ju s­
com unista, se inició en América Latina una to, se publica en M adrid la p rim era tra d u c ­
actividad sistem ática de edición y difusión de ción d irecta y com pleta del prim er tomo de
la lite ra tu ra m arxista. Sin em bargo, desde El capital al español. Desde 1909, y d u ra n te
mucho tiem po antes, m ás precisam ente con varios años, com ienza a editarse en Buenos
la repercusión que tuvieron en las corrientes Aires, y bajo la dirección del socialista E n ri­
dem ocráticas latinoam ericanas los fulguran­ que del Valle Iberlucea, la Revista Socialista
tes acontecim ientos de la Comuna de París, Internacional, colocada, según su p re se n ta ­
en 1871, se despertó el interés por la figura ción, "en el dominio teórico de la concepción
de K arl Marx y por su pensam iento. Debe m arxista”. Desde ese momento, y hasta la for­
recordarse que en Am érica Latina la Com u­ m ación de los p artid o s com unistas, el m a r­
na fue unánim em ente considerada como la xismo teórico en América Latina fue patrim o­
obra exclusiva de la Asociación Internacional nio casi exclusivo del núcleo generado en
de los T rabajadores y todo el espectro de las A rgentina en torno a la figura de Ju an B. J u s ­
tendencias ideológicas en ella presentes, des­ to, y de sus o tra s áreas continentales de
de el jacobinism o y la dem ocracia social h as­ expansión (Uruguay, Chile, Bolivia, Brasil).
ta el socialism o revolucionario y el an arq u is­
mo, fueron rem itidos p o r la opinión pública II JUAN B. JUSTO Y SU REINTERPRETACIÓN DEL MARXIS­
a una m atriz: la Internacional. Es así com o MO. El fun d ad o r y dirigente m ás respetado
ya en 1870 un periódico obrero m exicano del socialism o argentino d u ran te las tres p ri­
publica el M anifiesto C om unista por p rim e­ m eras décadas del siglo, Ju an B. Justo, rep re­
946 MARXISMO LATINOAMERICANO

senta indiscutiblemente un caso particular en lizada en el pensam iento social de su época,


el m. 1., no sólo, por su excepcional nivel inte­ desde el inicio de sus reflexiones intentó
lectual, sino porque en nigún otro país logró en co n trar las raíces del socialismo en una
coagularse en torno a una personalidad equi­ revalorización crítica de toda la h isto ria
parable un núcleo dirigente como el que d iri­ nacional, repensada desde el p u nto de vista
gió por m uchos años al P artido Socialista de de la lucha de clases. En realidad su "teo ría
su país. V inculado estrecham ente al movi­ científica de la historia y de la política arg en ­
miento socialista internacional, lector asiduo tina" no fue sino la reiteración del papel rele­
de las principales publicaciones sociales euro­ vante desem peñado p o r el "facto r económ i­
peas y am ericanas, estudioso de la problem á­ co" d u ran te la revolución de Mayo de 1810
tica teórica y política de los movim ientos y la gu erra civil que le siguió, sobre el cual
sociales, tra d u c to r de El capital ya a fines de había insistido la historiografía liberal. A dife­
siglo, Ju sto fue una de las grandes figuras de rencia de ésta, sin em bargo, su análisis con­
la II Internacional injustam ente soslayada. cluía en una condena radical de las clases diri­
Como otros pensadores (Pablo Iglesias, Jean gentes arg en tin as y una revalorización posi­
Jaurés, Ém ile Vandervelde) trató de m ante­ tiva de las clases populares. El partido socia­
n er una relación crítica con la doctrin a de lista era, en su pensam iento, el único capaz
Marx, definiéndose a sí mismo y al propio de fusionar los esfuerzos históricam ente "cie­
partido como socialista que encontraba en él, gos” de aquellas clases sub altern as con el
pero tam bién en otros hom bres de doctrina m ovim iento obrero m oderno en gestación,
y de acción, un conjunto de ideas y de p ro ­ porque constituía el único p artid o político
puestas útiles p a ra realizar el p ropósito al dotado de un program a y de un objetivo h is­
que dedicó to d a su capacidad crítica y su tórico com patibles con la evolución de la
voluntad de lucha: el de crear, en las condi­ sociedad.
ciones específicas de la sociedad argentina, La concepción del socialism o com o un
un m ovim iento social de definido carácter incontenible m ovim iento em ergente de la
socialista y un cuerpo de ideas que, sin teti­ m odernidad de la sociedad argentina, pero
zando los conocim ientos aportados p o r la con capacidad de recuperación de las tra d i­
ciencia y derivados de la experiencia del p ro ­ ciones de lucha de las clases explotadas del
pio movim iento, se constituyera en una guía país, co ntribuyó a que el p artid o socialista
certera p a ra alcanzar el objetivo final de una lograra ech ar sólidas raíces en la vida p olíti­
sociedad dem ocrática y-socialista. En tal sen­ ca, social y cu ltu ral argentina. Sin em bargo,
tido, su experiencia rep resen ta la prim era los éxitos alcanzados en la construcción del
tentativa, teóricam ente elaborada, de utilizar nuevo p artid o no lograron su p erar los lím i­
la doctrina de M arx p a ra fo rm u lar una pro­ tes existentes en la p ro p ia hipótesis e s tra té ­
puesta que b asad a en el análisis de las con­ gica de Justo, límites que condicionaron deci­
diciones sociales de su país p erm itiera la sivam ente su acción política y su capacidad
constitución de un m ovim iento capaz de con­ de conquista de las m asas trabajadoras argen­
ducir a las clases trab a jad o ras a una activa tinas p a ra su proyecto estratégico.
participación en la vida política argentina. El Del m arxism o Ju sto adoptó sobre todo la
m arxism o deja de ser así una m itología de concepción de la lucha de clases. En un país
redención social p a ra convertirse en un ins­ en el que, no o b stan te la e s tru c tu ra in stitu ­
tru m en to a p a r tir de cuya rein terp retació n cional republicana, se excluía de hecho a las
puede se r pen sad a y tran sfo rm a d a una reali­ clases pop u lares del sistem a y de la vida polí­
dad inédita. tica, la lucha de clases debía ser utilizad a no
Concibiendo al socialism o como el resu lta­ sólo para imponer, a través de la organización
do necesario del progreso político y del desa­ sindical y política, las exigencias c o rp o ra ti­
rrollo dem ocrático de las in stituciones, Ju s­ vas de los trab ajad o res, sino tam bién —y
to supo v a lo ra r el significado civil de las tra ­ fun d am en talm en te— p ara la co n q u ista del
diciones lib erales que tuvieron en Domingo sufragio universal, como form a capaz de
F. Sarm iento (1811-1888) el exponente m ás ilu­ am p liar la acción clasista p o sibilitada p o r la
m inado de la sociedad argentina. Por esto, a dem ocratización del estado. A ntes que un
diferencia de lo que era u n a actitu d g en era­ m ero acto de co n q u ista del poder p o r p a rte
MARXISMO LATINOAMERICANO 947

de los socialistas, la em ancipación del p role­ modo, de integración de las m asas populares
tariad o debía ser el resultado de un proceso en el estado. Así la lucha por la dem ocratiza­
de lucha social en el que la clase obrera apren­ ción radical de la sociedad aparece como el
de a organizarse y a go b ern ar una sociedad nudo estratégico esencial, el polo central de
nueva. Más que una creación ex novo es la cul­ agregación de un nuevo bloque social del que
m inación de un proceso en el que los elem en­ la clase o b rera es su fuerza decisiva. La
tos fundantes de su solución positiva ha m odernización del conflicto im plicaba, por
m adurad o en la sociedad burguesa. "La tanto, una reconstitución de la clase política,
madurez política de la clase trabajadora —de­ de la que el p artid o socialista era de hecho
cía Ju sto — consiste en poder m odificar las el m otor im pulsor.
relaciones de propiedad, por vía legislativa o ¿Pero cuál fue el lím ite nunca superado de
gobernativa, elevando al mismo tiem po el esta hipótesis y que al m antenerse in altera­
nivel técnico-económico ciel país, o al menos da com prom etió la su erte fu tu ra y hasta la
sin d eprim irlo ” , pero esta m adurez debe propia existencia del Partido Socialista argen­
expresarse en la construcción de un movi­ tino? Hoy resulta fácil dem ostrar cómo dicho
m iento surgido desde el in terio r de la socie­ lím ite estaba subyacente en una estrateg ia
dad, que por disciplina y capacidad política que, al exagerar las posibilidades de m oder­
se presente ante las clases populares como nización del conflicto social, no dejaba espa­
una alternativa social al sistem a. La revolu­ cios p ara el reconocim iento de aquellas fuer­
ción, con toda la carga de am bigüedad que el zas que, como el radicalism o y el an arq u is­
térm ino posee en Justo, debía ser un hecho mo, al ser vinculadas por la concepción de
social antes que político. Al negarse a creer Ju sto al atraso político del país, eran desca­
en la existencia en el sistem a capitalista de lificadas a nivel de supervivencias culturales
contradicciones económ icas que condujeran de un pasado d estinado inexorablem ente a
inevitablem ente a su derrum be, Justo e ra lle­ d esaparecer. Privilegiando la dim ensión
vado por su privilegiam iento de la revolución form al-institucional en la percepción del
como hecho social a indicar diversos caminos m ovim iento de las clases subalternas, los
para el avance organizativo y político de la socialistas tendieron a dejar de lado todas
clase obrera, sin ren u n ciar por esto a la pro­ aquellas corrientes program áticam ente inde­
puesta de tran sfo rm ació n social Y p recisa­ finidas, vinculadas a tradiciones políticas
m ente en la resolución de este nudo de pro­ pasadas, o que expresaban el larvado m ales­
blem as Ju sto d em u estra una autonom ía de ta r social, y que de un modo u otro se m os­
pensam iento que lo distancia de las co rrien ­ traban renuentes frente al organicism o socia­
tes kautskiana y bern stein ian a en la que se lista. Al aceptar de hecho al parlam ento como
había lacerado ideológicam ente la socialde- sede privilegiada p a ra la m anifestación del
m ocracia alem ana, y p o r extensión europea, conflicto subestim aron y h asta ridiculizaron
desde fines del siglo. el espontaneism o subversivista de los a n a r­
El objetivo esencial planteado por la pro­ quistas y la co n trad icto ria búsqueda de un
puesta de Ju sto era el de en co n trar una fó r­ punto de encuentro con el m ovim iento o b re­
m ula política capaz de d estru ir la corteza ro del irigoyenism o. Si el socialism o era un
resistente de la e s tru c tu ra económ ica gene­ resultado directo de la democracia, y éste sólo
ral, de co n tro la r la tendencia subversiva de era posible como superación del atraso polí­
las m asas, y de im p u lsarlas hacia la consoli­ tico de las m asas y com o conquista de su p ro ­
dación de una organización civil dem ocráti­ pia autonom ía política y organizativa, todos
ca. La unidad entre d esarro llo económ ico y aquellos m ovim ientos vinculados de algún
proceso de dem ocratización era p ara él un modo a este a tra so debían se r com batidos a
objetivo alcanzable m ediante el desplaza­ fin de que el p rogreso pudiera ab rirse paso.
m iento del antagonism o del sector m oderno La tran sfo rm ació n de la d o ctrin a de M arx
hacia aquel cam po de la conflictualidad ins­ en un canon in terp retativ o basado en la u n i­
talado en la vieja sociedad, p ara lo cual el d a d te n d e n c ia l de e v o lu ció n técn ico -
socialismo debía tensionar al máximo su pro­ económ ica y evolución política le im pedía a
yecto de dem ocratización de la vida política Ju sto ad v ertir que no era el atraso sino p re ­
y de las instituciones o, p ara decirlo de o tro cisam ente la m odernidad cap italista el tra s ­
948 MARXISMO LATINOAMERICANO

fondo de la morfología concreta adoptada por que contribuyó a m odificar radicalm ente los
el proceso de constitución de las masas popu térm inos en que se había planteado hasta
lares. La visión de una trasp aren cia de las entonces la posibilidad del socialismo en Lati­
relaciones en tre esfera económica y esfera noamérica. Por prim era vez el tema de la con­
política en la sociedad argentina concluía en q u ista del poder como supuesto inderogable
el fácil sociologisrno de privilegiar una insti- de un proyecto de transform ación revolucio­
tucionalidad p erfecta que sólo existía en el n aria de la sociedad era colocado en el cen­
papel y que condujo al partido socialista a tro del debate y defendido como la divisoria
estrellarse infructuosam ente con la opacidad de aguas cuya aceptación o rechazo d eterm i­
de un mundo irreductible a la transform ación naba la condición o no de m arxistas de las
proyectada. Ju sto advirtió como pocos —y fuerzas que se proclam aban socialistas. El
aquí reside el valor de su hipótesis— que el leninismo (v.) se convirtió eri la ideología no
socialism o podía ser una fuerza "nacional” sólo de quienes lo recuperaron desde el inte­
en la A rgentina finisecular si m o strab a ser rio r de un movimiento socialista escindido en
capaz de luchar por la nacionalización de las adelante en las corrientes revolucionarías y
m asas trab ajad o ras extranjeras y p o r la reform istas, sino tam bién de todas aquellas
acción política de la clase obrera. En la lucha fuerzas que em ergieron de la crisis de posgue­
p o r la im posición del sufragio universal, de rra con objetivos de transform ación política
la libertad política sin restricciones, p o r el y social. Contra el orden natural de las cosas,
gobierno de las m ayorías y el respeto de las el leninism o apostaba fuertem ente a la sub­
m inorías, h ab ría de op erarse la fusión de jetividad de la lucha de clases, a la energía
m asas "ex tran jeras" y "n acio n ales” req u eri­ y creatividad de las m asas, a la voluntad de
da para la form ación de un m ovim iento de poder de un grupo sólidam ente estru ctu rad o
m asas m oderno, que como tal era com pati­ y de cuya energía, audacia y organización
ble con la m odernidad alcanzada por el desa­ dependía fundam entalm ente su posibilidad
rrollo de las fuerzas productivas en Argenti­ de tran sfo rm arse en estado. En un co n tin en­
na. Pero el problem a no residía en la perspec­ te instalado en la desarticulación y la depen-
tiva en sí, sino en los procesos que debía pro­ decia, una ideología que tendía a colocar todo
tagonizar el m ovim iento o b rero argentino en el terreno de la política y que inspiraba una
para que pudiera movilizarse en torno a dicha experiencia social de la m agnitud de la sovié­
propuesta estratégica. Y es aquí donde se evi­ tica no podía dejar de convertirse en una com­
dencia una distancia p ro fu n d a en tre su pen­ ponente muy fu erte —aunque no siem pre re­
sam iento y el m arxism o. Porque si p ara Marx conocida como tal— de todas las agregaciones
la autoem ancipación de los trab ajad o res su­ políticas de tipo socialista o nacionalistas
ponía siem pre u n a com pleja dialéctica entre revolucionarias y populistas que proliferaban
m ovim ientos históricos de la clase y capaci­ en la América L atina de los años veinte y
dad develadora de la teoría, p ara Ju sto en treinta. Por lo que si puede h ab larse en esos
cam bio se reduce a u n a sim ple explotación años de una creciente difusión del m arxism o,
directa claram ente visualizable p o r un movi­ sólo lo es a condición de aclarar que el cono­
m iento al que la lucha política, la lucha sin­ cim iento de las obras de M arx y de Engels
dical y la asociación cooperativa perm ite rápi­ estuvo teñido de las lecturas len in ista y ter-
dam ente alcan zar los conocim ientos y la dis­ cerainternacionalista que de ellas se hicieron.
ciplina necesarios p a ra la conquista de la Si bien el leninismo arra stra b a consigo una
em ancipación social. D esaparecido o m utila­ absolutización de la form a partid o , que aca­
do el m arxism o reap arece esa vieja idea que b aría por d esv irtu ar y anular el m arxism o en
perm ea todo el m ovim iento socialista y que cuanto que form a teó rica del m ovim iento de
Lassalle llevó a su m ás clara expresión: la del autoem ancipación hum ana, en ce rra b a tam ­
encuentro y fusión del p ro letariad o con la bién, virtualm ente, la posibilidad de p en sar
ciencia com o p resu p u esto p a ra realización los procesos de tran sfo rm ació n de las socie­
del socialism o. I. dades no eu ro p eas según una nueva p ersp ec­
tiva. In dependientem ente de las fo rm as teó­
Fue sin duda
III. EL LENINISMO EN AMÉRICA LATINA. ricas y políticas que adoptó en el p en sam ien­
la introducción de la perspectiva leninista la to de la III In tern acio n al y de los com unistas
MARXISMO LATINOAMERICANO 949

el reconocim iento de la especificidad de la todas las consecuencias derivadas de la adm i­


naturaleza de los procesos revolucionarios en sión de la autonom ía de la revolución colo­
los países llam ados "dependientes y colonia­ nial residía, en consecuencia, su límite mayor,
les’’, el leninism o hizo em erger toda una nue­ lo que le im pidió una ‘‘traducción’’ adecua­
va y compleja tem ática ignorada o subestim a­ da o políticam ente productiva a las realida­
da por la II Internacional. Si el debate sobre des específicas del m undo no europeo. Una
estos problem as se h ab ía quizás ya iniciado a p e rtu ra como la vislum brada p o r Lenin
en algunas áreas más o menos excéntricas del requería necesariam ente de una búsqueda
socialism o europeo, la posibilidad de an ali­ autónom a de los distintos niveles histórico-
zar según una perspectiva socialista la revo­ sociales, de las diversas configuraciones polí­
lución colonial sólo em ergió como resultado ticas y cu ltu rales de los países donde o p era­
de la fra c tu ra provocada por el leninism o en ban, pero una b ú sq u ed a tal no podía d ejar de
el m arxism o segundointernacionalista. Sin m odificar el m arco estratég ico general d en ­
abandonar la óptica eurocéntrica implícita en tro del que se in ten tab an subsum ir aquéllas.
el pensam iento m arxista, las tesis sobre la Privilegiar u n a estrateg ia general conducía
cuestión colonial —redactadas p o r Lenin y el inevitablem ente a desdibujar y hasta m enos­
hindú M. N. Roy— aprobadas p o r el II Con­ preciar las realidades nacionales. M ientras
greso de la III Internacional asignaban a la esa estrategia general se desplazaba hacia los
lucha em ancipadora de los pueblos colonia­ supuestos centros de la revolución m undial,
les y no europeos un papel de p rim er orden el sectarism o era en parte atenuado por la
en el proceso revolucionario m undial, sin autonom ía relativa de que gozaban las seccio­
subordin arlas a la victoria del pro letariad o nes nacionales de la Comintern, especialm en­
m etropolitano. El c a rá c te r autónom o de los te las del m undo latinoam ericano. Cuando
m ovimientos de liberación nacional y su fun­ ancló definitivam ente en la realidad soviéti­
ción antiim perialista y an ticap italista estaba ca, y se constituyó en una prolongación de los
im plícito en la concepción de Lenin, que lo requerim ientos propios de ésta, el campo teó­
reafirm a un año después, cuando en el III rico del reconocim iento nacional y del análi­
Congreso de la C om intern enfatiza el papel sis diferenciado com o sede privilegiada p ara
activo y autónom o de tales movimientos. una traducción latinoam ericana del m arxis­
Sin em bargo, esta intuición de Lenin, que mo, virtualm ente abierto p o r el pensam ien­
lo llevaba a ad m itir la potencialidad revolu­ to de Lenin, quedó clausurado. En adelante,
cionaria de m ovim ientos no subordinados a la posibilidad de una recom posición crítica
la hegemonía de la clase obrera, o que lo hacía del marxismo, sin la cual las realidades nacio­
reflexionar sobre la necesidad de adecuar la nales no podían ser pensadas, sólo era facti­
com posición social y los objetivos propios de ble fuera de los m arcos de la III In tern acio ­
¡os partidos com unistas de los países no euro­ nal, o p o r lo m enos fu era del peso opresivo
peos al ab ru m ad o r predom inio en éstos del de su pensam iento y de su m aquinaria o rg a­
mundo rural, quedó finalm ente aplastada por nizativa. Y si en E uropa será entre los re d u ­
una tradición o b rerista que el leninismo con­ cidos grupos de exiliados alem anes y a u stría ­
tribuyó paradójicam ente a consolidar. De ahí cos, o en las reflexiones desde la cárcel de
que la contradicción de fondo de las elabora­ Gramsci, donde se ex traerán las lecciones de
ciones estratégicas de la III Internacional la d erro ta del movimiento o brero y se an ali­
sobre el problem a colonial —categoría en la zarán las nuevas form as de la restructuración
que estab a tam bién incluida la realidad lati­ capitalista; y si en China la excentricidad
noam ericana— residía en que, m ientras recla­ incontrolable del núcleo de com unistas ch i­
m aba de los com unistas un apoyo a los movi­ nos dirigidos por Mao Zedong y en clau stra­
m ientos nacionales revolucionarios opuestos dos en las m ontañas de Yenan le p erm itirá
al im perialism o, p retendía que éstos intenta­ reconocer las potencialidades revolucionarias
ran c re a r p artid o s com unistas de com posi­ inéditas de sus áreas rurales, en América Lati­
ción esencialm ente p ro letaria, como condi­ na le corresponderá a José Carlos M ariátegui
ción inexcusable para el triunfo de la revolu­ (1894-1930) recrear el m arxism o en oposición
ción colonial. a la corriente populista y a la teoría y la p rác­
En la incapacidad del leninismo de ex traer tica de los p artid o s com unistas.
950 MARXISMO LATINOAMERICANO

IV. MARIÁTEGUI Y LA FORMULACIÓN DE UN MARXISMO form aciones en América Latina p o r la revo­


l a t in o a m e r ic a n o . La intuición leniniana de la lución en E uropa, ¿hasta qué punto am bas
autonom ía de la situación colonial y de la estrategias, la de la II y la de III In tern acio ­
necesidad de su descentralización encontra­ nal, no conducían finalm ente a una análoga
rá en América Latina únicam ente en el movi­ actitud quietista? Y poco cambiaba esta situa­
m iento intelectual y social peruano —verte­ ción el hecho de que los partidos com unistas
brado en torno a la revista Amanta— una ten­ latinoam ericanos durante los años veinte pro­
tativa relativam ente elaborada de dilucida­ yectaran su im potencia real, como les rep ro ­
ción. Y no porque este movimiento dispusie­ chaba la Internacional, sobre el "espejism o
ra, en virtud de circunstancias excepcionales, de la revolución m undial” .
de un conocim iento vedado para los dem ás En realidad en aquellos años, y en un país
de las elaboraciones fundam entales de Lenin com pletam ente excéntrico a las áreas tra d i­
—y por lo tanto de las razones de esta preo­ cionales de desarrollo teórico y práctico de
cupación suya p o r la autonom ía colonial—, la experiencia social, se perfila una tentativa
sino por el hecho de que tal grupo com pren­ de resp u esta al dilem a ante el cual se había
dió como ningún o tro en América Latina que detenido el pensam iento revolucionario. La
para dar una respuesta a las dem andas de una paradoja de las virtudes productivas del atra­
realidad irreductible a la visión m arxista tr a ­ so se presen ta en América Latina con la m is­
dicional se debía necesariam ente cu estio n ar m a fascinación que condujo a Marx a poner
los supuestos sobre los que éste se fundaba. en discusión la idea de un modelo unilineal
Si se tratab a, por lo tanto, de la reco n stitu ­ de sucesión de los m odos de producción. El
ción de un corpus teórico que como tal no conocim iento de la p articu lar situación de
adm itía directam ente una traducción valede­ R usia llevó a M arx a d escu b rir la potenciali­
ra, más que de la adquisición de una perspec­ dad de una vía de d esarrollo d istin ta de la
tiva m arxista o leninista por el m ovim iento europeo-occidental, en la cual el atra so apa­
peruano debería hablarse, con m ayor propie­ recía como una v irtud antes que com o un
dad, de una verdadera refundación del m a r­ límite insuperable. El hecho curioso es que en
xismo. Lo que se estaba operando en el Perú América Latina, y en un país distin to de
de m ediados de los años veinte e ra la "p ro ­ Rusia, pero lacerado por una idéntica crisis
ducción” de un m arxism o al que por p rim e­ ideal y de conciencia, se opera un mismo p ro­
ra vez le cabía en teram en te el térm ino de ceso de reapropiación crítica del m arxism o,
‘'latinoam ericano''. Nuevamente el marxism o que conduce a cu estio n ar el paradigm a euro-
como tal era puesto en cuestión, pero a dife­ céntrico del que padecía gravem ente el socia­
rencia de la reconstrucción plan tead a y lism o latinoam ericano. El Perú podía ser la
resuelta po r Ju an B. Ju sto a expensas del R usia de A m érica L atina porque no existía
achatam iento de la teoría a m era explicación quizás o tro país en el que m ás ab iertam en te
económica de la historia, de la explotación del contradictoria se m o strara la experiencia his­
trabajo hum ano y del papel de la lucha de cla­ tó rica del socialism o con las condiciones de
ses, ahora el debate se desplazaba hacia los a tra so económ ico y social, de crisis intelec­
tem as fundam entales del carácter del desa­ tual y m oral que soportaba la nación. La frac­
rrollo económ ico en los países dependientes tu ra pro fu n d a que conm ueve a la sociedad
dé América Latina, sobre la posibilidad de su p eru an a a p a rtir de su d erro ta fren te a Chile
constitución com o v erd ad eras naciones y en la guerra del Pacífico (1879-1894) hace aflo­
sobre las relaciones en tre estos procesos de ra r desde su interior una corriente intelectual
dem ocratización radical y la revolución socia­ favorable al m undo de las clases su b altern as
lista. y que se p reg u n ta con inquietud por la iden­
La idea de u n a revolución socialista que tidad de u n a nación que trad icio n alm en te se
sólo podía ser el producto de una m aduración creía tal y que la g u erra ha m o strad o como
de la sociedad cap italista había sido qu eb ran ­ un país invertebrado, como un m ero "proyec­
tad a por la hipótesis leninista de u n a m adu­ to a realizar”. De tal modo la "cuestión nacio­
ración a nivel histórico-m undial del capitalis­ nal" se reveló como el punto de p a rtid a obli­
mo. Pero si la estrateg ia de la C om intern sus­ gado p ara cu alq u ier reflexión sobre la p osi­
titu ía en los hechos y en la teo ría las tra n s­ bilidad de un proyecto de tran sfo rm ació n de
MARXISMO LATINOAMERICANO 951

la sociedad peruana. Pero p ara que este p ro ­ de llegar a Marx a trav és de esa auténtica
ceso de refundación pudiese alcanzar elemen­ refundación de la dim ensión crítica y activis­
tos reales de novedad, fue necesaria una con­ ta de su pensam iento que se o peraba en el
centración igualm ente excepcional de cap a­ socialism o italiano. Pero esa revisión de fuen­
cidad teórica, de conocim iento de la realidad tes tan diversas —que van del historicism o
nacional y m undial, de actitu d crítica frente crociano hasta Marx, pasando por Sorel,
al propio m arxism o. Bergson, G obetti y la presencia catártica de
La m atriz del pensam iento de aquellos inte­ Lenin— fue posible sólo porque la realidad
lectuales que encontraron en la revista Amau- nacional sobre la cual operaba, ese Perú de
ta y en la personalidad de José C arlos Mariá- los años veinte, se p resen tab a como un labo­
tegui un núcleo privilegiado de agregación, se ratorio político indicativo tam bién de un con­
n u tre de la diversidad de filones liberados en junto de problem as que caracterizaban y com­
la cu ltu ra europea por la crisis del positivis­ prom etían a to d a América Latina. En el cri­
mo. Las co rrien tes v italistas, antiintelectua- sol de la realidad p eru an a y de sus com ple­
listas, antipositivistas, anticientistas, antieco­ jas exigencias, la estación italiana de M ariá­
nom istas, en relación con las cuales se estruc­ tegui logró am algam arse con experiencias tan
tu ra la recuperación m ariateguiana del m a r­ diversas como las del grupo de intelectuales
xismo, habían sido denunciadas por el m a r­ “ indigenistas” , los m ovim ientos obreros de
xism o oficial com o ex p re sio n e s de la ten d en cia an á rq u ic a y sin d icalista, las
decadencia burguesa. A su vez, la política cul­ co rrien tes radicalizadas de los estudiantes,
tu ra l de fusión de las v anguardias estéticas las vanguardias artísticas; así su conocimien­
con las vanguardias políticas propugnada por to excepcional de los sucesos de la h istoria
Amauta, ya había conocido en E uropa una m undial le perm itió ab so rb er las co n tradic­
decisiva fractura. Estos dos hechos m uestran to rias vicisitudes de la revolución m exicana
hasta dónde la experiencia de la revista perua­ en vías de tran sfo rm a rse en estado, la expe­
na estaba colocada en las antípodas de la con­ riencia de la revolución china y las elabora­
cepción ideológica y cu ltu ral de la III In te r­ ciones estratégicas de la III Internacional. De
nacional. Es por esto posible afirm ar que si esta confluencia de historias de vida y de tra ­
M ariátegui logró dar de la doctrina de Marx diciones culturales tan diversas em erge un
una interp retació n tendencialm ente antieco­ bloque intelectual y político unificado en tor­
nom ista y antidogm ática —en una época en no a dos ideas-fuerza, sobre las cuales se basó
que in ten tarla desde las filas com unistas era la posibilidad de constitución de un m arxis­
teóricam ente inconcebible y políticamente pe­ mo latinoam ericano: 1] una aguda conciencia
ligroso— sólo pudo ser posible por una doble del carácter original, específico y u nitario de
situación que ayuda en p arte a explicar cómo la realidad latinoam ericana; 2] la aceptación
surgió en el Perú un m arxism o renovado. En del m arxism o, pero de este m arxism o hete­
p rim er lugar, porque la form ación m arxista rodoxo, como el universo teórico común,
de M ariátegui se produce fuera del movimien­ según el cual las sociedades latinoam erica­
to com unista y de la III Internacional; en nas, como cualquier o tra realidad, podían ser
segundo lugar, porque el movimiento socia­ discretas y analizadas determ inando sus posi­
lista peruano se e stru c tu ra en el in terio r de bilidades de transform ación.
un am plio movimiento intelectual y político, A dm itir como un principio indiscutible el
no sujeto a la p resencia constrictiva del p a r­ reconocim iento del carácter original, especí­
tido com unista, y sin la herencia de un p a rti­ fico y u n itario de la realidad peruana y la ti­
do socialista que hu b iera fijado en el movi­ noam ericana significaba de hecho el cuestio-
m iento social la fuerte im pronta positivista nam iento del paradigm a eurocéntrico que
que modificó al propio m arxism o. M ariátegui había acom pañado la constitución del m a r­
leyó a M arx y a Lenín con el filtro del h isto ri­ xismo como tal. Sin embargo, aunque la adm i­
cism o italiano y de su polém ica contra toda sión de la originalidad de la región ya estaba
visión positivista y fatalista del desarrollo de p resente en la discusión de los com unistas
las relaciones sociales. latinoam ericanos y se evidenció en los deba­
El destino reservó al joven M ariátegui la tes del VI Congreso de la ic, sólo fueron los
posibilidad, única p ara un latinoam ericano, peruanos y en p articu lar M ariátegui y Víctor
952 MARXISMO LATINOAMERICANO

Raúl Haya de la Torre, los que extrajeron las dicho bloque se asigna a cada una de ellas,
consecuencias m ás radicales que de aquella y sobre la relación entre el proceso nacional
se derivaban. Y sus conclusiones, aunque no peruano y la revolución socialista. M ientras
idénticas y con diferencias que luego se con­ Haya de la Torre duda sistem áticam ente de
vertirán en oposiciones, se aproxim aron la capacidad del proletariado y de los cam ­
curiosam ente a las del Marx estudioso de la pesinos de construirse autónom am ente como
com una rural rusa. El desarrollo económico sujetos políticos y concibe al estado com o la
y social latinoam ericano se apartaba del euro­ sede n atu ral de una articulación que necesa­
peo occidental, por lo que de ninguna m ane­ riam ente debe descender del poder. M ariáte­
ra podía ser adm itido éste como p refig u ra­ gui piensa en cam bio en un laborioso proce­
ción y modelo universal. E ra necesario reco­ so de construcción de una voluntad nacional
nocer la presencia de una nueva tipología h is­ popular que se despliega desde las bases de
tórica que adm itiese cuanto aparecía como la sociedad, como una suerte de réplica de ese
anom alía en su auténtico carácter de tipici- m ovimiento cristiano prim itivo que su m aes­
dad. E ntre E uropa occidental y la región la ti­ tro Sorel había tom ado como ejem plo p ara
noam ericana no existía un continuum defini­ m o stra r "el valor perenne del m ito en la for­
do en térm inos de m odernidad y atraso, sino mación de los grandes movimientos p o p u la­
una conflictiva interdependencia que debía res" (J. C. M ariátegui, Prólogo a Tempestad
ser definida en su especificidad. Una redefi­ en los Andes, de Luis E. V arcárcel, incluido
nición de la n atu raleza de las form aciones en La polém ica del indigenismo, Lima, 1976).
económ ico-sociales am ericanas im plicaba E n consecuencia, es verdad que tanto Haya
necesariam ente un cam bio en la caracteriza­ de la Torre como M ariátegui sostuvieron que
ción de las clases de los sujetos sociales sobre el sujeto histórico de la transform ación revo­
los que podía b asarse un proyecto de tra n s ­ lucionaria del Perú debía ser un bloque de las
formación, pero adem ás en la form a de orga­ fuerzas populares. Pero a p a rtir de un análi­
nización política capaz de estru ctu rarlo s. Y sis en el que se esboza con elevada co h eren­
es quizás en la discusión de este últim o p ro ­ cia una p rim era teo ría m arxista de la depen­
blem a donde las diferencias iniciales en tre dencia, Haya deduce de la incipiencia y a tra ­
M ariátegui y H aya de la Torre se m utaron en so de las clases sociales en el Perú una con­
contraposiciones radicales, que acabaron por cepción de ese bloque social que acaba degra­
fragm entar la unidad de un movimiento ideo­ dando los sujetos históricos al nivel de grupos
lógico sobre el que tantas esperanzas se cifra­ económ ico-corporativos articulados desde el
ban. De esa ru p tu ra em erge el aprismo (v.) estado. Aparece así claram ente evidenciada
como una de las grandes corrientes ideológi­ la poderosa influencia que ejerció sobre Haya
cas del pensam iento radical de izquierda lati­ la teoría leninista del partido político revo­
noam ericano. lucionario, que es leída por éste desde la pers­
Una lectura cuidadosa y desprejuiciada de pectiva m esiánica que acom pañó siem pre su
las dos obras teóricas m ás significativas del visión de los procesos sociales. El rechazo
pensam iento social latinoam ericano: los Sie­ m ariateguiano del proyecto de Haya, se fun­
te ensayos de interpretación de la realidad daba en una concepción dem ocrática, popu­
peruana, de M ariátegui y E lantiim perialism o lar y laica del socialism o y de la p ro p ia teo­
y el Apra, de H aya de la Torre (precedida ésta ría m arxista, que lo conducirá luego a rech a­
por otro libro de gran significado com o Por zar tam bién la presión de la In ternacional
la em ancipación de América Latina), m u estra C om unista p ara la form ación de un p artid o
que utilizando am bas al m arxism o como un com unista, a su p arecer sim ilar al de Haya.
instrum ento de análisis antes que com o una La veta an tie sta ta lista que perm ea todo su
teoría prescriptiva, llegan a un idéntico reco­ pensam iento se m anifiesta en su m an era de
nocim iento nacional, m ás allá del cual ap a­ ver los procesos históricos "desde abajo”, des­
recen sin em bargo las diferencias que habrán de los procesos de Constitución y de fragm en­
de convertirse luego en ru p tu ras. Y tales dife­ tación de las m asas populares, desde sus for­
rencias versan precisam ente sobre la organi­ m as expresivas, sus m itos y sus valores, p ara
zación política del bloque de clases y de fu er­ d eterm in a r y p o ten ciar sus tendencias hacia
zas sociales revolucionarias y el papel que en la construcción de una propia autonom ía. Es
MARXISMO LATINOAMERICANO 953

sin duda posible ra s tre a r en José C arlos M ariátegui hacía a flo ra r de u n a m anera iné­
M ariátegui la presencia de este filón de pen­ d ita el p ro b lem a de la nación peruana. Por­
sam iento ya en sus p rim ero s escritos de los que ya no se tr a ta r á de la liberación de una
años precedentes a su viaje a Europa. Su p a r­ nación irred en la, ni de la autodeterm inación
ticular form ación intelectual d u ran te la esta­ de una nacionalidad o p rim id a, tal com o se
ción italian a lo p rep aró de algún modo p ara en ten d ía la "cuestión n acio n al" en el d iscu r­
el cam bio de p ersp ectiv as que se produce en so de la III Intern acio n al, sino de la incorpo­
su vida poco tiem po después de su regreso al ración dem ocrática de las m asas an tes m ar­
Perú. El descubrim iento del m undo fascinan­ ginadas a un proceso constitutivo de la nacio­
te de las clases subalternas aparece claram en­ nalidad, que debía necesariam ente fu sio n ar­
te evidenciado en su artícu lo de 1924 sobre se con un proyecto socialista.
"E l problem a p rim ario del P erú" dedicado a Amenazado por la Intern acio n al Com unis­
analizar el problem a indígena. Y este descu­ ta, que en la conferencia de Buenos Aires de
brim iento el que señ alará el punto de p a rti­ los p artid o s co m u n istas h ab ía criticado vio­
da de una nacionalización de su discurso y de lentam ente sus posiciones y los presupuestos
u na refundación de su m arxism o, concebido ideológicos y políticos sobre los que se fun­
no ya como una teoría exterior, sino como una daban, aislado de los grupos socialistas que
traducción productiva p ara el propio recono­ en el in terio r del Perú se inclinaban por las
cim iento nacional de la realidad p eru an a y posiciones de la Internacional, obligado a sos­
p a ra el análisis diferenciado de sus procesos. tener u n a am arg a polém ica con los antiguos
La hipótesis leninista de un bloque social com pañeros a p rista s, alineados ah o ra con
construid o sobre la alianza entre la clase Haya de la Torre, cada vez m ás debilitado por
o b re ra y los cam pesinos podía en co n trar en una enferm edad que algunos años antes lo
el Perú una forma de traducción que la hiciese había obligado a la inm ovilidad, M ariátegui
em erger como expresión propia y original de vivió u n a larga agonía que concluyó el 16 de
la realidad. M ariátegui —a diferencia de Haya abril de 1930. Con él se clausuró la breve esta­
de la T orre y del pensam iento de la Ifl In te r­ ción del m arxism o teórico latinoam ericano,
nacional— logró analizar el problem a indíge­ y debió esp erarse m ás de trein ta años para
na desde una perspectiva de clase que to rn a­ que el sacudim iento provocado p o r la revo­
b a posible su introducción en una p ropuesta lución cubana lib e ra ra de su explícito o vela­
socialista y revolucionaria. Y no sim plem en­ do ostracism o la fig u ra excepcional de un
te por el hecho de que com prendió que el pro­ p en sad o r convertido hoy en el punto de refe­
blem a indígena era el problem a de la tie rra rencia obligado de todo pensam iento crítico
y no el de nacionalidades oprim idas, sino por­ y revolucionario.
que operó una transform ación de todo el dis­
curso m arxista oficial que lo condujo a basar V. EL MARXISMO LATINOAMERICANO DESDE l.OS AÑOS
sobre el indio la fuerza social estratégica de TREINTA HASTA LA REVOLUCIÓN CUBANA. Desde la
todo proyecto socialista de transform ación. clau su ra de la tentativa m ariateguiana de
Ilum inando de tal m odo la centralidad del recom posición teórica y política del m arxis­
problem a indígena p a ra una solución socia­ mo, hasta fines de los años cincuenta, el pen­
lista de la transform ación peruana, M ariáte­ sam iento de Marx sufre un singular proceso
gui debió necesariam ente fu n d ar una lectu­ de neutralización. La dilatación creciente de
ra antieconom ista de la clase, destinada a su conocim iento en los m edios intelectuales
tener consecuencias im portantes sobre todo y académicos se produjo a expensas de la
su discurso socialista. capacidad de penetración de sus estru ctu ras
No sólo porque contrastaba radicalm ente con analíticas y metodológicas en el cam po de las
la visión "clasista” del marxism o oficial, sino elaboraciones políticas, operándose una pro­
porque lo diferenciaba del jacobinism o esta­ funda fractu ra en tre cultura y política.
talista de Haya de la Torre. Colocando como En cuanto fenóm eno ideológico el m arxis­
eje teórico y político de su análisis socialista mo acom pañado de sus sucesivas adjetivacio­
un universo que se definía más en. térm ino de nes —prim ero leninismo, pero desde los años
cu ltu ra que en los estrictam ente de clase, un cu aren ta tam bién estalinism o— no era sino
objeto nacional y popular antes que "obrero” , un referente genérico, y por tanto neutro, de
954 MARXISMO LATINOAMERICANO

las propuestas program áticas de los partidos g ra de El capital y de otros escritos fu n d a­


com unistas, en cuanto que fuerzas hegemó- m entales de Marx.
nicas del discurso socialista m arxista. Pero Sin em bargo, esta significativa y aun no
estas prop u estas eran fieles traslaciones a suficientem ente valorada actividad de d ifu ­
contextos diferenciados de las elaboraciones sión del pensam iento de Marx, por im portan­
teóricas y políticas efectuadas por la III In ter­ tes que hayan sido sus efectos en los planos
nacional —hasta su disolución en 1943— y ideológico y cultural, no logró su tu ra r la frac­
por el Partido C om unista de la Unión Sovié­ tu ra entre c u ltu ra m arxista y política socia­
tica. Sin em bargo, es p o r esos años que lista em ergente en E uropa de la d erro ta del
comienza una constante actividad de difusión m ovim iento o brero y de la involución estali-
del pensam iento de Marx y de sus seguidores nista, y agudizada en América desde la con­
más relevantes. Es un hecho conocido, pero dena de M ariátegui. Es asi como se irá p ro ­
aun no estudiado en toda su real envergadu­ duciendo una escisión siem pre m ayor en tre
ra, el papel desem peñado p o r la em igración u n a izquierda socialista en buena p arte m a r­
política europea en un m ayor conocim iento ginada del movimiento obrero y cuya adscrip­
del m arxism o en América Latina. El ascenso ción m arxista es m eram ente ritual, y un cam ­
del fascism o y del nazism o en E uropa, y la po intelectual y académico cada vez más inte­
consiguiente destrucción de áreas im p o rtan ­ resado en estu d iar el m arxism o como estru c­
tísim as de la elaboración teórica m arx ista tu r a de pensam iento y como Corpus teórico
como Alemania, Austria, E uropa central y la cuya significación se m uestra cada vez m ás
propia Italia, obligó a buena p arte de la in te­ relevante en las ciencias sociales contem po­
lectualidad socialista a em igrar finalm ente a ráneas y en la cu ltu ra en general. La p o ten­
América. En algunos casos fueron grupos cialidad teórica y política del m arxism o es así
enteros los que debieron reco n stitu ir su acti­ desm em brada en dos esferas sep arad as y
vidad en am bientes no siem pre favorables prácticam ente incom unicables. Ni los e stu ­
como fueron los de Estados Unidos p a ra la dios sobre las realidades nacionales o conti­
Escuela de F ran cfo rt (Adorno, H orkheim er, nental, hechos desde una perspectiva m arxis­
Pollock, M arcuse, K irchheim er, Lazarsfeld, ta, fundam entan las p ro p u estas p ro g ram á ti­
Grossmann), o p a ra el grupo de consejistas cas de las fuerzas de izquierda, ni tales p ro­
alemanes y holandeses (Mattick, Korsch, Pan- puestas reclam an esos estudios p ara cons­
nekoek); en otros fueron intelectuales aisla­ truirse. El marxismo se bifurca en una ciencia
dos los que in ten taro n co n tin u ar desde la académ ica aparentem ente n e u tra com o las
cátedra universitaria, el periodism o o la acti­ demás y en una ideología legitimadora de pro­
vidad editorial, una difícil labor de difusión gram as de acción construidos con b ase en
del m arxism o y de las corrientes m ás im por­ modelos aceptados a priori.
tantes del pensam iento m oderno, m enciona­ Quizás ningún otro caso como el del pen­
remos casos como los de R. M ondolfo y E. sador m arx ista Aníbal Ponce (1898-1938)
Suda, en Argentina, o. de Kozlik, en México, exprese esta fra c tu ra entre cu ltu ra y po líti­
La m asiva inm igración intelectual y política ca que en la América Latina de los años trein ­
española provocada por la caída de la R epú­ ta a los cincuenta alcanza una m agnitud sig­
blica española, estim uló tam bién poderosa­ nificativa. Discípulo de J. Ingenieros, al que
m ente la expansión de iniciativas editoriales se m antuvo fiel casi h asta el final de sus días,
que com enzaron a-realizar por esos años una Ponce unió a su vasta cu ltu ra h u m an ista un
sistem ática lab o r de publicación de las p rin ­ conocim iento profundo de la p u b licística
cipales obras del m arxism o. Los esfuerzos de m arxista. Como lo p rueba la experiencia de
la E ditorial Europa-A m érica o de la "B iblio­ la revista Dialéctica, publicada en Buenos
teca Carlos M arx”, dirigida por W enceslao Aires en 1936, Ponce m u estra una v ersatili­
Roces para la E ditorial Cénit, de M adrid, fue­ dad so rp ren d en te en los com entarios m argi­
ron proseguidas por editoriales am ericanas nales de los textos m arxistas que por p rim e­
que, com o Fondo de C ultura Económ ica de ra vez hace conocer a sus desinform ados lec­
México y m erced al trab ajo pionero del m is­ tores. Sin em bargo, en sus ensayos socioló­
mo W, Roces, pusieron al alcance de los estu ­ gicos y filosóficos, o aun en las o b ras consa­
diosos latinoam ericanos la traducción ínte­ g rad as a e stu d ia r ciertos aspectos de la vida
MARXISMO LATINOAMERICANO 955

nacional, nunca aparece claram ente puesta de d ro Korn, no olvidando tam poco las te n tati­
m anifiesto la intención de utilizar al m arxis­ vas de aquellos intelectuales que influidos por
mo como una clave in terp retativ a de la socie­ el trotskysmo p reten d iero n analizar la reali­
dad argentina. A diferencia de un pensador dad latinoam ericana a través de una síntesis
com o M ariátegui, Ponce no p areciera in tere­ origina] entre el m arxism o y las ideologías
sarse por en ca rar un análisis sistem ático del dem ocráticas latinoam ericanas. Es p recisa­
desarrollo histórico del estado y de la socie­ m ente en estos últim os grupos donde el té r­
dad argentina. Su m arxism o opera en el p la­ m ino de m. 1. se acuña como referente teóri­
no de la crítica cultural, y en tanto que tal per­ co de lo que dio en llam arse "socialism o
m anece inm odificado, com o un cuerpo te ó ri­ n acional” , o tam bién "izq u ierd a nacional”.
co concluido que no necesi ta medirse con una D entro de una perspectiva m arxista, aun­
realidad histórica co n creta p ara validar su que fuertem ente adherido a las elaboraciones
potencialidad cognoscitiva. Sin em bargo, y fren tistas del VI Congreso de la Com intern y
p a ra hacer ju sticia a un ensayista desapare­ a la d o ctrina "m arx ista-len in ista”, el intelec­
cido trágicam ente en un m om ento de profun­ tual mexicano Vicente L om bardo Toledano
da m utación de su pensam iento, debe reco r­ (1894-1968) intentó form ular u n a propuesta
d arse cómo desde el exilio mexicano al que ideológica, cultural y política desde el propio
lo em pujó a fines de 1936 la reacción conser­ interior de la revolución mexicana. Definién­
vadora argentina, Ponce co rta am arras con dose a sí misino como un "m arxista radical,
el pensam iento de Ingenieros y modifica, no aunque no com unista” , criticó a éstos por su
sabem os h asta qué punto radicalm ente, su falta de preparación ideológica, por su sec­
visión antes negativa de las clases su b alter­ tarism o y por "su olvido de los grandes pro­
nas argentinas. Poco tiempo antes de su m uer­ blem as nacionales y el estudio de la concre­
te, en los trabajos sobre "La cuestión indíge­ ta recuperación de los derechos de la clase
n a y la cuestión nacional", da fe de su volun­ tra b a ja d o ra ”. L om bardo Toledano presentó
tad de encarar una perspectiva de análisis que a su p ro p u esta p rogram ática com o el resu l­
im plicaba necesariam ente una ru p tura con su tado de la aplicación de una nunca cuestio­
pensam iento anterior. n a d a v e rd a d u n iv e rs a l del m arxism o-
El caso de Ponce es paradigm ático de la ten­ leninismo al análisis y la construcción de una
dencia del m. 1. a convertirse en un saber neu­ perspectiva radical y de izquierda de la revo­
tro, por lo menos en el plano de la acción polí­ lución mexicana, b asad a en la fortaleza ideo­
tica, y cuya gravitación es preciso ra stre a rla lógica, social y política del m ovim iento obre­
en los efectos que indudablem ente produjo en ro organizado. Su visión del pensam iento de
los medios culturales e intelectuales. Su pene­ Marx, leído en clave “ m arxista-leninista”,
tración en el m undo académ ico lo convierte estaba absolutam ente fijada en torno a la
en una dim ensión insuprim ible del pensa­ experiencia cardenista y al papel excepcional
m iento contem poráneo, destinado luego a que le tocó desem peñar como dirigente máxi­
fijar una im pronta significativa en las cien­ mo de la C onfederación de T rabajores de
cias sociales latinoam ericanas. Pero el hecho México ( c t m ). En tal sentido, sus concepcio­
es que durante todo este periodo el m arxis­ nes se aproxim an de m anera significativa a
mo ha perdido en la utilización que de él hace las elaboraciones hechas por los soviéticos
el movimiento com unista toda la originalidad desde el XX C ongreso del pc u s sobre la
que evidenció ten er en los años veinte, cu an ­ "dem ocracia nacional" como form a de tra n ­
do se desató la polémica entre apristas y m a r­ sición al socialism o en los países dependien­
xistas. S erá preciso b u sc a r fuera de los m a r­ tes y coloniales. Pero es útil recordar que tales
cos estrechos del "m arxism o soviético’’ formulaciones constituyeron el núcleo mismo
—aceptando la designación de M arcuse— los de las ideas ex p resad as en los años veinte y
intentos de ap licar un in stru m en tal m arx is­ trein ta por H aya de la Torre y el aprism o.
ta renovado p ara el análisis de realidades Consolidado el bloque de poder que aun hoy
reconocidas com o anóm alas. Y en tal se n ti­ dirige el proceso mexicano, y m arginado
do, deben m encionarse los trabajos de e stu ­ totalm ente de la cen tral sindical que había
diosos como Sergio Bagú, Oscar Waiss, Julio contribuido a form ar. Lombardo Toledano se
C ésar Jobet, o las reflexiones de un Alejan­ trasform ó en un mero portavoz de las corrien­
956 MARXISMO LATINOAMERICANO

tes de izquierda interio res al eslablishm ent turación del cam po de la izquierda latin o a­
y su marxismo, en una pedestre ideología legi- m ericana —excepto los partidos com unistas,
lim izadora. que en general m antendrán inmodificadas sus
tradiciones teóricas, aunque a co sta de frac­
VI. EL MARXISMO LATINOAMERICANO A PARTIR DE LA tu ras internas y desprendim ientos de sus
r e v o l u c ió n c u b a n a . El triunfo de la revolución corrientes más renovadoras— ya no se reco­
castrista en Cuba in au g u ra una nueva esta­ nocerán en las viejas tradiciones de la II y la
ción del m. !., caracterizad a por una extrem a III Internacional y tratarán de establecer nue­
variedad de posiciones y de perspectivas aje­ vas form as de recom posición en tre la teo ría
nas en su m ayoría a las clásicas delim itacio­ m arxista y las configuraciones inéditas de la
nes de tendencias establecidas p o r la expe­ política. El marxismo dejará así de p resen tar­
riencia de la II y de la III Internacional. Su se como una e stru ctu ra de pensam iento y un
ex trao rd in aria capacidad expansiva en la Corpus teórico unívoco p ara convertirse en lo
joven intelligentsia radicalizada —provenien­ que B raudel llam a "un pueblo de m odelos”,
te de sectores que como los católicos o los de una diversidad de perspectivas girando en
partidos políticos tradicionales no había mos­ torno al denom inador común de una perspec­
trado antes excesiva proclividad al discurso tiva de transform ación social.
m arxista— abre un inmenso cam po de acción A p artir de una situación sem ejante deja de
para las ideas de Marx, que son ah o ra recu­ ten er sentido p lan tearse la p reg u n ta de la
peradas en claves esencialm ente voluntaris- existencia o no de un m arxism o latinoam eri­
t:as. Vuelven así a aflorar los tem as del hum a­ cano, porque es hoy una convicción g enerali­
nismo m arxiano, de su ética revolucionaria, zada que la posibilidad de la reconstrucción
de la función del m ito en la construcción de de su h isto ria en n u estro continente sólo se
una voluntad nacional, del hom bre como pro­ torna factible si la atención está puesta en sus
ductor de la historia, que recorren el joven áreas nacionales y no globales de expansión.
Marx y que reap arecen siem pre en los M otivada históricam ente por la necesidad de
mom entos de accesos revolucionarios. El probar sus condiciones de validez en un terre­
ejemplo cubano, la imposibilidad de reducirlo no ajeno y diverso de aquél en que se co n sti­
a los modelos clásicos, su profunda hetero­ tuyó, no es necesario ya p lan tearse esa p re ­
doxia teórica, su adopción del m arxism o gunta porque la disgregación de sus centros
como orientación ideológica pero a través de constitutivos reintegra el marxismo a su cam­
una lectura que enfatizaba sus supuestos o po real de validación, cual es el de la recons­
reales elem entos de continuidad con la tra ­ trucción de las conexiones existentes entre el
dición m artiana, posibilitaba una ru p tu ra con proceso de elaboración de la teoría y los p ro ­
el determ inism o cientificista al que había sido cesos reales de constitución de una fuerza
reducido el pensam iento de Marx en los años social y de una voluntad tran sfo rm ad o ra.
del reflujo o b rero europeo. Se liberan así las Pues en últim a instancia, y p arafrasean d o a
potencialidades criticas y revolucionarias de Marx, ¿en qué o tra cosa que en su "devenir
una teoría que requiere p ara su recom posi­ m undo” consiste la "realización de la filoso­
ción de una nueva su tu ra entre cu ltu ra y polí­ fía ” y por tanto del m arxism o?
tica. Desde una perspectiva política, los escri­
tos fundam entales a través de los cuales la b ib l io g r a f ía : Luis E. Aguilar, Marxism in Latín
revolución cubana p retende co n stitu irse en America, Nueva York, Knopf, 1968; Jorge Ama­
un cuerpo de doctrina, y que h ará em erger do, Vida de Luis Carlos Prestes, Buenos Aires,
al castrism o (v.) como una corriente nueva en Claridad, 1942; José Aricó (comp.), Mariátegui y
el in terio r del m arxism o, se co n stitu irán en los orígenes del marxismo latinoamericano,
adelante en los ejes vertebradores de un deba- México, Cuadernos de Pasado y Presente 60,
•<=míe c o rro erá las elaboraciones teóricas y 1978; José Aricó, Marx y América Latina, Lima,
icas de la izquierda tradicional. Y a par- CEDEP, 1980; II marxismo latinoamericano negli
2 este debate h ab rá de p ro d u cirse una anni delta III Internazionale, en Storia del mar­
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lidad peruana, Lima, Amauta, 1928; Obra políti­ todo p o r el pro g ram a de p artid o que, elabo­
ca, México, Era, 1976; Obras completas, 20 vols., rado p o r K autsky después de las críticas y
Lima, Amauta, 1964-1969; (et al), La polémica del sugerencias de Engels, constituyó una espe­
indigenismo, Lima, Mosca Azul, 1976; Ricardo cie de m odelo p ara to d a el ala m arxista de la
Martínez de la Torre, Apuntes para una interpre­ socialdemocracia internacional, al menos h as­
tación marxista de historia social de Perú, 4 vols., ta 1914. El conflicto entre K autsky y Bern-
Lima, 1948; K. Marx y F. Engels, Materiales para stein no había estallado todavía y el p ro g ra­
ia historia de América Latina, México, Cuader­ ma se situó en una línea de coexistencia b a s­
nos de Pasado y Presente 30, 1972; Julio Anto­ tante ágil entre los dos focos del dilema socia­
nio Mella, Escritos revolucionarios, México, Siglo lista {las llam adas dos almas) que llegarán a
XXI, 1978; Robert Millón, Vicente Lombardo escindirse después de la discusión sobre el
Toledano. Biografía intelectual de un marxista revisionismo. La plataform a teórica de E rfurt
mexicano, México, Universidad Obrera VLT, preveía como pro g ram a máximo (de aquí el
1976; Richard Morse, La cultura política iberoa­ térm ino m.) un objetivo final que era la p ro ­
mericana, en De historia e historiadores (volumen piedad social de los medios de producción y
de homenaje a José Luis Romero), México, Siglo de cambio, pero consideraba tam bién la nece­
XXI, 1982; Luis Pan, Justo y Marx, Buenos Aires, sidad de lu ch ar p o r la realización de un p ro ­
958 M A X IM A L IS M O

gram a mínimo, esencialm ente político-adm i­ medios respecto al fin, y en esto se distinguía
nistrativo y legislativo, concretado en prim er de todos los program as m eram ente reform is­
lugar en el sufragio universal m asculino y tas y de todo o tro modelo, cristiano o b u r­
femenino, en el escrutinio secreto, en el sis­ gués, de filantropía social. A p a rtir de estas
tem a proporcional, en el uso de la legislación bases (dentro del p s i ) tuvieron lu g ar d u ran te
directa (referéndum), en la descentralización m uchos años largas polémicas (atizadas por
adm inistrativa y en form as de autogobierno la actitud de G iolitti respecto a la estrategia
regional y provincial. El program a mínimo social-reformista) que dividieron al partido en
preveía adem ás una legislación social articu ­ diversas corrientes: reform istas, revoluciona­
lada para proteger el trabajo, la jornada labo­ rios, cen tristas u n itarios ("interm edios” y
ral de ocho horas, la supresión del trabajo de "m ediadores”), intransigentes, sindicalistas
los niños, la creación de órganos de inspec­ revolucionarios. El problem a central de la
ción p ara co n tro lar las condiciones higiéni- discusión política era siem pre el valor que
co-sanitarias de trabajo, la participación de debía atribuirse a las luchas obreras interm e­
los trabajadores en la adm inistración de la dias (el "trad eu n io n ism o ”) y a las reform as
em presa. El pro g ram a máximo era el fin de políticas dem ocráticas: los g rad u alistas se
la acción socialista (en E rfu rt se evitó cuida­ concentraban alred ed o r del p ro g ram a m íni­
dosam ente decir si era o no necesaria la vio­ mo p a ra llevar a cabo reform as posibles en
lencia para alcanzarlo) y las reformas eran los un m om ento concreto e inm ediato de la
contenidos concretos de la lucha obrera socia­ acción socialista (con las consiguientes alian­
lista y al m ism o tiem po las etapas in term e­ zas y "bloques” con los grupos dem ocráticos
dias en dirección de la m eta socialista. Inevi­ y republicanos), m ientras que los intransigen­
tablem ente, la coexistencia entre los dos pro­ tes (los fu tu ro s "m axim alistas") ten d ían a
gram as dejó de ser pacífica a la larga. El cen­ in frav alo rar este m om ento y a considerarlo,
tro ortodoxo kautskiano logró, por su propia m ás que una conquista en sí mismo, un tra m ­
autoridad , im poner la com parecencia de las polín de lanzam iento hacia la com pleta rea­
dos tendencias en los años posteriores, pero lización revolucionaria del program a m áxi­
muy pronto B ernstein y la tendencia revisio­ mo. La escisión de los sindicalistas revolucio­
nista sostuvieron que el fin no era nada y el narios en 1907 y el llam ado largo m inisterio
movimiento lo era todo, recalcando la concre­ Giolitti favorecieron de momento a los refo r­
ción p ráctica del program a m ínim o y las m istas m inim alistas, pero muy p ro n to Mus-
reform as consiguientes. La izquierda revolu­ solini tomó las riendas del p artid o y logró en
cionaria ponía el acento sobre todo en la 1912 hacer expulsar a Bonomi, B issolati y
im portancia de no p erd er nunca de vista los Cabrini (minimalistas declarados y explícitos)
fines últim os: esta corriente retom ó fuerza con ocasión de la guerra de Libia. Después los
con la caída de la Segunda Internacional y con acontecim ientos se suceden con gran rapidez:
la guerra m undial, y tanto fue así que en 1918 estalla la guerra, M ussolini es expulsado y la
Rosa Luxem burg, retom ando el lenguaje de co rrien te favorable a la realización inm edia­
las viejas polém icas, sostenía que el socialis­ ta del pro g ram a m áxim o (reforzada p o r el
mo era el m ínim o a realizar. derrum be nacionalchauvinista de la socialde-
Tam bién en Italia la discusión se desplazó m ocracia internacional) pasa a ser am plia­
muy pronto al m ism o terreno y en el congre­ m ente m ayoritaria. La revolución ru sa y el
so de P arm a del-psi (1895) se decidió enco­ conocimiento, todavía imperfecto, de los pro­
m endar a una oficina ejecutiva cen tral la gram as del bolchevism o' in tem ac io n alista y
tarea de elaborar los proyectos de los progra­ revolucionario reforzaron todavía m ás esta
m as mínim os, de n atu raleza esencialm ente corriente, que em pezará a llam arse a b ie rta ­
política y adm inistrativa. A rturo Labriola ela­ m ente "m ax im alista” en el congreso de Bolo­
boró un esquem a calcando el de E rfu rt, pero nia de 1919.
fue criticado. La cuestión, presente en todos Desde aquel m om ento em pezó a u sarse
los congresos socialistas, se retom ó con am pliam ente el térm in o m. en Italia, aunque
am plitud en el congreso de Roma de 1900, m ás bien en un sentido negativo. Ya fuera la
donde se precisó que el program a m ínim o era derecha g rad u alista del p artid o socialista
respecto al p ro g ram a máximo com o los (Turati, Treves, Modigliani), ya la izquierda
MERCANTILISMO 959

com unista (]a fracción com unista abstencio­ sólo fragm entaria, o viceversa, presentar una
nista de Bordiga y el grupo turinés "ordino- aproxim ación sintética que no peque de gené­
vista" de Tasca y Gramsci) difundieron la ima­ rica o de deficiente perspectiva. P or lo tanto,
gen, no del todo injustificada, pero ciertam en­ cualquier definición o reconstrucción h istó ­
te excesiva, de un quiste ce n trista incapaz y rica será insatisfactoria. P o r una p arte corre­
enam orado de la "frase e sc a rla ta ” . En 1921 ríam os el riesgo de asentarnos sobre una tau ­
se produjo en Livorno una escisión del p s i , tología trivial ("el m. com prende las políticas
que separó del viejo tronco la izquierda comu­ económ icas de los siglos xvi y xvn”), y p o r la
nista y filobolchevique, adherente a la nueva o tra llegaríamos a distinciones quizás válidas
Internacional. En 1922 los reform istas ("uni­ en un determ inado te rrito rio o en cierto
tarios”) se separaron de los maximalistas, que periodo, pero arb itrarias e insatisfactorias en
se quedaron solos y fueron incapaces de cuanto a una valoración de conjunto. E ntre
to m ar una posición clara (en el periodo d ra ­ "el m. fue to d o ” y "el m. no existió”, la inves­
mático del advenimiento del fascismo) respec­ tigación acerca de las características com u­
to del socialism o o del com unism o. Fuera de nes de las teorías de política económica de los
Italia el área político-ideológica correspon­ siglos xvi y xvn puede ap o rtar algún fruto, al
diente al m. dejó de ex istir bien pronto, en m enos en cuanto a las finalidades didácticas
cuanto el com unism o y la socialdem ocracia de una o b ra de apoyo al lenguaje político
se integ raro n en cam pos ideológicos y en corriente, el cual peca de m uchas am bigüe­
alianzas internacionales netam ente distintas. dades y sim plificaciones. Pero la aportación
Sin em bargo, el térm ino siguió usándose en más útil p ara una com prensión del m. la pode­
Italia, donde el p s i m antuvo después de la mos encontrar en el conocimiento de los hom­
g u erra un pacto de unidad de acción con el bres, cuya obra fue considerada después
peí, resultando al mismo tiem po más eferves­ com o una u nidad h istórica El m., a diferen­
cente que los com unistas en cuanto a reivin­ cia de la f i s i o c r a c i a (v.), no nació como escue­
dicaciones político-sociales y subalterno res­ la. Fue m ás bien el efecto de contraposicio­
pecto a la política stalinista. Se volvió a nes polémicas entre otras escuelas (entre ellas
h ab lar de m. en 1964, en ocasión de ¡a form a­ la fisiocracia) y otros econom istas (empezan­
ción del p s iu p por obra de los socialistas hos­ do con Adam Sm ith, a quien se debe el p ri­
tiles a la coalición de centro-izquierda. m er intento de reconstrucción histórica en
Hoy el térm ino parece hab er perdido sus The wealíh of nations, 1776, 1, iv, cap. 8).
prim itivas raíces h istó ricas y se ha converti­
do en un sim ple sinónim o de intransigencia ii. o b j e t i v o s . Más que u n a definición, la com ­
ideológica y de rigidez en la lucha política de prensión del m. la podem os en co n trar en la
la izquierda, conservando la connotación determ inación de los objetivos com unes en el
negativa dirigida a denunciar una acción polí­ pensam iento y la acción de los m ercantilis-
tica carente de resu ltad o s concretos y p u ra ­ tas: objetivos muy generales, de máxima, váli­
m ente dem ostrativa. dos p ara los siglos xvi y xvn, tan to en Italia
como en Alemania, Francia, E spaña o Ingla­
( b r u n o b o n g ío v a n n i ] terra, m ás allá de las b a rre ra s políticas, cul­
turales y religiosas.
El objetivo m ás general en cuanto a propó­
sitos, y el más generalizado en cuanto a difu­
m e r c a n tilis m o sión geográfica, consiste en la superación de
un supuesto de Maquiavelo: no sólo no es
i. d e f in ic ió n . A una línea de pensam iento y de necesario para la prosperidad del estado que
acción que se va abriendo camino durante dos éste sea rico y los súbditos pobres, sino que
siglos (xvi y xvn), integrando política y eco­ es precisam ente la riqueza de los súbditos lo
nom ía en la teoría y en la práctica, no se le que hace rico y poderoso al estado. He aquí
puede pedir unidad ni plena coherencia en su pues unidas dos instancias que se abren cam i­
desarrollo; tam poco es posible, p ara quien no con fuerza en los albores de la edad m oder­
intente investigar dicho proceso, p resen tar na, en un intento de síntesis que m ás tarde
una aproxim ación om nicom prensiva, sino nos parecerá aberrante: la afirmación, al m is­
960 MERCANTILISMO

mo tiempo, del absolutism o estatal y de la m etálico y alteración de los sistem as m one­


em presa privada. Dos instancias cuya conflic- tarios; agresividad de los estados nacionales;
tividad se veía atenuada p o r una serie de cir­ aum ento incesante del gasto público; tenden­
cunstancias históricas determ inantes: en pri­ cias planificadoras en el terreno económico
m er lugar, la necesidad de com petir m ilitar (por ejem plo el colbertism o en Francia).
y económ icam ente con las otras potencias. La
prim era necesidad suponía un estado au to ri­ En Italia, Alemania, F ran­
i i i . m e r c a n t il is t a s .
tario, la segunda una e s tru c tu ra com ercial cia, España, Inglaterra: en todas partes, en los
que sería tanto m ás audaz cuanto m ejor pro­ estantes de la biblioteca económ ica de los
tegida; u n a y o tra estrecham ente interdepen­ siglos xvi y xvn, el p rim er objetivo d eclara­
dientes. Poder al estado p ara defender el do es la defensa del estado. Los escrito res de
com ercio con las arm as y con las b arreras cuestiones económicas parecen unirse al coro
aduanales; m ercaderes enriquecidos con la de los que sostienen el absolutism o político.
exportación de productos m anufacturados, lo Pero en realidad no es así. Observando m ejor
cual provoca la acum ulación de m etales pre­ dicho fenómeno, el estado no se considera un
ciosos de im portación y el m antenim iento en fin sino un medio: el valor suprem o es la
te rrito rio nacional de la producción de ali­ riqueza, la prosperidad. Ésta estará cada vez
m entos. menos vinculada a una entidad ab stra c ta y
El internacionalism o que perm eó la filoso­ cada vez m ás a una clase social: en el caso que
fía y la práctica política de la edad media cede estudiam os históricam ente, la de los m erca­
a la voluntad de poder, y entre los instrum en­ deres.
tos de la nueva visión del estado nacional sur­ Una opción que responde a las exigencias
ge y tom a cada vez m ayor fuerza la política del lenguaje político contem poráneo nos lle­
económ ica. Un m ercad er será escuchado lo va a ejem plificar la difusión de las teorías
mismo que un general, por lo que n acerá una m ercan tilistas a través de au tores rep resen ­
nueva figu ra de consejero político: el econo­ tativos de las diversas realidades nacionales,
m ista. Se afirm a explícitam ente el principio lim itándonos a los aspectos político-sociales.
utilitarista, casi sin tapujos: tom a vuelo, ideal John Hales (P-1571), uno de los prim eros
y m aterialm ente, el esp íritu b u rg u és y capi­ m ercan tilistas ingleses, debe ser citado por
talista. encim a de W illiam Petty, Thom as M un y
P rofundizando en los objetivos del m. lle­ Josiah Child p o r la clarid ad con la que afir­
gamos a v islu m b rar un m odelo teórico p rác­ ma la n atu raleza económ ica, antes que polí­
tico, con el que se puede reconstruir una espe­ tica y religiosa, del vínculo que une a los hom­
cie de aventura paralela del pensam iento eco­ bres, detectando una so lidaridad de los inte­
nómico y de la h isto ria económica, que se reses económ icos m ás allá de la relación so­
extenderá a lo largo de dos siglos. Reconstruc­ berano-m ercader: “todo m ercad er —escri­
ción difícil, dados los num erosos p untos de b e— es m iem bro de la república (com m on
vista que se han de ten er presentes co n stan ­ weal) y todo oficio lucrativo p ara uno puede
tem ente p a ra no perderse, como advierte ju s­ serlo p a ra quien quiera ejercerlo del mismo
tam ente Aldo De M addalena (1980), en el déda­ modo; lo que da beneficio a uno, lo d a rá ta m ­
lo de los escritos m ercantilistas: form ación bién a quien está cerca de él, y por consiguien­
y consolidación del estado u n itario nacional; te, a to d o s” (A discourse o f the com m on weal
ocaso definitivo de las aspiraciones de un o f this realm of England, publicado en 1581,
poder supranacional; supervivencia de idea­ pero escrito alred ed o r de 1549 y am pliam en­
les e instituciones de naturaleza p articu laris­ te difundido en form a m anuscrita).
ta; ru p tu ra del m onolitism o religioso y ecle­ Antoine de M ontchrestien (1576-1621), el
siástico; plena victoria del capitalism o comer­ p rim ero que escribe un Traite d ’économ ie
cial; descubrim ientos geográficos y ap ertu ra politique (1615), pone en evidencia la nueva
de nuevos m ercados de com pra y venta; des m oral bu rg u esa y cap italista de una m anera
plazam iento de las corrientes de tráfico inter­ clara y sintética, cuando escribe p o r ejemplo,
nacionales; consolidación de políticas y que "la felicidad de los hom bres consiste prin­
estru c tu ra s m onopolistas e im perialistas; cipalm ente en la riqueza, y la riqueza en el
introducción de gran can tid ad de circulante tra b a jo ” .
MERITOCRACIA 961

Antonio Serra (1550-1560 - 1620-1625) es, ese m odo la pro g resiv a extinción del p rin ci­
según la interpretación de Schum peter, en su pio de la ascription (según el cual las posicio­
Historia del análisis económico, el clarividen­ nes sociales son atribuidas p o r privilegio de
te p recu rso r de los m o dernos análisis de la nacimiento), su stitu id o por el principio del
relación entre estru c tu ra s económ icas y achievem enl (por el cual tales posiciones
balanza com ercial, a trav és de la superación sociales son p o r el co n trario adquiridas g ra­
de las teorías m o n etaristas im perantes (los cias a las capacidades individuales): la m. se
fenómenos m onetarios, sustancialm ente, son p resenta justam ente como u n a sociedad don­
considerados como consecuencias m ás que de rige plenam ente el segundo principio. Ade­
como causas; tienen un valor sintom ático más más la m. se rem ite al ideal de la igualdad de
que una im portancia propia). posibilidades, que estaban ya presente en el
En la ó rbita del m. g iran tam bién dos auto­ artícu lo 6 de la Declaración de los derechos
res cuyos nom bres e stá n vinculados todavía del hom bre y del ciudadano de 1789, según
hoy a las citadísim as "leyes” económicas: la cual los ciudadanos "son igualm ente adm i­
Thomas G resham (la m oneda m ala desplaza sibles a todas las dignidades, puestos y
a la buena) y Gregory King (el precio global em pleos públicos, según su capacidad y sin
de la cosecha de trigo en un país europeo dis­ o tra distinción que aquella de su v irtu d y de
m inuye cuando la cantidad de trigo p ro d u ci­ su ingenio”. Este principio, indiscutible en el
do aumenta). plano form al, en la realidad social resu lta de
difícil aplicación, ta n to que la igualdad de
P.W. Buck, The politics of mercan-
b ib l io g r a f ía : oportunidades es co n sid erad a por algunos
tilism, Nueva York, Octagon, 1942; A. De Mad- sociólogos (B ourdieu y Passeron) nada m ás
dalena, II mercantilismo, en Storia delle idee poli- que una ideología, a p ta para ju stificar la p e r­
tiche, economiche e sociali, dirigida por L. Fir- m anencia de las desigualdades, haciéndolas
po, Turín, u t e t , 1980, vol. iv, pp. 637-704; P. aceptables a todos. En efecto, según estos
Deyon, Los orígenes de la Europa moderna: el autores el sistem a educativo, al que le corres­
mercantilismo, Barcelona, Península, 1972; E.F. ponde sancionar las capacidades de cada uno,
Heckscher, II mercantilismo (1931), Turín, u t e t , funciona en realid ad como mecanism o de
1936; J.W. Horrocks, A short hisiory of mercan- reproducción de la estratificación existente
tilism, Londres, Methuen, 1942; J.A. Schumpe­ a causa de los inelim inables condicionam ien­
ter, Historia del análisis económico (1966), Méxi­ tos sociales del logro escolar; en o tra s p a la ­
co, Fondo de Cultura Económica, 1971. bras, ¡a selección escolar m erito crática sería
im posible de realizar, y la función del siste­
[ALDO MAFFEY] ma de enseñanza sería justam ente la de hacer
ap arecer n atu rales capacidades diversifica­
das que, por el contrario, derivan de las dife­
renciaciones sociales prexistentes.
meritocracial.
II. EL ADVENIMIENTO DE LA MERITOCRACIA. M ichael
l. d e f in ic io n e s . Por m. se entiende, en térm inos Young, con un ensayo reciente que propone
generales, el poder de la inteligencia, que en en u n a clave satírica la utopía sociológica del
las sociedades industriales estaría sustituyen­ advenim iento de una m., ha contribuido n ota­
do a aquel que tiene su origen en el nacim ien­ blem ente a d ifu n d ir el uso de este térm ino.
to en la riqueza en v irtu d de la función cu m ­ En esta obra se describe la Inglaterra del 2033
plida por la escuela. Según este planteo los como una sociedad perfectam ente d irigida a
m éritos de los individuos, expresados p rin ci­ la m axim ilización de la eficiencia p ro d u cti­
palm ente por las capacidades intelectivas, va a través del em pleo completo de los recu r­
que son sancionadas p o r el sistem a escolar sos intelectivos de la población oportunam en­
a través de diplom as y títulos, constitu iría la te valorizados por la escuela. Young im agina
base indispensable, aunque no siem pre sufi­ que la aceptación generalizada del principio
ciente, del poder de las nuevas clases dirigen­ del m érito puede llevar a la constitución de
tes, obligando tam bién a los tradicionales g ru ­ una clase dirigente de hom bres perfectam en­
pos dom inantes a adecuarse. Se p o stu la de te seleccionados, los cuales, después de num e­
962 MILITARISMO

rosos y cuidadosos tests de inteligencia, te, referiéndose explícitamente a la m., ha dis­


logran acceder a los m ás altos grados de la cutido el valor de la actual "revolución en el
instrucción asum iendo después todos los c a r­ cam po de la in stru cció n ” , la cual co n stitu i­
gos directivos. En base a criterios científicos rla casi una síntesis de las precedentes revo­
los inteligentes son separados de los otros, luciones; in d u strial y dem ocrática. En efec­
dando vida a dos clases diferentes, aunque de to, igualdad de oportunidades e igualdad polí­
un nuevo tipo y con una movilidad generacio­ tica de los ciudadanos, la prim era ideológica
nal com pleta. El que es de la clase superior, y utópica la segunda, en co n trarían a través
con cociente intelectual elevado, tiene d e re ­ de la m ediación del sistem a educativo una
cho a una buena instrucción y a notables p r i­ m ayor posibilidad de realización; sin e m b a r­
vilegios económ icos y sociales; la clase infe­ go, las desigualdades subsistirían, aunque
rior recibe una instrucción elemental que, con menos arb itra ria s.
motivo de la extensión de la autom atización, Las posiciones favorables a la m. están vin­
no le e sta rá perm itido ni siquiera el trab ajo culadas a un igualitarism o form al que au g u ­
obrero y, por lo tanto, estarán relegados al ra el reconocim iento de los m éritos de cada
trabajo dom éstico en las casas de los super- uno, m ientras que m uchas de las posiciones
dotados. El problem a de la igualdad y de la co n trarias se basan en un igualitarism o nive­
instrucción se plantea de m anera h u m o rísti­ lador que pretende negar las diferencias entre
ca: El e rro r co n sistiría ju stam en te en hab er los individuos. D iferente es la posición sobre
considerado fundam ental la igualdad de las el problem a que puede ex traerse del an álisis
posibilidades, la cual en el m undo actual, m arxiano. Marx, en efecto, en la Crítica del
dom inado por los valores de eficiencia p ro ­ programa de Gotha, afirm a la necesidad, para
ductiva de la industria, lleva inevitablem en­ la sociedad com unista del futuro, de conside­
te a una desigualdad cada vez m ayor. En el ra r la diferencia individual no desde la p e rs­
libro se critica la lim itación de la escala de pectiva del reconocim iento diferencia! de los
valores de la m,, augurando una sociedad sin m éritos sino en la atribución "a cada uno
clases, es decir aquella que "ten d rá en sí y según sus necesidades” . Por lo tanto las dife­
actuará según una pluralidad de valores. Por­ rencias n atu rales son aceptadas pero se
que si nosotros valorásem os las p ersonas no rechaza la sanción social de las m ism as: se
sólo por su inteligencia y cultura, por su ocu­ trata de reconocerlas p ara im pedir que "desi­
pación y su poder, sino tam bién por su bon­ guales capacidades individuales, y por lo ta n ­
dad y su coraje, p o r su. fantasía y sensibili­ to capacidades de rendim iento” , se tra n sfo r­
dad, por su am or y generosidad, las clases no men en privilegios. Respecto de la m. este aná­
podrían existir m á s” (Young, p. 174). lisis se coloca en una alternativa radical, opo­
El ideal de la igualdad perm anece válido y niendo dos tipos de reconocim iento social: el
se debe ob ten er a través de una instrucción de los m éritos y el de las necesidades, n eta­
capaz de d a r a todos una buena form ación de m ente antitéticos.
base traslad an d o m ucho más adelante toda
diferenciación funcional de los estudios. La BIBLIOGRAFIA: T. Parsons, El sistema social (1971),
actitud m erito crática rep resen tad a p o r el Madrid, Revista de Occidente, 1976; D. Riesman,
contrario lo opuesto de la igualdad y de la Remarks on meritocracy, en Toward the year
democracia, aunque a prim era vista esto pue­ 2000: Work in progress. a cargo de D. Bell (1967),
de no aparecer claram en te en cuanto puede Milán, Bompiani, 1969; M. Young. El triunfo de
parecer ju sta u n a selección basada sobre la la meritocracia (1958), Madrid, Tecnos, 1964.
valoración científica de la inteligencia y de los
esfuerzos de cada uno; pero el resultado será [ l o r e n z o riSCHER]
sólo una m asa pasiva cada vez m ás separada
de la élite intelectual. I.

III. VALORACIONES CRÍTICAS DE LA MERITOCRACIA.


m ilita r is m o
Frente a las valoraciones críticas como la de
Young se p resen tan juicios positivos, como 1. ORIGEN DEL CONCEPTO Y DEL FENÓMENO, El m .
por ejem plo el de Parsons, que recientem en­ constituye un vasto conjunto de costum bres,
MILITARISMO 963

intereses, acciones y pensam ientos asociados el ejercicio del poder im perial. Este fenóm e­
con ¡a utilización de las arm as y con la gue­ no, denom inado pretorianismo, constituye un
rra y que sin em bargo trascienden los o b jeti­ ejemplo ilum inante de m. ante litteram. Pero
vos puram ente m ilitares. La naturaleza del m. el p retorianism o era u n a especie de m. in ter­
es tal que puede incluso llegar a obstaculizar m itente que, caren te de las bases e s tru c tu ra ­
e im pedir la obtención de los objetivos m ili­ les necesarias p ara p lasm ar la sociedad, te r­
tares. Se asigna lines ilimitados; tiende a per- m inaba siendo sólo el sucedáneo de procedi­
m ear de sí toda la sociedad, a im p reg n ar la m ientos constitucionales p ara el traspaso del
in d u stria v el arte, a d ar la prem inencia a las poder. Se puede afirm ar p o r lo tan to con
fuerzas arm ad as sobre el gobierno; rechaza seguridad que el peligro del m. se presenta
la cientificidad de toda elección y de su racio­ con la form ación de los ejércitos perm anen­
nalidad y osten ta características de casta y tes, con la conscripción masiva. Como el fenó­
de culto, de autoridad y de fe. Si el modo mili­ meno no se había p resen tad o precisam ente
ta r de actu ar consiste en la concentración de en la Roma republicana, cuando el m ando de
hom bres y de recursos con el fin de conseguir los ejércitos se confiaba a m ag istratu ras
objetivos específicos con el mínim o dispen­ ex trao rd in arias bajo el control del senado, a
dio de tiem po y de energías, de sangre y de civiles que deseaban re to rn a r a su trabajo
dinero y m ediante la aplicación de las técni­ habitual (Cincinato es el ejem plo m ás lum i­
cas más racionales, entonces el m. es una noso de esta tradición), el fenómeno no se
degeneración del m odo m ilitar de actu ar m anifesta h asta que no surge la necesidad de
(Vagts 1937, 11). las sociedades occidentales de re c u rrir a los
La expresión m. se usó relativam ente ta r­ especialistas de la violencia, de la guerra.
de respecto de la aparición de las prim eras Et m. no tenía derecho de ciudadanía en el
form as del fenómeno y por p rim era vez en periodo feudal cuando a las levées en masse
F rancia, bajo el Segundo Im perio, por los para las g u erras seguían después las disolu­
republicanos y por los socialistas para denun­ ciones de los ejércitos, una vez concluida la
c ia r el régimen de Napoleón III. El térm ino expedición, y el reto rn o de los soldados a sus
se difundió rápidam ente en Ing laterra y Ale­ casas y a sus trabajos: en este periodo no
m ania p ara indicar la predom inancia de los había ejércitos permanentes sino ‘‘guerreros’’
m ilitares sobre los civiles, la creciente pene­ perm anentes, esto es los señores feudales. El
tración de ios intereses de carácter m ilitar en prim er núcleo de aquello que habría sido un
el tejido social y su am plia aceptación, el ejército perm anente se form ó en Francia,
em pleo de recursos extraídos con sacrificio paradójicam ente com o consecuencia de la
por la población y con perjuicio de la cu ltu ­ necesidad de disolver el ejército que había
ra y del b ien estar y la disipación de las en er­ tom ado p arte en la gu erra de los cien años.
gías de la nación en las fuerzas arm adas. M. Con e! fin de defenderse de todos aquellos que
ha term inado por significar, concretam ente, no habían tenido o tro trabajo sino el de las
control de los m ilitares sobre los civiles, sis­ armas y, si era posible, liquidarlos, Carlos VII
tem ática victoria de las instancias de los p ri­ decidió to m ar a su servicio en forma p erm a­
m eros. Lo co n trario de m. es por lo tanto nente un grupo de g u errero s. La revocación
poder de los civiles y no pacifismo (v.). Lo con­ de esta ordenanza p o r p arte de su hijo Luis
tra rio de pacifism o, am or por la paz, es en XI suscitó las críticas de Maquiavelo que, sin
efecto belicosidad, am o r por la guerra. embargo, parece hab er confundido las arm as
Si m. es el control ejercido por los m ilita­ m ercenarias con el sistem a de los caudillos.
res sobre los civiles, el mismo nace en una A esto se agrega el hecho de que M aquiavelo
época m uy a n terio r al siglo xix, en efecto, se no com prendió plenam ente la im portancia de
presenta por p rim era vez. en el últim o p erio­ un ejército de profesionales dependientes del
do del im perio rom ano, cuando tanto las m onarca en la creación del estado nacional
guarniciones in staladas en los confines del y, en lo que se refiere directam ente a Floren­
im perio p ara defenderlos de los b árb aro s cia, no fue más allá de la intuición estratég i­
como los p retorianos residentes en la m ism a ca de una m ilicia de ciudadanos soldados.
Roma constituían un instrum ento indispen­ Otra etapa im portante es el proceso comen­
sable para la conquista, el m antenim iento y zado p o r el m onarca prusiano después de la
964 MILITARISMO

paz de W estfalia (1648), proceso d u ran te el tra s Inglaterra había sido vacunada contra el
cual él utilizó la formación de un ejército esta­ m. por la experiencia de la dictadura de Crom-
ble más bien consistente como arm a para fun­ t^ell y p o r el hecho de que los burgueses
d a r la unidad del estado, contra los privile­ habían logrado rápidam ente ejercer su con­
gios de las capas. N o estam os todavía cerca­ tro l sobre el poder de gastos del rey, blo­
nos a la creación de un cuerpo de oficiales queando así las asignaciones de fondos con
profesionales, pero no hay duda de que el ejér­ fines m ilitares, en F rancia y en Alem ania la
cito estable constituyó un p rim er paso en la b u rg u esía se reveló más débil, y el rey y su
dirección de una m ayor exigencia de ad ies­ burocracia nobiliaria consiguieron m antener
tram iento tam bién de los oficiales. Pero no el control del área m ilitar y de su s dotacio­
podía tra ta rs e sólo de adiestram ien to sino nes financieras. Los nobles y los aristó cratas
tam bién de m odalidadades y tipos de reclu ­ consiguieron así conservar por m ucho tiem ­
tam iento. De su erte que la verd ad era fecha po su prem inencia en los rangos de los ofi­
de inicio de la "profesionalización" de los ciales, prem inencia quebrada en Prusia —sólo
m ilitares debe considerarse el 6 de agosto de de principio, nunca de hecho— p o r el d ecre­
1808, cuando el rey de P ru sia con un decreto to m encionado más arrib a y sólo tem p oral­
abrió los altos grados del ejército a todos m ente en F rancia p o r las arm adas revolucio­
aquellos que poseyeran los niveles exigidos narias, ya que la R estauración, la m onarquía
de conocim ientos profesionales, de in stru c ­ burguesa y el Segundo Im perio nunca se libe­
ción y de valentía. Este decreto, que consti­ raro n com pletam ente del reclutam iento p ri­
tuía la resp u esta p ru sian a a las desastrosas vilegiado en las filas de los oficiales prove­
d erro tas de Jena y A uerstadt por obra de la nientes de la nobleza no calificados profesio­
arm ada napoleónica, fue seguido por la fu n ­ nalmente, con todas las consecuencias disfun­
dación de la p rim era escuela m ilitar de espe- cionales que derivaban p ara la conducción de
cialización —la Kriegsakademie— y habría de la guerra.
llevar finalm ente a la revancha sobre los fran ­ Por un largo periodo los nobles europeos
ceses en la g u erra de 1870. Con el decreto de que habían perdido su función con la d isgre­
1808 el rey de P ru sia no solam ente dio fin al gación del sistem a feudal fueron salvados de
reclutam iento adscriptivo, por el cual sólo los la b an ca rro ta por los cargos que consiguie­
nobles podían cu b rir el cargo de oficial, reclu­ ron o cu p ar en los d istintos ejércitos, obte­
tam iento que había constituido ju stam en te niendo así una especie de sinecura. La am e­
desde los tiem pos de Carlos Vil la regla en naza a este privilegio vino no sólo de las arm a­
las sociedades occidentales, con la única das revolucionarias francesas sino tam bién
exclusión de Inglaterra, sino que dio com ien­ del ejemplo estadunidense, un país carente de
zo al proceso que h aría de P ru sia el estado un ejército perm anente, guiado por oficiales
guía de la unificación alem ana y el cuartel de reclutados en tre la gente com ún y con un
Europa. com andante suprem o que afirm a la superio-
El proceso a través del cual los nobles dad de su función de civil al finalizar la gue­
habían ocupado h asta ese entonces todas las rra de liberación victoriosa. El sistem a de
posiciones de m ando en los ejércitos de los ejército perm anente, confiando a nobles
varios estados europeos —prescindiendo de carentes de u n a instrucción específica y sin
sus capacidades profesionales— se inicia o tra calificación que su blasón, sacudido por
n aturalm en te desde el m om ento en el que se dos revoluciones, es definitivam ente atacado
exige a los com batientes c o rre r con los gas­ y d erro tad o p o r la fundación de la K riegsa­
tos del equipo necesario p ara las cam pañas kadem ie prusiana. Pero este m om ento, que
m ilitares, sigue con la racionalización de que m arca el comienzo de la profesionalización
los puestos de m ando en g u erra debían de los oficiales, m arca tam bién el fin de la
correspon d er a aquellos que ocupaban las subordinación de los militares a los gobernan­
posiciones de prem inencia en tiem po de paz tes civiles en cuanto m iem bros de u n a m is­
y se refuerza cuando la naciente burguesía ma clase con los m ism os intereses objetivos.
prefiere dedicarse al com ercio y a las activi­ El com plejo problem a de la relación civiles-
dades in d u striales y delega el im productivo m ilitares p arte de esta transform ación.
oficio de las arm as a los nobles. Pero m ien­
MILITARISMO 965

II. DIFERENCIACIÓN ESTRUCTURAL Y PROFESIONALIZA­ estén cubiertos por los mism os individuos, es
¿Qué se entiende exacta­
CIÓN de l o s m il it a r e s . decir que haya una c la ra mezcla, o bien que
m ente po r profesionalización? La profesiona­ los líderes políticos y los jefes m ilitares se
lización es el proceso mediante el cual un g ru ­ recluten de m anera diferente, en base a dife­
po de individuos ad q u iere una serie de cap a­ rentes calificaciones, y siga un distinto cur-
cidades y de conocimientos técnicos y se orga­ sus honorum.
niza en una in stitu c ió n con norm as y N aturalm ente estas distinciones no deben
reglam entos propios que los separan de los observarse de m anera estática sino que pue­
o tro s grupos y de las o tra s instituciones p re­ den cam biar y generalm ente cam bian en el
sentes en la sociedad. La institución m ilitar, tiempo originando modelos diferentes de rela­
como toda otra organización profesional, pue­ ciones en tre m ilitares y civiles. La tesis p re ­
de de esa m anera reg u la r el acceso de indivi­ valeciente sostiene que estas relaciones están
duos a su interior tanto reclutando sólo aque­ caracterizadas por un predom inio de los civi­
llos que poseen ciertas capacidades y cono­ les, rep resen tan tes de toda la sociedad, ante
cim ientos explícitam ente sancionados como ella responsables y p o r ella revocables, cuan­
socializando a los individuos reclutados a las do la m odernización de las estru c tu ra s polí­
norm as, a ¡os reglam entos e incluso a las cos­ ticas —en p artic u la r la racionalización y la
tum bres vigentes en el in te rio r de la in stitu ­ legitim ación de la a u to rid ad — haya p recedi­
ción. El proceso de profesionalización de los do a la creación de un ejército m oderno y efi­
m ilitares form a p arte p o r lo tan to del más ciente de profesionales. Esta relaciones tien­
am plio proceso de diferenciación estructural den a re g istra r una prevalencia, con m odali­
que las sociedades occidentales o no, han a tra ­ dades y bajo form as diferentes, de los m ili­
vesado y que experim entan aún ahora en el tares sobre los civiles cuando el ejército
curso de la m odernización social, económ ica rep resen ta la e s tru c tu ra m ás m oderna de un
y política. país en el que las otras estructuras están atra­
Pueden distinguirse tre s diferentes niveles vesando fases de profunda transform ación y
de diferenciación. Antes que nada, en el nivel las estru c tu ra s políticas en p a rtic u la r están
de las relaciones e n tre sociedad y fuerzas en la búsqueda de nuevos tipos de legiti­
arm adas, estas últimas pueden constituir p ar­ m idad.
te integral de la sociedad y reflejar e incor­
p o ra r sus valores dom inantes y d esarro llar III. r e l a c i o n e s c i v i l e s -m i l i t a r e s Y ESTADO-
funciones no p u ram en te m ilitares o pueden N aturalm ente las relaciones entre
g u a r n ic i On .
ser netam ente diferenciadas y d esarro llar m ilitares y civiles deben tam bién exam inar­
únicam ente funciones m ilitares y sobordina- se a la luz de los cam bios tecnológicos y del
das al poder político en la aceptación de los sistem a internacional que se han producido
valores dom inantes de la sociedad. En el desde el fin de la segunda guerra m undial has­
segundo nivel se colocan las relaciones entre ta hoy y que han llevado, según algunos auto­
el liderazgo de las fu erzas arm adas, es decir res, hacia la instalación de una tecnoestruc-
el cuerpo de oficiales, y las varias élites socia­ tu ra m ilitar o de un com plejo m ilitar-
les, económ icas y políticas. E ntre estos g ru ­ in d u strial y que, según otros autores, p o d ría
pos puede haber una com penetración tal que desem bocar en el llam ado estado-guarnición.
la élite m ilitar pueda form ar p a rte de la élite Por lo que se refiere a la p rim era hipótesis
económ ica y/o tener los m ism os orígenes se ve cómo el sistem a internacional actual
sociales y los mismos m odelos de com porta­ hace imposible el em pleo de las arm as actual­
miento, o sí no una división neta por la cual m ente a disposición de los m ilitares so pena
la élite m ilitar sigue m odelos de com porta­ del holocausto de la hum anidad misma. Es la
m iento social y profesional diferentes e función del m ilitar como especialista de la
incom patibles con aquellos de las otras posi­ violencia la que se pone en crisis, salvo su
ciones de élite. El tercer nivel es el de las rela­ ejercicio en algunas g u erras locales, en las
ciones de los jefes de las fuerzas arm adas y cuales por otra p arte la frustración por el veto
los líderes polit eos m ás im portantes. Inclu­ dado por los civiles al em pleo de las arm as
so en este nivel puede verificarse el caso de atóm icas resolutivas crea un enorme descon­
que las tareas de m ando político y militar- tento en tre los jefes de las fuerzas arm adas.
966 MILITARISMO

No por esto el m ilitar abandona com pleta­ La tesis del estado-guarnición, elaborada
m ente su papel de experto y continúa solici­ p o r H arold Lasswell durante la segunda gue­
tando más dinero, más arm as y más hom bres r r a m undial y rexam inada por él veinte años
con el fin de cum plir su función de protección m ás tarde, se vincula con este últim o punto
del estado. y sostiene, dicho brevem ente, que la sobrepo­
Para obtener los medios necesarios para el sición de crisis de seguridad en los países
buen funcionamiento de sus instituciones, los in d u striales im pulsará a sus líderes a movi­
m ilitares deben cum plir tres funciones gros­ lizar la sociedad en preparativos cada vez más
so modo políticas: la función de representa­ vastos y cada vez más capilares p ara la gue­
ción de los intereses de la institución m ilitar r r a y llevará inevitablem ente a una organiza­
a la cual es constitucionalm ente confiada la ción sociopolítica que verá el predom inio de
protección y la defensa del te rrito rio nacio­ una coalición de líderes civiles y m ilitares.
nal y de los ciudadanos; la función de conse­
jo respecto de los que detentan el poder polí­ IV. INTERVENCIÓN DE LOS MILITARES EN POLÍTICA.
tico, y finalmente la función de realización de Aunque el concepto y el fenómeno del m. nace
los objetivos políticos elaborados p o r los civi­ en Europa occidental, en las dem ocracias
les incluso sobre la base de los consejos dados constitucionales europeas (como por otra p ar­
por los expertos m ilitares. Los m ilitares tr a ­ te en los regím enes com unistas) el m., en ten­
tan sin em bargo de escap ar al control de los dido como intervención directa de los m ilita­
civiles erigiendo alrededor de sus actividades res en política, no ha tenido m ayor cabida
y de sus pedidos dos tipos de b arreras: la sino de m anera muy interm itente: pueden
barrera del top secret, o secreto de estado, citarse los casos de la Alemania guillerm ina
y la b a rre ra de la com petencia. Estas dos y h itlerian a y, sólo forzando un poco y siem ­
b arreras perm iten tam bién a los m ilitares p re en m edida m ucho m enor, de F rancia des­
dirigirse directam ente, en la c arrera de los de 1871 hasta los alrededores de 1900 (de Bou-
arm am entos, a las in d u strias bélicas y crear langer al caso Dreyfus). El fenómeno del m.
una serie de vínculos de cointerés con estas aparece, por el contrario, con puntas m áxi­
industrias que han perm itido h ab lar ju s ta ­ m as en los países en vías de d esarro llo y,
m ente de com plejo militar-industrial. actualm ente, sobre todo, en África y, por un
El m. p resen ta entonces su ro stro m oder­ largo periodo de su historia, que todavía no
no precisam ente cuando los m ilitares se h a term inado, en América Latina. Se oponen
encuentran obligados por su avidez de arm as dos tesis que in tentan explicar el fenómeno
nuevas y cada vez más perfeccionadas (en las del m. tanto en los regím enes occidentales
puntillosas dem

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