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LOS VALORES

1. DEFINICIONES
Los valores son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en
función de realizarnos como personas. Son creencias fundamentales que nos ayudan a
preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un comportamiento en lugar de
otro. También son fuente de satisfacción y plenitud.
Nos proporcionan una pauta para formular metas y propósitos, personales o colectivos.
Reflejan nuestros intereses, sentimientos y convicciones más importantes.
Los valores se refieren a necesidades humanas y representan ideales, sueños y
aspiraciones, con una importancia independiente de las circunstancias. Por ejemplo,
aunque seamos injustos la justicia sigue teniendo valor. Lo mismo ocurre con el
bienestar o la felicidad.
Los valores valen por sí mismos. Son importantes por lo que son, lo que significan, y lo
que representan, y no por lo que se opine de ellos.
Valores, actitudes y conductas están estrechamente relacionados. Cuando hablamos de
actitud nos referimos a la disposición de actuar en cualquier momento, de acuerdo con
nuestras creencias, sentimientos y valores.
Los valores se traducen en pensamientos, conceptos o ideas, pero lo que más
apreciamos es el comportamiento, lo que hacen las personas. Una persona valiosa es
alguien que vive de acuerdo con los valores en los que cree. Ella vale lo que valen sus
valores y la manera cómo los vive.
Pero los valores también son la base para vivir en comunidad y relacionarnos con las
demás personas. Permiten regular nuestra conducta para el bienestar colectivo y una
convivencia armoniosa.
Quizás por esta razón tenemos la tendencia a relacionarlos según reglas y normas de
comportamiento, pero en realidad son decisiones. Es decir, decidimos actuar de una
manera y no de otra con base en lo que es importante para nosotros como valor.
Decidimos creer en eso y estimarlo de manera especial.
Al llegar a una organización con valores ya definidos, de manera implícita asumimos
aceptarlos y ponerlos en práctica. Es lo que los demás miembros de la organización
esperan de nosotros.
En una organización los valores son el marco del comportamiento que deben tener sus
integrantes, y dependen de la naturaleza de la organización (su razón de ser); del
propósito para el cual fue creada (sus objetivos); y de su proyección en el futuro (su
visión). Para ello, deberían inspirar las actitudes y acciones necesarias para lograr sus
objetivos.
Es decir, los valores organizacionales se deben reflejar especialmente en los detalles de
lo que hace diariamente la mayoría de los integrantes de la organización, más que en sus
enunciados generales.
Si esto no ocurre, la organización debe revisar la manera de trabajar sus valores
Al nacer, nuestros hijos no son ni buenos ni malos, desconocen las normas que rigen su
familia o su sociedad. Su conciencia ética se va desarrollando con el paso de los años.
Pero necesitan nuestra ayuda ya que no llevan ningún chip incorporado que les diga si
sus actos son correctos o incorrectos, lo que está bien o lo que está mal. Por eso es tan
importante enseñar los valores cívicos que les permitan desarrollarse y convivir en una
sociedad plural.
Los valores son las normas de conducta y actitudes según las cuales nos comportarnos y
que están de acuerdo con aquello que consideramos correcto. Todos
los padres deseamos que nuestros hijos se comporten de forma educada, pero sin que se
conviertan en niños temerosos o conformistas, ni transformándonos nosotros en padres
exigentes y quisquillosos. Hay algunos valores fundamentales que todas las personas
debemos asumir para poder convivir unos con otros y que son importantes tener siempre
presentes y cumplir sin perjudicar a nadie.
Durante los primeros años nuestros hijos aprenden tanteando el terreno y probando
cosas. A través de pequeños actos, nuestro hijo va percibiendo qué está bien y qué no
debe hacer. A partir de la edad de 3 años, ya saben ver en otros niños lo que hacen mal y
lo que hacen bien: “Miguel es muy guapo porque me da besos” o “David se porta mal
porque da patadas”. A partir de los 5 y 6 años, los niños tienden a mirar a los adultos y
ver en ellos el claro ejemplo de lo correcto: por eso intentan ser como ellos y
comportarse como ellos. De esta manera aprenderán mucho sobre valores.
La adquisición de buenos valores depende, como casi todo en la vida de nuestro hijo, de
sentirse querido y seguro, de desarrollar lazos estables con sus padres y de tener
confianza en sí mismo. Sólo sobre una base de amor y seguridad podrá aprender e
interiorizar los valores éticos correctos. Lo más importante: el ejemplo que dan los
padres en su forma de relacionarse con los demás, de pedir las cosas, de ceder el
asiento, de repartir lo que les gusta, de renunciar a algo, de defender a alguien, etc. Un
comportamiento de los padres que transmite tolerancia, respeto, solidaridad, confianza y
sinceridad empapa a los hijos de todos estos valores y aprenden a actuar respetándolos
siempre.
Los valores pueden variar mucho según las culturas, las familias o los
individuos. Existen diferentes tipos de valores:
 Valores familiares: Hacen referencia a aquello que la familia considera que está
bien y lo que está mal. Tienen que ver con los valores personales de los padres,
aquellos con los que educan a sus hijos, y aquellos que los hijos, a medida que
crecen, pueden aportar a su familia. Los valores familiares son los primeros que
aprenderá nuestro hijo y, si sabemos transmitirlos con paciencia, amor y
delicadeza, pueden ser una buena base en la que apoyar, aceptar o rechazar otras
experiencias, actitudes y conductas con los que se irá encontrando a lo largo de
su vida.
 Valores socioculturales: Son los valores que imperan en la sociedad en el
momento en que vivimos. Estos valores han ido cambiando a lo largo de la
historia y pueden coincidir o no con los valores familiares. Puede ser que la
familia comparta los valores que se consideran correctos a nivel social o que, al
contrario, no los comparta y eduque a sus hijos según otros valores. En la
actualidad, intentamos educar a nuestros hijos en el respeto, la tolerancia, la
renuncia a la violencia, la consideración y la cortesía, pero vivimos en una
sociedad en la que nuestros hijos pronto descubren que también imperan otros
valores muy diferentes como el liderazgo, el egoísmo, la acumulación de dinero,
el ansia de poder, e incluso el racismo y la violencia. Los valores
familiares determinarán, en gran medida, el buen criterio que tenga
nuestro hijo para considerar estos otros valores como aceptables o despreciables,
o para saber adaptarlos a su buen parecer de la mejor manera posible.
 Valores personales: Los valores personales son aquellos que el individuo
considera imprescindibles y sobre los cuales construye su vida y sus relaciones
con los demás. Acostumbran a ser una combinación de valores familiares y
valores socioculturales, además de los que el propio individuo va aportándose a
sí mismo según sus vivencias personales, su encuentro con otras personas o con
otras culturas en las que, aún imperando una escala de valores diferente a la
suya, el individuo encuentra actitudes y conductas que considera valiosas y las
incorpora a sus valores más preciados.
 Valores espirituales: Para muchas personas la religión es un valor de vital
importancia y trascendencia así como su práctica. De la misma manera, la
espiritualidad o la vivencia íntima y privada de algún tipo de creencia es un
valor fundamental para la coherencia de la vida de mucha gente. Los valores
espirituales pueden ser sociales, familiares o personales y no tienen que ver con
el tipo de religión sino con el sentimiento que alimenta esa creencia.
 Valores materiales: Los valores materiales son aquellos que nos permiten
nuestra subsistencia y son importantes en la medida en que son necesarios. En la
actualidad, vivimos un alza a nivel social, de los valores materiales: el dinero,
los coches, las viviendas y lo que a todo esto se asocia como el prestigio, la
buena posición económica, etc.
 Valores éticos y morales: Son aquellos que se consideran indispensables para la
correcta convivencia de los individuos en sociedad. La educación en estos
valores depende, en gran parte, de que se contemplen en aquellos valores que la
familia considera primordiales, es decir, que entre los valores familiares que se
transmitan a los hijos estén estos valores ético-morales imprescindibles:
1. Respeto: tiene que ver con aceptar al prójimo tal como es, con sus
virtudes y defectos, reconociendo sus derechos y necesidades. Decir las
cosas educadamente, sin herir, violentar o insultar a nadie, son muestras
de respeto. La educación en el respeto empieza cuando nos dirigimos a
nuestros hijos correctamente, de la misma manera que esperamos que
ellos se dirijan a los demás.
2. Sinceridad: la sinceridad es el pilar en el que se sustenta la confianza.
Para que nuestros hijos no mientan, no debemos abusar de los castigos:
los niños mienten por miedo al castigo.
3. Renuncia a la violencia: que nuestros hijos no sean violentos depende
mucho de que sus padres no griten, peguen o les falten al respeto.
4. Disposición a ayudar: conseguir que los niños ayuden a los adultos y a
sus iguales se consigue fácilmente: sólo debemos aceptar desde el
principio sus ganas de ayudar, encomendarles pequeñas tareas y
adaptarlas siempre a su edad y sus posibilidades.
5. Cortesía: tiene que ver con el respeto, la consideración y los modales.
No tiene que ver con no poder hacer algunas cosas porque no es de buena
educación, sino en hacerlas diciendo “por favor”, “gracias” y “¿puedo?”.
6. Consideración: tiene que ver con saber renunciar a los propios intereses
en beneficio de los de los demás. Si los niños ven que sus necesidades se
toman en serio, les será más fácil respetar las de las otras personas.
7. Tolerancia: tiene que ver con la aceptación y el respeto hacia la gente
que es diferente, a lo que nos resulta extraño, desconocido o poco
habitual.
8. Responsabilidad: tiene que ver con la confianza que tenemos en que
nuestros hijos sabrán asumir algunas tareas y las cumplirán. Tiene que
ver con la conciencia de que los actos o el incumplimiento de los mismos
tiene consecuencias para otras personas o para nuestro propio hijo.
La responsabilidad que tenemos los padres en la transmisión de estos valores a nuestros
hijos es crucial. Los valores no se transmiten vía genética, por eso es tan importante
tenerlos en cuenta en la educación. Pero debemos saber que los valores no se enseñan
independientemente del resto de cosas, ni a través de grandes explicaciones o dando una
lista con aquello que consideramos correcto y lo que no, esperando que nuestros hijos la
memoricen. Los valores se transmiten a través del ejemplo práctico, a través de la
cotidianidad, de nuestro comportamiento en el día a día, en aquello que
los hijos observar hacer a sus padres.
2. VALORES MORALES
Los Valores Morales son todas las cosas que proveen a las personas a defender y crecer
en su dignidad. Los valores morales son desarrollados y perfeccionados por cada
persona a través de su experiencia.
Por lo general los valores morales perfeccionan al hombre, en cuanto a las acciones
buenas que realice, como: vivir de manera honesta, ser sincero, y ser bondadoso, entre
otras.
Aun así, escoger los valores morales es una decisión netamente de la persona y no está
obligado a ejecutarlo, es decir, cada persona es dueña de sus elecciones, y está en su
juicio decidir si opta por ellos o no, sin embargo elegir y tomar acción sobre estos,
tendrá un efecto de calidad extra en cada persona.
2.1. Cuáles son los valores morales:
El Amor: El amor es considerado como la unión de expresiones y actitudes importantes
y desinteresadas, que se reflejan entre las personas capaces de desarrollar virtudes
emocionales.
El Agradecimiento: La gratitud, agradecimiento, gratitud o aprecio es un sentimiento,
del corazón o de actitud en el reconocimiento de un beneficio que se ha recibido o va a
recibir.
El Respeto: Respeto significa mostrar respecto y el aprecio por el valor de alguien o de
algo, incluyendo el honor y la estima. Esto incluye el respeto por uno mismo, respeto
por los derechos y la dignidad de todas las personas y el respeto por el medio ambiente
que sustenta la vida. El respeto nos impide lastimar a lo que debemos valorar.
La Amistad: La amistad es una relación entre dos personas que tienen afecto mutuo el
uno al otro. La amistad y de convivencia son considerados como atraviesa a través de un
mismo continuo. El estudio de la amistad se incluye en los campos de la sociología, la
psicología social, la antropología, la filosofía y la zoología. Diversas teorías académicas
de amistad que se han propuesto, incluyendo la teoría del intercambio social, teoría de la
equidad, la dialéctica relacional y estilos de apego.
La Bondad: Es el estado o cualidad de ser bueno, sobre todo moralmente bueno o
beneficioso. En cierto sentido, es la cualidad de tener calidad. En otras palabras en el
campo de texto de la bondad: beneficiosos, remunerado, útil, útil, provechoso,
excelente.
La Dignidad: La dignidad es un término que se utiliza en las discusiones morales,
éticos y políticos para significar que un ser tiene un derecho innato de respeto y trato
ético.
La Generosidad: La generosidad es el hábito de dar libremente, sin esperar nada a
cambio. Puede implicar tiempo, ofreciendo bienes o talentos para ayudar a alguien en
necesidad. A menudo equiparada con la caridad como virtud, la generosidad es
ampliamente aceptada en la sociedad como un rasgo deseable.
La Honestidad: La honestidad se refiere a una faceta del carácter moral y se refiere a
los atributos positivos y virtuosos tales como la integridad, veracidad y sinceridad, junto
con la ausencia de la mentira, el engaño o robo.
La Humildad: Es la cualidad de ser modesto y respetuoso. La humildad, en diversas
interpretaciones, es ampliamente vista como una virtud en muchas tradiciones religiosas
y filosóficas, cuya relación con las nociones de ausencia de ego.
La Justicia: La justicia es un concepto de la rectitud moral basada en la ética, la
racionalidad, el derecho, la ley natural, la religión o la equidad. También es el acto de
ser justo y / o equitativo
La Laboriosidad: Es el gusto por trabajar y esforzarse en conseguir objetivos sin
rendirse.
La Lealtad: La lealtad es la fidelidad o devoción a una persona, país, grupo o causa.
La Libertad: La libertad es la capacidad de los individuos para controlar sus propias
acciones.
La Paz: Es un estado de tranquilidad que se caracteriza por la no permanencia de
conflictos violentos y la facilidad de no tener temor a la violencia. Habitualmente se
explica como la ausencia de hostilidad.
La Perseverancia: La perseverancia es la tendencia del individuo a comportarse sin ser
reforzado en los propósitos motivación y al no desfallecer en el intento.
La Prudencia: Es la capacidad de gobernar y disciplinar a sí mismo mediante el uso de
la razón. Es clásicamente considerada como una virtud.
La Responsabilidad: Un deber u obligación de realizar satisfactoriamente o completar
una tarea (asignado por alguien, o creados por la propia promesa propia o
circunstancias) que hay que cumplir, y que tiene una pena consiguiente al fracaso.
La Solidaridad: La solidaridad es la integración y el grado y tipo de integración, que se
muestra por una sociedad o un grupo de gente y de sus vecinos.
La Tolerancia: una actitud justa y objetiva, y permisiva hacia aquellos cuyas opiniones,
prácticas, raza, religión, nacionalidad, etc, difieren de los propios.

3. LISTA DE VALORES
Los valores son aquellas cosas que lo ayudan a convivir en todos los entornos, en la
casa, el trabajo, la sociedad, etc. Estos valores deben determinar sus prioridades y en el
fondo son las bases que utiliza para saber si el camino que está siguiendo es el correcto.
Cuando realiza acciones y estas son acordes a los valores que se le han inculcado o
aprendido, siempre pensará que es la mejor forma de vivir, pero cuando estas acciones
van en contra vía a sus valores, sentirá que las cosas no van por buen camino, y no se
sentirá a gusto consigo mismo. Por ello los valores son la base de lo correcto y de la
felicidad.
La siguiente lista muestra los valores más importantes:
Exactitud excelencia perfección
logro emoción piedad
Audacia pericia La positividad
altruismo exploración sentido práctico
Ambición expresividad preparación
asertividad justicia profesionalismo
Equilibrio fe prudencia
Siendo el mejor Familia Calidad-orientación
perteneciente fidelidad confiabilidad
audacia aptitud inventiva
calma fluidez restricción
cuidado foco Orientación a resultados
desafío libertad rigor
alegría divertido seguridad
compromiso generosidad La auto-realización
comunidad bondad Autocontrol
compasión gracia desinterés
Competitividad crecimiento Confianza en sí mismo
consistencia felicidad sensibilidad
contribución Trabajo duro serenidad
control Salud servicio
cooperación Ayudar Sociedad sagacidad
exactitud Santidad sencillez
cortesía honestidad solvencia
creatividad honor velocidad
curiosidad Humildad espontaneidad
La rapidez de Independencia estabilidad
decisión Ingenio estratégico
democraticidad Armonía Interior fuerza
confianza curiosidad estructura
determinación perspicacia éxito
devoción Inteligencia apoyo
diligencia Estado Intelectual trabajo en equipo
disciplina Intuición templanza
discreción Alegría gratitud
diversidad Justicia minuciosidad
dinamismo Liderazgo consideración
economía Legado oportunidad
eficacia Amor tolerancia
eficiencia Lealtad tradicionalismo
elegancia Marcando La Diferencia integridad
empatía Maestría Búsqueda de la verdad
disfrute Mérito comprensión
entusiasmo obediencia unicidad
igualdad apertura unidad
Solicitar utilidad
originalidad visión
Patriotismo vitalidad
4. DEFINICIÓN DE ALGUNOS VALORES
ALEGRÍA: Sentimiento de placer que tiene una persona cuando se produce un suceso
favorable o cuando obtiene una cosa que deseaba, y que suele expresarse externamente
con una sonrisa, con risas, etc.
AMABILIDAD: Actitud afable, cortés y gentil hacia los demás
AMISTAD: Relación de confianza y afecto desinteresado entre personas.
Afecto personal, puro y desinteresado.
AMOR: Vivo afecto o inclinación hacia una persona o cosa. Valor positivo de gran
afecto entre personas.
AUTOCONTROL: Capacidad de control sobre sí mismo.
BONDAD: Inclinación natural a hacer el bien. Dulzura, afabilidad, cualidad de bueno.
BUEN HUMOR: Disposición para no detenerse en el mal que nos rodea, sino descubrir
el bien que siempre existe
CARIDAD: Sentimiento o actitud que impulsa a interesarse por los demás y a querer
ayudar a los necesitados. Virtud que tiene por objeto el amor de Dios y del prójimo.

CIVISMO: Se refiere a las pautas mínimas de comportamiento social que nos permiten
convivir en colectividad, respetar a la Patria teniendo consideración al resto de
individuos que componen la sociedad siguiendo unas normas conductuales y de
educación que varían según la cultura del colectivo en cuestión.
COMPAÑERISMO: Actitud leal y solidaria propia de compañero.
COMPRENSIÓN: Actitud tolerante y respetuosa hacia los sentimientos o actos de otra
persona.
COMPROMISO: Responsabilidad u obligación que se contrae.
CONFIANZA: Cercanía, facilidad y sinceridad en el trato entre amigos, parientes u
otras personas Esperanza firme que se tiene de una persona o cosa.
Seguridad que uno tiene en sí mismo.
CONSIDERACIÓN: Respeto o atención con el que se trata a una persona o cosa.
CONSTANCIA: Dedicación y firmeza en las actitudes y las ideas o en la realización de
las cosas. Firmeza y perseverancia del ánimo. Efecto de hacer constar alguna cosa de
manera fehaciente.
DISCRECIÓN: Reserva o cautela para no decir algo que se sabe o piensa. Cualidad de
una persona que se caracteriza por su moderación, prudencia y sensatez.
EDUCACIÓN: Comportamiento adecuado a las normas sociales. Conjunto de
conocimientos y habilidades que tiene una persona.
ESFUERZO: Empleo enérgico de la fuerza física. Empleo enérgico del valor o
actividad del ánimo. Ánimo, vigor, valor. Empleo de elementos costosos en la
consecución de algún fin.
ESPERANZA: Confianza de lograr una cosa, de que la cosa deseada se realice.
ESPÍRITU DE EQUIPO: Es el grado en la gente se siente orgullosa de pertenecer a la
organización y sienten que todos están trabajando hacia aun objetivo común.
FE: Adhesión de la razón y de la voluntad a verdades que solo son accesibles por
mediación de otras personas o del mismo Dios. 
Creencia. Confianza.
FORTALEZA: Vigor cardinal que confiere valor para soportar la adversidad, para
resistir las pasiones y para acometer los peligros que rodean la práctica de la virtud.
GENEROSIDAD: Cualidad de la persona que ayuda y da lo que tiene a los demás sin
esperar nada a cambio.

HONESTIDAD: Cualidad de la persona honesta. Decencia, decoro. Recato, pudor.


HONRADEZ: Cualidad de la persona honrada, que actúa conforme a las normas
morales, diciendo la verdad y siendo justa.
HUMILDAD: Cualidad del carácter de una persona que le hace restar importancia a
sus propios logros y virtudes y reconocer sus defectos y errores
ILUSIÓN: Esperanza de que algo que se anhela o se persigue suceda o tenga lugar.
PAZ: Estado de tranquilidad y sosiego. Estado de una nación que no está en guerra.
IGUALDAD: Cualidad de dos cosas o personas iguales, que tienen las mismas
características en cuanto a su naturaleza, cantidad, forma o cualidad.
Correspondencia y proporción que resulta de muchas partes que uniformemente
componen un todo
INTEGRACIÓN: Incorporación de una persona a un todo y adaptación a él. Acción y
efecto de incorporar alguien en igualdad de condiciones.
LIBERTAD: Facultad de las personas para actuar según su propio deseo en el seno de
una sociedad organizada y dentro de los límites de reglas definidas
LIMPIEZA: Acción que consiste en quitar o eliminar la suciedad o una mancha de
algo.
OBEDIENCIA: Cumplimiento de la voluntad de la persona que manda, de lo que
establece una norma o de lo que ordena la ley.
OPTIMISMO: Tendencia a ver y a juzgar las cosas o a las personas en su aspecto más
positivo o más agradable
ORDEN: Colocación de las cosas en el lugar que les corresponde.
Concierto, disposición regular de las cosas entre sí. Relación de una cosa con otra.
PACIENCIA: Actitud del que sabe sufrir y tolerar sus infortunios y adversidades con
fortaleza, sin lamentarse. Virtud cristiana opuesta a la ira. Calidad del que sabe esperar
con calma una cosa que tarda, o sufrir la duración de un trabajo.
PERDÓN: Acción y resultado de olvidar una persona la falta que ha cometido alguien
contra ella o contra otros o no tener en cuenta una deuda o una obligación que otra
persona tiene con ella.
PERSEVERANCIA: Dedicación y firmeza en las actitudes e ideas o en la realización
de las cosas
POSITIVISMO: Actitud realista y práctica de una persona ante la vida.
RESPETO: Consideración y reconocimiento del valor de una persona o de una cosa
que nos conduce a no faltar a ella
RESPONSABILIDAD: Capacidad de compromiso o de cuidado de una persona
consigo misma y con todo lo de alrededor
SINCERIDAD: Falta de fingimiento en las cosas que se dicen o en lo que se hace.
SOLIDARIDAD: Apoyo a una causa o al interés de otros
SUPERACIÓN: Acción de sobrepasar un límite o de vencer un obstáculo o una
dificultad
TENACIDAD: Fuerza que mueve a una persona a continuar con empeño y sin desistir
en la obtención de un fin.
TOLERANCIA: Respeto a las opiniones, ideas o actitudes de los demás, aunque no
coincidan con las propias.
URBANIDAD: Comportamiento correcto y con buenos modales que demuestra buena
educación y respeto hacia los demás.
VALENTÍA: Valor, energía y voluntad para afrontar situaciones difíciles o adversas.
VIDA SANA: Calidad de vida y salud, una forma de vida incuestionable que va más
allá del cuidado del cuerpo.
5. EJEMPLOS DE VALORES
Los valores son esas cualidades o actitudes que una persona tiene para mejorar en su
dignidad, para vivir y compartir con la sociedad. Los ejemplos de valores son:
Aceptación: Recepción optimista ante algo.
Responsabilidad: Voluntad a finalizar lo prometido.
Lealtad: Fiel, obligación de lealtad.
Altruismo: Angustia desinteresada por la felicidad del otro.
Autonomía: Independencia al realizar acciones.
Caridad: Generosidad al prójimo.
Alegría: Clarificar la oscuridad y tristeza, cualidad de ser feliz.
Colaboración: Cooperar en un esfuerzo colectivo.
Compromiso: Estar sujeto sentimentalmente o intelectualmente en una situación.
Compasión: Conciencia ante el sufrimiento de las demás personas.
Competencia: Estar bien calificado.
Competitivo: Tratar de hacer algo mejor que lo hacen los demás.
Serenidad: Estado de tranquilidad, calmar el alma.
Consideración: Cuidado y preocupación por los demás.
Cooperación: Asociación para lograr un objetivo.
Cortesía: Consideración por los demás.
Decencia: Condescendiente con las normas.
Dedicación: Voluntad para realizar acción.
Confianza: Ser confiable.
Empatía: Comprensión por la situación, sentimientos por los demás.
Igualdad: El derecho de otros grupos por recibir el mismo tratamiento.
Justicia: Seguir las reglas, lógica y la ética.
Fortaleza: Firmeza mental y física para enfrentar a las circunstancias.
Amistad: Estimación y buena voluntad entre 2 o más personas.
Generosidad: Voluntad en dar, sin esperar nada a cambio.
Bondad: Amabilidad, correcto, moral, buen comportamiento.
Gratitud: Sentimiento de agradecer.
Honestidad: Buena conducta y justicia.
Honor: Principios en el carácter, integral.
Esperanza: Sensación de esperar algo positivo.
Integridad: Contar con valores y principios éticos.
Amabilidad: Voluntad de ayudar a los demás.
Amor: Atracción sentimental hacia otra persona.
Misericordia: Perdón hacia los demás.
Optimismo: Esperanza, expectativa a un mejor resultado.
Paciencia: Capacidad de aceptar la tardanza.
Perseverancia: Persistencia en una acción.
Respeto: Actitud educada hacia alguien o algo que crea de importancia.
Responsabilidad: Aquella situación por la que somos responsables.
Compartir: Dar, dejar participar en una experiencia, objeto o situación.
Tolerancia: Respeto por las creencias y prácticas del prójimo.
6. VALORES RELIGIOSOS
Valores religiosos son principios trasmitido en tradiciones religiosas, libros y creencias.
A diferencia de los valores personales, los valores religiosos están basados en textos y
reglas impuestas de una religión.
Los valores religiosos son todos aquellos valores como el amor, la caridad, la santidad,
el amor al prójimo, la obediencia, la misericordia, y el respeto a la religión.
Toda esta lista de valores los podemos practicar solo si el corazón no esté lleno de
maldad, egoísmo, envidia, y todo aquello que separe el amor y respeto por Dios y sus
mandatos. De esta forma nos ayudan a realizar acciones buenas y bondadosas que nos
rodean.
Respeto a los demás, justicia, respeto a la dignidad del otro, respeto a lo ajeno,
responsabilidad, libertad, tolerancia, cumplir con los deberes, objeción de conciencia,
honestidad, sinceridad, beneficencia, y amor propio son todos esos valores que llevan al
hombre a tener una cercanía con Dios.
Si los valores religiosos no existieran la maldad, el egoísmo y todos los antivalores
aumentarían en el corazón humano. Por ello la necesidad de trasmitir los valores
religiosos a las nuevas generaciones.
7. VALORES ESTETICOS
Los valores estéticos son los juicios de valores sobre la base de la apariencia de un
objeto, y las respuestas emocionales que provoca. Si bien es complicado analizar
objetivamente los valores estéticos, con frecuencia se convierten en un importante
herramienta para determinar su valor general, las cosas que la gente ve como algo bueno
tiende a tener mayor atención, y constaran mucho más que los objetos, sin tomar en
cuenta el componente estético. Por ejemplo, dos casas con igual de condiciones,
servicios y características se venden a un precio totalmente diferentes dependiendo
quien haya fabricado la casa.
El concepto de “valor estético” se refiere a que el valor que hace que un objeto sea una
“obra de arte”. La naturaleza exacta de este valor es un tema principal de debate entre
los filósofos discusiones sobre la naturaleza de la estética y la belleza.
Valor de una propiedad en base a su aspecto, por ejemplo, una propiedad frente al lago
con una vista del lago puede resultar en un precio de venta más alto que las propiedades
comparables que no ofrezcan la misma opinión.
8. VALORES CULTURALES
Los valores culturales están constituidos por creencias, actividades, relaciones que
permiten a los miembros de la sociedad expresarse y relacionarse. Los valores culturales
existen si quien hace parte de la comunidad los adopta, sin esta aceptación no puede
existir el valor.
Si bien es cierto que los valores culturales se refieren a las tradiciones, lenguajes, arte,
gastronomía, valores, ritos etc. se puede inferir además que los valores hacen parte de la
categoría del valor cultural si una cultura, grupo o sociedad los acepte y adopte como
ejemplo de vida
Se puede decir que los valores culturales son aquellos valores ampliamente compartidos
por todos los miembros de grupos, sociedades, culturas, etnias, etc. Estos valores se
identifican a través de los objetos, condiciones, características que los miembros
consideran importantes.
En la mayoría de los países, los valores pueden incluir la religión, familia, niños,
educación, sociedad, comunidad, amistad y colectividad. Los valores de una sociedad
por lo general se perciben cuando se observan en su vida diaria.
Los valores son relacionados en las normas de una cultura, pero son más generales y
abstractos. Las normas son simplemente reglas de comportamiento en situaciones
indicadas y específicas, mientras que los valores culturales pueden identificar a una
persona como buena o mala.
Por ejemplo, respetar la bandera es una norma, pero también indica valor de
patriotismo. Estos valores inician y se reflejan desde la familia, la cual es y será la
primera sociedad que te ensaña los valores culturales.
Los miembros participes de una cultura cuentan con valores personales, y en ocasiones
pueden chocar con los valores culturales, e incluso llegar a ser sancionados o
humillados quienes primen sus valores personales antes lo de la comunidad.

9. VALORES CÍVICOS
Los valores por lo general van acompañados de una excelente actitud positiva. Los
valores cívicos son aquellos valores que son considerados buenos para una sociedad. 
Son principios que ante la sociedad son importantes, los cuales por general todo
ciudadano debe tener, cuidar y practicar.
Los valores cívicos dependen de su desarrollo en la sociedad, se trasmiten dentro de las
nuevas generaciones y a que si no es así, muchos de estos valores se perderán, y el
civismo en la comunidad no existiría.
Los valores cívicos en todo momento deben ser respetados, ya que si no es asi puede
que se transformen y pierdan respeto y autoridad. Lo cual conllevaría a un desorden
social.
En ese orden de ideas, podemos definir tres clases de relación: micro, meso y macro. En
primer lugar están los macros, se encuentran los valores que se relación con el
comportamiento humano con los demás, pero que se basan en la la individualidad del
ser humano (responsabilidad, honestidad, autonomía, valentía, respeto, tolerancia). En
el segundo lugar, el meso se nos presentan los valores que nos guían a en las relaciones
personales en lo colectivo (voluntad, cooperación, consideración). En lo macro están los
valores que se encuentran la sociedad, como normas, reglas, etc.
10. VALORES FAMILIARES
Los valores familiares son todos aquellos valores que son inculcados a través de las
generaciones, nuestros padres, abuelos, tíos, primos, etc. Esos valores como tener
buenos pensamientos, obras bondadosas, amor, cuidar de aquellas personas que estamos
cerca y hacen parte de nuestro grupo social, nuestra casa, hijos, padres, hermanos,
familiares y amigos. Es importante en los valores familiares tratar a los demás, como
nos gustaría ser tratados a nosotros.
Por lo general quienes cuentan con valores familiares son considerados ante la sociedad
buenas personas, su conducta no genera malestar ni egoísmo. Además que no permiten
que otros irrespeten el bienestar y los valores de la sociedad.
Los valores familiares son las creencias que son trasmitidas a través del ambiente
familiar a las nuevas generaciones. Dentro del círculo familiar, las relaciones se
fundamente en los valores y practicar estos valores se hacen también en la comunidad,
sociedad, ciudad, etc.
Se debe aclarar que los valores familiares en la mayoría de los casos son buenos y
aceptables ante la sociedad, pero en algunos casos pueden ser negativos, ya que ante la
familia son buenos, pero en la sociedad no siempre es así. Por ejemplo, si estos valores
familiares, priman el egocentrismo, desprecio y egoísmo, en la sociedad esos valores no
son aceptados.
11. VALORES EN UNA EMPRESA
En estos tiempos modernos, en las empresas escuchamos constantemente los términos
valores fundamentales, cultura, misión, visión, los cuales hacen parte integral de una
empresa. Pero ¿a qué se refieren con los valores en una empresa? ¿Por qué son tan
importantes? Este articulo contiene los valores más importantes y como hacen parte de
una organización de una empresa.
Los valores en una empresa son los que apoyan la visión de esta, dan forma a la misión
y la cultura y reflejan los estándares de la empresa. Los valores, creencias, filosofía,
principios son la esencia y la identidad de una empresa. Muchas empresas se centran
únicamente en las competencias técnicas, pero constantemente se olvidan ¿Cuáles son
las competencias subyacentes como los valores fundamentales que hacen que sus
empresas funcionen correctamente. La creación y formalización de los valores en una
empresa proporcionan ventajas sustanciales internas como externas:

 Los valores esenciales ayudan a las empresas en los procesos de toma de


decisiones. Por ejemplo, si uno de sus valores fundamentales es estar detrás de la
calidad de sus productos, los productos que no alcancen el nivel satisfactorio se
eliminan automáticamente. Es un proceso necesario y vital dentro de una
organización.

 Los valores fundamentales educan a los clientes potenciales sobre la compañía y


aclaran la identidad de la empresa. Sobre todo en este mundo competitivo, que
tiene un conjunto de valores fundamentales específicos que hablen al público es
sin duda una ventaja competitiva.

 Los valores fundamentales se están convirtiendo en herramientas de imagen y


trabajo.
Se han expuesto qué valores son importantes y algunas estrategias para el
establecimiento de valores fundamentales. Ahora ¿Cuáles son los valores en una
empresa? A continuación se muestra una lista de 10 valores fundamentales que son
comunes en todas las organizaciones en diferentes industrias:

 Rendición de cuentas: Reconocer y asumir la responsabilidad por las acciones,


productos, decisiones y políticas. Se puede aplicar tanto a la responsabilidad
individual por parte de los empleados y la responsabilidad de la empresa en su
conjunto.

 Balance: Adoptar una postura proactiva para crear y mantener un equilibrio


entre vida y trabajo para los trabajadores.

 Compromiso: Comprometerse con la empresa en su servicio, y otras iniciativas


que tienen un impacto vive dentro y fuera de la organización.

 Comunidad: Contribuir a la sociedad y demostrar la responsabilidad social


corporativa.

 Diversidad: Respetando la diversidad y dando lo mejor de composición. El


establecimiento de un programa de equidad de los empleados.

 Entusiasmo: Animar a los empleados a tomar la iniciativa y dar el mejor. La


adopción de un entorno de error abarca a capacitar a los empleados para dirigir y
tomar decisiones.
 Innovación: Búsqueda de nuevas ideas creativas que tienen el potencial de
cambiar el mundo.

 Integridad: Actuar con honestidad y el honor, sin comprometer la verdad

 Propiedad: Cuidar de la empresa y los clientes.

 Seguridad: Garantizar la salud y seguridad de los empleados y de ir más allá de


los requisitos legales para proporcionar un lugar de trabajo libre de accidentes.
12. LOS VALORES EN LAS ORGANIZACIONES
IMPORTANCIA
Siempre han existido asuntos más importantes que otros para los seres humanos. Por
ello, valoramos personas, ideas, actividades u objetos, según el significado que tienen
para nuestra vida.
Sin embargo, el criterio con el que otorgamos valor a esos elementos varía en el tiempo,
a lo largo de la historia, y depende de lo que cada persona asume como sus valores.
En las organizaciones, los valores permiten que sus integrantes interactúen de manera
armónica. Influyen en su formación y desarrollo como personas, y facilitan alcanzar
objetivos que no serían posibles de manera individual.
Para el bienestar de una comunidad es necesario que existan normas compartidas que
orienten el comportamiento de sus integrantes. De lo contrario, la comunidad no logra
funcionar de manera satisfactoria para la mayoría.
Cuando sentimos que en la familia, la escuela, el trabajo, y en la sociedad en general,
hay fallas de funcionamiento, muchas veces se debe a la falta de valores compartidos, lo
que se refleja en falta de coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.
Por ejemplo, es difícil saber cómo enseñar a los hijos el valor “tolerancia”, si nuestros
líderes y gobernantes insultan permanentemente a todos aquellos con quienes tienen
diferencias de opiniones.
Igualmente resulta cuesta arriba promover el valor “respeto” si hay maestros,
profesores, jefes o padres que frente a situaciones complejas defienden sus decisiones
argumentando: “Aquí se hace lo que yo digo” o “Las cosas son así porque sí”.

En términos prácticos es poco probable que una comunidad funcione bien (y no digo
“perfecto”) si las personas que la integran no se basan en ciertos principios que orienten
permanentemente su forma de relacionarse, en las buenas y en las malas.
Con la palabra “comunidad” me refiero a la pareja, la familia, el trabajo, el salón de
clases, el condominio, los vecinos, la ciudad, el país y a cualquier otra instancia de
relación con otras personas. Si no compartimos sus valores no nos sentiremos bien, ni
funcionaremos de manera adecuada en esa comunidad. Tampoco nos producirá
satisfacción ser parte de ella.
Para la cultura organizacional de una empresa los valores son la base de las actitudes,
motivaciones y expectativas de sus trabajadores. Los valores son la columna vertebral
de sus comportamientos.
Si los valores no tienen significados comunes para todos los empleados, el trabajo diario
se hace más difícil y pesado. El ambiente laboral se vuelve tenso, la gente trabaja con la
sensación de que no todos reman en la misma dirección y los clientes pagan las
consecuencias.
Como pilares de una empresa, los valores no sólo necesitan ser definidos. La empresa
debe darles mantenimiento, promoverlos y divulgarlos constantemente. Sólo así sus
trabajadores tendrán mejor oportunidad de comprender sus significados y ponerlos en
práctica en sus labores diarias.
 ¿PARA QUÉ SIRVEN LOS VALORES?
Los valores son una guía para nuestro comportamiento diario. Son parte de nuestra
identidad como personas, y nos orientan para actuar en la casa, en el trabajo, o en
cualquier otro ámbito de nuestras vidas.
Nos indican el camino para conducirnos de una manera y no de otra, frente a deseos o
impulsos, bien sea que estemos solos o con otros.
Nos sirven de brújula en todo momento para tener una actuación consistente en
cualquier situación.
Por ejemplo, en un transporte público algunas personas ceden su puesto a una mujer
embarazada y otras no. Los primeros creen en el valor de la cortesía y el de la
consideración con otras personas, sean o no conocidas.
Entre los que no ceden el puesto es común encontrar niños (que aún no tienen este tipo
de valor), o personas ancianas que valoran más (sin que les falte razón) su necesidad de
estar sentados, o personas que simplemente valoran más su propia comodidad.
Así, los valores nos sirven de base y razón fundamental para lo que hacemos o dejamos
de hacer, y son una causa para sentirnos bien con nuestras propias decisiones.
Cuando actuamos guiados por valores no lo hacemos por lo que dirán o nos darán los
demás. Actuamos por convicción, sin importar si otras personas nos están viendo.
La diferencia con otros comportamientos es que cuando creemos verdaderamente en
una conducta que para nosotros representa un fundamento de vida, actuamos según esa
creencia, sin que nos importe lo que digan los demás.
Cuando practicamos la honestidad como principio, no nos apropiamos de cosas ajenas
porque creemos en el respeto por la propiedad de otros y no porque nos estén vigilando.
Los valores nos ayudan a proceder según lo que consideramos que está bien o mal para
nosotros mismos. En otras palabras, cuando actuamos guiados por valores lo hacemos
sin esperar nada a cambio que no sea nuestra propia satisfacción y realización como
personas.
Esta satisfacción nos hace practicar nuestros principios y creencias en cualquier
situación. Nos permite tener una personalidad consistente, independientemente del
estado de ánimo o del lugar en el que nos encontremos.
Hay personas que no practican la bondad con desconocidos porque creen que no
recibirán un justo agradecimiento o una recompensa. Sin embargo, aunque puedan ser
bondadosos con personas que valoran más (como sus hijos, alumnos, empleados o
compañeros de trabajo), no asumen esa bondad como un principio de vida.
Si nos interesa fomentar ciertos principios de conducta como padres, maestros, jefes, o
en cualquier rol de líder, sólo la práctica consistente de esos valores nos ayuda a dar el
ejemplo sobre el significado concreto que ellos tienen en términos de actuación.
¿CUÁNDO SON ÚTILES EN LAS ORGANIZACIONES?
Los valores cumplen un papel importante en la eficiencia y la efectividad de las
organizaciones:
• Cuando tienen el mismo significado para todos los miembros de la organización (o al
menos para la mayoría).
• Cuando son compartidos, es decir, que tienen una importancia similar para todos.
• Cuando son puestos en práctica, especialmente por los líderes, en todos los niveles.
• Cuando son recordados cotidianamente.
Los valores en las organizaciones sirven para que sus integrantes:
•  Se relacionen y funcionen mejor, tengan más coordinación, sean más previsivos en su
planificación, y logren con eficiencia sus objetivos.
• Tengan más y mejor conciencia práctica de su dirección y sus propósitos, en el corto,
mediano y largo plazo.
• Sean colectivamente más creativos y efectivos en la solución de sus retos y
necesidades tácticas o estratégicas, específicas y generales.
Como consecuencia, los miembros de una organización en la que se comparten valores:
• Se sienten más realizados como personas, más plenos, y valoran más sus propios
comportamientos.
• Se sienten muy satisfechos de ser parte de esa comunidad. Se sienten más
identificados y comprometidos con la razón de ser de esa organización.
• Rinden más en sus acciones, sus responsabilidades específicas y cumplen mejor sus
compromisos profesionales.
• Hacen más aportes individuales y son más creativos, porque a través de sus actos se
sienten más realizados como personas y más satisfechos de sí mismos.
Por otro lado, los valores organizacionales son los pilares de la cultura de una
organización, lo que a su vez facilita y garantiza la integración y el crecimiento de las
personas que la conforman.
Pero la coherencia de esa cultura, es decir, el grado de consistencia entre lo que dicen y
hacen sus integrantes, es lo que determina el nivel de armonía y la calidad del
desempeño de esa organización (o comunidad).
Como puede verse, es muy beneficioso invertir tiempo y esfuerzo en fomentar que
cualquier organización tenga una cultura basada en valores compartidos, que se ponen
en práctica todos los días a través del comportamiento cotidiano de todos sus integrantes
(o la mayoría).
ALGUNOS RETOS QUE PLANTEAN LOS VALORES
En primer lugar, los valores están íntimamente relacionados con nuestras emociones y
sentimientos. Por ejemplo, si valoramos la honestidad, nos molesta y nos hiere la
deshonestidad. Igual nos pasa con la sinceridad, el respeto, la responsabilidad o
cualquier otro valor.
Como todos sabemos, casi siempre resulta difícil explicar los sentimientos. En
consecuencia, como comunidad u organización también suele ser difícil ponernos de
acuerdo sobre el significado práctico de un valor.
En segundo lugar, cada quien tiene sus propias creencias, convicciones y principios de
vida, con su propia jerarquía.
Cada uno construye su propia escala de valores personales. Los aprendemos desde la
infancia y cada quien le otorga su propio sentido, de acuerdo con sus experiencias,
conocimientos previos y desarrollo como persona.
En tercer lugar, los valores pueden tener significados relativos, dependiendo de la
posición de la persona que lo pone en práctica.
Por ejemplo, ¿la honestidad justifica que una persona delate a alguien que le dio
información confidencial y privada? Sobre esta clase de dilema no es fácil llegar a un
consenso, lo que a su vez genera mucha polémica acerca de la universalidad de ciertos 
principios.
En cuarto lugar, los valores y su jerarquía varían con el tiempo. Surgen con un
significado especial y cambian a lo largo de la vida, porque están relacionados con los
intereses y necesidades individuales.
Cuando somos niños, en buena medida, nuestros valores son definidos por necesidades
de subsistencia y por la búsqueda de la aprobación de los padres. Durante la
adolescencia nos guían valores derivados de la necesidad de experimentación e
independencia. Ya de adultos nos planteamos otras prioridades.
Esto permite explicar los obstáculos que existen para llegar a acuerdos sobre principios
y creencias entre diferentes personas, en distintos momentos de la vida.
En quinto lugar, los valores están estrechamente relacionados con la moral y la ética.
Ambos son conceptos filosóficos densos y complejos, y es difícil ponernos de acuerdo
sobre sus significados prácticos.
Por esta razón, dentro de las organizaciones y comunidades tiende a difuminarse el
sentido y la utilidad de los principios que sirven para proporcionarles sentido de unidad.
Cuando hacemos “una lista de valores” en las organizaciones, generalmente se pone
énfasis en las definiciones teóricas. Logramos un consenso general sobre las ideas, pero
sin suficientes expresiones prácticas de las conductas que implican.
Tenemos el reto de traducir los valores en listas de comportamientos muy específicos,
relacionados con el día a día. De esta manera nutriremos mejor la relación entre los
miembros de nuestros equipos y lograremos mejor nuestros objetivos.
Si traducimos los valores en actuaciones concretas, obtendremos más significados y más
aplicaciones prácticas en la familia, en el trabajo y en las organizaciones de las que
formamos parte.
CRISIS DE VALORES
Aunque nos enseñen que la honestidad es un comportamiento ideal deseable (y todos lo
aceptamos como algo cierto), la interpretación y el sentido que le damos en la práctica
suele variar de una persona a otra.
Estas diferencias se traducen en actitudes e incoherencias muy concretas. Por ejemplo,
ser honesto, entre otras cosas, significa cumplir con todos los deberes dentro de una
organización, pero no es común que se asocie la impuntualidad injustificada con la
deshonestidad.
En las organizaciones existe la tendencia a dar por sentado que todos sus integrantes
conocen el significado de un valor, pero su definición general no es suficiente para que
todos respondamos de la misma manera frente a situaciones con características
particulares.
Por ejemplo, hay un consenso generalizado sobre los beneficios de trabajar en equipo.
Es un valor implícito en la naturaleza de una organización. Sin embargo, al mismo
tiempo, es uno de los comportamientos sobre el que existe más polémica.
El trabajo en equipo no es algo que sucede automáticamente por el hecho de estar todos
en un mismo lugar. Poner en práctica de manera armoniosa este valor requiere de un
esfuerzo y un coraje individual muy especial. Por tal razón, los grandes equipos trabajan
y entrenan mucho para llega a ser así.
El sentimiento de “crisis de valores” nos aborda cuando con frecuencia vemos a los
integrantes de nuestro equipo no poner en práctica los principios organizacionales que
se supone conocen, o exhiben comportamientos contrarios a los mismos.
Al sentir que no remamos en la misma dirección se produce mucha tensión en la
organización o comunidad. Es lógico que así sea, porque todo nos cuesta más: ponernos
de acuerdo, actuar de manera coordinada y lograr los objetivos que nos planteamos.
Se ha vuelto un lugar común dentro de las empresas hablar de valores como la
excelencia, el liderazgo o la innovación. Pero en la mayoría de los casos son sólo
palabras o intenciones generales. Los miembros de esas organizaciones no cuentan con
suficiente orientación para comprender lo que esos conceptos significan frente a sus
retos cotidianos.
Promover la excelencia se puede convertir en algo difícil en organizaciones con jefes
arbitrarios, y la innovación no es fácil de asumir si con frecuencia se interponen
argumentos tales como “¿para qué cambiar si siempre lo hemos hecho así y aún
funciona?”
Los ejemplos anteriores son apenas algunas de las contradicciones que originan la
sensación de crisis de valores. Cuando la teoría y la práctica se  contraponen generan
tensión, insatisfacción y crisis. En otras palabras, no es fácil promover valores si en la
cotidianidad prevalecen otros principios o “anti-valores”.
Las crisis de valores, creencias o principios se  producen cuando su significado
comienza a perder sentido y utilidad práctica en asuntos concretos.
¿POR QUÉ SE DEBILITAN LOS VALORES?
Hay muchas razones, pero quiero destacar tres que constituyen una especie de círculo
vicioso de deterioro de valores.
A. Las necesidades pueden presionar más que los valores
Los valores en sí mismos no se deterioran. Lo que en realidad se debilita es nuestra
propia capacidad de creer en determinados principios y su pertinencia, como producto
de la presión que ejerce sobre nosotros el manejo de ciertas necesidades.
Esta realidad, a su vez, nos remite a valores básicos de subsistencia individual.
Por ejemplo, cuando irrespetamos “las colas” (en el tráfico o a la espera de ser
atendidos) es porque consideramos que nuestra necesidad individual tiene más valor que
la de los demás. Con en este tipo de consideración personal, pierde sentido la
“honestidad” como un valor que nos vincula con los demás.
Algo parecido ocurre en los colegios u organizaciones similares, cuando los maestros o
supervisores sienten que su necesidad de “controlar” a su grupo tiene más valor que el
“respeto” y la “dignidad” de los integrantes, y hacen uso de la “autoridad” para
imponerles orden.
Seguro que no les va a resultar nada fácil obtener “respeto” como respuesta.
B. Es mucho más fácil transmitir otros valores
El verdadero significado de los valores en las organizaciones se basa en las acciones y
actitudes de sus integrantes, y nuestro comportamiento se traduce en los detalles de lo
que hacemos en el día a día:
Imagine a un padre enseñado a su hijo la importancia de la verdad o la responsabilidad.
Un instante después, el hijo le dice al padre que lo llama por teléfono un cobrador, y el
padre le responde con naturalidad: “Dile que no estoy”.
Imagine algo que cada día sucede más en las empresas: No quitamos la vista de la
computadora mientras hablamos con compañeros de trabajo que “respetamos”, y
decimos cosas como: “No te estoy mirando, pero te estoy poniendo atención”.
C. Existe mucha presión social a favor de “anti-valores”
En una sociedad que sobre-estimula el consumo y la propiedad, los ciudadanos
terminamos siendo valorados más por lo que tenemos que por lo que somos como
personas. En consecuencia, la apariencia o el poder muchas veces se convierten en
valores superiores a la responsabilidad. Así terminamos proclamando que “el fin
justifica los medios”.
En las organizaciones se necesita un poco más de humildad a la hora de hablar de
formación de valores o de exigirlos. Los valores están en los detalles de todos los
comportamientos de sus integrantes, y muchos de esos comportamientos son habituales
y, en ocasiones, inconscientes.
En este sentido, los valores pueden ser mucho más útiles como guías de acción para los
integrantes de un equipo de trabajo o de una familia, cuando se definen como
comportamientos deseados concretos.

LA PRÁCTICA DE LOS VALORES: ES SU DECISIÓN


Aunque los valores comienzan a formarse desde temprana edad y cada quien le da un
sentido propio, la puesta en práctica de los valores es una decisión personal.
Cada quien determina cómo actuar frente a las distintas situaciones de su vida.
Unas veces más conciente que otras, eres tú quien decide la actitud y la manera de
comportarte frente a las demás personas y frente a las oportunidades, las dificultades o
las responsabilidades. Decides asumirlas o eludirlas.
Cuando nos interesa relacionarnos satisfactoriamente con otras personas o ser parte de
una organización, decidimos aceptar los valores que requiere esa relación.
Inclusive, en una organización autoritaria, donde los valores se imponen
unilateralmente, uno también toma la decisión de aceptarlos.
Al llegar a una organización o comunidad deberíamos ocuparnos de conocer sus valores
y sus significados. Ellos nos permiten regular nuestra conducta para el bienestar
colectivo y lograr una convivencia armoniosa.
Si resolvemos ser parte de una organización con valores ya definidos, entonces hemos
decidido suscribirlos y ponerlos en práctica.
Podemos afirmar que asumir los valores de una organización en la que nos interesa estar
es una responsabilidad individual. La práctica de los valores expresa el grado de
compromiso que tenemos con esa organización.
Sin embargo, aunque todo esto suene simple, a las organizaciones les toma un gran
esfuerzo que sus integrantes tengan valores compartidos y, en muchos casos, apenas se
logra.
Recuerda que al hablar de valores nos referimos a principios y creencias. Por lo que es
poco probable que cumplamos bien con algo sobre lo que no estamos completamente
convencidos de su importancia o valor. ¿Alguien puede obligarte a que estés
convencido al respecto?
Aún no estando de acuerdo, podemos seguir correctamente una orden.
Pero la práctica de valores requiere de convicción y eso es algo que depende de tu
decisión.
Todos sabemos que un trabajo bien hecho respaldado por valores es superior al que sólo
se hace por cumplir con una orden.
Tú decides poner en práctica inmediatamente tus creencias. Decides no posponerlas.
Decides actuar de acuerdo con tus principios, por convicción y no porque te están
viendo o vigilando.
Decides la actitud con la que eres parte de una organización y qué clase de persona eres
en ella.
Esa capacidad de decidir es la fuente de tu plenitud como ser humano.
LA FORMACIÓN DE VALORES
Comenzamos a tener valores cuando somos niños. Primero aprendemos a tener aprecio
por las cosas que satisfacen nuestras necesidades básicas, pero valoramos especialmente
a las personas que nos las proporcionan. Su comportamiento hacia nosotros se vuelve la
principal referencia de lo que es valioso.
Por esta razón, nuestro carácter y personalidad se moldea con las actitudes y
comportamientos de las personas que nos crían, bien sea los padres u otros familiares.
Sus conductas tienen el principal peso de lo que después se convierte en nuestros
principios y creencias personales más importantes.
Aprendemos a valorar el fondo y la forma de todo lo que ellos dicen y hacen, así como
lo que dejan de decir o hacer. Cada gesto o comentario tiene una gran influencia en la
formación de nuestro juicio y aprendemos también a diferenciar la teoría y la práctica de
los valores. Esto último es lo que más nos marca.
Así que la consistencia y la coherencia en el comportamiento de nuestros padres es lo
que le da solidez a nuestra formación. Si ellos hacen lo que dicen nuestra personalidad
será más fuerte que cuando ellos no practican lo que pregonan.
Más adelante, cuando nos volvemos estudiantes, comenzamos a sentir presiones
sociales y presión de valores diferentes a los nuestros, a través de la relación con otras
personas. Se pone a prueba la fortaleza de los valores que formamos con nuestros
padres.
Se suele confundir valores con hábitos, y muchos padres aspiran que el colegio forme
los valores que no fueron formados en la casa. Eso no es posible, simplemente porque el
colegio no satisface necesidades básicas de vida, esa es responsabilidad de las personas
que nos crían.
Los maestros, líderes y modelos de valores en el colegio, tienen la posibilidad de
reforzar lo formado en el hogar, pero no sustituirlo. Si las convicciones que se forman
en la casa no son sólidas, pronto se verán expuestas a una intensa competencia social
con otras creencias.
¿Por qué es tan difícil formar valores? Porque, a diferencia de las normas, los valores
son convicciones.
Son comportamientos que decidimos con gusto y nos producen satisfacción. Las normas
las podemos acatar a pesar de nuestra voluntad, pero los valores tienen el respaldo de
nuestra voluntad. Hemos aprendido su importancia por los beneficios que nos producen,
individuales y colectivos.
Las personas que en nuestras vidas tienen un rol de liderazgo son quienes nos
transmiten más valores. Por eso no es casual que ellas sean nuestros padres, hermanos
mayores, abuelos, ciertos familiares, maestros, compañeros estudiantiles que
admiramos, profesores y jefes.
Pero para poder transmitir algo hay que poseerlo, y sólo se transmiten a través del
ejemplo práctico cotidiano de las actitudes y conductas. Es muy poco probable
formarlos con grandes explicaciones o a través de una lista de lo que se considera
correcto o incorrecto. La memorización de sus significados teóricos no garantiza que los
valores se pongan en práctica.
FOMENTAR VALORES EN LAS ORGANIZACIONES
La internalización de los valores en una organización supone que sus miembros se
identifican con ellos, para lo cual la gerencia debe asumir la responsabilidad de
definirlos, informarlos y cultivarlos, de acuerdo con su propia misión.
Podríamos decir que se trata de un compromiso de “doble vía”. Los líderes tienen una
función en la promoción de los valores organizacionales, pero el resto de los miembros
tenemos la responsabilidad de conocerlos y la decisión de practicarlos.
El mayor de los retos no es teórico sino práctico.
Las organizaciones están fomentando valores todo el tiempo, a través de todas las
actitudes y comportamientos de sus dirigentes, cualquiera que sea su nivel. Todas sus
acciones transmiten valores.
Por ejemplo, si una empresa debe impartir un curso en un día no laboral, tiene que
comunicar adecuadamente las razones del caso. De lo contrario, la organización termina
transmitiendo que el entrenamiento no es trabajo y su importancia se desvaloriza.
Otro ejemplo de una situación en la que se transmiten valores contrarios a los deseados,
ocurre cuando los jefes no asisten a los cursos a los que envían a sus subordinados, o
cuando hacen lo contrario a lo que se dijo en el curso; o cuando tratan de estimular un
esfuerzo o la creatividad con el argumento de que es “algo fácil”.
Promover en las organizaciones valores como el trabajo, el mejoramiento continuo, la
excelencia personal, el aprendizaje, o la proactividad, requiere de mucho coraje y un
esfuerzo especial de los líderes. Lo que hacemos o dejamos de hacer modela mucho más
que nuestras palabras.
Incluso, personas del mismo nivel en la organización también transmiten referencias de
sus propios valores personales. Por ejemplo, las personas poco colaboradoras en un
trabajo terminan perdiendo aprecio y relevancia para sus compañeros.
Además de definirlos en términos de conductas específicas, las organizaciones deben
ocuparse de mostrar los beneficios prácticos que produce el ejercicio de los valores. No
es recomendable asumir que se trata de algo obvio. Es mejor hacer explícita esa
asociación.
La metodología más eficiente para el fomento de valores es la que pone énfasis en
reforzar las buenas prácticas y las conductas que mejor reflejan la cultura organizacional
deseada. Ésta es la vía comprobada y efectiva para estimular que se asuman principios
con convicción. Las amenazas y los castigos, en el mejor de los casos, sólo logran
generar temor, pero no convicción.
El principio del refuerzo positivo es simple: No se puede obligar a la gente a que haga
bien lo que no quiere hacer. Ello además no supone que los errores deben pasarse por
alto o que no se debe ser severo. Pero el refuerzo positivo es mucho más que una
palmadita en la espalda. Para que esta metodología funcione se debe elogiar a la gente
de inmediato, se debe ser específico en el comportamiento reconocido, y se deben
expresar los sentimientos positivos que nos hacen sentir la práctica del valor. Si esta
metodología se practica de manera sistematizada se produce un ambiente organizacional
que funciona como un círculo virtuoso de reproducción de valores.
PERSONAS VALIOSAS EN LAS ORGANIZACIONES
En general valoramos a la gente por sus principios, y en particular por el significado que
tiene su actitud y comportamiento para nosotros. Por supuesto, esa valoración depende
de nuestros propios principios y creencias.
Sin embargo, hay valores en las organizaciones que tienen un impacto positivo
generalizado. Las personas que los practican son reconocidas y estimadas. Esa es la
base de su liderazgo individual, fundamentado en su personalidad y su capacidad de
influir en el desarrollo de las personas a su alrededor.
La gente cree y confía en ellos por lo que son y lo que hacen. Su comportamiento nos
hace sentir admiración y respeto. Su carácter se traduce en la práctica de valores que
inspiran emulación en otros miembros de la organización.
Esto ocurre con los supervisores que logran estar tan pendientes de su trabajo como de
la situación de sus supervisados. También ocurre con las personas que tienen que tienen
tal sentido de colaboración y solidaridad que siempre están dispuestos a ayudar a otros,
inclusive antes de que lo soliciten.
En ciertos momentos de las organizaciones, algunos valores son tan escasos que pueden
producir tanta sorpresa como desconfianza.
Un ejemplo es el de la cooperación desinteresada. Las personas que la practican llaman
la atención hasta de aquellos que no creen posible que exista un valor así en la sociedad
contemporánea, en la que prevalecen valores materiales.
Algo similar pasa con la excelencia en la atención hacia las personas. El trato frío o la
cortesía fingida se ha generalizado de tal manera, que cuando somos atendidos con
respeto y aprecio, muchas veces no sabemos si fascinarnos o sospechar de la honestidad
del trato recibido.
La distorsión de ciertos valores ha llegado al punto en el que a muchas personas les
cuesta comprender cómo alguien puede dar más de lo “estipulado” o por lo que es
remunerado. Quizás esto se debe a que en una sociedad de consumo se tiende a darle
más importancia a ciertos valores materiales que a otros tipos de valores.
De cualquier modo, la gente que practica de manera consistente ciertos principios de
conducta parece nadar contra la corriente y entra en conflicto con lo establecido o con
las normas.
Eso pasa con valores como la creatividad, la innovación o la orientación al logro. Las
personas con estas creencias también hacen un aporte significativo porque contribuyen a
que los valores evolucionen o mejoren.
Claro, esto ocurrirá siempre y cuando en términos prácticos los beneficios
organizacionales de “los nuevos” valores sean mayores que los de “los viejos” valores.
De lo contrario, se produce una tensión negativa entre los practicantes de unos y otros
principios.
En resumen, las personas valiosas en las organizaciones tienen un tipo de proactividad
personal mucho mayor a la del promedio de su equipo.
No se inhiben con “el qué dirán” de los demás. Deciden practicar sus valores con coraje
y respetuosa convicción.
No lo hacen contra viento y marea sino con viento y marea.
DECÁLOGO DE VALORES ORGANIZACIONALES
A continuación encontrará un decálogo de principios que hacen que el desempeño de
algunas organizaciones sea superior al de otras, a la vez que sus miembros obtienen más
satisfacción personal por ser parte de ellas.
Por supuesto, puede agregar, eliminar o modificar esta lista. Es sólo un ejercicio para
mostrar una manera de presentar los valores más como comportamientos que como
conceptos teóricos. Así llegan a tener más significado práctico para los miembros de su
equipo.
Seleccioné éstos pensando en las organizaciones en general. Seguramente en cada
organización hay otros valores y los comportamientos pueden ser descritos de manera
aún más específica.
Esta guía se sugiere como un punto de partida para comenzar a desarrollar una lista
propia.
Honestidad:
Ofrecemos lo que podemos cumplir y nos esmeramos en lograrlo.
Actuamos con exactitud y puntualidad. No dejamos los resultados al azar.
Honramos y defendemos la propiedad de los demás. Nos comportamos con integridad,
de  manera coherente.
Somos auténticos en lo que hacemos. Tenemos una sola cara.
Obramos con un sentido conciente de la justicia. Respetamos la verdad.
No nos aprovechamos de la inocencia o la ignorancia de los demás.
Responsabilidad:
Asumimos la obligación de responder por lo que hacemos o dejamos de hacer.
Ponemos cuidado y atención especial en nuestras decisiones.
Damos la cara por nuestros actos y sus consecuencias.
La responsabilidad es un compromiso esencial con los demás y con nosotros mismos.
No eludimos ni olvidamos nuestras deudas.
Somos previsivos. Planificamos y nos esforzamos para trabajar con orden.
Reconocemos nuestros errores al tiempo que buscamos corregirlos.
Comunicación:
Nos esforzamos más en escuchar lo que tratan de decirnos. Si no entendemos
preguntamos.
Buscamos verificar que nos estamos explicando correctamente.
No damos nada por obvio. No suponemos.
Evitamos etiquetar a nuestros interlocutores o sus mensajes.
Evitamos los prejuicios.
No consentimos chismes ni rumores.
Si no nos llega la información la buscamos.
No nos callamos cuando tenemos algo que decir.
No dejamos pasar las oportunidades de mejorar.
Sinceridad:
Nos expresamos con libertad, sin fingir o disimular.
Creemos en la veracidad como base para poder construir confianza.
Decimos lo que pensamos sin perjudicar a los demás.
Actuamos de manera consistente con todas las personas y en todo momento.
Tratamos a los demás con franqueza.
La sinceridad es reflejo del aprecio por nuestros compañeros de equipo.
Respeto:
No menospreciamos a los demás ni sus opiniones.
Cuando actuamos tenemos consideración y deferencia con los sentimientos de los
demás.
Apreciamos a quienes nos rodean.
Nos esforzamos por comprender de manera empática sus puntos de vista y situaciones
particulares.
No atropellamos a los demás al interactuar con ellos.
No insultamos ni maltratamos.
No agredimos ni física ni verbalmente a nadie.
Tratamos a las personas con dignidad.
Compañerismo:
El éxito de nuestra organización lo construimos juntos.
El trabajo en equipo requiere de coraje individual.
Los compañeros que valoran más este principio no eluden hacer equipo con los
miembros con quienes tienen menos afinidad.
El mejor resultado es producto de que todos en el equipo hagan lo mejor para sí mismos
y para el grupo.
La armonía no se logra por casualidad; es una consecuencia del esfuerzo de las personas
que  constituyen una organización. Se basa en el conocimiento y el aprecio por todos los
miembros del equipo.
Solidaridad:
No significa sólo dar una ayuda sino comprometerse y compartir la situación de aquel
con quien me hago solidario.
Es brindar apoyo al ser humano necesitado.
Comprendemos que para que haya solidaridad se requieren dos personas o
comunidades.
Supone ayudar sin recibir nada a cambio, aunque nadie se entere, sin esperar
reciprocidad.
Es la adhesión a principios comunes e implica compartir por ellos beneficios y riesgos.
Tolerancia:
Aceptamos con respeto las opiniones contrarias a las nuestras.
No descalificamos a las personas que tienen puntos de vista que no compartimos. Las
aceptamos con respeto genuino por el individuo, aunque no nos entendamos.
Tolerancia no es hacer concesiones. Tampoco es indiferencia.
Supone conocer y aceptar al otro.
Elegimos ser tolerantes por convicción.
Es condescendencia.
Tolerancia implica voluntad y madurez.
Aprendizaje:
Creemos en el mejoramiento continuo nutrido con la experiencia diaria.
Creemos en la autoridad que confiere el conocimiento, el estudio y la experiencia.
Por ello nos capacitamos y actualizamos de manera permanente y sistematizada.
Entendemos el aprendizaje como un proceso práctico de aplicación de ajustes y cambios
en el comportamiento, no sólo como un ejercicio del conocimiento teórico.
Decimos que aprendemos después de haber cambiado lo que era necesario cambiar.
Superación:
Tenemos el compromiso de mejorar cada día lo que hacemos aunque sea una pequeña
parte y no la totalidad.
Es nuestra capacidad y deseo de vencer obstáculos o dificultades. Eso nos motiva.
Los retos nos inspiran.
Nos sentimos realizados como personas con el esfuerzo asumido de manera conciente,
porque en ello vemos nuestro potencial.
No hacemos las cosas “más o menos” o por “cumplir”.
Creemos en el poder que se obtiene de la disciplina y la perseverancia.

UNA IDEA PARA TRABAJAR LOS VALORES


Trabaje los valores en su organización con un recurso abierto. Es decir, desarrolle un
documento que contenga las conductas y actitudes deseadas, que sirva para ejemplificar
la puesta en práctica de cada uno de los valores de la organización.
Debe ser un documento que tenga la posibilidad de actualizarse y mejorar con la
evolución de la organización, y con la participación de sus integrantes.
De esta manera se crean las condiciones para “refrescar” el significado práctico de los
principios, y que esta dinámica se convierta en oportunidades vitales para fortalecer el
compromiso de la gente con los valores de la organización.
Crear un documento con estas características también permite construir la identidad
necesaria para que los valores realmente se conviertan en los pilares de la cultura
organizacional. Así, los integrantes de la organización no verán en los valores una
simple lista de creencias con las que deben vincularse porque no les queda más remedio,
sino las bases para tener más  sentido práctico de lo que representa ser parte de esa
organización.
Utilice los valores organizacionales universales antes propuestos como un punto de
partida. Con ellos puede comenzar a construir una lista de comportamientos deseados
frente a las distintas situaciones específicas que debe enfrentar su organización.
Esta es una manera concreta de asociar la práctica de los valores al día a día de cada
integrante de la organización, al mismo tiempo que estructura un “código de conductas”
práctico y en sintonía con la gente.
Su documento se puede desarrollar sobre la base de un esquema como el de la página
siguiente.
Este es un ejemplo de cómo estructurar un “código de conducta” que contenga el
significado de los valores en términos de comportamientos deseados.
Usted puede adaptarlo o formularlo de otra manera, de acuerdo con la realidad propia de
su organización. Pero el resultado debe ser el mismo: Una guía práctica para los
integrantes del equipo, en cuya construcción ellos también han participado.
Cuando hablamos del valor Comunicación:
Si estamos en alguna de las siguientes situaciones:
Falta de información sobre un proyecto en proceso.
La actitud y el comportamiento de los integrantes de nuestra organización debe ser el
siguiente:
1. La buscamos. Preguntamos.
2. Pedimos ayuda a nuestros compañeros y a nuestros jefes.
3. No especulamos sobre las razones por las cuales no contamos con la información.
4. No creamos rumores.
5. Antes de emitir un juicio, averiguamos las razones por las cuales falta la información.
COMENTARIOS FINALES
La lista anterior es sólo un ejemplo de cómo estructurar un “código de conducta” que
contenga el significado de los valores en términos de comportamientos deseados.
Usted puede adaptarlo o formularlo de otra manera, de acuerdo con la realidad propia de
su organización. Pero, el resultado debe ser el mismo: Una guía práctica para los
integrantes del equipo, en cuya construcción ellos también han participado.
En las últimas dos décadas he tenido la oportunidad de realizar centenares de sesiones
de trabajo para ayudar a distintos tipos de organizaciones a definir sus valores, y casi
siempre he tenido que enfrentar dificultades similares.
Muchas veces se habla de la “ética” como un valor, pero ésta es una rama de la filosofía
que se ocupa de la moral, de la que también se habla como un valor. Sin embargo, la
moral está compuesta por convenciones sociales sobre lo bueno y lo malo, y siempre ha
estado cargada de contradicciones. Por ejemplo, los terroristas políticos asesinan
personas para imponer lo que ellos consideran moralmente bueno.
Así que con este tipo de referencias, los valores en las organizaciones se han convertido
en un tema sobre el que se desatan muchas polémicas teóricas que, al final, producen
pocas implicaciones prácticas útiles.
Muchas organizaciones definen sus valores, pero lo hacen como una especie de
obligación gerencial. No parecen tener mucha claridad ni convicción sobre sus
beneficios en el día a día de sus actividades. Por lo menos eso no se ve en la práctica.
Aterricé en este tema porque todas las acciones de una organización comunican valores,
y la comunicación es mi área de especialidad.
Es muy difícil definir y transmitir mensajes clave consistentes para una empresa o
producto, sin basarse en sus valores. Todo acto de comunicación (de fondo y forma)
está lleno de valores.
Así como las organizaciones transpiran comunicación en todo lo que hacen, dicen, dejan
de hacer o decir, así mismo transpiran valores sobre su razón de ser y en relación a sus
ser y en relación a sus públicos. De tal manera que rescatar el valor de los valores en las
organizaciones luce como una necesidad importante.
Espero haber logrado transmitir que las organizaciones con valores compartidos logran
desarrollar una cultura organizacional que les permite desempeñarse con excelencia y
mucho mejor que las que no comparten significados similares sobre sus principios.
También aspiro a que este texto sea de utilidad para su día a día profesional. Y como
creo que el valor de la comunicación -entre otras cosas- consiste en un constante
intercambio de “doble vía”, valoraría mucho que sea usted quien me permita saber su
opinión sobre este “libro de bolsillo”.

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