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El Movimiento de Jesús PDF
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GERD THEISSEN
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El movimiento de Jesús es un movimiento en sentido sociológico, esto es, un intento colectivo
por promover un interés común o por asegurar una meta común, mediante una acción colectiva
que quede al margen de la esfera de las instituciones establecidas.
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cristiana a Luciano de Samosata, quien en sus escritos hace mención a
profetas itinerantes del cristianismo primitivo.
Ahora bien, es claro que estos tres procedimientos presuponen que unos
textos, en combinación con otros textos y testimonios, permiten extender la
mirada para hacer una lectura crítica de la realidad histórica. Los textos son
resultado de la acción humana y, por tanto, pueden entenderse únicamente en
el contexto del hacer y del padecer humanos.
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Al círculo exterior pertenecían los simpatizantes sedentarios de Jesús, a los
cuales se identifica con el apelativo de “Carismáticos terciarios”, quienes junto
con el grupo anterior, se constituían en los hermanos y hermanas de Jesús en
sentido figurado (Mc 3,34), consolidando la “familia dei” como amplia forma
social de adeptos a Jesús.
Jesús como carismático primario fue percibido como portador de esperanza por
la fuerza de irradiación de su persona, pero también por los anhelos y
expectativas que se depositaban en él, por las funciones en las que se lo
contemplaba como maestro, profeta y rey. Como profeta, la actividad y la
suerte corrida por Jesús se pueden entender únicamente cuando se tiene en
cuenta un conflicto fundamental de funciones: Jesús se sustrajo a su hogar y a
su aldea, y chocó así contra las elementales expectativas y funciones que se
depositan en un sencillo “carpintero”. En este punto, Jesús tuvo que
defenderse de la crítica al tiempo de actuar como un carismático entre
campesinos.
Esta ruptura con el hogar y con la familia queda compensada en Jesús por la
nueva familia constituida por el círculo de sus adeptos: “El que cumple la
voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mc 3, 35).
Jesús aceptó la ruptura con la función familiar a fin de ser un maestro itinerante
sin patria ni hogar, él fue el primer maestro itinerante del que se tenga noticia
en el judaísmo de aquel entonces.
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instituyendo a otros como “mesías”. Aquel que instituye a otros como “mesías”
¡tiene que ser más que un Mesías!
Esta competencia con los carismáticos precedentes y con los que actuaban
junto a Jesús contribuyeron a que él intensificara su conciencia de sí mismo de
una manera difícilmente superable, y a que sus discípulos incrementaran de
nuevo simbólicamente la dignidad de Jesús elevándola casi hasta lo
inconmensurable, cuando le atribuyeron el nombre que está por encima de
todos los nombres (Flp 2,9).
Por otro lado, hay que tener en cuenta las numerosas variantes de carismáticos
existentes. Pueden reconocerse dos grandes agrupaciones: un grupo
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judeocristiano que se remonta a la misión a Israel, y otro tipo de carismáticos
itinerantes que está asociado con la misión entre los gentiles. Dentro del
ámbito siro – palestinense podemos encontrar la existencia de carismáticos
itinerantes a lo largo de varias generaciones que fueron integrando diferencias
en la configuración de esa forma de vida. En todo caso, la vida apostólica sin
patria ni hogar encontró incesantemente nuevos adeptos en la historia ulterior
de la Iglesia: en los monjes irlando – escoceses, en los franciscanos y en los
espirituales.
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mención a la función de los carismáticos terciarios que estaban conformados
por grupos sedentarios de simpatizantes de los carismáticos itinerantes
mencionados anteriormente.
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los carismáticos itinerantes, falta el encargo de bautizar debido a que para ellos
la vocación al seguimiento hacía que fuera superfluo todo rito de iniciación.
Para la expulsión de pecadores del seno de la comunidad local con prontitud se
elaboró una reglamentación a la cual hace referencia el pasaje de Mateo 18,
15ss consistente en la amonestación personal, el diálogo en presencia de dos
testigos, la expulsión por la asamblea de la comunidad. Para el caso de los
carismáticos itinerantes el único referente se encuentra en la didajé 11,11, en la
cual se menciona que ellos estaban sometidos únicamente al juicio de Dios y
por parte de la comunidad, a perder la base de su sustento material (Luciano,
peregr. 16).
Después de este recorrido por las funciones del movimiento de Jesús queda al
descubierto que muchos de los enunciados sobre la conducta de los miembros
del movimiento muestran un enorme paralelismo con enunciados sobre la
comprensión de Jesús como Hijo del hombre. Este paralelismo se subraya en
los textos mismos donde se dice: “…y el que quiera ser el primero entre
vosotros, que sea siervo de todos” (Mc 10, 44). El modelo del Hijo del hombre
fundamenta esta exigencia: “Pues tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser
servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos” (Mc 10,45). No
forzamos la interpretación de los textos cuando situamos la función del Hijo del
hombre en estrecha relación con la función de sus adeptos. Lo que la idea del
seguimiento enuncia como postulado ético – la correspondencia entre Jesús y
sus seguidores – se convierte (dentro de una perspectiva sociológica) en el
paralelismo estructural o en el paralelismo sociomítico entre la conducta de los
carismáticos itinerantes y de las comunidades locales, por un lado, y la
conducta del Hijo del hombre, por otro. Así, la función de marginado, propia del
Hijo del hombre, tiene correspondencia – tanto en su faceta positiva como en la
negativa – en la función de los cristianos.
Son escasos los paralelos entre la futura gloria del Hijo del hombre y sus
seguidores. Pero también aquí encontramos correspondencias: los doce
tendrán participación en la futura gloria del Hijo del hombre: “Os aseguro que
vosotros, los que me habéis seguido, cuando todo se haga nuevo y el Hijo del
hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también en doce tronos,
para juzgar a las doce tribus de Israel” (Mt 19,28).
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En este orden de ideas, es posible abrigar la sospecha de que el Hijo del
hombre era la figura central de referencia del movimiento de Jesús. La
situación de Jesús correspondía a la situación de esa figura: la fe y la praxis
constituían allí una unidad indisoluble a la cual tendía la idea del seguimiento.
Lo notable es que la independencia frente a él formaba también parte de la
expectativa del Hijo del hombre con respecto a sus seguidores. El análisis
sociológico, desde luego, no puede responder con ello a la pregunta de quien
es el Hijo del hombre. Pero puede hacer ver claramente la gran importancia
que la fe en él tenía para la vida social de los grupos del cristianismo primitivo.
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en grupos marginales; por el contrario, las clases altas se mantuvieron
alejadas.
Los movimientos suscitados por Juan Bautista y por Jesús sobrepasaron sus
primeros comienzos y sobrevivieron a la muerte violenta de sus fundadores.
Juan bautista quedó grabado en la memoria de grupos religiosos posteriores y
los seguidores de Jesús crearon una literatura que se halla difundida por el
mundo entero: los escritos del Nuevo Testamento.
Jesús al llamar a sus discípulos, los hizo partícipes de su propia tarea dando
lugar a un imaginario colectivo denominado mesianismo de grupo. Al respecto,
la tarea de un líder mesiánico se distribuye entre muchos logrando que perviva
la misión del carismático primario en los carismáticos secundarios, a pesar de
la muerte violenta del fundador del movimiento. Una razón de que el círculo de
discípulos, después de Pascua, pudiera continuar la obra de Jesús, reside
indudablemente en que este círculo había participado con anterioridad en la
actividad de Jesús. Por esta razón, después de su muerte, podía seguir
realizando independiente tal actividad.
Ahora bien, es claro que fueron también igualmente importantes los factores
sociales estructurales, en el interior del movimiento de Jesús referidos a la
ausencia de una actitud nativista, nacionalista (propia de los grupos
milenaristas), dado que su visión del reino de Dios comprendía la idea de que
los extranjeros afluirían para sentarse a la mesa juntamente con Abraham,
Isaac y Jacob (Mt 8,11); y en su relación con la cultura extranjera, en donde es
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evidente el surgimiento de movimientos motivados por una reacción al choque
entre culturas con un nivel de desarrollo muy diferente.
Exclusividad externa
Relación Iglesias Sectas Relación tensa
distendida con el con el mundo.
Pluralidad
mundo. + +
interna.
Denominaciones Grupos de
Cultos Presión de
unidad interna.
Tolerancia externa
Los movimientos religiosos tienen una forma distinta que según tiendan a ser
una religión dominante, una secta o una denominación o un nuevo culto. Por
eso se suscita la pregunta: ¿Qué es lo que pasó con el movimiento de Jesús?,
¿en qué se transformó ese movimiento? El Movimiento de Jesús como
movimiento de renovación dentro del Judaísmo no es una secta, se separó de
los demás judíos mucho menos que los esenios y los fariseos. Después de
pascua el movimiento de Jesús se convirtió, en el ámbito exterior al judaísmo,
en un movimiento de culto, una forma de judaísmo, que fuera de su país de
origen se difundió mediante una actividad misionera. Con ello enlazamos con
la manera tradicional de hablar con que se expresa la ciencia del Nuevo
Testamento. Esta caracterizaba anteriormente al cristianismo pospascual
como culto de Cristo.
Ahora bien, este culto de Cristo permite reconocer pronto las notas
características de una iglesia. En este orden de ideas, la tesis de Theissen
afirma que la coexistencia estructural de carismáticos itinerantes y de
comunidades locales puede explicar parcialmente esta evolución que va del
movimiento de Jesús al culto de Cristo.
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Como culto de Cristo, el movimiento de Jesús penetraba en las ciudades del
mundo de la cuenca mediterránea. Se redujeron las tensiones con las dos
instituciones primarias del mundo antiguo, con el “oikos” y la “polis” (La casa y
la ciudad). El ordenamiento del “oikos” se convirtió en el modelo para el
ordenamiento de la comunidad; la tensión con la “polis” se vio minimizada por
las exhortaciones a ser fieles al estado 8Rom 13, 1-8; 1Pe 2, 13-17; 1 Tim 2,
1s). Como ideal se consideraba una vida tranquila y sosegada (1 Tim 2, 2).
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resaltar que ellos estaban obligados a vivir una forma superior de vida, que no
podía dejar sin vigor los vínculos familiares y los lazos de lealtad al estado.
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A continuación haremos referencia a cuatro factores sociales para identificar su
contribución al origen del movimiento de Jesús: el poder político y el
económico, las condiciones culturales y las ecológicas.
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Como causas de estos cambios socioeconómicos habrá que tener en cuenta: las catástrofes
naturales, la superpoblación, la concentración de bienes y la modificación en cuanto al pago de
tributos.
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motivos e interpretaciones de su sentido. Había personas que podían elegir
voluntariamente formas de desarraigo social, mientras otras se veían forzadas
a ellas, y así, el seguimiento de Jesús no sólo era expresión de una penuria
económica desesperada. Había personas que seguían a Jesús movidos por
una inquietud interna, en virtud de su propia decisión. Es posible que algunos
discípulos siguieran a Jesús porque su propia situación económica se había
hecho sombría.
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A la vista de una matanza de peregrinos galileos ordenada por Pilato, Jesús
suaviza la irritación por la opresión que se sufría bajo los romanos y la
convierte en una exhortación a la propia conversión (Lc 13,1ss). Los discutidos
pagos de impuestos a los romanos fueron legitimados (Mc 12,13ss); los
recaudadores de impuestos y los funcionarios de los tributos fueron aceptados
(Mc 2,15ss). Al círculo más íntimo de los discípulos pertenecía no sólo un
recaudador de impuestos sino un zelota, posiblemente también un luchador de
a resistencia (Mt 10,3; Lc 6,15). En fin, el movimiento de Jesús pertenecía a
los partidos que querían la paz y como movimiento tuvo su origen en una fase
de relativa estabilidad entre dos épocas de crisis: entre la guerra de los
bandoleros y de Judas Galileo, por otro lado (año 6 d.C), y la crisis de Calígula
(39-40 d.C), por el otro. Sin embargo, la relativa estabilidad de esa época
explica por qué la superación de la crisis no se produjo entonces en formas
violentas.
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no podía participar cualquier persona de la función privilegiada del verdadero
Israel?
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del reino de Dios a las circunstancias existentes; y sus propias estrategias,
libres de violencia, a la lucha por el poder.
Ahora bien, ¿hasta qué punto esta visión fue una revolución de valores? De
entrada conviene señalar que las revoluciones son transformaciones en la
lucha por la distribución y la legitimación, en las cuales se modifica la estructura
de la distribución, sin que se observen las reglas del juego sociales y culturales
de la lucha por la distribución.
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sueños de las personas sencillas. Ahora bien, la predicación del reino de Dios
no pone entre paréntesis los valores de la clase alta, antes al contrario, aborda
los temas de la distribución del poder, del prestigio, de los bienes y de la
educación. La tradición acerca de Jesús contiene multitud de exhortaciones
sobre la manera de relacionarse con esas realidades: crítica a los poderosos, a
los ricos y a los doctores de la ley y, al mismo tiempo, alienta a la gente
modesta a aceptar las actitudes de la clase alta en la manera de relacionarse
con el poder, con los bienes y con la educación. Propugna una transferencia
de los valores de la clase alta hacia abajo.
Se exige a la gente modesta, en relación con los bienes, una libertad y una
actitud soberana como las que encontramos en las clases altas: generosidad al
dar, magnanimidad al perdonar deudas, libertad de preocupaciones, al mismo
tiempo, se critica duramente a los ricos, para quienes hay pocos consuelos en
el Nuevo Testamento porque difícilmente tendrán una oportunidad al fin de los
tiempos; tan sólo así podremos entender aquella sentencia: “Le es más fácil a
un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de
Dios” (Mc 10,25).
Mientras que Jesús, para las relaciones con bienes como el poder, la riqueza y
las posesiones, predicaba la aceptación de actitudes aristocráticas,
propugnaba para el trato con las personas dos valores enraizados en el pueblo
sencillo: el amor al prójimo y la humildad. El movimiento de Jesús sostenía
estos valores procedentes de la ética de proximidad de las personas modestas,
pero lo hacía aunándolos con una nueva autoconciencia aristocrática. Estos
dos valores fundamentales fueron desarrollados a partir del judaísmo y fueron
transferidos por medio del cristianismo primitivo, al mundo no judío.
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política, entre los discípulos debe tener autoridad únicamente el que esté
dispuesto a ser servidor y el esclavo de todos. La humildad no es aquí una
virtud de las personas de baja condición, sino la imitatio del Soberano del
mundo, que renuncia voluntariamente a su condición social.
En esta misma línea, la “regla de oro”: “¡Todo lo que queráis que los demás os
hagan a vosotros, hacédselo también a ellos!” (Mt 7, 12 / Lc 6:31), forma parte
de la ética humana fundamental, convierte en norma universal la anticipada
reciprocidad de la conducta humana, pero hace que esa norma dependa del
juicio sobre el propio interés individual: cada uno ha de obrar de la manera en
que quiere que los demás obren con él, o de la manera en que él enjuicia las
acciones de otros.
El antiguo ethos para soberanos se asocia en la regla de oro con el ethos judío
relativo al prójimo. Al respecto, cuando se trata de bienes como el poder, la
riqueza y la sabiduría, el acontecimiento dominante es la transferencia
descendente desde las clases altas; pero cuando se trata del comportamiento
con personas en el amor al prójimo y en la renuncia a la propia condición
social, entonces lo que llama la atención es la revalorización de la conducta de
los niveles inferiores de la población.
Avanzando un poco más en el itinerario que busca señalar la visión social del
movimiento de Jesús, Theissen formula dos interrogantes: ¿Cómo trata el
movimiento de Jesús de incentivar sin estimular la agresión? Y ¿Cómo procesa
las agresiones que se desarrollan inevitablemente en situaciones de crisis?
Para valorar como una revolución de valores las estrategias para reducir la
violencia que aparecen en los textos, debemos recordar el carácter carismático
de dichas estrategias. El carisma en las sociedades tradicionales es una
fuerza revolucionaria que tiene recursos que no son los de la violencia, pero
que no está per se libre de ella. Los carismáticos pueden motivar para el
empleo de la violencia, pero pueden actuar también libres de violencia.
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El movimiento de Jesús renunció a coaccionar a la sociedad para
transformarla: el reino de Dios llegará “por sí mismo”, igual que la semilla
fructifica por sí misma (Mc 4,26-29), pero sin excluir la actividad humana, al
respecto, “la simiente y el labrador cooperan”. O Dios confía al hombre su
simiente, de tal manera que esta produzca espontáneamente su fruto, o bien el
hombre siembra y Dios se cuida del crecimiento espontáneo. En ambos casos
el grano de semilla crece, sin llamar la atención, hasta producir la cosecha de
cereales; de igual modo, sin violencia y por sí mismo llegará el reino de Dios.
En efecto, la parábola habla de una llegada del reino de Dios sin violencia,
“como por sí mismo”, pero no invita a la pasividad humana.
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medida en que se trata de superar una agresión propia, lo que se
produce es una interiorización de la agresión. Esto es lo que ocurre en
el llamamiento a la penitencia y en los imperativos que requieren el
cumplimiento de normas. Un ejemplo de ello lo tenemos en Lc 13, 1ss.
Pilato había ordenado dar muerte a peregrinos galileos, la indignación es
grande, pero Jesús dice a este propósito: “¿Creéis que esos galileos
murieron así por ser más pecadores que los demás? Os digo que no;
más aún, si no os convertís, ¡también vosotros pereceréis del mismo
modo!”. La indignación y la rebeldía contra los romanos se orienta aquí
en otro sentido: no se trata de hablar de la culpa de los romanos, sino de
la culpa propia.
4. Es soportada ostensiblemente como agresión padecida. Por medio de la
interiorización, la agresividad hacia el exterior se convierte en
sentimiento de culpabilidad. No obstante, es un proceso distinto a aquél
en que la agresión externa se dirige conscientemente hacia sí mismo y,
por medio de una clara autoconciencia de inocencia y superioridad, la
agresión queda cuestionada. Como reacción a la agresión ajena ya no
sirve lo que se lee en el Antiguo Testamento: “Ojo por ojo, diente por
diente”, sino un nuevo mandato: “no hagáis frente al que os hace mal, al
contrario, a quien te abofetea en la mejilla derecha, preséntale también
la otra” (Mt 5,39). El objetivo de esta demostrativa renuncia a la
resistencia es lograr que nuestro prójimo agresivo llegue a reflexionar.
Se trata de una estrategia de consciente estigmatización de sí mismo.
5. Es representada en símbolos cristológicos. La simbolización significa no
sólo la representación de procesos psicodinámicos que transcurren
independientemente de los símbolos. Con frecuencia se buscaban
chivos expiatorios y grupos enemigos en la sociedad y fuera de ella a fin
de proporcionar una válvula de escape a las tensiones acumuladas. El
movimiento de Jesús acogía en su comunidad a los tradicionales chivos
expiatorios: a los extranjeros, a los recaudadores de impuestos, a los
pecadores, apelando así a otro “chivo expiatorio”, que sobrepasaba en
cuanto a poder absorbente de la agresión a todos los demás : se
convirtió al Crucificado en el chivo expiatorio. Así, al menos, se
interpretó ya desde muy pronto la muerte de Jesús (Mc 10,45; 14,24;
1Cor 15,3).
La agresividad transferida al chivo expiatorio tiene un doble origen:
Jesús asume las agresiones del grupo, sus transgresiones de la norma,
pero asume también la agresividad de la norma, la maldición de la ley,
como dice Pablo (Gal 3,13). Otro detalle significativo radica en que
normalmente el chivo expiatorio es enviado al desierto, para que se lleve
consigo todas las tensiones de la comunidad (Lv 16,10). Ahora bien, el
movimiento de Jesús se sigue identificando con su chivo expiatorio, pero
le atribuye el poder de triunfar sobre la muerte expiatoria haciendo de él
el soberano Señor, el centro de la comunidad.
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margen de las tensiones de su tiempo. Es más, algunos detalles indican lo
contrario, mucha agresividad podía traducirse en lucha contra la riqueza y las
posesiones, contra los fariseos y los sacerdotes, contra el templo y los tabúes,
y podía situarse de esta manera al servicio de la nueva visión. Gran parte de la
agresión fue desviada, desplazada, proyectada, transformada y simbolizada.
Tan sólo este procesamiento de la agresión creó espacio para la nueva visión
de amor y reconciliación, en cuyo centro se hallaba el mandamiento nuevo del
amor a los enemigos. El surgimiento de de la “visión” misma sigue siendo un
enigma, porque es válida también la conclusión inversa: el fundamento y origen
de las diversas formas de procesamiento de la agresión fue un estado de
ánimo exento de angustia, una renovada y radical confianza en la realidad, que
irradiaba desde la figura de Jesús… hasta nuestros días.
El fracaso en Palestina podría estar relacionado ante todo con las crecientes
tensiones que existían en el seno de la sociedad judeo – palestinense. Por
otro lado, con la transición del dominio directo de los romanos, surgió una serie
de profetas de signos que anhelaban vivamente un profundo cambio. El
hambre en tiempo de Claudio (hacia los años 46-48 d.C.) agudizó
probablemente las tensiones.
Este éxito tuvo que tener repercusiones negativas sobre la situación de los
cristianos en el país en que se había originado el movimiento, cuanto más
claramente se veía que el cristianismo sobrepasaba las fronteras del judaísmo
y aceptaba a los gentiles incircuncisos, tanto menores eran las oportunidades
que tenía el movimiento de renovación del judaísmo.
Comentarios
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A título personal, considero que el trabajo realizado por Gerd Theissen se
constituye en un subsidio de primera mano para abordar el tema de los
orígenes del cristianismo, por el rigor, el carácter metódico y científico con el
cual se realiza el estudio.
Dado que es una obra de orientación sociológica que trabaja con base a
fenómenos, lo obvio es que haya momentos en los cuales se quede corta para
explicar realidades que trascienden lo fenoménico, verbi gracia, lo referente al
tema del Reino de Dios, que es fundamental para entender el comportamiento
de Jesús y, las apariciones de pascua (experiencia pascual), que permite
entender el comportamiento de sus seguidores.
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