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LA ESPECIE HUMANA: ¿UN ÉXITO O UN FRACASO?

Como usted debe recordar, el 22 de junio de 2000, el presidente Clinton en la Casa Blanca y Tony
Blair en Downing Street anunciaron simultáneamente que se había completado el borrador
preliminar del genoma humano. No hay duda de que este puede considerarse como uno de los
momentos cumbres en la historia de la ciencia y de la humanidad. Es la primera vez en la historia
de la vida terrestre que una especie ha leído su propia receta. En el interior del genoma se ocultan
miles de genes y millones de otras secuencias que constituyen un tesoro de secretos filosóficos.
Buena parte de la investigación genética ha obedecido a la urgente necesidad de descubrir el
remedio de enfermedades hereditarias; pero, la genética va mucho más allá de la medicina. El
genoma contiene mensajes secretos del pasado remoto y del reciente, de cuando éramos
criaturas unicelulares y de cuando adquirimos costumbres culturales, tales como la industria de
productos lácteos.

Como dice Ridley (2001) en su reciente libro "Genoma", éste también nos proporciona
importantes indicios sobre enigmas filosóficos: ¿Los genes determinan nuestras acciones? ¿En
qué consiste esa sensación llamada "libre albedrío?" El mundo cambia velozmente y hemos
adquirido nuevos conocimientos, aunque los enigmas continúan y apenas surgen los primeros
destellos de apasionantes debates. En todo caso, la sociología y la biología al ocuparse de la
especie humana, no dicen nada acerca de su importancia. Desde luego, la especie es única y los
seres humanos poseen la máquina biológica más complicada del mundo entre sus orejas. Sin
embargo, debemos recordar que todas las especies son únicas, lo que sucede es que
abundamos mucho y que no estamos en este momento en "vías de extinción".

La verdad es que, como afirma Ridley (2001, 58-59), procedemos de una serie de fracasos:
"Somos simios, un grupo que casi se extinguió hace quince millones de años compitiendo con los
monos mejor diseñados. Somos primates, un grupo de mamíferos que casi se extinguió hace
cuarenta y cinco millones de años compitiendo con los roedores mejor diseñados. Somos
tetrápodos sinápsidos, un grupo de reptiles que casi se extinguió hace doscientos millones de
años compitiendo con los dinosaurios mejor diseñados. Descendemos de peces con patas que
casi se extinguieron hace trescientos sesenta millones de años compitiendo con los peces de
aletas radiadas. Somos cordados, un filo que sobrevivió por los pelos a la era cámbrica hace
quinientos millones de años compitiendo con los artrópodos, brillantes triunfadores".

Sin embargo, los seres humanos constituyen un triunfo ecológico y son probablemente, el animal
más abundante en todo el planeta. Hay notables diferencias entre el mundo orgánico y el mundo
social y el cultural y no podemos decir que la especie humana es la cúspide de la evolución (ésta
no tiene cúspide y el progreso evolutivo no existe como tal); no podemos considerar al hombre
como un animal de especie "superior" que produce ciencia y filosofía, del mismo modo en que la
araña teje su red o las abejas producen miel. Existe una diferencia cualitativa: La capacidad
creadora del ser humano, que le permite transformar la naturaleza, aprender de otros, inventar y
modificar constantemente las formas de la vida social, nos hace únicos, con una idiosincrasia
especial en tanto que especie. Desde el punto de vista de las ciencias sociales, no podemos
olvidar nuestro origen y nuestros vínculos con todas las manifestaciones de vida en el planeta,
pero nuestro objeto es el ser humano como ser social, no nuestra biografía de cuatro mil millones
de años como estirpe biológica.

Desde el punto de vista genético y siguiendo nuevamente a Ridley (2001), el ser humano es
chimpancé con una aproximación del 98% y ellos son seres humanos con un intervalo de
confianza del 98%. Los chimpancés se separaron de la línea humana después de que lo hicieran
los gorilas y esta división se produjo no hace mucho más de diez millones de años, posiblemente
incluso menos de cinco. Si lo dicho hasta aquí no ha herido su amor propio, considere entonces
que los chimpancés son sólo gorilas en un 97% y los humanos son también 97% gorilas. Dicho de
otro modo, los humanos nos parecemos más a los chimpancés que los gorilas a ellos. Entonces,
aproximadamente un 2% por ciento del genoma cuenta la historia de la evolución ecológica y
social del ser humano en relación con los chimpancés y la de ellos con respecto a la nuestra. Es
en este dos por ciento que se mueven las ciencias sociales.

Todavía no hay respuestas concluyentes sobre el papel que ha jugado la cultura en la evolución de
la especie humana. En una interrelación constante y activa con el medio ambiente, es muy
probable que cierto desarrollo cultural precediera y jugara un papel fundamental en el proceso
evolutivo. Ofreció unos valores de supervivencia a la especie mucho mayores que para otros
animales. El uso de herramientas y de medios de comunicación más o menos elaboradas y la
formación de grupos sociales hizo que el hombre empezara a dominar su medio de un modo más
eficaz. En todo caso, hoy nadie duda que los genes pueden conformar la anatomía, pero, ¿hasta
qué punto conforman la conducta? Instinto es una palabra usualmente aplicable a los animales,
pero los seres humanos ya no dependen del instinto. Somos criaturas sociales y culturales.

Pensar en una conducta humana innata sería caer en la trampa del determinismo biológico que
condena a los individuos a un destino cruel escrito en los genes. Pero, por otro lado ya no es
posible tampoco caer en un determinismo cultural. Recordemos aquí a Noam Chomsky (1957)
quien cambió el paradigma de la lingüística en su libro Syntactic structures, al sostener que el
lenguaje humano -nuestro pasaporte al mundo humano- debía tanto al instinto como a la cultura.
Chomsky revivió una idea de Darwin, quien hablaba de "una tendencia instintiva a adquirir un arte".
Para él, todas las lenguas tienen semejanzas de fondo que dan cuenta de una gramática humana
universal. Todos sabemos como utilizarla, aunque no somos conscientes de esta habilidad. Esto
indicaría que los genes dotan a una parte del cerebro humano de una capacidad especializada
para aprender el lenguaje.

Actualmente, una serie de investigaciones en diversas disciplinas apoyan la teoría de Chomsky:


La conclusión es que aprender un lenguaje humano exige "un instinto del lenguaje humano". Estas
teorías no implican en modo alguno que el genoma determina la conducta. La respuesta no es tan
simple; hay un continuo intercambio que hace imposible hablar de determinismos o de una simple
causalidad lineal; es mejor -en relación con el genoma- acostumbrarse a esta indeterminación, a
la causalidad variable y a la vaga predisposición como sellos del sistema. Como dice Ridley
(2001), el genoma es tan complicado e indeterminado como la vida misma, "porque es la vida
misma". Es decir, no apostemos a ningún determinismo -ni genético ni social o cultural- y
pensemos en términos de relaciones entre estas variables.

Sociobióloga

La continuidad evolutiva y los grandes hallazgos científicos, especialmente en el campo de la


biología, motivaron a algunos estudiosos, que ven un estrecho paralelismo entre el
comportamiento humano y animal, a analizar las relaciones existentes entre biología y sociedad.
El término sociobiología fue acuñado por el norteamericano Edward Wilson (1975,1978) en
relación con la aplicación de principios biológicos a la explicación de actividades sociales de todos
los animales sociales, incluyendo al hombre. Según este autor, muchos de nuestros
comportamientos tienen raíces genéticas; da como ejemplo los rituales de cortejo de algunas
especies de animales por los que se llega a la unión sexual y a la reproducción. De acuerdo con
los sociobiólogos estos cortejos y el comportamiento sexual humano, son muy similares e
implican tendencias innatas. Al respecto, encontramos un ejemplo interesante que los
sociobiólogos denominan "estrategia reproductiva" y que transcribimos a continuación.

La estrategia reproductiva es un patrón de comportamiento, adquirido por medio de la


selección evolutiva, que favorece las oportunidades de supervivencia de la descendencia. La
inversión en células reproductivas del cuerpo de la mujer es mucho mayor que la del
hombre. En consecuencia, las mujeres no malgastarán esa inversión y no serán inducidas a
mantener relaciones sexuales con muchos compañeros; su principal objetivo es el cuidado y
la protección de su prole. De otro lado, los hombres tienden a la promiscuidad. Su deseo de
mantener relaciones sexuales con muchas compañeras es una sólida estrategia desde el
punto de vista de las especies; cumplen su función, que es la de maximizar la probabilidad
de fecundación, y continúan con otros asuntos.

Fuente: Anthony Giddens. Sociología, Alianza Editorial, Madrid, 1994, p.69.

¿Leyó el ejemplo con detenimiento? Algunos analistas han sugerido que esto explica las
diferencias en el comportamiento entre hombres y mujeres y algunos hasta han llegado a decir
que pueden explicar fenómenos como el de la violación. La mayoría de los sociólogos no
comparten esta hipótesis, que por lo demás en sociedades posmodernas no sería muy
sustentable: La liberación femenina ha llevado a muchas mujeres a escoger libremente sus
compromisos sexuales y a rechazar conscientemente la maternidad. Lo que queda en claro es la
posibilidad de cambio y de adaptación que tiene el ser humano a diferentes ambientes.

Estas posiciones han sido ampliamente discutidas y hasta el momento no se ha resuelto el


debate. En general, influye mucho la formación básica: Si proviene de las ciencias naturales,
particularmente de la biología, hay una inclinación por la perspectiva sociobiológica -pero
usualmente hacia un determinismo biológico, y lo contrario: En general, sociólogos y antropólogos
no creen ni participan de estas explicaciones; una cosa es cierta: Hay influencia recíproca y
detectar hasta donde llega el gen y donde empieza lo aprendido socialmente, no tiene una
respuesta unívoca o fácil. En parte se debe a que los sociólogos saben poco sobre las bases
genéticas de la vida humana y sucede igual en cuanto a los conocimientos sociológicos o
antropológicos de los biólogos. En todo caso, cada día se tiende más a investigaciones y
"saberes" interdisciplinarios y transdisciplinarios y este es un claro ejemplo de ello.

De acuerdo con Giddens (1994), aunque este campo de estudio es importante, es más lo que ha
mostrado de la vida de los animales, que lo que ha demostrado sobre el comportamiento humano:
Por ejemplo, los sociobiólogos han podido demostrar que muchas especies animales ejercen una
influencia grande sobre los miembros individuales de la especie. En cambio, existe poca evidencia
que demuestre que la herencia genética controla formas complejas de la actividad humana.

Giddens (1994:70) define los instintos como "un modelo complejo de comportamiento
determinado genéticamente" y es en este sentido que dice que los seres humanos tienen instintos
y también necesidades biológicas: La comida, la bebida, el sexo, son ejemplos de estas
necesidades; pero el modo cómo las satisfacemos varía enormemente de sociedad a sociedad.
La cultura moldea nuestras necesidades, de modo que las satisfacemos cultural y socialmente.
Entre los humanos no hablamos de "apareamiento", sino de "relaciones sexuales" y éstas, que
son una necesidad biológica, pueden ser sublimadas por los seres humanos y no tenerlas nunca
por decisión propia. Un sacerdote no solo se debe abstener de relaciones sexuales, sino que
algunos místicos religiosos pueden ayunar por largos períodos. Aunque el llamado "instinto de
conservación" impele al ser humano a conservar su vida, se ven muchos casos de "heroísmo"; de
morir por una causa o de realizar actividades que claramente ponen en peligro la vida.

La compleja conducta de los seres humanos se manifiesta en sociedad. El hombre se realiza


como tal en interacción con otros seres humanos; se reconoce frente a otro. La cultura y la
historicidad son elementos esenciales del ser y del quehacer humano. El sentido de la existencia y
la posibilidad de realizarse como ser humano se da en relación con los demás. En otras palabras,
el género humano existe colectivamente.

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