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Migración y Desertificación
Migración y Desertificación
La migración, aunque implica decisiones individuales, está lejos de ser un acto exclusivamente
voluntario, solo animado por un afán egoísta de encontrar mejores condiciones de vida personales
y familiares, y de disfrutar de un mejor estatus civil en los lugares de destino. En la región
centroamericana, las migraciones han tenido los rasgos de una fuga poblacional, bajo condiciones
de precariedad cada vez mayores. Esa huida ha sido un entrevero de flujos desde sociedades que
se “descampesinizaban” o de territorios convertidos en teatro de guerra y bajo regímenes políticos
despóticos; o la más reciente, la de los desplazados por el ajuste estructural quienes para salvar a
sus sociedades de origen han tenido que huir de ellas.
Morales Gamboa, A. (2012). Migración, empleo y pobreza. San José, Argentina: FLACSO.
Recuperado de https://elibro.net/es/ereader/itdelicias/79805?page=13.
El término “desertificación” se relaciona usualmente con la idea de desierto físico. Por esta razón,
es posible encontrar referencias a áreas de extrema sequedad y en las que no se practica
agricultura alguna, salvo en unos pocos oasis. También se alude a áreas desertificadas para
referirse a aquellos lugares donde si bien existen precipitaciones, éstas se concentran en períodos
muy breves del año, y en donde se practica una agricultura de subsistencia. Por su parte, el
término “degradación” se emplea muchas veces como sinónimo de desertificación, cuando se
habla de la degradación de tierras. En estricto rigor, este término es más amplio que el de
desertificación y se aplica a la tierra, a la capa vegetal y a la biodiversidad y, como se verá más
adelante, denota pérdida de la capacidad productiva.