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Lecturas de la desertificación: la Literatura de Jalisco como una

literatura del desierto, de Lola Casanova de Francisco Rojas


González a la obra de Angélica Ortiz y otros poetas wixárikas

Dr. Blas Roldán


Universidad Panamericana Campus Guadalajara

La desertificación es un proceso que tiene como resultado la transformación


radical de las tierras fértiles en infértiles, y el cual se presenta por dos causas: las
naturales y las humanas. Por naturales: el cambio de radiación solar, la variación de las
lluvias, las desviaciones hidrológicas. Por humanas: la sobreexplotación de las tierras
por cultivo, el abatimiento y sobreutilización de las fuentes de agua, la contaminación
de tierras y aguas y la depredación de especies animales y vegetales.
Ante el proceso de desertificación se encuentra el desierto, medio ambiente
natural que el hombre ha habitado en todos los continentes, convertido en su espacio
vital y establecido una relación cultural. De él se ha hablado y de él se ha escrito. Desde
el antiguo Egipto se tienen textos que registran la realidad del desierto. Los Evangelios
y El libro del Millón son otros ejemplos.
En América, el desierto es una parte importante de su geografía y dentro ella,
está el territorio de Jalisco que presenta características físicas del mismo, no en su
generalidad, pero sí en su particularidad, las cuales son la fuente de obras literarias de
autores que o bien lo habitado o bien visitado.
Junto al desierto y semidesierto naturales de Jalisco, ahora se está en un proceso
que tendrá como consecuencia un desierto artificial: aquel de la desertificación,
resultado de la población en aumento, de una mayor industrialización, que se reflejan
en la sobreexplotación de bosques, selvas, valles y llanos; en la sobreutilización de
pozos, ríos y lagos; en la contaminación en distintos grados de superficies y subsuelos
y la extinción o casi desaparición de especies animales y vegetales silvestres. De ese
proceso de desertificación actual están apareciendo autores y obras, que lo
ejemplifican, además de mostrar la convivencia con la tierra árida natural.

1
La literatura, pasada y actual, puede aportar el testimonio individual del proceso
de desertificación, con el cual se quiere ayudar en el proceso de contención del mismo
con el hallazgo de algunas de soluciones al reflejar el fenómeno desde otra perspectiva.
Una de estas literaturas es la literatura de Jalisco, en cuyo pasado se han creado
una serie de obras que, sin ser específicamente conscientes, sus autores, de estar
creando obras de la literatura del desierto éstas pertenecen a la misma, pues tienen los
elementos que las caracterizan como tales.
Ahora bien, decir que la Literatura de Jalisco es una literatura del desierto es de
entrada tomar un gran riesgo por lo que ello significa, principalmente por dos razones,
la primera por la apropiación en México del concepto Literatura del Desierto por
aquella surgida en los estados colindantes con los Estados Unidos, los cuales
geográficamente se determinan como desierto y que oscurecen la presencia de regiones
desérticas en el interior de la nación, así como el reconocimiento a la existencia de un
hombre, varón y mujer, y una cultura propias de aquella geografía junto a una literatura
del tipo fuera de aquellas regiones del norte de México. Y la segunda razón, por la propia
evolución social de Jalisco que en buena medida ha puesto a la geografía en lugar menos
preponderante, en sus obras.

1. Física del desierto en Jalisco


Para apoyar la tesis que dice: “Es posible incluir una parte de la Literatura
jalisciense como Literatura del desierto”, es necesario decir qué es el desierto:
El desierto es el “Territorio arenoso o pedregoso, que por la falta casi total de
lluvias carece de vegetación o la tiene muy escasa1”. De acuerdo a esta descripción es
evidente que en México se refiere al desierto de Sonora que es el más importante, el
más representativo y es el fragmento de tierra mexicano que se vincula
geográficamente al gran desierto del noroeste en Norteamérica.
El desierto de Sonora, por su naturaleza y elementos está considerado como un
desierto del tipo absoluto, es decir, un territorio que, por sus características, presenta

1
Tomado de: http://dle.rae.es/?id=D5lWAvW. Consultado 23 de septiembre de 2018.

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una escasez de agua menor a 10 mm al año, que posee escasa o nula vegetación y una
fauna casi inexistente.
Si se compara la geografía de Jalisco a ese tipo geográfico, evidentemente se
revela que Jalisco no es un territorio desértico.
Ahora bien, junto al tipo del desierto absoluto se encuentra el tipo llamado
desierto verdadero, el cual es un territorio cuya precipitación anual media está entre
los 10 y 15 mm al año, y cuyas vida vegetal y animal están en relación con esa cuota
anual de agua, generalmente de lluvia estacional.
Conforme a las características mencionadas, Jalisco incluye en su territorio áreas
que poseen condiciones relativas (con sus medidas determinantes de lluvia, y de
población natural de vegetación y fauna) correspondientes a lugares del tipo desértico
verdadero, en dos variantes: tierra seca y semiseca; en un clima que tiene una
temporada de estío y una temporada de lluvia de temporal corta, pero abundante
gracias a los huracanes del Pacífico en el verano boreal.
En Jalisco, una buena parte de su geografía se encuentra en un promedio de 1600
metros sobre el nivel del mar, en el inicio de la latitud norte de 20 grados, la cual es el
límite inferior de la zona de desiertos tórridos que abarca hasta la latitud de 30 grados
norte, sobre el ecuador, lo que permite la existencia de características geográficas2 y
climáticas propias del desierto. Y de los 125 municipios3, los que poseen condiciones
geográficas “de desierto verdadero seco y semiseco”4 son los que se encuentran
localizados en el siguiente mapa:

2 Ruiz corral, A. et Al. (2012). ESTADISTICAS CLIMATICAS NORMALES DEL ESTADO DE JALISCO, en el Libro
Técnico Núm. 2. Guadalajara: Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias del Centro de
Investigación Regional del Pacífico Centro.
3file:///C:/Users/abroldan/Downloads/3935%20Estadisticas%20Clim%C3%A1ticas%20Normales%20del%20Estado%20

de%20Jalisco.pdf
4
Ib.

3
Bolaños, Colotlán, Chimaltitán,
Encarnación de Díaz, Huejúcar,
Huejuquilla el Alto, Jilotlán de los
Dolores, Lagos de Moreno, Santa María
del Oro, Ojuelos, San Juan de los Lagos,
San Martín de Bolaño, Santa María de
los Ángeles, Teocaltiche, Tolimán,
Tomatlán, Tonaya, Totatiche,
Tuxcacuesco, Unión de San Antonio,
Villa Guerrero, Villa Hidalgo y Zacoalco.

5 http://cuentame.inegi.org.mx/monografias/informacion/jal/territorio/clima.aspx?tema=me

4
Jalisco, pues, cuenta con esos dos tipos: seco y semi-seco, del llamado desierto
verdadero, los cuales al estar alejadas de la costa marítima se le denomina, a su vez en
dos subtipos: a uno, desierto zonal; al otro, desierto de abrigo; el primero es un espacio
demarcado y perfectamente localizado como la zona norte o wixárrika, y el segundo
como aquellos que se encuentran entre montañas como el llano de El Grullo. Estos dos
subtipos poseen un clima, cuya humedad baja por el día y sube por la noche, que tiene
fuertes cambios de temperatura, una alta luminosidad y escasa lluvia en el año.
Esos dos tipos de desierto verdadero, seco y semi-seco, poseen una vegetación
de tipo xerófila, es decir de plantas espinosas, como el cactus y el huizache. Su fauna, es
de hábitos nocturnos, o son rastreros que viven bajo superficie. Sus mamíferos son
pocos y los que hay son de migración. Su relieve orográfico es escarpado y se caracteriza
por sus cerros en planicies.

2. Antropología del paisaje


El espacio geográfico de Jalisco está ocupado desde el 21 de junio de 1821 fecha
de la separación de España, por una población mestiza en distintos grados, originada
en criollos celtíberos, conversos judíos y moros, de indígenas del noroeste, del norte
central y del interior del altiplano mexicano, que se convirtieron en rancheros,
campesinos, comuneros y peones, todos de lengua española, a los que se unen los
pequeños grupos sedentarizados de los antiguos semi-nómadas de lengua wixárika en
el norte, así como unos minúsculos grupos de lengua nahuatleca en Tuxpan y Tonalá,
en el centro, sur y sureste del estado. Esta población que conformó y conforma a los
habitantes de Jalisco ha hecho una apropiación del territorio de una manera utilitaria:
rural primero, agroindustrial e industrial después, y mixta hoy en día. Para todos ellos
la apropiación no sólo es utilitaria, sino profundamente simbólica, aunque diversos
tipos y grados según la región de que se trate.
Ese conjunto de hombres que formó la población del Jalisco independiente, se
convirtieron en el hombre de Jalisco hasta hoy día, varón y mujer, de quien uno se
pregunta: ¿cómo puede este hombre, ahora, ser llamado hombre del desierto, y que por
él se produzcan obras literarias que se denominen Literatura del desierto, a pesar de lo
limitado de este en el territorio jalisciense?

5
Para contestar esto se plantea lo siguiente: según Watsuji Tetsuro6, la relación
entre el hombre y la tierra es la que permite la creación de un mundo al que
corresponde un tipo de hombre, el cual en el caso del desierto se caracteriza por la
“oposición y enfrentamiento”, a consecuencia de sacarle a la tierra yerma una
habitabilidad caracterizada por la dependencia y la rudeza.
La relación hombre-desierto, además, dota al hombre con una serie de
constantes7 que se manifiestan en su conducta, según Eduardo Meyer, citado por
Tetsuro, la cuales son:
(I) de Sequedad especulativa: de un hombre práctico, pero interesado y calculador, para
quien la contemplación y la pasividad significan la ruina.
(II) de Intensa fuerza de voluntad: no soslaya ningún procedimiento necesario para
lograr sus metas y actúa con un empeño máximos; de ahí el éxito en sus empresas.
(III) de Intensidad de sus inclinaciones morales: la adhesión total a los principios de su
ética, lo que lo hace parecer idealista.
(IV) de Escasez de vida sentimental: no tiene delicadeza ni sentimientos; de escasa
actividad imaginativa y creadora.
Estas constantes son las que han caracterizado y caracterizan a los nativos de
aquellos municipios y que en Jalisco los ha hecho poseedores de una cierta reputación
sobre todo en el trabajo y en su perfil moral. Pero esas constantes, asimismo, se han
mezclado con las de otras regiones de Jalisco, sobre todo con las de la Metrópolis que
se caracteriza por una mayor racionalidad de la vida y que en cuanto al espacio por
presentar la idea de geografía como “un jardín botánico” que se experimenta poco o se
puede escapar relativamente fácil de él. Esto ha generado un concepto general de
jalisciense, en el que el espacio geográfico ha perdido mucha de su importancia sobre
todo por las nuevas actividades de la población, lejanas a las actividades rurales.
Ese hombre jalisciense, con tales características, ha hecho una apropiación
instrumental del territorio Jalisco para adaptarlo a las actividades económicas de una
tierra en permanente estado de desarrollo y que en su relación con el territorio tiene
cuatro momentos de dominio y de habitación:

6
Filósofo japonés (1889–1960) filósofo moral e historiador cultural, discípulo de Heidegger.
7
Tetsuro, Matsuji. (2006). Antropología del paisaje. Salamanca: Ed. Sígueme. PP 85-88

6
Primero, el del jalisciense que se empeñó en dominar a la naturaleza que lo rodeaba,
que ha permitido la agricultura y la ganadería extensiva, sobre todo de fines del siglo
XIX y principios del XX.
Segundo, el de dominio compartido: cuando la naturaleza fue sometida en su mayor
parte y que significó en la apertura y acceso a casi todo el territorio debido al cruce de
caminos y carreteras, sobre todo a partir de la industrialización de los años cincuenta
del Siglo XX.
Tercero, el dominio en disputa de los aún pequeños puntos en los que la naturaleza
sigue sin verse sometida, como las serranías, el norte wixárrika, algunos puntos en el
centro y Altos, o las zonas de alta montaña.
Y cuarto, la aparición en la lucha contra la desertificación, que luego de la
sobreexplotación, contaminación o malos manejos de bosques, selvas, valles y llanos;
pozos, ríos y lagos; se ve ante la posibilidad de deshabitación de su propio territorio.
Entonces para contestar la pregunta se dice que el jalisciense, pues, ha pasado
de ser el hombre, varón y mujer, de las tierras secas que espera a la lluvia que
beneficiará a sus sembradíos y pastos, de los que se alimentan él y su ganado, al hombre
que abre caminos para sacar sus productos agrícolas, que lucha por completar el
dominio de la naturaleza y que ahora lucha por no desaparecer de su entorno agotado.
Ese hombre al que ciertos autores representan se ha relacionado directa o
indirectamente por su cultura, herencia, lengua, familia, comunidad y religión al
territorio que los aloja, por ello las sociedades imaginarias que se presentan en sus
obras son sociedades de austeridad, simpleza de vida, solidaridad y de profundo apego
a la tierra.
Esos autores y en el tenor de recalcar que no es una literatura total del desierto,
se recalca que la evolución social de Jalisco influye más sobre los autores que las
características físicas de su geografía, desde el Jalisco virreinal hasta el Jalisco del Siglo
XXI.
Sin embargo los autores tienen esta relación: los autores de la primera parte del
siglo XX, fueron o son autores que han nacido y vivido algunos años en el campo de
Jalisco, aún a pesar de que emigren a Guadalajara o a otras ciudades fuera de Jalisco,
son de una época cuando aún no se daba el proceso de urbanización general ni la

7
aparición de la metrópolis de la capital del estado. La población era en buena parte
rural, de situación y de condición.
La segunda mitad del siglo XX, en cambio presenta el fenómeno de urbanización
general y se vincula al proceso de industrialización sobre todo en Guadalajara, que
continua y se diversifica en el siglo XXI, cuando se da la expansión de la capital hacia
una megalópolis con toda su complejidad, que se ve acompañada de una creciente
urbanización e industrialización y expansión universitaria en todo el estado.
Los autores de los primeros dos tercios del siglo XX han crecido en un ambiente
de lectura local, con la escasez que representa y pocos han hecho estudios
universitarios formales de literatura ni han asistido a talleres literarios. El último tercio,
en cambio, ya presenta otro escenario, los autores asisten a la Universidad, a estudios
formales, y los talleres literarios se multiplican en todo el estado. En el ambiente se
recoge la tradición literaria local, como de Rulfo y Rojas González, que se une a las
influencias externas y nuevos intereses locales de los autores que van apareciendo. A
final de siglo aparecen, editorialmente, los poetas de lengua wixárika, quienes viven en
sus municipios, pero que entre ellos hay quienes asisten a la Universidad, en
Guadalajara.
Agustín Yáñez es el primer autor que identifica literariamente las características
territoriales de Jalisco con su tríada de Al filo del agua, Las tierras flacas y La tierra
pródiga. Su espacio no es un simple espacio, es Jalisco con sus diferencias y sus
hombres, donde el alteño es el prototipo y base del jalisciense en su obra, Yáñez pone
al hombre de Jalisco en movimiento dentro del territorio jalisciense, lo que le permite
transmitir hacia el lector su idea sobre ese espacio, del desierto semi-seco a la llanura
tropical de la costa.

4. Obras ejemplares
De esta manera se encuentran algunas obras que bien pueden comprenderse
como Literatura del desierto:

Lola Casanova (1947) de Francisco Rojas González

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Francisco Rojas González, pone como espacio al desierto de Sonora, aunque en
algunas escenas se vislumbran detalles del paisaje jalisciense, sobre todo el de La Barca,
donde creció el autor y tuvo contacto con el campo, de clima semiseco de abrigo, cuyo
relieve orográfico se caracteriza, sobre todo, por un cerro en planicie: el Cerro de
Portezuelo.
En la obra se mezclan, pues, hombres y espacios, tanto el del campo jalisciense,
como el de Sonora, así como los de las fuentes que han influido el autor. En esta novela,
se muestra la crudeza del desierto absoluto, que en ocasiones da paso al desierto
verdadero.
El argumento muestra la historia de Lola Casanova, la joven prometida del
Capitán Ariza, quien se dedica a dos cosas: matar indios seris y a quedarse con sus
tierras, lo que lo ha vuelto inmensamente rico. Los indígenas en venganza asaltan el
carruaje donde va la joven y la secuestran. Ella al convivir con los indígenas se solidariza
con su causa, y, además, se enamora del jefe Coyote, quien la desposa. Sus descendientes
fundarán Pozo Coyote, una población agrícola que comercia sus productos con los yoris,
los blancos de Sonora.

Al filo del agua (1947) y Las tierras flacas (1960) de Agustín Yáñez
En la región conocida como Altos de Jalisco, un lugar de desierto verdadero seco,
que en algunos puntos recuerda al desierto absoluto, se desarrolla la trama, en un lugar
llamado Tierra Santa, en un momento que recuerda el inicio de la Guerra Cristera
(1926-1929).
El argumento de Al filo del agua es la historia de Tierra Santa, un poblado en
medio de una tierra yerma, que se identifica con la real de Yahualica. Es un pueblo
marcado por la religiosidad de sus habitantes y “el infierno chico” que representa vivir
en una población de ese tipo: del campo, pequeña, agrícola, Sus personajes, a su vez, le
corresponden: Micaela Rodríguez, cuyo sueño es abandonar el pueblo; Marta, una
madre frustrada, y María, ambas sobrinas del P. Dionisio, quien expresa la rabia
popular, pero que, al mismo tiempo la contiene; y la familia de Damián Limón, quien
viene de visita desde los Estados Unidos. Entre ellos están otros personajes como

9
Gabriel, y Victoria que actúan bajo un lirismo que conjunta eventos comunes como un
amorío, un festejo, una misa.

El llano en llamas (1953) y Pedro Páramo (1955) de Juan Rulfo


La novela de Juan Rulfo, es la historia a la manera de saga del cacique Pedro
Páramo, contada a través de él mismo, de su hijo Juan Preciado y de otros personajes,
en Comala, un pequeño poblado y de La Media Luna, una hacienda. Ambas localizadas
en una tierra seca y hostil, que en la realidad es el desierto zonal, entre montañas que
se extiende a partir de San Gabriel el pueblo donde nació y paso sus primeros años Juan
Rulfo, el autor.
Pedro Páramo es la historia de los Páramo, en el pueblo de Comala en los inicios
de la Guerra Cristera, y quienes pasan por una serie de vicisitudes de violencia en
Comala, un pueblo en el sur de Jalisco. En la novela, Juan Preciado busca a su padre, para
descubrir que todos están muertos, los que, sin embargo, dialogan con él y le cuentan
de la vida del pueblo cuando vivía su padre.
El llano en llamas, una serie de cuentos (17) que al igual que Pedro Páramo, es
un muestrario de personajes y acciones de la Premodernidad, ubicado en “el llano”, el
mismo espacio geográfico que en la novela: un desierto zonal, donde lo que priva es el
parentesco, la localidad, la cosmología religiosa y la tradición.

Poesía Wixárrika
Caso vigente, fuerte y vivo, es la Literatura wixárika, la cual está dividida en dos
partes, primero la Literatura tradicional que está formada por una serie de leyendas
que muestran el origen del mundo wixárika, en el que se destaca el espacio, el desierto,
del tipo seco; la escasa vegetación y la fauna nociva. Y con la presencia de hombres
sufrientes. En segundo lugar, la nueva literatura, que muestra más al individuo que a su
cultura y sociedad, con sus preocupaciones actuales en mezcla con su tradición.
Esta Literatura indígena presenta además otros rasgos que señala el australiano
T.I. Moore, como propios de los pueblos nativos del desierto: son la llamada del Bush, o
la atracción de la tierra, cuando el hombre se siente atraído profundamente a su tierra

10
por su origen; el chillido del cuervo, como ese sino que se manifiesta en los pueblos
enclavados en las regiones de la sequía, donde todos parecen estar atrapados; el
realismo, debido a la presencia abrumadora de la geografía y que se manifiesta en
expresiones físicas de calor, sequedad, frío, altura, polvo, vegetación espinosa, escasez
de fauna; y finalmente a manifestación de una actitud sentimental en un ambiente hostil.
De la Literatura wixárika se presentan dos autores:
Gabriel Pacheco Salvador (1963), de nombre wixárika, Iritemai; quien es oriundo del
vecino estado de Nayarit, pero que ha realizado sus actividades intelectuales y literarias
en Jalisco, principalmente en la Universidad de Guadalajara.

Haixata8

Ha metipurairika tikaku titi,


hay erieti xamá mitahuawe me itexieti.
Mexi xawe xawari aitía pai heutayeika,
wainaruritsixi memaxikiriwa mehatati.
Ha mukwalieti miyeneika mexi wapai tuukátsi
mekiepawie,
Xawe tekía pa hakaneka mana hulawa muyetse é.
Miya titi yeukame hatetsita miemeki pita mutihari.

Ojo de agua

En pleno tiempo de secas brota el agua a borbotones,


renovada por la danza ritual de los insectos.
Del mirador caen hojas de pochote

8
Pacheco, Gabriel. (1963). Poema original y traducción tomados de:
http://www.jornada.com.mx/2009/12/12/oja152-poemas.html. Consultado el 9 de agosto de 2018.

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meciéndose en el aire.
Unas quedan atrapadas en las telarañas,
otras alcanzan el agua y navegan sobre ella sin rumbo.
El caminante prefiere las hojas húmedas flotantes
para apagar la sed que quema su garganta.

Angélica Ortiz (1969)


Angélica Ortiz López, de nombre wixárika, Aitsarika, de Mezquitic, Jalisco. Poeta
y narradora en lengua wixárika. Trabaja en la Universidad de Guadalajara, como
investigadora. Como poeta, presenta al lector el interior de la gente wixárika desde el
punto de vista femenino, en sus vivencias cotidianas y en su reflexión vital, en ese
espacio seco y duro que habita ese pueblo. Sus poemas expresan la rudeza de la vida de
ese territorio yermo desde la visión femenina.

Nemutatsuaka9

Nemutatsuaka ’ena tetetsie nehakaiti


’ena netsuariya ’aixi ma’ane, ’aixi mitiutsuani,
nehixite ri kwinie mitihatika.
Tanaiti temuyetsuari hipati kwinie hipati yaki,
ne hiki kwinie nemireutsuamiki ’aimieme ’ena nemaka
netsuariyatsie ne’uyeniereti.
Heiwa tsepa pemikareutsuamiki pemitatsuaritiarieni,
tsi tsuariya mitatsikuweiyane tanuiwaritsie tamiiyatsie,
Tuukari mikaxuawe tsuaritsie mieme xeikia.
’Aimieme hiki nemutatsuaka mexi neyiwe,
mexi nehamarike,
mexi nehixite katiwawe.
Tsuariya mikayutua,
maiweti mi’ane, meiti’enietiyeika xeikia kemi’ane mitatsuaka,
tsi ta’iyaritsiepaiti hatineikati mi’ane
’aimieme xei ’ukai ’aixi retsuarieti ’aixi yeme kana’aneni.

Estoy llorando

Estoy llorando sentada aquí en esta piedra.

9
Ortiz, Angélica. (1969). Poema original y traducción tomados de: https://masdemx.com/2016/03/4-
poemas-huicholes-de-angelica-ortiz-que-debes-conocer/ Consultado el 9 agosto de 2018.

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El llorar aquí vale la pena, se llora bien:
mis ojos ya están hinchados.
Todos lloramos por algo; unos poco, otros mucho,
hoy, lloro sin dejar de mirar a través de mis lágrimas.
A veces no quieres llorar, pero te hacen llorar,
el llanto nos persigue y morimos con él.
No hay día especial para llorar.
Por eso, hoy lloro, mientras puedo,
mientras sé llorar,
mientras mis ojos no se han secado.
El llanto no se vende,
el llanto es sagrado para aquel que lo llora,
y una lágrima bien llorada merece respeto por aquel que no la llora.

5. Conclusiones
El territorio de Jalisco, presenta características físicas de desierto, no en su
generalidad, pero sí en su particularidad, es decir hay suficiente prueba de que el
territorio es capaz de generar y motivar más obras de la Literatura del desierto en
autores que sean o bien habitantes o bien visitantes del mismo.
Se han creado una serie de obras que, sin ser específicamente conscientes, sus
autores, de estar creando obras de la literatura del desierto éstas pertenecen a la
misma, pues tienen los elementos que las caracterizan como tales.
La literatura de Jalisco, en este momento, está en el proceso de reconocer a los
autores de municipios, de los cuales algunos de ellos reflejan la aridez geográfica de su
tierra. Esos autores, o bien su obra, generalmente no están en la metrópolis de
Guadalajara, lo que había hecho difícil la visibilidad de sus obras.
Finalmente, la lengua y cultura hispanas, siempre han estado vinculada al
desierto.

Bibliografía

Moore, Thomas I. (1976). Social Patterns in Australian literature. London: Angus & Robertson.

13
Rojas González, Francisco. (1997). Lola Casanova. México, D.F.: F.C.E.
Rulfo, Juan. (2016). Pedro Páramo. México, D.F.: RM.
Tetsuro, Matsuji. (2006). Antropología del paisaje. Salamanca: Ed. Sígueme.
Yáñez, Agustín. (2012). Al filo del agua. México, D.F.: F.C.E.
Yáñez, Agustín. (2012). Las tierras flacas. México, D.F.: F.C.E.
Yáñez, Agustín. (1996). La tierra pródiga. México, D.F.: F.C.E.

Referencias en Internet

Giménez, Gilberto et Catherine Héau Lambert. (2007). El desierto como territorio, paisaje y
referente de identidad, en Culturales, vol. III, núm. 5, enero-junio, 2007, pp. 7-42 Mexicali:
Universidad Autónoma de Baja California. Consultado 11 de octubre de 1018 en
http://www.redalyc.org/pdf/694/69430502.pdf

Harris, Christopher. (1995). Agustín Yáñez y su obra narrativa en el Siglo XXI: una aproximación
a partir de los estudios culturales latinoamericanos, en “Doscientos años de narrativa mexicana:
Siglo XX”, Rafael Olea Franco Editor. pp. 135-154. Consultado: 05 de octubre de 2018 en:
https://www.jstor.org/stable/j.ctv3dnq1k.10

Pacheco, Gabriel. (1963). Tomado de: http://www.jornada.com.mx/2009/12/12/oja152-


poemas.html. Consultado el 9 de agosto de 2018.

Ortiz, Angélica. (1969). Poema tomado de: https://masdemx.com/2016/03/4-poemas-


huicholes-de-angelica-ortiz-que-debes-conocer/ Consultado el 9 agosto de 2018.

Ruiz Corral, A. et Al. (2012). Estadísticas climáticas normales del estado de Jalisco, en el Libro
Técnico Núm. 2. Guadalajara: Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y
Pecuarias del Centro de Investigación Regional del Pacífico Centro. Tomado de:
biblioteca.inifap.gob.mx:8080/.../3935%20Estadisticas%20Clim%C3%A1ticas%20Normales
%20del%20Estado%20de%20Jalisco.pdf. Consulta: 14 de septiembre de 2018.

Imagen climática de Jalisco: http ttp://cuentame.inegi.org.mx/monografias/


informacion/jal/territorio/clima.aspx?tema=me7. Consultado: 30 de octubre de 2018.

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