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Los Estados Unidos, China y la paradoja de la productividad by Stephen... https://www.project-syndicate.org/print/america-china-output-per-work...

BUSINESS & FINANCE

STEPHEN S. ROACH

Stephen S. Roach, former Chairman of Morgan Stanley Asia and the ϐirm's chief
economist, is a senior fellow at Yale University's Jackson Institute of Global Affairs
and a senior lecturer at Yale's School of Management. He is the author of the new
book
Unbalanced: The Codependency of America and China.

JUN 23, 2015

NEW HAVEN – A ϐinales del decenio de 1980, hubo un debate intenso sobre la llamada
paradoja de la productividad; cuando inversiones enormes en tecnologı́a de la
informació n (TI) no estaban logrando mejoras apreciables en materia de
productividad. Dicha paradoja está de vuelta y plantea un problema tanto a los Estados
Unidos como a China que puede plantearse en su Diá logo Econó mico y Estraté gico
anual.

En 1987, el premio Nobel Robert Solow expresó su famosa broma: “Se ve la era de las
computadoras por doquier, excepto en las estadı́sticas de productividad.” La paradoja
de la productividad pareció resuelta en el decenio de 1990, cuando los Estados Unidos
experimentaron un renacimiento espectacular de la productividad. El aumento anual
de la productividad en la economı́a, exceptuado el sector agrı́cola, se aceleró hasta el
2,5 por ciento de 1991 a 2007, frente a la tendencia del 1,5 por ciento en los quince
añ os anteriores. Los beneϐicios de la era de Internet se materializaron por ϐin. La
preocupació n por la paradoja prá cticamente desapareció .

Pero parece que la celebració n habı́a sido prematura. Pese a otra revolució n
tecnoló gica, el aumento de la productividad ha vuelto a hundirse y esta vez el bajó n es
de alcance mundial, pues afecta a las dos mayores economı́as del mundo –los EE.UU. y

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China– má s que a todas las demá s.

En los cinco ú ltimos añ os, de 2010 a 2014, el aumento anual de la productividad en los
EE.UU. ha bajado hasta el 0,9 por ciento por té rmino medio. En realidad, ha bajado a
una tasa anual de 2,6 por ciento en los dos trimestres má s recientes (el ú ltimo de 2014
y el primero de 2015). Exceptuando una importante revisió n de los datos, el
renacimiento de la productividad en los Estados Unidos parece haber topado con
graves diϐicultades.

China está presenciando una tó nica similar. Aunque el Gobierno no publica estadı́sticas
perió dicas de la productividad, el problema es real: el aumento del empleo urbano
total ha sido constante, unos 13,2 millones de trabajadores al añ o desde 2013, muy
superior a la tasa de aumento de diez millones ϐijada por el Gobierno. Ademá s, las
contrataciones parecen mantenerse a ese rá pido ritmo a comienzos de 2015.

Al mismo tiempo, el aumento de la producció n se ha aminorado del diez por ciento de


tendencia en el perı́odo de 33 añ os que concluyó en 2011 a siete por ciento en la
actualidad. Esa reducció n, frente a una rá pida y sostenida creació n de puestos de
trabajo, entrañ a una innegable desaceleració n de la productividad.

En eso estriba la paradoja má s reciente. Como ahora las tecnologı́as revolucionarias
son el motor de la creació n de nuevos mercados (medios de comunicació n digitales y
dispositivos informá ticos corporales), servicios (gestió n de la energı́a y secuenciació n
del ADN), productos (telé fonos inteligentes y robó tica) y empresas tecnoló gicas
(Alibaba y Apple), no cabe duda de que la productividad ha de estar aumentando en
gran medida. Como podrı́a decir Solow hoy, el “Internet de Todo” está en todas partes,
excepto en las estadı́sticas de productividad.

Pero, ¿de verdad hay una paradoja? Robert Gordon, de la Universidad Northwestern,
ha sostenido que las innovaciones en materia de TI y de Internet, como la elaboració n
de datos automatizada y a gran velocidad y el comercio electró nico resultan muy
inferiores en comparació n con los avances de la Revolució n Industrial, incluidos el
motor de vapor, la electricidad y las instalaciones sanitarias domé sticas. Aϐirma que,
aunque esas innovaciones produjeron transformaciones espectaculares de las má s
importantes economı́as avanzadas –como, por ejemplo, una mayor participació n de las
mujeres en la fuerza laboral, una mayor velocidad del transporte, la urbanizació n y el
control normalizado de la temperatura–, esos cambios será n muy difı́ciles de
reproducir.

De hecho, por mucho que nos encanten las revolucionarias tecnologı́as actuales –lo

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digo mientras contemplo mi nuevo y elegante reloj de Apple–, comparto el argumento


de Gordon. Si hemos de aceptar las cifras de la productividad en los EE.UU. –una
tendencia persistentemente lenta interrumpida por una aceleració n de 16 añ os que
ahora parece haberse apagado–, es posible que lo ú nico que los Estados Unidos hayan
logrado hayan sido mejoras en la eϐiciencia de transició n relacionadas con el paso de
una plataforma tecnoló gica a otra gracias a la TI.

Los optimistas sostienen que las estadı́sticas oϐiciales no recogen las marcadas mejoras
de la calidad de la vida, que pueden ser ciertas, sobre todo a la luz de avances
prometedores en materia de biotecnologı́a y enseñ anza en lı́nea, pero con ello se pasa
por alto un aspecto mucho má s importante de la crı́tica sobre la mensurabilidad de la
tecnologı́a: el de no tener suϐicientemente en cuenta el tiempo de trabajo relacionado
con la utilizació n generalizada de dispositivos de informació n portá tiles.

En los EE.UU., la Oϐicina de Estadı́sticas Laborales calcula que la duració n del trabajo
semanal se ha mantenido constante, por té rmino medio, en unas 34 horas desde el
advenimiento de la red Internet hace dos decenios. Sin embargo, nada podı́a estar má s
alejado de la verdad: los trabajadores del conocimiento no paran fuera de la oϐicina
tradicional, consultando su correo electró nico, actualizando hojas de cá lculo,
escribiendo informes y participando en sesiones colectivas de intercambio de ideas. De
hecho, los trabajadores del conocimiento en oϐicinas –es decir, la mayorı́a de los
trabajadores en las economı́as avanzadas– está n ahora atados a sus lugares de trabajo
esencialmente 24 horas al dı́a, siete dı́as a la semana, realidad que no se reϐleja en las
estadı́sticas oϐiciales.

El aumento de la productividad no se reϐiere a trabajar durante má s tiempo, sino a una


mayor producció n por unidad de insumo laboral. Cualquier medició n insuϐiciente de la
producció n resulta muy inferior en comparació n con la de las horas de trabajo con
ayuda de la TI.

La desaceleració n del aumento de la productividad en China probablemente no sea tan


grave. Es una extensió n de la naciente transformació n estructural de la economı́a
china, al pasar de la manufactura con gran densidad de capital a los servicios con gran
densidad de mano de obra. De hecho, hasta 2013 no superaron los servicios a la
manufactura y la construcció n como mayor sector de la economı́a. Ahora el desfase está
ampliá ndose y es probable que continú e. Como el sector chino de los servicios requiere
un 30 por ciento má s de trabajadores por unidad de producció n que la manufactura y
la construcció n juntas, la reequilibració n estructural de la economı́a está trasladando
ahora el crecimiento al sector de los servicios, con menor productividad, de China.

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China tiene tiempo antes de que llegue a ser un problema. Como observa Gordon, ha
habido dividendos de productividad muy duraderos relacionados con la urbanizació n,
tendencia que podrı́a continuar en China durante al menos otro decenio, pero llegará
un momento en el que cese el viento de cola y China empiece a converger en la llamada
frontera de las economı́as avanzadas.

En ese momento, China afrontará los mismos problemas en materia de productividad


que los Estados Unidos y otros paı́ses. Al haber centrado la atenció n las autoridades
chinas en el crecimiento impulsado por la innovació n, parecen haber reconocido ese
riesgo. Sin innovaciones potentes, la de sostener el aumento de la productividad será
una batalla muy ardua. El reciente paso de China a una trayectoria de menor
productividad es un aviso temprano de la que muy bien podrı́a ser una de sus
diϐicultades econó micas má s ingentes.

No se puede prescindir del decisivo papel que desempeñ a el aumento de la


productividad en los resultados econó micos de cualquier paı́s. Sin embargo, en el caso
de las economı́as avanzadas los perı́odos de aumento rá pido y sostenido de la
productividad han sido la excepció n, no la regla. Las señ ales recientes de aminoració n
del aumento de la productividad tanto en los EE.UU. como en China subrayan esa
realidad. Para un mundo que podrı́a caer en un estancamiento persistente, se trata de
una noticia preocuparte, por no decir algo peor.

Traducido del inglés por Carlos Manzano.

https://www.project-syndicate.org/commentary/america-china-output-per-worker-
productivity-paradox-by-stephen-s--roach-2015-06/spanish

© 1995-2015 Project Syndicate

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