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Franco y la República
masacran al proletariado
Introducción: ¿Qué interés tiene para los
trabajadores de hoy los acontecimientos de
1936?
1 – Las falsas y las verdaderas lecciones sobre
los acontecimientos de 1936
El objeto de esta tercera edición de nuestro folleto sobre la Guerra Civil Española de 1.936 es, en
primer lugar, reponer las existencias ya agotadas de la segunda edición. Esto es indicador del interés
que este problema histórico despierta no solo en España sino en otros países como Gran Bretaña,
Bélgica, Holanda, Alemania, Rusia, Brasil etc.
Pero este interés no es solo producto del esfuerzo de elementos proletarios que quieren conocer y
sacar lecciones de esta trágica experiencia del proletariado. También, es resultado de una campaña
de los medios burgueses que airean los acontecimientos de 1936 y dan cancha a grupos radicales
(trotskistas, anarquistas etc.), directores de cine (en los últimos años se han producido dos películas
famosas sobre el tema: Tierra y Libertad y Libertarias), académicos etc., cuyo “balance de 1936”
parece “diferente” e incluso “opuesto” al que predomina en la versión oficial pero que en realidad
constituye el vehículo de mistificaciones más refinadas y por tanto más eficaces para crear
confusión en la conciencia de la clase obrera.
Para combatir estas mistificaciones y contribuir a una reflexión sólida y lo más amplia posible, el
grueso de este libro está dedicado a textos publicados en la época, es decir, en los años 30, por
organizaciones proletarias de entonces. La mayor parte son de BILAN (Fracción Italiana de la
Izquierda Comunista en el exilio), organización que presentamos en el siguiente texto y que, a
nuestro juicio, fue la única capaz de denunciar la guerra del 36 como una guerra imperialista en
cuya orgía de sangre murieron más de un millón de personas. También fue la más clara en llamar al
derrotismo revolucionario como ya habían hecho los revolucionarios en 1.914 frente al matadero
que constituyó la Primera Guerra Mundial.
La guerra del 36 fue el preludio de la Segunda Guerra Mundial. Las grandes potencias de la época
se implicaron directamente en el conflicto perfilándose en él los dos bandos imperialistas que se
enfrentarán de 1.939 a 1.945: el bando franquista es apoyado por Alemania e Italia y el bando del
Frente Popular por la Rusia de Stalin y las democracias (Gran Bretaña y Francia).
Ante la matanza que durante 3 años inundó de sangre las tierras españolas las organizaciones que
decían reclamarse de la clase obrera, empezando por los “socialistas”, siguiendo con los
“comunistas” y acabando con los trotskistas y los anarquistas, proponían a los obreros y los
campesinos españoles comprometerse de lleno en la guerra, eligiendo el campo republicano frente
al bando fascista y uniéndose a la burguesía “democrática” y a las potencias mundiales “garantes de
la libertad”. Solo una pequeña minoría, con BILAN a la cabeza, tuvo el coraje de continuar la
posición de los revolucionarios de 1914: la lucha contra los dos bandos burgueses, el llamamiento a
los obreros y campesinos de los dos frentes a desertar de la guerra militar y volver a sus casas para,
uniéndose con los obreros de la retaguardia, llevar la lucha contra todo el Estado Capitalista, tanto
en su rama franquista como en su rama republicana. Era retomar y llevar más lejos el impulso
inicial de los obreros españoles que luchando en su terreno de clase en los días posteriores al 18 de
julio del 36 fueron capaces de parar la intentona golpista de Franco (que dicho sea de paso el
gobierno del Frente Popular dejó preparar impunemente con premeditación y alevosía a los
generales facciosos) y del cual hubo una nueva manifestación, esta vez en condiciones muy
diferentes, en mayo de 1.937 cuando los obreros de Barcelona tras una valiente lucha son
masacrados por las fuerzas de asalto gubernamentales y traicionados por el POUM y los anarquistas
que además forman parte descaradamente de los gobiernos de la Generalitat y de la República.
Nosotros nos reivindicamos del trabajo político de BILAN que en esa época difícil para el
proletariado – de derrota y contrarrevolución, los tiempos de Hitler y los procesos de Moscú- se
mantuvo fiel a su combate histórico y fue capaz de enriquecerlo con toda una serie de aportaciones
sacando lección de los intensos acontecimientos que de forma rápida y concentrada se suceden entre
1914 y 1939: la guerra imperialista de 1914, el intento de revolución proletaria de 1915-23, la
contrarrevolución en Rusia y a escala mundial, la tremenda depresión de 1929 y la barbarie a una
escala todavía más salvaje de la 2ª Guerra Mundial.
Ahora bien, reivindicarnos de BILAN no significa despreciar la contribución de otros grupos
proletarios de la época. Por eso publicamos textos del Comunismo de los Consejos y de grupos de
México y Bélgica que desde el trotskysmo se orientaron hacia las posiciones de BILAN. Del mismo
modo, analizamos el esfuerzo de grupos que, aunque cayeron en la trampa de apoyar la guerra en
nombre del antifascismo y la “revolución social”, trataron de defender una posición proletaria: es el
caso de la Sección Bolchevique Leninista, cuyo militante más destacado fue Munis, y de los
Amigos de Durruti que, desde el terreno del anarquismo, trataron de defender una posición de clase
y se rebelaron contra la colaboración descarada de la CNT con las fuerzas de la burguesía.
No pretendemos elevar BILAN a los altares. Todo lo contrario, BILAN reconocía con humildad que
iba a tientas y que no tenía una solución acabada para los múltiples problemas que se le presentaban
al proletariado y al conjunto de la humanidad. Dentro de BILAN había un debate vivo y una
minoría se dejó llevar por los cantos de sirena de la “revolución en marcha en España”. Publicamos
textos de esta discusión con los puntos de vista de la mayoría y la minoría. Este debate, como
corresponde a la tradición histórica del movimiento obrero, no se llevó a puerta cerrada sino que se
expresó públicamente en la revista.
De la guerra española se han escrito miles de libros. Unos ofrecen la visión maniquea del
franquismo que la presenta como una “cruzada” contra la masonería y el “comunismo rojo”. En las
postrimerías del régimen franquista y sobre todo desde 1975, cuando el Estado burgués español se
da el barniz de la “democracia”, los libros que aparecen son más “neutrales”: reparten culpas entre
ambos bandos y presentan la contienda como una tragedia que sólo podría superarse mediante la
“democracia” la cual sería la gran solución al reconciliar las dos Españas.
Frente a estos dos enfoques, se desarrolla otro más crítico y radical que reclama el “protagonismo”
de la clase obrera y rechaza la visión franquista y la democrática porque coinciden ambas en la
defensa del orden burgués. Se trata de la posición del anarquismo y del trotskysmo.
Ahora bien, pese a su aparente oposición a las dos versiones anteriores en realidad defienden el
mismo terreno: glorifica la guerra antifascista, es decir, la matanza de unos obreros contra otros en
nombre de una causa al servicio del capitalismo; defiende al Estado burgués en su forma
“democrática” y “republicana” haciendo elegir este disfraz de la dictadura capitalista frente a la otra
forma menos presentable por su violencia descarnada, la franquista.
Esta visión pretende dar la palabra al proletariado y lo presenta como actor de una “revolución
social” desarrollando con ello la peor de las mistificaciones: en vez de llamar al pan pan y al vino
vino, es decir, a la guerra imperialista guerra imperialista la transforma por arte de birlibirloque en
una “revolución social”. La guerra imperialista, la quintaesencia de la barbarie, el sufrimiento y la
degradación es disfrazada de lo que es diametralmente opuesto: la Revolución social, la expresión
más avanzada de liberación, conciencia y emancipación colectiva. ¡La mejor forma de atacar el
comunismo y apuntalar el capitalismo es travestizar sus expresiones más espantosas como
revoluciones !.
Los trotskistas y los anarquistas, estos “defensores de la clase obrera”, vuelven a repetir la misma
maniobra de 1936 que la burguesía desarrolló ante la reacción espontánea de los obreros contra el
golpe de Franco: enrolarlos en la guerra en nombre de la “revolución social”, de “ganar al fascismo
para a continuación construir el socialismo”.
En esta mistificación tomaron la delantera los más “radicales”: el POUM y la CNT. Los textos de
BILAN y los de otras corrientes proletarias que publicamos denuncian con claridad la traición
cometida por el POUM y la CNT-FAI como último banderín de enganche que utiliza la burguesía
republicana para desviar a la clase obrera de su terreno de clase y llevarla al matadero.
¿Por qué hoy, cuando nos dicen que todo eso de la “revolución” es cosa del pasado, los grandes
medios de comunicación dejan un hueco a los grupos y personalidades que nos presentan España
1936 como teatro de una “gran transformación social”, como una “verdadera revolución mucho más
profunda que la Revolución rusa de 1917”?.
En los años noventa hemos asistido junto a la campaña anticomunista posterior a la caída del Muro
de Berlín donde se denigra al comunismo equiparándolo al estalinismo (cuando la realidad histórica
nos muestra que éste fue el enterrador de la Revolución de Octubre del 17), a una promoción del
anarquismo como verdadero movimiento revolucionario frente a los Bolcheviques y Lenin que
serían unos meros conspiradores que instauran su dictadura mediante un golpe de estado.
Presentar al anarquismo como “vanguardia” del impulso revolucionario y a España 1936 como
“modelo” de revolución social, no supone ninguna contradicción con la campaña anticomunista. En
realidad es su continuación y reforzamiento. Por mucho que los medios más entusiastas de la
burguesía proclamen el triunfo del capitalismo y un “Alicia en el país de las maravillas” con los
ensueños de INTERNET y la “nueva economía”, el capitalismo es muy consciente de que
semejantes músicas celestiales necesitan el contrapunto crítico de ideologías y modelos
aparentemente muy radicales pero que en el fondo defienden el orden capitalista por otros medios.
La llamada “revolución” española de 1.936 y el endiosamiento del anarquismo suponen una
tergiversación de la historia que persigue fundamentalmente atraer a todos los elementos que
expresan un esfuerzo de conciencia en las filas del proletariado hacia el pantano de confusión que
constituyen las posiciones anarquistas.
El anarquismo se presenta como una ideología “anti-sistema”, ante las diferentes facetas de la vida
social parece situarse en las posturas más radicales y extremas. Del mismo modo, toda una serie de
fenómenos de 1936 (las colectividades, las milicias antifascistas, la CNT) son rodeados de una vaga
aureola de “liberación” y “acción revolucionaria”. Contra semejantes imposturas, el libro que
presentamos trata de mostrar, haciendo hablar a los hechos, adonde conduce el anarquismo y cual
fue la realidad de su “modelo revolucionario” experimentado en España.
La historia del siglo XX es la de la decadencia del modo de producción capitalista. Todas las
guerras son producto de esa decadencia histórica. En 1.914 los revolucionarios denunciaron la
matanza imperialista y llamaron al proletariado a la revolución. La oleada revolucionaria de 1.917 a
1.923 (cuyas culminaciones son las revoluciones en Rusia y en Alemania) supuso el mayor intento
del proletariado por derribar el capitalismo y construir una sociedad comunista. La burguesía para
derrotar la revolución utilizará todas las armas en sus manos: acelera el fin de la guerra, coloca en
los gobiernos a la izquierda del capital y un largo etcétera. La guerra civil española de 1.936-39
forma parte de la segunda carnicería mundial donde la burguesía utilizará la alternativa tramposa
fascismo-antifascismo como un pinza criminal para llevar al matadero a los obreros.
En la actualidad la burguesía agita el peligro fascista de los Haider, Le Pen, Pinochet... A diferencia
de 1.936 no nos encontramos en un período de contrarrevolución que ponga a la orden del día los
regímenes fascistas como puntilla de la derrota del proletariado. El curso histórico está abierto,
dependiendo el futuro de toda la humanidad del desarrollo de la lucha de clases: el triunfo del
proletariado nos llevará a la construcción de la sociedad comunista, el triunfo de la burguesía a la
barbarie más atroz con el peligro de la extinción incluso de la vida en el planeta bien por medio de
una Tercera Guerra Mundial o a través de una agonía lenta del modo de producción capitalista como
vemos en la actualidad: crisis económica, hambrunas en la mayor parte del mundo, proliferación de
las interminables guerras locales que incluso ya han llegado a suelo europeo, contaminación y
envenenamiento de la naturaleza y los alimentos... La única solución para el porvenir de la
humanidad es la revolución comunista.
En esas condiciones lo esencial para la burguesía es enfrentar a un proletariado que no está
derrotado. En ese objetivo agitar el espantajo fascista sirve de aval a los regímenes “democráticos”,
les permite aparecer como más humanos, más justos, más protectores y con el chantaje de “¡que
viene el ogro fascista!” hacer tragar medidas económicas, sociales y represivas que sí intentaran ser
instauradas por los Gil y Gil, Haider y Cía. suscitarían fuertes movilizaciones. La experiencia
española de 1936 es muy aleccionadora al respecto y aporta claves para desmontar el engaño
antifascista de la burguesía
El libro que exponemos a la consideración de los lectores ha supuesto un esfuerzo considerable para
nuestras limitadas fuerzas militantes. Hemos recibido una valiosa colaboración de lectores y
simpatizantes.
Uno de ellos, que se reclama del comunismo de los consejos, ha traducido textos de grupos de esta
corriente directamente del holandés, dos de los cuales aparecen en esta edición y otros que nos ha
aportado recientemente los integraremos en futuras ediciones. Le agradecemos calurosamente esta
contribución.
Otros compañeros han realizado la ingrata tarea de transcribir al ordenador diferentes textos. Les
agradecemos igualmente esta aportación imprescindible. Al saludar estos esfuerzos hacemos un
llamamiento para que cunda el ejemplo. La ayuda para publicar libros necesarios para el armamento
teórico y político del movimiento obrero es vital y abarca desde traducciones, trascripción al
ordenador hasta aportaciones económicas y suscripciones.
El libro que publicamos no es por supuesto completo. En primer lugar, sería interesante incorporar
más textos representativos de las diferentes posiciones adoptadas por el Comunismo de los
Consejos. A este respecto las nuevas traducciones aportadas por el lector antes mencionado son de
gran valor.
Pensamos que será necesario hacer un estudio más sistemático del anarquismo y de la historia y
evolución de la CNT. También deben ser abordadas algunas corrientes críticas frente a la
orientación dominante en la CNT: Bernieri, el libro de Vernon Richards. Del mismo modo hay que
evaluar la posición lamentable que adoptó Trotsky y que fue seguido por las diferentes corrientes
trotskistas. Respecto al POUM, que no era específicamente trotskista, habrá que analizar el mito del
“valor revolucionario” de una corriente “crítica” que surgió en su seno y que desorientó en su
momento a la minoría de BILAN.
Por último, estamos interesados en publicar tomas de posiciones, debates y correspondencia que se
produzcan actualmente en los elementos y grupos proletarios. Las críticas, las polémicas de los
lectores, serán bienvenidas.
ACCION PROLETARIA 29-3-2000
La revista BILAN son 46 números publicados (1.478 páginas) desde noviembre de 1.933 a enero de
1.938. Empezó como “Boletín teórico de la Fracción de Izquierda del Partido Comunista de Italia”.
En febrero de 1.938, OCTUBRE sustituye a BILAN con el subtítulo de “órgano mensual de la
Izquierda Comunista”[4]. Aparecieron 5 números de OCTUBRE, el último en agosto de 1.939, un
mes más tarde empezaba la IIª. Guerra Mundial.
La fracción italiana había sido excluida del PCI y de la IC en el Congreso de Lyon de 1.926. La
Fracción, en el difícil exilio francés perseguida tanto por el fascismo como por el estalinismo,
vuelve a constituirse en 1.929 y publica la revista PROMETEO en lengua italiana y un boletín de
información en francés que acabará siendo una publicación teórica.
Comprometida a fondo en el movimiento comunista internacional, la Fracción en la emigración
tomará parte muy activa en dicho movimiento sobre todo en Francia y en Bélgica, participando con
todas sus fuerzas en la lucha contra la degeneración de la IIIª. Internacional y de sus partidos,
definitivamente dominados por el estalinismo. Por eso mantendrá contactos estrechos con todas las
corrientes y grupos de izquierda expulsados uno tras otro de lo que había sido la Internacional
Comunista, manteniendo la lucha en medio de una terrible desolación y una inmensa confusión
debidas a la amplitud de la derrota de la primera gran oleada revolucionaria mundial y a la
consiguiente desmoralización.
El intento de acercamiento a la Oposición de Izquierda de Trotski no daría ningún resultado, lo que
pondría en evidencia el carácter fundamentalmente divergente de las orientaciones de ambas
corrientes. Si el trotskismo concebía la Oposición como grupos que simplemente luchaban por el
“enderezamiento” de los PC y que estaban dispuestos en todo momento a reintegrarse a ellos
renunciando a existir como órganos autónomos, la Izquierda Italiana partía de las diferencias
programáticas cruciales que sólo podrían resolverse con la constitución de organismos comunistas
independientes, las Fracciones, que estaban luchando por la destrucción de la corriente
contrarrevolucionaria estalinista.
La discusión sobre el análisis de la situación en Alemania 1933, acabaron por hacer definitivamente
incompatible todo trabajo en común. Frente a la amenaza hitleriana, Trotski preconizaba una amplio
“Frente Único Obrero” entre el PC estalinista y la socialdemocracia. Era en ese frente único entre
los contrarrevolucionarios de 1.914 y los de entonces en donde Trotski veía la fuerza capaz de
cerrar el paso al fascismo, evitando así el problema esencial de la naturaleza de clase de las fuerzas
en presencia y el hecho de que la lucha contra el fascismo no tiene ningún sentido para la clase
obrera si se la separa de la lucha general contra la burguesía y el sistema capitalista.
Trotski, haciendo juegos con imágenes brillantes, decía que el Frente Único podría hacerse “con el
diablo y su abuela” con lo cual demostraba no menos brillantemente que estaba perdiendo la noción
misma del terreno de clase del proletariado. En plena vena verbal, Trotski, bajo el seudónimo de
Gurov, llegó a afirmar que la revolución comunista podría triunfar “bajo la dirección de
Thaelman[5]”. Desde entonces resultaría evidente que el camino tomado por Trotski acabaría por
llevarle a abandonar una tras otra las posiciones comunistas hasta la participación en la IIª. Guerra
Imperialista, en nombre, claro está, de la “defensa de la URSS”.
Diametralmente opuesto fue el camino tomado por la Fracción Italiana de la Izquierda Comunista.
El desastre que representaba para el proletariado el triunfo del fascismo, triunfo que hicieron
posible e inevitable las catastróficas y sucesivas derrotas que le infligieron la socialdemocracia
primero y el estalinismo después, dejaba plenamente abierta la “solución” capitalista a la crisis
histórica de su sistema: una nueva guerra imperialista mundial. Los revolucionarios sólo podían
frenar esta perspectiva si se esforzaban en agrupar al proletariado sobre un terreno de clase,
manteniéndose firmes en los principios programáticos del comunismo y para ello, lo más urgente
era someter a un examen crítico toda la experiencia del periodo transcurrido desde la gran oleada
revolucionaria que puso freno a la Iª. Guerra Imperialista, abriendo un horizonte de esperanzas a la
clase obrera hacia su emancipación definitiva. Comprender las razones de su derrota posterior,
hacer balance de lo adquirido y de los errores, sacar lecciones y, con estas bases, elaborar las nuevas
posiciones políticas, todo esto era indispensable para que la clase pudiera volver, mejor armada y
por tanto más capaz, a encarar su tarea histórica de la revolución comunista. Y fue esta
impresionante tarea la que se propuso emprender BILAN (Balance, nombre apropiado), y para
llevarla a cabo BILAN invitó a todas las fuerzas comunistas que habían sobrevivido al desastre de
la contrarrevolución. Pocos grupos respondieron a la llamada, pero también es verdad que pocos
grupos pudieron resistir a la terrible apisonadora de aquel periodo de reacción y de preparación para
la IIª. Carnicería Mundial. Cada año que pasaba eran menos los grupos, sin embargo, BILAN, que
aguantó gracias a la entrega de algunas decenas de miembros y simpatizantes, mantuvo siempre las
puertas abiertas para que se expresaran, dentro del marco estricto de las fronteras de clase, otros
pensamientos divergentes a los suyos. Nada le fue más extraño que el espíritu de secta o la
búsqueda de un éxito de capilla inmediato. Por eso encontramos en BILAN artículos de discusión y
reflexión que provienen de compañeros de la Izquierda Alemana, Holandesa o de la Liga de
Comunistas Internacionalista de Bélgica.
BILAN no tenía la estúpida pretensión de aportar respuestas definitivas a todos los problemas de la
revolución. Tenía conciencia de que a menudo andaba a tientas, pues sabía que las respuestas
definitivas sólo podían ser resultado de la experiencia viva de la lucha de clases, de la confrontación
y la discusión al interior mismo del movimiento. Sobre muchos problemas la respuesta de BILAN
fue insuficiente, pero nadie puede poner en duda la seriedad, la sinceridad, la profundidad del
esfuerzo y, por encima de todo, la validez de su visión, la justeza de su orientación y la firmeza de
sus principios revolucionarios.
No se trata únicamente de rendir homenaje a este pequeño grupo que supo mantener firme la
enseñanza de la revolución en medio de una tempestad contrarrevolucionaria, sino también y sobre
todo, se trata de asimilar lo que nos han legado y proseguir el esfuerzo con una continuidad que no
es estancamiento sino superación.
No es, como ya hemos dicho, por gusto de erudito por lo que hemos escogido, para esta primera
recopilación de textos de BILAN, una serie de artículos que se refieren a los acontecimientos de
España entre 1.934 y 37. El análisis de los acontecimientos tenía un alcance global que superaba el
marco español y daba la base para entender la evolución de la situación mundial, de las fuerzas de
la clase obrera, de sus formaciones políticas, y, por encima de todo, ofrecían una imagen cruda de la
inmensa tragedia en la que se hundía el proletariado internacional y el español en primer lugar.
España se encuentra, hoy, de nuevo, en una situación clave, si bien es verdad que hay que dejar bien
clara la diferencia entre los acontecimientos de la España de los años 30 (que tenían lugar tras una
larga y aplastante serie de derrotas del proletariado que lo arrastraban inexorablemente al
alistamiento para la guerra imperialista) y el periodo actual de reanudación de la lucha y de la
combatividad obrera en todo el mundo. Situación clave la de hoy como la de entonces, porque tras
15 años de luchas obreras incesantes y de cada vez mayor alcance a pesar de la salvaje represión, la
clase obrera de España se encuentra con una acumulación de experiencias que tendrá que potenciar
en los próximos combates contra el empeoramiento de la situación para ir más lejos en su
conciencia, organización autónoma y extensión de la lucha[6]. Y es ahora cuando el capitalismo
mundial y en particular el europeo va a apoyar a la burguesía española en su esfuerzo de lastrar los
próximos combates de clase. Después de haber desechado y haber desmantelado un régimen senil
incapaz ya de mantener el "orden laboral”, la burguesía intentará por todos los medios
“democráticos” poner freno al avance proletario. Y dentro de esa estrategia general el capitalismo
pondrá por delante a su ala izquierda (PCE, PSOE, y demás izquierdistas) para, en nombre del
“antifascismo”, o del “mal menor” o de “programas mínimos”, intentar romper esa combatividad.
Para la burguesía no está hoy al orden del día la ciega represión franquista, aunque tampoco en este
aspecto los “demócratas” nada tienen que envidiar a los “fascistas”[7].
Con lo que va a encontrarse el proletariado en los meses que vienen, es con las mismas fuerzas que
en 1.936 consiguieron sacarlo de su camino para después cargárselo a fondo. Y esas fuerzas
volverán a utilizar el mismo tipo de argumentos, perfeccionados con el tiempo. Una de sus mayores
mentiras consiste en predicar a los obreros que “olviden el pasado” en nombre de la “reconciliación
nacional”. Es decir, que olviden las lecciones de su sangrienta experiencia, cogidos como lo fueron
entre los dos dientes, el “democrático” y el “fascista”, de la tenaza. En los años 30 el proletariado en
España que se había mostrado extremadamente combativo resultaba muy peligroso para los planes
de guerra imperialista que preparaba el capital mundial. Había que masacrarlo primero, último
bastión de resistencia obrera en Europa, para facilitar su alistamiento, y después el de toda la clase
obrera a nivel mundial
Frente a la formidable respuesta obrera contra el alzamiento derechista de 1.936, esas mismas
fuerzas de izquierda, etapa por etapa, fueron anegando, destruyendo y quitando fulminante a los
focos de resistencia obrera que intentaban mantenerse en un terreno de clase. Esa labor de zapa por
parte de la República y de la izquierda ya desde 1.931, se vio consumada en la represión directa y el
aplastamiento de los obreros (los “incontrolados”), durante las trágicas jornadas de Mayo del 37 en
Barcelona.
«PROLETARIOS:
El 19 de julio de 1.936 los proletarios de Barcelona, con puño desarmado, aplastaron batallones de
Franco ARMADOS HASTA LOS DIENTES. El 4 de Mayo de 1.937, estos mismo proletarios,
ARMADOS, dejan en la calle muchas más víctimas que en Julio cuando tuvieron que repeler a
Franco, y es el gobierno antifascista –incluidos la CNT-FAI y del que el POUM es indirectamente
solidario- quien da suelta a la gentuza de las fuerzas represivas contras los obreros» (BILAN: mayo
1937).
Entre Julio del 36 y Mayo del 37 se suceden una serie de gobiernos cada vez más a la “izquierda”
contra la cada vez mayor radicalización obrera. La burguesía antifascista no puede consentir
cualquier esbozo de “doble poder”, con comités y milicias paralelas al gobierno “legal”. En función
de una eficacia militar y “respetabilidad” perfectamente capitalista, el gobierno impone mano dura,
a la vez que se “izquierdiza” cada vez más. Para ello no basta con la tendencia “revolucionaria” de
los UGT-PSOE de Largo Caballero. Es entonces cuando el PCE empieza a desplegar su mayor
fuerza y poder contrarrevolucionario. Este partido, producto perfecto de la degeneración de la IC,
impone su mano de hierro en los centros claves de la vida social y del ejército. Además su presencia
es necesaria para obtener la ayuda del tirano que ha consumado la derrota de la Revolución Rusa:
Stalin. Pero con éstos no basta. Citemos a BILAN, 1.937, en su saludo a Camilo Berneri: «Su
inmolación por el ideal anarquista es una denuncia más de una corriente política que se ha ido
hundiendo a lo largo de los sucesos de España: ha sido bajo el mando de un gobierno con
participación anarquista que la policía ha vuelto a realizar sobre el cuerpo de Berneri la hazaña de
Mussolini sobre el de Matteoti»[8]
Una corriente política, el anarco-sindicalismo, que se fue hundiendo cada vez más en las aguas
putrefactas de la contrarrevolución, a pesar de su “horror” a la dictadura, a todo estado y a todo
gobierno. La irresponsabilidad, la incoherencia histórica del anarco-sindicalismo quedó patente en
este juego trágico de balanceo en la permanente duplicidad de las “autoridades”, de la
“antiautoritaria” CNT, manifestando una falta criminal de visión histórica y de clara teoría
revolucionaria que pagarían con sus vidas muchos de sus militantes entregados a la causa de su
clase. En Febrero del 36, la CNT, que despreciaba el electoralismo, hizo todo lo que pudo para que
los trabajadores fueran a votar. En Julio del 36 la CNT-FAI avala los Comités Revolucionarios y las
milicias procurando que no se desmanden y dejando hacer al Gobierno republicano. En octubre, la
CNT ya tiene representantes en el Gobierno de Largo Caballero, cuyo objetivo declarado es liquidar
toda resistencia obrera y obtener el respeto de las “democracias” europeas. En septiembre quedan
disueltos los comités, se militarizan por la fuerza las milicias y la CNT... entra en la Generalitat.
Justifican su presencia porque así “quedan garantizadas las conquistas revolucionarias”. Lo que
garantizan es la puesta en orden, apoyando de hecho e incluso en mítines comunes a sus “mortales
enemigos” estalinistas. Dan argumentos del tipo “el Gobierno ha dejado de ser una fuerza de
opresión de la clase obrera”... “porque en él está la CNT” (Abad de Santillán). O cuando para
justificar la integración en la Generalitat del Comité de Milicias y la entrada de Aragón en el “orden
republicano”, García Oliver afirma que “querer llevar a cabo el comunismo libertario es imponer
una dictadura anarquista”. Sorprendente lógica, criminal simplismo.
Estas explicaciones nada tienen que envidiar a los sofistas del estalinismo o la social democracia.
La CNT-FAI, por su ideología apolítica y su incomprensión de la naturaleza de clase del estado que
le impide ejercer todo tipo de influencia para destruirlo, fue la última defensa del capitalismo contra
la clase obrera.
Así, lo que habían sido órganos de resistencia de la clase obrera contra su integración capitalista
para la guerra imperialista (los Comités y las Milicias) se transformaron en órganos de
encuadramiento del estado burgués en nombre del “antifascismo”. La República, con el fiel auxilio
de la CNT-FAI, destrozó paso a paso la lucha del proletariado, la salvaje represión franquista remató
la faena.
«La lucha de los obreros es proletaria a condición de dirigirse contra el capitalismo y su estado,
sirve los intereses del enemigo si no va dirigida contra él, en todo instante, en todos los dominios,
en todos los órganos proletarios que las diversas situaciones hacen surgir» (BILAN, 1.937).
La historia de la clase obrera está jalonada de derrotas. Esas derrotas han sido la dolorosa escuela
por la que el proletariado ha tenido que pasar. En cierto sentido y hasta cierto punto, hoy son la
condición para la victoria final. A través de ellas, la clase toma conciencia de sí misma, de su meta y
del camino que lleva hacia ésta. El proletariado aprende así a corregir sus errores, a reconocer a los
demagogos, a evitar los callejones sin salida, a organizarse mejor y a mejor medir la relación de
fuerzas en un momento determinado. Al ser una clase sin ningún poder en la sociedad, sólo su
conciencia de clase, alimentada y reforzada por su experiencia, es la mejor baza de su poder y esta
experiencia se ha formado en gran parte, gracias a la asimilación de las lecciones de sus derrotas.
BILAN pudo comprobar con amargura el estado de aislamiento al que se veía reducido cada día
más, aislamiento que consideraba, con razón, como la manifestación más trágica de la derrota del
proletariado en un momento en el que la histeria militarista gangrenaba cada vez más el cuerpo y el
cerebro de los obreros. Como cada gran acontecimiento decisivo, la guerra de España no dejaba
lugar para ambigüedades. La alternativa estaba clara: o con el capitalismo y la guerra o con el
proletariado contra la guerra. El aislamiento al que estaba condenado BILAN fue entonces el precio
inevitable de su fidelidad a los principios del comunismo; pero también fue su mérito y su honor
cuando tantos grupos comunistas de izquierda (e incluso la minoría del mismo BILAN) se dejaron
coger en el criminal engranaje del enemigo de clase.
Al contrario de lo que ocurrió con BILAN, tenemos hoy la firme convicción de que, al recoger las
misma posiciones de clase, no iremos “contra corriente” sino que nos encontraremos en medio de la
nueva y gran oleada de la revolución comunista y que podremos contribuir a su empuje.
CORRIENTE COMUNISTA INTERNACIONAL (Junio 1.977)
[1] La primera edición de este folleto apareció en 1977 y este texto es el prólogo a la misma.
[2] El adjetivo “marcusiana” se refiere a un filósofo, Marcuse, que tuvo un éxito efímero en medios
estudiantiles e intelectuales a principios de los años 60. Su principal “descubrimiento”, muy
interesante para la burguesía, pero de nulo valor científico, fue que la clase obrera “se había
aburguesado” y que el nuevo sujeto revolucionario estaría constituido por una coalición de mujeres
feministas, estudiantes radicales, intelectuales revolucionarios etc.
[3] Este prólogo se publicó en 1977 en un momento de gran proliferación de luchas obreras. Sin
embargo, actualmente aunque la lucha obrera tiene fuertes dificultades, el marco histórico no ha
variado, la perspectiva es hacia grandes enfrentamientos de clase, el proletariado mundial no está
derrotado.
[4] Para más detalles sobre la historia de la Izquierda Comunista Italiana ver nuestro libro
“Contribución a la historia del movimiento revolucionario: La Izquierda Comunista Italiana”
publicado en castellano, inglés, francés e italiano.
[5] Thaelman: dirigente del PC alemán completamente enfeudado al eestalinismo.
[6] Debemos recordar que este prólogo se escribió en 1977 cuando la gran oleada de luchas obreras
de 1974-76 estaba declinando afectada por los engaños y promesas tanto del “franquismo
renovado” de Suarez como de los “héroes” de la oposición “democrática” al franquismo: el PSOE y,
especialmente, el PCE. En ACCION PROLETARIA números 8 a 15 hay un análisis detallado de
esta época. Ver también nuestro folleto DEL FRANQUISMO A LA DEMOCRACIA: LA
EXPLOTACION CAMBIA DE DISFRAZ.
[7] Notemos que fue bajo un gobierno “en tránsito a la democracia” cuando la policía asesinó a 3
obreros en la represión de la huelga masiva de Vitoria el 3 de marzo de 1976. Ver ACCION
PROLETARIA nº 8.
[8] Camilo Bernieri fue un anarquista italiano que intentó en aquellos trágicos acontecimientos
mantenerse fiel al proletariado. Fue asesinado por las hordas estalinistas. BILAN le rindió homenaje
pese a las importantes diferencias políticas que había con él.
Lo que ha cambiado entre entonces y ahora: la relación de fuerzas entre las clases
La primera cuestión que se plantea al tratar los acontecimientos de 1936 es comparar aquella época
(los años 30, previos a la 2ª Guerra Mundial) con nuestra época, los años 80.
Los años 30 estaban marcados, como en la actualidad, por la agravación de la crisis histórica del
capitalismo (depresión de 1929, escalada fulminante del paro, descomposición del aparato
económico en el caso de España, etc.) planeando sobre la sociedad la amenaza de una nueva guerra
imperialista mundial, al igual que actualmente[1].
Sin embargo, entonces la relación de fuerzas entre la burguesía y el proletariado se orientaba
indefectiblemente hacia el aplastamiento de los obreros y su alistamiento en la carnicería
imperialista de 1939-45.
Hoy, en cambio, pese a que el proletariado se mueve todavía en un terreno de luchas defensivas y
estamos aún lejos de una situación revolucionaria, que se caracterizaría por una ofensiva proletaria
internacional contra el poder burgués, los condiciones son completamente diferentes: la
combatividad de los obreros, su defensa intransigente de sus intereses de clase, su desconfianza
creciente frente a las mentiras de la burguesía, cierran la ruta de momento a la generalización de los
conflictos interimperialistas, sí bien no pueden detener su constante agravación[2].
Respecto a esta comparación entre las dos épocas, los años 30 y los años 80, la burguesía, como en
otras muchas cosas, nos presenta el mundo al revés. Sus medios de comunicación, sus partidos, sus
sindicatos, nos presentan 1936 como una “revolución social” mientras que, inversamente, la época
actual la pintan con las tintas negras de la “crisis del proletariado”, su “aburguesamiento”,
“sumisión” etc.
Este poner patas arriba la realidad, Marx decía que la ideología burguesa presenta los hechos
“caminando sobre la cabeza en vez de sobre los pies”, en el que insisten particularmente los
partidos de izquierda y los sindicatos, tiene un fin muy preciso: desmoralizar al proletariado,
empujar sus luchas al aislamiento, ahogarlo en una falta total de perspectivas.
Pero el martilleo de la burguesía sobre la “derrota y crisis del proletariado” no es sino la expresión
de su miedo profundo a la potencialidad y a la dinámica que encierran las luchas actuales de nuestra
clase. La comparación entre los años 30 y la época actual lo pone en evidencia.
ENTONCES, la combatividad del proletariado español, expresada en la multitud de huelgas que
jalonan la etapa que va desde 1931 a 1937, no tenía eco en el resto del proletariado internacional
que iba de derrota en derrota y se plegaba cada vez más al interés de cada capital nacional: aceptar
sacrificio tras sacrificio hasta la inmolación suprema, el matadero de la 2ª Guerra Mundial.
HOY, las luchas del proletariado en España, que se desarrollan desde las huelgas de Asturias en
1962, se inscriben dentro de un proceso general de ascenso de las luchas obreras en todos los países,
tanto en el Este como en el Oeste, tanto en las naciones industrializadas como en el llamado Tercer
Mundo. Actualmente, las batallas de AHM, sector naval, la huelga contra la “reforma” de la
Seguridad Social, Telefónica, Bazán etc., participan de una oleada internacional de resistencia cuya
simultaneidad es la más fuerte desde 1917-23, expresándose tanto en los países europeos como en el
resto del mundo: recordemos simplemente la huelga minera en Gran Bretaña, las huelgas masivas
en Dinamarca, Grecia y Escandinavia, las movilizaciones de parados en Francia y Alemania ...[3]
ENTONCES, en 1936, las mistificaciones del “antifascismo”, de la defensa de la “democracia”, el
elegir campo entre las fracciones opuestas de la burguesía (fascismo-antifascismo, derecha-
izquierda, Franco-República ...)polarizaban de forma creciente al proletariado, profundizando su
desmoralización y desmovilización e incrementando su adhesión a los planes guerreros del capital.
HOY, las mistificaciones del “antifascismo”, la “democracia”, el apoyo a Rusia, “patria del
socialismo”, convencen cada vez menos a los obreros que muestran un progresivo distanciamiento
de esas patrañas. Cierto es que tal alejamiento se traduce más en negativo (actitud escéptica y
expectante) que en positivo, pero, con el desarrollo de las luchas obreras y la intervención activa de
los revolucionarios, esa postura simplemente negativa puede acabar transformándose en una
posición activa, abierta a alternativa revolucionaria masiva[4].
ENTONCES, los Gobiernos de Izquierda, sus famosos Frentes Populares, suscitaron una amplia
adhesión en las filas obreras hasta el extremo de ser en muchos países (Francia, España, Bélgica ...)
los encargados de convencer a los trabajadores de que aceptaran todos los sacrificios imaginables en
aras del interés superior de la “lucha contra el fascismo”, vehículo para llevarlos al matadero
imperialista.
HOY, la clase obrera se opone, en defensa de sus necesidades como clase, a todo Gobierno, tanto de
Derechas como de Izquierdas. Hemos visto cómo en Francia, Suecia, España o Grecia, los obreros
hacen frente a los despidos o a los recortes en la Seguridad Social sin dejarse engañar por el
chantaje de que hacer huelga contra un gobierno de izquierdas sería “hacerle el juego a la
Derecha”[5].
ENTONCES, los partidos proletarios creados con la formación de la IIIª Internacional, los partidos
comunistas, culminaban un trágico proceso de degeneración oportunista integrándose
definitivamente en el campo del capital y utilizaban su indiscutible pasado obrero como aval para
hacer tragar a los obreros las ruedas de molino de los planes de armamento, de austeridad y de
guerra.
HOY, esos partidos (PC, PS y sus acólitos izquierdistas), así como sus agencias sindicales, suscitan
una sorda hostilidad y una creciente desconfianza entre los obreros. Una vez más, eso se traduce
más bien de una forma pasiva y negativa, lo que es aprovechado por el Capital para inducir la idea
reaccionaria y desmovilizadora de “todos son iguales” y “hay que pasar de la política”. Sin
embargo, esa situación encierra el potencial, con el desarrollo de las luchas y la intervención
decidida de grupos que como la CCI se sitúan en un terreno proletario, para que en las entrañas de
nuestra clase se vayan forjando las bases para la constitución de su Partido Mundial de Clase, la
nueva Internacional.
[1] Este texto fue escrito en 1986. El peligro de una IIIª Guerra Mundial, con el grave
enfrentamiento en Afganistán y la tremenda carrera de armamentos impuesta por Reagan con lo que
se llamó la “guerra de las estrellas” no se podía subestimar. Es verdad que, desde 1989 con la caída
del bloque del Este, la desaparición progresiva del bloque del Oeste y las dificultades para formar
nuevos bloques, hoy no existe un peligro inmediato de guerra mundial. Sin embargo, como hemos
mostrado en numerosos documentos, eso no significa en manera alguna que la humanidad se haya
liberado del zarpazo asesino de la guerra imperialista. Al contrario, las guerras del Golfo, Grandes
Lagos, Yugoslavia y ahora Chechenia, muestran que las tendencias destructivas del capitalismo se
han agravado considerablemente tomando una forma particularmente caótica. Ver en nuestra
REVISTA INTERNACIONAL nº 64 “La guerra en el periodo de la descomposición”.
[2] En la actualidad, año 2000, la tendencia sigue siendo hacia los enfrentamientos de clase
decisivos. Es verdad, como previmos claramente desde principios de los 90 (ver en REVISTA
INTERNACIONAL nº 60 “Dificultades crecientes para el proletariado”) que la caída del falso
“comunismo” de los países del Este y toda la campaña anticomunista que la burguesía organizó
causaron un importante retroceso en la conciencia y de forma parcial en la combatividad del
proletariado mundial. Del mismo modo, el desarrollo de la descomposición del capitalismo (ver
artículo en REVISTA INTERNACIONAL nº 62) plantean dificultades adicionales a la lucha y la
toma de conciencia de los obreros. Sin embargo, ni uno ni otro factor ponen en cuestión la
orientación dominante de nuestra época hacia enfrentamientos de clase decisivos de cuyo desenlace
dependerá la suerte de la humanidad.
[3] Es cierto, debido a lo analizado en la nota 2, que los años 90 han visto una sensible disminución
del número y la fuerza de las luchas obreras en el mundo. Sin embargo, las reservas de
combatividad del proletariado siguen intactas, éste no ha sufrido ninguna derrota decisiva y
venimos asistiendo a un lento y difícil proceso de recuperación de su combatividad que encierra el
potencial de recuperación progresiva de su conciencia. Por eso, pese al golpe sufrido y las
dificultades, la perspectiva histórica sigue siendo la misma que enunciamos en los años 80.
[4] También en este plano los años 90 han aportado cambios respecto a lo que escribíamos entonces.
Las mistificaciones capitalistas de la “democracia”, el sindicalismo, las “reformas sociales” de los
gobiernos de izquierda, han recobrado un nuevo impulso. Ello expresa el retroceso de la conciencia
en la clase. No obstante, su impacto es mucho menor que en los años 30 que constituyó la época
dorada de esas mistificaciones.
[5] Desde finales de los años 90, la burguesía ha puesto por toda Europa gobiernos de izquierda. Su
función no es, sin embargo, la misma que en los años 30. Entonces se planteaban la adhesión del
proletariado a los planes de austeridad y guerra y a ellos canalizaban ideológicamente las luchas
obrera como sucedió con las huelgas francesas de julio 1936. Hoy tienen como misión plantear los
ataques a los trabajadores de la forma políticamente más hábil con el fin de ganar tiempo y retrasar
todo lo posible el estallido de luchas masivas que provoca objetivamente la agravación constante de
la crisis histórica del capital. Ver nuestro texto de orientación sobre los gobiernos de izquierda en
REVISTA INTERNACIONAL nº 98.
[6] Las necesidades del servicio al capital nacional son las que inspiran los virajes en la política
tanto de IU (montaje del PCE) como del PSOE. IU para desalojar al PSOE del gobierno no dudó en
mantener una alianza apenas encubierta con el PP aunque después ha ido girando hacia posiciones
más de oposición. El PSOE, una vez abandonado el poder, se ha convertido en campeón de los más
desfavorecidos, en defensor de la democracia, las pensiones, los salarios etc. etc. ¡Todo lo que
pisoteaba y atacaba cuando el servicio al capital le exigía estar en el gobierno!.
Debemos concluir aquí nuestro análisis de los acontecimientos en España, aunque somos
conscientes de la insuficiencia del análisis del periodo calificado por nosotros de “masacre de
proletarios”. Volveremos sobre este periodo en el próximo número de “BILAN”. Ahora nos interesa
sobre todo acabar con una breve enunciación de las posiciones que nuestra Fracción opone a la
mistificación del antifascismo.
Nos dirigimos con vehemencia a los proletarios de todos los países para que no acrediten, con el
sacrificio de su vida, la masacre de los obreros en España. Para que se nieguen a ir a España en las
Columnas Internacionales, y en cambio comprometan su lucha de clase contra su propia burguesía.
El proletariado español no debe mantenerse en el frente por la presencia de obreros extranjeros que
le den la impresión de que luchan por una causa internacional.
En cuanto a los proletarios de la península ibérica no tienen ahora más que una salida, la misma que
el 19 de Julio: huelga en todas las empresas, sean de guerra o no, tanto del lado de Companys como
del lado de Franco; contra los jefes de sus organizaciones sindicales y del Frente Popular, y por la
destrucción del régimen capitalista.
Que los obreros no se espanten de que les digan que actuando de esa manera le hacen el juego al
fascismo. Sólo los charlatanes y los traidores podrán pretender que luchando contra el capitalismo,
que se encuentra tanto en Sevilla como en Barcelona, se hace el juego al fascismo. El proletariado
revolucionario debe permanecer fiel a su idea de clase, a sus armas de clase, y todo sacrificio que
hoy haga en esa dirección será fructífero para las batallas revolucionarias de mañana.
BILAN Nº 36 octubre-noviembre 1936
[1] Excepto Asturias y Vizcaya donde el desarrollo de la industria pesada y minera ha minado las
bases de la ideología anarquista.
[2] Sindicatos de empleados.
[3] Pregunta: El papel cotidiano preponderante de la CNT en Cataluña ¿No será nocivo para el
Gobierno democrático?
Respuesta de Companys: No la CNT ha tomado para si los deberes abandonados por la burguesía y
los fascistas que han huido: establece el orden y defiende la sociedad..., la CNT es ahora la fuerza,
la legalidad, el orden.
Pregunta: ¿No cree Ud. que una vez aplastado el fascismo el proletariado revolucionario examinará
a su vez a la burguesía.
Respuesta: No olvide que la burguesía catalana difiere de la burguesía de ciertos países
democráticos de Europa. El levantamiento fascista ha sido su suicidio. Nuestro Gobierno, aunque
burgués no defiende intereses financieros de ningún tipo, defiende a las clases medias. Hoy
caminamos hacia un orden proletario. Es posible que nuestros intereses se resientan algo pero
tenemos el deber de ser útiles aún en el proceso de transformación social. No queremos dar
privilegios exclusivos a las clases medias. Queremos crear un derecho democrático-individual sin
coacciones sociales o económicas.
¬ Este artículo se publicó como respuesta a la terrible masacre de obreros agrícolas en Casas Viejas
(Cádiz) perpetrada bajo la responsabilidad directa de Azaña que telegrafió a los guardias “disparad a
la barriga”.
[1] Largo Caballero que en los años 30 se proclamó el “Lenin español” fue nombrado consejero de
Estado del dictador en 1925.
[2] Uno de los dirigentes de la IC en el periodo de los años 30 cuando había sido transformada en
una mera agencia del Estado ruso.
[3] Nombre dado por BILAN al estalinismo.
[4] Órgano de la IC en aquella época.
[1] BILAN llamaba “centristas” a los partidos comunistas ya degenerados y pasados al campo del
capital
[1] La corriente representada por el camarada Hennault combate enérgicamente nuestras posiciones,
pero sin convertirse en un intervencionismo de tipo Trotskistas
La Unión Sagrada
Como ya hemos señalado, inmediatamente después del 19 de Julio, para los obreros españoles
desaparece el camino de la revolución. La efervescencia de carácter insurreccional es canalizada
hacia la lucha antifascista. A la agitación obrera se le imprimió una nueva orientación capitalista y
esto se prueba por la imposibilidad en que se ven los proletarios de crear organizaciones de masas
de las que pudiera surgir el partido revolucionario. Lo que el camarada H., advierte perfectamente,
pero sin extraer las conclusiones políticas, o sobre todo, sin llegar a la conclusión de un cambio en
las relaciones de clase. Según él la lucha antifascista no da la espalda a la revolución, sino que
constituye una fase necesaria de ella, integrándose en el conjunto de la lucha revolucionaria.
Nosotros vemos una incompatibilidad entre las dos luchas. La guerra antifascistas es el producto del
mantenimiento de la dominación capitalista por un lado, y de la ausencia de un partido
revolucionario por otro. Su desencadenamiento constituye ya una derrota para el proletariado. En el
terreno de las clases, tiene la misma significación que la guerra imperialista y engendra además,
naturalmente, la Unión Sagrada que el camarada H., se limita a constatar sin explicarla. La guerra
antifascista en España no puede ser al mismo tiempo capitalista y proletaria. No podría cambiar de
naturaleza más que bajo la dirección del proletariado erigido en clase dominante, como
prolongación de la guerra civil, como sucedió en Rusia, tras Octubre de 1.917. Adscirbirse a ella
antes de tomar el poder significa colocarse en una posición de defensa nacional que Lenín denunció
al rechazar el bloque con los socialistas revolucionarios para combatir contra Kornilov, en Agosto
de 1.917. En España, el proletariado debía negarse a combatir a Franco bajo la bandera capitalista
del antifascismo y concentrarse en el frente de la lucha contra la burguesía española de Companys,
Giralt, y Franco. El camino de la insurrección proletaria no podía pasar por la guerra militar, sino
por la guerra civil.
Ya hemos señalado antes que, en Cataluña, la Unión Sagrada encontró su expresión orgánica en la
constitución del Comité Central de Milicias y del Consejo de Economía, puesto que se presentaron
como órganos del poder proletario, como expresión de la dictadura del proletariado (POUM). En
Madrid, el instrumento de la colaboración bélica fue el Frente Popular. Bajo la dirección simultánea
de las fuerzas capitalistas asistiremos pues a una evolución de la guerra antifascista, capitalista por
naturaleza, que adquirió progresivamente la forma de la guerra moderna, paralelamente a la
aparición cada vez mayor de la colaboración entre las clases.
¿Y no se trata precisamente de fenómenos que ya nos ha revelado la primera guerra imperialistas?.
Al principio, la verborrea revolucionaria oculta el fondo, sobre todo en Cataluña donde dominan el
POUM y la CNT. Pero el mito de la guerra antifascista ahogó rápidamente toda preocupación de
clase bajo el empuje de estas mismas corrientes. En Madrid, a fe de Giralt, los estalinistas se
convierten en personas de orden. En Barcelona, Companys dirá de la CNT “que asume el papel
abandonado por el ejército rebelde de controlar y proteger la sociedad y que se ha convertido en
un instrumento en las manos del Gobierno democrático”. Las “expropiaciones” de los obreros
quedan integradas en el marco de un capitalismo de estado que permanece bajo el control de la
burguesía, debido a “las necesidades de la guerra” con la cooperación de las organizaciones
sindicales y los autodenominados “órganos del poder proletario”. Paralelamente se llevó a cabo el
desarme progresivo de los obreros de la retaguardia y la militarización de toda la vida social. A
finales de Agosto “L’Information” de París podrá constatar con satisfacción que en Madrid y en
Barcelona, “las autoridades competentes hacen esfuerzos ‘diplomáticos’ para conseguir el desarme
de las masas obreras no enroladas en las Milicias Antifascistas, y su militarización”. El Comité
Central de las Milicias cooperó en estos esfuerzos. Y los fracasos militares que siguieron sirvieron
para estimular y acelerar el desarme social y para armar ideológica y materialmente para la guerra.
La masacre de Badajoz, seguida de la rendición de Irún y de la marcha sobre Toledo y Madrid,
determinaron un cambio hacia la “izquierda” con la formación del Gobierno de Largo Caballero,
calificado de “progresista” por los anarquistas y los del POUM. Su programa se limitó a la
organización de las milicias, el refuerzo de la disciplina civil y militar dentro del “respeto” a la ley
republicana. Para apoyarlo, la CNT propondrá la formación de un Consejo Nacional de Defensa al
que enviará delegados “técnicos”, así como la creación de milicias de guerra con una sola dirección
militar bajo el control de una Comisaría de Guerra. En Cataluña, la Generalitat se anexionará el
famoso Comité de Milicias como Ministerio de Defensa, por el deseo de mantener una apariencia
de autoridad frente a la “opinión internacional”.
El POUM dirá que el Gobierno de “fachada” de Companys no hará sino proteger así mejor el poder
real de los obreros. He aquí una forma, que no puede ser más criminal, de violar la realidad
histórica; pero las “vanguardias” no tendrán suficiente con esto. Algunos días más tarde se realizará
abiertamente la Unión Sagrada gubernamental que se denominará “Consejo” de la Generalitat para
no herir la susceptibilidad de los anarquistas, CNT, POUM, UGT, estalinistas, socialistas y
burguesía catalana unieron sus esfuerzos por la causa del antifascismo. Los anarquistas que ya se
habían convertido al “centralismo” se convirtieron en “autoritarios” convencidos porque,
justificaron: “la revolución tiene sus exigencias... La dualidad de poderes no podía persistir...
teníamos que ocupar el lugar correspondiente a nuestra fuerza”. Lo que no les impidió tener tres
delegados sobre doce, cuando pretendían representar a la mayoría del proletariado catalán. El
POUM dirá que se trataba de una “etapa de transición” cuando antes había hablado de dictadura del
proletariado bajo la égida de todos los partidos “obreros”.
El programa gubernamental estará dominado por los problemas planteados por la guerra. Se tratará
de establecer “el orden revolucionario” y de seguir las huellas del Gobierno de Largo Caballero:
disciplina, mando único, milicias obligatorias (el POUM hablará del Ejército Rojo), proclamación
de los derechos de los pueblos a la autonomía. Inmediatamente el Comité de Milicias “único poder
real”, desaparecerá definitivamente. Los municipios tomaron el papel de los Comités Antifascistas
que se habían comparado con los Soviets. La atmósfera se obscurecerá y la organización de la
masacre de los obreros avanza. En Madrid, luego en Barcelona, se dictan decretos de movilización
general que transforman las milicias en ejército regular. Al mismo tiempo, la CNT lanza sus
“consignas sindicales” al proletariado catalán (no comentadas por el POUM): “trabajar, producir y
vender. Nada de reivindicaciones salariales o de otro tipo. Todo ha de quedar subordinado a la
producción de guerra”. En resumen, todo por el frente antifascista: tregua de la lucha de clases;
lenguaje de guerra de los social-patriotas de 1.914-1.918 retomado por los “libertarios” de 1.936. El
“pacto de unificación revolucionaria” entre todos los partidos y sindicatos de Cataluña (a excepción
del POUM) sellará este “contrato social” de Unión Sagrada. El primer punto incluirá el
compromiso formal de “ejecutar las decisiones y decretos del Consejo de la Generalitat poniendo
al servicio de su aplicación toda nuestra influencia y nuestro aparato orgánico”. Tras la toma de
Toledo y el avance sobre Madrid, la Unión Sagrada se concluirá en Madrid con la entrada de los
anarquistas, en el Gobierno de Largo Caballero que se denominará Consejo de Defensa de la
República. El capitalismo español e internacional quedará bien servido.
[1] El POUM (“Revolución Española” del 21-10-36) comentando el estatuto de autonomía del país
vasco, votado por las Cortes fantasmas del 1º de Octubre considera que se trata “de un
complemento básico en la lucha contra el fascismo y por una sociedad nueva”.
[2] Citaremos, a título indicativo una “fantasía” de la Unión Comunista de París, que considera que
la guerra antifascista es una guerra de clase que enfrente a dos ejércitos de clase (!), constituido uno
entorno a Franco, por oficiales, falangistas, requetés y otros carlistas, elementos todos ellos
burgueses y pequeño burgueses, y por mercenarios marroquíes; e integrado el otro, al lado de los
“republicanos” por las milicias obreras de contenido proletario.
4.Guerra en España
En nuestro volante del mes de mayo sobre la masacre de Barcelona dijimos: “Todos los organismos
sindicales y políticos de México apoyan el envío de armas por el gobierno de Cárdenas a los
asesinos de nuestros compañeros de Barcelona”. No mencionamos al Partido Comunista ni a la Liga
Comunista. Pero es manifiesto que en este punto central no se distinguen unos de otros: la Liga,
precisamente como el Partido, son parte integrante del frente único “antifascista”, cuya única
función es destruir la independencia ideológica de las organizaciones obreras e incorporarlas al
estado burgués para preparar su aplastamiento subsiguiente.
En su carta abierta, nuestro camarada Ayala dice con más claridad: “por muchos años he luchado
contra el oportunismo del Estalinismo. Yo junto con la Liga hemos combatido el apoyo que el
estalinismo da al gobierno de Cárdenas”. En contra de la opinión de los estalinistas nosotros
siempre hemos dicho que el gobierno (democrático) de Cárdenas es en realidad la dictadura de los
capitalistas en una forma oculta, y que este es un agente del imperialismo yanqui. La única razón de
su existencia es mantener el sistema de opresión usando frases radicales con el propósito de engañar
a los trabajadores. ¡Pero qué sorpresa ver que al fin, la Liga Comunista ha capitulado a las ideas
estalinistas! ¡Qué sorpresa ver que la “IVª Internacional” después de la llegada del camarada
Trotsky a México ha terminado por completo sus ataques contra el gobierno!. No solo no ataca, sino
da su apoyo al gobierno, diciendo que “el gobierno debe intentar poner un dique a los abusos de los
capitalistas” y que “la pasividad del gobierno debe ser combatida”. ¿No parecen estas palabras
semejantes a las que los estalinistas publican en su “manchete”? Estas frases son una capitulación a
la idea reformista de que el gobierno está APARTE de las clases y que el gobierno no es el
representante de los capitalistas sino neutral.
Refiriéndose a la guerra “antifascista” en España, la carta abierta dice lo siguiente: “la Liga critica a
los estalinistas por su apoyo a la burguesía ‘democrática’. Pero la Liga también es un socio en esa
tradición, porque no explica a los trabajadores que la guerra en España es imperialista y que los
trabajadores no deben combatir en el frente, sino rebelarse contra sus propios generales, llamar a los
soldados de Franco a hacer los mismo, y juntos regresar del frente para hacer la revolución. ¿Qué
vale la crítica de la Liga contra los estalinistas cuando en realidad la Liga llega a las mismas
conclusiones como los estalinistas?. Los estalinistas dicen que es necesario combatir en el frente y
la Liga repite el mismo engaño”.
El caso Trotsky
Desde que Trotsky llegó a México, la liga ha cesado sus ataques contra el gobierno Cárdenas,
llegando incluso hasta defenderlo. Califica al gobierno como “anti-imperialista”, “anti-fascista”,
“progresista”... etc. Viendo el peligro que tal política, política que pone a la vanguardia al mismo
nivel que el estalinismo, el camarada D. Ayala, entonces miembro de la Liga mexicana, había
pedido que ésta no se considerara comprometida por lo que Trotsky hubiera tenido que prometer
para obtener el derecho de asilo, liberándole de los lazos políticos con la organización; y eso,
cuando el evidente deber de toda organización obrera era luchar por el derecho de asilo para el
camarada Trotsky sin por eso cambiar nada en su doctrina y propaganda.
La Liga Comunista no lo ha entendido así y al tomar la responsabilidad de los actos de Trotsky, da
al gobierno la posibilidad de expulsarlo cuando la actividad de la Liga no le convenga. Nuestras
propuestas comportaban, por el contrario, para Trotsky una garantía más, permitiendo a la Liga que
conservase su independencia ideológica completa...
Daniel Ayala se ha hecho miembro del Grupo de Trabajadores Marxistas y la sección mexicana de
la IV Internacional lo acusa de provocaciones, de agente de la G.P.U. Ahora, la nueva política de la
Liga en México se parece a la del estalinismo, excepto en la argumentación teórica...
Hoy, Diego Rivera, uno de los líderes de la Liga, ya habla abiertamente de la necesidad de que los
trabajadores “defiendan la independencia de nuestro país” (Excelsior, 3 de septiembre de 1937). Los
trotskistas se ponen a la altura del social patriotismo, aunque lo escondan con justificaciones como
“defender la independencia” contra las tentativas de “someter la administración de nuestro país a
Moscú” (!!) (Excelsior, 3 de septiembre de 1937).
Conclusión
Si grave es el ver “una revolución proletaria” donde desgraciadamente hay una derrota por el
alistamiento de los proletarios en una guerra intercapitalista, más grave es aún mantener, como
hacen FOR y Munís, los análisis y concepciones que llevan a ese error.
Esos análisis y concepciones expresan, concebidos globalmente, una visión tendente al consejismo
(pese a que FOR y Munís jamás se han reclamado de él) que tiene consecuencias lamentables en
como enfoca hoy FOR la situación de la lucha de clases y su intervención ante ella.
De un lado, esas concepciones y análisis suponen una subestimación de la lucha obrera y, por otra
parte, una subestimación de la capacidad antiobrera de la burguesía, y, en su conjunto, una
subestimación del papel de los revolucionarios.
Por decirlo brevemente, el FOR con su idea de que la revolución proletaria puede venir de repente
sin que nadie se lo proponga, sólo con las condiciones de la decadencia, se siente profundamente
desilusionado porque los obreros siguen sin hacer la revolución. Al mismo tiempo, esperando un
derrumbe del Estado tan fácil como el que creen ver en España 1936, muestran una terrible
subestimación de la enorme capacidad de maniobra de la burguesía, de su estrategia de Izquierda a
la Oposición[4], de “radicalización” de los sindicatos, del sindicalismo de base. FOR sólo ve en las
luchas actuales movimientos sin perspectivas, fácilmente controlados por los sindicatos. Y ve así las
cosas porque no consigue tomar en serio la enorme capacidad de maniobra y sabotaje que tiene la
burguesía frente a las luchas obreras[5].
Hemos visto en esta crítica de «Jalones,…» que, por una parte, el FOR es incapaz de ver la
revolución proletaria como el resultado de un largo y duro proceso de luchas y maduración de la
conciencia de clase, y, por otro lado, el FOR pone en cuestión la necesidad del Partido de Clase para
el triunfo de la revolución. Con ese bagaje es inevitable que el FOR se encuentre profundamente
desarmado para realizar una intervención decidida en las luchas actuales.
En los últimos tiempos, el FOR, sintiendo las necesidades del período, se orienta hacia una mayor
actividad de intervención. Esto es absolutamente positivo y nuestras polémicas, y este artículo,
buscan, entre otras cosas, animarle en ese camino. Pero para que la intervención sea eficaz ha de
tener una clara orientación y dotarse de las armas adecuadas. En ese sentido toda la crítica de
«Jalones,…» es una contribución a esa perspectiva.
[1] En el nº 25 de nuestra Revista Internacional (publicada también en la presente reedición)
polemizamos con una de las ideas de «Jalones,…», retomada por FOR, de que la pretendida
“revolución española” fue “más profunda y radical” que la revolución rusa.
[2] Ver el texto de nuestro 3º Congreso Internacional sobre el curso histórico, así como los artículos
de la Revista Internacional números 15 y 36.
[3] Este artículo se escribió en 1986. Desgraciadamente el análisis sobre la evolución de FOR se
cumplió y a partir de 1989 este grupo proletario ha desaparecido. Antiguos miembros se han
reagrupado en el grupo El Esclavo Asalariado aún más confuso que su predecesor.
[4] En el momento en que se escribió este texto, 1986, tal era la política de la burguesía con su
aparato de izquierdas (PC, PS). Hoy es al revés: propiciar su acceso al gobierno. Sin embargo,
entonces y ahora cumple una misma función de engañar y machacar a los trabajadores.
[5] En la tradición de la Internacional Comunista, de Bilan, etc, nuestra corriente ha dejado bien
claro que la burguesía adopta una estrategia conscientemente planificada contra las luchas obreras a
través, en particular, de sus organismos de “colaboración obrera”: sindicatos y partidos de izquierda.
Esta estrategia que multiplica y profundiza el peso de la ideología dominante sobre los obreros
explica las enormes dificultades y el ritmo lento de la lucha obrera, especialmente en los países
donde los recursos del Estado son mucho más sofisticados y experimentados: las grandes naciones
industriales de Europa Occidental. Ver sobre estas cuestiones el artículo editorial de la Revista
Internacional nº 40/41, el texto del 3º Congreso Internacional de la CCI sobre la Izquierda en la
Oposición (Revista Internacional nº 18), y la Revista Internacional nº 31
[1] Rosa Luxemburgo, “La Revolución Rusa”, Editorial Anagrama, Barcelona 1.969, paginas
75-76.
[2] FOR, “Pro-Segundo Manifiesto Comunista”, Losfeld, París 1.965, pagina 24.
[3] Citado en el interesante opúsculo de Juan Antonio García Diez, URSS 1.917-1.929: De la
Revolución a la Planificación. Madrid 1.969, pagina 53. Esto también lo afirman otros historiadores
económicos de la Revolución Rusa como Carr, Davies, Dobb, Erlich,Levin, Nove, etc.
[4] R. Luxemburgo, ídem., pagina 85.
[5] FOR, ibídem, pagina 25.
[6] Nikolai Bujarin, “Teoría económica del período de transición”, Ed Siglo XX, Buenos Aires
1.974, pagina 35
[7] FOR, ibídem, pagina 25.
[8] Grandizo-Munis “Clase revolucionaria, organización política, dictadura del proletariado”, en
Alarma nº 24, 1er Trimestre de 1.973, pagina 9
[9] Munis, ibídem, Alarma nº 25, 2º Trimestre 1.973, pagina 13
[10] Munis, ibídem, Alarma nº 25, pagina 6
[11] Munis, “Carta de protesta a la revista ´Autogestión et socialisme”, Alarma nº 22 y 23, Tercer y
cuarto Trimestre de 1.972, pagina 11.
[12] Munis “Jalones de derrota, promesa de victoria” (España 1.930-39), México 1.948, pagina 340
[13] Citamos aquí los artículos de BILAN aparecidos en la REVISTA INTERNACIONAL número
15 (especial), Julio 1.977, y “El mito de las colectividades anarquistas” en ACCION PROLETARIA
nº 20
[14] BILAN, “Textos sobre la Revolución española” (sic), Barcelona 1.978, pagina 103.
[15] Ibídem, pagina 116
[16] Ibidem. Pag.118
[17] Munis, “Jalones...”, pagina 305
[18] Munis, ibídem, pagina 339-340
[19] Munis, ibídem, pagina 346
[20] Munis, ibídem, pagina 345
[21] Como ya hemos dicho, Munis, a veces, insiste en que el poder político es lo decisivo. Ver, por
ejemplo en “Jalones”, pagina 357-358. Es un dualismo del que no se escapa el FOR
[22] Munis, ibídem
[23] Mencionamos, entre otras: artículos en REVOLUTION INTERNATIONALE nos 7,14,
54,56,57,58; REVISTA INTERNACIONAL nº 16; la crítica a FOCUS en INTERNATIONALISME
(USA) nº 25, “FOR, una confusión peligrosa”
Conclusiones
Recordar esta dolorosa experiencia histórica que padeció el proletariado español, denunciar el gran
timo de las colectividades con el que la burguesía logró engañarle, no es cuestión de intelectuales o
eruditos, es una necesidad vital para no volver a caer en la misma trampa. Para derrotarnos y
hacernos tragar medidas de sobrexplotación, paro y sacrificio, la burguesía recurre al engaño: se
disfraza de “obrera” y “popular” (en 1936 los burgueses se hacían callos en las manos y se vestían
de obreros), “socializa” y “autogestiona” las fábricas, llama a todo tipo de solidaridades
interclasistas con banderas como el “antifascismo”, la “defensa de la democracia” o la “lucha
antiterrorista”..., da a los obreros la impresión de “ser libres”, de “controlar la economía”, etc. Pero
detrás de tanta “democracia”, “participación” y “autogestión”, se esconde, intacto, más poderoso y
reforzado que nunca, el aparato de Estado burgués, alrededor del cual, las relaciones
capitalistas de producción se mantienen y agravan en todo su salvajismo.
Hoy, cuando las leyes fatales del capitalismo senil lo conducen hacia la guerra imperialista, es la
“sonrisa”, la “confianza en los ciudadanos”, la “más profunda democracia”, la “autogestión”,... el
gran teatro tras el cual el capitalismo pide más y más sacrificios, más y más paro, más y más
miseria, más y más sangre en los campos de batalla. De los escarmentados nacen los avisados. Las
colectividades del 36 fueron uno de esos falsos modelos, de esas bellas ilusiones, a través de las
cuales el capitalismo llevó a los obreros a la derrota y a la matanza. La lección de aquellos hechos
debe servir a los proletarios de hoy para salvar las trampas que les tiende el capital y poder avanzar
hacia su liberación definitiva.
Junio de 1978
Artículo publicado en el nº 15 de la Revista Internacional (órgano internacional de la CCI).
Las jornadas de mayo 37: la CNT apuñala a los obreros por la espalda
Contando con el apoyo anarquista, el poder burgués decide aniquilar el último foco de resistencia
proletaria que representan los obreros de Barcelona. Ellos son el último bastión de la lucha
autónoma del proletariado. Debilitados por meses de guerra, privaciones y, sobre todo, de
mistificaciones políticas, las fuerzas del Frente Popular se lanzarán contra ellos como hienas
salvajes.
Para ello recurrirán a la provocación: la policía de la Generalitat invade, con las armas en la mano,
los locales de la Telefónica barcelonesa, reducto de la combatividad obrera. Los trabajadores
responden y pronto se desata la solidaridad proletaria. Las fábricas de Barcelona se paralizan, la
ciudad se cubre de barricadas; los obreros, al precio de grandes pérdidas, vuelven a ser dueños de la
ciudad.
Nuevamente la Generalitat tiembla. Companys desaprueba al Comisario de Orden Público que
había dirigido el ataque y lo hace dimitir. Entregándoles este “chivo expiatorio” el Estado pretende
calmar a los trabajadores, pero a la vez llega a un nuevo acuerdo con la CNT, que ésta se encargará
de propagar por las barricadas y a través de la radio: los obreros, “en nombre del enemigo común,
Franco”, deben deponer las armas; el gobierno “va a intervenir equitativamente”,... Con esas
mentiras, la CNT hace la guerra psicológica a los trabajadores, mientras el Gobierno trae tropas
desde Valencia, y sobre todo, retira batallones enteros del frente de Aragón, donde se libra una
batalla decisiva contra las fuerzas franquistas, para emplearlas en Barcelona en la represión
de los obreros. Aquí puede verse, una vez más, esa gran mentira antiproletaria que es el
“antifascismo”.
El papel de la CNT es de nuevo decisivo. Federica Montseny pide “besos a las fuerzas de orden
público”, las mismas que están masacrando a los obreros. Los jefes de la CNT piden “unidad
antifascista”, es decir, que los obreros se retiren de la lucha y se unan a los verdugos estalinistas y
socialistas que los conducen a la cárcel. La maniobra de acabar con la resistencia obrera solo tuvo
éxito con el concurso de la CNT.
Definitivamente aplastado, el proletariado ya no volverá a levantar cabeza. Franco vendrá después a
rematar la faena que republicanos, estalinistas, PSOE y anarquistas habían empezado. Hoy, los
jerifaltes de la CNT fanfarronean con el más descarado cinismo: «La CNT tiene la conciencia
tranquila (¡¡¡) Jamás se ha manchado las manos ni con la barra del poder (¡¡¡) ni con el
parlamentarismo, ni con los partidos políticos (¡¡¡)» («Monde Libertaire», Abril de 1977).
Publicado en Acción Proletaria (órgano de la CCI en España) nº 15, Agosto de 1977.
Conclusiones
Los Amigos de Durruti no son una expresión de la vitalidad revolucionaria de la CNT ni del
anarquismo, sino de un esfuerzo de militantes obreros, a pesar del lastre del peso del anarquismo,
que no ha sido nunca ni puede ser el programa revolucionario de la clase obrera.
El anarquismo puede atrapar en sus filas a sectores de la clase obrera, debilitados por su falta de
experiencia o su trayectoria, como pueden ser hoy los proletarios jóvenes, pero de sus propuestas no
puede salir una alternativa revolucionaria. En el mejor de los casos, como en los de Durruti, puede
dar muestras de coraje y combatividad obrera, pero como la historia en España ha mostrado en dos
ocasiones, en los momentos revolucionarios sus especulaciones ideológicas se ponen al servicio del
Estado burgués.
Elementos obreros pueden adherirse a la revolución desde el anarquismo, pero para adherirse a un
programa revolucionario hay que romper con el anarquismo.
Ronsesvalles 31-03-2000
Publicado en REVISTA INTERNACIONAL nº 102