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LA CATEGORÍA SISTEMA REPRESENTATIVO: SU RECEPCIÓN Y RE-PRESENTACIÓN EN


EL DISCURSO POLÍTICO DE LAS MINORÍAS REFLEXIVAS RIOPLATENSES (1814-1827) *

Introducción
Si bien este ensayo toma como objeto de estudio un tema de historia de las ideas y de
las instituciones políticas -el Sistema Representativo-, privilegia de igual manera el método con
que se procede a su abordaje, por estimar que permite una visión menos impresionista de esa
realidad, otro nivel de análisis distinto de aquél que, inmune a los matices léxicos, aborda el
tema en el primer tercio del siglo XIX. Tal objeto de estudio lo enfrentamos siguiendo la re-
presentación que del mismo se hacían las minorías reflexivas rioplatenses, a través del análisis
de su discurso político, entendiendo por discurso "un proceso estructurante de significación 1"; el
"lugar de la contextualización2." Buscamos estudiarlo atendiendo a los códigos que su cultura
nos impone, evitando los anacronismos que nacen de aplicar al estudio de un marco epocal
dado, esquemas o reflexiones válidos para una época posterior. Este ensayo pretende poner en
relación el objeto-Sistema Representativo-con el órgano conceptivo de esa realidad-discurso-y,
desde tal perspectiva, proceder a la decodificación del mismo, para ofrecer una exégesis (hic et
nunc) del discurso, es decir, descubriendo el sentido de sus signos 3 dentro de su contexto e-
pocal.
Un método histórico -conceptualizante- de raíz lingüística -análisis del discurso- 4, es
decir, un enfoque interdisciplinario histórico-semántico, histórico por su objeto y lingüístico por
su método, se complementan ajustadamente y su aplicación resulta tanto más adecuada si la
propuesta es contextualizar un objeto, el Sistema Representativo, tal como las minorías
reflexivas de la época se lo re-presentaban.
"Las palabras moldean el pensamiento" y, en este sentido, a través del análisis del
discurso perseguimos demostrar que el proceso de selección de un sintagma o de un lexema,
por parte de las minorías reflexivas, nada tiene de azaroso o arbitrario. Durante el período
estudiado se acuñaron «conceptos», en tanto respuesta al "destino" de una sociedad concreta 5
y no como simple remedo de otra realidad. Por tanto, la re-presentación que del Sistema
Representativo hacían las minorías reflexivas sólo se resiente de falta de originalidad ante una
lectura simplificadora, guardando en sus repliegues matices significativos que hacen original a la
propuesta en su conjunto, conformando osados 'discursos-tipo', que permiten identificar sendos
proyectos de sociedad (de signo monárquico o republicano, en una instancia, unitario o federal,
en otra).
Como apunta Gastón Bachelard "un pensamiento ansioso desconfía de las identidades
2
más o menos aparentes, para reclamar incesantemente mayor precisión". "Precisar" y "rectificar"
constituyen la base del pensamiento dinámico y, de suyo, lo alejan de las seductoras
uniformidades6, siempre peligrosas, aún más cuando afronta una aceleración del tiempo
histórico, como ocurre en el siglo XVIII, instancia de bruscas mutaciones léxico-semánticas que
otorgan significado combativo a voces tradicionalmente inocuas, al tiempo que se meritan
algunas, en tanto se pervierte el significado de otras.
En este sentido y, atentos a nuestro objeto de estudio, observaremos que el mismo, en
la misma época, coincide en tanto significante, pero difiere en su significado7, lo cual nos inclinó,
atendiendo a un criterio metodológico, a introducir una taxonomía (Sistema Representativo
Ortodoxo e Imperfecto) para encuadrar las re-presentaciones que se hacían de éste las élites
rioplatenses.
En fin, desde la óptica actual importa advertir la singularidad existente, que los actores
conocen, que deslizan sutilmente, pero que no siempre elucidan didácticamente, por constituir
lugares comunes para el léxico político de su época.
¿Por qué la secuencia de 1816 y 1827? En respuesta al análisis distorsivo producido por
la historiografía argentina de nuestro siglo respecto del léxico político y, de suyo, de la
conceptualización del período, y en virtud de la relevancia que el debate sobre las modalidades
gubernativas (expresiones del Sistema Representativo) alcanza en el Congreso de Tucumán;
intensidad y hondura que éste retoma durante las sesiones del Congreso Constituyente de
1824-1827.

I. Marco teórico. El Panorama.


Para conceptualizar el Sistema Representativo es preciso definir el lexema
representación, concepto multifacético, abarcativo de tres significados diferentes: 1) la idea de
mandato, o instrucciones; 2) la idea de representa tividad, es decir, de semejanza o afinidad; 3)
la idea de responsabilidad, u obligación de rendir cuentas 8.
La aparición de la representación moderna a partir de su fase medieval fue un proceso
gradual que puede apreciarse en Gran Bretaña, ya desde fines del siglo XVII, en un modelo de
República aristocrática propuesto por destacadas figuras como John Milton y Algernon Sidney9.
No obstante, la Revolución francesa exhibirá mejor la ruptura con la representación medieval,
como lo demuestra la Constitución de 1791 10, aun cuando será en Estados Unidos, herederos
de la tradición británica y desligados de todo antecedente feudal, donde el Sistema Represen-
tativo podrá desenvolverse bajo menores presiones 11.
3
El 'Gobierno Mixto' británico, luego trasmutado en Monarquía Constitucional, que la
normativa racionalista interpreta dentro de los términos de la Constitución escrita; la República
norteamericana derivada del paradigma británico, y también la evolución posterior de la
Monarquía Constitucional hacia lo que la teoría política llamará mucho más tarde Monarquía
parlamentaria: todo ello configura la nueva forma de gobierno llamada Sistema Represen-
tativo, cuyo objetivo es que el Estado sea lo más débil posible 12.
Encumbrado como forma de gobierno, el Sistema Representativo en su versión
ortodoxa, eclipsa y vacía conceptualmente la distinción tradicional entre Monarquía y República,
pues es la rama democrática la que acciona su mecanismo. Las reflexiones del conde Desttut
de Tracy expresarán con rigor el nuevo «discurso-tipo». En tanto "la palabra republicano es
muy vaga", estima poco riguroso contraponer, en el marco de una clasificación, lo "republicano"
a lo "monárquico". Avalan esta consideración, explica de Tracy, los casos de Holanda y Estados
Unidos que tienen "un jefe único", pero se consideran repúblicas, y en cambio nunca se pudo
definir con precisión si cabía hablar del "Reino o de la República de Polonia". "La palabra
monárquico significa propiamente un gobierno en que el poder ejecutivo reside en las
manos de una sola persona", pero esta característica puede hallarse junto a otras muchas
muy diversas, y no define "la esencia de la organización social13."
Esta nueva forma de gobierno, de fragua inglesa, se asentará sobre premisas que
suponen: la organización del poder de manera que se limite a sí mismo, concretándose en la
división de poderes o funciones y, estableciendo una marcada descentralización tanto
gubernativa como administrativa; el reconocimiento por parte del Estado de un grupo de
derechos individuales que le aseguren la libertad al ciudadano frente a aquél, y la sumisión de la
actividad del Estado a normas jurídicas precisas y escritas que consolidarán lo que se llamará
Estado de derecho14.
Ahora bien, la «representación» moderna refleja un cambio histórico fundamental, y la
"Gloriosa Revolución", que lo instrumenta, se convierte en hito, pues asocia la «representación»
con el gobierno. Hasta esa instancia, los cuerpos de representantes eran canales intermediarios
entre los mandatarios y el soberano: "representaban a alguien ante algún otro". Pero, a
medida que fueron creciendo los poderes del Parlamento, convirtiéndose éste en el verdadero
centro del Estado, las asambleas representativas asumieron una segunda función: además de
representar a los ciudadanos, los gobernaban 15.
Apuntada la génesis de la categoría Sistema Representativo, recordemos que la
representación liberal prioriza al llamado sector no privilegiado el cual, por medio del sufragio,
elige a sus representantes ante el Parlamento, para fiscalizar a la autoridad gubernativa.
4
Si bien el Sistema Representativo se identifica con el Gobierno Mixto -sabio equilibrio de
las formas puras aristotélicas-, en realidad se inclina a favor de la rama republicana -Aristocracia
y Democracia-, en detrimento de la rama gubernativa -Monarquía-: se inicia el camino que
conducirá al concepto de monarca como «poder residuario. » Se alza así, frente al Estado de
clases, el Estado representativo, donde la representación corporativa vira en representación
individual -en el primer momento sólo los propietarios-, al que se le reconocen derechos políti-
cos16.
La singular realidad francesa y el rumbo institucional seguido en América del Norte,
actualizan la experiencia inglesa, que plasma Emmanuel Siéyes en la teoría de la
representación nacional, para quien la 'voluntad común' se expresa mediante la representación.
Según esta teoría, que hará suya la Asamblea Constituyente francesa, la 'soberanía' no
pertenece indivisa a los ciudadanos, sino a la "nación", es decir, a la colectividad de ciudadanos
considerada como un ser real distinto de los individuos que la componen, siendo "el cuerpo de
representantes" el que "en todo momento [sustituye] a la nación misma 17." Teoría que respondía
a los deseos de la burguesía liberal, que buscaba fundamentar el poder en la elección y la
representación, jaqueando a la aristocracia tanto como a las masas populares, a las que
impedía aprovecharse del derecho de voto para conquistar el poder. Considerado el sufragio
como función pública, la nación podía atribuir el poder electoral sólo a aquellos que considerara
más dignos o más aptos18.
A la teoría de la «soberanía o representación nacional» corresponde la de «mandato
representativo». Según éste, los representantes, al serlo de la Nación en su conjunto, se
desligan de cualquier mandato de sus electores, quedando libres en sus decisiones, pues
siendo la Nación "un ser colectivo incapaz de expresarse, no puede dar instrucciones a sus
representantes; solamente les da el mandato de representarla." La soberanía se traslada de la
nación al Parlamento19. Edmund Burke, sentó el principio propio del representante, sobre
la base de que éste debía respetar las opiniones de los electores, pero no sacrificar su propia
opinión al decidir sobre el bien de toda la nación 20. Las reflexiones posteriores de Siéyes, se
asientan en estos presupuestos del pensador británico.
El «Gobierno representativo» resume los principios políticos liberales, alejado de la
Democracia pura de raíz roussoniana, y asociada con el principio de la «soberanía nacional»,
presente en los primeros textos constitucionales, a saber: la Constitución de Filadelfia de 1787,
la Constitución francesa de 1791 y de 1795, y la de Cádiz de 1812.
Especial atención al deslinde semántico entre los lexemas «Democracia» y «República»
dedicaron tanto Tomás Paine como Santiago Madison. Para ambos, «Democracia», entendida
5
como pura o simple, evocaba al temido «Gobierno de la plebe»; no así, «República» que, a luz
del espíritu racional e ilustrado, resultaba la expresión más auténtica del Sistema
Representativo.
Madison exhortará a los select-men a no inquietarse por la Constitución, pues fue
preservada del estigma del Gobierno popular: Madison salvará el lexema «República»,
extirpándole la asociación con la contaminante «Democracia», convirtiéndose «República» en
sustituto semántico de «Gobierno Representativo. » Ni una sola vez asoma la voz Democracia o
democrático en el texto de 178721. Pero, la arquitectura teórica del sistema representativo
que, bajo la modalidad monárquica y muy avanzado el siglo XIX se denominaría Monarquía
parlamentaria, aparece corporizada en el Curso de Política Constitucional de Benjamín
Constant, pieza consagratoria de los ideales burgueses de la Restauración.22 Constant
redefinirá la "naturaleza" y "extensión" de dos controvertidos sintagmas plasmados por
Rousseau: «soberanía popular» o «voluntad general. » Éstos, a partir de la Restauración,
perderán la carga semántica roussoniana, que los identificaba con la Democracia pura. Se trata
de otro reflejo de esa aceleración del tiempo histórico que envuelve al nuevo marco ideológico
liberal-ilustrado, y de cuyas violentas mudanzas da clara cuenta el léxico político. Nunca antes
las palabras habían alcanzado el carácter de auténticas armas; nunca, en las horas críticas,
como sí ocurrió durante la Revolución Francesa, pronunciar determinada palabra podía producir
efectos tan fulminantes en el emisor; la palabra golpeaba con la fuerza sólo atribuible a la
imagen.
Contra lo afirmado por Rousseau, destaca Constant que "la soberanía no existe sino de
una manera limitada y relativa", pues "el pueblo que lo puede todo, es tan peligroso y más que
un tirano23." El peligro queda conjurado en tanto la «soberanía del pueblo» sea expresión de la
«razón colectiva» del pueblo y no de su voluntad 24. Será ella, la «razón», la que se exprese en
las elecciones sufragio censitario-, tal como lo habían anticipado la Constitución francesa de
1791 y 1795, la de Cádiz de 1812 y, que más tarde, en la región rioplatense exhibe el
Reglamento Provisorio de 1817 y la Constitución de 1826 25.
El sintagma «soberanía del pueblo»-«voluntad general»-abandona la envilecida
sinonimia con lo tumultuario o anárquico; deviene sustituto léxico de «opinión pública»
-«conciencia reflexiva»-, de «pueblo» y, como éste, diferente de «vulgo 26.»

II. Las minorías reflexivas rioplatenses y el Sistema Representativo.


6

1. Constitucionalismo y Legitimidad.
¿Sobre qué marcos de referencia institucional operaban las minorías reflexivas
rioplatenses?. El marco de referencia lo proporciona Europa occidental, donde pujan dos
modelos institucionales antagónicos, reflejo de dos concepciones de vida radicalmente diferen-
tes.
Por un lado, el «sistema representativo» británico, cuyo modelo de «Gobierno mixto»
será el substratum de otro que, modificado sustancialmente, pero fusionado con él, la
Revolución Francesa bautizará como «Monarquía Constitucional», elevado a categoría teórica
por el Curso de política constitucional.
Este paradigma -modalidad monárquica de lo que llamaremos Sistema Representa tivo
Ortodoxo- supone el eclipse de la forma «Monarquía» y, por ende, y en su calidad de
corporaciones, del clero y la nobleza, que son sus pilares.
Tal paradigma, que la ciencia política contemporánea llama Monarquía parlamentaria,
no era conocido con ese nombre en la presente coyuntura. El sintagma «Gobierno
parlamentario27» se usaba ocasionalmente como sinónimo de Sistema representativo en
sentido lato, tanto para designar una Monarquía simplemente temperada (con monarca
responsable), para designar el paradigma llamado por la Ciencia Política contemporánea
«presidencialista»-según la invención institucional norteamericana-, como para calificar el
modelo de monarca "neutro" de Constant. Introducido el principio de la división del poder como
eje del Sistema Representativo; depositada la «soberanía en la representación», el monarca
deviene irresponsable, "neutro", conforma, afirma Constant, un "cuarto poder", recayendo el
Poder Ejecutivo en un Gabinete responsable ante la autoridad de las Cámaras. Es decir, poder
residuario del monarca y omnipotencia legislativa.
Si bien no se oculta la contradicción teórica entre el modelo de Gobierno Mixto y el de
Monarquía Constitucional con monarca "neutro", el segundo absorberá el carácter arquetípico
del primero; arquetipo vertebrador de cualquier modalidad de Sistema Representativo, sea
imperfecto u ortodoxo: no se puede concebir éste sin aquél. En este sentido, ya las primeras
constituciones escritas (norteamericana y francesa), reproducían los principios básicos del
paradigma británico, pues ambas se conforman sobre el principio de la división del poder. Pero,
en tanto la primera, gesta un segundo paradigma de Sistema Representativo Ortodoxo, pues
construye su Gobierno mixto con poderes absolutamente electivos, otorgando un papel
protagónico al Poder Judicial y acentuando la separación de las ramas del poder; la segunda,
distorsiona el concepto de Gobierno Mixto, al estructurar la rama legislativa con una sola
7
Cámara; convirtiéndose en la primera expresión de Sistema Representativo Imperfecto.
Frente al paradigma que responde al encumbramiento de la burguesía industrial en Gran
Bretaña -modelo de raíz utilitaria en lo filosófico y protestante en lo religioso-, se opone el
modelo del legitimismo, representado por la Santa Alianza. Ante el constitucionalismo, voz que
evocaba para las Monarquías continentales la subversión institucional, el legitimismo
rescataba los fundamentos de la autoridad regia tradicional, la alianza santa Trono-Altar, y todo
lo que constituyera el acervo tradicional.
Las minorías reflexivas rioplatenses que, con mayor o menor fidelidad, adherían al
ideario liberal e ilustrado, como sus pares europeos, identificarían en su discurso legitimismo
con Monarquía Absoluta, integrando un campo léxico 28 cuyo eje era: Gobierno despótico. El
sintagma Monarquía absoluta aparecía como cómodo estereotipo léxico, tanto para calificar a
todo régimen monárquico que ofrecía resistencia al dogma liberal, aun cuando, en rigor, tal
régimen había concluido su existencia en Europa Occidental, como para argumentar acerca de
las bondades del paradigma británico. Lo cierto es que la Monarquía Constitucional que
asomaba en Europa Occidental, resultaba una adaptación del legitimismo monárquico, tempe-
rado por la introducción del principio de la división del poder y la existencia de una carta
constitucional, como la otorgada por Luis XVIII en 1814.

2. Teoría y praxis.
En la región rioplatense, la forma de gobierno representativa aparece en las primeras
propuestas de organización del Estado, sistematizadas por Mariano Moreno 29. En este sentido,
tanto los proyectos constitucionales de 1813, como el Estatuto de 1815, el Reglamento
Provisorio de 1817 y las Constituciones de 1819 y de 1826, se vacían en los moldes del
Sistema Representativo30. Importantes sectores de las minorías reflexivas rioplatenses recurren
al paradigma que la literatura política liberal difundía 31 y lo vuelcan en los documentos
mencionados, aun cuando no ignoraran que tanto Juntas, Triunviratos como Directorios sólo
rendían culto externo a la normativa racional, descansando su existencia, efectivamente, en la
fuerza militar32.
Producida la crisis de 1820, muchas voces se alzan advirtiendo que, por ser el Sistema
"más perfecto", grandes eran las dificultades para su implementación. El periódico porteño El
Centinela explica que, ni aún en Buenos Aires, donde tanto se escribió en su favor goza "de
una opinión general33", subrayando que las provincias, aún no poseyendo "un sistema ordenado
de principios34", lo adoptan instintivamente o influidas por el espíritu del siglo 35.
8
Julián S. de Agüero llamó a no equivocarse con lo observado en pueblos ya cons-
tituidos, en donde el gobierno se encontraba establecido, pues si ellos estaban disconformes
con el "Poder Ejecutivo", trabajaban para reducirlo a los límites legales, en tanto encuentran el
basamento que otorga "el prestigio y la ilusión que tienen los reyes de la Monarquía
Constitucional36. "En el Río de la Plata se trataba de establecer el Gobierno sin tener a la mano
ninguno de los materiales que se ofrecían en Europa, pues no existía situación similar a la de
Iberoamérica "ni en pueblo Antiguo ni Moderno37."
Entusiasta del Sistema Representativo, pero también consciente de la realidad social
rioplatense, el ministro Bernardino Rivadavia, decidió incursionar en la pedagogía política. Fue
entonces que encargó al deán Funes la traducción de la obra Ensayo sobre las garantías
individuales, escrita en 1818 por el publicista francés Pedro C. F. Daunou, aparecida en
Buenos Aires en los primeros meses de 1822. Una intención admonitoria inclinó a Rivadavia
hacia esta obra. En ella, Daunou enumeraba las cualidades que debían adornar a toda
sociedad que aspirara a vivir bajo un Sistema Representativo. Su discurso rezumaba
ambiciosos presupuestos, más aún si habían de implementarse en un ámbito donde mediaba
un abismo entre la teoría y la praxis política y en el cual, además, todo proyecto de sociedad
chocaba con furiosas ambiciones de facción y la absoluta indiferencia de los gobernados. El
Sistema fracasa, apuntaba Daunou, cuando la "disposición general de ánimo" es compulsiva-
mente adicta a los cargos públicos y la "masa de gobernados" escéptica respecto del
mantenimiento de las "garantías individuales" y del "sistema representativo instituido para
defenderlas38."

3. Concepto.
Nación libre es la que se gobierna por un Sistema Representativo y éste existe donde se
encuentra "una forma de gobierno establecida en la cual aparezcan deslindados los poderes,
marcadas sus atribuciones y el modo de ejercerlas". Cuando esto se da, estamos frente a "la
forma Representativa Republicana 39", cuyas "bases firmes" son "la Independencia, la Libertad y
la Ilustración40", afirma el periódico El Nacional.
Manuel A. de Castro, Valentín Gómez y demás miembros de la Comisión constituyente
del Congreso de 1824-1827, al presentar el «Proyecto» sobre la forma de administración más
conveniente, consideran que el «Sistema Representativo» o su sustituto léxico más extendido,
«Gobierno Libre», es obra de tres grandes descubrimientos: "las asambleas representativas del
pueblo", que reemplazan a las "colectivas" y "tumultuarias"; "la separación y deslinde de los tres
9
poderes" y "la balanza con que deben contrapesarse las cámaras legislativas41."

4. La Naturaleza Republicana.
En estricta teoría, la mención de la categoría política que nos ocupa remite a dos
sintagmas sinónimos, a saber: «Sistema Representativo» o «Sistema Representativo
'Republicano'», adjetivo calificativo que refuerza semánticamente la naturaleza electiva de la
nueva forma de gobierno. Por tanto, dentro de una estructura sintáctica así definida, para nada
alude lo republicano a la categoría clásica República o Democracia, pues supone tanto a la
«República liberal» como a la «Monarquía Constitucional», dada la estructura «mixta» del
Sistema que disuelve las categorías políticas tradicionales.
Nos importa señalar que el «discurso-tipo» de 1816-1820 planteó al Sistema
Representativo casi exclusivamente como dicotomía Monarquía-República, en tanto, luego de
1820, si bien ésta se estableció entre Unidad-Federación, no lo hizo de manera excluyente
pues, las élites enroladas en la corriente constitucionalista-liberal, con empatía monárquica y
fidelidad principista, emplearon como estrategia discursiva, aludir a las bondades del Sistema
Representativo, argumentando que, en tanto un Gobierno sea libre, no importa la modalidad
que adopte, pues Monarquía Constitucional o República "sólo son aparentemente contra-
rios42."
En este sentido, el «Proyecto» citado, luego de ponderar el buen sistema constitucional
de Gran Bretaña y de América del Norte, expresa: "Sólo las FORMAS MIXTAS convienen a las
sociedades modernas; porque, separando los vicios de cada una, acumulan las bondades de
todas43."
Cuando se trató en el Congreso General Constituyente de 1816-1820 el proyecto de
coronación en el Río de la Plata del Duque de Luca, el Congreso impuso como «4ª. condición»
que las Provincias "reconocerán por su monarca al Duque de Luca bajo la Constitución política
que tienen jurada: a excepción de aquellos artículos que no son adaptables a una forma
monárquica hereditaria44." Lo expresado denota la poca distancia que, dentro del Sistema
Representativo, existe -cuando de naturaleza y estructura de Gobierno Mixto se habla- entre
una modalidad absolutamente electiva y otra que privilegie el componente hereditario, de igual
manera que una cuidadosa decodificación del discurso advierte sobre el carácter estrictamente
mixto y no monárquico de la Constitución de 1819.
Las minorías reflexivas dirigen su atención fundamentalmente hacia dos modalidades de
«Sistema Representativo», el «Gobierno Mixto» -también llamado «Monarquía Constitucional»-
de Gran Bretaña, y, en menor medida, el «Gobierno Mixto Republicano», experimentado en los
10
Estados Unidos de América del Norte, este último examinado con mayor atención después de la
crisis de 1820, específicamente la estructura de su Poder Ejecutivo, en tanto observan que en
Estados Unidos no han hecho "más que poner un PRESIDENTE en lugar de un REY45."
Tal examen-de rigor por tratarse de arquetipos constitucionales-se confunde dentro del
discurso con menciones que se alejan de los arquetipos indicados, por ejemplo, cuando se
toma como fuente la Constitución de Cádiz o la Carta francesa. Importa advertir que, quienes
redactaron los «Proyectos constitucionales» de 1819 y de 1826, si bien realizaron un prolijo
examen de los paradigmas mencionados y se mantuvieron dentro de sus cánones, dieron a su
propuesta un enfoque singular.
Es a la naturaleza republicana del Sistema Representativo que se refiere Juan I. de
Gorriti cuando, para acallar las voces que estimaban declarada la forma de gobierno en virtud
del juramento pronunciado por los diputados en 1824 al incorporarse al Congreso, acota que es
cierto que se ha "jurado sostener la forma de Gobierno republicana bajo un sistema represen-
tativo" pero, se pregunta: "¿Cuál es la forma de gobierno representativo que no sea
republicano?. La forma monárquica, siendo representativa, es republicana46." Como afirma
Julián S. de Agüero, "todos los gobiernos que son monarquías moderadas tienen mucho de
republicano", pues el carácter representativo de sus Cámaras es lo que define a la "Repúbli-
ca47."
El discurso de las élites rioplatenses, al re-presentarse institucionalmente el Sistema
Representativo, acentuará los principios básicos que conforman su campo léxico: división del
poder; elección; publicidad.
Todo «Gobierno Libre» se levanta sobre dos principios fundamentales: "independencia
[y] armonía entre los poderes", afirma Valentín Gómez48.
Los diputados del Congreso de 1816-1820, al referir al sistema de representación por el
procedimiento electoral, nos ofrecen el «discurso-tipo» de la época estudiada, afirmando que tal
sistema, único digno de "Pueblos libres", sustituye "a las reuniones en masa", que para
diferentes asuntos de "utilidad común", implementaban "los pueblos libres de la Antigüedad 49."
Respecto de la publicidad, acotan los editores de El Argos, que allí donde el Sistema
Representativo se encuentre establecido "en toda su extensión, no puede faltar la publicidad"
de los actos de gobierno, pues constituye el único medio por el que "los representados se
instruyen de la lealtad con que sus representantes" en el Poder Ejecutivo "llenan los deberes 50."

5. Arquetipos y modelos teóricos.


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Antes de abordar específicamente el tema del acápite nos importa precisar, respecto de
la estructura de los «discursos-tipo» referidos en este ensayo que, si bien todo discurso es
argumentativo, en la época lo es de manera superlativa, predominando los componentes
descriptivos, didácticos y prescriptivos del mismo. Generalmente el locutor aparece distanciado
de su enunciado y lo plantea como acto de verdad colectiva. De naturaleza neoclásica, el
discurso no se aparta demasiado del modelo de la Retórica, en el cual la argumentación surge
de la aplicación de una técnica exterior al discurso, suponiendo un determinado efecto
persuasivo en el destinatario51, por otra parte, concebido como receptor pasivo.
Es nuestra intención evitar cualquier anarquía léxica, por tanto, y atendiendo a la
estructura discursiva de la época, elegimos el lexema «arquetipo» para designar al Sistema
Representativo52, y «modalidad» para referir al carácter ontológico del arquetipo. Las «modali-
dades» que lo tipifican refieren a dos paradigmas 53: Monarquía, expresada por la modalidad
Gobierno mixto británico o Monarquía Constitucional con monarca «neutro» y, República, por la
modalidad Gobierno mixto norteamericano o República democrática.
En relación con el arquetipo y las modalidades enunciados, hablaremos de «modelo
teórico54», para referir a aquellas modalidades que, dada su estructura específica difieren,
strictu sensu, de los paradigmas. Sirva, a manera de ejemplo, la Constitución francesa de
1791, la de Cádiz de 1812, o los modelos locales, como las Constituciones de 1819 y 1826.
La teoría política contemporánea, al conceptualizar el arquetipo Sistema
Representativo del primer tercio del siglo XIX ofrece una visión en extremo generalizadora,
impidiendo advertir que, para la época, dentro del mismo arquetipo, se encuadraban modelos
teóricos, a veces muy disímiles entre sí, respecto de las modalidades paradigmáticas. Esta
variedad de modelos teóricos aparece con claridad en la re-presentación que de los mismos
hacen las élites rioplatenses.
Atendiendo a razones estrictamente metodológicas referiremos a Sistema
Representativo Ortodoxo y Sistema Representativo Imperfecto; deslinde que atiende a
subrayar las diferencias que se observan en los modelos teóricos las cuales, en muchos casos,
son consignadas en la época, imprecisamente.
Damos el nombre de Sistema Representativo Ortodoxo a aquél que se identifica con
los paradigmas políticos, y encuadramos bajo el nombre de Sistema Representativo
Imperfecto aquellas modalidades, cuyos modelos teóricos poseen una estructura que se aparta
parcialmente de los respectivos paradigmas.
Las minorías reflexivas rioplatenses se re-presentaban el arquetipo Sistema
Representativo Ortodoxo de la forma que sigue:
12

«Caso británico»:
Referir a éste supone atender a dos variantes. La primera y más difundida, considera al
«Gobierno Mixto» como concreción del ideal clásico, resultante del equilibrio entre Monarquía-
Aristocracia-Democracia. La segunda variante, derivada de la primera, si bien la modifica
absolutamente al ser reinterpretada, es reconocida como idéntica en su estructura.
De esta forma, lo que en la primera variante era equilibrio de formas puras, se convierte
en la segunda variante, en equilibrio funcional: la Monarquía devendrá «principio monárquico»
identificado con la auctoritas (Poder Real) y la potestas (Poder Ejecutivo); la Aristocracia se
absorbe dentro del «principio aristocrático», identificándose con los valores de prestigio o de
mérito, sin carácter corporativo; constituye la fuerza moral de la sociedad, y por ello es fiel de la
balanza constitucional. La Democracia deviene en «principio democrático», pues el pueblo de la
"clase común" participará en la formación de las leyes a través de la decisión de sus represen -
tantes. La Democracia (definida por su carácter electivo) resulta de naturaleza rigurosamente
representativa, derivando de ella el nombre del Sistema55.
Se denomina Monarquía Constitucional, a esta modalidad del Sistema Representativo
porque, en su estructura, la autoridad suprema del Estado se reserva a una figura hereditaria,
aunque sin poder efectivo. Muchos teóricos prefieren definirla como República coronada, en
tanto el efectivo poder de decisión se aloja en el Legislativo, específicamente, en la Cámara
baja del mismo, que halla en la Cámara Alta un elemento equilibrador del Sistema, especie de
amortiguador que contiene todo exceso que pueda provenir tanto del Ejecutivo como de la
Cámara baja. El Poder Judicial es considerado garante de la seguridad de las personas, y no
ejerce la fiscalización del Sistema.
«Caso norteamericano»: Gobierno Mixto es el que ofrecen también los Estados Unidos.
Allí los Poderes Ejecutivo y Legislativo (todos electivos), encarnan los mismos principios que en
el paradigma anterior, pero el fiel de la «balanza constitucional» lo ejerce el Poder Judicial.
Dado el carácter electivo de los poderes y, siguiendo los rótulos tradicionales, se definirá como
República.
Excepción hecha del paradigma británico y norteamericano, no abunda el discurso
político de las élites rioplatenses en reflexiones medulosas sobre los distintos modelos teóricos.
Se pondera sí la Carta francesa de 1814 por su flexible estructura que logra articular las
exigencias de sectores liberales y tradicionalistas; modelo que permitía un acercamiento al
paradigma británico, sin abandonar premisas básicas del Legitimismo. En orden decreciente, se
examinan los modelos temporalmente cercanos, vigentes o no, como el español, portugués y el
13
de Baviera. Así los lineamientos generales de la Carta, aunque con un énfasis mayor puesto en
el carácter histórico-tradicional, se advierten en los modelos teóricos de la Constitución de
Baviera y, en la misma línea, en la de Portugal, nacida al derogarse la Constitución inspirada en
los principios de la de Cádiz, esta última obra del liberalismo doctrinario español. El discurso
ofrece dos lecturas: descriptiva de la organización estamental de las Cámaras y, en su
repliegue, persuasiva, en tanto busca advertir sobre la necesidad de priorizar la realidad
histórica cuando se aceptan formas nuevas.
Respecto de la llamada "forma de administración" (centralizada o no), podemos afirmar,
siguiendo la taxonomía inaugurada por Alexis de Tocqueville luego de 1830 que, en tanto el
modelo constitucional se encuadrara en el concepto del tradicionalismo-histórico, se imponía un
amplio grado de descentralización espacial, el que quedaba reducido considerablemente si se
aplicaba la teoría constitucionalista liberal o concepto racional-normativo, es decir, si el concepto
de Estado-Nación triunfaba sobre el de Estado-Región 56.
Importa precisar que los lexemas centralización y descentralización, están casi ausentes
en el vocabulario de la época, cuando se alude a las distintas formas de administración del
Estado. Lo mismo ocurre en el ámbito rioplatense, donde las voces «consolidado o
concentrado» y su antónimo «federal», parecen reflejar más acertadamente ambos conceptos.
En resumen, tanto «centralización» como su contrario, no resultaban voces ilustrativas en el
léxico político de la época: carecían de significación ideológica, en tanto no se ajustaban
adecuadamente para referir a cuestiones gubernativas ni a representaciones espaciales.
Los modelos rioplatenses se encuadran dentro de un Sistema Representativo
Imperfecto: de ellos prestaremos atención, dada la envergadura teórica que revisten, a las
Constituciones de 1819 y de 1826; al tiempo que rescataremos lo sustancial, por la hábil
amalgama de elementos tradicionales y nuevos, del esbozo de «Proyecto de Constitución» que
en 1816 produce el presbítero José Agrelo.

5.1. Constitución de 1819.


Ésta toma "las principales ventajas de los gobiernos monárquico, aristocrático y
democrático evitando sus abusos"; lo electivo en distinto grado condensa lo aristocrático y lo
democrático, al tiempo que rescata de la «monarquía» sus principios sustanciales: "la unidad
que da a los planes", la "celeridad de la ejecución", el "vigor", la "energía57."
¿Establece la Constitución de 1819 como forma de gobierno una República o una
Monarquía Constitucional?: Establece un «Gobierno mixto». Como lo apunta el deán Funes en
el «Manifiesto» explicativo de la Constitución, ésta es "un estatuto que se acerca a la
14
perfección: un estado medio entre la convulsión democrática, la injusticia aristocrática y el abuso
del poder ilimitado58."
Más allá de motivaciones políticas que hubieran incidido para no encuadrar la categoría
«Gobierno mixto» dentro de los rótulos República o Monarquía Constitucional (insustanciales
para el concepto de Sistema Representativo), omitiendo la sección «Forma de gobierno» del
texto, lo cierto es que la designación resulta de absoluta ortodoxia teórica y solidaria con el
entramado del discurso, que guarda una total unidad léxica. Tal como surge del «Manifiesto»
que acompaña la Constitución, los autores del Proyecto constitucional exhibieron coherencia
doctrinaria con la modalidad adoptada. Si el modelo constitucional respondía a una estructura
«mixta», imponer otro nombre importaba debilitar, en rigurosa teoría, la arquitectura del mismo.
Adviértase que, en modelos teóricos como la constitución norteamericana o la de Cádiz,
la definición de la forma de gobierno resulta incidental. En la primera se menciona una vez y en
la "Secc. 4" y última, careciendo de total relevancia. En este caso, El Federalista fue lo
suficientemente explícito como para comprender la originalidad y complejidad del modelo
adoptado, y no pretendía seguir forzando el paradigma británico.
En la Constitución de Cádiz se apunta en el art. 14 que el "gobierno de la Nación
española es una Monarquía moderada hereditaria", mención aislada demostrativa de que el
sintagma era puramente formal. A ello apunta el propio Fernando VII, en el Real Decreto
suscripto en 1814 a poco de regresar de su cautiverio. Fundamenta las razones de la
suspensión de la Constitución de Cádiz, subrayando la manipulación léxica de que se habían
valido los diputados, quienes "sancionaron no leyes fundamentales de una Monarquía
moderada, sino las de un Gobierno popular, con un Magistrado, mero ejecutor delegado, que no
Rey, aunque allí se le de ese nombre para alucinar a los incautos59."
En la Constitución de 1819 puede apreciarse el carácter cuasi-estamentario o, más
precisamente, sectorial, en la composición del Senado, contrariamente a la representación
individual como exigía el Sistema Representativo Ortodoxo.
Los autores del «Proyecto constitucional» de 1819, destacados juristas, como Juan J.
Paso y Antonio Sáenz, entre otros, explican la intencionalidad que los condujo a la
conformación del Poder Legislativo. Así como se determinó que los representantes fueran "del
fuero común60", se estimó imprescindible que la Cámara de Senadores reprodujera, aunque
fuera imperfectamente, la Cámara de los Pares británica. Las decisiones adoptadas se
fundamentaron en la "forma mixta61" del Proyecto constitucional, teniendo presente la necesidad
de encuadrarlo dentro de un modelo absolutamente electivo, recordando que se hacía
necesario "aplicar la constitución inglesa en nuestro continente del modo que la pueda recibir62."
15
El texto producido por los constituyentes en 1819 fue el homenaje póstumo a la
Monarquía española, entendida bajo la luz del tradicionalismo ilustrado y, en esa línea, dicho
homenaje rinde un culto más bien externo al espíritu del siglo para rescatar en todo lo posible la
fuerza de la tradición, es decir, aquellas formas primarias que el imaginario social conserva
latentes, reveladoras de la ley interior del discurso 63. Homenaje al régimen venerado, saturado,
prototípico, y a la nobleza como sentida carencia, aquel estamento (genuino equilibrador del
Estado) que no debe su origen "a la casualidad" ni al "capricho"; estamento que, increíblemente,
apunta Manuel A. de Castro, han dejado de lado los constituyentes de Cádiz para conformar las
Cortes, cuando en tierras rioplatenses, por carecer de él, hubo que hacer el esfuerzo de
"inventar" algunos64.

5.2. Constitución de 1826.


Sus autores producen un modelo teórico inspirado en la Constitución de 1819. Pero,
obligados por circunstancias políticas derivadas de la crisis de 1820 y no, en menor medida, por
replanteos teóricos demostrativos de las ventajas a obtenerse por la desaparición de la
numerosa representación provincial, acordaron dejar de lado el Senado cuasi-estamental,
guiándose por los lineamientos del paradigma estadounidense.
La eliminación del Senado corporativo producía un doble efecto: por un lado le quita
protagonismo efectivo al «principio aristocrático», al perder el Senado el vigor y poder de
decisión que, por su naturaleza, proporcionan las organizaciones corporativas. La tarea
posterior consistirá en reestructurarlo sobre otras bases. Por otro, en tanto las corporaciones
son exponentes de las distintas clases sociales, se obstruía el puente que acercaba los
intereses sectoriales operantes en cada una de las Provincias.
Eliminada en la Constitución de 1826 la forma de representación con mandato
imperativo, se destruye la organización cuasi-confederal a la que está ligada, quedando la
representación en manos de individuos que no responden a corporación alguna y que, a su vez,
se consideran desvinculados de sus representados -base del Sistema Representativo
Ortodoxo-. Éstos representan los intereses de la Nación -concepto racional-normativo- y no los
de sus respectivas Provincias o Pueblos -concepto tradicional-histórico o contractualista-.
La idea de Estado-Nación se identifica con un vigoroso centralismo político-
administrativo que, a su vez, conduce a un aumento gradual de la centralización espacial 65. En
tanto, el concepto de Estado de base contractual, que se encuentra en los cimientos del Imperio
ibérico, alterna el vigoroso centralismo político con una acentuada descentralización espacial,
de manera elocuente reflejada en el enfoque casuista del Derecho, apenas conmovido, en la
16
praxis, con el advenimiento de la Casa de Borbón66.
La "teoría del discurso", entendida como "teoría del conocimiento67", y la consiguiente
decodificación de los textos, permite también advertir, en lo que respecta al Poder Judicial que,
si bien los autores de la Constitución de 1826 lo diseñan sobre la base del texto
estadounidense, no hacen de éste el eje del sistema, como lo es en la Constitución de 1787. En
tal sentido, el énfasis del discurso se continúa colocando en el paradigma de Gobierno Mixto
británico, de allí que el «principio aristocrático» de el tono a la Constitución. Desaparecido el
Senado corporativo se busca fortalecer dicho principio avanzando sobre la Cámara de
Diputados, debilitando el «principio democrático» de que se nutre. La «Secc. 2ª (De la
Ciudadanía)» obraba en esa dirección. Preservar la imagen del orden monárquico surgía como
un imperativo de la hora, sobre todo cuando los efectos deletéreos de la extinción de la
Monarquía se hacían inocultables; la consigna era restaurar el espíritu de aquel orden, algo de
su ley interior, de su carácter inmutable.
Ateniéndonos al sentido tradicional de la voz federal, la representación corporativa de la
Constitución de 1819 suponía tal carácter, en tanto cada Provincia disponía de una significativa
presencia, expresada en diputaciones sectoriales con mandato imperativo.
Respecto del Senado, para la Comisión redactora de la Constitución de 1826, su
composición de manera alguna compensaba el prestigio que a una Monarquía otorga el
monarca hereditario quien, por lo mismo, podía actuar como árbitro y fuerza conciliadora, lo cual
jamás podría darse en un régimen cuya suprema magistratura residía en una figura electiva, y
de suyo afectada siempre por intereses de clase y pasiones. Es por ello que, en la nueva
Constitución se insistirá en otorgar al «principio aristocrático» una base mas extensa y segura
que la que en apariencia ofrecía el texto de 1819, al tiempo que acercarse a una forma más
ortodoxa de Sistema Representativo. Eliminar resabios democráticos y contrarrestar al régimen
no querido, pero posible, con atributos del régimen venerado, era la consigna: por tanto, el
sistema ideado en 1826 sería consolidado en unidad de régimen; dotado de un Poder Ejecutivo
vigoroso, dada su naturaleza electiva y la falta de un poder "neutro". La jefatura del Estado la
ejercería un ciudadano con título de Presidente, con atribuciones más amplias que su par de
América del Norte y muy cercano al modelo bolivariano, aunque el cargo no sería vitalicio. El
Presidente era "responsable", asesorado por un Consejo de Gobierno «irresponsable», alejado
del modelo ministerial y cercano a los antiguos Consejos privados de los reyes.
Los autores del «Proyecto Constitucional», con rigurosos fundamentos teóricos, insertan
dentro del Sistema Representativo un modelo teórico que, como lo subrayarían sus detractores
por lo consignado en la «Secc. III -De la forma de gobierno-», parecía sólo conciliable con la
17
categoría Gobierno Despótico, pues regía todavía el axioma determinista que alertaba:
«Territorio muy Extenso y Gobierno Consolidado asociado a Centralización espacial absoluta o
limitada produce Gobierno Despótico». Sólo la regionalización espacial -Federal o Confederal-
de un territorio extenso, conjuraba el peligro.
Dada su "estructura discursiva 68": ¿puede ser clasificada, en términos absolutos, la
Constitución de 1826 como unitaria? Creemos que no. Hacerlo sería quitarle "coherencia
semántica69" al núcleo del discurso producido por los constituyentes, que recepta el
pensamiento de un amplio sector de las élites rioplatenses; conduciría, de suyo, a un reduccio-
nismo que desvirtuaría la compleja trama del modelo teórico. Éste busca ser «mixto», desde
varios ángulos: por la combinación del paradigma británico y norteamericano; por la armoniza-
ción de los principios monárquico, aristocrático y democrático; por cierta concesión hacia la
descentralización espacial, sin llegar a la estructura federal.
No obstante, si bien la Comisión Constitucional buscó acercarse más que en 1819 al
paradigma norteamericano, éste ocupó un lugar secundario respecto del paradigma británico,
dado su pronunciado federalismo. La forma de administración federal se consideraba expresión
de Democracia tumultuaria; débil, además, por su estructura, aunque no se dudaba que, si en
los Estados Unidos había resultado una experiencia viable era porque, en rigurosa teoría,
tampoco allí se trataba de un régimen puramente federal, aunque así se lo definiera.
Expresión del «discurso-tipo» unitario, el «Proyecto» de la Comisión recordará que
federalizar el Estado era transitar por el camino siempre sinuoso de la Democracia; amenaza
latente contra la estructura mixta del Sistema Representativo; suponía olvidar que sólo las
"formas mixtas [convenían] a las sociedades modernas". Aceptar la "federación" para un
territorio extenso y "en las circunstancias de despoblación" en que se encontraban las provin-
cias70, era renunciar al Gobierno mixto o representativo, el cual, si bien suponía conceder un
lugar al régimen federativo, nunca debía insinuarse como predominante.
Los miembros de la Comisión se estremecían de sólo pensar en la existencia de
"pueblos o asambleas populares", pues con el "inocente designio" de lograr un mayor bien,
pueden "pretender usurpar más poder que el que les conviene, sin advertir que serán la víctima
de su engaño, y los agentes de tiranías individuales, cuyo poder aumentan para su propia
ruina71."
Para desarmar al federalismo dispersivo de los caudillos, la Comisión contempló la
necesidad de otorgar cierto poder de decisión a las provincias, a través de "Consejos de
Administración" que velaran por la "particular felicidad" de ellas. "Elegidos popularmente en
número suficiente podrán los vocales ejercer el derecho de representar ante el presidente o
18
ante el mismo congreso, cuanto consideren conducente al bien de su provincia72." En síntesis,
descentralización espacial de carácter municipal como lo supone el paradigma británico.
El paradigma británico también se busca incorporar en la composición del Poder
Ejecutivo, encontrándose aquí la mayor combinación de las modalidades británica y
norteamericana, con predominio de la segunda. Por eso, afirma la Comisión, "nadie puede
reprobar con argumentos prácticos los efectos de la unidad de un poder constitucional". No se
trata de la "unidad que caracteriza a los Gobiernos Absolutos", sino del "testimonio positivo"
ofrecido por el gobierno de los Estados Unidos. Éste avala la necesidad de reforzar el vigor del
Poder Ejecutivo, si de estado con rótulo republicano se trata. Recuérdese que, según la
interpretación que se hacía del Ejecutivo británico, aparecía con una estructura más débil que el
Legislativo, regulado el sistema por la fuerza moral del monarca 73.
El «Proyecto constitucional» en su art. 87 -reemplazado su contenido en el texto
definitivo- buscó rescatar algo del primer paradigma: la presencia de los ministros como
observadores en el Congreso constituido, aunque sin derecho a sufragio 74. También en este
punto se intentaba dotar a la Constitución de un carácter mixto, que no hiciera de los ministros
diputados, ni fueran facultados para sufragar en el Parlamento como en Gran Bretaña, pero que
tampoco se encontraran inhabilitados para entrar en la Cámara como en Estados Unidos de
América del Norte75. "Esto es lo que tiene de ventajosa nuestra Constitución, aún con respecto
a la de los Estados Unidos, porque aunque niegue el voto a los ministros no les niega la
facultad de discutir las materias, y de este modo quedan deslindados los poderes", lográndose
"la armonía y la comunicación" de éstos, afirma de Castro76.

5.3. «Proyecto constitucional» de José Agrelo.


Inserto en las páginas de El Independiente, resume interés pues su discurso interpreta
la formación ideológica de amplios sectores de las élites rioplatenses, que entienden que la
solución constitucional debe resultar de un compromiso entre nuevas y viejas ideas. El
paradigma británico, resulta el referente de rigor, pero se opaca frente a la presencia de
instituciones tradicionales. Así, no sólo anticipa ciertos lineamientos de la Constitución de 1819,
sino que además convierte a la institución capitular en eje regulador del sistema: como el rey en
el paradigma británico constituye la tercera parte del Poder Legislativo.
Resulta este "esbozo" un ilustrativo ejemplar de la flexibilidad del Sistema
Representativo. Agrelo parte de la premisa de que la solución institucional para el nuevo Estado
dependerá de la aplicación de la Constitución británica, "del modo que se la pueda recibir".
Mientras la"necesidad general"sea lograr "libertad y estabilidad", "el medio más seguro de
19
[conseguirlas] es la Constitución inglesa." La libertad la asegura el Cabildo eclesiástico y
secular; la estabilidad, el Poder Ejecutivo. Éste tendrá por referente el paradigma
norteamericano, pues los elementos de que dispone la región sólo permiten construir un
Ejecutivo electivo, pero que Agrelo interpreta de manera harto heterodoxa 77.
El cabildo eclesiástico surge como poder moral, verdadero órgano censor de todo el
sistema -árbitro supremo- a la manera del monarca neutro, pues "todos conocemos el aprecio y
distinción que merece esta corporación a la sociedad." Éste formaría "la tercera parte del Poder
Legislativo", constituyéndose en Cámara "de revisión", y sus miembros, por el "respeto" que
merecen, gozarán de inamovilidad absoluta.
Para dar forma a un símil de la Cámara de los Lores, o "segunda Cámara", acude a los
Cabildos seculares, que luego de 1810 desempeñan "el primer papel en las ciudades",
pudiendo integrarlo todo vecino con una fortuna relativa y "todo americano con título de duque,
marqués o conde" quien, aunque no fuera militar, sería considerado "regidor nato del cabildo",
en cualquier ciudad, donde tuviese su sede el gobierno. La "segunda Cámara" debería
"contrabalancear el poder del pueblo", esto es, la Cámara de Representantes, que podrán
integrar los ciudadanos que, entre otras condiciones, reúnan "algún fondo o propiedad."
El esbozo constitucional de Agrelo significa el mayor homenaje y la más alta
jerarquización otorgada a la corporación capitular, reconociendo su gravitación en el imaginario
colectivo78.

6. Sistema Representativo: Composición de la representación y sistema electoral


Las minorías reflexivas entienden a la Representación integrada por dos Cámaras: Alta
(Pares o Senadores) y Baja (Comunes, Diputados o Representantes). Sólo su existencia
garantiza el funcionamiento equilibrado del Poder Legislativo, pues la Cámara Alta representa el
«principio aristocrático» -aristocracia de sangre, de dinero o de mérito-, en cambio, es en la
Cámara Baja en donde tiene entrada el elemento democrático o popular 79; ella es la que define
al sistema, que así concebido aleja el peligro de la Democracia pura. Como apunta de Castro, el
Sistema Representativo logra conciliar la Democracia con el ejercicio no tumultuario de la
soberanía80.
La existencia de una Cámara rompería el equilibrio que garantiza la Cámara alta
quedando el Estado a merced de las luchas entre el Ejecutivo y el Legislativo, con el peligro
cierto de derivar en Despotismo81.
Tomás M. de Anchorena prescribía que el despotismo más peligroso es el del Poder
20
82
Legislativo ; sería nefasto huir del despotismo de uno solo y caer en el despotismo de tres o
cuatro, apunta el diputado por Corrientes, Francisco Acosta83. Cuando ello ocurre una ley
dictada hoy puede revocarse al día siguiente 84. Habiendo dos Cámaras, cualquier proposición
queda sujeta a un examen más imparcial; su existencia da mayor estabilidad a las leyes, a la
vez que amplía su respetabilidad85. Además, la existencia de una Cámara facilita la puja de
facciones y, como es natural a todo Cuerpo, resulta más fácil que una de ellas lo domine.
Respecto de la forma de representación, en estricta ortodoxia, sólo cabe que el
representante obre sin ligaduras respecto de sus representados; forma de representación
individual que se impone decididamente en el paradigma norteamericano. Nada hay allí que
suponga instrucciones en forma de mandato imperativo a los representantes, concepto
evocador de la "democracia pura o tumultuaria" («soberanía del pueblo» o de los «Pueblos»).
Declarada la "soberanía de la Nación", sólo existe una voluntad, la de ésta, que es la misma de
los que están facultados para obrar en su nombre 86. Los diputados del Congreso, al serlo de la
Nación, afirma de Castro, obran libres de instrucciones87, mientras que para su opositor ideo-
lógico, José de Ugarteche, el poder de éstos es revocable, pues la soberanía reside en los
Pueblos que no abjuraron de ella88.
El tema de si el representante es independiente o no de los representados va a
encontrarse estrechamente relacionado con la orientación unitaria o federalista de los
expositores; define los «discursos-tipo» básicos, expresión de dos concepciones ideológicas
que aparecían como irreductibles.
Lo cierto es que, tanto en el Congreso Constituyente de 1816 como en el de 1824, los
diputados acuden en calidad de embajadores de sus respectivas Provincias o Pueblos. Esta
actitud responde a razones histórico-jurídicas, ya que producida la crisis del Imperio Español,
cada entidad regional (intendencia) reasumió la soberanía y, por tanto, se consideró
independiente.
Como lo señalaran Gorriti y de Castro, existe Nación, en tanto todos comparten
básicamente una misma cultura, pero no en el sentido de unidad jurídico-político, pues no se
rigen por una misma ley y un mismo gobierno89.
Adviértase que aquellos diputados que acudieron al Congreso de 1824-1827 y
adoptaron una actitud independiente de sus representados, fueron relevados por los gobiernos
provinciales; como ocurrió con los diputados cordobeses. De igual forma, cuando el Congreso
constituyente de 1816-1820 consideró la propuesta de coronar como monarca del Río de la
Plata al Duque de Luca, el diputado Jaime Zudáñez salvó su voto expresando que no tenía
21
facultades para contrariar la voluntad de su Provincia, en favor del Gobierno Republicano,
"manifestada en las Instrucciones a sus Diputados para la Asamblea General del Estado 90."
Respecto del sistema electoral sustentado en el "ciudadano-átomo91", éste hace a la
naturaleza misma del Sistema Representativo Ortodoxo, cuya modalidad reemplaza al
sistema corporativo o estamental por el individual.
Tras la revolución norteamericana y francesa comienza a reglamentarse la forma de
elección que plasma en el «régimen censitario», acompañado de una igualdad formal de los
ciudadanos, autorizados a votar en virtud de determinados criterios de propiedad o renta 92. Se
parte del principio, luego desarrollado por Benjamín Constant, de que la igualdad tiene su límite
en la capacidad y, por tanto, un «gobierno representativo» es el gobierno de la "razón del
pueblo" y no el de la parte ciega e irreflexiva.
Interpretado el régimen electoral en estos términos, la voz «democracia» pierde su carga
semántica original para hacerse sustituto léxico de «aristocracia». De forma tal que, en términos
de ortodoxia liberal, un régimen será más representativo en la medida que el componente
aristocrático se imponga de alguna manera en ambas Cámaras. Ejemplos elocuentes son las
Constituciones de 1819 y 1826, las cuales se complementan, en la parte pertinente a la
representación, y constituyen una relevante expresión de la naturaleza del "Gobierno Mixto93."
En 1819, los redactores del «Proyecto constitucional», afirmarán que integrado el
Senado con ciudadanos distinguidos, ya por serlo de la clase militar o eclesiástica, ya por sus
riquezas y talentos, se aprovecha lo útil de la aristocracia, mientras que, reservando la Cámara
de Representantes a los ciudadanos sin fueros o comunes, se salva el carácter democrático,
evitándose a la Nación las borrascas de la "simple democracia" con su secuela de "arbitrariedad
y despotismo94", dos lexemas identificados desde el siglo XVIII.
Los autores del «Proyecto», atendiendo a aspectos sociológicos y culturales de los
Pueblos y, conociendo que en la región éstos estaban habituados a respetar ciertas clases que
poseían fueros e inmunidades, no quisieron introducir innovaciones95.
En última instancia, toda Constitución de un «Pueblo libre» es el "pacto social que
determina la forma de gobierno" de un Estado, "asegura la libertad del ciudadano y abre los
cimientos del reposo publico 96." Ella sería efímera si se desconoce la realidad social, y llevaría a
"incurrir en la temeridad de algunos legisladores" que, dejándose llevar "por sistemas
especulativos", buscan igualarlo todo desconociendo las jerarquías que hacen a la naturaleza
de las cosas y constituyen el basamento de una sociedad. De allí que se haya pensado en un
Senado que abra las puertas "a las clases y ciudadanos distinguidos". Ellos gozan de rentas
22
que influyen "sobre la clase común o laboriosa"; dependen del Poder Ejecutivo en sus ascensos
inclinándolos hacia la autoridad y, por tanto, permite "balancear y contener la popularidad de la
Cámara" de la clase común97.
El tiempo de permanencia de los senadores en el cargo requiere una solución que debe
apartarse del paradigma británico, en tanto la Cámara de los Pares se compone de nobles
temporales y espirituales cuyo cargo es hereditario, y la Constitución de 1819 daba forma al
Senado con figuras prominentes pero que no poseían grado de nobleza. Una solución
alternativa se encuentra en permitir a los senadores una permanencia más prolongada en sus
funciones (12 años), determinada por "la experiencia de sus miembros y la respetabilidad del
Cuerpo", pero no se inclinan los constituyentes por "la perpetuidad", pues ello "pone en riesgo la
parte democrática de la Constitución" y facilita el camino regresivo: "democracia, aristocracia,
oligarquía y despotismo98."
De allí que si en Estados como Gran Bretaña la existencia de un Senado perpetuo
garantiza el equilibrio del sistema político, no se podían olvidar los movimientos revolucionarios
a que dio lugar su existencia en Roma y en Creta99.
Respecto de la Constitución de 1826, al discutirse el art. 6º, inc. 6. del «Proyecto
Constitucional», que "suspendía la ciudadanía" a los "peones y jornaleros", se pregunta de
Castro: "¿Quién ha dicho que todos deben ejercer el derecho de sufragio?". Jamás podía
concedérselo a quienes eran económica y culturalmente dependientes, pues no podía
esperarse de ellos juicios políticos libres; en consecuencia sólo debía reconocerse el derecho
de sufragio a los ciudadanos susceptibles de resistir las presiones sociales o económicas y
capaces de asumir la responsabilidad pública de sus preferencias el día de la elección.
No pueden votar quienes no tienen opinión formada, encontrándose el doméstico a
sueldo en una condición cercana a la del siervo. Por ello, las constituciones "más libres" exigen
"libertad en el individuo que haya de sufragar o ejercer algún derecho comicial". Extender a
tanto la elección destruiría el Sistema Representativo100.
Se observará entonces que, para la integración de la Cámara de Represen tantes, se
hace una trasposición de términos, pues su integración busca convocar a la 'parte más sana' de
la población, convirtiendo la Cámara democrática en verdaderamente aristocrática; el modelo
quedaba a salvo, pues el "acto de votar" era de naturaleza democrática, en tanto se convocaba
al 'pueblo' más allá de que éste comprendiera sólo a acotados sectores de la "opinión pública" o
«voluntad general», sintagma este último expurgado de connotaciones roussonianas, aún en el
discurso de los federales doctrinarios101.
23
En un Sistema Representativo, interesa particularmente la composición del Poder
Legislativo, por constituir el motor que lo activa, en tanto invierte los términos de delegación de
la soberanía. Ésta, ejercida por representantes independientes en sus decisiones, reconoce
como única fuente de legitimidad política una Constitución -construcción normativa racional o
histórica-102, la cual reserva a la autoridad ejecutiva tradicional (rey) un lugar meramente
residual.
Pero, neutralizada la prototípica autoridad animadora del cuerpo social (el rey) y las
fuerzas sociales que constituían los pilares básicos de la Monarquía, le urgía al principismo
liberal impedir cualquier radicalización del sistema. Dentro de este contexto teórico, que en
Iberoamérica debía convivir con una situación atípica derivada de su proceso emancipador, las
minorías reflexivas rioplatenses advirtieron la necesidad de restringir la expresión democrática,
latitud que variaba según fuera el discurso unitario o federal.
Imperativo categórico para los unitarios era alejar aún de la Cámara Baja todo grupo
sospechado de "espartanismo103", de ideas demagógicas o despóticas, de actitudes
tumultuarias o de pura democracia, según los sintagmas en boga. En un sistema puramente
electivo, se imponía crear distintos grados de aristocracia: la «opinión publica» dominaría y,
entonces, la "plebe" (integra un campo léxico cuyo eje es «multitud»), siempre propensa a
dejarse envolver por caciques o caudillos, ya no sería motivo de preocupación.
De Castro inquiría, en relación con el contenido del «art. 6º, inc. 6»: "¿Déseme una
Constitución por libre y republicana que sea que no pida en los hombres para la calidad de
representantes un haber u oficio, que les de una renta anual? 104", acerca de lo cual, Manuel
Dorrego, vocero de la oposición, advertía que, de una elección así concebida, resultaría el
dominio de la aristocracia más terrible cual es la "aristocracia de dinero105."
De Castro había señalado la peligrosidad "de las aristocracias hereditarias monárquicas
porque se oponían a las leyes y a un sistema libre", táctica legislativa que buscaba, frente a la
oposición, justificar a la aristocracia autóctona que, por su naturaleza, era claramente una
oligarquía. La aristocracia, como opuesta "a las leyes y a un sistema libre", constituía un amplio
estereotipo léxico, referido a un Oriente difuso y a un Occidente atemporal, que excluía
automáticamente al admirable "País Libre", Gran Bretaña, cuya Cámara de Pares garantizaba la
armonía de la «balanza constitucional106.»
Pedro F. Sáenz de Cavia, atento a las palabras de de Castro, responde con un
estereotipo complementario al afirmar que la exclusión de "peones" y "domésticos" sería natural
en un "Estado monárquico absoluto107."
24
En su intento por jaquear el discurso opositor, Valentín Gómez desnuda parte del tejido
ideológico rioplatense, señalando que, al discutirse el art. 6º, inc. 6, se tuvo presente "la
situación de las provincias" y lo que siempre había sido en ellas costumbre, razón por la cual se
eludió cualquier forma de "elección absolutamente popular y directa 108."

7. Sistema Representativo: Caracterización.


A través del recorrido realizado pudimos comprobar los desplazamientos discursivos
producida la quiebra de la unidad nacional en la batalla de Cepeda. Se advierte entonces que,
sobre todo los sectores enrolados en la República consolidada en unidad de régimen, insistirán
en la caracterización de un paradigma que estiman la Provincia de Buenos Aires ha comenzado
a implementar a partir del año '20; modelo que deberán imitar las demás provincias 109 en la
medida que quieran avanzar por el camino de la civilización, dejando atrás la barbarie
inveterada. Tal el meollo del discurso unitario, por otra parte, el doctrinariamente más rico.
Un enfoque conceptualizante de la historiografía resulta el intento de alejarla de una
visión meramente impresionista, procediendo para ello a forjar conceptos. Como este ensayo es
fundamentalmente el de ese intento conceptualizador aplicado a una determinada categoría
político-institucional, quiere este acápite final aparecer como una suerte de síntesis de la labor
decodificadora, compendiando en cuatro grandes ejes los caracteres con que las minorías
reflexivas rioplatenses se re-presentan al Sistema Representativo.

7.1. Sistema electivo y Asambleas Representativas del pueblo.


El nuevo concepto de Asambleas Representativas es el motor del Sistema
Representativo, en tanto el régimen de corporaciones -luego de 1820, tanto para el sector
denominado «unitario» como para el «federal doctrinario» y, a la luz del Senado corporativo
contemplado por la Constitución de 1819-, se convertirá en objeto de agrias críticas. Las
corporaciones aparecerán como eje de un campo léxico identificado con las "épocas de
confusión y de error, ligadas a prestigios y autoridades falsas110." El Sistema Representativo era
el fruto de la 'razón', de allí que hablar de una nación que se decidiera por el funciona miento de
las Asambleas de Representantes era hacerlo de un pueblo dotado de "Gobierno libre 111". Éste
fue uno de los sintagmas más difundidos para hablar de Gobierno representativo, pero su
campo léxico lo integran otros como: "Gobierno regular", "Gobierno constituido112", Gobierno de
"Instituciones libres113", "Gobierno racional y moderado 114, propio de "un País libre", como así
llama El Argos a Buenos Aires115.
25
El discurso subraya las virtudes de la República clásica 116 y las trasvasa a la naturaleza
del Sistema representativo y al carácter electivo que lo define 117. De no mediar mención
explícita de la modalidad gubernativa, la voz República debe entenderse como sinónimo de
Sistema Representativo118.
En otras palabras, con una u otra denominación se apunta al único gobierno donde
impera la ley119; es el sistema de la ley. De allí que ya no importe cuál sea el modo de
organización del gobierno120.
Para la concepción liberal racionalista, la legitimidad de la ley estará dada por el órgano
del cual emana -las Asambleas legislativas-, por las "formalidades externas", por su "carácter
coactivo", aun cuando dicha legislación resulte contraria a los intereses generales. Esta
expresión del sistema electivo, traducida en la voz de los legisladores, fue el canal por medio del
cual la ley adquirió el carácter omnipotente al que se refiere una figura reverencial en el ámbito
rioplatense: Lázaro Carnot. Puede afirmarse que, la voluntad del legislador se impondrá "en
detrimento de la labor creadora del jurista, de la costumbre y de las aspiraciones de la comuni -
dad121."
Concebido en su forma ortodoxa, el Sistema Representativo verá en las tradiciones de
los pueblos rémoras que será necesario remover lentamente para que se imponga la luz de la
razón. Para instaurarlo, habrá que "desarraigar hábitos perniciosos" y enfrentarse "con pasiones
encarnizadas122." Como lo explican Bernardino Rivadavia y Manuel J. García, será necesario
arrancar "antiguos cimientos123."

7.2. Gobierno Mixto: La balanza constitucional.


El «discurso-tipo» conceptualiza la división del poder como el pivote de la forma de
gobierno representativo, lo que supone la independencia de las ramas del poder, pero también
su interrelación y el contrapeso necesario 124.
Por su complejo entramado, el Sistema representativo sólo podrá imponerse
efectivamente en épocas de madurez política 125 pues, como ocurre con toda ciencia, se
perfecciona con la "experiencia y la meditación 126."
Referir al deslinde de poderes, afirma Vicente Pazos Silva, es hacerlo de poten cias
secundarias, pues las potencias primarias con que se construye también el gobierno
representativo, no son otras que las formas puras de la taxonomía aristotélica. "Potencias
primarias" y "secundarias" conforman el llamado Gobierno mixto, sobre cuya estructura se
levanta la categoría Sistema Representativo, pero los verdaderos poderes (Potencias primarias)
26
de que se habla en la"Constitución inglesa" son el "Rey", la "Nobleza" y el "Pueblo"; ellos
constituyen "las bases o matriz de que parte su gallardía original, su consistencia, su
majestad127."
Como apunta el deán Funes, en América el Gobierno es mixto, pues "su organización
social algo tiene de democracia [...], de aristocracia electiva [y] de Monarquía
128
Constitucional". En el «Manifiesto» explicativo de la Constitución de 1819, señala que ésta
adoptaba la forma "mixta" de gobierno, elucidando -que -como lo haría la Comisión
constituyente en relación con el texto de 1826- tal constitución era "un estatuto" que se
acercaba "a la perfección", pues no era "ni la democracia fogosa de Atenas [...], ni la aristocra -
cia patricia de Roma, ni el gobierno absoluto de Rusia, ni el despotismo de la Turquía, ni la
federación complicada de algunos estados129."
Según afirma Carnot, Monarquía Constitucional y República equilibrada tienen "muchos
puntos" comunes 130: "¿Acaso hay contrariedad en ellas?", sostiene Funes quien, siguiendo a
"Desttut de Tracy", señala que resulta impropio emplear "la clasificación de republicano [...]
para indicar oposición con la de monárquico131." Para El Argos, los elementos que conforman
el Gobierno mixto lo identifican con el gobierno de Pueblos soberanos 132, y resulta toda una
definición de "las instituciones del siglo a que pertenecemos133."
Entendido el Gobierno Mixto como régimen de equilibrio de fuerzas antagónicas, éste se
daría entre las potencias primeras, pero además y, por su dependencia de éstas, entre los
poderes ejecutivo y legislativo. El equilibrio se identifica con la imagen de la "balanza constitu-
cional", que ofrece dos interpretaciones en relación con la entidad encargada de constituirse en
fiel de la 'balanza'.
Partiendo del paradigma británico se observará que, mientras para algunos sectores de
las minorías el fiel de la balanza constitucional estaría dado por la Cámara de senadores -la
Nobleza según la teoría de Montesquieu-, y así lo refleja tanto la Constitución de 1819 como la
de 1826; para otros, el equilibrio surgiría del balanceo entre dos poderes fuertes: el Ejecutivo y
el Legislativo.
El «discurso-tipo» de los constituyentes de 1819 y de aquellos que en 1826 eran
partidarios de un régimen consolidado, coincidía en afirmar que sólo "el Senado" lograría
impedir el choque entre "dos fuerzas que tienen una dirección encontrada": el Poder Ejecutivo y
la Cámara de Representantes, pues permitiría "equilibrar" su potencia 134. El Senado debe ser
un cuerpo mediador entre el "poder armado" -ejecutivo- y "el poder popular" -Cámara de
Representantes-135.
27
En 1820, los redactores de La Estrella del Sud ofrecen otra interpretación de la
'balanza constitucional'. De sus reflexiones surge que la forma de gobierno representativa
requerirá de elementos niveladores diversos, de acuerdo con la modalidad gubernativa
adoptada. Consideran que constituyó un error de los congresales haber hecho del Senado el fiel
de la balanza constitucional, pues éste sólo puede ser apropiado para los "Estados de Europa",
donde existe un fiel natural, "los nobles", que ponen en equilibrio a "masas de distinto peso:
pueblo por una parte; hombres de sangre real [...] de la otra". Sostienen los redactores que
jamás podría implementarse en el Plata esa "concepción sublime de la política moderna", que
se da en la Monarquía Constitucional, pues en ella el Senado puede contrabalancear, al gozar
del prestigio que le dieron los siglos, lo cual falta "en los pueblos nuestros" donde no existen
distinciones tan marcadas136.
El Censor, parafraseando a John Adams, alude a la solución más adecuada a un
Estado representativo bajo la modalidad de República. Adams reflexionará sobre el «Gobierno
Mixto» a la luz de la Constitución de 1787, con la finalidad de obtener un amplio protagonismo
del Ejecutivo. Construirá su discurso refiriendo a las luchas entre "facciones aristocráticas y
democráticas" en las pólis griegas, afirmando que tal situación pudo darse en tanto ningún
"partido pensó en adoptar una balanza constitucional, creando un ejecutivo con igual poder para
[contrabalancearlas]". La balanza constitucional debería conformarse con dos platillos de igual
peso: Poder Ejecutivo y Legislativo, pues sólo el mutuo equilibrio permite la armonía política137.
Los criterios divergentes respecto del mecanismo de la «balanza constitucional», se
relacionan con la incidencia que dentro del Sistema Representativo se otorga al Poder
Legislativo. En la región rioplatense, los voceros más ortodoxos del liberalismo, consideran que
la realidad hispano-criolla sólo permite privilegiar la fuerza del Legislativo mediando la ausencia
de oposición en las Cámaras 138. Como parten del supuesto de que el Poder Legislativo sabrá
interpretar fielmente las intenciones del Ejecutivo, éste aparecerá como aplicado ejecutor de la
obra legislativa que, en último término, será la suya.
El esquema planteado por Adams, no obstante, también encontrará cabida, en este
sector, como lo demuestran los editoriales de El Correo de las Provincias.139 Entre quienes
abogan por el sistema de administración federal se privilegia, sin ambages, la fuerza del
Ejecutivo, de allí la admiración por el modelo bolivariano140.
En lo que no existe divergencia es en la necesidad de que el Poder Legislativo se
componga de dos Cámaras, conciliando el «principio democrático» de la Cámara de
Representantes con el «principio aristocrático» de la Cámara de Senadores141. Es este
28
equilibrio el que decide el carácter que adoptan las leyes sancionadas por el Congreso de
Estados Unidos: sabias, libres, morales y filantrópicas142; armonía, por otra parte, posible, en
tanto existen "reputaciones patricias143."

7.3. Opinión pública y publicidad de los actos de gobierno.


En el «Manifiesto con que debe acompañarse a los Pueblos la Constitución de 1826»,
se caracteriza al Sistema Representativo afirmando: "Es libre y feliz un gobierno que deriva sus
poderes de la voluntad del pueblo [...] y que respeta inviolablemente los derechos del
hombre144." Será su lema, como afirma el deán Funes, "trabajar todo para el pueblo, pero nada
por el pueblo145" y, tal logro ocurre, acota Sáenz de Cavia, porque las "formas mixtas" sustentan
el Sistema Representativo por "la delegación de los poderes públicos [...] sin los inconve nientes
que [...] perturbaron la tranquilidad de las Repúblicas antiguas146."
De allí que el Sistema Representativo requiera de la opinión pública virtudes eminentes,
pues en ella descansa la elección de los magistrados 147; un Sistema al que siempre se
opondrán aquellos que no quieran abandonar la educación anterior o, lo que es lo mismo, los
déspotas148.
Sáenz de Cavia apunta que es ley del Sistema Representativo el "querer común y la
opinión general149", para señalar en otro momento, en relación con la República Representativa
Federal, que se encuentra legitimada por la "opinión y voluntad general 150", sintagmas
convertidos en sinónimos, dentro del nuevo marco ideológico, pues ahora hablar de «voluntad
general» es hacerlo de «razón del pueblo», quedando conjurado el fantasma de la Democracia
pura.
"El Sistema Representativo" se adoptó como "medio" para que "se manifieste la voluntad
general", evitando así el "acto tumultuoso", afirma Manuel Dorrego 151 pues, "en los sistemas
representativos la excelencia de las leyes [es] el resultado de la opinión pública; expresión de la
voluntad general", acota Juan I. de Gorriti152.
¿Quiénes constituyen la opinión pública?. Llamada genéricamente "pueblo" o "parte
sana y útil153" -Daunou la identifica con "Nación 154"-, refiere a «aristocracia», reducida, en los
países cuya forma representativa no adopta la modalidad monárquico constitucional, a serlo
solamente de mérito.155 La integran hombres de letras, empleados, capitalistas, artistas,
hombres industriosos156. Conforma la "moral pública", y es resultado "de los escritos, de las
Instituciones, de la Civilización. Propia de las naciones cultas de Europa 157."
29
Frente a la "opinión pública" o «razón del pueblo», encontramos la "multitud158", eje de
un campo léxico integrado por: "votos ciegos 159", "bajo pueblo160", "plebe161", "multitud
imbécil162."
En este sentido, Manuel A. de Castro, al referir al sistema electoral, explica quiénes
deben quedar excluidos, pues "por democrático que sea el gobierno republicano, nunca puede
comprender a aquellos que no tienen todavía una voluntad bastante ilustrada por la razón, o
que tienen una voluntad sometida a la voluntad de otros 163." En fin, en el Sistema
Representativo no hay lugar para la «voluntad colectiva», caprichosa, irracional; para los "votos
ciegos", como apuntaba El Nacional. De allí que la opinión pública deba proponer reformas en
orden a la libertad, justicia y razón. Ella, la 'razón', determinará el grado de libertad164.
La forma de gobierno representativa, como gobierno racional, requiere de la
"publicidad"de los actos del Poder Ejecutivo, la cual reemplaza al juicio de residencia,
característica de un Gobierno despótico 165. La publicidad es "el principio vital de todo Sistema
Representativo166" pues ilustra a la opinión pública sobre la lealtad de sus representantes 167.

7.4. El principio de virtud y la amplitud de su micro-campo léxico.


El Sistema Representativo, en tanto de naturaleza republicana, absorbe las virtudes
cívicas que tradicionalmente se consideraban inseparables de las Repúblicas de Esparta, de
Atenas y de Roma, a saber, el "amor a la Patria, desinterés, sobriedad, firmeza, valor, heroici-
dad."
En este sentido, Lázaro Carnot sostiene que, para que fructifique el Sistema
Representativo debe imponerse "el amor a la patria", siendo necesario para ello crear el
"espíritu nacional". Camilo Henríquez, que parafrasea a Carnot, endereza su discurso hacia la
realidad rioplatense y, después de resaltar el desapego que observa entre quienes lo rodean
respecto de la "salud y gloria del país", afirma que "si no fuese por el testimonio de la historia de
los pueblos antiguos, y si no viésemos que existe en alto grado en algunas naciones vecinas
[Estados Unidos] tal vez no se creería la posibilidad de la existencia del amor a la patria."
A la hora de citar arquetipos de hombres virtuosos, se impone un «discurso-tipo» en el
que conviven dentro los prohombres norteamericanos y los de la Edad clásica. La Gaceta de
Buenos Aires unirá por su "virtud" -sinónimo de "resolución", "pureza", "amor a la Patria",
"nobleza de sentimientos", "desinterés"- "los nombres de [...] Bruto, [y] Catón" a los de "Franklin
y Washington."
A estas referencias en que abundan las alocuciones de la época, se incorporarán otras
30
que, nacidas de la fragua burguesa, ocuparán un lugar relevante junto a las prestigiosas
virtudes de la Antigüedad greco-latina. En última instancia, los supuestos de las antiguas
Repúblicas son también los de los gobiernos libres o representativos, y persiguen contener la
anarquía, así como toda propensión al Despotismo.
La virtud representativa-republicana se opone a la "ignorancia" en cualquiera de sus
manifestaciones, de allí que un País libre no puede ser compatible con la existencia de
privilegios exclusivos, como los de la vieja aristocracia de sangre o de cualquier otro fuer o. La
moral y libertad republicanas se oponen a los despotismos, sobre todo, explica El Centinela
-saludando la reforma rivadaviana-, al del clero. "Mérito" y "aptitu d" se incorporan al micro-campo
léxico de la virtud; aunque todavía están muy cerca de su primer significado, pudiendo incluso
considerarse adjetivos de la virtud por excelencia: el amor a la patria.
Pero el micro-campo se amplía notoriamente cuando incorpora el referente de la ética
capitalista y su consecuente criterio de racionalismo utilitario.
En términos benthanianos, lo bueno y lo útil se hacen sinónimos. De allí entonces que
hablar de "felicidad" y de "moral" será hacerlo de bienes producto del espíritu del siglo liberal e
ilustrado.
El esfuerzo económico, el espíritu industrioso, el progreso, tanto en la agricultura como
en la industria, serán pilares fundamentales del nuevo concepto de «dignidad moral»,
inseparable y sólo compatible con el Sistema Representativo. Dentro de esa nueva ética, todo lo
que no se identifique con el "progreso", se considera fuera del campo de la virtud.
El Utilitarismo decreta la autonomía definitiva de lo económico, cediendo lo político la
primacía al factor económico, de allí que, la civilización de un pueblo se mida por la
disponibilidad de crédito. El Nacional sostiene que es fundamental para el Sistema Representa-
tivo el orden de la Hacienda pública y el establecimiento de un adecuado sistema de crédito .
Igualmente, en el Río de la Plata, por obra de su impronta cultural y de la singular coyuntura
histórica, los supuestos últimos del Utilitarismo quedarán acotados.
El Sistema Representativo constituye el gobierno de la "buena causa", de la "verdad ", el
único donde puede imperar "la razón y la justicia ", como lo demuestra Gran Bretaña, "modelo de
las costumbres, leyes y libertad." Crea el "espíritu público", por medio del cual se fija la
estabilidad del gobierno y se incorpora el debate . En otras palabras, la adopción de esta forma
de gobierno significa el triunfo de los principios de "orden" y de "unió n."
La libertad política y civil, la seguridad, la libertad de prensa como garantía de todas las
otras, y el progreso de la ilustración -cuyo principio básico persigue difundir la educación
primaria-, la "paz" y "felicidad", conforman otro haz de virtudes que definen el campo léxico del
31
Sistema Representativo.
Por tanto, todo gobierno no representativo será un régimen de errores, contrastante con
el régimen de razón que aglutina instituciones benéficas protectoras del comercio, las letras y la
industria, tal como se observa en Buenos Aires.

Consideración final.
Fue este un intento de avanzar sobre el examen de un determinado objeto de estudio
desde una perspectiva que persigue señalar las interesantes posibilidades que el método
conceptualizante, aplicado al análisis del discurso histórico, ofrece, en función de la relectura de
muchas páginas de la historia político-institucional argentina.
Lo afirmado de manera alguna debe interpretarse en el sentido de que el método
conceptualizante apresa la realidad tal cual fue en una determinada coyuntura histórica. Tal
afirmación sería falaz doblemente; primero porque el lenguaje no capta la realidad tal cual es,
no está moldeado sobre ella, sino que es "el molde en que la realidad, como significativa, se da
primero". Por tanto, la re-presenta ción que las minorías reflexivas hacen de su realidad, es
inseparable de su mundo de pensamiento y de conocimientos, y el discurso que nos ofrecen es,
en términos hegelianos, una «actualización» de su cultura. Por otra parte, conceptualizar, implica
apartarse de la seducción generalizante, pero de manera alguna supone pretender eliminar la
subjetividad interpretativa, pues partir de tal supuesto quitaría rigor científico al quehacer
historiográfico.
Quiso este Ensayo demostrar la importancia de la Lingüística en función del análisis del
discurso histórico; cómo un análisis semántico del discurso político -analizando los hilos de la
trama- permite acceder a una interpretación menos lineal de los planteamientos doctrinarios de
las minorías reflexivas de la época.
* El presente Ensayo resulta de la selección y adaptación de un tema abordado en
la tesis doctoral titulada «El dilema Monarquía-República (1816-1827). Una interpretación desde
el análisis del discurso», que fuera dirigida por el Prof. Dr. Víctor Tau Anzoátegui, presentada y
aprobada, durante el año 1994, en la Facultad de Historia y Letras de la Universidad del
Salvador (Buenos Aires).
¡Error!Marcador no definido.
La Tesis constituyó una aproximación al examen del léxico político de las élites
rioplatenses, específicamente relacionado con el tema de la forma de gobierno, por resultar éste
de singular relevancia ante la instancia decisiva de conformar en el Río de la Plata una
estructura estatal independiente de la Monarquía hispánica.
¡Error!Marcador no definido.
NOTAS
.. Anazildo Vasconcelos da Silva, Semiotizaçao literária do discurso, Rio de Janeiro, Elo Ed., 1984,
10.
.. Dominique Maingueneau, Introducción a los métodos de análisis del discurso, Buenos Aires, Hachett
1980, p. 16.
.. Michel Foucault, Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas, Buenos Aire
Siglo XXI, 1968, p. 38.
.. Cf. Paul Veyne, «La historia conceptualizante», en Jacques Le Goff y Pierre Nora, dir., Hacer
Historia, Barcelona, Laia, 1978, v.I, pp. 75-91; Beatriz R. Lavandera, Curso de Lingüística para
análisis del discurso, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1990, pp. 12-15, 25-27, 33 y 48.
.. Giovanni Sartori, Teoría de la democracia. 1. El debate contemporáneo. 2. Los problemas clásico
Buenos Aires, REI, 1990. 2 t.. T.II, p. 328 y 331.
.. Gastón Bachelard, La formación del espíritu científico. Contribución a un psicoanálisis d
conocimiento objetivo (1948), Buenos Aires, Siglo XXI, 1972, p. 142 y 19.
.. Cf. sobre "signo", "significado" y "significante": Ferdinand de Saussure, Curso de lingüísti
general, ap. José Sazbón, comp., Saussure y los fundamentos de la lingüística, Buenos Aires, Centro Edit
de América Latina (Biblioteca Total. Los fundamentos de las ciencias del hombre, nº 4), 1977, pp. 85-s..
.. Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales, Madrid, Aguilar, 1974. 11 v.; s.v
representación, v. IX, pp. 305-s..
.. Cf. Enciclopedia Internacional..., s.v., representación, v. IX, p. 306.
sobre los republicanos ingleses del siglo XVII: George H. Sabine, Historia de la teoría política, Madri
ura Económica, 1976, p. 378 y Enciclopedia Internacional..., v. IX, p. 306.
.. Enciclopedia Internacional..., s.v., representación, v. IX, p. 306.
.. Enciclopedia Internacional..., s.v., representación, v. IX, p. 306.
.. Cf. John Locke, Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil, Buenos Aires, Ágora, (Colecc. Hombres
Problemas nº 24), 1959, c. VII -"De la Sociedad política o civil"-, pp. 82-s.. G. H. Sabine, ib., pp. 39
398; M. Duverger, Instituciones políticas y Derechos Constitucional, Barcelona, Ariel, 1984, p. 53. C
sobre el concepto de 'Estado mínimo' o "El Estado como mal necesario": Norberto Bobbio, Estado, Gobiern
Sociedad. Contribución a una teoría general de la política, Barcelona, Plaza & Janes, 1987, pp. 144-147.
.. «Desttut de Tracy, Comentario sobre 'El Espíritu de las leyes'», El Argos de Buenos Aires (182
1825). Reimpresión facsimilar. Semanario de Buenos Aires. Buenos Aires, Academia Nacional de la Histori
1942. 5 v.,nº 40, 17 de mayo de 1823, v. III, p. 164.
.. M. García Pelayo, Derecho Constitucional Comparado, Madrid, Alianza, 1984, p. 144.
.. Enciclopedia Internacional..., s.v., representación, t. IX, p. 306.
.. Cf. sobre la Representación corporativa en Francia: "Extracto del proceso verbal de la nobleza an
los Estados de 1614 (p. 113), el martes 25 de noviembre:" "Y habiendo obtenido audiencia, el señor
Senecey [...] -Presidente del orden de la Nobleza- habló [...] al rey", en Emmanuel Siéyes, Ensayo sob
los privilegios. Prólogo de M. Lorente Sariñena y L. Vázquez Jiménez. Madrid, Alianza, 1989, pp. 76-79. C
para aspectos teóricos: N. Bobbio, ib., pp. 130-s..
.. E. Siéyes, ¿Qué es el Tercer Estado?. Prólogo de M. Lorente Sariñena y L. Vázquez Jiménez. Madri
Alianza, 1989, p. 156. Cf. M. Lorente Sariñena y L. Vázquez Jiménez, «Prólogo», p. 29.
.. Cf. M. Duverger, op. cit.,p. 75. Sobre el sufragio censitario: M. Lorente Sariñena y L. Vázqu
Jiménez, ib., 106 y 154; M. Duverger, ib., p. 51. Cf. para consideraciones sobre el sufragio en relaci
con El Federalista: David F. Epstein, La teoría política de "El Federalista", Buenos Aires, Grupo Edit
Latinoamericano (Colecc. Estudios Políticos y Sociales), 1987, pp. 39-45; J. B. Alberdi, Fragmen
preliminar al estudio del Derecho, Buenos Aires, Biblos, 1984, pp. 255-257 y nota 89.
.. M. Duverger, ib., p. 76.
.. Edmund Burke, «Discurso a los electores de Bristol», en E. Burke, Textos políticos, México, Fondo
Cultura Económica, 1942, pp. 312-314.
Pedro F. Sáenz de Cavia, en las páginas del periódico El Tribuno, transcribe parte del Discurso
ica. Cuerpos constituyentes", El Tribuno (1826-1827). Semanario de Buenos Aires. Imprenta de Jones y Cía
cional (Buenos Aires). Hemeroteca. Sala de Reservados. 2 v.; nº 27, 24/7/1827, v. II, pp. 399-s.. Cf. pa
icos: Enciclopedia Internacional..., v. IX, p. 314.
.. Cf. Alejandro Hamilton-Santiago Madison y Juan Jay, El Federalista (1787-1788). México, Fondo
Cultura Económica (Secc. de Obras de Política y Derecho), 1943; nº 10, 23/11/1787 y nº 14, 30/11/1787, p
38-41 y p. 53. Cf. un comentario sobre el tema en: N. Bobbio, op. cit., p. 169. La expresión "Democrac
representativa" como antónimo de "Democracia Absoluta" no es habitual en los textos de teóricos polític
de la época. La hemos encontrado empleada en la obra de Condorcet: «Cartas de un burgués de Nuevo Hampshi
a un ciudadano de Virginia sobre la utilidad de dividir el Poder Legislativo entre varios cuerpos» (1787
en Condorcet, Influencia de la Revolución de América sobre Europa, Buenos Aires, Elevación, 1945, p. 201.
.. Benjamín Constant, Curso de política constitucional. Prólogo de Marcial A. López. Madrid, Imprenta
la Compañía, 1820. 2 v.. V. I, pp. 41-44.
.. "Los individuos, dice Rousseau, enajenados enteramente en beneficio del cuerpo social no pueden ten
otra voluntad que la general; y obedeciéndola no hacen otra cosa sino obedecerse a sí mismos: por cu
razón son tanto más libres cuanto que ellos lo hacen más implícitamente. Tales hemos visto aparecer
todas las épocas de la historia las consecuencias de este sistema; pero ellas se han desplegado en
horrible latitud muchas veces, y singularmente en medio de la revolución pasada, causando a los principi
consagrados multitud de heridas poco fáciles de curar, las cuales han sido más profundas cuanto más popul
ha querido ser el gobierno que se daba a la Francia." (B. Constant, op. cit., v. I, c. I, pp. 51-s.).
.. B. Constant, ib., v. I, cap. I, p. 2 y 19.
.. Cf. sobre el sufragio censitario M. Duverger, Instituciones..., p. 76. También las Constitucion
francesas de 1791 y 1795, en Michel Péronnet, Vocabulario básico de la Revolución francesa, Barcelon
Crítica (Estudios y Ensayos nº 140), 1985, s.v., constituciones.
La Constitución de Cádiz no se aparta en este punto del texto francés de 1791, y se refiere a l
en el sufragio en el art. 25, cuando deja en suspenso la ciudadanía. Dice así: "2. Por el estado de deud
e deudor de los caudales públicos; 3. Por el estado de sirviente doméstico; 4. Por no tener empleo, ofic
vir conocido." (D. J. C., «Catecismo Político. Arreglado a la Constitución de la Monarquía española: Pa
el pueblo, instrucción de la juventud, y uso de las escuelas de primeras letras». Cádiz, Imprenta de Lem
esión facsimilar, en Catecismos políticos españoles arreglados a las constituciones del siglo XIX, Madri
Madrid, Consejería de Cultura, 1989, p. 113). Cf. «Diccionario Provisional de la Constitución Política
Española. Compuesto por un amante de ella.» Madrid, Imprenta calle de Bordadores, 1820, s.v., ciudada
dadano, en op. cit., p. 217.
A las limitaciones a la ciudadanía se refiere el Reglamento Provisorio sancionado por el Congreso
as Unidas el 3 de diciembre de 1817 en la Secc. I, c. V ("De los modos de perderse la ciudadanía") q
sus artículos I y II contenidos casi idénticos a los del artículo 25 de la Constitución de Cádiz. (Cf.
n Documentos relativos a la publicación del Registro Nacional de 1810 a 1870 inclusive, Buenos Aire
onal de la República Argentina, 1879-1884. 6 t.. T. I, p. 442). En esta materia, el Reglamento transcri
inente del Estatuto de 1815 (Secc. I, c. V). Cf. E. Ravignani, comp., Asambleas Constituyentes Argentina
, Peuser, 1939. 6. v.. V. VI -2da. parte-, pp. 639-s.. Iguales limitaciones a la ciudadanía se leen en
sancionada en 1826: Secc. II, art. 6O (E. Ravignani, comp., ib., v. III, pp. 1192-s.).
En relación con la superación de la connotación roussoniana de la voz 'democracia', adviértase que,
t no puede menos que hacer mención de Rousseau al abordar un tema que se vincula con el concepto
soberanía popular, dada la influencia intelectual del autor en el siglo XVIII, lo hace, sin embargo, pa
sconsideración en que ha caído. "Estoy lejos de unirme a los detractores de Rousseau, muy numerosos en l
s presentes." (B. Constant, op. cit., v. I, c. I, p. 7).
.. Cf. sobre la diferencia entre 'pueblo' y 'vulgo': H. T. Dickinson, Libertad y propiedad. Ideolog
política británica del siglo XVIII. Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1981, p. 299.
«Diccionario Provisional de la Constitución política de la Monarquía española», publicado en Madrid
1820, presenta tres acepciones de la voz 'vecino', definiendo una de ellas así: "El que tiene casa y hog
en un pueblo, y contribuye en él por repartimiento o carga, aunque no tenga residencia continua" (p. 229)
27
.. Aspectos teóricos pueden consultarse en: Segundo V. Linares Quintana,
Tratado de la Ciencia del Derecho Constitucional argentino y comparado, Buenos
Aires, Alfa, 1956. 8 v.. V. VI, pp. 167-171; Enciclopedia Internacional...,
s.v., representación; M Duverger, Instituciones políticas..., pp. 124-156 y 216-
256.
Refiere al tema el canónigo A. Sáenz en su curso sobre Derecho Natural y de
Gentes: Instituciones elementales sobre el Derecho Natural y de Gentes. Curso
dictado en la Universidad de Buenos Aires en los años 1822-1823, Buenos Aires,
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Instituto de Historia del Derecho
Argentino (Colecc. de Textos y Documentos para la Historia del Derecho
Argentino), 1939, pp. 157-161.
El sintagma «Gobierno Parlamentario» lo encontramos en El Censor (1815-1819).
Reimpresión facsimilar. Semanario de Buenos Aires, en Biblioteca de Mayo, Buenos
Aires, Senado de la Nación, 1960-1963. 20 t.. Nº. 81, 3/4/1817; nº 91,
12/6/1817; nº 93, 26/6/1817, t. VIII, p. 7032, 7096, 7107.
28
.. Empleamos la expresión "CAMPO LÉXICO" y, su equivalente en el plano del
contenido, "CAMPO SEMÁNTICO", como sinónimos, para referir a lexemas y
sintagmas que, por pertenecer a un mismo campo, se encuentran relaciona-
dos e integrados "dentro de un sistema lingüístico." (John Lyons, Semántica, B-
arcelona, Teide, 1980, p. 252)
Cada "CAMPO LÉXICO" lo entendemos integrado por uno o más lexemas o sintagmas
que actúan como "eje". (Cf. Patricia Vallejos de Llobet, El léxico intelectual
en el español bonaerense de principios del siglo XIX, Bahía Blanca, Universidad
Nacional del Sur, Departamento de Humanidades, 1990, pp. 15-s.).
29
.. Mariano Moreno, al introducir en su obra el tema institucional, lo hace
señalando las ventajas de "la división de los poderes [como] freno para contener
al magistrado en sus deberes". Exalta el modelo británico como "único que
presentan los tiempos modernos a los pueblos que desean ser libres." Apunta más
adelante: "Equilíbrense los poderes, y se mantendrá la pureza de la
administración." («Sobre la misión del Congreso convocado en virtud de la
resolución plebiscitaria del 25 de mayo», en M. Moreno, Escritos políticos y
económicos, Buenos Aires, "La Cultura Argentina", 1915, pp. 277-s.).
Cf. Carlos E. Colautti, Proyectos constitucionales patrios, 1811-1826, Buenos Aires, Edicion
urales Argentinas, 1983, pp. 11-120.
Desttut de Tracy pondera la iniciativa político-institucional encarada por Rivadavia, preguntándos
ándo seguirán, los gobiernos de este lado del Atlántico, vuestro bello y sabio ejemplo?" (Carta de Destt
racy a Bernardino Rivadavia, París, 20 de septiembre de 1823, en R. Piccirilli, Rivadavia y su tiemp
os Aires, Peuser, 1960. 3 v.. V. II, p. 456).
"Los nuevos gobiernos [...] dependen del capricho de tres o cuatro jefes militares a los que c
adación tienen que contemplar y adular." (Carta de San Martín a Guido, París, 1 de febrero de 1834,
mentos del Archivo de San Martín, Buenos Aires, Coni, 1912. 12 v.. V. VI, p. 568). Cf. José A. de
te Candamo, San Martín y el Perú, planteamiento doctrinario, Lima, Lumen, 1948, pp. 197-202.
e la evolución del pensamiento político de San Martín: M. B. Somoza, "La política argentina en
acismo de San Martín", en Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, Buen
s, Theoría, nº 23, 1963, pp. 310-322.
también sobre la militarización de la sociedad rioplatense: Tulio Halperín Donghi, "Militarizaci
lucionaria en Buenos Aires, 1806-1815", en T. Halperín Donghi, El ocaso del orden colonial
anoamérica, Buenos Aires, Siglo XXI, pp. 123-158.
33
.. "Revoluciones. Correspondencia. Uniformidad de opinión [...]", El
Centinela (1822-1823). Reimpresión facsimilar. Semanario de Buenos Aires, en
Biblioteca de Mayo, nº 68, 9/11/1823, t. IX -2da. parte-, p. 8976.
El Nacional (1824-1826). Reimpresión facsimilar. Semanario de Buenos Aires, en Biblioteca de Mayo,
31/3/1825, t. X, p. 9456.
El Nacional, nº 10, 24/2/1825, t. X, p. 9391.
también sobre las ventajas del Estado Representativo, El Correo de las Provincias (1822-1823). Reimpresi
imilar. Semanario de Buenos Aires, en Biblioteca de Mayo, nº 16, 3/4/1823, t. X, p. 9265.
e el lexema «República» como sinónimo de Estado representativo: El Centinela, nº 12, 13/10/1822, t.
. parte-, p. 8098.
e las ventajas del sufragio censitario para afianzar el Estado Representativo: El Centinela, nº 2
2/1822, t. IX -1ra. parte-,p. 8244; El Nacional, nº 13, 17/3/1825, t. X; pp. 9440-9442.
as sesiones del Congreso General Constituyente de 1824-1827, particularmente los diputados unitario
sieron sobre los atributos del Sistema Representativo. Así, por ejemplo, el diputado M. A. de Castro
, entre otras, en la "Sesión 41" del 9/6/1825 y "Sesión 23", del 3/3/1826 (E. Ravignani, comp., op. cit
I, pp. 18-22 y 984). De igual forma, Juan I. de Gorriti, en "Sesión del 23/1/1826" y "Sesión del 3/3/182
cit., v. II, p. 485 y 856).
36
.. "Sesión 42 del 11/6/1825", en E. Ravignani, comp., ib., v. II, p. 30.
El Nacional, nº 3, 6/1/1825, t. X, p. 9318.
38
.. Pedro C. F. Daunou, Ensayo sobre las garantías individuales (1818).
Traducción del francés con «Notas» explicativas y aclaratorias por el Dr. D.
Gregorio Funes (1822). Buenos Aires, Imprenta de la Universidad, 1941, p. 110 y
120.
39
.. Cf. El Nacional, nº 9, 17/2/1825, t. X, p. 9386.
"Tercer Legislatura", El Centinela, nº 42, 11/5/1823, t. IX -2da. parte-, p. 8598.
41
.. "Sesión del 14/7/1826", en E. Ravignani, comp., ib., v. III, p. 215.
Vicente Pazos Silva -redactor del periódico La Crónica Argentina (1816-1817)- al
hablar de los "inventos institucionales" desde la época de Licurgo, se expide en
idénticos términos. Reimpresión facsimilar. Semanario de Buenos Aires, en
Biblioteca de Mayo, nº. 31, 14/12/1816, t. VII, pp. 6412-s..
42
.. "Observaciones al nº 74 del diario brasilense", El Argos, nº 42, 24/5/
1823, v. III, p. 172.
43
.. "Sesión del 14/7/1826", en E. Ravignani, comp., ib., v. III, p. 215.
44
.. "Sesión Secreta del [...] 12/11/1819", en E. Ravignani, ib., v. I, p.
577.
45
.. El Centinela, nº 51, 13/7/1823, t. IX -2da. parte-, p. 8718.
46
.. "Sesión 25 del 14/4/1825", en E. Ravignani, comp., ib., v. I, p. 1247.
"Sesión 41 del 9/6/1825", en E. Ravignani, comp., ib., v. II, p. 26.
48
.. El Argos, nº 141, 20/4/1825, v. V, p. 136.
49
.. "Sesión del 21/8/1818", en E. Ravignani, comp., ib., v. I, pp. 373-s..
50
.. El Argos, nº 179, 20/8/1825, v. V, p. 283.
51
.. Cf. María M. García Negroni y Mónica G. Zoppi Fontana, Análisis
lingüístico y discurso político. El poder de enunciar, Buenos Aires, Centro
Editor de América Latina (Colecc. Los Fundamentos de las Ciencias del
Hombre), 1992, pp. 21-22; 29-32, 53.
52
.. José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, Buenos Aires, Sudamerica-
na, 1975. 2 v., s.v., modalidad, v. II, p. 214 -2da. columna-.
Cf. el concepto de paradigma como «tipo-ideal» en: J. Ferrater Mora, ib., s.v., tipo.
54
.. J. Ferrater Mora, ib., s.v., modelo, v. II, p. 216 -1ra. y 2da.
columnas-.
55
.. Cf. "Sesión del 31/8/1818", en E. Ravignani, ib., v. I, p. 376.
56
.. Cf. sobre el concepto de constitución entendido como racional normativo
e histórico tradicional: Manuel García Pelayo, Derecho..., pp. 33-44. Cf.
también sobre el tema de la legitimidad racionalista-estatutaria e histórico-
contractualista: Francisco E. Trusso, De la legitimidad revolucionaria a la
legitimidad constitucional, Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos
Aires (Colecc. Temas/Ciencia Política), 1968, pp. 4-20. Sobre el concepto de
«centralización»-«descentralización»: A. de Tocqueville, La democracia en
América, Madrid, Sarpe (Colecc. Los Grandes Pensadores), 1984. 2 v.. V. I, pp.
97-108; Enciclopedia Internacional..., v. II, pp. 258-s..
57
.. "Sesión del 31/8/1818", en E. Ravignani, comp., op. cit., v. I, p. 376.
58
.. G. Funes, "Manifiesto...", en E. Ravignani, comp., ib., v. VI-2ª parte-,
725. J. Agrelo en el periódico El Independiente bosqueja un Proyecto
constitucional que, con algunas variantes, se asienta en bases similares: Cf. nº
13, 8/12/1816, t. IX -1ra. parte-, pp. 7811-7813; nº 3, 29/ 9/1816, p. 7750; nº
17, 5/1/1817, p. 7836.
59
.. Comisión de Bernardino Rivadavia ante España y otras potencias de Europa
(1814-1820), Buenos Aires, Instituto de Investigaciones Históricas de la
Facultad de Filosofía y Letras (U.B.A.), 1933-1936. 2 t.. T.I, p. 10.
60
.. "Sesión del 31/8/1818", en E. Ravignani, comp., ib., v. I, p. 376.
"Sesión del 31/8/1818", en E. Ravignani, comp., ib., v. I, p. 376.
El Independiente, nº 2, 22/9/1816, t. IX -1ª parte-, p. 7740.
63
.. M. Foucault, op.cit., p.5.
El Argos, nº 19, 14/8/1821, v. I, p. 120; El Independiente (1815), nº 3, 24 de enero de 1815,
emia Nacional de la Historia, Periódicos de la época de la Revolución de Mayo. Reproducción facsimila
os Aires, 1961. 5 v.. V. IV, p. 83; El Independiente, nº 13, 8/12/1816, t. IX -1ra. parte-, p. 7809.
65
.. Cf. para aspectos teóricos vinculados al tema en la región rioplatense:
F. E. Trusso, De la legitimidad..., pp. 4-10; 22-28; 59-65.
Cf. V. Tau Anzoátegui, Casuismo y Sistema, Buenos Aires, Instituto de Historia del Derecho, 199
97-108.
67
.. M. Foucault, Las palabras...,p. 328.
68
.. Teun A. van Dijk, Estructuras y funciones del discurso. Una introducción
interdisciplinaria a la lingüística del texto y a los estudios del discurso
(1980). México, Siglo XXI, 1993.
T.A. van Dijk, ib., p. 13.
70
.. Cf. "Sesión del 14/7/1826. Proyecto de la Comisión de Negocios Constitu-
cionales sobre la forma de gobierno que ha de servir de base a la Constitución
del Estado", Buenos Aires, 4/6/1826, en E. Ravignani, comp., ib., v. III, p.
215. Cf. J. I. de Gorriti, "Informe...", v. III, p. 1370, 1373, 1376.
71
.. "Sesión del 14/7/1826. Proyecto de la Comisión...", en E. Ravignani,
comp., ib., v. III, p. 218. Cf. en el mismo sentido palabras de J. S. de Agüero:
"Sesión 41 del 9/6/1825", en E. Ravignani, comp., ib., v. II, pp. 25-s..
72
.. "Sesión del 1/9/1826. Dictamen de la Comisión de Negocios Constituciona-
les sobre la Forma de gobierno", en E. Ravignani, comp., ib., v. III, p. 500.
73
.. "Sesión del 14/7/1826. Proyecto de la Comisión...", en E. Ravignani,
comp., ib., v. III, pp. 217-s..
74
.. Cf. "Proyecto de Constitución de la República Argentina, secc. 4ta.. Del
Poder Legislativo, Capítulo 5, Art. 60 y Secc. 5ta.. Del Poder Ejecutivo,
Capítulo 3. De las atribuciones del Poder Ejecutivo, art. 87", en E. Ravignani,
comp., ib., v. III, p. 504 y 506.
"Sesión 25 del 14/4/1825. Alocución del diputado J. V. Gómez", en E. Ravignani, comp., ib, t.I, p. 1244
Ib., v. I, p. 1246 y 1244.
77
.. Como resultó casi de rigor hasta 1820, Agrelo siguiendo a Jean de Lolme
en su obra Constitution de l'Angleterre, considera al Poder Ejecutivo como
prerrogativa "inalienable" del monarca, convenientemente asesorado por
ministros, interesados en evitar cualquier exceso de poder del que serán siempre
responsables y de cuya buena orientación dependerá su continuidad en el
ministerio. El Independiente, nº 14, 15/12/1816, t. IX -1ª parte-, pp. 7816-s..
Cf. nº 3, 29/9/1816, p. 7747; nº 17, 5/1/1817, p. 7836.
78
.. El Independiente, nº 13, 8/12/1816, t. IX -1ª parte-, p. 7812, 7809,
7811.
79
.. Cf. El Argos, nº 29, 24/4/1824 y nº 30, 28/4/1824, v. IV, p. 140 y 143.
Cf. "Sesión 24 del 24/3/1825", en E. Ravignani, comp., ib., v.I, p. 1231.
81
.. Cf. "Sesión del 7/8/1818", en E. Ravignani, comp., ib., v. I, p. 370.
82
.. "Sesión del 3, 4 y 5 de julio de 1816", en E. Ravignani, comp., ib.,
v.I, p. 232.
Cf. "Sesión del 14/7/1826", en E. Ravignani, comp., ib., v. III, p. 227.
"Sesión del 23/6/1826. Alocución de M. A. de Castro", en E. Ravignani, comp., ib., v. III, p. 91.
Cf. "Sesión del Congreso (1816)", en E. Ravignani, comp., ib., v. I, p. 370.
86
.. Distintos enfoques teóricos sobre el concepto de "Representación" se
encuentran expuestos en: Enciclopedia Internacional..., s.v., representación.
Cf. "Sesión 22 del 9/3/1825", en E. Ravignani, comp., ib., v.I, p. 1201.
Cf. "Sesión del 5/9/1826", en E. Ravignani, comp., ib., v.III, p. 539.
89
.. Cf. "Sesión 28 del 28/4/1825. Alocución del diputado M. A. de Castro" y
"Sesión 32 del 4/5/1825. Alocución del diputado J. I. de Gorriti", en E.
Ravignani, comp., ib., v. I, p. 1284 y 1325.
90
.. "Sesión Secreta del 20/11/1819", en E. Ravignani, comp., ib., v. I, p.
590.
91
.. La expresión fue tomada de la obra de Juan Vázquez de Mella, El
tradicionalismo español. Ideario social y político, Buenos Aires, Dictio, 1980,
p. 180.
92
.. Consideraciones teóricas sobre el tema, que ofrece un estado de la
cuestión, pueden encontrarse en: Enciclopedia Internacional..., s.v.,
Representación; Elecciones; Mayoría, Principios del Gobierno de la....
93
.. A. Sáenz, después de definir esta categoría, explica distintos modelos
que conducen, por la disposición de los elementos constitutivos, hacia una
Monarquía Constitucional o hacia una República (Instituciones..., p. 110 y 115-
s.).
94
.. "Sesión del 31/8/1818", en E. Ravignani, comp., ib., v. I, p. 376.
95
.. Cf. op. cit., v. I, p. 377.
96
.. G. Funes, "Manifiesto...", v. VI -2ª parte-, p. 724.
Cf. "Sesión del 31/8/1818", en E. Ravignani, comp., ib., v. I, pp. 376-s..
98
.. "Sesión del 23/9/1818", en E. Ravignani, comp., ib., v.I, pp. 381-s..
99
.. Ib., v. I, pp. 378-382.
100
.. Cf. "Sesión del 25/9/1826", en E. Ravignani, ib., v. III, p. 741 y 734.
101
.. Cf. este matiz roussoniano en "Sesión del 26/6/1825. Alocución de Manuel
Dorrego", en E. Ravignani, comp., ib., v. III, pp. 24-s..
102
.. M. García Pelayo distingue tres tipos de concepto de Constitución:
racional normativo, histórico tradicional y sociológico. Cf. Derecho..., pp. 33-
53.
103
.. "Espartanismo" fue una voz empleada por M. Dorrego, interpretada por M.
A. de Castro como sinónimo de Despotismo o Democracia tumultuaria. Cf. "Sesión
del 3/10/1826", en E. Ravignani, comp., ib., v. III, p. 921.
104
.. "Sesión del 25/9/1826", en E. Ravignani, comp., ib., v. III, p. 739.
"Sesión del 25/9/1826", en E. Ravignani, comp., ib., v. III, p. 735.
106
.. Ib., v. III, p. 738.
107
.. Ib., v. III, p. 743.
108
.. Ib., v. III, p. 746.
109
.. "Entre Ríos", El Correo de las Provincias, nº. 11, 27/2/1823, t. X, p.
9124.
110
.. Cf. El Argos, nº 81, 26/10/1822, v. II,p. 332; nº 83, 2/11/1822, v. II,
p. 337; nº 79, 19/10/1822, v. II, pp. 324-s.; nº 95, 20/11/1824, v. IV, p. 423.
También El Centinela, nº 12, 13/10/1822, t. IX -1ª parte-, p. 8095.
"Sesión del 14/7/1826. Proyecto de la Comisión de Negocios Constitucionales", en E. Ravignani, comp
v. III, p. 215.
Cf. El Argos, nº 17, 17/3/1824, v. IV, p. 87 y nº 16, 13/3/1824, v. IV, p. 86.
Cf. El Argos, nº 29, 24/4/1824, v. IV, p. 139.
Cf. La Crónica Argentina, nº 19, 30/9/1816, t. VII, p. 6324.
Cf. El Argos, nº 78, 16/10/1822, v. II, p. 320.
116
.. Cf. El Centinela, nº 68, 9/11/1823, t. IX -2ª parte-, p. 8976.
"Sesión 25 del 14/4/1825. Alocución de J. I. de Gorriti", en E. Ravignani, comp., ib., v. I, p. 1247.
"El Sistema Representativo es básicamente un régimen republicano", afirma el abate de Pradt. (El Censo
8, 16/5/1816, t. VIII, p. 6747).
119
.. "Sesión del 3/10/1826. Alocución de M.A. de Castro", en E. Ravignani,
comp., ib., v. III, p. 919.
El Argos, nº 34, 12/5/1824, v. IV, p. 164.
121
.. Víctor Tau Anzoátegui, "¿Qué es la ley?"(1984), en V. Tau Anzoátegui, La
Ley en América Hispana. Del Descubrimiento a la Emancipación, Buenos Aires,
Academia Nacional de la Historia, 1992, p. 436. Cf. pp. 433-437.
122
.. El Centinela, nº 42, 11/5/1823, t. IX -2ª parte-, p. 8598.
"Mensaje del Gobierno de Buenos Aires a la Tercera Legislatura", El Centinela, nº 42, t. IX -2ª parte
597.
124
.. Cf. "Sesión del 14/7/1826. Proyecto de la Comisión de Negocios Constitu-
cionales", en E. Ravignani, comp., op. cit., v. III, p. 215. También La Crónica
Argentina, nº 31, 14/12/1816, t. VII, pp. 6412-s..
125
.. El Argos, nº 23, 11/9/1821, v. I, p. 140.
"Caracteres de una justa libertad y de un poder legítimo. De la célebre Memoria de Lázaro Carn
gida a Luis XVIII en julio de 1814 -Continuación-", El Censor, nº 137, 2/5/1818, t. VIII, p. 7375.
127
.. "Observación", La Crónica Argentina, nº 31, 14/12/1816, t. VII, p. 6411.
Similar apreciación le merece el tema a los redactores de La Abeja Argentina
[entre otros Felipe Senillosa, J. S. de Agüero, Manuel Moreno y J. V. Gómez]
que, en relación con la "balanza de poderes, tan alabada por su prestigio en la
Constitución inglesa", afirman: que ella no existe "entre los poderes sino entre
órdenes del Estado, [entre] tres fuerzas distintas[...] el rey, los barones y el
pueblo." ("La Balanza de los Poderes", La Abeja Argentina (1822-1823), nº 6,
15/8/1822, en Biblioteca de Mayo, t. VI, p. 5406).
128
.. "Janeiro. Contestación al artículo del diario brasilero", El Argos, nº
40, 17 de mayo de 1823, v. III, p. 164.
G. Funes, "Manifiesto...", t. VI -2ª parte-, p. 725. Cf. la reproducción final en: "Sesión d
/1826. Proyecto de la Comisión de Negocios Constitucionales", en E. Ravignani, comp., ib., v. III, p. 215
130
.. "Caracteres de una justa libertad y de un poder legítimo. De la célebre
Memoria de L. Carnot dirigida a Luis XVIII en julio de 1814 -Continuación", El
Censor, nº 137, 2/5/1818, t. VIII, p. 7375.
"Janeiro -Contestación al artículo del diario brasilero-", El Argos, nº 40, 17/5/1823, v. III, pp. 16

El Argos, nº 84, 16/10/1824, v. IV, p. 381.


El Argos, nº 94, 17/11/1824, v. IV, p. 419.
134
.. "Sesión del 7/8/1818", en E. Ravignani, comp., op. cit., v. I, p. 370.
"Sesión de 1/9/1826. Dictamen de la Comisión de Negocios Constitucionales relativo al Proyecto
titución", en E. Ravignani, comp., ib., v. III, p. 498.
136
.. La Estrella del Sud, nº 5, 22/9/1820, en Biblioteca de Mayo, t. IX -1ª
parte-, p. 7880.
137
.. "Examen del Sistema Federativo. Efectos del federalismo en las repúbli-
cas antiguas." El Censor, nº 99, 7/8/1817, t. VIII, p. 7146.
138
.. Es al Poder Legislativo -en referencia concreta a la Sala de Represen-
tantes de Buenos Aires- a quien "toca llenar la prosperidad" (El Argos, nº 99,
4/12/1824, v. IV, p. 447).
139
.. El Correo de las Provincias al referirse al Poder Legislativo, especifi-
ca que no debe ser soberano, pues la representación recae en el Poder Ejecutivo
y en el Legislativo a la vez. (Nº 8, 6/2/1823, t. X, p. 9190)
Cf. El Tribuno, nº 4, 22/10/1826, t. I, p. 42 y 50; nº 5, 25/10/1826, t. I, pp. 55-s..
141
.. Cf. El Argos, nº 30, 28/4/1824, v. IV, p. 143. Manuel Dorrego,parafra-
seando a Rousseau y su concepto de Democracia, afirma: "Solamente un país de
ángeles puede regirse en la parte legislativa por una sola Cámara." ("Segunda
alocución del Señor Dorrego, Octubre 2 de 1826", El Tribuno, nº 3, 18/10/1826,
t. I, p. 34).
Cf. El Argos, nº 40, 1/6/1824, v. IV, p. 189.
"Alocución del Gobernador de San Juan", El Argos, nº 119, 5/2/1825, v. V, p. 47.
144
.. "Acta del 5/12/1826", en E. Ravignani, comp., op. cit., v. III, p. 1176.
G. Funes, "Manifiesto...", en E. Ravignani, comp., ib., v. VI -2ª parte-, p. 722.
"Alocución de Sáenz de Cavia", El Tribuno, nº 7, 1/11/1826, t. I, p. 78.
147
.. Cf. El Centinela, nº 72, 7/12/1823, t. IX -2ª parte-, p. 9025 y 9032.
Cf. El Centinela, nº 72, 7/12/1823, t. IX -2ª parte-, p. 9025 y 9032.
149
.. "Exterior. Perú y Bolivia", El Tribuno, nº 52, 7/4/1827, t. I, p. 740.
El Tribuno, nº 5, 5/5/1827, t. II, p. 69. "La voluntad del pueblo" es el dogma "de todos los puebl
es." ("Sesión del 10/5/1822", Libro de Sesiones Reservadas de la H. Junta Representativa de la Provinc
uenos Aires, 1822-1833 y Libro de Actas reservadas del Congreso General Constituyente, 1824-1827,
a, Publicaciones del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, 1936, t. VII, p. 5). Cf."Legi
ón", El Patriota (1821). Bisemanario de Buenos Aires. Imprenta de Álvarez. Biblioteca Nacional (Buen
s). Hemeroteca. Sala de Reservados; nº 14, 17/10/1821, p. 60.
151
.. "Sesión del 16/6/1826. Alocución de M. Dorrego", en E. Ravignani, comp.,
op. cit., v. III, p. 25.
"Sesión del 3/3/1826. Alocución de J. I. de Gorriti", en E. Ravignani, comp., ib., v. II, p. 856.
153
.. "Legislatura Nacional. Elecciones", El Nacional, nº 3, 6/1/1825, t. X,
pp. 9320-s.; nº 14, 24/3/1825, t. X, pp. 9451-s..
P. C. F. Daunou, Ensayo..., p. 108. Daunou distingue además entre "opinión pública" y "opinión popula
, pp. 43-45).
Cf. "Sesión del 31/8/1818", en E. Ravignani, comp., ib., v. I, pp. 376-s.; "Sesión del 10/10/182
ución de M. A. de Castro", en op. cit., v. III, p. 1024; El Nacional, nº 3, 6/1//1825, t. X, p. 9452.
"Elecciones", El Nacional, nº 14, 24/3/1825, t. X, p. 9452.
La Abeja Argentina, nº 7, 15/10/1822, t. VI, p. 5429.
158
.. El Nacional, nº 3, 6/1/1825, t. X, p. 9321.
El Nacional, nº 3, 6/1/1825, t. X, p. 9321.
Cf. "Ideas extractadas de un papel impreso en París en 1814. Libertad de prensa", El Censor, nº 3
/1816, t. VIII, p. 6719; "Prosigue el Estado Nuevo de las Naciones. Examen de la obra del abate de Pradt
2, 13/6/1816, t. VIII, p. 6771; El Nacional, nº 15, 31/3/1825, t. X, pp. 9460-s.. Cf. también "Sesión d
/1825. Alocución de M. A. de Castro", en E. Ravignani, comp., ib., t. III, p. 1285; J. I. de Gorrit
orme...", v. III, pp. 1374-s..
Cf. sobre diferencias entre "opinión pública" y "plebe": El Argos, nº 193, 5/10/1825, v. V, p. 341.
"Alocución de Sáenz de Cavia", El Tribuno, nº 2, 15/10/1826, t. I, p. 14.
163
.. "Sesión del 3/3/1826. Alocución de M. A. de Castro", en E. Ravignani,
comp., ib., v. II, p. 984.
Carta tal vez de Tracy o de Daunou a Rivadavia, París, 2 de diciembre de 1822, en El Correo de l
incias, nº 15, 27/3/1823, t. X, p. 9257. Cf. P. C. F. Daunou, op. cit., p. 121.
165
.. El Nacional, nº 2, 30/12/1824, t. X, pp. 9306-s..
"El Tribuno a El Mensajero Argentino", El Tribuno, nº 9, 19/5/1827, t. II, p. 131.
El Argos, nº 179, 20/8/1825, v. V, p. 283.
o
. Constituyen un "MICRO-CAMPO", el conjunto de lexemas o sintagmas que se
incluyen "en un campo de orden superior"; por ejemplo, en el tema aquí
estudiado, el campo de orden superior es el sintagma Sistema Representativo.
(Cf. P. Vallejos de Llobet, op.cit., p. 16).
d
. "Política", La Crónica Argentina, nº 26, 16/11/1816, t. VII, p. 6374.
Cf. "Estados Unidos -Filadelfia 24 de julio-. El Franklin de la América del Sud,
o el Sr. Manuel Torres", El Argos, nº 90, 27/11/1822, v. II, pp. 366-s.. Cf.
también El Patriota, nº 14, 17/10/1821, p. 58.
a
. "Caracteres de una justa libertad y de un poder legítimo. De la célebre
Memoria de L. Carnot dirigida a Luis XVIII en julio de 1814 -Continuación", El
Censor, nº 137, 2/5/1818, t. VIII, p. 7375.
n
. "Remitido por «El Amigo de la Virtud». Franklin y Washington", Gazeta de
Buenos Aires (1810-1821). Reimpresión facsimilar. Semanario de Buenos Aires.
Buenos Aires, Junta de Historia y Numismática Americana, 1910. 6 v.; nº 165,
22/3/1820, v. VI, p. 113.
o
. Cf. La Abeja Argentina, nº 7, 15/10/1822, t. VI, p. 5429.
o
. Cf. El Argos, nº 95, 20/11/1824, v. IV, p. 423.
El Centinela, nº 12, 13/10/1822, t. IX -1ª parte-, p. 8095.
El Centinela, nº 72, 7/12/1823, t. IX -2ª parte-, p. 9024.
o
. Cf. La Abeja Argentina, nº 7, 15/12/1822, t. VI, p. 5429; El Argos, nº
34, 12/5/1824, v. IV, p. 165.
o
. Cf. El Argos, nº 36, 19/5/1824 y nº 39, 29/5/1824, v. IV, p. 171 y 185.
.
Cf. El Argos, nº 86, 23/10/1824, v. IV, p. 387. Cf. sobre la relación
"Utilidad y Justicia": El Centinela, nº 42, 11/5/1823, t. IX -2ª parte-, p.
8598.
Cf. El Nacional, nº 11, 3/3/1825, t. X, p. 9421; El Argos, nº 17, 17/3/1824, v. IV, p. 87.
"
. El Argos, nº 29, 24/4/1824, v. IV, p. 139.
El Argos, nº 38, 25/5/1824 y nº 99, 4/12/1824, v. IV, p. 182 y 444.
El Argos, nº 38, 25/5/1824 y nº 99, 4/12/1824, v. IV, p. 182 y 444.
Cf. El Argos, nº 3, 24/1/1824, v. IV, p. 21.
El Argos, nº 17, 17/3/1824, v. IV, p. 87.
Cf. El Argos, nº 39, 29/5/1824 y nº 40, 1/6/1824, v. IV, p. 185 y 188.
l
. Cf. El Argos, nº 48, 23/6/1824, v. IV, p. 229.
"Proclama del Gobierno. ¡Generoso Pueblo de Mendoza!", El Argos, nº 54, 17/6/1824, v. IV, p. 255.
Cf. El Correo de las Provincias, nº 16, 3/4/1823, t. X, p. 9266; El Argos, nº 17, 17/3/1824, v. IV,
nº 54, 17/7/1824 y nº 76, 22/9/1824, v. IV, p. 255 y 349.
Cf. "Proclama del gobierno. ¡Generoso Pueblo de Mendoza!", El Argos, nº 54, 17/6/1824, v. IV, p. 255.
Cf. "Artículos sobre las escuelas primarias", El Censor, nº 84, 24/4/ 1817; nº 88, 22/5/1817, t. VII
7054 y 7078-s.; "De la influencia de los escritos luminosos sobre la suerte de la humanidad", El Censo
10, 23/10/1817, t. VIII, p. 7210; "Educación", El Censor, nº 82, 9/4/ 1817, t. VIII, pp. 7038-s.; "Sob
ecesidad de generalizar la educación", El Censor, nº 115, 27/11/1817, t. VIII, p. 7242; "Del entusias
lucionario", El Censor, nº 123, 22/1/1818, t. VIII, pp. 7290-s..
Cf. El Centinela, nº 43, 18/5/1823, t. IX -2ª parte-, p. 8619; El Argos, nº 17, 17/3/1824 y nº 3
/1824, v. IV, p. 87 y 165.
s
. El Correo de las Provincias, nº 9, 13/2/1823, t. X, p. 9191.
a
. W. M. Urban, Lenguaje y realidad, México, Fondo de Cultura Económica,
1952, p. 311.

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