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Los tres factores, siguen informando en la actualidad este proceso nuclear de los sistemas parlamentarios.
En el Continente hubo que esperar a la Restauración posnapoleónica para que la formación del Gobierno cobrara un
significado similar al que tenía en Inglaterra. El Rey, tenía que ponderar la composición del Parlamento, puesto que
el Gobierno debía contar con el apoyo de éste. Este dato llegó a ser el decisivo, marcando el paso de la monarquía
orleanista a la parlamentaria propiamente dicha.
Hoy, tanto en las monarquías como en las repúblicas, si son parlamentarias, es el resultado electoral el
determinante de la composición del Gobierno, bien directamente, bien a través de pactos.
1.2. PROCEDIMIENTO
Podemos distinguir varios modelos (dos de ellos principales) de procedimiento de formación de Gobierno tras una
consulta electoral o dimisión del Presidente del Gobierno:
Así, la Constitución portuguesa obliga al Gobierno a solicitar la investidura sobre un programa en el que figuren las
principales orientaciones y medidas políticas y donde sus miembros quedan vinculados a tal programa. No existe en
los demás regímenes demoliberales norma parecida. Lo más que puede hacer el Parlamento en caso de
incumplimiento del programa es remover al Gobierno mediante una moción de censura; pero esto es algo que
puede hacer siempre, aunque el cumplimiento programático haya sido exquisito.
1.2. Procedimiento
Podemos distinguir dos modelos principales:
Con una consulta electoral o con la dimisión del Presidente del Gobierno, el Jefe del Estado puede
encargar la formación de un nuevo Gobierno al líder de la formación mayoritaria de la Cámara o
persona capaz de obtener el apoyo de una coalición. Articulado un equipo de gobierno es propuesto al
Jefe del Estado para su nombramiento. El Gobierno entra en funciones de inmediato sin necesidad de
recibir explícitamente el respaldo de la Cámara. Ej: Francia, la monarquía inglesa, noruega y holandesa.
El Jefe del Estado abre un periodo de consultas. En España las consultas las hace el Rey con la mediación
y el refrendo no escrito del Presidente del Congreso de los Diputados. Terminadas las consultas, el Rey
propone al Congreso un candidato a la presidencia del Gobierno, el cual solicita la investidura de esta
Cámara. Después será nombrado por el Rey y propone a éste el nombramiento de los demás
integrantes del Gobierno. Ej: España y Alemania
1.3. ¿Existe un contrato de legislatura?
La Constitución portuguesa obliga a solicitar la investidura sobre un programa en el que figuren las principales
orientaciones y medidas políticas y los miembros quedan vinculados a ella. No existe en el resto de estados
formulaciones parecidas
Los principales mecanismos de la responsabilidad política gubernamental: moción de censura, cuestión de confianza
y, como acción recíproca del Gobierno, disolución de las Cámaras. El juego dialéctico de estos mecanismos se
orienta hacia un inestable equilibrio de poderes. Desde entonces para acá el principio de responsabilidad política del
Ejecutivo ante el Legislativo se erigió en uno de los soportes esenciales del sistema parlamentario, de manera que no
cabe hablar de éste si no se da aquél.
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BLOQUE 2: DEMOCRACIA REPRESENTATIVA Tema 14: El Gobierno y sus relaciones con el Parlamento
El primer voto de censura tuvo lugar en España en 1822 y fue aprobado contra el Gobierno de Bardají, el cual fue
cesado poco después. Durante la vigencia del Estatuto Real fueron regulados, a través de los reglamentos de las
Cámaras, los procedimientos de acusación penal de los ministros; pero la práctica parlamentaria originó verdaderos
procesos de confianza política en los que fue ganando terreno la idea de que el Gobierno necesitaba la confianza del
Estamento de Procuradores y que debía dimitir en caso contrario, aunque tuviera la confianza regia.
Posteriormente se practicaron votos de censura y, en general, puede decirse que a partir de entonces el Gobierno
era políticamente responsable ante las Cortes.
Los textos constitucionales de 1837 y 1845, tenían la facultad de disolución de las Cortes por parte del Ejecutivo.
En la Constitución de 1869 el gobierno tenía que contar con la confianza del Rey y de las Cortes, pues aquél lo
nombraba y separaba libremente y las dos Cámaras tenían la facultad de censura. Aprobado un voto de censura, el
Gobierno podía dimitir o proponer al Rey la disolución de las Cortes para apelar al arbitraje del cuerpo electoral.
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La articulación jurídica de esta concepción consistió en una superposición de trabas procesales a la exigencia
parlamentaria de responsabilidad política gubernamental, tales como el requisito de una iniciativa colectiva para la
moción de censura, la fijación de un plazo entre la presentación de la moción y su votación, la exigencia de una
mayoría absoluta para su aprobación y las limitaciones temporales para presentar nuevas mociones de censura. Dio
paso en el Continente a un modelo de responsabilidad política condicionada.
Da a entender que un Parlamento, es una asamblea irracional, en cambio, el Gobierno parece ser en sí mismo la
encarnación de la razón.
Lo que intentan estas técnicas es evitar crisis gubernamentales caprichosas, las votaciones irreflexivas o de
enfriamiento y las decisiones acaloradas: no parece sino que, sólo enfriándolo, disciplinándolo y quitándole
facultades en beneficio del Gobierno, entra en razón el Parlamento. Según la Teoría del Estado alemana, si el
Parlamento no está en condiciones de formar otro Gobierno, no puede cesar a éste.
Lo que realmente estaba en discusión era qué órgano debía ostentar la supremacía. Según LOCKE, el Poder
Legislativo es superior al Ejecutivo. Esta concepción da paso a la primacía del director político.
En España de la II República se pretendió diseñar un gobierno fuerte; pero no consiguió articular un sistema de
doble confianza por su deficiente articulación orgánica y por la inconsistencia del sistema de partidos. La confianza
presidencial reposaba sobre la Parlamentaria. EL presidente nombraba libremente al gobierno.
En la III y IV Repúblicas francesas, el Gobierno utilizó con demasiada frecuencia la cuestión de confianza.
La Ley Fundamental de BONN ha instaurado un nuevo modelo de moción de censura, ahora adoptado también por la
Constitución española, consistente en que dicha moción debe incluir un candidato alternativo a Canciller. La doctrina
mayoritaria alemana y española denomina a dicho modelo moción de censura constructiva.
La Constitución de la V República francesa también ha procedido a la regulación restrictiva del control ordinario y
extraordinario del Gobierno por parte del Parlamento, sin llegar a introducir la censura con candidato alternativo.
De las Constituciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial, es quizá la italiana la que menos cortapisas
establece a la moción de censura, pero sí algunas:
Puede presentarse en cualquiera de las dos Cámaras, pero ha de estar suscrita por, al menos, 1/10 de sus
miembros
Debe transcurrir un plazo de 3 días entre su presentación y su discusión.
Requiere, para ser aprobada, mayorías relativa (1/10 de sus miembros) y, si se alcanza, el Gobierno dimite
En 1995 prosperó una en el Senado contra el entonces Ministro de Cultura, que tuvo que dimitir
En 2008, contra el Gobierno Prodi
Más frecuentes que las mociones de censura son las crisis gubernamentales (y sus soluciones) provocadas y
acordadas extraparlamentariamente por los partidos coligados en el Gobierno. Es una de las facetas de lo que
hemos denominado partidocracia.
En caso de ser aprobada, el Primer Ministro debe presentar la dimisión del Gobierno al Presidente de la
República.
La Constitución alemana ha establecido la mal llamada moción de censura constructiva, que acentúa las dificultades
de la remoción del Gobierno:
La moción debe presentarse en la Cámara Baja (Bundestag en el caso alemán) con la firma de, al menos, ¼
de sus miembros.
No se impide a los firmantes presentar otra durante el mismo periodo de sesiones.
La moción ha de incorporar un candidato alternativo que queda investido como Presidente del Gobierno
(Canciller en el caso alemán) si la moción resulta aprobada.
Se establece un intermedio de negociación de 48 horas
Requiere mayoría absoluta de la Cámara para prosperar
Si es aprobada, se procede al nombramiento del candidato alternativo incluido en la moción como nuevo
Presidente del Gobierno (Canciller)
El Canciller puede anticiparse y, plantear en la Cámara Baja una cuestión de confianza y, perdiéndola,
proponer al Presidente de la República su disolución o la declaración del estado de emergencia legislativa
para un período de seis meses (declaración que no puede repetirse en la misma legislatura y con el mismo
Canciller), durante el cual interviene en el proceso legislativo únicamente la Cámara Alta (el Bundesrat o
Cámara Federal en el caso alemán). Este efecto sólo puede evitarse si antes de votarse la cuestión de
confianza la Oposición presenta una moción de censura que resulte aprobada.
Es la fórmula acogida por el art. 113 y 114.2 de la Constitución española, con sólo dos variantes: se exige la firma
1/10 de los diputados y no cabe la operación reseñada del Canciller alemán.
La denominación moción de censura constructiva se ha querido apoyar en el argumento de que con ella no se
destruye un Gobierno, sino que se construye uno nuevo
La preocupación del constituyente español fue la misma que en Alemania: dotar al Gobierno de la máxima
estabilidad, puesto que, si ya es difícil la aprobación de una moción de censura "clásica" debido a la disciplina de los
grupos parlamentarios, más improbable aún es que acuerden el apoyo a un candidato a la Presidencia. La doctrina
más acreditada pone de relieve que, en la democracia de partidos, los mecanismos constitucionales, son menos
decisivos que la solidez y coherencia del sistema de partidos existente en el país y su traslación disciplinada a la
Cámara a través de los grupos parlamentarios.
El modelo de censura constructiva produce, un verdadero equilibrio de debilidades: un Gobierno minoritario que
ejerce el poder en condiciones precarias y un Parlamento adverso incapaz de generar una alternativa viable.
Aun así, ha habido dos mociones de censura en treinta y dos años de régimen constitucional: la primera en 1980, a
iniciativa del grupo parlamentario socialista contra el Gobierno de UCD. La segunda ocurrió en 1987 con Gobierno
socialista y Oposición popular.
En conclusión, la moción de censura es de escasa utilización, aunque el gobierno dé muestras de debilidad y cuando
se la ha puesto en práctica ha sido con motivos estratégicos que dictaban mucho de una verdadera exigencia de
responsabilidad política del Gobierno con vistas a su remoción.
sólo intenta realmente poner en aprieto al Gobierno, obligarle a defender públicamente su programa y llamar
la atención del electorado sobre las deficiencias de dicho programa.
La moción debe presentarse en la Cámara Baja, con la firma de, al menos, ¼ de sus miembros.
No se impide a los firmantes presentar otra durante el mismo periodo de sesiones.
Ha de incorporar un candidato alternativo a la Presidencia del Gobierno (Cancillería en el caso alemán).
Hay un periodo intermedio de negociación de 48 horas antes de la votación.
La aprobación requiere la mayoría absoluta de la Cámara.
Si es aprobada, se procede al nombramiento del candidato alternativo incluido en la moción como
nuevo Presidente del Gobierno (Canciller)
Si no es aprobada, sus signatarios no podrán presentar otra durante el mismo periodo de sesiones
Además, el Canciller puede anticiparse y plantear en la Cámara Baja una cuestión de confianza y
perdiéndola puede proponer al Presidente de la República su disolución o la declaración del estado de
emergencia legislativa por un período de seis meses, durante el cual interviene en el proceso legislativo
únicamente la Cámara Alta (Federal en el caso alemán). Este efecto sólo puede evitarse si antes de
votarse la cuestión de confianza la Oposición presenta una moción de censura que resulte aprobada.
Esta es la fórmula acogida por la Constitución Española (art. 113 y 114.2), con sólo dos variantes: la proporción
exigida de diputados firmantes es 1/10 y no cabe la operación reseñada del Canciller.
Cumple la finalidad de que el Gobierno compruebe el respaldo parlamentario que tiene para cumplir su programa,
para rehacerlo, para actualizarlo o para sustituirlo; la cuestión de confianza, en el caso improbable de ser perdida
por el Gobierno, provoca la recomposición o la alternancia en el equipo gobernante.
Se comprende que su utilización sea más propia de los Gobiernos de coalición y de los minoritarios, no de los
homogéneos que cuenten con mayoría absoluta en la Cámara.
En el Derecho comparado se observa bastante similitud en la regulación de este instituto; se ahí que a continuación
sólo se expongan las especialidades del Ordenamiento francés, alemán y español:
El Primer Ministro francés puede presentar una cuestión de confianza sobre su programa de gobierno, sobre
una declaración política general o sobre un texto. Se considerará aprobado el texto y concedida la confianza
si la Oposición no presenta dentro de las 24 horas siguientes una moción de censura y ésta es aprobada. La
pérdida de la votación de confianza obliga al Primer Ministro a presentar la dimisión del Gobierno y la
propia.
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El Ordenamiento alemán:
o El Canciller puede tomar esta iniciativa bien para disciplinar a la mayoría parlamentaria, bien para
dificultar una moción de censura en ciernes. La presenta en el Bundestag sobre un proyecto de ley,
una modificación de su programa de gobierno o una declaración política general. Entre la
presentación de la moción y la votación deberán transcurrir 48 horas.
o Para ser otorgada la confianza solicitada, se requiere una mayoría absoluta de los miembros de la
Cámara.
o Si no es aprobada la cuestión, el Canciller puede:
Dimitir
Proponer al Presidente federal la disolución de la Cámara y la convocatoria de elecciones si
en los 21 siguientes ésta no ha investido por mayoría absoluta un nuevo Canciller
Proponer al Presidente federal la declaración del estado de emergencia legislativa.
La Constitución española también presenta algunas especialidades en este punto que la separan del
parlamentarismo clásico (art. 112 y 114.1):
o No puede versar sobre un proyecto de ley, sino sólo sobre el programa del Gobierno o sobre una
declaración de política general.
o Si la confianza es denegada (esto es, si no alcanza ni siquiera mayoría relativa en el Congreso de los
Diputados, única Cámara competente al respecto), el Gobierno ha de dimitir obligatoriamente, sin
que pueda disolver la Cámara para convocar elecciones.
Con estas especialidades de su regulación, la Constitución española ha debilitado la naturaleza de esta
institución como instrumento de acción recíproca entre Parlamento y Gobierno, lo que le merma casi toda
su importancia política y hace vaticinar su escasa utilización.
Ha sido puesta en práctica sólo dos veces. La primera en 1980, la segunda en 1990
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Pero no en todas las Constituciones de regímenes democráticos está prevista la utilización de este mecanismo
constitucional. En el Derecho comparado se pueden detectar tres variantes al respecto:
Sin embargo, en la democracia de partidos son muy escasos los supuestos anteriores y cuando se presenta las
circunstancias citadas, puede el Gobierno optar por presentar una cuestión de confianza.
Casi todo el significado de la disolución de las Cámaras se reduce a la disciplina interna de la Mayoría y a la
estrategia electoral
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En lo que respecta a los sistemas parlamentarios europeos, puede decirse que, con partidos muy disciplinados en
torno a un equipo dirigente y a un líder, las elecciones parlamentarias o legislativas los son también, indirectamente
al Gobierno y a su Presidente. El Parlamento y el Gobierno, más que separados, están unidos porque éste está
formado por un equipo de gobernantes respaldado por el grupo o grupos parlamentarios de la Mayoría.
De las relaciones entre ambos depende el funcionamiento del sistema, más que de las relaciones jurídico-
constitucionales entre el Parlamento y el Gobierno.
En virtud de esa legitimidad, no es contradictorio con el principio democrático que el Gobierno participe en la
función normativa en pie de relativa igualdad con el Parlamento:
El Parlamento sigue mostrando en esta función una cierta superioridad formal (control de decretos-leyes y de las
delegaciones legislativas); sin embargo, la existencia de una mayoría parlamentaria disciplinada asegura al Gobierno
el resultado favorable de esos controles.
Se ha producido, pues, un desplazamiento de poder desde el Parlamento al Gobierno y desde éste a su Presidente,
que suele ser el Líder del partido de ocupación del poder.
El Premier, Canciller o Presidente del Gobierno, suele estar respaldado por la mayoría parlamentaria disciplinada y
ejerce sobre los ministros un poder similar al del Jefe del Estado sobre sus secretarios en el sistema presidencialista.
Se da en el Canciller o Presidente una cierta unión de poderes, en lo cual puede verse una cierta deriva
presidencialista de los sistemas parlamentarios.
El Gobierno (su Presidente) dirige la política, dirige la legislación, ejecuta las leyes y controla la actividad
controladora de la Oposición.
A esta función directiva del Gobierno y del partido mayoritario, responden los partidos minoritarios: en un sistema
parlamentario con democracia de partidos, jurídicamente tienen facultades de control todos los grupos
parlamentarios e incluso todos los miembros individuales de la Cámara, pero el control del Gobierno es ejercido, en
términos políticos operativos, por la Oposición, es decir, que, en la democracia de partidos, la función de control de
los grupos minoritarios queda transformada en una función genérica de oposición.
Por consiguiente, la verdadera división de poderes, es la existente entre Gobierno y Oposición; o lo que es lo mismo:
entre el partido o coalición de la Mayoría el cual ocupa el Gobierno y domina el Parlamento, y el partido o partidos
de la Minoría, que encarnan la Oposición.
Con todo, aunque esta dialéctica Gobierno-Oposición se sustancia hoy fundamentalmente fuera de las Cámaras, su
apoyo último está en la Constitución y en la regulación que ésta hace de los procedimientos de control y
responsabilidad.
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La Mayoría parlamentaria también formula preguntas, presenta interpelaciones y forma parte de las comisiones de
investigación, pero su labor en estas últimas es normalmente la defensa del Gobierno o de estudio y colaboración, y
sus preguntas e interpelaciones no apuntan nunca más allá de advertir al Gobierno sobre su obligación de cumplir el
programa del partido.
Es, en caso de haber un Gobierno homogéneo, un autocontrol intrapartidista; y, en caso de que exista un Gobierno
de coalición, es un aviso de posibles dificultades en el mantenimiento de ésta, o que equivale a una escaramuza
entre los partidos de la coalición, no a un control parlamentario.
Por lo demás, las posibilidades, estadísticamente despreciables, de que prospere una moción de censura o sea
derrotada una cuestión de confianza no significan la inexistencia de crisis ministeriales, sino únicamente que tienen
una gestación diferente:
Unas veces es el delicado momento político del país el que requiere una renovación ministerial o incluso la
disolución de las Cámaras y la convocatoria de elecciones.
En ocasiones excepcionales, el propio partido gobernante cambia de líder en plena legislatura y provoca una
crisis de su propio Gobierno.
Pero lo más frecuente es que las crisis ministeriales sean decididas por el Propio Premier sustituyendo a un
contingente de ministros por ver de imprimir una nueva línea política dentro de su programa y/o una
renovada imagen de cara a su electorado.
Es cierto que la Oposición, salvo en las llamadas cuestiones de Estado, está constantemente interesad en colocar al
Gobierno en posición política difícil y en hacerlo caer si pudiera, pero apenas consigue lo primero y casi nunca lo
segundo cuando la mayoría es muy disciplinada.
El Estado de las actuales democracias representativas ha asumido un gran poder económico para cumplir funciones
esenciales propias de un Estado social en la sociedad industrial y posindustrial.
Asimismo, el carácter social del Estado ha condicionado un nuevo diseño de las relaciones entre el Parlamento y el
Gobierno, que pasan a ser reguladas con un claro predominio gubernamental; diseño generalmente conocido como
parlamentarismo racionalizado.
Por os demás, la cláusula “Estado social” y la pertenencia a la Unión Europea, han incidido en la distribución del
poder en los Estados territorialmente compuestos, como España, modulando el principio de autonomía territorial en
el sentido de impedir que se produzcan discriminaciones sociales por razón del territorio en el que se habita. Por eso
le corresponde al poder central la competencia homogeneizadora de las condiciones básicas de disfrute de derechos
y de prestaciones sociales.
Y de otro lado, los países miembros de la Unión Europea, han transferido una notable capacidad de actuación a las
instancias comunitarias, de manera que la actuación de ésta condiciona y en muchos casos predetermina las
opciones que la Constitución deja abiertas
El Estado Social ha significado la intervención de las organizaciones sociales en el proceso de adopción de decisiones
por su acceso a los circuitos parlamentarios, gubernamentales y tecnoburocráticos.
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BLOQUE 2: DEMOCRACIA REPRESENTATIVA Tema 14: El Gobierno y sus relaciones con el Parlamento
Aunque el funcionamiento de la Administración condiciona el del Gobierno, está muy mediatizada por los cuerpos
de funcionarios, los cuales pueden bloquearla en su conjunto. El corporativismo es uno de los fenómenos
resurgentes en el Estado social.
La Oposición aprovecha la publicidad de las sesiones para formular críticas envueltas en preguntas o en
interpelaciones y presentará mociones con el pretexto de que le sea más rentable políticamente. La utilización de
estos mecanismos, aireada por los medios de comunicación, cumple ya en la mayoría delos casos su objetivo, de
suerte que la respuesta gubernamental es secundario.
Tampoco cuando la Oposición presenta una moción de censura tiene grandes esperanzas de ganar la votación y
hacer cesar al Gobierno; lo habitual es que también este severo mecanismo sea utilizado buscando más persuadir al
electorado que a los diputados de la Mayoría eventualmente disidentes.
De manera que, si la actividad rogatoria y la existencia de responsabilidad política constituyen, desde el punto de
vista jurídico, modos complementarios de ejercicio de la potestad de control; desde un punto de vista político
también son modos complementarios de desgaste del Gobierno y de publicidad política, cuya eficacia o ineficacia se
revelará en la Cámara en la siguiente confrontación electoral. La eficacia de la Oposición reside hoy mucho más en
su capacidad de emitir un mensaje alternativo viable o coherente ante la opinión pública que de desestabilizar al
Gobierno, y en estos juegan un papel indispensable, los medios de comunicación.
Tanto en la actividad legislativa como en la de control, así en las materias más complejas como en las más simples, la
Mayoría vencerá normalmente, a la Minoría y ésta no tiene otra opción que orientar su actuación hacia donde más
eficaz puede ser: hacia la opinión pública. Que haya más mecanismos de control significa que se controla de modo
más variado y con finalidad diferente.
Por eso, lo único decisivo en las actuales democracias de partidos es que esas actividades de control lleguen a su
verdadero destinatario: el electorado.
Lógico es, por tanto, que la actuación de unos y otros (partidos políticos, Gobierno y Oposición) tenga como objetivo
preferente la captación y el mantenimiento de ese electorado
El Parlamento decimonónico:
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El cuadro que presenta el parlamentarismo actual es diferente, pero no peor, que el del parlamentarismo
decimonónico.
Como contrapartida al crecimiento de la Administración y a su relativa autonomía del Gobierno, las actuales
democracias en cuanto Estados de Derecho, han incrementado la disciplina y control de aquélla, desde la estricta
exigencia del principio de legalidad en su actuación hasta su plena justiciabilidad, pasando por la creación de
órganos auxiliares del Parlamento para la supervisión de la actividad administrativa y financiero (como el Tribunal de
Cuentas)
Con frecuencia se olvida significativamente algo fundamental: la función legitimadora de todo sistema político que el
Parlamento desempeña:
Asistimos, pues, a una tensión entre el parlamentarismo y la actual tendencia general a la primacía del Gobierno:
entre la necesidad del Ejecutivo de hacer frente con rapidez y eficacia a los problemas complejos y urgentes de un
Estado Social y las garantías de control parlamentario de ese Gobierno prepotente:
Del lado del Ejecutivo, se colocan, entre otros mecanismos, ciertas trabas para la moción de censura, la
habilitación de facultades normativas propias, su prevalencia en el procedimiento legislativo, etc.
Del lado del Parlamento, se sitúan, entre otros institutos, diversos instrumentos de control y de exigencia de
responsabilidad, la restricción de materia para los decretos-leyes gubernamentales, su autorización de los
tratados y su control de la legislación delegada.
La distribución del poder entre el Parlamento y el Gobierno no tiene necesariamente que significar que el
incremento de poder de uno equivales a la pérdida de poder del otro en igual medida.
Un Gobierno fuerte
Una Administración eficaz
Un Parlamento que controle y legitime la política gubernamental y que apruebe las leyes necesarias para
ello
Con la participación crítica de la Oposición
Con un determinado procedimiento deliberante y público, receptivo y creador de la opinión pública
Sin embargo, no podemos hablar de un equilibrio de poderes. Es evidente que el gobierno y la Administración ha
crecido más poderosamente.
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