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Bourgeois & Nizet (1997) - Sobre Conflicto Cognitivo
Bourgeois & Nizet (1997) - Sobre Conflicto Cognitivo
PRIMERA PARTE
La problemática
¿Qué significa aprendizaje adulto? ¿Las personas adultas aprenden de alguna manera
específica? ¿Cómo podemos abordar el problema de la especificidad desde el punto de vista
epistemológico? ¿Cuáles son los desafíos sociológicos que plantea la historia de la educación
de personas adultas?
El problema del aprendizaje adulto nos remite a otro problema fundamental, el del
aprendizaje en general. ¿Qué es aprender? El modelo propuesto en esta obra se inscribe en la
perspectiva del paradigma constructivista de Piaget. Este opción teórica no es arbitraria, su
marco de referencia es la historia de las teorías del aprendizaje y de formación. Después de
bosquejar a grandes rasgos esta historia, detallaremos los postulados fundamentales que
caracterizan este paradigma. Abordar el problema del aprendizaje en un contexto de formación,
supone que nos interroguemos previamente sobre lo que implica esta contextualización.
Trataremos de identificar algunas de las características esenciales de las situaciones de
aprendizaje, respecto de otras situaciones de vida vinculadas con el acto de aprender;
trataremos de analizar en qué consiste analizar el proceso de aprendizaje.
Capítulo primero
La educación de personas adultas no es una invención del siglo XX. Basta releer a los
filósofos griegos para convencerse de la extraordinaria actividad de educación de adultos, más
o menos institucionalizada, que se desarrolló en esa época. Lo que sí es reciente es la
emergencia, la autonomía y la visibilidad social de la educación de personas adultas, en cuanto
concepto y objeto de estudio científico. Esta autonomía ha sido reivindicada con fuerza, tanto
por investigadores como por educadores; ha sustentado su legitimidad científica y social,
atribuyendo una especificidad ontológica a la persona adulta "aprendiente" respecto de la
infancia y de la juventud. La mayoría de los grandes conceptos de las ciencias sociales,
especialmente, los que se refieren a la educación de personas adultas tienen su propia historia,
la que suele estar estrechamente ligada a interrogantes científicas, así como también a
expectativas sociales y políticas, más o menos explícitas. Esto es lo que trataremos de mostrar
en primer lugar; enseguida presentaremos el modelo epistemológico en que se sustenta la
indagación relativa al aprendizaje adulto.
1
Traducción al castellano y síntesis realizada por Carmen Colomer, Julio 2001.
1
EMERGENCIA DEL CONCEPTO DE PERSONA ADULTA "APRENDIENTE"
3
HACIA UNA NUEVA EPISTEMOLOGÍA DEL APRENDIZAJE ADULTO
Las críticas formuladas al paradigma andragógico podrían a su vez ser cuestionadas por
negar las diferencias existentes entre personas aprendientes adultas y niños, niñas y
adolescentes, o por ignorar que un tipo de enseñanza es más adaptado para tal o cual etapa de
la vida. Nos parece que desde esta posición o su opuesta, está fundamentalmente mal
planteada la especificidad de la persona adulta aprendiente.
Para superar esta dicotomía, nos parece más productivo abordar la problemática del
aprendizaje en la formación de personas adultas desde una teoría general del aprendizaje y de
la enseñanza. Nos referimos a un modelo teórico que:
1. se vincula de un modo coherente con una teoría general del funcionamiento y del desarrollo
cognitivo;
2. describe la naturaleza del proceso de aprendizaje en general, es decir, independientemente
de las características particulares del aprendiente o del contexto de aprendizaje, y
3. permite identificar variables que eventualmente pueden afectar este proceso, así como
también los mecanismos que pueden modificarlo.
Desde esta teoría general de los procesos cognitivos, es posible interrogarse, sin prejuicios,
sobre la función que desempeñan algunas variables en diversos contextos de aprendizaje,
sobre diferentes objetos y con distintos públicos aprendientes. Esta aproximación invita a
levantar ciertas barreras -a veces tabúes- que desde hace demasiado tiempo aprisionan la
investigación de la educación de personas adultas.
CONCLUSIÓN
Nuestra contribución consiste en relacionar diversos trabajos o corrientes teóricas que se
han desarrollado en ámbitos científicos relativamente incomunicados. Nuestro propósito es
articular estos diferentes aportes en una estructura coherente y de hacer emerger de esta
articulación aspectos inéditos en la investigación y en las prácticas de formación.
Trataremos de proponer un modelo general del aprendizaje que se inscriba
fundamentalmente en el paradigma constructivista piagetiano del funcionamiento y del
desarrollo cognitivo. Sobre la base de este modelo general, nos abocaremos al análisis de la
función que desempeña un cierto número de variables que pueden afectar el proceso de
aprendizaje en un contexto de formación de personas adultas.
Pero, una cosa es comprender el proceso de aprendizaje y otra, es poder extraer
conclusiones pertinentes para la práctica pedagógica y para el marco institucional de formación
de personas adultas.
Capítulo segundo
2
Entre estos autores: Migne 1969ª, 1969b; Roqueplo 1974; Lesne 1977.
7
El paso [entre conocimiento empírico y conocimiento científico] se efectúa de un modo discontinuo,
hay ruptura entre ambos tipos de conocimiento. [...] Todas las pedagogías que postulan el tránsito de
lo simple a lo complejo, de lo concreto a lo abstracto,... de un conocimiento inmediato a un
conocimiento elaborado sin ruptura entre las dos formas de conocimiento postulan, de un modo
inconsciente, la mayoría de las veces, una concepción empirista del conocimiento [...] Lo que ellas
toman como una prolongación, no puede llevarse a cabo sin una ruptura respecto de los
conocimientos previos y una mutación, una reorganización completa de los conocimientos (Migne
1969ª: 76-77).
Podemos agregar, citando a Bachelard (1938):
De hecho, se aprende "contra" un conocimiento previo, "destruyendo" los conocimientos mal hechos
[...], tener acceso a la ciencia implica aceptar una mutación brusca que se contradice con el pasado
(1938: 80).
Desde los años 80, la problemática de las representaciones en personas aprendientes
durante los procesos de aprendizaje ha sido objeto de múltiples investigaciones, relacionadas
con la didáctica escolar, especialmente, en la didáctica de las ciencias. El estudio de Giordan y
de Vecchi (1987) deja de manifiesto el grado de esta evolución; en su propuesta la presentan
como una tercera vía, entre lo que se venía llamando "pedagogía de las representaciones"
(aprender partiendo de representaciones) y su antítesis bachelardiana, la "pedagogía de la
refutación" (aprender contra las representaciones).
Giordan y de Vecchi adoptan el mismo enfoque crítico de Bachelard y sus seguidores,
respecto del postulado de una posible continuidad entre representaciones y conocimientos
científicos:
Un nuevo elemento no se inscribe en la línea de los conocimientos previos; estos representan en la
mayoría de los casos un obstáculo para su integración, por lo que es necesaria una transformación
intelectual para satisfacer este desajuste (1987: 134).
De acuerdo con estos autores, el acceso al conocimiento científico puede compararse con
una verdadera mutación, un salto cualitativo, puesto que no hay una simple continuidad
respecto de las representaciones iniciales. Supone, por lo tanto, una intervención sistemática
del docente, quien no debe contentarse con "contemplar" las representaciones del sujeto y su
hipotética transformación espontánea en conocimientos científicos.
Sin embargo, Giordan y de Vecchi, aunque reconocen esta ruptura epistemológica, no
aceptan que se expliciten las representaciones de las personas aprendientes, con el único fin
de rechazarlas o descalificarlas y, llegando a utilizarlas como un mero pretexto para hacer una
exposición acerca de los conocimiento científicos. Ellos proponen que las representaciones
iniciales y los conocimientos científicos sean analizados a través de una confrontación dialéctica
y sostenida, mediante explicaciones relativas tanto al contenido de las representaciones del
estudiante como a lo que proponga el docente, de este modo las representaciones irán siendo
modificadas por rectificaciones sucesivas y paulatinas. Por lo demás, la persona aprendiente no
siempre está preparada para cuestionar y/o abandonar sus representaciones, y esto por muy
diversas razones:
No es evidente rechazar un saber previo, éste se resiste, incluso ante argumentaciones muy
elaboradas, porque ese saber está vinculado con una estructura coherente más amplia: la del
pensamiento del aprendiente, que tiene su propia lógica y sus propios sistemas de significación
(Giordan y de Vecchi 1987: 132).
Por último, las representaciones no siempre son un obstáculo para el aprendizaje, su
categorización epistemológica de "error" puede ser extremadamente discutible en algunos
casos.
Para Giordan y de Vecchi se trata de aprender contra y con las representaciones que
tengan las personas aprendientes. Se trata de problematizar, de desestabilizar los saberes
familiares, pero apoyándose en ellos (1987: 135). En este postulado se detecta la filiación
8
teórica y epistemológica del constructivismo piagetiano, y más precisamente el paradigma de la
"equilibración". Resumiendo, de acuerdo con este paradigma, los conocimientos previos del
sujeto constituyen una matriz, una estructura receptora3 que permite acoger nuevos elementos
de información (asimilación). Cuando estas nuevas informaciones entran en conflicto con la
estructura receptora activada, este movimiento de asimilación puede conducir, en un momento
dado, a una transformación (acomodación) de la matriz o estructura receptora.
Activación
situació Estructuras
n de
Estructuras conocimiento
de s previos
conocimientos almacenados
Selección, procesamiento, en la
orientación de las conductas previos
activados memoria
Lo recién descrito acerca de la interacción del sujeto y del entorno, en general, es válido en
situaciones de formación. Cualquiera sea el dispositivo pedagógico que se utilice, el sujeto
aprendiente ejerce una actividad cognitiva sobre la situación. Puede tratarse de informaciones
que le llegan de parte del "enseñante", de sus pares o de la tarea propiamente tal, ellas serán
procesadas - seleccionadas y organizadas significativamente- por el sujeto sobre la base de sus
conocimientos previos que habrá activado. Esta confrontación activa y dinámica del sujeto, con
respecto a la situación, no conduce necesariamente hacia un aprendizaje, aunque sí constituye
un componente previo obligatorio.
3
En el texto francés el término utilizado es structure d'accueil, su equivalente literal sería "estructura de
acogida", la hemos reemplazado por estructura receptora, aunque sea menos poética.
9
Relación entre la nueva información y los conocimientos previos
Desde una perspectiva constructivista, se hablará de aprendizaje cuando esta
confrontación activa del sujeto frente a nuevas informaciones, provenientes de la situación de
aprendizaje, conduzca hacia una transformación efectiva de las estructuras de conocimientos
previos que han sido movilizados.
Activación
Estructuras de
situació conocimientos
n previos
Estructuras almacenados
de en la memoria
conocimientos
Selección, procesamiento,
previos
orientación de las conductas
activados
Aprendizaje
Estructuras
de
conocimiento
s
transformado
s
Activación
Nuevas
situació estructuras
n de
conocimiento
Estructuras s en la
de memoria
Selección, procesamiento, conocimientos
orientación de conductas activados
Representación de la
Representación del estado esperado acción de formación que
hay que poner en acción
En el segundo nivel de análisis (cfr. figura 4), el propio proyecto de formación se vincula
con la representación de cambios que se cree y espera poder realizar más allá del terreno de la
formación y a través de la acción de formación. Estos cambios pueden tener relación con
desafíos de muy distinta naturaleza: personales, organizacionales, profesionales, ideológicos,
etc., y se van encajando en el proyecto de formación y éste, en un proyecto de vida más amplio.
Es preciso señalar que el postulado de la existencia de estas representaciones
relacionadas con algún proyecto de formación no supone que estas representaciones y sus
interrelaciones estén, necesariamente, muy claras ni muy elaboradas en todo momento en la
mente de los actores de la formación. Tampoco hay que suponer que estas relaciones sean
12
estáticas. Muy por el contrario, ellas no pueden sino evolucionar en el transcurso de la acción
de formación y más allá de ella. La representación que se tenga de la acción la orienta, así
como también se ve afectada por ella.
Representación de las
Representación de los cambios
estrategias posibles y
esperados en el ámbito de la
deseables para producir
formación
esos cambios
CONCLUSIÓN
En esta primera parte hemos descrito los postulados teóricos y epistemológicos
fundamentales en que se sustenta nuestra propuesta, respecto del aprendizaje en personas
adultas en situación de formación. En vez de basarnos en un postulado a priori como lo sugiere
el paradigma andragógico, hemos optado por interrogarnos, tomando como punto de partida un
modelo general del aprendizaje, sobre los factores que se dan en el contexto específico de
formación de adultos y que probablemente afecten el proceso de aprendizaje, así como también
las implicaciones que sirvan para observar las prácticas pedagógicas en dicho contexto.
En cuanto al modelo teórico general del aprendizaje que hemos utilizado, vimos que otorga
una importancia central a los conocimientos previos de las personas aprendientes. Este modelo
se inscribe fundamentalmente en el paradigma constructivista de Piaget, que valora la actividad
cognitiva del sujeto en el marco de sus interacciones con el entorno. Aprender, desde esta
perspectiva, supone que la persona aprendiente aborda una nueva situación de aprendizaje con
las estructuras de conocimientos previos activadas y, que a partir de ellas procesa la
información que surge de la situación. Al poner en relación estas estructuras activadas con la
información, se puede producir un conflicto cognitivo, conflicto que por sí mismo puede conducir
a una reorganización, una transformación de las estructuras de conocimientos previos.
Entonces podremos hablar de aprendizaje. Desde esta perspectiva, podemos afirmar que se
aprende simultáneamente con y contra los conocimientos previos de la persona aprendiente.
Con, porque no hay aprendizaje sin punto de partida y sin la activación de las estructuras de
conocimientos previos. Contra, porque dichas estructuras no se transforman sin que surja algún
conflicto al recibir nueva información.
Además, hemos considerado el aprendizaje en un contexto de formación, y nos hemos
interrogado sobre las características esenciales de este tipo de contexto y de sus implicaciones
teóricas necesarias para estudiar el aprendizaje. Hemos destacado que la situación de
formación es, ante todo, una instancia de encuentro entre diferentes proyectos de formación: el
de las personas aprendientes, el de la persona encargada de la formación y el de la institución.
Esto implica nuevas interrogantes, acerca de la función que desempeña el proyecto de
formación de las y los aprendientes respecto del aprendizaje, así como las interacciones
sociales entre el sujeto aprendiente y los demás actores involucrados en la situación de
formación.
SEGUNDA PARTE
14
El proceso de aprendizaje
Capítulo tercero
El aprendizaje como construcción de conocimientos
Piaget propuso una teoría para el desarrollo de la inteligencia. Su proyecto fue analizar en
qué consiste el proceso a través del cual se construyen y se transforman progresivamente,
desde el nacimiento a la adolescencia, las estructuras del razonamiento y del pensamiento, que
caracterizan la inteligencia humana. Piaget, para describir las etapas del desarrollo de la
inteligencia, utiliza un mecanismo fundamental: la equilibración. Este mecanismo permite
aprehender, en general, los procesos de construcción de conocimientos, sean estos
declarativos (los "saberes") o de procedimiento ("saber hacer"), tanto en personas en edad
adulta o durante la infancia o la adolescencia.
El propósito de este capítulo es recordar las ideas fuerza del constructivismo piagetiano,
especialmente, respecto del modelo de la equilibración, para extraer algunas implicaciones
fundamentales en situaciones de enseñanza y de formación. Situaremos este paradigma
constructivista en sus relaciones con otros paradigmas que han sido propuestos a través de la
historia de la psicología del aprendizaje.
15
Tanto la psicología cognitiva como la psicología social cognitiva contemporáneas se
apoyan en este postulado fundamental y se han abocado, precisamente, a elucidar los
mecanismos de procesamiento de la información que emplea el sujeto.
Sin embargo, el constructivismo piagetiano se aproxima del behavorismo por la importancia
que concede a la dimensión histórica en el desarrollo del individuo, y se aleja de la gestalt e,
incluso de la psicología cognitiva actual, por circunscribir su interés en el aquí y en el ahora del
funcionamiento cognitivo. Para Piaget, el behavorismo surge de un "genetismo sin estructura",
mientras que la gestalt, de un estructuralismo sin génesis. Entre ambas posturas, el
constructivismo se presenta como una síntesis necesaria entre génesis y estructura (1964:
167):
Cada génesis parte de una estructura y desemboca en otra estructura [...], toda estructura posee una
génesis (Piaget 1964: 171).
Se puede entonces afirmar que la teoría constructivista de Piaget es constructivista,
abarcando las dos acepciones habituales que tiene este término: constructivista porque postula,
lo mismo que la gestalt, una actividad de construcción cognitiva que ejerce el sujeto sobre su
entorno; constructivista también, porque las estructuras cognitivas desde las que el sujeto
construye mentalmente la realidad son también construidas y tienen una génesis.
Desde hace algunos años el constructivismo piagetiano constituye el paradigma
predominante entre las personas especializadas en didáctica y entre las que se interesan por el
proceso de aprendizaje en situación de enseñanza o de formación. Existe un riesgo, sin
embargo, es el descuidar el aspecto clave en la teoría de Piaget, que es una teoría sobre la
inteligencia, una teoría de la génesis de las estructuras del razonamiento y del pensamiento, es
decir, de los esquemas operatorios que caracterizan el desarrollo de la inteligencia humana.
En la teoría de Piaget, reconocidamente válida, cabe señalar la ausencia de descripciones
precisas para diferentes tipos de conocimientos, ya que ¿se construye el esquema de
conservación de longitudes o de gravedad del mismo modo que se construye el concepto de
densidad o reproducción social? No obstante, la pertinencia de los principios fundamentales de
su teoría: la asimilación y la acomodación, al ser recontextualizados permiten describir la
génesis de una gran variedad de conocimientos específicos.
La asimilación y la acomodación
En la teoría de Piaget, la génesis de las estructuras cognitivas y sus transformaciones
sucesivas se inscriben en un proceso continuo de búsqueda de equilibrio entre el sujeto y su
entorno. Este proceso dinámico, Piaget, lo llama "equilibración" y está constituido, a su vez, por
otros dos procesos distintos e indisociables: la "asimilación" y la "acomodación". El primero
permite que un elemento del entorno (objeto, acontecimiento, personas, fenómenos,...) se
incorpore en la estructura receptora del sujeto, llamada estructura de asimilación, sin que esa
incorporación destruya en ella su calidad de estructura.
La asimilación consiste, para Piaget, en una faceta fundamental de la inteligencia,
cualquiera sea la etapa de desarrollo:
La inteligencia es, en efecto asimilación en la medida en que incorpora, dentro de sus marcos, datos
proporcionados por la experiencia. Ya sea se trate del pensamiento que, gracias al juicio, permite la
entrada de lo nuevo en lo ya conocido, convirtiendo así el universo en conceptos que le son propios o
en inteligencia sensomotriz, que estructura igualmente lo percibido en esquemas. En cualquier caso,
la adaptación intelectual conlleva algún elemento de asimilación, es decir, de estructuración por
incorporación de la realidad externa hacia formas acordes con la actividad del sujeto (Piaget 1968:
12).
16
Se pueden distinguir dos aspectos esenciales en la noción piagetiana de asimilación. En
primer término, este proceso es una manifestación de la actividad del sujeto sobre su entorno,
porque al incorporar en una de sus estructuras receptoras algo nuevo que proviene del entorno,
el sujeto actúa sobre aquello, lo transforma, lo procesa, hasta conferirle significado. En segundo
término, lo propio del mecanismo de asimilación es que al incorporar el elemento nuevo
conduce hacia la conservación del esquema receptor en tanto estructura.
Si la asimilación de lo nuevo en la estructura receptora no la destruye, es probable que la
modifique. En este caso Piaget se refiere a la acomodación:
Se produce acomodación del ciclo de asimilación [es decir, de la estructura receptora] cuando este
ciclo [...], al asimilar B'', es modificado por el elemento nuevo (Piaget 1968: 243).
La acomodación constituye, entonces, el polo funcional antitético de la asimilación. Pone en
evidencia la actividad de transformación ejercida por el entorno sobre el sujeto. Al ir
incorporando informaciones nuevas del entorno en una estructura receptora dada,
necesariamente, llegará un momento en que la transformación progresiva de ésta la convierta
en una nueva estructura, más adaptada a las características específicas de los elementos que
haya asimilado.
La teoría piagetiana de la equilibración se apoya sobre estos dos postulados clave: la
necesidad de asimilación y la necesidad de acomodación. La acomodación no es posible si no
hay asimilación. Un elemento nuevo no puede conducir a la transformación de una estructura,
sino a través de su incorporación a esta última. La estructura no puede adaptarse más que a un
elemento que ella haya asimilado. Inversamente, no se puede concebir la asimilación sin la
acomodación, es decir, sin una adaptación de la estructura receptora respecto del elemento que
debe asimilar. Y un elemento no podrá ser asimilado, sino por una estructura adaptada a sus
características particulares.
Importancia de la asimilación
No puede haber aprendizaje, sino cuando ha habido asimilación de informaciones nuevas
en una estructura de conocimiento. Esto implica que esta estructura sólo podrá ser modificada
si previamente ha sido activada como estructura de asimilación. Tampoco hay aprendizaje si la
nueva información proporcionada al sujeto no ha sido vinculada por él con alguna estructura
receptora. Ya estamos en condiciones de formular tres consecuencias importantes respecto del
aprendizaje en un contexto de enseñanza o de formación.
1. Una estructura receptora pertinente debe estar disponible para asimilar la información
nueva. Esto es válido para el desarrollo de la inteligencia durante la infancia, porque una
niña o un niño no puede acceder a un nuevo esquema, si previamente otros esquemas no
están operando. Es la noción de "estadios" del desarrollo lo que interesa en este punto.
También esto es válido para la enseñanza o la formación. Tomemos un ejemplo un tanto
caricaturesco: supongamos que un día me encuentro, con mi formación en ciencias
humanas, obligado a seguir un curso de física nuclear; es muy probable que aprenda muy
poco, puesto que no dispongo de ninguna estructura receptora pertinente para asimilar las
informaciones ante las cuales me encuentro enfrentado. Aquí nos encontramos con el
famoso problema de los "prerrequisitos" de la didáctica.
2. Aun si el sujeto dispone potencialmente de una estructura receptora pertinente para asimilar
informaciones nuevas, ante las cuales se encuentra confrontado, esto no basta, necesita
además que esa estructura esté efectivamente activada en el momento de la confrontación,
sólo así es esperable que se produzca alguna asimilación. Hay quienes se remiten, en este
punto, a las disposiciones de las personas aprendientes, su atención o la motivación,
ligadas a la trayectoria personal y a su proyecto de formación, las que pueden favorecer la
activación de una estructura cognitiva determinada en una situación determinada. También
hay quienes, se remiten a la propia situación de formación, especialmente, en lo que
concierne las intervenciones de las personas encargadas de la formación, las que pueden
actuar de muchas maneras para activar tal o cual estructura cognitiva de las y los
aprendientes. Especialistas actuales en didáctica insisten en la importancia de "evocar las
representaciones" al inicio de una secuencia de enseñanza.
3. A modo de corolario de lo anterior, podemos decir que la información que se entregue a las
personas aprendientes debe ser asimilable, teniendo en cuenta las estructuras receptoras
de que dispongan y que sean capaces de activar en un momento dado. Esto se relaciona
con la función de "transposición didáctica" de la pedagogía, es decir, el trabajo que realizan
docentes o formadores para que sea asimilable el "saber".
El tema de la asimilación, en cuanto condición necesaria para la acomodación es algo,
aparentemente, trivial en nuestros días desde una perspectiva teórica, sin embargo, sigue
siendo un escollo en las prácticas y convicciones corrientes tanto en el ámbito de la enseñanza
como en el de la formación. ¿Cuántas y cuántos docentes y formadores no actúan "como si"
bastara con dar información nueva a las personas aprendientes, sin preocuparse de su
disponibilidad ni de la activación efectiva de sus estructuras receptoras pertinentes, para que
haya aprendizaje? Incluso entre las y los estudiantes universitarios existe una resistencia similar
respecto de la asimilación, hay quienes aseguran que pueden aprender cosas totalmente
nuevas sin que tengan vinculación alguna con lo que ya conocen.
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Si la asimilación es una condición necesaria para la acomodación, no por eso es suficiente.
Sólo habrá acomodación de una estructura receptora si el proceso de asimilación ha logrado
producir un desequilibrio, un conflicto entre esta estructura y los elementos asimilados, de tal
modo que sea necesaria la búsqueda de una nueva adaptación de la estructura receptora. Esta
constatación implica una exigencia mayor en los ámbitos de enseñanza y de formación,
significa multiplicar las oportunidades de conflicto cognitivo. En primera instancia se piensa en
las interacciones entre las personas aprendientes y las formadoras, como fuente de conflicto
para unas y otras. Sin embargo, no se deben descuidar otras fuentes potenciales de conflicto:
las interacciones entre los propios aprendientes, la observación y, por último, la experiencia
personal de estos.
Múltiples factores pueden afectar la posibilidad de que emerjan conflictos. Por ejemplo, las
personas aprendientes deben estar "en condición" de abrirse al conflicto cognitivo, es decir,
estar dispuestas a cuestionar algunas de sus estructuras de conocimiento, lo que está
directamente ligado con su trayectoria personal y con su proyecto de formación. O bien, las
interacciones entre pares sólo serán fuente de conflicto cuando existan condiciones vinculadas
con la dinámica relacional del grupo, para ello la función del o de la docente es capital, puesto
que puede actuar sobre los dos factores recién mencionados (el "acondicionamiento" de las y
los aprendientes y la dinámica del grupo) y, porque, por su práctica pedagógica puede
multiplicar las ocasiones de conflicto, ya sea a través de la información que entregue o por la
información que sugiera, evocando otras fuentes tales como la observación y las experiencias
de las y los aprendientes.
CONCLUSION
Aprender es construir conocimiento. Desde la perspectiva del constructivismo de Piaget, el
aprendizaje se inscribe en el corazón de una búsqueda constante de un equilibrio dinámico
entre el sujeto y su entorno. Este proceso presenta dos aspectos distintos, pero indisociables: la
asimilación y la acomodación. El sujeto en interacción con su medio ambiente moviliza
estructuras de conocimiento almacenadas en su memoria. Sobre la base de estas estructuras
activadas, selecciona y organiza las informaciones ante las cuales se ve confrontado, para
conferirles algún sentido o, al menos, para determinar cuál debe ser su conducta en tal
situación. Éste es el mecanismo de asimilación. Mediante esta actividad cognitiva, el sujeto
busca, en cierta medida, cómo "adaptar" su entorno con sus propias estructuras. Este
mecanismo puede provocar una perturbación en la estructura receptora movilizada: ya sea
porque la información asimilada contradice la estructura receptora o, porque es insuficiente para
incorporar la información. Al regular esta perturbación se puede lograr la acomodación de la
estructura receptora, transformando su estado inicial en uno nuevo. A través de este
mecanismo el sujeto adapta sus estructuras disponibles de acuerdo con su entorno.
Este modelo teórico permite identificar las condiciones fundamentales para que haya
aprendizaje y es por esto, que interpela directamente a docentes y formadores. Ante todo, para
que se produzca aprendizaje - transformación de una estructura previa de conocimientos en
una nueva -, una estructura receptora pertinente tiene que haber asimilado nueva información.
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Esto presupone que dicha estructura esté efectivamente disponible en la memoria de la
persona aprendiente, que haya sido activada en la situación de aprendizaje y que la información
presentada sea asimilable. Además, es necesario que la asimilación de la información nueva
provoque un conflicto cognitivo. Por último, es indispensable que este conflicto sea regulado por
una reequilibración mayorante.
Nuestro postulado es que los mecanismos fundamentales de la asimilación y de la
acomodación no sólo son válidos para efectos de la génesis de las estructuras de la inteligencia
estudiados por Piaget, sino que también lo son para efectos de la construcción de otras formas
de conocimiento, especialmente, en lo que atañe los conocimientos declarativos.
TERCERA PARTE
Hasta ahora hemos estado explorando la naturaleza del aprendizaje, considerándolo como
un proceso de transformación de las estructuras cognitivas, que se articulan en torno a dos
procesos fundamentales, distintos e indisociables: la asimilación y la acomodación.
Ahora nos interrogaremos sobre los factores que pueden facilitar u obstaculizar el
aprendizaje, específicamente, en el contexto de educación de personas adultas.
Capítulo séptimo
Trayectoria de la persona aprendiente y aprendizaje
El compromiso de la persona adulta respecto de su propia formación se inscribe en una
historia, una trayectoria de vida personal. La pregunta central es ¿en qué medida y a través de
cuáles mecanismos los factores vinculados con esta trayectoria personal interactúan en el
proceso de aprendizaje? ¿En qué medida la trayectoria personal hace "receptivas" o resistentes
a las personas aprendientes? Cabe interrogarse también ¿cómo la estrategia pedagógica
utilizada por el o la docente, el clima socioafectivo del grupo de estudiantes y de la institución,
pueden modificar el grado de disponibilidad del sujeto de aprendizaje?
LA PROBLEMÁTICA
La decisión de una persona adulta que se compromete en un proceso de formación está
ligada, de una u otra manera, con un proyecto personal, profesional y/o social. La persona
adulta espera recibir a través de la formación algunos beneficios inmediatos, que hemos
llamado, resultados anticipados: conocimientos, nuevas formas de "saber hacer", un diploma,
una red de relaciones sociales, etc. Estas expectativas no siempre explícitas ni conscientes
corresponden a aspiraciones más profundas; es lo que hemos llamado efectos esperados.
Puede tratarse de aspiraciones personales (adquirir mayor confianza en sí mismo, introducir
algún cambio en la trayectoria personal,...), profesionales (conservar el trabajo, adquirir mayor
profesionalismo, acceder a otro tipo de trabajo,...), y /o sociales (mantener un compromiso
social o político o algún cambio en la trayectoria social,...)
El comprometerse en un proceso de formación se produce, entonces, en momentos muy
particulares de la historia del sujeto, son momentos de "quiebre", de mutación, de ruptura de
equilibrio, de "crisis", en el sentido etimológico del término (krisis: del griego, decisión). Se trata
de momentos de crisis, especialmente en el plano de la identidad, es decir, de la representación
20
de sí mismo. Es probable que este compromiso se produzca acompañado de una movilización
bastante intensa, tanto cognitiva como afectiva, y marque la historia del sujeto con una tensión
entre un pasado y un futuro.
La problemática de las relaciones entre formación y trayectoria del sujeto ha sido
ampliamente estudiada, desde dos perspectivas. Una, de índole "biográfica", cuyo enfoque es
netamente clínico; otra, sociológica que analiza las motivaciones socioprofesionales que
subyacen en la decisión de comprometerse en un proceso de formación de adultos.
Nuestra perspectiva consiste en interrogarse sobre los diferentes puntos de articulación
posibles entre, por una parte, cada de uno de los sub-procesos que caracterizan la dinámica del
aprendizaje, tal como es concebida por el constructivismo, es decir:
1. construcción de las estructuras previas;
2. activación de estas estructuras en la situación de aprendizaje;
3. confrontación de esas estructuras activadas mediante el aporte de nueva información, y
4. refuerzo de las nuevas estructuras que puedan emerger de esta confrontación.
21
La dinámica de la asimilación-acomodación en situación de formación
Tercer postulado del paradigma constructivista: la acomodación de una estructura cognitiva
consiste en reorganizar la estructura para resolver algún conflicto cognitivo entre esta estructura
y la nueva información.
No siempre la asimilación conduce a la emergencia de un conflicto cognitivo. Tampoco la
emergencia de un conflicto cognitivo conduce a una reorganización cognitiva de la estructura de
asimilación. Algunas estrategias cognitivas (tales como la individualización o la generalización)
pueden, en efecto, permitir que se evite el conflicto, o que se resuelva conservando el estado
inicial de la estructura de acogida. Cabe preguntarse, entonces, cuándo y cómo intervienen los
factores que potencialmente pueden afectar la probabilidad de que emerja un conflicto cognitivo
y su resolución mediante la reorganización de la estructura de acogida.
La plasticidad de las estructuras de acogida. Entre los factores que pueden afectar la
probabilidad de acomodación de una estructura de acogida dada, ya hemos mencionado el lazo
más o menos estrecho entre esta estructura, el sistema de valores y la identidad del sujeto. La
hipótesis es que mientras más estrecho sea este lazo, la estructura es menos susceptible de
transformarse, debido al "costo" cognitivo, afectivo y social que representaría tal transformación.
Ésta sería una de las razones que explica la "resistencia" al cambio de las estructuras de
categorías sociales. Las representaciones que el sujeto posea conciernen diversos grupos
sociales (jóvenes, cesantes, extranjeros, etc.), u otros objetos de fuerte significación social y
cultural ( la democracia, el poder, la educación, la sexualidad, etc.) que son estructuras
fuertemente enraizadas en su identidad en cuanto persona o como actor social. Se comprende,
entones, que este tipo de estructuras sea particularmente poco propicio para la acomodación.
Nuevamente interviene la trayectoria en el proceso de aprendizaje. De hecho, el lazo entre
una estructura cognitiva dada y el sistema de valores e identidad del sujeto es función de su
trayectoria. Una misma estructura puede constituir un desafío de identidad central para un
sujeto y no para otro. La resistencia de esta estructura a la acomodación será a priori más alta
en algunas personas que en otras. Esto aparece nítidamente en la formación de personas
adultas cuando se trabaja con grupos muy heterogéneos, desde el punto de vista de la
inserción profesional de las y los estudiantes.
Tomemos como ejemplo un curso de contabilidad escolar que se imparte en el contexto de una
formación en gestión escolar, cuyos destinatarios son, a al vez, directores de establecimientos y
docentes de aula que aspiran ocupar algún día un cargo de dirección en el establecimiento. Las
técnicas de contabilidad tendrán una resonancia bien distinta entre ambos destinatarios. Para los
directores actuales los contenidos del curso harán eco con los conocimientos y las prácticas utilizadas
a diario en su práctica profesional, lo que no será el caso para las y los docentes de aula. Es probable
que los contenidos activen las estructuras de conocimientos que ocupan un lugar central en la
identidad profesional del primer grupo, y no así en el caso del segundo. Los conocimientos activados
por ambos grupos de personas representarán en desafío diferente para su identidad profesional, el
desafío será menor para el grupo de docentes de aula que para el grupo de directores, porque su
identidad será menos resistente a priori frente al cambio.
Si la trayectoria puede explicar una variación de un sujeto a otro, respecto de los lazos
involucrados en sus estructuras de conocimientos, también puede explicar variaciones
diacrónicas en un mismo sujeto. Una estructura de conocimientos es más resistente al cambio
si está ligada a la identidad y al sistema de valores, en la medida en que contribuye a mantener
la estabilidad. Sin embargo, la trayectoria de un sujeto puede modificar, precisamente, en un
momento determinado la estabilidad de esta identidad y de ese sistema de valores.
Con frecuencia, cuando se produce alguna desestabilización, la persona adulta decide
comprometerse en un proceso de formación que le permitirá enfrentar las transformaciones de
su propia identidad. Por ello es frecuente encontrar entre las personas adultas aprendientes,
22
aquéllas que ya han iniciado la desestabilización de sus conocimientos y de las prácticas que le
acompañan. Vienen en busca de cambios. Por otro lado, la transformación de estas mismas
estructuras puede resultar objetiva y subjetivamente difícil, puesto que están ligadas
estrechamente con la identidad.
23
IMPLICACIONES PEDAGÓGICAS E INSTITUCIONALES
28
Estas recomendaciones van contra aquéllas que promueven la mayor integración posible
entre el espacio de formación y el espacio vida/trabajo, con el propósito de eficacia y eficiencia
en la gestión de recursos humanos en las empresas. El debate queda abierto.
Consideramos que este tipo de integración debilita el carácter "protegido" del ámbito de
formación, perjudicando el aprendizaje, ya que éste puede verse obstaculizado por el
cuestionamiento de algunos conocimientos vinculados con la propia identidad, puede disminuir
las posibilidades de desarrollo del pensamiento crítico personal y autónomo.
Y el desarrollo del pensamiento crítico personal y autónomo es, precisamente, la finalidad
de la formación. Por lo tanto el problema de la delimitación del espacio de formación y del
laboral y/o del de la vida cotidiana no es de naturaleza pedagógica, sino que es de naturaleza
"política" o axiológica, atañe, primordialmente, las finalidades que busca alcanzar la formación.
Capítulo octavo
Interacciones sociales y aprendizaje
De un modo general, podemos decir que la situación de formación ofrece a la persona que
aprende la posibilidad de interactuar socialmente con otras personas: las formadoras y sus
pares aprendientes. Lo que nos interesa identificar ahora es: cómo, a través de qué
mecanismos y en qué condiciones las interacciones sociales pueden afectar el proceso
individual de aprendizaje, específicamente en el contexto de formación de personas adultas.
Las relaciones entre aprendizaje cognitivo e interacciones han sido objeto de muchas
investigaciones. Se trata, en primer lugar, de la investigación sobre el conflicto sociocognitivo,
desarrollado en el campo de la psicología social genética desde hace unos 15 años, sobre todo
en la Europa francohablante. La preocupación de las investigaciones ha sido comprender la
función que desempeña la interacción social en el proceso de construcción de la inteligencia
infantil. De estos trabajos ha surgido la teoría de la génesis social de las estructuras cognitivas y
del aprendizaje cooperativo. Esta segunda corriente se ha desarrollado durante los últimos 20
años, principalmente, en Estados Unidos, y las investigaciones se han centrado en los efectos
de los dispositivos pedagógicos que estimulan las interacciones cooperativas entre pares,
comparándolos con el empleo de otras dispositivos, de un modo casi natural, estos estudios se
han efectuado en el ámbito escolar.
Puede sorprender que tomemos estas dos vertientes teóricas para abordar el problema de
las interacciones sociales en el aprendizaje, puesto que las observaciones han sido realizadas
en grupos infantiles y de adolescentes en edad escolar y no en personas adultas. Además,
estas investigaciones se han hecho, prácticamente, en laboratorio y no en situaciones naturales
de aprendizaje, que son las que nos interesan; han enfocado la adquisición de esquemas
operatorios de la inteligencia, siendo que a nosotros nos interesa la construcción de otras
formas de conocimientos, especialmente, los conocimientos declarativos4. Por otra parte, las
hipótesis propuestas sobre el conflicto sociocognitivo no han sido sistemáticamente validadas
en el campo empírico que nos ocupa - sujetos adultos, situación natural de formación, otras
formas de conocimientos -, por lo que será con gran prudencia que extraeremos algunas
implicaciones de esas investigaciones.
No obstante, haber optado por estos referentes teóricos nos parece justificado por, al
menos, las tres razones que siguen:
4
Conocimientos declarativos: representaciones mentales del mundo físico, biológico o social del entorno
(en Bourgeois y Nizet, 1997: 66)
29
1. hasta la fecha hay muy pocos trabajos de investigación que aborden las relaciones entre
aprendizaje e interacciones sociales en el contexto de educación de personas adultas e,
incluso, en la educación superior;
2. las hipótesis de ambas corrientes nos parecen sólidas desde un punto de vista de los
fundamentos empíricos y teóricos y,
3. a priori, nos parecen también pertinentes y heurísticamente muy estimulantes para el
contexto que nos ocupa.
31
Regulación relacional o sociocognitiva. De Paolis y Mugny (1991) distinguen dos
modalides de regulación del conflicto sociocognitivo: la regulación relacional y la regulación
sociocognitiva.
Una regulación [...] se define como relacional cuando la resolución del conflicto consiste en
modificar la respuesta de uno o de varios interlocutores, respuesta que trata de restablecer el
estado de la relación interindividual anterior al surgimiento de respuestas, sin que haya verdadero
trabajo cognitivo. A este tipo de regulación se le llama relacional, porque es demostrable que esa
modificación no consiste más que en un cambio superficial, un cambio en el ámbito público - de
cierta manera -, cuya función se limita a resolver la dimensión relacional. La modificación de las
respuestas se desprende, únicamente en este caso, del tipo de vínculo social existente entre las
personas interlocutoras, no pretende otra cosa [...] que restablecer la relación para que no se
torne conflictiva (De Paolis y Mugny 1991: 95).
En principio, en este tipo de regulación no hay cabida para la acomodación de las
estructuras de conocimientos. Puede adoptar dos modalidades: la complacencia, en la que
no hay modificación real de los puntos de vista, y la yuxtaposición de puntos de vista
potencialmente conflictivos, sin que haya confrontación ni modificación de ellos.
Por el contrario se hablará de regulación sociocognitiva del conflicto sociocognitivo
cuando éste se resuelve mediante un trabajo de reorganización cognitiva y, por lo tanto, de
acomodación de las estructuras de conocimientos movilizadas entre las personas que
intervienen en la interacción. De Paolis y Mugny definen como sigue este tipo de
regulación:
Una regulación sociocognitiva se define por la elaboración, a veces colectiva y otras, individual,
de nuevos instrumentos cognitivos característicos del progreso cognitivo. En este caso, la
regulación del conflicto no se efectúa por un simple cambio de respuestas que socialmente
garantizan la disminución del conflicto, sino que al contrario, por un cambio más profundo que se
genera en la reorganización cognitiva de uno de varios interlocutores; constituye en una
coordinación de puntos de vista o de centraciones inicialmente opuestas. Esta transformación
supone una actividad cognitiva centrada en la comparación y la integración de sistemas de
respuestas, definiciones previamente contradictorias del objeto o de la relación cognitiva que está
en juego (De Paolis y Mugny 1991: 95)
Efectos de la asimetría. Interrogarse sobre las condiciones de eficacia del conflicto
sociocognitivo, no es otra cosa que interrogarse sobre los factores que favorecen la
regulación sociocognitiva del conflicto en oposición a la regulación relacional. Un primer
factor atañe la estructura de la relación social en la que se inserta el conflicto, en que una
estructura asimétrica tiende a favorecer la regulación relacional, no sólo entre niños y niñas
frente a personas adultas, sino también entre pares cualquiera sea su edad. En todo caso,
la regulación relacional impide cualquier posibilidad de aprendizaje, por lo menos en el
sujeto que se encuentra en posición de persona dominada. A pesar de todo lo anterior, se
ha observado que en determinadas condiciones, las regulaciones sociocognitivas pueden
producirse en el marco de relaciones sociales asimétricas.
32
introducen algunos cuestionamientos que son acogidos con menor complacencia, pero sí
con mayores posibilidades de progreso para el niño.
5
Status. Hemos mantenido la voz latina, ya que en español aún no ha sido incorporada por la Asociación
de Academias de la Lengua.
33
CONTRARIEDAD AMENIDAD
CONTRADICCIÓN I II
APROBACIÓN III IV
En conclusión
Dos grandes ideas pueden desprenderse de lo anterior. Por una parte, el individuo tendrá
mayores posibilidades de resolver exitosamente tareas de aprendizaje complejas cuando
interactúe socialmente con otras personas y no, cuando esté solo. Pero, la interacción social
sólo facilita el aprendizaje cuando su naturaleza es de carácter sociocognitivo, es decir, cuando
se caracteriza por la emergencia de algún conflicto sociocognitivo (confrontación social de
respuestas o puntos de vista diferentes) y por una regulación cognitivamente constructiva de
ese conflicto (resolución del conflicto mediante la elaboración de una respuesta o un nuevo
punto de vista). Por otra parte, existen factores que condicionan los efectos de la interacción
social sobre el aprendizaje, particularmente, el grado de simetría de la relación, la intensidad de
la interacción sociocognitiva bajo diferentes aspectos, el clima socioafectivo así como los
prerrequisitos cognitivos y sociales. Son factores que condicionan, simultáneamente, la
probabilidad de emergencia de un conflicto sociocognitivo en la interacción social y el modo de
regular dicho conflicto.
Esta aproximación deja de manifiesto la importancia de las relaciones entre pares en
situación de aprendizaje, aunque no sea la única forma de resolver los conflictos
sociocognitivos, ya que estos pueden emerger también en las interacciones entre niños y
adultos o entre el sujeto que aprende y el formador, ambos, personas adultas. Sin embargo, las
interacciones entre pares son, en principio, preferentemente más simétricas.
34
dispositivos similares. Sin embargo, la mayor parte de estas investigaciones se han realizado en
contexto de educación escolar básica y media; son muy escasas las investigaciones realizadas
en contextos de formación de adultos o de educación superior.
Definiremos el aprendizaje cooperativo como aquel dispositivo pedagógico que consiste en:
hacer trabajar a las personas aprendientes en grupos bastante pequeños, para que cada
persona tenga la posibilidad real de participar en la tarea colectiva que les haya sido
asignada. Además, se da por sentado que las personas aprendientes realizarán esa tarea
sin la supervisión directa e inmediata del o de la docente (Cohen, 1994: 3)
35
segundo conjunto, exigen intrínsecamente un intercambio real de recursos entre todos los
miembros del grupo.
Cohen (1994) concluye que la interacción cooperativa es vital, y solo así será
significativamente eficaz, cuando las tareas de aprendizaje sean complejas y no simples.
Conclusión
A modo de conclusión quisiéramos poner en relieve la especificidad de los efectos de la
interacción entre pares en relación con las interacciones aprendiente-formador. Por un instante
actuaremos como abogado del diablo: imaginemos una situación de interacción aprendiente-
formador que reúna el conjunto de condiciones favorables - emergencia y regulación de
conflictos sociocognitivos, intensidad de la argumentación, simetría relativa en la relación social
y clima socioafectivo adecuado -, pero que no sea más eficaz que una situación de aprendizaje
cooperativo.
Ninguno de los trabajos realizados hasta la fecha permite dirimir en un sentido o en el otro
entre estas dos hipótesis. Queremos señalar una limitación importante del aprendizaje
cooperativo. Es notable que en los estudios de los últimos 20 años acerca de la eficacia del
aprendizaje cooperativo sólo se le compare con los dispositivos de tipo "individualista" o
"competitivo"; nos parece que estos tres dispositivos no agotan la diversidad de situaciones
pedagógicas más frecuentes que existen en los ámbitos de enseñanza escolar o de formación.
Hay otros tipos de situaciones pedagógicas en las que las y los aprendientes interactúan
directamente - en forma individual o colectiva- con el docente o formador; aunque son
situaciones diferentes a las de aprendizaje cooperativo, necesariamente no adoptan las
características desfavorables de otros dispositivos.
Estamos pensando en situaciones en las que el aprendiente se compromete
individualmente en una interacción sociocognitiva intensa con el formador; no es una situación
de aprendizaje cooperativo, hay una intervención directa del formador en la interacción y ésta
está centrada en el contenido del aprendizaje. Tampoco se trata de una situación individualista
de aprendizaje, porque la interacción se funda en un intercambio sociocognitivo con el
formador. Analicemos otras situaciones aún más frecuentes, en las que se combinan
interacciones sociocognitivas entre pares y con el formador, por ejemplo, en la situación banal
de discusión de grupo, tal como puede darse en un seminario. No se trata de una situación de
38
aprendizaje cooperativo, porque la intervención del formador se centra en el contenido;
tampoco es una situación de tipo individualista, porque los pares interactúan entre sí y, además,
pueden entablar un verdadero intercambio sociocognitivo no sólo entre ellos, sino también con
el formador. Por otra parte, podemos imaginar que en estos dos tipos de situación, los
aprendientes no establezcan relación alguna de tipo competitivo, que el clima socioafectivo sea
favorable y que concurran una serie de elementos que atenúen significativamente la asimetría
de la relación social aprendiente-formador (o docente).
Son éstas situaciones muy frecuentes y menos desfavorables a priori que los dispositivos
individualista y competitivos. Cabría preguntarse si estas situaciones, que ponen en juego la
interacción sociocognitiva con el propio formador y presentan, además, condiciones que
favorecen la eficacia de la interacción requerida para el aprendizaje, son realmente menos
eficaces que las situaciones "ortodoxas" de aprendizaje cooperativo. Hacen falta otras
investigaciones al respecto.
Efectos de la asimetría
Interacciones con el formador. Vimos que una relación asimétrica puede comprometer la
eficacia del conflicto sociocognitivo, en la medida que puede inducir una regulación relacional y
no sociocognitiva del conflicto. En situación real de enseñanza o formación el problema de la
asimetría es central, porque en las interacciones entre aprendientes y formador existe una
cierta desigualdad evidente de status que caracteriza la relaciones entre estos dos tipos de
actores. El formador posee un status superior por su experiencia social e institucionalmente
reconocida que lo llevan a controlar el proceso de formación, especialmente, lo que concierne la
evaluación certificativa. El punto central que se plantea es el de identificar cuáles son las
condiciones que pueden contrarrestar los efectos de esta asimetría inherente a la relación
pedagógica en este contexto. Queremos sugerir cinco pistas de reflexión al respecto,
directamente inspiradas en trabajos que han estudiado el conflicto sociocognitivo.
- Favorecer un enfoque mayéutico en la construcción de conocimientos. Recordemos
que una regulación sociocognitiva del conflicto puede, a pesar de todo, obtenerse en un
contexto de relación asimétrica, cuando el sujeto en posición dominante no propone
inmediatamente su punto de vista, pero se esfuerza por proponer indicaciones e
interrogantes. Actuando de esta manera, fuerza a las personas aprendientes a reflexionar
sobre principios de respuestas más que en respuestas específicas. Dos principios
pedagógicos se desprenden de estas observaciones:
1. Consiste en posponer el momento en que el o la formadora formulan su propia
respuesta. Esto implica que en la fase inicial de la secuencia, se invita las y los
aprendientes a elaborar su respuesta, individual o colectivamente. Esta modalidad se
aproxima al "andamiaje" de Bruner (1983: 277-279), función que implica otros tres
aspectos complementarios, resumidos como sigue por Aumont y Mesnier (1992):
- El reclutamiento del sujeto para una tarea determinada, corresponde al momento en
que el tutor busca despertar en él su interés y su adhesión hacia las exigencias que
impone la tarea que debe realizar;
- La restricción del grado de libertad, consistente en suprimir algunos obstáculos o
simplificar la tarea reduciendo la cantidad de acciones necesarias para lograr la
meta, y
39
- La mantención de la orientación en terreno, exige del tutor que incite al sujeto a
alcanzar el objetivo principal y los objetivos intermedios necesarios para lograr
plenamente la tarea (Aumont y Mesnier, 1992: 201).
2. El modo con que el formador introduce su propia respuesta, al término de la fase inicial
de búsqueda de solución de parte de los aprendientes. Este principio consiste, para el
formador, en introducir su respuesta de tal manera que estimule el cuestionamiento
crítico, ya sea explicitando las premisas que sustentan su respuesta o relacionándola
con otras respuestas alternativas propuestas, por ejemplo, por los mismos participantes
u otras sugeridas por el formador. Esta modalidad exige la existencia de normas
sociales que legitimen la expresión de los puntos de vista de las personas aprendientes
y su derecho (inviolable) al error, lo que nos lleva a la pista siguiente.
- Actuar sobre las condiciones objetivas y sobre las representaciones en que se basa
la asimetría de la relación pedagógica. Puede actuarse sobre dos factores:
. el contrato pedagógico: las personas aprendientes tienen la posibilidad, al inicio de
una secuencia de formación, de negociar algunos aspectos relacionados a la vez con los
objetivos y los dispositivos propuestos por el o la formadora, negociación que puede
tener efectos favorables en la relación pedagógica e incidir positivamente en la
evaluación y en la regulación del proceso de formación y, por consiguiente, modificar la
relación asimétrica respecto del formador.
Para que este contrato no sea sólo "una buena intención" o, incluso, un engaño, se ha
visto la conveniencia de incorporar en el proceso de formación a un tercer actor, cuya
función es la de "consejero de formación", que asegure el buen funcionamiento del
marco y dispositivos institucionales (contrato pedagógico, evaluación reguladora,...) y
garantice la participación de las y los aprendientes en el proceso de formación.
. la evaluación certificativa: corresponde a un lugar y un momento del proceso
pedagógico en que la asimetría de la relación formador-aprendiente alcanza un grado de
exacerbación desafiante, porque:
1. interviene demasiado pronto en el proceso de formación;
2. se confunde con la evaluación formativa, y
3. los criterios y procedimientos dejan amplia cabida a la arbitrariedad del formador.
- Garantizar el sentido social del quehacer relativo al aprendizaje. El sentido del
aprendizaje está íntimamente ligado a las características propias de la persona aprendiente
- su historia personal, sus representaciones sociales,...- El formador y el dispositivo de
formación pueden contribuir a hacer emerger el sentido social del aprendizaje, explicitando
el desafío que reviste la actividad de aprender, el objeto de aprendizaje, vinculándolos con
la experiencia personal del aprendiente. Esto implica que el formador debe orientar su
trabajo de modo tal que se hagan patente para el aprendiente los alcances de su
40
aprendizaje, así como también una mayor comprensión del mundo, de sí mismo y de su
relación con el mundo y su accionar en el mundo. Es un trabajo de mediación. De todos
modos, sólo el sujeto aprendiente puede construir el sentido social de su aprendizaje, pero
no siempre lo lograría espontáneamente; corresponde al formador acompañar y estructurar
este trabajo de construcción en las personas aprendientes.
- Asegurar un clima socioafectivo favorable para la interacción socioafectiva. Tanto al
formador como al consejero de formación les cabe esta responsabilidad.
. Las interacciones entre pares. La asimetría no sólo se da entre formador y personas
aprendientes, también se manifiesta entre éstas. Los estudios sobre el conflicto
sociocognitivo han mostrado que cuando un grupo se caracteriza por tener relaciones
sociométricas muy jerarquizadas, es más frecuente que haya una regulación relacional
del conflicto sociocognitivo y menor progreso cognitivo que en los grupos más
igualitarios. Los estudios sobre el trabajo colaborativo han afinado esta hipótesis:
muestran que la heterogeneidad objetiva del grupo (en término de aptitud escolar, por
ejemplo) tiene un efecto positivo en el aprendizaje individual (cualquiera sea el nivel del
individuo), en cambio, la percepción de una desigualdad de status entre los
participantes, en el interior del grupo, puede producir efectos negativos.
Cuando un formador trata de favorecer la heterogeneidad objetiva del grupo puede
correr el riesgo de favorecer, simultáneamente, la percepción de desigualdad de status
del mismo. Para superar este dilema, cabe interrogarse acerca de cuáles estrategias
pedagógicas podrían minimizar los efectos negativos de la desigualdad de status y, de
un modo más general, de los efectos de etiquetaje que pueden surgir en las
interacciones entre pares que integran grupos heterogéneos. El punto esencial en el
plano pedagógico consiste en preguntarse cómo se puede evitar que las diferencias (o
heterogeneidad) objetivas iniciales no se conviertan en desigualdades de status. Hemos
encontrado dos pistas interesantes en Cohen (1994). Ambas conciernan al docente.
1ª Tratamiento múltiple. Consiste en proponer situaciones de aprendizaje
suficientemente "ricas", para que efectivamente se necesite una diversidad de
competencias para realizar lo solicitado, de modo que cada persona participante
puede hacer valer sus propias competencias.
2ª Atribución de competencias. Exige que el formador observe minuciosamente e
identifique las fortalezas específicas de cada participante y pueda atribuir correcta y
públicamente las tareas a realizar.
Existen otras pistas, entre ellas se puede destacar otra, que también es muy pertinente
en contexto de formación de personas adultas. Consiste en que el formador prevea
tiempos y lugares en que la construcción social del status y sus efectos en la dinámica
de aprendizaje puedan ser identificados, verbalizados y, dentro de lo posible, regulados.
Nuevamente la responsabilidad del formador es preponderante, incluso más, la
representación que tenga de cada una de las personas aprendientes, su actitud y su
discurso colaboran inevitablemente en el proceso de transformación de las diferencias
interindividuales respecto de las desigualdades de status. Por consiguiente, es
indispensable que el formador se interrogue regularmente sobre su propia función y, si
es necesario, la regule.
41
1. El desarrollo de un clima socioafectivo favorable supone la existencia de
competencias sociales en los participantes y la regulación relacional adecuada de las
interacciones sociales, y
2. El desarrollo de interacciones sociocognitivas de tipo cooperativo contribuye, a su
vez, a desarrollar las competencias sociales de los participantes.
Es lo que se ha llamado el "efecto transmisor". De estas dos proposiciones se pueden
extraer varias implicaciones pedagógicas para la formación de personas adultas:
El desarrollo de competencias sociales. En primer término, es necesario prever, al
momento de iniciar un ciclo de formación, algunas actividades centradas en el grupo. Nos
referimos a diversas técnicas de dinámica de grupo, cuyos objetivos deben ser:
1. llevar a las y los participantes a constituirse en grupo, para que se conozcan mejor,
para que identifiquen sus centros de interés, sus proyectos comunes, para que
establezcan la "palabra del grupo" frente a las y los formadores y a la institución de
formación, y
2. promover en los participantes comportamientos y actitudes propicias para una dinámica
cooperativa de aprendizaje.
Este tipo de actividades puede contribuir positivamente a desarrollar relaciones menos
asimétricas: el grupo así conformado se convierte en un actor más "fuerte" en sus
relaciones con el formador.
La segunda implicación se refiere a los medios que permitirán regular la dinámica relacional
del grupo que está constituyéndose como tal, esto concierne, una vez más, al formador quien
deberá estar muy atento, durante todo el proceso de formación, frente a la regulación de las
disfunciones relacionales que puedan surgir, a sabiendas que muchas veces su atención estará
preponderantemente centrada en los contenidos y la dimensión cognitiva del aprendizaje,
postergando la dimensión socioafectiva. Por ello, nos parece importante prever momentos y
lugares de regulación relacional independientemente de las actividades cognitivas, y que éstas
sean, de preferencia, gestionadas por actores distintos del formador. Estas actividades no
deben realizarse exclusivamente al inicio, sino durante todo el período de formación. Así podrá
mantenerse un trabajo de elucidación y regulación relativo al proceso de diferenciación de
status al interior del grupo.
Una tercera exigencia se desprende de las dos anteriores. Consiste en la presencia activa
de consejeros de formación que tengan las calificaciones y la vinculación institucional
requeridas, desempeñando la función de "agente externo", cuya posición le permite tener el
distanciamiento necesario para asumir con eficacia la regulación del grupo en sus relaciones
con el o los formadores.
Efecto transmisor del aprendizaje cooperativo. Cooperando se aprende a cooperar, y no
creando situaciones de aprendizaje "competitivo" o "individualista", a pesar del rechazo que
puedan manifestar las personas aprendientes o por los hábitos pedagógicos tradicionales
de docentes y formadores.
En segundo término, hay que tener en cuenta que en el ámbito de formación de personas
adultas, un número creciente de ellas son desfavorecidas socialmente: cesantes de larga data,
o personas con pocas calificaciones para aventurarse en alguna (re)inserción profesional, o
poco alfabetizadas, etc. Su autoimagen y su autoestima, con frecuencia son bajas. El
aprendizaje cooperativo puede ayudar a superar este tipo de (pre)disposiciones. Justamente,
en esto reside la pertinencia de una pedagogía que privilegie el trabajo en pequeños grupos y el
trabajo cooperativo en cuanto modalidad de interacción a través de la formación.
Conclusión
El motor esencial del aprendizaje es la interacción sociocognitiva que proponga el
formador, abandonando su función tradicional de transmisor de conocimientos, ya que este tipo
de intervención pedagógica:
1. no favorece el desarrollo de interacciones cooperativas entre pares,
2. desalienta la elaboración, la expresión y luego la confrontación y la argumentación de
puntos de vista alternativos;
3. refuerza la asimetría de la relación social aprendiente-formador y favorece la regulación
relacional de los conflictos sociocognitivos cuando estos aparecen, y
4. no favorece el desarrollo de las disposiciones socioafectivas de las personas aprendientes,
que les permitirían, llegado el caso, sacar mayor partido de las interacciones
sociocognitivas.
La función del formador está lejos de ser accesoria, es fundamental en cuanto agente
mediador o catalizador del proceso de aprendizaje. De él depende que se establezcan
condiciones favorables para el desarrollo de interacciones sociocognitivas y que éstas redunden
en la eficacia del aprendizaje, además de todos los demás factores analizados más arriba.
Por último, conviene destacar el peso capital del marco institucional en el que se inscribe el
proceso de formación. Las opciones que adopte el formador están estrechamente vinculadas
con el sistema de exigencias y recursos de la institución (sean estos de orden ideológico,
organizacional o interpersonal) en que él se desempeña. Este sistema constituye un marco que
limita y orienta, en mayor o menor grado, el margen de sus opciones pedagógicas.
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BIBLIOGRAFÍA
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