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Marco Teórico-Referencial

Comprender los cambios introducidos por la modernidad en el nuevo contexto socio-espacial que enfrenta el
mundo rural y las subjetividades asociadas a esos cambios – en la voz de sus protagonistas –, resulta fundamental,
toda vez que se les considera actores claves y centro del desarrollo, dado que las personas devienen sujetos y
beneficiarios efectivos del desarrollo en la medida en que moldean los procesos de cambio (PNUD, 2000).
Para abordar esta temática es preciso realizar una aproximación conceptual a tres ejes centrales para el análisis.
i. Los procesos de cambios objetivos a través del Paradigma de la Nueva Ruralidad
ii. El Desarrollo Humano como objeto central del desarrollo, y
iii. Los alcances de la Modernidad en espacios particulares [comunidad rural]

3.1. Nueva Ruralidad: definición, características y fundamentos


El concepto de lo rural en sentido etimológico se compone por el latín ruralis y rus (campo), asociado a la
rusticidad. Tradicionalmente entendido “como lo perteneciente o relativo a la vida del campo y sus labores” o
“inculto, tosco, apegado a cosas lugareñas” (Diccionario de la Real Academia Española [RAE], 2001), no obstante,
es un concepto que ha venido cambiando aceleradamente, tanto en Europa como en América Latina. En uno u otro
continente se habla hoy de una nueva ruralidad, pero la expresión ha cobrado mayor fuerza en Latinoamérica desde
inicios de la década de los noventa (Pérez, 2005), configurando un esfuerzo intelectual por concebir las
transformaciones en los sistemas productivos agrícolas y los espacios rurales cPor ello, su inclusión en este
apartado se sitúa desde lo ineludible que resulta hoy pensar lo rural en Chile sin considerar las discusiones y
aportes presentes en este enfoque.
Ahora bien, para advertir dicho cambio paradigmático, ha de considerarse en primera instancia aquellas
características de la ruralidad en su visión tradicional, entre ellas, el sociólogo Sergio Gómez (2002) plantea:
1. “La población rural corresponde a aquella ocupada en actividades agropecuarias.
2. La población rural se ubica en espacios de baja densidad poblacional. A su vez, como consecuencia de la
dispersión y el aislamiento de las poblaciones rurales, se caracteriza por tener bajas condiciones de bienestar
(ausencia de servicios, de infraestructura básica, etc.) y comparte condiciones culturales muy atrasadas
(analfabetismo, etc.)
3. La concepción tradicional de lo rural lleva a una valorización y sobre valoración de lo urbano. El concepto
mismo de desarrollo, asociado al progreso, llevaba una dirección unívoca: desde lo rural hacia lo urbano; de la
agricultura hacia la industria; del campo a la ciudad; de la situación de atraso hacia el bienestar” (Gómez, 2002, p.
126).

Sin embargo, esta concepción de desarrollo ha cambiado en los últimos tiempos y se puede observar “una
revalorización de lo rural, entendida no como una “vuelta a lo rural” sino como un cambio de visión sobre lo
rural”. (Muñoz 2000, citado en Gómez 2002, p. 13)
Y es aquel cambio de visión sobre lo rural, que llevó a investigadores como Edelmira Pérez, Sergio Gómez, Luis
Llambí, entre otros, a acuñar el concepto Nueva Ruralidad, para enfocar el análisis de los procesos de
transformación que venían ocurriendo en diferentes contextos geográficos de América Latina y El Caribe;
significando un vuelco en el tradicional enfoque dicotómico rural-urbano, como polos opuestos. Con su utilización,
señala Pérez (2005) se intenta buscar los vínculos y las interacciones que acortan o ahondan las distancias entre
ambos.
Puesto que, la Nueva Ruralidad reconoce la importancia de los procesos de democratización local y de mayor
valoración de los recursos propios, tanto humanos como naturales y culturales. Asimismo, se centra en la búsqueda
de la superación de los conflictos sociopolíticos que dificultan el avance y el bienestar general de las sociedades
rurales, planteando la necesidad de concertación en pos del bien común entre los diferentes actores –
público/privado–, y la valoración o creación de mecanismos de participación y control de los procesos de
desarrollo (Pérez, 2005).
El nuevo enfoque supera la visión dualista de las sociedades latinoamericanas, caracterizadas por la dicotomía
entre los espacios urbanos, modernos y crecientemente industrializados, y los espacios rurales, tradicionales y
agrícolas (Llambí, 2004), si bien, no desconoce la importancia de la agricultura ni la persistencia de fenómenos
como la pobreza, va tras la búsqueda de interrelaciones y vínculos más complejos entre un espacio y otro, tanto en
la generación de actividades productivas, de empleo, de lugar de residencia, como en el entrelazamiento y la
complejidad de las relaciones sociales, políticas y económicas .
Caracterización que permite afirmar, que esta nueva ruralidad considera aspectos integrales que abarcan no sólo lo
geográfico y productivo, sino además los modos de vida y las transformaciones socioculturales que están
ocurriendo en el contexto rural a base de ajustes estructurales y la globalización. En esta línea Llambí (1995),
concibe tres grandes cambios que enfrentan las ruralidades tradicionales Latinoamericanas.
i) Cambios territoriales, caracterizado por la valorización de los espacios rurales tras la reorientación de los flujos
de inversión. Existiría una mayor demanda por el consumo de espacios rurales.
ii) Cambios ocupacionales, tras una transformación de la estructura tradicional hacia actividades secundarias y
terciarias.
iii) Cambios culturales, en la medida que los esquemas cognoscitivos y valorativos de los habitantes rurales y sus
condiciones de vida, están siendo transformados por la irrupción de la modernidad.

Nociones Cambios Sentidos

de Modernidad percibidos en el espacio rural otorgados a los cambios


Como bienes materiales y Cambió la gente y con ello la Resolución de necesidades
servicios disponibles en la mentalidad del campesino básicas
comunidad.
Bienestar para la vida en el Disminución de la pobreza Progreso asociado a lo
campo rural laboral
Acceso a la educación formal Progreso individual y/o familiar
Nueva dinámica de población rural Progreso del territorio versus desarrollo de la
comunidad
Cambio en la fisionomía territorial Para cambiar el imaginario colectivo hacia el
campesino
Nuevas formas de trabajo agrícola Mayor igualdad laboral
Introducción de infraestructura, Oportunidad de estudiar
telecomunicaciones y tecnología
Flujos de información y reducción de Cambios como desafío para el actor rural
distancias
Cambio en el medio ambiente y salud Proyección de la localidad rural
Nueva ruralidad y pluriactividad en el campo como nuevos
contextos para el análisis de las estrategias campesinas

Varios Sepias anteriores se ocuparon de reseñar los cambios en los espacios


y dinámicas sociales en el medio rural desde la perspectiva de las organizaciones,
la demografía, el espacio, los procesos de cambio de las instituciones
estatales y el territorio, y los cambios culturales (Revesz 1997; Diez 1999;
Hurtado 2000; Urrutia 2002; Remy 2004; Degregori y Huber 2006). Todos
ellos constataron la dificultad de analizar un ámbito con poblaciones móviles
y transformaciones económicas, sociales y culturales.
Los mismos cambios, con diversos matices, han sido constatados y analizados
en general en Latinoamérica y en otras zonas (Giarraca 2001; Leader
1998). En el proceso de esas constataciones, han modificado las perspectivas
del análisis de los espacios rurales y, con ellos, de sus poblaciones, que ya no
pueden ser vistas como conjuntos de productores o residentes separados de
los espacios urbanos y zonas centrales y sus dinámicas.
Asumimos el enfoque de la nueva ruralidad entendiéndola como la interrelación
(múltiple) entre espacios urbanos y rurales que supone y explica
una serie de transformaciones del espacio rural y modifica con ello nuestras
perspectivas de análisis. En este enfoque es fundamental considerar la relación
entre los espacios rural y urbano, la circulación de los agentes y pobladores, la
presencia de actividades no agropecuarias en el campo, entre otros aspectos.
Hay pocos trabajos en el Perú referidos a la nueva ruralidad que, sumados a
los referidos del Sepia, constatan las transformaciones generales planteadas
por este enfoque. Vigo (2006) muestra cómo la campiña de Moche reorienta
sus actividades en permanente cambio de portafolio de cultivos (forrajes,
ganado), pero sobre todo cómo se generan procesos de transferencia de
tierras y el paso a otras actividades, como la restauración en centros y restaurantes
recreacionales o la fabricación de ladrillos. Cetraro, Castro y Chávez
(2007) plantean el paradigma en tanto nuevas exigencias del desarrollo y la
articulación al mercado. Betancor y otros (2011) constatan también una serie
Alejandro Diez
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de cambios en varios países sudamericanos, y observan el declinante rol de la
agricultura en la estrategia de ingresos rurales y la creciente importancia de
las fuentes de ingreso no agrícolas, así como de las transferencias (privadas y
públicas) como ingreso complementario para las familias.

La nueva ruralidad tiene su correlato en la multiplicación de posibilidades


productivas y de actividades desarrolladas por los pobladores rurales. Estos
cambios son analizados desde el enfoque de la pluriactividad. Este refiere la
multiplicación de actividades de subsistencia, producción y acumulación de
las familias rurales, experimentadas en el campo y otros espacios rurales latinoamericanos
en las dos últimas décadas. Remite al desarrollo y la puesta en
práctica de una serie de actividades generadoras de ingreso para las familias
(rurales y no rurales), pero también a la aparición de nuevos actores no vinculados
a ocupaciones agropecuarias, que residen en espacios rurales, dedicados
a actividades de producción distintas a las tradicionales. Aun cuando muchas
de estas actividades tienen sus centros de decisión y destinan su producción
principal fuera del espacio rural, localmente se convierten en importantes
fuentes de empleo y recursos (De Grammont y Martínez 2009).

Nueva ruralidad y pluriactividad en el campo son conceptos/enfoques


que buscan dar cuenta de las transformaciones de las últimas décadas y
caracterizar en nuevos términos los espacios rurales contemporáneos. En ese
sentido, pretenden mostrar nuevas formas de producir para integrarse al mercado,
así como alternativas de aprovechamiento de recursos que multiplican
las opciones de las familias rurales; todo ello en un contexto de mayor movilidad
y circulación de la población, y de expansión de derechos y prácticas
democráticas. Varios de los trabajos revisados describen y analizan las expresiones
de este nuevo espacio rural. Para efectos de este balance, nos concentraremos
solo en algunas dimensiones de estos nuevos contextos, como paso
previo al análisis de las estrategias de vida de la población rural. Así, esbozaremos
brevemente una caracterización de la pequeña agricultura de la costa
y de la agricultura campesina de la sierra; enseguida esbozaremos un breve
resumen de tres de las nuevas oportunidades ocupacionales de la población
rural (turismo, minería y empleo rural). Además de estas dos entradas, desarrollaremos
con más extensión el tema de las nuevas presiones sobre la tierra
generadas por las dinámicas de expansión del capital hacia entornos rurales.
EL NUEVO ESCENARIO RURAL DE LAS AMÉRICAS
La humanidad enfrenta la necesidad de la superación de los desequilibrios económicos, sociales,
políticos y ambientales. La organización social, los avances en el conocimiento y la tecnología han
contribuido a un crecimiento económico global sin precedentes. Sin embargo, persisten y se acrecientan
las condiciones que limitan el desarrollo humano y amenazan la estabilidad ecosistémica.
En América Latina y el Caribe, señala la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL),
la situación de pobrezaalcanzó en 1994, a un 39% de los hogares (209.3 millones de personas pobres)
incluidos 98.3 millones en extrema pobreza, de los cuales 73.9 millones son pobres en el medio rural y
de ellos 46.4 millones en extrema pobreza1. El crecimiento económico, de 1991 a 1996 fue moderado,
inestable e insuficiente para generar empleos a toda la población económicamente activa entonces
vigente y emergente2. Para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la magnitud de las
desigualdades en la distribución del ingreso es preocupante; una cuarta parte del total nacional es
percibida por sólo 5% de la población, y un 40% por el 10% más rico. Además, los índices de
concentración del ingreso en las zonas urbanas y rurales presentan niveles semejantes entre sí en casi
todos los países3.
La Región, con una población equivalente al 8.5% del total mundial, dispone de una dotación importante
de recursos: un 23% de las tierras potencialmente arables; el 12% de las tierras de cultivo; el 17% de
las pasturas; el 23 % de los bosques del planeta (46% tropicales); el 31% del agua de escorrentía y un
19% del potencial hidroeléctrico mundial. No obstante, los bosques se pierden a un ritmo del 0.7%
anual; las zonas áridas cubren un 22% de la superficie de la región y se corre el riesgo de la
desaparición de entre 100 000 a 450 000 especies, de continuar con las crecientes tasas de
deforestación4. Un informe reciente del Programa de las Nacionales Unidas para el Medio Ambiente
(PNUMA)5, indica que la región dispone de las más grandes reservas de tierra cultivable del mundo pero
la degradación del suelo está amenazando la mayoría de este recurso. Visto del lado positivo, muchos
países de la región tienen el potencial de frenar la generación de gases de efecto invernadero mediante
la conservación del bosque y la reforestación, servicios ambientales que proveen sumideros 6 al
ecosistema, en este caso, depósitos de carbón y conservación de la biodiversidad, actividades que
surgen como nuevas oportunidades para el desarrollo rural sostenible.
Los recursos de agua dulce son finitos, esenciales en las funciones de la vida y para las actividades
económicas, incluida la agricultura. No obstante, las actividades productivas realizadas mediante
patrones insostenibles de producción están degradando notoriamente la cantidad y calidad del recurso
disponible en ríos, lagos y mantos acuíferos, principalmente, y ubicados en el medio rural.
Estos temas sociales, económicos y ecológicos más otros no menos importantes de carácter político,
institucional y cultural, propios de la sostenibilidad del desarrollo, han pasado a ser, progresivamente, el
centro de interés de las autoridades políticas y administrativas de los países, de las organizaciones de la
sociedad civil y de la empresa privada y de los organismos internacionales financieros y de cooperación
técnica.
Los Jefes de Estado y de Gobierno en la Cumbre de la Tierra reconocieron estas preocupaciones del
desarrollo y adoptaron acuerdos políticos y programáticos para transitar hacia un desarrollo sostenible 7.
Los gobernantes del Hemisferio en las Cumbres de las Américas suscribieron acuerdos similares
persiguiendo mejorar la satisfacción de las necesidades de la población y señalan reiteradamente como
objetivos principales de la agenda interamericana el fortalecimiento de la democracia, la promoción de
la prosperidad, la erradicación de la pobreza y la garantía de un desarrollo sostenible 8.

LA NECESIDAD DE CONCEPTUALIZAR LA “NUEVA RURALIDAD”


El escenario de lo rural está cambiando. Consecuentemente, es necesario reconceptualizar la ruralidad
y reformular las políticas públicas y privadas que la afectan. El desarrollo de nuevos conceptos sobre la
ruralidad y acciones oportunas y pertinentes, en la visión, propósitos y medidas para un desarrollo
sostenible configuran el espíritu de la “Nueva Ruralidad”. Algunas razones principales para ello son: FUNDAMENTOS
BÁSICOS DE LA “NUEVA RURALIDAD”
La pertinencia de la discusión y el avance hacia una “Nueva Ruralidad” encuentra sustento en varios
conceptos y consideraciones ampliamente aceptadas, tales como:
El desarrollo humano25 como objetivo central del desarrollo
Los Jefes de Estado y de Gobierno del mundo en la Cumbre de la Tierra, expresaron en la Declaración
de Río que los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el
desarrollo sostenible; que tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la
naturaleza. Además, señalaron que el derecho al desarrollo debe ejercerse en forma tal que responda
equitativamente a las necesidades de desarrollo y ambientales de las generaciones presentes y
futuras26. En el Hemisferio, los Jefes de Estado y de Gobierno reafirmaron su determinación de avanzar
hacia el desarrollo sostenible e implementar las decisiones y compromisos contemplados en la
Declaración de Río y en la Agenda 21 y declararon, en la Cumbre de las Américas de 1994, que su
objetivo final es mejorar la satisfacción de las necesidades de la población.
De manera similar, el Programa de Desarrollo de la Organización de Naciones Unidas expresa que el
desarrollo debe estar centrado en el ser humano. Asimismo, especifica que el desarrollo económico, el
desarrollo social y la protección del medio ambiente son componentes interdependientes del desarrollo
sostenible, que se refuerzan mutuamente, marco orientador de los esfuerzos por lograr una mejor
calidad de vida para todos27.
Fortalecimiento de la democracia y de la ciudadanía
En la Cumbre de las Américas se ha señalado con claridad que la prioridad política fundamental de las
Américas es el fortalecimiento, el ejercicio efectivo y la consolidación de la democracia 28.
Dentro de esta voluntad política, la superación de los desequilibrios del desarrollo ofrece una
oportunidad única a la visión democrática de organización política y social de la sociedad para una
distribución más equitativa de los beneficios del desarrollo, una disminución del desencanto por la
democracia y de la indiferencia ciudadana por las cuestiones de bien público. En la presente y futuras
décadas el desarrollo sostenible y el fortalecimiento de la democracia y de la ciudadanía se constituyen
en propósitos y compromisos necesarios que inspiran la construcción y la consolidación de una
institucionalidad para una gobernabilidad democrática en nuestros países, que promueva el desarrollo
humano asegurando una calidad de vida digna a vastas poblaciones del medio rural.
La construcción de un futuro justo, equitativo y seguro, en democracia, exige la participación plena y el
ejercicio de la ciudadanía de todos los habitantes y de sus organizaciones; de allí el llamado de los
gobernantes de los países del hemisferio al fortalecimiento de la democracia representativa y
participativa29.
En este contexto político encuentran fundamento los esfuerzos nacionales e internacionales por un
desarrollo rural sostenible visualizando y construyendo una Nueva Ruralidad en las Américas.
El crecimiento económico con equidad
Cada vez, con mayor fuerza, el crecimiento económico se considera como un medio necesario y no un
fin en sí mismo o meta única30. Más aún, se le da la connotación de sostenido, necesario y que debe
ser acelerado, especialmente en los países en desarrollo, para que supla los medios para combatir la
pobreza y la degradación ambiental. El crecimiento económico sostenido, sobre la base de un enfoque
integrado, es fundamental para ampliar la base de recursos para el desarrollo y, por consiguiente, para
la transformación económica, técnica y social.31
NUEVA RURALIDAD 12
La connotación de equidad del crecimiento económico tiene un carácter y ámbito político; las
características del crecimiento económico las definen e impulsan sectores de la sociedad de acuerdo a
la expresión de poder que detenten. De allí que, mejoras en la equidad exigen un mayor
empoderamiento político de los sectores menos favorecidos del logro económico.
En el Hemisferio, los Jefes de Estado y de Gobierno, enunciaron al “crecimiento económico con
equidad” como elemento importante para la aplicación del Plan de Acción para el Desarrollo Sostenible
de las Américas. En consecuencia, en el nivel internacional, promueven la aplicación de medidas
eficaces y constantes para asegurar que el sistema económico y financiero internacional apoye el
crecimiento de las economías locales y su desarrollo sostenible con el fin de lograr una mayor justicia
social32. Lo anterior asegura el aumento en la capacidad de consumo de alimentos y bienes transables,
para sectores marginados, hasta ahora, de estos procesos, que a su vez constituyen espacios casi
únicos con capacidad de crecimiento de la demanda. Siempre en el plano internacional, reconocen la
necesidad de los países de mejorar el acceso a los mercados de conformidad con los Acuerdos de la
Organización Mundial del Comercio (OMC) y otros acuerdos internacionales. En el plano local se busca
la plena participación del sector privado, en particular, de la mediana, pequeña y microempresa, y otras
formas de organización productiva en una estrategia hacia el desarrollo sostenible tomando en cuenta
sus recursos y dinamismo.
En el ámbito de la discusión internacional, los gobiernos y amplios sectores de la sociedad, en el seno
de la ONU y otros foros, están analizando la reforma del sistema financiero y económico internacional
así como las funciones de las instituciones de Bretton Woods 33. En este contexto, en el Banco Mundial
se analiza “el marco integral de desarrollo”, en donde los aspectos macroeconómicos y financieros se
consideran conjuntamente con aquellos de carácter estructural, social y humano 34.

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