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CAPÍTULO I

EL PAGO
§ 1. CONCEPTO
Constituye regla general el hecho que las relaciones obligatorias no
tienen una vigencia prolongada, mucho menos pueden permanecer en vigor
de manera indefinida pues, de una u otra manera, tienen que extinguirse;
estas vinculaciones tienen una duración corta en el tiempo y es esta una de
las características que la diferencias del derecho real. Es tan corto su
decurso que, en muchos casos, pasa desapercibida, como en el caso de los
denominados contratos manuales, en los que incluso da la impresión que no
se genera ninguna obligación o que su nacimiento es inútil, intrascendente;
este hecho puede inducirnos la idea sobre la inutilidad de la relación
obligatoria en alguna de las formas contractuales, pues, en efecto, sólo
tendría una explicación teórica, porque desde una perspectiva práctica,
además de que no ha sido percibida la vinculación “generada”, su atención
escapa del interés de los contratantes.
Una de las formas más frecuentes mediante la cual se extingue la
relación jurídica obligatoria es mediante el pago que realiza normalmente
el deudor o un tercero para liberar al deudor. Sin embargo, esta
consecuencia no es absoluta ya que, en muchos casos, el pago no extingue
la obligación, como acontece cuando el pago lo realiza uno de los deudores
solidarios, dándose paso a la subrogación, situación en la que tiene lugar
simplemente el cambio de uno de los sujetos de la relación obligatoria sin
llegarse a la extinción de la misma (la modificación, aun cuando profunda,
no afecta la existencia de la obligación, la que seguirá produciendo sus
efectos con un acreedor distinto).
Nuestra legislación utiliza la terminología del pago no para referirse
solamente al pago en moneda o en dinero, sino para incluir todas las demás
formas de cumplimiento en las que el deudor realiza su deber de prestación
positivo o negativo, sin que en el referido cumplimiento se utilice dinero;
de este modo, se paga cuando el deudor, en una obligación de no hacer,
realiza la omisión a que se comprometió, el pago podría ser conceptuado
como el acto mediante el cual, generalmente, el deudor cumple su deber de
prestación a favor del acreedor. Se señala que es el deudor quien
generalmente cumple el deber de prestación porque es él quien se ha
comprometido a realizarlo; sin embargo, también pude efectuar el pago un
tercero o hacerlo cumplir a la fuerza la autoridad judicial. Teniéndose
presente que si bien en la relación obligatoria los sujetos se han vinculado
generalmente para cooperar recíprocamente, la finalidad de la misma se
condensa en la realización del pago, pues es cuando, comúnmente, los
sujetos de la obligación le ponen término a su vinculación, habiéndose
cumplido el ciclo de cooperación; debido a ello es que puede entenderse sin
prurito alguno que el pago, entendido como cumplimiento, puede ser
realizado con la cooperación ajena (un tercero o la autoridad judicial) o con
la sola actividad del acreedor, según se tiene ya explicado en el capítulo
anterior.
En la legislación alemana se habla de cumplimiento o solutio como
una forma de extinción de la obligación en virtud de realizarse la prestación
debida (en cualquiera de sus formas) y se habla de pago sólo para referirse
al cumplimiento de las obligaciones dinerarias. Para nuestra legislación se
paga en dinero o se paga en cualesquiera de las formas que llegan al
cumplimiento del deber de prestación, debido a ello se afirma que paga el
pintor notable pintando el cuadro, la entrega del producto de la actividad es
circunstancial, la misma que, incluso, puede no presentarse, sin embargo el
pago se tiene realizado, como el caso de las obligaciones, que si bien tienen
un objeto que se proyecta en el resultado, en las que el compromiso del
deudor se limita a un puro comportamiento sin que finalmente haga entrega
del producto de la misma.
Se dijo, de modo bastante simple, que el pago es el acto mediante el
cual, generalmente, el deudor cumple su deber de prestación a favor del
acreedor; sin embargo, esta noción resulta incompleta, debiendo agregarse
ahora que el cumplimiento puede referirse a cualquier forma obligacional
(dar, hacer y no hacer), con lo que, habitualmente, se extingue la relación
jurídica obligatoria.
§ 2. REQUISITOS HACIA LA REALIZACIÓN DE UN PAGO EFICAZ
Para que el pago surta sus efectos de manera plena requiere de ciertos
requisitos, los mismos que son fundamentalmente los siguientes:
1. Es necesaria la preexistencia de una obligación, no se puede realizar
un pago eficaz donde no hay un deber jurídico concreto que obligue al
deudor a cumplirlo. Si una persona paga una deuda sin estar obligado,
queda habilitado para reclamar la devolución de lo indebidamente pagado.
La preexistencia de la obligación es requisito fundamental para la
realización del pago, lo que no significa que quien paga tenga que hallarse
vinculado con el acreedor; para realizarse un pago no se requiere estar
jurídicamente relacionado con el acreedor, es debido a ello que nuestro
sistema permite el pago de un tercero que, incluso, lo puede efectuar de
manera eficaz contra la voluntad del deudor.
2. Que el deudor tenga la intención de pagar la deuda con el objeto de
extinguir la obligación. Tiene que existir una vinculación entre la existencia
de la obligación y la intención del deudor de efectuar el pago, pues de lo
contrario no se está realizando propiamente un pago sino una liberalidad o
tal vez el pago de lo indebido. Esta intención también se la atribuimos al
tercero que paga una deuda ajena, sin duda que también respecto a éste,
para que el pago sea eficaz, deberá tener la intención de pagar una deuda
(ajena) y extinguir la obligación del deudor. Se excluye el caso del pago
parcial, en el que, obviamente, no se pretende la extinción de la obligación,
sino únicamente la disminución de lo que se debe.
3. Debe cumplirse la obligación con la prestación debida. El objeto de
la obligación no debe ser cambiado, el deudor debe entregar el mismo bien
objeto de la obligación y que la originó (o realizar la prestación prometida).
Asimismo, el deudor debe cumplir con el pago total de la deuda, no es
factible obligarse al acreedor a recibir un pago parcial. Cuando se pretende
entregar un bien no debido, el acreedor se halla en la potestad de rechazar
el pago; lo mismo acontece en el caso que el deudor pretenda realizar un
pago parcial. Deberá observarse lo ya expuesto al desarrollarse el estudio
de las obligaciones de dar (respecto a la entrega de un bien distinto al
debido) y de hacer (en relación al cumplimiento del deber de prestación por
tercero). Asimismo, no existe impedimento para que el acreedor decida a
recibir un bien distinto al debido (dación en pago) o renuncie a la calidad
de personalísima de la obligación.
4. Que haya, cuando menos, una persona que efectúe el pago. Al que
cumple el deber de prestación se le denomina deudor o solvens. Se ha
señalado de manera reiterada que no siempre es el deudor quien realiza el
pago, éste puede efectuarlo un tercero, pudiendo llegarse a la extinción de
la obligación cuando el anotado pago es realizado a título de liberalidad. Es
imposible evitarse el pago de un tercero, de ahí que está demás exigirse
como requisito la presencia de un sujeto que pague la deuda, sabiéndose
que cualquiera puede pagar una deuda ajena.
5. Que haya, cuanto menos, una persona que reciba el pago. A la
persona que recibe el pago, se le llama acreedor o accipiens. Es cierto que
quien recibe el pago es el acreedor; sin embargo, tal y como se podrá
constatar en el § 128, el pago puede ser efectuado en persona distinta al
acreedor, surtiendo todos sus efectos. El pago no es eficaz en tanto no haya
quien lo reciba o deba recibirlo; no obstante este aserto, el denominado
pago por consignación tiene reglas particulares y en el mismo se habrá de
considerar que para llegarse a la ella es necesario el cumplimiento de varios
requisitos
§ 3. DE LA CARACTERÍSTICA FUNDAMENTAL DEL PAGO
El pago, en términos generales, debe ser total, es decir el deudor debe
cumplir con su deber jurídico en su totalidad, así se establece del art. 1220
al señalar que “Se entiende efectuado el pago sólo cuando se ha ejecutado
íntegramente la prestación”. La norma es aplicable a toda forma
obligacional (dar, hacer y no hacer). Si la norma utiliza la expresión
“prestación”, no significa que toda deba incidir sobre la conducta del
deudor, la norma incide directamente sobre el mismo objeto en las
obligaciones de dar y debido a ello el deudor no está facultado a entregar al
acreedor parte del bien debido, a no ser que cuente con la autorización de
éste. En consideración a todo ello se puede decir que constituye
característica fundamental del pago: que sea total.
Si es cierto que el deudor no está facultado para realizar un pago
fraccionado, esto significa que el referido sujeto pasivo de la obligación no
podrá exigir al acreedor a recibir un pago parcial y aun cuando se halle
autorizado, el pago parcial no extingue la obligación, a no ser que el
acreedor, estando de acuerdo con esta forma de pago, condona el saldo al
deudor, sólo en este caso la obligación se extingue, pero el pago parcial, así
esté autorizado, no causa la consunción de la relación jurídica obligatoria.
Visto el panorama de esta manera, es evidente que si el deudor pretende
realizar un pago parcial, el acreedor puede rechazarlo; este rechazo al pago,
que tiene como finalidad evitar el cumplimiento fraccionado del deber de
prestación, no provoca la mora del acreedor, a no ser que no se justifique el
rechazo al cumplimiento del deber a cargo del deudor.
La regla general, entonces, es que el deudor, si pretende liberarse del
acreedor (y en la mayoría de casos extinguir la obligación) deberá realizar
un pago completo; sin embargo, el sistema permite el cumplimiento parcial
del deber de prestación. Esto puede suceder únicamente en los siguientes
casos:
1. La ley puede autorizar el pago parcial, en cuya circunstancia el
acreedor no puede rechazarlo, esto acontece, verbigracia, en el derecho
sucesorio, el supuesto se halla contemplado en el art. 871 cuando señala
que: “Mientras la herencia permanece indivisa, la obligación de pagar las
deudas del causante gravita sobre la masa hereditaria; pero hecha la
partición, cada uno de los herederos responde de esas deudas en
proporción a su cuota hereditaria”. La norma regula dos situaciones
distintas: a) Si la herencia permanece indivisa, las obligaciones que hubiese
dejado el causante permanecerán como tales; de consiguiente, el pago de
dichas deudas se tendrán que hacer de modo completo sin que sea
permitido (a no ser que el acreedor lo autorice) el pago fraccionado.
Obedece ello a un hecho simple, en tanto no haya partición, las deudas que
deja el causante gravitan sobre la masa hereditaria (la obligación es
indivisible). b) Si los herederos, antes de pagarse las deudas del causante,
llegaron a la partición, cada uno de ellos responderá frente a los acreedores,
en proporción a su cuota hereditaria; en este caso, se patentiza el
fraccionamiento de las deudas del causante, debiendo el o los acreedores
recibir (parcialmente) lo que a cada uno de los herederos les corresponde
pagar (la obligación es mancomunada o divisible).
2. Si en el título de la obligación se halla permitido. En efecto, si,
tratándose de una obligación que proviene del contrato, en éste las partes
han pactado que el pago puede ser realizado en partes, no existe
impedimento para que el deudor, en cumplimiento de dicho pacte, realice
un pago fraccionado. Esto tiene lugar de modo frecuente en el contrato de
compraventa a plazos, contrato que habiendo dado nacimiento a una
obligación, el deudor se halla perfectamente habilitado a pagar parcial y
periódicamente la deuda que tiene con su acreedor. A través de la
autonomía privada el sistema permite que los particulares pacten con
independencia de la norma dispositiva (art. 1220).
3. Cuando la deuda contiene una parte líquida y otra ilíquida el pago
parcial está perfectamente autorizado, así lo establece el art. 1221 cuando
estatuye que “Sin embargo, cuando la deuda tiene una parte líquida y otra
ilíquida, puede exigir el acreedor el pago de la primera, sin esperar que se
liquide la segunda”. Una deuda es líquida cuando se halla perfectamente
determinada; si se ha establecido que el deudor adeuda la suma de diez mil
nuevos soles, la deuda es líquida. En cambio, una deuda es ilíquida cuando
no ha sido determinada, requiriéndose para ello de la ejecución de ciertas
prácticas que nos llevarían a la identificación precisa de lo que se adeuda.
Cuando ello acontece, el sistema permite que el pago sea partido en dos,
primero se paga la suma líquida y luego. Una vez liquidada la segunda, se
procede al pago de esta última. Esta forma de pago se presenta cuando se
demanda el pago de intereses, los mismos que requieren ser determinados
mediante peritaje.
4. Según nuestro sistema sucesorio, las deudas se pagan hasta donde
alcance el patrimonio que deja el causante; si en un supuesto dado, el
causante deja una herencia deficitaria, a los herederos sólo se les impone el
deber de pagar con lo que haya dejado su antecesor, pudiendo cancelarse un
monto menor al adeudado (en razón a no haber más pasivos con qué
soportar los efectos de un pago total), quedando fraccionado el pago de
acuerdo al caudal relicto. Si el causante tiene una deuda de 100 y sus
activos apenas llegan a 70, el acreedor tendrá que conformarse con recibir
sólo 70. Sin duda que el pago es parcial, sin que el accipiens pueda
rechazarlo. Sin duda que aquí, si bien la norma autoriza que se paguen las
deudas con lo que deja el causante, tratándose de un caso especial, no se ha
incluido como un pago parcial que se halla legalmente autorizado, aunque
en el fondo es la norma la que lo permite.
5. En las obligaciones mancomunadas y divisibles (con pluralidad de
sujetos) también se halla autorizado el pago parcial, dado que cada uno de
los deudores mancomunados o divisibles sólo tienen el deber de entregarle
al acreedor o a cada uno de los acreedores la parte de la deuda que les
corresponda y para ello ha tenido que partirse el monto total de lo debido.
6. También puede darse el pago parcial en la imputación al pago,
cuando el deudor integrando varias relaciones jurídicas obligatorias,
entrega al deudor una suma que si bien puede cubrir alguna o algunas de
ellas, no satisfacen todas las deudas, circunstancia en la cual, al
materializarse la imputación al pago, éste se termina imputando a una
deuda mayor, realizándose un pago parcial.
7. No habiéndose acordado el pago parcial, ni existiendo causa que lo
permita (como alguna de las señaladas en los puntos anteriores),
aparentemente no se podría realizar un pago parcial; sin embargo, si el
acreedor muestra su conformidad con recibir un pago parcial éste será
válido y perfectamente eficaz.
En síntesis, sería correcto aseverar que, en principio, el pago tiene que
ser total; sin embargo cabe el pago parcial, situación que se presenta en
varios supuestos; asimismo, el pago sólo extingue la obligación cuando
haya sido realizado en su totalidad; finalmente, en ciertas circunstancias, un
pago que es total no extingue la obligación, como acontece con el pago que
realiza el tercero interesado, mediante el cual únicamente libera al deudor
de su acreedor, manteniéndose vinculado aquél con el tercero interesado
debido a que éste se ha subrogado al acreedor. Como no podría ser de otro
modo, en esta última hipótesis la obligación no se extingue.
§ 4. PERSONAS QUE PUEDEN EFECTUAR EL PAGO
La persona que debe efectuar el pago es el deudor o cualquiera de los
deudores tratándose de obligaciones solidarias o indivisibles; en este último
caso, como se tiene indicado, este pago libera a los codeudores del acreedor
sin extinguir la obligación, porque el deudor que pagó voluntariamente o
fue obligado a cancelar la totalidad de la deuda, se subrogará al acreedor.
En las obligaciones mancomunadas o divisibles con pluralidad de sujetos,
la obligación se extingue una vez que se haya cancelado la totalidad de la
deuda, lo que no impide que el deudor que haya pagado su cuota se libera
de los demás acreedores, manteniéndose vigente la vinculación ente los
demás codeudores, que no cumplieron su deber de prestación, con los otros
coacreedores que no recibieron el pago de la parte de su crédito que les
corresponde. Se le imputa al deudor el deber de pagar porque dicho deber
le ha sido impuesto, con su anuencia, en el contrato que le dio nacimiento a
la obligación; o, en otro título distinto.
Es en atención a la conclusión arribada en la última oración del párrafo
anterior que se dice, casi mecánicamente, que quien debe pagar es el
deudor, lo que sin duda es cierto; pero, no obstante semejante aseveración,
el sistema permite el pago que realiza un tercero, produciendo todos los
efectos de un pago válido, aun cuando el deudor no haya consentido con el
mismo e incluso se haya opuesto a la sugerente actitud del tercero (nadie
entiende fácilmente cómo es que un tercero, sin interés legítimo alguno,
contra la voluntad del deudor termine pagando lo que normalmente debe el
deudor). La autorización para que el pago sea realizando con la
cooperación ajena emana del art. 1222, cuando en el mismo se sanciona
que “Puede hacer el pago cualquier persona, tenga o no interés en el
cumplimiento de la obligación, sea con el asentimiento del deudor o sin él,
salvo que el pacto o su naturaleza lo impidan”. El margen de aceptación es
enorme: “cualquier persona” puede pagar la deuda de cualquier deudor, con
las excepciones consignadas en el anotado numeral.
Cuando se dice que el pago que realiza un tercero produce todos sus
efectos, se evocan esencialmente a dos, entre los varios que han de
presentarse: 1) El deudor se libera del acreedor, tanto más si éste, con el
pago, abandona la relación jurídica obligatoria. 2) El tercero que pagó la
deuda del deudor queda habilitado a reclamar al deudor el monto de lo
pagado según las reglas que seguidamente se detallan, entendiendo que la
subrogación no siempre es viable.
Veamos seguidamente cada una de las formas que asume el pago
cuando lo realiza un tercero:
1. PAGO DE UN TERCERO INTERESADO EN EL CUMPLIMIENTO DE LA OBLIGACIÓN
Un tercero interesado puede efectuar el pago de la obligación en lugar
del deudor, liberándolo. Seguramente nos preguntamos ¿Quién es el tercero
interesado? El interés al que se refiere la norma es el legítimo interés, no se
trata de cualquier interés. El padre que paga las deudas de su hijo es un
tercero pero no interesado, podrá tener un interés moral, familiar,
sentimental, etc., pero no es un interés legítimo. El interés legítimo es el
interés jurídicamente relevante que faculta a quien lo tiene el ejercicio de
determinadas facultades en ciertos supuestos; asimismo, debido a una
causa, se halla en posición tal que puede padecer los efectos de una
vinculación o un hecho en concreto. En el ejemplo utilizado, el padre no
tiene un interés jurídicamente relevante, ni el ordenamiento le otorga
facultades para poder ejercitarlas en determinadas circunstancias, menos se
halla en situación de desventaja; lo que si ocurre con el fiador, quien por su
situación se halla facultado a ejercitar determinadas acciones (como el pago
de una deuda que le es ajena pero que la garantiza) y que se halla en
posición tal que padece los efectos de una vinculación como la que existe
entre el acreedor con el deudor cuyo pago lo está garantizando; el fiador si
tiene un legítimo interés, pues además éste, con el objeto de no verse
perjudicado con el incumplimiento del deudor, decide pagar la deuda
liberándolo y quedando también liberado de la fianza. En el caso del fiador,
nadie duda que éste tiene la calidad de tercero interesado y es en mérito a
ello que realiza el pago en lugar del deudor, no estando autoriza el acreedor
a rechazar el referido cumplimiento, bajo riesgo de incurrir en mora.
Si en un supuesto dado el tercero interesado paga la deuda a la que
estaba conminado el deudor, el ordenamiento jurídico lo subroga al
acreedor; dicho en otros términos, el tercero que paga la deuda de un
deudor en una vinculación que indirectamente lo afecta, se sustituye al
acreedor, ocupando su lugar en la relación obligatoria que este último tenía
con el deudor. Al acontecer esta hipótesis se mantienen las garantías que el
deudor hubiera constituido a favor del acreedor con la finalidad de
garantizar el cumplimiento de su deber de prestación, garantías que ahora
permanecerán para asegurar la satisfacción del crédito que, debido a la
subrogación, lo asume el tercero.
2. PAGO EFECTUADO POR QUIEN SE HALLA EN APTITUD DE HACERLO
En ciertas circunstancias el pago puede efectuarlo un tercero,
encontrándose en aptitud legal de hacerlo, tal como lo señala el art. 1223:
“Es válido el pago de quien se encuentra en aptitud legal de hacerlo”,
como, en efecto, puede suceder cuando ciertos sujetos, sin tener la
condición de deudores se hallan habilitados normativamente para realizar
un pago válido, como sería el caso del albacea, según lo prevé el inc. 5 del
art. 787. El albacea no es deudor ni se le ha transmitido el deber de
prestación que asumiera el testador antes de su fallecimiento (deudas); sin
embargo, se halla en “aptitud legal”, según los términos de la norma, para
pagar las deudas que hubiese dejado el testador. No obstante lo dicho,
podría cuestionarse circunstancialmente la presente apreciación, en la
medida que el caso propuesto como “pago por quien se halla en aptitud de
efectuarlo”, no se condice con el segundo párrafo del mismo artículo: “Sin
embargo, quien de buena fe recibió en pago bienes que se consumen por el
uso o dinero de quien no podía pagar, sólo está obligado a devolver lo que
no hubiese consumido o gastado”, lo que ameritaría un examen más
cauteloso de la norma, en el entendido que el segundo párrafo del numeral
insinúa colegir que, en el primero de los párrafos, el pago, que es válido,
adolece de un vicio, como acontece con el caso del pago que efectúa un
incapaz, circunstancia última que ameritaría la aplicación de la segunda
parte del anotado numeral, pues quien hubiese recibido el pago que realiza
un incapaz (estando en aptitud de hacerlo) no puede ser conminado a la
restitución del mismo, ni el acto se halla afectado de un vicio grave que
acarree la invalidez de aquel acto, de tal manera que al acreedor sólo se le
impone el deber de devolver lo que no hubiese consumido o gastado, según
sea un bien consumible o dinero.
3. PAGO DE UN TERCERO NO INTERESADO EN EL CUMPLIMIENTO DE LA
OBLIGACIÓN

No siempre el tercero que paga la deuda tiene interés en el


cumplimiento de lo que debe el deudor, podría una persona, ajena a la
vinculación y sin ocupar una posición de ventaja o desventaja frente a la
relación entre acreedor u deudor (sin tener legítimo interés) efectuar el
pago; cuando ello ocurre, el acreedor no puede negarse a recibirlo, excepto,
obviamente, los casos de aquellos deberes de prestación que los debe
desarrollar el mismo sujeto pasivo (obligaciones instuito personae o
aquéllas en las que se ha pactado la no transmisión del deber jurídico
concreto) con escasas posibilidades de que aparezca un tercero y realice la
prestación que le incumbe al deudor. Si un tercero sin interés paga la deuda
que pesaba sobre el deudor, el pago es válido y produce todos los efectos de
un pago válido; sin embargo, en el pago que realiza un tercero no
interesado, pueden presentarse varias situaciones que motivan se den
soluciones distintas en el momento que el tercero pretenda exigir la
devolución que hubiese pagado al acreedor liberando al deudor. Estas
situaciones varían de acuerdo a la forma como se haya realizado el pago en
consideración a la participación del deudor en el mismo:
a) Pago del tercero no interesado con el consentimiento del deudor.
Si el pago del tercero no interesado es realizado contando con el
consentimiento expreso o tácito del deudor, se subrogará al acreedor en
todos sus derechos, quedando vinculado directamente con el deudor en la
misma relación obligatoria; y, como en el caso anterior, si el deudor hubiera
constituido garantías a favor del acreedor, éstas se mantienen ahora en
beneficio del tercero que se subroga; esta circunstancia constituye la prueba
irrefutable que la obligación no se ha extinguido con el pago que hiciera el
tercero, habiéndose producido únicamente la modificación subjetiva de la
misma. Esta circunstancia se halla prevista en el art. 1261, al establecer que
la subrogación convencional se presenta: “Cuando el tercero no interesado
en la obligación paga con aprobación expresa o tácita del deudor”.
b) Pago del tercero no interesado sin el consentimiento del deudor.
Pese a que la norma, injustificadamente, no hace una adecuada distinción
entre los dos supuestos que a continuación se detallan, aplicándose el
mismo efecto para dos situaciones distintas; sin embargo, en este caso,
deberán distinguirse dos situaciones claramente disparejas:
- Pago del tercero no interesado con ignorancia del deudor. Si
eventualmente el pago lo realiza un tercero no interesado y lo hace sin que
el deudor haya tomado conocimiento del pago, no se subrogará al acreedor,
lo que significaría que el deudor no sólo se habría liberado del acreedor,
sino que la relación jurídica obligatoria se habría extinguido, pudiendo el
tercero reclamar el deudor únicamente en la medida que el pago le haya
sido útil al deudor, según el texto de la segunda parte del art. 1222: “Quien
paga sin asentimiento del deudor, sólo puede exigir la restitución de
aquello en que le hubiese sido útil el pago”. Con la extinción de la relación
obligatoria (primigenia) únicamente se le faculta al tercero a reclamar la
restitución de lo pagado al acreedor en lo que le hubiera sido útil al deudor;
esto significa que, si el deudor no se beneficia con el pago del tercero, éste
no podrá demandar la restitución de lo entregado al acreedor. No obstante
lo dicho cabría preguntarse: ¿el pago que hace el tercero no siempre
beneficia al deudor?, la respuesta es negativa, en determinadas
circunstancias el pago que hace el tercero puede serle inútil al deudor,
verbigracia, cuando el tercero paga una deuda que se halla prescrita. En
esta eventualidad, el tercero se inmiscuyo indebidamente en una relación
jurídica patrimonial que la estaba conduciendo el deudor hacia la
prescripción, de tal forma que si hubiese sido demandado hubiera
propuesto con éxito una excepción de prescripción. Al haber impedido el
tercero el ejercicio de esta facultad del deudor (la de proponer una
excepción de prescripción), deberá asumir las consecuencias de dicho acto,
siendo el más importante el que no podrá reclamar la restitución del monto
pagado al acreedor; a pesar del duro tenor de la norma, creo que no habría
razón para impedir que el tercero, si es que se dan los requisitos para ello,
podrá reclamar el pago de una indemnización utilizando la vía del
enriquecimiento sin causa.
- Pago del tercero contra la voluntad del deudor. No hay duda que el
pago, a diferencia de lo acontecido en el párrafo anterior, pudo haberlo
efectuado un tercero contra la voluntad del deudor (quien probablemente
haya notificado al tercero en el afán de evitar el pago). De suceder el ello,
la solución al problema, en cuanto a la primera parte, es exactamente igual
al caso anterior, aplicándose las mismas reglas, porque el art. 1222 no ha
distinguido entre uno y otro supuesto; sin embargo, me permito sugerir una
solución distinta para el caso presente en la segunda parte: al haber actuado
el tercero contra la voluntad del deudor, contraviniendo el manejo de sus
intereses al interior de la relación obligatoria, no sólo no podrá intentar una
pretensión de restitución (en el caso de la prescripción), sino que tampoco
podrá demandar el pago de una indemnización utilizando la vía del
enriquecimiento sin causa. Ha de entenderse que, al haber sido conminado
el tercero para que no cumpla un deber de prestación que no le compete, si
lo realiza, este desprendimiento constituye un auténtico acto de liberalidad.
De otro lado, se puede entender que si el tercero no interesado (que
paga contra la voluntad del deudor) hizo un pago mayor al que le
corresponde al deudor, al haberse inmiscuido indebidamente en una
relación obligatoria ajena a sus intereses, actuando en sentido contrario al
proyectado en el título de la obligación, no podrá exigir la restitución de lo
indebidamente pagado, en cuando resultaría sumamente difícil poder alegar
error en el pago, cuando fue conminado a no pagar la deuda y contra todo
pronóstico termina pagando un monto mayor al adeudado.
§ 5. PERSONA A LA QUE DEBE HACERSE EL PAGO
El pago que realiza el deudor o un tercero lo hacen al acreedor; dicho en
otros términos, es el acreedor quien debe recibir el pago, esto como regla
general, sin embargo, el pago puede hacerse a la persona distinta del titular
del derecho de crédito, recayendo el mismo en quien designe la ley, el juez
o el mismo acreedor. No hay impedimento alguno para que el mismo
acreedor designe a una persona para que reciba el pago, si el deudor le paga
a esta persona autorizada, el pago es perfecto y como tal inobjetable;
también el juez puede disponer a favor de quien se haga el pago (cuando la
titularidad del mismo se está ventilando en un proceso judicial); y,
finalmente, la ley puede señalar a qué persona se ha de efectuar el pago (al
representante legal en el caso de los incapaces). Sólo en estos casos, con las
excepciones que se anotan a continuación, el pago se tiene válidamente
efectuado y surte todos sus efectos (extinguiendo la obligación como regla
general y, cuanto menos, liberando al deudor o los deudores según las
circunstancias). Las excepciones a los supuestos consignados en las líneas
que anteceden son las siguientes:
1. PAGO A PERSONA NO AUTORIZADA
Resulta raro que alguien realice el pago a persona no autorizada, no
obstante ello es factible que alguien piense que la persona que ha de recibir
el pago se halla autorizada para ello; cuando ello acontece el pago no es
válido y, de consiguiente, no surte los efectos que le correspondería
producir (como sería la extinción de la obligación o, al menos, la liberación
del deudor de las manos del acreedor). A pesar de ello, es decir, que se haya
pagado a persona no autoriza, si el acreedor lo ratifica o se aprovecha de él,
el pago será válido y surtirá todos los efectos que el sistema decreta, éstos
esencialmente son: a) la extinguirá la obligación y, cuando ello no ocurra,
b) liberará al deudor o a los deudores del acreedor. El acreedor puede
ratificar el pago expresa o tácitamente, dando a conocer su decisión
mediante declaración indubitable; y, se aprovecha cuando, utilizándolo o
no, se beneficia del pago.
2. PAGO HECHO A LA PERSONA QUE ESTÁ EN POSESIÓN DEL DERECHO DE
COBRAR

En este caso el pago es válido aunque después se le quite tal posesión.


Acontece este hecho si quien recibe el pago no sólo lo hace en la creencia
de que puede recibir el pago, sino que el sistema lo autoriza a recibirlo,
aunque después se manifieste la usencia de dicho derecho. Un ejemplo que
encaja perfectamente en esta idea es el caso del heredero aparente que, en
dicha situación, recibe el pago de los deudores que se habían vinculado con
el acreedor. El pago al heredero aparente es válido y produce todos sus
efectos, aun cuando después, mediando una pretensión de petición de
herencia aparezca el verdadero heredero y lo excluya de la herencia. El
deudor que realizó el pago a favor del heredero aparente extingue la
obligación y, obviamente, se libera del acreedor, quedando a salvo el
derecho del verdadero heredero para reclamar lo que hubiese recibido en
pago el heredero aparente. Si el deudor y el tercero, al realiza el pago lo
hicieron a sabiendas de que quien lo recibía era un heredero aparente, el
anotado pago no será válido y como consecuencia de ello, no surtirá los
efectos que normalmente debe producir.
3. PAGO HECHO AL PORTADOR DE UN RECIBO
En términos generales, la persona que se halla en posesión del recibo
puede cobrar el crédito contenido en el mismo. Normalmente el recibió se
halla en poder del acreedor; sin embargo, si el instrumento lo exhibe un
tercero éste, en calidad de portador del indicado título puede cobrar la
deuda, aun cuando el recibo haya sido producto de un ilícito penal (hurto).
En este supuesto, el pago que hace el deudor o un tercero es válido y
produce los efectos para el que está destinado; pero, si el recibo es fraguado
y el hecho es notorio, o las circunstancias se oponen a admitir esta
presunción, el pago no será válido y, como consecuencia de esta
calificación normativa de tipo negativo, la obligación no se extingue.
4. PAGO A UN INCAPAZ
Los incapaces, sean éstos absolutos o relativos no se hallan autorizados
a recibir el pago de una deuda que se tiene a su favor. Si el pago se hace a
un incapaz, la obligación no se extingue ni libera a quien lo hace del deudor
(incapaz), pues el pago debió haberse hecho a su representante legal. A
pesar del sentido de la norma, si el menor se beneficia con el pago, éste
será válido en todo lo que le hubiera sido útil e inválido en todo lo que no
le hubiera sido beneficio. La carga de la prueba corresponde al deudor. El
menor, de otro lado y aun cuando el pago no le haya sido útil, una vez
llegada a la mayoría puede ratificarlo, con lo que la obligación se extingue
al haber causado, aquel acontecimiento, los efectos que corresponden a un
pago válido.
5. PAGO CONTRA DISPOSICIÓN JUDICIAL
Si el deudor es compelido judicialmente a no efectuar el pago y éste es
efectuado contra mandato judicial, no se extingue la obligación ni libera a
quien lo hizo. Esta posibilidad se presenta cuando hay intervención de un
tercero que impide, judicialmente, que el deudor realice el pago,
intimándolo a través del órgano judicial. También puede tener lugar esta
hipótesis si en el proceso existe disputa sobre la titularidad del pago o la
forma como tiene que hacerse éste, disponiendo la autoridad judicial que el
pago no se haga hasta que se haya esclarecido plenamente la titularidad del
derecho de crédito o del derecho de cobrar. Como en los casos anteriores,
este hecho no genera el pago de una indemnización, en la medida que el
sistema dispone con justicia, y esto es suficiente, que quien realiza un pago
en esta y las otras circunstancias, no lo hace válidamente, de tal manera que
ni se extingue la obligación, ni se libera el deudor.
§ 6. DE LAS FORMAS QUE ASUME EL PAGO
El pago, destinado a dar cumplimiento al deber de prestación, puede
hacerse o efectuarse de diversas formas, estas formas son las siguientes:
1. PAGO POR CONSIGNACIÓN
Esta forma de pago ha de ser tratada en el subsiguiente capítulo,
obviando, en esta parte, repetir lo que allí debe ser tratado con mayor
amplitud.
2. PAGO HECHO EN EFECTIVO O SOLUCIÓN
Constituye, el pago que se hace en efecto, una forma de pago que tiene
lugar en las obligaciones de dar y específicamente en las obligaciones que
tiene como causa generadora el contrato de mutuo. Se utiliza en esta forma
de pago el dinero y es quizá la obligación de dar más frecuente o que es
utilizada en el tráfico de bienes. Es a esta forma de pago que resulta más
fácil aplicar el incremento dinerario que proviene de los intereses
compensatorios o moratorios aplicables a cada caso en concreto; asimismo,
esta manera de pago puede ser consignada sin mayores inconvenientes en
el Banco de la Nación.
3. PAGO POR SUBROGACIÓN
Esta forma de pago ha de ser tratada después del capítulo dedicado al
estudio de la imputación al pago, obviando, en esta parte, repetir lo que allí
debe ser tratado con mayor amplitud.
4. PAGO POR ADJUDICACIÓN DE BIENES
El pago por adjudicación de bienes se presenta de varias formas: a)
Cuando en el proceso judicial, el ejecutante solicita a la autoridad judicial
la adjudicación de los bienes embargados (afectación cautelar) al no haber
podido ser rematados, pese a las varias convocatorias realizadas sin éxito.
b) Cuando la adjudicación del bien es producto de un remate judicial o
extrajudicial, especialmente convocado para tal efecto, observándose las
formalidades establecidas para la subasta pública. c) Cuando el pago es
realizado como consecuencia de la ejecución de una garantía mobiliaria.
Siendo su regulación ajena al derecho de obligaciones, un estudio de estas
formas de pago deberá ser realizado en la parte del derecho que las regula
(derechos reales, ley de garantía mobiliaria, código procesal civil).
5. DACIÓN EN PAGO
Esta forma de pago ha de ser tratada después del capítulo diseñado para
el estudio del pago por subrogación, obviando, en esta parte, repetir lo que
allí debe ser tratado con mayor propiedad.
§ 7. DEL LUGAR EN EL QUE DEBE EFECTUARSE EL PAGO
El pago debe hacerse en el lugar señalado en el título de la obligación
(contrato); así, si en el contrato se señaló como lugar de pago el domicilio
del deudor, el pago tendrá que realizarse en dicho lugar, aun cuando el
deudor hubiera cambiado su domicilio, en cuyo caso, puede el acreedor
exigir el pago en cualquiera de los domicilios. Si no se ha señalado el lugar
de pago en el título de la obligación, se entiende que el pago tendrá que
realizarse en el domicilio del deudor, si éste tuviera varios domicilios, el
pago se efectuará en cualquiera de ellos, salvo que lo contrario resulte de la
ley o de las circunstancias del caso. Es claro, entonces, que si el acreedor
quiere recibir el pago (cuando no se ha estipulado el lugar de pago en el
título de la obligación), deberá apersonarse al domicilio del deudor y no
esperar que el mismo se constituya al suyo para recibir el pago.
§ 8. DEL PLAZO PARA EL PAGO
Tratándose de las obligaciones de dar, cuando en el título de las mismas
no se ha fijado plazo para el cumplimiento del deber de prestación, el
acreedor puede exigir el pago inmediatamente; en cambio, en las
obligaciones de hacer, cuando en el título de la obligación no se indica
plazo, el deudor deberá dar cumplimiento a su deber de prestación de
acuerdo a la naturaleza de la prestación, pudiendo operar, en este caso, si es
que el plazo ha sido impuesto sin atender a la naturaleza del deber a ser
cumplido, el principio de moderación de los plazos contractuales. Estas
reglas deberán ser observadas respecto del plazo para el pago de las
obligaciones en general.
No tratándose de las obligaciones de dar, en general, si dependiendo de
la naturaleza y circunstancias de la obligación se deja entrever que se ha
querido conceder un plazo al deudor, el juez habrá de fijarlo según su
prudente arbitrio. Ahora bien, tratándose del mutuo (contrato que da origen
a una obligación de dar), si no se ha fijado plazo para la devolución del
bien mutuado a cargo del mutuatario, debe entenderse que el plazo es de 30
días contados desde la entrega (art. 1656).
Si bies es frecuente que el plazo sea fijado en el título de la obligación
(mediando acuerdo entre las partes), nada impide que su determinación
quede al arbitrio de un tercero; en consideración a estas dos situaciones es
válido afirmarse que el plazo puede ser determinado (cuando lo han
acordado las partes en el contrato correspondiente) o determinable, si es
que la fijación del mismo corresponde a un tercero.
§ 9. DE LOS GASTOS DEL PAGO
Los gastos que ocasiona el cumplimiento de la obligación corren a cargo
del deudor, pues al acreedor sólo le compete a exigir el cumplimiento de
los deberes a cargo del deudor, debiendo cumplir éste la prestación en su
integridad. El art. 1530 se halla muy vinculado con el asunto relacionado
con el pago en las obligaciones, se expresa en el indicado numeral que
“Los gastos de entrega son de cargo del vendedor y los gastos de
transporte a un lugar diferente del de cumplimiento son de cargo del
comprador, salvo pacto distinto”. Cuando la norma establece que los
gastos de entrega son de cargo del vendedor, se está refiriendo a la
obligación de dar que se ha generado del contrato de compraventa, en la
que el vendedor se le impone el deber de entregar el bien vendido, de tal
manera que tendría la condición de “deudor”. La segunda parte del
mencionado artículo, sin cambiar la condición de acreedor en el comprador,
señala que los gastos que obedecen al transporte del bien a un lugar distinto
al del cumplimiento del deber jurídico, le corresponden al comprador. Se
justifica solución a la que arriba la norma en la medida que si el acreedor
pretende que el bien sea entregado en un lugar distinto al pactado, deberá
asumir los gastos del transporte.
§ 10. DEL PAGO DE DEUDAS EN MONEDA NACIONAL Y EN MONEDA
EXTRANJERA
Cuando el deudor debe entregar dinero al acreedor, es evidente que ello
obedece a que los sujetos de la obligación se hallan jurídicamente
vinculados, pudiendo generarse la conexión debido a varias causas: un
contrato, un acto ilícito, un pago de lo indebido, etc. Cualquiera de estos
acontecimientos, que han vinculado a dos sujetos, ha dado nacimiento a
una obligación de dar. En una obligación de dar el deudor se compromete a
entregarle al acreedor un bien, este bien puede ser consumible y no
consumible, tratándose de bienes consumibles, la entrega puede realizarse
en dinero. A través del contrato de mutuo (en dinero) el mutuatario se
compromete a devolver el dinero prestado al mutuante.
Tratándose del mutuo (u otra forma contractual) en dinero, lo frecuente
es que el pago (devolución de lo mutuado) se haga en moneda nacional,
pues es la moneda oficial que rige para calcular el valor de la prestación en
todo tipo de transacciones comerciales. Esto, sin embargo, no excluye la
posibilidad de que se pueda pactar en cualquier otra moneda, quedando las
partes constreñidas a cumplir su deber jurídico específico en la moneda
pactada. En relación a lo permeable que es el sistema para autorizar las
transacciones comerciales en cualquier moneda, no da preferencia a una
moneda en especial, de tal manera que los particulares pueden utilizar
cualquier signo monetario.
Respecto al valor constante de una moneda o a su valorización debido a
varias circunstancias, se han justificado (normativamente) dos formas de
pago acordes con dos teorías que las justifican. Estas teorías son:
1. TEORÍA NOMINALISTA
Cuando las partes pactan que el deudor deberá hacer el pago según el
monto consignado en el título de la obligación, lo que estarían consagrando
los particulares, en aquel acuerdo de voluntades, no es sino la teoría
nominalista, la que se halla contenida en el art. 1234 al señalar que: “El
pago de una deuda contraída en moneda nacional no podrá exigirse en
moneda distinta, ni en cantidad diferente al monto nominal originalmente
pactado”. Si el deudor recibe en calidad de préstamo la suma de S/. 5
000,00.-, al cumplimiento del plazo no puede ser conminado a pagar sino
los S/. 5 000,00.-; en otros términos, se puede decir que, el acreedor
únicamente puede exigir el pago de acuerdo al valor nominal de lo
mutuado, sin que se aplique ningún criterio de reajuste.
Esta teoría ha sido complementada normativamente, de tal manera que
si los particulares acuerdan que el pago no se haga según el valor nominal
de lo adeudado, sino aplicándosele otros criterios de reajuste. La posible
modificación del pago nominal tiene el siguiente tenor en el primer párrafo
del art. 1235: “No obstante lo establecido en el artículo 1234, las partes
pueden acordar que el monto de una deuda contraída en moneda nacional
sea referido a índices de reajuste automático que fije el Banco Central de
Reserva del Perú, a otras monedas o a mercancías, a fin de mantener
dicho monto en valor constante”. Con ello se consigue que el acreedor al
haber mutuado una suma de dinero en determinado monto, aplicando los
índices de reajuste automático, termine cobrando un monto mayor al
inicialmente pactado. Este resultado se obtiene únicamente si las partes,
distanciándose de la tesis nominalista, pactan, aplicar criterios de reajuste
automático. En el segundo párrafo del mismo numeral completa la
posibilidad del reajuste, para referir que el pago se habrá en moneda
nacional en los siguientes términos: “El pago de las deudas a que se
refiere el párrafo anterior se efectuará en moneda nacional, en monto
equivalente al valor de referencia, al día del vencimiento de la
obligación”. Finalmente, la última parte del artículo comentado regula la
posibilidad de que el deudor cumpla con el pago después del vencimiento
del plazo para realizarlo, en cuya circunstancia, el acreedor puede aplicar
los índices de reajuste a efectos de que la deuda sea pagada, a su elección,
según al valor de referencia al día de vencimiento del pago o al día en que
se materializa el mismo; en texto de la norma es el siguiente: “Si el deudor
retardara el pago, el acreedor puede exigir, a su elección, que la deuda sea
pagada al valor de referencia al día del vencimiento de la obligación o al
día en que se efectúe el pago”.
2. TEORÍA VALORISTA
En determinadas circunstancias, debido a cualquier razón, el deudor
puede hallarse constreñido no al cumplimiento exacto del deber de
prestación, sino a “restituir” el valor de la misma (una causa puede ser el
hecho que el deudor, al negarse a realizar la prestación, termina siendo
intimado al pago del valor de la actividad que debía desarrollar). En la
teoría valorista, entonces, el deudor no paga con lo que debe sino con el
valor de lo que debe, este es más o menos el sentido del art. 1236 cuando
afirma que: “Cuando deba restituirse el valor de una prestación, aquel se
calcula al que tenga al día del pago, salvo disposición legal diferente o
pacto en contrario”. Sólo resta advertir que si las partes pretenden impedir
la aplicación de la teoría valorista, deberán pactar su inaplicación, pues de
lo contrario, desarrolla su eficacia en toda su extensión; tampoco tiene
aplicación esta teoría cuando la norma la impide.
Nuestro sistema jurídico se proyecta aceptando tanto la teoría
nominalista (con la posibilidad de ser reajustada), como la teoría valorista.
Con la consagración de la teoría nominalista se pretenden proteger los
intereses de los sujetos de la obligación (acreedor y deudor), asegurándose,
ni más ni menos, el pago de lo que se debe; no obstante ello, una economía
con índices significativos de inflación haría peligrar el crédito del acreedor,
justificándose la aplicación de los índices de reajuste automático. Con la
consagración de la teoría valorista, se busca también el equilibro que debe
existir (o al que debe propenderse siempre) entre las prestaciones de los
sujetos de la relación obligatoria.
3. EL PAGO EN MONEDA EXTRANJERA
Se había dicho, al inicio del presente parágrafo, que las partes pueden
pactar el pago en cualquier signo monetario, de tal forma que si el deudor
se comprometió a pagar en moneda extranjera, nada le impide que realice
el pago en moneda nacional, en monto equivalente al valor de referencia al
día del vencimiento del deber de prestación; esta facultad se halla
consignada en el segundo párrafo del art. 1237 y según el tenor siguiente:
“Salvo pacto en contrario, el pago de una deuda en moneda extranjera
puede hacerse en moneda nacional al tipo de cambio de venta del día y
lugar del vencimiento de la obligación”. En este caso, si el acreedor se
negase a recibir el pago en moneda nacional, habiendo pactado en moneda
extranjera, incurrirá en mora, lo que no sucede cuando se pactó el pago en
moneda nacional y el deudor pretende pagar en moneda distinta. La última
parte del mismo artículo amplia la facultad a favor del acreedor, respecto a
la elección entre una y otra moneda, cuando el deudor se retarda en el pago
de la deuda.
Concederle la facultad al deudor de elegir entre pagar con la moneda
pactada o con moneda nacional, no genera una obligación alternativa o
simple con facultad alternativa, y si bien se asemeje mucho a esta última
debido a la existencia de un ius variandi en beneficio del deudor, se
distancia de la misma en muchos aspectos. Oportunamente, en la parte que
resuelve el problema de las obligaciones disyuntivas, se ha consignado de
modo rotundo el asunto relacionado con la naturaleza jurídica de las
obligaciones alternativas y facultativas, estando en condiciones de
prevenirnos de una injustificada confusión, resultando evidente que la
facultad del deudor en las anotadas obligaciones es distinta a la facultad
que le incumbe al solvens si decide realizar el pago en moneda nacional
cuando se ha pactado el cumplimiento del deber concreto en moneda
extranjera. Son dos situaciones, entre otras que marcarán la diferencia entre
estas dos forma de pago: 1) Las obligaciones facultativas tienen como
causa generadora la voluntad de los particulares; en cambio, el caso del
pago en moneda distinta a la pactada, se halla autorizada legalmente de
modo directo, sin necesitarse el acuerdo de los sujetos de la obligación. 2)
Los objetos, en las obligaciones facultativas son distintos, además de que
uno es denominado principal y el otro es accesorio; en cambio, en las
obligaciones que se pagan con moneda distinta a la pactada, el objeto es el
mismo (es un mero asunto de diferencia en el signo monetario), no
habiendo la situación de dependencia de uno con respecto del otro.
§ 11. DEL PAGO CON EFECTOS DE CAMBIO
En relación al pago con títulos y valores el art. 1233 ha dejado
establecido que: “La entrega de títulos valores que constituyen órdenes o
promesas de pago, sólo extinguirá la obligación primitiva cuando hubiesen
sido pagados o cuando por culpa del acreedor se hubiesen perjudicado,
salvo pacto en contrario”. Cabría preguntarse, al respecto: ¿Puede el
deudor pagar la deuda entregando al acreedor un título valor que constituya
orden o promesa de pago? La respuesta es afirmativa, no existe prohibición
alguna en la norma que impida el pago con títulos y valores que
constituyen órdenes o promesas de pago. Lo que sucede es que el
dispositivo supedita la extinción de la obligación para cuando el acreedor
haya cobrado los anotados títulos y valores, no que no se pueda pagar con
ellos; de consiguiente, si el deudor paga al acreedor con títulos y valores, el
pago es válido, sin embargo, el efecto extintivo (que no siempre lo tiene el
pago) se producirá únicamente cuando se hayan hecho efectivos los
referidos efectos de cambio.
Cuando se afirma que la obligación se extingue cuando se haya hecho
efectivo el cobro de los títulos y valores, se pretende anotar un hecho
importante: la obligación sigue vigente, pudiendo incluso el acreedor
accionar en contra del deudor reclamando el monto adeudado y solicitar las
afectaciones que considere pertinentes a través de las medidas cautelares
(con las que aseguraría la satisfacción de su crédito); sin embargo, si se ha
obtenido la admisión de la demanda, de conformidad con lo establecido en
la segunda parte del artículo 1233: “Entre tanto la acción derivada de la
obligación primitiva quedará en suspenso”; es decir, mientras el acreedor
acciona (o ejercita) el cobro de los títulos y valores, el proceso causal
interpuesto en contra del deudor respecto a la relación jurídica obligatoria
(primigenia) quedará en suspenso.
§ 12. DEL DERECHO DE RETENCIÓN
Si el acreedor, en el momento de verificarse el pago, no hace entrega
del recibo, el deudor puede retener el pago hasta que el acreedor le haga
entrega del recibo respectivo. La entrega del recibo constituye una garantía
a favor del deudor, en la medida que con él probará haber realizado el pago.
En un supuesto hipotético, de no entregar el acreedor dicho instrumento,
habiéndose realizado el pago, se limitan las posibilidades de acreditarse el
pago, pudiendo el deudor ser constreñido a realizar un pago doblado, lo que
se evitaría si tuviera en su poder el recibo con el que se demostraría la
realidad del pago efectuado. No se exige necesariamente que el acreedor
entregue el recibo en el que consta el título de la obligación, es suficiente
que el acreedor en el momento que reciba el pago, declare este hecho en el
instrumento denominado “recibo”; si el acreedor ha perdido el recibo, no se
le puede exigir que lo haga aparecer para que se cumpla con el pago, es
más que suficiente que en el momento de recibir el pago gire el recibo
correspondiente.
Tratándose de deudas cuyo recibo sea la devolución del título (como en
el caso de los títulos y valores), si se pierde éste, el deudor puede retener el
pago y exigir al acreedor la declaración judicial que inutilice el título
extraviado (ineficacia), todo en garantía de la persona que pretende dar
cumplimiento a su deber de prestación. Mientras no se inutilice el título, la
persona que debe efectuar el pago puede retenerlo.
§ 13. PRUEBA DEL PAGO
Si una persona (titulándose acreedora) alega tener una relación
obligatoria con otra, a la que le atribuye la calidad de sujeto pasivo de dicha
obligación, deberá probar su aserto, pues corresponde al acreedor acreditar
la existencia de la obligación; es debido a ello que si el deudor niega la
existencia de la obligación el acreedor puede utilizar todos los medios que
el sistema le franquea para acreditarla. El documento con el que se acredita
la existencia de la obligación debe hallarse en poder del acreedor y,
denominado título de la obligación (normalmente es un contrato),
constituye el instrumento más importante sobre la existencia de la
obligación y puede ser suficiente para que el deudor pague lo que debe.
Dicho en términos procesales, sería correcto afirmar que al acreedor le
incumbe la carta de la prueba.
A su turno, habiendo el acreedor probado la existencia de la obligación,
corresponde al deudor probar que realizó el pago si es que el acreedor niega
haber recibido el mismo. El pago se prueba presentando el recibo
correspondiente o utilizando la actuación de cualquier otro medio de
prueba destinado a probar que el pago fue realizado. La carga de la prueba
sobre la veracidad del pago corresponde al deudor, y es por ello que el
sistema faculta al solvens a retener el pago mientras el acreedor no le hace
entrega del recibo correspondiente.
Tratándose de pagos a ser efectuados en cuotas periódicas el recibo de
una de ellas o de la última, según lo estable claramente el art. 1231 hace
presumir el pago de las anteriores. Esta presunción es una presunción
relativa (iuris tantum) de tal modo que admite la prueba en contrario; es
decir, aun cuando el deudor haya acompañado en el proceso judicial el
recibo en el que consta el pago de la última cuota; sin embargo, es posible
sea obligado a pagar las cuotas anteriores si se demuestra en el proceso que
no las pagó.
Finalmente, también en cuanto al recibo, según los términos del art.
1232 “El recibo de pago del capital otorgado sin reserva de intereses, hace
presumir el pago de éstos, salvo prueba en contrario”. Si, en un supuesto
dado, el deudor acompaña en el proceso el recibo en el que consta el pago
del capital (sin que se haya reservado los intereses), hace presumir que
también fueron pagados los intereses. Al igual que caso anterior, esta
presunción también es relativa, pudiendo demostrarse lo contrario (que el
deudor debe los intereses).
§ 14. EFECTOS DEL PAGO EFECTIVO
Son efectos fundamentales que acaecen como consecuencia del pago en
cualquiera de sus formas:
1. Siendo el pago una forma de extinción de las obligaciones, se puede
afirmar que, normalmente, extingue la obligación. Se ha visto cómo es que
en varios supuestos el pago no extingue la obligación, como en el caso del
pago que hace el tercero interesado y no interesado; el pago que realiza uno
de los deudores indivisibles, el pago que efectúa uno de los deudores
solidarios; el pago ejecutado parcialmente, etc., de tal modo que si bien el
pago en la mayoría de casos extingue la obligación en otros no tiene como
efecto la extinción de la obligación.
2. Dejan de correr los intereses en contra del deudor. Los intereses
aludidos en este punto son tanto el compensatorio como el moratorio. Ha
de advertirse que al vencimiento del plazo no se imputan necesariamente el
pago de los intereses moratorios, pues para ello ha tenido que ser
interpelado el deudor, excepto, claro está, los supuestos de mora
automática.
3. El deudor tiene el derecho de exigir se devuelvan o cancelen las
garantías que hubiera dado o constituido, salvo que el pago lo haya
realizado un tercero interesado o un tercero no interesado que paga con el
consentimiento del deudor. Se devuelven las garantías cuando el deudor
entregó al acreedor un bien en garantía de lo que le debe, como en el caso
de la garantía mobiliaria; en cambio, se cancelan las garantías cuando, ésta,
como en el caso de la hipoteca, no es pasible de devolución, sino
únicamente de cancelación en el registro correspondiente. Cuando el pago
lo realiza un tercero interesado o no interesado, aun cuando el deudor se
vea liberado del acreedor, al haberse causado la sustitución del acreedor
(subrogación) y no haberse extinguido la obligación, las garantías que
hubiesen sido otorgada por el deudor, ahora servirán para garantizar el pago
de quien realizó el pago a favor del deudor, liberándolo del acreedor.
4. En todos los casos en los que el pago no extingue la obligación, como
el caso del pago que hace un deudor solidario o indivisible, o el pago que
realiza un tercero sea interesado o no, los deudores o el deudor, según sea
cada uno de los caso, se liberan o se libera, según el caso del acreedor.
Afirmar que el deudor se ha liberado del acreedor, no significa que la
obligación se haya extinguido; debido a la subrogación el codeudor
solidario o indivisible, o el tercero con interés que pago lo que debía el
deudor, se subroga al acreedor y mantiene vinculado al deudor en la misma
relación obligatoria; es cierto, de consiguiente, que el pago (si este es total),
libera al deudor del acreedor.

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