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EL PAGO
§ 1. CONCEPTO
Constituye regla general el hecho que las relaciones obligatorias no
tienen una vigencia prolongada, mucho menos pueden permanecer en vigor
de manera indefinida pues, de una u otra manera, tienen que extinguirse;
estas vinculaciones tienen una duración corta en el tiempo y es esta una de
las características que la diferencias del derecho real. Es tan corto su
decurso que, en muchos casos, pasa desapercibida, como en el caso de los
denominados contratos manuales, en los que incluso da la impresión que no
se genera ninguna obligación o que su nacimiento es inútil, intrascendente;
este hecho puede inducirnos la idea sobre la inutilidad de la relación
obligatoria en alguna de las formas contractuales, pues, en efecto, sólo
tendría una explicación teórica, porque desde una perspectiva práctica,
además de que no ha sido percibida la vinculación “generada”, su atención
escapa del interés de los contratantes.
Una de las formas más frecuentes mediante la cual se extingue la
relación jurídica obligatoria es mediante el pago que realiza normalmente
el deudor o un tercero para liberar al deudor. Sin embargo, esta
consecuencia no es absoluta ya que, en muchos casos, el pago no extingue
la obligación, como acontece cuando el pago lo realiza uno de los deudores
solidarios, dándose paso a la subrogación, situación en la que tiene lugar
simplemente el cambio de uno de los sujetos de la relación obligatoria sin
llegarse a la extinción de la misma (la modificación, aun cuando profunda,
no afecta la existencia de la obligación, la que seguirá produciendo sus
efectos con un acreedor distinto).
Nuestra legislación utiliza la terminología del pago no para referirse
solamente al pago en moneda o en dinero, sino para incluir todas las demás
formas de cumplimiento en las que el deudor realiza su deber de prestación
positivo o negativo, sin que en el referido cumplimiento se utilice dinero;
de este modo, se paga cuando el deudor, en una obligación de no hacer,
realiza la omisión a que se comprometió, el pago podría ser conceptuado
como el acto mediante el cual, generalmente, el deudor cumple su deber de
prestación a favor del acreedor. Se señala que es el deudor quien
generalmente cumple el deber de prestación porque es él quien se ha
comprometido a realizarlo; sin embargo, también pude efectuar el pago un
tercero o hacerlo cumplir a la fuerza la autoridad judicial. Teniéndose
presente que si bien en la relación obligatoria los sujetos se han vinculado
generalmente para cooperar recíprocamente, la finalidad de la misma se
condensa en la realización del pago, pues es cuando, comúnmente, los
sujetos de la obligación le ponen término a su vinculación, habiéndose
cumplido el ciclo de cooperación; debido a ello es que puede entenderse sin
prurito alguno que el pago, entendido como cumplimiento, puede ser
realizado con la cooperación ajena (un tercero o la autoridad judicial) o con
la sola actividad del acreedor, según se tiene ya explicado en el capítulo
anterior.
En la legislación alemana se habla de cumplimiento o solutio como
una forma de extinción de la obligación en virtud de realizarse la prestación
debida (en cualquiera de sus formas) y se habla de pago sólo para referirse
al cumplimiento de las obligaciones dinerarias. Para nuestra legislación se
paga en dinero o se paga en cualesquiera de las formas que llegan al
cumplimiento del deber de prestación, debido a ello se afirma que paga el
pintor notable pintando el cuadro, la entrega del producto de la actividad es
circunstancial, la misma que, incluso, puede no presentarse, sin embargo el
pago se tiene realizado, como el caso de las obligaciones, que si bien tienen
un objeto que se proyecta en el resultado, en las que el compromiso del
deudor se limita a un puro comportamiento sin que finalmente haga entrega
del producto de la misma.
Se dijo, de modo bastante simple, que el pago es el acto mediante el
cual, generalmente, el deudor cumple su deber de prestación a favor del
acreedor; sin embargo, esta noción resulta incompleta, debiendo agregarse
ahora que el cumplimiento puede referirse a cualquier forma obligacional
(dar, hacer y no hacer), con lo que, habitualmente, se extingue la relación
jurídica obligatoria.
§ 2. REQUISITOS HACIA LA REALIZACIÓN DE UN PAGO EFICAZ
Para que el pago surta sus efectos de manera plena requiere de ciertos
requisitos, los mismos que son fundamentalmente los siguientes:
1. Es necesaria la preexistencia de una obligación, no se puede realizar
un pago eficaz donde no hay un deber jurídico concreto que obligue al
deudor a cumplirlo. Si una persona paga una deuda sin estar obligado,
queda habilitado para reclamar la devolución de lo indebidamente pagado.
La preexistencia de la obligación es requisito fundamental para la
realización del pago, lo que no significa que quien paga tenga que hallarse
vinculado con el acreedor; para realizarse un pago no se requiere estar
jurídicamente relacionado con el acreedor, es debido a ello que nuestro
sistema permite el pago de un tercero que, incluso, lo puede efectuar de
manera eficaz contra la voluntad del deudor.
2. Que el deudor tenga la intención de pagar la deuda con el objeto de
extinguir la obligación. Tiene que existir una vinculación entre la existencia
de la obligación y la intención del deudor de efectuar el pago, pues de lo
contrario no se está realizando propiamente un pago sino una liberalidad o
tal vez el pago de lo indebido. Esta intención también se la atribuimos al
tercero que paga una deuda ajena, sin duda que también respecto a éste,
para que el pago sea eficaz, deberá tener la intención de pagar una deuda
(ajena) y extinguir la obligación del deudor. Se excluye el caso del pago
parcial, en el que, obviamente, no se pretende la extinción de la obligación,
sino únicamente la disminución de lo que se debe.
3. Debe cumplirse la obligación con la prestación debida. El objeto de
la obligación no debe ser cambiado, el deudor debe entregar el mismo bien
objeto de la obligación y que la originó (o realizar la prestación prometida).
Asimismo, el deudor debe cumplir con el pago total de la deuda, no es
factible obligarse al acreedor a recibir un pago parcial. Cuando se pretende
entregar un bien no debido, el acreedor se halla en la potestad de rechazar
el pago; lo mismo acontece en el caso que el deudor pretenda realizar un
pago parcial. Deberá observarse lo ya expuesto al desarrollarse el estudio
de las obligaciones de dar (respecto a la entrega de un bien distinto al
debido) y de hacer (en relación al cumplimiento del deber de prestación por
tercero). Asimismo, no existe impedimento para que el acreedor decida a
recibir un bien distinto al debido (dación en pago) o renuncie a la calidad
de personalísima de la obligación.
4. Que haya, cuando menos, una persona que efectúe el pago. Al que
cumple el deber de prestación se le denomina deudor o solvens. Se ha
señalado de manera reiterada que no siempre es el deudor quien realiza el
pago, éste puede efectuarlo un tercero, pudiendo llegarse a la extinción de
la obligación cuando el anotado pago es realizado a título de liberalidad. Es
imposible evitarse el pago de un tercero, de ahí que está demás exigirse
como requisito la presencia de un sujeto que pague la deuda, sabiéndose
que cualquiera puede pagar una deuda ajena.
5. Que haya, cuanto menos, una persona que reciba el pago. A la
persona que recibe el pago, se le llama acreedor o accipiens. Es cierto que
quien recibe el pago es el acreedor; sin embargo, tal y como se podrá
constatar en el § 128, el pago puede ser efectuado en persona distinta al
acreedor, surtiendo todos sus efectos. El pago no es eficaz en tanto no haya
quien lo reciba o deba recibirlo; no obstante este aserto, el denominado
pago por consignación tiene reglas particulares y en el mismo se habrá de
considerar que para llegarse a la ella es necesario el cumplimiento de varios
requisitos
§ 3. DE LA CARACTERÍSTICA FUNDAMENTAL DEL PAGO
El pago, en términos generales, debe ser total, es decir el deudor debe
cumplir con su deber jurídico en su totalidad, así se establece del art. 1220
al señalar que “Se entiende efectuado el pago sólo cuando se ha ejecutado
íntegramente la prestación”. La norma es aplicable a toda forma
obligacional (dar, hacer y no hacer). Si la norma utiliza la expresión
“prestación”, no significa que toda deba incidir sobre la conducta del
deudor, la norma incide directamente sobre el mismo objeto en las
obligaciones de dar y debido a ello el deudor no está facultado a entregar al
acreedor parte del bien debido, a no ser que cuente con la autorización de
éste. En consideración a todo ello se puede decir que constituye
característica fundamental del pago: que sea total.
Si es cierto que el deudor no está facultado para realizar un pago
fraccionado, esto significa que el referido sujeto pasivo de la obligación no
podrá exigir al acreedor a recibir un pago parcial y aun cuando se halle
autorizado, el pago parcial no extingue la obligación, a no ser que el
acreedor, estando de acuerdo con esta forma de pago, condona el saldo al
deudor, sólo en este caso la obligación se extingue, pero el pago parcial, así
esté autorizado, no causa la consunción de la relación jurídica obligatoria.
Visto el panorama de esta manera, es evidente que si el deudor pretende
realizar un pago parcial, el acreedor puede rechazarlo; este rechazo al pago,
que tiene como finalidad evitar el cumplimiento fraccionado del deber de
prestación, no provoca la mora del acreedor, a no ser que no se justifique el
rechazo al cumplimiento del deber a cargo del deudor.
La regla general, entonces, es que el deudor, si pretende liberarse del
acreedor (y en la mayoría de casos extinguir la obligación) deberá realizar
un pago completo; sin embargo, el sistema permite el cumplimiento parcial
del deber de prestación. Esto puede suceder únicamente en los siguientes
casos:
1. La ley puede autorizar el pago parcial, en cuya circunstancia el
acreedor no puede rechazarlo, esto acontece, verbigracia, en el derecho
sucesorio, el supuesto se halla contemplado en el art. 871 cuando señala
que: “Mientras la herencia permanece indivisa, la obligación de pagar las
deudas del causante gravita sobre la masa hereditaria; pero hecha la
partición, cada uno de los herederos responde de esas deudas en
proporción a su cuota hereditaria”. La norma regula dos situaciones
distintas: a) Si la herencia permanece indivisa, las obligaciones que hubiese
dejado el causante permanecerán como tales; de consiguiente, el pago de
dichas deudas se tendrán que hacer de modo completo sin que sea
permitido (a no ser que el acreedor lo autorice) el pago fraccionado.
Obedece ello a un hecho simple, en tanto no haya partición, las deudas que
deja el causante gravitan sobre la masa hereditaria (la obligación es
indivisible). b) Si los herederos, antes de pagarse las deudas del causante,
llegaron a la partición, cada uno de ellos responderá frente a los acreedores,
en proporción a su cuota hereditaria; en este caso, se patentiza el
fraccionamiento de las deudas del causante, debiendo el o los acreedores
recibir (parcialmente) lo que a cada uno de los herederos les corresponde
pagar (la obligación es mancomunada o divisible).
2. Si en el título de la obligación se halla permitido. En efecto, si,
tratándose de una obligación que proviene del contrato, en éste las partes
han pactado que el pago puede ser realizado en partes, no existe
impedimento para que el deudor, en cumplimiento de dicho pacte, realice
un pago fraccionado. Esto tiene lugar de modo frecuente en el contrato de
compraventa a plazos, contrato que habiendo dado nacimiento a una
obligación, el deudor se halla perfectamente habilitado a pagar parcial y
periódicamente la deuda que tiene con su acreedor. A través de la
autonomía privada el sistema permite que los particulares pacten con
independencia de la norma dispositiva (art. 1220).
3. Cuando la deuda contiene una parte líquida y otra ilíquida el pago
parcial está perfectamente autorizado, así lo establece el art. 1221 cuando
estatuye que “Sin embargo, cuando la deuda tiene una parte líquida y otra
ilíquida, puede exigir el acreedor el pago de la primera, sin esperar que se
liquide la segunda”. Una deuda es líquida cuando se halla perfectamente
determinada; si se ha establecido que el deudor adeuda la suma de diez mil
nuevos soles, la deuda es líquida. En cambio, una deuda es ilíquida cuando
no ha sido determinada, requiriéndose para ello de la ejecución de ciertas
prácticas que nos llevarían a la identificación precisa de lo que se adeuda.
Cuando ello acontece, el sistema permite que el pago sea partido en dos,
primero se paga la suma líquida y luego. Una vez liquidada la segunda, se
procede al pago de esta última. Esta forma de pago se presenta cuando se
demanda el pago de intereses, los mismos que requieren ser determinados
mediante peritaje.
4. Según nuestro sistema sucesorio, las deudas se pagan hasta donde
alcance el patrimonio que deja el causante; si en un supuesto dado, el
causante deja una herencia deficitaria, a los herederos sólo se les impone el
deber de pagar con lo que haya dejado su antecesor, pudiendo cancelarse un
monto menor al adeudado (en razón a no haber más pasivos con qué
soportar los efectos de un pago total), quedando fraccionado el pago de
acuerdo al caudal relicto. Si el causante tiene una deuda de 100 y sus
activos apenas llegan a 70, el acreedor tendrá que conformarse con recibir
sólo 70. Sin duda que el pago es parcial, sin que el accipiens pueda
rechazarlo. Sin duda que aquí, si bien la norma autoriza que se paguen las
deudas con lo que deja el causante, tratándose de un caso especial, no se ha
incluido como un pago parcial que se halla legalmente autorizado, aunque
en el fondo es la norma la que lo permite.
5. En las obligaciones mancomunadas y divisibles (con pluralidad de
sujetos) también se halla autorizado el pago parcial, dado que cada uno de
los deudores mancomunados o divisibles sólo tienen el deber de entregarle
al acreedor o a cada uno de los acreedores la parte de la deuda que les
corresponda y para ello ha tenido que partirse el monto total de lo debido.
6. También puede darse el pago parcial en la imputación al pago,
cuando el deudor integrando varias relaciones jurídicas obligatorias,
entrega al deudor una suma que si bien puede cubrir alguna o algunas de
ellas, no satisfacen todas las deudas, circunstancia en la cual, al
materializarse la imputación al pago, éste se termina imputando a una
deuda mayor, realizándose un pago parcial.
7. No habiéndose acordado el pago parcial, ni existiendo causa que lo
permita (como alguna de las señaladas en los puntos anteriores),
aparentemente no se podría realizar un pago parcial; sin embargo, si el
acreedor muestra su conformidad con recibir un pago parcial éste será
válido y perfectamente eficaz.
En síntesis, sería correcto aseverar que, en principio, el pago tiene que
ser total; sin embargo cabe el pago parcial, situación que se presenta en
varios supuestos; asimismo, el pago sólo extingue la obligación cuando
haya sido realizado en su totalidad; finalmente, en ciertas circunstancias, un
pago que es total no extingue la obligación, como acontece con el pago que
realiza el tercero interesado, mediante el cual únicamente libera al deudor
de su acreedor, manteniéndose vinculado aquél con el tercero interesado
debido a que éste se ha subrogado al acreedor. Como no podría ser de otro
modo, en esta última hipótesis la obligación no se extingue.
§ 4. PERSONAS QUE PUEDEN EFECTUAR EL PAGO
La persona que debe efectuar el pago es el deudor o cualquiera de los
deudores tratándose de obligaciones solidarias o indivisibles; en este último
caso, como se tiene indicado, este pago libera a los codeudores del acreedor
sin extinguir la obligación, porque el deudor que pagó voluntariamente o
fue obligado a cancelar la totalidad de la deuda, se subrogará al acreedor.
En las obligaciones mancomunadas o divisibles con pluralidad de sujetos,
la obligación se extingue una vez que se haya cancelado la totalidad de la
deuda, lo que no impide que el deudor que haya pagado su cuota se libera
de los demás acreedores, manteniéndose vigente la vinculación ente los
demás codeudores, que no cumplieron su deber de prestación, con los otros
coacreedores que no recibieron el pago de la parte de su crédito que les
corresponde. Se le imputa al deudor el deber de pagar porque dicho deber
le ha sido impuesto, con su anuencia, en el contrato que le dio nacimiento a
la obligación; o, en otro título distinto.
Es en atención a la conclusión arribada en la última oración del párrafo
anterior que se dice, casi mecánicamente, que quien debe pagar es el
deudor, lo que sin duda es cierto; pero, no obstante semejante aseveración,
el sistema permite el pago que realiza un tercero, produciendo todos los
efectos de un pago válido, aun cuando el deudor no haya consentido con el
mismo e incluso se haya opuesto a la sugerente actitud del tercero (nadie
entiende fácilmente cómo es que un tercero, sin interés legítimo alguno,
contra la voluntad del deudor termine pagando lo que normalmente debe el
deudor). La autorización para que el pago sea realizando con la
cooperación ajena emana del art. 1222, cuando en el mismo se sanciona
que “Puede hacer el pago cualquier persona, tenga o no interés en el
cumplimiento de la obligación, sea con el asentimiento del deudor o sin él,
salvo que el pacto o su naturaleza lo impidan”. El margen de aceptación es
enorme: “cualquier persona” puede pagar la deuda de cualquier deudor, con
las excepciones consignadas en el anotado numeral.
Cuando se dice que el pago que realiza un tercero produce todos sus
efectos, se evocan esencialmente a dos, entre los varios que han de
presentarse: 1) El deudor se libera del acreedor, tanto más si éste, con el
pago, abandona la relación jurídica obligatoria. 2) El tercero que pagó la
deuda del deudor queda habilitado a reclamar al deudor el monto de lo
pagado según las reglas que seguidamente se detallan, entendiendo que la
subrogación no siempre es viable.
Veamos seguidamente cada una de las formas que asume el pago
cuando lo realiza un tercero:
1. PAGO DE UN TERCERO INTERESADO EN EL CUMPLIMIENTO DE LA OBLIGACIÓN
Un tercero interesado puede efectuar el pago de la obligación en lugar
del deudor, liberándolo. Seguramente nos preguntamos ¿Quién es el tercero
interesado? El interés al que se refiere la norma es el legítimo interés, no se
trata de cualquier interés. El padre que paga las deudas de su hijo es un
tercero pero no interesado, podrá tener un interés moral, familiar,
sentimental, etc., pero no es un interés legítimo. El interés legítimo es el
interés jurídicamente relevante que faculta a quien lo tiene el ejercicio de
determinadas facultades en ciertos supuestos; asimismo, debido a una
causa, se halla en posición tal que puede padecer los efectos de una
vinculación o un hecho en concreto. En el ejemplo utilizado, el padre no
tiene un interés jurídicamente relevante, ni el ordenamiento le otorga
facultades para poder ejercitarlas en determinadas circunstancias, menos se
halla en situación de desventaja; lo que si ocurre con el fiador, quien por su
situación se halla facultado a ejercitar determinadas acciones (como el pago
de una deuda que le es ajena pero que la garantiza) y que se halla en
posición tal que padece los efectos de una vinculación como la que existe
entre el acreedor con el deudor cuyo pago lo está garantizando; el fiador si
tiene un legítimo interés, pues además éste, con el objeto de no verse
perjudicado con el incumplimiento del deudor, decide pagar la deuda
liberándolo y quedando también liberado de la fianza. En el caso del fiador,
nadie duda que éste tiene la calidad de tercero interesado y es en mérito a
ello que realiza el pago en lugar del deudor, no estando autoriza el acreedor
a rechazar el referido cumplimiento, bajo riesgo de incurrir en mora.
Si en un supuesto dado el tercero interesado paga la deuda a la que
estaba conminado el deudor, el ordenamiento jurídico lo subroga al
acreedor; dicho en otros términos, el tercero que paga la deuda de un
deudor en una vinculación que indirectamente lo afecta, se sustituye al
acreedor, ocupando su lugar en la relación obligatoria que este último tenía
con el deudor. Al acontecer esta hipótesis se mantienen las garantías que el
deudor hubiera constituido a favor del acreedor con la finalidad de
garantizar el cumplimiento de su deber de prestación, garantías que ahora
permanecerán para asegurar la satisfacción del crédito que, debido a la
subrogación, lo asume el tercero.
2. PAGO EFECTUADO POR QUIEN SE HALLA EN APTITUD DE HACERLO
En ciertas circunstancias el pago puede efectuarlo un tercero,
encontrándose en aptitud legal de hacerlo, tal como lo señala el art. 1223:
“Es válido el pago de quien se encuentra en aptitud legal de hacerlo”,
como, en efecto, puede suceder cuando ciertos sujetos, sin tener la
condición de deudores se hallan habilitados normativamente para realizar
un pago válido, como sería el caso del albacea, según lo prevé el inc. 5 del
art. 787. El albacea no es deudor ni se le ha transmitido el deber de
prestación que asumiera el testador antes de su fallecimiento (deudas); sin
embargo, se halla en “aptitud legal”, según los términos de la norma, para
pagar las deudas que hubiese dejado el testador. No obstante lo dicho,
podría cuestionarse circunstancialmente la presente apreciación, en la
medida que el caso propuesto como “pago por quien se halla en aptitud de
efectuarlo”, no se condice con el segundo párrafo del mismo artículo: “Sin
embargo, quien de buena fe recibió en pago bienes que se consumen por el
uso o dinero de quien no podía pagar, sólo está obligado a devolver lo que
no hubiese consumido o gastado”, lo que ameritaría un examen más
cauteloso de la norma, en el entendido que el segundo párrafo del numeral
insinúa colegir que, en el primero de los párrafos, el pago, que es válido,
adolece de un vicio, como acontece con el caso del pago que efectúa un
incapaz, circunstancia última que ameritaría la aplicación de la segunda
parte del anotado numeral, pues quien hubiese recibido el pago que realiza
un incapaz (estando en aptitud de hacerlo) no puede ser conminado a la
restitución del mismo, ni el acto se halla afectado de un vicio grave que
acarree la invalidez de aquel acto, de tal manera que al acreedor sólo se le
impone el deber de devolver lo que no hubiese consumido o gastado, según
sea un bien consumible o dinero.
3. PAGO DE UN TERCERO NO INTERESADO EN EL CUMPLIMIENTO DE LA
OBLIGACIÓN