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Concepto de cofradía.
1. Concepto de cofradía en derecho precodicial
En la edad media, una de las denominaciones latinas más extendidas para designar a las
asociaciones religiosas fue, en múltiples variantes léxicas, la que hacía referencia al
apelativo de «hermanos» que se daban sus miembros, bien fuera como adjetivo (societas
fraterna, caritas fraterna), bien como sustantivo, ya simple (frateria, fratria, fratantia), ya
reforzado con el prefijo de compañía (confratria, confratia, confratica, confrateria,
confraria, confreria, confratantia, confraternitas). De esta última lista, el primer vocablo es
el documentado con más antigüedad (HINCMARO DE REIMS, Capitula presbyteris data, De
confratriis eorumque conventibus, año 852) y el último es el que acabó por imponerse (a
raíz de la Const. ap. Quaecumque de 7.XII.1604). En castellano, el hermano miembro era el
fratre, frade o cofrade y la asociación la confradía o cofradía.
Antes de la codificación, no había una terminología consolidada en virtud de la cual la voz
confraternitas tuviera un significado unívoco y constante. Con todo, algunos autores han
hecho un esfuerzo sistematizador del derecho precodicial. Según A. VERMEERSCH e I.
CREUSEN, podían distinguirse cinco acepciones de confraternitas: en sentido genérico, era
cualquier asociación eclesiástica; en sentido impropio, la fundada por sus socios pero no
erigida canónicamente (y dentro de este tipo, la asociación no erigida pero aprobada solía
llamarse pia unio); en sentido propio, era cofradía la asociación eclesiástica erigida con
sede propia (una iglesia o al menos un altar); en sentido estricto, la erigida con sede propia
y constituida a modo de cuerpo orgánico; finalmente, en sentido menos estricto, la erigida
con sede propia y carente de jerarquía interior (que solía denominarse congregatio o
sodalitas).
Una de las principales fuentes de esta sistematización doctrinal era una declaración de la
Sagrada Congregación de Indulgencias de 5.VIII.1897, aprobada por León XIII el día 25. A la
duda de «si las pías uniones o sociedades (piae uniones seu societates) que no tienen el
nombre de cofradías y congregaciones (confraternitatum et congregationum) están
comprendidas en los preceptos de la Const. Quaecumque de Clemente VIII», la
Congregación respondió «afirmativamente, en cuanto a la erección o institución, en
cuanto a la aprobación de los estatutos, en cuanto a la agregación y en cuanto a la
publicación de indulgencias». Y a la duda «si para la erección de cofradías como la de la
Santísima Trinidad, la del Santísimo Rosario, la de la Bienaventurada Virgen María del
Monte Carmelo, o la de la Virgen Dolorosa u otras de este tipo, que se erigen por las
órdenes religiosas en sus respectivas iglesias, es necesario el consentimiento del
ordinario», respondió afirmativamente «si se trata de cofradías propiamente dichas, esto
es, las constituidas a modo de cuerpo orgánico y con hábito (si agatur de
confraternitatibus proprie dictis, id est ad modum organici corporis et cum sacco
constitutis)», pero «si se trata de cofradías entendidas en sentido amplio (si de
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que exista sobre las mismas y en concreto sobre cofradías y finalmente los estatutos de
cada cofradía y su reglamento de régimen interno.
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inclinó por su naturaleza pública: primero en las Normas de 14.X.1983 de los obispos de
las provincias eclesiásticas de Granada y Sevilla sobre creación de nuevas Hermandades
del Rocío, después en las Nuevas Normas del Arzobispo de Sevilla para Hermandades y
Cofradías (que se remitían a los cánones de las asociaciones públicas) y ya de modo
definitivo en la Carta pastoral de 12.X.1988 de los Obispos del Sur, Las hermandades y las
cofradías, que dice: «Las hermandades/cofradías, cuyo fin es el culto público en nombre
de la Iglesia, según el derecho canónico, son por ello asociaciones públicas» (n. 6, que se
apoya en el c. 301).
El citado c. 301 § 1 establece que corresponde exclusivamente a la autoridad eclesiástica
erigir asociaciones que se propongan promover el culto público. En el primer borrador del
texto se decía «cultus publici ordinationem» pero se objetó que ordenar el culto público es
propio de la jerarquía y no de una asociación, por lo que se sustituyó por «incrementum
cultus publici» siguiendo el CIC de 1917, mas en el último proyecto de 1982 se cambió por
«cultum publicum promovere». Manzanares considera que el cambio obedece a razones
estilísticas y entiende por promover «impulsar, estimular, dar brillantez por participación y
decoro a los actos del culto público o litúrgico», por lo cual habría una continuidad con el
concepto de cofradía (no con su regulación jurídica) en el CIC de 1917. En cambio, Cubillas
distingue entre incrementar (noción básica para la definición de cofradía en el CIC de
1917) y promover (finalidad a que se refieren los cc. 298 y 301), dando a este segundo
verbo el sentido de «iniciar»; de ahí se seguiría que no toda asociación que busque
incrementar el culto público tiene que tener naturaleza pública, si sólo pretende
aumentarlo participando en el que otros promueven u organizan, pero sí debe ser
asociación pública si es ella la que lo promueve u organiza (que suele ser el caso de las
cofradías tradicionales).
En el año 2000, Ribelot volvió a suscitar la cuestión, ciñéndose a las cofradías penitenciales
que procesionan en Semana Santa en Sevilla, argumentando que el culto que practican no
es público en cuanto que no es litúrgico y que aquéllas han sido creadas a iniciativa de los
fieles y no de la jerarquía. La naturaleza de culto público de las procesiones y, en general,
del culto cofrade ha sido defendida con argumentos, a mi juicio, de mayor peso por otros
autores (MANZANARES, GONZÁLEZ DÍAZ, MARTÍNEZ SISTACH). Y de otro lado, el CIC de
1983 en modo alguno descarta la iniciativa privada en las asociaciones públicas (c. 299 §
1), sin perjuicio de que sea luego la jerarquía quien las constituya (decreto de erección
canónica) en asociaciones públicas.
La Sede Apostólica (PC LAICOS, decreto de 15.IX.2000) se pronunció ya al respecto,
resolviendo el recurso jerárquico de una cofradía hispalense que pretendía que se
reconociera su naturaleza de asociación canónica privada. Desestimó la pretensión,
primero por el origen público de la asociación; segundo, porque los fines de culto
(previstos en los estatutos y efectuados mediante un nutrido calendario de cultos
litúrgicos en la basílica que es sede de la hermandad y mediante la anual estación de
penitencia a la iglesia catedral) «son calificados jurídicamente como un bien público y, en
consecuencia, la persona jurídica que lo lleva a cumplimiento debe poseer ipso iure
naturaleza jurídica pública»; y tercero, por continuidad con el régimen jurídico anterior
(como arguyera el dicasterio en el caso de las Irmandades das Misericórdias, decreto de
30.XI.1992), citando a este respecto varios párrafos de la sentencia de 24.IV.1999 del STSA
según la cual no puede una asociación mudar arbitrariamente su naturaleza (doctrina
reiterada en sentencia de 30.IV.2005).
Cuando con posterioridad se planteó el contraste entre la situación andaluza y la de otras
diócesis españolas en las que se admitía la existencia de cofradías con personalidad
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Antecedentes normativos
Derecho provincial
Concilios provinciales
Legislación simultánea
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Curia Pastoral
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XIV Reunión (9-1-1975: obispos de prov. ecla. Sevilla, revisión del decr. 1930)
Decreto 18-12-1998 (Normas por las que han de regirse las HH y CC)
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• Preámbulo.
• I. De la naturaleza de las HH y CC y su erección canónica (arts.1-14).
• II. De la vida eclesial y diocesana de las HH (arts.15-20).
• III. De las Reglas de las HH (arts.21-23).
• IV. De los miembros de las HH (arts.24-26).
• V. Gobierno de las HH (arts.27-41).
• VI. De la elección y nombramiento de la Junta de Gobierno (arts.42-50).
• VII. De las actividades propias de las HH (art.51).
• VIII. De la economía de las HH (arts.52-55).
• IX. De la extinción de una Hermandad (art.56).
• X. Artículos finales (arts.57-60).
• Disposiciones adicionales (disp.1ª-2ª).
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Aracena
Parroquial Asunción (9-5-1983)
Interparroquial (16-2-2005)
Ayamonte [Agrupación de Semana Santa]
Erección 24-9-1997
Aprobación estatutos: 15-12-1971, 24-6-1997, 2-2-2004
Bollullos (24-6-1998)
Almonte (26-4-2002) [penitenciales]
La Palma (5-11-2007)
Moguer (18-4-2008)
Isla Cristina (18-8-2008)
Lepe (20-7-2010)
COORDINADORA ARCIPRESTAL DE LA COSTA (est.25-1-2011)
Principios:
- Hay que distinguir entre:
- Lo que compete al párroco como tal (sea o no el director espiritual)
- Lo que compete al párroco como director espiritual (si no hay otro)
- Ha de hacer TODO lo que le corresponde pero SOLO lo que le corresponde
- Su visto bueno es siempre un acto reglado
- Versa sobre el ajuste a la fe, a la moral y a la disciplina canónica
- No sustituye ni merma la autonomía de la H para tomar sus decisiones
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III. Artículo 23.- 1. Las hermandades están facultadas para redactar su Reglamento de
Régimen Interno, conforme a las normas del Derecho Canónico y de los Estatutos.
Corresponde al Cabildo General su aprobación y, en su caso, la dispensa del
cumplimiento de algunas de sus normas. Para su entrada en vigor, se requiere el visto
bueno del párroco a cerca de la conformidad con los estatutos y en general con la
disciplina eclesiástica, visto bueno que se presumirá otorgado ante el silencio del
párroco a los dos meses de haberlo solicitado.
Artículo 26.- (…) 2. La expulsión de un hermano exige una causa justa, de acuerdo con
las normas del Derecho y de los estatutos. No se requiere visto bueno del párroco ni
del Ordinario, pero queda abierta la posibilidad del recurso establecido en el canon
316 §2, el cual tendrá automáticamente efecto suspensivo.
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Artículo 47.- Una vez contabilizados los votos emitidos, la mesa electoral proclamará a
los elegidos, si bien la elección no surtirá efecto hasta que reciba la confirmación de la
Autoridad Eclesiástica; confirmación que el nuevo Hermano Mayor, por sí o por medio
del Secretario saliente, ha de solicitar en el plazo de ocho días desde la aceptación de
la elección, acompañando a su solicitud el acta de la elección, con el visto bueno del
Director Espiritual de la hermandad o del Sr. Cura Párroco. Este visto bueno versará
solo sobre la corrección del proceso en los sistemas de candidatura cerrada y se
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Art.50.- (…) 2. Si fuera otro cargo [que el hermano mayor] de la Junta de Gobierno el
que quedara vacante, su sustitución se hará de acuerdo con las normas estatutarias. El
Hermano Mayor podrá cesar a un miembro cuando, oídos el interesado y el parecer
del Director Espiritual, la mayoría absoluta de la Junta aprecie un incumplimiento
reiterado de los estatutos, del reglamento de régimen interno o una dejación
manifiesta y reiterada de sus funciones, o bien una incompatibilidad de pareceres que
dificulte gravemente el ejercicio de las funciones de la junta de gobierno. En el sistema
de candidatura cerrada, cuando no pueda cubrirse la vacante con una persona que fue
candidato, así como en el sistema de candidatura abierta debe obtenerse del Director
Espiritual o del Sr. Cura Párroco el visto bueno de idoneidad para el nuevo miembro
que se propone. En todo caso, la designación será comunicada al Ordinario del lugar
para su confirmación.
Art.51.- (…) 3. Toda expresión cultual fuera del templo, y no prevista en los Estatutos,
deberá contar con la autorización del párroco.
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