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Seminario Diocesano de Huelva - Derecho Canónico Fundamental (T.16) - Curso 2017/18 – Prof.

Bogarín

Tema 16. Las hermandades onubenses.


Concepto de cofradía.
Antecedentes normativos.
El Derecho cofrade vigente.
El papel del director espiritual.

Concepto de cofradía.
1. Concepto de cofradía en derecho precodicial
En la edad media, una de las denominaciones latinas más extendidas para designar a las
asociaciones religiosas fue, en múltiples variantes léxicas, la que hacía referencia al
apelativo de «hermanos» que se daban sus miembros, bien fuera como adjetivo (societas
fraterna, caritas fraterna), bien como sustantivo, ya simple (frateria, fratria, fratantia), ya
reforzado con el prefijo de compañía (confratria, confratia, confratica, confrateria,
confraria, confreria, confratantia, confraternitas). De esta última lista, el primer vocablo es
el documentado con más antigüedad (HINCMARO DE REIMS, Capitula presbyteris data, De
confratriis eorumque conventibus, año 852) y el último es el que acabó por imponerse (a
raíz de la Const. ap. Quaecumque de 7.XII.1604). En castellano, el hermano miembro era el
fratre, frade o cofrade y la asociación la confradía o cofradía.
Antes de la codificación, no había una terminología consolidada en virtud de la cual la voz
confraternitas tuviera un significado unívoco y constante. Con todo, algunos autores han
hecho un esfuerzo sistematizador del derecho precodicial. Según A. VERMEERSCH e I.
CREUSEN, podían distinguirse cinco acepciones de confraternitas: en sentido genérico, era
cualquier asociación eclesiástica; en sentido impropio, la fundada por sus socios pero no
erigida canónicamente (y dentro de este tipo, la asociación no erigida pero aprobada solía
llamarse pia unio); en sentido propio, era cofradía la asociación eclesiástica erigida con
sede propia (una iglesia o al menos un altar); en sentido estricto, la erigida con sede propia
y constituida a modo de cuerpo orgánico; finalmente, en sentido menos estricto, la erigida
con sede propia y carente de jerarquía interior (que solía denominarse congregatio o
sodalitas).
Una de las principales fuentes de esta sistematización doctrinal era una declaración de la
Sagrada Congregación de Indulgencias de 5.VIII.1897, aprobada por León XIII el día 25. A la
duda de «si las pías uniones o sociedades (piae uniones seu societates) que no tienen el
nombre de cofradías y congregaciones (confraternitatum et congregationum) están
comprendidas en los preceptos de la Const. Quaecumque de Clemente VIII», la
Congregación respondió «afirmativamente, en cuanto a la erección o institución, en
cuanto a la aprobación de los estatutos, en cuanto a la agregación y en cuanto a la
publicación de indulgencias». Y a la duda «si para la erección de cofradías como la de la
Santísima Trinidad, la del Santísimo Rosario, la de la Bienaventurada Virgen María del
Monte Carmelo, o la de la Virgen Dolorosa u otras de este tipo, que se erigen por las
órdenes religiosas en sus respectivas iglesias, es necesario el consentimiento del
ordinario», respondió afirmativamente «si se trata de cofradías propiamente dichas, esto
es, las constituidas a modo de cuerpo orgánico y con hábito (si agatur de
confraternitatibus proprie dictis, id est ad modum organici corporis et cum sacco
constitutis)», pero «si se trata de cofradías entendidas en sentido amplio (si de

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confraternitatibus late acceptis), basta con el consentimiento prestado por el ordinario


para la erección del convento de la orden en la diócesis».

2. Las cofradías en el CIC de 1917


La codificación operó una clarificación, unificación y sistematización en esta como en
tantas otras materias. El tipo más genérico de asociación de fieles instituida para un fin de
piedad o caridad ya no debía ser denominado cofradía, pues su nombre legal era pia unio,
que si además estaba constituida a modo de cuerpo orgánico, se llamaba sodalitium (c.
707 § 1). A partir de este último concepto, se define la cofradía: «los sodalicios que han
sido erigidos además para el incremento del culto público (in incrementum quoque publici
cultus) reciben el nombre particular de cofradías (confraternitates)» (c. 707 § 2). Se trata,
pues, de asociaciones constituidas a modo de cuerpo orgánico (por unos estatutos o
reglas) y cuyo fin principal (aunque no necesariamente el único) es incrementar el culto
público. Para merecer el nombre de «cofradía» necesitan obtener del ordinario no sólo la
aprobación, sino el decreto de erección que les dota de personalidad moral (c. 708).
Las novedades de la definición del CIC de 1917 frente a la citada respuesta dicasterial de
1897 son que el hábito no entra como elemento esencial del concepto, que se exige la
erección en sentido estricto y que el fin propio es el incremento del culto público (siendo
el concepto de «culto público» aportado por el c. 1256 de no fácil exégesis).
Conviene advertir que fue frecuente traducir sodalitium no por su derivado cultista
«sodalicio», sino por el sustantivo más popular «hermandad», y ello fue probablemente el
origen de la extendida creencia de que «cofradía es la hermandad en la calle», afirmación
errónea, puesto que una hermandad (es decir, un sodalicio) cuyo fin fuese incrementar el
culto público era una cofradía y merecía este nombre en todo momento del año y no sólo
durante la estación de penitencia u otra procesión exterior, aunque es cierto que en tal
ocasión era cuando más se actualizaba y patentizaba su condición cofradiera. Mejor
hubiera sido decir que «cofradía es la hermandad porque sale a la calle» (o porque efectúa
otros actos de culto que pueden ser más públicos en el sentido de litúrgicos, aunque se
desarrollen en el interior de las iglesias).
El CIC de 1917 dedicaba a las cofradías (y pías uniones) el capítulo II del título XIX del libro
II, que trataba los siguientes aspectos de su régimen jurídico: definición (c. 707), decreto
de erección (c. 708), participación en funciones sagradas (c. 709 § 1), adscripción de
mujeres (c. 709 § 2), título o nombre (c. 710), coincidencia de cofradías homónimas en el
mismo lugar (c. 711 § 1), cofradías del santísimo sacramento y de la doctrina cristiana (c.
711 § 2), erección en iglesias u oratorios (c. 712), cofradías erigidas por religiosos (c. 713),
cambio de hábito o insignias (c. 714), competencias del ordinario del lugar (c. 715),
cofradías erigidas en sus propias iglesias (c. 716), cofradías erigidas en iglesias ajenas (c.
717), asistencia a procesiones (c. 718) y traslado de sede (c. 719).

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3. Las cofradías en el CIC de 1983


El CIC de 1983 emplea para denominar a las asociaciones canónicas en general el sus
tantivo consociatio (cc. 215, 278, 298-329) y alguna que otra vez associatio (cc. 325, 677),
pero omite la diversidad de denominaciones de las asociaciones en particular, como eran
pia unio, sodalitium o confraternitas. Ahora bien, esto no significa que no haya lugar en la
disciplina vigente para las cofradías (entendidas en el sentido del CIC de 1917). Podemos
señalar tres fundamentos canónicos:
a) En primer lugar, el CIC de 1983 respeta los derechos adquiridos (c. 4), en este caso por
cofradías preexistentes bajo la anterior legislación. GONZÁLEZ DÍAZ enumeró más de mil
quinientas de estas asociaciones fundadas antes de 1984 en las diócesis andaluzas
(aunque algunas podrían no tener derechos adquiridos por no haber obtenido hasta ese
año la erección canónica).
b) En segundo lugar, el CIC de 1983 admite la constitución de nuevas cofradías, no (como
sostiene GONZÁLEZ DÍAZ porque en esta materia el CIC de 1983 haya de entenderse
teniendo en cuenta la tradición canónica (ya que no reproduce el derecho antiguo, cf c. 6 §
2) o porque haya de conciliarse con la ley precedente (ya que no hay duda sobre la
revocación de dicha ley, cf c. 21 y c. 6 § 1, 1º), sino porque las cofradías caben en el amplio
margen de libertad asociativa que ofrece el título V de la parte I del libro II («De las
asociaciones de fieles»). En efecto, recordando la definición de cofradía en el CIC de 1917,
hemos de observar que, según el nuevo c. 304 § 1, todas las asociaciones deben tener sus
estatutos en los que, entre otras cosas, se determinará su gobierno (en latín regimen),
estatutos sometidos a revisión (c. 299 § 3) y en su caso aprobación (cc. 314 y 322 § 2) de la
autoridad eclesiástica, por lo que podría decirse hoy de toda asociación canónica
regularizada que está constituida a modo de cuerpo orgánico. Y en cuanto al fin del
incremento del culto público, esta expresión no aparece en el CIC pero sí una semejante:
el c. 298 § 1 cita entre los posibles fines de las asociaciones de fieles la promoción del culto
público.
c) Y en tercer lugar, el derecho particular puede ofrecer un cauce a la figura jurídica de la
cofradía, bien en disposiciones previas al CIC y no abrogadas por este (según c. 6 § 1, 2º),
bien en leyes posteriores que respeten lo regulado por autoridades superiores (cf c. 135 §
2) y que no hayan sido expresamente derogadas por leyes universales (cf c. 20). Así,
GONZÁLEZ DÍAZ recopila abundante legislación (anterior y posterior al CIC de 1983) de las
diócesis andaluzas sobre cofradías. Y, tras esta obra, han continuado promulgándose leyes
diocesanas para tales asociaciones tanto en Andalucía como en otros lugares de España (cf
PEÑA). El derecho particular de cada una de estas diócesis ofrece la misma regulación
jurídica para hermandades y para cofradías, por lo que ambos términos vienen a ser
sinónimos, sin perjuicio de respetar el nombre que cada asociación quiera usar conforme a
su tradición.
En resumen, aunque no puede afirmarse (como hace GONZÁLEZ DÍAZ) que los cc. 684-725
del CIC de 1917 sigan siendo fuente canónica, sí debe compartirse que «en la actual
disciplina eclesiástica no hay ninguna razón jurídica ni canónica para que una asociación de
fieles no pueda erigirse en hermandad o cofradía, cumpliendo todos los requisitos que al
efecto exijan el derecho universal y el particular o diocesano » (GONZÁLEZ DÍAZ). Su
régimen jurídico estará integrado por las normas del CIC de 1983 sobre las asociaciones en
general y las públicas en especial (cuyos bienes son eclesiásticos), el derecho particular

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que exista sobre las mismas y en concreto sobre cofradías y finalmente los estatutos de
cada cofradía y su reglamento de régimen interno.

4. Naturaleza jurídica canónica de las cofradías


La amplia libertad con que el asociacionismo eclesial se movió durante la alta edad media
comenzó a verse condicionada por la intervención de la autoridad eclesiástica a partir del
siglo XII. Y ya desde el siglo XIII la propia jerarquía obligó a obtener la aprobación secular;
así el Concilio de Montpellier de 1214 decidió castigar la fundación de cofradías sin el
permiso de los señores del lugar y del obispo de la diócesis. También la autoridad política
llegó a exigir la doble aprobación; así el rey castellano Enrique IV prohibió en 1473 erigir
cofradías sin licencia real (que concedía el Consejo de Castilla) y de la autoridad
eclesiástica, disposición confirmada por posteriores monarcas españoles. Como expresó
González Díaz, «la superposición de estos dos planos, el de la autoridad eclesiástica y el del
poder real, ha sido uno de los factores que ha nublado el momento constitutivo de
nuestras hermandades y cofradías, sin embargo (...) la mera aprobación por parte del
Consejo de Castilla de unos estatutos correspondientes a una Cofradía no implica, en
manera alguna, el que dicho Consejo esté constituyendo o erigiendo la Cofradía;
simplemente la está autorizando a que se desenvuelva en la sociedad civil, en la que el
Estado sí es soberano» (GONZÁLEZ DÍAZ).
Ahora bien, en la actualidad, algunas asociaciones en España dedicadas a organizar actos
populares de piedad (como procesiones o romerías) han elegido actuar en el tráfico
jurídico como entes civiles (mediante la inscripción en el registro nacional de asociaciones
del Ministerio del Interior u otros de competencia autonómica) y no como canónicos (lo
que exigiría la inscripción en el Registro de Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia
previa obtención de la personalidad jurídica canónica). La cuestión, que ya había sido
señalada por la doctrina (MARTÍNEZ SISTACH), movió al comité ejecutivo de la Conferencia
Episcopal Española a solicitar a la Junta Episcopal de Asuntos Jurídicos un informe, que
presentó el 19.II.2004 sobre «"cofradías civiles" que utilizan imágenes y signos religiosos».
En el mismo se reconoce que el término «cofradía » tiene en la lengua una significación
muy amplia que abarca la unión de gentes para un fin determinado, no necesariamente
religioso, y, aunque llegó a ser un término técnico del derecho canónico, sin embargo, al
haber prescindido el CIC de 1983 de ese vocablo, en la actualidad «no cabe reivindicar
para nuestro ordenamiento, y para la Iglesia católica, la exclusividad de la utilización del
término "cofradía", que de hecho viene utilizándose en España tanto para designar
entidades eclesiásticas como para algunas otras del orden civil y secular». Ahora bien,
considera un abuso la existencia de «cofradías» que se constituyen civilmente y utilizan
imágenes y símbolos religiosos católicos, y recuerda que el art. 8 § 1 de la Ley Orgánica
1/2002, reguladora del derecho de asociación, prohíbe que la denominación de las
asociaciones induzca a error sobre su identidad, clase o naturaleza.
Por tanto, si por cofradía se entiende una asociación dedicada a promover el culto público
católico, no debe caber duda de su carácter canónico.

5. Naturaleza canónica pública de las cofradías


Cuando se promulgó el CIC de 1983 distinguiendo entre asociaciones públicas y privadas,
surgió en Andalucía, y sobre todo en Sevilla, cierta polémica sobre si las cofradías debían
ser públicas o privadas. Tras un primer momento de vacilación, la jerarquía andaluza se

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inclinó por su naturaleza pública: primero en las Normas de 14.X.1983 de los obispos de
las provincias eclesiásticas de Granada y Sevilla sobre creación de nuevas Hermandades
del Rocío, después en las Nuevas Normas del Arzobispo de Sevilla para Hermandades y
Cofradías (que se remitían a los cánones de las asociaciones públicas) y ya de modo
definitivo en la Carta pastoral de 12.X.1988 de los Obispos del Sur, Las hermandades y las
cofradías, que dice: «Las hermandades/cofradías, cuyo fin es el culto público en nombre
de la Iglesia, según el derecho canónico, son por ello asociaciones públicas» (n. 6, que se
apoya en el c. 301).
El citado c. 301 § 1 establece que corresponde exclusivamente a la autoridad eclesiástica
erigir asociaciones que se propongan promover el culto público. En el primer borrador del
texto se decía «cultus publici ordinationem» pero se objetó que ordenar el culto público es
propio de la jerarquía y no de una asociación, por lo que se sustituyó por «incrementum
cultus publici» siguiendo el CIC de 1917, mas en el último proyecto de 1982 se cambió por
«cultum publicum promovere». Manzanares considera que el cambio obedece a razones
estilísticas y entiende por promover «impulsar, estimular, dar brillantez por participación y
decoro a los actos del culto público o litúrgico», por lo cual habría una continuidad con el
concepto de cofradía (no con su regulación jurídica) en el CIC de 1917. En cambio, Cubillas
distingue entre incrementar (noción básica para la definición de cofradía en el CIC de
1917) y promover (finalidad a que se refieren los cc. 298 y 301), dando a este segundo
verbo el sentido de «iniciar»; de ahí se seguiría que no toda asociación que busque
incrementar el culto público tiene que tener naturaleza pública, si sólo pretende
aumentarlo participando en el que otros promueven u organizan, pero sí debe ser
asociación pública si es ella la que lo promueve u organiza (que suele ser el caso de las
cofradías tradicionales).
En el año 2000, Ribelot volvió a suscitar la cuestión, ciñéndose a las cofradías penitenciales
que procesionan en Semana Santa en Sevilla, argumentando que el culto que practican no
es público en cuanto que no es litúrgico y que aquéllas han sido creadas a iniciativa de los
fieles y no de la jerarquía. La naturaleza de culto público de las procesiones y, en general,
del culto cofrade ha sido defendida con argumentos, a mi juicio, de mayor peso por otros
autores (MANZANARES, GONZÁLEZ DÍAZ, MARTÍNEZ SISTACH). Y de otro lado, el CIC de
1983 en modo alguno descarta la iniciativa privada en las asociaciones públicas (c. 299 §
1), sin perjuicio de que sea luego la jerarquía quien las constituya (decreto de erección
canónica) en asociaciones públicas.
La Sede Apostólica (PC LAICOS, decreto de 15.IX.2000) se pronunció ya al respecto,
resolviendo el recurso jerárquico de una cofradía hispalense que pretendía que se
reconociera su naturaleza de asociación canónica privada. Desestimó la pretensión,
primero por el origen público de la asociación; segundo, porque los fines de culto
(previstos en los estatutos y efectuados mediante un nutrido calendario de cultos
litúrgicos en la basílica que es sede de la hermandad y mediante la anual estación de
penitencia a la iglesia catedral) «son calificados jurídicamente como un bien público y, en
consecuencia, la persona jurídica que lo lleva a cumplimiento debe poseer ipso iure
naturaleza jurídica pública»; y tercero, por continuidad con el régimen jurídico anterior
(como arguyera el dicasterio en el caso de las Irmandades das Misericórdias, decreto de
30.XI.1992), citando a este respecto varios párrafos de la sentencia de 24.IV.1999 del STSA
según la cual no puede una asociación mudar arbitrariamente su naturaleza (doctrina
reiterada en sentencia de 30.IV.2005).
Cuando con posterioridad se planteó el contraste entre la situación andaluza y la de otras
diócesis españolas en las que se admitía la existencia de cofradías con personalidad

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jurídica privada, GONZÁLEZ DÍAZ contestó que o se trata de «hermandades y cofradías


semánticas» (quiere decir, con el nombre pero sin la sustancia de cofradía) o bien
debieron ser erigidas como asociaciones públicas (y no las andaluzas como privadas). Y el
Directorio sobre la piedad popular y la liturgia (Congr. Culto Divino, decreto 17.XII.2001), al
tratar sobre las cofradías (n. 69), remitió al ya citado c. 301 sobre asociaciones públicas. A
este criterio de la naturaleza pública se han atenido leyes diocesanas posteriores (v.gr.
decreto de Alcalá de Henares, 6.VIII.2009).

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Antecedentes normativos

Situación existente al erigirse la diócesis de Huelva (1954)

 Derecho diocesano hispalense

 Pontificado de Mons. Spínola Maestre

 Circular n.136, de 15-2-1899 (buen régimen de las CC)

 Circular n.143, de 15-4-1899 (Viático, afecta a las CC sacrament.)

 Circular n.157, de 16-10-1899 (Rosario y sus cofradías)

 Pontificado de Mons. Almaraz Santos

 Bases de CC. y HH., de 17-7-1909

 Pontificado de Mons. Ilundain Esteban

 Decreto 15-5-1926 (Cruces de Mayo)

 Circular 16-2-1930 (aplicación del decreto prov. de 4-2-1930)

 Pontificado de Mons. Segura Sáenz

 Ordenanzas del Vicario General 15-2-1943

 Sínodo Diocesano de 1943

 Carta pastoral 30-4-1944 (romería del Rocío)

 Instrucción pastoral 13-4-1946 (imágenes sagradas)

 Derecho provincial

 Concilios provinciales

 VI Conc.Prov. (1897): Título XII de la Parte II (CC y píos sodalicios)

 VIII Conc.Prov. (1944): Título XIII de la Parte II (asociaciones)

 Legislación simultánea

 Decreto de 4-2-1930 (elecciones a Junta de Gobierno)

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Pontificado de Mons. Pedro Cantero Cuadrado (1954-1964)

 Circular sobre fiestas de la Santa Cruz, abril 1956 (¿varias HH en 1 parroquia?)

 Circular para la SS, abril 1957 (incidencia de la procesiones en actos litúrgicos)

 Nota de Vicaría Gral., junio 1957

 Normas sobre mezcolanza de actos religiosos y profanos, febrero 1960

 Normas sobre SS, marzo 1961

 Disposiciones para 1963 (recordatorio de la obligación de rendir cuentas)

Pontificado del Venerable Mons. José María García Lahiguera (1964-1969)

 Decreto 16-7-1965 (Organización de la Curia Diocesana)

 Curia Pastoral

 Secretaría General de Apostolado y Pastoral

• Vicesecretaría del Apostolado de los Laicos

– Hermandades, Cofradias y Asociaciones Piadosas

Pontificado de Mons. Rafael González Moralejo (1969-1993)

 Alocución 20-3-1970 “Procesiones y Semana Santa según el Concilio”

 Abril 1971: “SS, CC y Concilio” (reproduce el decálogo cofradiero)

 Decreto 25-7-1975: “Revisión y renovación de las Reglas y Estatutos”

 Decreto 14-2-1978: “Nuevo Decreto sobre Estatutos de las HH y CC”

 Consejo del Presbiterio 1981: ponencia sobre religiosidad popular

 II Asamblea Dioces. de HH y CC (24/25-10-1981): Acción Pastoral en las HH y CC

 Decreto 26-2-1982 (Secretariado Diocesano de HH y CC)

 Normas 31-5-1983 sobre creación de nuevas HH y sobre romerías

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Obispos del Sur de España

 XIV Reunión (9-1-1975: obispos de prov. ecla. Sevilla, revisión del decr. 1930)

 Normas 14-10-1983 sobre creación de nuevas HH del Rocío [siguen en vigor]

 Cartas pastorales de 24-12-1975 y de 20-3-1985 sobre catolicismo popular

 Carta pastoral 12-10-1988: “Las HH y CC”

Pontificado de Mons. Ignacio Noguer Carmona (1993-2006)

 Decreto 18-12-1997 (Estatuto Marco de las HH y CC)

 Decreto 18-12-1998 (Normas por las que han de regirse las HH y CC)

Pontificado de Mons. José Vilaplana Blasco (2006-)

 Decreto 7-9-2010 (Estatuto Pastoral y Jurídico de la Curia Diocesana)

 Título V. Vicaría para la Celebración de la Fe

 Capítulo III. Delegación Diocesana para las HH y CC (arts.58-60)

 Revisión del Derecho de Hermandades 13-5-2014

 Decreto episcopal aprobando las nuevas Normas Diocesanas

 Decreto general ejecutorio aprobando el Estatuto Marco

 Decreto general ejecutorio sobre materia económica

 Decreto general ejecutorio sobre denominaciones y prelación

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El Derecho cofrade vigente.

Criterios principales de la reforma


1.- Reforzar la eclesialidad de las hermandades.
- Comunión en torno al Obispo.
- Obispo diocesano.
- Delegación Diocesana para HH y CC.
- Ordinario del lugar.
- Comisión de Asuntos Jurídicos.
- Inserción parroquial.
- Cooperación intercofrade.
- Potenciación de las coordinadoras arciprestales.
- Regulación más detallada de los consejos locales.
- Comunicación cristiana de bienes.
- Formación de hermanos y dirigentes.
- Itinerario formativo de la agrupación parroquial pro-hermandad (art.9.1).
- Período de preparación de los postulantes (art.24.3).
- Cursos formativos de la hermandad (art.7)
- Programa formativo para dirigentes (art.31.5; cf.art.60.2).
2.- Garantizar más adecuadamente los derechos de los fieles.
- Derechos de los fieles.
- Derechos de los hermanos en su Hermandad.
- Exigencia de regulación más detallada de materia penal en los
estatutos.
- Protección de datos personales reflejados en el censo de hermanos.
- Autonomía de la Hermandad.
- Distinción: Normas Diocesanas vinculantes / Estatuto Marco mera guía
- Reglas de la hermandad = Estatutos (aprobación por la autoridad) +
Reglamento (aprobación meramente interna)
- - adelgazamiento de los estatutos / potenciación del reglamento de
régimen interno
- Papel de la autoridad en atención al bien común.
3.- Promover una participación más activa del mayor número de hermanos.
- Prohibición de estar más de dos mandatos en la Junta de Gobierno.
- Limitación bianual del mandato de la Junta Gestora.
4.- Formular más cuidadosamente las normas.
- Actualización de las denominaciones de los órganos curiales.
- Enumeración de los preceptos aplicables a las HH de institutos religiosos
- Mandato de inscripción en el Registro de Entidades Religiosas.
- Aseguramiento de la aplicabilidad civil del CIC por remisión de los estatutos de la H.
- Clarificación de las fases para la constitución de una nueva H.
- Fijación de requisitos para permitir nuevas romerías.

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Sistemática de las Normas diocesanas de 2014

• Preámbulo.
• I. De la naturaleza de las HH y CC y su erección canónica (arts.1-14).
• II. De la vida eclesial y diocesana de las HH (arts.15-20).
• III. De las Reglas de las HH (arts.21-23).
• IV. De los miembros de las HH (arts.24-26).
• V. Gobierno de las HH (arts.27-41).
• VI. De la elección y nombramiento de la Junta de Gobierno (arts.42-50).
• VII. De las actividades propias de las HH (art.51).
• VIII. De la economía de las HH (arts.52-55).
• IX. De la extinción de una Hermandad (art.56).
• X. Artículos finales (arts.57-60).
• Disposiciones adicionales (disp.1ª-2ª).

Definición de hermandad (art.1.1 ND)

“Las Hermandades y Cofradías son asociaciones de fieles cristianos que, obedeciendo a la


llamada universal a la santidad, se dedican a trabajar unidos
para promover el culto a la Santísima Trinidad, a Cristo Nuestro Señor en sus misterios y en el
Santísimo Sacramento de la Eucaristía, a la Bienaventurada Virgen María y a los Santos y
Beatos”.
Naturaleza de las HH (art.1.2 ND)
“Por ser su fin propio y principal la promoción del culto público, las hermandades no podrán
tener nunca el carácter de asociaciones privadas de fieles, sino el de asociaciones públicas,
subordinadas a la Autoridad Eclesiástica y sujetas a las normas de sus Reglas”

Fines de las hermandades (art.6 ND)


- Fin genérico: búsqueda de la santidad
- Fin propio y principal: culto público
- Otros fines propios: formación y caridad
- Fines específicos: de cada hermandad

Consejos locales aprobados


 Huelva
 Consejo Gral. (er. 2-1-1956, apr.est. 24-11-1956)
 Unión de CC de SS (apr.est. 6-10-1976, 2-5-1980, 3-11-1988; er.19-4-1989),
Consejo de HH y CC de SS (apr.est.14-8-1997, 3-9-2004)

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 Aracena
 Parroquial Asunción (9-5-1983)
 Interparroquial (16-2-2005)
 Ayamonte [Agrupación de Semana Santa]
 Erección 24-9-1997
 Aprobación estatutos: 15-12-1971, 24-6-1997, 2-2-2004
 Bollullos (24-6-1998)
 Almonte (26-4-2002) [penitenciales]
 La Palma (5-11-2007)
 Moguer (18-4-2008)
 Isla Cristina (18-8-2008)
 Lepe (20-7-2010)
COORDINADORA ARCIPRESTAL DE LA COSTA (est.25-1-2011)

El papel del director espiritual.

Principios:
- Hay que distinguir entre:
- Lo que compete al párroco como tal (sea o no el director espiritual)
- Lo que compete al párroco como director espiritual (si no hay otro)
- Ha de hacer TODO lo que le corresponde pero SOLO lo que le corresponde
- Su visto bueno es siempre un acto reglado
- Versa sobre el ajuste a la fe, a la moral y a la disciplina canónica
- No sustituye ni merma la autonomía de la H para tomar sus decisiones

SELECCIÓN DE TEXTOS DE LAS NORMAS DIOCESANAS SOBRE ESTA MATERIA.


I.3. Erección canónica de la hermandad.
Artículo 9.- 1. Para alcanzar la erección canónica de una hermandad, los promotores
constituirán primero una agrupación parroquial pro-hermandad, que bajo la dirección
del párroco, desarrollará, al menos durante dos años, un itinerario formativo para
adultos, con especial atención a los fines propios de las hermandades recogidos en los
artículos 6 y 7 de estas normas.
2. La referida agrupación, por no estar todavía constituida en asociación canónica,
carece de autonomía y está siempre bajo la dirección del párroco. No tiene capacidad
para poseer normativa interna, órganos de gobierno, insignias corporativas u objetos
cultuales, ni organizar actividades propias, pero el párroco puede, según su prudente
juicio, autorizar ciertas actuaciones colectivas, a saber: la existencia de una comisión
directiva que presidirá él o su delegado; la adquisición de algunos bienes, que serán
propiedad de la parroquia hasta que haya una persona jurídica a quien transferirlos; la
colaboración con el párroco en la organización de actos formativos, caritativos y
cultuales, tanto en el interior como en el exterior del templo; y el uso de algunas
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insignias representativas en tales actos. Ahora bien, de ninguna de estas actuaciones


surgirá para la agrupación o sus componentes derecho alguno que condicione el
desenlace del proceso regulado en los artículos 10 a 13.
Artículo 10.- 1. Antes de pedir la erección de la hermandad, la agrupación parroquial
deberá aportar informe del párroco sobre la realización y frutos del itinerario
formativo.
2. El Ordinario del lugar valorará la utilidad del fin y la previsible suficiencia de los
medios de la futura hermandad para el logro de los fines que se propone (cf. can. 114
§3). Antes de tomar una decisión, pedirá –mediante consulta preceptiva pero no
vinculante- el parecer del párroco, del consejo pastoral parroquial y del consejo local
de hermandades. En defecto de estos órganos el párroco trasladará al ordinario la
opinión de sus más próximos colaboradores pastorales y de las hermandades de la
parroquia. La valoración tanto de los consultados cuanto del Ordinario versará sobre la
utilidad del fin y la suficiencia de medios, de acuerdo con lo establecido en los dos
siguientes artículos.
Artículo 13.- (…) 3. En el caso de que el Ordinario del lugar considere que procede la
constitución de una hermandad, el párroco nombrará una junta gestora que se
ocupará de elaborar –siguiendo con las adaptaciones necesarias lo previsto en el
artículo 45- el censo de hermanos que formará la asamblea general a la cual, en el
plazo de dos años presentará un proyecto de estatutos. El texto aprobado por la
mayoría absoluta de los presentes, reunida la asamblea con un cuórum del cuarenta
por ciento, será elevado por la junta gestora al Obispo Diocesano, a quien compete
aprobar los estatutos y erigir canónicamente la hermandad. Una vez erigida, la junta
gestora celebrará en el plazo de un año elecciones para la constitución de la junta de
gobierno.

II.1. De la integración de las HH en la Iglesia Diocesana.


Artículo 17.- 1. Las hermandades mantendrán una estrecha relación de comunión
eclesial y de cooperación pastoral con el Párroco, integrándose en el Consejo Pastoral
Parroquial en la forma que establezcan los estatutos de los mismos.
3. Las hermandades, como asociaciones de fieles que son, han de integrarse, desde su
peculiar identidad, en la pastoral de la comunidad en que están insertas y en los planes
diocesanos, huyendo de cualquier protagonismo excluyente y de todo aislamiento
estéril. (26)
4. Por su parte la comunidad parroquial acogerá con actitud abierta a las
hermandades, lo que, además de enriquecerlas mutuamente, servirá de ejemplar
testimonio de unidad en la caridad para estímulo de vida cristiana en el pueblo de
Dios.
5. El cambio de sede canónica por parte de la hermandad será posible solo por causas
que serán juzgadas, tras realizar las consultas que estime oportunas, por el Obispo
diocesano.
(26) Cf. c.328

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Artículo 20.- Atendiendo siempre a criterios de cooperación pastoral y de comunión


eclesial dos o más hermandades podrán establecer una relación de hermanamiento
entre ellas, requiriendo el Visto Bueno de los respectivos párrocos o directores
espirituales y la posterior comunicación a la Delegación Diocesana.

III. Artículo 23.- 1. Las hermandades están facultadas para redactar su Reglamento de
Régimen Interno, conforme a las normas del Derecho Canónico y de los Estatutos.
Corresponde al Cabildo General su aprobación y, en su caso, la dispensa del
cumplimiento de algunas de sus normas. Para su entrada en vigor, se requiere el visto
bueno del párroco a cerca de la conformidad con los estatutos y en general con la
disciplina eclesiástica, visto bueno que se presumirá otorgado ante el silencio del
párroco a los dos meses de haberlo solicitado.

Artículo 26.- (…) 2. La expulsión de un hermano exige una causa justa, de acuerdo con
las normas del Derecho y de los estatutos. No se requiere visto bueno del párroco ni
del Ordinario, pero queda abierta la posibilidad del recurso establecido en el canon
316 §2, el cual tendrá automáticamente efecto suspensivo.

V.6. Del Director Espiritual y Capellán.


Artículo 38.- El nombramiento de Director Espiritual es competencia del Obispo
Diocesano, después de oír a la Junta de Gobierno y al Párroco, en el caso de que no sea
el mismo Párroco (47).
Artículo 39.- 1. El Director Espiritual o Capellán desempeñará las funciones y gozará de
las competencias que le asigna el Derecho Canónico (48). Y si no fuera el Párroco, su
acción pastoral deberá integrarse en la programación pastoral de la Parroquia (49).
2. Son funciones del Director Espiritual o Capellán:
2.1. Ejercer el ministerio pastoral en favor de la hermandad, y de sus miembros (50).
2.2. Asistir, siempre que lo estime oportuno, a los Cabildos y sesiones de la Junta de
Gobierno con voz, pero sin voto, de tal manera que los acuerdos adoptados sin haberlo
citado carecerán de validez.
2.3. Orientar y autorizar todo lo referente a actos de culto, proclamación de la Palabra
de Dios, formación cristiana de los hermanos y obras de apostolado y caridad.
2.4. Informar y asesorar a los predicadores de los cultos de la hermandad sobre la
orientación pastoral de la Diócesis y de la propia Parroquia.
2.5. Cualesquiera otras funciones o competencias que expresamente le fueran
asignadas al nombrarlo.
2.6. El Director Espiritual o Capellán ha de ejercer su misión sacerdotal en la
hermandad, colaborando respetuosa y fielmente con los laicos que cumplen una
misión canónica encomendada por la Iglesia; comprendiendo los programas y métodos
pedagógicos de la hermandad, enmarcados en la misión de la Iglesia; prestando una
atención especial al ambiente social en que la hermandad vive inmersa (51).

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Artículo 40.- Los Directores Espirituales y Capellanes asesorarán y auxiliarán a la


Delegación Diocesana de Hermandades y Cofradías en la misión específica de la
animación pastoral de las mismas.
(47) Cf. c.317 §1.
(48) Cf. c.317 §1.
(49) Cf. c.571.
(50) Cf. cc.564 y sig.

7. Del Rector de la Iglesia de una Hermandad


Artículo 41.- Para el nombramiento de rector de la iglesia de una hermandad, se
procederá conforme a las disposiciones del Código de Derecho Canónico, que, a su vez,
establece las competencias del cargo (52), así como a los estatutos de la propia iglesia
o santuario aprobados por la autoridad eclesiástica competente.
(52) Cf. cc.556-563.

Art.45.- (…) 5. Concluido el plazo fijado para la presentación de candidatos, la Junta de


Gobierno, habiendo comprobado que los candidatos reúnen los requisitos canónicos
de idoneidad, y con el visto bueno, sobre este punto, del Director Espiritual o Párroco,
elevará la lista a la Autoridad Eclesiástica para su aprobación definitiva.

Art.46.- (…) 4.- En caso de no alcanzarse el cuórum requerido para la segunda


convocatoria, o la mayoría prevista en los dos apartados anteriores, o de no
presentarse candidatura alguna, el Director Espiritual o en su defecto el Sr. Cura
Párroco, en el plazo de quince días, presentará al Ordinario, para su nombramiento, la
composición de una Junta Gestora, proponiendo él a todos sus miembros si el sistema
electoral estatutario es de candidatura cerrada, y proponiendo al Hermano Mayor y
este a los restantes miembros si el sistema es de candidatura abierta, sin que en tales
propuestas haya necesariamente que sujetarse a la limitación de mandatos del artículo
30 ni a la incompatibilidad establecida en el artículo 32.2. El mandato de esta Junta
Gestora será, como máximo, de dos años. Tendrá como fin prioritario la convocatoria
de unas nuevas elecciones, promoviendo la formación de una futura Junta de
Gobierno.

Artículo 47.- Una vez contabilizados los votos emitidos, la mesa electoral proclamará a
los elegidos, si bien la elección no surtirá efecto hasta que reciba la confirmación de la
Autoridad Eclesiástica; confirmación que el nuevo Hermano Mayor, por sí o por medio
del Secretario saliente, ha de solicitar en el plazo de ocho días desde la aceptación de
la elección, acompañando a su solicitud el acta de la elección, con el visto bueno del
Director Espiritual de la hermandad o del Sr. Cura Párroco. Este visto bueno versará
solo sobre la corrección del proceso en los sistemas de candidatura cerrada y se

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extenderá a la idoneidad de los candidatos no electos sino designados en el sistema de


candidatura abierta, en cuyo caso el plazo de ocho días se duplica.

Art.50.- (…) 2. Si fuera otro cargo [que el hermano mayor] de la Junta de Gobierno el
que quedara vacante, su sustitución se hará de acuerdo con las normas estatutarias. El
Hermano Mayor podrá cesar a un miembro cuando, oídos el interesado y el parecer
del Director Espiritual, la mayoría absoluta de la Junta aprecie un incumplimiento
reiterado de los estatutos, del reglamento de régimen interno o una dejación
manifiesta y reiterada de sus funciones, o bien una incompatibilidad de pareceres que
dificulte gravemente el ejercicio de las funciones de la junta de gobierno. En el sistema
de candidatura cerrada, cuando no pueda cubrirse la vacante con una persona que fue
candidato, así como en el sistema de candidatura abierta debe obtenerse del Director
Espiritual o del Sr. Cura Párroco el visto bueno de idoneidad para el nuevo miembro
que se propone. En todo caso, la designación será comunicada al Ordinario del lugar
para su confirmación.

Art.51.- (…) 3. Toda expresión cultual fuera del templo, y no prevista en los Estatutos,
deberá contar con la autorización del párroco.

Art.53.- (…) 2. Las previsiones de gastos extraordinarios, no contempladas en el


presupuesto ordinario, una vez aprobadas por el Cabildo General deberán ser
sometidas a la aprobación del Ordinario del lugar cuando excedan de la competencia
de la hermandad y necesiten licencia de la autoridad eclesiástica. La solicitud de
licencia deberá ir acompañada del visto bueno del Director Espiritual o párroco acerca
del ajuste a la moral y a la disciplina eclesiástica.

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