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El desarrollo en la infancia
ANIMACIÓN INFANTIL PARA EDUCADORES Y PADRES Unidad Didáctica n.º 2
C) Teorías cognitivas
D) Teoría sociocultural
V Conclusión
Durante mucho tiempo, el niño ha sido considerado como un adulto pequeño, más
frágil y menos inteligente. Por ejemplo, a partir de los siete años, en la Edad Media, los niños
se convertían en aprendices de trabajadores bajo la tutela de un adulto y comenzaban a tener
responsabilidades que iban creciendo y que cada vez más se iban asemejando a las de los
adultos. En el arte de aquella época, vemos a los niños plasmados como adultos en miniatura.
A finales del siglo XIX se alcanzó un importante logro para el mundo infantil; puesto que
se consiguió liberar a los niños de los trabajos pesados. Con el desarrollo de la
industrialización, los movimientos obreros y los intereses de los empresarios, se fue dotando a
la infancia de un estatus concreto que favorecía los intereses del niño; ya que apareció una
enseñanza elemental que luego se convirtió en obligatoria.
A) Concepto de desarrollo
Tal y como García Román (2004) señala podemos entender el desarrollo humano
como “los cambios producidos por la edad que permiten al hombre salir del largo periodo de
inmadurez con el que nace y le caracteriza durante los primeros años de su vida”.
Distintos autores han estudiado el desarrollo del ser humano en sus distintas etapas,
atendiendo a tres ámbitos íntimamente relacionados entre sí. Su estudio por separado
consigue facilitar el análisis, pero el desarrollo se entiende desde una visión global e
integradora de sus diferentes ámbitos.
En cada tramo de edad, en que hemos dividido el grupo de estudio para este curso,
analizaremos las principales características propias de cada ámbito.
Las teorías aportan un marco teórico de principios que se utilizan para poder interpretar
las observaciones que se llevan a cabo sobre un sujeto. Cada una interpretará el desarrollo
humano desde perspectivas diferentes, que intentarán aportar conceptos que puedan explicar
las experiencias y las conductas individuales.
A) Teorías psicoanalíticas
Esta teoría mantiene que cada persona hereda un conjunto de conflictos de su infancia,
además de las formas de hacer frente a ellos. Es decir, que según las experiencias que
hayamos vivido en la infancia, seremos más o menos capaces de enfrentarnos a los problemas
cotidianos.
resolución dependerá de la interacción entre las características del individuo y el apoyo que le
proporciona su entorno social.
Estas teorías se basan en que las conductas que son su objeto de estudio se pueden
observar, medir y estudiar a través de sus bases ambientales. Ponen su énfasis en los
estímulos y las respuestas de las nuevas conductas. A las conductas que consideran
automáticas las llaman reflejos (por ejemplo, parpadear ante un estruendo), sin embargo, la
mayoría de las respuestas son aprendidas. Una parte del proceso de aprendizaje es el
condicionamiento, que sería responder de un forma concreta a un estímulo determinado.
Para ello llevo a cabo su famoso experimento con perros. En un primer estadio Paulov
registró cómo los perros salivaban ante la presencia de comida y, sin embargo, no emitían
ninguna respuesta cuando tocaba una campana.
Bandura es uno de los principales representantes de esta teoría y sostiene que son
necesarios tres requisitos para que las personas aprendan y modelen su comportamiento:
retención (recordar lo que uno ha observado), reproducción (habilidad de reproducir la
conducta) y motivación para querer adoptar esa conducta.
B) Teorías cognitivas
Estas teorías se centran en describir el proceso de aprendizaje de ideas y de
conceptos, estudiando cuál es la relación entre la información que ya hemos adquirido y
aquella que está en proceso de adquisición. Se dedican a estudiar procesos tales como la
percepción, la memoria, la atención, el lenguaje, el razonamiento y la resolución de problemas.
Teoría de Piaget
El gran pionero de las teorías cognitivas fue Jean Piaget. Mientras estudiaba en un test
de inteligencia para niños qué preguntas podían responder la mayoría de ellos correctamente,
se interesó más por las respuestas erróneas. Le llamó la atención que los niños de la misma
edad tenían errores similares, lo que le sugirió que existía una secuencia evolutiva en el
crecimiento intelectual.
Piaget sostenía que el ser humano es un organismo vivo que llega al mundo con una
herencia biológica que afecta a su inteligencia. Por una parte, las estructuras biológicas afectan
a aquello que podemos percibir, pero por otra hacen posible el progreso intelectual.
Piaget describió los estadios del desarrollo cognitivo desde la infancia hasta la
adolescencia, mostrando cómo las estructuras psicológicas se desarrollan a partir de los
reflejos innatos, se organizan durante la infancia en esquemas de conducta, se internalizan
durante el segundo año de vida como modelos de pensamiento y se desarrollan durante la
infancia y la adolescencia en complejas estructuras intelectuales que caracterizan la vida
adulta.
Esta teoría compara aspectos del pensamiento humano con la forma en la que los
ordenadores procesan y analizan los datos. La mente humana es mucho más sofisticada para
la creatividad, reflexión e intuición. Pero los teóricos opinan que si nos centramos en la
mecánica del pensamiento humano paso a paso, podemos deducir una comprensión más
exacta del desarrollo cognitivo.
Entienden que la información sigue un curso determinado para ser procesada, y existen
tres sistemas de memoria que lo permiten: memoria sensorial, memoria a corto plazo y
memoria a largo plazo.
2. Memoria a corto plazo. Esta memoria presenta una limitación tanto por el
tiempo que se puede retener la información como por la cantidad de
elementos que se pueden retener. Estas limitaciones pueden ser
superadas a través de la repetición o de la agrupación. Esta memoria tiene
un papel fundamental en nuestra vida diaria, por lo que también se ha
denominado memoria de trabajo.
D) Teoría sociocultural
Para este autor es fundamental aportar a los niños instrucción y apoyo por parte de los
profesores, padres, etc., para que adquieran los conocimientos y las capacitaciones que se
valoran en la cultura. Estos agentes, padres, profesores y educadores en general, les instruirán
en habilidades prácticas (como anudarse los cordones de los zapatos), habilidades sociales (el
respeto, los modales) y las habilidades intelectuales (leer, escribir, investigar…).
Por último, es importante señalar que Vygotsky afirmaba que el “tutor” debe conducir al
niño a su zona de desarrollo próximo, que sería la distancia entre su nivel real de desarrollo y
el nivel de desarrollo posible con ayuda de un adulto, compañero o guía.
Podemos concluir reflexionando sobre qué nos aportan para nuestro estudio estas
teorías: 1) las psicoanalíticas hacen referencia a experiencias infantiles que nos pueden influir
(y cómo) en nuestras vidas; 2) las del aprendizaje están ligadas al efecto que nuestro entorno
puede tener en nuestra conducta; 3) las cognitivas aluden a que nuestros pensamientos
afectan a nuestras acciones y cómo lo hacen, y 4) la sociocultural nos recuerda que nuestro
desarrollo como personas está inserto en un contexto social que nos enriquece. Todas ellas
han tenido y tienen sus detractores y quienes las apoyan y complementan pero, aunque estas
teorías nos resulten algo densas, nos sirven para enmarcar, al menos, de donde proviene el
estudio que vamos a realizar a continuación.
Para poder entender cómo el niño evoluciona y se desarrolla en estos tres ámbitos, nos
apoyaremos en las aportaciones de diferentes autores, aunque es cierto que para explicar el
desarrollo cognitivo seguiremos a Jean Piaget, ya que sus estudios son la referencia por
excelencia para entender la forma en la que evoluciona la inteligencia de los niños.
Diferenciaremos entre dos tramos de edad (de cero a seis años; y de seis a doce años) para
facilitar la comprensión de la evolución y el desarrollo en la infancia, en los ámbitos cognitivo,
motor y socioafectivo.
Ámbito cognitivo
En el periodo de cero a seis años, Piaget señala la existencia de dos etapas:
Cero a un mes. Reflejos del recién nacido: los bebés nacen con unos reflejos
básicos que van a permitir sobrevivir (como puede ser el reflejo de succión),
protegerse (reflejo de parpadeo) o descubrir el mundo, pero en este tramo de edad
el uso de los reflejos es indiscriminado por parte del bebé.
Uno a cuatro meses. Aparece lo que Piaget denomina reacción circular primaria,
que consiste en repetir acciones azarosas que resultan agradables, son acciones
limitadas a su propio cuerpo (por ejemplo. succionar el pulgar).
Además, en este periodo los bebés son capaces de ir adaptando el uso de sus
reflejos a las distintas situaciones que se le presentan.
Ocho a doce meses. Aparecen las acciones intencionadas, es decir, los bebés
pueden realizar acciones dirigidas a un fin. Esta fase también se caracteriza porque
aparece la permanencia del objeto, aunque todavía no es completa, es decir, si le
enseñas al bebé cómo escondes un objeto en el sitio A y lo cambias al sitio B, a la
hora de buscar el objeto el bebé lo hará en el sitio A. Y, por último, podemos señalar
que ya son capaces de anticipar acontecimientos (por ejemplo, oyen el grifo de la
bañera y gatean hacia el baño porque saben que les toca bañarse, intentan quitarse
el zapato).
Finalismo: pensar que todas las cosas tienen una función y finalidad y que por ello
existen.
Estatismo: los niños entienden los estados como algo fijo, sin posibilidades de
transformación.
Ámbito motor
Ley céfalo-caudal del desarrollo: explica cómo se controlan antes las partes del
cuerpo más cercanas a la cabeza, extendiéndose luego el control hacia abajo. Es
decir, el niño es capaz de sostener su cabeza antes de poder sostener su tronco y
poder mantenerse sentado.
Ley próximo-distal del desarrollo: explica cómo controlamos antes las partes del
cuerpo que están más cerca del eje corporal que las que están más alejadas. Esta
ley explicaría, por ejemplo, por qué al iniciarse en la representación escrita, los
primeros garabatos se hacen solo utilizando el hombro, posteriormente somos
capaces de apoyar la realización del dibujo en el codo y, por último, podemos
realizar trazos más precisos ya que controlamos la muñeca.
El desarrollo psicomotor entre cero y seis años se puede explicar haciendo referencia a
aspectos prácticos y simbólicos del desarrollo.
Empezaremos por los aspectos prácticos, que serían aquellos que están implicados
en nuestra vida cotidiana. Comprenden el control postural, la motricidad fina y la lateralidad.
Posición sentada: los niños son capaces de mantenerse sentados sin ninguna
ayuda externa en torno a los siete meses.
Caminar: en torno a los doce meses el niño es capaz de sostenerse en pie sin
apoyo y comienza a dar sus primeros pasos sin ayuda alrededor de los doce o
catorce meses.
A partir de los dos años el niño gana precisión y armonía en sus actos, y es capaz de
controlar las distintas acciones que emprende.
Aunque estos hitos tengan una edad asociada más o menos para alcanzarse, se deben
respetar los ritmos individuales de los niños y su personal proceso de maduración, tal y como
señalan Palacios y Paniagua (2008).
Se debe respetar la lateralidad del niño, ya que una intervención para modificarla
entraría en contradicción con su organización cerebral.
Por otro lado, los aspectos simbólicos son aquellos que requieren representación
mental por parte del sujeto, destacando el esquema corporal y la estructuración
espaciotemporal.
Para ellos influirán distintos factores: perceptivos (como pueden ser los sentidos que
nos permitirán ver nuestro cuerpo), sociales (ya que conocemos antes el cuerpo del otro que el
nuestro mismo), lingüísticos (nos permitirán por ejemplo nombrar las partes del cuerpo),
simbólicos o motores (como el equilibrio, la coordinación motriz, etc.).
En primer lugar, los niños serán capaces de realizar la acción para posteriormente ser
capaces de representarla (necesitan estar cerca o lejos de algo para después poder
representarlo simbólicamente).
Ámbito socioafectivo
Entre los tres y los cuatro meses aparece el reconocimiento de personas por parte del
bebé, que es capaz de mostrar conductas diferentes en función de la persona, lo que significa
que son capaces de discriminar entre ellas y mostrar sus preferencias.
En torno a los ocho meses aparece el miedo a los desconocidos, esto implica que los
niños son capaces de hacer una valoración social, ya que valora la persona que se acerca y el
contexto en el que lo hace. Puede manifestar ese miedo a través del llanto, el grito, taparse la
cara, etc.
Será entre los dieciocho y los veinticuatro meses cuando aparece el reconocimiento de
sí mismo, es decir, los niños son capaces de reconocer su figura en el espejo y no pensar que
están viendo a otro bebé. En este periodo aparecerá también la primera identidad sexual, ya
que los niños muestran preferencias en cuanto a ropa o juguetes en función de su sexo y
llegarán a clasificarse dentro de uno de ellos (niño/niña).
Entre los tres y los seis años, aparece el reconocimiento de los otros, basado en sus
características externas, siendo capaces de realizar inferencias de tipo global sobre
sentimientos o pensamientos. Empieza a haber un entendimiento de las relaciones
interpersonales, reconociendo no solo a las personas que les rodean, sino también el vínculo
que les une a ellas (amistad, autoridad...). Por último, en esta etapa, aparecerá el conocimiento
de las instituciones sociales, un conocimiento basado en lo externo (por ejemplo, podrán
deducir que toda persona que lleve una bata blanca será un doctor, porque ellos categorizarán
basándose en rasgos perceptibles), y que comenzará por lo más cercano a ellos: el barrio
donde viven y desarrollan su día a día.
Piaget fue uno de los autores pioneros en la investigación sobre cómo se desarrollaba
la moralidad en la infancia, y señalaría que en esta etapa (de cero a seis años) los niños se
encontrarían inmersos en una heteronomía moral, caracterizada por ser una moral impuesta
desde fuera y en la que los niños consideran las normas como inamovibles.
Por otro lado, Kohlberg, tomando como base los estudios de Piaget, realizó
investigaciones sobre el razonamiento moral, y concluyó que esta edad se sitúa en el nivel que
él denomina preconvencional, caracterizado porque la moralidad se basa en premios y
castigos, ya que el individuo, buscando su propio bienestar, intenta alcanzar premios y evitar
castigos con su comportamiento.
Entre los cero y los dos meses de vida existe por parte del bebé una búsqueda activa
de estímulos sociales (movimiento, brillo, color).
Es entre los dos y los seis meses cuando el bebé es capaz de discriminar entre
conocidos y extraños, si bien es cierto que no muestra rechazo ante estos últimos, algo que sí
ocurrirá en torno al octavo mes.
Entre los doce y los veinticuatro meses se consolida su figura de apego, ya que son
capaces de realizar representaciones mentales y que han sufrido un gran avance en su
desarrollo lingüístico, facilitando todo ello la relación y la comunicación con la figura de apego.
Será este el momento en el que los niños vayan tomando conciencia de las relaciones que
mantienen entre sí las personas que les rodean (padre-madre-hermano).
Entre los dos y los cuatro años la relación de apego se transforma en dependencia
emocional, ya que esta etapa está caracterizada por la búsqueda de aprobación externa.
Será a partir de los cuatro años cuando el apego se transforme en un intento por
establecer relaciones emocionales con otros adultos y con iguales desconocidos, lo que
favorecerá el proceso de socialización del niño.
Ámbito cognitivo
El desarrollo cognitivo de este periodo se caracteriza por unos rasgos generales, entre
los que podemos destacar:
Tal y como señala Piaget, en esta etapa aparece el periodo de las operaciones
concretas, es decir, los niños empiezan a desarrollar un pensamiento lógico
concreto, que irán consolidando a lo largo de la etapa, que les permitirá resolver
problemas que estén referidos a datos concretos.
Piaget define operación como acto de la mente, diferenciándolo así de los actos
físicos.
con el mismo líquido, pero uno de ellos era alto y estrecho y otro bajo y ancho,
aquí ya serán capaces de fijarse no solo en uno de los aspectos, sino tanto en la
altura como en la anchura.
Aunque estas serán las características que alcancen por completo al final del periodo,
presentan una evolución a lo largo del mismo. Por tanto, analizaremos cómo es el desarrollo
del pensamiento en los niños atendiendo a los siguientes tramos de edad:
De ocho a diez años: en este tramo de edad, podemos afirmar que el niño ha
alcanzado una reversibilidad operatoria amplia.
Ámbito motor
Acceden a una organización y estructuración del espacio y del tiempo objetiva, ya que
en la etapa anterior esta aparecía, pero de forma totalmente subjetiva.
Una vez presentados estos rasgos generales, analizaremos cómo es la evolución del ámbito
motor de los niños siguiendo los tres mismos subtramos de edad.
Ámbito socioafectivo
Las relaciones sociales en esta etapa están caracterizadas por una disminución del
egocentrismo, tan propio de la etapa anterior, empezando a desarrollarse la empatía
hacia los demás. Aunque los iguales empiezan a ganar protagonismo en sus vidas,
todavía sigue existiendo una fuerte dependencia del adulto.
Será en estos años cuando la relación con iguales empiece a ganar peso en
detrimento de la relación con los adultos que comienza a perder su posición
privilegiada, de tal manera, que incluso el papel del adulto profesor es más
importante que el de adulto padre.
En estas edades, los niños toleran muy mal las trampas y las mentiras, por lo que
desarrollan una fuerte inflexibilidad hacia ellas, y aparece el disfrute de los juegos
reglados.
Los adultos son juzgados de forma crítica, mientras que la relación con los iguales
sigue ganando protagonismo.
V. Conclusión
Consideramos que esta unidad aporta una información de gran utilidad tanto para los
padres como para los educadores, ya que permite conocer cuáles son las características que
presentan los niños en distintas edades, lo que nos ayudará a saber qué son capaces de hacer
y hasta dónde pueden llegar sus capacidades en función de la edad, para potenciarlas y
enriquecerlas (aunque bien es cierto que las edades presentadas en el desarrollo de la unidad
se deben entender de forma flexible, porque hay niños que alcanzan los hitos evolutivos antes
o después de lo que suele ser habitual, entendiendo este hecho dentro de la normalidad).
taller de ciencia por ejemplo, sin frustrarlos porque no puedan alcanzar los contenidos
seleccionados o porque estos estén muy por debajo de lo que pueden llegar a hacer.