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ANIMACIÓN INFANTIL PARA EDUCADORES Y PADRES

Unidad Didáctica n.º 2

El desarrollo en la infancia
ANIMACIÓN INFANTIL PARA EDUCADORES Y PADRES Unidad Didáctica n.º 2

I Breve concepto histórico de la infancia

II El estudio del desarrollo humano


A) Concepto de desarrollo

B) Los tres ámbitos de desarrollo

III Principales teorías del desarrollo evolutivo


A) Teorías psicoanalíticas

B) Teorías del aprendizaje

C) Teorías cognitivas

D) Teoría sociocultural

IV Principales aspectos cognitivos, motrices, afectivos y


sociales de la infancia
A) Primera etapa (de cero a seis años)

B) Segunda etapa (de seis a doce años)

V Conclusión

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I. Breve concepto histórico de la infancia

El Diccionario de la Real Academia Española define “infancia” como periodo de la vida


humana desde que se nace hasta la pubertad. Hoy en día parece seguir siendo un término
difícil de definir, o cuya utilización no es igual en todos los autores, pues se discrepa en el
periodo que esta ocupa a lo largo de la vida.

Imagen: DAVEYNIN https://www.flickr.com/photos/daveynin/3604152020/


(Con licencia Creative Commons “Atribución”).

Durante mucho tiempo, el niño ha sido considerado como un adulto pequeño, más
frágil y menos inteligente. Por ejemplo, a partir de los siete años, en la Edad Media, los niños
se convertían en aprendices de trabajadores bajo la tutela de un adulto y comenzaban a tener
responsabilidades que iban creciendo y que cada vez más se iban asemejando a las de los
adultos. En el arte de aquella época, vemos a los niños plasmados como adultos en miniatura.

En los siglos XVII y XVIII, con la ilustración y el protestantismo, por ejemplo, se


comenzó a dar cabida al término infancia, otorgándole un tratamiento diferenciado de la
adultez.

A finales del siglo XIX se alcanzó un importante logro para el mundo infantil; puesto que
se consiguió liberar a los niños de los trabajos pesados. Con el desarrollo de la
industrialización, los movimientos obreros y los intereses de los empresarios, se fue dotando a
la infancia de un estatus concreto que favorecía los intereses del niño; ya que apareció una
enseñanza elemental que luego se convirtió en obligatoria.

El siglo XX y XXI ha afianzado definitivamente la evolución de la infancia como


concepto diferenciado de otras etapas de la vida, teniendo esta identidad propia. Se entiende el
desarrollo del individuo desde un prisma global, donde esta etapa de la vida sentará las bases
del futuro adulto.

Tal y como define la Real Academia Española y como se entiende en el ámbito de la


animación, el grupo objeto de estudio en este curso serán niños con edades comprendidas
entre los cero y los doce años.

II. El estudio del desarrollo humano

A) Concepto de desarrollo

Tal y como García Román (2004) señala podemos entender el desarrollo humano
como “los cambios producidos por la edad que permiten al hombre salir del largo periodo de
inmadurez con el que nace y le caracteriza durante los primeros años de su vida”.

Entendemos el desarrollo humano desde una visión contextualista e interaccionista,


es decir, el desarrollo está claramente influenciado por la relación del sujeto con su contexto y
por la interacción que surge entre el ambiente o entorno del sujeto y la herencia recibida.

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Además, a lo largo de los años se ha demostrado que, al contrario de las teorías


iniciales que consideraban que el resultado de las primeras etapas del desarrollo humano en
sus diferentes ámbitos era inamovible, en la actualidad, debemos entender el desarrollo desde
una visión que relativiza la irreversibilidad de esas primeras experiencias y etapas de
desarrollo.

B) Los tres ámbitos de desarrollo

Distintos autores han estudiado el desarrollo del ser humano en sus distintas etapas,
atendiendo a tres ámbitos íntimamente relacionados entre sí. Su estudio por separado
consigue facilitar el análisis, pero el desarrollo se entiende desde una visión global e
integradora de sus diferentes ámbitos.

 El motor: se refiere al crecimiento y al desarrollo físico, y sus repercusiones en


el movimiento y actividad corporal.

 El cognitivo: se refiere a los procesos mentales a través de los cuales el


individuo piensa, aprende y se comunica.

 El afectivo y social: se refiere al de las emociones, a las características que


forman la personalidad y a las relaciones con las demás personas.

En cada tramo de edad, en que hemos dividido el grupo de estudio para este curso,
analizaremos las principales características propias de cada ámbito.

III. Principales teorías del desarrollo evolutivo

Las teorías aportan un marco teórico de principios que se utilizan para poder interpretar
las observaciones que se llevan a cabo sobre un sujeto. Cada una interpretará el desarrollo
humano desde perspectivas diferentes, que intentarán aportar conceptos que puedan explicar
las experiencias y las conductas individuales.

A) Teorías psicoanalíticas

Las teorías psicoanalistas defienden que nuestras acciones están controladas


principalmente por el inconsciente. También proponen que las primeras experiencias pueden
ser significativas a largo plazo sobre la personalidad.

Teoría de las etapas psicosexuales


El fundador de esta teoría y su principal representante fue Freud, quien desarrolló la
teoría de las etapas psicosexuales para dar explicación a los impulsos inconscientes y cómo
afectan estos a la conducta mediante las etapas oral, anal, fálica y genital del desarrollo
psicosexual del niño.

Esta teoría mantiene que cada persona hereda un conjunto de conflictos de su infancia,
además de las formas de hacer frente a ellos. Es decir, que según las experiencias que
hayamos vivido en la infancia, seremos más o menos capaces de enfrentarnos a los problemas
cotidianos.

Teoría del desarrollo psicosocial


Muchos discípulos de Freud fueron ampliando sus teorías. Uno de ellos fue Erik
Erikson, que formuló la teoría del desarrollo psicosocial, la cual sostenía que el individuo es
fruto de la interacción entre lo personal y lo social. Erikson pensó que Freud había definido
poco las etapas y él propuso ocho, que abarcaban toda la vida. Cada una responde a una crisis
del desarrollo que es primordial en la etapa en la que sucede y que debe ser resuelta. Esta

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resolución dependerá de la interacción entre las características del individuo y el apoyo que le
proporciona su entorno social.

B) Teorías del aprendizaje

Estas teorías se basan en que las conductas que son su objeto de estudio se pueden
observar, medir y estudiar a través de sus bases ambientales. Ponen su énfasis en los
estímulos y las respuestas de las nuevas conductas. A las conductas que consideran
automáticas las llaman reflejos (por ejemplo, parpadear ante un estruendo), sin embargo, la
mayoría de las respuestas son aprendidas. Una parte del proceso de aprendizaje es el
condicionamiento, que sería responder de un forma concreta a un estímulo determinado.

Teorías del aprendizaje por condicionamiento


Existen dos teorías dentro de este ámbito: el condicionamiento clásico (Paulov) y el
condicionamiento operante (Skinner).

Paulov empezó a estudiar la relación entre estímulo y respuesta, demostrando que se


pueden aprender respuestas emocionales o psicológicas involuntarias, de ahí que también se
le conozca como condicionamiento respondiente.

Para ello llevo a cabo su famoso experimento con perros. En un primer estadio Paulov
registró cómo los perros salivaban ante la presencia de comida y, sin embargo, no emitían
ninguna respuesta cuando tocaba una campana.

En el segundo estadio, se entrenó a los perros a los que se presentaba la comida


acompañada del sonido de la campana, produciendo este hecho la salivación en los animales.
Tras el entrenamiento, en el estadio tres, los perros salivaban simplemente con el sonido de la
campana.

Skinner desarrolló el condicionamiento operante, que es una forma de aprendizaje


mediante la cual se fortalece o debilita una respuesta voluntaria en función de sus
consecuencias favorables o desfavorables. De esta forma, el sujeto tiene más posibilidades de
repetir aquellas formas de conductas que conllevan consecuencias positivas.

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Dentro del condicionamiento operante, llamamos refuerzo al estímulo que aumenta la


probabilidad de que un comportamiento sea repetido. Pueden ser positivos o negativos. El
positivo es aquel que al ser añadido aumenta la probabilidad de que se repita la respuesta. El
negativo es aquel que al ser eliminado aumenta también la probabilidad de que se repita la
respuesta.

Teoría del aprendizaje social


La teoría del aprendizaje social sostiene que los individuos aprenden nuevas conductas
dentro de un marco social, y es fundamental en este aprendizaje el denominado aprendizaje
observacional (de manera que tendemos a imitar conductas que tienen como resultado
consecuencias positivas y deseables).

Bandura es uno de los principales representantes de esta teoría y sostiene que son
necesarios tres requisitos para que las personas aprendan y modelen su comportamiento:
retención (recordar lo que uno ha observado), reproducción (habilidad de reproducir la
conducta) y motivación para querer adoptar esa conducta.

B) Teorías cognitivas
Estas teorías se centran en describir el proceso de aprendizaje de ideas y de
conceptos, estudiando cuál es la relación entre la información que ya hemos adquirido y
aquella que está en proceso de adquisición. Se dedican a estudiar procesos tales como la
percepción, la memoria, la atención, el lenguaje, el razonamiento y la resolución de problemas.

Teoría de Piaget
El gran pionero de las teorías cognitivas fue Jean Piaget. Mientras estudiaba en un test
de inteligencia para niños qué preguntas podían responder la mayoría de ellos correctamente,
se interesó más por las respuestas erróneas. Le llamó la atención que los niños de la misma
edad tenían errores similares, lo que le sugirió que existía una secuencia evolutiva en el
crecimiento intelectual.

Piaget sostenía que el ser humano es un organismo vivo que llega al mundo con una
herencia biológica que afecta a su inteligencia. Por una parte, las estructuras biológicas afectan
a aquello que podemos percibir, pero por otra hacen posible el progreso intelectual.

Creyó que la mente humana operaba en términos de dos funciones invariantes:


organización y adaptación. A su vez, la función de adaptación en los sistemas psicológicos y
fisiológicos funcionaba a través de dos procesos complementarios: la asimilación y la
acomodación.

La asimilación se refiere al modo en que un organismo se enfrenta a un estímulo del


entorno, mientras que la acomodación implica una modificación de la organización actual en
respuesta a las demandas del medio. Mediante la asimilación y la acomodación, vamos
reestructurando cognitivamente nuestro aprendizaje a lo largo del desarrollo.

Para Piaget, asimilación y acomodación interactúan mutuamente en un proceso de


equilibración.

Piaget describió los estadios del desarrollo cognitivo desde la infancia hasta la
adolescencia, mostrando cómo las estructuras psicológicas se desarrollan a partir de los
reflejos innatos, se organizan durante la infancia en esquemas de conducta, se internalizan
durante el segundo año de vida como modelos de pensamiento y se desarrollan durante la
infancia y la adolescencia en complejas estructuras intelectuales que caracterizan la vida
adulta.

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Teoría del procesamiento de la información


Perspectiva más reciente que estudia el desarrollo cognitivo y que cada vez ejerce más
influencia en el estudio del desarrollo.

Esta teoría compara aspectos del pensamiento humano con la forma en la que los
ordenadores procesan y analizan los datos. La mente humana es mucho más sofisticada para
la creatividad, reflexión e intuición. Pero los teóricos opinan que si nos centramos en la
mecánica del pensamiento humano paso a paso, podemos deducir una comprensión más
exacta del desarrollo cognitivo.

Entienden que la información sigue un curso determinado para ser procesada, y existen
tres sistemas de memoria que lo permiten: memoria sensorial, memoria a corto plazo y
memoria a largo plazo.

1. Memoria sensorial: la información proveniente del medio a través de los


sentidos se registra en la memoria específica de cada sentido. Esta
memoria nos permite obtener una descripción muy completa y ajustada de
la realidad, para mantenerla por un periodo de tiempo muy breve. Ese
mínimo tiempo es suficiente para que pueda ser codificada y almacenada
en la memoria a corto plazo.

2. Memoria a corto plazo. Esta memoria presenta una limitación tanto por el
tiempo que se puede retener la información como por la cantidad de
elementos que se pueden retener. Estas limitaciones pueden ser
superadas a través de la repetición o de la agrupación. Esta memoria tiene
un papel fundamental en nuestra vida diaria, por lo que también se ha
denominado memoria de trabajo.

3. Memoria a largo plazo. Precisamente la repetición, la elaboración y la


organización de la información permiten transferirla a la memoria a largo
plazo, donde es mantenida por largos periodos de tiempo.

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Esta teoría establece cuatro categorías del procesamiento de la información:

- Atención: permite recibir, seleccionar y asimilar los estímulos.


- Codificación: simboliza los estímulos según las estructuras mentales
propias.
- Almacenamiento: retiene de forma organizada los símbolos codificados.
- Recuperación: uso posterior de la información organizada y codificada.

D) Teoría sociocultural

La tesis principal de esta teoría se basa en que el desarrollo humano es el resultado de


una interacción dinámica entre la persona y la cultura que le rodea. No solo reconoce la
importancia e instrucción de los padres, profesores y compañeros, sino que destaca el
importante papel de las creencias y fines de la comunidad o sociedad a la que pertenece.

Su pionero fue Vygotsky, contemporáneo de Paulov, Freud y Piaget. Hoy en día


muchos psicólogos siguen sus estudios basados en enfoques socioculturales.

Para este autor es fundamental aportar a los niños instrucción y apoyo por parte de los
profesores, padres, etc., para que adquieran los conocimientos y las capacitaciones que se
valoran en la cultura. Estos agentes, padres, profesores y educadores en general, les instruirán
en habilidades prácticas (como anudarse los cordones de los zapatos), habilidades sociales (el
respeto, los modales) y las habilidades intelectuales (leer, escribir, investigar…).

El niño puede aprenderlas de manera formal y explícita (por ejemplo, en la escuela) o a


través de aprendizajes informales (mediante la observación de la vida cotidiana).

Por último, es importante señalar que Vygotsky afirmaba que el “tutor” debe conducir al
niño a su zona de desarrollo próximo, que sería la distancia entre su nivel real de desarrollo y
el nivel de desarrollo posible con ayuda de un adulto, compañero o guía.

Podemos concluir reflexionando sobre qué nos aportan para nuestro estudio estas
teorías: 1) las psicoanalíticas hacen referencia a experiencias infantiles que nos pueden influir
(y cómo) en nuestras vidas; 2) las del aprendizaje están ligadas al efecto que nuestro entorno
puede tener en nuestra conducta; 3) las cognitivas aluden a que nuestros pensamientos
afectan a nuestras acciones y cómo lo hacen, y 4) la sociocultural nos recuerda que nuestro
desarrollo como personas está inserto en un contexto social que nos enriquece. Todas ellas
han tenido y tienen sus detractores y quienes las apoyan y complementan pero, aunque estas
teorías nos resulten algo densas, nos sirven para enmarcar, al menos, de donde proviene el
estudio que vamos a realizar a continuación.

Os mostramos un cuadro que recoge de manera muy sintética las principales


características de las diferentes teorías mostradas, señalando de cada una: su interés principal,
el concepto que se tiene del niño, si consideran que en proceso de desarrollo ejerce más
influencia la herencia o el ambiente, si estructura su teoría en periodos o tramos de edad o si
por el contrario la describen sin atender a ellos de manera continua, y, por último, cuánto
consideran de determinantes las primeras experiencias de la vida.

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IV. Principales rasgos del ámbito cognitivo, motor y


socioafectivo de la infancia

Para poder entender cómo el niño evoluciona y se desarrolla en estos tres ámbitos, nos
apoyaremos en las aportaciones de diferentes autores, aunque es cierto que para explicar el
desarrollo cognitivo seguiremos a Jean Piaget, ya que sus estudios son la referencia por
excelencia para entender la forma en la que evoluciona la inteligencia de los niños.
Diferenciaremos entre dos tramos de edad (de cero a seis años; y de seis a doce años) para
facilitar la comprensión de la evolución y el desarrollo en la infancia, en los ámbitos cognitivo,
motor y socioafectivo.

A) Primera etapa (de cero a seis años)

Ámbito cognitivo
En el periodo de cero a seis años, Piaget señala la existencia de dos etapas:

 Periodo sensomotor o sensoriomotor: que ocuparía desde los cero hasta


los dos años.

Imagen: Thomas https://www.flickr.com/photos/_-o-_/8027725497/


(Con licencia Creative Commons “Atribución”).

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 Periodo preoperacional: de los dos a los siete años aproximadamente.

Imagen: Tim & Selena Middleton https://www.flickr.com/photos/tim_and_selena/5051157647/


(Con licencia Creative Commons “Atribución”).

En el periodo sensomotor, los niños descubren el mundo a través de sus sentidos,


utilizando sus habilidades sensoriales y motoras para su exploración. En este periodo podemos
diferenciar las siguientes fases:

 Cero a un mes. Reflejos del recién nacido: los bebés nacen con unos reflejos
básicos que van a permitir sobrevivir (como puede ser el reflejo de succión),
protegerse (reflejo de parpadeo) o descubrir el mundo, pero en este tramo de edad
el uso de los reflejos es indiscriminado por parte del bebé.

 Uno a cuatro meses. Aparece lo que Piaget denomina reacción circular primaria,
que consiste en repetir acciones azarosas que resultan agradables, son acciones
limitadas a su propio cuerpo (por ejemplo. succionar el pulgar).

Además, en este periodo los bebés son capaces de ir adaptando el uso de sus
reflejos a las distintas situaciones que se le presentan.

 Cuatro a ocho meses. Aparece la reacción circular secundaria, que consiste en


repetir acciones y sonidos que les gustan y que realizan ellos mismos (por ejemplo,
mover un sonajero).

 Ocho a doce meses. Aparecen las acciones intencionadas, es decir, los bebés
pueden realizar acciones dirigidas a un fin. Esta fase también se caracteriza porque
aparece la permanencia del objeto, aunque todavía no es completa, es decir, si le
enseñas al bebé cómo escondes un objeto en el sitio A y lo cambias al sitio B, a la
hora de buscar el objeto el bebé lo hará en el sitio A. Y, por último, podemos señalar
que ya son capaces de anticipar acontecimientos (por ejemplo, oyen el grifo de la
bañera y gatean hacia el baño porque saben que les toca bañarse, intentan quitarse
el zapato).

 Doce a dieciocho meses. Aparece la reacción circular terciaria, que consiste en


repetir acciones que les han gustado, pero introduciendo variantes que permiten
diferentes resultados (ahora el bebé golpea el sonajero sobre la mesa). En este
periodo alcanzarán la completa permanencia del objeto, dejando de cometer el error
de la etapa anterior.

 Dieciocho a veinticuatro meses. En esta fase aparecen las representaciones


mentales, es decir, el niño es capaz de representar una imagen aunque el objeto
esté ausente, esto les permitirá resolver problemas descartando desde el inicio
algunas posibilidades, ya que son capaces de imaginarse mentalmente el resultado
recuperando experiencias pasadas. Esta capacidad de representación implica: la
imitación diferida (son capaces de imitar la conducta de modelos que no están
presentes) y el juego simbólico (los niños juegan representando situaciones
cotidianas e imaginarias).

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El periodo preoperacional está caracterizado por la actividad representacional. Piaget


destaca que la característica más importante de este periodo es el rápido crecimiento del
pensamiento simbólico y su uso para entender el mundo que les rodea.

Este pensamiento representacional afectará de forma muy positiva al desarrollo del


lenguaje en este periodo, y al juego simbólico, que evolucionará, dejando de estar centrado en
el niño y en su vida cotidiana, utilizando cada vez situaciones más complejas. Sobre los dos
años y medio aparecerá lo que se denomina juego sociodramático, es decir, el juego simbólico
con los otros.

El pensamiento preoperacional presenta un conjunto de limitaciones, entre las que


podemos destacar:

o Egocentrismo: supone la dificultad de diferenciar los puntos de vista propios de los


de los demás. En esta etapa los niños creen que todo el mundo piensa y siente
como ellos lo hacen. Este egocentrismo explicaría, según Piaget, determinados
rasgos del pensamiento como:

 Animismo: tendencia a percibir como vivos, cosas y fenómenos inertes.

 Artificialismo: pensar que las cosas son producto de la fabricación y voluntad


humana.

 Finalismo: pensar que todas las cosas tienen una función y finalidad y que por ello
existen.

 Pensamiento fenoménico: tendencia a establecer lazos causales entre fenómenos


que son vistos como próximos por los niños.

o No conservación: la capacidad de conservación consiste en comprender que


determinadas características físicas de los objetos permanecen invariables aun
cuando se modifique su apariencia externa (por ejemplo, la conservación de los
líquidos, entender que existe la misma cantidad de líquido en un vaso alto y
estrecho, que en otro ancho y bajito). Las siguientes características presentes en el
pensamiento de los niños en estas edades ayudarían a explicar esta incapacidad
para conservar:

 Percepción limitada a lo concreto: los niños presentan una percepción concreta de


los objetos, por lo que para ellos solo existe lo que ven.

 Centración: en esta etapa, se centran en algún aspecto de la situación


olvidándose de otros rasgos.

 Estatismo: los niños entienden los estados como algo fijo, sin posibilidades de
transformación.

 Irreversibilidad: presentan la incapacidad para dar mentalmente una serie de


pasos y después recorrerlos en sentido inverso, volviendo hasta el punto de
partida.

o Razonamiento transductivo: el razonamiento presente en esta etapa va de lo


particular a lo particular. Suelen vincular sucesos que no tienen relación entre sí, lo
que en ocasiones da lugar a conclusiones fantásticas.

o Ausencia de clasificación jerárquica: todavía no son capaces de clasificar


organizando objetos en clases y subclases, atendiendo a rasgos similares y
diferentes.

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Ámbito motor

Tanto el movimiento como la actividad corporal tienen implicaciones psicológicas, es


por ello por lo que hablaremos de ámbito psicomotor.

El progresivo control corporal es posible gracias a las siguientes leyes:

 Ley céfalo-caudal del desarrollo: explica cómo se controlan antes las partes del
cuerpo más cercanas a la cabeza, extendiéndose luego el control hacia abajo. Es
decir, el niño es capaz de sostener su cabeza antes de poder sostener su tronco y
poder mantenerse sentado.

 Ley próximo-distal del desarrollo: explica cómo controlamos antes las partes del
cuerpo que están más cerca del eje corporal que las que están más alejadas. Esta
ley explicaría, por ejemplo, por qué al iniciarse en la representación escrita, los
primeros garabatos se hacen solo utilizando el hombro, posteriormente somos
capaces de apoyar la realización del dibujo en el codo y, por último, podemos
realizar trazos más precisos ya que controlamos la muñeca.

Imagen: Tobyotter https://www.flickr.com/photos/78428166@N00/7230946298/


(Con licencia Creative Commons “Atribución”).

El desarrollo psicomotor entre cero y seis años se puede explicar haciendo referencia a
aspectos prácticos y simbólicos del desarrollo.

Empezaremos por los aspectos prácticos, que serían aquellos que están implicados
en nuestra vida cotidiana. Comprenden el control postural, la motricidad fina y la lateralidad.

1. Control postural: aunque pueden presentarse diferencias en el desarrollo de los


niños, de manera general podemos afirmar que se alcanzan los siguientes hitos evolutivos:

 Control de la cabeza: los niños son capaces de sostener su cabeza en


prolongación al tronco en torno a los tres o cuatro meses.

 Posición sentada: los niños son capaces de mantenerse sentados sin ninguna
ayuda externa en torno a los siete meses.

 Desplazamientos de gateo: estos movimientos aparecen sobre los ocho meses,


aunque es cierto que en algunos niños aparece después de caminar o ni siquiera
aparece.

 Caminar: en torno a los doce meses el niño es capaz de sostenerse en pie sin
apoyo y comienza a dar sus primeros pasos sin ayuda alrededor de los doce o
catorce meses.

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 Correr y saltar: la seguridad ganada en la marcha les permitirá empezar a correr


entre los dieciocho y veinticuatro meses.

A partir de los dos años el niño gana precisión y armonía en sus actos, y es capaz de
controlar las distintas acciones que emprende.

Aunque estos hitos tengan una edad asociada más o menos para alcanzarse, se deben
respetar los ritmos individuales de los niños y su personal proceso de maduración, tal y como
señalan Palacios y Paniagua (2008).

2. Motricidad fina: a lo largo de estos años (sobre todo en la segunda mitad de la


etapa), los niños presentan un avance muy significativo en tareas tanto cotidianas como
escolares que requieren precisión. Por ejemplo, son capaces de coger los cubiertos con
precisión, comer, abrocharse los zapatos y abrocharse botones, acciones que les van a ir
dando independencia frente al adulto, y en la vida escolar irán dibujando cada vez, con más
precisión (desde los garabatos iniciales, a las líneas verticales, circulares, personas, etc.),
serán capaces de recortar o de punzar.

3. Lateralidad: entendemos por lateralidad el predominio funcional de un lado del


cuerpo sobre otro. Generalmente la lateralidad se define entre los tres y los seis años, aunque
en ocasiones ocurre antes o después de este periodo.

Se debe respetar la lateralidad del niño, ya que una intervención para modificarla
entraría en contradicción con su organización cerebral.

Por otro lado, los aspectos simbólicos son aquellos que requieren representación
mental por parte del sujeto, destacando el esquema corporal y la estructuración
espaciotemporal.

1. Esquema corporal: se puede definir como la imagen mental que tenemos de


nuestro propio cuerpo y que nos permite desenvolvernos en el entorno que nos rodea.

Se trata de un proceso muy complejo que se construye a través de ensayo y error, y


que se va perfeccionando con las experiencias que vamos teniendo a lo largo de la vida, pero
incluso en la edad adulta pueden ocurrir cambios en nuestro esquema que interiorizaremos una
vez que se hayan producido esas situaciones de error que anteriormente mencionábamos. Por
ejemplo, una mujer embarazada intenta pasar por el hueco que hay entre una silla y la pared,
porque la imagen mental que tiene de su cuerpo todavía no está ajustada a su nueva situación
y cuando lo intenta, no cabe, el pensamiento en la edad adulta sería: ¿cómo no me he dado
cuenta? De la misma manera los niños van experimentando y creando una imagen corporal
que les otorgue seguridad a la hora de emprender acciones motrices.

Para ellos influirán distintos factores: perceptivos (como pueden ser los sentidos que
nos permitirán ver nuestro cuerpo), sociales (ya que conocemos antes el cuerpo del otro que el
nuestro mismo), lingüísticos (nos permitirán por ejemplo nombrar las partes del cuerpo),
simbólicos o motores (como el equilibrio, la coordinación motriz, etc.).

2. Estructuración espaciotemporal: se trata de ser capaces de tomar conciencia de


las coordenadas espaciotemporales en las que se desarrolla nuestra acción.

En primer lugar, los niños serán capaces de realizar la acción para posteriormente ser
capaces de representarla (necesitan estar cerca o lejos de algo para después poder
representarlo simbólicamente).

La estructuración temporal es más lenta que la espacial, ya que requiere un


pensamiento reversible que aparecerá posteriormente.

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Ámbito socioafectivo

La socialización es un proceso de necesidad mutua entre el niño y la sociedad.


Podemos diferenciar tres tipos de procesos de socialización: los mentales y conductuales (que
explicarían el ámbito de desarrollo social del niño) y los afectivos.

Empezaremos por los procesos de socialización mental:

Se trata de obtener conocimientos sobre la sociedad, para que el sujeto adquiera


conductas sociales y establezca vínculos afectivos.

Entre los tres y los cuatro meses aparece el reconocimiento de personas por parte del
bebé, que es capaz de mostrar conductas diferentes en función de la persona, lo que significa
que son capaces de discriminar entre ellas y mostrar sus preferencias.

En torno a los ocho meses aparece el miedo a los desconocidos, esto implica que los
niños son capaces de hacer una valoración social, ya que valora la persona que se acerca y el
contexto en el que lo hace. Puede manifestar ese miedo a través del llanto, el grito, taparse la
cara, etc.

Será entre los dieciocho y los veinticuatro meses cuando aparece el reconocimiento de
sí mismo, es decir, los niños son capaces de reconocer su figura en el espejo y no pensar que
están viendo a otro bebé. En este periodo aparecerá también la primera identidad sexual, ya
que los niños muestran preferencias en cuanto a ropa o juguetes en función de su sexo y
llegarán a clasificarse dentro de uno de ellos (niño/niña).

Entre los tres y los seis años, aparece el reconocimiento de los otros, basado en sus
características externas, siendo capaces de realizar inferencias de tipo global sobre
sentimientos o pensamientos. Empieza a haber un entendimiento de las relaciones
interpersonales, reconociendo no solo a las personas que les rodean, sino también el vínculo
que les une a ellas (amistad, autoridad...). Por último, en esta etapa, aparecerá el conocimiento
de las instituciones sociales, un conocimiento basado en lo externo (por ejemplo, podrán
deducir que toda persona que lleve una bata blanca será un doctor, porque ellos categorizarán
basándose en rasgos perceptibles), y que comenzará por lo más cercano a ellos: el barrio
donde viven y desarrollan su día a día.

En cuanto a los procesos de socialización conductuales, podemos señalar que se


trata de adquirir comportamientos adecuados a las expectativas que la sociedad tiene sobre
sus ciudadanos, para ellos será necesaria la adquisición de:

 Hábitos sociales: como por ejemplo comer con la boca cerrada.

 Habilidades sociales: como saber pedir un favor.

 Conductas prosociales: que serán aquellas que busquen el bienestar del


otro sin esperar nada a cambio.

La adquisición de estos aspectos implicará el reconocimiento de valores y normas, es


decir, la etapa de cero a seis, que se considera un tiempo magnífico para su conocimiento y
posterior consolidación.

Los procesos de socialización conductuales estarían por tanto muy vinculados al


conocimiento de normas y valores y, por ello, al desarrollo moral.

Piaget fue uno de los autores pioneros en la investigación sobre cómo se desarrollaba
la moralidad en la infancia, y señalaría que en esta etapa (de cero a seis años) los niños se
encontrarían inmersos en una heteronomía moral, caracterizada por ser una moral impuesta
desde fuera y en la que los niños consideran las normas como inamovibles.

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Por otro lado, Kohlberg, tomando como base los estudios de Piaget, realizó
investigaciones sobre el razonamiento moral, y concluyó que esta edad se sitúa en el nivel que
él denomina preconvencional, caracterizado porque la moralidad se basa en premios y
castigos, ya que el individuo, buscando su propio bienestar, intenta alcanzar premios y evitar
castigos con su comportamiento.

Por último, mencionaremos los procesos afectivos de socialización, en los que


destacamos como término clave el vínculo de apego, al que podemos definir citando a López
como el vínculo afectivo que el niño establece con las personas que interactúan con él de
forma privilegiada. Está determinado por las siguientes características:

 Conductas: llamadas de atención, búsqueda de contacto.


 Representaciones mentales: realizadas a partir de recuerdos, conceptos y
expectativas (las más importantes son las de incondicionalidad y accesibilidad).
 Sentimientos: de bienestar cuando estamos con la figura de apego.

¿Cómo se desarrolla este vínculo?

Entre los cero y los dos meses de vida existe por parte del bebé una búsqueda activa
de estímulos sociales (movimiento, brillo, color).

Es entre los dos y los seis meses cuando el bebé es capaz de discriminar entre
conocidos y extraños, si bien es cierto que no muestra rechazo ante estos últimos, algo que sí
ocurrirá en torno al octavo mes.

Entre los doce y los veinticuatro meses se consolida su figura de apego, ya que son
capaces de realizar representaciones mentales y que han sufrido un gran avance en su
desarrollo lingüístico, facilitando todo ello la relación y la comunicación con la figura de apego.
Será este el momento en el que los niños vayan tomando conciencia de las relaciones que
mantienen entre sí las personas que les rodean (padre-madre-hermano).

Entre los dos y los cuatro años la relación de apego se transforma en dependencia
emocional, ya que esta etapa está caracterizada por la búsqueda de aprobación externa.

Será a partir de los cuatro años cuando el apego se transforme en un intento por
establecer relaciones emocionales con otros adultos y con iguales desconocidos, lo que
favorecerá el proceso de socialización del niño.

B) Segunda etapa (de seis a doce años)

Ámbito cognitivo
El desarrollo cognitivo de este periodo se caracteriza por unos rasgos generales, entre
los que podemos destacar:

 Tal y como señala Piaget, en esta etapa aparece el periodo de las operaciones
concretas, es decir, los niños empiezan a desarrollar un pensamiento lógico
concreto, que irán consolidando a lo largo de la etapa, que les permitirá resolver
problemas que estén referidos a datos concretos.

Piaget define operación como acto de la mente, diferenciándolo así de los actos
físicos.

 Reversibilidad operatoria: aparece la posibilidad de la mente de invertir su


actividad y retroceder con el pensamiento para poder coordinar los fenómenos
previamente observados.

 Descentración: se presenta un abandono de la tendencia a centrar la atención en


un solo aspecto, excluyendo otros también importantes. Por ejemplo, en la
situación mostrada en el apartado anterior donde se presentaba al niño dos vasos

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con el mismo líquido, pero uno de ellos era alto y estrecho y otro bajo y ancho,
aquí ya serán capaces de fijarse no solo en uno de los aspectos, sino tanto en la
altura como en la anchura.

 Conservación: ya son capaces de entender la permanencia de sustancias o


números.

Aunque estas serán las características que alcancen por completo al final del periodo,
presentan una evolución a lo largo del mismo. Por tanto, analizaremos cómo es el desarrollo
del pensamiento en los niños atendiendo a los siguientes tramos de edad:

 De seis a ocho años: en este momento podemos hablar de semirreversibilidad de


pensamiento, es decir, todavía encuentran dificultades para recorrer el camino del
pensamiento en los dos sentidos.

Aparece un acceso a la lógica concreta, pero todavía permanecen algunos rasgos


propios de etapas anteriores como el animismo, ya que no han superado el
egocentrismo presente de forma tan clara en el periodo anterior.

El pensamiento de estos niños está caracterizado por el sincretismo y la


regulación, es decir, cada vez van utilizando más elementos para definir un todo y
eso hace que la distorsión que aparece sea menor que en la etapa anterior, pero
todavía sigue apareciendo, aunque en menor grado.

 De ocho a diez años: en este tramo de edad, podemos afirmar que el niño ha
alcanzado una reversibilidad operatoria amplia.

Además, aparece un importante desarrollo de la capacidad de análisis y de


síntesis, lo que supone que son capaces de descomponer el todo en partes y
volver a recomponerlo posteriormente, siempre que se haga a partir de datos
concretos.

En este periodo se supera el egocentrismo, que todavía estaba presente, y hay un


avance en la lógica concreta.

Aparece, además, un incremento de su capacidad para retener datos, que se


debe al avance que sufre la memoria en estas edades.

 De diez a doce años: en este periodo aparece la consolidación de las


operaciones concretas y se inicia su transición al final, hacia las operaciones
formales.

Presentan un amplio desarrollo de su capacidad de análisis y de síntesis,


incluso sobre características abstractas.

Su pensamiento es más ordenado y flexible y se va preparando para acceder al


mundo de las operaciones formales.

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Imagen: chefranden https://www.flickr.com/photos/chefranden/4596604619/in/photostream/


(Con licencia Creative Commons “Atribución”).

Ámbito motor

Tal y como señalábamos en la etapa anterior, entendemos que psiquismo y acción


motriz van unidos todavía, ya que los niños actúan a la vez que piensan, puesto que nos
encontramos con un pensamiento lógico concreto, todavía no existe una reflexión anterior.

De forma general, y antes de empezar a analizar los cambios que experimentan en


este ámbito dividido por tramos de edades, como en el caso del desarrollo cognitivo, podemos
señalar las siguientes características:

 Los niños en este periodo ya presentan una conciencia no solo de su cuerpo en


general, sino también de sus diferentes partes.

 Existe un importante desarrollo del equilibrio: andan de puntillas, talones, con el


exterior y el interior del pie, y son capaces de mantener su equilibrio.

 Acceden a una organización y estructuración del espacio y del tiempo objetiva, ya que
en la etapa anterior esta aparecía, pero de forma totalmente subjetiva.

Una vez presentados estos rasgos generales, analizaremos cómo es la evolución del ámbito
motor de los niños siguiendo los tres mismos subtramos de edad.

 De seis a ocho años: se trata de un periodo de transición, en el que el niño va


formando su propia imagen, ayudado por su capacidad de diferenciación y
análisis.

Aparece la independencia de los segmentos corporales, y un importante


desarrollo de sus posibilidades de control.

En estos años los niños han conseguido la afirmación de su lateralidad.

En cuanto a la organización espacial, domina las nociones de orientación,


situación y tamaño, iniciando su interés hacia las medidas objetivas y
convencionales.

Respecto a la organización temporal, son capaces de estructurar el tiempo


integrando experiencias personales y controlan las nociones de duración,
sucesión y simultaneidad.

En esta subetapa dejan de asignar al tiempo claves espaciales (es época de


vacaciones cuando voy a la playa) y empiezan a utilizar numéricas (días de la
semana, meses del año, reloj). Este aspecto ira desarrollándose a lo largo de la
etapa.

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 De ocho a diez años: en cuanto al aspecto morfológico, se produce una


proporcionada evolución de los segmentos corporales, tanto en longitud como en
grosor.

Es alrededor de los nueve años, cuando los niños alcanzan la maduración


nerviosa, lo que les facilitará que sus movimientos sean más armónicos, precisos y
seguros, teniendo ello implicación tanto en su desarrollo motor grueso como fino.

En cuanto a la organización espacial, reconoce el concepto de izquierda y derecha


en sí mismo, comprenden la noción de superficie y pasan del espacio topográfico al
proyectivo.

En cuanto a la organización del tiempo, integran conceptos como décadas y


siglos, siendo capaces de situar en el tiempo hechos y personas relevantes.

 De diez a doce años: en cuanto a aspectos corporales, se consolida el equilibrio


motor y se inician los cambios propios de la adolescencia (redondeamiento de la
figura, aparición del vello, crecimiento) lo que requerirá la creación de una nueva
imagen corporal.

En relación con la organización espacial, aprenden a utilizar medidas


convencionales y son capaces de representar el espacio mediante coordenadas
cartesianas.

En relación con la organización temporal, son capaces de crear estructuras


rítmicas a partir de la combinación de otras conocidas, e interpretan cuadros
cronológicos.

Ámbito socioafectivo

A continuación, y tal y como hemos recogido en el desarrollo de los ámbitos anteriores


en la etapa comprendida entre los seis y los doce años, señalaremos los rasgos generales que
caracterizan la evolución del ámbito socioafectivo y moral en esta etapa, para después
concretar las diferentes características que presentan en los tres tramos de edad en que
dividimos este periodo.

Imagen: Carmella Fernando https://www.flickr.com/photos/13923263@N07/1471151698/


(Con licencia Creative Commons “Atribución”).

 En cuanto al conocimiento social, señalar que este se centra en el reconocimiento


de las características de sí mismo y de otros como seres sociales (hijo, hermano,
amigo), y las relaciones que les vinculan (familiar, amistad). Además, son capaces de
representar las instituciones y sistemas sociales de los que forman parte (familia,
institución escolar, laboral...).

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 Las relaciones sociales en esta etapa están caracterizadas por una disminución del
egocentrismo, tan propio de la etapa anterior, empezando a desarrollarse la empatía
hacia los demás. Aunque los iguales empiezan a ganar protagonismo en sus vidas,
todavía sigue existiendo una fuerte dependencia del adulto.

 El autoconcepto y la autoestima del niño poseen mayor contenido psicológico y


social, y se basan en datos más objetivos.

 El desarrollo moral supone, según Kolhberg, el paso del nivel preconvencional al


convencional, es decir, los niños empiezan a cumplir las normas por respeto a las
propias normas, pero no por el miedo al castigo.

A continuación, recogemos las principales características de cada uno de los tramos:

 De seis a ocho años: todavía presentan rasgos egocéntricos desde el punto de


vista social, su moral es heterónoma aunque es cierto que empieza a aparecer
cierta tendencia a la colaboración.

Será en estos años cuando la relación con iguales empiece a ganar peso en
detrimento de la relación con los adultos que comienza a perder su posición
privilegiada, de tal manera, que incluso el papel del adulto profesor es más
importante que el de adulto padre.

 De ocho a diez años: aparece un sistema ético elemental gracias al desarrollo


experimentado por su proceso de socialización, de manera que empiezan a elaborar
normas dentro del propio grupo.

En estas edades, los niños toleran muy mal las trampas y las mentiras, por lo que
desarrollan una fuerte inflexibilidad hacia ellas, y aparece el disfrute de los juegos
reglados.

Los compañeros y amigos siguen ganando terreno y los adultos lo continúan


perdiendo, dejando de ser la base de su moralidad.

 De diez a doce años: aparece y se desarrolla una moral autónoma (muy


relacionada con el desarrollo cognitivo propio de estas edades).

La amistad evoluciona hacia concepciones más abstractas de ella, basadas en la


confianza y la intimidad. En este momento aparecen también los grupos mixtos y los
intereses sexuales.

Los adultos son juzgados de forma crítica, mientras que la relación con los iguales
sigue ganando protagonismo.

V. Conclusión
Consideramos que esta unidad aporta una información de gran utilidad tanto para los
padres como para los educadores, ya que permite conocer cuáles son las características que
presentan los niños en distintas edades, lo que nos ayudará a saber qué son capaces de hacer
y hasta dónde pueden llegar sus capacidades en función de la edad, para potenciarlas y
enriquecerlas (aunque bien es cierto que las edades presentadas en el desarrollo de la unidad
se deben entender de forma flexible, porque hay niños que alcanzan los hitos evolutivos antes
o después de lo que suele ser habitual, entendiendo este hecho dentro de la normalidad).

Además, nos permite entender cómo aprendemos y procesamos la información.

Tener estos conocimientos supondrá que seamos capaces de ajustar nuestras


acciones a los niños y a sus capacidades, que sepamos cuándo un niño entenderá y disfrutará
de los juegos reglados, o cuándo ha adquirido el principio de conservación si quiero realizar un

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taller de ciencia por ejemplo, sin frustrarlos porque no puedan alcanzar los contenidos
seleccionados o porque estos estén muy por debajo de lo que pueden llegar a hacer.

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