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II. La Biblia es la Palabra de Dios 9.

Crecía y prevalecía poderosamente


la Palabra del Señor

Ustedes y yo tenemos vida en la medida y hasta el punto en que la Palabra de


Dios prevalece en nosotros.

Su Palabra, esta Palabra de Dios, como la Palabra hablada en los labios de los
creyentes hoy en día produce los mismos resultados que produjeron que cuando
fueron habladas esas palabras por primera vez.

En otras palabras, cuando yo hablo Su Palabra, esta es la misma Palabra que fue
hablada la primera vez; si yo la hablo de nuevo, y si yo creo cuando hablo la
Palabra, esta Palabra hablada en los labios de los creyentes produce ahora los
mismos resultados que produjo cuando fue hablada por primera vez, o en
cualquier otro momento que se haya hablado. ¿Por qué? Porque la Palabra de
Dios es la vida misma de Dios. Cuando esta Palabra de Dios prevalece tenemos
un gran poder de Dios en manifestación en el mundo.
Hechos 19.

En Hechos capítulo 19, al principio de este capítulo verán que fue Pablo quién
vino a Éfeso y allí encontró ciertos discípulos y les ministró el poder del espíritu
santo en manifestación. Y estos hombres eran en total, en el versículo 7 del
capítulo 19:

Eran por todos unos doce hombres.

Ver en particular sobre la integridad de la Palabra prevaleciente de Dios.


Versículo 8:

Y entrando Pablo en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres


meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios.

Tres meses fue a la sinagoga y les mostraba la Palabra de Dios; él les habló la
Palabra de Dios, pero sólo tres meses pudieron soportarlo, sólo tres meses,
porque el versículo 9 dice:

Pero endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino


delante de la multitud...

Ellos maldecían el Camino; a ellos se les llamaba "seguidores del Camino".

Pero endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino


delante de la multitud, se apartó Pablo de ellos y separó a los discípulos,
discutiendo cada día en la escuela de uno llamado Tiranno.

No fue Pablo quien dividió esta sinagoga, fue la incredulidad de la gente en la


sinagoga que obligó a Pablo a dejarlos, y ellos son los responsables.
En el versículo 10 dice:"Así continuó por espacio de dos años..."

Ahora escuchen, en la escuela de Tiranno, esto continuó por espacio de dos años,
"de manera que todos los que..." "todos los que..." escuchen, estoy leyendo en la
Palabra de Dios; no es mi opinión,

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la Palabra del Señor

... todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del
Señor Jesús.

En dos años y tres meses, toda Asia, toda esta área de Asia Menor oyó la Palabra
del señor Jesús.

Y aquí el apóstol Pablo lo hizo en sólo dos años y tres meses. Toda Asia oyó la
Palabra de Dios. O Dios ha cambiado, o Pablo y estos hombres habían hecho
conexión con algo que ellos utilizaron con gran eficacia. Pero ¿saben qué? Estos
hombres estaban llenos del poder del espíritu santo; ellos creían la Palabra, y
cada uno ganó a uno. El apóstol Pablo les enseñó la Palabra a doce hombres, así
es como empezó; lo que estos hombres sabían se lo enseñaron a alguien más, y
éste se lo enseñó a otro. Así que, todos los que habitaban en Asia oyeron la
Palabra del Señor en dos años y tres meses bajo el ministerio de un hombre, una
hazaña que no se ha duplicado en nuestros días y en nuestro tiempo.

Bueno, veamos lo que pasó. Dice en el versículo 11:

Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo,

Dios hacía milagros extraordinarios por mano de Pablo, porque Pablo creía la
Palabra; él predicaba la Palabra, enseñaba la Palabra; y porque hacía esto, los
milagros extraordinarios se llevaron a cabo.

Al empezar a prevalecer la Palabra de Dios en Éfeso se produjo un gran impacto


en la comunidad entera. Escuchen esto: "Pero algunos de los judíos, exorcistas
ambulantes,..." ¿saben ustedes lo que es un exorcista? Un exorcista es uno que
opera espíritus malignos o diabólicos; él los opera, están bajo sus órdenes;
Un exorcista es uno que opera cuando quiere y como quiere a los espíritus
malignos, los espíritus diabólicos; él los invita.

Escuchen, esta es la Palabra:

Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el


nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo...

Un momento, ¿qué es esto? Personas con espíritus malos en ellas están tratando
de sacarlos de los que, ellas decían, tenían espíritus malignos. Tratando de echar
fuera los espíritus malignos en otros, con el espíritu maligno que estaban en
ellas. Muchas personas, casi todo el mundo, tienen grandes problemas con este
versículo; nosotros no tenemos ningún problema porque a nosotros entendemos,
si usted tiene una espíritu maligno más fuerte que el que esa persona tiene, ese
espíritu maligno más fuerte puede sacar al espíritu maligno menor. Es
exactamente como un ejército, claro, el capitán le dice al recluta: "salte", el
recluta, este recluta no pregunta: "¿cuán alto?", sino que salta. De esto estamos
hablando.

Estos exorcistas, por medio de espíritus malignos, estaban tratando de sacar

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otros espíritus malos en el nombre del señor Jesús, diciendo: "Os conjuramos por
Jesús, el que predica Pablo... salid." ¿Y saben ustedes quienes eran estos tipos
que estaban operando estos espíritus malignos? El versículo 14 dice que ellos
eran los "siete hijos de un tal Esceva, judío, quien era jefe de los sacerdotes"
¡ah...! Ellos eran los hijos del jefe de la sinagoga, del jefe de los sacerdotes, y
eran sus propios hijos. El versículo 15 dice:

Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es


Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?

Increíble ¿no? Aquí los tenemos echando estos espíritus malos por medio de otros
espíritus malignos, y este espíritu maligno que querían echar fuera les replicó, y
les dijo: "eh... a Jesús conozco y sé quién es Pablo; pero... ¿quién diablos eres
tu?". Fantástica historia ¿no?

Ahora escuchen esto, versículo 16:

Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y


dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella
casa desnudos y heridos.
Versículo 17:

Y esto fue notorio a todos los que habitaban en Éfeso, así judíos como
griegos; y tuvieron temor todos ellos, y eran magnificado el nombre del
Señor Jesús.

... no degradado... el nombre del señor Jesús fue magnificado. Se habla de la


percepción extrasensorial, aquí está; hablamos de la parapsicología, hablamos de
fantasmas, de diferencia entre fantasmas y espíritus. Pero dice en el versículo 18:
"y muchos de los que habían creído...", aquellos que eran renacidos del espíritu
de Dios, aquellos que creían, ¿saben lo que ellos hacían? Ellos "... venían,
confesando y dando cuenta de sus hechos."

Versículo 19: "Asimismo muchos de los que habían practicado la magia..." ¿saben
lo que es la magia? Es como la ouija, una tabla con símbolos, que ahora se vende
por todas partes para que los chicos jueguen con ella, porque claro, "queremos
que los niños tengan un buen principio en el mundo de los espíritus diabólicos";
así que los introducimos con una simple ouija, una simple tabla con símbolos; les
decimos que sólo es un juego... ah sí... les decimos que sólo tienen que poner los
dedos levemente sobre el marcador y luego permitirles a los espíritus indicarles
un mensaje sobre el tablero. ¡Bonito juego! Que le lleva a usted a que abra su
mente a la posesión por espíritus malignos, que después de controlarán y le
usarán a usted a voluntad de ellos.

Cuando la Palabra de Dios prevaleció y el poder de Dios se dio a conocer, estas


personas trajeron sus libros de magia, de todo tipo de magia; trajeron el libro
que trata de los siete diferentes libros de Moisés y trajeron toda clase de libros de
esa índole, sus talismanes.. Pero hoy en día muy pocas personas saben la
diferencia entre espíritu maligno y una espíritu benigno o un espíritu malo; así

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la Palabra del Señor

que, nos basta con decir: "bueno... Dios es el que lo da todo", sólo que
cometemos un gran error: ¿cuál dios? La Biblia dice que hay dos dioses. Uno es
el Dios y padre de nuestro señor Jesucristo y el otro dios es el dios de este
mundo llamado Satanás.
Pero aquí en Éfeso, toda Asia oyó la Palabra de Dios desde aquí en Éfeso en dos
años y tres meses, bajo el ministerio de este hombre lleno del poder del espíritu
santo. Escuchen, ellos trajeron su magia, sus libros...

y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su precio, hallaron


que era cincuenta mil piezas de plata.

Fue una impresionante quema de libros ¿no les parece? Como que fue una quema
de libros muy cara... cincuenta mil piezas de Plata. El versículo 20 es el que
realmente expone la grandeza de todo esto:

Así [así] crecía y prevalecía poderosamente [poderosamente] la palabra


del Señor.

¿Qué era lo que crecía? No la opinión del hombre, sino que “la Palabra de Dios
crecía”; “la Palabra de Dios crecía y la Palabra de Dios prevalecía”. Cuando de esa
Palabra de Dios prevalece, empezamos a ver los resultados en nuestra vida, se
empiezan a ver los resultados en nuestra comunidad, en nuestra sociedad. Pero
mientras la Palabra de Dios no crezca, mientras la gente no entiende la grandeza
de esto, la Palabra de Dios no prevalecerá. Dios nos ha dado Su palabra para que
podamos convertir a la gente de las tinieblas a la gloriosa luz del evangelio de
salvación y redención, para dar a conocer, Su voluntad, porque su Palabra es Su
voluntad.

El despertar espiritual auténtico, depende de que la Palabra de Dios se convierta


en realidad. Cuando la Palabra escrita se convierte en realidad en la vida de un
hombre, entonces comienza el despertar.; porque todos los que habitaban en
Asia oyeron la Palabra de Dios en dos años y tres meses.

Los despertares espirituales dependen de que la Palabra de Dios sea hecha


realidad; cuando esta Palabra se vuelve una realidad, el despertar espiritual
empieza aquí y allá y por doquier.
Hebreos 13:8 dice de Jesucristo: "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los
siglos." Y si él es el mismo ayer, hoy y por los siglos, entonces cuando este
Jesucristo quien es la Palabra, se hace vivo y real, ¡el despertar espiritual!, la
vida del hombre cambia, la vida de la mujer cambia.
Es la Palabra de Dios, la Palabra de Dios la que hace posible la fe para renacer.

Miren Romanos 10 versículo 17; Romanos 10 versículo 17:

Así que la fe es por el oír... [¿Oír qué? Oír] la palabra de Dios.

"Oír la palabra de Dios". La fe no nace por lo que dice la Gente, el Tiempo, Hola,
o el periódico local, o las publicaciones internacionales, no, no; la fe es por el oír,
oír la Palabra de Dios, la Palabra de Dios, si señor.

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la Palabra del Señor

Si miráramos más la Palabra de Dios, si le dedicáramos más tiempo a la Palabra


de Dios, tendríamos más vida, pues es la Palabra de Dios la que da la fe para que
un hombre pueda renacer. Es la Palabra de Dios. Es así que uno se llena del
poder del espíritu santo; la Palabra de Dios vive y se hace real en nuestras vidas
cuando actuamos de acuerdo con ella.

La Palabra de Dios es Dios hablando ahora. No es solamente que Dios ha hablado


antes, sino que Dios está hablando ahora.
Porque Dios y su Palabra son uno. Usted no puede separar a Dios de su Palabra,
como tampoco me puede separar a mí de mis palabras ¿por qué? Porque la
Palabra de Dios es su voluntad.
Lo que Dios dice que fue, fue; lo que Dios dice que es, es; lo que Dios dice que
será, será; ¿por qué? Porque su Palabra es fiel, su Palabra es fiel; lo que Él ha
prometido, Él es capaz de hacer; su Palabra es la misma ayer, y hoy, y por los
siglos, porque Cristo es esa Palabra, y esta Palabra escrita es Cristo.

Déjenme mostrarles algo en 1ª Tesalonicenses 2:13, escuchen esto, 1ª


Tesalonicenses 2:13:

Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que
cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis
no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios,
la cual actúa en vosotros los creyentes.

Ustedes pueden tener la Palabra de Dios, ustedes pueden conocer la Palabra de


Dios, pero esa Palabra no puede actuar en la gente, no puede obrar eficazmente,
no puede obrar con poder, hasta que no hagan una cosa: creer. Usted cree esa
Palabra y, he aquí, usted habla esa Palabra y produce los mismos resultados hoy
que ha producido en cualquier época de la historia de la civilización desde que la
Palabra fue dada.

La Biblia dice que hemos de permanecer en la Palabra, y hemos de permitir que


la Palabra more en nosotros, hasta el grado en que permanecemos en la Palabra.
Esta Palabra toma el lugar del maestro en nuestras vidas por medio de nuestra
mente renovada, y entonces se convierte en nuestro vocabulario, pero es la
Palabra de Dios. Nosotros hablamos con nuestro vocabulario, con nuestro
vocabulario hablamos la Palabra, pero al hablar la Palabra, hablamos la Palabra
de Dios.

Le doy "gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de
nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres..." "la Palabra de Dios, la
cual actúa en vosotros los creyentes."

Como dice en 2ª Timoteo, es la Palabra de Dios la que nos hace sabios para
salvación. Si usted quiere ser salvo, si usted quiere saber lo que es ser salvo, si
usted quiere estar seguro de lo que usted está seguro, y saber que usted sabe,
hay sólo un lugar al cual usted puede acudir, sólo un lugar al cual puede acudir y
ese es la Palabra de Dios. Es la Palabra la que nos hace sabios; usted no adquiere

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la Palabra del Señor

sabiduría escuchando las habladurías de la gente en las calles, usted obtiene


sabiduría escuchando a Dios y su Palabra. Esta es la integridad y la exactitud de
la Palabra de Dios.

Esta Palabra de Dios fue escrita, parte de ella a nosotros, pero toda ella es para
nuestro aprendizaje
Hechos en el capítulo 17, ya hemos visto este versículo antes, en el versículo 11
dice que debemos escudriñar la Palabra de Dios para saber la verdad. No
escudriñamos fuentes profanas, fuentes seglares para saber la verdad,
escudriñamos la Palabra de Dios; ¿por qué? Porque la Palabra de Dios es la
voluntad de Dios. La Palabra quiere decir lo que dice y dice lo que quiere decir, y
esta Palabra nos declara y nos da a conocer la voluntad de Dios a nosotros.

Así que nosotros estudiamos esta Palabra para procurar con diligencia dividirla
correctamente, entenderla debidamente para poder compartirla con la gente,
para que la abundancia de la grandeza de la maravillosa e incomparable Palabra
de Dios viva de nuevo, y para que los corazones y las vidas de las personas sean
transformados con ese poder de Dios en manifestación en nuestro día y en
nuestro tiempo.

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