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Argumento
Con su espíritu algo rebelde, envolvente y decidido, hará que Samantha deje
de lado absolutamente todo por seguirlo y por cumplir con sus fantasías; hará que
se rebele contra los estereotipos y todo lo que su familia ha establecido y por sobre
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Escritoras Excomulgadas
Capítulo 1
Al ser uno de los principales centros turísticos del país, cuenta con los
mejores establecimientos de hospedaje, restaurantes prestigiosos y cientos de
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no tengo demasiada comunicación con él. Mi madre, Rose Erning es una mujer
muy sofisticada, presidente del club de tenis de la comunidad, y organizadora de
eventos en Ocean Beach; finalmente se encuentra mi hermana Susan, tiene 30 años
y es abogada pero no vive con nosotros, sino con su esposo en Europa razón por la
cuál la vemos muy poco, solo cuando viene de visita durante las vacaciones.
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poco cansadas. Solíamos pasar largas tarde de compras en las tiendas, nos gustaba
vernos bien, sobre todo a mí porque tenía novio, y me gustaba que sus ojos
estuviesen en mí y no en otras; Douglas Adams… presidente del Consejo
estudiantil, proviene de una familia muy adinerada y de buena posición social; un
chico exigente no solo consigo mismo sino con todo lo que lo rodea, y eso me
incluye a mí y aunque hacía casi un año que estábamos juntos no terminaba de
acostumbrarme a muchas de sus manías, pero lo quería y suponía que con eso tenía
que bastar.
—Así es, la última vez que fui cocinaron una gran variedad de platos
italianos… ellos son tan sofisticados que a veces me siento un poco incómoda,
aunque sigo preguntándome por qué su hijo mayor nunca cena con ellos —añadí
pensativa.
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que se escuchaban por ahí, como era de esperarse en este ambiente todos siempre se
enteraban de todo.
Por la tarde opté por una falda color crema y una camisa blanca con el
—Se que odias esperar, traté de hacer todo rápido —dije sintiéndome algo
satisfecha por no haber hecho que esperase mucho tiempo. Me observó
detenidamente durante unos minutos y suspiré, Douglas no me miraba para
decirme si estaba linda o no, lo hacía para saber si todo estaba en orden, si no había
nada fuera de lugar en mi y eso me molestaba mucho; había aprendido a adaptarme
a sus exigencias pero en muchas ocasiones eso me dañaba, claro que nunca se lo
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Aunque lo peor eran los momentos en los que nos encontrábamos a solas; él
había sido mi primer hombre y no hacía demasiado tiempo atrás, de modo que era
muy nueva en lo que a eso refería y él lograba incomodarme todo el tiempo
dejando muy claro que yo debía aprender todo, y lo cierto era que no me gustaba,
Una vez en su casa y luego de que sus padres nos recibieran, nos ubicamos
en el amplio comedor; se trataba de una gran sala decorada al estilo antiguo, en
tonos color oscuro y madera caoba; sobre las paredes habían grandes obras de arte,
la mayoría representaban imágenes también antiguas lo que me llevó a pensar que
quizá la señora Adams tenía una pequeña obsesión con los siglos anteriores, la casa
bien podría pasar por un museo.
—Así es, mi padre suele esperar con ansias ese día —dije sonriendo dando
paso a una conversación sobre barcos que verdaderamente me aburría pero al
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menos no dejó que la cena fuese incómoda o que no hubieran temas de los cuales
hablar.
Llevaba una mochila negra colgada en su espalda y los auriculares sobre los
hombros con la música tan alta que se escuchaba desde donde me encontraba
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—Somos totalmente opuestos, el vive una vida que yo jamás llevaría, nunca
está en casa, tiene malas juntas y solo le interesa divertirse, es una vergüenza para
la familia —dijo con un humor algo más alterado, por lo cual mantuve mi boca
cerrada el resto del camino pensando en que mi deseo de correr de él y de todo cada
vez era mayor, preguntándome si verdaderamente era esta la vida que quería, una
vida de superficialidad donde debía ser siempre “la chica perfecta”
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Capítulo 2
—Parece que la familia Adams vino completa esta vez —comentó Ximena
mientras estábamos en el jardín conversando.
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—No tenía idea lo bueno que esta… —dijo Lucía mirando de arriba abajo a
Alexander quién se encontraba hablando con otro chico a unos metros y por su
expresión pude percibir que no se encontraba demasiado a gusto en ese lugar.
—¡Samantha! ¿Dónde rayos has estado? Te busqué por el club entero —dijo
Douglas sobresaltándome al aparecer junto a mí y de muy mal humor; intenté
poner mi mejor cara delante de las chicas y me alejé un poco con él quién me hizo
seña para que lo siguiera hasta el camino que bajaba hacia el puerto.
—¿Te encuentras bien? —le pregunté con un poco de nervios a sus palabras,
verdaderamente no me gustaba pelear, quería pasar al menos esta tarde tranquila.
—Ni siquiera se te ocurra llorar, solo me harás pasar vergüenza —me dijo de
mala manera y se marchó de ahí dejándome sola.
Me dirigí al baño lo más rápido posible para evitar una escena llorosa
delante de todos y agradecí que el mismo estuviese vacío; mojé un poco mi rostro y
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me miré en el gran espejo, ¿Sería tonta de verdad? Me lo repetía tantas veces que al
final me hacía cuestionarme si estaba siendo buena novia con él o si mi distracción
estaba empeorando cada día más; las lágrimas se deslizaron por mis mejillas y no
me percaté de que alguien se encontraba parada a mi lado; las sequé rápidamente y
comencé a acomodarme cabello como si nada hubiese pasado.
—No deberías dejar que te tratara de esa manera —me dijo Sheila
mirándome a través del espejo.
—De “eso” que tienes por novio —agregó de manera irónica refiriéndose a
Douglas.
—Lo siento, no quise ser tan dura, solo no logro entender cómo haces para
poder soportar todo esto —me dijo ya con una expresión más comprensiva.
—No lo sé, estoy cansada de todo esto y ni siquiera sé por qué estoy
contándote esto a ti…
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de que estas mal… no soy tan desagradable como crees Sam —dijo observándome
y alcanzándome un pañuelo que tomé.
—Lo sé, la gente habla mierdas… lo siento —me disculpé con ella y por
primera vez en el día me sentí al menos escuchada.
Esos días no lo había pasado muy bien había estado algo distante, todo lo
acontecido me había hecho pensar en lo atrapada que estaba y lo peor era que nadie
se daba cuenta de ello. Todo seguía como siempre a mi alrededor, nada cambiaba,
y solo debía simular que me encontraba bien o quizá aunque no lo hiciera nadie se
daría cuenta de que me sentía perdida, ni siquiera mi madre, quién se encontraba
entre sus decoraciones y organizaciones, ni ella se daba cuenta de que no estaba
bien y llegó un momento en que simplemente dejé de pensar en querer que alguien
me preguntara si necesitaba algo o si me encontraba bien. Y para completar mi
bendito estrés, esa noche tenía cena en casa de Douglas de nuevo, podía mentir y
decir que me sentía mal, pero mi madre insistía en que concurriera, puesto que el
chico parecía ser un muy buen partido para mi; claro que ella ignoraba que me
Sin mucha emoción, esa noche me vestí algo informal, de jeans y camisa
oscura, aunque como siempre, manteniendo mi estilo y porque dentro de todo era
lo poco que me gustaba y me animaba.
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—Está bien Elena, al chico no tiene por qué agradarle todo —le dijo el
hombre de gafas a la madre de Alex y volviendo su mirada de nuevo a él— ¿Qué
tipo de actividad te gusta? —volvió a intentar.
—El sexo —respondió sin mucha vuelta y casi me atraganto con el bocado
que tenía en mi boca; todos los presentes dirigieron su mirada a él como si hubiese
confesado que asesinó al presidente; inmediatamente Elena, puso punto final a la
conversación y cambió de tema hablando del clima.
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—Es la vestimenta que me gusta… ¿el que vista así es razón suficiente para
que mires a otras? —respondí ya molesta y sin aguantarme.
—¡Cállate Sam, no es mi culpa que estés perdiendo el estilo ni que cada día
que pase estés más tonta! —me gritó alterado, ya era suficiente para mi, me giré
para irme pero me tomó el brazo con algo de presión— ¿A dónde crees que vas? —
dijo casi burlándose de mi.
—¿Otra vez Douglas? ¿De verdad tienes que tratar así a tu novia? —dijo
Alex apareciendo en las puertas de la terraza.
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No podía llegar a casa en este estado, ni siquiera sabía dónde quería estar,
pero estaba segura de que sería muy lejos de ese infeliz; me sentía en mi punto
límite, estaba cansada de tolerar todo esto, cansada de comportarme como la
señorita perfecta cuando en realidad estaba sufriendo por dentro; me dolían los
tratos de Douglas y que nadie se diera cuenta de que a veces prefería simplemente
no estar.
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—No sabía… que podía llegar a esto, no puedo llegar así a mi casa —dije
nerviosa.
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llevar por un profundo sueño donde las cosas no eran tan malas como en la
realidad.
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Capítulo 3
—Lo siento, debí irme antes pero me quedé dormida —me disculpé con él.
—Lo sé, sobre todo para personas como ustedes que se manejan por lo que
los demás dicen para mantener la reputación, motivo por el cual viven frustrados —
me dijo haciendo que se me formase un nudo en la garganta, ¿tenía que ser tan
directo conmigo?
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—Es más difícil para mi siendo mujer y menor de edad, mis padres
prácticamente controlan mi vida, no creas que todo esto me gusta, si pudiese
simplemente cambiaría todo por un poco de tranquilidad… pero estoy atrapada —
confesé sorprendiéndome de mi sinceridad ante un extraño.
—Quizá tengas razón en algunas cuestiones, pero aún así, no debes dejar
que nadie te maltrate —finalizó.
No tuve problemas con mis padres al llegar a casa puesto que se creyeron
que había pasado la noche en casa de una de las chicas, si llegaban a enterarse de
que mi noche había sido en casa de un chico aunque sin hacer nada que para ellos
pudiese resultar amoral, simplemente me encerrarían en un convento de monjas.
Ignoré los mil mensajes de texto que tenía mi celular de mis amigas preguntándome
a qué se debía mi desaparición, y las mil llamadas de Douglas con mensajes
pidiéndome perdón por lo sucedido y prometiéndome que todo cambiaría.
—De acuerdo, lo que tú digas, cuéntame por qué tienes esa cara —me dijo
levantando las manos unos segundos en señal de paz.
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—¡¿Qué?! ¿Tenías ánimos para tener sexo con tu ex cuñado? —me dijo
reprimiendo una sonrisa.
—¿Su reputación? Creí que era de los chicos que no se metían en temas de
reputación —dije bebiendo un poco del café con crema que había pedido, ¡por
Dios! Podría beber miles de estos.
Volver a casa no fue una idea demasiado buena, ya que ni bien entré se
encontraban mis padres en la sala principal y… Douglas, quién me sonrió y me
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saludó como si nada hubiese pasado y yo no tenía idea dónde diablos esconderme o
qué decir al respecto. Tomó mi mano y me hizo sentar junto a él como si yo fuese
su jodida pertenencia, como siempre me había tratado y los miré a todos intentado
comprender de qué iba esta reunión.
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después de todo y bien podría mandarme a freír papas por molestarlo, pero
nuevamente era el único que podía ayudarme, sobre todo después de saber cómo
pensaba de Douglas.
Creí que no respondería, pero pasados unos diez minutos mi móvil sonó
indicando un mensaje de texto el cuál miré de inmediato.
Seguían sonándome tan frías sus palabras, pero ni siquiera sabía por qué lo
pensaba, después de todo no teníamos ningún tipo de vínculo, no podía esperar que
Tomé asiento en una de las mesas y pedí un vaso con agua pues si seguía
bebiendo café terminaría colgada de la lámpara del local; al cabo de unos minutos
él entró en el sitio y a demás de que se veía perfecto como siempre, noté como la
mitad de las mujeres se lo comían con la mirada, nada raro para tratarse de él. Me
saludó y tomó asiento frente a mí observándome y esperando a que hablara.
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—No llores… no me gusta ver a una chica llorar, voy a ayudarte, ¿qué
necesitas? —dijo con un poco de preocupación en su rostro, le conté lo que sucedía
y lo que mis padres habían determinado, que debería quedarme en su casa o más
bien la casa de sus padres durante unos días y que tenía miedo; finalmente él
suspiró un poco exasperado— No dejaré que te toque, no te preocupes —dijo y
suspiré aliviada, de alguna manera este extraño se había convertido en mi salvador
esos últimos días generándome cierta seguridad con sus palabras y muy en mi
interior eso me agradaba mucho.
—Me gusta que estés aquí Sam, te he notado extraña estos días, por favor…
olvidemos lo que ha sucedido y vuelve a ser la misma de siempre —dijo con un
tono tranquilo pero que denotaba que no me lo estaba pidiendo sino ordenando.
—Lo estás y esto me está aburriendo —dijo molesto y alterándome del todo
a mi; ya había comenzado a hiperventilar cuando mi salvador apareció en escena y
sentí un gran peso menos encima; se paró al costado de Douglas y habló mirando
hacia el jardín como si le estuviese comentando sobre el clima y la linda luna que
había en el cielo.
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—Escucha idiota, seré concreto contigo… llegas a poner una mano encima
de ella y me encargaré no solo de dejarte un ojo morado sino de hundir
completamente tu reputación haciéndole saber a todos lo cobarde que eres y lo que
has hecho… ¿entendido? —dijo… buena jugada la de él, Douglas moriría si alguien
se entraba de lo que en verdad era, para él lo más importante era mantener su
reputación y su buena imagen frente a los demás.
—No deberías meterte en esto… —dijo él molesto pero con una clara
expresión de miedo.
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Capítulo 4
Esa noche esperé a que todos estuviesen dormidos para recién salir de la
habitación, temía encontrarme con Douglas y por ese motivo trataba de
mantenerme oculta. El reloj marcaba las dos de la mañana, y la casa se encontraba
en un silencio total; me puse una de mis batas de dormir oscura y bajé las escaleras
con cuidado de no hacer ruidos, puesto que la habitación donde me estaba
quedando se encontraba en la segunda planta y cerca de la de ese maldito que
quería evitar a toda costa. Una vez en la cocina, abrí el refrigerador y tomé la jarra
con jugo sirviéndome un vaso; luego cerré con el pie y pegué un salto hacia atrás al
ver a Alex entrando por la puerta.
—Vas a matarme del susto —le dije sin pensarlo mucho mientras los latidos
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—No… debe estar entretenido con algo, o con alguien, no sé, no me interesa
tampoco —dije porque verdaderamente así era, no quería saber nada con él, y me
daba lo mismo, cuanto más entretenido estuviese mejor para mi.
—Mejor así, a no ser que quiera que le rompa los dientes de una piña —dijo
—Si, Douglas no tolera que las personas no se adapten a las reglas, siempre
actuó para quedar bien con los demás y mantener su reputación y me odia porque
mi padre repartió la herencia —dijo.
—¿Y eso que tiene de malo? son sus únicos dos hijos —dije sin entender
mucho la idea.
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—¿Puedo saber por qué no tienes novia? —le pregunté con un poco de
vergüenza, pero era algo que hacía un tiempo me daba curiosidad, era un chico
claramente atractivo, de seguro no le faltaban mujeres.
—Pues, que se le pase, me gusta dejar las cosas claras y ninguna está
obligada a nada, respeto a cada persona pero soy decidido en lo que quiero —dijo
finalmente, y vaya que lo era— ¿Qué hay de ti? No vas a decirme que solo has
estado con el tonto de mi hermano —dijo medio riendo y bajé la vista.
—No todos son como él, recién tienes 17 años, seguro encontrarás a alguien
que se adecue a lo que quieres —me dijo, creo que para animarme. Asentí
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Tres días transcurrieron y como mis padres aún no habían regresado y Alex
se iba con su grupo de amigos a la casa que tenían en la playa como solía hacer
todos los años, y según me había contado, le pedí que me llevara, que no molestaría
pero que no me dejara aquí con Douglas que ya había intentado solucionar las
cosas conmigo y yo lo único que quería era escapar de él. De modo que tras
planteárselo a sus padres y en vista de que irían varias chicas también, y luego de
darme mil recomendaciones me permitieron viajar.
La gran casa pertenecía a la familia y era ya tradición que todos los años y
durante una semana él fuera ahí con su grupo de amigos, entre los cuales se
contaban alrededor de 12 personas y a demás Sheila, pues me había dicho que la
llevara para no sentirme tan sola; después de todo ellos eran todos mayores que yo.
El lugar era excelente, y se ubicaba frente a la extensa playa, con una vista que de
seguro solo tendrían los costosos hoteles, pero no era extraño para una familia con
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Capítulo 5
Debía admitir que ese lugar era increíble, las veces que había viajado a la
playa lo hacía con mis padres y era demasiado aburrido para ser verdad; los
mismos solían ser demasiado protectores conmigo y no me dejaban viajar sola,
claro que ahora que no estaban en el país las cosas eran diferentes, aunque temía
que Elena, la madre de Alex, les contara de esto y ahí sí que tendría problemas con
ellos.
Esos dos días desde que llegamos me las había pasado tomando sol en la
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—Te odio… me dio miedo —le dije en broma y tratando de que mi corazón
latiera con normalidad.
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—Bueno… te ves como una princesita inocente con uñas color rosa, pero
estoy más que segura que a muchos de aquí les vuela la cabeza eso —me dijo.
—Camina antes que te mate —le dijo Alex con una tranquilidad que me dio
—No ando de buen humor y que se te acerquen así me pone peor, voy a
subir un rato a mi habitación, ¿vienes? —preguntó y lo miré como si me estuviese
invitando a matar a alguien, mil veces había conversado con él en su habitación,
¿por qué me daba tanto nervio ahora?
—De acuerdo… —dije porque de ninguna manera le diría que no, no tenía
ganas de ver cómo entraban y salían chicas de su habitación, prefería mantenerlo
conversando conmigo.
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—Muy bien, gracias por traerme contigo… no tenías por qué hacerlo —le
dije.
—No me agradezcas, quería traerte —dijo con esa mirada que podía derretir
témpanos de hielo; y lo miré durante unos segundos, sintiendo como las ganas de
besarlo de nuevo crecían dentro de mi, apoderándose de mis sentidos y haciéndome
mover por impulso contra sus labios pero sin tocarlo—. No estás haciéndome fácil
esto… —susurró contra mis labios y no esperó ni medio segundo para besarme
deliciosamente durante un largo rato logrando que no solo mi temperatura
aumentara sino también descontrolando todos mis pensamientos.
—¿Qué esperas para quitármelo? —dije sin vueltas mientras sus ojos seguían
fijos en los míos.
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Celeste Smith – Pasiones Ocultas
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Capítulo 6
Se movió quedando frente a mi y sus ojos buscaron los míos, ¿podía existir
mirada más perfecta? Solo mirarlo hacía que mi mente quedara libre de cualquier
tipo de pensamientos; con un hábil y rápido movimiento deslizó los tirantes de mi
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Me excitaba tener sus ojos en mi, pero mi vergüenza fue un poco mayor y
me abracé cubriéndome un poco y sintiéndome una idiota; por unos segundos
recordé todas las veces que Douglas buscaba defectos en mi y me los decía, ¿qué tal
que yo no le gustara a él? ¿O que hiciera lo mismo? Porque con el idiota de Douglas
podía tolerarlo pero por Alex estaba sintiendo cosas fuertes e imposibles de
controlar y el estar así me hacía sentir mucho más sensible de lo normal.
—Alex… yo… no tengo casi experiencia con nada —dije más como una
advertencia para que no esperara mucho de mi y no terminara luego
decepcionándose, realmente esto me estaba haciendo sentir incómoda; pero me
miró algo confundido y enarcó una ceja.
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—Si algo te molesta solo me dices que me detenga y lo hago, ¿si? —dijo
contra mis labios pero esperando a que asintiera con la cabeza antes de entrar en mi
despacio por lo que mis músculos se contrajeron; sentía un poco de dolor, y me era
inevitable recordar al infeliz con el que había estado esas pocas veces pero que
habían bastado para que odiara el sexo por el dolor—. Aflójate cariño… o va a
doler más —susurró rozando mis labios y sus palabras lograron que me relajara
dejando que mis músculos y mi cuerpo se aflojara y permitiendo adaptarme a él
para que finalmente estuviese dentro de mi.
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Capítulo 7
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—¿Duele algo? —dijo y quise que la tierra me tragara, ¿cómo se suponía que
sabía eso? Bueno… tonta pregunta la mía, claro que lo sabía, era yo la que no tenía
idea de nada de esto a no ser lo que me había sucedido con el idiota de Douglas
meses atrás.
—¿Sucede algo? —preguntó con un poco de curiosidad, ¡claro que sí! Seguro
para él todo lo de anoche había sido como una actividad habitual mientras que yo
me sentía literalmente en las nubes por haber estado con el hombre del que me
había enamorado y no debía… pero no podía decirle nada de eso, a no ser saber por
lo menos qué pensaba él de lo acontecido.
Esa tarde salí a la playa con Sheila, quién ya me había hecho unas mil
preguntas sobre dónde y con quién había pasado la noche y cuando se lo dije no
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paró de preguntarme cada mínimo detalle, que por supuesto no le di del todo, solo
lo elemental y lo que se le podía contar a una amiga.
—¿Te trató bien?— quiso saber mientras daba casi saltos por la arena, a
veces no entendía cómo podía tener tanta energía. Era increíble, yo jamás podría
estar así todo el día.
—En eso tienes razón, si él se pusiera un poco más serio contigo sería genial
pero hay que tener presente que no es así y tampoco sería bueno que te lastimara,
soy tu amiga… sabes que solo fue sexo —me dijo con sinceridad como siempre me
había dicho las cosas, y yo lo sabía aunque mi mente se negara a pensarlo, lo sabía.
—No creo que eso cambie, recuerda que él es bueno haciendo de cuenta que
nada pasó, de lo contrario no hablaría con la mitad de las chicas que están en su
grupo —dijo ella riendo. No quería pensar en Alex con otras chicas, no era algo
que me agradara, de modo que prefería dejar esa realidad muy dentro de mi mente,
en algún rinconcito oscuro donde no molestara.
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Para esa noche y en vista de que hacía calor, llevaba unos shorts cortos y
una musculosa color blanco, había sujetado mi cabello en una coleta para que no
me molestara y así pensaba quedarme. Estando en ambiente de playa no se
necesitaba mucho glamour. Iba saliendo de la habitación hacia la terraza cuando
me encontré con él en el pasillo; llevaba un vaso con un trago y un cigarrillo en la
otra, por lo que podía ver no andaba muy sano hoy.
—No te he visto en todo el día —fue lo único que me salió, ¿podía ser más
tonta? Seguro que no, debía remediar esta situación de una vez si no quería que el
pobre saliera corriendo de mi por ser hueca, mi idea era quitar la imagen de “chica-
rosa-perfecta” que todos tenían de mi. De modo que me acerqué más a él hasta que
nuestros rostros quedaron a escasos centímetros, sentía mi corazón latir con fuerza
y él ni parecía alterado.
—Un poco más de ti… —respondí y su media sonrisa me hizo sentir mucho
mejor con mi respuesta, creo haber respondido bien, aunque había sido de forma
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impulsiva y sin pensarlo mucho. Quizá ese era mi problema, que pensaba
demasiado las cosas.
—Bueno, yo quiero arrancarte la ropa… creo que podemos hacer algo con
todo eso —dijo con sus labios pegados a los míos y acelerando más mi respiración.
Bastaban solo unos besos de esa manera para que mi deseo despertara y todo
mi alrededor careciera de sentido porque los mismos estaban concentrados
únicamente en él y en lo que me hacía sentir. Y todo parecía ir bien hasta que, en
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—Importa si… no me conoces del todo Sam —dijo con seriedad, ¿estaba
molesto? ¿Por qué me costaba tanto entenderlo? No podía dejar que esta situación
extraña se interpusiera entre nosotros, no esa noche. En un día volveríamos a la
ciudad y no sabía si podría verlo de nuevo o si ya nunca más pasaría esto. De modo
que me senté a su lado y lo besé nuevamente con todas las ganas del mundo—. Te
lo advertí… —dijo rozando mis labios.
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Capítulo 8
Bastaron esas palabras para que sus labios volviera a buscar los míos
besándome y esta vez sin detenerse, sus besos solían ser siempre pasionales pero
esta vez se volvieron más intensos haciendo que el calor se extendiera por cada
parte de mi cuerpo y respondiera a él de inmediato. Necesitaba más cercanía con él,
y mis impulsos parecían querer llevarme más rápido de lo que podía pensar, era
como estar mirando desde el fondo de mi mente a una mujer que nunca antes había
Me quitó la ropa esta vez sin mucho cuidado, intenté quitarle algo a él pero
negó con su cabeza para que no lo hiciera y aunque me pareció algo extraño no dije
nada y dejé que continuara con sus manos en mí deshaciéndose hasta de la última
prenda; recién luego de estar completamente desnuda y en su cama se levantó
quitándose él mismo lo demás mientras me recorría con una ardiente mirada,
centímetro a centímetro. estremeciéndome y haciendo que lo deseara más. Una vez
listo se colocó entre mis piernas y volvió a besarme sujetando mis manos a ambos
lados de mi cabeza y entrando en mi con fuerza; grité por la sorpresa y también
porque sentía dolor pero ese dolor se mezclaba con el placer de tenerlo dentro de
mi, de sentir sus labios en mi cuello los cuales intensificaron sus besos y mis pechos
se excitaron más.
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Juntó mis manos sobre mi cabeza sujetándolas y con la otra tomó mi rostro
pasando su lengua por mis labios mientras comenzaba a moverse lentamente pero
duro; era inevitable no sentir placer. El dolor se sustituyó únicamente por esas
sensaciones que comenzaban a consumirme de a poco, elevando mi mente,
haciendo que mis pensamientos se mezclaran dentro de mi, centrándome solo en la
fricción de nuestros cuerpos, en la fuerza de sus manos sujetándome, en su agitada
respiración dejando claro que esto le gustaba tanto como a mi y no se trataba de
algo delicado sino por el contrario de algo totalmente diferente, ya que la primera
vez había sido mucho más suave, pero no podía explicar lo que sentía en ese
momento porque todo se iba poniendo cada vez más intenso.
—Te gusta todo esto —dijo y no como pregunta sino como afirmación; lo
miré consternada y confundida.
—No, al contrario solo que creí que eras un poco más… frágil —dijo,
¿frágil? Y ahí estaba otra vez su visión de mi como princesita-barbie que tanto
odiaba.
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—Eso veo… —dijo pensativo, ¿qué rayos pasaba? Sentía que había algo que
no me estaba diciendo o quizá yo era demasiado pensativa. Sea como sea, el sexo
con él era genial, fuera como fuera, lento o duro, daba igual me encantaba, y si eso
estaba mal pues mala suerte.
—Yo… si, es que me encontré con Alex en el pasillo —confesé con las
mejillas sonrojadas.
—Nada… ¿vamos abajo con los demás? —dije y aunque no pareció muy
convencida asintió y bajamos a la fiesta hablando ya de otras cosas.
Alex estaba con sus amigos y con un grupo de barbies alrededor de él, sé que
no debería afectarme a estas alturas pero cada vez que veía a esas chicas con
grandes escotes provocándolo me daban ganas de arrancarles los ojos; y a él parecía
no molestarle estar rodeado por ellas. Suspiré y traté de no pensar ni mirar qué
hacía; sé que mi mente esperaba que él estuviese conmigo y que solo tuviese ojos
para mi, pero eso era algo que no sucedería y yo tenía que aceptarlo de una buena
vez si no quería salir lastimada; solo era sexo… como tenía con otras seguramente
y no me vería jamás como yo quería que me viera.
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—Ya sabías cómo eran las cosas Sam… no dejes que te afecte —me dijo
Sheila dándose cuenta de lo que me ocurría y porque el idiota de Alexander tenía
tomada a la chica de la cintura mientras ella le decía vaya a saber uno que carajo al
oído. Tenía que pensar en otra cosa o me daría un ataque, de modo que la siguiente
media hora me esforcé al máximo por pensar en que nada a mi alrededor existía
más que la conversación sobre vestidos negros y las fiestas a las que las chicas
concurrían. Y justo cuando estaba a punto de lograr mi objetivo mi celular vibró
con un mensaje de texto de él:
“¿Qué te sucede? Te noto algo seria. Lo siento si hice algo que no te gustara”
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¿Era una jodida broma? Casi doy el celular contra el piso, pero me controlé
y le respondí:
“¿Qué cosa sientes, haber tenido sexo duro, el estar casi apretando a una
chica o los problemas que tienes con el compromiso con una sola persona?”
“Ese tipo de sexo es el que más me gusta, no estoy apretando a nadie solo
era una amiga y tampoco tengo problemas con el compromiso con una persona
solo no me interesa, ¿qué quieres de mi?”
Mierda…
“No se notaba, solo les faltaba estar sin ropa y tienes problemas si, ¿qué
quiero? Quiero mucho pero por lo que veo tendré que conformarme con lo que me
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—Creo que necesitamos aclarar unas cosas —me dijo bajo haciéndome seña
para que lo siguiera. Me levanté con las piernas algo temblorosas de los nervios y
con un nudo del tamaño de un dinosaurio en el estómago y lo seguí hasta uno de
los extremos de la amplia terraza donde no había mucha gente.
Una vez ahí me animé a mirarlo de nuevo y traté de articular alguna palabra
coherente.
—¿Qué…? —se suponía que debía ser algo coherente pero en el estado en el
que estaba y después de mis malditos impulsos con el celular ya no sabía ni dónde
meterme y él no parecía estar de muy buen humor… que la suerte me acompañara.
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Capítulo 9
—Yo no soy el chico que tú esperas que sea Sam, y siento que estoy
haciéndote daño con esto… no soy del tipo dulce con amor y cursilerías, al
contrario, y nunca me planteé tampoco cambiarlo —dijo con total sinceridad y
estrujando mi alma; era más duro escucharlo de su boca que pensarlo.
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—Solo… lo que has estado haciendo —dije con el fin de que entendiera que
no quería que esto terminara.
—Si veo que esto está dañándote me alejaré Sam… de verdad lo digo, ¿de
acuerdo? —dijo y asentí aliviada de que no se le ocurriera dejar de estar conmigo ya
mismo.
*****
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Había pasado ya una semana desde que volvimos a la ciudad, mis padres ya
estaban de regreso por lo que ya no estaba quedándome en casa de los Adams, sino
en la mía, y eso implicaba el no ver a Alex. Hacía ya una semana también que no
sabía mucho de él, a no ser por algún que otro mensaje que me mandaba para saber
cómo me encontraba. Pero él no era de los tipos demostrativos o que estuviese todo
el tiempo al pendiente de mi como me gustaría que hiciera, así que simplemente me
aguantaba las ganas que tenía de verlo.
De modo que esa misma tarde llegó con todas sus cosas y se instaló en mi
habitación con ropa, accesorios y música que puso en mi reproductor un poco alta
mientras nos aprontábamos para salir. A veces la admiraba, ella siempre tenía tanta
—Soy muy joven para eso, ¡levanta tu trasero de la cama y ponte a elegir un
vestido! —me dijo con énfasis y reímos las dos.
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Finalmente opté por uno corto color negro, discreto pero sensual, o al menos
eso decía Sheila quién me había insistido mucho para que lo usara, y al final accedí
a hacerlo. Dejé mi cabello suelto con una simple horquilla para que no se
desparramara y a la hora exacta el taxi pasó por nosotras tras las mil
recomendaciones de cuidado de mi madre quién no estaba muy acostumbrada a
verme salir pero tampoco sabía que iría a un sitio poco conocido y lejos del ámbito
en el que nos movíamos.
—Tranquila, solo está bailando con alguien, sabes que él es así —me dijo
con el fin de tranquilizarme aunque yo ya estaba que echaba humo por la cabeza.
—¿Bailando? Están teniendo sexo con ropa —dije enojada y soltó la risa.
—No seas tan exagerada Sam, solo bailan. Quiero que te relajes y la pases
bien. Deja de preocuparte por esas cosas —me dijo e intenté hacerle caso, razón por
la cual me bebí otro trago más, suficiente para que mi mente comenzara a afectarse
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—Yo no puedo bailar pero tú puedes refregarte contra quién sea y quién
sabe cuántas cosas más en la sala VIP —le solté ya en reproche y gracias al coraje
que el alcohol me daba.
—¿No sabías por cuál decidirte? —dije en tono irónico y quise morderme la
lengua, no volvería a tomar estando así, era un hecho. Tomó mi muñeca con algo
de presión y me llevó con él entre las personas, no tenía idea a dónde íbamos hasta
que subimos una pequeña escalera la cuál al final tenía una puerta que decía VIP…
Dios mío… no quería saber lo que pasaría ahí dentro, por lo general no se iba a
conversar un rato solamente.
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Capítulo 10
Dentro se trataba de una amplia sala como la de abajo, claro que a menor
escala; música alta, barra, luces en tonalidades más rojas y opacas dándole una
vista algo más íntima ya desde que se entraba. Habían sofás de cuero negro con
mesas en varios de los extremos y personas bailando, conversando o prácticamente
perdidos y muy bien entretenidos en lo suyo; claro que había mucha menos gente
porque no todos entraban ahí y al final de la sala había un pasillo que daba vaya a
saber uno a dónde, pero tratándose de ese tipo de salas estaba segura de que
conducía a un lugar algo más privado.
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molesta mirada pero me liberó y cuando iba a decirme algo un chico se acercó a
nosotros. Lo conocía de vista; era amigo de Alex, había estado en la playa con
nosotros y a demás siempre andaba en su grupo. Creo que se llamaba… ¿Marcos…
Matteo…? No lo recordaba con exactitud. Era alto, castaño y con grandes ojos
celestes aunque no de los de mi tipo. Bueno debía admitir que mi tipo últimamente
solo era Alex y bastantes problemas estaba teniendo ya con eso como para
complicarme más la vida mirando ojos de otros.
—¿Dónde andabas? Tengo una chica muy interesada en ti —le dijo a Alex
con un gesto de complicidad y juro que lo odié desde ese mismo momento ¿Qué no
veía que estaba conmigo? Sin dudas era de los tipos a los cuales no les importaba
un carajo nada, como a Alex… tal para cual, no sé qué estaba esperando de todo
esto si no cambiaría.
—Estoy algo ocupado —dijo él serio pero con tranquilidad; de verdad estaba
enojado, ¿a dónde nos llevaría esto? El chico me observó unos segundos como si
recién se percatara de mi existencia junto a su amigo.
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fáciles y dispuestas a todo, era un verdadero asco; le dirigí una mirada para saber si
continuaba enojado conmigo comprobando que así era pero ya estaba perdiendo la
paciencia.
—¿Seguirás así por mucho tiempo? Porque me estoy aburriendo —le solté…
maldito alcohol y mi manía de decir las cosas solo en este estado para luego
arrepentirme de lo dicho. Me observó con una mirada fría y penetrante que me dio
vuelta la cabeza y desvié la mirada algo incómoda hacia otro lado para luego
obligarme a mi misma a mirarlo de nuevo.
—Así que te estás aburriendo… —dijo pensativo pero con esa seriedad que
ya me estaba preocupando—. Sígueme… —ordenó tomando mi mano esta vez y
jalando de mi para que caminara porque me había quedado parada como una
idiota tratando de descifrar sus palabras.
Caminamos hasta ese pasillo que había visto anteriormente, el que conducía
quizá a Narnia… ok, era una tontería lo que acababa de pensar, pero una persona
con un poco de alcohol encima y nervios era capaz de pensar cualquier cosa.
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—Detesto que se te acerquen ¿puedes entender eso? —dijo contra mis labios
y cerré los ojos unos segundos, ¿cómo lograba calentarme estando así de enojado?
Creo que iba a desfallecer ahí mismo.
—Estabas con otra… —dije algo desafiante aunque no estaba segura de que
eso fuese buena idea y sus manos presionaron mis caderas contra la suya con más
fuerza generándome un estremecimiento que se extendió por todo mi cuerpo.
Lo besé antes de que esas palabras pudiesen seguir, temía que termináramos
peleando y se fuera o me dijera cosas que no quería oír. Aunque punto a mi favor el
ponerlo celoso, me gustaba saber que eso le molestaba. De alguna manera y aunque
no lo dijera yo sabía que le importaba, quizá no con sentimentalismo de por medio
pero le importaba.
¿Tenía pensando hacerlo ahí dentro? ¿Qué tal que alguien entrara? Eran
preguntas tontas para las cuales tenía respuesta, definitivamente él tenía pensado
hacerlo ahí y nadie entraría, por algo estaban las cortinas. Se suponía que no lo
harían.
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momento así? Solo aumentaba mis ansias, estaba dentro de mi y sin moverse y a
demás me tenía sujetada de esa manera que me estaba volviendo loca.
—Más… —dije casi suplicante para que ya continuara con lo que había
comenzado; volvió a recostarme contra el sofá para continuar moviéndose en mi
esta vez con más fuerza y más rápido y no pasó demasiado tiempo para que cada
músculo de mi cuerpo se contrajera dando paso a una gran cantidad de exquisitas
sensaciones para luego aflojarme por completo por lo que me sujeté para no caer de
rodillas ahí mismo.
—No… —respondió sin mucha palabra más, ¿eso quería decir que ya se le
había pasado? ¿O quizá solo era por ese momento? ¿Qué pasaría con nosotros? Ya
ni sabía qué decirle, no tenía idea qué éramos o qué esperaba ahora que sucediera,
todo esto era realmente confuso.
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Capítulo 11
—Creo que es mejor que vaya a buscarla o vaya saliendo— le dije a Alex
luego de unos minutos sin respuesta de ella.
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—¿A dónde? ¿estás loca? No vas a irte sola — me dijo con su típico tono de
“yo controlo todo”, aunque debía admitir que me gustaba que me cuidara de todas
las formas posibles.
—De acuerdo, entonces deja que te lleve. Vine en el auto. No quiero que
—Lo siento Sam, estaba… bailando —me dijo en un tono de disculpa pero
con una sonrisa que dejaba entrever que no solo había estado bailando; suspiré y no
le dije nada, ya se encargaría ella de contarme los detalles una vez que estuviésemos
en casa.
De modo que los 4 nos fuimos en el auto de Alex; iba delante con él
mientras que los chicos se ubicaron detrás e iban muy entretenidos en lo suyo; el
auto de Alex olía rico y claro, era porque se trataba de ese perfume que él usaba y
que alteraba mis sentidos. La radio estaba prendida y un hombre hablaba sobre las
diferentes opciones de diversión por las que habían optado las personas esa noche
para salir con música suave de fondo.
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—Marcos, mi auto no es un burdel, cálmate —le dijo Alex y sentí las risas
desde la parte trasera.
El resto del viaje se centró en conversaciones más que nada de ellos tres,
porque yo estaba algo zombi debido al sueño, a los tragos y a lo sucedido con él
dentro de la sala. Eran motivos más que suficientes para que mi único deseo fuese
llegar y meterme en la cama a dormir como un oso. Primero dejamos a Marcos en
uno de los tantos edificios centrales, luego ya nos dirigimos a casa y Sheila me dijo
que esperaría fuera del vehículo para que pudiese despedirme de Alex.
Lo miré ya con una sensación de angustia por tener que separarme de él,
ignoraba cuando volvería a verlo. No éramos nada. Él tenía su vida y cosas que
hacer y yo solo tenia que adivinar cuando sería nuestro próximo encuentro; el cuál
prefería no fuera en un club para no tener que verlo con otras chicas.
—Te escribo cuando tenga un tiempo libre, ¿de acuerdo? —dijo con
tranquilidad y mi estómago se estrujó, ¿quería decir eso que no quería verme?
Porque generalmente esas cosas se decían y luego ya la gente no volvía a reunirse,
¡era tan sofocante esta situación!
—De acuerdo… —dije no muy conforme pero sin opciones de decir otra
cosa; me dio un beso en los labios y bajé del auto en un estado de molestia y ganas
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de tirarle una piedra a la ventanilla para gritarle que odiaba no importarle como
necesitaba. Él se había convertido en mi adicción, quería verlo todo el tiempo y
estar con él, y él… simplemente se comportaba como si solo fuera sexo… de
acuerdo, lo era para él y me había dejado las cosas claras en la playa pero mi
maldita mente se negaba a procesarlo y aceptar la situación.
*****
Tal como pensaba, era ya jueves por la noche y ni una sola noticia de él
durante la semana, menos mal que mis padres no notaban la ansiedad con la que
vivía últimamente. Lo extrañaba, esa era la verdad y detestaba pensar que él no,
mientras yo vivía en la incertidumbre de saber qué demonios pasaría cuando lo
viera. Incluso cuando salía a la calle o de compras me imaginaba poder encontrarlo
por casualidad en alguno de esos sitios y que se alegrara de verme y nada… él no
Ese viernes por la mañana me levanté a las 6:30… una locura, pero estaba
nerviosa, sobre todo porque si no obtenía al menos un mensaje, esa noche lo
buscaría en el club y le haría una gran escena… ok no haría eso pero deseaba
hacerlo y hasta había elegido el discurso de loca celosa que podría llegar a decirle
para hacerlo sentir mal.
Me levanté y tras tomar una rápida taza con café salí al jardín, si bien era
verano a las 7 de la mañana hacía bastante fresco, aunque era ese el aire que
necesitaba en mi rostro para poder calmar mi ansiedad un poco. Los empleados
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que trabajaban en ese enorme lugar que mi madre se obsesionaba con cuidar
perfectamente, me miraban algo extrañados y no era para menos: nunca salía a los
jardines traseros, mucho menos a patear piedritas mientras suspiraba pensando en
si debía escribirle un mensaje o quedarme quieta.
Con todos los nervios, y luego de pensarlo varios minutos, tomé el celular y
escribí con los dedos algo temblorosos:
“¿Una chica rubia, con unos hermosos ojos verdes y una boca que me vuelve
“Claro, ¿dónde?”
Ya como una loca corrí escaleras arriba para poder elegir qué iba a ponerme
ese día… mi mente había ignorado todo lo demás ahora que sabía que iba a verlo, y
dejé de lado hasta las molestias por las cuales había pasado esa semana aunque
sabía que las cosas no podían seguir así, ya se me ocurriría qué hacer o cómo
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VESTIMENTA!
Le dije a mi madre que saldría con Sheila para no alterar las cosas, no aún,
ya que no quería tener que explicarle a ella que Alex era solo un amigo con el cual
tenía sexo porque él detestaba los compromisos, era mujeriego y yo me había
enamorado como una tonta a pesar de que me advirtió todo desde un comienzo…
si le decía eso a mi madre probablemente terminaría con una ataque cardíaco, así
que de momento prefería guardarme eso para mi y mentir un poco.
—¿Cómo estás? —dijo con una leve sonrisa dándome un beso en la mejilla
antes de poner en marcha el auto.
—Bien… creí que no escribirías más —dije son poder evitarlo, ¿por qué me
empeñaba en joder todos los momentos así? Debería traer cinta pato conmigo para
pegármela en la boca. Rió por lo bajo como si mis palabras le causaran algo de
gracia y luego me miró unos segundos poniendo mi mundo patas arriba.
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Capítulo 12
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—En seguida, síganme por favor… —dijo ella más que amable y caminamos
hasta la terraza del lugar donde habían varias mesas con una espectacular vista a la
playa y resguardadas por un amplio techo que daba sombra y el aire se sentía fresco
y agradable— ¿Qué puedo ofrecerles? —preguntó la chica una vez que nos
hubiésemos sentado.
—Lo de siempre, creo que ya lo sabes —dijo él de forma seca y lo miré algo
confusa, ¿por qué tenía que tratarla así? Bueno tampoco era que hubiese sido
desagradable solo demasiado frío pero creo que eso era algo que lo caracterizaba,
tal vez yo era demasiado sensible, pero si me hablase de esa manera me sentiría
realmente mal; la chica asintió y se marchó de ahí moviendo sus caderas como si él
fuese a mirarla.
—Entiendo… —dije sin saber muy bien qué decirle, todo se hacía raro
cuando estaba frente a mi, sobre todo porque no estábamos en el lugar habitual
dónde sabía que algún beso de él calmaría mi ansiedad y no frente a él por almorzar
donde se suponía que debíamos conversar de algo. Tenía el tema de conversación,
pero me sentía tan cobarde que no me salían las palabras, ¿qué se supone que le
dijera? “Alex te amo, y detesto que desaparezcas así o que no quieras estar conmigo
como yo quiero”… definitivamente antes que camión me pasara por encima a
decirle eso.
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—¿Qué fue el mensaje de esta mañana? ¿Por qué crees que no me acuerdo
de ti? —dijo de la nada y casi me ahogo con el sorbo de agua que acababa de
tomar.
—No se… es que no eres de esos chicos… creí que me habías olvidado —
dije sintiéndome una idiota, “No eres de esos…” ¿en qué demonios estaba
pensando? Moví mis manos, algo nerviosa sobre mi regazo esperando su respuesta.
—¿De esos? Explícate mejor —me dijo con esa maldita tranquilidad que
siempre lograba conservar y haciéndome las cosas más difíciles.
—Ignoraba que tuvieses esa capacidad —le dije y se rió por lo bajo.
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—Que boca más rica tienes… las cosas que podría hacerle —dijo con sus
ojos puestos en mis labios y haciendo que mis mejillas enrojecieran al instante; y
ahí estaba de vuelta descontrolándome por completo y haciéndome olvidar de mi
línea de pensamientos para poder hablar.
—De acuerdo, ¿de qué quieres hablar? —dijo finalmente; suspiré ya algo
—De nosotros, de esto que tenemos que ni siquiera sé qué es… —dije y
menos mal que no había gente en la terraza porque no me di cuenta de que había
hablado alto.
—No entiendo por qué te empeñas en descifrar cosas, no hay nada de qué
hablar Sam. Esto es lo que es. Tenemos sexo, la pasamos bien y ya… ¿qué más
quieres? —dijo algo molesto también, demonios… esto no terminaría bien.
—Tú puedes estar con quién quieras además de mi pero si yo bailo con
alguien te molestas, ¿cómo son las cosas? Porque si va a ser así, entonces buscaré
alguien con quién entretenerme mientras tu no estás disponible para mi —dije de
forma impulsiva, ya no iba a detenerme y era claro que no iba a buscarme a nadie
más pero quería llevarlo al límite a ver qué sucedía, aunque era consciente de que
posiblemente todo se fuera al demonio.
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—No eres mi juguete. No es mi intención que lo veas así —dijo algo más
calmado y seguramente porque se dio cuenta de que en cualquier momento lloraría
como una loca.
—No quiero que te alejes… yo…. Puedo intentarlo si quieres —dijo algo
confundido él, creo que era la primera vez que lo veía así.
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Ignoraba qué saldría de todo esto. Él jamás había tenido una relación que le
durase, estaba acostumbrado a las mujeres y al sexo casual; además tenía una
forma de ser algo particular con la cual me sentía algo reprimida… pero era el
Con él me había vuelto a sentir viva, ¿cómo no iba a dejar que probara?
Aunque había grandes posibilidades de que todo saliera mal y como siempre la
lastimada sería yo. Aún así, quería encaminarme hacia la incertidumbre. No
importaba mientras él estuviese a mi lado. Sabía que no sería sencillo estar con él
por muchos motivos pero aún así estaría preparada para tratar de sobrellevarlos de
la mejor manera.
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Como ahora estábamos algo así como “juntos”, puesto que tampoco en
algún momento le pusimos nombre a lo que tratábamos de tener, al viernes
siguiente, aunque tuve que esperar toda la semana sin verlo puesto que se
encontraba trabajando, al fin íbamos a encontrarnos. Me había llegado un mensaje
de texto avisándome que me recogería a las 20:00 para que fuésemos a su
apartamento, algo que claramente me puso nerviosa. En todo este tiempo no
habíamos vuelto a estar juntos sexualmente y ya mi mente se mostraba algo
molesta por la falta de él.
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Me sentía una zorra con esos pensamientos, pero tampoco estaba mal desear
a mi “casi-novio” ¿o si? No quería que él se diera cuenta que aún seguía siendo la
chica insegura y con mil preguntas. Tenía el prejuicio marcado en la frente y sentía
que solo las mujeres más extrovertidas y fáciles se sentían de esa manera, y yo no
era una de ellas; pero pensar en él tocándome me generaba un estremecimiento que
recorría todo mi cuerpo.
—Es raro ver a Alex tan al pendiente de alguien, supongo que lograste llegar
a donde nadie había llegado con él —dijo Sheila mientras revisaba su cuenta de
Facebook; nos encontrábamos en mi habitación mientras yo revolvía mi armario en
busca de algo para ponerme esta noche y sin poder llegar a una adecuada decisión.
Ignoraba sus gustos y quería verme bien… muy bien.
—Aún no se qué pasará, pero debo decir que es el único hombre que me
hace sentir viva —confesé casi metida dentro de las estanterías mientras buscaba
algo.
—Tal vez solo lo puso por ponerlo —dije y me miró con cara de “cállate”
así que sonreí y seguí revolviendo la ropa.
—No lo sé. Esto es frustrante. Además ya no solo se trata de elegir ropa sino
también de ocuparme de la interior. No puedo simplemente ponerme algo liso y sin
sentido —dije sofocada y largó la risa.
—Por lo que te durará la ropa puesta, elige cualquier cosa. Sabes vestir bien
y no creo que él esté muy interesado en ver tu ropa toda la noche, Sam —me dijo.
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Quizá tenía razón, pero de igual manera los nervios me hacían ponerme
perfeccionista al extremo.
Como la noche estaba fresca, opté por una blusa clara con algunos detalles y
una falda negra, algo cómodo pero no por eso informal. No solía vestir informal y
era más bien de vestidos de cualquier tipo, pero si salía así probablemente moriría
de frío. Como era de esperar, estaba en la puerta de mi casa, esperando en su auto a
la hora indicada. A veces me asombraba lo puntual que era en esas ocasiones. Pero
mejor para mi, puesto que no me gustaba esperar.
Caminé hasta el vehículo despacio por los tacos de mis sandalias y tratando
de no darme de cara contra el piso porque querría desaparecer de la vergüenza, ¿por
qué pensaba en estas cosas que podían pasarme solo cuando lo iba a ver a él?
Seguro se debía a que él siempre estaba perfecto e inmaculado y yo me sentía una
simple mortal nerviosa con temor a cometer el ridículo en cualquier momento;
sabía que eran temores tontos, pero aún así los tenía.
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—No, no he dicho eso, pero creí que alguna empleada cocinaba por ti —le
dije teniendo en cuenta que su familia las tenía.
—Si, pero solo a veces. Otras una buena amiga me enseña algunas recetas —
me dijo y sentí la maldita punzada de celos en mi estómago.
—Así es, trabajó en casa durante unos cuántos años porque mi padre era su
tutor en la Universidad y como venía del exterior le dieron alojamiento en la casa
mientras terminaba sus estudios. Así que ella, como pago, además de estudiar,
ayudaba en la cocina y es muy buena aunque ya hace mucho no trabaja en casa.
Viene al apartamento de vez en cuando —me dijo tranquilamente como si me
estuviese hablando del clima; pero no tenía nada de malo, debía ser alguna anciana
de esas que cocinan riquísimo, con recetas de sus ancestros o cosas raras.
—¿Cómo una nana o abuela? —pregunté con una leve sonrisa y se rió por lo
bajo.
Bajamos del vehículo y cruzamos la calle para poder llegar a la vereda dónde
se encontraba el edificio y justo antes de entrar escuché una voz femenina.
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—Un gusto Samantha, ¿tu nueva chica? —le dijo a Alex y quise arrancar sus
ojos y hacerlos al escabeche. Él sonrió por lo bajo.
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Capítulo 14
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Se giró mirándome con esos oscuros y encendidos ojos que podían derretir
cualquier cosa y sonrió de medio lado a una distancia considerable de mi.
—¿Por qué no jugamos un rato? A no ser que ya quieras cenar… —dijo con
un tono de voz bajo y envolvente. ¿Cenar? A él quería cenarlo, me importaba muy
poco la comida y aunque esa invitación a jugar vaya a saber uno lo que significaba,
mis impulsos empujaban la razón dejándola a un lado y liberando mis instintos más
oscuros y sexuales.
—No quiero cenar… —respondí algo nerviosa pero con todas las
intenciones de que comprendiera a qué me refería; su respuesta fue una sonrisa
sensual de medio lado y estiró su mano para que la tomara llevándome con él a su
Nunca había estado dentro de la misma, ya que la única vez que me había
quedado aquí fue cuando tuve problemas con Douglas, su hermano, y él
amablemente me había ofrecido alojamiento durante esa noche. Y pensar que
ahora estábamos “juntos”, qué irónica era la vida. Si hubiese sabido que todo esto
pasaría ni siquiera hubiera gastando lágrimas en vano cada vez que el otro idiota
me hacía sentir mal… pero no era momento de pensar en eso ahora, tenía algo más
interesante que hacer.
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una tenue luz amarilla baja alumbraba la habitación, un sitio íntimo y perfecto para
esta ocasión. Caminó hasta un sofá de cuero negro que se encontraba en uno de los
extremos del lugar y tomó asiento. Tomó un cigarrillo de la mesa que se encontraba
junto a él y lo encendió dándole una larga calada mientras me miraba.
Yo me encontraba parada a unos metros sin saber qué demonios hacer. Era
más sencillo cuando simplemente me besaba y hacía conmigo lo que quería, pero
como no habíamos estado demasiadas veces juntos sino alguna que otra, aún no
sabía muy bien cómo proceder o las cosas que podían llegar a gustarle y eso me
generaba más nervios. Nervios de hacer las cosas mal, de no ser suficiente para
poder satisfacerlo, porque de qué él lo haría conmigo no había dudas. Lograba
efecto en mi tan solo con una mirada, así que cuando ponía sus grandes manos
sobre mí, mi mundo ardía.
—Quítate la ropa para mi… —dijo y mi boca se secó… por todos los jodidos
santos, y me mordía la lengua por blasfemar así pero no se me ocurría otra cosa que
decir mentalmente con su pedido. ¿Quitarme la ropa yo? Y con su vista clavada en
Había elegido ropa interior roja, esperaba no parecer una prostituta o algo de
eso y mientras mi mente me torturaba con mil inseguridades, bajé el cierre de mi
falda y dejé que la misma se deslizara por mis piernas hasta el piso quedando
únicamente de zapatos y ropa interior frente a él. No había estado tan mal ¿o si?
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Luego de un rato que me pareció una eternidad se levantó del sofá con su
cigarrillo en la mano y tomó la corbata que tenía sobre una de las sillas de paso
hacia mi, ¿qué rayos…? Se acercó a mi despacio, casi sin hacer ruido, pues lo único
que se escuchaba en esa habitación era mi acelerada respiración, y sus ojos
quemándome de una forma que era incapaz de explicar. Se acercó hasta casi
Su mano tomó mi barbilla con un poco de fuerza para besarme de una forma
posesiva, de esas que podían excitarme en menos de un segundo mientras sostenía
el cigarro con sus dedos y podía sentir el leve calor en mi mejilla pero sin que
llegara a ser demasiado caliente, sino a penas tibio. Me soltó dejándome casi sin
aliento y caminó a mi alrededor hasta situarse detrás de mi de modo que la tela de
su remera rozaba mi piel enviándome una extraña excitación por todo el cuerpo.
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Con un movimiento muy ágil, las sujetó con la corbata y tiró de la misma de
forma que ambas quedaron aprisionadas en mi espalda. Mierda… me había atado
las manos, ¿esto era algo bueno? Nunca pensé que lo haría y nunca creí que esto
aumentara tanto mis ganas de tenerlo entre mis piernas. Me mordí el labio
esperando con ansiedad lo que haría ahora conmigo. Caminó de nuevo hasta la
mesa donde se encontraba el sofá y tomó asiento apagando su cigarrillo y, en el
camino, quitándose la camisa por lo que pude ver ese perfecto y marcado físico que
tantas ganas tenía de tocar… aunque atada de manos dudaba mucho poder hacerlo.
Me hizo seña de que me acercara con la mano y caminé hacia él sin quitar
mis ojos de los suyos, azules y oscuros. Una vez ahí, me tomó la cintura haciendo
que me sentara sobre él con una pierna a cada lado y me besó, abriendo mis labios
con su hábil lengua, encontrando la mía para fundirnos en un pasional e intenso
beso que me hizo suspirar. Al cabo de unos minutos de besarnos y en vista de que
no me tocaba un solo pelo comencé a ponerme un poquito molesta, ¿por qué no me
tocaba? ¿Estaba esperando que hiciera algo? Mis caderas se movieron
impulsivamente sobre él buscando que hiciera algo más que besarme y sentí la
—¿Estoy siendo malo contigo? —dijo casi en un susurro y con ese divertido
tono que me hacía saber que era justamente lo que quería hacer. Para peor quería
tocarlo y no podía pero tampoco quería que me desatara. Era una sensación
extraña de inmovilidad, algo diferente y excitante… demasiado excitante.
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Su mano libre acarició mis senos, presionando con sus dedos mis pezones,
haciendo que los mismos se excitaran al simple contacto y enviándome descargas
de placer que recorrieron todo mi cuerpo. Ya no aguantaba más, necesitaba que me
hiciera suya de una vez por todas. Eran demasiadas sensaciones juntas y solo lo
quería dentro de mí.
Recién ahí, luego de unos minutos, me quitó la corbata que aprisionaba mis
manos y las suyas masajearon suavemente mis muñecas. Ni siquiera me había dado
cuenta de que estaba bastante apretada pero había valido la pena, de eso no había
dudas.
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Capítulo 15
Volví a casa muy tarde, algo que no estuvo del todo bien, pues ni bien
llegué, cuando el reloj marcaba las 5 de la mañana, mi madre estaba sentada en el
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sofá esperándome con una expresión que me dejaba muy claro que no estaba
contenta por mi regreso a altas horas de la noche. Me detuve y la miré sin decir ni
una palabra. Para peor, ni siquiera me había peinado porque no creí que alguien
podría verme y con todo lo que había pasado en el apartamento de Alex, mi cabello
debía parecerse más a un nido de pájaros que al pelo de una chica.
Se levantó del sofá y se acercó a mí a paso lento. Sin decir ni una sola
palabra me dió una bofetada que hizo que mi rostro girase y mis ojos se llenaron de
lágrimas, pero me aguanté y no largué ni una sola.
—¿En qué rayos te has convertido? No vas a decirme que vienes de la casa
de una amiga a estas horas de la madrugada —me dijo muy enojada. Mantuve mi
vista fija en el piso, ¿qué iba a decirle? ¿Qué había estado teniendo sexo con un
hombre? Aunque de seguro ya lo sabía, de lo contrario no me hubiese golpeado así.
Aunque no tenía ningún derecho, nunca se había preocupado por mí y ahora venía
con estas cosas, solo ahora porque quería que su nena perfecta no se saliera de los
límites morales establecidos. Me hubiese gustado tener el suficiente valor para
Pasé el resto de la noche tratando de pegar un ojo sin ningún tipo de éxito,
¿cómo hacerlo? Si por un lado me sentía demasiado bien por estar con Alex y por el
otro lado preocupada por lo que mis padres pudiesen querer hacer conmigo, porque
estaba claro que no se quedarían con los brazos cruzados de ninguna maldita
manera, más aún conociéndolos. Eran las 6 de la mañana mientras yo seguía dando
vueltas en la cama y no lo soporté más, tomé mi celular y marqué su número.
Después de todo no tenía nada que perder y quizá hasta me sentiría mejor hablando
con él. Aunque teniendo en cuenta la hora y que no habíamos dormido nada, era
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probable que me mandara al demonio, pero aún así lo llamé. El celular sonó unas 5
veces antes de que escuchara del otro lado su somnolienta voz y tuve que sonreír,
de seguro se vería adorable durmiendo… esperaba estuviese durmiendo solo.
—Hola…
—Bueno, supongo que solo resta esperar. Entiendo que se metan tanto en tu
vida pues eres menor aún, pero tranquila, quizá no sea para tanto —dijo… ok,
definitivamente él no entendía nada de nada. Pero no podía culparlo, era hombre y
Decidieron que lo mejor para mi sería pasar una temporada con mi tía
abuela en un pequeño pueblo ubicado a unos 500 km de la ciudad. Lloré, traté por
todos los medios de decirles que no podían hacerme eso, que yo tenía mi vida aquí,
pero no hubo manera de convencerlos y cuando decidían algo era imposible
hacerlos cambiar de opinión. Así que me encontraba jodidamente hundida. Lo peor
fue que no me dejaron salir de casa mientras solucionaban el tema del viaje, de
modo que solo pude hablar con Sheila para que avisara a Alex lo que sucedía y aún
así tampoco podía solucionar nada.
No podía creer que una vez en la vida que las cosas parecían ir relativamente
bien para mí, algo malo pasara. Mis padres estaban empecinados en arruinar mi
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vida y el hecho de que yo pasara unos 4 meses en casa de esa vieja loca, implicaba
algo que no podía dejar repensar: perdería a Alex, no había dudas de ello. Él no era
de los tipos enamorados que esperaban a una chica en problemas, de esos que
podían jurar amor eterno o que irían a salvarme; él solo era un hombre que se
acostaba conmigo, alguien de quién yo me había enamorado pero que no podía
pedir más de lo que me daba y eso implicaba que él no se metiera en líos, pues de
ninguna manera querría tener problemas con mis padres. Era de los que se alejaba
de los problemas y aunque eso me doliera debía admitirlo y aceptarlo… mi vida era
una mierda.
Así que ahí estaba yo, con un destino oscuro, dirigiéndome a la casa de una
mujer que vivía con sus gatos y que concurría a la iglesia la mayoría de los días.
Estaba más que segura que trataría de convertirme en monja para que nunca más
deseara a un hombre en mi vida o peor aún… trataría de hacerme un lavado
cerebral con la clara intención de que me olvidara de Alex, algo que yo sabía no
podría hacer. Más frustrada me sentí porque cuando esa tarde en la que me iba él
me llamó al celular, mi madre no tuvo mejor idea que quitármelo de las manos y
—Ahora dices eso, pero esto será lo mejor para ti. Te estabas saliendo de los
límites, eres una niña y debes hacer las cosas de manera correcta —dijo mi padre
pero ni siquiera lo miré.
—Hacemos esto por tu bien. Esa gente con la que te estabas mezclando no
sirve, no es para ti. Debes mantener una buena reputación y de eso se encargará tu
tía —dijo mi madre. No respondí, porque si lo hacía largaría las lágrimas de nuevo
y ya ni siquiera ganas de eso tenía. Así que bajé del auto y con toda la frustración
del mundo me adentré en un mundo de música religiosa, de tías severas que solo
halaban de castidad y de noches solitarias y tortuosas en las que solo él llenaba mi
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Fin
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Edición: Mokona.
Mayo 2013. -
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