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RELACIONES ESTADO-IGLESIA CATÓLICA FRENTE AL CONTRATO

MATRIMONIAL

La Iglesia Católica tiene potestad propia para legislar sobre el matrimonio


canónico, y para decidir sobre la nulidad o disolución de ese vínculo, lo que
es respetado por las autoridades de la República. Pero la separación de
cuerpos y los efectos civiles de tal contrato son regulados por la autoridad
civil y estos procesos se deciden por los jueces ordinarios, en grado
especial. - La celebración, divorcio, terminación y efectos del matrimonio
civil, son reglamentados por el Estado, con la soberanía que le es propia. -
No habiéndose convenido concretamente la aplicación del derecho
canónico, la deferencia de tales causas a los jueces civiles del Estado
colombiano, lleva consigo la aplicación del derecho sustantivo del Estado.
Por lo demás, esta deferencia a la jurisdicción del Estado, hecho en el
Concordato, requería una reglamentación de parte del Estado, que no podía
hacerse sino por ley, tanto de las causales como del procedimiento para
adoptar las decisiones correspondientes. Es la reglamentación jurídica de
una situación nacida de un tratado público.

Corte Suprema de Justicia - Sala Plena - Bogotá, D. E., 3 de marzo de 1977.

(Magistrado ponente: doctor Luis Sarmiento Buitrago).

Aprobada Acta número 8 de 3 de marzo de 1977.

El ciudadano Camilo Serrano acusa de inconstitucionalidad el artículo 29 de la Ley


1ª de 1976, que dice:

"La presente ley se aplicará en cuanto al divorcio, a los matrimonios civiles, y en


cuanto a la separación de cuerpos y la separación de bienes, a los matrimonios
civiles y católicos, tanto los que se celebren con posterioridad a su vigencia, como
los celebrados con anterioridad a ella ".

Considera que esta disposición viola los artículos 53-4 y 76-18 de la Constitución.

Razones aducidas por el actor.

1ª La ley que aprueba tratados públicos es superior a la Constitución porque si


bien son leyes formalmente, materialmente tienen supremacía sobre las mismas
normas constitucionales o, por lo menos, son de igual jerarquía (Ver sentencia
septiembre 18 de 1975, Ley 20/74).

2ª Al violar la ley aprobatoria se viola el Concordato; porque la Ley 1ª de 1976,


artículo 29, al consagrar como causales de separación de cuerpos las contenidas
en el artículo 4º de dicha Ley 1ª se extralimitó, violando el Concordato.

Así, el artículo III dice: "La legislación canónica es independiente de la civil y no


forma parte de ésta, pero será respetada por las autoridades de la República". De
esto deduce que "el respeto para con la legislación canónica no es una simple
declaración protocolaria, sino que se concretiza en hechos como son la aplicación
de sus normas por las autoridades civiles", y que la autoridad civil que las aplica
debe interpretarlas, "según los criterios que establece el mismo derecho canónico
".

Que si bien el artículo IX del nuevo Concordato dijo que las Altas Partes
Contratantes convienen en que la jurisdicción estatal conozca de las causas de la
separación de cuerpos, esto solo se refiere al trámite o procedimiento a seguir,
pero no a las normas sustantivas del derecho canónico que son las aplicables.

Que los tratadistas del derecho matrimonial católico distinguen entre efectos
esenciales (validez, licitud, separación de cónyuges y derechos conyugales en
general) y no esenciales (bienes y derechos temporales), dejando los primeros a
los tribunales eclesiásticos y los segundos a la autoridad civil.

Que las causales del derecho canónico y las de la Ley 1ª del artículo 4º no
coinciden totalmente, ya que ésta no contempla como causal la educación católica
de los hijos ni el hecho de que un cónyuge dé su nombre a una secta no católica.
Que la separación perpetua solo se permite en derecho canónico para casos de
adulterio.

Resume el actor su concepto así:

"Para terminar, me permito resumir las razones en que fundo la violación: La Ley
1ª de 1976 contiene el estatuto que regula el divorcio civil, la separación de
cuerpos y de bienes en los matrimonios civil y católico, y además, señala el
procedimiento para dirimir las diferencias. El artículo 29 dispone que, sin
excepción alguna, la ley se aplique en cuanto a la separación de cuerpos, tanto a
los matrimonios civiles como a los matrimonios católicos. El precepto, por
consiguiente, obliga a los jueces para fallar los procesos de separación de
matrimonios católicos con invocación de las causas determinadas en el artículo 4º
de la misma ley, que sustituye el artículo 154 del Código Civil, ya que
expresamente a ellos remite el artículo 15 de la ley, según el cual el artículo 165
del Código Civil, queda reformado así: 'Artículo 165. Hay lugar a la separación de
cuerpos en los siguientes casos: 1º En los contemplados en el artículo 154 de
este Código, y 2º Por mutuo consentimiento de los cónyuges manifestado ante el
juez competente'. De manera que al universalizar la aplicación del mandato, el
legislador ha invadido una órbita protegida por una norma de carácter superior".

El Procurador General considera que la norma acusada es exequible por las


siguientes razones:

"Tercero. En concepto de esta Procuraduría, los jueces del Estado en los procesos
de separación de bienes deben aplicar las normas civiles sustanciales y, entre
éstas, desde luego, las referentes a las causales que hacen legalmente, posible el
decreto de separación.

"a) Porque la jurisprudencia invocada por el actor (casación civil del 15 de mayo
de 1954) no es aplicable al caso presente por referirse a una situación jurídica
diferente a la contemplada aquí.

"Ni la Ley 20 de 1974, aprobatoria del Concordato, ni la Ley 1ª de 1976 acusada


en parte, defieren a la legislación canónica en la materia de que se trata o sea la
separación de cuerpos.

"b) Porque para hacer aplicable por los jueces del Estado la legislación canónica
es necesaria una norma especial y expresa que así lo disponga, ya que ello se
sale de lo ordinario y constituye por ello una situación excepcional, no susceptible
por lo tanto de ser establecida tácitamente, ni mediante inferencias o deducciones,
ni por aplicación analógica o extensiva de otros ordenamientos.

"c) Porque así como el artículo VIII del Concordato, según el cual, las causas
relativas a la nulidad o a la disolución del vínculo de los matrimonios canónicos
...son de competencia exclusiva de los tribunales eclesiásticos...' no necesitó
expresar que éstos aplicarán la legislación canónica, así también el artículo IX,
que hizo de competencia exclusiva de los jueces del Estado los procesos o causas
de separación de cuerpos, no necesitaba expresar que tales jueces aplicarían la
legislación del Estado. . . ".

Consideraciones:

1ª El Constituyente colombiano ha dispuesto que las relaciones entre el Estado y


la Iglesia Católica, sean reguladas por medio de convenios, sujetos a la posterior
aprobación del Congreso, sobre bases de recíproca deferencia y mutuo respeto
(Art. 53 C. N.).

Una de las cuestiones en que estas dos potestades tienen especial preocupación
por las consecuencias de todo orden que se originan, es el contrato matrimonial.

2ª El convenio vigente denominado Concordato, tiene las siguientes normaciones


con las cuales debe resolverse la demanda de inconstitucionalidad en estudio.

"LEY NÚMERO 20 DE 1974


"(diciembre 18)

"por la cual se aprueba el `Concordato y el Protocolo Final entre la República de


Colombia y la Santa Sede', suscrito en Bogotá el 12 de julio de 1973.

"El Congreso de Colombia

"Decreta:

“ ...............................

"ARTICULO II

"La Iglesia Católica conservará su plena libertad e independencia de la potestad


civil y por consiguiente podrá ejercer libremente a toda su autoridad espiritual y su
jurisdicción eclesiástica, conformándose en su gobierno y administración con sus
propias leyes.

“ARTICULO III

"La legislación canónica es independiente de la civil y no forma parte de ésta, pero


será respetada por las autoridades de la República.

"ARTICULO VIII

"Las causas relativas a la nulidad o a la disolución del vínculo de los matrimonios


canónicos, incluidas las que se refieren a la dispensa del matrimonio rato y no
consumado, son de competencia exclusiva de los Tribunales Eclesiásticos y
Congregaciones de la Sede Apostólica.

"Las decisiones y sentencias de éstas, cuando sean firmes y ejecutivas, conforme


al derecho canónico, serán transmitidas al Tribunal Superior del Distrito Judicial
territorialmente competente, el cual decretará su ejecución en cuanto a efectos
civiles y ordenará su inscripción en el registro civil.

"ARTICULO IX

"Las Altas Partes Contratantes convienen en que las causas de separación de


cuerpos de los matrimonios canónicos sean tramitadas por los jueces del Estado,
en primera instancia ante el Tribunal Superior respectivo y en segunda instancia
ante la Corte Suprema de Justicia.

"A solicitud de uno de los cónyuges la causa respectiva se suspenderá en primera


instancia y por una sola vez, durante treinta días, para dar lugar a la acción
conciliadora y pastoral de la Iglesia, salvo la competencia del Tribunal para
adoptar las medidas precautelativas que estime convenientes. Vencido el plazo el
respectivo Tribunal reanudará el trámite correspondiente ".

3ª La Iglesia Católica, considerada por el Estado colombiano "como elemento


fundamental del bien común y del desarrollo integral de la comunidad nacional",
tiene las siguientes prerrogativas:

a) Puede ejercer su autoridad espiritual y la consecuente jurisdicción eclesiástica


con plena libertad e independencia de la potestad civil;

b) El Estado respeta la legislación canónica dentro del fuero que le es propio;

c) El Estado da validez al matrimonio canónico, celebrado según esas normas y le


reconoce efectos civiles;

d) Corresponde a la Iglesia Católica el conocimiento y decisión de las causas de


nulidad o disolución del vínculo de los matrimonios canónicos inclusive la dispensa
del matrimonio rato y no consumado ;

e) Pero las causas de separación de cuerpos, en los matrimonios canónicos, por


convenio concordatario son de competencia de los Jueces del Estado en el grado
especial que se determina.

4ª De lo anterior se deduce que la Iglesia Católica tiene potestad propia para


legislar sobre el matrimonio canónico, y para decidir sobre la nulidad o disolución
de ese vínculo, lo que es respetado por las autoridades de la República. Pero la
separación de cuerpos y los efectos civiles de tal contrato son regulados por la
autoridad civil y estos procesos se deciden por los jueces ordinarios, en grado
especial.

Obvio agregar que el Estado reglamenta la celebración, divorcio, terminación y


efectos del matrimonio civil, con la soberanía que le es propia.

5ª En acatamiento a estas bases, el artículo 29 de la Ley 1ª de 1976, norma


acusada, establece:

"La presente ley se aplicará en cuanto al divorcio a los matrimonios civiles, y en


cuanto a la separación de cuerpos y la separación de bienes, a los matrimonios
civiles y católicos, tanto los que se celebren con posterioridad a su vigencia, como
los celebrados con anterioridad a ella".

El actor considera que la ley civil no puede establecer causales de separación de


cuerpos de los matrimonios católicos porque esto atañe a la legislación canónica,
la que debe ser respetada concordatariamente por las autoridades de la República
y que al hacerlo viola el Concordato y de contera el artículo 53 de la Constitución.

Concreta su criterio así:

"La violación del Concordato radica en que el legislador incluyó la separación de


cuerpos de los cónyuges casados católicamente bajo el imperio de la misma Ley
1ª; vale decir, consagró como causales para la separación de cuerpos de los
matrimonios católicos las previstas en el artículo 4º de la ley que sustituye el
artículo 154 del Código Civil".

Agrega, que la forma como está redactado el artículo IX del nuevo Concordato,
"las Altas Partes Contratantes convienen en que las causas de separación de
cuerpos de los matrimonios canónicos sean tramitadas por los jueces del Estado. .
. ", "significa que el trámite se refiere solo al procedimiento pero no puede
entenderse al cambio de las normas sustanciales ".

Se observa:

Entre el proceso civil y el derecho sustancial hay una coherente relación que surge
de la plenitud de la soberanía del Estado porque éste no es delegatario de
ninguna otra potestad para la decisión de los negocios que le competen por
autoridad propia o por pacto internacional.
No habiéndose convenido concretamente la aplicación del derecho canónico, la
deferencia de tales causas a los jueces civiles del Estado colombiano, lleva
consigo la aplicación del derecho sustantivo del Estado. Por lo demás, esta
deferencia a la jurisdicción del Estado, hecha en el Concordato, requería una
reglamentación de parte del Estado, que no podía hacerse sino por ley, tanto de
las causales como del procedimiento para adoptar las decisiones
correspondientes. Es la reglamentación jurídica de una situación nacida de un
tratado público.

Esta separación de competencias entre el Estado y la Iglesia en cuanto al


matrimonio canónico y el acatamiento que aquel hace de las decisiones de ésta,
tomadas con sujeción a su propio derecho, se ciñen al respeto recíproco que la
Constitución ordena. Como ocurre también a la inversa en cuanto a las decisiones
que el Estado, por medio de los jueces competentes, adopta respecto de la
separación de cónyuges del mismo matrimonio. En esta forma se acata
estrictamente el deseo del Constituyente expresado en el precepto 53-4 sobre que
las relaciones entre el Estado y la Iglesia se convengan con bases de recíproca
deferencia y mutuo respeto.

Por estas consideraciones la Corte Suprema de Justicia -Sala Plena- previo


estudio de la Sala Constitucional y oído el Procurador General de la Nación,

Resuelve:

Es EXEQUIBLE el artículo 29 de la Ley 1ª de 1976.

Cópiese, publíquese, comuníquese al Gobierno Nacional, insértese en la Gaceta


Judicial y archívese el expediente.

Luis Enrique Romero Soto, Presidente; Jerónimo Argáez Castello, Jesús Bernal
Pinzón, Fabio Calderón Botero, Aurelio Camacho Rueda, Alejandro Córdoba
Medina, José María Esguerra Samper, Adán Arriaga Andrade, Conjuez; José
Eduardo Gnecco C., Guillermo González Charry, Juan Manuel Gutiérrez L.,
Gustavo Gómez Velásquez, Juan Hernández Sáenz, Alvaro Luna Gómez,
Humberto Murcia Ballén, Herrando Rojas Otálora, Alberto Ospina Botero, Julio
Salgado Vásguez, Eustorgio Sarria, Luis Sarmiento Buitrago, Pedro Elías Serrano
Abadía, Ricardo Uribe Holguín, José María Velasco Guerrero.

Alfonso Guarín Ariza


Secretario.

SALVAMENTO DE VOTO.

No entramos a opinar sobre la constitucionalidad o inconstitucionalidad de la


norma acusada. Como estimamos que la Corte carece de competencia para
conocer y decidir la demanda, nos limitamos a reproducir el escrito disidente
presentado a la Sala Constitucional, que fundamenta tal posición.
I.- Antecedentes

1.- El ciudadano Camilo Serrano solicita de la Corte declare inexequible el artículo


29 de la Ley 1ª de 1976, que ordena:

"La presente ley se aplicará en cuanto al divorcio, a los matrimonios civiles, y en


cuanto a la separación de cuerpos y la separación de bienes, a los matrimonios
civiles y católicos, tanto los que se celebren con posterioridad a su vigencia, como
los celebrados con anterioridad a ella".

2.- De modo formal, y para llenar uno de los requisitos indicados en el artículo 16
del Decreto 432 de 1969, señala el actor, como violados por la norma legal
acusada, los artículos 53-4 y 76-18 de la Constitución; situación esta que
determinó la aceptación de la demanda y el trámite posterior.

II. CONSIDERACIONES

1.- El fundamento cierto de la demanda incoada por el ciudadano Camilo Serrano


es el de la violación del Concordato suscrito entre Colombia y la Santa Sede,
Concordato que fue aprobado por la Ley 20 de 1974. Sobre este aspecto no cabe
hesitación alguna, pues los conceptos del actor son inequívocos:

"La violación del Concordato radica en que el legislador incluyó la separación de


cuerpos de los cónyuges casados católicamente bajo el imperio de la misma Ley
1ª, vale decir, consagró como causales para la separación de cuerpos de los
matrimonios católicos las previstas en el artículo 4º de la ley que sustituye el
artículo 154 del Código Civil. Y en la expedición de esta parte del artículo acusado,
estimo que el legislador se extralimitó por las siguientes razones: El artículo III del
Concordato dice: 'La legislación canónica es independiente de la civil y no forma
parte de ésta, pero será respetada por las autoridades de la República' ".

2.- En relación con la inexequibilidad de la Ley 20 de 1974, cabe recordar que la


Corte, en sentencia de 18 de septiembre de 1975, decidió "1º. No es competente
para resolver sobre la
demanda propuesta contra el artículo 1º de la Ley 20 de 18 de diciembre de 1974,
por la cual se aprueba el Concordato y el Protocolo Final celebrado entre la
República de Colombia y la Santa Sede. 2º. Respecto a los artículos 2º y 3º de la
misma ley, no es el caso de hacer pronunciamiento alguno, por ser inepta la
demanda de ellos".

Entre los fundamentos de la decisión anterior, la Corte, por mayoría, expuso éste:

"A lo anterior se agrega que, nuestra Constitución no prevé ninguna participación


de la Rama Jurisdiccional en la celebración de los tratados públicos, los cuales se
acuerdan por el Presidente de la República como Jefe de las relaciones
internacionales (120-20), se someten al Congreso para su aprobación definitiva
(76-18) y se rematan con un canje de ratificaciones. Cuando el Tratado se celebra,
por sus cláusulas queda comprometido en su buena fe el Estado colombiano con
todas las ramas que constitucionalmente integran el Poder Público. (Art. 28 )".
3. El artículo 214 de la Constitución confía la guarda de su integridad a la Corte
Suprema de Justicia, y en consecuencia, le otorga, de modo específico, estas
facultades:

"1ª. Decidir definitivamente sobre la exequibilidad de los proyectos de ley que


hayan sido objetados por el Gobierno como inconstitucionales, tanto por su
contenido material como por vicios de procedimiento en su formación.

"2ª. Decidir definitivamente sobre la exequibilidad de todas las leyes y los decretos
dictados por el Gobierno en ejercicio de las atribuciones de que tratan los artículos
76, ordinales 11 y 12, y 80 de la Constitución Nacional, cuando fueren acusados
ante ella de inconstitucionalidad por cualquier ciudadano".

4. No corresponde, por tacto, a la Corte Suprema de Justicia la guarda de la


integridad del Concordato o de los tratados internacionales. El respeto de éstos en
cuanto a su ejecución administrativa compete al Presidente de la República, tal
como lo establece el ordinal 20 del artículo 120 de la Constitución. Y en cuanto a
la interpretación o aplicación de sus cláusulas, y de modo especial de las del
Concordato que se refieren al estado civil de las personas y a su patrimonio, son
los órganos jurisdiccionales del Estado los que deben, en cada caso concreto,
pronunciar el fallo pertinente, tal como se define en seguida.

5. Dentro del régimen constitucional colombiano, y de modo especial a partir de la


reforma del año de 1936, tiene el Concordato una fisonomía jurídica propia, y no
por razones adjetivas sino sustantivas, de orden histórico y social, que predominan
desde los orígenes de la colectividad.

Dispone el artículo 76 de la Constitución que corresponde al Congreso hacer las


leyes, y que por medio de ellas ejerce entre otras atribuciones, la siguiente:
"Aprobar o improbar los tratados o convenios que el Gobierno celebre con otros
Estados (se subraya), o con entidades de derecho internacional. Por medio de
tratados o convenios aprobados por el Congreso podrá el Estado obligarse para
que, sobre bases de igualdad y reciprocidad, sean creadas instituciones
supranacionales que tengan por objeto promover o consolidar la integración
económica con otros Estados" (ordinal 18).

Y el inciso tercero del artículo 53 establece: “El Gobierno podrá celebrar con la
Santa Sede convenios sujetos a la posterior aprobación del Congreso para
regular, sobre bases de recíproca deferencia y mutuo respeto las relaciones entre
el Estado y la Iglesia Católica" (se subraya).

La confrontación de los dos textos constitucionales permite inferir estas


conclusiones: los tratados o convenios internacionales se celebran entre el Estado
colombiano y otros Estados, y requieren la aprobación del Congreso, por medio de
la ley; el Concordato no se celebra entre dos Estados sino entre el Estado
colombiano y la Santa Sede, que es dentro de la organización jerárquica de la
Iglesia Católica su cabeza o suprema dirección, y además no es indispensable
que el Congreso lo apruebe por medio de ley, pues el citado inciso tercero del
artículo 53 no prevé tal requisito, como sí lo hace el artículo 76, ordinal 18.

La materia u objeto de los tratados o convenios internacionales, por lo general, se


refiere principalmente a intereses de orden geográfico, económico o simplemente
cultural, y con ellos los Estados signatarios aspiran a resolver situaciones que
surgen de un momento a otro dentro del desarrollo de la vida internacional; el
Concordato no mira a esos intereses estrictamente terrenos, sino a la perduración
de una doctrina religiosa que se conforma con los sentimientos del pueblo desde
los orígenes de su vida institucional, o sea desde la conquista española, y cuyo
primer acto fue el "requerimiento".

Por último, el Estado, en los tratados o convenios, adquiere obligaciones "sobre


bases de igualdad y reciprocidad ", lo cual envuelve un concepto de contenido
jurídico que no es difícil precisar o definir. Pero el Concordato se celebra "sobre
bases de recíproca deferencia y mutuo respeto ", conceptos subjetivos, que por su
índole no es dable a ningún juez o tribunal medir o calificar. Y que, además, son
los que deben presidir siempre las relaciones, de carácter íntimo y personal, entre
la gran mayoría de los colombianos y su Jefe Espiritual.

Estas breves razones, susceptibles de amplios desarrollos jurídicos, históricos y


sociales, explican el porqué o razón normativa del inciso tercero del artículo 53 de
la Constitución, que consagra para el Concordato un régimen distinto del común
de los tratados o convenios internacionales previstos en el artículo 76.

Esta naturaleza jurídica y social del Concordato induce, de igual modo, a adoptar
criterios específicos para su interpretación y aplicación. Unos, están consignados
en su texto, de modo particular, en las cláusulas VII, VIII y IX, entre otras; y de
modo general, en la cláusula XXIX que dice:

"En la ejecución de las disposiciones contenidas en este Concordato, como en sus


reglamentaciones y para resolver amistosamente eventuales dificultades relativas
a su interpretación y aplicación, las Altas Partes Contratantes procederán de
común acuerdo":

Por consiguiente, no es procedente, que so pretexto del ejercicio de la acción


pública de inconstitucionalidad, se obligue a la Corte a definir lo que no le
corresponde.

6. La acción de inexequibilidad, según los mandatos de la Carta que rige el orden


jurídico de Colombia, se resuelve mediante la. confrontación de una ley con un
precepto de la misma. En ningún caso puede o debe realizarse esta operación en
relación con otro texto legislativo superior, que no existe.

III. Conclusión y decisión.

En consecuencia, la Corte carece de competencia para decidir la demanda


propuesta por el ciudadano Camilo Serrano, de fecha 14 de octubre de 1976.

Humberto Murcia Ballén, Eustorgio Sarria.

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